C I E N C I A S
ESTUDIO HIDRQLOGICO DE
GRAN CANARIA
POR
FEJ3EBBtA MAnArT mAs
Ingeniera de Caminos, Canales y Puertos.
Calificamos en cierta ocasión a Gran C-?naria coms !a "fala de
los Contrastes", basándonos en la infinidad de caracteres contra-puestos
que en ella se observan desde los m h variados puntos de
vista.
Junto a los floridos vergeles y a las verdes alfombras de sus
campos de cultivo, ofrece el paisaje canario negros suelos reque-mados
y arrasados por las erupciones volcánicas más modernas,
de las que algunas parecen casi como si acabaran de tener lugar.
En el mismo reducido solar isleño conviven actualmente las
especies más comunes de la flora mediterránea., como -por ejemplo
la humilde y sugestiva amapola, con los arcaicos "Dragos", Últi-mos
representantes de la flora terciaria, o con el Pino Canario, que
desde los bosques de Tamadaba evoca con nostálgicos recuerdos a
sus hermanos, hoy fósiles, del Plioceno francés o del Mediterráneo
pni f i s~hr. 1r;'ss ze ~ p i e iaJ' &oi.Oi&', propias de 10s p&-
ses secos, con largas y profundas raíces y con hojas protegidas
con fuerte cutícula para defenderse de la evaporacibn por todos
10s medios (plantas xerofitas), viven también, con carta de natu-
2 FEDERICO MACAU VILAR
raleza típicamente canaria, las plataneras, prototipo de las plan-tas
hidrofitas de cortas raíces y grandes hojas que permiten eva-porar
sin ninguna restricción toda el agua que aquéllas sacan del
suelo casi a flor de tierra.
Mientras en el Norte y Levante de la Isla nos maravillan sus
jardines y sus exuberantes huertas y campos de frutales, el Sur y
el Oeste nos ofrecen áridas dunas y desérticos páramos (figu-ras
1 y Z), en los que apenas crecen aislados ejemplares de "aula-gas",
planta áspera y espinosa que sólo aprovechan como pasto los
sobrios dromedarios, que aún se emplean como elementos de trans-porte,
en evidente contraste con los últimos modelos de los más 8
N
potentes camiones que por las mismas carreteras van, repletos de
U
plátanos, camino del Puerto de la Luz, donde una vez más con- %-
trastan los modernos petroleros y los grandes trasatlánticos con 8'
las humildes falUas de los apacibles pescadores del litoral. 8
I
Las carreteras del Norte y del Centro escalan la cumbre ser- -e
peateando entre florides Srhnles de Pascua, rosales y geranios que 5Y
dan a su trazado bellas notas de vivo colorido; en cambio, las pis- E
=n
6
t~ del Sur y del Oeste se desarrollan colgadas de las abruptas Y U
rocosas laderas de los profundos barrancos, en las que apenas que- E
dan pequeñas rinconada5 de tierra donde puedan arraigar tímidas i
1
hierbas. a
9
Todos estos y otros muchos contrastes que nos ofrece el pai- - i
n
i
saje, la flora e incluso el mismo desarrollo agrícola e industrial de e 5
este país sin igual, dan a Gran Canaria una fisonomía y una per- o
sonalidad tan definida, aue no es de extrañar constituya un punto
singular en las encrucijadas de los principales itinerarios trasatlán-ticos
e intercontinentales.
Pero toda esta variedad de contrastes que se presentan en la
reducida superficie de esta Isla, que a pesar de su pequeñez ha sido
liarnada tarnBién u~n -u- i h:-r-~-c r el 0t ~ii ii;lilitUrs", E0 Y O s~i n ~co me-cuencias
de los que aún en mayor escala ofrece su HTDROI~OG~Al,a
cual depende, a su vez, tanto del régimen?climático a que por su
posición atlántica y frente a la zona del Sahara africano está so-
1
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB ~
\
ESTU'DIO HID.L6GICO DE GRAN CANARIA 3
metida, como de las condiciones topográficas de su relieve y geoló-gicas
de su suelo y subsuelo, tan relacionado todo ello entre si, que
no puede hacerse ningún estudio hidrol6gico de conjunto sin tener
constantemente a la vista las singulares características de las di-versas
zonas climáticas, topopáficas y geológicas, clave estas úl-timas
de todas las demás y a las que en último término hay que
referirse para hallar la explicación de todos los fenómenos y Con-trastes
que presenta la geografía física, econóhica y humana de
esta &la.
Para el más elemental estudio de la Hidrología de Gran Ca-naria,
es obvia la necesidad del correcto planteamiento de -los p a -
ves e importantes problemas que presenta, y tanto para ello como
para su ulterior comprensión y para la elección del óptimo camino
que nos lleve a la más adecuada solución de los mismos, es preciso
previamente conocer la procedencia, la situación y Ia forma de
captación del agua, para lo cual vamos a continuación a hacer unas
breves consideraciones sobre el clima, la yologia y !a topgrafia
del solar isleño.
I.-PROCED~~CIA
I
Condiciones dimatoMg2cas.
DEL AGUA.
I
Situada Gran Canaria p t r e los paralelos 270 14' 33"'y 28" 11' 30"
de latitud N. y entre los meridianos 15" 21' y 15" 49' de longitud
O. de Greenwich, queda al sur de la zona de las calmas tropicales
atlánticas y al norte del Trópico de Cáncer y está sometida, por
tanto, al régimen de los Alisios, vientos frescos y húmedos que
constituyen el principal veháculo de las lluvias normales y que pro-cedentes
Ue! M., por efecto de ivs movimientos iie rotación de ia
tierra, penetran en la zona de Canarias con dirección NE. Estos
vientos, cargados de humedad, se desarrollan en la atmósfera a una
altura que oscila entre el nivel del mar y los 2.000 m., pudiendo
O
Núm. 9 (1957) 11
4 FJiDERICO MACAU VlLAE
excepcionalmente llegar hasta los 2.500 m.; resulta, por tanto, que
la Isla, con sus 1.952 m. de altura, presenta una barrera que se
opone a la masa de aire que constituye los alisios, la cual tiende a
escaparse por los flancos E. y O. y a elevarse hacia la cumbre a
regiones más frias, con lo que la humedad contenida en esta masa
de aire forma, al condensarse adiabhticamente, un techo de nubes
situado entre los 700 y los 1.800 m. de altura, lo que a su vez ori-gina
una serie de finas lluvias relativamente frecuentes en las re-giones
inmediatamente inferiores y una importante aportación de
agua por condensación directa sobre el terreno, generalmente
rocoso y a menudo escoriáceo, o sobre la superficie de los árboles
donde hay bosque. Toda este agua, por la misma lentitud y finura
con que llega a la superficie del suelo y por la propia naturaleza
de éste, raramente llega a correr por encima de él, sino que más
bien se va infiltrando hacia el interior, dándole un elevado grado
de humedad, quedando además protegido, por el mismo techo nu-boso,
de ulteriores procesos de evaporación que no pueden, por
tanto, llegar a verificarse.
Cuando se desarrollan frentes fríos que procedentes del N. in-vaden
el Continente europeo, se produce un trastorno general en
el régimen de los alisios; los vientos rn¿is.fr íos hacen ascender a la
masa de aire alisia, y por debajo de ella pueden llegar hasta el
Archipiélago, donde producen fuertes lluvias e incluso a veces ne-vadas
en las regiones altas, caso poco frecuente, pero no raro en
la cumbre de Gran Canaria; por todo ello, el régimen de lluvias
resulta tener cierto paralelismo con el de la España peninsular,
es decir que la estacih de lluvias corresponde al invierno, aunque
quizá con los veranos más largos y más secos.
Todo esto que acabamos de exponer corresponde a la mitad
NI?,. de la Isla, que es la que recibe directamente la influencia de
10s en cuanto a 12 oti-2 wrtiecte so., c==dlcienes re-sultan
totalmente distintas, carente por lo general de nubosidad
y de humedad, las lluvias son mucho más escasas y cuando se pro-ducen
debidas a los vientos del O. y del SO., si su intensidad es
o
12 ANUARIO DE EXTUDIOS ATLANTICOi3
ESTUDIO HIDROLÓGICO DE GRAN CANARIA 5
poca, las precipitaciones resultantes no pasan de beneficiosos chu-bascos;
pro cuando su intensidad es lo suficientemente fuerte para
Lluvia anual
EYg. 3.
obligar a la masa de aire a ascender hacia la cumbre, descargan
entonces grandes aguaceros que discurren torrencialmente por
toda la ladera hacia las cercanas y abruptas costas. .
6 FEDERICO RL4CAU VILAR
Con los datos obtenidos del Servicio Meteorológico del Ejér-cito
del Aire hemos calculado los valores medios de la frecuencia
de los vientos que han llegado a la Isla, según las observaciones
realizadas en el periodo formado por los últimos treinta y tres años,
así como también los de la lluvia anual durante un periodo unde-cenal,
con cuyoi resultdos hemos confeccionado el gráfico de fre-en
Sos que se aprecian claramente los' extremos y diferencias que
entre las vertientes NE. y SO. acabamos de exponer.
Las aportaciones. externas de agua a la Isla proceden, pues,
ESTUDIO HIDROL~GICOD E GRAN CANARLA 7
de las aguas de condensación y de las lluvias generalmente de poca
intensidad pero de mayor duración producidas por el régimen de
los alisios, que son la principal fuente de alimentación de las aguas
de infiltración que discurren por el interior del suelo, o sea de las
aguas subterráneas y de las lluvias fuertes y torrenciales y de las
nevadas, que traídas por los vientos fríos del N., S. y SO. producen
la mayor parte de los caudales que circulan por su superficie y
dando también, aunque en menor grado, cierta cantidad de agua
que puede aumentar los caudales subterráenos.
a
N
II."ITUACIÓN DEL AGUA.
. -
Condiciones geológicas.
E
Para saber cómo y por dónde circula el agua subterránea y los
lugares más apropiados para alumbrarla, es conveniente, primero, 3
hacer, aunque sea ligeramente, un rápido bosquejo de las caracfe- em-risticas
geológicas del suelo y del subsuelo. E
O
Geológicamente Gran Canaria está constituída por sucesivas
capas de rocas volcánicas, o plutónicas, que sobre un basamento n
E
primitivo de facies continental han ido superponiéndose, proceden- a
tes de las aportaciones que del interior de la tierra ha ido propor- n
cionando la gran actividad volcánica característica de todo el Ar-
3
chipiélago desde las épocas más antiguas. O
Simultáneamente a esta intensa actividad volcánica ha actuado
también con gran vehemencia la acción demoledora de la erosión,
favorecida, por otra parte, por el régimen torrencial de lluvias sub-tropicales,
tan fuertes a veces en determinadas épocas de los diver-sos
ciclos climatológicos a que ha estado sometida, y por las pronun-ciadas
pendientes que ofrecían las acumulaciones de 10s materiales
volcánicos, que alcanzaban gran altura sobre la exigua extensión
en planta de su base, originándose con todo ello una variación con-tinua
deLrelieve, en el que se abrían profundos barrancos que iban
8 .F&DERIco MACAU VIIAñ
\ ampliando su extensión por la misma acción erosiva antes men-cionada,
que eran luego rellenados con los materiales de nuevas
corrientes lávicas que transformaban los viejos valles en jóvenes
lomas, cambiando, por tanto, el signo del relieve externo, quedando
las antiguas vaguadas con sus lechos de acarreos bajo las capas
de rocas solidificadas por el enfriamiento de las lavas.
Por otra parte, los propios fenómenos volcánicos originaban
fomaq negativas en este mismo relieve con los hundimientos pro-ducidos
con la formación de calderas, quedando amplias hondona-das
que más tarde eran también rellenadas con nuevos materiales
que se solidificaban encima de los depósitos de pie de monte, acu- c. a
mulados antes en su interior. E
Estas series de rocas que han ido formando i;odo el aparab O
S--
volcánico externo de la isla de Gran Canaria corresponden a las m
O
E
siguientes familias : SE
Diabams, que son rocas de tonos verdosos y oscuros muy anti- -E
guas, predecesoras de los modernos basaltos y que se encuentran 3
en estado de descomposición muy avanzado, superpuestas directa- O- -
mente sobre el basamento continental y cuyos alvéolos se hallan m
E
casi completamente rellenados con zeolitas.. O
Andesitas, rocas volchicas también muy antiguas, de color' n
E oscuro y áspero tacto que se presentan asimismo con textura va- -
a
molar, con abundanqa de zeolitas y de inclusiones de calcedonia 2
d
n
n y ópalo principalmente.
Estas dos familik constituyen la serie basáltica antigua y Be 5
O
encuentran en masa en el sector costero del O. de la Isla, ocupando
aproximadamente el 11,8 por 100 de su superficie. También se en-cuentran
pequeños fragmentos de estas rocas formando el núcleo
interior de algunas bombas volcánicas arrojadas por los volcanes
modernos y que han sido arrancados de las paredes de las chime-neaü
de est:t=o V O ! C ~ ~ ? E81 z k w w w las formaciones subyacentes.
Superponiéndose a esta serie básica aparecen las series de rocas
ácidas formadas por las Fonolitas, Traquitas y Riolitas, de acidez
creciente y cuyo rnálarn; se alcanza en estas últimas, volviendo
16 ANUARIO DE ESTUDIOS A.%ANT~C~S
, luego,a ,decrecer ,este carácter, presentbid~sel.a s.-siguientes,e fup
ciones en sentido inverso, es dech, pasando delas.Riolitas:á~la g
. . , . . 'Trqquitas y.a las ~&olitas., ., ~. ,....' . i ' . ... ,....., . . . . . (I. . . .: ....... .. . ,..
::, LasrRiolitas son de colores vivas: rodas, aerdes y amariuas,.Cori.
textura vítrea-fluidal, englobando a menudo en su interior nódulos
.de rocas más antiguas conservados en estado de semidigestión.
Ocupan con preferencia el sur y suroeste de la Isla en una exten-
:sión equivalente al 13,4 por 100 de la superficie total de la misma.
Sobre éstas, y desarrollándose'en el..sector sur sureste princi-palmente
y algo menos en el norte y'noreste, están las Fonolita?,
de color gris verdoso, estructura f l ~ i u a la-b~u ndantes en nefelina
y egirina; entremezcladas con ellas estána veces S& formaciones
& T~nq g i t a 3rn ca- & cnlnre- g-i-esj m& claros y hgstmt- menos
,densas. Entre ambos tipos aparecen otros menos definidos y de
transición, formando las traqui-fonolitas y las metafonolitas.
En el vértice de la Isla,. cubriendo parte 'del centro de la misma
y extendiéndose hacia el noreste, se encuentran extensos y poten-tes
mantos de un congiomeracio brechiforme cie origen también
volcánico, en el que, en el seno de una masa aglutinante de com-
:posición química corresponhiehte al tipo fonolítico, hay abundan-tes
cantos de los materiales de todos los tipos de rocas, pertene-eientes
a las erupciones anteriores. La pasta, generalmente de tex-tura
vítrea, varía en tono de color, lo mismo que en el tamaño de los
cantos, según su prtenencia a distintas erupciones o a focos de
-emisión diferentes,. pero todos pertenecientes 3 un mismo ciclo de
.erupciones volcánicas de tipo explosivo.
uW-uC~n-a unm rmn:rrrrnr. -1nn-nn rl :nri -n 1 . i n n r + n m h i % n e te fnvvnnrriiin GA u p i u i r ~ uyc icauan ULGA ULI A U S ~ L 1i4111uaul~U AU *vr ---u-
.de potentes bancos de Cineritas blanco-am..a ril.l.e,.n ta-. s . d. e. naturaleza . . . . . , ,
química también de tiPo fon~iítico~',~su-ele, n, desc,ansar directa-
-mente sobre las fonolitas. e.s pecialmente en las zonas, costeras-del-.
.su&y noreste.. E.sta .s c.in iriias se e@cu&t=ane' n ,capas ,de'e stratifi-ka.
k. i& sensible.m e.n te h&rizo.& ..a ly S&,f brnia.r o.n. p.&. ,i blemente pOr 1a
acumbl. k. ón de cenizas volcánik- en determinados lugares por. . 1s..
&ci&.' eóli. cá, de los que fueron arr&traaa.s m. .á.s< t -a rdepor las a.m. , as,-
. .. -. . . >
m forma de barros puzolánicos depositadas luego donde actual-mente
las encontramos;
Finalmente, recubriendo la mayor parte de las formaciones an-teriores,
en el sector N.-NE. encontramos los materiales de la serie
Fig. 5.-Situación de los crateres de los .volcanes cu-yas
lavas corresponden a la serie basáltica moderna.
basáltica moderna, formada por rocas de la familia de los basaltos,
c'?,vhzz ojd&d 7 : ~ ~ i ~ C&Q ~ ~ -@:ne ~ t ~~,~u !=~~v= al1 npn-
Y -- r-U
sencia se remonta sólo a los albores del Mioceno. Esta familia está
principalmente formada por TefrZtas, Basanitas, Limburgitas, Ba-saltos
plagioclásicos y por Lapilk, que cubren grandes extensiones
18 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESTUDIO HIDROLOGICO DE GRAN CANARIA 11
en forma de material suelto y escoriáceo de tamaño variable, pero
siempre con una gran porosidad y relativa ligereza por la gran can-tidad
de huecos que contienen sus granos.
Las lavas correspondientes a estas emisiones basáiticas se ca-racterizan
por su gran fluidez, lo cual les permitió extenderse am-pliamente,
llegando a menudo a largas distancias de los cráteres
desde los que fueron arrojadas, formando capas de poco espesor,
pero que llegan a adquirir mayor potencia con la superposición de
otras coladas, fenómeno desde luego bastante frecuente. Todos
estos materiales han sido arrojados a-través de los abundantes crá-teres
(de los que tenemos localizados hasta 178 en la mitad NE. del a N
solar isleño), cuya posición es la que se señala en el mapa de la E
figilra 5 y &~rs&n ime r ~ g g gr r u p i ~ ~me sás Q mer?=s dista=&- O
n -
= das en el tiempo, entre si, de lo cual puede deducirse fácilmente la m
O
E
gran complejidad que en la superposición de capas de lavas y es- S£
corias se ha originado con todo este proceso. =E
Al correr estas lavas en estado liquido, y, por tanto, a tempera- 3
tura bastante elevada, por encima de otras formaciones preexis- - -
0m
tentes cuya parte superior estuviera recubierta de tierra más o E
menos arcillosa, procedente ya de la descomposición de la propia O
roca base, ya de la acumubción de los productos arrancados por n
-E los efectos de la erosión y acarreados y depositados luego por el a
2 agua o por el viento, se produjo la cocción de la parte superior de n
0 estas tierras, que quedaron formando una capa de material cocido
impermeable, que quedó así bajo el espesor de la de escorias y 3
O
lavas que la originaron.
Su presencia se iocaiiza fáciimente por su vivo coiorido rojo-ladrillo
(en realidad no es más que un ladrillo natural fabricado
por la propia naturaleza) y que en la jerga-aborigen se denomina
"almagre", nombre completamente concordante con su aspecto y
con su composición.
Completaremos esta ligera enunciación de los materiales pe-trográficos
que forman el suelo de Gran Canaria, con la mención
de los terrenos sedimentarios que corresponden al Mioceno ma-
Ntim. S (1957) 19
12 FEDERICO MACAU VIAR
rino, perfec6am'ente datado por la abundante) k interesante presen-cia
de fósiles2que contiene en determinados lugares. Se,ubica a lo
largo de una estrecha zona junto a la~costalensi t ángulo NE., y en
algunos manchones aislados, cerca también de la actual línea cos-tera,
en la zona S. y SE., formando una terrhza sedimentaria cuya
altura no sobrepasa en ningún punto de los 400 m. del actual nivel
del mar.
Carente prácticamente Gran Canaria- de plataforma continen-tal,
ya que la fuerte pendiente de sus laderas se prolonga en ge-neral
por debajo del nivel del mar y en algunos puntos todavía
mucho más acentuadamente, no existe prácticamente la posibili- a
dad de la formación actual de terrenos cuaternarios, que sólo se N
. . E pueaen locaiizar en estrecha faja qiie en a!gmcs plmtors !kgz O n a alcanzar unos 3 kilómetros de ancho a lo largo de la costa osien- -
m o
E tal, y en la desembocadura de los principales barrancos, donde SE
logran acumularse los aluviones arrastrado$ por éstos. -E
En el esquema geológico de la figura 6 queda señalada a gran- 5
des rasgos la situación relativa en el mapa de la Isla de todos estos --
0 materiales y formaciones que acabamos de describir. m
E
Ya hemos indicado anteriormente la gran fluidez con que salen O
$
de sus cráteres las lavas de carácter básico (familia basáltica) , con n
E lo que alcanzan a cubrir amplias extensioiies; esto, a su vez, es la -
B
causa de que su enfriamiento sea muy rápido, con lo cual se pro- 2
n
ducen en el interior de su masa una serie de tensiones que dan z
lugar a la aparición de gran número de diaclasas o grietas (recuér- 3
O
dese las clásicas formaciones columnares de los basaltos) por las
que el agua puede circular libremente, resuitando un conjunto to-talmente
permeable.
La gran cantidad de huecos que quedan encerrados también en
las capas escoriáceas y de lapilis convierten a esta clase de terre-nos
en verdaderas esponjas capaces de retener y acumular en su
interior grandes cantidades de agua y permiten el paso a su tra-vés
de fuertes caudales subterráneos. Hemos tenido ocasión de
medir personal y experimentalmente estos caracteres en varias
ESTUDIO HIDROLÓGICO DE GRAN CANARIA 13
.f..o...r maciones, ,basalticas,. be Gran.. Cqnari.&:y. ,, en-a lgunas.,s e llega a > .. . - .. , . . . . ...'J. -. '.., ., ..<.,. , . ><... . . . . . . . . .:. . . <. . ~ . . ,
$ j f_r,.a, ~ - . ~saur iv ?l<.y. .p en. . . . . . . . . ........4 ...~,h,.. u ..e.c. os d.e.l . ,.o..,r de. .n, .d.e. u n 15 a un .2(1 por
10.0 del total del de su masa, a través de l+.,cyal el.,z&pa circula . . . . . '!
c. on vel?c.i.d. .a d, e.s . d e 1,84 2.09 m. por hora,, resultad& buy elo- . . . . . . . . . . . . . . . .
yer&s.po. r , sí &. l. os .! si, , lo,s. . ,c omparamo~con.., la, s.caracterist~as
, de
los filtros artificiales de arena, en los que con un 30 por 100 de
huecos el agua alcanza velocidades de 3 m. por hora. ,
En cambio, las rocas de tipo ácido, cuyas lavas, mucho más pas-tosas,
han quedado acumuladaai en las inmediaciones de su punto
de erupción formando potentes mantos rocosos de gran altura y
poca extensión, tienen un proceso de enfriamiento, mucho más
lento, por lo que no se forman grietas ni diaclasas en su interior,
queGai'I&j U~S masa rndY Y yGr +&=te es=.lpleta-mente
impermeable, propiedad que sólo puede ser localmente per-dida
como resultado de trastornos ulteriores que pueden haber su-
,frido por causas tectónicas, ,o por efecto de las erupciones explo-sivas,
u otros cataclismos volcánicos análogos que las hayan afeeL
tado.
Todas estas formaciones, lo mismo que las demás, pero en
mayor grado cuanto más antiguas, han sido, posteriormente a su
enfriamiento, atravesadas por las chimeneas de nuevos volcanes
que han ido apareciendo y por las inyecciqnes de magma enviadas
dede el interior y que han quedado en su masa formando una he-tereogénea
red de diques de más o menos espesor (fig. 7) que pue-den
también hacer variar sus primitivas condiciones de permeabi-lidad
o impermeabilidad, y estos mismos diques, según la natu-raleza
de1 magma que los ha producido y ias condiciones bajo las \
que ha tenido lugar su enfriamiento, pueden constituir capas inter-caladas
impermeables que actúan como muros de retención o in-terrupción
del curso de las aguas subtearáneas o inversamente por
sus propias diiclasas pueden convertirse en colectores y formar
verdaderas conducciones hidráulicas subterráneas. Estos diques
permeables pueden también a veces constituir la base de comuni-cación
subterráneg e,ntre las, cuencas de 40s barrancos vecinos
i4 ~ E D I C OM ACAU VILAB
cuyos cauces pueden estar excavados sobre suelos impermeables,
quedando establecida así una intercomunicación entre sus respec-tivas
aguas subálveas.
En las masas basálticas, durante su estado líquido de gran
fluidez, avanzando con relativa movilidad y velocidad sobre la to-pografía
existente, al salvar los bruscos desniveles de las laderas
o de los caideros de los barrancos por los que circularon, se for-maron
con mucha frecuencia los clásicos tubos volcánicos, por la
simultaneidad de los procesos de enfriamiento rápido superficial de
fuera hacia dentro, con la circulación interna de la parte de lava
todavía caliente y fluida, dando lugar a una amplia y ramificada
red de drenaje natural contenida en su interior, por la que m&
tarde se va desaguando todo el caudal de agua acumulada en dicha
masa, originándose importantes conducciones hidráulicas natura-les,
de las que conocemos ejemplos cuyo caudal sobrepasa los 40
y los 50 litros por segundo. También los hay de funcionamiento
intermitente, cuando ei alesagüe es iv s-üficientelíiiente i-ápXo para
no dar tiempo a la reposición de la reserva de agua acumulada
-con nuevas aportaciones.
En las figuras 8 y 9 vemos dos ejemplos de estos tubos volcá-nicos
: el primero correspo~de_atli po de funcionamiento variable,
'pro continuo, con un caudal bastante importante, y el segundo,
al tipo intermitente durante el periodo de sequedad, o sea de no
funcionamiento.
Caracterásticas topograf icas.
La topografía actual de Gran Canaria se presenta en forma
de cono, cuya base, definida por la línea de costa, es casi circular,
con un diámetro de unos 45 kilómetros, y su vértice a 1.952 metros
de altura coincide casi en la vertical del centro de esta circunfe-
'rencia; su superficie lateral está surcada por profundos barrancos
de dirección casi radial, con pendientes muy fuertes que se suavi-zan
algo más en su último tramo junto a la costa, salvo en los que
22 ANUARIO DE ESTUDIOS 'ATLANTICOS
Fig. :.-Estrecho dique basáltico atravesando verticalmente una potente formación de
conglomeraclo volcánico.
Fig. 8.-Uetalle de la salida subterránea de un tubo volcánico de desagüe continuo; observe- a
se la profundidad del mismo por la caña introducida en su interior. 6
S
Fie. 9.-Roca de salida al exterior de un tubo volc&nico de desagtie intermitente.
desembocan en el sector occidental, donde éstas son en au mayor
parte muy abruptas, formando grandes y altos acantilados casi
verticales, algunos de los cuales sobrepasan el centenar de metros
de altura. Estos barrancos, profundamente excavados en las ro-cosas
formaciones de sus laderas, principalmente en la parte inter-media
de su curso, nos hablan del avanzado grado de erosión a que
han llegado, especialmente los de la vertiente sur y suroeste, cuyos
cursos son los más antiguos por carecer esta zona de la Isla de
manifestaciones volchicas recientes que hayan podido rejuvenecer
su relieve. a
Resulta, pues, de todo ello un sistema hidrográfico externo N
E
radial por el que escurre rápida y torrencialmente hacia el-mar o
casi toda el agua que, procedente de las lluvias, cae sobre la Isla n -
=m
y de la que hasta el presente se aprovecha una pequeñísima pro- O
E
E
porción, retenida por las obras hidráulicas construídas. S
E
Para Canarias en general y, sobre todo, para Gran Canaria en =
particular, adquiere una gran importancia para' sus necesidad& 3
-
hidráulicas la hidrografía subterránea, tanto considerada por sf -
0m
sola como por las infiuencias que recibe de la superficial como con- o
secuencia especialmente de las modificaciones qué en ellalntroduce
n o puede introducir el ingenio humano. -- I -E
Las principales características de esta hidrografía subterránea a
2
que nos interesa hacer resaltar son principalmente dos. n
0
La primera es la independencia prácticamente total que existe 3
entre las dos vertientes noreste y suroeste de la Isla, que pueden O
considerarse sin relación mutua alguna debido a que ésta esti5 di-vidida
diametralmente en dos partes por una 'enorme faiia, cuyo
desarrollo se��alan 10s barrancos de Agaete y Tirajana (véase figu-ra
5 ) , que partiendo del pie de la cumbre se dirigen hacia el maí-
,en sentido opuesto y prácticamente sobre un mismo diámetro, y
este mismo diámetro es también la lima de repzrzciSri de muchm
de los caracteres que, como decíamos al principio, contrastan por
sus cualidades contrapuestas.
La parte suroeste conserva prácticamente su tópografia tercia-
ria y, como,hemos visto, su subsuelo está constituído por masas
rocpsas antiguas compactas e impermeables que absorben muy
poca agua, por lo que la'mayor parte de la de lluvia que sobre ellas
.cae resbala por su superficie y conducida torreneialmente por los
barrancos se pierde en el mar para siempre; así se explican la se-quedad
y aridez de estos terrenos, la escasez de nacientes y manan-tiales
naturales que en ellos se encuentran y la escasa productivi-
&d de los alumbramientos artificiales, que sólo pueden situarse
con probabilidades de éxito en el fondo de los cauces de los ba:
rrancos, cuanto más cerca de su desembocadura mejor.
La. parte noreste, al producirse la falla diarnetral que separó- a N
en dos el bloque isleño durante los movimientos tectónicos casi E
universales de la orogenia alpina, quedó afectada por numerosas O
n--
e importantes resquebrajaduras paralelas a la dirección de aquella m
O
gran falla que dejaron facilitado el camino de salida al exterior a E
2
1% erupciones posteriores y se originaron además otros sistemas -E
de fallas parciales, sufriendo a continuación el conjunto un rno- 3
vimiento de hundimiento parcial con relación a la parte suroeste, - -
0
m que probablemente fué la causa de las erupciones peleanas, cuyas E
nubes ardientes dieron lugar a la formación del conglomerado bre- U
chiforme de que hemos hablado. Estas explosiones, a su vez, ori- n
E
ginaron otra serie de resquebrajaduras y grietas concéntricas cuya -
a
2 intersección con la superficie del bloque de la Isla señalan las po- n
sibles alineaciones que marcan los volcanes cenozoicos que arro- n
jaron las lavas basálticas, que compensaron en conjunto con su 3
O
acumulación la pérdida de altura que sufrió esta media Isla por
efecto del hundimiento mencionado (fig. 5).
La segunda característica interesante es que este relleno de
lavas basálticas borró la topografía esculpida en las rocas preexis-tente~,
depositando, por efecto de la superposición de coladas, .
ennmws masas de rocas permeables sobre la red hidrográfica exis-tente,
que quedó fósil debajo de ella, y encima de las cuales la
acción continuada de la erosión labró otra red nueva, por completo
independiente de aquélla; de ahí que los cursos de agua subterrá-
34 . ANUARIO DE ESTUDIOS aATiiANTICOE,
nea de esta parte de la Isla tengan que referirse más bien a la
topografía terciaria enterrada por estas jóvenes erupciones basál-ticas
que a la topografía superficial cuaternaria, añadiendo nuevas
complejidades al estudio y determinación de estos cursos hidráu-licos
freáticos, cuyos caminos o cauces subterráneos son, pues, la
mayor parte de las veces, independientes de los superficiales, si
bien además para llegar a ellos las aguas subálveas tienen que
recorrer complicados e intrincados caminos a través de las capas
porosas y escoriáceas interrumpidas por la intercalación parcial
de las capas impermeables (la mayoría de almagre) englobadas en
a su masa. N
E
En esta mitad noroeste de Gran Canaria hay, por tanto, que O
tener en cuenta al estudiar la relación entre la hidrografía y la n -
=m
topografía, la existencia real de dos conjuntos a cuál más impor- O
E
E
tante y completamente independientes: la topografía actual que SE
define la red hidráulica superficial, y la topografía terciaria que =
rige el desarrollo hidrográfico subterráneo. 3
-
Es evidente que este mismo fenómeno pudo haber tenido lugar -
0m
E también en épocas geológicas más remotas, pero aunque ello tenga O
sin duda un alto interés desde el punto de vista científico, prácti- 6
n camente este interés es menor, por hallarse esta repetición de to- -E
pografías independientes a profundidades por ahora inaccesibles a
2
a la mano del hombre y por tanto sin consecuencias inmediatas en n
0
lat obtención de nuevos caudales de agua aprovechables. 3
Son innumerables los ejemplos que podríamos citar que corro- o
boran estas aíkmaciones, pero sólo vamos a indicar algunos cogidos
.al azar entre los más típicos de los que figuran en nuestro fichero
geológico de la Isla.
- En el pozo ubicado en la cabecera del barranco de Monagas
que discurre en dirección sur-norte, con la boca a la cota 800 (me-tros
sobre el nivel del mar)-fip, 7&, se &aves6 21 hririn, pri-meramente,
una capa de unos 30 metros de espesor de una forma-kión
basáltica muy moderna a juzgar pos la frescura de sus olivi-nos;
debajo de ella aparecen, con un espesor total de 5 metros,
Arenas g p v j h s
de un wuce tW/
Fig. l0.4orte geológico de un pozo abierto -
a la cota 800 en el Barranco de Monaas. -E
a
unas capas de conglomerados alternantes con tefritas que adquie- 2-
ren luego éstas una mayor uniformidad y continuidad, hasta al- -
canzar la profundidad total de 162 metros, al llegar a la cual se 3
O
encontró una capa de arenas y gravilla rodada pertenecientes al
cauce de un barranco fósil (a 169 metros de profundidad) que
alimenta de agua al pozo en cuestión y que discurre en dirección
E. a O., o sea precisamente perpendicular a la del actual barranco
de la superficie. Este pozo da un caudal de unos 3 litros por se-gundo?
que recoge de este cauce f6sil por el que circulan las aguas
infiltradas a través de la masa de materiales porosos más modernos
que rellenaron el antiguo valle. Es evidente que el máximo caudal
que se podría alumbrar con este pozo seria el que se obtendría de
ANUARIO DE ESTUDIOS 1ATLANTSCOI
ESTUDIO HIDBOLdGlCO DE GRAN CANABIA 19
haberlo situado en la vertical de la limahoya del cauce fósil y me-diante
la construcción de unas galerías que desde su fondo cor-taran
transversalmente este cauce, recogiendo en ellas todo el agua
que circulase por él.
Entre el lomo Blanco y la montaña de Riquiáñez, ambos de fo-nolita,
se extiende Ün profundo y amplio valle que quedó rellenado
con las erupciones de conglomerado volcánico que tuvieron lugar,
entrada ya la era terciaria, y sobre el cual labraron sus cursos
los barrancos de Piralbo y Santa María por el lado norte y por el
que formó otro valle, también bastante amplio, aunque menos que
el primitivo, por el lado sur; este último fué también más tarde
rellenado con los basaltos procedentes del volcán que, aunque muy .
-
=m
CORTE GPOLOQICO O
E
E
2
E
3
-
0m
E
O
6
n
E
a
Fig. 11-Corte geológico de N. a S. desde Riquiáfiez a Lomo Blanco.
n
erosionado, se encuentra a la entrada de Teror, quedando susti-tuida
su amplia vallonada por los estrechos cauces de los actuale~ 3
O
barrancos de Miraflores y Lezcano (fig.1 1).E n este Último se ha
abierto POZO q o ECI !kg2 y! centemr de metmu do~pr~I=U;ICzd,
todo él aún en la capa superior de basalto. Su rendimiento no pasa
de un litro por segundo, agua procedente de la contenida en esta
roca. Resulta también evidénte, a la vista del corte geológico de
la figura 11, que el máximo caudal que se podría obtener seria
mediante un pozo que estuviera situado en la vertical del cauce
intermedio correspondiente a la formación de conglomerado y
quizá mejor aún sobre la del lecho fonolítico primitivo más pro-fundo,
desde luego, pero mucho más impermeable. Se deduce tam-
20 FEDERICO MACAU VILAR
bién S , I de este ejemplo, así como de los demás que veremos a conti-nuaclón,
la íntima relación que puede llegar a existir entre las
$orken, tes subálveas de barrancos a veces muy. distanciados en:
tre si.
. . . .
. , . ., , .Fig. 12.-Corte geológico E. - O. de la ..V ir.g en de la Pefia a Riquiáñez.
. ? '
Otro casn de rejuvenecimiento de relieves y formación de nue-vos
barrancos kobr'e los cauces de otros ya existentes, es el ,de los,
.d..e... Santa ~ a r i <yt de los ~ a i a n j o s(f ig. 12). Sobre un valle &mi-tivo
.excavado en fonolita se depositó el conglomerado brechoide;
. . . . . . . , .. . . . . . . . . . . , . . . . . . .
,. Fig,,1 3.-Corte g ~ o l ó g i cE~.. - .O. cruzan$q . e l .~ a k a n c o.P intor al Acebuchal. . :: 9 . . ' . . . , < , .., . , . .
28 ANUARIO DE ESTUDIOS &.PLANTICOS
8 ' .. , , ':, pof la que .discurre una corrie& de. pOders& . . ,.. . ..,
~17imbTard esde el fondo de kalqui&a de 11% 39s b¿&ahcos por ,. .,
&,. &d.i o de pozos que se alimentarián &r 'tanto dela:&ma agua,
q,u e. podría captairse totalmente por cuahuiera de~,ellos'por'~&edi$
de una red de galerías transversales 'par'tiends.de1 fondo de: l&'
mismos. . . . . . .
Nuevos caucrn
a
E
O
n -
=m
O e
E i
E huce primi/Lirw
Fig. 15.-Corte geológico transversal a la corriente de lava de la fig. 14. 3
- Del cráter del joven volcán que atraviesa la carretera de Larr
Palmas a Telde, pasado Jinamar, salieron dos corrientes de lava;
una de ellas, por su menor importancia volumétrica, deja apreciar
perfectamente (fig. 14)) como si fuera un modelo reducido, el repe-tido
ejemplo de una masa de lava rellenando el cauce de un ba-rranco
y señalando la formación de otros dos en sus bordes, en
este caso paralelos al primitivo. El corte geológico transversal del
barranco correspondiente a la fotografía de la figura 14, en la que
se aprecia visiblemente cómo la corriente de lava sigui6 el mismo
curso del cauce del barranco existente, es el de la figura 15.
Dadas las necesidades crecientes de agüa que tienen tanto ia
población como la agricultura isleña, resulta por completo insrafi-ciente
la que se encuentra naturalmente en la Isla y por tanto
hay que recurrir a todos los medios posibles para que el caudal
22 FEDERICO MACAU VILAR
disponible sea cada vez mayor, a tenor del constante aumento del
consumo, y para ello hay que seguir dos caminos': por un lado,
intensificar al máximo el alumbramiento de las aguas subterrá-neas,
y por otro, procurar retener en la Isla toda la que se pueda
de la que procedente de las lluvias escurre ahora por la superficie
hasta llegar al mar. Para lo primero hay que tener en cuenta pre-viamente
las características de los nacientes y manantiales natu-rales
para deducir de su estudio la conveniencia de la situación
y tipo de explotación artificial (pozos o galerías) que puede re-sultar
más apropiado. Para el segundo vamos a tratar también del
tipo y ubicación de las obras de fábrica más indicadas en cada a
caso, para la recepción y depósito de las aguas corrientes. N
E
Nacientes naturales.
E
i Para el estudio de los numerosos nacientes que existen, prin-cipzihente,
como hemos ya indicado, en la mitad noreste de la
+ 5
Ida, haremos primeramente la descripción de unas formas típo
para hacer simultáneamente una clasificación de los mismos. Bm
e
Aun cuando en general la formación de un caudal subterráneo O
obedece siempre a la interposición de una capa impermeable del n
terreno entre otras permeables que detiene y conduce junto a si B-E
las aguas que circulan hás o , menos libremente por entre las n9
permeables, la forma de emerger al, exterior es variable y vamos n
n
a tomar esta variación como punto de partida para la clasificación O3
que vamos a establecer.
El caudal de un naciente o manantial no depende de k famu
con que aflora al exterior, sino que depende exclusivamente de la
capacidad que 'para el almacenamiento y retención del agua tienen
las capas permeables superpuestas. Estas, en general, son las cons-titiidas
por rocas y formaciones de la familia de los basaltos, por
los lapilis, escorias y tobas escoriáceas, y por los terrenos forma-dos
por la acumulación de derrubios y materiales de arrastre, o,
de pie de monte adosados a los flancos de las laderas muy pen-
30 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS;
ESTUDIO HIDROLdGlCO DE GRAN CANARIA
Roca 1rnpermeo6/e
.. .
Fig. 17.
N&m. S (1957)
Fn>ERICO MACA.U ,. .V ILAR , , , . . - .. . . . . . . . , . ,
dientes, suavizando así las brusquedades de sus cantiles, o acu-mulados
en el fondo de las formas de relieve negativas existentes
en la superficie del terreno anterior. Las impermeables suelen
estar formadas por los conglomerados volcánicos, las rocas de las
familias del tipo ácido e incluso a veces también por ciertos ba-saltos
muy antiguos con sus poros y diaclasas colmatados ya, por
las zeolitas u otras formaciones minerales posteriores (calcedo-nias,
ópalos.. .) y por las capas de tobas arcillosas, arcillas y de
almagre; a veces, estas Últimas, especialmente, con unos espeso-res
muy débiles, pero suficientes para establecer una solución de ,
continuidad en el conjunto de las capas permeables superpuestas.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, establecemos ,la siguiente
clasificación :
a) Nacientes de pie de monte.
b) Nacientes de ladera con almagre.
c) Nacientes de ladera sin almagre.
d) Nacientes de tubo en ladera.
e) Nacientes de tubo en caidero.
Nacientes de pie de monte (fig. 16).-Son los que se originan
por la acumulación, sobre un fondo impermeable, del agua que se
recoge y filtra a través de los terrenos sueltos depositados al pie
de una ladera o escarpe más o menos vertical procedentes de los
derrubios que por efecto de la descomposición y de la erosión se
van desprendiendo de las laderas y acumulándose a su pie hasta
adquirir un perfil más suave correspondiente. al talud natural de
estos derrubios que quedan formando una masa esponjosa. El
agua en ellos retenida va acumulándose, como hemos didio, sobre
el fondo impermeable que intercepta su camino hasta encontrar
el lugar apropiado para salir al exterior en forma de fuente o ma-nantial
o, a veces, dando simplemente una línea de humedad que
señalan €os juncos y cañaverales que espontáneamente crecen a lo
largo de ella.
Nacientes de ladera con almagre.-Su formación es la señalada
en la figura 17 y, como se deduce de la misma, se debe a la inter-
'32 ANUARIO DE ESTUDIOS ATI;ANTl.COR.
ESTUDIO HIDROL~GICO DE GRAN CANABIA 25
posición de una capa impermeable de almagre en el curso del agua
que va descendiendo a través de las grietas, oquedades y diaclasas
de la masa de basalto superior. Es uno de los tipos más frecuentes
con que se suelen presentar los nacientes en bs terrenos basál-ticos,
y a menudo también, más que un manantial, dan una serie
de afloramientos lineales encima y a lo largo de la capa de almagre,
t según la oblicuidad del corte que los pone de manifiesto. Por ello,
es muy corriente que el aprovechamiento de estas aguas se inicie
a base de pequeñas acequias que recogen longitudinalmente el con-junto
del agua que sale por encima de ellas. Significativo es el nom-bre
de "escurrideros" que suele darse a esta clase de nacientes.
Cuando la configuración de la capa de almagre es apropiada,
se recoge e! CQEJ~UC~O de! g b q z z ~ t e gde m sa!i& al exteriur y &a
lugar a un manantial único de más caudal.
Fig. 18.
Naciente de ladera sin almagre.-Estos nacientes (fig. 18) obe-
,decen al mismo principio de formación que los anteriores, pero
en ellos, por la ausencia de materiales capaces de haber dado lugar
Xúm. 3 (19571 33
3
26: . FE.DE'R ICO MACAU VILAR
a3a formación :de .almagre, éste. no existe, y. el 'basalto descansa
directaniente -sobre ,otras :formaciones. cuya impermeabilidad sus-tituye
a:la del.almagre. La fotografía de la figura 19. nos muestra
un .ejemplo: de. este'. tipo:y corresponde al naciente- del caidero Na-.
varro, en. el.barranco -de :Retamilla. :
.. . Naciente.de .tubo :en. ladera.-El esquema de la figura 20 nos.
explica el.: origen :y .funcionamiento, de ,.este :tipo. de manantiales.
Ya'hemos..dicho que cuando se dan las .circunstancias apropiadas.
se. .forman: en el interior. de. las masas. basálticas los tubos volea-.
nicos. que :constituyen .una. auténtica red -de dienaje de. la misma:
Cuand'o la erosión secciona.estos tubos,. por ,la boca,.que queda al' a
descubierto : afl0r.a el. agua . que .sigue. manando por. su- interior, c.
E
&mjo : ok@n d rnamstii- r~rrespondiente. O
En la fotografía de l a figura 21 se .ven claramente las bocas
S-- m
de salida de los tubos volcánicos de ladéra por los que circula
O
E
E
2 el agua, después de las épocas de lluvia, dando lugar a nacientes E
intermitentes. . . . . a
3 Naciente de tubo en caidera-Estos nacientes (fig. 22) respon-
-
-
den al mismo tipo de formación que los anteriores, pero su carac- 0
m
E
terística especial es que se forman en las masas de basalto que O
han circulado por los cauces de los barranc. o.s ya formados ante- -
riormente rellenando su fondo, formándose bs tubos en los desni- E
a
veles bruscos de los caideros existentes. ,Por estas masas de basalto 2
d
circula con más persistencia el agua subalvea del barranco cuando n
n
éste queda seco, después di1 periodo de <lluvias,y cuando en algún O5
caidero la erosión del propio barranco hz'dejado el tubo al descu-
- . bierto, p6r éi saie eI agua que va es~ürrieiiUo..dlea iTiasa de basa!t~'
superior, dando lugar a un naciente en el fondo mismo del cauce.
En la figura 23 damos un detalle de este tipo de nacientes al pie
de un caidero del barranco del Andén; en la misma se aprecian,.
cegando casi la mitad de la boia de salida del tubo, los materiales
. . .
de -acaiireo . del cauce. : . . . . . .
Esta-. clkeíde manantiales en tubos volcánicos-son más abun-.
.. . -
dantes de-lo que normalmente' puede creerse y su investigación.
34 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB
Fig. 19.
Fig. 21.-Salida de dos tubos vblcAnicos en la ladera derecha del Barranco del Anden
puede resultar muy interesante por darnos eficaces orientaciones,
sobre el procedimiento y maneras de llegar a apurar todo el caudal
utilizable que mediante las labores apropiadas pueden proporcio-narnos.
Por creerlo así, insistimos un poco sobre esta clase de
nacientes.
Para su formación es necesario que concurran las sigúientes
circunstancias :
La La existencia de una formación basáltica relativamente
grande sobre un terreno impermeable que sea c a p de retener
importantes cantidades de agua.
2.a Que la corriente de lava que dió origen a esta formación
haya encontrado en su curso algún tramo de pendiente pronun-ciada
que haya dado lugar a la formación de los tubos volcánicos.
3.a Que estos tubos, por alguna razón (erosión, fallas, exca-vaciones,
etc., etc.) , afloren al exterior.
4." Que todo lo anterior esté ubicado en una zona con apor-taciones
de agua suficientes para dar iugar al proceso que ya hemos
descrito.
- Estas cuatro circunstancias se dan en Gran Canaria con rela-tiva
frecuencia; las masas basálticas capaces de actuar como depó-sitos
reguladores son abundantísimas; la presencia de tubos ha
tenido también numerosas ocasiones con fuertes desniveles por
donde poderse formar. El estudio de estas- masas basálticas, el
camino que han seguido y el conocimiento e investigacih de la
topografia anterior enterrada nos puede conducir a localizar estos
t c b c ~c, pe a! enc~ntrar!cü nos darían hecho, coii resültadu deiiiii-tivo,
el gran trabajo que representa la construcción de galerías
artificirles. Evidentemente, dejar al azar el dar con ellos es un lujo
que creemos no puede permitirse la necesidad de agua que siente
la Isla.
Alumbramientos artificiales.-Los alumbramientos artificiales
que se llevan a cabo en las explotaciones artificiales hidráulicas en
cstas tierras, son de tres clases: los pozos, las galerías y los mix-
28 FEDERICO MACAU VILAR
tos, que consisten en la apertura de galerías que se emboquillan
en el'fondo de un pozo abierto previamente (fig. 24).
Creemos innecesario insistir en la descripción de esta clase de
aprovechamientos de aguas subterráneas, dada la gran abundan-cia
de este tipo de obras que se han llevado a cabo tanto en Gran
Fig. 24.
Canaria como en todas las demás islas del Archipiélago, pero si
creemos de interés hacer resaltar asimismo la gran cantidad de
ellas que han resultado infructuosas, ocasionando sólo importan-tes
pérdidas económicas, cuya .suma hubiera compensado sobra-damente
la realización de un detallado estudio geológico de las
T
Fig. 25.
cuencas fósiies de que hemos habiacio, cuyo conocimiento perd-tiría
situar estas obras en sitios convenientes con muchísimas más
seguridades para la consecución económica del fin que se proponen.
36 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ESTUDIO HIDROIhGICO DE GRAN CANARIA 29
Por lo tanto, creemos de sumo interés y urgencia el que se
emprenda esta clase de estudios que permitan organizar un plan
práctico, con base técnica, que dé un mínimo de garantías de éxito
para las nuevas obras a realizar. Los ejemplos citados anterior-mente,
correspondientes a las figuras 10, 11, 12 y 13, son harto
elocuentes para abundar en las razones que puedan aducirse a favor
de estas anteriores consideraciones.
Las aguas que por diversas razones no pueden llegar al mar,
ni.ser alumbradas natural o artificialmente, con más o menos len-titud
se van acumulando hacia la base de la Isla, donde forman el
llamado estrato de agua basal.
Se han dado muchas fórmulas para el cálculo de las profun-didades
que puede llegar a alcmzar estz upm. Puru !as islas vd-cánicas
del Pacífico, para las que fueron calculadas, se da por ejem-plo
la de H. T. Stearns (fig. 25) :
en la que t es la cota sobre el nivel del mar a que se encuentra el
máximo nivel del agua basal; H, la profundidad que alcanza esta
capa de agua, y p,,, y pdJ los pesos específicos respectivos del agua
del mar y del agua basal.
Esta agua en Gran Canaria es prácticamente imposible de al-canzar
por los medios normales de alumbramiento, dadas las fuer-tes
pendientes de sus laderas, que alcanzan alturas prohibitivas
a poca distancia de la costa, salvo en la zona del litoral oriental,
en la cual estas aguas son además muy salobres por la influencia
de las presiones ejercidas por ias corrientes de ias mareas, por lo
que de todas maneras, para esta zona, la aplicación de la fórmula
anterior tendría que hacerse previa la introducción de unos fac-tores
de corrección de la forma:
para tener en cuenta el peso especifico p, de estas aguas salobres
y las profundidades h y h' en las que ésta aparece en los bordes
30 FEDERICO MACAU VILAR
del estrato basal; pero, a pesar de todo, dudamos, dadas las carac-terísticas
geológicas, que tuvieran estas fórmulk u otras análo-gas,
más o menos empíricas, aplicación práctica, ni siquiera para
esta zona litoral del levante de la Isla, única en la &e en la prác-tica
es aconsejable intentar la localización de esta agua que, por
otra parte,, por su misma salobridad, sólo es apta para limitadas
clases de cultivos especiales (tomates).. :
Por mucho que se intensifique racionalmente la explotación de ::
N
las aguas subterráneas queda todavía una importante cantidad de
agua que, como ya hemos dicho, ese-üiriéridase @aercr p r !as la- U
%-
deras, y por los barrancos después, se pierde en pocas horas en el 8'
mar sin haber causado en la Isla, la mayoría de las veces, nada 8
I
más que perjuicios, arrastrando en su torrencial viaje irrecupe-e
rables cantidades de tierras de labor cuya puesta en producción'sólo 5
el isleño sabe Ia cantidad de trabajo y sudores que han costado. Y
E
=
Para evitar estos males, a menudo catastróficos, no hay más re- - 6
medio que conseguir la detención de estas aguas mediante la cons- U
E
trucción de presas y embalses que retengan todos estos caudales i
susceptibles de ser convertidos en importantes fuentes de riqueza, 1
a
y esto puede también conseguirse por dos procedimientos. 9
i
n
Uno, con la construcción de presas y embalses en aquellos si- ie 5 tios en los que por la topografía del suelo y la geología del subsueló o
sea aconsejable la construcción de esta clase de obras, con las
que se llegue a la regulacion interanuai de ios caudales que por los
mismos circulen, con el consiguiente trasvase de agua de unas
cuencas a otras, como ya se ha empezado a hacer.
Pero, además, resulta de sumo interés el estudio y estableci-miento
de muros de presa aun en lugares en los que el' vaso, de
subsuelo permeable, no sea indicado para uti~izarlos como de@-
sitos del agua que a ellos llegue, pero sí, en cambio, de compor-tarse
como una esponja capaz de retener gran parte de esta agua,
38 ANUARIO DE EBTUDIOS ATLANTICOS
ESTUDIO HIDROL~GICO DE GRAN CANARiA 31
la cual al estar en contacto con el terreno durante mucho más tiem-po
circulando a través del mismo muy lentamente, en lugar de pre-cipitarse
rápidamente hacia abajo por su superficie, se aumentan
en grado superlativo las posibilidades de poder ser utilizada antes
de su llegada al mar.
En muchos barrancos, la construcción de estas pequeñas obras
de fábrica, en general de poca envergadura, formarían una serie
escalonada de embalses que aunque de poca capacidad, o aunque
quedaran pronto atarquinados por los propios arrastres del mismo
barranco, además de corregir el carácter torrencial de éstw, lo-grarían
retener en el cauce un importante caudal susceptible de
recogerse y ser utilizado a través de los manantiales preexistentes
o por medio de una adecuada red de drenaje previamente estable-cida,
formando un conjunto de embalses invisibles, por decirlo así,
capaces en total de embalsar apreciables caudales de agua que hoy
sólo causan destrozos.
I
Es evidente que este tipo de obras no son productivas directa-
L- nrieriw por sí mismas, pero sí inairectamente por cuanto contri-buirían
de un modo muy eficaz al aumento de las posibilidades hi-dráulicas
de determinadas zonas más o menos definidas, y su des-arrollo,
por tanto, por parte del Estado a través de los Organismos
competentes, consideramos de suma utilidad.
Hemos visto, con todo lo expuesto, cómo Gran Canaria carecé
4-4...1--...'.- a- --3 'L:>---zfl-- ---------A- 2- 'l- --->:--e-
LULLLUUG~~LG ut: urra reu uiur'ograuca permarieriLe ue ra que puuiara
servirse para el suministro, traslado y reparto de sus recursos hi-dráulicos.
En su systitución eiriste, en cambio, una tupida red de
conducciones particulares que casi nos atreveríamos a llamar anár-quica,
que cruzando barrancos y Bmpinadas laderas, a veces con
trazados inverosímiles que a no ser por las tuberías que estánallí
colocadas nos parecerían del todo inaccesibles, se reparte el agua
desde los puntos de su alupbramiento o embalse a los depósitos
Núm. S (.1957/ . . 39
32 FEDERICO MACAU VlLAR
y estanques que hay en casi todas las fincas, y cuya principal mi-sión
no es más que la de almacenar el agua en las épocas en que
se cotiza a bajo precio hasta el momento oportuno pasa su empleo
según requieran las necesidades de los cultivos a que está des-tinada.
Estos estanques, de mayor o menor capacidad, aunque siempre
relativamente pequeña, constituyen en conjunto, por su gran mul-tiplicidad,
un factor importante a tener en cuenta en el momento
del recuento del agua disponible, y en el del papel que desempeñan
en el conjunto hidrográfico de la Isla.
Lo mismo que su capacidad, es totalmente variable la forma de
su construcción, siendo los más corrientes los de tierra y los de
mampostería; aigunos hay también de hormigón armado, y otros
se han construido aprovechando el vaciado resultante de la explo-tació-
n de canteras de cineritas y tobas extraídas en forma de blo--
ques para ser utilizadas en la construcción como mampuestos.
Sin embargoi estos estanques no deberían contar en su papel
de depósitos de agua, sino solamente a título de reguladores del
riego particular de cada finca.
Hemos indicado también cómo se utilizan las aguas subterrá-
.neas, alumbradas natural o artificialmente, pero a este respecto
creemos ha llegado e¡ momento .de llamar la atención sobre el par-ticular.
. .
El agua total extraída del subsuelo de la Isla es del orden de
los 150 millones de metros cúbicos al año, y teniendo en cuenta
nY ue 1i. !!=%a medk mrirl, en im eje10 imdecenali es de unos 700
millones de metros cúbicos, aplicando a esta cifra un coeficiente de
escorrentia del 0,23 (valor experimentalmente hallado para Gran
Canaria), resulta que el agua que se puede aprovechar de la apor-tada
anualmente por la lluvia es del orden de los 160 millones de
metros cúbicos, es decir, que la que se extrae del S U ~ S Ud~e ~seOgu, i r
el ritmo creciente actual, va a ser en un futuro inmediato superior
a la aportación anual, por lo que las posibles reservas acumuladas
40 ANUARIO DE E8TUDZ09 ATLANTICOE
ESTUDIO HIDROIAGICO DE GRAN CANARIA 33
i
en el interior del subsuelo de la Isla, asequibles al agricultor, es
fácil que se vean pronto agotadas.
El mismo cálculo anterior nos dice que la cantidad de agua.
perdida cada año al mar es del orden de los 540 millones de metros
cúbicos.
Con este estado de cosas se comprende fácilmente las dificulta-des,
esfuerzos y luchas de todas clases que representa la posesión
de cualquier caudal de agua por pequeño que éste sea.
Pero es que, además, no es esto sólo; prácticamente, en la
34. FEDERICO MACAU WLAB
actualidad, sólo está en producción media Isla, la. vertiente NE. de
la misma, y basta contemplar el mapa de la figura 26, en el que
"grosso modo" indicamos la distribución de las distintas zonas
de cultivo, para darnos cuenta de las posibilidades que pueden pre-mg.
27.
verse a! pmerse err preUccciSn tnilnc lns terremo que; hoy por hoy.
no son más que eriales.
~ráctic'amente, el desarrollo actual de toda la vida de la Isla,
en sus múltiples y variadas manifestaciones, ha estado sometido
42 ANUARIO DE EBTUD108 ATLANTICOB
a esta gran división diametral que ha originado en primer término
su geología, acentuada luego por la feliz coyuntura de que este
sector NE., el mejor orientado para recibir el beneficioso influjo
de los vientos alisios y de las lluvias, ha sido también el que me-jores
condiciones ofrecía para el aprovechamiento de estas favo-rables
circunstancias, y así vemos cómo el mapa demográfico y e1
del desarrollo de las vías de comunicación, por ejemplo figs: 27
y 28, s i ~ e n&n &nos la dsrlafigUr Ya de iá Isla dividida en' dos
partes, la NE. acaparando. todas las manifestaciones de vitalidad,
y la SE. en evidente contraste con sensibles características de una
lánguida existencia y cuya colonización y .puesta. en ,producción
30 FEDERICO MACAU VILAR .
es sólo susceptible de poder ser llevada a cabo mediante la modi-ficación
de su hidrologia, que artificialmente lleve a todos los rin-cones
el agua, elemento vivificador imprescindible para la produc-ción
de la riqueza que en ella se puede desarrollar al socaire de las
demás circunstancias de que por su situación general disfruta esta
bella isla del Archipiélago por algo llamado de Las Afortunadas,
y con ello borrar estos contrastes que, como acabamos de ver, a
causa de la hidrologia actual nos ofrecen, como decíamos al prin-cipio,
su Geografía Física, Económica y Humana.
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