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DE CANARIAS? mAS AKLV..A-REZ I)ELGaJ,w CiLtedrático de la Universidad de La Laguna. Ea postura resueltamente negativa que mantengo frente a este interrogante habrá de causar extrañeza a quienes conozcan la tesis "canarios igwi a cananeos", del P. IEervás y Panduro ", la monografía del Dr. Verneau Sur les sémites aux lZes Canaries París, 1891), las comparaciones con voces hebreas, árabes y ca-narias en la Ethnographie (1836) de Berthebt y las aproxima-ciones lingüisticas entre semítico y guanche en los artículos re-cientes de W. Giese, W. Vycichl y E. Zyhlarz luego citados. Para comprender mi plan en este artículo subrayo ciertos puntos sentados en otros trabajos míos publicados o inéditos. En el estado actual de mis conocimientos, el guanche o habla de los priinitivos canarios no es un puro dialecto bereber (como ke afirma corrientemente), en el mismo plano de los norteafri-canos de este nombre, sino un grupo dialectal con diferencias y relaciones diversas con el bereber, pero conservando eIc'me_ntns 'de un más estrecho contacto prehistórico con el egipcio. Consi- . . . . ' 1 Pienso dedicar en breve un ,amplio articulo .a las datos canarios del . . P. Hervás. 2 JUAN ALVAREZ DELGADO dero que las semejanzas de lo tinerfeño con lo egipcio en la mo-mificación, la lucha bipersonal y la tabona o piedra negra ' hallan su réplica en el parentesco Iingüístico del guanche y egipcio, ya subrayado en mi estudio del sjstema de numeración. Y los dia-lectos insulares primitivos de Canarias tienen entre sí isoglosas y diferencias análogas a las de la dialectología bereber. En la imposibilidad de estudiar singularmente todas las for-mas guanches de presunto semitismo ', sólo va en este artículo un grupo de voces muy características, que creo explicables como variantes de un radical originario común al grupo camitosemita, ya hoy bien garantizado y admitido por la investigación mun-dial 4. a Es máxima en lingüística el más cauto rigorismo en proble- E mas de préstamo, que sigo en lo posible dentro de nuestros ac- O n-- tuales conocimientos lingüisticos del egipcio, bereber y guanche. m O Yo estimo incontrovertible que, en la comparación de formas co- E 2 munes a un grupo, no basta una aparente semejanza radical, sino iina plena identidad formal. semántica y fonética, para deducir 3 conclusiones seguras de parentesco. O-m En su virtud, si comparamos el guanche Glbiteros con el E ár. gébel; Amagar con ar. aZ-mugarct; ajódar y argodey con el O púnico agadar; Guinigmda con ár. wa&; Tc~rn~raceitcc on n E .ár. támra "dátil", de fonetismo, estructura formal o sentido dis- a tintos, podemos deducir que no son "semitismos" del *anche,. n sino formas derivadas del tronco común semitocamita. Y no se n 3 2 Señalados en mis trabajos: Teide: Ensayo de Filolvgia tinaferia., La Laguna, 1945; y S2steima de NurnLerac+& .NorteclfrU:m, Madrid, 194% 8 Otras aproximaciones resultan menos fundadas y su explicación cami~ tica más evidente. Zyhlarz y Giese señalan en sus aludidos artículos: Zwn "sol", forma falsa de Bory; ahernom y ahumen, claras variantes del egipcio y. bereber amzam "agua"; wof en Azofa:.y Tazofote nombres .de fuentes, corresponde al bereber asif : asuf "río, fuente"; ulmerzena corm es una $rase que hay que leer j v Amtan ! r ";ay! ;v84game .Dios!", sin. referirse al Corán, como se ha dicho ... 4 Cf. la magnífica reedici6n de la obra Les Lh>agz&es oTu Monde, bajo la dirección de Meillet-Cahen íafio 1952). 54: ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS j SEMITISMOS EN EL GUANCHE DE CANARIAS? 3 podrá hablar por tanto de colonos árabes, púnicos o cananeos llegados a Canarias, sino habremos encontrado tal vez pruebas de un estadio 1in.güistico más antiguo, conservado por el aisla-miento multisecular en el guanche del Archipiélago, mientras los desplazamientos de pueblos y la superposición de culturas en el Continente arrinconaron o eliminaron esas formas en las lenguas hermanas, que evolucionaban por otras vías j. Y .los epígrafes que siguen, estudios monográficos de cada forma arrancados a mi obra general de lingüística guanche en preparación, sólo recogen algunos de los acercamientos más im-presionantes o generalmente admitidos. Sitúa Torriani en su carta de Tenerife (fol. 68 r., ed. de Wol-fel, lámina IV y pág. 277) la Gibiteros mletta entre la Playa de las Galletas y otra que sin dekmninativo cilnca I! s?ir de M d taña Roja. Como esta Última tiene que coincidir con las actuales del Confital o la Tejita, cercanas a Montaña Roja, es preciso poner la de Gibiteros en la punta de Montaña Amarilla o en La de los Abrigos. Personalmente sostengo la primera identificación; haciendo a Gibiteros = "montaña amarilla", pues doy ésta como traducción del nombre guanche. . . Creo asegurada mi identificación, porque antes de Torriani las Datas citan ya con este nombre el Puerto de los Abrigos (cf. II, 15, 30, año 1504) ; y además, porque si. bien el Dr. Wolfel (pa-gina 277). desconoce otra .huella de Gibiteros, me warece obligado identificarlo con la Punta Giutero, que la cartografía de Tenerife colocaba hasta hace medio siglo en la que los mapas modernos Militar, del Cabildo, etc.) llaman Punta de la Montaña Amarilla. 5 Muchos investigadores se inclinan con gran insistencia. hacia una des-tacada modernidad del guanche en su relación con 'el bereber, idea que no ' comparto y entre otros suscribió el llorado amigo G. Marcy en un artículo inédito que Cebo a la amabilidad de Mr. Emile Janier. 4 JUAN. ALVAnEZ DEiGAiX) Muchos mapas ingleses del siglo xvm y m, que poseía el Museo de Villa Benitez (propiedad del editor del luego citado mapa de Peñuelas) y otros hoteles de turismo de esta Isla, como el mapa militar inglés (1 : 100 mil, ed. Imray, Laurie, Morie et Wilson, Londres, 1908), que tengo a mano, sitúan claramente en fa actual Montaña Amarilla la Punta Giutero (sic!). En otros es difícil precisar si dice Gzlitero o Giutero, como el del libro Te- &fe and its Satellites, de Olivia M. Stone, o el del Hidrographic Qffice de Wáshington (junio 1898), del que conozco reproducción de 1902. También escribe Punta Guitero (sic!) el mapa de Tene-rife de D. Manuel Peñue'las (ed. por D. A. J. Benitez, Santa Cruz a de Tenerife, s. a.), y el viejo mapa del Dr. Chil Naranjo (Estu- N E dios, 1, pág. 365) coloca allí la Punta Guttero (sic!j, que es sin O duda grafia errada del grabador 'Presumo que estos y otros n-- m mapas derivan de una fuente cartográfica máls antigua, que no O E he podido identificar. E 2 E De todas las citadas variantes -hay que estimar autitntica - Gutero no sólo como lectio diffkilior en transmisión manuscri- 3 ta, sino también conzo resultado fonético normal de la forma de - - 0 m Torriani, por evolución fácil en el medio -lingüístico de Canarias. E O La -S final de Gibiteros puede proceder de otra consonante E (comp. Agüimes, Güime y Güímar de un primitivo Igoydrnad), y n -E el propio Dr. Wolfel pretendió explicarla sobre variantes con -r a 2 final. Esa consonante primitiva pudo ser una sonante normal, o n n también una aspirada, laringal, sonante velar o espirantizada, como la que los berberistas transcriben por h, gh, rh, o el gah 3 O árabe. La forma moderna Giutero ofrece la fácil caída de la -S final absoluta en el español de Andalucía, Canarias y América 7. -. - - - - $ 0 Cliil Naranjo se quejó de erratas escapadas en su obra, impresa sin su vigilancia. Posiblemente el grabador calcó un mapa antiguo, y no obra nueva de Chil o sus colaboradores; porque ni al describir la isla en ese tomo, ni en la lista toponlmica del tomo 11, cita la Montafia Amarilla, ni la Punta Guttero. , 7 B. Navarro TomBS:-Pron~nciaeZÓn Espaiiola, Madrid, 1950, núm. 109. J. Alvarez Delgado: PuWo de Canarim en ia Zmstigackím Lingiiísth, páginas 30 y 36. 36 ANUARIO DE EBTUDI06 ATLANTICOS L SEMITISMOS EN EL GIJANCHE DE CA~~ARIAS? 5: Wdfel no advirtió que la -b- está enmendada en el Gibiteros del mapa, como permite apreciar la fotocopia; pero trátese de gibiteros o giuiteros (sin distinción fonética en la ~rtografía ca-naria del siglo XVI), la pérdida de la protónica y la labialización de -b- agrupada, son fenómenos frecuentes en el castellano anti-guo, como aparece en capitule > cabdaZ > caudal; cZvztate > cibdad > ciudad. . . No es óbice a la identificación fónica la posiblemente distinta articulación de la g- inicial en guanche, italiano y el español de las fuentes que dan G-iutero, pues el mismo Torriani escribe Giniguada, lo que otras fuentes dan Geniguada y se pronuncia y escribe hoy Guiniguada. Y tampoco es dificultad el desplaza-miento del nombre entre la orografía interior y la toponimia costera, que tienen también por allí la citada Punta y Montaña Roja, Playa y caserío de las Galletas y 'la Punta de la Montaña Amarilla de los actuales mapas. Pudiera creerse de imposición moderna el actual topónimo Montaña. Amarilla, a! estile de 10s eercanus Müiitaiia Roja, Punta Negra, Montaña Gorda y Montaña Aguzada; pero pienso que en este caso concreto se trata de versión del topónjmo indígena Gbiteros, cuyo valor preciso es. Y para probarlo establezcamos como hipótesis de trabajo la descomplosición de G-ibiteros en *gibi - teros o "giui - tam. El primer elemento nos llevaría a relacionar nuestra voz con el árabe gébei = $alaal "montaña". El segundo podría aproxi-marse, como ya lo sugirió Wolfel, al topónimo canario Teror, pero tiene el sentido de "amarillo" uue comprobaré por e! bereber. W m h e GIBI, GIU "montaña". Es singular que no haya en la toponimia de Canarias (al me-nos no di con éi hasta ahora) otro topónimo con el radical de G.iMteros : Giutero. Y ello prueba que nos encontramos ante uno . 8 Cf. Menéndez Pidal: Grunndtica Histórica, núm. 60, 1. pág. 133. Nh. 1 (1956) 57' 6 JUAN ALVARE2 D W + de esos únicos ejemplares, que con frecuencia ofrece el guanche, por pobreza de nuestra documentación '. Tampoco hay en nues-tra toponimia hispánica moderna formas con el arabismo gebel o gábal. ' Aunque los especialistas conocen bien el problena, bueno será subrayar que en general se deriva de la raiz semita g-b-Z la forma árabe . ;l+ "monte" (leído gébel, yébel, XébeZ o XbéZ con fonetismo árabe granadino, marroquí, maltés o tunecino, y gábaZ o @iba1 en árabe literal e ibero-árabe) lo. a Los léxicos árabes, a lo que veo, suelen depender este nombre N E del radicai bei verbo g a W "fomar, creczr" y SUS derivadns. O ri Pero mi opuesto parecer es que gebei "montaña" tiene radical -- m O pansemita, que se conecta, de un lado, con los topjnimos hebreos E S nombres de una región de Idumea y de la vieja Byblos, Ras Sanira E m o Ugarit, y de otro, con el radical hebreo gabZl "circunscribir, poner limites, torcer" y coi1 el nombre común O E E 5 1 3 O 5339 = gdbüJ B- "lindero, piedra terminal, elevación", como hacen los dicciona-rios hebreos ll. :' Hay algunas formas como Czli@i ( C ) , W g U o y Tigüijluo (Tj , punta y saltadero, Jebles (H) y Aguajabva (G) que pudieran acercarse, pero a h i - ten otras explicaciones y no es exacta su correspondencia fónica. También podría ocurrir que el valor etimológico primario que vernos en g,ubuúiltz "límite", s ~ l op ermitiera aplicarlo a una montaña terminal, ,como es la Montaña Amarilla, ,y no a cualquier collado interior. Véase estas formas en A. Steiger: Contribzwión a tn fmu%ica (le ks a.rabiswros..., págs. 88 y 314; ksin Palacios: Toponi!mja, pág. iW. "MG-U-C-L-' "- dense voces como Gibraltar, jabalí, etc. . . 11 V. Gesenius: Hebraiscbs WWoerbuch, nueva edición por Buhl; y Bauer-Leander: HistoRsche h m a t i k cler Hebr&.whe+t Sprnche, Halle, 1922. ¿SEMITISWOS EN EL GUANCHE DE CANARIAS? 7 Me fundo en la forma fenicio-púnica gubdim "linderos" (Poenu8u.s de Plauto, v. 9381, plural carclcteristico con el viejo fonetismo propio de la voz originaria que eufonizaron los grie-gos en pljplios (por gúb . lim) 12. El sentido primario debe ser el fenicio "límite", "contorno", del que derivan, por un lado, el de "piedra terminal", "elevación", "monta5a", y por otro, el de "contornear", "formar", "cons-tituir", Ya M. Cohen l3 emparentó este radical semita g-b4 "monta-ña" con la forma egipcia de igual valor g-w, aunque Sethe y Zyhlarz l4 sospechan puede ser préstamos o reconstrucción s e d - tica. Considero que la forma egipcia g-w y su derivado @opto ToOT = t'w "montaña" no pueden ser calco semítico; porque el egipcio da el nombre de Byblos bajo dos grafias distintas . .. . . que ucn transcnpcmn exactz a! egipcio del uerita y-B-l, sin Id. peculiar w de las formas egipcia y copta. Se ve que el sentimiento lingüístico de los egipcios consideraba esta forma como extraña. Interesa subrayar ciertos detalles para garantía de esla com-paración lingüística. En cuanto a la forma copta, el signo de la velar antigua del egipcio, llamado cesta cle asa ( '7 ) , se pla- 12 V, J. F'riedrich: Phonixisch-p111tisck G r m m t i k , Roma, 1951, nú-mero 197, d. Me parece obligado este fonetismo fenicio, que explica. bien Byblos muy oscuro sobre el hebreo gdbal. Cf. H. B. Rosén: Notas a@ L~&W%U1, 951, 173, y Vet. Testm~ntumzC Leiden), 1951, 306; y G. J. Tierry: Vet. Testmmentum, 1951, 130. 13 Marcel Cohen: Essai colmparetif sur le vooubduire E¿ la ph.olzét,iqw du Chamito-Semuttique, París, 1947, núm. 205. 14. Vide E. Zyhlarz: Urspncnig und SpraeWrakta &S Altiigyptischn, apud Z. E. S., 1933, pág. 244.-J. Vergote: Phonétique h i s t o r i q ~& l'egyp; tien. Les consiwmes, Lovaina, 1945, p&g. 51. Zyhlam da ynbd como ante: cedente de Byblos, y en cambio parte de un semita originario gubalu para explicar la corrupción (sic!) en egipcio de la forma semita. Lo dicho exc. luye. tal explicación. . . '8 JUAN ALVAREZ DELGADO talizó en medio y neo-egipcio, y confundida con las dentales, pasó a representarse en copto con dental (o con una velar paladial), según circunstancias y dialectos. Así la voz copta es segura he-redera de la egipcia g-w, que debió tener, al menos desde el neo-egipcio, timbre vocálico oscuro, como la forma fenicia (v. Ver-gote, ob. cit., pág. 33). En cuanto a la otra wisonante, tanto Vergote como Cohen señalan (obs. cits.) la confusión e intercambio entre la labial sonora (b) y la sonante bilabial (w) en formas indudablemente emparentadas. Por otra parte, la -7- protosemita, correspcnde (véase el cuadro de equivalencias de Vergote y pág. 108) a una a de las tres más características laringales del egipcio, cuando no E vr, tanscrf.r p r sonante e o r en ciertas posiciones 15. Como la O n forma egipcia primitiva debía conservar la acentuación inicial -- m O prehistórica, bien garantizada en el protosemita, por ejemplo E E 2 para el hebreo Sg: = gÜM.2 y para el protofenicio " gublim > E Byblos, se explica la caída de la tercera consonante o la solda-dura cie iabiai y iaringai en ia forma común ptoegipcia * 94-3 3 - o g-b-y, antecedente del documentado antiguo-egipcio : g-w. 0 m E De lo dicho resulta que la forma egipcia primitiva podría ha- O ber sonado, con vocal -i-, gibi o giwi, igual que el radical hallado n en el topónimo de Tenerife, o con las mismas consonantes y vocal E a -ec- (como la fenicia gubzcz'im). n En cambio, no enccrntré en los dialectos bereberes (tal vez n n por deficiente información, o porque hayan sido eliminadas ante 3 O los numerosos derivados tomados al árabe kGb~1) formas seguras pzrien,teu & !u. egipiu. y gp~nchef, o r a de1 zenaga dgowj "duna". 15 Eh el tratamiento de -1- primitiva el egipcio antiguo (no el copto Fayúmico) es tan opuesto a su presencia como el guanche tinerfefio, mien-tras la tiene el dialecto gomero. Todos los tratadistas señalan alternancias c i ~ 'e&g . %-S "!ehpial', mptn 'lns, bereber iles; o 'semita Z-b-b "corazón", cuchita 1-b, bereber'uli'(con matétesis y vocalización de labial), egipcio y-b. Este altimo, ,t r, atamiento justifica nuestra hipótesis *g-h-:y ' antecedente dc g-w "montaf¡a".'V&se pafa los ejemplos citados M. Cohen y Vergote (obras citadas). 60 ANUARIO DE EBTUDIOB ATLANTICOS ¿ SEMITISMOS EN EL GUAh'CHE DE CANARIAS ? :9 "colina", y agawes "duna alargada", que cierto poiecen relacio-nadas l';. Pero con lo dicho basta para asegurar esta forma. camita pro-pia, común al egipcio, guanche y zenaga, que bajo :as formas gibi o giui es paralela de la pansemita 3 2 3 = g-b-l, correspondiente a las variantes fenicia, hebrea y árabe. Y de camino queda ga-rantizado para nuestro topónimo el valor "montaña" de su radical inicial gibi. Segundo componente de GZbiteros. Conviene subrayar que con frecuencia idiomas hermanos con-funden y trastruecan los términos para "amariilo", "verde" y "azul", hecho señalado por lingüistas de diversos dominios: indeu-ropeo, vasco, negro-africano y bereber 17. En nuestro caso, los dialectos bereberes ofrecen para "amarillo" una expresion muy general auiag, aura., auragh o aura+ (según diversas grafías de la vibrante velarizada), que significa "aniarillo" en los dialectos tuareg, marroquí, bersber, chelja, kabilio y nefusí, pero tiene cen-tido de "verde" en el Siwa 18. También Cohen y Vergote l9 relacionan bereber ure6 "oro" y 11, Cf. F. Nicolas: La iangw berbere de W'luuntnnia (1. F. A. N. Dakar, 1953, páigs. 131 y' 294.-En tuareg hay dos formas gezlei "remontar", tekuit "relieve del terreno" registradas en su Diccionario Ahaggar por el P. de Foucauld, pero ni &te las relaciona, ni la identidad de forma y sentido ofrece seguridad al respecto. 17 Así el "amarillo" español (de discutida explicación aunque segura etimolagía sobre Lat. amulms "amargo") debe proceder de ün nombre vul-gar de la ictericia o bilis, con pérdida del radical iatino. Para los cruces de raíces en indeuropeo vid. A. Cuny: etzbdm Pr6gmummatiticales, pág. 148; para el vascuence bastará citar el típico ejemplo de urdin "azul", gibelwüi "bilis"; y para Iaa lenguas africanas y orientales, los estudios de Trombetti (Glottologia), L. Homburger y Delafosse (estudios sobre lenguas africanas) y Brockelmann y Moller (estudios comparatistas del semitico). 1s V. Laoust: Sinos.-Ssm Pa.rZ#-, páig. 249. 10 V. M. Cohen: Essai conzparative ..., ním. 511; y J. Vergote, ob. cit., pagina 128. 10 JUAN ALVAILEZ DUGAEO aurag LLamarilloc"o n el etiope wark y árabe warak "oro", arameo y hebreo yarak "verde", "verdura", y con el egipcio y3k. t "ver-duras, puerro", copto Gkhe "verduras". Es decir, la misma opo-sición de sentidos entre el semita del Sur y del Norte, que entre los dialectos bereberes, de los que sólo el más oriental guarda el valor "verde" dado en el egipcio y semítico del Norte. En este caso, la fonética y el sentido del egipcio están alejados del guan-che, y éste se une por ambos aspectos con el gr.upo bereber. Pues el P. de Foucauld "O registra entre otras las formas siguientes bajo imcar "ser amarillo", taurn. "dorado", fierwe, t e ? - u ~ i "ama-rillo", ter. "bilis", tZr0.r "latón, cobre viejo", deruer "ser bri-llante, resplandecer" (se dice de árboles, paisaje.. . ) . Se notará que a N estas variantes tienen estructura y fonética igual al segundo com- E O ponente de Gibitéros o :'gi&ibitércrr o Giwtero. S-- m Y corno este topónimo coincide típicamente con la "Montaña O E Amarilla" y sus dos componentes tienen igual fonetisrno y va- E 2 E lores, bien comprobados por la cornparacih 1ingiBistica del grupo, podemos sostener la correspondencia de G-ibiterm con un primi- 3 tivs "gibiteroh (o '"'gibi-tieror), cuyo valor preciso en el mismo Om-orden de sus componentes es "montaña - amarilla" 21. E Nos hallamos, pues, claramente ante una forma guanche gibi O 5 de valor i,@al al árabe gébel "montaña", p r o de fonética dis- n - tinta. Hay por tanto, parentesco, -pero no préstamo semita. a 2 ,? ----U- n n 20 Mctionaire t w r e g - f m q a b , págs. 1.662 y 1.665. 21 El topónimo Teror (G. Canaria), escrito en los textos antiguos Terore, O3 Terori y Aterura (Wolfel: Tomiawi, pág. 299), no puede explicarse a nues-tro juicio sobre el bereber Twrirt, porque a esta forma se vincula otro topónimo de la misma isla: Taurito. No hay base documental ni toponímica en Ia zona para asegurar la eti-mología. Pero si la forma arcaica Feron se conecta con el segundo com-ponente de Gibiteros, como supone W6Ife1, habría que dar al nombre indi-gena Terw el sentido "la (tierra) amarilla" o "la- -zona--.resplandeciente". Para ello hay apoyo en las frases que Viera y Clavija dedica en sus NO-ticias a esta poblacih (l1.5, c. 87, pág. 459): "yace en un profundo y iyma wUe, adornado de todo genero de árboles. IncomBdanle mucho los barros en los inviernos". ksí el sector debería su nombre a sus barriales amarillos, o a la brillantez de su antigua arboleda 62 ANUARIO DE ElSTUDIOS ATLANTICOS' j SEMITISMOS EN EX GUANCHE DE CAPT.4RIAS ? Identifica el P. Abreu Galindo 22 el paraje "Cuevas de Hermra" con el indígena Amagar-Tihuya, para el que Viera, Berthelst y Chil Naranjo dan las variantes Amagar-Tihuya. Amartihuya y Amatihuya. Mi tesis es que Awgar-Tilzuz~a vale "Cuevas de Tajuya", con c@co parcial en el otro topónimo "Cuevas de Herrera". En la actualidad nadie reconoce en El Paso (La Palma) las dos designaciones de Abreu, que sólo citanse separadas: "Cuevas de Herrera" en los topónimos "Las Cuevas" o "Los Llanos de las Cuevas", y la "Cancela de Herrera", "Barranco da HerreraJ' o "de la Jerrera"; y en vez de Amagar-Tijuya se conserva el segundo componente Tajuya, como nombre de dos barrios muy al poniente de las citadas "Cuevas", que debe aparecer en el compuesto bajo la conocida forma de anexión camitosemita. El nombre Amagar se da tam-bien en e! iiso, en el Diccimari~ Administrativo de Olive y en el Nomenclátor Oficial de Estadís-tica, a un pago del inmediato municipio de Tijarafe, sito al norte de Los Llanos a la otra parte del m a n c o de las Angustias, en las estribaciones del Time a la entrada de la Caldera de Aceró. Un barranco inmediato llámase también de Amagar, y Olive rc-gistra "El Salón" designado en el Mapa Militar de La Palma (ex. 1 : 50 mil) "Salón de Amagar". Las variantes de Berthelot Amar "cueva", de mil Am~gar, y Arnagad y Amagat de Olive (ob. cit., pág. 1.167) son'claras erratas de la forrna usual y an-tigua. Asigno también a este Anlagar de Tijarafe el sentido de "cue-vas" que en el topónimo de Abreu Galindo tiene el de El Paso. Lo hallo garantizado por un texto del propio Abreu Galindo" no '2 Abreu: Historia de ia conquista de i5.s Siete Islas de G. Can- (año 1632),, 1. 3.*, c. 3.", phg. 193 @d. Sta. Cruz de Tenerife, s. a). 23 Op. cit., l. 3, C. 5, p9g. 199. 12 JUAN ALVAREZ DELGADO aducido hasta hoy. Describiendo las luchas de Atogmatoma (se-ñor de Tijarafe) con Tanausú (príncipe de la Caldera), dice que el primero con doscientos hombres "fué sobre Tanausú su so-brino, y a la entrada de Aceró, que es por el término de Aridane, y EEamn ías cuevas, halló apercibido a Tanausú con su gente". Como lo reclama la geografía del sector y el emplazamiento de los señoríos indígenas, las fuerzas de Atogmatoma tenían que entrar en La Caldera por el Barranco de las Angustias (en la po-sición del actual Amagar) en el lindero con Aridane (Los Llanos). y no por las Cuevas de Herrera del señorío de Tihuya. Esto obliga a identificar las "cuevas" de Atogmatoma con el Amagar de Tijarafe. Y con ello en dos ocasiones aparece clara la ecuación: guanche palmero amagar = español "cuevas", cuyo matiz plural explicaré luego. Nuestros historiadores citan estas voces del habla indígena grancanaria " con los significados de "templo", "casa de Dios" Y "adoratorio", entre contrapuestas y poco precisas explicaciones, como veremos luego, de su precisa significación palabral. La forma general almgarm (el almogaroc de Bory es una de sus frecuentes erratas) resulta equivocación por un primitivo plu-ral camítico amogaren, con sufijo -en comprobado en guanche y abundante en bereber y cambio de timbre vmálico radical. La inserción de -1- y confusión con el artículo hispano-árabe al- es muy frecuente en nuestros cronistas: así aconbe a. Escudei-9, 24 h s textos escriben: aimogccren "casa santa", "casa de adoración", "adoratorio" (Escudero, Torriani, Abreu Galindo, Viera y Clavijo, Alvarez Rixo) ; cclmgíuroc "adoraci6n" (Bory de S. Vincent) ; almogarenes "monte" (con plural hispánico en Max. Amar apud Chii) ; Tamogante en Acorm O Tamogmte m Alcorm "casa de Dios", "casa de virgenes", "tempio de Dios" (Escudero, Torriani, Alvarez Rixo) ; Tamogantcuxnwn, Tantomntaco-m, Tamogúclafien, TamLogatin, Iramogitin, '"a casa", "casa de Dios" (graflarp de Viera, Berthelot, Abreu y otros). . 64 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS que escribe Tamgante en Alcoran en vez de Amrnn, forma ge-neral de los textos. Y conñrma esa epéntesis su ausencia en el derivado Tamogante, donde no podía actuar la analogía del ar-tículo inicial arábigo, con lo que queda excluída la posible expli-cación 25 de aimogaren por prótesis de articu'lo árabe y préstamo directo. Tamogamte en Aman, la más frecuente y usual en los textos (con sus fáciles variantes citadas) responde a un primitivo *tu-mgantdn - Acoran o mejor a *t - amoga(r) dn - t - dn - Acoran, cuya significación primaria, cofno diré, es "la casa de Dios" o "las cuevas del Dios". En esa fórmula, que termina con el cono-cido nombre de divinidad camita Aman o Acorac, tenemos la partícula pancamita -n- de anexi6n genitive, y EII dexivzdo UY amogaren (con síncopa de *t - amogardn - t en tanagante) por composición de aquel plural con el determinativo t- prefijado y sufijado, típico en camita para nombres femeninos, diminutivos, de excelencia, deverbativos y colectivos. (Comp. marr. tam-gart dLvAl c-.Lp,I ~/ Gm-- I-I.& ~" viejo"j, rifeño tfut "rodiiiita" {afud "rodilla"), zenaga tamurt "acacial" (amur "acacia"), etc.) Para asegurarnos del valor primario de estas voces subrayo ciertos datos de los antiguos cronistas, en los que eliminaré los conceptos de "templo" y "monasterio", que ellos superpusieron al adobar con personales concepciones referencias rituales de los in-dígenas 26. 25 (3f. Giese: Revista áe Historia, 1949, pág. 194 26 leer eses -C--v.:--I- V I Lc--&u~-~-e~e-+j~ al~ os~ -epa sajes reiativos a las vi-viendas, con los de las harimáguadas, y alrnogaren, pues un autor asigna a unos lo que otro desplaza al inmediato. Asi ha nacido la oscuridad de los estudios y comentarios, que siguieron de preferencia una fuente. Los cronistas se interesan en destacar sus coincidencias religiosas, alejadas de las concepciones indígenas. Y.P,,z ,, , - . "C~ , = . ~ ~ - ~ ~ lAiL-.U. I C j ~ V&ÜL1U-U,- 2- üb. cit., págs. iW, 108, llü y 114; Torriani, ed. W~lfel, págs. 106, 120 y 122; Gómez Escudero, ed. Darias Padrbn, 1936, página 86, c. 19; Sedefio, ed. Darias, págs. 65 y 66; Chil Naranjo: Estudios, , 1, págs. 536 y 551; Viana: Poema, canto 1, verso 520; Sosa: Topografia, páginas 209 y 210 (ed. Santa Cruz de Tenerse). Núm. 1 (1.955) 65 14 JUAN ALVAREZ DELGADO Historiadores como Sedeiío y Sosa no citan aquellas palabras, pero evidentemente registran referencias de la institución aná-iogas a los que las transmiten. Gómez Escudero dice que el almo-gaven estaba en un risco alto, como las "cuevas" o moradas ex-cavadas en riscos de que hablan Sosa y Sedeño; y según Viana las harimáguadas, sobre las que tanta literatura se ha hechozT, vivían "en clausura de grandes cuevas". De ese cotejo cuidadoso. de textos de los cronistas se com-prueba que tanto el almogarm como el Tamgante en Acoran eran grutas o cuevas, que servían de vivienda a practicantes de ciertos ritos. a Los parajes que mil Naranjo, Millares Cubas y otros quieren E ideritif;,rur cm esas Instituciones indígenas son las "Cuevas de O n los Pilares" en la Montaña de Cuatro Puertas (Telde), las cuevas -- m O del Barranco de Valerón en el sector de Guía y Gáldar, y otro E 2 paraje que llaman Humiaya y han querido localizar por Tira- E jana. 3 Para unos, estos lugares son silos o graneros; para otros, - viviendas de las harimáguadas; para pocos, simples casas indí- 0 m E genas. Pero tanto las Cuevas de los Pilares (no 'las Cuatro Puer- U tas) como las de Valerón deben ser el tihogaren o el Tamogante n E primitivo grancanario propio de cada sector. Encerraban el doble a carácter de silo y vivienda (los textos apuntan que las harimá- n guadas guardaban los donativos en especie para un año), y si n por practicarse allí los ritos (riego de Ieche, 'bautismo, fiesta san- 3 O juanera.. . ) pueden considerarse "templo", y por alojarse en ellos las harimgguadas encargadas del culto y ciertas prácticas educa-tivas y sociales (eran- educadas y engordadas para el matrimo-nio) cabe designarlos "monasterio", su valor etimológico es pu-ramente "cuevas" o "habitación" para almogaren = amogaren, ' , 27 Vdanse los traba& insertos en Revista de Historio, 1942, págs. 30, 106 y 108; 1943, pág. 1.93; 1944, p¿íg. 24; y W Museo Canario, 1944, pági-na 15; ' con abundante 'bibli.o\g. r.a.f ía y contrapuestas explicaciones. 66 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS < . . ¿ SEMITISMOS M EL GUANCHE DE CANARIAS? 15 y para Tamgante-n-Acoran "casa de Dios" o "cuevas de la di-vinidad." 28. EtimologZas propuestas de estas voces. Mientras casi todos los canaristas buscaron interpretación para almogarm y muchos suscribieron su arabismo, antes de mi Mis~láneaG uanche (1940) nadie lo había conectado por la forma con el palmero amagar "cuevas". Los partidarios del arabismo (por ejemplo, Ciese, loc. cit.) explican almogaren como calco del árabe al-muyñara; ya com-probamos la exclución del articulo árabe, y aunque seguro el Valor original "cuevas", no admito, como diré, su derivación di-recta del árabe. J. Akrcromby 20 explicaba almoganen por el bereber al-moqu-ran o ala-moqqamn "gran precipicio", pero vacila al interpretar Tmmgante entre la precedente forma o el eheUa tmgnnt ''der-mitorio, prostibulo". Me extrañó ver a W61felw justificar almogamz por la forma chelja al-moggwer, cuya procedencia no da, y como puro prés-tamo árabe, ajena al fondo propio de la tachelhait; porque en su edición de Torriani (pags. 233 y 293) había relacionado almo-garen y Tamgante con la raíz bereber M-GR, que presumo, por el valor asignado, quiere ser la del verbo gem, sustantivo agerau "reunión" Y es sobremanera curiosa la simbiosis de las precedentes ex- 2s El cruce semántica de "cueva" y "casa", frecuente en camitico, tiene un ejemplo not.able en panbereber ifri "cueva", correspondiente al egipcio y copto pri "casa", de seguro parentesco original. (Cf. Cohen, Zyhlarz, Vergote, ob. cits.) 29 R Study of the anciemt 8pesch of the Cartury ZsZ%ck íapud Harvard African Studies, 19171, págs. 105 y 106. 30 En Die HauptprobZeme Weimfrilcaa, pág. 134. 31 Vid. P. Ibáñez: Diccionario EspmloZ-Rifefio, pág. 365. 16 JUAN ALVARFZ DELGADO plicaciones en Werner Vycichl y Zyhlarz 32. El primero acepta la explicación por el chelja drnuggwer, mas agrega por su cuenta la aproximación inadmisible de la base mugar (sic!) con el nom-bre del gigante indígena majorero Mahan. Zyhlarz, por su lado, explica aZmlogaren "lugar de reunión" sobre una frase del zenaga allJ-n-emgaren, y Tanwgante por otra frase, que ya a Giese pa-reció bastante procaz, tamganta-n-Aaoran y traduce por "Nach-quartier des Gotes Acoran", como si las harimhguadas fueran las amantes de Dios. Y me parece claro que estas reelaboracio-nes de las viejas etimologías no constituyen gran progreso, ni ceden a las elucubraciones citadas en los viejos cronistas. a Los datos históricos, bs arqueol6gicos y los lingüísticos no E dicen-a mi ver-en estas palabras otra cosa que "cuevas" y O < "casa del Dios". -- m O E E 2 E Relación cion el ár. "mgara" y el ber. "tamQart". 3 La forma árabe al-mug'6ra i i , b J - j es base innegable de las - 0 m E variantes esp. Almoguera, chelja al-muggwer, y, sin artículo, O del marr. mag6raJ tun. y arg. mgara, como denuncian claramente n sus formas y afirman los arabistas 33. E a Los berberistas suelen considerar arabismo el bereber tam- l d gart (pl. tzw@ar) "cueva, gruta, catacumba". Pero la compara- n n ción de esta voz con las canarias amagar, amgarcn (por almo- 5 O garen) y tamgante plantea justificadas dudas. De un lado, por-que e! mztk ''~atzcxmhg ^ sepidti~ra peítrea" es hecho propio de las culturas Iíbicas antiguas y no de las prácticas africanas post-islámicas. Por otro, la forma canaria (amagar) y la bereber 32 W. Vycichl: RWta de Historia, 1952, págs. 195 y 196. -No da razón para ia 'base .rrfiyiir.-E :., :hyY S- , Kmm- isch E ~ ~ h a v h .h, .z.p ud 2. D. M. G., 1950, págs. 414 y 415; y reseña de Giese en Revista cZe Histo?'kz. 33 La vimos citada por Giese, y la estudia Steiger: Colatribución cr, ECG f&tica del hispano-árabe ..., págs. 242 y 329, a propósito de esp. almoguera. 34 Laoust: Sha, pág. 245. ~SEMITISMOS EN m GUANCHE DE CANARIAS? . 17 (tamgart) tienen, a- radical inicial 35, de que carecen la forma árabe y los arabismos antes citados. Asimism.0 invitan a dar esta forma como semitocamita común las siguientes voces sernitas y egipcias : hebreo maharat (n?Y r,) ' y j G "caverna" y el nombre propio de igual sentido transcritos en neoegipcio m.9.r.t y m.k.r.t, respectivamente 3G. Aunque no tenemos registradas en antiguo-egipcio estas voces, y los citados egiptistas considéranlas semitisms del egipcio, la coincidencia formal y semántica con el breber y guanche del egipcio m.g.r.t "la caverna", su variante con el nombre propio y la correspondencia señalada por Vergote de la velar egipcia con el gaim árabe y el hayim, protocananeo, parecen indicar que m.g.r descendientes abundantes, pero parece tenemos aquí una forma 35 NO puede tratarse de pdtesis vocálica, porque la forma palmera, el supuesto pr6stamo árabe grancanario awzoyarm (en las fuentes dmiogaren) y tccmogante conservan viva la vocal inicial. Otro tanto ocurre a la forma bereber, y su carhcter radical confirmalo la alternancia en plural. Por el contrario, los préstamos africanos del árabe: mafi&ra, mg&r, muggwer ... carecen de ella. 313 Las estudiaron Czermak (Pie m t e des Newigyptischtm, Viena, 1934, páginas 144 y 145), y Vergote, ob. cit., pág. 98. Advierto que MagarGt, así transcrito por los Setenta, significa ciertamente "cavernas", aplicado como nombre propio a un poblado de Judá y mal traducido por los l6xicos hebreos usuales como "locus nudus et planus". Hubo la misma confusión con el concepto "reunión" antes citada y estos l6xicos también lo traducen "caterva hominum". Recuerdo que el radical gor, citado como topónimo hehraico y con el sentido de "huésped" y relacionados, es hermano del bereber zenaga irnhman. tWwhert (cf. F. Nicolas, ob. cit., págs. 115 y 311), aducido para nuestro caso por Wolfel y Zyhlarz. Pero coexiste con otra similar semita (el nom-bre de los huwitas), cuyo sentido "cueva" es seguro. (Cf. Hrony: Znscrip-ticm crétoises, s. v.) común semitocamita, pues es fuertemente probativa la forma palmera amagar, inexplicable por el fonetismo .de la paralela -árabe. El antes apuntado problema del sentido plural de las formas canarias: palmero amagar y grancanario amogecre?¿, me parece que nos obliga a explicarlas partiendo de un primitivo singular amagar, cuyo plural mixto sea el citado amogarelz 87. Y el valor del palmero amagar traducido "cuevas" en los dos topónirnos citados, se explica fácilmente recordando que en camita hay plu-rales sin sufijo y con vocalismo general a; y además, que amagar en nuestro caso puede ser singular de matiz colectivo, para el a que el l?bico antiguo y el cananeo primitivo empleaban el sin- N E gular sin modificación alguna 38. Amoganen, en cambio plural O mixto, con s d j o propio de plural y cambio vocálico, es análogo n-- m al del plural interno bereber turmgar correspondiente a t-am.gart D E "gruta", adicionado con el sufijo plural pancamita. E 2 E Con ello el tratamiento vocálico de esta voz en canario y - bereber aparece e=m= curacteriutici del grupo Iíbicq y no calco 3 o préstamo árabe; y no cabe aducirla como semitismo del guanche. - - 0 m E O E 3.-AJÓDAR. n E a . . Citan los cronistas de Gran Canaria Gómez Escudero (ob. cit., n pág. 57) y Abreu Galindo (ob. cit., pá,g. 166) el topónimo Ajódar n ----- 3 O 37 Si la forma amagar debiera explicarse en camita mediante el prefijo &vt.erk,tP;~ o ccmpelierite n_?n "liigxr de", y e1 radical verbal ger "esconder", valdría "escondrijo", "concavidad", "gruta". Pero carecemos hoy de deriva-dos bereberes y egipcios que aseguren esta explicación. ¿ f i é arrinconada esta voz por la extensión en bereber de ifr*, cuyo sentido etimol6gico era "casa" y su valor usual "cueva"? 38 En bereber hay formas plurales con vocalismos -a- sin sufijo, como G??~KW "~.g-ua",& c. Pmi. e! C ~ _ ~ _ ~ PyC Ih ebreo v. M. Lambert: Traité de Gram. Hébraique, Paris, 1946, n. 183 y 1.337. Y para formas libicas G. Marcy ha leido en algunas inscripciones formas plurales con este vocalismo: mgakka "portadores", amantayen, "vigilantes", etc. (Les insmiptions L~ybi-ques bilingues, pág. 40.) ¿ SEMITISMOS. EN EL GUANCHE DE CIZEIARIAS? 19 o sus variantes Axodar, Jódar, y hasta Arjoda o Arjódar por errata. Está bien asegurado que no se trata de trasplante del topónimo árabe andaluz Jódar, sino una voz indígena cuyo sig-nificado prevalente es "fortaleza" a juzgar por la reiteración de las fuentes en escribir "el 'fuerte llamado Ajódar", "una fuerza que dicen Ajódar", etc. Según mis noticias, quien primero interpretó esa voz por el bereber agcldir fué Georges Marcy 39, a base del plural igudur, en su variante palatalizada agudar. Otra fué la explicación del Dr. W6lfel (Torriani, págs. 256, 294 y 299), que relacionó diver-samente estas voces con los topónimos canarios Argodey (G), Tejeda y GcáZdar (6). Y W. Vycichl combinó (Rev. de HktorZa, 1952, pág. 184) ambas teorías admitiendo la relación de .Ajódar y argodey, como Wolfel, pero explicándolas sobre el bereber igdar, como Marcy 40. No es posible considerar equivalentes o aproximables en la ortografía y articulación canaria de nuestras fuentes las formas argodéy y axódar. En cambio, no ofrece dificultad para el lin-güista la palatalización de la primera consonante de igudar en el canario axódar o ajódar, porque los dialectos bereberes ofrecen en agadir variantes con palatal. Y aunque la issglosa insular de paladiales dentales comprobada (t : ch) no alcanza a Gran Ca-naria, no se ha descubierto isoglosa opuesta de velares en nues-tra dialectologia indígena. Tampoco ofrece dificultad para Gran Canaria la alternancia ,(a : o de singular-plural) ya vista en amiogaren sobre amagar, y también en él se repite la conservación de a- inicial plural contra la tendencia bereber propia a cambiarla en i-, confirmándose que el guanche no es puro dialecto bereber, sino que ofrece tratamien-tos propios de formas libicas primitivas. m Cf. Marcy: La vlvuie destinatiola des "pintad.eras" des Zles Cana*~, apud Journal de Ea. Soc. des AfriccSnistes, 1940, pág. 163, que traduje y anote en Revista de Historia, 1942, pá.g. 108; y en Hespéris, 1935, pág. 45. , -40 Ignoro si las confusiones he su texto respecto de la relación con Gadeira y Agadir son imputables a la versión española de la revista 20 JUAN A&VARq DELGADO No hallo documentado en Canarias, hasta hoy, el singular agadZr ni variante segura, aunque ya vimos otros ejemplos debi-dos a nuestra deficiente documentación lingüística aborigen. Mas como no están de acuerdo los tratadistas sobre el sentido primario, etimología y semitismo de la forma bereber agadir, creo obligado reexaminar el problema en toda su extensión ". Plinico "Ga&r" : gr. "Gádeira"; bt. "Gade~" : esp. "Cadax". Aunque los especialistas dan por segura la interdependencia de estas voces, creo necesario explicar su proceso y dar de lado a la usual afirmación de que la serie deriva precisamente del hebreo = güde "muro", "cercado", "castillo". Sin duda posible para los semitistas (cf. las citadas gramáticas , . p x c a y hebrea de Frfedrich y L&!ert), !u hzre es !E fmmt común pansemita del tipo %q.ZitZÜ, mejor conservada en el fenicio-púnico gá&r, de que deriva, mn cambio normal de E por %, la citada forma hebrea. También ofrecen algunos textos de Avieno y Plinío la variante giddir por gndir, que si es auténtica y no errada transmisión, dé-bese, por su vocal y su geminada interior, a información oral de un púnicoparlante contemporáneo, conocedor de tales cambios normales en bereber y semita para formas de anexión. h e i no 41 Además de las obras citadas antes, me refiero concretamente a la tesis semitista de A. Cuny: Etudes prdgrmmaiticales, pág. 336; Laoust: Cours ck berbere rnarocain, pág. 286; idem: Siwa.--Son p í d e r , pág. 264: ídem: LJHabitation ohez Zes trcvnshurnunts.. . apud Hesp~5ri.s~e specialmen-te &. 114 de 1934; A. Steiger: ContWruciórt a Za fodtica del h.ispoMzo- ..., p&g. S, j. --=--L. nz.A-;&-..r n . . ~ i n n l . rirnmnmntll* o r iou~icu. r i c v r ~ u ~ m ~ r ~ - r w rr~ri~ wrwru~r r i~ur&ru iuJ =P. 11k~.tl?- ro 1%; y los estudios sobre monetales piinico-hispanas de Mateu Llopis: Madrid, 1949; Millás Vallicrosa, apud SefaradJ 1941, pág. 313; y de ambos en Sefarcul, 1949, p&g.4, 32. 72 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS jSFMITISMOS EN EL GUWCHE DE CANARIAS? 21 creo deba explicarse como variante gráfica o local análoga a la de ciertos textos con Ga&r o Aggadir. La forma griega Jcid~ipa = Gádeira, por su acento y voca-lismo, demuestra estar tomada directamente al nombre fenicio original, pues en muchas transcripciones del fenicio registra el griego la equivalencia EL por %. Si fuera original y absolutamente primitiva la variante de Heródoto gédieiroi (con alternancia nor-mal jónico-ática de E por a), ante su diptongo final pensaríamos en transcripción de la base plena nominal "g&GrE, aunque con dudas. El carácter plural de las formas griegas lo explicó Garcia Bellido en sus notas a Estrabón. El nombre latino de Gades no fué tomado por los romanos a labios o textos griegos, porque hubieran dicho Gadira, como Abdera, Ibero, Baieares. Pienso que al igual que en Ebusus por Ebursim 42, Tingk por Thga, Lyxus por Lgka, Zilis por AzZyt, los romanos eufonizaron a su modo el final extraño al latín de nombre oída de viva voz a los hispanos o libifenicios de Anda-lucía. La forma actual Cádiz procede de la arabización q d i de la voz latina. Subrayo a propósito de las monetales púnicas de Cádiz estu-diadas por Millás y Mateu, que en el nombre de la ceca Agdir, su vocal inicial debe considerarse artículo con desaspiración nor-mal en púnico (cf. Friedrich, ob. cit., núm. 33) del Ha- panse-mita, también presente en las de Axlyt por Zilk y Aiiuga por Iptuci. No puede considerarse que el nombre de la ceca llevara soldado permanentemente el artículo púnico (apoyo del seinitis-mo en el bereber agadir), ni que fuera una pronunciación espe-cial de los libifénices de la Bética, porque las formas griega, latina y árabe del nombre omiten ese articulo inicial (como en 42 Rectifico alguna lectura de las cecas sobre el grabado de las mo-nedas: así, en vez de Iberusim, como leen Millás-Mateu, es seguro que hay que leer ABeRuSiM (traslitero por mayúscula los signos escritos y en mi-niiscula las mociones) o mejor EBuRBiM, base del latín EBUBU6; ASLZT está escrito AZiLUT (aunque confuso el wau peniilt'io), etc. 22 JUAN ' ALVAREZ DELGADO las monetales de UZis e Ztuci). Prueba de que para los Ibéticos esa inicial no era elemento radical, como lo es en bereber, sino pre-fijo móvil. No puede suscribirse el parecer de Laoust (ob. cit., pág. 1151, derivando el nombre de la fortaleza almohade Alcalá de Gua-dayra de Agadir o mejor del gr. Gádeirira, que con razón vinculan nuestros arabistas a1 ár. = %di "río". Porque además de ser Guadaira nombre de río a cuya vera está asentada la pobla-ción, constituiría un imposible la conservación del diptongcl griego de Gádeira a tan larga distancia y en el medio lingüístico de Andalucía, para un poblado interior tan insignificante en la anti-güedad. P tampoco se explica el diptongo sobre agudir atribu- a N E yéndolo a bereberes presentes en la conquista musulmana dR O Guadaira. n-- m Registran esta palabra Laoust y otros berberistas en casi O E todos los dialectos actuales (marroquí, zenaga, siwi, chelja, aha- E 2 E gar, kabylio, Sokna, Ghat, etc.) bajo las variantes fónicas ag¿idir, - a@aÜir,a ZZir, gaWzr, z"u- u7w- - , ~-..iaw-%w:--y u / -..- -...+&4,-,":" \I;~LI 1 1 1 c ~ a L G a m ) y !as diiillnlz- 3 - tivas tagadirt o tax'dirt. Sus significados van desde "fortaleza", - 0 E E "fortín", "casa fortificada", "castillo", hasta "granero colectivo", O "casa", "cámara", "poblado", o "muro", "muralla", "lugar ele-n vado1', "risco", "escarpa", etc. Obsérvese, no obstante, que todos -E ellos se reducen a dos cabezas semánticas: a) "fortaleza", "altu- a 2 ral' ; b) "muro". n n Varia en los dialectos la estructura plural de esta palabra, 5 O siendo en unos igudar, iyd- iXud$r y hasta iguík,rsn, mientras otros hacen iguiui;, ,iZ&r ü igdIi"vr,, siendo !u primer2 manera primitiva y prevalentemente bereber, y la segunda una moderna normalización sobre el fonetismo del singular. Registro la curiosa variante citada por A. Roux ait-t@ar "la gente de los grane-ros", wmo nombre de una tribu berberófona del Atlas. Además de este empleo frecuente como nombre común de agad.ir, aparece abundante en la toponimia, como en el nombre de la conocida población de Marruecos, al sur del cabo Guir, y 7.4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS i SEMITISMOS EN b% GUANCHE DE CAX.AñIAS ? 23 en muchos topónimos menores africanos, como el barrio Agadir del propio Mogador ( j otra variante del mismo radical?). El origen púnico de agdir fué resuelta y expresivamente aík-mado por Laoust en Mots et choses berberes y en Siwa: Son Par-ler, y con más reserva en su citada obra sobre los nombres de habitación entre los trashumantes. De esta opinión predominante entre los berberistas ya dudó Marcy (Heqérh, 1931, pág. 891, ofreciendo una explicación bereber que no acaba de convencer. También el berberista Francis Nicolas niega terminantemen-te el punicismo de Agadir, nombre del puerto mauritano y de su relacionado zenaga agedri "suelo, entarimado", al colocar bajo 'interrogación (La Langwe berbere de Mazviianie, pág. 304) la pro-cedencia púnica del radical añadiendo al punto "no la creemos". Igualmente el P. de Foucauld considera (Dict. Ahaggar, s. v.) agkiir como palabra de carácter tuareg, frente a su sinónimo árabe, sin aludir a lo púnico. Mi resuelta opinión sobre el problema es que el púnico gdir y el bereber agadir son originariamefite dislinhs: UDS vncrs h ~ - mófonas de diversa etimología, pero de análogo valor y evolucio-nes semánticas parecidas. Etimlogia de "agadir" y "ajódur". Me parece innegable que, bien documentada en púnico la forma g a r (agüfir con articulo desaspirado), ésta no influyera entre los libiofenicios del Norte de Africa sobre la forma propia bereber agadir de sentido análogo, pues sabemos que el púnico continuó en uso hasta después de San Agustín. En cambio, no parece razonable que una forma púnica, muy limitada en su em-pleo cartaginés, y sólo abundantemente garantizada en el semí-tic0 extrairirano, haya p d i d ~p n e t m r ta?i haidameite cosa nombre común en dialectos bereberes, tan alejados algunos de la propia zona púnica, como el Siwa, el Zenaga y el Ahaggar, y con vida y fecundidad tan amplia. 24 JUAN AIXAREZ DEUAW Por otra parte, vimos agrupados los sentidos de agadir en dos epigraf es : a) "fortaleza", el sentido grancanario de a j&r; b) "muro", el sentido púnico de gactir. Subraya Laoust en su excelente y documentado estudio ya citado sobre los nombres bereberes de "habitación", su frecuente sustitución y extensión de matjces, que nos explica cómo han podido ocurrir los cruces y recíprocas equivalencias de estas dos palabras si convivieron en el uso. Así, pues, yo pienso que con-currente con la forma púnica gG&r de significado "muro" y por extensión "recinto amurallado", "casa", "castillo", "ciudad, "gra-nero", existía entre los bere'mres la forma homófona indígena agadir "fortaleza" por su matiz primario, y los derivados de "al- a N tura", "risco", "escarpa", "granero colectivo", "castillo", "ciudad E amurallada" 4i. Estas dos voces vinieron a ser homtfoiias y sin6 O n nimas por coincidencia de matices, aunque derivadas de raíces - m o E distintas, y cruzaron y superpusieron sus sentidos anhlogos en SE el uso norteafricano. -E La etimología del púnico gÜ&r suele hacerse sobe los nom- 3 bres hebreo giidEr, fenicio güdzr "muro" y el verbo semita común O-- gadar "separar", o como quiere Cuny "rodear con piedras". m E Marcy sugirió como etimologia del bereber agadir el prefijo O o expresivo bereber aga y el radical dir : dar "piedra, roca" o n E "casa". - B Opino, en cambio, que debe considerarse primario, para el sen- 2 n tido del bereber agadir, el de la forma grancanaria ajodar "fuer- z za, fortín", y creo que el camita agadir debe explicarse sobre el 3 O radical bereber G. D. R. presente en el adjetivo marroquí igdur "recio, fuerte, alto, fornido" ", con lo que ei sentido primario rie agadir es "fortaleza", "lugar elevado". Una vez más los dialectos 43 Casa similar creo ocurrió en el gr. qhr, explicado usualmente sobre el lat. castmm; pero en el semita existe el radical q&c& "fuerte" documen-tado desde el babilonio y abundante en la zona mediterránea (cf. Iirozny: Inscriptions cretoises), que pudo coexistir y contaminarse con la latino-a r��biga. 44 Cf. IWez: Dicc6onario rifefio, 1, pág. 221, y 11, p&g. 175. 76 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS ¿ SEMITISMOS EN hL GUANCIIE DE CANAARIAS ? 25 canarios por su aislamiento se muestran conservadores, y la for-mación, evolución semántica y carácter bereber de la voz aparece clara y segura en todos sus puntos. Quiero subrayar, sin embargo, que ni rechazando mi etimo-logía del bereber a g d r por el sentido original grancanario "for-taleza", sino aun vinculado al grupo del púnico yacdir, quedaria probado su semitismo. Porque este radical semita conócelo tam-bién el egipcio, y ello obligaría a declararlo m un punicismo, sino una forma común del grupo camitosemita, por su presencia en egipcio, semita y bereber. En efecto, el egipcio ofrece además de la transcripción k.d.r. del cananeo, según Vergote (ob. cit., pá-gina 51), la forma copta kotc "cír,cub, rodear", derivado del an-t i p o egipci~k .d.w. ( cm !a que Hembiirger emparen+d !as dri-canas peul gaí% por gat-te y mandé tata por takto "cinturón amu-rallado", "empalizadaJ'), las que por su forma y sentido claxa-mente se corresponden con la semita gÜ&r "muro". Argode y "fortaleza" Por razón del sentido y de las variantes arjóchr de Marín y Cubas y a r m de Gómez Escudero (dejo de lado los vanos in-tentos de aproximación con Tejeda y Gáldar), creo necesario so-meter a examen la explicación del nombre indígena de la hoy llamada "La Fortaleza" de Chipude, curioso prisma de basalto de unos 500 metros de diámetro medio en su superficie, empinado sobre la meseta central de la isla de 1% Gemem Lo escribe Torriani argodei y Galindo Argodey (obs. cits., ph.- ginas 184 y 52), y ambos la consideran voz indígena con sentido de "fortaleza" o "fuerza" que explican como paraje rodeado de rocas altas con una sola entrada. Bbemos considerar erratas las variantes Agoney, nombre en Bertheiot, y Argoltex, variante de Marín, recogidas en la lista de Chil Naranjo. Siempre me sugestionó relacionar esta palabra gomera con la serie abundante de topónimos canarios con grupo incial argo. de 26 JUAN ALVAREZ DEU:AüO sentido "altura, cuesta, elevación", y en alguna ocasión apunté esta base mediterránea como explicación del latín arx "ciuda- , dela" 45, que interpreta A. J. van Windebens a propósito de la etimología de Argos sobre un radical común a voces indeuropeas, pregriegas y mediterráneas, de significado "encerrar, defender, fortaleza". Pero un estudio más detallado me convenció de que juhto a formas con primer componente argo "elevación", como Arguijón, Arguineguin, etc., hay otras dotadas del prefijo móvil ar- bien documentado en bereber y en las voces canarias citadas por Ber-náldez, y de sentido genérico "lugar", "paraje" o simple cleter- a minativo o articulo (cf. Marcy: Hespéris, 1935, pág. 53). Así me C. E parece sepro hoy que Argodey debe descomponerse en a?.- godéi, O que relaciono directamente con un topónimo grancanario citado --< m por Bernáldez: Artaguda o A1.tagu.de (es decir, *lar- ta - gd). O E G.. Marcy (ibídem, pág. 40, e InscripEims tyhiques bilingues, pá- E 2 E gina 35) estudió un radical Iíbico agud, presente en su t r a s - - c ~. i p.c, i ~6n3: r n i a ~ s u k ~ Dugga, ter, e! & "&vaci6n": 3 - y documentada como forma viva en el bereber del Sus agud "le- - 0 m E vantarse, estar empinado", y en los nombres ~ g u d i"e minencia del O terreno", taguda "eje, pivote" (Sus); ag*, ijdi "pértiga, eje"; iguta "estacas" (Marruecos) ; tiguda "dunas" (Ahaggar) ; etc. n -E El mismo Marcy estudia (Hqéris, 1933, pág. 147) la voca- a 2 lización de la i larga en antiguo libico y bereber primitivo, en d n n una serie que presenta estas fases: i > iy > ai > a, o ei > i, 5 según acciones de acento, morfología o variantes dialectales. O En nuestro caso tendremos que la forma primitiva "gu& me- 45 Señalé a propósito de Roma (Cua&rnos Canarios de Ilzuestigacwn, página 17) contactos lingülsticos entre lo canario y lo latino. No se entendió bien mi pensamiento: sólo señalo en el substrato latino de Italia la pre-sencia de elementos africanos, concretamente Iíbicos, aíines a lo prehistó-rico de Canerias. Así: Romza, hamcspex y hura, arz, turris, etc., ligados a lo etrusco y lo sabino, arrancan de un substrato líbico en la Italia neolitica, . al que pertenecen las formas guanches roma "casa cuadrada", hura "animal sagrado", argo "altura", taro "construcci6n de planta circular", etc. 46 Cf. LJAntiquité Classkpe, 1950, p&g. 400. 78 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS ¿SEMITISMOS EN m GUAPU'CHE DE CANARIAS? 2'7 diante ell paso "gudiy, "g&i daria por un lado g&i (con la misma alternancia del bereber asuf, guanche axofcr) y por otro gúde - gúda al retrasarse el acento. Y con ello tenemos que ar -godéi vale "lugar de fuerza" o "La Fortaleza" como se llama por antonomasia, y ar - ta - gúde(i) significará "lugar de la for-taleza", sirviendo para designar alguna de las así llamadas en la toponimia actual de aquella isla, cuyo nombre indígena no conocemos (las bien identificadas de valor análogo son Fataga; Ansite, Axódar y Amurgar). Y subrayo que la etimología dada por Marcy y los paralelos bereberes de gudi "pivote", "bloque empinado" retrata de singu-lar manera la estructura del prisma de basalto de "La Fortaleza" de Chipude. Por tanto, parece seguro que Argodey y Axódar, aunque de igual valor "fortaleza", derivan de distintos radicales camitas; que no es preciso ni conveniente explicar por semitismo. Y aunque en la vida antigua del bereber norteafricano agadir, su contaminación con e1 púnico gC&r "muro" fuera muy posible, no se ve cómo esta voz fenicia pudo influir directamente en e1 Ajódar grancanario, única forma aquí documentada del grupo. Es dificil explicar que se mantenga un préstamo púnico en cl largo aislamiento de Canarias, aunque se admita, con Marcy, que se trata de nombre común para una institución: los graneros co-lectivos, que además no consta fuesen institución púnica, sino ~ustürxibre libica. Tal es el nombre del barranco a cuya vera está asentada la ciudad de Las Palmm, hqr escrite y pr=::*~"~&do &&.lq~&, pero que en los textos antiguos tiene las variantes fácilmente ex-plicable~ Giniguada, Gininguada, Niginiguada, Geniguada, Geni-guado, Jinaguada, Jeniguada y Yeniguada. NQm. 1 C1955) 79 28 JUAN ALVAREZ DELGADO Otro topónimo idéntico, pero diversamente grafiado, registró Torriani en Lanzarote: Huinaguaden, seguramente por Ahina-guaden o Aginaguaden, que otros textos han escrito Hinaguada, Inaguaden, Iguaden, Iguadin. Tanto estas dos voces como los cuatro Ginámar, Jinama, Hi-nehinárnar o Giniginámad, aquí documentados (Lanzarote, Fkerte-ventura, Gran Canaria y Hierro), tienen su comienzo como Gui-niguada, lo que garantiza su indigenismo y explicación, por com-paración con el componente gi-n del bereber y el egipcio. La consonante de la partícula bereber gi-, tanto suelta como soldada a otros elementos, ofrece diversos matices dialectales: oclusivo, paladial, velar, espirante, lo que explica las citadas va-riantes canarias con h, g, j, y, cuya evolución y cambios en nues-tra ortografía y pronunciación canaria expliqué ya 47. Las dos variantes Guiniguada y Wiguiniguada, posibles ambas, resultan integralmente equivalentes por la movilidad y fácil caída del ele-mento camita deteminativo -r~-. Subrayó rsZGn PTrvXiL~r;iP AIf Tnu-,n ns . pW ,.v. yng aa. -97.G, , 1 y o _ -_ P! ~ignifi* cado de nuestra palabra venía dado en la Información Trejo- Carvajal, contemporánea de la conquista, al citar niginiguada con valor de "a la par del agua de la mar", lo que de paso ofrece la estructura perfectamente camita de la voz indígena. Partiendo de Niguiniguada cabe explicar su primer elemento por el bereber nnig-n "sobre de" o "junto a", y partiendo de Guiniguada por la preposición gi-n "sobre" o por el adverbio ginn "allá junto" **. El segundo componente g u a a se estudiará luego con más de-talle, pero ya explicó también W~l felq ue la comparación de Gui-niguada con Ahinaguaden nos indica que el singular de la voz es guudu, y guladen su plural externo camita, sin que podamos ga-rantizar si había o no vocal inicial (recuérdese !o dicho sobre amogaren) por sus variantes en las fuentes @vada, iguada, aguaden, igmden j . 47 V. Puesto de Canarias en la imwstigacwn lingüistica. p&g. 31. 48 Cf. Laoust: CozGrs de bsrbdre marroc&n, págs. 218 y 224; y Hcspeds, 1927, pág. 201. 80 ANUARIO DE ESTUDZOS ATLANTZCOS. ¿ SEivIITISMOS EN EL GUANCHE DE CANARIAS?, 29. La tesis arabkta de "gzLad-" en Camrks. El nombre gwda, que con valor "agua" acabamos de hallar, se registra tambign como elemento inicial en otros topónirnos; Guadamojete, Guadalique, Guadina.. . Y ello hizo decir a Sabino Eerthelot en su Ethnographie (phg. 228) : "Mais on doit plut6t rapporter a l'arabe les noms de ravins a grands cours d'eau pen-dmt l'hiver, et qui commencent par guad, tels que Guadalique ... qui rappellent les noms Guadiana.. . C'est le wad des Arabes que les Espagnols ont transformé en gmd, et dont les Mozabytes ont fait leur Zuad (la riviere)." EX prestigio del ilustre historiador p ó poderosamente en nuestros escritores del pasado siglo, y aunque Alvarez Rixo en su Catálogo (inédito) fechado en 1868 se inclina más por lo ca-naneo del P. Hervás, Carlos Pizarroso en sus Abmágaes cle Ca- ,narias (1880) y sobre todo Antonio M." Manrique en Revktc de Cmrias (1831), fueron ardientes defensores de la tesis 2r2his+n, en especial para las formas con guad y tamar, y 10s siguen algu-nos eruditos modernos. Y bueno será subrayar que Asin Palacios la suscribió, expli-cando 'por el árabe un solo topónimo canario: Guadatcya 49. Pero fué engañado por Madoz, a qcien tomó aquelia errada grafia, en vez de la auténtica íhqrdaya, que nada tiene de árabe, sino que perfectamente camita se basa en elementos guanches seguros: guar - adctya = "pedregal de abajo". CriterZos opuestos al a m m : Frente a esta usual opinión arabista expuse desde hace una docena de años que ni jugd "agu~",, ni ~ ~ Z I T'L p~kz'l m~ %m,= bismos del guanche, sino elementos del fondo común camitosemi~ 30 ' . JUAN' ALVAREZ DEIGAW ta, conservados precisamente en guanche con sentidos y movili-dad de emple~sto talmente primitivos, y no con los valores "río" y "dátil", propios del árabe, más evolucionados y concretos. Contra esta y la precedente opinión, Zyhlarz y Giese (Revista & Historia, 1952, pág. 425) acaban de sostener la tesis de que gzcadai "agua", explicada sólo por el hitita y germhnico, hace ve-rosímil (sic ! !) con otras voces, que el antiguo grancanario fuese lengua indeuropea. . . Ignoro si tan extraña teoría ha sido compartida por alguien más, pero'meo se pueden afirmar como absolutaniente seguros los siguientes' puntos: El indeuropeísmo del guanche carece de apoyo tanto desde el a c. punto de vista racial como del lingüístico, fonético, morfológico E O o léxico, y sólo puede admitirse la presencia en indeuropeo y S-- giianche de formas de la comunidad lingüística originaria que m O E A. Cuny llamó nostrátioo, o la existencia de voces de sustrato E 2 mediterráneo u oriental, como expliqué antes a propósito de "FkmEL", y ulgtnas hpnrtarinnes n préstamos recientes. 3 - Tampoco puede decirseque el componente gmdc es exclusivo Om-de Gran Canaria, con lo que el parentesco establecido por Giese E O alcanzaría a todas las islas; pero este componente aparece en todas ellas ligado a elementos segura&nte camitas y con estruC- E 'tura formal- de estas lenguas, al menos en los casos que a interpretar con más garantia de acierto. d n n Por Último, es inexacto que el elemento indeuropeo mda 5 "agua" o sus variantes estén sólo en hitita y germánico, pues O Alberto Cuny 50 presentó esta forma como una de las mejor ga-rantizadas de su tesis de comunidad primitiva de indeuropeo y carnitosemita. Allí registra la presencia de esa voz (admitida también por Wdde-IPofmann y Ernout-Meillet), además del hi-página 169. Me extrañó no hallar esta voz en el ciWo Esmi cmpal'atif de adarce1 Cohen. 82 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS tita y germánico, en latín, griego, sánscrito, eslavo, báltico, fri-gio, fino-ugro y árabe. Pero además hay que incluir en la serie quizá las formas que el propio Zyhlarz registra (2. E. S., 1933, página 171) bajo las grafías k.b.h(u) "agua" del egipcio y yu'a "bebida" del bedauye; pero sin duda posible la del antiguo egip cio que Vergote (ob. cit., phg. 135) trascribe tc.d.n(u) "ola, avenida7'. También el bereber posee formas de esta raíz, aunque muchas han sido arrinconadas o eliminadas por la profunda penetración del arabismo ued en todos los dialectos, pero relacionadas con la citada forma egipcia, me parece innegable atribuir al grupo voces como el marroquí udurn "llover, gotear el techo" (cf. Ibáñez: Dic. rife&, y Laoust: Mots et choses berberes). DZfzcuZtmks del arabismo "gwd" ert CanaricRP. E& texto de EkrLheiot. ¿ieQuciriiamos que abundan ias paiabras con gucGd inicial en Canarias, siendo el término usual en los nom-bres de barrancos o corrientes invernales de agua, y que la en-trada del préstamo pudo ser contemporáneo o anterior a la con-quista. Nada de esto es demostrable, y vamos a ver que la dis-tribución geográfica de las palabras canarias de componente gzlada y su sistema de formación contradicen el presunto ara-bismo. Entiaron en la toponimia hispánica de Canarias metidas como voces usuales del esp6nl de Ir, cinqlistb, innegzh!es ~ 8 - bismos: Rambla, Arrecife, Atalaya, Alhrcón, Ahagre, Acequia, etcétera, y ni siquiera entonces y a pesar de su abundancia en la hidronimia peninsular penetraron topónimos con gwd. Yo no conozco, ni he visto citado, topónimo canario alguno de ese com-ponente, presumi'~iemen¿e fecnado tras la conquista del siglo xv. 51 Como exposición general del problema hable ya en,,mi artículo sobre la Toponimia Hispánica üe Canzácrh (Hom. a M. Pidal, 6mo V). 32 JUAN ALVAREZ DELGADO En cuanto a contactos de árabes con Canarias antes de esa centuria, tanto Serra Rafols como yo" kenemos demostrado que los conocimientos de los árabes sobre Canarias en el medievo se ciñeron a referencias librarias o a. informes orales de indígenas esclavos, como dice Ibn JaldÚn, y que el aislamiento de Canarias en tales siglos no permitió arabización alguna del habla aborigen. En cuanto a un contacto prehistórico o lingüístico más estrecho, es claro que sólo' puede justificarse geográfica e históricamente para camitas y semitas, en modo alguno entre guanches y árabes. Tampoco es abundante el número de topónimos canarios con guad-, y ni silquiera se presenta como la raíz usual para los nom-bres de barrancos, torrenteras o ued de estas islas. Pues posee-mos docenas de nombres indígenas de barrancos muy caracteris-v ticos que no están formados por componente guad, y como mues-tra ofreceré un grupo preciso de otra estructura: Turnadaya, Tamay, T a f o q a , Tamuja, Ta joyo.. . son designaciones de barran-cos de álveo invernal acuoso, todos en Tenerife. Quienes sin -risiLmr ,al &cEri&go e"&ian mupks ~aia-les dan en creer que abundan aquí las corrientes naturales de agua, porque los numerosos barrancos de nuestra quebrada te pografia aparecen en ellos dibujados con esa línea sinuosa'que acostumbra a marcar los ríos. Hay centenares de barrancos o barranquillos que en las siete islas sólo muy escasos días de in-vierno arrastran aguas. Pero en la época de la conquista, data-ción de nuestra toponimia indígena, había en todas las islas, aun-que más escasas en Lanzarote y Fuerteventura, muchas corrien-tes pm-znentes de agua; ríos o riachuelos? de los que hoy no pasan de media docena sólo en La Palma y Gomera. Esos riachue-los, desaparecidos por el volcanismo (Río de Güímar), las talas despiadadas de los montes (Tenerife y Gran Canaria) o causas naturales de otro orden, han dejado en la toponimia moderna nu- 52 Mi estudio sobre La Iwwegac.lón entre los conarios prehispánicos, en Revista de Arqueologia, '1946; y Serra Ráfois: Revisto de Hbtoria, 1949, pagina 161. 84. ANUARIO ,DE ESTUDIOS ATLANTICOS unerosas denominaciones conservadas aún tras la desaparición de las aguas : Madre'del Agua, Barranco del Río, Nacientes, Arroyo, Fontanales, etc., que, en conjunto, son mucho más numerosos que los tophimos indígenas de componente guad-. Mi lista de topónimos guanches de Canarias, que duplica la (de Chil Naranjo en sus Estudios, no llega a contener una quin-cena segura de nombres diversos de este tipo, y agregándole los que tienen el componente guada desdibujado, intercalado o pos-puesto, no contamos con una treintena de formas seguras dife-rentes. El número de barrancos con corriente permanente de agua al tiempo 'de la conquista era muy superior, y el de ued en terminología norteafricana moderna es interminable. Ocurre, además, que islas pobres en corrientes de agua, como Xerro y fierteventura, tienen topónimos con g m d : Ariinagua. den, Guadará, Guadalique, también escrito Agua-Liques, etc., y ,una isla tan abundosa de ella, donde todavía subsisten tres co-rrientes por lo menos, como Gomera, sólo tiene en mi lista de topónimos seguros con gzciad- inicial tres (el Último dudoso) : Gua-dax, Guadina, Guadimir (jes Guarimiar?). Posee varios que cito luego, con el gula& desfigurado, prueba indirecta de que los ca-narios no sentían en esas palabras, a pesar de la Iiispanización y el arabismo de Guadiana, etc., la presencia de ese elemento se-mítico como vivo, como lo sentían los andaluces contemporáneos. Diferencias del "guada" camrio. Hay pmfüiidás d i s ~ ~ e p n c i aens t re ei empleo canario y ei arábigo del componente gmd. La primera es el sentido: el árabe guad < wÜ& = "río" aparece siempre con este valor o con el de torrentera o cauce de aguas pluviales. En las voces donde pode-mos asegurar o aproximar con garantía el valor del radical guan-che guada, siempre vale "agua", sólo posiblemente "corriente de aguas". Por consiguiente, la voz árabe se presenta como una cristalización moderna del sentido radical originario, conservado 34 ' JUAN ALVARJZ DELGMO .por el guache, pero ofreciendo éste una fase linfistica más an- .tigua que el árabe escrito, lo que ob4iga a ccinsiderarla: como for- .ma camitosemita y no como arabismo ,propio. Además el componente gmd, como .señala Asín Palacios, va siempre antepuesto en las formas. árabes, mientras gran número de voces canarias lo lleva pospuesto, precedido de prefijo u otro .componente. Pero mientras el arabismo guad aparece siempre. destacado e .inconfuso, el elemento canario se ofrece en nuestra toponimia usual, desde el primer siglo, transformado o desdibujado, hasta exigir en ocasiones complicado y difícil examen para descubrirlo. Así, por ejemplo, se comprende fácilmente que .el nombre :: Guadina de unos húmedos ancones, debe contener el plural gwden N sufijado, que lo hace ~equivaieniea 1 toj+nhiu Yispam T P A ~ ? P ~ G zU- "Las Agüitas" O "las aguasy'. Y el nombra del caserío Guadax se 8' aplicó primero a una curiosa cascada cercana, conocida por "Salto 8 I de Guadax", una de las corrientes permanentes de agua en la e Gomera, que se precipita sobre el barranco que lleva a Valle Gran 5 Rey. La voz debe interpretarse por haplología de Guatda-ab Y E = -"agua - abajo" O "que baja", es decir "salto de agua". n 6 Pero un más cuidado estudio exige comprobar que AgwjiZba U E $y su paralelo eufonizado a. la española Aguajeble (Hierro) esté i compuesto de (a - g&a - ajima "agua torrentosa o hirviente". 1 a Lo que nos lleva a pensar que ciertos topónirnos, contaminados 9i con el español "agua", como el Aguamansa (por a - gwch - amance n ie ('barranco de las aguas", "madre del agua"), Agualatente (con 5 o trasposición de los elementos de Tenten - iguadu), etc., tienen esta - -misma etimologia inaígena, que deiaiia;r-6 en otro hgar. Como segundo componente, además de los ya citados, aparece en el topónimo perdido hoy Chimigda, nombre de un risco de La Laguna, que interpreto por chimi - a g u h "risco del agua". Y en la isla de la Gomera el nombre del Valle de Hermigua, por sus variantes Arwiguan, Armiguar.. ., demostrativas de poseer un final impropio, hay que explicarlo en puro camita por ar - rr~i - 'gwd "lugar entre agua", que nos conserva F'ructuoso "lugar de 86 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTXCOS .agoaY'( To~ianip, ág. 2581, testimonio más veraz que:su elucu-bración etimoló,gica apuesta. , . Pero todas estas formas nos garantizan.que el elemento guado .se ofrecía al sentimiento lingüístico de los canariófonos como un .elemento indígena de arranque, .estructura y valor propio, y no &no un radical arábigo claro, cual el de la hidronimia andaluza. . Nada, pues, obliga a admitir ese semitismo. He aludido en el epígrafe anterior a este radical, y el siste mático y detallado estudio de guad podría en todos sus aspectm repetirse mutatis mutandis a propósito del componente tumr "palma" entre los guanches y que los árabes leen támra con valor de "dátil". También escribí sobre el tema en Toponimia Hispánica de Canmias (Hom a M. Pidal, t. 5) y antes en LMLweB~elr c?.~mc.hve (página 61). Allí quedaron explicados topónimos como Ta~imrgada "cortada de las palmeras", Turnarán "las Palmas", en vez de "tie-rra de valientes" fantasía de historiador, porque era el simple nombre indígena de lo que en la conquista se llamó "Real de Las Palmas". Igualmente dije que Tumaraceite significó "palmeral", sin necesidad de acudir a los ár. támru "dátil" y azeitwn "olivo silvestre", cosa excluida por la existencia en Tenerife del pa-ralelo Tamaraseche con la isoglosa insulafi t : ch comprobada lar-gamente en formas como teiilique : chénique "piedra del hogar", t a f e k : chaferia "trigo tostado", Mme : chime "risco", etc. El estudio detallado del proceso nos llevaría aún varias pági-nas que no caben en este articulo, pero lo dicho bastará para comprobar que tampoco la correspondencia del &be támra "dá-til" : canario turnar "palma" comtitiiye m se~tiomc. Pero no quiero terminar sin señalar cuán dificil resulta en este caso intentar explicar por aquel radical árabe nuestros abun-dantes topónimos, pues tengo hallados por lo menos otros tres 36 JUAN AiVAREZ DE~GADO tipos distintos de formaciones indígenas canarias con sílaba ini-cial t~ama-( tamad- en Tamadaya, Tamaduste.. . ; tamai- en Tamay, Tamaide, Taraaimo.. . ; taman- en T'jmano, Tamanca.. . ) , además del grupo Tamaran, Taynaraceite.. ., y aun suponiendo que tanmr-m "vestido de pieles" se vincule al grupo de tamar "palmera" y sea falso el tamarco "trueno, ruido volcánico" citado por otros. Mi opinión decidida sobre la explicación del canario tamar $alma1' es que se trata de una cristalización o especialización de un radical común al camita (y al mediterráneo y semita), cuyo sentido general de "árbol" excelso o empinado se concretó en cada zona, y entre las árabes avanzó aún más la especialización para ceñirse a significar el fruto. En Canarias para el fruto y a .determinadas partes de la rama y tallo se crearon otros nombres: E O camames, pírguan, tahalagues.. . n-- m No creo que el canario tamr "palma" pueda agruparse con OE la serie de hidrónimos europeos, como Tambre, Tamarici, Tamaso, E 2 E Támesis, etc., estudiados par Alessio y otros, pues el radical de este grupo parece indicar "lodo". '!agua" o "río". 3 En cambio, creo que cabe relacionarlo con el radical del nom- O-m bre alpino tánmra "cabaña", "choza de ramas", que Hubschmied E y Harri Meier (cf. I&germnische florschungen, 1952, pág. 11) O o vinculan a un nombre prerrománico támara "ramas", "seto de n E rmos". Con él pueden vincularse, como elemento meditemaneo - B común, el canario támr "palma" y varios nombres bereberes de n z análogo radical, como los que Francis Nicolas cita. en su citado estudio sobre el zenaga: amur, tamurt "acacia", c?íímarad "ár- 3 O bol", témIzrrd "arbolillo", etc. Nos hallamos, pues, ante otro radical cmitoseniita. Entre las verdaderamente impresionantes aproximaciones dd gumche y del semita sólo me -queda por estudiar un topónimo Bérote (Charco del Brote, Hierro), que por su acento esdrújulo 88 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS i SEMITISMOS EN EL GUANCHE DE CANARIAS ? 37 excluye explicación hispánica y Zyhlarz considerb semitismo, comparando el hebreo, acadio y árabe bérot "pozo". ~1 estudio de esta serie constituirá por sí solo un capítulo de fonética comparativa del grupo camitosemita, por la alter-nancia de labiales ( p - b - f) del egipcio y guanche, y por otra parte se vincula a una porción de formas denominativas de "agua", que no caben dentro de un artículo y serán objeto de estudio en su oportunidad. Pero cuanto queda expuesto antes confirmará s mis lectores de que si voces tan características del árabe como gébel, rnugdra, g d , támra, y del púnico gG%r, no son semitismos en las for-mas canarias paralelas que hemos estudiado: es preciso vacilar mucho ante los presuntos semitismos que quieren ofrecerse como seguras en nuestro Archipiélago. Será legítimo dudar de colonizaciones o penetraciones profun-das, o de vecindades de grandes grupos de semitas, entre los guanches indígenas de Canarias en la noche oscura de nuestra prehistoria.
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Calificación | |
Título y subtítulo | ¿Semitismos en el guanche de Canarias? |
Autor principal | Álvarez Delgado, Juan |
Publicación fuente | Anuario de estudios atlánticos |
Numeración | Número 01 |
Sección | Lengua y literatura |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1955 |
Páginas | p. 053-089 |
Materias | Guanche (Lengua) ; Dialectología ; Canarias |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 2113146 Bytes |
Texto | DE CANARIAS? mAS AKLV..A-REZ I)ELGaJ,w CiLtedrático de la Universidad de La Laguna. Ea postura resueltamente negativa que mantengo frente a este interrogante habrá de causar extrañeza a quienes conozcan la tesis "canarios igwi a cananeos", del P. IEervás y Panduro ", la monografía del Dr. Verneau Sur les sémites aux lZes Canaries París, 1891), las comparaciones con voces hebreas, árabes y ca-narias en la Ethnographie (1836) de Berthebt y las aproxima-ciones lingüisticas entre semítico y guanche en los artículos re-cientes de W. Giese, W. Vycichl y E. Zyhlarz luego citados. Para comprender mi plan en este artículo subrayo ciertos puntos sentados en otros trabajos míos publicados o inéditos. En el estado actual de mis conocimientos, el guanche o habla de los priinitivos canarios no es un puro dialecto bereber (como ke afirma corrientemente), en el mismo plano de los norteafri-canos de este nombre, sino un grupo dialectal con diferencias y relaciones diversas con el bereber, pero conservando eIc'me_ntns 'de un más estrecho contacto prehistórico con el egipcio. Consi- . . . . ' 1 Pienso dedicar en breve un ,amplio articulo .a las datos canarios del . . P. Hervás. 2 JUAN ALVAREZ DELGADO dero que las semejanzas de lo tinerfeño con lo egipcio en la mo-mificación, la lucha bipersonal y la tabona o piedra negra ' hallan su réplica en el parentesco Iingüístico del guanche y egipcio, ya subrayado en mi estudio del sjstema de numeración. Y los dia-lectos insulares primitivos de Canarias tienen entre sí isoglosas y diferencias análogas a las de la dialectología bereber. En la imposibilidad de estudiar singularmente todas las for-mas guanches de presunto semitismo ', sólo va en este artículo un grupo de voces muy características, que creo explicables como variantes de un radical originario común al grupo camitosemita, ya hoy bien garantizado y admitido por la investigación mun-dial 4. a Es máxima en lingüística el más cauto rigorismo en proble- E mas de préstamo, que sigo en lo posible dentro de nuestros ac- O n-- tuales conocimientos lingüisticos del egipcio, bereber y guanche. m O Yo estimo incontrovertible que, en la comparación de formas co- E 2 munes a un grupo, no basta una aparente semejanza radical, sino iina plena identidad formal. semántica y fonética, para deducir 3 conclusiones seguras de parentesco. O-m En su virtud, si comparamos el guanche Glbiteros con el E ár. gébel; Amagar con ar. aZ-mugarct; ajódar y argodey con el O púnico agadar; Guinigmda con ár. wa&; Tc~rn~raceitcc on n E .ár. támra "dátil", de fonetismo, estructura formal o sentido dis- a tintos, podemos deducir que no son "semitismos" del *anche,. n sino formas derivadas del tronco común semitocamita. Y no se n 3 2 Señalados en mis trabajos: Teide: Ensayo de Filolvgia tinaferia., La Laguna, 1945; y S2steima de NurnLerac+& .NorteclfrU:m, Madrid, 194% 8 Otras aproximaciones resultan menos fundadas y su explicación cami~ tica más evidente. Zyhlarz y Giese señalan en sus aludidos artículos: Zwn "sol", forma falsa de Bory; ahernom y ahumen, claras variantes del egipcio y. bereber amzam "agua"; wof en Azofa:.y Tazofote nombres .de fuentes, corresponde al bereber asif : asuf "río, fuente"; ulmerzena corm es una $rase que hay que leer j v Amtan ! r ";ay! ;v84game .Dios!", sin. referirse al Corán, como se ha dicho ... 4 Cf. la magnífica reedici6n de la obra Les Lh>agz&es oTu Monde, bajo la dirección de Meillet-Cahen íafio 1952). 54: ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS j SEMITISMOS EN EL GUANCHE DE CANARIAS? 3 podrá hablar por tanto de colonos árabes, púnicos o cananeos llegados a Canarias, sino habremos encontrado tal vez pruebas de un estadio 1in.güistico más antiguo, conservado por el aisla-miento multisecular en el guanche del Archipiélago, mientras los desplazamientos de pueblos y la superposición de culturas en el Continente arrinconaron o eliminaron esas formas en las lenguas hermanas, que evolucionaban por otras vías j. Y .los epígrafes que siguen, estudios monográficos de cada forma arrancados a mi obra general de lingüística guanche en preparación, sólo recogen algunos de los acercamientos más im-presionantes o generalmente admitidos. Sitúa Torriani en su carta de Tenerife (fol. 68 r., ed. de Wol-fel, lámina IV y pág. 277) la Gibiteros mletta entre la Playa de las Galletas y otra que sin dekmninativo cilnca I! s?ir de M d taña Roja. Como esta Última tiene que coincidir con las actuales del Confital o la Tejita, cercanas a Montaña Roja, es preciso poner la de Gibiteros en la punta de Montaña Amarilla o en La de los Abrigos. Personalmente sostengo la primera identificación; haciendo a Gibiteros = "montaña amarilla", pues doy ésta como traducción del nombre guanche. . . Creo asegurada mi identificación, porque antes de Torriani las Datas citan ya con este nombre el Puerto de los Abrigos (cf. II, 15, 30, año 1504) ; y además, porque si. bien el Dr. Wolfel (pa-gina 277). desconoce otra .huella de Gibiteros, me warece obligado identificarlo con la Punta Giutero, que la cartografía de Tenerife colocaba hasta hace medio siglo en la que los mapas modernos Militar, del Cabildo, etc.) llaman Punta de la Montaña Amarilla. 5 Muchos investigadores se inclinan con gran insistencia. hacia una des-tacada modernidad del guanche en su relación con 'el bereber, idea que no ' comparto y entre otros suscribió el llorado amigo G. Marcy en un artículo inédito que Cebo a la amabilidad de Mr. Emile Janier. 4 JUAN. ALVAnEZ DEiGAiX) Muchos mapas ingleses del siglo xvm y m, que poseía el Museo de Villa Benitez (propiedad del editor del luego citado mapa de Peñuelas) y otros hoteles de turismo de esta Isla, como el mapa militar inglés (1 : 100 mil, ed. Imray, Laurie, Morie et Wilson, Londres, 1908), que tengo a mano, sitúan claramente en fa actual Montaña Amarilla la Punta Giutero (sic!). En otros es difícil precisar si dice Gzlitero o Giutero, como el del libro Te- &fe and its Satellites, de Olivia M. Stone, o el del Hidrographic Qffice de Wáshington (junio 1898), del que conozco reproducción de 1902. También escribe Punta Guitero (sic!) el mapa de Tene-rife de D. Manuel Peñue'las (ed. por D. A. J. Benitez, Santa Cruz a de Tenerife, s. a.), y el viejo mapa del Dr. Chil Naranjo (Estu- N E dios, 1, pág. 365) coloca allí la Punta Guttero (sic!j, que es sin O duda grafia errada del grabador 'Presumo que estos y otros n-- m mapas derivan de una fuente cartográfica máls antigua, que no O E he podido identificar. E 2 E De todas las citadas variantes -hay que estimar autitntica - Gutero no sólo como lectio diffkilior en transmisión manuscri- 3 ta, sino también conzo resultado fonético normal de la forma de - - 0 m Torriani, por evolución fácil en el medio -lingüístico de Canarias. E O La -S final de Gibiteros puede proceder de otra consonante E (comp. Agüimes, Güime y Güímar de un primitivo Igoydrnad), y n -E el propio Dr. Wolfel pretendió explicarla sobre variantes con -r a 2 final. Esa consonante primitiva pudo ser una sonante normal, o n n también una aspirada, laringal, sonante velar o espirantizada, como la que los berberistas transcriben por h, gh, rh, o el gah 3 O árabe. La forma moderna Giutero ofrece la fácil caída de la -S final absoluta en el español de Andalucía, Canarias y América 7. -. - - - - $ 0 Cliil Naranjo se quejó de erratas escapadas en su obra, impresa sin su vigilancia. Posiblemente el grabador calcó un mapa antiguo, y no obra nueva de Chil o sus colaboradores; porque ni al describir la isla en ese tomo, ni en la lista toponlmica del tomo 11, cita la Montafia Amarilla, ni la Punta Guttero. , 7 B. Navarro TomBS:-Pron~nciaeZÓn Espaiiola, Madrid, 1950, núm. 109. J. Alvarez Delgado: PuWo de Canarim en ia Zmstigackím Lingiiísth, páginas 30 y 36. 36 ANUARIO DE EBTUDI06 ATLANTICOS L SEMITISMOS EN EL GIJANCHE DE CA~~ARIAS? 5: Wdfel no advirtió que la -b- está enmendada en el Gibiteros del mapa, como permite apreciar la fotocopia; pero trátese de gibiteros o giuiteros (sin distinción fonética en la ~rtografía ca-naria del siglo XVI), la pérdida de la protónica y la labialización de -b- agrupada, son fenómenos frecuentes en el castellano anti-guo, como aparece en capitule > cabdaZ > caudal; cZvztate > cibdad > ciudad. . . No es óbice a la identificación fónica la posiblemente distinta articulación de la g- inicial en guanche, italiano y el español de las fuentes que dan G-iutero, pues el mismo Torriani escribe Giniguada, lo que otras fuentes dan Geniguada y se pronuncia y escribe hoy Guiniguada. Y tampoco es dificultad el desplaza-miento del nombre entre la orografía interior y la toponimia costera, que tienen también por allí la citada Punta y Montaña Roja, Playa y caserío de las Galletas y 'la Punta de la Montaña Amarilla de los actuales mapas. Pudiera creerse de imposición moderna el actual topónimo Montaña. Amarilla, a! estile de 10s eercanus Müiitaiia Roja, Punta Negra, Montaña Gorda y Montaña Aguzada; pero pienso que en este caso concreto se trata de versión del topónjmo indígena Gbiteros, cuyo valor preciso es. Y para probarlo establezcamos como hipótesis de trabajo la descomplosición de G-ibiteros en *gibi - teros o "giui - tam. El primer elemento nos llevaría a relacionar nuestra voz con el árabe gébei = $alaal "montaña". El segundo podría aproxi-marse, como ya lo sugirió Wolfel, al topónimo canario Teror, pero tiene el sentido de "amarillo" uue comprobaré por e! bereber. W m h e GIBI, GIU "montaña". Es singular que no haya en la toponimia de Canarias (al me-nos no di con éi hasta ahora) otro topónimo con el radical de G.iMteros : Giutero. Y ello prueba que nos encontramos ante uno . 8 Cf. Menéndez Pidal: Grunndtica Histórica, núm. 60, 1. pág. 133. Nh. 1 (1956) 57' 6 JUAN ALVARE2 D W + de esos únicos ejemplares, que con frecuencia ofrece el guanche, por pobreza de nuestra documentación '. Tampoco hay en nues-tra toponimia hispánica moderna formas con el arabismo gebel o gábal. ' Aunque los especialistas conocen bien el problena, bueno será subrayar que en general se deriva de la raiz semita g-b-Z la forma árabe . ;l+ "monte" (leído gébel, yébel, XébeZ o XbéZ con fonetismo árabe granadino, marroquí, maltés o tunecino, y gábaZ o @iba1 en árabe literal e ibero-árabe) lo. a Los léxicos árabes, a lo que veo, suelen depender este nombre N E del radicai bei verbo g a W "fomar, creczr" y SUS derivadns. O ri Pero mi opuesto parecer es que gebei "montaña" tiene radical -- m O pansemita, que se conecta, de un lado, con los topjnimos hebreos E S nombres de una región de Idumea y de la vieja Byblos, Ras Sanira E m o Ugarit, y de otro, con el radical hebreo gabZl "circunscribir, poner limites, torcer" y coi1 el nombre común O E E 5 1 3 O 5339 = gdbüJ B- "lindero, piedra terminal, elevación", como hacen los dicciona-rios hebreos ll. :' Hay algunas formas como Czli@i ( C ) , W g U o y Tigüijluo (Tj , punta y saltadero, Jebles (H) y Aguajabva (G) que pudieran acercarse, pero a h i - ten otras explicaciones y no es exacta su correspondencia fónica. También podría ocurrir que el valor etimológico primario que vernos en g,ubuúiltz "límite", s ~ l op ermitiera aplicarlo a una montaña terminal, ,como es la Montaña Amarilla, ,y no a cualquier collado interior. Véase estas formas en A. Steiger: Contribzwión a tn fmu%ica (le ks a.rabiswros..., págs. 88 y 314; ksin Palacios: Toponi!mja, pág. iW. "MG-U-C-L-' "- dense voces como Gibraltar, jabalí, etc. . . 11 V. Gesenius: Hebraiscbs WWoerbuch, nueva edición por Buhl; y Bauer-Leander: HistoRsche h m a t i k cler Hebr&.whe+t Sprnche, Halle, 1922. ¿SEMITISWOS EN EL GUANCHE DE CANARIAS? 7 Me fundo en la forma fenicio-púnica gubdim "linderos" (Poenu8u.s de Plauto, v. 9381, plural carclcteristico con el viejo fonetismo propio de la voz originaria que eufonizaron los grie-gos en pljplios (por gúb . lim) 12. El sentido primario debe ser el fenicio "límite", "contorno", del que derivan, por un lado, el de "piedra terminal", "elevación", "monta5a", y por otro, el de "contornear", "formar", "cons-tituir", Ya M. Cohen l3 emparentó este radical semita g-b4 "monta-ña" con la forma egipcia de igual valor g-w, aunque Sethe y Zyhlarz l4 sospechan puede ser préstamos o reconstrucción s e d - tica. Considero que la forma egipcia g-w y su derivado @opto ToOT = t'w "montaña" no pueden ser calco semítico; porque el egipcio da el nombre de Byblos bajo dos grafias distintas . .. . . que ucn transcnpcmn exactz a! egipcio del uerita y-B-l, sin Id. peculiar w de las formas egipcia y copta. Se ve que el sentimiento lingüístico de los egipcios consideraba esta forma como extraña. Interesa subrayar ciertos detalles para garantía de esla com-paración lingüística. En cuanto a la forma copta, el signo de la velar antigua del egipcio, llamado cesta cle asa ( '7 ) , se pla- 12 V, J. F'riedrich: Phonixisch-p111tisck G r m m t i k , Roma, 1951, nú-mero 197, d. Me parece obligado este fonetismo fenicio, que explica. bien Byblos muy oscuro sobre el hebreo gdbal. Cf. H. B. Rosén: Notas a@ L~&W%U1, 951, 173, y Vet. Testm~ntumzC Leiden), 1951, 306; y G. J. Tierry: Vet. Testmmentum, 1951, 130. 13 Marcel Cohen: Essai colmparetif sur le vooubduire E¿ la ph.olzét,iqw du Chamito-Semuttique, París, 1947, núm. 205. 14. Vide E. Zyhlarz: Urspncnig und SpraeWrakta &S Altiigyptischn, apud Z. E. S., 1933, pág. 244.-J. Vergote: Phonétique h i s t o r i q ~& l'egyp; tien. Les consiwmes, Lovaina, 1945, p&g. 51. Zyhlam da ynbd como ante: cedente de Byblos, y en cambio parte de un semita originario gubalu para explicar la corrupción (sic!) en egipcio de la forma semita. Lo dicho exc. luye. tal explicación. . . '8 JUAN ALVAREZ DELGADO talizó en medio y neo-egipcio, y confundida con las dentales, pasó a representarse en copto con dental (o con una velar paladial), según circunstancias y dialectos. Así la voz copta es segura he-redera de la egipcia g-w, que debió tener, al menos desde el neo-egipcio, timbre vocálico oscuro, como la forma fenicia (v. Ver-gote, ob. cit., pág. 33). En cuanto a la otra wisonante, tanto Vergote como Cohen señalan (obs. cits.) la confusión e intercambio entre la labial sonora (b) y la sonante bilabial (w) en formas indudablemente emparentadas. Por otra parte, la -7- protosemita, correspcnde (véase el cuadro de equivalencias de Vergote y pág. 108) a una a de las tres más características laringales del egipcio, cuando no E vr, tanscrf.r p r sonante e o r en ciertas posiciones 15. Como la O n forma egipcia primitiva debía conservar la acentuación inicial -- m O prehistórica, bien garantizada en el protosemita, por ejemplo E E 2 para el hebreo Sg: = gÜM.2 y para el protofenicio " gublim > E Byblos, se explica la caída de la tercera consonante o la solda-dura cie iabiai y iaringai en ia forma común ptoegipcia * 94-3 3 - o g-b-y, antecedente del documentado antiguo-egipcio : g-w. 0 m E De lo dicho resulta que la forma egipcia primitiva podría ha- O ber sonado, con vocal -i-, gibi o giwi, igual que el radical hallado n en el topónimo de Tenerife, o con las mismas consonantes y vocal E a -ec- (como la fenicia gubzcz'im). n En cambio, no enccrntré en los dialectos bereberes (tal vez n n por deficiente información, o porque hayan sido eliminadas ante 3 O los numerosos derivados tomados al árabe kGb~1) formas seguras pzrien,teu & !u. egipiu. y gp~nchef, o r a de1 zenaga dgowj "duna". 15 Eh el tratamiento de -1- primitiva el egipcio antiguo (no el copto Fayúmico) es tan opuesto a su presencia como el guanche tinerfefio, mien-tras la tiene el dialecto gomero. Todos los tratadistas señalan alternancias c i ~ 'e&g . %-S "!ehpial', mptn 'lns, bereber iles; o 'semita Z-b-b "corazón", cuchita 1-b, bereber'uli'(con matétesis y vocalización de labial), egipcio y-b. Este altimo, ,t r, atamiento justifica nuestra hipótesis *g-h-:y ' antecedente dc g-w "montaf¡a".'V&se pafa los ejemplos citados M. Cohen y Vergote (obras citadas). 60 ANUARIO DE EBTUDIOB ATLANTICOS ¿ SEMITISMOS EN EL GUAh'CHE DE CANARIAS ? :9 "colina", y agawes "duna alargada", que cierto poiecen relacio-nadas l';. Pero con lo dicho basta para asegurar esta forma. camita pro-pia, común al egipcio, guanche y zenaga, que bajo :as formas gibi o giui es paralela de la pansemita 3 2 3 = g-b-l, correspondiente a las variantes fenicia, hebrea y árabe. Y de camino queda ga-rantizado para nuestro topónimo el valor "montaña" de su radical inicial gibi. Segundo componente de GZbiteros. Conviene subrayar que con frecuencia idiomas hermanos con-funden y trastruecan los términos para "amariilo", "verde" y "azul", hecho señalado por lingüistas de diversos dominios: indeu-ropeo, vasco, negro-africano y bereber 17. En nuestro caso, los dialectos bereberes ofrecen para "amarillo" una expresion muy general auiag, aura., auragh o aura+ (según diversas grafías de la vibrante velarizada), que significa "aniarillo" en los dialectos tuareg, marroquí, bersber, chelja, kabilio y nefusí, pero tiene cen-tido de "verde" en el Siwa 18. También Cohen y Vergote l9 relacionan bereber ure6 "oro" y 11, Cf. F. Nicolas: La iangw berbere de W'luuntnnia (1. F. A. N. Dakar, 1953, páigs. 131 y' 294.-En tuareg hay dos formas gezlei "remontar", tekuit "relieve del terreno" registradas en su Diccionario Ahaggar por el P. de Foucauld, pero ni &te las relaciona, ni la identidad de forma y sentido ofrece seguridad al respecto. 17 Así el "amarillo" español (de discutida explicación aunque segura etimolagía sobre Lat. amulms "amargo") debe proceder de ün nombre vul-gar de la ictericia o bilis, con pérdida del radical iatino. Para los cruces de raíces en indeuropeo vid. A. Cuny: etzbdm Pr6gmummatiticales, pág. 148; para el vascuence bastará citar el típico ejemplo de urdin "azul", gibelwüi "bilis"; y para Iaa lenguas africanas y orientales, los estudios de Trombetti (Glottologia), L. Homburger y Delafosse (estudios sobre lenguas africanas) y Brockelmann y Moller (estudios comparatistas del semitico). 1s V. Laoust: Sinos.-Ssm Pa.rZ#-, páig. 249. 10 V. M. Cohen: Essai conzparative ..., ním. 511; y J. Vergote, ob. cit., pagina 128. 10 JUAN ALVAILEZ DUGAEO aurag LLamarilloc"o n el etiope wark y árabe warak "oro", arameo y hebreo yarak "verde", "verdura", y con el egipcio y3k. t "ver-duras, puerro", copto Gkhe "verduras". Es decir, la misma opo-sición de sentidos entre el semita del Sur y del Norte, que entre los dialectos bereberes, de los que sólo el más oriental guarda el valor "verde" dado en el egipcio y semítico del Norte. En este caso, la fonética y el sentido del egipcio están alejados del guan-che, y éste se une por ambos aspectos con el gr.upo bereber. Pues el P. de Foucauld "O registra entre otras las formas siguientes bajo imcar "ser amarillo", taurn. "dorado", fierwe, t e ? - u ~ i "ama-rillo", ter. "bilis", tZr0.r "latón, cobre viejo", deruer "ser bri-llante, resplandecer" (se dice de árboles, paisaje.. . ) . Se notará que a N estas variantes tienen estructura y fonética igual al segundo com- E O ponente de Gibitéros o :'gi&ibitércrr o Giwtero. S-- m Y corno este topónimo coincide típicamente con la "Montaña O E Amarilla" y sus dos componentes tienen igual fonetisrno y va- E 2 E lores, bien comprobados por la cornparacih 1ingiBistica del grupo, podemos sostener la correspondencia de G-ibiterm con un primi- 3 tivs "gibiteroh (o '"'gibi-tieror), cuyo valor preciso en el mismo Om-orden de sus componentes es "montaña - amarilla" 21. E Nos hallamos, pues, claramente ante una forma guanche gibi O 5 de valor i,@al al árabe gébel "montaña", p r o de fonética dis- n - tinta. Hay por tanto, parentesco, -pero no préstamo semita. a 2 ,? ----U- n n 20 Mctionaire t w r e g - f m q a b , págs. 1.662 y 1.665. 21 El topónimo Teror (G. Canaria), escrito en los textos antiguos Terore, O3 Terori y Aterura (Wolfel: Tomiawi, pág. 299), no puede explicarse a nues-tro juicio sobre el bereber Twrirt, porque a esta forma se vincula otro topónimo de la misma isla: Taurito. No hay base documental ni toponímica en Ia zona para asegurar la eti-mología. Pero si la forma arcaica Feron se conecta con el segundo com-ponente de Gibiteros, como supone W6Ife1, habría que dar al nombre indi-gena Terw el sentido "la (tierra) amarilla" o "la- -zona--.resplandeciente". Para ello hay apoyo en las frases que Viera y Clavija dedica en sus NO-ticias a esta poblacih (l1.5, c. 87, pág. 459): "yace en un profundo y iyma wUe, adornado de todo genero de árboles. IncomBdanle mucho los barros en los inviernos". ksí el sector debería su nombre a sus barriales amarillos, o a la brillantez de su antigua arboleda 62 ANUARIO DE ElSTUDIOS ATLANTICOS' j SEMITISMOS EN EX GUANCHE DE CAPT.4RIAS ? Identifica el P. Abreu Galindo 22 el paraje "Cuevas de Hermra" con el indígena Amagar-Tihuya, para el que Viera, Berthelst y Chil Naranjo dan las variantes Amagar-Tihuya. Amartihuya y Amatihuya. Mi tesis es que Awgar-Tilzuz~a vale "Cuevas de Tajuya", con c@co parcial en el otro topónimo "Cuevas de Herrera". En la actualidad nadie reconoce en El Paso (La Palma) las dos designaciones de Abreu, que sólo citanse separadas: "Cuevas de Herrera" en los topónimos "Las Cuevas" o "Los Llanos de las Cuevas", y la "Cancela de Herrera", "Barranco da HerreraJ' o "de la Jerrera"; y en vez de Amagar-Tijuya se conserva el segundo componente Tajuya, como nombre de dos barrios muy al poniente de las citadas "Cuevas", que debe aparecer en el compuesto bajo la conocida forma de anexión camitosemita. El nombre Amagar se da tam-bien en e! iiso, en el Diccimari~ Administrativo de Olive y en el Nomenclátor Oficial de Estadís-tica, a un pago del inmediato municipio de Tijarafe, sito al norte de Los Llanos a la otra parte del m a n c o de las Angustias, en las estribaciones del Time a la entrada de la Caldera de Aceró. Un barranco inmediato llámase también de Amagar, y Olive rc-gistra "El Salón" designado en el Mapa Militar de La Palma (ex. 1 : 50 mil) "Salón de Amagar". Las variantes de Berthelot Amar "cueva", de mil Am~gar, y Arnagad y Amagat de Olive (ob. cit., pág. 1.167) son'claras erratas de la forrna usual y an-tigua. Asigno también a este Anlagar de Tijarafe el sentido de "cue-vas" que en el topónimo de Abreu Galindo tiene el de El Paso. Lo hallo garantizado por un texto del propio Abreu Galindo" no '2 Abreu: Historia de ia conquista de i5.s Siete Islas de G. Can- (año 1632),, 1. 3.*, c. 3.", phg. 193 @d. Sta. Cruz de Tenerife, s. a). 23 Op. cit., l. 3, C. 5, p9g. 199. 12 JUAN ALVAREZ DELGADO aducido hasta hoy. Describiendo las luchas de Atogmatoma (se-ñor de Tijarafe) con Tanausú (príncipe de la Caldera), dice que el primero con doscientos hombres "fué sobre Tanausú su so-brino, y a la entrada de Aceró, que es por el término de Aridane, y EEamn ías cuevas, halló apercibido a Tanausú con su gente". Como lo reclama la geografía del sector y el emplazamiento de los señoríos indígenas, las fuerzas de Atogmatoma tenían que entrar en La Caldera por el Barranco de las Angustias (en la po-sición del actual Amagar) en el lindero con Aridane (Los Llanos). y no por las Cuevas de Herrera del señorío de Tihuya. Esto obliga a identificar las "cuevas" de Atogmatoma con el Amagar de Tijarafe. Y con ello en dos ocasiones aparece clara la ecuación: guanche palmero amagar = español "cuevas", cuyo matiz plural explicaré luego. Nuestros historiadores citan estas voces del habla indígena grancanaria " con los significados de "templo", "casa de Dios" Y "adoratorio", entre contrapuestas y poco precisas explicaciones, como veremos luego, de su precisa significación palabral. La forma general almgarm (el almogaroc de Bory es una de sus frecuentes erratas) resulta equivocación por un primitivo plu-ral camítico amogaren, con sufijo -en comprobado en guanche y abundante en bereber y cambio de timbre vmálico radical. La inserción de -1- y confusión con el artículo hispano-árabe al- es muy frecuente en nuestros cronistas: así aconbe a. Escudei-9, 24 h s textos escriben: aimogccren "casa santa", "casa de adoración", "adoratorio" (Escudero, Torriani, Abreu Galindo, Viera y Clavijo, Alvarez Rixo) ; cclmgíuroc "adoraci6n" (Bory de S. Vincent) ; almogarenes "monte" (con plural hispánico en Max. Amar apud Chii) ; Tamogante en Acorm O Tamogmte m Alcorm "casa de Dios", "casa de virgenes", "tempio de Dios" (Escudero, Torriani, Alvarez Rixo) ; Tamogantcuxnwn, Tantomntaco-m, Tamogúclafien, TamLogatin, Iramogitin, '"a casa", "casa de Dios" (graflarp de Viera, Berthelot, Abreu y otros). . 64 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS que escribe Tamgante en Alcoran en vez de Amrnn, forma ge-neral de los textos. Y conñrma esa epéntesis su ausencia en el derivado Tamogante, donde no podía actuar la analogía del ar-tículo inicial arábigo, con lo que queda excluída la posible expli-cación 25 de aimogaren por prótesis de articu'lo árabe y préstamo directo. Tamogamte en Aman, la más frecuente y usual en los textos (con sus fáciles variantes citadas) responde a un primitivo *tu-mgantdn - Acoran o mejor a *t - amoga(r) dn - t - dn - Acoran, cuya significación primaria, cofno diré, es "la casa de Dios" o "las cuevas del Dios". En esa fórmula, que termina con el cono-cido nombre de divinidad camita Aman o Acorac, tenemos la partícula pancamita -n- de anexi6n genitive, y EII dexivzdo UY amogaren (con síncopa de *t - amogardn - t en tanagante) por composición de aquel plural con el determinativo t- prefijado y sufijado, típico en camita para nombres femeninos, diminutivos, de excelencia, deverbativos y colectivos. (Comp. marr. tam-gart dLvAl c-.Lp,I ~/ Gm-- I-I.& ~" viejo"j, rifeño tfut "rodiiiita" {afud "rodilla"), zenaga tamurt "acacial" (amur "acacia"), etc.) Para asegurarnos del valor primario de estas voces subrayo ciertos datos de los antiguos cronistas, en los que eliminaré los conceptos de "templo" y "monasterio", que ellos superpusieron al adobar con personales concepciones referencias rituales de los in-dígenas 26. 25 (3f. Giese: Revista áe Historia, 1949, pág. 194 26 leer eses -C--v.:--I- V I Lc--&u~-~-e~e-+j~ al~ os~ -epa sajes reiativos a las vi-viendas, con los de las harimáguadas, y alrnogaren, pues un autor asigna a unos lo que otro desplaza al inmediato. Asi ha nacido la oscuridad de los estudios y comentarios, que siguieron de preferencia una fuente. Los cronistas se interesan en destacar sus coincidencias religiosas, alejadas de las concepciones indígenas. Y.P,,z ,, , - . "C~ , = . ~ ~ - ~ ~ lAiL-.U. I C j ~ V&ÜL1U-U,- 2- üb. cit., págs. iW, 108, llü y 114; Torriani, ed. W~lfel, págs. 106, 120 y 122; Gómez Escudero, ed. Darias Padrbn, 1936, página 86, c. 19; Sedefio, ed. Darias, págs. 65 y 66; Chil Naranjo: Estudios, , 1, págs. 536 y 551; Viana: Poema, canto 1, verso 520; Sosa: Topografia, páginas 209 y 210 (ed. Santa Cruz de Tenerse). Núm. 1 (1.955) 65 14 JUAN ALVAREZ DELGADO Historiadores como Sedeiío y Sosa no citan aquellas palabras, pero evidentemente registran referencias de la institución aná-iogas a los que las transmiten. Gómez Escudero dice que el almo-gaven estaba en un risco alto, como las "cuevas" o moradas ex-cavadas en riscos de que hablan Sosa y Sedeño; y según Viana las harimáguadas, sobre las que tanta literatura se ha hechozT, vivían "en clausura de grandes cuevas". De ese cotejo cuidadoso. de textos de los cronistas se com-prueba que tanto el almogarm como el Tamgante en Acoran eran grutas o cuevas, que servían de vivienda a practicantes de ciertos ritos. a Los parajes que mil Naranjo, Millares Cubas y otros quieren E ideritif;,rur cm esas Instituciones indígenas son las "Cuevas de O n los Pilares" en la Montaña de Cuatro Puertas (Telde), las cuevas -- m O del Barranco de Valerón en el sector de Guía y Gáldar, y otro E 2 paraje que llaman Humiaya y han querido localizar por Tira- E jana. 3 Para unos, estos lugares son silos o graneros; para otros, - viviendas de las harimáguadas; para pocos, simples casas indí- 0 m E genas. Pero tanto las Cuevas de los Pilares (no 'las Cuatro Puer- U tas) como las de Valerón deben ser el tihogaren o el Tamogante n E primitivo grancanario propio de cada sector. Encerraban el doble a carácter de silo y vivienda (los textos apuntan que las harimá- n guadas guardaban los donativos en especie para un año), y si n por practicarse allí los ritos (riego de Ieche, 'bautismo, fiesta san- 3 O juanera.. . ) pueden considerarse "templo", y por alojarse en ellos las harimgguadas encargadas del culto y ciertas prácticas educa-tivas y sociales (eran- educadas y engordadas para el matrimo-nio) cabe designarlos "monasterio", su valor etimológico es pu-ramente "cuevas" o "habitación" para almogaren = amogaren, ' , 27 Vdanse los traba& insertos en Revista de Historio, 1942, págs. 30, 106 y 108; 1943, pág. 1.93; 1944, p¿íg. 24; y W Museo Canario, 1944, pági-na 15; ' con abundante 'bibli.o\g. r.a.f ía y contrapuestas explicaciones. 66 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS < . . ¿ SEMITISMOS M EL GUANCHE DE CANARIAS? 15 y para Tamgante-n-Acoran "casa de Dios" o "cuevas de la di-vinidad." 28. EtimologZas propuestas de estas voces. Mientras casi todos los canaristas buscaron interpretación para almogarm y muchos suscribieron su arabismo, antes de mi Mis~láneaG uanche (1940) nadie lo había conectado por la forma con el palmero amagar "cuevas". Los partidarios del arabismo (por ejemplo, Ciese, loc. cit.) explican almogaren como calco del árabe al-muyñara; ya com-probamos la exclución del articulo árabe, y aunque seguro el Valor original "cuevas", no admito, como diré, su derivación di-recta del árabe. J. Akrcromby 20 explicaba almoganen por el bereber al-moqu-ran o ala-moqqamn "gran precipicio", pero vacila al interpretar Tmmgante entre la precedente forma o el eheUa tmgnnt ''der-mitorio, prostibulo". Me extrañó ver a W61felw justificar almogamz por la forma chelja al-moggwer, cuya procedencia no da, y como puro prés-tamo árabe, ajena al fondo propio de la tachelhait; porque en su edición de Torriani (pags. 233 y 293) había relacionado almo-garen y Tamgante con la raíz bereber M-GR, que presumo, por el valor asignado, quiere ser la del verbo gem, sustantivo agerau "reunión" Y es sobremanera curiosa la simbiosis de las precedentes ex- 2s El cruce semántica de "cueva" y "casa", frecuente en camitico, tiene un ejemplo not.able en panbereber ifri "cueva", correspondiente al egipcio y copto pri "casa", de seguro parentesco original. (Cf. Cohen, Zyhlarz, Vergote, ob. cits.) 29 R Study of the anciemt 8pesch of the Cartury ZsZ%ck íapud Harvard African Studies, 19171, págs. 105 y 106. 30 En Die HauptprobZeme Weimfrilcaa, pág. 134. 31 Vid. P. Ibáñez: Diccionario EspmloZ-Rifefio, pág. 365. 16 JUAN ALVARFZ DELGADO plicaciones en Werner Vycichl y Zyhlarz 32. El primero acepta la explicación por el chelja drnuggwer, mas agrega por su cuenta la aproximación inadmisible de la base mugar (sic!) con el nom-bre del gigante indígena majorero Mahan. Zyhlarz, por su lado, explica aZmlogaren "lugar de reunión" sobre una frase del zenaga allJ-n-emgaren, y Tanwgante por otra frase, que ya a Giese pa-reció bastante procaz, tamganta-n-Aaoran y traduce por "Nach-quartier des Gotes Acoran", como si las harimhguadas fueran las amantes de Dios. Y me parece claro que estas reelaboracio-nes de las viejas etimologías no constituyen gran progreso, ni ceden a las elucubraciones citadas en los viejos cronistas. a Los datos históricos, bs arqueol6gicos y los lingüísticos no E dicen-a mi ver-en estas palabras otra cosa que "cuevas" y O < "casa del Dios". -- m O E E 2 E Relación cion el ár. "mgara" y el ber. "tamQart". 3 La forma árabe al-mug'6ra i i , b J - j es base innegable de las - 0 m E variantes esp. Almoguera, chelja al-muggwer, y, sin artículo, O del marr. mag6raJ tun. y arg. mgara, como denuncian claramente n sus formas y afirman los arabistas 33. E a Los berberistas suelen considerar arabismo el bereber tam- l d gart (pl. tzw@ar) "cueva, gruta, catacumba". Pero la compara- n n ción de esta voz con las canarias amagar, amgarcn (por almo- 5 O garen) y tamgante plantea justificadas dudas. De un lado, por-que e! mztk ''~atzcxmhg ^ sepidti~ra peítrea" es hecho propio de las culturas Iíbicas antiguas y no de las prácticas africanas post-islámicas. Por otro, la forma canaria (amagar) y la bereber 32 W. Vycichl: RWta de Historia, 1952, págs. 195 y 196. -No da razón para ia 'base .rrfiyiir.-E :., :hyY S- , Kmm- isch E ~ ~ h a v h .h, .z.p ud 2. D. M. G., 1950, págs. 414 y 415; y reseña de Giese en Revista cZe Histo?'kz. 33 La vimos citada por Giese, y la estudia Steiger: Colatribución cr, ECG f&tica del hispano-árabe ..., págs. 242 y 329, a propósito de esp. almoguera. 34 Laoust: Sha, pág. 245. ~SEMITISMOS EN m GUANCHE DE CANARIAS? . 17 (tamgart) tienen, a- radical inicial 35, de que carecen la forma árabe y los arabismos antes citados. Asimism.0 invitan a dar esta forma como semitocamita común las siguientes voces sernitas y egipcias : hebreo maharat (n?Y r,) ' y j G "caverna" y el nombre propio de igual sentido transcritos en neoegipcio m.9.r.t y m.k.r.t, respectivamente 3G. Aunque no tenemos registradas en antiguo-egipcio estas voces, y los citados egiptistas considéranlas semitisms del egipcio, la coincidencia formal y semántica con el breber y guanche del egipcio m.g.r.t "la caverna", su variante con el nombre propio y la correspondencia señalada por Vergote de la velar egipcia con el gaim árabe y el hayim, protocananeo, parecen indicar que m.g.r descendientes abundantes, pero parece tenemos aquí una forma 35 NO puede tratarse de pdtesis vocálica, porque la forma palmera, el supuesto pr6stamo árabe grancanario awzoyarm (en las fuentes dmiogaren) y tccmogante conservan viva la vocal inicial. Otro tanto ocurre a la forma bereber, y su carhcter radical confirmalo la alternancia en plural. Por el contrario, los préstamos africanos del árabe: mafi&ra, mg&r, muggwer ... carecen de ella. 313 Las estudiaron Czermak (Pie m t e des Newigyptischtm, Viena, 1934, páginas 144 y 145), y Vergote, ob. cit., pág. 98. Advierto que MagarGt, así transcrito por los Setenta, significa ciertamente "cavernas", aplicado como nombre propio a un poblado de Judá y mal traducido por los l6xicos hebreos usuales como "locus nudus et planus". Hubo la misma confusión con el concepto "reunión" antes citada y estos l6xicos también lo traducen "caterva hominum". Recuerdo que el radical gor, citado como topónimo hehraico y con el sentido de "huésped" y relacionados, es hermano del bereber zenaga irnhman. tWwhert (cf. F. Nicolas, ob. cit., págs. 115 y 311), aducido para nuestro caso por Wolfel y Zyhlarz. Pero coexiste con otra similar semita (el nom-bre de los huwitas), cuyo sentido "cueva" es seguro. (Cf. Hrony: Znscrip-ticm crétoises, s. v.) común semitocamita, pues es fuertemente probativa la forma palmera amagar, inexplicable por el fonetismo .de la paralela -árabe. El antes apuntado problema del sentido plural de las formas canarias: palmero amagar y grancanario amogecre?¿, me parece que nos obliga a explicarlas partiendo de un primitivo singular amagar, cuyo plural mixto sea el citado amogarelz 87. Y el valor del palmero amagar traducido "cuevas" en los dos topónirnos citados, se explica fácilmente recordando que en camita hay plu-rales sin sufijo y con vocalismo general a; y además, que amagar en nuestro caso puede ser singular de matiz colectivo, para el a que el l?bico antiguo y el cananeo primitivo empleaban el sin- N E gular sin modificación alguna 38. Amoganen, en cambio plural O mixto, con s d j o propio de plural y cambio vocálico, es análogo n-- m al del plural interno bereber turmgar correspondiente a t-am.gart D E "gruta", adicionado con el sufijo plural pancamita. E 2 E Con ello el tratamiento vocálico de esta voz en canario y - bereber aparece e=m= curacteriutici del grupo Iíbicq y no calco 3 o préstamo árabe; y no cabe aducirla como semitismo del guanche. - - 0 m E O E 3.-AJÓDAR. n E a . . Citan los cronistas de Gran Canaria Gómez Escudero (ob. cit., n pág. 57) y Abreu Galindo (ob. cit., pá,g. 166) el topónimo Ajódar n ----- 3 O 37 Si la forma amagar debiera explicarse en camita mediante el prefijo &vt.erk,tP;~ o ccmpelierite n_?n "liigxr de", y e1 radical verbal ger "esconder", valdría "escondrijo", "concavidad", "gruta". Pero carecemos hoy de deriva-dos bereberes y egipcios que aseguren esta explicación. ¿ f i é arrinconada esta voz por la extensión en bereber de ifr*, cuyo sentido etimol6gico era "casa" y su valor usual "cueva"? 38 En bereber hay formas plurales con vocalismos -a- sin sufijo, como G??~KW "~.g-ua",& c. Pmi. e! C ~ _ ~ _ ~ PyC Ih ebreo v. M. Lambert: Traité de Gram. Hébraique, Paris, 1946, n. 183 y 1.337. Y para formas libicas G. Marcy ha leido en algunas inscripciones formas plurales con este vocalismo: mgakka "portadores", amantayen, "vigilantes", etc. (Les insmiptions L~ybi-ques bilingues, pág. 40.) ¿ SEMITISMOS. EN EL GUANCHE DE CIZEIARIAS? 19 o sus variantes Axodar, Jódar, y hasta Arjoda o Arjódar por errata. Está bien asegurado que no se trata de trasplante del topónimo árabe andaluz Jódar, sino una voz indígena cuyo sig-nificado prevalente es "fortaleza" a juzgar por la reiteración de las fuentes en escribir "el 'fuerte llamado Ajódar", "una fuerza que dicen Ajódar", etc. Según mis noticias, quien primero interpretó esa voz por el bereber agcldir fué Georges Marcy 39, a base del plural igudur, en su variante palatalizada agudar. Otra fué la explicación del Dr. W6lfel (Torriani, págs. 256, 294 y 299), que relacionó diver-samente estas voces con los topónimos canarios Argodey (G), Tejeda y GcáZdar (6). Y W. Vycichl combinó (Rev. de HktorZa, 1952, pág. 184) ambas teorías admitiendo la relación de .Ajódar y argodey, como Wolfel, pero explicándolas sobre el bereber igdar, como Marcy 40. No es posible considerar equivalentes o aproximables en la ortografía y articulación canaria de nuestras fuentes las formas argodéy y axódar. En cambio, no ofrece dificultad para el lin-güista la palatalización de la primera consonante de igudar en el canario axódar o ajódar, porque los dialectos bereberes ofrecen en agadir variantes con palatal. Y aunque la issglosa insular de paladiales dentales comprobada (t : ch) no alcanza a Gran Ca-naria, no se ha descubierto isoglosa opuesta de velares en nues-tra dialectologia indígena. Tampoco ofrece dificultad para Gran Canaria la alternancia ,(a : o de singular-plural) ya vista en amiogaren sobre amagar, y también en él se repite la conservación de a- inicial plural contra la tendencia bereber propia a cambiarla en i-, confirmándose que el guanche no es puro dialecto bereber, sino que ofrece tratamien-tos propios de formas libicas primitivas. m Cf. Marcy: La vlvuie destinatiola des "pintad.eras" des Zles Cana*~, apud Journal de Ea. Soc. des AfriccSnistes, 1940, pág. 163, que traduje y anote en Revista de Historia, 1942, pá.g. 108; y en Hespéris, 1935, pág. 45. , -40 Ignoro si las confusiones he su texto respecto de la relación con Gadeira y Agadir son imputables a la versión española de la revista 20 JUAN A&VARq DELGADO No hallo documentado en Canarias, hasta hoy, el singular agadZr ni variante segura, aunque ya vimos otros ejemplos debi-dos a nuestra deficiente documentación lingüística aborigen. Mas como no están de acuerdo los tratadistas sobre el sentido primario, etimología y semitismo de la forma bereber agadir, creo obligado reexaminar el problema en toda su extensión ". Plinico "Ga&r" : gr. "Gádeira"; bt. "Gade~" : esp. "Cadax". Aunque los especialistas dan por segura la interdependencia de estas voces, creo necesario explicar su proceso y dar de lado a la usual afirmación de que la serie deriva precisamente del hebreo = güde "muro", "cercado", "castillo". Sin duda posible para los semitistas (cf. las citadas gramáticas , . p x c a y hebrea de Frfedrich y L&!ert), !u hzre es !E fmmt común pansemita del tipo %q.ZitZÜ, mejor conservada en el fenicio-púnico gá&r, de que deriva, mn cambio normal de E por %, la citada forma hebrea. También ofrecen algunos textos de Avieno y Plinío la variante giddir por gndir, que si es auténtica y no errada transmisión, dé-bese, por su vocal y su geminada interior, a información oral de un púnicoparlante contemporáneo, conocedor de tales cambios normales en bereber y semita para formas de anexión. h e i no 41 Además de las obras citadas antes, me refiero concretamente a la tesis semitista de A. Cuny: Etudes prdgrmmaiticales, pág. 336; Laoust: Cours ck berbere rnarocain, pág. 286; idem: Siwa.--Son p í d e r , pág. 264: ídem: LJHabitation ohez Zes trcvnshurnunts.. . apud Hesp~5ri.s~e specialmen-te &. 114 de 1934; A. Steiger: ContWruciórt a Za fodtica del h.ispoMzo- ..., p&g. S, j. --=--L. nz.A-;&-..r n . . ~ i n n l . rirnmnmntll* o r iou~icu. r i c v r ~ u ~ m ~ r ~ - r w rr~ri~ wrwru~r r i~ur&ru iuJ =P. 11k~.tl?- ro 1%; y los estudios sobre monetales piinico-hispanas de Mateu Llopis: Madrid, 1949; Millás Vallicrosa, apud SefaradJ 1941, pág. 313; y de ambos en Sefarcul, 1949, p&g.4, 32. 72 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS jSFMITISMOS EN EL GUWCHE DE CANARIAS? 21 creo deba explicarse como variante gráfica o local análoga a la de ciertos textos con Ga&r o Aggadir. La forma griega Jcid~ipa = Gádeira, por su acento y voca-lismo, demuestra estar tomada directamente al nombre fenicio original, pues en muchas transcripciones del fenicio registra el griego la equivalencia EL por %. Si fuera original y absolutamente primitiva la variante de Heródoto gédieiroi (con alternancia nor-mal jónico-ática de E por a), ante su diptongo final pensaríamos en transcripción de la base plena nominal "g&GrE, aunque con dudas. El carácter plural de las formas griegas lo explicó Garcia Bellido en sus notas a Estrabón. El nombre latino de Gades no fué tomado por los romanos a labios o textos griegos, porque hubieran dicho Gadira, como Abdera, Ibero, Baieares. Pienso que al igual que en Ebusus por Ebursim 42, Tingk por Thga, Lyxus por Lgka, Zilis por AzZyt, los romanos eufonizaron a su modo el final extraño al latín de nombre oída de viva voz a los hispanos o libifenicios de Anda-lucía. La forma actual Cádiz procede de la arabización q d i de la voz latina. Subrayo a propósito de las monetales púnicas de Cádiz estu-diadas por Millás y Mateu, que en el nombre de la ceca Agdir, su vocal inicial debe considerarse artículo con desaspiración nor-mal en púnico (cf. Friedrich, ob. cit., núm. 33) del Ha- panse-mita, también presente en las de Axlyt por Zilk y Aiiuga por Iptuci. No puede considerarse que el nombre de la ceca llevara soldado permanentemente el artículo púnico (apoyo del seinitis-mo en el bereber agadir), ni que fuera una pronunciación espe-cial de los libifénices de la Bética, porque las formas griega, latina y árabe del nombre omiten ese articulo inicial (como en 42 Rectifico alguna lectura de las cecas sobre el grabado de las mo-nedas: así, en vez de Iberusim, como leen Millás-Mateu, es seguro que hay que leer ABeRuSiM (traslitero por mayúscula los signos escritos y en mi-niiscula las mociones) o mejor EBuRBiM, base del latín EBUBU6; ASLZT está escrito AZiLUT (aunque confuso el wau peniilt'io), etc. 22 JUAN ' ALVAREZ DELGADO las monetales de UZis e Ztuci). Prueba de que para los Ibéticos esa inicial no era elemento radical, como lo es en bereber, sino pre-fijo móvil. No puede suscribirse el parecer de Laoust (ob. cit., pág. 1151, derivando el nombre de la fortaleza almohade Alcalá de Gua-dayra de Agadir o mejor del gr. Gádeirira, que con razón vinculan nuestros arabistas a1 ár. = %di "río". Porque además de ser Guadaira nombre de río a cuya vera está asentada la pobla-ción, constituiría un imposible la conservación del diptongcl griego de Gádeira a tan larga distancia y en el medio lingüístico de Andalucía, para un poblado interior tan insignificante en la anti-güedad. P tampoco se explica el diptongo sobre agudir atribu- a N E yéndolo a bereberes presentes en la conquista musulmana dR O Guadaira. n-- m Registran esta palabra Laoust y otros berberistas en casi O E todos los dialectos actuales (marroquí, zenaga, siwi, chelja, aha- E 2 E gar, kabylio, Sokna, Ghat, etc.) bajo las variantes fónicas ag¿idir, - a@aÜir,a ZZir, gaWzr, z"u- u7w- - , ~-..iaw-%w:--y u / -..- -...+&4,-,":" \I;~LI 1 1 1 c ~ a L G a m ) y !as diiillnlz- 3 - tivas tagadirt o tax'dirt. Sus significados van desde "fortaleza", - 0 E E "fortín", "casa fortificada", "castillo", hasta "granero colectivo", O "casa", "cámara", "poblado", o "muro", "muralla", "lugar ele-n vado1', "risco", "escarpa", etc. Obsérvese, no obstante, que todos -E ellos se reducen a dos cabezas semánticas: a) "fortaleza", "altu- a 2 ral' ; b) "muro". n n Varia en los dialectos la estructura plural de esta palabra, 5 O siendo en unos igudar, iyd- iXud$r y hasta iguík,rsn, mientras otros hacen iguiui;, ,iZ&r ü igdIi"vr,, siendo !u primer2 manera primitiva y prevalentemente bereber, y la segunda una moderna normalización sobre el fonetismo del singular. Registro la curiosa variante citada por A. Roux ait-t@ar "la gente de los grane-ros", wmo nombre de una tribu berberófona del Atlas. Además de este empleo frecuente como nombre común de agad.ir, aparece abundante en la toponimia, como en el nombre de la conocida población de Marruecos, al sur del cabo Guir, y 7.4 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS i SEMITISMOS EN b% GUANCHE DE CAX.AñIAS ? 23 en muchos topónimos menores africanos, como el barrio Agadir del propio Mogador ( j otra variante del mismo radical?). El origen púnico de agdir fué resuelta y expresivamente aík-mado por Laoust en Mots et choses berberes y en Siwa: Son Par-ler, y con más reserva en su citada obra sobre los nombres de habitación entre los trashumantes. De esta opinión predominante entre los berberistas ya dudó Marcy (Heqérh, 1931, pág. 891, ofreciendo una explicación bereber que no acaba de convencer. También el berberista Francis Nicolas niega terminantemen-te el punicismo de Agadir, nombre del puerto mauritano y de su relacionado zenaga agedri "suelo, entarimado", al colocar bajo 'interrogación (La Langwe berbere de Mazviianie, pág. 304) la pro-cedencia púnica del radical añadiendo al punto "no la creemos". Igualmente el P. de Foucauld considera (Dict. Ahaggar, s. v.) agkiir como palabra de carácter tuareg, frente a su sinónimo árabe, sin aludir a lo púnico. Mi resuelta opinión sobre el problema es que el púnico gdir y el bereber agadir son originariamefite dislinhs: UDS vncrs h ~ - mófonas de diversa etimología, pero de análogo valor y evolucio-nes semánticas parecidas. Etimlogia de "agadir" y "ajódur". Me parece innegable que, bien documentada en púnico la forma g a r (agüfir con articulo desaspirado), ésta no influyera entre los libiofenicios del Norte de Africa sobre la forma propia bereber agadir de sentido análogo, pues sabemos que el púnico continuó en uso hasta después de San Agustín. En cambio, no parece razonable que una forma púnica, muy limitada en su em-pleo cartaginés, y sólo abundantemente garantizada en el semí-tic0 extrairirano, haya p d i d ~p n e t m r ta?i haidameite cosa nombre común en dialectos bereberes, tan alejados algunos de la propia zona púnica, como el Siwa, el Zenaga y el Ahaggar, y con vida y fecundidad tan amplia. 24 JUAN AIXAREZ DEUAW Por otra parte, vimos agrupados los sentidos de agadir en dos epigraf es : a) "fortaleza", el sentido grancanario de a j&r; b) "muro", el sentido púnico de gactir. Subraya Laoust en su excelente y documentado estudio ya citado sobre los nombres bereberes de "habitación", su frecuente sustitución y extensión de matjces, que nos explica cómo han podido ocurrir los cruces y recíprocas equivalencias de estas dos palabras si convivieron en el uso. Así, pues, yo pienso que con-currente con la forma púnica gG&r de significado "muro" y por extensión "recinto amurallado", "casa", "castillo", "ciudad, "gra-nero", existía entre los bere'mres la forma homófona indígena agadir "fortaleza" por su matiz primario, y los derivados de "al- a N tura", "risco", "escarpa", "granero colectivo", "castillo", "ciudad E amurallada" 4i. Estas dos voces vinieron a ser homtfoiias y sin6 O n nimas por coincidencia de matices, aunque derivadas de raíces - m o E distintas, y cruzaron y superpusieron sus sentidos anhlogos en SE el uso norteafricano. -E La etimología del púnico gÜ&r suele hacerse sobe los nom- 3 bres hebreo giidEr, fenicio güdzr "muro" y el verbo semita común O-- gadar "separar", o como quiere Cuny "rodear con piedras". m E Marcy sugirió como etimologia del bereber agadir el prefijo O o expresivo bereber aga y el radical dir : dar "piedra, roca" o n E "casa". - B Opino, en cambio, que debe considerarse primario, para el sen- 2 n tido del bereber agadir, el de la forma grancanaria ajodar "fuer- z za, fortín", y creo que el camita agadir debe explicarse sobre el 3 O radical bereber G. D. R. presente en el adjetivo marroquí igdur "recio, fuerte, alto, fornido" ", con lo que ei sentido primario rie agadir es "fortaleza", "lugar elevado". Una vez más los dialectos 43 Casa similar creo ocurrió en el gr. qhr, explicado usualmente sobre el lat. castmm; pero en el semita existe el radical q&c& "fuerte" documen-tado desde el babilonio y abundante en la zona mediterránea (cf. Iirozny: Inscriptions cretoises), que pudo coexistir y contaminarse con la latino-a r��biga. 44 Cf. IWez: Dicc6onario rifefio, 1, pág. 221, y 11, p&g. 175. 76 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS ¿ SEMITISMOS EN hL GUANCIIE DE CANAARIAS ? 25 canarios por su aislamiento se muestran conservadores, y la for-mación, evolución semántica y carácter bereber de la voz aparece clara y segura en todos sus puntos. Quiero subrayar, sin embargo, que ni rechazando mi etimo-logía del bereber a g d r por el sentido original grancanario "for-taleza", sino aun vinculado al grupo del púnico yacdir, quedaria probado su semitismo. Porque este radical semita conócelo tam-bién el egipcio, y ello obligaría a declararlo m un punicismo, sino una forma común del grupo camitosemita, por su presencia en egipcio, semita y bereber. En efecto, el egipcio ofrece además de la transcripción k.d.r. del cananeo, según Vergote (ob. cit., pá-gina 51), la forma copta kotc "cír,cub, rodear", derivado del an-t i p o egipci~k .d.w. ( cm !a que Hembiirger emparen+d !as dri-canas peul gaí% por gat-te y mandé tata por takto "cinturón amu-rallado", "empalizadaJ'), las que por su forma y sentido claxa-mente se corresponden con la semita gÜ&r "muro". Argode y "fortaleza" Por razón del sentido y de las variantes arjóchr de Marín y Cubas y a r m de Gómez Escudero (dejo de lado los vanos in-tentos de aproximación con Tejeda y Gáldar), creo necesario so-meter a examen la explicación del nombre indígena de la hoy llamada "La Fortaleza" de Chipude, curioso prisma de basalto de unos 500 metros de diámetro medio en su superficie, empinado sobre la meseta central de la isla de 1% Gemem Lo escribe Torriani argodei y Galindo Argodey (obs. cits., ph.- ginas 184 y 52), y ambos la consideran voz indígena con sentido de "fortaleza" o "fuerza" que explican como paraje rodeado de rocas altas con una sola entrada. Bbemos considerar erratas las variantes Agoney, nombre en Bertheiot, y Argoltex, variante de Marín, recogidas en la lista de Chil Naranjo. Siempre me sugestionó relacionar esta palabra gomera con la serie abundante de topónimos canarios con grupo incial argo. de 26 JUAN ALVAREZ DEU:AüO sentido "altura, cuesta, elevación", y en alguna ocasión apunté esta base mediterránea como explicación del latín arx "ciuda- , dela" 45, que interpreta A. J. van Windebens a propósito de la etimología de Argos sobre un radical común a voces indeuropeas, pregriegas y mediterráneas, de significado "encerrar, defender, fortaleza". Pero un estudio más detallado me convenció de que juhto a formas con primer componente argo "elevación", como Arguijón, Arguineguin, etc., hay otras dotadas del prefijo móvil ar- bien documentado en bereber y en las voces canarias citadas por Ber-náldez, y de sentido genérico "lugar", "paraje" o simple cleter- a minativo o articulo (cf. Marcy: Hespéris, 1935, pág. 53). Así me C. E parece sepro hoy que Argodey debe descomponerse en a?.- godéi, O que relaciono directamente con un topónimo grancanario citado --< m por Bernáldez: Artaguda o A1.tagu.de (es decir, *lar- ta - gd). O E G.. Marcy (ibídem, pág. 40, e InscripEims tyhiques bilingues, pá- E 2 E gina 35) estudió un radical Iíbico agud, presente en su t r a s - - c ~. i p.c, i ~6n3: r n i a ~ s u k ~ Dugga, ter, e! & "&vaci6n": 3 - y documentada como forma viva en el bereber del Sus agud "le- - 0 m E vantarse, estar empinado", y en los nombres ~ g u d i"e minencia del O terreno", taguda "eje, pivote" (Sus); ag*, ijdi "pértiga, eje"; iguta "estacas" (Marruecos) ; tiguda "dunas" (Ahaggar) ; etc. n -E El mismo Marcy estudia (Hqéris, 1933, pág. 147) la voca- a 2 lización de la i larga en antiguo libico y bereber primitivo, en d n n una serie que presenta estas fases: i > iy > ai > a, o ei > i, 5 según acciones de acento, morfología o variantes dialectales. O En nuestro caso tendremos que la forma primitiva "gu& me- 45 Señalé a propósito de Roma (Cua&rnos Canarios de Ilzuestigacwn, página 17) contactos lingülsticos entre lo canario y lo latino. No se entendió bien mi pensamiento: sólo señalo en el substrato latino de Italia la pre-sencia de elementos africanos, concretamente Iíbicos, aíines a lo prehistó-rico de Canerias. Así: Romza, hamcspex y hura, arz, turris, etc., ligados a lo etrusco y lo sabino, arrancan de un substrato líbico en la Italia neolitica, . al que pertenecen las formas guanches roma "casa cuadrada", hura "animal sagrado", argo "altura", taro "construcci6n de planta circular", etc. 46 Cf. LJAntiquité Classkpe, 1950, p&g. 400. 78 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS ¿SEMITISMOS EN m GUAPU'CHE DE CANARIAS? 2'7 diante ell paso "gudiy, "g&i daria por un lado g&i (con la misma alternancia del bereber asuf, guanche axofcr) y por otro gúde - gúda al retrasarse el acento. Y con ello tenemos que ar -godéi vale "lugar de fuerza" o "La Fortaleza" como se llama por antonomasia, y ar - ta - gúde(i) significará "lugar de la for-taleza", sirviendo para designar alguna de las así llamadas en la toponimia actual de aquella isla, cuyo nombre indígena no conocemos (las bien identificadas de valor análogo son Fataga; Ansite, Axódar y Amurgar). Y subrayo que la etimología dada por Marcy y los paralelos bereberes de gudi "pivote", "bloque empinado" retrata de singu-lar manera la estructura del prisma de basalto de "La Fortaleza" de Chipude. Por tanto, parece seguro que Argodey y Axódar, aunque de igual valor "fortaleza", derivan de distintos radicales camitas; que no es preciso ni conveniente explicar por semitismo. Y aunque en la vida antigua del bereber norteafricano agadir, su contaminación con e1 púnico gC&r "muro" fuera muy posible, no se ve cómo esta voz fenicia pudo influir directamente en e1 Ajódar grancanario, única forma aquí documentada del grupo. Es dificil explicar que se mantenga un préstamo púnico en cl largo aislamiento de Canarias, aunque se admita, con Marcy, que se trata de nombre común para una institución: los graneros co-lectivos, que además no consta fuesen institución púnica, sino ~ustürxibre libica. Tal es el nombre del barranco a cuya vera está asentada la ciudad de Las Palmm, hqr escrite y pr=::*~"~&do &&.lq~&, pero que en los textos antiguos tiene las variantes fácilmente ex-plicable~ Giniguada, Gininguada, Niginiguada, Geniguada, Geni-guado, Jinaguada, Jeniguada y Yeniguada. NQm. 1 C1955) 79 28 JUAN ALVAREZ DELGADO Otro topónimo idéntico, pero diversamente grafiado, registró Torriani en Lanzarote: Huinaguaden, seguramente por Ahina-guaden o Aginaguaden, que otros textos han escrito Hinaguada, Inaguaden, Iguaden, Iguadin. Tanto estas dos voces como los cuatro Ginámar, Jinama, Hi-nehinárnar o Giniginámad, aquí documentados (Lanzarote, Fkerte-ventura, Gran Canaria y Hierro), tienen su comienzo como Gui-niguada, lo que garantiza su indigenismo y explicación, por com-paración con el componente gi-n del bereber y el egipcio. La consonante de la partícula bereber gi-, tanto suelta como soldada a otros elementos, ofrece diversos matices dialectales: oclusivo, paladial, velar, espirante, lo que explica las citadas va-riantes canarias con h, g, j, y, cuya evolución y cambios en nues-tra ortografía y pronunciación canaria expliqué ya 47. Las dos variantes Guiniguada y Wiguiniguada, posibles ambas, resultan integralmente equivalentes por la movilidad y fácil caída del ele-mento camita deteminativo -r~-. Subrayó rsZGn PTrvXiL~r;iP AIf Tnu-,n ns . pW ,.v. yng aa. -97.G, , 1 y o _ -_ P! ~ignifi* cado de nuestra palabra venía dado en la Información Trejo- Carvajal, contemporánea de la conquista, al citar niginiguada con valor de "a la par del agua de la mar", lo que de paso ofrece la estructura perfectamente camita de la voz indígena. Partiendo de Niguiniguada cabe explicar su primer elemento por el bereber nnig-n "sobre de" o "junto a", y partiendo de Guiniguada por la preposición gi-n "sobre" o por el adverbio ginn "allá junto" **. El segundo componente g u a a se estudiará luego con más de-talle, pero ya explicó también W~l felq ue la comparación de Gui-niguada con Ahinaguaden nos indica que el singular de la voz es guudu, y guladen su plural externo camita, sin que podamos ga-rantizar si había o no vocal inicial (recuérdese !o dicho sobre amogaren) por sus variantes en las fuentes @vada, iguada, aguaden, igmden j . 47 V. Puesto de Canarias en la imwstigacwn lingüistica. p&g. 31. 48 Cf. Laoust: CozGrs de bsrbdre marroc&n, págs. 218 y 224; y Hcspeds, 1927, pág. 201. 80 ANUARIO DE ESTUDZOS ATLANTZCOS. ¿ SEivIITISMOS EN EL GUANCHE DE CANARIAS?, 29. La tesis arabkta de "gzLad-" en Camrks. El nombre gwda, que con valor "agua" acabamos de hallar, se registra tambign como elemento inicial en otros topónirnos; Guadamojete, Guadalique, Guadina.. . Y ello hizo decir a Sabino Eerthelot en su Ethnographie (phg. 228) : "Mais on doit plut6t rapporter a l'arabe les noms de ravins a grands cours d'eau pen-dmt l'hiver, et qui commencent par guad, tels que Guadalique ... qui rappellent les noms Guadiana.. . C'est le wad des Arabes que les Espagnols ont transformé en gmd, et dont les Mozabytes ont fait leur Zuad (la riviere)." EX prestigio del ilustre historiador p ó poderosamente en nuestros escritores del pasado siglo, y aunque Alvarez Rixo en su Catálogo (inédito) fechado en 1868 se inclina más por lo ca-naneo del P. Hervás, Carlos Pizarroso en sus Abmágaes cle Ca- ,narias (1880) y sobre todo Antonio M." Manrique en Revktc de Cmrias (1831), fueron ardientes defensores de la tesis 2r2his+n, en especial para las formas con guad y tamar, y 10s siguen algu-nos eruditos modernos. Y bueno será subrayar que Asin Palacios la suscribió, expli-cando 'por el árabe un solo topónimo canario: Guadatcya 49. Pero fué engañado por Madoz, a qcien tomó aquelia errada grafia, en vez de la auténtica íhqrdaya, que nada tiene de árabe, sino que perfectamente camita se basa en elementos guanches seguros: guar - adctya = "pedregal de abajo". CriterZos opuestos al a m m : Frente a esta usual opinión arabista expuse desde hace una docena de años que ni jugd "agu~",, ni ~ ~ Z I T'L p~kz'l m~ %m,= bismos del guanche, sino elementos del fondo común camitosemi~ 30 ' . JUAN' ALVAREZ DEIGAW ta, conservados precisamente en guanche con sentidos y movili-dad de emple~sto talmente primitivos, y no con los valores "río" y "dátil", propios del árabe, más evolucionados y concretos. Contra esta y la precedente opinión, Zyhlarz y Giese (Revista & Historia, 1952, pág. 425) acaban de sostener la tesis de que gzcadai "agua", explicada sólo por el hitita y germhnico, hace ve-rosímil (sic ! !) con otras voces, que el antiguo grancanario fuese lengua indeuropea. . . Ignoro si tan extraña teoría ha sido compartida por alguien más, pero'meo se pueden afirmar como absolutaniente seguros los siguientes' puntos: El indeuropeísmo del guanche carece de apoyo tanto desde el a c. punto de vista racial como del lingüístico, fonético, morfológico E O o léxico, y sólo puede admitirse la presencia en indeuropeo y S-- giianche de formas de la comunidad lingüística originaria que m O E A. Cuny llamó nostrátioo, o la existencia de voces de sustrato E 2 mediterráneo u oriental, como expliqué antes a propósito de "FkmEL", y ulgtnas hpnrtarinnes n préstamos recientes. 3 - Tampoco puede decirseque el componente gmdc es exclusivo Om-de Gran Canaria, con lo que el parentesco establecido por Giese E O alcanzaría a todas las islas; pero este componente aparece en todas ellas ligado a elementos segura&nte camitas y con estruC- E 'tura formal- de estas lenguas, al menos en los casos que a interpretar con más garantia de acierto. d n n Por Último, es inexacto que el elemento indeuropeo mda 5 "agua" o sus variantes estén sólo en hitita y germánico, pues O Alberto Cuny 50 presentó esta forma como una de las mejor ga-rantizadas de su tesis de comunidad primitiva de indeuropeo y carnitosemita. Allí registra la presencia de esa voz (admitida también por Wdde-IPofmann y Ernout-Meillet), además del hi-página 169. Me extrañó no hallar esta voz en el ciWo Esmi cmpal'atif de adarce1 Cohen. 82 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS tita y germánico, en latín, griego, sánscrito, eslavo, báltico, fri-gio, fino-ugro y árabe. Pero además hay que incluir en la serie quizá las formas que el propio Zyhlarz registra (2. E. S., 1933, página 171) bajo las grafías k.b.h(u) "agua" del egipcio y yu'a "bebida" del bedauye; pero sin duda posible la del antiguo egip cio que Vergote (ob. cit., phg. 135) trascribe tc.d.n(u) "ola, avenida7'. También el bereber posee formas de esta raíz, aunque muchas han sido arrinconadas o eliminadas por la profunda penetración del arabismo ued en todos los dialectos, pero relacionadas con la citada forma egipcia, me parece innegable atribuir al grupo voces como el marroquí udurn "llover, gotear el techo" (cf. Ibáñez: Dic. rife&, y Laoust: Mots et choses berberes). DZfzcuZtmks del arabismo "gwd" ert CanaricRP. E& texto de EkrLheiot. ¿ieQuciriiamos que abundan ias paiabras con gucGd inicial en Canarias, siendo el término usual en los nom-bres de barrancos o corrientes invernales de agua, y que la en-trada del préstamo pudo ser contemporáneo o anterior a la con-quista. Nada de esto es demostrable, y vamos a ver que la dis-tribución geográfica de las palabras canarias de componente gzlada y su sistema de formación contradicen el presunto ara-bismo. Entiaron en la toponimia hispánica de Canarias metidas como voces usuales del esp6nl de Ir, cinqlistb, innegzh!es ~ 8 - bismos: Rambla, Arrecife, Atalaya, Alhrcón, Ahagre, Acequia, etcétera, y ni siquiera entonces y a pesar de su abundancia en la hidronimia peninsular penetraron topónimos con gwd. Yo no conozco, ni he visto citado, topónimo canario alguno de ese com-ponente, presumi'~iemen¿e fecnado tras la conquista del siglo xv. 51 Como exposición general del problema hable ya en,,mi artículo sobre la Toponimia Hispánica üe Canzácrh (Hom. a M. Pidal, 6mo V). 32 JUAN ALVAREZ DELGADO En cuanto a contactos de árabes con Canarias antes de esa centuria, tanto Serra Rafols como yo" kenemos demostrado que los conocimientos de los árabes sobre Canarias en el medievo se ciñeron a referencias librarias o a. informes orales de indígenas esclavos, como dice Ibn JaldÚn, y que el aislamiento de Canarias en tales siglos no permitió arabización alguna del habla aborigen. En cuanto a un contacto prehistórico o lingüístico más estrecho, es claro que sólo' puede justificarse geográfica e históricamente para camitas y semitas, en modo alguno entre guanches y árabes. Tampoco es abundante el número de topónimos canarios con guad-, y ni silquiera se presenta como la raíz usual para los nom-bres de barrancos, torrenteras o ued de estas islas. Pues posee-mos docenas de nombres indígenas de barrancos muy caracteris-v ticos que no están formados por componente guad, y como mues-tra ofreceré un grupo preciso de otra estructura: Turnadaya, Tamay, T a f o q a , Tamuja, Ta joyo.. . son designaciones de barran-cos de álveo invernal acuoso, todos en Tenerife. Quienes sin -risiLmr ,al &cEri&go e"&ian mupks ~aia-les dan en creer que abundan aquí las corrientes naturales de agua, porque los numerosos barrancos de nuestra quebrada te pografia aparecen en ellos dibujados con esa línea sinuosa'que acostumbra a marcar los ríos. Hay centenares de barrancos o barranquillos que en las siete islas sólo muy escasos días de in-vierno arrastran aguas. Pero en la época de la conquista, data-ción de nuestra toponimia indígena, había en todas las islas, aun-que más escasas en Lanzarote y Fuerteventura, muchas corrien-tes pm-znentes de agua; ríos o riachuelos? de los que hoy no pasan de media docena sólo en La Palma y Gomera. Esos riachue-los, desaparecidos por el volcanismo (Río de Güímar), las talas despiadadas de los montes (Tenerife y Gran Canaria) o causas naturales de otro orden, han dejado en la toponimia moderna nu- 52 Mi estudio sobre La Iwwegac.lón entre los conarios prehispánicos, en Revista de Arqueologia, '1946; y Serra Ráfois: Revisto de Hbtoria, 1949, pagina 161. 84. ANUARIO ,DE ESTUDIOS ATLANTICOS unerosas denominaciones conservadas aún tras la desaparición de las aguas : Madre'del Agua, Barranco del Río, Nacientes, Arroyo, Fontanales, etc., que, en conjunto, son mucho más numerosos que los tophimos indígenas de componente guad-. Mi lista de topónimos guanches de Canarias, que duplica la (de Chil Naranjo en sus Estudios, no llega a contener una quin-cena segura de nombres diversos de este tipo, y agregándole los que tienen el componente guada desdibujado, intercalado o pos-puesto, no contamos con una treintena de formas seguras dife-rentes. El número de barrancos con corriente permanente de agua al tiempo 'de la conquista era muy superior, y el de ued en terminología norteafricana moderna es interminable. Ocurre, además, que islas pobres en corrientes de agua, como Xerro y fierteventura, tienen topónimos con g m d : Ariinagua. den, Guadará, Guadalique, también escrito Agua-Liques, etc., y ,una isla tan abundosa de ella, donde todavía subsisten tres co-rrientes por lo menos, como Gomera, sólo tiene en mi lista de topónimos seguros con gzciad- inicial tres (el Último dudoso) : Gua-dax, Guadina, Guadimir (jes Guarimiar?). Posee varios que cito luego, con el gula& desfigurado, prueba indirecta de que los ca-narios no sentían en esas palabras, a pesar de la Iiispanización y el arabismo de Guadiana, etc., la presencia de ese elemento se-mítico como vivo, como lo sentían los andaluces contemporáneos. Diferencias del "guada" camrio. Hay pmfüiidás d i s ~ ~ e p n c i aens t re ei empleo canario y ei arábigo del componente gmd. La primera es el sentido: el árabe guad < wÜ& = "río" aparece siempre con este valor o con el de torrentera o cauce de aguas pluviales. En las voces donde pode-mos asegurar o aproximar con garantía el valor del radical guan-che guada, siempre vale "agua", sólo posiblemente "corriente de aguas". Por consiguiente, la voz árabe se presenta como una cristalización moderna del sentido radical originario, conservado 34 ' JUAN ALVARJZ DELGMO .por el guache, pero ofreciendo éste una fase linfistica más an- .tigua que el árabe escrito, lo que ob4iga a ccinsiderarla: como for- .ma camitosemita y no como arabismo ,propio. Además el componente gmd, como .señala Asín Palacios, va siempre antepuesto en las formas. árabes, mientras gran número de voces canarias lo lleva pospuesto, precedido de prefijo u otro .componente. Pero mientras el arabismo guad aparece siempre. destacado e .inconfuso, el elemento canario se ofrece en nuestra toponimia usual, desde el primer siglo, transformado o desdibujado, hasta exigir en ocasiones complicado y difícil examen para descubrirlo. Así, por ejemplo, se comprende fácilmente que .el nombre :: Guadina de unos húmedos ancones, debe contener el plural gwden N sufijado, que lo hace ~equivaieniea 1 toj+nhiu Yispam T P A ~ ? P ~ G zU- "Las Agüitas" O "las aguasy'. Y el nombra del caserío Guadax se 8' aplicó primero a una curiosa cascada cercana, conocida por "Salto 8 I de Guadax", una de las corrientes permanentes de agua en la e Gomera, que se precipita sobre el barranco que lleva a Valle Gran 5 Rey. La voz debe interpretarse por haplología de Guatda-ab Y E = -"agua - abajo" O "que baja", es decir "salto de agua". n 6 Pero un más cuidado estudio exige comprobar que AgwjiZba U E $y su paralelo eufonizado a. la española Aguajeble (Hierro) esté i compuesto de (a - g&a - ajima "agua torrentosa o hirviente". 1 a Lo que nos lleva a pensar que ciertos topónirnos, contaminados 9i con el español "agua", como el Aguamansa (por a - gwch - amance n ie ('barranco de las aguas", "madre del agua"), Agualatente (con 5 o trasposición de los elementos de Tenten - iguadu), etc., tienen esta - -misma etimologia inaígena, que deiaiia;r-6 en otro hgar. Como segundo componente, además de los ya citados, aparece en el topónimo perdido hoy Chimigda, nombre de un risco de La Laguna, que interpreto por chimi - a g u h "risco del agua". Y en la isla de la Gomera el nombre del Valle de Hermigua, por sus variantes Arwiguan, Armiguar.. ., demostrativas de poseer un final impropio, hay que explicarlo en puro camita por ar - rr~i - 'gwd "lugar entre agua", que nos conserva F'ructuoso "lugar de 86 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTXCOS .agoaY'( To~ianip, ág. 2581, testimonio más veraz que:su elucu-bración etimoló,gica apuesta. , . Pero todas estas formas nos garantizan.que el elemento guado .se ofrecía al sentimiento lingüístico de los canariófonos como un .elemento indígena de arranque, .estructura y valor propio, y no &no un radical arábigo claro, cual el de la hidronimia andaluza. . Nada, pues, obliga a admitir ese semitismo. He aludido en el epígrafe anterior a este radical, y el siste mático y detallado estudio de guad podría en todos sus aspectm repetirse mutatis mutandis a propósito del componente tumr "palma" entre los guanches y que los árabes leen támra con valor de "dátil". También escribí sobre el tema en Toponimia Hispánica de Canmias (Hom a M. Pidal, t. 5) y antes en LMLweB~elr c?.~mc.hve (página 61). Allí quedaron explicados topónimos como Ta~imrgada "cortada de las palmeras", Turnarán "las Palmas", en vez de "tie-rra de valientes" fantasía de historiador, porque era el simple nombre indígena de lo que en la conquista se llamó "Real de Las Palmas". Igualmente dije que Tumaraceite significó "palmeral", sin necesidad de acudir a los ár. támru "dátil" y azeitwn "olivo silvestre", cosa excluida por la existencia en Tenerife del pa-ralelo Tamaraseche con la isoglosa insulafi t : ch comprobada lar-gamente en formas como teiilique : chénique "piedra del hogar", t a f e k : chaferia "trigo tostado", Mme : chime "risco", etc. El estudio detallado del proceso nos llevaría aún varias pági-nas que no caben en este articulo, pero lo dicho bastará para comprobar que tampoco la correspondencia del &be támra "dá-til" : canario turnar "palma" comtitiiye m se~tiomc. Pero no quiero terminar sin señalar cuán dificil resulta en este caso intentar explicar por aquel radical árabe nuestros abun-dantes topónimos, pues tengo hallados por lo menos otros tres 36 JUAN AiVAREZ DE~GADO tipos distintos de formaciones indígenas canarias con sílaba ini-cial t~ama-( tamad- en Tamadaya, Tamaduste.. . ; tamai- en Tamay, Tamaide, Taraaimo.. . ; taman- en T'jmano, Tamanca.. . ) , además del grupo Tamaran, Taynaraceite.. ., y aun suponiendo que tanmr-m "vestido de pieles" se vincule al grupo de tamar "palmera" y sea falso el tamarco "trueno, ruido volcánico" citado por otros. Mi opinión decidida sobre la explicación del canario tamar $alma1' es que se trata de una cristalización o especialización de un radical común al camita (y al mediterráneo y semita), cuyo sentido general de "árbol" excelso o empinado se concretó en cada zona, y entre las árabes avanzó aún más la especialización para ceñirse a significar el fruto. En Canarias para el fruto y a .determinadas partes de la rama y tallo se crearon otros nombres: E O camames, pírguan, tahalagues.. . n-- m No creo que el canario tamr "palma" pueda agruparse con OE la serie de hidrónimos europeos, como Tambre, Tamarici, Tamaso, E 2 E Támesis, etc., estudiados par Alessio y otros, pues el radical de este grupo parece indicar "lodo". '!agua" o "río". 3 En cambio, creo que cabe relacionarlo con el radical del nom- O-m bre alpino tánmra "cabaña", "choza de ramas", que Hubschmied E y Harri Meier (cf. I&germnische florschungen, 1952, pág. 11) O o vinculan a un nombre prerrománico támara "ramas", "seto de n E rmos". Con él pueden vincularse, como elemento meditemaneo - B común, el canario támr "palma" y varios nombres bereberes de n z análogo radical, como los que Francis Nicolas cita. en su citado estudio sobre el zenaga: amur, tamurt "acacia", c?íímarad "ár- 3 O bol", témIzrrd "arbolillo", etc. Nos hallamos, pues, ante otro radical cmitoseniita. Entre las verdaderamente impresionantes aproximaciones dd gumche y del semita sólo me -queda por estudiar un topónimo Bérote (Charco del Brote, Hierro), que por su acento esdrújulo 88 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS i SEMITISMOS EN EL GUANCHE DE CANARIAS ? 37 excluye explicación hispánica y Zyhlarz considerb semitismo, comparando el hebreo, acadio y árabe bérot "pozo". ~1 estudio de esta serie constituirá por sí solo un capítulo de fonética comparativa del grupo camitosemita, por la alter-nancia de labiales ( p - b - f) del egipcio y guanche, y por otra parte se vincula a una porción de formas denominativas de "agua", que no caben dentro de un artículo y serán objeto de estudio en su oportunidad. Pero cuanto queda expuesto antes confirmará s mis lectores de que si voces tan características del árabe como gébel, rnugdra, g d , támra, y del púnico gG%r, no son semitismos en las for-mas canarias paralelas que hemos estudiado: es preciso vacilar mucho ante los presuntos semitismos que quieren ofrecerse como seguras en nuestro Archipiélago. Será legítimo dudar de colonizaciones o penetraciones profun-das, o de vecindades de grandes grupos de semitas, entre los guanches indígenas de Canarias en la noche oscura de nuestra prehistoria. |
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