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TECNOLOGÍPAO PULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS P O R JOSÉ MANUEL GONZALEZ RODRÍGUEZ El agua, bien escaso en Canarias, ha concitado la populari-zación de ciertas figuras y tradiciones características de las is-las. Los Repartimientos de la Conquista, los Heredamientos o Heredades, las Comunidades de Regantes o las Comunidades de Aguas representan formas de organización que han gober-nado la distribución de los caudales de los nacientes, pozos o galerías. Suponen a su vez modos diferentes de administrar la explotación de los acuíferos, donde su dominio público se en-tremezcla y entra en conflicto con intereses particulares y pri-vados. En todo caso, el reparto, aprovechamiento y usufructo del agua ha quedado tradicionalmente regulado por alguno de estos organismos o entidades jurídicas. Correspondiéndose con cada una de estas entidades se han dado al propio tiempo distintos sistemas de riego y diferentes técnicas en el uso y explotación de las gruesas. La distribución de los caudales y el reparto de éstos han venido siendo orga-nizados por mecanismos varios que en cada época han carac-terizado el modo de explotación. Los instrumentos y técnicas de reparto, los mecanismos y artilugios utilizados en la medi- 2 JOSE MANUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ ción de caudales y gastos y las unidades de medida usadas conforman un entramado que forma parte de muestro más ca-racterístico acervo histórico. En el trabajo que presentamos analizamos todos estos me-canismos, sistemas y procedimientos aglutinadores de un amplio compendio de conocimientos científicos tradicionales. En concreto, sabemos que los sistemas de riego y la distri-bución de las aguas han propiciado el uso de numerosas téc-nicas populares que buscan un acertado reparto del caudal que se extrae de nacientes, manantiales, pozos o galerías. Ya desde la época de la conquista se introdujeron principios racionales para gobernar el reparto del agua. La forma en que se miden los caudales de las gruesas en las acequias, o el modo en que se distribuyen éstas de modo tal que cada usufructuario reciba parte qUe le correspon~e -,roi;orciGna! c, participucióE per acciones reguladas en la dula, nos ofrecen ejemplos de cono-cimientos científicos que, no por dejar de ser populares, des-conocen un elevado nivel de complejidad. Así, en ambas técnicas se utilizan rutinariamente principios mecánicos como los que se derivan de los teoremas de Ber-nouilli y de Torricelli, conocimientos específicos de hidrodiná-mica y fundamentos sofisticados de construcción y de albañi-lería. Justamente, el fruto de tales saberes lo constituyen di-versas estructuras de cemento, argamasa o metal que salpican nuestra geografía agraria: pesadores de agua, arquillas de re-parto, cantoneras, etc. De todo esto hablaremos en nuestro trabajo: de las técnicas y sistemas de riego, de los aparatos utilizados en el reparto de gruesas y en la medición de caudales, y de las unidades de medida usadas en la valoración de éstos. Comenzando con un breve resumen de ia historia de los ~eredamientos y So-munidades, organismos que han gobernado el uso del agua de riego, nos adentramos en las características de cada una de las etapas que podemos reconocer, acabando con una justifi-cación científica elemental que explica la funcionalidad y el acertado üso de !as :écnicas descritas. ANUARIO DE ES TUDIOS A TLÁNTICOS TECNOLOG~AP OPULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS 3 2. HISTORIADE LAS AGUAS DE RIEGO EN CANARIAS: DESDE LOS PRIMEROS HEREDAMIENTOS A LAS COMUNIDADDEE SA GUAS Los modelos de regadío y los mecanismos utilizados en la medición de los caudales de las aguas de riego han variado en Canarias a medida que ha transcurrido su historia. Tanto en los primitivos repartimientos de tierra y agua efectuados por los primeros conquistadores como en las modernas técnicas de obtención de agua que se apoyan en la perforación de galerías y pozos podemos anotar distintos elementos que determinarán con detalle estas técnicas tradicionales. Hagamos, pues, un bre-ve repaso de la historia del aprovechamiento del agua en Canarias. A partir de su arribo y asentamiento en el siglo XV, los es-par'ioles en~eI i~feioei ~ir iiensifiiarori los sistemas & irl& genas y desarrollaron otros nuevos. Distintas reales cédulas y decretos varios regularon con precisión tanto la concesión de derechos sobre el agua como el modelo según el cual ésta de-bía de ser utilizada. Ya el 4 de febrero de 1480 los Reyes Ca-tólicos, aún sin terminar la conquista, dieron a su gobernador, Pedro de Vera, la autorización para repartir tierras y aguas en-tre los que hubiesen contribuido a dicha conquista. Tales re-partimiento~ fueron confirmados por Real Cédula de 20 de ene-ro de 1487. Esto en lo que se refiere a la isla de Gran Canaria; para La Palma, don Alonso Fernández de Lugo recibió de los Reyes una Real Cédula dada en Burgos el 15 de noviembre de 1496 en la que se le facultó para repartir tierras y heredamientos en dicha isla. Por lo que hace a Tenerife, por Real Cédula de 5 de noviembre de 1496 se regulaba los repartimientos de tie-rras y aguas, quedando reformados éstos más tarde gracias a la facultad que se le otorgó al licenciado Ortiz de Zárate en 1506. La naturaleza de los repartos y la constitución de los con-siguientes heredamientos o heredades fueron regulados por dis- A:-* - - --A - -- - LIIILLL~ U I U G I M I I L ~ ~ que acabarmi de ap~obarse por la. Rea! Audiencia de Canarias hacia el año 1531. En estas ordenanzas se recogía toda la legislación necesaria para la regulación del reparto de las aguas y contenían algunos principios que hu-bieron de caracterizar el modelo de aprovechamiento de los acuíferos en siglos posteriores. La misión de vigilar su cumpli-miento se encomendó a los Alcaldes de Aguas, designados por el Cabildo y Regimiento de la isla, y el derecho a participar en el reparto propio de un heredamiento quedaba supeditado al cumplimiento de ciertos requisitos tales como la obligación de residir en la isla por espacio de más de cinco años o la exigencia de formar una familia estable. En las primeras concesiones a los colonos el agua no podía separarse de la tierra que regaba. Años más tarde se inició un proceso que tendía a especificar esos derechos y a una lenta pero progresiva privatización de los derechos de agua, con es-casos resultados prácticos hasta el siglo XIX. En particular, en Gran Canaria las co~eesiuíies especificaban e! r,úmere de suertes que se repartía entre los colonos con el agua de su riego. En Tenerife se aplicaba, en cambio, la fórmula inversa: concesión de agua con todas las tierras que con su agua podáis regar l. El origen de los heredamientos y del modelo de aprovecha-miento del agua habremos de buscarlo según Glick entre los sistemas medievales, pues según este autor: El ((Repartimiento)), que había sido el rocedimiento típico de distribución de tierras en la repobP ac ión del este y del sur de España se aplicó en las Islas Canarias y más tarde se extendió al Nuevo Mundoz. El mismo autor opina en este sentido que: Mwhas de las semejanzas entre los sistemas de riego del Levante Español y Canarias pueden atribuirse a la acep-tación general de los conceptos sobre los derechos del agua que prevalecieron en la Baja Edad Media, así como a reacciones análogas ante situaciones semejantes. Pero el ' Th. F. GLICK-M.D ~AMZ ARTA(:( Versión española del estudio: The old world background of the irrigation system of San Antonio, Texas)), perió-dico El Día, 20 de abril de 1988, p. 1. Th. F. GLICK-M.D ÍAZM ARTA«: Versión española del...)),p . 1. 470 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS TECNOLOG~AP OPULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS 5 conjunto de elementos que configuran las instituciones y su articulación del mismo modo hacen creer en una re-lación directa. Los sistemas de riego canarios recuerdan a los de Alicante, Elche, Novelda, Lorca y Moratalla, pero no a los de Granada y otros lugares del este y el sur de la Península '. No dudamos que el doctor Glick esté en lo cierto; mas, no obstante, en los sistemas de riego canario hubieron de influir de manera más directa los modelos de la isla de Madeira. El sistema de levadas que en dicha isla rige la .ordenación de los riegos y los repartimientos de agua contiene un buen número de similitudes con el de los Heredamientos canarios: En parti-cular, la división de la gruesa en diferentes hilos de agua o Zancos es idéntica a la primitiva de Canarias; existe, asimismo, a!m3tuc& JUdgi z@ %u uutori&d pfitprampfitp p-Yn--i ii-valente a la de los Alcaldes de Agua isleños; el riego se divide en turnos o giros de duración variable entre diez o quince días, al modo del sistema de dulas del norte de Tenerife; el mismo nombre dado a la comunidad que aprovecha una levada: he-réus (heredeiros) coincide con la denominación canaria; en fin, los instrumentos utilizados en la medición del caudal y las uni-dades de medida se asemejan a los nuestros. En todo caso, en opinión del geógrafo portugués Orlando Ribeiro 4: Tudo isto evoca o ambiente de regadio do Noroeste e da Cordilheira Central em Portugal y habremos de asociar por tanto los precursores medievales de los heredamientos con un buen número de zonas de la Penín-- ci-ll.a- T hPrira 6 . j Th. F. GLICK-MD. ÍAZ MARTA«:V ersión española del...)), p. 2. 0. RIBEIRO: A ilha de Madeira até meados do século XX, Instituto de Cultura e Lingua Portuguesa, Ministerio de Educa~aioL, isboa, 1985. 0. RIBEIROA: ilha de Madeira.., p. 68. En opinión de Glick, en la Península se estableció un modelo de re-gadío de procedencia oriental, muy extendido por todo el Mediterráneo, y que, en sus fueros jurídicos, se fundamentaba según tres principios bien definidos. A saber: 6 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ Como ya hemos indicado, la historia de los ~eredamientos posterior a la conquista se encuentra guiada por dos motivos principales: por un lado, la adecuación de los modelos de apro-vechamiento del agua a las leyes que se dictaban para todo el Estado español; y, por otro, por el paulatino y tenaz esfuerzo de aquellos que mayoritariamente se benefician del uso de las gruesas por conseguir la titularidad privada de las aguas. En los primeros años se fue perdiendo la asignación del agua a la tierra que debía de regar, permitiéndose la enajenación de caudales separados de la propiedad de los cultivos y la com-praventa unívoca de éstos. Con los Decretos de las Cortes españolas de 6 de agosto de 18 1 1 y de 19 de julio de 18 13 quedaron abolidos los seño-ríos jurisdiccionales, y aunque dichas leyes no modificaron el criieri" de progie&(j que regía sobre las aguas, si tu-vieron trascendencia en cuanto al régimen interior de los He-redamientos y a las disposiciones legales que regulaban sus ac-tos y amparaban sus derechos. En particular, éstos se quedaban sin el amparo de la Audiencia y sin la autoridad que le daban los Alcaldes de Aguas y pasaron a ser meras asociaciones de intereses sin organización alguna. Más tarde, otras muchas disposiciones sobre aguas se sucedieron en España, hasta la publicación de las Leyes de 1866, 1870 y 1879 ..., y muchas heredades interpretaron la última creyendo que debían adoptar ciertas formalida-des en sus cuadros de mando y en su régimen interior. A tal efecto, aprobaron unos estatutos y denominaron y eligieron a sus directivos conforme prescribía la Ley 7. Ya por entonces se venía insistiendo en la titularidad privada de la propiedad de las aguas, así como en el hecho de q;e su a) El concepto de distribución proporcional de las aguas. b) El reconocimiento de la responsabilidad individual dentro de la co-munidad de regantes; y c) La idea de que el control y la vigilancia en el cumplimiento de las normas debía asignarse a miembros del propio sistema de regantes. J. HERNÁNDEZR AMOSL: as Heredades de Aguas de Gran Canaria, Ma-drid, 1954, pp. 52 y 53. 472 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS TECNOLOG~A POPULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS 7 aprovechamiento se encontraba segregado de la posesión de la tierras. Con todo, lo verdaderamente destacable de este proceso en cuanto al interés que nos ocupa se refiere a la aparición simultánea de las comunidades modernas. Afirma Guimará Peraza que: Las Comunidades de Aguas nacieron en el siglo XX. Fue-ron solicitadas por el diputado canario don Pedro Gordillo en las Cortes de Cádiz. Tal propuesta tuvo el acierto ..., de sostener la necesidad de la investigación de las aguas subterráneas en el sur de la isla de Gran Canaria ... (y) debieron nacer poco des-pués de la petición de Gordillo, en el primer tercio del siglo XX, y antes que en ninguna otra isla del archipiélago9. Sigue al autor explicando que: Las modernas Comunidades se constituyen para alumbrar agua; bien mediante pozos ..., bien mediante galerías ... Son aguas privadas e independientes de la tierra a la que riegan ... El agua no está alumbrada -a diferencia de las He-redades-, sino que tienen por fin el alumbrarla. Y se tra-ta de aguas subterráneas que hay que sacar del subsuelo de la tierra a la luz, por medios mecánicos lo. La aparición de las modernas Comunidades significó una no-table amenaza para las Heredades y Heredamientos, entrando en colisión sus respectivos intereses. Si bien la Real Orden es-pecial para Canarias de 27 de noviembre de 1924 intentó sal- ..-.-... --A-- 1,- vagum ual iua UAG--L-n LG,.-L IIUJ UAG* i1a-0a iU L*L,*LA LnAuoaru La, iro ~'.naa+pnn~rlr\~ mia-u1i vm, ;rm* iiii~iiiu tiempo, los nuevos alumbramientos; con la Orden ministerial de Obras Públicas de 23 de mayo de 1938 comienza una etapa decisiva en la historia de las Heredades que culmina con su Ver M. GUIMERÁ PERAZA: Tres estudios sobre aguas en Canarias, Aula de Cultura, Santa Cruz de Tenerife, 1970, pp. 114-119. M. GUIMERÁP ERAZAT: res estudios sobre ..., p. 120. l o M. GUIMERÁP ERAZAT: res estudios sobre ..., pp. 126 y 127. ' , 8 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODR~&EZ desaparición casi efectiva, según se desprende de la Ley espe-cial para Canarias de 24 de diciembre de 1956 ". En todo caso, la aparición y posterior popularización de las Comunidades de Agua introdujo un nuevo modelo de aprove-chamiento del agua, aportando nuevos sistemas de regadío, nue-vas unidades de medida del caudal, así como nuevas técnicas e instrumentos de medición. Coinciden en el tiempo con la ge-neralización del cultivo del plátano en todas las zonas costeras de las comarcas noroccidentales de las islas mayores, y con-forman un modelo de organización que gobierna la utilización de las aguas de regadío casi en exclusiva. Solamente la orga-nización de las Comunidades de Regantes que prevalece aún hoy en día en La Gomera parece contradecir la exclssividad del modelo de las Comunidades de Agua. Las Comunidades de "neganies de La Gorriz~i ... son organismos administrativos que actúan como dele-gados de la Administración ... No son, pues, cuerpos inter-medios, sino Estado actuando por delegación ... los comu-neros son titulares «ob remv, es decir, en tanto en cuanto ellos son dueños de las tierras que con las aguas comunes se riegan ". Su origen data de la Ley de Aguas de 1879, que en su ar-ticulo 228 dispone que los aprovechamientos colectivos de aguas públicas, destinadas a riegos, deberán constituirse necesariamen-te ewcomunidad de Regantes. Su sistema de organización sir-vió como modelo para algunas Heredades seculares que se transformaron con la introducción de la Ley. Y comportan mé-todos de aprovechamiento, técnicas y unidades de medida del caudal ~pecí f icosa~u nque muy parecidos a los que habremos de detallar en el caso de los Heredamientos. Heredamientos, Comunidades de Agua y Comunidades de Re-gantes son tres ejemplos de modelos utilizados en Canarias para regir y ordenar el aprovechamiento del agua de regadío; im- " F. QUIRANTES: El regadío en Canarias, Ed. Interinsuiar Canaria, S. A., Santa Cruz de Tenerife, 1981, p. 192. l2 M. GUIMERAP ERAZAT:r es estudios sobre ..., p. 129. 474 ANUARIO DE ESTUDIOS A TLÁNTICOS TECNOLOG~A POPULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS 9 plican técnicas y estructuras diferenciadas en los sistemas de regadío que habremos de estudiar separadamente en los pá-rrafos que siguen. 3. TÉCNICAS Y SISTEMAS DE RIEGO EN LOS HEREDAMIENTOS POSTERIORES A LA CONQUISTA En el sistema de riego establecido en Canarias inmediata-mente después de que fuera culminada su conquista se reco-nocen unas características que definen por completo el modelo utilizado. De procedencia medieval ibérica, se fundamentaba en la utilización pública de las aguas que estaban asociadas a las tierras que regaban, de tal modo que en los repartimientos se distribuían conjuntamente las tierras con el agua necesaria para regarlas. En principio, el agua se repartió de forma equitativa entre los participantes que más destacaron en la conquista, más premiando las concesiones de agua para aquellos que constru-yeron ingenios de azúcar, cultivo que se expandió rápidamente en las zonas bajas de las islas occidentales, y cuya producción constituyó la principal fuente de riqueza en los primeros años de la historia de Canarias. La relación que se estableció entre la tierra y el agua ne-cesaria para su riego variaba de unas zonas a otras. Repre-sentaba una equivalencia de una suerte de tierra y cinco horas de agua1 en Gran Canaria en 1520 y 1530, o bien una suerte de tierra de seis fanegadas (cuadrado de cincuenta por cincuenta varas) con una azada de agua en los repartimientos de 1505 en La Orotavat4. Mas en todo caso estableció una serie de prin-cipios que hubieron de gobernar la disiribucióri del agua en los primeros años. Así, dio origen tanto a un sistema de re-partimiento del caudal de riego, conocido como adulamiento, como a un complicado modelo de unidades de medida y arti-l3 Th. F. GLICK-DÍAZM ARTA:V ersión española del.., p. 1. l4 J. PERAZAA YALA:« El Heredamiento de Aguas de Orotavan, Estudios de Derecho Administrativo Especial Canario, 111 (Curso 1967-68), Aula de Cultura del Excmo. Cabildo Insular de Tenenfe, 1969, pp. 41-94; p. 52. 10 ~osÉM ANUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ lugios de medición del caudal de las gruesas. Analicemos con detalle cada una de éstas. Según Glick ": La palabra dula, derivada del vocablo árabe «daula», sig-nifica rotación o turno de riego, y por extensión, medida de agua. En las islas Canarias adulamiento es el proceso por el cual la gruesa de cada canal se divide en partes proporcionales a las que se asigna un valor determinado expresado en ciertas unidades de medida o tiempo. De conformidad con la dula, los regantes de un Here-damiento otorgado toman agua por orden, de acuerdo con el número de horas a que tienen derecho. En los Here-damientos premodernos de Gran Canaria la dula se esta-blece por un número determinado de días, normalmente quince d~as para 37 heredamientos y diez para 30 y 31. Los turnos se especifican de tal manera que el regante sabe qué día y a qué hora le ha de llegar su turno. Encontramos en la descripción hecha por Glick un modelo preciso de distribución temporal del caudal del agua que se asignaba completo (toda la gruesa) durante un intervalo de tiempo prefijado a cada regante. El sistema se usa aún en la actualidad en el modelo de las levadas de la isla de Madeira y en algunas localidades de La Gomera. Tal sistema se reco-noce también, según Glick, entre las técnicas de riego romanas de posible origen norteafricano. Siguiendo a Glick, nos encontramos que: El caudal se controla dividiéndolo en partes alícuotas por medio de ias iiamadas cantoner as... La cantonera era una caja semielíptica de mampostería que dividía el agua en porciones iguales. Cada boca re-presentaba una azada, aunque podían ser de media o do-ble capacidad; pero la idea general era que todas las bo-cas desaguaran el mismo caudal para facilitar la vigilancia l6 l 5 Th. F. GLICK-DÍAMZ ARTA:V ersión española del.., p. 1. l 6 Th. F. GLICK-DÍAMZ ARTAV: ersión española del.., p. 2. 476 ANUARIO DE ES TUDIOS A TLÁNTICOS Este utensilio, que servía como aparato de medida del cau-dal, fue largamente utilizado durante los siglos posteriores, y aún en la actualidad encontramos un artilugio similar en el He-redamiento de Arucas y Firgas 17. Cuando la cantonera se en-cuentra encerrada en una casilla se denomina caja de agua1" bajo esta forma fue muy utilizada tanto en Canarias como en algunas localidades americanas 19. 'Diversos documentos nos informan de otros recipientes uti-lizados también en la medición del caudal del agua y sabemos del uso de arcas de agua, pequeños artilugios del tipo del re-cogido en un concierto establecido entre Antón Martín y Fran-cisco Calderón, hacendados de la comarca de Daute, por el cual el primero se obligaba a darle al segundo tanta agua ... a la puerta de los gloriosos Reyes en un arca de 1 112 palmo de altura y otro tanto de largura y anchura, de modo que el agua entrase por arriba. La caja estaría siem-pre llena y se le hana un barreno en la tabla de abajo, del grosor de un dedo pulgar de Ca1derón2O. Instrumentos varios que tienen precursores en los modelos utilizados, en los sistemas de riego peninsulares como podemos apreciar en la siguiente descripción que A. Alsina nos hace de un recipiente catalán utilizado en la valoración del caudal del agua en Cataluñan: l7 F. QUIRANTES: El regadío en Canarias, p. 93. l8 L. DE LA ROSA OLIVERA: ((Antecedentes históricos de los Heredamien-tos y Comunidades de Aguas de Canarias)), Estudios de Derecho Adminis-t r ~ ~ ~ *Ets.p=& g! Casgric, ??? (Cursn /967-68), A& de Cultura del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife; 1969, pp. 9-40; p. 36. l9 F. DOM~NGUECZO M P AO~r denanzas Municipales Hispanoamericanas, Asociación Venezolana de Cooperación Intermunicipal, Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid-Caracas, 1982, pp. 116 y 154. 20 J. M. RODRÍGUEZ YANES: El agua en la Comarca de Daute durante el siglo XVI, Aula de Cultura del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1988, p. 25. 21 MUSEU DE LA CIENCIA: Pesos, Mides y Mesures, Obra Social de la Cai-xa de Pensions, Barcelona, 1981, p. 32. Núm 3 7 (1 991) 477 12 ~osÉM ANUEL GONZÁLEZ RODRfGUU Existia una gran diversitat de recipients, metal4cs destinats a mesurar, en la unitat dita plorna, els cabals d'aigua. El recipient acostumava a tenir forma cilíndrica i era dividit en diverses parts mitjan~ant separacions metal-liques co-municants. A la base inferior del recipient existen diversos forats circulars de diametres variables i una colecció de taps que s'acoblaven als dits forats. A mesura que l'aigua anava omplint el recipient, s'anaven tapant i ombrint els diversos forats de la base fins que s'aconseguia que amb la continua entrada d'aigua per la part superior i la con-tínua sortida d'aigua pels forats, el nivell d'igua interior del recipient quedés reposat en el nivell marcat. Aleshores els forats oberts donaven la quatitat de plomes d'aigua que queia de la font ... Aixó era possible gracies al fet que la distancia entre el centre dels forats i el nivell de repos de l'aigua dintre del recipient era construida amb precisió (normairnent 3/4 de pam). Aquets recipients per a mesurar en plomes eren portatils i de poc pes, i a Catalunya pre-sentaven la característica de tenir els centres dels forats alineats 22 y que guardan un parecido evidente con los clepsidros o relojes de agua de la Antigüedad23. 22 Existía una "gr an diversidad de recivientes metálicos destinados a medir, en la unidad llamada ploma, los caudales de agua. El recipiente acostumbraba a tener forma cilíndrica y estaba dividida en 'diversas partes con separaciones metálicas comunicantes. En la base inferior existían di-versos agujeros circulares de diámetros variables y una colección de ta-pones que se acoplaban a dichos agujeros. A medida que el agua iba lle-nando el recipiente, se iban tapando y abriendo los distintos agujeros de la base de tal forma que se conseguía que la entrada continua de agua por la parte superior y la continua salida de agua por los agujeros el nivel del agua interior en el recipiente quedaba reposado en el nivel mar-cado. De esta forma los agujeros abiertos daban la cantidad de plomas de aguja que manaba por la fuente. Esto era posible gracias al hecho de que la distancia entre el centro de los agujeros y el nivel de reposo del agua dentro del.recipiente era construida con precisión (normalmente 3/4 dé palmo). Estos re&ientes para medir en plomas eran portátiles y de poco peso, y en Cataluña presentaban la característica de tener los centros de los agujeros alineados. 23 Ver J. MARIANO VALLUO: Tratado sobre el movimiento y aplicaciones de las aguas, Imprenta de D. Miguel de Burgos, Madrid, 1833, p. 76. Estos recipientes permitían la medición del agua valiéndose de rudimentarias técnicas hidrodinámicas. Las unidades de medi-da de dicho caudal estaban entonces relacionadas con el me-canismo de medida y comprendían un conjunto estructurado de unidades varias. Encontramos en primer lugar la fanega de agua: gasto de agua necesario para regar una fanegada de tierra con el siste-ma de adulamiento ya descrito. Esta unidad la encontramos en las primeras datas de los repartimientos, y así sabemos que en 1543 todavía se regulaba el reparto de agua por fanegadasz4. En todo caso la fanega de agua quedaba relacionada con otra uni-dad denominada azada de agua que permitía valorar el caudal de cada gruesa, y, por tanto, el gasto total correspondiente a una fanega. Según el mismo autor, en el Heredamiento del Río de La Orotava: En la distribución del 26 de mayo de 1543 se dice que habían 1203 fanegas de agua, igual a 4 azadas, ... a razón de 300 fanegas y 9 almudes cada azadaE. Esta equivalencia nos habla de un sistema de medidas del caudal y el gasto de los repartimientos, bien extendido en todas las islas y que contaba con la azada como patrón principal. Según Glick 26: La medida normal de volumen era la azada, término que equivale a un chorro del grosor de una azada de mano durante medio día o un día. El sistema de Teyde, por ejemplo, disponía de 6 azadas de agua para regar durante un día en un turno de 27 días, que es la duración de la dula. La azada se divide en cuatro cuartas, las que a su vez se dividen en surcos. Donde ia azada dura 24 horas, las cuartas duran 6 y el surco 2 horas. Reconocemos de este modo las unidades: azada, cuarta y surco, que junto a la fanega de agua debieron componer un z4 J. PERAZAD E AYALAE: l Heredamiento de Aguas ..., p. 47. 25 Ídem, íd., p. 47. 26 F. Th. GLICK-M.D ~AMZA RTA(: (Versióne spañola del...», p. 1. Núm 37 (1 991) sistema de medidas bien estructurado. En este sentido podemos relacionar las mediciones del caudal de los Heredamientos pre-modernos canarios con las unidades o medidas de hidro-mensura que recoge Carrera Stampa en el México colonial. Nos habla este autor que tales medidas: Fueron necesarísimas para regular la práctica de tomar el agua con fines de irrigación y prácticas industriales. La medida fundamental era el buey, derivado del cuerpo de un buey, equivalía a 1.296 pulgadas cuadradas. El surco o sulco era el hueco que dejaba el arado en la tierra para que corriera el agua: seis dedos de lado y ocho de profundidad. Era la unidad fundamental en las distribuciones de aguas rústicas. La naranja era un orificio de dos por ocho dedos. El real de agua o limón constaba de 18 pajas y se usaba en repartimientos de casas en pilas públicas. La paja se consideraba como unidad fundamental en la medida de las mercedes o reparticiones urbanas, así como en manantiales y abastos públicos; un cuartillo por minuto, o sea, aproximadamente 648 litros por día. El autor establece entonces el siguiente cuadro en el que se aprecia lo bien estructurado que queda el sistema: MEDIDAS DE HIDROMENSURA Nombres Equivalencia En letras Buey ............... 1.926 pulgadas cuadradas (48 surcos) ...... 9.83 1,20 Surco .............. 27 pulgadas cuadradas (3 naranjas) ......... 194,40 Naranja ............ 2 pulgadas cuadradas (3 limones) ........... 64,80 Limón o Real ..... 1 pulgada cuadrada (18 pajas) .............. 8,lO Merced ................................................................. 2,25 Paja ..................................................................... 0,45 27 En el cuadro encontramos dos unidades que admiten com-paración con el modelo canario. La valoración del caudal de 27 M. CARRERAS TAMPA«E: l sistema de pesos y medidas colonial», Me-morias de la Academia Mexicana de la Historia, México, 1967, p. 23. 480 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS un hilo de agua que fluye a través de un orificio de dimen-siones prefijadas también se encuentra en los primeros apro-vechamientos isleños, y encontramos de este modo que, según Glick '" en Tenerife: El sistema de medidas se refería al orificio de salida: real o tostón (relacionados con diámetros de monedas) o pipa 19. En definitiva, las dimensiones del orificio determina con exac-titud el caudal de agua que fluye por la caja o arca (como veremos en el apartado 7). En épocas remotas reconocemos caudales correspondientes al hilo que corre a través de un tos-tón, un real, un medio real, una paja o un dedo, estipulándose que: El medio real, como el tostón, consistía en la cantidad de agua que asaba por un orificio que tuviese el mismo diá-metro de f' as monedas indicadas, y la paja medía una pipa (12 barriles de 40 cuartillo) por hora30. No sabemos de un sistema jerarquizado, al modo del en-contrado por Carrera Stampa, que unificase las medidas ante-riormente señaladas: azada, cuarta y surco, con estas otras nue-vas. Cabe reseñar que los principios que rigen las definiciones de unas y otras no son relacionables entre sí, y muy bien pu-dieron coexistir simultáneamente sin que exigieran coordinación alguna. 28 Th. F. GLICK-M. DÍAZ MARTA: ((Versión española del ..., p. 2. 29 En este modo se medía el caudal del agua en los riegos modernos de Castilla. En el vaile de La Orotava una unidad tradicional del caudal es la paja, entendiéndose que dicha unidad mide el caudal de agua que mana por un orificio con una sección igual a las de una paja de trigo, equivaliendo a un litro cada tres minutos, es decir, una pipa (480 litros) al día. 30 J. PERAZAA YALAE: l Heredamiento de Aguas ..., p. 54. 16 ~ o s MÉ A NUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ 4. TÉCNICAS Y SISTEMAS DE RIEGO EN LOS HEREDAMIENTOS MODERNOS Ya hemos visto que, con el paso de los siglos, se modificó sustancialmente el primer modelo de aprovechamiento de aguas característico de los repartimientos, de tal modo que, por un lado, se fue perfeccionando el sistema de adulamiento y las técnicas de medición de los caudales, y, por otra parte, las or-denanzas que regulaban las Heredamientos se transformaron para conseguir su adaptación a los nuevos derechos. En el pe-ríodo que estudiamos los aspectos más característicos de los sistemas de riego pueden resumirse en: 1) El agua pierde su vinculación con la tierra, y se hereda o transmite separadamente de la posesión de ésta. 2) Se va perfilando la idea de la propiedad privada del agua y de los derechos particulares en su uso y enajenación. Numerosos litigios se suceden en distintas comarcas de las islas cuando entran en colisión los intereses particulares de los ha-cendados con los derechos consuetudinarios públicos. 3) El modelo de distribución más usual sigue siendo el adu-lamiento, que, poco a poco, va perfeccionando su estructura. En particular, el Heredamiento del Río de La Orotava establece en 1780 los días, dulas o acciones que en número de 174 lo integraban. Estas acciones, o derechos particulares sobre el cau-dal de 22.854 pipas diarias (en 1892), se inscribieron en el Re-gistro de la Propiedad de La Orotava en 1891. Por lo demás, siguiendo a Leopoldo de la Rosa, entenderemos por: dula ... el período de cierto número de días en que todos los Herederos han regado, cada uno por su turno, con la porción (acción) de agua que le corresponde ... Los días de dula se componen, generalmente: cada uno de 24 horas de 60 minutos, más los hay también en que un día arti-ficial y una noche componen dos de dula. Las horas de agua en todos los Heredamientos no son las mismas: en algunos, una hora de agua es igual a una de reloj; en otras, a i¿ ciei mismojl. 31 L. DE LA ROSA: Antecedentes históricos de los ..., p. 36. 482 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Como modelo de adulamiento de esta época podemos anotar el correspodiente al Heredamiento de las haciendas de Argual y Tazacorte. Éste constituye un ejemplo de la pervivencia de organizaciones tradicionales. Este Heredamiento aprovecha el agua de los manantiales de La Caldera de Taburiente, cuyas aguas for-man un arroyo que discurre continuamente y que se dis-tribuye de la forma siguiente: el agua es captada por to-maderos y llevada hasta lugares en que se hace la pri-mera división del caudal en dos mitades, una para cada hacienda, continuando por los canales particulares de éstas para ser distribuida entre sus hacendados. La distribución del agua de cada hacienda entre sus hacendados se hace entregando a cada uno de ellos todo el caudal que conduce la hacienda durante un tiempo de-terminado, proporcionado a la cuota de su participación, que se repetirá cíclicamente cada diez días. Las participaciones de los hacendados en el Hereda-miento se determinan por el tiempo de aprovechamiento cíclico del agua que a ellas corresponde. Cada hacienda está dividida en diez derechos de un día cada uno, lla-mados décimos. Cada décimo se divide en veinticuatro ho-ras, y cada hora se divide en sesenta minutos, que son las fracciones mínimas. El agua que corresponde a estas participaciones se ha de entregar a sus titulares dentro de las veinticuatro horas del décimo a que pertenecen, con las circunstancias de tiempo y lugar que convenga al orden de riego de la ha-cienda según un turno en que se vayan rotando equitati-vamente para cada hacendado las circunstancias menos de-seadas. Esto no impide el cambio de turno que entre sí hagan particularmente los hacendados 32. 4) Encontramos en este último modelo un nuevo mecanis-mo que se utiliza en la distribución de las gruesas: el fiel o arquilla, instrumento de características similares a los utilizados para dividir en Zancos las levadas de Madeira o al partidor usa-do en Levante del que conocemos un ejemplo que se encuentra detrás de la iglesia de la Concepción de La Orotava. 32 F. QUIRANTES: El Regadío en Canarias, pp. 222 y 223. Núm. 37 (1 991) 18 ~ o s MÉ A NUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ 5) Las unidades de medida del caudal en esta época son de tipo temporal: día, hora, décimo, minuto ..., que van desplazando paulatinamente las primitivas de tipo espacial: aza-da, surco, etc. Como reconoce José Peraza de Ayala en su es-tudio del Heredamiento de La Orotava: Por los años 1543 todavía se regulaba el reparto de aguas por fanegadas, pero ya en 1617 en la cartilla que dio al alcalde de aguas Francisco Hernández Miñol a Juan Fran-cisco de Ponte se hace dicha distribución por días y horas3). Estas nuevas unidades de medida valoran el gasto o volu-men total de agua que discurre por una «artajea» durante un período de tiempo determinado, cuando son conocidas las di-mensiones de éstas y el caudal total de la gruesa que se dis-tribuye. Forman un sistema bien jerarquizado de unidades, que comenzando en el minuto de agua (e incluso en el segundo) recorre todo el intervalo de tiempo de la dula. Según esto, y basándonos en los datos recogidos de las He-redades de Gran Canaria y de las investigaciones de Glick, po-dríamos estipular que la denominada azada de agua debió co-rresponder con un número exacto de horas de riego de la grue-sa propia. Se establecería así una equivalencia directa con el modelo valenciano de regadío, en el que una hila de agua de-signa el caudal correspondiente a una hora de flujo en cada canal, y encontraríamos entonces un sistema completo perfec-tamente jerarquizado de unidades de medida de los caudales de las gruesas de Canarias. 5 . TÉCNICAYS S ISTEMAS DE RIEGO EN LAS COMUNIDADES DE REGANTECSA NARIAS El fundamento legal y el origen de las Comunidades de Re-gantes sabemos que se encuentran en la Ley de Aguas de 1879. Ei modeio de explotación de ias aguas de dichas Comunidades 33 J. PERAZADE AYALA:E l Heredamiento de Aguas de. .., p. 47. 484 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS no encontró buena acogida en Canarias, ya que la propiedad comunal del agua, principio de su reglamentación legislativa, se enfrentó de lleno con el carácter privado que ésta había adquirido en los siglos anteriores. Solamente en La Gomera re-conocemos estas figuras jurídicas, pues se ha adaptado ópti-mamente a su modelo histórico de aprovechamiento de los na-cientes. Éste se llevaba a cabo históricamente mediante el sistema de dulas, según el cual el agua estaba asignada a la tierra que habría de regar, de tal modo que cada propietario recibía todo el caudal de la gruesa, regando todas sus propiedades, tanto las de zonas altas como las de zonas costeras, durante el tiem-po necesario, de modo que el terreno quedase enteramente ane-gado. Cuando un regante terminaba le correspondía regar a otro propietario utilizando el mismo procedimiento. El agua no se podía almacenar, y si sobraba o si bien se renunciaba a la opción de riego, ésta se dejaba correr por los barrancos hasta el mar. Este modelo primitivo hubo de variar ligeramente con la in-troducción de los cultivos del plátano y del tomate. La adscripción del agua a la tierra impedía controlar el agua para regar cuando el cultivo lo necesitara, había que regar cuando el turno llegara. Incluso si el turno llegaba a un terreno con excesiva frecuencia, había que tomarlo o dejarlo. La platanera es un cultivo al que el stress de agua perjudicaba, y el desabastecimiento también34, y se hizo necesario entonces la modificación del sistema de re-gadío. En lugar del modelo de dulas se optó por el sistema rl,,n,;,,An ,,,..tA, e'-.+,a "+ml-.- l.m'-.mAn 0- ..- +..--- A- m:--- ULuwuuuauu UL L M I r íw. LJLL LnLaua uanauv GIL uil ~ul i luu c llcgv consecutivo por parcelas, no por propietarios, y con tiempo li-mitado -normalmente 15 minutos por fanega (equivalente a 40013 metros cuadrados en Agu10)-. Como consecuencia de este nuevo método, y como ventaja adicional, regando de arriba 34 A. REYESA GUILARE:s trategias hidráulicas en la isla de La Gomera: Hermigua, Agulo y Valle Gran Rey, Aula de Cultura del Excmo. Cabildo de Tenerife, Museo Etnográfico, Santa Cruz de Tenerife, 1989, p. 97. Núm 37 (1991) 485 20 ~ o s ÉMA NUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ a abajo los bancales inferiores se beneficiaban de los escurres de los superiores. La unidad de medida del caudal en este modelo es la hora macho, que equivale a 200 pipas por hora, de modo que cada pipa afora 500 litros. Mas para poder compaginar esta unidad con las necesidades de riego de la platanera y con el gasto necesario para cumplimentar 15 minutos de agua por cada fa-nega los canaleros establecen un reparto de la «madre» o grue-sa, de forma que cada regante recibe un caudal estimado en 125 ó 140 pipas por hora. Desconocemos los instrumentos o mecanismos que se utilizan en la medición del caudal o del gasto de las corrientes, aunque nos arriesgamos a afirmar que pueden coincidir con aquellos que describiremos en el próximo apartado. 6. SISTEMADSE REGADÍOY TÉCNICASD E MEDICIÓN DE CAUDALES EN LAS COMUNIDADDEES A GUA La propiedad privada del agua y la desvinculación de ésta de la tierra quedan legalmente reguladas en este siglo en los reglamentos de las Comunidades de Agua. Constituidas a me-diados del siglo pasado para ordenar la extracción subterránea de agua, dominan en la actualidad los modelos canarios de aprovechamiento de los acuíferos. Su organización y estructura de funcionamiento varían entre las distintas islas, e incluso de una comarca a otra; mas todas se rigen por una sociedad de accionistas, de modo que a cada participante le corresponde un volumen fijo y estipulado del agua alumbrada acorde a la . proporción de su participación en la sociedad. Los sistemas de distribución de los caudaies aiumbrados por cada Comunidad tampoco son iguales en todos los casos, pues adoptando métodos tradicionales de reparto cada Comunidad se adaptó de particular manera al modelo que imperaba en su comarca. Entre los sistemas podemos destacar los tres siguien-tes más signif;cav;vos. Encontramos en primer lugar el sistema más común utili-zado por la mayor parte de las Comunidades que perforan ga- 486 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS lerías en el norte de la isla de Tenerife. Estas comunidades se fundamentan en la asociación de un número determinado de socios, de forma que cada uno de ellos participa con un número de acciones variable en el reparto del caudal extraído. El número de acciones o participaciones de cada comu-nidad es variable. Tradicionalmente este número se ha es-tablecido en función de la periodicidad de los riegos y par-ticularmente del riego de la platanera por la prioridad que desde principios de siglo ha tenido éste con respecto a otros cultivos de regadío y sobre todo por su condición de cultivo permanente frente al carácter estaciona1 de los otros. Así, lo más frecuente es que el numero de acciones sea de 360, número que resulta de multiplicar el número de horas del día por los quince de cada mes. De esta for-ma el poseedor de una de estas acciones tiene derecho a disfrutar, para el riego de sus tierras, de todo el caudal proporcionado por la galería o pozo, durante una hora , cada quince días, que es el período normal entre uno y otro riego en la platanera. Ahora bien, este número puede duplicarse o triplicarse en función de la importancia del caudal de la comunidad, o bien se puede ser poseedor de 112 ó 114 de acción. Lo que, en definitiva, busca este sistema es una simplifi-cación de la distribución y reparto del aguaj5. El sistema utilizado se corresponde con un modelo de dis-tribución temporal del caudal, de forma que la dula o turno de riego se repite cada quince días. Dicha distribución temporal suele ir acompañada de otra de tipo espacial, de tal forma que el caudal total que mana del pozo o de la galería, en numero-sas ocasiones muy abundante, se subdivide hasta alcanzar un cu~da! cmtiniie de 100 6 110 pipas a la horaJ6. Este caudal es el que se reparte a cada accionista durante el período de tiempo que se corresponde con el total de sus acciones. Con ello se consigue un flujo constante de agua que permite un adecuado uso en el riego de la platanera, ya que el agricultor 35 F. QUIRANTEEl RSe:g adío de Canarias, p. 217. j6 Actualmente la pipa es una medida de capacidad equivalente a 480 litros. 22 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ se maneja muy bien con este caudal (entrevista personal a don Juan Manuel Díaz de la Fuente, ingeniero de minas). En el valle de La Orotava se ha convenido en llamar dula. al valor del caudal idóneo en el riego de la platanera; esto es, 110 ó 100 pipas a la hora. Un sistema similar al descrito, caractenstico de la Federación de Comunidades de Agua de la Isla Baja (Tenerife), se funda-menta igualmente en el reparto mediante acciones de las aguas - alumbradas, y se diferencia del primero en que se realiza a partir de una división de la gruesa de la Comunidad entre el número de participaciones de que dispone. Según Quirantes: Dicha Federación cuenta con un caudal global de 2.940 pipas por hora y un número de participaciones de 5.747, por lo-que a cada participación le corresponde un caudal de 0,512 pipas por hora; hay que descontar, no obstante, una cierta cantidad en concepto de pérdidas por filtración y evaporación, etc., por lo que en definitiva le corresponde a cada acción 0,417 pipas por hora, es decir, 10 pipas al día. A partir de esta división el reparto se hace por el sis-tema de adulamiento, es decir, los accionistas no reciben el agua permanentemente, sino cada 14 días ..., de tal for-ma que cada dicho número de días cada acción recibirá 140 pipas. Naturalmente, junto a esta distribución temporal, se pro-duce una distribución espacial, ya que el caudal global lo permite y el número de acciones lo exige. En efecto, el caudal global de la Federación se divide en chorros de 100 pipas por hora aproximadamente cada uno, de tal for-ma que cada participante recibirá sus 140 pipas cada ca-terce dius d~r ant e~ n ha ~ r uy 24 z i n ~ t ~apsr~ nimada-mente. El caudal global puede sufrir modificaciones de tal forma que cada particiapción le corresponda una mayor o menor cantidad de agua, por lo que, en principio, el tiempo durante el cual se recibe su porción correspondien-te a cada acción podna modificarse; no obstante, no se mudifica, para m alterar e! ciclo de Ius catorce dias. De esta forma las variaciones del caudal global de la Fede-ración se traducirán en un aumento o una merma del cho- 488 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS rro correspondiente, pero no en el tiempo durante el cual lo recibe3'. El último modelo que vamos a describir corresponde más a la etapa de los Heredamientos que a la actual de las Comu-nidades de Agua, pero se sigue utilizando en el norte de la isla de Gran Canaria en la explotación de los caudales de su-perficie y subterráneos. El ejemplo tipo corresponde al Here-damiento de Arucas y Firgas, pero en todos los casos la dis-tribución del agua ocurre tal como lo describe Quirantes: Cada Heredamiento organiza la distribución del agua; esta se lleva a cabo por medio del llamado adulamiento. Este consiste simplemente en la división del riego en períodos de tiempo, variables según el número y la importancia de Ias fincas, asi como de las condiciones ciimáticas particu-lares que pueden exigir una mayor o menor frecuencia en los riegos. Casi todos los grandes Heredamientos están divididos en cierto número de azadas, según el caudal de sus aguas, si bien dicho tipo es variable. En la mayoría de los Here-damientos no se encuentran albercones, y así éstos se rie-gan de hilo, es decir, el agua corre día y noche a los te-rrenos sin previo albernocaje. Donde tal sucede suele di-vidirse la azada en tres piezas, la primera desde el amanecer hasta el medio día, la segunda hasta ponerse el sol y la tercera que comprende cada noche. En las Heredades cuyo caudal permite dividirlo en aza-das, o bien se hacen divisiones que se llaman surcos, o bien, fijado el número de días de la dula, cada heredero riega toda el agua en los días que ellos le tocan, o las horas del día que le correspondan según las subdivisiones ... midiendo el tiempo en horas y minutos3B. Estos tres modelos de distribución del agua de regadío des-criben a la perfección los sistemas de aprovechamiento del pre-ciado líquido vigentes en la actualidad en las islas del archi-piélago que cuentan con tradición en este sentido. Los meca-nismos utilizados en la medición de los caudales y gastos se F. QUIRANTES: El Regadío en Canarias, p. 221. Ídem, íd., p. 93. Núm 37 (1991) 24 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ adaptaron a los nuevos tiempos, y, junto a cantoneras, arquillas y fieles, encontramos ahora tanquillas o pesadores de agua y caudalógrafos. Las tanquillas o pesadores de agua constan, esquemáticamente, de un recipiente que recibe el agua y que se comunica con otros recipientes, por su par-te inferior, de tal forma que en éstos el agua asciende lentamente hasta desbordar por una o varias escotaduras con una escala vertical que mide la cantidad de agua. El lento ascenso del agua permite que por todas las escota-duras situadas al mismo nivel se desborde igual cantidad", a N a la vez que, al «amansarse» el líquido al chocar contra las E paredes del primer recipiente, éste llega «reposado)) al segundo O --- (y tercero, si lo hubiere), con lo cual se posibilita la medición m O E acertada del caudal que fluye. Estos pesadores de agua se en- S£ cuentran bien extendidos en todas las comarcas plataneras de -E las islas de La Palma, Tenerife y Gran Canaria y se han con- = vertido en elemento esencial de nuestro paisaje agrícola. Re- -- 0 cientemente han venido siendo sustituidos por unos nuevos ar- m E tilugios: los caudalógrafos, que se usan igualmente en la valo- O ración del caudal que discurre por las acequias. - Tales aparatos se encuentran instalados en pequeñas casillas a-E colocadas encima de una tanquilla o albaconera. El caudaló- l - grafo registra sobre un papel ceñido a un tambor cilíndrico me- -- tálico las variaciones en el caudal que detecta en el paso del 3 agua que fluye por debajo. Los registros dibujados semejan se- o cuencias propias de un sismógrafo, de tal forma que el cau-dalógrafo se nos muestra al mismo tiempo como el más exacto de OS aparatos que miden ei caudal y ei más extraño para la sencilla comprensión del agricultor isleño. En lo que se refiere a las unidades de medida utilizadas en los modelos que hemos descrito habremos de hablar de varios patrones diferenciados. Propios del primer modelo son la pipa por hora, caudai equivaiente a 48Ü iitros por hora y ia duía, 39 Ídem, íd., p. 220. 490 entendida ésta como el caudal que supone un flujo de 100- 1 10 pipas a la hora. En el segundo de los modelos encontramos de nuevo la pipa por hora como unidad de medida, unidad de carácter espacial. Por contra, en el último de los sistemas se entremezclan las unidades espaciales: azada, surco ..., con las de origen temporal: hora, minuto ... Aunque parecen medidas de procedencias dis-pares sabemos que todas ellas se encuentran perfectamente es-tructuradas, de tal forma que componen un sistema de medidas perfectamente jerarquizado. Así, reuniendo los datos de Juan Francisco Martín con los de Dolores de la Coba4' hemos en-contrado que en el noroeste de Gran Canaria una azada de agua equivale a un caudal de ocho litros por segundo. Cada azada se subdivide en cuartas. Cada cuarta se corresponde con tres horas, entendiendo la hora como el gasto que supone un caudal de ocho litro por segundo que fluye durante una hora. Por último, la hora se divide en 60 minutos de gasto continuo. Apreciamos de esta forma un acertado compromiso entre las mediciones de los caudales de origen espacial con los pro-pios del tipo temporal, que relacionan gasto y caudal de forma adecuada hasta constituir un sistema completo al estilo de aquel que nos aportaba Carrera Stampa. 7. CONOCIMIENTFOÍsISC OS UTILIZADOS EN LA MEDICIÓN DE CAUDALES Las cantoneras, arcas, cajas de agua, fieles, pesadores de agua y caudalógrafos, además de instrumentos utilizados en el reparto de ias aguas de riego, tambiéii sirven para im&r e! caudal del flujo. Desde épocas cercanas a la conquista hasta nuestros días se hizo necesario la valoración de esta magnitud física por cuanto significaba la precisa evaluación de la equi- 40 J, F. MART~NR UIZ: El Noroeste de Gran Canaria, Ediciones del Ca-bildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1989. 41 D. DE LA COBA: ((Pesas y medidas utilizadas en Canarias)), revista Nú-meros, vol. 1, núm. 2, 1982. 26 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ tatividad de los repartos efectuados. La asignación de un caudal determinado o la participación en un repartimiento concreto quedan plenamente legitimadas cuando se conoce con exactitud la dimensión de dicha magnitud. En esencia, los principios físicos en que se fundamenta la medición del caudal en cada uno de los mecanismos enume-rados son idénticos, y nosotros los estudiaremos en el caso de las tanquillas o pesadores de agua. En estos pequeños estanques el agua llega a «reposarse» notablemente, consiguiéndose un pun-to de remanso del líquido, lo que permite la aplicación del teo-rema de Torricelli. La idea base de reposar el agua para que la velocidad de flujo no incida en la medida del caudal la ha-llamos igualmente en el mecanismo del fiel o en el ((amansa- -:-*+-.. iiilGiirvrf de! agUa que se da eri arcas y cajas de aguas, por donde ésta fluye a través de orificios de dimensiones previa-mente determinadas. En definitiva, se trata de provocar unas condiciones lo más idóneas posibles de forma que puedan apli-carse las leyes fundamentales de la Hidrodinámica. Tratemos, pues de describir éstas. Partimos de la base de que estamos estudiando un fluido incomprensible, esto es, un fluido en el que las variaciones o cambios de volumen se consideran despreciables incluso cuando se encuentra sometido a presiones muy altas. Entendiendo por línea de corriente o línea de flujo la trayectoria descrita por una partícula determinada del fluido en movimiento, diremos que el flujo es estacionario cuando en una superficie cerrada de líquido entran tantas líneas de flujo como salen; esto es, cuando es nulo el flujo del campo de velocidades del fluido a través de una superficie cerrada. Admitiremos también que el fluido estudiado es no viscoso; es decir, la velocidad es la mis-ma para todas las partículas de la misma sección transversal del tubo de corriente. Por último, debemos considerar el mo-vimiento del agua por atajeas y aceqiiias en r6gimox !a.wizu?;. es decir, la velocidad del fluido no rebasa ciertos límites y el movimiento se realiza por capas superpuestas que no se en- 492 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS tremezclan, siguiendo las líneas de corriente caminos aproxi-madamente paralelos a las paredes 42. Suponiendo que se dan todas las condiciones anteriores, po-demos proceder al estudio del líquido en movimiento siguiendo las leyes de la Hidrodinámica. Entenderemos por caudal al volu-men de fluido que atraviesa por unidad de tiempo una sección transversal del tuvo de corriente. Esto es, si lo denotamos por Q, quedará: Q = S V,, siendo S el área de la sección transversal y V, la velocidad media que llevan las partículas del fluido. Gasto es la magnitud física que supone el volumen total de líquido me-dida, y se calcula multiplicando el caudal por un tiempo deter-minado; es decir, Gasto = Q t. Si aislamos un elemento infini-tesimal de un tubo de corriente las fuerzas exteriores que actúan sobre él son la fuerza de volumen del tipo gravitatorio y las fuer-zas superficiales de presión, normales a la superficie. Entonces la ecuación fundamental de la Dinámica permite obtener el teorema de Bernouilli, que expresa que la suma de las alturas geométricas: distancia desde un extremo al otro del tubo; piezométrica: origi-nada por la presión que se ejerce sobre el líquido; y dinámica: de-bida a la velocidad del fluido, se mantiene siempre constante. Esto es, en fórmulas físicas: donde h denota la altura; p, la presión; p, la densidad del líquido; g, la constante de la gravedad, y v, la velocidad del líquido. Entonces, si trabajamos en un recipiente de capacidad suficien-temente grande, al que se le ha horadado un orificio en su ex-treme inferi~rp or donde fluye el líq~~idcoo n una velocidad v, el teorema de Bernouilli aplicado en las dos superficies del fluido en el interior del recipiente y en el orificio nos indicará que: h+-+P-a-t v '2 - o + - Pat VZ Pg 2g + - (7 Pg 2g 42 Ver J. MARIANVOA LLEJOT: ratado sobre el movimiento. .., y R. D. CARRIL-J. PRIETO-RJ.. MENENDEFZí:s ica General, Ediciones Júcar, Barcelona, 1986. 2 8 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ donde p,, es la presión at-mosférica, único tipo de presión que actúa sobre ambas secciones, y v' es la velocidad de desdenso del líquido en el recipiente. Podemos despreciar el valor de v', pues resulta muy pequeña comparada con v. Esto es, v' = 0, quedando la fórmula (') en la forma: fórmula que se conoce como teorema de Torrice-lli, y que establece que: Bajo la acción solamente de la ravedad la velocidad de salida de un líquido por un orificio de sección pequeña es igual a la que adquiriría un sólido cayendo libremente en el vacío desde la superficie del líquido al centro del orificio 43. Podemos apuntar entonces que el caudal Q que fluye por el orificio, supuesto de sección transversal S, será: 43 Torricelli, científico italiano del siglo XVU, formuló por primera vez el teorema que lleva su nombre en 1643 en su tratado «Motu gravium naturaliter acceíeratm, y en él recogió algunos conocimientos anteriores. En particular Galileo, maestro de Torncelli, hubo de conocer algún resul-tado semejante, pues ya a Sexto Juiio Frontino se ie atribuyen ias primeras nociones un poco exactas que se han tenido acerca de las leyes del mo-vimiento de los fluidos. es decir, sólo depende de la altura alcanzada por el líquido y de la superficie del orificio de salida. La medición del caudal en pesadores se consigue intentando reproducir lo más fielmente que pueda ser posible las condi-ciones del teorema de Torricelli. Por eso se «amansa» o aquieta el agua, de tal modo que se mantenga una situación en la que la velocidad de salida del líquido sólo dependa de la altura al-canzada en la tanquilla, y no de imponderables externos como pueden ser la fuerza de presión con la que ésta es bombeada desde el estanque repartidor, el pozo o la galería, o bien de la velocidad alcanzada por la corriente al precipitarse el líquido desde zonas altas a otras de altitud inferior. El pesador consta de dos o más estanques de pequeñas di-mensiones intercomunicadas entre sí por orificios horadados en !a parte infeRc?r de !us predes ci!inclintes. En el primero de los estanques se recoge el agua, que suele llegar con gran ve-locidad. Al pasar a la segunda de las tanquillas atravesando la abertura que existe en la pared que la separa de la primera el agua pierde velocidad y se remansa. Este proceso se repite cuantas veces sea preciso, con el uso de tantas tanquilias como se necesitare, hasta conseguir que el líquido se eleve en la ú1- tima de las tanquillas como si sólo estuviera influido por la fuerza de la gravedad. En esta tanquilla el agua fluye lenta-mente por una escotadura o reborde perforada en el borde su-perior de la pared no interconectada con las otras tanquetas. Quedan entonces reproducidas las hipótesis subyacentes en el teorema de Torricelli, y el caudal se podrá evaluar tan sólo con la medición de la altura que se alcanza en la tanquilla. La medición se realiza de dos formas distintas. O bien se utiliza unas láminas de metal a modo de regletas graduadas en las que se mide ei caudal en pipas por hora. Cci.2~ regktas, distribuidas en Tenerife por ((Talleres Quintana)), admiten inter-valos de variación distintos y han de adaptarse a las dimen-siones del pesador y al número de tanquillas que lo compone. En otros pesadores el caudal se mide también en pipas por hma, amt u ~ d o!U a!tlirz nY-i-i p n--lm--n-7-a- -e 1 agua en un tubo de cristal incrustado en la parte superior derecha de la última de las tanquilla y en su exterior, comunicado en su extremo infe- 3 0 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RoDRÍGUEZ rior con el interior de ésta. En este caso se utiliza un nuevo concepto hídrodinámico propio del fundamento que gobierna el principio de los tubos comunicantes. En todo caso, en ambos modelos, la aplicación precisa del teorema de Torricelli aporta el soporte conceptual necesario para que se dé la correcta va-loración del caudal. Anotemos, por último, que el pesador de agua nos propone una versión refinada de otros aparatos conocidos en siglo pa-sados que servían para medir la velocidad (y, por último, el caudal) de las aguas. Recordemos a modo de ejemplo el tubo de Pitot y la Caja de P. Guido Grandi entre otros. 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Título y subtítulo | Tecnología popular tradicional de los sistemas de riego en Canarias |
Autor principal | González Rodríguez, José Manuel |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 37 |
Sección | Historia económica |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1991 |
Páginas | p. 467-497 |
Materias | Canales de riego ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1655966 Bytes |
Texto | TECNOLOGÍPAO PULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS P O R JOSÉ MANUEL GONZALEZ RODRÍGUEZ El agua, bien escaso en Canarias, ha concitado la populari-zación de ciertas figuras y tradiciones características de las is-las. Los Repartimientos de la Conquista, los Heredamientos o Heredades, las Comunidades de Regantes o las Comunidades de Aguas representan formas de organización que han gober-nado la distribución de los caudales de los nacientes, pozos o galerías. Suponen a su vez modos diferentes de administrar la explotación de los acuíferos, donde su dominio público se en-tremezcla y entra en conflicto con intereses particulares y pri-vados. En todo caso, el reparto, aprovechamiento y usufructo del agua ha quedado tradicionalmente regulado por alguno de estos organismos o entidades jurídicas. Correspondiéndose con cada una de estas entidades se han dado al propio tiempo distintos sistemas de riego y diferentes técnicas en el uso y explotación de las gruesas. La distribución de los caudales y el reparto de éstos han venido siendo orga-nizados por mecanismos varios que en cada época han carac-terizado el modo de explotación. Los instrumentos y técnicas de reparto, los mecanismos y artilugios utilizados en la medi- 2 JOSE MANUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ ción de caudales y gastos y las unidades de medida usadas conforman un entramado que forma parte de muestro más ca-racterístico acervo histórico. En el trabajo que presentamos analizamos todos estos me-canismos, sistemas y procedimientos aglutinadores de un amplio compendio de conocimientos científicos tradicionales. En concreto, sabemos que los sistemas de riego y la distri-bución de las aguas han propiciado el uso de numerosas téc-nicas populares que buscan un acertado reparto del caudal que se extrae de nacientes, manantiales, pozos o galerías. Ya desde la época de la conquista se introdujeron principios racionales para gobernar el reparto del agua. La forma en que se miden los caudales de las gruesas en las acequias, o el modo en que se distribuyen éstas de modo tal que cada usufructuario reciba parte qUe le correspon~e -,roi;orciGna! c, participucióE per acciones reguladas en la dula, nos ofrecen ejemplos de cono-cimientos científicos que, no por dejar de ser populares, des-conocen un elevado nivel de complejidad. Así, en ambas técnicas se utilizan rutinariamente principios mecánicos como los que se derivan de los teoremas de Ber-nouilli y de Torricelli, conocimientos específicos de hidrodiná-mica y fundamentos sofisticados de construcción y de albañi-lería. Justamente, el fruto de tales saberes lo constituyen di-versas estructuras de cemento, argamasa o metal que salpican nuestra geografía agraria: pesadores de agua, arquillas de re-parto, cantoneras, etc. De todo esto hablaremos en nuestro trabajo: de las técnicas y sistemas de riego, de los aparatos utilizados en el reparto de gruesas y en la medición de caudales, y de las unidades de medida usadas en la valoración de éstos. Comenzando con un breve resumen de ia historia de los ~eredamientos y So-munidades, organismos que han gobernado el uso del agua de riego, nos adentramos en las características de cada una de las etapas que podemos reconocer, acabando con una justifi-cación científica elemental que explica la funcionalidad y el acertado üso de !as :écnicas descritas. ANUARIO DE ES TUDIOS A TLÁNTICOS TECNOLOG~AP OPULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS 3 2. HISTORIADE LAS AGUAS DE RIEGO EN CANARIAS: DESDE LOS PRIMEROS HEREDAMIENTOS A LAS COMUNIDADDEE SA GUAS Los modelos de regadío y los mecanismos utilizados en la medición de los caudales de las aguas de riego han variado en Canarias a medida que ha transcurrido su historia. Tanto en los primitivos repartimientos de tierra y agua efectuados por los primeros conquistadores como en las modernas técnicas de obtención de agua que se apoyan en la perforación de galerías y pozos podemos anotar distintos elementos que determinarán con detalle estas técnicas tradicionales. Hagamos, pues, un bre-ve repaso de la historia del aprovechamiento del agua en Canarias. A partir de su arribo y asentamiento en el siglo XV, los es-par'ioles en~eI i~feioei ~ir iiensifiiarori los sistemas & irl& genas y desarrollaron otros nuevos. Distintas reales cédulas y decretos varios regularon con precisión tanto la concesión de derechos sobre el agua como el modelo según el cual ésta de-bía de ser utilizada. Ya el 4 de febrero de 1480 los Reyes Ca-tólicos, aún sin terminar la conquista, dieron a su gobernador, Pedro de Vera, la autorización para repartir tierras y aguas en-tre los que hubiesen contribuido a dicha conquista. Tales re-partimiento~ fueron confirmados por Real Cédula de 20 de ene-ro de 1487. Esto en lo que se refiere a la isla de Gran Canaria; para La Palma, don Alonso Fernández de Lugo recibió de los Reyes una Real Cédula dada en Burgos el 15 de noviembre de 1496 en la que se le facultó para repartir tierras y heredamientos en dicha isla. Por lo que hace a Tenerife, por Real Cédula de 5 de noviembre de 1496 se regulaba los repartimientos de tie-rras y aguas, quedando reformados éstos más tarde gracias a la facultad que se le otorgó al licenciado Ortiz de Zárate en 1506. La naturaleza de los repartos y la constitución de los con-siguientes heredamientos o heredades fueron regulados por dis- A:-* - - --A - -- - LIIILLL~ U I U G I M I I L ~ ~ que acabarmi de ap~obarse por la. Rea! Audiencia de Canarias hacia el año 1531. En estas ordenanzas se recogía toda la legislación necesaria para la regulación del reparto de las aguas y contenían algunos principios que hu-bieron de caracterizar el modelo de aprovechamiento de los acuíferos en siglos posteriores. La misión de vigilar su cumpli-miento se encomendó a los Alcaldes de Aguas, designados por el Cabildo y Regimiento de la isla, y el derecho a participar en el reparto propio de un heredamiento quedaba supeditado al cumplimiento de ciertos requisitos tales como la obligación de residir en la isla por espacio de más de cinco años o la exigencia de formar una familia estable. En las primeras concesiones a los colonos el agua no podía separarse de la tierra que regaba. Años más tarde se inició un proceso que tendía a especificar esos derechos y a una lenta pero progresiva privatización de los derechos de agua, con es-casos resultados prácticos hasta el siglo XIX. En particular, en Gran Canaria las co~eesiuíies especificaban e! r,úmere de suertes que se repartía entre los colonos con el agua de su riego. En Tenerife se aplicaba, en cambio, la fórmula inversa: concesión de agua con todas las tierras que con su agua podáis regar l. El origen de los heredamientos y del modelo de aprovecha-miento del agua habremos de buscarlo según Glick entre los sistemas medievales, pues según este autor: El ((Repartimiento)), que había sido el rocedimiento típico de distribución de tierras en la repobP ac ión del este y del sur de España se aplicó en las Islas Canarias y más tarde se extendió al Nuevo Mundoz. El mismo autor opina en este sentido que: Mwhas de las semejanzas entre los sistemas de riego del Levante Español y Canarias pueden atribuirse a la acep-tación general de los conceptos sobre los derechos del agua que prevalecieron en la Baja Edad Media, así como a reacciones análogas ante situaciones semejantes. Pero el ' Th. F. GLICK-M.D ~AMZ ARTA(:( Versión española del estudio: The old world background of the irrigation system of San Antonio, Texas)), perió-dico El Día, 20 de abril de 1988, p. 1. Th. F. GLICK-M.D ÍAZM ARTA«: Versión española del...)),p . 1. 470 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS TECNOLOG~AP OPULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS 5 conjunto de elementos que configuran las instituciones y su articulación del mismo modo hacen creer en una re-lación directa. Los sistemas de riego canarios recuerdan a los de Alicante, Elche, Novelda, Lorca y Moratalla, pero no a los de Granada y otros lugares del este y el sur de la Península '. No dudamos que el doctor Glick esté en lo cierto; mas, no obstante, en los sistemas de riego canario hubieron de influir de manera más directa los modelos de la isla de Madeira. El sistema de levadas que en dicha isla rige la .ordenación de los riegos y los repartimientos de agua contiene un buen número de similitudes con el de los Heredamientos canarios: En parti-cular, la división de la gruesa en diferentes hilos de agua o Zancos es idéntica a la primitiva de Canarias; existe, asimismo, a!m3tuc& JUdgi z@ %u uutori&d pfitprampfitp p-Yn--i ii-valente a la de los Alcaldes de Agua isleños; el riego se divide en turnos o giros de duración variable entre diez o quince días, al modo del sistema de dulas del norte de Tenerife; el mismo nombre dado a la comunidad que aprovecha una levada: he-réus (heredeiros) coincide con la denominación canaria; en fin, los instrumentos utilizados en la medición del caudal y las uni-dades de medida se asemejan a los nuestros. En todo caso, en opinión del geógrafo portugués Orlando Ribeiro 4: Tudo isto evoca o ambiente de regadio do Noroeste e da Cordilheira Central em Portugal y habremos de asociar por tanto los precursores medievales de los heredamientos con un buen número de zonas de la Penín-- ci-ll.a- T hPrira 6 . j Th. F. GLICK-MD. ÍAZ MARTA«:V ersión española del...)), p. 2. 0. RIBEIRO: A ilha de Madeira até meados do século XX, Instituto de Cultura e Lingua Portuguesa, Ministerio de Educa~aioL, isboa, 1985. 0. RIBEIROA: ilha de Madeira.., p. 68. En opinión de Glick, en la Península se estableció un modelo de re-gadío de procedencia oriental, muy extendido por todo el Mediterráneo, y que, en sus fueros jurídicos, se fundamentaba según tres principios bien definidos. A saber: 6 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ Como ya hemos indicado, la historia de los ~eredamientos posterior a la conquista se encuentra guiada por dos motivos principales: por un lado, la adecuación de los modelos de apro-vechamiento del agua a las leyes que se dictaban para todo el Estado español; y, por otro, por el paulatino y tenaz esfuerzo de aquellos que mayoritariamente se benefician del uso de las gruesas por conseguir la titularidad privada de las aguas. En los primeros años se fue perdiendo la asignación del agua a la tierra que debía de regar, permitiéndose la enajenación de caudales separados de la propiedad de los cultivos y la com-praventa unívoca de éstos. Con los Decretos de las Cortes españolas de 6 de agosto de 18 1 1 y de 19 de julio de 18 13 quedaron abolidos los seño-ríos jurisdiccionales, y aunque dichas leyes no modificaron el criieri" de progie&(j que regía sobre las aguas, si tu-vieron trascendencia en cuanto al régimen interior de los He-redamientos y a las disposiciones legales que regulaban sus ac-tos y amparaban sus derechos. En particular, éstos se quedaban sin el amparo de la Audiencia y sin la autoridad que le daban los Alcaldes de Aguas y pasaron a ser meras asociaciones de intereses sin organización alguna. Más tarde, otras muchas disposiciones sobre aguas se sucedieron en España, hasta la publicación de las Leyes de 1866, 1870 y 1879 ..., y muchas heredades interpretaron la última creyendo que debían adoptar ciertas formalida-des en sus cuadros de mando y en su régimen interior. A tal efecto, aprobaron unos estatutos y denominaron y eligieron a sus directivos conforme prescribía la Ley 7. Ya por entonces se venía insistiendo en la titularidad privada de la propiedad de las aguas, así como en el hecho de q;e su a) El concepto de distribución proporcional de las aguas. b) El reconocimiento de la responsabilidad individual dentro de la co-munidad de regantes; y c) La idea de que el control y la vigilancia en el cumplimiento de las normas debía asignarse a miembros del propio sistema de regantes. J. HERNÁNDEZR AMOSL: as Heredades de Aguas de Gran Canaria, Ma-drid, 1954, pp. 52 y 53. 472 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS TECNOLOG~A POPULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS 7 aprovechamiento se encontraba segregado de la posesión de la tierras. Con todo, lo verdaderamente destacable de este proceso en cuanto al interés que nos ocupa se refiere a la aparición simultánea de las comunidades modernas. Afirma Guimará Peraza que: Las Comunidades de Aguas nacieron en el siglo XX. Fue-ron solicitadas por el diputado canario don Pedro Gordillo en las Cortes de Cádiz. Tal propuesta tuvo el acierto ..., de sostener la necesidad de la investigación de las aguas subterráneas en el sur de la isla de Gran Canaria ... (y) debieron nacer poco des-pués de la petición de Gordillo, en el primer tercio del siglo XX, y antes que en ninguna otra isla del archipiélago9. Sigue al autor explicando que: Las modernas Comunidades se constituyen para alumbrar agua; bien mediante pozos ..., bien mediante galerías ... Son aguas privadas e independientes de la tierra a la que riegan ... El agua no está alumbrada -a diferencia de las He-redades-, sino que tienen por fin el alumbrarla. Y se tra-ta de aguas subterráneas que hay que sacar del subsuelo de la tierra a la luz, por medios mecánicos lo. La aparición de las modernas Comunidades significó una no-table amenaza para las Heredades y Heredamientos, entrando en colisión sus respectivos intereses. Si bien la Real Orden es-pecial para Canarias de 27 de noviembre de 1924 intentó sal- ..-.-... --A-- 1,- vagum ual iua UAG--L-n LG,.-L IIUJ UAG* i1a-0a iU L*L,*LA LnAuoaru La, iro ~'.naa+pnn~rlr\~ mia-u1i vm, ;rm* iiii~iiiu tiempo, los nuevos alumbramientos; con la Orden ministerial de Obras Públicas de 23 de mayo de 1938 comienza una etapa decisiva en la historia de las Heredades que culmina con su Ver M. GUIMERÁ PERAZA: Tres estudios sobre aguas en Canarias, Aula de Cultura, Santa Cruz de Tenerife, 1970, pp. 114-119. M. GUIMERÁP ERAZAT: res estudios sobre ..., p. 120. l o M. GUIMERÁP ERAZAT: res estudios sobre ..., pp. 126 y 127. ' , 8 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODR~&EZ desaparición casi efectiva, según se desprende de la Ley espe-cial para Canarias de 24 de diciembre de 1956 ". En todo caso, la aparición y posterior popularización de las Comunidades de Agua introdujo un nuevo modelo de aprove-chamiento del agua, aportando nuevos sistemas de regadío, nue-vas unidades de medida del caudal, así como nuevas técnicas e instrumentos de medición. Coinciden en el tiempo con la ge-neralización del cultivo del plátano en todas las zonas costeras de las comarcas noroccidentales de las islas mayores, y con-forman un modelo de organización que gobierna la utilización de las aguas de regadío casi en exclusiva. Solamente la orga-nización de las Comunidades de Regantes que prevalece aún hoy en día en La Gomera parece contradecir la exclssividad del modelo de las Comunidades de Agua. Las Comunidades de "neganies de La Gorriz~i ... son organismos administrativos que actúan como dele-gados de la Administración ... No son, pues, cuerpos inter-medios, sino Estado actuando por delegación ... los comu-neros son titulares «ob remv, es decir, en tanto en cuanto ellos son dueños de las tierras que con las aguas comunes se riegan ". Su origen data de la Ley de Aguas de 1879, que en su ar-ticulo 228 dispone que los aprovechamientos colectivos de aguas públicas, destinadas a riegos, deberán constituirse necesariamen-te ewcomunidad de Regantes. Su sistema de organización sir-vió como modelo para algunas Heredades seculares que se transformaron con la introducción de la Ley. Y comportan mé-todos de aprovechamiento, técnicas y unidades de medida del caudal ~pecí f icosa~u nque muy parecidos a los que habremos de detallar en el caso de los Heredamientos. Heredamientos, Comunidades de Agua y Comunidades de Re-gantes son tres ejemplos de modelos utilizados en Canarias para regir y ordenar el aprovechamiento del agua de regadío; im- " F. QUIRANTES: El regadío en Canarias, Ed. Interinsuiar Canaria, S. A., Santa Cruz de Tenerife, 1981, p. 192. l2 M. GUIMERAP ERAZAT:r es estudios sobre ..., p. 129. 474 ANUARIO DE ESTUDIOS A TLÁNTICOS TECNOLOG~A POPULAR TRADICIONAL DE LOS SISTEMAS DE RIEGO EN CANARIAS 9 plican técnicas y estructuras diferenciadas en los sistemas de regadío que habremos de estudiar separadamente en los pá-rrafos que siguen. 3. TÉCNICAS Y SISTEMAS DE RIEGO EN LOS HEREDAMIENTOS POSTERIORES A LA CONQUISTA En el sistema de riego establecido en Canarias inmediata-mente después de que fuera culminada su conquista se reco-nocen unas características que definen por completo el modelo utilizado. De procedencia medieval ibérica, se fundamentaba en la utilización pública de las aguas que estaban asociadas a las tierras que regaban, de tal modo que en los repartimientos se distribuían conjuntamente las tierras con el agua necesaria para regarlas. En principio, el agua se repartió de forma equitativa entre los participantes que más destacaron en la conquista, más premiando las concesiones de agua para aquellos que constru-yeron ingenios de azúcar, cultivo que se expandió rápidamente en las zonas bajas de las islas occidentales, y cuya producción constituyó la principal fuente de riqueza en los primeros años de la historia de Canarias. La relación que se estableció entre la tierra y el agua ne-cesaria para su riego variaba de unas zonas a otras. Repre-sentaba una equivalencia de una suerte de tierra y cinco horas de agua1 en Gran Canaria en 1520 y 1530, o bien una suerte de tierra de seis fanegadas (cuadrado de cincuenta por cincuenta varas) con una azada de agua en los repartimientos de 1505 en La Orotavat4. Mas en todo caso estableció una serie de prin-cipios que hubieron de gobernar la disiribucióri del agua en los primeros años. Así, dio origen tanto a un sistema de re-partimiento del caudal de riego, conocido como adulamiento, como a un complicado modelo de unidades de medida y arti-l3 Th. F. GLICK-DÍAZM ARTA:V ersión española del.., p. 1. l4 J. PERAZAA YALA:« El Heredamiento de Aguas de Orotavan, Estudios de Derecho Administrativo Especial Canario, 111 (Curso 1967-68), Aula de Cultura del Excmo. Cabildo Insular de Tenenfe, 1969, pp. 41-94; p. 52. 10 ~osÉM ANUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ lugios de medición del caudal de las gruesas. Analicemos con detalle cada una de éstas. Según Glick ": La palabra dula, derivada del vocablo árabe «daula», sig-nifica rotación o turno de riego, y por extensión, medida de agua. En las islas Canarias adulamiento es el proceso por el cual la gruesa de cada canal se divide en partes proporcionales a las que se asigna un valor determinado expresado en ciertas unidades de medida o tiempo. De conformidad con la dula, los regantes de un Here-damiento otorgado toman agua por orden, de acuerdo con el número de horas a que tienen derecho. En los Here-damientos premodernos de Gran Canaria la dula se esta-blece por un número determinado de días, normalmente quince d~as para 37 heredamientos y diez para 30 y 31. Los turnos se especifican de tal manera que el regante sabe qué día y a qué hora le ha de llegar su turno. Encontramos en la descripción hecha por Glick un modelo preciso de distribución temporal del caudal del agua que se asignaba completo (toda la gruesa) durante un intervalo de tiempo prefijado a cada regante. El sistema se usa aún en la actualidad en el modelo de las levadas de la isla de Madeira y en algunas localidades de La Gomera. Tal sistema se reco-noce también, según Glick, entre las técnicas de riego romanas de posible origen norteafricano. Siguiendo a Glick, nos encontramos que: El caudal se controla dividiéndolo en partes alícuotas por medio de ias iiamadas cantoner as... La cantonera era una caja semielíptica de mampostería que dividía el agua en porciones iguales. Cada boca re-presentaba una azada, aunque podían ser de media o do-ble capacidad; pero la idea general era que todas las bo-cas desaguaran el mismo caudal para facilitar la vigilancia l6 l 5 Th. F. GLICK-DÍAMZ ARTA:V ersión española del.., p. 1. l 6 Th. F. GLICK-DÍAMZ ARTAV: ersión española del.., p. 2. 476 ANUARIO DE ES TUDIOS A TLÁNTICOS Este utensilio, que servía como aparato de medida del cau-dal, fue largamente utilizado durante los siglos posteriores, y aún en la actualidad encontramos un artilugio similar en el He-redamiento de Arucas y Firgas 17. Cuando la cantonera se en-cuentra encerrada en una casilla se denomina caja de agua1" bajo esta forma fue muy utilizada tanto en Canarias como en algunas localidades americanas 19. 'Diversos documentos nos informan de otros recipientes uti-lizados también en la medición del caudal del agua y sabemos del uso de arcas de agua, pequeños artilugios del tipo del re-cogido en un concierto establecido entre Antón Martín y Fran-cisco Calderón, hacendados de la comarca de Daute, por el cual el primero se obligaba a darle al segundo tanta agua ... a la puerta de los gloriosos Reyes en un arca de 1 112 palmo de altura y otro tanto de largura y anchura, de modo que el agua entrase por arriba. La caja estaría siem-pre llena y se le hana un barreno en la tabla de abajo, del grosor de un dedo pulgar de Ca1derón2O. Instrumentos varios que tienen precursores en los modelos utilizados, en los sistemas de riego peninsulares como podemos apreciar en la siguiente descripción que A. Alsina nos hace de un recipiente catalán utilizado en la valoración del caudal del agua en Cataluñan: l7 F. QUIRANTES: El regadío en Canarias, p. 93. l8 L. DE LA ROSA OLIVERA: ((Antecedentes históricos de los Heredamien-tos y Comunidades de Aguas de Canarias)), Estudios de Derecho Adminis-t r ~ ~ ~ *Ets.p=& g! Casgric, ??? (Cursn /967-68), A& de Cultura del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife; 1969, pp. 9-40; p. 36. l9 F. DOM~NGUECZO M P AO~r denanzas Municipales Hispanoamericanas, Asociación Venezolana de Cooperación Intermunicipal, Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid-Caracas, 1982, pp. 116 y 154. 20 J. M. RODRÍGUEZ YANES: El agua en la Comarca de Daute durante el siglo XVI, Aula de Cultura del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 1988, p. 25. 21 MUSEU DE LA CIENCIA: Pesos, Mides y Mesures, Obra Social de la Cai-xa de Pensions, Barcelona, 1981, p. 32. Núm 3 7 (1 991) 477 12 ~osÉM ANUEL GONZÁLEZ RODRfGUU Existia una gran diversitat de recipients, metal4cs destinats a mesurar, en la unitat dita plorna, els cabals d'aigua. El recipient acostumava a tenir forma cilíndrica i era dividit en diverses parts mitjan~ant separacions metal-liques co-municants. A la base inferior del recipient existen diversos forats circulars de diametres variables i una colecció de taps que s'acoblaven als dits forats. A mesura que l'aigua anava omplint el recipient, s'anaven tapant i ombrint els diversos forats de la base fins que s'aconseguia que amb la continua entrada d'aigua per la part superior i la con-tínua sortida d'aigua pels forats, el nivell d'igua interior del recipient quedés reposat en el nivell marcat. Aleshores els forats oberts donaven la quatitat de plomes d'aigua que queia de la font ... Aixó era possible gracies al fet que la distancia entre el centre dels forats i el nivell de repos de l'aigua dintre del recipient era construida amb precisió (normairnent 3/4 de pam). Aquets recipients per a mesurar en plomes eren portatils i de poc pes, i a Catalunya pre-sentaven la característica de tenir els centres dels forats alineats 22 y que guardan un parecido evidente con los clepsidros o relojes de agua de la Antigüedad23. 22 Existía una "gr an diversidad de recivientes metálicos destinados a medir, en la unidad llamada ploma, los caudales de agua. El recipiente acostumbraba a tener forma cilíndrica y estaba dividida en 'diversas partes con separaciones metálicas comunicantes. En la base inferior existían di-versos agujeros circulares de diámetros variables y una colección de ta-pones que se acoplaban a dichos agujeros. A medida que el agua iba lle-nando el recipiente, se iban tapando y abriendo los distintos agujeros de la base de tal forma que se conseguía que la entrada continua de agua por la parte superior y la continua salida de agua por los agujeros el nivel del agua interior en el recipiente quedaba reposado en el nivel mar-cado. De esta forma los agujeros abiertos daban la cantidad de plomas de aguja que manaba por la fuente. Esto era posible gracias al hecho de que la distancia entre el centro de los agujeros y el nivel de reposo del agua dentro del.recipiente era construida con precisión (normalmente 3/4 dé palmo). Estos re&ientes para medir en plomas eran portátiles y de poco peso, y en Cataluña presentaban la característica de tener los centros de los agujeros alineados. 23 Ver J. MARIANO VALLUO: Tratado sobre el movimiento y aplicaciones de las aguas, Imprenta de D. Miguel de Burgos, Madrid, 1833, p. 76. Estos recipientes permitían la medición del agua valiéndose de rudimentarias técnicas hidrodinámicas. Las unidades de medi-da de dicho caudal estaban entonces relacionadas con el me-canismo de medida y comprendían un conjunto estructurado de unidades varias. Encontramos en primer lugar la fanega de agua: gasto de agua necesario para regar una fanegada de tierra con el siste-ma de adulamiento ya descrito. Esta unidad la encontramos en las primeras datas de los repartimientos, y así sabemos que en 1543 todavía se regulaba el reparto de agua por fanegadasz4. En todo caso la fanega de agua quedaba relacionada con otra uni-dad denominada azada de agua que permitía valorar el caudal de cada gruesa, y, por tanto, el gasto total correspondiente a una fanega. Según el mismo autor, en el Heredamiento del Río de La Orotava: En la distribución del 26 de mayo de 1543 se dice que habían 1203 fanegas de agua, igual a 4 azadas, ... a razón de 300 fanegas y 9 almudes cada azadaE. Esta equivalencia nos habla de un sistema de medidas del caudal y el gasto de los repartimientos, bien extendido en todas las islas y que contaba con la azada como patrón principal. Según Glick 26: La medida normal de volumen era la azada, término que equivale a un chorro del grosor de una azada de mano durante medio día o un día. El sistema de Teyde, por ejemplo, disponía de 6 azadas de agua para regar durante un día en un turno de 27 días, que es la duración de la dula. La azada se divide en cuatro cuartas, las que a su vez se dividen en surcos. Donde ia azada dura 24 horas, las cuartas duran 6 y el surco 2 horas. Reconocemos de este modo las unidades: azada, cuarta y surco, que junto a la fanega de agua debieron componer un z4 J. PERAZAD E AYALAE: l Heredamiento de Aguas ..., p. 47. 25 Ídem, íd., p. 47. 26 F. Th. GLICK-M.D ~AMZA RTA(: (Versióne spañola del...», p. 1. Núm 37 (1 991) sistema de medidas bien estructurado. En este sentido podemos relacionar las mediciones del caudal de los Heredamientos pre-modernos canarios con las unidades o medidas de hidro-mensura que recoge Carrera Stampa en el México colonial. Nos habla este autor que tales medidas: Fueron necesarísimas para regular la práctica de tomar el agua con fines de irrigación y prácticas industriales. La medida fundamental era el buey, derivado del cuerpo de un buey, equivalía a 1.296 pulgadas cuadradas. El surco o sulco era el hueco que dejaba el arado en la tierra para que corriera el agua: seis dedos de lado y ocho de profundidad. Era la unidad fundamental en las distribuciones de aguas rústicas. La naranja era un orificio de dos por ocho dedos. El real de agua o limón constaba de 18 pajas y se usaba en repartimientos de casas en pilas públicas. La paja se consideraba como unidad fundamental en la medida de las mercedes o reparticiones urbanas, así como en manantiales y abastos públicos; un cuartillo por minuto, o sea, aproximadamente 648 litros por día. El autor establece entonces el siguiente cuadro en el que se aprecia lo bien estructurado que queda el sistema: MEDIDAS DE HIDROMENSURA Nombres Equivalencia En letras Buey ............... 1.926 pulgadas cuadradas (48 surcos) ...... 9.83 1,20 Surco .............. 27 pulgadas cuadradas (3 naranjas) ......... 194,40 Naranja ............ 2 pulgadas cuadradas (3 limones) ........... 64,80 Limón o Real ..... 1 pulgada cuadrada (18 pajas) .............. 8,lO Merced ................................................................. 2,25 Paja ..................................................................... 0,45 27 En el cuadro encontramos dos unidades que admiten com-paración con el modelo canario. La valoración del caudal de 27 M. CARRERAS TAMPA«E: l sistema de pesos y medidas colonial», Me-morias de la Academia Mexicana de la Historia, México, 1967, p. 23. 480 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS un hilo de agua que fluye a través de un orificio de dimen-siones prefijadas también se encuentra en los primeros apro-vechamientos isleños, y encontramos de este modo que, según Glick '" en Tenerife: El sistema de medidas se refería al orificio de salida: real o tostón (relacionados con diámetros de monedas) o pipa 19. En definitiva, las dimensiones del orificio determina con exac-titud el caudal de agua que fluye por la caja o arca (como veremos en el apartado 7). En épocas remotas reconocemos caudales correspondientes al hilo que corre a través de un tos-tón, un real, un medio real, una paja o un dedo, estipulándose que: El medio real, como el tostón, consistía en la cantidad de agua que asaba por un orificio que tuviese el mismo diá-metro de f' as monedas indicadas, y la paja medía una pipa (12 barriles de 40 cuartillo) por hora30. No sabemos de un sistema jerarquizado, al modo del en-contrado por Carrera Stampa, que unificase las medidas ante-riormente señaladas: azada, cuarta y surco, con estas otras nue-vas. Cabe reseñar que los principios que rigen las definiciones de unas y otras no son relacionables entre sí, y muy bien pu-dieron coexistir simultáneamente sin que exigieran coordinación alguna. 28 Th. F. GLICK-M. DÍAZ MARTA: ((Versión española del ..., p. 2. 29 En este modo se medía el caudal del agua en los riegos modernos de Castilla. En el vaile de La Orotava una unidad tradicional del caudal es la paja, entendiéndose que dicha unidad mide el caudal de agua que mana por un orificio con una sección igual a las de una paja de trigo, equivaliendo a un litro cada tres minutos, es decir, una pipa (480 litros) al día. 30 J. PERAZAA YALAE: l Heredamiento de Aguas ..., p. 54. 16 ~ o s MÉ A NUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ 4. TÉCNICAS Y SISTEMAS DE RIEGO EN LOS HEREDAMIENTOS MODERNOS Ya hemos visto que, con el paso de los siglos, se modificó sustancialmente el primer modelo de aprovechamiento de aguas característico de los repartimientos, de tal modo que, por un lado, se fue perfeccionando el sistema de adulamiento y las técnicas de medición de los caudales, y, por otra parte, las or-denanzas que regulaban las Heredamientos se transformaron para conseguir su adaptación a los nuevos derechos. En el pe-ríodo que estudiamos los aspectos más característicos de los sistemas de riego pueden resumirse en: 1) El agua pierde su vinculación con la tierra, y se hereda o transmite separadamente de la posesión de ésta. 2) Se va perfilando la idea de la propiedad privada del agua y de los derechos particulares en su uso y enajenación. Numerosos litigios se suceden en distintas comarcas de las islas cuando entran en colisión los intereses particulares de los ha-cendados con los derechos consuetudinarios públicos. 3) El modelo de distribución más usual sigue siendo el adu-lamiento, que, poco a poco, va perfeccionando su estructura. En particular, el Heredamiento del Río de La Orotava establece en 1780 los días, dulas o acciones que en número de 174 lo integraban. Estas acciones, o derechos particulares sobre el cau-dal de 22.854 pipas diarias (en 1892), se inscribieron en el Re-gistro de la Propiedad de La Orotava en 1891. Por lo demás, siguiendo a Leopoldo de la Rosa, entenderemos por: dula ... el período de cierto número de días en que todos los Herederos han regado, cada uno por su turno, con la porción (acción) de agua que le corresponde ... Los días de dula se componen, generalmente: cada uno de 24 horas de 60 minutos, más los hay también en que un día arti-ficial y una noche componen dos de dula. Las horas de agua en todos los Heredamientos no son las mismas: en algunos, una hora de agua es igual a una de reloj; en otras, a i¿ ciei mismojl. 31 L. DE LA ROSA: Antecedentes históricos de los ..., p. 36. 482 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS Como modelo de adulamiento de esta época podemos anotar el correspodiente al Heredamiento de las haciendas de Argual y Tazacorte. Éste constituye un ejemplo de la pervivencia de organizaciones tradicionales. Este Heredamiento aprovecha el agua de los manantiales de La Caldera de Taburiente, cuyas aguas for-man un arroyo que discurre continuamente y que se dis-tribuye de la forma siguiente: el agua es captada por to-maderos y llevada hasta lugares en que se hace la pri-mera división del caudal en dos mitades, una para cada hacienda, continuando por los canales particulares de éstas para ser distribuida entre sus hacendados. La distribución del agua de cada hacienda entre sus hacendados se hace entregando a cada uno de ellos todo el caudal que conduce la hacienda durante un tiempo de-terminado, proporcionado a la cuota de su participación, que se repetirá cíclicamente cada diez días. Las participaciones de los hacendados en el Hereda-miento se determinan por el tiempo de aprovechamiento cíclico del agua que a ellas corresponde. Cada hacienda está dividida en diez derechos de un día cada uno, lla-mados décimos. Cada décimo se divide en veinticuatro ho-ras, y cada hora se divide en sesenta minutos, que son las fracciones mínimas. El agua que corresponde a estas participaciones se ha de entregar a sus titulares dentro de las veinticuatro horas del décimo a que pertenecen, con las circunstancias de tiempo y lugar que convenga al orden de riego de la ha-cienda según un turno en que se vayan rotando equitati-vamente para cada hacendado las circunstancias menos de-seadas. Esto no impide el cambio de turno que entre sí hagan particularmente los hacendados 32. 4) Encontramos en este último modelo un nuevo mecanis-mo que se utiliza en la distribución de las gruesas: el fiel o arquilla, instrumento de características similares a los utilizados para dividir en Zancos las levadas de Madeira o al partidor usa-do en Levante del que conocemos un ejemplo que se encuentra detrás de la iglesia de la Concepción de La Orotava. 32 F. QUIRANTES: El Regadío en Canarias, pp. 222 y 223. Núm. 37 (1 991) 18 ~ o s MÉ A NUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ 5) Las unidades de medida del caudal en esta época son de tipo temporal: día, hora, décimo, minuto ..., que van desplazando paulatinamente las primitivas de tipo espacial: aza-da, surco, etc. Como reconoce José Peraza de Ayala en su es-tudio del Heredamiento de La Orotava: Por los años 1543 todavía se regulaba el reparto de aguas por fanegadas, pero ya en 1617 en la cartilla que dio al alcalde de aguas Francisco Hernández Miñol a Juan Fran-cisco de Ponte se hace dicha distribución por días y horas3). Estas nuevas unidades de medida valoran el gasto o volu-men total de agua que discurre por una «artajea» durante un período de tiempo determinado, cuando son conocidas las di-mensiones de éstas y el caudal total de la gruesa que se dis-tribuye. Forman un sistema bien jerarquizado de unidades, que comenzando en el minuto de agua (e incluso en el segundo) recorre todo el intervalo de tiempo de la dula. Según esto, y basándonos en los datos recogidos de las He-redades de Gran Canaria y de las investigaciones de Glick, po-dríamos estipular que la denominada azada de agua debió co-rresponder con un número exacto de horas de riego de la grue-sa propia. Se establecería así una equivalencia directa con el modelo valenciano de regadío, en el que una hila de agua de-signa el caudal correspondiente a una hora de flujo en cada canal, y encontraríamos entonces un sistema completo perfec-tamente jerarquizado de unidades de medida de los caudales de las gruesas de Canarias. 5 . TÉCNICAYS S ISTEMAS DE RIEGO EN LAS COMUNIDADES DE REGANTECSA NARIAS El fundamento legal y el origen de las Comunidades de Re-gantes sabemos que se encuentran en la Ley de Aguas de 1879. Ei modeio de explotación de ias aguas de dichas Comunidades 33 J. PERAZADE AYALA:E l Heredamiento de Aguas de. .., p. 47. 484 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS no encontró buena acogida en Canarias, ya que la propiedad comunal del agua, principio de su reglamentación legislativa, se enfrentó de lleno con el carácter privado que ésta había adquirido en los siglos anteriores. Solamente en La Gomera re-conocemos estas figuras jurídicas, pues se ha adaptado ópti-mamente a su modelo histórico de aprovechamiento de los na-cientes. Éste se llevaba a cabo históricamente mediante el sistema de dulas, según el cual el agua estaba asignada a la tierra que habría de regar, de tal modo que cada propietario recibía todo el caudal de la gruesa, regando todas sus propiedades, tanto las de zonas altas como las de zonas costeras, durante el tiem-po necesario, de modo que el terreno quedase enteramente ane-gado. Cuando un regante terminaba le correspondía regar a otro propietario utilizando el mismo procedimiento. El agua no se podía almacenar, y si sobraba o si bien se renunciaba a la opción de riego, ésta se dejaba correr por los barrancos hasta el mar. Este modelo primitivo hubo de variar ligeramente con la in-troducción de los cultivos del plátano y del tomate. La adscripción del agua a la tierra impedía controlar el agua para regar cuando el cultivo lo necesitara, había que regar cuando el turno llegara. Incluso si el turno llegaba a un terreno con excesiva frecuencia, había que tomarlo o dejarlo. La platanera es un cultivo al que el stress de agua perjudicaba, y el desabastecimiento también34, y se hizo necesario entonces la modificación del sistema de re-gadío. En lugar del modelo de dulas se optó por el sistema rl,,n,;,,An ,,,..tA, e'-.+,a "+ml-.- l.m'-.mAn 0- ..- +..--- A- m:--- ULuwuuuauu UL L M I r íw. LJLL LnLaua uanauv GIL uil ~ul i luu c llcgv consecutivo por parcelas, no por propietarios, y con tiempo li-mitado -normalmente 15 minutos por fanega (equivalente a 40013 metros cuadrados en Agu10)-. Como consecuencia de este nuevo método, y como ventaja adicional, regando de arriba 34 A. REYESA GUILARE:s trategias hidráulicas en la isla de La Gomera: Hermigua, Agulo y Valle Gran Rey, Aula de Cultura del Excmo. Cabildo de Tenerife, Museo Etnográfico, Santa Cruz de Tenerife, 1989, p. 97. Núm 37 (1991) 485 20 ~ o s ÉMA NUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ a abajo los bancales inferiores se beneficiaban de los escurres de los superiores. La unidad de medida del caudal en este modelo es la hora macho, que equivale a 200 pipas por hora, de modo que cada pipa afora 500 litros. Mas para poder compaginar esta unidad con las necesidades de riego de la platanera y con el gasto necesario para cumplimentar 15 minutos de agua por cada fa-nega los canaleros establecen un reparto de la «madre» o grue-sa, de forma que cada regante recibe un caudal estimado en 125 ó 140 pipas por hora. Desconocemos los instrumentos o mecanismos que se utilizan en la medición del caudal o del gasto de las corrientes, aunque nos arriesgamos a afirmar que pueden coincidir con aquellos que describiremos en el próximo apartado. 6. SISTEMADSE REGADÍOY TÉCNICASD E MEDICIÓN DE CAUDALES EN LAS COMUNIDADDEES A GUA La propiedad privada del agua y la desvinculación de ésta de la tierra quedan legalmente reguladas en este siglo en los reglamentos de las Comunidades de Agua. Constituidas a me-diados del siglo pasado para ordenar la extracción subterránea de agua, dominan en la actualidad los modelos canarios de aprovechamiento de los acuíferos. Su organización y estructura de funcionamiento varían entre las distintas islas, e incluso de una comarca a otra; mas todas se rigen por una sociedad de accionistas, de modo que a cada participante le corresponde un volumen fijo y estipulado del agua alumbrada acorde a la . proporción de su participación en la sociedad. Los sistemas de distribución de los caudaies aiumbrados por cada Comunidad tampoco son iguales en todos los casos, pues adoptando métodos tradicionales de reparto cada Comunidad se adaptó de particular manera al modelo que imperaba en su comarca. Entre los sistemas podemos destacar los tres siguien-tes más signif;cav;vos. Encontramos en primer lugar el sistema más común utili-zado por la mayor parte de las Comunidades que perforan ga- 486 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS lerías en el norte de la isla de Tenerife. Estas comunidades se fundamentan en la asociación de un número determinado de socios, de forma que cada uno de ellos participa con un número de acciones variable en el reparto del caudal extraído. El número de acciones o participaciones de cada comu-nidad es variable. Tradicionalmente este número se ha es-tablecido en función de la periodicidad de los riegos y par-ticularmente del riego de la platanera por la prioridad que desde principios de siglo ha tenido éste con respecto a otros cultivos de regadío y sobre todo por su condición de cultivo permanente frente al carácter estaciona1 de los otros. Así, lo más frecuente es que el numero de acciones sea de 360, número que resulta de multiplicar el número de horas del día por los quince de cada mes. De esta for-ma el poseedor de una de estas acciones tiene derecho a disfrutar, para el riego de sus tierras, de todo el caudal proporcionado por la galería o pozo, durante una hora , cada quince días, que es el período normal entre uno y otro riego en la platanera. Ahora bien, este número puede duplicarse o triplicarse en función de la importancia del caudal de la comunidad, o bien se puede ser poseedor de 112 ó 114 de acción. Lo que, en definitiva, busca este sistema es una simplifi-cación de la distribución y reparto del aguaj5. El sistema utilizado se corresponde con un modelo de dis-tribución temporal del caudal, de forma que la dula o turno de riego se repite cada quince días. Dicha distribución temporal suele ir acompañada de otra de tipo espacial, de tal forma que el caudal total que mana del pozo o de la galería, en numero-sas ocasiones muy abundante, se subdivide hasta alcanzar un cu~da! cmtiniie de 100 6 110 pipas a la horaJ6. Este caudal es el que se reparte a cada accionista durante el período de tiempo que se corresponde con el total de sus acciones. Con ello se consigue un flujo constante de agua que permite un adecuado uso en el riego de la platanera, ya que el agricultor 35 F. QUIRANTEEl RSe:g adío de Canarias, p. 217. j6 Actualmente la pipa es una medida de capacidad equivalente a 480 litros. 22 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ se maneja muy bien con este caudal (entrevista personal a don Juan Manuel Díaz de la Fuente, ingeniero de minas). En el valle de La Orotava se ha convenido en llamar dula. al valor del caudal idóneo en el riego de la platanera; esto es, 110 ó 100 pipas a la hora. Un sistema similar al descrito, caractenstico de la Federación de Comunidades de Agua de la Isla Baja (Tenerife), se funda-menta igualmente en el reparto mediante acciones de las aguas - alumbradas, y se diferencia del primero en que se realiza a partir de una división de la gruesa de la Comunidad entre el número de participaciones de que dispone. Según Quirantes: Dicha Federación cuenta con un caudal global de 2.940 pipas por hora y un número de participaciones de 5.747, por lo-que a cada participación le corresponde un caudal de 0,512 pipas por hora; hay que descontar, no obstante, una cierta cantidad en concepto de pérdidas por filtración y evaporación, etc., por lo que en definitiva le corresponde a cada acción 0,417 pipas por hora, es decir, 10 pipas al día. A partir de esta división el reparto se hace por el sis-tema de adulamiento, es decir, los accionistas no reciben el agua permanentemente, sino cada 14 días ..., de tal for-ma que cada dicho número de días cada acción recibirá 140 pipas. Naturalmente, junto a esta distribución temporal, se pro-duce una distribución espacial, ya que el caudal global lo permite y el número de acciones lo exige. En efecto, el caudal global de la Federación se divide en chorros de 100 pipas por hora aproximadamente cada uno, de tal for-ma que cada participante recibirá sus 140 pipas cada ca-terce dius d~r ant e~ n ha ~ r uy 24 z i n ~ t ~apsr~ nimada-mente. El caudal global puede sufrir modificaciones de tal forma que cada particiapción le corresponda una mayor o menor cantidad de agua, por lo que, en principio, el tiempo durante el cual se recibe su porción correspondien-te a cada acción podna modificarse; no obstante, no se mudifica, para m alterar e! ciclo de Ius catorce dias. De esta forma las variaciones del caudal global de la Fede-ración se traducirán en un aumento o una merma del cho- 488 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS rro correspondiente, pero no en el tiempo durante el cual lo recibe3'. El último modelo que vamos a describir corresponde más a la etapa de los Heredamientos que a la actual de las Comu-nidades de Agua, pero se sigue utilizando en el norte de la isla de Gran Canaria en la explotación de los caudales de su-perficie y subterráneos. El ejemplo tipo corresponde al Here-damiento de Arucas y Firgas, pero en todos los casos la dis-tribución del agua ocurre tal como lo describe Quirantes: Cada Heredamiento organiza la distribución del agua; esta se lleva a cabo por medio del llamado adulamiento. Este consiste simplemente en la división del riego en períodos de tiempo, variables según el número y la importancia de Ias fincas, asi como de las condiciones ciimáticas particu-lares que pueden exigir una mayor o menor frecuencia en los riegos. Casi todos los grandes Heredamientos están divididos en cierto número de azadas, según el caudal de sus aguas, si bien dicho tipo es variable. En la mayoría de los Here-damientos no se encuentran albercones, y así éstos se rie-gan de hilo, es decir, el agua corre día y noche a los te-rrenos sin previo albernocaje. Donde tal sucede suele di-vidirse la azada en tres piezas, la primera desde el amanecer hasta el medio día, la segunda hasta ponerse el sol y la tercera que comprende cada noche. En las Heredades cuyo caudal permite dividirlo en aza-das, o bien se hacen divisiones que se llaman surcos, o bien, fijado el número de días de la dula, cada heredero riega toda el agua en los días que ellos le tocan, o las horas del día que le correspondan según las subdivisiones ... midiendo el tiempo en horas y minutos3B. Estos tres modelos de distribución del agua de regadío des-criben a la perfección los sistemas de aprovechamiento del pre-ciado líquido vigentes en la actualidad en las islas del archi-piélago que cuentan con tradición en este sentido. Los meca-nismos utilizados en la medición de los caudales y gastos se F. QUIRANTES: El Regadío en Canarias, p. 221. Ídem, íd., p. 93. Núm 37 (1991) 24 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ adaptaron a los nuevos tiempos, y, junto a cantoneras, arquillas y fieles, encontramos ahora tanquillas o pesadores de agua y caudalógrafos. Las tanquillas o pesadores de agua constan, esquemáticamente, de un recipiente que recibe el agua y que se comunica con otros recipientes, por su par-te inferior, de tal forma que en éstos el agua asciende lentamente hasta desbordar por una o varias escotaduras con una escala vertical que mide la cantidad de agua. El lento ascenso del agua permite que por todas las escota-duras situadas al mismo nivel se desborde igual cantidad", a N a la vez que, al «amansarse» el líquido al chocar contra las E paredes del primer recipiente, éste llega «reposado)) al segundo O --- (y tercero, si lo hubiere), con lo cual se posibilita la medición m O E acertada del caudal que fluye. Estos pesadores de agua se en- S£ cuentran bien extendidos en todas las comarcas plataneras de -E las islas de La Palma, Tenerife y Gran Canaria y se han con- = vertido en elemento esencial de nuestro paisaje agrícola. Re- -- 0 cientemente han venido siendo sustituidos por unos nuevos ar- m E tilugios: los caudalógrafos, que se usan igualmente en la valo- O ración del caudal que discurre por las acequias. - Tales aparatos se encuentran instalados en pequeñas casillas a-E colocadas encima de una tanquilla o albaconera. El caudaló- l - grafo registra sobre un papel ceñido a un tambor cilíndrico me- -- tálico las variaciones en el caudal que detecta en el paso del 3 agua que fluye por debajo. Los registros dibujados semejan se- o cuencias propias de un sismógrafo, de tal forma que el cau-dalógrafo se nos muestra al mismo tiempo como el más exacto de OS aparatos que miden ei caudal y ei más extraño para la sencilla comprensión del agricultor isleño. En lo que se refiere a las unidades de medida utilizadas en los modelos que hemos descrito habremos de hablar de varios patrones diferenciados. Propios del primer modelo son la pipa por hora, caudai equivaiente a 48Ü iitros por hora y ia duía, 39 Ídem, íd., p. 220. 490 entendida ésta como el caudal que supone un flujo de 100- 1 10 pipas a la hora. En el segundo de los modelos encontramos de nuevo la pipa por hora como unidad de medida, unidad de carácter espacial. Por contra, en el último de los sistemas se entremezclan las unidades espaciales: azada, surco ..., con las de origen temporal: hora, minuto ... Aunque parecen medidas de procedencias dis-pares sabemos que todas ellas se encuentran perfectamente es-tructuradas, de tal forma que componen un sistema de medidas perfectamente jerarquizado. Así, reuniendo los datos de Juan Francisco Martín con los de Dolores de la Coba4' hemos en-contrado que en el noroeste de Gran Canaria una azada de agua equivale a un caudal de ocho litros por segundo. Cada azada se subdivide en cuartas. Cada cuarta se corresponde con tres horas, entendiendo la hora como el gasto que supone un caudal de ocho litro por segundo que fluye durante una hora. Por último, la hora se divide en 60 minutos de gasto continuo. Apreciamos de esta forma un acertado compromiso entre las mediciones de los caudales de origen espacial con los pro-pios del tipo temporal, que relacionan gasto y caudal de forma adecuada hasta constituir un sistema completo al estilo de aquel que nos aportaba Carrera Stampa. 7. CONOCIMIENTFOÍsISC OS UTILIZADOS EN LA MEDICIÓN DE CAUDALES Las cantoneras, arcas, cajas de agua, fieles, pesadores de agua y caudalógrafos, además de instrumentos utilizados en el reparto de ias aguas de riego, tambiéii sirven para im&r e! caudal del flujo. Desde épocas cercanas a la conquista hasta nuestros días se hizo necesario la valoración de esta magnitud física por cuanto significaba la precisa evaluación de la equi- 40 J, F. MART~NR UIZ: El Noroeste de Gran Canaria, Ediciones del Ca-bildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1989. 41 D. DE LA COBA: ((Pesas y medidas utilizadas en Canarias)), revista Nú-meros, vol. 1, núm. 2, 1982. 26 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ tatividad de los repartos efectuados. La asignación de un caudal determinado o la participación en un repartimiento concreto quedan plenamente legitimadas cuando se conoce con exactitud la dimensión de dicha magnitud. En esencia, los principios físicos en que se fundamenta la medición del caudal en cada uno de los mecanismos enume-rados son idénticos, y nosotros los estudiaremos en el caso de las tanquillas o pesadores de agua. En estos pequeños estanques el agua llega a «reposarse» notablemente, consiguiéndose un pun-to de remanso del líquido, lo que permite la aplicación del teo-rema de Torricelli. La idea base de reposar el agua para que la velocidad de flujo no incida en la medida del caudal la ha-llamos igualmente en el mecanismo del fiel o en el ((amansa- -:-*+-.. iiilGiirvrf de! agUa que se da eri arcas y cajas de aguas, por donde ésta fluye a través de orificios de dimensiones previa-mente determinadas. En definitiva, se trata de provocar unas condiciones lo más idóneas posibles de forma que puedan apli-carse las leyes fundamentales de la Hidrodinámica. Tratemos, pues de describir éstas. Partimos de la base de que estamos estudiando un fluido incomprensible, esto es, un fluido en el que las variaciones o cambios de volumen se consideran despreciables incluso cuando se encuentra sometido a presiones muy altas. Entendiendo por línea de corriente o línea de flujo la trayectoria descrita por una partícula determinada del fluido en movimiento, diremos que el flujo es estacionario cuando en una superficie cerrada de líquido entran tantas líneas de flujo como salen; esto es, cuando es nulo el flujo del campo de velocidades del fluido a través de una superficie cerrada. Admitiremos también que el fluido estudiado es no viscoso; es decir, la velocidad es la mis-ma para todas las partículas de la misma sección transversal del tubo de corriente. Por último, debemos considerar el mo-vimiento del agua por atajeas y aceqiiias en r6gimox !a.wizu?;. es decir, la velocidad del fluido no rebasa ciertos límites y el movimiento se realiza por capas superpuestas que no se en- 492 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS tremezclan, siguiendo las líneas de corriente caminos aproxi-madamente paralelos a las paredes 42. Suponiendo que se dan todas las condiciones anteriores, po-demos proceder al estudio del líquido en movimiento siguiendo las leyes de la Hidrodinámica. Entenderemos por caudal al volu-men de fluido que atraviesa por unidad de tiempo una sección transversal del tuvo de corriente. Esto es, si lo denotamos por Q, quedará: Q = S V,, siendo S el área de la sección transversal y V, la velocidad media que llevan las partículas del fluido. Gasto es la magnitud física que supone el volumen total de líquido me-dida, y se calcula multiplicando el caudal por un tiempo deter-minado; es decir, Gasto = Q t. Si aislamos un elemento infini-tesimal de un tubo de corriente las fuerzas exteriores que actúan sobre él son la fuerza de volumen del tipo gravitatorio y las fuer-zas superficiales de presión, normales a la superficie. Entonces la ecuación fundamental de la Dinámica permite obtener el teorema de Bernouilli, que expresa que la suma de las alturas geométricas: distancia desde un extremo al otro del tubo; piezométrica: origi-nada por la presión que se ejerce sobre el líquido; y dinámica: de-bida a la velocidad del fluido, se mantiene siempre constante. Esto es, en fórmulas físicas: donde h denota la altura; p, la presión; p, la densidad del líquido; g, la constante de la gravedad, y v, la velocidad del líquido. Entonces, si trabajamos en un recipiente de capacidad suficien-temente grande, al que se le ha horadado un orificio en su ex-treme inferi~rp or donde fluye el líq~~idcoo n una velocidad v, el teorema de Bernouilli aplicado en las dos superficies del fluido en el interior del recipiente y en el orificio nos indicará que: h+-+P-a-t v '2 - o + - Pat VZ Pg 2g + - (7 Pg 2g 42 Ver J. MARIANVOA LLEJOT: ratado sobre el movimiento. .., y R. D. CARRIL-J. PRIETO-RJ.. MENENDEFZí:s ica General, Ediciones Júcar, Barcelona, 1986. 2 8 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RODR~GUEZ donde p,, es la presión at-mosférica, único tipo de presión que actúa sobre ambas secciones, y v' es la velocidad de desdenso del líquido en el recipiente. Podemos despreciar el valor de v', pues resulta muy pequeña comparada con v. Esto es, v' = 0, quedando la fórmula (') en la forma: fórmula que se conoce como teorema de Torrice-lli, y que establece que: Bajo la acción solamente de la ravedad la velocidad de salida de un líquido por un orificio de sección pequeña es igual a la que adquiriría un sólido cayendo libremente en el vacío desde la superficie del líquido al centro del orificio 43. Podemos apuntar entonces que el caudal Q que fluye por el orificio, supuesto de sección transversal S, será: 43 Torricelli, científico italiano del siglo XVU, formuló por primera vez el teorema que lleva su nombre en 1643 en su tratado «Motu gravium naturaliter acceíeratm, y en él recogió algunos conocimientos anteriores. En particular Galileo, maestro de Torncelli, hubo de conocer algún resul-tado semejante, pues ya a Sexto Juiio Frontino se ie atribuyen ias primeras nociones un poco exactas que se han tenido acerca de las leyes del mo-vimiento de los fluidos. es decir, sólo depende de la altura alcanzada por el líquido y de la superficie del orificio de salida. La medición del caudal en pesadores se consigue intentando reproducir lo más fielmente que pueda ser posible las condi-ciones del teorema de Torricelli. Por eso se «amansa» o aquieta el agua, de tal modo que se mantenga una situación en la que la velocidad de salida del líquido sólo dependa de la altura al-canzada en la tanquilla, y no de imponderables externos como pueden ser la fuerza de presión con la que ésta es bombeada desde el estanque repartidor, el pozo o la galería, o bien de la velocidad alcanzada por la corriente al precipitarse el líquido desde zonas altas a otras de altitud inferior. El pesador consta de dos o más estanques de pequeñas di-mensiones intercomunicadas entre sí por orificios horadados en !a parte infeRc?r de !us predes ci!inclintes. En el primero de los estanques se recoge el agua, que suele llegar con gran ve-locidad. Al pasar a la segunda de las tanquillas atravesando la abertura que existe en la pared que la separa de la primera el agua pierde velocidad y se remansa. Este proceso se repite cuantas veces sea preciso, con el uso de tantas tanquilias como se necesitare, hasta conseguir que el líquido se eleve en la ú1- tima de las tanquillas como si sólo estuviera influido por la fuerza de la gravedad. En esta tanquilla el agua fluye lenta-mente por una escotadura o reborde perforada en el borde su-perior de la pared no interconectada con las otras tanquetas. Quedan entonces reproducidas las hipótesis subyacentes en el teorema de Torricelli, y el caudal se podrá evaluar tan sólo con la medición de la altura que se alcanza en la tanquilla. La medición se realiza de dos formas distintas. O bien se utiliza unas láminas de metal a modo de regletas graduadas en las que se mide ei caudal en pipas por hora. Cci.2~ regktas, distribuidas en Tenerife por ((Talleres Quintana)), admiten inter-valos de variación distintos y han de adaptarse a las dimen-siones del pesador y al número de tanquillas que lo compone. En otros pesadores el caudal se mide también en pipas por hma, amt u ~ d o!U a!tlirz nY-i-i p n--lm--n-7-a- -e 1 agua en un tubo de cristal incrustado en la parte superior derecha de la última de las tanquilla y en su exterior, comunicado en su extremo infe- 3 0 JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ RoDRÍGUEZ rior con el interior de ésta. En este caso se utiliza un nuevo concepto hídrodinámico propio del fundamento que gobierna el principio de los tubos comunicantes. En todo caso, en ambos modelos, la aplicación precisa del teorema de Torricelli aporta el soporte conceptual necesario para que se dé la correcta va-loración del caudal. Anotemos, por último, que el pesador de agua nos propone una versión refinada de otros aparatos conocidos en siglo pa-sados que servían para medir la velocidad (y, por último, el caudal) de las aguas. Recordemos a modo de ejemplo el tubo de Pitot y la Caja de P. Guido Grandi entre otros. 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