POR
TOMAS rDLUZ G m P A
Vicepresidente del Cabildo Insular de Tenerife.
La economia general de la isla de Tenerife se apoya, casi exclu-sivamente,
en la explotacibn de su singular agricultura de regadío,
y, dentro de ella, en aquel sector que desestina SUS productos, con pre-ferencia,
a la venta en mercados exteriores de consumo.
Antes de concretar lo que el agua representa en el presente y para
el futuro crematistico de la Isla, consideramos oportuno exponer,
aunque sea con la mayor brevedad y sin pretensiones eruditas de
clase alguna, dada la modestia de nuestros csnocimientos, varios fac-tores
o precedentes que justifican su concluyente e insuperable im-portancia.
La concesión, en 1852, a todo el Archipi6lago Canario del Régimen
de Puertos Fí-ancos-que supone no sólo supresión de gravámenes o
aranceles aduaneros a la mayoría de las mercancías que se importen
9 exp+ten, sin9 zhsdxtz lihertxl de ccmer~iar, sin trzhas de clase
alguna, con todos los paises del mundo-fué, poco a poco, pero siem-pre
en forma progresiva, orientando la agricultura insular a aquellos
cultivos que fueran capaces de rendir frutos del más alto valor y, por
tanto, susceptibles &e reportctr a Canarias recursos suficientes con que
proveer a sus habitantes de cuanto les fuera imprescindiMe para su
sostenimiento. Esta especiahísima dedicación de las tierras canarias,
aunque necesaria e insustituible al Archipiélago, como demostrare-mos
en su momento, lo ha venido exponiendo de antiguo a frecuentes
y gravísimas depresiones o crisis económicas, que tienen su génesis,
entre otras causas, en el lirnitadásimo marco de sus principales cul-tivos,
que, en estos últimos tiempos, no han pasado realmente de tres :
plátanos, tomates y patatas.
Para comprender mejor ese caracteristico juego agro-económico, y
refiriéndonos a una media anual, sólo en cuanto afecta a la isla de
Tenerife, consignamos previamente los siguientes datos:
PISttrnos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140.000.000 kilogramos.
Tomates ....................................... 75.000.000
Patatas 30.(P00.0t?4 $ 9 ........................................
Importación : . .
Alubias ................... .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.200.000 kilogramos.
Garbanzos ................... ... ............. 1.000.000
Lentejas ....................................... 500.000
Maíz ............................................ 25.000.OE)O
Patatas de cons~mo ...................... 7.500.000
Trigo ........................................... 17.500.000
Es decir, que no obstante constituir la agricultura la actividad más
predominante de Tenerife, su déficit precisamente ea productos agri-colas
de perentoria necesidad-y sólo hemos apuntado los de mayor
volumen-es verdaderamente considerable. Ello no quiere indicar
que las tierras de labranza tinerfeñas no sean aptas para rendir las
producciones agrícolas que normalmente se importan, sino que los
labradores canarios prefieren, acogiéndose a aquella mentada política
agro-económica, sdscribir sus predios a las producciones ordinaria-mente
exportables, para atender con sus valiosos ingresos al pago de
dichas importaciones, al de otras muchas de igual naturaleza no te-nidas
en cuenta y a todo lo demás que precisan para su decorosa
subsistencia.
Después de más de un siglo desarrollando esa especialísima direc-
380 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS
n '%IISTERIO~Y' LA "TRAGEDIA" DEL AGUA m TENERIFE 3
ción agro-económica, resulta ahora difácil y muy peligroso rectificar
, la trayectoria emprendida, al amparo de Bea cual, aciemLs,'se ba. Zo-
.grado en tan poco tiempo disfrutar de uni apreciable nivel de vida e
incrementar la población insular en términos sorprendentes, aparte
de otras distkntas consideraciones que se irán exponiendo en este
trabajo.
Con referencia a la extensión superficial de esta %dav, amos 2 pre-cisar
algunas particularidades, bastante expresivas al fin que nos
hemos propuesto.
La isla de TenerIfe tiene aproximadamente una extensión de
2.150 kiE6mekos cuadrados. Una tercera parte puede repatarse como
totalmente impoductíva, desde el punto de vista agricola, y no so-lar~
erited e presente, sino también en el futuro; este tercio está cons-tituido
por profundos barrancos de ancho cauce, terreaos rocosos
carentes de tierra IahraMe, solar de poblaciones y caseríos, volcanes
y malpaises 0 lavas modernas, caminos y ean~eterasy, veredas o ser-vidumbres
de paso, ahndantísimas para cubrir las exigencias del
minifmdismo imperante, paredes & abancahados, tan numerosos en
Canarias, etc., etc. Otra tercera parte de ña superítcie de la Isla esth
constituida por terrenos sólo aptos para masivas repblaeiones fores-tales,
como se viene realizando desde hace una decena de afios, por
encontrarse dicho tercio situado en cotas superiores a las que sista-máticmente
se destinan a cultivos rentables. P la otra tercera parte
de la superficie de la Isla es la que en realidad constituye la verda-dera
@cola, en dgu c-ac&rísbicces de secallo y & i*egadio.
Si Ba extensih cultivable de TenerPfe, como va dicho, se estima
ayroximadamente en 700 kilómetros cuad~ados, ello significa, re&
rféndonos a medidas de uso agrfcoh, que sólo se cuenta con 70.008
hectáreas de tierras idóneas pzra pduccñones de esa clase.
Teniendo en cuenta que 18s aguas de riego aprovechadas en Is Isla
suman cerca de 400.000 metros ccbicos al dáa y que una hectárea
necesita, por Io menos, 40 metros cúbicos diarios, con aquel total
volumen es@asamen& se pueden regar unas 10.080 hectireas. Esta
cifra la podemos elevar, tal vez exageradamente, a 15.008, contando
con las reducidas aguas de procedencia pluvia!, que ahora se alinace-nan,
o con las inverosímiles combinaciordes de riego a que tan aficio-nados
son !os ag6crzltores tinerfeños.
Las restantes 55.000 hectáreas forman parte del forzoso secano,
de las que es posible que 35.000 puedan transformarse también en
regables, mediante costosas labores de roturación o sorriba y si se
contase con el agua suficiente para su irrigación. Las otras 20.080
hectáreas habrán de quedar indefinidamente de secano, por encon-trarse
en lugares superiores a los aImbmmientos de aguas, o por
tratarse de terrenos pobres, cuyos exigxos rendimientos no compen-san
el importe ds las obras que precisan para colocarlos bajo riego.
Para transformar en regables las mencionadas 35.000 hectáreas
se necesita disponer diariamente de un caudal de agua no inferior a
1.4OV.OG0,OO metros cí&icos, es decir, unas tres y media veces m&s
que el actualmente aprovechado; !o que no parece lograble ni con
al -mbramie~t sss~ bterr&neosn.i siquiera ccn ingentes obras de alma-cenamiento
o embalse de aguas plu~iales.
i,
i I
1
l.-Abancalados de plataneras en la Rambla de Castro
?.-Sensibles estragos causado? en las plataneraq del norte de Tenerifc por los recientes huracanez
EL "MISPERIO" Y LA "TRAGEDIA" DEL AGUA EN ENmERIm 5
a consecuencia del empleo que se hace en nuestros dias de nuevos y
más eficaces medicamentos, mayor higiene y salubridad, notable dis-minución
de la mortalidad infantil, más alto nivel de vida, leyes de
protección a las familias numerosas, etc., etc.
Aunque en realidad no todos los habitantes de la Isla gravitan
excllusivarnente sobre la producción de la tierra, sino que bastantes
lo hacen sobre actividades de distinta clase, unas de orden industrial
y otras de tipo comercia^, no por ello dejan de ser francamente alas-mantes
las anteriores observaciones demográficas.
La espcialísima configuración de Tenerife, lo moderno de sus
terrenos, en una pan porción constituídos por iavas volcánicas re-cientes
y de fuertes desniveles, y la carencia de $ierras de adecuado
espesor, hacen inapllcakle la utilizaci6n de gran parte de la maqui-naria
agricola en uso y, por tanto, disponer de explotaciones agrí-colas
suscegkibíes de lograr producciones a bajo costo.
En tkrminos generales podemos afirmar que no existe 6nca rús-tica
que no haya costado, para ponerla en producción, bastante más
de lo que realimente vale. Muchas de estas propiedades se han confec-cionado
allanando rocas volc&nleas y cubri6nadolas de tierra, trans-portada
de largas distancias, después de recogerlas de extensas su-perficies,
por no encontrarse fácilmente temenos profundos. Otras
muchásimas, por no decir ka totalidad, ha sido preciso construirlas
utilizando el indispensable sistema de abancalados, para peder vencer
la fuerte pendiente de Pos campos, y previo el levzntarniento de só-lidas
y altas paredes de contencP6nij y; todo ello, para aprwechar $as-cales
de t?n ancho no suprior a diez metros, en muchos casos de la
mitad o menos, que causan la aMraci6n de cuantos visitan la Islac
Aparte de 40 expuesto y del excesivo mhVmdismo o división de
Ba propiedad rural, algunos cultivos, como el de las plataneras, exigen
---:A- 2- A:
t,tida d s ~ íVD * ~dewne~eane Lioa r da, con un espes01- de aproximadamenie
80 centímetros, colocada sobre un temeno de drenaje artificial, para
impedir que un exceso de haemedad contribuya a Ea pudrfción de sw
raíces, ex'cremada~aenke sensibles a todo enchwcs~r,ient~.
Por todas esas consideraciones, la maquinaria agrícola actual
es inoperante en el agro de Tenerlfe. Sólo se utilizan algunos trac-tores
y grupos de perforación para romper las rocas volcánicas, algu-nas
de excesiva dureza, como las basáltlcas, con el necesario compk-mento
de explosivos de aita potencia, corrientemente dinamita, y todo
ello al único objeto de roturar o sorribar los terrenos en que se han
de realizar más tarde los cultivos especiales, ya que los ordinarios
no pueden compensar esos elevados desembolsos.
f arede asegurarse que la totalidad de los ctaltivcs específicos que
se emprenden en Tenerife (nos referimos más concretamente a los de
3&tanos, ~ u ~y p~atat~as 1 ,j 8 ~e1 a1 q~ U,1~1 0l ls que parecm más imkmi l ~ ,
son sistemáticamente aventurados o azarosos.
A la inseguridad de los mercados que habitualmente adcpieren
sus productos, siempre inestables y sujetos a toda clase de contingen-cias
especulativas y de concurrencias extrañas, se unen inexorable-mente
las frecuentes y perniciosas alternativas almosi6ricas o clima-tológicas
de las épocas en que tales cultivos se !levan a cabo. No debe
olvidarse que esos tres eultivos se desarrollan en temporadas que les
son naturalmente impropias, con la. finalidad de forzarles a rendir
sus frutos en aquellos momentos en que pueden alcanzar mejores pre-cios,
aprovechando su rareza en loa mercados corisumidores. Así, a
los plátanos y los tomates, que son frutos que corrientemente se ob-tienen
en primavera y verano, se les obliga, en Tenerlfe, mediante
determinadas prácticas agricolas, o aprovechando 12 cota de los de-rrenos,
tan variada en la Isla, a p~odnvirlcse n otoño e invierno, por
lo que, cuando estas estaciones son frias s sensiblmcnte llnaviosas,
las platas ni se desarrollan bien, viéndose además i&ei!mente ame-nazadas
por múltiples enfermedades criptogamicas, ni tampoco la
cantidad, peso y calidad de sus frutos es la normal de aquellas otras
temporadas.
Tal sucede, asimismo, con las pataCas de exporLaciC>n, que, siendo
ordiuiariamefite m cultivo de primavera y verano, al realizarse en Te-nerife
en casi pleno invierno, para hacer la recolección a fines de marzo
384 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
J3L "MISTERIO" Y LA "TRAGEDIA" DEL AGUA EN TENERIFE 7
a, principios de abril. que es cuando mejores precios logra en los mer-cados
extranjeros, si nuestros inviernos son crudos, ni se desenvuel-ven
bien, ni dan tampoco el adecuado rendimiento, exponiéndose, ade-m&,
a sufrir los graves efectos de infinidad de insectos y de enfer-medades.
Otro de los agentes naturales que encarecen y daiian enormemente
los cultivos lo constituye los fuertes vientos casi siempre reinantes
y que, con inusitada frecuencia, sobre todo a partir de1 comienzo de
la llamada esa atbmica o nuclear, degeneran la mayoría de las veces
en impetuosos aluracanes o ciclones, que por su habitual movimiento
giratorio y excesiva velocidad, en muchos casos bastante selperior a
los cien kilómetros a la hora, destruyen cuanto encuentran a su paso,
ya sean plantas o edificios, con la consiguiente pérdida de vidas hu-manas,
y los que, casi siempre, coinciden fatídicamente con la explo-
A - - -4 . . 4 - : 1 7 " ,"lln hrronOQ .
L a u u u de IIUC~LLU B LI e b I M ~ L ~ I L L G B~ wuvuD,u t,aalurrand~y u ~ wa u r O m
considerables a todos los labradores y a las economias nacional y
local, de los que tardan después varios años en reponerse; pero que
invariablemente afectan a la platanera, por ser cultivo permanente
y, ademis, exageradamente sensible a todos los vientos, incluso a los
más benignos, no obstante los dispendiosos medios que se utilizan
para resguardarlas y protegerlas y -paliar sus perniciosos efectos,
dando lugar, sin embargo, al desfleque de sus grandes hojas y a la
rotura de sus tiernas y carnosas raices, originando, en los casos más
favorables, una notable baja en el normal peso de sus racimos, a causa
de1 desangre que experimentan.
Interesa aclarar, además, que en la mayoría de las circunstancias
esos graves perjuicios no se aprecian exactamente a renglón seguido
del temporal, sino que se ponen de manifiesto bastante tiempo más
tarde, cuando incluso se llegb a creer que no llegaron a producirse.
Contra estas calamidades que, por su generalidad, pueden califi-carse
de públicas, ya que repercuten intensamente en todos los sec-tores
sociales, implícitamente hasta entre aquellos que parecen a pri-mera
vista más alejados del campo, no existe hasta la fecha n i n a
re?n~cjic& d a , p&,q~fip ni 1 - aygdas ptatales son inmediatas ni
suficientes, ni se han establecido entidades aseguradoras o6ciales o
privadas que puedan indemnizar tan extensos riesgos. No queda, por
tanto, al agricultor otro recurso que apretame el cinturbn y gestionar
la concesión de nuevos préstamos del Servicio de Crédito Agrícola.
o de la Banca privada y comprometer aún más su ya depauperada
hacienda, en espera de tiempos mejores, que no llegan o no son cie-r-tamente
tan prósperos como se imaginó en esos momentos de angustia,
B) Urge+& í~zecesidad de nuevos cultivos.
El destacado interés que se tiene en Tenerife eneaminado a incre-mentar
la producción de sus zctnales cultivos es motivo de gran pre-ocupación
para todos los que, directa o indirectamente, intervienen
en la dirección de su economía agrícola.
Es tan limitado el renglón de los cultivos que se están ahora explo-tando,
prácticamente plátanos, tomates y patatas, que tememos que,
al persistir en su mayor productividad; pueda llegarse en f e~h -EQ
lejana, si ya no se estuviera acerc~ndoa, una nociva superproducción,
por cuanzo se esGman insuficientes los mercados habituales que ad-quieren
sus frutos, con lo que se agravarían catastróficamente las pe-riódicas
crisis que se vienen produciendo.
Para soslayar esa contingencia se ha procurado no extender en
exceso esos cultivos, y fomentar, en cambio, la implantación de otros
distintos, que remedien o corrijan aquellos peligros, sobre todo en
los momentos en que la colocación de los frutos tradicionales encuen-tra
sus mayores dificultades, bien por superación en las exportacio-nes,
bien por la menor capacidad adquisitiva de sus consumidores,
bien por la cruenta competencia cpe le hacen los de otras proceden-cias,
o bien por todas estas causas conjuntas.
Entre los nuevos cultivos q.ue se han procrxrado desarrollar en
estos últimos lustros, merecen destacarse, por su importancia, el
algodonero, ia cafia de azúcar y el tabaco. El terreno adecuado para
esos tres cultivos pudiera fácilmente ampliarse, sin tener que reducir
excesivmnente los espacios cpe se están ahora dedicando a los cul-tivos
habituales de exportación, si los iabrsdores tuvieran !a segu-ridad
de obtener, al final de sus trabajos y desvelos, una pradeneial
utllidad que les compense debidamente de su alto costo de producción.
No obstante los muchos esfuerzos que se han realizado par8 10-
mentar esas nuevas explotaciones, es lo cierto que no ha sido posible
386 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAh-TICOX
5.-Terrenos cultivados de algodoncra en Tejina.
6.-Un gran buque de turismo arribando al puerto de Santa Cruz de Tenerife.
conseguirlo cumplidamente, ante los inconvenientes que se les han
opuesto : unas veces, por estar coartada la libertad de su venta; otras,
por no disponerse de la indispensable industrialización, y algunas, por
no contarse de antemano con los oportunos mercados de consumo o
por la dura competencia que les hacen productos semejantes de im-portación.
Sin embargo, debemos reconocer que, pese a todas esas
dificultades, en la isla de Tenerife es donde más variedad de culti~os
existe, ya que tiene grandes extensiones dedicadas a la vid, que pro-duce
excelentes y afamados caldos; se obtienen bastantes toneladas
de caña de azúcar y de algodón, y se viene recolectando algunas de
magnífico tabaco, que, con e1 de importación extranjera, contribuye
eficazmente al sostenimiento de una importante y afamada industria.
G) Ordenamiento de cuitivos.
Hemos pensado muchas veces en la triste suerte que espera a los
labradores tinerfefios, e incluso a todos los canarios, si con tiempo
oportuno no se adoptan medidas que, al ordenar racionalmente sus
cultivos, aseguren la adecuada colocación de sus producciones. Hasta
ahora sólo se ha fiscalizado y regulado el destino de los plátanos, po-niendo
para ello en juego los mercados local, peninsular y extranjeros,
con el propósito de mantener, dentro de lo económicamente factible,
precios remuneradores, que garanticen por lo menos su elevado costo
de producción. Ello ha sido asequible por tratarse de un cultivo pr-manente,
no sujeto, por tanto, a os@ilacionesb ruscas en su extensión,
ni tampoco a su rendimiento en peso. Pero no será igualmente fácil
ampliar esa buena politiea a los otros cuYcivos especiales de tempo-rada,
en q i ~ ela s s-.,~ificies destimdas anuahei.ce a les mi sm~cs xp-rirnentan
grandes variaciones, hasta hoy absolutamente incontrola-das,
y sus rendimientos fruteros son en realidad completamente im-previsibles.
Si las primeras dependen de la voluntad o de los recursos
de los propios cultivadores, estos últimos tienen su origen, casi siem-pre,
en, fe~bmencsr, &wa!es celmplejus, qiae se escapan por lo general
a todo control hummo.
Hasta la fecha el área de cada uno de esos cultivos se ha decidido
libremente por los mismos labradores, ajustándose a sus dispniblli-
10 TOM& CRUZ GABGfA
dades, eil muchos casos ajenas, o a sus iiuslones; pero, sin prtsxs-parse
para nada de conocer anticipadamente lo que se va a sembrar
en cada una de las zafras o temporadas, y, por tanto, sin prever 'wm-poco
la producción global que pueda lograrse en cada una de ellas,
requisi-LGqSi je deberían saber previamente los agricultores, coa menor
o mayor exactitud, para determiorar a prisri, en ctlanto ello sea po-sible,
si la capacidad de af?sorción de los merczdcs de consumo es
ciente te para recogerla, sin dzr lugar a una baja vertical en los pre-cios
de venta, que desequilibren, corno sucede con tanta frecuencia,
los elevados gastos de obtención de sus frutos.
Si en la isla de Tenerife, por una zircmstancia meramente for-tuita,
existiera un únieo y juiciass Labrador, de quien dependiera el
B
señalamiento de los cultivos a realizaz en cada cielo, es bien seguro N
que no sólo ampliaria SU radio de accih al mayor número de éstos,
O
~ i n nqr o: hahria de reetringi~c ada 1mo a. limites prudentes, para que n
W**AV -- m
una razonable y previsil~le producción !e permitiera obtener de los
misinios precios convenientemente remuneradores. De esa forma, el i
cuidadoso labrador daría eozpleta estabilidad a su economía privada, -E
por obtaer de sus tierras sur"lcientes beneficios, y se vería libre de 5
las agudas crisis que pocfrizn scb~rvenirled e no adoptar tan racional %
sistema distributivo. m
E
Es muy plausible, sin duda alguna, aerecentar las explotaciones O
agrfco!as y, sobre toclo, elevar considerablemente su nivel de prodLac- n
tividad; pero ello puede entrañar un gravisimo peligro y ,envolver una
tremenda responsabilidad social, si hego, a! no contarse con una
eficiente ordenaci5.n de c-dtivos, esa mayor cantidad de frutos no dis- n
n
pone de !os oportmos mercados de consumo y la consiguiente baja
de precios no es bastante para compensar sus elevados gastos de
obteñeión.
H) I n d r c de íos productos del campo.
Antes de adentrarnss en esta debatida cuestión, d-ebemos confesar
con toda sinceridad que oiunea hemos considerado conveniente la am-plia
industrialización de la Isla, contrariando con ello el criterio que
mantienen inflexiblemente algiios otros tinerfeños.
388 ANUABIO DE ESTUDIOS ATLXNTICOS
EL "~STEZIO" Y LA "TRAGEDIA" DEL AGUA EN TLVERIPE 11
Nuestra modestisima opinión la fundamentamos en las siguientes
reflexiones :
a) En que, por lo general, no existen en Tenerife los elementos
básicos o indispensables para el normal desarrollo de la mayoria de
las industrias de importancia que puedan establecerse, y que a nues-tro
juicio deben ser: copiosa materia prima, fuerza motriz conside-rable
y barata, extenso mercado de consumo y abmdante mano de
obra especializada.
b) En que estimamos que toda industria que se instale en la
Isla, sin contar de antemano con Ios elementos precisos para competir
con la producción extraña, o que pretenda desenvolverse al amparo
del actual sistema excepcional de licencias o permisos de importa-ción,
representa, sin ningún género de dudas, un insuperable obstáculo
al restablecimiento del secular Rkgimen de Puertos francos, que
reputamos insustituible para el progreso económico del Archipiélago.
c) En que si las industrias que se traten de implantar s6lo se
proponen atender, con menor o mayor holgura, las necesidades de
nuestras producciones agrícolas, se corre el grave peligro de que,
posteriormente, actúen de hecho en frznco régimen de exclusiva o
monopolio, e intenten sojuzgar económicamente a esas tradicionales
fuentes de riqueza, tratando por todos los medios de imponerles ar-tículos
de baja calidad y de altos precios, al no encontrarse facilidades
para importarlos en mejores condiciones, como ha sucedido en más
de una ocasión, conforme conocen perfectamente nuestros agricul-tores.
Si ya estuvieran restablecidos plenamente los Puertos Fmnrtos,
tal vez cambiaríamos radicalmente de parecer, siempre, claro es, que
no se pusieran trabas injustificadas a la introducción de las merca-
Uwiau o e!mmitos c p s e ady~iRemne n mz-jores condiciuries, tmto
en cuanto se refieran a calidad como a precios. Como decia m ilustre
economista, lo patrioltico no debe consistir en obligar a proveerse de
lo nacional cuando es malo o caro, sino en exigir que se fabrique bueno
y barato.
Mientras no se vuelva a establecer, en toda su pureza, el Régimen
de Puertos Francos, debemos mirar con los naturales recelos a esas
preponderantes empresas industriales, máxime cuando sus capitales
y dirección son ajenos al país, a menos que se trate de explotaciones
12 TOMÁS CRUZ GABc~A
cuya producción no exceda del 50 por 180 del consumo insular o que
rebase, varias veces, ese gasto interno. En el primer caso, porque su
limitada fabricación impide el ejercicio de todo monopolio o exclu-siva;
y, en el sewdo, porque el exceso de fabricación nos demuestra
bien a las claras que se pretende principalmente abastecer mercados
exteriores de gran importancia.
No obstante cuanto exponemos anteriormente, somos, por el con-trario,
fervientes defensores de todas aquellas industrias que tratan
de aprovechar los productos de nuestros campos, porque opinamos
que no es beneficioso aumentar la producción agricoia si luego, a con-secuencia
de m exceso de frutos, los precios no son remuneradores,
salvo que se industrialice el sobrante para darle salida en momento
propicio, o de que se tomen eficaces medidas para limitar la produc-ción
sólo a aquellas cantidades que tengan asegurada una favorable
----L..
VGLLLQ..
Tal sucede, por ejemplo, con el tomate. No sería acertado csse-char
este fruto con la exclusiva finalidad de industrializarlo, toda
vez que los grandes gastos que se realizan para producirlo predicen
claramente que sus conservas, por muy crecidos precios que logren,
no son ni siquiera capaces de aproximarse a aquil!os. Es decir, que
nunca seria recomendable sembrar tomateros sólo para industrializar
sus frutos, porque puede darse por cierto que en todas partes el costo
de su producción es mucho más bajo q u e~n Tenerife. En cambio, si
se podría industrializar el exceso que no se permitiera enviar a sus
mercados habituales, ya porque exista una momentánea superprodur-cien,
o ya porque un inadecuado tama5o o conformación, o a;na defi-ciente
calidad, los haga impropios para la exportación.
En la isla de Tenerife, en años coriientes, se producen aproxima-damente
120.000 toneladas de este valioso fruto. De esa cantidad
únicamente se aprovecha en !a exportacijn una mitad, o sean 80.000.
La otra se pierde o se utiliza, en parte, como alimento para ganados,
aunque no se aconseja abusar de este pienso. Por !o tanto, estimamos
conveniente industrializar gran parte de ese excedente, aunque no se
! = s e ur, precio twr. d t c~orn o el de exp~r t a c lh,s ino 10 suffciente
para complementar a éste, ya que no conviene olvidar que los gastos
realizados para la total producción de unos y otros faeron oportu-namente
anticipados por el cultiva-d or.
390 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
7.-Lnhores prcl>aratorias 11.ira la siemhra de tomateras en Los Cristianos
8.-Cultivo de tomatera? en plena producci6n.
EL "ESmI0" Y LA "TRAGEDIA" DEL AGUA EN TENERIFE- 13
A cuantos sostienen que la conserva de tomates obtenida en la
Isla es de difícil colocación, por ser de precio superior al de la com-petencia,
podemos objetarles que una buena parte de la misma podría
consumirse en Tenerife, donde la concurrencia extraña es insignifi-cante,
y que la demás cantidad podría enviarse a los mercados sud-americanos,
para servirse en las épocas en que la extran-jera
escasea, o aprovechando la psicología de la generalidad de los
consumidores, toda vez que se les puede ofrecer en todo momento
conserva acabada de elaborar, cuando las de otras procedencias fue-ron
fabricadas con algunos meses de antelación, en las que el to-mate
sólo se recolecta normalmente durante los meses de verano s
de otoño.
K-DECISIVA INPOXTANCIA DEL AGUA EN ~NERIFE.
A1 examinar el problema hidráuko de Tenerife, debernos comen-zar
exponiendo que la absoluta carencia de corrientes superficiales
h.2 impuesto Ba necesidad de suplirlas emprendiendo explotaciones
susceptibles de captar las fortuitas que puedan encontrarse en el
subsuelo de la Isla, mediante la construcción de profundos pozos y
largas galerías.
Después de cerca de un siglo de constantes labores, siguiendo vlno
y otro sistema de captación, se ha llegado a las siguientes conclu-siones:
Que el agua alumbrada en los pozos, si bien abundante en
cantidad, es, por el contrario, salvo muy raras excepciones, de defi-ciente
calidad, a causa del exceso de sales, que la hacen impropia
para nuestros principales cultivos, cuando no para todos; y 2." Que
la d e ~ c ~ b i e retnz !w gz!eriz~s, auEque por Iv gmera! re~i i l ted e ,üp-rior
calidad que la de pozos, no se encuentra en la proporción que
demandan las exigencias progresivas de Tenerife, y su busca, sobre
ser extremadamente azarosa, resulta de elevadísimo costo.
Si el agua, en todo lugar de la Tierra, se considera como elemento
esencial e indispensable de vida, Ia isla de Tenerife no puede sus-traerse
a esa imperiosa necesidad. Precisa, pues, cada día, de más
y más agua. No sólo para el abastecimiento humano y de sus ani-males,
sino también para las apremiantes necesidades de su gran
puerto, de sus nuevas industrias y del riego de sus distintas explo-.
taciones agrícolas, ya que todo eso se nutre, podemos asegurar que-exclusivamente,
de la obtenida en los alumbramientos subterráneos.
Para dar un poco de método a este específico tema, creemos opor--
tuno dedicar algunas consideraciones a cada uno de los cuatro apar--
tados que siguen:
Como indicábamos anteriormente, para captar estas aguas se vie-nen
empleando los sistemas de pozos o de galerías. Así como el pri-mero
tiene decisiva trascendencia. en otras islas del Archipiélago,
en la de Tenerife, al menos hasta la fecha, no ha sido de gran éxito
y, en realidad, puede estimarse como abandonado. Por ello nos limi-taremos
a examinar el segundo sistema, que a esta Isla ha propor-cionado
más beneficiosas consecuencias.
La política hidráulica que, en orden a ese procedimiento de cap-tación,
hemos venido practicando desde hace tantos años, no puede
ser más dañina para los futuros intereses de Tenerife. El dedicarnos
todos, sin limitación de clase alguna, a la busca de nuevas aguas sub-terraneas,
sin preocuparnos, poco ni mucho, del verdadero alcance
de sus reservas naturales, dará lugar, cuando menos se espere, a una
tremenda tragedia, si por nuestra imprevisión estuviéramos agotando
rápidamente la que se halla en los depósitos subterráneos formados
durante el transcurso de los siglos. Creemos que nuestra actual ge-neración
no tiene exclusivamente el derecho a beneficiarse de tales re-servas
acuíferas, sin pensar en Ia hecatombe que su desaparicibn,
total o parcialj represente para las generaciones venideras.
Lo que ya viene ocurriendo en aquellas zonas donde Ia apertura
de galerías se ha prodigado más, debe obligarnos a meditar sobre Io
que antes queda expuesto. Cuando con la primera galería, de una de
esas zonas, se tuvo la gran suerte de encontrar agua, a dicho cauce
a,ar-i. .u' 7yu, A ,,,~UI I LU ,Gm.-I. (E JVSI~V,1 0 *Max,n... n O l l t ~ a01 n~lla.21~ v;d-'h,,+na,, Cl ,C IC* IIICI~JVI bb wur uuiuuur urr-*r*u-rru "ir --u
inmediaciones; cuando ya fueron varias las galerías cercanas que lo-graron
aproximarse al depósito originario, el primitivo caudal de la
primera se fué fraccionando o distribuyendo paulatinamente entre la
9a9 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
E Z " ~ ~ E R X OY" L 4 "TRAGEDIA" DEL AGUA EN TEh'ERIFE 16
inicial obra y las nuevas explotaciones, a medida que lo iban afectando.
La extensión de la isla de Tenerife no puede considerarse ilimi-tada.
be~~raciadamenptea ra todos los que en eila hemos nacido y
en ella vivimos, es bastante reducida. De continuar abriendo, sin pre-visión
alguna, mas y más galerías, lo que ha sucedido en las zonas
de concentración, de que anteriormente hablamos, puede muy bien
ocurrir en todas las demás. Máxime cuando los caudales se mantienen
estabilizados s6lo en los casos en que la perforacih se contin6a Pnde-finidamente,
al objeto de reponer las mermas naturales que en dichos
veneros se producen constantemente, con mayor o menor celeridad,
y esa ininterrumpida labor de perforación se halla limitada a la corta
extensión de la Isla.
Amqire el Código Civil y la propia Ley de Aguas faeultan al dueño
del terreno para alumbrar y apropiarse plenamente las aguas exis-tentes
bajo su superficie, con tal que, con sus obras, no distraiga o
aparte las phSsIicas o privadas de su corriente natural, o no estén
tales labores de captación a menos de cien metros de aprovechamlen-tos
preexistentes, el Poder Piáblico ha tenido necesidad de dictar,
para Canarias, algunas normas o disposiciones que regulen y limiten
aquel derecho dominical, ante los irreparables perjuicios que una
afección puede ocasionar a anteriores aprovechamientos, y todo ello
por considerar al agua como elemento vital e imprescindible al fo-mento
y desarrollo de Ia riqueza agrícola canaria, principal base de
la economia y prosperidad del Archipiélago.
Con machacona frecuencia se oye hablar del magnífico resultado
crematístico que deparan los alumbramientos de aguas subterráneas
por medio de galerías. En ese lamentable error incurren numerosas
personas, incluso muchas que, por su destacada competencia o co-m~
imi e n t ~es&,& :: dligadas a prvceder can extremada. eoiüteh en ua
asunto que, a nuestro modesto parecer, ofrece tan señalada comple-jidad.
No es recomendable, al enjuiciar tan difícil problema, se gene-ralice
en tales términos que, por el éxito siempre azaroso de algún
afortunado alumbramiento, se juzgue el resultado de todos los demás.
Las explotaciones hidráulicas insulares timen bastante semejanza
con el juego de la lotería, y a nadie se le ha ocurrido jamás sostener
que ese aleatorio entretenimiento constituya un excelente negocio
16 TOMAS CRUZ GARC~A
para todos los compradores de los billetes. La singular "loterfa del
agua" tiene en su contra, además, el que los "premios" no suelen ser
duraderos en su cuantía, toda vez que, en no pocas ocasiones, antes
de ser disfrutados por sus poseedores, desaparecen rápidamente o se
reducen bastante, unas veces porque el caudal recikn alumbrado fué
sustraído por otra galería próxima, sin posibilidad de restitución o
de indemnización, al resultar imposible la justificacietn del aconteri-miento,
o a causa de mermas naturales, tan corrientes en estas obras
de captación.
De un interesante trabajo publicado no hace mucho en un sema-nario
insular, intitulado Tenerife a la busca del agua, entresacamos
algunos extremos, muy especialmente aquellos que se refieren al nú-mero
de galerías que se han abierto en la Isla, al promedio de metros
perforados en cada una y al volumen total del agua alumbrada en
ellas. Se,mlzn 1-1 aihor, :e han abierto 616 g&rias, 12s que zprgyi-madamente
un tercio está abandonado por no haberse obtenido
caudal alguno; y los dos tercios restantes continúan trabajándose,
bien porque ya encontraron el agua o porque esperan hallarla de un
momento a otro.
De acuerdo con la citada información, el agua subterránea descu-bierta
en Tenerife alcanza la cifra de 380.000 metros cúbicos diarios,
lo que supone un promedio para cada una de las galerías en actividad
de setlo unos 927 metros ciíbicos a! día.
Indica asimismo el autor del referido trabajo que las galerías sue-len
dar agua, las que la alumbra se entiende, a una longitud media
(impropiamente llamada profundidad, porque estas obras son lige-ramente
horizontales) de 1.500 metros lineales. Este promed: 10 se con-sidera
exiguo, o atribuido solamente a las galerias emplazadas en el
norte de Ia Ida, pues a! prodigarse estas explotaciones en el sur de
Tenerife se ha comprobado que, en esta demarcación, las longitudes
corrientes sobrepasan con exceso los 2.500 metros. Tal circunstancia
obliga, por tanto, a afirmar que el promedio mencionado debe ser
para, toda la Isla no inferior a los 2.000 metros.
La captación de las aguas subterráneas se lleva a cabo en Tene-rife
por las denominadas "Comunidades de Aguas", agrupaciones de
agricultores, compuestas normalmente de trescientas sesenta parti-cipaciones
o acciones, número que se deduce de multiplicar las horas
394 ANUARiO DE ESTVDIOS ATLANTICOS
EL “MISTKiXIO" Y LA "TRAGEDIA" DEL AGUA EN TEXEBIFE 17
del dia, o sea veinticuatro, por el período en que se turnan los riegos,
o sea cada quince días. Ello quiere signscar que cada participación
tiece derecho a disfrutar de todo el caudal alumbrado en la galería
durante una hora y cada quince días, con el carácter de aguas de
dominio privado y, por tanto, de libre disposición, al no aparecer ads-critas
a predio rústico alguno. Estas Comunidades, cuya personalidad
jurídica les fué reconocida por la Ley de 27 de diciembre de 1956, no
tienen capital inicial determinado, sino que hacen derramas o impo-nen
cuotas ajustadas a sus necesidades, e iguales por participación,
que deberán satisfacer mensualmente sus respectivos asociados, con
las que atienden tanto a los gastos de perforación como a los pura-mente
administrativos. Cada partícipe o socio puede poseer las accio-nes
que le permita su capacidad económica o le aconsejen sus iliusiones
en los resultados de la explotación.
Como la totalidad de las galerías abiertas en Tenerife, tanto en
explotación como abandonadas, se cifró en 816, que pertenecen a otras
tantas Comunidades, si se les atribuye a las mismas una media de
trescientas acciones, las que han estado en circulación no bajan de
la cantidad de 184.808, y si estimamos que lo d~sernboisadop or cada
una asciende a unas 10.000 pesetas, tendremos u11 gasto total, para
todas esas gakias, no inferior a 1.843.050.0(30 de -pesetas. En cuanto
a1 número total de metros perforados en todas las galerias, incluyendo
también las desistidas, es posible que no ande muy lejos del millón,
es decir, casi diez veces la longitud planimétrica de la Isla.
En las citadas empresas de captaclon intervienen millares de per-sonas
de las m5.s dispares clases y condiciones sociales, desde las eco-nómicamente
mAs modestas hasta las más adineradas, distribuyendo
sus aportaciones en el mayor n6mero posible de estas Comunidades.
Por eliw, al examinar este problema, debemos hacerio siempre desde
el punto de vista general y exclusivamente crematistico, con el fin
de determinar con la mayor exactitud sus verdaderos resultados, y
si en verdad constituye e! lucrativo negocio que algunos suponen o
sólo el Unico medio apropiado para lograr una mejor y más eficiente
explotación de las tierras de iabranza.
Teniendo en cuenta las anteriores observaciones, para una galeria
de 2.000 metros de longitud y durante los ocho años que normalmente
dura su período de ejecución, si sumamos los gastos de adquisición
del Indispensable grupo prforador y sus frecuentes reparaciones;
!a perforación en sí, incluyax!o la compra de vagonetas, raíles, tu-berias,
explosivos, etc.; los jornales, s e p o s y demás eargas sociales;
la propia administración de tea entidad; la tramjtación de expedien-tes,
reclamzciones y litigios, con honorarios de técnicos y letrados;
Ios intereses correspondientes a %os anticfpos realizados en esos ocho
zños que eorrienternente krdan en aparecer los almnbrarnientos 6el
agua; y la construcvión del acueducto interior para extraer hasta la
boca-mina el agua encont~ada: nos habremos de encontrar en pre-sencia
de un desembolso de, aproximadamente, 3.000.000 de pesetas.
Y, con lo expuesto, no se termina ciertamente el gasto de explotación,
ya que, después de esos previos ocho años de trabajo, deberá inver-tirse
anuahnente una cifra no inferior a 100.800 pesetas para aten-der
a las siguientes labores: perforación no menor de 50 metros, si
desea constr;var e; cau&i y compeiisar rlierrriias iiatui%&s;
honorarios de técnicos y abogados para deferiderlo de las afecciones
de las obras que realizan Comunidades inmediatas, y adniinistraeión
social, con el consiguiente aumento de personal, porque el agua ten-drá
que ser vigilada y distribuida entre todos los comuneros o con-dueños.
Como contrapartida a todas esos desembolsos, y cdcialando que
el promedio del agua alumbrada por galería es sólo de 927 metros
cfibicos, o sea a? año 338.355, siendo el precio de cada metro cúbico
de 0,60 pesetas, se tiene que e! ingreso anual medio por galería es
iánieamente de 203.013 pesetas. Si de es& cantidad global se deducen
las 180.000 que representan los gastos anuales, el liquido será de
1643.013 pesetas, lo que representa un poco más del 3,43 por 108 del
capital invertido; rentabilidad que conceptuamos excesivamente baja,
si consideramos la propia cifra y! sobre todo. el riesgo de merma o
desaparición que amenaza constantemente a todos los alumbramien-tos
de aguas subterráneas de Tenerife, y de lo que tantos ejemplos
podríamos mencionar. Lo expuesto acredita de manera palmaria que
estas explotaciones hidráulicas, consideradas en su generalidad, son
fronnamnnfn ~nfionnn&ninaa giinniio euiafan aiminnc nncnc i f n r h r -
L , . a i i b ' & n i b A l * b u i l * A r " " s r v u r i i v u r " , ui-iyuu v.--~-ui- --¿-,---u y---- ---- --
nadas a vienes haya correspondido el "premio gordo" de esta singu-larísima
"loteria".
Creemos, con toda sinceridad, que va siendo hora de que rectifi-
390 ANUARIO DE ESTUDIOS -iTr,ANTICOS
quemos !a polática que en esta materia hemos venido prwkicando, un
tanto alegremente, desde hace cerca de m siglo; pues si en algh
momento se pudieron conceptuar como inagotables las reservas de
aguas subterráneas de la Isla, en la actualidad parece que no s61o se
ha llegado a su máximo desarrollo, sino que tenemos muy fundados
motivos para sospechar que las hemos rebasado y que estamos ago-tando
rápidamente los seculares depósitos naturales. Tanto en la ver-tiente
norte de Tenerife como en la del. sur, aunque más aeentuads-mente
en aquélla, la mayoría de las galerrias vienen acusando paiala-tinas
p6rdiCad1s en sus caudales, sin que se compensen con nuevos
alumbramientos, como sucedía en tiempos pasados. Ya no son sólo
quejas por la afeccibn de otras galerías, pesto que en muchos casos
no se producen simultáneos y nuevos alumbramientos, sino que las
aguas van lentamente desapareciendo de muchm explotaciones siga
tener a quien atribuir su sustracción.
Como sistema apropiado para ordenar estos apmvechamien'kos
debemos ir, sin pérdida de tiempo, a ]la formaeiian de agrupaciones
de Comunidades con intereses enciavados en zonas acdferas deter-minadas,
al objeto de explotar Cnicamente acpellas gdeiías que ten-gan
más probabilidades de mantener por m&s tiempo sus alumbro-mientos,
y no desaguar a plazo corto aquellas otras que se presuma
pueden tener una m%s limitada capacidad de emergencia.
Por otra parte, consideramos de la mayor conveniencia que se mo-difiquen
determinados preceptos de la legislacibn vigente en materia
de aguas. En especial aquellos que señalan las distancias que de'ben
mediar entre unas y otras explotaciones, y no tanto para evitar esas
posibles influencias, como para impedir el excesivo drenaje de 10s te-rrenos
donde se encuentran ubicadas, dando lugar a que los almace-uau~
iaA-u- ~~s-u-s-wsL eLe- -r--r- -ca.. ri-e -o s tarden más tiempo en desaparecer, ya que,
de lo contrario, nos exponemos a gastar prematuramente unas reser-vas
que tambi6n son indispensables para las venideras generaciones.
Y no queremos terminar este apartado sin consignar dentro del
mismo qaie no constituye exageración alguna decir que Tenerife riega
sus tierras con su propia sangre. Es tal la peligrosídad de estos tra-bajos
de captación de aguas que, de los tres o cuatro mil trabajadores
ocupados en los mismos, a causa de inesperadas exp!osiones de la
dinamita empleada en la prforaci6n, de las imprudencias de los pro-
Núm. 4 (1958)
20 TOMAS CRUZ GARCL4
pios productores o de los gases irrespirables que emanan dentro de
algunas galerías, el número de accidentes anuales es bastante ele-vado
y responde a esta distribución: muertos, unos veinte; incapaces
permanentes, entre cincuenta y setenta y cinco, y simplemente le-sionados
o sea incapaces temporales, de quinientos a mil. La sangre
de estas víctimas, en la mayoría de los casos, se mezcla con las aguas
alumbradas y va también a fecundar los campos tinerfeños.
B) Origen del agua subterránea.
Mucho se ha hablado y escrito, y mucho se seguirá hablando y
escribiendo, sobre el origen de las aguas subterráneas de Tenerife.
Antes de dedicar al tema las oportunas líneas, interesa exponer
que la Isla está constituída principalmente por rocas eruptivas re-cientes
y que son incontables los conos volcánicos apagados, o sin
actividad, que existen distribuidos por toda ella.
Esa gran masa lávica, extraordinariamente esponjosa, se halla
entrecruzada por infinidad de diques basálticos o filones estériles que,
en una buena parte, aíloran o asoman a la superficie del terreno, for-mando
una especie de muros, y que por encontrarse orientados en
distintas direcciones dan lugar a la constitución de incontabks cel-dlilias,
las que, a consecuencia de corrientes Iávicas de distintas épo-cas,
con su parte superior descompuesta por agentes atmosféricos,
en muchos casos adoptando la conformación de capas, muchas de ellas
impermeables, aislan por todos lados a estos compartimientos o pa-ñoles.
Todas estas formaciones parecen producidas por fenómenos
plut6nicos y en algunos casos posiblemente por la acción hidro-termal,
coino se somprwba corrientemente por su disposición en capas aná-logas
a las que se originan por sedimentación.
La Isla, por otra parte, está sometida constantemente a la acción,
p ~ tor d os sus puntos cardinales, de importantes vorrientes de aire,
horizontales o sensiblemente paralelas a la superficie del terreno, que . . ongiii- f i e c ~ ~ ~fet:6emse n=a & c=~,de?za~acid6en! vwpw at rzzdé-rico,
dando lugar a rocíos, escarchas, nubes, Iluvias o nieve, que al
chocar con !as montañas, prinripaImente con sirs masas arbóreas
donde existen, motiva qae el rgua, procedente de tales condenssacio-
ANUARIO DZ ESTUDIOS ATLANTICOS
EL "NISTERIO" Y LA "TRAGEDIA" DEL AGUA m TENERIFE 22
nes, pase, por filtración o penetración, a través de la superficie del
terreno y alimente las mencionadas celdillas o compartimientos, cuan-do
su parte superior sea permeable o se hallen rotos los terrenos que
no lo son, hasta encontrar capas o sedimentaciones impermeables que,
al no dejarla profundizar, la aprisionan y conservan en el subsuelo,
donde pueden ser posteriormente captadas por las galerías.
Los bosques, las selvas y arboledas son los principales elementos
condensadores del vapor de agua atmosférico y sirven, además, para
regularizar el régimen de lluvias. De ahí la trascendente importancia
que el árbol tiene para reponer las aguas que ininterrumpida-r~ente
se vienen extrayendo del subsuelo de Tenerife. Son muchos en La Isla
los que piensan que el problema que crea la falta de agua habrá de
remediarse bastante cuando se encuentren repobradas todas sus cum-bres
y montañas.
La persistente campaña emprendida en favor del árbol en la
prensa insular ha tenido dos específicas orientaciones: la primera,
tendente a conservar la reducida floresta que nos legaron nuestros
antepasados, y la segunda, no menos importante, encaminada a trans-formar
en tupido bosque la región central de Tenerife.
En cuanto afecta a la conservación del monte, debemos recordar-aquella
"guerra sin cuartel" que no hace muchos Iustros se declaró a
la cabra, a la que, junto con el inconsciente leñador, se culpaba con
toda razón de la rápida desaparición del poco arbolado existente.
Esa ofensiva general contra el dañino pastoreo produjo el más salu-dable
resultado, pues poco a poco el ganado cabrío se fué retirando
de 10s montes pGblicos, donde ha desaparecido por completo. La lucha
contra el ieñero no ha dado tan beneficiosos resultados, aunque de-bemos
confesar lisamenle que los obtenidos no son desprecíables. La
población de la Isla crece sin cesar y no en igual proporción eneuen-tm
ffácilmente donde gamr el disriu sustento. En todos íos pueblos
donde existen montes, bastantes familias pobres se ven precisadas
a buscar en el modesto aprovechamiento forestal clandestino un me-dio
adecuado para conseguir un mediocre pasar. Es posible que si
todos los que pretenden vivir del arbolado tuvieran una elemzntaH
n i ~ l f r r v i oe lJu&c r a.r~1 -!u- -b ~f i~i ent e~ebpirteev isores, ei perjuicio que ie oca-sionaran
seria insignificante, ya que el buen leñador no debe destruir
una floresta que le pro~orciona elementos de mantenimiento para
el futuro.
N u ~ 4. (1958) 399
Peso en nzestros días ya no es al pastoreo, ni siquiera aE lefiador,
a quienes debemos combatir: los constantes aprovechamientos, con
fines más fiscales que foresiales, que se vienen realizando ea la Isla
constituyen un serio peligro para la buena conservaxión de8 monte.
El importe liquido de esos ingresos no compensa ciertamente el per-juicio
que algunas veces se ocssiona al arbolado y a la propia tierra
en que éste se desarrolla, pues en muchos casos son éstas con la ho-jarasca
caída, vulgarmente denominada cisco, lo que se extrae de
esos anuales apovechamientos forestales. La escasez de ilwias, por
una parte, y la pobreza del suelo, por otra, dan lugar a que sea dema-siado
lento el crecimiento. de nuest;..as más importantes especies. Un
corpulento árbol qiis ha tardado medio siglo en formarse, cae ea medio
minuto a golpe de hacha. B
N
E No debemos oponernos sisttemáticamente a que se lleven a término ;
ta1p.s a,provecharniento~:s i SU objeto es realmente mejorar o favo- -= m recer el desarrollo de los árboles o lograr su más acertada conforma- O
E
ción. En cambio, si debemos rebelarnos contra lo qxe tienda a ex- E
2
plotar los bosques considerándolos exclusivamente conx medio de E
=
obtenw recursos económicos, prescindiendo en absoluto de aquel $
provechoso designio. Aím los aprovechamientos mejor intencionados
e--
pueden resultar extremadamente perniciosos si no se vigilan con el m
E
mayor cuidado, a fin de impedir, con la mayor energía, cualquier O
abuso o desviación, que a veces resultan tan productivos para los =
rematadores y que se encubren en m a a parente e inofensiva opera- -E
a
ción de simple limpieza. nl
n
Desde hace escasamente diez años está funcionando en Senerife 0
el Patronato Forestal del Estado, y declaramos que ha sido ingente O3
la labor que ha realizado en su deseo de repoblar en forma masiva
todzs las altas cumbres de la Isla. Esa beneñciosa función no sólo se
dedica a repoblar los cañveros que existen en las gorestas de '"ropiosji
de nuestros Z&rtnicipios, mediante los conciertos que viene celebrando
con sus Ayuntamientos, sino que en muchos casos es el mismo Pa-tronato
quien adquiere en propiedad los terrenos montuosos para des-tinarlos
a esa meritoria labor de repoblación forestal.
No es necesario insistir demasiado en las enormes ventajas que
la repoblacibn masiva habrá de reportar en fecha no lejana a toda
la Isla. Ese trascendente beneficio Io han reconocido paladinamente
400 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
cuantos se han ocupado del asunto en la prensa de Tenerife. Es inne-gable
la influencia del arbolado como elemento condensador del vapor
de agua circundante, como regularizador del régimen de lluvias y
como medio para aumentar y conservar la humedad atmosférica. Por
otra parte, las aguas pluviales, que en terreno calvo fluyen rápida-mente
al llano o al mar en busca de estabilidad o equilibrio, quedan
en gran parte retenidas en las montañas arbóreas por la mayor fun-gosidad
de su suelo o por la broza u hojarasca que constantemente
se deposita sobre el mismo. Con el10 se evita, además, el desmoro-namiento
progresivo que se produce en la corteza del suelo, por la
erosión destructiva del agua, y se salva de la consiguiente denudación.
Easia ahora he-riios iiaEad~, tal v2z exceei-;amwte, de! origer, más
conocido de las aguas subterráneas de Tenerife, en lo que están de
acuerdo todos los tratadistas; pero no debemos cerrar este intere-sante
capitulo sin ocuparnos, aunque sea someramente, de otros dos
aspectos referentes al mismo terna: en primer lugar, del aprovecha-miento
de las aguas del mar, y en segundo, de las aguas llamadas
ascendentes o emergentes.
Desde hace muchos años viene soñando el hombre con utilizar las
aguas del mar, tanto para el riego de las tierras como para el abasto
de las poblaciones. Hasta el momento no se ha encontrado un pro-cedimiento
económico para privar a las aguas del mar de su excesiva
salinidad, que es realmente lo que las hace impropias para tales usos.
Cuando se descubra esa fórmula, por la que tanto trabajan actual-mente
los hombres de ciencia, la escasez de agua en las Islas será
historia pasada, porque podrán tomarla por todas partes y dedicarla
principalmente a los terrenos de sus respectivas zonas costeras,
donde más se precisa.
Para la corrección de las aguas y privarlas de su sobrante de sales
se puede utilizar en Tenerife un sistema mixto, que no haga tan gra-vosa
la operación. No hace falta utilizar directamente las aguas del
mar, tan sobrecargadas de sales, sino emplear para ello las de los
gozos, abiertos en las cercanías de aquél, en los que por filtración las
aguas han perdido gran parte de sus naturales elementos salinos,
24 TOMÁS CRUZ GARCí4
con lo que el procedimiento de su enmienda tiene que ser forzosa-mente
más barato que si se usaran inicialmente las del mar.
En cuanto a la tan discutida teoría de las a g w emergentes o
ascendentes, debemos manifestar que fué ampliamente divulgada en
el Archipiélago por el notable ingeniero Sr. Suárez Galván, al sos-tener
en la prensa insular que gran parte de las aguas subterráneas
que existen en Canarias, y principalmente en Tenerife, tienen esa
procedencia.
-Afirmaba el citado ingeniero que en la isla de Tenerife, dada su
naturaleza exageradamente volcánica y formada, por tanto, de te-rrenos
muy porosos, las aguas del mar penetran a su nive! por todo
su contorno, y que al ponerse en contacto con sus numerosas chi-
B meneas y conos parásitos, se transforman en vapor, como si se tra- N
E tara de un enorme alambique natural. Este abundante vapor de agua
O
asciende constantemente por las hendiduras o grietas del terreno n-= 0, esponjoso, siguiendo sus sinuosidades, hasta alcanzar las partes altas O E
de la Isla, en las que al enfriarse, por disminuir de volumen, se trans- E
2
forma en agua y queda detenida, al tratar de descender por su propío {
peso, en depósitos subterráneos o en celdillas de fondo o base, más $
o menos impermeable, hasta que se logra su extracción por el pro- - - 0
cedimiento de las galerías o socavones. m
E
En apoyo Ge tan sugestiva suposición, el Sr. Suárez Galván aiñadía
que las aguas subterráneas suelen ser muy abundantes en los lugares
donde existe más actividad volcánica, aduciendo como ejemplo lo que k
sucedía en Islandia y en Nueva Zelanda. Exponía que el fenómeno d n era tan intenso en esos paises que daba origen a los llamados "gei- 0
seres", que no eran otra cosa que volcanes de agua caliente, que surge O3
o brota del suelo con intermitencias y elevada a grandes alturas
como surtidores verticales, juntamente con vapr e incluso con ma-terias
pétreas; y cpe e= Telierife no se !lega a esas extisernos en aten-ción
a ser bastante menor la actividad de sus volcanes, que parecen
encontrarse en una fase de tranquilidad, pero no completamente apa-gados
o extinguidos, como demostraban periódicamente.
Parece confirmar, además, t a o~rig inal teoría la. concurrencia, en
nuestras captaciones subterráneas, de las siguientes particularidades :
a) El volumen del agua alumbrada en cada galería no guarda
directa relación con las épocas lluviosas o de sequías.
402 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL "MISTERIO" Y LA U ~ R A G E ~ ID~EL" AGUA EN TGNERIFE 245
b) Las aguas se encuentran o alumbran en zonas con carga de
terreno que excede por lo general de quinientos metros, adonde es di-fícil
que lleguen por filtración las pluviales o de condensación.
C) La mayoría de las aguas alumbradas en galerías tienen una
temperatura bastante superior a la del ambiente y, en algunos casos,
casi merecen la conceptuación de calientes.
d) La casi totalidad de las aguas son descubiertas cerca del co-razón
de la Isla, o sea en los lugares más próximos a las chimeneas
o conos, donde se supone existe relativa elevación de temperatura,
a consecuencia de cierta actividad volcánica, aunque desde luego ate-nuada,
como lo demuestra la existencia de fumarolas en el cráter del
Pico de Teide.
e) Gran parte de las aguas procedentes de las galerías contienen
en disolución casi todas las sales que se encuentran ordinariamente
en las aguas del mar, aunque desde luego en bastante menor propor-ción,
las que posteriormente van dejando sedimentadas e incrustadas
en las paredes de las conducciones y sobre los mismos terrenos que
riegan.
Aunque sin elementos suficientes para poder confirmar plenamen-te
la existencia en la isla de Tenerife de las expresadas aguas ascen-dentes
o emergentes, son tantos los argumentos que se aducen en su
favor que bien valdría la pena de que experimentados hombres de
ciencia le dedicasen la oportuna atención, ya que si ello resultare
comprobado, no queda duda que podríamos mirar con más optimismo
el porvenir económico de Tenerife.
@) Embalses o depósitos.
No debemos aspirar a tener mucha agua, si luego la tiramos, como
viene sucediendo, por no disponer de los embalses suficientes para
conservarla, y utilizarla en períodos de mayor necesidad o escasez.
De lo expuesto se deriva la urgencia de construir el mayor nhmiero
de 6epGsitos que sea posi'iie.
Sabemos, por triste experiencia, que estas obras resultan excesi-vamente
costosas en la isla de Tenerife. Lo accidentado del terreno
y sobre todo 1% carencia de apropiados vasos naturales, obligan a
%. TOMAS CRUZ GARCf.4
desembolsos cuantiosos, que no tienen semejanza con los que se hacen
en otras regiones españolas. Sin embargo, ello no debe ser obstáculo
que se oponga c~ su inmediata construcción, si se tiene en cuenta que
en esta Isla tienen una mayor utilidad o rendimiento que en otras
partes, debido a la inexistencia de aguas superficiales de fácil apro-vechamiento.
Cuando hablábamos de ir a !a inmediata rectificación de nuestra
tradicional politica hidráulica pensábamos en dedicar a la construc-ción
de presas la mayor parte de los recursos que ordinariamente
hemos venido destinando a la captación de aguas por medio de ga-lerías.
Si lo invertido en estos hltimos cincuenta años para abrir no
menos de 206 galerias, luego abandonadas por no encontrar agua, que
representa una cantidad no inferior a 600 millones de pesetas total-mente
perdida, se hubiera empleado en charcas o embalses, suponien-udun
n ~ r n <--A~A ;- AA K<n nr\nrr+nn r \ r \v> m-4-nri fi.'~l.\:fi~n lm,~-,,,J- ,l.\-n, u r ~VJ ULU Ilisrarw u= uv ycuci .au PUL ILIGWU b u u ~ b ua ~ ~ l a b c ~ ~aauuuul a,
podríamos disponer de varios embalses capaces de contener unos
12 millones de metros cúbicos, con cuya agua atenderíamos, si se
llenan por lo menos una vez al año, al riego de aproximadamente un
millar más de hectáreas.
Si bien, al ocuparnos de los aprovechamientos de aguas subterrá-neas,
se indicaba que la descubierta en las galerías en explotación
ascenelía a 380.000 metros cúbicos diarios, o sea al año 138.000.000,
no queríamos afirmar que toda esa agua alumbrada se aproveche en el
riego, por darse la lamentable circunstancia de que durante muchos
días en cada invierno, sobre todo en los lluviosos, gran parte de ese
caudal se tiene que arrojar a los barrancos, por no necesitarla en
ese tiempo los cultivos y por faltar las presas dispuestas a conser-varla,
para servirse de ella en momentos de mejor aplicación. Es decir,
que después de invertir en la busca de aguas subterrhneas verdaderas
fortunas, cuando ya se ha logrado el propósito, la tenemos que mal-gastar
durante muchos días, lo que demuestra una imprevisión fran-camente
incalificable.
Aunque las referidas obras resulten excesivamente dispendiosas,
no debe echarse en olvido que los recursos que se inviertan en las
mismas no son totalmente perdidos, como ha sucedido con tantas y
tantas galerías. Los embalses conservan siempre su valor inicial, por
lo menos, y, además, son en todo momento aprovechables, como lo
404 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL "~1W-.rtlO'' Y LA "TRAGEDIA" DEL AGUA EN TENEicíF% 27
justifican los pocos que se han construido. Lo que sucede es senci-llamente
que en ningth caso tienen el incentivo del "premio gordo",
que tanto se busca en las galerías, en algunas de las cuales, aunque
desde luego muy contadas, se ha decuplicado el capital invertido. En
los dep6sitos de aguas no es probable que se den estos esplbndidos
resultados, aunque siempre se produce una segura plus valía no des-preciable.
Ea iniciativa privada, en gran número de casos, es francamente
inconsciente. Con la ilusión de ganar mucho, se expone a perderlo
todo, como ha ocurrido tantas veces jugando a Ba "lotería de las ga-lerias".
Si ese mismo estímulo lo hubiera concentrado en los embalsas,
la Isla estaria saturada de estas utilisimas obras. Parece que se ha
llegado al momento de abrir los ojos y no dejamos engafiar por aquel
falso espe jaelo.
Son infinitas las ventajas que proporcionan los embalses en la isla
de Tenerife. Lo gastado se conserva e incluso se acrecienta; sirven
tanto para recoger y almacenar las aguas phvides, que ahora van
inúitilmenle, y haciendo daiío, al mar, como las sobrantes de las pro-pias
galerías cuando no puedan aprovecharse directamente en los rie-gos;
y sobre todo, y esto ya sería mbs que siaficiente, sirven para re-gular
éstos, acortando o alargando sus turnos conforme asi lo acon-sejen
las circunstancias atmosféricas y las necesidades de los pro-pios
cultivos. Los eseasos estanques que se construyeron en el sur de
TenerPfe, exclnsi-semente para almacenar aguas phviales, cuando
han llegado a aquella extensa región las procedentes de galerias, que
transportan diariamente los actuales canales, prestan vdiosos aervi-cios.
Sin tales obras puede afirmarse que aquellas tierras no hubieran
rendido tan considerables beneficios.
*:-+A 1- -nnnnn;o Tn-n.r4fn A* m; 00 n h 1 ; c n v m 0 10- flfimn-
AlDLG L a b h 6 G i i b l G eli A G L L G L A s G u- yub us u- V W L ~ C~L. C~II AL->J VVLLAU
nidades de Aguas a construir sus propios depé>sitos, el problema que-daria
resuelto satisfactoriamente en pocos años. Consideramos irrea-lizable
el intento, aunque se disponga de la valiosa ayuda estatal. De
las 481 galerías en actividad, sólo mas 150 tienen caudal de agua su-ficiente
a iai iinalidad, entre las que, por taniu, habrá que dis"Li;lbíálr
el agua alumbrada en toda la Isla, que ha sido estimada en 380.000
metros cúbicos diarios, con Io que a cada una corresponde aproxima-damente
al día 2.534 metros ccbicos. Suponiendo que en cada año, por
término medio, se desaprovecha durante treinta días toda el agua de
cada galería, a consecuencia del exceso de lluvias, es indudable que
cclda una de las Comunidades titulares de estas explotaciones tendría
necesidad de construir un embalse suficiente para almacenar, por lo
menos, 76.020 metros cxíbicos, que a un costo de 50 pesetas por uni-dad
representa un gasto no inferior a 3.801.000 pesetas; y si esta
cifra se multiplica por las 150 Comunidades que por contar con agua
estarían incluíd~se n la referida obligación, el desembolso global que
realizarían las mismas sería de 570.150.000 pesetas, o sea 190.050.000
en cada uno de los tres años que se tardará en construir esos 150 de-pósitos.
De todo lo expuesto podemos deducir que los tenedores de
las participaciones integrantes de aquellas agrupaciones, que en su
inmensa mayoría son agricultores de muy limitada ca~acida~edco nó-mica,
no están en condiciones de hacer frente a esa propugnada exi-
-m.-.:n l,.-n1
S c u b A a L G ~ C U .
D) ¿>istribw& del agua.
En cuanto a 13, distribución del agua de riego, la anarquía o des-orden
imperante no puede ser más palmario.
La falta de un plan general de canales y acequias ha dado lagar, o
n
para un muy limitado provecho, a cuantiosos desembolsos. Como
ejemplo de ello véase cómo se han construído en estos últimos dece-n
nios, partiendo del Valle de Güímar, en dirección Nordeste, cuatro n
n
importantísirnos canales, denominados de "Araca", "Araya", "Río- =
Portezuela" y "Güírnar-Santa Cruz", teniendo necesidad de recrecerse O
por insuficiente capacidad los tres primeros, cuando se pudieron cons-truir
sólo dos de más amplia cabida, uno alto y otro bajo, rapaces
pasa conducir tanto las aguas ya alumbradas como los mayores cau-dales
que se pudieran obtener en el futuro. Y lo mismo pudiéramos
referir con respecto a otras zonas de la Isla, tal como la del Sur,
donde se han construido o vienen haciéndose los canales titulados:
"Altos de Fasnia a Fa,ñahé" (Canal Siir), ''Inter=e+;=-
Norte-Sur".
Debido al extraordinario vaIor que tiene el agua de riego en Te-nerife,
a causa de su escasez y elevado costo de captación, que exige
406 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
9.-Uno de los muchos abruptos lugares que atraviesa el canal
de riego denominado <Aguas del Surn.
10.-E1 canal. salvando el barranco de «El Rion en el
termino de ATIW
11.--Acueducto denominado ((Canal Intermedio-Norte Surn.
EL MISTERIO'^ Y LA "TRAGEDIA" DEZ AGUA TENE?LIFE 29
aprovecharla al límite, y a las grandes dificultades que lo accidentado
del terreno opone a las obras de conducción, el gasto que ocasiona la
construcción de las canalizaciones resulta extremadamente elevado,
ya que es obligado emplear materiales que las hagan totalmente im-permeables,
para no perder ni una gota. Por ejemplo, en el "Canal
del Sur", para una longitud de 73 kilómetros y una capacidad de trans-porte
inferior a 50.000 metros cúbicos diarios, hubo necesidad de per-forar
47 túneles, con longitud total de cerca de dos kilómetros; cons-truir
20 grandes trincheras, 13 puentes, 31 alcantarillas, siete pasos
sobre altas columnas o pilastras, un sifón doble, con carga de 42 me-tros
y longitud de 185, y 18 tomas de entrada y 94 de salida; se han
gastado 18.225 kilogramos de dinamita, que precisaron 72.900 metros
de mecha y otros tantos fulminantes, y 5.498.300 kilogramos del me-jor
cemento portland; y se emplearon aproximadamente 21.491.500
kilogramos de grava y arena basálticas. El costo total del largo acue-ducto
y sus obras accesorias o complementarias, aunque aáin no está
exactamente determinado, por estar pendientes de ejecución algunas
obras de menor cuantía, ha rebasado la cantidad de 82.422.303,98 pe-setas,
y se descompone en los conceptos siguientes : invertido en mano
de obra, el 37,52 por 100; en transporte de materiales, el 14,34 por
100; en materiales de construcción, el 26,09 por 100, y en medios au-xiliares,
el 42,05 por 100. Ello sin tener en cuenta el valor de las gra-vas
y arenas, que las cedieron gratuitamente los propietarios de las
fincas que cruza el canal. Es decir, que el desembolso por cada metro
lineal ha sido más o menos de 167 pesetas, costo indudablemente ele-vado
parra un acueducto de tan reducida capacidad de transporte.
Ante un gasto tan crecido como el expresado, se comprenderá
fácilmente por quh razón la iniciativa privada ha sido incapaz de
afrontar ia construccion de canales de mayor cabida y se ha visto
forzada a realizarlos con riguroso ajuste a los pequeños caudales dis-ponibles
en el momento, sin prever otros posteriores alumbramien'cos,
dado lo inseguro de su logro, y, más que nada, la facilidad con que
merman o desaparecen, sin posibilidad de inmediata restitución. En
realidad, estas obras hidráulicas, así como los propios embalses, se
escapan, en frase feliz del Ministerio de Obras Públicas, del marco de
la iniciativa particular, para entrar de lleno en la esfera estatal. Hasta
ahora el Estado no se ha mostrado muy dispuesto a ejecutar por sí,
o a auxiliar económicamente, estas indispensables mejoras agricolas,
sin tener en cuenta que la transformación del secano en regadío le
produce directamente aumentos fiscales de respetable consideración,
con los que, en muy poquisimos años, a veces tan sólo dos o tres, recu-pera
completamente lo invertido en tales obras, o las ayudas otor-gadas,
a título de subvención no reintegrable, a las entidades agrí-colas
constructoras.
E) Auxilios a obrm hidrhulicas.
Si tan necesario es en Tenerife el aprovechamiento hasta el má-ximo
de las aguas pluviales y de las sobrantes de las galerjas, y su
conducción a las zonas donde pueden alcanzar más altos rendimientos,
no queda duda alguna que tenemos que ir inexorablemente a reco-gerlas
y almacenarlas, para su ulterior utilización, en los mayores
embalses que se puedan construir y a llevarlas a nuestras mhs pro-ductivas
tierras, aunque nos veamos precisados a realizar los más
grandes sacrificios, que pueden reducirse bastante si se cuenta pre-viamente
con los amiilos o subvenciones establecidos en las leyes
vigentes.
Estas ayudas estatales tienen dos distintas procedencias. Cuando
los labradores que las gestionan se integran en un Grupo de Coloni-zación
o en otra entidad de contextura sindical, el Instituto Nacional
de Colonización les piiede conceder, a través de esas agrupaciones, un
auxilio hasta del 60 por 100 del costo de Za mejora, sin interés alguno,
y para amortizar dentro del plazo rnhximo de diez años. HguaImeíik,
el Servicio Nacional de Crédito Agrícola concede préstamos a tales
ubrau, a módico Iderés, y pr g!ams qlAe ~zriaol se& se V $ ~ P Y P I
garantía personal o hipotecaria.
Por otra parte, cuando las obras sean iniciadas por Entidades ofi-ciales,
por ejemplo Ayuntarnientos o CalGIdos Insulares, el Ministerio
de Obras Bblicas, por mediación de la Dirección General de Obras
Hidráulicas, con fuli6ar~1e1it.o en ia Ley de A-uilios ct estjtas obras de
7 de julio de 1911, aplicable a Canarias por el Decreto de 8 de diciem-bre
de 1933, con la sola aportación del 10 por 100 por parte de la
solicitante, a medida que se vaya ejecutando la obra, puede otorgarle
408 , GNUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL "<MISl%RIO" Y LA "TRAGEDIA" DEL AGUA EN E N T E N E R I F E 31
la ayuda del 90 por 100 restante, integrada por un 50 por 100 de sub-vención
no reintegrable y por uñr 40 por 100 de anticipo, éste a de-volver
dentro de un plazo no superior a veinticinco años, a contar del
quinto de terminada, y con devengo del 1,58 por 100 de interés anual,
hasta su completa amortizaciún. Dicha asistencia ministerial se con-cede
cuando se trate de transformar terrenos de secano en regadio;
pues si se pretendiera mejorar o ampliar los regadíos ya existentes,
el auxilio seria sólo del 40 por 100 de subvención no reintegrable y
del 40 por 100 de anticipo, y éste a reembolsar dentro del t6rmino
de veinte años, a contar de terminada la obra, y abono del interés
anud del 2 por 100, siempre que el peticionario garantice la aporta- a
ci6n del 20 por 100 restante. N
E
Cuando se trate de mejorar los regadíos preexistentes y las obras O - - se cconcreien a recrecimiento, reconstrucción o reparación de las pre- =m
O
sm de embalse y de derivación de los mismos, incluso sus tomas, des- E
E
2 a@es y mecanismos de unas y otros, conforme al Decreto de 27 de E
=
julio de 1944 y a los efectos del apartado segundo del articulo 4." de
3 la citada Ley de 7 de julio de 11911, el Estado se encargará de la ejecu- - -
ción de esas obras, siempre que las Comunidades %e Regantes legal- 0m
mente eonstituklas garanticen una aportación, durante la realización O
de dichas mejoras, del 20 por 100 del coste, más otra del 50 por 100, -
aumentada con su interbs de1 2 por 100 al año, a reintegrarle en un -E
a plazo máximo de veinte, contados a partir de un año después de ter- l - miriadas aquéllas y, en todo caso, antes de que. transcwmn tres des- - 0
pués de comenzadas. De acuerdo con esta disposición, las referidas 3
obras habrán de afectar a regadíos con extensión mínima regable O
efectiva de 200 hectkreas, y no será precisa la infamación p6Mica
para 12 apIebaeión &k i t h a & 1 ~ps-u y&-js, sin-j cuaii&j ye erate
de obras de recrecinientos de presas y en los casos en que Ia Admi-nistración,
por cualquier circunstancia, considere prceedente srde-narla.
AdemBs de estas iáltimas ayudas económicas, el Ministerio de
Obras Rib1icas venia concediendo auxilios a los embalses o canales
que se encontraran en periodo de ejecución, siempre que lo previa-mente
invertido por los peticionarios llegare, por lo menos, al 25 por
100 de su coste total. En estos casos se otorgaba el 50 por 100, en
concepto de subvención no reintegrable, y lo que faltare para com-pletar
el otro 50 por 100, como anticipo reembolsable, a largo plazo
y bajo interés. Por motivos que no son del caso analizar, el precepto
de referencia ha sido suspendido recientemente, aunque se tiene la
impresión de que en el Ministerio se vienen realizando los estudios
indispensables para dictar en breve una disposición análoga a la
abolida.
La trascendente importancia que el Poder Público español ha dado
siempre a las obras hidráulicas susceptibles de transformar el secano
en regadío, queda de manifiesto con la sola enumeración de las dis-posiciones
legales y reglamentarias que ha venido promulgando para
favorecer la construcción de las mismas, bien ejecutándobs directa-mente
o ya concediendo inapreciables auxilios a las entidades o par-ticulares
qiie se propongan e~nspr aar t a i nterecmtv !whm creudora
de riqueza nacional.
El otorgamiento de apoyo económico a las obras de esta nstura-leza,
iniciadas por empresas o entidades privadas o por particulares,
ha dado lugar a constantes reparos y oposiciones por parte de los
Organismos que lo conceden, quienes consideran inadmisible que el
Estado llegue, en su generosidad, a dar subvenciones no reintegraloles
o a fondo perdido a favor de particulares, con las que creen que éstos
pueden obtener persona!es beneficios sirviéndose de esos recursos pú-blicos.
Ese asp&to especáfico carece de todo fundamento, ya que la
ayuda se concede directamente a aquellos que transforman el secano
en regadío o a ampliar o mejorar los regadíos ya existentes, pero en
ningún caso a !as empresas o particulares constructores de das obras,
puesto que al fijarle a éstas las preceptivas y oportunas I¿arifas de
uso se excluye expresamente de las mismas la parte de utilidad que
corresponda a esas especiales subvenciones no reintegraloles, para
privarlas así de todo carácter de garantía de interjs y que no puedan
contribuir, directa ni indirectamente, a incrementar los racionales
beneficios de tales empresarios, que sólo pueden lograrlos de sus pro-
T.;OCI ; m w n v n i r \ m ~ ~ -- n v s n n n An lnr< nnfnfalnc pPC&U IIII DIUIVI1-U J II-IUU U- IL*U UYIWUULUY.
.Conforme al indicado procedimiento, el Estado se propone faci-litar
o fomentar esas provechosísimas transformaciones, otorgando
unas subvenciones aparentemente graciosas, pero de las que más
410 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EL "MISTERIO" Y LA "TRAGEDIA" DEL AGUA EN TENERIFE 33
tarde se compensa con creces, a causa del notable incremento que
experimentan las contribuciones, arbitrios y demás impuestos fis-cales
que, para el futuro y en forma permanente, le reportan indirec-tamente
esas mismas mejoras. Aparte de las muchas ventajas de tipo
social que le proporcionan el mejoramiento del nivel de vida del cam-pesinado
y la seguridad de dar ocupación estable y remuneración
decorosa a gran número de trabajadores, que el secano está imposi-bilitado
de absorber; y sin tener en cuenta, ademas, el considerable
aumento que experimentan las producciones agrícolas y, por consi-guiente,
mayor disponibilidad de medios para el sustento de la po-blación.
En realidad, más que de un "regalo" se trata de una muy
reproductiva "siembra". Y para no especular sólo en teoría, interesa
hacer constar, por vía de ejemplo y con referencia a Tenerife, que
para la terminación del canal "Altos de Fasnia a Fañabé", más cono-cido
por "Canal del Sur", el Ministerio de Obras Públicas, a través
de su Direcci6n General de Obras Hidráulicas, le concedió a la em-presa
peticionaria "Aguas XurVt en concepto de subvención no
devolutiva, la cantidad de tres millones de pesetas aproximadamente,
y que solamente el aumento de contribución territorial, riqueza rGs-tica,
que corresponde a los terrenos ubicados en los términos muni-cipales
de Fasnia, Arico, Granadilla, San Miguel y Arona, que con
las aguas que transporta dicho acueducto han pasado a ser en una
pequeña o insignificante porción de regadáo, representa la cantidad
anual de 946.486,08 pesetas, lo que en buen castellano quiere decir
que, en poco más de tres aaais, por ese Gnico concepto fiscal el Estado
ha sido ampliamente reembolsado del supuesto donativo.
Del somero examen que hemos realizado anteriormente se dedu-cen,
sin ningún género de dudas, Zas conclusiones siguientes:
Primera. Que se considera de vital importancia para el Archi-piélago
Canario, y en particular para la isla de Tenerife, el inmediato
restablecimiento de su secular Régimen de Puertos Francos, que con
certera visión de sus verdaderas y permanentes necesidades econó-micas
le fué concedido por Real Decreto de 11 de julio de 1852 y a
cuya suspensión se debe en muy buena parte la frecuencia de las
agudas crisis que se vienen produciendo durante estos (dtimos lustros.
Segunda. Que la dirección agro-económica que ha impuesto al
Archipiélago el desenvolvimiento normal del tradicional Régimen de
Puertos Francos se estima insustituíble, porque siendo excesivamente
costosa la obtend6n de los elementos agrícolas de primera necesidad,
por motivos irremediables y ajenos a la voluntad de sus habitantes,
el finico procedimiento eficaz de seguir suministrándolos periódica-mente
a las Islas no puede ser otro que adquirirlos en el exterior,
utilizando para ello el importe de los altos precios que devengan sus
especiales frutos de exportación, y siempre, como es lógico, que esa
imprescindible función no resulte entorpecida por la implantacibn
del Mercado Com5n Europeo, que tan graves consecsaencias puede
ocasionar al futuro desarrollo económico de Canarias.
Tercera. Que conceptn&ndose exagerrdamente elevado el costo
de toda la producción agrícola insular, se hace de todo p n t o neve-sario
dar a sus explotaciones una. orientación rigwosanzente cientí-fica,
con la finalidad de logmr mayor provecho Ge cuantos elexen-tos-
tierras, semillas, aguas, abonos, Bnseetieidas, etc., e&.-se em-plean
en las mismas, o sea tratando de reducir sus gastos y de aau-mentar
sus rendimientos.
Cuarta. Que dados los altos gastos que supone ;a preparación
de las tierras y el proceso Se dotarlas del agua de riego precisa, apé-llas
y ésta no se pueden dedicar 16gieamente sino a sus actuales ex-p8o
¿actoxs, pos lo q1.12 se estima materiaimentz imposible encontrar
otros cultivos tan extensos como los szctuales, susceptibles de susti-tuir
con semejantes ventajas económicas a los plátanos, tomates y
patatas de exportación.
Qsinta. n,Ue cJki;~;.os & swanu son en Ten&fe & exiguo
rendimiento que de no alumbrarse nuevas aguas, cosa que no parece
por ahora hacedera, o de aprovecharse con la debida urgencia las pbu-viales,
que hoy diacwren i n f r - i a c t o a e al mar por ramblas y
barrancos, la actividad económica presente de la Isla quedará para-l
i lada ~r ain p&$Oi&,G & &SP~I~Pd~I !e8 g p , ~ d ~E8Ie &~sc ~ e ? i ? ~ . t k J "---
ticos que exige su creciente población, q-ae se verá obligada a bus-carlos
en la incierta emigración.
Sexta. Que deben ampliarse, en cuanto sea posible, los planes de
412 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
n "MISTERIO" Y LA "TRAGEDIA" DE& AGUA EN TE*NERIFE 35
repoblación que se vienen desarrollando tan plausiblemente en la isla
de Tenerife por el Patronato Forestal del Estado, con la doble fina-lidad
de incrementar con la mayor premura sus reservas de aguas
subterráneas, y disminuir paralelamente los graves efectos de la ero-sión
que viene denudando sus elevadas cumbres o mont&as.
Séptima. Que se modifique la vigente legislación en materia de
alumbramiento de aguas subterráneas, en lo que se refiere al Archi-piélago
Canario, para dar una más eficaz protección a los aprovecha-mientos
preexistentes, evitando con ello no sólo el excesivo drenaje
a que es sometido su subsuelo, sino al propio tiempo impidiendo las
afecciones que con relativa frecuencia se producen entre las nuevas
y viejas explotaciones, sin facilidad alguna de una inmediata com-probación
y restitución de caudales.
Odava. Qiip p r -1 permnal facultativo del Min_istg.ri~ 0k.l-as
Públicas se estudie y redacte, a la mayor brevedad y con referencia
a la isla de Tenerife, un razonable "Plan de Obras Hidráulicas", que
se halle integrado por los embalses y correspondientes distribuciones
o canalizaciones, indispensables a las necesidades presentes y futuras
de la Isla, coordinándolo adecuadamente con las mejoras de esta clase
ya ejecutadas o en vias de realización por las iniciativas oficial y par-ticular,
al objeto de dar a aquél la debida complementación, y que
comprenda las siguientes: a) Las que deban comer a cargo exclusivo
del Estado, a semejanza de su actuación en otras provincias espa-ñolas;
b) Las que puedan ser llevadas a término por las Corporacio-nes
locales, contando con la ayuda oficial; y 6) Aquellas menos Pm-portantes
que puedan realizarse con ayuda estatal por empresas pri-vadas
o por particulares.
Novena. Que por ningún concepto ni i5nalidad se adopten medi-das
o resoluciones gubernativas que Gii.¿icLtao i í iUi r e d a i ~ i tti endan
a limitar o perturbar el normal desenvolvimiento de los cultivos hasta
ahora fundamentales del Archipiélago, ya permitiendo siembras aná-logas
que puedan hacerles competencia, las que deben prohibirse to-talmente,
o bien estableciendo tasas oficiales a sus productos, porque
de io contrario no sólo se ciesarticuiará a sabienhs su inestable e
insegura economía, sino que se producirá subsiguientemente una in-contenible
e irreparable depresión en todas sus actividades agrícolas,
industriales y comerciales, desde luego hoy de mucha mayor gravedad
Nzlm. 4 (1958) 4x3
36 ~owAs CRUZ GARC~A
que aquellas que tuvieron lugar cuando desaparecieron sus exporta-ciones
de vinos y de tintes animales y vegetales, las primeras al en-fermarse
de iiloxera sus famosos viñedos, y las segundas a conse-cuencia
del descubrimiento de la anilina.
Décima. Que no debe olvidarse jamás que el agua constituye en
Tenerife el forzado módulo de su potencialidad económica, pues no
solamente atiende a las necesidades del abastecimiento de su progre-siva
población, sino que subviene, al propio tiempo, al desarrollo de
su gran puerto, de su agricultura, de su industria y de su comercio.
B
Muchas dudas y vacilaciones nos han dominado, antes de dar a E
conocer este modesto y complejo trabajo, que únicamente tiene por
finalidad estimular el interés de 10s experto^ y est~Uiemsp wra q, - -- m
lo complementen, ratificando, primero, todo aquello, desde luego muy O
E
poco, que pueda ser de alguna utilidad, y limpiándolo, después, de E
2
E todas aquellas otras muchísimas cosas que no se ajusten a una rigu-rosa
ortodoxia científica o doctrinal, y que si las he incluído en este 3
ensayo ha sido, como a la vista est&, por carecer de toda competencia O-específica
en los muchos temas que apunto, aunque sí animado del m
mejor deseo de prestar a nuestra isla de Tenerife algian servicio. O
Con saber que hemos logrado, aunque sea en una mínima porción,
nuestro ambicioso propíasito, y que otras plumas mucho más autori- E a
zadas han sacado de nuestras observaciones y juicios provechosas so- -
luciones, nos daremos por espléndidamente recompensados y satis- -
fechos. O3
B I B L I O G R A F I A
RAMON DE A S C ~ IYO L EÓN-HUERTAT: enerife y sus aguas subte¡-rcénsas. La u-guna
de Tenerife, Imp. de Suc. M. Curbelo, í921.
LUIS G A R ~G~UAIJA RRO: Conferencia sobre La comerciabilidad de los productos
hortifrutfcolas, dada en el Instituto Kacional Agronómico de Madrid. Madrid,
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