VASOS CERÁMICOS PREHISPANICOS
DE TENERIFE: UN ANÁLISIS ESTADÍSTICO
P O R
MATILDE ARNAY DE LA ROSA y EMILIO GONZALEZ REIMERS
La detallada observación y estudio de los vasos cerámicos
aborígenes de Tenerife, tanto en lo que a su análisis formal como
a ciertas peculiaridades técnicas se refiere, nos está permitien-do
descubrir paulatinamente nuevos aspectos dentro del hasta
ahora considerado un material homogéneo. Así, han aparecido
formas y apéndices nuevos, como los vasos con asas de cinta,
que hemos denominado «ánforas» l; tratamientos decorativos
distintos, como las acanaladuras presentes en los cuellos de al-gunas
ánforas o la combinación de técnicas en la zona decorada
de las ánforas sin cuello, o las decoraciones con motivos curvi-líneos
(espirales, círculos concéntricos y sobre todo los esteli-formes)
en la cara interna de algunos vasos de forma de cas-quete
esférico '.
Cerámicas diferentes, reflejo de diversas oleadas de pobla-ción
han sido probadas estratigráficamente en la prehistoria
l M. ARNAYD E LA ROSA, E. GOPIZÁLERZ EIMERSC, . GONZÁLEZPA DRÓN Y
J. A. JORGEH ERNÁNDEZA:n joras prehispánicas en Tenerife, en ({Anuario
de Estudios Atlánticos)), núm. 29 (Madrid-Las Palmas), 1983.
M. ARNAYD E LA ROSA y E. GONZÁLEZR EIMERS: Nuevos aspectos deco-rativos
de la cerámica aborigen de Tenerife. Homenaje al Prof. D. Teíes-foro
Bravo. En prensa.
de La Paha (4 ó 5 niveles sebatín los yacimientos, asociándose
cada nivel con vasos de forma y motivos decorativos distintos) 3.
C. Martín de Guzmán delimita varios horizontes culturales
en Gran Canaria, cada uno de ellos con representaciones cerá-micas
propias (Horizonte Arcaico o Precerámico: ausencia de'
cerámica, Horizonte Formativo: cerámicas sin decorar, Hori-zonte
Tardío o Agroalfarero: cerámica pintada). Otros autores,
no obstante, no encuentran indicios suficientes .pasa poder esta-blecer
eD Gran Canaria diversos y bien diferenciados horizon-tes
culturales '.
En Fuerteventura, R. González Antónc observa alguna dife-rencia
entre los distintos vasos que forman el Corpus cerámco
de dicha isla.
Evidentemente, la presencia de características aisladas en
algunos vasos y su ausencia en otros no nos permite afirmar el
distinto origen de dichos vasos. Por ejemplo, en la cerámica
de Tenerife, el apéndice tipo mango cilíndrico es claramente
diferente del vertedero A y, sin embargo, son múltiples los
yacimientos en los que aparecen juntos vasos con ambos tipos
de apéndice. No obstante, la asociación de varias características
que aparecen juntas en un grupo de vasos diferenciándolos cla-ramente
y con elevada significación estadistica de otras vasijas
sí que apoyaría la conclusión de la diferente procedencia..de
los mismos.
Nuestra continua labor de campo nos ha llevado a reunir, al
cabo de muchos años ', un importante número de vasos que ha
permitido la aplicación de métodos estadísticos para su análi-
M. HERNÁNDEPZÉ REZ:L a Palma prehispánica, en «El Museo Cana-rio
», Las Palmas de Gran Canaria, 1977.
C . MART~DNE GuzMÁN: Aproximación a los patrones de asentamiento
y a los horizontes culturales del complejo arqueoldgico de Guayedra (Gran
Canaria), en ((Trabajos de Prehistoria)) (Madrid), 34, 1977, pp. 226-229.
5 IñVñL. Dci . rwr-cni nr.~~vin'rvmu m-- u AD rírrnr unuv.t uV Ir p rnv vnrhu7<n<m*orount otrv.v pm,~ uo,hv ircump uñ,runr ri fvi n & Isim
Canarias. Recientes aportaciones. Separata del 111 Coloquis de Historia
Canario-Americana (19781, 1, 1980, p. 31.
6 R. GONZÁLE~ZÓ N L: a s cerámicas aborigenes canarias. Colección
«La Guagua», Las Palmas de Gran Canaria, 1980, p. 46.
7 Prospecciones realizadas por C. González Padrón desde 1950, T. Gon-
80 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICiiS
sis, mostrándonos que el material cerárnico de Tenerife en lo
que a sus aspectos morfotécnicos se refiere no es homogéneo 8.
Así, en trabajos previos hemos demostrado la importancia que
tienen los distintos apéndices a la hora de clasificar la cerámica
aborigen de Tenerife, observando que ciertos detalles como,
por ejemplo, la decoración en la pared externa del vaso no se
ha asociado jamás hasta ahora a vasos con apéndice de mango
cilíndrico o vertedero A y en cambio sí a vasos con mamelones
o vertedero B Esta y otras observaciones nos permitieron
concluir la existencia de al menos dos grupos de vasos cerámi-cos
en el corpus cerámico aborigen de esta isla lo. Las asocia-ciones
encontradas entre diferentes características morfotéc-nicas
y los distintos apéndices nos ha movido a analizar mas
detenidamente el ~0mpOrtamientO de estas características en,
los vasos sin apéndice. Una de estas características a conside-rar
en la cerámica de Tenerife es la forma de los vasos, y es
aquí donde en general todo estudio sobre cerámica tropieza
con dificultades metodológicas. La disparidad de criterios em-pleados
para analizar y describir los vasos cer6micos por cada
autor ha provocado cierta confusión en este terreno. No es raro
leer aún en trabajos especializados términos como ollas, pu-cheros,
tazas, a la hora de clasificar una forma cerámicall.
Diversos autores ya se han enfrentado a estos problemas meto-dológicos,
aportando numerosas ideas para un estudio más
záiez Reimers desde 1957, M. Arnay de la Rosa desde 1970 y J. A. Jorge
Xernández desde 1975.
* M. ARNAY DE LA ROSA: Arqueologia en Ea alta montaña de Tenerife:
un estudio cerámico. Tesis Doctoral, inédita, 1982.
M. ARNAYDE LA ROSAY E. GONZÁLREEZIM ERS: v-OSc erdmicos ob0-
rigenes de Tenerife: estudio de sus apéndices. Tabona (en prensa).
10 M. ARNADYE LA ROSAA: rqueología de la alta montaña de Tenerife: un
&&in ~er&.m.j~r~^. ~ ~ &~ Tze&p nD Q C ~ Qp~~b~l!c g&p cy e! se~,rytzriz-do
de Publicaciones de la Universidad de La Laguna, tomo 1, libro 1, 1981-
1982, PP. 69-131.
11 WRTÍNA LMAGROB ASCH:P rehistoria. Manual de Historia Universal,
tomo 1 (3 ed.), Espasa-Calpe, Madrid, 1981, p. 626.
Núm. 30 (1984) 81
objetivo y para la unificación de criterios en el análisis de los
vasos de diversas culturas 12.
En relación con lo dicho anteriormente, el presente trabajo
persigue dos objetivos:
a) Ver si existe una asociación selectiva de determinadas
características morfotécnicas dentro del Corpus cerámico de
Tenerife que permita la división del mismo en distintos gru-pos
c ~ T ~ I ~ c o s .
b) fntimamente relacionado con el anterior e imprescin-dible
para un correcto tratamiento estadístico, el establecimien-to
de criterios objetivos que permitan agrupar las diferentes
formas en una clasificación tipológica racional.
Se han utilizado 786 vasos cerámicos procedentes de distin-tas
localidades de la isla de Tenerife (T. M. Santiago del Teide,
T. M. Guía de Isora, T. M. de El Tanque, T. M. Garachico,
T. M. Icod de los Vinos, T. M. de Arona, T. M. de Güimar, T. M.
de Arafo y Las Cañadas del Teide). De ellos se han analizado los
siguientes aspectos: forma global del vaso atendiendo a la figu-
M. R. SERONIE-VIVIEINnt:r oduction á Z'étude des poteries prghis-toriques,
Société Speléologique et prehistorique de Bordeaux, Memoire,
núm. 1, 1975.
A. O. SHEPARCDer:a mics for the archaelogist, Carneggie Institution of
Washington, Washington, 1968.
A T.T.ANnS y 3. 1. VEGAS: E ~ S C&~ Qu2 mP't~&y W-rg el &g&g Y & ~ i f i ~ g = -a. --. 7-
ción tipoldgica de la cerámica, en ((Estudios de Arqueología Alavesa)),
núm. 6 (Vitoria), 1974, pp. 265-313.
M. DOHRN-IHMIG: Die Anweadung statistischer Prüfverfahren bei der
StiíamZyse und bei der Erkennung von Typea am Beispeil verzierter
Bandkeramischer Gefasse, «Prahistorische Zeitschriftv, 1976, vol. 51, nú-mere
1, pp. 1-26.
J. E. ERICSONy E. G. STICKELA: propossed classification system for
ceramics, «World Archaelogp, 1973, vol. 4, núm. 3, pp. 357-367.
J. GARDINy cols.: Code pour E'analyse des formes de potemes, París,
C.NB.S., 1976.
82 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
ra geométrica a la que más se ajusta, o las figuras en el caso
de que sea compuesta; forma <el labio; existencia de apéndice
y tipo del mismo 13.
En cuanto a los aspectos macroscópicos de su factura valo-ramos:
La calidad de la pasta, según el siguiente criterio:
Pasta buena: aspecto perfectamente' compacto (lám. 111 1jC).
Pasta regular: aspecto poco compacto sin llegar a ser esca-moso
(lám. 111 1/B!.
Pasta mala: textura escamosa (lám. 111 l/A).
El tipo (mineral n vegetal) y el tamaño del des$raiant.e se-gún
la siguiente clasificación:
Fino: 0,5 mm.-1 mm.
Medio: 1 mm.-2,5 mm.
Grueso: 2,5 mm.4 mm.
La calidad del tratamiento final de la superficie del vaso (ter-minación),
respondiendo al siguiente criterio:
Terminación mala: superficie llena de irregularidades (16-
mina 111 2/A).
Terminación regular: en este caso la superficie se observa
más cuidada, pero presentando aún irregularidades (16-
mina 111 2/B).
Terminación buena: hay uil alisamiento total de la superfi-cie
del vaso sin irregularidades (lám. 111 2/C).
Valoramos asimismo la existencia de decoración, su técnica,
motivo y localización. En el caso de que ésta se encuentre en el
labio, tuvimos también en cuenta la profusidn de los trazos se&
el criterio siguiente:
Abundante: más de 5 trazos por cm. tlám. IV A).
Media: entre 3 y 5 trazos por cm. (lám. IV B y C).
Escasa: menos de 3 trazos por cm. (lám. IV DI.
Núm. 30 (1984)
6 MATILDE ARNAY DE LA ROSA Y EMILIO GONZÁLEZ REIMERS
Como antes dijimos, la forma del vaso es un criterio impor-tante
a valorar. Para ello hemos establecido una tipología geo-métrica
basada en una síntesis de trabajos anterioresj4, cuya
metodología explicamos a continuación:
Atendiendo a la figura geométrica pura hemos destacado
cuatro tipos:
TIPO 1: Esférico.
TIPO 11: Ovoide.
TIPO 111: Elipsoidal.
TIPO IV: Cilíndrico.
Estos tipos los hemos dividido, a su vez, en subtipos con sus {
difereates variaciones.
- m
O
E
En primer lugar hemos de destacar que los tipos elipsoida-les
y ovoides ofrecen la posibilidad de que la boca del vaso 1
presente dos posiciones. Así, en los vasos elipsoidales, el eje
mayor de la figura puede aparecer vertical u horizontal con res- -
pecto a la boca del vaso. En el caso de los ovoides, la boca del f
recipiente puede abrirse en la parte más ancha o más estrecha
del ovoide. Podrían considerarse tipos independientes, ya que
las modificaciones en la forma del recipiente son importantes, -
sin embargo, al considerar el tipo como representación de una $
figura geométrica determinada, y al ser en estos casos la misma
figura geométrica, hemos preferido considerarlos como gru- 1
pos dentro del tipo. Así, tenemos el TIPO 111-1, que define los O
vasos de tendencia elipsoidal cuyo eje mayor se encuentra en
posición vertical con respecto a la boca del vaso y el TIPO11 1-11,
cuyo eje mayor se encuentra en posición horizontal con res-pecto
a la boca del vaso.
En el caso de los ovoides, tenemos al TIPO 11-1' representan-do
a los vasos de tendencia ovoide, cuya boca se abre en la
parte más estrecha del ovoide' y el TIPO 11-1, cuya boca se abre
en la parte más ancha del ovoide, en este caso sólo hemos con-
'* M. ARNAY DE LA ROSA, 1982, Op. C i t .
84 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VASOS CERÁMICOS DE TENERIFE Í'
siderado los que en su relación altura/radio, superan la cifra
de 2, de no ser así, los consideramos esféricos.
El criterio utilizado para dividir a su vez los tipos en subti-pos
ha sido la relación existente entre la alturalanchura má-xima.
La relativa pureza de formas de la cerámica estudiada
nos ha permitido elaborar unas relaciones matemáticas que
por su objetividad creemos las más convenientes.
Así en el tipo esférico, el valor 0,5 de esta relacióln coincide
lógicamente con aquel vaso cuya boca está a la altura del diá-metro
de la esfera. Si este valor es superior a 0,5 la boca estará
situada más arriba del diámetro, si es inferiona 0,5, estará por
debajo, y si es inferior a 0,35, el vaso tendrá forma de casquete
esférico.
Tal como mostramos en la fig. 1, el subtipo 1 estaría repre-sentado
por aquellos vasos cuya boca sobrepasan o están a la
altura de la línea 1. El subtipo 2 representa los vasos cuya boca
se encuentra entre las líneas 1 y 2. El subtipo 3 corresponde a
los vasos cuya boca se encuentra entre las líneas 2 y 3. Y el sub-tipo
4, el casquete esférico, representa los vasos cuya boca está
por debajo de la línea 4.
FIG 1
De la misma forma, en el tipo ovoide, un valor de' la rela-ción
altura/ancho máximo del vaso de 0,s corresponderá a m
vaso cuya boca coincida con el diámetro máximo de1 ovoide;
si el valor es mayor de 0,8, la boca estará por encima de este
diámetro, y si es inferior, estará por debajo. En el tipo 11-11, o
Núm. 30 (1984) 85
sea, en los ovoides de base más ancha, la relación altura/diá-metro
máximo siempre será superior a 1, ya que si es inferior
se'rá esférico.
La cifra de 0,80 la hemos elegido de la siguiente forma:
h
Se trata de establecer la relación - ; siendo h la altura
2r
del vaso, segmento A 0 y r el segmento OB. Denominamos a el
segmento ZA y b al segmento BZ.
Por tanto:
-
a = 2h-rY2
-
a = 2r-1-/2
h = r + a
Vemos así, que 0,8 es el valor de la relación altura/diámetro
máximo, cuando la boca del vaso se encuentra a nivel del seg-mento
B - B'. Los subtipos, pues, son los siguientes:
Subtipo 1: relación altura/ancho máximo es superior a 0,80.
Subtipo 2: relación altura/ancho máximo es igual a 0,80.
Subtipo 3: relación altura/ancho máximo es inferior a 0,80.
Así, tal como mostramos en la fig. 3, los subtipos estableci-dos
se distribuyen de la siguiente forma:
86 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLhNTICOS
t Subtipo 1: vasos que sobrepasan la
2 línea 2 (entre la 1 y 2).
Subtipo 2: vasos cuya boca coinci-
3 de con la línea 2.
Subtipo 3: vasos cuya boca está en-tre
las líneas 2 y 3.
El tipo ovoide 11-11 presenta un
único subtipo en el cual la relación
alturalancho máximo es supe'rior a 1.
Como vemos en la fig. 4 este subtipo
representa a los vasos cuya altura
coincide con la línea 1.
FIG 4
Analizando la forma de nuestros vasos elipsoidales hemos
visto que, por lo general, se adaptaban a una elipse cuya distan-cia
ciei foco ai centro de simetrla es aproximadamente 5/6 del
sernieje mayor. Así; cuando la forma de la vasija dibuja una
hemielipse exacta, es decir, la línea de la boca coincide con la
íínea 2 de la fig. 5 o eje menor de la elipse, la relación semieje
mayor-eje menor es igual a 1. Por lo tanto, hemos dividido este
tipo en dos subtipos:
Subtipo 1 : re1ació.n altura/ancho má-ximo
es superior a 1 (entre las líneas 1
y 2 de la fig. 3).
Subtipo 2: relación altura/ancho má-ximo
es igual a 1 (la boca del vaso se' en-cuentra
en la línea 2 de la fig. 5).
Siguiendo el mismo razonamiento an-terior,
las vasijas cuya relación altura/
ancho máximo es igual a 0,23 tendrán la
boca a la altura del eje mayor. Es decir, a
N
FIG 5
ula boca de los vasos coincide con la 1í- E nea 1 de 12 fig. 6.
no - m
O
E
FIG 6
Finalmente, en el tipo cilíndrico el subtipo 1 estaría repre- 5
sentado por los vasos con una relación -
0
m
E altura/ancho máximo igual a 1 y el sub- o
tipo 2 por una relación inferior a 1. Tal
como vemos en la fig. 7, el subtipo 1 co- n
-E
rresponde a los vasos cuya boca coinci- a
2
de con la línea 1 y en el subtipo 2 con n
n la línea 2.
2 3 Sin embargo, dado que los vasos ce- o u rárnicos de Tenerife, aunque generalnien-te
regulares, no se ajustan evidentemente
FIG 7 a una forma geometrica perfecta, exis-tiendo,
por lo tanto, tantas formas como
vasos, hemos creído necesario, en aras de una mayor precisión
a la hora del tratamiento estadístico, buscar una expresión ma-temática
sencilla que reflejara las diferencias formales entre
10s distintos vasos. Dicha expresión matemática es la si,g&nte:
88 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLhNTICOS
VASOS CERÁMICOS DE TENERIFE 11
cociente a/P. Explicamos a con- - tinuaci6n con ayuda de la f i p
ra 8, qué significa cada uno de
B estos parámetros. En el vaso re-gular
representado, la línea BB' ' A ex.presa la línea horizontal que
FIG 8 pasa por el plano de la boca y
AA' la perpendicular a la mis-ma
que pasa por el punto medio de la base. U es el ángulo for-mado
entre la línea AB y la línea que une el punto A con el
punto donde la paralela a AB es tangente a la pared del vaso
(punto C, línea AC). En el caso teórico de que la parzlela a AB
fuera tangente a la pared del vaso no en un punto Único sino
en un segmento, el punto @ estaría situado en el punto medio
de dicho segmento. El ángulo f3 queda delimitado entre la
línea AB y la paralela
wri rriprrric,.
JLLL CICGW, ÜiiZ
será igual a O, puesto
medio de AB y, por
sera O (fig. 9).
BB' que pase por A.
- . ..,m ,:e A,,.,, m..,, ,A,,, \ v a m j a w-uuua pula r u c a s ,
que C estará en el punto
lo tanto, la relación al@
FIG 9
En cambio, en un vaso cilíndrico U será igual
a p, por lo que la relación U/@ será igual a 1
(fig. 10).
-.m 4n FlU
En m vaso perfectamente semiesférico u,/P
será igual a 0,5 (fig. 11).
FIG 11
Las vasijas, pues, de base más aplanada van a tener valores
superiores a 0,5, mientras que las de base más apuntada van a
tenerlos inferiores.
Núm. 30 (19841 89
12 MATILDE ARNAY DE LA ROSA P EMILIO GONZALEZ REIMERS
En la tabla número 1 mostramos la frecuencia absoluta de
las diferentes características consideradas. Como vemos, no
existen diferencias significativas entre los vasos con mango ci-líndrico
y vertedero A en lo referente a la pasta (XZ= 2,79; NS),
desgrasante (X2 = 2,20, NS), forma del labio (X2 = 2,79, NS),
motivo de la decoración en el labio (X2= 2, NS) y profusión de
la decoración en el labio.
En efecto, los vasos portadores de ambos tipos de apéndice
poseen, en general, pasta buena con desgrasantes finos o me-dios,
ia terminación ae su superficie es cuiaada íbuenaj, ios
labios en general son planos o biselados hacia el interior con
decoración profusa, en ningún caso hay decoración en la pared
del vaso, y en ningún caso hay tampoco labios sin decoración,
así como tampoco pastas malas y terminaciones malas. Asimis-mo,
ia Üecoración en ei iabio es impresa o bien, rara vez, aca-nalada;
no existen decoracio~esr ealizadas mediante digitación,
unguIación o puntillado. Ambos tipos de vasos son, pues, muy
similares en lo referente a estas características morfotécnicas,
y existe sólo una pequeña diferencia (t = 2,33, p < 0,025) res-pecto
al valor del cociente a/B que es ligeramente mayor en los
vasos con vertedero A (0,46 i 0,009) que en los vasos con man-go
cilíndrico (0,43 =k 0,0741, expresión de la mayor frecuencia
de vasos de tendencia ovoide o de bases más apuntadas de es-tos
ÚItimos. La similitud de características de los vasos con
estos apénaices es ciara, corroboránáose tai ñecño por ia exis-tencia
de varios casos de apend.ice doble (20 vasos con dos
mangos cilíndricos enfrentados diametralmente, dos vasos con
dos vertederos A y dos vasos con un vertedero A enfrentado
diametralmente a un mango cilíndrico).
Al comparar a su vez los vasos con mamelones con los que
tienen vertedero E, vemos que tampoco existen diferencias en
lo que a sus características morfotécnicas respecta. Así vernos
que no existe ningún vaso con pasta buena, el desgrasante es
predominantemente me'dio y la forma del labio es generalmen-
90 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
te apuntada o redondeada, con decoración escasa o nula, ha-biendo
sido ésta realizada mediante puntillado, digitación o
ungulación. Además, en este grupo sí aparece la decoración en
la p a r a externa de la vasija, siendo ésta incisa predominante-mente
(existe un caso de puntillado), y situándose en la parte
superior del vaso en una estrecha franja en torno al borde,
dibujando motivos rectilíneos (lám. V A). Son abundantes los
casos de apéndice doble ea los vasos con mamelones; no exis-te,
en cambio, en nuestra casuística ningún vaso con un ma-melón
enfrentado a un vertedero B, ni tampoco con dos verte-deros
B.
Si bien los vasos con mango cilíndrico y vertedero A, por
rrr, !z&q 51 mu=e!meS y vertedere E, por otro, se parece, ectre
sí, son marcadas las diferencias existentes al comparar ambos
grupos. En efecto, los niveles de significación son elevadísi-mos
aI comparar diversas características, por ejemplo, entre
vasos con mangos cilíndricos y vasos con mamelones (termi-
~sci6:: 2P = ??4,55, p < G,000J; pasta: X2 = 55,88, p < 0,0005;
desgrasante: X2 = 30,66, p < 0,0005; forma del labio: XZ =
102,19, p < 0,0005; motivo de la decoración en el labio: X2 =
138,57, p < 0,0005; profusión de la decoración en el labio:
XZ = 178,65, p < 0,0005); lo mismo ocurre al comparar los vasos
con vertedero A con los de vertedero B (terminación: X2 = 57,9,
p < 0,0005; pasta: XZ = 19,8, p < 0,0005; desgrasante: X2 = 20,7,
p < 0,0005; forma del labio: X2 = 47,9, p < 0.0005; motivo de la
decoración en el labio: X2 = 67,2, p < 0,0005; profusión de la
decoración en el labio: X2 = 70,6, p < 0,0005), los vasos con
rr,,..+,.rl~rri A-- 1-m A- ---- 1 ----- /L :---:z--
VGL ~~=CICLU A LVLL 1u3 ut: ~tld~llt:iu~iebL ~IIIIIL~~GIUI1Ií;2 = iU3,9,
p < 0,0005; pasta: X2 = 43,7, p < 0,0005; desgrasante: X2 =
34,9, p < 0,0005; forma del labio: X2 = 53, p < 0,0005; motivo
de' la decoración en el labio: X2 = 78,3, p < 0,0005; profusión
de la decoración en el labio: X2 = 104,8, p < 0,0005), O 10s va-sos
cvn mailgu cifiil&-icei y vei-iederú 3 (termiñaci&=,; X? = i22,4,
p < 0,0005; pasta: X2 = 28,8, p < 0,0005; desgrasante: X2 = 15,6,
p < 0,0005; forma del labio: X2 = 86,3, p < 0,0005; motivo de la
decoración en el labio: X2 = 139,6, p < 0,0005; profusión de la
decoración en el labio: X2 = 142, p < 0,0005).
Entre los vasos con mamelone's y vertedero B no existen di-ferencias
en su forma global, como demuestran los valores casi
idénticos del cociente a/p (t = 0,33, NS); en cambio, las diferen-cias
son altamente significativas al comparar este cociente entre
mangos cilíndricos y mamelones (t = 11,99, p < 0,001 1, vertede-ros
A y mamelones (t = 7,15, p < 0,001), mangos ciluldricos y
vertederos B (t = 7,50, p < 0,001) y vertedero A y vertedero B
(t = 5,14, p < 0,001), expresión del predominio de las formas se-miesféricas
o de fondo aplanado de los vasos portadores de
mamelones o vertederos B frente a las formas de tendencia
ovoide y bases más apuntadas de los vasos con mango cilíndrico
o vertedero A. a
N
Mamelones, vertedero E, mango cilíndrico y vertedero A,
aunque son los apéndices más represeritados en la cerámica O n aborigen de la isla (tabla 41, no son los ianicos tipos existentes. - m
O
En efecto, están los vasos de gran tamaño, de formas elipsoida- EE
les, con apéndice de oreja o con asas d-e cinta. Estos vasos, aun- 2
E
que diferentes claramente en su forma, presentan muchas carac- -
terística similares a la de íos vasos con vertedero B o con ma- 5
melones: predominio de terminaciones regulares o malas, de
- -
0
m
desgrasantes medios o gruesos, la forma del labio es redondea- E
da o con engrosamientos laterales, con escasa o nula decora- O
ción de tipo impresa. Además, en los vasos con asa de cinta n
E abunda la decoración en la pared externa, siendo ésta incisa o -
a
acanalada 15.
2
n
Existe además un importante grupo de vasos con apéndice n
troncocónico, casi siempre doble, que presentan características O3
mixtas entre los vasos con vertedero A y mango cilíndrico y los
de mamelones y vertedero B. Considerados globalmente, estos
vasos se diferencian de ambos grupos, pero un análisis detallado
de los resultados expuestos en la tabla 1 nos muestra que se
asemejan más en sus carzicterísticas morfotécnicas a los vasos
englobados en el rupo de mamelones y vertedero B. Así vemos
que predominan las terminacicnvs y pastas regulares y los des-grasantes
medios. Son abundantes los labios apuntados y re-
92 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
dondeados, predominando claramente los labios sin decoración.
No presentan, sin embargo, en ningún caso, decoración en la
pared externa del vaso. Efectivamerite, en la tabla 2 vemos que
el valor de la XZ, aunque significativa en ambos casos, es siem-pre
mucho mayor al comparar los vasos con mangos troncocó-nicos
con los de mango cilíndrico y vertedero A que al hacerlo
con los vasos de mamelones o vertedero B (así, por ejemplo, te-nemos
una Xz de 53,90 (p < 0,0005) al comparar la forma del
bio y de 125,30 (p < 0,0005), al comparar la profusión de la de-coración
en el mismo respecto-a los vasos con mango cilíndrico,
frente' a una X2 de 5,97 (p < 0,025) y de 16,80 (p < 0,0005), res-pectivamente,
al hacerlo con los vasos con mamelones). Ade-más,
los valores del cociente a/P muestran valores parecidos
(t = 2, p < 0,05), reflejo de poseer formas predominantemente
esféricas (tabla 2).
Tal como hemos visto, parece clara la existencia de dos gru-pos
diferenciados, uno, constituido por los vasos con mangos
cilíndricos y vertederos A, y otro, por los vasos con mamelones
y.vertedero B ,junto con las «ánforas» con apéndice de oreja y
asas de cinta; y un grupo intermedio, los vasos con mangos tron-cocónicos,
con algunas características de los vasos del primer
grupo (existencia de casos de terminaciones buenas y pastas
buenas y labios planos con decoracióln impresa lineal abundan-t
e ) , .v~a rias otras semejantes a los del segundo.
Resumiendo, podernos establecer las diferencias entre los
dos grupos de la siguiente manera:
-v- asos con mango cilinúrico o vertedero A ('Grupo ij:
Nunca presentan decoración en la pared del vaso.
Ausencia de terminaciones malas.
Ausencia de pastas malas.
e nR....,.-A- nnriArrn*;nin iln tanminoninnoc< cr nnet c< h,ir\r\on wrarbauu y l r s u v r n r r i r u UG iiGrrrrruabLurrGD y yau&u U U G L ~ ~ ~ J .
Ausencia de labios con engrosamientos laterales. Marcado
predominio de labios planos y biselados hacia el interior.
La decoración en el labio es siempre impresa lineal o aca-nalada
con una profusión abundante.
Vasos con mamelones o vertedero B (Grupo II):
Pueden presentar decoración en la pared externa del vaso
(motivos rectilíneos).
Ausencia de terminaciones buenas.
Predominio claro de pastas malas y regulares.
e La decoración en el labio nunca. es abundante. Predominio
de labios sin decoración.
Presencia de decoración ungulada, digitada y puntillada en
el labio.
a
Basados en estos resultados, hemos analizado si las asociacio-nes
encontradas en los vasos con apéndice se cumplen también O
en los vasos sin apéndice. n - m
En la tabla 3 vemos que, efectivamente, son diferenciables O
E
E dos grupos. Uno representado por aquellos vasos con temina- S
E ciones buenas que presentan las mismas características que los
vasos con mangos cilíndricos y vertedero A, es decir, pastas 3
igualmente buenas, desgrasantes finos o medios y decoración O-impresa
lineal abundante en los labios que igualmente predo- m
E
minan en sus formas planas y biseladas hacia el interior. Den- O
tro de este grupo existen vasos con decoración en su pared in- n
terna, pero, a diferencia de la observada en los vasos con mame- E a-lones,
ésta se encuentra siempre realizada por puntillado, los
n motivos representados en vez de rectilíneos son curvilíneos n
n
(espirales, círculos concéntricos y esteliformes)), y además, como 3
hemos dicho, están en el interior del vaso (lám. IV E). O
El segundo grupo está constituido por vasos con terrnina-ciones
poco cuidadas (malas y regulares), que presentan además
características que vimos antes asociadas a los vasos con ma-melones
y vertederos B (tabla 31, es decir, tienen pastas igual-mente
maias y regulares, desgrasantes medios y gruesos, precio-minio
de labios sin decorar y con labios de formas apuntadas y
redondeadas.
En este segundo grupo destaca un conjunto, poco numeroso,
de vasos de tendencia cilíndrica, cuyos labios son planos con
94 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
VASOS CERÁMICOS DE TENERIFE 17
marcados engrosamientos laterales (Iárn. 11, A, B). Este tipo de
labio, aunque presente en algún vaso con mamelones (en este
caso los engrosamientos son menos pronunciados) es una im-portante
característica diferencial que se asocia a las formas
cilíndricas.
Estas quedan perfectamente evidenciadas por la presencia
de valores del cociente a/P de' 0,655 t 0,015, lo que muestra la
tendencia al aplanamiento de la base, diferenciándose claramen-te
de los valores obtenidos para el primer grupo comentado de'
vasos sin apéndices (0,4705 = 0,006; t = 9,7, p < 0,001) y de los
del segundo (0,55 it 0,113; t = 7,23, p < 0,001).
Como hemos visto, el estudio estadístico del Corpus cerámi-co
aborigen de Tenerife' muestra que muchas de las caracterís-ticas
consideradas se asocian entre sí de forma altamente signi-ficativa,
lo que permite distinguir los siguientes grupos perfec-tamente
diferenciados de vasos cerámicos:
1. Grupo 1.-Incluye los siguientes tipos de vasos:
a) Vasos con apéndice tipo mango cilíndrico y/o vertede-ro
A, simples o dobles, de forma generalmente ovoide y de base
apuntada, y menos frecuentemente de tendencia esférica.
b) Vasos sin apéndice. Las formas de éstos son similares
a la de los vasos con apéndice, aunque existen, además, otras dos
sui generis, unas que semejan un casquete esférico, de muy es-casa
altura (denominadas «platos» por L. Diego Cuscoy '') y
otras e'lipsoidales en su sección vertical, pero cuya boca en vez
de ser circular es elipsoidal.
Tanto unos rhmo otros presentan las siguientes característi-cas
comunes: la terminación es buena casi siempre y las pastas
presentan desgrasante fino o medio, siendo de buena calidad;
la forma del labio es generalmente plana o biselada hacia el in-terior,
y presenta un claro predominio de decoración impresa
lineal, casi siempre profusa. Nunca aparece decoración en la
pared externa de los vasos. Sí puede existir, en cambio, ésta en
l6 L. DIEGOC USCOY:G anigo, Santa Cruz de Tenerife, 1971, p. 131.
Núm. 30 (1984) 95
la pared interna (en nuestra casuística exclusivamente en algu-nos
vasos de forma de casquete esférico), consistiendo siempre
en un motivo que ocupa una p~sición central y que mediante
puntillado dibuja espirales, círculos concéntricos o esteliformes.
11. Grupo II.-Incluye los siguientes tipos de vasos:
a) Vasos con apéndice tipo mamelón o ve'rtedero B, gene-ralmente
dobles los primeros, de formas casi exclusivamente
esféricas, aunque alguno tiende a ser cilíndrico.
b) Pertenecen a este mismo grupo los grandes vasos elip-soidales
con apéndice de oreja y algunas «ánforas» con asas de ? E
cinta, en concreto aquellas de formas elipsoidales simples. O
C) Vasos sin apéndice casi exclusivamente' esféricos. n -
=m
O
E
Todos ellos presentan las siguientes características comu- i
nes: las terminaciones son generalmente malas o regulares, 1 E
=
pastas asimismo de regular o mala calidad y con predominio de' $
desgrasante medio y grueso; la forma del labio es generalmente -
apuntada o redondeada y muchas veces sin decoración. Cuando f
ésta existe puede' ser puntillada, digitada, ungulada y también
impresa (sola o alternando con puntillado), pero en todos los
casos la profusión es escasa. En este grupo de vasos puede apa- %
recer decoración en la pared externa; ésta consiste' principal- a
2
mente en incisiones formando motivos rectilíneos en una franja
en torno al borde y aparece en un apreciable porcentaje de va-sos
con mamelones y habitualmente en gran parte de la pared ;
de las ánforas con asas de cinta. En nuestra casuística sólo hay
un caso de vertede'ro B con decoración en la pared externa. El
detenido análisis de diversos fragmentos nos hace suponer que
en este grupo de vasos puede aparecer también decoración en
la cara externa de la base de la vasija ", siendo ésta incisa: ungu-lada
o digitada.
Aunque, como ya dijimos antes, el número de características
diferenciales es menor, los vasos de forma de tendencia clara-l7
L. DIEGO CUSCOY, 1971, Op. cit., P. 123, fig. 5$/3.
96 ANUARiO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
mente cilíndrica presentan algunas que los separan del resto de
vasos sin apéndices englobados en el grupo 11. El elemento dife-rencial
principal, junto a la forma cilíndrica, es la existencia en
todos los casos de labios planos con engrosamientos laterales
marcados. Este tipo de labios también lo hemos constatado en
algún vaso con mamelones y en algunos fragmentos decorados,
pero llaman la atención dos hechos:
a) Esos mamelones tienden a presentar formas más elabo-radas
y complicadas, pare'ci6ndose incluso en algunos casos a
pequeñas asas truncadas de sección rectanguiar.
b) La decoración de los fragmentos es a base de acanala-duras
e incluso unguiaciones, pero nunca incisiones, formando
rectdheos. E, este SeMi& &&c&aiiiüs la pr e.ser lCia en
las ánforas con cuello de decoraciones acanaladas. Estas ánfo-ras
presentan además labios con engrosamientos laterales. Las
terminaciones de estos vasost aun pudiendo ser calificadas
de regulares y malas dentro de los criterios seguidos, pre-sentan
iei-ld el-l cia a iU&sc -d&ay& a teiiel.
pasta mejor.
Por todo ello, y aun considerando que la casuistica es escasa
(20 vasos, 2,54 por 100 del total), los datos de los que dispone-mos
sugieren fuertemente que estos vasos pertenecen a un ter-cer
grupo, cuyas características generales serían:
a) Vasos sin apéndice, de forma cilíndrica, con labios planos
con marcado engrosamiento lateral.
b) vasos con apénaice tipo mameión, compiejo, más eía-borado,
como dijimos antes, o con asas trucadas de sección
rectangular. Estos vasos son asimismo de tendencia cilindrica y
presentan labios planos con engrosarnientos laterales.
c) Anferas de' asa de cinta con cuello y asimismo con labios
con engrosamientos laterales.
Estos vasos pueden presentar decoración en la pared exter-na,
de tipo acanalado o digitado, formando motivos lineales.
Queda un grupo de vasos con características intermedias en-tre
los del grupo 1 y el grupo 11, formado por aquellos que po-seen
mangos troncocónicos. El análisis individualizado de estos
vasos permite apreciar que existen algunos -los menos- de
formas parecidas a los del tipo 1, de terminación y pastas bue-nas,
desgrasantes finos, labios planos y biselados hacia el inte-rior
con decoración impresa profusa y apéndice troncocónico
cuidadosamente' acabado, con o sin perforación parcial del mis-mo;
y frente a éstos, otros -los más- de acabado tosco, labios
redondeados o apuntados, sin decoración o con decoración im-presa
escasa, de formas más esféricas, que se asemejan clara-mente
a los vasos del grupo 11. Ello sugiere la posibilidad de a que efectivamente los primeros puedan incluirse en el grupo 1 N
y los segundos en el grupo 11, aunque cabria también admitir
O que representan un grupo intermedio entre el 1 y el 11, aunque -- n nos inclinamos por la primera de las hipótesis. m
O
E
Existen, además, una serie de elementos que corroboran la SE
diferencia entre los grupos establecidos, y que creemos dignos -E
de mención: 3
-
a) En primer lugar es frecuente observar en los vasos del -
0
m
grupo 1 cordones de factura, en algunos casos muy marcados, E
que no hemos constatado en ningún caso en vasos de los gru- O
pos 11 y 111, lo cual sugiere, además, distinta técnica de elabo- n
E ración de las vasijas. -
a
b) Asimismo, hemos detectado en algunos vasos y fragmen- 2
n
tos de los grupos 11 y 111 agujeros de reparación (lám. 11 C), con n
su particular sección cónica o troncocónica, en algunos casos O3 incompletos y siempre a los lados de una estalladura de la vasi-ja.
Este elemento no lo hemos apreciado en ningún vaso perte-neciente
al grupo 1. En este grupo sí hemos observado en un
Wco caso una curiosa manera de' reparar un pequeño agujero
en la base de una gran vasija de forma ovoide, procedente de
las Cumbres de Guía de Isora (La Asomada del Gato), consis-tente
en introducir una pequeña piedra porosa trabajada y adap-tada
a las dimensiones de la perforación y recubierto todo por
una sustancia, cuyos restos aún se observan adheridos a la pa-red
del vaso. Existen, además, en un caso, agujeros de suspen-
98 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
sión en una pequeña vasija procedente de la Mostaza (Las Ca-ñadas),
de forma igualmente ovoide y con todas las caracterís-ticas
del grupo 1. Se trata de dos agujeros de sección cilíndrica,
enfrentados diametralmente a un centímetro del labio, y que a
diferencia de los agujeros de reparación, fueron hechos al tiem-po
que se confeccionaba la vasija.
C) Por otra parte, hemos de resaltar igualmente algunas de
las características referentes a la forma de los hallazgos de' los
vasos de los distintos grupos establecidos.
En primer lugar, llama la atención que en nuestra casuistica
jamás hayamos encontrado en un mismo escondrijo vasos per-tenecientes
a grupos diferentes. Es frecuente el hallazgo de va-rias
vasijas en el mismo hueco (hasta cuatro juntas), y es, mi-mismo,
frecuente hallar vasos con mangos cilíndricos junto a
vasos con vertedero A. También se han encontrado vasos sin
apéndice pertenecientes al grupo 1 con vasos con mango cilín-drico
o vertedero A o varios vasos sin apgndice con estas carac-terísticas
juntos. Sin embargo, jamás se ha encontrado un vaso
del grupo 1 junto a un vaso con mamelones, vertedero B o sin
apéndice de las características del grupo 11. No es frecuente
hallar juntos en un mismo escondrijo a vasos del grupo 11,
sin embargo, hemos constatado en una ocasión un vaso con
mamelones junto a uno con vertedero B. Los vasos del grupo 111
los hemos encontrado solos dentro de su escondrijo.
En cuanto a la forma de esconderlos, aunque no existen dife-rencias
esenciales, podemos apreciar que los huecos que albergan
vasijas del grupo 11 o 111 son de alguna forma más elaborados,
más artificialmente construidos que los que guardan vasos del
grupo 1.
La dificultad de encontrar yacimientos donde realizar estu-dios
estratigráficos adecuados en esta isla no nos ha permitido
confrontar los resultados expuestos aquí con los hallazgos en
excavaciones propias la. Existen algunos yacimientos que nos
aportan algunos datos interesantes y que deben ser tenidos en
le Excavaciones realizadas en Cascajo (Santiago del Teide), en la Ca-ñada
de la Grieta (Las Cañadas) y Montaña de Bilma (Guía de Isora).
Núm. 30 (1984) 99
cuenta. Así, la Cueva. de la Arena '" en Barranco Hondo, nos ofre-ce'
las secuencias estratigracas más completas hasta ahora pu-blicadas
para Tenerife: 540 a. C. en el nivel IV, donde la presen-cia
humana se cuestiona; 20 a. C. en el nivel 111, y 150 d. C. en
el nivel 1. La cerámica aparecida en este yacimiento muestra ca-racterísticas
morfotécricas similares a las establecidas por nos-otros
para el grupo 11. Es llamativo que existan apéndices de
mamelones, de vertedero B e incluso un asa de' cinta fragrnenta-da
y no aparezca ningún apéndice de mango cilíndrico y verte-dero
A. Lo mismo ocurre con las formas, que presentan un claro
predominio de vasos de tendencia esférica.
Todo lo contrario sucede en el yacimiento de Montaña de
-R--i-l-m- a., en_ r&i-ldi~ actualmente pnr nnsntro~d~on de img .!E
de fondos de cabañas removidzs pudimos rescatar numerosos
fra-mentos de ceramica todos ellos pertenecientes por sus ca-m
racterísticas al grupo 1 descrito en este estudio. O
No podemos, pues, establece'r una secuencia cronológica y
E cultural para las distintas características encontradas en la ce- =
rámica de Tenerife tal como se ha podido realizar en la preñis- 3
toria de La Palma. Aquí se han hallado cerámicas con formas
de tendencia cilíndrica claramente distintas de otras de tenden- 1E
cia esférica, pero que si se han podido asociar a distintos niveles
estratigráficos. Así, las formas cilíndricas, que -sin que poda- n
mos establecer ningún tipo de relación-, se parecen bastante
a las descritas dentro del grupo 111 de este estudio, aparecen en
los niveles más antiguos de los yacimientos palrneros, mientras
que las formas esféricas se reparten con sus elementos decora-tivos
distintos los niveles superiores 'O. O
Puede inferirse, por tanto, no sólo del análisis estadístico
aquí presentado, sino del resto de los aspectos que acabamos
de tratar, que el corpus cerárnico de Tenerife no es homogéneo.
Tal hecho ha sido intuido por otros investigadores de' la prehis-
I9 P. AGOSTAM ART~NEZy PELLICECRA TALÁN: Excavuciones arqueológi
cm en ia cueva de la Arena (Barranco Hondo-Tenerife), en «Anuario de
Estudios Atlánticos)) (Madrid-Las Palmas), 1976, 22, pp. 125-184.
20 nn unorrix-w-,a an, non ,.Sr r v r . r r -Aux - . . runc i r ui-u, ~ u o v u, y. -*u., -p.p... OoWo-IV .n r
100 AhYTARiO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
toria de la isla. L. Diego Cuscoy 21, por ejemplo, dice que apenas
existe variación en la ceramica de Tenerife procedente de' exca-vaciones
segfin los niveles arqueológicos, si itacaso, en el supe-rior,
las vasijas aurnent.an de tamaño, hay una mayor pre'feren-cia
por el color negro, por las formas panzudas y los fondos de
curva menos acusada. Pero aún así, sus rasgos generales persis-ten,
y aunque se acusa mayor prediIección por los mamelones,
los mangos cortos, troncocónicos y las asas de lengüeta, persis-ten
los mangos macizos de implantación vertical y las asas ver-tederos)).
M. S. Hernández Pérez, basado en los datos proporcionados
por la excavación de la Cueva de la Arena afirma que «la ausen-cia
de fondos cónicos entre las ceramicas de esta Cueva de ia
Arena parece demostrar que Tenerife debió recibir dos o más
oleadas culturales, una de las cuaíes aebería aportar los alud-;-
dos fondos cónicos)) ''.
El presente estudio confirma la e'xistencia de diferemias ím.
portantes dentro de la cerámica aborigen de la isla, esta,ndo en
fase de estudio wi análisis de las pastas (desde un punt de vista
mineralógico y físicoquímico) que corroboraría los re'sultados
aquí presentados.
En diferentes culturas es frecuente la existencia de formas
de vasos diferentes asociadas a usos distintos. Es aItamente im-probable
que' las variaciones encontradas por nosotros obedez-can
a esta razón, ya que, como hemos visto, no se trata Wca-mente
de variaciones en la forma, sino tambien en lo que res-pecta
a muchas otras características morfotécnicas que no ten-drían
por qué variar.
Además, como hemos visto también, en cada grupo existen
formas variadas, por ejemplo, los vasos con mango cilíndrico,
con vertedero A y los denominados «platos» (forma de casquete
esférico) en el grupo 1, tendrían evidentemente una función
distinta.
Por otro lado, tampoco podemos asociar ninguna forma o
--
21 L. DIEGOC USCOY1,9 71, ~ p .cit ., pág. 185.
22 M. HERNÁNDEPZÉR EZ, 1980, 01). cit., p. 33.
e iw., e
U
S)
.o19
O
"ci"liPn r ico
vertedero
A
vertedero
B
mango
troncoconlcc
cinta
Cuadro Ir.-Distribución t i~~dÓ:~acsono ~in dicación d d n m -
ro absoluto de los mis1 de =da .t.ipo y sub.tipo
decoración a ningún tipo especial de yacimiento que sugiriera
su utilización como vaso ritual, ya que fragmentos decorados o
sin decorar, con mamelones o con mango cilíndrico aparecen
indistintamente en cuevas de habitación, en hábitat de superficie
e incluso enterramientos.
Podría pensarse también que distintos tipos cerámicos fue-sen
obra de' distintos centros alfareros. En primer lugar, pen-samos
que esto es muy improbable, pues a través de las cróni-cas
parece confirmarse que las cerámicas eran realizadas por
las mujeres y esencialmente familiar z3. En segundo lugar, la
distribución espacial que observamos hasta ahora demuestra
que los tres grupos cerámicos se reparten homog6neamente.
No parece improbable que estos diferentes tipos cerámicos
pudieran corresponder a distintas arribadas a la isla. De' hecho,
esto parece probado en otras islas como La Palma y quizás Gran
Canaria. En concreto, en el caso de La Palma existe tanta dife-rencia
entre un vaso cilíndrico con escasa o nula decoración
de los primeros niveles y un vaso esférico profusamente deco-rado
de los niveles superiores, como entre un vaso de mango ci-líndrico,
de forma ovoide y acabado perfecto y un vaso con
mamelones, decorado y de tosco acabado de Tenerife. Deseamos
que el análisis de las pastas y las excavaciones que se están rea-lizando
actualmente puedan aportar nueva, luz a los resultados
y observaciones expuestos en este trabajo.
2s R. GONZÁLEZ ANTÓN y A. TEJERAG ASPARL: OS aborigenes canarios,
Colección «Minar 12, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de
La Laguna, 1981, pp. 201-203.
lrJ2 ALVUAR.IO DE ESTUDIOS ATLiWTICOS
LAMINA 11
A. Vaso de forma de tendencia cilíndrica con labio plano con engrosamien-tos
laterales procedentes de Valle Trujillo (Las Cañadas del Teidel.-B. De-talle
del labio con engrosamientos laterales.-C. Agujeros de reparacirjn
LÁMINA V
A. Decoraciún incisa i dibujando
B
motivo rectilíneo.-B. Derocaci6n acanalada
TABLA 1
Frecuencia abs~oluta de las distintas caracteristicas de los parcímetros considerados en los vasos con apéndice -
Terminación
-
Pasta
Desgrasante
Forma del
labio
Motivo de la
clecrxación en
el labio
-
Pro.Eusión de
la decoración
en el labio
Decoraci6n en
la pared exter-t-
erna del vaso
Cociente df3
Mangci Vertedero Vertedero
cilíndrico A 3
-
buena ............... 112 43 O
regular ............ 4 6 11
-m ala . . . . . . . . . . . . . . . O O 15
buena ............... 44 19 O
regular ............ 30 14 16
-m ala ............... O O 3
fiino . . . . . . . . . . . . . . . 41 23 1 medio ............ 32 10 17
grueso ............ P O 1
plano . . . . . . . . . . . .
biselado interior ...
a,puntado.. ..........
redondeado.. . . . . . . .
planos o biselados
con engrosamien-tos
laterales.. . . . .
iimpresión Iineal ...
acanalado . . . . . . . . .
puntillado .........
Cügitado ............
ulngulado .........
liso ...............
a,bundante y media. 116 47 O
escasa.. ............. O 2 2
-lii so ............... O O 24
sin decoración.. .... 116 49 25
-co n decoración ...... O O 1
n. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 55 32
x . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0.4336 0,46 0,54
dls .................. 0,07 0,07 0,07
Mame- Mango Apéndice Asa de
iones tfiz de oreja cinta
TABLA 2
Valores de la X:" y niveles de significacidn al comparar los diferentes pardmetros entre los vasos con distinto
tipo de apéndice
Terminación . . . . . . . . . . . .
Pasta .....................
Desgrasante.. .............
Forma del labio .........
Motivo de la decoración
en el labio ............
Profusión de la decora-ción
en el la'bio .........
Decoración en I:a pared ex-terna
del vaso .........
Mango cilí ndrico con Vertedero Mangos; Vertedero Mamelones Apendice Mango
Vertedero B tronco- A con Ver- Mamelones con Verte- tro:nco-
A cónicos, tedero B dero B de Oreja cónico
TABLA. 3
Frecuencia absoluta de las distintas caracteristicas de los parámetros
consid!erados en los vasos sin apkndice
Pasta
Desgrasante
Forma del labio
Profusión dé! la de-coración
en el labio
buena ...............
regular ............
mala ............-.. .
fino ..................
medio. ..............
grueso .............-..
plano ..............
redondeado .........
apuntado ............
con engrosamientos
laterales .........
biselados hacia el :in-terior
............
abundante y media,. ..
escasa ...............
liso ...................
Sin ap6ndi- Sin apdncii. Sin apéndi-ce
con t~er- ce con ter- ce con ter-minación
minación minación
buena regular mala
Decoración en la
pared del vaso
externa ............
interna ............
sin decoración ......
MATILDE ARXAY 1lE 1.A EOSA Y EMILIO GONZÁLEZ REIMERS
TABLA 4
Frecz~encias absolutas y relativas de los vasos sin. apéndice y con
los distintos tipos de apéndice
Vasos con apéndice seguro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338 (43 '36)
Vasos con apéndice probable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116 (14,75 9.;))
57,76 04
Vasos sin apéndice seguro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 (16.16 9'0)
Vasos sin apéndice probable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Respecto al a
Núm. núm. total do n ú ~ ' ~ ~ ~ $ , " c N
vasos -.,.A-J:..,.
E
aycuuluc
seguro n -
=m
Mango cilínarico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96 12,21 "/O 28.40 % O
E
Dos mangos cilíndricos . . . . . . . . . . . . 20 2,54 O/O 5,92 %I E Vertedero A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 6,23 ?/, 14,50 !/o 2 E Dos vertederos A,.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 0,25 019 0,59 =
'crPrterlern A y mmgo cilíndrico . . 2 0,25 0- 0;59 %
Vertedero E . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 3,31 u ? 7,69 !/U
5
Mango troncocónico . . . . . . . . . . . . . . . 28 3,56 O? 8,29 40 - -
Dos mangos troncocÓnicos . . . . . . . . . . . . 13 1,65 YO 3,84 ?4 0m
A1 menos un mango troncocónico (* ). 10 1,27 Oio 2,95 C/U E
Un mamelón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 1,15 O/u 2,66 96 O
Dos mamelones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 5,lO ?i1 i1,83 c.6 E
Al menos un mamelón (':) . . . . . . . . . 22 2,86 04 6,50 04 n
Apéndice de oreja . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 1,T8 94 4,14 %1 -E
Asa de cinta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 0,89 ?/O 2 ,O7 ?/O a
- 2-
n
(+) Cuando el estado de fragmentación del vaso nos impide corrobo-rar
la presencia de otro apéndice enfrentado. O3
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
TABLA 5
Valor del cociente a/fi en los tres grupos de vasos
Grupo 1 Grupo 11 Grupo 111
n 45 1 132 18
x 0 , 0 4 5 3 3 0 , 546 0,655
d s 0 , 0 5 7 5 0 , 0 6 6 8 0,06
Núm. 30 (1984)