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EL OBISPO DE CANARiAS DON PEDRO LOPEZ DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS (1 507-1 5 13) P O R JOSE GAFWIA OIRQ Profesor de Historia Eclesiástica de la Universidad de Santiago de Compostela Don Pedro López de Ayala no es un desconocido para los his-toriadores del período de los Reyes Católicos. Los escasos datos biográficos llegados hasta nosotros revelan, en su absoluta es-quematicidad, los rasgos más salientes de la personalidad de este obispo de Canarias. Perteneciente a la noble familia de los Ayalas, como su primo y gran amigo y servidor de Cisneros, don Diego López de Ayala llegará en sus años maduros a ser figura des-tacada en la Corte, de la que saldrá para desempeñar misiones de gran brillo y responsabilidad como la embajada de Inglaterra en 1487. El presente artículo se fija exclusivamente en la actividad ecle-siástica de don Pedro Upez de Ayala, y más concretamente en dos facetas principales de la misma: paso por el obispado de Canarias y por el decanato de la Iglesia Toledana. Pocas son y muy frag-mentarias las noticias que sobre el primero de estos aspectos pode-mos hoy ofrecer al lector. Sobre el segundo, en cambio, abundan los üatos y reiaciones, sobre todo de carácter confidenciai. Eh la imposibilidad, por tanto, de tejer una biografía comple- 1 Las noticias sobre este ilustre eclesiástico, colabrador íntimo de Cis-neros, son muy escasas e imprecisas, vease P. Gayangos-V de la Fuente, Cartas deZ Cardenal Don. Fray Franczsco Jménex de thsneros, Madrid, 1867, p&pnas XV-XXII. Una sucinta relaci6n biobibliográfica en Dzctfommire d' Nzstote et de GéograpMe Eccleskzstzcyue, V., 1262-1264 Núm 12 (1966) 117 2 JOSE GARCÍA ORO ta y matizada del célebre obispo de Canarias, presentamos, en com-pensación, el contenido histórico de una interesante serie de ear-tas de don Pedro a su amigo y señor el Cardenal Cisneros, que fre-cuentemente conservan muy viva la nota íntima y personal del autor, que las asemeja a diarios personales o a autorretratos. En estas pinceladas podremos contemplar la única imagen de don Pe-dro que hoy es dable captar al historiador: la del prelado maduro en experiencias humanas, achacoso y casi desmoronado en su vi-talidad fisica, amigo fiel de sus amigos, favorecedor de sus deu-dos y allegados, con una viva conciencia dinástica nunca oscure-cida. DON PEDRO DE AYALA, OBISPO DE CANARIAS Don Pedro Eópez de Ayala estaba destinado, por su valor per-sonal y sobre todo por imperativos familiares, a desempeñar un elevado rango en la jerarquía ecle~i~ásticEa.n este aspecto no fue ciertamente de los preferidos de la fortuna. De la embajada en In-glaterra regresaba ostentando el título de Arcediano de Lincoln. En España había sido agraciado con el nombramiento de Deán de Toledo, muy probablemente por iniciativa de su amigo y protector Cisneros. Sin duda poseía tambih otros beneficios eclesiásticos menores con que proveer a su sustentación. El 20 de octubre de 1507 alcanzaba la cumbre de su carrera eclesiástica con su elección a obispo de Canarias. La joven Iglesia Canaria no había salido aún de su etapa pro-piamente misional cuando en este vástago de los Ayalas recayb el dirigirla. Sn dotacih era exigua y no invitaba, de por sí, a los ~ ~ s p ue tu~m aruve! sacrificie de !u residemia. Pere e! iriterks Ge la Corona y la conciencia pastoral de los obispos superaron gene-ralmente esta desazh. En confirmación podría aducirse el caso de los inmediatos antecesores de don Pedro en la sede canaria. El ejemplo de don Diego de iMuros, inmediato predecesor de -P eiirn -T-d pe- de &alai es significat.iaa Designado para la. sede ca-naria el 27 de julio de 1496, se dirige muy pronto al Archipiélago, 118 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDEKAL CISNEROS 3 arribando a Tenerife por mayo de 1497. Durante este año, visita los principales centros cristianos de las islas. El 23 de octubre de 1497 reúne un sínodo diocesano en Las Palmas de Gran Canaria en donde intercambia experiencias y madura proyectos pastora-les con el clero canario. Don Diego se decide a residir en su igle-sia y dirigir personalmente su labor misionera. Terminará su mi-nisterio episcopal congregando otro nuevo sínodo el 26 de febre-ro de 1506. Los escasos datos que conocemos de su gestión epis-copa1 inclinan a pensar que su paso por la sede señala un momen-to decisivo en el rápido proceso de crecimiento de la Iglesia @a-naria 2. Don Pedro de Ayala no poseía ciertamente los arrestos y la vo-cación pastoral de don Diego de Muros. No era de esperar que troease la atractiva y prometedora vida cortesana por el ministe-rio pastoral en una sede misionera, lejana y pobre, como en 1492 $0 i-2aiiza& c o ~ &q,ljre~$~mier;toF, ray- Eerfia::& de Talavera. De hecho, no consta que don Pedro haya pisado ja-más tierra canaria. Sin embargo, desde la Corte, y más tarde desde su ciudad nativa, Toledo, seguirá, con Ia lejanía e imprecisión ine-vitables, los sucesos canarios. Este alejamiento y mediatez no implica, pues, necesariamente 2 Eubel, Hterarchna, 11, 249. Las bulas de provision fueron publicadas por A. López en "Boletín de la Academia Gallega", 7 (1914), 290. Sobre la ac-tuación episcopal de Don Diego de Muros en Canarias, cfr. Juan Alvarez Delgado, La Cow&sta ae Penerife. Un reajuste de datos hasta 1499, en "Re-vista de Historia Canaria", 27 (1961), 57-59. Como es sabido, aparecen du-rante el reinado de los Reyes Católicos tres personajes importantes, obispos todos el l~s ,~coenst e nombre de D~egod e Muros, que conviene chstinguir con prcisión: Don Diego de Muros, obispo de Tuy y Ciudad Rodr~go, Don Diego de Muros, deán de Santiago y obispo de Mondoñedo y miedo, y finalmente, Don Diego de Muros, obispo de Canarias, al que ahora nos referimos. El me-y r conocido de estos personajes es el primero. Sobre él véase Guillermo Vázquez Niiñez, Don hiego de Muros, o W o de T* y de Cmdad Rodrigo, de la Orden de h Merced. Madrid, 1919. Sobre el segundo existen tan sólo es-tudios parcialex Cfr. F. Bouza Brey, Los GZGdZ6rmex de BendoM y & Ge-neahgia de Don Diego de Muros, obzspo de Mondoñedo y de Odedo, en "Bo-letín de la Comisión Provmcial de monumentos históricos y artísticos de Orense", 12 (19391, 32-43, 66-80! Sobre el parentesco existente entre estos obispos véase J Campelo, Los ascen&entes de Don Diego de Muros, de&% de Santtago, en "Compostellanum", 4 (1959), 197-221 Nbm 12 (1966) 119 4 JOSÉ GARC~A ORO que el paso de don Pedro por esta sede no dejase su huella. En efecto, don Pedro ocupaba la sede canaria en un momento en que los Reyes se preocupaban vivamente de la estructuración de la vida civil y eclesiástica del Archipiélago. Desde el 13 de diciembre de 1486 poseían los monarcas el derecho de patronato sobre las igle-sias y beneficios canarios. El ejercicio efectivo de este derecho im-puso a la Corona el deber de crear y dotar nuevas iglesias y de or-ganizar a fundamentis el aparato beneficia1 de la joven Iglesia, mi-rando especialmente a la eficacia del ministerio pastoral 3. A la realizaci6n de estos designios de la Corona contribuyó eficazmente don Pedro de Ayala. A la Corte llegaban frecuente-mente lamentos y súplicas del clero canario. Era necesario pro-ceder inmediatamente a la creación de nuevos beneficios curados y dotarlos convenientemente. Los beneficios e iglesias existentes eran absolutamente insuficientes para atender a las necesidades de la a~;?ngp!izaci&. Sus titulares. se &gpah.an siquiera tomar pe-sión. Ocupados en otros quehaceres más rediticios en la Península, se hacían sustituir por vicarios ineptos. Los monarcas se hicieron cargo de la gravedad del problema pastoral canario y vieron en el Obispo la persona más apropiada para encontrar una solución ade-cuada. El día 29 de noviembre de 1511, Fernando el Católico diri-gía a nuestro obispo una importante misiva sobre e1 particular en que le confiaba, en sustancia, la siguiente misián: "Yo vos ruego y encargo que luego hagbs nombramiento e creación de todos los beneficios que ha de haber en las dichas iglesias de ese dicho obispado de las islas Canarias, y así fecho me lo enviéis para que yo lo vea e provea sobre ello lo que más convenga" 4 No conocemos la labor organizadora que posiblemente haya rea-lizado Pedro López de Ayala en cumplimiento de esta importante com-isih de la Corona; Cabe s1.1pner que no fue muy completa y fructífera, ya que el problema era de extrema gravedad, y sus su- 3 Sobre la naturaleza de este patronato cfr. J Peraza de Ayala, El Real Patronato de Canarias, en "Anuario de Historia del Derecho Español", 30 (1960), 113-17'4; y Tarsicio de Azcona, Isabel Za Católwa, ~Madnd, 1964, 663- 667. 4 Archivo General de Simancas, Cédulas de la Cámara, Lib 22, f 392 v 120 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 5 cesores habrán de seguir afrontándolo con resultados más bien escasos y pobres. La única solución viable y eficaz llegaría ~610añ os más tarde con la asignación preferente de los beneficios canarios a los cli5rigos nativos, en forma semejante a la ya acostumbrada en algunos obispados españoles, en los llamados beneficios patr2mo-niaires Don Pedro de Ayala acabará sus días, titulándose Obispo de Canarias, al frente del Cabildo de Toledo como fiel colaborador de su amigo Cisneros, según muy pronto veremos. No conocemos la fecha exacta en que Pedro López de Ayala fue promovido a esta di'gnidad clave en la Iglesia Toledana. Menos todaváa podemos rastrear las circunstancias particulares que acom-pañaron esta designación. No es aventurado, sin embargo, atri-buir a su amigo Cisneros una parte decisiva en el nombramiento. A la hora de buscar uh jefe para el difícil Ca;bildo de Toledo, el Arzobispo se inclinaría indudablemente por un hombre de la ex-periencia y competencia de Ayala, que le merecía toda la confian-za. Los sucesos que a continuación se narran lo confirmarán. La gesti6n de Ayala al frente de la corporación toledana no se limitó evidentemente a los sucesos que seguidamente se exponen, sino que se extendió seguramente a la totalidad de la acción del Ca-bildo. Nuestra informaci6n no alcanza, sin embargo, más que a los primeros, en los cuales emerge vigorosamente la figura humana de don Pedro Gpez de Ayala. Se trata principalmente de una aca-lorada disputa en torno al arcedianato de Toledo que se complica y agranda al correr de los meses y termina con resultados poco consoladores para el Cablldo. 5 Peraza de Ayala, El Real Patronato, 140-141 NSm 12 (1966) 6 JOSÉ GARCfA ORO 1. DONF RANCISDCE OB OBADILLOAB,I SPO DE SALAMANCA Y ARCE-DIANO DE !¡?OLEDO. Fue a fines de 1511. Una noticia llenó de confusión al Cabildo de Toledo y de preocupación a Qsneros. El decrépito arcediano de Toledo, don Juan Pérez de Cabrera, se avino a un arreglo un tan-to extraño con su brioso sobrino don Francisco de Bobadilla, re-cién estrenado obispo de Salamanca 6. Cabrera resignaba el cargo en su sobrino, reteniendo para sí los frutos de la dignidad. Nuy en secreto, tío y sobrino, agenciaron en Roma la sanción de lo con-venido y el día 2 de julio de 1511 enviaban al Cabildo toledano una comisih presidida por Pedro de Moya con el objeto de intimar a a los prebendados un breve de Julio II nombrando a Bobadilla Arce- N E diano de Toledo en las condiciones antes expresadas y un decreto O del Pontlfice revocando cualesquiera expectativas, regresos u otras n - =m concesiones que pudiesen contrariar la nueva designación 7. O E E 2 2. INDIGNAECN IT~UNL EDYO SORPRESA EN LA CORTE. - En verdad, no era la prmera vez que se producían tales sor- 0m E presas en el Cabildo toledano. Pero este caso se consideraba espe- O cialmente grave y ofensivo. Segaba en ciernes las esperanzas de n más de uno para un futuro no muy lejano en que el anciano Ca- E 2 G Francisco de Bobadilla fue preconizado obispo de Salamanca el 18 de n noviembre de 1510 Wgura al frente de la sede hasta el 28 de enero de 1529 0 Eubel, Hzerarchza, m, 307 Antenormente, desde el 28 de enero de 1509, era 3 obispo de Ciudad Etodrigo y abad de la colegiata de San Salvador de Sevilla. O Lbid, 185 Debido a las enconadas controversias jurisdiccionales existentes por entonces entre los obispos de Salamanca y los Fonsecas, de Compostela, Bobadilla hubo de cilrigrse a Roma para defender personalmente sus dere-chos en la Cuna En la Ciudad Eterna residió, por esta razón, quince años de los veinte que duró su epscopado salmantino V Eeltrán de Heredia, Bu-hrzo de la UnzversLidacl de Salarnunca Salamanca, 1966, 186. 7 De este suceso, con sus numerosas incidencias y complicaciones, exis-te una relación notanada con gran riqueza informativa en el Archivo de la Umversidad de Madrid (ciAUM) Sección AlcaZci y Madrzd, que utilizamos a lo largo de este artículo. 122 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTlCOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 7 brera dejara de existir. Prescindía desdeñosamente de las atribu-ciones del Cabildo en materia de provisiones beneficiales. Saltaba desconsideradamente sobre el privilegio especial de Cisneros de disponer de los beneficios de su diócesis. Se oponía a la política de la Corona sobre provisiones eclesiásticas, soslayando diestramen-te su control. Por mil y una razones parecía, pues, justificado que el Cabildo, el Arzobispo y la Corona se dispusiesen a dar la batalla a arnbicibn tan desmedida que calificaban abertamente de mons-truosidad. Don Pedro de Ayala, como Deán de Toledo y amigo incondicio-nal de Cisneros, se creyó en el deber de capitanear la oposición. Inicialmente todo parecía favorecer a sus propósitos. No necesitó reunir el Cabildo para cerciorarse de la unanimidad y decisión de los prebendados sobre e1 particular. Estos, apenas enterados de lo sucedido, se apresuraron a pasar por la casa del Obispo de Cana-rias y manifestarle su repugnancia hacia las pretensiones de Eo-badilla y Cabrera. No faltó ni siquiera la adhesión del Maestres-cuela, Francisco Alvarez, ni la del Arcediano de Madrid, Pedro de Solís, quienes seguramente no simpatizaban con Ayala ni con Cis-neros. Pedro de Ayala creyó en su sinceridad y les tranquilizó co-municándoles las gestiones por él realizadas apenas tuvo noticia del caso. No contento con informar de lo sucedido a Cisneros, escribió también al Rey que estaba en Sevilla. Conocía bien la mentalidad del Rey y su estudiado plan de control de 10s provisiones eclesiás-ticas y sabía que no pasaria por tal desacato a su autoridad. Don Fernando recibió con indignación la nueva: "visto por Su Alteza el gran daño que de esto tal se sigue a la universal Iglesia de España y principalmente a ésta" (de Toledo). Su reacción in-mediata fue escribir al Sumo Pontifice, exponiendo la gravedad del caso, "porque no cree Su Alteza que es de menos importancia e1 Arcedianadgo de Toledo que otro obispado de los notados de es-tos reinos". El Rey creía, además, que el breve dado en esta oca-sión por Julio 11 era gravemente lesivo a su política eclesiástica, hasta tal punto que pensaba que "todo lo que Su Santidad otorgó io ha revocado, mayormente que Su Alteza tiene por muy princi-pal cosa haber el Papa concedido a Su Señoría Reverendísima [ a s - Núm 12 (1966) 123 8 JOSÉ GARCfA ORO neros] a su suplicación y que en su ~glesia, en una cosa tan se-ñalada como ésta, se hiciese esto, tiénelo por cosa gfave, y está en determinación de no lo consentir, pues es totalmente contra todo derecho" Las perspectivas parecían, por tanto, inmejorables. El Cabildo se aprestaba para la operacih. Detrás de él estaban los brazos firmes de Cisneros y del Rey. 3. PEDROD E AYALAP LANEA LA CO~ AOF E N S I V A . Y, tras este preludio, dirigido a estrechar más los ánimos, ya aparentemente concordes, pasaba el obispo de Canarias a señalar a los canónigos toledanos la pauta a, seguir. ''Mi parecer es -continuaba diciendo persuasivamente- que suph-quemos a Su Santidad que la posesión no se dé sin tener el expreso couseut~ii-~Jeeu to Alteza y- de SefiGria FLe~-ereí;&isma, wwe habría y ha por cosa muy grave de ver benefmados de esta Iglesia estar en el grado que el prior de San Juan, porque todos habríamos de tomar el caso por nuestro y, siendo así, será bien que toda cosa que hayamos de hacer sea conocido y mandado de Su Alteza y de Su Se-ñoría, y también es cosa justa que miremos los a quien toca de no dejar caer el arcedianadgo en tanto daño" lo. Es decir, que toda reacción del Cabildo en defensa de sus dere-chos y en contra de las pretensiones de Cabrera y Bobadilla deberá estar siempre no sólo de acuerdo sino incluso directamente respal-dada por Cisneros y por el Rey. Cabrera es muy libre para resignar su dignidad, incluso podría tolerarse que lo hiciese en favor de su sobrino : pero nunca podría consentirse que pretendiese reservarse parte de sus emolumentos y prerrogativas. Deloerá cesar totalmente en sus funciones de arcediano. 8 Ayaia se reñere ai inauiro conceaicio a Cisneros por Alejandro VI por los breves Personnlm twam y Hodze wwtw proprzo, de 1 de septiembre de 1498, s?utonzándole para proveer todos los beneficios eclesiásticos de su diócesis que no estuviesen incluidos en ciertas reservas especialisimas rementemente hechas por el mismo Pontífice Archivo Histórico Nacional, Umzue~sidades, Leg., 4, nn 17-18 - A--== ---LA- -2 J AULVL, L ~ ~L d ab L MLWUD, üii 22 10 ibid 124 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 9 "Porque lo otro -prosigue don Pedro-- no se ha de consentir por nada, y de esto yo os lo certifico que, por hacer la cosa bien, debemos hacer así, pues las bulas de Su Santldad vienen sln censuras, suplicar de ellas y apelar de las del juez, y en este medio tiempo podría el ar-cediano hacer su negocio mejor que le tiene hechol' que, como he di-cho, h&er dos arcehanos no se ha de perniitir por cosa ninguna y por el amor que a todos tengo querría que otro camino no siguiese de él, porque [el que] otra cosa hiciere, errará" 12 El camino señalado por Ayala pudo parecer a muchos el más sen-cillo y eficaz. ¿Lo era en realidad? Los sucesos posteriores lo pon-drían en duda. Por el momento el tono persuasivo de Ayala no pa-rece que haya convencido a los prebendados, quienes respondieron fríamente a su bien medido discurso diciendo que "algo de a,quello halMan considerado". Muchos prebendados preferían que se intentase, ante todo, un zrregh pre!iri;inai. Pzrz !egrar!e se mviwbw w Cl?hcX,b U Gctikrez Díaz con el difícil cometido de atraer a Cabrera y a Bobadilla a la idea de un encuentro con Cisneros, en el cual tomaría parte igual-mente el maestrescuela de Toledo, Francisco Alvarez. Pedro de Ayala no desechó la idea. En carta a Cisneros expone al arzobispo las miras con que se ideá este proyecto. Por su parte cree que el coloquio con Cisneros, con la prevista ausencia del maes-trescuela, le brindará la mejor oportunidad para decidir al Cabildo a presentar la apelación del breve de Julio 11 en que se sanciona el acuerdo de Cabrera y Bobadilla. Recomienda, incluso, que la ausen-cia del maestrescuela se prolongue lo más posible para evitar posi-bles sabotajes. No duda de que Cisneros mantendrá firme su deci-sión de no consentir semejantes arreglos escandalosos 13. 4. DE LOS DICHOS A LOS HECHOS. Los acontecimientos se sucedieron con toda la celeridad deseable. El 2 de julio de 1511 se notificaba oficialmente al Cabildo la designa- 11 Es decir, renunciar totalmente al arcedianato de Toledo en favor de S? sobrim. 12 A. U M. Cartas a Cineros, niim. 22 13 Carta del 25 o 26 de junio de 1512 a Cisneros Ibid, 1, c 10 JOSÉ GARC~A ORO ción del obispo de Salamanca, Bobadilla, para el arcedianato. El no-tario de la corporación dejó constancia del acto con esta relación pormenorizada. "Sepan cuantos este público instrumento vieren cómo en dos dias del mes de julio, año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo, de mil e quiniento e once años, dentro en el coro del altar mayor de la Santa Iglesia de Toledo, estando ende ayuntados los muy reverendos señores dean y cabildo de la dicha Santa Iglesia sobre algunos nego-cios, acabada de decir la misa mayor, en presencia de mí el notario e secretario de yuso escrito, paresció presente el honrado Pedro de Moya en nombre e como procurador que se mostró ser del muy mag-nífico Señor Don Francisco de Bobadilla obispo de Salamanca, e en el dicho nombre él presentó e intimó e notficó a los &&os señores dean y cabildo unas letras apostó;licas, de nuestro Santo Padre el Papa Julio Segundo moderno, de colación e provisión fecha al dicho Señor Don Francisco del arcedianadgo de la dicha Santa Iglesia por resignación del muy reverendo y noble Señor Don Juan Pérez de Cabrera protono-tario apost6lic0, e un proceso sobre ella discernido; e así mismo pre-sentó otras letras apostólicas de dicho Nuestro Señor el Papa Julio Segundo, por las cuales derogó cualesquiera indulto, coadjutorías, re-gresos e otras reservas e gracias que hayan sido concedidas en fa-vor de cualesquiera personas, según que más largamente en las dichas letras apostólicas se contenía; e, por vigor de las cuales dichas letras apostólicas e proceso, pidió e requirió, so las penas e censuras en el dicho proceso contenidas, que en el dicho nombre le diesen e entre-gasen la 8posesiÓn del dicho arcedianadgo, e pidiolo por te*momo. E los dichos señores dean y cabildo respondieron que las verían e farían lo que de derecho de?aesen, a lo cual fueron testigos los seores Pe-dro Fernández de Yepes, y Luis de León y Gutiérrez Díaz, canónigos en la dicha Santa Iglesia de Toledo" 14 A tal requerimiento, contestaron los canónigos el día 7 del mis-mo con un "escripto de apelación que daban por su respuesta", en que perñlaban las razones prácticas y jurídicas que inspiraban su actitud negativa 15. Ante todo se cuidaron muy bien de señalar las causas por las que estimaban "que ellos no eran obligados a cumplir lo mandado por los jueces o juez, executor o executores". Ea primera excepción se refería a !a forma de notificar la provisión por los representantes 14 AUM, Alcazá y Maá~zcl. 15 Texto completo en el Apéndice Documental a este artículo 126 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 11 del obispo de Salamanca, que se había hecho en el coro de la cate-dral y no en una reunión capitular normal, en el tiempo y forma que el derecho prescribe. En segundo lugar, las bulas pontificias eran, en opinión del Cabildo, suíarepticias y obrepticim, pues fueron pro-curadas "callando la verdad y exponiendo lo contrario, de lo cual, si Nuestro Muy Santo Padre fuera informado, no diera ni conce-diera las dichas bulas". Podría, por otra parte, sospecharse que el arcediano Cabrera había sido, de alguna manera, coaccionado o pre-sionado a hacer esta cesih de su dignidad "que con tantas expen-sas y trabajos había adquirido". Nueva razón de índole similar y con el mismo acento mordaz: '"el obispado de Salamanca es tan abun-dante de réditos y frutos que bastaba para competente sustentaci6n de dicho señor obispo". Ea enumeración prosigue con tonos más hi-rientes aludiendo a lo indecoroso del caso, pues al obispo sería antinatural "facelle marido de dos iglesias, siguiendo el matrimonio espiritual contraído entre éil e la dicha igiesia de Saiamanca, siendo como ambos son tan pingües e bastantes para la sustentación cada uno de su prelado, por muy letrado que fueren o fuesen". Se alude luego a la grave sospecha de que "ha hxbido fraude e pacción ilí-cita e tal que de derecho no debe subsistir". Pero lo más intolerable para los canónigos era "que el dicho ar-cediano quiere tener e retener en si los frutos del dicho arcedianad-go e silla como de antes que resignase el dicho arcedianadgo, lo cual paresce monstruoso in nnuetura que dos sean maridos en una dignidad e prelacía". Nueva objeción finalmente contra la autenticidad de la bula pre-sentada al Cabildo, ya que, "sin facer mencion del indulto que el re-verendísirno señor Cardenal de España, arzobispo de Toledo, su se-ñor e perlado, tenia e tiene de proveer, etc., de lo reservado y vacan-te incuria, fue expedida la dicha bula e discernido el dicho proceso, e pefidicar d $&e indc!t= fce 1% - v ~ ~ ~&~ 7\nTgte&~ygY M iqr S2.n-to Padre". Ante todas estas consideraciones, de tan diverso valor y motiva-cih, decidió el Cabildo toledano no aceptar la provisi6n hecha el día 2 de julio y "dixeron que querían esperar la segunda yus1.ó.n de Nuestro Muy San-to Padre, pues lo contenido en la dicha bula e mandado por el dicho jues sería y es tan exorbitante en derecho natural e civil e sacros cá-nones, e que así mismo querian consultar con el dieho Reverendísimo Cardenal de España, su prelado, al cual, si necesario era, pues venía nombrado por ejecutor en las cbchas bulas e proceso, remitían e remi-tieron las dichas bulas e proceso" Esto no bastaba. Era necesario impedir que Cabrera y Bobadilla intentasen un nuevo asalto y arbitrasen nuevos recursos con que ur-gir al Cabildo sus pretensiones. Para ello, "e por mayor cabtela e seguridad", "alpelaron del dicho proceso, e de lo mandado por los dichos juez y jueces e por cualqu~er de ellos e de las censuras en el dicho proceso contenidas, para ante el Nuestro Muy Santo Padre e para ante su Santa Sede Apostólica, so cuya protección e amparo dixeron que po-nían e pusieron sus personas e bienes espiritudes e temporales, e que pedían al Señor Licenciado de Herrera, Vicario General del Arcobispado de Toledo que les otorgase los apostoles (sic) de esta su aipelación" Efectivamente, Herrera autonzó la apelacibn, con lo que el Ca-bildo de Toledo manifestaba inequívocamente su propósito de con- L..- -1- -!.. 7- -...-2 --- 2 <-- L ~ ~ U ~ C LrLa ' p rovlslun. De este modo se había realizado casi literalmente el proceder in-dicado por Ayala. Parecía que, por parte del Cabildo, todo estaba firme y decidido. Cisneros y el Rey asegurarían la eficacia del paso dado. Pero ni Cabrera nl Bobadilla se amedrentaron ante el gesto ne-gativo del Cabildo. No ignoraban que el tiempo era su mayor ene-migo y se apresuraron a enviar una nueva intimación al Cabildo. Y, el día 23 de agosto, "estando en el coro de esta Santa Iglesia e estando presentes muchos de los beneficiados de ella, especialmente el Maestrescuela, Arceüíano de Madrid, el Ucenciado Mazuecos e otros beneficiarios, viendo este testigo que entraron en el dicho coro cuatro o seis hombres que decían ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 13 que eran del Arcediano de Toledo y del ob~spo su sobrino y procurado:. y notario suyo, y que estando este testigo y el Licenciado de Mazuecos hablando llegaron aquellos señores que estaban juntos e diz que les intimaban aquel monitorio penal emanado de la sede apostólica y que lo pidieron por testimonio, e dijeron al dicho Licenciado de Mazuecos y a este testigo que habían respondido aquellos señores e dignidades e canónigos e lo fuesen a intimar en el Cabildo donde se suelen intimar las semejantes bulas que seguramente podrían irlo a intimar" No se presentó, a1 parecer, la oportunidad para hacer capitular-mente la intimación del nuevo monitorio, por lo cual los enviados de Cabrera y ]Sobadilla hubieron de contentarse con fijar un traslado del documento en las puertas de la catedral, para que su contenido pudiese así más fácilmente llegar a conocimiento de los interesados. Los intentos del obispo de Salamanca y su tío continuaron. A los pocos días, presentaban al Cabildo un proceso canónico urgiendo el monitorio 16. i Cómo contener estos ímpetus? Pedro de Ayala hubiera querido repetir inmediatamente el paso dado anteriormente : apelar del pro-ceso que urgía el monitorio. Pero esta vez no le fue fácil lograrlo. Se encontró con sorpresas muy desagradables. No en vano sospechabma Ayala, desde el primer momento, de la ad-hesiún y lealtad del maestrescuela Francisco Alvarez l7 Efectiva-mente, apenas las cosas comenzaron a complicarse, no se cuidó ya de disimular su parcialidad en la querella, nacida, en parte, de su antipatía hacia Ayala y, en parte, de su preferencia por el obispo de Salamanca. Convocados por Pedro de Ayala, "juntáronse en cajoiido -esci.~70e a Wsnei*o+ wi-a dai3 pjdeie fr 2 intimar la apelación. Quien suele [el maestrescuela] moviólos a to-dos para que no se otorgase, diciendo que no había razón por qué, poniéndoles tantos escrúpulos que estuvieron para decir claramente que obedecían" . 16 Ibúiem. 17 Juan Alvarez de Toledo, Arcediano de Madrid NÚm 12 (1966) 14 JOSE GARCfA ORO Por agosto de 1511 intentaba Ayala mover al Cabildo a interpo-ner una nueva apelación contra el monitorio Últimamente intimado por Cabrera y Bobadilla. Era una lógica continuación de la prirne-ra apelación hecha por el Cabildo. No lo veían asá un grupo de ca-nónigos, atraídos secretamente por el maestrescuela a la causa de¡ Obispo de Salamanca. Faltaban, además, casi todos los que antes habían apoyado la apelación, especialmente los más decididos, como el canónigo Ace-vedo. Ayala, que se hallaba indispuesto con sus habituales calentu-ras, ordenó una nueva reunión capitular, que resultó gravemente perjudicial para sus propósitos. "Juntáronse y pudieron más los ad-versarios", escribe decepcionado a Cisneros. Pero no se rindió. Se convocó inmediatamente una nueva reunión, a la cual concurrieron por orden expresa del dean todos los que habían firmado la apela-ción contra el breve de Julio 11. Don Pedro de Ayala refiere a su ''Aba~é allá y dure cómo ya estaban citados aquellos señores tío y sobnno, et que allí éramos juntados para proveer en lo necesario que otorgásemos aquel poder para ir continuar la apelación. Respon-dió el Maestrescuela que era bien mirar sobre aquello. Dfxosele que ca-llase, que en su lugar respondería Habló su sobrino 17 b i s sin más ac& 1-11 más allá, que no,obstante que habían apelado la otra vez que obedescian el monitorio; yo le rebatí la palabra diciendo: no hablemos sobre esta materia sino sobre la inhibición Tornó a hablar el Maestrescuela y decir que obedescía aquella inhibrtoria en cuanto se extendía y no más ni allende. Finalmente, que éramos catorce votos, los ocho se con-formaron conmigo, los seis dieron las palabras de verbo ad verbm que el Maestrescuela, y que, en lo que tocaba al poder, que no querían otorgarle, antes bien eran en obedescer el momtono. Lancélos del Ca-billdo y inhibímonos y apelamos del monitorio, y dunos el poder, y respondimos a las bulas del arcediano que él estaba citado y la causa cometida en Roma, etc." 1s Después de narrar este tenso diálogo, Ayala da rienda a su in-genio picante y anota para su amigo : "Lo que aquí se ha de notar es que seis confesos fueron los que obedescieron, sin haber gota de cristiano viejo en medio, y 10s ocho que apelamos fuimos los here- 17 mam. 18 AUN, Cartas a Cisneros, núm 28 130 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OElSPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDEN.4L CISNEROS 15 jes". Y aprovecha la ocasión para señalar a Cisneros la bravura con que se batió su familiar Pedro Núñez de Ayala, "que fue nuestro al-férez que en verdad dixo y $izo maravillosas cosas contra los otros, llamándolos sus nombres, etc. De esta vez queda pariente mayor de todo el linaje de Ayala", afirma con orgullo dinástico don Pedro 19. 7. APELANTESY OBEDIENTES. Pero no fue tan decisivo el trrunfo de los upeiu~ztesf, ieles a las consignas de Ayala, que impidiese a sus contrincantes seguir traba-jando por los intereses de Cabrera y Bobadilla. No contentos con manifestrr su disconformidad frente a Pedro de Ayala, e incluso frente a Cisneros, se decidían a darle forma jurídica solemne. El 28 de agosto se presentaban ante el secretario del Cabildo, Fernando Alnnsn ~ a n o l l i nd e lnc Ro~r o sh Tiievnc r~ni i i r iPndnlen iip dimw fe y ------Y", -W,yY.-YI-- UY &"Y LIVJ "N L. -1. "Y, &-y,...P------"-Y Y-- ---- -- extendiese acta de que, teniendo en cuenta lo sucedido en el ca-bildo desde la intimación del monitorio contra los apelantes, y es-pecialmente respecto a la inhibi'coria obtenida por el dean, declara-ban que obedecían esta última "en tanto en cuanto la dicha inhibi-toria se extiende e non más". En particular respecto a la apelaci6n del monitorio que Pedro de Ayala proponía al Cabildo" que no era nuestra intencihn apelar de dicho proceso ni del dicho monitorio, si-no de lo obedescer, según que lo obedescemos, en todo y por todo, como por Su Santidad fue mandado". Más concretamente, y con rna-yor insistencia, declaraban los obedientes: '"ue lo consentimos y obedescemos todo lo en él contenido, en la mejor forma que podemos e de derecho debemos e, cuanto en nos es, damos la dicha posesión del dicho arcedianadgo al dicho señor obispo de Salamanca, con reservación de los dichos frutos e silla para el dicho señor don Juan de Cabrera, según que en las dichas bulas se contiene" 20. Así resultaba definitivamente claro que no se podía fiar de las 19 Otro de los más significados colaboradores de Ayala en estos planes era el Maestro Toro, quien "les dixo perrerías a sus amigos" (del maestres-cuela). Ibd. 20 Frrman y se declaran autores del Manifiesto: Francisco Alvarez, Maes-trescuela de Toledo; Juan Alvarez de Toledo, arcediano de Madrid; Barto-lomé de Medina y Antonio de León AUM, Alcalá y Madrid 16 JOSa GABCiA ORO repetidas promesas de adhesión por parte del Cabildo. A pesar de la división interna de los prebendados se comprobaba muy evidente que "todos están juntos para el favor de su prbximo", escribía Aya-ya a Cisneros 21. 8. MANEJOS DEL MAESTRESCUEL4. Pedro de Ayala sabía muy bien que la oposición de Francisco Alvarez era irreductible. Pero posiblemente abrigaba la esperanza de que una oportuna amonestación de Cisneros podría retraerle de su actitud. Se equivocó. Porque fue precisamente "so color de una carta que Vuestra Señoria Reverendísima escribió.. . ordenán- B dole que se conformase", cuando el maestrescuela "urdió una cisma más fundada que la de Santa Cmz" 22. O n T T una nueva provisión de una digñidad vacante eii ia iglesi>'ia de - m Toledo brindó nuevas ocasiones y motivos de discordia y tensión. O Dos candidatos se presentaban buscando apoyo para sus aspiracio- E 2 E nes : el canónigo Juan de Estrada se había procurado secretamente en Roma una concesión favorable ; el licenciado Herrera, vicario ge- 3 neral de Toledo, contaba en cambio con el voto de Cisneros y de Aya- - - 0 la. Fuese por amistad personal, fuese por aversibn hacia Ayala y m E Cisneros, el maestrescuela apoyó la candidatura de Estrada. Falto O de recursos con que defender su nueva causa, recurrió a manejos n comprometedores. E a "Con cosas abundantes y dulces palabras", incitó a sus simpati- n zantes a elevar una nueva apelación a Roma en defensa de los de- n n rechos del obispo de Salamanca al arcedianato de Toledo. Mas o me- = nos inconscientemente, le siguieron seis de los que en un principio O habían suscrito la apelación contra el breve de Julio .1 1.. Ayala y el genera!, Eerrerw, tlmieron la precaución de exiyr a 10s nue-vos "apelantes" una copia de su manifiesto. Observaron inmediata-mente dos cosas para ellos muy desagradables: la primera, la pre-sencia de los seis antiguos adherentes ; la segunda, la afirmación de 21 AUM, Cartas a Cisneros, núm 27. 22 Alude a Don Bernardino Lopez de Carvajal, Cardenal de Santa Cruz y jefe de los cismáticos en el conciliábulo de Pisa en 1511. Ibid , núm. 23. 132 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 17 que habían firmado la primera apelación en contra del obispo de Salamanca por no indignar al Rey y a Cisneros, "dando a entender que, pues aquellos seis allí estaban de la primera, que de miedo ha-bían apdado". No faltaban otras afirmaciones un tanto comprome-tedoras para el proceder precedente de la mayoría. Ayala, que sospechaba de los turbios manejos del maestrescue-la, se apresur6 a explorar privadamente el parecer de los preben-dados : "Envié a llamar a los canómgos --escribe a Cisneros- uno a uno y, interrogados por qué hicieron aquella apelación, respondiéronme cada uno por sí, y después todos juntos, que nunca tal habían fecho ni sabían, ni lo habían cometido para que allí los pusiesen. Wam6 al Se-cretario y ante él lo depusieron en presencia del Vicario [General] y quedaron muy airados por lo tal Con parecer de ellos y de otros lla-mt5 al Cabildo otro día y fice leer la apelación y en su presencia todos me dixeron que era falsedad" 23 El maestrescuela había, pues, fracasado estrepitosamente, que-dando a la luz del dEa sus vergüenzas. Ayala quiso aprovechar este momento, sicológicamente tan oportuno, para forzarle a que reco-nociese su yerro y se apartase de la causa que defendía. Pero Fran-cisco Alvarez era tozudo y no se avenía fácilmente a pasar por vul-gar arrepentido. Respondió con evasivas que todo lo había hecho si-guiendo una consigna de Cisneros de procurar la paz en el Cabildo y que, en caso de estorbar, abandonarían el Cabildo él y los suyos. Ayala supo, una vez más, contener la indignación. Experto valora-dor de todos los recursos, pensó que no faltarían mejores oportuni-dades para el castigo. "Hablose de dar la pena [al maestrescuela] -escribe a Cisneros-. A mí me pareció disimular por ahora, por-que tiempo podría venir que aprovechase estar por punir" 24. P fue precisamente tras este incidente, que dejaba al rojo vivo ias iacras del maesirescueia de Toiedo, cuando don Pedro de Ayaia creyó llegado el momento oportuno para realizar sus proyectos, tan-to respecto a las pretensiones del canhigo Estrada como en lo to-cante a lzs del obispo de Salamanca. Presentó inmediatamente a votación capitular la provisión de --- -- - 23 AUM, Cartas a Cisneros, ntim. 23. 24 Ibld Núm 12 (1966) 18 JOSÉ GARC~A ORO la dignidad capitular vacante en favor del licenciado Herrera. Pudo lograr con dificultad su propósito. "La posesión se dio y en verdad, Señor, fue harto penosa" escribe a Cisneros. En efecto, el maestres - cuela y su sobrino Juan Alvarez de Toledo, arcipreste de Uadrid, mantuvieron su apoyo a Estrada. Pero, atemorizados por su reciente fracaso y el temido castigo, se abstuvieron de todo proselitismo. Sus seguidores se encontraron desorientados y "amotináronse", según Ayala L5. No pudiendo llegar a un acuerdo antes de la votación, bus-caron la solución menos comprometedora y "dixeron al portador [ = de las bulas de Estrada] : aquí vemos bulas del Papa y colación del cardenal, por no nos poner en diferencia, enviémoslo todo al Car-denal, y, visto en éste, hagamos lo que nos enviare a mandar. A to-dos parecio muy honesto remedio". Ayala aprovechó este momento de desconcierto y debilidad para informarse mejor de las mañas de sus contrincantes y llevar a térmi-nu bieE meditado irív"lth a =da -ano de los SeC-aaCes de.: ixaes,. trescuela a dar por separado su parecer y no el del ,grupo. El resul-tado fue muy revelador. "No hubo sino dos que dixeron que les pa-rescia bien. Todos los otros le dexaron allí, confesaron que la noche anterior en casa del conde de Cifuentes habsían asentado que aquello dixesen por su parecer", es decir, se habían comprometido a apo-yar a Estrada. Ya no podían existir obstáculos de consideración para lograr el propósito de Ayala. "Desde que vi que los tenia desmembrados -escribe- di rnl voto, que era que la posesión se diese [a Herrera], que no éramos obligados a obedecer sino lo que nos mandaba [el Car-denal] y no a a-dmitirle las bulas". No faltaron todavía objeciones teóricas. Alguien alegó que la potestad del Papa para en materia be-neficial era suprema. Pero nadie le secundo eficazmente. La Unica cbjeción que a algunos preocupaba. seriamente era que "quedaba 3%- trada perdido" 26. Ayala les tranquilizó con la promesa de futuras re- - 25 En medio de estas disputas acaloradas es muy comprensible que no faltasen gestos "que fueron de mala crianza e simpleza7', según Ayala refiere a Cisneros en la atada carta 26 Ayala se sentía part~cularmenteh alagado del é r ~ t olo grado en esta prov~sión Cortesmente atnlbuye a Cisneros todo el mérito. "Lo que yo diré -escribe a su amo- es que Dios aprueba en el cielo lo que Vuestra Seño-ría hace en la tierra" Ibid 134 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS compensas al desairado canónigo. Y la votación pudo realizapse fa-vorablemente. Mientras se decidía sobre las candidaturas de Estrada y Herre-ra, se gestionaba en Roma la inhibitoria del Cabildo en la controver-sia sobre el arcedianato. Ayala pensaba que ella seria la mejor mor-daza para reducir a sus adversarios a perros mudos. Una vez eleva-da por la mayoría del Cabildo la correspondiente silaplica, el Rey se encargó de que se gestionase con la mayor brevedad en Roma. La habilidad proverbial del secretario Almaaán lo logrú sin mayor di-ficultad. El 26 de agosto estaba ya en poder de Ayala, que prepara-ba su publicaci6n con el mayor recato, haciendo venir secretamen-te al notario y ultimando otras formaiibades jurídicas. Bien necesitaría Ayala de estas diligencias y cautelas, porque sus contrarios no se daban treguas. El mismo día en que comunicaba estos detalles a 'Cisneros con puño vacilante por la alta calentura que desmoronaba su ancianidad, fue "avisado c6mo auerían presentar las bulas del arcediano viejo y, aunque con calentura estaba, baxé allá e dixhronme los letrados que era daño no presentar primero la inhibición. Presentela y fue tanta Ia turbación de unos, cuanto el placen' de otros. Luego di lugar a que el arcediano presentara sus bulas" 27. Ante esta nueva intentona del maestrescuela y sus adherentes. Ayala comenzó ya a pensar que no bastaban las razones jurídicas, que era preciso arbitrar otras más eficaces y expeditivas. Así lo es-cribía poco despuks a Cgsneros : <<-- YO, señor, creo y no i0 auüo que ia voiuntaü de Nuestro Señor es que ni tío ni sobnno tornen a esta iglesm. Esto digo por que todo cuan-to dice y hace yerra, que en verdad, si el monitorio que tenían un mes había presentaran antes de la inhibitoria, yo m nadie les pudiera re-sistir la posesión y, pues así es, por Dios conjuro a Vuestra Señoría no se avenga y dexe seguir la justicia, que Dios lo guiará como para - 27 Ibld AUM Cartas a Cisneros, núm 23. Núm 12 (1966) 135 20 JOSE GARCÍA ORO el bien de esta iglesia conviene, y yo sé que Vuestra Señoría lo ha de proveer, porque diz que la causa principal con que venció el sobrino al tío para que diese el poder fue porque Vuestra Señoría no pudiese proveer de ei" 28 Ayala planeaba ya en serio un benigno destierro para el maes-trescuela y para su desconsiderado sobrino el arcediano de Madrid. El continuo complicarse de la situación y las crecientes tensiones en el seno del Cabildo le brindarían muy pronto la oportunidad. Los días corrían y los acontecimientos se precipitaban. Los par-tidarios de Cabrera y Bobadilla estaban nerviosos e inseguros. El tiempo no les dejaba respiro y jugaban a la desesperada. Una lamen-table prueba de todo ello la dio en los días finales de agosto el citado arcediano de Madrid, Juan Alvarez de Toledo. No ignoraba este B N inquieto prebendado que el Rey y Cisneros eran contrarios a las E pretensiones del obispo de Salamanca y que por momentos se espe- O n raba una provisiísn de la Corte en este sentido. Urgía, pues, realizar - m O E en las reuniones capitulares algún acto público que pudiese ser in- E 2 terpretado como una aceptación, al menos implícita, de la provi- -E sión del obispo de Salamanca. Pero no era posible. Estaba ya en vigor la inhibitoria y, ade-más, Ayala, en previsión de choques y 3 - fricciones entre apelantes y obedientes, había prohibido celebrar los - 0 m E divinos oficios en coro ". Esto acabó por exacerbarles y hacerles O perder el control de sus nervios. Y fue el caso que, n "estando en nuestro Cabildo, el arcediano de Madrid comenzó la plá- E a tica tan desordenadamente y con tanto escándalo y deshonra de todos, llamándonos descomulgados y otras cosas feas J jurando con solem- n n nrdad de entrar otro día en el coro y si alguno de nosotros entraba haría cesar las horas, etc. Visto c6mo con templanzas ni buenas ra- O3 zones no bastaba, y habida consideración de lo que había de suceder y la causa por qué se movía, dixe al Secretario que escribiese cómo 28 =d, núm. 24 29 Esto sucedía a fines de 1512 Ayala se apresuró a prevemr a Cisne-ros de la marcha de los sucesos y especialmente sobre la posibilidad de que los obedzentes "escriban a Vuestra Señoría suplicándole les mande entrar en la Iglesia", evidentemente con desi,mo de prestarse a un nuevo intento del obispo de Salamanca. Por esto advierte Ayala "Esté sobre amso para qué lo piden" AUM, Cartas a Cisneros, núm 23 EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 21 por evitar los escándalos que estaban aparejados por las palabras que el arcediano había dicho y por lo que decía haría en deservlcio de Dios y daño de esta Iglesia, que le mandaba dentro de diez días pares-ciese ante Vuestra Señoría Reverendísima Respondi6 que apelaba. Tor-nele a denegar la apelación y a mandar, so pena de diez m11 ducados, que lo cumpliese. Tornó a decir que no era su pez, que era exento, y que le presentara sus bulas Dixe, "andá Con vuestras bulas", y replico-me, no con mucha mesura "si vos no creedes en las bulas, no sois cns-tiano". Sino crea en verdad, Señor, que Su Alteza y Vuestra Señoría Reverendísima se me representaron delante y me hicieron tener la tem-planza que convenía y salirme del Cabildo" 30. Estos gestos conmovieron a los apelantes, amigos de Ayala. Pre-sionaron a Ayala para que castigase severamente al arcediano. Al negarse el deán, decidieron por su propia cuenta suspenderle dme sus funciones. Pedro de Ayala reflexionó ahora sobre su proceder y lamentó ha-ber sido tan suave y condescendiente con sus émulos. Recomienda a Cisneros que aproveche esta experiencia y proceda siempre con du-reza y energía. En nombre de la amistad que los une y como servi-dor suyo -'bues soy uno de los mayores"- pide el arzobispo que "Vuestra Excelencia Reve~rendísima no le alce el mandamiento [t de comparecer ante Cisneros] ni le remita la pena, pues ha de ser causa de que todas las otras cosas se acaben muy bien" 31. 10. LA HmA DE LAS CUENTAS. Con tan destemplado gesto, el arcediano de Madrid acabó de consumar el desprestigio de su facci6n. P Ayala crey6 llegada la hora propia para asestar un golpe de gracia a aquella "dañosa liga" : desterrar el maestrescuela y al arcediano de Madrid. .--.--- "Como vi --escribe a Cisneros- que el Maestrescuela era el da-ñador de todo y que su presencia era pestilencia para esta Iglesia, y que, estando, poco a poco los comería a todos como cancre y los traería a su secta, que ley no la tiene, aunque procurase el camino de Cala- 30 AUM, 1W1d 31 Ibid trava, el cual lo aceptó y no alató doce horas, que luego partió tenien-do lo que merecía, y, como en todas sus cosas no acierta en nada, pen-sando excusarse, dixo en gran secreto a sus amigos cómo se iba de temor, y, con estas palabras, piisole tanto a todos, que no se puede decir, mayormente cuando supieron que llevaba. por cada día un cas-tellano, fue tanto el escándalo que creo si le pudieran haber le comie-ran, mayormente sus negros amigos, dzciendo que les dexaba conde-nados, cargaron de mi que lo revocase" s? Bien consideradas las cosas, observa Ayala con su ingenio pican-te, tal vez no fue este el mejor proceder. Reteniéndole en Toledo en esta situación crítica se hubiera puesto más en evidencia. "Confieso mi pecado -escribe a Cisneros- que yo habría placer de ver cómo le acabarían de conocer, para que no tuviese poder para les enga-ñar más". Los obedientes del maestrescuela temblaban ahora faltos de caudillo, esperando "con mucho temor y recelo cuándo les había de entrar el mandamiento por las puertas, y curi este temor han pro-curado con todas sus fuerzas por se asegurar, diciendo que en lo por venir daría seguridades, etc." Al lado de Ayala trabajaba también el vicario general licenciado Herrera. E1 fue, por ejemplo, quien intimó a los canónigos obedien-tes la inhibitoria del día 28 de agosto de 1511 obligándoles a dar fe ante notario y testigos de su aceptación o rechazamiento. A este requerimiento respondieron los partidarios del obispo de Salaman-ca con contestaciones evasivas, procurando desligarse de todo com-promiso 34. Mucho más importante para la suerte de la querella pendiente fue la pesquisa realizada por Herrera entre los miembros del Ca-bildo sobre los sucesos pasados y la actitud que cada prebendado había mantenido sobre el particular. Se comenzj el 29 de agosto, le-vantando acta de las declaraciones el notario Alfonso Pérez. Bajo juramento de decir enteramente la verdad se interrogó a los canó-nigos: 1.-Si les habían intimado algún monitorio o proceso por parte del arcediano Cabrera. 2.-Si pensaban obedecerlos. 3.-Si se adherían o rechazaban la inhibición intimada al Cabildo. 4.-Si 32 =d, nfim 24 3.: ibld 34 Ibid , Alcal& y Madrid ANUARlO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Carta del obispo de Canaria dnn Pedro de Ayala al cardcnal Cisncros. suscrita en Toletlo el 21 de mnrzn de 1512. (Archirn de la Univercidarl rle A l r ~ l id~e Hcnurcs , hoy cn Madrid). EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 23 estaban dispuestos a aceptar los siguientes monitorios presentados por el obispo de Salamanca. 5.-Si se les había hecho alguna otra pUMica notificación por parte de Cabrera y Bobadilla y pensaban obedecerla. &-Si mantenían la primera apelación hecha por el Ca-bildo en contra del breve de Julio 11. Del largo interrogatorio resultó muy claro que la mayor par-te de los obedientes del Maestrescuela estaban completamente des-orientados e indocumentados, sin poder percatarse de las conse-cuencias de su proceder. A l p o s no habían leido el monitorio del obispo de Salamanca ni conocían la sustancia de su contenido. Otros, incapaces de valorar las cosas por sí mismos, se habían dirigido in-cautamente a letrados, sobre todo al Maestrescuela, que pasaba por persona docta, y éste les habia persuadido que debían aceptar las bulas del arcediano. De momento, sin embargo, sólo dos de los que habían repudiado la primera apelaci6n hecha por el Cabildo, afir-maron estar dispuestos a adherirse de nuevo. Los demás siguieron todavía en su indecisión Al margen de esta investigaci6n de Ilerrera, proseguía Ayala presionando suavemente, explotando el impacto producido por los Últimos fracasos. Sus exhortaciones a los obedientes por la adhe-sión a la mayoría comenzaban a dar fruto satisfactorio. "'Poco a poco han venido hartos de ellos a se juntar con nosotros en la inhi-bición y asf creo que cada día vendrán más" 36. Tras un duro forcejeo entre los simpatizantes del Maestrescue-la y los adherentes a Ayala, el triunfo de éste parecia ya definitiva-mente asegurado. La oposición aún persistente en el seno del Ca-bildo, era ya ~szsi~gnificanote nula. Más todavía: hasta las mismas facciones existentes por otros motivos en el seno de la corporación toledana parecían hablerse superado. Así lo escribía, el 6 de octu-bre, Pedm de Ayala a Cisneros refirihdose a los simpatizantes de los Cifuentes y Portocarreros. Según el Deán, "ya van sus ligas en este Cabildo cuesta abaxo, y ya no les queda sino Madrid y Blas Ca-ballero con algunos que no son nada" ". 35 El acta de este interesante rnterrogatorio bid a6 AUM, Cartas a Cisneros, niím 24 37 Lbad, núm. 29 Núm 12 (1966) 24 JOSE GARCfA ORO Pero en realidad no estaban las cosas tan de color rosa. Si bien Cabrera y Bobadilla no podían ya esperar mucho de sus siilipatizan-tes en el Cabildo, no carecían de abogados eficaces en Roma y aun en la Corte. La amenaza de nuevos procesos y censuras contra el Cabildo de Toledo seguía en pie. Por octubre de 1512 se esperaba de un momento a otro una nueva intimación al Cabildo de alguna disposicih de la Santa Sede urgiendo la colación del arcedianato en favor del obispo de Salamanca. Ayala promete a Cisneros que redoblará su empeño para impedirlo "En verdad, Señor, que no ha habido desmayo ni lo habrá más de tener lástima de la mala vida que me han dado e dan estos beneficia-dos Atenderemos a ver lo que se hará en la Iglesia Esta bien servi-da y mejor que cuando entraba el Cabildo en el coro De hora en hora espei3aixus qüe nes vengan a prese"far y requeri~, etc , lo f~rho en Roma, y, [a] lo que hemos entendido, vienen tío y sobrino a se meter en la poseslón con la parte que tienen aquí Resistirse ha hasta la muerte. El Corregidor se parte de aquí para ir a esa Corte. No me pa-rece que es bien en tal tiempo salir de aquí, porque su Alcalde Mayor no es para tanto como sería menester, si algo naciese, que, en verdad, ayudará cuanto él pudiere a la parte adversa Y, siendo así, crea Vues-tra Señoría que habra poca oliediencla, por tener tantos servidores que no han de dar lugar que nada entre en vuestra Iglesia sino por vues-tra mano Sería bien [que] Su Alteza enviase a mandar a1 Corregidor que luego se tornase de a dó la carta Ie topase, porque será excusar todos escándalos" 38 Consciente del peligro que se avecinaba y atento a evitar sor-presas, Pedro de Ayala seguia asiduamente las reuniones capitu-lares y tomaba parte en todos los actos del Cabildo, "por no dar lu-gar al desearriamiento de este ganado". Estaba decaido y febrici-tante. Imposibilitado de desplazarse fuera de Toledo, envió al ra-cionero Gutiérsez Díaz a entrevistarse con el obispo de Salamanca. Este estaba bien pertrechado de nuevos documentos pontificios para urgir al Cabildo de Soledo la colación del arcedianato en su favor. Sin embargo 39, "prometió de no les poner ni presentar hasta que 38 TDIÜ, núm. 35 39 Bid , niím 36 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS % viniese aqui y le respondiésemos si les daríamos las posesiones". Una vez más, Ayala reunió el Cabildo para determinar qué ac-titud adoptar ante el nuevo reto de Cabrera y Bobadilla, "y asen-tóse que los obedientes y apelantes no entrásemos en las horas y a los obedientes, porque no se querían hallar en autos de presentacio-nes para ver de dar posesión, que se ausentarian de la Iglesia, y al-gunos que tenían beneficios que irían a ellos y otros se estarian en sus casas, y vendrían, así los unos como los otros, al Cabildo cuando fuesen llamados. Los apelantes quedan para venir a entender en las cosas necesarias" *O. Ayala había Ilqgado a señorear totalmente la situación, espe-cialmente a los obedientes que ahora le servian con forzada docili-dad. Comenzaban, en cambio, a preocuparle las vacilaciones de sus adherentes. Ea incertidumbre del desenlace final era cada vez más atormentadora. La indecisión podía muy Eien engendrar una nueva división. Esta posibilidad constituía la pesadilla del anciano deán de Toledo en octubre de 1512. En su carta del 19 de octubre a Cis-neros manifestaba su amargura y preocupacih : "Yo, Señor, paso tantos tormentos con estos canónigos, mayor-mente con los que no los deberían dar, que no bs he de oir; pero al fin no me maravillo, porque temen perder lo que tienen. Pero deberían para remediarlo estar conformes y no desmembrarse Yo traigo a este Naestrescuela como puedo para que no dañe y algo si puedo apro-vechar son los celos de otros tantos que me dañan cuanto hago" 41 La amargura y la desilusión comenzaban, pues, a asomarse al ánimo de don Pedro de Ayala, sobre todo ante la constatación de que Fernando el Católico no demostraba intererarse positivamente por que se hiciese justicia al Cabildo de Toledo. 'Dce Gutierre Dias -esenbe a Cisneros- que si. el obispo hubie-se conoscido del Rey voluntad en este negocio que no osaría hacer otra cosa y aun ahora dice que si Su Alteza le escnbiese o enviase a dedr palabras recias, diciendo como estando Su Alteza puesto en medio para 40 Ibid. 41 Ibid NÚm 12 (1966) dar algún medio, sin le haber respondido hubiese fecho y escrito a Ro-ma lo que ha feoho que Su Alteza nunca lo ha de consentir" 42. Es más, el mismo Gutkrrez Díaz afirmaba que "el obispo se le ha Ioado de [que] Su Alteza que es contento que haya seguido su justicia". Todo parecía confirmar esta actitud del soberano. Tal vez fun-dado en ella, seguía el obispo de Salamanca su táctica de dar tiempo al tiempo. Pasaban los meses y nadie comparecía en Toledo con los temidos edictos. Por el mes de noviembre de 1512 nada había cam-biado en este ambiente de expectación angustiosa. Para forzar a Cis-neros y esclarecer esta situación juzgaba Ayala y lo recomendaba a Cisneros que 'bería gran blen que se embargasen los frutos del arce-dianadgo en su nombre [= de Cisneros] o en el del Rey" 43. Don Pedro de Ayala debió de sentirse descorazonado. Su salud se desmoronaba. "Mi mal no mejora, aunque ceno caliente", escri- Ma ei 4 de noviembre a Liisneros. La actitud dei obispo de Saiaman-ca se hacía cada vez más rígida e intransigente. Las noticias que Ile-gaban a Toledo eran muy poco esperanzadoras. Don Pedro las refie-re en estos tgrminos al cardenal "Acá nos certifican que todos sus amigos aconsejan se vaya el obis-po a poner en manos de Vuestra Señoría, que sea contento que en vida de su tío no entre en la Iglesia, etc Yo respondí que creo no aprove-chará nada, porque lo que Vuestra Señoría quiere no es sino quitar la monstruosidad, etc. Mas en lo que a mi -me parece es que torne a su tío 10 suyo y que haya regreso para después de sus días. Dicen que dice que primero perder& la vida y otros desvaríos bien soberbios" 44 No conocemos otros lances de esta prolongada disputa en la cual don Pedro de Ayala hizo gala de sus mejores recursos humanos en pro de una causa que él y su amigo Clsneros creían ser la justa. Sólo sí conocemos el desenlace final, que fue enteramente favorable a las pretensiones de Cabrera y Bobadillat dejando a la corporación toledana y particularmente a Ayala en grave descrgdito. Para re-sarcirse, en 10 posible, del daño sufrido y de sus posibles secuelas, el Cabildo Toledano acordó el 6 de febrero de 1513 conceder toda 42 Ibid 43 ibia, num 30 44 Ibid, núm 31 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 27 suerte de ayudas y facilidades a aquellos de sus miembros que, en adelante, pudiesen eventualmente ser molestados o perjudicados a causa de su oposición a las pretensiones del obispo de Salamanca 4i. Para entonces, don Pedro de Ayala había bajado ya a la tumba, lleno de triunfos y desilusiones. No sabemos si la Providencia le ahorró esta amargura final 4'6. Ofrecemos a continuación una nutrida serie de documentos inéditos que facilitan infonniacttn so'iiee los s-uceaos nari.ados en este aftfc-i:o otros pormenores de cierto interés histórico. La mayor parte de estos do-cumentos son cartas de don Pedro de Ayala a Cisneros sobre la vida ecle-siástica en Toledo. A falta de indicaciones cronológicas precisas en el tex-to, se ha procurado deducirlas del contenido. No siempre fue posible fijar las datas con seguridad. La edición de estos documentos se hace siguiendo las normas hoy co-rrientes: mayúsculas y puntuación a la moderna; grafia según el docu-mento. En su día estas cartas formarán parte de un Epistolario Gisneriano en preparación. 45 Biblioteca Nacional, Ms., 6260, f. 54 r-55 v. 46 Don Pedro de Ayala debió de fallecer a finales de 1512 o a principios de 1513. En la fecha antes aludida -6 de febrero de 1513-, ya no figtira como deán de Toledo. La provmón de su sucesor en la Sede Canaria lleva la fecha de 20 de mayo de 1513. Eubel, Eierarchia, m, 307. Su sucesor en el decanato de Toledo fue Don Carlos de Mendoza, que pudo llegar a la pose-sión definitiva de su dignidad s610 después de un largo pleito con el Cardenal Rafael Riario, en Roma. Archivo Secreto Vaticano, Armario 39, nZim 30, ff 163r, 16.5v, 529r-531~. NÚm 12 (1966) 1511, junio, 25-38 Toledo El obispo Pedro da Ayala a Cisneros. Resu8tado dle sns gestiones con el Cabildo sobre el arcedianazgo de Toledo. A U Madrid, Cartas a Cisneros, doc 22 Reverendísimo señor : Yo Ilegué aquí a las cinco, ice mis diligencias; pareciome no avia nece-sidad de yr al Cabildo. Como por ellos fue sabido, todos vinieron a me ver sin se quedar uno, con el Maestrescuela y Arcediano de Madrid que que-daron últimos y me hablaron en la materia. Yo les dije en sustancia [que] en Sevilla su Alteza, entre otras cosas, fue avisado d'esta cosa y, vysto por Su Alteza el gran daño que d'esto tal se sigue a una universal Iglesia de España y principalmente a ésta, acordó de luego escrivir a Roma so-bre ello, porque no cree Su Alteza que es de menos importancia el arcedia-madgo de Toledo que otro obispado de los notados d'estos reinos, median-do a la ora de aora [que] todo lo que Su Santidad otorgó lo ha revocado, mayormente que Su Alteza tiene por muy principal cosa aver el Papa dado el indulto a Su Señoría Reverendísima a su suplicación, y que en su igle-sia, en una cosa tan señalada como esta, se iciese esto, tiénelo por cosa grave y está en determinación de no lo consentir, pues es totalmente con-tra todo derecho. Mi parecer es que supliquemos a Su Santidad que la po-sesión no se dé sin tener el espreso consentimiento de Su Alteza y de su Señoría Reverendísima, porque avría y a por cosa muy grave de ver be-neficiados d'esta Iglesia estar en el grado que el prior de San Juan, por-que todos avríamos de tomar el caso por nuestro, y siendo asy será bien que toda cosa que ayamos de acer sea conocido y mandado de Su Alteza y de Su Señoría, y también es cosa justa que miremos los a qulen esto toca Ue dexar caer u! arcediune en twntv $159, p r q l j ~si d a o s 1 2 pogegibn a su sobrino por virtud de su simple resignación no le emos de admitir por ninguna cosa del mundo, a lo que sé que tiene, qu'es ser la que votó y él sería mejor que cesase esto, porque lo otro no se ha de consintir por nada; y d'esto yo vos lo certifico, que por acer la cosa bien devemos azer ansi: pues las bulas de Su Sant~dadv ienen sin censuras, suplicar dellas y apelar de las del jues, y en este medio tiempo podría el arcediano acer su negocio mejor que le tiene fecho, que, como e dicho, aver dos arcedianos 144 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAATTICOS no se a de permitir por cosa ninguna y mediando a la ora de ora todo lo fecho es revocado; por el amor que a todos tengo, querría que otro cami-no no se siguiese d'B1, porque 'quien otra cosa iciere errará. Respondiéron-me que algo de aquello avian considerado y que por eso se partía el Maes-trescuela para Vuestra Señoria; el obispo y arcediano estarían esta noche con Vuestra Señoria, que Gutierre Dias era ido a ellos a Chinchón a dar de todo aviso a Vuestra Reverendísima Señoria porque no le engañase Si Vuestra Señoría otra cosa no manda apelar, seria bien que su Reverenda Señoría les suspendiese la que mejor sabe, porque entienda que la posesión no se a de dar si el arcediano no tiene otras bulas como yo sé que no las tiene, y en esto no ay duda; yo opino que Acevedo no vaya allá y e por bien que vaya el Maestrescuela porque para el lunes, si Su Rerevenda Seño-ría otra cosa no manda, apelar se a, lo cual no me parece se deve mandar, porque, entendido en continente que esto es así, luego se presentarán otros dos y no se deven da^. Ansirnismo que no vaya el Vicario hasta que Vues-tra Señoría responda. Sería bien que al Maestrescuela Vuestra SeRoría 1- detenga -U&. para que no se alle e! limes ar.5 ; la madre [Marta] irá esta noche. Vuestra Señoría Reverendisima me mande despachar esta para que amanesca acá. Aquí se ha dicho que Don Juan de Velasco es vuelto de To-ledo, bien muerto de sueño a las seis horas ... (roto). Si Vuestra Señoría diere suelta al Maestrescuela que venga, bien es que sepa que lo que iziere Vuestra Señoría está contento Perdone Vuestra Señoría la letra El obispo de Ayala 1511, julio 7, Toledo El Cabildo de Toledo rechaza el nombramiento del obispo de Salamanca, Don Frandsco de Bobadills, para Arcediano de Toledo. A U. M , Alcalá y Madrid Los muy reverendos señores dean y cabildo, respondiendo a esta inti-mación de bullas que diz que fue fecha por Pedro de Moya en nombre del Señor Don Francisco, obispo de Salarnanca, sobre el arcedianadgo de To-ledo, dixeron: "que ellos no eran obligados a cumplir lo mandado por los jueces y juez executores e executor por las razones siguientes e cada una de ellas, por las que se puede e debe colegir de las dichas bulas e proceso, las cuales e cada una de ellas dixeron que habían aqui por insertas e ex- Núm. 12 (1966) 145 presadas. Lo primero, porque la dicha intimación no sería ni fue fecha ni intimada en Cabildo, ni en el lugar de derecho, ni estando capitularmen-te ayuntados, ni en tiempo m en forma debidos. Lo otro, porque las dichas buIas serían subreticias e obreptic~as,g anadas con subreción e obrepción, callando la verdad e exprimiendo lo contrario, de lo cual, si Nuestro Nuy Santo Padre fuera rnfomado, no diera ni concediera las dichas bulas. LO otro, porque no es verisímile que el dicho arcediano de Toledo, sin coac-ción o premia alguna, renunciase el dicho su arcedranalgo que con tantas expensas e trabajos había adquirido. Lo otro, porque el obispado de Sa-lamanca es tan abundante de réditos e frutos que bastaba para competente sustentación del dicho señor obispo Lo otro, porque acer al obispo arce-diano paresce cosa monstruosa e hacelie marido de dos iglesias, siguiendo el matrimonio espiritual contraido entre él e la dicha iglesia de Salamanca, siendo como ambos son tan pingues e bastantes para la sustentación cada una de su prelado, por muy generosos e letrados que fueran o fuesen LO otro, porque se dice e presume que en la susodicha renunciación ha habido fraude e pacción ilícita e tal que de derecho no puede ni debe subsistir, de io cuai si ei dicho Nuestro Xuy Santo Padre fuera informaiio, ii0 coiice-diera las dichas bulas ni admitiera la dicha resignación Lo otro, porque se dice y afirma y es notorio que el dicho arcediano quiere tener e retener en sí los frutos del dicho arcediandgo e siIIa como de antes que resignase el dicho arcedianadgo, lo cual paresce monstruum in natura, que dos sean maridos en una dignidad e perlacía. Lo otro, porque si los dichos jueces O el que de ellos fulminó el dicho proceso fuera informado e mirara lo suso-dicho, no mandara lo por él mandado ni el dicho proceso. Lo otro, porque en las dichas bulas no se &o mención de la jurisdicción que el arcedianadgo tenía e de las otras cosas e particular~dadesq ue de derecho eran necesarias, así corno la tasación de los frutos del dicho obispado de Salamanca e présta-mos e beneficios que dispone la dicha bula que el d~choo bispo tiene Lo otro, porque sin hacer mención del indulto que el reverendísimo señor cardenal de España, arzobispo de Toledo, su señor e perlado, tenía e tiene de proveer et caetera de lo reservado e vacante in curia, fue espedida la dicha bula e d~scernidoe l dicho proceso, e perjudicar al dicho indulto no fue la voluntad de Nuestro Santo Padre. Por [lo] que dixeron que querían esperar la segunda yusión de Nuestro Muy Santo Padre, pues lo conte-nido en la dicha bula e mandado por el dicho juez será y es tan exorbitan-te a lo contenido en el derecho natural e civil e santos cánones; e que así mismo querían consultar con el dicho reverendísimo señor cardenal, su perlado, al cual, si necesano era, pues venía nombrado por executor en las bulas e proceso, requerían e requirieron las dichas bulas e proceso. E. por mayor cautela e seguridad, que apelaban e apelaron del dicho proceso e 146 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAI. CISNEROS 31 de lo mandado por los dichos juez e jueces e por cualquiera de ellos, e de las censuras en el dicho proceso contenidas, para ante nuestro Muy Santo Padre e para ante su Santa Sede Apostólica, so cuya protección e amparo dixeron qHe ponían e pusieron sus personas e bienes espirituales e tempo-rales; e que pedían al señor licenciado de Herrera, vicario general del Ar-zobispado de Toledo, que les otorgase los apostoles [sic] de su apelación, los cuales pedían saepe saepius et etiam instanter et instantissime, salvo iure adeundi, etc.". Esto dixeron que daban e dieron por su respuesta. 1511, agosto 21, Toledo El obispo Ayala a Cisneros. Noticias sobre las gestiones del aireedlamzgo de Toleds. La votación en C&U.Oh A. U. Madrid, Cartas a Cisneros, doc 28. Lo que después que partió el licenciado a sucedido es lo siguiente : Jun-táronse a Cabildo para dar poder para ir a intimar la apelación; quien sue-le, moviólos a todos para que no se otorgase, diciendo no avía razón, por que, poniéndoles tantos escrúpulos, que estovieron para decir claramente que obedecían. Martes de mañana, porque el lunes pasado avía sido aques-to y no se avía allado en la Congregación ninguno de los apelantes, digo ninguno de los que algo eran, envieles a rogar que se juntasen para dar el dicho poder. Juntáronse y pudieron más los adversarios ; verdad es que no estava ay Acevedo ; viniéronmelo a decir a la cama, con buena calen-tura por cierto; llamé por cédula para la tarde y envié particularmente a rogar a los que avían apelado que se allasen ay; temiendo lo que fue, abaxé allá y dixe cómo ya estaban citados aquellos señores, tio y sobrino, et que allí éramos juntados para proveer en lo necesario; que otor-gásemos aquel poder para yr [a] continuar la apelación ; respondió el Maes-t*. nnn..o~No. rd IYI;YIC.TI cl,,~nT\, .n.rri i iri n:~.,.-.rii,r ,,.., ,,.ii,-, ,, urbuuuGra, yuci .ora -ion a r u s a r u v w r ~ay ucuv. v r ~ u u ~yiucc Laiiaac, yuc c r i su lugar respondería; abló su sobrino sin más acá ni más allá, que no obstante que avían apelado la otra vez, que obedecían al monitorio ; yo le rebatí la palabra, disiendo: "no ablamos sobre esa materia, sino sobre la inhibición". Tornó a ablar el Maestrescuela y dezir que obedecía aquella in-hibitoria en cuanto se extendía y no más y allende. Enalmente, que éra-mos catorce votos; los ocho se conformaron conmigo, los seis dixeron las [mismas] palabras de verbo ad verbum que el Maestrescuela, y que en 32 JOSÉ GARC~A ORO lo que tocaba al poder, que no querían otorgarle, antes eran en obedescer el monitorio. Lancelos del Cabildo y inhibímonos y apelamos del monito-rio, y dimos el poder y respondimos a las bulas del arcediano, que él es-taba citado y la causa cometida en Roma, etc. Lo que aquí se a de notar es, que seis confesos fueron los que obedes-cieron sin aver gota de cristiano viejo en medio, y los ocho que apela-mos fuimos los herejes. Verdad es que Pedro Núñez de Ayala fue nues-tro alférez, que en verdad dixo y fico maravillosas cosas contra los otros, llamándoles sus nombres, etc ; d'esta vez queda pariente mayor de todo el linaje de Ayala; puédese poner en la Inquisición en lugar de Arguelles, y aun yo prometo que no tome é! muchos testigos más de a sí mismo. El Maestro de Toro les dixo perrerías a sus amigos 1511, agosto 23, Toledo El obispo Ayala a Cisneros. Espera órdenes respecto a su proceder con el Vicario General. Noticias de la ciudad. A U Madrid, Cartas a Cisneros, doc 25 Ilustrísimo señor - Suplico a Vuestra Señoría me mande escrivir qué quiere que se aga en lo que toca a entrar el Vicario en el coro y cabildo, etc., porque asta sa-berlo yo traeré la cosa en dilación Cifuentes se partió ayer para Burgos, va picado, como dicen, de las cosas que aquí son pasadas, porque el corregidor a escrito conforme a lo que Vuestra Señoría Reverendisima escrive. A la ora me an dicho que dixo a toda la congregación de su linaje: ' C .n yamus pacieucla u2t-: L-2- 7 - ---- -- --"---4.,. LUUU IU pa~ado~, U L . Y Wu 5 ~IVI I IWA Ue iiioRr o traer a Toledo quien le vaya a la mano a este obispo que tan suelto anda, que yo aré los negocios del de Salamanca ", etc. Yo espero que le ayudarán como al de Yepes y a Villalpando. La madre Marta está algo peor. Dios sa-be que lo siento. De Tolec%osjS ?hsdo XXIII El obispo de Ayala. 148 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS MS PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 33 1511, agosto 25, Toledo. El obispo Ayala a Cisneros. Noticias sobre la ciudad. A. U. Madrid, Cartas a Cisneros, doc. 26. Ilustrísimo señor : Después que escriví a Vuestra Señoria no ay más de nuevo, sino que no cansa aquel obispillo de San Nicolás; por las puertas d'esta Iglesia y monasterios y perrochias y caminos a publicado con carteles. Paréceme que, si Vuestra Señoría Ilustrisima, con quien tanta libiandad ace, se a misericordiosamente, quedará lugar a más mal; ya la cosa está como nos cumple; vaya por tela de juizio, y castigar a éste, y otros estarán a pya. Mi mal no mejora, antes la calentura crece, y que si mala dicha no me dio lugar para pocier i r con Vuestra Señoría no quiei*~po iieie eii peligro esta pobre persona. Ma~uecos partirá mañana. Yo quedo rogan-do a nuestro Señor la vida e ilustrísimo estado de Vuestra Señoría guarde y acreciente. De Toledo a XXV. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoria besa su servidor, El obispo de Ayala 1511, agosto, Toledo. El obispo Pedro López de Ayala s Cisneros. Belata sus gestiones con el Cabildo sobre el arcedianazgo de Toledo. A U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc 23. Reverensisirno señor A Vuestra Señoría escrivi cómo la posesión se dio, y en verdad, se-ñor, fue arto penosa. Las cosas que tocan a derecho Macuecos las scri-virá; otras que fueron de mala crianca e simpleza, el vicario dará cuenta d'eilo. Lo que yo diré es que Dios aprueba en el cielo lo que Vuestra Se-ñoría Reverendísima ace en la tierra; en verdad que, si esta colación no se iciera y la posesión no se tomara, que este que a confesado que a cien años llevara tras si otras, digo delante de si, porque ya andavan con él tres ofreciendo tanto más tanto y su primo Madrid, el corredor, los a ganado; por la carta del vicario lo sabrá Vuestra Señoría iiustrísima. Su Alteza me a escrito cómo allá envió Salamanca, y cómo le respondió 34 JOSÉ, GARC~A ORO que asta ver a Vuestra Señoría no podía dezir nada más de averle pa-rescido muy mal todo lo pasaddo y a mi decirme que más se mandara de lo comenzado. Almazán nos escrive como muy buen ombre diziendo que nada de lo platicado no cura sino que Vuestra Seíioría y su Iglesia sean servidos y que se aga como pudiere Item me a enviado la inhibición y la causa cometida. Ovo arto que acer Llegome a la ora. Yo no daré logar que se sepa por cosa del mun-do en estos cuatro días porque traigo buen concierto para aver a minis-tro a las manos y al notario en el Colmenar y si se supiese dexaría de ir acer antes y oras sería (sic) Suplico otro d'esta ves con ayuda de Nuestro Señor, que de acá es todo tan llano como conviene So color de una carta que Vuestra Señoría Reverendísima escribió al Maestrescuela mandándole que se conformase, urdió una cisma muy más fundada que la de Santa Cruz, y fue ésta por poder él y los que no fueron declarados porque obedecieron entrar en Cabildo para esto de Estrada y para 10 del arcedianadgo, si de Roma viniese cualquiera cosa, cr&=nSU na ape!acióE con ccuas aJ-jUn&anyte s& !res p!ahras y pxsn en ella el arcediano de Madrid y a sí y otros más que obedecieron y otros seis de los que avían apelado, y diziendo que aquellos acían aquel auto en su nombre y en el de todos los que a ellos se quisiesen allegar; y con el auto aquí en mi posada parecionos al Vicario y a mí que era bien que dexase aquella minuta y que se aya para verla porque avía dicho sino la sustancia de lo que contenía Cuando la vi hallé dos cosas que me sonaron muy mal: la una fue estar en ella los seis de los que estavan en la nuestra y declarados; la otra era que dezía que ellos acían aquello por no caer en grave indinación del Rey y del Cardenal como cayeron, dando a entender, pues, aquellos seis allí estaban de la primera, que de miedo avían apelado Los letrados que la vieron allaron otras cosas en ella, por do les parecía que todo nuestro proceso avía sido malo, etc. En-vié a llamar a los canónxgos uno a uno y, interrogados por qué icieron aquella apelación, pues ya estaban declarados y no les aprovechaba, respondiéronme, cada uno por si y después todos juntos, que nunca tal avían fecho ni sabido ni lo avían cometido para que allí los pusiesen. Llsmé zl f+cretario y ante 6: IG deyUsieror, en presencia Tv7icario y quedaron muy airados por lo tal comparecer dellos y de otros; llamé a cabildo otro día y fize leer la apelación y en su presencia todos me di-xeron que era falsedad y esclamaron, etc , nunca con él pudimos que conosciese su yerro, yo agravié mucho la indinación del Rey y de Vues-tra Señoría diciendo todo lo contrario y probándolo, etc. Su respuesta fue que paresce que acía bien, porque Vuestra Señoría le avía enviado a mandar que entendiese en concordia y uniCn y que si aquello nos pa- 150 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 35 rescía mal que aríanse a salir fuera del Cabilldo. Ablose en dar la pena; a mí me pareció disimular por aora, porque tiempo podría venir que apro-vechase estar por punir. Quedó d'esta tan amilanado que no se puede decir. Sucedió la colación de la calongía y andava él en acer a ~ s t r a d a que iciese otro tanto; pero, como lo pasado, yo llamé a Cabildo y pre-sentóse la colación Madr~dfi so y dixo lo que es sabido de prendas e ico sin detenimiento; ovo tanto miedo el Maestrescuela que se vino a mí a mover mil partidos; yo le dixe: "la posesión se a de dar, ved qué tene-des acer". Díxome que su conciencia no le consentía acer otra cosa sino obedescer las bulas de Estrada; díxele: "pues ansi es, decid por qué no venis al cabildo"; concertose ansi. Otro día amotináronse no sé cuan-tos; compusiéronse al votar, y dixeron al portador: "Aquí vemos bulas del Papa y colación del Cardenal; por no nos poner en diferencia envié-moslo todo al Cardenal y, visto en esto, agamos lo que nos enbiare a mandar" ; a todos pareció muy honesto medio Como vi que la cosa iba mal dixe: "Pedro Suares, decid vuestro parecer y no el de todos, que yo soy uno no e dicho i-& Vol-antad>>z; gl"a+iuse &zien& q; eez rrrdad que en el cabildo anterior que ya ansi 10 abian platicado y les parecía bien firme, y dixo: "onde uno tiene boca en su lugar abla y una vez por todo o muestra su poder"; no ovo sino dos que dixeron que les pares-cía bien; todos 10s otros le dexaron alli; confesaron que la noche an-terior en casa del Conde de Cifuentes avían asentado que aquello dixe-sen por su parecer; desde que vi que los tenía desmembrados, di mi voto, que era a que la posesión se diese, que no éramos obligados a obedescer srno lo que nos mandaba y no a admitirle las bulas; alegáronme que el Papa era supremo y que ansí lo isimos en lo del arcediano; no bastó, que tras mí fueron los demás. Todo estaba en que fundaba el Maestres-cuela que dada la posesión quedava Estrada perdido y avian lástima sin duda los más; aseguré que, si ansí fuese, que el Vicario de nuevo con-sentiría, y que si non fuese ansí, que aseguraba mantendría todo lo que las bulas contenían, nunca tocando en la silla ni cabildo; quedaron con-tentos los que avían mancilla del viejo, y 10s otros regañados. Oy, viernes, fui avisado cómo querían presentar las bulas del ar-cediano vie~o y, aunque con calentura estava, abaxe allá, e dixeronme los letrados que era daño no presentar primero la inhibición, et pre-sentéla, y fue tanta la turbación de algunos cuanto el placer de otros. Lue-go di lugar que el arcediano presentase sus bulas. Este a fecho como a visto la posesión se a dado al Vicario y queda Estrada con lo que tenía; sobre ello pasamos cosas e cosas; cometiéronse las bulas del arcediano a Macuecos. Todas estas cuentas e dado a vuestra señoría por que de todo esté avisado. El regidor ha pasado acá grandes cosas en su ayun- tamiento y después con Cifuentes, a vuestra señoría reverendísima da de todo cuenta como verá; yo le suplico le mande responder porque en verdad es serv~dord e Vuestra Señoría Reverendísima Yo, señor, e wsto y oido lo que aquí puedo decir sin pasión ninguna que en verdad está muy dañado y muy disolutamente tratado lo que a los unos toca y lo de los otros muy disolutamente, ni temiendo a Dios ni al Rey, etc , pero me maravilla, pues tienen el procurar al cabildo, pero del me maravi!lo cómo se a tan declarado. Estos caballeros que son vuestros semdores escriben así mismo a Vuestra Senoría y afirmarán lo que dizvn sin falta ni gana; bien es que elIos conozcan que Vuestra Señoría Uustrísima los tiene por serv~dores. No ay más que dezir en esta, sino que queda las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría besando su servidor El obispo de Ayala 1511, agosto 28, Toledo E1 Obispo Ayala a cCiisneros. Noticias sobre asuntos del Cabildo. A. U Madrid Cartas a Cisneros, doc 27 Reverendísimo Señor Con un mensajero despaché de aquí, oy á ocho días, las cartas que aquí van Adolec~ó y tornolas aquí oy: aunque viejas, bien es que Vues-tra Señoría las vea; lo sucedido después que Macuecos partió, aquí lo envio, y lo que se a proveydo e fecho, el Vicario y Acevedo que lo es-crivan Vuestra Señoría Reverendísima crea sin falta que si no abaxara al cabildo obedecían al monitorio y dneran la posesión, porque algunos estuvieron conformes conmigo más de vergüenca que de voluntad; esto digo porque no curaban de inhibitoria Mire bierr Vuestra Señoría Ilus-t r k i ~ aes tos todos está=nj imtos para el favor de su próximo; en verdad que de tres veses me pesó de la partida [de] Ma~uecos, visto cuan da-ñando y cuan a la clara va esta liga y lo que se espera; porque el jues de Segovia no se inhibirá, acordamos que el Vicario iciese su proceso como Vuestra Señoría Reverendísima lo mandó Mañana despacharé men-s- a- jero con lo que se hsrá De Toledo XXVIII Las ilustrísimas manos de vuestra Señoría besa su siervo El Obispo de AyaIa. 152 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 37 1511, septiembre 6, Toledo. El Obispo don Pedro de Ayala a Cisneros. Noticias sobre encuentros en el Cabildo con el Arcediano de Madrid y otros. A. U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc. 21. Ilustrísimo señor: Nunca faltan cosas de mala disistión (sic) para poderme escusar de dar importunación a Vuestra Señoría Reverendísi-ma. Como acá se supo la provisión que Vuestra Señoría y Su Alteza acían en las cosas de Roma como en las de Salamanca, aquí acordaron estos amigos del Obispo que antes que los mandamientos viniesen, de acabar el negocio y dar la posesion y, para lo poder azer, tomaron por medio de decir que no era bien evitarse los obedientes como se a$a; y, estando en nuestro cabildo, el Arcediano de Madrid comenco la plática tan desorde-nadamente y con tanto escándalo y desonra de todos, llamándonos des-comulgados y otras cosas feas y jurando con solemnidad de entrar otro día en el coro, y si alguno de nosotros entraba aría cesar las oras; y visto cómo con templancas ni buenas raqones no bastava, y avida con-sideración de lo que avia de suceder y la causa por qué se movía, dixe al Secretario que escriviese cómo, por evitar los escándalos que estavan aparejados por las palabras que el Arcediano avía dicho y por lo que decía aría en deservicio de Dios y daño desta Iglesia, que le mandava hentro diez dias paresciese ante Vuestra Señoría Reverendisima; res-pondió que apelaba. Tornéle a denegar la apelación y a mandar, so pena de dies mil ducados, que lo cumpliese. Tornó a decir que no era su jnes, que era esento y que le presentara sus bulas. Dixe: "andá con vuestras bulas", y replicóme no con mucha mesura: <'si vos no creéis en las bulas, no sois cristiano" Pero creo en verdad, señor, que Su Alteza y Vuestra Reverendisima se me representaron delante y me hicieron tener la tem-p l q a que convenía y salirme del cabildo Trabajaron conmigo todos que lo penase; ni lo pudieron acabar; eiios ye juiiiai-oii y le suapendieroii por ~ 1 6 cGAiLto; a!pnos ayü: T~i.&- .ran meter más mal; no se a dado lugar ni se dará. E dado esta cuenta a Vuestra Señoría Reverendísima para dos cosas: la una para que sepa cómo, por averse disimulado todos los otros autos pasados, el negocio está en lo que está y ellos an tenido estos atrevimientos, y digo mi culpa que yo he sido la causa. La otra es [que] aunque no es menester que Vuestra Señoría Reverendisima mire por mí como lo acostumbra a acer por sus servidores y, pues soy uno de los mayores que tiene, no permita 38 JOSÉ GARCfA ORO que esto pase ansí; él no irá al tiempo ni fuera de él. Vuestra Señoría Reverendísima no le alze el mandamento ni le remita la pena, pues a de ser causa que todas las otras cosas se acaben muy bien; la principal que yo siento es que estos d'este lugar quieran meter en la Iglesia sus cizañas con confianza que yo, como siervo del Rey, tengo de sufrir y padecer. El Vicario ase la pesquisa; de todo él dará la cuenta a Vuestra Señoría Ilustrísima. Teniendo estas cosas 'que pesaba de la ida del corre-gidor y todavía sería bien su Alteza le mandase venir; si Vuestra Señoría Reverendísima viere que es bien que Su Alteza sepa esto, lo aga. Yo to-davía sostendré esto comencado asta ver mandamiento de Vuestra Se-ñoría Reverendísima; bien creo que estos obidientes escrivirán a Vues-tra Señoría suplicando les mande que entren en la Iglesia Esté sobre-aviso para qué lo piden. De Toledo, a VI. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría Reverendísima besa, El Obispo de Ayala 1511, septiembre 6, Toledo El Obispo don Pedro Upez de Ayaka a Cisneros. Achaacibin en el Calblldo, especialmente respedo del Maestrescuela. No-ticias del estado de ]la ciudad. A U Madrid Cartas a Cisneros, doc 24 Ilustrísimo Señor : Después que a Vuestra Señoría escribí aciéndole saber lo que era pasado sobre el monitorio, lo que a sucedido todo lo verá por los testi-monios; las circunstancias que en ellos no van diré Como vi que el Maestrescuela era el dañador de todo, y que su pre-sencia era pestilencia para esta Iglesia, y que, estando, poco a poco los comería a todos como cancre, y los traería a su seta, que ley no la tie-ne, aunque sus padres la tuvieron, acordé de rodear con él que procurase el ca-mino de Calatrava, el cual lo aceptó y no dilató XII oras, que lue-go partió temiendo lo que merecía, y como en todas sus cosas no acierta en nada, pensando escusarse dixo en gran secreto a sus amigos cómo se iba de temor y con estas palabras púsole tanto a todos que no se puede desir, mayormente cuando supieron que llevaba por cada día un cas-tellano, fue tanto el escándalo que creo, si le pudieran aver, le comie-ra~ m, &yumente m s negros ardgos, Ssiendo yze !as Uexaba cundena-dos; cargaron de mi que le revocase, et confieso mi pecado, que yo avía 154 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 39 plaser de ver cómo le acabarían de conocer, para que no tuviese poder para les engañar más. An estado tres días pasados todos los más destos culpados con mucho temor y recelo [esperando] cuándo les avía de en-trar el mandamiento por las puertas, y con este temor an procurado con todas sus fuercas, por se asegurar, disiendo que en lo por venir darían seguridades, etc. Para lo de la posesión, visto que con sus malas intenciones y obras no an podido acer nada, pareciome que el Vicario devía sobreseer en la execución, porque sería mejor procurar de reduzir-los a otra cosa, y ansy se ha fecho, e poco a poco an venido artos de ellos a se juntar con nosotros en la inhibición, y así creo cada día vendrán más ; y, porque creo desto es más Vuestra Señoría servido, que no de darlos la paga que merescen, e siendo como e dicho en el sobreseer, fasta ver qué es lo que Vuestra Señoría, después de informado, manda que se haga, pues ay tiempo, si Vuestra Señoria quisiere para siempre tener su Igle-sia en pas y con toda la obediencia, es dever provea en una cosa muy santa y muy justa, y aciéndola ará merced a todos, y mayor al Maes- Cn,.oe..rilo y es, de !e p r k w Se! Cabi!U~ para sic--; fe&= e s t ~8, es-tará en estado de gracia y seguro y todos estarán como ángeles, que en verdad, si por él no fuese, no creo avria cosa de las que pasan, y será, como e dicho, grandísimo bien; y, pues Vuestra Señoría Reverendísima siempre lo a favorescido, no le dexe más errar para que acabe de caer, y si a Vuestra Señoría Ilustrísima paresciere acá lo agamos, yo prome-to de lo acer en pas y en conformidad de todos. Yo, Señor, creo y no lo dudo que la voluntad de Nuestro Señor es que ni el tio ni el sobrino tomen a esta Iglesia; esto digo porque todo cuanto dise y ase yerra, que, en verdad, si el monitorio, que tenia un mes avía, presentaran antes de la inhibitoria, yo ni nadie les pudiera resistir la posesión; y, pues así es, por Dios conjuro a Vuestra Seaioría ao se avenga y dexe seguir la justicia, que Dios lo guiará corno para el bien de esta Iglesia conviene, y yo sé que Vuestra Señoría lo a de pro-veer, porque diz que la causa principal con que venció el sobrino al tio para que diese el poder fue por que Vuestra Señoría no pudiese proveer de él Torno a desir que espero desto lo que de Estrada. El Arcediano esiá muy mal y e! obispo nu esiá bueno. Guiierre Das es i6o a acer sus testamentos. Yo, Señor, si castigo se oviera de acer, era en parecer que fuese a los IIII que obedescieron y fisieron el auto de dar posesión; perro, porque el Maestrescuela fue a do e dicho, pareció sin racón punir a los tres y dexarlo a él libre; verdad es que ellos fueron los que se perjuraron Por Dios Señor, Vuestra Señoría remedie esta su Iglesia, que en verdad, se-gún los que en ella están y la gobiernan, otro nombre podría tener que Núm 12 (1966) 155 40 JOS* GARCfA ORO Santa Iglesia, y de cada día empeora; nunca cansaré de suplicar esto asta que muera. Vuestra Señoría faga lo que su servicio sea Aora le qulero dar cuenta de lo de aquí. Este lugar está para se abra-sar, y es la causa cómo don Pedro de Silva les a faltado, a sido necesa-rio al de Cifuentes romper la tela de la presidencia y acer lo que el otro, y sin más m menos, porque aun con lo que ace no le creen sus parientes, cuando algo aquí quería acer con la justicia y no lo podía alcansar como conde aprovechábase de la presidencia; esto sienten tanto los de esta ciudad dis~endo que Su Alteza dise que en las cosas de Toledo, estando el Conde en su Presidencia, no puede entender, y que vean que se viene a Toledo y que dende su casa manda como rey. Aora cuando partió jun-tólos a todos y dio orden que para las cosas de su estado se juntasen ordinariamente los tres días que no son de ayuntamiento en casa de Puertocarrero, por estar él detenido, y que lo que allí se asentase Fernando Alvares lo vieniese a consultar con la condesa; e ansi quedó ordenado el estado, y deste concierto an sacado que les a parescido que vayan cier-tos jurados a pedir residencia, etc Anlo descubierto y andan para ir otros con lo contrario Doy d'esto aviso a Vuestra Señoría porque es bien que lo sepa, por si allá no se lo comunicaran Pedro Suares a venido oy a mí a me desir cómo todos están muy escandalisados, disiendo que yo trabajo y suplico a Vuestra Señoría que no se aga nada contra el Maestrescuela y su sobrino, siendo ellos los fun-dadores de todo el mal porqile son del bando del marqués, etc. Digo esto porque no será mucho que allá le digan a quien suelen informar de cosas no ciertas, y para que Vuestra Señoría vea cómo todas las cosas las atribuyen a bando Vuestra Señoria Ilustrísima sabe la verdad de lo del Maestrescuela En verdad Señor, que si Vuestra Señoría Uustrísima provee como arriba e dicho, esta su Iglesia estará como ella es y a él ará merced muy señalada, ágalo o mándelo Vuestra Señoría, que gran bien será para todos, y será causa que cesen mil males que pasan y otras maneras de murmuraciones, que son peor que las obras y todo cuelga de que este ombre no entre en cabildo Guarde y acresciente nuestro Señor la vida e ilustrísimo estado de Vuestra Señoría De Toledo a VI. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría besa su servidor. El Obispo de C[anari]a ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTlCOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PmRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 41 X 1511, septiembre 7, Toledo. El Obispo Pedro de Ayala a?. Cisnesos. Negocios tratados en el Cabildo de Toledo. A. U Madrid. Cartas a Cisneros, doc. 29. Ilustrísimo Señor : Juan de Sepúlveda ovo, en permutación de su calongia, una ración, y esta púsola en cabe~ad e un Pedro de Ben escritor apostólico, y este Pedro de Ben, por una facultad que el Papa le otorgó en favor de un muchacho nieto de una mujer que Juan de Sepúlveda tuvo en su compa-ñía, esta resinación se izo en manos de Alfonso Yáñez el cual a10 y pre-sentase en cabildo oy que avbmos de dar la respuesta; rogáronme que no se votase sino que diese lugar que la parte &ría por ninguna la pre-sentación y el JUes así mismo la colación y que tornarían a remediar su defecto; esto se trabaxaba porque yo dixe que no se podía acer esta re-nunciación, que era en perjuizio del indulto de Vuestra Excelencia Reve-rendísima y, pues avía resinado, que la ración era vaca y que Vuestra Señoría podía proveer de ella; finalmente que no lo pudieron acabar conmigo, votose y apelóse por la mayor parte, y remitimos10 a Vuestra Señoría Reverendísima como verá. La verdad, Señor, es esta, que yo no e de consentir que aquí se dé posesión de esta calidad. Vuestra Se-ñoría Reverendísima provea lo que sea su servcio; y en esto todos sus criados lo an fecho muy bien como deven. El proveido es nieto de quien e dicho y es mochacho de asta diesinue-ve años ; es ermano de uno que va allá, que nos parece, a un proceso que tuvo, que ha fecho muchas falsedades en su oficio; este es el que vendió al Doctor de Villalpando en el pleito de Puertocarrero; quedaron en su poder todas las escrituras de la Iglesia que tenía su proban~a;f asta aora las a podido sacar del con favor de algunas personas, pero, si yo puedo, no pasará ansi; aora la ración es vaca; si Vuestra Señoría ~ U S - trísima la quiere dar al mwh-?chn, en verdad ,rsciiiré ~ e r ~ & , porque le prometí de lo acer ami, como por una carta verá que lleva mía; y, si Vuestra Señoría Reverendisima quisiere acer otra cosa, há-gole memoria que d'esta podrá proveer al bachiller de la Santa. Torno a decir que si Vuestra Señoría Reverendísima quisiere acer merced al proveido, que me aga a mí otra, y es: que me mande enviar a iiií iá coiación, porque vean que yo cumpii lo que prometí, que fue que apelásemos remitiéndolo a Vuestra Señoría ilustrísima, y que, fe- 42 JOSE GARC~A ORO cho esto, yo lo suplicaría por la merced y con esto tove XVI votos y los otros no fueron sino Vm, y fueron 10s que suelen, escepto el Maes-trescuela. Ilustrísimo Señor: estos regidores que a Vuestra Señoría Reveren-dísima escriben fisieron lo que por su carta verá Vuestra Señoría; les mande con justicia favorecer, que en verdad yo trabajo como en to-das cosas, aunque les esté a ellos mal, se conforman con la justicia y con los mandamientos del Rey, porque se vea que siendo servidores de Vuestra Señoría acen lo que acen y pues aquí no ay sino mahcia, aga Vuestra Señoría que Su Alteza mande lo que deve, que es que no se entienda más en esto deste (sic) requerimiento de don Pedro Este escribano que va a Su Señoría Reverendísima, ermano dese ra-cionero, es de Cifuentes y de Puertocarrero. Bien es que Vuestra Se-ñoría sepa esto, porque será importunado y sería daño para cosas por venir que en esto Vuestra Señoría aga ninguna cosa a su intercesión porque, loado Dios, ya van sus ligas en este cabildo cuesta abaxo, y ya no les queda sino Madrid y Blas Caballero con algunos que no son nada. De Toieüo a VE. Las iiustrísimas manos cie Vuestra Señoría besa su servidor, El Obispo de Ayala 1511, noviembre 3, Toledo El Obispo Pedro de Ap1a a Cisnesos. Oraciones pos las intenciones de Cisneros. NolAcias. A. U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc 30. Ilustrísimo Señor : Es la sed que tengo de ver carta de Vuestra Señoría Reverendísima que ase como lo paso, mayormente viendo en lo que allá está, si plega a Nuestro Señor lo encaminar como sea su servicio y no como lo me-recemos, esperanca tengo que Vuestra Señoría Revelrendísima no ha de dar lugar a que se ponga todo el bien del mundo en una jornada, pues en ganalla no ay ganancia; en este lugar se ace todo lo posible, digo de aciones y sacrificios en los monesterios, que no se puede creer cuánto bien ay en ellos; en esta su iglesia se hace el servicio con tanta solem-nidad como cuando todo el clero entrava, claro que es cosa maravillosa ver cómo lo a proveido Nuestra Señora: que no se paresce la falta, antes es el silencio y onestidad tanta que no se a visto tal Estos canónigos 158 ANUARIO DE ESTLTDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DZ CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 43 obidientes querían que los dexase a ellos servir la Iglesia: yo no lo ago porque no seamos los unos notados por descomulgados y aun porque sé que en entrando ellos los requerirían y darán la posesión; en esto estaré asta que Vuestra Secoría Reverendisima me mande otra cosa, no ay más que desir sino que si los frutos se embargasen sería gran bien, y si no fuese por mandado de Vuestra Señoría fuese por el del Rey. De Toledo a 111 de noviembre. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría besa. Don Carlos me a dicho que Vuestra Señoría Reverendísima le man-dó ir a Alcalá; bien sería que estuviese aquí, es ya partido. Vuestra Señoría Reverendisima, si de otra cosa no es más servido, se lo es-criba. El corregidor se va y en verdad, como escriví, es daño para todo, por ser su alcalde todo del Arcediano y no muy amigo de las cosas de la Iglesia. El Obispo de Ayala 1511, noviembre 4, Toledo E1 obispo Ayala a Cisneros. Marcha de los aswitos tratados en el Cabildo. A. U. Madrid Cartas a Cisneros, doc 31 Ilustrísimo Señor : Lo de la Trinidad se a fecho muy bien, y porque el Vicario lo es-cribe yo no digo más. Acá nos certifican que todos sus amigos le con-sejan se vaya el Obispo a poner en manos de Vuestra Señoría, que se aya contento que en vida de su tio no entre en la Iglesia, etc. Yo respondi que creo no aprovechará nada, porque lo que Vuestra Señoría quiere no es sino quitar la mostruosidad, etc ; mas, en lo que a mi me parece, es que torne a su tio lo suyo y que aya regreso jara después de sus días ; disen que dise que primero perderá la vida, y otros desvaríos bien so-bervios. Todo creo que viene de Dios. krgüelles está con tan recia calentura que no es aora mucho. Vuestra Señoría Ilustrísima de todo punto desa-rraigue esta pésima introducción. El Maestrescuela muestra una carta Üe Yuestra Señoría Reverendisima en que a piaser üe ia voiuntad que Su Alteza le tiene; él está tan servidor de Cifuentes como es posible; díceme que procura que Su Alteza le llame para servirse d'él en lo del Concilio, yo espero le pagarán como a Viilalpando Mi mal no mejora aunque ceno caliente. De su partida suplico a Vues-tra Merced me haga merced de escribirme De Toledo, lunes IIII días. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría Reverendísima besa, El Obispo de Ayala. 1511, noviembre 29, Burgos Fernando el Cat6líco a Don Pedro de Ayala, obispo de Canarias. Urgencia de ]La creación de beneficios eclesiásticos en las Islas. Simancas-Cédulas de la Cámara, Lib. 22, f. 392 v Reverendo en Cristo, Padre, Obispo de Canarias, del nuestro Con-sejo Porque por no estar señalados e creados los beneficios de ese vuestro obispado, las iglesias no están tan bien servidas como es ra-zón, e, demás de esto, las preeminencias de nuestro patronadgo real en las dichas iglesias se disminuiría, y así por estas cosas como por lo que toca a nuestra conciencia, yo vos ruego y encargo que, luego, ha-gáis nombramiento e creación de todos los beneficios que ha de haber en las dichas iglesias de ese dicho obispado de las islas Canarias, y así fecho me lo enviéis para que yo lo vea, e provea sobre ello lo que más convenga, que, demás que en ello será [Dios] serwdo, s mí me haréis plaser e servicio Fecha en Burgos a XXIX de noviembre de MDXI años Yo el Rey. Por mandado de Su Alteza, Lope de Conchillos 1512, marzo 24, Toledo. El obispo Pedro de Ayala a Cisneros. Eecomendación en favor del hijo de Don Esteban de Gomara. A U. Madrid Cartas a Cisneros, doc 34 Ilustrísimo Señor : Este otro &a escreví a Vuestra Señoría Reverendisima a~iéndoles a- L..- la -elte de don E&e-;a:: & Gomara, q ~ feic s a p , y scp!i&n&-Je favoresciese a su hijo en lo que toca al alguaciladgo de Sevilla. Des- 160 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 45 pués e sabido cómo el Señor Condestable suplicó por él y Su Alteza fue contento, y que después de llegada la nueva cierta a avido alguna di-latación en la provisión, por lo aver pedido otros; por ser obra tan pia-dosa y de tanta necesidad y tocar a servidores de Vuestra Señoría Re-verendisima, torno a suplicarle humildemente le plega, por acer merced a todos cuantos servidores acá tiene, que quiera ayudar y favorescer este negocio, pues ay tanta racón para que Su Alteza lo deva acer; para Vuestra Señoría Reverendísima no es menester de oir más ni impor-tunar, pues toca a todos sus servidores. La vida y ilustrísimo estado de Vuestra Señoría guarde y acresciente Nuestro Señor. De Toledo a XXIII. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría besa su servidor, El Obispo de Ayala. 1512, octi~hre1 9, T&&. El Obispo Pedro de Ayala a Cisneros. Asuntos tratados en Cabildo. Presentación de beneficios. A. U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc. 36. iiustrísimo Señor : Péname tanto dar enojo a Vuestra Señoría Reverendísima con car-tas que no lo sé desir; mas, como estos negocios no den lugar a otra cosa, no me puedo escusar y Dios sabe cuánto me convernía para mi salud, que ocho días a que ando con calenturas con un muy gran ro-madiso, y estoy dos veses al día en cabildo, por no dar lugar a des-carriamiento d'este ganado. Gutierre Dias vino oy domingo noche; lo que truxo fue que el obispo tenía su despacho como le convenía, y los cartones, que le prometió de no les poner ni presentar asta que vi-niese aquí, y le respondiésemos si les daríamos las posesiones; jun-támonos a cabildo y asentose que los obedientes y apelantes no entrá-semos en las oras, y a los obedientes, porque no se querían allar en -m-7 t-n"- z- & pre~e~tg&^_npg_r~zs T~PI . $ 2 ~pe s eesi,&, se msezt.ta&z de la Iglesia, y algunos que tenían beneficios se irían a ellos y otros se estarían en sus casas, y vendrían, así los unos como los otros, al ca-bildo cuando fuesen llamados; los apelantes quedan para venir a en-tender en las cosas necesarias Yo, Señor, paso tantos tormentos con estos canónigos, mayormen-te con los que no los devr~and ar, que no los e de oir, pero al fin no me maravillo porque temen perder lo que tienen, pero devrían, para re- 46 JOSÉ GARCÍA ORO mediarlo, estar conformes y no desmembrarse; yo traigo a este Maes-trescuela como puedo para que no dañe y algo si puedo aprovechar son los celos de otros tantos que me dañan cuanto ago. Como vemos que no envían ni al Rey ni a Vuestra Señoría con su despacho, acordamos de enviar este mensajero, creyendo que Vuestra Señoría Reverendísima estará atendiendo que llegasen sus mensajeros. Yo suplico a Vuestra Señoría Reverendísima, por amor de Nuestro Señor, le plega en todo proveer como conviene, pues ay tanta iragón y tanta ne-cesidad. Dise Gutierre Dias que si el Obispo oviese conoscido del Rey voluntad en este negocio, que no osaría aser otra cosa, y aun aora dise que si Su Altesa le escribiese o enviase a desir palabras resias, disiendo cómo estando su Alteza puesto en medio para dar algún medio, sin le aver respondido, oviese fecho y escr~toa Roma lo que a fecho, que Su Altesa no lo a de consentir, asiendo fundamento que scrivió que nunca Su Altesa le abló y iso ablar en medio ninguno; creo que con esto ven- B N drá a acer toda cosa, porque dise que el Obispo se le a loado de su Altesa, que es contento que aya seguido su justicia, etc. Las otras cosas que ay O 6e necesidad de proveer, ansi eil Roma ccimci acá, ~ O !LU CU&Z U d Ck- n-- m bildo las verá Vuestra Señoría Reverendisima. Aunque nos disen que o E para el remedio de los beneficios no aprovecha sino con asoluto poder E 2 del Rey y voluntad de Vuestra Señoría, por esto no lo tengo en tanto -E como la venganza que dello tienen algunos. Suplico a Vuestra Señoría Reverendisima me quiera escribir de lo que es servido y crea al bachi- 3 - Iler. De Toledo a XIX Las ilustrisimas manos de Vuestra Señoría besa - 0 m su servidor, E El Obispo de Ayala O n -E XVI : 1512, octubre 27, Toledo. El Obispo Pedro de Ayala a Cisneros. Da cuenta de 10s asuntos de la Iglesia de Toledo. A. U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc. 35 Una carta de Vuestra Señoría Reverendisima reciví; por todo io que en ella dice mil veces las manos le beso en nombre de todos estos sus servidores y mío. En verdad, Señor, que no a avido desmayo ni le avrá más de tener lástima de la mala vida que me an dado e dan estos be-neficiarios; atenderemos a ver lo que se ará; la Iglesia está bien servi-da y mejor q ' ~ ecu ando entraba el cabildo en el coro. De ora en ora es-peramos que nos vengan a presentar y requerir, etc., lo fecho en Roma; 162 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS WN PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 47 y, a lo que emos entendido, vienen tío y sobrino a se meter en la pose-sión con la parte que tienen aquí. Resistirse a asta la muerte; el Corre-gidor se parte de aqui para ir a esa corte; no me parece que es bien en tal tiempo salir de aquí, porque su alcalde mayor no es para tanto como sería menester, si algo naciese, que en la verdad ayudará cuanto él pudiere a la parte adversa y, siendo así, crea Vuestra Señoría que avrá poca obidiencia, porque tiene tantos servidores que no an de dar lugar que nada entre en vuestra Iglesia sino por vuestra mano; seria bien su Altesa enviase a mandar al Corregidor que luego se tornase de a do la carta le topase, porque será escusar todos escándalos, y mandándole en elia dé favor, etc. Vuestra Señoría Ilustrísima mandó que se comprasen los dineros de juro del Conde; ya eran vendidos y otros LXXXVII mil que vendió el Duque del Infantado a XXII y C; crea Vuestra Señoría Reverendísima que a fecho en sus compras de lo de al quitar crecer los juros en tanta manera que cada día pidirán más; aqui ay más de XII quentos deposi- 4,., aJ.u.- ua, & particulares, para co-&pra,r, y c u e~st o, ua 2s u*x& cosa cuando es vendida. Si vuestra Señoría quiere comprar menester es que aya comisión para comprar sin consultar porque, como digo, no es sa-lido cuando es comprado. El Mariscal tiene a par la iII legua de Ma-drid; yo sé que la vende o truequa, aunque es secreto; por ser a do es, me paresce sería cosa buena para Don Benito y, según entiendo, en las al-cabalas de allí ay unos XLV situados, dellos al quitar; así mismo ay per-sonas de Madrid y de aqui que tienen pan de renta en suma alba (sic) y el Señor tiene otra suma detrás grande, de manera que en poco tiem-po podería acer alli una buena cosa. Al. Señor vale muy poco de renta; los vasallos son los más ricos que ay en toda la tierra. Véalo Vuestra Se-ñoría y no dé parte a nadie porque el dueño no quiere que se sepa, por-que anda secreto, y si Vuestra Señoría Reverendísima le quiere dar, sea orden cómo los que en elio entienden se dexen d'elío y se concierten con Vuestra Señoría; pero, como digo, estas cosas ácense en poco tiem-po porque ay muchos compradores y pocos que venden. Entre otras cosas diré a Vuestra Señoría una muy dañosa: que esta gente tiene por muy cierto que Saiamanca es ijo 6ei rey, por 60 disen que se atreve. Aquí ay un beneficio para vacar porque no si Dios algo iciere; su-plico a Vuestra Señoría Reverendísima se acuerde de lo que me dixo de anexarlo a Sant Eugenio para que alli aya misa continua, que es el concurso de la gente y devoción muy grande. De Toledo a XXVII. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría Reverendisima besa su servidor, El Obispo de Ayala. XVII 1513, febrero 6, Toledo. Acta del Cabido de Toledo, confirmada por Cisneros, en favor de los canó-nigos comprometidos en el pleito del Arcediano de Toledo. B. N. Ms. 6260, ff. 54~-55~. "In Del nomine, amen. Sepan quantos este público instrumento de constitucih vieren cómo en seis dias del mes de hebrero, año del nasci-miento de nuestro Salvador Jesuchristo de mi11 e quinientos e trece años, dentro en el cabrldo de la Santa Iglesia de Toledo, estando este dia los muy reverendos señores dean e cabildo de la dicha Santa Iglesia capitu-lamente ayuntados, conviene a saber los señores Don Carlos de Mendo- S za, dean de la dicha Santa Iglesia, pero Fernández de Yepes, Fernando N E de Fonseca, Rodrigo de Acevedo, pero Núñez de Ayala, Blas Caballero, el doctor Juan Núñez de Herrera, Lucas de las Peñas, Juan Ruiz, el O d Bachiller Jorge Maldonado, Don Alonso de Rojas, canónigos prebenda- - m O E dos, siendo todos los señores can6nigos de la dicha Santa Iglesia llama- E 2 dos por cedula, de un día antes para 10 infraescrito, se,& dio fe el E pertiguero que intimó la dioha cédula a todos los señores canónigos de - la dicha Sancta Iglesia, dixeron: que por cuanto al tiempo que se presen- 3 taron en el dicho Cabildo, por parte del Señor Don Francisco de Boba- - - 0 dilla obispo de Salamanca y del Señor Protonotario Don Juan de Cabre- m E ra arcediano de Toledo, ciertas bulas y letras apostólicas por las cuales O nuestro Muy Santo Padre Julio Se,wndo, de feliz recordación, proveía 5 n al dicho Señor obispo del arcedianadgo de Toledo, por resignación del -E dicho Señor Don Juan de Cabrera, quedándole regreso al dicho arcedia- a 2 nadgo y con que el dicho Señor olsispo en ausencia del dicho Don Juan n: de Cabrera pudiese estar y residir en la dioha silla archidiaconal, según n que en las diohas bullas y letras apotólicas más largamente se contiene, O3 dichos señores dean y cabildo suplicaron a su Santidad sobre la refor-mación de lo suso dicho, esperando segunda yusión para lo obedecer e c-üjqjlii., c ~mosi empre cb&egcidc en to& XT r w r n de 10s dichos man- J "---- -- damientos apostólicos, sobre lo qual en corte de Roma se a dado senten-cia últimamente en favor del dicho señor Obispo y Arcediano, conoc-ciendo ser justa y siempre aver cabedescido e complido en todo los di-chos señores dean e cabildo los mandamientos apostólicos; y agora, porque son informados que algunos maliciosamente, con faIsa reIaci611, han heoho y entienden hacer algunas impetraciones e otras molestias contra los dichos dean e cabildo y personas particulares de la dicha 164 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DEI CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 49 Santa. Iglesia, y ansi mismo se han heoho sobre lo suso dicho muchos gastos y expensas y se espera hacer adelante; por ende, que estatuían y estatuyeron y ordenaron, que todo lo necesario de lo suso dicho se gaste de la hacienda y fnictos de la dicha Santa Iglesia, como en seme-jantes casos se suele y acostumbra hacer. Iten constituyeron y ordenaron que cualquiera canónigo o benefi-ciado o otro cualquier beneficiado o racionero o capellán de la dicha Santa Iglesia que a causa de lo suso dicho fuere citado o molestado en cualquier manera de Roma o de cuallquier parte, que todo el gasto nece-sario para defensión suya se pague del dicho refitorio. Iten estatuyeron e ordenaron que cualquier de los dichos señores canónigos y ;ben&ciados de la dicha Santa Iglesia que quisieren ir per-sonalmente en prosecución de su causa, siendo por eso citado o moles-tado, que le ayan por presente, residente e interesante, en la dicha Santa Iglesia y gane todo lo que la constitución dispone que habla en favor de los molestados por defender las cosas de la Iglesia. Y ansi lo ordanron e estatuyeron los dichos señores dean e cabildo, ne-mine discrepante, ante mi el secretario, y dixeron que suplicaban e suplicaron al Reverendásirao Señor Cardenal, mi señor, que con-firme la susodicha constitución, y ante mi, secretario, requirieron que lo diese signado de mi signo. La cual dicha constitución y estatuto ficieron y otorgaron los dichos señores dean y cabildo desde oy dia cusodioho, reformando todos y cuales~quiera estatutos y constituciones que sobre esta causa del arcedianadgo han fecho, los cuales dichos esta-tutos hasta aqui @echos dieron por ningunos, y en todo ordenaron que este estatuto y los otros que tiene hechos valgan segun que en este se contiene y no en más ni allende". El qual dicho estatuto por Nos visto y examinado, por quanto halla-mos ser provechoso para el dicho nuestro Cabildo y que de ello resul-tará mucha paz y conformidad para las personas de él, ovimos por bien de lo confknar, como por parte de los señores dean y cabido nos fue pedido y suplicado; y por la presente confirmamos el dicho estatuto, y mandamos que de aqui adelante se guarde en todo e por todo, segun n3i-l-o- se ~ ~ c t i e nye ,* e pr.gu cin 11s ctruy ~ c ~ ~ t i t ~ Y~ iiChc n ~ ~ nuestro Cabildo. En testimonio de lo cual mandamos dar la presente, firmada de nuestro nombre, sellada de nuestro sello y refrendada de nuestro secretario. Dada en nuestra villa de Alcala de Henares, a XX dias del mes de noviembre año- del nascimiento de Nuestro Señor Jesu-cristo de mil e quinientos e trece años. Por mandato del Cardenal mi Señor: Jeronimo de Iilán, su secre-tario.
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Calificación | |
Título y subtítulo | El Obispo de Canarias Don Pedro López de Ayala y el Cardenal Cisneros (1507-1513) |
Autor principal | García Oro, José |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 12 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1966 |
Páginas | p. 117-165 |
Materias | López de Ayala, Pedro ; Jiménez de Cisneros, Francisco (1436-1517) ; Historia |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
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Texto | EL OBISPO DE CANARiAS DON PEDRO LOPEZ DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS (1 507-1 5 13) P O R JOSE GAFWIA OIRQ Profesor de Historia Eclesiástica de la Universidad de Santiago de Compostela Don Pedro López de Ayala no es un desconocido para los his-toriadores del período de los Reyes Católicos. Los escasos datos biográficos llegados hasta nosotros revelan, en su absoluta es-quematicidad, los rasgos más salientes de la personalidad de este obispo de Canarias. Perteneciente a la noble familia de los Ayalas, como su primo y gran amigo y servidor de Cisneros, don Diego López de Ayala llegará en sus años maduros a ser figura des-tacada en la Corte, de la que saldrá para desempeñar misiones de gran brillo y responsabilidad como la embajada de Inglaterra en 1487. El presente artículo se fija exclusivamente en la actividad ecle-siástica de don Pedro Upez de Ayala, y más concretamente en dos facetas principales de la misma: paso por el obispado de Canarias y por el decanato de la Iglesia Toledana. Pocas son y muy frag-mentarias las noticias que sobre el primero de estos aspectos pode-mos hoy ofrecer al lector. Sobre el segundo, en cambio, abundan los üatos y reiaciones, sobre todo de carácter confidenciai. Eh la imposibilidad, por tanto, de tejer una biografía comple- 1 Las noticias sobre este ilustre eclesiástico, colabrador íntimo de Cis-neros, son muy escasas e imprecisas, vease P. Gayangos-V de la Fuente, Cartas deZ Cardenal Don. Fray Franczsco Jménex de thsneros, Madrid, 1867, p&pnas XV-XXII. Una sucinta relaci6n biobibliográfica en Dzctfommire d' Nzstote et de GéograpMe Eccleskzstzcyue, V., 1262-1264 Núm 12 (1966) 117 2 JOSE GARCÍA ORO ta y matizada del célebre obispo de Canarias, presentamos, en com-pensación, el contenido histórico de una interesante serie de ear-tas de don Pedro a su amigo y señor el Cardenal Cisneros, que fre-cuentemente conservan muy viva la nota íntima y personal del autor, que las asemeja a diarios personales o a autorretratos. En estas pinceladas podremos contemplar la única imagen de don Pe-dro que hoy es dable captar al historiador: la del prelado maduro en experiencias humanas, achacoso y casi desmoronado en su vi-talidad fisica, amigo fiel de sus amigos, favorecedor de sus deu-dos y allegados, con una viva conciencia dinástica nunca oscure-cida. DON PEDRO DE AYALA, OBISPO DE CANARIAS Don Pedro Eópez de Ayala estaba destinado, por su valor per-sonal y sobre todo por imperativos familiares, a desempeñar un elevado rango en la jerarquía ecle~i~ásticEa.n este aspecto no fue ciertamente de los preferidos de la fortuna. De la embajada en In-glaterra regresaba ostentando el título de Arcediano de Lincoln. En España había sido agraciado con el nombramiento de Deán de Toledo, muy probablemente por iniciativa de su amigo y protector Cisneros. Sin duda poseía tambih otros beneficios eclesiásticos menores con que proveer a su sustentación. El 20 de octubre de 1507 alcanzaba la cumbre de su carrera eclesiástica con su elección a obispo de Canarias. La joven Iglesia Canaria no había salido aún de su etapa pro-piamente misional cuando en este vástago de los Ayalas recayb el dirigirla. Sn dotacih era exigua y no invitaba, de por sí, a los ~ ~ s p ue tu~m aruve! sacrificie de !u residemia. Pere e! iriterks Ge la Corona y la conciencia pastoral de los obispos superaron gene-ralmente esta desazh. En confirmación podría aducirse el caso de los inmediatos antecesores de don Pedro en la sede canaria. El ejemplo de don Diego de iMuros, inmediato predecesor de -P eiirn -T-d pe- de &alai es significat.iaa Designado para la. sede ca-naria el 27 de julio de 1496, se dirige muy pronto al Archipiélago, 118 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDEKAL CISNEROS 3 arribando a Tenerife por mayo de 1497. Durante este año, visita los principales centros cristianos de las islas. El 23 de octubre de 1497 reúne un sínodo diocesano en Las Palmas de Gran Canaria en donde intercambia experiencias y madura proyectos pastora-les con el clero canario. Don Diego se decide a residir en su igle-sia y dirigir personalmente su labor misionera. Terminará su mi-nisterio episcopal congregando otro nuevo sínodo el 26 de febre-ro de 1506. Los escasos datos que conocemos de su gestión epis-copa1 inclinan a pensar que su paso por la sede señala un momen-to decisivo en el rápido proceso de crecimiento de la Iglesia @a-naria 2. Don Pedro de Ayala no poseía ciertamente los arrestos y la vo-cación pastoral de don Diego de Muros. No era de esperar que troease la atractiva y prometedora vida cortesana por el ministe-rio pastoral en una sede misionera, lejana y pobre, como en 1492 $0 i-2aiiza& c o ~ &q,ljre~$~mier;toF, ray- Eerfia::& de Talavera. De hecho, no consta que don Pedro haya pisado ja-más tierra canaria. Sin embargo, desde la Corte, y más tarde desde su ciudad nativa, Toledo, seguirá, con Ia lejanía e imprecisión ine-vitables, los sucesos canarios. Este alejamiento y mediatez no implica, pues, necesariamente 2 Eubel, Hterarchna, 11, 249. Las bulas de provision fueron publicadas por A. López en "Boletín de la Academia Gallega", 7 (1914), 290. Sobre la ac-tuación episcopal de Don Diego de Muros en Canarias, cfr. Juan Alvarez Delgado, La Cow&sta ae Penerife. Un reajuste de datos hasta 1499, en "Re-vista de Historia Canaria", 27 (1961), 57-59. Como es sabido, aparecen du-rante el reinado de los Reyes Católicos tres personajes importantes, obispos todos el l~s ,~coenst e nombre de D~egod e Muros, que conviene chstinguir con prcisión: Don Diego de Muros, obispo de Tuy y Ciudad Rodr~go, Don Diego de Muros, deán de Santiago y obispo de Mondoñedo y miedo, y finalmente, Don Diego de Muros, obispo de Canarias, al que ahora nos referimos. El me-y r conocido de estos personajes es el primero. Sobre él véase Guillermo Vázquez Niiñez, Don hiego de Muros, o W o de T* y de Cmdad Rodrigo, de la Orden de h Merced. Madrid, 1919. Sobre el segundo existen tan sólo es-tudios parcialex Cfr. F. Bouza Brey, Los GZGdZ6rmex de BendoM y & Ge-neahgia de Don Diego de Muros, obzspo de Mondoñedo y de Odedo, en "Bo-letín de la Comisión Provmcial de monumentos históricos y artísticos de Orense", 12 (19391, 32-43, 66-80! Sobre el parentesco existente entre estos obispos véase J Campelo, Los ascen&entes de Don Diego de Muros, de&% de Santtago, en "Compostellanum", 4 (1959), 197-221 Nbm 12 (1966) 119 4 JOSÉ GARC~A ORO que el paso de don Pedro por esta sede no dejase su huella. En efecto, don Pedro ocupaba la sede canaria en un momento en que los Reyes se preocupaban vivamente de la estructuración de la vida civil y eclesiástica del Archipiélago. Desde el 13 de diciembre de 1486 poseían los monarcas el derecho de patronato sobre las igle-sias y beneficios canarios. El ejercicio efectivo de este derecho im-puso a la Corona el deber de crear y dotar nuevas iglesias y de or-ganizar a fundamentis el aparato beneficia1 de la joven Iglesia, mi-rando especialmente a la eficacia del ministerio pastoral 3. A la realizaci6n de estos designios de la Corona contribuyó eficazmente don Pedro de Ayala. A la Corte llegaban frecuente-mente lamentos y súplicas del clero canario. Era necesario pro-ceder inmediatamente a la creación de nuevos beneficios curados y dotarlos convenientemente. Los beneficios e iglesias existentes eran absolutamente insuficientes para atender a las necesidades de la a~;?ngp!izaci&. Sus titulares. se &gpah.an siquiera tomar pe-sión. Ocupados en otros quehaceres más rediticios en la Península, se hacían sustituir por vicarios ineptos. Los monarcas se hicieron cargo de la gravedad del problema pastoral canario y vieron en el Obispo la persona más apropiada para encontrar una solución ade-cuada. El día 29 de noviembre de 1511, Fernando el Católico diri-gía a nuestro obispo una importante misiva sobre e1 particular en que le confiaba, en sustancia, la siguiente misián: "Yo vos ruego y encargo que luego hagbs nombramiento e creación de todos los beneficios que ha de haber en las dichas iglesias de ese dicho obispado de las islas Canarias, y así fecho me lo enviéis para que yo lo vea e provea sobre ello lo que más convenga" 4 No conocemos la labor organizadora que posiblemente haya rea-lizado Pedro López de Ayala en cumplimiento de esta importante com-isih de la Corona; Cabe s1.1pner que no fue muy completa y fructífera, ya que el problema era de extrema gravedad, y sus su- 3 Sobre la naturaleza de este patronato cfr. J Peraza de Ayala, El Real Patronato de Canarias, en "Anuario de Historia del Derecho Español", 30 (1960), 113-17'4; y Tarsicio de Azcona, Isabel Za Católwa, ~Madnd, 1964, 663- 667. 4 Archivo General de Simancas, Cédulas de la Cámara, Lib 22, f 392 v 120 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 5 cesores habrán de seguir afrontándolo con resultados más bien escasos y pobres. La única solución viable y eficaz llegaría ~610añ os más tarde con la asignación preferente de los beneficios canarios a los cli5rigos nativos, en forma semejante a la ya acostumbrada en algunos obispados españoles, en los llamados beneficios patr2mo-niaires Don Pedro de Ayala acabará sus días, titulándose Obispo de Canarias, al frente del Cabildo de Toledo como fiel colaborador de su amigo Cisneros, según muy pronto veremos. No conocemos la fecha exacta en que Pedro López de Ayala fue promovido a esta di'gnidad clave en la Iglesia Toledana. Menos todaváa podemos rastrear las circunstancias particulares que acom-pañaron esta designación. No es aventurado, sin embargo, atri-buir a su amigo Cisneros una parte decisiva en el nombramiento. A la hora de buscar uh jefe para el difícil Ca;bildo de Toledo, el Arzobispo se inclinaría indudablemente por un hombre de la ex-periencia y competencia de Ayala, que le merecía toda la confian-za. Los sucesos que a continuación se narran lo confirmarán. La gesti6n de Ayala al frente de la corporación toledana no se limitó evidentemente a los sucesos que seguidamente se exponen, sino que se extendió seguramente a la totalidad de la acción del Ca-bildo. Nuestra informaci6n no alcanza, sin embargo, más que a los primeros, en los cuales emerge vigorosamente la figura humana de don Pedro Gpez de Ayala. Se trata principalmente de una aca-lorada disputa en torno al arcedianato de Toledo que se complica y agranda al correr de los meses y termina con resultados poco consoladores para el Cablldo. 5 Peraza de Ayala, El Real Patronato, 140-141 NSm 12 (1966) 6 JOSÉ GARCfA ORO 1. DONF RANCISDCE OB OBADILLOAB,I SPO DE SALAMANCA Y ARCE-DIANO DE !¡?OLEDO. Fue a fines de 1511. Una noticia llenó de confusión al Cabildo de Toledo y de preocupación a Qsneros. El decrépito arcediano de Toledo, don Juan Pérez de Cabrera, se avino a un arreglo un tan-to extraño con su brioso sobrino don Francisco de Bobadilla, re-cién estrenado obispo de Salamanca 6. Cabrera resignaba el cargo en su sobrino, reteniendo para sí los frutos de la dignidad. Nuy en secreto, tío y sobrino, agenciaron en Roma la sanción de lo con-venido y el día 2 de julio de 1511 enviaban al Cabildo toledano una comisih presidida por Pedro de Moya con el objeto de intimar a a los prebendados un breve de Julio II nombrando a Bobadilla Arce- N E diano de Toledo en las condiciones antes expresadas y un decreto O del Pontlfice revocando cualesquiera expectativas, regresos u otras n - =m concesiones que pudiesen contrariar la nueva designación 7. O E E 2 2. INDIGNAECN IT~UNL EDYO SORPRESA EN LA CORTE. - En verdad, no era la prmera vez que se producían tales sor- 0m E presas en el Cabildo toledano. Pero este caso se consideraba espe- O cialmente grave y ofensivo. Segaba en ciernes las esperanzas de n más de uno para un futuro no muy lejano en que el anciano Ca- E 2 G Francisco de Bobadilla fue preconizado obispo de Salamanca el 18 de n noviembre de 1510 Wgura al frente de la sede hasta el 28 de enero de 1529 0 Eubel, Hzerarchza, m, 307 Antenormente, desde el 28 de enero de 1509, era 3 obispo de Ciudad Etodrigo y abad de la colegiata de San Salvador de Sevilla. O Lbid, 185 Debido a las enconadas controversias jurisdiccionales existentes por entonces entre los obispos de Salamanca y los Fonsecas, de Compostela, Bobadilla hubo de cilrigrse a Roma para defender personalmente sus dere-chos en la Cuna En la Ciudad Eterna residió, por esta razón, quince años de los veinte que duró su epscopado salmantino V Eeltrán de Heredia, Bu-hrzo de la UnzversLidacl de Salarnunca Salamanca, 1966, 186. 7 De este suceso, con sus numerosas incidencias y complicaciones, exis-te una relación notanada con gran riqueza informativa en el Archivo de la Umversidad de Madrid (ciAUM) Sección AlcaZci y Madrzd, que utilizamos a lo largo de este artículo. 122 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTlCOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 7 brera dejara de existir. Prescindía desdeñosamente de las atribu-ciones del Cabildo en materia de provisiones beneficiales. Saltaba desconsideradamente sobre el privilegio especial de Cisneros de disponer de los beneficios de su diócesis. Se oponía a la política de la Corona sobre provisiones eclesiásticas, soslayando diestramen-te su control. Por mil y una razones parecía, pues, justificado que el Cabildo, el Arzobispo y la Corona se dispusiesen a dar la batalla a arnbicibn tan desmedida que calificaban abertamente de mons-truosidad. Don Pedro de Ayala, como Deán de Toledo y amigo incondicio-nal de Cisneros, se creyó en el deber de capitanear la oposición. Inicialmente todo parecía favorecer a sus propósitos. No necesitó reunir el Cabildo para cerciorarse de la unanimidad y decisión de los prebendados sobre e1 particular. Estos, apenas enterados de lo sucedido, se apresuraron a pasar por la casa del Obispo de Cana-rias y manifestarle su repugnancia hacia las pretensiones de Eo-badilla y Cabrera. No faltó ni siquiera la adhesión del Maestres-cuela, Francisco Alvarez, ni la del Arcediano de Madrid, Pedro de Solís, quienes seguramente no simpatizaban con Ayala ni con Cis-neros. Pedro de Ayala creyó en su sinceridad y les tranquilizó co-municándoles las gestiones por él realizadas apenas tuvo noticia del caso. No contento con informar de lo sucedido a Cisneros, escribió también al Rey que estaba en Sevilla. Conocía bien la mentalidad del Rey y su estudiado plan de control de 10s provisiones eclesiás-ticas y sabía que no pasaria por tal desacato a su autoridad. Don Fernando recibió con indignación la nueva: "visto por Su Alteza el gran daño que de esto tal se sigue a la universal Iglesia de España y principalmente a ésta" (de Toledo). Su reacción in-mediata fue escribir al Sumo Pontifice, exponiendo la gravedad del caso, "porque no cree Su Alteza que es de menos importancia e1 Arcedianadgo de Toledo que otro obispado de los notados de es-tos reinos". El Rey creía, además, que el breve dado en esta oca-sión por Julio 11 era gravemente lesivo a su política eclesiástica, hasta tal punto que pensaba que "todo lo que Su Santidad otorgó io ha revocado, mayormente que Su Alteza tiene por muy princi-pal cosa haber el Papa concedido a Su Señoría Reverendísima [ a s - Núm 12 (1966) 123 8 JOSÉ GARCfA ORO neros] a su suplicación y que en su ~glesia, en una cosa tan se-ñalada como ésta, se hiciese esto, tiénelo por cosa gfave, y está en determinación de no lo consentir, pues es totalmente contra todo derecho" Las perspectivas parecían, por tanto, inmejorables. El Cabildo se aprestaba para la operacih. Detrás de él estaban los brazos firmes de Cisneros y del Rey. 3. PEDROD E AYALAP LANEA LA CO~ AOF E N S I V A . Y, tras este preludio, dirigido a estrechar más los ánimos, ya aparentemente concordes, pasaba el obispo de Canarias a señalar a los canónigos toledanos la pauta a, seguir. ''Mi parecer es -continuaba diciendo persuasivamente- que suph-quemos a Su Santidad que la posesión no se dé sin tener el expreso couseut~ii-~Jeeu to Alteza y- de SefiGria FLe~-ereí;&isma, wwe habría y ha por cosa muy grave de ver benefmados de esta Iglesia estar en el grado que el prior de San Juan, porque todos habríamos de tomar el caso por nuestro y, siendo así, será bien que toda cosa que hayamos de hacer sea conocido y mandado de Su Alteza y de Su Se-ñoría, y también es cosa justa que miremos los a quien toca de no dejar caer el arcedianadgo en tanto daño" lo. Es decir, que toda reacción del Cabildo en defensa de sus dere-chos y en contra de las pretensiones de Cabrera y Bobadilla deberá estar siempre no sólo de acuerdo sino incluso directamente respal-dada por Cisneros y por el Rey. Cabrera es muy libre para resignar su dignidad, incluso podría tolerarse que lo hiciese en favor de su sobrino : pero nunca podría consentirse que pretendiese reservarse parte de sus emolumentos y prerrogativas. Deloerá cesar totalmente en sus funciones de arcediano. 8 Ayaia se reñere ai inauiro conceaicio a Cisneros por Alejandro VI por los breves Personnlm twam y Hodze wwtw proprzo, de 1 de septiembre de 1498, s?utonzándole para proveer todos los beneficios eclesiásticos de su diócesis que no estuviesen incluidos en ciertas reservas especialisimas rementemente hechas por el mismo Pontífice Archivo Histórico Nacional, Umzue~sidades, Leg., 4, nn 17-18 - A--== ---LA- -2 J AULVL, L ~ ~L d ab L MLWUD, üii 22 10 ibid 124 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 9 "Porque lo otro -prosigue don Pedro-- no se ha de consentir por nada, y de esto yo os lo certifico que, por hacer la cosa bien, debemos hacer así, pues las bulas de Su Santldad vienen sln censuras, suplicar de ellas y apelar de las del juez, y en este medio tiempo podría el ar-cediano hacer su negocio mejor que le tiene hechol' que, como he di-cho, h&er dos arcehanos no se ha de perniitir por cosa ninguna y por el amor que a todos tengo querría que otro camino no siguiese de él, porque [el que] otra cosa hiciere, errará" 12 El camino señalado por Ayala pudo parecer a muchos el más sen-cillo y eficaz. ¿Lo era en realidad? Los sucesos posteriores lo pon-drían en duda. Por el momento el tono persuasivo de Ayala no pa-rece que haya convencido a los prebendados, quienes respondieron fríamente a su bien medido discurso diciendo que "algo de a,quello halMan considerado". Muchos prebendados preferían que se intentase, ante todo, un zrregh pre!iri;inai. Pzrz !egrar!e se mviwbw w Cl?hcX,b U Gctikrez Díaz con el difícil cometido de atraer a Cabrera y a Bobadilla a la idea de un encuentro con Cisneros, en el cual tomaría parte igual-mente el maestrescuela de Toledo, Francisco Alvarez. Pedro de Ayala no desechó la idea. En carta a Cisneros expone al arzobispo las miras con que se ideá este proyecto. Por su parte cree que el coloquio con Cisneros, con la prevista ausencia del maes-trescuela, le brindará la mejor oportunidad para decidir al Cabildo a presentar la apelación del breve de Julio 11 en que se sanciona el acuerdo de Cabrera y Bobadilla. Recomienda, incluso, que la ausen-cia del maestrescuela se prolongue lo más posible para evitar posi-bles sabotajes. No duda de que Cisneros mantendrá firme su deci-sión de no consentir semejantes arreglos escandalosos 13. 4. DE LOS DICHOS A LOS HECHOS. Los acontecimientos se sucedieron con toda la celeridad deseable. El 2 de julio de 1511 se notificaba oficialmente al Cabildo la designa- 11 Es decir, renunciar totalmente al arcedianato de Toledo en favor de S? sobrim. 12 A. U M. Cartas a Cineros, niim. 22 13 Carta del 25 o 26 de junio de 1512 a Cisneros Ibid, 1, c 10 JOSÉ GARC~A ORO ción del obispo de Salamanca, Bobadilla, para el arcedianato. El no-tario de la corporación dejó constancia del acto con esta relación pormenorizada. "Sepan cuantos este público instrumento vieren cómo en dos dias del mes de julio, año del nascimiento de Nuestro Señor Jesucristo, de mil e quiniento e once años, dentro en el coro del altar mayor de la Santa Iglesia de Toledo, estando ende ayuntados los muy reverendos señores dean y cabildo de la dicha Santa Iglesia sobre algunos nego-cios, acabada de decir la misa mayor, en presencia de mí el notario e secretario de yuso escrito, paresció presente el honrado Pedro de Moya en nombre e como procurador que se mostró ser del muy mag-nífico Señor Don Francisco de Bobadilla obispo de Salamanca, e en el dicho nombre él presentó e intimó e notficó a los &&os señores dean y cabildo unas letras apostó;licas, de nuestro Santo Padre el Papa Julio Segundo moderno, de colación e provisión fecha al dicho Señor Don Francisco del arcedianadgo de la dicha Santa Iglesia por resignación del muy reverendo y noble Señor Don Juan Pérez de Cabrera protono-tario apost6lic0, e un proceso sobre ella discernido; e así mismo pre-sentó otras letras apostólicas de dicho Nuestro Señor el Papa Julio Segundo, por las cuales derogó cualesquiera indulto, coadjutorías, re-gresos e otras reservas e gracias que hayan sido concedidas en fa-vor de cualesquiera personas, según que más largamente en las dichas letras apostólicas se contenía; e, por vigor de las cuales dichas letras apostólicas e proceso, pidió e requirió, so las penas e censuras en el dicho proceso contenidas, que en el dicho nombre le diesen e entre-gasen la 8posesiÓn del dicho arcedianadgo, e pidiolo por te*momo. E los dichos señores dean y cabildo respondieron que las verían e farían lo que de derecho de?aesen, a lo cual fueron testigos los seores Pe-dro Fernández de Yepes, y Luis de León y Gutiérrez Díaz, canónigos en la dicha Santa Iglesia de Toledo" 14 A tal requerimiento, contestaron los canónigos el día 7 del mis-mo con un "escripto de apelación que daban por su respuesta", en que perñlaban las razones prácticas y jurídicas que inspiraban su actitud negativa 15. Ante todo se cuidaron muy bien de señalar las causas por las que estimaban "que ellos no eran obligados a cumplir lo mandado por los jueces o juez, executor o executores". Ea primera excepción se refería a !a forma de notificar la provisión por los representantes 14 AUM, Alcazá y Maá~zcl. 15 Texto completo en el Apéndice Documental a este artículo 126 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 11 del obispo de Salamanca, que se había hecho en el coro de la cate-dral y no en una reunión capitular normal, en el tiempo y forma que el derecho prescribe. En segundo lugar, las bulas pontificias eran, en opinión del Cabildo, suíarepticias y obrepticim, pues fueron pro-curadas "callando la verdad y exponiendo lo contrario, de lo cual, si Nuestro Muy Santo Padre fuera informado, no diera ni conce-diera las dichas bulas". Podría, por otra parte, sospecharse que el arcediano Cabrera había sido, de alguna manera, coaccionado o pre-sionado a hacer esta cesih de su dignidad "que con tantas expen-sas y trabajos había adquirido". Nueva razón de índole similar y con el mismo acento mordaz: '"el obispado de Salamanca es tan abun-dante de réditos y frutos que bastaba para competente sustentaci6n de dicho señor obispo". Ea enumeración prosigue con tonos más hi-rientes aludiendo a lo indecoroso del caso, pues al obispo sería antinatural "facelle marido de dos iglesias, siguiendo el matrimonio espiritual contraído entre éil e la dicha igiesia de Saiamanca, siendo como ambos son tan pingües e bastantes para la sustentación cada uno de su prelado, por muy letrado que fueren o fuesen". Se alude luego a la grave sospecha de que "ha hxbido fraude e pacción ilí-cita e tal que de derecho no debe subsistir". Pero lo más intolerable para los canónigos era "que el dicho ar-cediano quiere tener e retener en si los frutos del dicho arcedianad-go e silla como de antes que resignase el dicho arcedianadgo, lo cual paresce monstruoso in nnuetura que dos sean maridos en una dignidad e prelacía". Nueva objeción finalmente contra la autenticidad de la bula pre-sentada al Cabildo, ya que, "sin facer mencion del indulto que el re-verendísirno señor Cardenal de España, arzobispo de Toledo, su se-ñor e perlado, tenia e tiene de proveer, etc., de lo reservado y vacan-te incuria, fue expedida la dicha bula e discernido el dicho proceso, e pefidicar d $&e indc!t= fce 1% - v ~ ~ ~&~ 7\nTgte&~ygY M iqr S2.n-to Padre". Ante todas estas consideraciones, de tan diverso valor y motiva-cih, decidió el Cabildo toledano no aceptar la provisi6n hecha el día 2 de julio y "dixeron que querían esperar la segunda yus1.ó.n de Nuestro Muy San-to Padre, pues lo contenido en la dicha bula e mandado por el dicho jues sería y es tan exorbitante en derecho natural e civil e sacros cá-nones, e que así mismo querian consultar con el dieho Reverendísimo Cardenal de España, su prelado, al cual, si necesario era, pues venía nombrado por ejecutor en las cbchas bulas e proceso, remitían e remi-tieron las dichas bulas e proceso" Esto no bastaba. Era necesario impedir que Cabrera y Bobadilla intentasen un nuevo asalto y arbitrasen nuevos recursos con que ur-gir al Cabildo sus pretensiones. Para ello, "e por mayor cabtela e seguridad", "alpelaron del dicho proceso, e de lo mandado por los dichos juez y jueces e por cualqu~er de ellos e de las censuras en el dicho proceso contenidas, para ante el Nuestro Muy Santo Padre e para ante su Santa Sede Apostólica, so cuya protección e amparo dixeron que po-nían e pusieron sus personas e bienes espiritudes e temporales, e que pedían al Señor Licenciado de Herrera, Vicario General del Arcobispado de Toledo que les otorgase los apostoles (sic) de esta su aipelación" Efectivamente, Herrera autonzó la apelacibn, con lo que el Ca-bildo de Toledo manifestaba inequívocamente su propósito de con- L..- -1- -!.. 7- -...-2 --- 2 <-- L ~ ~ U ~ C LrLa ' p rovlslun. De este modo se había realizado casi literalmente el proceder in-dicado por Ayala. Parecía que, por parte del Cabildo, todo estaba firme y decidido. Cisneros y el Rey asegurarían la eficacia del paso dado. Pero ni Cabrera nl Bobadilla se amedrentaron ante el gesto ne-gativo del Cabildo. No ignoraban que el tiempo era su mayor ene-migo y se apresuraron a enviar una nueva intimación al Cabildo. Y, el día 23 de agosto, "estando en el coro de esta Santa Iglesia e estando presentes muchos de los beneficiados de ella, especialmente el Maestrescuela, Arceüíano de Madrid, el Ucenciado Mazuecos e otros beneficiarios, viendo este testigo que entraron en el dicho coro cuatro o seis hombres que decían ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 13 que eran del Arcediano de Toledo y del ob~spo su sobrino y procurado:. y notario suyo, y que estando este testigo y el Licenciado de Mazuecos hablando llegaron aquellos señores que estaban juntos e diz que les intimaban aquel monitorio penal emanado de la sede apostólica y que lo pidieron por testimonio, e dijeron al dicho Licenciado de Mazuecos y a este testigo que habían respondido aquellos señores e dignidades e canónigos e lo fuesen a intimar en el Cabildo donde se suelen intimar las semejantes bulas que seguramente podrían irlo a intimar" No se presentó, a1 parecer, la oportunidad para hacer capitular-mente la intimación del nuevo monitorio, por lo cual los enviados de Cabrera y ]Sobadilla hubieron de contentarse con fijar un traslado del documento en las puertas de la catedral, para que su contenido pudiese así más fácilmente llegar a conocimiento de los interesados. Los intentos del obispo de Salamanca y su tío continuaron. A los pocos días, presentaban al Cabildo un proceso canónico urgiendo el monitorio 16. i Cómo contener estos ímpetus? Pedro de Ayala hubiera querido repetir inmediatamente el paso dado anteriormente : apelar del pro-ceso que urgía el monitorio. Pero esta vez no le fue fácil lograrlo. Se encontró con sorpresas muy desagradables. No en vano sospechabma Ayala, desde el primer momento, de la ad-hesiún y lealtad del maestrescuela Francisco Alvarez l7 Efectiva-mente, apenas las cosas comenzaron a complicarse, no se cuidó ya de disimular su parcialidad en la querella, nacida, en parte, de su antipatía hacia Ayala y, en parte, de su preferencia por el obispo de Salamanca. Convocados por Pedro de Ayala, "juntáronse en cajoiido -esci.~70e a Wsnei*o+ wi-a dai3 pjdeie fr 2 intimar la apelación. Quien suele [el maestrescuela] moviólos a to-dos para que no se otorgase, diciendo que no había razón por qué, poniéndoles tantos escrúpulos que estuvieron para decir claramente que obedecían" . 16 Ibúiem. 17 Juan Alvarez de Toledo, Arcediano de Madrid NÚm 12 (1966) 14 JOSE GARCfA ORO Por agosto de 1511 intentaba Ayala mover al Cabildo a interpo-ner una nueva apelación contra el monitorio Últimamente intimado por Cabrera y Bobadilla. Era una lógica continuación de la prirne-ra apelación hecha por el Cabildo. No lo veían asá un grupo de ca-nónigos, atraídos secretamente por el maestrescuela a la causa de¡ Obispo de Salamanca. Faltaban, además, casi todos los que antes habían apoyado la apelación, especialmente los más decididos, como el canónigo Ace-vedo. Ayala, que se hallaba indispuesto con sus habituales calentu-ras, ordenó una nueva reunión capitular, que resultó gravemente perjudicial para sus propósitos. "Juntáronse y pudieron más los ad-versarios", escribe decepcionado a Cisneros. Pero no se rindió. Se convocó inmediatamente una nueva reunión, a la cual concurrieron por orden expresa del dean todos los que habían firmado la apela-ción contra el breve de Julio 11. Don Pedro de Ayala refiere a su ''Aba~é allá y dure cómo ya estaban citados aquellos señores tío y sobnno, et que allí éramos juntados para proveer en lo necesario que otorgásemos aquel poder para ir continuar la apelación. Respon-dió el Maestrescuela que era bien mirar sobre aquello. Dfxosele que ca-llase, que en su lugar respondería Habló su sobrino 17 b i s sin más ac& 1-11 más allá, que no,obstante que habían apelado la otra vez que obedescian el monitorio; yo le rebatí la palabra diciendo: no hablemos sobre esta materia sino sobre la inhibición Tornó a hablar el Maestrescuela y decir que obedescía aquella inhibrtoria en cuanto se extendía y no más ni allende. Finalmente, que éramos catorce votos, los ocho se con-formaron conmigo, los seis dieron las palabras de verbo ad verbm que el Maestrescuela, y que, en lo que tocaba al poder, que no querían otorgarle, antes bien eran en obedescer el momtono. Lancélos del Ca-billdo y inhibímonos y apelamos del monitorio, y dunos el poder, y respondimos a las bulas del arcediano que él estaba citado y la causa cometida en Roma, etc." 1s Después de narrar este tenso diálogo, Ayala da rienda a su in-genio picante y anota para su amigo : "Lo que aquí se ha de notar es que seis confesos fueron los que obedescieron, sin haber gota de cristiano viejo en medio, y 10s ocho que apelamos fuimos los here- 17 mam. 18 AUN, Cartas a Cisneros, núm 28 130 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OElSPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDEN.4L CISNEROS 15 jes". Y aprovecha la ocasión para señalar a Cisneros la bravura con que se batió su familiar Pedro Núñez de Ayala, "que fue nuestro al-férez que en verdad dixo y $izo maravillosas cosas contra los otros, llamándolos sus nombres, etc. De esta vez queda pariente mayor de todo el linaje de Ayala", afirma con orgullo dinástico don Pedro 19. 7. APELANTESY OBEDIENTES. Pero no fue tan decisivo el trrunfo de los upeiu~ztesf, ieles a las consignas de Ayala, que impidiese a sus contrincantes seguir traba-jando por los intereses de Cabrera y Bobadilla. No contentos con manifestrr su disconformidad frente a Pedro de Ayala, e incluso frente a Cisneros, se decidían a darle forma jurídica solemne. El 28 de agosto se presentaban ante el secretario del Cabildo, Fernando Alnnsn ~ a n o l l i nd e lnc Ro~r o sh Tiievnc r~ni i i r iPndnlen iip dimw fe y ------Y", -W,yY.-YI-- UY &"Y LIVJ "N L. -1. "Y, &-y,...P------"-Y Y-- ---- -- extendiese acta de que, teniendo en cuenta lo sucedido en el ca-bildo desde la intimación del monitorio contra los apelantes, y es-pecialmente respecto a la inhibi'coria obtenida por el dean, declara-ban que obedecían esta última "en tanto en cuanto la dicha inhibi-toria se extiende e non más". En particular respecto a la apelaci6n del monitorio que Pedro de Ayala proponía al Cabildo" que no era nuestra intencihn apelar de dicho proceso ni del dicho monitorio, si-no de lo obedescer, según que lo obedescemos, en todo y por todo, como por Su Santidad fue mandado". Más concretamente, y con rna-yor insistencia, declaraban los obedientes: '"ue lo consentimos y obedescemos todo lo en él contenido, en la mejor forma que podemos e de derecho debemos e, cuanto en nos es, damos la dicha posesión del dicho arcedianadgo al dicho señor obispo de Salamanca, con reservación de los dichos frutos e silla para el dicho señor don Juan de Cabrera, según que en las dichas bulas se contiene" 20. Así resultaba definitivamente claro que no se podía fiar de las 19 Otro de los más significados colaboradores de Ayala en estos planes era el Maestro Toro, quien "les dixo perrerías a sus amigos" (del maestres-cuela). Ibd. 20 Frrman y se declaran autores del Manifiesto: Francisco Alvarez, Maes-trescuela de Toledo; Juan Alvarez de Toledo, arcediano de Madrid; Barto-lomé de Medina y Antonio de León AUM, Alcalá y Madrid 16 JOSa GABCiA ORO repetidas promesas de adhesión por parte del Cabildo. A pesar de la división interna de los prebendados se comprobaba muy evidente que "todos están juntos para el favor de su prbximo", escribía Aya-ya a Cisneros 21. 8. MANEJOS DEL MAESTRESCUEL4. Pedro de Ayala sabía muy bien que la oposición de Francisco Alvarez era irreductible. Pero posiblemente abrigaba la esperanza de que una oportuna amonestación de Cisneros podría retraerle de su actitud. Se equivocó. Porque fue precisamente "so color de una carta que Vuestra Señoria Reverendísima escribió.. . ordenán- B dole que se conformase", cuando el maestrescuela "urdió una cisma más fundada que la de Santa Cmz" 22. O n T T una nueva provisión de una digñidad vacante eii ia iglesi>'ia de - m Toledo brindó nuevas ocasiones y motivos de discordia y tensión. O Dos candidatos se presentaban buscando apoyo para sus aspiracio- E 2 E nes : el canónigo Juan de Estrada se había procurado secretamente en Roma una concesión favorable ; el licenciado Herrera, vicario ge- 3 neral de Toledo, contaba en cambio con el voto de Cisneros y de Aya- - - 0 la. Fuese por amistad personal, fuese por aversibn hacia Ayala y m E Cisneros, el maestrescuela apoyó la candidatura de Estrada. Falto O de recursos con que defender su nueva causa, recurrió a manejos n comprometedores. E a "Con cosas abundantes y dulces palabras", incitó a sus simpati- n zantes a elevar una nueva apelación a Roma en defensa de los de- n n rechos del obispo de Salamanca al arcedianato de Toledo. Mas o me- = nos inconscientemente, le siguieron seis de los que en un principio O habían suscrito la apelación contra el breve de Julio .1 1.. Ayala y el genera!, Eerrerw, tlmieron la precaución de exiyr a 10s nue-vos "apelantes" una copia de su manifiesto. Observaron inmediata-mente dos cosas para ellos muy desagradables: la primera, la pre-sencia de los seis antiguos adherentes ; la segunda, la afirmación de 21 AUM, Cartas a Cisneros, núm 27. 22 Alude a Don Bernardino Lopez de Carvajal, Cardenal de Santa Cruz y jefe de los cismáticos en el conciliábulo de Pisa en 1511. Ibid , núm. 23. 132 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 17 que habían firmado la primera apelación en contra del obispo de Salamanca por no indignar al Rey y a Cisneros, "dando a entender que, pues aquellos seis allí estaban de la primera, que de miedo ha-bían apdado". No faltaban otras afirmaciones un tanto comprome-tedoras para el proceder precedente de la mayoría. Ayala, que sospechaba de los turbios manejos del maestrescue-la, se apresur6 a explorar privadamente el parecer de los preben-dados : "Envié a llamar a los canómgos --escribe a Cisneros- uno a uno y, interrogados por qué hicieron aquella apelación, respondiéronme cada uno por sí, y después todos juntos, que nunca tal habían fecho ni sabían, ni lo habían cometido para que allí los pusiesen. Wam6 al Se-cretario y ante él lo depusieron en presencia del Vicario [General] y quedaron muy airados por lo tal Con parecer de ellos y de otros lla-mt5 al Cabildo otro día y fice leer la apelación y en su presencia todos me dixeron que era falsedad" 23 El maestrescuela había, pues, fracasado estrepitosamente, que-dando a la luz del dEa sus vergüenzas. Ayala quiso aprovechar este momento, sicológicamente tan oportuno, para forzarle a que reco-nociese su yerro y se apartase de la causa que defendía. Pero Fran-cisco Alvarez era tozudo y no se avenía fácilmente a pasar por vul-gar arrepentido. Respondió con evasivas que todo lo había hecho si-guiendo una consigna de Cisneros de procurar la paz en el Cabildo y que, en caso de estorbar, abandonarían el Cabildo él y los suyos. Ayala supo, una vez más, contener la indignación. Experto valora-dor de todos los recursos, pensó que no faltarían mejores oportuni-dades para el castigo. "Hablose de dar la pena [al maestrescuela] -escribe a Cisneros-. A mí me pareció disimular por ahora, por-que tiempo podría venir que aprovechase estar por punir" 24. P fue precisamente tras este incidente, que dejaba al rojo vivo ias iacras del maesirescueia de Toiedo, cuando don Pedro de Ayaia creyó llegado el momento oportuno para realizar sus proyectos, tan-to respecto a las pretensiones del canhigo Estrada como en lo to-cante a lzs del obispo de Salamanca. Presentó inmediatamente a votación capitular la provisión de --- -- - 23 AUM, Cartas a Cisneros, ntim. 23. 24 Ibld Núm 12 (1966) 18 JOSÉ GARC~A ORO la dignidad capitular vacante en favor del licenciado Herrera. Pudo lograr con dificultad su propósito. "La posesión se dio y en verdad, Señor, fue harto penosa" escribe a Cisneros. En efecto, el maestres - cuela y su sobrino Juan Alvarez de Toledo, arcipreste de Uadrid, mantuvieron su apoyo a Estrada. Pero, atemorizados por su reciente fracaso y el temido castigo, se abstuvieron de todo proselitismo. Sus seguidores se encontraron desorientados y "amotináronse", según Ayala L5. No pudiendo llegar a un acuerdo antes de la votación, bus-caron la solución menos comprometedora y "dixeron al portador [ = de las bulas de Estrada] : aquí vemos bulas del Papa y colación del cardenal, por no nos poner en diferencia, enviémoslo todo al Car-denal, y, visto en éste, hagamos lo que nos enviare a mandar. A to-dos parecio muy honesto remedio". Ayala aprovechó este momento de desconcierto y debilidad para informarse mejor de las mañas de sus contrincantes y llevar a térmi-nu bieE meditado irív"lth a =da -ano de los SeC-aaCes de.: ixaes,. trescuela a dar por separado su parecer y no el del ,grupo. El resul-tado fue muy revelador. "No hubo sino dos que dixeron que les pa-rescia bien. Todos los otros le dexaron allí, confesaron que la noche anterior en casa del conde de Cifuentes habsían asentado que aquello dixesen por su parecer", es decir, se habían comprometido a apo-yar a Estrada. Ya no podían existir obstáculos de consideración para lograr el propósito de Ayala. "Desde que vi que los tenia desmembrados -escribe- di rnl voto, que era que la posesión se diese [a Herrera], que no éramos obligados a obedecer sino lo que nos mandaba [el Car-denal] y no a a-dmitirle las bulas". No faltaron todavía objeciones teóricas. Alguien alegó que la potestad del Papa para en materia be-neficial era suprema. Pero nadie le secundo eficazmente. La Unica cbjeción que a algunos preocupaba. seriamente era que "quedaba 3%- trada perdido" 26. Ayala les tranquilizó con la promesa de futuras re- - 25 En medio de estas disputas acaloradas es muy comprensible que no faltasen gestos "que fueron de mala crianza e simpleza7', según Ayala refiere a Cisneros en la atada carta 26 Ayala se sentía part~cularmenteh alagado del é r ~ t olo grado en esta prov~sión Cortesmente atnlbuye a Cisneros todo el mérito. "Lo que yo diré -escribe a su amo- es que Dios aprueba en el cielo lo que Vuestra Seño-ría hace en la tierra" Ibid 134 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS compensas al desairado canónigo. Y la votación pudo realizapse fa-vorablemente. Mientras se decidía sobre las candidaturas de Estrada y Herre-ra, se gestionaba en Roma la inhibitoria del Cabildo en la controver-sia sobre el arcedianato. Ayala pensaba que ella seria la mejor mor-daza para reducir a sus adversarios a perros mudos. Una vez eleva-da por la mayoría del Cabildo la correspondiente silaplica, el Rey se encargó de que se gestionase con la mayor brevedad en Roma. La habilidad proverbial del secretario Almaaán lo logrú sin mayor di-ficultad. El 26 de agosto estaba ya en poder de Ayala, que prepara-ba su publicaci6n con el mayor recato, haciendo venir secretamen-te al notario y ultimando otras formaiibades jurídicas. Bien necesitaría Ayala de estas diligencias y cautelas, porque sus contrarios no se daban treguas. El mismo día en que comunicaba estos detalles a 'Cisneros con puño vacilante por la alta calentura que desmoronaba su ancianidad, fue "avisado c6mo auerían presentar las bulas del arcediano viejo y, aunque con calentura estaba, baxé allá e dixhronme los letrados que era daño no presentar primero la inhibición. Presentela y fue tanta Ia turbación de unos, cuanto el placen' de otros. Luego di lugar a que el arcediano presentara sus bulas" 27. Ante esta nueva intentona del maestrescuela y sus adherentes. Ayala comenzó ya a pensar que no bastaban las razones jurídicas, que era preciso arbitrar otras más eficaces y expeditivas. Así lo es-cribía poco despuks a Cgsneros : <<-- YO, señor, creo y no i0 auüo que ia voiuntaü de Nuestro Señor es que ni tío ni sobnno tornen a esta iglesm. Esto digo por que todo cuan-to dice y hace yerra, que en verdad, si el monitorio que tenían un mes había presentaran antes de la inhibitoria, yo m nadie les pudiera re-sistir la posesión y, pues así es, por Dios conjuro a Vuestra Señoría no se avenga y dexe seguir la justicia, que Dios lo guiará como para - 27 Ibld AUM Cartas a Cisneros, núm 23. Núm 12 (1966) 135 20 JOSE GARCÍA ORO el bien de esta iglesia conviene, y yo sé que Vuestra Señoría lo ha de proveer, porque diz que la causa principal con que venció el sobrino al tío para que diese el poder fue porque Vuestra Señoría no pudiese proveer de ei" 28 Ayala planeaba ya en serio un benigno destierro para el maes-trescuela y para su desconsiderado sobrino el arcediano de Madrid. El continuo complicarse de la situación y las crecientes tensiones en el seno del Cabildo le brindarían muy pronto la oportunidad. Los días corrían y los acontecimientos se precipitaban. Los par-tidarios de Cabrera y Bobadilla estaban nerviosos e inseguros. El tiempo no les dejaba respiro y jugaban a la desesperada. Una lamen-table prueba de todo ello la dio en los días finales de agosto el citado arcediano de Madrid, Juan Alvarez de Toledo. No ignoraba este B N inquieto prebendado que el Rey y Cisneros eran contrarios a las E pretensiones del obispo de Salamanca y que por momentos se espe- O n raba una provisiísn de la Corte en este sentido. Urgía, pues, realizar - m O E en las reuniones capitulares algún acto público que pudiese ser in- E 2 terpretado como una aceptación, al menos implícita, de la provi- -E sión del obispo de Salamanca. Pero no era posible. Estaba ya en vigor la inhibitoria y, ade-más, Ayala, en previsión de choques y 3 - fricciones entre apelantes y obedientes, había prohibido celebrar los - 0 m E divinos oficios en coro ". Esto acabó por exacerbarles y hacerles O perder el control de sus nervios. Y fue el caso que, n "estando en nuestro Cabildo, el arcediano de Madrid comenzó la plá- E a tica tan desordenadamente y con tanto escándalo y deshonra de todos, llamándonos descomulgados y otras cosas feas J jurando con solem- n n nrdad de entrar otro día en el coro y si alguno de nosotros entraba haría cesar las horas, etc. Visto c6mo con templanzas ni buenas ra- O3 zones no bastaba, y habida consideración de lo que había de suceder y la causa por qué se movía, dixe al Secretario que escribiese cómo 28 =d, núm. 24 29 Esto sucedía a fines de 1512 Ayala se apresuró a prevemr a Cisne-ros de la marcha de los sucesos y especialmente sobre la posibilidad de que los obedzentes "escriban a Vuestra Señoría suplicándole les mande entrar en la Iglesia", evidentemente con desi,mo de prestarse a un nuevo intento del obispo de Salamanca. Por esto advierte Ayala "Esté sobre amso para qué lo piden" AUM, Cartas a Cisneros, núm 23 EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 21 por evitar los escándalos que estaban aparejados por las palabras que el arcediano había dicho y por lo que decía haría en deservlcio de Dios y daño de esta Iglesia, que le mandaba dentro de diez días pares-ciese ante Vuestra Señoría Reverendísima Respondi6 que apelaba. Tor-nele a denegar la apelación y a mandar, so pena de diez m11 ducados, que lo cumpliese. Tornó a decir que no era su pez, que era exento, y que le presentara sus bulas Dixe, "andá Con vuestras bulas", y replico-me, no con mucha mesura "si vos no creedes en las bulas, no sois cns-tiano". Sino crea en verdad, Señor, que Su Alteza y Vuestra Señoría Reverendísima se me representaron delante y me hicieron tener la tem-planza que convenía y salirme del Cabildo" 30. Estos gestos conmovieron a los apelantes, amigos de Ayala. Pre-sionaron a Ayala para que castigase severamente al arcediano. Al negarse el deán, decidieron por su propia cuenta suspenderle dme sus funciones. Pedro de Ayala reflexionó ahora sobre su proceder y lamentó ha-ber sido tan suave y condescendiente con sus émulos. Recomienda a Cisneros que aproveche esta experiencia y proceda siempre con du-reza y energía. En nombre de la amistad que los une y como servi-dor suyo -'bues soy uno de los mayores"- pide el arzobispo que "Vuestra Excelencia Reve~rendísima no le alce el mandamiento [t de comparecer ante Cisneros] ni le remita la pena, pues ha de ser causa de que todas las otras cosas se acaben muy bien" 31. 10. LA HmA DE LAS CUENTAS. Con tan destemplado gesto, el arcediano de Madrid acabó de consumar el desprestigio de su facci6n. P Ayala crey6 llegada la hora propia para asestar un golpe de gracia a aquella "dañosa liga" : desterrar el maestrescuela y al arcediano de Madrid. .--.--- "Como vi --escribe a Cisneros- que el Maestrescuela era el da-ñador de todo y que su presencia era pestilencia para esta Iglesia, y que, estando, poco a poco los comería a todos como cancre y los traería a su secta, que ley no la tiene, aunque procurase el camino de Cala- 30 AUM, 1W1d 31 Ibid trava, el cual lo aceptó y no alató doce horas, que luego partió tenien-do lo que merecía, y, como en todas sus cosas no acierta en nada, pen-sando excusarse, dixo en gran secreto a sus amigos cómo se iba de temor, y, con estas palabras, piisole tanto a todos, que no se puede decir, mayormente cuando supieron que llevaba. por cada día un cas-tellano, fue tanto el escándalo que creo si le pudieran haber le comie-ran, mayormente sus negros amigos, dzciendo que les dexaba conde-nados, cargaron de mi que lo revocase" s? Bien consideradas las cosas, observa Ayala con su ingenio pican-te, tal vez no fue este el mejor proceder. Reteniéndole en Toledo en esta situación crítica se hubiera puesto más en evidencia. "Confieso mi pecado -escribe a Cisneros- que yo habría placer de ver cómo le acabarían de conocer, para que no tuviese poder para les enga-ñar más". Los obedientes del maestrescuela temblaban ahora faltos de caudillo, esperando "con mucho temor y recelo cuándo les había de entrar el mandamiento por las puertas, y curi este temor han pro-curado con todas sus fuerzas por se asegurar, diciendo que en lo por venir daría seguridades, etc." Al lado de Ayala trabajaba también el vicario general licenciado Herrera. E1 fue, por ejemplo, quien intimó a los canónigos obedien-tes la inhibitoria del día 28 de agosto de 1511 obligándoles a dar fe ante notario y testigos de su aceptación o rechazamiento. A este requerimiento respondieron los partidarios del obispo de Salaman-ca con contestaciones evasivas, procurando desligarse de todo com-promiso 34. Mucho más importante para la suerte de la querella pendiente fue la pesquisa realizada por Herrera entre los miembros del Ca-bildo sobre los sucesos pasados y la actitud que cada prebendado había mantenido sobre el particular. Se comenzj el 29 de agosto, le-vantando acta de las declaraciones el notario Alfonso Pérez. Bajo juramento de decir enteramente la verdad se interrogó a los canó-nigos: 1.-Si les habían intimado algún monitorio o proceso por parte del arcediano Cabrera. 2.-Si pensaban obedecerlos. 3.-Si se adherían o rechazaban la inhibición intimada al Cabildo. 4.-Si 32 =d, nfim 24 3.: ibld 34 Ibid , Alcal& y Madrid ANUARlO DE ESTUDIOS ATLANTICOS Carta del obispo de Canaria dnn Pedro de Ayala al cardcnal Cisncros. suscrita en Toletlo el 21 de mnrzn de 1512. (Archirn de la Univercidarl rle A l r ~ l id~e Hcnurcs , hoy cn Madrid). EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 23 estaban dispuestos a aceptar los siguientes monitorios presentados por el obispo de Salamanca. 5.-Si se les había hecho alguna otra pUMica notificación por parte de Cabrera y Bobadilla y pensaban obedecerla. &-Si mantenían la primera apelación hecha por el Ca-bildo en contra del breve de Julio 11. Del largo interrogatorio resultó muy claro que la mayor par-te de los obedientes del Maestrescuela estaban completamente des-orientados e indocumentados, sin poder percatarse de las conse-cuencias de su proceder. A l p o s no habían leido el monitorio del obispo de Salamanca ni conocían la sustancia de su contenido. Otros, incapaces de valorar las cosas por sí mismos, se habían dirigido in-cautamente a letrados, sobre todo al Maestrescuela, que pasaba por persona docta, y éste les habia persuadido que debían aceptar las bulas del arcediano. De momento, sin embargo, sólo dos de los que habían repudiado la primera apelaci6n hecha por el Cabildo, afir-maron estar dispuestos a adherirse de nuevo. Los demás siguieron todavía en su indecisión Al margen de esta investigaci6n de Ilerrera, proseguía Ayala presionando suavemente, explotando el impacto producido por los Últimos fracasos. Sus exhortaciones a los obedientes por la adhe-sión a la mayoría comenzaban a dar fruto satisfactorio. "'Poco a poco han venido hartos de ellos a se juntar con nosotros en la inhi-bición y asf creo que cada día vendrán más" 36. Tras un duro forcejeo entre los simpatizantes del Maestrescue-la y los adherentes a Ayala, el triunfo de éste parecia ya definitiva-mente asegurado. La oposición aún persistente en el seno del Ca-bildo, era ya ~szsi~gnificanote nula. Más todavía: hasta las mismas facciones existentes por otros motivos en el seno de la corporación toledana parecían hablerse superado. Así lo escribía, el 6 de octu-bre, Pedm de Ayala a Cisneros refirihdose a los simpatizantes de los Cifuentes y Portocarreros. Según el Deán, "ya van sus ligas en este Cabildo cuesta abaxo, y ya no les queda sino Madrid y Blas Ca-ballero con algunos que no son nada" ". 35 El acta de este interesante rnterrogatorio bid a6 AUM, Cartas a Cisneros, niím 24 37 Lbad, núm. 29 Núm 12 (1966) 24 JOSE GARCfA ORO Pero en realidad no estaban las cosas tan de color rosa. Si bien Cabrera y Bobadilla no podían ya esperar mucho de sus siilipatizan-tes en el Cabildo, no carecían de abogados eficaces en Roma y aun en la Corte. La amenaza de nuevos procesos y censuras contra el Cabildo de Toledo seguía en pie. Por octubre de 1512 se esperaba de un momento a otro una nueva intimación al Cabildo de alguna disposicih de la Santa Sede urgiendo la colación del arcedianato en favor del obispo de Salamanca. Ayala promete a Cisneros que redoblará su empeño para impedirlo "En verdad, Señor, que no ha habido desmayo ni lo habrá más de tener lástima de la mala vida que me han dado e dan estos beneficia-dos Atenderemos a ver lo que se hará en la Iglesia Esta bien servi-da y mejor que cuando entraba el Cabildo en el coro De hora en hora espei3aixus qüe nes vengan a prese"far y requeri~, etc , lo f~rho en Roma, y, [a] lo que hemos entendido, vienen tío y sobrino a se meter en la poseslón con la parte que tienen aquí Resistirse ha hasta la muerte. El Corregidor se parte de aquí para ir a esa Corte. No me pa-rece que es bien en tal tiempo salir de aquí, porque su Alcalde Mayor no es para tanto como sería menester, si algo naciese, que, en verdad, ayudará cuanto él pudiere a la parte adversa Y, siendo así, crea Vues-tra Señoría que habra poca oliediencla, por tener tantos servidores que no han de dar lugar que nada entre en vuestra Iglesia sino por vues-tra mano Sería bien [que] Su Alteza enviase a mandar a1 Corregidor que luego se tornase de a dó la carta Ie topase, porque será excusar todos escándalos" 38 Consciente del peligro que se avecinaba y atento a evitar sor-presas, Pedro de Ayala seguia asiduamente las reuniones capitu-lares y tomaba parte en todos los actos del Cabildo, "por no dar lu-gar al desearriamiento de este ganado". Estaba decaido y febrici-tante. Imposibilitado de desplazarse fuera de Toledo, envió al ra-cionero Gutiérsez Díaz a entrevistarse con el obispo de Salamanca. Este estaba bien pertrechado de nuevos documentos pontificios para urgir al Cabildo de Soledo la colación del arcedianato en su favor. Sin embargo 39, "prometió de no les poner ni presentar hasta que 38 TDIÜ, núm. 35 39 Bid , niím 36 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS % viniese aqui y le respondiésemos si les daríamos las posesiones". Una vez más, Ayala reunió el Cabildo para determinar qué ac-titud adoptar ante el nuevo reto de Cabrera y Bobadilla, "y asen-tóse que los obedientes y apelantes no entrásemos en las horas y a los obedientes, porque no se querían hallar en autos de presentacio-nes para ver de dar posesión, que se ausentarian de la Iglesia, y al-gunos que tenían beneficios que irían a ellos y otros se estarian en sus casas, y vendrían, así los unos como los otros, al Cabildo cuando fuesen llamados. Los apelantes quedan para venir a entender en las cosas necesarias" *O. Ayala había Ilqgado a señorear totalmente la situación, espe-cialmente a los obedientes que ahora le servian con forzada docili-dad. Comenzaban, en cambio, a preocuparle las vacilaciones de sus adherentes. Ea incertidumbre del desenlace final era cada vez más atormentadora. La indecisión podía muy Eien engendrar una nueva división. Esta posibilidad constituía la pesadilla del anciano deán de Toledo en octubre de 1512. En su carta del 19 de octubre a Cis-neros manifestaba su amargura y preocupacih : "Yo, Señor, paso tantos tormentos con estos canónigos, mayor-mente con los que no los deberían dar, que no bs he de oir; pero al fin no me maravillo, porque temen perder lo que tienen. Pero deberían para remediarlo estar conformes y no desmembrarse Yo traigo a este Naestrescuela como puedo para que no dañe y algo si puedo apro-vechar son los celos de otros tantos que me dañan cuanto hago" 41 La amargura y la desilusión comenzaban, pues, a asomarse al ánimo de don Pedro de Ayala, sobre todo ante la constatación de que Fernando el Católico no demostraba intererarse positivamente por que se hiciese justicia al Cabildo de Toledo. 'Dce Gutierre Dias -esenbe a Cisneros- que si. el obispo hubie-se conoscido del Rey voluntad en este negocio que no osaría hacer otra cosa y aun ahora dice que si Su Alteza le escnbiese o enviase a dedr palabras recias, diciendo como estando Su Alteza puesto en medio para 40 Ibid. 41 Ibid NÚm 12 (1966) dar algún medio, sin le haber respondido hubiese fecho y escrito a Ro-ma lo que ha feoho que Su Alteza nunca lo ha de consentir" 42. Es más, el mismo Gutkrrez Díaz afirmaba que "el obispo se le ha Ioado de [que] Su Alteza que es contento que haya seguido su justicia". Todo parecía confirmar esta actitud del soberano. Tal vez fun-dado en ella, seguía el obispo de Salamanca su táctica de dar tiempo al tiempo. Pasaban los meses y nadie comparecía en Toledo con los temidos edictos. Por el mes de noviembre de 1512 nada había cam-biado en este ambiente de expectación angustiosa. Para forzar a Cis-neros y esclarecer esta situación juzgaba Ayala y lo recomendaba a Cisneros que 'bería gran blen que se embargasen los frutos del arce-dianadgo en su nombre [= de Cisneros] o en el del Rey" 43. Don Pedro de Ayala debió de sentirse descorazonado. Su salud se desmoronaba. "Mi mal no mejora, aunque ceno caliente", escri- Ma ei 4 de noviembre a Liisneros. La actitud dei obispo de Saiaman-ca se hacía cada vez más rígida e intransigente. Las noticias que Ile-gaban a Toledo eran muy poco esperanzadoras. Don Pedro las refie-re en estos tgrminos al cardenal "Acá nos certifican que todos sus amigos aconsejan se vaya el obis-po a poner en manos de Vuestra Señoría, que sea contento que en vida de su tío no entre en la Iglesia, etc Yo respondí que creo no aprove-chará nada, porque lo que Vuestra Señoría quiere no es sino quitar la monstruosidad, etc. Mas en lo que a mi -me parece es que torne a su tío 10 suyo y que haya regreso para después de sus días. Dicen que dice que primero perder& la vida y otros desvaríos bien soberbios" 44 No conocemos otros lances de esta prolongada disputa en la cual don Pedro de Ayala hizo gala de sus mejores recursos humanos en pro de una causa que él y su amigo Clsneros creían ser la justa. Sólo sí conocemos el desenlace final, que fue enteramente favorable a las pretensiones de Cabrera y Bobadillat dejando a la corporación toledana y particularmente a Ayala en grave descrgdito. Para re-sarcirse, en 10 posible, del daño sufrido y de sus posibles secuelas, el Cabildo Toledano acordó el 6 de febrero de 1513 conceder toda 42 Ibid 43 ibia, num 30 44 Ibid, núm 31 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 27 suerte de ayudas y facilidades a aquellos de sus miembros que, en adelante, pudiesen eventualmente ser molestados o perjudicados a causa de su oposición a las pretensiones del obispo de Salamanca 4i. Para entonces, don Pedro de Ayala había bajado ya a la tumba, lleno de triunfos y desilusiones. No sabemos si la Providencia le ahorró esta amargura final 4'6. Ofrecemos a continuación una nutrida serie de documentos inéditos que facilitan infonniacttn so'iiee los s-uceaos nari.ados en este aftfc-i:o otros pormenores de cierto interés histórico. La mayor parte de estos do-cumentos son cartas de don Pedro de Ayala a Cisneros sobre la vida ecle-siástica en Toledo. A falta de indicaciones cronológicas precisas en el tex-to, se ha procurado deducirlas del contenido. No siempre fue posible fijar las datas con seguridad. La edición de estos documentos se hace siguiendo las normas hoy co-rrientes: mayúsculas y puntuación a la moderna; grafia según el docu-mento. En su día estas cartas formarán parte de un Epistolario Gisneriano en preparación. 45 Biblioteca Nacional, Ms., 6260, f. 54 r-55 v. 46 Don Pedro de Ayala debió de fallecer a finales de 1512 o a principios de 1513. En la fecha antes aludida -6 de febrero de 1513-, ya no figtira como deán de Toledo. La provmón de su sucesor en la Sede Canaria lleva la fecha de 20 de mayo de 1513. Eubel, Eierarchia, m, 307. Su sucesor en el decanato de Toledo fue Don Carlos de Mendoza, que pudo llegar a la pose-sión definitiva de su dignidad s610 después de un largo pleito con el Cardenal Rafael Riario, en Roma. Archivo Secreto Vaticano, Armario 39, nZim 30, ff 163r, 16.5v, 529r-531~. NÚm 12 (1966) 1511, junio, 25-38 Toledo El obispo Pedro da Ayala a Cisneros. Resu8tado dle sns gestiones con el Cabildo sobre el arcedianazgo de Toledo. A U Madrid, Cartas a Cisneros, doc 22 Reverendísimo señor : Yo Ilegué aquí a las cinco, ice mis diligencias; pareciome no avia nece-sidad de yr al Cabildo. Como por ellos fue sabido, todos vinieron a me ver sin se quedar uno, con el Maestrescuela y Arcediano de Madrid que que-daron últimos y me hablaron en la materia. Yo les dije en sustancia [que] en Sevilla su Alteza, entre otras cosas, fue avisado d'esta cosa y, vysto por Su Alteza el gran daño que d'esto tal se sigue a una universal Iglesia de España y principalmente a ésta, acordó de luego escrivir a Roma so-bre ello, porque no cree Su Alteza que es de menos importancia el arcedia-madgo de Toledo que otro obispado de los notados d'estos reinos, median-do a la ora de aora [que] todo lo que Su Santidad otorgó lo ha revocado, mayormente que Su Alteza tiene por muy principal cosa aver el Papa dado el indulto a Su Señoría Reverendísima a su suplicación, y que en su igle-sia, en una cosa tan señalada como esta, se iciese esto, tiénelo por cosa grave y está en determinación de no lo consentir, pues es totalmente con-tra todo derecho. Mi parecer es que supliquemos a Su Santidad que la po-sesión no se dé sin tener el espreso consentimiento de Su Alteza y de su Señoría Reverendísima, porque avría y a por cosa muy grave de ver be-neficiados d'esta Iglesia estar en el grado que el prior de San Juan, por-que todos avríamos de tomar el caso por nuestro, y siendo asy será bien que toda cosa que ayamos de acer sea conocido y mandado de Su Alteza y de Su Señoría, y también es cosa justa que miremos los a qulen esto toca Ue dexar caer u! arcediune en twntv $159, p r q l j ~si d a o s 1 2 pogegibn a su sobrino por virtud de su simple resignación no le emos de admitir por ninguna cosa del mundo, a lo que sé que tiene, qu'es ser la que votó y él sería mejor que cesase esto, porque lo otro no se ha de consintir por nada; y d'esto yo vos lo certifico, que por acer la cosa bien devemos azer ansi: pues las bulas de Su Sant~dadv ienen sin censuras, suplicar dellas y apelar de las del jues, y en este medio tiempo podría el arcediano acer su negocio mejor que le tiene fecho, que, como e dicho, aver dos arcedianos 144 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAATTICOS no se a de permitir por cosa ninguna y mediando a la ora de ora todo lo fecho es revocado; por el amor que a todos tengo, querría que otro cami-no no se siguiese d'B1, porque 'quien otra cosa iciere errará. Respondiéron-me que algo de aquello avian considerado y que por eso se partía el Maes-trescuela para Vuestra Señoria; el obispo y arcediano estarían esta noche con Vuestra Señoria, que Gutierre Dias era ido a ellos a Chinchón a dar de todo aviso a Vuestra Reverendísima Señoria porque no le engañase Si Vuestra Señoría otra cosa no manda apelar, seria bien que su Reverenda Señoría les suspendiese la que mejor sabe, porque entienda que la posesión no se a de dar si el arcediano no tiene otras bulas como yo sé que no las tiene, y en esto no ay duda; yo opino que Acevedo no vaya allá y e por bien que vaya el Maestrescuela porque para el lunes, si Su Rerevenda Seño-ría otra cosa no manda, apelar se a, lo cual no me parece se deve mandar, porque, entendido en continente que esto es así, luego se presentarán otros dos y no se deven da^. Ansirnismo que no vaya el Vicario hasta que Vues-tra Señoría responda. Sería bien que al Maestrescuela Vuestra SeRoría 1- detenga -U&. para que no se alle e! limes ar.5 ; la madre [Marta] irá esta noche. Vuestra Señoría Reverendisima me mande despachar esta para que amanesca acá. Aquí se ha dicho que Don Juan de Velasco es vuelto de To-ledo, bien muerto de sueño a las seis horas ... (roto). Si Vuestra Señoría diere suelta al Maestrescuela que venga, bien es que sepa que lo que iziere Vuestra Señoría está contento Perdone Vuestra Señoría la letra El obispo de Ayala 1511, julio 7, Toledo El Cabildo de Toledo rechaza el nombramiento del obispo de Salamanca, Don Frandsco de Bobadills, para Arcediano de Toledo. A U. M , Alcalá y Madrid Los muy reverendos señores dean y cabildo, respondiendo a esta inti-mación de bullas que diz que fue fecha por Pedro de Moya en nombre del Señor Don Francisco, obispo de Salarnanca, sobre el arcedianadgo de To-ledo, dixeron: "que ellos no eran obligados a cumplir lo mandado por los jueces y juez executores e executor por las razones siguientes e cada una de ellas, por las que se puede e debe colegir de las dichas bulas e proceso, las cuales e cada una de ellas dixeron que habían aqui por insertas e ex- Núm. 12 (1966) 145 presadas. Lo primero, porque la dicha intimación no sería ni fue fecha ni intimada en Cabildo, ni en el lugar de derecho, ni estando capitularmen-te ayuntados, ni en tiempo m en forma debidos. Lo otro, porque las dichas buIas serían subreticias e obreptic~as,g anadas con subreción e obrepción, callando la verdad e exprimiendo lo contrario, de lo cual, si Nuestro Nuy Santo Padre fuera rnfomado, no diera ni concediera las dichas bulas. LO otro, porque no es verisímile que el dicho arcediano de Toledo, sin coac-ción o premia alguna, renunciase el dicho su arcedranalgo que con tantas expensas e trabajos había adquirido. Lo otro, porque el obispado de Sa-lamanca es tan abundante de réditos e frutos que bastaba para competente sustentación del dicho señor obispo Lo otro, porque acer al obispo arce-diano paresce cosa monstruosa e hacelie marido de dos iglesias, siguiendo el matrimonio espiritual contraido entre él e la dicha iglesia de Salamanca, siendo como ambos son tan pingues e bastantes para la sustentación cada una de su prelado, por muy generosos e letrados que fueran o fuesen LO otro, porque se dice e presume que en la susodicha renunciación ha habido fraude e pacción ilícita e tal que de derecho no puede ni debe subsistir, de io cuai si ei dicho Nuestro Xuy Santo Padre fuera informaiio, ii0 coiice-diera las dichas bulas ni admitiera la dicha resignación Lo otro, porque se dice y afirma y es notorio que el dicho arcediano quiere tener e retener en sí los frutos del dicho arcediandgo e siIIa como de antes que resignase el dicho arcedianadgo, lo cual paresce monstruum in natura, que dos sean maridos en una dignidad e perlacía. Lo otro, porque si los dichos jueces O el que de ellos fulminó el dicho proceso fuera informado e mirara lo suso-dicho, no mandara lo por él mandado ni el dicho proceso. Lo otro, porque en las dichas bulas no se &o mención de la jurisdicción que el arcedianadgo tenía e de las otras cosas e particular~dadesq ue de derecho eran necesarias, así corno la tasación de los frutos del dicho obispado de Salamanca e présta-mos e beneficios que dispone la dicha bula que el d~choo bispo tiene Lo otro, porque sin hacer mención del indulto que el reverendísimo señor cardenal de España, arzobispo de Toledo, su señor e perlado, tenía e tiene de proveer et caetera de lo reservado e vacante in curia, fue espedida la dicha bula e d~scernidoe l dicho proceso, e perjudicar al dicho indulto no fue la voluntad de Nuestro Santo Padre. Por [lo] que dixeron que querían esperar la segunda yusión de Nuestro Muy Santo Padre, pues lo conte-nido en la dicha bula e mandado por el dicho juez será y es tan exorbitan-te a lo contenido en el derecho natural e civil e santos cánones; e que así mismo querían consultar con el dicho reverendísimo señor cardenal, su perlado, al cual, si necesano era, pues venía nombrado por executor en las bulas e proceso, requerían e requirieron las dichas bulas e proceso. E. por mayor cautela e seguridad, que apelaban e apelaron del dicho proceso e 146 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAI. CISNEROS 31 de lo mandado por los dichos juez e jueces e por cualquiera de ellos, e de las censuras en el dicho proceso contenidas, para ante nuestro Muy Santo Padre e para ante su Santa Sede Apostólica, so cuya protección e amparo dixeron qHe ponían e pusieron sus personas e bienes espirituales e tempo-rales; e que pedían al señor licenciado de Herrera, vicario general del Ar-zobispado de Toledo, que les otorgase los apostoles [sic] de su apelación, los cuales pedían saepe saepius et etiam instanter et instantissime, salvo iure adeundi, etc.". Esto dixeron que daban e dieron por su respuesta. 1511, agosto 21, Toledo El obispo Ayala a Cisneros. Noticias sobre las gestiones del aireedlamzgo de Toleds. La votación en C&U.Oh A. U. Madrid, Cartas a Cisneros, doc 28. Lo que después que partió el licenciado a sucedido es lo siguiente : Jun-táronse a Cabildo para dar poder para ir a intimar la apelación; quien sue-le, moviólos a todos para que no se otorgase, diciendo no avía razón, por que, poniéndoles tantos escrúpulos, que estovieron para decir claramente que obedecían. Martes de mañana, porque el lunes pasado avía sido aques-to y no se avía allado en la Congregación ninguno de los apelantes, digo ninguno de los que algo eran, envieles a rogar que se juntasen para dar el dicho poder. Juntáronse y pudieron más los adversarios ; verdad es que no estava ay Acevedo ; viniéronmelo a decir a la cama, con buena calen-tura por cierto; llamé por cédula para la tarde y envié particularmente a rogar a los que avían apelado que se allasen ay; temiendo lo que fue, abaxé allá y dixe cómo ya estaban citados aquellos señores, tio y sobrino, et que allí éramos juntados para proveer en lo necesario; que otor-gásemos aquel poder para yr [a] continuar la apelación ; respondió el Maes-t*. nnn..o~No. rd IYI;YIC.TI cl,,~nT\, .n.rri i iri n:~.,.-.rii,r ,,.., ,,.ii,-, ,, urbuuuGra, yuci .ora -ion a r u s a r u v w r ~ay ucuv. v r ~ u u ~yiucc Laiiaac, yuc c r i su lugar respondería; abló su sobrino sin más acá ni más allá, que no obstante que avían apelado la otra vez, que obedecían al monitorio ; yo le rebatí la palabra, disiendo: "no ablamos sobre esa materia, sino sobre la inhibición". Tornó a ablar el Maestrescuela y dezir que obedecía aquella in-hibitoria en cuanto se extendía y no más y allende. Enalmente, que éra-mos catorce votos; los ocho se conformaron conmigo, los seis dixeron las [mismas] palabras de verbo ad verbum que el Maestrescuela, y que en 32 JOSÉ GARC~A ORO lo que tocaba al poder, que no querían otorgarle, antes eran en obedescer el monitorio. Lancelos del Cabildo y inhibímonos y apelamos del monito-rio, y dimos el poder y respondimos a las bulas del arcediano, que él es-taba citado y la causa cometida en Roma, etc. Lo que aquí se a de notar es, que seis confesos fueron los que obedes-cieron sin aver gota de cristiano viejo en medio, y los ocho que apela-mos fuimos los herejes. Verdad es que Pedro Núñez de Ayala fue nues-tro alférez, que en verdad dixo y fico maravillosas cosas contra los otros, llamándoles sus nombres, etc ; d'esta vez queda pariente mayor de todo el linaje de Ayala; puédese poner en la Inquisición en lugar de Arguelles, y aun yo prometo que no tome é! muchos testigos más de a sí mismo. El Maestro de Toro les dixo perrerías a sus amigos 1511, agosto 23, Toledo El obispo Ayala a Cisneros. Espera órdenes respecto a su proceder con el Vicario General. Noticias de la ciudad. A U Madrid, Cartas a Cisneros, doc 25 Ilustrísimo señor - Suplico a Vuestra Señoría me mande escrivir qué quiere que se aga en lo que toca a entrar el Vicario en el coro y cabildo, etc., porque asta sa-berlo yo traeré la cosa en dilación Cifuentes se partió ayer para Burgos, va picado, como dicen, de las cosas que aquí son pasadas, porque el corregidor a escrito conforme a lo que Vuestra Señoría Reverendisima escrive. A la ora me an dicho que dixo a toda la congregación de su linaje: ' C .n yamus pacieucla u2t-: L-2- 7 - ---- -- --"---4.,. LUUU IU pa~ado~, U L . Y Wu 5 ~IVI I IWA Ue iiioRr o traer a Toledo quien le vaya a la mano a este obispo que tan suelto anda, que yo aré los negocios del de Salamanca ", etc. Yo espero que le ayudarán como al de Yepes y a Villalpando. La madre Marta está algo peor. Dios sa-be que lo siento. De Tolec%osjS ?hsdo XXIII El obispo de Ayala. 148 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS MS PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 33 1511, agosto 25, Toledo. El obispo Ayala a Cisneros. Noticias sobre la ciudad. A. U. Madrid, Cartas a Cisneros, doc. 26. Ilustrísimo señor : Después que escriví a Vuestra Señoria no ay más de nuevo, sino que no cansa aquel obispillo de San Nicolás; por las puertas d'esta Iglesia y monasterios y perrochias y caminos a publicado con carteles. Paréceme que, si Vuestra Señoría Ilustrisima, con quien tanta libiandad ace, se a misericordiosamente, quedará lugar a más mal; ya la cosa está como nos cumple; vaya por tela de juizio, y castigar a éste, y otros estarán a pya. Mi mal no mejora, antes la calentura crece, y que si mala dicha no me dio lugar para pocier i r con Vuestra Señoría no quiei*~po iieie eii peligro esta pobre persona. Ma~uecos partirá mañana. Yo quedo rogan-do a nuestro Señor la vida e ilustrísimo estado de Vuestra Señoría guarde y acreciente. De Toledo a XXV. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoria besa su servidor, El obispo de Ayala 1511, agosto, Toledo. El obispo Pedro López de Ayala s Cisneros. Belata sus gestiones con el Cabildo sobre el arcedianazgo de Toledo. A U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc 23. Reverensisirno señor A Vuestra Señoría escrivi cómo la posesión se dio, y en verdad, se-ñor, fue arto penosa. Las cosas que tocan a derecho Macuecos las scri-virá; otras que fueron de mala crianca e simpleza, el vicario dará cuenta d'eilo. Lo que yo diré es que Dios aprueba en el cielo lo que Vuestra Se-ñoría Reverendísima ace en la tierra; en verdad que, si esta colación no se iciera y la posesión no se tomara, que este que a confesado que a cien años llevara tras si otras, digo delante de si, porque ya andavan con él tres ofreciendo tanto más tanto y su primo Madrid, el corredor, los a ganado; por la carta del vicario lo sabrá Vuestra Señoría iiustrísima. Su Alteza me a escrito cómo allá envió Salamanca, y cómo le respondió 34 JOSÉ, GARC~A ORO que asta ver a Vuestra Señoría no podía dezir nada más de averle pa-rescido muy mal todo lo pasaddo y a mi decirme que más se mandara de lo comenzado. Almazán nos escrive como muy buen ombre diziendo que nada de lo platicado no cura sino que Vuestra Seíioría y su Iglesia sean servidos y que se aga como pudiere Item me a enviado la inhibición y la causa cometida. Ovo arto que acer Llegome a la ora. Yo no daré logar que se sepa por cosa del mun-do en estos cuatro días porque traigo buen concierto para aver a minis-tro a las manos y al notario en el Colmenar y si se supiese dexaría de ir acer antes y oras sería (sic) Suplico otro d'esta ves con ayuda de Nuestro Señor, que de acá es todo tan llano como conviene So color de una carta que Vuestra Señoría Reverendísima escribió al Maestrescuela mandándole que se conformase, urdió una cisma muy más fundada que la de Santa Cruz, y fue ésta por poder él y los que no fueron declarados porque obedecieron entrar en Cabildo para esto de Estrada y para 10 del arcedianadgo, si de Roma viniese cualquiera cosa, cr&=nSU na ape!acióE con ccuas aJ-jUn&anyte s& !res p!ahras y pxsn en ella el arcediano de Madrid y a sí y otros más que obedecieron y otros seis de los que avían apelado, y diziendo que aquellos acían aquel auto en su nombre y en el de todos los que a ellos se quisiesen allegar; y con el auto aquí en mi posada parecionos al Vicario y a mí que era bien que dexase aquella minuta y que se aya para verla porque avía dicho sino la sustancia de lo que contenía Cuando la vi hallé dos cosas que me sonaron muy mal: la una fue estar en ella los seis de los que estavan en la nuestra y declarados; la otra era que dezía que ellos acían aquello por no caer en grave indinación del Rey y del Cardenal como cayeron, dando a entender, pues, aquellos seis allí estaban de la primera, que de miedo avían apelado Los letrados que la vieron allaron otras cosas en ella, por do les parecía que todo nuestro proceso avía sido malo, etc. En-vié a llamar a los canónxgos uno a uno y, interrogados por qué icieron aquella apelación, pues ya estaban declarados y no les aprovechaba, respondiéronme, cada uno por si y después todos juntos, que nunca tal avían fecho ni sabido ni lo avían cometido para que allí los pusiesen. Llsmé zl f+cretario y ante 6: IG deyUsieror, en presencia Tv7icario y quedaron muy airados por lo tal comparecer dellos y de otros; llamé a cabildo otro día y fize leer la apelación y en su presencia todos me di-xeron que era falsedad y esclamaron, etc , nunca con él pudimos que conosciese su yerro, yo agravié mucho la indinación del Rey y de Vues-tra Señoría diciendo todo lo contrario y probándolo, etc. Su respuesta fue que paresce que acía bien, porque Vuestra Señoría le avía enviado a mandar que entendiese en concordia y uniCn y que si aquello nos pa- 150 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 35 rescía mal que aríanse a salir fuera del Cabilldo. Ablose en dar la pena; a mí me pareció disimular por aora, porque tiempo podría venir que apro-vechase estar por punir. Quedó d'esta tan amilanado que no se puede decir. Sucedió la colación de la calongía y andava él en acer a ~ s t r a d a que iciese otro tanto; pero, como lo pasado, yo llamé a Cabildo y pre-sentóse la colación Madr~dfi so y dixo lo que es sabido de prendas e ico sin detenimiento; ovo tanto miedo el Maestrescuela que se vino a mí a mover mil partidos; yo le dixe: "la posesión se a de dar, ved qué tene-des acer". Díxome que su conciencia no le consentía acer otra cosa sino obedescer las bulas de Estrada; díxele: "pues ansi es, decid por qué no venis al cabildo"; concertose ansi. Otro día amotináronse no sé cuan-tos; compusiéronse al votar, y dixeron al portador: "Aquí vemos bulas del Papa y colación del Cardenal; por no nos poner en diferencia envié-moslo todo al Cardenal y, visto en esto, agamos lo que nos enbiare a mandar" ; a todos pareció muy honesto medio Como vi que la cosa iba mal dixe: "Pedro Suares, decid vuestro parecer y no el de todos, que yo soy uno no e dicho i-& Vol-antad>>z; gl"a+iuse &zien& q; eez rrrdad que en el cabildo anterior que ya ansi 10 abian platicado y les parecía bien firme, y dixo: "onde uno tiene boca en su lugar abla y una vez por todo o muestra su poder"; no ovo sino dos que dixeron que les pares-cía bien; todos 10s otros le dexaron alli; confesaron que la noche an-terior en casa del Conde de Cifuentes avían asentado que aquello dixe-sen por su parecer; desde que vi que los tenía desmembrados, di mi voto, que era a que la posesión se diese, que no éramos obligados a obedescer srno lo que nos mandaba y no a admitirle las bulas; alegáronme que el Papa era supremo y que ansí lo isimos en lo del arcediano; no bastó, que tras mí fueron los demás. Todo estaba en que fundaba el Maestres-cuela que dada la posesión quedava Estrada perdido y avian lástima sin duda los más; aseguré que, si ansí fuese, que el Vicario de nuevo con-sentiría, y que si non fuese ansí, que aseguraba mantendría todo lo que las bulas contenían, nunca tocando en la silla ni cabildo; quedaron con-tentos los que avían mancilla del viejo, y 10s otros regañados. Oy, viernes, fui avisado cómo querían presentar las bulas del ar-cediano vie~o y, aunque con calentura estava, abaxe allá, e dixeronme los letrados que era daño no presentar primero la inhibición, et pre-sentéla, y fue tanta la turbación de algunos cuanto el placer de otros. Lue-go di lugar que el arcediano presentase sus bulas. Este a fecho como a visto la posesión se a dado al Vicario y queda Estrada con lo que tenía; sobre ello pasamos cosas e cosas; cometiéronse las bulas del arcediano a Macuecos. Todas estas cuentas e dado a vuestra señoría por que de todo esté avisado. El regidor ha pasado acá grandes cosas en su ayun- tamiento y después con Cifuentes, a vuestra señoría reverendísima da de todo cuenta como verá; yo le suplico le mande responder porque en verdad es serv~dord e Vuestra Señoría Reverendísima Yo, señor, e wsto y oido lo que aquí puedo decir sin pasión ninguna que en verdad está muy dañado y muy disolutamente tratado lo que a los unos toca y lo de los otros muy disolutamente, ni temiendo a Dios ni al Rey, etc , pero me maravilla, pues tienen el procurar al cabildo, pero del me maravi!lo cómo se a tan declarado. Estos caballeros que son vuestros semdores escriben así mismo a Vuestra Senoría y afirmarán lo que dizvn sin falta ni gana; bien es que elIos conozcan que Vuestra Señoría Uustrísima los tiene por serv~dores. No ay más que dezir en esta, sino que queda las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría besando su servidor El obispo de Ayala 1511, agosto 28, Toledo E1 Obispo Ayala a cCiisneros. Noticias sobre asuntos del Cabildo. A. U Madrid Cartas a Cisneros, doc 27 Reverendísimo Señor Con un mensajero despaché de aquí, oy á ocho días, las cartas que aquí van Adolec~ó y tornolas aquí oy: aunque viejas, bien es que Vues-tra Señoría las vea; lo sucedido después que Macuecos partió, aquí lo envio, y lo que se a proveydo e fecho, el Vicario y Acevedo que lo es-crivan Vuestra Señoría Reverendísima crea sin falta que si no abaxara al cabildo obedecían al monitorio y dneran la posesión, porque algunos estuvieron conformes conmigo más de vergüenca que de voluntad; esto digo porque no curaban de inhibitoria Mire bierr Vuestra Señoría Ilus-t r k i ~ aes tos todos está=nj imtos para el favor de su próximo; en verdad que de tres veses me pesó de la partida [de] Ma~uecos, visto cuan da-ñando y cuan a la clara va esta liga y lo que se espera; porque el jues de Segovia no se inhibirá, acordamos que el Vicario iciese su proceso como Vuestra Señoría Reverendísima lo mandó Mañana despacharé men-s- a- jero con lo que se hsrá De Toledo XXVIII Las ilustrísimas manos de vuestra Señoría besa su siervo El Obispo de AyaIa. 152 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 37 1511, septiembre 6, Toledo. El Obispo don Pedro de Ayala a Cisneros. Noticias sobre encuentros en el Cabildo con el Arcediano de Madrid y otros. A. U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc. 21. Ilustrísimo señor: Nunca faltan cosas de mala disistión (sic) para poderme escusar de dar importunación a Vuestra Señoría Reverendísi-ma. Como acá se supo la provisión que Vuestra Señoría y Su Alteza acían en las cosas de Roma como en las de Salamanca, aquí acordaron estos amigos del Obispo que antes que los mandamientos viniesen, de acabar el negocio y dar la posesion y, para lo poder azer, tomaron por medio de decir que no era bien evitarse los obedientes como se a$a; y, estando en nuestro cabildo, el Arcediano de Madrid comenco la plática tan desorde-nadamente y con tanto escándalo y desonra de todos, llamándonos des-comulgados y otras cosas feas y jurando con solemnidad de entrar otro día en el coro, y si alguno de nosotros entraba aría cesar las oras; y visto cómo con templancas ni buenas raqones no bastava, y avida con-sideración de lo que avia de suceder y la causa por qué se movía, dixe al Secretario que escriviese cómo, por evitar los escándalos que estavan aparejados por las palabras que el Arcediano avía dicho y por lo que decía aría en deservicio de Dios y daño desta Iglesia, que le mandava hentro diez dias paresciese ante Vuestra Señoría Reverendisima; res-pondió que apelaba. Tornéle a denegar la apelación y a mandar, so pena de dies mil ducados, que lo cumpliese. Tornó a decir que no era su jnes, que era esento y que le presentara sus bulas. Dixe: "andá con vuestras bulas", y replicóme no con mucha mesura: <'si vos no creéis en las bulas, no sois cristiano" Pero creo en verdad, señor, que Su Alteza y Vuestra Reverendisima se me representaron delante y me hicieron tener la tem-p l q a que convenía y salirme del cabildo Trabajaron conmigo todos que lo penase; ni lo pudieron acabar; eiios ye juiiiai-oii y le suapendieroii por ~ 1 6 cGAiLto; a!pnos ayü: T~i.&- .ran meter más mal; no se a dado lugar ni se dará. E dado esta cuenta a Vuestra Señoría Reverendísima para dos cosas: la una para que sepa cómo, por averse disimulado todos los otros autos pasados, el negocio está en lo que está y ellos an tenido estos atrevimientos, y digo mi culpa que yo he sido la causa. La otra es [que] aunque no es menester que Vuestra Señoría Reverendisima mire por mí como lo acostumbra a acer por sus servidores y, pues soy uno de los mayores que tiene, no permita 38 JOSÉ GARCfA ORO que esto pase ansí; él no irá al tiempo ni fuera de él. Vuestra Señoría Reverendísima no le alze el mandamento ni le remita la pena, pues a de ser causa que todas las otras cosas se acaben muy bien; la principal que yo siento es que estos d'este lugar quieran meter en la Iglesia sus cizañas con confianza que yo, como siervo del Rey, tengo de sufrir y padecer. El Vicario ase la pesquisa; de todo él dará la cuenta a Vuestra Señoría Ilustrísima. Teniendo estas cosas 'que pesaba de la ida del corre-gidor y todavía sería bien su Alteza le mandase venir; si Vuestra Señoría Reverendísima viere que es bien que Su Alteza sepa esto, lo aga. Yo to-davía sostendré esto comencado asta ver mandamiento de Vuestra Se-ñoría Reverendísima; bien creo que estos obidientes escrivirán a Vues-tra Señoría suplicando les mande que entren en la Iglesia Esté sobre-aviso para qué lo piden. De Toledo, a VI. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría Reverendísima besa, El Obispo de Ayala 1511, septiembre 6, Toledo El Obispo don Pedro Upez de Ayaka a Cisneros. Achaacibin en el Calblldo, especialmente respedo del Maestrescuela. No-ticias del estado de ]la ciudad. A U Madrid Cartas a Cisneros, doc 24 Ilustrísimo Señor : Después que a Vuestra Señoría escribí aciéndole saber lo que era pasado sobre el monitorio, lo que a sucedido todo lo verá por los testi-monios; las circunstancias que en ellos no van diré Como vi que el Maestrescuela era el dañador de todo, y que su pre-sencia era pestilencia para esta Iglesia, y que, estando, poco a poco los comería a todos como cancre, y los traería a su seta, que ley no la tie-ne, aunque sus padres la tuvieron, acordé de rodear con él que procurase el ca-mino de Calatrava, el cual lo aceptó y no dilató XII oras, que lue-go partió temiendo lo que merecía, y como en todas sus cosas no acierta en nada, pensando escusarse dixo en gran secreto a sus amigos cómo se iba de temor y con estas palabras púsole tanto a todos que no se puede desir, mayormente cuando supieron que llevaba por cada día un cas-tellano, fue tanto el escándalo que creo, si le pudieran aver, le comie-ra~ m, &yumente m s negros ardgos, Ssiendo yze !as Uexaba cundena-dos; cargaron de mi que le revocase, et confieso mi pecado, que yo avía 154 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 39 plaser de ver cómo le acabarían de conocer, para que no tuviese poder para les engañar más. An estado tres días pasados todos los más destos culpados con mucho temor y recelo [esperando] cuándo les avía de en-trar el mandamiento por las puertas, y con este temor an procurado con todas sus fuercas, por se asegurar, disiendo que en lo por venir darían seguridades, etc. Para lo de la posesión, visto que con sus malas intenciones y obras no an podido acer nada, pareciome que el Vicario devía sobreseer en la execución, porque sería mejor procurar de reduzir-los a otra cosa, y ansy se ha fecho, e poco a poco an venido artos de ellos a se juntar con nosotros en la inhibición, y así creo cada día vendrán más ; y, porque creo desto es más Vuestra Señoría servido, que no de darlos la paga que merescen, e siendo como e dicho en el sobreseer, fasta ver qué es lo que Vuestra Señoría, después de informado, manda que se haga, pues ay tiempo, si Vuestra Señoria quisiere para siempre tener su Igle-sia en pas y con toda la obediencia, es dever provea en una cosa muy santa y muy justa, y aciéndola ará merced a todos, y mayor al Maes- Cn,.oe..rilo y es, de !e p r k w Se! Cabi!U~ para sic--; fe&= e s t ~8, es-tará en estado de gracia y seguro y todos estarán como ángeles, que en verdad, si por él no fuese, no creo avria cosa de las que pasan, y será, como e dicho, grandísimo bien; y, pues Vuestra Señoría Reverendísima siempre lo a favorescido, no le dexe más errar para que acabe de caer, y si a Vuestra Señoría Ilustrísima paresciere acá lo agamos, yo prome-to de lo acer en pas y en conformidad de todos. Yo, Señor, creo y no lo dudo que la voluntad de Nuestro Señor es que ni el tio ni el sobrino tomen a esta Iglesia; esto digo porque todo cuanto dise y ase yerra, que, en verdad, si el monitorio, que tenia un mes avía, presentaran antes de la inhibitoria, yo ni nadie les pudiera resistir la posesión; y, pues así es, por Dios conjuro a Vuestra Seaioría ao se avenga y dexe seguir la justicia, que Dios lo guiará corno para el bien de esta Iglesia conviene, y yo sé que Vuestra Señoría lo a de pro-veer, porque diz que la causa principal con que venció el sobrino al tio para que diese el poder fue por que Vuestra Señoría no pudiese proveer de él Torno a desir que espero desto lo que de Estrada. El Arcediano esiá muy mal y e! obispo nu esiá bueno. Guiierre Das es i6o a acer sus testamentos. Yo, Señor, si castigo se oviera de acer, era en parecer que fuese a los IIII que obedescieron y fisieron el auto de dar posesión; perro, porque el Maestrescuela fue a do e dicho, pareció sin racón punir a los tres y dexarlo a él libre; verdad es que ellos fueron los que se perjuraron Por Dios Señor, Vuestra Señoría remedie esta su Iglesia, que en verdad, se-gún los que en ella están y la gobiernan, otro nombre podría tener que Núm 12 (1966) 155 40 JOS* GARCfA ORO Santa Iglesia, y de cada día empeora; nunca cansaré de suplicar esto asta que muera. Vuestra Señoría faga lo que su servicio sea Aora le qulero dar cuenta de lo de aquí. Este lugar está para se abra-sar, y es la causa cómo don Pedro de Silva les a faltado, a sido necesa-rio al de Cifuentes romper la tela de la presidencia y acer lo que el otro, y sin más m menos, porque aun con lo que ace no le creen sus parientes, cuando algo aquí quería acer con la justicia y no lo podía alcansar como conde aprovechábase de la presidencia; esto sienten tanto los de esta ciudad dis~endo que Su Alteza dise que en las cosas de Toledo, estando el Conde en su Presidencia, no puede entender, y que vean que se viene a Toledo y que dende su casa manda como rey. Aora cuando partió jun-tólos a todos y dio orden que para las cosas de su estado se juntasen ordinariamente los tres días que no son de ayuntamiento en casa de Puertocarrero, por estar él detenido, y que lo que allí se asentase Fernando Alvares lo vieniese a consultar con la condesa; e ansi quedó ordenado el estado, y deste concierto an sacado que les a parescido que vayan cier-tos jurados a pedir residencia, etc Anlo descubierto y andan para ir otros con lo contrario Doy d'esto aviso a Vuestra Señoría porque es bien que lo sepa, por si allá no se lo comunicaran Pedro Suares a venido oy a mí a me desir cómo todos están muy escandalisados, disiendo que yo trabajo y suplico a Vuestra Señoría que no se aga nada contra el Maestrescuela y su sobrino, siendo ellos los fun-dadores de todo el mal porqile son del bando del marqués, etc. Digo esto porque no será mucho que allá le digan a quien suelen informar de cosas no ciertas, y para que Vuestra Señoría vea cómo todas las cosas las atribuyen a bando Vuestra Señoria Ilustrísima sabe la verdad de lo del Maestrescuela En verdad Señor, que si Vuestra Señoría Uustrísima provee como arriba e dicho, esta su Iglesia estará como ella es y a él ará merced muy señalada, ágalo o mándelo Vuestra Señoría, que gran bien será para todos, y será causa que cesen mil males que pasan y otras maneras de murmuraciones, que son peor que las obras y todo cuelga de que este ombre no entre en cabildo Guarde y acresciente nuestro Señor la vida e ilustrísimo estado de Vuestra Señoría De Toledo a VI. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría besa su servidor. El Obispo de C[anari]a ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTlCOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PmRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 41 X 1511, septiembre 7, Toledo. El Obispo Pedro de Ayala a?. Cisnesos. Negocios tratados en el Cabildo de Toledo. A. U Madrid. Cartas a Cisneros, doc. 29. Ilustrísimo Señor : Juan de Sepúlveda ovo, en permutación de su calongia, una ración, y esta púsola en cabe~ad e un Pedro de Ben escritor apostólico, y este Pedro de Ben, por una facultad que el Papa le otorgó en favor de un muchacho nieto de una mujer que Juan de Sepúlveda tuvo en su compa-ñía, esta resinación se izo en manos de Alfonso Yáñez el cual a10 y pre-sentase en cabildo oy que avbmos de dar la respuesta; rogáronme que no se votase sino que diese lugar que la parte &ría por ninguna la pre-sentación y el JUes así mismo la colación y que tornarían a remediar su defecto; esto se trabaxaba porque yo dixe que no se podía acer esta re-nunciación, que era en perjuizio del indulto de Vuestra Excelencia Reve-rendísima y, pues avía resinado, que la ración era vaca y que Vuestra Señoría podía proveer de ella; finalmente que no lo pudieron acabar conmigo, votose y apelóse por la mayor parte, y remitimos10 a Vuestra Señoría Reverendísima como verá. La verdad, Señor, es esta, que yo no e de consentir que aquí se dé posesión de esta calidad. Vuestra Se-ñoría Reverendísima provea lo que sea su servcio; y en esto todos sus criados lo an fecho muy bien como deven. El proveido es nieto de quien e dicho y es mochacho de asta diesinue-ve años ; es ermano de uno que va allá, que nos parece, a un proceso que tuvo, que ha fecho muchas falsedades en su oficio; este es el que vendió al Doctor de Villalpando en el pleito de Puertocarrero; quedaron en su poder todas las escrituras de la Iglesia que tenía su proban~a;f asta aora las a podido sacar del con favor de algunas personas, pero, si yo puedo, no pasará ansi; aora la ración es vaca; si Vuestra Señoría ~ U S - trísima la quiere dar al mwh-?chn, en verdad ,rsciiiré ~ e r ~ & , porque le prometí de lo acer ami, como por una carta verá que lleva mía; y, si Vuestra Señoría Reverendisima quisiere acer otra cosa, há-gole memoria que d'esta podrá proveer al bachiller de la Santa. Torno a decir que si Vuestra Señoría Reverendísima quisiere acer merced al proveido, que me aga a mí otra, y es: que me mande enviar a iiií iá coiación, porque vean que yo cumpii lo que prometí, que fue que apelásemos remitiéndolo a Vuestra Señoría ilustrísima, y que, fe- 42 JOSE GARC~A ORO cho esto, yo lo suplicaría por la merced y con esto tove XVI votos y los otros no fueron sino Vm, y fueron 10s que suelen, escepto el Maes-trescuela. Ilustrísimo Señor: estos regidores que a Vuestra Señoría Reveren-dísima escriben fisieron lo que por su carta verá Vuestra Señoría; les mande con justicia favorecer, que en verdad yo trabajo como en to-das cosas, aunque les esté a ellos mal, se conforman con la justicia y con los mandamientos del Rey, porque se vea que siendo servidores de Vuestra Señoría acen lo que acen y pues aquí no ay sino mahcia, aga Vuestra Señoría que Su Alteza mande lo que deve, que es que no se entienda más en esto deste (sic) requerimiento de don Pedro Este escribano que va a Su Señoría Reverendísima, ermano dese ra-cionero, es de Cifuentes y de Puertocarrero. Bien es que Vuestra Se-ñoría sepa esto, porque será importunado y sería daño para cosas por venir que en esto Vuestra Señoría aga ninguna cosa a su intercesión porque, loado Dios, ya van sus ligas en este cabildo cuesta abaxo, y ya no les queda sino Madrid y Blas Caballero con algunos que no son nada. De Toieüo a VE. Las iiustrísimas manos cie Vuestra Señoría besa su servidor, El Obispo de Ayala 1511, noviembre 3, Toledo El Obispo Pedro de Ap1a a Cisnesos. Oraciones pos las intenciones de Cisneros. NolAcias. A. U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc 30. Ilustrísimo Señor : Es la sed que tengo de ver carta de Vuestra Señoría Reverendísima que ase como lo paso, mayormente viendo en lo que allá está, si plega a Nuestro Señor lo encaminar como sea su servicio y no como lo me-recemos, esperanca tengo que Vuestra Señoría Revelrendísima no ha de dar lugar a que se ponga todo el bien del mundo en una jornada, pues en ganalla no ay ganancia; en este lugar se ace todo lo posible, digo de aciones y sacrificios en los monesterios, que no se puede creer cuánto bien ay en ellos; en esta su iglesia se hace el servicio con tanta solem-nidad como cuando todo el clero entrava, claro que es cosa maravillosa ver cómo lo a proveido Nuestra Señora: que no se paresce la falta, antes es el silencio y onestidad tanta que no se a visto tal Estos canónigos 158 ANUARIO DE ESTLTDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DZ CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 43 obidientes querían que los dexase a ellos servir la Iglesia: yo no lo ago porque no seamos los unos notados por descomulgados y aun porque sé que en entrando ellos los requerirían y darán la posesión; en esto estaré asta que Vuestra Secoría Reverendisima me mande otra cosa, no ay más que desir sino que si los frutos se embargasen sería gran bien, y si no fuese por mandado de Vuestra Señoría fuese por el del Rey. De Toledo a 111 de noviembre. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría besa. Don Carlos me a dicho que Vuestra Señoría Reverendísima le man-dó ir a Alcalá; bien sería que estuviese aquí, es ya partido. Vuestra Señoría Reverendisima, si de otra cosa no es más servido, se lo es-criba. El corregidor se va y en verdad, como escriví, es daño para todo, por ser su alcalde todo del Arcediano y no muy amigo de las cosas de la Iglesia. El Obispo de Ayala 1511, noviembre 4, Toledo E1 obispo Ayala a Cisneros. Marcha de los aswitos tratados en el Cabildo. A. U. Madrid Cartas a Cisneros, doc 31 Ilustrísimo Señor : Lo de la Trinidad se a fecho muy bien, y porque el Vicario lo es-cribe yo no digo más. Acá nos certifican que todos sus amigos le con-sejan se vaya el Obispo a poner en manos de Vuestra Señoría, que se aya contento que en vida de su tio no entre en la Iglesia, etc. Yo respondi que creo no aprovechará nada, porque lo que Vuestra Señoría quiere no es sino quitar la mostruosidad, etc ; mas, en lo que a mi me parece, es que torne a su tio lo suyo y que aya regreso jara después de sus días ; disen que dise que primero perderá la vida, y otros desvaríos bien so-bervios. Todo creo que viene de Dios. krgüelles está con tan recia calentura que no es aora mucho. Vuestra Señoría Ilustrísima de todo punto desa-rraigue esta pésima introducción. El Maestrescuela muestra una carta Üe Yuestra Señoría Reverendisima en que a piaser üe ia voiuntad que Su Alteza le tiene; él está tan servidor de Cifuentes como es posible; díceme que procura que Su Alteza le llame para servirse d'él en lo del Concilio, yo espero le pagarán como a Viilalpando Mi mal no mejora aunque ceno caliente. De su partida suplico a Vues-tra Merced me haga merced de escribirme De Toledo, lunes IIII días. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría Reverendísima besa, El Obispo de Ayala. 1511, noviembre 29, Burgos Fernando el Cat6líco a Don Pedro de Ayala, obispo de Canarias. Urgencia de ]La creación de beneficios eclesiásticos en las Islas. Simancas-Cédulas de la Cámara, Lib. 22, f. 392 v Reverendo en Cristo, Padre, Obispo de Canarias, del nuestro Con-sejo Porque por no estar señalados e creados los beneficios de ese vuestro obispado, las iglesias no están tan bien servidas como es ra-zón, e, demás de esto, las preeminencias de nuestro patronadgo real en las dichas iglesias se disminuiría, y así por estas cosas como por lo que toca a nuestra conciencia, yo vos ruego y encargo que, luego, ha-gáis nombramiento e creación de todos los beneficios que ha de haber en las dichas iglesias de ese dicho obispado de las islas Canarias, y así fecho me lo enviéis para que yo lo vea, e provea sobre ello lo que más convenga, que, demás que en ello será [Dios] serwdo, s mí me haréis plaser e servicio Fecha en Burgos a XXIX de noviembre de MDXI años Yo el Rey. Por mandado de Su Alteza, Lope de Conchillos 1512, marzo 24, Toledo. El obispo Pedro de Ayala a Cisneros. Eecomendación en favor del hijo de Don Esteban de Gomara. A U. Madrid Cartas a Cisneros, doc 34 Ilustrísimo Señor : Este otro &a escreví a Vuestra Señoría Reverendisima a~iéndoles a- L..- la -elte de don E&e-;a:: & Gomara, q ~ feic s a p , y scp!i&n&-Je favoresciese a su hijo en lo que toca al alguaciladgo de Sevilla. Des- 160 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 45 pués e sabido cómo el Señor Condestable suplicó por él y Su Alteza fue contento, y que después de llegada la nueva cierta a avido alguna di-latación en la provisión, por lo aver pedido otros; por ser obra tan pia-dosa y de tanta necesidad y tocar a servidores de Vuestra Señoría Re-verendisima, torno a suplicarle humildemente le plega, por acer merced a todos cuantos servidores acá tiene, que quiera ayudar y favorescer este negocio, pues ay tanta racón para que Su Alteza lo deva acer; para Vuestra Señoría Reverendísima no es menester de oir más ni impor-tunar, pues toca a todos sus servidores. La vida y ilustrísimo estado de Vuestra Señoría guarde y acresciente Nuestro Señor. De Toledo a XXIII. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría besa su servidor, El Obispo de Ayala. 1512, octi~hre1 9, T&&. El Obispo Pedro de Ayala a Cisneros. Asuntos tratados en Cabildo. Presentación de beneficios. A. U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc. 36. iiustrísimo Señor : Péname tanto dar enojo a Vuestra Señoría Reverendísima con car-tas que no lo sé desir; mas, como estos negocios no den lugar a otra cosa, no me puedo escusar y Dios sabe cuánto me convernía para mi salud, que ocho días a que ando con calenturas con un muy gran ro-madiso, y estoy dos veses al día en cabildo, por no dar lugar a des-carriamiento d'este ganado. Gutierre Dias vino oy domingo noche; lo que truxo fue que el obispo tenía su despacho como le convenía, y los cartones, que le prometió de no les poner ni presentar asta que vi-niese aquí, y le respondiésemos si les daríamos las posesiones; jun-támonos a cabildo y asentose que los obedientes y apelantes no entrá-semos en las oras, y a los obedientes, porque no se querían allar en -m-7 t-n"- z- & pre~e~tg&^_npg_r~zs T~PI . $ 2 ~pe s eesi,&, se msezt.ta&z de la Iglesia, y algunos que tenían beneficios se irían a ellos y otros se estarían en sus casas, y vendrían, así los unos como los otros, al ca-bildo cuando fuesen llamados; los apelantes quedan para venir a en-tender en las cosas necesarias Yo, Señor, paso tantos tormentos con estos canónigos, mayormen-te con los que no los devr~and ar, que no los e de oir, pero al fin no me maravillo porque temen perder lo que tienen, pero devrían, para re- 46 JOSÉ GARCÍA ORO mediarlo, estar conformes y no desmembrarse; yo traigo a este Maes-trescuela como puedo para que no dañe y algo si puedo aprovechar son los celos de otros tantos que me dañan cuanto ago. Como vemos que no envían ni al Rey ni a Vuestra Señoría con su despacho, acordamos de enviar este mensajero, creyendo que Vuestra Señoría Reverendísima estará atendiendo que llegasen sus mensajeros. Yo suplico a Vuestra Señoría Reverendísima, por amor de Nuestro Señor, le plega en todo proveer como conviene, pues ay tanta iragón y tanta ne-cesidad. Dise Gutierre Dias que si el Obispo oviese conoscido del Rey voluntad en este negocio, que no osaría aser otra cosa, y aun aora dise que si Su Altesa le escribiese o enviase a desir palabras resias, disiendo cómo estando su Alteza puesto en medio para dar algún medio, sin le aver respondido, oviese fecho y escr~toa Roma lo que a fecho, que Su Altesa no lo a de consentir, asiendo fundamento que scrivió que nunca Su Altesa le abló y iso ablar en medio ninguno; creo que con esto ven- B N drá a acer toda cosa, porque dise que el Obispo se le a loado de su Altesa, que es contento que aya seguido su justicia, etc. Las otras cosas que ay O 6e necesidad de proveer, ansi eil Roma ccimci acá, ~ O !LU CU&Z U d Ck- n-- m bildo las verá Vuestra Señoría Reverendisima. Aunque nos disen que o E para el remedio de los beneficios no aprovecha sino con asoluto poder E 2 del Rey y voluntad de Vuestra Señoría, por esto no lo tengo en tanto -E como la venganza que dello tienen algunos. Suplico a Vuestra Señoría Reverendisima me quiera escribir de lo que es servido y crea al bachi- 3 - Iler. De Toledo a XIX Las ilustrisimas manos de Vuestra Señoría besa - 0 m su servidor, E El Obispo de Ayala O n -E XVI : 1512, octubre 27, Toledo. El Obispo Pedro de Ayala a Cisneros. Da cuenta de 10s asuntos de la Iglesia de Toledo. A. U. Madrid. Cartas a Cisneros, doc. 35 Una carta de Vuestra Señoría Reverendisima reciví; por todo io que en ella dice mil veces las manos le beso en nombre de todos estos sus servidores y mío. En verdad, Señor, que no a avido desmayo ni le avrá más de tener lástima de la mala vida que me an dado e dan estos be-neficiarios; atenderemos a ver lo que se ará; la Iglesia está bien servi-da y mejor q ' ~ ecu ando entraba el cabildo en el coro. De ora en ora es-peramos que nos vengan a presentar y requerir, etc., lo fecho en Roma; 162 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DE CANARIAS WN PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 47 y, a lo que emos entendido, vienen tío y sobrino a se meter en la pose-sión con la parte que tienen aquí. Resistirse a asta la muerte; el Corre-gidor se parte de aqui para ir a esa corte; no me parece que es bien en tal tiempo salir de aquí, porque su alcalde mayor no es para tanto como sería menester, si algo naciese, que en la verdad ayudará cuanto él pudiere a la parte adversa y, siendo así, crea Vuestra Señoría que avrá poca obidiencia, porque tiene tantos servidores que no an de dar lugar que nada entre en vuestra Iglesia sino por vuestra mano; seria bien su Altesa enviase a mandar al Corregidor que luego se tornase de a do la carta le topase, porque será escusar todos escándalos, y mandándole en elia dé favor, etc. Vuestra Señoría Ilustrísima mandó que se comprasen los dineros de juro del Conde; ya eran vendidos y otros LXXXVII mil que vendió el Duque del Infantado a XXII y C; crea Vuestra Señoría Reverendísima que a fecho en sus compras de lo de al quitar crecer los juros en tanta manera que cada día pidirán más; aqui ay más de XII quentos deposi- 4,., aJ.u.- ua, & particulares, para co-&pra,r, y c u e~st o, ua 2s u*x& cosa cuando es vendida. Si vuestra Señoría quiere comprar menester es que aya comisión para comprar sin consultar porque, como digo, no es sa-lido cuando es comprado. El Mariscal tiene a par la iII legua de Ma-drid; yo sé que la vende o truequa, aunque es secreto; por ser a do es, me paresce sería cosa buena para Don Benito y, según entiendo, en las al-cabalas de allí ay unos XLV situados, dellos al quitar; así mismo ay per-sonas de Madrid y de aqui que tienen pan de renta en suma alba (sic) y el Señor tiene otra suma detrás grande, de manera que en poco tiem-po podería acer alli una buena cosa. Al. Señor vale muy poco de renta; los vasallos son los más ricos que ay en toda la tierra. Véalo Vuestra Se-ñoría y no dé parte a nadie porque el dueño no quiere que se sepa, por-que anda secreto, y si Vuestra Señoría Reverendísima le quiere dar, sea orden cómo los que en elio entienden se dexen d'elío y se concierten con Vuestra Señoría; pero, como digo, estas cosas ácense en poco tiem-po porque ay muchos compradores y pocos que venden. Entre otras cosas diré a Vuestra Señoría una muy dañosa: que esta gente tiene por muy cierto que Saiamanca es ijo 6ei rey, por 60 disen que se atreve. Aquí ay un beneficio para vacar porque no si Dios algo iciere; su-plico a Vuestra Señoría Reverendísima se acuerde de lo que me dixo de anexarlo a Sant Eugenio para que alli aya misa continua, que es el concurso de la gente y devoción muy grande. De Toledo a XXVII. Las ilustrísimas manos de Vuestra Señoría Reverendisima besa su servidor, El Obispo de Ayala. XVII 1513, febrero 6, Toledo. Acta del Cabido de Toledo, confirmada por Cisneros, en favor de los canó-nigos comprometidos en el pleito del Arcediano de Toledo. B. N. Ms. 6260, ff. 54~-55~. "In Del nomine, amen. Sepan quantos este público instrumento de constitucih vieren cómo en seis dias del mes de hebrero, año del nasci-miento de nuestro Salvador Jesuchristo de mi11 e quinientos e trece años, dentro en el cabrldo de la Santa Iglesia de Toledo, estando este dia los muy reverendos señores dean e cabildo de la dicha Santa Iglesia capitu-lamente ayuntados, conviene a saber los señores Don Carlos de Mendo- S za, dean de la dicha Santa Iglesia, pero Fernández de Yepes, Fernando N E de Fonseca, Rodrigo de Acevedo, pero Núñez de Ayala, Blas Caballero, el doctor Juan Núñez de Herrera, Lucas de las Peñas, Juan Ruiz, el O d Bachiller Jorge Maldonado, Don Alonso de Rojas, canónigos prebenda- - m O E dos, siendo todos los señores can6nigos de la dicha Santa Iglesia llama- E 2 dos por cedula, de un día antes para 10 infraescrito, se,& dio fe el E pertiguero que intimó la dioha cédula a todos los señores canónigos de - la dicha Sancta Iglesia, dixeron: que por cuanto al tiempo que se presen- 3 taron en el dicho Cabildo, por parte del Señor Don Francisco de Boba- - - 0 dilla obispo de Salamanca y del Señor Protonotario Don Juan de Cabre- m E ra arcediano de Toledo, ciertas bulas y letras apostólicas por las cuales O nuestro Muy Santo Padre Julio Se,wndo, de feliz recordación, proveía 5 n al dicho Señor obispo del arcedianadgo de Toledo, por resignación del -E dicho Señor Don Juan de Cabrera, quedándole regreso al dicho arcedia- a 2 nadgo y con que el dicho Señor olsispo en ausencia del dicho Don Juan n: de Cabrera pudiese estar y residir en la dioha silla archidiaconal, según n que en las diohas bullas y letras apotólicas más largamente se contiene, O3 dichos señores dean y cabildo suplicaron a su Santidad sobre la refor-mación de lo suso dicho, esperando segunda yusión para lo obedecer e c-üjqjlii., c ~mosi empre cb&egcidc en to& XT r w r n de 10s dichos man- J "---- -- damientos apostólicos, sobre lo qual en corte de Roma se a dado senten-cia últimamente en favor del dicho señor Obispo y Arcediano, conoc-ciendo ser justa y siempre aver cabedescido e complido en todo los di-chos señores dean e cabildo los mandamientos apostólicos; y agora, porque son informados que algunos maliciosamente, con faIsa reIaci611, han heoho y entienden hacer algunas impetraciones e otras molestias contra los dichos dean e cabildo y personas particulares de la dicha 164 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS EL OBISPO DEI CANARIAS DON PEDRO DE AYALA Y EL CARDENAL CISNEROS 49 Santa. Iglesia, y ansi mismo se han heoho sobre lo suso dicho muchos gastos y expensas y se espera hacer adelante; por ende, que estatuían y estatuyeron y ordenaron, que todo lo necesario de lo suso dicho se gaste de la hacienda y fnictos de la dicha Santa Iglesia, como en seme-jantes casos se suele y acostumbra hacer. Iten constituyeron y ordenaron que cualquiera canónigo o benefi-ciado o otro cualquier beneficiado o racionero o capellán de la dicha Santa Iglesia que a causa de lo suso dicho fuere citado o molestado en cualquier manera de Roma o de cuallquier parte, que todo el gasto nece-sario para defensión suya se pague del dicho refitorio. Iten estatuyeron e ordenaron que cualquier de los dichos señores canónigos y ;ben&ciados de la dicha Santa Iglesia que quisieren ir per-sonalmente en prosecución de su causa, siendo por eso citado o moles-tado, que le ayan por presente, residente e interesante, en la dicha Santa Iglesia y gane todo lo que la constitución dispone que habla en favor de los molestados por defender las cosas de la Iglesia. Y ansi lo ordanron e estatuyeron los dichos señores dean e cabildo, ne-mine discrepante, ante mi el secretario, y dixeron que suplicaban e suplicaron al Reverendásirao Señor Cardenal, mi señor, que con-firme la susodicha constitución, y ante mi, secretario, requirieron que lo diese signado de mi signo. La cual dicha constitución y estatuto ficieron y otorgaron los dichos señores dean y cabildo desde oy dia cusodioho, reformando todos y cuales~quiera estatutos y constituciones que sobre esta causa del arcedianadgo han fecho, los cuales dichos esta-tutos hasta aqui @echos dieron por ningunos, y en todo ordenaron que este estatuto y los otros que tiene hechos valgan segun que en este se contiene y no en más ni allende". El qual dicho estatuto por Nos visto y examinado, por quanto halla-mos ser provechoso para el dicho nuestro Cabildo y que de ello resul-tará mucha paz y conformidad para las personas de él, ovimos por bien de lo confknar, como por parte de los señores dean y cabido nos fue pedido y suplicado; y por la presente confirmamos el dicho estatuto, y mandamos que de aqui adelante se guarde en todo e por todo, segun n3i-l-o- se ~ ~ c t i e nye ,* e pr.gu cin 11s ctruy ~ c ~ ~ t i t ~ Y~ iiChc n ~ ~ nuestro Cabildo. En testimonio de lo cual mandamos dar la presente, firmada de nuestro nombre, sellada de nuestro sello y refrendada de nuestro secretario. Dada en nuestra villa de Alcala de Henares, a XX dias del mes de noviembre año- del nascimiento de Nuestro Señor Jesu-cristo de mil e quinientos e trece años. Por mandato del Cardenal mi Señor: Jeronimo de Iilán, su secre-tario. |
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