GALDOS Y AURELIANO DE BERUETE,
VISION RENOVADA DE cORBA JOSA»
POR
LEO J. HOAR, Jr.
En una fecha todavía imprecisa de finales de 1895 o comien-zos
de 1896 (muy posiblemente a poco de acabar enero de este
último), el famoso pintor impresionista Aureliano de Beruete
y Moret (1845-1912) hizo una pequeña acuarela que tituló «Vista
de Orbajosan, con la que obsequió a su buen amigo Benito Pérez
Galdós. Este cuadro, de entre los muchos que realizó el prolífico
Beruete ', parece que recibió los últimos toques coincidiendo con
1 Aureliano de Beruete y Moret, contemporáneo de otros pintores más afa-mados
(Fortuny, Sorolla, Zuloaga), pero un gran maestro como ellos, está siendo
actualmente objeto de una pública revisión que casi es pleno redescubrimiento
Su arte se compara favorablemente con el de los viejos maestros del impre-sionismo,
como Sisley, Jonckind y Corot, según su más reciente biógrafo, el
crítico de arte Ramón D Faraldo (Arcreltano de Beruete, colecciones particula-res,
sala Repesa, Madrid, 1970, pág 1, y en otro trabajo anterior, que no hemos
podido hallar, publicado en Barcelona, entre 1945 y 1950)
Verdaderamente, Beruete fue un caso curioso en su profesión y, con más
propiedad, un perfecto hombre del renacimiento en todos los sentidos, cuya
vlda y actividades tuvieron un curioso paralelo con las de Galdós Beruete
estudió leyes, se doctoró en 1867 y fue diputado a Cortes en dos ocasiones hasta
1873, en que abandonó definitivamente la política Durante los años universi-tarios
comenzó a cultivar sus aficiones artísticas, a las que se dedicó por entero
desde 1873, al tiempo que adquiría cierto relieve como critico e historiador de
arte, del que fue un completo y perfecto exponente Escribió varias obras sobre
otros artistas, Velázquez y Goya en especial (Velázquez, París, 1898, trad London,
1906, junto con A L Meyer, Album der Gematde, Galerze Prado, Madrid, Leip-zig,
1914, Goya, cornposzcrones y fzguras, Madrid, 1917, Rogelzo de Egusqutza, ptn-
Núm 20 (1974) 693
2 LEO J . HOAR, JR.
el estreno, o acto seguido, y éxito estimable de Doña Perfecta2
(28 de enero de 1896), obra con la que guarda el cuadro una muy
estrecha relación por varias e importantes razones, como ten-dremos
ocasión de ver.
Como falta por completo el auxilio de unas cartas oportunas,
documentación o cualquier otro elemento esclarecedor, hoy por
hoy no se sabe si el acto de Beruete fue la reacción espontánea de
un artista frente al recio impacto que había producido un tema
literario contemporáneo de su buen amigo y compañero o si la
pintura se debió a un encargo de Galdós, por iniciativa propia
o sugerido por Beruete. Todas las pruebas asequibles parecen in-dicar
que la «Vista de Orbajosa» surgió de una combinación de
las dos primeras posibilidades; es decir, que Beruete lo pintó
generosamente para su amigo Galdós y que el tema de Doña Per-fecta-
Orbajosa, tan profundo y naturalmente castizo a su ma- {
nera, había cobrado para el pintor, como para tantos otros, una
existencia moral tan imponente que le exigió ese reconocimiento
especial de universalidad que suponía la interpretación pictó- 1
rica La destreza de Beruete en esta ocasión -la primera repre- g
sentación gráfica de Orbajosa- logra su propósito mediante una ;
técnica característica de sus paisajes habituales, y también ade-
E
cuada para expresar a Galdós, como lo demuestna el hecho de
que supo captar con puntualidad el paisaje moral dle su país y de E
sus gentes. n
-E
El original de la «Vista de Orbajosan (véase lámina 1) es $
hoy propiedad de la Casa-Museo Pérez Galdós de Las Palmas,
n
tor y grabador, Madrid, 1918, Htstorta de la pmtura espaiiola en el srglo XIX,
Madrid, 1926)
Los cuadros de Beruete, sobre todo sus paisajes, tienen una grata y cálida
luminosidad, tratan temas muy diferentes, ciudades, puertos, montañas, etc,
pintados durante sus viajes por Europa. Pero los más interesantes y notables
son sus paisajes españoles, sobre todo los que denominaba «Vuta de n, entre
los que cabe incluir su «Vista de Orba1osa», no por imaginaria menos real y au-téntica
que las de otros lugares concretos da la Península
2 La data de la carta de Galdós a Beruete (véase el texto y su transcrip-ci6n
en la lámina 2) indica que si no se escribió exprofeso para su publicación,
el novelista la redactó cuando llegó el cuadro a sus manos, o poco después,
ayud&ndonos a determinar ia fecha en que éste se conciuyó
694 A N U A R I O DE ESTUDIOS' A T L A N T I C O S
LAMINA I
GALDÓS Y BERUETE CORBAJOSAB 3
y mide 23 x 27 centímetros. Aunque no está fechado, añade al
título una dedicatoria (que por desgracia, aunque aparece al
fondo y a la derecha de nuestra reproducción en la lámina 1, no
está legible) de Beruete a Galdós en estos términos: «A su
amigo B. Pérez Galdós. A. de Beruete~ Sin embargo, este ras-go,
no más afectuoso que habitual, considerado en razón del pro-fundo
significado del génesis creador de aquella pintura y de su
estrecha relación con Galdós, en ese punto preciso de su carrera,
es de hecho la prueba más fehaciente de algo que sobrepasa los
términos del homenaje íntimo que se rinde a un amigo, gran es-critor
él, y a su obra. En este aspecto, el público tan sólo tuvo
conocimiento de1 cuadrito, mejor dicho, de su reproducción im-presa,
en dos ocasiones poco notorias que vinieron a contribuir,
por desgracia y sin proponérselo, a su prolongada inadvertencia.
La «Vista de Orbajosa» se reprodujo por primera, única y has-ta
irónica vez, en la oscura y efímera revista madrileña «Apun-tes
» (1896-1897), título adecuado a su curioso formato apaisado 4.
Se utilizó una litografía en blanco y negro, se estampó en e; nu-mero
del 5 de abril de 1896', y a continuación, no obstante su
3 Agradecemos profundamente a la hija de Galdós, doña María Pérez Gal-dós,
viuda de Verde, la carta en que nos informaba de que el cuadrito de Be-ruete
estuvo en la casa de su padre en Madrid y que actualmente posa en la
Casa-Museo Pérez Galdós, Las Palmas de Gran Canaria Declaramos asimismo
nuestra gratitud a don Alfonso Armas Ayala, director de la citada Casa-Museo,
por habernos franqueado detalles precisos relativos a las dimensiones del cua-drito
y al texto de la dedicatoria que le p ~ s oBe ruete.
4 En realidad se publicaron dos revistas en Madrid con el título «Apuntes,
Duró la primera de julio a diciembre de 1894 La segunda y más importante,
en la que aparecieron el cuadro de Beruete y la carta de Galdós, alcanzó los
cincuenta numeros, desde el 22 de marzo de 1896 al 17 de febrero de 1897 La
colaboración de Galdós en este breve semanario se extendió a otros dos traba-jos
de mayores dimensiones, dos cuentos hoy por hoy desconocidos El pórttco
de la gloria (22 de marzo de 1896) y 2 de mayo de 1808, 2 de septtelnbre de 1870
(2 de mayo de 1896) La vida editorial relativamente corta que alcanzó dpun-tes
» cn sus dos salidas, sin duda contribuyo a que fuera olvidada y con ello,
desapercibida la colaboración de Galdós en la segunda Se puede consultar en
la Biblioteca Nacional (Sign 519686) y en la Hemeroteca Municipal, ambas de
Madrid (Catálogo, página 103, art 1 123)
5 Afio í, núm 3, pág 8
Núrn 20 (1974)
4 LEO J HOAR, JR
carácter singular, cayó en un profundo olvido, a excepción de
una breve referencia en un periódico moderno 6.
Pero si consideramos el caso únicamente a la luz de las inu-sitadas
circunstancias de su creación y publicación, y como una
muestra aislada de la influencia que las obras de Galldós ejercie-ron
sobre la de los artistas contemporáneos que actuaban en
otras áreas, el hecho de que la «Vista de Orbajosan fuese un re-galo
particular a Galdós ', y por ello comprensiblemecite apartado
de la contemplación pública, apenas es sino una anécdota de tono
menor. Sin embargo, y por las razones expuestas, el cuadrito hu-biera
pasado inadvertido por completo, aun a pesar de su difu-sión
en «Apuntes» de no ser por otro detalle importante que
acompañó a su publicación, inmortalizándolo y, con el que com- g
parte valores de mutuo encarecimiento, aunque en cierto modo g
también ayude a su eclipse. Casi un tercio de la plana en que se $
estampó la reproducción del cuadro de Beruete está ocupada por
el facsímil de una carta autógrafa que Galdós dirige al artista, E
y que aproximadamente data de los días en que el maestro re&
bió el regalo. En esas líneas, Galdós le felicita expresamente por
lo perfecto de su interpretación (véase la transcripción junto con $
la figura 1) y añade otras interesantes manifestaciones que ana-m
E
6 Cuando habíamos ya terminado nuestro estudio sobre la carta y cuadro
que nos ocupan, descubrimos un breve comentario de Robert Weber sobre la
primera con mención de la pintura (Varia Galdós and Orbalosa, «HR*, XXXI
[1963], págs 349-350), y que curiosamente se publicó por las mismas fechas en
que nosotros encontrábamos ambas piezas durante la investigación que reali-zamos
en la prensa española para documentar nuestra tesis doctoial El estudio ;
de Weber tiene como fin principal el análisis de una carta de Galdós a Alicie E
Bushee (1908) y a su relación con el texto de la que dirigió a Bei-uete, pero no
se ocupa del profundo significado de la relación Galdós-Beruete, del que encie-rra
la pintura en cuestión ni de la significativa interpretación pre-98 que hoy
apuntamos Es evidente que no era ésta la intención de Weber, confiamos, sin
embargo, que nuestro estudio sirva de complemento al suyo
7 Apoya a la idea de que Beruete pintó la «Vista de Orbajosa~ para rega-lársela
a Galdós, el absoluto silencio que hasta el presente rodeó a este cua-dro
confirman el carácter privado de la obra Hasta la fecha, que sepamos,
nada se sabía del cuadrito, salvo su inclusión en <Apuntes», ni de su paradero
en la Casa-Museo Tampoco se menciona entre las obras registradas de Berue-te,
en los repertorios de sus pinturas, ni en los estudios sobre el artista y su
übra
696 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
lizaremos por su significado particular, ya que supera al de la
pintura misma.
El cuadrito y la carta galdosiana suponen una común e inu-sitada
reacción ante un mismo fenómeno: la que ya era imper-ceptible
casi pero todavía latente oleada que levantó el tema
original de Doña Perfecta y la devastadora puntualidad con que
la novela retrata el espíritu nacional. Una tal representatividad
se acredita en tres fases complementarias: primero, por la reac-ción
creadora de Beruete, en forma de pintura, frente al tema
galdosiano; segundo, por la reacción de Galdós y los comenta-rios
que le provoca el cuadro y, en fin, por sus observaciones en
torno al asunto de Doña Perfecta y a su significado, que acaban
proyectando la totalidad de la idea sobre el futuro, a modo de
vaticinio de una verdad inmutable, de una verdad que para siem-pre
quedará establecida por la temática misma de Orbajosa. De
esta forma, casi al remate del siglo, Galdós machaca en la idea
de la validez universal que encierra su gran creación de 1876,
circunstancia que confirmó su adaptación escénica en 1896 y que
pronto vinieron a corroborar los acontecimientos subsiguientes.
De manera análoga, el que Beruete realice la «Vista de Or-bajosa~
exclusivamente para Galdós, no debe considerarse sim-plemente
como la reacción reverencia1 de un pintor cualquiera
con cierta sensibilidad literaria, sino como la de un artista de
verdadero talento, condicionado por una larga orientación hacia
Galdós y su obra, y directamente relacionado con ambos. Hacía
ya mucho tiempo que Beruete y Galdós eran amigos y compañe-ros;
aquél, sobre todo, fue uno de los artistas sobresalientes del
momento que habían colaborado en la preparación de las mag-níficas
láminas y dibujos que llevan los diez volúmenes de la edi-ción
ilustrada de los Episodios nacionales (Madrid, 1881-1885).
No obstante, la singular importancia de la aparición de su «Vista
de Grbajosan, cuando esto sucedió y de manera tan insoiita, tam-bién
hay que buscarla en el hecho de que el cuadrito y la carta,
solidariamente, constituyen un inusitado reflejo -con una pers-pectiva
conmemorativa de veinte años- del resurgente signifi-cado
de Doña Perfecta.
Peiü ct! iieilipu que e: cuadro de Deruete desempeña su parte
6 LEO J HOAR, JR
en esta función, su misma existencia nos facilita no sólo una
visión introspectiva del proceso creador, sino tambicin una espe-cie
de muestra cervantina -aunque un tanto traída por los ca-bellos-,
al modo de Alvaro Tarfe, de cómo la fuerza del arte
(literario en este caso) puede extender su acción a grandes distan-cias
y en múltiples direcciones, hasta incidir en la vida, imagi-nación
y creaciones de los demás. Así, pues, el renacimiento del
tema de Doña Perfecta en la versión plástica de Beruete reafirma
la autenticidad del sentido original; y esto se ve abonado defi-nitivamente
por la carta de Galdós, al aire, según dijimos, de
cómo se prepara el encuentro y conversación de Don Quijote
con Alvaro Tarfe, hacia el final de la segunda parte del Quzjote.
Con la excepción de la edición ilustrada de los E'PISO~ZnOaS-czonales,
hoy por hoy, desconocemos el verdadero alcance de la
repercusión creadora que la obra de Galdós ejerci~ó sobre los -
artistas gráficos y plásticos de su tiempo, y seguiremos en la
misma ignorancia -lo que confiere a la obra de Beruete carác-
ter de singularidad- mientras no se emprenda el estudio corres- 2 E
pondiente. De otra parte, el verdadero impacto de la obra galdo- %
siana en los demás a r t i s t a s , en vida del escritor y hasta nuestros
días queda claramente demostrada por la proliferación de ver
Una curiosa noticia de la proyectada, pero nunca llevada a cabo, adapta-ción
escénica de Glona, se halla en las páginas de «El Resumen», en una data
tan temprana como 1885 (año 1, núm 45, 14 de abril, pág 3), la cual nada tiene
que ver con la versión mucho más tardía (bien que no pueda fecharse) de Na-tallo
Plaza y José Quirós, Renacimiento, adaptación teatral de los tres últimos
Torquemadas, corresponde al 20 de noviembre de 1911, Marianeliz llegó a los es-cenarios
de la mano de los hermanos Alvarez Quintero en 1916, y a ellos tam-bién
se debc la representación de Anton Caballero y de Un joven de provecho
(1921) Jacinto Benavente adaptó El audaz, estrenada en diciembre de 1919 Una
versión de Tormento en cuatro actos nació de la colaboración entre Manuel
Díez Amarillas y Antonio Soler, este último. con Enrique López Alarcón, cuidó
en 1930 la esceniticacion de Fortunatu y jactnra Ei episodio Los cien rnd ht1u~
de San Luts llegó a las tablas en 1918, adaptado por los señores Paso y Royo,
y de Un voluntarto realista tenemos la versión teatral de José Montero en fecha
imprecisa Una influencia de los Episodios, vaga y que no puede atribuiise
a determinados títulos, se puede ver en una zarzuela de 1908, denominada Epi-sodros
nacionales (un acto, dividido en siete cuadros), libro de Maximiliano
Thüis y Ekis CerdB, can mús:cu Ue !SS pspdnres maestrnc L!eS y ? ? ~ ? ~ z d e ~
698 A N U A R I O DE E S T l J D I O S A T L c i N I ' I C O S
siones escénicas, musicales, cinematográficas y televisivas, imi-taciones
y adaptaciones de sus obras, que no han cesado de pro-ducirse
9.
En todo caso, la singular manera en que Doña Perfecta influ-yó
directamente, al parecer, sobre Beruete está demostrada con
suficiencia por el carácter particular de la evocación pictórica
-algo así como un «anticostumbrismo» gráfico-, captando los
ya familiares atributos negativos de la ciudad y sus habitantes
que se observan en la novela, sobre todo su ceguera intelectual.
Todo ello está captado en la «Vista de Orbajosa», con su vacui-dad
troglodita, con el aspecto casi anublado de la villa, en la que
el ojo sólo advierte, sugerida, una figura humana aislada, aunque
es de día (véase casi al fondo y a la derecha, lámina 1).
Pero la «Vista de Orbajosan era todo eso y mucho más; por-que
en esos momentos Galdós atravesaba una serie de crisis en
su nueva carrera de dramaturgo, habiendo conocido las amargu-ras
del fracaso con la mayoría de sus comedias; desgraciada si-tuación
que habían empeorado las críticas adversas que tuvo,
incluso con las pocas obras relativamente exitosas. La creación
y el regalo de la pintura supusieron, sin duda, un feliz oasis de
apoyo y estímulo para Galdós, como su carta demuestra. Con
todo, merece señalarse que mientras algunos de sus fracasos es-cénicos,
como Gerona (1893), Los condenados (1894), Voluntad
(1895) y La fzera (1896) fueron considerados verdaderos desas-tres,
según Chamberlin ha indicado reciente lo, la subsiguiente
Vives Señalemos que falta información de los arreglos radiofónicos, aunque
nos consta que los hubo
9 El número de adaptaciones cinematográficas o para la televisión de las
obras de Galdós resulta excesivo para los límites de una simple nota ilustrativa
El lector interesado en este aspecto bibliográfico puede consultar el excelente
estudio de Hensley C Woodbridge, Benito Pérez Galdós, A Selected Annotated
Btbliography, publicado en «Hispania» (U S A ), LIII, diciembre de 1970, espe-cialmente
la página 970, y la inminente bibliografía sobre Galdós, casi exhaustiva,
de Manuel Hernández Suárez, Las Palmas de Gran Canaria
10 Vernon A Chamberlin, A Galdosian Statement tn 1899 Concerntng Drama-tzc
Theory, «Symposium», XXIV (1970). págs 102-103 En nuestra tesis doctoral
(Galdós and Hzs Crlttcs, Harvard, 1965) analizamos la acogida que la crítica de
la prensa española dispensó a las obras de Galdós durante su carrera literaria,
y hemos determinado ia existencia cie un curioso fenómeno, reiaiivo a ias piezas
8 LEO J. HOAR, JR
aparición en la escena de Doña Perfecta, aunque no consiguiese
un éxito resonante, fue, no obstante, aclamada por el público
y la crítica ll.
De igual manera, la carta casi poética de Galdós a Beruete l2
-eco posible de su jubilosa satisfacción por el éxito del drama
y de su gratitud por la pintura- es algo más que un rasgo de
cortesía. Junto a su valor intrínseco, el mensaje que contiene
presta al cuadrito una distinción complementaria, por cuanto
dramáticas, que Chamberlin no tiene en cuenta Literalmente, todas las obras
de su teatro mayor, con una sola excepción, basadas en las anteriores Novelas
contemporáneas o en los Episodtos, consiguieron un éxito rotundo en la escena
Quedan incluidas Realtdad (1892), La loca de la casa (1893), La de San Quin- ;
tín (1894) -que no se basa en una obra específica, pero sí en el concepto he- E
roico-revolucionario de los Episodios- y Doña Perfecta (1896) El resto de las E
comedias correspondientes a este período, con criticas adversas, no se basaban -
en obras anteriores -salvo Gerona (1893)-, y comprende Los condenados (1894), o"
E Voluntad (1895) y La ftera (1896) Aunque la ÚItima se estrenó en las postrime-rías
del año (diciembre) y cae fuera de nuestros propósitos, su fracaso puede
considerarse como la gota de agua que colmó la vasija, porque a continuación
Galdós abandonó las lides teatrales, como Chamberlin observa. hasta 1901 3
11 Con sólo tres excepciones, más de una docena de críticos elogiaron enca-
0
recidamente la versión dramática de Doña Perfecta, tanto por su temática como
por la maestría con que fue adaptada, declarándola un feliz respiro luego de E
los tres fracasos anteriores Los tres críticos que atacaron la obra fueron, el
primero, uno que se ocultó tras el seudónimo de «Eneasn (Del teatro Los dra-maturgos
del día, «El Correo Español», año IX, número 2 221, 29 de enero de k
1896, pág l), Eugenio Fernández Hidalgo en el periódico «La Unión Católica», l
que casi siempre combatió a Galdós de manera sistemática (Doña Perfecta,
año X , núm. 2569, 3 de febrero de 1896, pág l), y el ya más famoso Melchor 1
de Paláu (Crittca literarta Doña Perfecta, .Revista Contemporánea», año XXII, 2
15 de marzo de 1896, págs 515-521) Paláu, que por regla general se mostró elo-gioso
con Galdós, en esta ocasión entendió que la comedia no era merecedora
de sus plácemes
12 Un análisis de los tres párrafos, casi estróficos, de la carta, revela una
especie de rima interna, o al menos ligeramente produce una huella de tal
efecto, que acentúan en las escasas asonancias en su$rimer párrafo entre «Or-oajosa
, augusta , artística ; ajos , Caballucos , fama , historia , una
otra , España v En el segundo párrafo hay la repetición del nombre de
Orbajosa, y una posible asonancia con «aldeas , cabañas » En el tercer pá-rrafo
y conclusión, fluye entre K será , apiadará n, con las dos palabras
aca"vadas eii -uAü, y entre s,9rbajusa Madrijusa-
700 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
Galdós reconoce y admite la perfección acabada con que Beruete
ha retratado exactamente la esencia de Orbajosa.
Otros detalles de la carta indican que se escribió exprofeso
para esta ocasión. También actúa, como la pintura, de réplica
velada a los críticos y a sus tendencias orbajosanas, y a modo
de prueba de cómo contribuyen a fomentar esas mismas actitu-des
y condiciones negativas en que se engendraron y alimentaron
las opiniones que ahora sustentan.
En cuanto a su disposición gráfica, el peculiar aspecto de la
carta, increíblemente alargada y de líneas breves que sólo con-tienen
unas pocas y apretadas palabras (tres a seis; véase lámi-na
2), está en abierto contraste con los renglones generosos y es-critura
espaciada, que son tan característicos de las maneras
epistolares galdosianas, según revelan abundantes muestras, co-mo
quiera que dispusiese el papel. Estos detalles menores, de
carácter técnico, apoyan nuestra opinión de que la carta se com-puso
adrede para publicarla con la pintura, disponiéndola de
modo que se acomodase al estrecho margen que dejaba la página
en que se iba a reproducir (véase lámina 1). Puesto que el origi-nal
de esa misiva no ha vuelto a salir a la luz 13, ni se ha publicado
en cualquiera de los epistolarios galdosianos, ni ha sido objeto
de comentarios, habremos de concluir que se ha perdido, traspa-
13 Hasta qué punto Galdós conocía y admiraba la figura y obra de Beruete,
antes de que participara en la edición ilustrada de los Episodios nacionales,
es algo que tuvo pública expresión en las citas que pueden hallarse en las
obras del novelista, sefialándolo como uno de los pintores cuyas creaciones
decoraban los interiores de las viviendas que a veces describe Este detalle
concreto, así como el interés que Galdós demuestra por el arte y cómo lo
incluye de diferentes maneras en su obra, los ha estudiado Federico Sopeña
Ibáñez en su Arte y socledad en Galdós, Madrid, 1970
El silencio en torno al cuadrito y a la carta de Galdós: como sobre tantas
otras facetas de la vida y carrera del novelista, se refleja, por omisión, en los
muchos volúmenes que van publicados de la correspondencia que cruzó con sus
amigos Todos estos epistolarios cubren los dos extremos del período que nos
ocupa, y aun lo rebasan con creces, pero no contienen una sola palabra sobre
el cuadro ni la carta No podemos, sin embargo, descartar la posibilidad de
que haya cualquier comentario sobre alguna de ambas piezas en una de tantas
cartas que deben permanecer todavía inéditas
90 LEO J. HOAR, JR.
pelado, o imaginar que, por fortuna, todavia se halla en poder
de la familia de Beruete o de sus herederos.
A más de ese testimonio y del claro elogio del pintor, la
carta se acrecienta porque contiene una reiteración coetánea de
la perdurabilidad que alcanza el tema de Doña Perfec,ta, cifrado
ahora en el significado de Orbajosa. Por este motivo, la carta es
un agudo con~pendio del estado de la nación y de todos sus
males, tal y como los puso al descubierto la novela vleinte años
antes, y entraña una denuncia de última hora al uso de la ge-neración
del 98. Por ejemplo, en las dos primeras fases (véase
la transcripción en la figura 1). Galdós cita el nombre de Orba-josa
referido al cuadrito de Beruete y al acierto con que ha ex-presado
el carácter de aquel poblachón. Pero de pronto, a par-tir
de la tercera frase («Veinte años ha...»), y en lo que resta
de la epístola, se ocupa en analizar la naturaleza, espíritu y sig-nificado
de Orbajosa, según la concibió el novelista en su más
pristina expresión. Hace una especial revaluación del tema de
Doña Perfecta, a modo de una nueva visita actualizada, inspira-da
en la nueva dimensión y significado que Beruete le facilita.
Este hecho específico es interesante porque el breve análisis de
Galdós no supone una recapitulación sobre el significado de la
obra, archiconocido, ni trata de hallar la reciprocida~d entre la
novela y la comedia, como han venido haciendo muchos críticos
tras la puesta en escena de la versión teatral; por el contrario,
tan elocuente como conciso, reafirma la verdadera significación
de Orbajosa y lanza una certísima acusación de que la dolencia
nacional es la fuente de todos sus problemas, superando así cuan-to
pudieran comunicar a la vez la novela, la comedia y el lienzo
de Beruete.
La fuerza del ataque de Galdós se acrecienta y eterniza desde
el momento en que hoy sabemos que fue lanzado un par de
años antes del desastre de 1898. En este sentido, la carta no es
una nostálgica mirada que retrocede veinte años, sino el clarivi-dente
aviso de que la permanencia de una condición y mente
orbajosanas ((c. ya no hay en España .. [algo] que no sea más
o menos Orbajosoído. N) se ha convertido en el principal ingre-diente
de su ruina definitiva.
'702 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
GALD~S Y BERUETE. <OKBAJOSA» 11
El hecho de que todas aquellas actitudes y condiciones -la
típica atmósfera orbajosana, en suma- denunciadas por Gal-dós
en Doña Perfecta y luego en su versión escénica, eran las
mismas que condenó la generación del 98, como factores respon-sables
de la decadencia que minaba la nación, es algo que los
hombres de esta última promoción no comprendieron apenas
o nada en absoluto. La mayoría consideró a Galdós -ratificando
el fenómeno que hoy se denomina la «generatlon gap» (la sima
ideológica y cultural, etc., entre miembros de distintas genera-ciones)-
como muy chapado a la antigua, de una generación
cronológicamente mucho más vieja y, por consiguiente, demasia-do
lejos de su ideología y receptividad para que pudiera juzgar
con acierto la era moderna Es evidente que hoy, el paso del
tiempo y la perspectiva de toda su obra, sirven para probar cuán
equivocados estaban, y, por contra, cómo dentro de su propia
generación, la perceptibilidad de Galdós fue única para todos
y para todo, incluido el carácter del 98. Sus obras, incluso algu-nas
de las más tempranas, habían establecido con toda claridad
su recta primogenitura, filosófica y aun cronológica, dentro de la
generación del 98, como tantos han reconocido más tarde, y no
la condición de un simple precursor u observador situado en una
cima precedente.
De manera todavía más paradójica, hasta la reacción del pú-blico
y crítica con motivo del retorno, escénico esta vez, de Doña
Perfecta, revelaba sin querer una subconsciente actitud colecti-va
de presunción, virtualmente frágil, semejante a la susodicha
que caracterizó a la generación del 98. A través de su reacción,
afortunadamente estimativa, ante la feliz reaparición de lo que
era un tema popular, aquel público y crítica demostraron una
cierta ignorancia gozosa -algo así como el reconocimiento sub-consciente
de una verdad tangible- de que las actitudes ex-puestas
en ia fórmuia Doña Perfecta-Orbajosa podían permane-cer
inalterables al cabo de veinte años de supuestos progresos
-de aquellos que Pepe Rey preconizaba y se quisieron cortar
con su vida-. O bien, si el público y la crítica nunca conocieron
la existencia de tales condiciones en el pasado, se mostraban de
igual modo inadvertidas de la super"ivencia o efectos ciu-
Núm 20 (1974) 703
12 LEO J HOAR, JR
raderos eran igualmente nocivos o podían desembocar en una
catástrofe. Semejante postura, de ordinario, es una condición
previa y necesaria de cualquier cultura cuando se aboca a cir-cunstancias
trágicas, un funesto destino que GaldOs considera
en sus obras, que declara sin embages ahora en su carta a Be-ruete
y comprobado al cabo de dos años.
Su exposición de que la condición orbajosana es raíz prima-ria
de las dolencias nacionales también se ve reflejada en las
reseñas que aparecieron con motivo del estreno de Doña Perfec-ta.
De manera casi unánime, todos los críticos de los más impor-tantes
diarios y revistas, registraron que ellos y el público ha-bían
reaccionado muy favorablemente ante la obra, y a través
de una comparación más o menos directa de la novela y la co- H
media, se alegraron del renacimiento del tema y de sus ataques
contra los rasgos y actitudes negativos que se ponían al descu- -
bierto 14. A mayor abundamiento de la postura pre-98 de Galdós,
bastantes críticos entendieron que aquel tema estaba periclitado E en España, puesto que los tiempos habían cambiado de una ma- 2 E
nera tan rotunda que tales actitudes y condiciones como se des- %
criben en la obra ya no podían dañar al país. De otra parte, es $
interesante observar que de entre los pocos críticos que compar-tieron
el diagnóstico de Galdós sobre los males de la nación, con-viniendo
en que la definición de Orbajosa y de sus habitantes
todavía era válida, ni uno sólo poseyó el don profético del maes- ; E tro al asumir que todos iban a participar en una tragedia 15.
-
a
n
14 LOS detalles concretos acerca del tono y contexto de las reseñas del drama $
Doña Perfecta, los obtuvimos en el curso de la investigación a que se alude en la $
pasada nota 10, el resultado general de nuestra búsqueda se recogerá en un o
libro que proyectamos
15 Los críticos que sostuvieron el punto de vista de que el tema de Doña
Perfecta no era ya de aplicación en España, no parecen identificables por
ahora, dos se ocultan bajo un seudónimo y el tercero no firma, asegurando los
tres sus opiniones en el incógnito Es anónima la reseña publicada en «La Iberian
(año 43, núm 14409, 29 de enero de 1896, pág 3), firma «XW el de «La Corres-pondencia
de España» (año 47, núm. 13872, 29 de enero de 1896, pág 1). En
cuanto a los críticos que consideraron todavía como válidos los rasgos negati-vos
que la novela presenta, son algunos de los más notables y estimados.
José de la Serna («El Imparcial*, año 41, núm 16.195, 31 de marzo de 1912, pág 1),
Luis Gabaldón («Blanco y Negro», tomó VI, núm. 249, 8 de febrero de 1896,
704 A N U A R í O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
Por eso, aunque elógiase la perfección, estética de la come-dia
y su valor temático, lamentablemente, la crítica trató asimis-mo
de rechazar su verdadero significado; haciéndolo así, reafir-maron
de modo inconsciente su irrevocable aplicación a la Es-paña
de todos los tiempos. Y éste es el verdadero asunto de que
trata Galdós en su carta a Beruete. Establece que el mal de
España en 1896 consiste en que todo el territorio es Orbajosa
de punta a cabo. Pero el rasgo más sobresaliente de la epístola
está en el último párrafo, allí donde la desagradable y exacta
predicción del futuro de España es resignadamente pesimista,
como si contemplase fascinado la tormenta que se viene enci-ma:
«Todo es y todo será mañana Orbajosa si Dios no se apiada
de nosotros ... que no se apiadará.,, Con este toque final remacha
que nada, nadie ni parte alguna escapará a la fuerza penetrante
de Orbajosa. Y queriendo acaso significar que la propia capital
de la nación era el mismísimo meollo de aquel estado de cosas,
fecha su carta en «Madrijosa.. . Marzo 96».
A continuación reproducimos, con una ampliación de la carta
autógrafa, su transcripción exacta 16.
página sin número) y Sergio Sol («El Resumen», año 12, núm 3 879, 29 de enero
de 1896, pág 2)
16 En la transcripción que Weber ofrece de la carta de Galdós, reza U ya
no hay en España provinciano capital que no sea más o menos Orbajoroído B
Nos parece que la interpretación no es adecuada, comparando la caligrafía con
la del resto de la misiva y con la de otros escritos, creemos que la lección
correcta es provincia nz capztal u y Orbajosoido (Galdós debiera haber
escrito «Orbajosoída» para coincidir con provzncza y capztal), bien que la lectura
~Orbajoroído de Weber también tenga sentido, hemos de notar que la cons-trucción
con el verbo ser resulta defectuosa 4h-bajosoído» es una condición
y le corresponde el verbo ser, mientras que «Orbajoroído~ es una situación
y le cüiie~poiide estur.
Fig 1 -Facsfmil de la carta de Galdós a Beruete
Mi querido Beruete
Es Orbajosa, sí, la verídica y
auténtica UFASi a~gustaC on
admirable intuición artis-tica
ha expuesto usted en
su cuadro el carácter y la
fisonomía de la metropolis
de los ajos, patria de los Tafe-tanes
y Caballucos. Veinte
años ha que fue sacado de
las tinieblas este castizo y
turbulante poblachón y
muy lejos de extinguir-se
su fama y de oscure-cerse
su historia, han creci-do
una y otra, a tal pun-to
que ya no hay en Es-paña
provincia ni capi-tal
que no sea más o me-nos
Orbajosoido.
Qrbajosa encontrará Vd.
en las aldeas, Orbajosa en las
ciudades ricas y populosas.
Orbajosa revive en las caba-ñas
y en los dorados pala-cios.
Todo es y todo será maña-ña
O~bajosa, si Dios no se
apiada de nosotros,. . que no
se apiadará.
'
Madrijosa . . . Marzo 96.
B. Pérex CaiW.
Transcripción.