LAS CANARIAS EN LA OBRA
DE LOPE DE VEGA
POR
SEBA,STIAN DE E4 NUEZ CABALLERO
Catedrático de Literatura
El poderoso aliento poético de Lope y su ansia por testimoniar
la realidad de la España de su tiempo le llevaron a tratar temas
tan inesperados como el de la visita de un fraile lego a unas islas
recién descubiertas, o a cantar la hemica defensa de una ciudad
canaria frente a un famoso pirata, y, por fin, también, a dramatizar
la conquista de una de las islas más bravías del Archipiélago
Atlántico.
Trataremos pues, en este ensayo, de penetrar en esa viva rea-lidad,
realidad sentida, aunque parezca paradoja, a través de la
imaginación desbordada y poética de Lope. Estudiaremos los mo-tivos
y las fuentes donde buscó y encontró esos temas canarios y
atlánticos; y, finalmente, intentaremos despejar ciertas incógnitas
que siempre interesan a los apasionados de la obra y la vida del
F&+& DvAa - GJCIIIl,+u, ;se szbe e S m LG- estituk!eciS vmtacte con
la realidad canaria?, ;o de qué fuentes dispuso para llegar a ella? ;
;qué cosas conoció y qué adivinó su genio poético en el período
de integración de #Canariasa la patria común? ; ¿ cómo vio el mundo
nuevo y fascinante que se abría a las puertas del océano, y cómo lo
p%se?tS J !e plasmó e= su &m?
Afortunadamente, importantes trabajos de investigación, e
incluso de interpretación poética, con10 los de Lorenzo-Cáceres Y
los de María Rosa Alonso, p r citar s6lo los más modernos, faci-litan
mi labor y dan solidez a mi trabajo. Procedamos, pues, con la.
ayuda de tan buenos conocedores de nuestras cosas, y siguiendo,
sobre todo, las fuentes vivas de las obras de Lepe que de algún
modo tocan autores, temas y hechos relacionados con Canarias.
A través de las diversas obras de Lope -comedias o poemas- a
se puede ir jalonando una serie de contactos del gran dramaturgo E
con 1a temática y la historia canaria. A primera vista es lógico O
n
GsLinguir 1~ j&icioiie~ huixiaaas Qe iss puramente literarias. - m
O
E De la primera parte hay muy poco que decir, pues todo se reduce E
2
a una hipótesis sobre el conocimiento de Lope y Antonio de Viana E
o con algunos amigos que pudieron tratar a personas que estaban
en contacto con las Islas. Xo obstante la falta de datos, podemos 3
aventurar ciertas conclwiones sobre los momentos en que el poeta -
0
m
E estuvo más ppicio para el conocimiento de las cosas y los temas
O canarios. Hay una primera etapa, situada entre 1588 y 1600, pe-ríodo
en e1 que se encuentran las obras que tienen referencias cir- n
E cunstanciales a Canarias: el episodio de San Diego de Alccaki en a
Fuerteventura (1588) y el del ataque de Drake a Gran Canaria en n
n
la Dragontea (15981. En esta primera etapa, los eonocimientos de n
Up e pueden ser de diversa indole, porque además de las fuentes O3
hagiográfkas para componer la obra sobre San Diego, podia haber
tenido algunas referencias a las costumbres y a la naturaleza de
an,w!!e-.! s&.~aj~,s, la er, yue se sibj=. la =km, zbn no con-vertidos.
En lo que se refiere a las aventuras de Drake, se sabe que
conovi6 algma copia testifical de una relación de los acontecimien-tos
ocurridos en Canarias o que pudo conocer algh relato de oídas,
a tan a x t a distancia de las hechos ocu~ridose 2 1595. Pero de todo
e110 trataremos con E&.: deteozi~ientoc hi_m.6~r ,cx toyue h d w r G e
las fuentes directas o literarias que Lope tomó para componer los
pasajes canarios de estas obras.
12 AXTJrlRIO BE ESTUDIOS ATLAiTTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LWE DE VEGA 3
La segunda etapa canaria de Lope puede estar situada entre
la fecha de su primera estancia en Sevilla (dudosamente en 1600 y
seguro en 1602) y la composición de su comedia Los guamhes de
!Penerife (entre 1604 y 1609)) toda elia dedicada a la epopeya his-pano-
csnannia. A mi jmcio, las relaciones Sevdla-bpe y ,Canarias-h
p e están estrechamente condicronadas.
Aunque algunos historiadores9 como Rodríguez Moure, opinan
que Upe pudo conocer a Viana en Valladolid o en Madrid, en alguna
academia literarh, cuando éste andaba persiguiendo a la Corte
para obtener las licencias de la edición de su Poema sobre las Awti-gzlsdades
Cmmias, me parece m& l6gico creer, con Maria Rosa
Momo, que lo conoció en Sevilla, y precisamente en la casa de
D. Juan de Arguijo, que tanta amistad y protección dispensó al
F6nix.
En el referido afio de 1602 se sabe que Lope estuvo en Sevilla
en compañía de Micaela de Eughn (Camimila Lucinda), viviendo en
casa del célebre Mateo Alemán, y que asistía a las tertulias lite-rarias
del poeta y mecenas D. Juan de Arguijo. Por esta época ya
le había dedicado una estrofa en la Dragontea, sntuándolo entre los
Hn'signes varones que merecen ser cantados en la España de su
L~. l e r n:p
Las letras, la bondad, la cortesía,
de aquel don Juan de Arguijo sevillano,
en que se ve por gracia y gallardía
la imagen de un perfecto cortesano.
De aquel varón inslgne que podía
llamar el mundo Macedón cristiano,
donde tantas virtudes respIandecen,
que eterii"s vei>sos y iXuieem; erece rL.
(Canto VIII, estrofa 593) 1.
Pero también le dedica la segunda parte de sus Rimas, editadas en
1 La primera edición fue en Valencia, 1598, y la segunda en MadriB, 1602,
seguramente bajo la protección de Arguijo. Nosotros citamos por la edición
del K,useo Naval, Madrid, 1935.
4 SEBASTIAN DE LA LA CABALLERO
Sevilla en 1604, bajo el mecenazgo de Arguijo, a quien le dirige
los laudatorios y obligados versos siguientes :
A vos, famoso hijo
de las rnusas, que sólo
a vos de polo a polo
para su cetro elijo;
a VOS, asilo sacro,
soberano de Aipolo simulacro.
A vos, Mecenas claro,
dulce, divino Orfeo,
clarísimo museo,
de los ingenios faro;
porque a vos dirigidas
más que sus versos
tendrás vidas
Después, Lope hizo un corto viaje a Granada, en el mismo año
de 1602, acompaÍiando siempre a la célebre cómica. Luego volvió
a Sevilla, donde contrajo una grave enfermedad, en la que fue aten-dido
por la poetisa Angela Vernegali. Se sabe que volvió a la ciu-dad
del Betis el &o siguiente, ahora para ayudar a su amante
Micaela de Luján, que habia enviudado y estaba cargada de hijos.
Al parecer estuvo en ia hermosa mudad hasta la primavera de 1604.
Por esta época edita El Peregrzno en su Ra.t.Í.ia, bajo la protección
del mismo ilustre cs~ballero y poeta, al que también dedica esta
obra, o miscelánea de obras, puesto que no sólo contiene una novela
de aventuras, sino ta=bién poesías y dramas.
Claro que aquí no terminan las relaciones de Lope con Sevilla
o las referencias que de ella hace en sus obras, aunque sí, proba-blemente,
los viajes que pone a esta ciudad. Todavía le dedicaría
una comedia, La Buerza í 3 , ~ a ~?~. ad, aD . Juan, en c y o p r^ó!oyo resume
todo 10 que hasta el momento le debe: "'A la sombra de su valor
tuvo vida mi Angélica, resiacii6 mi D-agontea y se leyeron mis
Rimas; y si vue~ame~cepdo, r modestia, no me hubiera mandalo
que no pasara adelante en esta resolución tan justa, mi Je.rusa@n
tuviera el mismo dueño". Como se ve, es el mismo poeta quien nos
2 E'ue escilta en Madrid, 1610, editada en 1621, y modernamente en la
BAE. tomo XLI
14 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBBA DE M!F% DE VECA 5
ayuda a confirmar las veces que el de Arguijo aparece citado en
sus obras. A propósito de estas relaciones de Lope con esta iIustre
casa sevillana, Lorenzo-Cáceres, además de citar el ejemplo de La
.PEzce.lza Wrda;, en su documentado trabajo sobre Las Clcmarim m
el teatro de Lope recoge también la curiosa referencia que hace
Antonio de Viana a la familia de los Arguijo, a los que el poeta
.canario cita entre los pobladoms de Tenerife, pero nombrando no
a D. Juan, sino a D. Garcia. Narrando, en su obra, la subida de
los conquistadores al valle donde se asentaría La Laguna, dice que
en un repecho
donde después fundaron una ermita,
a la sagrada encarnaci6n de Cristo,
que la virgen de Gracia se intitula,
de que es patrón el noble caballero
Don García de Arguijo, Veinticuatro
de la famosa y gran ciudad Sevilla.
(VIANA, Canto V, fol. 127) 4.
En esta breve cita se notan dos cosas: primero, el forzado pie para
seiíalar la participación en la conquista de Canarias a un antecesor
de D. Juan de Arguijo, indicando de paso su vinculación a un lugar
de Tenerife 5, y segundo, la admiración ,por la gran ciudad del Betis.
Estos dos factores son, con gran probabilidad, los lazos que unen
a l vate canario con el más famoso peta de su tiempo: los Arguijo
y Sevilla. Todos sus biógrafos, desde Fernando de la Guerra y Viera
basta Rodrígeiez Moure y MarEa Rosa Alomo, opinan que el joven
lagmero Antonio Hernández de Viana, descendiente de uno de los
3 Vid Rev. "El Museo Canario", Las Palmas, mayo-agosto 1935, núm 6.
4 TUSr n f e r e ~ U~ ! ~p e: e~r~n ~ !a s h~r emc sp 1" !a ePI:ciiin rle la%, que es !2
que hemos podido consultar. Su titulo completo es: "Antzgziedades de las Islas
Afortunadas de la Gran Canarm, conquzsta dc Tener~fey, aparzczón de Za santa
nrnagefl de Candelarza; en verso suelto y octava rima, por el bachiller Antonio
de Vlana, natural de la isla de Tenerife; dirigido al capitán don Juan Guerra
y Ayala, seaor del mayorazgo de Valle GuerraJ'. Impreso en Sevilla en 1604,
TI -r c ~mn r ~ a n -. -- - - - - - - en -- - -Sa- - n-t -a- í'rliv -- - de Te~erLfe, 11 c i ~ ~ pIQ!&r I"~, ~IgstI. ~
5 Lugar que luego se haría célebre, en los anales canarios, por el poema
de Nicolás Estébanez dedicado a Canarias y al almendro de Gracia, comentado
por Unamuno (véase mi obra en prensa: Unamuno y Camrzas),
6 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO
soldados conquistadores, y, con gran probabilidad, de parentescos
guanche, fue a Sevilla -protegido por D. Juan de la Guerra- a
estudiar medicina hacia fines de 1159 o principios de 1600. Allí,
entre viaje y viaje a Canarias, y quitándole tiempo a sus estudios,
acabaría su famoso poema sobre las Antzgiiedades de las Islas
Afortunadas, acaso comenzado ya en su tierra natal. Su carrera
debió durar hasta 1605 aproximadamente, fecha en que se graaduá-de
licenciado en medicina, y en la que aparece en %a Laguna, aun-que
era bachiller en 1602. En este &o debía tener terminado su
Poema, pues en la primera edición de Sevilla, 1604 6 , dice que le
fue otorgada la aprobación por el licenciado fiancisco de la Cueva
a y Silva, en Eedina del Campo, el 3 de septiembre de 1602.
E Todas estas actividades estudiantiles, liteerarias y ec2itoriales
O
de Antonio de Viana en Sevilla coinciden, curiosamente9 con las n - m
fechas que hemos señalado para las estancias de h p e en aquella O
E
famosa ciudad. A pesar de la diferencia de edad entre los dos poe- E
2
tas, pues el Fénix le llevaba a Viana dieciséis años, ambos debieron E
fraternizar. Incluso podemos imaginmnos al joven poeta canario 3
recitando algunas tiradas de versos de sil brioso poe-ma en la ter- O--
tulia de la casa de Arguijo. El célebre dramaturgo -ya en !a cum- m
E
bre de su fama- le oiria un poco sorp.í.endids, y un tanto admirado, O
los épicos versos y el orlginal tema de que trataban; que tan de su n
gasto eran ahora, pues no en van9 había pretendido componer, aE
hacía poco tiempo, el poema épico de su tiempo con la Dragonteq
n
y estaba en vias de componer otro, aún de m& aliento, La Jerusdén, n
n
ambas, como hemos visto, vinculados a los Arguijos.
3un
Bien se reflejan estos sentimienitos en el conocido soneto que
aparece entre las composiciones laudatorias que ilustran el Poema,
dedicado, por Lope, al bachiller Antonio de Viana. Lu vamos a re-producir
aquí, una vez m&, para tratar de analizar lo que Lope
sentía frente al poeta canario y de confirmar lo que nos dice Val-buena
Prat, sin probarlo, de que ese "soneto elogio" es, "con los,
6 Andrés de Lorenzo-Cáceres dice, en el citado ensayo, que poseía un
ejemplar de la primera edición, y María Rosa Alonso cita la papeleta de Ga-llardo,
Ensayo, t. IV. Madrid, 1899.
16 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANFICOB
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 7
sonetos de Unamuno, una de las m& acertadas interpretaciones
poéticas de las Islas por un peninsular" ?:
1. Por más que el vrento entre ],as ondas graves
montes levante y con las velas rife,
vuela por alta mar, isleño esquife,
a competencia de las grandes naves.
5. Canta con versos dulces y &aves
la historia de Canaria y Tenerze,
que en ciegos laberintos de Pacife,
da el cielo a la virtud fáciles llaves.
Si en 'ciernos años, atrevido, al Polo
10 miras del Sol los rayos or~entales,
en otra edad serás su Atlante sólo.
Islcas del Ockano: de corales
ceñid su frente, en tanto que de Apolo
crece, a las verdes hojas iiiiii~i.taks.
A nuestro juicio, la estructura íntema o temática del soneto
puede resumirse en tres conceptos :
a) Sobre 12 misma naturaleza y género de la obra. Ya sea la
mejor imitaci6n de Ba Araucana, como quiere Menéndez Pelayo,
ya sea, en escala menor, una especiv de Os Lusiadas can~~r lcao,-
ino quiere Vabuena, el Poema de Viana pertenece a la épica y osa
compararse con las mejores óbras del génesro, según nos muestra
1a afortunada imagen lopesca en la que aparece el " ... isleh es-quife
J a competencia de las grandes naves" (verso 4). Al mismo
tiempo señala Lope las dificultades inherentes al género épico, con
las que é1 mismo tanto 1uch6, y las que veía sortear ahora, casi
siempre airosamente, al joven poeta canario :
(Versos 7-8).
Imagen cultista en la que alude al famoso laberinto de1 minotauro
de Creta, a través de su madre Pacifae, donde sólo los h&oes, como
Teseo o Viana, podrían salir airosos, .gracias a su virtud y la ayuda
del cielo.
7 Vid. Hzstorza de Za Poesia Canarta, ed. Facultad de F~losofía y Letras,
Barcelona, 1937, t. 1, pág. 16.
8 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO
b) Sobre las circunstancias biográficas del poeta que, en tan
extrema juventud, fuera capaz de construir un poema épico, que
para Lope era el polo de toda poesía artística. No en vano se
necesitaba, no sólo técnica e inspiración, sino un gran dominio del
tema, hasta el punto de que el mismo Lope no acometió el cultivo
del género hasta su plena madurez. Por esto se explica que diga
con admiración y con tono profético:
Si en tiernos años, atrevido, al Polo
miras del Sol los rayos orientales,
en otra edad serás su Atlante s610.
(Versos 9-10-11).
Lógico era pensar -con Lope- que el que en tan temprana E
edad compusiera un poema en dieciséis cantos, pudiendo mirar, O n
por eiio, serenamente ios rayos orientales o sean iüs del naciente - m
O
sol, en la edad madura podría sostener, sobre si% espaldas, como EE
Atlante, todo un mundo de poesía. Pero esta profecía no se cum- 2
E
pliría, pues la ciencia triunfó, esta vez, sobre las letras, y el joven
médico que, según sus biógrafos, ejerció su profesión en La Laguna, 3
Las Palmas y Sevilla, y, al parecer de su mejor estudiosa, María em-
Rosa Alonso, llegó a componer, no un gran poe:ma atlántico, sino E
un tratado de medicina, célebre en su época, intitulado Espejo de O
Ghkmgia (1631) s.
c) Y finalnente podemos señalar la tem5t;tica propiamen-te
canaria, diluida por todo el Ambito de8 soneto. Más que
algo coacreto que nos indique, en E o ~ e , el conoeimiemto de lo
esencialmente isleño, hay una adivinación de las Islas, que pede
simbolizarse en esa imagen del esquife, pequeño como estas nuevas
partes del imperio, situadas en la alta mar, en competencia con
otms kerritori"s qqlle ezñpresas rlrayoreo. Pem tambi&il
puede estar esa adivinación en los versos "dulces y suaves", tan
p~opiosp ara cantar la historia de Canaria y Tenerife, ya que en
ellas se situaron los antiguos Campos Eliseos . Y también puede
sentirse esa simpatía en el símbolo de ese Atlante futuro, que se
imagina L q e -e p&&lleg ar o, ser Viana, componien& e! graz
8 Vid. Datos bzogrclfwW de A de Vzana, en los apéndices de su magnífico
estudio del Poema de Vz a~~ead,. C S 1. C , IvIad~id,1 952, pág. 465 y SS.
18 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 9
poema sobre el que yacen las atlánticas islas. Pero esto estaba
'reservado, para tres siglos más tarde, a otro gran poeta isleño, con
su obra de amplias resonancias oceánicas y grandes evocacione
miticas, hm Rssm de Hércules.
Otra referencia de Lope de Vega a un poeta canario, coetáneo
y m& viejo que él, es la que hace a Bartolomé Cairasco de Rgueroa
66538-1610), autor de El Tiemb, Militamfie, célebre por su inmenso
calendario de vidas de santos escrito en versos esdrújulos, y publi-cada
su primera parte, en 1603, en Valladolid. He aquí los versos
que le dedica Lope en El Laurel de Apdo 9:
Mas viendo que salia
de los confines de la noche el día,
en un yerto peñasco,
sobre la mar pendiente,
los pies en el agua y en el sol la frente,
alborot0 las musas de Cairasco,
que esdrujular el mundo
amenazaron con rlgor profundo.
(Versos 54-61, silva 11)
ilH[ay en esa alegoría del poeta, visto "sobre la mar pendiente",
ama alusión a su condición de canario perdido en mas islas y empe-ñado
en "esdrujular al mundo"? No lo sabemos, pero desde luego
no se refiere para nada a sus poéticas santorales, y &as imágenes
recuerdan izn poco a las empleadas por Lqe en el soneto de Viana.
Aparte de estos contactos con obras y autores canarios, Lope
de Vega, en seas diversas estancias en Sevilla -centro del tráfico
comercial y humano de España y su imperio-, debió tener viven-vius
directw & las cesas ca~wrias, tm siyuieru. p r & mism
dentar de la vida en la ciudad. Hacía muy poco tiempo que los
esclavos canarios o sus descendientes se vendían en las pIazas pú-blicas
o se reclamaba contra los fugitivos por medio de pregones
callejeros. H con seguridad la gente hablaba aún de los indígenas
a _ ~q ~~veini erron~ coi_~ e1 '~'g~a i-@~& -pode &a h k ~ e ~ seen la
Puerta de Mihojar de Sevilla, como cuenta Bernhldez en su Hktoria
Q Se public0 en 1638 Aquí coplamos de la ed. de la BAE, t. XXXVIII
NzZm 10 (1964) 19
10 SEBASTLbl DE LA NUEZ CABALLERO
de los Reyes Católicos, aparte d? otros muchos que se establecieron
en Niebla, Jerez o la misma Sevllla, de lo que hay testimonios feha-cientes,
como nos prueba Morales PadrOn lo. Y a más abundamien-to,
e1 comercio canario-peninsular se hacia por 10s
puertos de las Mueias o de lzs Xueve Fu~i l tesd e Sevillal1, de esa
Sevilla -como el mismo investigador resume- que fue escenario
de tratos y préstamos para la conquista de las Islas Canarias9' 12-
De esta vinculaci6n de Canarias a lo sevillano podría hablarse
externamente, pi;es con frecuencia se citan planos de iglesias, ba-rrios,
calles, costumbres canarias, inspiradas en costumbres, en
iglesias y barrios seviilanos. El misino h p e refleja ea sus obras
-aunque no deliberadamente- esta reiacl0n de 10 sevillano-caíiarb a N
cuando, por ejemplo, nos presenta ei milagí-o de Fray Dlego de E
Alcalá ante la Vrgen de la Antigua en Sevilla, que era prececlsarnente O n -
la patrona de ía vZa de la Antigua en Fuerteventura, Sonde el. - m
O
santo fue a predicar. EE
2
Siguiendo un orden cronológico, 110s interesa señalar ahora los 3
O
primeros Contactos del poeta coa los temas relacionados con Cana-rias.
Después de hacer unos sondeos en la vasta obra de Lope, que
10 Vid. Gunurzus en. el Archzvo de protocolos de SevzllU, ANUARIO DE ES-TUDIOS
ATL.~KTICOM~a, drid-Las Palmas, 1961, pág 239 y SS. Además vBanse
los trabajos de Serra Rafols, Rumeu de Armas, etc, sobre temas semejantes
en "Rev. de Wistoria" y "El Museo Canano"
11 Vid F. Morales Padrón- Obra citada y El comercm camrzo-ammcano
(siglos VI, XVII y ~VIII). Sevilla, 1955
12 Vid. Morales Padrón. Co?zquzstu de Grua Cunarza, "Anales de la 'Cíniv.
Hispalense", vol XX, año 1960, pág 18.
20 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTI'ICOB
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE L09E DE VEGA 11
acaso otro, más afortunado y con más paciencia, pueda hacer de
una manera exhaustiva (cuando se clasifique y se conozca mejor
la obra del Fénix), hemos venido a confirmar lo que otros investi-gadores
vieron: que es en una comedia -clasificada entre las de
santos por Menéndez Pelayo- donde primero aparecen, aunque sea
accidentalmente, temas sobre las costumbres y los acontecimientos
relacionados con las Islas. Me refiero a Sm Diego de AZcalá, escri-ta,
al parecer, en 31588 (fecha crucial en la vida del poeta, pues este
año es el de su primer matrimonio, e1 de su pleito con la Osorio
y el de su viaje heroico en la Invencible). Se basa D. Marcelino,
para dar esta fecha, en que en ella se celebraron fiestas, en NPadrid,
por la canonización de San Diego, porque Felipe 11 era "devotísimo
del santo desde que a la aplicación de sus reliquias se atribuyó la
curacion del príncipe D. Carlos cuando en 1562 estuvo a punto de
muerte a consecuencia de una caída que dio en Alcalá". Y para más
abundamiento añade otros detalles de t i p psicológico, como el de
,observar '"1 aspecto simpático con que se presentan las costum-bres
de los moriscos, y se remeda su media lengua", lo que le hace
pensar que fue compuesta, esta comedia, antes de la expulsión de
10s moriscos 13.
Sin perjuicio de que volvamos a tratar -en la segunda parte
de este ensayo- los temas y adivinaciones que Lope 1o,gr6 volcar
en esta comedia, creemos que es necesario indicar aquí b que fue
para él su primer contacto con Canarias. Se&n Menéndez Pelayo,
lo más probable es que Lope, aunque pudo conocer algunas narra-ciones
de la vida de San Diego, tomara, como fuente principal, el
PZos Sanctomm del P. Rivadeuneira, que tiene un resumen de la
vida del santo el dia 12 de noviembre. Por si esto es verdad con-viene
reproducir aquí los fragmentos que refieren la estancia del
Al?-l..- &ie iiieir eii las Is]m:
"Hecha su profesión, fué can obediencia a las islas de Canaria
en compañía de un sacerdote de la misma orden llamado fray Juan
de Santorcaz, varón de gran zelo y virtud, que iba para plantar la
Be en aqi~eilag ente idólatra. Recararon en una de las islas, adonde
13 VI^ M. Pelayo: Estudzos sobre el teatro de Lope de Vega, C. S 1. C ,
Madrid, 1949, t 11, pág 71.
Nzinz 10 (1964) 21
SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO
el santo fray Diego edificó un monasterio y, aunque frayle lego, fu&
d'él guardián. Exitábase en la mortificación de su carne, y de su
propia voluntad, con sus oraciones, ayunos y penitencias, sacrifi-cándose
continuamente al Señor y aparejándose para aquel largo y
continuo martirio, para derramar su sangre por la Fe católica entre
aquellos bárbaros, como él lo deseaba. Con este fervoroso deseo se
embarcó en un navío para pasar a la Gran Canaria, que aun no era
conquistada de cristianos y era poblada de gentiles, para alumbra1;Ios
con la luz del Evangelio y, si fuese menester, morir en esta demanda.
Mas los que gobernaban el navío no se atrevieron a saltar a tierra,
por temor de aquella gente feroz y bárbara, guardando Dios al santo
fray Diego para otras cosas de su servicio" 14.
Pocos son los datos que tenemos de esa expedición franciscana
a Canarias, aunque D. Marcelino afirma que de ella "hablan lar-gamente
los historiadores de aquel Archipiélago". Uno de los pri-meros
que la consigna es Fray Juan de Abreu Galindo, sin duda
por ser de la misma Orden y andaluz como el santo. Dice así:
"Hay al presente en esta isla de Fuerteventura un convento de
frailes de la orden del señor San Francisco, el primero que en estas
islas se fundó15, que hizo Diego de Herrera y Doña Inés Peraza,
señores de estas islas, que se llams San Buenaventura. 'Los prirne-ros
frailes que a él vinieron fueron Fray Juan de San Torcaz, que
14 Vid. Flos Sanctorum, ed. Sebastián Comellas. Barcelona, 1623, pág 782
y slgulentes.
15 El doctor Serra Ráfols afirma en su trabajo sobre Los Mallorqu~nes
en CartarZas ("Rev. Hist.", t. VII, 1941, pág. 206) y en la introducción o
Los franczscanos de Fuerteventura y el Manuscrzto lukano Torcax, I (ed. Fa-cultad
de Filosofía y Letras, Universidad de La Laguna, 1949), que los frailes
menores son los que pedían ayuda para la empresa de la evangelizac~ón de
las Canarias en el afío 1369, y que seguramente a esa misma Orden pertene-cieron
los que fueron sacrificados en Gran Canaria en 1391 "De ella -dice-sden
!es primeres ehisper & niihicbn Y egilramente en re!~ción c m &tos
surge la fundación del primer convento de las Islas Canarias, en Fuerteven-tura".
22 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB
LAS CAXARUS EN LA OBRA DE LdlPE DE VEGA 13
era muy docto en Teología, y compuso muchos libros de los cuales
hoy hay muchos en dicho convento donde está sepultado . . .16. Trajo
este venerable Padre consigo a Fr. Diego de San Nicolás, fraile
lego que murió en Alcalá de Hemares el año 1463 ... Hízolo cano-nizar
el católico rey Felipe iI de Castilla a 2 de Julio de 1588, día
de la Visitación de Nuestra Señora" 17.
A esta breve noticia que, como se ve, da más importancia al
fraile enterrado en Fuerteventura, Fray Juan de San Torcaz, hay
que añadir la que M. Pelayo copia de Viera, sin duda porque es la
que mejor conocía nuestro polígrafo :
"El fue -dice- uno de los siete franciscanos, hijos los más
del convento del Abrojo, en la provincia de Castilla 18, que por pri-mera
vez implantaron su instituto religioso en aquellas islaslQ,
a donde aportaron en la armada del Señor de ellas, Diego Garcia
de Herrera, el año 1446 ... Apenas desembarcaron, se echó a cues-tas
San Diego una pesada cruz que traía consigo, y caminó con ella
hasta la puerta de la iglesia del convento, donde la colocó" 20.
16 No es necesario insistir en que éstos no fueron los primeros frailes,
como ya rectifica Viera y Clavijo, y todos los historiadores posteriores. Don
Elías Serra ha confirmado la afirmación de Abreu Galindo y de Viera, de que
Fray Juan de San Torcaz compuso muchos hbros, si entendemos que copió
o comentó algunos libros de teología, en su atado estudio sobre El Manw-crzto
Zulza~o, conservado e12 eZ Semznarzo d~ocesano de Las Palmas, "puesto
que el convento de Betancuria está abandonado a su ruina".
17 Vid. Abreu Galindo: Hzstorza de la Coquzsta de szete zslas de Grua
&mama (1592-1632), ed Imp. V. Sanz, Santa Cruz de Tenerse, 1940, pág. 46.
18 El Sr. Sancho de Sopranis nos dice, en su erudito trabajo sobre Los
co?zve~8tofsr anczscanos de Za Mzs~ónd e Canar~as( 2443-2487) (ed. ANUARIOD EI
ESTUDIOAST LÁNTICOS, nGm. 5,1959), que los rcisioneros franciscanos San Diego
de AlralR y Fray Juan de Santorcaz. aunque procedían de otra comunidad,
según la tradición, salieron del convento de Santa maría de la Rábida, hacia
el convento Se la custodia canariense.
19 El mismo Viera ha de rectficar esta aseveración de que estos fran-ciscanos
fueron los fundadores del convento de San Buenaventura de Betan-curia,
pues ciertos privilegios demuestran que desde principios del siglo xv ya
se había fundado dicho convento (vid. las Notzczas. tomos IV y VI).
20 Vid. José de Viera y Clavija. Notzczas de la hzstorza general de las Islas
Qanarbas, 20 ed., Santa Cruz de Tenerse, 1871, t. 1, pág. 395. Esa fecha es
errónea.
14 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALmRO
A ello se añaden otras tradiciones, leyendas y milagros del santo
que luego la musa popular fue convirtiendo en tradición viva desde
los tiempos de Lope hasta los de Vkra y ~Clavijo.
A la vista de estos datos y del texto de la obra de Eope, no cabe
reprocharle al poeta que no aprovechara mejor sus conocimientos
sobre la historia y las costumbres de Canarias, como hace D. Mar-celino,
pues si es verdad que esta obra está compuesta en 1588,
no es posible que conociera -como bien dice Lorenzo-Cáceres-el
Poema de Viana, publicado en 1604, principal fuente de los co-nocimientos
canarios de Lope de Vega. Pero, por otra parte, nos
parece algo exagerada la afirmación del mismo investigador cuando
afirma que "fuera de algiin dato concreto, referentes más bien a a N
la historia militar de España en el Archipiélago, y algún otro, como E
aquel en que señala que si el tiempo es bueno, fray Diego aportara O n - a la Peiiii-~uiad esp&s de ocho días de navegación desde Cairaiias, - m
O
lo demás es fábula" 21. Acaso Upe no conoció más textos literarios EE
sobre San Diego que el de Rivadeneyra y alguna otra "vida" que 2
E
aportaría muy pocos datos más, pero es indudable que los datos =
sobre las Canarias los tomó de algUn otro sitio o los conoció de 3
oídas, o de la noticia viva de SU tiempo, comentada y transformada.
- -
0m
Así, por ejemp10, el elemento folkló~ieod el baile llarnado "el ca- E
nario", tan popular en Francia y en España, aunque los iravesti- O
gadores modernos duden de su naturaleza primtiva, y algunos de- n
E talles sobre los aborígenes y sus cositumbres, como el notar la exis- -
a
tencia de cuevas, les bastones en forma de maza, el notar la leyenda 2
n
de los gigantes canarios, etc. Es evidente, pues, que Lope, antes o
de conocer el Poema de Viana y entrar en contacto con un ambiente 3
O
más saturado de cmarismo, como hemos d-edticido de su estancia
en Sevilla, tenía ya algunas ideas, procedentes de tradici~nesc ana-
*:.-,m l- --:A- -:1--,,-- 2- o-%. n:-,..- l-- :.a-,.- 7:7 -.,,--- .- Laau, b u la~ v l u~a y I r um& s w a wt: D a r 1 WX&V, 0 1cu I U G ~~~iu Leaircir3
sobre unos seres extraños, gigantes e idjtatras, que había creado
la fantasía medieval, de qae andaban llenos los libros de caballería
o algunas leyendas que eran dominio del p~eblo, zunque su base
se apoye en m a realidad hist6rica, como lo probe, e! inalogrado
21 Vid Andrés de Lorenzo-Váceres. Lus Canarzas en el teatro de Lope de
Vega, Rev "El Museo Canario", mayo-agosto 1935, núm 6, p.5-azg 30
20 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 15
investigador canario José Perdomo en un trabajo sobre Las Ca-
%ar& -n la lztwatzc~ac @bdiere;s~a~~S.o bre todo ello volveremos
al hacer el análisis de los temas canarios de esta obra; pero po-demos
indicar desde ahora que esta fase representa el momento
en que Lope revivía una Canaria medieval, de la cual pasaría, a
través del epkodio que vamos a analizar, a la Canaria renacentista,
que representa la temática de Los guwches de Tmwife.
En esta famosa obra Lope de Vega pretendió hacer la epopeya
-de la defensa española, personificada en Diego Pérez de Anaya,
frente al pirata inglés; pero el resultado fue bien distinto, ya que
,.< 'r- 1-2-L---2- , - - 2 - - 3- ----1-- 3 -7 1-3- z-1 -- G ~ L L L V l a rnu~ur-iaep rw ue uraae uesue er lauo wyano~.M ~ L ~ Z S U ,
aparte de esta singularidad, una de las obras de Lope escrita más
cerca de los acontecimientos que narra. El ataque a Canarias y la
heroica defensa de sus habitantes, que es la parte del poema que
a nosotros nos interesa, ocurrió en octubre de 1595, y la obra fue
(editada en 1598, sólo tres años más tarde. En realidad, Lope quiere
destacar bien la expedición de Hawkins y Drake, de 1595, porque
fue la última y más funesta para estos temibles piratas, pues en
ella perdieron la vida y s6lo lograron regresar a Inglaterra cinco
de los 54 navíos que salieron de su patria. Ya D. Francisco de Borja,
comendador mayor de Montesa, en el prólogo a la Dragontea lo se-ñala:
"las honradas resistencias que les hicieron Canaria y Puerto
Rico, en que les mataron otros tantos: y no es esta victoria tan
pequeña, que no sea de mucha consideración, pues detuvo su furia
con tan felicisima osadía espaiíola, y acabó con sus dos generales
.de mar y tierra ..." 23. En cuanto a las fuentes históricas que Lope
utilizó para la composición de su poema, ya han sido señaladas por
investigadores extranjeros y españoles 24; pero el documento que
más aprovecha el poeta es el que ya indica el señor de Borja al fina-
22 Vid. "Rev. Hist.", Facultad de Filosofía y Letras, La Laguna, 1942.
23 Vid. ed. N,useo Naval, Madnd, 1935 (reproduce la edición príncipe de
Valencia, 1598), pág. 15.
24 LOS ingleses fueron Ray, Janeson y Hoffman.
16 SEBASTIAX DE LA NUEZ CABALLERO
llzar su prólogo: "todo lo cual resulta en honra de nuestra nación,.
como se podrá ver en estos diez cantos, sacados de la relación que
la Real Audiencia de Panamá hizo, y autorizó, con fidedignos tes-tigos".
En lo referente a los sucesos de Canarias, en la última expedi-ción
de Drake, Lope dedica diez octavas reales -desde la 225 a
la 23& del canto III de su poema. Antonio Rumeu de Armas ha
historiado, con exhaustiva documentación y abundantes referen-cias
literarias (incluído Lope y los poetas canarios que cantaron
estos episodios), todas las circunstancias e incidencias del ataque
de la poderosa escuadra de Drake a Las Palmasz5, lo cual nos
exime de entrar en los pormenores de la trama histórica sobre la a
que se fundamentan los versos de la Dragontea, pero no de analizar N
E
el valor histórico o literario de éstos, guiados por el estudio del O
pran historiador canario. n -
V - m
Rumbo hacia América, en septiembre de 1595, la formidable O
E
escuadra combinada de Hawkins y Drake, hubo entre los dos capi- E
2
tanes cierta discusión a causa de que este último había tomado -E
demasiados hombres de armas a bordo, e iba a ser difícil mante- 3
nerlos en la larga travesía. En vista de ello, Drake propuso atacar --
a las islas de la Madera o las Canarias, con el fin de sacar botín 0
m
E
para hacer las pagas y abastecerse de agua y víveres, y continuar O
luego su ruta. Hawkins rechazó al principio tal idea, pero como el n
asunto del abastecimiento urgía, al fin los capitanes llegaron a un -E
acuerdo: atacar y saquear Las Palmas. El jefe de las tropas de a
2
desembarco, sir Thomas Baskerville -según Rumeu-, "en extre- n
n
rno imprudente, ofreció conquistar la ciudad, cuyas fuerzas y de-fensas
ignoraba, en unas cuatro horas" 26. También en la reunión, 3
O
afirma Cabrera de Córdoba, Drake dijo que había de hacer "des-embarcación
pomposa, y los canarios se le habían de ofrecer ren-didos
reconociéndole por señor y pidiendo merced de sus vidas" 27.
Véase cómo Lepe resume en dos estrofa -verso a verso- la
partida de la escuadra de Inglaterra, sus propósitos y necesidades,
3 5 Vid. Piraterias y ataques m a l e s contra las Islas Canarias, C. S. 1. C.,
&Ta&id, 1948, t TT @.a parte), plgs. VVO=?OY.
26 Idem, pág. 6-79.
27 Vid. Hzstorza de Pelzpe segundo, rey de España Madrid, 1877.
26 ANUARIO DE ESTUDIOS ITLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 17
y, finalmente, nos muestra la actitud jactanciosa y rapaz del famoso
pirata frente a las Canarias :
iCon estas arrogancias sale agora
la inglesa fuerte y codiciosa armada,
juzghndose del mundo vencedora,
a la prosecución de su jornada!
Corre el ingl6s de su rosada aurora
hasta Canaria por probar la espada,
;cómo si fuera gente que pudiera
huir el rostro a su arrogancia fiera!
"Aquí, les dice, amlgos, este saco
será para regalo del viaje,
que de conservas dulces viene flaco
el salado y naval matalotaje".
Como blasona entre los bueyes Caco
-..+no -..c. A lnirl^n m,.- TC.-.l.n knir
oricrju yur -rbiucu yvr riarrsi -JG,
ya puede ser que alguno el porte pida,
que no hay dulce sin agro en esta vida.
(Canto 111, estrofas 225 y 226.)
Después, nos describe Rumeu de Armas, "la flota contorneó Lan-zarote,
cruzó entre esta isla y la de Fuerteventura por el estrecho
o canal de La Bocaina y fue a dar a las costas de Gran Canaria,
cuya ciudad capital, Las Palmas, contemplaban los ingleses en la
madrugada del día 6 de octubre" Nada nos dice Lope de cómo
en la Gran Canaria los isleños hicieron sus preparativos, ni cómo
el gobernador de la ciudad, D. AIonso de Alvarado, organizó la
defensa con la colaboración del lugarteniente, Pamochamoso, y los
alcaides de las fortalezas, Venegas y Serafín Cairasco, hermano del
poeta-canónigo, que había admirado Lope. Y tampoco cómo fue-ron
aprobados los planes de 'defensa de Alvarado, que "conocedor
de su gente, y de los hábitos y costumbres de lucha de los canarios,
como de la imposibilidad de combatir a un enemigo fuerte, ague-rrido
y superior mil veces en número, una vez que hubiese desem-barcado
y formado escuadrón, había tomado el resuelto prop6sito
de combatirle fuera de la ciudad, impidiendo el arribo a la marina
28 Op. cit., pkg. 680.
NBm. 10 (1964)
del enemigo, por todos los medios a su alcance" 29. Al fin se hacen
todos los preparativos: se aprestan los cañones de las fortalezas,
se transportan otros a la caleta de Santa Catalina, se guarnece de
tropas regulares y paisanos, que habían acudido del interior de la
Isla, toda la orilla del Golfete que forma el puerto natural de Las
Isletas, se avisa con fogatas y con toque a rebato que la ciudad está
en .peligro y sobre las armas.. . He aquí cómo describe el momento
culminante del ataque nuestro cronista: "Las naves inglesas avm-zan
hacia tierra muy ordenadamente. Tres iban delante protegiendo
a las 27 Ianchas de dwembarco, que remaban alineadas paralela-mente
a la playa". Y más adelante, para más detalle, concertando
con los versos de Lope, copia de Herrera de Tordecillas 30, al hablar a
de los que iban en las barcas "gente armada de coseletes, mosque- N
E
teros y arcabuceros, y tocando cajas, pífanos y clarines, con sus O
LomAnvoo + n n J iAo n nn nc<nrraArrAn n n f n r m ~A o mn A i g liina an ;han n -
U",*IUDILW ,,.zUUIU",U 011 GUUU~-"I*, CIII LVIIILW UCI IIIUU*'.,. L...---, U" a-- - m
acercando a tierra. .". También el poeta dedica su atención a la O
E
E distribución de la armada inglesa, al número de lanchas de desem- S
E
barco, a la posición de las fortalezas y a las fuerzas de choque ca- =
narias que esperaban en la costa: 3
- - 0
Su armada en luna extiende, porque arribe m
E
desde la fortaleza al baluarte, O
en cuya lengua de la mar recibe
daño cruel por una y otra parte. n
Con gente veinte lanchas apercibe, -E
a
y a la ciudad apercibida parte, l
donde ochocientos hombres le esperaban n
0
con salva, en que su gente condenaban.
7
(idem, estrofa 227.) O
Muy escuetamente resume el poeta, en la estrofa que sigue, la
heroica defensa de la ciudad por aquel grupo de valientes patriotas
que, sin experiencia de combates, sin preparación y con unos pocos
soldados, impidieron el desembarco a las aguerridas tropas al man-do
del temible FYancis Drake. Basándose en las "Informaciones
-A 7.7 .... - z ..
A" Iuelll, <pg oay
30 Vid. Tercera parte de Za hzstorza general de2 Mundo. Madrid, 1612, pá-gina
587 y SS.
28 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 19
testificales" 31 de los mismos que tomaron parte en los hechos, An-tonio
Rumeu nos describe, con gran realismo y veracidad, todos los
incidentes de la lucha. Vale la pena seguirle en algunos párrafos:
"El fuego lo rompieron los ingleses alrededor de las doce, caño-neando
a la gente que estaba en la marina, sin causarles ningún
daño. Con ello los canarios se fueron animando y las dos piezas
de artillería del capitán Armas respondieron al fuego enemigo con
certeros disparos que detuvieron el avance de los navíos de Drake.. .
"[Las lanchas inglesas se acercaban a remo hacia tierra dispa-rando
constantemente sus armas de fuego, pero la arcabucería y
los cañones de Santa Catalina las hacían retroceder. Volvían las
lanchas a los navíos a dejar los heridos y buscar refuerzos, y pre-cedidos
de un fuerte cañoneo de las naves, se aproximaban otra -.-- vcI a tkrra en imnu iiI,szt~, I;orcps !=S U:upar=u de arcabxeu S~
mosquetes las volvían a detener. (En todo ello se fija Lope.) Por
tres veces intentaron infructuosamente el desembarco; mas en
ninguna de ellas pudieron poner pie en tierra.
"Así como la fortaleza de Las Metas, al mando de Cairasco, se
reservó, desafortunadamente, para mejor ocasión, lo que "le quitó
para siempre la imperecedera gloria de haber hundido en la rada
varios galeones de la reina de Inglaterra", "la acción de la arti-llería
de campo fue singularmente eficaz este día, bajo la experta
dirección del cabo Negrete, pues tirando, primero, "wn bala rasa"
a los navíos y lanchas en formación, y disparando, más tarde, ver-daderas
rociadas de "saquillos de bala de mosquete", a1 aproxi-marse
las lanchas a tierra, sembró la confusión y la muerte por
doquier e hiw imposible el objetivo primordial de Drake".
"En vano sir Thomas Baskerville, cubierto de todas las armas,
con morrión y coselete, exhortaba a los marineros a bogar para
alcanzar la playa próxima> .. . el fuego de la artillería y arcabucería
estableció una infranqueable cortina, contra la que se estrellaron
todas las heroicidades del enemigo, dejando el mar regado de san-gre
y las lanchas materialmente cubiertas de muertos y heridos.
"La desesperación de Drake, que dirigía la batalla desde el
"Defiance", bajo la mirada inquisitorial y despectiva de su maestro,
31 Vid. OP. c~tR. umeu de Armas, nota 130, págs. 724-725, con todas las
referencias a historias, crónicas y documentos que tratan de este epxso&o.
20 SEBASTIÁN DE LA NUEZ CABALLERO
John Hawkins, no tuvo límites y blasfemaba una y mil veces ju-rando
que había de entrar a saco en Ia ciudad.
"Ante la imposibilidad de poder desembarcar en este punto y
viendo el daño que podía hacerle la fortaleza de Las Isletas por
las pocas pero certeras muestras que había dado de la potencia de
sus cañones, "las naves fueron derivando hacia el sur" y "las lan-chas
comenzaron a remar de regreso a la armada, surta en El
Golfete, junto a los Roques, mientras los 14 navíos siguieron cos-teando
hacia la ciudad y caleta de Santa Ana" 32.
He aquí cómo esta fracasada intentona inglesa y heroica resis-tencia
canaria, cantada por poetas y cronistas canarios, la resume
b p e -segV;n dijimos- en una octava que, aunque sola, es sufi- z
cientemente intensa y significativa:
O
l r a n a r ~ a b ~ ~ ~ ey Tpolq3llp yoS,
y jinetes de costa valerosos
Cuarenta ingleses matan los primeros,
retirando los otros temerosos
Conocidos del Draque sus aceros,
y los pasos del puerto peligrosos,
volmó la espalda e hízose a la vela,
que allí no le valió fuerza o cautela
(Idern, estrofa 228 )
Aunque algunos historiadores hacen ascender la cifra de los E
ingleses muertos en este combate hasta 400, como Cabrera de Gr- a
doba y Herrera de Tordecillas, y otros la reducen a 200, como Cm- -
tillo y Viera, está probado -como afirma Rurneu-, por cartas de
Próspero Casola y el Cabildo, que los muertos fueron sólo 40, como O3
dice h p e 33. Por parte de los defensores parece que sólo hubo algu-nos
heridos leves.
Una vez terminada la intentona, reunidos los capitanes ingle-ses,
Baskerville "hubo de reconocer ante Drake -pese a sus bra-vatas-
que los cálculos sobre las fuerzas de la Isla y el valor de
sus moradores habían sido erróneos...", con lo que se dio por fi-nalizado
el ataque a la ciudad, pero no el lpropósito de hacer agua-
32 Vid op cit , pkgs. 708 a 714
33 Vid. op cit , nota 129, pág 723.
30 ANUARIO DE ESTUDIOS ATL-4NTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE DELE DE VEGA 21
d a y proveerse de leña en algún punto desguarnecido y desierto
de Gran Canaria.
Las seis estrofas restantes de este trozo de la Dragontea, dedi-cado
a Canarias, se refieren al desembarco de Drake y los suyos
.en una playa, al sur de la misma Isla. ¿Por qué esta desigualdad
entre ambos episodios? Sin duda es debida a los informes de que
disponía Lope al com,poner su poema, y como los episodios de Drake
estaban narrados desde el punto de vista de América y por ameri-canos,
no tenían testimonios de lo ocurrido en la ciudad de Las
.Palmas, pero sí de todos los detalles del encuentro con los canarios
en las desiertas playas de Arguineguín, acaso porque uno de los
soldados ingleses, presos en Panamá, fuera testigo presencial de
los hechos.
Como Rumeu dedica varias páginas a narrar también este epi-sodio,
por él seguiremos nuestro paralelo entre la obra del poeta
y del historiador. Dos días más tarde Drake -creyéndose bien
seguro-, después de bordear la costa, alejándose de la ciudad unas
15 leguas ,(no cinco, como dice Upe), fondeó en la tranquila rada
sureña de Arguineguín (no en Melenara, playa de Telde, como dice
el poeta), desembarcó quinientos hombres, instaló su campamento,
entregándose al descanso y al esparcimiento, hasta el punto que,
s e d n un testigo presencial, "los ingleses estaban holgándose con
mfisicas". E1 Fénix se ciñe escuetamente a la acción guerrera:
Cinco leguas corrió más adelante:
mas no hay remedio, aunque la Isla ciña,
para sus pretensiones importante,
,por más que sus montañas escudriña.
Determínase hacer agua bastante,
y veinte ingleses pone en la campiña
que llaman los isleños Meknara,
pero vendió e! añua allí cara.
(Idem, estrofa 229 )
En realidad, las octavas de h p e se refieren más bien a una
escaramuza habida entre unos marineros que desembarcaron un
poco más lejos del campamento, a causa de haber subido la marea,
y cerca de seis soldados canarios a los que se habían añadido unos
22 SEBASTIAN DE LA KUEZ CABALLERO
cuantos campesinos y pastores, seguramente de origen insular. AE
parecer, en la embarcación inglesa iban unos diez soldados al mando
del capitán Grirnston, muy amigo de Drake, y que murió en la re-friega.
Al adentrarse un poco en la costa en busca de algún arro-pelo
para tomar agua, "no encontraron mejor ocasión los cana-rios
-dice Rumeu-, y dando pruebas inequívocas de su legítima
ascendencia aborigen, cayeron como tromba sobre ellos y en pocos-minutos,
a golpes y a palos, dejaron a nueve tendidos en tierra y
huyeron con dos prisioneros", a los que hay que añadir un polaco
que iba huyendo a nado, con los que suman tres como dice Lope,
aunque no fueron 14 muertos como él indica (estrofa 233).
La sorprendente es cómo la intuición lopesca logra captar, con
singular maestría, todos los detalles de la escaramuza, dejándonos*
con ello una viva expresión poética de la manera de luchar que
tenían los canarios, "las mismas que un siglo antes emplearon en
defensa propia la población aborigen de las Islas" 34. Re aquí la-primera
estrofa de este episodio :
Que clertos ganaderos, que a sus dueños
guardaron más el agua que las reses,
ya con tejidas hondas, ya con leños
como troncos de pinos o cipreses,
prueban los brazos rústicos isleños
en los soldados míseros ~ngleses,
como ministros del ayudante en fragua,
haciéndoles llevar sangre por agua
(Idern, estrofa 230 )
Después de hacer, en la estrofa siguiente, una imagen compa-rativa
de exclusión por medio de un conocido pasaje bíblico, con-tinua
ia descripción de ia lucha, fijándose sobre todo en la ¿&mica
guerrera empleada por los canarios y su terrible eficacia:
Que como no eran de Dand soldados,
ni la cisterna de Belén aquella,
quedaron en el campo destrozados
sm llevar al Dragón el agua de ella
34 Vid. op. cit, nota 56, pág. 689.
AATUARIO DE ESTUDIOS m u m I c o s
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE IELPJI DE VEGA
A cuál deja los sesos machucados
la voladora piedra, que con ella
no hiciera m& extraña batería
el pedrero mejor de artillería.
Hinchan los nervios de los fuertes brazos,
y con rústica voz escaramuzan,
dividiendo los cuerpos en pedazos,
las piernas quiebran y las caras cruzan.
Al que por su desdicha viene a brazos,
cnijiéndole los huesos desmenuzan,
y allí se vio que al fui de tantos robos
mueren a manos del pastor los lobos.
(Idem, estrofas 231 y 232.)
Mucho menos realista y mucho menos afortunada, con haber
vivido estos hechos, es la descrlpcion que hace Bartolome Calrasco
en su Romance 35 pues sólo le dedica unos versos, donde los ca-narios
aparecen como seres semi-miticos, y sus contrincantes como
simples ganapanes uniformados. Ví?ase :
Y estando todos en tierra,
soldados y generales,
diez hórridos semicapros
les hicieron bravo ultraje;
puñales y medias lanzas
aquestos sátiros traen,
y acometen resolutos
a los armacios jayanes.
No hay en esta narración poética los detalles realistas, casi
anatómicos, del cuadro de Lope, donde parecen oirse los fuertes
gritos de los salvajes-guerreros, el quebrar de los huesos, los la-mentos
de los moribundos; ni tampoco nos presenta imagenes bri-llantes,
como la que el Fénix utiliza en la estrofa que copiamos a
continuación, donde compara al campo, donde quedan malheridos
o muertos los ingleses, con una plaza de toros después de la lidia,
para hacer más vivo el color del cuadro sangriento.
35 Titulado- Por la Victoria de Canarza sobre Drake (1596), incluído en
El Templo Mzktante, ed. 1603.
Núm 10 (1964) 33
SEBASTIAN DE LA XUEZ CABALLERO
Como suele quedar después que ha sido
acabada la fiesta de los toros:
éste desjarretado, aquél tendido,
vertiendo sangre los abiertos poros,
así en el campo, el escuadrón herido
miraba el vencedor riendo a coros,
porque de veinte los catorce tienden,
y de seis que quedaban, los tres prenden.
(Idem, estrofa 233 )
Y he aquí cómo nuestro historiador pone punto final a la fra-casada
intentona del capitán inglés a las Canarias: "El ataque
imprevisto de Arguineguín despertó por completo los recelos de
Drake, temeroso de pensar tan sólo que los canarios le pudiesen
cortar la comunicación con la escuadra aislándole por completo,
y mí s-ucumbir a Griilis~undi ci or&ii de i+eeiiibalcare peci-pltadamenle.
De esta manera, en la misma noche del domingo 8 de
octubre, la escuadra abandonó las costas de Gran Canaria con di-rección
a las de la Gomera" 36, donde terminó de hacer aguada para
luego mternarse en el Océano. Todo lo cual remata Eope con una
expresiva estrofa :
Que los huídos se arrojaron luego
de aquellos riscos al tormento eterno,
que aun en la mar vencrdos, se dan fuego
y se van a gozar el del infierno
El Draque entonces, de coraje ciego,
no le sonando muy alegre y tierno
de los canarios el presente canto,
arrojóse a la mar trocado en llanto
(Idem, estrofa 234.)
Las consecuencias del frustrado ataque a Canarias debfan ser
fatales a la flota de los capitanes ingleses. El gobernador de Gran
Canaria avisó a La Palma y a Tenerife de la presencia del enemigo ;
y de allí partieron veloces navíos que llegaron a tiempo a América
para comunicar los planes
defensa de Puerto Rico y
56 Vid. op. cit , p&g. 724.
34
-
de Drake, p-idiéndose así organizar la
Panamá. De esta manera preparados,
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLA-VTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE IOPE DE VEGA 25
después de diversas peripecias, los españoles derrotaron a las fuer-zas
'de mar y tierra, acabando el clima y los sufrimientos con
Eawkins y Drake, que murieron sin poder alcanzar los objetivos
de esta desastrosa expedición.
Como era natural, en Las Palmas, al conocerse las fuerzas del
poderoso enemigo, al que habían hecho frente e impedida desem-barcar,
se celebraron diversas fiestas religiosas y profanas. Fue-ron
muchos los poetas que cantaron la victoria de los canarios
sobre los ingleses, pero aquí sOlo citaremos a dos autores. Gonzalo
Argote de Molina, famoso erudito que se tituló conde de Lanza-rote
y provincial de la Santa Hermandad de Andalucía, que tomó
parte en la defensa de Las Palmas, escribió un romance que fue
seleccionado por la Real Audiencia, pero hoy se desconoce su pa-rwder~
Y. a he=c!u citwch tambiéri e! rvmance dedica& si la TTicfw?.a
de Canaria wbre iMniqule, de Cairasco de Figueroa, canónigo de la
catedral de Santa Ana. Más tarde este romance se insertaría en
la monumental y aimpulosa obra hagiográfica y poética El TemplQ
Nilidmte, Triumphos de Virtudes, Festzvid'aides y Vid.as de Santos;
en su primera edición de Valladolid (1603). El pretexto para in-cluirlo
fue celebrar la festividad de San Pedro Mártir (29 de abril),
patrón de la Isla, con la narración de una gran victoria alcanzada
bajo su divina protección. Pero pensando, sin duda, que la forma
popular del romance no era propia de tan culto y sacro poema, se
suprimió en la segunda edición de El TempZo Militclnte de 1615, en
Lisboa, sustituyéndolo por una composición en endecasílabos he-roicos,
que evocan sucintamente 1s derrota de la armada inglesa
en Canarias y las consecuencias de ella. He aquí una muestra:
La valerosa gente de Canaria
rnostr6 ei gaiiaráo brio de su pecho
haciendo ultraje y burla de su armada
que en todo el mar océano dio cuidado,
y queriendo estrenarse con Canaria
se arrepintieron dello, y finalmente
fueron con tan mal pie y perdidos bríos
apoi>taii&de spués a puerto nico
se les dio a los restantes presta paga 37.
37 Vid. El Templo M~zlztante, parte, ed. 1615, pág 286.
Pero además del romance, escrito a raíz de los hechos, el cultista
canónigo, no conforme con su popular musa, todavia compuso, en
sonoros y revesados esdrújulos, otro Canto heroico a Za victoria,
que ganó Canaria de Za poderosa armada de Francisco Drquie a
6 de Octuibre de 1595, dedicado al licenciado Rojas de Carvajal,
oidor de la Real Chancillería de Granada 38. Y aún hay que añadir
al haber del escritor canario una Historia de Za vana empresa de Zu,
jomoda de Drque m t r a Canarias, que Fernández de Navarrete
cita en su Bibliotmal Maritima 39, que a su vez tomó los datos de
D. Nicolás Antonio 40, según el cual Gil González Dávila tenía el ori-ginal
en su poder, en el Teatro de íizi Sa?zta Iglesia de Zamorcx 41.
Dejamos para otra ocasión y trabajo el hacer una comparación a
N
literaria entre las estrofas de Upe que hemos estudiado más arriba E
y las composiciones poéticas, naturalmente más amplias y circuns- O
n -
tanciadas -excepto el episodio del desembarco de Arguineguín-
- m
O
E que la corta pero intensa relación del Fénix. Bhtenos, por ahora, E
2
comprobar que éste se hizo eco, en su epopeya, de la significación -E
que Canarias tuvo en la última y desastrosa expedición del céle-bre
pirata inglés. 3
- -
0
m
LAS CANARIAS EN DOS COMEDIAS DE LOPE
Una vez analizados los primeros contactos de tipo histórico,
biográfico y literario de Lope con los temas canarios, entramos a
realizar -en esta tercera parte de nuestro ensayo- uni estudio de
sus comedias en relación con la temática de Canarias. Fundamen-
A-, A- --A- ---c,<-:- L! .--... --L a---" -- L ~ L I I ~ ~ I WL LL~ ~ a1 1o11ss ~ ~ e ~qlue .u asarat: eii ~ O oS b ms clr~i;ii&ticaa
38 Cit. A. Millares Carlo en Biobibliografia de escratores canarzos, pág 141-
Dice que Millares Torres publicó en su Bzografias de escritores canarzos
fragmento de este Canto, pág 184, y se reprodujo en la Rev. "El Museo Ca-nario",
t. XVI (19051, pág. 34
39 Vid. ed. 1851, t 1, pág. 208
40 Vid. BzbZzoteca Hzspánzca, t. 1, fol 147.
41 Vid ed. F. Martínez. M,adrid, 1645-1650, t. 11, pág. 419.
36 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE IE0)PE DE VEGA 27
que ya hemos citado: S m Diego de Albairá y Los guaoziches de Te-
%,&fe; la primera toca accidentalmente el tema, pero la segunda
está dedicada íntegramente a Canarias, como indica su titulo.
Ambas fueron estudiadas, por primera vez, en las introducciones
que hizo Menéndez Pelayo a muchas de las obras dramáticas de
Eope para la edición de la Real Academia 42. Luego también lo fue-ron
por nuestro erudito D. Andrés de Lorenzo-Cáceres en su citado
ensayo sobre Canarias m el t~af rode Lope de Ve* 43 y en su con-ferencia
Las C m & de Lo'pea. Ademk, Los gumhes de Time-rife
ha sido analizada por nuestra escritora María Rosa Alonso en
e! prefacio de su edición a la comedia de Nuestra Señora de Za Cm-deZcc,~
kx y en su monumental estudio de El Poema, de Viam 46.
A estos trabajos hemos de referirnos repetidamente; pero nos-atros
pretendemos hacer ahora, por primera vez, un estudio temá-tico
e histórico de ambas comedias, planteándonos, no sólo el pro-
Mema de las fuentes -que ya ha sido resuelto en parte por M. Pe-layo-,
sino también la dualidad realidad-mito, lo heroico-histó-rico,
el antagonismo de los personajes, los elementos estructurales
y artísticos, el reflejo de la polémica sobre los derechos de la con-quista
en Canarias, etc. Con todo ello queremos dar, finalmente,
-Lana visión critica del conjunto de los temas de estas dos obras dra-máticas
de Lope en relación con las Islas, para ayudar a esclarecer
diversos motivos que pertenecen a las corrientes de la literatura
general.
A) Sa% Diego de AbaZ 47.
De esta obra sólo nos interesa el segundo acto, que, sin tener
en cuenta Ia unidad de tiempo clásica, se desarrolla a dos años de
42 Vld ed C S. 1. C , Madrid, 1949, tomos 11 y V.
45 Vld. RCV. "El Museo Canario", núm. 16. Las Palmas, 1935
44 ed I n s t i t~t od e ~FltiidiosC ana~ioqv ol Ti La La_Puna; 1935.
45 Vid. ed C S. 1. C., Instituto Nicolás Antonio. Madrid, 1944
46 Vld. ed C. S. 1, C. Anejo Cuadernos de Literatura. M,adrid, 1952.
47 Seguimos la ed BAE, t IV, Rivadeneyra. Madrid, 1860
distancia del primero. Desde el comienzo nos enteramos de que el
joven Diego, lego franciscano del convento de Arruzafa de Cór-doba,
ha partido, hace tiempo, hacia un lugar lejano, que es la isla-de
Canaria, pues como dice el hermano portero:
Pero aquesta admiración
nace de buscarle agora,
cuando ya tan lejos mora
desta tierra.
Versos que manifiestan el concepto de lejanía remota en las Islas-
Pero el hermano portero precisa aún más, haciendo una síntesis a
de la situación de aquellos territorios, de sus habitantes y de la E
misión que llevaba allá a los franciscanos : O
- m
O
Hermano, est& en medio el mar, E
E
porque la obediencia, luego 2
E que su virtud conoció,
para bien de aqueIIa tierra, 3
y hacer al demonio guerra,
a Canaria le env.6, -
0m
que es bárbara aquella gente, E
y no conocen a Dios O
Y aún añade que fue fray Juan de Santorcaz el que lo llevó, como.
lego, "por animoso y capaz de esta nueva conversión". Aquí, pues,
Lope no hace más que versificar Ea vzdu de S. Diego de Za orden.
de Zo;s Menores, confesor, del Fbs Sancterum (1599-1601), del P. Ri-vadeneyra,
como vio Menhndez Pelayo, donde dice: "Hecha su pro-
T ~ s i A n ,-f --i e-~n--n- ~n h ~ i í i ~ n ~-? i laa c ialac +--- & cynyriy ~ ~ m p z fdpi i ~
UP sacerdote de la misma orden, llamado fray Juan de Santorcaz,
. . . que ha para plantar la Fe en aquella gente idólatra".
Después, en la escena tercera, la acción se desarrolla en mer-teventura.
El hermano Diego, el mínimo franciscano, es elegido'
Guardih del convento; cawo que 41 trata. de rechazar hl-im,lde--
mente, argumentando que un ignorante no puede gobernar a los
letrados. Pero sus superiores le obligan a obedecer, alegando !as
38 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE IJOPE DE VEGA 29
supremas razones por las que están en las Islas: la conversión de
los infieles, que Diego viene realizando con gran éxito.
Ya que en Fuerteventura se convierten
por sus ,palabras tantos, que parece
que Dios le ha dado gracia como apóstol.
Mas el santo emplea todavía una curiosa refutación que prueba
-según él- aún más su rusticidad, pues si convierte a los indí-genas
al cristianismo es porque se identifica con ellos:
Y aún en eso verán si yo soy bárbaro,
pues ,que los que lo son, sólo me entienden.
De este necho hay en Ribadeneyra sólo una breve referencia, pero
suficiente para que h p e construyera la escena: "aunque frayle
lego, fué d'él guardián". Pero la idea de la refutación es de la cose-cha
del poeta o bien la aprendió de boca del pueblo que -de acuerdo
con el sentir de su Rey- pedía la canonización del humilde fran-ciscano.
Animado p r su fe fervorosa y su celo apostólico, fray Diego
quiere acompañar a una expedición que va a conquistar y a con-vertir
a los indomables indígenas de la Gran Canaria. No se des-anima,
aunque un hermano del convento, fray Pablo, le advierte
de los peligros que corre en aquella bárbara tierra y de la poca
gente de armas que le acompaña:
Padre, la Gran Canaria, como ha visto,
rayo no tiene de la luz de Cristo:
mire c6mo ha de ser el convertilla.
Las armas de ia gente de seviiia
no parece que será importante
Pero el futuro santo está decidido, y ninguna objeción es b,uena,
poi'y-ue, los esPafIulw sieiiipre iiaii triunfa&, por
experiencia en los combates, contra enemigos superiores en nú-mero,
como lo demostraban los numerosos hechos del descubri-
miento y conquistas de lejanas tierras, cosa que Lope no necesitaba
ir a mirar en los libros para ponerlo en boca de Fray Diego:
Verdad es que son pocos, aunque es gente
ejercitada., práctica y valiente,
y los bárbaros muchos; mas yo quiero
ir en la nave y verlos el primero.
(Idem, 11, 522-b )
Ya dispuesto el viaje, confirma Lope lo que ha leído en Riba-deneyra:
que el lego franciscano estuvo "sacrificándose continua-mente
al Señor y aparejándose para aquel largo y continuo mar-tirio,
para derramar su sangre por la Fe Católica entre aquellos a
N
bárbaros, como 61 lo deseaba", y por eso dice -eomo monologan- E
do- conñrmando su voluntad de martirio : O
n-- m
O
Vamos a concertar que yo me embarque. EE
iAy Dios de mis entrañas! ,Ay, si fuese 2
E
Diego tan venturoso que muriese 1 =
(Idem, 11, 522-b y c ) 3
-
0m
Y el escritor jesuita nos dice cómo el santo salió hacia la Gran E
Canaria, llamada así desde el tiempo en que Bethencourt la conside- O
ró inexpugnable a causa de la fiereza y bravura de sus habitantes n
que no dejaban poner pie en ella. "Con este fervoroso deseo se E a-embarc6
en un navío para pasar a la Gran Canaria, que aún no era nl
conquistada de cristianos y era poblada de gentiles, para alum- n
0
brarlos con ,la luz del Evangelio y, si fuese menester, morir en esta 3
demanda", O
Pero, históricamente, ¿a qué expedición corresponde la que
llevaba a bordo al célebre fra.nc.isc.amo? Los hist-oriadores más anti-guos
de Canarias no precisan con exactitud el número de desem-barcos
e intentonas que, desde Bethencourt a Juan Rejón, se hi-cieron
a la isla de Gran Canaria. Las únicas fechas que tenemos
para situar la estancia de San Diego en Canarias es la de 1444, que
según Abreu Galindo es la de su viaje, y la de 1463, cpe es la de su
muerte en Alcalá de Menares. Sabido es cómo las islas de señorío,
Fuerteventura, Lanzarote y el Hierro, y aún se dice que la de la
40 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
L4S CANARIAS EN W OBRA DE >EPE DE VEGA 31
Gomera, después de la muerte de su conquistador, pasaron, por
venta o herencia, a una poderosa casa de la nobleza sevillana, la
de Guillén de las Casas, caballero veinticuatro y alcalde mayor de
Sevilla. Pero fue Hernán Peraza (por haberse casado con In6s de
las Casas, prima de dicho Guillén) quien pasó a las Islas y pmo
.orden en ella; debía sucederle su desafortunado hijo Guillén Peraza,
que pereció a manos de los indígenas, en una entrada a la isla de
Ea Palma, por lo que son, por fin, su hermana la bella Inés Peraza
.y su esposo Diego de Herrera, también noble caballero de Sevilla,
los que nos interesan para nuestra hipótesis. Según Abreu Galindo,
"Procuró Diego de Herrera, luego que casó con Doña Inés Peraaza
dde las Casas, y se vio señor de las islas de Canaria, venirse a
ellas . y aderezando tres navíos partió de Sanlúcar. año de 1444.
lle-uando en su compañía muchos hidalgos nobles, dueñas y don-cellas,
para que se heredasen en las Islas, y para conquistar las
demás que estaban por ganar .". Y un poco más abajo añade que
". . . vino en compañía de Diego de Herrera el Santo fray Diego y
fray Juan de San Torcaz, con otros frailes, que por todos fueron
siete padres, que venían a predicar el Santo Evangelio a esta Isla
y a recibir martirio ..." 48. Así, pues, si aceptamos esta fecha, San
Diego estuvo en Canarias aproximadamente unos seis años, pues-to
que, según sus bisgrafos, en 1450 hizo un viaje a Roma para
asistir a la canonización de San Bernardino de Sena. Pero hoy está
demostrado que Diego de Herrera y Lb." Inés Peraza no fueron a
-Fuerteventura y Lanzarote hasta 1454 ó 1455. Por lo que, concre-tamente
para la entrada de fray Diego a Gran Canaria, sólo po-demos
recurrir a meras suposiciones, que pueden desprenderse del
capítulo XXV de la Historia de Abreu Galindo, que cita varias
intentonas frustradas en la conquista por la persuasión, el engaño
o las armas de la isla de Gran Canaria, y da incluso varias fechas:
"Muchas entradas hizo Diego de Herrera en Berberia, Tenerife y
Gran Canaria, pero donde más resistencia hallaba y mayor daño
recibía era en la isla de Gran Canaria". Nuestro historiador se de-tiene
especialmente en las entradas de 1461, 1462 y 1464; fechas
que, según lo expuesto, caen fuera de las supuestas para la estan-
48 Vid. op. cit., ed Santa Cruz de Tenerife, 1940, pág. 77.
hizim. 15 (1964) 41
32 SEsASTIh DE LA NUEZ CABALI&XO
cla del santo en Canarias, pero no fuera de la posibilidad física, a.
no ser la última. Sobre todo la correspndiente a la segunda, rese-ñada
por Abreu, parece una fiel réplica histórica a 18 dramatización
que hace Lope de ese viaje fracasado de San Diego a la ''Isla re-donda".
Veamos este pasaje, que puede representar la verdad psicoló-gica
de unos hechos históricos, y cotejémoslo con la intuitiva esce-nificación
del Fénix : "Otro año, que fue el de 1462, el obispo D. Die-go
López de Illescas, con el deseo que tenia de ver reducidas al
cristiano gremio las ovejas que le estaban encomendadas, acordó
venir a Canaria, y vino con él Alonso de Cabrera Solier, capitán y
gobernador de las islas, con 300 hombres. Tomaron puerto en Gando. a
Los canarios, como vieron venían de guerra, apellidaron toda la E
Isla para r8sistirles la entrada, diciendo mirasen lo que hacían, no O
--. n entrasen con armas. . visto por ei Obispo no poder atraerios a lo- - m
O
que queráan, se tornó a embarcar y venirse a Lamarote" 49. En la E
E
obra de Lope oímos a uno de esos bárbaros anunciando la llegada 2
E
de los españoles, cuyas intenciones ya conocían:
3
Qué hac61s?. que un fuerte navío, O-m
ileno de españolas armas, E
viene de Fuerteventura O
con capitanes de España,
haclendo con altas voces n
E
del mar resonar las amas a
y estremecerse !os montes. n
n
n (Idem, 11, 523-c )
3
O
Entonces surgen los héroes canarios, personificados en el per-sonaje
Tanildo : los míticos y heroicos Guanartemes que exhortan
a las huestes a la lucha. Llegan a desembarcar los expedicionarios
en la playa, acompañados por el santo evangelizador que anima a
todos a la empresa. Pero el capitán de los españoles (cuyo nombre
kope no especifica) no quiere hacer #frente, con sus pocos soldados,
a la avalancha de salvajes que se les viene encima, a pesar de la fe
que ei fraiie lego ñabáa puesto en eiios.
$9 Vid. op. clt, pág. 80.
42 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE WPE DE VEGA
Y destas montañas bajan
bárbaros que el suelo cubren,
y mar y tierra amenazan;
y si allá en Fuerteventura
dijeran que gente tanta
aquesta isla cubría,
¿ quién viniera a conquistarla?
(Idem, 11, 523-c )
Mas el buen fraile se agarra desesperadamente a su empresa:
Pues vayan con DIOS, Señores,
que aquesta cruz es mi espada
y yo pelearé con ella.
(Pdem, 11, 523-24 )
Y el capitán porfía con el franciscano, que casi tiene que ser lle-vado,
a bordo, a viva fuerza, entre los grltos de alerta.
Los canarios, a la playa,
bajan con arcos diversos.
;Embarca! ,a la mar! jembarca!
(Idem, TT, 5244.)
La referencia del P. Ribadeneyra a estos hechos puede servir
de colofón a esta escena, pues, la resume en pocas palabras: "Mas
los que gobernaban el navío no se atrevieron a saltar en tierra,
-por temor de aquella gente feroz y bárbara, guardando Dios al
santo fray Diego para otras cosas de su servicio".
Todavía hay otras alusiones al paisaje, a los habitantes, al folk-lore
canario, &c., en esta obra, que analizaremos al mismo tiempo
que los elementos semejantes en Los gua,nches de T1mtwife. Por
si_h~rtl ~ ~ e ym2 ~1 s2 v~isi&~ Uy !U, & y u . & r ~ &aw&ti~I e hiSt6-
rica del episodio canario de la vida del santo franciscano de Alcal5
escenificado por Lope de Vega.
B) Los guanches de Tenerife y Conquista de Canaria >O.
E1 común sentir de todos los comentaristas de esta obra de
Lope, con ligeras variantes, es el que María Rosa Alonso expone en
su introducción a la comedia anónima Nuestra Señera de la: C,m-delaria;
jl: "El propósito que sin duda animó al autor no fue otro
que el de hacer una de las tantas obras de circumtanc~as y apro-vechar
un argumento para hacer una obra más, que apenas cuida
y que poco debió interesarle, a juzgar por la priss que tiene en plan-tear
y acabar ian acto tan flojo y precipitado. La conquista de le-nerife
era un hecho español y el "monst~uo" tenía que registrarlo
en su haber poético" j2. A ese sentir no tenernos nosotros más re- a
rnezio qi*e zdherirnas, cm. cjertas rrstriccis~esq ue, amque m =o- E
difican 10s resultados de nuestro análisis, pueden a5zdi: z!g.~,i,cs O
p í i c ~ üs e ~ 1 s t -n uevos y 1--?_a vi:& m& =&a de 1st comedfa en n - m
función del tema Lope-Canarias. O
E
Un estudio muy semejante al que María Rosa ha hecho para E
2
E el Poema de Viana podría hacerse para la comedia lopesca, puesto
que hasta ahora D. Marcelino como Loremo-Cáceres y la investi- 3
gadora canaria se limitan a señalar su fuente principal, indicando O-los
pasajes más sobresalientes (el presagio de la venida de los espa- m
E
ñoles, los amores de Dácisl y Castillo, la aparición de la Virgen y O
algún otro episodio accesorio) y llamar la atención sobre 10s su- -
puestos elementos del folklo~ec anario aprovechados por Lope en E
a
su comedia.
Suficientemente probado se halla, pues, que la fuente funda- n
n
mental -tornado en su sentido lato- de esta comedia está en el 3
poema de las Andigíiiedades de las Islas Atortunada de la Gran O
Canaria 53, de Antonio de Viana. Menéndez Pelayo duda de que 11e-
50 Seguimos la edición de la Rea! Academia, t XI Madrid Pero existe
además otra en Obrm Escogidas, Teatro, ed. Aguilar Madrid, 1962, tomo 11,
págmas 1262-83
51 Ed del C. S. 1 C , Madrid, 1944.
52 Vid. op cit , pág. 15.
53 t i h l e se rvyLp!&, la pLgJier,te spoutA"~o&wa:l sh- lene-rife
y aparecimlento de la Imagen de !a Candelaria En verso suelto y octava
rima por el Bachiller Antonio de Viana; natural de la isla de Tenenfe. Diri-
44 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE IEPE DE VEGA 35
gara Lope a leerse entero e1 poema, porque acaso 61 tampoco hizo
más que hojearlo, pero lo cierto es que captó lo esencial de la obra,
tanto en su aspecto poético como en el histórico, e incluso en b
que tiene de dramático. El mismo D. Marcelino dice que a Ixip
de Vega "agradóle sin duda el estilo lozano y exuberante del bueh
Bachiller, su fantasía pródiga y amena, la candidez idílica de'sus
cuadros y, sobre todo, la extrañeza y novedad de las cosas que
cuenta y de la naturaleza que describe. Le enamoró el color local
del argumento, y con los materiales del poema labró esta co-media"
54.
A continuación, en el estudio de la estructura y composición de
la comedia, señalaremos, con más precisión, esas influencias lite-rarias
en relación con los mismos acontecimientos históricos o
elementos costumbristas? para plantearnos? finalmente, los proble
mas de índole temática, ideológica y artística de la obra de Lope.
AnálZsk del imto 1.-Se inicia este acto -que, segian los críti-cos,
es el m& logrado- con una exposición del héroe, D. Alonso
de Lugo, el futuro conquistador de Tenerife, y de los motivos que
le llevan a reemprender la luchs. Esto sirve para situar, ante el
espectador, a. los protagonistas y los móviles de la acción drarná:
tic2: los conquistadores españoles y sus propósitos de echa^ al
demonio de la idolatría de aquellas tierras.
Vosotros que en !as conquistas
de naciones nunca vistas
habéis hecho hazsuías tales,
que los tiempos inmortales
serán vuestros coronistas
Situada históricamente la acción en la encrucijada de la Últina
década del siglo xv, los españoles tenían bien justificadas estas pa-gido
al capitán D. Juan Guerra de Ayala, Señor del M,ayorazgo de1 VaIIe de
Guerra. En Seviii por Bartoíomé Górnez. Mío i6G". iiay otras ediciones mi
1854, 1882, 1883, 1904 y 1905, todas agotadas en la actualidad
54 Vid. Estudios sobre el. Teatro de Lope de Vega, ed. C S. 1 C., 1949,
tomo V, pág 287.
36 SEBASTIAN DE LA XUEZ CABALLERO
labras de exaltación : reconquista de Granada y descubrimiento de
América en 1492, viajes de Colón y exploración de las Antillas y
de la costa americana entre 1493 y 1499, sin contar con la conquista
de La Palma en 1493 y anteriormente la de Gran Canaria en 1484.
Señala con precisión Lope las veces que Lugo ha intentado
entrar en Tenerife :
Tercera vez ammosos
a Tenerife volvéis,
a probar los belicosos
brazos que ya conocéis,
de sus bárbaros famosos
Tercera vez este mar
habernos vuelto a pasar,
y desde la Gran Canaria,
-_- LiiiLi ziiiL.iiii p u r LaiiLa l u r r u u a v a ~ ~ - a ,
nos dan sus puertas lugar
Pero se equivoca en indicar a ésta como tercera entrada, pues según
los acontecimientos corresponde a la Última sin serlo, pues a ella
se refiere Abreu Galindo cuando dice: "hecha, pues, la reseña de
toda la gente, el. capitán Alonso Fernández de Lugo se embarcó en
las seis carabelas que tenía juntas, y torn6 a la isla de Tenerife por
tercera vez sobre los guanches, y fue a desembarcar en el puerto
de Santa Cruz", y que, según parece, fue el año 1495 -.-en verdad
en 1496-, fecha en que se rindieron loa últimos indígenas, mien-tras
que en la comedia todavía volverán los españoles por cuarta vez.
Aunque estudiaremos con más detalle el tema de la licitud de
los españoles para conquistar estas nuevas tierras pertenecientes
o vncf-lnvcu pn -urbnhhilivnun, uE.,lUnUhInILrVnUn c< WoILnVCnIUfIi a r ",mY-ki ; l..-auc r a v n n ~ c L..,YVIAV- nilo n- _A_lon~o 3 -"
alegaba para realizar sus propósitos :
Bárbara es esta nación,
y desnuda de riqueza,
mas nuestra justa mtención
es residir su fiereza
; Ah, piadosa Relisón '
AhTtJARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 37
Pretendía, pues, sostener que a pesar de que los españoles sabian
que no encontrarían tesoros en Tenerife, realizaban sus hazañas
sólo para imponer la verdad religiosa. Pero en los versos siguientes
parecen invocarse razones estratégicas misionales o militares:
Eche el demonio de sí,
como salió de Canaria
por vosotros, ;y por mi;
que es razón contraria
sufrir tal vecino aquí.
(LOPE, ídem.)
Hay en una comedia de Lope, poco conocida, ES N w o Mundo
descuibierto~p or Crhtóbd C&n j5, una, escena alegórica que tiene
mur._h^ de. mi&rí~ medieval, que nos da la clave del concepto tópico
-de estos últimos versos. 'Colh, en su imaginación, cree ver disputar
a la Providencia con la Idolatría y el Demonio. Una frase de la
Idolatría nos da la misma idea de posesión del demonio sobre las
tierras por descubrir y conquistar, igual que en las Canarias.
Tras años innumerables
que en las Indias de Occidente
vivo engañando la gente
con mis errores notables,
. . . . . . . . . . . . . . . . .
El demonio en ellas vive,
la posesi611 le entregué.
(LOPE1,, 351-a y b.)
Ni que decir tiene que la Providencia -a pesar de las pretendidas
razones que los representantes de las tinieblas le dan- le otorgará
a Colón permiso para descubrir las nuevas tierras para España y
la Religión.
En Los gwmches de Tenerzfe todos estos motivos son ratifi-
.cados por Lope, por boca del Maestre de Campo a continuación de
las palabras de su general:
55 Vid. ed. de la Real Academia, t. XI, situada a continuación de Los
guanches de Tenerife
La razón que os ha traído
a la conquista presente,
justa, heroica y santa ha sido,
y a España tan conveniente
como cuantas ha tenido.
Y como iniciación de la acción, señala el objetivo y punto de arran-que
de la empresa:
Sola Tenerife queda
destas islas de Canaria,
que resistírsenos pueaa,
Camp1etan la primeya escena la -presentación de dos nuevos perso-najes
: Castillo y Truj~llod, os capitanes españoles que representan
el impulso juvenil, fanfarrón y temerario, que siempre se atribuy6
al soldado español de los siglos de oro.
En la escena siguiente, la acotacih escénica explica cómo el
decorado va dando la vuelta y la nave se transforma en un monte.
Se supone, pues, que a1 propio tiempo que la nave capitana echa
anclas en la costa tlnerfeña, los guanches celebran una reunión.
Ahora aparece la falda de un monte, probablemente a la salida de
una caverna o residencia panchinesca, donde conversan los bár-baros
de Tenerife como cortesanos del Renacimiento. La entrevista-de
Dácil y Bencomo tiene su fuente en los versos del Poema de Viana,
que pueden servir de explicación comentada:
Sale Dácil, la hija de Benconio,
doncella hermosa de su Reyno y Corte,
a la vega do estaba La Laguna
con la licencia de su caro padre,
y el capitán Sigoñe, y cien soldados
en guardia suya, porque ella desea
tener las fiestas del alegre día,
A-VGARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOK
LAS CANARUS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 39
Aquí se aprovecha Lope para introducir la bella descripción de
los bosques y prados que rodeaban a la laguna, que Viana sólo des-cribe
más adelante, en el encuentro de Dácil y Castillo. Ahora es
cuando el poeta isleño pone en labios de Dácil su monólogo frente
al mar, donde -como nueva Nausicaa- presagia la llegada de un
héroe ,que ha de conquistar su albedrio, cosa que suprime Eope, a
pesar de su bello sentido poético y su estirpe clásica, acaso por ser
un sentimiento isleño que él no comprendía demasiado bien:
Un pájaro muy grande, extraño, ageno,
espero que ,vendrá por ti volando
Lepe drama.tiza bellamente el pasaje. Ea gentil infanta pide
licencia a su padre, el rey Bencomo, para que la deje ir a bjañarse a
una hermosa laguna. Tkngase en cuenta que estamos en mayo Y
aprieta ya el calor:
En esa verde ribera,
cuya selva pisa e! mar,
hay una fresca laguna
que vierte una fuente bella:
quisiera bañarme en ella,
Bencomo le otorga el permiso, pero a condición de que la acom-pa5e
una fuerte escolta, puesto que la Isla está recelosa de otra
acometida hispánica :
Nn quiere ectnrbzr t- ptiitn,
pero advierte que tenemos
los españoles, que habernos
probado ya su disgusto.
Y a continuación hace un breve resumen de lo ya acaecido hasta
el momento histórico. Así, pues, el capitán Siley (el Sigoñe de Viana)
parte con cincuenta guanches para acompañar a Dácil.
40 SEBASTI~ND E LA NUEZ CABALLERO
En la escena siguiente, tambihn inspirada en otro interesante
pasaje de Viana, vemos al rey Bencomo que ha convocado en el
"tagoro" (o plaza de la audiencia) a sus nobles guerreros, y cómo,
de pronto, la reuniún es interrumpida por la llegada del agorero.
He aquí, como comentario de fondo, los primeros versos del pasaje
del Poema canario:
JSitanse todos en e1 real alcázar,
sale Bencomo bien acompañado
de los grandes y nobles de su corte,
llega al Tagoro, y entran en consulta
para tratar las cosas del gobierno,
y al mismo instante un agorero mágico,
llamado Guañameñe, pide audienc~a,
(VIAXAT, II, 72 ) - m
O
E
A continuación Viana relata la escena del presagio, la reacción SE
de Bencomo, el castigo del adivino, etc., de modo distinto a como E
lo dramatiza Lope, y lo veremos en el estudio de los caracteres de
3 los personajes.
- Luego vuelve a aparecer el campo español. En esta escena no 0
m
E hay una clara correlación entre los pasajes equivalentes de la O
Comedia y el Poema. En éste se evoca el momento de la fundación
de la ciudad de Santa Cruz y los propósitos evangelizadores de la n
E
conquista : a
n
En el puerto de Naga, a quien pusieron n
desde aquel día el venturoso nombre 3
de Santa Cruz, así por esta causa O
como porque en el punto deseado
que saltaron en tierra, don Alonso,
el general, sacó una cruz hermosa
en los brazos a tierra, por principio
de la predicación del Evangelio,
y por memoria la fijó en la playa
Y en la CmedZcr; los capitanes espafioles se limitan a indicar la con-veniencia
estratégica del lugar donde asientan sus reales:
50 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLINTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE DEE DE VEGA
DON UNSOEs:t e sitio me parece
que era bien fortificar
DON WPE: Esta peña le guarnece,
y desta parte la mar
segura defensa ofrece.
Después el general, Alonso de Lugo, departe con sus oficiales, ani-mándoles
a la lucha con el incentivo de los repartimientos, muy
lejos de los propósitos evangelizadores:
Que della seréis señores,
y como conquistadores
la repartiréis, ganada
por los filos de la espada,
tantas veces vencedores.
También introduce Lope una disputa entre los dos capitanes, Tru-
$110 y Castillo, sobre quién ha de realizar un reconocimiento al
interior de la Isla. Al fin se echa a suertes y le toca a Gonzalo. Fsta
escena, típicamente teatral, no tiene antecedentes en Viana, pero
sí la salida del héroe hacia La Laguna con una escolta, y no sólo
como en Lop, aunque éste pone en boca de D. Alonso una prudente
orden :
Formado
quede el valiente escuadrón
para cualquier suceso.
La descripción de Viana es m comentario precioso para la
égloga-guanche (como la llama D. Marcelino) o el mito de Dácil-
Castillo, y que, aunque certeramente comentada y cotejada por
Lorenzo-Cáceres, estudiaremos en el apartado de los elementos
idílicw y en el de los personajes de la Comedia.
Primero día del florido mayo
estaban ?os navíos españoles
surtos en el seguro y quieto puerto
SEEASTIAK DE LA NUEZ CABALLERO
de Naga, al dulce abrigo de la tierra,
y en ella en larga playa el grueso ejercito
con gran concierto y militar recato.
Y a continuación se inicia la acción donde interviene
el capitán Gonzalo del Castillo
con veinte de a caballo, de a pie treinta,
estaba en la espaciosa vega y bosque
de La Laguna, que del puerto dista
tres millas . . ... .
En la escena siguiente, para iniciar el poético y delicado iddi@
hispano-guanche, Lope -siguiendo sups patrones teatrales- intro-duce
a dos pastores uanches, que hacen también de soldados, Firhn
y Manil, mezcla de figuras de criados y graciosos, que aquí depar-ten
picarescamente para tratar de ver a Dácil bañándose en la lagu-na.
Despub sigue el encuentro de la Infanta y el capitán Castillo
en un delicioso paraje del bosque de Aguere. Al finalizar estas
escenas, en Viana, es Castillo quien lleva de la mano a Dácil, casi
forzada, a su campamento:
Llevándola con esto de la mano,
ellz, no lo consiente, y, porfiendola,
al fin camina con turbados pasos,
teme Dácil, dudosa, a dó la llevan,
congójase de verse así forzada,
ya anda, ya se para, ya revuelve
a una y otra parte con la wsta,
para ser socorrida de sus guardas;
(VIANA, V, 124 )
En cambio, Lope, por lo contrario, hace que la princesa Dácili
conduzca al espaiíol extraviad0 en la selva, y éste es quien parece
desconfiar, puesto que le dice a la salvaje:
-Parece que no me guías
hacia la mar, y a la tierra
te vuelves
(LOPE, 1, 311-b )
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAXTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE W E DE VEGA 43
El paralelo entre el Poema y la Comedia continúa, pero los epi-sodios
cambian un poco en la estructura externa, y mucho más de
sentido, como se adivina hacia el final del canto V y del acto 1. Así
el capitán guanche -en Viana-, al oír los lamentos de Dtácil, sigue
el rastro dejado por ella misma:
Dácil se aflige en verse sola, siente,
siente su grar, leligro, disimula,
quiebra la sarta larga que traía
puesta por rico adorno al blanco cuello,
de caracoles, conchas y juguetes,
y deja en las veredas del ca~.mo
seguido rastro, conocido y cierto
%do lo cual es seguido fielmente por Upe al ponerlo en boca de
Siley, el capitán guanche, cuando, alarmado por la tardanza de la
infantina, sale en su busca acompañado por Manil y Firán:
-Algún extraño mal le ha sucedido,
por esta senda mlsma caminemos,
que señas ha dejado, a la costumbre
nuestra, de su desdicha y pesadumbre.
La sarta que de blancos caracoles
llevaba al cuello, de ámbar embutidos,
en señal que la llevan españoles
rompió, y dejó en las sendas esparcidos.
A continuación Viana sigue la narración, que se supone sucede
también en Lope.
En esto ya llegaba el gran Sigoñe
a la fuente, buscando diligente
a DAcil que, siguiendo otra vereda,
subió por la otra parte del arroyo
No la halla, se admira, y reconoce
el rastro, va siguiendo sus pisadas
con tal solicitud, que en breve tiempo
alcanza a divisar, de allí muy cerca
al caballero, y a la bella ~nfanta.
Castillo quiere hacer resistencia, protegido por sus soldados, y
cuando parece que se va a entablar una pelea entre ambos bandos,
la gentil ~nfantau etiene a los suyos:
Qu~erena cometer a los de España,
mas Dácil se lo impide y los detiene,
y le manda a Sigoiíe que no excedan,
so pena de la vida, de su orden.
En Lope la situación y los matices de los sentimientos son dis-tintos.
Castillo está solo; Dácil, por precaución, ha dejado unas
señales, pues no va desconfiada al lado del capitán español, y cuando a
N
se presenta el oficial guanche, no sólo grita que no le acometan, E
sino le hace acompañar, por uno de loa suyos, al campamento de los O
n -
invasores. Siley y Castillo se quieren acometer, pero la infanta,
- m
O
E con serenidad, explica el episodio para salvar a su galán: E
2
-El español ha venido
con la armada de Canana,
que tantas veces contraria
para Tenerlfe ha sldo.
Entrando a reconocer,
me halla, y tan bien me ha tratado,
que a lo que véis me ha obligado
(LOPE, 1, 312-a j a
n
Pero, como a��n Dácil se queda intranquila, ordena al viejo soldado n
Manil que acompañe a D. Gonzalo:
O3
-Con este espa501 agora
has de ir en guarda hasta el mar;
Este generoso hecho, que no tiene precedente en Viana, se encuen-tra
en la historia primitiva de Ia conquista de Gran Canaria, de
&nde z ~ am!o temara Lnpe de oidas; Conocido es e1 episodio de
Diego de Silva, que al internarse con un fuerte destacamento de los
suyos en tierras del guanarteme de Gáldar, fue sorprendido y ro-
54 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOiPE DE VEGA 45
deado por los isleños, que en vez de exterminar a los expediciona-rios
les perdonaron la vida y les condujeron, por una enorme cuesta,
uiio a uno, hasta el mar para que se retiraran, en paz, a sus tierras j6.
A continuaci6n someten a inteerogatorio a Manil. Este dice por
qué conoce la lengua española, lo que explica tamb'ién que, en Lope,
Dácil y Castillo se entiendan, aunque ella se exprese sin soltura
todavía. Cosa que alguien le ha reprochado a b p e de inverosímil,
pero que tiene una base histórica, comprobada por el intercambio
de españoles y tinerfeños habidos con anterioridad al Ultimo desem-barco
en Tenerife :
-Sí, entiendo,
que, aunque de bestias nos traten
allá vuestros españoles,
no somos tan ignorantes;
las veces que habéis venido,
por maestros nos üejastes
algunos cautivos vuestros:
Lope, para cerrar el acto, enfrenta, con el parlamento de Manil,
aI salvaje con el civilizado, pero visto desde la perspectiva del guan-che
(que bien puede ser la de Lope mismo). De ello resulta, en rea-lidad,
una sátira de los cortesanos que visten pulidamente y que
viven fuera del contacto de la naturaleza:
-Ni es poslble que se ensanche
con tan estrechas ropdlas
el corazón por las carnes.
Frente a esto, el hombre guanche, libre y fuerte, se desarrolla sin
traba alguna :
-Acá sí que, en traje llbre,
hallaréis hombres gigantes
m..,. o,, r.r\mouR.. ..m 4-nri yuc; ur rurilrrrir urr -uru
y se beberán dos mares,
56 Vid. op. cit Abreu Galindo, pág. 83.
Ntbm 10 12964)
y machacarán de un golpe,
con un cepejón de un sauce,
diez o doce de vosotros
Ante esta fanfarronada, propia del soldado gracioso, que mez-cla
las burlas con las veras, no es extraño que el capitán Castillo,
que, 22: otra parte, tiene, como 'I"r~jilloa,l go del "milites gloriosus"
de las comedias, siidte también su bravata:
-;Vive Dios, que sólo baste
a sorberme, como huevos
frescos, canastas de Guanchesl
Por el desarrollo y composición de este primer acto se habrá
podido c0mprob.m que -si tiene elementos tomados del Poema de
Viana, como base, la Coomedza, el sentido de la obra, así como su
estructura e interpretación, son distintos a sus fuentes. Hay en este
acto im hwn repartido q g i l i l x i ~en tre 12s ep.cpne 105 psp.rg~Ies
y los guanches; con ello nos quiere, sin duda, llevar el autor a un
enfrentamiento del salvaje y el civilizado, como insinu6 Menéndez
Pelayo. Lope no deja de señalar la codicia y la fanfarronería en el
bando español, aunque las figuras del general y el maestre de campo
guarden cierto continente y seriedad, que se desprende de su man-dato
y misión. Como contrapartida, el mencey de Taoro, su her-mano
Tinguaro y el agorero también están inveatidos de una mi-sión
noble : defender sus tierras y su estilo de vida de unos intrusos
invasores. Y en otro plano, los soldados españoles, con sus brava-t
~fr,ent e 2 In cd&E(ns gmcinsn gm-nchinescns, c m s m exage-raciones
y picardías. Y solitario, embelleciendo el cuadro de la obra,
el comienzo del idilio de Dácil y Castillo, en su primer encuentro
en las selvas del Aguere. Así el espectador queda en situación de
comprender el drama que se plantea en esta obra, su realidad his-p&~
iczq,c p -2iAqce referid-_ 2 I J ~p q ~ e fqi$~c: odi~d e la gran
empresa histórica de la conquista- representa los mismos con-flictos
de todas las partes a donde fueron los españoles. Acaso Upe,
llevado por su instinto, viera que la falta de riquezas de las Islas
56 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE WPE DE VEGA 4'1,
pudiera ser compensada por la explotación de las fértiles tierras
canarias :
-La tierra es bella, y podría
tener en sí más provecho
del que por bárharos cría.
AmtiZis2s del mto II.-Comienza con una reunión, m& intima
que la anterior, en el rústico palacio guanche, donde el mencey
Bencomo expone, en una hermosa descripción, el cuadro de su sen-cilla
vivienda, sus vestidos, alimentos y costumbres patriarcales*
que, en la obra de Lope, podrían tener su correlación con la vida de
Juan Labrador en El VzZla~~eroz su rzncón. La escena puede tener
como fondo algunos versos descriptivos del canto primero del
Poma:
SUS ricas casas eran cuevas cóncavas,
que en levantados cerros se hacían,
y otras casas de solas piedras toscas,
cubiertas de madera, paja y tierra;
o como dice el Bencomo de Lope:
-Es mi palacio dorado
la cueva de un risco entero.
De una vez Naturakza
mis aposentos labró;
Del resto del discurso Lope toma poco de la parte descriptiva del
canto señalado del Poema, a pesar de que tenía allí una abundante
información de la vida y costumbres de los antepasados isleños del
bachiller lagunero.
En la siguiente escena, Manil se presenta ante el rey y cuenta
su visita al campamento español. .Continúa la parodia de la vida
cortesana, y para celebrar lo fácil que representa el vencer al ene-migo
y conseguir apartar la tristeza de su hija, el mencey manda
48 SEZASTILN DE LA KUEZ CABALLERO
organizar unos festejos. Recurso muy lopesco para animar las
comedias.
-Que contra los españoles
hagáis fiestas, bailes, juegos,
convites y grandes fuegos.
Pues, como dice Viana, los guanches eran muy aficionados a toda
clase de diversiones:
Haciendo gandes gastos en convites,
y, sobre apuestas para regocijos,
hacían fuerzas, levantaban pesos,
en luchar, en correr, saltar, y en pruebas,
en bailes, con Grstreza y ra!enEa,
mostrando su valor en competencias.
Siguen unas escenas -acaso las más flojas del acto- en que
Lope, para salir del paso, recurre a las manoseadas entrevistas del
criado y la dama. También es otro fácil recurso, muy lopesco, el
presentar, luego, una duplicidad de parejas, que enfrentan el amor
idílico de Dácil con el más terreno y positivo de la soldadesca espa-ñola
y las bellas mujeres guanches.
Es curioso observar, en primer término, cómo el gracioso guan-che
es el primero en españolizarse. Eo que, entre bromas y veras,
concuerda- con la realidad que atestiguan todos los historiadores :
la facilidad con que asimilaron los canarios la superior cultura de
los hispanos. He aquí cómo monologa Manil:
-Aunque al espago1 traté
poco tiempo y de camino,
a su valor peregrino
aficionado quede.
No me enfada su nacidn,
aunque volví por !a mía,
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOB
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE IEPE DE VEGA 49
Aparte de la conversión final de los indígenas, hay otros antece-dentes
de españolización en el Poema de Viana, como es el relato
del salvaje Antón que refiere la historia de la Virgen de las Candelas :
Decía ser cristiano, y como hablaba
la lengua castellana diestramente,
si, según se entendía, era nacido
alli en aquella isla entre gen'clles
Se produce luego un diálogo entre Dacil y Manil, que tiene mu-cho
de juego picaresco y conceptista, con fondo de platonismo rena-centista.
Se trata de lo que D. I'arcelino y María Rosa llaman pue-rilidades
y ñoñeces lopescas, pero que me pareceen, simplemente,
recursos teatrales muy de época. Así, por ejemplo, las palabras de
Dácil, enamorada como cuakquier doncella española de cualquier
comedia de la época :
-No sé qué traigo en el pecho
desde que vi su hermosura,
que no me deja dormir
ni en cosa tener placer.
Al ser tomados al pie de la letra -como corresponde a la rusti-cidad
de los protagonistas- la idea del alma, da lugar a todo ese
juego conceptista al que nos referimos.
Este juego tiene su prolongacih en las escenas siguientes, don-de
el capitán Trujillo y el soldado Valcázar obtienen un refugio
hospitalario y amoroso en las cuevas de las guanches Palmira y
Ei-lDaaia íiioiiilOm rpOcag -,aiiChile~23C1piS,i íCalg)o iloL-teafricaiiOs y
exóticos). También aquí los españoles dejan sus almas en una pla-centera
visita a las cavernas, interpretación de isleñas Arcadias o
Citereas. A continuación se intercala el episodio del robo de la
espada de Trujillo, inspirado en otro del canto PV del Folem del
médico !ag¿;aero. Ayüf es Si-ñe, yUe, e ~ z . adc~~z pa5óa. !a. in-fanta
a la laguna, le qui'có la espada al capitán españiol, mientras
dormía cerca del campamento, y ahora se la lleva, como despojo,
al rey. Le hace una estupenda descripción de las armas y vestimen-tas
de los españoles, muy superior a la que hace Manil en la obra
de Lope. Entonces Bencomo toma posesión del arma y
Mira el fulgente acero de la espada,
pasa los dedos con cuidado y tiento
por sus agudos filos, y apretándolos,
córtase sin sentir; queda confuso
de ver la roja sangre que derrama,
(VSrn.4, IV, 112 )
Lope aprovecha el episodio para presentarnos la simplicidad de los
isleños, y por eso 10 lleva sobre la misma acción, y para no menos-cabar
la realeza, atribuye el hecho a Tinguaro, el hermano del men-cey
Bencorno. Véase la acción condensada en el diálogo :
TINGCARO: El arma que trae ceñida
le qulero agora quitar,
y aún no quieren despertar.
. . . . ....
ARFINO Pónla en el suelo;
Tira.
A R F ~:O ;Ay, lo que dentro tenía!
Tócala, a ver
TINGUAR:O Estaos quedos
ARFINQ ' , Sueltas ?
TINGUAR:O ,Cortéme los dedos' 3 .;
Luego vuelve a intercalar dos escenas más sobre el desafortu-nado
tema de las almas ; una en la corte del mismo Bencomo, que
se entera de 10 ocurrido por Manil y Siley, que confiesan, tranquila-mente,
que Erbasia, desposada con Tinguaro, "de otro español que
ia vio ,' tiiene y anfia triste- (n, s'&b) Losa ej3
total desacuerdo con las declaraciones de los historiadores y de
Viana, en que el adulterio era castigado severamente por las cos-
57 'El precedente histórico de este hecho puede estar en un pasaje del Diarw
de Crist6bal Colón, donde dice, hablando de los indios cances: "No traen armas
ni las cognocen, porque les amostré espadas y las tomaban por el filo, y se
cortaban con ignorancia".
60 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANSICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 51
tumbres guanches. Otra escena es la del encuentro y contraste de
las enamoradas y gozadas Erb,asia y Palmira con la gentil Dácil,
quienes se comunican sus sentimientos:
-¿No sentís un no sé qué
de las almas españolas,
allá cuando estás a solas
Al contestar ellas negativamente, Manil aprovecha el momento
para hacer un comentario picaresco y subido de color como en otras
comedias de Lope.
-Sintiéronlo todo junto,
7 1 les r-ai--i--~ ~ rnYi s-~" i 6c ~ ~ n t s n ---------.
Estas escenas son algo disculpables por la obsesión erótica de
Eope, y su afán por acentuar el carácter primitivo y simple de los
salvajes islefios. Extremando las cosas por otro lado, podría inter-pretarse
esta entrega de las almas, no como traición o hechicería,
como ,dicen los guanches, sino en fiancih de un símbolo platónico
de captación espiritual-amorosa, y al propio tiempo cristiana, de
los guanches por 10s españoles. Porque ya con esta donación amo-rosa
del alma se les daba lo esencial cristiano, puesto que para mpe
aquéllos eran bárbaros que vivfan sin tener conciencia de su noble
naturaleza animica, casi como bestias. Dejándoles el alma se les
elevaba a categoría de seres humanos.
Por otra parte, como réplica a las parejas amorosas de tipo
renacentista: tornadas por Viarma de Ariosto y de Tasso, que corres-ponden
a los exóticos nombres de Ruimán y Guazimara, Guetón
y Rosalva, Tinguaro y Graájara, aparecen las parejas de Castillo Y
Dácil, Trujills y Palmira, Valcázar y Erbasia, que, aun tarados de
los tópicos literarios y de recursos teatrales, están mucho más cerca
de la realidad histórica contemporánea.
Luego el rey Bencomo envía a Siley con una embajada a los
espafioles, y dispone la celebración de las fiestas, como ya se había
indicado antes. Se realiza el baile y el canto, de los que hab.1aremo.s
52 SEB.4STIÁ.K DE LA SUEZ CABALLERO
en otro lugar. Pero la escena de regocijo es interrumpida por el
anuncio de la llegada de las tropas españolas que se acercan.
-Los rayos y truenos son
con que esta fiera nación
temor siempre nos ha puesto.
Bencomo, como buen estratega, manda a los suyos recogerse y
a convocar a sus vasallos para la guerra. Mientras, esta escena se
alterna con otra donde aparecen los jefes del bando español, a los
que también informa Trujillo de su reconocimiento.
-Oímos de armas belicoso estruendo,
A continuación se escenifica la entfevista entre los representantes
de ambos ejércitos, que en Viana reviste mayor dignidad que en
Lope, donde se limita la embajada a un parlamento entre Siley y
D. Alonso, y no entre ambos jefes como en Viana. He aquí la des-cripción
de la llegada de las huestes enemigas:
Forman el batallón con buen concierto
en campo raso, y entre dos quebradas
por más seguridad, y en breve punto
descubren a la parte de aquel bosque
gran número de gente, que acercándose
con orden, poco a poco, caminaba,
. . ... .
Los que llegaban era el Xey Bencomo,
con cuatrocientos hombres, que venía
a visitar de paz los españoles,
En Lope este hecho está brevemente indicado por el soldado Val-cázar
:
-Un bárbaro del monte al llano baja,
donde su peña forma aquel portillo
ANUARIO DE ESTUBIOS -4TLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 53
En Viana el parlamento está todavia antecedido de toda la pompa
reglamentaria de los desafíos medievales. Intervienen incluso los
intérpretes o lenguas, como en los poemas épicos de la época.
Se llega cerca del real de España;
háceles desde a fuera ciertas señas
de &pazs, egún usaban a su modo;
salen las lenguas a saber su intento
En la CmedZa, Siley, el embajador de los guanches, después de
hacer el saludo de rigor, expone las fuerzas de las armas invasoras
para compararlas con la pobreza de la Isla y la sencillez de sus
habitantes, hace alusión a la supuesta hechicería de las almas y
+e,rmlm ds_md~ a !es esp~5des:
-A esto mi Rey me envía,
y a deciros que os aguarda
en la falda de ese monte,
para daros la batalla;
D. Alonso contiene a duras penas al impetuoso capitán Castillo,
que quiere atropellar al embajador salvaje, sin respetar SUS privi-legios.
Muy lejos de esto, en el texto de Viana, Bencomo manda a
sus lenguas que pidan al general enemigo exponga sus intenciones:
-Decid al noble capitán valiente,
a quien sigue ese ejército famoso,
qué quiere en estas tierras con su gente,
siendo de ellas el paso peligroso,
declare U-u iiiterici&i aai>iertameiite,
Y entonces el general del ejército espaiiol le expone, por el mismo
medio, sus pretensiones :
-Responded que agradezco su embajada,
y que para su bien tres cosas quiero:
la paz, que pues os dice que le agrada,
la pido en amistad, que es lo primero;
lo segundo, que admitan la sagrada
Fe, que en salvarse es medlo verdadero;
.. . . . . . .
Lo tercero, les pido y les declaro,
que obediencia den al Rey de España.
Muy desfigurado aparece este grave y sencillo discurso en Lo*,
pues en las palabras de D. Aionso de Lugo se nota cierto tono des-pectivo,
a causa de la pobreza de los salvajes, en contraste con !as.
fabulosas riquezas de su patria. He aqui parte de su discurso :
-Dile a Bencomo, tu Rey,
ese guardador de vacas,
1 1 . 1 ~ yo no ven20 ri su- is1.s
ni por oro, nl por plata-vengo
a obedecer no más
lo que mls Reyes me mandan,
que reduciros desean
a la ley de Cristo santa.
La contestación de Bencorno, que no existe en la Coinecha de Lope,
es todo un equilibrado manifiesto de serena y razonada ~ndepen-dencla,
que pudiera ser usado como réplica a favor de la emancipa-ción
de cualquier estado moderno frente a su antigua metrópoli:
En cuanto a la amistad, de muy buen grado
la acepto, que la paz es lo que quiero,
... . .-.- . . . ..
será la paz dejando nuestras tierras,
.- porque &i&iendü en eilas habrá guerras
En cuanto a ser cristianos sólo pende
de voluntad, nosotros no sabemos
qué cosa sea, porwe no lo entiende
. . . . . . . . ... . .
Y en cuanto a darle obediencia, toca
ai Rey que dice, todos io negamos,
que sólo imaginarlo nos provoca
a que luego la paz interrumpamos,
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLSNTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA W LOPE DE VEGA 55
Es curioso cómo Abreu Galindo, copiándolo de fuente seguida por
Viana, reproduce este pasaje, dándole crédito histórico :
"Traía consigo el rey de Taoro sólo 300 hombres escogidos; y,
como lo encontró, le dijo Alonso de Lugo que venía a procurar su
amistad y a que fuesen cristianos, y que fuesen vasallos del rey
de España, que les haría mercedes. A esto respondió el rey de Taoro :
que en cuanto a la paz y amistad que pedían, que él las aceptaba,
porque ningún hombre la había de desechar de sí, y que era bien
para todos, y que 61 la admitía de buena voluntad con tal que se
fuesen de su tierra, que él les daría todo cuanto hubiesen menes-ter;
y no sabía que cosa eran cristianos; y a lo que decía de suje-tarse
al rey de España, que no lo conocía ni sabía quién era, ni pen-saba
sujetarse a otro hombre como él" j8.
Para las escenas si,giaientes -aparte del episodio de la espada
de Trujillo, que también está muy desfigurado en Lope, porque es
a Bencomo a quien se la pide- hay que buscar la inspiración de
nuestro dramaturgo en los versos del canto WII, que naturalmente
al pasar a la Comedia quedan muy esquematizados. El comienzo
de la escena de la batalla de Acentejo está marcado por una breve
indicación que dice: " Las cajas toquen, y hagan la batalla saliendo
algunos bárbaros con los espaiíoles". Pzra situar los hechos y ex-plicar
las palabras del Tinguaro lopesco sirven de fondo estos ver-sos
del Poema:
Descubriendo los llanos de Centejo
se ponen sin recelo en el peligr~;
líegan donde el ganado está apastando,
que fue del Capitán Tinguaro industria
para comodidad de su propósito; .
cercan en breve tiempo un gran rebaño,
y, para bien hacerlo, se dividen
desordenando el escuadrón formado,
TT T ..- -
1 e11 bupe se indica el plan esiiraiégico, por una orden del jefe Tín-guaro
:
5s vid op cit., cap XVII, pág 229
Núln 10 (19641
SEBASTIAN DE LA NUEZ CABALLERO
-No salgáis, guanches famosos,
hasta mejor ocasrón,
pocos los contrarros son,
puesto que son valerosos;
estad a punto esperando,
hasta cogerlos en medio,
porque no tengan remedio.
(LOPE, 11, 324-a )
Se desarrolla la batalia o matanza de Cente~oo Acentejo, des-crita
por Viana con gran lujo de detalles, unos históricos, otros
legendarios y algunos tomados de sus modelos del gknero épico. He
aquí cómo son sorprendidos los españoles en la quebrada:
Alzan los gritos, silbos y alandos
10s ~-~ZLP~!PTr$ l,i va~n@h- iisn
J --a---- '-J--
de la alta cumbre con terriile estruendo
. . . . . . . . . . . . . ...
Retumba el eco de las roncas voces,
y de las cajas, .pífanos y trompas
en altos montes y profundos valles
(VIAXAV, III, 201 )
En la escena siguiente contiuiúa la acción, despu6s de la san-grienta
lucha, cuando aparece Lugo, dispuesto a morir junto a sus
soldados, exclamando en el colmo de la desesperación:
-Pues ¿es bien hecho
que yo no muera aquí, Lope famoso,
viendo todo mi ejército deshecho 7
WPE, n, 324-b )
Mp Hern&~dezd e la GueiTa, cüiilu bueñ patriota, quiere jus-tificar
la derrota por haberse realizado el ataque por sorpresa y ser
muchos más los guanches que los españoles:
-S1 deste monte por lo más estrecho,
este bgrbaro guanche, belicoso,
puso siete mil hombres en celada,
qué importa al brío y la española espada?
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLA-VTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 57
Al hacer el recuento de los caídos en la batalla, Viana, aunque
excede a Lope en los hombres que lucharon, se queda por debajo
en el número de muertos:
Donde tres horas largas batallaron,
y murleron quinientos españoles
y canarios católicos trescientos,
y más de tres mil manches: que eran tantos
los ,que acudieron, que, según se afirma,
nueve mil batallaron aquel día.
En cambio, en el número de superviv~entesd e la matanza coinciden
ambos poetas. Así en el Poema dice:
H así los que con Lugo se juntaron
y otros algunos que despuds vinieron
hacen tocar a recoger la tropa:
congréganse cincuenta mal heridos,
(VIAXA, VIII, 220.)
Y en Ia COmedta e1 soldado Vakázar nos da la misma cifra:
-iOh, valeroso General7, .que haremos,
que apenas de mil hombres hay cincuenta?
Hay un detalle que bastaría para demostrar hasta qué punto co-noció
Lupe la obra de Viana, y lo que de ella tomó. Este es la alu-sión
que hace a uno de los tantos episodios de !a sangrienta lucha
de Acentejo. Se refiere el Poema a un grupo de si~pervivientesq ue
huyeron de la matanza a refugiarse en una cueva, para pasar luego
a un islote de la costa:
Por escapar las vidas, retirándose,
siguen un cerro por ?o más tajado,
hallan en lo más alto una gran cueva
as S ~ A S T I ~ DVE LA NUEZ CABALLERO
Que tiene su réplica en la referencia que hacen las prudentes pala-bras
del capitán Trujih cuando aconsejaba:
-Yo soy de parecer que a la ribera
del mar retires esa gente poca
que se libró de la batalla fiera,
escondida en la cueva drsa roca.
En la escena siguiente D. Aionso considera que deben seguir
luchando hasta morir para lavar el deshonor de la derrota; mas las
prudentes y generososas palabras de su maestre de campo le devuel-ven
otra vez la esperanza. Estos hechos tienen lugar, en Viana, ante
el consejo en torno a sus nobles oficiales :
Entró en consejo con su gente noble,
por resolver en lo que hacer debía,
y aunque algunos quisieron se dejase
la pretensión costosa de conquista,
. e. . . . .
al fin Lope Hernández de la Guerra,
viendo a su general tan angustiado,
sin gente, sin dineros y sin armas,
se ofreció de ayudarle con su hacienda,
diclendo vendería dos ingenios,
que en Gran Canaria poseía entonces.
Estos versos tienen su reproducción exacta en la escenificaeión de
Lope sólo con poner la misma declaración en boca del mismo héroe :
-Volvamos a Canaria, cpe mi hacienda,
mis mgenios de azúcar y otras cosas,
haré que en plaza pública se venda,
y armaremos dos naves belicosas
(LOPE, 11, 325-a )
A continuación la escena se desarrolla -como contrapartida al
campo español- en el campo guanehe, donde se celebra la victoria
con el despojo de los vencidos. Una vez más Upe hace resaltar la
68 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
L4S CANARIAS EN U OBRA DE WPE ,3E VEGA 53
simplicidad de los isleños, mostrándolos asombrados ante las ropas
y las armas de los españoles, cosa que tiene algún antecedente en
Viana, como el episodio del mortal accidente de la ballesta que se
dispara sola. La escena de regocijo es interrumpida con la llegada
de la infanta Dácil, que hace exclamar a Tinguaro: " iQ~ étr iste
la infanta viene!". El rey intenta animarla como el buen padre de
las clásicas comedias, pero ella se retira a solas con el pastor Manil,
que se ha convertido en su confidente.
Esta entrevista la aprovecha Lope para disminuir la tensión
dramática, creada por la batalla, con una graciosa escena basada
en el encuentro de Manil con una bota de vino, que él cree instru-mento
venenoso y mortal. Ambos beben de la bota para morir e ir
en busca de ese mundo donde Dácil piensa ha de reunirse con su
amado Gonzalo que cree muerto en la matanza, pues
muchos dicen que se parten
las almas, cuando se mueren
los cuerpos, a un reino grande;
pues si es muerto mi español,
luego, como yo me mate,
iré al mundo donde está.
Cuando el vino comienza a hacer sus efectos aparece el capitán
Castillo herido gravemente. He aquí cómo lo pinta Viana y cómo
también se lo imagina Lope:
Animase y camina, aunque no puede
por estar malherido y lastimado.
Pero el encuentro con Dácil es menos directo, pues, en el mew,
seria luego de ser conducido preso ante Bencomo cuando lo ha de
reconocer ella entre los prisioneros. Lope suprime este rodeo y hace
terminar esta escena con el segundo encuentro de Dácil y Castillo.
Ella promete curar a su galán
c"n ~iei*'üassa iu&&ieo,
que ack conocemos muchas.
(mi,i, 327-a.)
Así pues, en este acto segurado, acaso por no haberse planteado,
desde el principio, el sentido dramático de la obra o porque as--
tado de la grandeza belicosa y el sentido de exaltación por la lucha
de independencia a que le arrastraba el seguir demasiado fielmente
la obra épica de Viana, altera el rumbo establecido en el primer
acto, y desfigura o modifica mucho m& el carácter y los hechos
de sus personajes, perdiendo, con ello, cierta sinceridad y delica-deza
poéticas con que había iniciado su comedia. Continúa la alter-nancia,
aunque menos acusada, entre los temas guanches y los espa-ñoles,
pues, con el episodio de la unión amorosa entre espafioles y
salvajes y el intercambio de discursos o embajadas, parecen desdi-bujarse
las diferencias. Son momentos cruciales de este acto: la a
escena de la embajada de Bencomo y su Ultimattrm, y la respuesta N
E
de D. Alonso de Lugo que determina los fines ideales de la con- o
q ~ f s tin~&, c &fid~fie&s, p z s ~e,! ~ e n ~ qytuee e ! & n-- m
bárbaros isleños. Otro episodio importante, pero irrepresentable, O
E
E es la tremenda derrota de los españoles en Acentejo, sólo insinuado, S
E y que termina con la parodia de la victoria guanche y con la em- =
briaguez de Dácil y su criado Manil, buscando la entrada a una 3
región superior. e--
m
AwdZisis del &O IU.-Se inicia este último acto de la comedia
con las escenas de la aparición y primeros milagros de la Virgen
de la Candelaria, que Eopr también toma del Poema de las Anti-güed~~
ddees iras Islas Afmtzanccdas, alterando su situación histórica
y algunas circunstancias de la piadosa leyenda para servir a los
fines de su obra. A partir de este momento la comedia queda como
escindida por el pathos religioso, y adquiere un sentido semidivino-profano,
caracteristico de muchas comedias de la época, y que tanto
censuraron los críticos clasicistss del siglo mn.
Aparte 6e viana, también trata de esa aparición milagrosa ia
obra dramática de un autor anónimo titulada Comedia de Nues-lm
Señora de Za Cmd;e&wicr,. Tanto este autor como el poeta médico se
inspiran en la obra del P. Espinosa j9 De2 origen y milagros de Nues-tra
&e+ioru de Za CudeZariu, que apcareci6 en ira isHm de Tmerife?
59 Obra de Fray Alonso de Espinosa, 3e la Orden de Predicadores, ed. Se-villa,
1594. Vid ed. Tenerife, Blbiioteca Islefia, 1848
70 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLlNTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOFE DE VEGA 6L
con la descrzwión de esta isla. Vians, aparte de la referencia que
hace en el canto L a la Vmgen ((Que apareció en el Reino de Güimar /
cien afios antes que cristianos fuesen", dedica gran parte del
canto VI al relato de Antón, el guanche bautizado y devuelto a Te-nerife,
que cuenta la historia y milagros de la imagen santa, apa-recida
años antes de que llegara Alom de Lugo con sus tropas.
De este relato saca Lope las principales escenas del acto IIH de su
comedia.
Lo mismo que en Viana, son dos pastores guanches los que
descubren la imagen de la Virgen en la cueva. Estos pastores, que
no nombra el poeta lagunero, es la conocida pareja de pastores-graciosos,
Manil y Firán, y que en la Comedia de Nuestra Befiora
reciben los nombres m& clásicos de Durito y Lucindo 60. Re aquí
algunos vemos que sirvieron a Upe para componer esta escena:
La Virgen
pareció con celestes resplandores,
a dos simples zagales descuidados,
a boca de un barranco una mañana
en pie sobre una peña al mar cercana.
Después relata con detalle el acontecimiento :
Allí los dos pastores, sin sospecha
de tan alto suceso, su manada
como en aprisco siempre la ordeñaban
y así para la cueva caminaban.
Pasando pues al punto xostumbrado,
las cab'ras comenzaron a espantarse,
que indignas ya de aquel lugar sagrado
no querían pasar
El uno de ira y cólera movido,
se adelantó, por ver qué causa hubiese,
de aquel ganado manso, detenido,
pasar, como solía, no quisiese,
y como fuese necio y atrevido
y de cerca la Imagen santa viese,
vencido (aunque confuso) del corage,
osado hizo un des~gual ultrage.
(VIANAV, I, 164 )
60 Vid. ed C S I C , ~ a d r i d1,9 44, pág 61 y SS.
62 SEBASTUN DE LA NUEZ CIIBALLEXO
En vez de esta prosaica narración de Viana o la seguida, al pie de
la letra, de la fuente común por el autor an6nimo de la Comedia
sobre la Virgen, Lope reduce la aparicion a los elementos esen-ciales.
Los dos rústicos -que van hablando de los españoles a
p a r de que hace ya más de un año de su última entrada en la isla
Nivaria- van a encerrar su ganado, y de pronto surge la divina
imagen :
&/ZANIL: Metámosle en esta cueva,
Firán, porque no se mueva
antes que salga ordeñado
E
Y luego en la notación escénica dice: "Abrase una puerta de esta O
cueva, que será de rama, y véase una imagen de Nuestra Sefiora - m con una candela en la mano y su santísimo Hijo". Los dos guanches O
E
atribuyen la aparición, como hace Viana, a través de Espinosa, a E
2
una mujer real. Mas una ley guanchinesca les prohibía habalar a las E
mujeres que iban solas; pero el poeta madrileño -con gran acier- 3
to- prescinde de esto, y hace pensar a los pastor= que se trata
e- de una dama española que se ha quedado abandonada, después de m
E
haber dado a luz en aquella cueva. En flúidas redondillas nos va O
describiendo la imagen por boca de los pastores asombrados:
FIRÁN : Es ansí
un nlno tiene en los brazos,
y el niño un pájaro tiene.
MANIL: Con una candela viene
a darle tiernos abrazos
Viana, siguiendo la narración, relata cómo el pastor, al ver que
no se apartaba la mujer del paso de su ganado, que estaba como
hechizado, se decide a apartarla por la fuerza:
Y viendo que no hacía mudamiw.to
en quitarse del paso del barranco,
ni en responderle, con furor violento
. . . . . - . , . . . . .
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZOOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE MPE DE VEG.4
arrebató con bravo atrevimiento
una piedra, y quedó, al tirarla, manco.
(VIANA, VI, 164-65.)
Y en Lope, Manil, después de intentar hablar con ella, se impacienta,
la increpa, procurando aiin convencerla de que debe retirarse:
-Pues ¿ es bueno que os vengáis
al pesebre de mis cabras?
Y ¿ am no pagáis con palabras?
Salid fuera, ¿qué aguardbs ?
;Pardiez, que os he de tirar
esta p~edra! ;Ay, ay de mí!
-- Y lo mismo que en ei Poema, ei otro pastor, en vez de escarmentar
-con la manquedad de su compañero, al intentar cortar un dedo de la
imagen para saber si era un ser humano, se corta él mismo,
Que no menos su cólera y desprecio
fue castigada, como en el primero
(VIANAV, I, 165.)
Luego los pastores claman por sus dueños, y acuden Bencomo y sus
capitanes, que, al oír las exageradas exclamaciones de los rústicos,
atribuyen, lo mismo que ellos, a los españoles estos sorprendentes
hechos. Manil explica, a continuación, lo sucedido, en unas redon-dillas
como breve resumen de lo que relata Viana en nueve desma-yadas
octavas reales :
-Queriendo entrar, ;ay de mí!,
nri m,, ,",..o,-. ronnnnrlor.
LA" I'l" YU'U" LUYy".....C.. ,
una piedra alcé del suelo,
fuíle a tirar, y al tirar
me pudo el brazo dejar
como convertido en hielo
FirBn, por venganza mía,
C ~ . & l so nnr tov r ~ n nr nonn- .Cuurr u vvrrur uiiu iirrriiv,
cortóse una suya
Viana cuenta cómo se curan ambos lisiados por el solo hecho de
ordenar el Rey que ellos mismos transportasen la imagen a otro
lugar :
Con esto el Rey mandó, determinado,
que aquellos dos que ya heridos fueron
mano le echasen, porque ya han llevado
lo que por atreverse merecieron
Los dos obedecieron su mandato,
y así como las manos le pusieron
quedaron sin lesión, como antes, sanos,
con gran admiración de los paganos.
(VIAKAV, I, 166 )
Pero Lope dramatiza más la milagrosa curación, haciendo que ManiL
se interponga entre el Rey y la imagen para que no la destruya,
con lo que la escena adquiere mayor espectacularidad, aprovechan-do,
de paso, la proclamación de fe en la Virgen, que hace el pastor:
-;Señora, ayúdame agora
para que os libre! ;Ay, Señora,
grande valor, grande precio
debérs de tener en vos,
que quien esto pudo hacer,
o es hija, o madre, o mujer
de algún poderoso Dios!
En vos desde hoy más confío,
y por mi dueño os abrazo,
pues yendo a tener el brazo
del rey, me disteis el mío.
Si@enr?n e! ritmo d z am5 t ~die 10s a~mtw. imiext~ins,t rcdwe
aquí Lope el anuncio de la nueva arribada de los españoles con un
lucido ejército, que causa el espanto de los espias guanches en
Viana y de Palmira en Upe, y la orgullosa fanfarronada del Rey
bárbaro en ambos, aunque más acentuada e hiperbólica en el poeta
madrileño. Compárense a1,gunas estrofas que están compuestas en
el mismo metro en la Comedia y en el Poewm. He aquí la noticia
comunicada por el temeroso espía:
74 AXUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
tAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOLE DE VEGA
-Irresistible mal, señor, te aguarda,
que en &lo imaginar tu orgullo fiero,
el ánimo viril se me acobarda,
y no puedo contártelo, aunque quiero;
cuando d fuego de Marte (?) abrasa y arde,
juzgarás el poder del estrangero,
que viene apercibido a la venganza,
del daño grande de la gran tn~atanza.
Véame algunas de las octavas de Lope, desde luego mejores que
las del juvenil bachiller lagunero, puestas en boca de la guanchi-nesca
Palmira, que viene a decir lo mismo aunque con m& Espi-ración.
Una estrofa nos basta para ver cómo e1 movimiento de las
tropas es expresado paralelamente a los del ánimo:
-Los varios gritos, voces e instrumentos,
bien muestran el aliento a la venganza,
y que de la victona los contentos,
p - ~ ~ j l 1e2~ lyl r ~ n i2~ 12 oenersnza
4- --r-- -----
El cielo, el mar, las ondas y los vientos
favorecen su justa confianza;
si no salis al paso rendíos luego,
que es gente que en el agua enciende fuego.
La réplica de Bencomo es tambikn semejante en uno y otro poeta,
aunque siempre en Viana resulte más prolija. Escojamos una de
las estrofas más cercanas a la Comedia:
-El uso es ley, que ley es la costumbi-e
y debo ser de ley obeüecrdo,
Bencomo soy, Eencomo, espejo y lumbre
de sangre de Tinerfe esclarecido,
de esos aceros limpiaré la herrumbre
en SU atrevida saiigi-e, p.--- v . - - -.A- ) U C ~IW I DIUU
despojos suyos, que con sus despojos,
triunfan de sus placeres mis enojos.
66 SBASTL%N DE LA XUm CABALLERO
Y en Lope dice el mismo rey Bencomo:
-Palmira, yo soy Rey, yo por dos veces
eché de Tenerife esa canalla,
y mil les echaré, que sois jueces
todos de mi valor en !a batalla.
Yo soy dios de la mar, si ellos son peces;
este pino que véis que agora calla,
dará a sus naves golpes qxe las hunda
de la cara del mar a la profunda.
En la escena siguiente vuelwn !os 60s pastores ante la "Señora
de la Candela", como la llama Manil. SoIicitan de la Virgen un nuevo
rn~lagro,q ue ella les concede en seguida. Hay una mezcla de sen-cillez
y rusticidad, muy propia de cualquier época entre la gente
del campo, en las palabras de la peticion y de la ofrenda:
-Vendremos los dos aquí
para que jam&s os falte
el necesario sustento,
leche, miel y dclces dátiles
De nuevo en la escena siguiente aparecen los mlsmos personajes
españoles que vuelven a Tenenfe. Les sorprende, desde antes del
desembarco -de acuerdo con el clima de lo maravilloso en que
ahora se desenvuelve la obra-, unas extrañas luces en la cima de
un monte. La referencia exacta de este misterioso hecho está en
una de las octavas reales del relato poético de Viana sobre la Vir-gen,
al que ya hemos hecho referencia :
Habrá ciento y tres años que se oía
en la playa de Güímar, adonde ahora
está la Santa Imagen, cada día
mímica acordadísima y sonora :
y luego en siendo noche parecía
con grande admiración a cierta hora
procesiones con lumbre, gozo y canto
convirtiendo la tierra en cielo santo
ANUARIO DE ESTUDIOS -4TLANTICOS
LAS CANARIAS EN LA OBRA DE LOPE DE VEGA 67
Que Lope traslada, primero en prosa, en la acotación escéniea de
la C W i a : "Cantan la copla con música por lo alto de un risco;
pase una procesión de candelas, que estarán en una rueda". Y luego
también lo comentan, en verso, los soldados españoles.
VALCÁZAR . Quedo, ,no véis coronados
de aquel monte los cabellos
de más orbes estrellados
que el cielo que está sobre ellos?
Cada uno de ellos quiere dar una explicación natural al fen6men0,
Así D. Alonso cree estar en lo cierto al decir que aquellos bárbaros
al conocer su llegada, para reunirse, "fuegos juntándose encienden",
como hacian los indios americanos. Don Eope le da una explicación
más corriente y propia de la soldadesca:
-Que en haciendo esas hogueras
es que hacen sus borracheras,
sus bailes y sus convites.
Pero ninguno adivina el carácter milagroso del prodigio.
Continúa, en la escena siguiente, la aventura idilico-amorosa de
la infanta Dácil y el capitán Castillo, que, como se recordará, fue
curado de sus heridas por aquélla. Lope supone que Castillo ha
vivido, como un salvaje más, entre el pueblo enemigo, disfrutando
de su amor como verdadero marido de la princesa, pues cuando
ella quiere arrancarle la promesa de que ha de formalizar el ma-
+A-nm;- Al ofiv-o ,-+:,;nomonto voo1;rzorln o i i n n i r o nn nnna-arn
LLIII&VIIIV 01 C X 4 l l l l - CIIIIIUCAIIIbIIíb &bCAIIYCCIiIV, CLuIIyUb IIV LJUa-LW
ello, como en cualquier comedia clásica donde se planteaba el tema
honra-amor.
DACIL : Jura ser mi marido,
pues que te precias de hidalgo.
CASTILLO. Lo juro, por cuanto valgo,
de serlo como lo he sido.
Núm. 10 (1964)
Pero lo que nos interesa destacar ahora no es el idilio y el ju-ramento
ante la peña, del que hablaremos, sino el pequeño discurso
,que hace el capitán para sostener su fe en la vuelta de sus compa-ñeros
a Tenerife, ante la incredulidad de su amada. En estas pala-bras
se muestra lo que conocía Lope de la historia de Canarias a
través del canto 11 del Foerna de Viana. Así es que cuando Castillo
recita estos versos un poco confusos y enigmáticos:
-Cuatro islas han ganado,
y con español valor
a monsieur de Betancor
de la Gran Canaria echado;
no hace m& que resumir toda la historia -relatada en sus pro- - m
O
saicos endecasílabos asonantados- de la primera fase de la con- E
E
quista de Canarias por Juan y Maciot de Bethencourt. Este último, 2
E
que sucedió a su tío en el gobierno de las Islas, fue desplazado
debido a los abusos de mando y al mal trato que daba a los vecinos 3
y naturales de ellas : -
0m
Que el Rey Don Juan, doliéndole tal lástima
como cristiano, pío, recto y justo,
despachó luego al punto cierta armada,
por general a Pedro Barba Campos,
con provwón de dalle asalto y guerra
si a su corona el reino denegase
Este mandatario o pesquisidor parece que exalta Lope como un
héroe guerrero, si Barba de Campos es el mismo Bcampo a que se
refieren estos versos :
-Que el Capitán general,
llamado Alonso de Ocampo,
iiümbre que en -ir ÜE campo
merece fama inmortal,
AFUARIO DE ESTUDIOS ATLANTXOS
LAS CANARIAS EX LA OBRA DE WPE DE VEGA 69
Pero ni Viana ni Abreu Galindo dicen que luchase, sino que, por
lo contrario, "Pedro Barba de Campos, viendo la resistencia que
le hacía y si por fuerza quisiese tomar tierra había de costar san-gre
con muerte de muchos, acordó llevar el negocio por bien, como
llevaba orden, y por medio de terceros, que pusieron por entrambas
partes, prometió Iviosén Maciot de Bethencourt ir en compañia de
Pedro Barba de Campos a @astilla a dar su descargo" 'jl. Lo cual
Viana lo resuelve radicalmente en tres versos:
Acobardado se rindió, y al punto
a Pedro Barba transfirió el derecho
del bien que en las Canarias poseía,
El estampido de un arcabuz que resuena en los montes corro-bora
el patriótico discurso de Gonzalo del Castillo. Llega el pastor
Firán dici'endo al capitán español que vaya a ver a Ekncomo que
desea pedirle consejo :
-Parte, valiente cristiano,
donde nuestro Rey te espera,
que se quiere aconsejar
contigo, porque del mar
cubre la blanca ribera
aquella armada española
que otras veces vino aquí
Esto demuestra que, como Viana, Lope admite que Castillo -sin
ser traidor a su patria- ha hecho una noble amistad con Bencomo,
el Rey de Taoro. (Véase, para ello, el episodio de la prision y aco-gida
del capitán Castillo en la corte guanche en el canto XIV del
Poema.)
El mismo Firán -representando el buen sentido del pueblo-,
al ver partir al español, subraya, con un comentario, el porvenir
que espera a los guanches :
-
61 Vid. op. cit., pág. 71.
Núm. 10 (1964)
SEBASTLLN DE LA NUEZ CABALLERO
-Si este español generoso
no vuelve esta guerra en paz
(Bencomo está pertinaz,
atrevido y victorioso),
la Isla se ha de perder.
Siguen luego varias escenas donde retorna lo maravilloso-cristiano
a aparecer, siempre a cargo de los dos comparsas pastores, que en
los primeros actos eran casi graciosos de teatro y ahora son casi
beatos de comedia de santos. La preciosa ofrenda de los pajarillos,
compuesta en siete redondillas, es un desahogo lírico de Lupe mag-níficamente
conseguido y situado en las islas idilicas y pobladas de
selvas y mil diversas aves.
-;AA, pajarillos canarios,
cuyos sabrosos piquillos
andan picando ramillos
por esos árboles varios!
A continuación las escenas vuelven a desarrollarse en medio de
la batalla de españoles y guanches. Primero Lope nos presenta a
los jefes hispanos comiendo, cosa que hace para dar m& realidad
familiar a sus personajes, tratando, de paso, el tema del tópico lite-rario
de la vida campestre, que tiene reminiscencias horacianas:
-lSo es pobre mesa la que tiene amigos;
siéntome en este suelo m& contento
que en sus sillas de tela el avariento
Pero suenan "dentro los tamborillos de los bárbaros" y todos se
aprestan al combate. Entonces vuelve a aparecer Manil --que re-torna
pasajeramente a su papel de gracioso- para hacer un co-mentario
a los acontecimientos belicosos :
-A mala ocasión llegué,
pues asombrando estas peñas.