H I S T O R I A
EL "RUBICON"
POR
JUAN ALVaREZ DELGADO
Catedrático de la Universidad de La Laguna.
Sábsse que RubicÓn designa la primera iglesia y diócesis de
Canarias en la isla de Lanzarote. Pero sostengo en este trabajo que
ese nombre, creado sobre la realidad del español aún vivo de "Las
Coloradas" y el topónimo indígena Titerogakacet,'es de origen ecle-siástico
y herencia lingüística del primer cura de aquella iglesia,
don Juan Le Verrier.
Para completar los contornos de este estudio, examino proble-mas
complejos y por demás interesantes sobre cronología, advo-cación
y fases de erección de la primitiva iglesia de Rubicón; asi
como la intervención de betancurianos y sevillanos en la creación
de esta diócesis. Las actuaciones de sus primeros obispos, los con-fiictos
derivados de sus antagonismos, y el Cisma de Occidente,
repercuten en la cristianización de las Canarias y en la vida du-rante
el primer cuarto del siglo xv de esta su primera diócesis l .
Todo ello va a ser tema de este artículo.
1 Para estos problemas véase: Torriani: Die Kanarischen IrtseZa und Ihre
U~bewohnere, d. del Dr. Woifel, Leipzig, 1940, pág. 76.-kbreu Gaiiido: His-t
o r b d e ' Za Co~zquistud e Zas Siete Islas de Canaria, ed. Cioranescu, Santa Cruz
de Tenerife, 1955,I, 9, págs. 48 a 53 y notas.-P. Margry: La Conquete st les
.., ".
2 , ,<, , JUAN ALVAREZ DELGADO
La mayoría de las Islas canarias perdió en el redescubrimiento
el nombre pliniano antiguo ', y rara vez ofrecen un nombre indi-gena
propio, pues casi nunca lo tenían .de carácter general. Esto
ocurrió también en Lanzarote, cuyo nombre deriva de uno personal,
impuesto y vulgarizado en la cartografía del siglo XIV. Carecía la
Isla de nombre indigena propio general, pues las voces Mahoh y
Titerogakaet tienen otro preciso valor, como veremos; y Rubicón
es nombre de origen eclesiástico y ascendencia latina. Esta extrañz
imposición de un nombre personal, la repite esta Isla en otros dos
topónimos importantes: Mac& y Trpbe, iilipüestus en r&uh de
Maciot de Bethencourt y la infanta indígena su consorte o amante,
como espero probar en otra ocasión; y la traducción de nombre
indígena al romarice también se repite en "La Gran Aldea", versión
del to-pónimo Teseguite.
, Con razón se acepta de ordinario la opinión de que su actual E
n
nombre se impuso a esta isla de Lanzarote por la Cartografía del -E
a
siglo m en razón de su primer colonizador, el genovés LanciiZotto A
n
Malocelo, o Lanxarotto Marocello, luego afrancesado en Lancelot n
n
Maloisel 3. 3
O
Crn%q?!&wt.r des ¡les Camries, París, 1896. - P. Bergeron: Le Canarien . ,
París, 1630.-Viera y Clavijo: Noticicrs, 1, 19, ed. Goya, Santa Cruz de Tene-rife.
- Chil Naranjo: Estudios Histómcos. , Las Palmas, tomo 1, 1876.-h
Ronciere: La Découverte de Z'Afrique au Moyen Age, Cairo, 1924.-B. Bonnet:
Les Expediciones a las Canarias en el siglo XIV, Madrid, 1946.
2 Vide mi Tovponimia Hispán6ca.de Canarias, en "Est. ded. a M. Pidal",
v, *gs. 3-38
3 El nombre Lawarote, Lancüttto, Lancelot está tomado al ciclo artúrico
de cabaiierías.
El apellido MaroceZo o Maiuxelo se ha solido explicar sobre malua anceZl2cs
(Bonnet, o. c., @g. 20); pero me parece un claro diminutivo del nombre latino,
494 ANUARIO DE E7iSTUDIOS ATLANTICOB
EL "RuBICÓN" DE LASZAROTE 3
Aparece por vez primera este nombre en el Mapa Dulcert del
año 1339, que coloca sobre la dibujada Isla el escudo de Génova y
al lado el nombre completo latinizado del descubridor genovés:
Lüxarotus Marocelus. Repiten esta titulación otros mapas, tam-bién
publicados por La Ronciere (o. c., pl. 1, VII, IX, X, XIII,
XV, XVILI), como el famoso de Abraham Cresques de 1375, escri-biéndose
el nombre de la Isla con variantes como Lanxaroto la-rocelo,
Lansaroto Maiocelo, Lansabt, Lansarot, Lanciloto, Lan-ceroto,
Langarote, etc.; siendo curioso el Mapa Mecia Viladestes
de 1413, al consignar sólo Maloxelo, por haberse saltado el copista
el nombre principal del Mapa que tenía a la vista.
El Canarien, en sus dos variantes Margry y Bergeron, nombra
a e s k Isla c m l a oi=togi=ar"ifar ancesa Lanceiot.
Este'mismo nombre escrito Lanprote consignan las fuentes .
españ6las de estos años, como el Fraile hanciscano de Sevilla
hacia 1348-1350, y la Crónica de Enrique 111 sobre la Expedición
Sevillana de 1393 4.
La dependencia del nombre de nuestra Isla del personal del
marino genovés Lanxarotto Maroceb está fuera de los mapas ex-presamente
consignada también por el Fraile Franciscano, sólo
diez años después de aparecer por vez primera ese nornbre en la
cartografía. Lo que por si s61o bastaría para excluir todas las otras
etimologías propuestas.
Hasta el mismo Viera aceptó ya esta tesis tradicional; y tam-medieval
de una clase de pescado fresco, merluza o bacalao escrito nulle'ltdum,
marelucium, marilucium y hasta marygeZeon (d. Meyer-Liibke: REW, nú-mero
5143; Gamillschegg: FEW, 608 a; Américo Castro: Gzosarios latino-españoles
..., Madrid, 1936, s. v.).
D'Avezac dice que los MaruceZi eran de origen francés, aunque nuestro
personaje es sin duda alguna genov6s. Unos descendientes en Francia de ests
familia genovesa en el siglo XVII, editores de Les Sieurs des Isles, Caen, 1632,
afrancesaron su apellido en Maloisel. El diptongo de esta forma viene R ga-rantizar
la s larga y cerrada de mi etimología.
4 Véase mi estudio sobre EZ @odio de Asendaño, síntesis de la historia
de Lanzarote en el úitimo cuarto del siglo XIV, Discurso ..., Universidad de
La Laguna, 1957.
4 JUAN ALVAREZ DELGADO
bién Abreu Galindo, aunque ignora al descubridor genovés, había
explicado el nombre de la Isla '(o. c., 1, 8, pág. 48) como derivado
de un nombre de persona. Cosa bien extraña en él, pues poco des-pués
(pág. 52) repite que la Isla carecia de nombre al llegar a Lan-zarote
Juan de Bethencourt en 1402. No es motivo bastante para
destacar este su error, el hecho de que aparezca tal nombre en el
Mapa Dulcert de 1339; porque la expedición portuguesa de 1341,
con marinos genoveses, castellanos y portugueses, aunque visita
todas nuestras islas, sólo nombra la de Canaria, y respeta el se-ñorío
genovés de Lanzarote, sin denominarla. Pero esta idea galin-diana
de que Lanzarote carecía de nombre al llegar los Betancu-rianos,
es personal invención de Abreu, pues los redactores del
Canarien y los marinos sevillanos, que comercian y auxiliaii eii-tonces
a los normandos, ya conocían y empleaban este npmbre
entonces usual.
Es verdad que Torriani, Abreu, Viana y Viera citan dos etimo-hgius,
m pm- repetidas menos extrañas: una sobre la frase fran-cesa
Zansrott o Zanxot "echa, bebamos!", que Cioranescu supone
sería lance Peau!; y la otra por el español "lanza-rota". Absoluta-mente
fantástica Ia primera en su estructura y ambas por el hecho
con que pretenden justificarse, como ya conoció el Dr. Chil Na-ranjo
(Estudios, 1, pág. 321) ; subrayo para la segunda que Torriani
(O. C., pág. 76) la asigna a Gemmafrisio (es decir, Gemma Frisius,
1508-1555) y a Nebrija (1441-1522) pÓr este orden; mientras Abreu
Galindo (o. c., pág. 53,) sólo cita a Nebrija. Pero como la Charta
sive Mama Mundi de Gemma se editó en Lovaina en 1540, y las
6 Véase su edici6n de la Gramática Castelbm por Galindo-Ortiz, Madrid,
1946, pág. 294, con una buena síntesis bi'bliográüca. Els problema que lnere-cería
estudio la propagación en el Renacimiento de Ias informaciones canarias
del primer descubrimiento.
ceincidemiz Be Gemmn Frioin y Nebrija [ i p r información común
oral o documental?) se refiere a Fuerteventura:$p ara Gemma es Magfia-Sors
(Torriani, p&g. 94), y para Nebrija es "Fuerte A~entura"o "Gran Aventura".
En vez de una simple distinción semántica dentro de1 grupo de las Afortu-nadas
o de Fortuna.
Décadas de Nebrija, escritas seguramente al nombrársele cronista
real (1509-1513), no se editaron hasta 1545 7 ambos debieron
tomar su información a tradición oral o a una fuente común ante-rior.
Pienso en Alonso de Palencia o en Andrés Bernáldcz.
La etimología propuesta por W. Vycichl, como un españolizado
nombre indígena, forjado sobre el bereber anxar "lluvia", ya fué
rechazada como fantástica desde su misma publicación por atina-
. da nota de la "Revista de Historia", editora de aquel trabajo
(año 1952, niims. 98-99, pág. 174).
Coexistió con este empleo usual del nombre hnzarote durante
el siglo XIV, la denominación general de la isla. de Fortuna y de
¡Canaria, aplicada a todas las del Archipiélago, pero ceñida mpchas
veces a esta sola de hnzarote, como las Bulas pontificias de Ek-nedicto
XIII, luego citadas, que la designan 'finsula de Lancelot,
alias de Canaria".
El Dr. Wolfel consideró Dolatekac como posible nombre indí-
-ge na de Lanzarote, a! leerlo asi en lm-, BUU pmtSci8; pem CSEE
la expresión va seguida de la aclaración "alias de Canaria", se ve,
como hace tiempo consignara Serra Ráfols, que Dolatelac es mala
lectura o errada grafía del copista de la Curia por "de Lancelot",
lescrita con nasal tildada y fácil cambio de c por t y o por a.
Excluídos ya los dos espúreos Dolatelac y Anzar, precedente-mente
citados, es preciso examinar los dos registrados en el Ca-
~zarien (Margry, o. c., pág. 248) "l'isle de Lancelot qui s'appeiie
,en leur langage Titerogakaet" ; y en Torriani (ed. Wdfel, págs. 74-
76) "dalli antichi Isolani fú detta Maoh". ,
Esta antítesis de nuestras fuentes me hizo vacilar hace &m- '
6 "Investigaci6n y Progreso", año 1934, pág. 88: El efimero obbpcuh de
Fuerteventura y su ú.nico obi.spo.-Serra: El mcmuscrito l'lclkm..'fi,g . IX. .
Núm. 3 11957) . .
497. :
JUAN ALVABEZ DELGAW
i
po ?, al estudiar igual pareja de nombres Erbanne y Mahoh, para
Fuerteventura; haciéndome admitir, aunque con dudas, una des-
4
acertada explicación, que ahora rectifico.
Teniendo en el fondo de mi pensamiento estos antitéticos tes-timonios
de las fuentes, di de lado a Titorogakaet, que entonces no
sabia interpretar; y por apoyarme equivocadamente en una frase
interpelada (!!) del cap. 70 del Canarien-Bergeron ("como la lla-man
en Canaria", que no está en el Margry, o. c., pág. 246), no
acepté la etimología sólidamente fundada de Georges Marcy, pasa
el nombre indígena de Fuerteventura Erbanne = ar-barti "la pared.
Para aceptarla hoy, y sobre todo comprender el nudo del pro- a
blema, aparte la citada interpelación, es preciso advertir que si N
E
r$$iiuh o mejur .$fíx!xFu ( C O ~ O explice !2ego) es nombre dado p r O
n
igual a Lanzarote y a Fberteventura, como dice Torriani (o. c., pá- -- m o
gina 286), no podía ser un nombre propio de la Isla, sino un gené- E
E
2 rico ("la tierra, el país", como veremos), que aplicaban los nativos -E
a una y otra, para designarlas de manera general. Y también era
3
preciso entender, lo que tampoco acerté a ver entonces, que aque- - -
110s dos nombres particulares de estas islas (Erbanne y Titero- 0
m
E
gakaet) no eran topónimos mayores, nombres propios designa- O
dores de toda la Isla, sino simples topónimos menores que desig- o
n
naban sus sectores respectivos de "La Pared" y "Las Coloradas". B-E
Los capellanes de Bethencourt los extendieron a toda la Isla, aun- l -
que eran, en cada caso, el nombre indígena de la corta zona junto n z
a la cual los conquistadores normandos habían establecido la ca- O3
beza de su dominio y ocupación territorial: Rubicón en Lanzarote,
y Tarajale~oe n Fiierteverit-mlr." . E! ?meeso, q.w harte t i emp he
tardado en descubrir, ocurrió más o menos así: los intérpretes
preguntaban a los naturales cómo se llamaba aquella tierra en que
estaban, y como los indígenas no tenían nombre propio especial
7 Al estudiar estas etimologías en MisceMnea gwncñe, La Laguna, i942,
pág. 14.0, y en "Revista de ~ikor ia"n, úm. 70, 1945, págs. 206 y 207.
8 Esta identilicaci6n de Tarajalejo la estudio $en un próximo trabajo en
preparaci6n mbre 'Fuerteventura.
498 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL "RUBICÓN" DE LANZAROTE 'i
de toda la Isla, les dieron el topónimo designativo de la zona inme-diata
que tenían ante sus ojos. Así los cronistas del Canarien en-tendieron
que Arbani y Titerogceíeaet, tophimos menores, eran los
nombres de las islas. Y más tarde los informadores de Torriani,
albser requeridos para dar el nombre de toda la Isla, facilitaron el
genérico de '%erra o pais", por carecer de topónimo mayor propio.
Tratemos ahora de fijar la etimología de estos dos nombres:
Jfahoh y Titerogakaet, registrados por Torriani y el Canarkn para
esta isla de Lanzarote.
a
Mahoh "pak, tierra". E
O
Para resolver la apuntada üupiicidad de nombres parecerá a n-= m
primera vista harto fácil solución optar por la prioridad crono- O
E
lógica del Canarien, aceptando Titerogakaet sólo registrada en 61, E
2
E y eliminar como interpelación reciente la más moderna informa- =
ción de Torriani, cuya voz desconoce el texto de Margry. Esto 3
podría considerarse asegurado al ver que Torriani asigna el mismo em-nombre
Maoh tanto a Lanzarote como a Fuerteventura. Mas la E
O
verdadera solución ya apuntada se conñrma por el valor etimo-lógico
de las palabras. n
E
Evidentemente hay que corregir la grafía de Torriani restable- a
ciendo Mahoh, porque igual supresión de -k- tiene en el término n
usual maohs o majos "calzado" (o. c., págs. 76, 78 y 280), y en el
3
nombre español majoreros que escribe Yaohreri. Este epíteto es O
el derivado usual en el Archipiélago para designar a los nativos
de Fuerteventura, que en un texto antiguo hallé escrito mahoheros;
mas en Lanzarote se llama usualmente majos (evidente radical del
anterior y derivado del indígena Dlahoh) a los naturales de la Isla
y a los viejos indígenas, y "casa de majos" suele llamarse allí a
toda construcci6n presumiblemente prehistórica. Esa -h- aspirada
de la segunda 'sílaba está bien garantizada por el uso actual, ade-más
de la variante 1Maforeiros de Fructuoso, y del cultismo his-pano
moderno o mejor latinismo Mahorata, Maxorata o Najorata.
,
Nzínz. 3 (1957) 499
8 JUAN ALVAREZ DELDLD4ü0
Creó este último, sobre el indicado epíteto común, según opino,
Antonio de Viana O; pqimer autor en que la encuentro como denomi-nación
de dicha Isla, luego distinguida del reino de Jandía.
El indicado uso lanzaroteño (garantizado a su vez por el em-pleo
y sentido del compuesto palmero Benabare, errata del pri-mitivo
benahohare "mi patria, mi país, mi tierra", o 'quizá "lugar
ae paisanos") nos da la explicación del nombre de Torriani. Pues
si el usual majos significa "paisano" o "gente del país", el término
indígena Mahok tiene el sentido genérico de "tierra" o "país", y
no será un topónimo propiamente tal.
Subrayo que el nombre indígena de Lanzarote Titerogakaet
sólo lo consigna el cap. 70 y Último del texto de Margry (o. c., pá-gina
248) ; mientras los dos de Erbanne y Fortawenture de la otra
Isla aparecen desde sus primeros caphlos (o. c., pkg. i38j. Como
esos capítulos finales del Margry pueden ser adición de Última
hora, por formar un resumen de conocimientos de las islas visi-tadas,
aunque aludidos en pasajes anteriores (o. c., págs. 194,199),
permiten sospechar interpelación de este nombre. Pero, además
de que no hay razones internas para atribuirlos a distinta mano,
aunque ésta venga anunciada desde el prólogo (pág. 130), los datos
ofrecidos en ellos, incluso en lo indígena, son tan reales, que con-sideramos
su información absolutamente veraz.
T P rorrna original auténtica !l%imoyitkiiet clyareee falsea& en
la grafía Tite-Roy-Gatra del Canarien-Bergeron, errata evidente
de la anterior forma, que nuestros historiadores, conocedores de
este Último texto, desde el siglo xvn: vulgarizaron hasta en su abre-
9 Vid. ed. de Rodríguez Moure, La Laguna, 1905, pág. 14 del Poema de
Antonio de Viana. Chii Naranjo, que conoce el texto de Viana (o. c., pág. 326).
sólo registra en su lista (ib., @g. 449) la atribución a Castillo entre los
antiguos.
500. ANUARIO DE ES'I'UDIOS ATLANTICOS
.
viación Tite, dada a esta Isla, como al conocido nombre del pueblo
africano inmediato a Mazagán (Chil, o. c., pág. 323).
La estructura normal del guanche no tiene palabras simples
tan largas, por lo que Titerogakaet nos parece desde luego un
evidente compuesto, que podemos dividir, como hipótesis de tra-bajo,
en ti-terog-akaet: un determinativo neutro o femenino por
su partícula inicial, seguida de dos radicales: un adjetivo y un
sustantivo yuxtapuestos, o estructura similar.
E1 Último componente es casi idéntico al top6nimo Agaete de
Gran Canaria, estudiado por mí en otra ocasión 'O, que interpreté .
como formado del radical aga "loma, monte, cerro" con el sufijo a
N
colectivo o diminutivo 4, significando "montaña" o "montañas", E
O szgiin sea colectivo ü singular el. matiz sufijal en presencia. --= m
El otro componente terog, aunque con dudas, me parece el O
E
E mismo radical estudiado a propósito de Teror y Gibiteros l l ; espe- S
E
cialmente el nombre tuareg daror o üarog "latón, cobre, brillante, =
rojizo" (P. de Foucauld : D.icthnclire Touareg-Frawais, pági- 3
-
na 1665), derivado de la raíz panbereber aurag o iruai. "amarillo, -
0m
E brillante, rojizo". Subrayo la enorme identidad formal de este
O
radical, cuya consonante final en las formas bereberes apuntadas
es una vibrante velar, que los berberistas transcriben indistinta- -
-E
mente por R o G, siendo preferible esta última para un francés, a
2
como los redactores del Canarien. - 0
En el orden semántica también es conocida la frecuente con- 3
fusión de las expresiones para matices de amarillo y rojo, en las O
tierras coloradas o arcillosas, con términos como "amarillo", "ro-jizo",
"c01,orado" y "rubio", cual es el caso concreto del "Rubicón" I
,de Lanzarote. De este modo el Titerogakaet indígena, interpretado
como antecede sobre elementos guanches y bereberes, significaría
10 "El Museo Canario", núms. 29-30, págs. 27-36 (AEc/u?zos topólzinzos de
Agaete). La alternancia sorda: sonora (akaet : agaete) y la paragoge his-pánica,
son fenómenos frecuentes en nuestras transmisiones toponímicas.
11 Apud ANUARIODE ESTUDIOASTL ~NTICOS, 1, p&g. 62. Nombre seguro,
como pienso hoy, de la montaña amarilla o rojiza sita sobre el poblado.
' 0
10 JUAN ALVAREZ DELGADO
precisamente "la rojiza montaña" o "las lomas coloradas", epíteto
asignado a parajes del sur de Lanzarote, donde Bethencourt y Ga-difer
erigieron el famoso "Castillo de Rubicón", vulgarmente co-nocido
por "Las Coloradas".
El Canarien, cuya redacción original data de 1403-1404, es la
primera fuente, como diré, que emplea el nombre Rubicón al de-signar
el puerto y castillo junto a él edificado, al sur de la isla de
Lanzarote, también conocido por puerto y "zona de las Coloradas".
Resulta, sin embargo, extraño que este texto, origi~a!mente
redactado por los capellanes de Bethencourt y Gadifer, no hable
de la "Iglesia de San Marcial de Rubicón", que ellos bendijeron y '
en la que sirvieron, ya citada por la Bula de Benedicto XII de
-7 de julio de 1404. Bien al contrario, Torriani dice (ed. Wbolfel, pá-gina
76) que fabricó Bethencourt "en la costa de Rubicón la Igle-sia
de San Marcial" y también una torre o castillo en no sabe qué
lugar. Alirmación harto extraña, que demuestra por lo menos su
ya parcial desaparición, pues coloca en su mapa de la Isla (fol. 14 r.)
bastante cercanos y en la zona de las Coloradas: a la "Cala de Ru-bicón"
y a "San Marzal" en punto demasiado cercano al paraje
llamado, desde tiempo de Viera (Notioius, X, 48) por lo menos,
"Torre y Punta del Aguila", que Olive en su Diccio?wrio Adminis-trativo
de Canaria cita como "Castillo del Aguila", y que es sabido
se encuentra más al Poniente del viejo castiiio betancuriano, qüa
debía estar situado más próximo a la Punta y poblado de Papagayo.
La iglesia de San Marcial, desde hace tiempo desaparecida, y en
cuyo lugar hace años, según mis informes, hubo una cruz que seña-laba
su viejo emplazamiento, estaba bien cerca de la llamada pos
Torriani "cala de Rubicón", o puerto de las Coloradas, que tanto
emplearon los conquistadores normandos y reiteradamente cita el
Canarien. Allí este año 1957, con ocasión de la sequía, se ha lim-
502 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
piado y está sirviendo actualmente el viejo pozo de época betan-curiana,
de cuya agua están bebiendo hoy los pobladores de los
cercanos caseríos de Berrugo y Playa Blanca.
Es preciso, por tanto, estudiar con bastante precisión el pro-blema
cronológico e histórico de estas construcciones, para esta-blecer
nuestra tesis sobre' etimología del topónimo, profundamen-te
vinculada a estos hechos.
ExpZkacüín del topónimo "Rzcb~h".
a
E Al oír este topónimo lanzaroteño, brota espontánea en nuestra
O mente la refe,renris a! famíisu rio itá'iiáno, que en su conocida n -
=m
gesta histórica atravesara César, aunque ninguno de nuestros his- O
E
toriadores haya formulado tal etimología. Y al meditar atenta- E
2
E
mente sobre tan simplista explicación, para buscar el móvil que
trasplantara. este nombre a Canarias, se ofrecen, en efecto, graves 3
objeciones históricas y lingüisticas. em-
E No podemos pensar que el término Rubicón existiera en Lan-
O
.zarote antes de 1402, llegada de Bethencourt y Gadifer, para atri-buirlo,
por ejemplo, al redescubridor de la Isla Lancilotto Maloxelo E
en recuerdo de su patria. Porque el Castillo de Rubicón y su puerto, ' a
emplazamiento primero de la guarnición conquistadora, estaba n
cerca, pero no coincidía-con el "viejo castillo" que los normandos
3
oyeron decir había construido Lancelot, y dentro de cuyos muros O
guardaron la cebada los compañeros de Gadifer (Margry, o. c., pá-
&a 177, cap 28). Ei Canarien habia de ambos castillos como de
dos construcciones distintas, aunque indudablemente cercanas.
Pues no se puede suponer que el castillo de Lancelot estuviera
. lejos del castillo de Rubicón, por ejemplo en Guanapay (cerca de
Teguise y Teseguite), o en cualquier 'otro paraje al norte de Arre-cife
y Zonzamas, residencia del aun insumiso rey indígena; porque
hubiera sido suicida para los normandos, escasos de víveres, guar-dar
sus provisiones al norte de la residencia de Guadafrá, que
12 JUAN ALVAREZ DELGADO
podía cortarles el suministro, y lejos del castillo donde tenían sir
guarnición normanda.
Personalmente creo que el castillo de Lancelot estaba en el
paraje llamado "Torreta" por el Mapa del Instituto Geográfico y
Estadístico, al norte de la Punta y caserío de Papagayo, junto a.
la llamada en el mismo mapa y en el de Chil "Puerto y Playa de
Muelas", y al nordeste de Las Coloradas. Esto explica, en mi opi-nión,
el error de Marín y Cubas (Chil: Estzdks, 1, pág. 300) al'
situar el "castillo viejo de Lanceloto en el Puerto de Guanapayo",
variante errada por semejanza'de Papagayo, y confusión gráfica
con el castillo o fortaleza de Guanapay en Teguise, que Viera
(O. C., lib. X, 48, etc.) escribe varias veces Duanapaya, y al que
emdzismte íLtrib;;ym Mi!!~m, y IWOIId el carácter de
"puerto y costa", pues se trata de una fortaleza interior.
Tampoco la topografía de aquel desolado paraje del sur de Lan-zarote
justifica 'bien se le aplicara el nombre del río italiano, lin-dero
de la Galia Cisalpina; ni se ve claro el medio de que tal re-cuerdo
toponimico llegara desde Lanzarotto Marocelo a los cap-llanes
de Bethencourt, que dicen fundado el castillo sólo de oídas
("selon que l'on &tJ')o, por breves referencias, como la cita del
F'raile Franciscano de Sevilla en 1347-50, autor del libro de geo-grafía
que conocen.
, Ni hallamos razón para que este nombre se deba a los ma1lor.-
quines visitantes y apóstoles de Canarias durante el siglo xrv; o a.
los andaluces y vizcaínos que, en mi estudio sobre Avendaño ya
citado, vimos habían impuesto topónimos castellanos en Canarias,
antes de ia conquista beiancuriana. F o q u e ~ t i . i L i i-m~ erigen ZEL-gonés,
catalán, mallorquín, castellano o francés al topónimo Ru-bic&
tropieza, desde luego, con su ausencia en la toponimia ro-mánica,
fuera del citado río italiano; ni aparece este nombre en
documentos o referencias históricas de Canarias antes de la con-quista
betancuriana; ni lo conozco fuera del caso concreto presente.
'ihmpoco me parece fácil suponer que este nombre se impu-siera
en Lanzaote por el mero recuerdo clásico del libro de César,
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
por muy leído que éste fuera de los normandos; pues ni en el Re-nacimiento
ese recuerdo clásico determinó topónimo similar en nin-gún
punto de la Romania.
Ni es posible pensar en el adjetivo francés rubicond "rubicundd,
rojizo", por no aplicarse jamás este adjetivo a la toponimia, y por
predominante denominación para el rostro humano; ni se me
ocurre para explicar nuestro topónimo lanzaroteño otro derivado
.de forma usual española o francesa, que pudieran conocer los sol-dados
de Bethencourt, o los mallorquines, andalúces y vizcaínos
que por entonces frecuentaban estas costas.
La relación, ya entrevista pÓr nuestros historiadores, con el
'nombre español "Coloradas", se apoya en el empleo frecuente d&
este iopónimo en Canarias. Conviene subrayar, desde luego, que
'comparando varios mapas de Lanzarote: el del Instituto Geográ-fico
y Estadístico, el de A. J. Benitez (Santa Cruz de Tenerife,
1905), el de Benito Chías (1902, Atlas Geográfico de España, por
provincias), el de Chil Naranjo (Estudios, 1, 1876). con el uso de
documentos y libros de historia de Canarias, vemos que las deno-minaciones
RubicOn y Coloradas se cruzan y reemplazan continua-
'mente. Así unos emplean el nombre Rubicón sólo para la iglesia
y castillo, pero otros lo extienden a toda la zona sur de Lanzarote ;
mas a veces sólo sirve para la designación episcopal y de viejo*
recuerdo histó~ico. Y mientras alguno generaliza Rubicón a toda
la banda desde Papagayo a Femés, otro lo lleva al sector del norte
de la Punta de Pechiguera, y alguien lo aplica a las viejas ruinas
del castillo-iglesia, otros extienden el nombre de Coloradas a la.
píaya,-caserío, montañas y zona sur de la Isla. Como si efectiva-mente
la gente estuviese persuadida de que ambos nombres fueron
siempre equivalentes, por significar lo mismo Rubicón que Cob-radas.
Esta idea Ia formuló expresamente el ilustre historiador ca-nario
Millares Torres (Historia, 5, 3) al decir "llamóse aquella
comarca, por el color rojoede su suelo, Rubicón", y allí levantaron
el castillo e iglesia de San Marcial. Bien categórica opinión, sin las
114 JUAN ALVAREZ DELGADO
vacilaciones de Viera (Notic&, XVI, 10 y III, 32), que dudó entre
suponer francesa la voz RUWC& explicándola por "rubicundo", o
.admitir la fantasía de Castillo fabricándola caprichosamente sobre
.el nombre de Robin de Braquemont.
Ztirnologia y sentido primario. a
La sola hipótesis que a mi juicio puede dar razón cumplida de
las variantes, empleos y sentido de este topónimo, es explicar
Rzcbíco y RubZcón (atención a los acentos) por pronunciación afran-cesada
del adjetivo latino medieval, de origen y uso eclesiástico
en nuestro caso rubicum "colorado", sobre el valor del conocido
AL^-I^J--Y ;II;I!~ai~-iOza i.uteño "Las Cd=radas".
EB dificil decidir si este nombre castellano "Las Coloradas" se
empleaba ya, antes de la llegada de Bethencourt, por los marinos
andaluces que razziaban y comerciaban en esta Isla, y que impu-sieron
los de Arrecife y Gran Aldea, como he explicado en mi es-tudio
reciente sobre el Episodio de Avendano. O si IZuhicón re-presenta,
por el contrario, la versión del nombre indígena de la
Isla dado en el Canarien. O si, por último, es mera interpretación
por Le Verrier de las mismas "Coloradas".
No es obstáculo para identificar Rubkum y Las Cobradas el
que uno sea neutro singular y el español usado en plural preferen-temente,
pues junto a "Montaña Colorada" el uso registra "Las
Coloradas" sólo o como epíteto de montañas, playa, castillo, rui-nas
y puerto de este nombre. Es frecuente además el cruce ordi-xario
de adjetivos neutros y fioii?kres abstrsctoa e: !as trudxccin-nes
hispano-latinas; y para el caso actual señalo la preferencia
plural en topónimos canarios como Los Llanos, Los Rasos, Las
Longueras.
Por otra parte, subrayo expresamente que el nombre origina-rio
no es Rubicón, sino Rubko, romanización del adjetivo neutro
latino rubzcum; voz que en labios de Le Verrier (desde 1404 a
1424), pronunciada al uso francés, tenía necesariamente que con-
vertir la forma llana ~ubicume n el agudo rubicó?z, que se vulga-riza
rápidamente en el empleo de la iglesia lanzaroteña, en la ti-tulación
eclesiástica de la diócesis y en el uso de eruditos y con-quistadores
hispanos ulteriores. Obsérvese que Ruhico es la forma
que en ablativo pone la Bula de 7 de julio de 1404 al erigir la dió-cesis,
y asimismo se consigna en el documento sevillano de 1422
dirigido a Fray Mendo de Viedma 12.
Esta etimología me parece plenamente asegurada por dos.
razones.
Las Bulas pontificias de 1404, luego reseñadas, dicen cuatro
veces "castro de Rubico" (no de Rubgcone, como exigiría nuestra
actual forma usual) ; y designan a la diócesis Rubicensis, adjetivo
normai iatino for~adoso bre mcbicum declinado sobre tema en -o, y
no RuBiconensis, como sería de esperar si la base fuera el tema
nasal RubZcón. (compárese Narbonensis, Tarraconensis, Pompaeb-m%
sis, Ursonensk.. . ) .
Por otra parte, el Canarien ofrece; junto a la forma usual Ru- o
bicon (Margry, o. c., págs. 140, 141, 142, 147, etc., "chastel de
Rubicon", "port de Rubicon"), la variante Rubkom (ib., pág. 234)
y el original totalmente latino Rubicum (ib., pág. 138, "un chastel
qui s'appelle Rubicum") precisamente en el primer pasaje'del texto
que recoge esta voz.
Los léxicos latinos usuales no registran este rubkum, pero las
lenguas romances y textos científicos l3 atestiguan su existencia
en latín vulgar y medieval, junto a las formas rubicundus, rubi-
&nus, rubiculus y rubr-zcus (con i larga), que -por disimilación dará
r u ~ c uls4 "tierra roja o arcillosa", sentido presente en el topónimo
lanzaroteño de "Las Coloradas".
1 2 E. Serra Rafols: Dos g~ot ici~ssev zllr~nust ocu)rtes CL f~gecras de la prz-mera
cogzquista, apiid "El Museo Canario", 1935, núm. 6, pág. 59. Antes trata
.del pregón de Sevilla de 10 enero 14Q3, de que luego hablo.
, 13 W. Meyer-Lübke: Romanisches Etynwlogisches Woerterbuch, s. w.;
en cambio, García de Diego (Diccionario Etamolbgico) no las recoge.-Ernout-
Meillet: Dictionnire Btymologique de la Langue L~t inei, i, pág. 1021 (1951).
16 JUhV ALYAREZ DELGADO
Con ello resulta que sólo este adjetivo neutro latino medieval
y de uso eclesiástico puede explicar la ortografía y pronunciación
del "Canarien", Rubicum y Rubicon, y la morfologia del derivado
usual RublcensZs para la diócesis lanzaroteña.
No podemos atribuir a la Curia de Aviñón la invención de tal
nombre para imponerlo a la iglesia, pues debió mediar una peti-ción
de los betancurianos para la creación de esta diócesis (aunque
en la resolución definitiva, como indicaré, interviniera el metro-politano
de Sevilla). Y sólo éstos podían hacer constar la preexis-tencia
de una iglesia con la advocación de San Marcial en el lla-mado
"castillo de Rubico" en esa súplica, de seguro redactada en a
latín por Le Verrier o Boutier, como es norma de adrninistracih
N
E
eciesiásiica, sobre iodo en aqudlus sighs. Antes de tal rscritn, O n para la bendición litúrgica de la misma y en actos similares de -
m o
E dicha iglesia, ya habrían empleado los capellanes betancurianos E
2
esa designación latina de su emplazamiento. -E
O La generalización entre el pueblo y en los documentos debió 3
propagarse de este argot eclesiástico de los capellanes; aunque --
0
resulta oscuro que lo empleen desde el principio para el castillo, m
E
bajo una frase tan genérica como "chastel qui s'appelle Rubicurn", O
o sin citar jamás la iglesia; si bien tal inciso pudo meterse en la n
- reelaboración del texto después de julio de 1404, cortando las alu- -E
B
siones al templo. nl
n z
34 Ea forma rubrlcw sólo se conserva en el culto reibrica, pero el SU~~JO 3
O
latino $(como advirtieron Ernout-Meillet) debe tener vocal larga, como p z d c ~ ,
me&&*&- ..., y z p t ~ ~ ecne ! z ferzm !en-zroteña.
La disimilación se produjo sobre la primera-r-en el catalán Llobre-gat
= Lubricatu por Rubricaturn, como en Lebrija por Nabrissa. En el caso
canario, donde no actuaba la presión culta del nombre propio escrito, la
disimilación del adjetivo vulgar en latin medieval y eclesiástico debía natu-ralmente
producir rubicum de rz~br;ioum, por iguales motivos que propio de
rrr-...mr
#-# "y, .W##".
Primeros usuu~iosd e Ea p d a b ~ a" Rzsbicón".
Registran por vez primera el titulo de Rubico ("castro de Ru-bico")
las Bulas de Benedicto XIII en 1404 creando la diócesis
Rubkensk y nombrando obispo al franciscano Fray Alonso de San
' Lúcar de Barrameda, titulo que no llevan los anteriores obispos.
Pues las Bulas de 7 de noviembre de 1351 y 27 de junio de 1354
designan al carmelita Fray Bernardo "obispo de las Afortunadas"
o "de Fortuna", con el mismo título que la Santa Sede las había
conferido a don Luis de la Cerda, y le encarga fundar una iglesia,
erigirla en Catedral y dar al poblado en que se halle título de "ciu-dad",
per eüpe&! pivflegio a2josibiico X: 10 mismo que nace Be-nedicto
5111 al nombrar a Barrameda para el castillo e iglesia de
Rubicón.
El documento mallorquín de 1394 reconoce al dominico Fray
Jaime de Ultzina 1-1 solo título de, "obispo de Canaria", nombre
singular comh entonces no sólo para dicha Isla y para todo el
Archipiélago, sino incluso para la sola isla de Lanzasote, a la que
en varios textos contemporáneos, como las citadas Bulas de Be-nedicto
XIII, se designa "insula de Lancelot, alias de Canaria".
Contemporánea en parte, y en parte anterior a las Bulas de
Benedicto XIII, es la redacción del Cunarien, que tanto en el texto
Gadifer-Margry como en el Bethencourt-Bergeron, basados sobre
1.7 ~r c h . '~a t i c a nRoe,g . Vat., vol. 206, f . 19 v.40 r., según copia de Wolfel.
facilitada por Serra Ráfols. En ella el Papa Clemente VI. en 1351. dice:
"Bernardo episcopo in .insulis Fortunatis.. . te in dictis insulis Fortunatis in
episcopum preficimus.. . in una dictarum in loco videlicet quem ad hoc magis
aptum cognoveris, auctoritate apostolica quam tibi comrnitimus in hac parte,
ecclesiam fundes, et eam in ~athedralem'erigas, ac locum in quo ipsam
erexeris, insignias vocabulo civitatis, cuius vocabulo te et succesores. tuos
episcopos.. . perpetuo volumus nominari".
En la Bula de 1354 el Papa Inocencia VI (Reg. Vat., 225, f. 51, según nota , ,
de Wolfel) llama al mismo obispo "episcopum insularum Fortune".
16 Serra Ráfols: Los Mallorquines en Cawarias, "Revista de Historia",
núm. 54, 1941, pág. 12 de la separata.
18 JUAN ALVAREZ DCLGADO
el original de Boutier y Le Verrier, registran este nombre en sus.
variantes Rubiicum, Rubicom y Rubicon.
Mas si no cabe dudar de la absoluta prioridad cronológica del
Canamen, las redacciones que de él conocemos son posteriores a
las Bulas de Benedicto XIII de 7 de julio de 1404; y no podemos
asegurar que las frases en que aqukl cita a Rubicon estuvieran en
su redacción primera. Pero de algún modo había de designarse,
antes de la erección de la diócesis, la iglesia y el castillo, que ein-pezó
a construirse en julio de 1402. Y si entonces le hubieran irn-puesto
un nombre francés los conquistadores normandos a su lle-gada,
o se le conociera ya con un epíteto espafiol precedente, es
raro que no lo hubieran conservado en el aso. Y como Rubicón,
por lo dicho, tiene un claro origefi ecPesiástico y !~itir?u, pzrece ra-zonable
suponer que los capellanes betancurianos crearpn desde
luego esa denominación para la bekición litúrgica de los parajes
donde la capilla o culto religioso comenzó a erigirse desde i402.
No es posible pensar en un capricho caballeresco de Gadifer,
quien habría impuesto a aquel lugar un sonoro nombre romancesco
(Bonnet : Gadifer, pkg. 31, y Margry, o. c., pálg. 161). Pero ese neu-tro
latino, que traduce muy precisamente Pa realidad topográfica
de aquellos parajes de "Las Coloradas", en tal medio y época, no
es posible atribuirlo más que a los capellanes Boutier y Le Verrier,
que lo emplearon por móviles litúrgicos y para uso eclesiástico
primeram mente; y únicas personas que, tras impnerlo, pudieron
también darlo a conocer a la Curia de Aviñón en el escrito a que
responde la Bula de 1404.
Son ellos también ios que, con su empleo err el argot cu&nicc!
y de predicación, pudieron mantenerlo vivo ante la presión del
nombre español "Las Coloradas", que como Aracif y Baltarhayz
se mantiene vivo, y sólo después de suprimida la diócesis logra
sobreponerse.
ANUARIO DE ESTUDIOB ATLANTICOB
. - .
EL "RuBICÓN" DE LANZAROTE
, . Le Verrier, propagador de "Rubicón".
Por ello he llegado a considerar esta palabra como la herencia.
lingüística en Lanzarote de don Juan Le Verrier, que durante un
cuarto de siglo (1402-1424) fué capellán de Bethencourt, párroco
de San Marcial, cogobernador de las islas con Maciot, administra-dor
apostólico de la diócesis y por fin obispo de Rubicón '".
Pues aunque hubiera sido Boutier el creador y primer usuario,
del término Rubicón, corresponde sin duda a Le Verrier la vulga-rización
y generalización de su empleo, por haberse ausentado
Boutier pronto de Canarias, probablemente con Gadifer desde 1404.
E! CmaSen, qtie err~plea esta forma, se mantuvo desconocido
hasta el siglo XVIII, y Pos documentos de la Curia Pontificia y de
los historiadores espaaioles se limitan a repetir esta forma vulga-rizada
en el uso canario y en los documentos de la iglesia de Lan-zarote
por su regente Juan Le Verrier.
Pero aún hay más: es únicamente la pronunciación francesa,
de Le Verrier la que explica el paso fonético de la forma original
latino-eclesiástica rubZcurn (llana y con u final) a la articulación
usual rubicólz (aguda y con o).
Tal cambio fonético y ortográfico, imposible en un medio fónico
español, porque en nuestro país se mantiene la pronunciación llana.
y cerrada hasta hoy, está plenamente justificado por los historia-dores
de la pronunciación francesa del latín, como el insigne lati-nista
Marouzeau 18, CUYO testimonio bastará traer aquí por su valia.
cieiitifica y p r su exacta apiicación ai uso y época cie Le Verrier.
Según él, "dans le periode qui suit, surtout apds le XIIe siecle,
le latin tombe.. . l'ortographe et la prononciation s'alterent, comme
le vocabulaire et la syntaxe. Pour la prononciation on abandonne
17 Wolfel: Quiénes fueron los primeros conquistadores yi obkpos de Ca,-
mrias, en "Investigación y Progreso", 1931, pág. 132. He estudiado de nuem
este problema en mi trabajo en prensa Iballa.
18 Jules Marouzeau: La prononckztion dec latin, París, 1943, págs. 10-11-
tout scrupule, tout souci de se rattacher au latin ancien: on pro-nonce
le latin bonnement a la francaise ... De ce temps-2a nous
avons gardé la prononciation de dicth (dktum) et de rogatón
' (rogátum)". He marcado los acentos en estas últimas palabras,
nuestro idéntico actual problema, para dejar garantizado por el
transcrito parecer de Marouzeau, que el eclesiástico Le Verrier,
como sabíase ya, pronunció el latin rubkum que escribe en el
cap. 4.0 del Canarien-Margry, como el Rubicón que consignan los
-capítulos siguientes de ese mismo libro, recibiendo en sus labios
esta Última pronunciación del topónimo el espaldarazo de la auten-ticidad
y de la generalización.
El hecho de que todavía en el documento de 1422 a Fray Mendo
de Vie&na [&&j ea aiif,&rjer c~+a) c=Y,+~z Sevilla su de-nominación
como"obispo de Rubico", sin tener en ninguna de las
.dos veces en que esta voz aparece signo de nasal final, viene a
*confirmar que los usuarios de esta temprana época sentían vivo
para eruditos y eclesiásticos el matiz original del adjetivo latino,
traducido en "Las Coloradas", y no el recuerdo ciásico dei río
atravesado por Julio César.
n Acontecimientos en Rubicón: cronologia. . E m
Considero conveniente recoger, para confirmación de los acon- n
n
tecimientos de San Marcial de Rubicón, una síntesis cronológica
3
de los hechos recordados por el Canarien-Mar,gry en cuanto a fies- O
tas de santos y hechos litúrgicos.
Para aclarar las dataciones, consigno la cronología segura de
las fiestas señaladas en Ias párrafos siguientes, según nuestros
.sistemas de cómputo por el primero de enero, sobre las tablas cro-nológicas
insertas por Giry ID.
fi" 3432: 1."d e fU6 !Ur,es; & j l s i ~f: ~&d omingo.
Año 1403: 25 de enero es jueves; 25 de febrero, Domingo de
1.9 A. Giry: Manuel de Diplomatique, París, 1925, págs. 2.00-258.
512 ANUARIO DE EETUDIOS ATLSNTICOS
.Carnaval; Miércoles de Ceniza, 28 de febrero; Pascua, el. 15 de
.abril; Pentecostés, el 3 de junio, y el 30 de junio, sábado, como el
de julio (letra dominical G).
Año 1404: 25 de enero cae en viernes; 25 de febrero, limes;
Domingo de Carnaval, 10 de febrero; 13 de febrero, Miércoles de
-Ceniza; Pascua, el 30 de marzo; Pentecostés, 18 de mayo; 30 de
.junio y 7 de julio, lunes (letra dominical E'E).
Año 1405: 25 de enero, domingo; 25 de febrero, miércoles; Do-mingo
de Carnaval, 1.0 de marzo; 4 de marzo, Miércoles de Ceniza;
.Pascua, el 19 de abril; Pentecostés, el 7 de junio; 30 de junio y
7 de julio es martes (letra dominical D).
El 1.0 de mayo de 1402 (Margry, o. c., pág. 131) parten Bethen- E i
E
court y Gadifer de La Rochela, y después de estar casi dos meses .
en Vivero, Cádiz, Sevilla y Puerto de Santa María, llegan a la Gra- 3
ciosa, paraje conocido de los marinos andaluces y vizcaínos en ex- " -
0
m
pediciones anteriores (cf. mi citado estudio sobre Avendaño). E
O
Esta arribada debió ocurrir el mismo 1.0 de julio de 1402, pues
aunque Margry (o. c., págs. 137 y 198) sólo dice "mes de julio, n
E
después de la fiesta de San Juan", en las dos ocasiones que emplea a
esta Última expresión (págs. 147 y 184) se refiere precisamente a n
este día 1 . O de julio, octava de San Juan Bautista. 3
Pocos días después tienen los conquistadores su primera entre- O
vista con el rey indígena de Lanzarote y comienzan la construcción
del "castillo de Ruhicón", donde queda una guarnición de conquis-tadores
(o. c., pág. 138).
La marcha de Juan de Bethencourt a la Península, fechada por
Margry "antes de Navidad" de 1402 (pág. 141), la colocan corrien-temente
nuestros historiadores en el mes de octubre, pero debi6
ser antes. Pues el 14 de octubre de 1402 (quince días después de
San Miguel: fiesta el 29 de septiembre) se ha iniciado la traición
de Bertin de Berneval (pág. 152), y antes nos habla el texto de
Margry de un ofrecimiento hecho en Sevilla por Francisco Calvu
a Bethencourt pág. 143) para avituallar a Gadifer. Según el orden
de los acontecimientos, esta oferta debió producirse después de la
llegada.de Bethencourt y antes de la traición de Bertin; porque
Francisco Calvo estaba con su "Morilla" en aguas de Canarias,
cuando éste entregó los prisioneros a Fernando Ordóñez, capitán
del "Tajamar". No puede suponerse que la oferta de Calvo sea
posterior a la traición de Bertin, porque el ofrecimiento se refiere
a la situación de'Gadifer por el hundimiento de la nao llevada por
Bethencourt en su viaje a Cádiz y Sevilla; suceso que pudo deberse
en dicho mes de septiembre-octubre a los levantes del Estrecho o a
al estiaje del Guadalquivir. c.
E
&ora bien: cümu el vhje de Bethniccxrt desde Lznzarote a O
n
Cádiz, las negociaciones para venta de la nao, su viaje a Sevilla
--
Oo>
y la venida de Calvo a Lanzarote, tras la negativa de \Bethencourt, E
E
2
. llenan más de catorce días, es preciso suponer que Bethencourt -
salió de estas islas antes del 1.0 de octubre de 1402. Esto supuesto,
" y colocando los hechos del cap. 8.0 de Margry antes de ia traicibn
3
- -
de Bertin, pudo FYancisco Calvo llegar a la Graciosa al mediar 0
m
octubre con su nao, quizá una de las ofrecidas a Bethencourt a O
cambio de la suya antes del hundimiento. n
Después de la traición de Bertin, Gadifer logra cautivar a Gua- -E
a
&irá y al noble Mahy, con ayuda del traidor indigena Afche, el 2
n
24 de noviembre de 1402, víspera de Santa Catalina, como señala
el Canarien (Margry, pág. 152) ; y seguidamente sus compañeros O5
Pecogen y guardan cebada en el viejo castillo de Lancelot MaloiseT
(ib., pág. 177) para alimentarse.
Tras la liberación inmediata de Guadafrá y la condena a muerte
de Afche, el Margry habIa (pág. 181) del bautismo de S0 nativos
en Pentecostés y el domingo anterior, que hay que situar en 27 de
mayo y 3 de junio del año 1403, según la cronología tradicional.
El día 1.0 de julio de 1403 (págs. 183 y 184) llega el barco en-viado
por Be-thencourt desde Francia,'~a vituallado en Sevilia por
Juan de las Casas (ihermano de Alonso de las Casas, el padre de
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS'
nuestro Guillén de las Casas, o el hermano de éste e hijo de Non-so,
padre de Inés de las Casas, la mujer de Fernán Peraza?) y el Coi
mendador de Calatravz don Gonzalo Núñez de Guzmán, quien.
muere al año siguiente, los Anales de Sevilla de Ortiz de
Zúñiga (pág. 295). Con este barco llegó a conocimiento de Gadifer
el motivo de que, desde la Navidad de 1402 hasta después de San
Juan de 1403 (pág. 184), no hubiera llegado a Lanzarote barco
alguno de los qje antes solían frecuentar aquellas costas. Pero
como los datos del Canarien sólo nombran los navíos de Calvo y
Ordóñez llegados en octubre de 1402, debemos sui>oner que Fran-'
sisco Calvo continuó negociando en Lanzarote con Gadifer de la'
Salle, su amigo, hasta diciembre de ese mismo año, y quizá sirvió
e &tn a, ,,A;nan, -nvn mni ;n; tm, m n n ~ o t ; r r on~m ~C lnw;ll~r r nn P6rJin
CL. CiULiFI U G IlLGUlQICIVL p Qi OVLIC.IICIL U= C.WUCIS(.iLLi F I I I LJCi I &LID Y CiY VUUlY
a Bertin de Berneval y a Enguerran de la Boissiere. iFué éste el
motivo de que Bethencourt y los suyos, para privar a Gadifer de
medios de acusación ante la justicia, y de recursos contra las acti-vidades
de Juan de Bethencourt, recabaran la prohibición de entrar
barcos a Canarias sin permiso de Bethencourt, a que se refiere el
p' regón de Sevilla de 10 de enero de 1403?
La precedente hipótesis expiicaria también que los autores del
Canarien puedan adelantar en su texto desde abril de 1403 (fecha
del cap. 9.0, pág. 145 de Margry, y luego cap. 32; p6g. 185) la no-ticia
del primer homenaje hecho por Juan de Bethencourt al Rey
de Castilla (Enrique III) por diciembre de 1402, así como sus regias
dádivas de ese mismo mes para continuar la conquista, y el robo
del collar regalado por Gadifer a Francisco Calvo Todas estas
fiüiiciízúJ u3ias darlas é1 prüpiü Calvü eii dgAii Yizje a Lan-zarote
por la misma Navidad de 1402.
20 Transcrito por E. Serra en "El M,useo Canario", 1935, phg. 59. -
En él se cita-a Juan de Bentacorto como Rey de Canaria, y en su conte-nido
parece seguro se prohibia la venida de barcos desde Castilla sin su auto-'
&ación, como se desprende del estudio de Serra, y del Juan de Bethemourt
de B. Bonnet, -. 66.
21 E. Bonnet: Juan de Bethencourt, La Laguna, 1944, pág. 65; y el mismo:
Gadifw de la Sal&, La Laguna, 1954, pág. 51.
24 JUAN ALVAREZ DELGADO
Y hablo de "primer homenaje" de Bethencourt, porque el rea-lizado
por él el 26 de junio de 1412 (Chil : Estudios, 11, pág. 539),
y al que luego aludo, por cierta dificultad en la firma de los" docu-mentos,
ya estudiado por Bonnet (o. c., pág. 104), es realmente una
repetición, como había sospechado Viera con fundamento, aunque
atribuyéndolo a Maciot.
Este primer homenaje, citado en la Real Cédula de Enrique 111
de 3 de diciembre de 1402 (Chil, o. c., pág. 411), es la base del
auxilio de hombres y dinero dado entonces, así Eomo del pregón
de Sevilla al mes siguiente, y de las órdenes, exenciones y bemefi-cios,
señalados por Bonnet y deducidos de documentos (o. c., pá-ginas
66 a 70), expedidos por el Rey de Castilla el año siguiente a
favor de Juan de Bethencourt. En aquella Real Cédula se dice que
Bethencourt había puesto "en la encomienda y defendimiento del
rey de Castilla" las dos islas de Lanzarote y Fuerteventura, con-
~uistadasp or él en unión de su compañero Gadifer. Y si es preciso
reconocer a Bethencourt, por este documento y por el pregón, el
d i -s- =e uu--<r-l u" de las idas, !a. süliirayada frase destacw riide?i+rmente
el dominio eminente de Castilla, bajo cuya encomienda se ponen
aquellas islas, y de que son prueba las concesiones y dineros del
monarca, que seria infantil suponer se hicieran a titulo gratuito
y sin reserva de derechos.
Con este texto coinciden las quejas de Cadifer contra Bethen-cowt
en el Canarien Wargry, págs. 145 y 185; y Bergeron y Gra-vier,
cap. 60) por haber hecho homenaje y pleitesía al Rey de Cas-tilla
de una gran parte de las Islas Canarias. (He aquí algunas ter-minantes
frases: "den ala devers le Roy de Castille et lui fist
hommage de toutes les ?les canariennes ou de la plus grant partie
d'elles.. . et fist mettre les dictes isles de Canare.. . et impetra du
roy le quart de toutes les marchandises qui viendroient des isles,
sans faire mention de son compagnon ... et en oultre donna le roy
de Castiiie po-m avjiaiiier Ga&$er et les comp~i~gpu.~ vsi.n. t mi!!:
maravesins les prendre en Sivile pour leurs transmettre vivres ...",
página 105.)
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Se ve claro que hubo homenaje, entrega de auxilios, colocación
de las islas bajo protección y señorío de Castilla, y sólo para la
parte de ellas: las dos islas de Lanzarote y Fuerteventura, en las
que hasta entonces habían puesto pie los betancurianos, antes de
marchar el normando a Sevilla.
Pero las quejas formuladas por el Canarien, o-su autor, en opi-nión
de Cioranescu, el propio Gadifer, si nos fijamos un poco en
los detalles, parecen es verdad lamentos del compañero abando-nado
y postergado; pero también las quejas del mercader a quien
se cobran impuestos por llevar mercaderias a Sevilla (se subraya
a
el cobrar "el cuarto de todas las mercaderias que vinieran de las N
E
is1a.s") : esto responde al pensamiento del tratante sevillano Fran- O
cisco Calvo. que debió suministrar a Gadifer tan molestos infor- n -
=m
mes desde la Navidad de 1402. Porque el Canarien habla de que O
E
E
no habían venido barcos desde esta Navidad a Lanzarote, y sólo S
E
había citado antes los de Calvo y Ordóñez por octubre de aquel año. =
Al hablar de la prisión del rey indígena de Lanzarote y de su 3
-
bautismo, el Canarien registra la angustia de Gadifer y los suyos, -
0m
E si no reciben víveres de Bethencourt o de Dansonville, por verse O
obligados a pasar hambre y comer carne en la cuaresma de 1404, 6
n
que comenzó el 13 de febrero, dentro de la cual está redactado -E
ell cap. 42 (pág. 203 de Margry). a
2
n Dos frases alusivas al abandono en que Juan de Bethencourt. n
0
los había dejado tienen una extraña inexactitud, que de ser exac- 3
O tas obligarían a dislocar la cronología establecida usualmente para
la composición del texto y los sucesos de estos años. La primera
(Margry, pág. 233) dice que hacía dos años y medio que sufrían
pesadumbres en la conquista de Canarias; estaríamos, por tanto,
en enero de 1405, cuando generalmente dicho capítulo 60 se da por
redactado a fines del verano de 1404, es decir, a los dos años de
llegar a Cznarim i ~ ccm quistud~rrsi? errnmlles. Lu segundu (pá-gina
234) consigna, al llegar Bethencourt, en 19 de abril de 1404,
que hacía "casi dos años" que debía haberlos socorrido con gente
y vituallas: otro error de medio año, porque ido Bethencourt a
26 , JUAN ALVAREZ DELGADO
Sevilla en septiembre del año 1402, sólo estuvo ausente diecinueve
meses.
Por idtimo, es sobremanera extraño que los autores del Ca-narien,
citando varias fiestas de santos, no recuerden ni aludan a
la iglesia de San Marcial y su fiesta litúrgica, cuando son los cape-llanes
que la bendicen, sirven y ofician en ella.
prisiones y bazctismo de Guadafrá.
Otro problema oscuro de la cronología del Canarien es el ca-pitulo
relativo al bautismo del rey indígena de Lanzarote (cap. 43,
p&giila2 64), yUe &r k y e s c ~ da -pr r e ~ a c f f~&~er~e & 1404 22.
El texto dice así: "Car ceste chose de la psinse du roy auint
le jeudi XXVe iour de Janvier Mil CCCC et trois et apres ce, le
iour de quaresme entrant, nous requist le Roy qu'il fust baptisé lui
et tout son mesnage. S; le fut le prernier iour de Quaresmes
en~uiumt'~.
El reelaborado texto de Bergeron consigna: "L'an Mil CCCC et
quatre le jeudi XXVe jour de février devant quaresme prénant, le
roy de 1'Isle Lancelot, payan, requist Mons. de Béthencourt qu'il
fut baptisé, lequel fut baptigé lui et tout son ménage".
Se ve que un texto atribuye los hechos al año 1403 y otro
a1 1404, antítesis de ordinario resuelta suponiendo que el texto
de Margry hacía el cómputo por la Encarnación (25 de marzo),
sistema llamado también mos gallicanus, "estilo florentino" y
"estiio pisano".
Buenaventura Bonnet (Gadifer de Za SalEe, pág. 66) y otros ha-bían
declarado falseado el pasaje de Brgeron porque el 25 de fe-brero,
por él señalado, no fué "jueves"; pero tampoco lo fué el 25
de enero de 1404, año corrientemente dado, según nuestro cómputo,
para el bautismo de Guadafrá. Por consiguiente, siendo jueves este
22 Véase su estudio sobre este problema en "Revista de Historia", nú!
mero 100, 1952, pág. 481 y sigs.
518 ANUARIO .DE ESTUDIOS ATLANTICOS
día en-el año 1403, habría que situar en él la prisión del rey, o
suponer igualmente interpelado el pasaje del texto de ~ a r &
Problema que merece estudiarse. I
Porque admitir que Guadafrá se bautizara desde enero de 1403
implica una contradicción con hechos seguros del Canarien: su
prisión debe ser posterior a la llegada del barco con víveres de
1 de julio de 1403, y al viaje de Dansonville encargado de remitir
suministros antes de la Navidad de ese mismo año (Margry, o. c,
páginas 183 y 203). I
Prisiones y bautismos en Lanzarote.
.. El CGarien-~argry consigna, además .del bautismo del rey
;Guadafrá el día primero de Cuaresma, como.'vimos, el de otros
230 nativos, entre hombres; mujeres y.n$os, ,en: Pentecostés. y el
,domingo anterior. Corresponden estas datas al 27 de mayo y. 3
de ..junio de 1403 (si no deben retrasarse al 'año. siguiente, cuando
.ya Bethencourt volvía a estar en Canarias). Por otra parte, el mis-mo
Margry (pág. 198) señala'que después de bautizado el rey,
quedaron pocos hombres vivos sin bautizarse, y según Cioranescu
.!a redacción de este capitulo corresponde a febrero de 1404. ,.
. Es importante señalar, para'mi,estudio sobre la iglesia de Ru-
Wcón, que en estos pasajes ho-se dice cómo y dónde s e b&dkaaron:
aunque Abreu y Viera consignen que b fueron en la iglesia de San
Narcial; lo que si no es personal hipótesis de Abreu (o. c., pág. 64),
. , . seria tradici6n ianzarotena. ..
Sólo cuenta el Canarien tres capturas de Guadafrá: una cuando
. 3a.traiciÓn .de Bertin de Berneval hacia el 15 de. octubre de:l402;
la :segunda el 24 de noviembre, de' ,1402, t& unión de Mahy ; .y>'lY
-&mediatamente anterior a su bautismo en enero de 1404'1 sin con-signar
ninguna correspondiente a 'todo el .'año '1403 'Margry, 'p6-
,. '. j . . . ..
s .
? . .: .:.. ginas 154,175 y 204). , , . . , .,
.. Pero al relatar la traición de' ~ e r t i i i(p ág. i56)' e1 cari&riei
28. JUAN ALVAREZ DEUADO
consigna que era "la sexta vez" que el rey indígena escapaba a
las manos de los cristianos. Si esto se refiriera a huídas anteriores-a
la llegada de Bethencourt, parece extraño que los autores del
Canarien pudieran y quisieran computar éstas con tamaña exac-titud,
aunque se basara en alardes de Guadafrá de sus habilidades
para la huida. Pero es más extraño todavía que entre julio y octu-bre
de 1402 ya pudiera haber sido apresado tantas veces Guadafrá,
y en cambio no volviera a serlo en todo el año siguiente de 1403,
Por todo ello sospecho que aquel inciso fué interpelado en la
Última redacción del texto de Margry, resumiendo todas las esca-padas
de Guadafrá entre julio de 1402 y enero de 1404. Pues el
fragmento que habla del bautismo y de esa Ultima prisión del rey
l:-ud.u'--g-.a. ira, a-i-r -.. -2-:--1 -..a, L-1 --,,l,..&,, - ,.,l a:. ,,...,.,-. r.#.,-.+.....-,o BU ur igiuar puuu ~ aViGZ L a i a c a r 1- u v c r i 3a3 Ciapu (W
y fugas del monarca, por fin vencido y convertido; sucesos que el
copista no entendió bien, o quizá deseó simplificar por no conce-derle
interés. Asii pudo quedar a la cabeza del texto la frase que
se refería a una prisión real el jueves 25 de enero de 1403, de la
que nada sabemos, a la que siguieran las varias ignoradas en ese
mismo año, y terminadas con la precedente a su bautismo, hecho
el primer día de la Cuaresma, 13 de febrero de 1404.
Pero no es ésta la mejor ni la única hipótesis imaginable para
explicar el evidente error de considerar "jueves", según el texto
de Margry, el 25 de enero de 1404. Y el lector elegirá a su gusta
entre ésta y la siguiente explicación del problema.
En los pasajes transcritos antes se habla de la carémentrant @ .
c&mezprénant (así juntas y sin la erudita ortografía de qu las
escriben textos antiguos y medievales en vez de hacerlo como las
variantes del Canaen). Esos términos los aplica Giry (o. c., pá-ginas
261 y 270) sólo al mardi gras o Martes de Carnaval; pero
los diccionarios franceses, incluso usuales como Larousse, los re-
520 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOd
EL "RUBIC~N" DE LANZAROTE 29
fieren genéricamente a los tres dias de Carnaval o BacchanaZia
Clericorum, que en las Canarias, como hace el francés, se llaman
vulgarmente Domingo Gordo, Lunes Gordo y Martes Gordo. La
sustitución del Careme entrant de Margry por carGme prénattt en
Bergeron, es clara modernización del texto, pues siendo esta ú1-
tima la forma usual moderna, la de Margry y su latinización me-dieval
qwresmentranum responden mejor a la litúrgica quadra-gessima
Zntrans, y son más frecuentes en los textos antiguos, como
ya reconoce Giry.
El primer día de la Cuaresma evidentemente es el Miércoles de
Ceniza, pues no hay en los textos antes transcritos el menor indi-
, cio para transferir esa data al "primer domingo" de Cuaresma,
--zI-:- --e -'.-- , :-zL--:- yut: p u r a s xr ULL-na ipuLesls.
Esto apoya mi precedente afrrmhión; porque si se solicitó el
Martes de Carnaval el bautismo de Guadafrá y familia, que como
bautismo de adultos llevaba aparejada obligada colación de varios
sacramentos, según el rito católico usual, era precisa al menos una
elemental instrucción, que impediria llevarlo a cabo al día siguien-te.
Pero es muy natural que si el bautismo se solicitó dias antes
del Domingo de Carnaval, como veremos, entre aquella fecha y el
miércoles siguiente pudo tener lugar la instrucción, quizá iniciada
desde los días de la prisión.
Si se admite con el texto del Canarien que la prisión de Gua-dafrá
tuvo lugar el 25 de enero de 1404, poco antes de su bautismo,
ni ese día de enero, ni el mismo de febrero, cayó en "jueves", ni
tal fecha puede corresponder a día alguno de la CarZme entrant '
en esos años.
Pero como ambas versiones del Canarien registran ese día de
la semana, es preciso reconocer que la palabra jeudi figuraba en la
redacción original, base de las dos variantes conocidas, pero cam-bió
de sitio por interpelación o errata del copista. Y resulta claro
su sentido, si la colocamos delante del inciso devant cureme prénant
o entrant; con lo que se explica también, puesto que el Carnaval
nunca cae en enero, que el copista del Bergeron cambiara febrero
por enero, en razón de la apuntada inmediación para solicitar el
bautismo el primer día de Cuaresma.
Considero esta hipútesis la más probab&'para explicar aquella
inexacta cronología, y por tanto el original del Canarien diría así:
"Car ceste chose de la prime du Roy auint le XXV" iour de Janvier
Mil CCCC et trois (= 1404 nuestro estilo), et apSs ce, le ieudi
devant quaresme entrant, nous requist le Roy qu'il fust baptisié
lui et tout son mesnage. Si le fut le premier iour de quaresme
ensuiuant".
Con esta 'sencilla dislocación, la prisión de Guadafrá aconteció
el 25 de enero de 1404 (viernes), y el jueves antes de Carnaval,
7 de febrero siguiente, pidió ser bautizado, siéndolo el rey con su
L~. _a miiias eis días Gespués: ei Miércoles de Ceniza, 13 de febrera
de 1404. Cronología clara y rkonablemente conforme con cuanto
sabemos de estos hechos.
Al erigirse la iglesia de Rubicón en 1403, como diremos, y la
diócesis en 1404, persistía el Cisma de Occidente, que en Canarias
repercute, como vamos a ver.
La Corte de Castilla, desde la junta de doctos y prelados en
Alcalá el año 1399, había sustraído la obediencia a los dos Papas
de Aviñón y Roma; mas por otra junta de prelados o Concilio Na-cional
de Valladolid (28 de abril de 1403) se la restituyó al Papa
' de Aviñon Benedicto XIII. Ya en este ano gobierna ia archidió-cesis
de Sevilla un favorito del Papa Luna, el aragonés don Alonso
de Exea, verdadero gestor en Castilla del Papado de AvPñón, como
pueden comprobar los lectores en la Historia del Padre Mariana,
meticuloso historiador de este problema nacional, y en los Andes
de Sevilla de Ortiz de Zúñiga (ed. de 1795, tomo 11, phgs. 261 y 290).
, En 1409 se reúne el Conciliábulo de Pisa con propósito de re-solver
el Cisma, complicándolo con un tekcer Papa; y resulta igual-
522 . ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL ''RwcÓN'!. .DE LANZAROTE 31
mente ineficaz el Concilio de Perpiñán, convocado con igual pro-pósito
por el propio Benedicto XIII. Aunque se producen vacila-ciones
esos años en la obediencia a los pontífices, el Concilio de
Salamanca en 1410 es favorable al Papa Luna; y nuevamente tanto
Castilla como Aragón confirman su lealtad a Benedicto XIII en el
año 1412, como consecuencia de la intervención de este Papa y su
confesor San Vicente Ferrer en el Compromiso de Caspe, al nom-brarse
Rey de Aragón al Infante don Fernando de Antequera, re-gente
entonces de Castilla 23.
En este mismo año 1412 se reúne-el Concilio Provincial de Se-villa,
cuyas actas no se encuentran, pero del que hablan diversos
textos, y al que concurre Fray Alonso de San Lúcar de Barrameda,
designado "obispo eiecto de Rubicóníi en ios documentos vistos por
Zúñiga (o. c., pág. 344).
Desde la reunión del Concilio de Constanza (año 1416), que
retira la obediencia a los tres Papas anteriores de Roma, Pisa y
Aviñón, empieza a verse cada día más abandonado Benedicto XIII,
encastillado en Peñíscola hasta su muerte, considerándose el ver-dadero
Papa, aun después de que ya en Canarias interviene el Papa
Martín V, elegida el año 1417.
Francia, país al que pertenecen los Betancurianos conquista-dores
de Canarias en 1402, aunque con vacilaciones y luchas, es
adicta al Papa de Aviñón Benedicto m1 hasta 1409; pero su hos-tilidad
entonces le hace salir de Francia e impide la llegada de su$
emisarios y documentos a los Concilios de Pisa y Constanza.
En el período 1402-1409, tanto Juan de Bethencourt como sus
capellanes, autores del Canarien, obedecen a Benedicto XIII, le so-licitan
Bulas y privilegios, y expresamente declara el Canarien que
obedecen a Aviñón, mientras los romanos tienen otro Papa. Pero
en la siguiente etapa (1409-1420), Juan de Bethencourt ha mar-nhoAn
o Prnnn:o Rnna;l:n+n YTTT In nnmls lsn inilirlannrrisi= 71 Tiian b*IC&UU C1i I'&.llbl'&, YbIIbUIbLU &-LA. A V ULIUIU 1.A- X Y U U l ~ U - V I W U , J .S----
23 Véanse las actas y decisiones, incluso del Compromiso de Caspe, en
Aguirre: Collectio Comiliorum Hispa~~iczeto, mo V.
JUAN ALVAREZ DELGADO
Le Verrier en Ara- y Roma lucha contra los obispos aviñonenses
Barrameda y Viedrna, y contra la penetración castellana y fran-ciscana
en Canarias.
Erección de la iglesia de Rubkdn.
Para comprobar la cronología de la vida de esta3glesia y su
erección, conviene señalar los datos más seguros correspondientes
a los primeros lustros del siglo xv.
El momento exacto de la construcción de la iglesia no lo po-demos
saber, pero sí inducirlo aproximadamente por las referen-cias
de ia Euia Gel Papa Bene-dict XTII de 7 de juiio de i404. De
este documento resultan los d/os siguientes:
a) En el castillo de "Rubico" de nuevo ha sido construida una
iglesia bajo la advocación de San Marcial, la cual se erige en dio-cesis,
y el "Castillo de Rubicípn" se exorna con el título de "ciudad.
b) En la isla de "Lancelot alias de Canaria" hay muchos con-vertidos
a la fe católica, y se espera que en breve todos sus pueblos
serán cristianos.
Noto cierta contradicción de este segundo' particular con las
manifestaciones del Canarien, según la establecida cronología.
Pues si antes de junio de 1403 se habían bautizado más de 80 in-digenas
(Margry, o. c., pág. 181), al bautizarse Guadafrá hay pocos
vivos que no lo estén ya (ib., pág. 198), y desde enero de 1404 el
rey con toda su familia se hizo cristiano, no es posible que cuatro
meses después las noticias dadas a la CWia Pontifícia hablen to-davía
de muchos infieles en hnzarote. Estas dudas sobre ciertos
particulares de la cronología del Canarien hacen sospechar que
alguna referencia de esos bautismos pudo entrar en su idtima re-dacción
después del verano de 1404.
En todo caso la iglesia de San Marcial de Rubicón estaba ya.
construída antes del 7 de julio de 1404, para que la noticia de su
erección llegara con tiempo suficiente, a través de los betancu-
ANUARIO DE .ESTUDIOS ATLANTICOS
EL "RUBIC~N" DE LANZAROTE 33
rianos y de los marinos sevillanos, visitantes de Lanzarote, a la
arghidiócesis de Sevilla y al Papa de Aviñón, entonces en Marsella,
donde había sido llevado Benedicto XII1'tras su liberación del cau-tiverio
por Robin de Braquemont en 12 de marzo de 1404.
Podemos suponer que tal noticia y la súplica de la creación de
la diócesis en Canarias pudo salir de Lanzarote en el mismo barco
que trajo de Sevilla a Juan de Bethencourt el 19 de abril de 1404,
fecha en que la iglesia ya estaría del todo terminada y al servicio
del culto. Pues se comenzó a construir antes de octubre de 1402,
porque la Bula de 22 de enero de 1403, que luego estudio, para erec-ción
de capillas y baptisterios no indica que existiera ningún lugar
de éstos en la isla de Lanzarote; pero como esa súplica la llevó
Bethencourt al ausentarse entonces, el, Gadífer y los capellanes
sólo podían pensar en la necesidad de una autorizaci6n pontificia
para consagrar tales lugares de culto, si tenían comenzada la igle-sia
de San Marcial, motivo de la demanda de las autorizaciones de
aquella Bula.
En absoluto la pequeña iglesia pudo terminarse desde fines del
año 1402, aunque no tenemos dato alguno para saberlo con segu-ridad.
Si. el bautismo de aquellos 80 nativos (Margry, o. c., pági-na
181) se hizo en ella y en mayo de 1403, tendríamos un términus
ante quem de construcción y bendición de esta iglesia, la primera
levantada en Canarias hasta terminarse la conquista betancuriana.
Pero tal data implica una irregularidad canónica; porque la
expresada Bula de 22 de enero de 1403 no pudo recibirse en Lan-zarote
sino el 1.0 de julio de 1403, con el barco primero llegado ese
año desde la Navidad de 1402 (Margry, o. c. pág. 184). Por consi-
.guiente, los capellanes no poseían en mayo de 1403 la autorización
canónica expresa para erección de iglesia y baptisterio, y tampoco
habían recibido óleo y crisma consagrado el pasado Jueves Santo
(27 de marzo de 1463) para conferir ei sacramento.
En consecuencia: o dichos indígenas se bautizaron en otra fe-
,cha, o los capellanes de Bethencourt necessitate coacti realizaban
los oficios litúrgicos en iglesia no consagrada, y siguieron emplean-
do anteriores santos óleos hasta recibir los nuevos, como es usual;
o se arrogaron como coniecturaliter concessa la potestad de dedi-cación
de iglesia y baptisterio, impetrada en la súplica a que las
Bulas de enero de 1403 responden, la cual de iure y de facto había
sido concedida antes de la probable terminación de la iglesia, y con
seguridad antes de la fecha señalada para ese bautismo.
En todo caso cabe asegurar que esta primitiva capilla de San
Marcial en Rubicón debió bendecirse en el año 1403 (a principios
de año sin conocida autorización, o después de recibirla en julio) ;'
y el bautismo de Guadafrá y los suyos, en febrero de 1404, debió;
tener efectivamente Iugar en ella, como manxestan Torriani y a
Abreu Galindo. La consagraron Boutier o Le Verrier, pues el obispo N
E
Barrzrnech m rim esos Goi a Cmzrlas, romo luego explico, ni O
n
habia por aquí otros clérigos. -- m o
No obstante, ignoro si desde el momento de iniciarse la cons- E
E
2 trucción del "Castillo de Rubicón", junto al puerto de las Colo- -E
radas, se utilizó dentro del castillo mismo una pequeña capilla para 3
el culto. Y por tanto, es esta primitiva capiiia la "ecciesia sub - -
vocabulo Sancti Martialis" de nuevo erigida "in castro de Rubico" 0
m
E
a la que se refiere la Bula pontificla de 7 de julio de 1404 24. Pues O
es posible que tenga razón Viera y Clavijo (Noticias, XVI, lo) , para no
quien la iglesia de San Marcial fué en sus principios una pequeña B-E
ermita, luego ampliada en obra mayor y fuera de los muros del
nl
citago castillo, y quizá edificada por Jean Maqon después de 1406; n z
3
La tradujo Viera y Clavijo (Noticias, XVI, 8). Poseo copia del Dr. Wol- O
fei, facilitada por Xerra R��fols, de las Bulas de erección y nombramiento de
Barrameda, ambas fecha 7 julio 1404.
En la de erecci6n se dice: "quod insula de Lancelot alias de Canaria, in
qua populi gentilium habitabant per nonnullos christíane fidei professores
viriliter acquisita sub ipsorum dominio et potestate consistit ... quodque in
eadem insula in castro de Rubico de novo sub vocabulo S. Martialis ecclesia
est constructa ... castrum predicturn de Rubico quod ad hoc apturn et con-gruum
esse percepimus in Civitatem erigirnus et av~tatis vocabuio insigni-mus,
eamque Wtatem Rubicensem volumus perpetuis temporibus nuncupari ..-
ac ecclesiam predictam quam Rubic. nominari volumus.. . Cathedralem cons-tituimus".
526 ANUARIO DB EEiTUDIOS ATLANTICOS
EL "RUBIC6N" DE LANZAROTE 35
n
porque los restos de esta iglesia estaban separados de las ruinas
del castillo betancuriano, cuyo emplazamiento señalé precedente:
mente, junto a1 pozo que les suministraba el agua.
Me induce a pensarlo asi lo que sabemos de la contemporánea
iglesia de Santa María de Betancuria, donde evidentemente la prid
mitiva capilla (el actual baptisterio de la planta baja de su torre)
fué luego ampliada, quizá con el inmediato sector de columnas
góticas, del todo reconstruido y ampliado con nueva obra en el
siglo XVII por el maestro Párraga 25.
La advocacih de Rubkón. E
O
n -
EZ titulo o advocación de San Marcial en la Iglesia de Rubicón, =m
O
E sin duda posible, corresponde (como reiteradamente consignan E 2
nuestros historiadores Torriani, Abreu, Viera y Chil Naranjo) a E
San Marcial de Limoges, su primer obispo en el siglo m, aunque 3
considerado a veces varón apostólico, y cuya fiesta iiturgica tiene - 0
lugar el 30 de junio, celebrándose su traslación el 10 de octubre. m
E
Sin embargo, la actual famosa fiesta de San Marcial en Rubicón, O
hoy municipio de Femés (Lanzarote), se celebra el día 7 de julio, n
E fecha en que tenía lugar desde tiempo antiguo, como ya consigna a
Torriani (ed. WGlfel, pág. 76) : '%i questo nome fú mutato da
n
Cristiani quando se ne insignori Giouan di Letancort l'anno 1417,
a 7 di Luglio, il giorno di San Marzale". Inadmisible es la explica- =O
ción de Torriani, pues en tal fecha ni llegaron los conquistadores
rr~r,rma~d=~u,i se &e re=&ici& & &ad&-&, ei-jmo u&& a!
tratar de la cronología del Canarien. Pero pudiera ser esta fecha
el día de la primera conversación del rey con los conquistadores,
o el comienzo del Castillo de Rubicón; pero en todo caso no es el
día de San Marcial, sino su octava la que cae en 7 de julio; y no
es ello motivo de preferir este santo a cualquier otro del propio día,
26 B. Bonnet: Notm 8oWe algunos templos e imágepses sagradcls de La%-
ziarote y Flcertmtura, en "Revista de Historia", 1942, núm. 59.
36 JUAN ALVAREZ DELGADO
Tampoco puede atribuirse esa datación a la lecha de consa-gración
o dedicación de la iglesia de Rubicón, pues la dedicación
de iglesias (todavía hoy lo prefiere aunque no lo exige el canon 1166
del Derecho Canónico vigente) se celebraba antes obligatoriamente
en domingo, como señalan los liturgistas; circunstancia que sirvió
en ocasiones para corregir fechas dudosas de construcción de tem-plos
en el Medievo, como puede ver el curioso lector en la España
Sagrada del P. Flores o en la Historia Eclesiclstica del P. Villada.
Y por esta razón en Francia la Dedicati0 omnium Ecclesiarum de
cada diócesis se celebraba (Giry, o. c., pág. 262) en la dominica si-guiente
a la fiesta de Todos los Santos.
Ahora bien: el 10 de octubre (traslación de San Marcial) no
fcé Uemingo en ningmn de !o añns 1402 a 1404; y el 36) de junio
y 7 de julio tampoco fué domingo en los años 1403 y 1404, como
dejo señalado anteriormente. Y aunque lo fué el año 1402, en el
mes de junio no habían llegado los normandos a Lanzarote, y el
7 de julio acababan de arribar y no podían consagrar una iglesia
que aún no podía haber sido construída.
Por ello es preciso admitir que la fijación de la fiesta de San
Marcial en Lanzarote el 7 de julio obedece a un hecho posterior
a la llegada de Bethencourt, y basado seguramente en la data de
la Bula de Benedicto al erigir la diócesis de Rubicón. Al fir-marla
aquel Papa en Marsella, consigna que la iglesia de Rubicón
ya estaba construida, por lo que subsiste el interrogante sobre la
motivación de esta advocación. Ni el nombre "Marcial", ni la ciu-dad
de Limoges, de manera directa entra en ninguno de los impr-
LL-a- -rArL- -e s -p-t-x-s-u--ii-a je~d t: 1% eu~qi i s tab. rri;Cwri-un-u.-n.w;nmuou ia e, mr~**n~n l~n e rnlonin ICLW AUIYVAU-nes
señaladas para Guillén de las Casas y su familia con el Condado
de Limoges, no pueden tomarse en consideración para el año 1403
ni para los betancurianos. Es preciso suponer, por tanto, que la
elección de esta advocación obedece a un motivo personal de espc-cial
devoción de alguno de los principales promotores de esta
empresa.
Como Juan de Bethencourt era normando, y don Juan Le
328 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Verrier es considerado también normando y "chapelain de Grain-
-ville" por el abate Cochet (Margry, o. c., pág. 32), nos vemos impul-sados
a pensar en el otro conquistador Gadifer de la Salie, que está
.en Lanzarote cuando se erige la iglesia, y en su capellán el monje
Fray Pedro Boutier. Efectivamente, el Poitou, patria chica de estos
dos personajes, se hilla cerca de la región de Limoges y del fa-moso
Monasterio Cluniacense de su gran obispo San Marcial. -
A esa devoción personal y al recuerdo de su patria chica en
estos conquistadores, debió la primera iglesia y diócesis de Lan-zarote
la advocación del santo obispo francés, San Marcial de
Limoges. a N
Pues por una parte, Gadifer de la Salle (Bonnet: Gadifer, pá- E
gh-.11 5), crlirrad~e ntre 19s ir?Ye!eo 6e Prusia, prtador Gas veces o
n -
=
del pendón de la Virgen, caballero andante, legendario y román- m
O
E
tico, y hombre religioso, pudo hospedarse en aquel famoso mo- E
2
nasterio o sentir fervor religioso y especial devoción hacia el obispo E
=
limusino. 3
Por otra parte, el fraile poitevino, capellán de Gadifer y uno - -
0m
de los redactores del Canarien, F'ray Pedro Boutier, monje de la
vieja y famosa abadía benedictina de Saint Jouin de Marnes, depar- o
tamento de Deux Sevres, distrito de Parthenay, cantón de Air n
E Vault, indudablemente recibiría en su monasterio poderosa y viva -
a
2 la gran corriente cultural, litúrgica y religiosa del famoso mo- n
nasterio cluniacense de Saint Martial de Limoges, tan conocido de 0
los historiadores del arte por sus características influencias de 3
O
todo orden en la Baja Edad Media.
Re ha5laCIu de ~?ioiiai;terisb enedictino, a-mqüe sé que Viera
y Clavijo (Noticias, XVI, 7 y XVIII, 3) considera "franciscano" al
capellán de Gadifer -ay Pedro Boutier, porque supone que a él
se debió la traída de franciscanos de Sevilla para fundar en la
zona de F'amara; dato indudablemente falso, y noticia que no pa-rece
sólida y que ignoro de dónde la tomó.
El monasterio de Saint Jouin de Marnes, según los historiado-res
franceses, data del siglo VI en tradición bien fundada, demos-
38 JUAN ALVARFI, DELGADC)
trando su seguro origen benedictino. No me consta si en el siglo XIV
y xv era de carácter cluniacense, por lo dicho sobre San Marcial
de Limoges, cosa bien posible, o bien cisterciense o de otra obser-vancia,
como franciscano, pues los cambios de este tipo eran
frecuentes.
Pero el propio texto del Canarien-Margry indica, en mi opi-nión,
que Boutier no era franciscano, sino monje benito o similar.
Pues mientrasdesigna en el prólogo a Fray Pedro Boutier "monje"
(moyne), en los capitulas (53 y sigs.) donde habla del Libro del
Conoscimiento llama al Franciscano de Sevilla, su autor, "fraile"
(fraire), designación usual de los mendicantes en la época. a
Hasta podría pensarse que Fray Pedro Boutier salió del Mo- E
nasierio sin autot-izacf&i & su abad, 1% &la. de &ne&cte XLq O
S-de
22 de enero de 1403, luego estudiada, que tantos problemas
- m
O
E
planteados a los betancurianos pretendió resolver, alude a él al SE
autorizar a Bethencourt y Gadifer a designar un clérigo "secular" E
O "regular" con funciones cuasi episcopales, quienes podrían pasar 3
a las islas aunque no hubieran obtenido autorización de sus pre- -
0
lados para ello. m
E
O
5
n
Bulas de enero de 1408. E
a
El Papa Benedicto XIII expidió dds Bulas en enero de- 1403 -", d
n
n
otorgando indulgencias y especiales privilegios a los cooperadores. 3
O
de la conquista de Canarias, y autorizando a cada uno de los ca-pitanes
Betiiencowt y Gadifer a designar un sacerdote, clérigo.
secular o regular, que sin precisa autorización de su prelado podía.
constituirse en Canarias, con especiales atribuciones: bendecir
iglesias y altares, pilas bautismales y cementerios, salvo otorgar
el sacramento de la Confirmación y otras facultades reservadas a
ios obispos.
96 WoLfel: Quiénes fueron los primeros conqzcistadores y obispos, en "In-vestigación
y Progreso", año 1931, pBg. 134.
530 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL "RUBIC~N" DE WNZAROTE 39
Evidentemente esas Bulas no se expidieron por intervención de
la Corte de Castilla, ni de! metropolitano de Sevilla, a quienes no
se cita, además de que no obedecían entonces a Aviñón, por cuya
razón no se les envió copia de las misinas; en cambio, se remiten
añ Reino de Aragón, como consta de su texto y de la registratura
de Cancillería. Es que lo fueron a petición expresa de los conquis-tadores
franceses Bethencourt y Gadifer, a los que individua'i-
' mente nombran y a quienes conjuntamente se dirige la segunda
de ellas.
La primera Bula (de induIg&cias) está fechada y expedida el
21 de enero de 1403 (XI Kal. Febr., año 9 del Pontífice) ; la otra
(designación de eclesiásticos) está fechada al día siguiente 22 de
enero (Xi Kal. ~ e b rj,. pero expedida, según nota del registro de
Aviñón, el 16 de febrero siguiente (XiIII Kal. Mart. año 9 del
Pontífice).
La primera indica que hicieron la petición (indudablemente por
escrito) los conquistadores de la isla de Lancelot: los nobles ca-balleros
Juan de Bethencourt y Gadifer de la'Salle ("peticio nobis
pro parte filiorum nobilium virorum Johannis de Bethencourt et
Gadiferi de Sala"), en forma de una asociación y colaboraci8n, que ,
recuerda los términos de la redacción primera del Canariem, argu-yendo
identidad de propósitos y solicitantes. Y digo que debió ser
hecha por escrito la súplica, que redactaron según sospécho los
capellanes Boutier y Le Verrier: por razÓn.de los minuciosos de-talles
de carácter morai, penitenciario y canónico que Éstos debían
haber sentido en la práctica; por los datos de conquista y estado
religioso de las islas sólo de ellos conocidos; por el nombre Lan-celot
dado en esta fonética francesa 27 ; y por consignarse los nom-
27 La forma Lancelot sólo se emplea en el Canarien y en estas Eulas de
Eenedicto Xm, pedidas en 1403 y 1404 por los betancurianos.
Y confirma mi tesis la Bula del mismo Papa de 1414, alusiva a la revoca-ción
de las indulgencias, en la que se dice en singular "conq~~estamin sule de
Canaria", no de Lancelot como decía la propia Bula revocada. Igual empleo
hace el mismo Papa Benedicto XIII en sus Bulas de 1413, 1416 y 1417, en
Núm. 9 (1957) 53 1
40 JUAN ALVAREZ DELGADO
bres, diócesis y particulares de ambos conquistadores con singular
precisión. Tanta que ni siquiera cabe sospechar pudiera hacerlo
de vi$a voz y personalmente en la Curia de Aviñón Juan de Be-thencourt,
pues en ese mismo mes éste había olvidado a su com-pañero
Gadifer en su petición de dinero a la Corte de Castilla y en
el pregón de Sevilla (B. Bonnet: Juan de Bethencowt, pág. 66).
La segunda Bula, cosa que no aparece en la primera, cita ca-tegóricamente
como presente en Aviñón a Juan de Bethencourt
("sane nuper te, dicte Joannes, nobis referente percepimus"3,
detalle que no se puede poner en duda, aunque el momento de su
llegada allá admita interpretaciones, como digo en seguida. Y como
el texto añade: "vestris in hac parte precibus inclinati ut quicuni-yue
preübyter & dictas izs~!ss urce&re TJ&E~, qom zd ~ Q C
duxeris seu alter vestrum duxerit eligendum" (nueva insinuación
de la presencia en Curia de sólo Bethencourt), parece un comple-mento
en el que se quiere acceder a una petición o parte de Pa
súplica, no atendida en la precedente Bula, por implicar una sin-gular
y extraordinaria autorización.
Como si Bethencourt no hubiera quedado satisfecho con la
concesiCcn de indulgencias, porque la petición que sus capellanes
redactaran reclamaba esta otra autorización canónica especial y
urgente para instalación de iglesias y culto, al margen y con inde-pendencia
de la metrópoli sevillana, entonces disidente de Aviñón.
Tal vez él sabía que para enero de 1403 tenían prevista la ben-dición
en Lanzarote de la iglesia de San Marcial de Rubicón, y ne-cesitaba
el permiso especial, que con tanto interés recaba. Y así
podríamos explicarnos que esta asogindil. 3iik esté registrada
26 folios después de la anterior, aunque esté fechada por la Curia
el día siguiente, consignándose que fué expedida el 16 de febrero
las que no intervienen los betancurianos, sino los castellanos, donde se con-signa
siempre "insulis. Canariae".
La ortografía del nombre de la Isla en la cartografía genovesa, castellana
y mallorquina y en las fuentes contempor&neas castellanas, es siempre e n -
celoto, Lanzarote o Lancaro. te., nunca la -francesa Lancelot. . .
532 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICUS
EL "RUBIC~N" DE LANZAROTE 41
de 1403, fecha en que debia estar Juan de Bethencourt en Aviñón,
y podía recogerla. Porque si son conocidas de nuestros historia-dores
(cf. Bonnet, o. c., pág. 78) las dificultades de conveniencia .
cronolólgica para que Bethencourt, presente en Sevilla en diciem-bre
de 1402, y hecho el pregón el 10 de enero de 1403, pudiera estar
en Aviñón antes de la fecha 21 de enero en que se firman las indi-cadas
Bulas; pudo llegar allá en febrero.
Sin embargo, los recursos y medios para que Juan de Bethen-court
pudiera llegar fácilmente al Pontífice de Aviñón en esta oca-siSn,
deben ser los mismos que empleará su tío Robin de Braque-mont
meses después: aquellos soldados normandos que custodian
al Papa Luna, preso en Aviñón desde tres años antes por los Duques
& ;Nq y &rpnfia.
La finalidad de esa especial autorización que recaban del Papa
los conquistadores, debía ser una necesidad ya sentida, que procu-raron
resolver los capellanes Boutier y Le Verrier; o bien con la
Bula se querían legalizar a posteriori decisiones ya tomadas o en
trance de ejecución. Pues indudabiemente ai saiir de Canarias
Bethencourt en septiembre de 1402, sus capellanes tenían que pre-ver
la necesidad de pila bautismal y capilla para el culto. El oscuro
problema de demandar al Papa directamente tal autorización, en
vez de recabar solución del metropolitano de Sevilla, donde Be-thencourt
mismo gestiona auxilios pecuniarios y el pregón con
reconocimiento de su soberanía, puede indicar que el propósito
inicial, era pedir al Papa designación de Obispo para uno de sus
capellanes, o al menos !la función de Administrador Apostólico,
que i i i í igü~Ge~ l as Du!as de Benedictc xII caiceden per P E ~ O ~ C P S .
El Papa de Aviñón, Benedicto XIII, erige la Catedral de Ru-bicón,
por Bula expedida en San Víctor de Marsella el 7 de julio
JUAN ALVACEZ DELCAD3
de 1404 (Nonis Jul. año 10 del Pontífice) ; y por otra Bula de la
misma fecha nombra Obispo Rubicense al franciscano andaluz
Fray Alfonso de San Lúcar de Barrameda, usualmente llamado
en nuestros textos sólo Alonso de Barrameda
En otra Bula de 13 de agosto de 1404 (Idibus Aug. año 10 del
Pontífice) lo autoriza a consagrarse por tres prelados fieles a Avi-ñón,
que elegidos libremente le tomen el juramento especial en-viado
con la Bula.
Ninguno de estos tres documentos cita expresa y nominalmen-te
a Bethencourt, ni a Gadifer, a'quienes s6lo se alude coma
"nonnullos christiane fidei professores", que valerosamente han
conquistado la isla de Lancelot. Se señala, en cambio, que la nueva
diócesis estará sujeta al arzobispo y metrópoli de Sevilla, j 7 se
subraya que la designación y autorización de consagración del
nuevo obispo ha sido hecha con el consejo de "nuestros hermanos":
es decir, los prelados "aviñonenses", como el entonces arzobispo
Exea de Sevilla. Estos dos particulares marcan un mundo de dife-reacias
con las aiiieriores Edas de 1403, en cuanto a ios eonquis-tadores
y esta metrópoli de Castilla.
Y nos obliga a sospechar que si la petición de obispo se hizo
por Bethencourt y sus capellanes y a través de Robin de Braque-mont,
como sospecharon nuestros historiadores (Bonnet, o. c., pá-gina
78), se hizo también por otro conducto ("tam fama publica
quam fidedignorum relatio" expresa la Bula).
Debió existir una petición de parte de los betancurianos, como
indica la grafia Lancelot en el nombre de ?a Isla, y los datos rela-tivos
al castillo de Riibfrón ("csirtr~d e R~hicn"]y a !a cms t r ~ c -
ción de la iglesia de San Marcial aiií, citados por la Curia de Avi-ñón,
aunque algunos podían ser conocidos de los marinos sevillanos.
Pero la gestación en la Curia Aviñonense, y hasta la misma
rgdaqción de la Bula, se deben de seguro a la hábil mano diplo-
29 Después de redactado este trabajo llega a mi poder el núm. 2 de este
ANUARDIE~ ESTUDIOAST LÁNTICOdSo, nde el amigo Miguel Santiago trata de
este personaje a propósito de su sucesor don Juan Cid. Véanse phgs. 170 y 192.
534 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
mática del Patriarca de Sevilla don Alonso de Exea, antes Cama-rero
de Benedicto XPII, y ahora portavoz en Castilla de su legi-timidad.
Pues según las reseñas de Wcolfel sobre el Registro Vati-cano
al transcribir las Bulas, que conozco gracias a mi compañero
Serra Ráfols, no consta que fuesen enviadas a Bethencourt y Ga-difer,
pero si lo fueron al pueblo de Rubicón y al Arzobispo de
"Sevilla.
,Oposición de .los betancurianos al nuevo Obkpo.
Observemos que mientras la Bulas de 1403 ponen en manos
de I&'Oecrj~ii_t, y &&fer 1% eleeei6~& -m d&igo, función
administrador para el régimen eclesiástico de estas islas, sin aludir
para iada a la archidiócesis de Sevilla, estas otras Bulas del mismo
Papa, sólo año y medio después, no designan obispo a ninguno de
sus capellanes, sino a un fraile franciscano de la Archidiócesis
de Sevilla.
No creo aventurarme demasiado al considerar este hecho como
el propósito de Castilia, o de los sevillanos, de siastituir a los clé-rigos
y conquistadores normandos con gente de Andalucía, siguien-do
una política, que podían representar sevillanos como Juan de
las Casas, el Comendador de Calatrava y el Arzobispo Exea, los
que probablemente determinaron al monarca castellano a recabar
de Juan de Bethencourt su posterior homenaje (Bonnet: Bethen-court,
o. c., pág. 104).
Sübrayo qüe por entonces los seviiianos apuntan una abierta
hostilidad a los franceses conquistadores de Canarias; que aun-que
Ortiz de Zúriiga (Anales de Sevilla, ad. 1795, iI, pág. 400) con-signa
para el año 1434, la refiere a años anteriores y confirman
las protestas de Peraza contra la compra de Niebla y otros detalles.
?ice Zúñiga: "Es Mr. de Betancur [sic!, que en estilo andaluz
hay que leer "Mosiú de Bethencourt", variante fonética de Maciot
de Bethencourt], a quien nuestras historias llaman Mossén Me-
44 JUAN ALVAREZ DELGADO. ..
naute, de que noticiada la reyna Doña Catalina y del error que
ha% sido erttregarias (estas islas Canarias) a Franceses, envi6
al@ con algunas fuerzas a Pedro Barba de Campos.. . y entonces
Betancur.. . vendió su derecho al Conde de Niebla".
Estoy persuadido de que a este intento primero de los sevi--
llanos para poner pie firme en Canarias a través de la diócesis,
responde la reacción de Juan de Bethencourt, que marcha a Fran-cia
en enero de 1405 (Bonnet, o. c., pág. 83) para traer una nao
de conquistadores franceses, sin reclutar españoles, ni visitar Se-villa
en este viaje, cuando en los dos años anteriores había estado,
allá demandando ayuda de reyes y particulares de Castilla. a
Entre los franceses traídos entonces por Bethencourt cita el N
Canarien a su sobrino Mzeiot, hego su Iilprteniente: y el Ber- O
geron agrega que a Juan Le Verrier. Si este dato es exacto, no n-- m
debe referirse a la primera llegada a las islas de don ~;an Le
O
E
Verrier, su capellán, porque obligaría a trastrocar por completo. 2
E
la cronología usual, y negar su intervención junto a Boutier en
la primera redacción original del Canarien-Margry. Pero si fuera 5
-
cierto este viaje de Le Verrier, pudo marchar allá con Bethencourt -
0
m
E
para actuar en la campaaia de los betancurianos contra el episco- O
pado de Barrameda y contra la acción de Castilla en Canarias. n
Porque, lógicamente, esa elección del franciscano andaluz para -E
a obispo de Rubicón debió despertar entre los betancurianos cierto l
n resquemor, y abierta oposición al obispo : de parte de los capellanes n
n
franceses, constituidos por la Bula de 1403 en privilegiada situa- 3
O
ción de gobierno eclesiástico en la Isla, y ahora no exaltados al
episcopado; y de parte de los jefes eo=q~istzdcrec, a quienes se
había privado de su facultad de presentación, reconocida en la.
anterior Bula de 1403.
El Canarien, al omitir esta reacción contra Barrameda, no nos
suministra datos para averiguar exactamente el momento de Ile-gada
de estas Bulas a Lanzarote. Pudieron venir con el barco de
que hablan Margry (cap. 64, pág. 238) y Bergeron (cap. 63), a l
mediar agosto de 1404, según fácil cómputo del relato del capítulo
536 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOSI
EL "RUBIC~N" DE LANZAROTE 45
anterior, que fecha la marcha e incidencias del viaje a Gran Ca-naria,
iniciado por Gadifer el 25 de julio de 1404. Pero esa nave
enviada de Sevilla en ayuda de Bethencourt es mal recibida de
Gadifer por otros motivos, aunque la redacción que conocemos
pudo variar los móviles de la actuación respectiva de los conquis-tadores.
Y el texto de Margry (cap. 56 a 59), con la invectiva
contra el gobierno de la Iglesia y el Cisma (obra de Boutier, según
Margry, pero de Gadifer al parecer de Cioranescu), se declara
partidario del Papa de Aviñón, que había nombrado a Fray Alonso
de Barrameda.
Desde luego l.a noticia del nombramiento de este obispo debi6
llegar entre julio de 1404 (fecha de la Bula y rompimiento de Ga-difer
y Beth~ncniwtl-y) enerc de 1405 (smisiSn de !vs su!dadozr
de Gadifer y los reyes de Fuerteventura y viaje a Francia de +-
thencourt). Cf. B. Bonnet: Bethencourt, págs. 82-83.
Pudo llegar con un barco sevillano también, muy posterior, por
lo dicho, al citado del mes de agosto, y quizá entonces se produj~
el primer intento de venida a Canarias de Fray Alonso de Barra-meda.
Esta cronología se aviene mejor a la del obispo, que se
consagró después del 13 de agosto de 1404, en que el Papa lo auto-riza
a consagrarse por cualquier obispo aviñonense (Bula de Mar-sella,
Idibus Aug. año X, 13 de agosto de 1404; Reg. Vat. 326,
f. 41 r. y v.). Y asimismo explica que Bethencourt decidiera mar-char
a Francia, hostilizar a Barrameda y prescindir de Castilla
y los sevillanos desde enero del año siguiente.
Viene a confirmar esta hipótesis el mismo texto de Bergeron,
q ~ aede más de siiprimir los capitulou de Margry sobre el Cisma,
se refiere a una supuesta petición al Papa de Roma por parte de
Bethencourt para que designara un obispo de Rubicón (Bonnet,
o. c., pág. 80).
Pues si esta súplica no está documentada, y es falsa en cuanto
al nombramiento entonces de don Alberto de las Casas (en reali-dad
don Martin, nombrado obispo de Fuerteventura en 1424-1430,
que los autores no supieron entender), puede reflejar un efectiva
propósito de Bethencourt y Gadifer para sabotear la decisión del
Papa de Aviñón, que no lograron por la extraordinaria prudencia
de los Papas de Roma, demostrada entre otros por Gregorio XU
con varios obispos aragoneses y castellanos adictos al Cisma y to-lerados
por Roma, y por Martín V en casos como el de Fray Mendo
de Viedma.
La fecha señalada por nuestros historiadores para ese supues-to
intento betancuriano es el año 1406, el mismo de la muerte de
lnocencio VI1 y del viaje de Juan de Bethencourt a Francia para
no volver más. Esta nación, entonces hostil al Papa Luna, impide
que los emisarios de Benedicto XIII y los documentos del Concilio a
de Perpiñán (junio de 1409) llegaran a Pisa y Roma oportuna- E
meiiie, como püede verse et, !a C~!evcih de Cm~cilios de1 P. Agui- O
n
me. Al de Perpiñán debió concurrir nuestro obispo Fray Alonso
-- m
O
de Barrameda, pues además del Patriarca de Sevilla Exea, lo hace E
E
S también otro famoso franciscano, Fray Francisco de Eximenis, E
muerto poco después; y el acta del Concilio (Agutrre, o. c., tomo V)
dice que concurren casi todos los prelados de Castiiia, Arag6n y
3
-
Navarra, salvo los pocos allí nombrados. 0
m
E
Los acontecimientos del Cisma y las gestiones de Juan de Be- O
thencourt en Castilla, con su homenaje al monarca en 1412 -5 ex- :
plican que Fray Alonso de Barrameda no viniera a Canarias hasta aE
el año 1414, por lo menos; y si en algún momento lo intentó antes, n
me parece muy probable que no fué recibido por Le Verrier, pues n
tampoco recibirá en 1417 a su sucesor Fray Mendo de Viedma, o3
igualmente franciscano y aviñonense. Y la bien comprobada actitud
2s Observo y subrayo con extrañeza que 1s carta de homenaje de Juan
de Bethencourt al Rey de Castilla (Chil: Estzdios, II, págs. 540-541), fechada
en Valladolid el 26 de junio de 1412, está firmada sólo con presencia de la
reina como tutora y regente (faltando el Infante de Antequera). Mientras la
carta para acuñar moneda de la misma data lo esta por ella juntamente Con
el Rey de Aragón Don Fernando, que firma allí "Rex ~erdinancius"; pero el
nombramiento en Caspe a favor de éste tuvo lugar dos días despu6s, el 28
de junio de 1412. ;Hay error en' esta fecha en la copia de la Inforntaciólz
de Cabitos?
EL "RUBICÓX" DE LANZAROTE 47
de Le Verrier respecto de este último asegura que la venia adop
tando por iguales motivos contra su antecesor Barrameda.
Por Bula de 8 de diciembre de 1413, Benedicto XIII levanta
a Fray Alonso de Barrameda una reciente suspensión ab execu-tione
Pontificdium por razones que la Bula no consigna, pero que
Viera razonablemente sospecha fuera su misma ausencia. No cabe
atribuirla a que hubiera retirado su obediencia al Papa de Aviñón,
pues Barrameda había asistido en marzo de 1412 al Concilio de
Sevilla, presidido por el Patriarca aviñonense don Alonso de Exea,
al que no concurre el obispo de Silves, por obedecer al otro Papa
(Zúñiga : Anales, cit., pág. 344).
Como Barrameda en este Concilio se dice sólo "obispo electo", es daro q ~ neo hzbia, tomade puesm.. n de su &&esis entmces, y
fué éste el motivo de la dicha suspensión; por lo que la citada Bula
le impone la condición de reintegrarse a la diócesis en el plazo de
tres meses fecha, so pena de "volver a quedar privado del honor
y del ejercicio del poder episcopal".
Pero esa misma Bula le autoriza a traer consigo a ia diócesis
personas religiosas ejemplares; y otros documentos de la propia
fecha y del año 9416 (Reg. Vat. Aviñón, 328, f. 372, 373, 340, 376
y 395, según notas de Wolfel) se refieren a autorizaciones y pri-vilegios
a los franciscanos Pedro de Fernia y Juan de Baeza y a
la construcción de un convento franciscano en Fuerteventura.
Esto nos da a entender que, 01;staculizado por los clérigos de la *
iglesia de Lanzarote, Barrameda había querido crear con sus fran-ciscanos
una nueva cristiandad adicta en la otra Isla, alejado de
la hostilidad de los ~etai icu~i~n';üLs, ,q Ee i~d i c ayU e 1%v endu &
sus hermanos de Orden es la solución lograda por el obispo Ba~ra-meda
para ejercer en estas islas su ministerio episcopal.
Porque contra la común opinión (Viera:Noticim, XVI, 9; Wo1-
£el: "Investigación y Progreso", 1931, pág. 132) de que Barrameda
?o Viera consignó #(Noticias, XVI, 9) por lapsus el año 1414; porque el
6 Idib. Dec., año 20 del Pontífice, como esta fechada la Bula, corresponde al S
diciembre 1413, ya que Benedicto XIII fué electo el 16 septiembre 1394.
48 JUAN ALJ7AREZ DE&O
no vino a Canarias, creo seguro que ejerció por lo menos en F'uer-teventura,
entre febrero de 1414 y marzo de 1417. Porque si las
Bulas de 2 de abril de 1417 31 lo hacen obispo Libartense y lo aus-tituyen
en Rubicón por Fray Mendo de Viedma, dicen de Alonso
de Barrameda que "regimini ecclesiae Rubicensis hactenus lauda-biliter
praefuisti". Esto no lo podía decir Benedicto XIII si Barra-meda
no hubiera ejercido esos años, al menos, su misión episcopal
en Canarias, después de no haber venido a las islas antes, haber
sido suspendido por ello por el mismo Papa y estar amenazado de
nueva suspensibn si no se reintegraba a su diócesis.
Hasta el mismo orden del registro de las citadas Bulas de 1413 a
N
y 1416 del Antipapa Luna en Peñíscola, que luego describo, con- E
firman la hi,pbtesi-. de que h_-_hia si& e! prcpic chispo frariciscunc O n de Rubicón F'ray Alonso de San Lúcar de Barrameda el promotor
-
Om
E de la construcción del convento franciscano de Fuerteventura, E 2
como solución que buscara para ejercer su episcopado en Canarias, -E
algo al margen de la hostilidad de los betancurianos Maciot y Le 3
Verrier. . -y -
0
Ignoro si Barrameda tomó tal decisión por sí solo o por consejo m
E
de sus acompañantes los frailes Pernia y Baeza, bien por induc- O
ción de la Curia aviñonense de Peñíscola, donde ya estaba Bene- n
E dicto XIII, o por consejo del arzobispo de Sevilla, don Alonso de -
a
Exea. Mas los siguientes datos, deducidos de los documentos, pa- 2
n
recen garantizar ese propósito, que conviene comprender dentro n
de la clara línea de actuación de los franciscanos de Sevilla en las 3
O
Islas Canarias durante este primer cuarto del siglo xv, para 10 que vqr schrwyur n ~ t i c i a&~ interés qUe af&.sn esta 'piy-~.v m.c ia.
franciscana de Canarias.
31 Viera, como Gams ((Beries Episcoporum, pág. 474), lo supone obispo ya
er. 1415; mientras la Hierarchia Ecclesiastlca de Eubel lo coloca en 2 abril
1418. Las copias de las Bulas de Peñiscola, hechas por Wolfel sobre el Registro
de AviMn (349, f. 26 v.-27, y 27-28 T.), están fechadas el 2 abril 1417 (IV Non.
April. año 23 del Papa), demostrando que en tal fecha se traslada a Fray
Alonso de Barrameda, y simultfineamente se le sustituye por Fray Mendo de
Viedma. I
.5.<
540 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Los F,ran&canos en Canarias.
Una buena síntesis de su historia y del convento de Fuerteven-tura
hay en la introducción que mi colega y amigo Serra Ráfols
puso al Manuscrito Luliano Torcax I del Seminario de Canarias,
editado por él y Pareja Fernández en un folleto de nuestra Fa-cultad
de Letras de la Universidad de La Laguna (1949, págs. IV-XI),
a la que añado ciertos particulares a mi propósito.
Consta la estancia de franciscanos en Canarias desde antes de
1404; y en el decenio que sigue, por lo dicho sobre el obispo Ba- a
N
'rrameda y Baeza y Pernia, su presencia y actividad se mantiene, E
cmtra !a aGmaeMn de mt.stras s~odales ('Viera : I'v'oiicias, V, Y j O
n-- m de haberse perdido la memoria de la Orden en Canarias al nom- O E
brarse a Fray Mendo de Viedma en 1417. E
2
E Traía frailes franciscanos la expedición mallorquina de 1369 -
(Bonnet: Expediciones, págs. 74-77, con bibliografía) ; mendicante 3
fué también el obispo de Canarias Fray Francisco (año 1377), nom- - -
0
m
brado por el Papa Gregorio IX, aunque es dudoso que aquí resi-diera
(Serra: Zntrod. cit., pág. IV, nota) ; y es muy posible que los O
datos de Canarias en el libro de Geografía del Fraile Franciscano, n
-E
redactado en 1348-50 (Bonnet, o. c., pág. 61), se deban al interés a
2 en Sevilla de la Orden por los problemas misionales de esta zona, n
n entonces tan poco conocida.
3 El supuesto franciscanismo de los "trece hermanos" fué tocado O
por B. Bonnet al aclarar el complicado problema del Testamento .
de los Trece Hermanos (art. de "Revista de Historia7', La Laguna,
1945, núm. 55), descubriendo que en la reelaboración por los escri-tores
canarios del relato de este episodio (Abreu Galindo, Torriani,
Quiros, Sosa, Núñez de la Peña, Castillo y Viera) se mezclaron
elementos de distinta procedencia, que lo convirtieron en una in-formación
espúrea y falseada. Así, por ejemplo, unos hablan de
dos mártires precipitados en Ginámar, que eran los dominicos
Diego de Cañas y Juan de Lebrija, contemporáneos de Pedro de .
50 JUAN ALVARFZ 3ZLGADO
Vera (hacia 1480) ; otros, del martirio de los cinco franciscanos
muertos el 1220 en Marruecos en vida de San Francisco de Asís:
. y por Último, Bonnet y otros suponen que estos trece hermanos eran los eremitas citados en los textosde la expedición mallorquina
de 1386 (Bonnet : Expediciones, pág. 781.
Pero los autores del Canarien hablan del hallado testamento
de trece frailes cristianos llegados a Gran Canaria en el año 1385
y sacrificados por el año 1392. Puesto que redactado en 1404, según
la tradicional cronologia, el cap. 36 del Canarien-Margry (pági-na
193), donde se incluye este relato, nos llevan a aquellas fechas
los doce años aproximados que hacía de su muerte y los siete de su
c. a
estancia en la Isla ("le testament des fraires chrestiens qu'ilz E
tuerent ore a liu ans, qui estoieni xiii persünn2s, pw es.. . q.de O
S-euls
auoient transmis lettres en terre de Chrestiens, encontre euls,
- m
O
E
lesqueix y auoient demouré sept ans"). SE
Castillo, en un texto que Bonnet (OO. cc.) estima como burda -E
falsificación, habla de un personaje indígena, Pedro el Canario, 3
llamado Tiferán, y recoge un supuesto testamento de náufragos en O- -
que el navío aportó al Guiniguada (Las Palmas de Gran Canaria) m
E
saliendo de San Lúcar, y cita nombres españoles de algunos per- O
sonajes, que considera sevillanos y guipuzcoanos, aunque no dice n
E fueran religiosos. -
a
Desde luego se hace cuesta arriba atribuir a don Pedro Agustíii 2
d
n
del Castillo Ia invención descarada de todos los elementos de aquel n
relato, aunque no se puede negar que echó demasiada fantasía en 5
O
él, queriendo armonizarlo con otros datos históricos conocidos.
Mejor me parece considerar que adobó datos trauicionaies y nom-bres
más o menos auténticos, de una expedición andaluza que co-nocían
las fuentes canarias, con otras informaciones que no supo
comprender y distinguir bien. Porque, según he comprobado en mi
estudio ya citado sobre el E-*odw de Avmdab, Abreu Galindo
(como Torriani), basado en una fuente c.aria perdida, habla de
una expedición de andaluces y vizcaínos, precisamente en el año
1385. Y es sobremanera extraño que esta expedición corresponda
EL "RUBIC~N" DE LANZAROTE 51.'
a la fecha de llegada de los "trece frailes martirizados" que señala
el Canarien, sus marinos y barco procedan de los mismos puntos
del naufragio de Castillo, y que todo ello deba considerarse falso.
Aceptando lo fundamental del relato, tendríamos nuevamente
que una tradición falseada reaparece con luminosos contornos de
fundamental veracidad. A la que contribuye el Canarien-Margry
añadiendo que los canarios mataron a los frailes "porque habían
enviado cartas contra ellos a tierra de cristianos". Particular que
esconde sólo la real arribada posterior de barcos de igual proce-dencia,
rechazados por los nativos, que atribuyeron su Ilegada a.
connivencia con los "frailes cristianos" ; porque evidentemente no
podia hablarse de cartas sin llegada de barcos. Y la fecha 1392 del
martirio coincide casi por ei "ahora hace unos dos años", con la
expedición sevillana de Pérez Martel y Alvaro Becerra en 1393.
Pues si el desembarco en Gran Canaria no consta en el texto corres-pondiente
de la C~ónicad e Enrique 111, bastaría para matarlos que
los barcos intentaran fondear, y hasta pudieron abordar sin éxito
esta Isla, una de las cinco nombradas y visitadas en aquella expe-dición
sevillana.
Si estos "trece frailes", como resulta de lo dicho y aíirma Cas-tillo
en su leyenda de Tiferán, procedían de Andalucía, concreta-mente
de San LUcar, eran sin duda franciscanos, y son la base de
la ulterior penetración de los franciscanos andaluces en los albores
de la conquista betancuriana, de la designación del primer obispo
de Rubicón Fray Alonso de San LUcar de Barrameda y de la tra-dición
de la Orden sobre sus mártires en Canarias.
Porque esta opinión de "mártires franciscanos" en la isla de
Gran Canaria es una tradición vivamente sentida en la Vicaria
franciscana de Canarias, que podemos considerar formada antes
de 1485, fecha en que se inicia la disputa por la independencia de
esta provincia franciscana y la fijación en su escudo de las cabezas
de los mártires. Un siglo después la tradición está ya recogida por
Argote de Mollina (escritor en contacto con los franciscanos fun-dadores
del convento de Teguise), a quierbcita Viera y Clavijo, y
52 JUAX ALVAREI, DELGADO
con éste y otros historiadores posteriores, como Quirós, Sosa y
Castillo, habla también de los frailes franciscanos por la época de
Argote, Leonardo Torriani (ed. de Wolfel, pág. 128), aunque consi-derándolos
mallorquines.
El cowento franciscano de Fuerteventura.
Pero ninguna de estas más o menos precisas noticias francis-canas
se refiere a un convento huyo de Canarias, y todos nuestros
historiadores están contestes en haberse erigido el primero en
Fuerteventura, iniciado por Baeza y Pernia lo más pronto en enero a N
de 1414, y el segundo en Las Palmas de Gran Canaria (Viera: No- E
fkins, VI, 3; - m I , 2 a 61. O
n -
Por Bula de 8 de diciembre de 1413 (VI Idus Decem. año XX; =m
O
E
Reg. Av. del Vaticano, 328, f. 372, según copias de Wolfel, facili- SE
tadas por Serra Ráfols, como todas las siguientes), al rehabilitar =E
al obispo Barrameda, Benedicto XIiI lo autoriza a llevar consigo 3
auxiiiares ("quascumque personas religiosas ... tecum ad tuam -e-diocesim..
. ducere valeas") ; y el registro consigna a continuación m
E
(328, f. 372 v.-373 r.) otra Bula de la misma data en que se comu- O
nica al obispo de Rubicón haberse dado licencia a "Petro de Pernia n
E et Joanni de Baqa, O. Fr. Min." para construir una casa religiosa - E
en la isla de Fuerteventura; sentándose seguidamente en el mismo 2
n
tomo del registro (328, f. 373 r. y v.) dicha licencia a los dos frailes 0
para erigir en F'uerteventura una casa, con iglesia, campanario, 3
O
cementerio y demás elementos necesarios.
YestaqUS ai;teu q~~ estu iii&Cdbd. qUe el ukispo DarraiLieda
había sido el promotor de todo ello; porque en otra hipótesis, el
orden de expedición de los documentos hubiera sido opuesto: pri-mero
la licencia a los frailes y luego el traslado al obispo.
Dos años después, en 1.0 de abril de 1416 (Kal. April. año XMI;
Reg. Av. Vaticano, 328, f. 376 r. y v.), el mismo Papa vuelve a
autorizar en Peñiscola a Pernia y Baeza para elegir "guardián"
del convento de Fuerteventura, prueba de que éste estaba virtual-
544 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
mente terminado en su primera forma ,y podía fmcionar ya como
casa de la Orden, quedando sometido al Visitador y Capitulo pro-'
vincial de Castilla. Y por otro documento de igual data se ordena
al Arzobisp y Cabildo de Sevilla y al obispo de Rubicón que pro-tejan
al convento de F'uerteventura y defiendan sus privilegios, al a
que concede además el mismo Papa Luna, en 7 de julio del mismo
año 1416 (XVI -1. Jul. año XII: Reg. Vat. 328, f. 375 r. y v.), mi2
flo~ines aragoneses con cargo al fondo de la iglesia de Sevilla,
nueva prueba de la estrecha relación en que Barrameda y Baeza
se hallan entonces con esta metrópoli gobernada por el aviñonense
E-xea.
Al año siguiente, el día 2 de abril de 1417, (como digo en otro
hgar, e1 m k m &~ n edi&~X m n ombra obiqp de Ruhicón al tam-bién
franciscano Fray Mendo de Viedma, y traslada a Fray Alonso
de Barrameda diciéndole que "hasta entonces" había presidido
loablemente esta diócesis. Lo que viene a confirmar que Barrameda,
en contacto con los franciscanos de Fuerteventura, había cumplido
en aqueiia Isia su misión episcopai, no habiendo puesto pie en Lan-zarote,
donde no lo recibieron los betancurianos Maciot y Le
Verrier.
Pero los mismos datos apuntados garantizan que no es seguro,
.como se decía, que desde tiempo inmemorial la Vicaria de Canarias
.derivaba del convento del Abrojo de Sevilla, pues San Diego y el
P. San Torcaz son profesos de Córdoba, y Pernia y Baeza lo mismo
podían ser de Sevilla que de San Lúcar de Barrameda. Y es del
todo falso que estuviera incorporada de antiguo a la provincia de
kmrica,r azón de iievar en su escudo en forma de cr-üz 1á C ~ C Oea -
bezas de los mártires de Marruecos. Porque el convento francis-cano
de Fuerteventura nació incorporado sin limitación alguna a
la provincia de Castilla (el término "nova domo" indica que enton-ces
empieza a funcionar) por la citada Bula de Benedicto XII
(1." de abril de 1416) al autorizar la elección anual del guardián
"de este convento, sometida a aprobación del Capitulo o Ministro
de la provincia de Castilla ("ut in nova domo annuatim gardianus
eligatur ab incolis eiusdem professis; qui per capitulurn provin-
'ciale seu ministm provincie Castelle confirmetur", respeto la or-tografía
textual).
Los franciscanos de Fuerteventura abandonan
el CZmna en 1423.
Esta situación se mantiene hasta el año 1423, en que Fray J.¿ian
de Baeza abandona el Cisma de Aviñbn y presta obediencia al Papa
de Roma Martin V. Este Pontífice, por Bula de 9 de abril de 1423
(V Idus April. año VI; Reg. Vat. Lat. 234, f. 7 r. y v.), confirma
los privilegios al convento y a Fray Juan de Baeza como Vicario
ceneral Cgnzils (sic! & p~rte-gent~r~wS !Q), ccn refere=-
cia a la precedente autorización del Antipapa Luna. Consigna
Baeza en su súplica que pertenece a la provincia de Castilla, y pide
que el Vicario franciscano en estas islas ejerza igual poder que el
Ministro General de la Orden, como ocurría en Córcega y Cerdeñia,
no debiendo tener los obispos mas intervención, respecto de los
-franciscanos de Canarias, que los de otras diócesis. ;Apunta esto \
a algún propósito de Le Verrier? ("ipsum Johannem Vicarium Ge-neralem
in ipsis insulis cum tanta et plena potestate quantam
ipsius Ordinis Generalis Minister habet, adinstar insularum Cor- *
siga et Cordennia (sic!). . . perpetuis temporibus alium Vicarium
Generalem eligere, ipse sic electus et per ministrum ordinis iir
regno Castelle confirmatus.. . episcopi insularum ipsarum plus
iurisdictionis in ipsos Vicarium et fratres nullatenus exercere va-lnnn+
n..nm nl;; ~\nr\lnC: :- -1::- -..-A: ---i+:tiii- :- F--+-:ti--- :--:ir- a b a i r i , yua~ua u n y i ~ i a wn i a iim luuriui y a r ~ ~ u uiub L I ~ L L ~ L J Wi piuis
ordinis" ) .
Tenía razón, pues, F'ray Pedro de Córdoba el año 1485 (Viera:
Noticias, XVIII, 6) al manifestar que por Bulas pontificias tenía él
más poder que el entonces delegado provincial de Castilla Fray
Alonso de Badillo. Mas interesa subrayar que el Ministro General
y el Provincial de Castilla en aquella ocasión habían unido los
conventos de Canarias con el de San Lúcar, patria del obispo fran-
ANUARIO DE EBTUDZOS ATLANTICOS
ciscano Barrameda, promotor de la erección del primer convento
en Fuerteventura, y donde debía conservarse tradición de especial
vinculación a Canarias. Por el contrario, la ulterior decisión del
Capítulo General Franciscano de Tolosa (año 1487) fundió, con
título de Custodia, la Vicaría de Canarias con la de Sevilla, y de
aquí debe arrancar la tradición de dependencia del famoso con-vento
del Abrojo, al que pertenecían los franciscanos de Las Pal-mas,
que según Viera trajo Rejón.
Pero volviendo al año 1423, los franciscanos de Fuerteventura
(Fray Pedro de Pernia-citado siempre el primero en las Bulas
de 1414 y 14ltLdebiÓ morir antes de 1422, en que ya es vicario
Fray Juan de Baeza) se mantienen fieles al Antipapa Benedic-
+- VTTT
LV NU, iio s6io xiimtras es üliispü Fiay Alüiisó de Dai-raiiieda
y antes de publicarse el Decreto Conciliar de Constanza, ordenando
retirarle la obediencia, sino aun después del año 1417, en que es
nombrado obispo de Rubicón el también franciscano Fray Mendo
de Viedrna, y se proclama Papa en Roma Otón Colonna, nombrado
Martín V.
Fray Mendo debió continuar, siguiendo la política de Barra-meda,
en contacto con el convento franciscano de Fuerteventura
hasta el año 1422, sin ser recibido en Rubicón por don Juan Le
Verrier y Maciot. Fray Mendo de Viedma combate la politica de
éstos y denuncia a Maciot ante la reina doña Catalina (1417-1418),
cuando aún no era valido del rey don Alvaro de Luna, ni Castilla
había prestado obediencia clara al Papa de Roma. Así se desprende
del unánime asenso de nuestros historiadores canarios, de Zúñiga
en e1 antes citado pasaje, y de ia Crónica de don Juan 11, que tanto
en la versión primitiva de Alvar García de Santa María como en
la vulgata de Galíndez Carvajal (cf. "Revista de Historia", 1946,
número 73, págs. 2 y 7) atribuyen a la acción de Fray Mendo íy
podemos añadir de los franciscanos andaluces de Fuerteventura)
la determinación de la Corte de Castilla de enviar en 1418 a Pedro
Barba de Campos para lograr de Maciot de Bethencourt la venta
de las Islas Canarias al prócer andaluz Conde de Niebla.
1
JUAN ALVAREZ DELGAW ,
Pero después de prestar Fray Juan de Baeza, en 1423, obedien-cia
al Papa Martin V, debió romper con Fray Mendo, tenaz segui-dor
del Cisma; porque al año siguiente (1424, ya muerto Bene-dicto
XIII) Guillkn de las Casas y Fray Juan de Baeza gestionan
en Roma la designacióp de otro franciscano para el recién creado
obispado de Fuerteventura, olvidando al obstinado Viedrna.
Por consiguiente, el abandono del Cisma y la obediencia de
Baeza y los franciscanos de Fuerteventura al Papa de Roma en
1423 no se puede atribuir al obispo franciscano Fray Mendo de
. Viedma, no recibido en Rubicón por los betancurianos, ni obedien-te
a Roma hasta 1.0 de octubre de 1428, en que rehabilitado por a N
Roma se le facilita copia de la Bula de erección del Obispado de E
Fuerteventura (nota de -W%ifei, y más Gatos en El efimmü obz'spadc O
S--
de Fuerteventura, "Inv. y Progreso", 1934, pág. 80). m
O
E
Pero esta obediencia no la prestó Baeza antes del aiío 1423, E
2
E porque su citada súplica y la Bula consiguiente de Martin V están -
redactadas en forma de reciente sumisión y prestación de obe- 3
' diencia a la Sede de Roma, pues Fray Juan de Baeza impetra con-
- -
0
m
firmación de los privilegios concedidos por la Curia de Aviñón al E
O
convento franciscano y su propio reconocimiento como Vicario en 5
estas islas, electo conforme a normas de aquella anterior obe- n
-E
diencia. a
2
Tampoco pudo ser móvil para prestarla en 1423 la presión del d
n
n
ya obispo de Rubicón obediente a Roma don Juan Le Verrier, por- =
que los franciscanos de Fuerteventura no abandonan la obediencia O
de Aviñón al traslado del obispo Barrameda. ni siquiera en 27 de
enero de 1420 (no 1419!, como explicaré) al ser nombrado por
Roma Le Verrrier Administrador Apostólico de la Iglesia de Ru-bicón,
ni dos años después al nombrarle obispo el mismo Papa.
Y es preciso explicar esta extraña actitud y razón del cambio
en 1423, al mantenerse leales a Aviñón Fray Mendo, Baeza y ios
franciscanos de Fuerteventura, mientras desde el 1416 (tras el Con-cilio
de Constanza) la mayoría de los sacerdotes y obispos espa-
EL "RUBIC6N" DE LANZARO'IE 57.
ñoles vienen abandonando al Antipapa Luna, encastillado en Pe-ñíscola.
Mas he dicho en este trabajo que el decreto conciliar de Cons-tanza
tarda en publicarse en Castilla por intervención del arzobis-po
de Sevilla Exea (muerto en 1417,) ; y en mi estudio Zballa he
consignado que continúan vacilaciones en la obediencia a ambos
Papas, como la de Alfonso de las Casas, que en su testamento
(16-XI-1421) habla del "Santo Padre Benedicto XIII", cuando
habia solicitado y obtenido en mayo del mismo año del Papa de
Roma Martin V confirmación (Bula de 2 de mayo de 1421 : VI Nonas
Mai. año IV; Reg. Lat. 212, f. 122) de la merced que en 29 de a N
agosto de 1420 le hiciera el rey Juan 11 de Castilla de cuatro islas E
cansriss : Tenerife, Grm Cunaria, La, PaL=a Y ,,,AL,L nrrn ,. O - -
=
Y he explicado alli esta contradicción porque como la merced m
O
E
se concedió a Las Casas por indudable intervención del ya valido E
2
de Juan II y futuro Condestable don ~ l v a i ode Luna, éste, obe- E
=
diente a Roma, había acusado de aviñonista a su adversario el 3
. arzobispo de Sevilla don Diego de Anaya, suspenso y sometido a - -
0m
investigación por el Papa Martín V desde el año 1420 al 13 de enero E
de 1423, en que demostrada su inocencia se le declara absuelto y O
restituido (ZÚñiga: Anales de Sevilla, tomo 11, ed. 1795, págs. 363 -
-E
y 367). a
2 Dije. también en aquel trabajo que el franciscano Fray Mar- - 0 tin de las Casas, obispo de Fuerteventura en 1424, fué hermano
(i o tío ?) del partidario de don Alvaro de Luna, Guillén de las Casas, 3
O
señor de Canarias, heredero y promotor de aquella merced real a
favor de su paiire, y verciadera aima de ia iucha de esta famiiia
contra Maciot y Le Verrier, y quien logró con ayuda del Vicario
franciscano Fray Juan de Baeza la erección de la diócesis de Fuer-teventura
(Bula de Martin V, 20-XI-1424; XII Kal. Dec. año VII;
Reg. Lat. 238, f. 178-179 v.).
Pero Guillén de las Casas, según señalé alli también, no pudo
venir a Canarias antes de que testara su padre a fines de 1421,
y en los años siguientes sólo había hecho intentos de ocupación en
58 JUAN ALVAREZ DELGADO
Gomera y Gran Canaria (las dos islas de su señorío), atacando a
Maciot de Bethencourt, al que prendió y abandonó en el Hierro
en 1423-24, de donde Bo sacaron unos navíos portugueses, antes de
la expedición inmediata de don Fernando de Castro en 1424-25.
Coinciden, pues, cronológicamente el acercamiento de Guillén
de las Casas y su hermano (;o tío?) el franciscano Martin, quizá
clérigo del convento de Fuerteventura, al Vicario de Canarias Fray
Juan de Baeza; con la adhesión definitiva y total del arzobispo
Anaya y de la archidiócesis de Sevilla al Papa de Roma; con la
plena obediencia al rey de Castilla Juan IX y su valido don Alvaro
de Luna, autor de la real concesión a las Casas; y por último, con
la fecha probable de muerte del Antipapa Luna, fijada por algu-nos
-L raLau-lsLa-s eii In Yn ua5 ~--i-v-:v--xL ~ u udc~ 1S A O r ) (n..nn.ta nhnn 10 I i e ~ r s l n tauiryuc. visvri r u .---
a 23 de mayo de 1423 y hay quien lo hace vivo hasta 1424).
Este cúmulo de circunstancias, dentro del amhiente general de
abandono del Papa de Aviñón Benedicto XIII, debió decidir al
Vicario franciscano de Fuerteventura a salir del Cisma. Y viene
a confirmarlo cierto detalle apuntado en los documentos, que quiero
subrayar.
Cuatro islas cristianizadas en 1423. d
, zI
En las Bulas de Benedicto XII relativas al convento francis- 2
i
n
cano en los años 1413-1416 no hay Ia menor vacilación: s e habla ie
de construir un convento franciscano precisamente en la isla de f
Fuerteventura, la segunda de las islas Canarienses (sic!) en la dió-cesis
de Rubicón ("unam Üomum aci usum frairurn TvZnor-üiii ili
quadam insula Fortisventure communiter nuncupata, qu(a) e altera
ex insulis Canarien. Rubicensis diocesis existit").
. Pero en el texto de su súplica a Martin V, en el que Fray Juan
de Baeza no cita una sola vez la diócesis de Rubicón, aunque si
lo hace la Bula del Papa ya citada de 9 de abril de 1423, ambos
documentos dicen que el Papa Luna le habia concedido fundar un
monasterio de su Ord,en en "una de dichas cuatro islas", poco antes
550 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIC,OS
designadas "insulas Canarie" = islas de Canaria ("dictus Petrus
de Luna eidem Johanni fundandi in qualibet ex dictis quattuor
insulis unum monasterium ipsius ordinis licentiam concesserit").
Por tanto, entre 1417 y 1423 ha entrado en el pensamiento de
Fray Juan de Baeza esta nueva idea de "cuatro islas" Canarias,
en vez de las "dos" del año 1414, cuando F'uerteventura es sólo
"altera ex insulis" en la diócesis de Rubicón. La Bula de erección
del obispado de Fuerteventura, como comento en mi citado tra-bajo
IbaZla, hakla de iglesias construidas en las tres islas de Lan-zarote,
Fuerteventura y Gomera, además de cristiandades o con-versos
en las otras dos de Hierro y Canaria; resultando así "cinco
islas" donde la actividad de ;os franciscanos podía extenderse. No
podemos interpretar que ias "cuatro isias" de Fray Juan de Baeza
sean las concedidas por merced real a Las Casas (Canaria, Tene-rife,
Gomera y Hierro), porque además de no haber aún conversos
en La Palma y Tenerife, los citados documentos se refieren a elec-ción
del Vicario, construcción y privilegios del convento de Fuer-teventura,
isla que no era del señorío de Las Casas.
Si queremos sospechar que esas islas son las tres sometidas
Hierro, Fuerteventura y Lanzarote, con la iglesia de Gomera, ten-dríamos
que dejar fuera a Gran Canaria, obligando a suponer que
su cristianización se inició entre abril de 1423 (fecha de estos do-cumentos)
y octubre de 1424, en que Baeza se encuentra ya en
Roma, antes de erigirse la nueva diócesis de Fuerteventura. Pero,
además de esta dificultad, habría que comprender a Lanzarote,
donde los hostilizaba por entonces don Juan Le Verrier, obispo
obediente a Roma.
Tal vez, por tanto, debemos entender que Baeza en aquel es-crito
prescindía de Lanzarote, donde actuaba el obispo Le Verrier,
a esa Isla limitado por su escaso clero, por la hostilidad apuntada
de Barrameda. Viedrna y los franciscanos, y por su o-posición a la
acción de Castilla y a la merced de la familia de Las Casas. Y las
"cuatro islas" eran Fuerteventura, Canaria, Gomera y Hierro,
donde sus franciscanos venían ejerciendo su sagrado ministerio y
60 JUAN ALVARE72 DELGADO
. . . . . .
tenían ya templos y conversos. Por esta razón Fray Juan de Baeza.
recaba del mismo Papa Martín V, en 4 de octubre de 1424 (IV Nonas
Oct. año VII; Reg. Suppl. Martini, 179, f. 29), dos mil florines para
comprar un navío grande en que puedan sus religiosos navegar
entre las varias islas, para atender a los conversos que en ellas.
había ("multi ex huiusmodi incolis in certis insulis ad ipsam fidem
fuerunt conversi.. . de una ad aliam ex dictis insulis sine magno.
navigio transire nequeunt . . . supplicat S. V. frater Johannes . . .
duo milia florenorum auri . . . ") .
Estos datos arrojan bastante luz sobre la postura hostil de,
Maciot y Le Verrier frente al obispo Barrameda y los franciscanos.
Así como sobTe los factores humanos que movieron a los francis-c
~ y e ud e n d & e x ~ e u r~, c~& bcrur ten !es ehiqnc Bmrzmprl_ay -
Viedma primero, y con Guillén de las Casas después, como estudio-en
mi trabajo en prensa Zbdla, para erección del efímero obispado.
de Fuerteventura, estudiado por Wolfel, batiendo la política de
Maciot y Le Verrier, hostiles a los dos obispos franciscanos y a-
Ba acción'de Castilla en estas islas.
La revocación de ias indulgencias.
Es otra importante consecuencia de la hostilidad de Barrameda.
a los betancurianos, y a mi juicio consecuencia inmediata de la-venida
a Canarias desde febrero de 1414 del obispo aviñonense
F'ray Alonso de Barrameda.
Conocemos los datos generales de la revocación de las indul-gencias
que a Bethencourt otorgó Benedicto XIII en 1403, y que
ea mismo Papa revocó por documento que no conozco, pero beche
que cita la Bula del mismo Pontífice de 1.0 de noviembre de 1414,
publicada por Wolfel y comentada por Bonnet 32. Pero este par--
ticular merece examinarse a nueva luz por los nuevos datos apor-tados
en este trabajo, y es conveniente subrayar la cronología de
32 Wolfel, art. cit., pQ. 131.-Bonnet: Jzca~z de Bethencourt, pág. 121..
una serie de sucesos que ponen en nuestras manos la solución de
este dificil problema.
El registro de Aviñón, en el Vaticano, segiin las notas de Wo1-
fe1 tantas veces citadas, demuestra que en 1411 (meses de septiem-bre
y diciembre) se expiden copias de la Bula de-indulgencias de
21 de enero de 1403, prueba de que se consideraba subsistente; y
en marzo de 1412 el electo obispo de Rubicón está en el Concilio
de Sevilla; se rehabilita de su suspensión al obispo Barrameda,
ausente de Canarias en diciembre de 1413, obligándosele a venir a
las islas antes de tres meses; pero antes de la Bula de 1.0 de'no-viembre
de 1414 ya el Carnarlengo de Aviñón había revocado la
Bula de indulgencias. Y en el año 1416, cuando todavía Bethencourt
esti gelti~nz~]d^S~ &=ere s. .1 ElJ., p.p. Igng ccnced~
de otros fondos mil florines aragoneses al convento de Fuerte-ventura.
Resulta, por otra parte, dificil creer que el obispo Barrameda
y los franciscanos Pernia y Baeza (que cuentan con el auxilio del
Patriarca de Sevilla Exea) no hayan influído en la revocación por
Benedicto XIII de las indulgencias, y que si estaban de acuerdo
con ellas no hubieran podido lograr su restablecimiento. Pero como
la revocación se mantiene, a pesar de las gestiones de los betan-curianos,
aun después de la sustitución de Barrameda por Viedma,
se ve que el motivo de la anulación de las indulgencias a Bethen-court
es por no haber recibido en Eanzarote a los obispos aviño-nenses.
Porque la Bula no consigna explicación de esta revocación; pera
no pueden ser los excesos y abusos ai cobrarlas los coiectores,
que esa Bula reconoce existen después de revocadas con anterio-ridad.
Tampoco puede serlo el mal destino dado al dinero por Be-thencourt,
como sospecha Bonnet, ni