DESPEDIDA A BETANCOURT
POR
JOSE A. GARCXA-DIEGO
con &e tí,u!fi un pece &sfir& !!>m^ E! grupr? de i~Ve~tig~d(?~1s
que nos hemos ocupado, en la época moderna, de la vida y obras de
este hijo ilustre de Canarias.
Cito en primer lugar a Pedro García Ormaechea que con su
muerte prematura - e l 29 de noviembre de 1 9 7 6 , después de una
relativamente corta enfermedad, que soportó con estoica entereza,
entristeció mucho a todos los que le conocimos.
Sus cualidades morales, su sencillez y su talante alegre y cor-dial,
eran extremados. Fue, cosa rara en España, una persona so-bre
la que nunca oí un comentario desfavorable. Ocupó, hace bas-tantes
años. un puesto importante, el de Director General de Carre-teras
del Ministerio de Obras Públicas; son estos cargos de los con-siderados
políticos: pero él lo ejerció, pensando sólo en las posibles
mejoras de nuestro sistema viario y sin ocuparse nada de ideolo-gías.
Colaboró con mi difunto padre en el Instituto de Ingenieros Ci-viles
y conmigo en algunos trabajos técnicos. Por ello lo anterior
no es m convencional elogio fúnebre, sino que se apoya en una
larga y cordial amistad con este hombre ejemplar.
Sus publicaciones referentes a Betancourt - d e l que decía que
junto con Jovellanos era la figura más importante de la ilustración
española- se ocupan sobre todo de !as relaciones de este personaje
con la Real Academia de Bellas Artes y sobre los comienzos del
Cuerpo que hoy lleva el nombre de Ingenieros de Caminos, Canales
y Puertos l. Dejó además bastante material inédito que su viuda ha
tenido la gentileza de prestarme 2. Parte de él se copia en uno de
los apartados siguientes.
Otro investigador de Betancourt, también dejó este mundo, en
1953. Se trata de Sebastián Padrón Acosta, autor de un librito muy
interesante porque creo que con él se inicia la serie de trabajos mo-dernos
sobre don Agustín
La única biografía completa es la de Aleksér Bogoliúbov 4. Es-tuve
con él en Moscú y Leningrado el año 1971 e hice que se tra-dujera
al español su libro, con epílogo mío del que copio lo que si-gue:
<Este hemhre z m h k y jcwial habla muy hien, entre otras len-guas,
el castellano y lee nuestra literatura. Fue director de estudios
1 Todas ellas aparecieron en la «Revista de Obras Públicas» Betan-court
en el Kalendario para 1808, octubre, noviembre y diciembre de 1960,
respectivamente págs. 737-42, 826-31 y 904-9, La partzda de bautismo de
Betmncourt, junio de 1963, págs 365-69, Betancourt y la Academia de Be-llas
Artes (1, 11, iii, N y V), febrero, marzo, agosto y octubre de 1964 y
mayo de 1965, respectivamente págs 95-108, 203-13, 937-45, 1109-18 y 383-90
La parte fundamental de este dosier es la siguiente
Una b~ografía titulada Don Agustin de Betancourt y Molzna / (1758-
1824) / El primer ingeniero español, 177 folios, mecanografiados a
dos espacios, 1960 (aunque existen algunos papeles posteriores que
parece pensó en incorporar a este trabajo)
Una gran cantidad de notas manuscritas sobre la Real Academia de
Bellas Artes y Betancourt, seguramente destinadas a la preparación
de su artículo sobre este tema
Un manuscrito titulado La Ir,strucczón de Camsnos de 1794, con nu-merosas
notas adicionales
Un manuscrito titulado El unzfo~me de Betancourt, en el que tam-bién
se estudian los retratos que de él existen
El texto de su discurso en el homenaje y descubrimiento de una es-tatua,
que se celebró en Puerto de la Ckuz en 1970
Una cantidad importante de notas históricas Parte de ellas se agru-l.'..'.
1-"
Lva titU!cs ::Vcm:sió:: de cbrasn y <Trabajos Ue faculta-tivos
»
El Ingenzero AgustZn de Béthencourt y Molina, Instituto de ~studios
Canarios, CSIC. La Laguna de Tenerife, 1958.
4 Un. héroe español del progreso. Agustin de Betancourt, Seminarios y
Ediciones, S A., 1973
148 A N U A R I O DE E S T U D I O S 4 T L A N T f C O S
DESPEDIDA A BETAXCOURT 3
y profesor de matemáticas de la escuela española de Jarcov, des-de
1937 a 1941, enseñando a muchachos allí llegados a causa de la
guerra civil.
Bogoliúbov es hoy catedrático en Kiev y correspondiente de la
Academia de Ciencias de Ukrania. Ha publicado distintas obras so-bre
teoría de los mecanismos, así como de historia de la mecánica
y de las matemáticas. Se caracteriza a sí mismo como ~betancou-rista
» entusiasta y le satisface especialmente el ser catedrático de
máquinas y mecanismos, o sea, de lo que su biografiado contribuyó
de modo importante a establecer como doctrina autónoma dentro
de la tecnología».
Por cierto que la publicación de la obra en España dio lugar a
una anécdota curiosa. Yo había escogido el título dgustín de Be-tancourt:
biografía soviética de un español». El libro pasó por cen-sura
-en él no hay la más mínima referencia al marxismo-, pero
lo increíble es que el título fue prohibido y tuvo que ser sustituido
por el actual, no muy acertado a mi entender y que eligió la edi-torial.
Para mí al menos, el funcionamiento desequilibrado de la
mente de un empleado de censura es absolutamente incompren-sible.
Desde la fecha citada de 1971, hemos seguido escribiéndonos fre-cuentemente.
Como puede verse, buena parte de las figuras de este
trabajo proceden de su archivo. tiene en su casa una biblioteca de
más de ocho mil volúmenes.
Su preocupación sobre temas hispánicos no ha disminuido; en la
actualidad se ocupa de uno tan complejo como es el de la parte cien-tífica
en la obra de Raimundo Lulio.
La mejor descripción de sus trabajos técnicos y científicos se en-cuentra
en el libro de Alejandro Cioranescu, catedrático de la Uni-versidad
de La Laguna. Tiene el mérito especial de haber sido es-crito
no por un ingeniero o un técnico, sino por un hombre de for-mación
literaria y lingüística 5.
Sin embargo, a mi entender, el mejor especialista en Betancourt
y el único capaz de escribir una biografía definitiva y totalmente
-
5 Agustin. de Betancozcrt. Su obra técnica y cielztifica, Instituto de Es-tud~
os Canarios, CSIC, La Laguna de Tenerife, 1965
decixmentada es el Académico Antonio Rumeu de Armas. Y ello no
sólo por sus importantes libros que le hacen ser considerado como
uno de los mejores historiadores españoles y a los que se añaden
publicaciones de menor volumen sobre Betancourt, sino por lo que
debe exrstir en su archivo: cuando alguna vez le he preguntado so-bi-
e un detdle relativo a este tema, nunca se dio el ca% de que no
estumera perfectamente inPormado.
Jacques Payen, especialista muy conocido en la Historia de las
máquinas de vapor, ha publicado trabajos sobre don Agustín y ade-m&
escrito el a r t í c ~ !co~r respondiente a él en el Dzctzonary of Sczen-tific
Biography 6.
Hicimos juntos un viaje a Extremo Oriente y también le he vi-sitado
muchas veces en su lugar de trabajo, el Conservatoire des
ATLS et Métiers de París. Y me ha enseñado el magnífico museo
que forma parte de esta Institución -que sigue funcionando sin in-terrupción
desde que la creó la Revolución francesa- y también
sus buhardillas donde se encuentra el material no expuesto; allí ha-llamos
modelos del telégrafo Breguet-Betancourt, que he descrito en
ctro de mis trabajos 7.
Alexandre Zv:gu~lsky, profesor en la Universidad de Clermont
Ferrand, ha dedicado a Betancourt parte de su tesis doctoral y al-gunos
artículos. Es el único de los citados en este apartado al que
no conozco personalmente.
Hay otras dos personas que podrían un día inscribirse en este
club fantasmagórico. Joaquín Casalduero, profesor emeritus de la
Universidad de California en San Diego, ha publicado un excelente
artículo sobre Agustín de Betancourt y Tomás de Iriarte
Julio Caro Baroja es el autor del prólogo del libro de Bogoliúbov;
como ya he dicho en otro de mis trabajos, creo que su enfoque de
la figura estudiada está radicalmente equivocado 9.
o Q&dgeBmibR &B ;pceyaP o&, 1976, ~ ~ II1, I.;& S 1c4
7 Huellas de Agzcsth de Betancourt en los archivos Breguet, «Anuario
de Estudios Atlánticos», 1975, págs 177-221 En la figura 4 aparece su
retrato junto a uno de los modelos.
8 Revista «Insula», núm 366, mayo 1977
9 Op cit en nota 7, pág 22
150 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N I I C O J
1.-Pedro Garcia Onnaechea.
DESPEDIDA A BETANCOURT 5
2. JosÉ MARÍAD E LANZY ZALDÍVAERL; DESCONOCIDO
Al planear mi estudio no tenía intención de ocuparme de este
personaje.
Su conexión con Betancourt es, sm embargo, importante como
primer firmante de una obra conjunta - y por tanto, según costum-bre
establecida el principal responsable lo- que alcanzó inmediata-mente
renombre internacional, representó un importante avance en
PI desariiollo de Za mecánica y fue libro de texto en la Escuela Poli-técnica
de París en una época de apogeo de la ciencia francesa ll.
Pero de su vida nada sabía más que el muy melancólico pasaje
del Espasa a que después me referiré. Tanto es así, que publiqué y
hasta hice fotografiar una insignificante carta suya: sólo por la cu-riosidad
de ser el Único documento conocido y además autógrafo y
firmado 12. Y me referí a su «exilio errante y oscuro» en mi epíiogo
al libro de Bogoliúbov.
En el último Congreso InternacionaI de Historia de la Ciencia, en
Edimh~~~xgtio~, vel a satisfacción de conocer a Juan Vernet, catedrá-tico
de la Universidad de Barcelona y casi unánimemente conside-rado
como el primero de los especialistas españoles en Historia de
la ciencia. Le expliqué los asuntos y personajes que más me inte-resaban
y este hombre infinitamente amable, me escribió pronto
que había encontrado lo que, en su opinión, podría ser o no una
lo La iinica excepción puede ser cuando el primero que aparece en
la portada es mucho más importante que el segundo y se busca así un
6xito de venta. No es este el caso; aunque Lanz, como veremos, no era
personaje de poca nota, Betancourt era mucho mas famoso, especialmente
por la Acadeinia de Ciencias
il Ecole Impériab Polytechniqzce Programme du. cours élémentaire des
machines, pour l'an 1808, par M Hachette Essai sur la compositiolt des
machznes par M. M Lanz et Bétamcourt, Paris, Imprimerie Imperiale, 1808.
Hay otras dos ediciones francesas (1819 y 1840), ya sin el programa de
Hachette y con la indicación de que están a-evlsadas, corregidas y consi-aerabiemente
arrrrienta&üji Aiiibaa estair pbhca&s p r Eache!fer, Ixpri-meur-
L~braire de 1'Ecole Polytechnique La de 1819 tiene 184 páginas y 13
planchas La de 1840 dos tomos, uno de textos y otro de dibujos.
La obra se tradujo al ingl6s, pero no al español. Todas estas ediciones
son hoy muy raras
l2 García Diego Op. czt, pigs 192-93, 2U-12 y fig 6.
pista. Era la referencia a un Joseph de Lanz, teniente de navío 13.
Es él, por tanto, el primer responsable de este apartado.
Indico prmero lo que dice el Espasa:
«<LAN(ZJo sÉ). Matemático mejicano, n. en el siglo XVIII A los diez
años sus padres le enviaron a España, y habiendo éstos perdido su
fortuna, se encontró sin recursos, y solo y sin amparo se trasladó
a Francia, en donde fue recogido por una familia caritativa, de la
que supo captarse el afecto, tanto, que le dio medios para cursar
sus estudios, principalmente las matemáticas, para las que mostró
suma aptitud. Vuelto a Madrid precedido de alguna fama, intervino
en la corrección del mapa de España y fundó una escuela de me- N a
&nica. A1 ocurrir la Invaribn francesa, se asoció con los invasores, E
pasando con ellos a Francia, y después de la caída del Imperio, a O n
Inglaterra, de donde pasó más tarde a Buenos Aires, en cuya capital -- m
O
permaneció un año y desempeñó el cargo de la Academia de Mate- £E
máticas. Volvió a Francia instalándose en París, en donde tomó la 2
E
dirección de la parte mecánica de una fábrica de relojes y residía -
allí aún por el año 1823. Ignórase la fecha de su muerte » 3
- -
0
m
Todavía existe otro diccionario mucho más reciente, que se ocu- E
pa de él 14, con el siguiente texto: O
5
«LANZ, JOSÉ (1780-~7). Matemático. N en Valladolid (hoy More-lia)
Lo enviaron a estudiar a España, pero sus condiciones econó-micas
le impidieron seguir una carrera. Marcha a Francia; en Pa-rís
trabaja en una fábrica, mientras estudia la carrera de ingenie-ro.
Regresa a Madrid, e intenta fundar una Esc. de Mecánica. En-tre
tanto ocurrió la invasión francesa de 1808 y vuelve a Francia.
Después se traslada a Londres. Conoció en esta cd. al argentino Ber-nardino
Rivadavia, más tarde Presidente de la República Argen-tina.
Marchó a Buenos Aires y dirigió una Esc. de Matemáticas.
Vuelto a Francia, se hizo cargo de la parte mecánica de una fábri-cii
Ue relojes, eii 1823. Se ignora !a fecha y kgar d ~ n d efa leci6.::
la Juan Sempere y Guarinos Ensayo de una Biblioteca espaiíola de
los mejores escrztores del Reynado de Carlos IIT Madrid, Imprenta Real,
MDCC"XXXIX, tomo sexto, pág 236
i4 Dzcnonurzo Powuu Editonal Porrua, S A , Mexico DF, 1964
152 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L k N 7 l C O S
DESPEDIDA A EETANCOURT 7
Es algo verdaderamente curioso el que prácticamente todos los
datos de ambas enciclopedias están equivocados. A continuación voy
a narrar, por primera vez, parte de la verdad 15.
No pretendo desde luego hacer aquí una biografía de Lanz. Pero
sí dar por primera vez una serie de datos exactos sobre un sabio
español desconocido. Y en las inevitables lagunas indicar una opi-nión
razonable. Creo que un investigador podría ahora ya comple-tarlas,
sin muy excesivo trabajo ni gasto: ya que la mayor parte
se refieren al París científico y docente de finales del XVIII y prin-cipios
del XIX. Período muy bien estudiado y para el que se dispone
de magníficos archivos.
José María de Lanz y Zaldívar l6 -ni siquiera su nombre comple-to
aparece en ninguna publicación relacionada con la Historia de la
ciencia-, nació el 26 de marzo de 1764 en la ciudad de Campeche 17,
en Nueva España, hoy México, pero entonces parte de los territo-rios
de la Corona española.
Su fzmdia era nnhk y gozaba de una buena posición económica.
Por lo primero citaremos el libro de Dalmiro de la Válgoma y el
15 Mi amigo el profesor A. Rupert Hall, director del departamento de
Historia de la ciencia y tecnología del Impsmal College de Londres, ha te-nido
la gentileza de dedicar parte de su precioso bempo a buscar infruc-tuosamente
el nombre de Lanz en los catálogos de la Brztzsh Lzbrary, Bz-bliotheque
Nationale de París, Library of Congress de Washington y en
varias bibliografías -entre ellas dos españolas- Me escribe, con mucha
razón, que «cualquier referencia debe encontrarse en lugares oscuros»
16 Lanz es una villa navarra sita en el valle y arciprestazgo de Anué,
en el camino de Pamplona a Tolosa Su situación es llana, de ahí que su
significado etimológico sea «Del Campo». Zaldívar en vascuence quiere
decir «Ribera de caballos» El Conde de Peñaflorida, al que despues nos
referiremos, tuvo un mayorazgo denominado de Zaldívar, cuya cabeza era
el palacio de este nombre en la anteiglesia de Zaldfia (Vizcaya).
17 Campeche, también llamada Campeche de Baranda, ciudad mexica-na,
situada en la Península de Yucatán y hoy capital del Estado del mis-mo
nombre
Fundada por los españoles en 1540 en el emplazamiento de un pueblo
maya (Kimpech) del que quedan restos, se amuralló en el siglo XVII para
defenderse de los piratas y filibusteros En la centuria siguiente fue uno
de los tres puertos del Golfo que compartían el monopolio del comercio de
Yucatán. especialmente la exportación de tintes vegetales y sal
Barón de Finestrat que incluye íntegramente la prueba de noble-za
para su entrada en la Armada; otro documento parecido existirá
en el archivo de Vergara, de difícil acceso, como después veremos.
En cuanto a la clase social de su familia sabemos el cargo de
18 Real Compafífa de Guardzas Marznas y Colegio Naval. Catálogo de
pruebas de CabalEeros aspirantes, Instituto Histórico de Marina, Patronato
Menkndez y Pelayo, CSIC, Madrid, 1945, núm de asiento 2 257, pág 148
Dice sobre nuestro personaje.
Era hijo de Diego de Lanz, natural de Vera (Navarra), Contador Juez
Oficial de las Cajas, de esta provincia, y de María Ignacia de Zaldívar,
nacida en Campeche en 1744; nieto paterno de Miguel de Lanz. nacido en
Vera, y de María Josefa de Ziburu, natural de Lanz (Navarra), y nieto a
N materno de José de Zaldívar, nacido en Mañaria en 1706, Contador, y de E
María de Aguirre, natural de Campeche (hija de Santiago de Aguirre, Ca- O
ballero de la Orden de Calatrava, Gobernador y Capitán General interino, n--
y F'elipa de Moreno, Encomendadera de Indias), y bisnieto materno-pater- O m
no de Felipe de Zaldívar, nacido en Ochandiano en 1659, y de Clara de E
E
Ellacurriaga, nacida en Mañaría en 1644 (hija a su vez de Clemente de 2
E Ellacurriaga, nacido en Maiíaría en 1629, y de María Martínez de Eche- -
verría, nacida en Mañana en 1636); tercer nieto materno-paterno de Mar- =
tin de Zaldívar, nacido en Ochandiano en 1617, y María de Elguea, vecinos -
de Ochandiano (ella, a su vez, hija de Pedro de Elguea y de María de -
0
m
Aspe); y cuarto nieto materno-paterno de Marffn de Zaldívar y Ana de E
Basaguren O
La Información testifical en San Francisco de Campeche acredita las n
precedentes noticias y la hidalguía del Guardia Marina por sus cuatro ape- -E
1:idos Don José Aguirre, hermano de don Szntiago, 0:dor de 12 R Au- a
diencia de M6xico y fundador del convento de religiosas de San Juan de la 2
n
Penitencia, en dicha capital Se certifica documentalmente de Real Carta de n
n
Consejo de Navarra y Provisión auxiliatoria librados a don Diego de Lanz
3
(1765), y de antenor información (1758), en Ia anteiglesia de Mañaría, prac- O
ticada a don Antonio y don José de Zaldfvar, hermanos, en la cual se pa-tentrza
que son vizcaínos originamos, nobles hijosdalgo como descendientes
de las Casas Solares de sus apellidos. También del titulo de Capitán de
Artillería de la plaza de Campeche dado al abuelo materno, así por lo no-ble
de su ilustre nacimiento como por lo activo de su desvelo en servicio
del Rey nuestro Señor (1735) Queda constancia del nombramiento de Te-sorero,
Juez Oficiai ae ia Keai Hacienda cie ias provincias de YucatAii Ge
don José de Zaldívar (1738). Por último, de Real Orden a favor de la
materna abuela, concediéndole encomienda, repartimiento o pensión que va-
F e en la provincia de Menda del Yucatán (1772) Y del título concedido
al padre de este, de factor Juez oficial Real de las cajas de Mérida de
Yucatán (1716)
154 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
DESPEDIDA A EETAKCOURT 9
don Diego, su padre, Contador Juez oficial de las Cajas de la pro-vincia;
por tanto aIto funcionario de la Corona y no muy en peligro
de la pérdida de una hipotética fortuna, como los comerciantes.
Lo corrobora el hecho de que mandara a su hijo, desde 1778 a
1781, a la mejor institución educativa de España, el Real Seminario
Patriótico Bascongado de Vergara lg, con los gastos inherentes al
viaje y a su mantenimiento en un lugar de marcado carácter aris-tocrático
y como consecuencia caro 20 Y 21. Desde luego también in-fluiría
en la elección su linaje casi totalmente vasco: de sus prime-ros
dieciocho apellidos diecisiete son euskeras (siete repetidos) y
sólo uno no: Moreno.
Aunque es materia que ha sido muy estudiada, dedicaremos unas
Eneas a. 13s ~rig9.e~de ! Seminarie de Verg2ra y 2 la enseBanza que
en él se impartía. O sea a la más grande obra de la Ilustración es-
19 La fihación completa del seminarista es la siguiente: «Lam y Zal-dívar,
hijo legítimo de don Diego y doña María Ignacia, vecinos de la ciu-dad
de Campeche? en Nueva España, donde nació a 26 de mamo de 1764.-
Entró el 14 de diciembre de 1778.-Salió el 12 de marzo de 1781,. Julián
Martfnez Ruiz: Filiaci6n de semina?%stus del Real 8eminarEo Patri6tico
Bascongaüo de Nobles de Vergara, Real Sociedad Vascongada de los Ami-gos
del País, San Sebastián, 1972, pág. 43
En la misma página aparecen dos hermanos, Lanz y Morentes, vecinos
de San Francisco de Campeche y que entraron en 1790. Y otros dos her-manos
Lanz y Márquez, de La Habana.
2.0 Como ejemplo daremos el equipo que debfan poseer los seminaristas
y que comprendía «Dos sombreros lisos' un uniforme, que se reduce a
vestido entero de paño azul, con collarín, forro y vueltas carmesf, botona-dura
de metal dorado, con divisa, que se trabaja en Vergara, y charretera
de hilo de oro: un frac volante o sobre todo de paño o bayeta azul, con
chupa y calzón de lo mismo, y botón dorado para lo diario; como también
chupa y calzón de lienzo aplomado para el verano: dos pares de zapatos,
y un juego de hebillas lisas de metal dorado: escobilla para ropa, peyne,
escarpidor: una bata para peynarse y un baúl».
Estos datos proceden de un Impreso conservado en la biblioteca de Ma-nuel
Laborde en San Sebastián y aparecen en Julián Marffnez Ruiz: Op.
c2t , pág. 9
2.1 El apellido Lanz parece seguir existiendo en México y en algün caso
en los estratos sociales superiores. Un segundo diccionario de esta naciona-lidad
(UTEHA, 1964), que por cierto cita la aldea navarra y no al sabio,
se refiere a un prohombre de este nombre, nacido en Campeche, abogado
y muerto en 1942.
pañola, creadora del grupo más importante de intelectuales que nues-tro
país ha reunido -y al que ahora hay que incorporar a Lanz-hasta
que, muchos años después, se fundara la Institución Libre de
Enseñanza.
El Conde de Peñaflorida (1729-1785) 22 estudió cuatro años con los
jesuitas de Touiouse y después mantuvo una copiosa corresponden-cia
tanto con sus antiguos profesores, como con sabios, Academias
y otros centros culturales extranjeros.
En 1764 fundó, sin apoyo oficial, la Real Sociedad Bascongada de
los Amigos del País: la primera de las Sociedades Económicas que
después abundaron. Tuvo una enorme influencia en el País Vasco,
muy tocado por las nuevas ideas -allí es donde más ejemplares se
vendieron de la Enciclopedia de Diderot y D'Alambert- y en otros
lugares
En cuanto al Seminario de Vergara fue también creado por Pe-ñaflorida
en 1770-74, teniendo, como doble objetivo, aumentar el de-plorable
nivel cultural del País y hacer innecesario a las familias
importantes -como a él le ocurrió- el tener que enviar a sus hijos
a estudiar fuera de la patria.
Los resultados fueron asombrosos. Creo firmemente que si al mis-mo
tiempo hubiera contado con una docena de establecimientos se-mejantes,
España no hubiera tenido que envidiar a ningún país eu-ropeo
en lo que se refiere a ciencias y humanidades.
En la parte científica señalaremos el descubrimiento de la Ila-mada
«ley de las proporciones definidas» debido al químico francés
22 Ver, Leandro Silván La wda y la obra del Conde de Peñaflorida,
fundador de la Real Soczedad Bascongaüa de bs Amigos del Pak, Patro-nato
José María Quadrado, CSIC, San Sebastián, 1971 a t a gran parte de
la abundantísima bibliografía existente sobre este tema El enfoque de su
personalidad me parece, en cambio, algo reaccionario
23 La RSBAP continúa existiendo hoy Edita un importante Boletín
fundamentalmente dedicado a estudios vascos y otras publicaciones Ha
creado grupos de trabajo especializados y organiza cursos y seminarios.
Incluso -cuando ha sido posibie- ha tenido su paiabra que decir en la
política de Euzkadi, siguiendo el talante liberal de su fundador Y ello sin
olvidar la tradición el presidente honorario es el actual Conde de Peña-florida
El autor considera un honor el ser socio supernumerario de su Dele-gación
en la Corte
156 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T I A N T I C O S
DESPEDIDA A BETANCOURT 11
Eouis Proust, profesor del Real Seminario (1778-1780); es un avance
fundamental, muy superior a la mayor parte de los trabajos que
hoy obtienen el premio Nobel. El aislamiento del wolframio por los
hermanos Juan José y Fausto de Elhuyar, en 1783. Y la conversión
del platino en un metal maleable, utilizando para ello un procedi-miento
puesto a punto, entre 1784 y 1786, por Francisco Chabaneau
y el ya citado Fausto Elhuyar, ambos también profesores de la Es-cuela
vergaresa 24.
No se descuidaba el estudio de las humanidades (incluyendo re-ligión,
comercio y hasta política), ni tampoco el imbuir al alumno
de un cierto estilo vital que yo creo reconocer en las ideas expre-sadas
en la correspondencia de Lanz.
Ya en 1781, fecha de su entrada, la fama de Vergara se había
extendido fuera del País Vasco. En su época de mayor actividad
(1785-1790), los alumnos franceses e hispanoamericanos eran nume-rosísimos.
Los estudios de nuestro biografiado en el Seminario debieron ser
excepcionalmente brillantes; así lo muestran los elogios que a ellos
se dedican en el curso de su carrera posterior. Pero no tengo tes-timonios
directos. En efecto, esta institución sufrió diversas inte-rrupciones
y transformaciones durante nuestra desgraciada Histo-ria
moderna: aunque todavía un alumno interno llegó a la fama:
Serrano, Duque de la Torre y Regente del Reino.
Hoy, el magnífico edificio está en manos de los R. P. Dominicos
que tienen instalado en él un Instituto laboral privado.
El archivo del Real Seminario se encuentra allí, no sólo sin cla-sificar,
sino que es dificilísimo obtener permiso para verlo. Espe-remos
el día en que una autoridad laica lo devuelva a su legitimo
propietario -el Patrimonio Cultural Nacional- y lo instale en Ver-gara
de forma moderna, con lo que seguramente los investigadores
24 Leandro S W h . El Quhmzco Luzs Josk Proust (1754-18263, Gszificas
Eset, Vitoria, 1964, especialmente página 114 y siguientes Idem: El Labo-ratorium
Chemzcum de Vergaya L/ la Real Soczedad Bascongada en las zn-vesfgacbnes
sobre la purifzcaczón de la Platina, «Boletín de la RSBAP»,
volumen XXV, 1969, especialmente página 165 y siguientes
TambiBn Julián Martinez Ruiz Las ciencias naturdes y la Real Bo-medad
Bascongaáa de los Amzgos del Pub en. el szglo XVIII, «Pub$caciones
de la RSBAP», San SebastiBn, 1972 Y el libro citado en nota 22.
12 JOSE A GAKCIA-DIGGO
descubrxán datos importantes sobre la ciencia y la sociedad, du-rante
la Ilustración en el País Vasco.
Aprobados los estudios en el Seminario de Vergara se podía pa-sar
directamente a la Armada, considerándose suficientes, a pesar
del elevado nivel científico que se exigía a los Guardias-Marinas. Por
ello son fundamentales para la biografía de nuestro personaje los
diecisiete documentos inéditos que aparecen al final de mi trabajo
y que constituyen su expediente, conservado en el archivo-museo de
la Marina de Guerra en Viso del Marqués (Ciudad Real) 25.
Lanz entra como Guardia-Marina en octubre de 1781 y combate
en el navío «San Fernando», que formaba parte de la escuadra his-panofrancesa,
contra la inglesa (Doc. núm. 1). Esta guerra, que tuvo a
N como origen la independencia de los Estados Unidos, fue en con- E
junto un éxito para España y para el que la dirigió, el Conde de O
Aranda, uno de nuestros máximos estadistas. Aunque no fue posible --- m
recobrar Gibraltar, sí en cambio Menorca, las Floridas, la costa de O
E
Honduras y Campeche -el lugar de nacimiento de nuestro persona- E
2
E je-. Sólo se restituyeron a cambio las islas de Bahama y Provi- -
dencia. La paz se firmó en 1783 y la derrota ocasionó la caída del 3
Gabinete inglés. - -
0
Quizá por su comportamiento distinguido en estos encuentros, a m
E
los dos meses es ascendido a Alférez de Fragata. En 1783 se le co- O
misiona para comunicar la paz a La Habana y Vera Cruz; y des- -5
pués para ir a Campeche a estudiar los métodos de cultivo del jeni- -E
a
quen 26. En enero de 1784 volvió a España y entregó una Memoria l
sobre esta materia. Todo ello demuestra el aprecio que sus supe- --
rlores tenían de sus conocimientos agronómicos y también, quizá,
3 un cierto grado de influencia, ya que así pudo visitar a su familia, O
recién liberada de la dominación extranjera.
Volvió de La Habana a Cádiz al mando de la dotación de la tropa
25 Para simplificar, se citan en el texto entre paréntesis con la abre-viatura
Doc núm, seguida del número
En la transcripción se ha modernizado la ortografía, salvo en ios nom-bres
propios No así la puntuación, a no ser que afecte al sentido Agradezco
su intervención para obtener copias de estos papeles, a mi amigo Antonio
Medina, Intendente General de la Armada
26 Nombre indígena de la pita (afave amerzcana) Casi su Única uti-lizsrión
es la cordelería, lo que la hacía muy necesaria para los barcos
158 A N U A R I O DE E S T U D I O S A I ' L A N T I C O S
3.-Hoja de Servicios de Lanz. (Archfvo de la Marina de Guerra de Viso
del MaquBs.)
DESPEDIDA A BETANCOUKT 13
de la fragata «<Santa Dorolea» y en 1784 pasó a la «Santa Lucía»,
bajo la dirección de Vicente Tofiño, director de la academia, ocu-pándose
de la confección de cartas marítimas de las costas de Es-paña.
El haber sido escogido por éste para tal traba~o científico, en
vez de la ordinaria rutina, le dio la posibilidad de continuar estu-diando
y con uno de los marinos más distinguidos de la época. Vi-cente
Tofiño (1732-1795) era matemático, físico y astrónomo -por
esta última especialidad fue citado con elogio por Lalande-. Fue
Académico de la Historia, correspondiente de la de Ciencias de Pa-rís
y socio de la RSBAP.
En 1786 estaba de nuevo en Campeche -probablemente de per-miso-
y ello hizo se olvidara ascenderle a Alférez de Navío con los
de su promoción, lo que fue pronto subsanado. Pero al dar cuenta
de ello, el informe de Tofiño (Doc. núm. 1) nos indica el extremado
aprecio en que se tenían sus cualidades: «El Comandante expuso
cuando no le vio comprendido en la promoción, que es sujeto de un
carácter especial, que posee gran talento, con una rara modestia,
de donde le resulta una tranquilidad de espíritu, que le hace amable
a todos, y le dispone a todo lo que es saber, y obrar con acierto, y
cree, que acaso él ignorase sus prendas ... porque tienen tanto cré-dito
sus buenas propiedades, que aún siendo moderno confiesan los
de su grado que merece anteponérseles, de cuyo dictamen es el pro-pio
Comandante...».
En 1787 asciende a Alférez de Fragata continuando su trabajo
cartográfico hasta agasto del año siguiente en que desembarcó de
lo fragata «Santa Perpetua». Pero (Doc. núm. 2) tenemos una soli-cltud
a José Antonio Valdés 27, del Capitán de Fragata José de
Mendoza y Ríos, que indica, desde la Isla de León, que había pro-puesto
a Lanz como la persona más adecuada para el viaje por
Europa que tenía proyectado y que el momento era óptimo para
aprovechar en París los estudios de invierno. Vemos pues que la
Armada, inteligentemente, le había destinado a las ciencias y no a
la acción.
Puede ser esta la fecha de su primer viaje al extranjero. Pero
27 Nombrado min~stro de marina por Carlos 111, ocupó este puesto de
1782 a 1795. Hombre importante tambien con Carlos N -salvo en el pe-ríodo
de su hostilidad con Godoy- y con Fernando VI1 En los papeles re-lativos
a Lanz aparece a menudo.
no es muy probable, pues volviendo a la Hoja de Servicios Oocu-mento
núm. 7), encontramos que estuvo agregado a la Compañía de
Guardias Marinas del Departamento de Cádiz, desde septiembre de
1788 hasta abril de 1789 y a partir de entonces, hasta noviembre in-clusive,
destinado en Madrid. Es desde diciembre de 1789 hasta no-viembre
de 1791 cuando, a las órdenes del citado Mendoza, viajará
por países extranjeros, comisión que se extiende -quizá ya él solo-hasta
octubre de 1792 en que vuelve a la capital de España Todo
ello respaldado por dos Reales Ordenes.
El itinerario previsto era seguir las costas de Francia, visitando
los departamentos de Brest, Rochefort y Cherbourg; París e Ingla-terra-
Baja Sajonia, Dinamarca, Suecia, San Petersburgo, Cronstad
y rostas de Pnlonii. Desde Danzlng egresar a E r p ~ n ap cr Alemi
nia, Venecia, Nápoles, Tolón y Marsella.
Puede afirmarse que en París se verificaría el encuentro con Be-tancourt,
iniciándose su íntima amistad. También presenciaría parte
del proceso de la Revolución, cuyas ideas pudieron, como a tantos,
inf Iuirle.
Pero el acontecimiento fundamental de este período, que cambia-rá
totalmente el rumbo de su vida, es que encuentra a una joven,
se enamora de ella y se casa. Lo mismo que al Guardia-Marina, se
le exigían pruebas de nobleza, su futura esposa debía también cum-plir
ciertas condiciones; que es seguro no tenía la de Lanz. La in-vestigación
sobre las futuras mujeres creo que persiste hoy
El desear volver a ver a su mujer es seguramente la razón de
que en 1793 esté de nuevo en París, pero esta vez sin permiso. El
ministro Valdés le escribió pidiéndole que volviera -lo que demues-tra
como se le consideraba en las altas esferas- y él le contestó
acompañando copia a su amigo el conde de Fernán Núñez. En carta
de este a Valdés @oc núm. 3) dice «no hay duda se perdió a Lanz
sea la causa que fuere». Sin dejar de alabar su buen carácter, hon-radez
y pasión, dice compadecerle por la pérdida de los principios
religiosos que profesaba, lo que hace que todos los esfuerzos para
lograr su retorno sean inútiles; aunque por tal razón para nuestro
país en el dia hace menos senszble su pérdzda 28.
Este sexto conde de Fernán Núñez, Mariscal de Campo, fue em-
28 Subrayado mío
166 A N U A R I O DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
DESPEDIDA A BETANCOURT 15
bajador en Lisboa y desde 1786 en París. Enemigo de Floridablanca
-seguramente por sus ideas más retrógradas-, este le hizo perder
su puesto en 1791 tomando como pretexto el haber asistido oficial-mente
a la Asamblea en que Luis XVI juró la Constitución. Pero
continuó en París, defendiendo su casa y bienes, hasta cuando la
guerra había comenzado. Finalmente emprendió un viaje por Euro-pa,
a cuyos preparativos hacen referencia los documentos; a poco
de terminar este murió en Madrid en 1795 29.
Le sustituyó en su cargo el conde de Aranda: fue seguramente
aún mejor amigo de Lanz, que vemos tenia buena entrada en la
embajada, aunque alguien espiritualmente menos afín la regentara.
En efecto Aranda se entusiasmó con los ideales de la Revolución,
tr&un& farr,i!iarzente U! &ate Ray~a! y a U'Alambert. Ek %zo
su desgracia bajo d despotismo de Godoy que le desterró a Epila,
donde murió
Hay también una carta de Lanz a Fernán Núñez, fechada pocos
meses después que la anterior y en la que justifica su conducta
(Doc, niim; 4).
Escrita en su elegante, aunque algo rebuscado estilo, vale la pena
de leerla íntegra. Según él, al volver a Madrid obtuvo permiso de
imprimir unos elementos de cálculo diferencial e integral que había
escrito con Chaez, así como para calcular las tablas de la luna.
Para dar la Última mano al libro, consultar algunas obras no exis-tentes
en España, así como los papeles de su colaborador, se fue a
París; suponiendo que obtendría una autorización para poder residir
oficialmente allí dos o tres meses o sino regresar rápidamente. No
creía que la guerra tuviera lugar, en lo que se equivocó y aún en
este caso pensaba poder volver para «sustraer a sus horrores ... a
una persona de cuya suerte no podía dejar de interesarse particu-larmente
sin renunciar a todos los principios de reconocimiento, de
2s Marqués de Villa-Urrutia: Ferndn Ntiñex el Entba?&or, Madrid, Fran-cisco
Beltrán, 1931, págs 11-13. El título puede inducir a error. El cuerpo
del libro trata del hijo de nuestro personaje, el séptmo conde y primer
duque Fue este amigo de Betancourt, uniéndoles además su odio a Godoy;
y amigo y cliente de Breguet. Garcia-Diego. Op. cit., pág. 29.
so Menéndez Pelayo: Hhtoma cEe los heterodozos espa.PioZes, Madrid, Li-brerfa
católica de San José, 1881, tomo III, págs. 201-5. La ñistoria está
contada con su acostumbrado sectarismo
16 JOSE A GARCÍA-DIEGO
humanidad y del honor llevándola conmigo»; forma algo demasiado
fina de decir que quería le acompañara su esposa.
Declarada la guera, una «causa inopinada» destruye sus planes
de regreso y ya cree que su viaje sería inútil por haber perdido su
plaza -en esto se adelantó aunque no por mucho tiempo-.
Dice entonces: «¿En este estado qué partido me quedaba que
tomar? -procurarme por mi trabajo mi exrstencia para no tener jd-más
que avergonzarme de ella, vivir extranjero a todos los acaeci-mientos
como mero observador, y dedicar los momentos que pudie-se
a mi instrucción-. Este es justamente el partido que he tomado».
Y también que el temor de perder la buena opinión de sus antiguos
amigos c.. turba en gran parte las ventajas que me proporciona la
fnesd22::.
Fernán Núñez, ya desde Colonia, remite esta carta a Valdés jun-to
con una suya (Doc. núm. 5) en la que indica sobre Lanz «Usted
conoce como yo lo que vale, y deseará si es posible no perderle. El
amor le ha cegado, y no respondo a qué punto han influido en él los
principios al día, aunque la carta no parece estar imbuida en ellos».
Pero al margen hay una anotación que sólo puede ser de Valdes:
«...diga a Lanz que regrese y no perderá el empleo que si se obstina
en LO hacerlo será preso):; aunque no se comprende cómo podría
lleve- a efecto su amenaza en París.
La dlsclpllna tiene finalmente que imponerse y en 14 de Be-brero
de 1794 se le da de baja en la Armada por deserción, en Real
Orden de cuyo contenido da cuenta Valdés al conde de Casa Tilly 31
(Doc. núm. 6).
Desde el. punto de vista de la Historia de la ciencia lo que inte-resa
en la carta de Lanz es su colaboración con un matemático lla-mado
Chaez, con cuya grafía no le he podido localizar en ninguna
publicación. Hay sin embargo una explicación prácticamente segura
para este pequeño enigma. Los documentos de Viso del Marqués son
en su mayoría copias -como es lógico, pues el original se enviaba
al destinatario- y en ellos la ortografía de los nombres propios es
errática; basta comparar los de nuestro texto 32.
31 Probablemente Francisco J Everardo Tilly, Director General de la
Armada.
32 Aún quedan huellas de este descuido Hace no muchos años se dio
162 A N U A R I O DE E S T U D I O S 4 T L A N I I C O )
DESPEDIDA A BETANCOUR'P 17
El colaborador de Lanz es por tanto el famoso matemático valen-ciano,
de ascendencia francesa, José Chaix (1766-1811) y el libro
que ambos escribieron es el tratado monográfico sobre matemáticas
sublimes -se llamaba así entonces al cálculo diferencial y de flu-xiones-:
su título «Instituciones de cálculo diferencial e integral
con sus aplicaciones principales a las matemáticas puras y mixtas».
Sólo se publicó el primer volumen dedicado a cálculo diferencial e
inspirado en Lagrange, aunque según Lanz parece que ambos es-taban
escritos 33. Chaix intervino también en la medición del arco
del meridiano de París por suelo español. Primero, con Mechain en
el tramo Carcasona-Campodrón-Barcelona y después con Biot y Ara-go
en la triangulación Barcelona-Formentera, iniciada en 1805 y que
fue interrumpida por isn guerra de ia independencia ".
Publicó también «Observaciones astronómicas~ en el número 7
de Anales de Ciencias Naturales y «Memoria sobre un nuevo método
para transformar en series las funciones trascendentes, precedido
de otro método particular para las funciones logarítmicas y expo-nenzia!
es (Nadrid, 1807). Ilabria yut: i ~ e s i f g a rs ino fue taírluihfi
oficial de la Armada.
Si habíamos ya dado como segura la amistad entre Betancourt y
Lanz durante la estancia de este Último en París (1789-1791), la pri-mera
vez en que aparecen sus nombres escritos juntos -y con el de
José Sureda, al que bastantes años después llamaría a Rusia-, es
en lo referente a la comisión a Cuba para construir caminos y ca-nales,
encargada por Godoy al conde de Mompoix.
Conocíamos algo sobre este asunto S5, pero la nueva documenta-ción
añade datm interesintes. Tratar. 61 r!!~~ c h ede cumect:c,=si cé-a
una calle madrileña el nombre de Agustín de Bethencourt, que 61 nunca
empleó. Y ahora se comete el mismo error al bautizar una Fundación.
a3 Reproducimos su portada. En el pr6logo no se hace ninguna refe-rencia
a Lanz.
a4 Juan Vernet: Hi.$tomn (20 In. c?.wcin -spn.G~?n, Tnstit~te Ue Ssp858,
cátedra «Alfonso X el Sabio», Madrid, 1975, págs. 157, 166 y 168.
35 Antonio Rumeu de Armas. Agusth de Betancourt, fwuhdor de Za
Escuela 6% Cam4nos y Gandes. Nuevos datos biográficos, «Anuario de Es-tudios
Atlánticos», núm. 13 (Madrid, 1967). Reeditado en forma de folleto
por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Madrid, 1969, phgs 34-36. La pa-ginación
corresponde al folleto.
de Estado.
MADRID EN &A IMPRENTA REAL*
ags DX a8oin.
4 Tratado en el que probablemente colaboió José Ma-ría Lanz
DESPEDIDA A EETAXCOURT 19
ditos conservados en el Museo Naval; pero estando éste en período
de traslado al nuevo edificio ampliación del Ministerio, no he po-dido
consultarlos. Bastan, para tener una idea general sus fichas,
que acompañaban a los papeles de Viso del Marqués.
Desde luego ninguno de los tres seleccionados, Lanz, Betancourt
y Sureda, querían embarcar y el primero era como el portavoz ante
Mompoix de los pretextos de todos. Nuestro personaje, por su parte,
escribe tres cartas al Príncipe de la Paz en noviembre y diciembre
de 1796 excusándose de no poder ir y citando su difícil situación eco-nómica
y de salud. Lo curioso es que inmediatamente de enviar la
última misiva tales dificultades desaparecen, pues parte para Ma-drid,
y debió arregIar el asunto directamente con Godoy. Ya que
sólo diez días después le escribe ofreciéndose para lo que pueda ne-cesitar
en París y le agradece lo que por él ha hecho. Y ya antes
había obtenido una Real Orden por la que se le remitía pasaporte y
una cantidad para ayudarle en el viaje. La rapidez y actividad des-plegadas
en este tiempo, son asombrosas.
Dos conclusiones se derivan, a mi entender, de este ast!ntn, fia
que su deserción había sido olvidada, quizá por haberse producido
antes del gobierno de Godoy, con quien, como después veremos, hay
indicios de que mantenía buenas relaciones. La expedición de Mom-poix
no utilizaba estrictamente un navío de guerra, aunque sí ar-mado,
contra los posibles filibusteros.
La segunda es que seguía siendo altamente apreciada su valía
c~entífica y técnica: al sustituirle en la comisión, lo fue por la per-sona
más importante, el Capitán de Navío Miguel de la Puente
Continúa Lanz en París su vida apaciHe dedicada, como áirá más
tarde, a la enseñanza y seguramente a la investigación. Allí llega
también Betancourt en 1797 y en España se preparan cambios que
van a afectar a ambos.
En 1799 se crea la Inspección General de Caminos y Canales, en-cargada
üei proyecto y construccidn de estas obras. Era un orga-nismo
autónomo dentro de la Dirección General de Correos y Ca-se
En cambio Betancourt y Sureda, probabIemente por los ingenieros
don José y don Francisco Lemaur, que estaban ya en Cuba.
minos y el núcleo que daría origen al Cuerpo de Ingenieros de Ca-minos,
Canales y Puertos, que persiste en la actualidad.
El primer I~spector General fue el conde de Guzmán, sustitmdo
er 1802 por Betancourt, su más activo colaborador ", que funda la
Escuela de Caminos y Canales
Se emplazó en el Real Gabinete de Máquinas, muy útil para las
prácticas. L. convocator~a de los exámenes de ingreso se hizo
pública el 19 de octubre de 1802 y tuvieron lugar en la segunda quin-cena
de este mes. El 1 de noviembre dieron comienzo las clases 39.
Es normal que Betancourt cuando planea la Escuela piense en
Lanz como catedrático e incluso para regirla. Era al mismo tiempo
su amigo y un sabio respetado en París. Pero para ello y estando
desde hace tanto tiempo ausente de España, era oficialmente nece-sario
investigar sus antecedentes, por si alguno le hacía inhábil para
el cargo.
Debido a ello, la propuesta de Betancourt da origen a tres docu-mentos.
El primero lleva fecha de 8 de mayo de 1802, que es por
tanto la más tardía que puede considerarse para el origen del p1-o-yecto
de fundación @oc. núm. 8)' se trata de una Real Orden fe-chada
en Aranjuez y pidiendo informasen sobre é1 a Domingo de
Grandallana. Este Ia transmite a Pedro CebaIlos ". que copia @o-
37 La importancra de Betancourt ha hecho olvidar al conde de Guzmán,
que le precedió Desconozco estudios sobre él; la mayoría de los ingenieros
de caminos consideran a Betancourt como fundador del Cuerpo En 1808 era
NTinistro silpernumerario del Consejo Real y Supremo de Hacienda, según
García Ormaechea Betancourt en el KalencEarqo para 1808, op cit en nota 1,
página 730
3s En el momento en que el General Franco destruyó la organización
de la enseñanza técnica, incorporándola por la brava a la Universidad, se
llamaba Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y
dependía del Ministerio de Obras Públicas y antes del de Fomento La in-fluencia
de la priiiera etapa de funcionamiento era aún visible; su auto-nomía,
estudios y elección de profesorado bastante semejante a los mo-
.le!% rr.cdemns rurcpecs; qiz& sobre tede u! fra~r5s. Se,n~r=mente u 16
largo del tiempo se produjo una evolución más o menos paralela, hoy des-graciadamente
interrumpida.
89 Rumeu de Armas: Op cbt, págs. 23-4.
40 Ministro de Carlos N y Fernando VIL Embajador en Nápoies y Vie-na
(1764-1840)
ANIJARIO DE E S T U D I O S R T L A N I I C O S
DESPEDIDA A BETANCOURT 21
cumento núm. 9) la información de los documentos antes citados, con
todos sus pronunciamientos favorables, hasta que tuvo que borrár-sele
de las listas de la Armada debido a que d a declaración de gue-rra
de 1793 y el haber contraído matrimonio (al parecer) en París le
obligaron a mantenerse allí». Indica también el «interés que por el
mérito de este oficial manifestó el embajador que había sido en Fran-cia
e? conde de Fernán Núñez».
Siendo esta última carta de 11 de mayo de 1802 podemos suponer
-aunque no documentarlo- que Lanz empezó este mismo año a im-partir
su enseñanza en la Escuela continuando en este empleo hasta
1805, en el que se le concede una licencia por un año para trabajar
en París.
Este 6 1 t h ~as untn da lugar a. ima larga y muy interesante carta
de Lanz al Secretario de Estado Pedro Ceballos (Doc. núm. 11); está
escrita con madurez, seguridad y buen sentido.
Antes de proponer a las personas que deben sustituirle internnamen-te
en su cátedra expone sus ideas pedagógicas fruto de da experien-cia
de diez añes Ucrante !m cuu!es ?ne he vistn encargado de una
parte de la instrucción pública en Francia»; lo que confirma su sta-tus
y el origen de sus medios de vida en París. No he tenido tiempo
para investigar en qué centros profesó, pero ello no parece dema-siado
difícil.
Las afirmaciones de su carta son brillantes, razonables y aún
válidas actualmente. Aunque el documento debe ser leído en su in-tegridad,
resumiremos lo más importante
Después de alabar el magnífico progreso francés en los pasados
años, citando a los principales sabios que dirigían a través de un
vrganismo adee~ado el perfeeeionami&v de 16s m&& & ense-ñanza
y de referirse a la Escuela Normal, dice algo que debería ins-pirar
a los responsables de la pedagogía de los tiempos presentes:
«Un poco más o menos saber de los profesores no influye de modo
alguno en los progresos de los jóvenes, siempre que a los primeros
se !es =b!ig~e a següir e! p!ar, adopta& y yUe 2 19s segl?r,&s se les
presente por término de su carrera el honor y el interés de una par-te,
si cumpIen con su deber. el vituperio y la miseria de la otra siem-pre
que descuiden sus obligaciones»
Nuevo descubrimiento es que el plan de instrucción de la Escuela
-que se atribuía a Betancourt- fue redactado por Lanz 41 y apro-bado
por el Rey, de lo que Ceballos le dio cuenta en 11 de abril de
1804.
Pero después de esta parte, en la que se permite aconsejar a uno
de los hombres más poderosos del Reino, propone a don Joaquín Mo-nasterio
para impartir el segundo curso como ya había hecho en el
primero bajo su inspección (habían aprobado tres alumnos). Y a don
José Azas para el primer curso cuyo examen preliminar (es de su-poner
lo que hoy liamaríamos de ingreso) sería llevado a cabo por
Betancourt o Juan de Peñalver. Y estas comisiones serán sólo (sub-rayado
por Lanz) para el período de noviembre de aquel año a julio
del próximo. En el futuro los catedráticos serían nombrados por el
Secretario de Estado -a quien Lanz parece considerar como su su-perior
directo-- aunque precediendo la propuesta del Director Ge-neral
de Caminos (Betancourt).
Ceballos -a través de Manuel de Revilla- contesta a la carta
(Doc. núm. 12), pero no acepta ninguna de sus peticiones: el curso
empezará en primero de año y su puesto será cubierto por Antonio
Gutiérrez. Y además indica: «visto el informe del Inspector General
de Caminos sobre el particular ... »
La recepción de este documento produce una aspera contestación
de Lanz a Ceballos (Doc. núm. 13), de la que no sale muy bien pa-rado
Betancourt: <c. y así para obedecer a los impulsos de mi ho-nor,
como para enterar a V E. de la verdad, debo respetuosamente
decirle, que no habiendo nadie asistido a las lecciones, ejercicios y
operaciones de la Escuela de Puentes y Canales, sino los discípulos
y yo, ni el Inspector General (si es que ha informado así) ni nadie
puede saber el estado en que se hallan mis discípulos que yo sólo
regento, y de cuyas disposiciones y adelantamientos yo sólo puedo
responder, como lo había hecho proporcionando a V. E. en el papel
que tuve la honra de pasar a sus manos con fecha 16 de Agosto
a Dn. Joaquín Monasterio y a Dn. Josef Azas para sustituirme du-rante
mi ausencia. Mucho me admiraría en efecto que el Inspector
41 Comprendía dos años de estudio. En el primero eran las asignaturas
mecánica, hidráulica, geometría descriptiva, movimientos de tierras y di-bujo
lineal. En el segundo, materiales de construcciÓn, puentes, caminos,
canales de navegación y riego y reparaci6n de obras. Bogoliiibuv: Op. cit.,
página 62.
168 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N l I C O S
DESPEDIDA A BETANCOURT 23
General hubiese decidido un punto para el cual, aunque me es muy
doloroso decirlo, carece de los conocimientos necesarios».
Y, por último, dice que sólo hay una persona en Madrid capaz de
examinar y graduar a sus discípulos y este es Juan de Peñalver, al
que propone.
(Doc. núm. 14) es un extraño documento, sin dirección, fecha ni
firma, pero sin duda escrito por Lanz. Su estilo, un poco afectado
pero clarísimo en estado normal, se hace cotdplicado y confuso cuan-do
la pasión le domina. Habla al desconocido destinatario de la «im-posibilidad
absoluta en que las circunstancias me han puesto de obe-decerle~,
d e una <<vila dulación a la que seré siempre muy superior»
y de otras cosas del mismo tono; tengo que confesar que no he po-dido
interpretarlo. Pero creo está seguramente conectado con los
tres anteriores.
Aunque resulte algo extraño para un antiguo alumno de la Es-cuela
de Caminos como yo, después de estos papeles hay que reco-nocer
que sólo es mérito -aunque no pequeño - d e Betancourt, el
decreto fundacional. El plan de estudios y la práctica de la ense-ñanza
son obra de Lanz: a Betancourt con sus muchos cargos y ocu-paciones
no le quedaba tiempo ni aún para visitar los locales.
Aún hay una carta final de este período (5-XI-1805), en que
Lanz llama a Godoy, entre otras cosas, Cmumen tutelar» y pide «se
digne continuarle su poderosa protección y amparo». Lo más inte-resante
de ella es que, bajo el informe al margen del ministro di-ciendo
que al marchar a París había propuesto los medios para que
no decayera la enseñanza en la escuela de que estaba encargado 42,
hay una línea de letra diferente Es seguramente del Príncipe de la
Paz y dice: «ya le hablaré en mi casa», lo que demuestra a la vez
su relativa intimidad y la importancia que se le concedia.
La querella entre Lanz y Betancourt seguramente se extinguió y
volvió la buena amistad entre ellos Pues, en efecto, entre 1805 y
1808, fecha de la primera edición, debe suponerse escriben ambos
ei Essai sur ia composition des machines. En 1807 se ies cita juntos
en París en relación con las obras de Humboldt, cuyo envío deseaba
42 Y tambi6n que iba para «entender en la Comisión de Ciencias y Ar-tes
», organismo cuyo cometido y funciones desconozco
24 I 0 8 C A GARCIA-DIEGO
e1 conde de Casa Valencia ". Aunque la colaboración fue muy fruc-tuosa
creo que la parte principal debe atribuirse a Lanz -el mate-mático
y mecánico- y sólo el resto a Betancourt -el físico y el in-geniero-.
Pero a fin de cuentas, ¿qué es este libro y qué representa en la
Historia de la ciencia? 44.
La teoría mecánica racional de las máquinas -a diferencia de su
creación unitaria por la mente del tecnólogo, que por otra parte
puede dar lugar a resultados importantes, como los que aparecen
en los códices de Leonardo da Vinci, en los theatrum maquinarum
o, ya en la realidad, en los relojes y en los ingenios toledanos de
JuaneIo Turriano-, puede decirse tiene su origen en Leonhard Euler a
y fue desarrollada, ya a fines del mismo siglo m111 por Carnot y N
Monge. Este último encargó a Hachette el iniciar, en 1806, un curso O
de elementos de máquinas que después pasó a estar basado en la n-- m
obra de Lanz y Betancourt. O
E
Es este por tanto el primer tratado de cinemática industrial del E
2
mundo, o sea de la transformación de los movimientos, materia no -E
sólo de interés teórico sino quizá aún más en los proyectos de in- 3
geniería. --
El plan de la obra se contiene en una tabla de «máquinas elemen- 0
m
E
tales» con veinte líneas y veintiuna columnas que corresponden al O
mismo número de transformaciones consideradas. Como todos los ini-n
ciadores de un nuevo campo científico cometen algún error; en este -E
caso. por ejemplo, el considerar el movimiento de ruedas hidráulicas. a
2
La segunda edición de 1819 - d e la que ha desaparecido el tra- n
n
tado elemental de Hachette- tiene correcciones y ampliaciones im-portantes
Aparecen nuevos mecanismos. alguno de los cuales em- 3
O
pieó Betancourt en máquinas de vapor o en bombas y Breguet en
sus relojes. También se ha perfeccionado la parte teórica y se nota
un mayor interés por la dinámica, campo nuevo entonces.
Las modificaciones de la primera edición tuvieron que ser hechas
por Lanz, aunque Betancourt envió información desde Rusia -por
ejempio sobre su draga y algún otro iiiveiilo-. Se cita también por
43 García-Diego Op. czt , pág 213
44 Ver Bogoliúbov. Op. cit., pbgs. 73-80 y 161-9, o preferiblemente el
original ruso, pues yo recorté esta parte del texto al tratarse de una e&-
ción popular dingida a un público no científico
1 'io X A ' L ' A R IO DI:' E S T í I P I O S 4 %L A N T I C O S
DESPEDIDA A BETANCOURT 25
primera vez en ella el telégrafo inventado con Breguet, así como a
Bartolomé y José Sureda.
La tercera edición de 1840, muertos ya los autores, es simple re-producción
de la segunda, aunque sigue en ella indicándose que está
ampliada.
Ninguno de los investigadores indicaban que Lanz hubiera sido
afrancesado. Salvo el Espasa, cuyos muchos errores le hacían poco
de fiar. Lo único que conocía era una carta suya del período de la
guerra a la que ya me he referido 45: no es más que una presentación
de su amigo Pignatelli a Breguet, rogándole le ponga en contacto con
Prony y otros sabios del Instituto de Francia -amigos comunes se-rriiram~
nte- y sin la menor alusión política. o--
Pero he localizado un articulo de G. Vicuña 46 que prueba sin
duda alguna lo contrario.
Fue en efecto, durante el reinado de José 1 -y ello está perfec-tamente
documentado-, jefe de división de la Secretaría del Minis-terio
del Interior (nombrado en septiembre de 1809) y Prefecto, en
comisión, de Córdoba. Su opción fue la de muchos científicos libe-rales
-entre ellos su antiguo colaborador Chaix-. La guerra re-presentó
una gran pérdida para la cultura española; lo que me ex-traña
es, que este hombre de pensamiento y no de acción quisiera
introducirse en el engranaje político-administrativo.
Más tarde y al planear Bonaparte una gran Universidad para Ma-drid,
se proponen para ocuparse de la cátedra de mecánica a las
personas siguientes y en este orden. Primero, Josef María Lanz, del
que se dice conocido en Europa. Segundo, Bartolomé Sureda, inven-tor
de máqe~inas muy útiles a las artes. Y tercero, Antonio Gutiérrez,
al que no se califica.
Todo ello le obligó a exilarse a París, tras la derrota francesa.
Lo siguiente que de él sabemos es su encuentro y amistad con el
estadista Bernardino Rivadavia (1780-1845), hombre de gran talla po-lítica
e intelectual, conocido sobre todo por haber sido el primer
45 Ver nota 12.
46 Law y Betancourt, «Revista de los progresos de las ciencias exac-tas,
fisicas y naturales}), tomo X W , imprenta de la Gaceta de Madrid,
Madrid, 1905, págs 347-48
Presidente de la República Argentina. Antes de llegar a la idea de
la ruptura total, fue partidario de un estado independiente y gober-nado
por un príncipe español.
Rivadavia era un hombre totalmente imbuido de las ideas de la
Ilustración. Con sus compañeros intervino en la fundación de la Bi-blioteca
Nacional, inaugurada en 1812 y que pidió a Europa libros de
esta tendencia. En la misma fecha intentaron la formuclón de un
Colegio Porteño para el que querían contratar los servicios de dos
profesores de matemáticas, uno de física experimental, uno de quí-mica,
uno de mineralogía, un buen arquitecto a la vez dibujante y
un maestro de economía política. Se preferiria a los españoles a los
extranjeros, en igualdad CAZ méritos : los sueldos serían proporciona-para
d ~ c e r ~ rca~ h l i r t e n~l aP.p rn n~ p ~ &y o a r r e a
efecto entonces por la caída, casi inmediata, del Triunvirato 47. Más
tarde fundó la Universidad de Buenos Aires y numerosas escuelas
Ocupó la presidencia de la República durante una etapa corta
(1826-1827). En 1834 sus enemigos políticos le condenaron al exilio.
Vivió primero en Brasil y después en España, muriendo en Cádiz
Su viaje a Europa, que es el que nos interesa en relación con
nuestro personaje, tuvo un carácter eminentemente diplomático Que-ría
negociar con Francia e Inglaterra la independencia de Argenti-na
e incluso se trató de una entrevista con Fernando VII. que no
llegó a celebrarse. Llegó a Londres el 13 de mayo de 1815, pero el
mismo año ya estaba en París, no volviendo a la capital británica
hasta 1819. Asistía a menudo a las reuniones de la alta sociedad -en-tonces
también frecuentada por los intelectuales- y fue amigo de
mucha gente importante, entre los que destacan F'ranklin, Destutt
de Tracy 48 y Bentham 49.
Alberto Palcos Ra.~adat,ia, ejecutor del pensamzerzto & Mayo, Bi-blioteca
de Humanidades, editada por la facultad de Humanidades y Cien-c.
as de la Educación, tomo XXXiiI, La Plata, 1960, págs. 268-81
48 Conde Antoine Destutt de Tracy (1754-1836), filósofo francés, Ma-riscal
de Campo durante la Revolución, encarcelado un año en la epoca del
Terror, Académico y senador con Napoleón, par de Francia durante la
Restauración
Su filosofía -a la que llamaba ideología- se desarrolla a partir de
Condillac y Cabanis Influyó en Stendhal y fue amigo de Jefferson
49 Jeremy Bentham (1748-1832), filósofo inglés utilitarista, economis-
DESPEDIDA A BETANCOURT 27
Conoció también -según Indica Palcos 50- «al sabio José Lanz,
en Europa, donde goza de merecida fama por sus trabajos científi-cos.
Le hizo contratar en febrero de 1816 por un encargo del gobier-no.
Permanece entre nosotros (en Argentina) un año. El inquieto
catedrático retorna a Europa, pero deja aquí un sedimento Útil de
su pasaje por nuestra enseñanza».
Si tenemos en cuenta la fecha de llegada de Rivadavia a Londres
y la del nombramiento de Lanz tenemos que llegar a la conclusión
de que fue allí donde se conocieron. Desconocemos las razones de
la estancia en Inglaterra del sabio español.
Si suponemos que su vuelta a Europa tuvo lugar en 1817, pronto
vuelve a desear vivir en un país hispánico. Ya que en 1818 pretende
pctsar a La +labana, como profesor de mütit-&ticas y preceptur de
uno de los hijos de doña Teresa Ofarril. Pero se le niega el pasa-porte
por sus servicios a José 1
Quedaría entonces en París, trabajando en la revisión de la se-gunda
edición de su obra.
En i8Z, ei Académico de Ciencias Vázquez Queipo ie conoció aiií
er; casa del abate Melón '< amigo íntimo de Nloratín. Nos ha dejado
la única, aunque breve, descripción física de Lanz. Dice que era
ta y jurista tetimo; una de las flguras principales del pensamiento refor-mista
del siglo XIX, tanto en su patria como en el extranjero.
Su obra fundamental es An Introductwn to the PrkmpJes of Mora&
and Legzslation (1789). En 1792 Francia le nombró audadano de Honor.
A su muerte y de acuerdo con sus instrucciones fue disecado en pre-sencia
de sus amigos. Después el esqueleto fue reconstruido y dotado de
una cabeza de cera -la original fue momificada-, vestido con uno de sus
trajes y coiocado en una caja con ?rente íie cristai. 'iodo eiio pueae aun
verse en el University COollege de Londres.
50 Opl. Cit., pág. 402.
51 Vicuña: Op. cit., pág. 348
52 Erudito extremadamente culto, aunque de escasa producción. Godoy
le nombró Juez de Imprentas de la Corte en 1805, lo que le acarreó innú-meros
Üisgustos. Vivi6 en Francia, Inglaterra y Bélgica. Antonio Rumeu de
Armas: Leandro Fernánüez de Moratin y Agustin de Betalzcozcrt. Testa-monios
de zcna entr&aóZe amzstad, «Anuario de Estudios Atlánticos)), nú-mero
20, 1974 (Madrid-Las Palmas), pág. 270. También cita otra de sus
obras: Histor~ad e la cemura literarza gubernatzva em E.paAa, Madrid, 1940,
paginas 105-27.
algo corpulento, más bien bajo que alto y que su fisonomía tenía
impreso el sello de la bondad 5s.
En 1824, o sea en los comienzos de la «década ominosa», el mi-nistro
de Fernando VI1 López Ballesteros -uno de los pocos buenos
que tuvo en sus dos siniestros períodos de poder absoluto- crea el
Real Conservatorio de Artes 54.
Estaba compuesto por dos departamentos. El primero, denomina-do
depósito de objetos artísticos, comprendía máquinas -verdaderas
o en modelo reducido-, planos y descripciones escritas, así como
muestras de materias primas y elaboradas. El segundo era un taller
para conservar los mecanismos citados, construir los que encarga-ran
los particulares, instruir a algunas personas en estas técnicas y
mantener una biblioteca, inciuyendo patentes de invención.
Pero si seguimos leyendo la prosa administrativa, en el artículo 32,
después del nombramiento de director a Juan López Peñalver dos
nombres nos sorprenden. Se designa c.. para encargado del Conser-vatorio
a D. Josef Sureda con 4.700 reales sobre los 7.300 que como
conserje del antiguo gabinete de máquinas le corresponden: para
encargado del taller, a D. Bartolomé Sureda, Director de la Real fá-brica
de loza de la Moncloa, sin más sueldo que el que ya disfruta ... »
Para los que no hayan leído u olvidado mi trabajo anterior en este
«Anuario», estos dos se encuentran entre los grandes amigos de Be-tancourt
y de Lanz.
A José le hizo venir don Agustín a San Petersburgo, perfeccionó
la máquina de hilar que había inventado hasta llegar, según él, a
sobrepasar a cualquier otra conocida e hizo que el Zar le concediera
la Orden de San Vladimiro. Muestra un agradecimiento sin límites
a su protector (carta a Breguet de 1819. en la que le da recuerdos
para Lanz).
Su primo Bartolomé es seguramente el mejor amigo de Betancourt,
al menos fuera del período ruso. Colaborador suyo en París, Londres
y Madrid, atestiguó en 1797 su curioso expediente de soltería y gra-cias
a infheficiu legr6 &tener e] cargo de iEter?deRte de ]a $5-
brica de porcelana del Buen Retiro, destruida en la guerra de la
5s Vicuña: Op &t , pág 349.
54 Decretos del rey nuestro señor don Fernando VII Tomo noveno,
1825, págs. 1155-60. Real Orden de 18 de agosto de 1824
1'14 4 Y U R R I O DI? E S T U D I O S A T L A N T I C O S
DESPEDIDA A BETASCOf'1:T 29
Independencia 55. LOS dos hombres se querían y se necesitaban. Una
vez que tuvieron algunas diferencias escribe Sureda: ... il a besoin
de quelq'un avec qu'il puise faire ses causettes de machines, et voila
ce qui nous racornmodera toujours. Yo he resumido su vida y publi-cado
veinticinco cartas de él y de su mujer 56 a Breguet 57.
El Conservatorio se fundó muy poco más de un mes después de
que Betancourt falleciera en tierras lejanas. Las comunicaciones eran
entonces lentas, pero un día llegaría a los primos Sureda, que tan-tas
veces le habrían recordado y hablado de él, la fatal y triste no-ticia:
don Agustín ha muerto ...
El centro científico en que ambos trabajaban, por su propia rno-destia,
puede haber sobrevivido a la política despótica que hace que
C~!~murdeci erre en 1 8 3 todas !as Uskzrsidades 58.
En 1831 Bartolomé Sureda está ya retirado en su ciudad natal de
Palma de Mallorca, aunque sólo tiene sesenta y cuatro años; dice
su mujer que se ha hecho muy perezoso y solitario: quizá rumia el
recuerdo de su compleja vida Su primo José pudo continuar en el
ConrwvaPnr~n j7 zún dingr!~; YF'UCG~OYCO SU fechu de r,uc;mirr,t~
Pero en 1832, el Conservatorio recibe una solicitud para un cargo
de profesor y el director recomienda se le conceda. El solicitante se
llama José de Lanz y tiene sesenta y ocho años.
La hipótesis más probable parece ser que habitando -como gran
parte de su vida- en Francia, sintió nostalgia por su patria y quiso
trabajar en ella los años de su vejez: hay que tener en cuenta, ade-más,
que las fechas de jubilación no se cumpiían tan estrictamente
entonces como ahora y podía esperar cierto tiempo de esfuerzo útil
en su cargo.
55 Se le hizo &rector facultativo de la de la Moncloa, m& mnd~sta,
en 1821, después de un período de exilio, debido seguramente a su afran-cesamiento
bien probado en mi anterior trabajo en este Anuario.
$6 En dos de ellas se cita el nombre de Lanz.
57 Cuando estaban en París, Betancourt, Lanz, los Sureda, el Conde de
Casa Valencia y seguramente otros espafíoles que no les escribieron, asis-tían
a la tertulia del genial relojero y científico Breguet y de su familia
en el Quai de L'Horloge Todos conservaron un recuerdo encantador de
estas reuniones
58 En 1825 y 1826 se habian creado cátedras de geometría, mechnica,
física y química A Fernhdez de los Ríos: Czcla de MadTid, manual de2
rnadr61eGo y del forastero, Madrid, Oficinas de la Ilustración EspaíTola y
Americana, IMDCCCLXXVi, pág. 253.
30 JOSE A GARCU-DIEGO
Pero para acceder a su petición hay que poner de nuevo en mar-cha
la máquina administrativa, para que informe sobre sus méritos
o incompatibilidades. La Armada (Docs. núms. 16 y 17), como cuando
trataba de enseñar en la Escuela de Caminos y Canales remite la
excelente Hoja de Servicios hasta su cese en 1794 e incluso lleva su
amabilidad hasta suponer -lo mismo podría haber sido lo contrario-
«que si ha seguido después de aquella época en que quedó separado
de este Cuerpo perfeccionando y atendiendo sus conocimientos en
esta clase de ciencias, debe inferirse que tendrá la instrucción y re-quisitos
convenientes para obtener y ser acreedor a dicha plaza.. »
En cuanto a los afrancesados, muchos habían regresado años antes
y los Últimos pudieron acogerse a la amnistía otorgada por la reina
Maria Cristina, rmn& 12 enfermed~U Ue sii maride hize se !E m-cargara
del despacho. No es posible se le pusieran inconvenientes
por ello.
Con la recomendación del director del Conservatorio y los infor-mes
favorables de la Armada parece seguro que obtuviera su cargo
de profesor. Y pasara unos años en Madrid investigando sobre sus
amadas máquinas.
Sobre su muerte sólo tenemos la afirmación del químico Rodri-guez
Mourelo, que en una conferencia de 1886 en el Ateneo madri-leño,
la fija en 1839, en París y en casa de los Breguet, la familia
con la que le unía una íntima amistad.
Ello nos indica que se retiró del Conservatorio y que volvió a pa-sar
los últimos años de su vida en la patria de su mujer. Por la
que había renunciado a una carrera en la Armada que probable-mente
le hubiera llevado a alguno de sus más altos grados; pero
que me parece poco compatible con su carácter inquieto y errante
Por cierto que ella debía haber fallecido antes, pues el autor ci-tado
dice que recogió su último suspiro Antonio Gutiérrez 58: O sea
el tercer catedrático propuesto con él para la nonata Universitaria
madrileña de José 1.
En la pared de la cátedra grande del Conservatorio de Artes, ha-bía
un busto de Lanz, pintado por Antonio García en 1848 60: proba-blemente
para recordar que había trabajado en él un sabio de re-nombre
internacional.
-
59 Vicufia Op cit , págs 348-9
60 Vicuña- Op czt , pág. 351
176 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N 7 I C O . Y
Estaba entonces el Conservatorio ocupando parte del convento de
la Trinidad; también albergaba éste el Museo Nacional de Pinturas,
cuyos fondos pasaron más tarde al del Prado y hasta un teatro pri-vado.
Más tarde fue Ministerio de Fomento. El edificio original data-ba
de 1547 y era obra del arquitecto Gaspar Ordóñez. Pasó al Es-tado
cuando la exclaustración 61 y hoy ha desaparecido ".
Ya había yo indicado 63 que García Ormaechea había hecho un
descubrimiento importante sobre este tema y que pensaba publicar-lo.
Su muerte hace que tenga que ser yo el que lo haga. Estaba en
ia parte de sus papeies que yo considero desthados a completar ia
biografía de 1960 64.
Dice lo que sigue:
«En 23 de marzo de 1808 entra Murat en Madrid, como aliado, se-gún
la versión oficial, y de paso para la invasión de Portugal, alo-jándose
con sus tropas en el Buen Retiro. Pero no lo encuentra con-fortable,
tal vez por haber sido saqueado tres días antes por el
motín popular, consiguiente y reflejo del de Aranjuez ocurrido el
día 18. Murat se instala el día 24 en la antigua casa de Godoy, en
la calle del Barquillo. En el Retiro, donde estuvieron las caballeri-zas
reales, queda la caballería ligera del General Grouchy, que sal-drá
de allí el día 2 de mayo para subir por la calle de Aicalá a la
Puerta del Sol.
En aquel palacio de1 Retiro, atropellado ya por las turbas y ocu-pado
por los franceses, estaban abandonadas a su suerte, y tal vez
en peligro si todavía no habían padecido estrago, las 270 máquinas
que componían el Real Gabinete de Betancourt, la mayor parte de
ellas construidas en su taller de París. El Gabinete comprendía ade-más
un conjunto de 358 planos dibujados por don Agustín y 100 Me-
61 A. Fernandez de los Rfos: 0 p . czt., pags. 274-75.
62 Agradezco a Antonio Rumeu de Armas y a José Martínez Ruiz, In-vestigador
en el Museo de San Telmo de San SehastiBn, el que me hayan pro-porcionado
datos para escribir este apartado.
63 García-Diego: Op cit., pAg 16.
64 Ver nota 2.
morias origmales ilustradas con 92 gráficos de su mano. Con el buen
deseo de conservar en las posteriores vicisitudes por que pasó el
Real Sitio, las máquinas son trasladadas a la Academia de Bellas
Artes, comenzando una peregrinación cuyo final desconocemos, pero
de cuyo principio se da cuenta en la Junta particular de 10 de sep-tiembre
de 1808, ausente ya José Bonaparte de su primera y fugaz
estancia en Madrid. Copiamos del acta»: Por Orden dz 20 de jmio se
depositaron provzsionaimenie en las Salas de dzbujo de la Academia.
las Máquinas del Gabinete dzZ Buen Retzro, y en contestación a la
primera Secretaria de Estado y a la Dirección General de Correos
Caminos, manifesté que debian quedar desembarazadas de dichos
efectos las referidas salas a lo más tarde para mediados de este
.I-I-E-- S - en yüe üüeluez G cibrine los EstxdZos. Cm este m~t i v ve q m e
que no habiéndose trasladado todavia las máquinas g necesitando las
Salas de un estropajeo seria convenzente pasar oficio a la expresada
Direcczón dr Correos a fin de que puedan abrirse los Estudios a prin-cipios
de octubre.
«Se ve, pues, que las máquinas fueron llevadas a la Academia
por orden de la Secretaría de Estado, antes de la entrada de José
Bonaparte, de un modo precipitado, puesto que se buscó un aloja-miento
provisional. Interviene en el traslado la Dirección General
de Correos y Caminos, y cuando a ella se le contesta con ocasión de
hacer el depósito y cuando se decide oficiarla para que lo retire, pa-rece
que ha sido la ejecutora de una orden superior, ya que si es
de su cuenta el llevarse las máquinas hemos de deducir que ella
fue quien las trajo. No olvidemos que Betancourt era simultánea-mente
Director del Real Gabinete de Máquinas, Director General de
la Renta de Correos e Inspector General de Caminos, por lo que la
Dirección General de Correos y Caminos pudo intervenir conside-rando
el Gabinete como propio, aparte de ser un material de ense-ñanza
que interesaba al ramo. Ya dijo la Academia, cuando recibió
el depósito, que había que desalojar las Salas para mediados de sep-
Lu2 e-i-i-lwL-e- y esa h n t a d d ?O amzrda redamar!= de eflcie, !e que se
hace con fecha 12, a lo que se contesta por la Dirección General de
Correos y Caminos el día 19, según se comunica en la Junta par-ticular
de1 2 de octubre de 1808, en la que se hace constar que ya
habían quedado libres las Salas de dibujo.
¿A dónde fueron las máquinas? No se dice en las actas y no sa-
17-8 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOY
DESPEDIDA A BETANCOURT 33
bemos si se diría en los oficios, que hemos buscado en el archivo
infructuosamente. Pero en él deben estar, ya que en el catálogo de
documentos manuscritos hemos tropezado con la siguiente referen-cia
»: Real Gabinete de Máquinas. Incautación por la, Academia su
entnqa a Ea Sociedad econhica matritense. Legajo 1-34. «Ya hemos
visto que no fue propiamente una incautación, sino una recepción
obligada y a disgusto. Ahora nos enteramos de que pasó el depósito
a la Sociedad económica matritense, que estaba instalada en las Ca-sas
Consistoriales (J. 0. 8 julio 1804) y por esta pista habrá que en-caminar
las investigaciones futuras, puesto que las presentes han
fracasado. En el legajo referido no han aparecido los documentos
relacionados con estas máquinas, pudiendo estar traspapelados en
alguna otra carpeta. llegaremos algún día a conocer el catálogo
detallado del Real Gabinete? ¿Encontraremos algunos restos de los
mecanismos que construyó el propio Betancourt?~
El mérito fundamental de García Ormaechea es el haber encon-trado
que el maravilloso gabinete de máquinas no fue destruido en
1808 y el haber seguido su rastro, primero en la Real Academia de
Bellas Artes y después en la Sociedad Económica Matritense. Pero
y de acuerdo con las últimas líneas de su escrito, jno podríamos lle-gar
más lejos, aunque fuera en el terreno de la hipótesis?
En esta fecha Betancourt estaba fuera de Espafia, pero su prin-cipal
colaborador en la creación del gabinete, Bartolomé Sureda, no
se exilió hasta 1809 y Lanz en una fecha más o menos coincidente con
el final de la guerra. Ambos eran afrancesados y de rango relativa-mente
importante, sobre todo el segundo. No es de creer dejaran
perder este tesoro, fabricado en Francia y concordante con la moda
científica de la época.
Por ello no me parece disparatado suponer que pudo quedar al-macenado,
bien en la Matritense -que estuvo y está en la Casa de
los Lujanes de la plaza de la Villa- o en otro sitio.
Y ello hasta la fundación del Conservatorio de Artes por la Real
Orden a que nos hemos ya referido 65, pues en su artículo 10 se lee:
«El fundamento del Real Conservatorio será el antiguo gabinete de
máquinas, los modelos y objetos sueltos que existen en el departa-mento
del fomento y balanza, y cualesquiera otros que pertenezcan
65 Ver nata 54.
2V4?n 24 (1978) - 179
a S. M. y no tengan aplicación exclusiva». Y a cargo de ellos estaba
el mismo Bartolomé Sureda, ya repatriado y más tarde Lanz.
E1 Conservatorio estuvo primero en la calle del Turco (actual-mente
Marqués de Cubas) en el edificio que ocupa hoy la Escuela
de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos. Se trasladó, hacia 1847, al
antiguo convento de la Trinidad, al que nos hemos referido en el
apartado anterior; para localizarlo diremos que en parte de su solar
se edificó el teatro Calderón. Tuvo una vida próspera, aumentando
constantemente sus actividades -fue el germen de la carrera de in-geniero
industrial- y no parece haber razón para que no conservara
sus materiales didácticos.
Al trasladarse el Ministerio de Fomento a su nuevo edificio -hoy a
Ministerio de Agricultura-, lo que debió ocurrir a finales de la pa-sada
centuria, se destruyó el antiguo convento y no se a donde fue O
el Conservatorio, aunque el averiguarlo no debe ser difícil. n-- m
Dejo pues aquí una pista para que algún investigador pueda qui- O
E
zá encontrar, aunque sólo sea parte de los modelos y dibujos, lo que E
2
E constituiría un descubrimiento importante.
3
4. RUSIA: EL HOMBRE TRIUNFANTE
-
0
m
E
Desde su llegada a este país, Betancourt hace la conquista del O
E
Emperador. Y ello no sólo por sus méritos técnicos y científicos, que
le sirven para acceder rápidamente a diversos cargos importantes
-uno equivalente al de Ministro- muy bien pagados y con gastos
de representación que le proporcionan un alto nivel social. Sino por-que,
además, es su amigo íntimo e mfluyente.
Padrón Acosta dice que con frecuencia le invitaba a su mesa,
trabajaba con asiduidad en su propio gabinete ... le trataba más que
como a un súbdito como a un amigo ... y le regaló su retrato guar-necido
de brillantes. Cita también dos cartas a él dirigidas. En una
dice: «Yo tengo esta tarde mucho que hacer, General, y no que-riendo
hacerte esperar, te suplico que vengas mañana a las ocho.
Todo tuyo, Alejandro» (25-11-1811). Y la otra: <d'odavía me veo obli-gado,
General, a posponer nuestro trabajo para mañana a la tarde,
por haber estado todo el día ocupado en despachar correos. Te su-
60 Op. czt, pág 28
180 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOJ
DESPEDIDA A BETANCOURT 35
plico que aceptes mis excusas. Alejandro» (26-1-1824, fecha segura-mente
equwoeada, por lo que veremos más tarde).
Mucha de esta información debe proceder de papeles inéditos que
conservan, en la isla de Tenerife, sus descendientes colaterales.
No considero, por ello, del todo innecesario, hacer un resumen de
la vida de Alejandro 1 (1777-1825).
Las extrañas contradicciones de su carácter hacen de él una de
las figuras más difíciles de comprender del siglo XIX. Autócrata y
jacobino, hombre de mundo y místico, fue un enigma para sus con-temporáneos,
que cada uno interpretó según su temperamento. Na-poleón
le consideraba un <<bizantino de poco fiar». Para Metternich
era un loco al que había que seguirle la corriente. Castlereagh le
concedía «grandes cualidades», pero decía que era «suspicaz e irre-soluto>>.
Educado en la Corte ilustrada de Catalina 11, le enseñaron al
mismo tiempo las doctrinas humanitarias de Rousseau y las tradi-ciones
de la aristocracia rusa: ambas tendencias están presentes en
toda su vida.
Subió al trono en 1801, después del asesinato de su padre Pablo 1;
de cuya preparación él tenía previo conocimiento. Durante su pri-mera
etapa de reina60 fue moderadamente reformista.
Después de una guerra con Napoleón en la que fue derrotado en
Tilsit, vino la paz y la entrevista entre ambos en el mismo lugar
(1807) y más tarde la de octubre de 1808 en Erfurt -donde entre los
acompañantes de Napoleón estaba seguramente Betancourt-.
La ruptura entre ambas potencias se produjo en 1812 y la inva-sión
de Rusia. Terminada ésta, mantuvo una actitud moderada en
el Congreso de Viena. Pero ante los movimientos en favor de la li-bertad
en distintos países de Europa, actuó en su última etapa como
un autócrata, sobre un pueblo cuya clase dominante estaba, en gran
parte, corrompida y dijo que <tomaría en sus manos los intereses
de su pueblo y de su religión». Como siempre hacen los dictadores.
~ c ~ & lfpupsro c diirade e p ~ c lla s rplacinnp- &re Españl y
Rusia? Disponemos para ello del excelente libro de Ana María Schop,
«Las relaciones entre España y Rusia en la época de Carlos IV» s7,
67 Publicaciones de la Cátedra de Historia General de España, Barce-lona,
1971.
N4m 24 (1978) 181
que desgraciadamente sólo se refiere a la primera parte del período
que estudiamos.
Espigamos de él algunos detalles curiosos. Al ser coronado Ale-jandro
1, ambos países estaban en guerra. La había declarado su
padre en 1799. Rusia y Nápoles habían introducido en su Alianza
una cláusula secreta para expulsar de Malta a los franceses. Y más
tarde se acordó se ocupara ésta por tropas rusas, inglesas y napo-litanas,
restituyéndose después la isla a la Orden. Carlos IV se opuso
y -aun en contra de las órdenes del Vaticano- incorporó a la Co-rona
todos los bienes españoles de la Orden de Malta y, en 1802, se
proclamó a sí mismo Gran Maestre. La guerra fue, por tanto, más
o menos teórica.
En la segunda etapa del gobierno de Godoy, volvieron a produ-cirse
fricciones. Dos países no católicos, Rusia, desde Catalina 11,
y Prusia, desde Federico 11, habían permitido la entrada y el es-tablecimiento
de noviciados a los jesuitas, después de la disolución
de la Orden. Finalmente Pablo 1 logró del Papa Pío VII el resta-blecimiento
de la Compañía de Jesús en el Imperio ruso. Como es de
suponer esta actitud no estaba basada en motivos espirituales. Uti-lizaba
a los jesuitas como «columna subversiva» de infiltración en
los territorios cercanos a las posesiones españolas: por ejemplo, en
Alaska. Para hacerlos llegar allí tuvo que establecer contactos con
el Emperador de China.
En 1806 Godoy firma la Alianza con Rusia: este acto político equi-vocado
destruye la posibilidad, aunque fuera mínima, de haber evi-tado
la invasión de España por los franceses.
Sobre las etapas siguientes, diremos que Rusla reconoció a las
Cortes de Cádiz. Más tarde, ya en el primer período absolutista, la
política española se inclina -equivocadamente- a la amistad de
Rusia y Estados Unidos, apartándose de la Alianza de Francia, In-glaterra
y Rusia, cuyo principal artífice fue TaIleyrand. En efecto
Ruslz estaba demasiado alejada para conctitwr un aliado útil y !os
Estados Unidos al mismo tiempo ayudaban a los independentistas
de las colonias americanas.
El embajador ruso Tatistcheff era el árbitro de la política, IIe-gando
a traducir al francés -pues no había otro capaz de hacerlo-las
cartas de Fernando VI1 a Alejandro 1. Por orden de este último
intervino a veces para suavizar la represión; estoy moralmente
182 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C 0 . 5
5.-Caja de rapé con busto de Alejandro 1. (Coleccibn
particular, Madrid.)
DESPEDIDA A BETANCOURT 37
seguro de que Betancourt también haría algo en este sentido en
San Petesburgo.
Pero en cambio hay que cargar al Emperador el que, por medio
de Tatistcheff llevara a cabo el repugnante trato por el que vendió
a España, cuya marina estaba ya muy en decadencia, una serie de
barcos rusos inútiles y aun podridos. El embajador, que formaba par-te
de la «camarilla», sobornó a sus miembros y según dice Villa-
Urrutia 68 «túvose por cierto que no quedó olvidado el Rey en el
repartop.
con este título: que es el de la excelente biografía de Pío Baro-ja
vamos a tratar de uno de los más curiosos amigos de don Agus-tín
'O. Nos basamos en sus zmenas Memorias 71. Dedicamos a ello
68 Pemartüo VII Rey absolzcto, Madrid, Francisco Beltrán, 1931, p8g. 125.
69 Espasa Calpe, Madrid, 1933. Forma parte de la importante serie
<Vidas españolas e hispanoamericanas del siglo XIX».
70 Nació en San Fernando en 1788 en una familia en la que las razas
se entremezclaban. era, como dice Baroja, un anglo-germano-italiano-es-pañol.
Estando en Madrid el 2 de mayo de 1808, fue uno de los hgroes de esta
jornada. Pasó de la marina al ejército y lo que es más extraño, al bando
de los afrancesados, llegando a visitar en Francia a José 1. En 1809 les
traicionó, logrando, al no saberse que había cambiado de lado, la ocupación
por los españoles de Mrida, Mequinenza y Monzón, lo que dificultó de
modo importante las comunicaciones del enemigo.
Durante el absolutismo tuvo, como masón entusiasta, una intervención
importante en las conspiraciones liberales. Ello le llevó a la cárcel madri-leña
de la Inquisición, donde fue torturado, pero logró escapar por medio
de un plan muy bien ideado y con ciertos aspectos románticos Llegó en-tonces
a Londres y, desde esta ciudad a San Fetersburgo, comenzando su
aventura rusa, objeto de este apartado de nuestro trabajo.
En 1821 estaba de nuevo en España y logró señaladas victorias contra
las partidas rebeldes. Al producirse la segunda invasión francesa emigr6
a G"ua y a los Estadcs 16xidoa.
En 1830 está en Bélgica. En la guerra contra los holandeses, fue el jefe
de la heroica defensa de Bruselas y uno de los máximos caudillos de la
revolución que logró la independencia de1 pafs Vivió allí hasta 1836.
Volvi6 2 Espafia combatiendo en la pnmera guerra carlista
Teniente General del ejército belga y Mariscal de Campo espailol, tuvo
una vejez apacible en su pueblo natal, hasta su muerte en 1864.
una parte seguramente excesiva dentro del total del articulo y en
pzoporción a su relación con Betancourt. Pero -además de mi in-dudable
entusiasmo por este valeroso y errante personaje- creo
que en la obligada sequedad de un trabajo histórico documentado, no
viene mal introducir una parte que nos indique el clima vital de la
época 72.
Don Juan Van Halen decidió alistarse en el ejército ruso por dos
razones. Una, porque Rusia estaba tan alejada de España que no
había posibilidad de una guerra entre los dos países, la otra, bas-tante
extraña, porque su soberano era el más ilustrado y liberal de
todo el continente. Ni siquiera le afectó el hecho de que Alejandro 1
hubiera dictado un ukase prohibiendo ninguna nueva entrada en sus
ejércitos de oficiales extranjeros.
Sus bie~es consistían en un traje apropiado para la primavera
madrileña, un portamantas y algo menos de sesenta libras esterlinas.
También diez cartas de presentación -entre ellas una para Betan-court-,
número que aumentó durante el viaje. No sabía ni una sola
palabra de ruso.
Pasó a Hamburgo, después en diligencia hasta Berlín y desde
allí en el coche del secretario del Cónsul ruso que deseaba compa-ñia
en su vuelta a la patria.
Se inquietó éste por su ligera vestimenta y tuvo que convencerle,
por orgullo, de que no necesitaba nada más que su capa, ya que
Como resumen de la vida de este simp&tico militar copiamos de Baro-la.
«Don Juan podía considerarse como un hombre afortunado, para quien
fa vida fue relativamente fácil Había sido español, frances, ruso y belga;
habfa intrigado y habfa conocidos Reyes, Príncipes y Emperadores; habfa
brillado como joven y elegante; había sido un Don Juan; ya no era mas
que un viejo andaluz, que tomaba el sol y paseaba por el Vergel y por la
plaza del Polvorista, contando a sus amigos sus aventuras»
71 Narrative of Don Juan Van Haíen's Imprisonmmt in the dungeorts
of the Inqzczsztion at Hadrid, and his escape in 1817 and 1818; to which are
adüed his journey to Russia, his Campaing with the Army of the Caucmus,
and hk retzcrn to Spair, in 1821. Edited from the original spanish manzcs-cript
by the azcthor of «Don Esteban)) ami «Sandoval», Londres, Henry
Carburn, New Burlington Street, 1827.
Las dos primeras ediciones fueron ésta y la francesa de la misma fe-cha.
En España no se publicó hasta 1842.
72 Sobre la autenticidad de lo que se refiere en las Memorias, ver Ba-roja:
Op. &t., pags. 25-7.
184 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N I I C O S
DESPEDIDA A BETAXCOURT 39
siendo español y nacido en un clima cálido era capaz de resistir el
frío que le esperaba, como si fuera un nativo de aquellas tierras.
Al pasar la frontera rusa la situación empeoró todavía desde este
punto de vista, ya que su compañero le dijo iban a encontrar cosa-cos
a los que su capa disgustaría y como consecuencia él mismo, no
sabiendo lo que entonces podría ocurrirle; se la quitó por ello, pen-sando
en venderla a algún judío, a pesar de su mal estado.
Habiendo llegado su amable amigo a su destino, la ciudad de
Dornat en Livonia, continuó el viaje solo, en coche de posta por una
zona cubierta de espesa nieve. Habiéndole dicho su compañero que
dando a los postillones algunas pocas monedas de cobre irían más
deprisa, logró éxito con este método, además de grandes manifes-taciones
de agradecimiento. Pero uno de ellos mostró un excesivo
entusiasmo y los caballos a galope se desbocaron, el coche se rompió
y Van Halen salió despedido, chocando contra una roca y quedando
con el pecho magullado y herido. Llegó así a la posta más próxima
donde, sin aceptar asistencia médica, siguió el viaje a San Peters-burgo,
primero en trineo y después en coche donde pudo acomodarse
sobre un colchón que le prestaron.
Al llegar a la capital encontró que no había familias que acepta-ran
huéspedes por no existir, según dice, la clase media que en otros
países se dedica a estos menesteres. Probó entonces en los hoteles,
tardando mucho en encontrar uno en el que le admitieran, pues es-taban
acostumbrados a clientes bien vestidos -con pieles-, acom-pañados
de un criado y generalmente condecorados. Por fin llamó
a un médico, que le recetó un gran número de sanguijuelas, cuyo
coste dejó casi exhausta su ya magra bolsa.
A los tres días estaba curado y empezó sus gestiones.
Sus primeras visitas a personalidades fueron, como era de espe-rar
inútiles, hasta que le llegó el turnó a Betancourt. Este, según
dice, le recibió con toda la cordialidad de un verdadero compatriota
Descubrió además que había conocido a su padre, alto funcionario
en una provincia, que había sido dimitido durante el mandato de Go-doy
7s. Aunque no quiso hacerle concebir falsas esperanzas, le ma-
73 Baroja, op. czt, pág 33, dice que su padre era comerciante en Cádiz
Pero parece más probable fuera oficial de marina como indica E. Barbudo
Duarte: Pasaportes de h Real Armada, S de Bibliófilos Españoles, Madrid,
M(JMLXXVIi.1, pág XIV.
Núm 24 (1978) 185
nifestó que pondría toda la influencia que poseía a su favor. Van
Halen dice de él que el Emperador le apreciaba grandemente, por
su talento y por la probidad de su carácter. Pero que sus méritos
suscitaban la envidia de otros cortesanos que -aunque poderosos e
influyentes- no lograban le quitara el alto cargo que tan justamente
ocupaba; ya trataremos después de cómo, pocos años más tarde,
alcanzarían su objetivo.
Sabía Van Halen que Betancourt tenía sólo tres oficiales del ejér-cito
español ocupados en la dirección de obras públicas. Pero es
curioso hacer notar que cuando vio en San Petersburgo a otros de
sus empleados dedicados a las mismas funciones, siente tanta re-pugnancia
por este trabajo, que compara con el de los albañiles, que
dice preferir, a pesar de lo elevado del sueldo que cobraban, sentar
plaza de soldado raso en el ejército ruso; su grado en España era
entonces de teniente coronel de caballería. Desde luego su opinión
sobre las fiofesiones de ingeniero y arquitecto no podía ser más
baja: excluía desde luego de ella a Betancourt, por ser General,
aun siendo este grado honorífico y don Agustín hombre de paz.
Fue finalmente Betancourt el que logró que fuera nombrado por
el Emperador mayor de caballería del ejército ruso después de con-seguir,
con gran trabajo, convencerle de que visitara al represen-tante
de España -o sea del Gobierno absolutista- Cea Bermúdez,
que también era su amigo 74. Este le ofreció reponerle en su grado
en España y darle un puesto en el ejército de Amér~ca; lo que
Van Halen rehusó.
El nombramiento del Emperador fue debido únicamente a la in-sistencia
de Betancourt. Se negó a hablar al oficial español que tuvo
que pedir destino en Georgia, a la que el autócrata llamaba «La Si-beria
caliente», porque era donde tenía concentrados a todos los
oficiales de ideas liberales.
Con su flamante uniforme -también regalo de sus amigos- em-
74 Las hljas de Betancourt bordaron las banderas del Regimiento Im-perial
Alejandro, compuesto de españoies desertores durante ia campaña
de Rusia y que el Zar devolvió a su patria. Este regimiento fue derrotado
en la lucha contra las tropas de Riego.
Después no he podido saber más de su historia, ni fotografiar las ban-deras;
a pesar de haber hecho gestiones en el Museo y el Servicio Histórico
del Ejército.
3 86 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A h ' t I C O S
7.-Circulo de la Nobleza en Nizhi Novgorod, en e1 año 1820. Cerca de 61 vivlan Betancourt y sus ingenieros. (Archivo del
Profesor Bogoliúbov.)
DESPEDIDA A EETANCOURT 41
prendió el largo viaje hasta el lugar de su destino; pero después de
pasar por Moscú se desvió a Nizhi Novgorod, alojándose allí en la
casa de Betancourt; lo que nos permite añadir algunos detalles a lo
radicado en otra parte de este trabajo.
En una galería de esta casa -cercana al Círculo de la Nobleza-había
instalado don Agustin una cámara oscura donde invitó a un
tártaro, para observar sus reacciones. Este parecía creer al princi-pio
se trataba de algo sobrenatural pero después, al ver pasar el
puente a algunos paisanos empezó a hacer preguntas que al no ser
contestadas por los dos amigos, que desconocían el idioma, dege-neraron
en violentas e incesantes geslic-zlaciones.
Con él vivían sus tres colaboradores técnicos: Bauzá -el autor
ciei famoso pueiite de Varsovia-, Viado y Espejo. T~dcs&= s eran
antiguos oficiales españoles, conocidos de Van Halen y emigrados
liberales.
Desde allí continuó su viaje hasta el Cáucaso, a las órdenes del
General Yermolow, uno de los militares más relevantes de Rusia.
mra-l-L&lc: -;:l-pAu en las zamp&as ccr, su hnhitiiol rrolnr e i n t ~ l i b ~ n o i a
r r u u r v u u r r urvr u ~ u u r ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ .
En 1820 recibe un paquete de cartas, entre ellas una de su padre
y otra del príncipe Galitzin, anunciándole el triunfo de la libertad
en España 75. Enseguida solicita a Yermolow volver a su país.
Su último contacto con Betancourt empieza cuando se entera de
que estaba también en el Cáucaso y quiere despedirse de él. Se pre-senta
inesperadamente en su residencia de Kislov, donde según dice
In llegada de1 gran personaje había producido mucha alegría entre los
comerciantes que esperaban de él alguna medida que les fuera fa-vorable.
Betancourt aprobó totalmente los motivos que le inducían a
dejur e! ejerc~te ruw. Pero 1- aconsejo q11e antes volviera a San
Petersburgo para dar gracias al Emperador por los favores recibi-dos;
podían hacer el viaje de retorno juntos desde Crimea, que
era su destino final.
Por invitación de Yermolow -que le entregó Van Halen- desvió
su ruta para cruzar el Cáucaso y conocer sus problemas. Viajaba
Betancourt muy confortablemente en una caravana que podía mar-char
noche y día sin interrupción y tenía un servicio de cocina; tam-
7s El segundo le dice que pronto podrá volver a <su cara patria» y co-mer
«olla podrida».
Núm 24 (1978) 187
bién con un importante séquito incluyendo un General ayudante. Los
calmucos, no acostumbrados a tales espectáculos, les rodeaban cuan-do
hacían alguna parada y cogían las sobras de su comida. Los chi-cos
una vez utilizaron como recipiente para ellas la misma gorra
de viaje de Betancourt.
Es al entrar en las fértiles llanuras cuando decía a menudo la
frsise citada por variets autores: ¡esto es lo mismo que Andalucía!,
esto es nuestro amado país, con todos sus encantos y toda su abun-dama
Y se detenía muchas veces para dibujar los hermosos paisajes
En Tiflis Betancourt se encontró con Yermolow y pudo además
ser testigo del desgraciado final de la carrera militar de Van Halen
en el ejército ruso. Llegó allí un mensaje condecorando y ascendien-do
a los se habían &stingui& en la caiiipaca; para 61 por
odio que al Zar le había producido el triunfo del liberalismo en Es-paña,
había una orden de separación del servicio y expulsión de
Rusia.
Ni Betancourt ni Yermolow se atrevían a comunicársela. Final-mente
lo hizo el primero, al tener que partir. Por si necesitaba di-nero
le dio un documento de crédito, válido en cualquier país eu-ropeo.
Le dijo debía venerar a Yermolow como a su padre; lo que
yo interpreto que sin él su suerte podía haber sido aún peor. Y
después de despedirse, con los ojos llenos de lágrimas, entró en su
coche..
Me ocuparé únicamente de aquellos puntos en los que puedo apor-tar
algún dato nuevo. Para el resto, o sea las obras que pude ver
durante mi viaje a la Unión Soviética, sólo daré una breve impre-sión
personal.
La draga mecánica.
El dragado en sus formas más primitivas existía ya en la remota
antigüedad; los asirios y los chinos lo utilizaron hace miles de años
para la limpieza del fondo de sus ríos. Los musulmanes sacaban el
coral de los fondos marinos, desde barcos, en Africa del norte y
158 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N 7 I C U . 5
DESPEDIDA A BETANCOURT 43
cerca de Sicilia y Cerdeña. Ya dentro de nuestra civilización, apa-recen
máquinas aplicables a puertos y zonas pantanosas en los có-dices
de Leonardo da Vinci. Y los holandeses las han utilizado du-rante
siglos para ganar al mar grandes extensiones de terreno y
para mantener sus puertos, principalmente Amsterdam.
La fuerza motriz, en todos los casos, la suministraban hombres o
animales.
Betancourt, en carta a sus padres de 10 de enero de 1789 dice ha-ber
inventado cana máquina para desaguar los terrenos pantanosos,
movida por el viento, que ha gustado mucho y ha sido aprobada por
todos los hidráulicos que la han visto». Siendo el viento la fuente de
energía no era, desde luego, una draga mecánica. Yo no he encon-trado
antecedentes de este sistema, aplicado al dragado, en las His-torias
generales de la tecnología que he podido consultar; lo que no
quiere decir que no existan. En cualquier caso no me parece un mé-todo
muy práctico, a no ser que se tratara simplemente de una
modificación del molino de viento; que por cierto aparece -equivo-cadamente-
como uno de los mecanismos elementales en el cuadro
general del Essai sur la composition des much.ines.
En 1791, por medio del bailio Francisco Antonio Valdés, remite el
proyecto de otro artefacto a la junta de generales de la Armada, que
lo aprobó con plácemes 76.
En este caso ya se trata de una draga de vapor. En efecto, en el
documento inédito sobre la máquina propuesta para el puerto de
Kronstadt (Doc. núm. 18) 77 dice Betancourt, después de indicar que
es necesario un sistema de más potencia y menos caro que los has-ta
entonces empleados; las máquinas de vapor reúnen estas condi-ciones
y las he propuesto hace diecisiete años para limpiar y pro-fundizar
los puertos de Cádiz y Cartagena: el comité de la Marina
en su informe del 17 de septiembre de 1792, después de haber hecho
de ellas los mayores elogios, no encontró otro inconveniente que el
c'e producir efectos demasiado potentes.
Recordamos que fue él quien hizo conocer en Europa continental
la máquina de vapor de doble efecto, en su comunicación a la Aca-
76 Se citan ambas máquinas en Padrón Acosta: Op. m€, pág 38
77 Agradezco su envío al profesor Kraskovskii, rector del Instituto de
Transportes y Comunicaciones, que ha sustituido al fundado por don Agustín
44 JOSE A GARCIA-DIEGO
demia de Ciencias francesa de fecha 15 de diciembre de 1789 y
este tipo de máquina es indispensable para mover un rosario de
cangilones. Por lo tanto esta draga puede considerarse la primera
proye-ada a no ser que se hubieran adelantado en el Reino Unido,
de lo que no hay noticia.
El lector puede observar que en tres Üe las figuras que el profesor
Bogoliúbov ha tenido la amabilidad de enviarme de su archivo, apa-recen
títulos en castellano. Podemos, por tanto, suponer que se re-fieren
al proyecto de 1791, aunque no hay ningún impreso ni manus-crito
en este idioma en la bibliografía de Cioranescu *".
Sobre la historia de las dragas británicas disponemos de un ex-celente
trabajo La primera que funclonó utilizando una máquina
de vapor fue la fabricada en 1796-97 para el puerto de Sunderland.
La rnáquma era una Boulton 8z Watt de 4 HP, que movia, pro-bablemente,
dos dragadores de saco de cuchara. La máxima pro-fundldad
de dragado era de 10 pies bajo el nivel de agua y segura-mente
se montó en una barcaza ya existente.
Trabajó durante varios años, a partir de 1798, pero no parece ha-ber
tenido gran éxito; probablemente porque las otras máquinas ope-racPas
pol- equipos &e hmhs céraa ma, de las que el nuevo
proyecto se derivaba, resultaban más económicas. Su rendimiento
era de 6 toneladas por hora; muy pequeño por tanto.
La segunda referencia que poseemos acerca de don Agustín es
su oferta al Gobierno francés de una draga, que debe ser la misma
de 1791 para los puertos españoles o al menos, con modificaciones no
sustanciales. El lugar en que se intentaba utilizarla era Venecia,
probablemente porque su amigo Prony había sido comisionado en
1806 para la inspección de este puerto y los de Ancona y Pola. El
gobierno tomó el asunto en consideración e incluso fue puesto en co-nocimiento
del Emperador; no se llegó sin embargo a un acuerdo y
Setancourt partió a Rusia
:b Jacques Payen Bétancourt et l'zntroductzon en Fmrance de la mucha-
=. ~ q ~ &z &y&ly pf fpt (1?89), N R P T ~CUI_~'U i$t^l~e Sclen~e$>>19,6 7,
n.ímero 2, págs 3.87-08 Copa íntegramente la com~nicacxón a la Academxa
79 OP. CZ~, págs 191-94.
>J ii W Ckempton A IIastory of the Steam Dredger, 1797-1830, «Trans-zctions
of the Newcomen Society», vol 45, 1974-75 y 1975-76, págs 97-116
81 Cioranescu (op. czt, págs 132-41) estudia con m& detalle esta ne-
190 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N f I C O S
DESPEDIDA A BETANCOURT 45
Allí por fin su proyecto de draga liega a convertirse en realidad
y opera en el puerto de Kronstadt. Se empezó a fabricar en Izhora
en 1810 y funciona ya en 1812, no teniendo que ser reparada hasta
1820 82.
Si unimos a las tres ilustraciones citadas y a la que no tiene tí-tulo,
que no sabemos a cual de las tres versiones se refiere -Es-paña,
F'rancia o Rusia- podemos describir ya los rasgos generales
comunes a todos estos artefactos.
Se trata de una draga de modelo ya muy evolucionado. Los ro-sarios
de cangilones son exteriores al casco -antes de la de Krons-tzdt
los ingleses los colocarían dentro-. Puede trabajar por uno o
por los dos lados y modificar la inclinación, como en las máquinas
actuales, siendo entonces capaz de dragar a la profundidad que de-see.
Uno de los dispositivos más importantes y que es invento de
Betancourt, ya que así lo hizo constar tanto en el modelo francés
como en el ruso, es el que permite al rosario dejar de moverse si
encuentra un obstáculo, sin que lo haga al mismo tiempo el motor.
Es en efecto un descubrimiento fundamental pues sin él puede pa-rarse
la máquina de vapor, desequilibrándose los cigüeñales; y ello
a veces, en tiempos más modernos, aun utilizando transmisiones de
pelo de camello, si la adhesión entre correa y volante es demasiado
grande. En las actuales dragas diesel, la dificultad se elimina con
los cambios diferenciales.
Betancourt consideró esta innovación tan importante que la in-cluyó
en el Essai sur la composition des machines También hizo
algunas modificaciones en la máquina de vapor.
El manuscrito, escrito con la concisión y sencillo razonamiento de
gociación y además describe la draga basándose en un manuscrito existente
e3 la biblioteca de la Ecole de Polzts et Chamsées de París (nfim 563 del
catálogo impreso), con tres figuras que reproduce.
Sólo indicar6 que ya que Betancourt se comprometía a no empezar a
cobrar m& que si el aumento sobre el procedimiento no mecánico excedia
del 30 por 100, los rendimientos de 75 pies cúbicos por cada lado y minuto
j4,26 m a), que por cierto no corresponden a 224 m3 por hora deduciendo
ua tercio por entretenimiento y averías sino a 170, me parecen exagerados
Probablemente se trata de una errata de imprenta
82 Bogoliúbov. Op czt , págs. 95-6
83 Edición de 1819, págs 72-3, resumlda en Cloranescu. Op d t , pá-ginas
142-3.
todos los suyos, no está fechado; aunque Bogoliúbov, en la Última
parte citada de su libro, indica ha tenido a la vista uno que debe
ser parecido, redactado en San Petersburgo en 1810.
Es curioso que en él no se hace ninguna alusión a su proyecto
para Venecia, ciudad de la que sólo dice que su draga, muy repu-
Lada, sólo elevada 7,s rn.j por hora a una altura de 7 pies. Otras
eran capaces de un rendimiento doble, pero, en cualquier caso, vein-ticinco
veces menor que el por él propuesto. Reconoce en cambio
que el sistema se estaba ya utilizando en Inglaterra.
El rendimiento de la draga descrita en el manuscrito es de 10
toesas cúbicas = 74 m.Qor hora a una altura entre 20 y 25 pies. La
cifra es bastante impresionante, pues aún en 1900 se utilizaban en a
Eurnpa alg~mas que extraían volúmenes bastante menores a profun-didades
sólo ligeramente superiores. O n
En cuanto al Reino Unido, a la cabeza del desarrollo de las má- - m
O
quinas a vapor, no he encontrado ninguna contemporánea seme- E
E
2 jante s4. E
Trataré finalmente del dibujo -que también debo a la amabilidad
de Bogoliúbov- correspondiente al proyecto de una draga de pala 3
que Betancourt dejó sin terminar. Su concepción es exactamente la -
0
m
E misma de las máquinas modernas; se monta sobre la barcaza, en el
O
extremo de un árbol una cuchara que penetra en el fondo, levantán-dose
después para verter el producto en las otras barcazas destina- n
E das a este fin. No conocemos la fecha de este trabajo, pero también a
es muy importante, pues cualquiera que ésta fuera se adelantó mu-n
cho a su tiempo; la invención de este tipo de draga se atribuía hasta n
ahora a S. Otis en 1837. O3
En resumen, podemos decir que Betancourt fue:
A) El primero que proyectó la aplicac~ón a una draga de una
máquina de vapor.
B) El inventor del dispositivo que permite la parada del rosario,
sin afectar al motor.
C) El proyectista y constructor de la draga de Kronstadt, en su
época la más poderosa y de diseño
D) El inventor de la draga de pala.
54 A. W Skempton Op. czt.
192 ANUARIO DE
muy avanzado.
ESTUDIOS A T L A N l ICOJ
13. - Dibujo del Instituto de Vías y Comunicacibn, proyectado y construido por Betancourt, de 1820 a 1825.
14 -Portada de la descripción de la feria de Nizhi Novgorod 1839 (Cortesía
de la Biblioteca Lenín de Moscú )
DESPEDIDA A EET:TANC!OUP.T 47
El Instituto de ingenieros de San Peter,sburgo.
El documento que presento (Doc. núm. 19) s5, informe de Betan-court
al Emperador, nos demuestra, como ya había indicado en un
apartado anterior, la confianza que con él tenía y la autonomía de
que gozaba. Siendo su superior inmediato, nombra profesores, modi-fica
gastos e incluso instala en el Instituto su propia vivienda para
no tener necesidad de desplazarse una o dos veces al día, sin pedir
permiso alguno.
Alejandro 1, firma al margen su aprobación, sin ningún comen-tario.
Puede hacerse notar la diferencia entre su actividad en este caso
y la función puramente creadora del centro de enseñanza que tuvo
en la Escueia cie Caminos y Canaies cie IvIacirid y a la que nos hemos
referido al tratar de Lanz
El recinto de la feria de Nizhi Novgorod.
Era considerada esta obra tan importante dentro de la ingente
obra de Betancourt que, bien él o sus amigos y discípulos, hicieron
que fuera la única que aparecía en el monumento funerario que le
fue erigido y al que más tarde me referiré.
Disponemos para su descripción de tres fuentes. La primera un
librito cuyo microfilm me ha enviado -gentil y gratuitamente- la
Biblioteca Lenin de Moscú y titulado OPISANNI IZHIEGORODSIKAORI MON-KI
/ Sostárliennoie Diriéktorom Iárnonochnoi Kontorg / Sankt Pietier-burg,
Tip. Miniestierstva Vnútrienngj Diel, 1839 Comprende el úni-co
plano conocido, que incluyo en las figuras; creo que es la primera
vez que se reproduce.
Las otras dos son las Memorias de Van Halen, parte de cuyos
comentarios ya hemos citado y el libro de BogoliUbov.
8s TambiBn agradezco su envío al profesor Kraskovskii.
86 La última página del informe, con el lugar y fecha en francés y la
firma de Betancourt en español, está reproducida en la edición castellana
del libro de Bogoliúbov. El traductor de Bste, Jos6 Fernández Sánchez, ha
tenido tambien la gentileza de proporcionarme la versión del informe y de
algunas otras partes de mi trabajo
87 Desc~pm6rt de 2a feria de Niehm Novgorod J Por A. Súbov, Dlrector
de la oficina de la feria / San Petersburgo, Tip. del Ministerio de Asuntos
Interiores, 1839, 51 págs. y dos planos.
principio de un informe de Betanco-~rt al Emperador, con la ap~obación
de este
Se hallaba la feria situada en la confluencia de los ríos Oká y
Volga, cuyas cuencas abarcan buena parte de la Rusia europea. Sus
orígenes se remontan al siglo XIV. Cambió varias veces de emplaza-miento;
desde el siglo XVII hasta 1816 estaba situada cerca del mo-nasterio
de San Macario: en este año y después del período dedi-cado
a las transacciones comerciales, un incendio la destruyó to-talmente
En 1817 fue trasladada a un lugar llamado Sbralka en Nizhi Nov-gorod
y comenzó la nueva construcción que duró cinco años y costó
al estado unos once millones de rublos
En 1822 fue inaugurada: para asegurar su comunicación con la
ciudad durante el período de funcionamiento se tendía cada año el
9K A- ~..l;n 7.n n-~nnCn AA nna+nmnn cnhrrn nl &A Al?& T nci nahrillr\mnc av UG JLUW u11 ~ U G L L ~ ~ULG ~ V I IWL I C P PVUIG 61 ILV una. LIVP ~LIUGUVI ILU
estaban rodeados por tres de sus lados por un canal que -a través
de una esclusi- recibía el agua del lago Meschorski; esta era des-pués
conducida por tuberías y elevada por medio de bombas en la
avenida principal,
La. felid cümp:hdo s misiuiies priricipaies. TVTrla ia
ción a Asia, principalmente de paños, hierro, pieles y trigo, com-pensada
en parte con la rmportación de té. En cuanto a la importa-ción
de Europa era de vmos, principalmente champán, del que se-gún
el primer libro citado, la tercera parte se consumía en la mis-ma
feria, que debía ser un lugar bastante divertido; de hecho se
dice que la. vida nocturna durante los días en que estaba abierta era
muy intensa, participando tanto la aristocracia como el pueblo. Tam-bién
telas, productos alimenticios, corales, perfumería, cosmética,
etcétera.
LOS edificiüs principales y ivs lugares en que se acomociaban 10s
distintos productos, aparecen a continuación, correspondiendo los
números con los del plano.
Van Iiialen se hace eco del rumor de que el fuego fue intencionado. La
feria estaba en los terrenos de un noble, que obtenía grandes beneficios y
al que se le prohibió reconstruirla (quizá por no ser adicto al Zar).
89 Van Halen hace notar que se trata de rublos papeI (no moneda) y
por tanto con un descuento del 25 por 100.
Catedral 90.
Paralelogramo del pasaje co-mercial.
Iglesia armenia.
Mezquita tártara.
Teatro.
Pastelerías.
Barracones para los come-diantes.
Comedores.
Sastrerías.
Barberías.
Agencias de intermediarios.
Lavanderías.
Platerías.
Forja de cobre.
Tiendas de tabaco.
Talabarterías.
Oficina de impuestos sobre
bebidas.
Oficina del monopolio de cer-veza.
Lugares para los fuelles de
los herreros.
Pabeiión de ventanas.
Pabellón de pellizas.
Exposición de bebidas.
Venta de vino embotellado
Venta de cerveza.
Bodegones.
Baños para los comerciantes.
Farmacias.
Bodegones tártaros
Caientadores de agua.
Pabellones de carruajes.
31. Puestos para objetos peque-ños.
32. Depósito de cubos.
33. Puesto de guardia.
34. Puesto de guardia cosaca
35. Puestos de policía
36. Venta de lino.
37. Venta de plumas.
38. Aros para barricas.
39. Posadas.
41. Oficina de transportes fluvia-les.
42. Cámara de pesas.
43. Carros.
44. Fraguas de hierro.
45. Pabellones de avena
46. Pabellones de harina
47. Sistema de alumbrado.
48. Esteras.
49. Objetos de madera.
50. Venta de caballos.
51. Puestos de bebidas.
52. Objetos de hierro.
53. Muebles.
54. Arcas.
55 Cal.
56 Hierro de Nizhi Nóvgorod y
Yaroslavl.
57 Cristalería.
58 Cereales.
59 Botas de fieltro
60. Guantes.
61. Azulejos.
62. Corüeiería.
63. Quesos.
90 La palabra catedral en Rusla no designa, como en occidente, una
sede episcopal.
196 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N I Z C O S
DESPEDIDA A BETANCO~RT 61
64. Paños bastos.
65. Depósito.
66. Campanas.
67. Carne.
68. Hierro de Siberia.
69. Matadero.
70. Manoplas.
71. Pozos para bajar a las gale-,
rías subterráneas.
72. Torres para izar banderas.
73. Quincallería.
74. Caviar.
75. Depósito de potasa.
La feria fue totalmente proyectada y construida por Betancourt,
que sólo delegó funciones a los ingenieros militares españoles ya ci-tados.
La estructura, formada por galerías apoyadas en pilares de
hierro se ejecutó, a pesar de la difícil cimentación con la solidez de
las cnnstrucciones españolas y su constructor, según Van Halen, su-ponía
podría durar cien años sin reparaciones; en lo que por cierto
se equivocó. Producía al Estado ingresos de millón y medio de ru-blos
al año.
Los ingenieros y Betancourt, durante sus visitas periódicas vi-vian
frente a las tiendas y cerca de uno de los estribos del puente
de pontones; también a poca distancia del Circulo de la Nobleza que
aparece en una de las figuras -como ya antes dije-.
De esta gran obra hoy nada queda.
Varios.
En el volumen dedicado a la Unión Soviética de la guía Nagel, la
más popular de Francia, se indica sobre el edificio construido en
Moscú para albergar la sala de ejercicios ecuestres, lo siguiente:
construzt ... par les generaux francazs Betancourt et C'arbonier ... Ses
semmicolonnes de style toscan, su frise íégere, ses bus wliefs dis-crets
íui conferent la sobre élégance qui convient a un édifice de ce
genre.
Olvidemos la infantil nacionalización de Betancourt -tan corrien-te
en Francia, aunque tiene bastantes grandes hombres para no tener
que apropiarse de los ajenos-. Desgraciadamente el resto tampoco
es exacto. Se trata de una obra de proporciones pesadas y sin gra-cia;
la perspectiva contemporánea que reproduce el libro de Ciora-nescu
está muy deformada y los altos relieves y adornos decorativos
de las fachadas o nunca llegaron a construirse o han desaparecido gl.
Tiene sin embargo algún prestigio monumental entre los moscovi-tas,
por su privilegiada posición cercana al Krernlin, que indico en
una de las figuras (tiene el número 124 y se marca con una flecha)
o por otra razón que desconozco: y que a veces les hace recordar
el nombre de Betancourt.
Como es natural, el paso del tiempo ha hecho desaparecer la fa-mosa
armadura de madera. Hoy el edificio se dedica a exposiciones
En una de ellas, que exhibía pinturas abstractas, pronunció Khushev
el 1 de diciembre de 1962 un estúpido y violento discurso condenato-rio
que ha impedido -hasta ahora mismo- el desarrollo en la Unión
Soviética de esta interesante escuela artística.
P;Iüy be!!u er, cambie resdtu !u catellru! Ue San Isuuc en Leningrudo
aunque se nota mucho que su arquitecto, Montferrand, se inspiró en
San Pedro de Roma y San Pablo de Londres. Es bien sabida la decisiva
intervención de Betancourt en esta obra. El arquitecto francés llegó
a San Petersburgo con una carta de recomendación de Breguet a
Betancourt. Sólo gracias a él pudo ser encargado de proyectar una
construcción tan importante, pues empezó a trabajar como delinean-te.
Pero además, falto de conocimientos técnicos, la labor de ejecu-ción
hay que atribuírsela en su mayor parte a don Agustín. Que tuvo
que resolver problemas de gran envergadura, desde la cimentación
hasta los andamios y mecanismos de elevación que colocaron en su
lugar las gigantescas columnas que sostienen el frontón.
E1 templo está secularizado y fue convertido en 1931 en museo
de su propia construcción. Pueden pues verse maquetas de los an-damios
y mecanismos y, en una vitrina, entre otras cosas un retra-to
de Betancourt.
Del centro de la cúpula colgaba la estatua de una paloma, sím-bolo
del Espíritu Santo. Hoy está arrinconada y sustituida por un
péndulo de Foucault 92.
En cuanto a los puentes que construyó en esta ciudad -una de
91 Op. eit F~guras entre las páginas 160 y 161
92 León Foucault (1819-18681, en 1857 realizó la demostración prácti-ca
de la rotación de la tierra, en el Panteón de París, colgando de un ca-ble
de 60 m. una bola cuyo cambio lento del plano vertical del movimiento
pudo observarse en el suelo; depende, desde luego, de la latitud
198 XVUARIO DE ESTUDIOS A T L A N l ICOS
16.-Planta del centro de Moscú en Ia que aparece el edificio para ejercicios
ecuestres, cuya armadura de madera proyectó y construyó Betancourt.
18.-Fachada de la Catedrai de San Isaac en Leningrado,
20.-Modelo de los andamios de la Catedral de San Isaac. (Foto Eern Dibner.)
DESPEDIDA A BM-AwOURT 53
las más bellas que me ha sido dado conocer- todos han desapare-cido.
Esta etapa final está bien explicada en el libro de Bogoliúbov 93;
diré sólo mi opinión personal y añadiré algunos datos sobre las re-percusiones
en Rusia de los cambios ocurridos entonnces en España
que, en mi opinión, pudieron haber influido en el triste desenlace.
Ya había indicado que Van Halen, al poco tiempo de llegar a Ru-sia,
estaba enterado de que la privilegiada posición de Betancourt
con el Emperador se veía amenazada por un grupo importante de
cortesanos, deseosos de su caída. Esta camarilla logró por fin triun-far
por motivos que poco conocemos.
El amor a España de don Agustín le hacía acoger y ayudar a sus
compatriotas, sin distinción de ideologías: lo prueba su gran amistad
a la vez con Cea Bermúdez y Van Halen, representantes destacados
de los dos bandos que entonces luchaban en nuestro suelo. Pero los
cortesanos tienen larga memoria -antes y ahora- y quizá utiliza-ron
su pasado liberal. Esta es sólo una hipótesis, basada en que el
comienzo de su decadencia se produce en 1820, el año de la revo-lución
española.
La degradación de Betancourt, poniéndole a las órdenes de un
pariente del Zar nombrado Administrador General, en condiciones
especialmente vejatorias; olvidando los inmensos servicios que ha-bía
prestado a las obras públicas, la industria y la enseñanza supe-rior
de Rusia; y así mismo la conversión del Instituto del Cuerpo de
Vías y Comunicaciones en un organismo elitista, sóIo abierto a los
aristócratas y a los ricos, son actos que no tienen excusa y con-cuerdan
con la degradación casi patológica de Alejandro 1 en su
última etapa de represión y reaccionarismo.
Pero la camarilla necesitaba algún pretexto al tratarse de una
persona tan importante. Y lo encontró en una faceta del carácter de
don iigustfn, que yo ya habla inciicado en uno de mis trabajos 94.
Desde sus tiempos españoles alternaba, seguramente en unas jorna-
9s o p cit., págs. 140-52.
94 Op. cit. en nota 12. Ver, por ejemplo, la carta de Luisa Sureda de
28-III-1805, en pág. 207.
das muy repletas, el trabajo científico y técnico con el lujo y la vida
de la alta sociedad. No creo le quedara demasiado tiempo para con-trolar
el manejo de los fondos por sus subordinados: así lo prueba
el que defendiera y aún condecorara al General Valiáshev, que ro-baba
el dinero del Estado -o sea el de los contribuyentes-, lacra
común a todos los regímenes autoritarios. La ejecución de un genio
muy superior a Betancourt, Lavoisier, fundador de la química mo-derna,
fue una monstruosidad porque era inocente; y secundaria-mente
porque habría podido hacer avanzar muchísimo a la ciencia
en los años que le hubieran restado de vida. Pero su gloria no que-da
disminuida, ni tampoco exaltada, por el hecho de haber sido gui-llotinado
como consecuencia del proceso de los fermirrs généraux;
o sea rodeado de bastantes indeseables.
La última etapa debió resultarle muy dura. A sus males adminis-trativos,
se uniría la nostalgia de España, por fin liberada del des-potismo,
aunque fuera por un corto período; pero a donde ya su en-raizamiento
en Rusia y quizá el miedo de haber sido olvidado, le
hacían no poder decidirse a volver. Tenía además entonces sesenta
y dos años; en aquellos tiempos, sin los progresos actuales en la
medicina y en la alimentación, casi un hombre viejo. Y probable-mente
cansado, después de una vida de actividad incesante en todos
los órdenes.
El alzamiento de Riego en 1820 tuvo una enorme resonancia eu-ropea.
La difusión de la ideología liberal española fue el origen de
revoluciones en varios países y al menos en uno después de su fra-caso
y la vuelta del absolutismo 95: Rusia con la sublevación de los
Decembristas en 1825 96.
95 Este fracaso tuvo, a mi entender, dos causas
La primera, la extraña idea de considerar posibles la coexistencia de la
libertad con el Rey Fernando VII; quizá con toda la dinastía borbónica
Parece que nunca pensaron seriamente en buscar un monarca de otra fa-milia
o proclamar la República.
La segunda fue la falta de apoyo de la base del pueblo. Eran liberales
prácticamente todas las personas cultivadas y el mínimo proletariado in-dustrial
(más bien artesano), asf como la mayoría de los habitantes de las
ciudades. Pero los campesinos, la clase más numerosa, casi todos analfa-betos,
estaban totalmente condicionados por la Iglesia y los grandes pro-pietarios
contra Ia libertad, con sus secuelas de responsabilidad cívica e
200 A N U A R I O DE ESTUDIOS ATLANTICOS
DESPEDIDA A BETANCOURT 55
El ejemplo y la ilusión del liberalismo español ganaron a buena
parte de los intelectuales rusos y, entre ellos, a oficiales del ejército.
E1 nombre de España aparece desde el primer motín del regimiento
Semyonovsky (1820), pasando por las conjuras duramente reprimi-das
de las sociedades secretas del norte y del sur (1823), hasta la
más grave de todas, la de los Decembristas (1825); ya después de
muerto Betancourt 97. También inspiró a escritores y poetas; retra-tos
de Riego y Quiroga se vendían en las librerías. Tuvo influencia
en este movimiento la masonería que -como en otros países duran-te
el siglo XIX- añadió a su función puramente filosófica, el parti-dismo
político. Alejandro 1 la prohibió y cerró las logias en 1822 98.
La caída e ignominiosa muerte de Riego produjeron, como es 1ó-gico,
gran alegría en el Emperador y en la clase dominante.
Siurante un banquete que se ofrecití a Aiejanüro I -y ai que es
probable ya no asistiera Betancourt, dada su disminuida influencia-,
llegó un correo diplomático de Francia. Messzeurs, je vous felzczte,
d i ~ oe l Emperador, al leer el despacho, Riego est fazt przsonnier. La
Bogoliúbov (op czt, pág. 148) acuea al Gobierno de no haber tomado
medidas contra los latifundios, dejando sin resolver el acuciante problema
agrario; pero ello es un anacronismo Los liberales de 1820 no tenían ni la
base filosófica ni la fuerza paia realizar estas reformas La mala distri-bución
de la tierra y el reaccionarismo de buena parte de la masa campe-sina
subsisten -aunque atenuados-, incluso en nuestros días
$6 Debe consultarse el trabajo de Isabel de Madariaga: EspaEa y los
-T-k w-p..r"nvh."v n-~.f"n--~C- a.l,v adnr Ma d ~ r l ~ g aI IA~~ Y: c~g?leyr~P+" o wa~'vuhwi--~ . ~ ~ ~ ,
rope, Brujas, 1966, págs. 263-74.
97 Juan Vernet dice que introdujo las ideas liberales en Rusia, que Ile-varon
a la sublevación de los desembristas. Pero yo no he encontrado nin-guna
documentación que lo confirme -más b~en lo contrario, o sea su
absoluta neutralidad, como hemos visto anteriormente- Op cit. en nota 34,
p8glna 208
9s Quizá influyó su notoriedad masónica en la expulsión de Van Halen.
En cuanto a Betancourt, su fidelidad al Emperador hace seguro el que no
fue masón en Rusia. Si se inició en España o en Francia, lo cual dado su
ideología es posible, estaría en la situación llamada de «durmiente» He inves-tigado
someramente este asunto, pero sin Bxito, dada su complejidad.
noticia fue acogida en silencio, pero un desgraciado se aventuró a
felicitar al Emperador por ella El hecho fue conocido por el gran
poeta Pushkin, que estigmatizó para la posteridad al servil cortesano.
Al zar vinieron a anunciarle un día
la derrota de Riego, el gran caudillo,
«Como me alegro' dijo un cortesano
adulón, 'que perezca ese villano».
Ante este extraño juicio, los presentes
Callaron, dispersando sus miradas.
Bien que ante el rey Fernando tuvo Riego
culpa que vino a sancionar la horca.
Pero jes decente así montar en cólera
ii&imi. inriiltan& &l v e r d ~ g ~
El vil adulador, ni aún del zar tuvo
En recompensa, la menor sonrisa.
Aduladores, oh aduladores,
Sabed guardar modales de nobleza
Aún al nivel de vuestra vil bajeza 99.
De la parte del relato de Bogoliúbov, tomada de uno de sus subor-dinados,
Viguel 100, citaré la visita que éste hizo a Betancourt cuan-do
ya le habían incautado todos los papeles de su oficina: «... yo te-nía
que llevar a mi pobre jefe algunos documentos que se habían ido
acumulando. El viejo portero, un alemán, me recibió con cara triste,
movió la cabeza y dijo: -entre, quedó todo vacío, no está nadie
más que él-.
Efectivamente, le encontré solo, vestido de uniforme, sentado ante
una larga mesa, con las manos cruzadas y ensimismado. -¿Es us-ted?
-dijo levantando la cabeza, y se puso a firmar los papeles, sin
leerlos.. .».
No se porqué, pero para mí lo más patético de la escena es el
uniforme. El hombre acabado y solo no es capaz de romper con el
pasado y ponerse cómodo en bata y zapatillas. Está sentado ante la
mesa enorme, cubierto de entorchados y galones, con las condecora-
99 Isabel de Madariaga: Op. cit., pág 268 El verso está traducido del
ruso vía el inglés por Salvador de Madariaga.
100 Zapiski, VI, Moscú, 1892, pág. 44
202 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
2 2 , ~ e t r a t od e Betancourt en los Últimos años de su vida. (Archivo del
Profesor Bogoliúbov.)
DESPEDIDA A BZZANCOURT 57
ciones rusas y la enseña de Santiago de su vanidad juvenil: como si
fuera una estatua de cera de sí mismo ...
El año 1823 le trae la muerte de su amada hija Carolina y las
noticias de la invasión francesa -más bien un paseo militar- de su
patria, con la abolición de todas las modestas libertades adquiridas
y el comienzo de una feroz represión; decisión en la que intervino,
de modo importante, su antiguo amigo Alejandro 1. En 1824 presenta
la dimisión de todos sus cargos y, pocos meses después el hombre,
triste y amargado, muere.
En el cementerio luterano Smolenski de San Petersburgo, a pesar
A n a11 nnmhrn se anta,,,h,n 4nJne ,n,~nllnr n,,n nn nnrtnnnníln 2 u., .,u Iivrrrusr, . , i l u r s r u u u i l uvuvv uyurrrvv yur riv y r s u r r l r r r u r l
religión ortodoxa. Fue esta siempre tolerante, por lo que no podemos
suponer que así se les castigaba excluyéndoles de la «tierra sagra-da
» como en España, donde el asunto fue considerado muy importan-te
y culminó en las grotescas discusiones del Congreso de la segun-d
i Repíihlica. Li meteórica ascensión de Retzxowt, tebricimente
un hereje, lo prueba. Debía tratarse más bien de un cementerio para
extranjeros, cuyas familias gustarían de que sus difuntos reposaran
en una atmósfera más parecida a la de los occidentales.
Los ingenieros de Vías de Comunicación -sus compañeros y dis-cipul~
s- le erigieron u