SISTEMAS Y T*CNICAS DE CULTIVO
EN LA ISLA DE FUERTEVENTURA
P O R
ALEJANDRO GONZALEZ MORALES
La isla de Fuerteventura es la más oriental del Arohipiélago
canario, dista aproximadamente 100 Kms. de Cabo Jubi (Sáha-ra
Occidental). Presenta una forma alargada en dirección NE-SW,
siguiendo la línea de debilidad a partir de la cual emana-ron
las lavas y materiales que la configuran; sólo en su parte
meridional sufre una ligera inflexión (península de Jandía) con
dirección ENE-WSW.
Después de Tenerife es la más extensa del Archipiélago, con
una superficie de 1.662 Km.' incluida la Isla de Lobos. No obs-tante,
sus alturas son muy moderadas. Las máximas estriba-ciones
se ubican en el macizo de Jandía (Pico de la Zarza,
807 m.), aunque en el complejo del Macizo de Betancuria exis-ten
igualmentse montañas lile s ~ b r q ~ c!SmS fin9 m. (Grm
Montaña, 708 m.; Carbón, 606 m.).
Presenta un relieve muy suave y ondulado debido a la edad
materiales -comenzó a formarse la isla de Fuerteventura en
el Terciario (Mezosóico)- y, sobre todo, a la acción de la
erosión por las peculiares condiciones climáticas (altas tempe-raturas,
escasez de precipitaciones, fuerte evaporación y eva-potranspiración
y vientos de c'rnsiderable fuerza y persistencia
a lo largo del año).
Núm. 35 (1989) 261
2 ALEJANDRO GONZÁLEZ MORALES
En tal sentido, y producto de la combinación de los elemen-tos
estructurales con los propios climáticos, es posible dife
renciar una serie de comarcas o grandes unidades morfocli-máticas
en la isla.
A) El Macizo de Betancuria, donde se encuentran los mate-riales
más antiguos de todo el conjunto insular, incluso aflora
el zócalo sedimentario (Mezosóico), está configurado principal-mente
en su base por materiales del piso basal que configuran
una densa malla de diques entrecruzados, hialoclastitas y pi-llow-
lavas (lavas almohadilladas). Se superponen a este primer a
piso las intrusiones plutónicas constituidas por rocas básicas I E
y ultrabásicas (gabros, piroxenitas, etc ... ) y, por último, tene- ;
mas las intmsiones sier?iticas (R4ioceno) -que atraviesan el
m resto del complejo basal- y el complejo circular (Cone-Sheet)
de Vega de Río Palma, de materiales traquíticos y fonolíticos. i
E La intensa acción erosiva y antrópica impide al afianzamiento
de la vegetación, encontrándose sus laderas altamente descar- $
nadas, lo cual dificulta terribIemente el cultivo en la zona. En %
la actualidad, ésta se concentra únicamente en los lechos del
barranco (Foto 1). U
n
B) La península de Jandía constituye la unidad estructu-ral
mejor diferenciada de la isla al estar separada del resto por
el Istmo de la Pared. La atraviesa en dirección NE-SW el maci- j
zo del mismo nombre, que la separa a su vez en dos subunida- $
des. La del barlovento presenta una costa más abrupta y las
laderas del macizo son de una fuerte pendiente; en tanto que la
plataforma costera, prácticamente es inexistente. A esto se le
suma un pertinaz régimen de fuertes vientos que dificultan,
sobremanera, la vida agrícola de la zona; sus efectivos ganade-ros
tampoco son destacables. En cambio, la vertiente de sota-vento
presenta unas mejores condiciones para el desarrollo de
la vegetación (el viento sopla con menor intensidad, existen
numerosos barranquillos cuyos materiales de arrastre han con-formado
en la desembocadura auténticos abanicos coluviales
y, sobre todo, la plataforma costera es más amplia, aunque ésta
262 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FUERTEVENTURA 3
en buena parte se halla cubierta por arenas organógenas que
conforman las playas y campos de dunas de sotavento.
En cualquier caso, tanto esta comarca como la anterior son
las que presentan un menor aprovechamiento agrícola de todo
el conjunto insular.
C) En la comarca septentrional, formada por los munici-pios
de Ea Oliva y el noirte de Puerto del Rosario, destacan,
desde la óptica del medio natural, el Malpaís del Bayuyo for-mado
por escorias lávicas de la Serie IV (Fuster, J. M. et al.
1968) de edad Holocena y el Jable de Corralejo, ecosistema
dunar que abarca la parte nororiental de la isla, precisamente
del pueblo homónimo hasta Montaña Roja (312 m.).
El resto de la comarca lo conforman fértiles suelos con alto
contenido de limas, sobre todo en las cuencas, y arcillas en los
lechos de los barrancos, aunque tienen el gran inconveniente
de las adversas condiciones climáticas para su óptimo rendi-miento.
Es una zona dedicada fundamentalmente a cereales y
leguminosas por el sistema de gavias que explicaremos más
adelante. En Villaverde y aledaños (La Oliva) se utiliza el «are-nado
» al igual que en la vecina Lanzarote, que consigue alcan-zar
una mayor productividad por sus peculiares características
de las que nos ocuparemos también con posterioridad.
D) Por último, tenemos el resto de la isla o comarca orien-tal,
que abarca prácticamente desde Montaña Roja hasta Matas
Blancas (Istmo de la Pared). Se distinguen dos grandes sub-unidades:
Los valles interiores que recorre la isla de Norte a
Sur por el espacio central y la llanura costera «aplanada» por
!as tran,sgresimes y regresiones rilurinus de! Cirstem~ri~. "
ésta última se hallan los valles en (<U»su, particular forma se
debe a que los lechos han sido tapizados por raíces de glacis
cuya única incisión es la practicada por las riadas del Holoceno
y, por supuesto, de las actuales (Foto 2).
A pesar de constituir una zona amplia y casi homogénea en
su configuración, existen multitud de comunidades vegetales
que dan diversidad a este monótono paisaje. Esto en la agri-cultura
se plasma en una clara diferenciación zonal, el Norte
Núm. 35 (1989) 263
queda fundamentalmente cultivado de leguminosas y cereales
en gavias, mientras en el Sur el regadío tiene mayor presencia,
siendo en esta ocasión los principales cultivos el tomate y, en
menor medida, la alfalfa.
Esta estructuración de la agricultura majorera se da en la
actualidad, aunque no siempre han tenido la misma importan-tancia
en la economía isleña estos cultivos. Todo ello obvia-mente
está en función del papel que el modo de producción
dominante (el Capitalista) le ha reservado, en la Formación
Social Canaria, al espacio majorero y, éste no es otro que per-mitir
la reproducción del sistema, aportando mano de obra
barata, permitiendo 1st autosubsistencia del propio campesino
y su familia, así como de abastecer de algunos productos al
mercado insular.
En efecto, desde la conquista la isla tiene en la agricultura
uno de sus principales baluartes económicos, cosechando de
forma principal trigo y cebada -que en años de lluvia permi-tía
abastecer a buena parte del Archipiélago, de ahí el sobre-nombre
de ((granero de Canarias)) (Roldán Verdejo, 1977)- y
recolectando orchilla para su exportación; tanto en uno como
en otro caso las técnicas eran muy arcáicas y rudimentarias,
lo cual mermaba considerablemente la productividad del cam-po.
Con el transcurso del tiempo se afianza el cultivo de los
cereales, alcanzando su época de mayor esplendor en el si-glo
XVIII.
En general, por las especiales características que presenta
la isla, tanto naturales (adversas condiciones físicas) como hu-mano-
sociales (poblamiento, estructura de la propiedad de la
tierra, escaso desarrollo de las fuerzas productivas, etc.. . 1, ésta
nn ha mantenido una evolución similar al resto del Archipié-lago
- e n especial con las islas centrales-, así la gama de cul-tivos
que se suceden en el tiempo es bien distinta de la presen-tada
en Gran Canaria y Tenerife.
A la orchilla le suceden en el siglo XVIII como cultivos de
exportación la cochinilla, la barrilla, aunque éstas tampoco ten-drán
excesiva fortuna, pues a conlienzos del XIX el descubri-miento
de las anilinas y de las sosas químicas, respectivamente,
dan al traste con su explotación.
264 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FVERTEYENTURA 5
Tras una serie de fallidos intentos para introducir nuevos
cultivos, durante el siglo decirnonónico y primer tercio del ac-tual,
se llega a la década de los años treinta, que es cuando se
introduce el tomate, afianzándose de manera paulatina hasta
hoy día, constituyendo en estos momentos el único cultivo de
exportación.
En cualquier caso, no todos los cultivos son realizados con
similares técnicas y sistemas, pues en la Formación Social Ma-jorera
se articulan diferentes modos de producción -eso sí, el
capitalista es dominante y determinante- que se dedican a
cultivos diversos. En tal sentido, cabe afirmar que al modo de
pequeña producción merca~til se asocian las leguminosas, ce-reales,
papas y algunas hortalizas (coles, zanahorias, ajos, etc.. .).
En cambio; el capitalista se ocupa de forma exclusiva de las
explotaciones de tomates; mientras que una tercera forma de
producción subcapitalista, a caballo entre ambas, se especializa
igualmente en el cultivo del tomate y la alfalfa.
En definitiva, son los condicionantes físicos los que permiten
en un primer momento la introducción de determinados culti-vos
en la isla, aunque son, sobre todo, causas de carácter socio-económicas
las que terminan de explicar la mayor o menor pre-sencia
de éstos en la isla. En síntesis son el desarrollo de las
fuerzas productivas, la mayor penetración del MODO DE PRO-DUCCION
CAPITALISTA, e incluso, la mayor presión demográ-fica
la que obliga a cultivar de unas determinadas formas que
se diferencian sustancialmente de las del pasado como tendre-mos
ocasión de demostrar más adelante.
Los condicionantes naturales, como la geología, el relieve
y la edafología, no constituyen inconveniente alguno para el
desarrollo de la actividad agraria.
En efecto, los materiales al ser antiguos están muy erosiona-dos,
lo que ha permitido la formación de suelos profundos, sobre
todo, en el fondo de los valles y barrancos y, en menor medida,
'Núm. 35 (1989) 265
en las llanuras interiores y costeras. Las pendientes del relieve
son suaves, si exceptuamos algvmos escarpes del macizo de
Jandía y Betancuría constituyendo, en cualquier caso, estriba-ciones
de escasa altitud. Así, la mayor parte de los materiales
son puros, limosos y en algunos casos arcillosos.
No obstante, existen zonas que impiden su ocupaci6n agríco-la
por la falta de suelos como son:
a) Los malpaíses debido a erupciones recientes (Holoceno),
con lo que todavía no ha transcurrido tiempo suficiente para
formarse cuelo.
b) Los suelos salinos y organógenos que se denominan ((ja-ble~),
s,e encuentran formando campos de dunas y cubren algu-nas
llanuras costeras.
En Lamarote, en cambio, estos sueios son empieados en ei
cultivo de batatas, melones y sandías, pues, en ningún caso, el
grosor de los mismos impide a la planta llegar al suelo fértil y
absorber las sustancias necesarios para desarrollarse.
c) Por último, los suelos de laderas muy pendientes donde,
prácticamente, es inexistente la vegetación.
Por el contrario, el auténtico handicap para el desarrollo de
una vigorosa vegetación es el clima. Fuerteventura presenta una
escasez manifiesta de precipitaciones -menos de 200 mm. anua-les-
y, sobre todo, la irregularidad interanual y estaciona1 de
las mismas impiden que se disponga de suficiente agua para
el cultivo. Entre otras cosas porque la alternativa que supone
las aguas subálveas tampoco es válida debido a lo mermado
que se encuentra el acuífero y, sobre todo, a la mala calidad
de las mismas --excesivamente salobres para muchas plan-tas-,
lo que limita terriblemente la gama de cultivos en la
isla. En cualquier caso, la falta de humedad en las islas se
atenúa con la altura, pero precisamente Fuerteventura carece
de éstas.
A la pertinaz sequía que padece la isla se le une una fuerte
insolación, que se traduce en una nada desdeñable evapora-ción
y evapotranspiración. Las temperaturas son suaves duran-te
el invierno (entre 15 y 20" C) y bastante calurosas en verano,
con numerosos días que sobrepasan los 30" C de temperatura.
266 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
SISTEIMAS DE CULTIVO EN FUERTEVENTURA 7
La consecuencia de estas adversas condiciones clirnáticas es
una reducción importante de la gama de cultivos susceptibles
de ser explotados. En definitiva, el clima de la isla de Fuerte-ventura,
según la clasificación de Papadakis, es de verano cafe-tú
y, según la clasificaci6n de Koppen Bs.h''n7'. La evaipotrans-piración
se sitúa en valores superiores al millar.
Estas condiciones maicrcrclimáticas hacen pensar en un au-téntico
desierto por lo que necesariamente deben ser matizados,
pues la propia acción humana no sólo ha permitido disminuir
los efectos de tan adversos factores, sino que incluso algunos
de ellos han sido utilizados por el hombre en su propio beneb
ficio; pongamos por caso, las altas temperaturas de todo el
año que permiten cultivar en cualquier fecha, o incluso la
propia lluvia torrencial convenientemente encauzada puede lle-nar
las gavias y nateros de la isla.
En cualquier caso, el clima constituye el mayor handicap
natural de la isla y, hasta fechas relativamente recientes, cuan-do
el alto grado de desarrollo de las fuerzas productivas per-mite
«domesticarlo» en buena parte, ocasionó numerosas ca-tástrofes
en el campo majonero (Roldán Verdejo, 1977 y
Millares Cantero, 1978).
En definitiva, como dice López Ontiveros N .. . interrogarse
sobre si el medio descrito es bueno o malo es una falacia, por-que
geográficamente casi siempre es posible encontrar medios
más revulsivos o más idóneos que los estudiados)) (López On-tiveros,
1968).
En efecto, este es el medio natural con que cuenta la isla y
a él tenemos que atenernos, lo que verdaderamente nos intere-sa
es de qué forma el hombre ha tratado de adaptarse a él o
de qiré &,U. mmem h2 ~ms e g x i dm~~ rlifirmlp~a,r a el10 es ine-vitable
analizar la acción humana sobre el mismo. Entendemos
que ésta, en algunas ocasiones, ha resultado beneficiosa y en
otras no sólo insuficiente sino perjudicial. Sin embargo, no
está en nuestro ánimo realizar una crítica del comportamiento
humano, sino enjuiciar su obra en relación con el medio, lo
cual evidentemente nos proporcionará algunas pautas de su
conducta.
Núm. 35 (1989)
ALEJANDRO GONZÁLEZ MORALES
2. LA ACCIÓN HUMANEAL : PRINCIPAL FACTOR QUE POSIBILITA
CAMBIOS PROFUNDOS EN EL ESPACIO RURAL
La isla por las especiales funciones que le han reservado
tradicionahente los modos de produccibn dominante ha jugado
un papel secundario en la Formación Sochl Canaria.
En efecto, el M.P.C. dominante y determinante en la men-cionada
Formación ha estructurado el espacio majorero como
auténtica ((periferia)) al servicio de las islas «centrales», que a
la vez son periferia del Capitalismo Europeo. En este sentido,
la actividad económica desplegada en la misma desde su con-quista
ha estado supeditada a las decisiones y demanda del
((Centro)), lo cual provoca que la población activa sufra las
crisis periódicas que dicha forma de producción ha tenido en
los últimos cinco siglos de historia. En este sentido, cualquier
crisis «ciclica» se traduce inmediatamente en unas salidas for-zadas
del territorio, la mayoría de las veces a las capitales de
ambas provincias y, en el peor de los casos, a ultramar. Con
todo, la emigración constituye un factor casi estructural de
nuestra Formación Social (Bethencour Massieu, 1981).
Es, asimismo, digno de mención el fuerte crecimiento vege-tativo
experimentado durante la actual centura y, sobre todo,
a partir de los años treinta, tanto por el importante retroceso
registrado en las tasas de mortalidad como por el estanca-miento
de los índices de natalidad en unos valores relativamen-te
altos.
Este fuerte crecimiento vegetativo, hasta fechas relativa-mente
recientes, no se ha traducido, sin embargo, en un similar
~ r&~ x i e nrteu~l de 1s pah!aciSn pnr la citada importancia uue
alcanza la emigración. En la actualidad, la realidad se ha modi-ficado
sustancialmente. Desde mediados de los setenta las ta-sas
de natalidad se han atenuado y la tradicional ((válvula de
escape)) que suponía la emigración se ha cerrado, manteniendo
en estos momentos un comportamiento contrario, es decir, que
el número de entradas supera al de salidas. Zstas no sólo se
deben a antiguos emigrantes que ahora retornan, sino, igual-mente,
a la llegada de penínsulares para ocupar destacados
268 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FUERTEVENTURA 9
puestos en la administración, y de extranjeros -inversores en
el sector turismo, convirtiéndose éste último en el auténtico
motor de la economía isleña en la actualidad.
La población activa, hasta bien entrada la década de los
sesenta, pertenecía fundamentalmente al sector primario, y
dentro de éste destacan de forma particular los agricultores
y ganaderos. El resto de los sectores prácticamente carecen de
importancia si exceptuamos algunas profesiones artesanales y
ciertos servicios. En la actualidad, el principal sector lo cons-tituye
el terciario por el importante crecimiento que ha expe-rimentado
el turismo y los servicios. Con todo, la actividad
ganadera y agrícola, a pesar de reducir considerablemente el
número de sus efectivos y 12s explotaciones con o sin tierra,
ocupan e1 segundo lugar, corln-ando estas tres (agricultura,
ganadería y, sobre todo, el turismo y su subsidiario la cons-trucción)
los pilares básicos de la economía majorera en estos
momentos. 1
1 l
El nivel cultural constituye otro de los graves handicaps
para la introducción de mejoras en el campo, a pesar de ello
la penetración del modo de producción capitalista y las con-siguientes
mejoras técnicas han «revolucionado)) el subsector
del tomate en la isla, tanto en los sistemas como en las técni-cas,
como veremos con posterioridad.
Por otro lado, la estructura de la propiedad de la tierra,
eminentemente concentrada en manos de unos pocos señores
terratenientes y absentistas, ha impedido la expansión del men-cionado
modo de forma más amplia en la isla.
Son unas cuantas familias las que controlan buena parte de
la propiedad de la tierra en la isla, quedando, por el contrario, ..- ---- ------e uu LIÚILLIXU de personas desposeidas, cuya única opción
es emplearse como jornalero o aceptar contratos de mediane
ría, e incluso en el peor de los casos, se han visto obligados a
abandonar su antigua actividad por alguna otra (servicios,
constmcción, turismo ... o salir de la isla en busca de trabajo.
-T,-A ~ ~ q ~ l perñ~~ap ie&tdie ne igfia!mmte M&h z imp~rtafi-tia,
pero en modo alguno permite la subsistencia de una fami-lia
por lo cual se ven obligados a desarrollar otra actividad
fuera del sector agrario (trabajo a tiempo parcial), qie la
Núm. 35 (1989)
mayor parte de las veces termina convirtiéndose en trabajo
principal.
El régimen de tenencia de la tierra en la actualidad, y de
manera abrumadora, es la propiedad directa; aunque también
existan algunas explotaciones bajo arrendamiento (capitalis-ta)
y otras en medianería (precapitalistas) que tuvieron mayor
fortuna en el pasado, y que en la actualidad su presencia es
casi testimonial con respecto a los «otros regímenes de tenen-cia
». La situación es controvertida, pues si bien en los princi-pales
términos su presencia es escasa, en otros municipios
como Betancuria incluso supera a la propiedad directa (Censo
Agrario de 1982, I.N.E.).
En efecto, bajo modos de producción precapitalista se ha-llan
las peaueñas propiedades y algunas de las de medianería,
caracterizada por una baja composición orgánica del capital,
por mantener mano de obra familiar, escaso consumo de in-sumos,
por producir para la propia autosubsistencia o abaste-cimiento
del mercado interno. Las restantes se pueden calificar
de capitalistas, es decir, con una alta composición orgánica de
capital, fuerza de trabajo asalariada y comercialización exterior
de los productos.
Zstas son muy ldiferentes en los secanos, destinados a la
subsistencia, que en los regadíos, orientados hacia el mercado
exterior. Mientras que para los primeros el fin primordial con-siste
en cübrir !as necesidades h8sicas de la familia campesina,
sin preocuparse en gran medida por aumentar la productividad
y los rendimientos de sus explotaciones. En el segundo caso,
la mejora de las técnicas constituye su principal preocupación,
pues, su viabilidad económica depende en buena medida de
ello. En efecto. no hay que olvidar que dichos productos están
insertos en una economía de mercado con alto grado de com-petitividad.
En los cultivos de secano el trabajo es muy intenso y conti-
270 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FUERTEVENTURA 11
nuado a lo largo de todo el período agrícola, caracterizándose
por una casi absoluta inexistencia de maquinaria, utilizando,
en consecuencia, unas rudimentarias técnicas, Esta situación
se explica en función de los escasos rendimientos que propor-ciona
tal agricultura, impidiendo cualquier posible acumula-ción
y, por ende, la necesaria capitalización. En cualquier caso,
el «boom» turístico y los cuantiosos trasvases de capital y
mano de obra, impiden, más aún si cabe, el relanzamiento de
esta agricultura en la isla.
Esta falta de iniciativas, y el consiguiente estancamiento,
se manifiesta de múltiples maneras: baja producción, escaso
empleo de maquinaria -en contrapartida gran empleo de la
fuerza de trabajo familiar- y deficiente difusión de las técni-cas
agricv!cic debido al notorio aislamiento que ha mantenido
la isla en su historia.
El precario empleo de maquinaria no se manifiesta sólo en
la agricultura de pequeña producción mercantil, también es
extensible a las grandes explotaciones dedicadas al cultivo del
tomate. No obstante, desde mediados de los años sesenta (según
información de la C.O.S.A.) hasta la actualidad se ha incremen-tado
de manera considerable la maquinaria agrícola y, parece
que esta tónica se mantendrá en el futuro si no cambian las
relaciones sociales y de producción en el agro majorero. En
efecto, la expansión del riego por goteo a la práctica totalidad
de las explotaciones de tomates, así como la introducción de
nuevas técnicas de semilleros y de híbridos altamente produc-tivos
y resistentes a las condiciones climáticas de la isla, augu-ran
un alentador futuro para dicho cultivo.
Otro hecho, muy significativo, es que en una isla donde la
cabaña ganadera c~i~siitüyje-a ~tuc m el toxíite !a, princips!
actividad agraria, sólo existen ocho ordeñadoras mecánicas,
perteneciendo cuatro de ellas a una misma explotación ubicada
en Gran Tarajal (Tuineje). Esto nos confirma, una vez más, el
secular atraso a que está sometida la isla y el consiguiente an-y
u l ! ~ ~ ~ ~ i eern, tteéc nicas tradkionales de explotación exten-siva
y muy poco productivas.
Asimismo, llama poderosamente la atención la multiplica-ción
de motores agrícolas en los municipios de Tuineje, Anti-
Núm. 35 (1989) mi
gua y Pájara, constituyendo estos municipios la principal área
tomatera de la isla, sobre todo el primero de ellos.
La utilización del molino de viento, a pesar de constituir
una técnioa tradici'onal de tracción e~licap ara elevar las aguas
subálveas, son muy efectivos para la isla por la regularidad y
fuerza del viento.
Las labores agrícolas no varían significativamente del resto
del Archipiélago, aunque la mayor semejanza la mantiene cm
la vecina isla de Lanzarote.
En otoño comienzan las labores de acondicionamiento del
terreno, mientras en primavera se empieza a recoger los pri-meros
frutos de la tierra; no obstante, la época de mayor reco-lección
se centra entre finales de la anterior estación y princi-pios
ae verano. Esto, en modo alguno, es extrapolable al
cultivo del tomate debido, fundamentalmente, a su carácter es-tacional
y a su cultivo forzado. En efecto, si bien se planta en
otoño, ahora se recoge el fruto en invierno y primavera cuando
precisamente los mercados europeos están más desabastecidos
de dicho producto.
Las labores varían se,oún el tipo de cultivo. En los cereales
y leguminosas se extienden las semillas a woleo» sobre la
gavia y, luego se cuida de que no crezcan malas hierbas (escar-da),
aunque esta labor no es generd en todas las explotaciones.
Las papas, aparte de la propia labor de escarda, necesitan,
asimismo, el «sacharlas», es decir, acercar la tierra a la planta,
que en Fuerteventura también se le conoce con el nombre de
c( arenada)). En otros lugares (Tenerife) del Archipiélago recibe
el nombre de «encolmar» (Álvarez Alonso, A., 1976). Ello justi-fica
que en ninaín mn r n n n t~e ! tfibér~li!p~u vdu qdedar des-cubierto
y sea quemado por el sol. Asimismo, existe otra ope-ración
que consiste en «sulfatar», tendente a endurecer las
hojas de la planta para que los cambios de temperatura y la
fuerte radiación solar no queme las hojas e impida el normal
desarrollo del tubérculo. Generalmente las tierras no se abo-nan,
éste se rrserva, en casi su totalidad, para el cultivo del
tomate, por lo que necesita para su regeneración de prolon-gados
barbechos, intercalados, en ocasiones, con cultivos que
ANUARIO DE ESTUDIOS .ATLANTICOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FUER'IXWNTURA 13
regeneran el nitrógeno de la tierra, como ocurre con el millo
después de una cosecha de trigo o cebada.
Sin duda alguna, el cultivo que ha experimentado una mayor
evolución en sus técnicas es el tomate, pasando de un tradicio
nal sistema de semillero al aire libre, que consistía en plantar
las semillas y darle un abundante riego -lógicamente dicho
semillero se ubica sobre un terreno preparado para tal fin-hasta
que las plantas «rompan» (el tallo comienza a salir de la
tierra), cubriéndose de hojas de palmeras para evitar un exce-sivo
recalentamiento de la tierra. Otro sistema es el de la «m&
quina de turba)), que consiste en una serie de «planteles» de
turba con un determinado número de semillas, que tras su
brotación son transplantados al campo de cultivo. Hoy día,
pre~oi~iina &iiorriina&j iisisie62r eLiimaism oii, YUC ---- 3C -- --- LGa-liza
en unos casetones de corcho colocados a 30 cm. del suelo
y bajo invernaderos, regándose por aspersión (2 ó 3 veces m
semana) hasta que ({revientan)) las semillas, que bajo tal sis-tema
desarrollan poderosamente sus raíces, pero no así su
tallo, permitiendo al agricultor-cosechero dominar y controlar
mejor la cosecha, pues, incluso, se puede forzar el cultivo para
determinados días del mes. Este revolucionario sistema se ha
impuesto con absoluta rotundidad por las grandes ventajas que
ofrece, ya que ahorra agua. El tomate se cultiva bajo la técnica
del «arenado», práctica que se emplea igualmente para otros
cultivos, pero que en éste alcanza su mayor significación. Con-siste
en cubrir el suelo mineral con una capa de picón, «lapilli»,
o «arena» con el fin de que las plantas se beneficien de una
serie de condiciones favorables:
a) Retención de la humedad del suelo, al dificultar la capa
de picón las pérdidas de agua del suelo por evaporación, obte-niendo
así, lógicamente, la mayor cantidad de agua disponible
para su desarrollo.
bJ Por la propia naturaleza higroscópica de la ((arena)),
ésta condensa la humedad atmosférica cuando desciende la
temperatura por la noche, recogiendo de esta manera los gran-des
rocíos nocturnos, y manteniendo el suelo húmedo aun en
las épocas más secas.
Núm. 35 (1989) 273
c) El «colchón» que forma la arena sobre el suelo actúa
de capa protectora y aislante, regulando por tanto la tempera-tura
del suelo, atenuando así los grandes contrastes térmicos
debido a la oscilación diurna. Es lo que se conoce como efecto
((mulching» .
d) El propio color negro del picón permite una mayor ab-sorción
de los rayos solares y una menor reflexión de los mis-mos
conservando una alta temperatura interior durante la
noche.
e) La capa de arena evita que el viento y el agua arrastren
el suelo de asentamiento del cultivo.
No todos los ((arenados)) son iguales, estas cualidades cam-bian
por las propias condiciones y características del arenero;
hay de diferentes colores, desde un negro azabache hasta un
marrón rojizo. El propio tamaño de las vacuolas o poros de
filtración es variable, siendo de mejor calidad cuanto mayor
número de perforaciones presenta, pues tardan más tiempo
en obturarse y, por tanto, el arenado puede tener una mayor
duración que se establece en torno a los diez años. En los
«bancos» de picón o ((areneros)) ubicados en los conos de win-den)
o piroclatos, la arena se puede presentar apelmazada o
suelta, siendo más cotizada ésta última que la primera.
En el arenado se realizan las siguientes prácticas culturales:
1) Píantación: ésta se hace mediante dos procedimientos.
El primero de los cuales se le denomina asurcado y se realiza
sin llegar a descubrir la tierra; es muy frecuente para la plan-tación
del cebollino, aunque en la isla de Fuerteventura no se
utiliza, sino que, por el contrario, se acude al método de «ca-zoleta)),
abriendo un hoyo en la arena hasta encontrar el suelo,
procediendose posteriormeiite a coiocar ia semiiia y tapar nue-vamente
con picón.
2) Estercolado: es una labor delicada, ya que hay que evi-tar
que la tierra y la arena (picón) se mezclen. De ocurrir esto,
el arenado pierde todas sus cualidades; para lo cual se levanta
ia arena y se deja ia tierra ai desnudo, coiocando una fina capa
de estiércol sobre el suelo y volviendo posteriormente a tapi-zar
éste con la arena.
274 AIiUARZO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FUERTEVENTURA 15
3) Escarda: consiste en arrancar las malas hierbas que
crecen junto al cultivo impidiendo o resthdole vitalidad para
su normal desarrollo. Esta se puede dar bien a mano o por
medio de un animal, que tira de una tabla cuya parte inferior
lleva incrustada una lámina de metal. Cuando se hace a mano,
se realiza con una azada pequeña, siendo la mujer la encargada
de la labor, mientras que cuando se realiza con un animal es
el hombre quien se ocupa.
4) Recolección: se efectúa a mano y casi siempre por mu-jeres
y niños, aunque en ocasiones son ayudas por los hombres.
En Fuerteventura, junto con el arenado para el cultivo del
tomate, se coloca la instalación del riego por goteo, constitu-yendo
ambos un auténtico proceso renovador en el arcáico
agro ma~orero.
En definitiva, las técnicas agrícolas empleadas sobre el
campo de «Herbania» (antiguo nombre de Fuerteventura) difio
ren notablemente. Sí están destinadas a cultivos de pequeña
producción mercantil, los áperos son tradicionales y se carac-terizan
por una ausencia de maquinaria, empleo de abundante
mano de obra familiar y ganado (vacuno, mular y caballar) en
las labores de preparado de la tierra y cuyo fin primordial es
proporcionar la autosubsistencia al campesino.
Frente a estas explotaciones tenemos aquéllas cuya produc-ción
está orientada al mercado exterior (subcapitalisa -y capita-lista)
que se caracterizan por el empleo de riego por goteo,
arenado de la plantación y dedicación casi exclusiva al cultivo
del tomate; produciéndose, en este sentido, una verdadera re-novación
frente a prácticas empleadas en el pasado, fueron el
cu!tivc ~chr e rnA vrrnA vn in ~U-VlIVl ~ Jl n r i e g ~p er. inl~qdaciór,,q üe
suponía aparte del desperdicio de agua y el consiguiente enca-recimiento
de los costos de producción, una productividad y
rendimientos por matas inferiores. En este aumento de la pro-pia
productividad ha influido de manera importante el empleo
de las semillas híbridas de gran poder de gerrninación y calidad
del fruto. En Fuerteventura la más empleada, y casi única, es
la Meltine.
4. LOS SISTEMAS DE CULTIVOS Y ASOCIACIONES: PERVIVENCIA
DE PAUTAS TRADICIONALES JUNTO A LAS RECIENTES
INNOVACIONES
El agro majorero no se presta en absoluto al establecirnien-to
de diferenciaciones en función de la altitud (costa, medianías
y cumbre), como se ha hecho para otras islas del Archipiélago,
por la escasa elevación de sus macizos (muy pocos sobrepasan
los 600 m. de altura). De ahí que se imponga una tipología en
función del sistema de secano y regadío, y del tipo de riego de
las explotaciones.
Los cultivos, por otro lado, no se encuentran casi nunca
asociados e intercalados sino constituyendo unidades. En cuan-to
a las rotaciones, son exactamente las mismas que en el resto
del conjunto regional, es decir, trigo o cebada (cereales) por
leguminosas con el fin de aprovechar sus rastrojos para los
animales.
En cualquier caso, la isla presenta una agricultura cuya varie-dad
de cultivos es limitada por las adversidades climatológicas.
Estos culthos se destinan, en casi su totalidad, al autoabas-tecimiento
o a la comercialización en el mercado interno ha-biendo
experimentado en sus t6cnicas avances cuantitativos
-al contrario, ha disminuido la producción y la superficie co-sechada-,
ni cualitativos, empleándose las mismas y arcaicas
técnicas que en el pasado.
La gama de cultivos que a nivel ((funcional)) se denominan
de ((secano)) es bastante amplia, ello por rmones obvias, pues
si una de sus principales funciones es la de proporcionar el
a~te&zst~~inlienta.lo campesino, éste procura cultivar la
mayor diversidad posible de ellos, aunque no asociado. Sóln
en los bordes de las plantaciones de tomates encontramos aso-ciados
a éstos algunas hortalizas que planta el medianero para
su subsistencia.
De las asociaciones -cuando las hay- las mas corrientes
son: cereales -hortalizas, leguminosas- hortalizas y cerea-les
leguminosas. De estas asociaciones suelen beneficiarse am-bos
cultivos, aunque siempre hay uno principal y otro subor-
276 BNUARZO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
SISTEMM DE CULTIVO EN FUER~ZVENTWRA 17
dinado, o bien puede darse el caso de complementaridad entre
ambos, denominándose entonces ((intercalar)). Las princi~ales
razones de esta yuxtaposición vierie motivada, fundamental-mente,
por condiciones de carácter socioeconómico e histórico;
tales como: las reducidas dimensiones del espacio agrícola del
Archipiélago (aunque éste no es precisamente el caso majore-ro),
el extremado minifundisrno, los regímenes de tendencia de
la tierra (medianería, aparcería, etc.. . ), que obligan al campe-sino
a aprovechar intensivamente el reducido terrazgo. En
cualquier caso, ello es una característica estructural de la agri-cultura
precapitalista como señala Bartra: u.. . los estratos más
bajos del campesinado sostienen una agricultura con altas tasas
de autoconsumo» (Bastra, R., 1978).
Frente a estos aprovechamientos marginales -que coinci-den
generalmente con explotaciones inferiores a 1 Ha.- halla-mos
otros relacionados directamente con la mayor composición
orgánica de capital y que se especializan en determinados tipos
de cultivos, de los cuales se obtienen elevadas tasas de ganan-cias,
tanto por la explotación de la mano de obra barata, de la
que perciben una alta plusvalía; como por la comercialización
de sus productos en mercados foráneos. Son explotaciones muy
capitalizadas, generalmente conducidas en régimen de explota-ción
directa.
En resumen, la asociación de cultivos no es general en la
isla, como en otras del Archipiélago, debido a que hay suficien-te
terreno para dedicar al cultivo. La mayor parte de las tierras
son aprovechables para explotaciones comprendidas entre 5 y
11 Has. Las pequeñas explotaciones tienen una orientación ex-clusiva
de abastecimiento del mercado interno y del propio
aiütoe~n~üfran.x~x i!iar.? m &re lado, 18s grandes explotaciones
constituyen auténticos (tlatifundios)), que en su mayoría apro-vecha
el ganado.
En cuanto a los sistemas de cultivos, los podemos dividir
en precapitalistas, por un lado, y en subcapitalistas, por otro.
En los primeros debemos afirmar que los condicionantes
climáticos y la propia «crisis» de la agricultura de subsistencia
restringe, sobremanera, la gama de los cultivos que se desarro-lla
bajo esta forma de producción en el agro majorero. Las
Núm. 35 (1989) 277
principales, por su extensión, son los cereales, aunque Bstos se
han reducido considerablemente con respecto al pasado. No
obstante, es la cebada la que ha sufrido el mayor receso, moti-vado,
en parte, por la aguda crisis que atraviesa la cabaña
ganadera. Los garbanzos son la única leguminosa -grano que
experimenta un alza, con una expansión de 115 Has.-; mien-tras
que el resto de las legurnincrsas sólo mantiene una presen-cia
testimonial.
CUADR1O
SUPERFICIE Y EXPLOTACIONES DE 1968 Y 1984
-- -
Cultivos 1968 1984
Super. (Ha.) Explotacidn Super. (Ha.) Explotacidn
-N." -o/, -N." -% -N." -% N." %
Trigo ............ 1.267 27,4 596 18,8 307 67,6
Cebada . . . . . . . . . 2.314 50,O 983 31,O 8 1,8
Lenteja . . . . . . . . . A - - - - -
Millo . . . . . . . . . . . . 41 0,9 49 1,5 10 2,2
Garbanzos ......... - - - - 115 25,3
Otras legumin. ... 423 9,l 585 18,4 - -
Papas ............ 28 0,6 156 4,9 10 2,2
Alfalfa ............ 133 2,9 270 8,5 - -
Hortalizas inclui-do
tomate ...... 421 9,l 533 16,8 - -
Fuente: S.E.A. (Fuerteventura). Elaboración propia.
Las papas reducen igualmente su superficie a menos de la
mitad, cultivándose únicamente las variedades extratempranas
y tempranas. La producci~n se destina exclusivamente al mer-cado
interno.
Las hortalizas, si excluirnos el tomate, representan unos
exiguos porcentajes en la producción final agraria.
Por último, resaltar que la distribución de éstas por las islas
no es homogénea. Los cereales y leguminosas están mejor re-presentados
en el Norte (municipio de La Oliva); mientras en
el Sur priman las hortalizas y, sobre todo, el cultivo del toma-te.
Asimismo, la superficie de forrajes es ostensiblemente mayor
en esta comarca que en la anterior.
278 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FUERTEVENTURA 19
Por lo que respecta a los sistemas de cultivo subcapitalista
y capitalista cosechan una gama de cultivos muy reducida, el
principal es el tomate, y en menor medida, la alfalfa y los nue-vos
cultivos alternativos (jojoba y espárragos principalmente).
El tomate se reproduce mediante semillas que son sembra-das
en semilleros (primero se hacía en un terreno acondicio-nado
para tal fin, hoy en invernaderos con bandejas de corcho
por el sistema del ((enanismo)))p, ara luego ser trasplantadas
las matas al terreno donde termina su crecimiento y se recoge
el fruto.
El semillero, como ya mencionamos, ha evolucionado a lo
largo del tiempo. Tradicionalmente el semillero se realizaba
cada año en un lugar distinto. Se comienza a sembrar entre fi-nales
de julio y mediados de agosto. Se situaba en un lugar
bien aireado y soleado. Se realiza mediante (cpocetasn que reci-ben
el nombre de «eras», oscilan por lo general entre 1 y 1,20 m.
de ancho, por 2 a 3 m. de largo. En la elección se pone especial
cuidado de que anteriormente no haya sido utilizado para el
cultivo de tomates y otras solanáceas, pues, es muy probable
que estos terrenos conserven los nemátodos de la cosecha an-terior.
Si esto no es posible, se le da un riego profundo quince
días antes de la siembra, mezclando el agua con un nematici-da.
Posteriormente (aproximadamente 10 días) se realiza una
labor de escarda para eliminar las malas hierbas.
Se incorpora a continuación una serie de abonos y ferti-
1;-.-.+.-.c.
L U Q i I L b C U .
a) 2,5 Kg./m2 de estiércol'.
b) 1,0 Kg./m.Z de superfosfato de cal.
c) 0,5 Kg./m.Z de sulfato potásico.
Tras ello se repica el terreno con una labor de «azada» para
enterrar el abono y luego pasar a allanarlo. A partir de este
momento el' terreno ya está preparado para recibir la semilla.
20 . . ALEJANDRO GONZALEZ M0RAIX.S
Se procura que los terrenos no sean demasiado fértiles, con
el fin de evitar un desarrollo rápido de la planta, pues, en caso
contrario, los tejidos serían blandos y fácilmente atacables por
enfermedades y plagas, aparte de estropearse durante el tras-plante.
A diferencia del plátano, el tomate no precisa una trans-formación
tan profunda del suelo. Ello se explica por varias
razones: menores exigencias de la planta y variación de la su-perficie
de un año para otro, tanto por el carácter estaciona1
del cultivo. Como por su dependencia de la demanda de los
Inercad~se xtranjeros (Villalba, E., 1980).
Las semillas, en un principio, fueron importadas de Ingla-terra.
En las últimas campañas es Holanda el principal abas-tecedor
de tal producto. Esta importación se explica por la
propia degeneración de las semillas tras su cultivo.
La siembra se realiza a ctvoleon, empleándose de 5 a 6 g. de
semilla por m.Z, lo cual produce más de 1.500 plantitas. Una vez
realizada la siembra se cubre con arena de barranco muy fina
(limo) o con arena de jable, conformando una fina capa de
1 cm. de espesor, a continuación se riega, generalmente a manta
(inundación), aunque debido a la carencia y carestía del agua,
en los últimos años se ha impuesto el hacerlo con un regador
con agujeros muy finos y agua de potabilizadora, para evitar
el arrastre de las semillas, por un lado, y lograr, por otro, el
más alto porcentaje posible de ((nacenciasn. Después del pri-mer
riego se cubre el semillero con hojas de palmera, que se
retirarán por la noche para evitar el recalentamiento del jable
o la tierra. Se riega normalmente dos veces al día, una por la
mañana temprano y otra por la tarde cuando el sol llega a su
ocaso, hasta que la semilla «revienta» y ha salido la plantita.
A partir de este momento, sólo se riega una vez, se añade un
poco de paja seca que se extiende sobre la superficie del semi-llero,
con el fin de que al desaparecer el agua impida el reca-lentamiento
de la arena y de la planta joven.
Cuando la planta ha conseguido una altura de varios cen-tímetros,
los riegos se distancias (cada 7 u 8 días).
Conjuntamente con la plantación del semillero se construye
alrededor de la «era» una estructura de varas y cañas para
colocar ((arpillerasn y hojas de palmera como protección con-
280 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLhNTZCOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FUERTEVENTURA 21
tra el sol y el viento, pero cuidando que haya siempre buena
ventilación.
Lo aconsejable de la semilla es que se empleen en una sola
zafra, pero dada su carestía (4.000 pta~./m.~n)o se suele im-portar
todos los años, desinfectándolas con productos anti-criptogámicos,
que las recubre de una película protectora, los
productos utilizados son el oxicloruro de cobre y el carbonato
de cobre.
El tiempo que media entre la siembra y el trasplante es de
40 días aproximadamente, utilizándose el semillero en los me-ses
de septiembre, octubre y en menor medida en agosto. Esta
forma de cultivar tomate presentaba una serie de problemas
como eran el desaprovechamiento o pérdida de un buen nú-mero
de semillas, ya que con un kilogramo de éstas se podría
plantar aproximadamente de 25.000 a 30.000 plantas.
En cualquier caso, el sistema anteriormente descrito ha
sido abandonado y sustituido, en principio, por. la plantación
de semillas en ((turban. Las semillas se introducen en una má-quina
adaptada a tal fin, y de ésta se obtiene un bloque de
turba con las semillas insertas y preparadas para el trasplante.
Este segundo sistema rápidamente quedó obsoleto.
En la actualidad, se utiliza el sistema de «bandeja» com-partimentada,
cuyas medidas son de 70 x 40 y que acogen a
275 semillas, desarrollándose éstas por el revolucionario sis-tema
de ((enanismo))C. onsiste en colocar la semilla en un reci-piente
o ((cajetón)) de la bandeja, donde previamente se ha de-positado
la turba. La planta sólo desarrolla sus raíces que
crecen muchísimo (Foto 3). Sin embargo, el tallo no crece en
altura pero sí se fortalece, esta técnica nueva permite controlar
al n r a n imi a n + n Ar\ l o n l o n + o A ~ i r n n + nn l mnr nlln nctn' nn 01 enmi-
G L U L G U A L L A L G L A L r U UG A- p iCAL lUC& U u L u r r b r , b r &irbu yuu uuv ru u i u~r v v r i r r
llero: la «era» ha sido abandonada igualmente en favor del
invernadero, que utiliza el sistema de riego localizado (((asper-sión
» de una lluvia muy fina para que no dañe el tallo y las
hojas de las pequeñas plantas, regándose una vez al día, siendo
por lo tanto el consumo de a l a menor que en el sistema tra-dicional.
El consumo de turba, y de todos los elementos que
constituyen el capital circulante, es menor. Onicarnente las
inversiones de capital fijo son mayores, pero quedan rápida-
Núm. 35 (1989) 281
mente amortizadas por el inferior coste de producción frente
al sistema tradicional. Este sistema se está imponiendo en la
isla con una fuerza realmente abrumadora y no es de extrañar
que en muy pocos años todos los semilleros se realicen bajo
dicho sistema, por las obvias ventajas que el mismo ofrece.
En Fuerteventura, en lo que a preparación del terreno de
asiento respecta, la plantación se realiza cada año en un terreno
distinto, para evitar que el mismo se «ensalitre» debido al alto
contenido en sales del agua de riego y también para ahorrarse
los gastos de desinfección que conlleva el realizar varias ma-fras))
sobre un mismo terreno. e Aproximadamente con un mes de antelación a la prepara-ción
del semillero, abril-mayo, se le da un riego de nematíci-das,
250 litros de vapon g 20 litros de D.B.E.,a unque esto no : = es exclusivo, pues, si el terreno hace mucho tiempo que no se f
utiliza, O por vez primera, no es necesario. SE
Una labor imprescvndible es la «arada» en la que conjunta- 1
mente con el movimiento de la tierra se le incorporan: de $
10.000 a 15.000 Kg. de estiércol de ganado caprino por Ha., de
100 a 500 Kg. de superfosfato de cal por Ha., y 200 ó 300 Kg./Ha.
de sulfato de potasa. No obstante, estas cantidades pueden va-riar
sensiblemente de unas fincas a otras por los precios que
n alcanzan en el mercado en el momento de la plantación. -E
Posteriormente se ((allana))e l terreno, para ello antes se uti-lizaba
una yunta de bueyes o vacas. En la actualidad, en mu-n
chas explotaciones se ha introducido pequeños tractores, esto $
ocurre si se planta en «arenadas,> o se utiliza el riego por goteo; O
sino lo que se realiza con el arado son una serie de surcos pa-ralelos
sobre los cuales se plantan las matas, si bien este
se,a?d~ sistema hr? mide en desxc~ en !a actiialidad, y 610
lo podemos encontrar en las zonas más marginales, aquí el
riego es por inundación lo cual encarece ostensiblemente los
costes de producción. Los surcos suelen ser de 10 a 12 m. de
largo por 0,5 m. de alto, dejando ma distancia entre surco y
surco de un metro aproximadamente, que es utilizada como
pasillo para la recogida y cuidado de la fruta. Antes de la siem-bra
y el trasplante se realiza un riego copioso para facilitar la
penetración del estiércol.
282 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FUERTEVENTURA 23
El «arranque)) de las plantas del semillero para ser tras-plantada
se procura hacer en los días sin sol, y en las primeras
horas de la mañana o a últimas de la tarde, con el fin de que
las raíces no se recalienten. A medida que se arrancan se realiza
una selección, rechazando aquéllas que presentan síntomas de
enfermedad o mal desarrollo. Eh la labor de trasplante pode-mos
distinguir dos modalidades igualmente: la tradicional y la
innovadora.
En la primera, el trasplante está en función de la calidad del
agua de riego. Con aguas de bajo contenido en sales, se realiza
el trasplante entre los meses de agosto y septiembre; mientras
que con aguas de mala calidad ocurre por octubre.
Para facilitar la extracción de las plantitas del semillero, y
no romper la raíz, se da un riego muy abundante. se eligen
como es lógico aquellas plantas con entrenudos cortos y que
no presenten anomalías en las raíces, depositándolas sobre un
saco, previamente humedecido y resguardándolas del sol. Eh
el caso de arrancar más plantas de las que se puedan trasplan-tar,
las sobrantes se colocan en un recipiente que se introduce
en el pozo sin llegar a estar en contacto con el agua, así per-manecen
hasta el momento de ser trasplantadas. Este se realiza
generalmente al atardecer, pudiendo hacerse, bien con previo
riego, o bien en seco. En el primer caso, se da un riego antes,
para saber a que altura debe introducir la planta. Lo que más
abunda es el segundo caso, es decir, el trasplante en seco, sobre
todo, por el consumo de agua que supone, ya que éste consti-tuye
wn coste elevado en el proceso productivo.
En ambos casos, un operario coloca sobre el surco y a la
distancia adecuada las plantas, mientras un segundo hombre
realiza. 1-m ag~jeroC i n ! a m2X2, CO!OWZ~G !a p!a;;ta. y qji-&a:du
la tierra con la misma; constituyendo el marco de plantación
de un metro de largo por cincuenta o sesenta centímetros de
ancho. Terminada la plantación se riega muy brevemente y
termina de completarse a primera hora de la mañana siguiente;
luego se mantiene sin regar por espacio de ocho a quince días,
con el fin le favorecer la emisión y «agarre» de las raíces. La
parcela se rodea a veces con cañizos y entramados de varas y
hojas le palmera unidas por alambres, que actúan a modo de
Núm. 35 (1989) 283
cortaviento, pues éste es muy perjudicial, sobre todo, en los
primeros momentos de la plantación debido a la debilidad de
los tallos, pudiendo destrozar plantaciones enteras, a partir
tallos, derribar caballetes, etc ... Por ello hay que recurrir a
estos cortavientos, generalmente más ligeros que los utilizados
en las fincas de platanera. Hoy día, estas ((empalizadas)) de
caña y de hojas de palmeras están empezando a ser sustituidas
por cortavientos de plástico, más económicos y efectivos. Como
bien apunta el profesor Quirantes: N. .. los cortavientos en el
cultivo del tomate son eficaces a distancias comprendidas entre
cinco y doce veces su altura, disminuyendo progresivamente
tal protección, hasta no llegar a producir ningún efecto, a una
distancia igual a veinte y cinco veces la altura del cortavientos))
( Q ~ i r ~ t eFs.,? 1 982). Conjuntamente a esta razón de carácter
ambiental se le suman otras como son el carácter estaciona1
E de dicho cultivo y las fluctuaciones anuales de la superficie ;
cultivada, lo que impide, en cierto modo, que se realicen exce-sivos
gastos sobre un terreno que no va a ser utilizado de forma
intensiva, sino de manera estacional y ocasional. A ello se le
suma otro factor, como es el régimen de tenencia de la propie- E
E dad; generalmente la explotan cosecheros que no poseen la ;
propiedad de la tierra y que son, al mismo tiempo, los dirigen- E
tes de las firmas exportadoras. n
-E
En cuanto al trasplante, en la actualidad, consiste en obte- $ 2 ner las plantitas de las mencionadas ((bandejas)) por el sistema ;
del ((enanismo)) y ser trasvasadas directamente a la parcela,
constituyendo el riego posterior y la preparación del terreno 2
con estiércol, arenado y riego por goteo las labores de esta in-nuvadora
actividad; cultivar bajo este sistema ofrece una serie
-'- -r.n..l+n h n c o n n nonnrimipn pnn r ~ s n p r ta1~ ~ i s - Ut! VWlLclJais Y r GUuiba uaotwAtu b,vA-------- ---- - --A- 2 -.
tema anterior, tradicional, por el mayor porcentaje de aprove-chamiento
de las semillas. Las mermas por innacencias y por
deterioro son bastante menores. La comodidad y ahorro de
horas de trabajo y mano de obra también son notables. Este
cisterna de bandejas es muy práctica, pudiendo llevar cada una
hasta 247 plantas.
Tras la labor de transplante, cuando las plantas están su-ficientemente
desarrolladas, se impone en el sistema de surcos
284 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
SISTEMAS DE CULTIVO EN FUERTEVENTURA 25
las labores de ctsachau y «aportado», que consiste en arrimar
tierra a los tallos, mezclada previamente con abono. Zste era
un problema que hasta hace poco tiempo tenía el agricultor
majorero, pues no existía una cantidad fijada durante la zafra,
teniendo cada uno su propio método a «ojo de buen cubero»
sin realizar, previamente, análisis del suelo para determinar la
falta de estos elementos. Con todo, el problema del cultivo se
achacaba a la falta de fertilizantes y nunca se plantea que pu-diera
existir un exceso de los mismos, dándose la paradoja de
que muchas veces unos «imputs» tan caros eran despilfarrados
sin niguna necesidad.
Hoy día, con la introducción generalizada y aceptación del
riego por goteo, las fórmulas del abonado comienzan a seguir
mas pmt- ckteminadas. Así, desde el trasplante hasta la
recogida de los primeros frutos y d a do s riegos, se aporta a Irt
tierra mezclada con el agua:
- 60 Kg./Ha. de sulfato arnónico;
- 90 Kg./Ha. de superfosfato de cal;
- 50 Kg./Ha. de sulfato potásico;
y durante el resto de la temporada termina por aplicársele:
- 50 Kg/Ha. de sulfato arnónico;
- 80 Kg./Ha. de superfosfato de cal;
- 70 Kg./Ha. de sulfato potásico.
Estas cantidades dependen de la calidad del agua de riego
y de los análisis que por supuesto de la tierra se hayan efec-tuaao.
Los riegos, si el sistema es por surcos, se realizan cada
ocho días, dependiendo, sobremanera, de las condiciones cli-máticas,
con el fin de reforzar el sistema radicular de las plan-tas.
El agua, como hemos tenido ya ocasión de comprobar, es
Un E e ~es csuo e n FI~erte~en'.~nl-leag, ándose incluso a conver-tirse
en práctica común la compra de agua de las potabilizado-ras
a precios prohibitivos, para ser posteriormente mezclada
en estanques con agua de pozo y, de esta manera, rebajar la
Núm. 35 (1989) '-285
'26 ALFJANDRO GONZÁLEZ MORALES
salinidad de las mismas. Por ello, la implantación del riego por
goteo en la actualidad es casi unánime, debido al ahorro que
supone el preciado recurso. Este sistema es enormemente pro-vechoso,
pues no sólo reduce considerablemente el consumo,
sino además dicho sistema aminora la tensión de la planta,
mantiene la humedad y puede operar con altos índices de
salinidad.
El «entutorado» o datadan es necesario por ser el tomate
una planta herbácea de tallo débil, así pues es necesario fijarla
y sujetarla a caballetes o «tutores» para que crezca en vertical
y los frutos no se dañen con el roce de los terrenos -cosa que,
por otro lado, no ocurre en la vecina isla de Lanzarote donde
el tomatero crece a ras del suelo, pero en este caso el cultivo
no tiene una salida exterior en la venta de sus productos- y
con la fuerza del viento.
Los tutores consisten en una serie de cañas y varas entrela-zadas
de la manera siguiente: las varas se colocan de forma ver-tical,
mientras que las cañas lo hacen de manera horizontal,
formando ura cuerpo triangular, donde se ata posteriormente
con una «soguilla» (rafia) los tomateros. El «entutorado» se
coloca después de la labor de sacha en el caso del sistema tra-dicional.
En cambio, en el invernadero o sobre arenado cuando
la planta ha alcanzado los 15 cm. de altura. A continuación se
riega para facilitar la operación, pues como hay que mover la
planta para que la tierra que tiene fijado el tallo no lo dañe, y
sea más maleable.
Cuando el almacén indica que el estado de la planta es el
propicio comienza la recolección. Los frutos se recolectan con
el pédunculo, partiéndose por la articulación que presenta entre
el fruto y el tallo. Éstos con arrancados cumde comienza z
«virarse» de color, es decir, cuando deja de tener el color verde
y pasa al amarillo, para que termine de madurar durante la
manipulación en empaquetado y, durante el tiempo de viaje,
llegando a sus lugares de destino casi maduros. Los frutos son
recogidos de la planta y depositados en cubos o cajas de made-ra
directamente para luego colocarlos al borde de la plantación,
realizándose aquí una primera clasificación, entre el medianero
y el dueño de la plantación; se desechan todos aquellos frutos
286 ANUARIO DE ESTUDIOS - ATLANFZCOS
SISTEMAS DE CULTIVO m FUERTEVENTURA :27
que se encuentran en mal estado (demasiado maduros, con ra-jadura~,
y los que presenta calibre inferior al mínimo exporta-ble
en ese momento). Una vez realizada esta primera clasificrir
ción se colocan los frutos al borde del camino ((entongados))
en cajas de 25 Kg., son recogidos por camiones transportándo-lbs
al almacén de empaquetado.
Cada cosechero tiene asignado un número con el que se
marcan las cajas en el momento de introducirlas en el camión,
para evitar así posibles confusiones. La recolección se lleva a
cabo en dos días y es efectuada por las mujeres y los niños del
medianero o del cosechero, comenzando al alba y extendidn-dose
hasta el mediodía.
En cuanto a las variedades cultivadas en Fuerteventura se
pwde resimir eri dos: tomate de semilla normal y tomate be
semilla grande.
El primero lo componen en la isla la variedad «Stonnor» y
la ((Meltinen. Hoy día, esta segunda variedad es la que se cultiva
exclusivamente en Fuerteventura en detrimento de la primera.
Los factores físico-ambientales constituyen un importante
condicionante para el desarrollo de las técnicas y sistemas de
cultivo en la isla. No obstante, este inconveniente natural no
llega a constituir una causa determinante para el desarrollo
de las fuerzas productivas y las particulares formas de produc-ción.
Son, pues, sus específicas relaciones sociales y de pro-ducción
las que verdaderamente determinan en última instancia
la ronnaciún Social Majorera, donde de pro-ducción
dominante es el capitalista -a pesar de que su impac-to
espacial es mínimo- que se encuentra a su vez articulado
con formas de pequeña producción mercantil y subcapitalista
cuyas funciones principales son la reproducción de una mano
de ~ h r zh~ rgtz,ny -ivlo ynVI.~AYYrV mi fn y! ~g&cimiefits de 12s f?,~-i!i~
campesinas.
En cualquier caso, la generalización del M.P.C. en la Forma-ción
Social Canaria y por ende en la Majorera ha permitido un
~ ú m3.5 (1989) 28j
importante cambio en las mencionadas técnicas del cultivo y,
consiguientemente, en las sistemas de cultivo ,lo cual lleva apare-jado
una clara diferenciación espacial en la misma.
En efecto, el área septentrional (Pta. del Rusaria, La Oliva
e incluso Betancuria) están fundamentalmente destinadas a
cultivos propios de subsistencia y abastecimiento del mercado
interno mientras el Sur y buena parte del Este (Tuineje, Pájara
y en menor medida Antigua) están destinadas al cultivo del
tomate, único de clara incidencia capitalista y con un notable
desarrollo de las fuerzas productivas, en general, y de las téc-nicas
de cultivo en particular, tales como: la generalización
del riego concentrado por goteo, la introducción de híbridos
(Meltine) altamente productivos, etc.
En definitiva, la Formación Social Majorera mantiene una
pición de auténtica periferia dentro del conjunto del Axhi-piélago,
no s61o en la actualidad sino a lo largo de estos últi-mos
cinco siglos de historia; constituyendo, precisamente, ésta
última característica con las aluaidas relaciones sociales y eco-nómicas,
los factores que explican, fundamentalmente, el esta-do
de la agricultura en la isla.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
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