TEXTOS ARABES DE VIAJES POR EL ATLANTICO
POR
JUAN VENRNET
1. Desde la monografía de J. J. Costa de Macedo l hasta hoy
se han ido acumulando una serie de textos y noticias etnológicas que
permiten adivinar, ya que no conocer, las relaciones de los árabes
con el Atlántico.
$ 2. Algunos de ellos, sumamente fantásticos, no serán tenidos
en cuenta aquí. Me refiero a los que aluden, por ejemplo, Mustafa
al-Sihiibi2 o Sabri Farid al-Badiwi3, muchos de los cuales me pa-recen
tan imaginarios como la gacetilla que sobre el diario de un
marino árabe, compafiero de Colón, se pretende haber descubierto en
Trinidad ".
l J J Costa de Macedo Memona em que se pretende firovar que os Arabes
~záo conhecerGo as Canarzas antes dos Portuguezes (Lisboa, 1844 )
Musta fa al-Cihiibi ALPzrgrüftyyCn al-"arab Colección Iqra', núm 230 (E1
Cairo, 1962), pp 3238 Algunos de los datos se han recogido en la obra de Badiwi
Sabri Farid al-Sadiwi IktzSat dcarab AmerZka qabla KrzstCf Kúlúmb (Da
masco,1967) Transcribe alguno de los textos que más abajo traduciré, y rastrea
su pista (en especial en la navegación de 13G7) en la literatura árabe oriental Apor-ta
citas tomadas de distintos periódicos o revistas (aAiigemeine Zeitungn, aNews-weekio)
que han dludido al descubrimiento de tribus aborígenes americanas que
--^"..-L..- -..-^.. -.^- ..^l.-.^ ^-.. I pLcacudn u c C i u ~ ~ a l UC L l g i U D a D \a-.y.u..u-u- de üii %es d S O ) ü custüiiibres qüe recüei-dan
las árabes, así como una reseña de las comunicacrones sobre el tema, en especial
las de tipo histórico-botánico presentadas en el congreso de la Arnerican Oriental
Society en 1961 (cf p 14 en que traduce la gacetilla de aNewsweeko, 10-41961).
«Al-Adibo 36,11 (1959), 62 insertó la siguiente gacetilla «En la isla de Tri-nidad
se ha descubierto el manuscrito árabe que escribió el marino MüsZ b SZtiO,
2 JUAN VERNW
4 3. A este mismo tipo de trabajos de divulgación pueden refe-rirse
estudios como el de Purf Liy3n5. De tipo distinto y más eru-dito
son los de L. 0uthwaite6 y, sobre todo, los de Raymond Mau-ny.
Los numerosos trabajos del segundo, publicados en general en
la década de 1950-60. se integraron armónicamente en su tesis com-plementaria
Les navigations médiévales sur les cótes sahariennes a*
terieurs ci 1s. découvprte portuguise que debe reaparecer, ampliada,
uno de estos días por la casa parisiense Fayard El trabajo de Serra
Rafols Los Brabes y las Canarias prehispánicasa, entra de lleno en
nuestro tema, puesto que en él se recopilaron, con ayuda de don
Emilio Garcia Gómez en la parte filológica, los textos árabes que
se refieren a las islas. A continuación damos la traducción de unos
textos árabes medievales que se refieren a navegaciones atlánticas,
ordenados cronológicamente. Dejamos al margen, intencionadamen-te,
otros, sumamente fantásticos y como taies considerados por Se-rra
Rafols; y en cambio incluimos algunos poco conocidos en el año
1949. En determinados casos, y por necesidades del estudio crítica
que sigue a nuestra antología, introducimos textos ajenos al Atlán-tico
y omitimos, siempre, los pasajes de autores literarios (poetas de
corte, etc ) que ocasionalmente se interesaron por ei tema2.
uno de los marinos arábigo-andaluces que acompañaron a Cclón en el viaje dei
descubrimiento de América El manuscrito describe la capitulación de Málaga y
Gianada y las desgracias que habían alcanzado a los árabes andaluces~.
6 Túr3 A LA flnnfrdíi hya AmZrzkd al-jani¿bzyva MawdZcu ta'rzsyugra-fi
aMMIAn, 28. 1 (1953), 3444.
6 L. Outhwaite The Atlalttzc (Nueva York, 1957)
Centro de Estudios Históricos Ultramarinos (Lisboa, 1960) La mayoría de
las monograíías previas de Mauny aparecieron en BIFAN y eHespéris~
8 aRevista de Historian, 15, 23 (1949), 161-177.
9 Para este Ultimo caso puede manejarse de primera intención el libro de Henri
Péres La poésze arabe andalouse au szicle XI (Paris, 1953), pp 212-2l8, véase,
por ejemplo, tamhién al-Makkari Analectes sur I'hzstozre et la lzttb-ature des
Arabes d'Espagne. Ed Dory (Leiden, 1861), 11, 450 (Ibn Hani, tawil, iya), y 11,
298 (Ibn Darra?, tawil anü, 17 versos sobre un temporal al ir a Almería)
402 A N U A R I O DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
TEXTOS ÁRABES DE VIAJES POR JCL ATUNTICO
a) Siglos IX y X. Ja.fjáS el Marino
5 4. Este personaje llamó la atención de E Lévi Provencal lo.
Lo cita apoyándose en el Muqtabisll, año 859, en que, junto con
MarkasiS b. Saküh, recorre el Atlántico para interceptar una flota
normanda; al-cUcjri12 nos lo presenta como tomando parte en la
campaña en la defensa de Algeciras, frente a aquéllos, y dice, en un
texto que nos ha llegado corrupto l3 «Los normandos navegaban
en cuarenta barcos. Les salió al encuentro la flota del emir Muham-mad
dirigida . sb5 (sic) b. KaGih y JaSjag el marino . JaSjaS e Ibn
KaSiíh por Ibn Saküh'l] los atacaron y quemaron dos naves ... de
los majas con todo lo que contenían. Entonces los infieles se enar-decieron
[hmyi] y allí encontraron el martirio JaSjáS y muchos de los
musulmanes que le acompañaban. Las naves de los mayas siguieron
su ruta hasta alcanzar los muros de Pamplona (sic) y causaron daños
(asabü) a Garcia b. Wannlquh, señor de Pamplona, quien se libró de
ellos » 14.
5. Sin embargo, a pesar de que al-"Udri nos da como fecha
de su muerte el 859, JaSjS figura aún citado por el Muqtabis en el
año 889 (edición de Antuña, p. 88 I= fol. 67a. del ms.) con motivo
de la fundación de Pechina: ((Salieron al encuentro de sus vecinos,
los árabes de gassan, los jefes de los dos mares Entre esa multitud
que iba al encuentro de Sawar se encontraba Saqd b Aslwad, JasjaS,
lo E 1.évi-Provencal Hzstorza de la España musulmana hasta la caída del ca-lzfoto
de Córdoba (711-1091 de J C ) (Madrid; 19M)j pp 227 y 257, nnta 111 RPY-tera
lo que aquí expone en sus Instttuctones, vida soczal e intelectual (Madrid,
1965), p 208 y nota 39
ll Edición de Antuña (París, 1937), p 88
l2 Sobre este autor arabigoespañol (m 1085), cf. J Vernet, Un texto nuevo e
amportante para la Hzstoria de la Espana musulmana hasta el szglo XZ. (RIEID,
12 (l965.fifi), 17-34
13 Edición de CAbd al-"Az al-Ahwáni (Madrid, 1965), p 119
l4 Este texto constituye, en lo que se refiere a la expedición contra Pamplona,
una interpolación Es prácticamente imposible que los normandos pudieran remon.
tar el Ebro con sus barcos hasta alcanzar Navarra.
Núm 17 (1971) 403
4 JUAN VERNET
su hijo, Muhammad b 'Umar b Aswad, hijo de su hermano ("Umar
b As'wad fue el fundador de la mezquita de Pechina) ..N 15.
5 6. Así -prescindiendo de entrar en la fecha de la muerte de
nuestro hombre- llegamos al texto decisivo, que debe pertenecer a
la segunda mitad del siglo IX y que nos conserva Ibn "bd al-MunOini
al-Himyari en el Rawd al-mzcttar l6
((JaSjaS, uno de los jóvenes de Córdoba I r , se puso de acuerdo con
un grupo de amigos, equiparon unos barcos, embarcaron y penetra-ron
en el Océano Estuvieron ausentes cierto tiempo Luego regresa-ron
con mucho ganado y trajeron noticias maravillosas)).
7 El texto de "Abd al-MunCim, siguiendo con esa noticia,
afíade :
((Pero sólo se navega por ese Océano la parte contigua a Occi-
.dente y al Norte, es decir, desde los confines del país de los negros
hasta Ijretaña. Esta es una gran isia [o penínsuiaj que se encuentra
'en los confines boreales En el Océano hay seis islas, enfrente del
país de loc negros, que se llaman al-Jálidat. Nadie sabe lo que hay
más allá Al hablar de Lisboa, si Dios quiere, aportaremos un rela-to,
más largo que éste, de quienes penetraron en el Océano))
8 Si poiígraio ai-lvías%di, en sus Praderas de Oro i" nos da
un pasaje en que rezuma el mundo clásico, Eudoxo de Cízico lg y
Posidonio de Apamea 20. Dice refiriéndose a las invasiones norman
das de al-Andalus
((Antes del año 913 llegaron a al-Andalus buques desde el mar
(Océano) con miles de personas que saquearon sus costas Las gen-tes
de al-Andalus aseguran que son los rnayüs que caen de repente
l5 Identificaciones s e g h E Lévi-Provenqal R m d al-mzct6r (ed y trad Ley-den,
1938). p 36, nota 3
l6 Ed E Lévi-Provencal (Leyden, 10.78) nfim 24 (p B de! texto árabe/@
de la traducción francesa) Sobre este autor (m 1494), véase el artículo S v de
T Lewicki en *E T, 111, 697-698.
17 Ed Lévi-Provencal Rawd , p 36, nota 3, 10 identifica, con razón, con el
JaSj5.S de Pechina
18 Edición de El Cairo, 1958, vol 1, p 163 (vol 1. pp 365-366 de la ed y
trad de Barbier de Meynard y Pavet de Courteille (París, 1861). revisada por Ch Pel-
'lat, p 14'7-148) (París, 1962)
19 Sarton Historza de la czencza La czencza antigua durante la Edad de Oro
grzego (Buenos Aires. 1965), IV, 433
20 Cf Sarton Introductzon to the Hzstory of Science, 1 (Baltiniore, 1927), 204
404 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T i C O S
TEXTOS ÁRABES DE VIAJES POR EL ATLÁNTICO 5
sobre ellos, procedentes del mar, cada doscientos años. Proceden de
un golfo [el Cantábrico] que se abre en el Océano y que no es el
golfo [de Cádiz] en el que está el faro de bronce. Yo creo -pero
Dios es más sabio- que es un golfo que va a parar al mar de Azov
y al mar Negro ; que esas gentes son los rusos -de los cuales hemos
hablado antes en este libro-, puesto que sólo ellos pueden atravesar
el mar de Azov y el Negro y salir al Océanoa1. En las cercanías de
Creta se han encontrado tablones de plátano atados con fibras de
cocotero procedentes de barcos que habían naufragado y a los que
las olas habían arrojado en esos parajesz2 Pero estos ensamblajes
só!o se hacen en el Indico, puesto que los buques del Mediterráneo
y del mar de los árabesa3 se ensamblan con clavos En los buques
del Océano Indico no se utilizan clavos, ya que las aguas del mar
los corroe y los debilitaa4 . (lianna &'a al-bahr ju&bu-Lhadzd fa-taraqa
al-masümTr fi-1-bahr wa-tudciifu) Esto obliga a los constructo-res
a unir dos tablones con fibras a las que se impermeabiliza (wa-tuliyat)
con grasa de alquitrán (nüra) Todo esto indica -pero Dios
es el más sabio- que esos mares se comunican y que el mar, más
allá de China y Corea bordea el país de los turcos y va a unirse con
los mares de Occidente en uno de los golfos del Océano Periférico
(Dqiyanas al-Muhrt))).
5 9. A mediados del siglo x un marino persa de Ram Hurmuz
(912-1009) compuso un libro titulado KZtüb "ajiÜ'~b al-Hind (libro de
Aquí parece encontrarse el eco (<procedente de fuentes chinas?) de la explo-ración
que Patrocles (siglo III a C ), funcionario seléucida, realizó en la zona del
Caspio y sería el más antiguo precedente de los futuros mapas en T y del comen-taiio
hecho por Abü HayyZn al pasaje coránico (18, 59/60) que nos habla de
majmiic al-bahraylt
Este pasaje es paralelo a aquel en que Eudoxo de Cízico narra haber en-contrado,
en su segundo viale a ia india, ia proa de un barco de Cádiz en ei indic*,,
lo cual probaría que los gaditanos habían circunnavegado Africa Cf Fontes Hispa-ntae
Antiquae Ed y trad Adolfo Schulten Fascículo VI Estrabón Geografiu
de Iberza (Barcelona. 1952), pp 3031
23 Cf A Mez El renactmzento del Islam Ed Maestre (Madrid, 1936), pá-ginas
595-608, G F Hourani Arab seafamng zn tlte Indzan Ocean (Princeton,
--F., luoll, p 92 y SS Este procedimiento técnico parece ser de invención fenicia y
haber dado la hegemonía del Mediterráneo a sus naves
24 O aatraeo, cf Mzl y una noches, noche 14 La misma explicación da al-
Mascüdi unas líneas más abajo para poner de manifiesto la presencia de ambar
en las costas de Siria
Núm 17 (1971) 405
6 JUAN VERNET
las maravillas de la India) 25, en que narra distintos viajes por mar
realizados en la línea regular entre Persia (Siraf) y China (Cantón).
En una de ellas (pp. 23-26) se narra el caso de un polizón gaditano
que salió de su escondite al oír el barullo del puente en medio de un
temporal para informarse de lo que ocurría. Los pasajeros quedri-ron
extrañados de que no lo supiera y le replicaron
��, Es que tú no estás con nosotros? No ves el aspecto pavoroso
del mar y de las olas, la oscuridad de la atmósfera que no permite
ver de día ni de noche ni al Sol ni a la Luna ni a las estrellas por
las que nos guiamos? Vamos a entrar en el hemisferio Sur2s y van
a cebarse en nosotros los mares y las olas. Pero lo que más nos
preocupa es ese fuego hacia el cual nos dirigimos y que llena todo el
horizonte Preferimos morir ahogados antes que quemados Hemos
pedido al piloto que cambie el rumbo para que, en el instante supre-mo,
no veamos a nuestros compañeros, para que perezcamos ahoga-dos,
pues de lo contrario, moriríamos quemados, viéndonos unos a
otros y oyendo el chasquido del fuego en la carne de nuestros ve-cinos.
»El andaluz dijo -Llevadme ante el piloto. Le llevaron y le
saludó en hindú El piloto, asombrado, le preguntó. -2 Quién eres?
Eres un comerciante o perteneces al séquito de alguno de ellos?
Quién te embarcó y dónde están tus mercancías ? Respondió : -Em-barqué
empujado por la multitud en la misma noche en que os hicis-téis
a la mar Me refugié en un rincón del barco. Inquirió: -cDón-de
comes y bebes? Contestó: -Los marineros ponen cada día, cer-ca
del lugar en que me oculto, un plato de arroz mantecoso y una
jarra de agua para las palomas mensajeras 2 ' D e eso me alimento.
Mis mercaderías son pellejos y dátiles.
»El piloto se admiró de lo que oía, mientras que los pasajeros,
olvidando sus sollozos, se iban reuniendo a escuchar, y los marine-ros,
siguiendo las órdenes del voceador, arreglaban el aparejo del
25 Sobre el autor, cf GALS, 1, 409; J W Fuck S v en ZEI, 1, 1398 El
texto fue editado por P. A van der Lith y traducido al francés por M Devi:
(Le:defi, lw-mfi) VE- rec:e-tc tru&cc:Sc frrzcesu & J. Sa:rlget f i g ~ r a
Memortal que se dedicó a éste (Damasco, 1954), 158-300
26 ES decir, vamos rumbo al Sur, buscando el cénit de Cánope (Suhaye) Esta
estrella en el año 900 tenía las siguientes coordenadas a = 8g0, S = 5% S
27 Cf Mez -El venacimtento. , p 598
406 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
TEXTOS ÁRABES DE VIAJES POR EL ATLÁNTICO '7
buque, las velas As1 se enderezó el rumbo. El jeque preguntó. -Pi-loto,
e qué les ocurre a esas gentes que no dejan de llorar y gemir?
Respondió. No ves que aún no han perdido el miedo a los mares,
a los vientos y a las tinieblas? Pero lo peor es que nos dirigimos
hacia ese fuego que llena el horizonte. He recorrido este mar desde
antes de la pubertad con mi padre que había pasado en él toda la
vida Ahora tengo ochenta años y no he oído hablar de nadie que
haya pasado por este lugar 28 o que de él tuviese noticia. El jeque ga-
&ano exclamó - i No hay peligro ni temor ! i Estáis a salvo ! Esto
es una isla rodeada de arrecifes en los que rompen las olas del mar
que rodea la tierra y que por la noche aparenta ser un fuego terri-ble
que asusta al ignorantez9. Este espejismo desaparecerá en cuanto
salga el sol por Ia mañana. todo volverá a ser agua Este fuego se
ve desde la costa de al-Andalus y yo he pasado30 una vez a su tra-ves.
Esta sera ía segunda)).
b) Siglo XI. Los Magruinos. La pesca de ballenatos.
Las Afortunadas
10. Al-Idrisi (m 1166) nos refiere en su Nuzhat al-mus'tiiq fZ
ijtzrüq al-afüq 31 la siguiente navegación, que podemos situar en la
primera mitad del siglo XI :
J. Vernet Influencias ntusulmanas en los orágenes de la cartografáa nátr-tzco
BRSG 89 (1953), 35-62, cree que el barco se encontraba en ese momento en
las inmediaciones de Filipinas.
29 Cf G Sarton Is Buzurg's descrzptzon of the phosphorescent sea c 953
?he first of zts kind En dsiSD 39 (1948), 235 , 41 (19501, 198 ; E Newton Harvey
h r l y descrzptions of the phosphorescent sea En a I s i s~4 2 (1951), 142-143, 307 El
mismo fenómeno se describe en los Ajbür al-$Zn wa-CHind (ed y trad de J Sau-vaget,
París, 1948), 10 aY en ese mar, quiero decir, el de Harkand (golfo de
Bengz!a), ci?anc!c !as 9!aS se encrespan parece que se mcendia D E1 fenómeno es
debido a la noctdl~tca mzliarzs (cf. J Vernet La ciencza en el Islam y Occrdentr
$Spoleto, 1965), nsettimane di Studio . D, 11, p 621, pero dada la distribución cos-mopolita
de ese protozoo (sobrevive en todas las aguas de temperatura superior
a 4 O C) no se pueden sacar consecuencias definitivas para la localización del fe-nomeno
30 Y! t e x t ~i rahe err?p!ea !a r&z cbv, a y a tradricr~ón matreada presenta algu-na
dificultad. Pero puede admitirse que en el contexto en que se encuentra im-plica
una navegación Atlántico adentro.
31 Ed Dozy y De Goeje (Leyden, 1886), pp 184-185 de la ed , y 223-225 de
la trad Esta misma noticia la reproduce al-Himyari, Rawd al-miet6v (ed LPvi-Pro-
Núm 17 (1971) 407
8 JUAN VERNlTT
((De Lisboa fue de donde partieron los aventureros (al-rnugarriri-na),
quienes se adentraron en el mar de las Tinieblas para averiguar
qué contenía y dónde terminaba, conforme se ha dicho antes Existe
en Lisboa, cerca de los baños termales, una calle que lleva el nom-bre
de los Aventureros.
»He aquí lo que sucedió se reunieron en número de ocho, todos
primos hermanos, y después de haber construido un barco mercante,
embarcaron en él agua y víveres para una expedición de varios me-ses.
Zarparon con el primer soplo del viento E Después de haber
navegado bajo su impulso durante unos once días, llegaron a un mar
de olas enormes, nubes espesas (kadar al-rawi'ik) con numerosos es-collos
(tarüi) y poca luz. Temiendo perecer cambiaron la dirección
de las velas y navegaron hacia el S. durante doce días y llegaron a
la isla de los Carneros, donde innumerables rebaños de carneros pa-sin
pastor iii iia&e los
))Habiendo balado a tierra, encontraron una fuente de agua co-rriente,
y cerca de ella una higuera silvestre Cogieron y mataroii
algunos carneros, pero su carne era tan mala, que era imposible co-merla.
Cogieron las pieles y navegaron doce días más hacia el Sur
hastz qüe cíicoiitrarori una isla. Estaba habitada y cultivada ; se apro-ximaron
a ella para reconocerla, y cundo estaban cerca se encontra-ron
rodeados de barcas, hechos prisioneros y conducidos con su nave
a una población situada sobre la costa. Entraron en una casa donde
vieron hombres de gran estatura, rubios, casi pelirrojos y altos (m-hum
tiwal-l- qudüd), que tenían poco pelo y que llevaban el cabello
laso, y mujeres de una rara belleza. Durante tres días quedaron pri-sioneros
en una de las habitaciones. pero al cuarto vieron venir a
un hombre que hablaba el árabe, el cual les preguntó quiénes eran,
por qué habían ido y cuál era su país Contaron toda su aventura;
éste !es Uia büeii~se síje~alizay~ ! es hizo ~ a k qiue eia iriiérpreie del
rey Al día siguiente fueron presentados al rey, que les hizo las mis-mas
preguntas, y le respondieron lo mismo que al intérprete el día
antes que se habían aventurado sobre el mar a fin de saber lo que
--
venqal, p 16 del texto y 23 de la trad ) El texto lo da idénticamente Gadiwi, pp 42-
44, traducción alemana en R Henning Terras zncognztae Ezne Zusamnierstellung
und krzstische Rewertung der wxhtigsten r~orcolumbiscben Entdeckungsreasen an
Hand der daruber vorlzegenden Origznal berzchte 4 vols (Leiden, 21944-1953) Tia-ducción
española en Serra Los átabes , pp 168-169
408 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
TEXTOS ÁRABES DE VIAJEü POR EL ATLÁNTICO 9
podía haber de extraordinario y curioso y para llegar a sus límites.
»Cuando el rey les escuchó decir esto, se puso a reir y dljo al in-térprete:
"Explica a esas gentes que mi padre ordenó a algunos
de sus esclavos embarcarse en ese mar, que lo recorrieron a lo ancho
durante un mes hasta que la claridad de los cielos faltó por completo
y se vieron obligados a renunciar, sin haber conseguido su propósito
ni obtenido utilidad alguna" El rey ordenó al intérprete que les pro-metiera
sus dones y que les hablase bien de él. Así lo hizo. Volvieron
después a su prisión y quedaron en ella, hasta que habiéndose levanta-do
el viento del O. se les tapó los ojos, se les hizo entrar en una barca
y se les adentró en el mar. Esas gentes refirieron "Estimamos (qad-dama)
que nos llevaron tres días y tres noches y se nos condujo a una
tierra donde nos desembarcaron, con las manos atadas detrás de la es-palda
y nos abandonaron. Quedamos allí hasta la salida del sol en
el más triste estado a causa de lo fuerte de las ligaduras, hasta que
oímos ruido y voces de gentes. Gritamos todos a la vez y algunos
habitantes de aquella comarca acudieron, y viéndonos en tan mal
estado nos desataron y nos interrogaron. Les contamos lo que nos
había sucedido. Eran beréberes Uno de ellos nos dijo -;Sabéis
cuál es la distancia que os separa de vuestro país? Y, al decirle que
no, repuso: -Entre el lugar en que os encontráis y vuestra patria
hay dos meses de camino El jefe de los aventureros dijo entonces.
-Wa asafz (Ay de mí)" He aquí por qué el nombre de este lugar
es todavía Asafi. Es el puerto de que hemos hablado como siendo el
más occidental del mundo»
8 13 Al-Qazw'ini (m 1283) en su Afár al-bzlüd wa-ajbür al-
%iEadS2 nos transcribe el siguiente pasaje del geógrafo aLOUdri
(m. 1085) 33
((Irlanda es una isla situada al noreste del sexto clima. Al-"Ugri
refiere «Es la úilica base que tienen los paganosx4 en este mundo.
- ---
32 Ed E F Wustenfeld, vol 11, pp 358359
33 Sobre el cual cf nota 12
34 Sobre la correcta traducción de este término, cf la reseña que E García
"U.L.LG U L U 8 L U , A l . . T ". "#"-."w. """,-",W" a, A", ",.S,,", fx-e- A',A.-A 2] l.l.--
" " L L ' * , L ' ~ L ' U" y.L,,'oC..> L , I . L T r ~ l Y , O - > U C i " l l l l l Y S * I?Z
Occadent d'capres les sotrrces arabes (Uppsala, 1955) en $Al-Andalusn XX (1955),
pp 469-471), Recientes descubrimientos en escavaciones medievales de tierras so-
1:anas y burgalesas prueban la existencia de paganos (magos para los árabes) en
esas regiones, aun en el s~glo x
Tiene un perímetro de mil millas y sus habitantes tienen el tipo y
el aspecto de los paganos .. Se dice que en sus costas se pescan los
ballenatos. Son peces muy grandes. Pescan sus crías y las comen
(yasii?zina ajrü'aki yataaddamiha bilzü). Dicen que estas crías nacen
en el mes de Elúl y se pescan en TiSrin 1 y 11 y en Kanün 1 y 11, en
estos (últimos) cuatro meses 35. Después se quema su carne ; no es
apta para el consumo)).
«En cuanto al modo de pescarla, refiere al-"Udri que los pesca-dores
se reúnen en varias naves llevando un astil grande (naiil kablr)
de hierro que tiene muchas muelas de hierro 36; en el astil hay una
grande y sólida anilla en la que se ata una soga fuerte Cuando
divisan la cría ($anzuj aplauden con las manos y gritan El ruido
distrae al ballenato y se acerca amigablemente (musta'nisan) a las
barcas. Entonces uno de los marineros se le acerca y le acaricia vio-ientamente
en ía frente (wa- yakuizku yabizatahu huRLan iadrdanj
y le atonta (yastaliddu) El ballenato encuentra gusto en ello [mo- .
mento que aprovecha'] para colocar el astil en medio de la cabeza,
coger un martillo fuerte de hierro y dar con él, en el astil, tres gol-pes
con toda su fuerza. [El animal], tan pronto nota el primero,
segundo y tercer golpes, se revuelve violentamente y a veces alcan-za
con su cola a algún buque y lo hunde. No para de revolverse
hasta que queda exhausto (lugfib). Los marineros de las otras naves
ayudan a arrastralo hasta la playa. A veces, la madre del ballenato
se da cuenta de lo que ocurre y los persigue, pero consiguen apar-tarla
mediante grandes cantidades de ajos machacados (al- madqaq)
con los que recubren la superficie del agua. Cuando nota el olor 'de
los ajos se aparta y hace marcha atrás (qahqará). Los marinos cor-tan
la carne del ballenato y la salan La carne es blanca como la nie-ve
y la piel negra como la tinta (niqs))).
8 12. Al-Bakri (m. 1094), en su Kztáb al-masülzk wa-1-mama-
Izk 37, dice :
Pág 109/214 «En el Océano, frente a Tánger y a la montaña
llamada Adlent, se encuentran las isla? Afortunadas, es decir, feli-ces
Se llaman así porque sus bosques y campiñas se componen de
35 ES decir octubre, noviembre, diciembre y enero
38 ES la descripción de un arpón.
37 Ed y trad de De Slane (Argel, 3857), reimpresión Bagdad S d
410 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
varias clases de árboles frutales que crecen espontáneamente y que
producen frutos de excelente calidad; en vez de hierbas, el suelo
produce cereales, y en vez de zarzas con espinas, se encuentra toda
suerte de plantas aromáticas. Estas islas, situadas al oeste del país
de los beréberes, están desperdigadas por el Océano, pero no muy
distantes unas de otras)).
Pág. 113/222 «Los buques que se dejan arrastrar más allá del
cabo Espartel por el viento del Este, son empujados hacia el interior
del Atlántico, a menos que el viento no pase a soplar del Oeste)).
Pág. 103/292. «El ribat de Qawz está situado en la costa del At-lántico
y es el puerto de Agmat. Los buques acuden a él desde todos
los países, pero sólo pueden hacerse a la mar en la estación de las
lluvias, cuando el cielo está oscuro y la atmósfera brumosa. Enton-ces
se levanta un viento de tierra que les es muy favorable y que, si
continúa, los saca fuera de peligro. Por el contrario, si el cielo está
claro y la atmósfera pura, el viento sopla del Oeste, procedente del
mar, y levanta olas lo suficientemente grandes como para arrastrar
al buque a las playas del desierto Y pocos son los que se salvan))
S 13. Al-Idrisi (m. 1166) alude reiteradas veces, en su Nuzhat al-mus'tüq
fT-ijtirüq al-afüq 38, por ejemplo, a que :
«Cuando la atmósfera está límpida se ve el humo '[de un volcán]
desde el continente. Se refirió esto a Ahmad b. "Umar, conocido
por Raqm al-Iwazz, almirante en jefe de la flota del emir de los mu-sulmanes
"Ali b. Yüsuf b. TaSufin (1106-1143) y decidió conquistarla
con las naves de que disponía Pero la muerte le sorprendió y no
pudo llevar a cabo sus propósitos. De estas islas se cuenta una his-toria
prodigiosa narrada por los rnugarriran .. %.
§ 14 Ibn Sa0id al-Magribi, en su Kitüb bast al-ard f'Z-1-tú1 wa-l-
%ni, siguiendo a Ibn Fatima, describe así las costas del Atlántico
del clima 1, sección 1 4 0 .
38 MS de la Biblioteca Nacional de París 2221 que se corresponde con las pá-g!
nas 55/63 de l2 ed y trad p2rC?a!pE de no7.Jr lLna--n-- tl 2-1-),
39 Cf supra p 8, nota 31
40 Cf edición J Vernec (Tetuán, 1958) Sobre este tema Ibn FZtima (por el
nombre se puede deducir que era beréber) poco o nada sabemos, salvo que fue un
\ iajero infatigable
12 JUAN VERNET
((Refiere Ibn Fatima : "Las islas de la Felicidad [Paza'zr al-
Sa%dat] se encuentran entre las islas eternas [al-jálzdüt] y el con-tinente,
desperdigadas por los climas 1, 11 y 111. En total son 24.
Lo que de ellas se sabe es como de leyenda. El Atlántico (al-bahr
al-Muhit) va subiendo en latitud (yatadarroy) poco a poco, dentro
de esta sección, hasta llegar a la desembocadura del Nilo que pasa
por G5na4l, que se encuentra en L = 10" 20' y y 14" en frente de la
desembocadura del Nilo, en el Atlántico. Allí se encuentra la isla
de la Sal Entre ambos hay 1-30'. Su longitud de Norte a Sur es
de 2" y poco más y su anchura es de medio grado. En su extremidad
meridional, junto al mar, se encuentra la ciudad de Awlil. Sus gen-tes
se alimentan de peces y tortugas, comercian con la sal que trans-portan
en buques, remontando el Nilo, a los países que están a sus
orillas".
»Añade [Ibn Fatima] : "En todo el país de los negros no hay
ninguna otra salina (mallaha). Al lado de esta isla se encuentra la
isla del Ambar; están separadas por un estrecho de medio grado y
dista del continente aún menos. Su longitud es de dos grados y su
anchura. en la parte superior, es de un tercio de grado Se la llama
también isla de las Tortugas, ya que viven en ella muchos ejemplares
de estos animales Las gentes de ese país las cazan, cortan y secan
su carne y la exportan a otros países En esa isla se encuentra tam-bién
gran cantidad de ámbar"
»La primera ciudad de Takrür que se encuentra al occidente de1
Nilo es Qalanbü, puerto célebre que en la época de Abü "Ubayd al-
Bakri estaba en manos de los infieles .».
Ej 15. Ibn Fatima realizó un viaje a lo largo de las costas afri-canas
Su relato fue recogido en el clima 11, sección 1 del Kitüb bast
al-ard fi-l-tal ?va-Ltard de Ibn Sacid al-Magribid2 (m 1286) y luego
algo resumido en la Geogvafia de AbÜ- l -F~da'~D~i.c e Ibn SaOid .
((Refiere Ibn Fafima que una vez enbarcó en Nü1 Lamta, en la
41 Cf R Mauny Btat actuel de lo questzon de Ghana BIFAN, 13 (1951),
463-475, Ch Monte11 Les aG/zána~ des géographes et des euuopéens aHespériso,
3s pgm), 441-452
42 Ci ed 1 Vernet (Tetuán, 1938) En esta sección sitúa en el Atlántico la
sexta isla JálidZt y cuatro de las islas SacSdát
43 Abü-1-Fidá Géographe Ed y trad M Reinaud y De Sane (París, 1848),
pp 213-Zí6 del vol 11
412 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
TEXTOS ÁRABES Dr. VJAJES POR EL ATLÁNTICO 13
costa del Atlántico; el buque le llevó mar adentroq4 y fue a parar
entre tinieblas (dabüb) y bajíos 44b1! Los marineros perdieron la de-rrota
y no supieron dónde se encontraban. Abandonaron el buque
mayor y embarcaron en el bote salvavidasq5 y recorrieron el mar
[rwa- sár8 bahrz~na-hu] sobre sargazos [bnSiS], a veces a fuerza de
remos, hasta que -después de todo esto- llegaron al fondo de este
golfo46, en el cual vieron atunes en tal cantidad que quedaron mara-villados
47 ; lo mismo ocurrió con el gran número de pájaros blancos.
Llegaron a tierra cuando estaban a punto de terminárseles los víve-res
Cuando pasaron al pie del monte brillante [al-larvcüc], los beré-beres
de G ~ d a l laes~ h~ic ieron signo de que no se acercaran No en-tendieron
el por qué, pero se alejaron en dirección Norte hasta que
salieron de sus límites Cuando desembarcaron no pudieron entender-se
con los gudala hasta que apareció una persona que hablaba las dos
lenguas Los interrogó por la causa de su extravío y se lo explicaron.
Los marinos les preguntaron por qué les habían puesto en guardia
[para que no desembarcaran] en el monte brillante Les informaron :
-Todo él son serpientes venenosas. El forastero lo ve rutilante, de
piedras de colores hermosos. Así se engaña, se acerca y las serpien-tes
lo matan-. Les desearon buena suerte, les compraron (ibtü" mitz-hu)
el esquife y los llevaron con ellos a la ciudad de Tagira, capital
de los gudala, que está situada a 11" de longitud y 20" de latitud. Per-manecieron
con ellos bebiendo leche de camella y comiendo carne de
44 Ea-ayama bz-lc~ al-markabu Para la traducción, cf Dozy Supplément azcx
d*ctaonnatres arabes Ed J Brill (Leiden, 1927), vol 1, 366b
44 ha Wn-aqászr Cf Dozy Supplément , 11, 365b
45 Literalmente al-qürzb al-sagir
46 El golfo de Oro, también llamado Verde por la gran cantidad de juncos
TL-" U ~-=U-T...-, , J , sobrc esta palabra, ~i D u ~ y Su#pltmeni , 11, SUD, ei significado
,que da (hajíos, bancos de arena) no me parece seguro en este caso, puesto que
Ihn Sacid dice wa- yuqdu la-ku al-jün al-ajdar k-anna-hu fi-kz aqüsir w e h d f
qdar katB Por tanto adoptamos «]uncon basándonos en el ejemplo que el propio
Dozy da una línea más arriba apoyándose en Ibn al-AwwZm 1, 210,2 que dice al-karm
al-qasir para designar la «.viña corta^ (contrapuesta a la emparrada). Qasir
dai-ia plüral uqñsií, buirus Búsid~ii cxi su Muid ul-rnukli 11, iTi8a dice wa qo-
~Üra wa-mi baqayya nzilz al-sunbul mzn oi-lzabb bacdama yudás
47 Según los geógrafos árabes del golfo de Oro, salen los atunes, una vez a1
año, en dirección al Mediterráneo
4s Según Colín, ZEI, 11, 1148, los gudala están junto al Senegal.
Núm 17 (1971) 413
14 JUAN VEXNET
camello 4g hasta que soplaron vientos favorables para ir a Nül. Zar-paron
con ellos.
»Dice [Ibn Fatima] : Su país [el de los gudala] es el desierto y la
arena. Pero en él crece bien la caña de azúcar gracias a los cinco
ríos que bajan del Monte Brillante, los cuales describe Tolomeo, quien
dice que el río central se conoce por río de las serpientes.. . 50 ; a con-tinuación,
en esta sección, viene el monte de los Lamtüna, entre
quienes tuvo origen el sultanato de los portadores de lz'_tüm».
d) Siglo XIII
16. Ibn al-Zayyat al-Tadili (m. 1230)51, en su libro consagra-do
a biografías de místicos, inserta los siguientes textos 5 2 . a
«Abü Yahya b. Mahyu al-Sanhajri, apodado Abü Yahy5 al-Sá'ih 5S. N
E Le he visto en Marr5kuS. Había recorrido Oriente y otros lugares.
O
Murló en bgmat Urika en 1208 . Recorrió el país de los Yazüla, --:
después se dirigió a Nü1 Lamta, pasó a la región de los Dukkala y Oo>
E
entró en las islas del mar del Magrib al-Aqsa, en donde Dios le hizo E
2
ganar, para su causa, multitud de gentes Ahmad b. Muhammad b. Is- -E
ma'il al-Hawwari me ha referido: -He oído decir a Abü Yahyá al-
>
Sa'ih. «En las islas del mar de Marruecos he encontrado gentes que - -
no conocían el islam He enseñado a los hombres y a las mujeres el 0
m
E
islam y sus leyes, y sólo los he abandonado cuando han sabido cum O
plir la plegaria del tasbSh ... N.
l . Ibn Saqd al-Magribi, en su texto que conserva al-MaqqarE n
-E
en su Naf. al-Tib 54 (ed Cairo, 1949), nos dice : a
2
d
n
49 Qadid al-jafil Qadzd, Belot. viande coupée en tranches et torréfiée au n
soleil 3
50 Las indicaciones del texto coinciden bien con la descripción que de la Pen- o
ínsula y había de Río de Oro nos da el Derrotero de la Costa Occidental de Africa
(Cádiz, 1969), p 355
CCf GALS, 1, 558, EI, 2111, 999 Es posiblemente el autor del tratado so-bre
las mareas estudiado por Leonor Martinez Martín Contribución al estudzo de
las mareas entre los árabes (Barcelona, 19573, 22 pp
52 KKitab al-taiamwj ita n$ül aCtaqamf Ed. A Faure (Rabat, 1958), pá-ginas
424-425
53 Será a este personaje al que alude el KitZb al-istcbsñr (c 1192) al hablar
de Tánger cuando dice aHe encontrado a algunos que han ido a explorar las rs-las
Afortunadasn ?
54 Nafh aCEb (Ed Cairo, 1949), vol 1, pp 156-157.
414 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
«Y en el Océano están las siete islas eternas, situadas al Oeste de
la ciudad de Salé. Aparecen visibles a simple vista en un día claro
despejado de atmósfera y sin calígene. En ellas se encuentran siete
ídolos con figura de hombres que indican que más allá no hay ni
rutas ni caminos. En dirección Norte se encuentran las islas Sacádát,
que contienen ciudades y pueblos en gran número, y de ellas zarpan
las gentes a las que se llaman magos, de religión cristiana ; la prime-ra
de esas islas es la de Bretaña».
e) Siglo XIV Las Afortut~adas
18 Al-QalqaSandis5 (m. 1418), tomándolo del Masálik akabsár
de Ibn Fadl Allah al-TJmari (m 1349), nos dice
«El Masalik al-absár relata Refiere Ibn Amir Hafib Le pre-guntéS6
[a Mansa Müsi b. Abi Bakr, soberano de Mali] cómo había
alcanzado el poder. Me contestó. «Mi predecesor creía que el mar
Océano [al-Bakr al-Muk%] tenía un límite al cual era posible llegar.
Preparó doscientos buques, los llenó de hombres con víveres que les
bastaban para varios aÍios y les dio orden de que no regresaran hasta
haber alcanzado el Iímite del Océano o haber agotado las provisio-nes
Estuvieron ausentes mucho tiempo y al fin regresó un solo buque.
Compareció el capitán y se le interrogó acerca de lo ocurrido. Res-pondió.
«Los buques navegaron mucho tiempo, hasta que les sor-prendió,
en el mar, en medio de las olas, un río que tenía una fuerte
corriente. Engulló todos aquellos buques. Yo era el último y regresé
con el mío Pero [el Rey, Muhammad b Qa'w] no lo creyó Preparó
55 Subh al-aCJÜ Colección Surátuna (El Cairo, s/d), vol V, pp 294-295 Cf ia
tradiirct8n francesa de M Gandefroy-Demomhynps (Paris, 1927), pp 73-75, Ahmad
Zaki P5B5 Une seconde tentatzve des musulmans pour decouvrzr l'dmeraque
BIE, 2 (1920), 57-59, R Henning Terroe incognitae, 3 (21953), 161-165, IHS,
3, 802.
56 Este diálogo ocurre en El Cairo en el año 1323, fecha en la cual Mansa
MüsZ [1307-13321 realizó la peregrinación a La Meca En El Cano [Ibn Jaldiin
u"-'..:..- J-- D - . , L L ~ ~ T--A A- nA CI..-- /D-..L inqm -.-i 11, i i q i b-A
J I I J Y V I I C IItJ U l l O C I C J l l d U UC U C JLdIIC \ l d 1 1 3 , JUAS), Y U I U U j r ; i i C V i i C i U
al poeta español-granadino Abü Isháq Ibráhiin al-SZhilT, más conocido como Tu-wayfin,
se lo llevó con él Al-Sáhili alcanzo altos puestos en la administración negra.
Ibn Batfita nos da algunas noticias sobre él en su Rflzla (Ed y trad Defremery
y Sanguinetti, reedición, París, 1854 = 1968), lol. IV, pp 419, 431 y 432
16 JUAN VERNET
dos mil buques, mil para los hombres y mil para los víveres, me nom-bró
regente y zarpó para averiguar la verdad Y esa fue la Última vez
que le vimos a él y a quienes le acompañaban)).
8 19. Sams al-Din Dimagqi (m 13.2'71, en su Manual de Cosmo-grafia
s?, nos narra una expedición [¿la de los mugarriran a] a Ca-nartas
-
«Según Abii OUbayd al-Bakri, autor de la obra titulada Libro de
los reinos y de los caminos, las islas Afortunadas están situadas en
frente de Tánger y se llaman en griego ((Qarthianis)) Se encuentran
sumergidas (?), excepto una que se llama Afortunada porque en sus
walles y bosques se encuentra toda suerte de frutos excelentes que
aparecen en estado silvestre, sin necesidad de cultivo . Las otras islas
se encuentran dispersas a distintas distancias de la costa africana. Al-gunos
navegantes, arrastrados por vientos contrarios, fueron lan-zados
a las costas de una de esas islas, desembarcaron, y tomándola
como base, exploraron las otras islas y regresaron cargados de cosas
maravillosas y excelentes. Los habitantes de esa isla, admirados de su
presencia, les dijeron. ((Jamás, antes de vosotros, habíamos visto a
nadie que viniera de Oriente y por tanto creíamos que no existiría
nada en el mar Circundante)). El buque, después de estar a punto de
irse a pique varias veces, regresó a al-Andalus y cuando les pregun-taron
que de dónde venían y qué cargamento llevaban, refirieron su
historia.
»En vista de ello se fletaron algunos buques y se hicieron a la mar,
pero no encontraron esas islas, y la mayor parte de ellos naufragó a
causa de lo impetuoso del mar y de la violencia del viento. Los nave-gantes,
antes citados, midieron la distancia entre la costa de al-Anda-lus
y una de esas islas y vieron que era de 10°)».
8 20. Ibn Jaldiin (m 1406) nos dice en sus Prolegómenoss8
((En este clima, hacia Occidente, se encuentran las Islas Eternas,
tomadas por Tolomeo como punto de partida para contar las longi-
57 Cf la traducción francesa de A F Mehren (Amsterdam, 1964 = 1874), pá-gina
175
S8 Ed Quatrem&e, pp 93-94, trad De Slane, 1, 112-113, trad inglesa de Ro-senthal,
1, 117; J Vernet Los conoczmzentos náutzcos de los Itabztmtes del Occi-d
e ~ t ez slámico RGM, 144 (junio 1953), 667-679, Serra Rafols Lo s árabes y las
CanaRas . , p 171 y SS (Trad E García Gómez)
416 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
TEXTOS ÁRABES D6 VIAJES POP. EL ATLÁNTICO 17
tudes. Están situadas en el Atlántico, lejos de la tierra firme que
forma parte del mismo clima. Es un grupo de numerosas islas, de las
cuales las mayores y mejor conocidas son tres Se dice que están habi-tadas.
De acuerdo con lo que hemos oído, algunos buques de los fran-cos
han tocado estas islas a mediados de este siglo y han atacado a
sus habitantes Los francos se apoderaron del botín y se llevaron pri-sioneros,
que, en parte, han vendido en las costas de Marruecos Los
cautivos pasaron al servicio del Sultán y cuando hubieron aprendido
la lengua árabe dieron detalles sobre su isla Sus habitantes, dicen,
trabajan la tierra con cuernos para sembrarla, ya que desconocen el
hierro ; se alimentan de cebada ; sus rebaños se componen de cabras,
y combaten con piedras. Su única práctica religiosa consiste en incli-narse
ante el Sol naciente No conocen religión alguna y jamás han
ido misioneros a predicarles
»Unicamente por azar se llega a las islas Eternas, puesto que jamás
se va ex profeso En efecto los buques que navegan por el mar sólo
pueden avanzar con la ayuda de los vientos y los marineros necesitan
conocer los puntos desde donde soplan los distintos vientos y saber
a qué país se puede llegar cuando únicamente se sigue el curso de uno
de ellos. Si éste es variable y se sabe el lugar al que se quiere ir siguien-do
la línea recta, se orientan las velas según la corriente de aire, dán-doles
la inclinación necesaria para hacer andar el navío. Todo eso se
hace de acuerdo con unas reglas bien conocidas por los marineros v
navegantes duchos en los procedimientos de la navegación.
»Todas las localidades situadas en las dos orillas del mar Medite-rráneo
se encuentran dibujadas en un hoja, de acuerdo con su ver-dadera
forma y la dicposición que tienen junto al borde del mar. Los
puntos desde donde soplan los vientos y las distintas direcciones que
siguen están también indicadas en esta hoja, a la que se llama com-pás,
y constituye la guía a la que se confían los marineros en sus
viajes Este recurso no existe cuando se trata del Atlántico, razón
por la cual los navegantes no se atreven a lanzarse océano adentro,
puesto que SI perdiesen de vista sus costas no sabrian cómo volver al
punto de partida Y tocio ello sin contar los vapores que se conden-san
en la atmósfera y en la superficie de este mar, que impiden el
avance de los buques. A esos vapores, dada su lejanía, no los alcan-zan
ni los disipan los rayos de sol que se reflejan en la superficie de
Núm 17 (1971)
27
18 JUAN VERNCT
la tierra Por eso es difícil alcanzar esas islas y prácticamente impo-sible
saber algo sobre ellas)).
f) Notas criticas
8 21. De todos los textos hasta aquí aducidos hay uno que, o
pesar de la importancia de su autor, hay que poner en cuarentena.
Nos referimos al de Ibn Jaldün, en el cual nos parece poder señalar
las siguientes faltas de información o incongruencia:
a) Hemos visto (textos 5s 6, 10, 12, 19) que los francos no fue-ron
los únicos ni los primeros, en la Edad Media, en alcanzar las
Canarias.
6) No es sólo por azar cómo se llega a las Canarias. La derrota:
era conocida -y ese conocimiento nunca se perdió- desde la anti-
@edad
c) El compás o carta náutica era conocido por los árabes como
mínimo desde 133060, y en ellas figuraban las costas atlánticas desde
Irla*& e Iqr!ñ_t~rra hasta Mzz~gáE61. E! texto & Ihn Tolrlfin SE-J
-----
giere que éste sólo vio o tuvo conocimiento de una carta náutica de
fines del siglo XIII, del tipo de la Pisana. Por otra parte, y según
testimonio del propio Ibn Jaldün 62, a mediados del siglo XIV la flota
marroquí tenia aún un potencial militar muy fuerte, y malamente se
concibe ese potencial militar sin que sus marinos dispusieran de los
Últimos adelantos de la técnica. Además, los textos árabes hablan de
navegaciones entre distintos puertos del Atlántico y las crónicas nos
relatan navegaciones de la flota cordobesa -luego veremos algu-nas-
hasta aguas del Cantábrico La flota granadina63 no parece
53 Cf. v q el texto de la conferencia pronunciada por García Bellido Los
viajes atlánttcos de los iberos, el 15-10-1902, A García Bellido Sobre las ánforas
antzguas de Canarzas aHomenaje a Elías Serra Rafolsa (La Laguna, 1970), 193-199
Cf. J Vernet The Maghreb cizart, aImago Mundia, 16 (1962), 1-16
61 1-0 cm! hace preiqnner !a ex!stenc!-i antermr de !ewntamentis parc!a!es
con la hidrografía de mares locales que se ensamblarían en el portulano norm~l
Cf J Vernet Los conorzmzentos
63 Cf Mu~addzma, 40-42, Cagijas A4udéjares. 11. 476, Maqqari Naflz , 3,
111-113 y 10, 76 y 119, Ashár al-rzyad 2, 138, Iltáfa, fol 454
418 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
haber alcanzado el mismo nivel, a pesar de los pomposos elogios que
Ibn al-Jafib (m. 1374) dedica a alguno de sus almirantes 64.
21 22 Sabemos muy poco de cómo eran los buques musulmanes
en el Atlántico. Francisco Morales Belda ha hecho un notorio es-fuerzo
para articular los datos que han llegado a sus manos, que
aprovechamos e intentamos completar en las líneas que siguen, ad-virtiendo
de paso que textos poéticos de circunstancias, como aquel
en que Ibn Darra? (m. 1030) describe la flota cordobesaee, tienen
escaso valor para nuestros fines. En todo caso parece poderse dis-tinguir
dos épocas clave la anterior y la posterior al 1100 En la
primera los buques cordobeses, que se enfrentaron con éxito a los
normandos a partir del 844, debieron inspirarse en éstos y en los bar-cos
mediterráneos para su arquitectura Y de los barcos normandos
nos ha quedado múltiple constancia gráfica (tapiz de Hastings) y
arqueológica (túmulos funerarios) 67. Aproximadamente tenían una es-lora
de 25 metros, una manga de 5,6 y un puntal de 2,3, lo cual viene
a coincidir con las representaciones de Hastings (1 barco = 8 hom
bres y varios caballos ; o 64 hombres), en los que los buques son im-pulsados
a fuerza de remos y con vela cuadradaea.
8 23 Ibn Hawqale9 nos recoge un texto que parece ser la par-tida
de nacimiento del navegar de bolina y, en consecuencia, de la
aparición de la vela latina. Dice que en Tinnis (delta egipcio) ve
cómo
«Se encuentran y se rozan los barcos que navegan uno hacia arri-ba
y otro hacia abajo, llevados por el mismo viento, que hincha las
velas de ambos y les da la misma velocidad)).
e4 Ibn Salvador (m 1354), cf IhBta, fols 1819, Maqqari Nafh, 8, 192193 ,
Ibn Kum5Sa (coetáneo del anterior) Nafh, 7, 282
65 La marina de al-Andalus (Sarcelona, 1970)
Cf nota 9 y Dozy The Hzstory of the Almohads (reimpresión Amsterdam,
WE), p lo?, trad de Fagnx (A!ger, 1893), p 129, inserta una ptCn ( f i m d , qü!
67 Cf T C Lethbrldge Shzpbuzldmg en A hzstory of technology, 11 (Ox-ford,
1957), pp 563-588
6-f Morales Belda La marina , p 107
69 Configuration de la terre Kttüb surat al-ard, trad de J H Kramers y
Núm 17 (1971) 419
20 JUAN VERNET
8 24. Este criterio es el que viene a sostener G. Hourani cuan-do
fija el origen de este artificio en 880.
8 25 Los buques del Indico de esa época llevaban a bordo pa-lomas
mensajeras [cf. fj 91 para poder comunicar con tierra 'l. Y lo
mismo debía ocurrir en el Mediterráneo y en el Atlántico, conforme
puede intuirse de la existencia de un servicio de correos que utiliza-ba
las palomas mensajeras 72.
5 26. Los tipos de buques aparecen más delineados y con terml-nología
propia a partir del siglo XII Gracias a la Geografia de Ibn
Sacid al-Magribi (Clima 7, sección 1) 73 sabemos que en el Cantábri-co
navegaban carracas (qaroqir) y que en el Mediterráneo (6,2, p. 114)
los chatos o místicos (?nusattaha,t) En las costas de Africa (5 15)
llevaban botes salvavidas (al-qarib al-ságir) 74.
5 27. En el Indico tenemos testimonios de que los botes se em-pieaban
en caso de necesidad para arrastrar ai Duque a fuerza de re-mos
75, O en un período más tardío, con velas7=. Esto sugiere que
las grandes naves utilizaban la vela cuadrada, tal y como la vemos,
por ejemplo, en las miniaturas de las maqümas de al-Hariri (m 1122),
C; Wiet; 1 (París, 19641, p. 154 (= 156 de la ed de Kramers y 102 de la de J de
Goeje).
70 Arab seafarzng in the Indzan Ocean rn ancient and early medzeval times
(Princeton, 1951). pp 82-83 El origen de este tipo de vela ha hecho correr rau-dales
de tinta Cf a guisa de ejemplo, P Paris Vozle 2atzner V o l e arabe? Vozle
Cf J Vernet Influencias musulma~zas , p 5, en que recoge un texcc,
característico de Martín Cortés
72 Cf S D. Goitein Tlze comnzerczal mazl servzce in medaeval Islam JAOS,
8.1, 2 (1964), 118-123 Hirth & Rockill recogen el siguiente testimonio chino
del siglo IX aA bordo de las embarcaciones de los persas solían ir muchas paí?-
nias, capaces de volar varios miles de lz' y que cuando se las soltaba, volvían a
casa en un solo vuelo, srviendo así de mensajeras de buenas noticias^ lapud Mez
Renaczmaento , p 598)
73 Ed J Vernet (Tetuán, 1958). pp 126 y 144, buen inventario de tipos de bar-cos
en H Peres L,z poesze andalouse en arabe classzque (París, 19531, pp 212-
218, los detalles que da Ibn Sida en Mujas~asas, 10 (Beirut, s/a), p 15 y SS , son
hastante deficientes, aunque útiles
7.4 Cf Morales Eelda La marina . p 106
75 Buzurg b Sahriyár Kztáb Ca9Z'zb al-Hlnd Ed P A pan der Litli Trad
M Devic (Leiden, 18831, p 46
7,s Marco Polo Vaajes Trad Ismael Antich Sariol Ed Fama (Baicelona,
19551, p 273
420 A M U A R I O D E E S T U D I O S A T L A N T I C O S
TEXlOS ÁRABES DE VIAJES POR EL ATLÁNTICO 21
y las pequeñas la vela latina (vela de cuchillo), cuya aparición, de
tener en cuenta el pasaje de Ibn Hawqal referente a Tinnis, habría
ocurrido antes del siglo X, y de la cual conservamos dibujos en ma-nuscritos
bizantinos de esa y CUYO origen es difícil de dis-cernir,
y el timón de codaste (igualmente bien visible en una miniatura
de las maq¿inzas) que, procedente de China, debió empezar a intro-ducirse
en Europa Occidental algo más tarde7s Igualmente en este
período los buques del Mediterráneo alcanzarían las grandes dimen-siones
que recogió -con exageración- el chino Chan Yu-Ku~
(fl. 1225) en su manual de aduanas 79, al decir que «un barco lleva
por sí solo varios miles de hombres, teniendo también a bordo tien-das
de vino y comestibles, así como telares»s0.
8 28. Morales Belda y G. Hourani s2 han establecido, tanto
para el Mediterráneo como para el Indico, la velocidad media de los
buques de la época.
J 24 Y! Yn'r ";m"-~"'r 9 n nY j-r'e- e! qcr uqui =Ss interesa, establece
sus conclusiones a base de las jornadas de navegación (majrü) m
que recoge, sustancialmente, en Himyari y que coinciden bastante
bien con otras que nos da Ibn SaW al-Magribis4. Es decir, que la
77 Figura u32 de A Irlzstory of tecltnology No opina lo mismo Morales Be l d ~-
L,a marina , pp 107 y 109
7s Sobre timones dobles (exclusivos del Mediterráneo), cf. Ibn Yubayr Rihla
p 320, ed de De Goeje (1907), y p 375 trad francesa de Gaudefroy-Demombynes
(París, 1949), donde se dice que eran gobernados con dos cuerdas, lo cual impli-caría
que el timón de codaste ya era conocido en el siglo x i ~
'9 Apiid Me, p. 596, cf IHS, 2, 545
60 Cf Ibn Pubayr Rzltla, p 367
81 Morales Belda La martna ., p 109
82 G Hourani Arab seafarzng zn the Indian Ocean zn anczent and early me-dieval
tames (Princeton, 1951), p 1ll
S3 Cf DOZY Supplément , 1, 191
84 Cf J TvTernet Es$=& g z lY ~ g ~ g r ~ f - IT=bj z S;;CM al-!rfpgT262 iiSaíiiü&i.,
6, 2 (1958), 307326 Apreciación ligeramente inferior a la de L Casson Speed
under saz1 of anczeet shtps ~TPAPH8A2 ~(1,9 51), 136148, Ibn Sacid, ed Vernet,
pp. 100-101, da las siguientes distancias en d r a Mallorca-Barcelona l,33 ; Me-norca-
Montpeliei, 3 ; Ibiza-Valencia, 1, Cerdeña, diámetro N-S, 2,5, Córcega, dli-
Núm 17 (1971) 421
22 JUAN VERNET
velocidad media (circunstancias de vientos y comentes normalec)
puede estimarse en cuatro o cinco nudos (cien millas dí&/ciento ochen-ta-
doscientos kilómetros).
30 No conocemos textos más explícitos que los hasta aquí
aducidos, ni hallazgos arqueológicos, que prueben, indudablemente,
su existencia, y que, de existir, según el Prof. Mauny 86, se encon-trarían
en Río de Oro.
Las líneas que siguen apuntan a señalar que, en circunstancias
normales, pudo haber habido navegaciones con retorno desde las
a
N
costas del Occidente atlántico hasta Canarias y el golfo de Guinea. E
Que en la Edad Media los árabes fueron (y regresaron) a Canarias O
n--
y más allá no cabe la menor duda (cf. 6, 10, 12, 13, etc.), sobre todo m
O
E
porque los picos más importantes de éstas alcanzan a verse, con tiem- E
2
po despejado, desde muy cerca de las costas africanas" Fuerteven- -E
tura (Montaña Muda, 683 ms horizonte a 100 Kms.), Lanzarote
2 (volcán Corona, 660 ms.'/100 Kms ), Gran Canaria (Los Pechos, -
-
0
t I'
m
metro N-S, 1,5. Sicilia, longitud máxima, 2.5, Idrisi Nudzat (p 214 de la ed v E
266 de la trad), dice que se calculaban treinta y seis días para ir desde el Atlán- O
tic0 hasta el puerto de Antioquía (es decir, 3 600 millas) En rigor estas estima- n
ciones se basan, bien en el decir de un marinero -y váyase a saber qué circuns- -E
tancias meteorológicas rodearon su viaje-, bien (y lo parece) en medidas toma- a
das sobre el propio planisferio del Idrisi 2
n
85 Cf Ch Issnwi drab geography and the circunnavegation of Africa aOsi- n
risn, 10 (1952), 117-128, que hemos podido manejar gracias a nuestro colega y ami- 3
go, Prof Hartner, quien nos ha enviado un xerox del mismo O
86 R Mairny Cerné L'fle de Herné (Rio de Oro) et la question des naziga-tions
antzques sur la cote ouest-africaine I IV Conference Internationale d'Afri-canistes
de I'Ouest (Santa Isabel de Fernando Poo, 1951), vol 11 (1954), 71-78
S7 Nafh .., 1, 104 Yáqüt Geographzsches Worterbuch Ed Wustenfeld (Leip-zig,
1924), 11, 70, citando a Birüni, Qanün indica que se encuentra a 200 tarsal de
13 costa (entre 800-1 000 kilómetros, según el valor que se adopte para la parasan-g2
Pedro Agrrtin de! Castdlo, en su Descrzpcrdn histórzca ?r peopráfica de las
islas Canarias (terminada en 1737, atado por la edtción de Miguel Santiago. Ma-diid,
1948, vol 1, p. 49), hace ma observación similar, dado que ael monte Teyde
se descubre su eminencia 60 leguas Y de la costa de Africa a Fuerteventura hay
12 leguas de distancia, y su vista no dejaría de provocar a su reconocimiento,.
422 ANUARIO DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
TEXTOS ARABES DE VIAJES WR EL ATLANTICO 23
1980 ms /180 Kms ) y el Teide (3.710 ms.4240 K r n ~ . ) ~y ~p,o rqiie
los medios técnicos de que disponían (remos, vela latina) les permitían
remontar la corriente de 0,5 nudos que discurre en dirección N -S. a
lo largo de las costas africanas 89. Esa capacidad existía desde muy
antiguo, pues circunstancias similares tuvieron que afrontar las flo-tas
omeyas que se enfrentaron a los normandos y alcanzaron el Can-tábricogO,
o las que surcaron reiteradamente el Mediterráneo No
parece necesario que para regresar hacia el Norte tuvieran que en-golfarse,
y aunque asi fuera, la maniobra no debía serles desconocida,
pues la practicaban los pilotos árabes del Indico contemporáneos su-yos
en circunstancias más adversas que las de la zona del Atlántico
que nos afecta. Nos referimos a la navegación en el canal de Mozam-bique,
que hoy en día el Africa Pilot g1 describe así. «La corriente
del canal es muy veloz. Hay que navegar con precaución durante todo
el año. Son frecuentes velocidades de dos nudos que a veces alcanzan
entre dos y tres)).
8 31. Los textos árabes de la época abundan al respecto. Así
Ibn Saqd en el capítulo que trata de la región de la tierra poblada
al sur del Ecuador, sección 7 02, dice :
«Si algún buque del mar de la India penetra en el golfo de Qu-mar
y las corrientes y los vientos lo arrastran hasta divisar el Mon-te
[del arrepentimiento], se arrepiente por no haber extremado
las precauciones y se somete a su destino, pues o el buque se estrella
en las rompientes o pasa más allá y nunca más se sabe de él ni de lo
Aplico la fórmula Hkm = 4,/c, en que Hkm es el radio del horizonte ex-presado
en kilómetros, Am la altura de la montaña expresada en metros, y 4 el
valor aproximado de la constante que resulta de resolver el problema de Sanad ibn
'AIU (m c 864)
89 Cito para el mes de mayo, según la Pzlot CIzart of the North Atlantrc
Ocean del United States Naval Oceanographic Service, 122-1969 Don Narciso
Pardo de Donlebún, que ha realizado trabajos hidrográficos durante seis años
en lac costas del Sahara y Canarias, me ha informado, a instancias de nuestro
común amigo Sr. Orte, del Observatorio de Marina de San Fernando, de que su
opinión era factible y lo es remontar la corriente entre la costa de Africa y Cana-rias
bien a iemos o con ayuda de velas
90 Esos pasajes pueden verse reunidos en Morales Belda La marzna , p 44
y siguientes
91 Vol 111 (Londres, 2196i), p 23
92 Ed J Vernet, p 17
24 JUAN VEENET
que le ha ocurrido. Se dice que existen torbellinos que hacen girar
a las naves hasta engullirlas. Los viajeros del mar de la India llaman
a ese lugar mar de la Ruina (jarüb) y mar de Suhaylg3, puesto que
si llegan hasta ahi ven a Suhayl encima 94 (mzqarznan) de sus cabe-zas
Al pie de este monte, al Norte, en el golfo de ai-Qumar está
la ciudad Dagi~tiyya [<en la actual bahía de Delagoa?], que es la
última ciudad de Sufala Y la última del ecíimene en esa tierra y junto
a ese mar. Tiene una longitud de 109" y una latitud de 16" Sur, y al
Norte de ella hay un golfo en el que desemboca un río procedente
del monte de la Luna)) 95.
32. Y algo por el estilo señala Abü-1-Fidá' 96, quien a pesar
delhablar de lo peligroso que es la navegación en el canal de Mozam-bique,
añade. ((Pero eso no impide alcanzar el mar Océano)) a
N 15 33. Que los marinos persas y árabes del Indico tenían idea de E
que se podía atravesar el canal de Mozambique y regresar hacia eí EO
Norte, nos parece indiscutible. La discusión de la ponencia de L.e- -- m
O
may en el Congreso de Historia de la Ciencia de París (1968) apun- EE
ta que ese conocimiento se tenía ya en el siglo IX, en la época de Al- 2
E
bumasar (m. 886) 99; Ferrand, al que tanto debe la historia de la
-
navegación en el Indico -documentó la población de Madagascar 3
por los javaneses-, exhumó unos versos en una obra de Ibn MaYid
- -
0
m
(fl. 1600) en que trata del viaje de Vasco de Gama. E
O
((Se dice que en tiempo antiguo los barcos de los francos llegaban 5
a Madagascar. También llegaban a la tierra de los negros y a la n
E
a
2
93 Cf supra 9 y nota 26 d
n
94 Traduzco así y no cénit, intencionadamente n
95 Se refiere al Lambeze A continuación describe distintas ciudades de Ma- 3
O
dagascar.
9"bU-1-FidZ Géographze Texto árabe de M Retnaud y De Sjane (París,
1840), pp 12 y 13.
97 Fa-laya yomnaCu-hu Can al-zttfsñl bz-bahr Uqzyüni¿s
98 En curso de impresión
99 El ms de Leningrado publicado por Chumoskij (fol 95 r 29-30) apunta
bien a las claras que los persas navegaron por todo el Ind~co, y Birüni, QanGn
(ed Hyderahad, 1955, p B8), dlce aAl sur de esas montañas debe unirse el In-dico
con el Océano. Hay indicios de que esa conexión ya ha sido descubierta, pero
yo creo que ningún contemporáneo la ha wsto Por consiguiente, la tierra desha-bitada
está rodeada de agua por todas partes,
424 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
TEXTOS ÁRABES DE VIAJES POR EL ATLÁNTICO 25
India, según refieren sus autores)), que han quedado más que con-firmados
con la publicación de T. A Chumousky leo.
5 34. Pero que los árabes también intentaban circunnavegar
Africa parece seguro Fra Maiiro nos conserva en su Mapamundz
(1457) lol el texto de una navegación árabe bastante al oeste del cabo
de Buena Esperanza (1420), que es e! reverso de la medalla de las
afirmaciones de Ibn Majid. Está claro, pues, que cristianos y mu-sulmanes
buscaban nuevas vías comerciales. Ahora bien, el retorno,
sabiendo la dirección de vientos y corrientes, no era imposible. y lo
conocían desde mucho antes -sabían que Madagascar era una isla-.
Consistía en dejarse arrastrar hasta unos 37" Sur, en donde la co-rriente
pierde fuerza y gira hacia levante (a la altura del cabo Agu-jas),
luego hacia el Norte, dejando Madagascar al Oeste y luchando
sólo con corrientes del orden de 0,5 nudos; abastecerse en la isla,
, - is!amizür!ü ei; parte, recc;ger la !eyen& de! paja:= :cj y trar?sfcr-marse
en los pilotos por antonomasia del Indicolo2 Sin estos cono-cimientos
previos es imposib!e explicar el séptimo viaje del eunuco
chino Cheng-Ho lo3 (1431-1433), quien precisamente, y gracias a la
presencia de musulmanes en sus buques, pudo realizar la circunnave-gn
an ur :v~i-i uA,.r ; Anñvnl aaunansna anLnani... De SUS hazañüi estamcs s~ficientemented e-cumentados
por la estela descubierta en Fu-Kien104 en 1937.
«El emperador, contento de nuestra lealtad y fidelidad, nos ha
ordenado a mí y a otros, a la cabeza de algunas docenas de miles de
oficiales y soldados, embarcar en más de cien grandes naves. . Des-
100 Tres rotezros desconkeczdos de Aftmad zbn Mádpd o firloto árabe de Vasco
do Gama Tr portuguesa del Dr Myron Malkiel-Firmounsky (Lisboa, 1960) El
texto ruso (Leningrado, 1957) tiene una excelente reproducción fotográfica del
original árabe, que falta en la versión portuguesa
101 Discusión en Henning Terrae . , 11, núm 162
102 Cf J Vernet Ru?? = Aepyornzs maxzmus aTamudaa, 1 OS'), 102-10s
La historia de esos pilotos fue trazada por lbn M5fid en una de sus propias obras
y se adivina que su experiencia nunca debió decaer por lo que dice Idrisi (ms Pa-rís,
num 2 2211 en su Nuzhat al muftáq, fol 6263 aEl capitán del navío lleva
en el trinquete numerosos y apropiados instrumentos~.
103 Cf Hennmg, IV, núm 164, Din Ta-San y Olesa Muñido El poder ~zaz~al
chzno desde suc orígenes haito la caída de la dinastb Mwg (Barcelona, 19651,
pp 155-159
104 J Vernet Cap La Edad Media en La conquista de la tierra (Barcelona,
1970), pp 40-41, J Needham Sczence and ctviltsation tn China (Cambridge, 1959),
voi 111, pp 557-558
Núm 17 (1971) 425
32 JUAN VERNET
de el tercer año de la era de Yung-Lo (1405) hasta ahora, hemos
recibido siete veces la misión de ir como embajadores a los paísea
del Océano occidental. Los países bárbaros que hemos visitado son
Champa, Java, Palembang y Siam; desde aquí cruzamos directamen-te
a Ceilán, en ei sur de la India, visitando Calicut y Cochin; hemos
alcanzado las regiones occidentales de Hormuz, Adén y Mogadisco.
Hemos recorrido más de cien mil lz' de inmensos espacios marinos y
hemos contempiado enormes olas parecidas a montañas que alcanzan
la cima del cielo. Hemos avizorado países bárbaros muy lejanos, en-treviéndolos
a través del color azul de la atmósfera, mientras nues-tras
naves, con las velas henchidas como nubes, continuaban veloz-mente
día y noche su ruta, hendiendo las encrespadas olas como si
fueran un camino real...)) a
N
VI. ATLÁNTICOM, EDITERRÁNEE OI NDICO - m
O
E
E 5 35. Discutir hoy en día, después de conocer el mecanismo de 2
E
las grandes navegaciones polinesias, después del cruce del Atlántico
con medios primitivos como el realizado por Bombard los, si pudo
haber navegaciones a América antes de su descubrimiento oficial, pa- nm-rece
superfluo, más seguro es que si éstas existieron (y debieron E
existir), fueron navegaciones sin retorno, como fueron sin retorno O
las arribadas fortuitas de botes esquimales o de pieles rojas a las n
E costas europeas en las edades Antigua y Medialo6. Que las Canarias a
y el cabo Bojador constituyeron el límite ofzcialmertte conocido del n
n mundo antiguo, parece seguro ; pero de ahí a deducir que en las eda- n
des Media y Antigua no se alcanzaron las costas del golfo de Gui- 3
O
nea, ni tal vez el periplo de Africa en uno u otro sentido, nos pare-ce
excesivo. Si los barcos omeyas surcaban el Cantabrico hasta el
golfo de Gascuñalo' y recorrían el Mediterráneo y las costas atlán-ticas
de Marruecos a placer, no parece existir impedimento técnico
o natural para que no pudieran vencer en circunstancias similares
105 Alam bombard Náufrago voluntano En una balsa a través del Atlántico.
Ed Labor (Barcelona, 1966)
106 CI La conquzsta de la tzerra (Barcelona, 1970), pp 36-37
107 J Lacourt-Gayet Hzstozre du cornmerce (París, 1950), vol 11, p 214
426 A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANTZCOS
~mmsAR ABES DE VIAJES POR EL ATLANTICO 27
corrientes contrarias de 0,5 nudos, si los vientos soplan predominan-temente
del primer cuadrante nada impide que pudieran remontar de
bolina las costas de Africa o engolfarse (como sus compañeros del Tn-dico)
y retornar a sus bases para entrar en zonas de corrientes y vientos
más favorables.