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EL EPISODIO DE IBALLA POR JUAN ALVPhREZ DELGADO . . Catedrático de la Universidad de La Laguna. Recogen los historiadores de Canarias este curioso episodio sobremanera llamativo, al que se ha dado demasiado color local en aigunas transmisiones, y se ha tildado no pocas veces de fal-seamiento de los hechos históricos. El detenido estudio del mismo nos ha permitido establecer una serie de datos interesantes, que aclaran y facilitan la recta com-prensión de la historia de la Gomera y también del resto del Ar-chipiélago en el siglo xv, como podrá ver el lector en las siguien-tes páginas. Conviene precisar la cronología exacta de los hechos del go-bierno de Peraza "El Joven", que interesan también a otros su-cesos contemporáneos de Canarias y nos llevan de la mano hasta el episodio de Iballa, último de este ~e,ríodod e sublevaciones, y la muerte de Hernán Peraza l. Me parece que pueden condensarse así : 1 Para los sucesos de este capítulo y sus consecuencias es fundamental el documentado estudio de Wolfel: Los Gomeros velzdidos por Pedro de Vera y D.5 Beatriz de Bobadilln, en "El M,useo Canario", 1933 (núm. 1). p8gs. 5-84. Núm. 5 (1959) 255 2 JUAS ALVAREZ DELGADO Primer ataque de Hernan Peraza en 1477. ~ a c i d oh acia 1450, contaba Peraza entonces unos veintiséis años de edad. Y, bien para cumplir el deseo de doña Inés, su madre, de fundar, en su segundo hijo Hernán, el mayorazgo de la Gomera, llevando en primer lugar su propio apellido 2, bien para servir al propólsito de sus padres y de los Reyes de excluir definitivamente de la Isla a los portugueses " bien, por último, para reprimir algu-na sublevación ,de gomeros por aquéllos alentadas, como lo indica su ataque a Hermigua: Hernán Peraza pasó a principios de 1477 a la Gomera a luchar contra el bando de Mulagua = Hermigua, aliado de los portugueses ". . . Eii dicierñbre de 1476, segfiii &i*eu ~ ~ ; ila f~iI~III-UFL~- - -I~Id~I ~, -~- I~V I I de Cabitos", se encontraba Hernán Peraza en Lanzarote, cuando la captura de los portugueses que luego intervinieron en la pri-sión o muerte de los emisarios a quienes habian dado poder los lan-zaro- t-e ños para recabar de los Reyes Católicos aquella pesquisa. Y si bien Eernán Feraza pudo' ir a ia Gomera a i i b de esta fecha, acompañando a su padre Diego García de Herrera o a un lugarteniente o gestor suyo, carecemos de noticias seguras para fijar su llegada a la Isla antes de 1477. Suministra la prueba de este ataque de Peraza contra Hermi-gua la Real Cédula de 6 de febrero de 1478, que incluye la de 18 de octubre de 1477, con la acusación del Obispo don Juan de Frias, porque "Ferrand Peraza, fijo de Diego de Herrera.. . fiso prender a ciertos vesinos de la dicha ysla (.= Gomera), e que los dyó por cativos" 5, vendiéndolos a unos marinos de Palos y Moguer. Entre los cautivos se cita a "Ferrando el capitán de Malaguenna" (sic I 1 , es decir el jefe del cantón de Mulagua .= Hermigua. El Dr. Wiolfel (loc. cit., nota) afirma que también el ataque se 2 Real Licencia de 25 de noviembre de 1476. 3 Real Cédula de 28 de mayo de 1476. 4 Sólo puedo asegurar el ataque a este cantón; pero es probable que tam-bién lo hiciera contra Agana e Ipalan. 6 Vide Wolfel: Don Juan de Frias, en "El Museo Canario", Las Palmas. 1953, pág. 51 de documentos. 256 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE I 5 . U 3 hizo contra el cantón de Ipalan, suponien60 que cierto "Pedro", citado a continuación, es Pedro Halhagal, jefe que fué de dicho canton, segiin los cronistas, identificando al citado Fernando con Aberberqueye, jefe del cantón de Mulagua én nuestros cronistas. Me parece cierto el primer punto, no por este dato, sino por lo que diré a propólsito de la sublevación de 1478; pero sospecho inse-guras las identificaciones personales. Porque no es admisible que el documento que cita con tal detalle al jefe de Mulagua, llame simplemente "Pedro" y sin indicar su carácter de "capitán" al otro jefe cantonal. El mismo documento cita varios Pedros O, tampoco capitanes o jefes, entre ellos el apellidado Pedro Amefidalir en una página, y Pedro To.rizandero en la siguiente, ambas con interro-gante o duda de lectura en ;WnLfel, pero innegablemente referidas u. 1% mima persona. No hall9 estas furmas eii midxs go=eru Co-nocido, aunque pudieran ser erratas o malas lecturas de un primi-tivo Abendara o Abenamaz. Tampoco creo que el capitán de Hermigua, citado en la sen-tencia de 1477-1478, sea Fernando Aberberqueye, a mi juicio per-sonajieii& alitigilli ; pm pu&i;a wr Feriiando & &=uaberq-ue 7, posible hijo del anterior, como denuncia su apellido s. Quizá des-pués de su liberación por el obispo Frías quedó en Gran Canaria, sin volver a la Gomera, por natural temor a Peraza; hombre de edad y con hijos ya mayores en 1505, fué conquistador. de Tene-rife O. - 6 Aparecen varios "Pedro" gomeros, como Pedro de Aguaberque, Pedro del Obispo, Pedro Autejo, etc., en Fontes Rmum Canariarum, IV, pág. 76 (Acuerdos del Cabildo de Tenerife), que son gomeros a quienes no se expulsa, como a otros "vagabundos" arrojados de Tenerife por indeseables en 1505. 7 Una dificultad ofrece para esta hipótesis el sistema de herencia por vía uterina de la Gomera, según el cual a Aberberqueye no heredaba su hijo, sino su sobrino; pero ignoramos si Aberberqueye tuvo hermanas. 8 Vide mi estudi0.de A?ztropónimos Guanches en ANUARIOD E Es~uoros A!!'LknITIcGS, II, BU^ Y G C ~ , y lo eqxestu a. prup6siio de ia división cantonai sobre el particular. 9 Las Datas 11, 16, 22, 1507, le adjudican terrenos como conquistador, y .en el citado Fontes, IV, pág. 81 (año 1505), se denuncia a un hijo suyo, tuerto, como castrador de colmenas. 4 JUAN ALVAREü DELGADO Sublevación deZ &o 1478. La Real Cédula de 26 de mayo de 1478 habla de una subleva-ción de los gomeros terminada por entonces lo, y no creo se trate del mismo hecho o de continuación de la anterior sublevación, sino de otra motivada por la aludida venta de indígenas, o por el retor-no de los cautivos rescatados por el obispo Frias. Porque el pri-mer ataque de Peraza y la subsiguiente venta de gomeros es ante-rior en nueve meses a esta Cédula. La denuncia del obispo había sido sustanciada y rescatados los esclavos tres meses antes. Esta Real Cédula consigna un dato importante suministrado por doña Inés, sin duda sobre informaciones directas de su hijo Hernán Peraza, al recabar de los Reyes Católicos órdenes precisas a garantizando su dominio v la obediencia de los gomeros. Dice doña E Inés que e1 cantón Orone = Arure le ha sido siempre leal, mientras O d-- los otros tres le desobedecían; y ello nos permite asegurar que en m O E las operaciones bélicas de Hernán Peraza en los doce meses ante- £ 2 riores se habían sublevado los tres cantones de Ipalan, Hermigua E y Agana I= Vallehermoso. Como sólo se cita entre los ~sclavos vivos en febrero de 1478 al capitán o jefe de Hermigua = Mulagua, los otros dos jefes de cantón pudieron perecer en la lucha. - 0 m E Considero natural el ataque a Hermigua y Agana = Valleher- O moso, cantones adictos a los portugueses. Pero siendo Ipalan te- 5 rritorio ocupado desde años antes por Fernán Peraza "El Viejo", n E este testimonio de doña Inés asegura la fecha exacta de la domi- a 2 nación del cantón de Ipalan por Hernán Peraza, que debió tomar d n n por esta fecha sus tierras de sembrar en Guahedún y Benchijigua, "Corte del Conde". De esta forma, todo el arranque del episodio 3 O Ue Iha!!a y SIS lolac'ri~inesr on -1 señor data del primer año de la llegada de Hernán Peraza a la Gomera. Sublevación del coño 1479. Al comenzar este año había cesado la lucha de los cantones go-meros contra Hernan Peraza, pues éste se haiiaba en ia isia de Gran Canaria guerreando al lado de su amigo Pedro del Algaba, 10 Cf. Castillo: Descripción histórica.. ., edic. 1878, pág. 151, y Wolfel: La Cz~ria.., . págs. 1020-23. 258' ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALW 5 seguramente porque ni él ni sus padres habían renunciado con gusto a sus derechos de conquista en las islas mayores, que los Reyes Católicos se habían reservado. Al llegar Rejón a Gran Canaria y degollar a Pedro de la Algaba en 3 de mayo de 1479 11, remite presos en un barco al deán Ber-múdez y otros partidarios, con la villana consigna de abandonarlos en la isla de la GomeralT en los distritos donde Hernán Peraza, partidario de Algaba y enemigo de Rejón, se hallaba sofocando una sublevación. Abreu subraya tal circunstancia como venturosa para Hernán Peraza, porque habiendo salido poco antes para la Gomera no lo halló en Gran Canaria su enemigo Rejón. Dice Abreu Galindo que los cantones sublevados eran Agana (= Vallehermoso) y Orone (= Arure) ; pero, como explico a p-pósito de la muerte de Rejón, debemos admitir que era Hermigua el cantón sublevado y no Orone, pues Rejón sólo pudo tener noti-cia de que Hermigua era hostil a Peraza en ese año 1479 13. No poseemos detalles de las operaciones de Hernán Peraza con ocasión de esta sublevación, pero es de presumir que, tras luchu más o menos larga y sangrienta, acallara la sublevación con muerte y cautiverio de indígenas de Hermigua y Vallehermoso. Sucesos de 1480 a 1483. Es seguro que Hernán Peraza no volvió a Gran Canaria des-pués de la llegada de Rejón, ni poseemos datos de otras subleva-ciones en este cuatrienio de su gobernación en la Gomera. La cronología de los hechos en este periodo de la conquista de Gran Canaria es bastante contradictoria y oscura. Nuestros tra-tadista~ o disn fijaii la muerte de Pedro de la Algaba en mayo de 1480, la de Rejón en Hermigua por junio de 1481, y el retorno de Hernán Peraza, tras su proceso, y llegada a Gran Canaria en fe- 11 Las fechas de Abreu para estos sucesos deben rectiñcarse con arreglo a las referencias de L. de la Rosa: ''33lu seo Caliario", 1948, nums. 27-28, pág. 4. 12 Dato de Abreu: Historia ..., edic. 1955, 1. 2, c. 15, pág. 202, sobre "re-laciones antiguas". 13 Rej6n había estado antes en Gran Canaria, pero cuando aún no estaba Peraza en la Gomera. 6 JUAN ALVAREZ DELGADO brero de 1482 ó 1483. Se compaginaban bien con este lapso de tiem-po los sucesos, a saber : el proceso de Rejón a Algaba (1479), sus conatos de operaciones en Gran Canaria, la iniciación en la Corte del proceso contra Rejón, el nombramiento de Pedro de Vera (14801, la prisión de Rejón y su llegada a la Corte; sustanciación de su proceso y orden de que prepare la empresa de conquista de La Palma (1481), llegada a Gran Canaria de la armada de Rejón, y evitación de su desembarco por Pedro de Vera; marcha de Rejh a la Gomera y su muerte en Hermigua; regreso de la viuda y sol-dados de Rejón (1482), denuncia ante la Corte y nombramiento de dos pesquisidores contra Hernán Peraza, porque el primero retra-saba voluntariamente su comisión; proceso de Peraza y sustan-ciación en la Corte; indulto tras las vacilaciones de los Reyes; su a N E matrimonio en 1482 y viaje a Gaii CaiiaRa. ca 1083 Tz!a hechos O llenan bien el lapso de tiempo indicado. - n - Pero como Pedro del Algaba fui muerto en 1479, y Pedro de m O E Vera erc? gobernador de Gran Canaria desde principios de 1480 E" 2 (L. de la Rosa, o. c., phg. 5), podría parecer imposible retrasar la -E sustanciacíón del proceso de Juan Eejóti y sil viaje a Grm Canaria 2 y Gomera hasta junio de 1481, hecho que tal vez debería colocarse -- un año antes; y ello nos obligaría a poner el indulto de Peraza, su 0 m E matrimonio y regreso a las Islas también un año antes, haciéndolo O desembarcar en Agaete el día 1 de febrero de 1481. Pero docu- E n mentalmente está probado que tal boda se realizó en 1482 y por -E tanto su arribada a Gran Canaria en 1483 14. a 2 Esta nueva cronología nos traería la coincidencia con un texto d n n 14 Abreu Galindo, o. c., 1. 2, c. 21, pág.. 221, dice que desembarcó en Agaete 3 O el 1 de febrero de 1482. Pero en realidad este iio ocUrrió haqta 1483. Seen dice Castillo y ha demostrado Rumeu de Armas (La rewmdzcación por Za Co-rona de Castdin del derecho de conquista sobre las Cci~tarias mayores y la creaczón del co?zdndo de la Gonzern, en "Hidalguía", n." 32 (1959), págs 11-12). 15 Wolfel: Don Juan de Frias, 1953, pág. 10 y doc. pág. XLV, confirma-ción en enero de 1515, de una capitulaci6n y carta de 30 de mayo de 1481, en que se habla de que "los guanartemes e cabaiieros e otras prrxvnsrs" Gran Canaria prestaron obediencia y presentaron una capitulación escrita. Estas son las mismas a que se refiere Abreu (oc. c., cap. 22, 1, 2, pág. 224), en oposición a la nota de Cioranescu (ibidem, pág. 223) y datos tomados a Castillo y Abreu, que hay que rectificar por lo dicho en el texto. 260 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 7 citado por Wiolfel lj; porque si las operaciones realizadas por Fer-nández de Lugo, con la ayuda de los 150 soldados de Hernán Pe-raza, son las que provocan la inmediata caída y prisión del gua-narteme don Fernando, llevado a poco a bautizar a la Corte, ;es esta prisión del Guanarteme y nobles grancanarios la citada por la Real Cédula de 30 de mayo de 1481, en Calatayud, como acto de paz y sumisión a los Reyes Católicos? Me indica Rumeu de Armas que ese acto de Calatayud se refiere a otros régulos indígenas. Además: muerto Rejón en Hermigua por los soldados de Her-nán Peraza en junio de 1481, según acabo de indicar, éste fué Ila-mado a la Corte tras la actuación de un pesquisidor (el segundo nombrado). Auxiliado allá con la protección del Duque de Medina Sidonia, de los franciscanos, cuya intervención sin duda recabaran 2 s padres a tmvés del corivento de Fuerteventura, y de los mu-chos amigos que tenía sobre todo en Andalucía, regresa indultado por los Reyes en 1482 y unido en matrimonio a la hermosa doña Beatriz de Bobadilla 1°. A esta dama de la Reina, por sobrenombre "La Cazadora", sobrina de la Marquesa de Moya y de la que se kal!a?.m enamo~adüe i %y Catóiico, negocio dona Isabel este enlace, con el fin de p n e r mar por medio entre la bella dama y su esposo don Fernando, que se resistía a indultar a Hernán Peraza de la muerte de Rejón. El gesto real de este indulto a Hernán Peraza no debe parecer extraño, pues en ese tiempo con frecuencia se indultaban delitos de sangre, por ejemplo, a quienes acudieran al asedio de Ante-quera, a la toma de Granada u otras gestas similares. Del mismo modo Hernán Peraza fué indultado de la muerte de Rejón, con la condición de tomar parte, por si y con los responsables directos de ia misma, en ia conquista de Gran Canaria ". Parodiando aquello de "París bien vale una misa", Hernán ?e-raza quedó muy contento de su suerte, que en vez del degüello se-guro le proporcionaba el retorno a la Gomera, la posibilidad de 16 Antonio de Viana (Poema, canto 2, versos 931-937, p8g. 67 de la edi-ción Moure) comete el error de llamarla .Leonor, y la enorme confusión de seiíalar su retorno a Canarias con la Bobadilla, el Obispo Serna y el Adelan-tado Alonso Fernández de Lugo. 17 Abreu, o. c., pág. 220, y nota de Cioranescu. 8 JUAN ALVAREü DELGADO ventajas en la guerra de las armas que voluntariamente había hecho en Gran Canaria y como regalo una hermosa mujer. Cumpliendo la orden de los Reyes Católicos, poco después, se-gún creo, en febrero & 1483, marcha Hernán Peraza al frente de 80 gomeros y 70 soldados más, lanzaroteños según Viera, para ayudar a Pedro de Vera en la conquista de Gran Canaria 18. Apresado a poco el Guanarteme y conducido a la Corte a bau-tizarse, un amigo de Peraza, Miguel de Mujica, obtiene de los Re-yes Católicos, quizá con pretexto de alguna sublevación gomera o por su heroica intervención en aquella regia captura, la vuelta de Peraza a su Isla, a donde regresa seguramente dentro del mismo año 1483. Sin embargo, no tengo prueba segura de la fecha de este re-torriq ni & slhkvación alguna en la Gomera hasta 1484 '". 1484.-Hernán Peraza, "sefior de Za Gomera". Es bien sabido por las Noticias de Viera y los conocidos estu- E 2 dios sobre el tema de Darias Padrón, Peraza de Ayala y Bonnet, E que Hernán Peraza no iogr-ó "6cia:iiierite e! titU!~ 6e "Ccr.ck de ]!a 2 Gomera", y desde el punto de vista estrictamente documental éste - sólo se confirió a su hijo Guillén Peraza de Ayala y Bobadilla. 0 m E Pero la misma controversia suscitada sobre tal titulo y el co- O nocido propósito de doña Inés, su madre, de instituir varios ma- n yorazgos, demuestra que los textos antiguos y la tradición hablan- € do alguna vez del "Conde Hernán Peraza" recogieron el ambiente a 2 y el propósito de ostentar desde aquella época tal titulo. n n Hasta la frase incidental de Castillo (o. c., pág. 126) y otros cronistas (equivocada por la fecha, pues no fué Peraza señor de la 3 O Gomera hasta dos años después de su matriiiiüniu con !a B~badi-lla), declarando los Reyes absuelto a Hernán Peraza de la muerte de Rejón con la condición de servir con tropas en la conquista de Gran Canaria y de "que no tuviese más título que señor de la isla", y lo mismo las palabras del "Matritense" y Viana al decir que no 1s Aunque de primera intención parece "excesiva" la cifra de complicados (60 gomeros), hablo de ello en el capítulo siguiente. 19 El "Matritensew nos habla de una "provisión real" traída por Miguel de Ivfoxica ("El Museo Canario", núm. 5, 1935, pág. 79). 281 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE íB.4i.W se llamen "reyesJ' García Herrera e Inés Peraza, parecen repetir el eco del reiterado propósito de los Reyes Católicos de ir restando privilegios a la nobleza. En 25 de noviembre de 1476 obtuvo doña Inés Peraza una Real Licencia para crear dos mayorazgos, por lo menos, si quisiese. Segu-ramente lo hizo, porque en los conflictos suscitados ese año, y pen-dientes luego de la Información sobre el derecho de las Canarias, se había esgrimido el argumento de la incapacidad de Garcia de Herrera y doña Inés para dominar el Archipiélago, cuya sujeción no habían logrado en cinco lustros. Esa será también la razón de que en el ajuste de Sevilla de 15 de octubre de 1477 los Reyes Ca-tólicos les dejen las cuatro islas menores, reservándose la Corona la conquista de las tres mayores: T'enerife, Gran Canaria y Lz Pahia, en las que Herrera habia puesto el pie casi sólo nominal-mente 20. Estas gestiones debieron precipitar el deseo de doña Inés de entregar a su hijo Hernán Peraza el gobierno de la Gomera, cosa que hiciera por ese año. Pero quizá la intervención de 10s g~hPr-naciores y conquistadores de Gran Canaria y las sublevaciones de la Gomera la forzaron a retrasar sus propósitos de ceder el seño-río de las Islas y crear los mayorazgos, por temor a perderlas y debilitar con la división sus derechos sobre el Archipiélago. En 1483, en cuyas primeras semanas regresó Hernán Peraza de la Corte, casado con doña Beatriz de Bobadilla, no tenía de de-recho todavía el señorío de la isla de la Gomera, aunque desde cinco años antes estaba en ella ejerciendo su efectiva gobernación e intentando la sumisión total. Pero antes del 31 de agosto de 1484. fecha de 1s X~UC! éd-da transcrita por Wiolfel 21 y como señalo a propósito del "pacto de Guahedún", doña Inés Peraza y su marido habían hecho cesión del 20 Vdase para este proceso los citados trabajos de Wolfel y Darias Padrón, así como los Estudzos de Chil, las Noticms de Viera y Clavijo y las notas a la edición de Castillo por Miguel Santiago, 1948-1958 21 "El Museo Canario", 1933, pág. 30 de su trabajo Los Gomeros vendidos por Pedro de Veru. Darias Padrón: Los Herreras, art. cit., pág. 52, cita un poder de 14 de septiembre de 1484 para instituir el mayorazgo a favor de Peraza; pero debe referirse al Mayorazgo de las cuatro Islas otorgado s610 en 1488, porque la cédula citada anterior es clara en su texto. 10 JUAN ALVAREZ DEWADO señorío de la isla de la Gome "rza favor de su hijo segundo Her-nán Peraza. Los anteriores documentos que conocemos, como las Realas Cédulas de 22 de diciembre de 1483 23 dirigidas a 10s gobernadores de Canarias y moradores de las Islas menores, dicen que doña Inés Peraza "tiene el señorío" de las cuatro islas de Lanzarote, F'uer-teventura, Gomera y Hierro. Por consiguiente, el "trasp~samien-ton del señorío, gobernación y posesión de la Gomera tuvo lugar después de diciembre de 1483, pero bastante antes de la Cédüla de 31 de agosto de 1484, a fin de que pudiera recabarse otra Cédula en ella aludida y no acatada aún por los indígenas gomeros, orde-nándoles la obediencia al ('señor" de la Isla, Hernán Peraza. Por tanto, no puede admitirse la opinión usual de nuestros his-toriadores, que hacen a Hernán Peraza "señor de ia Gomera" Uesde 1478, sino que el largo decenio de su gobierno debe dividirse en r*os periodos: desde 1477 a 1483, gobierno de Hernán Peraza en nom-bre y por delegación de su madre doña Inés Peraza; desde 1484 a 1188, fecha de SU muerte, "señorío" de Hernán Peraza en la Go-mera y en el Hierro. SubZevacZón de 1484 y "pacto de Guahedún". La Real Cédula de Córdoba de 31 de agosto de 1484 24 confirma que 10s gomeros no querían prestar a Hernán Peraza la obediencia 22 Podríamos suponer que también de la Isla del Hierro, porque la Red CBdula de 7 de septiembre de 1484 (Darias Padrbn, art. cit., pág. 51) nombra a Diegü de Xerrerz. diciendn '%uias son las islas de Lanzarote y Fuerteven-tura", sin citar las otras dos. Y la Cedula de ocho días antes garantiza ia cesi6n de Ia Gomera. Pero el mismo Darias (o. c., pág. 56) dice que la escri-tura de venta del Hierro se hizo en Jerez a 28 de junio de 1486. 23 Transmitas por Chil: Estudios, m, pág. 236. 24 Wolfel: Los Gomcrros v e d d o s . . ., "El Museo Canario", 1933, pág. 38 r "por otra nuestza. carta. firmzda de nuestros nombres.. . vos embiamos man-dar que obedesciesedes a Fernand Peraca . . . cuyo es el sefiorío e gobernación e posesy6n de la dicha Ysla por traspasamiento que della le fizyeron los dichos Diego de Herrera e Doña Ynés Peraca.. . Lo qual diz que agora non avedes querido nin queredes fazer, poniéndovos contra él e non faziendo lo que por la dicha nuestra carta vos embiamos mandar.. . ". 264 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB ordenada en Cédula de ese año reconociendo el traspaso del seño-río hecho por sus padres. Sospecho que esta rebelión estaba alen-tada por los gomeros de Gran Canaria, por el público antagonismo. del Obispo Frías con los Herreras, a que aluden los textos del con-flicto sobre quintos y diezmos, y por la misma actuación de Hernán Peraza atropellando a los insulares. Como consecuencia de esa lucha, que parece acallada en años. siguientes, pues no constan documentos nuevos sobre este estado. rebeIde de la Gomera, se debió realizar el "pacto de Guahedún" por los motivos que expongo en el estudio particular hecho dentro del episodio de Iballa. Este pacto de alianza o sumisión debió reali-zarse por 30s cantones de la Isla, o al menos por los dos de lpalan y Hermigua, que eran los que daban los gritos de rebeldía en su aizamiento y marcha hacia el Garajonay. A este año refiere Wolfel los datos del "cerco de Peraza" que estudio en el párrafo siguiente. 21484,1486 ó 1488?-Cerco de H&n Peraxa en ia Torre, Ya dejé señalado en nota anterior que en 1486, por lo menos, el señor de la Gomera Hernán Peraza tomó, por compra a su madre doña Inés, posesión también de la isla del Hierro. Abreu Galindo (o. c., c. 28, pág. 247) dice que siendo Hernán Peraza "señor de la Gomera y el Hierro", los gomeros se habían alzado contra él y lo tenían cercado en el castillo de San Sebastián, por lo que doña Inés Peraza, viuda [1485], había requerido el au-xilio de Pedro de Vera, quien en dos carabelas y los navíos de Fuer-teventura, enviados por doña Inés, acudió en socorro de Hernán Pemzz, a! que libertó, iievando de paso a Gran Canaria más de dos-cientos gomeros. Abreu señala este hecho en 1488, pero el Dr. W6lfel 26 cree que corresponde a la sublevación señalada en la Real Cédula de 31 de agosto de 1484, antes citada. indicios contradicen tal hipótesis, que no puede expli-carse por error de cifra en el manuscrito y ediciones conocidas de Abreu. 25 "Ei Museo Canario", 1933, ntim. 1, pág. 11. Niim. 5 (19591 ., 12 JUAN ALVAREZ DELGADO Pues los títulos de "señor del Hierro" para Peraza y de "viuda" para doña Inés no permiten atribuir el dato de Abreu a fecha an-terior a 1486, en que, muerto Diego García de Herrera y firmada la venta de aquella Isla, pudieran emplearse ambas designaciones. El propio Abreu Galindo, después de relatar este hecho de Pedro de Vera y su vuelta a Gran Canaria, dice que "pasados algu-nos días" se precipitaron los acontecimientos, produciéndose la con-jura y Última sublevación que costó la vida a Hernán Peraza, lo que nos lleva a una fecha muy cercana a 1488. Tampoco parece creíble que la intervención de Pedro de Vera, señalada por Abreu, se pudiera producir en 1484, poco después de dictarse la Real Cédula de Vitoria de 26 de diciembre de 1483, en que se le recriminaba querer intervenir en las islas del señorío de los Herreras. Ni resulta probabie que en vida de sü zayxs:: uri Lan-zarote (muerto el 1485) doña Inés sola recabara el auxilio de Pedro de Vera, ni que éste tampoco lo otorgara en vida del Obispo don Juan de Frias (t 1485, XI), abiertamente hostil a Herrera y a las actividades gomeras de Hernán Peraza. Por todo ello sospecho que efectivamente la su"uevaci6n se pro-dujo entre 1486 y la mitad de 1488, sin que sepamos el momento, las causas y el proceso. Empujado Hernán Peraza hacia el pueblo de San Sebastián, vióse cercado dentro de los muros de su castillo; y noticiosa doña Inés, cuyo auxilio recabó Hernán Peraza, la madre angustiada so-licitó el apoyo de Pedro de Vera, que, desligado por entonces de mayores compromisos, sin guerra en Gran Canaria, muerto Frias y con el Repartimiento hecho, pudo tener interés direzto en ayu- -dar a Hernán Peraza y aprovecharse de los gomeros a castigar. Esto explica que doña Beatriz de Bobadilla, al producirse poco después la conjura y el levantamiento que ocasionó la muerte de Hernán Peraza, se acordara igualmente de Pedro de Vera, para acudir a él en demanda de auxilio. Pues en ninguna de las subleva- &mes anteriores consta que Peraza pidiera ayuda a Pedro de Vera, a pesar de que lo había conocido durante su actuación en Gran Canaria tras la muerte de Rejón. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Estado actual de la "Torre de la Gomera". De sus almeras colgó e1 cuerpo, ajusticiado por la bella v cruel dofla Bea-triz, de a q ~ e lin famador que había puesto mancilya en el honor de 1a Señora de la Isla Desde su a i t a ter raza s e hizo el saludo dr ordenanza a las naves del Almirante, en el primer viaje de Colón par& descubrir America. Todavía hoy, en sus g1orioc;as piedras parecen resonar como caracolas las consejas de tan gloriosa historia. EL EPISODIO DE IBALL.4 13 1488.-Sublevac2ón, conjura y aseshato de Hernán Peraza. Aunque ignoramos el momento y ocasión de aquella interven-ción del viejo Pablo Hupalupa, del partido amigo de Orone = Arure, subrayada por los cronistas, aconsejando a Hernán Peraza tratar bien a sus súbditos, para evitarse rebeldías y disgustos, la sospe-cha de oposición o de secreta complicidad con sus enemigos, sur-gida en el ánimo de Hernán Peraza, llegó por algún medio (el jefe de Ipalan?) a noticia del viejo Hupalupa y motivó su disgusto, que, mediador de buena fe, se ve considerado desleal. Interviene entonces en la conjura, y se producen los aconteci-mientos que, por su unidad e interés, estudio en el "Episodio de Iballa" . Y los hechos del período que sigue a 1488 y los contemporá-neos a Hernán Peraza en las otras Islas son bien conocidos por haber sido estudiados con bastante detalle por Dacio V. Darias Padrón 26 y los textos históricos de Canarias. Contribuye a comprender el fondo de los acontecimientos de este complicado período de la historia de Canarias estudiar el juego de personales pasiones de sus principales autores. Un examen atento de los datos de Abreu y Castillo, nuestros más completos informadores, nos aseguran la hostilidad contra Hernán Peraza, de Rejón y del obispo Frias, junto a la de muchos gGmzros de GL-aii Canaria; ai par que una simpatía de Aigaba y el deán Bermúdez, y una vacilante actuación, indiferente primero y amistosa luego, de Pedro de Vera hacia ��l. Así resulta de los si-guientes detalles, que aunque afectan a sucesos en las otras Islas, interesan en parte a los hechos de la Gomera. 26 Dacio V. Darias Padrón: Notus Históricus sobre los Hemerus en Ca-m r i a s (apud "El M,useo Canario", 1934, págs. 44-77).-También suministra datos en Los Condes de ZCG Gomeru ("Rev. de Historia") y su Historia áe CCL- %arias, La Laguna, 1934. 14 JVAN ALVAREZ DELGADO Juan Rejón. Ciertas referencias de Abreu Galindo se basan en informacio-nes parciales favorables a Rejónz7, que pudieran arrancar de la crónica "Matritense" y de la perdida de Jáimez de Sotomayor, su cuñado; no sabiendo armonizar a veces sus datos con los papeIes de la familia Herrera, de que parece servirse en otros pasajes. En distintos puntos de nuestro presente estudio nos vemos precisados a señalar los errores o las erratas de Abreu, historiador conside-rado con frecuencia como bien informado. Rejón fué siempre hostil a Diego García de Herrera y a Her-nán Peraza, como resulta del absurdo gesto de llevar consigo a a Lanzarote a Pedro de Aday y Luis de Casañas cuando fué a pedir lu- .anmutb;mururnr+;ru\mL vu y a~x i ! i~cs~;r ,frmánddos il uversiSn si Pedro de la. O Algaba y al deán Bermúdez, declarados amigos de Hernán Peraza, - m y los recuerdos de su propia viuda al denunciar a los Reyes Cató- O licos su muerte en la Gomera a n~anosd e los soldados de Peraza 2s- E 2 E El desembarco de Rejón en Hermigua demuestra palpablemen- L ^ LC sus aviesas i ~ t e i i ~ ic~~ ii ii t~rP~e~r a=, aUnqUe tarr,biér? en P S ~ punto intenten defenderlo nuestros cronistas. Pues al llegar a Gran O-Canaria en junio de 1481, como dije en anterior capítulo, Pedro de m E Vera, seguro de que se iban a originar rencillas y luchas, como O apunta el mismo Abreu, y noticioso del método traicionero que empleó con Algaba, le impidió desembarcar allí. Entonces Rejón a E continúa su viaje para ir a conquistar La Palma; pero pasando delante del puerto de San Sebastián de la Gomera, donde sabe re- - side Hernán Peraza, realiza 12 kilómetros más al Norte un desem- 3 barco en el Valle de Hermigua. O 27 Bastan para probarlo los textos de su cap. 12, págs. 189 y 190; cap. 15, pág. 202, sobre todo al decir: "Yo no me puedo persuadir que un caballero y noble como Juan Rejón era, quisiese a otro hombre causarle con traición la muerte". Olvidó Abreu que Rejón quiso ir a Lanzarote para atacar a Peraza por haberlo rechazado, üisuaaiéncioio Mgaba y Serniúdez. Y que EikiTÓ tianwi-lamente a Algaba, bajando a Las Palmas con nocturnidad, engaño y alevosía, y sorprendiendo a todos con su risotada en la iglesia. 28 Lo de Aday (o. c., p8g. 189), la intervención de Algaba y Bermúdez (o. c., pág. 194). y las palabras de la viuda (o. c., pág. 219), lo registra Abreu. 268 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 15 Son del todo pueriles las excusas y motivos 'que de ello dan los cronistas: el viento adverso y la necesidad de descanso. Porque las condiciones náuticas en el canal entre Tenerife y la Gomera por donde navega el barco de Juan Rejón, una vez do-blada la Punta Rasca de Tenerife, son análogas en todo él, y lo mismo daba tomar tierra en el Puerto de la Hila en San Sebastián, que en Hermigua o en Agulo, más al Norte. Más abrigado hubiera sido hacerlo en Los Cristianos, en la Caleta de Adeje o en la Playa de San Juan de la isla de Tenerife. Pero Rejón no quiso experi-mentar sus fuerzas en lucha con,los nativos tinerfeños, y consi-deró más hacedero negociar con los gomeros de Hermigua, hostiles a Peraza. Repiten con llamativa insistencia los textos favorables a RejCii que sólo desembarcaron en Eermigua una docena de per-sonas, por no permitir aquél que lo hicieran más; queriendo incli-car que tan escaso número no justificaba el ataque por parte de Hernán Peraza. Pero además de que el contingente de fuerzas (190 sddados más) llevadas por Rejón en el barco también preci-saba descansar, no sóio sus criados y íamiiia, se escapa a ~ ~ r e u , ~ ~ el detalle de que los indígenas gomeros "sabiendo quién era" lo recibieron bien y "tendióse por la isla su llegada". Si Rejón sólo hubiera tenido el propósito de un breve descanso, tendría tiempo de reembarcar antes que se enterara Peraza y Ile-garan sus emisarios desde San Sebastián (unos 20 kilómetros por el camino de Enchereda), y en todo caso hacerlo antes de ser ata-cado por ellos. Es evidente que albergaba ot.ras intenciones. El propósito de Peraza al oponerse a su estancia era el mismo de Pedro de Vera al impedirle desembarcar en Gran Canaria. Igual gesto habia tenido Peraza en Lanzarote, haciéndolo reembarcar cuando allá fué con Aday y Casañas. Y subrayo que entonces Rejón, ya embarcado y sin ser antes agredido, disparó sus armas hiriendo a tres soldados de Herrera, y h re tendió retornar para tomar ven- 29 Marín (o. c., fol. 79; copia Universidad, cap. 8, 1. 2) dice que Rejón al salir para La Palma llevaba 200 soldados, pero bajó en Hermigua con sólo su mujer, cuatro hijos, criados y ocho soldados, "que no permitió más". 30 O, C., 1. 2, cap. 20, pág. 217. 16 JUAN AL\'AREZ D S A D O ganza. Quiso repetir aquel gesto en la Gomera, mas con adverso resultado. Confirman mi tesis las palabras de Castillo (o. c., pág. 1251, según el cual Rejón se estableció en tiendas por mantenerse el viento contrario; y añade que Hernán Peraza mandó algunos hom-bres de su confianza del mismo bando contrario de Hermigua. Hace esto sospechar que las noticias llegaron a Peraza por la discon-formidad entre sus adictos y enemigos del cantón de Hermigus = Mulagua, al advertir los propósitos de Rejón para asentarse en él. ~oadyÚvaa esta idea la exagerada cifra de soldados llevados por Hernán Peraza a Gran Canaria, una vez indultado de la muerte de Rejón. Señalan nuestros cronistas 80 gomeros y 70 lanzaroteños, a todos los cuales no es posible considerar "cómplices" directos de ia muerte de Rejón; porque ios soiuados de Lanzarote, saivo un corto número de la guarnición del castillo de San Sebastián, fue-ron reclutados en su mayoría por los padres de Peraza en aquella Isla, con clara visión política y estratégica: evitar una posible traición de los gomeros a Peraza, si se hallaban solos en la lucha con ios grancanarios. Además Hernán Peraza hubo de considerar igualmente respn-sables del asesinato de Rejón a los gomeros del Valle de Hermigua, que lo auxiliaron a su llegada y que intervinieron en la lucha a su favor. Y me fundo en que Peraza, según los cronistas, "mandó echar pregones" ordenando la presentación de los responsables, cosa que no podía ignorar si se trataba de los propios emisarios y soldados que él mismo reclutara. Nuevo detalle que contribuye a confirmar la malévola acción de Rejón contra Peraza, al reclutar en el Valle de Hermigua a sus adversarios. Subrayo que sólo un numero bastante grande de atacantes podía lograr la inmediata muerte de Rejón y rendición de sus sol-dados, muy numerosos y expertos en las lides de guerra, dispues-tos además a desobedecer la orden de Peraza de reembarcar o entregarse. Es absurdo que Hernán Peraza pretendiera a toda costa apre-sar a Rejtin y llevarlo a San Sebastián, como dicen los cronistas, pues él no se habría entregado jamás. P si hubiera podido vencer en Hermigua a los soldados de Peraza, no hubiera temblado su 270 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 17 mano en aplicarle la misma pena que meses antes diera a Pedro de la Algaba. Hernán Peraza, con equidad o sin ella en sus métodos, no hizo más que adelantarse al golpe contra él mismo dirigido. También equivoca Abreu aquí los cantones donde fueron reclu-tados estos gomeros. Siguiendo los emisarios de Peraza, aun en la hipótesis de una corta estancia de Rejón, el camino viejo de San Sebastián a Hermigua por Enchereda o la Cumbre, no se podía recoger gente de Orone = Arure, ni de Agana = Vallehermoso, cantones muy alejados de aquel sector. Si estaban algunos en San Sebastián, no era el principal grupo de atacantes, que en su ma-yoría debían pertenecer a Ipalan, y como apunta Castillo, algunos adictos de Hermigua. Para poder reclutar gente de los otros dos cantones, señalados por Abreu, la estancia de Rejón tuvo que durar ..ve-. a r h ~di as. Los gomeros de Orone = Arure, que fueron con Peraza a Gran Canaria, eran adictos y fieles amigos suyos, como aparecen siem-pre en la historia gomera. Los que intervinieron en el ataque a Rejón, deducidos esos con- L~. i-r -i genies,d ebieron ser una docena de soldados hispanos o lanza-roteños de la guardia del castillo de San Sebastián, y un grupo numeroso de medio centenar de gomeros de Ipalan y Hermigua, reclutados por Peraza para la acción represora contra Ia ocupación injusta y mal intencionada de Rejón. P Pedro de Vera. Ha sido grave error de nuestros cronistas haber hecho a Pedro. de Vera hostil al obispo don Juan ae Frias y siempre adicto a Her=- nán Peraza. Eliminado por ,Wolfel 31, y antes por Chil, aquel conflicto con Pedro de Vera de una supuesta controversia, amenaza al obispo y milagros en los gomeros ahogados, como Pedro de Aguachiche, sucesos ocurridos cuando, Frias, era JW 0his9 Fray 3Zi~e! López de la Serna, no conozco un solo dato preciso que pruebe la' menor fricción entre el obispo Frías y Pedro de Vera. 31 "El Museo Canario", 1933, pAg. 29. Núm. 5 (1959) 18 JUAN ALVAREZ DELGADO Estoy, por otra parte, firmemente persuadido de que hasta morir este obispo en 1485, Pedro de Vera se apoyó siempre en Frias y compartió con él la dirección política de la conquista, con-tribuyendo por ello a hostilizar a los Herreras de Lanzarote, y no teniendo con Hernán Peraza acuerdo alguno, aunque otra sea la opinión común. Las necesidades politicas de Pedro de Vera en esta primera dapa de su gobierno le obligaban a una cautelosa acción en tal sentido, por sentirse débil ante la facción favorable a Rejbn, cuya valía militar recordaban siempre Jáimez de Sotomayor y otros ami-gos suyos, y por las dificultades de la guerra con los canarios to-davía insumisos. Hubiera sido impolítico situarse frente al obispo, a cuyo alto valimiento en la Corte le era conocido por sus éxitos con- E t r a Hernán Peraza, ~ e r r e r aA, igaba y Brrnúdez. O n En cambio, en igualdad de circunstancias después de muerto - o> O el obispo Frías, frente a canarios y gomeros insumisos en parte, E y con grandes dificultades para lograr recursos con que terminar S E la conquista, Vera se ve obligado a pactar con Peraza y aplicar sus mismos procedimientos de represión y venta de esclavos. Mientras antes de 1485 no conocemos'ninguna ayuda positiva O-m de Vera a Peraza, sino la breve estancia de éste en Gran Canaria E para cumplir el mandato de los Reyes Católicos de ayudar en la U conquista, en los últimos años conocemos dos auxilios de Vera a n Hernán Peraza y a su mujer, y lo vemos comprometido el1 un pro- E a-ceso, que le cuesta su gobierno, por la venta de gomeros y sus atro- n ces medidas de represión el año 1488. n n 3 O El obispo Fvias. El obispo de Rubicón y Canarias (1477? a 1485) don Juan de Frías, figura notable de la conquista de Gran Canaria, ha sido tema de un estudio particular del Dr. W6lfel y aludido elogiosamente en otros trabajos suyos ". 32 D. J. Wolfel: Don Juan de Frias, el Gran Conquistador de Gran Cu-rwric~, e d. "El Museo Canario", Las Palmas, 1953. Habla también de él en sus trabajos sobre La Curia y Los Gomeros vendidos por Pedro de Vera, antes citados. 272 ANUARIO DE ESTUDIOS .4TLANTICOS EL EPISODIO DE IBALM 19 A pesar de sus innegables merecimientos, justamente elogiados por Wdfel, hay sombras humanas en su actuación frente a Peraza y Herrera que nos ayudan a comprender hechos de este periodo y nos aseguran la clara hostilidad de Frias a Diego García de Herre-ra, doña Inés Peraza y Hernán Peraza, siendo en cambio afable en exceso con Juan Rejón. Parecerá extraña esta actitud, como me lo pareció a mi misino al descubrirla, ante los merecidos elogios de Wiolfel por sus andan-rns para obtener de los Reyes y las Justicias nacionales la libera-ción y el rescate de los esclavos gomeros, y una dominación y trato humano de los indígenas; p r o mitiga nuestra sorpresa el siguiente auténtico dato, relacionado con este mismo problema. Considerado a N Juan de Frias casi un apóstol contra la esclavitud en Canarias, E resültz inexplicable que pocas semanas antes de morir, en su tes- no-tamento o escritura de donación (20 de octubre de 1485) a la recién - m O erigida Catedral de Las Palmas 33, podamos leer: "el señor obispo E E 2 dixo que por quanto él tenía giertos esclauos e esclauas entre los -E quales tenía tres esclauos ... e otro que compró al provisor Diego Sánchez, qué1 ios üaua e dio e bono por donación perfecta fecha 2 - entre biuos, agora e por siempre jamás, a la fábrica de la dicha - 0 m E Yglesia". No alcanzo a explicarme cómo este obispo, libertador de O los esclavos gomeros años atrás, no manumite semanas antes de morir sus esclavos de Tenerife, después de haber acudido varias n E veces a la Corte para libertar a los que otros habían comprado, - a como hiciera su mismo provisor Sánchez. 2 n También extraña, pero igualmente segura, es su parcialidad n hacia Rejón, interviniendo a su favor cerca de Algaba, Peraza y O3 Bermúdez para que no lo prendieran, y alegando, según Abreu, que lo había traído él de Sevilla, para explicar su pronto e injustificado retorno. No aparece claro su desafecto al deán Bermúdez, a quien nuestros cronistas, no explicándose su eclipse, hacían muerto a poco de su destierro tras el degüello de La Algaba (1479) ; y quien, si vive muchos años más, pasa a ser deán de Málaga hasta des-pués de 1500, quedando del todo oscurecido tras su relevante posi-ción inicial en la conquista, tras de la llegada de Frías. Sin que 33 ''El Museo Canario", núm. 4, 1934, pág. 64. 20 JUAN ALVAREZ &¿CADO puedan engañarnos los epítetos de "discolo", "inquieto" y simila-res que dedican los cronistas a Bermúdez 34, tomados a la citada fuente favorable a Rejón y hostil a su amigo Algaba. El desafecto, si no aversión, del obispo don Juan de Frías para Herrera y Peraza arranca, a mi ver, de aquel ruidoso y largo plei-to 35 tenido con ellos acerca de los diezmos, quintos y herbajes que recuerda en su citado testamento-donación. En ese pleito hubo razones de peso por ambas partes, como lo demuestra la contradic-toria documentación circulada de la Curia Pontificia y los Reyes en los recursos de uno y otro, como sugiere W6lfel y señaló Viera. Evidentemente los Herreras no podían legalmente cobrar derechos sobre los diezmos y bienes eclesiásticos, exentos por la legislación canónica y civil de la época. Pero tal exención no alcanzaba a los bienes privadGs &y~i r iS=~ c&iSaS cGi,qUistud9rea9 perao-nas particulares y civiles, y no sujetos a uso eclesiástico y cóngrua sustentación. Por eso tarda la Curia Pontificia en resolver la reclamación del obispo, y la decisión real mantiene el derecho de conquistadores de y- Feraza subre :as Islas &:5 ;jzfiorio. Y eunfirma;; mi idea las propias palabras de Frías en su citado testamento do-nando bienes personales que no eran de derecho eclesiástico ni per-tenecían a la diócesis. Otros puntos de fricción fueron la reclamación del obispo Frías contra la venta por Peraza de esclavos gomeros en 1477, y las Cé-dulas Reales que Herrera se ve obligado a recabar de los Reyes contra la intervención de gobernadores, capitanes y moradores de las Islas realengas (no podían ser otros que Frías y Vera) en las personas y bienes de las Islas menores del señorío de doña 1nés Feraza *. Por último, el traslado de la Iglesia de Rubicón a Gran Cana-ria 37 es un gesto del obispo Frias expresamente dirigido contra 34 Los datos relativos al Deán están en Abreu (o. c., 1. 2, cap. 12 y 15 principalmente, págs. 192 y 200). 35 Chil Naranjo: Estudios, iii, phg. 248 y sigs. 36 Darias Padrón: "El Museo Canario", 1934, 2, pág. 50; Chil: Estu-dios, ii1. 3: Chil, O. C., phg. 246 y sigs. 274 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS: EL EPISODIO DE IBALLA 21 los Herrera. En esto suscribo plenamente la opinión de mi vene-rable paisano el Dr. Díaz Núñez, meticuloso conocedor de la admi-nistración eclesiástica de Canarias, que lo atribuye a "interés del episcopado", es decir de don Juan de Frías. Contra el parecer de Chil Naranjo (loc. cit.) y de las sonoras frases de las Sinodiies de Cámara y Murga, me parece esto innegable. Bien entendido que no puede acusarse a Frías de cometer un acto impolítico y falto de visión al gestionar el traslado. Porque, efectivamente, desde nues-tro punto de vista actual y dadas las circunstancias idénticas en cuanto al obispado de Fuerteventura y la gestión de Calvetos, re-sultaba innegablemente mejor situar la diócesis en una de las Islas mayores y realengas, circunstancia que Frías sin duda hizo valer en el ánimo de los Reyes y .d el Cabildo Metropolitano de Sevilla. , Y!!s tmdia. a. evitar id creaciüii de vtia obispado, éste de reai pro-visión, para esas Islas realengas, en que la diócesis gozaba de ma-yor autonomía y libertad de movimientos que en las de señorío. Tanto más que ya existían conflictos por los diezmos e impuestos entre los señores territoriales y la jerarquía eclesiástica: e1 obispo y h a f rdf i~i~~áíciiüe sF uerteventura. Pero aquel "interés episcopal" de Frías fué el poderoso motor humano que precipitó los hechos contra la permanencia en Rubicón de la cabeza episcopal de Canarias. Los gomeros en Gran Canaria. Nuestros cronistas hablan de la actitud hostil de los gomeros avecindados en Gran Canaria contra Hernán Peraza y Pedro de Vera, con palabras parecidas al siguiente texto de Escudero: "el proceso o información que hizo (Pedro de Vera en la Gomera) hacía cómplices a todos los gomeros que estaban en Gran Canaria, que habían ido a la conquista con su señor, y otros después, que serían todos más de trescientos". El Dr. 'W01fel"~s obre estos textos declara que no hay duda de que Ia acusaci6n era falsa, y que "el intento de Pedro de Vera fué 38 Castillo, O. C., pkg. 151.-EScudero y Marin, cits. por Chil, o. c., phgi-nas 268 y 282.-Abreu, o. c., pág. 252. 39 Art. cit. IrOs Gomeros zlemlidos.. ., pág. 23. 22 JUAN ALVAREZ OELGADO seg'uramente librarse de la justa venganza de los gomeros avecin-dados en la Gran Canaria". Tan contundente condenación precisa mayores fundamentos críticos, y conviene subrayar la unánime concordancia de todas las fuentes sobre el particular, aceptada por W~olfel como válida para el disfraz de mujer en Peraza (phg. 14), enorme número de ajusti-ciados (pág. 20), el apóstrofe y los silbos, etc. Y no sólo me parece absolutamente cierto el-testimonio de los cronistas, sino que esti-mo que aunque no registraran las fuentes esa hostilidad, podíamos sospecharla razonablemente. Porque en Gran Canaria había 'gomeros de tres procedencias distintas 'O. Unos llevados por Hernán Peraza después de la muerte de Rejón, que le eran m.á s o menos adictos en aquella fecha, y al- guiios cü&s murir,ia i en 12s perras ; p r c !o.: y o q o d a r ~ n seguramente le fueron totalmente hostiles, considerándose aban-donados y desterrados al volverse sólo Peraza a la Gomera. Un segundo grupo más numeroso fué llevado por Pedro de Vera al regresar desu anterior auxilio en la Gomera (1486 ?) , todos ellos hos-tiies a Peraza, contra el cual se su'riieva~üny, cuiitra Vers, qze !=U castiga, destierra y vende como esclavos. El tercer grupo, igual-mente numeroso, lo constituyen los esclavos gomeros vendidos por Hernán Peraza en 1477 y 1478, rescatados en gran parte por el obispo Frías, que seguramente no regresaron a la Gomera por t,c mor a Peraza y se quedaron en Gran Canaria, Única Isla realenga cn-tonces ocupada. Estos dos últimos grupos forman aquel "y otros después" del texto de Escudero. Por lo dicho no puede considerarse extraño, ni menos falso, atribuir a estos grupos gomeros, originariamente hostiles a Her-nán Peraza y en su medida a Pedro de Vera, ahora su amigo y co-laborador en la precedente represión, deseos de que la Isla sea li-brada del "señor" por todos los medios, incluso el asesinato y la rebelión política. Y mucho menos que ellos pensaran hacer lo mis-mo con Pedro de Vera. Veremos que el Cabildo de Tenerife des-tierra en 1505 un grupo de inquietos gomeros que no habían sido 40 LOS 80 llevados por Hern6.n Peraza primero, y los 200 o más de Pedro de Vera, aún sin contar los muertos o desaparecidos, no completan los más de 300 de Escudero. 276 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANSICOS EL EPISODIO DE IBALLA 23 castigados al venir a esta Isla. ;Cómo actuarían los castigados de Gran Canaria ? La fuente de información en que bebieron nuestros cronistas del episodio de Iballa, aquel "proceso de Pedro de Vera", sigue siendo hasta en estos menudos detalles fuente profundamente veraz. IHI[.-SÍNTESIS Y FUENTES DEL EPISODIO DE IBALLA. El estudio lingüistico del apjstrofe pronunciado por la hermosa gomera.Iballa. en su lengua indígena, con ocasión de la muerte vio-lenta en 1488 de su amante el Señor de la Gomera, Hernán Feraza: me obliga a examinar en este trabajo varios particulares histó-ricos y etnográficos del suceso que permitan comprender bien mi interpretación de aquel texto. El episodio es bastante conocido por las crónicas canarias de Gómez Escudero, Abreu Galindo y Marín y (liibas, por las síntesis históricas de Castillo, Viera y Clavijo y Chil Naranjo y por las monografías del Dr. Wtilfel y Marcy 41. Mas no creo que se haya 41 Cf. Gómez Escudero (Pedro) : Historu~ de la corzquista de la Gran Ca- >&ariav,a rios mss. interpolados, ed. de Gáldar, 1936, por Darias Padrón. Atri-buido a 1484, quizá posterior. Abreu Galindo (Fray Juan de) : Historia de la conquista de las Siete isbs da Gran Canaria (ref. hacia 1632), edics. de 1848: Biblioteca Isleña; 1940: Bibl. Canaria; 1955: Ed. Goya; todas en Santa Cruz de Tenerife. Esta última crítica y anotada por Cioranescu. Marín y Cubas (Tomás Arias) : Historzu de las Siete Islas de Cu~~ai'i.c, ~. cito por el Dr. Chil Naranjo: Estudios Históricos. ., tomo 111, pág. 266; y compulso copia del manuscrito de Tenerife fechado en 1694 (posterior segu-ramente al visto por Chil, del año 1687 probablemente), existente en la Uni-versidad de La Laguna. Castillo (Pedro Agustín del): Descripción Histórica y Geoyrúftca de 1u.s Islas de Canarias, cito por la ed. de la Biblioteca Islefia-Santa Cruz de Te-nerife-, 1848; nueva edición por Miguel Santiago Rodriguez, en Madrid, 1948-1958. Viera y Clavijo (JosB de) : Noticias de la Historia General de lus I s h de Cu~aariud, e las que hay varias ediciones, cito por la de Tenerife de 1945, t rata en los libros 7 y 8, principalmente el cap. 3.Qde este último. 24 JUAN ALVABEZ DELGADO dicho ya la última palabra sobre estos problemas, ni estoy seguro de que en este trabajo mío queden todos resueltos. Porque las in-formaciones de nuestros cronistas, vacilantes y hasta contradic-torias en ciertos particulares, y las innovaciones que la persona-lisima visión de cada historiador introdujo en el relato original de este episodio poético y apasionado, dejan densas sombras en algu-nos puntos, no siempre del todo desvanecidas con razonables hi-pótesis. Resumen de ios sucesos. La síntesis de este episodio de 1488, apuntado en la historia a del gobierno de Hernán Peraza (capítulo 1), puede condensarse E como sigue: O n En este año, después de lo menos cuatro sublevaciones en el - m O decenio, bajo una apariencia de tranquilidad y sumisión de la Isla, E E los gomeros, descontentos de la actuación de su señor Hernán Pe- S E raza, toman pretexto de sus amoríos con la indígena Iballa para ven- - - garse de él en una de sus visitas a la casa o cueva de su amante. Se conciertan los jefes de tres bandos o cantones de la Isla en una - 0 m E conjura para apresarlo, que según la tradición tuvo lugar en 'a "Baja del Secreto", sector de Taguluche, término de Arure, hoy O Valle Gran Rey, bajo la dirección de su gran jefe Hupalupa. Pero d E el propósito, ya incomprensible, de Hupalupa de sólo prender a a Feraza, es desbordado por los conjurados, y Peraza muere asesinado. n Están en la conjura de Taguluche los tres jefes de los bandos de Ipalan = San Sebastián, Mulagua = Hermigua, y Orone = Aru- o3 re; y no sabemos cierto si uno que fué asesinado al punto, por ma-nifestar recelo o miedo de ser descubierto, es el jefe del otro bando de Agana = Vallehermoso, o uno de los tres antes citados. Inmediatamente de acordada la conjura, marchan los de .Cpalan y Armigua recogiendo por el camino gomeros partidarios, mien-tras Huplupa recluta en su mismo distrito algunos compañeros. Wolfel (Dr. D. J.) : Un episodio de Zn conquista de Zn Gomera, en "El Mu-seo Canario", 1933, 1, pág. 5. Marcy (Georges) : El apóstrofe dirigido por Iballn en l e n w gz6cmclw a H e r M Peraza, "El Museo Canario", 1934, 2, pág. 1. 278 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL FSISODIO DE IBALW 25 La sublevación y la marcha hasta Guahedún, distrito de Ipalan, cerca de Benchijigua, se anuncia por el procedimiento milenario y aún conservado del lenguaje por silbos, que va dando a conocer la intentona a cuantos quieran sumarse a ella. Encuentran los avanzados a Hautacuperche pastoreando su ganado en Aceysele, zona de Guahedún, cerca de la cueva de Iballa, quien, buen cono-cedor del terreno, se adelanta, descubriendo a Peraza y sus cria-dos en la cueva de su amante. Grita, silba y avisa a la par-tida, provocando la salida de Peraza, que, advertido por Iballa, intenta escapar a sus perseguidores. Hautacuperche se descuelga risco abajo sobre la cueva, terciando su lanza para impedirle la huida, momento en que la bella gomera lanza su apóstrofe al paje indígena para que ayude a su amante contra los agresores que le cortan el paso. Mas Hautacuperche, aprovechando su posición sobre el risco, le arroja con toda fuerza su dardo e hiriéndole por la espalda lo deja muerto en el acto. El escudero de Peraza monta en el caballo de su amo y escapa veloz a comunicar a doña Beatriz la infausta nueva: si bien ;perse-guido de cerca por Hautacuperche y otros gomeros, ligeros de pies, que llegan en su seguimiento hasta San Sebastián. Se les unen otros gomeros cercando el castillo, dentro de cuyos muros se de-fienden y guarecen doña Beatriz y sus hijos, con los soldados y amigos que allí estaban, a los que intentan sitiar por hambre y asaltar por la fuerza de las armas los gomeros sublevados. Du-rante el tiempo de este asedio no es posible ni la ayuda de los de Orone = Arure, ni la salida de los emisarios para Gran Canaria en súplica de auxilio a Pedro de Vera. Pero en 12s !"rhzs p z r ~a s a ! t ~e ! ast ti!!^ i l l~z re& üri t i r ~de ballesta Hautacuperche, lo que desmoraliza a los sitiadores, que seguramente habían tenido ya otras bajas. Y cansados los gomeros de una lucha infructuosa de varios días (Castillo habla de que ha-bían hecho tres asaltos y en el último murió Hautacuperche), le-v ~ ~ t ue! l ice rco y se rrtiraii a los altos, proclamando 1a re"ueii6ii y la anulación del pacto de sumisión y lealtad a Peraza, concebida en la Mrmula: "ya se quebró el gánigo de Guahedún". Entretanto, llegado Hupalupa a la cueva de Iballa, se lamenta ante sus acompañantes de la muerte de Hernán Peraza, presagian- 26 JUAN ALVAREZ DECGtWO do males para la Isla, y dispone que sus súbditos de Arure = Orone trasladen el cadáver de Peraza al castillo de San Sebastián y ayu-den a doña Beatriz, que, temerosa d2 salir de él, pudo entonces. recabar y recibir el auxilio de Pedro de Vera, capitán de la con-quista de Gran Canaria. A1 ilegar éste con bastimeiitos, barcos y soldados de refresco, los sublevados gomeros se recogen en la cumbre o fortaleza más elevada de la Isla: el Alto de Garajonay. Pero antes de atacar a los rebeldes responsables de la muerte, Vera organiza exequias por Peraza y prende a todos los hombres capaces de levantarse en armas, que confiados en su inocencia acu-den a ellas, e inicia un proceso o información judicial ante escri- - e bano para concretar la culpabilidad. N E Los que que&ai-on en Gai-ajoliay, c-~:gadus & rebe!%& p. O su alzamiento y ausencia de las exequias, son atacados con armas n - =m en la mano, rendidos y castigados con atroces penas de horca, O E E empalamiento y otras formas de muerte; y al punto Pedro de Vera S E y doña Beatriz realizan el bárbaro escarmiento de esclavizar, de- = portar y condenar a otras penas hasta a iüs viejos, mujeres y i i i ñ ~ ~ 2 de los cuatro cantones gomeros. - - 0m Para llegar a esta síntesis de los sucesos, bien comprobados en E general, hube de estudiar ciertos detalles y rasgos poéticos muy O precisos, que pueden parecer adicionados, aunque totalmente cier- n tos; y varios detalles etnológicos de colorido costumbrista muy E a-vivo, también auténticos. Pero hubo que soslayar las contradic- nl ciones y discrepancias de nuestras crónicas mediante un menudo n 0 análisis de cada particular en desacuerdo, buscando a la luz de 3 nuestros actuales conocimientos la razonable explicación de los O datos. Esta justificación de mis interpretaciones será el objeto de los siguientes párrafos. /?n.gces /Jp: in.fmm--.a ,. Las apuntadas discrepancias de los cronistas y hasta las va-rjantes gráficas del propio apóstrofe demuestran que el relato sen-cillo y uniforme de una veraz fuente primitiva, muy cercana a los. 280 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALL.4 2 7 sucesos, fué alterado por la transmisión, insensible o caprichosa-mente, para amoldarlo a las maneras y convicciones particulares de los cronistas. Hay detalles como lo del "gánigo" y el "apóstrofe", omitidos en Escudero y no comprendidos por Abreu y Marin, que sólo una fuente auténtica e inmediata pudo conservar. -Me siento por ello completamente escéptico ante la hipótesis de dos fuentes primitivas documentales distintas del episodio en que bebieran nuestros textos actuales 42. Primero, porque es inútil para explicar en Última instancia las recíprocas divergencias de .Abreu y Marin, ya que no hay en ellos una constante dualidad de versión, reclamada por dos transmisiones autónomas en esos relatos histó-ricos conocidos y en sus rasgos etnográficos; y segundo, por tam-poco exigirla las divergencias lingüísticas del texto del apóstrofe. Lejos de ajustarse los reiatos separados que poseemos hoy a una doble transmisión, se interceptan, confunden o interpolan las referencias, que en lo general coinciden. Subrayo como ejemplo la frase de Escudero a propósito de la nobleza de Iballa, los bandos gomeros y sus alianzas, que aparece interpretada de formas di-versas, falsas y a la vez contrapuestas en Abreu, Marin y Castiiio "'- 42 G. Marcy: "El Museo Canario", 1934, 2, pág. 3, sobre una sugestión de Wolfel, art. citado. 43 Subrayo en este particular la prioridad del texto de Escudero respecto de Abreu y Marin, que entienden mal un dato exacto de Escudero, como diré. Este detalle no consta en el "Matritense" ("El I\iZuseo Canario", núm. 5, 1933), ni en el "Lagunense" (Fontes R. Canariarunt, 1, La Laguna, 19331, que suelen darse como fuentes del llamado Escudero. No creo que esté del todo decidida la cuestión de la interdependencia de nuestras primitivas crónicas, que tanto ha dado que pensar y hasta'provocú entre otras una agria polémica hace años entre Millares Carlo, Serra Rafols. y B. Bonnet (vid. "E3 Museo Canario", año 1935). Serra Ráfols, según creo, ni siquiera da caracter de "fuente" a Escudero, al que sospecha derivado del "Matritense"; y Cioranrscu llega casi a esti-marlo falsificación de Marin (vid. su edición de Abreu). Yo, en cambio, sos-pecho que Escudero o el "Seudo-Escuderow es una de tantas crónicas "anti-guas" de que hay noticia, interpoladas, ampliadas y modificadas en el s. XViI. En este episodio observo la frase sobre "nobleza" de los bandos, estudiada en otro capítulo, el nombre de Iballa (omitido por el "Matritense" y Abreu) y su ortografía harto peculiar de los bandos gomeros: datos no directamente de-rivados ni del "Matritense" ni de Marln. I Como por lo demás nuestro actual texto de Escudero data del siglo XVII '2 8 JUAN ALVAREZ DELGADO Un detenido estudio critico de esos detalles diferenciados en -10s textos nos obliga a suponer que una sencilla información pri- -mitiva, inmediata a los hechos, se varió y amoldó al capricho de cada historiador en su interpretación; en unos casos olvidando elementos étnicos despreciados; en otros, volcando interpretaciones personales de los acontecimientos, estimándolos de diversa :ma-nera moral o psicológica; en otros, por último, incorporando alte-raciones de la tradición oral de los sucesos. No se olvide que en .este episodio hay crimen, adulterio rebelión política, que natu-ralmente eran distintamente sentidos y explicados por los autores .de los más detallados y antiguos relatos: un militar contemporá-neo de los sucesos y coautor de la represión, un fraile franciscano moralista del siglo XVI, y un médico y un escritor político que vive en ios aibores dei sigio XVIII. Todos ellos, directa o indirectamente, bebieron en una sola fuente originaria, que a mi juicio no puede ser otra que el "pro-ceso" o "información" que realizó Pedro de Vera al llegar de Gran Canaria en auxilio de doña Beatriz. Al correr del tiempo, nuestros textos fueron agregando varian-tes tomadas a la tradición oral gomera, donde vive el episodio has-ta nuestros días. Quizá la citada "información", unida a otros documentos de ,diversa procedencia, cuyo hallazgo seria interesante, formaría parte de aquellos "papeles de Peraza" de que hablan algunos tex-tos. Pero sólo esta primitiva redacción contemporánea explica ra-zonablemente la enorme autenticidad del episodio histórico de Iballa, tan preciso hasta en minúscuios detalles, algunos errada-mente interpretados ,por los mismos cronistas transmisores del relato. Esa multiplicidad de fuentes primarias para el episodio de Iballa se excluye mejor analizando aquí en líneas precisas las opues-tas hipótesis que podrían idearse sobre el particular. a) No será hipótesis distinta de la que propongo, admitir una (en su mas arcaico ms. conocido, el llamado Castillo del Museo Canario de Las Palmas posiblemente de mano de Marín), recibid algo de la cosecha de sil redactor y refundidor. Pero si fuera pura invención suya, ¿cómo no meti6 Marin en él otras cosas que él sabia, como el apóstrofe? 282 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE I B A L U 29 fuente documental completa del episodio, por ejemplo la informa-ción de Pedro de Vera; y una crónica histórica con el relato redu-cido, por ejemplo el "Matritense" o Escudero. Porque, en tal hipótesis, la fuente es una sola: la completa; y la síntesis de las crónicas y la tradición oral, meras continuaciones ampliadas o reducidas de aquel otro primitivo relato completo. b) La otra hipótesis, de dos fuentes históricas escritas inde-pendientes, a que aludí antes y pareció probable a Wiilfel y Marcy, además de no ser necesaria para explicar las divergencias de los relatos de Abreu y Marín, como dije, tampoco ofrece solución para las contradicciones de esos mismos relatos. Y si se quiere suponer que una fuente (la utilizada por Marín, pongamos por caso) sea la a N "Información", y otra fuente para el resto de las crónicas fuera E un antiguo historiador perdido, como el Dr. Troya, posible base del O n - = Abreu conocido en realidad tenemos una sola fuente (la "Infor- m O E macih") y un relato posterior tomado a la misma "Información" SE por Troya, Abreu u otro cronista. Y junto a ellas las informacio- =E nes reducidas o síntesis del "Matritense", Escudero, etc. 2 C) Una tercera hipótesis me sugiere Serra Ráfols, que sos- - - pecha una sola fuente antigua escrita, junto a la tradición oral 0m E gomera más detallista y anecdótica, que al cruzarse e interpolarse O en nuestros textos históricos produjeran sus diferencias y ampli-n ficación. También me parece insuficiente para nuestra documenta- -£ ción actual. a 2 Fues, como digo en otro lugar, considero indiscutible que nues-tros historiadores generales (me refiero a Abreu, Marin y Viera) se apoyan en la tradición oral gomera, cosa del todo clara para Abreu Galindo por su simple lectura. Pero los particulares in?por-tantes del relato (y considero tales no sólo los hechos en líneas ge-nerales, sino también los nombres, el apóstrofe, la frase del gánigo, la muerte con el dardo, etc.) debían constar en la fuente escrita. Admitir que un relato sencillo, sin nombres, detalles etnográficos ni apóstrofe (como el "Matritense" o Escudero) sea la única fuente escrita del episodio, y que esos particulares los tomaran Abreu y Marín a la tradición oral gomera, exigiría casi un milagro histó-rico: el que Abreu y Marin tomaran a la tradición, cuando ya no N! 44 QuiZá. esto explique las dos partes que se notan en el Abreu. 30 JUAN ALVAREZ DELGADO habla el idioma indígena, nombres y hasta una frase entera indi-gena (perfectamente clara y explicable, y en cambio no supieran in-terpretar dos frases del costumbrismo indígena, traducidas al cs-pañol: la nobleza en los bandos y el gánigo de Guahedún, cuando precisamente intentan dar de ello explicación y detalles. Y subrayo que precisamente esos dos no los he podido recoger en la tradición actual gomera. En cambio, es muy posible que ciertos detalles oscuros en nues: tros historiadores se deban a la tradición oral, como la traición de Pballa y su madre, la exageración de los castigos a los gomeros, la unidad o duplicidad de pajes, el disfraz de mujer, etc. d) De consiguiente, y por exclusión, a mi juicio, hay una sola N a fuente primitiva: la "información" o "proceso" de Pedro de Vera, E que suministro todos los datos importantes. O n De ella nació, por un lado, la tradición oral gomera desde los - m O mismos días del proceso, en que declararon los autores de los he- E E 2 chos y los testigos presenciales aún vivos, quienes transmitieron E de viva voz a las generaciones posteriores los datos conocidos y - ampliamente comentados entonces, asignados a parajes de la geo- 2 - grafia gomera; así, se mantienen los nombres de Iballa en Vegui- - 0 m pala y de Hupalupa en Valle Gran Rey; los hechos m& destacados: E el cerco del castillo, la muerte de Peraza, sus amoríos, el llano de O E la-Horca, la Baja del Secreto; y en su contorno los particulares de n E exaltación insular. - a De otro lado, en aquella "información" se inspiraron las cró- 2 n nicas históricas: unas ("Matritense", Escudero) dieron una breve n síntesis de los hechos, despreocupados sus autores de lo unecdó- O3 tico, romántico g localista, e interesados sólo por el asesinato de Peraza, la intervención de Pedro de Vera, el auxilio a doña Bea-triz y los castigos infligidos a los indígenas; otras (Abreu y Marin) tomaron el relato con más amplitud y con los detalles del ap6s-trofe, el gánigo, la nobleza, los bandos y varios detalles costum-brista~. Y aprovecharon particulares de la tradición popular go-mera para el colorido y la emotividad. Sólo una duda queda: si hubo una crónica, hoy perdida (;Dr. Troya?, iPaples de Peraza?), intermediaria de la transmi-sión entre el "proceso" de Vera y las historias de Abreu y Marin. 284: ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Esto Último me parece muy posible, pero por hoy imprecisable; aunque tam,poco altere la postura fundamental de nuestro proble-ma de la fuente única del episodio. El "proceso" formado por Vera. La formación de un "proceso" o "información", ante escriban6 pVblico, por Pedro de Vera, a su llegada a la Gomera, está consig-nada por Gómez Escudero 45,e l "Matritense" 4G, Abreu Gal ind~4T y Marín y Cubas 48, como base de los castigos que impuso. En su virtud, condenó a muerte en el "Llano de la Horca" a los gomeros de los bandos directamente responsables del asesinato: Ipalan y Armigya; y a destierro y esclavitud a los hombres de los otros dos bandos: Orone = Arure y ~ ~ a=n Valle hermoso, y a las mujeres y niños de los cuatro cantones *". 4; Escudero (apud Chil, o. c., pág. 267) : "Hízose la diligencia de infor-mación por la razón de la Señora ante Escribano ptiblico, y hallóse se? de estos dos bandos de Pala y Amilgua, y que éstos se habían hecho fuertes en un punto llamado Jaragonay. Acabada la información, el Gobernador se fu6 zilifi can sü geste, y. .. aunque fueron pocos ios matadores, ios condenados a muerte fueron muchos, y a todos los de 15 años arriba que no se perdonó a nadie". 46 El "MatritenseW ("El Museo Canario", 1935, núm. 5, pág. 86). 47 Abreu Galindo, o. c., pág. 252 (c. 29) : "De la información que Pedro de Vera hizo en la Gomera ...". 48 Marín y Cubas, o. c. (Chil: Estudzos, iii, pág. 281) : "Hízose el pro-ceso a pedimento y voluntad de la Sra. D.* Beatriz, ante escribano, culpando a los de Apala y Armigua. Hecho el proceso se fué Pedro de Vera a donde estaban los Gomeros [es decir, los alzados de Garajonay, pues los de Agana y Orone, venidos a las exequias, ya estaban presos], y les hizo pregones que pareciesen.. . ; y . . aunque los matadores fueron muy pocos, los condenados a muerte todos los gomeros de los dos términos o bandos Apala y Armigua y parte de los otros". 49 Hierra Abreu Galindo (loc. cit., pág. 252) al decir que "condenó a todos los del bando de Orone y Agana a muerte por haidores, a los de quince años arriba". En otro lugar subrayo que Abreu ha tomado el estribillo de los "can-tones de Orone y Agana" y los sitúa en todas partes, con evidente error, co-metido también por el "Matritense". El cotejo de los textos, en parte dados en las notas precedentes, conñrma que a muerte fueron condenados los rna-yores de quince años de Ipalan y Armigua, responsables directos del asesinato: y a destierro y otras penas, por temor a sublevaciones nuevas, los hombres mayores de Agana y Orone. JUAN ALVAREZ DEJXADO La rawn de esta medida procesal era obvia y obligada para Pedro de Vera y doña Beatriz. Los obispos Frías y Serna habían recabado años antes documentos reales contra la venta de gome-ros condenados; se habían despachado pesquisidores contra los excesos de Rejón, Peraza, Algaba y Herrera; Vera se veía ame-nazado de los amigos de Rejón, de los gomeros de Gran Canaria y de las acusaciones del obispo por sus atropellos. Había, pues, que tomar las precauciones necesarias antes de adoptar las medidas crueles que él y doña Beatriz tenían aparejadas para yugular toda ulterior rebelión de los gomeros: ya un cronista dice que Pedro de Vera dejó la isla yerma más que sosegada. En aquel "proceso", por necesidades del sumario, debían cons- a tar las declaraciones de los gomeros del distrito de Orone = Arure, N E que según ivkrin i r a ~ e ~ oeili cadhver reraza desde GUzkieU.~:: O n al castillo, por disposición de Hupalupa, hallando disculpa a su -- m complicidad, y por exigencias de doña Beatriz, deseosa de impedir O E a la amante Iballa la veneración de sus despojos. E 2 E En la misma "Información" debió quedar constancia clara de - que habían sido los naturales de los bandos de Ipaian = San Sebas- 2 tián y Armigua = Mulagua los responsables directos de la muerte - - 0 m del señor, motivo de su mayor castigo. Y lo del "gánigo de Guahe- E dún" debió hacerse constar precisamente para indicar que los indí- O genas, rompiendo el pacto de sumisión y lealtad, se habían decla- n E rado en abierta rebeldía política. Interesaba buscar argumentos - a para la Corte, y éste era definitivo, como lo prueba don Fernando 2 n el Católico hablando en su carta de 1489 de que los gomeros habían n n sido condenados justamente al cautiverio "por deméritos y cierta O3 maldad contra su señor". Seguramente también estaba allí la declaración del escudero escapado, acompañante de Hernán Peraza, que destacaría la inter-vención de su ardiente perseguidor Hautacuperche, lo de los silbi-dos y el apóstrofe de Iballa, dirigido al paje en lengua nativa, y dado su posible parentesco o amistad con ella, propuesto como eximente de la culpabilidad de la hermosa gomera, aunque es pre-sumible que la cruel doña Beatriz daría buena cuenta de ella y sus familiares. La circunstancia, bien comprobada en el sumario de Pedro de 286 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 33 Vera, de que en el asesinato no habían intervenido personalmente naturales de Agana = Vallehermoso y Orone = Arure, concurren-tes además a las exequias de Peraza, se debió sin duda a que Hupa-lupa, con sus súbditos de Arure, llegó a Guahedún, conforme al decir de los cronistas, después de realizado el asesinato, y los de Agana = Vallehermoso no intervinieron por muerte de su jefe, o por no haber tenido conocimiento de la conjura, a la que sólo con-currieran tres bandos, cifra reiteradamente dada por los cronistas, como apunto luego. También registraba el proceso las declaraciones de los gome-ros, declarando instigadores de la rebelión contra su señor a los doscientos gomeros residentes en Gran Canaria, por lo que Pedro de Vera les aplicó los mismos castigos que a los de Agana = Valle-hermoso y Orone = Arure ". Aunque el sumario no tenía una sucesión histórica ordenada de los hechos, razón y ocasión de las contradicciones o faltas de ajuste de los relatos conocidos, esos puntos concretos y las circuns-tancias particulares de los declarantes responsables, que tratarían de discuiparse en el proceso, poniendo al vivo los atropellos de Hernán Peraza y su descarnada pasión por Iballa, para atraerse el perdón de la viuda, hicieron que esa "información" fuera la fuente documental, tanto de la tradición oral, como de las crónicas de tan memorable suceso. Sólo en esa información podían haberse conservado en lengua original y sin clara interpretación, para los autores posteriores, los dos importantes detalles del "gánigo" y del "apóstrofe" de Iballa. Y sólo en un proceso en que se detallaran las culpas de los asaltantes, y los méritos de los sitiados y amigos, podría conser-varse con nimio detalle la actuación de Antonio de la Peña y Alonso de Ocampo para acabar, de un golpe de ballesta, con el hasta enton-ces invencible Hautacuperche 51. so En la página 21 compruebo este detalle del "proceso" de Vera; que -aoiiei tacha de "acusación sin duda falsaw ("Ei Museo Canario", 1933, p$g. 231. 51 Detalle que con minuciosidad describen Abreu (o. c., pag. 250) y Marin (o. c., fol. 96, cap. 13, lib. 2.c), pero omite Castillo. 34! JUAN ALVAREü DELGADO Nuestros cronistas afirman con cierta unanimidad que en la época de la conquista estaba dividida la Gomera en cuatro bandos. Esta división cantonal está asegurada con más o menos preci-sión para varias fechas del siglo xv por distintos testimonios his-tóricos y .documentales : la existencia de bandos adictos a los por-tugueses denunciados por Guillén de las Casas, Fernán Peraza, Diego de Herrera y las cédulas reales; el testimonio de doña Inés Peraza de serle adicto el bando de Orone = Arure y adversos los otros tres, y las luchas de Hernán Peraza durante el largo decenio de su gobierno con los cantones sublevados. Pero si está bien garantizada esa división de la Isla de la Go-mera en cuatro distritos, son varios los problemas, no siempre de Golución fácil, planteados por esta división cantohal. Primeramente, resulta harto difícil fijar ese momento de la conquista asignado por los cronistas a los cuatro príncipes de nom-bré? cristianizado que a.parer-n gobernando los- cantones gomeros, así como reconocer una dudosa unidad dinástica primitiva, seria-lada por Viera y Clavijo. Además, es problemática la demarcación de cada señorío den-tro de la geografía insular, y hasta en ocasiones es oscura la grafía original exacta de sus nombres y la fijación de la cabeza del can-tón, base de su denominación. Constituyen otro problema, por las noticias imprecisas y con-tradictorias de nuestros textos, las alianzas, pactos y relaciones de los cantones entre sí y con los conquistadores europeos. Por G!tipaQ, es pr3cisG u&rur ~~er&&rc u!faficr de, !os cl-racteres étnicos, apuntados por varios historiadores, dentro de la división cantonal de la Gomera. Fijar los datos más seguros sobre tan interesantes particula-ridades es el objeto de los siguientes párrafos. Pretendzdu unidad politica. No se puede negar una primitiva unidad política de la Gomera, aunque sea positivamente indemostrable que en cualquier 'etapa ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 35 de su prehistoria toda la Isla estuviera bajo la jefatura única de un rey, patriarca o gobernador general de la Isla. Si bien la tesis contraria podría apoyarse en la tremenda geografía de aquellas tierras, el vivo cantonismo o individualismo de los gomeros y la ausencia de testimonios positivos. Pero lo mismo que se dice de los "menceyes" en Tenerife, del doble "guanarteme" en Gran Canaria y de los "reinos" de Lanza-rote y Fuerteventura, también se presupone hacia los albores de su conquista en el siglo xv igual división de una primitiva unidad política en la Gomera. No hay dato alguno a favor de esta hipó- . tesis, y puedo afirmar que es del todo falsa la división que para esta época establece Viera y Clavijo 52, haciendo que a la muerte de Amaluige la gobiernen Aberberqueye y sus colegas. Porque, como diré en un estudio sobre Amaluige, se apoyó Viera en un falso dato de Abreu Galindo, que designó "rey único de la isla" al que según Torriani era sólo "uno de los señores de la isla". Tampoco podría defenderse la hipótesis con la noticia de Azu-rara ", para quien los gomeros "teem huii duque e certas cabe-ceiras". s o s~c h a n d ou na especie de confederación bajo un mnnrr-ca; porque éste se refiere al 1448, cuando ya Fernán Peraza el Vie-jo tenía pacto con el jefe de uno de los cantones y trataba de some-ter a los dos bandos amig.3~d e los portugueses. Por lo que el pa-saje de Azurara debe interpretarse como referido a cada cantón, en el que había un jefe (= duque) y varios capitanes, cabeceras, caudillos o valientes, coincidiendo con lo que de estos últimos dicen Abreu y Torriani. Y aduzco, en confirmación de mi explicación, otro pasaje del mismo Azurara, al decir (cap. LXXIX) que en Gran Canaria "teem entre si dous que nomeam por rex e huii duque"; donde & ) 1 P ~ c g entender q o CZUE ml g n ~ r f ~m(n= rex) teni& su b --"-- """ faicán o duque, y no un solo duque o jefe para los dos reinos de la Isla. Absolutamente garantizada la división de la Gomera en cua-tro cantones desde esa época de Fernán Peraza el Viejo, y com- 52 Viera y Clavijo: Noticins, 1. 4, c. 17: "apenas Fernando Amahiiige !(sic!) falleció, se formaron hasta cuatro facciones, que disputando la coro-na ..". Y véase luego el texto de Abreu. 53 Apud Serra Ráfols: Los Portzq?ieses , cap. LXXX, pág. 66. Núm. 5 (1959) 36 JUAN ALVARE2 m A D O probada también cierta división insular desde el año 1425, época del episodio de Amaluige, parece natural suponer que la división en cuatro bandos gomeros existía desde principios del siglo xv. Aunque son dudosos jefes de cantón, como diré, Pedro Chim-boyo en 1434 y los capitanes Piste y Bruco hacia 1436, es preciso tener en cuenta tal posibilidad en el estudio de este problema. Y con insistencia nuestros cronistas señalan como jefes de los cua-tro cantones gomeros "en el momento de la conquista" a Aberber-queye, Aguaboregue, Auhagal y Unchepe, asignándolos a la época de la conquista betancuriana de la Isla. Pero según pienso, ésta sólo pudo hacerla en 1420 Maciot de Bethencourt, no su tío Juan, a quien citan nuestros historiadores a este propósito. Por tanto, los datos ya señalados y cuanto en este estudio pre-cisaré snhre e1 tiempn en que se prndujn J mntivoc: qw &termi-naron la división cantonal gomera sólo permiten fijar detalles más bien negativos. Contra una primitiva unidad política están la au-sencia del nombre de "rey", la falta de datos afirmativos y el can-tonismo geográfico y social de la Isla. Si existió una unidad poli-tics, &t2 12 p-esiUiS Ama!uige, e i , i , ~ r c~&n~dn~ y~ p nr nx-i1- 6 motivos se produjo la división antes de 1420. Desde los albores de la conquista, aunque haya dudas sobre nombres y detalles, parece razonable admitir la división de la Gomera en los cuatro cantones bien asegurados para la época de Hernán Peraza el Joven en 1477- Los cuatro jefes. Sobre la época en que vivieron los cuatro jefes cantonales cris-tianizados, no es posible lograr una certidumbre; pero trataré de hallar la mayor probabilidad entre los datos de los cronistas. Estos 54,e n general, citan los nombres indígenas de cuatro jefes . . 54 Doy a continuación los textos más importantes relativos a este pro-blema. Escudero (ed. Darias, págs. 68-69) no da los nombres de los jefes, sino s61o. Ue los calitülies, peru es iiiiport~iite sü referencia: "advertimos qUe e: esta. isla de la Gomera, desde el tiempo que se conquistó, había entre ellos cuatro bandos, en que se diferenciaban nobles y villanos; y éstos cada dos de ellos se. afinaban en fiestas o regocijos o en sus juntas; los nombres de los pueblos eran: Agana, Arone, Pala y Amilgua.. .". 290 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOSi I s l ~d e la Gomera. Mapa del año 1530, según Torriani. Una pareja de IndIgenas, s ~ g ú nT orrianl. N6tese el dardo (bunot o mdgod) , vestido (tamnrco) y sayas ftahuyan). Plano de San SebastIgn de la Gomera, eegiin Torriani EI. EPISODIO DE IBALLA 37 de cantón luego cristianizados, contemporáneos entre sí y gober-nando la Isla por los años de la conquista betancuriana. Trataré de situar juntos estos cuatro personajes en las etapas del siglo m, intentando armonizar los datos de historiadores y textos. Excluyo de una manera precisa el periodo anterior a 1405, por lo sabido sobre la iniciación de conquistas en la Gomera, y poder probar que en ella no pusieron pie ni Juan de Bethencourt ni Gadifer de la Salle, y que la llegada de don Fernando de Castro corresponde al año 1425. Por tanto, ese recuerdo de la conquista betancuriana, aludido por los cronistas en la nota precedente, sólo puede referirse a Maciot. Abreu Galindo (o. c., 1. 1, c. 16, pág. 81, ed. Cioranescu) : "Estaba esta isla de la Gomera, cuando el capitán Juan de Betancor lleg6, por ser muerto e: rey Aiiialuige, repartida en cuatro bandos o parcialidades, con sus capi-tanes, los cuales tenían nombres de santos. El capitán del bando de Mulagua se llamaba Fernando Aberbequeye; y el de Agana Fernando Alguabozegue; y el de Hipalan llamaban Pedro Halhagal; y al capitán del bando y término de Orone decían Masegue Conche; y estos bandos siempre tenían disensiones y diferencias entre sí". Torriani (ed. Wolfel, pág. 182) : "Ultimamente quando questa Isolu. f f ~ conquistata era divisa in quatro parti cosi dette: l'una Mulagua, la seconda Agona, la terza Ipalan, la quarta Orone, ciasqueduna delle quali haueua il suo signore; quello deila prima si chlamaua Aberberqueie, quello della seconda Aguaboregue, quello della terza Auhagal, et quello della quarta Unihepe". Luego, en la pág. 184, hablando Torriani del episodio de don Fernando de Castro, dice: "non solo gli diedero la pace ... ma essi si fecere cristiani; et d'indi cominciarono a scancellare i loro nomi antichi pigliando quei de' santi, i quali nomi si conservano fra molti di loro fino i'anno 1420, nel quale Giovan di Letancur gli ridusse tutti loro". Marín y Cubas, en su Historia (citado por la copia mecanografiada de la Universidad de La Laguna, sobre el ms. de Tenerife, lib. 1: c. 20, fol, S?), dice: "hállase dividida [Gomera] en cuatro señoríos: Amulga, Agana, Hipalan y Ozones; entregáronse de paz al dominio de Aragón o los vizcaínos, cuando Bethencourt. Los cuatro señores dijeron ser cristianos, y sus nombres, del primero Fernando Aberbequeie, el segundo Fernando Alguabosuigue, tercero Pedro Alfagal, y cuarto Mathiguel Venehepe". Castillo (en su citada Descripciótt. pág 73) : "tomzr?de e! -O--Y- e! nombre de D. Fernando Amalahuige, y que pidieron les quedase un clérigo.. . aiía-diendo que cuando arribó a esta isla Mons. de Eethencourt, ha116 que dife-rentes capitanes gomeros tenían los nombres: el del término de Mulague, Hernando Albemequeya, el de Agana, Hernando Algabosuegue, el de Orone, Mateo Urtdupe, y el de Hipalan, Pedro Alhogal". 38 JUAX ALVAREZ DELGADO Y en efecto, el período de 1420 a 1425 tiene a su favor esa afir-mación unánime de los más antiguos cronistas haciendo los cua- - tro jefes cantonales contemporáneos de la conquista de Ia Gomera, entonces iniciada por Maciot, Las Casas y don Fernando de Cas-tro. Subrayo que el texto de Torriani, si bien no cita el nombre cristiano de los cuatro toparcas gomeros, señala precisamente en el año 1420 los primeros cambios de nombres indígenas por los cristianos de santos. Igualmente se ajusta a la presente opinión la ya advertida coincidencia de los nombres cristianos de Mateo Un-chepe y Fernando Akrberqueye con los de pila de Maciot de Be-thencourt y don Fernando de Castro, respectivamente. Fernando Aguaboregue se llama también el jefe de Hermigua, adicto al por- :: tugués; y Pedro Auhagal lleva el nombre cristiano de un hermano N & G~illéiid e las Casos, c. q~ieri pudre legar-. en testamento la U isla de La Palma. E-La noticia del conjunto de los cuatro nombres de los jefes can- o" tonales cristianizados podría atribuirse a don Martín de las Casas 8 I o a Guillén, quienes antes de 1430 tenían buenas informaciones de e ios indígenas gomerüs. A&iiitir esta fecha. ~ n l ~~sh l i g za excluir { (cosa muy probable por otras razones, conforme expliqué poco Y E= antes) a Arnaluige como jefe cantonal, por ser incompatible n 6 su presencia con la de Unchepe y Aberberqueye en los dos canto- U E nes por donde pudo atacar don Fernando de Castro. La dificultad i de inmediata sustitución de estos cuatro jefes cantonales, si se a1 admite que lo fueron también Chimboyo, Piste y Bruco, no es inso- A luble por el testimonio de Galindo sobre las frecuentes guerras i n de intercantonales, y por los ataques esos años de Maciot, Guillén y 5 los portugueses a que los jefes cantonales tuvieron que hacer fren-te a costa de sus vidas. Si se quiere retrasar más la datación de estos cuatro príncipes, habría que pensar en 1445-1450, apoyados en la frase de Torriani "ultimamente cuando questa Isola f ? ~co nquistata" y según la "In-formación" de Cabitos y la teoría de W61felm, para quien la con-quista de Gomera fué obra de Fernán Peraza. Pero se opone a tal data el hecho señalado por Castillo y atribuído a Diego de Herre- 0 55 D. J. Wolfel: U?%je fe de tribu ..., "Invest. y Progreso", 1930, pág. 104. 292 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS 1SL EPISODIO DE 1BAIJ.A 39 ra 56 sobre la conquista en 1450 de San Sebastián de la Gomera con el bautismo de su jefe indígena Gaumet, nombre que no apa-rece entre los cuatro príncipes cristianizados. Y aunque se suponga que el nombre dado por Castillo está errado, es extraño que el jefe de Ipalan, al que pertenece San Sebastián de la Gomera, tomara el nombre de Pedro y no el de Fernando (por Peraza), o se justificara, como razonablemente hace Castillo, con el del día (20 de enero) de la conquista de la población y bautismo del rey. Postergar aún más la é~oca de Aberberqueye y sus colegas hasta los años " del gobierno de Hernán Peraza el Joven, o a los inmediatamente anteriores de su pacire Diego de Herrera, tiene todavía mayores dificultades. El texto señalado por Wclfel sólo da el nombre cristiano del jefe de Mulagua sin el indígena, y ya dge en otro lugar que podría ser el de uno de los gomeros cono-cidos luego en la conquista de Tenerife como Fernando Aguaber-que, posible hijo de Aberberqueye y quiz�� su sucesor mediato en el gobierno del cantón, al agotarse la línea uterina de sus tías. Y subsiste también aquí la ausencia del ya señalado Gaumet. Pero la objeción insoluble para esta y la precedente hipjtesis es la ausen-cia en aquella lista de Hupalupa ", nombre bien garantizado en los historiadores y en la tradición, indiscutible jefe del cantón de Orone = Arure durante el episodio de Iballa, quien por su ancia-nidad en 1488 no puede suponerse jefe de reciente designación en ese cantón, que desde la época de Fernán Peraza el Viejo venía siendo adicto a Herrera y Peraza. Para admitir estas dos Últimas hipótesis sería preciso además asignar a nuestros cronistas, mejor informados de los hechos re-cientes de la vida de Hernán Peraza, el error de atribuir estos cua-tro jefes cantonales con una notable unanimidad a los comienzos de la conquista de la Gomera. 56 Castillo (cit. Descripciól~p, ág. 71) atribuye este hecho a Diego Garcia de Herrera; pero en 1450 aún vive Fernán Peraza, y fii6 6st- y no FTerr~ra el que edificó el castillo de San Sebastián, que presupone la conquista del territorio. 57 Tal es la opinión de Wolfel: D. Juun de Frias, pág. XL, nota. 5s Ni siquiera puede suponerse errata en el nombre de Mateo Unihepe o Unchepe, por Pablo Hupalupa, porque el nombre de pila es distinto. 40 JUAN ALVAREZ DEIGADO Todas estas consideraciones invitan, aunque las nieblas persis-tan en los cletalles, a atribuir los cuatro jefes de cantón cristiani-zados al final del primer cuarto del siglo xv. Los nombres de los cuatro jefes cantonales merecen un estudio para señaIar la identidad y forma primitiva de las variantes grá-ficas con que se designan en nuestros textos estos cuatro intere-santes personajes. Al jefe de MULAGU=A Hermigua lo llama Torriani simplemente Aberberqueie; Abreu Galindo, Fernando Aberbeqmye; Marín y Cubas, Fernando Aberbequeie; Castillo, Hernando Adbervequeya. El cotejo y normas paleográficas garantizan con seguridad ia for-ma Aberberqueye, y su clara etimología con significación de "muy negro" o "negrazo". Al señor de AGANA= Vallehermoso, Torriani asigna el nombre de Aguaboregue, que Abreu Galindo escribe Fernando Alguaboxe-gue, Marín Fernando Algabosuigue y Castillo Hernando Algabo-segue. Tenemos para la variante de Torriani sustitución de signos manuscritos fácilmente confundibles (r y S) ; junto a una clara ex-plicación de las grafías de Marín y Castillo sobre la de Abreu. Si la de éste fuera la forma auténtica, el radical sería Mosegue, Amo-lsegue o Bosegue, nombre indígena conocido posteriormente y de fácil interpretación. Pero si debemos preferir la grafía de Torriani (SU texto es de una cali'grafía perfecta, pero ignoramos la de su fuente), el componente final de Aguaboregue (= aua- boregue, o Borugue sobre la variante de Marín) nos pondría al alcance el nom-bre bien dudoso de Azurara, Bruco por Borugo. Es hipótesis que prefiero. En este nombre y el siguiente las variantes de Abreu, Marin y Castillo cometen la frecuente errata de insertar una -2- tras la inicial, como artículo arábigo. El nombre del capitán de IPALAN= San Sebastián lo escribe Torriani Auhagal, al que Abreu Galindo llama Pedro HaZhagaZ, Marín y Cubas Pedro AZfagal y Castillo Pedro Alhagal. Como Abreu pone la h- inicial hiperculta también en el nombre del cantón (Hi-palan), debemos reconocer como más primitiva la grafia de To: EL EPISODIO DE IBALW 41 rriani Auhagal, también registrada por Viera y Clavijo (según Chil Naranjo), que la hubo de leer en el manuscrito perdido de Abreu, diverso del editado. Al señor del distrito de ORQNE = Arure nombra Torriani Unihepe, pero Marín y Cubas escribe Mathiguel Venehepe, y en otro pasaje Unchepe; Castillo consigna Mateo Undupe; y del cruce de estas grafias aparece el Metegulunchepe de Viera y Clavijo y el Masegue Conche de Abreu. También aquí la fácil confusión cali-gráfica de i y c ofrece dudas, pero el haber conservado Marín una grafia (Vemhepe) tan cercana al Unihepe de Torriani (sin conocer su texto) nos obliga a preferir ésta; aunque fónicamente muy eer-canas esta ultima y su variante Unchepe, son equivalentes por la palatalización de la i protónica, registrada también en el nombre del mencey de Tenerife Benitómo y Benchómo. Pero son del todo falsas Mateo Undupe de Castillo y Meteguanchepe de Viera, malas lecturas de Mateo Umhepe. Y resulta muy extraña la falsa forma de Abreu Masegw Conche, no recogida por Viera y Berthelot, como si no estuviera en su antiguo manuscrito y pasara al editado por disparate gráfico de copista inadvertido, que es lo más probable. Conviene estudiar con precisión este problema de interesantes aspectos, porque los historiadores y los textos no emplean unifor- -mes denominaciones, y sólo recientemente aparece el término "rey" en la dinastía cantonal gomera. Y si la diferente designaxión de D Q ~ P ~ Q ~ : prg&a & hip&ti~c " r ~ ~ ~ h ! i ~ y ~ i ~ r n g " frente a la más general titulación "monárquica" en las otras Islas, -me parece interesante detalle para nuestra información de las de-nominaciones jerárquicas indígenas, que no tengo noticia se hayan estudiado hasta ahora. Abreu y Torriani registran el titulo "rey" para los jefes, indí-genas en las islas de Tenerife, Gran Canaria y Hierro .y hasta.en 42 JUAN ALVAREZ DEZGADO las de Fuerteventura y Lanzarote w. Pero omiten esta designación para los jefes cantonales de Gomera y La Palma, a los que dan el nombre de "señores" o "capitanes" 60. En verdad, Abreu Galindo, que nombra "capitán7' a los jefes de los cuatro cantones, llama "rey" a Amaluige 'jl. Y lo mismo hace Castillo 62q, ue, titulando "capitanes" a los jefes cantonales de nom- , bre cristianizado y apellido indígena, como Fernando Aberber-queye, en los relatos de Amaluige, inspirado en Abreu, y de Gau-met, tomado a informaciones de sangre, les asigna el título de "rey". Mas éstas son interpolaciones recientes debidas a una tra-dición ya desviada de su primitiva pureza y penetrada de concep-tos comunes al Archipiélago. Lo mismo acontece en el nombre del "Valle Gran Rey", referido al jefe cantonal Hupalupa 63, impuesto por la tradición cuando ya se conocían los reyes indígenas de otras Islas. Se confirma tal parecer porque a los cuatro jefes cristianizados Abreu aplica sólo el nombre de "capitán", nunca el de "príncipe" 59 Al de Tenerife (Torriani, ed. Wolfel, pág. 164; Abreu Galindo, ed. Cio-ranescu, pág. 296) lo llaman "rey" y le dan el título indígena de mencey, cuya relación con el tuareg amenukal, de ascendencia líbica comprobada, explico en Antropdnimos de Canarias (tomo 11 de ANUARIODE ESTUDIOAS TLÁNTICOS). Al de Gran Canaria (Torriani, o. c., pág. 108; Abreu, o. c., pág. 71) llaman guanarteme = "hijo del príncipe o rey", también estudiado en igual artículo. En el Hierro emplean tambien el título de "rey", y citan los cronistas a un Armiche, cuyo valor etimológico es el mismo. En Fuerteventura y Lanzarote, Torriani (o. c., págs. 92 y 71) habla de "duchi", "principali" y "damas principales" quizá reinas; así como de "duca o ré" citando al "rey Teguise". Abreu (o. c., págs. 67, 55, 57 y 60) nombra ''reyesW de F ~ e P 1 e ~ e n tI~ ~- A1_1ye $e5 7 G l i i ~y~ a, GiianarPm~y Oiadafrg o Gua-darfía en Lanzarote; aunque otras veces vacila empleando títulos de rey, señor o capitán. 60 Cf. Torriani, o. c., pág. 182 para Gomera y pág. 200 para La Palma; y Abreu, o. c., págs. 80, 266 y sigs. 61 Abreu Galindo, o. c., p&gs. 79 y 80. 52 m" "+ill,. . ,,omnm,.nri... U ~ D U L W . 3,-u, &u,. cit., 71 y 72. 63 Hupalupa, como explico en su estudio, no significa precisamente "gran rey", sino "poseedor en abundancia", "muy rico", "gran señor"; que no es precisamente lo mismo, aunque sea semánticamente muy cercano. Por lo que no cabe pensar que su radical hupal fuera "rey", "señorv o "capitán"; inien-tras otra prueba no exista. 296 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 43. o "rey", ni siquiera con la vacilación de Lanzarote o Fuerteven-tura; y Torriani siempre emplea el titulo de "señor", nunca el de "duca" o "ré" de esas mismas Islas. Por último, es terminante prue-ba la ya apuntada interpolación en Abreu Galindo a propósito de Amaluige, a quien designa "Rey Amaluige", cuando Torriani so-lamente dice "un signore de 1'Isola". Aquella voz "capitán" empleada por Abreu Galindo era usual en Canarias para designar los jefes cantonales gomeros desde la época de Fernán Peraza el Viejo por lo menos (años 1442-14521, a juzgar por las declaraciones y documentos citados en la "Infor-mación" de Cabitos de 1477 Así en la declaración de Iñíguez de Atabe, secuestrador de la isla de Lanzarote por los Reyes, se dice que Fernán Feraza "mostraba más favor a un capitán" de esta isla de la Gomera, y que "otros capitanes de la dicha isla se le rebe-laron e alzaron" por el Infante de Portugal. Azurara habla, es verdad, de "un duque" y varias "cabeceiras", pero al denominar los personajes importantes en relación con los portugueses (como Piste y Bruco) los llama "capitanes" o "prin-cipales" 65. Nuestros tratadistas, sin vacilar, han entendido y ira-ducido este nombre con el valor de jefe de cantón. Pero cabe dudar si aquella voz en Azurara corresponde a su equivalente etimoló-gico ""el otro pasaje, es decir "caudillo de la hueste", más que a1 de "duque" o "jefe político del cantón", que según dije me pareció el valor de este último. Igualmente impreciso es el término latino "duci" del documen-to pontificio relativo a Pedro Chimhoyo "'. 64 Vease en Chil Naranjo (Estudios, II, págs. 518-632) la parte documen-tal; y en Torres Camy: !Cw&te?- de la. awq?>n... .; págs; 121-206) las tes-tificaciones. En sus páginas aparece con frecuencia esta denominación. 65 Ver su texto apud Serra Ráfols: Los Portugueses.. ., pág. 58: "chega-rom logo dous capitaaes d'aquella ilha"; pág. 59: "Bruco avya nome hiiu d'aquestes capitaaes, e o outro Piste"; .pág. 61: "veo a este regno aquelle ca-' pitam que se chamava Piste"; pág. 66: "os quaaes teem hufi duque e certas. nakann:rno>Ji -6 m Cn. A 1 - r o r n n n r - o l l o a C s l l r i i i rinm o n i i a l l o a nrinnin8na bb,Jbb.ZLL'&., , y",* " D . - v a x w UWLL.L..'&U .. . L'&A."L. S"... -y-u-.uw y..-.u-r--- ..- ilha, rogandoos.. . que lhe quisesem dar algila ajuda". 6'6 Es notorio que "capitán", "cabeceira" o "cabecera" y "caudillo" son. por su matiz etimológico, claro a los hispano-parlantes, una misma cosa. 67 Aunque Torriani también emplea el término auca como equivalente a jefe político o rey en Canarias: Núm. 5 (1959) 29T 44 JUAN ALVAREZ DELGADO Y estas vacilaciones me harán volver, en párrafo aparte, sobre si Piste, Bruco y Chimboyo fueron efectivamente "jefes" de can-tón o sólo "capitanes de tropa". Tampoco me parece de valor decisivo para la titulación jerár-quica de la Gomera la carta de 1449 dirigida por el rey de Cas-tilla don Juan 11 a los "capitanes e cabeceras e vecinos e morado-res" de las Islas 68. Porque la citada "Información" de Cabitos, poco posterior, emplea el término de "capitán", también presente en la carta, e ignoramos si ese título de "cabeceras" es la réplica del ci- .tado "cabeceira" de Azurara, con su señalado valor de principal, valiente o jefe de tropa, no jefe de cantón, para lo que no hay -prueba positiva de garantía. Esa coincidencia de Abreu, Azurara y la "Información" de Ca-bitos en emplear el nombre "capitán" sugiere la hipótesis de que la voz española respondiera en efecto a la concepción política de xwtkcs, y 19s ir,t&petrs e "!engdss" t~&ieruc c o ~ e! EQm-bre indígena (hoy ignorado) de tal categoría social en la Gomera 69. Pero tal hipótesis resulta insostenible. Porque Abreu aplica a los jefes de cantón gomeros la denominación de "capitanes", pero designa "señores" (o c., pág. 267) a los jefes de los distritos indí-genas de La Palma, donde también omite el dictado de "rey7', y usa como idénticas ambas denominaciones para Mayantigo "señor o capitán" del término de Aridane = Los Llanos. Al revés de To-rriani, que aplica el titulo de "señor" a los jefes cantonales de la Gomera, y da el dictado de "capitán" a los jefes o príncipes pal- -z-- i n o -- onnl 77-4- --..AL- -..- 4-1 .-.,.lmnn;A= IA-inm I I~CLVB( 6. C., píttj*. ~ i 1 0 y LUUJ . UDLU p ucua yuc ~ a urc i c ~ ~ i uru- ~ i b a es un fenómeno moderno, no versión del habla indígena. Sobre todo por el extraño detalle de que Marin y Cubas, conocedor de es Alude a este problema Wolfel en su artículo Un. jefe de tribu..., de "Invest. y Progreso", 1930, pág. 104. 69 No hay base para generalizar a todo el Archipiélago el titulo de faicanes o fayxan de Gran Canaria. Los nombres personales de Gomera no per-miten deducir con seguridad radical de sentido seguro, con esta idea. Y el sigofie = "capitán" de Viana, no está documentado fuera de Tenerife. Todo lo que pueda decirse me parece pura hipótesis. 298 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 45 Abreu y no de Torriani, aplica 70 a los jefes gomeros el término "señor" y a los de La Palma el de "capitán", cruzando en su empleo las voces "señorío" y "término" para los cantones. Como si To-rriani y Marin y Cubas hubieran bebido en una misma fuente, dis-tinta de la de Abreu, para esta parte de sus obras, con lo que con-vienen ciertas variantes de nombres y divergencias de relatos en esas Islas. De lo dicho resulta que el nombre "rey" estuvo ausente de la nomenclatura política indígena en la protohistoria de la Go-mera y La Palma 71, aunque esto no es prueba ni de modernidad en sus divisiones cantonales ni de introducción reciente de la mo-narquía en las otras Islas, porque el título mencey de Tenerife tiene por lo menos una antigüedad de quince siglos en su señalado en-tronque libico. -- Y carecemos de datos positivos para decir cómo era y que matiz tenía la voz indígena que nombraba a los "jefes del cantón", modernamente designados "capitán", "señor" o "duque". Los valientes. Sin aludir a los "valientes" o héroes de nuestras Islas Cana-rias, G. Marcy 72, al estudiar el nombre de Hautacuperche, creyó preciso explicar esta voz como indicadora de un "hombre-mascota", atribuyendo a la Gomera la creencia, frecuente en diversas tribus bereberes, que admiten personajes extraordinarios, considerados como intermediarios de las potencias sobrenaturales y señalados por la divinidad como invulnerables, intrépidos o héroes. Si bien considero innecesaria tal hipótesis para explicar el nom-bre de Hautacuperche 73, aunque suscribo en lo fundamental la 70 0. C. (copia de la Universidad del ms. de Tenerife), cap. 20, lib. 1; y cap. 19, lib. 2.0 71 Esto demuestra la falsedad de las fantasistas etimologías de Gaspar Fructuoso (Saudades da Terra, ed. Monteiro, 1939, págs. 91 y 110) al decir que Arure (Gomera) vale "casa del rey", contaminación evidente con el Valle Gran Rey que también cita; y que Altini, nombre de un rey de Tijarafe (La Palma), significa "buen rey" o '(rey grande". 72 G. Marcy: El apóstrofe de IbaZla ..., apud "El Museo Canario", 1934, n6m. 2, pág. 7, nota. 73 Bplicada la VOZ sobre el tuareg au-tekubbirt "el que lleva consigo la 46 JUAN ALVAREZ D'ELGAW etimología de Marcy (como expongo en la pág. 96), estimo abso-lutamente cierta la existencia de tal creencia entre los indígenas gomeros y válida para los "valientes" de todas las Islas. Pues de estos singulares personajes dicen Abreu y Torriani 74 que eran hombre valientes, caidos en los frecuentes guerras intercantona-les, y cuyas memorables hazañas se conservaron en el recuerdo y en 1;s canciones épicas de los nativos. No señalan estos tratadistas el titulo indígena de los "valien-tes", pero recordando lo que dice Abreu (o. c., pág. 56) de los de-signados así en Fuerteventura y Lanzarote con la voz mahay (altahuy y altihq son erratas gráficas usuales de aquélla en las fuentes), presumo que tal denominación era general en el Archi-piélago por la coincidencia pancanaria en la apreciación de estos personajes y su casi sagrado carácter. Los "valientes" que citan estos dos escritores como merece- - dores en la Gomera de tan honroso nombre, y recordados por la tradición insular, constituyen una lista prehispánica; porque en ella no están incluídos ni Amaluige ni Aguamuje, vivos aún en las tradiciones insulares, pero inmediatos a la conquista; ni Hautacu-perche, matador de Peraza y héroe destacado del asedio al castillo de San Sebastián. Los nombres en los dos pasajes insertos en la nota precedente no coinciden, pero ambas listas fueron primeramente idé~ticas, según resulta del si'guiente cotejo. En la relación de Torriani sólo falta Gralhequeya '5 al que erradamente hizo jefe de cantón o felicidad", como Marcy quiere, me parece suficiente observar la absoluta equi-valencia semántica de tal forma con el nombre latino y español Félix = "hom-bre dichoso". 74 Abreu, o. c., pág. 81: "Hubo en esta isla hombres valientes, cuya me-moria en sus cantos dura hasta hoy, como era Aguacoromos, Aguanahuche, Amanhuy, Gralhegueya, que murieron en sus cuestiones". Y a continuacih, icomo ejemplo de heroísmo, narra el episodio de Guahequeye o Gralhequeya en su lucha con los marrajos, para que escaparan sus compañeros asediados en PI rape marino. Torriani (o. c., pág. 182) : "Fra questi isolani vi furono huomini valenti e di grandissime forze, cioé Igalgan, Aguabanahizan, Agualeche, Hauche, Amu-haici, Aguacoromos, i quali per esser stati morti in guerra, restaron0 appresso de' posteri i nomi loro". 75 Me parece debe escribirse Guanhequeye = '. gziun-hequeye, forma pri- 300 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS "señor". En las ediciones de Abreu Galindo faltan los nombres de Agwbarahexan, Agualeche e Igalgun o Igualgin, que da el Dr. Chil Naranjo en su lista de voces gomeras 76 tomándolas a Abreu, Viera y Berthelot. Esto prueba que el manuscrito de Abreu, más completo que el utilizado por las ediciones usuales y Cioranescu, contenía tales nombres leidos por nuestros tres historiadores, que sobre desconocer el texto de Torriani, positivamente los asignan a Abreu Galindo. Así resulta la lista completa de "valientes" o héroes gomeros antiguos, ordenado alfabéticamente con los siguientes nombres: Aguabanahixan (var. Aguabarahezan, Aguavaralezan) , Aguacoro-mos (var. Aguacoramas, Aguacoronos), Agualeche, Amuhaici bar. de Abreu Arnanhuy por posible confusión con Amaluige), Hauche o AuG~,- (var. -4giianahizche = 2gum - hmchr), queye (var. Gralhequeya, Gralhegueya, Gualhequeya) e Igalgan (var. Igalgun, Igualgin, Ghyahum) . Con f uswnes. Varias confusiones en la titulación y carácter de personajes gomeros justifican mis sospechas de error, por desconocimiento m los cronistas del genuino carácter de "capitanes" o "jefes" en per-sonajes principales de esta Isla. Registro una confusión en Abreu dando a Amaluige carácter de "rey" ; como mi duda de si el nombre correspondía al jefe del can-tón o a su hermano, lo que me parece más probable. Al estudiar la personalidad de Hupalupa en el qisodio de Iballa dejo señalado que los cronistas hablan de él como de "un gomero", sir, fjur & jefi de cantón, mfiq~seu brayaii ppei1ii-nencia y llegan a estimarlo "padre de todos". Y las modernas tradiciones locales del Valle Gran Rey con-funden muchas veces los hechos de Aguamuje con Hupalupo (fo-nética usual de este nombre en la tradición oral, ,tan cercana al Wtpa!üp de Abres). Pues mieiiiras ios mejor informados hacen mitiva, que restituyo sobre la variante Gudhequeya de Viera y Chil, y a mi ver significa "hombre de alientos". V. mi cit. Antropónimos de Canarias. 76 Estadios h&t&icos ..., t. TI, p8g. 123 y sigs: 48 JUAS ALV.4RFZ DELGADO a Hupalupa "gran rey" y a Aguamuje "adivino", como realmente lo fué, otros convierten la "Cueva del Adivino" en vivienda de Hu-palupa, y quitándole su jerarquía pretenden que el "gran rey" ere Aguamuje, a quien otros desconocen; vacilación tradicional en que se apoyó Darias Padrón para hacer a Alguamuje "adivino o re-yezuelo". Pero el ejemplo más notable es el de Guanhequeye o Gralhe-queya, que para Abreu Galindo (o. c., pág. 81) no es capitán de cantón, sino un "valiente" o héroe de la lucha con los marrajos, cantado en las tradiciones llegadas a su época. En cambio, To-rriani con error, a mi ver, hace a Gralhequeya "señor de la cuarta parte de la isla" o jefe cantonal. Con tales dudas y confusiones, aparte las ya señaladas para prsonajes, a(jio +=neilioa sg-m-idad & F i m i ~ i ~ ~ jefes cantonales: Alserberqueye, Aguaboregue, Auhagal y Unche-pe, y de Hupalupa en la época de Hernán Peraza. Con dudas po-demos citar a Bruco y con mayores dudas a Gaumet y Arnaluige; y debemos considerar como simples "capitanes" de tropa a Piste y C'imboyo, y como %alientes" o héroes a Grsiheqüeya y 10s otiSos citados por Torriani y Abreu EZ titulo de Chimboyo. Aunque nuestros escritores no hayan apuntado sobre ello la más menuda vacilación, considero preciso preguntarnos si Chimboyo, Piste y Bruco fueron "jefes de cantón". Pedro Chimboyo o Chimboy 7901amente es conocido desde que 77 S610 restan pocos nombres gomeros conocidos: Aguachiche, famoso por su liberaci6n milagrosa del naufragio en Gran Canaria, en ia época de Pedro de Vera; y un Achuteiga, citado por Berthelot, que ignoro si lo leyó también en el manuscrito de Abreu, en cuyo caso habrfa de añadirse a la citada lista de valientes gomeros, o pertenece a Gran Canaria (cf. Achulin-dac). Otros nombres gomeros: Fernando Aguaberque, Aguerque y Aguaber-queón, Fernando Gadarquón, F'rancisco Hara, Pedro Autejo (o Abchecho), Catalina Gualergana, etc., los he estudiado en A%tropónimos de Canarias, apuc? "Anuario de Estudios Atlánticos", 11. 78 La VOZ indígena puede ser Chimboy solamente, pues en el texto pon-tificio aparece s61o una vez y en dativo Chimboyo, cuya final puede ser mera desinencia latina. 302 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS WGlfel 'Qublicó su interesante y ya citado artículo sobre la Bula-salvoconducto, que descubrió en el Archivo Vaticano y en la Emba-jada de España en Roma, expedida a su favor por el Papa Euge-nio IV en 29 de septiembre de 1434. Del documento pontificio resultan comprobados ciertos par-ticulares: Pedro Chimboyo, dux nativo de la isla de la Gomera ("Petro Chymboyo duci in insulae Gomerae commoranti"), estaba bautizado y deseaba trasladarse a las Islas para contribuir a su cristianización; casado y con mujer e hijos de ambos sexos tam-bién cristianizados, pertenecía por su sangre a la nobleza y a un estamento social preeminente ("sicut generositate sanguinis et. statu ducali aliis earundem Insularum habitatoribus preeminens.., tuam preeminentiam exercebis") So. LDeru en parte algUdielal d ocuiiielitu se hiialoia& la ??iriiju?? éI gobernó, ni se dice nada de sus súbditos, aunque se citan en . varias frases a sus consanguíneos, afines y familiares, y a conver-sos que lo acompañan en sus viajes; y resulta extraño que se hable de adoctrinamiento en las demás Islas, si se quisiera hacer valer SU carácter de jefe político en un cantón gomero. Por ello, si aquel "statu ducali" puede en efecto referirse a una. "capitanía" o jefatura de cantón, también podría ser un mando militar o guerrero, que hubiera ejercido antes a las órdenes de su. jefe cantonal. La voz latina dux lo mismo se aplica a un capitán o. general de ejército, que a un jefe de comarca. Y si no cabe duda. posible de su "nobleza" por la terminante fórmula medieval "ge-nerositate sanguinis", hay motivos para dudar si el notario apos-. tólico al- redactar el documento tradujo el término portuguhs. "duque" de Azurara, o su denominación de "cabeceira" o valiente, como he senaiado a proposlto de las titulaciones de los jefes indi-genas gomeros. El documento pontificio, fechado en 1434, nos asegura la pre-. skncia de gomeros bautizados en Europa y en relaciones con la Curia Pontificia, y por tanto una conquista o parcial penetración 71s D. J. Wolfel: Un jefe de tribu de Gomera y sus relaciones con la Curda Romanu, apud "Invest. y Progreso", aho 1930, núm. 10, donde inserta el texto de la Bula y hace un interesante comentario. so Wolfel, art. cit., pág. 104. Núm. 5 (1950) .50 JUAN ALVARES DELGADO de la Isla desde años antes. El hecho de que una copia del docu-mento aparezca en la Embajada española de Roma sugiere a WQ~- fe1 (art. cit., pág. 105) la idea de que los españoles pusieron a Chim-boyo en relación con la Curia, aunque mejor cabe sospechar lo con-trario. Porque queriendo Pedro Chimboyo pasar a la Gomera al servicio y por deseo de los portugueses, había de encontrar obs-táculos en los españoles que entonces dominaban la Isla al menos parcialmente; y se trasladaba el salvoconducto a la Embajada de España, para que llegara a conocimiento de la Corte y de Guillén de las Casas, señor de la Isla entonces. Piénsese que hacia 1434 se está ventilando en Roma la reclamación de la Corte española, la Bula a favor del Infante don Enrique y el Rey don Duarte (muer-to en 1438) para la conquista de la Gomera, impugnada por don Alonso de Cartagena antes y durante el año 1435 (Concilio de Ba-silea), y resuelta, salvando los derechos dg Castilla, por Bula del mismo Papa Eugenio IV en 31 de julio de 1436. Obsérvese también que no se motiva el salvoconducto en dere-achos políticos de Pedro Chimboyo, sino para la enseñanza de la fe y cristianización de indígenas, razón esgrimida esos años por el Infante portugués s2 contra el derecho de Castilla, e impugnada en las "alegaciones" de Cartagena. Pedro Chimboyo, aunque hubiera sido jefe cantonal, perdería su dominio desde la salida de la Isla y sería sustituído por otro jefe, por lo que su presencia no es obstáculo para ningún príncipe citado I;or los cronistas españoles. Pero parece más probable, por lo dicho, que sólo fuera uno de aquellos "valientes" o relevantes personajes, sacado del cantón de Agana o de Hermigua y llevado a cristianizar por los portugueses para que sirviera a su ulterior política de penetración y conquista. Así veremos ocurrih a Piste en circunstancias análogas a Chimboyo, y tampoco jefe de cantón. 81 Vide Ser ra Ráfols: Los Port,z~gwesese n Cu~~nr iupsá,g . 22 y SS., que re-coge estos hechos. 82 Serra, o. c., págs. 24 y 35. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLdNTICOS EL EPISODIO DE IBALLA. 51 Jerarquia de Piste y Bruco. Dice Azurara S3 que llegaron a la Gomera las carabelas de Ta-villa, Picanso y González Atayde a un lugar 84 donde fueron bien recibidas por los nativos s5. En aquel surgidero se presentaron jun-tos dos capitanes de la Isla llamados Piste y Bruco, a quienes los portugueses pidieron les facilitaran algunos L'sÚbditos"-dice el texto-como auxiliares para un asalto en la isla de La Palma. Piste se ofreció a acompañarlos en persona con cuantos indígenas qui-sieran, tomando las naves portuguesas los que cupieron en ellas. A pesar de la palabra "súbditos" en Azurara, Piste y Bruco, presentes en un mismo paraje, no pueden ser los dos "capitanes o jefes" del cantón: ni de dos cantones distintos; tampoco parece probable que si Piste era "jefe cantonal" abandonara luego la Go-mera, como consigna Azurara s6. Ni es creíble que llamando Azu-rara "duque" al jefe del bando aplicara a estos dos personajes el titulo de "capitanes", que responde mejor al de "cabeceiras" o va-lientes. Como interpretación del relato de Azurara, podemos sospechar que solamente Bruco, quedado en la Isla, era el jefe del cantón, y prestó a los portugueses amigos a Piste, su capitán de tropa, con otros indígenas del bando, al que cautivaron en su entusiasmo los portugueses llevándolo después a la metrópoli. El episodio de Piste y Bruco debe situarse alrededor de 1436, y no en el periodo cercano a 1448, fecha de la redacción de su cró-nica por Azurara si. Porque éste dice que Piste y otros duraron 83 Ibídem, págs. 34 y 58-59 con el texto de Azurara. 84 Sospecho (por mi hipótesis sobre Bruco) que fuera Arguamul, Hipare, o el puerto de Agulo o Hermigua. Desde luego en un cantón adicto a los por-tugueses (Agana o Hermigua), qde no precisa Azurara. 85 Esta idea de buena acogida en la Gomera aparece repetida para per-sonajes y épocas diversas. Los portugueses sin duda aportaron a cantón ami-go, antes visitado, en buenas relaciones políticas y comerciales: lo que jus-tifica mi nota anterior. 86 Cf. Serra, o. c., pág. 61, cap. LXIX: "creo que aquelle capitam e algufi dos que com elle vierom, duraron tanto en este regno ataa que em elle fezerom fim de suas vidas". sí Cf. Serra, ob. cit., págs. 34 y 59.-Azurara inició su redacción en el Núm. 5 (1969) 305 JUAN ALVAREZ DELGADO mucho en Portugal hasta morir allá, frase inaplicable a hechos cercanos a 1447. Por otra parte, los datos de Valentim Fernan-des inspirados en Azurara, a quien copia, relativos a los viajes de éste a Canarias con Alfonso González y otros, se fijan entre 1434 y 1436, segura fecha de esos episodios gomeros de que Azu-rara parece haber sido testigo por sus minuciosos detalles. Los dos nombres Piste y Bruco ofrecen cierta dificultad de aire fonético indígena, que obligan a presumir profundas trans-formaciones en la transmisión llegada a Azurara. Y la apuntada hipótesis de que sólo Bruco fuera jefe de cantón nos permite ex-plicar su nombre (quizá primitivamente Borugo, forma reiterada en el topónimo tinerfeño Boruga), identificándolo con el conocida a N Aguaboregue (jefe de Agana = Vallehermoso, cantón adicto a los E portugueses) y descomponible en auu + boregue, al que Azurara O n-- o sus informadores privarían del componente genérico aua "hijo, m O E hombre", como hace Torriani en el del valiente Hauche, que Abreu E 2 escribe Aguanahuche (= aua-n-auche) . -E Posible jefe cantonal Bruco = Boregue o Borugo, es seguro que 2 no disfrutan de tal carácter Chimboyo y Piste, que abandonaron - - la Isla; aunque su relevante posición social, destacada en ambos 0 m E textos históricos, confirma su nobleza y cierta preeminencia de O mando. n -E a 2 VI.-~S CANTONES GOMEROS. n n Garantizada durante el siglo xv la división de la isla de la Go- 3 O mera en cuatro bandos o cantones. preciso será aclarar la delimi-tación geográfica de cada uno, la fijación de las cabezas origen de los nombres cantonales y la forma primaria indígena de estas de-nominaciones, problema no intentado hasta ahora. Para facilitar el entendimiento de mi opinión sobre estos pun-tos, desde luego consigno como nombres primitivos de 10s cantones año 1448 y la tiene terminada en febrero de 1453; pero los datos de que informa como testigo de vista son más antiguos. 8s Cenival y Monod: Description de Ea Cdté d'Afrique de Ceuta au 86nCynS par Valentim Perwndes (1506-1507). Parfs, 1938, págs. 41-45. 306 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS EL EPISODIO DE 1BAI.U. 53 IPaian, Armiguad, Agana y Arurew, que en líneas generales se sobreponen a los actuales términos de San Sebastián, Hermigua, Vallehermoso y Valle-Gran-Reym0. Con las dudas obligadas en tales límites, doy sus demarcaciones, a mi juicio casi seguras, por-que dentro de la geografía de portillos y profundos barrancos de la isla de la Gomera, con ciertas mesetas y valles bien delimitados, la división cantonal debía ser muy próxima a la señalada O1. Si bien no hay que creer que los cantones fueran primeramente zonas o sectores territoriales perfectamente delimitados, porque pudieran' fijarse sobre sus capitales o zonas predominantes. Mas sin duda el bando tenía una geografía propia que conviene señalar, en especial cuando la geografía señala cuatro valles singularmente destacados en la Isla. Los fundamentos y el detalle de estos particulares quedan con-signados en los párrafos que dedico a cada cantón por el orden señalado. IpaZan corresponde, en lo fundamental, con una parte de Alajeró, al actual municipio de San Sebastián de la Gomera, den-tro del cual está el paraje hoy llamado Veguipala. Su territorio primitivo debió alcanzar desde una línea que subía, al Este, por la Punta o Barranco de Mahona o Majona al Norte de Enchereda hacia la Degollada de la Cumbre, el Roque de Agando y el Alto del Garajonay, y desde allí, pasando al Oeste de Benchijigua, bajaría por los altos de Imada hacia la Cala de Erece, pues no creo que Las variantes de estos nombres cantonales pueden verse en las fuentes que luego citaré, en el tomo iI de los Estudios de Chil Naranjo y en el Torriani de Wolfel. Qo Los nombres de los cantones han sido dados diversamente en las fuen-tes, y hasta ::U mismilo hist?t^riarlner mplea distintas formas en una misma obra; ejemplo tipico es Castillo, que en un pasaje (pág. 151 de su Descripckht) llama a los bandos Amilgua, Hipalan, Orone y Agana; y en otro (pág. 125) los de-signa Armigua, Agulo, Orona y Agana. 91 No conozco escritor alguno que haya intentado identificar los cantones antiguos. 54 JUAN ALViiREZ DELGADO alcanzara hasta Arguayoda y el Roque de Argaga en la desembo-cadura del Barranco Herque. El nombre de este cantón aparece escrito Ipalan o Ypalan (To-rriani, Abreu, Castillo), Pala (Escudero), Apda y Apalan (Marín, Castillo y Chil), Hipalan (Abreu, Castillo, Escudero), Ypala, Ipala, Hipala (otras fuentes modernas). Esto indica claramente que la forma originaria debe ser Ipalan efectivamente, cuya desinencia plural omiten ciertas variantes usuales,, y debe tener valor de "vegas", "campos de cultivo" o "llanos altos" e2. La identificación, parece del todo segura, porque aquel nombre perdura asignado a un sector que en líneas generales cae entre Agando al Norte, Benchijigua al Oeste, Mequesegue al Sur y el Barranco de la b j a al Este. Hasta nuestros días se registra alli un topónimo que Viera escribe Pala; Olive y el Nomenclátor oficial de Estadística de 1915, Vega Y Pala; la pronunciación usual, el Municipio y el Nomenclátor de 1955 consignan Vegaipala, y algu-nos mapas, documentos del Amillaramiento y articulación rural dan Vegipala, Veguipala, Vequipala y VIguipala 03. Este es el nom-bre de un caserío del actual municipio de San Sebastián, situado a 11 kilómetros de distancia del casco a 850 metros sobre el nivel del mar, en la cabecera del Barranco de Chinguarime, entre los de Santiago y la Laja, cerca de Mequesegue y sobre 'Tagasmiche. No puedo omitir que más al Norte de este sector sitúa también Olive, dentro del término de Vallehermoso, otra Vega de Hipala Q2 En las dos conservaciones actuales del topónimo (Vega de Hipola y VegaiPala o Vega Y Pala) la soldadura en el híbrido de la voz hispánica "vega" parece indicio de que iba entrafiada en la palabra indígena. En la Gomera se dice actualmente "sembrar en las vegas" aludiendo no a las bocas de los barrancos o valles, sino a los llanos o altas mesetas. Por ello pienso que el indígena ipalan, plural de sufijo -un, podria explicarse sobre reforzamiento de la palabra tuareg abeles, que el P. de Foucauld (Dict. Toureg-Fruqats, plg. 69) registra con el sentido de "lugar cultivable, tierra propia para el cul-tivo", valor anhlogo a los españoles "vega" y "cortijo", que cit-n ?E t ~ p m i m ? ~ y los textos para esta zona donde Peraza escogió sus tierras de sembrar. 103 Viera y Clavijo: Noticias, 1. 12, c. 46, pago de San Sebastián.-Olive: Diccionario Estadktico-Admilzistrativo de las Islas Canarias, ed. 1&65, pá-gina 1212.-E1 Nomenclátor de Estadistica se edita cada cinco años, con los datos del Censo de población. 308 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS EL EPISODIO DE IBALLA 55 (obra y pág. citadas), que confirma la mayor extensión primitiva del topónimo, o su repetición, como ocurre con otros en la misma Isla 04. .-. Según los cronistas, en el distrito de Guahedún O', donde estaba la cueva de Iballa y los cortijos de Peraza, pastoreaba Hautacu-prche sus ganados en el paraje denominado Aceicele o kseysele 96. Señala don Luis F'ernández Péreze7, sobre antiguos documentos de su archivo, que el topónimo Acicel o Aceicele es "un llano en el lugar de Ipalan", y como Peraza fué asesinado en un paraje al que pertenecieran los bandos 98 condenados como asesinos, es evidente que Guahedún, Aseisele e Ipalan, donde estaban Iballa y Hautacu-prche, se sitúan en torno a la actual Vegaipala de San Sebastián. Junto a este caserío y al Naciente registra la toponimia actual En-_ "Ci,lev-. &! y T J ~ P I .:J~I C!~xjije, hah!sn& & R~ z ~ h i j I - gua 99, emplazada al Poniente de esta zona, dice que "allí estuvo la "Corte del Señor Conde", donde tenía sus cortijos y tierras de sembrar Mernán Peraza. Y aunque sabemos que el nombramiento oficial de Conde legalmente se otorgó por vez primera a su hijo Gui!!én (1516), Hernán Perwa y SU madre d~fi:, Inés i;reter,dier~:: tal título, que, en versos citados en otro lugar, le da Antonio de 04 Bastará citar los repetidos Aluces y Taguluche. 0; El nombre de este paraje viene dado en los textos Gz~uheduiz, Gzruhe-di~ nz, Guaehedun, Guachedun, Guadedun, Gundedum, Guadedume, Guadehwn, Guaydún, Guabedura, Apmhedún. 06 VOZ empleada con ambas grafias, aunque más usual por el seseo la segunda. Wolfel la explica ("Acta Salmant.", IX, 1, pág. 149, núm. 15) sobre el tuareg xiixxel "espacioso y aireado". Me parece más probable hacerlo sobre el chelja d i "llano rocoso", voz con que justifica Laoust el A g e ~ ~ i ldie los ~ , - . b ~ ~A. .s.i ~d u q j s ~ &(= 6 -sseG(aj -&(n) j -;a:&& "debaju de :us roy~es", como efectivamente está esta zona de Vegaipala y sus contornos. Y consi-dero bastante garantía el topónimo de Tenerife Acele o Asele, nombre de un "roque con alta meseta" en la cumbre de Arafo, que me parece evidente componente de Aseysele. 97 Apud "Revista de Historia", 1940, pág. 9, Palabras indigenas.. cle la Gurr@ru. 0s Abreu (o. c., pág. 248) asigna Hautacuperche a Mulagua, con evidente error. Noticias, 1. 12, c. 46. Gaspar Fructuoso: Sazcdades da Terra (ed. Mon-teiro, 1939, pág. 110). 56 JUAN ALVAREZ- DELGADO Viana, y la tradición y algunos historiadores atribuyéronle más o menos confusamente, por lo que es posible que esa denominación de la cueva arranque en efecto desde 1488. Es cierto que hay otra "Cueva del Conde" cerca del mar, al norte del Puerto de San Sebastián. Pero allí no podemos situar la cueva de Iballa y muerte de Peraza, por razón de la obligada fija-ción de Aceicele en las inmediaciones de Vegaipala. Lo dicho garantiza, como podía presumirse, que la denomina-ción Ipaian. de este cantón arranca de un topónimo menor, cuya importancia, por razones hoy desconocidas (residencia primera del jefe cantonal, preeminencia geográñca, mayor poblado, etc.), basó la razón de capitalidad. Pero interesa advertir que no puede fun-darse ni en la citada "Corte del Conde", ni en la donación de la presunta "princesa" ibaiia, porque tales hechos soii posterio
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Título y subtítulo | El episodio de Iballa |
Autor principal | Álvarez Delgado, Juan |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 05 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1959 |
Páginas | p. 255-374 |
Materias | Crónicas ; Siglo 15 ; La Gomera ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 9509927 Bytes |
Texto | EL EPISODIO DE IBALLA POR JUAN ALVPhREZ DELGADO . . Catedrático de la Universidad de La Laguna. Recogen los historiadores de Canarias este curioso episodio sobremanera llamativo, al que se ha dado demasiado color local en aigunas transmisiones, y se ha tildado no pocas veces de fal-seamiento de los hechos históricos. El detenido estudio del mismo nos ha permitido establecer una serie de datos interesantes, que aclaran y facilitan la recta com-prensión de la historia de la Gomera y también del resto del Ar-chipiélago en el siglo xv, como podrá ver el lector en las siguien-tes páginas. Conviene precisar la cronología exacta de los hechos del go-bierno de Peraza "El Joven", que interesan también a otros su-cesos contemporáneos de Canarias y nos llevan de la mano hasta el episodio de Iballa, último de este ~e,ríodod e sublevaciones, y la muerte de Hernán Peraza l. Me parece que pueden condensarse así : 1 Para los sucesos de este capítulo y sus consecuencias es fundamental el documentado estudio de Wolfel: Los Gomeros velzdidos por Pedro de Vera y D.5 Beatriz de Bobadilln, en "El M,useo Canario", 1933 (núm. 1). p8gs. 5-84. Núm. 5 (1959) 255 2 JUAS ALVAREZ DELGADO Primer ataque de Hernan Peraza en 1477. ~ a c i d oh acia 1450, contaba Peraza entonces unos veintiséis años de edad. Y, bien para cumplir el deseo de doña Inés, su madre, de fundar, en su segundo hijo Hernán, el mayorazgo de la Gomera, llevando en primer lugar su propio apellido 2, bien para servir al propólsito de sus padres y de los Reyes de excluir definitivamente de la Isla a los portugueses " bien, por último, para reprimir algu-na sublevación ,de gomeros por aquéllos alentadas, como lo indica su ataque a Hermigua: Hernán Peraza pasó a principios de 1477 a la Gomera a luchar contra el bando de Mulagua = Hermigua, aliado de los portugueses ". . . Eii dicierñbre de 1476, segfiii &i*eu ~ ~ ; ila f~iI~III-UFL~- - -I~Id~I ~, -~- I~V I I de Cabitos", se encontraba Hernán Peraza en Lanzarote, cuando la captura de los portugueses que luego intervinieron en la pri-sión o muerte de los emisarios a quienes habian dado poder los lan-zaro- t-e ños para recabar de los Reyes Católicos aquella pesquisa. Y si bien Eernán Feraza pudo' ir a ia Gomera a i i b de esta fecha, acompañando a su padre Diego García de Herrera o a un lugarteniente o gestor suyo, carecemos de noticias seguras para fijar su llegada a la Isla antes de 1477. Suministra la prueba de este ataque de Peraza contra Hermi-gua la Real Cédula de 6 de febrero de 1478, que incluye la de 18 de octubre de 1477, con la acusación del Obispo don Juan de Frias, porque "Ferrand Peraza, fijo de Diego de Herrera.. . fiso prender a ciertos vesinos de la dicha ysla (.= Gomera), e que los dyó por cativos" 5, vendiéndolos a unos marinos de Palos y Moguer. Entre los cautivos se cita a "Ferrando el capitán de Malaguenna" (sic I 1 , es decir el jefe del cantón de Mulagua .= Hermigua. El Dr. Wiolfel (loc. cit., nota) afirma que también el ataque se 2 Real Licencia de 25 de noviembre de 1476. 3 Real Cédula de 28 de mayo de 1476. 4 Sólo puedo asegurar el ataque a este cantón; pero es probable que tam-bién lo hiciera contra Agana e Ipalan. 6 Vide Wolfel: Don Juan de Frias, en "El Museo Canario", Las Palmas. 1953, pág. 51 de documentos. 256 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE I 5 . U 3 hizo contra el cantón de Ipalan, suponien60 que cierto "Pedro", citado a continuación, es Pedro Halhagal, jefe que fué de dicho canton, segiin los cronistas, identificando al citado Fernando con Aberberqueye, jefe del cantón de Mulagua én nuestros cronistas. Me parece cierto el primer punto, no por este dato, sino por lo que diré a propólsito de la sublevación de 1478; pero sospecho inse-guras las identificaciones personales. Porque no es admisible que el documento que cita con tal detalle al jefe de Mulagua, llame simplemente "Pedro" y sin indicar su carácter de "capitán" al otro jefe cantonal. El mismo documento cita varios Pedros O, tampoco capitanes o jefes, entre ellos el apellidado Pedro Amefidalir en una página, y Pedro To.rizandero en la siguiente, ambas con interro-gante o duda de lectura en ;WnLfel, pero innegablemente referidas u. 1% mima persona. No hall9 estas furmas eii midxs go=eru Co-nocido, aunque pudieran ser erratas o malas lecturas de un primi-tivo Abendara o Abenamaz. Tampoco creo que el capitán de Hermigua, citado en la sen-tencia de 1477-1478, sea Fernando Aberberqueye, a mi juicio per-sonajieii& alitigilli ; pm pu&i;a wr Feriiando & &=uaberq-ue 7, posible hijo del anterior, como denuncia su apellido s. Quizá des-pués de su liberación por el obispo Frías quedó en Gran Canaria, sin volver a la Gomera, por natural temor a Peraza; hombre de edad y con hijos ya mayores en 1505, fué conquistador. de Tene-rife O. - 6 Aparecen varios "Pedro" gomeros, como Pedro de Aguaberque, Pedro del Obispo, Pedro Autejo, etc., en Fontes Rmum Canariarum, IV, pág. 76 (Acuerdos del Cabildo de Tenerife), que son gomeros a quienes no se expulsa, como a otros "vagabundos" arrojados de Tenerife por indeseables en 1505. 7 Una dificultad ofrece para esta hipótesis el sistema de herencia por vía uterina de la Gomera, según el cual a Aberberqueye no heredaba su hijo, sino su sobrino; pero ignoramos si Aberberqueye tuvo hermanas. 8 Vide mi estudi0.de A?ztropónimos Guanches en ANUARIOD E Es~uoros A!!'LknITIcGS, II, BU^ Y G C ~ , y lo eqxestu a. prup6siio de ia división cantonai sobre el particular. 9 Las Datas 11, 16, 22, 1507, le adjudican terrenos como conquistador, y .en el citado Fontes, IV, pág. 81 (año 1505), se denuncia a un hijo suyo, tuerto, como castrador de colmenas. 4 JUAN ALVAREü DELGADO Sublevación deZ &o 1478. La Real Cédula de 26 de mayo de 1478 habla de una subleva-ción de los gomeros terminada por entonces lo, y no creo se trate del mismo hecho o de continuación de la anterior sublevación, sino de otra motivada por la aludida venta de indígenas, o por el retor-no de los cautivos rescatados por el obispo Frias. Porque el pri-mer ataque de Peraza y la subsiguiente venta de gomeros es ante-rior en nueve meses a esta Cédula. La denuncia del obispo había sido sustanciada y rescatados los esclavos tres meses antes. Esta Real Cédula consigna un dato importante suministrado por doña Inés, sin duda sobre informaciones directas de su hijo Hernán Peraza, al recabar de los Reyes Católicos órdenes precisas a garantizando su dominio v la obediencia de los gomeros. Dice doña E Inés que e1 cantón Orone = Arure le ha sido siempre leal, mientras O d-- los otros tres le desobedecían; y ello nos permite asegurar que en m O E las operaciones bélicas de Hernán Peraza en los doce meses ante- £ 2 riores se habían sublevado los tres cantones de Ipalan, Hermigua E y Agana I= Vallehermoso. Como sólo se cita entre los ~sclavos vivos en febrero de 1478 al capitán o jefe de Hermigua = Mulagua, los otros dos jefes de cantón pudieron perecer en la lucha. - 0 m E Considero natural el ataque a Hermigua y Agana = Valleher- O moso, cantones adictos a los portugueses. Pero siendo Ipalan te- 5 rritorio ocupado desde años antes por Fernán Peraza "El Viejo", n E este testimonio de doña Inés asegura la fecha exacta de la domi- a 2 nación del cantón de Ipalan por Hernán Peraza, que debió tomar d n n por esta fecha sus tierras de sembrar en Guahedún y Benchijigua, "Corte del Conde". De esta forma, todo el arranque del episodio 3 O Ue Iha!!a y SIS lolac'ri~inesr on -1 señor data del primer año de la llegada de Hernán Peraza a la Gomera. Sublevación del coño 1479. Al comenzar este año había cesado la lucha de los cantones go-meros contra Hernan Peraza, pues éste se haiiaba en ia isia de Gran Canaria guerreando al lado de su amigo Pedro del Algaba, 10 Cf. Castillo: Descripción histórica.. ., edic. 1878, pág. 151, y Wolfel: La Cz~ria.., . págs. 1020-23. 258' ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALW 5 seguramente porque ni él ni sus padres habían renunciado con gusto a sus derechos de conquista en las islas mayores, que los Reyes Católicos se habían reservado. Al llegar Rejón a Gran Canaria y degollar a Pedro de la Algaba en 3 de mayo de 1479 11, remite presos en un barco al deán Ber-múdez y otros partidarios, con la villana consigna de abandonarlos en la isla de la GomeralT en los distritos donde Hernán Peraza, partidario de Algaba y enemigo de Rejón, se hallaba sofocando una sublevación. Abreu subraya tal circunstancia como venturosa para Hernán Peraza, porque habiendo salido poco antes para la Gomera no lo halló en Gran Canaria su enemigo Rejón. Dice Abreu Galindo que los cantones sublevados eran Agana (= Vallehermoso) y Orone (= Arure) ; pero, como explico a p-pósito de la muerte de Rejón, debemos admitir que era Hermigua el cantón sublevado y no Orone, pues Rejón sólo pudo tener noti-cia de que Hermigua era hostil a Peraza en ese año 1479 13. No poseemos detalles de las operaciones de Hernán Peraza con ocasión de esta sublevación, pero es de presumir que, tras luchu más o menos larga y sangrienta, acallara la sublevación con muerte y cautiverio de indígenas de Hermigua y Vallehermoso. Sucesos de 1480 a 1483. Es seguro que Hernán Peraza no volvió a Gran Canaria des-pués de la llegada de Rejón, ni poseemos datos de otras subleva-ciones en este cuatrienio de su gobernación en la Gomera. La cronología de los hechos en este periodo de la conquista de Gran Canaria es bastante contradictoria y oscura. Nuestros tra-tadista~ o disn fijaii la muerte de Pedro de la Algaba en mayo de 1480, la de Rejón en Hermigua por junio de 1481, y el retorno de Hernán Peraza, tras su proceso, y llegada a Gran Canaria en fe- 11 Las fechas de Abreu para estos sucesos deben rectiñcarse con arreglo a las referencias de L. de la Rosa: ''33lu seo Caliario", 1948, nums. 27-28, pág. 4. 12 Dato de Abreu: Historia ..., edic. 1955, 1. 2, c. 15, pág. 202, sobre "re-laciones antiguas". 13 Rej6n había estado antes en Gran Canaria, pero cuando aún no estaba Peraza en la Gomera. 6 JUAN ALVAREZ DELGADO brero de 1482 ó 1483. Se compaginaban bien con este lapso de tiem-po los sucesos, a saber : el proceso de Rejón a Algaba (1479), sus conatos de operaciones en Gran Canaria, la iniciación en la Corte del proceso contra Rejón, el nombramiento de Pedro de Vera (14801, la prisión de Rejón y su llegada a la Corte; sustanciación de su proceso y orden de que prepare la empresa de conquista de La Palma (1481), llegada a Gran Canaria de la armada de Rejón, y evitación de su desembarco por Pedro de Vera; marcha de Rejh a la Gomera y su muerte en Hermigua; regreso de la viuda y sol-dados de Rejón (1482), denuncia ante la Corte y nombramiento de dos pesquisidores contra Hernán Peraza, porque el primero retra-saba voluntariamente su comisión; proceso de Peraza y sustan-ciación en la Corte; indulto tras las vacilaciones de los Reyes; su a N E matrimonio en 1482 y viaje a Gaii CaiiaRa. ca 1083 Tz!a hechos O llenan bien el lapso de tiempo indicado. - n - Pero como Pedro del Algaba fui muerto en 1479, y Pedro de m O E Vera erc? gobernador de Gran Canaria desde principios de 1480 E" 2 (L. de la Rosa, o. c., phg. 5), podría parecer imposible retrasar la -E sustanciacíón del proceso de Juan Eejóti y sil viaje a Grm Canaria 2 y Gomera hasta junio de 1481, hecho que tal vez debería colocarse -- un año antes; y ello nos obligaría a poner el indulto de Peraza, su 0 m E matrimonio y regreso a las Islas también un año antes, haciéndolo O desembarcar en Agaete el día 1 de febrero de 1481. Pero docu- E n mentalmente está probado que tal boda se realizó en 1482 y por -E tanto su arribada a Gran Canaria en 1483 14. a 2 Esta nueva cronología nos traería la coincidencia con un texto d n n 14 Abreu Galindo, o. c., 1. 2, c. 21, pág.. 221, dice que desembarcó en Agaete 3 O el 1 de febrero de 1482. Pero en realidad este iio ocUrrió haqta 1483. Seen dice Castillo y ha demostrado Rumeu de Armas (La rewmdzcación por Za Co-rona de Castdin del derecho de conquista sobre las Cci~tarias mayores y la creaczón del co?zdndo de la Gonzern, en "Hidalguía", n." 32 (1959), págs 11-12). 15 Wolfel: Don Juan de Frias, 1953, pág. 10 y doc. pág. XLV, confirma-ción en enero de 1515, de una capitulaci6n y carta de 30 de mayo de 1481, en que se habla de que "los guanartemes e cabaiieros e otras prrxvnsrs" Gran Canaria prestaron obediencia y presentaron una capitulación escrita. Estas son las mismas a que se refiere Abreu (oc. c., cap. 22, 1, 2, pág. 224), en oposición a la nota de Cioranescu (ibidem, pág. 223) y datos tomados a Castillo y Abreu, que hay que rectificar por lo dicho en el texto. 260 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 7 citado por Wiolfel lj; porque si las operaciones realizadas por Fer-nández de Lugo, con la ayuda de los 150 soldados de Hernán Pe-raza, son las que provocan la inmediata caída y prisión del gua-narteme don Fernando, llevado a poco a bautizar a la Corte, ;es esta prisión del Guanarteme y nobles grancanarios la citada por la Real Cédula de 30 de mayo de 1481, en Calatayud, como acto de paz y sumisión a los Reyes Católicos? Me indica Rumeu de Armas que ese acto de Calatayud se refiere a otros régulos indígenas. Además: muerto Rejón en Hermigua por los soldados de Her-nán Peraza en junio de 1481, según acabo de indicar, éste fué Ila-mado a la Corte tras la actuación de un pesquisidor (el segundo nombrado). Auxiliado allá con la protección del Duque de Medina Sidonia, de los franciscanos, cuya intervención sin duda recabaran 2 s padres a tmvés del corivento de Fuerteventura, y de los mu-chos amigos que tenía sobre todo en Andalucía, regresa indultado por los Reyes en 1482 y unido en matrimonio a la hermosa doña Beatriz de Bobadilla 1°. A esta dama de la Reina, por sobrenombre "La Cazadora", sobrina de la Marquesa de Moya y de la que se kal!a?.m enamo~adüe i %y Catóiico, negocio dona Isabel este enlace, con el fin de p n e r mar por medio entre la bella dama y su esposo don Fernando, que se resistía a indultar a Hernán Peraza de la muerte de Rejón. El gesto real de este indulto a Hernán Peraza no debe parecer extraño, pues en ese tiempo con frecuencia se indultaban delitos de sangre, por ejemplo, a quienes acudieran al asedio de Ante-quera, a la toma de Granada u otras gestas similares. Del mismo modo Hernán Peraza fué indultado de la muerte de Rejón, con la condición de tomar parte, por si y con los responsables directos de ia misma, en ia conquista de Gran Canaria ". Parodiando aquello de "París bien vale una misa", Hernán ?e-raza quedó muy contento de su suerte, que en vez del degüello se-guro le proporcionaba el retorno a la Gomera, la posibilidad de 16 Antonio de Viana (Poema, canto 2, versos 931-937, p8g. 67 de la edi-ción Moure) comete el error de llamarla .Leonor, y la enorme confusión de seiíalar su retorno a Canarias con la Bobadilla, el Obispo Serna y el Adelan-tado Alonso Fernández de Lugo. 17 Abreu, o. c., pág. 220, y nota de Cioranescu. 8 JUAN ALVAREü DELGADO ventajas en la guerra de las armas que voluntariamente había hecho en Gran Canaria y como regalo una hermosa mujer. Cumpliendo la orden de los Reyes Católicos, poco después, se-gún creo, en febrero & 1483, marcha Hernán Peraza al frente de 80 gomeros y 70 soldados más, lanzaroteños según Viera, para ayudar a Pedro de Vera en la conquista de Gran Canaria 18. Apresado a poco el Guanarteme y conducido a la Corte a bau-tizarse, un amigo de Peraza, Miguel de Mujica, obtiene de los Re-yes Católicos, quizá con pretexto de alguna sublevación gomera o por su heroica intervención en aquella regia captura, la vuelta de Peraza a su Isla, a donde regresa seguramente dentro del mismo año 1483. Sin embargo, no tengo prueba segura de la fecha de este re-torriq ni & slhkvación alguna en la Gomera hasta 1484 '". 1484.-Hernán Peraza, "sefior de Za Gomera". Es bien sabido por las Noticias de Viera y los conocidos estu- E 2 dios sobre el tema de Darias Padrón, Peraza de Ayala y Bonnet, E que Hernán Peraza no iogr-ó "6cia:iiierite e! titU!~ 6e "Ccr.ck de ]!a 2 Gomera", y desde el punto de vista estrictamente documental éste - sólo se confirió a su hijo Guillén Peraza de Ayala y Bobadilla. 0 m E Pero la misma controversia suscitada sobre tal titulo y el co- O nocido propósito de doña Inés, su madre, de instituir varios ma- n yorazgos, demuestra que los textos antiguos y la tradición hablan- € do alguna vez del "Conde Hernán Peraza" recogieron el ambiente a 2 y el propósito de ostentar desde aquella época tal titulo. n n Hasta la frase incidental de Castillo (o. c., pág. 126) y otros cronistas (equivocada por la fecha, pues no fué Peraza señor de la 3 O Gomera hasta dos años después de su matriiiiüniu con !a B~badi-lla), declarando los Reyes absuelto a Hernán Peraza de la muerte de Rejón con la condición de servir con tropas en la conquista de Gran Canaria y de "que no tuviese más título que señor de la isla", y lo mismo las palabras del "Matritense" y Viana al decir que no 1s Aunque de primera intención parece "excesiva" la cifra de complicados (60 gomeros), hablo de ello en el capítulo siguiente. 19 El "Matritensew nos habla de una "provisión real" traída por Miguel de Ivfoxica ("El Museo Canario", núm. 5, 1935, pág. 79). 281 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE íB.4i.W se llamen "reyesJ' García Herrera e Inés Peraza, parecen repetir el eco del reiterado propósito de los Reyes Católicos de ir restando privilegios a la nobleza. En 25 de noviembre de 1476 obtuvo doña Inés Peraza una Real Licencia para crear dos mayorazgos, por lo menos, si quisiese. Segu-ramente lo hizo, porque en los conflictos suscitados ese año, y pen-dientes luego de la Información sobre el derecho de las Canarias, se había esgrimido el argumento de la incapacidad de Garcia de Herrera y doña Inés para dominar el Archipiélago, cuya sujeción no habían logrado en cinco lustros. Esa será también la razón de que en el ajuste de Sevilla de 15 de octubre de 1477 los Reyes Ca-tólicos les dejen las cuatro islas menores, reservándose la Corona la conquista de las tres mayores: T'enerife, Gran Canaria y Lz Pahia, en las que Herrera habia puesto el pie casi sólo nominal-mente 20. Estas gestiones debieron precipitar el deseo de doña Inés de entregar a su hijo Hernán Peraza el gobierno de la Gomera, cosa que hiciera por ese año. Pero quizá la intervención de 10s g~hPr-naciores y conquistadores de Gran Canaria y las sublevaciones de la Gomera la forzaron a retrasar sus propósitos de ceder el seño-río de las Islas y crear los mayorazgos, por temor a perderlas y debilitar con la división sus derechos sobre el Archipiélago. En 1483, en cuyas primeras semanas regresó Hernán Peraza de la Corte, casado con doña Beatriz de Bobadilla, no tenía de de-recho todavía el señorío de la isla de la Gomera, aunque desde cinco años antes estaba en ella ejerciendo su efectiva gobernación e intentando la sumisión total. Pero antes del 31 de agosto de 1484. fecha de 1s X~UC! éd-da transcrita por Wiolfel 21 y como señalo a propósito del "pacto de Guahedún", doña Inés Peraza y su marido habían hecho cesión del 20 Vdase para este proceso los citados trabajos de Wolfel y Darias Padrón, así como los Estudzos de Chil, las Noticms de Viera y Clavijo y las notas a la edición de Castillo por Miguel Santiago, 1948-1958 21 "El Museo Canario", 1933, pág. 30 de su trabajo Los Gomeros vendidos por Pedro de Veru. Darias Padrón: Los Herreras, art. cit., pág. 52, cita un poder de 14 de septiembre de 1484 para instituir el mayorazgo a favor de Peraza; pero debe referirse al Mayorazgo de las cuatro Islas otorgado s610 en 1488, porque la cédula citada anterior es clara en su texto. 10 JUAN ALVAREZ DEWADO señorío de la isla de la Gome "rza favor de su hijo segundo Her-nán Peraza. Los anteriores documentos que conocemos, como las Realas Cédulas de 22 de diciembre de 1483 23 dirigidas a 10s gobernadores de Canarias y moradores de las Islas menores, dicen que doña Inés Peraza "tiene el señorío" de las cuatro islas de Lanzarote, F'uer-teventura, Gomera y Hierro. Por consiguiente, el "trasp~samien-ton del señorío, gobernación y posesión de la Gomera tuvo lugar después de diciembre de 1483, pero bastante antes de la Cédüla de 31 de agosto de 1484, a fin de que pudiera recabarse otra Cédula en ella aludida y no acatada aún por los indígenas gomeros, orde-nándoles la obediencia al ('señor" de la Isla, Hernán Peraza. Por tanto, no puede admitirse la opinión usual de nuestros his-toriadores, que hacen a Hernán Peraza "señor de ia Gomera" Uesde 1478, sino que el largo decenio de su gobierno debe dividirse en r*os periodos: desde 1477 a 1483, gobierno de Hernán Peraza en nom-bre y por delegación de su madre doña Inés Peraza; desde 1484 a 1188, fecha de SU muerte, "señorío" de Hernán Peraza en la Go-mera y en el Hierro. SubZevacZón de 1484 y "pacto de Guahedún". La Real Cédula de Córdoba de 31 de agosto de 1484 24 confirma que 10s gomeros no querían prestar a Hernán Peraza la obediencia 22 Podríamos suponer que también de la Isla del Hierro, porque la Red CBdula de 7 de septiembre de 1484 (Darias Padrbn, art. cit., pág. 51) nombra a Diegü de Xerrerz. diciendn '%uias son las islas de Lanzarote y Fuerteven-tura", sin citar las otras dos. Y la Cedula de ocho días antes garantiza ia cesi6n de Ia Gomera. Pero el mismo Darias (o. c., pág. 56) dice que la escri-tura de venta del Hierro se hizo en Jerez a 28 de junio de 1486. 23 Transmitas por Chil: Estudios, m, pág. 236. 24 Wolfel: Los Gomcrros v e d d o s . . ., "El Museo Canario", 1933, pág. 38 r "por otra nuestza. carta. firmzda de nuestros nombres.. . vos embiamos man-dar que obedesciesedes a Fernand Peraca . . . cuyo es el sefiorío e gobernación e posesy6n de la dicha Ysla por traspasamiento que della le fizyeron los dichos Diego de Herrera e Doña Ynés Peraca.. . Lo qual diz que agora non avedes querido nin queredes fazer, poniéndovos contra él e non faziendo lo que por la dicha nuestra carta vos embiamos mandar.. . ". 264 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB ordenada en Cédula de ese año reconociendo el traspaso del seño-río hecho por sus padres. Sospecho que esta rebelión estaba alen-tada por los gomeros de Gran Canaria, por el público antagonismo. del Obispo Frías con los Herreras, a que aluden los textos del con-flicto sobre quintos y diezmos, y por la misma actuación de Hernán Peraza atropellando a los insulares. Como consecuencia de esa lucha, que parece acallada en años. siguientes, pues no constan documentos nuevos sobre este estado. rebeIde de la Gomera, se debió realizar el "pacto de Guahedún" por los motivos que expongo en el estudio particular hecho dentro del episodio de Iballa. Este pacto de alianza o sumisión debió reali-zarse por 30s cantones de la Isla, o al menos por los dos de lpalan y Hermigua, que eran los que daban los gritos de rebeldía en su aizamiento y marcha hacia el Garajonay. A este año refiere Wolfel los datos del "cerco de Peraza" que estudio en el párrafo siguiente. 21484,1486 ó 1488?-Cerco de H&n Peraxa en ia Torre, Ya dejé señalado en nota anterior que en 1486, por lo menos, el señor de la Gomera Hernán Peraza tomó, por compra a su madre doña Inés, posesión también de la isla del Hierro. Abreu Galindo (o. c., c. 28, pág. 247) dice que siendo Hernán Peraza "señor de la Gomera y el Hierro", los gomeros se habían alzado contra él y lo tenían cercado en el castillo de San Sebastián, por lo que doña Inés Peraza, viuda [1485], había requerido el au-xilio de Pedro de Vera, quien en dos carabelas y los navíos de Fuer-teventura, enviados por doña Inés, acudió en socorro de Hernán Pemzz, a! que libertó, iievando de paso a Gran Canaria más de dos-cientos gomeros. Abreu señala este hecho en 1488, pero el Dr. W6lfel 26 cree que corresponde a la sublevación señalada en la Real Cédula de 31 de agosto de 1484, antes citada. indicios contradicen tal hipótesis, que no puede expli-carse por error de cifra en el manuscrito y ediciones conocidas de Abreu. 25 "Ei Museo Canario", 1933, ntim. 1, pág. 11. Niim. 5 (19591 ., 12 JUAN ALVAREZ DELGADO Pues los títulos de "señor del Hierro" para Peraza y de "viuda" para doña Inés no permiten atribuir el dato de Abreu a fecha an-terior a 1486, en que, muerto Diego García de Herrera y firmada la venta de aquella Isla, pudieran emplearse ambas designaciones. El propio Abreu Galindo, después de relatar este hecho de Pedro de Vera y su vuelta a Gran Canaria, dice que "pasados algu-nos días" se precipitaron los acontecimientos, produciéndose la con-jura y Última sublevación que costó la vida a Hernán Peraza, lo que nos lleva a una fecha muy cercana a 1488. Tampoco parece creíble que la intervención de Pedro de Vera, señalada por Abreu, se pudiera producir en 1484, poco después de dictarse la Real Cédula de Vitoria de 26 de diciembre de 1483, en que se le recriminaba querer intervenir en las islas del señorío de los Herreras. Ni resulta probabie que en vida de sü zayxs:: uri Lan-zarote (muerto el 1485) doña Inés sola recabara el auxilio de Pedro de Vera, ni que éste tampoco lo otorgara en vida del Obispo don Juan de Frias (t 1485, XI), abiertamente hostil a Herrera y a las actividades gomeras de Hernán Peraza. Por todo ello sospecho que efectivamente la su"uevaci6n se pro-dujo entre 1486 y la mitad de 1488, sin que sepamos el momento, las causas y el proceso. Empujado Hernán Peraza hacia el pueblo de San Sebastián, vióse cercado dentro de los muros de su castillo; y noticiosa doña Inés, cuyo auxilio recabó Hernán Peraza, la madre angustiada so-licitó el apoyo de Pedro de Vera, que, desligado por entonces de mayores compromisos, sin guerra en Gran Canaria, muerto Frias y con el Repartimiento hecho, pudo tener interés direzto en ayu- -dar a Hernán Peraza y aprovecharse de los gomeros a castigar. Esto explica que doña Beatriz de Bobadilla, al producirse poco después la conjura y el levantamiento que ocasionó la muerte de Hernán Peraza, se acordara igualmente de Pedro de Vera, para acudir a él en demanda de auxilio. Pues en ninguna de las subleva- &mes anteriores consta que Peraza pidiera ayuda a Pedro de Vera, a pesar de que lo había conocido durante su actuación en Gran Canaria tras la muerte de Rejón. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Estado actual de la "Torre de la Gomera". De sus almeras colgó e1 cuerpo, ajusticiado por la bella v cruel dofla Bea-triz, de a q ~ e lin famador que había puesto mancilya en el honor de 1a Señora de la Isla Desde su a i t a ter raza s e hizo el saludo dr ordenanza a las naves del Almirante, en el primer viaje de Colón par& descubrir America. Todavía hoy, en sus g1orioc;as piedras parecen resonar como caracolas las consejas de tan gloriosa historia. EL EPISODIO DE IBALL.4 13 1488.-Sublevac2ón, conjura y aseshato de Hernán Peraza. Aunque ignoramos el momento y ocasión de aquella interven-ción del viejo Pablo Hupalupa, del partido amigo de Orone = Arure, subrayada por los cronistas, aconsejando a Hernán Peraza tratar bien a sus súbditos, para evitarse rebeldías y disgustos, la sospe-cha de oposición o de secreta complicidad con sus enemigos, sur-gida en el ánimo de Hernán Peraza, llegó por algún medio (el jefe de Ipalan?) a noticia del viejo Hupalupa y motivó su disgusto, que, mediador de buena fe, se ve considerado desleal. Interviene entonces en la conjura, y se producen los aconteci-mientos que, por su unidad e interés, estudio en el "Episodio de Iballa" . Y los hechos del período que sigue a 1488 y los contemporá-neos a Hernán Peraza en las otras Islas son bien conocidos por haber sido estudiados con bastante detalle por Dacio V. Darias Padrón 26 y los textos históricos de Canarias. Contribuye a comprender el fondo de los acontecimientos de este complicado período de la historia de Canarias estudiar el juego de personales pasiones de sus principales autores. Un examen atento de los datos de Abreu y Castillo, nuestros más completos informadores, nos aseguran la hostilidad contra Hernán Peraza, de Rejón y del obispo Frias, junto a la de muchos gGmzros de GL-aii Canaria; ai par que una simpatía de Aigaba y el deán Bermúdez, y una vacilante actuación, indiferente primero y amistosa luego, de Pedro de Vera hacia ��l. Así resulta de los si-guientes detalles, que aunque afectan a sucesos en las otras Islas, interesan en parte a los hechos de la Gomera. 26 Dacio V. Darias Padrón: Notus Históricus sobre los Hemerus en Ca-m r i a s (apud "El M,useo Canario", 1934, págs. 44-77).-También suministra datos en Los Condes de ZCG Gomeru ("Rev. de Historia") y su Historia áe CCL- %arias, La Laguna, 1934. 14 JVAN ALVAREZ DELGADO Juan Rejón. Ciertas referencias de Abreu Galindo se basan en informacio-nes parciales favorables a Rejónz7, que pudieran arrancar de la crónica "Matritense" y de la perdida de Jáimez de Sotomayor, su cuñado; no sabiendo armonizar a veces sus datos con los papeIes de la familia Herrera, de que parece servirse en otros pasajes. En distintos puntos de nuestro presente estudio nos vemos precisados a señalar los errores o las erratas de Abreu, historiador conside-rado con frecuencia como bien informado. Rejón fué siempre hostil a Diego García de Herrera y a Her-nán Peraza, como resulta del absurdo gesto de llevar consigo a a Lanzarote a Pedro de Aday y Luis de Casañas cuando fué a pedir lu- .anmutb;mururnr+;ru\mL vu y a~x i ! i~cs~;r ,frmánddos il uversiSn si Pedro de la. O Algaba y al deán Bermúdez, declarados amigos de Hernán Peraza, - m y los recuerdos de su propia viuda al denunciar a los Reyes Cató- O licos su muerte en la Gomera a n~anosd e los soldados de Peraza 2s- E 2 E El desembarco de Rejón en Hermigua demuestra palpablemen- L ^ LC sus aviesas i ~ t e i i ~ ic~~ ii ii t~rP~e~r a=, aUnqUe tarr,biér? en P S ~ punto intenten defenderlo nuestros cronistas. Pues al llegar a Gran O-Canaria en junio de 1481, como dije en anterior capítulo, Pedro de m E Vera, seguro de que se iban a originar rencillas y luchas, como O apunta el mismo Abreu, y noticioso del método traicionero que empleó con Algaba, le impidió desembarcar allí. Entonces Rejón a E continúa su viaje para ir a conquistar La Palma; pero pasando delante del puerto de San Sebastián de la Gomera, donde sabe re- - side Hernán Peraza, realiza 12 kilómetros más al Norte un desem- 3 barco en el Valle de Hermigua. O 27 Bastan para probarlo los textos de su cap. 12, págs. 189 y 190; cap. 15, pág. 202, sobre todo al decir: "Yo no me puedo persuadir que un caballero y noble como Juan Rejón era, quisiese a otro hombre causarle con traición la muerte". Olvidó Abreu que Rejón quiso ir a Lanzarote para atacar a Peraza por haberlo rechazado, üisuaaiéncioio Mgaba y Serniúdez. Y que EikiTÓ tianwi-lamente a Algaba, bajando a Las Palmas con nocturnidad, engaño y alevosía, y sorprendiendo a todos con su risotada en la iglesia. 28 Lo de Aday (o. c., p8g. 189), la intervención de Algaba y Bermúdez (o. c., pág. 194). y las palabras de la viuda (o. c., pág. 219), lo registra Abreu. 268 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 15 Son del todo pueriles las excusas y motivos 'que de ello dan los cronistas: el viento adverso y la necesidad de descanso. Porque las condiciones náuticas en el canal entre Tenerife y la Gomera por donde navega el barco de Juan Rejón, una vez do-blada la Punta Rasca de Tenerife, son análogas en todo él, y lo mismo daba tomar tierra en el Puerto de la Hila en San Sebastián, que en Hermigua o en Agulo, más al Norte. Más abrigado hubiera sido hacerlo en Los Cristianos, en la Caleta de Adeje o en la Playa de San Juan de la isla de Tenerife. Pero Rejón no quiso experi-mentar sus fuerzas en lucha con,los nativos tinerfeños, y consi-deró más hacedero negociar con los gomeros de Hermigua, hostiles a Peraza. Repiten con llamativa insistencia los textos favorables a RejCii que sólo desembarcaron en Eermigua una docena de per-sonas, por no permitir aquél que lo hicieran más; queriendo incli-car que tan escaso número no justificaba el ataque por parte de Hernán Peraza. Pero además de que el contingente de fuerzas (190 sddados más) llevadas por Rejón en el barco también preci-saba descansar, no sóio sus criados y íamiiia, se escapa a ~ ~ r e u , ~ ~ el detalle de que los indígenas gomeros "sabiendo quién era" lo recibieron bien y "tendióse por la isla su llegada". Si Rejón sólo hubiera tenido el propósito de un breve descanso, tendría tiempo de reembarcar antes que se enterara Peraza y Ile-garan sus emisarios desde San Sebastián (unos 20 kilómetros por el camino de Enchereda), y en todo caso hacerlo antes de ser ata-cado por ellos. Es evidente que albergaba ot.ras intenciones. El propósito de Peraza al oponerse a su estancia era el mismo de Pedro de Vera al impedirle desembarcar en Gran Canaria. Igual gesto habia tenido Peraza en Lanzarote, haciéndolo reembarcar cuando allá fué con Aday y Casañas. Y subrayo que entonces Rejón, ya embarcado y sin ser antes agredido, disparó sus armas hiriendo a tres soldados de Herrera, y h re tendió retornar para tomar ven- 29 Marín (o. c., fol. 79; copia Universidad, cap. 8, 1. 2) dice que Rejón al salir para La Palma llevaba 200 soldados, pero bajó en Hermigua con sólo su mujer, cuatro hijos, criados y ocho soldados, "que no permitió más". 30 O, C., 1. 2, cap. 20, pág. 217. 16 JUAN AL\'AREZ D S A D O ganza. Quiso repetir aquel gesto en la Gomera, mas con adverso resultado. Confirman mi tesis las palabras de Castillo (o. c., pág. 1251, según el cual Rejón se estableció en tiendas por mantenerse el viento contrario; y añade que Hernán Peraza mandó algunos hom-bres de su confianza del mismo bando contrario de Hermigua. Hace esto sospechar que las noticias llegaron a Peraza por la discon-formidad entre sus adictos y enemigos del cantón de Hermigus = Mulagua, al advertir los propósitos de Rejón para asentarse en él. ~oadyÚvaa esta idea la exagerada cifra de soldados llevados por Hernán Peraza a Gran Canaria, una vez indultado de la muerte de Rejón. Señalan nuestros cronistas 80 gomeros y 70 lanzaroteños, a todos los cuales no es posible considerar "cómplices" directos de ia muerte de Rejón; porque ios soiuados de Lanzarote, saivo un corto número de la guarnición del castillo de San Sebastián, fue-ron reclutados en su mayoría por los padres de Peraza en aquella Isla, con clara visión política y estratégica: evitar una posible traición de los gomeros a Peraza, si se hallaban solos en la lucha con ios grancanarios. Además Hernán Peraza hubo de considerar igualmente respn-sables del asesinato de Rejón a los gomeros del Valle de Hermigua, que lo auxiliaron a su llegada y que intervinieron en la lucha a su favor. Y me fundo en que Peraza, según los cronistas, "mandó echar pregones" ordenando la presentación de los responsables, cosa que no podía ignorar si se trataba de los propios emisarios y soldados que él mismo reclutara. Nuevo detalle que contribuye a confirmar la malévola acción de Rejón contra Peraza, al reclutar en el Valle de Hermigua a sus adversarios. Subrayo que sólo un numero bastante grande de atacantes podía lograr la inmediata muerte de Rejón y rendición de sus sol-dados, muy numerosos y expertos en las lides de guerra, dispues-tos además a desobedecer la orden de Peraza de reembarcar o entregarse. Es absurdo que Hernán Peraza pretendiera a toda costa apre-sar a Rejtin y llevarlo a San Sebastián, como dicen los cronistas, pues él no se habría entregado jamás. P si hubiera podido vencer en Hermigua a los soldados de Peraza, no hubiera temblado su 270 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 17 mano en aplicarle la misma pena que meses antes diera a Pedro de la Algaba. Hernán Peraza, con equidad o sin ella en sus métodos, no hizo más que adelantarse al golpe contra él mismo dirigido. También equivoca Abreu aquí los cantones donde fueron reclu-tados estos gomeros. Siguiendo los emisarios de Peraza, aun en la hipótesis de una corta estancia de Rejón, el camino viejo de San Sebastián a Hermigua por Enchereda o la Cumbre, no se podía recoger gente de Orone = Arure, ni de Agana = Vallehermoso, cantones muy alejados de aquel sector. Si estaban algunos en San Sebastián, no era el principal grupo de atacantes, que en su ma-yoría debían pertenecer a Ipalan, y como apunta Castillo, algunos adictos de Hermigua. Para poder reclutar gente de los otros dos cantones, señalados por Abreu, la estancia de Rejón tuvo que durar ..ve-. a r h ~di as. Los gomeros de Orone = Arure, que fueron con Peraza a Gran Canaria, eran adictos y fieles amigos suyos, como aparecen siem-pre en la historia gomera. Los que intervinieron en el ataque a Rejón, deducidos esos con- L~. i-r -i genies,d ebieron ser una docena de soldados hispanos o lanza-roteños de la guardia del castillo de San Sebastián, y un grupo numeroso de medio centenar de gomeros de Ipalan y Hermigua, reclutados por Peraza para la acción represora contra Ia ocupación injusta y mal intencionada de Rejón. P Pedro de Vera. Ha sido grave error de nuestros cronistas haber hecho a Pedro. de Vera hostil al obispo don Juan ae Frias y siempre adicto a Her=- nán Peraza. Eliminado por ,Wolfel 31, y antes por Chil, aquel conflicto con Pedro de Vera de una supuesta controversia, amenaza al obispo y milagros en los gomeros ahogados, como Pedro de Aguachiche, sucesos ocurridos cuando, Frias, era JW 0his9 Fray 3Zi~e! López de la Serna, no conozco un solo dato preciso que pruebe la' menor fricción entre el obispo Frías y Pedro de Vera. 31 "El Museo Canario", 1933, pAg. 29. Núm. 5 (1959) 18 JUAN ALVAREZ DELGADO Estoy, por otra parte, firmemente persuadido de que hasta morir este obispo en 1485, Pedro de Vera se apoyó siempre en Frias y compartió con él la dirección política de la conquista, con-tribuyendo por ello a hostilizar a los Herreras de Lanzarote, y no teniendo con Hernán Peraza acuerdo alguno, aunque otra sea la opinión común. Las necesidades politicas de Pedro de Vera en esta primera dapa de su gobierno le obligaban a una cautelosa acción en tal sentido, por sentirse débil ante la facción favorable a Rejbn, cuya valía militar recordaban siempre Jáimez de Sotomayor y otros ami-gos suyos, y por las dificultades de la guerra con los canarios to-davía insumisos. Hubiera sido impolítico situarse frente al obispo, a cuyo alto valimiento en la Corte le era conocido por sus éxitos con- E t r a Hernán Peraza, ~ e r r e r aA, igaba y Brrnúdez. O n En cambio, en igualdad de circunstancias después de muerto - o> O el obispo Frías, frente a canarios y gomeros insumisos en parte, E y con grandes dificultades para lograr recursos con que terminar S E la conquista, Vera se ve obligado a pactar con Peraza y aplicar sus mismos procedimientos de represión y venta de esclavos. Mientras antes de 1485 no conocemos'ninguna ayuda positiva O-m de Vera a Peraza, sino la breve estancia de éste en Gran Canaria E para cumplir el mandato de los Reyes Católicos de ayudar en la U conquista, en los últimos años conocemos dos auxilios de Vera a n Hernán Peraza y a su mujer, y lo vemos comprometido el1 un pro- E a-ceso, que le cuesta su gobierno, por la venta de gomeros y sus atro- n ces medidas de represión el año 1488. n n 3 O El obispo Fvias. El obispo de Rubicón y Canarias (1477? a 1485) don Juan de Frías, figura notable de la conquista de Gran Canaria, ha sido tema de un estudio particular del Dr. W6lfel y aludido elogiosamente en otros trabajos suyos ". 32 D. J. Wolfel: Don Juan de Frias, el Gran Conquistador de Gran Cu-rwric~, e d. "El Museo Canario", Las Palmas, 1953. Habla también de él en sus trabajos sobre La Curia y Los Gomeros vendidos por Pedro de Vera, antes citados. 272 ANUARIO DE ESTUDIOS .4TLANTICOS EL EPISODIO DE IBALM 19 A pesar de sus innegables merecimientos, justamente elogiados por Wdfel, hay sombras humanas en su actuación frente a Peraza y Herrera que nos ayudan a comprender hechos de este periodo y nos aseguran la clara hostilidad de Frias a Diego García de Herre-ra, doña Inés Peraza y Hernán Peraza, siendo en cambio afable en exceso con Juan Rejón. Parecerá extraña esta actitud, como me lo pareció a mi misino al descubrirla, ante los merecidos elogios de Wiolfel por sus andan-rns para obtener de los Reyes y las Justicias nacionales la libera-ción y el rescate de los esclavos gomeros, y una dominación y trato humano de los indígenas; p r o mitiga nuestra sorpresa el siguiente auténtico dato, relacionado con este mismo problema. Considerado a N Juan de Frias casi un apóstol contra la esclavitud en Canarias, E resültz inexplicable que pocas semanas antes de morir, en su tes- no-tamento o escritura de donación (20 de octubre de 1485) a la recién - m O erigida Catedral de Las Palmas 33, podamos leer: "el señor obispo E E 2 dixo que por quanto él tenía giertos esclauos e esclauas entre los -E quales tenía tres esclauos ... e otro que compró al provisor Diego Sánchez, qué1 ios üaua e dio e bono por donación perfecta fecha 2 - entre biuos, agora e por siempre jamás, a la fábrica de la dicha - 0 m E Yglesia". No alcanzo a explicarme cómo este obispo, libertador de O los esclavos gomeros años atrás, no manumite semanas antes de morir sus esclavos de Tenerife, después de haber acudido varias n E veces a la Corte para libertar a los que otros habían comprado, - a como hiciera su mismo provisor Sánchez. 2 n También extraña, pero igualmente segura, es su parcialidad n hacia Rejón, interviniendo a su favor cerca de Algaba, Peraza y O3 Bermúdez para que no lo prendieran, y alegando, según Abreu, que lo había traído él de Sevilla, para explicar su pronto e injustificado retorno. No aparece claro su desafecto al deán Bermúdez, a quien nuestros cronistas, no explicándose su eclipse, hacían muerto a poco de su destierro tras el degüello de La Algaba (1479) ; y quien, si vive muchos años más, pasa a ser deán de Málaga hasta des-pués de 1500, quedando del todo oscurecido tras su relevante posi-ción inicial en la conquista, tras de la llegada de Frías. Sin que 33 ''El Museo Canario", núm. 4, 1934, pág. 64. 20 JUAN ALVAREZ &¿CADO puedan engañarnos los epítetos de "discolo", "inquieto" y simila-res que dedican los cronistas a Bermúdez 34, tomados a la citada fuente favorable a Rejón y hostil a su amigo Algaba. El desafecto, si no aversión, del obispo don Juan de Frías para Herrera y Peraza arranca, a mi ver, de aquel ruidoso y largo plei-to 35 tenido con ellos acerca de los diezmos, quintos y herbajes que recuerda en su citado testamento-donación. En ese pleito hubo razones de peso por ambas partes, como lo demuestra la contradic-toria documentación circulada de la Curia Pontificia y los Reyes en los recursos de uno y otro, como sugiere W6lfel y señaló Viera. Evidentemente los Herreras no podían legalmente cobrar derechos sobre los diezmos y bienes eclesiásticos, exentos por la legislación canónica y civil de la época. Pero tal exención no alcanzaba a los bienes privadGs &y~i r iS=~ c&iSaS cGi,qUistud9rea9 perao-nas particulares y civiles, y no sujetos a uso eclesiástico y cóngrua sustentación. Por eso tarda la Curia Pontificia en resolver la reclamación del obispo, y la decisión real mantiene el derecho de conquistadores de y- Feraza subre :as Islas &:5 ;jzfiorio. Y eunfirma;; mi idea las propias palabras de Frías en su citado testamento do-nando bienes personales que no eran de derecho eclesiástico ni per-tenecían a la diócesis. Otros puntos de fricción fueron la reclamación del obispo Frías contra la venta por Peraza de esclavos gomeros en 1477, y las Cé-dulas Reales que Herrera se ve obligado a recabar de los Reyes contra la intervención de gobernadores, capitanes y moradores de las Islas realengas (no podían ser otros que Frías y Vera) en las personas y bienes de las Islas menores del señorío de doña 1nés Feraza *. Por último, el traslado de la Iglesia de Rubicón a Gran Cana-ria 37 es un gesto del obispo Frias expresamente dirigido contra 34 Los datos relativos al Deán están en Abreu (o. c., 1. 2, cap. 12 y 15 principalmente, págs. 192 y 200). 35 Chil Naranjo: Estudios, iii, phg. 248 y sigs. 36 Darias Padrón: "El Museo Canario", 1934, 2, pág. 50; Chil: Estu-dios, ii1. 3: Chil, O. C., phg. 246 y sigs. 274 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS: EL EPISODIO DE IBALLA 21 los Herrera. En esto suscribo plenamente la opinión de mi vene-rable paisano el Dr. Díaz Núñez, meticuloso conocedor de la admi-nistración eclesiástica de Canarias, que lo atribuye a "interés del episcopado", es decir de don Juan de Frías. Contra el parecer de Chil Naranjo (loc. cit.) y de las sonoras frases de las Sinodiies de Cámara y Murga, me parece esto innegable. Bien entendido que no puede acusarse a Frías de cometer un acto impolítico y falto de visión al gestionar el traslado. Porque, efectivamente, desde nues-tro punto de vista actual y dadas las circunstancias idénticas en cuanto al obispado de Fuerteventura y la gestión de Calvetos, re-sultaba innegablemente mejor situar la diócesis en una de las Islas mayores y realengas, circunstancia que Frías sin duda hizo valer en el ánimo de los Reyes y .d el Cabildo Metropolitano de Sevilla. , Y!!s tmdia. a. evitar id creaciüii de vtia obispado, éste de reai pro-visión, para esas Islas realengas, en que la diócesis gozaba de ma-yor autonomía y libertad de movimientos que en las de señorío. Tanto más que ya existían conflictos por los diezmos e impuestos entre los señores territoriales y la jerarquía eclesiástica: e1 obispo y h a f rdf i~i~~áíciiüe sF uerteventura. Pero aquel "interés episcopal" de Frías fué el poderoso motor humano que precipitó los hechos contra la permanencia en Rubicón de la cabeza episcopal de Canarias. Los gomeros en Gran Canaria. Nuestros cronistas hablan de la actitud hostil de los gomeros avecindados en Gran Canaria contra Hernán Peraza y Pedro de Vera, con palabras parecidas al siguiente texto de Escudero: "el proceso o información que hizo (Pedro de Vera en la Gomera) hacía cómplices a todos los gomeros que estaban en Gran Canaria, que habían ido a la conquista con su señor, y otros después, que serían todos más de trescientos". El Dr. 'W01fel"~s obre estos textos declara que no hay duda de que Ia acusaci6n era falsa, y que "el intento de Pedro de Vera fué 38 Castillo, O. C., pkg. 151.-EScudero y Marin, cits. por Chil, o. c., phgi-nas 268 y 282.-Abreu, o. c., pág. 252. 39 Art. cit. IrOs Gomeros zlemlidos.. ., pág. 23. 22 JUAN ALVAREZ OELGADO seg'uramente librarse de la justa venganza de los gomeros avecin-dados en la Gran Canaria". Tan contundente condenación precisa mayores fundamentos críticos, y conviene subrayar la unánime concordancia de todas las fuentes sobre el particular, aceptada por W~olfel como válida para el disfraz de mujer en Peraza (phg. 14), enorme número de ajusti-ciados (pág. 20), el apóstrofe y los silbos, etc. Y no sólo me parece absolutamente cierto el-testimonio de los cronistas, sino que esti-mo que aunque no registraran las fuentes esa hostilidad, podíamos sospecharla razonablemente. Porque en Gran Canaria había 'gomeros de tres procedencias distintas 'O. Unos llevados por Hernán Peraza después de la muerte de Rejón, que le eran m.á s o menos adictos en aquella fecha, y al- guiios cü&s murir,ia i en 12s perras ; p r c !o.: y o q o d a r ~ n seguramente le fueron totalmente hostiles, considerándose aban-donados y desterrados al volverse sólo Peraza a la Gomera. Un segundo grupo más numeroso fué llevado por Pedro de Vera al regresar desu anterior auxilio en la Gomera (1486 ?) , todos ellos hos-tiies a Peraza, contra el cual se su'riieva~üny, cuiitra Vers, qze !=U castiga, destierra y vende como esclavos. El tercer grupo, igual-mente numeroso, lo constituyen los esclavos gomeros vendidos por Hernán Peraza en 1477 y 1478, rescatados en gran parte por el obispo Frías, que seguramente no regresaron a la Gomera por t,c mor a Peraza y se quedaron en Gran Canaria, Única Isla realenga cn-tonces ocupada. Estos dos últimos grupos forman aquel "y otros después" del texto de Escudero. Por lo dicho no puede considerarse extraño, ni menos falso, atribuir a estos grupos gomeros, originariamente hostiles a Her-nán Peraza y en su medida a Pedro de Vera, ahora su amigo y co-laborador en la precedente represión, deseos de que la Isla sea li-brada del "señor" por todos los medios, incluso el asesinato y la rebelión política. Y mucho menos que ellos pensaran hacer lo mis-mo con Pedro de Vera. Veremos que el Cabildo de Tenerife des-tierra en 1505 un grupo de inquietos gomeros que no habían sido 40 LOS 80 llevados por Hern6.n Peraza primero, y los 200 o más de Pedro de Vera, aún sin contar los muertos o desaparecidos, no completan los más de 300 de Escudero. 276 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANSICOS EL EPISODIO DE IBALLA 23 castigados al venir a esta Isla. ;Cómo actuarían los castigados de Gran Canaria ? La fuente de información en que bebieron nuestros cronistas del episodio de Iballa, aquel "proceso de Pedro de Vera", sigue siendo hasta en estos menudos detalles fuente profundamente veraz. IHI[.-SÍNTESIS Y FUENTES DEL EPISODIO DE IBALLA. El estudio lingüistico del apjstrofe pronunciado por la hermosa gomera.Iballa. en su lengua indígena, con ocasión de la muerte vio-lenta en 1488 de su amante el Señor de la Gomera, Hernán Feraza: me obliga a examinar en este trabajo varios particulares histó-ricos y etnográficos del suceso que permitan comprender bien mi interpretación de aquel texto. El episodio es bastante conocido por las crónicas canarias de Gómez Escudero, Abreu Galindo y Marín y (liibas, por las síntesis históricas de Castillo, Viera y Clavijo y Chil Naranjo y por las monografías del Dr. Wtilfel y Marcy 41. Mas no creo que se haya 41 Cf. Gómez Escudero (Pedro) : Historu~ de la corzquista de la Gran Ca- >&ariav,a rios mss. interpolados, ed. de Gáldar, 1936, por Darias Padrón. Atri-buido a 1484, quizá posterior. Abreu Galindo (Fray Juan de) : Historia de la conquista de las Siete isbs da Gran Canaria (ref. hacia 1632), edics. de 1848: Biblioteca Isleña; 1940: Bibl. Canaria; 1955: Ed. Goya; todas en Santa Cruz de Tenerife. Esta última crítica y anotada por Cioranescu. Marín y Cubas (Tomás Arias) : Historzu de las Siete Islas de Cu~~ai'i.c, ~. cito por el Dr. Chil Naranjo: Estudios Históricos. ., tomo 111, pág. 266; y compulso copia del manuscrito de Tenerife fechado en 1694 (posterior segu-ramente al visto por Chil, del año 1687 probablemente), existente en la Uni-versidad de La Laguna. Castillo (Pedro Agustín del): Descripción Histórica y Geoyrúftca de 1u.s Islas de Canarias, cito por la ed. de la Biblioteca Islefia-Santa Cruz de Te-nerife-, 1848; nueva edición por Miguel Santiago Rodriguez, en Madrid, 1948-1958. Viera y Clavijo (JosB de) : Noticias de la Historia General de lus I s h de Cu~aariud, e las que hay varias ediciones, cito por la de Tenerife de 1945, t rata en los libros 7 y 8, principalmente el cap. 3.Qde este último. 24 JUAN ALVABEZ DELGADO dicho ya la última palabra sobre estos problemas, ni estoy seguro de que en este trabajo mío queden todos resueltos. Porque las in-formaciones de nuestros cronistas, vacilantes y hasta contradic-torias en ciertos particulares, y las innovaciones que la persona-lisima visión de cada historiador introdujo en el relato original de este episodio poético y apasionado, dejan densas sombras en algu-nos puntos, no siempre del todo desvanecidas con razonables hi-pótesis. Resumen de ios sucesos. La síntesis de este episodio de 1488, apuntado en la historia a del gobierno de Hernán Peraza (capítulo 1), puede condensarse E como sigue: O n En este año, después de lo menos cuatro sublevaciones en el - m O decenio, bajo una apariencia de tranquilidad y sumisión de la Isla, E E los gomeros, descontentos de la actuación de su señor Hernán Pe- S E raza, toman pretexto de sus amoríos con la indígena Iballa para ven- - - garse de él en una de sus visitas a la casa o cueva de su amante. Se conciertan los jefes de tres bandos o cantones de la Isla en una - 0 m E conjura para apresarlo, que según la tradición tuvo lugar en 'a "Baja del Secreto", sector de Taguluche, término de Arure, hoy O Valle Gran Rey, bajo la dirección de su gran jefe Hupalupa. Pero d E el propósito, ya incomprensible, de Hupalupa de sólo prender a a Feraza, es desbordado por los conjurados, y Peraza muere asesinado. n Están en la conjura de Taguluche los tres jefes de los bandos de Ipalan = San Sebastián, Mulagua = Hermigua, y Orone = Aru- o3 re; y no sabemos cierto si uno que fué asesinado al punto, por ma-nifestar recelo o miedo de ser descubierto, es el jefe del otro bando de Agana = Vallehermoso, o uno de los tres antes citados. Inmediatamente de acordada la conjura, marchan los de .Cpalan y Armigua recogiendo por el camino gomeros partidarios, mien-tras Huplupa recluta en su mismo distrito algunos compañeros. Wolfel (Dr. D. J.) : Un episodio de Zn conquista de Zn Gomera, en "El Mu-seo Canario", 1933, 1, pág. 5. Marcy (Georges) : El apóstrofe dirigido por Iballn en l e n w gz6cmclw a H e r M Peraza, "El Museo Canario", 1934, 2, pág. 1. 278 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL FSISODIO DE IBALW 25 La sublevación y la marcha hasta Guahedún, distrito de Ipalan, cerca de Benchijigua, se anuncia por el procedimiento milenario y aún conservado del lenguaje por silbos, que va dando a conocer la intentona a cuantos quieran sumarse a ella. Encuentran los avanzados a Hautacuperche pastoreando su ganado en Aceysele, zona de Guahedún, cerca de la cueva de Iballa, quien, buen cono-cedor del terreno, se adelanta, descubriendo a Peraza y sus cria-dos en la cueva de su amante. Grita, silba y avisa a la par-tida, provocando la salida de Peraza, que, advertido por Iballa, intenta escapar a sus perseguidores. Hautacuperche se descuelga risco abajo sobre la cueva, terciando su lanza para impedirle la huida, momento en que la bella gomera lanza su apóstrofe al paje indígena para que ayude a su amante contra los agresores que le cortan el paso. Mas Hautacuperche, aprovechando su posición sobre el risco, le arroja con toda fuerza su dardo e hiriéndole por la espalda lo deja muerto en el acto. El escudero de Peraza monta en el caballo de su amo y escapa veloz a comunicar a doña Beatriz la infausta nueva: si bien ;perse-guido de cerca por Hautacuperche y otros gomeros, ligeros de pies, que llegan en su seguimiento hasta San Sebastián. Se les unen otros gomeros cercando el castillo, dentro de cuyos muros se de-fienden y guarecen doña Beatriz y sus hijos, con los soldados y amigos que allí estaban, a los que intentan sitiar por hambre y asaltar por la fuerza de las armas los gomeros sublevados. Du-rante el tiempo de este asedio no es posible ni la ayuda de los de Orone = Arure, ni la salida de los emisarios para Gran Canaria en súplica de auxilio a Pedro de Vera. Pero en 12s !"rhzs p z r ~a s a ! t ~e ! ast ti!!^ i l l~z re& üri t i r ~de ballesta Hautacuperche, lo que desmoraliza a los sitiadores, que seguramente habían tenido ya otras bajas. Y cansados los gomeros de una lucha infructuosa de varios días (Castillo habla de que ha-bían hecho tres asaltos y en el último murió Hautacuperche), le-v ~ ~ t ue! l ice rco y se rrtiraii a los altos, proclamando 1a re"ueii6ii y la anulación del pacto de sumisión y lealtad a Peraza, concebida en la Mrmula: "ya se quebró el gánigo de Guahedún". Entretanto, llegado Hupalupa a la cueva de Iballa, se lamenta ante sus acompañantes de la muerte de Hernán Peraza, presagian- 26 JUAN ALVAREZ DECGtWO do males para la Isla, y dispone que sus súbditos de Arure = Orone trasladen el cadáver de Peraza al castillo de San Sebastián y ayu-den a doña Beatriz, que, temerosa d2 salir de él, pudo entonces. recabar y recibir el auxilio de Pedro de Vera, capitán de la con-quista de Gran Canaria. A1 ilegar éste con bastimeiitos, barcos y soldados de refresco, los sublevados gomeros se recogen en la cumbre o fortaleza más elevada de la Isla: el Alto de Garajonay. Pero antes de atacar a los rebeldes responsables de la muerte, Vera organiza exequias por Peraza y prende a todos los hombres capaces de levantarse en armas, que confiados en su inocencia acu-den a ellas, e inicia un proceso o información judicial ante escri- - e bano para concretar la culpabilidad. N E Los que que&ai-on en Gai-ajoliay, c-~:gadus & rebe!%& p. O su alzamiento y ausencia de las exequias, son atacados con armas n - =m en la mano, rendidos y castigados con atroces penas de horca, O E E empalamiento y otras formas de muerte; y al punto Pedro de Vera S E y doña Beatriz realizan el bárbaro escarmiento de esclavizar, de- = portar y condenar a otras penas hasta a iüs viejos, mujeres y i i i ñ ~ ~ 2 de los cuatro cantones gomeros. - - 0m Para llegar a esta síntesis de los sucesos, bien comprobados en E general, hube de estudiar ciertos detalles y rasgos poéticos muy O precisos, que pueden parecer adicionados, aunque totalmente cier- n tos; y varios detalles etnológicos de colorido costumbrista muy E a-vivo, también auténticos. Pero hubo que soslayar las contradic- nl ciones y discrepancias de nuestras crónicas mediante un menudo n 0 análisis de cada particular en desacuerdo, buscando a la luz de 3 nuestros actuales conocimientos la razonable explicación de los O datos. Esta justificación de mis interpretaciones será el objeto de los siguientes párrafos. /?n.gces /Jp: in.fmm--.a ,. Las apuntadas discrepancias de los cronistas y hasta las va-rjantes gráficas del propio apóstrofe demuestran que el relato sen-cillo y uniforme de una veraz fuente primitiva, muy cercana a los. 280 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALL.4 2 7 sucesos, fué alterado por la transmisión, insensible o caprichosa-mente, para amoldarlo a las maneras y convicciones particulares de los cronistas. Hay detalles como lo del "gánigo" y el "apóstrofe", omitidos en Escudero y no comprendidos por Abreu y Marin, que sólo una fuente auténtica e inmediata pudo conservar. -Me siento por ello completamente escéptico ante la hipótesis de dos fuentes primitivas documentales distintas del episodio en que bebieran nuestros textos actuales 42. Primero, porque es inútil para explicar en Última instancia las recíprocas divergencias de .Abreu y Marin, ya que no hay en ellos una constante dualidad de versión, reclamada por dos transmisiones autónomas en esos relatos histó-ricos conocidos y en sus rasgos etnográficos; y segundo, por tam-poco exigirla las divergencias lingüísticas del texto del apóstrofe. Lejos de ajustarse los reiatos separados que poseemos hoy a una doble transmisión, se interceptan, confunden o interpolan las referencias, que en lo general coinciden. Subrayo como ejemplo la frase de Escudero a propósito de la nobleza de Iballa, los bandos gomeros y sus alianzas, que aparece interpretada de formas di-versas, falsas y a la vez contrapuestas en Abreu, Marin y Castiiio "'- 42 G. Marcy: "El Museo Canario", 1934, 2, pág. 3, sobre una sugestión de Wolfel, art. citado. 43 Subrayo en este particular la prioridad del texto de Escudero respecto de Abreu y Marin, que entienden mal un dato exacto de Escudero, como diré. Este detalle no consta en el "Matritense" ("El I\iZuseo Canario", núm. 5, 1933), ni en el "Lagunense" (Fontes R. Canariarunt, 1, La Laguna, 19331, que suelen darse como fuentes del llamado Escudero. No creo que esté del todo decidida la cuestión de la interdependencia de nuestras primitivas crónicas, que tanto ha dado que pensar y hasta'provocú entre otras una agria polémica hace años entre Millares Carlo, Serra Rafols. y B. Bonnet (vid. "E3 Museo Canario", año 1935). Serra Ráfols, según creo, ni siquiera da caracter de "fuente" a Escudero, al que sospecha derivado del "Matritense"; y Cioranrscu llega casi a esti-marlo falsificación de Marin (vid. su edición de Abreu). Yo, en cambio, sos-pecho que Escudero o el "Seudo-Escuderow es una de tantas crónicas "anti-guas" de que hay noticia, interpoladas, ampliadas y modificadas en el s. XViI. En este episodio observo la frase sobre "nobleza" de los bandos, estudiada en otro capítulo, el nombre de Iballa (omitido por el "Matritense" y Abreu) y su ortografía harto peculiar de los bandos gomeros: datos no directamente de-rivados ni del "Matritense" ni de Marln. I Como por lo demás nuestro actual texto de Escudero data del siglo XVII '2 8 JUAN ALVAREZ DELGADO Un detenido estudio critico de esos detalles diferenciados en -10s textos nos obliga a suponer que una sencilla información pri- -mitiva, inmediata a los hechos, se varió y amoldó al capricho de cada historiador en su interpretación; en unos casos olvidando elementos étnicos despreciados; en otros, volcando interpretaciones personales de los acontecimientos, estimándolos de diversa :ma-nera moral o psicológica; en otros, por último, incorporando alte-raciones de la tradición oral de los sucesos. No se olvide que en .este episodio hay crimen, adulterio rebelión política, que natu-ralmente eran distintamente sentidos y explicados por los autores .de los más detallados y antiguos relatos: un militar contemporá-neo de los sucesos y coautor de la represión, un fraile franciscano moralista del siglo XVI, y un médico y un escritor político que vive en ios aibores dei sigio XVIII. Todos ellos, directa o indirectamente, bebieron en una sola fuente originaria, que a mi juicio no puede ser otra que el "pro-ceso" o "información" que realizó Pedro de Vera al llegar de Gran Canaria en auxilio de doña Beatriz. Al correr del tiempo, nuestros textos fueron agregando varian-tes tomadas a la tradición oral gomera, donde vive el episodio has-ta nuestros días. Quizá la citada "información", unida a otros documentos de ,diversa procedencia, cuyo hallazgo seria interesante, formaría parte de aquellos "papeles de Peraza" de que hablan algunos tex-tos. Pero sólo esta primitiva redacción contemporánea explica ra-zonablemente la enorme autenticidad del episodio histórico de Iballa, tan preciso hasta en minúscuios detalles, algunos errada-mente interpretados ,por los mismos cronistas transmisores del relato. Esa multiplicidad de fuentes primarias para el episodio de Iballa se excluye mejor analizando aquí en líneas precisas las opues-tas hipótesis que podrían idearse sobre el particular. a) No será hipótesis distinta de la que propongo, admitir una (en su mas arcaico ms. conocido, el llamado Castillo del Museo Canario de Las Palmas posiblemente de mano de Marín), recibid algo de la cosecha de sil redactor y refundidor. Pero si fuera pura invención suya, ¿cómo no meti6 Marin en él otras cosas que él sabia, como el apóstrofe? 282 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE I B A L U 29 fuente documental completa del episodio, por ejemplo la informa-ción de Pedro de Vera; y una crónica histórica con el relato redu-cido, por ejemplo el "Matritense" o Escudero. Porque, en tal hipótesis, la fuente es una sola: la completa; y la síntesis de las crónicas y la tradición oral, meras continuaciones ampliadas o reducidas de aquel otro primitivo relato completo. b) La otra hipótesis, de dos fuentes históricas escritas inde-pendientes, a que aludí antes y pareció probable a Wiilfel y Marcy, además de no ser necesaria para explicar las divergencias de los relatos de Abreu y Marín, como dije, tampoco ofrece solución para las contradicciones de esos mismos relatos. Y si se quiere suponer que una fuente (la utilizada por Marín, pongamos por caso) sea la a N "Información", y otra fuente para el resto de las crónicas fuera E un antiguo historiador perdido, como el Dr. Troya, posible base del O n - = Abreu conocido en realidad tenemos una sola fuente (la "Infor- m O E macih") y un relato posterior tomado a la misma "Información" SE por Troya, Abreu u otro cronista. Y junto a ellas las informacio- =E nes reducidas o síntesis del "Matritense", Escudero, etc. 2 C) Una tercera hipótesis me sugiere Serra Ráfols, que sos- - - pecha una sola fuente antigua escrita, junto a la tradición oral 0m E gomera más detallista y anecdótica, que al cruzarse e interpolarse O en nuestros textos históricos produjeran sus diferencias y ampli-n ficación. También me parece insuficiente para nuestra documenta- -£ ción actual. a 2 Fues, como digo en otro lugar, considero indiscutible que nues-tros historiadores generales (me refiero a Abreu, Marin y Viera) se apoyan en la tradición oral gomera, cosa del todo clara para Abreu Galindo por su simple lectura. Pero los particulares in?por-tantes del relato (y considero tales no sólo los hechos en líneas ge-nerales, sino también los nombres, el apóstrofe, la frase del gánigo, la muerte con el dardo, etc.) debían constar en la fuente escrita. Admitir que un relato sencillo, sin nombres, detalles etnográficos ni apóstrofe (como el "Matritense" o Escudero) sea la única fuente escrita del episodio, y que esos particulares los tomaran Abreu y Marín a la tradición oral gomera, exigiría casi un milagro histó-rico: el que Abreu y Marin tomaran a la tradición, cuando ya no N! 44 QuiZá. esto explique las dos partes que se notan en el Abreu. 30 JUAN ALVAREZ DELGADO habla el idioma indígena, nombres y hasta una frase entera indi-gena (perfectamente clara y explicable, y en cambio no supieran in-terpretar dos frases del costumbrismo indígena, traducidas al cs-pañol: la nobleza en los bandos y el gánigo de Guahedún, cuando precisamente intentan dar de ello explicación y detalles. Y subrayo que precisamente esos dos no los he podido recoger en la tradición actual gomera. En cambio, es muy posible que ciertos detalles oscuros en nues: tros historiadores se deban a la tradición oral, como la traición de Pballa y su madre, la exageración de los castigos a los gomeros, la unidad o duplicidad de pajes, el disfraz de mujer, etc. d) De consiguiente, y por exclusión, a mi juicio, hay una sola N a fuente primitiva: la "información" o "proceso" de Pedro de Vera, E que suministro todos los datos importantes. O n De ella nació, por un lado, la tradición oral gomera desde los - m O mismos días del proceso, en que declararon los autores de los he- E E 2 chos y los testigos presenciales aún vivos, quienes transmitieron E de viva voz a las generaciones posteriores los datos conocidos y - ampliamente comentados entonces, asignados a parajes de la geo- 2 - grafia gomera; así, se mantienen los nombres de Iballa en Vegui- - 0 m pala y de Hupalupa en Valle Gran Rey; los hechos m& destacados: E el cerco del castillo, la muerte de Peraza, sus amoríos, el llano de O E la-Horca, la Baja del Secreto; y en su contorno los particulares de n E exaltación insular. - a De otro lado, en aquella "información" se inspiraron las cró- 2 n nicas históricas: unas ("Matritense", Escudero) dieron una breve n síntesis de los hechos, despreocupados sus autores de lo unecdó- O3 tico, romántico g localista, e interesados sólo por el asesinato de Peraza, la intervención de Pedro de Vera, el auxilio a doña Bea-triz y los castigos infligidos a los indígenas; otras (Abreu y Marin) tomaron el relato con más amplitud y con los detalles del ap6s-trofe, el gánigo, la nobleza, los bandos y varios detalles costum-brista~. Y aprovecharon particulares de la tradición popular go-mera para el colorido y la emotividad. Sólo una duda queda: si hubo una crónica, hoy perdida (;Dr. Troya?, iPaples de Peraza?), intermediaria de la transmi-sión entre el "proceso" de Vera y las historias de Abreu y Marin. 284: ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Esto Último me parece muy posible, pero por hoy imprecisable; aunque tam,poco altere la postura fundamental de nuestro proble-ma de la fuente única del episodio. El "proceso" formado por Vera. La formación de un "proceso" o "información", ante escriban6 pVblico, por Pedro de Vera, a su llegada a la Gomera, está consig-nada por Gómez Escudero 45,e l "Matritense" 4G, Abreu Gal ind~4T y Marín y Cubas 48, como base de los castigos que impuso. En su virtud, condenó a muerte en el "Llano de la Horca" a los gomeros de los bandos directamente responsables del asesinato: Ipalan y Armigya; y a destierro y esclavitud a los hombres de los otros dos bandos: Orone = Arure y ~ ~ a=n Valle hermoso, y a las mujeres y niños de los cuatro cantones *". 4; Escudero (apud Chil, o. c., pág. 267) : "Hízose la diligencia de infor-mación por la razón de la Señora ante Escribano ptiblico, y hallóse se? de estos dos bandos de Pala y Amilgua, y que éstos se habían hecho fuertes en un punto llamado Jaragonay. Acabada la información, el Gobernador se fu6 zilifi can sü geste, y. .. aunque fueron pocos ios matadores, ios condenados a muerte fueron muchos, y a todos los de 15 años arriba que no se perdonó a nadie". 46 El "MatritenseW ("El Museo Canario", 1935, núm. 5, pág. 86). 47 Abreu Galindo, o. c., pág. 252 (c. 29) : "De la información que Pedro de Vera hizo en la Gomera ...". 48 Marín y Cubas, o. c. (Chil: Estudzos, iii, pág. 281) : "Hízose el pro-ceso a pedimento y voluntad de la Sra. D.* Beatriz, ante escribano, culpando a los de Apala y Armigua. Hecho el proceso se fué Pedro de Vera a donde estaban los Gomeros [es decir, los alzados de Garajonay, pues los de Agana y Orone, venidos a las exequias, ya estaban presos], y les hizo pregones que pareciesen.. . ; y . . aunque los matadores fueron muy pocos, los condenados a muerte todos los gomeros de los dos términos o bandos Apala y Armigua y parte de los otros". 49 Hierra Abreu Galindo (loc. cit., pág. 252) al decir que "condenó a todos los del bando de Orone y Agana a muerte por haidores, a los de quince años arriba". En otro lugar subrayo que Abreu ha tomado el estribillo de los "can-tones de Orone y Agana" y los sitúa en todas partes, con evidente error, co-metido también por el "Matritense". El cotejo de los textos, en parte dados en las notas precedentes, conñrma que a muerte fueron condenados los rna-yores de quince años de Ipalan y Armigua, responsables directos del asesinato: y a destierro y otras penas, por temor a sublevaciones nuevas, los hombres mayores de Agana y Orone. JUAN ALVAREZ DEJXADO La rawn de esta medida procesal era obvia y obligada para Pedro de Vera y doña Beatriz. Los obispos Frías y Serna habían recabado años antes documentos reales contra la venta de gome-ros condenados; se habían despachado pesquisidores contra los excesos de Rejón, Peraza, Algaba y Herrera; Vera se veía ame-nazado de los amigos de Rejón, de los gomeros de Gran Canaria y de las acusaciones del obispo por sus atropellos. Había, pues, que tomar las precauciones necesarias antes de adoptar las medidas crueles que él y doña Beatriz tenían aparejadas para yugular toda ulterior rebelión de los gomeros: ya un cronista dice que Pedro de Vera dejó la isla yerma más que sosegada. En aquel "proceso", por necesidades del sumario, debían cons- a tar las declaraciones de los gomeros del distrito de Orone = Arure, N E que según ivkrin i r a ~ e ~ oeili cadhver reraza desde GUzkieU.~:: O n al castillo, por disposición de Hupalupa, hallando disculpa a su -- m complicidad, y por exigencias de doña Beatriz, deseosa de impedir O E a la amante Iballa la veneración de sus despojos. E 2 E En la misma "Información" debió quedar constancia clara de - que habían sido los naturales de los bandos de Ipaian = San Sebas- 2 tián y Armigua = Mulagua los responsables directos de la muerte - - 0 m del señor, motivo de su mayor castigo. Y lo del "gánigo de Guahe- E dún" debió hacerse constar precisamente para indicar que los indí- O genas, rompiendo el pacto de sumisión y lealtad, se habían decla- n E rado en abierta rebeldía política. Interesaba buscar argumentos - a para la Corte, y éste era definitivo, como lo prueba don Fernando 2 n el Católico hablando en su carta de 1489 de que los gomeros habían n n sido condenados justamente al cautiverio "por deméritos y cierta O3 maldad contra su señor". Seguramente también estaba allí la declaración del escudero escapado, acompañante de Hernán Peraza, que destacaría la inter-vención de su ardiente perseguidor Hautacuperche, lo de los silbi-dos y el apóstrofe de Iballa, dirigido al paje en lengua nativa, y dado su posible parentesco o amistad con ella, propuesto como eximente de la culpabilidad de la hermosa gomera, aunque es pre-sumible que la cruel doña Beatriz daría buena cuenta de ella y sus familiares. La circunstancia, bien comprobada en el sumario de Pedro de 286 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 33 Vera, de que en el asesinato no habían intervenido personalmente naturales de Agana = Vallehermoso y Orone = Arure, concurren-tes además a las exequias de Peraza, se debió sin duda a que Hupa-lupa, con sus súbditos de Arure, llegó a Guahedún, conforme al decir de los cronistas, después de realizado el asesinato, y los de Agana = Vallehermoso no intervinieron por muerte de su jefe, o por no haber tenido conocimiento de la conjura, a la que sólo con-currieran tres bandos, cifra reiteradamente dada por los cronistas, como apunto luego. También registraba el proceso las declaraciones de los gome-ros, declarando instigadores de la rebelión contra su señor a los doscientos gomeros residentes en Gran Canaria, por lo que Pedro de Vera les aplicó los mismos castigos que a los de Agana = Valle-hermoso y Orone = Arure ". Aunque el sumario no tenía una sucesión histórica ordenada de los hechos, razón y ocasión de las contradicciones o faltas de ajuste de los relatos conocidos, esos puntos concretos y las circuns-tancias particulares de los declarantes responsables, que tratarían de discuiparse en el proceso, poniendo al vivo los atropellos de Hernán Peraza y su descarnada pasión por Iballa, para atraerse el perdón de la viuda, hicieron que esa "información" fuera la fuente documental, tanto de la tradición oral, como de las crónicas de tan memorable suceso. Sólo en esa información podían haberse conservado en lengua original y sin clara interpretación, para los autores posteriores, los dos importantes detalles del "gánigo" y del "apóstrofe" de Iballa. Y sólo en un proceso en que se detallaran las culpas de los asaltantes, y los méritos de los sitiados y amigos, podría conser-varse con nimio detalle la actuación de Antonio de la Peña y Alonso de Ocampo para acabar, de un golpe de ballesta, con el hasta enton-ces invencible Hautacuperche 51. so En la página 21 compruebo este detalle del "proceso" de Vera; que -aoiiei tacha de "acusación sin duda falsaw ("Ei Museo Canario", 1933, p$g. 231. 51 Detalle que con minuciosidad describen Abreu (o. c., pag. 250) y Marin (o. c., fol. 96, cap. 13, lib. 2.c), pero omite Castillo. 34! JUAN ALVAREü DELGADO Nuestros cronistas afirman con cierta unanimidad que en la época de la conquista estaba dividida la Gomera en cuatro bandos. Esta división cantonal está asegurada con más o menos preci-sión para varias fechas del siglo xv por distintos testimonios his-tóricos y .documentales : la existencia de bandos adictos a los por-tugueses denunciados por Guillén de las Casas, Fernán Peraza, Diego de Herrera y las cédulas reales; el testimonio de doña Inés Peraza de serle adicto el bando de Orone = Arure y adversos los otros tres, y las luchas de Hernán Peraza durante el largo decenio de su gobierno con los cantones sublevados. Pero si está bien garantizada esa división de la Isla de la Go-mera en cuatro distritos, son varios los problemas, no siempre de Golución fácil, planteados por esta división cantohal. Primeramente, resulta harto difícil fijar ese momento de la conquista asignado por los cronistas a los cuatro príncipes de nom-bré? cristianizado que a.parer-n gobernando los- cantones gomeros, así como reconocer una dudosa unidad dinástica primitiva, seria-lada por Viera y Clavijo. Además, es problemática la demarcación de cada señorío den-tro de la geografía insular, y hasta en ocasiones es oscura la grafía original exacta de sus nombres y la fijación de la cabeza del can-tón, base de su denominación. Constituyen otro problema, por las noticias imprecisas y con-tradictorias de nuestros textos, las alianzas, pactos y relaciones de los cantones entre sí y con los conquistadores europeos. Por G!tipaQ, es pr3cisG u&rur ~~er&&rc u!faficr de, !os cl-racteres étnicos, apuntados por varios historiadores, dentro de la división cantonal de la Gomera. Fijar los datos más seguros sobre tan interesantes particula-ridades es el objeto de los siguientes párrafos. Pretendzdu unidad politica. No se puede negar una primitiva unidad política de la Gomera, aunque sea positivamente indemostrable que en cualquier 'etapa ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 35 de su prehistoria toda la Isla estuviera bajo la jefatura única de un rey, patriarca o gobernador general de la Isla. Si bien la tesis contraria podría apoyarse en la tremenda geografía de aquellas tierras, el vivo cantonismo o individualismo de los gomeros y la ausencia de testimonios positivos. Pero lo mismo que se dice de los "menceyes" en Tenerife, del doble "guanarteme" en Gran Canaria y de los "reinos" de Lanza-rote y Fuerteventura, también se presupone hacia los albores de su conquista en el siglo xv igual división de una primitiva unidad política en la Gomera. No hay dato alguno a favor de esta hipó- . tesis, y puedo afirmar que es del todo falsa la división que para esta época establece Viera y Clavijo 52, haciendo que a la muerte de Amaluige la gobiernen Aberberqueye y sus colegas. Porque, como diré en un estudio sobre Amaluige, se apoyó Viera en un falso dato de Abreu Galindo, que designó "rey único de la isla" al que según Torriani era sólo "uno de los señores de la isla". Tampoco podría defenderse la hipótesis con la noticia de Azu-rara ", para quien los gomeros "teem huii duque e certas cabe-ceiras". s o s~c h a n d ou na especie de confederación bajo un mnnrr-ca; porque éste se refiere al 1448, cuando ya Fernán Peraza el Vie-jo tenía pacto con el jefe de uno de los cantones y trataba de some-ter a los dos bandos amig.3~d e los portugueses. Por lo que el pa-saje de Azurara debe interpretarse como referido a cada cantón, en el que había un jefe (= duque) y varios capitanes, cabeceras, caudillos o valientes, coincidiendo con lo que de estos últimos dicen Abreu y Torriani. Y aduzco, en confirmación de mi explicación, otro pasaje del mismo Azurara, al decir (cap. LXXIX) que en Gran Canaria "teem entre si dous que nomeam por rex e huii duque"; donde & ) 1 P ~ c g entender q o CZUE ml g n ~ r f ~m(n= rex) teni& su b --"-- """ faicán o duque, y no un solo duque o jefe para los dos reinos de la Isla. Absolutamente garantizada la división de la Gomera en cua-tro cantones desde esa época de Fernán Peraza el Viejo, y com- 52 Viera y Clavijo: Noticins, 1. 4, c. 17: "apenas Fernando Amahiiige !(sic!) falleció, se formaron hasta cuatro facciones, que disputando la coro-na ..". Y véase luego el texto de Abreu. 53 Apud Serra Ráfols: Los Portzq?ieses , cap. LXXX, pág. 66. Núm. 5 (1959) 36 JUAN ALVARE2 m A D O probada también cierta división insular desde el año 1425, época del episodio de Amaluige, parece natural suponer que la división en cuatro bandos gomeros existía desde principios del siglo xv. Aunque son dudosos jefes de cantón, como diré, Pedro Chim-boyo en 1434 y los capitanes Piste y Bruco hacia 1436, es preciso tener en cuenta tal posibilidad en el estudio de este problema. Y con insistencia nuestros cronistas señalan como jefes de los cua-tro cantones gomeros "en el momento de la conquista" a Aberber-queye, Aguaboregue, Auhagal y Unchepe, asignándolos a la época de la conquista betancuriana de la Isla. Pero según pienso, ésta sólo pudo hacerla en 1420 Maciot de Bethencourt, no su tío Juan, a quien citan nuestros historiadores a este propósito. Por tanto, los datos ya señalados y cuanto en este estudio pre-cisaré snhre e1 tiempn en que se prndujn J mntivoc: qw &termi-naron la división cantonal gomera sólo permiten fijar detalles más bien negativos. Contra una primitiva unidad política están la au-sencia del nombre de "rey", la falta de datos afirmativos y el can-tonismo geográfico y social de la Isla. Si existió una unidad poli-tics, &t2 12 p-esiUiS Ama!uige, e i , i , ~ r c~&n~dn~ y~ p nr nx-i1- 6 motivos se produjo la división antes de 1420. Desde los albores de la conquista, aunque haya dudas sobre nombres y detalles, parece razonable admitir la división de la Gomera en los cuatro cantones bien asegurados para la época de Hernán Peraza el Joven en 1477- Los cuatro jefes. Sobre la época en que vivieron los cuatro jefes cantonales cris-tianizados, no es posible lograr una certidumbre; pero trataré de hallar la mayor probabilidad entre los datos de los cronistas. Estos 54,e n general, citan los nombres indígenas de cuatro jefes . . 54 Doy a continuación los textos más importantes relativos a este pro-blema. Escudero (ed. Darias, págs. 68-69) no da los nombres de los jefes, sino s61o. Ue los calitülies, peru es iiiiport~iite sü referencia: "advertimos qUe e: esta. isla de la Gomera, desde el tiempo que se conquistó, había entre ellos cuatro bandos, en que se diferenciaban nobles y villanos; y éstos cada dos de ellos se. afinaban en fiestas o regocijos o en sus juntas; los nombres de los pueblos eran: Agana, Arone, Pala y Amilgua.. .". 290 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOSi I s l ~d e la Gomera. Mapa del año 1530, según Torriani. Una pareja de IndIgenas, s ~ g ú nT orrianl. N6tese el dardo (bunot o mdgod) , vestido (tamnrco) y sayas ftahuyan). Plano de San SebastIgn de la Gomera, eegiin Torriani EI. EPISODIO DE IBALLA 37 de cantón luego cristianizados, contemporáneos entre sí y gober-nando la Isla por los años de la conquista betancuriana. Trataré de situar juntos estos cuatro personajes en las etapas del siglo m, intentando armonizar los datos de historiadores y textos. Excluyo de una manera precisa el periodo anterior a 1405, por lo sabido sobre la iniciación de conquistas en la Gomera, y poder probar que en ella no pusieron pie ni Juan de Bethencourt ni Gadifer de la Salle, y que la llegada de don Fernando de Castro corresponde al año 1425. Por tanto, ese recuerdo de la conquista betancuriana, aludido por los cronistas en la nota precedente, sólo puede referirse a Maciot. Abreu Galindo (o. c., 1. 1, c. 16, pág. 81, ed. Cioranescu) : "Estaba esta isla de la Gomera, cuando el capitán Juan de Betancor lleg6, por ser muerto e: rey Aiiialuige, repartida en cuatro bandos o parcialidades, con sus capi-tanes, los cuales tenían nombres de santos. El capitán del bando de Mulagua se llamaba Fernando Aberbequeye; y el de Agana Fernando Alguabozegue; y el de Hipalan llamaban Pedro Halhagal; y al capitán del bando y término de Orone decían Masegue Conche; y estos bandos siempre tenían disensiones y diferencias entre sí". Torriani (ed. Wolfel, pág. 182) : "Ultimamente quando questa Isolu. f f ~ conquistata era divisa in quatro parti cosi dette: l'una Mulagua, la seconda Agona, la terza Ipalan, la quarta Orone, ciasqueduna delle quali haueua il suo signore; quello deila prima si chlamaua Aberberqueie, quello della seconda Aguaboregue, quello della terza Auhagal, et quello della quarta Unihepe". Luego, en la pág. 184, hablando Torriani del episodio de don Fernando de Castro, dice: "non solo gli diedero la pace ... ma essi si fecere cristiani; et d'indi cominciarono a scancellare i loro nomi antichi pigliando quei de' santi, i quali nomi si conservano fra molti di loro fino i'anno 1420, nel quale Giovan di Letancur gli ridusse tutti loro". Marín y Cubas, en su Historia (citado por la copia mecanografiada de la Universidad de La Laguna, sobre el ms. de Tenerife, lib. 1: c. 20, fol, S?), dice: "hállase dividida [Gomera] en cuatro señoríos: Amulga, Agana, Hipalan y Ozones; entregáronse de paz al dominio de Aragón o los vizcaínos, cuando Bethencourt. Los cuatro señores dijeron ser cristianos, y sus nombres, del primero Fernando Aberbequeie, el segundo Fernando Alguabosuigue, tercero Pedro Alfagal, y cuarto Mathiguel Venehepe". Castillo (en su citada Descripciótt. pág 73) : "tomzr?de e! -O--Y- e! nombre de D. Fernando Amalahuige, y que pidieron les quedase un clérigo.. . aiía-diendo que cuando arribó a esta isla Mons. de Eethencourt, ha116 que dife-rentes capitanes gomeros tenían los nombres: el del término de Mulague, Hernando Albemequeya, el de Agana, Hernando Algabosuegue, el de Orone, Mateo Urtdupe, y el de Hipalan, Pedro Alhogal". 38 JUAX ALVAREZ DELGADO Y en efecto, el período de 1420 a 1425 tiene a su favor esa afir-mación unánime de los más antiguos cronistas haciendo los cua- - tro jefes cantonales contemporáneos de la conquista de Ia Gomera, entonces iniciada por Maciot, Las Casas y don Fernando de Cas-tro. Subrayo que el texto de Torriani, si bien no cita el nombre cristiano de los cuatro toparcas gomeros, señala precisamente en el año 1420 los primeros cambios de nombres indígenas por los cristianos de santos. Igualmente se ajusta a la presente opinión la ya advertida coincidencia de los nombres cristianos de Mateo Un-chepe y Fernando Akrberqueye con los de pila de Maciot de Be-thencourt y don Fernando de Castro, respectivamente. Fernando Aguaboregue se llama también el jefe de Hermigua, adicto al por- :: tugués; y Pedro Auhagal lleva el nombre cristiano de un hermano N & G~illéiid e las Casos, c. q~ieri pudre legar-. en testamento la U isla de La Palma. E-La noticia del conjunto de los cuatro nombres de los jefes can- o" tonales cristianizados podría atribuirse a don Martín de las Casas 8 I o a Guillén, quienes antes de 1430 tenían buenas informaciones de e ios indígenas gomerüs. A&iiitir esta fecha. ~ n l ~~sh l i g za excluir { (cosa muy probable por otras razones, conforme expliqué poco Y E= antes) a Arnaluige como jefe cantonal, por ser incompatible n 6 su presencia con la de Unchepe y Aberberqueye en los dos canto- U E nes por donde pudo atacar don Fernando de Castro. La dificultad i de inmediata sustitución de estos cuatro jefes cantonales, si se a1 admite que lo fueron también Chimboyo, Piste y Bruco, no es inso- A luble por el testimonio de Galindo sobre las frecuentes guerras i n de intercantonales, y por los ataques esos años de Maciot, Guillén y 5 los portugueses a que los jefes cantonales tuvieron que hacer fren-te a costa de sus vidas. Si se quiere retrasar más la datación de estos cuatro príncipes, habría que pensar en 1445-1450, apoyados en la frase de Torriani "ultimamente cuando questa Isola f ? ~co nquistata" y según la "In-formación" de Cabitos y la teoría de W61felm, para quien la con-quista de Gomera fué obra de Fernán Peraza. Pero se opone a tal data el hecho señalado por Castillo y atribuído a Diego de Herre- 0 55 D. J. Wolfel: U?%je fe de tribu ..., "Invest. y Progreso", 1930, pág. 104. 292 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS 1SL EPISODIO DE 1BAIJ.A 39 ra 56 sobre la conquista en 1450 de San Sebastián de la Gomera con el bautismo de su jefe indígena Gaumet, nombre que no apa-rece entre los cuatro príncipes cristianizados. Y aunque se suponga que el nombre dado por Castillo está errado, es extraño que el jefe de Ipalan, al que pertenece San Sebastián de la Gomera, tomara el nombre de Pedro y no el de Fernando (por Peraza), o se justificara, como razonablemente hace Castillo, con el del día (20 de enero) de la conquista de la población y bautismo del rey. Postergar aún más la é~oca de Aberberqueye y sus colegas hasta los años " del gobierno de Hernán Peraza el Joven, o a los inmediatamente anteriores de su pacire Diego de Herrera, tiene todavía mayores dificultades. El texto señalado por Wclfel sólo da el nombre cristiano del jefe de Mulagua sin el indígena, y ya dge en otro lugar que podría ser el de uno de los gomeros cono-cidos luego en la conquista de Tenerife como Fernando Aguaber-que, posible hijo de Aberberqueye y quiz�� su sucesor mediato en el gobierno del cantón, al agotarse la línea uterina de sus tías. Y subsiste también aquí la ausencia del ya señalado Gaumet. Pero la objeción insoluble para esta y la precedente hipjtesis es la ausen-cia en aquella lista de Hupalupa ", nombre bien garantizado en los historiadores y en la tradición, indiscutible jefe del cantón de Orone = Arure durante el episodio de Iballa, quien por su ancia-nidad en 1488 no puede suponerse jefe de reciente designación en ese cantón, que desde la época de Fernán Peraza el Viejo venía siendo adicto a Herrera y Peraza. Para admitir estas dos Últimas hipótesis sería preciso además asignar a nuestros cronistas, mejor informados de los hechos re-cientes de la vida de Hernán Peraza, el error de atribuir estos cua-tro jefes cantonales con una notable unanimidad a los comienzos de la conquista de la Gomera. 56 Castillo (cit. Descripciól~p, ág. 71) atribuye este hecho a Diego Garcia de Herrera; pero en 1450 aún vive Fernán Peraza, y fii6 6st- y no FTerr~ra el que edificó el castillo de San Sebastián, que presupone la conquista del territorio. 57 Tal es la opinión de Wolfel: D. Juun de Frias, pág. XL, nota. 5s Ni siquiera puede suponerse errata en el nombre de Mateo Unihepe o Unchepe, por Pablo Hupalupa, porque el nombre de pila es distinto. 40 JUAN ALVAREZ DEIGADO Todas estas consideraciones invitan, aunque las nieblas persis-tan en los cletalles, a atribuir los cuatro jefes de cantón cristiani-zados al final del primer cuarto del siglo xv. Los nombres de los cuatro jefes cantonales merecen un estudio para señaIar la identidad y forma primitiva de las variantes grá-ficas con que se designan en nuestros textos estos cuatro intere-santes personajes. Al jefe de MULAGU=A Hermigua lo llama Torriani simplemente Aberberqueie; Abreu Galindo, Fernando Aberbeqmye; Marín y Cubas, Fernando Aberbequeie; Castillo, Hernando Adbervequeya. El cotejo y normas paleográficas garantizan con seguridad ia for-ma Aberberqueye, y su clara etimología con significación de "muy negro" o "negrazo". Al señor de AGANA= Vallehermoso, Torriani asigna el nombre de Aguaboregue, que Abreu Galindo escribe Fernando Alguaboxe-gue, Marín Fernando Algabosuigue y Castillo Hernando Algabo-segue. Tenemos para la variante de Torriani sustitución de signos manuscritos fácilmente confundibles (r y S) ; junto a una clara ex-plicación de las grafías de Marín y Castillo sobre la de Abreu. Si la de éste fuera la forma auténtica, el radical sería Mosegue, Amo-lsegue o Bosegue, nombre indígena conocido posteriormente y de fácil interpretación. Pero si debemos preferir la grafía de Torriani (SU texto es de una cali'grafía perfecta, pero ignoramos la de su fuente), el componente final de Aguaboregue (= aua- boregue, o Borugue sobre la variante de Marín) nos pondría al alcance el nom-bre bien dudoso de Azurara, Bruco por Borugo. Es hipótesis que prefiero. En este nombre y el siguiente las variantes de Abreu, Marin y Castillo cometen la frecuente errata de insertar una -2- tras la inicial, como artículo arábigo. El nombre del capitán de IPALAN= San Sebastián lo escribe Torriani Auhagal, al que Abreu Galindo llama Pedro HaZhagaZ, Marín y Cubas Pedro AZfagal y Castillo Pedro Alhagal. Como Abreu pone la h- inicial hiperculta también en el nombre del cantón (Hi-palan), debemos reconocer como más primitiva la grafia de To: EL EPISODIO DE IBALW 41 rriani Auhagal, también registrada por Viera y Clavijo (según Chil Naranjo), que la hubo de leer en el manuscrito perdido de Abreu, diverso del editado. Al señor del distrito de ORQNE = Arure nombra Torriani Unihepe, pero Marín y Cubas escribe Mathiguel Venehepe, y en otro pasaje Unchepe; Castillo consigna Mateo Undupe; y del cruce de estas grafias aparece el Metegulunchepe de Viera y Clavijo y el Masegue Conche de Abreu. También aquí la fácil confusión cali-gráfica de i y c ofrece dudas, pero el haber conservado Marín una grafia (Vemhepe) tan cercana al Unihepe de Torriani (sin conocer su texto) nos obliga a preferir ésta; aunque fónicamente muy eer-canas esta ultima y su variante Unchepe, son equivalentes por la palatalización de la i protónica, registrada también en el nombre del mencey de Tenerife Benitómo y Benchómo. Pero son del todo falsas Mateo Undupe de Castillo y Meteguanchepe de Viera, malas lecturas de Mateo Umhepe. Y resulta muy extraña la falsa forma de Abreu Masegw Conche, no recogida por Viera y Berthelot, como si no estuviera en su antiguo manuscrito y pasara al editado por disparate gráfico de copista inadvertido, que es lo más probable. Conviene estudiar con precisión este problema de interesantes aspectos, porque los historiadores y los textos no emplean unifor- -mes denominaciones, y sólo recientemente aparece el término "rey" en la dinastía cantonal gomera. Y si la diferente designaxión de D Q ~ P ~ Q ~ : prg&a & hip&ti~c " r ~ ~ ~ h ! i ~ y ~ i ~ r n g " frente a la más general titulación "monárquica" en las otras Islas, -me parece interesante detalle para nuestra información de las de-nominaciones jerárquicas indígenas, que no tengo noticia se hayan estudiado hasta ahora. Abreu y Torriani registran el titulo "rey" para los jefes, indí-genas en las islas de Tenerife, Gran Canaria y Hierro .y hasta.en 42 JUAN ALVAREZ DEZGADO las de Fuerteventura y Lanzarote w. Pero omiten esta designación para los jefes cantonales de Gomera y La Palma, a los que dan el nombre de "señores" o "capitanes" 60. En verdad, Abreu Galindo, que nombra "capitán7' a los jefes de los cuatro cantones, llama "rey" a Amaluige 'jl. Y lo mismo hace Castillo 62q, ue, titulando "capitanes" a los jefes cantonales de nom- , bre cristianizado y apellido indígena, como Fernando Aberber-queye, en los relatos de Amaluige, inspirado en Abreu, y de Gau-met, tomado a informaciones de sangre, les asigna el título de "rey". Mas éstas son interpolaciones recientes debidas a una tra-dición ya desviada de su primitiva pureza y penetrada de concep-tos comunes al Archipiélago. Lo mismo acontece en el nombre del "Valle Gran Rey", referido al jefe cantonal Hupalupa 63, impuesto por la tradición cuando ya se conocían los reyes indígenas de otras Islas. Se confirma tal parecer porque a los cuatro jefes cristianizados Abreu aplica sólo el nombre de "capitán", nunca el de "príncipe" 59 Al de Tenerife (Torriani, ed. Wolfel, pág. 164; Abreu Galindo, ed. Cio-ranescu, pág. 296) lo llaman "rey" y le dan el título indígena de mencey, cuya relación con el tuareg amenukal, de ascendencia líbica comprobada, explico en Antropdnimos de Canarias (tomo 11 de ANUARIODE ESTUDIOAS TLÁNTICOS). Al de Gran Canaria (Torriani, o. c., pág. 108; Abreu, o. c., pág. 71) llaman guanarteme = "hijo del príncipe o rey", también estudiado en igual artículo. En el Hierro emplean tambien el título de "rey", y citan los cronistas a un Armiche, cuyo valor etimológico es el mismo. En Fuerteventura y Lanzarote, Torriani (o. c., págs. 92 y 71) habla de "duchi", "principali" y "damas principales" quizá reinas; así como de "duca o ré" citando al "rey Teguise". Abreu (o. c., págs. 67, 55, 57 y 60) nombra ''reyesW de F ~ e P 1 e ~ e n tI~ ~- A1_1ye $e5 7 G l i i ~y~ a, GiianarPm~y Oiadafrg o Gua-darfía en Lanzarote; aunque otras veces vacila empleando títulos de rey, señor o capitán. 60 Cf. Torriani, o. c., pág. 182 para Gomera y pág. 200 para La Palma; y Abreu, o. c., págs. 80, 266 y sigs. 61 Abreu Galindo, o. c., p&gs. 79 y 80. 52 m" "+ill,. . ,,omnm,.nri... U ~ D U L W . 3,-u, &u,. cit., 71 y 72. 63 Hupalupa, como explico en su estudio, no significa precisamente "gran rey", sino "poseedor en abundancia", "muy rico", "gran señor"; que no es precisamente lo mismo, aunque sea semánticamente muy cercano. Por lo que no cabe pensar que su radical hupal fuera "rey", "señorv o "capitán"; inien-tras otra prueba no exista. 296 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 43. o "rey", ni siquiera con la vacilación de Lanzarote o Fuerteven-tura; y Torriani siempre emplea el titulo de "señor", nunca el de "duca" o "ré" de esas mismas Islas. Por último, es terminante prue-ba la ya apuntada interpolación en Abreu Galindo a propósito de Amaluige, a quien designa "Rey Amaluige", cuando Torriani so-lamente dice "un signore de 1'Isola". Aquella voz "capitán" empleada por Abreu Galindo era usual en Canarias para designar los jefes cantonales gomeros desde la época de Fernán Peraza el Viejo por lo menos (años 1442-14521, a juzgar por las declaraciones y documentos citados en la "Infor-mación" de Cabitos de 1477 Así en la declaración de Iñíguez de Atabe, secuestrador de la isla de Lanzarote por los Reyes, se dice que Fernán Feraza "mostraba más favor a un capitán" de esta isla de la Gomera, y que "otros capitanes de la dicha isla se le rebe-laron e alzaron" por el Infante de Portugal. Azurara habla, es verdad, de "un duque" y varias "cabeceiras", pero al denominar los personajes importantes en relación con los portugueses (como Piste y Bruco) los llama "capitanes" o "prin-cipales" 65. Nuestros tratadistas, sin vacilar, han entendido y ira-ducido este nombre con el valor de jefe de cantón. Pero cabe dudar si aquella voz en Azurara corresponde a su equivalente etimoló-gico ""el otro pasaje, es decir "caudillo de la hueste", más que a1 de "duque" o "jefe político del cantón", que según dije me pareció el valor de este último. Igualmente impreciso es el término latino "duci" del documen-to pontificio relativo a Pedro Chimhoyo "'. 64 Vease en Chil Naranjo (Estudios, II, págs. 518-632) la parte documen-tal; y en Torres Camy: !Cw&te?- de la. awq?>n... .; págs; 121-206) las tes-tificaciones. En sus páginas aparece con frecuencia esta denominación. 65 Ver su texto apud Serra Ráfols: Los Portugueses.. ., pág. 58: "chega-rom logo dous capitaaes d'aquella ilha"; pág. 59: "Bruco avya nome hiiu d'aquestes capitaaes, e o outro Piste"; .pág. 61: "veo a este regno aquelle ca-' pitam que se chamava Piste"; pág. 66: "os quaaes teem hufi duque e certas. nakann:rno>Ji -6 m Cn. A 1 - r o r n n n r - o l l o a C s l l r i i i rinm o n i i a l l o a nrinnin8na bb,Jbb.ZLL'&., , y",* " D . - v a x w UWLL.L..'&U .. . L'&A."L. S"... -y-u-.uw y..-.u-r--- ..- ilha, rogandoos.. . que lhe quisesem dar algila ajuda". 6'6 Es notorio que "capitán", "cabeceira" o "cabecera" y "caudillo" son. por su matiz etimológico, claro a los hispano-parlantes, una misma cosa. 67 Aunque Torriani también emplea el término auca como equivalente a jefe político o rey en Canarias: Núm. 5 (1959) 29T 44 JUAN ALVAREZ DELGADO Y estas vacilaciones me harán volver, en párrafo aparte, sobre si Piste, Bruco y Chimboyo fueron efectivamente "jefes" de can-tón o sólo "capitanes de tropa". Tampoco me parece de valor decisivo para la titulación jerár-quica de la Gomera la carta de 1449 dirigida por el rey de Cas-tilla don Juan 11 a los "capitanes e cabeceras e vecinos e morado-res" de las Islas 68. Porque la citada "Información" de Cabitos, poco posterior, emplea el término de "capitán", también presente en la carta, e ignoramos si ese título de "cabeceras" es la réplica del ci- .tado "cabeceira" de Azurara, con su señalado valor de principal, valiente o jefe de tropa, no jefe de cantón, para lo que no hay -prueba positiva de garantía. Esa coincidencia de Abreu, Azurara y la "Información" de Ca-bitos en emplear el nombre "capitán" sugiere la hipótesis de que la voz española respondiera en efecto a la concepción política de xwtkcs, y 19s ir,t&petrs e "!engdss" t~&ieruc c o ~ e! EQm-bre indígena (hoy ignorado) de tal categoría social en la Gomera 69. Pero tal hipótesis resulta insostenible. Porque Abreu aplica a los jefes de cantón gomeros la denominación de "capitanes", pero designa "señores" (o c., pág. 267) a los jefes de los distritos indí-genas de La Palma, donde también omite el dictado de "rey7', y usa como idénticas ambas denominaciones para Mayantigo "señor o capitán" del término de Aridane = Los Llanos. Al revés de To-rriani, que aplica el titulo de "señor" a los jefes cantonales de la Gomera, y da el dictado de "capitán" a los jefes o príncipes pal- -z-- i n o -- onnl 77-4- --..AL- -..- 4-1 .-.,.lmnn;A= IA-inm I I~CLVB( 6. C., píttj*. ~ i 1 0 y LUUJ . UDLU p ucua yuc ~ a urc i c ~ ~ i uru- ~ i b a es un fenómeno moderno, no versión del habla indígena. Sobre todo por el extraño detalle de que Marin y Cubas, conocedor de es Alude a este problema Wolfel en su artículo Un. jefe de tribu..., de "Invest. y Progreso", 1930, pág. 104. 69 No hay base para generalizar a todo el Archipiélago el titulo de faicanes o fayxan de Gran Canaria. Los nombres personales de Gomera no per-miten deducir con seguridad radical de sentido seguro, con esta idea. Y el sigofie = "capitán" de Viana, no está documentado fuera de Tenerife. Todo lo que pueda decirse me parece pura hipótesis. 298 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL EPISODIO DE IBALLA 45 Abreu y no de Torriani, aplica 70 a los jefes gomeros el término "señor" y a los de La Palma el de "capitán", cruzando en su empleo las voces "señorío" y "término" para los cantones. Como si To-rriani y Marin y Cubas hubieran bebido en una misma fuente, dis-tinta de la de Abreu, para esta parte de sus obras, con lo que con-vienen ciertas variantes de nombres y divergencias de relatos en esas Islas. De lo dicho resulta que el nombre "rey" estuvo ausente de la nomenclatura política indígena en la protohistoria de la Go-mera y La Palma 71, aunque esto no es prueba ni de modernidad en sus divisiones cantonales ni de introducción reciente de la mo-narquía en las otras Islas, porque el título mencey de Tenerife tiene por lo menos una antigüedad de quince siglos en su señalado en-tronque libico. -- Y carecemos de datos positivos para decir cómo era y que matiz tenía la voz indígena que nombraba a los "jefes del cantón", modernamente designados "capitán", "señor" o "duque". Los valientes. Sin aludir a los "valientes" o héroes de nuestras Islas Cana-rias, G. Marcy 72, al estudiar el nombre de Hautacuperche, creyó preciso explicar esta voz como indicadora de un "hombre-mascota", atribuyendo a la Gomera la creencia, frecuente en diversas tribus bereberes, que admiten personajes extraordinarios, considerados como intermediarios de las potencias sobrenaturales y señalados por la divinidad como invulnerables, intrépidos o héroes. Si bien considero innecesaria tal hipótesis para explicar el nom-bre de Hautacuperche 73, aunque suscribo en lo fundamental la 70 0. C. (copia de la Universidad del ms. de Tenerife), cap. 20, lib. 1; y cap. 19, lib. 2.0 71 Esto demuestra la falsedad de las fantasistas etimologías de Gaspar Fructuoso (Saudades da Terra, ed. Monteiro, 1939, págs. 91 y 110) al decir que Arure (Gomera) vale "casa del rey", contaminación evidente con el Valle Gran Rey que también cita; y que Altini, nombre de un rey de Tijarafe (La Palma), significa "buen rey" o '(rey grande". 72 G. Marcy: El apóstrofe de IbaZla ..., apud "El Museo Canario", 1934, n6m. 2, pág. 7, nota. 73 Bplicada la VOZ sobre el tuareg au-tekubbirt "el que lleva consigo la 46 JUAN ALVAREZ D'ELGAW etimología de Marcy (como expongo en la pág. 96), estimo abso-lutamente cierta la existencia de tal creencia entre los indígenas gomeros y válida para los "valientes" de todas las Islas. Pues de estos singulares personajes dicen Abreu y Torriani 74 que eran hombre valientes, caidos en los frecuentes guerras intercantona-les, y cuyas memorables hazañas se conservaron en el recuerdo y en 1;s canciones épicas de los nativos. No señalan estos tratadistas el titulo indígena de los "valien-tes", pero recordando lo que dice Abreu (o. c., pág. 56) de los de-signados así en Fuerteventura y Lanzarote con la voz mahay (altahuy y altihq son erratas gráficas usuales de aquélla en las fuentes), presumo que tal denominación era general en el Archi-piélago por la coincidencia pancanaria en la apreciación de estos personajes y su casi sagrado carácter. Los "valientes" que citan estos dos escritores como merece- - dores en la Gomera de tan honroso nombre, y recordados por la tradición insular, constituyen una lista prehispánica; porque en ella no están incluídos ni Amaluige ni Aguamuje, vivos aún en las tradiciones insulares, pero inmediatos a la conquista; ni Hautacu-perche, matador de Peraza y héroe destacado del asedio al castillo de San Sebastián. Los nombres en los dos pasajes insertos en la nota precedente no coinciden, pero ambas listas fueron primeramente idé~ticas, según resulta del si'guiente cotejo. En la relación de Torriani sólo falta Gralhequeya '5 al que erradamente hizo jefe de cantón o felicidad", como Marcy quiere, me parece suficiente observar la absoluta equi-valencia semántica de tal forma con el nombre latino y español Félix = "hom-bre dichoso". 74 Abreu, o. c., pág. 81: "Hubo en esta isla hombres valientes, cuya me-moria en sus cantos dura hasta hoy, como era Aguacoromos, Aguanahuche, Amanhuy, Gralhegueya, que murieron en sus cuestiones". Y a continuacih, icomo ejemplo de heroísmo, narra el episodio de Guahequeye o Gralhequeya en su lucha con los marrajos, para que escaparan sus compañeros asediados en PI rape marino. Torriani (o. c., pág. 182) : "Fra questi isolani vi furono huomini valenti e di grandissime forze, cioé Igalgan, Aguabanahizan, Agualeche, Hauche, Amu-haici, Aguacoromos, i quali per esser stati morti in guerra, restaron0 appresso de' posteri i nomi loro". 75 Me parece debe escribirse Guanhequeye = '. gziun-hequeye, forma pri- 300 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS "señor". En las ediciones de Abreu Galindo faltan los nombres de Agwbarahexan, Agualeche e Igalgun o Igualgin, que da el Dr. Chil Naranjo en su lista de voces gomeras 76 tomándolas a Abreu, Viera y Berthelot. Esto prueba que el manuscrito de Abreu, más completo que el utilizado por las ediciones usuales y Cioranescu, contenía tales nombres leidos por nuestros tres historiadores, que sobre desconocer el texto de Torriani, positivamente los asignan a Abreu Galindo. Así resulta la lista completa de "valientes" o héroes gomeros antiguos, ordenado alfabéticamente con los siguientes nombres: Aguabanahixan (var. Aguabarahezan, Aguavaralezan) , Aguacoro-mos (var. Aguacoramas, Aguacoronos), Agualeche, Amuhaici bar. de Abreu Arnanhuy por posible confusión con Amaluige), Hauche o AuG~,- (var. -4giianahizche = 2gum - hmchr), queye (var. Gralhequeya, Gralhegueya, Gualhequeya) e Igalgan (var. Igalgun, Igualgin, Ghyahum) . Con f uswnes. Varias confusiones en la titulación y carácter de personajes gomeros justifican mis sospechas de error, por desconocimiento m los cronistas del genuino carácter de "capitanes" o "jefes" en per-sonajes principales de esta Isla. Registro una confusión en Abreu dando a Amaluige carácter de "rey" ; como mi duda de si el nombre correspondía al jefe del can-tón o a su hermano, lo que me parece más probable. Al estudiar la personalidad de Hupalupa en el qisodio de Iballa dejo señalado que los cronistas hablan de él como de "un gomero", sir, fjur & jefi de cantón, mfiq~seu brayaii ppei1ii-nencia y llegan a estimarlo "padre de todos". Y las modernas tradiciones locales del Valle Gran Rey con-funden muchas veces los hechos de Aguamuje con Hupalupo (fo-nética usual de este nombre en la tradición oral, ,tan cercana al Wtpa!üp de Abres). Pues mieiiiras ios mejor informados hacen mitiva, que restituyo sobre la variante Gudhequeya de Viera y Chil, y a mi ver significa "hombre de alientos". V. mi cit. Antropónimos de Canarias. 76 Estadios h&t&icos ..., t. TI, p8g. 123 y sigs: 48 JUAS ALV.4RFZ DELGADO a Hupalupa "gran rey" y a Aguamuje "adivino", como realmente lo fué, otros convierten la "Cueva del Adivino" en vivienda de Hu-palupa, y quitándole su jerarquía pretenden que el "gran rey" ere Aguamuje, a quien otros desconocen; vacilación tradicional en que se apoyó Darias Padrón para hacer a Alguamuje "adivino o re-yezuelo". Pero el ejemplo más notable es el de Guanhequeye o Gralhe-queya, que para Abreu Galindo (o. c., pág. 81) no es capitán de cantón, sino un "valiente" o héroe de la lucha con los marrajos, cantado en las tradiciones llegadas a su época. En cambio, To-rriani con error, a mi ver, hace a Gralhequeya "señor de la cuarta parte de la isla" o jefe cantonal. Con tales dudas y confusiones, aparte las ya señaladas para prsonajes, a(jio +=neilioa sg-m-idad & F i m i ~ i ~ ~ jefes cantonales: Alserberqueye, Aguaboregue, Auhagal y Unche-pe, y de Hupalupa en la época de Hernán Peraza. Con dudas po-demos citar a Bruco y con mayores dudas a Gaumet y Arnaluige; y debemos considerar como simples "capitanes" de tropa a Piste y C'imboyo, y como %alientes" o héroes a Grsiheqüeya y 10s otiSos citados por Torriani y Abreu EZ titulo de Chimboyo. Aunque nuestros escritores no hayan apuntado sobre ello la más menuda vacilación, considero preciso preguntarnos si Chimboyo, Piste y Bruco fueron "jefes de cantón". Pedro Chimboyo o Chimboy 7901amente es conocido desde que 77 S610 restan pocos nombres gomeros conocidos: Aguachiche, famoso por su liberaci6n milagrosa del naufragio en Gran Canaria, en ia época de Pedro de Vera; y un Achuteiga, citado por Berthelot, que ignoro si lo leyó también en el manuscrito de Abreu, en cuyo caso habrfa de añadirse a la citada lista de valientes gomeros, o pertenece a Gran Canaria (cf. Achulin-dac). Otros nombres gomeros: Fernando Aguaberque, Aguerque y Aguaber-queón, Fernando Gadarquón, F'rancisco Hara, Pedro Autejo (o Abchecho), Catalina Gualergana, etc., los he estudiado en A%tropónimos de Canarias, apuc? "Anuario de Estudios Atlánticos", 11. 78 La VOZ indígena puede ser Chimboy solamente, pues en el texto pon-tificio aparece s61o una vez y en dativo Chimboyo, cuya final puede ser mera desinencia latina. 302 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS WGlfel 'Qublicó su interesante y ya citado artículo sobre la Bula-salvoconducto, que descubrió en el Archivo Vaticano y en la Emba-jada de España en Roma, expedida a su favor por el Papa Euge-nio IV en 29 de septiembre de 1434. Del documento pontificio resultan comprobados ciertos par-ticulares: Pedro Chimboyo, dux nativo de la isla de la Gomera ("Petro Chymboyo duci in insulae Gomerae commoranti"), estaba bautizado y deseaba trasladarse a las Islas para contribuir a su cristianización; casado y con mujer e hijos de ambos sexos tam-bién cristianizados, pertenecía por su sangre a la nobleza y a un estamento social preeminente ("sicut generositate sanguinis et. statu ducali aliis earundem Insularum habitatoribus preeminens.., tuam preeminentiam exercebis") So. LDeru en parte algUdielal d ocuiiielitu se hiialoia& la ??iriiju?? éI gobernó, ni se dice nada de sus súbditos, aunque se citan en . varias frases a sus consanguíneos, afines y familiares, y a conver-sos que lo acompañan en sus viajes; y resulta extraño que se hable de adoctrinamiento en las demás Islas, si se quisiera hacer valer SU carácter de jefe político en un cantón gomero. Por ello, si aquel "statu ducali" puede en efecto referirse a una. "capitanía" o jefatura de cantón, también podría ser un mando militar o guerrero, que hubiera ejercido antes a las órdenes de su. jefe cantonal. La voz latina dux lo mismo se aplica a un capitán o. general de ejército, que a un jefe de comarca. Y si no cabe duda. posible de su "nobleza" por la terminante fórmula medieval "ge-nerositate sanguinis", hay motivos para dudar si el notario apos-. tólico al- redactar el documento tradujo el término portuguhs. "duque" de Azurara, o su denominación de "cabeceira" o valiente, como he senaiado a proposlto de las titulaciones de los jefes indi-genas gomeros. El documento pontificio, fechado en 1434, nos asegura la pre-. skncia de gomeros bautizados en Europa y en relaciones con la Curia Pontificia, y por tanto una conquista o parcial penetración 71s D. J. Wolfel: Un jefe de tribu de Gomera y sus relaciones con la Curda Romanu, apud "Invest. y Progreso", aho 1930, núm. 10, donde inserta el texto de la Bula y hace un interesante comentario. so Wolfel, art. cit., pág. 104. Núm. 5 (1950) .50 JUAN ALVARES DELGADO de la Isla desde años antes. El hecho de que una copia del docu-mento aparezca en la Embajada española de Roma sugiere a WQ~- fe1 (art. cit., pág. 105) la idea de que los españoles pusieron a Chim-boyo en relación con la Curia, aunque mejor cabe sospechar lo con-trario. Porque queriendo Pedro Chimboyo pasar a la Gomera al servicio y por deseo de los portugueses, había de encontrar obs-táculos en los españoles que entonces dominaban la Isla al menos parcialmente; y se trasladaba el salvoconducto a la Embajada de España, para que llegara a conocimiento de la Corte y de Guillén de las Casas, señor de la Isla entonces. Piénsese que hacia 1434 se está ventilando en Roma la reclamación de la Corte española, la Bula a favor del Infante don Enrique y el Rey don Duarte (muer-to en 1438) para la conquista de la Gomera, impugnada por don Alonso de Cartagena antes y durante el año 1435 (Concilio de Ba-silea), y resuelta, salvando los derechos dg Castilla, por Bula del mismo Papa Eugenio IV en 31 de julio de 1436. Obsérvese también que no se motiva el salvoconducto en dere-achos políticos de Pedro Chimboyo, sino para la enseñanza de la fe y cristianización de indígenas, razón esgrimida esos años por el Infante portugués s2 contra el derecho de Castilla, e impugnada en las "alegaciones" de Cartagena. Pedro Chimboyo, aunque hubiera sido jefe cantonal, perdería su dominio desde la salida de la Isla y sería sustituído por otro jefe, por lo que su presencia no es obstáculo para ningún príncipe citado I;or los cronistas españoles. Pero parece más probable, por lo dicho, que sólo fuera uno de aquellos "valientes" o relevantes personajes, sacado del cantón de Agana o de Hermigua y llevado a cristianizar por los portugueses para que sirviera a su ulterior política de penetración y conquista. Así veremos ocurrih a Piste en circunstancias análogas a Chimboyo, y tampoco jefe de cantón. 81 Vide Ser ra Ráfols: Los Port,z~gwesese n Cu~~nr iupsá,g . 22 y SS., que re-coge estos hechos. 82 Serra, o. c., págs. 24 y 35. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLdNTICOS EL EPISODIO DE IBALLA. 51 Jerarquia de Piste y Bruco. Dice Azurara S3 que llegaron a la Gomera las carabelas de Ta-villa, Picanso y González Atayde a un lugar 84 donde fueron bien recibidas por los nativos s5. En aquel surgidero se presentaron jun-tos dos capitanes de la Isla llamados Piste y Bruco, a quienes los portugueses pidieron les facilitaran algunos L'sÚbditos"-dice el texto-como auxiliares para un asalto en la isla de La Palma. Piste se ofreció a acompañarlos en persona con cuantos indígenas qui-sieran, tomando las naves portuguesas los que cupieron en ellas. A pesar de la palabra "súbditos" en Azurara, Piste y Bruco, presentes en un mismo paraje, no pueden ser los dos "capitanes o jefes" del cantón: ni de dos cantones distintos; tampoco parece probable que si Piste era "jefe cantonal" abandonara luego la Go-mera, como consigna Azurara s6. Ni es creíble que llamando Azu-rara "duque" al jefe del bando aplicara a estos dos personajes el titulo de "capitanes", que responde mejor al de "cabeceiras" o va-lientes. Como interpretación del relato de Azurara, podemos sospechar que solamente Bruco, quedado en la Isla, era el jefe del cantón, y prestó a los portugueses amigos a Piste, su capitán de tropa, con otros indígenas del bando, al que cautivaron en su entusiasmo los portugueses llevándolo después a la metrópoli. El episodio de Piste y Bruco debe situarse alrededor de 1436, y no en el periodo cercano a 1448, fecha de la redacción de su cró-nica por Azurara si. Porque éste dice que Piste y otros duraron 83 Ibídem, págs. 34 y 58-59 con el texto de Azurara. 84 Sospecho (por mi hipótesis sobre Bruco) que fuera Arguamul, Hipare, o el puerto de Agulo o Hermigua. Desde luego en un cantón adicto a los por-tugueses (Agana o Hermigua), qde no precisa Azurara. 85 Esta idea de buena acogida en la Gomera aparece repetida para per-sonajes y épocas diversas. Los portugueses sin duda aportaron a cantón ami-go, antes visitado, en buenas relaciones políticas y comerciales: lo que jus-tifica mi nota anterior. 86 Cf. Serra, o. c., pág. 61, cap. LXIX: "creo que aquelle capitam e algufi dos que com elle vierom, duraron tanto en este regno ataa que em elle fezerom fim de suas vidas". sí Cf. Serra, ob. cit., págs. 34 y 59.-Azurara inició su redacción en el Núm. 5 (1969) 305 JUAN ALVAREZ DELGADO mucho en Portugal hasta morir allá, frase inaplicable a hechos cercanos a 1447. Por otra parte, los datos de Valentim Fernan-des inspirados en Azurara, a quien copia, relativos a los viajes de éste a Canarias con Alfonso González y otros, se fijan entre 1434 y 1436, segura fecha de esos episodios gomeros de que Azu-rara parece haber sido testigo por sus minuciosos detalles. Los dos nombres Piste y Bruco ofrecen cierta dificultad de aire fonético indígena, que obligan a presumir profundas trans-formaciones en la transmisión llegada a Azurara. Y la apuntada hipótesis de que sólo Bruco fuera jefe de cantón nos permite ex-plicar su nombre (quizá primitivamente Borugo, forma reiterada en el topónimo tinerfeño Boruga), identificándolo con el conocida a N Aguaboregue (jefe de Agana = Vallehermoso, cantón adicto a los E portugueses) y descomponible en auu + boregue, al que Azurara O n-- o sus informadores privarían del componente genérico aua "hijo, m O E hombre", como hace Torriani en el del valiente Hauche, que Abreu E 2 escribe Aguanahuche (= aua-n-auche) . -E Posible jefe cantonal Bruco = Boregue o Borugo, es seguro que 2 no disfrutan de tal carácter Chimboyo y Piste, que abandonaron - - la Isla; aunque su relevante posición social, destacada en ambos 0 m E textos históricos, confirma su nobleza y cierta preeminencia de O mando. n -E a 2 VI.-~S CANTONES GOMEROS. n n Garantizada durante el siglo xv la división de la isla de la Go- 3 O mera en cuatro bandos o cantones. preciso será aclarar la delimi-tación geográfica de cada uno, la fijación de las cabezas origen de los nombres cantonales y la forma primaria indígena de estas de-nominaciones, problema no intentado hasta ahora. Para facilitar el entendimiento de mi opinión sobre estos pun-tos, desde luego consigno como nombres primitivos de 10s cantones año 1448 y la tiene terminada en febrero de 1453; pero los datos de que informa como testigo de vista son más antiguos. 8s Cenival y Monod: Description de Ea Cdté d'Afrique de Ceuta au 86nCynS par Valentim Perwndes (1506-1507). Parfs, 1938, págs. 41-45. 306 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS EL EPISODIO DE 1BAI.U. 53 IPaian, Armiguad, Agana y Arurew, que en líneas generales se sobreponen a los actuales términos de San Sebastián, Hermigua, Vallehermoso y Valle-Gran-Reym0. Con las dudas obligadas en tales límites, doy sus demarcaciones, a mi juicio casi seguras, por-que dentro de la geografía de portillos y profundos barrancos de la isla de la Gomera, con ciertas mesetas y valles bien delimitados, la división cantonal debía ser muy próxima a la señalada O1. Si bien no hay que creer que los cantones fueran primeramente zonas o sectores territoriales perfectamente delimitados, porque pudieran' fijarse sobre sus capitales o zonas predominantes. Mas sin duda el bando tenía una geografía propia que conviene señalar, en especial cuando la geografía señala cuatro valles singularmente destacados en la Isla. Los fundamentos y el detalle de estos particulares quedan con-signados en los párrafos que dedico a cada cantón por el orden señalado. IpaZan corresponde, en lo fundamental, con una parte de Alajeró, al actual municipio de San Sebastián de la Gomera, den-tro del cual está el paraje hoy llamado Veguipala. Su territorio primitivo debió alcanzar desde una línea que subía, al Este, por la Punta o Barranco de Mahona o Majona al Norte de Enchereda hacia la Degollada de la Cumbre, el Roque de Agando y el Alto del Garajonay, y desde allí, pasando al Oeste de Benchijigua, bajaría por los altos de Imada hacia la Cala de Erece, pues no creo que Las variantes de estos nombres cantonales pueden verse en las fuentes que luego citaré, en el tomo iI de los Estudios de Chil Naranjo y en el Torriani de Wolfel. Qo Los nombres de los cantones han sido dados diversamente en las fuen-tes, y hasta ::U mismilo hist?t^riarlner mplea distintas formas en una misma obra; ejemplo tipico es Castillo, que en un pasaje (pág. 151 de su Descripckht) llama a los bandos Amilgua, Hipalan, Orone y Agana; y en otro (pág. 125) los de-signa Armigua, Agulo, Orona y Agana. 91 No conozco escritor alguno que haya intentado identificar los cantones antiguos. 54 JUAN ALViiREZ DELGADO alcanzara hasta Arguayoda y el Roque de Argaga en la desembo-cadura del Barranco Herque. El nombre de este cantón aparece escrito Ipalan o Ypalan (To-rriani, Abreu, Castillo), Pala (Escudero), Apda y Apalan (Marín, Castillo y Chil), Hipalan (Abreu, Castillo, Escudero), Ypala, Ipala, Hipala (otras fuentes modernas). Esto indica claramente que la forma originaria debe ser Ipalan efectivamente, cuya desinencia plural omiten ciertas variantes usuales,, y debe tener valor de "vegas", "campos de cultivo" o "llanos altos" e2. La identificación, parece del todo segura, porque aquel nombre perdura asignado a un sector que en líneas generales cae entre Agando al Norte, Benchijigua al Oeste, Mequesegue al Sur y el Barranco de la b j a al Este. Hasta nuestros días se registra alli un topónimo que Viera escribe Pala; Olive y el Nomenclátor oficial de Estadística de 1915, Vega Y Pala; la pronunciación usual, el Municipio y el Nomenclátor de 1955 consignan Vegaipala, y algu-nos mapas, documentos del Amillaramiento y articulación rural dan Vegipala, Veguipala, Vequipala y VIguipala 03. Este es el nom-bre de un caserío del actual municipio de San Sebastián, situado a 11 kilómetros de distancia del casco a 850 metros sobre el nivel del mar, en la cabecera del Barranco de Chinguarime, entre los de Santiago y la Laja, cerca de Mequesegue y sobre 'Tagasmiche. No puedo omitir que más al Norte de este sector sitúa también Olive, dentro del término de Vallehermoso, otra Vega de Hipala Q2 En las dos conservaciones actuales del topónimo (Vega de Hipola y VegaiPala o Vega Y Pala) la soldadura en el híbrido de la voz hispánica "vega" parece indicio de que iba entrafiada en la palabra indígena. En la Gomera se dice actualmente "sembrar en las vegas" aludiendo no a las bocas de los barrancos o valles, sino a los llanos o altas mesetas. Por ello pienso que el indígena ipalan, plural de sufijo -un, podria explicarse sobre reforzamiento de la palabra tuareg abeles, que el P. de Foucauld (Dict. Toureg-Fruqats, plg. 69) registra con el sentido de "lugar cultivable, tierra propia para el cul-tivo", valor anhlogo a los españoles "vega" y "cortijo", que cit-n ?E t ~ p m i m ? ~ y los textos para esta zona donde Peraza escogió sus tierras de sembrar. 103 Viera y Clavijo: Noticias, 1. 12, c. 46, pago de San Sebastián.-Olive: Diccionario Estadktico-Admilzistrativo de las Islas Canarias, ed. 1&65, pá-gina 1212.-E1 Nomenclátor de Estadistica se edita cada cinco años, con los datos del Censo de población. 308 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS EL EPISODIO DE IBALLA 55 (obra y pág. citadas), que confirma la mayor extensión primitiva del topónimo, o su repetición, como ocurre con otros en la misma Isla 04. .-. Según los cronistas, en el distrito de Guahedún O', donde estaba la cueva de Iballa y los cortijos de Peraza, pastoreaba Hautacu-prche sus ganados en el paraje denominado Aceicele o kseysele 96. Señala don Luis F'ernández Péreze7, sobre antiguos documentos de su archivo, que el topónimo Acicel o Aceicele es "un llano en el lugar de Ipalan", y como Peraza fué asesinado en un paraje al que pertenecieran los bandos 98 condenados como asesinos, es evidente que Guahedún, Aseisele e Ipalan, donde estaban Iballa y Hautacu-prche, se sitúan en torno a la actual Vegaipala de San Sebastián. Junto a este caserío y al Naciente registra la toponimia actual En-_ "Ci,lev-. &! y T J ~ P I .:J~I C!~xjije, hah!sn& & R~ z ~ h i j I - gua 99, emplazada al Poniente de esta zona, dice que "allí estuvo la "Corte del Señor Conde", donde tenía sus cortijos y tierras de sembrar Mernán Peraza. Y aunque sabemos que el nombramiento oficial de Conde legalmente se otorgó por vez primera a su hijo Gui!!én (1516), Hernán Perwa y SU madre d~fi:, Inés i;reter,dier~:: tal título, que, en versos citados en otro lugar, le da Antonio de 04 Bastará citar los repetidos Aluces y Taguluche. 0; El nombre de este paraje viene dado en los textos Gz~uheduiz, Gzruhe-di~ nz, Guaehedun, Guachedun, Guadedun, Gundedum, Guadedume, Guadehwn, Guaydún, Guabedura, Apmhedún. 06 VOZ empleada con ambas grafias, aunque más usual por el seseo la segunda. Wolfel la explica ("Acta Salmant.", IX, 1, pág. 149, núm. 15) sobre el tuareg xiixxel "espacioso y aireado". Me parece más probable hacerlo sobre el chelja d i "llano rocoso", voz con que justifica Laoust el A g e ~ ~ i ldie los ~ , - . b ~ ~A. .s.i ~d u q j s ~ &(= 6 -sseG(aj -&(n) j -;a:&& "debaju de :us roy~es", como efectivamente está esta zona de Vegaipala y sus contornos. Y consi-dero bastante garantía el topónimo de Tenerife Acele o Asele, nombre de un "roque con alta meseta" en la cumbre de Arafo, que me parece evidente componente de Aseysele. 97 Apud "Revista de Historia", 1940, pág. 9, Palabras indigenas.. cle la Gurr@ru. 0s Abreu (o. c., pág. 248) asigna Hautacuperche a Mulagua, con evidente error. Noticias, 1. 12, c. 46. Gaspar Fructuoso: Sazcdades da Terra (ed. Mon-teiro, 1939, pág. 110). 56 JUAN ALVAREZ- DELGADO Viana, y la tradición y algunos historiadores atribuyéronle más o menos confusamente, por lo que es posible que esa denominación de la cueva arranque en efecto desde 1488. Es cierto que hay otra "Cueva del Conde" cerca del mar, al norte del Puerto de San Sebastián. Pero allí no podemos situar la cueva de Iballa y muerte de Peraza, por razón de la obligada fija-ción de Aceicele en las inmediaciones de Vegaipala. Lo dicho garantiza, como podía presumirse, que la denomina-ción Ipaian. de este cantón arranca de un topónimo menor, cuya importancia, por razones hoy desconocidas (residencia primera del jefe cantonal, preeminencia geográñca, mayor poblado, etc.), basó la razón de capitalidad. Pero interesa advertir que no puede fun-darse ni en la citada "Corte del Conde", ni en la donación de la presunta "princesa" ibaiia, porque tales hechos soii posterio |
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