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LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISION DE CANARIAS (1443-1487) HIPOLEZY) SANCHO DE SOPRANIS Parece cosa bien establecida que la evangelización de las Islas Canarias se debió en su mayor parte a los Religiosos ¿k la Orden de San F'rancisco, provenientes de la provincia de Castilla, aunque ,en ios primeros momentos haya habido aiguna otra aportación rni- ,sional llevada a cabo por otra familia religiosa o por individuos .del clero secular, de entre los cuales se escogió, ya que no el primer Obispo, sí la persona que gozó de facultades análogas a las- de los actuales Prefectos Apostólicos l. Para suministrar personal a la misión que tomaron a su cargo los Observantes del grupo que tenía por cuna y centro el convento del Abrojo en Castilla y los cuales siguiendo las orientaciones del fundador de aquella Casa y legis-lador del grupo Fr. Pedro de Santoyo, y contrariamente a lo que fué práctica universalmente seguida por los Observantes cual-quiera que fuese su color y procedencia, le~osd e constituirse en 1 Cfr. el estudio de J. D. Wolfel: Quiénes fueron los primeros colaquis- . tadores y obispos de Canarias. ("Investigación y Progreso", septiembre 1931, página 130 y SS.) Estudiados los documentos, parece que hay que retrasar la fe&= de !r. cnn.otit&Sn de! Qhispsih de Canariaq y- qiu~e n la hiila de Mar-tino V de 27 de enero de 1414 Jean Le Verrier si recibe facultades adminis-trativas de grado superior, análogas a las episcopales, es con esta reserva; praeter confirmationem in fronte et alia quae tamen per episcopos fieri debent, reserva que indica carecía de carácter episcopal y no era más que un Admi. nistrador Apostólico de la cristiandad en las Islas. congregación, permanecían bajo la autoridad de los ministros con-ventuales, formando parte de sus respectivas provincias, aunque guardando en sus Casas, federadas entre ellas, sus estatutos par-ticulares y una vida de áspera y difícil observancia. Ello les per-mitió que al mismo tiempo que se iban extendiendo por las Islas, teatro de su apostolado, y fundando en ellas Casas tan reducidas de población monástica y tan modestas de fábrica como las que te-nían en la amplísima provincia de Castilla, con las custodias que de ella formaban parte, establecieran en la zona sur de los domi-nios cristianos varios conventos que, a más de servir de punto de concentración de los misioneros en las expediciones a las Islas y procurarles recursos de que siempre anduvieron necesitados, fue-sen viveros de vocaciones, pues no había que esperar en mucho AL-: I--C-I-I I ~Ym U---C llae -5 1--1-u-~--vec-m G- -L: I-lB-:-L-a~-a~ -L- ~ U-p~..uaU:u Gla~ &-.,.l ,.--A a. ...- CM U ~ L Y L 3~ cL y a 1a 8ü servicio religioso, aunque desde el primer momento encontramos Religiosos provenientes del país, y el desgaste del personal exis-tente por un lado y la extensión de la labor misionera, pedían cons-tante aportación de obreros evangélicos. Estas Casas fueron cua-tro, aunque no siempre coexistieron, pues cuando más se con6 con tres a un mismo tiempo, tres situadas en la costa o su vecin-dad- Sanlúcar de Barrameda, Jerez de la Frontera y el célebre monasterio de La Rábida-y la otra-Santa María de las Veredas de Utrera-bastante tierra adentro. La historia de estas Casas, en parte, es conocida, si no con la amplitud deseable a lo menos con seguridad, salvo la de Jerez, acerca de cuya fundación se equi-vocaron, adelantándola medio siglo, los cronistas locales; de todas maneras no se ha hecho un trabajo de conjunto, breve pero preciso; sobre ellas y su integración dentro de la empresa misionera de Canarias. Aprovechando la ocasión que brindan unos textos nue-vos que ayudan a fijar la fundación del monasterio jerezano y su salida de la Custodia canariense para formar parte del cuerpo de la provincia castellana, vamos a intentarlo, utilizando la documen-tación que alumbró, va para medio siglo largo, nuestro inolvidable amigo el P. Fr. Angel Ortega y que en nuestros días ha acrecido y puesto en valor el P. F'r. Germán Rubio en su bello libro, rico en noticias nuevas unas y difíciles de cazar por su dispersión otras, que es La Cwtodia frawkcana de Sevilla. 376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS M S CONVENTOS FR@KXSCANOS DE,LA MISIÓN 4E CANARIAS (1443-1487) 3 El puerto de Sanlúcar de Barrameda, situado a la boca del Gua-dalquivir, distaba de anunciar, en el segundo tercio del cuatro-cientos, la prosperidad y el desarrollo que adquiriría un siglo más tarde con la concesión de la Capitanía general del Mar Océano a sus señores los Duques de Medina Sidonia-todavía Condes de Nie-bla tan sólo-y sobre todo al otorgarse a Sevilla, con evidente olvido de lo que la naturaleza pedía-olvido que bien caro se huba de pagar-, el monopolio del comercio con ultramar, a la sombra del cual la modesta villa se convertiría en uno de los puertos más concurridos del litoral sur de la Penínsuia, y, ciejancio atrás ei re-cinto murado, bajaría a establecerse en la marina, ganando en am-plitud y suntuosidad de fábricas lo que perdía en seguridad al quedar indefensa ante ciertos ataques de la naturaleza y la osadía de los piratas berkfiscos que constantemente rondaban la mar- Como población pequeña y de escaso volumen demográíico no contaba Sanlúcar al llegar al segundo tercio del siglo xv, para su servicio religioso, más que con la iglesia mayor de Santa María de la O, ya suntuosa en su fábrica con la interesante portada pero que no había alcanzado todavía el interés que tendrá a partir del segundo decenio del quinientos, con su espléndido artesonado y las obras de arte que enriquecen sus capillas, y alguna que otra ermita y las iglesias de los hospitales que no pdían faltar en población que miraba al mar y de las cuales aún resta en pie la del de la Tri-nidad, que, en su modestia rayana en la sordidez, todavía guarda la interesante Iauda de su fundador, Alonso Fernández de Lugo el viejo, benemérito, como otros de su linaje, de la beneficencia 2 La documentación relacionada con la fundación del "Convento de los canarios", como hasta fines del siglo m111 se vino llamando al de Santa María de Sanlúcar de Barrameda, se conserva en el archivo de la actual provincia franciscana de Andalucía, sec. Conuewtos de la provincia, leg. Sanlzicar de Barrameda. Fueron publicados en buena parte por el P. Fr. Angel Ortega: Las casas de estudios en Za prmincia de Anüulucla. Madrid, 1917, págs. 123-145- (Aparte de "Archivo Ibero-Americano", 1916-17.) local. Se necesitaba de la asistencia de Religiosos para el buen servicio de la población, y aunque en la vecina playa de Regla existía un monasterio de Ermitaños de San Agustín, no eran sufi-cientes ni estaban tan a la mano como era necesario y se deseaba, por lo que germinaba el pensamiento de levantar un monasterio inmediato a la villa, proyecto que el claustralismo dominante en Sevilla y Jerez dificultaba, no solamente por la escasez de Reli-giosos en las Casas de dichas poblaciones, sino por la repugnancia de los mismos a dejar sus propios monasterios y las exigencias que en punto a dotaciones y suntuosidad de fábricas tenían. Uni-camente los Condes de Niebla, señores de la villa, hubieran podido afrontar con los gastos de una fundación y ello explica que a1 a N aparecer por la comarca los frailes Observantes del Abrojo, de E vicia austerísima y sin otra pretensión que techo bajo el cual pu- O n - dieran guarecerse y lo indispensable para su sustentación, hayan =m O E encontrado con facilidad lo que demandaban. E 2 Eran los misioneros que buscaban un convento situado en E = punto estratégico para sus embarques los Religiosos observantes 2 Fr. Juan de Bilbao y Fr. Diego de Limpias, de la ordm y regla del -- señor San Francisco de observancia que dicen los documentos ofi- 0m E ciales, y a ellos se unieron los comisarios nombrados por Mencía Al- O fonso Muñiz, vecina de la villa, para que entendiesen en la fabrica- 6 n ción de una casa para los frailes dentro de una su arboleda : Fernan- -E do Martinez Bachicao, Alfonso Fernández de Lugo, Sancho de Vera a 2 y el escribano Lope González con Antón Pérez, vecino de la villa ; en n 0 cumplimiento de la voluntad de aquella señora, ficieron e edifi- 3 caron las dichas casa e morada en la dkhu arboleda, construcción O muy reducida y modesta como se desprende de! cirte tienlp em-pleado en su edificación, ya que no existiendo en 26 de mayo de 1443, en que Mencía Alfonso confería el poder a que se alude, eran realidad según otro documento público de 21 de septiembre si-guiente, aunque las dichas casa e morada al presente no estaba% pobladas de íos f rni . 7 ~d~e 74 ~2ich.ge r&n ~8 cJe g@z:~~,,bo~ y .estabm yermas. Entonces hace acto de presencia en Sanlúcar Fr. Juan de Logroño, fraile de h dicha orden de San Francisco de Za Observancia, vicario de la dicha orden en ias Islas de Cunar*, quien les pidió a los comisarios las dichas casa e mora& con Za LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISION DE CANARIAS (1443-1487) 5 dichcc arboleda para la poblar de frailes de la dicha orden que sean sujetos al dicho vicario que ahora es o fuere de q w i adelante, según la facultad que para hacer fundación en la Península le había sido concedida por el Papa reinante Eugenio iV, de una Casa sujeta a él y sus sucesores en que pudiesen estar y residir los frailes que fuesen a las Islas Canarias o de las mismas volviesen; y ante esta petición, y conocida ser tal la voluntad de Mencia Alfonso, sus apo-derados cedieron e trespasaron al dicho vicarw e frailes de la dicha orden que fueren sujetos al dicho vicario que ahora es o fuere de aqui adelante, la arboleda con la fuente que en ella existía y las casas de nuevo labradas, para que en ellas pudiesen hacer un erernitorio en que los dichos frailes sirvan a Dbs e digan sus horas e celebren sus misas, conforme a la bula eugeniana, siempre bajo ia condición de que pertenezcan a la misión de Canarias y estén bajo la jurisdicción de su vicario, con cláusula de devolución no cumpliéndose este requisito : lo que acusa la intervención de Fr. Juan de Logroño o de otros de sus súbditos en la preparación del texto definitivo de la escritura de donación que vamos extractando. La exclusión de otros franciscanos, incluso observantes, que no i'or-men parte de la misión canariense obedecía a las dificultades exis-tentes dentro de la misma ~rovinciac astellana y que no solamente pusieron en situación de violencia a conventuales y observantes, sino en ocasiones a estos últimos entre ellos mismos 3. Fr. Jum de Logroño aceptó la donación con todas las condiciones que los comisarios imponían, y siguiendo lo estilado en semejantes casos tomó posesión corporal del futuro convento con las anejas tierra y arboleda e lanzó fuera de la dicha casa a los sobredichos e quedó 3 Cfr. escritura otorgada en 21 de septiembre de 1443 en Sanlúcar por ante el escribano Pedro Bernal, que incluye en sí otra anterior autorizada por el mismo escribano en 26 de mayo de 1443, en que Mencia Alfonso Muñiz nombra sus representantes para hacer la donación a los frailes observantes de la misión de Canarias a los nombrados en el texto. En el de la escritura definitiva, entre otras cosas. se lee que la casa se sujeta a los vicarios ultra-marinos para rescibir en ella Zos frailes de la dicha orden ... a Zas islas de Carzarias euntes et redeulztes segtín que más largamente en la dicha bula -de Eugenio IV- se contiene. Con esto se ve que la fundación de los conventos canarios en la Península formaba parte del plan tan cuidadosamente estu-diado para hacer rápida y eficientemente la evangelizacibn de las Islas. Núm. 5 (1959) 379 1 HIP6LITO SANCHO DE SOPRANIS .el sobredicho frcy Juan vecino con sus frailes dentro en la dicha casa y heredad pacáficanzente sin c o n t u r b e ni contradiccibn de otra persona ninguna, según testifica el escribano público por el Conde de Niebla, señor de la villa de Sanlúcar, Pedro Bernal, que estuvo presente a todo lo que se ha venido diciendo. La Aisión de Canarias, que hasta ahora solamente contaba con un convento en las Islas, el de San Buenaventura de Betancuria, tenía ya una casa en la Peninsula y en lugar marítimo adecuado en que poder recibir a los religiosos que venían a embarcar y pro-veerlos de lo necesario, así como recibir a los que gastados o en-fermos regresaban del Archipiélago. Era una verdadera procura-ción, absolutamente indispensable para la buena marcha de la cm-presa misional que los Observantes habían tomado a su cargo y que acabaría transformándose, al constituirse la Custodia autó-noma de Canarias, en centro de la misma y acaso uno de los vi-veros de su personal. Nos faltan documentos de carácter anecdó-tico acerca de la vida del convento de Santa María de Jesús, que así encontramos nombrado a este de Sanlúcar de Barrameda; pero respalda lo que decimos la afirmación de la famosa bula sixtina Varik de 22 de noviembre de 1480 acerca de la finalidad con que se fundó la referida casa, afirmación que se contiene en las líneas que a continuación copiamos, pues es lo más breve: bcum Sanctae Marhe de Jesu, extramuros q p s i Sancti Lucae de Barrameda dicti ordinis Hkpalensis dioecesis in terra firma pope littus mar* construi procurarunt et pro eorum usibus de licencia Sed6 A~os-tolicae recqerunt ut exinde ad Insulas predictas victualia et al&, usui humamo necessaria quibus ear~ndemin sularum incoke carere f i ~ s c ~ a ifji-~airii i'feif-h/e- src,zi, q -my j ~qg i&mo fyatrxm fi& christiana in &&m insulis rnaximum s w q i t incrementum. Y aún nos dice más la mencionada bula, al consignar el hecho desagradable que estaba verificándose y que merecía rápida y enér-gica corrección, al darnos el detalle de haberse venido celebrando los capítulos de la Custodia, no en Canarias, sino en el convento peninsular de Santa María de Jesús de Sanlúcar. El texto es pre-ciso, como se verá: et fratribus tui ordinis in Insulis predictis Ca-narie degentibus qui domum predktam Sanctae Mariae de Jesu LOS CONVENTOS FRANCISCANOS.DE. LA MISI6X DE CANARIAS (1443-1487) 7; +nere.et in illa capitulum. eorurn celebrure. c o w u n t plurimum inf esti f uerunt 4. Después de 10 anterior, queda bien de relieve la significación misional de este eremitorio observante de Sanlúcar, y su funda-ción aparece como lógica consecuencia de la importancia que a la. conversión de las Islas Canarias se daba en la Curia pontificia y que patentizan las disposiciones de Eugenio IV y la comisión que. al obispo de Cádiz-lo era D.. Juan González, persona muy cono-cida en Roma, donde antes había desempeñado diferentes oficios, entre ellos el de bcum-tenens en la Rota, y hombre tan activo como hábil administrador-y a otros prelados andaluces se confió de comprar incluso un barco para el mejor proveimiento de la Misión canaria, con otras disposiciones que parecen presagiar mét~dos iiiíi&yiiisinios E. Era ,la Casa prucnraci~n en que. pprsonai se :re-- . , . . . . 4 Cfr. esta importante bula cuyo original en pergamino se conserva en el archivo de la provincia de Andalucía, loc. citc., y fué publicada por el P. Or-tega en su mencionado estudio Las casas de estudio, pág. 133, no habiendo sido incluída en el Bullurium franciscanum ni utilizada por otros historiadores an-teriores. . . 5 Sobre el obispo de Cádiz que ocupaba esta sede al tiempo de publicarse la bula de Eugenio IV Ad ea, de 28 de de diciembre de 1433, que no era otro que don ~ u a iGi onzález, carecemos de la monografía que la importancia del prelado y sus actividades, primero en la Curia romana y despues en el go-bierno de su diócesis, parecen reclamar. Se conservan las constituciones o es-tatutos que dio a su cabildo, alguna mención en el autor del único episcopo- Aogio gadit~no existente, Fr. Gerónimo de la Concepción, unas brevísimas e imprecisas notas que le dedicó Floranes llamando la atención sobre su actividad literaria como canonista y las indicaciones que el P. Fr. Lino Gómez Canedo hace de :as fuentes del Archivo Vaticano que permitirían reconstituir el período en que estuvo al servicio inmediato de la Silla Apostólica. Cfr. fray Gerónimo de la Concepción: Emporio .del Orbe, Amsterdam, 1689, lib. VII; capitulo VII, pág. 540. Fr. Lino Gómez, Canedo: Don Juan de Carvajal y el cisma de ~ a s i l e a(1 434-1447) ("Archivo Ibero-Americano", enero-junio 19di, página 36.) Las constituciones han sido publicadas en' Erección de la Santa Iglesia Catedral de .Cád&, Cádiz, s. a., págs. 9-12. El acta de preconizacinn le dice, y ello es un dato biográfico que puede originar un problema de iden-tificación, maestrescuela del cabildo metropolitano de Sevilla. Cfr. Fr. Con-rado Eubel: Hierarchia catholicn medii aevii, ~dunic'h,1 913, vol. 1, pág. 258.. Rafael Floranes: El doctor Juan Go?~xálexo, bispo de Cádiz ("Colección do do-cumentos inéditos para la Historia de España", vol. 19, pág. 310). La situa-ción geográfica de la sede gaditana hace presumir que la intervención de unía, se avituallaba y en su caso se adiestraba antes de embarcar; donde era recibido al volver en tanto que encontraba convento que lo recibiese, sin quedar en momento alguno abandonado-este des-agradable caso se repitió con frecuencia en otras partes y era ne-cesario prevenirlo-; pdian celebrarse las reuniones capitulares - e n un principio forzosamente raras y difíciles por la dispersión y escasez del personal-y servir de viviero de personal admitien-do al hábito y a la profesión a los vecinos de la villa de Sanlúcar y las aledañas que lo solicitasen. Lástima grande que la deaapa-rición de gran parte del archivo conventual y la pobreza de los de la ciudad en lo que se refiere a la Baja Edad Media nos impida conocer con algún detalle el desenvolvimiento del convento de Santa María de Jesús, y sobre todo poder puntualizar la manera con que interviene en la rnisiGn para fonieiito y psperidad :a cual fué fundado, con noticias concretas de expediciones de misio-neros, envío de vituallas y otras análogas. EL CONVENTO DE LA MADRE DE DIOS,D E JEREZD E LA FKUNTERi4A4..7 - 0 Un poco tierra adentro, aunque con comunicación con el mar m E por su puerto fluvial de San Nicolás del Portal en plena utiliza- O ción, Jerez de la Frontera por su importancia militar y social, su n extenso y rico agro y la necesidad moral de que los ejemplos edifi- E a cantes de una comunidad de la Observancia contrarrestasen el mal n efecto que necesariamente tenia que producir en la masa un clero n n secular que, fuerte tras sus privilegios, no ocultaba su habitual 3 incontinencia, y unas comunidades presas de un claustralismo que O si parece haber sido tolerable en el monasterio de San Francisco, presentaba caracteres agudos en los de Santo Domingo y la Mer-ced, ofreció ocasión propicia a los Observantes de la Custodia de Canarias, ya en formación, para establecer una nueva casa que, según lo acostumbrado entre los que seguían las tradiciones del grupo santoyano, se levantó un poco alejada de la ciudad muracia don Juan Gonzáiez en el negocio que la Sede Apostólica le confiaba fuese efi-ciente y en conformidad a lo que de él se esperaba, pero carecemos de datos concretos. LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISION DE CANARIAS (1443-1487) 9 y de sus populosos arrabales, entre predios rústicos, pero de forma que fuesen conciliables el aislamiento y retiro característicos de la Observancia y el acceso a la población para predicaciones y otros servicios religiosos. Carecemos de un documento del carácter del que ha permitido establecer con toda seguridad la fecha y condi-ciones del establecimiento del convento sanluqueño de Santa María de Jesús, y las lagunas de la colección de las actas capitulares del Concejo impiden hasta el presente suplir dicha falta, por lo que, al tener que recurrir a lo que escribieron, a más de un siglo de distancia, el cronista franciscano F'r. Francisco Gonzaga o más. tarde los historiadores locales, surgen varios problemas que es ne-cesario resolver para allanar el terreno y poder establecer lo que es seguro y no fantasías de quienes dejaron correr demasiado lige- ~¿il?i~i!iate @ ma al tratar de1 asunto. Según el P. Gonzaga, que parece haber tenido por musa inspi-radora los informes que desde Canarias se le remitieron y en los cuales al lado de una verdad sustancial figuran no pocas ni leves equivocaciones de detalle, Ttabitabant patres Franciscani obseruan- A-- -.T.- LGS cccsyuanciru angusto quoüam conventu extramuros ejus c2uita-tis quae vulgo Xerex nuncupatur, sin más precisiones ; pero al ocu-parse del convento insular de Fuerteventura recuerda pertenecer la referida casa al grupo canariense: Minoritka quinque monaste-r2a m p e Xeresmum quod postea in Cíar.Essarum sorormm jus cessit.. . n o h peperit 6. Como se ve, harto poca cosa, pero com-prensible, pues la relación que antes mencionamos se limita a decir a este respecto lo que sigue, bien poco también: Lo mesmo edifi-caron el convento de Xerex que después los padres del Andalucia, tra.sl&dose a donde agora estárl, dieron el convento a las mon-jas Üe su obe&encia '. 6 Cfr. F r . F'rancisco Gonzaga: De origine seraphicae religionis, Roma, 1957 (Con. Canar. 1. y Prov. Baeth. conv. IV). La relación que le sirvió de base para las noticias que da acerca de los orígenes franciscanos en Canarias, ha sido publicada por el P. Fr. Diego Inchaurbe en su monografía Historia de 20s conventos de Santa Clara de La Laguna y de San Pedro Apóstol y San Cristóbal de Garachico, Sevilla, 1943, cap. 1, pág. 11 y SS. El P. Ortega, que tuvo escasa información acerca del convento de la Madre de Dios en sus pri-meros años, se mostró siempre reacio a incluirle en el gmpo canario. 7 Cfr. Relación cit. Inchaurbe: Historia de los co%ventos de Santa Clara Núm. 5 (1959) 10 HmLITO SANCHO DE SOPRANIS El analista local Bartolomé Gutiérrez, hombre documentado y laborioso, pero de muy escasa critica y un tanto atropellado al es-cribir, consignó que por estos años-i4i5-fundaron en Jerex donde hoy está Madre de Dios, los religiosos observantes porque d convento antiguo era de chustrales, con lo que si asignó data a la fundación de la casa, planteó un problema a los que, conocedores de la historia franciscana y aun de la local, se dan cuenta de las graves dificultades que ofrece la armonización del año que indica con hechos y fechas seguros que parecen contradecirlo s. El canónigo Mesa Xinete O, que para preparar su Historia de Jerez investigó a fondo en los diferentes archivos locales, supone que esta casa de la Madre de Dios se fundó en 1419 con ocasión de a los disturbios habidos entre Conventuales y Observantes, como N E reacción de la actuación de San j%xmardiiiü y el establecimiento O de la Observancia con independencia de la Conventualidad; pero n-- m como no alega documento alguno positivo y dice fundar sus añr- O E maciones en una hipótesis de mera posibilidad, más que probabili- E 2 E dad, tampoco ayuda a ilustrar los oscuros orígenes del convento - de la Madre de Dios, por io que es necesario i*eii~lrliai2.1 estabk- 2 cimiento de una fecha exacta de erección del mismo, contentán- - - 0 donos con estos dos datos seguros: a) fué creado entre 1443 y m E 1450, y b) desdelsus orígenes formó parte del grupo que con el U tiempo constituiría la Custodia canariense, que extendía su terri- z -E de La Laguna , cap. iI, pág. 13 de la relación. La tradición sobre la pertenen- B 2 cia a la misión de Canarias del convento de observantes de la Madre de Dios n de Jerez es, como se ve, muy antigua y arraigada, por lo que no se la puede n rechazar, como ahora se hace, sin más. 3 O Cfr. Bartolomé Gutiérrez. Hzstoria del estado preseizte y untigw, de la cirednd de Jeres de la Frontera, Jerez, 1886, lib. 11, pág. 266. La fecha que asigna a la fundación del referido monasterio es evidentemente equivocada, ignorándose dónde pudo inspirarse para señalarla. Como es cosa frecuente hallar, en autor por lo demás diligente rebuscador de datos para la historia de su ciudad natal, equivocaciones parecidas, no hay por qué detenerse en buscar razones para apartarse de su sentir. @ Cfr Francisco Mesa Xinete: Historia sagrada y politica de Jerex &e la Frontera escrzta en 1754, Jerez, 1886, vol. 11, cap. XV, que consagra entera-mente a las distintas casas que la Orden de San FYancisco tuvo en dicha ciudad, incluyendo en él las principales actividades de sus religiosos. Vid. pá-gina 427 especialmente. 384 ANUARIO DE ESTUDIOB ATLANTZCOS LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISI6N DE CANARIAS (1443-1487) 11 torio no solamente en las Islas, sino también en parte de la Anda-lucía cristiana. Razonaremos brevemente las proposiciones ante-riores que nos parecen seguras y suplen las fantasías de los histo-riadores locales, empeñados en dar una antigüedad de cerca de un siglo a la casa Observante cuando se fundió con la Claustral. Que el convento de la Madre de Dios no es anterior a 1443 se deduce de la escritura de fundación de su hermano primogénito el de Santa María de Jesús, evidentemente el primero que fundaron los misioneros franciscanos de Canarias basados en la bula de Eu-genio IV que les autoriza para ello y solamente en aquel caso, lo que confirma la narrativa de la otra bula de Sixto IV en que se erige la Vicaría provincial de Canarias extendiendo su territorio a otras partes de! Cmtimnte africano 2 piicióii de Fr. Aiforiso de Bolaños, a quien el Papa llama nostrum et Apostolicae Sedis nuntium et conmisarium ad convertendum infickíes insulamm Africae et Guineae illi in mari predicto ubilibet consistentium et etiam Canariae. iZxistió una nueva autorización pontificia para la fundación ,del convento de la Madre de Dios de Jerez? Creemos que sí, aunque la desconozcamos, pues nada en contra de la legitimidad de la po-sesión de aquella casa por los canarios se encuentra, y a más de la tradición de éstos, cabe perfectamente dentro del corto número de conventos que la Custodia tenía al publicarse el 11 de septiembre el breve de Inocencio VI11 Pridem felick, en que se enumeran aquh- 110s diciendo que dicta sit erecta provinciacla de Canarias creada por Sixto IV--quinque aut sex duntaxat ciomus fratrum dicti or-dinis habeat, quarum duae solum in praedictis insulis et alie qw-tuor in tema firme citfa mare lo. En cuanto a que no es posterior a 1450 lo prueba con claridad meridiana la siguiente libranza del Concejo de Jerez contra sus 10 Cfr. el t ~ x t od e !z bula referida eii Fr. Angel Ortega: Las casas de estudio en la provincia & AmlaZuciu, cit. pág. 133, y del breve de Inocen-cio VI11 en la misma obra, pág. 140. La afirmación de la existencia de cuatro conventos de la Custodia de Canarias en el territorio peninsular es rotunda y hay que admitirla como exacta, máxime cuando coincide con lo que por otras fuentes indirectas se conoce. 12 HlPOLITO SANCHO DE SOPRAKIS propios que figura en las actas del cabildo celebrado por aquél en 8 de marzo de 1455, que reza así: Concejo, corregidor e alguacil mayor e los trece caballeros regidores de Ea noble ciudad de Xerex de la Frontera wndamos a vos Juan Melgarejo, mcvyordomo del dicho cowejo este año en que estamos, que de b s marawedk de las rentas e propios del dicho concejo deste dicho año.. . dedes a Diego Martinez de las Av-, clé- &go benef&iado en h iglesia de Sun Marcos desta ciudad, mil e quinientos marawedk que ha de haber e le mandamos dur para dos piezas de paño prieto? que le mandamos comprar para dar en li-mosna a b s frailes del monesterio de h Observancia de los dm-calxos porque algunos delbs están desnudos, para los cobrir, por la dm1k.h. q1.w los chta ciudad han asy en la vida delbs como en sus sermonm; e tomad del dicho Diego Martinex su carta de pago, e con ella e con este mandamiento vos &n rescebavEos en cuenta llos dichos mil e quinientos rnaraveák.. . ll. Como el conocimiento de los Religiosos, el aprecio de su vida ejemplar y de SU &ivid~l apitólica y el determinarse a acudir a la satisfacción de una necesidad apremiante de los mismos con una cantidad de consideración requieren cierto tiempo, no parece excesivo adelantar en un quinquenio la fundación de un monaste-rio de cuya existencia con anterioridad a marzo de 1455 no se puede dudar. En cuanto a que perteneciese a la misión de Canarias, los tex-tos antes insertos y el testimonio contenido en el registro de las Casas de la provincia castellana de origen conventual que el padre Fr. Bartolomé Ca?, compilador de la tradición de la provincia ca-naria, certifica haber uiutc, num sl~fcientes para que haya que se-guir insistiendo sobre un punto en que todos están conformes, aun-que a veces en historia este argumento del consentimiento univer- 11 Cfr. Actas copitrckres de Jerex de In Frontera. Cabildo de 8 de marzo de 1455, fol. 36. Ya en otra ü~a s iSi id imos noticia de esto utilizando otro texto que figura suelto en el mismo volumen de actas capitulares, por lo que no nos fue posible datarlo, lo que es fácil ya con la ayuda de la libranza capitular. que arriba se inserta. Cfr. Son Frnw&co el ~ e adle Jerez de Zn Frontercc eiL e2- siglo XV, Madrid, 1945, pág. 74, n. 63 (Aparte de "Archivo Ibero-Americano",. 1945, vol. V de la segunda serie). 386 Ah'UARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOG LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MI S I ~ND E CANARIAS (1443-1487) 13 sal tenga sus quiebras. Aquél escribe (para garantía de la memoria que consta en De origine Seraphicae ReligionG, del reverendísirno Gonzaga, ocupado entonces en la compilación de su vasta obra estadístico-histórica) : todo lo"cual es manifiesto y estd expresado en una recopilaci6n que sol;an tener los frailes conventuales m que se trataba lcls casas que tenia cada provincia, las cuales sobredichas cinco casas de observancia aoljudkabafi ser de b s frailes de Ca-narias, la cual recolp.ilac2jn consta haberla visto y leído el colector de esta narración estmdo en la ciudad de Ceuta en Afrim siendo guardiún de los conventuales Fray Domingo de Estrella ...; y no hay razón para desconfiar de su testimonio. Un Último argumento para quien esté aún reacio. En 1483 sur-gieron graves deswenenciss entre !su 9bser,m1tes de Cariarias y los Conventuales de Andalucía, y aun en aquéllos entre si, sobre la obediencia a los dos vicarios que pretendían tener jurisdicción sobre ellos, F'r. Alonso del Badillo, nombrado por el ministro ge-neral de la Orden, y Fr. Pedro de Córdoba, representante de la auto-ridad de! ~icvrfeg esercz! UIltramoii'tzm Ue ia ü~servancia-. a s sad-picaduras del litigio llegaron a la comarca, enfrentando a los frai-les de Madre de Dios con los del convento grande de San Francis-co e1 Real y con los de Santa María de Jesús, de tal forma que el Concejo de Jerez acordó, en cabildo de 26 de agosto de 1483, inter-venir para pacificarlos y evitar ciertos daños que de no cncauzarse las cosas podrían sobrevenir a la ciudad. Creemos que para el buen conocedor huelgan más pruebas 12. Todavía un tercer convento vino a sumarse a los de Santa Ma-ría de Jesús y de la Madre de Dios, sometido como aquéllos a la ju-risdicción del Vicario de la misión de Canarias, con la especialidad 12 Véase el texto que, tomado de las actas capitulares del municipio je-rezmo, se public6 en San Francisco el Real áe Jerex en. el siglo XV, apén-dice, pág. 81. Se ve que existían divergencias sobre la autoridad legítima entre las Casas observantes de Jerez .y de Sanlúcar, hasta ahora sometidas a una misma. 14 liIP6LITO SANCHO DE SOPEANIS de estar, no en la costa o sus aledaños como parecía requerir la misión que se les confiaba, sino bastante tierra adentro. Era : EL CONVENTO DE SANTA MARÍAD E LAS VEREDASD,E LA VILLA DE UTRERA. No son claros los orígenes franciscanos de esta Casa, uno de los santuarios marianos de mayor devoción del arzobispado hispalense eri el siglo xv, que, como las otras dos Casas de que se ha hablado, estaba situado a unos mil pasos de la villa, entre olivares, aisla-miento relativo muy tenido en cuenta por los Observantes para la aceptwciSn de ffn.ndaciones. Residencia de ermitaños según la .tra-dición en un tiempo, y pasado después a los Conventuales de San Francisco, que levantaron al lado del eremitorio un pequeño con-vento, no se sabe en realidad cuándo entraron en su posesión los Observantes de la misión de Canarias, si es que no fueron los pri-mrcu rdigiea w,yn a!!i akm-inistraron, según, no sin probabilida-des de estar en lo cierto, opinan historiadores de autoridad; el hecho cierto es que formó parte del grupo observante de la misi611 de Canarias y que no deja de tener probabilidad la hipótesis de que se incorporase al mismo en 1459, en que un utrerano de pres-tigio, Fr. Rodriga de Utrera, se hizo cargo del gobierno de aquélla. Nos faltan documentos que permitan seguir el desarrollo de esta Casa, pero no cabe duda de que alcanzó un cierto grado de ampli-tud y florecimiento al poder recibir dentro de clla el Capitulo pro-vincial de la de Canarias del año 1488 para obedecer las disposi- . . cioiies poiitifici~sq ~ieo rdenwbm Ir, imxrpraciin de los conventos de la Custodia o provincia canariense a la congregación de la Ob-servancia, perdiendo su autonomía en buena parte. La patente del Vicario general ultramontano Fr. Oliverio Maillard, fechada m el convento de'carmona a 16 de abril de 1488, puede ser tanto' menos discutida en 8 ~ a8f imm~iomc~~ a n t cq 'x aqw! nY-r ~ l n d n ----- encon-traba presente en Andalucia y sus informes eran frescos e inme-diatos. Y en el aludido documento se lee: k c a ~ b u dsi ctae previa-ciae Canariae ad capitulum proviraciale congregatis, t o t m ipsam provinciam representantibus in conv~bttu Beatae Mariae pope 388 AAVUARZO DE ESTUDIOS ATLAWTTCOS LOS COFVEXTOS FRANCISCANOS DE LA MISIÚN DE CANARIAS (1443-1487) 15 Utrerarn feria quarta post Pascha Resurrectionis a%no rni~iessimo quadrigentessirno octavo.. . como narrativa de la incorporación de los conventos referidos a la Custodia observante de Sevilla '?. El asunto queda, a nuestro modesto entender, completamente diluci-dado con esto. ;Cuándo se incorporó esta Casa al grupo de las misiones de Africa? Es asunto que no está claro y que la falta de documentos directos impide resolver de plano, lo que explica que tanto los cro-nistas antiguos como los historiadores recientes estén en desacuer-do sobre ello. Suele señalarse el año 1450 como el del suceso alu-dido, pero no teniendo esta opinión en su respaldo documentación alguna ni directa ni indirecta, ofrece no poca probabilidad la. hi-pótesis del P. Fr. Angel Ortega, que supone, basándose en la presen-cia eii la misión de Fr. Rodrigo de Utrera, religioso eminente, anti-guo conventual del famoso convento de La Rábida, el cual gobernaba aquélla como Vicario en 1459 '", haya sido en esta fecha u otra muy su aledaña cuando el santuario de Santa María de las Veredas en-trase a formar parte del grupo de conventos sometidos a su auto-ridad. Lo que parece haber ocurrido con el monasterio onubense antes citado, comunica no poca probabilidad al parecer del P. Or-tega, que otros modernos aceptan como bueno en tanto que no se pueda hacer luz directa sobre este pequeño problema de escasa importancia, toda vez que año antes o año después el monasterio en cuestión perteneció a la Custodia, luego Provincia, de Canarias, cuyos Religiosos lo habitaron casi media centuria. Y esto dicho, entraremos en terreno bastante más inseguro abordando el estudio de las relaciones de La Rábida con la misión canaria. 13 Sobre el convento de las Veredas y sus vicisitudes algo apunta el. P. Gonzaga en su tantas veces citada obra De origine Semphiw Re&io&s, Prov. Baeticae, conv. IX. El pasaje de la patente del Vicario general ultra-montano, Fr. Oliverio Maillard, puede verse en Fr. Angel Ortega: Las cc~sus de estudios, cit., pág. 141. 14 Fr. Rodrigo de Utrera fue elegido Vicario general de la misión de Ca-narias hacia 1459 en un capitulo celebrado bajo la presidencia del famoso Fr. Alfonso de Bolaños, siendo casada su elección, pero no sin que el Vicario elegido haya ejercido actos de jurisdicción. Cfr. Fr. Angel Ortega: La Rábida. Historia doczcme~ztal criticu, vol. 1, Sevilla, 1925, pág. 238, en que inserta 16 HIP~LITO SANCHO DE SOPRANIS Este monasterio, interesante como monumento arqueológico, pero infinitamente más interesante aún desde el punto de vista his-tórico, es uno de aquellos que por su significación dentro del des-arrollo de la vida franciscana en la Andalucía occidental durante el siglo XV y por la relativamente abundante documentación de la época que a nosotros llegó, ofrece al historiador materia de estudio desde muchos puntos de vista, aún dejadas de lado sus relaciones con el descubridor del Nuevo Mundo que han dado pie a tantas fan- a tasías, pues no merecen ni aun el calificativo de tradiciones. Un N E eminente historiador franciscano, utiiizando ios fondos-eii sii O casi totalidad desconocidooconservados en los archivos de su -n- m provincia y enriqueciéndolos con otros, dedicó hace seis lustros un O E fuerte trabajo a la reconstitución del pasado del monasterio refe- SE rido, dejando a un lado para su examen a fondo lo que en realidad - significó en el primer viaje colombino; pero, a pesar de sus apr- 2 taciones de indudable valor y novedad y de su dominio del asunto, - - 0 no pudo poner en claro la situación del monasterio dentro de las m diferentes jurisdicciones-conventuales, observantes, canarios ...- O E existentes en la familia franciscana durante el siglo xv y de las n cuales fué pasando de una a otra, suavizándose la estrecha obser- -E a vancia de los primeros años y admitiendo la posesión de bienes, n9 signo inequívoco de conventualidad, aun conservando por lo demás n n el rigor de vida regular y el retiro propio de los Observantes. Ello, 3 pues, implica no poca dificultad para el establecimiento de las re-o laciones entre la misión de Canarias y el monasterio referido, pues si parece un hecho indudable que formó parte de aquélla, también parece que se impone admitir que solamente debió ser durante al-gunos años, separándose luego de la Custodia africana. un documento fechado en 14 de febrero de 1465 en ei cuai figura Fr. ñ ~ B r @ de Utrera como czcstodio de AndaGlcia ZZam& cmtodia de 8eviZla, hacién-dose cargo del convento hasta entonces claustral de San Francisco, de Cór-doba, que aceptando la reforma se incorpora a la observancia y su congre-gaci6n. 390 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTTCOS LOS CONVEKTOS FRANCISCANOS DE L4 MISI6N DE CANARIAS (1443-1487) 17 Confesamos que, a pesar del interés puesto en el estudio de la cuestión, no hemos logrado verla clara, y para facilitar su cono-cimiento vamos a distinguir dos partes en ella, analizándolas sepa-radamente: a) el hecho de la incorporación de La Rábida a la Cus-todia canariense, y b) la fecha y duración de la misma, que, repe-timos, hasta el presente no hemos podido fijar con la precisión y seguridad que desearíamos. Creemos que, por lo que toca al hecho de la incorporación del convento de Santa María de La Rábida a la misión de Canarias, sería hipercrítico negarla después de la afirmación unánime de los cronistas del siglo XVI, y que de no ser admitida plantearía otro problema en que no paró mientes el doctísimo historiador citado de la referida Casa. Si se elimina, como él a última hora pretendió, 2 c ~ ~ x ~ r r ~&+ , = ~& bida y & &rzz & Cüstu&ia afyicana, jcómo se explica la afirmación, repetida en documentos oficiales de fines del cuatrocientos, de que esta última tenia dos conventos en las Islas y cuatro o cinco en la Península? i Ignoraría la reali-dad de los hechos Inocencio VI11 o el que por su orden redactó el hwaTl a rl2 ,vu nw.hvr- ic Fe72-irr Iil 2- -.-- .---L-- J owoo (11 uc S C ~ ~ ~ C L L d~ eV I1~48: 7 ) cuando escri"uia que los canarios tenían sex dumtaaat domus fratrum dicti ordinis habeat, quarum due solae in praedictis ZnsuZis et aZie quatuor in terra firma in b c k satis vicink custodiae HispaEensi pou.Énciae 6!astellae? Es llevar demasiado lejos las cosas desentenderse de un testimonio tan autorizado no solamente por su procedencia, sino por lo sujeto a contestación por parte de los interesados que no habrían dejado de protestar de ser falsa su narrativa, y lo reci-bieron sumisamente, según el propio Vicario de los Observantes ultramontanos certifica. Por tanto, el famosísimo convento del cual parece proceciieron ios primeros misioneros franciscanos que co-menzaron la evangelización de las Islas por la de Fuerteventura, no debe ser excluido de la Custodia canariense, máxime cuando los primeros pobladores del convento de Betancuria, en Fuerteven-tura, salieron de él, como confiesa el mismo P. Ortega, y continuó enviando a ia misión hombres eminentes como el Vicario general Fr. Rodrigo de Utrera y el famosísimo Fr. Alfonso de Bolaños. En cuanto a la fecha de la incorporación, confesamos que se $carece de datos positivos para fijarla; pero constando que en 1443 Núm. 5 (19691 se fundó el primer convento en territorio europeo y en 1450 se in-tentaba fundar uno segundo en la isla de Madeira que no llego a. cuajar, habría que colocarla después de este último año, quizá du-rante la vicaría del P. Utrera que, morador de aquel monasterio en 1452, era Vicario o Custodio de la misión en 1459. Este reli-gioso, que procedía de la Conventualidad, se había pasado a la Ob-servancia siendo Custodio de la de Sevilla de este grupo monás-tico en 1465, en que le encontramos presente en la escritura de entrega del grgn convento de Córdoba para su reforma, reforma. que parece no hubo de prosperar, pues años adelante hubo que proceder-esta vez definitivamente-a la misma 15. 15 El P. Fr. Angel Ortega, el mejor conocedor de la historia del convento de La Rábida que ha ilustrado con numerosa documentación desconocida de eqjecia; iii'Lei-6s :u qlUe se refferc. 2 1s Edad Media, ha hahliñe cnn precisión y seguridad en él características al ocuparse de las relaciones del famoso convento de las márgenes del Odie1 con la misión franciscana de Ca-- narias. Las da por supuestas y conocidas, apunta la hipótesis de que fue La Rábida el convento que en los primeros planes acerca de la organización de: aquella empresa evangélica se destinó a casa matriz de los misioneros, da nombres iie éstos, hijos ü aiiiigiüüios cünueiitü&s de dicha Casa, y en determi-nado momento, olvidando lo que dicen los documentos pontificios de Sixto IV y su sucesor Inücencio VI11 acerca del número de casas de la jurisdicción. de la provincia de Canarias en la Península, reduce éstas a dos, cuando al formar el elenco de las casas de la provincia de Andalucía en 1480 escribe:. "Se deben aízn-r los co~zventosd e Canccrius por este orden: San Francisco, Fuerteventura, 1416. Snu Frartcisco, Las Palmas, 1477. Ntra. Sr. de las Veredns, Utrera, 1451. Sta. Mam'w de Jesús, Sanl?icar de Barrunzedíc, 1443" (La Rábidu. Historin documental, cit., vol. 1, pág. 218), con lo que excluye a La Rábida de la Vi-caría de canahas, adoptando una postura opuesta y en el fondo no menos exagerada que i a Üe i reverenciísimo Gonzaga cuan60 ocup~nrinsed ei cüiiveiiiv de Fuerteventura le consideraba matriz de varios peninsulares y escribía, mezclando lo cierto con lo que distaba de serlo, lo que sigue: wzi?zoritim quinque monusteria, nampe Xeresanum. .. Sanctae Mariae de Semitis, Sanctae Mariae cle Rabidu, Lazcretanum et oppidi Suducar de Barrameda baetica he. provincia atque plzcres religiosos vitn et sinctitate ilzsignes nobis peperit. Op. cit. De prov. Canar. conv. 1. Pero muy cie otro modo habia ei iiocto histoi;iador de La Rábida en la misma obra, vol. 1, cap. IV, págs. 209 y SS., reconociendo la existencia de relaciones e influencia mutua entre el monasterio y la misión como lo pedirían, de no existir pruebas positivas de ello, la situación geográ-fica de ambos. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS LOS COX\WSTOS FRAXCISCANOS DE LA MISIÓN DE CANARIAS (1443-1487) 19 A fuer de sinceros hemos de confesar que, aun admitiendo la verdad fundamental de la narración del P. Gonzaga y su inspira-dor, la impresión que la documentación estudiada produce es la de que, habiendo influido acaso más que ningún otro convento de tie-rra firme en la organización y desarrollo de la misión de Canarias el convento de La Rábida, su situación jurídica no fué la mima que la de las otras tres casas de Sanlúcar, Jerez y Utrera, no inte-grándose en la Custodia, transformada prematuramente en Pro-vincia, ni estando sujeta por consiguiente a sus Vicarios. Parecs cierto que antes de decidirse los misioneros a fundar el convento sanluqueño de Santa María de Jesús habían puesto los ojos en el eremitorio, ya monasterio, de Santa María de La Rábida, Casa que reunía todas las condiciones apetecibles-aislamiento, proximidad 0 IJn niini.fn ,-la .-.,,+:-.,:;-I--;l, -- --1 2- n - 1 - - ---- ---------1 - ~ U U LLV uu ~ l a u~ L L I V I U ~ U LU~ I IUc id el ue ralus, UJ11 CUI I lui I l - dad si no excesiva ya numerosa y capaz de proveer del personal necesario ...-y la cual había dado los Religiosos que constituyeron, si no la totalidad, a lo menos la casi totalidad de la comunidad del convento isleño de Betancuria años hacía; el proyecto fracasó igno-rarrios por qué causas, pero las reiaciones continuaron y Santa Ma-ría de La Rábrida suministró, a lo largo del cuatrocientos, hom-bres eminentes a la Custodia canariense, de los que unos la gober-naron y otros la ilustraron. La tradición asegura que las dos gran-des figuras de Ia primera hora franciscana en las Islas,'San Diego de Alcalá y el venerable F'r. Juan de Santorcaz, de allí salieron y en la casa moraron aunque no fuesen hijos de hábito de ella, y si se desconfía de sus afirmaciones por lo que vienen fallando, la do-cumentación garantiza la filiación de otros y la procedencia del Vicario general Fr. Rodrigo de Utrera y del legendario misionero Fr. Alfonso de Bolaños, que tan importante papel desempeña en uno de los momentos cruciales de la organización definitiva de la obra evangelizadora que se trata de extender por Guinea y tierra firme aledaña del Continente africano, obra de propagación de la fe que tan excelentes resultados iba dando en las Islas. Las re-laciones entre la Custodia de Canarias y el monasterio, al que da-rían renombre universal sus relaciones con Cristóbal Colón, fueron continuadas e importantes, debiéndosele parte del personal que ser-vía en aquélla; y si en ocasiones solamente dependió de los supe- riores de la Custodia, encuadrándose jurídicamente dentro de la misma, en otros periodos de su movida historia en que formó parte de la Conventualidad o de otras circunscripciones administrativas de su Orden dentro del grupo observante de la misma, no perdió el contacto con los canarios, incluso prestándoles los servicios que de ella se esperaban cuando se proyectó hacerla casa matriz de la empresa misionera que acarició con tanto interés el Papa Euge-nio IV, según testimonían varios de los documentos que, cmanados de su cancillería, conocemos unos desde antiguo y otros recien-temente. A la distancia de casi un siglo-mejor dicho, de más de un si-glo- que fué, cuando los recuerdos se compilaron, no es pues ex-traño que se considerase a La Rábida como uno de los cuatro con- a N ventos que. perteneciendo en la Península a la Custodia, luego Pro- E vincia, de las Islas, tan excelentes servicios prestaron en la evan- O n gelización de aquéllas, y el informador del general Gonzaga y lue- - Oo> go éste hayan incluido aquél, sin hacer los distingos que eran ?le- £ 2 cesarios, entre los cuatro que la documentación pontificia de los -E últimos años-que no hay por qué considerar sospechosa de crror-señalaba como formando parte de la corporación que se deshacía 2 - para transformarla, incorporándolos, para su más fácil gobierno, - 0 m E ;1 la Custodia observante de Andalucía. Y aún algo más debió de U haber, pues, excluída La Rábida, no es posible llegar al número de cuatro monasterios señalados por Inocencia VI11 como pertene- n -E &entes a la misión de Africa, dificultad no tenida en cuenta por a 2 quienes, resolviendo de plano el problema de la dificil armoniza- n ción de unas afirmaciones rotundas y de unos hechos innegables, n redujeron a dos los conventos misioneros existentes en .Andalucía 3 O un 1487. Tz! es nwstro parecer? pues ante la merecida autoridad de los que de otra manera opinaron, bien se puede recor-dar el adagio clásico Aliquando bonzcs dorrnitat Homerus 16. Resta aún un punto por examinar: ¿qué hay de cierto en la afirmación del P. Gonzaga, en esto eco de lo que le comunicaron desde Canarias, de haber pertenecido a la Provincia de Canarias 1s ~ecuérdeselo apuntado en la nota precedente. 394 ANUARIO DE ESTUDIOS -4TLANTICOS LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISION DE CANARIAS (1443-1487) 21 primitiva el convento anejo al santuario de Nuestra Señora del Oreto en el aljarafe sevillano? Y que se trate del todavía habitado por los religiosos de la observancia de San Francisco, no es cosa de que se pueda dudar por el detalle que acerca de su situaci6n geográfica da el memorial enviado al cronista desde las aludidas Islas 17. Si nos atenemos a una estricta historicidad, la respuesta tiene que ser negativa y contra ella no cabría recurso ni habilidad po-lémica, pues el monasterio del Oreto, de tan gratos recuerdos para la Orden de San Francisco, no se recibió por ésta en la Provincia de Andalucía hasta el año 1525. Tenemos la carta de fundación, se conoce con bastante detalle la historia del convento y del san-tuario anejo, no faltan tradiciones que hayan intentado suavizar leo r.:n;ilno 1:nnno iln In drir.rrmnrr+na:An .-.Gn;nl ri llnrrnn o.." rirnn:r\o L a u r i6duau r iuc au u= ia uubuiiiciiu&biuiiu u b A a i u l~ci~UaUiD V ~ ~ I V U , pero nada se encuentra en todo ello que autorice a admitir como fundada esa inclusión de un monasterio aún inexistente en el elenco de los que constituían la Provincia canariense en 1487. Por con-siguiente, por buena voluntad que se ponga en el estudio del pro- LWl--C- ~ U:a ~so, k~i6rqi ue se 66, a: ~ilisiriíti iem qiie ser iiegativa y hay que aceptar la posición adoptada ante él por los historiadores que tuvieron que planteárselo. Pero si el Oreto como monasterio y fundación formal no pudo pertenecer a la Custodia canariense o a su sucesora la Provincia, ;no pudo ocurrir que junto al pequeño santuario, aislado en la campiña pero próximo a Sevilla, haya existido uno de aquellos eremitorios, el elenco de los cuales dista de haber sido formado con la precisión y el rigor que querríamos y la falta de documentación impide, que se dejaban con igual facilidad que se tomaban y ha-biéndolo ocupado en alguna ocas i~nlo s religiosos de algunos de los conventos de Jerez, Sanlúcar o Utrera, persistiendo el recuerdo de esto haya movido al informador del reverendisimo Gonzaga s in- 17 La relación publicada por el P. Inchaurbe, op. cit., cap. 1, pág. 12, dice así en su capituio 11: ccssim.iswio jw?tciaron ... e¿ monasterio áe Loreto e% el Azaraje de Sevilla. Este pequeño detalle geográfico sitúa a la casa referida de tal modo que no se puede dudarse aludía al devoto y observante monas-terio que santificaron con su presencia muchos varones ilustres en santidad y entre ellos San Francisco Solano. 22 HIPÓLITO SANCHO DE SOPRAXIS cluir en el grupa de aquéllos, sin hacer distinción entre el estado pasado y el presente, el histórico santuario aljarafeño del Oreto ? Podrá oponerse a esto que en el elenco de los eremitorios poseídos por los Observantes en Andalucía-que distan de estar Sdentifi-cados- no figura el aludido; pero a ello se puede responder que la fecha de dicha lista es muy anterior al período del desarrollo de la Misih, Custodia y Provincia de Canarias, y el argumento nega-tivo que sobre ello pudiera formarse carece de valor en d caso presente IQ. * d á Resumiendo todo lo anterior tenemos como bien establecido: a) Que la Misión de Canarias desde sus primeros años ha re-cibido auxilio eficaz en personal y material de los Franciscanos de 1s El convento del Oreto tiene una excelente historia que hace medio siglo publicó el P. Fr. Angel Ortega: Hisikma de la imagen y snntwcrio de N~ies-tra Señora de Loreto en In proviwAa y ccrchidiócesis de Sevzlla, Lérida, 1906 El autor volvió sobre el asunto publicando documentos que no habían tenido cabida en aquélla dado su carácter, en Las cccsas de estudio tantas veces ci-tadas, págs. 247-270. Encabeza ia serie ia toma de posesi6ii 6e: ei-eXXik7i-h de Ntra. Sra. de Valverde en el ajarafe sevillano para fundar allí un convento por el P. Fr. Juan de Medina, provincial de la franciscana de Andalucía, en 25 de agosto de 1525. Creemos que no caben discusiones sobre ello. 19 El elenco de los eremitorios existentes en territorio de la Custodia de Sevilla, y que estaban poblados por los religiosos de la Observancia fian-ciscana, se encuentra en la obra citada del P. Fr. Germán Rubio: La Czmtodzn franciscccm de Sevilía, Sevilla, 1953, cap. VII, art. 2.0, págs. 251-271, com-pletado con lo que aparece en la misma obra, cap. VIII, art. 5." ppág.s 392-3. En la documentada publicación conmemorativa del centenario 5.Q de la ca-nonización de San Pedro Regalado, el santo de la reforma franciscana espa-fiola, Ivhtroducción a los ortgelzes de la Observalzck en Espc~ña. Las reforains en los szglos XZV y XV ("Archivo Ibero Americano", núms. 65-68, i95'i), al-ticulo IV, La reforma eja Cnstilla, se discuten algunas de las afirmaciones de los PP. Rubio y Ortega y se aborda el estudio directo de los orígenes y carac-terísticas de los eremitorios en cuestión, incluyendo en ellos no solamente a los situados dentro del territorio de la Custodia de Sevilla, sino a los exis-tentes en todo el de la provincia castellana. Como ocurre frecuentemente en asuntos como éste, cuyo estudio serio es ahora cuando se aborda, ias conciu-siones a que en ocasiones se llega distan de ser las precisas y seguras que deseáramos. Esto, sin que implique ni censura para los que emprendieron antes y ahora aquél, ni desconocimiento de su meritoria labor, ni del avance indudable que sus conclusiones representan en un período histórico tan confuso. 396 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISIÓN DE CANARIAS (1443-1487) 23 la Provincia de Castilla, que constituían la Custodia observante de Sevilla, habiendo procedido de La Rábida los más de los que poblaron el convento de Betancuria, cuya buena organización pre-ocupó tanto en Roma que en documentos pontificios se desciende a sus más pequeños detalles. b) Que para facilitar los embarques y recoger a los Religio-sos que regresaban a la Península se fundó primeramente en 1443 el convento de Santa María de Jesús, verdadera Casa matriz en la Península de los Misioneros. C) Que siendo insuficiente aquél, y p-obabl&ente para la me-jor recluta de personal, se fundaron nuevos conventos en Jerez de la Frontera, Utrera y no improbablemente en el Oreto, los cuales dependieron de los superiores isleños y formaron parte de la Mi-sien iiásia que, cambiadas las circunstancias, se ios agregó a ia Custodia de Sevilla en 1487, aunque ~o~servándosceie rtos lazos entre la nueva Custodia canariense y el converito de Santa Naría. de Jesús de Sanlúcar, origen de pleitos y reclamaciones que se pro-longarán durante más de dos siglos antes de solucionarse definiti-vamente. d) Que por lo que toca al histórico convento de La Rábida, que suministró personal no sólo en la primera hora, sino posteriormen-te, no parece que jurídicamente formase parte del grupo de con-ventos misioneros, salvo en algún corto período, pero que continuó en estrecha relación con el mismo, como lo explican la presencia de hijos suyos-el famoso Fr. Alfonso de Bolaños entre ellos-incluso como jefes de aquella apostólica empresa 20. '0 La personalidad de Fr. Alonso de Bolaños, su intervención en las mi-siones de Africa que amplía llevándolas del grupo canario a Guinea y otras partes del continente africano, su carácter de Nuncio Apostólico y otros de-talles de su vida, hacen deseable que se intentase un esquema biográfico del mismo -por el momento parece no poder pedirse más en tanto que siguen alun~brándose lentamente nuevas fuentes de conocimiento-, para el cual creemos que ofrecen material no solamente los documentos oficiales, sino las noticias recogidas por cronistas, en especial por el diligentisimo Wadingo, que cita repetidamente a nuestro Vicario general de Africa. Quizá la cronología plantee más de un problema interesante de resolver ante la longevidad que documentos oficiales obligan a conceder a Fr. Alonso de Bolaños, si no es que. como ha ocurrido con otras personalidades destacadas, haya que desdoblarlo en dos sujetos, uno y otro de relieve histórico.
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Calificación | |
Título y subtítulo | Los conventos franciscanos de la misión de Canarias (1443-1487) |
Autor principal | Sancho de Sopranis, Hipólito |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 05 |
Sección | Historia |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1959 |
Páginas | p. 375-397 |
Materias | Conventos ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1526471 Bytes |
Texto | LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISION DE CANARIAS (1443-1487) HIPOLEZY) SANCHO DE SOPRANIS Parece cosa bien establecida que la evangelización de las Islas Canarias se debió en su mayor parte a los Religiosos ¿k la Orden de San F'rancisco, provenientes de la provincia de Castilla, aunque ,en ios primeros momentos haya habido aiguna otra aportación rni- ,sional llevada a cabo por otra familia religiosa o por individuos .del clero secular, de entre los cuales se escogió, ya que no el primer Obispo, sí la persona que gozó de facultades análogas a las- de los actuales Prefectos Apostólicos l. Para suministrar personal a la misión que tomaron a su cargo los Observantes del grupo que tenía por cuna y centro el convento del Abrojo en Castilla y los cuales siguiendo las orientaciones del fundador de aquella Casa y legis-lador del grupo Fr. Pedro de Santoyo, y contrariamente a lo que fué práctica universalmente seguida por los Observantes cual-quiera que fuese su color y procedencia, le~osd e constituirse en 1 Cfr. el estudio de J. D. Wolfel: Quiénes fueron los primeros colaquis- . tadores y obispos de Canarias. ("Investigación y Progreso", septiembre 1931, página 130 y SS.) Estudiados los documentos, parece que hay que retrasar la fe&= de !r. cnn.otit&Sn de! Qhispsih de Canariaq y- qiu~e n la hiila de Mar-tino V de 27 de enero de 1414 Jean Le Verrier si recibe facultades adminis-trativas de grado superior, análogas a las episcopales, es con esta reserva; praeter confirmationem in fronte et alia quae tamen per episcopos fieri debent, reserva que indica carecía de carácter episcopal y no era más que un Admi. nistrador Apostólico de la cristiandad en las Islas. congregación, permanecían bajo la autoridad de los ministros con-ventuales, formando parte de sus respectivas provincias, aunque guardando en sus Casas, federadas entre ellas, sus estatutos par-ticulares y una vida de áspera y difícil observancia. Ello les per-mitió que al mismo tiempo que se iban extendiendo por las Islas, teatro de su apostolado, y fundando en ellas Casas tan reducidas de población monástica y tan modestas de fábrica como las que te-nían en la amplísima provincia de Castilla, con las custodias que de ella formaban parte, establecieran en la zona sur de los domi-nios cristianos varios conventos que, a más de servir de punto de concentración de los misioneros en las expediciones a las Islas y procurarles recursos de que siempre anduvieron necesitados, fue-sen viveros de vocaciones, pues no había que esperar en mucho AL-: I--C-I-I I ~Ym U---C llae -5 1--1-u-~--vec-m G- -L: I-lB-:-L-a~-a~ -L- ~ U-p~..uaU:u Gla~ &-.,.l ,.--A a. ...- CM U ~ L Y L 3~ cL y a 1a 8ü servicio religioso, aunque desde el primer momento encontramos Religiosos provenientes del país, y el desgaste del personal exis-tente por un lado y la extensión de la labor misionera, pedían cons-tante aportación de obreros evangélicos. Estas Casas fueron cua-tro, aunque no siempre coexistieron, pues cuando más se con6 con tres a un mismo tiempo, tres situadas en la costa o su vecin-dad- Sanlúcar de Barrameda, Jerez de la Frontera y el célebre monasterio de La Rábida-y la otra-Santa María de las Veredas de Utrera-bastante tierra adentro. La historia de estas Casas, en parte, es conocida, si no con la amplitud deseable a lo menos con seguridad, salvo la de Jerez, acerca de cuya fundación se equi-vocaron, adelantándola medio siglo, los cronistas locales; de todas maneras no se ha hecho un trabajo de conjunto, breve pero preciso; sobre ellas y su integración dentro de la empresa misionera de Canarias. Aprovechando la ocasión que brindan unos textos nue-vos que ayudan a fijar la fundación del monasterio jerezano y su salida de la Custodia canariense para formar parte del cuerpo de la provincia castellana, vamos a intentarlo, utilizando la documen-tación que alumbró, va para medio siglo largo, nuestro inolvidable amigo el P. Fr. Angel Ortega y que en nuestros días ha acrecido y puesto en valor el P. F'r. Germán Rubio en su bello libro, rico en noticias nuevas unas y difíciles de cazar por su dispersión otras, que es La Cwtodia frawkcana de Sevilla. 376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS M S CONVENTOS FR@KXSCANOS DE,LA MISIÓN 4E CANARIAS (1443-1487) 3 El puerto de Sanlúcar de Barrameda, situado a la boca del Gua-dalquivir, distaba de anunciar, en el segundo tercio del cuatro-cientos, la prosperidad y el desarrollo que adquiriría un siglo más tarde con la concesión de la Capitanía general del Mar Océano a sus señores los Duques de Medina Sidonia-todavía Condes de Nie-bla tan sólo-y sobre todo al otorgarse a Sevilla, con evidente olvido de lo que la naturaleza pedía-olvido que bien caro se huba de pagar-, el monopolio del comercio con ultramar, a la sombra del cual la modesta villa se convertiría en uno de los puertos más concurridos del litoral sur de la Penínsuia, y, ciejancio atrás ei re-cinto murado, bajaría a establecerse en la marina, ganando en am-plitud y suntuosidad de fábricas lo que perdía en seguridad al quedar indefensa ante ciertos ataques de la naturaleza y la osadía de los piratas berkfiscos que constantemente rondaban la mar- Como población pequeña y de escaso volumen demográíico no contaba Sanlúcar al llegar al segundo tercio del siglo xv, para su servicio religioso, más que con la iglesia mayor de Santa María de la O, ya suntuosa en su fábrica con la interesante portada pero que no había alcanzado todavía el interés que tendrá a partir del segundo decenio del quinientos, con su espléndido artesonado y las obras de arte que enriquecen sus capillas, y alguna que otra ermita y las iglesias de los hospitales que no pdían faltar en población que miraba al mar y de las cuales aún resta en pie la del de la Tri-nidad, que, en su modestia rayana en la sordidez, todavía guarda la interesante Iauda de su fundador, Alonso Fernández de Lugo el viejo, benemérito, como otros de su linaje, de la beneficencia 2 La documentación relacionada con la fundación del "Convento de los canarios", como hasta fines del siglo m111 se vino llamando al de Santa María de Sanlúcar de Barrameda, se conserva en el archivo de la actual provincia franciscana de Andalucía, sec. Conuewtos de la provincia, leg. Sanlzicar de Barrameda. Fueron publicados en buena parte por el P. Fr. Angel Ortega: Las casas de estudios en Za prmincia de Anüulucla. Madrid, 1917, págs. 123-145- (Aparte de "Archivo Ibero-Americano", 1916-17.) local. Se necesitaba de la asistencia de Religiosos para el buen servicio de la población, y aunque en la vecina playa de Regla existía un monasterio de Ermitaños de San Agustín, no eran sufi-cientes ni estaban tan a la mano como era necesario y se deseaba, por lo que germinaba el pensamiento de levantar un monasterio inmediato a la villa, proyecto que el claustralismo dominante en Sevilla y Jerez dificultaba, no solamente por la escasez de Reli-giosos en las Casas de dichas poblaciones, sino por la repugnancia de los mismos a dejar sus propios monasterios y las exigencias que en punto a dotaciones y suntuosidad de fábricas tenían. Uni-camente los Condes de Niebla, señores de la villa, hubieran podido afrontar con los gastos de una fundación y ello explica que a1 a N aparecer por la comarca los frailes Observantes del Abrojo, de E vicia austerísima y sin otra pretensión que techo bajo el cual pu- O n - dieran guarecerse y lo indispensable para su sustentación, hayan =m O E encontrado con facilidad lo que demandaban. E 2 Eran los misioneros que buscaban un convento situado en E = punto estratégico para sus embarques los Religiosos observantes 2 Fr. Juan de Bilbao y Fr. Diego de Limpias, de la ordm y regla del -- señor San Francisco de observancia que dicen los documentos ofi- 0m E ciales, y a ellos se unieron los comisarios nombrados por Mencía Al- O fonso Muñiz, vecina de la villa, para que entendiesen en la fabrica- 6 n ción de una casa para los frailes dentro de una su arboleda : Fernan- -E do Martinez Bachicao, Alfonso Fernández de Lugo, Sancho de Vera a 2 y el escribano Lope González con Antón Pérez, vecino de la villa ; en n 0 cumplimiento de la voluntad de aquella señora, ficieron e edifi- 3 caron las dichas casa e morada en la dkhu arboleda, construcción O muy reducida y modesta como se desprende de! cirte tienlp em-pleado en su edificación, ya que no existiendo en 26 de mayo de 1443, en que Mencía Alfonso confería el poder a que se alude, eran realidad según otro documento público de 21 de septiembre si-guiente, aunque las dichas casa e morada al presente no estaba% pobladas de íos f rni . 7 ~d~e 74 ~2ich.ge r&n ~8 cJe g@z:~~,,bo~ y .estabm yermas. Entonces hace acto de presencia en Sanlúcar Fr. Juan de Logroño, fraile de h dicha orden de San Francisco de Za Observancia, vicario de la dicha orden en ias Islas de Cunar*, quien les pidió a los comisarios las dichas casa e mora& con Za LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISION DE CANARIAS (1443-1487) 5 dichcc arboleda para la poblar de frailes de la dicha orden que sean sujetos al dicho vicario que ahora es o fuere de q w i adelante, según la facultad que para hacer fundación en la Península le había sido concedida por el Papa reinante Eugenio iV, de una Casa sujeta a él y sus sucesores en que pudiesen estar y residir los frailes que fuesen a las Islas Canarias o de las mismas volviesen; y ante esta petición, y conocida ser tal la voluntad de Mencia Alfonso, sus apo-derados cedieron e trespasaron al dicho vicarw e frailes de la dicha orden que fueren sujetos al dicho vicario que ahora es o fuere de aqui adelante, la arboleda con la fuente que en ella existía y las casas de nuevo labradas, para que en ellas pudiesen hacer un erernitorio en que los dichos frailes sirvan a Dbs e digan sus horas e celebren sus misas, conforme a la bula eugeniana, siempre bajo ia condición de que pertenezcan a la misión de Canarias y estén bajo la jurisdicción de su vicario, con cláusula de devolución no cumpliéndose este requisito : lo que acusa la intervención de Fr. Juan de Logroño o de otros de sus súbditos en la preparación del texto definitivo de la escritura de donación que vamos extractando. La exclusión de otros franciscanos, incluso observantes, que no i'or-men parte de la misión canariense obedecía a las dificultades exis-tentes dentro de la misma ~rovinciac astellana y que no solamente pusieron en situación de violencia a conventuales y observantes, sino en ocasiones a estos últimos entre ellos mismos 3. Fr. Jum de Logroño aceptó la donación con todas las condiciones que los comisarios imponían, y siguiendo lo estilado en semejantes casos tomó posesión corporal del futuro convento con las anejas tierra y arboleda e lanzó fuera de la dicha casa a los sobredichos e quedó 3 Cfr. escritura otorgada en 21 de septiembre de 1443 en Sanlúcar por ante el escribano Pedro Bernal, que incluye en sí otra anterior autorizada por el mismo escribano en 26 de mayo de 1443, en que Mencia Alfonso Muñiz nombra sus representantes para hacer la donación a los frailes observantes de la misión de Canarias a los nombrados en el texto. En el de la escritura definitiva, entre otras cosas. se lee que la casa se sujeta a los vicarios ultra-marinos para rescibir en ella Zos frailes de la dicha orden ... a Zas islas de Carzarias euntes et redeulztes segtín que más largamente en la dicha bula -de Eugenio IV- se contiene. Con esto se ve que la fundación de los conventos canarios en la Península formaba parte del plan tan cuidadosamente estu-diado para hacer rápida y eficientemente la evangelizacibn de las Islas. Núm. 5 (1959) 379 1 HIP6LITO SANCHO DE SOPRANIS .el sobredicho frcy Juan vecino con sus frailes dentro en la dicha casa y heredad pacáficanzente sin c o n t u r b e ni contradiccibn de otra persona ninguna, según testifica el escribano público por el Conde de Niebla, señor de la villa de Sanlúcar, Pedro Bernal, que estuvo presente a todo lo que se ha venido diciendo. La Aisión de Canarias, que hasta ahora solamente contaba con un convento en las Islas, el de San Buenaventura de Betancuria, tenía ya una casa en la Peninsula y en lugar marítimo adecuado en que poder recibir a los religiosos que venían a embarcar y pro-veerlos de lo necesario, así como recibir a los que gastados o en-fermos regresaban del Archipiélago. Era una verdadera procura-ción, absolutamente indispensable para la buena marcha de la cm-presa misional que los Observantes habían tomado a su cargo y que acabaría transformándose, al constituirse la Custodia autó-noma de Canarias, en centro de la misma y acaso uno de los vi-veros de su personal. Nos faltan documentos de carácter anecdó-tico acerca de la vida del convento de Santa María de Jesús, que así encontramos nombrado a este de Sanlúcar de Barrameda; pero respalda lo que decimos la afirmación de la famosa bula sixtina Varik de 22 de noviembre de 1480 acerca de la finalidad con que se fundó la referida casa, afirmación que se contiene en las líneas que a continuación copiamos, pues es lo más breve: bcum Sanctae Marhe de Jesu, extramuros q p s i Sancti Lucae de Barrameda dicti ordinis Hkpalensis dioecesis in terra firma pope littus mar* construi procurarunt et pro eorum usibus de licencia Sed6 A~os-tolicae recqerunt ut exinde ad Insulas predictas victualia et al&, usui humamo necessaria quibus ear~ndemin sularum incoke carere f i ~ s c ~ a ifji-~airii i'feif-h/e- src,zi, q -my j ~qg i&mo fyatrxm fi& christiana in &&m insulis rnaximum s w q i t incrementum. Y aún nos dice más la mencionada bula, al consignar el hecho desagradable que estaba verificándose y que merecía rápida y enér-gica corrección, al darnos el detalle de haberse venido celebrando los capítulos de la Custodia, no en Canarias, sino en el convento peninsular de Santa María de Jesús de Sanlúcar. El texto es pre-ciso, como se verá: et fratribus tui ordinis in Insulis predictis Ca-narie degentibus qui domum predktam Sanctae Mariae de Jesu LOS CONVENTOS FRANCISCANOS.DE. LA MISI6X DE CANARIAS (1443-1487) 7; +nere.et in illa capitulum. eorurn celebrure. c o w u n t plurimum inf esti f uerunt 4. Después de 10 anterior, queda bien de relieve la significación misional de este eremitorio observante de Sanlúcar, y su funda-ción aparece como lógica consecuencia de la importancia que a la. conversión de las Islas Canarias se daba en la Curia pontificia y que patentizan las disposiciones de Eugenio IV y la comisión que. al obispo de Cádiz-lo era D.. Juan González, persona muy cono-cida en Roma, donde antes había desempeñado diferentes oficios, entre ellos el de bcum-tenens en la Rota, y hombre tan activo como hábil administrador-y a otros prelados andaluces se confió de comprar incluso un barco para el mejor proveimiento de la Misión canaria, con otras disposiciones que parecen presagiar mét~dos iiiíi&yiiisinios E. Era ,la Casa prucnraci~n en que. pprsonai se :re-- . , . . . . 4 Cfr. esta importante bula cuyo original en pergamino se conserva en el archivo de la provincia de Andalucía, loc. citc., y fué publicada por el P. Or-tega en su mencionado estudio Las casas de estudio, pág. 133, no habiendo sido incluída en el Bullurium franciscanum ni utilizada por otros historiadores an-teriores. . . 5 Sobre el obispo de Cádiz que ocupaba esta sede al tiempo de publicarse la bula de Eugenio IV Ad ea, de 28 de de diciembre de 1433, que no era otro que don ~ u a iGi onzález, carecemos de la monografía que la importancia del prelado y sus actividades, primero en la Curia romana y despues en el go-bierno de su diócesis, parecen reclamar. Se conservan las constituciones o es-tatutos que dio a su cabildo, alguna mención en el autor del único episcopo- Aogio gadit~no existente, Fr. Gerónimo de la Concepción, unas brevísimas e imprecisas notas que le dedicó Floranes llamando la atención sobre su actividad literaria como canonista y las indicaciones que el P. Fr. Lino Gómez Canedo hace de :as fuentes del Archivo Vaticano que permitirían reconstituir el período en que estuvo al servicio inmediato de la Silla Apostólica. Cfr. fray Gerónimo de la Concepción: Emporio .del Orbe, Amsterdam, 1689, lib. VII; capitulo VII, pág. 540. Fr. Lino Gómez, Canedo: Don Juan de Carvajal y el cisma de ~ a s i l e a(1 434-1447) ("Archivo Ibero-Americano", enero-junio 19di, página 36.) Las constituciones han sido publicadas en' Erección de la Santa Iglesia Catedral de .Cád&, Cádiz, s. a., págs. 9-12. El acta de preconizacinn le dice, y ello es un dato biográfico que puede originar un problema de iden-tificación, maestrescuela del cabildo metropolitano de Sevilla. Cfr. Fr. Con-rado Eubel: Hierarchia catholicn medii aevii, ~dunic'h,1 913, vol. 1, pág. 258.. Rafael Floranes: El doctor Juan Go?~xálexo, bispo de Cádiz ("Colección do do-cumentos inéditos para la Historia de España", vol. 19, pág. 310). La situa-ción geográfica de la sede gaditana hace presumir que la intervención de unía, se avituallaba y en su caso se adiestraba antes de embarcar; donde era recibido al volver en tanto que encontraba convento que lo recibiese, sin quedar en momento alguno abandonado-este des-agradable caso se repitió con frecuencia en otras partes y era ne-cesario prevenirlo-; pdian celebrarse las reuniones capitulares - e n un principio forzosamente raras y difíciles por la dispersión y escasez del personal-y servir de viviero de personal admitien-do al hábito y a la profesión a los vecinos de la villa de Sanlúcar y las aledañas que lo solicitasen. Lástima grande que la deaapa-rición de gran parte del archivo conventual y la pobreza de los de la ciudad en lo que se refiere a la Baja Edad Media nos impida conocer con algún detalle el desenvolvimiento del convento de Santa María de Jesús, y sobre todo poder puntualizar la manera con que interviene en la rnisiGn para fonieiito y psperidad :a cual fué fundado, con noticias concretas de expediciones de misio-neros, envío de vituallas y otras análogas. EL CONVENTO DE LA MADRE DE DIOS,D E JEREZD E LA FKUNTERi4A4..7 - 0 Un poco tierra adentro, aunque con comunicación con el mar m E por su puerto fluvial de San Nicolás del Portal en plena utiliza- O ción, Jerez de la Frontera por su importancia militar y social, su n extenso y rico agro y la necesidad moral de que los ejemplos edifi- E a cantes de una comunidad de la Observancia contrarrestasen el mal n efecto que necesariamente tenia que producir en la masa un clero n n secular que, fuerte tras sus privilegios, no ocultaba su habitual 3 incontinencia, y unas comunidades presas de un claustralismo que O si parece haber sido tolerable en el monasterio de San Francisco, presentaba caracteres agudos en los de Santo Domingo y la Mer-ced, ofreció ocasión propicia a los Observantes de la Custodia de Canarias, ya en formación, para establecer una nueva casa que, según lo acostumbrado entre los que seguían las tradiciones del grupo santoyano, se levantó un poco alejada de la ciudad muracia don Juan Gonzáiez en el negocio que la Sede Apostólica le confiaba fuese efi-ciente y en conformidad a lo que de él se esperaba, pero carecemos de datos concretos. LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISION DE CANARIAS (1443-1487) 9 y de sus populosos arrabales, entre predios rústicos, pero de forma que fuesen conciliables el aislamiento y retiro característicos de la Observancia y el acceso a la población para predicaciones y otros servicios religiosos. Carecemos de un documento del carácter del que ha permitido establecer con toda seguridad la fecha y condi-ciones del establecimiento del convento sanluqueño de Santa María de Jesús, y las lagunas de la colección de las actas capitulares del Concejo impiden hasta el presente suplir dicha falta, por lo que, al tener que recurrir a lo que escribieron, a más de un siglo de distancia, el cronista franciscano F'r. Francisco Gonzaga o más. tarde los historiadores locales, surgen varios problemas que es ne-cesario resolver para allanar el terreno y poder establecer lo que es seguro y no fantasías de quienes dejaron correr demasiado lige- ~¿il?i~i!iate @ ma al tratar de1 asunto. Según el P. Gonzaga, que parece haber tenido por musa inspi-radora los informes que desde Canarias se le remitieron y en los cuales al lado de una verdad sustancial figuran no pocas ni leves equivocaciones de detalle, Ttabitabant patres Franciscani obseruan- A-- -.T.- LGS cccsyuanciru angusto quoüam conventu extramuros ejus c2uita-tis quae vulgo Xerex nuncupatur, sin más precisiones ; pero al ocu-parse del convento insular de Fuerteventura recuerda pertenecer la referida casa al grupo canariense: Minoritka quinque monaste-r2a m p e Xeresmum quod postea in Cíar.Essarum sorormm jus cessit.. . n o h peperit 6. Como se ve, harto poca cosa, pero com-prensible, pues la relación que antes mencionamos se limita a decir a este respecto lo que sigue, bien poco también: Lo mesmo edifi-caron el convento de Xerex que después los padres del Andalucia, tra.sl&dose a donde agora estárl, dieron el convento a las mon-jas Üe su obe&encia '. 6 Cfr. F r . F'rancisco Gonzaga: De origine seraphicae religionis, Roma, 1957 (Con. Canar. 1. y Prov. Baeth. conv. IV). La relación que le sirvió de base para las noticias que da acerca de los orígenes franciscanos en Canarias, ha sido publicada por el P. Fr. Diego Inchaurbe en su monografía Historia de 20s conventos de Santa Clara de La Laguna y de San Pedro Apóstol y San Cristóbal de Garachico, Sevilla, 1943, cap. 1, pág. 11 y SS. El P. Ortega, que tuvo escasa información acerca del convento de la Madre de Dios en sus pri-meros años, se mostró siempre reacio a incluirle en el gmpo canario. 7 Cfr. Relación cit. Inchaurbe: Historia de los co%ventos de Santa Clara Núm. 5 (1959) 10 HmLITO SANCHO DE SOPRANIS El analista local Bartolomé Gutiérrez, hombre documentado y laborioso, pero de muy escasa critica y un tanto atropellado al es-cribir, consignó que por estos años-i4i5-fundaron en Jerex donde hoy está Madre de Dios, los religiosos observantes porque d convento antiguo era de chustrales, con lo que si asignó data a la fundación de la casa, planteó un problema a los que, conocedores de la historia franciscana y aun de la local, se dan cuenta de las graves dificultades que ofrece la armonización del año que indica con hechos y fechas seguros que parecen contradecirlo s. El canónigo Mesa Xinete O, que para preparar su Historia de Jerez investigó a fondo en los diferentes archivos locales, supone que esta casa de la Madre de Dios se fundó en 1419 con ocasión de a los disturbios habidos entre Conventuales y Observantes, como N E reacción de la actuación de San j%xmardiiiü y el establecimiento O de la Observancia con independencia de la Conventualidad; pero n-- m como no alega documento alguno positivo y dice fundar sus añr- O E maciones en una hipótesis de mera posibilidad, más que probabili- E 2 E dad, tampoco ayuda a ilustrar los oscuros orígenes del convento - de la Madre de Dios, por io que es necesario i*eii~lrliai2.1 estabk- 2 cimiento de una fecha exacta de erección del mismo, contentán- - - 0 donos con estos dos datos seguros: a) fué creado entre 1443 y m E 1450, y b) desdelsus orígenes formó parte del grupo que con el U tiempo constituiría la Custodia canariense, que extendía su terri- z -E de La Laguna , cap. iI, pág. 13 de la relación. La tradición sobre la pertenen- B 2 cia a la misión de Canarias del convento de observantes de la Madre de Dios n de Jerez es, como se ve, muy antigua y arraigada, por lo que no se la puede n rechazar, como ahora se hace, sin más. 3 O Cfr. Bartolomé Gutiérrez. Hzstoria del estado preseizte y untigw, de la cirednd de Jeres de la Frontera, Jerez, 1886, lib. 11, pág. 266. La fecha que asigna a la fundación del referido monasterio es evidentemente equivocada, ignorándose dónde pudo inspirarse para señalarla. Como es cosa frecuente hallar, en autor por lo demás diligente rebuscador de datos para la historia de su ciudad natal, equivocaciones parecidas, no hay por qué detenerse en buscar razones para apartarse de su sentir. @ Cfr Francisco Mesa Xinete: Historia sagrada y politica de Jerex &e la Frontera escrzta en 1754, Jerez, 1886, vol. 11, cap. XV, que consagra entera-mente a las distintas casas que la Orden de San FYancisco tuvo en dicha ciudad, incluyendo en él las principales actividades de sus religiosos. Vid. pá-gina 427 especialmente. 384 ANUARIO DE ESTUDIOB ATLANTZCOS LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISI6N DE CANARIAS (1443-1487) 11 torio no solamente en las Islas, sino también en parte de la Anda-lucía cristiana. Razonaremos brevemente las proposiciones ante-riores que nos parecen seguras y suplen las fantasías de los histo-riadores locales, empeñados en dar una antigüedad de cerca de un siglo a la casa Observante cuando se fundió con la Claustral. Que el convento de la Madre de Dios no es anterior a 1443 se deduce de la escritura de fundación de su hermano primogénito el de Santa María de Jesús, evidentemente el primero que fundaron los misioneros franciscanos de Canarias basados en la bula de Eu-genio IV que les autoriza para ello y solamente en aquel caso, lo que confirma la narrativa de la otra bula de Sixto IV en que se erige la Vicaría provincial de Canarias extendiendo su territorio a otras partes de! Cmtimnte africano 2 piicióii de Fr. Aiforiso de Bolaños, a quien el Papa llama nostrum et Apostolicae Sedis nuntium et conmisarium ad convertendum infickíes insulamm Africae et Guineae illi in mari predicto ubilibet consistentium et etiam Canariae. iZxistió una nueva autorización pontificia para la fundación ,del convento de la Madre de Dios de Jerez? Creemos que sí, aunque la desconozcamos, pues nada en contra de la legitimidad de la po-sesión de aquella casa por los canarios se encuentra, y a más de la tradición de éstos, cabe perfectamente dentro del corto número de conventos que la Custodia tenía al publicarse el 11 de septiembre el breve de Inocencio VI11 Pridem felick, en que se enumeran aquh- 110s diciendo que dicta sit erecta provinciacla de Canarias creada por Sixto IV--quinque aut sex duntaxat ciomus fratrum dicti or-dinis habeat, quarum duae solum in praedictis insulis et alie qw-tuor in tema firme citfa mare lo. En cuanto a que no es posterior a 1450 lo prueba con claridad meridiana la siguiente libranza del Concejo de Jerez contra sus 10 Cfr. el t ~ x t od e !z bula referida eii Fr. Angel Ortega: Las casas de estudio en la provincia & AmlaZuciu, cit. pág. 133, y del breve de Inocen-cio VI11 en la misma obra, pág. 140. La afirmación de la existencia de cuatro conventos de la Custodia de Canarias en el territorio peninsular es rotunda y hay que admitirla como exacta, máxime cuando coincide con lo que por otras fuentes indirectas se conoce. 12 HlPOLITO SANCHO DE SOPRAKIS propios que figura en las actas del cabildo celebrado por aquél en 8 de marzo de 1455, que reza así: Concejo, corregidor e alguacil mayor e los trece caballeros regidores de Ea noble ciudad de Xerex de la Frontera wndamos a vos Juan Melgarejo, mcvyordomo del dicho cowejo este año en que estamos, que de b s marawedk de las rentas e propios del dicho concejo deste dicho año.. . dedes a Diego Martinez de las Av-, clé- &go benef&iado en h iglesia de Sun Marcos desta ciudad, mil e quinientos marawedk que ha de haber e le mandamos dur para dos piezas de paño prieto? que le mandamos comprar para dar en li-mosna a b s frailes del monesterio de h Observancia de los dm-calxos porque algunos delbs están desnudos, para los cobrir, por la dm1k.h. q1.w los chta ciudad han asy en la vida delbs como en sus sermonm; e tomad del dicho Diego Martinex su carta de pago, e con ella e con este mandamiento vos &n rescebavEos en cuenta llos dichos mil e quinientos rnaraveák.. . ll. Como el conocimiento de los Religiosos, el aprecio de su vida ejemplar y de SU &ivid~l apitólica y el determinarse a acudir a la satisfacción de una necesidad apremiante de los mismos con una cantidad de consideración requieren cierto tiempo, no parece excesivo adelantar en un quinquenio la fundación de un monaste-rio de cuya existencia con anterioridad a marzo de 1455 no se puede dudar. En cuanto a que perteneciese a la misión de Canarias, los tex-tos antes insertos y el testimonio contenido en el registro de las Casas de la provincia castellana de origen conventual que el padre Fr. Bartolomé Ca?, compilador de la tradición de la provincia ca-naria, certifica haber uiutc, num sl~fcientes para que haya que se-guir insistiendo sobre un punto en que todos están conformes, aun-que a veces en historia este argumento del consentimiento univer- 11 Cfr. Actas copitrckres de Jerex de In Frontera. Cabildo de 8 de marzo de 1455, fol. 36. Ya en otra ü~a s iSi id imos noticia de esto utilizando otro texto que figura suelto en el mismo volumen de actas capitulares, por lo que no nos fue posible datarlo, lo que es fácil ya con la ayuda de la libranza capitular. que arriba se inserta. Cfr. Son Frnw&co el ~ e adle Jerez de Zn Frontercc eiL e2- siglo XV, Madrid, 1945, pág. 74, n. 63 (Aparte de "Archivo Ibero-Americano",. 1945, vol. V de la segunda serie). 386 Ah'UARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOG LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MI S I ~ND E CANARIAS (1443-1487) 13 sal tenga sus quiebras. Aquél escribe (para garantía de la memoria que consta en De origine Seraphicae ReligionG, del reverendísirno Gonzaga, ocupado entonces en la compilación de su vasta obra estadístico-histórica) : todo lo"cual es manifiesto y estd expresado en una recopilaci6n que sol;an tener los frailes conventuales m que se trataba lcls casas que tenia cada provincia, las cuales sobredichas cinco casas de observancia aoljudkabafi ser de b s frailes de Ca-narias, la cual recolp.ilac2jn consta haberla visto y leído el colector de esta narración estmdo en la ciudad de Ceuta en Afrim siendo guardiún de los conventuales Fray Domingo de Estrella ...; y no hay razón para desconfiar de su testimonio. Un Último argumento para quien esté aún reacio. En 1483 sur-gieron graves deswenenciss entre !su 9bser,m1tes de Cariarias y los Conventuales de Andalucía, y aun en aquéllos entre si, sobre la obediencia a los dos vicarios que pretendían tener jurisdicción sobre ellos, F'r. Alonso del Badillo, nombrado por el ministro ge-neral de la Orden, y Fr. Pedro de Córdoba, representante de la auto-ridad de! ~icvrfeg esercz! UIltramoii'tzm Ue ia ü~servancia-. a s sad-picaduras del litigio llegaron a la comarca, enfrentando a los frai-les de Madre de Dios con los del convento grande de San Francis-co e1 Real y con los de Santa María de Jesús, de tal forma que el Concejo de Jerez acordó, en cabildo de 26 de agosto de 1483, inter-venir para pacificarlos y evitar ciertos daños que de no cncauzarse las cosas podrían sobrevenir a la ciudad. Creemos que para el buen conocedor huelgan más pruebas 12. Todavía un tercer convento vino a sumarse a los de Santa Ma-ría de Jesús y de la Madre de Dios, sometido como aquéllos a la ju-risdicción del Vicario de la misión de Canarias, con la especialidad 12 Véase el texto que, tomado de las actas capitulares del municipio je-rezmo, se public6 en San Francisco el Real áe Jerex en. el siglo XV, apén-dice, pág. 81. Se ve que existían divergencias sobre la autoridad legítima entre las Casas observantes de Jerez .y de Sanlúcar, hasta ahora sometidas a una misma. 14 liIP6LITO SANCHO DE SOPEANIS de estar, no en la costa o sus aledaños como parecía requerir la misión que se les confiaba, sino bastante tierra adentro. Era : EL CONVENTO DE SANTA MARÍAD E LAS VEREDASD,E LA VILLA DE UTRERA. No son claros los orígenes franciscanos de esta Casa, uno de los santuarios marianos de mayor devoción del arzobispado hispalense eri el siglo xv, que, como las otras dos Casas de que se ha hablado, estaba situado a unos mil pasos de la villa, entre olivares, aisla-miento relativo muy tenido en cuenta por los Observantes para la aceptwciSn de ffn.ndaciones. Residencia de ermitaños según la .tra-dición en un tiempo, y pasado después a los Conventuales de San Francisco, que levantaron al lado del eremitorio un pequeño con-vento, no se sabe en realidad cuándo entraron en su posesión los Observantes de la misión de Canarias, si es que no fueron los pri-mrcu rdigiea w,yn a!!i akm-inistraron, según, no sin probabilida-des de estar en lo cierto, opinan historiadores de autoridad; el hecho cierto es que formó parte del grupo observante de la misi611 de Canarias y que no deja de tener probabilidad la hipótesis de que se incorporase al mismo en 1459, en que un utrerano de pres-tigio, Fr. Rodriga de Utrera, se hizo cargo del gobierno de aquélla. Nos faltan documentos que permitan seguir el desarrollo de esta Casa, pero no cabe duda de que alcanzó un cierto grado de ampli-tud y florecimiento al poder recibir dentro de clla el Capitulo pro-vincial de la de Canarias del año 1488 para obedecer las disposi- . . cioiies poiitifici~sq ~ieo rdenwbm Ir, imxrpraciin de los conventos de la Custodia o provincia canariense a la congregación de la Ob-servancia, perdiendo su autonomía en buena parte. La patente del Vicario general ultramontano Fr. Oliverio Maillard, fechada m el convento de'carmona a 16 de abril de 1488, puede ser tanto' menos discutida en 8 ~ a8f imm~iomc~~ a n t cq 'x aqw! nY-r ~ l n d n ----- encon-traba presente en Andalucia y sus informes eran frescos e inme-diatos. Y en el aludido documento se lee: k c a ~ b u dsi ctae previa-ciae Canariae ad capitulum proviraciale congregatis, t o t m ipsam provinciam representantibus in conv~bttu Beatae Mariae pope 388 AAVUARZO DE ESTUDIOS ATLAWTTCOS LOS COFVEXTOS FRANCISCANOS DE LA MISIÚN DE CANARIAS (1443-1487) 15 Utrerarn feria quarta post Pascha Resurrectionis a%no rni~iessimo quadrigentessirno octavo.. . como narrativa de la incorporación de los conventos referidos a la Custodia observante de Sevilla '?. El asunto queda, a nuestro modesto entender, completamente diluci-dado con esto. ;Cuándo se incorporó esta Casa al grupo de las misiones de Africa? Es asunto que no está claro y que la falta de documentos directos impide resolver de plano, lo que explica que tanto los cro-nistas antiguos como los historiadores recientes estén en desacuer-do sobre ello. Suele señalarse el año 1450 como el del suceso alu-dido, pero no teniendo esta opinión en su respaldo documentación alguna ni directa ni indirecta, ofrece no poca probabilidad la. hi-pótesis del P. Fr. Angel Ortega, que supone, basándose en la presen-cia eii la misión de Fr. Rodrigo de Utrera, religioso eminente, anti-guo conventual del famoso convento de La Rábida, el cual gobernaba aquélla como Vicario en 1459 '", haya sido en esta fecha u otra muy su aledaña cuando el santuario de Santa María de las Veredas en-trase a formar parte del grupo de conventos sometidos a su auto-ridad. Lo que parece haber ocurrido con el monasterio onubense antes citado, comunica no poca probabilidad al parecer del P. Or-tega, que otros modernos aceptan como bueno en tanto que no se pueda hacer luz directa sobre este pequeño problema de escasa importancia, toda vez que año antes o año después el monasterio en cuestión perteneció a la Custodia, luego Provincia, de Canarias, cuyos Religiosos lo habitaron casi media centuria. Y esto dicho, entraremos en terreno bastante más inseguro abordando el estudio de las relaciones de La Rábida con la misión canaria. 13 Sobre el convento de las Veredas y sus vicisitudes algo apunta el. P. Gonzaga en su tantas veces citada obra De origine Semphiw Re&io&s, Prov. Baeticae, conv. IX. El pasaje de la patente del Vicario general ultra-montano, Fr. Oliverio Maillard, puede verse en Fr. Angel Ortega: Las cc~sus de estudios, cit., pág. 141. 14 Fr. Rodrigo de Utrera fue elegido Vicario general de la misión de Ca-narias hacia 1459 en un capitulo celebrado bajo la presidencia del famoso Fr. Alfonso de Bolaños, siendo casada su elección, pero no sin que el Vicario elegido haya ejercido actos de jurisdicción. Cfr. Fr. Angel Ortega: La Rábida. Historia doczcme~ztal criticu, vol. 1, Sevilla, 1925, pág. 238, en que inserta 16 HIP~LITO SANCHO DE SOPRANIS Este monasterio, interesante como monumento arqueológico, pero infinitamente más interesante aún desde el punto de vista his-tórico, es uno de aquellos que por su significación dentro del des-arrollo de la vida franciscana en la Andalucía occidental durante el siglo XV y por la relativamente abundante documentación de la época que a nosotros llegó, ofrece al historiador materia de estudio desde muchos puntos de vista, aún dejadas de lado sus relaciones con el descubridor del Nuevo Mundo que han dado pie a tantas fan- a tasías, pues no merecen ni aun el calificativo de tradiciones. Un N E eminente historiador franciscano, utiiizando ios fondos-eii sii O casi totalidad desconocidooconservados en los archivos de su -n- m provincia y enriqueciéndolos con otros, dedicó hace seis lustros un O E fuerte trabajo a la reconstitución del pasado del monasterio refe- SE rido, dejando a un lado para su examen a fondo lo que en realidad - significó en el primer viaje colombino; pero, a pesar de sus apr- 2 taciones de indudable valor y novedad y de su dominio del asunto, - - 0 no pudo poner en claro la situación del monasterio dentro de las m diferentes jurisdicciones-conventuales, observantes, canarios ...- O E existentes en la familia franciscana durante el siglo xv y de las n cuales fué pasando de una a otra, suavizándose la estrecha obser- -E a vancia de los primeros años y admitiendo la posesión de bienes, n9 signo inequívoco de conventualidad, aun conservando por lo demás n n el rigor de vida regular y el retiro propio de los Observantes. Ello, 3 pues, implica no poca dificultad para el establecimiento de las re-o laciones entre la misión de Canarias y el monasterio referido, pues si parece un hecho indudable que formó parte de aquélla, también parece que se impone admitir que solamente debió ser durante al-gunos años, separándose luego de la Custodia africana. un documento fechado en 14 de febrero de 1465 en ei cuai figura Fr. ñ ~ B r @ de Utrera como czcstodio de AndaGlcia ZZam& cmtodia de 8eviZla, hacién-dose cargo del convento hasta entonces claustral de San Francisco, de Cór-doba, que aceptando la reforma se incorpora a la observancia y su congre-gaci6n. 390 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTTCOS LOS CONVEKTOS FRANCISCANOS DE L4 MISI6N DE CANARIAS (1443-1487) 17 Confesamos que, a pesar del interés puesto en el estudio de la cuestión, no hemos logrado verla clara, y para facilitar su cono-cimiento vamos a distinguir dos partes en ella, analizándolas sepa-radamente: a) el hecho de la incorporación de La Rábida a la Cus-todia canariense, y b) la fecha y duración de la misma, que, repe-timos, hasta el presente no hemos podido fijar con la precisión y seguridad que desearíamos. Creemos que, por lo que toca al hecho de la incorporación del convento de Santa María de La Rábida a la misión de Canarias, sería hipercrítico negarla después de la afirmación unánime de los cronistas del siglo XVI, y que de no ser admitida plantearía otro problema en que no paró mientes el doctísimo historiador citado de la referida Casa. Si se elimina, como él a última hora pretendió, 2 c ~ ~ x ~ r r ~&+ , = ~& bida y & &rzz & Cüstu&ia afyicana, jcómo se explica la afirmación, repetida en documentos oficiales de fines del cuatrocientos, de que esta última tenia dos conventos en las Islas y cuatro o cinco en la Península? i Ignoraría la reali-dad de los hechos Inocencio VI11 o el que por su orden redactó el hwaTl a rl2 ,vu nw.hvr- ic Fe72-irr Iil 2- -.-- .---L-- J owoo (11 uc S C ~ ~ ~ C L L d~ eV I1~48: 7 ) cuando escri"uia que los canarios tenían sex dumtaaat domus fratrum dicti ordinis habeat, quarum due solae in praedictis ZnsuZis et aZie quatuor in terra firma in b c k satis vicink custodiae HispaEensi pou.Énciae 6!astellae? Es llevar demasiado lejos las cosas desentenderse de un testimonio tan autorizado no solamente por su procedencia, sino por lo sujeto a contestación por parte de los interesados que no habrían dejado de protestar de ser falsa su narrativa, y lo reci-bieron sumisamente, según el propio Vicario de los Observantes ultramontanos certifica. Por tanto, el famosísimo convento del cual parece proceciieron ios primeros misioneros franciscanos que co-menzaron la evangelización de las Islas por la de Fuerteventura, no debe ser excluido de la Custodia canariense, máxime cuando los primeros pobladores del convento de Betancuria, en Fuerteven-tura, salieron de él, como confiesa el mismo P. Ortega, y continuó enviando a ia misión hombres eminentes como el Vicario general Fr. Rodrigo de Utrera y el famosísimo Fr. Alfonso de Bolaños. En cuanto a la fecha de la incorporación, confesamos que se $carece de datos positivos para fijarla; pero constando que en 1443 Núm. 5 (19691 se fundó el primer convento en territorio europeo y en 1450 se in-tentaba fundar uno segundo en la isla de Madeira que no llego a. cuajar, habría que colocarla después de este último año, quizá du-rante la vicaría del P. Utrera que, morador de aquel monasterio en 1452, era Vicario o Custodio de la misión en 1459. Este reli-gioso, que procedía de la Conventualidad, se había pasado a la Ob-servancia siendo Custodio de la de Sevilla de este grupo monás-tico en 1465, en que le encontramos presente en la escritura de entrega del grgn convento de Córdoba para su reforma, reforma. que parece no hubo de prosperar, pues años adelante hubo que proceder-esta vez definitivamente-a la misma 15. 15 El P. Fr. Angel Ortega, el mejor conocedor de la historia del convento de La Rábida que ha ilustrado con numerosa documentación desconocida de eqjecia; iii'Lei-6s :u qlUe se refferc. 2 1s Edad Media, ha hahliñe cnn precisión y seguridad en él características al ocuparse de las relaciones del famoso convento de las márgenes del Odie1 con la misión franciscana de Ca-- narias. Las da por supuestas y conocidas, apunta la hipótesis de que fue La Rábida el convento que en los primeros planes acerca de la organización de: aquella empresa evangélica se destinó a casa matriz de los misioneros, da nombres iie éstos, hijos ü aiiiigiüüios cünueiitü&s de dicha Casa, y en determi-nado momento, olvidando lo que dicen los documentos pontificios de Sixto IV y su sucesor Inücencio VI11 acerca del número de casas de la jurisdicción. de la provincia de Canarias en la Península, reduce éstas a dos, cuando al formar el elenco de las casas de la provincia de Andalucía en 1480 escribe:. "Se deben aízn-r los co~zventosd e Canccrius por este orden: San Francisco, Fuerteventura, 1416. Snu Frartcisco, Las Palmas, 1477. Ntra. Sr. de las Veredns, Utrera, 1451. Sta. Mam'w de Jesús, Sanl?icar de Barrunzedíc, 1443" (La Rábidu. Historin documental, cit., vol. 1, pág. 218), con lo que excluye a La Rábida de la Vi-caría de canahas, adoptando una postura opuesta y en el fondo no menos exagerada que i a Üe i reverenciísimo Gonzaga cuan60 ocup~nrinsed ei cüiiveiiiv de Fuerteventura le consideraba matriz de varios peninsulares y escribía, mezclando lo cierto con lo que distaba de serlo, lo que sigue: wzi?zoritim quinque monusteria, nampe Xeresanum. .. Sanctae Mariae de Semitis, Sanctae Mariae cle Rabidu, Lazcretanum et oppidi Suducar de Barrameda baetica he. provincia atque plzcres religiosos vitn et sinctitate ilzsignes nobis peperit. Op. cit. De prov. Canar. conv. 1. Pero muy cie otro modo habia ei iiocto histoi;iador de La Rábida en la misma obra, vol. 1, cap. IV, págs. 209 y SS., reconociendo la existencia de relaciones e influencia mutua entre el monasterio y la misión como lo pedirían, de no existir pruebas positivas de ello, la situación geográ-fica de ambos. ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS LOS COX\WSTOS FRAXCISCANOS DE LA MISIÓN DE CANARIAS (1443-1487) 19 A fuer de sinceros hemos de confesar que, aun admitiendo la verdad fundamental de la narración del P. Gonzaga y su inspira-dor, la impresión que la documentación estudiada produce es la de que, habiendo influido acaso más que ningún otro convento de tie-rra firme en la organización y desarrollo de la misión de Canarias el convento de La Rábida, su situación jurídica no fué la mima que la de las otras tres casas de Sanlúcar, Jerez y Utrera, no inte-grándose en la Custodia, transformada prematuramente en Pro-vincia, ni estando sujeta por consiguiente a sus Vicarios. Parecs cierto que antes de decidirse los misioneros a fundar el convento sanluqueño de Santa María de Jesús habían puesto los ojos en el eremitorio, ya monasterio, de Santa María de La Rábida, Casa que reunía todas las condiciones apetecibles-aislamiento, proximidad 0 IJn niini.fn ,-la .-.,,+:-.,:;-I--;l, -- --1 2- n - 1 - - ---- ---------1 - ~ U U LLV uu ~ l a u~ L L I V I U ~ U LU~ I IUc id el ue ralus, UJ11 CUI I lui I l - dad si no excesiva ya numerosa y capaz de proveer del personal necesario ...-y la cual había dado los Religiosos que constituyeron, si no la totalidad, a lo menos la casi totalidad de la comunidad del convento isleño de Betancuria años hacía; el proyecto fracasó igno-rarrios por qué causas, pero las reiaciones continuaron y Santa Ma-ría de La Rábrida suministró, a lo largo del cuatrocientos, hom-bres eminentes a la Custodia canariense, de los que unos la gober-naron y otros la ilustraron. La tradición asegura que las dos gran-des figuras de Ia primera hora franciscana en las Islas,'San Diego de Alcalá y el venerable F'r. Juan de Santorcaz, de allí salieron y en la casa moraron aunque no fuesen hijos de hábito de ella, y si se desconfía de sus afirmaciones por lo que vienen fallando, la do-cumentación garantiza la filiación de otros y la procedencia del Vicario general Fr. Rodrigo de Utrera y del legendario misionero Fr. Alfonso de Bolaños, que tan importante papel desempeña en uno de los momentos cruciales de la organización definitiva de la obra evangelizadora que se trata de extender por Guinea y tierra firme aledaña del Continente africano, obra de propagación de la fe que tan excelentes resultados iba dando en las Islas. Las re-laciones entre la Custodia de Canarias y el monasterio, al que da-rían renombre universal sus relaciones con Cristóbal Colón, fueron continuadas e importantes, debiéndosele parte del personal que ser-vía en aquélla; y si en ocasiones solamente dependió de los supe- riores de la Custodia, encuadrándose jurídicamente dentro de la misma, en otros periodos de su movida historia en que formó parte de la Conventualidad o de otras circunscripciones administrativas de su Orden dentro del grupo observante de la misma, no perdió el contacto con los canarios, incluso prestándoles los servicios que de ella se esperaban cuando se proyectó hacerla casa matriz de la empresa misionera que acarició con tanto interés el Papa Euge-nio IV, según testimonían varios de los documentos que, cmanados de su cancillería, conocemos unos desde antiguo y otros recien-temente. A la distancia de casi un siglo-mejor dicho, de más de un si-glo- que fué, cuando los recuerdos se compilaron, no es pues ex-traño que se considerase a La Rábida como uno de los cuatro con- a N ventos que. perteneciendo en la Península a la Custodia, luego Pro- E vincia, de las Islas, tan excelentes servicios prestaron en la evan- O n gelización de aquéllas, y el informador del general Gonzaga y lue- - Oo> go éste hayan incluido aquél, sin hacer los distingos que eran ?le- £ 2 cesarios, entre los cuatro que la documentación pontificia de los -E últimos años-que no hay por qué considerar sospechosa de crror-señalaba como formando parte de la corporación que se deshacía 2 - para transformarla, incorporándolos, para su más fácil gobierno, - 0 m E ;1 la Custodia observante de Andalucía. Y aún algo más debió de U haber, pues, excluída La Rábida, no es posible llegar al número de cuatro monasterios señalados por Inocencia VI11 como pertene- n -E &entes a la misión de Africa, dificultad no tenida en cuenta por a 2 quienes, resolviendo de plano el problema de la dificil armoniza- n ción de unas afirmaciones rotundas y de unos hechos innegables, n redujeron a dos los conventos misioneros existentes en .Andalucía 3 O un 1487. Tz! es nwstro parecer? pues ante la merecida autoridad de los que de otra manera opinaron, bien se puede recor-dar el adagio clásico Aliquando bonzcs dorrnitat Homerus 16. Resta aún un punto por examinar: ¿qué hay de cierto en la afirmación del P. Gonzaga, en esto eco de lo que le comunicaron desde Canarias, de haber pertenecido a la Provincia de Canarias 1s ~ecuérdeselo apuntado en la nota precedente. 394 ANUARIO DE ESTUDIOS -4TLANTICOS LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISION DE CANARIAS (1443-1487) 21 primitiva el convento anejo al santuario de Nuestra Señora del Oreto en el aljarafe sevillano? Y que se trate del todavía habitado por los religiosos de la observancia de San Francisco, no es cosa de que se pueda dudar por el detalle que acerca de su situaci6n geográfica da el memorial enviado al cronista desde las aludidas Islas 17. Si nos atenemos a una estricta historicidad, la respuesta tiene que ser negativa y contra ella no cabría recurso ni habilidad po-lémica, pues el monasterio del Oreto, de tan gratos recuerdos para la Orden de San Francisco, no se recibió por ésta en la Provincia de Andalucía hasta el año 1525. Tenemos la carta de fundación, se conoce con bastante detalle la historia del convento y del san-tuario anejo, no faltan tradiciones que hayan intentado suavizar leo r.:n;ilno 1:nnno iln In drir.rrmnrr+na:An .-.Gn;nl ri llnrrnn o.." rirnn:r\o L a u r i6duau r iuc au u= ia uubuiiiciiu&biuiiu u b A a i u l~ci~UaUiD V ~ ~ I V U , pero nada se encuentra en todo ello que autorice a admitir como fundada esa inclusión de un monasterio aún inexistente en el elenco de los que constituían la Provincia canariense en 1487. Por con-siguiente, por buena voluntad que se ponga en el estudio del pro- LWl--C- ~ U:a ~so, k~i6rqi ue se 66, a: ~ilisiriíti iem qiie ser iiegativa y hay que aceptar la posición adoptada ante él por los historiadores que tuvieron que planteárselo. Pero si el Oreto como monasterio y fundación formal no pudo pertenecer a la Custodia canariense o a su sucesora la Provincia, ;no pudo ocurrir que junto al pequeño santuario, aislado en la campiña pero próximo a Sevilla, haya existido uno de aquellos eremitorios, el elenco de los cuales dista de haber sido formado con la precisión y el rigor que querríamos y la falta de documentación impide, que se dejaban con igual facilidad que se tomaban y ha-biéndolo ocupado en alguna ocas i~nlo s religiosos de algunos de los conventos de Jerez, Sanlúcar o Utrera, persistiendo el recuerdo de esto haya movido al informador del reverendisimo Gonzaga s in- 17 La relación publicada por el P. Inchaurbe, op. cit., cap. 1, pág. 12, dice así en su capituio 11: ccssim.iswio jw?tciaron ... e¿ monasterio áe Loreto e% el Azaraje de Sevilla. Este pequeño detalle geográfico sitúa a la casa referida de tal modo que no se puede dudarse aludía al devoto y observante monas-terio que santificaron con su presencia muchos varones ilustres en santidad y entre ellos San Francisco Solano. 22 HIPÓLITO SANCHO DE SOPRAXIS cluir en el grupa de aquéllos, sin hacer distinción entre el estado pasado y el presente, el histórico santuario aljarafeño del Oreto ? Podrá oponerse a esto que en el elenco de los eremitorios poseídos por los Observantes en Andalucía-que distan de estar Sdentifi-cados- no figura el aludido; pero a ello se puede responder que la fecha de dicha lista es muy anterior al período del desarrollo de la Misih, Custodia y Provincia de Canarias, y el argumento nega-tivo que sobre ello pudiera formarse carece de valor en d caso presente IQ. * d á Resumiendo todo lo anterior tenemos como bien establecido: a) Que la Misión de Canarias desde sus primeros años ha re-cibido auxilio eficaz en personal y material de los Franciscanos de 1s El convento del Oreto tiene una excelente historia que hace medio siglo publicó el P. Fr. Angel Ortega: Hisikma de la imagen y snntwcrio de N~ies-tra Señora de Loreto en In proviwAa y ccrchidiócesis de Sevzlla, Lérida, 1906 El autor volvió sobre el asunto publicando documentos que no habían tenido cabida en aquélla dado su carácter, en Las cccsas de estudio tantas veces ci-tadas, págs. 247-270. Encabeza ia serie ia toma de posesi6ii 6e: ei-eXXik7i-h de Ntra. Sra. de Valverde en el ajarafe sevillano para fundar allí un convento por el P. Fr. Juan de Medina, provincial de la franciscana de Andalucía, en 25 de agosto de 1525. Creemos que no caben discusiones sobre ello. 19 El elenco de los eremitorios existentes en territorio de la Custodia de Sevilla, y que estaban poblados por los religiosos de la Observancia fian-ciscana, se encuentra en la obra citada del P. Fr. Germán Rubio: La Czmtodzn franciscccm de Sevilía, Sevilla, 1953, cap. VII, art. 2.0, págs. 251-271, com-pletado con lo que aparece en la misma obra, cap. VIII, art. 5." ppág.s 392-3. En la documentada publicación conmemorativa del centenario 5.Q de la ca-nonización de San Pedro Regalado, el santo de la reforma franciscana espa-fiola, Ivhtroducción a los ortgelzes de la Observalzck en Espc~ña. Las reforains en los szglos XZV y XV ("Archivo Ibero Americano", núms. 65-68, i95'i), al-ticulo IV, La reforma eja Cnstilla, se discuten algunas de las afirmaciones de los PP. Rubio y Ortega y se aborda el estudio directo de los orígenes y carac-terísticas de los eremitorios en cuestión, incluyendo en ellos no solamente a los situados dentro del territorio de la Custodia de Sevilla, sino a los exis-tentes en todo el de la provincia castellana. Como ocurre frecuentemente en asuntos como éste, cuyo estudio serio es ahora cuando se aborda, ias conciu-siones a que en ocasiones se llega distan de ser las precisas y seguras que deseáramos. Esto, sin que implique ni censura para los que emprendieron antes y ahora aquél, ni desconocimiento de su meritoria labor, ni del avance indudable que sus conclusiones representan en un período histórico tan confuso. 396 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS LOS CONVENTOS FRANCISCANOS DE LA MISIÓN DE CANARIAS (1443-1487) 23 la Provincia de Castilla, que constituían la Custodia observante de Sevilla, habiendo procedido de La Rábida los más de los que poblaron el convento de Betancuria, cuya buena organización pre-ocupó tanto en Roma que en documentos pontificios se desciende a sus más pequeños detalles. b) Que para facilitar los embarques y recoger a los Religio-sos que regresaban a la Península se fundó primeramente en 1443 el convento de Santa María de Jesús, verdadera Casa matriz en la Península de los Misioneros. C) Que siendo insuficiente aquél, y p-obabl&ente para la me-jor recluta de personal, se fundaron nuevos conventos en Jerez de la Frontera, Utrera y no improbablemente en el Oreto, los cuales dependieron de los superiores isleños y formaron parte de la Mi-sien iiásia que, cambiadas las circunstancias, se ios agregó a ia Custodia de Sevilla en 1487, aunque ~o~servándosceie rtos lazos entre la nueva Custodia canariense y el converito de Santa Naría. de Jesús de Sanlúcar, origen de pleitos y reclamaciones que se pro-longarán durante más de dos siglos antes de solucionarse definiti-vamente. d) Que por lo que toca al histórico convento de La Rábida, que suministró personal no sólo en la primera hora, sino posteriormen-te, no parece que jurídicamente formase parte del grupo de con-ventos misioneros, salvo en algún corto período, pero que continuó en estrecha relación con el mismo, como lo explican la presencia de hijos suyos-el famoso Fr. Alfonso de Bolaños entre ellos-incluso como jefes de aquella apostólica empresa 20. '0 La personalidad de Fr. Alonso de Bolaños, su intervención en las mi-siones de Africa que amplía llevándolas del grupo canario a Guinea y otras partes del continente africano, su carácter de Nuncio Apostólico y otros de-talles de su vida, hacen deseable que se intentase un esquema biográfico del mismo -por el momento parece no poder pedirse más en tanto que siguen alun~brándose lentamente nuevas fuentes de conocimiento-, para el cual creemos que ofrecen material no solamente los documentos oficiales, sino las noticias recogidas por cronistas, en especial por el diligentisimo Wadingo, que cita repetidamente a nuestro Vicario general de Africa. Quizá la cronología plantee más de un problema interesante de resolver ante la longevidad que documentos oficiales obligan a conceder a Fr. Alonso de Bolaños, si no es que. como ha ocurrido con otras personalidades destacadas, haya que desdoblarlo en dos sujetos, uno y otro de relieve histórico. |
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