DON MIGUEL PACHECO SOLIS (1735-1820), UN
LAGUNERO RESIDENTE EN NUEVA ESPAÑA
POR
JOSE PERAZA DE AYALA
Al lado de aquellos hijos ilustres de La Laguna que cantó
Viera y Clavijo en su poema La Constelación Canaria (Porlier, Ma-chado
Fiesco, Bencomo, Nava y Wadding) l y de un Alvarez de
Abreu o un Mesa y Ponte, que también dieron renombre a Cana-rias,
existen otros personajes del siglo XVIII que si bien no pode-mos
decir que ilustran en tal alto grado a la ciudad que les vio
nacer tienen, sin embargo, el interés de haber contribuido al
ambiente intelectual de la misma, o de corroborar la importancia
de las relaciones de nuestras islas con América. Tal es en ambos
aspectos don Miguel Pacheco Solís Aguilar Vázquez de Nava,
como él se hace llamar en documentos solemnes, lagunero que
ofrece el simpático gesto del hombre que siendo titular de los
mayorazgos de un linaje distinguido prefiere, antes que el dis-frute
de su casa solariega y demás bienes y honores familiares,
el vivir de su esfuerzo personal fuera de su país con la mirada
puesta en más amplios horizontes. A él vamos a dedicar hoy este
corto trabajo que no pretende ser una biografía porque no dis-ponemos
de suficientes datos para ello. Las fuentes de conoci-miento
casi se reducen a algunas cartas y a las escrituras de
poder que otorga desde Méjico a su madre y hermanos para la
administración de su herencia en las Islas, documentos que sólo
acreditan los cargos de gobierno que ejerció, la pequeña fortuna
1 El arcediano que tenía la sonrzsa de Voltalre en «Biblioteca Canaria,,
Sania 2. & Tenefife Imprenta Y 3ai,z, , 47-54
adquirida y el triste final de su existencia, a edad avanzada, sin
familia y sin riquezas, dominado por la nostalgia dle su tierra
natal 2.
He aquí las noticias de que disponemos:
SU NACIMIENTO Y FAMILIA.
Vio la primera luz el 28 de junio de 1735 y recibió el bautis-mo
el 12 de julio siguiente en la iglesia de los Remedios de La
Laguna. Le apadrinó el Padre Presentador Fray Francisco de Cay-ros,
de la orden de Predicadores y se le impusieron los nombres
de Miguel Marcial.
Su familia formaba parte de la aristocracia isleña, pues en el a
siglo XVI habían sido los Pacheco, señores de los alferazgos ma-yores
de Gran Canaria y La Palma, condes pontificios y regidores {
del Cabildo de aquella isla. Su abuelo paterno don Tomás FéPix E
E Pacheco-Solís y Fonte del Hoyo fue por tres veces alcaide del cas-ti110
principal de San Cristóbal en Tenerife y su tío el primer ;
marqués de Casa Boza había obtenido confirmación de la noble- E
za de aquel apellido al ingresar en la orden militar cle Santiago. ?j
Nuestro don Miguel fue el primer poseedor del patronato de Boza B
E de Lima y heredó los mayorazgos de su casa a pesar de ser hijo
tercero del matrimonio de su padre don Tomás Joaquín Pache- E
co Solís y Benítez de Lugo con doña María Candelaria Caraveo
de Grimaldi y Lazcano, porque su hermano mayor don Alonso
Bartolomé, nacido en La Orotava el 10 de abril y bautizado en la
Concepción de esta Villa el 7 de mayo de 1728 había fallecido !
soltero en 1766 en la provincia de Sonora (Méjico), sirviendo de 2
teniente de Navío en la Real Armada o capitán de Fragata y el
segundogénito, capitán don José Fernando, nacido en La Laguna
el 18 y bautizado en los Remedios el 27 de junio de 1730, había
muerto iamEiCii siii casar eii 1762, ei; !a Pei,ins~!a, ::e:: =casiSr,
de haber ido a la Corte, recomendado por el Cabildo de la Isla,
deseoso de emplearse en el real servicio.
306 ANUARIO DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
D MIGUEL PACHECO sOI& 3
MIEMBRDOE LA TERTULIA DE NAVA.
Según el informe del Cabildo, que acabamos de citar, don Mi-guel
por los años de 1762 seguía la carrera eclesiástica, por lo
que estimamos que la cultura adquirida en estos estudios fue la
base de la inquietud intelectual que le distingue y que hace que,
a pesar de ser todavia joven, se le asigne un papel destacado en
la tertulia literaria del marqués de Villanueva del Prado don To-más
de Nava Grimón. Dice así la crítica adversa en la Historia
de arriba y de abajo, año de 1765, cuando don Miguel frisaba en
los treinta, sobre la forma de estar constituida la referida tertu-lia
lagunera: «El presidente es el abate Viera. Los cathedráticos
son el marqués de Nava, el marqués de S. Andrés por su mujer
y don Miguel Solís. Los colegiales son don Lope Hijo de la Gue-rra,
don Fernando Molina, don Andrés Gallegos, don Segundo
y don Faustino de Franchys y el bedel es don Juan Cocho y de
ausencias Luis Bernardo ..» En otro pasaje se le hace objeto de
uno de los mayores ataques, pues se afirma que Solís fue «a la
librería de Santo Domingo, con un librito francés en la faldrique-ra
y dixo: no trueco yo este librito por toda esta librería. Esto
sí -añade la mentada Hzstoria- que es echarse a la desver-güenza
de una vez, pues no hizo caso de la Santa Biblia, de S. An-tonio,
S. Ambrosio, S. Gregorio, S. Bernardo, Santo Tomás y de-más
obras que allí están y son dignas de la mayor veneración».
Aún se le alude de nuevo en la misma línea de impiedad al decir
textualmente el referido libelo: «Otro de los académicos se po-día
acordar de su abuelo quando entraba rapadura en la faldri-quera,
y quando decía el frayle lego Carvallo: ¡Pobre santo Chris-to,
en poder de S o l í s ~E~l. año de 1766 en que se ausenta don
Miguel puede considerarse como el final de una etapa de la ter-tulia
de Nava.
CAPITAND E LAS MILICIAS CANARIAS
Don Miguel desiste de continuar la carrera de la Iglesia; in-gresa
en las milicias, como era frecuente en los seglares distin-
3 Agustín Millares Carlo, Ensayo sobre una Bzo-Bibliografia de escrz-tores
naturales de las Islas Canarzas Madrid, 1932, págs. 558-562
guidos del País. Por distintos escritos consta que fue capitán
y según Fernández de Bethencourt el mentado empleo lo ejerce
en el regimiento provincial de Icod en Tenerife4.
A) Cargos públzcos.
El 28 de abril de 1766 embarca para Campeche don Miguel
Pacheco Solís según escribe el regidor don Lope Pmtonio de la
Guerra y Peña en sus Memorias Probablemente le animó a este
viaje el residir en Méjico su tío el coronel del Regimiento de Dra-gones
de Yucatán don Miguel Caraveo de Grimaldi con su familia,
y que también se hallaba destinado a la sazón en la provincia de ;
Sonora su hermano mayor el teniente de Navío don Alonso Bar-tolomé
Pacheco Solís. O -
El citado don Alonso se sabe que falleció en 1766, pero igno-ramos
la fecha exacta de su óbito. Don Miguel debió de salir de E
Tenerife sin tener noticia de la muerte de su hermano en el caso
de que ésta ocurriera antes de llegar a Méjico, pues el poder para f
administrar sus mayorazgos no lo otorga en Canarias, sino me- $
ses después de su llegada a Nueva España.
- -
0
m
Muy pronto obtiene el empleo de gobernador de la «insigne,
muy noble y siempre leal» ciudad de Haxcala y :;u provincia,
cargo que desempeña entre los años de 1767 y 1774, pues en 20
de septiembre de este último año ya es emérito del expresado
gobierno. Posteriormente, ejerce el de subdelgado por Su Ma-jestad
en las provincias de Taxco e Igualada. También es juez
de Minas por el Rey y comandante de las compañías sueltas de $
las milicias en las expresadas provincias. Mucho tiempo ocupa "
dicha subdelegación pues está en servicio activo, ocupando tal
destino, por los años de 1814, ya casi octogenario t.
4 Nobdzarto ae Canarras, La Laguna, 1 Régulo, editor, i952, pág. 583.
S «En 28 de abril se embarcó para Campeche en el navío nombrado Corre-dores
a cargo de D Pedro Vandenhede, D Miguel Pacheco-Solís D Lope Antonio
de la Guerra y Peña, Memorras, Cuaderno 1, «El Museo canario^, Las Palmas,
1951, pág. 95.
6 Carta de don Miguel Pacheco-Solis a doña Isabel Machado, fechada en
Tam 4 1 de ryzye de 1814 Lpg
308 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
D MIGUEL PACHECO SOLÍS
B) Intereses privados.
Los primeros tiempos de su estancia en América debieron ser-le
muy favorables, puesto que sólo en la ancianidad habla de su
regreso a Canarias. En efecto, no tardó mucho en adquirir una
pequeña hacienda de cañas y el derecho a unas minas, si bien
esto último le obliga a un litigio que pierde en 1788 víctima,
según él, de «infamia y envidian. Su ruina definitiva obedece
a los frecuentes desórdenes que reinaban en Méjico. En el levan-tamiento
de 1814 los insurgentes le arrasaron la mentada ha-cienda
que estaba situada en zona de su jurisdicción y aunque
logra después de reclamar durante tres años ante los tribunales
que se declarase sus derechos a ser indemnizado en más de diez
mil pesos, nunca llegó a percibir cantidad alguna por el referido
concepto '.
Aparte de los bienes libres de la herencia de sus padres y de
los del Patronato de Boza, vínculo instituido a su favor por sus
tíos don Matías Boza de Lima y doña Ana de Urtusaústegui, con-sistentes
en una casa en la calle de San Francisco de Santa Cruz
de Tenerife y los réditos de noventa y nueve sitios en El Tosca1
de dicha población, recayeron en don Miguel, a la muerte de su
citado hermano mayor cinco mayorazgos, a saber: el fundado
por don Alonso de Solís y Aguilar y su mujer doña Elvira Váz-quez
de Nava, ante el escribano Juan Cabrera Real el 15 de sep-tiembre
de 1602 con las subrogaciones y agregaciones hechas por
don Alonso Pacheco-Solís y su mujer doña Isabel Fonte del Hoyo
el 21 de marzo de 1673 ante Francisco ArgUello; el vínculo y pa-tronato
que fundó Juan Yanes el Abad, en 15 de marzo de 1538
ante Bartolomé Joven; el que instituyó el canónigo don Alonso
P~chece-Selisp er testairiente urite Eerrizrdim Pule~z~eleas, a&
bano de Gran Canaria, el 3 de diciembre de 1599; la agregación
de doña María Pacheco-Solís, también en Gran Canaria, ante el
escribano de Las Palmas José de Bethencourt Herrera, el 8 de
7 Carta de don Miguel a doña Isabel Machado, sin fecha, si bien, por el
contenido se ve que es posterior a 1813
febrero de 1663; y el que establecieron los hermanos don Lope
y don Tomás Fonte del Hoyo, ante el escribano de Tenerife Juan
de Azoca Recalde, el 30 de diciembre de 1638.
El primero de los mencionados mayorazgos comprendía la mi-tad
del valle de Flandes en la Punta del Hidalgo, ciento noventa
y seis fanegadas, hoy «Salís» y asabanda»; unas trescientas fa-negadas
de tierra en Geneto en su mayoría dadas a censo; más
ciento cincuenta en El Rosario e igual cantidad en Tejina, asi-mismo,
cedidas a varios tributarios. El de Juan Yanes constaba
de la casa de la calle del Agua situada entre dicha via y el ba-rranco
de los Molinos, conocido hoy por el de la Carnicería, es-quina
al callejón de San Roque y lindando por el otro lado en la
época del fundador con casa de Bartolomé Benítez de Lugo que 2
después pasó a la familia de Guerra; los tributos del valle de
Juan Yanes, después llamado de Hinojosa y ahora de Colín que
según los cálculos del propio don Miguel no debían de bajar de
ciento cincuenta fanegas de trigo anuales. El de doña María Pa-checo-
Solís consistió en dos cercados de la Vega de San José en
Gran Canaria, arrendados entonces en cien pesos anuales y un
tributo en casa de la capital de dicha isla. La fundación del ca-nónigo
don Alonso fue de una hacienda con veinticuatro horas 2
de agua en el pueblo de Moya, también en Gran Canaria. Los
hermanos Fonte establecieron el vínculo en la llamada casa prin- 9
cipal de la familia en la plaza del Adelantado, separada de la S :
ermita de San Miguel por un sitio perteneciente a la familia de 5
Cámara de la isla de la Madera por el que se pagaba un tributo
de botijas de aceite a la Casa de Mesa. El haber si,do dada dicha
casa en dote por el maestre de campo Lope Ibáñez de Azoca y su 1
mujer doña María Abarca del Hoyo a su hija doña Isabel del "
Hoyo Azoca, unido a que el edificio lindaba con herederos de
Hernando del Hoyo y por otro lado con herederos de Esteban
del Hoyo nos permite suponer que la repetida casa pertenecía
en la primera mitad del siglo XVI a los Hoyo-Solórzano. Tuvo
cuatro balcones de madera hasta 1814 en que por amenazar rui-
8 El valle de Juan Yanes se llamó tardíamente de Colín por ser propietario
de dos cercados que no pagaban tributo a la casa de Pacheco-Solís un inglés
WL t. -,--- iiaiiiauu 1 iiuiiicia buiiiig
310 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N I I C O S
D MIGUEL PACHECO SOLIS 7
na el inmueble fue reedificado desde sus cimientos y sustituidos
los indicados balcones por ventanas, obra que se debió a doña
Isabel Machado de la Guerra, administradora de los referidos
mayorazgos 9. El ayuntamiento de Tenerife quiso comprarlo en
1818 para Academia y que al mismo tiempo sirviese de habita-ción
del nuevo Obispo, asunto sobre el cual le escribió a don
Miguel su amigo don Lope Antonio de la Guerra lo.
El cuerpo de bienes que hemos indicado no daba, sin embar-go,
un completo bienestar económico porque la mayoría de las
propiedades respondían a distintos gravámenes y especialmente
a memorias de misas y limosnas perpetuas, lo cual, unido a que
el caudal en censos a favor de la Casa sufría en general la cons-tante
morosidad de los tributarios, viéndose obligados los seño-res
del dominio directo a interminables litigios y a una reiterada
busca de documentos para poder identificar en múltiples oca-siones
los predios censidos. En la zona de Geneto no fue raro
que algunos censatarios devolviesen las fincas por no poder sa-tisfacer
las pensiones, y las tierras de El Rosario llegaron a ser
rematadas por los frailes dominicos en virtud de las obligacio-nes
que pesaban sobre las mismas a favor del culto de la capilla
de San Ildefonso en el convento de Santa Catalina de Sena, pa-tronato
de la familia de Pacheco-Solís.
Don Miguel, para la administración de toda su hacienda en
Canarias dio poder general, primeramente, residiendo en San
Francisco de Campeche, ante el escribano público y de cabildo
José de León, el 12 de febrero de 1767 a su madre doña María
Candelaria Caraveo de Grimaldi y a falta de ésta a sus cuñados
don Andrés Alfonso Gallegos y don Fernando de Molina Quesa-da
por este orden. El segundo poder fue el 20 de septiembre de
1774 ante Bernardo Antonio de Aldunate, escribano del Real de
Taxco, también a su madre, pero ahora en segundo lugar a su
hermano don Domingo, y en tercero al citado don Fernando. A
la muerte de don Domingo otorga análogo poder a la viuda de
éste, doña Isabel Rosa Machado de la Guerra, madre de la in-
9 Carta de doña Isabel Machado a don Miguel, el 30 de noviembre de 1814
10 Carta de doña Isabel Machado, ya citada, y de don Miguel 8 dicha señora,
en 9 de febrero de í8í9
8 JOSÉ PERAZA DE AYALA
mediata sucesora en los mayorazgos, doña María de las Nieves
Pacheco-Solís y Machado, en el Real de Minas de Taxco el 3 de
agosto de 1800 ante el escribano José Ignacio Rosillo. Las dife-rencias
que tuvo doña Isabel Rosa con su yerno don Domingo
de Molina Quesada y Ascanio hicieron que don Migpel relevara
a aquélla de la obligación de presentar cuentas para evitar que
el referido yerno se las exigiese a su fallecimiento ll.
El papel destacado que tiene en la tertulia de Nava y su per-manencia
en América a pesar de ser el primogénito de una casa
ilustre bastan para pensar que don Miguel Pacheco Solís tenía
a
una calidad humana poco común. En Méjico vemos que no sola- :. E mente atiende al cumplimiento de la función pública que tiene E
confiada, sino que también procura la creación de riqueza me- : =
diante el fomento de sus propiedades. En sus cartas nos habla f
de haber litigado para restituir a su patrimonio unas minas y re-fiere
su desvelo en el cuidado de la pequeña hacienda de caña :
de azúcar adquirida con su esfuerzo. Su celo es ejemplar. Ya
bastante anciano asegura que se ve obligado a «caininatas» no
sólo para inspeccionar su heredad, sino también porque ellas son E
«precisas a los que tienen la triste pensión de administrar jus- E
tician 12. Por otra parte, en la correspondencia con su hermano
y con su cuñada, administradores de su patrimonio en Canarias, -
les estimula a que procuren por todos los medios el conservar $ 2 los muchos derechos de la Casa; que tengan al corriente las de- ;
cursas de sus innumerables censos sin olvidar tampoco lo que 1
redunde en favor del honor de la familia y así, por e,jemplo, dice 2
en una de sus cartas que va a escribir a su amigo Viera y Cla-vijo
sobre un asunto simplemente genealógico
Con una mentalidad moderna para su época pone de relieve
11 Cartas de don Miguel, en 7 de marzo y 1 de mayo de 1814 y 9 de febre-ro
de 1819
12 Carta a su paisano don Agustfn Calixto Ramos, el 5 de febrero de 1802
En esta carta dice también: «porque para quien teme a Dios son otros arbi-trios
de la Judicatura bastantes peligrosos y yo no estoy bien con ellosn
13 Czdz z si'. hem-zn~h n D ndngn, en 18 de fehrern de 1?RR
312 A N U A R I O DE E S T U D I O 6 .4TLANTICOS
D MIGUEL PACHECO SOLÍS 9
como un preciado timbre el vivir de su trabajo y que haya sido
fruto de su esfuerzo la mentada finca rústica. En 1802 escribe
a don Agustín Calixto Ramos sobre sus mayorazgos y le hace
presente que «nada desde que estoy en América he pedido de
ello y me contentaré siempre con que les fomenten y aclaren sus
derechos, como me creo lo está executando esta Sra. (doña Isa-bel
Machado)». En 1819 dice a su cuñada doña Isabel «habrá
visto que en todo el tiempo que he podido por mí trabajar nada
le he pedido, deseando que su hija de usted de quien ni una letra
he recibido, prueba de su ingratitud, mejorase su estado con el
fomento que usted ha dado a dichas fincas»14.
Corrobora su generosidad las instrucciones y sugerencias a su
hermano y apoderado don Domingo para que ayude económica-mente
a sus hermanas doña Isabel y doña Josefa, pues aunque
ambas habían casado con caballeros mayorazgos, Molina Quesa-da
y Jaques de Mesa, el primero tenía muchos hijos y el segundo
todavía no había heredado la Casa de su abuelo paterno. Tam-bién
aceptó la cesión que hizo doña Isabel Machado de los bienes
del Patronato de Boza a favor de doña María de las Nieves, in-mediata
sucesora de la Casa de Pacheco-Solís, documento que
pasó ante el escribano Domingo Quintero y Párraga el 14 de ju-nio
de 1813. En su domicilio de Méjico admite a su sobrino don
Domingo Gallegos para quien gestiona un destino en este país
y se preocupa de que su cuñado Jaques, inadaptado a la vida de
Méjico, regresase a Canarias, al propio tiempo que por la mala si-tuación
en que se encuentra aquel territorio no vayan más emi-grantes
de su familia, ya que las revoluciones, el afán de lujo
y la propensión al vicio predominan en la población.
A pesar de su prolongada ausencia de las Islas procura con-servar
la relación con sus amigos de La Laguna manteniendo co-rrespondencia
con el marqués de Villanueva del Prado don To-
.Am a,. \T n*,- PA-A... A-- 1 --a A-&--:- 2- 1- 0 -1 L---
ulaa UG ~ w a v a - u l ~ U~ U~II~ LuU~~~G,~ I L U ~ I IutU; la u u c r r a y c r ueiic-ficiado
de la Concepción don Antonio de Villanueva y Castro,
señoras de Pinedo y otras. A don Lope le pide noticias del fo-l-
artas de don Miguel a don Agustín Calixto y doña Isabel, en 1802 y 1819,
ya citadas
Núm 20 (1974) 313
10 JOSÉ PERAZA DE AYALA
mento del Archipiélago con la pesca en la costa de Africa y por
otros factores. Con su cuñado don Fernando de Molina, el co-laborador
de Viera, se ve que nunca decayó la sólida amistad que
le unía de antiguo, independiente del parentesco, puesto que re-comienda
a su hermano don Domingo que consulte con aquél
los asuntos aún de índole personal. Una de las cosas que cele-bra
del carácter de su sobrino don Domingo Gallegos es el ha-berle
puesto al corriente del acontecer de La Laguna después
de su ausencia.
No se reciben noticias de don Miguel durante 101s años com-prendidos
entre 1800 y 1814 y éste a su vez se queja de que en
el indicado período estuvo ocho años seguidos sin saber de sus
familiares en Canarias. Hacia 1817 declara haber recibido dos
mil pesos fuertes que pidió por la pobreza en que le habían su-mido
los insurgentes al haber arrasado su hacienda y el 9 de
febrero de 1819 solicitó de nuevo que le remitieran igual canti-dad,
pero no sabemos si esta suma llegó a su poder, puesto que
a principios del año siguiente deja de existir.
Quien lejos de pedir las rentas de sus mayorazgos había ofre-cido
por el contrario, enviar dinero para alguna compra y hasta
premiar generosamente a sus familiares con su fortuna 15, tiene
un final oscuro y pobre. Cuando muchos años después de su
muerte se solicita la certificación acreditativa de la misma, sólo
se logra, mediante una declaración de testigos, probar que don
Miguel Pacheco-Solís había fallecido de muerte natural a prin-cipios
de 1820 16.
1s En la citada carta de 1788 dice a su hermano don Domingo. «tú debes
vivir en la seguridad de que siempre tendrás la mejor parte de mis sudores
como no te olvides de las obligaciones de christiano y conque has nacidom
16 Los desórdenes públicos a que hemos aludido hicieron que: se perdiera el
archivo parroquia1 de Mineral de Taxco y por ello el presbítero don Francisco
María Tapia, cura foráneo y juez eclesiástico de la iglesia de dicha población
para certificar s~bre !a mverte de .im .h&g~e! Pachec~-Sn!ir oye !as declara-ciones
que en 1893 prestan don Teodoro Ocampo, de ochenta aios y don Teo-doro
Flores de ochenta y siete y aún doña Margarita Palafox, de noventa y nue-ve.
Los dos primeros aseguran haber oído que don Miguel había fallecido de
muerte natural a principios de 1828 Certzfzcado orrgznal de dicho presbítero
en 4 de mayo de 1893 y otro del mismo cura a 22 de septiembre de dicho año,
ambos en e1 legajo 1, antes citado
314 A N U A R I O DE E S T U D I O S A i L A N T I C O J