LA TERMINOLOGIA CANARIA DE LOS SERES
MARINOS
P O R
MANUEL AEVAB
A l #-i,n,...:nn -,.mn lo" rr,-,ii+rrrri,,,non A,, ñfiQAa;,.g- 'le- u.1. b a r i a r r a u -bvrnv rau turau yvr i u g u ~ ~ uuu- sssruuurs LU -- vri
tán incluidas en la llamada región ictiológica mauritana l. Esta
ordenación puramente geográfica condiciona los hechos biológi-cos,
pero es -también- una buena hipótesis de trabajo. Las 1s-las
tienen unas especiales características debidas a su situación,
pero otras motivadas por su condición geológica -conos volcáni-cos
sin plataforma superficial- y otras, resultado de la historia 2.
Todo ello vamos a ver en qué medida ha colaborado en la consti-tución
de un léxico ictisl6gico muy peculiar, y hasta qué punto
la situación actual puede ayudar a explicar todo este mundo en-marañado.
0.2. Mis materiales proceden siempre de encuestas in situ:
son el resultado de dos obras diferentes, pero que tienen puntos
de convergencia. En primer lugar, el Atlas li~%lgCistZyc o e h o -
yrhfko de lm Islas Cana&, en el que incluí 175 preguntas en
1 Vid. Sven Ekman' Zoogeography of the Sea, Londres, 1953, p8gi-nas
80-88.
2 M Alvar Estudios canarzos, tomo 1, Las Palmas, 1968, págs. 13-23
2 PVAWUBL ALVAR
relación con los conocimientos de los pescadores 3, y, de otra, el
A t h ZSn@.istim de 10s pmarineros pnilzsuZares 4, con el que for-mulé
casi un millar de cuestiones 5, si en ellas incluyo las con-cernientes
a la etnografía. Para las relaciones del léxico canario
con el de otras regiones de España y Portugal, aparte la biblia-grafia
que iré citando oportunaente, utilizaré los materiales del
ALEA y los inéditos de mis encuestas en Santander, Galicia,
Andalucía y Murcia 6.
0.3. Ea mayor parte de la teminologia estudiada se refiere
a nombres de peces, pero en mis cuestionarios figuran también
los de moluscos, crustáceos, aves marinas, colectivos, etr. Doy
cabida, pues, a todas estas formas que ayudan a completar la vi-sión
de nuestros problemas.
0.4. Sólo tengo en cuenta las palabras que presentan posibi-lidades
de caracterizar el léxico marinero de las Islas desde el
pünto & vista $e sw pe cU! i~~~&&~c. ensi&ro n_trs\ T ~ C ~qSue ,
sin ser castelianas en su origen, pertenecen a1 acervo de la len-gua
común, o las que presentan muy escaso interés. Por eso ex-
3 En la pnmavera de 1971, están dispuestos para la Imprenta todos los
tomos de que constará la obra (en abril de 1975 se presentó el primero, y,
justamente, un año después, el segundo). Los materiales concernientes al
mar comprenden investigaciones en 25 puntos
o Vid mi Ictzonimza y geografia Zingubtzca. (Conszderaciones sobre
la «NomencZatura ofzaaZ españoza de íos animales mamnos»), en la <RFE,,,
LII, 1969, donde us6 los materiajes que he ido allegando.
5 En las Islas xsé. ambos cuestionarios: el primero en 13 puntos; el
.segundo, en otros 12
6 He hecho encuestas en Castro UrdiaIes, Laredo, Santander y San
Vicente de la Barquera (todos en la provincia de Santander), Malpica
(provincia de La Coruña), Ayamonte, *Huelva, Palos (provmcia de Huel-va),
"Chiplona, 'Cádiz, San Fernando, Algeciras (provmcia de Cádiz), ma-nilva-
Zs'ce?ona, Tvlálaga, ^Nerja, Melilla (provincia de Málaga), Almuñé-car,
Motril, *Castell de Ferro, *La Rábita (provincia de Granada), Adra,
*Balerma, Almería, "San José., *Carboneras, "Palomares (provincia de Al-mería),
Aguilas, Santiago de la Ribera (provincia de Murcia) En la lista an-tenor,
he señalado con asterisco (*) las localidades que se investigaron
-únicamente- para el ALBA.
420 A N F A R I O DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
LA TERMINOMGÍA CANARIA DE LOS SERES MARINOS - 8
0.5. He procurado transcribir la pronunciación insular con
los signos de la lengua oficial; ea un estudio léxico basta con esto.
Por supuesto, .rr no es sino bilabial (fricativa u oclusiva, según la
distribución castellana) y j es la aspirada del dialecto. El seseo
alterna, en ocasiones, con una cel postdental y el yeismo alterna
con casos de distinción de 1i + y.
1.0. A1 estudiar las hablas vivas de las Islas, llama la aten-ción
la escasez de thminos prehispknicos que subsisten. Tal cual,
bestezuela, alguna planta y no muchas más cosas. Por supuesto es
larina de oLro costal el estudio de la toponimia. Pero thninos que
persistan con su significado, con su asidero a un contenido ine-quPvoco,
apenas si cuentan en En Pndice numérico 7. Ahora, tc-dos
estos materiales referentes a Hctionimia, vuelven a suscitar
idénticas cuestiones, a pesar de la tradición prehispánics de la
pesca y a pesar de las relaciones de las Islas con las próximas
costas africanas. Bástenos recordar el testimonio de Fr. José de
Sosa (1678), que admirah las thcnicas pesqueras de los nativos,
tanto en la elaboración de anzuelos de cuerno, como en la confec-ción
de redes de junco:
<c.. . las cuales arrojadas a nado, arte en que eran muy dies-tros,
por el común ejercicio del mar, en cuyas dilatadas pla-yas
[ . . j tomaban cantidad de sardinas, arenques, lebran-chos,
lizas y otros géneros distintos de peces» s.
7 En las encuestas que hice en una de Ias islas y con las que redacté
EZ espalol atablado en Tenerzfe (Madrid, 19591, sólo encontré 16 palabras
prehispánicas, y eso que usé un cuestionario muy amplio y atingente a
toda clase de motivos (vid. 108-110 de la obra recién citada).
8 Topgmfia de Za Isla de Gran Canarta, cito por la edición de Santa
Cruz de Tenerife, 1943, pggs. 206-207.
1.1. Zn cuanto a las relaciones de las Islas con las costas
africacas son constantes desde &pocas muy viejas: mas veces
por cuestiones mercantiles; otras, para apresar esclavos 9. Las
piiaterias de canarios contra berberiscos y de berberiscos contra
canarios, eorstiituyen un capítulo inacabable de miseserias y he-roismos
lo; cuando en el siglo xvm, @astilla redrajo sus pretensio-nes
sobre Mauritania al derecho de pescar en las coszas africa-
Fas, los marineros canarios pudieron llevar a cabo sus trabajos
de una minera pacífica 'l.
a
1.2. En !a actual termino!ogía ictionimica hay algunas vo- E
ces que dan fe del carácter beré'aer de los pobladores prehisp5.- O
picos de las Islas -s~poniendo que se trate de términos patri- =m
moniales- o de las relaciones con las cercanas costas del con- o
E
E tinente - s i los creemos posteriores 12. Cierto que no se trata de S
E ninguna larga nómina, pero si snf icie~tep ara merecer algfin co-menta~
io. 3
1.3. Como en otros términos pñ.ehispánicos, La- (t prefijo de
femenino 4- a- prefijo de singular) l3 aparece en unas cuactas vo-ces,
verosímilmente, de carácter beréber l". Así la hembra del Mu-
9 FL Rxarci: Rechercies suv les rebhons des 2ies Casarees e¿ de ia
Berbérze au XVI9 szecle (ccEesperisw, XXI, 1959, 79-129)
lo La bibliografía -abundante y dispersa- cuenta ya con una obra
vivanfosra- A Ri~rnmi de -&mas, pnrntern:ay 9 afgqzes ;ragaZea c=?.,tic las --DI---.-I---.. ----A---
Islas Canarzas (5 vols ), Madrid, 1947-1950 Eo este amplísimo mventario se
puede encontrar fácilmente la dcc~mentación da nuestro tema
11 Sabin Berthelot: De la peche sur la c6te occzdentale d'Afrzque et
des étabRssements les plm zctiles aux progres de cette zndzcstme, París, 1890,
página 245.
12 Sobre las pesquerías berbberes en Ktlrruecos -desde el Estrecho de
Gibraltar hasta Río ee Oro- vid el tiabajo y mapa de I3 Laoust: R&heurs
bzrberes du Sous («Hesper,s», III, 1923, págs 237-264 y 297-361).
13 Cfr. bibliografía en El espacol de Tenerzfe, págs 83-85.
14 Vid, por ejem~lo, térmmcs no ictiológicos, pero que pertenecen a
las hablas vivas. ta'ua:Sa, tafor, tagaeoste, tajaraste.
422 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA TERMINOLOGCÍAAN ARIA DE LOS SERES MARINOS 5
921 cephalw (en Arrecife, Morro Jable), o la del Mugil: cap80 l6
(en Las Palmas y Puerto de Mogán) se conocen por tabcligce, mien-tras
que llaman tabaea a la primera de d a s en San Nicolás y
Arguineguín.
La voz no ha sido recogida por los ictiólogos españoles, al me-nos
en las obras que manejo, ni siquiera consta en el Diccioinwiio
de Histmia Natmd & Im PsZm Cawarias (6866), del benemérito
Viera y Clavija 17. Tampoco ha sido más afortunada entre los
lexic0grafos regionales, pues sólo aparece en F. Guerra Navarro
con una definición bastante ajustada a mis informes: 'especie de
iebrancho o cabezote, cuyo color [ . . . ] es verde-amarillo. Tiene
una pinta de este haltimo sólo en las branquias' 18. La voz debe
ser relativamente común en las Mas, puesto que la encuentro bas-tante
extendida (Lamarote, Fuerteventura y Gran Canaria), aun-que
no figuraba en mi cuestionario; para lo que pueda ~ervir,
diré que s61o apareció en la provincia oriental y nunca en. la oe-cidentala
Por otra partej &_o.s. ante 1jn &mino e~clm4vament.e
canario, puesto que en Madeira -tan en relación con el mundo
que estudio- sólo se conoce ta6dia1g.
A través de los indacios que nos permite descubrir el ta- ini-cial,
podriamos pensar en el acercamiento de la palabra a la raiz
15 E1 nombre «seleccionado como oficial» para designar a este pez es
-en español- pardete (F. Lozano. Nonzenclat-ura zctzoZÓgzca Nombres cien-tifzcos
y vulgares de los peces españoles, Madrid, 1963, núm 264, pág. 62 6 )
Lo curioso es que -éste y el nombre siguiente- no constan en la NorneAn-cladura
oficial espafiola de los animales marinos de znterés pesquero, de
F. Lozano, O. Rodríguez y P. Axté (Madrid, I965), en ella se distinguen el
gahpe (Mugzl auratzcs, pág. 47) y las ksas (Mugil sp., pág. 48)
16 PXorragute en la obra de F. Lozano, acabada de citar (Nomenclatzcra
ictzológsca, núm. 265, pág. 63 a).
1.7 Citar6 por ia eciición, en dos tomos, üe Santa Cruz ae Tenerife, ~ Y U .
18 Contribuczón al léxico popular de Gran Canama, Madnd, 1965, pá-gina
400.
19 Visconde do Porto Da Cruz. Folclore madezrense, Funchal, 1955, pá-gnas
217-218, y Rolanda M. Albuquerque: Pezxes de Portugal e ilhas ad-jacentes
Chaves para a sua determtna@o, Lisboa, 1954-1956, págs. 605 y 608.
6 MANUEL ALVAR
bereber bb2 'cortar' 20, pero no sé si sería suficiente para justi-ficar
el étimon.
1.3.1. En la costa atlántica de Marruecos, bqóau es el Go-á2m
niger 21; la reduplicación de la raíz podría ser ajena al éti-mon.
Entonces ?my no estaría lejos de las talbiacia / tabtoga y ta-bqw
que considero en estas notas. La raíz bqq consta ya en Edi-i-sí
como nombre de un pez del lago Chad 22. Podría pensarse, por
tanto, en la incoqoración de te a un nombre extraño a la len-gua
23.
1.4. En la isla de La Palma (Barlovento y Santa Cruz), Iia-maii
a ja 'u'h'o,*,~&,f¿pii-i; iesG,s c&B,ie& .y. o, Gil espago:,
~~,ermgatLo.a forma de la palabra parece -también- de estruc-tura
beréber. En esta lengua existen abbegzcg. / ibeggm, ibe&m%
'carnero', que se relaciona con el tabíqw 'reses gordas' del Hie-rre
y ia Gomera 24, formas por lo demás no fácilmente vincula-ijles
-por otra cosa que la semejanza externa- con ia nuestra.
Cierto que la gordura de los animales terrestres ha servido mu-chas
veces para Caesignar a seres marinos que también participan
de ella (cfr. sono, cerdito de Za mw, @@%&couc, hon, pmc, pesce
pwco; etc.), pero no poseo metáforas en las que intervenga el
cordero o el carnero y, mucho menos, veo la posibilidad de que
estas condiciones sirvan psra vincular el verrugato con m mo-rueco
lustroso. En ningh sitio las denominaciones vulgares auto-rizan
a semejante acercamiento 2 5 ; antes bien, se refieren al co-lor
del pez o, como señala Viera:
20 Laoust, art czt, pág 313, y D VjIfeI: Monz~menta hngzcae ca%a?'?ae,
Graz, 1965, pág. 536, 3 274.
21 Cfr. L. Brunot: Notes Ze%icoZogtques sur le vocabuZazre marztime de
Raliat et Salé, París, 1920, pág. 10.
22 3.. Dezy: SzcI"'76?.-ertt CLUZ d~ctnnn.~~~ne~-nehse s,I , Ie~Ien-Paris.1 93'7,
sub vbqq. Cfr. Edrisi: Descript%on üe Z'Afrzgzcs et de Z'Espagrte, trad Dozy-
Goeje, Leiden, 1866, pág. 47.
23 El mlsmo consonantismo bq aparece en la buqa (< boga), de 10s be-réberes
de Sous (Laoust, art. cit, pág. 313).
24 Wdfel: Morzumenta, pág 490, 179.
2s Vid. las designaciones en Lozano. Nomenclatura, núms 330-331
LA TERMINOL-A CANARIA DE LOS SEEES MARINOS 'P;
u.. . [en la] mandíbula inferior tiene tres hendeduras y por
debajo otras tres o cuatro más pequeñas, con una barbilla
o verruga rojiza, de línea y media de largo, de la cual ha
tomado sin duda este pescado el nombre de 'krrugate' con
que le conocemos» 26.
Pienso, pues, que la designación del pez habrá que buscarla
por otros caminos. En las denominaciones occidentales abundan
las comparaciones de la Saiaemx con el 'cuervo' inspiradas en el
color negro (cast. cWuYi"/k.ata-,0 ; cOrbdZo; cat. corvoll, cwvha;
port. coruirzcki, y habria que añadir a la mima mo~vación,v iuma;
it. coruello, mbrina comoi; ingl. sea craw; tunec. Korbzks; eroata
KrB sanmi, K~riEeZj; &irniata Kwb) u otras moiivacioiies en i*e-lación
con la idea de 'sombra' 27 (fr. mbre, omhrine; it. omórincc;
al. Ba r t umk ; gr. ski@%< o x i a) . En bereber, 'negro9 es a&z~kan,
aibler@an, 'ser negro9, ble~Sen28 ; 'ennegrecerse, negrear', bersm 29,
formas todas éstas que pueden ser antecedentes del tabeípe in-sular
(< ta- BByq-) si salvamos la dificuiiad de la pérdida de ia r.
Pero el obstácu20 no parece imoshyable si pensamos en la de-bilidad
articnlatoria de las implosivas en canario, en tantas ha-blas
hisphicas meridionales, y la acción analógica de palabras
terminadas en vocaZ + -qeeee( tabaque, tabique) y otras afines.
1.5. Más conocida que los anteriores parece tawcwfte, desig-nación
de la 'albacora' (Thpnzcs dalmga o í2~1"pnioa~l ahnga) en
Arrecife y del 'listado' (Ewthymnus plekrnis o Gymolswda pk-m.&)
en Las ñ>a.lmas 30e &nqi.~e mis notas solo 10 han atestiguado
---
26 DZCC 8455 Nat , 1, p&,a 123.
27 Exactamente es eso lo que significa la voz ox r a 1 va, que da nombre
al género.
28 Vid D Wolfel: Ezcrafrzkanische Wordschzclzden ab KuZtursch~chtsn,
Salamanca, 4955, pág 54, 3 15
29 E. Ibáñez: Drccionarzo rifeño-espaEol, Madrid, 1949, s. v.
30 Las designaciones castellanas proceden de Lozano, NomencZatzcra,
números 388 y 394, conñrmadas por la Nomevzckztzcra oficzal española de
los animales marinos de znterés pesquero, de F Lozano, O Rodríguez y
P. Arte (Madrid, 1965, págs. 108 y 113, respectivamente).
Núm 21 (1975) 425
este par de veces, consta en la literatura c~entifica o lexicográfl-ca
regmnal. Es citado por Viera, aunqne no descrito 31; BerYnelot
13 consider6 como abundante en las Mas y en Alrica 32 y la si-tuación
se mantiene hoy. Poseo una lista inédita de nombres cien-tificos
y vulgares de peces canarios y de las costas africanas en
la que el tasarte es la Sar& micolor 33, lo mismo que en !a enu-meración
Cie una obra hace aEos Impresa 3< El léxico de F. Gue-rra
no da nmguna caractrristica de1 pez, aunque lo considera
abundante en la costa oeste y sudoccidental de Gran Canaria (p&-
gina 407). Ssponiendo que los pescadores hayan coniund~do un
pez de! género Germo con otro del Euthynnm no resulta de ello a
N ningh grave error, por cuanto uno y otro pertenecer, a la fami- E
lia ~ c w n w b i d am~p nns aíin qim G ~ ~ C Q (nijprtp-~C a- --I -^------," ----- > -^--A--- " -" O - sarte) haya podido incorporarse a los otros grupos más numero- -- m
1.52. T-arte es el ncmbre que dan como oficial. las compi-
;"nrnancl ;n+inri:wainoc. n r l n 9;ano-n n n f ~ c f s An srg hslr~rln36 nprn ps rr*bs"L*bu 1- *rvrrr;irruwu yu- * A u i s u A r yu r-uuw, yui w -,-u"- A v , y-- v
3
denominación exclusivamente canaria 37,d esconocida en las com- o-m
--
O
31 Como Scomóer tassart aparece eri ia lista de II, pág. 336.
32 «Les maqu-ereaux et les tassards sont trss-comauns aux lles Cana- -
ries et :e long de la c6te d'kfrique [ ] et dans le vomnage du cap Blanc, -E
ou ies brlgantins ~slefios ont coutume de s'catronner pour effectuer leur pe- m
che» (Peche, pág. 97).
-
31. Belación de espaczes zcCzol6gicas inús frecuentes en Canamas y costa
de Afrzca (desee caSo Juby a c c b ~Bl anco). Me fue Ezcilitada por el pro- =o
guen ( A j ~ t c asa hawxna). ResuXadcs cieiltíficos de dos campañas realizadas
por el Inslituto Zspafiol de Oceanografía 1 1 bajo la dirección de F. de
P Navarro, Makd, 1943, pág 117.
35 Cfr Cuestzonarzo de lámtnus el ALM y las znvestzgaczones en Gran
Canaria (apud. Estudios canamos, 1, Las Palmas, 1968, págs. 46-48).
36 Así LOZZDON, omenckxtura, núm. 392, y así la Nom. oficial, pági-na
114. En la primera, el nombre se recoge -creo que muy abusivamente-como
de Castilla o «castellano», sin otra lomlización que la insular; en la
segunda, sólo se documenta en Cananas y costa del Sahara
37 Lógicamente, los nombres de las costas africanas son los que dan
a cada pez los marineros españoles que en ellas trabajan.
426 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
LA TERMINOLOGIA CANARIA DE LOS SERES MARINOS 9
-pilacnones portuguesas (metropolitanas y maderenses) que mane-jo
38, y -por falta de documentación del pez- en las españolas 3@.
Todo esto nos inclina a pensar en el carbcter autóctono de la no-menclatura
40, que remontar& al beréber tanto por su ta- inicial,
ya considerado, cuanto por el fin -te, de carácter femenino41. En
cuanto al étimon, cabria relacionarlo con el kr6ber sard 'engu-llir,
tragar', en cuyo caso tal vea no hiciera falta pensar en el
sufijo -fe, por cuanto la -d enfática podría oirse como -t, o -a lo
mas- seria lógico pensar en -d > -¿ (+ e- de apoyatura42) con la
concurrencia de -te frecuente en vocea, prehispánicas (tagmaste,
t~jwasde, belete, tamonanto7 tawgdte, fajesioe, etc.) . Para aceptar
la etirnologla serfa necesario poder comprobar que estos peces
son eiecia~Ilente eoknedui*ea íCFL. ,coIw, íprh, refSji.idO a 10s
PmgeZZi). De cualquier modo, la certeza del étimon beréber ea irre-futable.
Ihi BatM'ca da este texto precioso:
«. .. los marrneros pescaban por la mafiansa. y por la tarde
un pez ]lamado en c;&r ,t>-&;gy7Y- s--i-g.-u:&lu c-a- 9e-1l 1~-Le- u Ut d
pez'. Porque ch4r quiere decir 'león' y mdhy 'pez9. Y se pa-rece
al pescado que entre nosotros se llama t&xaryt» 43.
De acuerdo con esta referencia, en el S q p I m m t de Dozy
ae dice «sorte de p~isson au Maghrlb, y se da la forma be-
% No está ea :os Peixes de Albuquerque ni en el PoZclore del Viz-
.conde do Porto da Cruz.
30 Vld mi Ict&on%msya , geografi'a hnguistzcu («RFE»L,I I , 1970, 3 78).
40 Documentación en Wolfel, Bfo~%urr,entap,á g. 564, 8 341, que consi-dera
la palabra como propia de todas las Islas. Me parece más dificil oen-sar
que tas- pueda relacionarse con la familia de tasajo, aunque el tasarte
se sale; entonces tendríamos que expIicar -arte por influjo de algfin otro pez
'que tiene esa terminación (espa&rte, por ejemplo)
41 Vid. El español hablado en Tenerzfe, pág. 84, 3 109.
42 Cfr ár. r 1 3 CL d 'jardín' > esp armate (A. Steiger: Contmbwión
-a la fonétzca del htspano-arabe 9 de los arabzsmos en el ibero-romdn%co y el
srcziiam, Madrid, 1932, pág. 164)
43 Voyages d'1bn Battcta, edic. y trad de C Defremery y B. R. San-guinetti,
tomo 11, París, 1969, págs. 217-218 Mi amigo F. de la Granja ha
tenido la amabilidad de comprobarme el texto árabe y ayudarme a dar una
Lraducclón exacta
10 MANUEL ALV.4B
réber, sin vocales. Y por lo que respecta a las palabras per-sas
aducidas, shm-mZhZ es el pez-león, pez de cuyas espinas se
hacen cachas de cuchillo
1.6. Para Wolfel 45 es bereber o pertenece a una lengua con él
emparentada 46 el canario cima. Mi documentación es la que sigue:
daca: es el molusco que suele denominarse 'nática' en la Peninsu-la
(Nemrita rmiííepunctata) ; sin embargo, en las encuestas, debió
producirse una errónea identificación, pues todos los tratadistas
insulares -siguiendo a Vierz- le dan el nombre científico de
Bdmm marit2mzl;s. En todos los casos mostr6 una fotografía de
la Nevwita que como claca, desrgnaron en Las Palmas, Mogán,
San Nicolás (todos en Gran Carzaria) , La Calera (Gomera) y Fuen-caliente
(La Palma). A este grupo &ben pertenecer las variantes
craca (otros pescadores de Las Palmas y Mogán) y aloca! (Haria).
En la isla de Teneiife, cberon e! nombre de 6hcOJ a Ia 'taraza9 o
Teredovmalis; doc~unentadae n un solo punto (Santa Ciriz) y ais-lada
en la bibliografia de que dispongo, tengo dudas de que fuera
acertada. la identificacu5n.
1.6.1. Viera recogió e identif~có la data como 'glande o be-llota
de mar' '7 y dio sobw ella irnos nnfornzes que merecen te-nerse
en cuenta:
«Encuéntrase las clacas en los bajáos y arrec~fesd e nues-tras
costas rnaritimas. Su pulpa después de cocida ofrece
una comida muy cleiicada y muy sabrosa, preferible quizá.
a la de las ostras» (1, 213).
44 F. Steingass B Co"r%preh.enszveP ersian - EngMsh Dzct%onory, Lon-dres,
1930, pág. 774 a Allí mismo se habla del shZr - mÜhZ como de un pez
delici~sq p r o i s t ~ de hlanr.n.s escamas;
45 Monumenta, pág 562, 3 337
46 Cfr. a@aZ 'escargot, coquillage', citado por Laoust.
47 Y así -bellotas- son citadas por García de :a Lefia en una enu-meración
que carece de aclaraciones (Conversacoones hzstóricas malagueñas
o materzales de notimas seguras para formar la hzstoria czvd, natural y
ecbsiástica de la M M. ciudad de Málaga, Málaga, 1789, págs 215-216.)
428 A'JL7ARI0 OE E S T U D I O S ATLANTICOS-.
Contra el bereberismo de la voz está su documentación en
Madeira (waca), so pena que pensemos en una migración del tér-mino
canario 4S.
2.8. La importancia de los portuguesismos en las Islas Cana-rias
se ha convertido en un tópico de nuestros estudios 49; por mi
parte, intenté la sistematización de Ias voces de tal origen, ob-tenidas
en varias encuestas in situ 50. Lógicamente, los términos
marineros no pueden sustraerse a lo que es una constante; antes
Een, Ia p~~ximicbctyd relacienes cei., M:?rudeimp exmiten m%Fn -m--p -
tración más intensa -si cabe- de los términos occidentales.
El carácter portugués de algunas voces se denuncia por algún
tratamiento fonético dispar del castellano, aunque la palabra acep-tada
siga la suerte que una fonética evolutiva ha impuesto a los
L Z ---:-- ..- --A- :---.e x r r i r l u u a p~runuri;a!e~D, e este n ~ sde ~~~ ! i ~ c t t ,-t7a ~ s e CCEI=
vierten en patrimoniales- las voces prestadas.
2.1. Tal es el caso de albade, con su -e final conservada. La
forma plena se usó en el Roque de las Bodegas, Santa Cruz de
49 Cfr J. Pérez Vidal. Influerzczas portzegzeesas en la cuEura tradzczonal
marmera de Canarzas («Actas Congr. Int. Etnografía», V, 1965, pág. 6).
4s J Pérez Vidal ha dedicado numerosos artículos a esta cuestión:
Portugueszs~mos en el español de Caazarias («M Can», núm. 9, 1944, pági-nas
33-42). Arcmsmos -, portugueszsmos en el español de Camarias («XXVII
Congreso Luso-Español para el progreso de las Ciencias», 1964, págs. 28-37),
Influencza portuguesa en la toponimza canaria («RDTP», XX, 1964, vági-nas
255-270), Influe?zcias portuguesas en la cultura tradzczonal mamlzera
de Ganarzas («Actas do Congreso Internacional de Etnografía», tomo V,
Lisboa, 1965, págs. 1-9), Clasificación de los portzcgzcesismos del español ha-liZaclo
en Canarias («V Coloquio Int. de Estudos Luso-Brasileiros», tomo m,
Coimbra, 1966, págs 5-10), Fenómenos de analogia en los portuguesismas
de Canamas («RDW», XXIII, 1967, págs. 55-82), Comportamzento fonktico
de los portuguesismos en Canarias («RDTP», XXIV, 1969, págs. 219-252).
Aparte este erudito, hay estudios de Alvarez Delgado, Steffen, RBgulo Pd-rez,
que consideran algún aspecto parcial del problema.
50 Esp. Tenerife, ya cit., págs. 87-92, $3 111-113.
Tenerrfe, Arico, Los Cristianos, El Médano, San Sebastián de h.
Gomera y Puerto de la Estaca, referida al Xwranus cab.-ralla o 'se-rmno
irnperlal', ~ilientras que la pérdñda de la -& y el cmre de
la -e > -% d2 lugar a la forma abae, -z con que el rnlsmo pez se
identifxa en Arrecife, Las Palmas y Mogán, o el Zp.oqheZu gzla-m
(= Smrmu.sl @gas, el 'mero' de la terminología oficial) en
orzola, Arrecife, Corralejo, Puerto del Carmen, Morro Jable, Las
Palmas y Arguineguín. Los ~ctiólogos identifican el abw con ef
Serranus alexandrinw (en la nomenclatura oficial 'faiso abadz-jo'),
que pertenece al mismo género. En San Sebastián de la Go-mera,
rey de los abades es el ~emiZabrmm ixtus 51. La forma cas-tellana
que se corresponde con el término dialectal es la ds nbit-íIejo
52, y m deja cle sw curias= q-ü e whwde, ccome r,embie ee pez,
falta en los diccionarios portugueses (Figueiredo, Moraes) y en
los repertorios ictionímicos (Albuquerque, FAO, Visconde do For-to
da Cruz, etc.). -
-9. -3. T-.-9 n- -b-d-i-i-i-n de -B.- inOervo&ic- denijneig -1 origen por-tragué~
d e bzí~io,t érmino bzijo ef que se cobija toda clase de mo-lusco~:
e l Argonautai argo (Santa Cruz de la Palma; en Barloven-to
le llaman bucio da ca~~grefiUola), Neusrzta miZlepun.ctata (San
Sebastián de la Gomera), ei Chznopus ples paZicani (Santa Cruz
de la Palma y Barlovento), el Cerithtzzzcm vulgattm (idem, fdem,
San Sebastián de la Gomera), el Xurex brandarb (Órzola, Co-rralejo,
Las Palmas, Arico, Las Crrstisnos, El Médano, Puerto
Santiago, Calera, San Sebastihnz; bwio da pico? en Santa Cruz de
la Palma), el Pdurex tmncul%s (Las Palmas, Los Cristianos, Puer-
51 Viera dio la siguiente mformac7ón referida al rey de los abades, que.
«. se distingue de los demás por su cclor, que es de un amarillo
dorado S~endoo bservación que prenciido éste huyen 'codos los del ran-cho,
y no solicitan la carnada, cuando antes se mostraban sumamen-te
voraces, y se dejaban coger sin dificultad. Se puede suponer que el
abadejo-capitán [o rey de los abades], es quiz5s la hembra clei car-dume,
a modo de la reina del enjambre de ias abeps» (1, pág 16)
52 Lozano NonzencZatura, núm 297. La hTom ofiozaZ (pág 145) den-t!
fica el abad con el Cadus pollachzus, pero no creo que la transcripción ca-naria
sea correcta
430 A N í í A R I O DE E S T U D I O S ATLANTICOS-
LA TERMINoLOG~A CANARIA DE LOS SERES MARINOS 13
to Santiago, San Seb'astián, Puerto Estaca; bm30 piczk,do, en El
Médano), el Trifsn uarkgatwm (Puerto Estaca). Un derivado
suyo, ?xu,sin:no; designa al Mwex bmfidark en Fuencaliente. En por-tugués,
Ezixio 'concha univalve, de forma cónica o espiral, pe~te-necente
a molusco gastrópode' (Figueiredo) b u c i n u 53. En las.
Mas hay diversos topónimos de este nombre 54.
2.3. A una forma portuguesa con f- inicial remontaría el
mdfara 'peregrino' de Restinga (@ethorh2nus1n zlaxZmu;s), aunque
la falta de materiales mSls abundantes obliga a proceder con suma
~autela.N o recojo la VOZ en ningiin repertorio regional, ni en el
resto de mis materiales. Como en portugués este escualo se llama
jruiia o peke ", ayyer~t.~srio sei. una detüi=pacien
de este término (frade > " f a d r ~> "fare!). No se me oeuita lo di-ficil
de la tentativa, pero no seria improcedente pensar en que ian
pez gigantesco y voraz fuera considerado un «mal fraile». Quede
anotada la hipótesis con todas mis dudas.
2.3.6. La misma caracterización (f- inicial conservada), si no
hubiera otras, bastaráa para justificar el lusismo de las designa-ciones
canarias de la 'medusa'. En Puerto Estaca, es feveccx y, en
Arguineguín, J'uir~kcau, na y otra en conexión con 12s andaluzas
cllbwraca! (Ayamonte), b,Wrwca, QMoguer,) d h w e c a (Estepona,
Málaga) y birrunecb (Nerja), sin salir de los materiales del ALEA
(IV, 1670). Se trata de una serie de derivados del árabe
53 En portugu6s, la voz cubre tambien pluralidad de especies (Pkrez
Vidal, InfZ. port., ya cit , pág 6 ) . En una relación que se publica como de
Magallanes, y en la cual hay portuguesismos, se lee:
« por lastre de las naos [ 1 llevan unos bozíos [szcl que son ca-racoles
pequeños que tanbién es muy grand mercaderia para el rey-no
de Canbaya e de Decani e para el reyno de Bengala donde corren
por moneda baxa e han ia por mas limpia e mejor moneda que cobre»
(Descrzpcz6rz de los reznos [ 1 que hay desde el Cabo de Buena Fs-peranza
hasta los Leyquios, Madrid, 1920, pág. 141).
54 Pérez Vidal, apud «RDTP>>X, X, 1964, págs 263-264.
55 Albuquerque, pág 91; Porto da Cruz no da su nombre madeirense,
pero sí el de frade para Xelache mamma.
3 u r r á q a 'ortiga' explicables fácilmente los andaluces y, des-de
el portugués ailforreca, los canarios.
2.3.2. Deben incluirse aquí algunas palabras cuyo origen pue-de
ser portugués, si nos atenemos a la f- inicial. Tal es el caso
de la f& «pescado dorado pequeño» en Santa C m de la Palma
y variedad de 'japuta' (Brama rccj2) según nuestro informante de
Arrecife. Berthelot recogió castañeta o fula como designaciones
del Helimes 12mihZrzcs (pág. 120)' en tanto Viera, s6lo la primera 56;
-en otros materiales de que dispongo (&lh&'yt, s. v.) se identifica Ia
jula con la 'castañeta' y la fuitu colOmda con el 'alfonsiño'. No a N
poseo documentación de la voz en portugués; sin embargo, creo E
que se trata de un derivado de f o i l i S, tuno la fgb cmaí-ia qiie nO -en el Hierro- designa a la campana de las medusas o la planta - m
O
marina conocida por F u m vesicolosus (Puerto Estaca) EE
2
E
2.4. El grupo inicial el- convertido en ch acredita que la cho-pa
es de origen portugués (cfr. c 1 u p e a 'sábalo' > port. chourpa) ; 3
la voz se encuentra muy difundida para designar al Spondyoi0s0- -
0
m
E ma cantha~m (en todos los lugares de nuestras encuestas) ; al
O Sp%d. u r b iml a~8( Barlovento), a la Boaps sdpa (Las Palmas,
aunque aquí también nombra a S. Cantharus y al BcageiZm b o p n
E razreo (San Sebastián de la Gomera). Aunque pueda ser exacto el a
Último de mis informes, lo que no cabe duda es el carácter gene- - =
ral que &opa tiene en el Archipiélago; bien que no podamos afir- n
mar tajantemente el carácter de préstamo directo de la voz por O3
cuanto consta en el «DRAE» y es la nomenclatura española con-siderada
como oficial. Por tanto, podráa tratarse de un Iiasismo
en el castellano marinero 58. Cfr. s~l emaen el 4. 13.
2.5. Aunque no sea un rasgo fonético de carácter sistemá-tico,
!e es en 1% formas p n r f i p ~ e ~ens q11e p- ) b-j por tanto,
56 Da el nombre científico de Sparus chromzs, pero se trata del mismo
pez (Dicc. gtst Nat, 1, 177).
57 La forma recogida fue, exactamente, foEta.
58 Vid el 3 52 de mi Ictzonzmza y geografia Zznguístzca.
A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANI ICOS
LA TERMINOLOG~A CANARIA DE LOS SERES MARINOS 15
el tratamiento -lexicalizado en estas palabras- enfrenta a las
dos lenguas de que me estoy ocupando. Es lusismo la de
todas mis encuestas ( B c m b e 7 . e ~s~a w u o 'paparda') y la de
Santa Cruz de Tenerife (Sphyraena sphyraena o: 'espetón'). Con
esta última coincide la designación madereña.
2.6. Tiene tratamiento fonético portugués el general car&~-
me 'banco de pescado'. Me inclino por su carácter portugués y no
gallego o leonés habida cuenta de las relaciones de Portugal con
Canarias. Corominas dedico un comentario muy útil a esta pala-bra
59, y SUS materiales se pueden ampliar con datos posteriores:
en una obra dedicada a los colectivos de seres marinos se recoge
~ar&w,ii,ee ri Por&ye&a, zaí"cR;.wmlz e; !a p ~ v i ~Uee iV&&~. e -
dummint en Lanzarote y cardmol en Altea 60. Mis encuestas con-firman
~ r n d r n e men~ ~la localización que se da, pero es imposi-ble
w~dzerpzevn£e- importado el castellanismo cardwm0 6 2 . En Cana-rias
no encuentro ninguna variante -ni siquiera fonética- de la
iiiien~ñ-aUqu e en Aii&lucia i-ecog-; e, la Pi'er-vincia
de Huelva; g a r d w , car-en, en la de Cádiz, y garduimo
en Málaga y h e r í a , sin salir de los materiales ya impresos en
el ALEA (W, 1099). La etimologia es c a r d a por comparación
de los peces agrupad~s con las púas espesas de este utensilio.
2.6.1. En algian sitio es sinónimo de la voz anterior amaje
(tal es el caso de Las Palmas), mientras que en la mayor parte
de las localidades exploradas 63 era la 'moralla' y, en otra, la 'cría
de anchoas sardinas' Del mismo modo que el final -w(n) se opo-ne
ai casteiiano -mbre, ia forma amaje hace pensar en portu-
59 Pnd~anoromdn~ca«,R EW», Vi, 159-161.
60 Guillén-Jáudenes, op. cit., pág. 28, s v.
61 Juan de Castellanos escribió cardumen («espeso cardumen de pes-cado
». edic. BAAEE, pág. 29 6) y el plural cardhmelzes (acardfime1~~d9e
chuchos/pescados como rayas», pág. 149 ó).
62 Reseiía a la obra citada en la nota anterior en aRFEb, XL, 1956,
página 258.
68 Caleta del Sebo, Arrecife, Corralejo, Puerto del Rosario, Puerto del
Carmen, Morro Jable, Agaete, San Nicolás, Las Palmas, Mogán y Santa
Cruz de Tenerife.
Núm 21 (1975)
28
16 MANUEL ALVAR
guesismos terminados en -agm, 64. Sin embargo, no encuentro do-cumentación
portuguesa para ilustrar los valores de este derivado
de m; no obstante pienso en armqa 'motim nas ruas', arma-gadw
'o que faz armaga, barulho', etc., y en alguna acepción de
ma, como 'plebe, gente inferior'. En cuanto a valor colectivo de
-agm (< -a t i c u), es bien conocido 65 y tal acepción es válida
para el término canario 66. Documentado el sentido 'suciedad, es-curriduras'
no es difícil pasar al de 'pescado sin valor' el cambio
semántica estaría apoyado en rm 'calle' + -ajeJ sufijo despectivo;
esto es, 'lo que se tira a la caiie'.
2.6.2. Al mismo étimo, y con un sufijo típicamente portu-gu6s
- m e > -m),re monta .-.r 1% encuentro la voz en ios
diccionarios que manejo, lo que puede hacer pensar que se trate
de un «lusismo» creado en las Islas. En Orzola (Lamarote) y
Fuencaliente (La Palma), m.ma. es la 'moralla' y en Barlovento
(La Palma), el pez conocido científicamente como AtWna hep-sshs
(nombre oficiai : chmkio) . En libyamonie -y no se desdeñe
la precisión geográfica- mame es 'el pescado pequeño que se
come el cebo de los anzuelos e impide que piquen los mayores' 67.
Creo que en todas estas designaciones se impone la idea de co-lectivo;
teniendo en cuenta la pequeñez de estos pececillos (la
Athsriw tiene unos 10 cm.), solo son visibles en el mar cuando
constituyen conjuntos de cierta importancia, algo así como ca-lles
o manchas.
2.7. Cam%cho tiene tratamiento fonético portugués
64 Me parece una explicación razonable teniendo en cuenta
sobre el que se incorpora.
(< *cü -
al Iexema
65 M. Said Aií: Grarmatzca Gst. da Zhgua portugzcésa, 3 1152; C. Mi-chaClis
de Vasconcelos, Wóes üe Filologia Portuguesa, Lisboa, 1956, pás-
-..m "" -- ---m /,.- 7.. O-," -,.c..,.. 2-=- r....--,:-.. 7.. .--T.&. ,. ..-- ,:.-a- A- uaa I I y slgn. {CLL la pag. SA%, ucuala uuua karunua r a auarusia biuiipllua cu-tre
los derivados de - a ti e u , a través del francés -age y los de - a g i n e >
> agem).
66 La voz sólo ha sido recogida por F. Navarro y F. Calero, que le dan
e: valor de 'pescado pequeño' (Vocabulario de Fuerteventura, «RDTP»,X XI,
1965, pág. 137).
67 Guillén-Jaúdenes . Golectzvos, S v.
434 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
LA TERMINOLOGÍA CANARIA DE MS SERES MARINOS 17
r i Ü n c l u < c u r ~ u l i u n c u l uy~ e~l significado de la pala-bra
es, en las Islas, el mismo que en la lengua hermana: Ter&
rmvdk. Mis encuestas sólo han recogido el lusismo en Barlovento
(Ea Palma), pues el término más generalizado es traza; sin em-bargo,
Sebastián de Lugo documenta la voz y la anotación que
hace Pérez Vida1 permite identificar la difusión occidental del
término
2.8, La presencia de 11 (dial. y), donde el castellano tendría
3, nos hace pensar en la filiación occidental de pialZaike 'pargo' (Pa-g
w pagmm) en Mogán. La voz falta en todos los repertorios que
rnane j~y a 1~ finim que puede parecerse es al francés pdlkt 'es-tera
de paja' y al castellano -derivado de él- paZZe% 'tejido que
se hace a bordo para defender algunas partes de la embarcación'.
Pero relacionar este conjunto de significados resulta dificil, por
más que los sigmificantes sean idbnticos. En Madeira, llaman pa-
YFayv u. -yar i~ss cm- p~i n(e~a& . c~hrnchmT,Q , ~ Q D ~ J O S ~ pero
pertenece al orden de los scorpeniformes, que no se parece gran
cosa al de los perciformes. Entonces hay que volver al portugués
comh para ver de aclarar las cosas. Según Figueiredo, pacR2helte
significa «que tem cor de palha», pero el pargo es un pez rosado y
sólo el Sparus mndwis @argo, según Viera), tiene das aletas
amarillentas». En Portugal, nuestro pez recibe el nombre -en-tre
otras designaciones- de pcerguete, lo que hace pensar si en
algún sitio no se habrá daao el cruce -de forma, ya que no de
contenido- de palhek ei patrgwlte y el testimonio insular es un
ec9 & esas mvtivacior,eu. T-An nnd;an+nmnntn Anl átimn nvnotn
U L U ~ ~ ~ I I U ~I uUL~L ~* u ~ A ~ ,.~+" A UU I l l l V U-."," "V
- s i n solución definitiva con mis materiales-, todos los caminos
apuntan hacia el lusismo.
2.9. Qwlla (o pega) es el 'bquidulce' o Hqtranchiccs cke-rezús
(Arrecife, Morán, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife), es
6s J. Corominas: Nuevas etzmologias españolas (AILC, 1, 1941, pá-ginas
129-134).
69 C<Olección de voces y frases provinc%ales de Canarias, edic. J. Rdrez
Vidal, La Laguna de Tenerife, 1946.
18 MANUEL ALVAR
la 'cañabota' o Hexmchm grisas (Corralejo, Morro Jable, Mogán,
Agaete, San Nicolás, Las Palmas, Arguineguin, Santa Cruz de
Tenerife, Roque de las Bodegas, hico, Puerto Estaca) y es la
'tintorera' o ^PrZonace glauca (Las Palmas). Ea polisemia no afecta
gravemente a la comprensión: los tres peces pertenecen al mis-mo
orden y, salvo el último, dudoso por su escasa documentación,
a la misma familia. Estamos dentro de los límites en que se mue-ve
la comprensión que hace el pueblo de aquello que el biólogo
clasifica Como muchas veces ocurre, la voz falta tanto en los
repertorios ictionímicos como en los léxicos insulares; sin em-bargo,
en portugu��s hay qu@lh para nombrar a1 GZyphis gZa2~-
GUS ?l. El étimon es el latín c a n 1 c u l a, derivado de c a n, según
conuf~ta r",hiér, el ep1-ñ-d r:g.Egja 'tih=rSn9 (&EWn 1-5861, &
donde pasó al maderense para designar al fiUSt62m l e v - k ~H~a~n.
de ser de origen portugués el mas de Andalucia y Levante y
e! caiión cantábrico ?", que designan a escualos feroces, y cuyo
fonetismo establece precisos eslabones de carácter arcaico, si los
*nn~--7-wr -um~-mynaO~ a r r-nv~niwm* uP ? m 7 7 v ~ ~ ~ n l ? ~ ~ .n oi ~ni rnn r~n7 5d. n -L LIIUJ - v VLUVIVIIAU-v Y WVY w
2.10. También ia -1í- manifiesta la extranje&i de mdZa (A+
co, Fuencaliente, Calera, Restinga) , maya (Puerto Santiago), ma-yita
(Santa Cruz de la Palma, Barlovento), designaciones de la
'cría del jurel'. En portugués, mdha se documenta con la acepción
de 'mancha' y tal es el sentido que tienen los derivados españoles
de m a c u 1 a: majal 'banco de peces', ~ n c h 'aca rdumen peque-
-
70 via Esiucizos canarios, i, págs Ui-54
71 Albuquerque, pág 100.
72 Porto da Cruz, pág. 211 En Ericezra se identifica con un ScyZorh~-
%m. El español cañabota (Hexanchus gmseus) debe tener * c a n i a 'perra'
como primer elemento de su composición, cfr, cafie~os «especie de plznta-rroja
[= SchyZl2orhznus canicula], sólo más prqueños» (Garcia de la Leña,
op. eit, pág. 213).
73 Testimonios en Lozano, Nomenclatura, núm 18, para designar -pre-cisamente-
al WtteZus canw.
74 Lozano, NomencZatura, núm 14- Prionace glauca.
7s En Santa Cruz de la Palma, aqueya es el Carcharodort carcha?-ias,
escualo como los anteriores.
436 A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANTICOS
LA TERMINOLOC~A CANARIA DE LOS SERES MARINOS 19
fío', mnohbn 'mancha grande de los bancos de sardina' De
nwclha 'mancha' (por la que forman 106 jurelillos juntos) se pas6
a designar a la cria del scómbrido, aunque el cambio semántica
debe ser canario, pues no lo encuentro documentado en portu-gués
77.
2.11. El suf~jo-i ño, -iña denuncia el portuguesismo de dfoaz-si,
ñ,@ y aZoatrifia. El primero se presenta bajo las variantes dfon-si60
(Barlovento), d@;y~sGíiñs( Santa Cruz de la Palma) y aiftwifio
(Restinga) para designar al pez Anthias mthim. La palabra cons-ta
-ya- en Viera, que la identificó con la Trigk ZUZmndo y aún
añadió las designaciones insulares de alfcrnsiíío; a l f w - y fu%GiioP,
las gallegas alfondega y fonclega y la francesa hirQndeZie & mar 7S.
Probablemente, la forma del sufijo se debe a pseudo-lusismo, pues
10 que se documenta en Madeira es Alfmsjm tanto para designar
al Bmyx demdactylzm o al B. tpZen&ms como al Hq.vlostethw me-di~
tmn,~.~0; ?alt ~_sP raca%thu.c~r mnhtus 79. Por otra parte, en @a-narias
cuando menos, la etiología popular ha actuado para dar
forma a la paIabra, de acuerdo con el antroppónimo de origen ger-mánico
(esp. Alfomo, port. Afomu) y es probable que el étirno.
sea el nombre de persona, pues en catalán hay Anf& referido a
numerosos nombres de peces alguno de ellos del mismo linaje
que los rnadereños y canarios. Coincidiendo con la polisemia del
catalán, mis informes, como tantas otras ocasiones y no sólo en.
mis encuestas, sino en la terminología vulgar de lingüistas e Pc-tiólogos,
dieron el nombre a otros varios seres marinos (Brarnfcet
76 Guillén-Jáudenes, op cit, s. v.
77 Ni en los diccionarios, ni en la monografía de Y. Malkiel, Tkree %'AS-panw
Word Studtes, Berkeley-Los Angeles, 1947
78 Bct. Hwt. Nat., 1, 47.
79 Infonnaci6n de Albuquerque, págs 566, 568, 579 y 648
80 Berthelot, La peche, pbg. 73, da afolzcino como nombre vulgar del
Rerranw anthias, pero debe ser una mala transcripción. La ebmología DO--
pular ha actuado incluso sobre el sufijo: según Guerra Navarro, se le llama
alfondo y acntoñzto (Lgxzco, s. v.).
81 Vid Anfós, apud Lozano, Nomencíatura, pág 157 a El DzccionarC
Alcover-36011 acepta la etimología del nombre germánico.
-20 MANUEL ALVAR
-~aj if, i t r ~ r n a twfi cttdce), lo que no extraña en este caso con-
&reto, pues Berthelot ya hizo constar que:
«. . . I'Afoncinu [sic] ou le pagel des Canaries [PageZZaks ca-narimk],
belle et grande esp6ce que les Isleños devraient
distinguer par un nom plus caractéristique, ear celw qu'ils
donnet ce poisson est souvent employé aux iles pour en
désigner d'autres de différents genres et familles»
2.14.1. Alcabiña; es el 'boquidulce' (Meptrmchias okaerm8)
-o la 'pintarroja' (BcyZli~rhinwca nicwica) 8 4 . Recogí otras varian-tes
fonéticas como arcatriya 85, arcatrina 86 y aoatriha ninguna
de efisLs &jc-mieiltada, como twriUceioic Uene-feui en purt?;-
gués ni en español- aZcatrSlña. Indudablemente, se trata de un
derivado del árabe g a t $ s 'alcatraz, especie de águila marina'.
El paso de 'ave' a 'pez' puede estar inspirado por el pliegue que
algunas de estas especies tiene bajo el maxilar inferior, y que re-cordaría
ei de ios peiicanos, o por su ferocidad. De cualquier
modo, cigkkcz como nombre de seres marinos se documenta re-ferido
al Myhbatis 04wih, con lo que nuestra metáfora no queda
aislada en las designaciones ictionimicas. Como en el caso de al-f0nsZo
tenemos ahora un lusismo ~610c aracterizable por la for-ma
del sufijo. Sin embargo, puede darse el caso contrario, que
identifiquemos una voz como de origen portugués por serlo la
evolución fonética que denuncia, a pesar de que el flujo esté
castellanizado: tal es el caso de tonina, al que he dedicado un
-trabajo aparte
82 Op. cit., p&g. 90.
8s Documentación de Santa Cruz de la Palma, Barlovento, Puerto Es-taca
y Restinga
84 En Restinga (isla del Hierro)
85 ScyZ canicula en Las Palmas y Mogán.
86 Sqyliorhiws ste1lar.i~o 'alitán', en San Sebastián de la Gomera, %aun-que
me dijeron que el pez era desconocido en aquellos parajes.
87 Hept. cinerezcs en Puerto del Rosano.
88 Datos para las etzmologias de «tollo» y «to%z%a» «Studia Hispanica
in honorem R. Lapesa~, ii, Madrid, 1972, págs. 21-28.
438 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA TERMINOLOGIA CANARIA DE LOS SERES MARINOS 23
2.12. En otros casos, los lusismos son de carácter léxico, por
más que no sea fácilmente discernible cuando un proceso fonético
se ha lexicalizado. Independientemente de los casos en los que se
denuncie el portuguesismo por otros indicios, nos atendremas de
momento a las voces que, documentadas en la lengua hermana,
faltan -sin embarga- en castellano.
2.12.1. Tal sería el caso de oabom con el que se designan di-versas
variedades de GobYiw (cast. 'chapamudo'). En ~ Q Sre per-torios
españoles se cita mbosQ, como castellanismo sin localizar s9
s como andalucismo incierto 90; nuestra Ncwnmddwa o f W , tan
desafortunada habitualmente, cita como canarismo cab o&t y
como voz sahariana cabot, que son catalanismos, nunca registrs-dos
en encuestas directas gl. En esas mismas colecciones ictioló-gicas
se recoge el nombre portugués cadm, que habrá que eliminar
por erróneo 52. Así, pues, a la vista de todos estos informes hay
n,ze &&ur qm el. c & o ~ca~na ri_e & ~ r l g ~-qn& A F,n &&ni
ccxb.Qm, -Wo no consta en el ALEA y, en las muchas encuestas
ictidógicas que he hecho en el sur y sudeste de la Península, sólo
encuentro caboxo en Ayamonte, junto a la raya de Portugal (O&
bims caprito) y, en la provincia de Cádiz, un oaóoxa de piedra en
Algeciras, para designar el mismo pez En el I)YicCi. etim. de An-tenor
Nascentes se apunta que la voz deriva de c a p u t, lo que
parece cierto si pensamos tanto en la nomenclatura latina cuanto
89 Lozano, NornencTatura, núm. 447 (Pornatochistus minutus).
90 ibldem, núm. 450 (Goóius pganeliusj.
51 Página 132. Luego no cita otra voz catalana que gobit. Bastaría re-pasar
los índices de Lozano, NomencZatura, págs. 165-166, para documentar
abrumadoramente cabot.
92 Moraes no atestigua sino cabóx, lo mismo que Wgueiredo, Albu-qerque,
Lopes Alves, Porto da Crua.
93 En Sanhago de la Ribera, en suma proximidad con el dominio cata-l
h , lo que atestiguo es el cataianismo: caboft), que llega a Melilla (ca-bote).
A pesar de la proximidad fon&ica, me parece difícil que el gabó del
Puerto de Santiago sea un cataianismo; creo -más bien- en una detur-pación
del caboso general, habida cuenta de la mediocridad de mi fnfor-mante.
22 MANUEL ALVAR
en la catalana, y que la cabeza del pez suele llamar la atención 94
hasta el extremo de que Viera y Clavijo escnbía que su <<cabeza
[es] grande y desproporcionada a su cuerpo» 95.
Cad@ aparece en este historiador («por otro nombre C&OXB),
sin más referencias, lo que me hace dudar de que sea forma ex-tendida
ni en lo antiguo ni en lo moderno (jamás la he transcrito,
ni consta otra cosa que cabQzo en los repertorios exclusivamente
iéxicos o ictionimicos) ; por otra parte, he de señalar que nuestro
venerable naturalista erró en el nombre del pez Ilamándolo ccaibsx.
Cierto que cadm podría tener apoyo en 40s informes de Porto da
Cruz, que señala el habitat del pez <mas pwas da beira - mar, 9G,
y haría pensar en el port. c d s 'madriguera' (¿$ir. q ii d 5 S?)
Sm s ~ b a r g om, e pmece ram ZG enc~zt rar teme nombre
más generalizado 97 cuando, precisamente, la palabra tiene vita-lidad
en la lengua comían. Tampoco me parece más convincente
pensar que sobre un C&S primitivo (¿por qué su rarísima docu-mentación
tratándose de un pez muy corriente?) intervino c a p u t
poi etL-Iiolog;a poiu:ar.
2.13. El Physeter catodon o Ph. mcccrocephalus es cha1ot@
en Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto del Rosario, Santa Cruz de
la Palma y Barlovento; cachalofe en Las Palmas, Santa Cruz de
Tenerife, Puerto Santiago y Puerto Estaca. En gallego y portu-gués,
cuchD74 significa 'cabeza', y de ahí procede la palabra cas-tellana
(Corominas, García de Diego) ; el término en Canarias es,
pues, un lusismo no directo, sino a través de la lengua comixn. En
94 Así en la definición de Guerra Navarro, s. v caboso.
95 Dicc. HM. Nat., 1, 147. No se si tendrá que ver directamente con
todo esto el caboso «mentecato» de Santa (Tnia de la Palma.
96 Así a propósito del cabosinho (Trzptetypon omsus), que cita en la.
página 211, y de los muchos golndae de la pág. 215.
97 Ceremi~ac:e ñ d a («IXELZC»s~. v. cadozo) la existencia de cadós:
cadosete, que sólo constan en Figueiredo como peces de agua dulce Son,
pues, peces de río, que no extrañan a semejante terminología, aunque no
resulta claro por qué lo que caracteriza a unos no se considera válido para
otros. Sin saber cómo son los cadoses fluviales es aventurado emitir cual-quier
hipótesis, aunque no se pueda excluir un 6timon distinto para los pe-cecillos
de río y los de mar.
440 A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANI ICOS
LA TERM~NOLOGÍA CANARIA DE LOS SERES MARINOS 28
cuanto a la metátesis recíproca cachal-, cbacca2-, acaso se pueda
pensar en el influjo del nombre del adive, frecuente en el norte
de Ahica.
2.14. En el mismo caso que el anterior está chow. La voz,
figura en el DRAE como 'jibia pequeña' y en Andalucía se do-cumenta
ohoco (Xqia officlinalis) en todo el occidente de la re--
gión; en tanto que oWpo es, fundamentalmente, malagueño 98-
Así, pues, la geografía confirma el lusismo, que -en andaluz-debe
ser directo y no a través del castellano. Probablemente ha-brá
que explicar del mismo modo la presencia general de la pa-labra
en las Islas -andalucismo en Canarias-, que en unos sitios
es la Sepiola Itíondaktai (general), la Rossk mmo@soma (Bario-vento,
Santa Cruz de la Palma) o la 'cría de la sepia' (Santa Cruz
de Tenerife, Puerto Estaca). Sólo en Fuencaliente encontré la va-riante
-andaluza por lo demás- chqo. Probablemente, las Tos--
mas españolas 99 son lusismos derivados de choco, 'huero, clueco'..
2.15. Portuguesismo es el adjetivo eachero, que se aplica
al erizo. En Puerto Estaca se daba este nombre al Echinus mi-motzcbwcwlatw
y en Arrecife, Las Palmas y Restinga, al Par&
mntrottm ZivZd;~. En portugués dícese cmheIiro al erizo que se.
esconde bajo sus propias púas (Figueiredo) ; nada extraño tiene
que del animal terrestre pasara la denominación al maritimo leo.
2.16. En otra ocasión me he ocupado de la penetración de
l.$a eri aE&hlza , 10 qGz: evita zaYa&ilLTUrz. Sill ellibaí^gV,
las formas canarias parecen proceder directamente: dda es la.
Sepidtx R d 3 6 t i i (Las Palmas) o la 'cría de la pota' (ib. j. La
o!- inicial procede de un cruce de lwZa 'calamar' con duZa 'tanda
98 ALEA, I. mapa 1158; en el 1.15% nota., &oco es 'cría.. d.e1 ca.lama,r'.
99 A las asturianas y vascas del DmLC, añádanse el santaoderlsmo
choco 'cría de la sepia' (San Vicente de la Barquera).
100 @fr. portugu6s cachar 'esconder, ocultar'. En español cachero se
aplicaba sólo a una ropa tosca.
101 Portuguesiwrws en an&Zuz, apud WeZtoffene Romanisttk Festschrift
AZwin Kuhn. Innsbruck, 19613, págs. 311 y 315.
24 MANUEL ALVAR
de riego'. El étirnon portugués remonta a 1 u n u 1 a 'lunita', de
donde "Izcnla > "Luirla y, de ésta, las formas que comentamos 'O2.
2.17. Creo que debe ser de origen portugués la designación
insular de una variedad de Pcegellus conocida por garape1Z.u (Ca-leta
de Sebo) o garapeyo (Puerto del Rosario, Arrecife, Las Pal-
=as, Mogán y Puerto Santiago). En Nadeira llaman garapuru
al PcegeZus centrodontus lo3, VOZ que corresponde al peninsular ca-rapm
(acaso un T r a c h . ~ )L. a adaptación del término portugués
se ha hecho en el final -cm, poco expresivo para los oídos castella-nos,
en tanto -o80 / -eyo aparece en palabras tan corrientes como
cabdlo; cmeZlo, cwlZo, seno, cetrqdlo, etc. El cambio c- > g- es
frecuente en canario, por más que contemos con documentación
del paso en el dialecto madereño.
2.18. El DRAE da la voz safio como cubanismo para de-signar
a un 'pez parecido al congrio'. No es necesario ir tan le-jos:
mfi~u o .sn;fio (téngase en cuenta el ceceo regional) es la de-signación
del Congw congw en toda Andalucía lo4. García de la
?Leña recogió la voz (pág. 255) y aunque la considera sinónima
de congrio aclara:
«Se diferencia e! safío del congrio, s e a n algunos, en sólo
el color, pues el de éste es blanco, y el safío negro» lo5.
Mis encuestas no permiten mantener esta distinción. En Ca-
~~a r i aVs i,e ra describió al congrio y, otro pez de ningían parecido
~ c r6:1, 1% s~ifiw.L os datos qxe he allegada {B. s s i ~de signan a la
mojama (Diplilodw vulgar&) con los sigiiientes nombres : saifio
(Caleta dei Sebo, Barlovento, Puerto de la Estaca) =O6, saifh (San
102 Para pota, t6rmino más generahzado para designar a los calama-res
bastos, md. Ict. y Geogr. Ling., 8 37.
103 Albuquerque, pág. 713.
104 Se exceptúan el congrzo de Cádiz y el c6ng.iZo de Palomares
(ALEA, IV, mapa 1.146).
105 Conv malagueñas, pág. 218.
106 El informante de esta localidad lo distinguía del sargo por ser do-
Tado y este plateado.
442 ANL'ARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
LA TERMINOLOGÍA CANARIA DE LOS SERES IvTARINOS 25
Sebastián, Puerto Santiago, Santa Cruz de la Palma y Restinga),
seifio (Arrecife), svifia (Las Palmas), siJjio (Puerto del Rosario),
sejia (Mogán) lo¡. Vemos, pues, que han venido a coincidir en la
terminologia vulgar dos seres marinos harto diferentes: el con-yrio
(Andalucáa) y la mojarra; (Canarias). En portugués, safiol es
'pequeno. congro' (Figueiredo) los, sewar. 'peixe labrbide' (ScarM
denticdatus) (id.) y con siefia, sGfza, safio se designa al Di$@-
dus vuzgaris en el territorio peninsular loQm, ientras que en Ma-
,deira le dan el nombre de s&fk llo. Tenemos, pues, que la identi-ficación
de dos contenidos con una sola forma se da en portugués
con las mismas realizaciones que he señalado para el dominio
castellano. Dado el carácter dialectal de estas formas habrá que
pensar que proceden de ayeiias. En cuanto ai íoi i i~~ülii~ü , pode-mos
aclarar las cosas: los lexicógrafos portugueses piensan siem-pre
-y sin convicción siempre- en el árabe s a f i o 'lugar pro-fundo';
cierto que la duda es razonable. Corominas -sin mayor
motivo, a mi ver- aduce zafio como origen de la voz, y W6lfel 111
.se inclina hacna un préstamo eomado de ios pescadores ber-kris-cos,
pero como asiaf 'vaste plaine absohment plate' no parece que
tenga mucho que ver con nuestro sargo y la voz --queda docu-mentado-
no es sólo canaria, tendremos que desechar la hipó-tesis.
Habrá que buscar una aplicación conjunta para las formas
peninsulares (Portugal, Andalucia) y las isleñas (Madeira, Ga-narias)
.
2.19. Llaman que2me o queme en Canarias a varias clases
de escualifsrmes como el 'aiitán' ( S c y l l h stellariis) 112, la
'bocanegra' (Pr&tUS mZasLomw) 113, el 'peregrino' (Ce;torhinus
107
108
página
109
110
111
112
113
Cfr. saafia, sezfia en el LéxZco de Guerra Navarro.
También en Madeira safio son «os congros novos» (Porto da Cruz,
210).
Albuquerque, pág 718.
Idem y Porto da Cruz, pág 227 (ilustración en Ia Iám. XXIII, 1).
Op cit, pág. 563, 3 346.
En Arrecife, Puerto Santiago y Santa Cruz de la Palma.
Caleta del Sebo y Puerto del Rosario.
26 I.IANUZL ALVAR
maximm) 114, la 'mielga' (Squaius acanthias) 115, el 'negrito' ( E L
mopl'eras q4nax) llG, el 'quelvacho' (Centrorphows grc1nzkbsu.s) '17-
Este último es q-e~ma en Arguineguín y Fuencaliente. Se trata
del árabe q u e 1 b 'perro', cpe se continúa en el antiguo y dialec-tal
quelve, pezbe llS, y con equivalencia acfistica b = m en las
formas que transcribo. De-rivados de la voz árabe se recogen en
portugu6s y en castellano 119, pero si quelve consta en portugués.
aesde el siglo XIII y en espaoíol es -al parecer- muy escaso y
sin documentación antigualZ0, habrá que pensar en el iusisme
de la voz lZ1.
9 90 Ann-4-n lno ngnnn nn*nrinv-an - ~ r & grder,acihr, E& &,.uva -.ya& *G u., IVU CI'AUVU UIlrUIlVIUU J
difícil -están los nombres de unos cuantos peces muy parecidos.
Llaman brota al GcÚdimiruis argenteus (cast. famca pldeada') en
Santa Cruz de Tenerife y Restinga, al PhycZs phy&s (cast. brb-tob
de roca) en Santa Cruz de Ia Palma y al Onos tricirratus
(cmteflaEo :&a) en h e r t o E,&~ cp~r; ~ ~ es bs~fia e! ~PF,.y= G ,
czs phycis en Barlovento. Formas éstas que se corresponden can
114 Puerto Estaca, en la isla del Hierro
115 Las Palmas de Gran Canaria
1x6 Arrecife, Barlovento, San Sebastián.
117 Caleta del Sebo, Puerto Rosano, Morro Jable, Corralejo, Mogán,
Agaete, San Nicolás de Tolentino, Roque de las Bodegas, Arico, Los C"ris-tianos,
El Médano, Santa Cruz de la Palma, Barlovento, San Sebastián de
la Gomera.
118 Vid J. Pérez Vidal, Arabzsmos y guanchzsmos en el. español de Ca-z--
fnnrnn wm inov ,A- r>on>
I L ~ U -L~ I ( I L U A ~ , MZU, L ~ I V ~ya, s. uvv, .
119 Quelvacho es el nombre oficial español del Centrophorus granulo-sus
(Lozano, Nomenclatura, pág. 19 a, núm 32).
120 Aunque no lo aducen ni Egxilar ni Corommas, el quelve fue descrito
por García de la Leña como.
<<Pescado de cuero, semejante al cazón, un poco más pequeño [ 1,
su aceite es bueno para heridas y su pellejo para forrar cajas, espa-dines,
etc.» (pág. 253).
Viera (11, 252) también lo incluyó en su Hzs Nat, s. v. quelme
121 Albuquerque da los nombres de queime, quelme como propios deT
Centrophorus granulosm.
444 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N ? I C O S
LA TERMINOLOGÍA CANARIA DE LOS SERES MARINOS 27
e1 portugués brota (Phyck bZe"lzniGdes), a b r o t ~( Bh. phy~is)lZ 2.
Llama la atención el poco interés que han despertado estas pala-bras-
por 10 demás muy difundidas-. En los otros romances pen-insulares,
se conoce una variante sufijada (cat. brdtda, cast. br6-
tola), que no ha seguido mejor suerte. El DC'VB., s. v., remite
a indlleura, mejor documentada y conocida. En cuanto al dominio
castellano, la voz no figura ni en el DRAE (e&. P956), ni en
el DCE'LC, ni en el DEEH, a pesar de ser conocida desde
entiguo. El benemérito Garcia de la Leña había dicho c p s era
una «especie de pescada y muy parecida a ella» (pág. 211), lo que
-es ciertotoy, el término tiene una enorme difusión en la AndalucPa
de hoy 123. La Rel&n, inédita, de peces canarios que manejo da
r,n-n ;crlnñno hriAfnJm ISn fnnonni (Pkr i r r in h,70w>w~m~dT~, alh r r 6 t d 1 ~& b w i l r u ruisrrvu v ' r v b v u w wv j c u r v y v \s. n v y v c v ~ v u . r v r v v - - u v , J v. v-urw.
roca (Ph. Pkzycis), pero mis materiales no han documentado ta-les
formas lZ4.
2.21. Me inclino a considerar lusismo insular a una voz mo-
-zárabe suficientemente conocida : me refiero a oheme í i a c e r -
n a). En el dominio castellano, consta siempre cherna @RAE8,
DCELC, DEEH, ALE& mapas 1.108-P.109), en tanto el portu-gués
atestigua cherne y con él, todas las Islas, donde la voz de-signa
al PQZyp.rion americanm (cast. cherna) en Caleta del Sebo,
Orzola, Arrecife, Puerto del Rosario, Puerto del Carmen, Morro
Jable, Arguineguin, Roque de las Bodegas, Arico, Los Cristianos,
-El Médano, Santa Cruz de Tenerife, San Sebastián de la Gomera,
La Calera, Santa Cruz de la Palma, Barlovento, Fuencaliente y
-P -u erto, Estaca; al Epimphe1u.s guaxa (cast. mero) en Las Palmas, ~iogAnR, estinga y h e r t o Estaca; ai Serranus ca'wiiia (casteiiano
.@a~iZla)a,l Serranas scriba (cast. serrmo) y al Paracenhpristis
hepatuis (cast. merillo), todos en Santa de Tenerife.
2.22. Por ialtimo -y lo señalo con ciertas dudas- tal vez
sea portugués iiamar zapata ai Pzuntmx,~ pmiaxxo (cast. sargo
122 Hay otras numerosas variantes fonéticas en Albuquerque, pági-nas
472-473, y Porto da Cmz, pág. 213 (lám. 1, figs. 1 y 2).
123 Vid. &LEA>>, IV, 1139.
124 En Lozano, NomencZlatura, no se atestiguan brota o brotia.
28 MANUEL ALVAR
picudo), como se hace en Barlovento, o zapata miscai al Sparus
auratus (cast. dorada) en Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto del
Rosario, Santa Cruz de la Palma y Barlovento. Me inclino a la
vinculación porque en los repertorios castellanos no encuentro
xapatct en ningún caso, mientras que en portugués designa al Le-pid~
rhimws sqzu~:?nosm (cast. quehacha), al dcanthidiwm cal-mus
(cast. sctpuillta;) lZ5y a1 Centr~sdaohmm epidater (cast. sapata
negra) lz5, aunque no haya demasiada conexión entre las especies
canarias y las portuguesas, cuya designación debe estar inspirada
en ser «peces de cuero» los tres que se designan con la palabra
zapata lz7.
2.23. En el dominio gallego-portugu6s aparece rn~unjzh en
acepción que podrá relacionarse en otras canarias. Ciindido de
Figueiredo recoge maqjúce como término algarviano que designa
'sardinha'; - ~brasile~irismo ,que tiene la acepción de 'peixe
muito miúdo' y en relación con ellos manjoadce 'abando da cana de
pesca' y mjoei ra 'amadilha de rede e arcos para pesca' lZ8.E n
Galicia hay m j k a 'cardumen acosado por otros peces y delfi-nes'
y pesccor a Zcz nzanj6a 'aprovechar su forma y visibilidad para
capturar el cardumen con artes de cerco y jareta' lZ9C. on la acep-ción
de 'sardina' habrá que relacionar la mju(g)a canaria: 'cría-de
la sadina' en Las Palmas, Mogán y Santa Cruz de Tenerife;
'cría del besugo' en Haría; 'jurel joven' en Cdeta del Sebo, Puer-to
del Carmen, Arrecife, Los Cristianos, El Médano y Puerto de la
Estaca. En Puerto del Rosario y Ssnta Cmz de la Palma, para
nombrar a la 'cria de la sa~dina' especificaban con maju(g)a de
sardina, mientras que en María, Arrecife, Arguineguín y Puerto!
125 Lozano, Nomenclatura, núm. 33: «tomado del portugués».
126 Ibidem, núm. 35: «tomado del portugués» La incongruencia de la
terminología española asalta una vez más: traducen preta por negra y, sln
embargo, conservan -Dios sabrá por qu& una S- extraña a la lengua
oficial.
127 Albuquerque, págs. 122, 124 y 129.
128 .¿Za(n)jarona, majerona 'utensiho de pesca' (J. Lopes Alves. A Zzn-guagem
dos pescadores da Erzceira, Lisboa, 1965, s v.).
129 Cfr. J. F. Guill6n y J. Skudenes: En torno a los coíecttvos de seres
marinos, Madrid, 19.56, s. v. La voz falta en Valladares y Cduveiro
446 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N f I C O S
LA 'l%:RMINOLOGíA CANARIA DE LOS SERES MARINOS m
de la Estaca, la palabra era -o además 'pececillos menudos,
morralla': se ve, pues, que la voz es universal, aunque no figura
en las compilaciones lexicograficas de los Millares y de Guerra
Navarro, ni en obras como las de WGlfel, tan adicto a incluir en
sus trabajos -sin ninguna clase de discriminación- todo lo que
lograba allegar.
La única dificultad para unir las formas canarias con las pen-insulares
-y esta es la razón por la que incluyo al final de los
lusismos la voz- está en la falta de ,n en aquellas. En un dia-lecto
donde la nasalización es muy intensa, no he transcrito la
consonante nasal ni la vocal nasalizada en ninguna de mis en-cuestas;
tampoco en portugués encuentro sino un caso sin -%,
Ante estos hechos pienso si la palabra canaria -cuya semejanza.
con las 'py~icnjúcX;sg allegas y algarviana parece incuestionable- no
habrá sufrido la influencia de alguna otra voz. En los enuncia-dos
insulares, la idea dominante -si no exclusiva- es la de 'pe-queño,
cría', contenido relacionable con el de rnajalwb 'cría del
camello'. Los hermanos Millares dieron esta voz como propia de
IFuertevent~ral~y~ a, ún añadieron uno de sus comentarios jo-cosos,
reprobados por Max L. Wagner131. De ellos copió Guerra
Navarro, s. v. Las encuestas del ALEICan me han permitido
ampliar mucho la información que teníamos sobre mccjaldo: en
Haría y Puerto del Carmen (Lanzarote) es el 'camello [= drome-dario]
recién nacido' (que en el resto de los lugares se llama
gueiZfo) y, en la totalidad de mis materiales (Tiagua, Teguise, Fe-m&,
Arrecibe, en Lanzarote, y toda la isla de F'uerteventura) de-signa
al 'camello de dos a cuatro años' ls2.
=o Léxico de Gran Canaraa, Las Palmas, 1924, s. v.
- A - MI En ia reseña & la "Ui-a ,,, pQ. 78).
132 Unamuno tenia razón al apostillar: «Se llama guelfo al camello
mam6n, o de leche; luego majabulo, hasta que empieza a trabajar, a los
tres años, y luego camello» (nota al soneto XXIX, en su libro De Fuerte-ventura
a Pae, apud O. C., XN, pág. 505). En el Dicc. Rast. Natural, de
Viera (s. v. camello) se habla del majaluto, errata -como tantas otras-de
la reimpresión de 1942.
MANUEL ALVAR
3.0. Después del muy agudo ensayo de José P. Rona el con-cepto
de americanismo debe interpretarse de manera totalmente
distinta a la habitual 133. En las lineas que siguen consideraré ame-ricanismos
las palabras procedentes de lenguas indígenas ame-ricanas
o los términos españdes que en América tienen un valor
ignorado en la f eninsula.
3.1. En dos lugares he encontrado la voz americana guachi-nango
referida al 'dentón' (Dentex dentex) en Caleta del Sebo y
a la 'dorada' (Sparus cmcratw) en Morro Jable 134. El étimon de
la VOZ no está claro 135, aunque parece de origen náhuatl. La pa-
!abra está extendida por otros paises: con la acepción de 'pargo',
que figura en el DRAE, se documenta en P&éjico y Cuba136.
Teniendo en cuenta las intimas relaciones de Canarias con Cuba
habrá que pensar que la voz se transmitió desde aquá y no desde
Néjico.
3.2. Gomc voces cubanas da la Academia peto 'pez de gran
tamaño' y picda 'pez semejante a la aguja', pero dudo que po-damos
considerar como cas'cellanismos estos términos. Peto es la
Spihyraencc splzyraena en AndaIucía y otras regiones mal identi-ficadas
13? y, en Madeira, aunque poco frecuente, dan este nom-bre
al Tetrapturm belme138. En cuanto a las Islas, llaman así a
nn 'volador' (Cypseimms Eondeiaiiij en Las Palmas; a ia 'pa-
133 &Qué es un america.lzzsmo'?, apud «El Simposio de México. Enero
de 1968. Actas, informes y comunicaciones>>M, éxico, 1969; págs. 135-148.
134 Aquí el nombre transcrito fue guachzlango.
135 F. J. Santamaría, Dzccionarzo de mejzcanzsrnos, M6xic0, 1959. s. v.
136 F. J. Santamaría, Dzcnonario general de aTmerzcanzsmos, México,
1942, t. 11, s. v.; A. Malaret, Lexicón de fauna y flora, Bogotá, 1961,
s. v. Este último autor en su Dicciomarzo de amerzcanzsmos (Buenos Aires,
1946) no registra sino los valores metafóncos de la palabra.
137 Lozano, Nomenclatzlra, pág. 65, núm. 270.
138 Albuquerque, pág. 855.
448 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
parda' (ScmOmmx txxww) en Arrecife y Lamarote; al 'espe-tón'
(Sphyrama qpiyrmca.) en Puerto Estaca y Restinga. En el
siglo xvm, Viera y Clavijo reconoció al pato marino (Scomh3r p-lagio~
en su nomenclatura científica), contó las excelencias del
herreño y lo distinguió de la picuda, por más que tengan pareci-do
139. La etimología debe ser espato, nombre corriente del pez en
varias lenguas140, con tratamiento meridional (&pato) y falso
análisis de la palabra (qsto: = articulo + peto). Esto me hace
pensar que el término madereño, poco frecuente, se haya tomado
de algfm dialecto español (el canario, probablemente) y que la voz
en Cuba no sea otra cosa que un término comixn con Andalucía
y Canarias.
3.3. Idéntica situacibn descubro en la pviollc(d)a, pretendida-mente
cubana. Llaman así al 'espetón' (Sphyrarerna sphymmm) en
Caleta del Sebo, Santa Cruz de la Palma y Barlovento. La metá-fora
de la designación -tan fácilmente explicable- no merece la
pena que nos detengamos más en ella. Viera recogió nuestro pro-pio
nombre 141 y como tal figura en los repertorios modernos 142;
también se atestigua -referida a la propia 8phyraieru;c la ter-minación
masculina @WOen )zo nas castellanas y andaluzas 143.
La variante portuguesa (bh(d)a) está muy generalizada, sea co-mo
designación del pez que nos ocupa (Puerto del Rosario, Arre-cife,
Las Palmas y Mogán), sea del 'pez plata' o Argerztina why-rama
(Restinga), sea de la 'parpada' o Smmbmewx gaums Wer-to
Estaca), caracterizados todos ellos por el alargamiento de su
boca. En portugu6s, la b2cvuiaoc es el nombre maderense de la
Splhyrama sph. 144 y bimíW7 el peninsular del Nugil ramada 145
Qespañol mmagw.tel). Creo descartado el origen americano de pi-c.
uicZa como designación de un pez parecido a la a s j a , pues se da
139 Rbt. Nat., 11; págs. 215-216.
140 Portgués espeto, frances spet, inglés apet, castellano espetón.
141 Hwt. Nat., 11, 223.
142 Lozano, Nomenclatura, núm. 270; ReZaoibn, inédita.
14% Lozano, Nommdatura, núm. 270.
144 Alhquerque, p&g 602; Porto da Cruz, pág 228, y Iám W,fi g. 1.
145 Alburquerque, pág. 608.
Nkm 21 (1975)
29
31 MANUEL MVAR
paralelm-ente en portugués y, en cuanto a la forma masculina,
en un dominio m&s amplio. Tal vez no sea improcedente pensar
al revés: que la voz cubana sea un canarismo (puesto que el tér-mino
insular aparece inserto en un dominio más amplio). En cuan-to
a si picuda es una forma originaria o adaptación castellana
del portugu6s b W a , no podemos resolverlo con nuestros datos :
en las dos lenguas se documenta la palaha, en ambas se recoge
el masculino y en una y otra eI lexema transciende a la propia
designación de la Sphyraenu.
4.0. Eh 1965 se publicó la Wommltatura Ofi&Z esp1a20la d's
los a'pzhbs marinos de interhs pasqwra, obra de F. Lozano,
O. Rodríguez y P. Arté. Como en ella se daba la distribución geo-grhfica
de las variantes de cada término, podríamos pensar que
íbamos a contar con un valioso auxiliar para establecer las vin-culaciones
léxicas de cada región. Desgraciadamente, el valor de
la obra es muy escaso y los errores, contradicciones y faltas de
método, constantes. Con la pretensión de establecer una ordena-ción
sistemática desde nuestro campo, redacté mi trabajo %dio-
~imia y geografia Angiiistica, que nos evitará ahora reiteracio-nes
146. Con los datos que he conseguido allegar -encioestas di-rectas
para el AL;EA y para el futuro Atlas de los Marineros
Peninsulares, materiales de otra procedencia- puedo registrar
como andalucismos canarios una serie de voces que son comunes
a las Islas y a las costas meridionales de la Peninsaila.
4.1. E1 'pez espada' (X@hiw g l a d k ) es llamado ai(g)uja
paZag6(.s) (Caleta del Sebo, Las Palmas, Mogán, San Nicolás y
Arguineguín), aguja (&11) pdodar (Caleta del Sebo, Arrecife,
Puerto Santiago, Santa C m de la Palma, Barlovento) y abuija
phdar (Santa Cruz de Tenerife), se& consta en el D U E
(atgu:ja pczrkdckr). Los repertorios de la ictionimia dan aguja pa-
A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N l ICOS
LA TERMINOLOGÍA CANARIA DE LOS SERES MARINOS 33
ladar como designación vulgar de B s h e b~aíme o del Lqidopus
cawdatws y a p j a piaE como nombre del Xip~hias glradiw 147. Aho-ra
bien, la localización de esta terminología se limita a Galicia,
Santander y -muy extensamente- Andalucía. Hay que eliminar
la voz de Galicia, pues allí mpja es castellanismo, y de Santander,
pues mis datos de San Vicente, Santander (dos encuestas en Iu-gares
distintos), Laredo y Castro Urdiales no registraron pala-dar
en ningún sitio. Quedan, pues, como localizaciones Unicas -y
bien difundidas- las andaluzas. En efecto, Garcia de la Leña des-cribió.
las agujas y dio pormenores muy precisos de la piailadar
(página 2043, el ALEA la documenta hasta la saciedad 14s y
como término malagueño lo registra Salvador Rueda
4.2. En Canarias, el p b i t de rmca150o Golbbis mp i t o se lla-m
blzcdzone (Caleta del Sebo) o bu9692 (Puerto del Rosario) ; bu-y&
& h&wa (Las Palmas) es el @rmiZabrm pmo y buyom
(Santa Cruz de Tenerife), el BlemZm gattomgine. En la NOtmm-cht,
iéiia & Lozano dan nombre & I>&- a muy e+
pecies, pero siempre con localización andaluza o «castellana»,
mientras que budjóm vuelve a documentarse en &astilla», Gui-pdzcoa
y Galicia. Mis datos no registran la voz entre los ~~ o
los Gobii en las encuestas de Galicia y Santander, y Azkue no trae
1% voz en su D'kcim&. Todo ello me hace reducir «Castilla» a
la «costa de (?astilla», como aún llaman hoy las gentes del pue-blo
a ciertas playas onubenses, con lo que la documentación que-da
reducida a Andalucía y Canarias I5l, de una parte; a Portugal
Qbodiaa), de otra. Si la etimología es bode 'macho cabrío', el tér-mino
canario ianio poaría ser pori;~~guécso mo andaiuz; ahora
bien, su existencia en las costas españolas de la Península hacm
innecesario el extranjerismo.
--
147 Lozano, h70pmencZatura, núms 236, 398, 236, respectivamente
148 Mapa 1.142. El calificativo en las reziones costerasj desde P~rtu-gal
a Murcla.
149 Vid Los dzalecSa~imos en la poesda espaf%ola del szglo XX («RFE>,
XLITC, 1960, pág 76).
150 Seleccionar como «oficial» esta designación es una de tantas in-congruencias
en las que han caído los ictiólogos españoles.
151 Esta ya en Viera, Mist. Nat., 1, S v. bdi6n.
.34 MANUEL ALVAR
4.3. Burga(d)os son una serie de moluscos como la Gtt&a
Jittorea (Órzola), la Neweritar mi1Zepmctata (Arrecife, Roque de
las Bodegas, Santa Cruz de Tenerife), la Halioltis 7,ameItosai (San
Sebastián de la Gomera), el Cdthium vuilgatum (Puerto Santia-go),
el Zwax t rwn ~ z o s(M orro JaMe), el Glycymris glycyme.r2s
(Restinga), el Topes aurews (Las Palmas) o «un caracol redondito
de mar>> (Puerto Estaca). Eh portugués existe bwgar'u; (Figueire-do),
pero la documentación española antigua y, concretamente,
andaluza (vieja y moderna) 152 me lleva a creer en el meridiona-limo
español del término. En cuanto al étimon m u r i c a t u S,
propuesto por García de Diego, no encuentro nada fonéticamente
objetalble, contra el parecer de Corominas: muricatus > "murga-do
y, con equivaiencia aciística m = '3, 0urgado.
4.4. En la Península, tiene localización andaluza el vermegato
(Urnbrima cirrhosa) 153 que en San Nicolás (Gran Canaria) desig-na
al mismo pez. Sobre esta forma, actuó la etimología popular y
la convirtió en b~~rrugat(oC aleta del Sebo, Corralejo, Puerto del
Rosario, Puerto del Carmen, Morro Jable, Arrecife) y tan se sin-tió
el nuevo étimon (barro + gato), que en Orzola y Puerto Es-taca
se le llama, simplemente, burro. En Las Palmas y Mogán
documenté werr%gate (o bermcgate, según escribía Viera), que es
término que aparece en Galicia 154 y Santander 155.
4.5. Llaman coru2mte en Las Palmas a la Cepola mbmcms
a 'cinta', y curvinaife, en Mogán, a la Coruinar nigra (Johnim ni-
Sraj o 'corvacoL'.a rio aparece en =is ene-Gesb %=da-luzas,
sí m2;.in<cy~ m rvinatol 156, coincidiendo con lo que se trana-cribe
en otras obras157. La -e final, estará motivada por tantos
152 Vid. el excelente artículo de García de Diego, en la RYE, XVIII,
4CL"V -x," 0 in
I J ~ L ,y a63. 9-ru.
153 Ict. 3 Geogr., Ling , S 77
154 NOE, pág. 82.
155 LIaman así en Castro Urdiales a la Coruzna mgra (Ict. yj Geogr.
Ling, g 77)
156 ALEA, N, 1.111.
157 hzano, Nomewíatwa, s. v corbznata, corvznata, -o En Galicia,
452 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N l I C O J
LA TERMINOLOG~A CANARIA DE M S SERES MARINOS 35
nombres de peces como acaban en ella: v m g & e y cherne, &de,
es@rte, etc.
4.6. Recogí mpctdde en San Sebastián de la Gomera como
nombre vulgar de Naemx m r i s y, en Restinga, del i3erran.m oa-brilh.
Designaciones éstas que pugnan con la habitual considera-ci6n
del apadarte como pez provisto de espada: así el francés
eqmart, e'srplaaó.rz, epée, el italiano pesos espiacEa, el alemán Schwer-fiseh,
el flamenco Zwaardvlis~he~l inglés s uWd f h h 9 el danés y el
noruego saraerfisk? e1 sueco svlirdf2sJc, el maltés pis& s p a t ~ p, is-c@
aty el rumano plqts cui spada, el griego elatos. Acaso se trate
de fin errnr de mis fnfomantes. E1 DRAE considera nuestra
voz como sinónima de 'pez espada' y así consta en portugués, don-de
el eqadarte es el Xiphim gZadius 158 y así lo recoge la Eelw%n
inédita, que vengo manejando. Viera y Clavijo identificó bien el
espadarte al que dio el nombre científico de X i p ~ h i a s ~C~on~tr. a io
yüe suele &cirse, y~ m dncilmento ia voz en «Castilla»: pero sí
en Andalucía y en zonas aledaíías: &parte (< qa(d)arte) es la
'cañabota' (Hexa%ohw @m) en Melilla y Manilva; eqartoi en
Santiago de la Ribera y 8hparEé en Málaga son designaciones del
mismo pez ; en Almuñécar dan ese nombre a una variedad grande
del 'boquidulce' (Heptravnahi;m pe~lol) y, en Algeciras, al «tibu-r0n
blanco» 160.
4.7. En Santa Cruz de la Palma y Barlovento llaman h.cl.qiue-
ME.2 1 bimi - r.as?l,_s,e specie de 'marrajo'; dentro de este campo
semántico está la definición académica, «tib;urón semejante al ma-rrajo
». Lozano, en su Nme.lzclatwra (núm. 24), recoge como «cas-la
n. acredita su extranjensmo; por tanto, nos resulta inútil esta docurnen-tación.
un solo caso, por lo demás.
158 En el continente y en Madeira, se designa con este nombre al Pis-tis
przstzs (Albuquerque, pág. 145).
159 Hist. Nat, 1, 264-2f35.
160 La voz espudarte es patrimonial, pues se documenta ya en el siglo xv
(v6anse los versos aducidos por W Schmid, Der Wortschatx des «Canczonero
de Banca», Berna, 1951, pág. 79, s. v.).
36 MANiJEL ALVAR
tellano» el término referido al Caroharodw ctc~chfiml,o que no
es muy disconforme con lo anterior 161. Queda -sin embargo- el
problema geográfico. No, encuentro la voz en ninguna de mis en-cuestas
norteñas, pero si en Andalucía:
El 'solrayo' (Carohar;ias ferox) es ha;petó~(n) en Palos, San
Fernando, Manilva, y haquetón b i a w en Málaga, jaq~etón en
Aguilas.
El 'jaquetón' (Carcha.~oWnc archarrias) es jaquetón en Helilla,
Aguilas y Santiago de la Ribera, o haquetóm en Málaga, Manilva,
Adra.
De acuerdo con esto va la descripción dieciochesca de Garcia
de la Leña : «Especie de Nwrajo [ . . . 1 , liarnado así por la mucha
A~? ue r z aq- -u-e- LME, pues es ei jaque del mar» ípiig. 227). En el cú-nato
etimológico hay también su parte de razón, pues no sólo la
fuerza, sino la agresividad y tamaño son característicos de estos
peces: hasta 4 metros puede alcanzar el solrayo y 6 el jaquetón:
los nombres científicos intentan resaltar las peculiaridades de es-tos
colosos. Así üar~harias es el 'pez de los dientes agudos" y
carcharocimz 'de dientes agudos'. Jaque es definido como 'rufián'
por Juan Hidalgo y como 'valentón', perdonavidas' figura en el
«DRAE». La etimología es bien sabida, x a h 'rey'.
4.7.1. Regresión de la forma anterior -y con probable eti-mología
asociativa- es haqyu;eta, término canario que designa a la
'm~s01a' (Mustelius w t e l i ) le3 o, según mis informes, a la 'ca-ñabota'
(Hexmhm gris-) en Restinga, y al 'cazón' (G&w
gaizls) en Puerto Estaca.
4.8. El mozarabismo jwreb (< s a u r u S ) se perpettia como
designación del Trac'hwu8 trachuims (brzola, Corralejo, Puerto del
Camen, Morro Jable, Agaete, Roque de las Bodegas, Arico, Los
n- :~-.-:- - r i %~ K Z J - - - n A- -m-&---\ T - ---- L--- t , ~ 1 ~ ~ l a i1i'11u L~V,~ CU~LIUy TUGILU F L S L ~ C ~ L J~. r avu z es uwy -ud-i -a- u-uzn--
161 Baste decir que en el QALM, Carcharodon es la pregunta 658 e
Isu(rus la 659
-~"i 3 2 Rornawes de ger-mania, Madrid, 1779, pág 178.
l o ? Lozano, Nomencíatura, núm 17
454 A N U A R I O DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
LA TERMINOLQGCÍAAN ARIA DE LOS SERES MARINOS 31;
lucismo lleno de vitalidad 164 y de alli irradió hacia las Islas. El
término ch.iaharra -más difundido en español que jurd le5 -tam-bién
se registra (Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto del Rosario, Las
Palmas, San Nicolás, Mogán, Arguineguin, Roque de las Bodegas,
Arico, Los Cristianos, El Médano, San Sebastián de la Gomera,
Santa e'l-uz de la Palma, Barlovento, fiencaliente y La Cale-ra)
166. La difusión actual de las dos voces hace pensar que jurel
sea un andalucismo invasor; hipótesis que tiene su apoye en Vie-ra
y Clavija, que considera al juro1 distinto del y
en Berthelot, que habla del ciTl&harr,o como 'boga de las Canarias'
(página 92) 16*. Por SU parte -y valga incluso el yerro- Garcia
de la Leña, describe muy bien a los jurehs y aún añade: «En Ga-h
i a . 13s 1'bman Emribii1iw G cEk&h~wc[u~& ] ;; @kg. 228).
4.9. Andaluz es llamar bocpm8n (Mogán, San Sebastián, Res-tinga)
o bocarón (Barlovento) al Engrcmclk eo26(rmic72o~lbeg . La
forma se consign6 en García de la Leña con esta referencia, an-
¿ivee &peI& :
«Pescadi110 muy sabroso, y comirn en nuestra costa: se
hace mucho comercio de ella» (pág. 211).
Creo que la voz ha de ser de importación reciente, porque está
mucho más difundido Zmgarón y porque Viera la silencia. Lo que
el naturalista canario recoge y comenta es el término insular
-falta en los repertorios peninsulares y en todos los portugue-ses-,
aunque no podamos asentir a su afirmación de que ésta
sea una «voz muy evada» porque los gallegos llamen imgwrón
a unos «mariscos bivalvos» 170. La sabiduría del arcediano de
164 Cfr. ALEA, IV, mapa 1.125.
165 Ict. y Geogr. Limg., 3 57 y nota.
166 En Santa Cruz de Tenerife llamaron chbPuawo a la 'palometa blan-ca'
o Trccchzmotus glaucus.
167 Hkt. ATat., 1, págs. 188-189.
168 La difusión de la voz consta por otros indicios harto elocuentes:
los tinerfeños son llamados ch&harreros por los demds islefios.
169 Cfr. Ict. y Geogr. Ling , 3 64
1'0 Hist Nat., Ei, pág. 76.
38 MANUEL ALVAR
Fuerteventura resplandece -sin embargo- en su apostilla hu-manística
:
«Los griegos y latinos hacían con las anchoas desechas
en la salmuera o vinagre al fuego, su célebre gamm, que lla-maban
«salsa preciosa», con la que condimentaban los de-más
pescados y aún las carneq seguros de que excitaba el
apetito, ayudaba a la digestión, atenuaba los humores y for-tificaba
el estómago» 171.
El término regional se presenta bajo las formas Zonganh (Ca-jeta
del Sebo, Arrecife, Puerto del Rosario, Puerto Estaca), lon-gor&
(Santa C- de la pairrla,& doventityo j1 9iey.m-,r&i (Sa&-
Cruz de Tenerife) 17*.
4.10. En Andalucía llaman 'mahoma' al picópu (Raja 0.yrhyn-chus)
173 y SU localización se extiende a las costas norteafricanas
ícnafarinas, &,iüaj 17:. Gar&, de i, kfiaia deserjbif Coii Pi+e-cisión
:
«Especie de Raya de color negro y el pico más largo
que ella» (pág. 232).
Probablemente fue el color lo que asoció el nombre del pro-feta
al del ráyido.
4.11. En Canarias, Viera sólo documentó raya, chwho y man-fa3
por mI-s que ésta la identifique que nuestra Raja o x y r h y ~ ~ ? ~ ~ ~
en lo que no anduvo acertado, pues tal nombre vulgar correspon-de
en las Islas a la Mobda mObzdar (cast. mnta) o a la Gymw
ra aZtm2co (cast. mante1lina'). En los materiales que tengo alle-gados,
maroma es el término general de Canarias para designar
a lu 'mz~i-tz' yi s6ln en Restinga, para nombrar al 'picón'. Asf,
--
171 Ibidem, pág. 77. Vid. R. León: Dzeciséts @las de guro, Málaga, i968.
172 En San Sebastián de la Gomera llaman longurólz al Crangon crangon
o 'quisquilla'. ¿Cruce con camarón 9
173 Ict. y Geogr. Lzng , 3 179.
174 Lozano, hTomenclatzcra, núm. 66.
456 A N U A R I O DE E S T U D I O S , A T L A N T Z C O S
LA TERMINOLOGfA CANARIA DE LOS SERES MARINOS 39
pues, la información actual hace pensar que el término andaluz
emigró a las Islas donde cubrió parcialmente el campo signifr-cativo
de p W y, totalmente, el de mamta. La -r- canaria procede
de asociar mahema con maWma, término familiar entre los ma-rineros.
4.12. En tres localidades (Caleta del Sebo, Arrecife y Barloven-to)
Ilaman rolbabol (acento sobre la a) al pez que tiene el nombre
oficial de 'chucla' (Maena mana). Se trata de la adaptación de
un nombre andaluz (el del Mmm laibrctx o 'lubina') a otra es-pecie
distinta, puesto que en las Islas no existen las lubinas. La
Academia acentúa reíbazo, como en algunos paises de América 175 :
ann*-~fint.n!, feycLu.p arep,ít~c-,p n mil efi~g&a~ actt1gl-s ,,VI" U"~-LIULIUV
(Ayamonte, Palos, San Fernando, Algeciras, Melilla, Manilva, Má-laga,
Almuñécar, Motril, Aguilas) , en las transcripciones del ALEA
(mapa 1.109, adición) y esta acentuación confirma los datos de
García de la Leña, que tampoco puso tilde (pág. 254). Justamente
tcUm estm ir?fmmes r e f~e rum1% utirri~bgiad e Cnrnminis i_! h-_-
cer inútli una forma hipot6tica que se proponía en el DWLC. Lo-barro
(siempre la a tónica) existe, y la transcribí en el puerto
murciano de Santiago de la Ribera. Así, pues, de 1 u p u (como
lubina también) saldría la forma sufijada lob~arro y, por metá-tesis
recíproca, r@mb 176. En Santander, sólo recogí Z%brina y Zu-
&insta (en San Vicente de la Barquera), mientras que en Malpica
(prov. La Coruña) documenté robctlka, en conexión -ya- con el
portugués rolb'ab (una vez más la a acentuada) 'carpa' (Cypfinw
caq350), 'lubina' (MWm k&v-m) o 'baila' (Mmm prl~mtata)l T7.
La enome difüsión de! t6mino en hUaP~& y e: 597zuiu huae
iníltil la explicación como lusismo.
4.13. También es meridional la designación sakma dada a la
Saqy salpa, aunque el portugués conozca la misma palabra 178. En
175 Vid. Ict y Geogr Lzng, 3 81.
176 Cfr. J. Casares, Bogavante (~HomM. en. Pidah, 11, pág. 52 y nota
número 2).
177 Albuquerque, págs 373, 628, 629; Ericezra, pág. 229. Como era
presumible, falta la lubina en la enumeración de Porto da Cruz.
178 Ict. y Geogr. Lin., $3 98, 192, y Lozano, Nomenclatura, núm. 318-
-4 0 MANUEL ALVAR
todas mis encuestas meridionales, desde San Fernando a Aguijas,
he recogido la voz, que consta -también- en los materiales ca-narios
de las ocho Cor01111nas propone como étimo el
árabe Ea a 11 & m a, que -por influjo de s a 1 . p ~to maría la S- ini-cial
lsO.' Wolfel hace una categórica afirmación que resulta inad-misible:
«Dieses Wort ist zweifei!os berber» lS1. Por m& que as-i?
em/iselmen signifique 'pez' y pretenda establecer conexiones
-no demasiado convincentes ciertamente- con anessalmzb 'nom-bre
de pez', tkZsmt/tkZm 'morena'. Pero es que WGlfel, como
tantas veces, no tiene en cuenta sino los datos canarios, con ig-norancia
de lo que ocurre fuera de su pequeño dominio: basta
pensar en la localización peninsular (portuguesa y andaluza de la -.*- 1 -..- -- -,.-.. 14- -----:--,4.-- -.- L:..LL,.-:- a r i - L:-- v wJ ~p ala yuc ILU L G D L C L L ~C ;UILVIILC;PIILC au L I I ~ U L C L ~ ~ Ui i.l é ~ i 3I SIPH b e ~ d a
de creer un préstamo del árabe al beréber.
4.14. Consigno muy al final de esta enmeración a la Boops
scezpca; (cast. boga) ls3, llamada rnelva en Santa Cmz de Tenurife ls4.
n- 1 . 2 - T - - - --- _ .-.- 7. . -. .. ~ : --, ...L>P? Prri la ~ v v ? r ~ t s . m ~ uut: ~ L. wIU~ ~Z~~ LCVILUII,V TIL.OC'U~s e ~uari~mceai k p ~ i 8
thmard9 se@n consta en muchísimos sitios. La pobreza de mis
testimonios insulares y la explicación del marinero herreño, me
hace pensar que mdva, en Canarias, es una voz muy poco cono-cida
y con débil asidero en cuanto a su contenido: de ahí la po-bre
documentación, en cuanto a la geografía, y la incierta no-
En portugues salema designa, tambien, al Caesiomorus gZaucus y al Spon-dylzosoma
cantharus (Albuquerque, págs. 666, 733 y 736). En la lámina XXI
.(figura 1) de Porto da Cruz, hay una buena ilustraci6n (vid., tambien su
página 226).
179 Viera, Dice. Hzst. Nat., 11, pág. 267, descnbe la salema y recoge el
nombre de machete para d macho y el de pachona para Ia cría.
180 NO creo admisible escribir zalema, como alguna vez se hace, y me-nos
con referencia a Canarias.
181 Nonmenta, ya citados, pág 563, 345, y <Acta Salmanticensia»,
TX, núm. 1, 1955, pág. 103, 3 8.
182 Asrem documenta Ibáñez en el Mcc. rzfeño-es;aañoZ, s. V.
183 La 'boga' es en las Islas salema (Caleta del Sebo, Arrecife, P'uerto
del Rosario, Las Palmas, Mogán, Puerto Santiago, San Sebastán de la Go-mera,
Santa Cruz de la Palma, Barlovento, Puerto Estaca y Restiiga).
1x4 En Restinga identificaron exactamente a la melua, pero dijeron
que no se daba en aquellas costas.
458 A N U A R I O DE E S T U D I O S RTLANTZCOS
LA TERMINOLO~A CANARIA DE LOS SERES MAEINOS 41
menclatura. M0Zva es término, pero: aparece en el Oriente y Sur
peninsulares l", es desconocido en Portugal lS6 y como elemento
alternante se recogió en la costa canthbrlca lS7. Mis datos direc-tos
extiende la información de los ictiólogos, y la derivada de
ellos confirma el carácter mediterráneo de la palabra y, para las
Islas, nos hace pensar en un nuevo elemento de origen ,andaluz,
cualquiera que sea su origen remoto
4.65. Concluyo la lista de los andalucismos con uno nunca re-gistrado
en Andalucía. Me refiero a albajar, especie de palometa
cuyo nombre científico es Dalatia8 íkhia (Las Paims, hfogán).
SQlo en el portug&s de Madeira se documenta albcl.far lag, pero la
la no parece que sea una fácil sustitución de f -en nuestra sin-crnr,
ía, r , ~rr, !a hi&~riu.! i ~o-aAYiwiAY~- c f i ~ a - , rnUiYiY~IVc fn qr;y hpmes ~jist~
(parágrafos 2.3, 2.3.1-2) que la f se conserva en los portugtaesis-mos.
Por otra parte, no es posible un arabismo directo, así que
sólo cabe aceptar que la voz existió -o existe- en andaluz, don-
,de la aspirada se produjo históricamente y se ha conservado como
t ~190!.
5.0. No son muy numerosos los términos que proceden del
*riente peninsular. Sin embargo, algunos se encuentran en la ter-minologia
ictionímica de las Islas. Dada la escasez de estudios
-que tenemos sobre la nomenclatura marinera, es posible que no
haya podido documentar las formas de una manera inobjetable.
185 Dr. Lozano, Nomenclatura, núm. 395. Recojo la Voz en Ayamonte,
Algeciras, Melilla, Manilva, Málaga, Almuñécar, Motril, Adra y Santiago
de la Ribera. Ya García de la Leña (pág. 207) señal6 la existencia de melca
en Málaga y su semejanza con la albacora (vid. =t. y Geogr. Ling, 3 85).
En Palos dan el nombre de merma al Bcomber cobas (cast. estornino).
18s No consta en la obra de Albuquerque, ni la transcnbí en Malpica.
187 En San Vicente de la Barquera y Santander llaman melva, rnelma
al A w s thaxard
188 Para 'aorommas (DCELC, s. v ) y García de Diego (<DEEH», 4345)
*e1 étimon es (*)m f 1 v u S 'milano'.
189 Albuquerque, pág. 76: SquaZus grzsew o 'cañabota'.
190 No encuentro en los medios que tengo a mi alcance la posibilidad
de dar una etimología convincente para esta palabra.
42 MANUEL ALVAR
Para decidirme por la apreciación de «catalanismo» me apoyo en
la evolución fonhtica propia del dominio lingüístico oriental y en
la documentación exclusivamente catalana del lexema (esto es de
Cataluña o Valencia o Baleares). En este sentido creo que nos
es de singular valor el conjunto de encuestas que he hecho en
Murcia y Andalucía: si el presunto catalanismo se documenta en
el sur y en el sudeste de España, lo excluyo de mis informes por-que
pertenece a la lengua común; sólo registro lo que une las
Islas con el dominio catalán, sin ese puente intermedio que pue-den
ser las hablas meridionales.
5.1. Anjozra (PWnatWm saltatrix) lgl hace pensar en el ca-talankmo
fonético de ,su -j- lg2. En efecto el castellano (desde Ne-brija
al menos) Ig3 tiene cih- en anahssa / anchoa y el portugués,
también (amhoa). Sólo el catalán atestigua una -x-, de la que
sale, normalmente, una -j- castellanalg4. Los materiales de que
dispongo excluyen todas las costas peninsulares de una vincula-c
i h ~q ~&e 11n_^ -1 ~atalgnc on ]-s hahl-i_s;c _a_ri_as 195;
5.2. De los nombres del Scorpaena porcm lg6 me interesa se-ñalar
ahora rascae (Órzola y Puerto del Carmen), antecedente in-mediato
de rascay (Caleta del Sebo y Arrecife). Del catalán rm-cás
'tiñoso', con pérdida de la -S final, segh es normal en cana--
191 Tarnbien en la Relaciófl, in6dita, y en la lista de la Pesca de arras-tre,
pág 115 a. Berthelot apostilló: «Les Canariens nomment aussi uarmi,
les poissons qu'ils vont p6eher sur la cate d'Afnque, le GouraZ et Z'Anyo--
va» (pág 112)
792 Para su terminología en catalán, captura, etc, vid. C Bas, E Mo-rales
y M. Rubió, La pesca en España. I Cataluria, Barcelona, 1955, pági-nas
204-209
193 Garcia de la Leña, anchoa (pág. 211); Berthelot da anchova coma-español
(pág 110 nota)
194 Anjova en Agaete, Arico, Los Cristianos y hencaliente; arjova en
Arguineguín; jova en Santa Cruz de Tenerife. (Me parece innecesario decir
que esa j es una consonante aspirada, como siempre en las 'Eslas).
195 Así anchoa en Ayamonte; anchova en Palos, Algeciras, Melilia y
Málaga; chova en Santander y San Fernando; choa en Santiago de la Ri-bera
196 Vid. los datos que reúno en Ict. y Geogr. Ling., 67.
460 A N G A R I O DE ESTUDIOS ATLAWZICOS
LA TERMINOLOGCÍAAN ARIA DE LOS SERES MARMOS 43
rio, se obtendria *ras&; en tanto la -e final podría explicarse
por analogía con el final de otro pez harto conocido, el ab8ae (Se.
flan?& mlexundrinm, nombre oficial fabo abadojo). Unico modo
de explicar, f onéticamente, la loma insular lg7.
6.0. Eo poco abundante la terminología vasca que podemos
adiacir. No se trata de términos que están en la lengua com¿in,
sino de los que han podido migrar directamente de Vasconia s
las Islas. En otro sitio me he ocupado de cómo el término tokZ0
'cazón salado y seco', uno de los fundamentos de la alimentación
isleña, probablemente procede de las costas vizcaínas o guipuz-eoanas
los. Quiero ahora señalar la presencia en Canarias de algún
término que, documentado en vasco, falta en el resto del dominio
castellano, al menos en los materiales que disponemos.
6.1. Se llama gaeZde s gueráe al AtMna hepeetzIs (castella-
GO chucZ0to) lQQ en Caleta del Sebo, Arrecife, Puerto del Rosario,
Mogbn, Santa Cruz de Tenerife, Puerto Santiago, Santa Cruz
la Palma y Barlovento. Teniendo en cuenta la pequeñez del pece-cillo,
llaman pZ& a cualquier clase de 'morralla' (Restinga). La
palabra falta en la Peninsula (tanto en Espaiia como en Portu-gal),
pero no se puede separar del canario la denominación mde-reña
q%elro (Afhwhai sp.) 200; ahora bien, aun siendo indudable-mente
idénticos los peces y harto próximas las palabras que los
designan, no se p e d e establecer una m~?t-?ac lerivacion. En fran-chs,
guelde, guddrei es el 'cebo' y tal valor se atestigua para el
197 Berthelot (pág. 80, núm. 1) recoge roncaszo o cantarero como de-signaciones
del Scorpaena scrofa La primera de ellas es resultado de eti-mología
popular (cruce con roncar) y, desde ella, por metáfora, sal16 la
-zjegu-fl&.
198 Datos para las etzmologias de «tollo» y «tomna», trabajo que ya he
atado.
194 Farece ser que se da el mismo nombre al Ophioblennim webbzm (Re-lación,
inédita).
200 Albuquerque, págs. 612-613, y Porto da Cruz, págs. 210-211 (lá-mina
XII, fig. 3).
44 MBWTjEL ALVAR
vasco gueGu y el asturiano gueZdu, oelldu. Indudablemente, son im-portantes
las razones que da Corominas para pensar en el origen
vasco de la voz, y no es la menor el que exista en vasco vizcaíno
y alto-navarro gueZdu 'pececillo diminuto'. Yo no tengo recogida
la voz ni en Santander, ni en Galicia, ni -por supuesto- en An-dalucía.
7.0. Hay una serie de términos sin correspondencia como ta-les
en las zonas de que dispongo de datos fidedignos. Se trata,
pues, de unos cambios semánticos no documentados en ninguna
otra parte; serían: entonces: c a n a r i S m o S en el sentido más res-tringido
del vocablo.
7.1. Este es el caso de calé (PageZlm acaw, cast. digote),
que se documenta en San Sebastián de la Gomera, pero no en re-giones
como Andalucía donde podría pensarse que el gitanlsmo-tuviera
más arraigo; de charnorrito, 'crja del bocinegro' (Pagrws
pagmcs) en Puerto del Rosario, frente al chamorro que en portu-gués
y castellano es 'quien tiene la cabeza. esquilada' 201; de c?hi-rre,
en Restinga, 'golondrinz. de mar' (Xtmm s a ~ ~ e ~S. ihas ,
rundo), así llamada por ser «pájaro vocinglero» 202; de diana 'hem-bra
del pulpo Manco' (EZedow Aldrovc~~i ie)n, Las Palmas y
Mogán, como fabiana 'id.' (Arrecife, San Sebastián, Santa Cruz.
de la Palma y Barlovento), 'pulpo aimizclado' (Caleta del Sebo,
orzoila, Puerto del Rosario, Puerto del Carmen, Corralejo, Argiai-neguin,
Los Cristianos, Puerto Santiago y La Calera) y Zauria8-
ncc 'hembra del pulpo Manco' en Las Palmas, todos en la misma
situación =O3; kbrcmchol, designación del 'pardete' (MugiZ cepha-
201 No sé si la designación procede del tamaño que tiene la cabeza del
pez y lo atrasadas que le nacen las espinas dorsales. La Academia recoge
~ h n _ ~ n r yeno 11 acepcií>11 t ra~senf -ya Coromlnas rermrda el trzgo chnmo-rro
'sin aristas o espinas'. Acaso del vasco S a m u r (r) 'tierno, jovencitd.
202 Viera, Hist Nat., 1, pág. 296, S v. gaviota Se trata de un post-verbal
de chimar.
203 Berthelot (pag. 119) da éste como nombre vulgar del Beryx &m-dactyíus,
que en castellano es la 'palometa roja'. Creo que el naturalista
francés está equivocado; la designación canana de este pez es a'lfonsiño.
462 A N U A R I O DE E S T V D I O S A T L A N l I C O h
LA TERMINOLOGÍA CANARIA DE LOS SERES MARINOS 45
lws) 204, del 'galupe' (M. aum-tzes) 205 O de la 'galúa' (M. snilkns) 206,
lehmohe 'pardete' 207 y tabranche 'íd.' 'O8, formas todas en rela-ción
con Ziebre 'O9; de medre~gckir 'pez de lbnbn' (Se~iolh Dmeri-
Zii) 210, p0droqaZ 'id.' 211, &edr@gal 'íd.' 212, comparables a1 aragonés
ma&QZa 'boga de río' y al mat r iml~~sci,t ado por Apuleyo; de
p'ámpa~o G-Snea 'japuta' (Brama raji), que nada tiene que ver
con la 'salpa', segúin la definición del DIME 21.3; del ~abiZ'a lba-cora'
(Neothunw dMWa ) 214p, ronunciado r&i en otros sitios
y ra%na, por falsa etimología, en algian otro. %16, O 'bonito9 (Sarda
sarda) 217, que remontan a raiblo; de sarasa 'raya cardadora' (Raga
fzll¿mica) en Arrecife, cuyo nombre acaso se deba a la injuria con
que los pescadores reciben la aparición de wa ser lleno de espinas.
7.2. En las lineas precedentes, he señalado algunos nombres
que se motivan por asociaciones entre dos palabras (p&rqaZ < me-dregal
+ piedra, r a W < rabil + rabino), pero siendo desconoci-dos
en la lengua oficial tanto el término base (miedreqa~l, rcebil)
r,Ua~t!uas d&-v'cLdc;As.h ora vliy a, &rGl lUillbre el
que la etimología popular actúa sobre el nombre castellano: ca-mar&
(Palamn m'/vatws) es convertido en ~maZek5n (Caleta del
Sebo, Puerto del Rosario, ArrecKe, Las Palmas) o came!lGn. (Fuer-
204 En brzola, Arrecife, Corralejo, Morro Jable, Puerto del Rosario,
San Nicolás, Agaete, Las Palmas, Arguineguín, Los Cristianos y E1 MBdano.
205 En Puerto del Rosario (Fuerteventura)
206 Ibk?em.
za7 En San Sebastián de la Gomera..
208 En la Calera (Gomera).
209 Cfr pnrt I~hrncho'g ahato'.
210 En Morro Jable, Agaete, San Nicolás, Las Palmas, Arguineguín,
Roque de las Bodegas, Santa Ci-uz de Tenerife, Anco, Los Cristianos, El M&
dano, Puerto Estaca, Restinga, La Calera y F'uencaliente.
211 En orzola (Lanzarote).
212 En Puerto del Carmen (Fuerteventura)
21s P h ~ p m ec o m ~R T ~ TW~IR ~es wwr riente eu las Iuluu, cfr. Ict. 5 Guugi.
Ling., 5 56 TambiBn en Berthelot, pág. 93.
214 En San Sebastián, Puerto Estaca y Santa Cmz de la Palma.
215 CaIeta del Sebo, Arrecife (designan así una variedad muy grande),
Puerto del Rosario y Mogán
218 Barlovento (La Palma).
217 Santa Cniz de Tenenfe, Puerto Santiago y Restinga.
46 MANUEL ALVAR
to Santiago), gTaj0 mezclado con waJO da el eaírajmo 'cuerno ma-rino'
(Phaiacrocora~c arboi) de Santa Cruz de Tenerife y, por la
conocida equivalencia acústica de k- > g 218) si no hubo anaptixis
directa de a o cruce con gayareta), garaja(d)o 'íd.' (Puerto del
Carmen, Morro Jable, San Nicolás, Arguineguín, Roque de las
Budegas, Arico, Los Cristianos), 'golondrina de mar' (Sterna) 219
y garajeado 'cuervo marino9 en Fuencaliente 220; smabucha 221
condicionado por nwZx de; m~iguch5'c uervo marino' (Corralejo)
y hanbuche 'alcatraz' (Fuencaliente), con &- de algiin otro origen;
xararpvito 'ave zancuda de pico delgado y curvo; influida por pico
produjo el zarcapico 'cuervo marino' ( P h a 2 c z - r ~m~rb~o)~ ~ :y el N a
narcvph ~ c h i m k 'ogo londrina de mar9 (Stmna saw,&w&em2s) 228. E
8.0. Las hablas canarias pertenecen al conjunto de los dialec-tos
mei-i&ona& esp&oles dentro de ecosa los de car-&coics- r
cidental. Pero esta sabida afirmacibn está enriquecida por una va-riada
serie de hechos históricos que han marcado su impronta en
la fisonomia regional.
$.l. Desaparecidas a mitad del siglo xn las lenguas prehis-pánicas,
poco queda de ellas con vitalidad hoy, porque la toponi-mia
no puede equipararse a los términos que persisten con un sig-nificado
en el léxico vivo y con posibilidades de laso en el comercio
lingüfstico de cada dia y de cada hombre. Poco es lo que de pre-
218 Sin salir de nuestros materiales marineros, en Arrecife llaman gn-rapacho
por car- a la 'parte central no apreciada de la raya cardadora'.
219 Puerto Santiago, San Sebastián, Santa Cruz de la Palma, Barlo-vento,
Puerto Estaca
220 Las explicaciones dadas valen? también! para Nadeira, donde la voz
se recoge (Porto da Cruz, pág. 195).
221 Plenso que la etimología nació de que algún ave, como el rabzhorca-do,
hacía vomitar a los alcatraces; los antiguos creían que hurgándoles en
la boca
222 En Ar,guineguín, Mogán y Restinga
223 En Arrecife (Lanzarote)
464 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA TERMINOLOG~A CANARIA DE LOS SERES MARINOS 47
hispánico ha quedado: en unas encuestas muy amplias hechas en
la isla de Tenerife, sólo unas 16 voces 224 pertenecían al sustrato.
Dado el carácter berhber de las hablas guanches, es dificil saber
hasta qué punto los términos que poseefiss hoy son resultado del
sustrato (pervivenieia canaria en el español insular) o del adstrato
(términos aprendidos en las costas africanas como resultado del
trato comercial). Sabemos que 10s nativos tenían - e n la época de
la conquista- un cierto desarrollo en sus técnicas piscatorias, pero
co sé si esto es bastante para reputar como supervivientes de una
época histórica superada los términos beréberes de hoy. Probable-mente
no. Por más que -y esto no deberá olvidarse nunca- la
terminología ictionámica presente la posibilidad de mantener unos
cuantos arcaisrnos con firmeza mayor que otras parcelas del vo-cabulario
tanto por el carácter marginal que tiene la vida del pes-cador
dentro de la sociedad, cuanto por la peculiaridad de las es-pecies
capturadas. Sin embargo, las relaciones pesqueras conti-nuas,
y nunca abandonadas, entre Canarias y Mauritania me ha-cen
creer en qm s- t.r&a & 1-1n ma.no-&eln & voces resi~lt-do dd
adstrato. Tabagtt, iF&e.(pweij tmcarte, son para mi bereberismos se-guros,
stms resultan cuestionables. De cualquier modo, la apoP-tación
africana al espaañol insular es -en este caso- de una ex-cepciond
pobreza.
8.2. Es Importantisima la participación del mundo lusitano
en la formación de la sociedad canaria. Descubierto el archipiéla-go
de Madei~a en 1418, en 1420 se establecieron en 61 los prime-ros
portugueses, pues las islas estaban totalmente deshabatadas.
Estos portugueses -muchos de ellos algarvianos- llevaron a cabo
..-a J.:--- . .
un elpu de coioil&ación jógicarllenle, sirrib &e expeí2encia
para los castellanos - e n buena parte andaluces- que vinieron
a establecerse en Canarias. Sobre todo, el cultivo y explotación
de la caña de azficar fue decisivo en estas relaciones. No, es éste
el momento de señalar lo que tantas veces se ha repetido, sí ha-ce=
ver que la encuiación & y made=efios "c&,-
no dio ese caudal de lusismos que hemos podido estudiar 225. La
224 El españo1 hablado en Tenerife, Madrid, 1959, p5g. 83, 3 108.
225 Kiite Bnidt no analiza Ia vida mannera en su Madeira Estzcdw lin-gwLstzco-
etnogrdfaco («Boleüm de Eilología», V, 1938, págs. 59-91 y 289-349.
$8 MANUEL ALVAR
identificación de los lusismos ha pedido hacerse por el tratamien-to
fonético de las palabras o por el carácter portugués y no caste-llano
del vocabulario. Al primer grupo pertenecen &de, W,
malfara, fmeca / furrieccu, fda, chqa (acaso portuguesismo to-mado
del castellano cornh), Gcuda, cmrdwmecrz, m a j e , ?-mame,
mmuncho, pillete, qa.eila, maUct, aZfoinsiñs / alfwn- / fum-, aloa-iriña.
Dentro del grupo segundo incluyo: caboso, cachalote / cPU;G-e&-
¿@ (lusismo a través de la lengua común), choco, (probable-mente
a travks de Andalucía), oachero, dula, garrapelto, saifio (y
variantes), qzleímeb brota, chem, acaso zapata. Conjunto de unos
25 términos, que vienen a constituir una nómina muy apreciable
dentro del conjunto que consideramos.
8.3. Las estrechas relaciones de las Islas con América no
han dado otros préstamos que g~cechinangov~o z náhuatl al parecer,
pero que a Canarias llegaría desde Cuba. Los otros términos que
en el «DRAE» figuran como cubanismos, no lo son de manera
exclusiva. Explicable la ausencia porque los canarios emigrantes
no se dedican a trabajar ccmo pescadores y, de otra parte, las
diferencias entre los seres marinos del Caribe (Antillas, costa de
Venezuela son regiones para la emigración canaria) hacen difícil
trasvasar el vocabulario de un ddeminio al otro.
8.4. El andalucismo de las Islas es harto sabido. Del occi-dente
andaluz fueron los conqzistadores y adelantados, Sevilla
fue el idea1 de vida de las ciudades españolas que nacían en el
Atlántico, como modalidad sevillana se desarrolló el castellano
insular y sigue siendo fiel a la impronta originaria. Por otra
r\--+n -1 :n+na.r.nmL:r, rir\mnan:nl nrrn Am;lolr.n:o 'h- m r r ~ rn n4-;_
p a r LG, e l 1 1 i ~ c x ~ a u ~ rbnuu u i ~ r ~ rbauu~ n s l u a l u b r a =a DIUU riruy <;ibi~-
vo, con lo que la vinculacibn, lejos de relajarse, se atensa. De
procedencia española meridional son aguja paladar, WZone / bu-y&,
burga(d)o, wmmcgafo (y variantes), cmzyimte, mpCEáCGrte, ju-rel,
haqtcetón, boquerón, maroma, ro5ai!(Y9 sal~ma, melva,, acaso
*.lZ-i,- XT, 2- ..,, J,,,,, ;l.. ,,-Lun- 2,. -nriAn uil&n~ri
UCWWJW'I-. IYU ILLGUUS uc U I I ~UU C;UISL ut: IIWLIIULGD uc r 3 ~ 1 ~ r 3~. u a l u l u ~
que acusan la intensidad de las relaciones.
226 Cfr. Canarzas, camzno de las Indias. Prólogo al libro de M. Alva-rez
Nazario, La herencca Zznguistzca de Canarias en Pz~erto Rico, San Juan,
1972.
466 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA TERMINOIAGÍCAA NARIA DE LOS SERES MARINOS 49
8.5. Con otros dominios, Canarias ha tenido menos relacio-nes.
El ámbito lingüístico catalán le da dos términos directos
(anjma y TaGw) y, acaso, otros dos el vasco (tdbl y pmlde),
8.6. No menos importante que todo lo que hemos comentado
es ver cómo el espzGíol de Canarias conforma su propia realidad.
Entonces, una serie de elementos discrepantes de la norma ofi-cial
afloran desde dentro del sistema y aportan una nueva ma-tización
a esa serie de valores que tratamos de inventariar. Ter-minologia
doblemente canaria: por cuanto es geográficamente in-sular
y nacida -además- en las propias Islas. Dentro de dos
apartados en los que estudio estos hechos sitúo la siguiente ter-
-:-~lr\-:-. "-7- nZlnm-i+r. ~rL,hrna .-72nmr* / Fmh'.-am.-a / 7lonrAnmm
L U I ~ L W L V ~ ~ v~w~ i.e í? VIUWII~WI I UIW, WIOOI i v, wrwiw / juwvwrsw / uwwi uwiuup
kbrmho (y variantes), rnedraqd (íd.), p~mrpano de Gurim; ra-hZ%
(y variantes) y sarasa (todos ellos caben bajo el denominador
de cambios semánticos) , cawaiMnt garajao, naripch / harió-y
xwapitol.
8.7'. Sobre un fondo castellano común he estudiado 4'3 tér-minos
ajenos a la lengua general. He procurado no desdeñar nin-g
¿in término, salvo en algún caso rarísimo en el que no he podido
decidir nada 227 O en el que se cruzan procesos que no puedo re-solver
con mis datos 228. Pero salvo este par de excepciones he
querido trabajar con todo mi material. Muchas veces el léxico se
muestra inestable por la condición de las encuestas y de los in-
227 Me refiero a bote 'delfín' (San Sebastián de la Gomera). Se me hace
raro pensar que -como se ha dicho- de bode 'macho cabrío' saliera la
voz msular; aunque así fuera, bode existe en castellano y portugués, y en-tonces
tendríamos que pensar en un cambio semántica regional. Más vis-ble
me parece pensar en un postverbal de botar, teniendo en cuenta la com-pañia
saltarina de los delfines tras los barcos que navegan. (Acaso el éti-mcm
estuviera favorecido por semejanza fonetica con algún otro nombre,
!caFia) bota: por ejemplo).
228 En Las Palmas y Arguinegufn, llaman macare1 al 'chicharro joven',
Se piensa, inmediatamente, en el frances maquereau, de étimon incierto,
mejor que en el portugués moareu o el castellano macareo 'ola impetuosa,
etcetera', que poco tienen que ver con él. Sin embargo, ;cómo llegó el
frances? ¿Directamente? ;En época reciente? ,Con la terminología co-mercial?
;Se adaptii b a o~tro~s in flujos?
50 MANUEL ALVAR
tereses de científicos y marineros. No merece la pena insistir en
lc ya sabido, pero estos materiales, confrontados con las infor-maciones
de los biólogos, con los datos de otras áreas, con la pro-pia
experiencia de encuestador, son de un valor inapreciable para
conocer una parcela del mundo hispánico. Entonces los números
<obran un especial sentido: de los términos no castellanos (adop-tados
0 adaptados) con que los marineros canarios designan a
Zos seres marinos, nada menos que un 53 por 100 proceden del
portugués y otro 30 por 108 del andaluz. Frente a ellos, nada sig-nifica
el resto (un 6 por 100 el bereber y apenas nada más). Por-tugués
y andaluz han dado sentido a estos préstamos y en él es'cá
el valor de las encuestas. No trato de que sean estos los términos
que el eSpa5ül de Canarias hz a d p l l i í ? ~6 ha creado. Habrá otms
que no se han documentado en mis encuestas, pero los que viven
cn la parcela que analizo son los que he estudiado en estas pá-ginas.
Tenemos, pues, una certeza. Por otra parte, el cuestionario
no se redactó para recoger préstamos, sino para allegar la ter-minología
marinera de un müd~ bastante 1;ornp'Peto; el aiiálisis
a pmt ~ i o r ie s de una implacable objetividad. Aumentada por otro
hecho: el cuestionar50 utilizado ni siquiera se proyectó para este
dominio: inspirado en el del Atlante -olingt¿isrtico Mediterraneo 229,
se adaptó para trabajar en España y Portugal 230, ni siquiera en
Canarias, y sólo después, cuando la recogida de materiales en la
Fenínsula estaba mnuy adelantada, se trató de aplicarlo en las
Islas. TEngase en cuenta que el habitat canario difiere del Me-diterráneo
e jncluso del Atiántico peninsular. Eay, por tanto, m-merosas
cuestiones que no se recogen, porque no pueden recoger-se,
y otras que soío iiegan escasamente -o nunca- a nuestra
documentación. El haber trabajado con cuestionario (y no creo
que con rigor se pueda trabajar de otra manera) puede limitar
euantitativamente nuestros informes, pero, cualitativamente, me
extrañaría que las cosas fuersln de otro modo. Baste pensar que
las conclusiones a las que llego coinciden con las que se acredita-ron
al estudiar todo el vocabulario de una Isla: Portugal y An-
229 Fondazione Giorgio a n i (2 vols ), Venecia, 1960.
270 Vid. Ct~.estzor,ario del Atlas LinguZstzco de íos marineros penznsulu-
-res, Madr~d, 1974.
468 A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANTICOS
LA TERMINOLOGÍA CANARIA DE LOS SERES MARINOS 5L
dalucia condicionaron la creación hispánica de Canarias y, du-rante
siglos, Portugal -desde Madeira- estuvo en estrecho con-tacto
con nuestras Islas. También lo estuvo Andalucía, pero fue
de manera distinta: para Andalucía -Castilla tras Andalucáa-
Canarias era el camino de las Indias, un eslabón más en aquella
gran cadena que unía continentes; con Portugal, las relaciones
de las Islas fueron de tono menor (quehacer cotidiano, entrada
cn tierra de moros) y se proyectaron en este vocabulario bien:
preciso y de alcances harto concretos. Eran los colores que daban
matices especiales al conjunto del cuadro. El cuadro, entonces yi
ahora, era exclusivamente castellano.
Nkm 21 (1975)