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P R E H I S T O R I A ANFORAS PREHISPANICAS EN TENERIFE POR MATILDE ARNAY DE LA ROSA EMILIO GONZALEZ REIMERS CEILESTINO GONZÁLEZ PADR6N JOSÉ: ANTONIO JORGE HERNANDEZ Desde los más antiguos neolíticos del Próximo Oriente (1) se conocen vasos cerárnicos con dos o más asas de cinta, en-frentadas, de formas similares a los vasos que más tarde serán conocidos como ((ánforasn. Estos vasos o o«ánforas» se extien-den por todo el Mediterráneo, abarcando muy diversos lugares, culturas y cronologías, e igualmente en zonas del norte de Afri-ca (2). Pero son realmente los fenicios, griegos y romanos los que van a perfeccionar esta forma cerámica y van a hacer de 1 ~ f5~r~m -i,m &rrhant.p cof i~~ldya lisa&. Es por &lo por lo que la palabra ctánfora)) tiene su origen en la contrac-ción de dos vocablos latinos: «amphi», de ambos lados, y «phe-reinn, llevar. La palabra ánfora define tradicionalmente aquel vaso cerámico de forma alargada, terminado generalmente en pmB su hasq con melb y dos largas asas que unen éste con la panza (3, 4, 5, 6). Fenicios y romanos, principalmente, emplean estos vasos como recipientes para el transporte de los diferentes produc-tos con que comerciaban. Estamos ante unos vasos eminente- 2 MATILDE ARNAY DE LA ROSA mente «funcionales». El gran despliegue comercial desarrollado por estos pueblos a lo largo del Mediterráneo y norte de Africa, fundamentalmente, hace que esta forma cerámica se encuentre en todos los lugares por ellos visitados, bien como vasos impor-tados, bien como creación de alfares propios ligados a las múl-tiples factorías comerciales que ambos pueblos iban fundando. En la prehistoria de las islas Canarias, tan rica en manifes-taciones cerámicas, sólo en Gran Canaria han aparecido vasos con asas de cinta, siendo desconocidos en las otras islas hasta el momento (7). Como fmto de nuestras prospecciones en Te-nerife, en los Últimos años hemos hallado diecisiete vasos con asas de cinta, c ~ y oes t-adio y descripción es el objeto del pre-sente trabajo. DESCRIPCIY~ NC ARACTERÍSTDICE ALOSS H ALLAZÜOS En la cara sur del Teide Viejo. a una altitud aproximada de 2.600 metros, afloran varios brazos de lava oscura, rica en manganeso, probablemente derivados de un aparato volcánico que fue cubierto por erupciones posteriores. Uno ,de estos bra-zos de lava,, tras bordear por el E. al volcán de la Corona, al-canza el valle de Chafarí, donde es en parte cubierta por sedi-mentos ahviales, y viene a morir en Pedro Méndez, a unos po-ms centenares de metros de Boca de Tauce, formando un fren-te rocoso rico en escondrijos. En marzo de 1967, en la parte alta de dicho frente, en una covacha abierta hacia el N., encon-tramos una vasija de gran tamaño de forma aproximadamente elipsoidal, de terminación tosca, provista de una protuberail-cia o gran mamelón en su base -que era precisamente la parte visible de la vasija-. Al retirar las piedras que tapaban la boca de la misma comprobarnos con sorpresa cómo en la panza del vaso, cerca de la boca, existían dos asas de cinta enfrentadas. Aunque ya conocíamos la existencia de otros vasos de gran tamaño, de forma aproximadamente elipsoidal, con asas de ore juela (8, 9), de aspecto inequívocamente aborigen, la pieza re. cién hallada desvelaba el enigma que determinados fragmentos 600 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS de apéndices habían planteado a otros investigadores y a nos-otros mismos. Tales fragmentos -como por ejemplo los de la Quinta Roja, conservados en el Museo del Instituto de Estu-dios Hisp6nicos del Puer'to de la Cruz- habían sido etique-tados de «mango con curva más pronunciada que los comu-nes » (lo), ya que aunque se había apuntado la posibilidad de la existencia de asa de cinta en Tenerife (111, la ausencia de hallazgos de vasos completos había llevado a otros investiga-dores a negarla (12). El hallazgo de esta pieza quedó durante mucho tiempo como un caso aislado, pese a nuestras continuas prospeccio-nes. Sin embargo, en julio de 1975, en las cumbres de Guía de Isora, en un lugar conocido como Los Frontones, a unos 1.300 metros de altitud, en el borde de una colada que avanza hacia la carretera de Boca de Tauce a Chío, casi justamente desde donde parte la pista que va a las galerías de Hoya de la Leña y Saltos de Chéñeme, aparecía, fragmentado en varios tro-zos, otro vaso de forma similar, con mamelón en el fondo, asas de cinta perfectamente conservadas, y esta vez con decoración incisa y casi puntillado en la pared externa. A partir de esta fecha los hallazgos se suceden con frecuencia: así, en junio de 1976, en medio del segundo gran brazo de lava (contado desde el sur) que forma la colada procedente de la Montaña Reventada a su paso por el borde sur del volcán de la Botija, en un hueco, apareció, fragmentada, otra espléndida pieza con decoraci6n incisa en su parte superior separada de la parte no decorada por digitaciones que formaban una hilera a lo largo de toda la superficie del vaso. Desgraciadamente, no todos los fragmentos estaban en el mismo hueco -donde posiblemente se habría escondido la vasija-, sino que, como es frecuente en lo que a los hallazgos de vasos aborígenes respecta, habían sido esparcidos por las cercanías; y entre los fragmentos que pese a nuestros esfuerzos no pudimos encontrar figurarían se-guramente las asas de cinta que le faltan a esta vasija. Lo que sí hallamos, a unas decenas de metros de distancia, fue un fragmento profusamente decorado con acanaladuras horizontales, que presentaba la particularidad de estar angu- 4 MATILDE ARNAY DE LA ROSA lado, como si perteneciera a un vaso con cuello y correspon-diera a la zona donde la panza se une a dicho cuello, cuyo sig-nificado veremos más adelante. Dos meses más tarde, en una punta basáltica de la Cañada de La Grieta, apareció la cuarta vasija de estas características, rota entre grandes bloques de piedra que dificultaban enor-memente la recuperación de los fragmentos, con un patrón de forma y decoración similar a las anteriores. Al año siguiente, primero en las coladas que emergen de las cenizas que forman Llano Negro, al sur de la Montaña de Los Tomiilos, ya en el término municipal de El Tanque, y después en las faldas S. E. del Teide Viejo, cerca de Los Roques, aparecieron dos nuevas piezas, fragmentadas; en marzo de 1978, otra en el contrafuerte occidental del Tabonal Negro, y cerca de la antigua casa de la Guardia Civil; en abril, una nueva vasija en la falda sur de Montaña Blanca, y así hasta compIetar la lista de hallazgos ex-puesta en el cuadro 1. Merece especial mención el hallazgo en 1979, en Los Fron-tones, un poco hacia el NE. del lugar donde se había encon-trado la segunda pieza descrita, de una nueva «ánfora», muy fragmentada e incompleta, pero cuya decoración no era incisa, sino acanalada, y cuya forma en vez de ajustarse a una figura geometrica simple correspondía a una compuesta, pues presen-taba un cuello. Probablemente el fragmento antes citado cerca de la Botija pertenecía a un vaso similar. Fue éste el primer hallazgo de una serie de vasijas similares aparecidas posterior-mente: en abril y mayo de 1980, en las ingentes coladas de Ro-que Blanco, ya en el término de Icod de los Vinos; en octubre de ese mismo afio, en las faldas del Teide Viejo, y en octu-bre de 1981, muy cerca del borde oriental de la colada reciente de las Narices del Teide, al borde sur de un pequeño llano que queda encerrado entre esta colada y la más antigua de las dos que derivan de los Chircheros. Los detalles del lugar y hallazgo de los vasos aquí presentados se especifican en el cuadro 1, si-guiendo un orden cronológico, en lo referente a la fecha de su descubrimien to. Procedemos a continuación al análisis detallado de las ca- 602 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Fig. 1: Vaso descrito en el trabajo con el núm. 1. Fig. 2: Vaso núm. 2. Fig. 3: Vaso núm. 3. , . ? 1 . . -.11 Fig. 4: Vaso núm. 4. íracteristicas de los vasos aquí presentados según la metodolo-gia siguiente: Estudio de las distintas partes constitutivas del vaso, siguiendo fundamentalmente los criterios de A. Llanos y J. Vegas (131, es decir, borde, labio, cuello, panza o pared, base y apéndice. Clasificación tipológica, según criterios geométricos (14, 15, 8). Factura (131, valorando los aspectos siguientes: - Calidad de la pasta (buena, aspecto compacto; regu-lar, aspecto poco compacto, pero no escamosa; mala, textura escamosa). - Clase y tamaño del desgrasante (fino, 0,5-1 mm.; me-dio, 1-2,5 mm.; grueso, 2,5-5 m.). - Terminación de la superficie del vaso, clase y calidad (buena, sin irregularidades; regular, presentando al-gunas irregularidades; mala, llena de irregulari-dades.) Decoración (técnica, localización y motivos). Dimensiones, considerando: - Altura o altura estimada (*l. - Ancho máximo. - Ancho de la boca. - Grosor del labio, de la pared y de la base. - Capacidad. Análisis estadístico de los datos antes citados (2 para datos cualitativos y t de Student para datos cuantita-tivos) (16, 17). . . . . Vaso núm. 1 (fig. 1) . . . . . . . L- L---í- 2- A--A^...^t^ -^^C^ 7-L:- -..A--rJl..Arr rpswxibd UULUG UG VC ; L IUG~ ~IC'Fi~CIí~ba~, laulu LCUUILUC~CícItUltiUlíc, de cuello, su panza (pared) es de tendencia recta, ligeramente convergente, y la base es apuntada, presentando en su extremo una protuberancia o mamelón de forma aproximadamente circu-lar. Forma elipsoidal. 8 NLATILDE ARNAY DE LA ROSA Muestra dos asas de cinta enfrentadas, ligeramente asime-tricas. El asa de la derecha, tal como vemos en la fig. 1, se en-cuentra a 15 cm. del labio y es de 10 cm. de largo por 2,8 cm. de ancho y sobresale 4,4 cm. de la pared del vaso. En asa i5 quierda está situada a 11 cm. del labia y mide 11 cm. de largo por 2,6 cm. de ancho, sobresaliendo 4,4 cm. Sus secciones son aproximadamente circulares, tendiendo a ser más ovalada la de la derecha. La pasta es mala, observándose un desgrasante medio y grueso. Su superficie presenta espatulación grosera. Carece de decoración. Vaso núm. 2 (fig. 2) Presenta borde de tendencia recta, labio plano con decora-ción incisa de líneas en gmpos de dos y tres trazos; carece de cuello, la panza es de tendencia recta y la base apuntada, pre-sentando en su extremo una protuberancia ligeramente aplana-da y & forma aproniíTra~ar,erL~ec ircfilal-. - fuma es el@ soidal. Muestra dos asas de cinta enfrentadas y muy simétricas, si-tuadas a 16 cm. del labio y 29 de la base, de 14 cm. de largo por 2,3 cm. de ancho, sobresaliendo 3,5 cm. de la pared del vaso. Su sección es ovalada (2,3 x 3 cm.). La pasta es regular, con un desgrasante medio y fino y una superficie espatulada regular. Presenta decoración en la parte superior de la pared del vaso desde el labio hasta el arranque de las asas; abarcando 15 cm. -----..'--A-ur\-Cc Cri t-ntn ;In 1 C m n n c i 4 - n ; - n r i -rrnrt;nolnci nnrnn. ( ~ ~ ~ U A L Z I ~ ~ U ~ L L I G L LU~=G . u a b a urs A A L A G ~ D u l u ~ u av~~ r u r u o ~u~~uu u w - das ocasionalmente por trazos horizontales. Parte de esta de-coración (lado izquierdo de la fig. 2) aparece rematada por va-rias hileras de trazos incisos muy pequeños, casi puntillado. Vaso núm. 3 (fig. 3) . Presenta borde de tendencia recta, labio ligeramente bisela-do hacia el interior con engrosamientos laterales y decorado 606 r4NUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS con digitaciones, carece de cuello y su pared es de tendencia recta ligeramente convergente; carece de base. Su forma es elipsoidal. No se conserva ningún apéndice. La pasta es buena, con desgrasante fino y medio, y su superficie es espatulada re-gular. Muestra decoración en la parte superior del vaso, abarcan-do 22 cm. desde el labio. Se trata de líneas incisas verticales en torno al borde (abarcando 4 cm.), seguidas de líneas hori-zontales que en dos ocasiones son cortadas por grupos de inci. siones verticales de 4 cm. de ancho aproximadamente. Estas líneas incisas han sido realizadas con un objeto roma y lige-ramente hendido. lo cual ha dejado un trazo doble y poco pro-fundo. El conjunto decorativo de incisiones se separa de la par-te no decorada de la vasija por una hilera de digitaciones. No conserva el borde, la pared es de tendencia recta, lige-ramente convergente; carece de base. Muestra dos asas de cinta enfrentadas, una de ellas incom-pleta. Su longitud es de 11 cm., con una sección ovalada (3,5 x 2 cm.), sobresaliendo 4,5 cm. de la pared del vaso. La pasta es regular, con desgrasante fino y medio, y su super-ficie es espatulada regular. Presenta decoración en la parte superior del vaso en torno a las asas y en la cara externa de las mismas. Se trata de inci-siones muy profundas con desplazamientos de pasta en su tra-zado, horizontales excepto en las asas y la pared inmediata-mente superior a las mismas, donde los trazos son verticales. La superficie del asa no se encuentra totalmente decorada (apro-ximadamente 3/4 de la misma). Esta decoración es separada de la zona no decorada de la vasija por una niiera de agita-ciones con ungulación en su interior, que sólo se interrumpe en la zona donde están situadas las asas. Fig. 5: Vaso núm. 5. Fig. 6: Vaso núm. 6. Vaso nz;lm. 5 (fig. 5) N0 conserva la parte superior, la pared es de tendencia rec-ta, la base apuntada con una protuberancia en su extremo de forma aproximadamente circular de punta aplanada. Conserva un asa de cinta enfrentada a otra muy incomple-ta. Situada a 30 cm. de la base, de 13 cm. de largo, cobresa-liendo de la pared 4 cm., con una sección ovalada (3,5 x 4 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio, y la superficie espatulada regular. Posee decoració. n .en. torno a las asas, e incluso debajo de ellas. Se trata de mc;s;mee finas s irregAares, üms v&icales y otras ligeramente inclinadas, separadas de la parte no deco-rada del vaso por una hilera de digitaci��n con ungulación. Presenta borde de tendencia recta, labio plano con engro-samiento~ laterales, carece de cuello, la pared es ligeramente convexa convergente, la base es apuntada, presentando un pe-queño mamelón en su extremo de forma circular. La forma del vaso es de tendencia elipsoidal. Conserva restos del arranque de dos asas de cinta enfren-tadas aproximadamente a 15 cm. del labio y 27 cm. de la base. La pasta es regular, con desgrasante medio, y la superficie es evptclada reg~lcsr. Posee decoración en la parte superior de la pared, abarcan-do 20 .cm. aproximadamente desde el labio. Se trata de incisio-nes finas y profundas, horizontales, cortadas por incisiones verticales en las zonas correspondientes a las asas. Esta deco-ra- ia_n_r e ve :-para& ds la parte de?.v ase ne decoradu. mr une, hilera de trazos incisos muy profundos, cortos y discontinuos. Núm. 29 (1983) Fig. 7: Vaso núm. 7. ' , t I Fig. 8: Vaso núm. 8. Vaso núm. 7 (fig. 7) Presenta borde recta, labio biselado hacia el interior con un ligero engrosamiento lateral hacia el exterior, carece de cuello, la pared es de tendencia recta y no conserva la base. Presenta un asa de cinta que arranca a 14 cm. del labio, de 11 cm. de largo, sobresaliendo 5,4 cm. de la pared del vaso, can una sección ovalada (2,5 x 1,4 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio, presentando es-patulación regular en su superficie. Posee decoración en la parte superior, abarcando 20-22 cm. des& el labio. Se tda, Ge iixisiones &e irozus lineales horizon-tales entrecruzándose con líneas verticales en la parte corres-pondiente a bs asas. En tomo al borde los trazos son verti-cales, abarcando 4-5 cm. Esta decoración se separa de la parte no decorada del vaso por una hilera de digitación con alguna ~LE!!U de 1mgA~cib:: e:: m inbrior. Vaso núm. 8 (fig. 8) Borde ligeramente convergente; labio redondeado con de-coración impresa, consistente en trazos lineales separados 2 mm. aproximadamente; carece de cuello; la pared es convexa con-vergente y la base apuntada, presentando una protuberancia de forma aproximadamente circular, cuyo extremo está hun. dido, d&~rídLe? EU S = ~ C ~CQS T?CU~SGd . f ~ 2s d~ i ~ ~a ~ i & i . Conserva un asa de cinta situada a 14 cm. del labio y 23 cm. de la base, de 11 cm. de largo, sobresaliendo 2,3 cm. de la pared del vaso y con une sección ovalslda (1 x 1,5 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio y fino, y su super-ficie es e~p&&&~ rq@zr. Carece de decoración en la pared del vaso. MATILDE ARNAY DE LA ROSA Vaso núm. 9 (fig. 9) No conserva la parte superior; la pared es de tendencia rec-ta, ligeramente convergente; la base es apmtada, presentando una protuberancia en su extremo fragmentada. Su forma es de tendencia elipsoidal. Conserva un asa de cinta situada a 38 cm. de la base, de 18 cm. de largo, sobresaliendo 4,7 cm. de la pared del vaso y con una sección ovalada (2,3 x 3 cm.). La pasta es buena, con desgrasante fino y medio. La super-ficie es espatulada regular. Posee decoración en su parte superior hasta el extremo in-ferior del asa. Se trata de mcLsiones finas, bastante marcadas, verticales en la parte alta y horizontales en el resto, separadas de la parte no decorada del vaso por ungulaciones. La cara ex-tema del asa no se encuentra decorada. Vaso núm. 10 (fig. 10) No conserva su parte superior; la pared es de tendencia rec-ta, ligeramente convergente; la base es apuntada, con una pro-tuberancia en su extrsmo que se encuentra fragmentada. Conserva un asa cle cinta situada a 19 cm. de la base, de 14 cm. de largo, sobresaliendo 4 cm. de la pared del vaso, con una sección ovalada (2,3 x 3 cm.). La pasta es rewlar, con desgrasante fino y medio, y su super-f icie es espatulada regular. Posee decoración en la parte superior del vaso, muy escasa, hasta la altura del asa. Se trata de incisiones verticales y hori-zontales, irregulares, a veces entrecruzándose. Vaso núm. 11 (fig. 11) No conserva la parte superior ni la base. Posee un cuello de tendencia recta y panza convexa convergente. Su forma es compuesta: panza elipsoidal, cuello cilíndrico. .. 812 ANUARIO DE ESTUDIOS. ATLANTICOS Fig. 9: Vaso núm. 9. Fig. 10: Vaso núm. 10. Fig. 11: Vaso núm. 11. Fig. 12: Vaso núm. 12. ÁNFORAS PREHISPÁNICAS EN TENERIFE 17 Conserva un asa de cinta y restos de otra enfrentada. Se encuentra en el cuello, justo en su unión con la panza, siendo de 8 cm. de largo, sobresaliendo 3,3 cm. de la pared del vasu, con una sección muy ovalada (2,5 X 4,7 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio y gmeso. La su-perficie es espsltulada regular. Posee decoración en su parte superior, cubriendo todo la extensión del cuello y la cara externa del asa. Se trata de tra-zos acanalados horizontales, excepto en el asa, que son ver-ticales. Vaso núm. 1.2 (fig. 12) vU,.A W U ~& tmC,encb r&a cm p!,~ C!X? et?gr~smie2- tos laterales, cuello recto, panza convexa convergente y base apuntada con pequeña protuberancia en su extremo fragmen-tada. Su forma es compuesta: panza elipsoida:, cuello tronco-cónico. Censerm e? zrrmyue du m auw cle chtu, vftmda u E,? cm. del labio y 35 cm. de la base. La pasta es regular, con desgrasante medio y grueso, y su superficie es espatulada regular. Posee decoracidn en la parte superior del vaso, abarcando el cuello en toda su extensidn, interrumpiéndose justo en el ángulo de paso s la panza. Se trata de acanaladuras muy am-plias y marcadas, realizadas posiblemente con el dedo, ya que se aprecian claras hueIIas digiíales. Los trazos acanalados son horizontales, excepto en lz zona de las asas, que son verticales. Vaso núm. 13 (fig. 13) Borde de tendencia recta con labio plano con engrosamien-tos laterales, ouello recto, panza convexa convergente. No con-serva la base. Su forma es compuesta: panza elipsoidal, cuello cilíndrico. Conserva un asa de cinta situada a 12 cm. del labio, entre el cuello y el comienzo de la panza. Es de 9 cm. aproximadamente Núm. 29 (1983) 615 Fig. 13: Vaso niím. 13. Fig. 14: Vaso núm. 14. Fig. 15: Vaso núm. 15. Mg. 16: Vaso núm. 16. 20 MATILDE ARNAY DE LA ROSA de largo, sobresaliendo 2,8 cm. de la pared del vaso, con una sección ovalada t 1,2 x 2,5 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio y grueso. La su-perficie presenta espatulación regular. Posee decoración en la parte superior del vaso, abarcando todo el cuello. Se trata de a.canaladuras de trazos verticales en torno al borde (4 cm.) y horizontales en el resto, excepto en la cara externa del asa, que son igualmente verticales. Vaso nUm. 14 (fig. 14) No conserva el borde. La panza es convexa convergente y la base apuntada, presentando una protuberancia en su exiremü fragmentada. Su forma es de tendencia elipsoidal. Posee un asa de cinta fragmentada situada a 27 cm. de la base, de 10 cm. de largo, sobresaliendo aproximadamente 3,5 cm. de la pared, con una sección ovalada (2 x 3,5 cm. aproxima-damente). Enfrentada se aprecia el arranque de otra asa de cinta. La pasta es regular, con desgrasante fino y medio. Su super-ficie es espatulada regular. Posee decoración en la parte superior del vaso hasta la al-tura de las asas. Se trata de incisiones muy poco marcadas, irre-gulares, de trazos horizontales y verticales, éstos en la parte superior y entrecruzándose ocasionalmente. Estas incisiones se separan de la parte no decorada del vaso por una hilera de puntillado. La cara externa del asa no presenta decoración. Vaso núm. 15 (fig. 15) Borde recto con labio plano con engrosamiento hacia el ex-terior decorado con digitaciones. El cuello es de tendencia rec-ta, la panza convexa convergente y la base apuntada con una protuberancia en su extremo que se encuentra fragmentada. Su forma es compuesta: panza elipsoidal, cuello troncocónico. 618 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS A N ~ R A S PREHISPÁNICAS EN TENERIFE 21 No se aprecian apéndices. La pasta es regular, con desgra-sante fino y medio, y la superficie es espatulada regular. Posee decoración en la parte superior del vaso, abarcando 17 cm. desde el labio, toda la zona correspondiente al cuello. Se trata de acanaladuras poco profundas, verticales en torno al borde (4-6 cm.) y horizontales el resto. Esta decoración se separa de la parte no decorada, justo en el ángulo de paso a la panza, por una hilera de digitaciones. Vaso núm. 16 (fig. 16) Presenta el borde ligeramente convergente con labio redon- &ado con !iger~ engrmzmient~ h~cizi el exterior. Carece de cuello, la panza es convexa convergente y la base apuntada con protuberancia en el extremo fragmentada. Su forma es elip-soidal. Conserva un asa de cinta incompleta y el arranque de otra enfrentadh. Se encuentran a 15 cm- del labio y 25 de la base. Mide 10 cm. de largo, sobresaliendo 2,5 cm. de la pared del vaso, con una sección ovalada (1,7 x 2 cm.). La pasta es mala, con desgrasante medio y grueso, y su super-ficie es espatulada grosera. Carece de decoración. Vaso núm. 17 (fig. 17) Carece de borde y presenta incompleto el cuello -de ten-dencia recta lo que hay-; la panza es convexa convergente y la base apuntada, presentando una protuberancia en el extre-mo ligeramente fragmentada. Su forma es compuesta: panza elipsoidal, cuello troncocónico. Conserva un asa de cinta en la panza a 29 cm. de la base, de 10 cm. de largo, sobresaliendo 3,5 cm. de la pared del vaso, con una sección ovalada ( 1,7 x 3,5 cm.). La pasta es regular, con desgrasante fino. La superficie es espatulada regular. Núm. 29 (1983) 619 F'ig. 17: Vaso núm. 17. Fig. 18: Mapa de Tenerife con la distribución de los hallazgos de las 17 ánforas. Los puntos representan los vasos descritos y las zonas ra-yadas los lugares con abundancia de restos de anforas. Posee decoración en la parte superior del vaso en la zona correspondiente al cuello y parte superior de la panza, así como en la cara externa del asa. Se trata de acanaladuras horizon-tales en el cuello y verticales en la panza y asa. Las acanala-duras verticales de la panza constituyen una hilera que separa la zona del vaso decorada de la no decorada. Como vernos, todos los vasos estudiados presentan una serie de características comunes, identificables en la mayoría de los casos pese a su fragmentación: 1. Todos estzin hechos a mano y no se observan cordones de factura. 2. Todos los vasos son de grandes dimensiones, con altu-ras superiores a 40 cm. y capacidades de hasta 20 litros, predominando siempre la altura sobre la anchura má-xima. 3. Todos poseen una base apuntada, presentando en su ex-tremo una protuberancia. Es notable que la de la vasija número 8 es cóncava. 4. Todos poseen asas de cinta o el arranque de las mismas (salvo el caso núm. 3, muy incompleto), diametralmen-te enfrentadas, situadas aproximadamente en la zona media del vaso. 5. Salvo en tres casos (17,64 por 100), todos presentan de-coración en la pared del vaso. Sin embargo, en cuanto a su forma, es evidente la existen-cia de dos tipos claramente diferenciados: los vasos de forma simple o sin cuello y los vasos de forma compuesta o con cue-llo. Doce (70,58 por 100) pe~benecen al primer grupo y cinco (29,51 por 100) al segundo. Entre ambos grupos pueden esta-blecerse algunas diferencias: a) Los vasos con cuello presentan decoración, que en to-dos los casos es acanalada, oubriendo todo el cuello y dejando libre la panza. En cambio, los vasos sin cuello pueden presentar decoración (75 por 100) o no (25 por 100i, pero cuando ésta existe es incisa, cubriendo MATILDE ARNAY DE LA ROSA desde las asas hasta el borde. Esta decoración es rema-tada en su parte inferior por una hilera de digitación, digitación más ungulación, ungulación sola, puntillado o incisiones discontinuas, que separan esta zona deco-rada del resto de la vasija libre de decoración. Las dife-rencias de decoración entre ambos grupos parecen sig-nificativas, aunque la muestra es pequeña. Los vasos con mello presentan las asas más cerca del borde que los vasos sin cuello. Efectivamente, si toma-mos la relación: distancia del arranque superior del asa al borde - distancia del arranque inferior del asa a la base vemos que en los vasos con cuello esta relación es de 0,357, mientras que en los vasos sin cuello es de 0,567. Esta diferencia es estadísticamente significativa (t = 5,53, p < 0,005). Los vasos con cuello tienden a ser de mayor capacidad (19,23 t 2,451 que los que no tienen cuello (13,92 + 2,451, (t = 2,68, p < 0,05). Los vasos sin cuello son de tendencia elipsoidal, mien-tras que los vasos con cuello presentan una panza de tendencia elipsoidal y cuello de tendencia troncocónica o cilíndrica. Sólo diez de las ánforas estudiadas conservan su parte su- O perior. De ellas, ocho (80 por 100) presentan borde de tenden-cia recta y dos (20 por 100) de tendencia convergente. El labio es redondeado en tres casos (30 por 100), plano en cinco (50 por 100) y biselado hacia el interior en dos (20 por 100). Seis labios (60 por 100) presentan engrosamientos laterales; tres (30 por 100) se encuentran decorados, dos de ellos impreso y uno digitado. En cuanto a la factura, hemos podido observar que dos (11,76 por 100) tienen pasta mala, trece (76,47 por 100 regular y dos buena (11,76 por 100). La superficie es espatulada en to- ANFORAS PREHISPÁNICAS EN TENERIFE 25 dos los casos, siendo en trece ocasiones (64,74 por 100) regu-lar, en tres mala (17,64 por 100) y en tres buena (17,64 por 100). El desgrasante es en todos los casos mineral, destacando los de tamaño medio (58,8 por 100) y fino (41,17 por 100). Ninguna de estas características se asocia significativamente a alguno de los gwos antes señalado. Las ánforas aquí estudiadas constituyen, como hemos vis-to, una forma nueva dentro de la cerámica aborigen de Tene-rife, Su forma, su gran tamaño, su base apuntada rematada por una protuberancia, el hecho de estar decoradas en su ma-yoría, la gran superficie cubierta por esta decoración y la com-binación de técnicas decolrativas confieren a estos vasos un seiio peouiiar que c~iiiirasta füerteimrit3 CGE el restc; de :a es-rámica de Tenerife. Sin embargo, un análisis detallado revela que existen analo-gías y que, salvo en lo concerniente a las asas de cinta, los demás elementos ya son conocidos. En efecto, estos vasos se parecen a aqueiios otros de forma eiipsoidai, iguaimente Ge gran capacidad, con apéndices de «orejuelas» (8, 9) enfrentadas, no só1lo en su tipología, sino también en los distintos elementos que constituyen su factura -pasta, desgrasante y terminación de su superficie-. Además, estos vasos con apéndice de ore-juelas suelen presentar una protuberancia en el fondo muy pa-recida a la que hemos visto en las ánforas, aunque más pe-queñas y menos marcadas. Sin embargo, se diferencian de estos vasos en que las ánforas están en su mayoría decoradas y hasta la fecha no conocemos ningún vaso con apéndice de orejueia decoracio (8, Y i . La decoración, tan frecuente y profusa en las ánfmas, es un hecho raro en la cerámica de Tenerife. De 768 vasos estu-diadols por nosotros (8), sólo un 1,9 por 100 presenta decora-ción en la pared. Lo mismo ocunre en las series cerámicas es-tudiadas por L. Díego Cuscoy (18, 19) y E. üonzáiez Antón í20 j. Sin embargo, de 1% 17 ánforas presentadas, 14 (82,35 por 100) tienen decoración, lo que constituye un dato poderosamente llamativo. No obstante, las técnicas decorativas empleadas no se diferenoian de las ya conocidas en otros vasos. Se trata de de acanaladuras, de cligihciofies, de ungukio~es y de puntillado. La novedad en estos casos es que se combi-nan estas técnicas: por lo general, una av-plia zona incisa queda separada de la parte no decorada del vaso por una, hi-lera de digitación, ungulación o puntiilado. Los vasos d ~ o - rados de Tenerik hzsta ahora conocidos muestran una única técnica decorativa, sólo incisión, solo puntillado o sólo aca-naiadura. Es de resaltar que esta Ciltima técnica es poco frecuente, ya que, según nuestros conocimientos, al margen de algunos fragmentos, sólo se ha d-escrito un vaso así deco-rado (8). Bn cambio, en las ánforas las acanaladuras aparecen con fraxencia (5 de un total de 14 decoradas, 35,71 por 100). T p c i & i j n d ~ la Aannvnn;A- -A-- -+L- --L----- AL-wAu v4u,.A u u b v l a ~ ~Uu~ I~W~~ S,L L I UI I U L ~ Ue~s ~q ue ia superficis decorada di? las ánforas es muy superior (más de un tercio de la vasija) que la de los otros vasos decarar2oic, que por lo general se limita a una franja estrecha en torno al borde (18, 19, 20). C m m mtes ~ ~ ~ l ~ b aCíjLim.0 she,c ho también üestctcable es la gran dimensión de las ánfoms. En efecto, son los vasos de mayor altcra que conocemos. En nuestra serie, el vaso más alto completo mide 56 cm., y probablemente los vasos nú-meros 4 y 9 alcancen dimensiones aún mayores (superiores casi con absoluta seguridad a los 70 cm.), cifras ambas muy superiores a la del resto de los vasos conocidos 140 cm. en un vaso de «orejuelas» descrito por nosotros (8) y otro de forma &hilar publicado por L. Diego Cuscoy (911. Sin embar-go, .n . o son los de mayor capacidad. En este sentido, algunas l . --------- v a s ~ ~ ~,ddaa s úpe~-arml qiiarnente í32 iitros frente a. un máxi-mo de 20 litros en la mayor de las ánforas). Eh cuanto 8 S-u factura, también existen analogías. En un recient;e estudio sobre la cerámica de Tenerife (8) estableci-mos, mediante análisis estadístico, al menos dos grupos ce-rámicm de carackrístioas bien diferenciadas. Las ánforas aquí descritas se encuentran muy próximas al grupo que denorni-namos «vasos con mamelunes y vertedero Bn. Es importante destacar em este sentido que en la Cueva de la Arena (21), don-de apareció m asa de cinta igual a las descritas aquí, el resto del material aerámico parece pertenecer igualmente a ese grupo. Dentro de los ap~oximadmente 1.000 vasos ceramicm de Tenerife descritos hasta la fecha (7, 8, 201, las ánforas repre-sentan m 1,7 por 100, 10 que las convierte claramente en una forma muy POCO frecumbe. Sin embargo, se encuentran distri-buidas de tal forma (fig. 18) que actualmente no pueden aso-ciarse a ningún ámbito geográfico 'deberminado. N'o existe ninguna publicacibn donde aparezcan vasos de esbe tipo. Sin embmgo, revisando la literatura, vemos que sí hay descritas asas de cinta que muy probablemente pertenecen a áinforas, (aunque la interprietación dada a estofs fragmentos, comn verenms a ~mti,-~aciSn??, e es M. L. mego Cuscoy, en su esbudio cerámico de ((Ganigon, al describir los apéndices denomhdols de mango, dice textual-mente: «Nmalmmte son verticales, aunque algunos insinúan uiua curva con inclinación hacia la boas 'del vaso. Esto puede ovmrir cm !m ejemplmw de Umta Ursuia y Las Cañadas, mya acentuada curva haría pensar en un asa verdadera, cua.n-do ~seguriammtes e tirata #deu n mango o m curva más pronm-cia& que los 8aomunes»E. n las figuras de dichos apéndices que se muestran en la obra (22) se aprecia claramente que co-rresponden a fragmemts de asas de cinh. M. Pdli(3eir Ciatalám y P. Acosta Martínez, en la excavación llevada a cabo m la Cueva de la Arena (Barranco Hondo), en-contraron en un estrato datado por el C,, en el 150t60 d. C.: {cima gran iam vertical y semkiroular de sección ovalada>>c,u yo &+dj(3 ~*d&ra, & r1-;ett0q ~ see tiiata &. &. cinta id6ntica a la que hemos idescrito en este trabajo (23). R. Gen-zález Ant6n no hace referencia. a la existencia de asas de cinba {(lo). En Tenerife hmos encontrado Moras m z m s de costa (Fmta Raceai, de medimías í L i m Negro, Los Frontones, las Partidas de Franquis) y de alta montaña, incluso en regiones tan eiscabnoisas oomo ásperas estribaciones del ingente apa-ato voEcánieo que es Roque Blanco; asimismo, hemos hd1aü.o fragunmtos posiblemente pertenecientes a ellas distribuidos Núm. 29 (1983) 625 28 MATÍLDE ARNAY DE LA ROSA por todos los malpaíses prehistóricos de Tenerife, lo que habla a favor de una distribución uniforme de las mismas (fis. 18). Se admite que los guanches practicaban el nomaüismo (24, 25, 26, 27). Por tanbo, la uniformidad de la disbribución pude explicarse en base al transporte de m sitio a otro de estas án-fora~' H. ay m hecho notable en mafito a su hallazgo, y es que 4 1 co ntrario que ocurre con obms formas cerámicas- nunca han aparecido como úriicu vestigio arqueológico en una zona, sino que se han encontrado allí donde hay una conmntración absoluta o relativa de otms vasos, fragmentos, fondos de caba-ñas u obros matmia,les. ¿Qué funciún o significado tenían estas Moras? Su forma, a su taanaiío, la presencia de asas de cintia y la protuberancia en N el fondo las asemeja a las de obras culturas. Las asas de cinta O eran utilizadas como apéndices a trav6s de los cuales se pasaba n-- m una merda u otro objeto a fin de facilitar su transporte (28, 29). O E El pie, más marcado que la p~otuberancia que presentan nus- E 2 tras ánfora, se utilizaba para colocarl~sv erticalmente en unos -E soportes especiaies o enterrarios. 3 Es discutible que las asas de cinta y las protuberancias de -- 0 la base de las 6nforas de Tenerife hayan servido para una fm- m E ci6n similar a la que hemos desmito. En efecto: O l. Las asas han sido realizadas independientemente del vaso y luego soldadas a su pared mientras la pasta estaba aún blanda, lo que les confiere cierta fragilidad. 2. En 10s ejemplares que poseemos no existen signos de que se haya pasado una cuerda por el interior de las asas & zl ~afitmr',e~! ,b =r& Lqt&yi=r de ésta pra&+Atf, restos de pasta sin desbastar (lám. 1) y excrecencias )que hubiesen idesaparecido de haber sido utilizadas tal mmo hemos descrito. 3. En Tenerife se desconocen soportes espmiales para el tyau?swrte ~ q ~ t ~ n +&&~ &~QS 6 r ,V aSvs. Pcr lu;c!c, para que se mantengan vefiicalmente enterradas por su baise sena necesario introducir ixlna park c0:nsidemble del vaso. Ek mzis sencillo, obviamente, mantener así una vasij.a esférica o cilíndrica. 626 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS a) Vaso núm. 4. b) Detalle del asa de cinta y de la decoración del vaso núm. 4. LAMINA 111 - b a) Vaso núm. 14, detalle de la decoración y del asa. b) Vaso num. 12, detalle de la decoración acanalada del cuello. LAMINA V a) Vaso núm. 13. b) Detalle de la decoración acanalada del cuello del vaso núm. 10. OChikmldaddi Lar Pdmas de QmnCanirla BIMlirlici Unhndarla. Mimida Dlglld di Canarlar. 2004 Manos probable aún es que se utilizaran para comer, beber o recoger agua de f u e u i h y charcos. EXs posible que sí sirvie-rm para trmsporbe. Es m& senciilu transportar un ánfora lliena de líquido que una. gran vasija cilíndrica o esférica. ¿?iAndrídin fwcióúi ormarmmtal o ritual? No nos p a m pro-bable, ya que no se han hall'ado m enterrarnientos y no existe ningún md ~qtuoe apunte hacia estas posibilidades. No existen bases científicas para es- en aste sentido. ¿Ebdria ser una forma imitada? Eh las aguas de las islas se han encon-trado ánfms, al parecer Tornaras (30, 31,321, y se recoge en la literatura la posible visita de oarbgheses y romanos (33, 34). Evidentemente, existe m timbo parecido oon áinforas fenicias, ~i&qqmt g w &-&jms 53 paj-izv~;8~~~ t r esi (35 j. Eh las Mas existeni nummosos elementos mlturalos y antro-poló@ m que las aproximan al norte de Africa. Eh la p h b - hria y protohistoria no.rteafricama se encuentran formas ce-rámicas que guardan cierto pTecido con las ánforas que estu-rlc3mns P i~cI1m exbtm sucu de dnfa (35, 2, 37, 38, 35, 40). @erivan, pues, de fmas n&rimnas? Diversos autores a p t a n hacia el indudable olrigem norteafricano de la publs oión aborigen cani51ria (41, 42, 43, 44, 45, 46). De acepta^ este hecho, no existe, par tanto, ningún obstáculo para dar una res-pmh afirmativa a esta última pregunta. Núm. 29 (1983) DESCUBRIMIENTO, LOCALIZACION Y CARACTERISTICAS DE LOS HALLAZGOS Núm. 1. Cañada de Pedro Colada oscura que nace de un volcán Covacha en la parte superior del fren- Méndez, hallado por C. Gon- sepultado por erupciones modernas te de la colada, abierta hacia el N.; zález Padrón en marzo de y alcanza la Cañada de Pedro Mén- fragmentada en 12 trozos. 1967 (Las Cafiadas). dez, al W. de una línea que una la Escalera con la cima del 'Teide Viejo. Núm. 2. Los Frontones (Guia Borde S. de la colada que queda en-de Isora), hallado por E. marcada entre la carretera de Boca González Reimers en julio de Tauce a Chío y la pista a la Ga-de 1975. lería de Hoya de la Lefia (1.300 m. de altitud). Núm. 3. Volcán de la Botija Centro del :segundo brazo desde el sur (cara S.) (Las Cañadas), ha- en que se divide la co1ad.a proceden-llado por E. González Rei- te de la R,eventada, 50 m. más abajo mers en junio de 1976. de un camino que atmviesa dicho brazo de lava. Fragmentada en 43 trozos entre las piedras en dos áreas distantes dos. metros entre sf. Fragmentado en 31 trozos en un es-condrijo en el suelo al pie de una. gran roca; otros fragmentos se ha-llaron dispersos en un área de 25 m. en torno a dicho escondrijo. Núm. 4. La Grieta (Las Ca- Extremo N'W. del segundo gran pro- Vaso roto en 55 fragmentos entre los. ñadas), halla,do por E. Gon- montorio rocoso que llega al borde bloques de piedra de la punta NW. zález Reimers en septiem- de la Cañada de La Grieta, pasando de este promontorio. bre de 1976. (hacia el E.) el llano de La Grieta. Núm. 5. Llano Negro (San- 100 m. más arriba del Canal de Verga- Vaso roto en 38 fragmentos entre pie-tiago del Teide, limite con ra, 100 m. m& al N. del borde meri- dras al borde de un pequeño llano, El Tanque), hallado por M. dional de las coladas oscuras que en el cual se hallaba el asa de cin- Arnay de la Rosa en junio afloran bajo las cenizas del Chinyero ta que se conserva. de 1977. y de Montaña Negra (altitud, 1.300). (Continuacidra del cuadro núm. 1) Núm. 6. Falda S. del Teide Colada rojiza que discurre a la dere- Vaso roto en 60 fragmentos entre pie- Viejo (Las Cañadas), halla- cha del brazo lávico que avanza has- dras, en la base de una gran roca, do por E. González Reimers ta el llano de Ucanca, ilegando a las parcialmente rodado bajo la misma. en septiembre de 1977. cercanías del pie de ia Catedral, a una altitud de 2.200 m. y a unos dos kilómetros del llano de Ucanca. Núm. 7. Falda S. de Monta- Contrafuerte occidental del Tabonal Vaso roto en 36 fragmentos entre las ña Blanca (Tabonal Negro- Negro, justamente al E:. de la anti- rocas de la parte alta del contrafues- Las Cañadas), hallado por gua casa de la Guardia Civil. te rocoso. J. A. Jorge Hernández en marzo de 1978. Núm. 8. Falda S. de Monta- A 15 m. del borde oriental de la cola- Vaso fragmentado en 77 trozos en-ña Blanca (Las Cañadas), da rojiza traquifonolítica por cuyo tre las rocas, al pie de una gran haliado por M. Arnay de la borde o~ccidental se CLesploma un piedra. Rosa en abril de 1978. brazo de la lava negra obsidiánica del Teide, 10 m. por encima de la carretera. Núm. 9. Las Partidas de Fran- Pie del borde septentrional de la masa Vaso roto en 167 fragmentos, al pie quis (El Tanque), hallado lávica que discurre al El. de la mon- de una gran roca, esparcido en un por M. Arnay de la Rosa en taña de Los Tomillos, a 10 m. del área de un metro cuadrado. noviembre de 1978. avance máximo de dicha colada. Núm. 10. Saltos de Chéñeme Colada rojiza que pasa all S. de dicha Vaso roto en ,73 fragmentos al pie de (Guía de Isora), hallada por galería, a unos 100 m. al S. SW. de una gran roca. M. Arnay de la Rosa en fe. la galería., 5 m. por debajo de la con-brero de 1979. ducción de agua procedente de la misma. Núm. 11. Los Frontones (Guía Dentro de la colada citada al describir Vaso roto en 60 fragmentos entre las de Isora), hallada por M. el vaso núm. 2, a unos 150 m. más piedras agrupados en tres zonas dis- Arnay de la Rosa y J.,A. Jor- hacia el 'N. NE. tintas separadas tres metros entre sí. ge en noviembre de 1979. (Continuaci.ón del cuadro núm. 1) Núm. 12. Roque Blanco (Icod Borde W. SW. de la tercera colada de- Vaso roto en 58 fragmentos entre las de los V:inos), hallado por rivada de Roque Blanco situada rocas de la parte alta de la colada, J. A. Jorge en abril de 1980. al E. del Mojón de los Tres Térmi- al pie de una gran roca. nos, a una altitud de 2.000 m. Núm. 13. Roque Blanco (Icod de los V.inos), hallado por E. González Reimers en ma-yo de 19810. Núm. 14. Punta Rasca (Aro-na), hallada por E. Gonzá-lez Reimers en julio de 1980. En la misma colada anteriormente des. Vaso encontrado en 22 fragmentos en crita, unos 200 m. más arriba (hacia la ladera de la colada, sepultado par-el S.) Elel vaso núm. 12. cialmente por derrumbes proceden-tes de la misma. Saliente rocoso en medio de un llano, Vaso roto en 141 fragmentos disper-a unos 400 m. al N. del Faro. sos dentro de una covacha y fue ra de la misma, hacia el llano. Núm. 15. ITalda S. del Teide Centro de la colada rojiiza que limita Vaso roto en 27 fragmentos entre pie- Viejo (Las Cañadas), halla- por el E. al Valle de Chafari, a 200 dras, al pie de una gran roca. do por E. González Reimers metros del borde occidental de la co-en octubre de 1980. lada y a 400 m. de su borde meri-dional. Núm. 16. Valle de Chafarí Borde oriental de la colada rojiza que Vaso roto en 56 fragmentos entre las (Las Cañadas), hallada por limita :por el W. al Valle de Chafarí, paredes rocosas. J. A. Jorge en octubre de lava p:rocedente de los Chircheros, M80. cerca de su extremo S. i Núm. 17. L,os Chircheros (Las Erupción situada en el borde sur del Vaso roto en 90 fragmentos, roto en- Cañadas), hallada por M. C. llano situado entre la erupción de tre las piedras y disperso en un área Reimers ,Suárez en octubre 1789 y la colada de los Chircheros. de un metro cuadrado. de 1981. DIMENSIONES DE LOS Altura CUADRO~ ih2 . VASOS CCINSIDERAD OS EXPRESADAS EN CM. Y L. (CAPACIDAD) Ancho Ancho Grosor Grosor Grosor Capaci-máximo de la boca del labio de la pared base dad - Núm. 1 ............ 55.7 23 16 0,s 1 12 14,63 Núm. 2 ............ 56,5 18 14 o,? 1 2,5 9,92 Núm. 3 ............ 63.5* 26 18.8 1 0,4 - - 53. Núm. 4 ............ 81* 26 - - 0,7 - - 5- 0- Núm. 5 ............ 58* n - 1,5 3,5 - 4-7.., 5- Núm. 6 ............ 51 25,2 17,2 12 1 2 14,49 . Núm. 7 ............ 50.3* 26" - 1 1 - - 42;7 ~Túm. 8 ............ 49 23 20 03 1 2 14,12 Núm. 9 ............ 75,7* 26 - 1,2 2,3* 60 Núm. 10 ............ 41* 27 1 23 .,m J 1 Núm. 11 ............ 62* 28 - 03 - - 44 -- Núm. 12 ............ 55 27,5 18 1 3 1 2,s 17,50 - Núm. 13 ............ 54,5* 32,2* 16,8 12 0,6 - - 40 Núm. 14 ............ 53* 33 - 1 1,7 - 48 Núm. 15 ............ 56 29 18,5 13 1 3 20,16 Núm. 16 ............ 55" 25 19 0,7 1 - - 50 Núm. 17 ............ 50,7* 27 18 1,2 2* F;n BIBLIOGRAFIA LEROI-GOURHAA.;N B, AILLOUGD..; CHAVAILLOJ.,N y, LAMING-EMPERAAI.:R E, La prehistoria, Ed. 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BALOUTL,.: Canarias y Africa en los tiempos prehistóricos, ANUARIO DE ESTUDIOAS,T LÁNTIcos, núm. 17, Madrid-Las Palmas, pp. 95-102. 44. PELLICECRA TALÁMN,. : Elementos culturales de Ea prehistoria canaria. Ensayo sobre orígenes g cronología de las culturas, ((Miscelánea Ar-queológica », 11, Barcelona, 1974, pp. 145-161. 45. PELLICERC ATALÁNM, .: Panorama y perspectivas de la arqueologia canaria, ((Rev. de Historia Canaria)), XXXII, La Laguna, 1969, pá-ginas 291-302. 46. SCHWIDETZ1K.: YL, a población prehispánica de las Islas Canarias, Publicaciones del Museo Arqueológico de Tenerife, núm. 4: Santa Cruz de Tenerife, 1963. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
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Calificación | |
Título y subtítulo | Ánforas prehispánicas en Tenerife |
Autor principal | Arnay de la Rosa, Matilde |
Autores secundarios | González Reimers, Emilio ; González Padrón, Celestino ; Jorge Hernández, José Antonio |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 29 |
Sección | Prehistoria |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1983 |
Páginas | p. 599-634 |
Materias | Arte prehistórico ; Tenerife ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 4519729 Bytes |
Texto | P R E H I S T O R I A ANFORAS PREHISPANICAS EN TENERIFE POR MATILDE ARNAY DE LA ROSA EMILIO GONZALEZ REIMERS CEILESTINO GONZÁLEZ PADR6N JOSÉ: ANTONIO JORGE HERNANDEZ Desde los más antiguos neolíticos del Próximo Oriente (1) se conocen vasos cerárnicos con dos o más asas de cinta, en-frentadas, de formas similares a los vasos que más tarde serán conocidos como ((ánforasn. Estos vasos o o«ánforas» se extien-den por todo el Mediterráneo, abarcando muy diversos lugares, culturas y cronologías, e igualmente en zonas del norte de Afri-ca (2). Pero son realmente los fenicios, griegos y romanos los que van a perfeccionar esta forma cerámica y van a hacer de 1 ~ f5~r~m -i,m &rrhant.p cof i~~ldya lisa&. Es por &lo por lo que la palabra ctánfora)) tiene su origen en la contrac-ción de dos vocablos latinos: «amphi», de ambos lados, y «phe-reinn, llevar. La palabra ánfora define tradicionalmente aquel vaso cerámico de forma alargada, terminado generalmente en pmB su hasq con melb y dos largas asas que unen éste con la panza (3, 4, 5, 6). Fenicios y romanos, principalmente, emplean estos vasos como recipientes para el transporte de los diferentes produc-tos con que comerciaban. Estamos ante unos vasos eminente- 2 MATILDE ARNAY DE LA ROSA mente «funcionales». El gran despliegue comercial desarrollado por estos pueblos a lo largo del Mediterráneo y norte de Africa, fundamentalmente, hace que esta forma cerámica se encuentre en todos los lugares por ellos visitados, bien como vasos impor-tados, bien como creación de alfares propios ligados a las múl-tiples factorías comerciales que ambos pueblos iban fundando. En la prehistoria de las islas Canarias, tan rica en manifes-taciones cerámicas, sólo en Gran Canaria han aparecido vasos con asas de cinta, siendo desconocidos en las otras islas hasta el momento (7). Como fmto de nuestras prospecciones en Te-nerife, en los Últimos años hemos hallado diecisiete vasos con asas de cinta, c ~ y oes t-adio y descripción es el objeto del pre-sente trabajo. DESCRIPCIY~ NC ARACTERÍSTDICE ALOSS H ALLAZÜOS En la cara sur del Teide Viejo. a una altitud aproximada de 2.600 metros, afloran varios brazos de lava oscura, rica en manganeso, probablemente derivados de un aparato volcánico que fue cubierto por erupciones posteriores. Uno ,de estos bra-zos de lava,, tras bordear por el E. al volcán de la Corona, al-canza el valle de Chafarí, donde es en parte cubierta por sedi-mentos ahviales, y viene a morir en Pedro Méndez, a unos po-ms centenares de metros de Boca de Tauce, formando un fren-te rocoso rico en escondrijos. En marzo de 1967, en la parte alta de dicho frente, en una covacha abierta hacia el N., encon-tramos una vasija de gran tamaño de forma aproximadamente elipsoidal, de terminación tosca, provista de una protuberail-cia o gran mamelón en su base -que era precisamente la parte visible de la vasija-. Al retirar las piedras que tapaban la boca de la misma comprobarnos con sorpresa cómo en la panza del vaso, cerca de la boca, existían dos asas de cinta enfrentadas. Aunque ya conocíamos la existencia de otros vasos de gran tamaño, de forma aproximadamente elipsoidal, con asas de ore juela (8, 9), de aspecto inequívocamente aborigen, la pieza re. cién hallada desvelaba el enigma que determinados fragmentos 600 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS de apéndices habían planteado a otros investigadores y a nos-otros mismos. Tales fragmentos -como por ejemplo los de la Quinta Roja, conservados en el Museo del Instituto de Estu-dios Hisp6nicos del Puer'to de la Cruz- habían sido etique-tados de «mango con curva más pronunciada que los comu-nes » (lo), ya que aunque se había apuntado la posibilidad de la existencia de asa de cinta en Tenerife (111, la ausencia de hallazgos de vasos completos había llevado a otros investiga-dores a negarla (12). El hallazgo de esta pieza quedó durante mucho tiempo como un caso aislado, pese a nuestras continuas prospeccio-nes. Sin embargo, en julio de 1975, en las cumbres de Guía de Isora, en un lugar conocido como Los Frontones, a unos 1.300 metros de altitud, en el borde de una colada que avanza hacia la carretera de Boca de Tauce a Chío, casi justamente desde donde parte la pista que va a las galerías de Hoya de la Leña y Saltos de Chéñeme, aparecía, fragmentado en varios tro-zos, otro vaso de forma similar, con mamelón en el fondo, asas de cinta perfectamente conservadas, y esta vez con decoración incisa y casi puntillado en la pared externa. A partir de esta fecha los hallazgos se suceden con frecuencia: así, en junio de 1976, en medio del segundo gran brazo de lava (contado desde el sur) que forma la colada procedente de la Montaña Reventada a su paso por el borde sur del volcán de la Botija, en un hueco, apareció, fragmentada, otra espléndida pieza con decoraci6n incisa en su parte superior separada de la parte no decorada por digitaciones que formaban una hilera a lo largo de toda la superficie del vaso. Desgraciadamente, no todos los fragmentos estaban en el mismo hueco -donde posiblemente se habría escondido la vasija-, sino que, como es frecuente en lo que a los hallazgos de vasos aborígenes respecta, habían sido esparcidos por las cercanías; y entre los fragmentos que pese a nuestros esfuerzos no pudimos encontrar figurarían se-guramente las asas de cinta que le faltan a esta vasija. Lo que sí hallamos, a unas decenas de metros de distancia, fue un fragmento profusamente decorado con acanaladuras horizontales, que presentaba la particularidad de estar angu- 4 MATILDE ARNAY DE LA ROSA lado, como si perteneciera a un vaso con cuello y correspon-diera a la zona donde la panza se une a dicho cuello, cuyo sig-nificado veremos más adelante. Dos meses más tarde, en una punta basáltica de la Cañada de La Grieta, apareció la cuarta vasija de estas características, rota entre grandes bloques de piedra que dificultaban enor-memente la recuperación de los fragmentos, con un patrón de forma y decoración similar a las anteriores. Al año siguiente, primero en las coladas que emergen de las cenizas que forman Llano Negro, al sur de la Montaña de Los Tomiilos, ya en el término municipal de El Tanque, y después en las faldas S. E. del Teide Viejo, cerca de Los Roques, aparecieron dos nuevas piezas, fragmentadas; en marzo de 1978, otra en el contrafuerte occidental del Tabonal Negro, y cerca de la antigua casa de la Guardia Civil; en abril, una nueva vasija en la falda sur de Montaña Blanca, y así hasta compIetar la lista de hallazgos ex-puesta en el cuadro 1. Merece especial mención el hallazgo en 1979, en Los Fron-tones, un poco hacia el NE. del lugar donde se había encon-trado la segunda pieza descrita, de una nueva «ánfora», muy fragmentada e incompleta, pero cuya decoración no era incisa, sino acanalada, y cuya forma en vez de ajustarse a una figura geometrica simple correspondía a una compuesta, pues presen-taba un cuello. Probablemente el fragmento antes citado cerca de la Botija pertenecía a un vaso similar. Fue éste el primer hallazgo de una serie de vasijas similares aparecidas posterior-mente: en abril y mayo de 1980, en las ingentes coladas de Ro-que Blanco, ya en el término de Icod de los Vinos; en octubre de ese mismo afio, en las faldas del Teide Viejo, y en octu-bre de 1981, muy cerca del borde oriental de la colada reciente de las Narices del Teide, al borde sur de un pequeño llano que queda encerrado entre esta colada y la más antigua de las dos que derivan de los Chircheros. Los detalles del lugar y hallazgo de los vasos aquí presentados se especifican en el cuadro 1, si-guiendo un orden cronológico, en lo referente a la fecha de su descubrimien to. Procedemos a continuación al análisis detallado de las ca- 602 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Fig. 1: Vaso descrito en el trabajo con el núm. 1. Fig. 2: Vaso núm. 2. Fig. 3: Vaso núm. 3. , . ? 1 . . -.11 Fig. 4: Vaso núm. 4. íracteristicas de los vasos aquí presentados según la metodolo-gia siguiente: Estudio de las distintas partes constitutivas del vaso, siguiendo fundamentalmente los criterios de A. Llanos y J. Vegas (131, es decir, borde, labio, cuello, panza o pared, base y apéndice. Clasificación tipológica, según criterios geométricos (14, 15, 8). Factura (131, valorando los aspectos siguientes: - Calidad de la pasta (buena, aspecto compacto; regu-lar, aspecto poco compacto, pero no escamosa; mala, textura escamosa). - Clase y tamaño del desgrasante (fino, 0,5-1 mm.; me-dio, 1-2,5 mm.; grueso, 2,5-5 m.). - Terminación de la superficie del vaso, clase y calidad (buena, sin irregularidades; regular, presentando al-gunas irregularidades; mala, llena de irregulari-dades.) Decoración (técnica, localización y motivos). Dimensiones, considerando: - Altura o altura estimada (*l. - Ancho máximo. - Ancho de la boca. - Grosor del labio, de la pared y de la base. - Capacidad. Análisis estadístico de los datos antes citados (2 para datos cualitativos y t de Student para datos cuantita-tivos) (16, 17). . . . . Vaso núm. 1 (fig. 1) . . . . . . . L- L---í- 2- A--A^...^t^ -^^C^ 7-L:- -..A--rJl..Arr rpswxibd UULUG UG VC ; L IUG~ ~IC'Fi~CIí~ba~, laulu LCUUILUC~CícItUltiUlíc, de cuello, su panza (pared) es de tendencia recta, ligeramente convergente, y la base es apuntada, presentando en su extremo una protuberancia o mamelón de forma aproximadamente circu-lar. Forma elipsoidal. 8 NLATILDE ARNAY DE LA ROSA Muestra dos asas de cinta enfrentadas, ligeramente asime-tricas. El asa de la derecha, tal como vemos en la fig. 1, se en-cuentra a 15 cm. del labio y es de 10 cm. de largo por 2,8 cm. de ancho y sobresale 4,4 cm. de la pared del vaso. En asa i5 quierda está situada a 11 cm. del labia y mide 11 cm. de largo por 2,6 cm. de ancho, sobresaliendo 4,4 cm. Sus secciones son aproximadamente circulares, tendiendo a ser más ovalada la de la derecha. La pasta es mala, observándose un desgrasante medio y grueso. Su superficie presenta espatulación grosera. Carece de decoración. Vaso núm. 2 (fig. 2) Presenta borde de tendencia recta, labio plano con decora-ción incisa de líneas en gmpos de dos y tres trazos; carece de cuello, la panza es de tendencia recta y la base apuntada, pre-sentando en su extremo una protuberancia ligeramente aplana-da y & forma aproniíTra~ar,erL~ec ircfilal-. - fuma es el@ soidal. Muestra dos asas de cinta enfrentadas y muy simétricas, si-tuadas a 16 cm. del labio y 29 de la base, de 14 cm. de largo por 2,3 cm. de ancho, sobresaliendo 3,5 cm. de la pared del vaso. Su sección es ovalada (2,3 x 3 cm.). La pasta es regular, con un desgrasante medio y fino y una superficie espatulada regular. Presenta decoración en la parte superior de la pared del vaso desde el labio hasta el arranque de las asas; abarcando 15 cm. -----..'--A-ur\-Cc Cri t-ntn ;In 1 C m n n c i 4 - n ; - n r i -rrnrt;nolnci nnrnn. ( ~ ~ ~ U A L Z I ~ ~ U ~ L L I G L LU~=G . u a b a urs A A L A G ~ D u l u ~ u av~~ r u r u o ~u~~uu u w - das ocasionalmente por trazos horizontales. Parte de esta de-coración (lado izquierdo de la fig. 2) aparece rematada por va-rias hileras de trazos incisos muy pequeños, casi puntillado. Vaso núm. 3 (fig. 3) . Presenta borde de tendencia recta, labio ligeramente bisela-do hacia el interior con engrosamientos laterales y decorado 606 r4NUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS con digitaciones, carece de cuello y su pared es de tendencia recta ligeramente convergente; carece de base. Su forma es elipsoidal. No se conserva ningún apéndice. La pasta es buena, con desgrasante fino y medio, y su superficie es espatulada re-gular. Muestra decoración en la parte superior del vaso, abarcan-do 22 cm. desde el labio. Se trata de líneas incisas verticales en torno al borde (abarcando 4 cm.), seguidas de líneas hori-zontales que en dos ocasiones son cortadas por grupos de inci. siones verticales de 4 cm. de ancho aproximadamente. Estas líneas incisas han sido realizadas con un objeto roma y lige-ramente hendido. lo cual ha dejado un trazo doble y poco pro-fundo. El conjunto decorativo de incisiones se separa de la par-te no decorada de la vasija por una hilera de digitaciones. No conserva el borde, la pared es de tendencia recta, lige-ramente convergente; carece de base. Muestra dos asas de cinta enfrentadas, una de ellas incom-pleta. Su longitud es de 11 cm., con una sección ovalada (3,5 x 2 cm.), sobresaliendo 4,5 cm. de la pared del vaso. La pasta es regular, con desgrasante fino y medio, y su super-ficie es espatulada regular. Presenta decoración en la parte superior del vaso en torno a las asas y en la cara externa de las mismas. Se trata de inci-siones muy profundas con desplazamientos de pasta en su tra-zado, horizontales excepto en las asas y la pared inmediata-mente superior a las mismas, donde los trazos son verticales. La superficie del asa no se encuentra totalmente decorada (apro-ximadamente 3/4 de la misma). Esta decoración es separada de la zona no decorada de la vasija por una niiera de agita-ciones con ungulación en su interior, que sólo se interrumpe en la zona donde están situadas las asas. Fig. 5: Vaso núm. 5. Fig. 6: Vaso núm. 6. Vaso nz;lm. 5 (fig. 5) N0 conserva la parte superior, la pared es de tendencia rec-ta, la base apuntada con una protuberancia en su extremo de forma aproximadamente circular de punta aplanada. Conserva un asa de cinta enfrentada a otra muy incomple-ta. Situada a 30 cm. de la base, de 13 cm. de largo, cobresa-liendo de la pared 4 cm., con una sección ovalada (3,5 x 4 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio, y la superficie espatulada regular. Posee decoració. n .en. torno a las asas, e incluso debajo de ellas. Se trata de mc;s;mee finas s irregAares, üms v&icales y otras ligeramente inclinadas, separadas de la parte no deco-rada del vaso por una hilera de digitaci��n con ungulación. Presenta borde de tendencia recta, labio plano con engro-samiento~ laterales, carece de cuello, la pared es ligeramente convexa convergente, la base es apuntada, presentando un pe-queño mamelón en su extremo de forma circular. La forma del vaso es de tendencia elipsoidal. Conserva restos del arranque de dos asas de cinta enfren-tadas aproximadamente a 15 cm. del labio y 27 cm. de la base. La pasta es regular, con desgrasante medio, y la superficie es evptclada reg~lcsr. Posee decoración en la parte superior de la pared, abarcan-do 20 .cm. aproximadamente desde el labio. Se trata de incisio-nes finas y profundas, horizontales, cortadas por incisiones verticales en las zonas correspondientes a las asas. Esta deco-ra- ia_n_r e ve :-para& ds la parte de?.v ase ne decoradu. mr une, hilera de trazos incisos muy profundos, cortos y discontinuos. Núm. 29 (1983) Fig. 7: Vaso núm. 7. ' , t I Fig. 8: Vaso núm. 8. Vaso núm. 7 (fig. 7) Presenta borde recta, labio biselado hacia el interior con un ligero engrosamiento lateral hacia el exterior, carece de cuello, la pared es de tendencia recta y no conserva la base. Presenta un asa de cinta que arranca a 14 cm. del labio, de 11 cm. de largo, sobresaliendo 5,4 cm. de la pared del vaso, can una sección ovalada (2,5 x 1,4 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio, presentando es-patulación regular en su superficie. Posee decoración en la parte superior, abarcando 20-22 cm. des& el labio. Se tda, Ge iixisiones &e irozus lineales horizon-tales entrecruzándose con líneas verticales en la parte corres-pondiente a bs asas. En tomo al borde los trazos son verti-cales, abarcando 4-5 cm. Esta decoración se separa de la parte no decorada del vaso por una hilera de digitación con alguna ~LE!!U de 1mgA~cib:: e:: m inbrior. Vaso núm. 8 (fig. 8) Borde ligeramente convergente; labio redondeado con de-coración impresa, consistente en trazos lineales separados 2 mm. aproximadamente; carece de cuello; la pared es convexa con-vergente y la base apuntada, presentando una protuberancia de forma aproximadamente circular, cuyo extremo está hun. dido, d&~rídLe? EU S = ~ C ~CQS T?CU~SGd . f ~ 2s d~ i ~ ~a ~ i & i . Conserva un asa de cinta situada a 14 cm. del labio y 23 cm. de la base, de 11 cm. de largo, sobresaliendo 2,3 cm. de la pared del vaso y con une sección ovalslda (1 x 1,5 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio y fino, y su super-ficie es e~p&&&~ rq@zr. Carece de decoración en la pared del vaso. MATILDE ARNAY DE LA ROSA Vaso núm. 9 (fig. 9) No conserva la parte superior; la pared es de tendencia rec-ta, ligeramente convergente; la base es apmtada, presentando una protuberancia en su extremo fragmentada. Su forma es de tendencia elipsoidal. Conserva un asa de cinta situada a 38 cm. de la base, de 18 cm. de largo, sobresaliendo 4,7 cm. de la pared del vaso y con una sección ovalada (2,3 x 3 cm.). La pasta es buena, con desgrasante fino y medio. La super-ficie es espatulada regular. Posee decoración en su parte superior hasta el extremo in-ferior del asa. Se trata de mcLsiones finas, bastante marcadas, verticales en la parte alta y horizontales en el resto, separadas de la parte no decorada del vaso por ungulaciones. La cara ex-tema del asa no se encuentra decorada. Vaso núm. 10 (fig. 10) No conserva su parte superior; la pared es de tendencia rec-ta, ligeramente convergente; la base es apuntada, con una pro-tuberancia en su extrsmo que se encuentra fragmentada. Conserva un asa cle cinta situada a 19 cm. de la base, de 14 cm. de largo, sobresaliendo 4 cm. de la pared del vaso, con una sección ovalada (2,3 x 3 cm.). La pasta es rewlar, con desgrasante fino y medio, y su super-f icie es espatulada regular. Posee decoración en la parte superior del vaso, muy escasa, hasta la altura del asa. Se trata de incisiones verticales y hori-zontales, irregulares, a veces entrecruzándose. Vaso núm. 11 (fig. 11) No conserva la parte superior ni la base. Posee un cuello de tendencia recta y panza convexa convergente. Su forma es compuesta: panza elipsoidal, cuello cilíndrico. .. 812 ANUARIO DE ESTUDIOS. ATLANTICOS Fig. 9: Vaso núm. 9. Fig. 10: Vaso núm. 10. Fig. 11: Vaso núm. 11. Fig. 12: Vaso núm. 12. ÁNFORAS PREHISPÁNICAS EN TENERIFE 17 Conserva un asa de cinta y restos de otra enfrentada. Se encuentra en el cuello, justo en su unión con la panza, siendo de 8 cm. de largo, sobresaliendo 3,3 cm. de la pared del vasu, con una sección muy ovalada (2,5 X 4,7 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio y gmeso. La su-perficie es espsltulada regular. Posee decoración en su parte superior, cubriendo todo la extensión del cuello y la cara externa del asa. Se trata de tra-zos acanalados horizontales, excepto en el asa, que son ver-ticales. Vaso núm. 1.2 (fig. 12) vU,.A W U ~& tmC,encb r&a cm p!,~ C!X? et?gr~smie2- tos laterales, cuello recto, panza convexa convergente y base apuntada con pequeña protuberancia en su extremo fragmen-tada. Su forma es compuesta: panza elipsoida:, cuello tronco-cónico. Censerm e? zrrmyue du m auw cle chtu, vftmda u E,? cm. del labio y 35 cm. de la base. La pasta es regular, con desgrasante medio y grueso, y su superficie es espatulada regular. Posee decoracidn en la parte superior del vaso, abarcando el cuello en toda su extensidn, interrumpiéndose justo en el ángulo de paso s la panza. Se trata de acanaladuras muy am-plias y marcadas, realizadas posiblemente con el dedo, ya que se aprecian claras hueIIas digiíales. Los trazos acanalados son horizontales, excepto en lz zona de las asas, que son verticales. Vaso núm. 13 (fig. 13) Borde de tendencia recta con labio plano con engrosamien-tos laterales, ouello recto, panza convexa convergente. No con-serva la base. Su forma es compuesta: panza elipsoidal, cuello cilíndrico. Conserva un asa de cinta situada a 12 cm. del labio, entre el cuello y el comienzo de la panza. Es de 9 cm. aproximadamente Núm. 29 (1983) 615 Fig. 13: Vaso niím. 13. Fig. 14: Vaso núm. 14. Fig. 15: Vaso núm. 15. Mg. 16: Vaso núm. 16. 20 MATILDE ARNAY DE LA ROSA de largo, sobresaliendo 2,8 cm. de la pared del vaso, con una sección ovalada t 1,2 x 2,5 cm.). La pasta es regular, con desgrasante medio y grueso. La su-perficie presenta espatulación regular. Posee decoración en la parte superior del vaso, abarcando todo el cuello. Se trata de a.canaladuras de trazos verticales en torno al borde (4 cm.) y horizontales en el resto, excepto en la cara externa del asa, que son igualmente verticales. Vaso nUm. 14 (fig. 14) No conserva el borde. La panza es convexa convergente y la base apuntada, presentando una protuberancia en su exiremü fragmentada. Su forma es de tendencia elipsoidal. Posee un asa de cinta fragmentada situada a 27 cm. de la base, de 10 cm. de largo, sobresaliendo aproximadamente 3,5 cm. de la pared, con una sección ovalada (2 x 3,5 cm. aproxima-damente). Enfrentada se aprecia el arranque de otra asa de cinta. La pasta es regular, con desgrasante fino y medio. Su super-ficie es espatulada regular. Posee decoración en la parte superior del vaso hasta la al-tura de las asas. Se trata de incisiones muy poco marcadas, irre-gulares, de trazos horizontales y verticales, éstos en la parte superior y entrecruzándose ocasionalmente. Estas incisiones se separan de la parte no decorada del vaso por una hilera de puntillado. La cara externa del asa no presenta decoración. Vaso núm. 15 (fig. 15) Borde recto con labio plano con engrosamiento hacia el ex-terior decorado con digitaciones. El cuello es de tendencia rec-ta, la panza convexa convergente y la base apuntada con una protuberancia en su extremo que se encuentra fragmentada. Su forma es compuesta: panza elipsoidal, cuello troncocónico. 618 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS A N ~ R A S PREHISPÁNICAS EN TENERIFE 21 No se aprecian apéndices. La pasta es regular, con desgra-sante fino y medio, y la superficie es espatulada regular. Posee decoración en la parte superior del vaso, abarcando 17 cm. desde el labio, toda la zona correspondiente al cuello. Se trata de acanaladuras poco profundas, verticales en torno al borde (4-6 cm.) y horizontales el resto. Esta decoración se separa de la parte no decorada, justo en el ángulo de paso a la panza, por una hilera de digitaciones. Vaso núm. 16 (fig. 16) Presenta el borde ligeramente convergente con labio redon- &ado con !iger~ engrmzmient~ h~cizi el exterior. Carece de cuello, la panza es convexa convergente y la base apuntada con protuberancia en el extremo fragmentada. Su forma es elip-soidal. Conserva un asa de cinta incompleta y el arranque de otra enfrentadh. Se encuentran a 15 cm- del labio y 25 de la base. Mide 10 cm. de largo, sobresaliendo 2,5 cm. de la pared del vaso, con una sección ovalada (1,7 x 2 cm.). La pasta es mala, con desgrasante medio y grueso, y su super-ficie es espatulada grosera. Carece de decoración. Vaso núm. 17 (fig. 17) Carece de borde y presenta incompleto el cuello -de ten-dencia recta lo que hay-; la panza es convexa convergente y la base apuntada, presentando una protuberancia en el extre-mo ligeramente fragmentada. Su forma es compuesta: panza elipsoidal, cuello troncocónico. Conserva un asa de cinta en la panza a 29 cm. de la base, de 10 cm. de largo, sobresaliendo 3,5 cm. de la pared del vaso, con una sección ovalada ( 1,7 x 3,5 cm.). La pasta es regular, con desgrasante fino. La superficie es espatulada regular. Núm. 29 (1983) 619 F'ig. 17: Vaso núm. 17. Fig. 18: Mapa de Tenerife con la distribución de los hallazgos de las 17 ánforas. Los puntos representan los vasos descritos y las zonas ra-yadas los lugares con abundancia de restos de anforas. Posee decoración en la parte superior del vaso en la zona correspondiente al cuello y parte superior de la panza, así como en la cara externa del asa. Se trata de acanaladuras horizon-tales en el cuello y verticales en la panza y asa. Las acanala-duras verticales de la panza constituyen una hilera que separa la zona del vaso decorada de la no decorada. Como vernos, todos los vasos estudiados presentan una serie de características comunes, identificables en la mayoría de los casos pese a su fragmentación: 1. Todos estzin hechos a mano y no se observan cordones de factura. 2. Todos los vasos son de grandes dimensiones, con altu-ras superiores a 40 cm. y capacidades de hasta 20 litros, predominando siempre la altura sobre la anchura má-xima. 3. Todos poseen una base apuntada, presentando en su ex-tremo una protuberancia. Es notable que la de la vasija número 8 es cóncava. 4. Todos poseen asas de cinta o el arranque de las mismas (salvo el caso núm. 3, muy incompleto), diametralmen-te enfrentadas, situadas aproximadamente en la zona media del vaso. 5. Salvo en tres casos (17,64 por 100), todos presentan de-coración en la pared del vaso. Sin embargo, en cuanto a su forma, es evidente la existen-cia de dos tipos claramente diferenciados: los vasos de forma simple o sin cuello y los vasos de forma compuesta o con cue-llo. Doce (70,58 por 100) pe~benecen al primer grupo y cinco (29,51 por 100) al segundo. Entre ambos grupos pueden esta-blecerse algunas diferencias: a) Los vasos con cuello presentan decoración, que en to-dos los casos es acanalada, oubriendo todo el cuello y dejando libre la panza. En cambio, los vasos sin cuello pueden presentar decoración (75 por 100) o no (25 por 100i, pero cuando ésta existe es incisa, cubriendo MATILDE ARNAY DE LA ROSA desde las asas hasta el borde. Esta decoración es rema-tada en su parte inferior por una hilera de digitación, digitación más ungulación, ungulación sola, puntillado o incisiones discontinuas, que separan esta zona deco-rada del resto de la vasija libre de decoración. Las dife-rencias de decoración entre ambos grupos parecen sig-nificativas, aunque la muestra es pequeña. Los vasos con mello presentan las asas más cerca del borde que los vasos sin cuello. Efectivamente, si toma-mos la relación: distancia del arranque superior del asa al borde - distancia del arranque inferior del asa a la base vemos que en los vasos con cuello esta relación es de 0,357, mientras que en los vasos sin cuello es de 0,567. Esta diferencia es estadísticamente significativa (t = 5,53, p < 0,005). Los vasos con cuello tienden a ser de mayor capacidad (19,23 t 2,451 que los que no tienen cuello (13,92 + 2,451, (t = 2,68, p < 0,05). Los vasos sin cuello son de tendencia elipsoidal, mien-tras que los vasos con cuello presentan una panza de tendencia elipsoidal y cuello de tendencia troncocónica o cilíndrica. Sólo diez de las ánforas estudiadas conservan su parte su- O perior. De ellas, ocho (80 por 100) presentan borde de tenden-cia recta y dos (20 por 100) de tendencia convergente. El labio es redondeado en tres casos (30 por 100), plano en cinco (50 por 100) y biselado hacia el interior en dos (20 por 100). Seis labios (60 por 100) presentan engrosamientos laterales; tres (30 por 100) se encuentran decorados, dos de ellos impreso y uno digitado. En cuanto a la factura, hemos podido observar que dos (11,76 por 100) tienen pasta mala, trece (76,47 por 100 regular y dos buena (11,76 por 100). La superficie es espatulada en to- ANFORAS PREHISPÁNICAS EN TENERIFE 25 dos los casos, siendo en trece ocasiones (64,74 por 100) regu-lar, en tres mala (17,64 por 100) y en tres buena (17,64 por 100). El desgrasante es en todos los casos mineral, destacando los de tamaño medio (58,8 por 100) y fino (41,17 por 100). Ninguna de estas características se asocia significativamente a alguno de los gwos antes señalado. Las ánforas aquí estudiadas constituyen, como hemos vis-to, una forma nueva dentro de la cerámica aborigen de Tene-rife, Su forma, su gran tamaño, su base apuntada rematada por una protuberancia, el hecho de estar decoradas en su ma-yoría, la gran superficie cubierta por esta decoración y la com-binación de técnicas decolrativas confieren a estos vasos un seiio peouiiar que c~iiiirasta füerteimrit3 CGE el restc; de :a es-rámica de Tenerife. Sin embargo, un análisis detallado revela que existen analo-gías y que, salvo en lo concerniente a las asas de cinta, los demás elementos ya son conocidos. En efecto, estos vasos se parecen a aqueiios otros de forma eiipsoidai, iguaimente Ge gran capacidad, con apéndices de «orejuelas» (8, 9) enfrentadas, no só1lo en su tipología, sino también en los distintos elementos que constituyen su factura -pasta, desgrasante y terminación de su superficie-. Además, estos vasos con apéndice de ore-juelas suelen presentar una protuberancia en el fondo muy pa-recida a la que hemos visto en las ánforas, aunque más pe-queñas y menos marcadas. Sin embargo, se diferencian de estos vasos en que las ánforas están en su mayoría decoradas y hasta la fecha no conocemos ningún vaso con apéndice de orejueia decoracio (8, Y i . La decoración, tan frecuente y profusa en las ánfmas, es un hecho raro en la cerámica de Tenerife. De 768 vasos estu-diadols por nosotros (8), sólo un 1,9 por 100 presenta decora-ción en la pared. Lo mismo ocunre en las series cerámicas es-tudiadas por L. Díego Cuscoy (18, 19) y E. üonzáiez Antón í20 j. Sin embargo, de 1% 17 ánforas presentadas, 14 (82,35 por 100) tienen decoración, lo que constituye un dato poderosamente llamativo. No obstante, las técnicas decorativas empleadas no se diferenoian de las ya conocidas en otros vasos. Se trata de de acanaladuras, de cligihciofies, de ungukio~es y de puntillado. La novedad en estos casos es que se combi-nan estas técnicas: por lo general, una av-plia zona incisa queda separada de la parte no decorada del vaso por una, hi-lera de digitación, ungulación o puntiilado. Los vasos d ~ o - rados de Tenerik hzsta ahora conocidos muestran una única técnica decorativa, sólo incisión, solo puntillado o sólo aca-naiadura. Es de resaltar que esta Ciltima técnica es poco frecuente, ya que, según nuestros conocimientos, al margen de algunos fragmentos, sólo se ha d-escrito un vaso así deco-rado (8). Bn cambio, en las ánforas las acanaladuras aparecen con fraxencia (5 de un total de 14 decoradas, 35,71 por 100). T p c i & i j n d ~ la Aannvnn;A- -A-- -+L- --L----- AL-wAu v4u,.A u u b v l a ~ ~Uu~ I~W~~ S,L L I UI I U L ~ Ue~s ~q ue ia superficis decorada di? las ánforas es muy superior (más de un tercio de la vasija) que la de los otros vasos decarar2oic, que por lo general se limita a una franja estrecha en torno al borde (18, 19, 20). C m m mtes ~ ~ ~ l ~ b aCíjLim.0 she,c ho también üestctcable es la gran dimensión de las ánfoms. En efecto, son los vasos de mayor altcra que conocemos. En nuestra serie, el vaso más alto completo mide 56 cm., y probablemente los vasos nú-meros 4 y 9 alcancen dimensiones aún mayores (superiores casi con absoluta seguridad a los 70 cm.), cifras ambas muy superiores a la del resto de los vasos conocidos 140 cm. en un vaso de «orejuelas» descrito por nosotros (8) y otro de forma &hilar publicado por L. Diego Cuscoy (911. Sin embar-go, .n . o son los de mayor capacidad. En este sentido, algunas l . --------- v a s ~ ~ ~,ddaa s úpe~-arml qiiarnente í32 iitros frente a. un máxi-mo de 20 litros en la mayor de las ánforas). Eh cuanto 8 S-u factura, también existen analogías. En un recient;e estudio sobre la cerámica de Tenerife (8) estableci-mos, mediante análisis estadístico, al menos dos grupos ce-rámicm de carackrístioas bien diferenciadas. Las ánforas aquí descritas se encuentran muy próximas al grupo que denorni-namos «vasos con mamelunes y vertedero Bn. Es importante destacar em este sentido que en la Cueva de la Arena (21), don-de apareció m asa de cinta igual a las descritas aquí, el resto del material aerámico parece pertenecer igualmente a ese grupo. Dentro de los ap~oximadmente 1.000 vasos ceramicm de Tenerife descritos hasta la fecha (7, 8, 201, las ánforas repre-sentan m 1,7 por 100, 10 que las convierte claramente en una forma muy POCO frecumbe. Sin embargo, se encuentran distri-buidas de tal forma (fig. 18) que actualmente no pueden aso-ciarse a ningún ámbito geográfico 'deberminado. N'o existe ninguna publicacibn donde aparezcan vasos de esbe tipo. Sin embmgo, revisando la literatura, vemos que sí hay descritas asas de cinta que muy probablemente pertenecen a áinforas, (aunque la interprietación dada a estofs fragmentos, comn verenms a ~mti,-~aciSn??, e es M. L. mego Cuscoy, en su esbudio cerámico de ((Ganigon, al describir los apéndices denomhdols de mango, dice textual-mente: «Nmalmmte son verticales, aunque algunos insinúan uiua curva con inclinación hacia la boas 'del vaso. Esto puede ovmrir cm !m ejemplmw de Umta Ursuia y Las Cañadas, mya acentuada curva haría pensar en un asa verdadera, cua.n-do ~seguriammtes e tirata #deu n mango o m curva más pronm-cia& que los 8aomunes»E. n las figuras de dichos apéndices que se muestran en la obra (22) se aprecia claramente que co-rresponden a fragmemts de asas de cinh. M. Pdli(3eir Ciatalám y P. Acosta Martínez, en la excavación llevada a cabo m la Cueva de la Arena (Barranco Hondo), en-contraron en un estrato datado por el C,, en el 150t60 d. C.: {cima gran iam vertical y semkiroular de sección ovalada>>c,u yo &+dj(3 ~*d&ra, & r1-;ett0q ~ see tiiata &. &. cinta id6ntica a la que hemos idescrito en este trabajo (23). R. Gen-zález Ant6n no hace referencia. a la existencia de asas de cinba {(lo). En Tenerife hmos encontrado Moras m z m s de costa (Fmta Raceai, de medimías í L i m Negro, Los Frontones, las Partidas de Franquis) y de alta montaña, incluso en regiones tan eiscabnoisas oomo ásperas estribaciones del ingente apa-ato voEcánieo que es Roque Blanco; asimismo, hemos hd1aü.o fragunmtos posiblemente pertenecientes a ellas distribuidos Núm. 29 (1983) 625 28 MATÍLDE ARNAY DE LA ROSA por todos los malpaíses prehistóricos de Tenerife, lo que habla a favor de una distribución uniforme de las mismas (fis. 18). Se admite que los guanches practicaban el nomaüismo (24, 25, 26, 27). Por tanbo, la uniformidad de la disbribución pude explicarse en base al transporte de m sitio a otro de estas án-fora~' H. ay m hecho notable en mafito a su hallazgo, y es que 4 1 co ntrario que ocurre con obms formas cerámicas- nunca han aparecido como úriicu vestigio arqueológico en una zona, sino que se han encontrado allí donde hay una conmntración absoluta o relativa de otms vasos, fragmentos, fondos de caba-ñas u obros matmia,les. ¿Qué funciún o significado tenían estas Moras? Su forma, a su taanaiío, la presencia de asas de cintia y la protuberancia en N el fondo las asemeja a las de obras culturas. Las asas de cinta O eran utilizadas como apéndices a trav6s de los cuales se pasaba n-- m una merda u otro objeto a fin de facilitar su transporte (28, 29). O E El pie, más marcado que la p~otuberancia que presentan nus- E 2 tras ánfora, se utilizaba para colocarl~sv erticalmente en unos -E soportes especiaies o enterrarios. 3 Es discutible que las asas de cinta y las protuberancias de -- 0 la base de las 6nforas de Tenerife hayan servido para una fm- m E ci6n similar a la que hemos desmito. En efecto: O l. Las asas han sido realizadas independientemente del vaso y luego soldadas a su pared mientras la pasta estaba aún blanda, lo que les confiere cierta fragilidad. 2. En 10s ejemplares que poseemos no existen signos de que se haya pasado una cuerda por el interior de las asas & zl ~afitmr',e~! ,b =r& Lqt&yi=r de ésta pra&+Atf, restos de pasta sin desbastar (lám. 1) y excrecencias )que hubiesen idesaparecido de haber sido utilizadas tal mmo hemos descrito. 3. En Tenerife se desconocen soportes espmiales para el tyau?swrte ~ q ~ t ~ n +&&~ &~QS 6 r ,V aSvs. Pcr lu;c!c, para que se mantengan vefiicalmente enterradas por su baise sena necesario introducir ixlna park c0:nsidemble del vaso. Ek mzis sencillo, obviamente, mantener así una vasij.a esférica o cilíndrica. 626 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS a) Vaso núm. 4. b) Detalle del asa de cinta y de la decoración del vaso núm. 4. LAMINA 111 - b a) Vaso núm. 14, detalle de la decoración y del asa. b) Vaso num. 12, detalle de la decoración acanalada del cuello. LAMINA V a) Vaso núm. 13. b) Detalle de la decoración acanalada del cuello del vaso núm. 10. OChikmldaddi Lar Pdmas de QmnCanirla BIMlirlici Unhndarla. Mimida Dlglld di Canarlar. 2004 Manos probable aún es que se utilizaran para comer, beber o recoger agua de f u e u i h y charcos. EXs posible que sí sirvie-rm para trmsporbe. Es m& senciilu transportar un ánfora lliena de líquido que una. gran vasija cilíndrica o esférica. ¿?iAndrídin fwcióúi ormarmmtal o ritual? No nos p a m pro-bable, ya que no se han hall'ado m enterrarnientos y no existe ningún md ~qtuoe apunte hacia estas posibilidades. No existen bases científicas para es- en aste sentido. ¿Ebdria ser una forma imitada? Eh las aguas de las islas se han encon-trado ánfms, al parecer Tornaras (30, 31,321, y se recoge en la literatura la posible visita de oarbgheses y romanos (33, 34). Evidentemente, existe m timbo parecido oon áinforas fenicias, ~i&qqmt g w &-&jms 53 paj-izv~;8~~~ t r esi (35 j. Eh las Mas existeni nummosos elementos mlturalos y antro-poló@ m que las aproximan al norte de Africa. Eh la p h b - hria y protohistoria no.rteafricama se encuentran formas ce-rámicas que guardan cierto pTecido con las ánforas que estu-rlc3mns P i~cI1m exbtm sucu de dnfa (35, 2, 37, 38, 35, 40). @erivan, pues, de fmas n&rimnas? Diversos autores a p t a n hacia el indudable olrigem norteafricano de la publs oión aborigen cani51ria (41, 42, 43, 44, 45, 46). De acepta^ este hecho, no existe, par tanto, ningún obstáculo para dar una res-pmh afirmativa a esta última pregunta. Núm. 29 (1983) DESCUBRIMIENTO, LOCALIZACION Y CARACTERISTICAS DE LOS HALLAZGOS Núm. 1. Cañada de Pedro Colada oscura que nace de un volcán Covacha en la parte superior del fren- Méndez, hallado por C. Gon- sepultado por erupciones modernas te de la colada, abierta hacia el N.; zález Padrón en marzo de y alcanza la Cañada de Pedro Mén- fragmentada en 12 trozos. 1967 (Las Cafiadas). dez, al W. de una línea que una la Escalera con la cima del 'Teide Viejo. Núm. 2. Los Frontones (Guia Borde S. de la colada que queda en-de Isora), hallado por E. marcada entre la carretera de Boca González Reimers en julio de Tauce a Chío y la pista a la Ga-de 1975. lería de Hoya de la Lefia (1.300 m. de altitud). Núm. 3. Volcán de la Botija Centro del :segundo brazo desde el sur (cara S.) (Las Cañadas), ha- en que se divide la co1ad.a proceden-llado por E. González Rei- te de la R,eventada, 50 m. más abajo mers en junio de 1976. de un camino que atmviesa dicho brazo de lava. Fragmentada en 43 trozos entre las piedras en dos áreas distantes dos. metros entre sf. Fragmentado en 31 trozos en un es-condrijo en el suelo al pie de una. gran roca; otros fragmentos se ha-llaron dispersos en un área de 25 m. en torno a dicho escondrijo. Núm. 4. La Grieta (Las Ca- Extremo N'W. del segundo gran pro- Vaso roto en 55 fragmentos entre los. ñadas), halla,do por E. Gon- montorio rocoso que llega al borde bloques de piedra de la punta NW. zález Reimers en septiem- de la Cañada de La Grieta, pasando de este promontorio. bre de 1976. (hacia el E.) el llano de La Grieta. Núm. 5. Llano Negro (San- 100 m. más arriba del Canal de Verga- Vaso roto en 38 fragmentos entre pie-tiago del Teide, limite con ra, 100 m. m& al N. del borde meri- dras al borde de un pequeño llano, El Tanque), hallado por M. dional de las coladas oscuras que en el cual se hallaba el asa de cin- Arnay de la Rosa en junio afloran bajo las cenizas del Chinyero ta que se conserva. de 1977. y de Montaña Negra (altitud, 1.300). (Continuacidra del cuadro núm. 1) Núm. 6. Falda S. del Teide Colada rojiza que discurre a la dere- Vaso roto en 60 fragmentos entre pie- Viejo (Las Cañadas), halla- cha del brazo lávico que avanza has- dras, en la base de una gran roca, do por E. González Reimers ta el llano de Ucanca, ilegando a las parcialmente rodado bajo la misma. en septiembre de 1977. cercanías del pie de ia Catedral, a una altitud de 2.200 m. y a unos dos kilómetros del llano de Ucanca. Núm. 7. Falda S. de Monta- Contrafuerte occidental del Tabonal Vaso roto en 36 fragmentos entre las ña Blanca (Tabonal Negro- Negro, justamente al E:. de la anti- rocas de la parte alta del contrafues- Las Cañadas), hallado por gua casa de la Guardia Civil. te rocoso. J. A. Jorge Hernández en marzo de 1978. Núm. 8. Falda S. de Monta- A 15 m. del borde oriental de la cola- Vaso fragmentado en 77 trozos en-ña Blanca (Las Cañadas), da rojiza traquifonolítica por cuyo tre las rocas, al pie de una gran haliado por M. Arnay de la borde o~ccidental se CLesploma un piedra. Rosa en abril de 1978. brazo de la lava negra obsidiánica del Teide, 10 m. por encima de la carretera. Núm. 9. Las Partidas de Fran- Pie del borde septentrional de la masa Vaso roto en 167 fragmentos, al pie quis (El Tanque), hallado lávica que discurre al El. de la mon- de una gran roca, esparcido en un por M. Arnay de la Rosa en taña de Los Tomillos, a 10 m. del área de un metro cuadrado. noviembre de 1978. avance máximo de dicha colada. Núm. 10. Saltos de Chéñeme Colada rojiza que pasa all S. de dicha Vaso roto en ,73 fragmentos al pie de (Guía de Isora), hallada por galería, a unos 100 m. al S. SW. de una gran roca. M. Arnay de la Rosa en fe. la galería., 5 m. por debajo de la con-brero de 1979. ducción de agua procedente de la misma. Núm. 11. Los Frontones (Guía Dentro de la colada citada al describir Vaso roto en 60 fragmentos entre las de Isora), hallada por M. el vaso núm. 2, a unos 150 m. más piedras agrupados en tres zonas dis- Arnay de la Rosa y J.,A. Jor- hacia el 'N. NE. tintas separadas tres metros entre sí. ge en noviembre de 1979. (Continuaci.ón del cuadro núm. 1) Núm. 12. Roque Blanco (Icod Borde W. SW. de la tercera colada de- Vaso roto en 58 fragmentos entre las de los V:inos), hallado por rivada de Roque Blanco situada rocas de la parte alta de la colada, J. A. Jorge en abril de 1980. al E. del Mojón de los Tres Térmi- al pie de una gran roca. nos, a una altitud de 2.000 m. Núm. 13. Roque Blanco (Icod de los V.inos), hallado por E. González Reimers en ma-yo de 19810. Núm. 14. Punta Rasca (Aro-na), hallada por E. Gonzá-lez Reimers en julio de 1980. En la misma colada anteriormente des. Vaso encontrado en 22 fragmentos en crita, unos 200 m. más arriba (hacia la ladera de la colada, sepultado par-el S.) Elel vaso núm. 12. cialmente por derrumbes proceden-tes de la misma. Saliente rocoso en medio de un llano, Vaso roto en 141 fragmentos disper-a unos 400 m. al N. del Faro. sos dentro de una covacha y fue ra de la misma, hacia el llano. Núm. 15. ITalda S. del Teide Centro de la colada rojiiza que limita Vaso roto en 27 fragmentos entre pie- Viejo (Las Cañadas), halla- por el E. al Valle de Chafari, a 200 dras, al pie de una gran roca. do por E. González Reimers metros del borde occidental de la co-en octubre de 1980. lada y a 400 m. de su borde meri-dional. Núm. 16. Valle de Chafarí Borde oriental de la colada rojiza que Vaso roto en 56 fragmentos entre las (Las Cañadas), hallada por limita :por el W. al Valle de Chafarí, paredes rocosas. J. A. Jorge en octubre de lava p:rocedente de los Chircheros, M80. cerca de su extremo S. i Núm. 17. L,os Chircheros (Las Erupción situada en el borde sur del Vaso roto en 90 fragmentos, roto en- Cañadas), hallada por M. C. llano situado entre la erupción de tre las piedras y disperso en un área Reimers ,Suárez en octubre 1789 y la colada de los Chircheros. de un metro cuadrado. de 1981. DIMENSIONES DE LOS Altura CUADRO~ ih2 . VASOS CCINSIDERAD OS EXPRESADAS EN CM. Y L. (CAPACIDAD) Ancho Ancho Grosor Grosor Grosor Capaci-máximo de la boca del labio de la pared base dad - Núm. 1 ............ 55.7 23 16 0,s 1 12 14,63 Núm. 2 ............ 56,5 18 14 o,? 1 2,5 9,92 Núm. 3 ............ 63.5* 26 18.8 1 0,4 - - 53. Núm. 4 ............ 81* 26 - - 0,7 - - 5- 0- Núm. 5 ............ 58* n - 1,5 3,5 - 4-7.., 5- Núm. 6 ............ 51 25,2 17,2 12 1 2 14,49 . Núm. 7 ............ 50.3* 26" - 1 1 - - 42;7 ~Túm. 8 ............ 49 23 20 03 1 2 14,12 Núm. 9 ............ 75,7* 26 - 1,2 2,3* 60 Núm. 10 ............ 41* 27 1 23 .,m J 1 Núm. 11 ............ 62* 28 - 03 - - 44 -- Núm. 12 ............ 55 27,5 18 1 3 1 2,s 17,50 - Núm. 13 ............ 54,5* 32,2* 16,8 12 0,6 - - 40 Núm. 14 ............ 53* 33 - 1 1,7 - 48 Núm. 15 ............ 56 29 18,5 13 1 3 20,16 Núm. 16 ............ 55" 25 19 0,7 1 - - 50 Núm. 17 ............ 50,7* 27 18 1,2 2* F;n BIBLIOGRAFIA LEROI-GOURHAA.;N B, AILLOUGD..; CHAVAILLOJ.,N y, LAMING-EMPERAAI.:R E, La prehistoria, Ed. 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