C I E N C I A S
RASGOS GEOLOCICOS GENERALES
DE LA ISLA DEL HIERRO
(ARCHIPIELAGO CANARIO)
POR
HANS HAUSEh' . Profesor jubilado de Geología de la Academia de Abo (Finland~a)
SUMARIO
Prefacio -Introducción,-Observaciones previas
Fiszografia general del Hzerro. La región Norte; las tierras altas centrales,
la Península de Restinga; la vertiente Sur. Julán-Orchilla, El Golfo.
Estructura geológzca de la Isla 1 La base o nacleo invisible -2. Antiguas
lavas basalticas, toba volcánicas y aglomerados La formación del altiplano
de la Era Terciaria -3. Aparición de productos sálicos volcánicos en la mese-ta-
4 Las fracturas de la Isla y la posible génesis de E1 Golfo.-5 Una pri-mera
generación de volcanes adventicios -6 volcanes adventicios recientes con
sus "malpaíses" y arenas negras (lapillis y cenizas) -7 Los complejos litoló-gicos
de la Isla -8 Erosión y efectos atmosféricos. Abrasión marina.
Resumen. Evolución geológica del Hierro -Bibliografía.
Las descripciones geoiógicas que se incluyen en ei presente tra-bajo
están fundadas en observaciones hechas por el autor durante
un mes en el año 1963. Hace trece años hice mi primera visita a
este apartado lugar del Océano, y entonces mi interés lo despertó
sus maravillas naturales. Mis estudios de 1963, en cambio, for-
-rr-i-a-r-l- p--a-r.. Lw- u-t1: - u11 -p-ar--u" f;ra-l-l-l-a- I--I-IL~.-S a- -ll-i-p 1l:- iu, que :i--r-1~ u u y t :JL. arrl'uLl:ai-r-r 1l-a-s
vecinas islas de La Palma y la Gomera, y hasta cierto punto la de
Tenerife, donde ya había trabajado en ocasiones anteriores. Los
HIERRO
ROQUES DE SALMOR
0 1 2 3 4 5 6 7 8
I I I l ' l
km
A R E N A S B L A N C A S
P
15'00'
Bzgnos convencaonales (se numeran de arriba a abajo los rectángulos) 1 e Foimación mesbtica de 2 9 'Volcanes basálticos adventicios de una generación an terior, con campos cubiertos por lapillis, etc recl.ente con "malpaIi~".-4 o Campos de lavas y toba 36v enes, coi.respondientes al volcanismo adventicio desplazamientos, como otras veces, fueron sufragados por el Museo
Canario de Las Palmas de Gran Canaria, a cuya institución debo
mi más calurosa gratitud; también el Cabildo Insular del Hierro,
con sede en su capital, Valverde, ayudó a mis excursiones poniendo
un coche a mi disposición, así como un despacho para mis trabajos.
La cuestión más importante para un investigador en la materia
de que se trata era, desde luego, disponer de un buen mapa topográ-fico.
Pero durante mi permanencia en la Isla solamente pude ma-nejar
un mapa a escala 1 : 50.000, que no era muy rico en detalles,
y las líneas de nivel (separadas en 50 m de distancia) daban sólo
una ligera aproximación de la forma del terreno. Solamente des-pués
del regreso a mi cuartel general de trabajo en Tenerife obtuve
las hojas del mapa topográfico de la isla del Hierro, recientemente
editado, a escala de 1 : 25.000. Con ayuda de este mapa ya me fue
posible localizar mejor mis hallazgos y hacer otras observaciones
de una forma más precisa l.
Las muestras de rocas recogidas por mí en el Hierro no han sido
todavía tratadas en el Laboratorio; por ello este trabajo es sola-mente
un informe preliminar, con el fin principal de caracterizar las
manifestaciones volcánicas en sus variados aspectos y dar una des-cripción
de la característica más destacable de la Isla: la gran
Bahía de El Golfo; y a la vez, exponer una explicación de su pro-bable
modo de formación, que parece estar íntimamente ligado
con el del conjunto de la misma Isla.
El mapa que se acompaña en este trabajo es una copia redu-cida
del existente a escala 1 : 50.000, mencionado anteriormente.
La isla del Hierro (antiguamente llamada Ferro) es una de las
más pequeña del Archipiélago Canario y forma la parte más
Sudoccidental del mismo. Se encuentra situada entre las coorde-nadas
geográficas 270 51' y 27" 37' de latitud N., y 18" 14' y 18" 16'
En 1963 se publicó el mapa 1:10 000 de toda la isla, llegado a mi poder
tardíamente.
4 IIANS IlAUSEN
de longitud O. del meridiano de Greenwich. Su superficie es aproxi-madamente
de 277 Km2; es más pequeña que sus dos vecinas
Gomera y La Palma, que forman conjuntamente el grupo llamado
de las Islas Menores. La cima más alta del Hierro alcanza 1.501 m
sobre el nivel del mar: es el volcán de Malpaso, que yace en el
borde interior de la Bahía de El Golfo. Hay también bastantes otros
puntos que alcanzan más de los 1.000 m de altitud, con lo que la
pequeña Isla es relativamente de una altura considerable. Las
aguas oceánicas que la rodean son, por otra parte, muy profun-das:
el fondo llega hasta los 3.000 m y más en las simas entre el
Hierro y las Islas vecinas más cercanas. Yendo hacia el O. del
Hierro se encuentran en seguida aguas muy profundas: la línea
a
batimétrica de los 4.000 m pasa no lejos de la punta occidental de N
la Isla, y aún más adentro, en el Atlántico, se llega a más de los E
O 6.000 m. Tal sucede en la cuenca de la llamada Fosa Canaria, que se n--
encuentra al E. de la cordillera oceánica. m
O
E
El Hierro difiere de las otras Islas Canarias no solamente por E
2
su tamaño insignificante, sino principalmente a causa de tener =E
una forma muy extraña, presentando un arco abierto hacia el NO. : 3
la Bahía de El Golfo. Parece claro que la Isla tuvo alguna vez --
mucha más extensión; luego debió haber ocurrido un proceso des- e m
E
tructivo en gran escala que la empequeñeció. O
Esta Isla ofrece a los geógrafos y geólogos muchos aspectos
interesantes que vale la pena investigar. Pero hasta el momento,
el trabajo realizado por los viajeros científicos que la han visitado
no es muy amplio ni detallado. En este artículo trato, pues, de dar
un resumen de las condiciones geológicas del Hierro, exponiendo
mis propias observaciones. El material recogido no está aún estu-diado
con mucha precisión ; de aquí el carácter preliminar del pre-sente
trabajo. Espero presentar en el futuro un informe más deta-llado
sobre la geología y petrografía de la Isla, y mostrar al
menos un mapa geológico resumido basado en las hojas topográ-ficas
del Hierro recientemente adquiridas a escala 1 : 25.000, que
mencionamos anteriormente.
Las principales cuestiones a tratar ahora son: Ias cualidades
. - - -- * -
litológicas y estratigráficas, la tectónica, las manifestaciones vol-cánicas,
el problema de El Golfo y la acción de los agentes exóge-
550 AhiUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS
RASGOS GEOI~GICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 5
nos originando la alteración, erosión y abrasión marina a lo largo
de las costas. A las descripciones se acompaña algún material ilus-trativo,
principalmente fotografías tomadas por mí mismo en va-rios
puntos de la Isla.
OBSERVACIONPERSE VIAS.
Como se ha señalado ya, el Hierro ha despertado interés en
relativamente pocos geólogos y geógrafos, explicándose esto fá-cilmente
por la situación remota de la pequeña Isla y su falta de
facilidades de comunicación. Podemos brevemente enumerar los
nombres y obras de anteriores visitantes especialistas en las
ramas de las Ciencias mencionadas, y resumir sus logros más im-portantes.
Remito al lector también a la lista bibliográfica al final
Anl n.nacian+n inn hn in
ubi yr oo-iibb Lr auojv.
El primer geógrafo y geólogo que visitó esta alejada Isla fue
el alemán iKarl von E'ritsch en el año 1863, el bien conocido explo-rador
de las otras islas del Archipiélago (1867-1868) ; durante sus
viajes realizó muchas medidas en las Islas y entre ellas en el Hie-rro,
y publicó un mapa a pequeña escala de esta Isla, además de
la 'Gomera y de Gran Canaria.
Años después, en 1894, Otto Wialter publicó un estudio petro-gráfico
de la colección de rocas formada por von F'ritsch, y, en el
mismo articulo, este Último dio una relación más detallada de sus
observaciones geolihgicas y topográficas. Esta fue la primera pu-blicación
importante sobre el Hierro, y asimismo la primera que
trataba de las rocas de la Isla.
Oscar Simony, el bien conocido investigador de la Geografía
y Geología de las ,Canarias, publicó en 1890 sus comentarios acer-ca
del grupo occidental de las Islas del Archipiélago ,(Hierro, La
Palma, ~ ome r a )a,c ompañando tres mapas a pequeña escala de las
respectivas Islas.
En el año 1906 el vulcanólogo alemán Walter von ,Knebel dio a
la publicidad una breve característica geológica de las islas de
La Palma y el Hierro, y trató de explicar el origen de las dos gran-des
"calderas" que existen en ellas. En el caso del Hierro, la opi-nión
de von Knebel de que la Bahía de El Golfo puede ser el resul-
6 HANS HAUSEX
tado de alguna explosión gigantesca, me parece extremadamente
incierta. Respecto a la "caldera" de La Palma, hablaré de ello en
otro trabajo ahora en preparación; también en este caso la inter-pretación
de von Knebel no parece acertada. Von Knebel no ha
examinado todas las partes del Hierro, basando su informe sólo en
observaciones bastante precipitadas, y en cuanto a las rocas, no
hace ninguna reseña de las mismas.
En 1908 Lucas Fernández Navarro dio cuenta de sus observa-ciones
en el Hierro y describió también los principales tipos de
rocas, siendo el primer informe de esta clase sobre la Isla. Visitó
todas las partes de la misma, dando en su descripción una precisa
imagen de su naturaleza insular. Presta, desde luego, mucha aten-ción
a la gran semi-"caldera" de El Golfo, y trata de explicar su a
N
génesis; considera la Bahía como un cráter de explosión, al igual E
que Xnebel, y opina que debe ser de la misma edad que Las Cañadas O
n -
del Teide en Tenerife; cree que una mitad de la "caldera" de El
- m
O
E Golfo ha debido desaparecer en el Océano. E
2
En el año 1910 Curt Gagel describe las Canarias, y entre ellas =E
el Hierro, reproduciendo el pequeño mapa dibujado por von F'ritsch
3 (1867-68). En cuanto a lo que se refiere al origen de El Golfo, cree -
que no puede representar la consecuencia de una explosión volcáni- -
0m
E ca, ya que no hay depósitos piroclásticos en las alturas circundan-
O tes de la Isla, que hubieran debido ser depositados como conse-cuencia
de la enorme explosión. n
-E
En el mismo año 1910 los botánicos franceses J. Cottreau y a
2 P. Lemoine publicaron un artículo acerca del supuesto hallazgo de n
un fósil cretácico en e1 Hierro (y también en otras Islas). E1 ha- 0
Ilazgo fue hecho en la costa noreste, siendo un caso misterioso, ya O3
que aquí la costa es enteramente volcánica. Algunos años más tarde
Lucas Fernández Navarro (1918) demostró que ese estudio no debía
de tenerse en cuenta.
Este mismo autor (L. Fernández Navarro) publicó más tarde
(1924) un resumen sobre el volcanismo canario y después (1926)
una descripción de las Canarias, incluyendo el Hierro, con ocasión
del Congreso geológico internacional que se iba a celebrar en Ma-drid.
En 1931 apareció la separata especial sobre las Islas Atlánticas
552 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEOL~GICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO i'
del gran trabajo de F. von Wolff: Der VuZkanismus. Dedica un
capitulo a las Canarias, y el Hierro está también caracterizado bre-vemente
en él. La exposición más destacable con respecto a esta
pequeña Isla es de naturaleza estratigráfica. Apoyándose en los
viajes y falsas noticias de Cottreau y Lemoine acerca del hallazgo
del fósil cretácico en el Hierro, determina que la base estratigrá-fica
de la formación basáltica del Hierro ;es de la Edad Cenoma-nense
o Turonense! Consecuentemente las lavas del Hierro son de
la época Senonense. La inclusión de tipos de rocas profundamente
asentadas en las lavas extraídas del interior de la Isla puede, según
von Wlolff, derivarse de lacolitos "ciertamente no más antiguos que
del Oetácico inferior". Estas deducciones, basadas sobre el falso
hallazgo de fósiles de invertebrados, no pueden, desde luego, man-tenerse,
y la idea de lacolitos cretácicos s610 fue plausible para este
autor.
En el año 1935 E. Jérémine publicó una breve contribución a
la petrografía del Hierro y la Gomera. De la primera Isla describe
algunas muestras recogidas por M. Denizot. Más adelante volve-remos
a citar con cierta extensión sus resultados. Uno de los tipos
de roca lia sido sometido a análisis químico (ankaratrita).
En 1945 Simón Benítez Padilla pblicó una interesante reseña
sobre la geología canaria. En esta publicación trata también del Hie-rro,
y dice, contrariamente a la concepción de Lucas Fernández
Navarro, que no hay necesidad de postular un gran desplazamiento
tectónico para explicar la desaparición de la mitad occidental de
la Isla: el impacto del rompiente incesante de las olas puede con-siderarse
suficiente para lograr este resultado.
El geólogo suizo Mauricio Blumenthal ha publicado en 1961
una reseña de geología canaria, que incluye todas las Islas, y en lo
que concierne al Hierro dedica algunas palabras a la génesis de
Ei Goifo ; encuentra que es ia mitad restante de una gran "caldera".
Las obras, capítulos o párrafos citados anteriormente son,
como vemos, no muchos y las informaciones relativamente escasas,
especialmente cuando haya de considerarse el terreno rocoso, y el
misterio C e! I I G olfo parece que h51 p emz n e ~ i dsi~?? ~ PSOIVYLw, ~ i s t ~
de las opiniones divergentes anotadas en la bibliografía sobre este
tema.
8 HANS HAUSEN
Hoy las condiciones para estudiar la geología de esta Isla son
afortunadamente mucho mejores que anteriormente, ya que dispo*
nemos de nuevos mapas topográficos con escalas apropiadas. Apro-vechando
este material cartográfico es evidente que se necesita
mucho más tiempo para que todos los detalles hayan sido investi-gados
y se hayan colocado en sucesión estratigráfica general un
número suficiente de muestras de rocas.
~~SEOGRAF' ÍAG ENERAL DEL HIERRO.
Antes de comenzar con las cuestiones geológicas de la Isla, con-viene
dar un vistazo a los diferentes aspectos del paisaje y las a
manifestaciones superficiales de la estructura interna. El Hierro
es un pequeño y extraño mundo de características bastante singu- O
!"ares, y qüe yarlar, de ü ~ paar te a &ra de !u. I&. Parece, ~ P Q~ ,T G -
n - m
piado hacer la descripción regfón por región. De hecho, hay varias O
E
subregiones dentro de este área restringida. Comenzando por el E
2
E Norte tenemos :
3
La región Norte (en dirección Sur, hacia San Andrés).
Tenemos aquí un paisaje dominado por un terreno central alto,
n
que podemos llamar de las Montañas de Valverde-Tiñor. Alcanzan -E
alturas de más de 1.100 E. (Montaña de los Cepones. 1.137 m. máxi- a
2
mo). Consisten en un grupo de volcanes relativamente antiguos, n
n
que se han unido en un solo grupo. Desde éste, un sistema de ba-rrancos
radiales corren en varias direcciones hacia las costas. En 3
O
alguna de las colinas hay grandes cráteres en los cuales el agua
de lluvia se deposita y desagua a través de un sistema de barrancos
secundarios que se juntan a los principales más abajo.
Estos conos centrales, que parecen estar constituidos princi-palmente
de material volcánico suelto, han enviado lavas en mu-chas
direcciones, alcanzando la costa. Estas lavas son de bastante
antigüedad, ya que se han abierto barrancos en ellas. El depósito
de agua de Valverde está situado al pie de uno de estos cráteres
de "caldera7' elevada, que actúa de recolector. La humedad es
554 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
traída por los vientos alisios, que casi diariamente barren las cimas
de esta región.
Las laderas más bajas, en el N. y el E. de esta altiplanicie, están
constituídas principalmente por las lavas mencionadas, pero tam-bién
hay numerosos conos de cenizas a diferentes alturas, haciendo
más complicadas las condiciones del relieve. Estos conos parecen
ser de edad más moderna que las lavas de las tierras altas.
Hacia el occidente de las alturas centrales nos encontramos
con una superficie suave y larga, en dirección NNO., que tiene algu-nos
conos de cenizas. Las lavas aquí no han salido de los conos cen-trales,
sino de otros conos más meridionales. Tal superficie está
limitada hacia el 0. por la escarpadura de El Golfo.
Las costas alrededor de la región septentrional son escarpadas,
generalmente sin puertos, excepto el Puerto de la Estaca en el E.,
qUe ha side creade p r ~ r c,m = de czniza r n ~ dUi ~es trüido.
Aparte de esto hay riscos empinados en la mayoría de las par-tes
de la costa, especialmente en el N. y NE. Una pequeña y resguar-dada
bahía es la formada por EZ Rb en Tamaduste, demasiado
poco profunda para los buques, pero usada por los pescadores.
Toda la región es rocosa y desolada y barrida por los alisios.
Sólo en las alturas, por encima de Tiñor, hay una especie de vege-tación
de arbustos.
Las tierras altas centrales (entre Tiñor y El Pinar).
Esta parte de la Isla tiene alturas de unos 1.000 m. (1.300 máx.
650 min.), formando un terreno bastante llano, una meseta elevada.
Esta está, sin embargo, inclinada hacia el SE., y su límite alto
occidental está formado por la escarpadura de El Golfo. En el
SE. encontramos wa euuta empinada, espxiaherite debajo del
pueblo de Isora, donde Ia bahía de Las Playas pone límite a la
tierra. Toda la región se caracteriza por contener un gran nú-mero
de volcanes adventicios, presentando todos los conos de
ceniza cráteres o cráteres de "calderas", bien conservados. El
terreno, entre el!q e&& CI~~IIPS~I principdmente: de pmd~ctcs
volcánicos sueltos y desgastados por la acci6n atmosférica, quizá
cementados cerca de la superficie por lavas. Se ven muy pocos
10 IIAPiS HAUSEX
barrancos formados por las aguas, y los que existen están casi
todos secos. La región aparece prácticamente inatacada por la ero-sión,
si hacemos la excepción de los flancos de algunos de los conos
mayores, tales como el Monte de Timbarombo (v. fig. 4) y otros
en las cercanías.
En la parte de las tierras altas, que está cruzada por el pa-ralelo
27" 44', las bahías en el O. y en el E. han estrechado dicha
tierra alta hasta una "cintura" de sólo un poco más de 2 Km de
ancho. En un futuro no muy lejano geológicamente, el conjunto
de la Isla se dividirá aquí en dos partes. Un fenómeno similar se
encuentra en Gran Canaria, en las tierras altas centrales, donde
hay un estrecho "istmo", la Cruz de Tejeda, separando la "caldera"
de dicha Tejeda de la cabecera del Valle del Guiniguada (Barranco
de la Mina).
El tipo de paisaje representado por ias tierras aitas dei Hierro
no es de ninguna manera un fenGmeno común en las Canarias.
Todas las tierras altas (las Cumbres) en las otras Islas están for-madas
por colinas debidas a la erosión, si hacemos excepción de
la región del Teide en Tenerife. El terreno alto llano, en el Hierro,
puede haber sido controlado por las capas de lava, etc., que han
formado estas tierras altas. Pero conos de cenizas situados sobre
esta base nos indican que han sido originados posteriormente.
La pendiente general de la meseta alta, desde unos 1.350 m en -E
la escarpadura de El Golfo hasta los 700 ó 650 m en el borde de a
Las Playas, puede ser de origen primario y no causada por una n
inclinación tectónica posterior.
3
O
La Peninsuía de Restznga.
Esta prolongación en la parte Sur de la Isla comienza en las
proximidades del pueblo de Ta$bique y tiene la forma de una ladera
ancha y relativamente suave. No hay limitación natural con el área
de las tierras altas, y el aspecto general es bastante parecido, salvo
que muchos de los conos adventicios parecen más recientes, y tai
es el caso de sus coladas de lava, que en parte son "malpaíses".
556 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEOL~GICOGESX ERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 11
La parte septentrional de la larga ladera pertenece al área de
bosques de la Isla, en donde se conocen muchos ejemplares de Pinus
Canariensis de tamaño gigante y muy viejos. En esta región el
suelo es predominantemente de antiguo material piroclástico ero-sionado,
pero según avanzamos hacia el Sur encontramos cada
vez más lavas negras, de edad más moderna, emitidas de un cierto
número de conos esparcidos por toda el área. Una mirada al mapa
revela que toda esta península meridional, formada por la emisión
de lavas modernas, representa una posterior adición al antiguo
cuerpo de la Isla.
El área de Restinga constituye una parte resguardada de la
Isla, y el cultivo de la vid predomina. Las costas son muy escar-padas
en el Este -la prolongación meridional del acantilado de
Las Playas-; la costa Sur es mucho más baja, pero tiene siempre
un empina60 faraiión formado por ias iavas que terminan aquí.
Las lavas jóvenes forman en ciertos sitios anchos terrenos sua-ves.
Los Llanos de Irama han sido elegidos como el futuro aeró-dromo
del Hierro.
La vertiente Sur: JuZán-OrchQh.
Esta parte de la Isla, larga y alta, fuertemente inclinada hacia
el Sur, forma al mismo tiempo la orilla meridional de la Bahía de
El Golfo, limitado en este lad'o por una vertiente abrupta.
En contraste con las tierras altas centrales, no tiene tantos
conos adventicios, si hacemos excepción de la parte más oriental
y la región de Orchilla, en el extremo suroccidental. Pero toda la
ladera está cubierta por espesas capas de lavas que han fluido de
algunos volcanes en la misma línea de la cresta: tales los Montes
de Malpaso y Tenerife, así como algunos otros más hacia el Oeste.
Estas capas de lavas que aparecen algo seccionadas por barrancos
que llegan hasta el mar, están a su vez cubiertas con un espeso
manto de cenizas negras y lápillis en muchos kilómetros a la re-donda.
La mencionada escasez de conos adventicios puede en parte
depender del hecho de que los más viejos, situados en las laderas,
han sido cubiertos por estas iavas posterlores.
La región de OrcMlla y las laderas superiores de la misma
tienen un mayor número de conos. Son en varios casos más anti-
12 IIANS I-IAUSEN
guos, pero muchos parecen muy recientes y con "malpaís" rugoso,
bajando hasta la costa. El Faro de Orchilh descansa sobre el borde
de una de estas corrientes de lava, emitida por la Montaña de
Orchilla, que está en las cercanías.
Toda esta región carece de árboles, es desolada y está inha-bitada,
exceptuando el Faro. Las costas son inaccesibles, y espe-cialmente
la del Oeste, en la Bahía de los Negros, que es un risco
de algunos cientos de metros y que tiene una extensión N.-S. de
2 Km. Una rama de la carretera sigue la línea de la cuesta, girando
alrededor del extremo de la península para alcanzar el pueblo de
Sabinosa, en el lado Norte de la divisoria.
El Golfo.
El anfiteatro de El Golfo tiene un diámetro de unos 15 Km
desue Punta de Arenas Blancas hasta los Roques de Saírnor en el
Noreste. Las alturas de la línea de circunvalación están en alti-tudes
máximas de 1.500 m (Malpaso) y menores a lo largo de
ambos extremos, es decir, hacia el N. y el O. Los precipicios cir-cundantes
son más empinados en la región de La Frontera, en el
Rzncón de Ixzque (v. figs. 14 y 15 de la lám. V), y también en la
parte más occidental hacia el O., en Sabinosa. En el sector cen-tral
hay gran cantidad de coladas de lava que, con sus correspon-dientes
conos, han contribuído a suavizar la pendiente. Las lavas
que han alcanzado la costa han formado también una tierra baja
de alguna elevación, que oculta completamente el fondo original
de la "caldera". El aspecto general de la Bahía de EZ Golfo no es
el de un perfecto semicírculo: son muchas las irregularidades. Un
obstáculo importante es el cono volcánico relativamente reciente
de Taganasoga, con su gran cráter adosado al lado N. de la ladera
a! Sur de1 CMfo.
No hay apenas verdaderos barrancos surcando las laderas. Si
en tiempos antiguos pudieron haber existido algunos, han sido
rellenados por completo por corrientes de lava posteriores.
Las partes superiores de la línea de circunvalación son, sin
embargo, todavía abruptas, y muchos taludes caen en tiempo de
lluvias, haciendo así más ancho el arco. Las paredes de las mon-tañas
circundantes condensan la humedad de los alisios, acumu-
558 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Iándose en espesos bancos que se fijan a lo largo de toda la pared,
formando un panorama típico a diario. Esta humedad (a menudo
en forma de lluvia) ha creado un frondoso crecimiento de arbustos
y árboles -la Laurisiivcxi, con su rica subvegetación. Sólamente
en el sector más occidental, entre Sabinosa y Arenas Blancas, no
hay bosque ni vegetación de arbustos notable.
A pesar de todas las lavas que se han acumulado aquí, también
existen algunos llanillos de material aluvial, en la región costera,
Fig 1 -Parte del acantilado de El Golfo, vista hacia el Norte con el Rtncón de
Izique A la derecha y en primer término, el altiplano central de la lsla (de mas
de 1000 metros de elevaci6n) Se nota el borde dentado formado por erosibn y
desprendimiento Dibujo copiado de una fotografía tomada por M Blumenthal
en donde es posible el cultivo. De igual forma unas laderas más
elevadas han sido transformadas en algunas artes en cultrvo en
terraza o bancal de viñas. La línea de la costa es árida y escasa-mente
apropiada para el refugio de embarcaciones, y lo que se
ven son principalmente rugosas rocas de lava que se extienden
hasta la punta extrema de La Dehesa o Arenas Blancas en el Sur-oeste,
donde el rompiente es fuerte y destructivo.
Las vías de comunicación con los poblados en las tierras bajas
costeras eran hasta hace poco senderos difíciles; ahora está fun-cionando
la carretera de San Andrés pasando por la Degollada del
Bailudero de las Brujas. Pero esta carretera esta parcialmente ave-riada
desde hace muchos años, por lo que siempre hay en curso
trabajos de reparación (aspecto del borde, v. fig. 1).
Como miembro del Archipiélago Canario, el Hierro difiere de
las otras Islas en muchos aspectos, y no sólo en cuanto a su pe-queño
tamaño. Su composición petrográfica parece ser mucho más
simple que la de las restantes y, por lo tanto, es probable que su
evoluciór, geológica haya sido menos complicada y con relativa-mente
pocas fases. Esta simplicidad en la estructura geológica
puede, sin embargo, ser hasta cierto punto el resultado del poco
conocimiento del terreno, ya que la Isla ha permanecido casi en
absoluto fuera de la ruta de los viajeros científicos que transita-a
ban por el Archipiélago, o ha sido objeto de sólo rápidas aprecia- N
ciones. Yo he dedicado al& tiempo a su estudio y a recoger ma- E
O terial, pero aún habrá mucho que hacer para futuros investiga- n--
dores, especialmente en lo que respecta al conocimiento detallado m
O
E
de la historia magmática. Con esto quiero significar la necesidad E
2
que hay de ejecutar el examen, escalón por escalón, de los grandes -e
perfiles que la Naturaleza ha creado a lo largo de las costas, en
las que están señalados los rastros de esa evolución endo- y exógena. 3
-
Ahora sólo puedo dar aquí una breve reseña de los principales -
0
m
E elementos estructurales de la Isla, no entrando en descripciones
O detalladas de los tipos de rocas de que se trata. g
Hay, desde luego, otros problemas que considerar en esta Isla. n
E Así, es de gran interés reconstruir la historia de la geología dinámi- -
a
ca de ella, principalmente de todos los cambiantes aspectos del 2
n
vulcanismo, desde sus huellas más antiguas hasta las más recien- n
tes erupciones, y seguir los cambios en la composición de sus pro- = O
ductos (evolución magmática). Tal revista de los acontecimientos
dinámicos incluiría también la cuestión de la formación de la gran
BahEa de m &!fe, e! más extraño f e n h e x de esta p q ~ e ñ aI.d a,
cuya grandeza está en el más impresionante contraste con la cir-cunferencia
de la misma. Además hay varios problemas acerca
de las fuerzas geológicas exógenas y de cómo han cooperado con
las endógenas para formar lo que lleva el nombre de Isla del Hierro.
Alrededor de todo esto ha^ muchos thpiros, y está aqiri faera
de la cuestión el tratarlos en sus detalles; sólo se presenta ahora
un simple esquema de dichos problemas.
560 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 15
A continuación procedemos partiendo de las formaciones más
antiguas hasta llegar a las más modernas.
l.-& base inWbZe (o núcleo de la Isla).
En el Hierro no encontramos ninguna vieja base soportando la
sucesión de lavas basálticas y aglomerados de tobas volcánicas y
conos de cenizas que componen la estructura de la altiplanicie: el
conjunto de la parte emergida de la Isla. En este sentido el Hierro
es único entre las Canarias Occidentales. En la Gomera hay
abundantes afloramientos de un antiguo complejo que sirve de base
a la Isla, alcanzando alturas de unos 800 m en la costa septen-trional.
En La Palma se ve una base en el fondo de la gran Cal-dera
de Taburiente, excavada en el mismo centro de la Isla. Pero
j 7 q~ in n e! ~nmp!& hasal de! Hierroi prohahlem-ente de com-posición
similar a la de las Islas vecinas, no está muy por debajo
del nivel del Océano, por lo menos en algunas partes. Así, cerca
de la costa, debajo del pueblo de SaMnosa, está el bien conocido
establecimiento balneario del Pozo de b Salud, un pozo que alcanza
sólo poco más de 10 m. de profundidad, con respecto al litoral que,
sobre el mar, forma un empinado risco de basalto. El pozo alcanza
el nivel del mar; el agua, que es ligeramente radioactiva (según se
dice), pertenece al nivel de base de la Isla (zona de agua basal).
Cuando visité este lugar, me condujeron a un nuevo pozo en
las cercanías, que también alcanza el nivel de base; mi atención
se dirigió hacia los montones de fragmentos de rocas que había
alrededor, extraídas del pozo. La roca dominante aquí es de un
tipo verde grisáceo, de grano fino, recordando exactamente una de
las meta-diabasas (espilitas) de la Gornera y La Palma. El terreno
rocoso en la superficie es basalto. Por ello yo pienso que el com-plejo
de base se ha alcanzado aquí, y que el límite entre éste y la
formación mesética superior puede coincidir con el nivel del agua
de base (plano). Es inseguro el que perforaciones profundas a lo
largo de la costa de El Golfo, en otros puntos, alcanzarían la base
en cuestión. Pero quizá una prue%a así daría resultados en el sector
Noreste, por ejemplo debajo de La Peña.
Para comparar, podemos observar las condiciones de La Palma.
16 HANS HAUSEN
Aquí, la base expuesta a la vista ahora en la gran Caldera de Ta-buriente
seria asimismo invisible si la Isla estuviese más hundida
de lo que está. Si así fuera, el trabajo de la erosión se habría para-do
en un nivel más alto, antes de alcanzar la base de la formación
de la cobertera.
Algunas muestras de las rocas de la base antigua del Hierro se
pueden encontrar entre las muchas fracciones que han sido verti-das
a la superficie por explosiones volcánicas en los muchos conos
adventicios repartidos por la Isla o incluidos en coladas de lava que
han surgido de ellos. De hecho Otto 'Walter (1894) da cuenta de
tales fragmentos extraños, particularmente en tobas volcánicas
(en Malpaso), y en inclusiones en lavas (Las Playas) . Estos frag-mentos
de roca recuerdan una de esas antiguas rocas basales que a N
han sido encontradas en La Palma, la Gomera y Fuerteventura, dice
Walter. O
n -
Pero aún si nos faltasen pruebas de tales rocas de base, podemos - m
O
E con certeza suponer su existencia. Está claro que las grandes Y E
2 repetidas efusiones de lavas basálticas y la deposición de sus tobas
=E
y aglomerados debe haber tenido un fondo rocoso en el que poder
depositarse. Una concepción similar ha de aplicarse también a 3
-
Lanzarote, en el extremo oriental de las Canarias, ya que la for- -
0m
mación más antigua aquí conslste en una serie de tableros de !avas E
basálticas, to'hs y aglomerados. O
-
E
2.-Antiguas lavas basálticas, tobas volcánicas y aglomerados. a
La formaczón altiplánica de la Era Terctaria. n
La formación geológica visible más antigua en el Hierro, 3
O
que se ha de estudiar en la superficie, son las capas basálticas
con sus diques y quizá algunos conos de cenizas enterrados, que
constituyen el conjunto de la parte supramarina de la Isla, y que
tiene un espesor total de por lo menos 1.000 m (probabalementem ás).
Constituye una pila que descansa casi horizontalmente, una for-mación
de tipo meseta, bien potente en alguno de los grandes pre-cipicios
que confinan la extensión de dicha meseta. Esta forma-ción,
sin embargo, no puede ser estudiada en la superficie de la
misma altiplanicie, debido a la cubierta continua de productos vol-
562 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 17
cánicos posteriores, salidos de los muchos conos de cenizas, de los
que trataremos más adelante. Y, en contraste con varias de las
Canarias, al Hierro le faltan barrancos cortando la superficie, que
revelarían la estructura interna también en las partes interiores
de la Isla.
La extensión primaria de esta meseta era, sin duda, más
grande que ia actual, lo que se puede demostrar estudiando los
acantilados costeros en Las Playas o las escarpaduras de la Bahía
de E1 Golfo. h s estratos horizontales están cortados de manera
abrupta en su primitiva prolongación hacia el mar. El antiguo te-rreno
firme que existía aquí antes de la formaci6n de El Golfo puede
haber tenido la forma de un volcán de escudo de lava que intermi-tentemente
se hacía más amplio con el paso del tiempo. Parece
que el principal orificio (u orificios) estaba dentro de lo que hoy
es la gran Rahía de El Golfo. Probablemente las lavas fueron emi-tidas
no desde una chimenea determinada, sino desde grandes fisu-ras
por varios sitios, cosa corriente donde se han expulsado lavas ba-sálticas
de poca viscosidad. Tales lugares de emisión, desde luego,
no persistían durante todo el tiempo de las erupciones de esta
enorme masa de material. Al progresar la actividad se abrieron
también otros orificios, parcialmente a partir de chimeneas locales,
ya que la emisión ha puesto de manifiesto a la observación conos
enterrados en el gran perfil de la formación. Pero también se abrie-ron
numerosas fisuras, como puede verse fácilmente en los perfiles
geológicos existentes, en que se notan profundas zanjas de paredes
abruptas llenas con lavas basálticas. Muchas de ellas pueden haber
jugado el papel de canales alimentadores de las lavas extendidas
sobre la suqerficie de la meseta.
Acerca de la petrografia de las lavas y los depósitos piroclás-ticos
en la formación mesética, hay aún escasa información. La
mayor parte de las muestras recogidas por los primeros visitantes
pertenecen a las formaciones volcánicas más jóvenes. Yo mismo
he tomado algún material de la gran pila central, bien es verdad
que de naturaleza muy ocasional. Se tratará de ello en una publi-cación
posterior.
La formación en cuestión consiste en una serie de capas de
lavas no estrictamente concordantes, tobas y aglomerados, como
18 HANS HAUSEN
ya señaló Otto Walter (1894). Una capa de lava adelgazará
en seguida y desaparecerá, mientras otra crecerá hasta alcanzar
gran espesor, mostrando excelentes formaciones de columnas como
pilares exagonales, según podemos ver a lo largo de los acantilados,
en Puerto de la Estaca en la costa oriental, a lo largo de la carre-tera
entre Valverde y San Andrks, por los kilómetros 15 y 16. En
los otros perfiles geolbgicos hay enormes masas de aglomerados
o tobas o palagonitas. Dentro de la Bahía de El Golfo están a la
vista, como observó Wialter (von Fritsch), conos de cenizas ente-rrados,
indicio de que el desarrollo del gran volcán fue acompañado
por vulcanismo adventicio en ciertos períodos.
La estructura interna de las series meséticas, es decir, el anti-guo
volcán de escudo, no es por lo tanto perfectamente regular: a N
tiene irregularidades locales. No obstante, la serie posee una incli- E
nación bastante constante en direcciones distales, siendo, sin em- O
n -
bargo, en general, pequeño el buzamiento.
- m
O
E Pero hay una excepción importante a este comportamiento. E
2
Si examinamos el extremo meridional de la circunvalación -la =E
península Julán-Orchilla-, podemos encontrar una fuerte inclina-ción,
de unos 30°, hacia el Sur, mientras que en la parte restante de 3
-
la Isla la disposici6n general es bastante horizontal o suave. -
0m
E Podemos preguntarnos: ¿cuál pudo ser la causa de este compor-
O tamiento diferente ?
Creo que sólo hay una explicación: el extremo meridional se n
-E
inclinó hacia el Sur en el curso de grandes desplazamientos que di- a
vidieron el antiguo volcán con su gran pila de basaltos volcánicos; 2
n
coladas de lava posteriores, surgidas de orificios recientes del &ion- 0
te Tenerife y del Monte de Malpaso, los dos volcanes más impor- O3
tantes que coronan la línea de cresta del bloque inclinado, han
cubierto concordantemente la superficie en pendiente; y lo mismo
puede &cllsea cerca de la, espesa capa de eii ten-tral
de esta ladera sur.
De esta forma, el antiguo volcán ha sido muy maltratado y
modificado, y lo que ha quedado es únicamente una ruina del mismo.
Típico de la estructura interna de la serie de la meseta, es decir
2-1 ---1,..c-uc;~
vurcdn, es :a multitud de diques existentes, rrí;tyüi;rríeiiie en
posiciones muy inclinadas, como puede verse por ejemplo en el
564 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
gran Rincún de Ixzqwe (v. fig. 15 en la lám. V,). Estos diques están
bien manifiestos no solamente en el acantilado de El Golfo, sino
también en otros riscos escarpados a lo largo de las costas, prin-cipalmente
en los enormes precipicios de Las Playas en el Sureste,
lo que ya fue observado por Walter (von Fritsch). Estos diques son
de composicih basáltica en muchos casos, pero también los te-nemos
de naturaleza sálica, como se describirán en otro párrafo.
No hay hechos ciertos acerca de la edad de todas estas mesetas-diques;
lo más probable es que sean en ciertas partes contempo-ráneos
del antiguo volcán, y en otras de los tiempos posteriores
de las fracturas.
Los datos conocidos hasta ahora indican la presencia de una
serie de lavas (y diques) alcalino-basálticas, y no hay casi ninguna
duda de que la formación pertenece a la misma serie mesética que
aparece en la 'Gomera y en La Palma (la cobertera descansa aquí
sobre las antiguas rocas del núcleo). Otras analogías encontra-remos
en Tenerife (Teno y Anaga) , en Gran Canaria (costa occiden-tal),
en Fuerteventura (Jandia, etc.) y en Lanzarote. Resumiendo :
el Hierro parece ser el testigo más occidental de una vieja forma-ción
basáltica que cubrió una superficie submarina (?) pre-Caná-rica,
en la época anterior a la ruptura por fallas. La edad geológica
exacta de esta formación no es conocida. Yo he sugerido, en un
artículo anterior, una edad Eocéniea para la misma, y e1 hiatus
en la estratigrafía con respecto a los complejos inferiores puede
ser muy grande. Esta laguna de continuidad es invisibIe en nuestra
Isla, según dijimos anteriormente.
El Hierro representa con esta meseta un conjunto muy remoto
y aislado, rodeado probablemente por grandes fracturas. Las aguas
circundantes son proporcionalmente muy profundas. Entre el Hie-rro
y La Palma los sondeos alcanzan los 3.000 m, y en la fosa que
separa la Isla de la de la Gomera hay un fondo de 2.000 m. Todo
esto probaría los primeros grandes desplazamientos, sin hablar
de las tremendas profundidades que se encuentran en pleno Atlán-tico
no lejos del Hierro, donde se han registrado sondeos de 1 m n
6.000 m. en la llamada Fosa Canaria. El Hierro juega el papel,
de forma dramática, de "Fin del Viejo Mundo" hacia el Oeste.
20 HANS HAUSEN
3.-AparicZón de productos volcúnicos sálicos relacionados con la
serie mesética.
En las publicaciones de los primeros investigadores no hay
datos acerca de la existencia de rocas volcánicas, lavas o diques,
sálicas en la isla del Hierro, que se supone tiene una composición
de dos tipos: básico y ultrabásico. Telesforo Bravo (en una infor-mación
verbal hecha hace varios años) me señaló la existencia
de traquitas en los pequeños Roques de Salmor, en el extremo sep-tentrional
de El Golfo, raramente accesible con lancha. Durante mi
estancia en el Hierro el pasado año tuve la oportunidad de probar
a la existencia de lavas y diques sálicos en diferentes partes de la N
Isla, pero el material recogido no ha sido todavía estudiado a fondo E
en el Laboratorio. O
n--
Dicho material in situ indica que las rocas en cuestión apa- m
O
E
recen bien como intrusiones en la serie mesética más antigua, bien SE
en la forma de diques y en estrechos "sills". Todos los hechos que =E
he podido reunir en el campo parecen apuntar a una fase de vulca-
3
nismo localizada entre los basaltos antiguos mencionados JT los --
volcanes adventicios más recientes (cuaternarios) . 0m
E
Los tipos sálicos recogidos por mí son bastante variados y O
ciertamente hay traquitas, fonolitas y quizá también tipos más
n
básicos. Serán investigados posteriormente y de ellos se harán -E
análisis químicos. La mayoria de los hallazgos parecen demostrar a
2
haber sido enterrados bajo las coladas de lavas de los volcanes n
0
adventicios, y la erosión posterior sólo ocasionalmente ha sido
capaz de revelar las rocas en cuestión. 3
O
Un tal cambio radical en la composición magmática en el
curso del vulcanismo no es de ninguna manera un fenómeno raro
en las Canarias. Podemos presentar ejemplos en todas las Islas
(con excepción de Lanzarote, que es enteramente basáltica). La
Palma, antiguamente considerada como isla basáltica, en cuanto
a la cobertera se refiere, tiene gran cantidad de fonolitas y traqui-tas
también, lo que ha sido últimamente comprobado por mi. En
esta isla de La Palma los productos volcánicos sálicos están en una
posición estratigrá-fica entre los basaltos de la meseta (la cober-
S& ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEOUSGICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 21
tera) y los volcanes adventicios más jóvenes, que son bastante nu-merosos
también en el sector septentrional de la Isla.
Respecto al Hierro, estoy convencido de que un concienzudo
examen de los bordes de las zonas altas y especialmente de los
perfiles expuestos en las escarpaduras de El Golfo pueden revelar
la existencia de productos volcánicos sálicos en mucha más can-tidad.
Pero ha de pensarse en la desaparición de mucho material
de esta clase, hundido en el Océano durante el curso de los despla-zamientos
que han afectado a la Isla. Los Roques de Salmor, el
"centinela traquítico", en el extremo septentrional de la gran
bahía, puede ser la demostración de la forma en que esta clase
de rocas están llamadas a desaparecer del conjunto de la Isla. Tam-bién
en Tamaduste muchas de las primeras apariciones de rcoas
sim-ila res han desaparecido a causa de la abrasión marina. pesar de toaa la especiacióibi asada ius ploaGctos
volcánicos sálicos en la composición de la isla del Hierro jugasen
un papel más importante, parece subsistir el hecho de que es una
Isla basáltica - e n su parte emergida- en que los tipos sálicos
juegan sólo una influencia subordinada, y en este sentido el Hierro
puede clasificarse como un tipo perteneciente propiamente a las
"isIas oceánicas" (es decir, una Isla de naturaleza basáltica inde-pendiente
de una masa continental). Pero por otra parte el Hierro
no puede separarse del conjunto canario, al que parece pertenecer
de acuerdo con su evolución geológica (M. Martel San Gil, 1951).
La cuestión más importante respecto a los magmas sálicos en
el Hierro está aún por resolver y entraña la dilucidación de si estos
magrnas están diferenciados de otros que podemos denominar mag-mas
padres más básicos, o han sido originados de otra forma (;por
refusión en la base?).
A P P &~ ~!es pi,?ntm pffisihn & predc&eS vG!C&EiCQY --vv* .v-sálicos
no hay hasta el presente indicaciones ciertas en ningún
sitio. Lo más probable es que fuesen varios y casi con seguridad
en forma de fisuras o chimeneas. Este último tipo de orificios pue-den
manifestarse como "roques" (gargantas llenas de lava), como
b u q ze se enc1?entran en 11 C h ~ ~ ey men 12s 1~12s~ entrde.3.Q Uizá
el Roque de Salmor pueda ser el resto de un roque mayor o una
fisura rellena.
Núm 10 (1964) 567
22 HANS HAUSEN
4.-Configuración de la red de fracturas del Hierro, y Za génesis
probable de El Golfo (fig. 2).
Parecen existir muchos obstáculos si se trata de reconstruir
las principales líneas de fractura que dividen el cuerpo de la isla
del Hierro. La principal dificultad es la casi continua cubierta que
Fig 2-Croquis tectónico de la isla del Hierro, con las líneas de fractura y hundi-mientos
El semicráter de El Golfo parece más bien un trozo de forma de Cuna
aue ha sido hundido El hueco se ha agrandado posteriormente por la acción de
?csprendimientos y erosión Las áreas o<curas indican rellenos de-lavas modernas
LE isla se coEpone pnncipslmente de do2 trozos la parte Norte y la parte Sur-oeste.
Es notable que el trozo Norte tiene una posiciOn casi horizontal, mientras que
el trozo Suroeste (Julán-Orchilla) está fuertemente inclinado hacia el Sur
se extiende sobre la superficie de las zonas altas, consistente en
material volcánico suelto, algo erosionado, a menudo con capas de
lava subyacentes de edad igual. Estos paraJes están en parte
recubiertos con lavas muy jóvenes -formando los "malpaíses"--,
especialmente en las laderas del interior de la gran bahía. Pueden,
568 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEOIdG1CO.S GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 23
sin embargo, haber algunas líneas principales, a lo largo de las
cuales se pueden trazar fracturas. Primero tenemos las grandes
escarpaduras a lo largo de las costas ; después, algunas alineaciones
de conos adventicios que se pueden relacionar con ciertas fractu-ras,
y finalmente, hay en algunas partes de las tierras altas ciertas
escarpaduras del suelo rocoso que no deben haber sido formadas
por las precipitaciones acuosas.
He tratado de dibujar algunas de las principales líneas de frac-tura
en el pequeño mapa de la fig. 2. A lo largo de ellas han ocu-rrido,
sin duda, desplazamientos. Eh algunos casos, por otra parte,
las líneas pueden representar fisuras de dilatación, que formaron
caminos para el magna que subió hasta la superficie.
- Parece haber por lo menos tres a2ineacione.s principales 6% frac-tura:
una corre de ONO. a ESE., otra de NNE. a SSO. y una tercera
de NE. a SO. Han formado un área triangular hundida, dentro de ia
cual ha quedado situada la gran Bahía de El Golfo, modificándose
mediante agentes externos (precipitaciones y erosión). En la parte
septentrional de la Isla parece haberse formado una especie de
"horstYJ en forma de cuña dirigida hacia el Sur.
En realidad, toda la Isla es un "horst", o, expresándolo mejor,
está constituída por varios bloques de "horst". Uno largo y cohe-rente
es el borde Sur del arco de la Isla: Julán-Orchilla.
Parece que es necesario demostrar más detalladamente el pro-ceso
de formación de la semi-"caldera" de El Golfo. Desgraciada-mente
las laderas están en gran parte cubiertas hasta la costa por
lavas basálticas jóvenes. Estas lavas han sido emitidas a lo largo
de la línea de conos del borde superior de la depresión, así como
de la parte baja de las laderas, a diferentes niveles, lo que indica
que se han abierto aquí también fisuras a diferentes niveles. Hacia
Noi;eUtdee la iglesia de La Riimtwii {COiisii.Ui&s obre un cono
de cenizas) desciende un abrupto barranco con un perfil de inte-resante
estudio: un banco de basalto columnar ha resbalado a lo
largo de un plano de hundimiento con un ángulo de unos 45". Es
uno de los pocos sectores de las laderas de las montañas circun-
AOIIC~C( m1.n nn h9 &AA mryvine ; n i * nAoAn mnvr l o ~ ~ ohnoo hl+:nr>n -&o
UWILb-U YUCI I I U AILC U I U V 111*11b0i IZILIIIU0iUU =VI I0iVLIiU UQiULLIblbc%U Z l l Q U
recientes. Aquí se expone un tipo de tectónica de borde, y hay que
suponer que corrimientos similares han ocurrido en muchos secto-
24 HANS HAUSEN
res de la circunvalación. Lo que probablemente produjo el despla-zamiento
fue el efecto combinado de una perturbación sísmica y un
deslizamiento encima de una toba arcillosa.
El papel de los agentes exógenos no debe, desde luego, subesti-marse.
Aunque las fallas verticales han abierto el terreno profun-damente,
la erosión, el deslizamiento de los taludes, los efectos de
las raíces de los árboles y los cambios de temperatura han coope-rado
a agrandar la bahía. El que el resultado final sea una forma
casi semicircular es un fenómeno bastante común también en otras
islas oceánicas de clima similar, en donde lavas basálticas, etc., cons-tituyen
el terreno. Buenos ejemplos hay de las islas Hawaii. Por
ello me inclino a rechazar las ideas expresadas por anteriores inves- a
tigadores, que dieron las hipótesis de la explosión de un cráter o-de
un "maar" (cráter lago). Sd uno de éstos fuese el origen de El O
Golfo, se deberían encontrar grandes masas de material volcánico n-- m
eyectado en las tierras circundantes; pero no se puede ver actual- O
E
mente ninguno de los restos de tales explosiones, como sucede en E
2
Tenerif e. -E
El Hierro es, como hemos visto, un rudimento o resto.de una 3
mayor área de terreno anteriormente existente. Es como si hubiese - -
0
sido recortado por todos los lados con un gran cuchillo, y los alre- m
E
dedores sumergidos fueran ahora profundas simas en el Norte y O
en el Este, mientras que se muestra una gigantesca pendiente hacia n
el Océano abierto. -E
a
Comparando las condiciones fisiográficas externas del Hierro l
n con las de La Palma, por el Norte, encontraremos una similar n
n
pendiente por el lado del Océano; La Palma parece mejor conser- 3
vada. Pero una línea de hendidura longitudinal se ha abierto en la O
espina dorsal de la cordillera de Los Rancones, y a lo largo de esta
fisura la lava ha emergido de vez en cuando formando grandes vol-canes
y anchas corrientes de lava. La hendidura fue el resultado
de dilataciones. En relación con la apertura de esa fisura se
percibe también un hundimiento en el lado occidental: con ello
se formó la Cuenca de Lavanda, y, probablemente al mismo tiem-po,
también otras líneas de fracturas con grandes desplazamientos,
como la de El Time, a lo largo del Barranco de las Angustias, que
tiene diferente orientación: SO-NE. En el centro de la isla de La
570 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEoLÓGICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 25
Palma, donde se entrecruzan estas dos grandes líneas de fractura,
se crearon así condiciones propicias para la apertura de una "cal-dera".
Esto fue resultado de un largo proceso en que colaboraron
erosión y vulcanismo.
El Hierro y La Palma no son, desde luego, los únicos ejemplos
en las Canarias de fracturación acompañada de desplazamientos : en
la Gomera nos encontramos también con la costa occidental como
un ejemplo de grandes hundimientos con descenso del terreno res-tante,
de forma que se crearon riscos muy empinados, y toda la
costa septentrional de la Isla ha de considerarse como la parte
restante de una tierra que hacia el Norte ha desaparecido en el
mar. La repisa costera en que se encuentra el pueblo de Agulo es
un pedazo que ha quedado de ese terreno desaparecido, en un nivel
wlto, esto es, mz especie de vsv~leroU. e m S ~ eGucd ón. Ei1 e! Este,
el largo valle del Barranco de la Villa de San Sebastián es igual-mente
de origen tectónico.
Si observamos ahora a Tenerife, su costa Suroeste de la penín-sula
de Teno es la parte restante de un terreno que probablemente
unía esta Isla con el Este de la Gomera; ambas repisas están for-madas
del mismo material: la formación mesética de basaltos.
Entre ellos está una sima muy profunda, una fosa tectónica.
También Gran Canaria tiene su costa occidental levantada como
un alto frente de fallas: los grandes acantilados de Tamarán; y
puede ser que la formación basáltica estuviese anteriormente unida
con la península de Anaga en Tenerife.
Podríamos continuar hacia el Este para encontrar rastros simi-lares,
pero ya es suficiente.
De maceras podemos decir q ~ eel e xtremo s.yr-&ci&r,-
tal del Hierro es la parte del Archipiélago que más profundamente
ha sufrido por fracturas y desplazamientos, y es más bien una ma-ravilla
el que algo haya quedado atrás alzándose aún sobre las olas
del Océano y que permanece colgado sobre el mismo borde de su
furLda hacfa, las pl&ay&i&&s eii e:
26 HANS HAUSEN
5.-Una primera generación de volcanes adventicios.
El Hierro es un miembro de las Islas Canarias que está provisto
-a pesar de su pequeño tamaño- de un número asombroso de
conos de cenizas esparcidos sobre la mayor parte de su superficie.
La densidad es aquí mucho mayor que en La Palma, y no hablemos
de la Gomera, donde son prácticamente inexistentes. También la
gran isla de Tenerife tiene muchos menos conos por kilómetro cua-drado,
y hay partes casi desprovistas de ellos, tales como Anaga y
Teno y hasta cierto límite también Pedro Gil.
Fíg 3 4 o r t e transversal con rumbo NO-SE de la isla del Hierro desde la costa E
de El Golfo hasta la Punta de Restinga. Este corte abarca la meseta de los ba-saltos
antiguos con sus tobas y aglomerados, las chimeneas y los conos de los
volcanes adventicios (sobre la meseta), y las lavas modernas en las faldas del 3
Golfo y de Restinga Extensión del perfil 15 kilómetros Escala vertical. la
dobIe de la horizontal -
0
m
E
Los conos adventicios del Hierro son de tamaño variable, pero O
no se encuentra ninguno dominante y están sorprendentemente dis- n
tribuídos por igual, si hacemos excepción de la ladera Sur de la Isla. -E
Examinando estos conos, en seguida se da uno cuenta de que a
2
deben ser de edad geol6gica diferente, lo cual se manifiesta si obser- n
n
vamos los mismos y sus productos esparcidos en las cercanías. Los
conos más viejos muestran un color herrumbroso, debido al des-
3
O
gaste atmosférico, y los flancos están surcados por hondonadas
(barranquillos). Los cráteres están hasta cierto punto alterados,
presentando los bordes rebajados por la erosión, etc. Los conos en
las cercanías de la costa han sido cortados en algunos casos por
la abmrasión marina. Por otra parte, hay conos cubiertos por esco-rias
negras cristalinas y lapillis, y las coladas de lava tienen el
aspecto de los llamados "malpaíses".
Parece bastante difícil trazar una línea divisoria entre los
conos viejos y los jóvenes (geológicamente recientes) sus pro-
572 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 27
ductos. Podemos, sin embargo, hacer una especie de distinción,
guiándonos por la aparición o no de "malpaíses". La generación
joven en el Hierro se puede, en algunas partes, considerar muy
reciente, quizá de la época justamente anterior a la llegada de los
españoles a la Isla.
Hagamos ahora un ligero escrutinio de la generación antigua
cuaternaria de volcanes adventicios del Hierro.
Si empezamos por el extremo septentrional, tenemos aquí va-rios
conos en los declives Norte, con un aspecto antiguo. Esto está
aún más acentuado en las tierras altas centrales de esta región
Norte, que se pueden llamar las Montañas de Valverde-Tiñor,
donde comienzan las laderas norteñas. Esta elevación central se
puede considerar la fuente principal de los numerosos torrentes
de lava que han corrido ladera abajo en el Norte y en el Este. En
el Qesk 1 ~ gs x ~ d e sY B ~ Cd~e S!m 8 hasta e! bor& ds El Golfo
han surgido de un cierto número de orificios o fisuras más hacia el
Sur, a juzgar por el gradiente de dicho campo de lava.
Hay ciertas evidencias de que los conos más altos, los de Tiñor,
son los más antiguos relativamente. Ellos han enviado gran can-tidad
de lavas hacia la costa oriental, lavas que después han sido
separadas o cortadas por gargantas de erosión. Sobre las laderas
creadas por estas lavas han surgido conos de cenizas, algunos de
considerable tamaño. No son muy jóvenes, a juzgar por su estado
de conservación.
El grupo central de los grandes volcanes ha sido también ata-cado,
en el curso del tiempo, por las corrientes de agua. Hay aquí
una región de condensación de humedad de los vientos alisios.
También en el Norte se han movido las lavas desde la parte
más septentrional de los conos centrales, y -en semejantes con-diciones
¡que en el lado Este- han creeide uqxi cones yce enviaran
sus coladas lávicas hacia la costa, donde los desplazamientos por
fractura han hecho un alto acantilado marino (desde Tamaduste
hacia el Oeste).
Si avanzamos hacia el Sur hasta las mesetas centrales de la
Isla: alcanzaremos 1-ma parte emhrzds de U" gmn nUmem de e=-
nos. La mayoría de estos volcanes parásitos son del grupo anti-guo,
como puede verse por su exterior, pero los cráteres están
todavía ben conservados y la mayoría se abren hacia el Este o
Noreste. Los conos se componen principalmente de partículas suel-tas:
escorias y lapillis, y el mismo material está repartido por el
terreno circundante. Los conos se alzan en un terreno inclinado
hacia el Sureste, que en esta dirección se hace finalmente una
ladera enfilada hacia la costa, de mayor gradiente. En la región
al Sur de Zsom la ladera cambia de repente en la escarpadura cos-tera
de Las Playas, de casi 800 m de altura. Aquí la meseta se ha
estrechado hasta formar el "talle" de la Isla, de sólo unos 2 :Km de
ancho. Pero los conos todavía continúan más hacia el Sur y crecen
en número, pudiendo ser seguidos aún más allá de Taibique hasta
Restinga, el extremo Sur de la Isla. En estos declives hay tam- a
bién, sin embargo, volcanes de aspecto más reciente, que serán
E mencionados más adelante.
O Una buena parte de la Isla -orientada Este-Oeste, la península
n -
de La Dehesa, con la pared Sur de El Golfo-, tiene un gran número m
O
E
de conos adventicios que están irregularmente distribuídos. La 2E
mayor parte de los conos más antiguos se encuentran en el Este, E
mientras que en la esquina Suroeste son también numerosos, pero 3
mezclados con recientes. Lo mismo puede decirse acerca de los
-
conos en el mismo lado de la escarpadura de El Golfo (véase ade- 0m
E lante). En las grandes laderas hacia la costa Sur puede haber vie- O
jos conos ya enterrados bajo la cubierta de coladas de lavas más
jóvenes. n
E
En el extremo occidental de la península, hacia la Bahia de los a
Negros, subsisten algunos conos viejos, entre ellos dos cerca de la n
Ermita de los Reyes.
3
O
6.-Volcanes adventicios recientes con szls "malpaises" y arenas
negras (lapillis y cenixas) .
Hay en la isla del Hierro gran cantidad de conos, y coladas de
lavas y arenas de cenizas de grano fino en los alrededores de los
conos, que pueden pertenecer a un período bastante reciente, si
bien esta actividad volcánica tardía habría cesado ya antes de la
llegada de los españoles, y no se han conservado narraciones ver-bales
de ios aborígenes, los "Bimbaches".
574 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Para observar ahora algo más de cerca estas formas y mate-raales
volcánicos jóvenes, podemos empezar por el Norte. Aquí
encontraremos el volcán adventicio Morttah del Tesoro, con un
cráter abierto hacia el mar. Una colada de lava ha sido emitida
desde aquí hacia el Este, zambulléndose desde la escarpadura de
una falla (mencionada en un párrafo anterior) de unos cientos
de metros de altura. L a lava ha formado un "malpaís" muy mgoso
en la costa, con algunas pequeñas bahías, una de las cuales forma
el puerto de Tamadmte, el llamado El Rb (v. fig. 6 en la lám. 1).
Este volcán también expulsó masas de ceniza negra fina, que fue
repartida sobre las laderas, por encima de la escarpadura, hasta
el volcán más cercano en el Suroeste, la Montaña del Hombre
Muerto (o Monte Pedrera). Según Lucas Fernández Navarro (1908)
la lava es un basalto negro de grano fino bastante pesado, rico en
nirrw~nn- 7 lri nriafri not6 fnrmriAci nrinrrinrilm~ntd~n nato mrit~rial y',. ""VI*", Y *W yWwIW "UIU ILVL A A 1 W M . U y& &&l"*rW*YIVIi*..V CLV VUI" * A A W I V * LW*
y olivino. Además presenta feldespato en pequeña cantidad.
Yendo hacia el Sur en dirección de San Andrés pasamos por la
profunda "caldereta", que parece ser de origen tectónico, y des-pués
de rebasar la larga escarpadura en Las Honduras, a lo largo
de la carretera, llegaremos a la negra y escoriácea lengua de lava
de Solirnán, surgida de algunos puntos al Noroeste de la bifur-cación
de carreteras de Isora (el nombre Solimán no existe en el
mapa nuevo). Según Otto Walter (1894) la lava es negra, basalto
olivinico celular con grandes fenocristales de olivino claro. Tam-bién
aparece augita en la primera generación, mientras que las
plagioclasas son menos abundantes.
Esta corriente de lava, que parece muy reciente, ha encontrado
un camino hacia la costa en Tijimirague. La lava ha surgido de un
terreno relativamente elevado, más de 1.000 m sobre el nivel del
mar, en ima r~pibnd -e conos. más. antiminn -----u- ---
En las tierras altas centrales Oa alta meseta) de la Isla hay,
parece, relativamente pocos volcanes adventicios de épocas recien-tes,
si hacemos excepción de la pequeña Caldera de la Mareta,
que está rodeada por cenizas negras, expulsadas evidentemente por
el mismo lugar en tiempos recientes.
Volviendo a la orilla de El Golfo, más hacia el Suroeste, lle-gamos
a los volcanes Monte Tenerife y Monte de Malpaso, que
Núrn 10 (19641 575
so HANS HAUSEN
parecen ser jóvenes. Están rodeados de cenizas negras y finas
esparcidas sobre las laderas hacia el Sur, que pueden estudiarse
bien a lo largo de la carretera a La Dehesa.
Si seguimos hacia Taibzque, a partir de la altiplanicie central,
encontraremos a lo largo de la ladera varios conos adventicios,
la mayoría de los cuales parecen ser relativamente viejos, como ya
se dijo anteriormente. Pero más cerca de la costa de Restinga hay
muchos conos y lenguas da lava de aspecto más fresco. Estas lavas
no han sido analizadas todavía; son basaltos negros, de superficie
a menudo bellamente ondulada; a veces forman bloques, como en
una gran colada al oriente del poblado de Restinga. Amplios cam-pos
de lava se ven también por el occidente de Restinga hacia JziEán,
que terminan en un acantilado marino bajo, extendiéndose hasta a
N
Puerto Naos. Las lavas tienen también aspecto de recientes. Toda
la península de Restinga puede ser el resultado de acumulaciones O
n -
de lava de época cercana. Los alrededores de Punta Restinga son - m
O
E las ruinas de un cono negro. E
2
Otra región de formas volcánicas jóvenes es el extremo más =E
Suroeste de la Isla, donde está situado el Faro de OrchiZZa. Tenemos
3
aquí un número relativamente grande de conos jóvenes, con sus - - cráteres bien conservados, agrupados en un área en verdad pe- 0m
E queña: una ladera que baja de la alta sierra (de El Golfo). Se ven O
cráteres de explosión y muchas coladas de lava con aspecto de blo-ques,
que van hasta la costa, formando aquí acantilados. Las lavas n
-E
son en parte de superficie suave con ondulaciones y otros fenó- a
2 menos debidos al flujo. También hay túneles en la lava y grandes n
huecos bajo techos de estas coladas, y hornitos y demás fenómenos 0
característicos de estos tipos volcánicos, todo ello muy reciente. Es 3
O
una de las partes mejor conservadas del vulcanismo herreño, ya que
no está afectada por la erosión, ofreciendo un terreno excelente
para un estudio preciso de los fenomenos volcanicos. El volc&n
Montaña de OrchiZla, próximo al acantilado costero, ha enviado
hacia abajo una ancha colada de lava, en la parte donde está el faro.
La lava ha surgido de la parte Sur del pie del cono, ya que el cráter
profundo está completamente cerrado.
Otro extremo de la Isla de naturaleza similar es la península
plana llamada Arenas Blancas, aunque consiste en un "malpaís"
576 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEOL~)GICO'S GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 31
de lava negra con delgado revestimiento de conchas marinas pul-verizadas,
de color blanco (por ello lo de Arenas Blancas). La lava
ha sido expulsada por varios orificios en la ladera cercana, apare-ciendo
en forma de conos de escoria de aspecto negro. Luego el
rompiente marino ha formado muchas pequeñas ensenadas, túneles
y arcos (v. figs. 10 y 11 en lám. 111) a lo largo de la costa.
Entre estos dos extremos de la Isla, Orchilla y Arenas Blan-cas,
hay una lengua (caída) de lavas jóvenes, y la costa desciende
hacia el mar en un acantilado abrupto (Bahia de Zos Negros).
La gran Bahía de El Golfo abarca muchos volcanes adventi-cios,
con sus correspondientes coladas de lava. Los orificios están
a diferentes niveles. En la misma divisoria están los conos de Monte
Tenerife y Monte de Malpaso (punto más alto de la Isla: 1.501 m),
y más hacia el Oeste tenemos el Monte Taganasoga (algo más bajo,
1.C)VO E). Este -;iIti~iiüL ieiie üii ai~ipiivc r8ter y ha enviado copiosas
masas de lava hacia la costa de El Golfo, como puede verse en el
mapa topográfico.
Este volcán, juntamente con los dos mencionados anteriormen-te,
parecen ser la salida de las voluminosas masas de arenas ne-gras,
que cubren muchos kilómetros cuadrados en las laderas me-ridionales
de esta cadena montañosa. Se pueden rastrear, a partir
de los mismos orificios hasta la costa de Julán. No se han obtenido
datos acerca del espesor de estas masas, pero parece que es consi-derable.
Aquella arena negra es pesada, y puede contener gran canti-dad
de magnetita (y/o ilmeno-magnetita) juntamente con todos
los silicatos que se encuentran en los basaltos de dichos conos.
La cuestión más interesante con respecto a estas arenas ricas
en hierro (jable negro) puede ser el encontrar algún medio de
extraer el contenido de magnetita de ellas, ya que la cantidad pa-rece
ser pr~metedwa. Ciertamate, hzy millones de toileladas de
este "jable" en todo el sector central de la ladera del Julán.
El investigador de estos suelos se sorprende al constatar que
la capa de arena de este tipo pesado haya permanecido en su lugar
en una ladera de casi 30" de inclinación, sin notable deslizamiento
-7 n~mnnCnn rrnw Inn r\r.nn;nnnlrrn ll..rr:nn V 1 AA-A-:+-
LI; a r saut,lsz pul r a u vLaulurlarcr3 u u v r a a . EA u q ~ u r 3 i ~eun c ~ e s t i kiii G
puede ser de mucha edad geológica, a lo más del último período
del Pleistoceno, o más joven aún. El material ha sido transportado
32 HANS IIAUSEN
y depositado en esta ladera por los alisios de la época de las explo-siones,
y allí se ha quedado. Es probable que las arenas más ricas
en hierro se encuentren en la parte superior de la ladera (entre
los 1.000 y 500 m sobre el nivel del mar), ya que ciertamente ha
habido una selección según el peso específico de los minerales que
contienen. Los granos más pesados de magnetita se han depositado
a menos distancia del lugar de salida que la mayoría de los granos
de silicatos, más livianos naturalmente.
He observado similarmente una arena negra con gran conte-nido
de magnetita en las cercanías de Guímar, Tenenfe. Aquí el
cono de cenizas 1Montaña de Gziimar (a medio camino entre Güímar
y Puertito de Güímar) expulsó material y masas de arenas negras
que cayeron en el lado Suroeste del cono (llevadas por los vientos a N
alisios). Esta arena es más rica en magnetita inmediatamente al E
pie del cono, mientras que los granos de silicato aumentan al ale- - - O-- 7- - -.- - 7 m ..- --L- j a u v s riacla ei ourves~t:?. - m
O
Que las lavas y materiales piroclásticos en la isla del Hierro EE
son ricos en magnetita ha sido ya demostrado desde hace mucho SE
tiempo por los estudios de O. Wialter (1894), y esta riqueza en =
hierro en el terreno puede haber sido conocida ya por los primeros 3
colonizadores, a juzgar por el nombre dado a la Isla 3.
- -
0m
Volviendo a El Golfo, tenernos copiosas masas de lavas que han E
fluído hacia la costa, la mayoría a partir del Monte Taganasoga, O
lo que justifica la prominente estribación que deforma el semicírcu- n
E lo de El Golfo. -
a
Pero hay otros muchos conos bajando hasta la costa, todos de 2
n
aspecto reciente. A éstos puede añadirse también el cono de La n
0
Frontera, en la profunda bahía, debajo de Ixique. La lava ha bajado 3
O desde aquí a la costa.
Todos estos conos dentro de la Bahía de El Golfo indican la
-...-.-,.-A- a,. *%..--+..--- 2-1 +,.-%",.,. 2 - 1 p c n I ; L l C i l a uc 11 a L L u L a n U G ~LC L L GLIU UGI -L:.U-.-,L. ~La.I-.LLu,..u.U.-r ,a u,.-..1L+.-u..-. lLaa Lu,.a-j¡u*
Ias lavas. Si El Golfo marca el antiguo lugar de erupción de las
2 Véase H Hausen: Contmbutwn to the Geology of Tenemfe. Helsing-fors,
1956
3 Véase ya regstrado este aserto por Gaspar Fructuoso, hacia 1590 en
sus Suudades da Terra, Livro 1, edic Ponta Delgada, 1939, cap. WZ, pá,g 93,
entre otros.
578 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
series de la vieja meseta, este conjunto de conos nuevos en la mis-ma
área indica una renovación de la actividad después de un largo
período de reposo.
Podemos decir, en términos generales, que de las dos genera-ciones
del vulcanismo adventicio de la Isla, la primera predominó
en la región alta, en grandes áreas, mientras que la actividad adven-ticia
más reciente, parece haberse concentrado más periféricamen-te.
Las lavas del conjunto más joven parecen ser principalmente
basaltos alcalinos, según Lucas Fernández Navarro (1908).
Pero podemos constatar que en nuestros tiempos el vulcanismo
del Hierro se ha debilitado, como en Gran Canaria y Fuerteven-tura.
El vulcanismo, en su estado de explosiones adventicias, es
decir, diseminadas, ha sido, sin embargo, en el Hierro algo dife-rente
al de las otras Islas. Los volcanes adventicios del Hierro tie-n
e ~~ .a;mia yer dispersi6~y u m m & iztlmei-osos yor ki!6rmtre
cuadrado que en el caso de las restantes Islas del Archipiélago.
Este estado de cosas indica que el Hierro ha sido mucho más fractu-rado
por fallas que las otras Islas: otra explicación no es posible.
Es un hecho lamentable el que la gruesa cubierta de sedimentos
volcánicos descompuestos en la superficie de las tierras altas no
permita una inspección más directa de estas fracturas, como ya
hemos explicado en el capítulo anterior. Esta fracturación de
la isla del Hierro puede quizá deberse a la proximidad de la Fosa
Canaria (?) cercana, en el Atlántico. Parece haber en esta zona
extrema del Archipiélago una mayor inestabilidad, que afectó a la
estructura de la Isla.
Durante este Último periodo de actividad volcánica y en forma
de explosiones adventicias, que ciertamente durarían hasta tiem-pos
muy recientes, el Hierro aumentó. en algunos sectores en exten-sión
(y volumen), y para darse cuenta de ello basta consultar el
mapa topográfico general, en el cual las áreas de vulcanismo re-ciente
han sido señaladas (fig. 2) especialmente. La península de
Restinga representa un añadido de terreno, así como Orchilla y
La Dehesa, y dentro de la Bahía de El Golfo el fondo se ha exten-dido
mucho en direccibn hacia el mar.
Esta restitución del terreno perdido por rupturas en épocas
anteriores es, sin embargo, relativamente insignificante, con líneas
34 IIANS HAUSEN
de fractura de la Isla, como pueden verse en el pequeño mapa,
número 2.
Podemos terminar este capítulo con algunas palabras acerca de
las "calderas" adventicias, ciertos crdteres de forma de "calderas",
que se encuentran en las tierras altas.
En la región Norte tenemos, como se ha dicho anteriormente,
la bien conocida "caldera" que está al Sur de Valverde, en el kil6me-tro
12 (medido a partir de Punta Estaca). Es una depresión pro-funda
de forma alongada, cuyo eje se extienede NE.-SO. El borde
superior está a unos 740 m de altitud sobre el nlvel del mar, y el
fondo unos 38 m más abajo. La dimensi6n longitudinal es de 300 m
y la transversal 100 m. Las paredes son casi verticales, y el fondo
es llano y está cultivado. Esta depresión está en una serie de capas
de lava basáltica concordantes, con escorias intercaladas, todas
inclinadas hacia el Este. La pared más alta, en el Oeste, está coro-nada
por materiales piroclásticos, relacionados con el viejo y altivo
volcán cercano llamado Monte de los Cepones. De aquí fueron emi-tidas
también muchas capas de lava montaña abajo.
Como la depresión está lejos de ser circular y no tlene relación
con el vulcanismo de alrededor, me parece que no es una "caldera"
volcánica, sino una depresión tectónica, una parte de la ladera rota
por una falla y que continúa como una escarpadura tectónica más
hacia el Sur a lo largo de la carretera.
Cerca de la escarpadura de El Golfo, y en la proximidad del
cono de cenizas llamado Monte Asomadas, hay otra "caldera" más
pequeña ,La Mareta, a 1.260 m de altitud. Su contorno es empnnado
pero no elevado, y las paredes muestran bancos de lava basáltica
y eseorias. El fondo es llano. Puede ser que esta "caldera" esté
originada por subsidencias relacionadas con algunas explosiones
en el volcán cercano ya mencionado. La depresión o "caldera" se
puede visitar fácilmente por estar cerca de la carretera, en el
kilómetro 23.
Si nos dirigimos hacia el Sur, a partir de las tierras altas, en
dirección de E2 Pinar, encontramos varias "calderas" más peque-ñas,
según von Fritsch (1894). Al Sureste de Taibique nos hallamos,
en el mismo borde de la escarpadura de Las Phyas (que tiene aquí
una altura de unos 640 m), con una pequeña bahía, que quizá sea
550 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
lo que queda de una "caldera", llamada Barranco de la Vzeja. Sólo
visité este sitio en la playa, en Punta de Ikliguel.
En el camino al poblado de Restinga, y no lejos de él, hay una
"caldera" más peque& todavía, pero bien formada, en la parte
Sur del pie del cono de cenizas llamado Monte Restinga, a sólo
unos 40 m. de altura. Puede ser resultado de una explosión, y las pa-redes
son de escorias. Su origen puede estar relacionado con la
actividad del volcán antedicho, perteneciendo a una generación más
joven.
En el Hierro parece haber muchos e~emplaresd e cráteres de
forma de "caldera de cima" de volcanes adventicios, especial-
Fig 4 -El volcán Timbarombo (1 326 m ), uno de los numerosos conos distribuidos
sobre el altiplano del centro de la Isla, al suroeste de San Andrés El volcán tiene
un cráter -de la forma de una semicaldera- abierto hacia el Noreste. Figura
copiada de W von. Knabel (1906)
mente en el grupo de los conos mayores en las tierras altas cen-trales.
No es necesario mencionarlas todas, pudiéndonos contentar
con unos pocos ejemplos.
El grupo de altos volcanes en la cordillera, entre Valverde y
Tiñor, tiene algunas buenas pruebas de cráteres de "calderas" de
explosión, dos de ellas mirando hacia el N. y NE. Son las cuencas de
alimentación de un cierto número de arroyos que conducen el agua
hack los barrancos y el mar.
Al SO. de Son, Andrks hay un buen ejemplo. Es la Mon-taña
de Tzmbarombo, de 1.326 m de altura. El cráter está abierto
hacia el Este y el cono se compone de materiales sueltos, y ha sido
surcado en los flancos por la erosión, como se puede ver en la
ilustración (fig. 4).
Más hacia el Sur hay varios volcanes de este tipo, por ejem-plo
Montaña MercadeZ y Montaña de Juan León, y aún más al Sur
Montaña Aguachkhe.
36 HANS HAUSEN
E;n la región de Orchilla, en el extremo más SO., hay algunos
ejemplos notables también, como es Montaña OrchilZa, en que la
"caldera de cima" está completamente cerrada. Pero el más no-table
de todos en la península de La Dehesa es Montaña üe Taga-nasoga,
el cono situado en la parte alta, que ha enviado muchas
corrientes de lava laderas abajo hasta El Golfo.
El suponer un solo modo de formación para todas estas depre-siones
seria ciertamente un error. En el caso de los conos for-mados
por material piroclástico suelto, como el Tzmbarombo, te-nemos
que pensar en un proceso puramente acumulativo. Bajo la
influencia de los alisios, que entonces prevalecían, las eyecciones
sueltas fueron depositadas alrededor de los orificios de salida,
a
excepto en el lado de barlovento. Así, el cráter-"caldera" tomó la N
forma de una herradura. E
O Otros cráteres-"caldera" elevados, tales como el de OrchiZla,
n--
son ciertamente puros cráteres de explosión, quizá combinados con m
O
E
hundimientos del fondo después de expulsado el magma por 10s E
2
conductos próximos al pie de este cono.
7.-Los complejos ZitoZÓgicos del Hierro.
Tenemos ciertos datos petrográficos de
nos investigadores anteriores. La primera
la Isla debidos a algu- O
descripción se encuen-tra
en un artículo de W2lter (von Fritsch) (1894) ; luego aparecie-ron,
en el año 1908, las de Lucas Fernández Navarro, y finalmente
mucho después, 1935, E. Jérémine publicó un pequeño estudio acer-ca
de algunos tipos de roca, el que contiene también el primer
~ á l i s i squ ímico de una lava: una ankaratrita.
Estos datos llenan parte del vacío de nuestro conocimiorito
acerca de la composición petrográfica del Hierro, aunque es, sin
embargo, lamentable que ninguno de estos autores mencione la po-sición
exacta de las masas rocosas en que se tomaron las muestras,
con lo cual no poseemos el conocimiento de las diferentes unidades
litolbgicas de la Isla y el de un eventual cambio de la composición
magrnática. Pero, a juzgar por los nombres locales en que se to-maron
los materiales de analisis, se puede adlvinar en algunos
casos la unidad litológica a que la muestra se refiere.
582 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Fig. %-E1 gran acantilado de El Golfo al Irenle de la iglezia de La Frontera. A la
izquierda una parte del cono volciiiico peqiteíio de dicho lugar.
Fig. 9.-E1 sector sur del semicirco de El Golfo. Vista hacia el promontorio de Arenas
Blancas (colada livica reciente).
Fig. 10.-El promontorio de Arenas Lzlaricas. con sus lavas pai'cia!mente destrozarlas
por el olcaje ide los alisios).
Fig. 11.-Detalle de los riscos lavicos de Arenas Blancas.
Fig. 16.-Parte de In costa oriental cn el Puerto (le la Estaca. Abrasion marina en un
cono de e-corms. Visla tomada hacia el norte (con calea redondal.
Fic. 17-La costa oriental al sur del Puerto de la Estaca. Desembocadura del
Barranco de los Jables. atravesando un cono tle tobas y escorias.
RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 37
O. 'Walter (von Fritsch) (1894) encontró los siguientes tipos:
Basaltos feldespáticos.
Tefritas nefelínicas.
Andesitas hornbl8ndicas
Tobas palagoníticas.
Basanitas
Lunburgitas.
Tobas basálticas
De estos tipos, el primero es el que está más ampliamente dis-tribuido,
seguido por las basanitas. Después hay unos pocos ejern-plos
de los restantes, exceptuando el que las tobas basálticas son
bastante corrientes. El artículo de referencia contiene acertadas
descripciones de los minerales que forman las rocas, y también de
los propios tipos de rocas. Resumiendo : estos investigadores encon-traron
que el Hierro es una isla basáltica que contiene tipos de
composiciones básicas y ultrabimicas.
>deas Fer&2dez N U . X J ~(i~anQa] pcm-prw uipipntps tipos 2
Traquitas (que no se encuentran en Tefntas (parte de ellas conteniendo
roca madre; sólo hay una muestra nefelina)
en Valverde). Limburgitas.
Basaltos negros. Basaltos celulares
La cuestión más importante, referente a la existencia o no en
la isla del Hierro de rocas de composición sálica, estaba, pues, sin
resolver todavía.
Recientemente Telesforo Bravo me participó el hallazgo de
traquitas en los pequeños Roques de Salmor, en el extremo NO. de
la Isla, una cosa ya mencionada.
Yo por mi parte, durante mi estancia en el Hierro, he tratado
de recoger muestras de las diferentes unidades litológicas, para
observar si hay algún cambio notable en la composición de los
rla5pas we han s-ri-gidu EsL- i-ecoieccibn no comprende en
verdad más que 60 muestras, por lo que queda trabajo para el fu-turo.
El estudio de nuestro material (con análisis 'químicos) será
publicado en un próximo artículo. Aquí ahora solamente haré algu-nas
apreciaciones sobre el mismo.
Z! Hierre es, ceme se ha diehv desde hace timiro, pi-incipzl-mente
una isla bashltica, o, mejor dicho, los restos de una isla
mayor de este tipo. En este respecto difiere de la mayor parte de
38 HANS HAUSEN
las otras Canarias, en las cuales hay gran cantidad de vulcanitas
de naturaleza sálica. Las rocas del Hierro son principalmente de
grano fino -o medio-, negras o gris oscuro, salpicadas por pun-tos
negros de fenocristales de piroxeno. Las lavas son o densas o
conteniendo vacuolas. También se ven tipos amigdaloides. Las lavas
jóvenes son a menudo vítreas, muy oscuras y escoriáceas.
Luego están las tobas, intercaladas entre los bancos de lava
Son en la mayor parte de color parduzco, infiltradas a veces por
cal y a menudo oxidadas por deposición de óxido de hierro entre
los granos y fragmentos de lavas. Las tobas más antiguas en las
series de lavas de la formación mesética están consolidadas, mien-tras
que las de erupciones recientes son arenas negras y sueltas.
Además tenemos también en el Hierro gran cantidad de aglo- a
N
merados. Una aparición muy notable es la de Punta de Tigirota E
y sus alrededores. Primeramente existía aquí una gran masa, al O
n -
parecer un cono voicánico, de agiomerauos, pero ia erosión se - m
O
E ha llevado mucho. La roca pertenece a las series relativamente E
2 más viejas de volcanes adventicios. -E
Diques de naturaleza basáltica se encuentran comúnmente di-vidiendo
las series de la meseta. Son de naturaleza fina o porfírica. 3
-
Algunos de ellos son de color más pálido y pueden ser de compo- -
0
m
E sición sálica.
O
Rocas de fonoíitas y traquztas se han encontrado recientemente
en algunos sitios, tales como en Tamaduste, en Puerto de la Estaca, n
-E
La Cuesta, las escarpaduras de El Golfo, en Sabinosa y en OrchilZa. a
Un hallazgo importante, ya conocido, es el de los Roques de SaZ?izor.. 2
n
En cuanto a la posición estratigráfica de estas rocas sálicas parece n
que son más jóvenes que los basaltos de la meseta, y también los O3
que aparecen en forma de diques. La importancia cuantitativa de
este grupo de rocas no está todavía bien conocida. Hay que sospe-cha+
rUe es+&yL u@CLas la cübielcG s-qefflcial de las tfei-i-as
altas centrales en una mucho mayor extensión.
Debido a la escasez de datos petrológicos hasta el presente, no
es posible obtener segura idea acerca de los cambios de compo-sición
de los magrnas en el curso de las erupciones volcánicas.
Lircas Femándcz Na-uam @V8j ha deiiiustr-ado la existencia nor-mal
de nefezina en los basaltos, especialmente en las lavas más
584 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEOLÓGICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 39
jóvenes (?), y por otra parte hay también tipos ultrabásicos : lim-burgitas,
ankaramitas y ankaratritas (E. Jérémine, 1935). Sólo
existe, como ha sido señalado anteriormente, un análisis químico
de las lavas del Hierro: el de una lava ankaratritica de Puerto de
la Estaca, pero no sabemos de qué edad es.
8.-Erosión y agentes atmosféricos. Abrasión marina.
Finalmente, podemos describir brevemente los efectos de los
agentes atmosféricos y la erosión de las corrientes de agua inter-mitentes.
También el trabajo del rompiente oceánico a lo largo de
las costas de la Isla Ea de ser tenido en cuenta.
La mayor parte de la superficie de la Isla es estéril y sin agua,
generalmente con el aspecto de una estepa desolada y desnudas
cordiiieras o conos de cenizas. Soiamente aigunos kiiómetros cua-drados
en la parte .Sur de la Isla están cubiertos de bosque (de
Pinus canariensis), así como el sector oriental de la escarpadura
de El Golfo, en que domina la LccuriszZ.~~a.
El terreno estéril está parcialmente compuesto de material
suelto de color pardo; las superficies de las rocas son negras, así
como los precipicios a lo largo de las costas. Un poderoso agente
disgregador, debido sobre todo a los cambios de temperatura, es
la desintegración mecánica. En los empinados fiancos de las mon-tañas
se forman taludes 'que resbalan hasta el pie de los acanti-lados.
En el caso de, acantilados marinos el material que alcanza la
línea de la costa es capturado por el rompiente y molido y trans-formado
en grava y arena. Se encuentran grandes masas de escom-bros
(o talud) en forma de conos al pie de los riscos dentro de la
Bahía. de El Golfo, como en el Rincón de Izique, o entre Sabinosa
xr Ar ~ n a cR lanpaa F n iin t n r r ~ n nr nonan m 6 o l l ~ n nn n t ~i l n n i n t n -
J AYVA--., YAWISVWU. u*. -A U V I L L V A I L V I L V V V U V LLLUIU I I W A I i " UU*íII UUUIII*"~
gración mecánica parece progresar más despacio, como puede verse
por ejemplo en los "malpaíses" de lava de edad prehistórica (re-gión
de la Restinga) .
Aparte de la desintegración mecánica, que produce material de
formas angulosas, también existe una dteración química del te-rreno.
Esto afecta principalmente al material piroclástico suelto
que ha sido depositado sobre grandes superficies en la época de las
40 HANS HAUSEN
explos~ones de los volcanes adventicios. Se puede decir que la su-perficie
de las tierras altas está cubierta en gran manera por un
suelo parduzco de partículas alteradas de grano más o menos fino
de pumita o granos vítreos. El suelo puede ser de un tipo que re-cuerda
a la tierra parda mediterránea, y que podría ser un suelo
bueno y arable si hubiese agua. Pero ésta falta por completo en el
Hierro, si hacemos excepción de cortos períodos de chaparrones
en mitad del invierno. La escasa vegetación subsiste gracias a la
humedad traída por los vientos alisios, en especial durante la no-che.
Como el terreno es altamente permeable, la pequeña can-tidad
de agua se filtra en seguida hacia niveles más profundos.
Dadas las pequeñas cantidades de agua en circulación y los
pequeños y escasos depósitos que de ella puedan existir 4, son muy a
N
reducidas las soluciones que circulan de bicarbonato cálcico, de- E
rivados de los silicatos cálcicos en las rocas. Por ello se observan O
n -
pocos signos de incmstaciones superficiales de tosca caliza. La
- m
O
E piedra caliza que se necesitaba en la Isla era (por lo menos anti- E
2
guamente) importada de Fuerteventura y quemada y preparada =E
en caleras.
3
-
Barrancos de erosión. 0m
E
Una mirada al mapa topográfico del Hierro es suficiente para O
$
darse cuenta del relativamente pequeño efecto del agua corriente n
E en la Isla. Este hecho es aún más notable cuando se compara este -
a
mapa con el de la vecina isla de la Gomera, por ejemplo, y también
n
con los mapas de varias de las otras Canarias. Esto puede tener
una explicación, sobre la que volveremos más adelante. O3
Examinando la geología superficial de la Isla se encuentran,
sin embargo, algunos barrancos de erosión, principalmente a lo
iargo de ia costa oriental en 6irecciÚn Sur, hacia Las Hayas.
Encontramos aquí, efectivamente, muchas gargantas profundas,
tales como (yendo hacia el Sur) el Barranco de Santiago (bajando
desde Valverde), el Barrmco de Tejeieita, el Barranco de Zos JabZes
con su afluente principal el ,Barranco de Tiñor, el Barranco de
3 Se conoce un cierto número de pequeñas fuentes en los precipicios de
El Golfo, donde emergen a dserentes niveles, en las series de la meseta.
536 ANUARIO DE GBTUDIOS ATLANTICOX
RASGOS GEOL6GICOlS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 41
Tegorin y el Barranco de Honduras, y finalmente el Barranco del
B a l h Todos éstos han sido excavados por la erosibn, en una ladera
de mucho gradiente y ahondados en un terreno formado por lavas
surgidas de los viejos volcanes del grupo de Valverde-Tlííor. El
estado de erosión parece ser relativamente joven en cuanto a lo
que yo he visto, ya que en el fondo de algunos de dichos barrancos
todavía se pueden ver saltos. Uno de éstos, de importancia, está
en el curso inferior del Barranco de íos JablZes. Las cabeceras de
todos estos barrancos están a alturas de unos 1.000 m.
La profundidad que progresivamente han ido alcanzando las
gargantas ha creado una acusada topografía de cuchillas y mu-chos
salientes agudos entre dos barrancos confluentes. E2 más no-table
de estos salientes o cabos de erosión es la Montaña de Tigi-rota,
por debajo de ?iñor, cerca del kilómetro 15 de la carretera
de San Andrés. Aqui ia mayor parte de un gran voicán ha sido
cortada o surcada. También hay otro de los conos de cenizas en
tal sector de la costa: éste ha sido afectado por la erosión.
Volviéndonos hacia el lado Occidental de la región Norte de
la Isla, encontramos primeramente el terreno llano inclinándose
en dirección Nornoroeste desde una altura de unos 1.200 m hasta
el acantilado costero. Aquí la erosión ha trabajado poco, excepto
en las proximidades de la costa, en donde el gradiente cambia hasta
ser un empinado acantilado y en donde se han excavado gargantas
más pequeñas.
En los otros sectores de las costas no se encuentran apenas
barrancos, ni aun en los altos acantilados de El Golfo y Las Pla-yas.
Aquí parece que el trabajo principal no ha sido hecho por el
agua corriente, sino por la desintegración JT corrimiento. Sólo en la
mitad oriental de la gran ladera del Julán encontraremos algunos
Numances, aufiYn--T TP m y murcadva. Divi&:: !a !%&;"a. 2; %?
de Malpaso hasta la costa.
En la gran antiplanicie -la meseta central ligeramente incli-nada-
buscaremos en vano algún barranco de profundidad nota-ble:
toda la superficie aquí parece estar prácticamente intacta, si
~ZCPEIOSP X C P ~ C&~! !~G pl.,!Pd~ TTPrSe yr! !OS p~f iC&eEcs~ &?
cenizas, donde las lluvias han excavado pequeños surcos radiales
en el terreno relativamente suelto.
Como, según hemos visto, el cuerpo de la Isla, es decir, la for-mación
mesética, puede interpretarse como lo que resta de un gran
volcán en forma de escudo, cuya cima se encontró en alguna
parte encima de la Bahía de El Golfo, se esperaría encontrar con-servado
aún el sistema de barrancos radiales de este gran "domo".
Tal sistema de barrancos no existe. Si existiera nos podría haber
guiado para reconstruir el lugar de la cima del antiguo volcán.
Podríamos preguntarnos por qué ha desaparecido este sistema
tan completamente. Comparando el Hierro con La Palma, por ejem-plo,
podemos demostrar en esta última la existencia de un gran
sistema de barrancos radiales, que cubre toda la parte Norte de
la Isla en cuestión, y estos barrancos están profundamente cor-tados
en el antiguo volcán. La ausencia de barrancos en la alti- a
N
planicie del Hierro se puede explicar pensando que la superficie ori- E
ginal del antiguo montón de lava o volcán de escudo ha sido CU-O
n -
bierta posteriormente por una espesa capa de productos volcánicos
- m
O
E más jbvenes, gracias a la presencia de los muchos conos de ceni- E
2
zas, y por tanto el antiguo sistema de drenaje ha sido enterrado. E
Se puede notar que efectivamente existieron algunos barrancos
-
radiales como se ve en los cortes verticales del acantilado de El 3
-
Golfo, por ejemplo en el Paso de Jinama (Otto 'Walter, 18941, en -
0
m
donde un relleno de lava posterior ha ocupado el valle preexistente, E
cortadso ahora transversalmente por la escarpadura. O
n
E A brasión marina. -
a
2
Todavía se pueden decir algunas palabras más acerca de la acti-vidad
del rompiente (batir de las olas) a lo largo de las costas del
Hierro, rodeada la Isla como está por el Atlántico abierto y expues-ta
a los incesantes vientos alisios.
La línea de costa más afectada por el rompiente es desde luego
la del Norte. Por ello encontramos aquí un acantilado excavado
en las lavas y tobas expulsadas por los distantes volcanes de las
tierras altas centrales. Sin embargo, el alto acantilado enfrente
de Tamccduste no está originado por abrasión, sino por fallas, y
tiene una altura, según hemos dicho, de unos 250 m o más.
También a lo largo de la costa de El Golfo, y especialmente
alrededor de la prominente cabeza de lavas de Arenas Blancas,
588 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS
hay una fuerte abrasión en las escoriáceas y negras lavas basál-ticas,
geológicamente recientes (v. figs. 10 y 11 en la lám. 111). Se
han formado aquí muohas cuevas, túneles y arcos, todos, desde
luego, de corta vida, debido al vigoroso ataque de las olas. A lo
largo de la costa oriental hay también un notable rompiente, origi-nado
por el viento Norte, y muclhas parte, especialmente promon-torios
salientes, han sido afectadas por el ataque de las olas. El
cono de cenizas levantado en la costa donde se encuentra, a bar-lovento,
el Puerto de b Estaca, ha sido muy castigado por el rom-piente,
pero aún sirve para su protección, y ha sido reforzado por
la reciente construcción de un gran muelle.
En algunas partes han quedado aislados diques duros o masas
cortadas de tobas más blandas, y hasta hoy permanecen como cu-riosos
testigos de abrasión marina, como por ejemplo en el extremo
septentrionai de ¿as Playas (v. fig. 13 en ia iám IVj .
Los grandes precipicios de Las Playas, que tienen por lo menos
una longitud de 7 kilómetros, han sufrido así deterioros notables
a causa del rompiente, aunque la desintegración en las laderas más
elevadas es responsable de las formas actuales. Pero las masas de
escombros acumuladas al pie de los precipicios han sido continua-mente
mermadas por la rompiente, que arrastra este material más
al Sur, a lo largo de la costa, bajo la influencia de la corriente
costera.
A lo largo de la gran costa del Sur, y a pesar de su posición
resguardada, también hay abrasión en escala reducida. Acanti-lados
de abrasión se han producido en el material formado por
escorias de lavas y tobas, como puede verse por ejemplo en la Bahh
de Naos. Aquí también un cono de cenizas ha sido cortado trans-versalmente,
viéndose la estructura interna del mismo. General-
=&e 1% eo&-a de! $d&= zc&$ puco esciii&&a aarr~ancos,
como ya hemos visto.
En la parte más Occidental de la península de La Dehesa hay
una porción de terreno de unos 2 Km que muestra un acantilado
m.a .r ino de 150 m de altura. Este parece el resultado de una abra- s;oi;, ymz& &&rril;na~o pi~iiiiai<faiiieii& por un movimien¿o de falías.
Frente a este terreno el fondo del Atlántico se ahonda rápidamente.
Simón Benitez (1945) ha defendido la posibilidad de que la parte
42 HANS HAUSEN
que falta del primitivo núcleo del Hierro puede haber sido absor-bida
por el rompiente. Puede que no haya necesidad, dice, de que
los desplazamientos tectónicos hayan cortado esta parte. También
aplica la misma idea a las otras Canarias, y dice que este factor
geológico exógeno ha sido poco tenido en cuenta por los anteriores
investigadores de la geología canaria. Yo por mi parte no desesti-maría
la importancia de la abrasión marina en estas Islas volcá-nicas,
tan expuestas a ella, compuestas como están de tobas vol-cánicas
muy frágiles (además de las lavas) ; pero no puedo acep-tar
el punto de vista anti-tectónico que mi gran amigo canario ha
desarrollado.
Evolución geológica del Hierro.
Como final podemos recapitular brevemente todos los aconte-cimientos
geológicos más importantes desarrollados en esta remo-ta
región, y que se han sucedido unos a otros durante la época Ter-ciaria
y Cuaternaria.
Originalmente existía en esta región, así como en toda el área
canaria, una masa de materiales coherentes ; parece ser que era una
parte marginal del Continente Africano. Esta cabeza de tierra fue
durante el Eoceno (?) inundada por lavas basálticas y cubierta por
sus sedimentos piroclásticos. En la parte que está ahora ocupada
por la isla del Hierro existía un gran "domo" aplastado de basaltos,
un volcán de forma de escudo del tipo que se encuentran en las
islas Hawai actuales. El centro de las erupciones estaba, según
parece, donde se encuentra actualmente la Bahía de El Golfo.
Después este terreno marginal inundado de lava fue roto en
pedazos por fallas en muchas direcciones. Las diferentes Islas que-daron
como "horsts", y el Hierro fue finalmente disminuído en cir-cunferencia,
de forma que sólo una parte del volcán original subsis-tió.
Toda Ia parte occidental desapareció en el Océano.
En conexión con la ruptura en pedazos de la antigua formación
basáltica de la meseta, se abrieron fracturas, que dieron paso libre
al magma que subía: primeramente magma sálico y después ba-sáltico.
590 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
RASGOS GEO~GICOS GENERALES DE LA ISLA DEL HIERRO 43
Como consecuencia de esta ruptura del volcán se abrió el sitio
donde se encuentra El Golfo, en el interior de la Isla. La erosión
y los cambios subsiguientes debidos a la atmósfera contribuyeron
a ensanchar la bahía, de forma que, finalmente, el resultado fue
una forma semicircular. Pero había muchos volcanes adventicios
basálticos que nacían en el interior de la semi-"caldera", y también
en las tierras altas que la bordeaban. Este vulcanismo adventicio
parece que duró un largo espacio de tiempo, produciendo un gran
número de conos de cenizas repartidos por la Isla. Estos enviaron
corrientes de lava a los alrededores, y material suelto fue proyec-tado
por las explosiones, de forma que, finalmente, una espesa cu-bierta
de estos materiales se depositó sobre la superficie de las
tierras altas, es decir, encima de los flancos del volcán primario.
El vulcanismo adventicio continuó su actividad posteriormente,
y 12s eqcioi;es no p-aron por eomp!eto &&.a Unr. épcu ged6-
gica muy reciente. Estas lavas más modernas han agrandado algo
la circunferencia de la Isla establecida por las fallas.
El trabajo de los agentes exógenos en el Hierro no es muy impor-tante.
La acción de los elementos ha actuado en la cubierta de ma-terial
adventicio en las zonas altas centrales, y a lo largo de las
costas la desintegración ha formado acantilados abruptos. La abra-sión
marina ha atacado las costas, especialmente en los flancos de
barlovento, aunque los resultados no parecen muy efectivos. T'o-davía
el contorno de la Isla viene determinado por las líneas tec-tónicas
fundamentales; la masa ha tenido el aspecto de un bloque
de fallas uri "horst".
(Traduccibn de José Salvador SANTIAGPAOE z.)
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