LA FIGURA FEMENINA PEWNIABIERTA
EN EL VIEJO MUNDO Y EN AMERICA
POR
JOSE ALCIN-4 FRAETCK
Catedrático de la Universidad de Sevilla.
En el estudio que presentamos a continuación hemos pretendi-do
dar a conocer un conjunto de datos en relación con un nuevo
elemento cultural que, a nuestro juicio, pone en relación de cierta
manera la cultura del Viejo Mundo con la del Nuevo, de acuerdo
con las ideas que repetidamente hemos expuesto en otros trabajos
de este carácter, en años anteriores l, en cuya línea, este nuevo
estudio no es más que otro eslabón a añadir a esa cadena de tra-bajos.
El punto de partida de este estudio, al mismo tiempo que e1
punto de conexión que enlaza el Viejo y el Nuevo Mundo, es una
figurilla de cerámica canaria (fig. l), que reproduce por primera
vez Jiménez Sánchez 9 que tiene una extraña e inmediata simi-litud
con una serie enormemente abundante de figurillas ameri-canas.
Esa escultura en arcilla representa, al parecer, una figura
femenina sentada, con las piernas abiertas, mostrando impúdica-mente
el sexo, que se halla, por otra parte, extraordinariamente
marcado, e incluso exageradamente tratado. Tanto las piernas como
1 Alcina, 1952, 1954, 1955-a, 1955-b, 1956, 1958-a, 1958-b y 1958-c.
2 3~é?1ezS kxhez, 1945, fig. c?e !a ,pkginw 4!2. ,kgradecrnzos e! ~ r i a d ede
esta pieza hecho amablemente por nuestro querido amigo don José Naranjo,
del Museo Canario de Las Palmas.
el torso de la mujer están fragmentados, de modo que hay que sa-poner
absolutamente todo el resta de la pieza.
Esta figurita canaria nos trajo de inmediato a la memoria toda
una extensa serie de figuras femeninas pemiabiertas de Américsr,
al propio tiempo que nos hacía referencia a otra serie algo menos
numerosa, pero no por eso menos importante, de figmillas del Vie-jo
Mundo en que se representaba, al parecer, la '9iosa Madre" o
algo relacionado con esa idea, y cuya actitud estaba, sin duda, re-lacionada
con !as anteriores.
En los párrafos siguientes vamos a hacer referencia a esa serie
de figurillas, de modo que se pueda tener una seriación completa,
tznto para Europa como para el Nuevo Continente. Desgraciada-mente
la seriación cronológica no es tan completa como en ocasio-nes
anteriores, singularmente en lo relativo al vaso con mango-vertedero
3, no obstante lo cual? como luego veremos? la tendencia
cronológica da un signo perfectamente claro a nuestra interpre-a)
Viejo Mundo.
1. Tepe Smab. Yacimiento próximo a Merinanshah, en la re-gión
centro-oeste del I r h . De este yacimiento hay que destacar
por una parte la llamada "Venus de Tepe Sarab" 4, la que, junto con
otras dos figuritas 5, representa, al parecer, un tipo de "Diosa
Madre", probablemente el más primitivo del Viejo Mundo, ya que
se remonta hasta el séptimo mildo antes de Jesucristo.
2. Knosos. Del período Neolitico de Knosos, en Creta, pode-
,,, *-4-:-!2:-. -.-- &-- z:---:11- ruvn ~ U ~ I L I I I CG U~~~LLLv 11s UL ~ a ; s ,q ue se i-elacioaaiñ sin duda con
la serie que analizamos. Decapitadas todas ellas (figs. 2-S), mues-tran
con bastante evidencia su actitud sedente y en al* case (fi-gura
5) se infiere el sexo por el especial tratamiento de los senos 6.
3 Alcina, 1958-b.
4 Braidwood, 1960, fig. 8.
5 Braidwood, 1960, fig. 7.
6 Karo, 1926-b, Iám. 34, figs. 1, 2, 3 y 6; y Menghin, 1931, Iám. XE, 10.
128 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA FIGURA FEMENINA PERNIAEIERTA EX EL VIEJO MUKDO Y EN AMERICA 9
3. Bogorodicno. En el yacimiento de Bogorodicno, en Bul-garia,
podemos señalar una figurita femenina, emparentada con
las que reseñamos, aunque en este caso no podemos afirmar con
plena seguridad que la figura en cuestión se halle sentada, ya que
el tratamiento de las piernas es muy rudimentario *. Corresponde
culturalmente a la edad del Cobre, aunque puede suponerse que
el tipo ya se hallase en la tradición neolítica anterior. Otra figura
femenina hallada en Bulgaria puede igualmente relacionarse con
las que acabamos de mencionar
4. Cernavoda. E1 yacimiento de Cernavoda, en Rumania, va
a proporcionarnos una serie bastante numerosa de piezas perfec-tamente
clasificables dentro del grupo que analizamos. En primer
lugar cabe destacar la llamada "mujer del Pensador de Cernavo-da?'
(fig. 6), una de las obras maestras del Neolítico europeo y, sin
duda, la más representativa del arte primitivo rumano obra, por
otra parte, de un gran realismo y de una madurez que contrasta
con el conjunto artístico de la época, incluso del mismo yacimiento.
Más tosca, pero también naturalista (fig. 9), es otra figurita fe-menina
encontrada en el mismo yacimiento lo. Las dos restantes
esculturas (figs. 7 y 8) son de carácter mucho más esquemático,
si bien cabe reconocer la posición sedente y en algún caso el sexo
femenino ll. El conjunto de figurillas a que nos referimos corres-ponde
a la Cultura Namangia, dentro del Neolítico rumano, y pue-de
fecharse entre los tres mil y cuatro mil años antes de Cristo.
5. Trypiilié. Con carácter naturalista, se puede señalar una
figurita de Trypillié, en Kiev (fig. lo), que, por sus caracteres, cabe
relacionar con las antes mencionadas, ya que su sexo y posición se-dente
son evidentes, siendo probablemente una derivación poste-rior
de la cultura neolítica de Rumania 12.
6. NaZta. En Malta, donde abundan las figuras femeninas es-
7 Georgiev, 1961, fig. 2.
8 Dumitrescu, 1934, Iám. 14, fig. 1.
9 Berciu, 1960, figs. 1-1, 5, 6 y 7; 1961-a, Iám. XXXV, fig. 1-a Y b; Y
1961-b, figs. 11-1, 275-2 y 277-1 y 2.
1G~ e r c b z1,9 59, fig. 8-2.
11 Berciu, 1961-b, fig. 278-2; 1960, figs. 8-1 y 8-3.
12 Makarenko, 1927, lám. 43, fig. 24.
4 JOSÉ ALCIKA FRAWCR
teatopígicas, hallamos una, encontrada en los templos de Mnajdra,
igualmente decapitada, en posición sedente, y con abultados y casi
deformados senos (fig. l l ) , que puede relacionarse con la serie que
estamos estudiando. Este tipo de esculturas puede fecharse entre
1900 y 1600 antes de Jesucristo '? Hay otras dos piezas de la mis-ma
época, representando mujeres sentadas que se emparentan con
las antes mencionadas. Procede una de ellas, de los templos de Ha-gar
Qim 34, la otra de Hal-Saflieni l', habiendo finalmente otras pa-recidas
en Tarxien.
7. Canarias. La pieza más occidental, dentro del grupo del
Viejo Mundo, es la localizada en Las Palmas de Gran Canaria, a la
que hacíamos referencia al principio de estas líneas (fig. 1) , la cual,
sin duda, es la que se halla más cerca, tipológicamente, de las ame-ricanas.
b) Nuevo Mundo.
8. Arkansas. El grupo más septentrional, entre las piezas de
este tipo, que hallamos en los Estados Unidos, es el que se localiza
en el Estado de Arkansas (Mississippi County, principalmente). Allí
encontramos piezas sumamente características, evidentemente fe-meninas
(fig. 12) y en posición sedente '" a1 lado de otras, cuyo
sexo no es tan claro, aunque su actitud general corresponda a las
que estamos estudiando l7 y podrían mencionarse otras varias a las
que hace referencia Palmatary 18.
9. Nuevo México. En Puyé, Nuevo México, se puede señalar
una vasija que representa las piernas de una figura humana, pro-
-.
2:s Evans, 1962, iám. 64.
14 Evans, 1962, Iám. 53, p. 149> y Battaglia, 1927, lám. 44.
1s Karo, 1926-a, lám. 1-f.
16 Palmatary, 1939, fig. 44-C; 1960, lám. 117-h; Phillips. Ford y Griffin,
1951, fig. 107-a y b.
17 Philiips, Ford y Griffin, 1951, fig. 107-c, d y e.
18 Eoirnes, íY03, Xms. =VI-c, LXFV y LXV; y Moore, lYii, figs. 4'7,
70 y 71.
130 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA FIGURA FEMENINA PERNIAEIERTA EN EL VXEJO MUXPr'W Y EN hnl&RICA 5
bablemente femenina, en actitud sentada y que, por lo tanto, se re-laciona
indirectamente con las que estamos estudiando 19.
10. Jalisco. Como ejemplo de una serie, con notables varian-tes,
puede señalarse una figurita femenina sentada, del yacimiento
de Etzatlán, en Jalisco (México). Corresponde a una cultura más
complicada, por lo que una serie de caracteres secundarios se ha-llan
tratados con mayor detalle, pese a lo cual representa, sin duda,
una forma tradicional de la región 20. Cabría mencionar, dentro de
esta serie, algunas otras piezas de tipo arcaico 21.
11. EZ Salvador. Para la región de El Salvador, sóIo tenernos
una referencia indirecta 22 en que se mencionan varias piezas de
este mismo género.
12. Nicaragua. El área Centroamericana, en general, es zona
en la que abunda esta serie de figuras, repitiéndose un tipo que re-presenta
una mujer sentada, con las piernas en forma de muñón
puntiagudo, sumamente abiertas, con los brazos curvados, apo-yándose
las manos en las piernas o en las caderas y con la cabeza
más o menos adornada, generalmente con un gorro (fig. 13). El
sexo se halla perfectamente representado y son frecuentes los ador-nos
pintados en el cuerpo. Pueden señalarse piezas de este tipo en
Umotepec 23, en Punta del Zapote -montículo 1- de Zapatera 24,
en Rivas 25 y en Ceiba 26.
13. Costa Rica. Las figuritas de esta serie, correspondientes
al área de Costa Rica, son particularmente semejantes a las de Pa-namá.
Posición sedente, marcada apertura de las piernas -poco
modeladas- y evidente sexo femenino, son caracteres que se re-piten
en estas piezas. Puede señalarse una en la región de Boruca ",
Paimatary, 1960, lám. 117-d.
Palmatary, 1939, fig. 44-A.
Vaillant, 1930, Iám. XXXVI. citado por Palmatarg, 1939, 71.
Lothrop, 1926, Iam. CXXV, cit. por Palmatarg, 1939, 71.
Bovallius, 1886, Iám. 33-2.
Bovallius, 1886, lám. 33-3.
Faimatary, 1939, iig. 43-C y 1960, iám. 117-t.
Bovallius, 1886, lám. 33-1.
Stone, 1948, Iám. 24-q.
otra serie en la zona del Altiphno y otro ejemplar más inde-terminado
29.
14. Panamci. Las piezas de Panamá (por ejemplo, fig. 14) tie-nen,
según dejamos dicho, estrecho parentesco con las de Costa
Rica, ajustándose, por otra parte, al patrón ya conocido en Nica-ragua.
Hay varias piezas : una de El Salvador 30 y otras varias de
la cultura Chiriquí 31.
15. Santo Domingo. Una vasija de Santiago, en Santo Do-mingo,
representando una mujer sentada, con los brazos apoyados
sobre el vientre (fig. 151, presenta las mismas características for-males
y estilísticas que las piezas antes mencionadas, si bien el or-namento
es diferente en general 32.
16. Colombia. Del área colombiana tenemos dos grupos in- a
dependientes: una vasija antropomorfa, decapitada y eon las ma- E
nos apoyadas en las piernas (fig. 161, encontrada en el Valle del O
n
Cauta 33, y otra serie de piezas que se emparentan mas directamen- - m
O
E te con las del grupo Tapajoz, del Brasil 34. E
2 17. Venezuela. Entre los materiales arqueológicos de Vene- E
zuela hallamos un conjunto muy abundante de piezas, de las que
aportamos un buen número, recogidas de entre la colección vene- 3
zolana del Museo del Hombre, de París (fig. 181, y que cabe subdi- -
0m
vidir en varios grupos. E
Hay piezas de este género en la región andina y en la Mata O
(Maracay) 36. En la región de Nikitao 37 y, en general, en el Estado n
E de Trujillo 3s hay varias piezas (fig. 18-4, 5 y 61, todas ellas repre- a
sentando mujeres sentadas, con las manos apoyadas en las pier- n
n
2s Lothrop, 1926, fig. 268, cit. p. Pdmatary, 1939, 71.
29 Lothmp, 1926, cit. p. Imbelloni, 1950, fig. 18-1.
30 Spinden, 1915, cit. p. Imbelloni, 1950, fig. 18-2.
31 Lothrop, 1926. 263 y 373. Iáms. 129-a, 191-a, b y c. 268-a y b (cit. p. Pal-matary,
1960, 96) y Palmatary, 1939, fig. 43-B y 1960, lám. 117-c.
32 Palmatay, 1939, fig. 44-3 y 1960, Iám. 117-g.
33 Paimatary, 1939, fig. 43-A.
34 Escaiante, 1955, Iám. VI, 1 y 5, cit, p. Palmatary, 1960, 96.
35 Kidder II, 1948, lám. 75-f.
36 Palmatary, 1939, fig. 42 y 1960, lám. 117-b.
37 "Museo del Hombre", 36.35.108.
38 Idem, 78.1.263 y 36.35.399.
132 ANUARIO DE ESTUDIOS ASLANTICOS
LA FIGURA FEMENINA PERNIABIERTA EN EL VIEJO MUNDO Y EN AMERICA 7
nas y alguna con interesantes pinturas, semejantes a las de la zona
Centroamericana, que forman parte evidentemente del grupo que
estudiamos ".
La región del Lago de Valencia nos proporciona también una
abundante serie de figurillas de sexo femenino, perfectamente mar-eado
(fig. 18-1 a 3), y trabajadas generaImente en hueco 40. Faltan
en estas piezas, habitualmente, los brazos, y en algún caso 10.3
vemos aplicados a otra parte del cuerpo, como en una pieza repro-ducida
por Kidder "l. Hay que mencionar finalmente otras varias
piezas reproducidas por Imbelloni 42 y Marcano 43.
18. Marajó. Sin duda el grupo más abundante de piezas de
la serie que estamos estudiando, lo hallamos en el área amaxónica,
concentrado en la zona de Marajó y en los yacimientos del bajo
Tapajoz. Todos esos ejemplares se hallan muy estrechamente empa-rentados
; pero, con fines de presentación más clara, los hemos agru-pado
en dos zonas : los de Marajó y los del bajo Tapajoz, o Santarem.
Dentro del grupo de estilo Marajoara, podemos señalar dos pie-zas
44, procedentes de Fortaleza (fig. l?), una de las cuales tiene
estrechas semejanzas con la vasija de Nuevo Mkjico, señalada más
arribak5. Otras tres piezas presentan abundantes dibujos de ca-rácter
geométrico en el torso y los miembros (fig. 20), si bien ca-recen
de brazos o los tienen con las manos acopladas a la cintura.
Una de esas piezas fue hallada en la isla PacovaI, en el lago Arary 46 ;
las otras dos pertenecen a las colecciones del Museo Nacional de
Río de Janeirod7. Finalmente, hay que mencionar otros dos ejem-plares
: uno sumamente esquemático 4s y otro, correspondiente al
3.9 También las piezas 73.14.6 y 88.108.36 del mismo "Museo del Hom-bre"
(fig. 18-7 y 9).
"Museo del Hombre", 24.4.40, 26.4.44 y 26.4.67.
T71JiIiii TT ,,,*A 2'-- on
.tIlUUc?L u., LY'Pk, 1Lg. aA.
Imbelloni, 1950, fig. 18-3.
Marcano, 1889, figs. 55 y 56, cit. p. Palmatary, 1939, 71.
Palmatary, 1339, fig. 41-B, y 1960, lams. 117-a y e.
Palmatary, 1960, lkm. 117-e.
Iglesias, 1935, Iám. de la pág. 8.
"3Pdsee Nwinna!", -cm. 86?5 :IIsward, 194?, !h.:O -c, y Tvrres, :W?,
fig. 42) y núm. 5438 (Torres, 1940, fig. 1, y Meggers, 1948, fig. 16 derecha).
48 Netto, 1885, cit. p. Imbelloni, 1950, fig. 19-6.
estilo Inajá de la Fase Marajoara primitiva, de acuerdo con los
trabajos de Meggers y Evans 4g.
19. Rw Tapajox. Según decíamos más arriba, los materiales
arqueológicos que nos proporciona el área del bajo Tapajoz, en
relación con el tipo que estamos analizando, son extraordinariamen-te
abundantes, al mismo tiempo que, en esencia, vienen a repetir
las formas ya conocidas de la isla de Marajó y de otras regiones
próximas.
De Lago Grande so= dos piezas, conservada una en el "Museum
of American Indian", de Nueva York jO, y otra en el "University
Museum", de Filadelfia ?l. La primera de estas dos piezas repre-senta
la forma más típica de esta región (fig. 19). Otras dos figu-r
i l l a~s e han encontrado en Belterra (fig. 21) y ambas se encuen- a
tran en la colección de C. H. T. Towsend Jr. "?. Otro ejemplar (fi- E
gura 22) fue encontrado en Taperhina, hallándose ahora en la co- O
n
lección Frederico Barata y otro más fue encontrado en ia desem- - m
O
bocadura del río Tapajoz ". E
E
2 Otros muchos ejemplares de estilo Santarem, hallados en las E
proximidades de este Iugar o en yacimientos de la misma zona se
encuentran ahora en muy diversas colecciones. Brevemente rese- 3
ñados son los siguientes: en el "Museo Nacional", de Río de 3a- em-nerio
'> se conserva un ejemplar sumamente típico; otro ejemplar E
(figura 23) que se distingue de los restantes por llevarse una mano O
a la boca, se encuentra en el "Museum of the American Indian", de n
E Nueva York jb; en el "Museo de Filadelfia" hallamos otros cuatro a
ejemplares, de los cuales uno es sumamente típico (fig. 24) por n
presentar las manos acopladas al vientre ", mientras las piernas se n
3
O
Meggers y Evans, 1957, lám. 79-d.
Palmatary, 1939, fig. 40-A, y 1960, lám. 58-a.
Palmatary, 1960, lám. 59-f.
Palmatary, 1960, Iám. 59-g y 62-f.
Palmatary, 1960, lám. 61-a y c.
Rossani, 1938, cit. p. Imbelloni, 1950, fig. 19-4.
Nordenskiold, 1930, lám. 33-A; Howard, 1947, lám. 13-1; y Torres,
194% fig. 46.
56 Palmatary, 1960, I h . 38-c y d.
67 34.25.171. Neggers, 1948, Iám. 18-a; Palmatary, 1939, fig. 41-A, y
1960, lám. 57-a.
134 AN GARIO DE ESTUDIOS ATLAS TICOS
LA FIGURA FEMENINA FERNIABIERTA EN EL VIEJO MUNDO Y EIS AMÉRICA 9
abren en un gran arco. Los otros tres ejemplares son sumamente
toscos y apenas se pueden distinguir los miembros, tanto superio-res
como inferiores ". De la colección Tawnsend Jr. son dos piezas,
una de las cuales :* presenta las manos aplicadas a la boca, mientras
la otra las lleva a la altura del vientre. Otros cinco ejemplares se con-servan
en la colección Frederica Barata (figs. 25 y 26) sin que &-
fieran, en general, del tipo más ampliamente difundido en la re-gión
60. De esta zona aún hay otras dos piezas, de las cuales una
representa el tipo común 01, mientras la otra presenta la particula-ridad
de tener las piernas extremadamente curvadas "?.
Siguiendo el curso del Amazonas, hacia sus fuentes, encontra-mos
otra pieza semejante, localizada en Río Teffé b'.
20. Perzí. Una vasija antropomorfa, con gollete vertical y
asa, perteneciente a la cultura Salinar, del norte del Perú, puede
indiiirse en !.s erie q ~ ees t a ~ x rse señzmd~y, a cpe se trata de xna
figura evidentemente femenina, con las piernas abiertas y las ma-nos
apoyadas en las mismas G4.
21. Argentina. Una serie de diez vasijas antropomorfas, de
diferentes tamaños (fig. 27), procedentes del Cerro del Zorro, en
el Departamento de Cafayate, en Salta, nos marca la zona más
meridional para este tipo de representaciones ";.
Teniendo en cuenta lo que hemos dicho en repetidas ocasiones,
el punto clave para poder determinar el sentido de una pretendi-da
difusión, es el problema de la cronología. Desgraciadamente en
este caso, son pocos los datos de carácter cronológico, que pode-
58 34.25.177. Palmatary, 1960, lám. 59-d; M.eggers, 1948, lám. 18-b;
34.25.178: Palmatary, 1960, lám. 59-c, y 29.39.739, ídem, lám. 59-e.
"9 Palmatary, 1960, lám. 59-b.
60 Palmatary, 1960, láms. 60-c y e; d y f; 61-b y d; 62-a y c, y 63-a y 83.
61 Hartt, 1885, cit. p. Imbelloni, 1950, fig. 19-5.
62 Palmatary, 1960, lám. 48-b.
6% Métraux, 1930, fig. 9, cit. p. Palmatary, 1939, 70.
134 Larco, 1946, lám. 66-e.
6.7 Imbelloni, 1952, !ám. XI-a, b y c.
mos aportar, para poder establecer una cadena cronológica com-pleta
o casi completa, como hemos hecho al tratar, por ejemplo, de
las pintaderas ",o de la vasija con mango-vertedero 'j7. No obstan-te,
los indicios son, a nuestro parecer, suficientemente expresivos
como para poder añadir este nuevo dato a la higtesis enunciada
en años anteriores, según la cual algunos elementos cuit.,imles del
Viejo Mundo alcanzan las costas americanas por via trmatlar2tica,
difundiéndose posteriormente por gran parte del Continente y to-mando
carta de naturaleza en él.
Si analizamos conjuntamente los ejemplares hallados en el Vie-jo
Mundo, podremos observar cómo la pieza más oriental es, al
mismo tiempo, la más antigua en términos absolutos. En efecto,
Tepe Sarab, corresponde al séptimo milenario antes de Cristo. Si a N
nuestra hipótesis es correcta, es aquí donde va a originarse el tipo E
de figurilla perniabierta tan difundida en el área del Caribe y del O n -
Amazonas. El Neolítico de Creta, puede situarse cronoiógicamente -
O0 ,
en torno al año 3.500 antes de Jesucristo. Pese a la diferencia tem- E
E
poral entre Tepe Sarab y el Knosos neolítico es, sin duda, ésta una 2
E
de las inmediatas etapas en la difusión del complejo ideológico que
-
da lugar a este tipo de representaciones. 3
Al parecer es en Creta donde se va a producir la división en dos
- -
0
m
ramas de difusión de este complejo. De hacia el año 2.000 antes de E
Cristo son los ejemplares de Bulgaria, mientras los de Rumania O
-cultura Hamangia- pueden situarse entre los 4.000 y 3.000. La n
pieza de Kiev es, al parecer, una última etapa en esa ruta. La rama -E
a
de difusión mediterránea tiene una nueva escala en Malta, donde l
n
hallamos ejemplares que pueden fecharse entre 1.900 y 1.600 antes n
n
de Jesucristo. 3
Más hacia el oeste, las fechas son hipotéticas. Pero si tenemos O
en cuenta que la antigüedad del Neolítico del Maghreb -según la
fuchz de Cl4 p r a el y a ~ i ~ i e ndteo J aatcha, en Túnez- es de tres
mil años antes de Cristo y que el paso de los primeros pueblos
africanos a las Canarias se produciría a partir del Neolítico 69, no -
66 Alcina, 1955-b, 1956 y 1958-c.
67 Alcina, 1958-a. y 1958-b.
6s Perícot y Tarradell, 1962, 209.
69 Camps, 1961, 397-98.
1% ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA FIGURA FEMEXIXA PERNIABIERTA EN EL VIEJO MUNDO Y EX AMÉRICA 11
será muy aventurado suponer que el tipo que estamos analizando
es probable que llegue a las Canarias en torno al 1.500 antes de Je-sucristo.
Los datos en relación con Ia cronología de las piezas que hemos
señalado en América son, como indicábamos más arriba, extrema-damente
pobres. La mayor abundancia de este tipo se presenta en
áreas cuya estratigrafía ha sido descuidada hasta ahora o se em-pieza
a conocer desde hace muy poco. Es por esta razón por la que
cnalquier solrtción que se pretenda dar al problema de Ia difusión
del tipo cerárnico en cuestión será puramente hipotética, ya que
un planteamiento correcto debe hacerse sobre la base de un con-junto
de fechas absolutas, o sobre una correlación relativa de es-tratos
70.
Hay algún indicio que nos puede permitir, por lo menos, aven-turar
una hipótesis para explicar la difusión de este tipo. Uno de
estos indicios es la evidente mayor abundancia de piezas en la
región amazónica en comparación con cualquier otra 'l. De ello po-demos
inferir -con todas las salvedades y posibilidades de error-que
es en esta zona donde se da desde épocas más antiguas. No cree-mos
válrda la afirmación de fmbelloni en el sentido de considerar
las piezas que se hallaron en yacimientos más al Este, hacia la des-embocadura
del Amazonas como correspondientes a los tipos mu-tilados
y reducidos de otras regiorresT2, del mismo modo que la
conclusión que deduce de esa observación, a saber, "que la idea
plástica de la mujer perniabierta ha recorrido en e1 curso medio de1
río Amazonas" un camino inverso de oeste a este.
Desde nuestro punto de vista, el conjunto de ideas que deter-minan
la aparición de este tipo cerárnico puede haber penetrado en
el Continente americano o bien por la costa venezolana, o bien por
La región amazónica. De ese nucleo central partirán hacia el sur los
influjos que determinarán el. grupo de piezas de la región de Salta
o acaso la pieza aislada de la cultura Salinar, en la costa peruana,
Hacia el norte se difundirá la idea, a través de toda Centroamérica,
70 Palrnatary, 1939, 76.
7 1 Palrnatary, 1960, 95-96.
72 Irnbelloni, 1950, 120-121.
kasta alcanzar el occidente de México y, acaso finalmente, Ar-kansas.
La idea es totalmente hipotética y, por el momento, muy dificil
de demostrar, ya que el más primitivo indicio cronológico corres-ponde
al ejemplar de la cultura Salinar -hacia 400 antes de Je-sucristo-
y es este un ejemplar aislado que tiene poco valor, por
lo tanto, para el examen de conjunto.
Según hemos ido viendo en los párrafos anteriores, el tipo que a
estamos estudiando constituye una unidad bastante homogénea, en E
que lo esencial es, por una parte, su carácter constantemente feme- O
n
nine, y per ~ t r aS,U pmiciSn sedente, con !as piernas mas o merios -m
O
abiertas mostrando con toda claridad su sexo. Este, según decimos, EE
se aprecia, por lo general, sin ningún género de dudas; pero, ade- S
E
más, en muchas ocasiones, se añaden caracteres secundarios, como
los senos más o menos abultados, que lo confirman. La posición de 3
las piernas, que caracteriza a este tipo de figurillas, es lo que nos e-ha
hecho preferir el término dado por Imbelloni7< de figura fe- m
E
menina perniabierta, al empleado por Palmatary 74 de crescent-ba- O
sed. El primero lo juzgamos mucho más expresivo, al mismo tiem- n
po que más exacto, ya que las piernas de tales figuritas, muchas
aE
veces no son exactamente un crecimiente, sino una forma totaimen-te
plana -cuando se da la máxima abertura- o de forma irregular. n
Las piernas de estas figuras, en contraste con la indicación de!
3
sexo, suelen estar tratadas de un modo totalmente esquemático, y O
más que unas auténticas piernas son verdaderos muñones. De este
contrastado tratamiento podemos deducir la importancia especial
que el escultor dio al sexo, y si se quiere a la posición abierta de
las piernas, con desprecio de la misma representación de tales
miembros.
Caracteres secundarios interesantes, al menos en el grupo es-
73 Imbelloni, 1950.
7s Palmatary, 1959 y 1960.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA FIGURA FEMEXINA PERXIABIERTA EN EL VIIEJO IVIUNDO Y EN AMÉRICA 13
cultórico americano, son los brazos. Su posición puede ser revela-dora
en orden a una posible interpretación de estas figuritas.
En la mayor parte de los casos, las manos se apoyan en las
piernas, de modo que son detalles accesorios inactivos y que vie-nen
a centrar aún más la atención en la exposición del sexo, al que
no se trata de ocultar, sino, por el contrario, de destacar.
Otro buen número de piezas, ,presenta las manos aplicadas d
vientre 75, con lo que desvían la atención, de algún modo, del sexo
de la figura, para centrarla en la porción ventral del cuerpo.
Muy pocas de las figuras señaladas muestran otra posición de
los brazos, si bien hay que indicar que algunas parecen orientarlos
hacia el pecho 76 y otras hacia la cabeza o la boca 77.
Toda esa serie de caracteres principales o secundarios, nos está
indicando, a nuestro parecer, que lo principal en tales figuritas es,
por una parte, su función sexual y erótica, y por otra, su función
de gestación y maternal. Dentro de esta misma línea interpretativa
hay que incluir las figurillas encontradas en Tepe-Sarab 78 o, era
general la serie de esculturas femeninas de la cultura Balkano-da-nubiana
79, por lo que podemos concluir, a titulo de hipótesis inter-pretativa,
que el tipo escultórieo que estamos estudiando corres-ponde
a una representación más o menos arcaica, más o menos eom-pleja,
de la "Diosa Madre", marcando, con especial knfasis, sus
funciones eróticas y de gestacibn.
El estudio geográfico, cronológico e interpretativo de la figea-ra
femenina gemiabierta, nos ha ,permitido constatar nuevamente
un fenómeno, al parecer de difusión, que marca una corriente tras-atiántica,
que va dei Viejo ai Nuevo Mundo, y que ha podido produ-
73 Meggers y Evans, 1957, Iám. 794; Palmatary, 1939, figs. 41-8 y 44-IB;
1960, lárns. 59-f y g, y 61-a y c.
76 Palmatary, 1960, láms. 59-a y e; 60-d y f.
-.7 . 77:2.3-.. 77 *,-."O S:- "0. ,",..,--* *.,O& ,A-- xxiuucx 11, xnto, 115. 8 4 , r a u i r a c a L y , ~ a o vi,a um. 58-c y ¿: y 69-"u.
78 Braidwood, 1960.
79 Dumitrescu, 1934, 66.
14 30SÉ ALCINA FRANCH
cisse hacia 1.500-1.000 años antes de Jesucristo. La evidencia se
hace notable sobre todo en un tipo de población arcaico que puede
clasificarse, en términos generales, dentro del Neolitico o en los
principios del Calcolítico; población y cultura que en el caso de
América puede tener vigencia dentro de una cronologia relativa-mente
reciente, pero que está indicándonos un sustrato mucho más
antiguo.
Distribución geogrcífica de las "pi?ztaderas" eyr América. "Archivo
de Prehistoria Levantina", 111, 241-255. Valencia.
Diffusion of pottery stumps. "Roceedings of the XXXth. Inter-national
Congress of Arnericanists", 248. London.
F7 h T ~ n 7 4 f ; r r i r,nirorirnnrn r o l m~nh7om7ht6ori $1 A n n i c drr YYYT Pnn- U" .., --""-""" Y p, V Y I I , I " W V Y V W _ L A L A Y A . , Y" - Y = I L L VV..
greso Internacional de Aniericanistas", 11, 871-882. Sáo Paulo.
Hipótesis acerccc. de Za difusión mundial de las "pi~ztaderas".
"Trabajos y Conferencias", 1-6, 217-223. Madrid.
Lus "pintaderas" de Cunurias y sus posibles relacio?zes. "Anuario
de Estudios Atlánticos", 11, 77-107. Madrid.
El vaso con nzcuzgo y vertedero. "Miscellanea Paul Rive Y..., 1,
9-16. México.
E'I vaso con mango-vertedero en el Viejo Mz~ndo y e12 América.
"Anuario de Estudios Atlánticos", IV, 169-191. Madrid.
Las "pintaderus" mexiccims y sus relaciones. Consejo Superior
de Investigaciones Científicas. Madrid.
BATTAGLIA, Raff aello :
1927 Le statue q~eolitiched i Malta e l ' i~rgrus same~~mtuol iebre presso
i Mediterrci?zei, IPEK, 1917, 131-1650, Berlín.
BEBCIU, Dimítru :
1960 Deux chefs-d'oeuvre de l'art ~zéolithiquee m Rozcnza~zie:l e "coziple"
de la Cit5Lisatiox de Hanzu?zgiU. "Dacia", n. s. IV, 423-441.
Bucarest.
1961-a Chronologie reíative du Néolithiqzce du Bus Danube, a la Zumiere
des .irouvelZes fouiltes faites en Roumanie, en "L'Europe k la
fin de I'ftge de la pierre", 101-124. Praga.
1961-b Co?ztributii la problemele Neoliticulii in Romtnia i*z Zuminizia noilor
Cacetari. "Institutul de Archeologie a1 Academiei R. P. R.".
Bucarest.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA FIGURA FEMENINA PERNIABIERTA EX EL VIEX0 MUNDO Y EN AMÉRICA 1s
BOVALLIUCSa, rl :
1886 Nica~aguan Antiquities. Estocolmo.
BRAIDWOORDo,b ert J. :
1960 SeeJcimg the worM's first farmers in Persian Kurdistan: a fdl-scak
investigation of prehistoric sites near Kerananshañ. "The
Illustrated London News", 20 octubre, 695-697. London.
CAMPSG, abriel :
1961 Aux origines de la BerbéPis. Monuments et rites funéraires proto-hi8toriques.
París.
DUMITRESCVUl,a dimir :
1934 La pZastique anthropmnorphe en argile de b Qiuilisath Bnédi-thique
Baikano-Dmubiene de type Gumelnita. IPEiK, 1932-33,
49-72. Berlín.
ESCALANTAEq,u iles :
1955 Los fiocama. Prehistoria del Dapartamento del AtIcinttco. Coiom-bia.
"Divulgaciones Etnológicas", 337-6. Barranquilla.
EVANS, J. D.:
1962 iMaZta. Col. "Viejos Pueblos y Lugares". Barcelona.
GEORGIEGVe, orgi 1. :
1961 Kulturgruppen der Jungstein-und der Kwpfermit in der Ebene
wm Thrctxisn (Siidbulgariem), en "L'Europe Zi Pa fin de l'&ge
de la pierre", 45-100. Praga.
HARTTC,h . Frederico :
1885 Colttribzccóes para a Etnologia do Vale ok Amazonas. "Archivos
do Museu Nacional", VI, 1-174. Río de Janeiro.
HOLMES, William Henry :
1903 Aborigind pottery of the e&an United States. "20th. Annud
Reporto. Bureau of American Ethnology. Smithsonian Insti-tution,
1898-1899. Washington.
HOWARDG,e orge D. :
19,47 Prehistoric ceramic styles of LowW Bozctñ America, their dis-tribution.
and history. Yale University Publications in Anthro-pology,
n.9 37. New Haven (Conn.).
I G E ~ I A ~
1935 Ezposición - de etnograf.ia amazónica. Sociedad Española
de Amigos del Arte. Madrid.
16 JOSÉ ALCIKA FRASCII
I'CIBEULOJNOI,S ~:
1950 La eztraEa. terracotu de Rzcreizubayzce (Noreste de Bol i~iu)e ?¿ la
urqueologiu de Sudamérica. "Runa", 111, 71-169. Buenos Aires.
1952 Dos nótulccs sobre azfurerin del Noroeste argentino. "Runa", V,
84-109. Buenos Aires.
~IMÉNEz SÁKCIIEZ, Sebastián :
1945 Nzcecos idolos de ltcs Canrrrins prehisphticrrs. "El Museo Canario",
VI-13. 25-40. Las Pa!mas.
KAROG, .:
1926-a IdoZ, en Reallesiko?~d er Vorgeschichte, de Max Ebert, VI, 11-32.
Berlín.
1926-b Kretcr, en RenZlexikon der VorgeschicMe, de Max Ebel-t, VII,
63-93. Berlín.
KIDDER 11, Alfred:
1944 BrchcceoZoyy of ~zortltzuesierx Venezzceln. "Papers of the Peabody
M,useunl of dmer. Archaeology and Ethnology", XXVI-1.
Harvard Univ. Cambridge, Mass.
1948 The Archaeology of VeneaueZcc. "Handbook of South Ameiican
Indians", IV. 413-438. Washington.
LARCOK OYEE, Rafael :
1915 a cií.bt2ire s e q : ~ ~j0:7~ ~thee :;=rtF, ~ o g s t= f peyc.. "Uansho~>~rf
South American Indians", 11, 149-175. Washington.
LOTI-IROPS,a muel X. :
1926 Pottery of Costa Rica alza Nicaragzm, 2 vols. "Contributions from
tkie Museum of the American Indian". Heye Foundation, VIII.
hTew York.
MAKAREKKO, N. :
1927 Scz~lptto-ed e Z ~ LC Wlisation Trypilliemze en Ukrmzie. IPEIK, 1927,
119-130. Berlín.
M-4RCAS0, G. :
1889 Ethnogrup7zie précoZombie?t?le dzc VeltexueZa. Librairie H. Le Sou-dier.
París.
MEGGERSB, etty J. :
1948 The Archaeoiogy of t l ~ eA ?IZ«ZO~~UL S ~"HI mL d. b ook of South -4me-rican
Indians", 111. 149-166. Washington.
UEGGERS, B. J., y Cl i f f~rdE VASS:
1957 Archueologicc~li ?zz;esti$atioizsa t the Xozclh of the Amazo% Snzith-sonian
Institution. Bureau of Amer. Ethnol. Bulletin 167.
Washington.
.-LNCARIO DE ESTUBIOS A TLANTICOS
MENGHJNO, swald:
1931 Weltgeschichte der Steimeit. Wien.
IldEmnux, Mfred :
1930 í7ontributio.n d T'étude de Iyarchéo20gie du cours supérieur et moiye.ra
de Pilmaaone. "Revista del Museo de La Plata", XXXII. La
Plata.
MOORE, Clarence B. :
1911 Come aborigi.nal sites of the Mississippi River. "Journal of the
Academy of Nat. Sciences", XN. Filadelfia.
NETTOL, adislau :
1885 I?zvestigacóes sobre a archeologia brasileira. "Archivos do Museu
Nacional", VI, 257-554. Río de Janeiro.
NORDENSKIOLD, Edand :
1930 Lyarchéologie du bassiqz de Z7Anzazone. París.
P ~ A T A RHYe,le n C. :
1939 Tapafi pottery. "Ethnological Studies", VTII, 1-136. Ooteborg.
1960 The archaeoZogy of the Zower Tapa,jós valley: BraziG. "Transactions
of the American Philosophical Society", n. s. L-3. Filadelfia.
PEKICOLTu, is, y Miguel TARKADELL:
1962 Manual de Prehistoria Africam. Instituto de Estuclios Africanos.
Madrid.
PHILLIPPSh,i lip; James A. FORDy J ames B. GRIFFIN:
1951 Archaeo1ogica.l survey in t k Lower Miss,iSsi.ppi alluvhl valley.
1940-2947. "Papers of the Peabody M;useum of Amer. Ar-ehaeol.
and Ethnol.", XXV. Harvard Univ. Cambridge. Mass.
ROSSANIA,n tonio B. :
1938 Algo sobre cerámica Tapajoara. "Revista Geográfica Americana",
TX-56, 319-323. Buenos Aires.
SPINDE~TH,e rbert J. :
1915 Notes oola the Archaeology of SaZvaclor. "Amencan Anthropolo-gist",
n. S. XVLI-3, 446-487. Lancaster.
STONED, oris :
iY4S ,ihe Basic cuitures of Centra¿ Amemca. "Handbook of South Ame-rícan
Indians", VI, 169-193. Washington.
TOREESH, eloisa Alberto :
1940 Arte idigena da Amaxonia. Publ. do Servi,co do Patrimonio His-torico
e Art~sticoN acional, n." 6. Río de Janeiro.
VAILLANTG,e orge C. :
1930 Excamations at Zacate?zco. "hthropological Papers of the Ame-rican
Museum of Natural Mistory", XXXDC-1. New York.
Fig. 3.-Knosos (Cretal. Karo. 1926-b. lám. 34. fig. O-a. b.
(Creta). Karo. 1926-b, Iám. 34, fig. 2-a. b.
Fig. 5.-Knosos (Creta). Karo. 1926-b, lám. 34. fig. 3 4 . b
Fig. 6.-Cernavoda
Berciu. 19131-a, lám,
(Rumania).
35. fip. 1-a.
Fig. R.-Cernavoda (Rumania)
Berciu. 1980. fg. 8-1.
Fig. 7.-Cernavoda (Rumania).
Berciu. 19G1-b. fig. 278-2
Fig. 9.-Cernavoda (Rumania).
Berciu. 1WO. fig. 8-2.
FIE. 1K--Trypille 4K1ev
Makai-enko. 1927. Iám. 43. fig. 25
Fig. 11.-Mnajdra (Malta)
Evans. 1962, lám. 64.
FiC. 12.-Rradlep Place. Arkansas.
Palmatary. 1939. fig. 44-C.
Fig. 13.-Rivas (Nicaragua).
Palmntary. 1939, fig. 43-C,
Fig. 18.-Figuritas de diversa procedencia IVenezuela). Museo del Hombre. Parls.
FiE. 27 -Salta iAigentina~. Imbelloni. 1952. lám. XT.
Fig. 28.-Distribución mundial de la figura fementna perniabierta.