EMPRESAS CIENTÍFICAS Y PENETRACION
ALEMANA EN CANARIAS.
EL PLEITO DEL HOTEL TAORO (1907-1912)
1. En anterior ocasión, con motivo del homenaje que se
tributara al profesor Antonio Domínguez Ortiz, traté de este
aspecto de los intereses alemanes en las Islas Canarias como
tema de mi colaboración a dicho volumen homenaje 5 cuya
difusión fue excesivamente limitada, dado que la casi totali-dad
de la edición fue distribuida entre Institutos de Enseñan-za
Media y, por tanto -tratándose además de edición no ve-nal-,
no llegó a bibliotecas, departamentos universitarios o
centros de investigación, ni tampoco a los posibles lectores
canarios interesados por el tema. Debo agradecer, a este res-pecto,
la noticia y la síntesis que del referido artículo hizo en
la prensa de Tenerife mi buen amigo Leoncio Afonso '.
en c~nsmi~enciaIa, cnndicidn hihligUm&fjrg& rgrn
de dicho artículo, me referiré en esta nueva y ampliada ver-sión
a algunos de los puntos que allí tocaba e incorporaré
otros, totalmente inéditos, como el que se refiere al pleito so-bre
el hotel Taoro. Foma parte esta información de un estudio
l MANun ESPADABSU RGOS:«E l interés alemán por Canarias en vís-peras
de la Primera Guerra Mundial», en Homenaje al profesor Antonio
Domínguez Ortiz, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1981.
LEONCIAOF ONSO: El dáa, Santa C m d e Tenerife, 15 octubre 1983.
Núm. 33 (1987) 221
2 MASUEL ESPADAS BURGOS
más amplio -todavía en fase de elaboración- sobre la políti-ca
exterior española en la crisis de la Restauración y, de ma-nera
más concreta, durante los años de la Primera Guerra
Mundial. En uno de los legajos de la serie Política del Archivo
del Ministerio de Asuntos Exteriores Vas referencias a los in-tereses
alemanes en las Islas Canarias, en los años que prece-dieron
a la crisis de 1914, son muy numerosas y merecería la
pena a este respecto un análisis mas pormenorizado de dicho
legajo, de contenido muy heterogéneo y, sin duda, muy esquil-mado,
como ponen de manifiesto los saltos cronológicos de
los documentos allí contenidos, así como las referencias a des-pachos
y cartas que no aparecen por ninguna parte.
Para enfocar este estudio, es preciso partir de la crisis de
fiii de ti ma -y f-¿uida&s teiiIlures qlue
a la derrota de 1898 y la paz de París que liquidó los últimos
vestigios americanos del viejo imperio ultramarino de España.
Se temió entonces que el desastre adquiriese proporciones
aún más dramáticas con urm ataque norteamericano al archi-
....-.p-1-i. t.mt;u~ arlariu.nm e -c-;-u-lA u-La-u a id -p--rSu leAa---u l ~T u v a~-Ú- r-r-i u 2fi la prei-sa
y en la opinión pública anidó la pesimista convicción de «la
posibilidad de un bombardeo de puertos peninsulares por par-te
de los barcos del comodoro Watsonn4. Tal temor, aireado
por la prensa5, parecía contar con alguna base. El embajador
francés en Washington, Jules Cambon, había señalado a su mi-nistro
Gabriel Hanotaux la corriente de opinión detectable en
los Estados Unidos sobre ese punto: «Nadie puede prever cuál
será el fin de esta guerra; pero en los Estados Unidos se oye
decir corrientemente que, si los españoles no piden gracia una
v.*- m..* 1-0 Law,,- ,-,*-4+nAn t-%&.,, D,.,n,.t* D;nn -7 w;1;-4mmm "m 1-0
VGA y u L~G ~~ i a y a uy i u L . a u u vuua, s uiúl b u subu y r uspulao, UG LGU
tomarán las Canarias y se bombardearán las Baleares)) '. Este
temor fue, sin duda, una de las razones que aceleraron las ne-gociaciones
de paz.
Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (AMAE), Serie Poli-tica,
Alemania, leg. 2290.
Cf. JosÉ MARÍAJ OVER:1 898. Teoria y práctica d e la redistribución
colonial, Madrid, Fundacidn Universitaria Española, 1979, p. 49.
Cf. La Época, 30 junio 1898.
JOVER: Op. cit., p. 51.
222 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLÁNTICOS
Sin embargo, si la amenaza norteamericana, ciertamente
remota, quedó alejada tras el 98, más aún si se tiene en cuen-ta
la natural reserva con que la Gran Bretaña observaba la po-sibilidad
de una base norteamericana en esta orilla del Atlán-tico,
la presión sobre las Islas Canarias continuó hasta los
días de la Gran Guerra y se hizo especialmente intensa en sus
vísperas, inserta en el juego de zonas de hegemonía que pro-tagonizaban
Alemania, Gran Bretaña y Francia.
2. En los primeros años del siglo el gobierno fue conce-diendo
licencias para la instalación en la isla de Tenerife de
depósitos de carbón pertenecientes a firmas extranjeras, es-pecialmente
británicas, si bien algunas concesiones figuraban
otorgadas por el Ministerio de Fomento a súbditos españoles
canarios que actuaban como testaferros de aquéllas. En 1908
aparecían, corno las más importantes, la Cory Brothers, la
Elder Dempster and CO, la Miller Wolfson and C", con depósi-tos
en Santa Cruz de Tenerife y en Las Palmas; la Blandy
Brothers, la Wilson and C", la Elders Fyffes Ltd. y la Miller
and C4 con depósitos en Las Palmas solamente, y la Hamilton
and C", con establecimiento único en Santa Cruz l. Tales fir-mas
extranjeras habían establecido comunes intereses con los
más poderosos sectores de la sociedad insular. «Destacaba la
casa The Gran Canary, con talleres de herrería y fundición para
la reparación de buques, astilleros y varaderos, cuya gestión
corría a cargo de los León, los Macías, los Curbelo ... El pri-mer
varadero del puerto de la Luz era el de Blandy Brothers
and CO. La casa Miller y Ca -estrechamente aliada con el mar-qués
de Comillas y la Trasatlántica- también había construi-do
sus propios varaderos, almacenes y muelles desde 1883,
despachando de 90.000 a 100.000 toneladas de carbón al año»
AMAE, leg. cit., exp. sobre depósitos de carbón. Incluye carta del
-nist ia G.uerra, geilerai Priiii" de j=iv.era -tí" friiWO
dor-, mostrando su opinión desfavorable a tales depósitos si se conce-dían
con mucha prodigalidad a empresas extranjeras, pues consideraba
que «por el sistema de depósitos, gran parte de la zona marítima resul-ta
ocupada por los extranjeros, concesionarios ostensibles o disfrazados».
Cf. JUAN SISINIPOÉ REZ GARZ~N«:L a cuestión canaria a principios
Núm. 33 (19871 223
4 MAKUEL ESPADAS BURCiOS
La presión de empresas alemanas para introducirse en Ca-narias
se fue acentuando al filo del primer decenio del siglo.
Una de estas empresas era la Woermann, ya instalada desde
1906. En la sesión del Congreso del 15 de febrero de 1912, el
diputado a Cortes por Las Palmas, Luis Morote, figura muy
conocida del periodismo republicano ', se refirió en un largo
informe al problema de las empresas extranjeras en el Archi-piélago,
a propósito de la transferencia de la concesión de al-macenes
y muelle que, en Puerto de la Luz, tenía don Miguel
Curbelo y Espino, a favor del súbdito alemán Eduardo Woer-mann.
El Ministerio de la Guerra había dictado una Real Or-den
por la que, interpretando que la concesión hecha al señor N a
Curbelo era estrictamente personal, debía solicitar una auto- E r .f i a.~- ~3~xpi ri2 sz para podei- enaje~ar$, j. ~ d ee,n ú!tLyLc t é ~ . O- - mino, sería la propia decisión del Ministerio de la Guerra la - O m
que zanjaría el asunto. Para Luis Morote, aparte de razones le- £E
gales y del reconocimiento de precedentes transferencias a fir- 2
E
mas extranjeras, corno WiEson: Hamilton o Cory Brothers, se -
.bl.l-~-&ca,.; 5dae iciia rzzón politiza de m9~chisimafU erza y yue es 3
la que mejor puede garantir la integridad de nuestro territorio
- -
0
m
en el archipiélago canario y que puede conservarse indefinida- E
mente nuestra soberanía. Dados los adelantos modernos en el O
5
arte de la guerra, nuestros escasos medios en lo que toca a es- -
cuadra, la imposibilidad de poder resistir un bloqueo el Archi- E a-piélago
por falta de elementos de vida propia; se impone que l -
hagamos una política de carácter internacional, es decir, que --
demos fácil entrada a peticiones de concesión de las distiitas 3
potencias, huyendo estar únicamente en manos de una y tanto O
m& si se tiefie preseitr 1s &scorMias qfie mins?n_ &S& niin.
.Y --
to de vista político aquel Archipiélago y constituye un peligro
grave para la Patria)}' O . Era la opinión mantenida por el go-del
siglo xx. Publicística e intereses económicosu, en ANUARIO DE ESTU-cros
ATLXNTICOS2,4 , 1978, p. 10.
Cf. Jum S. PÉREZ GARZON: Luis LVorote. La problemática de un re-publicano,
Madrid, Castalia, 1976.
lo Informe del diputado a Cortes Luis Morote, diputado por Las Pal-mas,
al ministro de Estado, don Manuel García Prieto, 15 febrero 1912,
en AMAE, leg. cit.
224 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
PENETRACI~S ALEMANA EX CANARIAS 5
bierno desde años atrás: c{ . . . hemos considerado siempre como
un mal en sí mismo el que haya en aquellas islas depósitos
extranjeros, pero será un mal menor que pertenezcan a indi-viduos
de distintas nacionalidades)) 'l.
En realidad, incidía sobre la postura mantenida por una
gran parte de la izquierda parlamentaria de comprometerse en
una política exterior, con todos los riesgos que ello supusiera,
pero sabiendo que no los acarreaba menores una continuada
política de recogimiento o la dependencia de una sola potencia
europea. En abril de 1905 escribía EL Imparcial: Ciertamen-te,
el Kaiser y su admirable pueblo son grandes e ilustres.
Ofrezcámosle nuestra amistad. Pero que no sea a costa de
aquellos a los que ya nos unen intereses comunes» *, es decir,
Francia e Inglaterra. En la sesión de Cortes del 27 de diciem-bre
de ese mismo año, Salmer6n insistía en que Baleares y Ca-narias
dispusieran de una defensa apropiada: «Se sabe que si
Alemania codiciaba Mogador, era porque este puerto se consi-deraba
la llave de Canarias)) 13.
Cuando la firma del Acta de Algeciras, en diciembre de 1906,
escribía el periódico La Época: cc ... Se trata de asegurar la
defensa de nuestras costas y de nuestros archipiélagos estraté-gicos,
las Canarias y las Baleares,. y bien sabemos que no po-demos
hacerlo con nuestras propias fuerzas y que tenemos
necesidad de una poderosa amiga y de una potente escuadra.
Debemos buscar y mantener una estrecha inteligencia con las
naciones más próximas a nosotros.. . Es el caso de Francia y
de Inglaterra, afortunadamente unidas hoy)) 14. Esta política se
reforzó en 1907 con la visita del rey Eduardo VI1 a Cartagena,
donde se entrevistó con el rey Alfonso XIII y con Maura, que
significó una cierta garantía de paz en Europa mediante el
mantenimiento de un statu quo en las posesiones continenta-les
e insulares tanto mediterráneas como atlánticas. Fue una
l1 Carta del ministro de Instrucción Pública, Rodríguez de San Pe-dro,
al de Estado, García Prieto, 9 agosto 1908, AMAE, leg. cit.
l3 El Imparcial, 17 abril 1905.
l3 Cf. ALBERT MOUSSETL: 'Espagne dans Ea politique mondiale, Paris,
Bossard, 1923, p. 126.
l4 Ibid., p. 128.
Núm. 33 (1987) 225
6 MANCEL ESPADAS BURGOS
indudable afirmación de la posición internacional de España.
Albert Mousset recoge la satisfación con que La Época escri-bía:
((España ha tenido más vida internacional en cinco meses
que en los muchos años anteriores» 15.
3. El interés alemán por Canarias se intensificó a través
de empresas científicas y técnicas, como la de lograr medios
propios de comunicación entre el Imperio alemán y sus colo-nias
en Africa. Uno de esos problemas fue la instalación de un
cable entre Emden, ciudad alem-ana de la región de Hannover,
y Tenerife que estudiamos ampliamente en el referido artículo.
Otro centro de interés provenía del desarrollo de la clima- a N tología y de las extraordinarias condiciones que las Islas Ca- E
narias -en especial Tenerife- ofrecían para dichos estud.ios. o
n En uno de los despachos del embajador Polo de Bernabé, de -
=m
O 1909, se refiere a la creación de una comisión internacional de EE
aerostación científica «cuya misión es hacer estudios meteoro- s
E
lógicos de las altas regianes de la atmósfera por medio de glo- =
bos, cometas y otros artefactos voladores, de la cual es presi- 3
dente el profesor Hergessel, de Estrasburgo, y en la que coope- - -
0m
ran los parques militares de aerostación, sin exceptuar el nues- E
tro de Guadalajara. En el congreso de Milán de 1906, en que re- o
presentaron a España los señores coronel Vives y capitán Gor- n
dejuela se reconoció la grandísima. importancia que, tanto por E a-su
situación en la zona de los alísios como por su altitud, tenía l
n el establecimiento de un pequeño observatorio en la isla de n
0
Tenerife y se acordó interesar al gobierno español que efectua- 3
ra dicha instalación)). O
El gobierno tardó en tomar resolución sobre el asunto. Sin
embargo, la iniciativa alemana se hacía muy visible. Cuando,
a fines de ese mismo año 1909, el coronel Vives y el capitán
Kindelan visitaron en Berlín el «batallón de aerosteros)), acom-pañados
del agregado militar coronel Sanchís, supieron que
los aerosteros militares alemanes tenían orden de remitir a
Tenerife veinte cilindros de hidrógeno para ((esas experiencias
científicas». Ya aquello provocó un pequeño incidente, dada la
l5 Ibid., p. 141.
226 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
PENETRACION ALEMANA EN CANARIAS 7
intima relación que con estas experiencias tienen las milita-res
», según razonaba el embajador, que, en el inmediato des-pacho
al gobierno de Madrid, le insta a «que se apresure a
adoptar una resolución que evite que los alemanes establez-can
en Tenerife un observatorio permanente, a falta de uno
español, lo cual, sobre ser poco airoso para nuestra conside-ración,
podrá tal vez en algún caso suscitar incidentes des-agradables))
16. En los años siguientes son numerosas las notas
de Polo de Bernabé sobre este asunto, urgiendo al gobierno
español a que se interesase por la instalación del observatorio,
de no renunciar a el y dejarlo en manos extranjeras. «La cons-trucción
inmediata de dicho observatorio -insiste en 1912-
constituye un asunto de dignidad nacional y de importancia
mundial considerable)) ". Las negociaciones sobre el tema fue-ron
intensas en los años que precedieron a la guerra. Todavía
en 1914 se estaban desarrollando unos trabajos sobre rneteo-rología
financiados por el Instituto de Física de la Academia
de Dresde y por el de la Universidad de Leipzig. El estallido
del conflicto hizo que se suspendiesen. Más tarde, el gobierno
español no consideró prudente su reanudación. Sanchez Gue-rra,
ministro de la Gobernación, escribía al marqués de Lema,
titular de la cartera de Estado: «Creí haberle dicho.. . que el
gobernador de Canarias opina de un modo terminante; y coin-cido
por entero con su convencimiento, que no conviene de
modo alguno autorizar en momentos como los actuales expe-riencias
científicas en el pico del Teide a súbditos alemanes,
ya que las experiencias todas y la opinión de aquellas islas
su-pnndrian que m a inwctigaciones pmarrimte dentificac sim
a manipulaciones de otra índole podrían estar dedicados sus
trabajos.)) La convicción del ministro se apoya especialmente
en un hecho detectable en la vida de las islas, la conciencia de
sus habitantes de la existencia de un creciente y activo espio-mje
&_m6n. En _ri! de 141, e! rns?ry&s ck Lexzxt cumtmica
al conde de Ratibor, embajador alemán, que «el ministro de
la Gobernación no considera posible por el momento autorizar
AMAE, leg. cit., despacho del 23 febrero 1909. :' Ibid., despacho 22 abril 1912.
8 MASUEL ESPADAS BURGO S
la continuación de los trabajos científicos,). Se insistió en ob.
tener el permiso a lo largo de 1915. Al fin, en 1916, el doctor
Dernber, que había permanecido en Santa Cruz de Tenerife,
solicitó salvoconducto del gobierno español para regresar a su
patria, pero incluso en esto fue muy cauto el ministro de Es-tado,
Romanones, cur&ndose en salud de probables reclamacio-nes
británicas la.
4. Cuando, por primera vez, revisé el citado legajo, me
sorprendieron las frecuentes referencias a un pleito nacido de
la compra por parte de una sociedad alemana del Gran Hotel
Taoro, adquirido 2 la socied2d tinerfeña que lo había construi-do
y explotaba.
La sociedad, que había iniciado sus empresas en 1886, con-tó
entre sus primeras fundaciones con la del Gran Hotel Sa-natorium
Taoro, que ya en 1887 había tenido importantes hués-pedes,
entre ellos el gran duque Nicolás de Rusia. Uno de los
primeros alemanes que residieron en él había sido el doctor
Mackenzie, médico personal del emperador Federico 111. Pron-to,
por el éxito obtenido, se le busco nuevo emplazamiento y
nuevo y más lujoso edificio, ahora en el elevado paraje llama-do
Monte Miseria, que domina el Puerto de la Cruz. Se le lla-mó,
por tal emplazamiento, Hotel Balcón, que abría sus puer-tas
el 22 de diciembre de 1890. Pronto alcanzo también gran
prestigio. Como escribe S. Hernández Gutikrrez, «las enferme-dades
del pecho atacaban a todo el mundo y la propaganda
En la respuesta al embajador alemán precisaba el conde de Roma-nones:
(Con suxo gusto me híibiera apresurado a complacer a VAS.
caso de estar en condiciones de kacerio, pero el Gobierno cie S.ivi. cuyo
punto de vista respecto a la detención a bordo de buques neutrales de
súbditos beligerantes fue oportunamente co-municado a V.A.S., después
de haberlo hecho a los gcbiemos d.e Francia y de Inglaterra, no puede
aseaarar al doctor Dember la garantía que desea. Si la actitud negativa
del gobierno británico, paesta de manifiesto con ocasión de otras peti-ciones
análogas, no rr-e hbiera disuadido iie iiacerio, hubiera soiicitado
del señor embajador de la Gran Bretaña un salvoconducto para el men-cionado
súbciito ale-mán, pero dada esa circunstancia, carecería de efica-cia
práctica la gestión cerca del mencionado representante diplomático»,
18 marzo 1916, en AMAE, leg. cit.
228 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
emitida desde canaria.^ aseguraba la curación de todas las per-sonas
afectadas por dichos ma.les. C m el tiempo se iría per-diendo
el primer concepto de sanatorio para adoptar posturas
más propias de un establecimiento turístico)) lg. El citado estu.
dio -de Hernández Guticrrez incluye una minuciosa descripción
del hotel en aquellos primeros años, ilustrado con numerosas
fotos de la época. Ese era justamente el edificio -conocido in-distintamente
como Hotel Balcón, Inglés o Taoro- que, com-prado
por la compañía alemana, iba a ser objeto del siguiente
pleito:
El planteamiento jurídico parecía ser el siguiente: El 30 de
julio de 1907 la empresa tinerfeña Taoro, mediante documento
yrbv7ad=, vefidM a !a s=ci&ad a ! e ~ ~ rKu, ?~-F &us - Retrlehge-sellschaft
el edificio del Gran Hotel, con sus jardines y terre-nos
anejos, así como con todos sus enseres y mobiliario. El
precio de la venta se fijó en 37.000 libras esterlinas, cuyo pago
se acordó en la entrega de 5.000 libras, a la firma de dicho
cmt r~tep, m parte a!emma, cm !U. ~?Aigaciórd, e h x e r efec-tivo
el resto en el año 1913, como límite máximo, pudiéndolo
hacer antes, si así les conviniera. Dicha parte apla.zada les obli-gaba
a abonar un 6 por 100 anual de intereses, así como a cons-tituir
una hipoteca para garantizar el pago sobre los mismos
bienes inmuebles objetos de la transacción. En tal contrato: se
había establecido también un plazo breve para elevar a docu-mento
público, pero de hecho la escritura no llegó a. firmarse
y el plazo había sido tácitamente prorrogado por ambas partes,
sin que se llegase a fijar de nuevo, tant.0 porque, cuando lleg6
-si -1- v.e --n - c- imientn, la TQ.O~nQc hahis 1egaliz~figm &iante i~scr@- --m - - - - - - -
ción en el Registro de la Propiedad el dominio de sus bienes,
cuanto porque la Kurhaus no había aún otorgado poderes su-ficientes,
a los efectos de escritura pública, a su representante,
Rodolfo Schaper.
l9 S. HERNÁNDEGZU TIÉRREZ:D e la Quinta Roja aZ Hotel Taoro, Puer-to
de la Cruz, 1983. Debo el conocimiento de este estudio, así como de la
guía turística de 1908 a la que corresponde la foto, a mi buen amigo
Agustín Guimerá Ravina, autor de un reciente estudio sobre El Hotel
Marquesa. Apuntes para un centenario. 1887-1987, Puerto de la Cruz, 1987.
10 .MANCEL ESPADAS BVRGOS
La situación se complicó aún mas cuando la Kurñuus dejó
de satisfacer a la sociedxi Taoro los intereses correspondientes
a la anualidad de 1909. Por tal motivo, el presidente de la Tao-ro
creyó oportuno iniciar el expediente de deshaucio de la em-presa
compradora alemana. Las cosas no llegaron a más, pues
se logró una transacción entre ambas sociedades y la junta ge-neral
de la Taoro en su reunión del 12 de septiembre la aceptó.
Pero algunos de los accionistas, principalmente los hermanos
Jorge y Víctor Pérez, hijos de un conocido y acreditado médi-co,
consiguieron convocar junta extraordinaria c3.e la sociedad
Taoro. que vino a anular lo acordado en la referida junta ge-neral.
En el informe de la embajada alemana en Madrid se
dice: «Como consecuencia de esa resolución ab irato, y apode-ránCiose
los enemigos de ia Eíurimus Ud ~ ü i i ~ e jdüe adniirds-tración
de la Taoro, dio él mismo órdenes de reanudar el des-haucio
que, al fin, fue sentenciado en contra de aquella última
sociedad, la que apeló de la sentencia ante la Audiencia del te-rritorio.))
3, hwho, deri¿ro de la presidencia de la Tc¿oro ha=ia. aztf-tudes
encontradas, pues mientras los hermanos Férez estaban
empeñados en recuperar la propiedad de1 hotel desahuciado a
los alemanes, les era favorable a éstos el secretario de la Tao-m,
Felipe Machado del Hoyo, cuñado de los Pérez. Por su par-te,
la Kurhaus, que había mantenido durante estos años a Jor-ge
Pérez como médico del hotel, le sustituyó por el médico bri-tánico
doctor Ingram.
El pleito siguió encongndose durante los dos años inmedia-tos,
viéndose naturalmente implicados en él la autoridad judi- cial Teaeyifc, pera t&ilbi& e: gubie-9 c.; ~.; ! ,y trasc-&ie;;-
do incluso al gobierno de Madrid y a la embajada de España
en Berlín. ya que el embajador alemán, conde de Ratibor, con-sideró
el asunto de suficiente importancia para ponerlo en co-nocimiento
de su gobierno y para hacer llegar sus quejas no
&jlo ~1r lirj~t,tru& Es t~dug,L ;;lnt9a pLW&-ja, 1 de c -~a~yi ah .;tL-cia,
sobre todo tras los intentos de embargo promovidos por
los hermanos Pérez, en uno de los cuales tuvo que actuar la
fuerza pública. El juzgado de la Orotava, tanto cuando lo des-empeñara
don Manuel de la Cueva como su sucesor don Se-
230 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
bastián Gómez, había fallado a favor de la empresa alemana;
de ahí vino la acusación, por parte del sector litigante de la so-ciedad
Taoro, del último de los letrados, apoyándose en el juez
municipal accidental don Tomás Méndez Ascanio. En una car-ta
del conde Ratibor al ministro de Gracia y Justicia le infor-ma:
({Desde que el señor Sebastián Gómez ha sido destituido
de su cargo y que el señor Tomás Méndez Ascanio, que no ha
estudiado Derecho, hace provisionalmente sus funciones de
juez, los adversarios de la empresa alemana han podido tomar
la delantera» 20.
Como se puede apreciar, pese a los deseos de las autorida-des
españolas, comenzando por el propio gobernador de Tene-rife,
el asunto desbordó los límites de un pleito entre dos so-ciedades
y el mismo marco insular. El conde de Ratibsr, por
mucho que asegurase al gobierno español que «no quería inter-venir
de una manera oficial en un litigio en curso)), no tenía
ningún empacho en presionar al subsecretario de Gracia y Jus-ticia,
Trinitario Ruiz Valarino, para que activase la resolución
del asunto y le tuviera puntualmente informado de su marcha,
preocupado «por las pérdidas enormes que amenazaban a una
empresa alemana a consecuencia de la sentencia de un tribu-nal
español». Al mismo tiempo, varios telegramas de socieda-des
científicas alemanas se preocupaban por el asunto y se in-teresaban
ante el gobierno espafiol por la definitiva sentencia
que pudiera perjudicar a la sociedad Kurhaus, impidiendo «las
expediciones científicas proyectadas)}.
Por parte española, Ia cuestión también preocupaba no sólo
por las presiones de la embajada alemana, sino principalmente
por la conciencia de la penetración que el gobierno de Berlín
llevaba a cabo en las Islas Canarias, so pretexto de empresas
científicas, cuyo número de por sí resultaba sospechoso. Tanto
más cuanto ello se unía a la frecuencia de la visita de barcos
de guerra a los puertos canarios o los ejercicios de tiro reali-zados
por éstos cerca de sus aguas, por mucho que contasen
con el permiso del gobierno español, siempre dado con expli-
Informe reservado, anexo al despacho 130, de 25 abril 1912, AMAE,
leg. cit.
Núm. 33 (1987) 231
12 MANCTEL ESPADAS BURGOS
cables reservas. Entre los numerosos barcos, cañoneros y bu-ques
escuela, que encontramos en los expedientes, figura en va-rias
ocasiones el acorazado Panther, cuya presencia en la rada
de Agadir había dado lugar en 1911 a una de las crisis mas se-rias
de las que precedieron a la guerra de 1914. Precisamente
ese año, en el mes de abril el Panther fondeaba en los puertos
de Las Palmas y de Santa Cruz.
El número de empresas y de expediciones científicas que
para estudiar la flora, la fauna -los antropoides-, los alísios,
la vulcanología.. . se trasladan a Canarias es, de por sí, causa
suficiente para explicar la alarma del gobierno español. Como
escribía el embajador Polo de Bernabé: «En repetidas ocasio-nes
no he podido menos de llamar la atención del gobierno de
S. M. sobre ia prediiección de los hombres de clencia y de ne-gocios
de Alemania hacia Canarias, punto que con sospechosa
frecuencia escogen como el más adecuado para desenvolver,
bajo auspicios del Gobierno Imperial, su emprendedora y per-severante
actividad.)) La decisi6n del Gobierno solía ser favo-rabie
a la concesión de taies permisos, pero recabando, en ai-gunos
de los casos, la aprobación de alguno de los ministerios
militares o del de Gobernación, así como previniendo a las
autoridades canarias «para que, bajo las formas de la más ex-quisita
cortesía, cuiden de que los comisionados alemanes se
limiten exclusivamente a los trabajos que, según el embajador
alemán, constituyen el objeto de su visita»21.
Tal parecía ser el caso de la empresa compradora del Gran
Hotel Taoro. Se trataba de una red de sanatorios que, en re-cuerdo
de la figura de Alexander von Eurnboldt, llevaba el
nombre de «Eumboidt Kurhausn, con sede centrai en Cñar-iotttenburg.
Uno de los hombres que con mayor frecuencia
aparece en los despachos del embajador en Berlín o en las no-tas
de los Ministerios de Estado y de Gobernación es el doctor
Pannwitz o Pannewitz - e n las dos formas se le cita-, secre-ilzriv
de ia Asociación internacional contra ia tubercuiosis, per-sunalidad
con más visos de agente e incluso de aventurero que
de científico, se,- los informes recabados por la embajada
'' Despacho 7 noviembre 1913, AMAE, leg. cit., exp. 34.
232 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLhNTICOS
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Anuncio del hotel en la guía turística de 1908 Brown's Madeira,
Canary Islands and Azores.
española que son muy poco favorables a su seriedad comercial,
atribuyéndole una nefasta influencia sobre ((aquellas personas
que asocian sus intereses a las empresas del activo doctor»22.
Son pocos los proyectos de contenido o de cobertura cientifi-cos
donde, de una u otra manera, no aparezca el doctor Pann-witz.
Uno de ellos fue el de la compra del hotel a la sociedad
Taoro, para lo cual se había entrevistado con el embajador en
Berlín, como recoge un informe del Ministerio de Goberna-ción:
«El doctor Pannwitz, alma de todas esas empresas cientí-ficas
y comerciales, que ya independientes, ya unidas, trata de
establecer en nuestras islas Canarias, fue a visitar al embaja-dor
de S. LM. en Berlín, como secretario de la Asociación hter-nacional
contra la tuberculosisa'~. Uno de los despachos m5.s
explícitos sobre este affaire del embajador Polo de Bernabé es
el de 22 de diciembre de 1909 en que, con carácter de muy re-servado,
se refiere a da conveniencia de procurar evitar los
manejos a que pudiera dar lugar la sociedad alemana Kurhaus,
que se ha apoderado de aquel establecimiento, si sus agentes
encontraban medio de utilizar en beneficio de sus ilícitos fines
-no especifica cuáles son éstos- a entidades que sólo debie-ron
inspirarse en defensa de la más estricta justicia y llegaran
a conseguir convertir un pleito particular en cuestión interna-c
i ~ n a I »c~o~m;o de hecho lo habían conseguido. En e1 mismo
despacho previene especialmente del doctor Pannwitz, ({cono-cido
por SU habilidad para envolver a sus adversarios en las
mallas de la ley y convertir en provecho propio y hasta a dar
apariencias de respetabilidad a los negocios menos legítimos)),
para concluir instando a los ministerios correspondientes a di-mitar
sus actividades)).
Una de las empresas que, desde el hotel comprado por la
Kurhaus, se intentaba promover era la creación de un sanato-rio
antituberculoso en la zona del Teide, proyecto qne se su-maba
al del establecimiento, con capital y personal científico
22 Informe reservado del ministro de Estado al de Gobernacidn,
28 septiembre 1909, A&IAE, leg. cit.
23 Ibid., anejo a clesp. 27 febrero 1911.
24 Despacho 291, AMAE, leg. cit.
14 MANUEL ESPADAS BURGOS
gerrnanos, del observatorio para el estudio de los vientos alí-sios,
proyecto recomendado en el Congreso de Milán de 1906 y
llevado -como más arriba indicábamos- por el doctor Her-gesell.
De ahí también la insistencia del embajador para que el
gobierno se tomara como cosa propia -«constituye un asunto
de dignidad nacional y de importancia mundial»- la creación
de dicho observatorio, cosa que no se consiguió hasta octubro
de 1912, cuando la Gaceta del día 15 publicó el Real Decreto
por el que el Ministerio de Hacienda aprobaba un crédito ex-traordinario
de 250.000 pesetas destinado «a construir un obser-vatorio
aerológico en la isla de Tenerife)).
Por lo que hacía al proceso jurídico, el Ministerio de Esta-do
y la embajada espanola en Berlín parecían muy preocupa-dos
por las sentencias dictadas en favor de la compañia ale-mana.
De la lectura de los despachos de Polo de Bernabé y de
las notas del ministerio, así como de los informes solicitados
del de Justicia, queda la impresión de una gran desconfianza
hacia la actuación del juez de la Orotava y de su posible subor.
dinación a los intereses alemanes en juego. En una carta con.
fidencial del subsecretario de Gracia y Justicia al ministro de
Estado, Manuel García Prieto, se le comunica que ({pedidos in-formes
aquí, a la sección de personal, no son nada favorables
a dicho juez». Por su parte, el embajador en Berlín. hechas
también las oportunas gestiones -incluso personales durante
una de sus estancias en Madrid- ante el Ministerio de Justi-cia,
escribía: «El juez y sobre todo el escribano de Orotava es-tán
enteramente en las manos de los explotadores de la Kur-haus,
que tienen un abogado naviero e influyente. No ha mu-cho
ei juez que hakía, que era, como ei actual, un instrumento
en manos de esos señores, ha sido sustituido por otro cuyos
antecedentes son detestables y que tuvo que salir no hace mu-cho
tiempo de P&es (Santander) a consecuencia de las protes-tas
a que su conducta dio lugar. Me temo que las intrigas y
manejos de íos expiotadores g ia compiicidad de las auiorida-des
judiciales y del escribano del Juzgado puedan dar lugar a
incidentes y conflictos que a tiempo pudieron prevenirse)) z6.
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25 Despacho 27 febrero 1911.
234 AhWARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
PENETRACI~N ALEMANA EN CANARIAS 15
Las cartas cursadas durante 1912 al ministro y al subsecre-tario
de Gracia y Justicia desde el Ministerio de Estado inte-resándose
por la marcha de! pleito -«ganado por el. citado
Pannewitz en la audiencia y que se encuentra ahora pendiente
de la decisión del Tribunal Supremo+- indican hasta qué pm-to
se tenía interés en que triunfase la apelación efectuada por
la sociedad Taoro y que el hotel volviese a manos españolas.
Pero no encontramos en el referido legajo ni en el siguiente
ningún otro papel que aclare la resolución final del pleito. Solo
sabernos que en 1916, en plena guerra y afirmada la neutrali-dad
española, el aoctor Pannwitz abandonó Tenerife.
Núm. 33 (1987)