S O C I O L O G I A
EVQLUCIBN DEMOGRAFLCA
DE LAS PALMAS
Hemos querido que el centro de esta Memoria sea la ciudad de
Las Palmas. Cierto interés por el tema demográfico nos ha impul-sado
a ello y, sobre todo, ese amor entrañable, cálido, que todos
volcamos en la "patria chica". No importa que apenas sepamos
balbucear sus glorias: nuestra aportación quiere ser sólo un gra-
(*) El presente trabajo, Memoria de Licenciatura en la ~acultad de Fi-losofía
y Letras de la Universidad de Madnd, se ha realizado bajo la direc-ci6n
del catedrático de la misma don Manuel de Terán Alvarez, a quien expre-samos
nuestro profundo reconocimiento.
Para información del lector advertimos que los depósitos de fondos son
citados de acuerdo con las siguientes szglas:
A S. C. Archivo Parroquia1 del Sagrario de la Catedral de Las Palmas
A. H. N. Archivo Histórico Nacional. Madrid.
A. G. S. Arckivo General de Simancas.
R. A. H. Brblioteca de la Real Academia de la Historia. Madrid
B. M. C. BiHioteca del Museo Canario. Las Palmas.
B, N. M. Biblioteca Nacional de Madrid
R. C. V. Registro Civil de Vegueta, hoy núm 1 de Las Palmas.
L. R. Lbro núm. 86 de Reales Cédulas ganadas por la Isla, conocido por
"Libro Rojo de Gran Canana".
nito de arena en sus ardientes playas. No significa nada: se conten-ta
con estar allí.
La Memoria intenta ser una historia demográfica de la Ciudad,
historia que ofrece peculiaridades de interés por tratarse de un
lugar de confluencias geográficas e históricas entre tres continentes.
Nace Las Palmas en 1478. Tras los primeros momentos de ciu-dad
embrionaria, de vida latente, vienen siglos de intensa activi-dad.
La ciudad se hace, se proyecta. 'El siglo rznr rompe la muralla
que ya aprieta su caserío y, en el nuevo puerto de La Luz, le sañala
perspectivas sin limites para el futuro.
Seguir los distintos jalones de esta evolución no es tarea fácil.
Un bárbaro saqueo de la piratería holandesa en 1599, en que, aparte
de valiosas obras de arte, son expoliados nuestros archivos, y el
incendio declarado en la noche del 29 de marzo de 1842 en las "Ca-sas
~ o i i s i s ~ i - ~ a n~oess ~ , p-PJado & duemer,tGs fUriGwment&!es
para su estudio l.
Tal ruina queda en parte compensada con la fuente de infor-mación
que nos ofrecen privilegios, cédulas reales, provisiones, no-ticias
eclesiásticas, pleitos, papeles comerciales, visitas canhicas,
planos y otros documentos, que se conservan en los Archivos de
Simancas, Histórico Nacional, General de Indias, Municipal de La
TLaguna y alguno de carácter privado, como el del Marquesado de
Acialcázar de Las Palmas.
También hemos de servirnos de las primitivas crónicas y otras
fuentes literarias, manuscritas e impresas, que se pueden consul-tar
en la Biblioteca del Museo Canario y Biblioteca Nacional de
Madrid.
El estudio de cuanto nos ha sido posible recopilar viene, si no
a darnos precisamente el dato estadístico y propiamente demográ-fieo-&
ificil de fomaEzay, p q-~era ra -a-a 1 G n n&- n ~ lA; n l AL>
"L..& -1 UII p Z I I I I V A u L C I i I U"
las consignaciones era éste-, al menos a ayudar a intuirlo, com-probarlo
e interpretarlo.
1 El Museo Canario conserva en depósito el "Libro Rojo" (L. R.)-propie-da<
uei *y-i-ntaiiiierlt-. Es Un Ue $=pa:e=s& ;las ga-& eas la. Isla.y
lleva en su lomo el nomero 86, lo que prueba la existencia de otros similares
hoy perdidos
300 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Tenemos, en cambio, un tipo de documentación segura para
nuestro trabajo, única en el orden histórico, a pesar de las reser-vas
que impone, en los Libros Sacramentales de la iglesia del Ba-grario
de la 'Catedral, parroquia que hasta los primeros años del
siglo xur dirigió la vida religiosa de la Ciudad. El recuento de las
diferentes actas y su análisis, muchas veces minucioso, nos ha per-mitido
seguir paso a paso el ritmo tardo o bruscamente acelerado
de la población en su crecimiento, y penetrar la trama compleja
de su composición social. Y desde el último tercio del siglo XVIII
contamos con los censos que, con carácter oficial, se llevaron a cabo
a partir de 1769.
Damos fin a la Memoria con una visión somera de los hitos
fundamentales que marcan el proceso demográfico de la Ciudad
en los siglos ;rUX y xx, en que llega a adquirir un ritmo inusitado
para alcanzar-1960-10s 193.862 hab$itantes que registra el Ú1-
timo censo.
1.-DESPERTAR HTST'QRICO DE UNA CIUDAD
1 Fundación del Real de Las Palmas.-2. Organización del municipio.-3 La
Catedral. Primeros conventos.4. ~ s t u d i od emográfico La poblacibn in-dígena
y la espafíola. La base econdmica. El elemento extranjero La es-clavitud
1478, 24 de junio. Juan Rejón, noble hidalgo castellano, recala
su armada en la amplia bahía de Las Isletas, al noreste de la isla
de Gran Canaria, allí donde la'forma casi redonda de ésta queda
rota por un tbmbolo de arena que da acceso a una pequeña penin-sula
rocosa y abrupta.
Era aquella bahía una playa tranquila de arenas doradas. Una
más de las muchas que contornean esta gigantesca montaña cóni-ca
que es la Gran Canaria. Sus cimas se clavan en las nubes y sus
flancos se precipitan rápidamente, cortados por hondos barrancos
y anchurosos valles.
4 EMILIA SÁNCHEZ FALCÓN
Juan Rejón, por deseo de los Reyes Católicos, se proponía la
conquista definitiva de aquella indómita isla que tan harto queha-cer
había dado a las armas castellanas. Era su empresa un ca-pítulo
más de los muchos que España escribió en las tierras de fuego
del Archipiélago, desde que Juan de Bethencourt iniciara su con-quista
en una luminosa mañana de 1402. Entonces rompieron las
Islas su letargo de siglos, y como un día surgieran de las entrañas
del mar, se levantan ahora de las nieblas del Océano para incor-porarse
definitivamente a la Historia Universal y a la Cultura.
La historia de los comienzos es bre~leP. or la costa, marchando
hacia el sur de la Isla, Rejón y los suyos atravesaron un riachuelo
y, en una colina cercana, sembrada de palmeras altas y frondosas,
instalaron su campamento, al que dieron el nombre de Real de las a N
Tres Palmas de la Gran Canaria o simplemente Real de Las Pal- E
mas. La pequeña fortaleza, con su muralla de piedra, el torreón, O n - ias i-eii&s y Feqüeca iglesia honor de santab a , se le- -m
O
vantaba en situación inmejorable para evitar posibles sorpresas EE
de los nativos y recibir víveres y refuerzos por el cercano mar. 2
E
Abreu Galindo, en su Il.Lstorza de la conquzsta de las siete islas
-
de Canaria (h. 1596-1606), recoge una leyenda relativa a la fun- 3
-
dación, que Viera y Clavijo relata de la siguiente manera : "Habien- -
0
m
do desembarcado la tropa en aquel arenal, sin que hubiese quien la E
inquietase, fue la primera obra en que se ocupó la de cortar algunos O
ramos de palmas, con los cuales se formó una gran tienda, a cuya n
E sombra erigieron un altar. Como era día de San Juan Bautista, -
a
celebró la misa el deán Bermúdez, y todos los soldados la oyeron 2
n
devotamente, pidiendo a Dios con las armas en la mano les favo- n
n
reciese [en su empresa]. Después hizo marchar a su gente el 3
O general Juan Rejón hacia el territorio de Gando [más de treinta
kilómetros en dirección sur de la Isla], con la mira de reedificar
!a torre yue hahfu ccnstmidc [ a!!: U:eg~ de Heri.ei.6 en a ~ t e -
rior tentativa de conquista] y fortificarse en sus aontornos. Mas
habiendo llegado al barranco Guiniguada [a una legua del punto
de desembarco] donde está la Ciudad de Las Palmas, se presentó
repentinamente al ejército una mujer anciana, vestida al uso del
pis, h q ~ een h cen ~aste!!me &:S u 10s n ~ e s t rmF e a dSn& ibm,
que el territorio de Gando quedaba todavía lejos y el camino era
302 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCI6N DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 5
fragoso [... y ofrecía grandes riesgos, pues] el Guanarteme de
Telde [ noticioso del desembarco, se preparaba para el ataque] ;
que aquel sitio del Guiniguada era un lugar muy fuerte, inmediato
al mar [teniendo a la vista los navios, y] bien provisto de agua
y leña, cubierto de palmas, álamos, dragos, higueras [y otros mu-chos
árboles] y el más propio para trazar un campo desde donde
se podría recorrer toda la Isla.
"Como estas advertencias eran tales que el general español
no debía haber esperado a que una mujer canaria se las hiciese,
al instante la tomaron por guía y fijaron el camp,o en el paraje que
ella les señalaba. Pero apenas habían hecho alto las tropas y em-pezaban
a levantar sus tiendas, se desapareció la canaria incbg-nita
con admiración universal. Juan Rejón que, sin ser escrupuloso,
era devoto de Santa Ana, se persuadió o quiso persuadir a los otros
que la Madre de María Santísima, baj,o la figura de aquella buena
mujer, había descendido del cielo a dirigirle en el primer paso de
su campaña; por tanto, dio orden para que se edificase allí una
iglesia con la advocación de Santa Ana, cuyo patronato se ha con-servado
siempre" ", pues ella es la titular de la magnífica catedral-basílica,
que sigue siendo, sin disputa el primer templo y el primer
monumento arquitectónico del Archipihlago.
Añade Viera que no todos los historiadores admiten esta pia-dosa
leyenda y que pudo ser una estratagema de Rejón para infun-dir
ánimo y confianza a sus tropas. Otros atribuyen las adverten-cias
de la anciana a cierto viejo isleño 3. Sean verdaderos o falsos
tales relatos, lo indudable es que aquel pequeño campamento, con
las edificaciones que en torno fueron levantándose, fue el núcleo
primitivo, originario, de la ciudad de hoy.
Con la sumisiún de los nativos caería la muralla de troncos y
piedra y la naciente villa en su organización dejaba sentir clara-mente
e! pese del ficter ecinSnlfce y cnmercizil en I I f nti~rn& S-
2 Viera y Clavijo, Notzczas de la Hzstoria general de Zas zslas de Galzarza,
1773, tomo 11, págs. 43-44. Abreu Galindo, Histoma de la conquista de las siete
islas de Canarm, 1592-1606, libro 11, cap 9.
3 ''Crónica'' de Gómez Escudero, pág 17 Una crónica przmitzva de la coa-quistn
de Gran Canaria = "El Matritense"; 13 r. Y Leonardo Torriani que a
fuies del siglo xm tambrén nos relata la fundacidn de la ciudad en su Descrip-ción
e historia del reino de las islas de Canaria, 1590, págs. 130-31.
6 EMILIA SÁNCHEZ FALCÓN
arrollo. Los senderos del mar marcaríail en su población ese ca-rácter
mercantil y marinero pecuIiar de su devenir histórico.
Terminada la conquista oficialmente, el 29 de abril de 1483-día
de San Pedro Mártir-, Pedro de Vera, sucesor de Juan Rejón, tras
diversas vicisitudes, se dispuso a llevar inmeaatamente a la prác-tica
lo dispuesto por los Reyes Católicos en Real Cédula expedida
en Toledo a 4 de febrero de 1480 4.
Se ordena a Pedro de Vera que reparta tierras y aguas a los
caballeros, escuderos, marineros y otras personas, según lo mere- a
ciesen, y que elijan oficios de Regimiento y Jurados y otros que E
sean necesarios. En efecto, Vera rompe el angosto recinto del cam- o
n
pamento, organiza el nuevo municipio o cabildo y empieza los se- -- m
O partimientos. E
La organización de Vera, según la citada cédula de 1480, con- 2
tinuó sin cambio hasta 1494. Fue dada entonces en Madrid, a 30 de
diciembre de dicho año, una Real Cédula de privilegios en que los 3
Reyes Católicos concedían un fuero a la naciente villa 5. Se regu- O-m
laba todo de manera minuciosa: el número de regidores, de alcal- E
des, la manera de hacer la elección, los días señalados para la ce- o
lebración del Cabildo, el número de escribanos públicos y su de- n
E signación, la existencia de un veedor para inspeccionar las obras a
públicas, el percibo de los derechos, etc. ; la fabricación, en la plaza n
y lugar conveniente, de casas de Conce~oy Cárcel, de la casa dlpu- n
n
tada, oficinas de escribanos y auditorio para las audiencias de los 3
O
alcaldes; la obligación de tener reloj y hospital, carnicería y ma-tadero
fuera de la villa; de poseer pendón con las armas que se con-
4 "L. R.", fol. 105 v. También se contiene en dicho libro, fols. 6 v., 8 r., la
Real Provisión dada en Salamanca a 20 de enero de 1487 por la que los Reyes
incorporan la isla a la Corona de Castilla y hacen promesa de no enajenarla.
5 "L R.", fols 4-6. v. y apéndice. El L. R empieza en el folio 4 con las
palabras "e carnicería e matadero de las carnes fuera de la villa". Los tres
primeros folios, desaparecidos, cün>rit~íareil priiic;po c%l "fUeroV, y.x h e g c
se añadió entero como apéndice en 1789.
304 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCI~N DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS '7
cedieren, arcas de custodia de libros y sello, de redactar las orde-nanzas,
etc. 6.
"Es ésta, sin duda, la disposición más importante dada para
las islas; todo cuanto para la de Gran Canaria se dispuso habría
de servir de precedente para las demás e, incluso, de las normas
que se dictaron para la buena gobernación de los territorios ame-ricanos
... Lo mismo que ocurrió en el aspecto económico con la
adaptación a las islas de determinados cultivos que despuk se tras-plantaron
a ultramar, se hizo en la esfera administrativa, política
O cultural" ?.
Una vez organizado el Municipio, Pedro de Vera procedió al
primer repartimiento de tierras y aguas, que hizo a los conquista-dores
propietarios de las ricas tierras de la Isla y de la vega de
Las Palmas.
Ahr~i iC Tnlinrln d i r ~ & ,e pr@&.~: rqsrtir.ión entre ---A -- -m--
los conquistadores de mucha parte de la isla, dando a cada uno
tierras y agua según su calidad, mandando traer de la isla de Ma-dera
muchos árboles frutales y naranjos, parras y cañas, que se
dieron muy bien en pocos años" Y Antonio Rumeu de Armas
cita otros testimonios :
"Pedro de Vera empezó por adjudicarse a si mismo una exten-sa
zona de terreno en la margen derecha del Guiniguada, compren-diendo
en ella toda la dilatada vega de San José, en cuyas propie-dades
construyó un potente ingenio de caña de azúcar. A su alférez
mayor Alonso Jáimez de Sotomayor le entregó tierras y aguas a
la izquierda del citado riachuelo. Juan de Ciberio Muxica, uno de
los más destacados personajes de la conquista, recibió también
tierras en la margen derecha, donde lab<ró casa y huerta, que más
adelante hubo de permutar por otras valiosas propiedades en el
valle de Tenoya, con objeto de que se pudiese construir con la am-plitud
debida la catedral de Santa Ana y la plaza de este nombre.
6 Of. Cullen del Castillo, Real C6dub de Incoworacióq y Fuero Real de
Gran Canarza, pág. XII.
7 Cullen del Castillo, ob. cit , pág. XII.
8 Ahreu C,l_l_ndoj cap. _=-VI, p&g. 238.
9 Rumeu de Armas, Pzraterius y ataques navales contra las Islas Cana-rias,
1948, tomo 1, cap. ii, pkgs. 55-57.
Núm 10 (1964)
Los hijos del gobernador, Rodrigo, Martín, Fernando y Jorge de
Vera Hinojosa, fueron recompensados también con tierras y so-lares,
en los que levantaron algunos de ellos sus casas en el centro
mismo de la ciudad7' lo.
Y en el lugar que había elegido Jáimez de Sotomayor para le-vantar
un ingenio que "molía con caballos", "después fueron ca-sas
de los nobles Moxicas, Ciberios y Lezcanos, hasta juntar con
el monasterio de San Francisco, donde después hicieron también
casas otros caballeros conquistadores: Fontanas, Vegas y Calde-rones,
Serpas y Padillas, Peñalosas y Pellores y Vachicaos ... y des-pués,
creciendo el número de las cañas por toda la isla, creció el
de los ingenios, asi de agua como de caballos ..." ll. Por lo que ve-mos
todos estos nobles conquistadores se dedicaron en su mayoría z
M
al cultivo de la caña de azúcar. E
O , i d - & , . ,
--.AL-. d.. n-- ' _ m 3.-LA CATEDRAL. Pimeros conventos. O
E
E a
Tempranamente, todavía en el primer tercio del siglo xv, se E
pensó por parte de las autoridades eclesiásticas en que la Sede de
San Marcial de Rubicón se trasladase a la ciudad que se fundara 3
como capital de la Gran Canaria. -
0
m
A este ñn el obispo Fr. Fernando de Calvetos obtuvo, con fecha E
8 de septiembre de 1435, Bula del Papa Eugenio IV autorizando O
la traslación del obispado. Pero ésta hubo de quedar en suspenso n
E durante cincuenta años. Y es Juan de Frias, que ocupa la sede a
en 1479 y coopera en la ardua empresa de la conquista, quien, con n
n
la valiosa mediación de los Reyes, consiguió de los Papas Sixto IV n
primero e Inocencia VI11 después que revalidasen la BuIa anterior O3
por Breves de 1482 y 1485, respectivamente.
La ceremonia de consagración y dedicación se verificó en la
ermita de sanx ntonio ~ ' 2~6 &~ nouiaem~ iled e 1485, y s-e- -p-u-a-u-bajo
la advocación de Santa Ana. Poco después se comenzó a cons-
10 Ibidem, Pág. 56.
11 Conqutsta de la wZa de Gran Canarm. Crónica anónima. "Fontes rerum
Cananarum" 1, La Laguna, 1933, pág. 41.
12 Fue erigida en 1404 por Benedicto XiiI en la isIa de Lanzarote y iegi-timada
postenormente por otros Papas
306 -4NUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCI~ND FX~OGR~FICAD E LAS PALi iAS 9
truir la nueva iglesia de Santa Ana, donde actualmente se encuen-tra
el crucero, capilla mayor y dependencias de la Catedral, que
fué conocida por la "iglesia vieja" durante los siglos XVII y xvm.
Aún se hacían los trámites necesarios para llevar a cabo el tras-lado
de la diócesis, cuando ya las Ordenes religiosas levantaban
los primeros conventos de la ciudad. El monasterio de San Fran-cisco,
el de Santo Domingo, al pie de la montaña del mismo nom-bre,
y la ermita de los Remedios pertenecen a este momento.
Fue surgiendo así, en forma casi espontánea, de acuerdo sólo
con los intereses particulares y necesidades del momento, el case-río
de Las Palmas.
Las casas, generalmente de un piso, con balcones de madera y
puertas en gótico rebajado, se espesan en torno a San Antonio
Abad; el pasaje de Pedro de Algaba, las casas del Concejo, el pa-lacio
del Obispo, ocupan el alto. Y las calles van buscando la um-bria
del barranco y ei soi de ia mañana hasta que dejan ei viejo
barrio de Vegueta y saltan a la otra orilla, donde tiene su data
Jáimez de Sotomayor, y un austero convento, junto a una pequeña
colina, los frailes de San Francisco.
4.-ESTUDIO DEMOGRÁFICO. La poblaczGn zndigena y la española.
La base económica. El elemento extranjero. La esclavitud.
El hacer un estudio demográfico de los tiempos inmediatamen-te
posteriores a la conquista es casi imposible. Ya nos hemos refe-rido
en la introducción a la desaparicibn, en el saqueo holandés
de 1599, de los documentos de nuestros archivos, que tanta luz
proyectarían en este sentido. Sólo contamos de esta época con el
"Libro Rojo", algunas crónicas de la conquista y dos o tres obras
fundamentadas en ellas y en una tradición histórica más o menos
cercana a los hechos. En todos sentidos, pues, hemos de experi-mentar
la penuria de datos.
Parece que a la llegada de los españoles la Isla estaba bien po-blada.
Viera y Clavijo señala la creencia general de que tendría
de diez a doce mil hombre de armas 13, lo que había confirmado el
--
13 Cr Viera y Clavijo, tomo 11, pág. 93.
10 EMILIA SÁNCHEZ FALCOx
historiador Marín y Cubas. Pero esta cifra nos parece exagerada
y no de acuerdo con testimonios más seguros. Nos inclinamos a
aceptar como más verosímil la opinión común de nuestros histo-riadores
respecto a la población total de la Isla al terminar la con-quista,
que se cifra precisamente en unas diez mil personas.
Al tiempo de su rendición oficial, el pueblo indígena fue bauti-zado
en masa. La suerte que le cupo no fue muy halagüeña. Redu-cido
a servidumbre, se dispersó por toda la Isla, siempre en condi-ciones
inferiores respecto a los españoles, con excepción de la no-bleza
canaria. También el negocio de esclavos l4 y la conquista de
Tenerife produjo notables bajas. Sus hijos fueron entregados por
el obispo Juan de Frías y el gobernador Pedro de Vera a la tutela
de familias españolas: "repartieron los niños y niñas canarios en-tre
los vecinos para que los industriasen en la fe y les enseñasen
la doctrina cristiana, dando a los casados que tenían sus mujeres,
ias canarias, y a ios solteros los muchsciios canarios, para qüe !os
tuviesen y fuesen adoctrinados" 15.
Viera y Clavijo recoge el testimonio de Jerónimo Zurita y
afirma con él cómo mientras el obispo y el clero aplicaron todo su
celo al feliz trabajo de catequizarlos, bautizarlos y confirmarlos,
Pedro de Vera se ocupaba en transportar a España cuantos podía,
a fin de dejar más libre el terreno y repartirlo entre los nuevos po-bladores,
y cree seguro que transmigraron a Castilla más de 360
isleños 16.
Esta población indígena no era negra. En los libros bautisma-les
del Sagrario de la Catedral, que empiezan el 26 de noviembre
de 1498, aparece alguno de éstos como caso aislado, y se ve que
su procedencia era el producto de las presas en el vecino conti-nente
17.
14 Cf. Vicenta Cortés, La comqwsta de las Islas Canarzas a través de las
ventas de esclavos en Valencza "Anuario de Estudios Atlánticos", 1955 nú-mero
1, págs. 479-549.
15 Abreu Galindo, págs. 238-9.
16 Viera y Clavijo, tomo 11, pág 94.
17 E2 antropólogo doctor don Miguel Fusté Ara, en su conferencia ,Nuevas
aportaciones a la antropologia de las Islas Canarias, pronunciada el 14 de sep-tiembre
de 1963 en el Museo Canario con motivo del V Congreso Panafricano,
ha probado técnicamente la no presencia negroide en la población canaria
308 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
EVOLUCI6N DEMOGRhFICA DE LAS PALMAS 11
Para el cálculo de la población española hemos de partir del
número de conquistadores llegados con Rejón al puerto de Las
Isletas. "El Matritense" nos relata cómo los Reyes mandaron "que
Ie proveyesen de gente de a cabal10 y de seiscientos peones ..., de
todo lo cual fueron proveidos" la.
Comienzan luego las disensiones entre los jefes de la conquis-ta.
Llega Algaba, que traería más hombres, y a Rejón se le envía
preso a España. Pero el Rey lo restituye en su "primer honor y es-tado",
y le da gente y dineros para que vuelva a dar fin a la con-quista
m.
Sigue la situación de tirantez y Rejón es nuevamente sustituí-do.
Viene ahora Pedro de Vera, a quien "mandaron los Reyes se -
le aprestasen navíos provistos de gente, armas y vituallas ..." 20.
En el "Tumbo de los Reyes Católicos" 21 encontramos algunas
prwisrimes y r?édiiTas t.ocant.es a la conquista de Gran Canaria.
Entre éstas tenemos dos de 1480 en que se intima al Concejlo de
Sevilla la orden de entregar cien ballesteros de dicha ciudad y su
tierra a Pedro de Vera 22. Y sabemos que algo después, hallándose
en situación poco halagüeña por el embarque de doscientos cana-rios
cristianos, demandó socorro a los Reyes, pidiéndoles refuer-zos.
En "El Matritense" y la "Crónica anónima" o "Manuscrito an-tiguo",
que coinciden en lo esencial, se nos relata el hecho 23. Ver-sión
algo distinta es la que nos ofrece Abreu Galindo. Según éste,
el socorro vino de las compañías de la Santa Hermandad de Anda-lucía
y de Peraza, que por mandato de los Reyes pasó a Gran Ca-
Sus investigaciones han sido hechas, sobre todo, a través de las huellas dacti-lares
y de la palma de la mano Para él la poblaci6n canaria está situada cla-ramente
dentro del núcleo europeo. (Nota posterior a la lectura de la Memoria.)
1s "El Matritense", 12 v.
19 Cf. Torriani, pág. 135.
20 A. Porlier, Disertación sobre Ea época de6 przmer descubrim%ento, ex-pedzczón
y conquzsta de las Islas Canarias. 1755. Ms , fol. 21.
21 Cf. A ~ i l l a r eCs arlo, Szete documentos de los Reyes Católzcos colzcer-mentes
u Za corzquzsta de Grarz Canarza "El Museo Canario", 1934, 11 nfim. 2,
páginas 87-98. Los documentos citados pertenecen al Archivo Municipal de
Sevilla.
z2 Tumbo 11, fols. 28 y 48 v., fechados en Toledo en febrero y abril, res-pectivamente.
2s MSS antiguo, edic Serra-Bonnet, pág. 27
naria con 150 hombres de la Gomera, de Lanzarote y de Fuerte-ventura
24. Torriani añade le acompañaban otros dos hidalgos:
"Miguel de Mojica, vizcaíno, quien conducía consigo doscientos
soldados, y Pedro de Lugo [Alonso Fernández de Lugo], castella-no,
con otros muchos" 25.
En los casi dos mil hombres que suman los grupos llegados a
nuestras playas, y que no es más que una cifra hipotética, es claro
se producirían bajas en los distintos encuentros. No obstante, éstas
eran reducidas y sólo merecen especial mención las producidas ea
el ataque de Ajódar, donde murieron Muxica y casi todos sus viz-caínos
Ahora bien, una vez terminada la conquista de la Isla, y estan- a
do quieta, sosegada y sin alteración, decidió Pedro de Vera se vol- N
E
viesen a Castilla las compañías de la Santa Hermandad de Anda- O
!U&. C D e~lla s marchuy~:: u. las frgnte~osd e! reino de Urmadi n-- m
otros muchos caballeros y gente noble. Y así "fue menester vinie- O
E
E sen del condado de Niebla y de otras partes muchos vecinos a PO- S
E blar esta isla de Gran Canaria, dándoles los Reyes grandes liber- -
tades y franquezas" 27. 3
De otra parte, las familias de los conquistadores que permane- - -
0
cieron en la Isla se apresuraron a establecerse en aquella nueva
m
E
tierra española que tantas esperanzas prometía. Chil y ~ a r a n j o O
señala el hecho al hablar del reparto de tierras: "Por aquella épo- n
ca llegó al Puerto de Las Isletas un navío procedente de España a-E
que conducía las familias de muchos de los que se hallaban en el l
Real de Las Palmas, con objeto de establecerse en el país" n
n
Un hecho más a señalar, no ya referente al número, sino más 3
bien a la composición de la primitiva población, es el enlace de O
muchos de los conquistadores que aún no habían formado hogar
con las hijas de 10s jefes isleños y otras Jbvmes !sndígmaaj ''por
24 Abreu Galindo, cap XXI, pág 221. Cf Viera y Clavijo, tomo 11, pá-gmas
82-83.
2: Torriam, pág. 137
26 Viera y Clavijo, tomo 11, pág 88.
27 -&re= Ga!in&, ~ . pX-X m, pggs 338 SS
2s Chil y Naranjo, Estudzos hzstorzcos, cZzmatoZógzcos y patolóyzcos de
las Isias Canarzns, 1891, torno 111, cap V, pág 240.
310 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCION DEMOGRÁFICA DE LAS PALIAS 13
haber sido muy pocas las mujeres españolas que se avecindaron en
la Gran Canaria" 29.
Debemos tener en cuenta que esta población no quedaba sólo
en Las Palmas, sino que se distribuyó por toda la Isla, según los
intereses y repartimientos. Lo que sí podemos afirmar con el "Ma-nuscrito
antiguo" es que "en la ciudad Real de Las Palmas había
casi doscientos caballeros regalados y [que] ... trataban sus per-sonas
y casas con mucha ostentación y grandeza" 30.
Para darnos una idea de la composición de la población en estos
primeros años, hemos de atender a diversos factores. El primero
es la acertada orientación que Pedro de Vera (con la convicción del
poco valor que tendrían una catedral, un ayuntamiento, unas or-denanzas
y unas instituciones civiles para el engrandecimiento de
- la e&&d, uii, s5z& Ldve ecGnórr,ica) dio 2 !as ~ E ~ P ZaLa@, ^18(1
de la Isla. "Envi6 a España y a la isla de !a Madera por árboles
frutales y cañas de azúcar y todo género de ganado y de caza, y se
plantaron por toda la Isla muchísimos cañaverales, que luego co-menzaron
a dar infinito azúcar muy bueno. De forma que la SsIa
en poco tiempo se ennobleció y había en ella mucha caballería ..." 31.
De esta forma la atracción que Gran Canaria ejerció desde muy
pronto debido a la orchilla, a las vides, que principiaban a dar co-piosas
y excelentes cosechas, y sobre todo a sus plantíos de cañas
de azúcar-hasta doce ingenios había al finalizar el siglo xv en la
entonces Villa del Real de Las Palmas-, fue poderosa. A esto se
unía el privilegio otorgado a la Isla en 20 de enero de 1487, en que
una Cédula de los Reyes Católicos la hizo franca de toda clase de
pechos y alcabalas 32. NO es de extrañar, pues, que ya en 5 de enero
de 1484 se expida una Cédula a petición de doña Inés Peraza "por
sí y en r?cmbre de sü rrzturide Diegc de Eerrerr, y de Fer,r&,p~e rsa
su hijlol' por la que se prohibe a los vecinos de las islas de Lanza-
29 A. Millares Torres, Hzstorza gewral de las Islas Canarzas, tomo lV,
1893-95, libro 8.5 pág. 92.
30 "Crónica anónima", edic. Serra-Sonnet, pág. 40.
31 "Cr6nica andnima", pág. 40.
32 ''L. R.'', fol. 27 V.
rote, Fuerteventura, Gomera y Hierro, vayan a vivir a la de Gran
Canaria, pues de lo contrario se despoblarían 33.
Agustín Millares, al referirse al establecimiento de los conquis-tadores,
afirma que "algunas familias italianas vinieron desde en-tonces
a fijar residencia en la Isla, pudiendo indicar las de Sopranis,
Cairasco y Amoreto" 34; "tampoco faltaron otras portuguesas,
atraídas por la riqueza del suelo, y especialmente las pertenecien-tes
a la raza judaica"
Del estudio del libro primero de bautismos del Sagrario-Cate-dral
se deduce cómo debieron establecerse en la villa de manera
definitiva, a fines del xv o comienzos del xn, algunas familias fla-mencas,
inglesas y francesas, sin que nunca se puedan hacer ge-neralizaciones.
El preciado cultivo de la caña de azúcar necesitaba brazos, pues
l'a tarea era ruda y los indígenas canarios no bastaban. "Fue enton-ces
cuando empezaron a organizarse pequeñas expediciones, que,
saliendo del puerto de Las Isletas y siguiendo la costa fronteriza
de Berbería, se detenían en los puntos menos peligrosos y por sor-presa
se apoderaban de los escasos habitantes de aquellos desier-tos,
trayéndolos como esclavos a la Gran Canaria" 36. Y es que,
desde que las islas se conquistaron, la esclavitud fue una de las ins-tituciones
que más arraigó en las costumbres, Se adquirían escla-vos
por compras a los barcos negreros que iban con este objeto a
Guinea, y sobre todo, dado que el anterior procedimiento resultaba
caro, por medio de las presas en el vecino continente y otros recur-sos
por el estilo 37.
Por todo lo anteriormente expuesto podemos vislumbrar cómo
la isla de Gran Canaria, y concretamente la Villa Real de Las Pal-mas,
a fines del xv auguraba ya su futura grandeza.
Mientrzg 1-i ph!~ciSn_ espyñdsl, pm !ng e d a i ~ )s~e ,
33 A G. S Regstro General del Sello, fol 6, tomo 111.
34 En la "Crónica anónima"-edic. Serra-Bomet-, pág 41, se dice que
los Cairascos y Soberanis fueron conquistadores y casados con hijas de tales
y que se les dieron grandes repartirmentos.
35 Millares Torres, tomo págs. 8n-l.
313 Ibfd., tomo m, pág. 140.
37 Cf. ibíd, tomo V. libro 10." pág 165
312 ANUARIO DE ZSTUDIOS ATLANTICOS
dedicaba principalmente a las tareas agrícolas y menestrales, el
elemento extranjero, de manera especial el judío, tendía a los in-tereses
comerciales. Que esto es así lo demuestra el hecho de ha-berse
visto Pedro de Vera obligado a formar un cuerpo de milicias
con canarios, ya que los soldados y oficiales españoles, en cuanto
se encontraron propietarios, se resistieron a servir, "por conside-rar
terminado el tiempo de su empeño" 38.
11.-PROCESO DEMOGRABICO DEL SIGLO XVI
1. La curva de natalidad.-2. Total de población a través del siglo.-3. NUP-cialidad.
4. Mortalidad.-& Composición de la población.4. Proyección
geográñco-social.
Para conocer el proceso demográfico del siglo XVI contamos con
pocos datos. A pesar de ello, por los Libros Sacramentales de la
Parroquia del Sagrario de la Catedral y los distintos documentos
y noticias llegados a nosotros a través de diversas fuentes, creemos
posible el intentar una reconstrucción aproximada.
Entonces nuestra Ciudad no fue la más poblada del Archipié-lago,
pero sí la de mayor vitalidad e importancia, por residir en
ella los principales organismos de gob'ierno 39.
Sus florecientes ingenios de azúcar, a los que claramente alu-den
las Sinodales del obispo don Fernando de Arce 40, el paso obli-gado
por su puerto de las flotas que iban al Nuevo Mundo y el auge
de su comercio, hicieron que la pequeña villa evolucionara rápi-damente.
En 1504 las relaciones comerciales, expulsión de los judíos y
las fremient-S correrías al continente vecino, que habían tenido
como consecuencia el establecimiento en Canarias de gran núme-ro
de berberiscos, obligaron al Tribunal de la Fe a establecer en
38 Cf. Chil y Naranjo, tomo 111, cap. V, págs 243-244.
39 Torrianl, cap. XLiII, pág 151, ratifica lo dicho Es curioso cómo trata
de buscar en ia Astrologia ia causa de esta exaitaclón.
40 Cf Constctuczo?zes stnodales del obzspado de Canarzas (1514-5). Copla
de A. Millares, 1880
la ciudad de Canaria un inquisidor, subordrnado a la Inquisición
de Sevilla en estos primeros momentos 41.
En 1515 se declara la necesidad que tiene Gran Canaria de que
habiten en ella personas con sus familias para poblarla "', y en este
mimo año, por Real Cédula de doña Juana, dada en Valladolid a
28 de enero, se concede a la población el título de "Muy Noble y
Muy Leal Ciudad del Real de Las Palmas de Gran Canaria".
No muchos años después de ganados estos privilegios, en 1526
alcanzaba uno más por determinación de Carlos V. Las islas, que
hasta entonces habían tenido que apelar a la chancillería de Gra-nada,
tendrían su audiencia en Gran Canaria 43.
Los testimonios citados, y otros más que podrían aducirse, ava- a N
lan el hecho indiscutible del esplendor y hegemonía de Las Palmas E
en el restringido marco de las ciudades canarias del siglo XVI, Sólo O
n
nos qüeda analizar Getenidameiite los d i s t i i i t ~ sv aivenes y carac- -- m
O terísticas de su proceso evolutivo. \ EE I 2
Para el estudio de la natalidad, los libros sacramentales son de
inestimable valor. Es de todos admitida la casi identidad entre el
número de nacimientos y el de inscritos en estos registros. Hemos
de tener en cuenta, sin embargo, que en Canarias, en los siglos XVI
y XVII, tales registros ofrecen una característica muy especial: la
no correspondencia entre el número de inscritos y el de nacimien-tos.
El hecho tiene clara explicación: de una parte, el número de
cautivos berberiscos, que como esclavos pasan a realizar las duras
tareas de los ingenios azucareros y otras faenas industriales y
41 Cf. Pedro Agustk~d el Castillo, Descmpczón. ~%s ~ÓT z c C Ly geogriifica de
las Islas Camrzas, 1739, edic. de 1848, págs 194-5 Nueva edición por Miguel
Santiago, Madrid, 1950, págs 709-711
42 Informe de los Procuradores de Gran Canaria que se conserva en
el A G. S
43 Cf. Viera y Clavijo, tomo 11, págs 493-4
314 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
agrícolas, y los grupos de naturales en servidumbre; de otra, los
pocos negros procedentes de Guinea, adquisición dificil en este
siglo para los labradores y terratenientes isleños por los altos pre-cios
que alcanzaban 44. Ahora bien, el porcentaje de estos elemen-tos
respecto al total de nacidos es mínimo y no constituye verda-dera
anomalía más que algún que otro año aislado.
En un análisis de los quince primeros años de siglo, en que la
población todavía es escasa, junto a un total de 806 bautizados,
tenemos constancia de 13 negros, 105 esclavos y 5 criados, que
suman un 15,2 por 100 del total. Precisamente en estos años en-contramos
una de las anomalías que más arriba hemos indicado.
Viene dada por los años trece y catorce de la gráfica, en que se en-cuentran
27 y 56 esclavos, respectivamente 45.
Trazada la gráfica 46, se puede apreciar inmediatamente que
no corresponde a una situacion demografica normal, sino que está
alterada por una fuerte inmigración, notable sobre todo de 1530
a 1560. De este año a 1568 se marca un descenso bastante conside-rable
para proseguir de nuevo en un ritmo alto de natalidad, hasta
registrar en 1573 el mayor porcentaje de crecimiento.
En estos últimos años la esclavitud ha sido de poca considera-ción.
La curva sigue luego los ciclos de ascenso y descenso carac-terístico
en la natalidad, interrumpidos por un brusco descenso
en 1590. El final de siglo, debido a que no consta algún año y a la
imprecisión de otros, no se puede reconstruir con certeza. Parece
se mantiene en un ritmo bastante regular con ligera tendencia al
declive, ya que el comienzo del siglo XVII apenas supera la media
de crecimiento obtenida en la penúltima década.
Al agrupar por décadas tenemos los siguientes porcentajes de
crecimiento anual :
44 Cf. Rumeu de Armas, Pzraterbs y ataques navales corttra ias Islas Ga-
Izarzas, tomo 11, Primera parte, págs. 57-8.
4s Años que tambi6n registran buen número de ellos son 1552-3; en cam-bio,
en 1549 s610 hay ocho esclavos-seis negros-, mientras en 1550 registro
32: i8 negros, un muiato, un .
46 Advertimos la imprecisión de los datos en los años incompletos-
1505-6-29-95-96, y su falta en 1523-58-97-98 y 99
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
A N O S Total Aumento
pordécadas
Promedio
aumento
anual
Porcentaje
del crecim.
anual
Queda claro cómo, tras los primeros años de estabilización, el
impulso es definitivo a pesar de estar contrarrestado por la emigra-ción
constante al Nuevo Mundo. En los primeros años del siglo xvr
esta emigración fue poca, pero no tan pobre e insignificante como la
dan los que han intentado medir la aportación de las regiones es-pañolas
a la poblaciún de América. Pérez Bustamante, después de
anotar que, según los datos del catálogo, la emigración española al
Nuevo Mundo se reduce al mínimum en Canarias, advierte que de
estas islas, "escala en el viaje de la Península a América, es muy
probable hayan pasado numerosos pobladores directamente y sin
registrar sus nombres en la Casa de Contratación" 47. LO mismo
opinan otros historiadores, y el hecho se hace patente al compro-bar
los diversos testimonios que de ello tenemos.
A1 acercarse la mitad de siglo, la emigración ya había adqui-rido
notable frecuencia e importancia. Muy pronto la misma Coro-na
ordena el desplazamiento de gente isleña para contener la des-población
de las islas antilIanas. La emigración debió ser cuan-tiosa,
hasta el punto de que el ~ u e dze Gran Canaria, Pedro de Es-cobar,
alarmado por la despoblación de la Isla, recurre en wi es-crito
a Felipe 11. Ve con intranquilidad que la Isla se queda desier-
-
4; Zf. ??&a Vi&&, &puriaciÓn &e Vanuirms a ¿a poóiaczón de América
"Anuario de Estudios Atlánticos", núm. 1 (19551, pág. 102. Pérez &stamante,
Las ~egiorzese sPuFioZas y la población de Amhica, "Rev. de Indias", II (1941),
número 6, pág. 88.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ta e indefensa frente a los "navíos de luteranos y otros enemigos"
y pide, y consigue, que el Rey prohiba en 1574 la salida de los ve-cinos
NACIMIENTOS
Periodos decenales 1501-1 610
Ek precisamente esta "despoblación de la isla", a que alude
Pedro de Escobar, la que creemos se refleja en el brusco descenso
que observamos en la década del 60-70 de la gráfica de nacimien-tos.
Vienen después los años de crecimiento mayor y ritmo más
4s Cf. Pérez Vidal, art cit , pág 114 Encinas, Cedulmzo, tomo 111, pá-gina
220.
320 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCION DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 23
estable, fenómeno que puede responder muy bien al cumplimiento
momentáneo de la orden real. Mas pronto la evasión debió conti-nuar.
Canarias, que había dado a las Indias la caña de azúcar, es-taba
viendo en pocos años cómo la competencia del azúcar ameri-cano
arruinaba su propio comercio. Testimonios de tal ruina los
encontramos en Abreu Galindo y en la Descripción de las Islas Ca-narias
. hcha por un tw del licenciado Valcárcel. Por la fecha en
que escriben, última década, del "crecido número de ingenios" que-daban
sólo siete u ocho, según el tío del licenciado Valcárcel y no
más de cinco para Abreu Galindo 49.
Consecuencia lógica de esta situación fue el renovarse con in-tensidad
la corriente emigratoria. A esto puede ser debida la mar-cada
inflexión que observamos de nuevo en la gráfica hacia 1590
y el ligero descenso que creemos advertir a fin de este siglo jO.
8.-TOTAL DE POBLACIÓN A TRAVÉS DEL SIGLO.
En 1587, el Censo de pobíaczh de Zas provinczas y partidos de
la Corona de Castilla en el siglo' XVZ, mandado ejecutar por Fe-lipe
11, registra las pilas y vecinos del Obispado de Canarias 51. Las
Palmas contaba entonces con una pila y 700 vecinos, cifra oficial,
pero que a nuestros historiadores parece un poco disminuida en
relación con la realidads2. Una y otra vez se han preguntado el
porqué de esta escasez de población, un total aproximado de 3,.150
habitantes, sin que hayan podido llegar a una explicación satis-factoria.
El ingeniero Leonardo Torriani, en 1590, declaró que el
casco urbano de la ciudad lo componían 800 casas y hogares ; "La
49 Abreu Galmdo, cap. XXVI, pLgs 238 y ss
Desccripczón de las Islas Canarias hecha por un tio del lzcenciado Val-cárcel,
"Rev de Historia", núm. 63 (1943), año XVI, pág. 198.
50 El promedio de natalidad de la segunda mitad de siglo es de 183,5,
mientras el de la últnna década sólo llega a 153,7.
51 T. González, Censo de poblaczón de las Provznczas y partzdos de la Co-rona
de CastzlZa en el siglo XVI ... Madrid, 1829.
62 Cf. L. Maffiotte, La población de las Islas Canarias, periddico <<Las
Canarias", 1903, núm 127.
Rumeu de Armas, ob cit., tomo 11, Primera parte, pág. 274..
ciudad es pequeña, sólo de ochocientas casas ..." j3, y con esta cifra
coincide otro testimonio muy valioso de la época, al que ya hemos
aludido en otra ocasih: "Foblóse Canaria junto a la mar-dice
en su descripción el tío del licenciado Valcárcel-; será ahora la
ciudad principal, que se llama la ciudad de Las Palmas, de ocho-cientos
vecinos" 54. Este doble testimonio, que supone una pobla-ción
de tres mil habitantes, es a todas luces más cercano a la ver-dad
y la mejor critica para rechazar los setecientos vecinos de
1587 55.
Por la carencia absoluta de otras fuentes, nos hemos permitido
hacer el cálculo aproximado de la población anterior a estas fechas
mediante un procedimiento no rigurosamente científico, pero que
al menos nos puede dar la tendencia ascendente que ya hemos es-tudiado
en la curva de natalidad. Tomamos como base los años
1510 y 1540 y, basándonos en la correlación de los índices de na-
Lr-a1 2l l-3u- au2 u2t-: U22I-GLI-I- U~Sa uui3 /Icung ,3I uQ -Quu9 , Qolj y- .cn ! n r \ n v ~ n n n n A i o n t oI 1 E;QO (1.141 bvLi buyvrAuiviiuv u \-- -, ,
52 Torriani, pág. 152.
54 Descmpczón de las Islas Canarzas . . pág. 198.
55 El coeficiente de cinco individuos por familia es generalmente admitido
para la población de Canarias en los siglos XVI-XVII, sin embargo, hemos pre-ferido
en nuestro caso tomar el de 4,s por creer algo alto el anterior. Nos ba-samos
no s610 en la visión de conjunto que nuestro estudio nos ha dado del
proceso evolutivo de la ciudad, sino, sobre todo, en la relación obtenida entre
nacunientos y matrimonios en los siglos XVII-XVIII y un corto periodo del XVI
Los coeficientes obtenidos :
nos indican, aunque sea de manera sumaria e mcompleta, la fecundiadd de
las familias palmesanas. Son altos y podría hacernos pensar en la existencia
de familias numerosas, pero el fuerte índice de mortalidad de entonces, sobre
todo de la infantil, no nos permite sostenerlo. Es más seguro, pues, aun te-niendo
ea c~e;i+cr, e! f s c t ~ rin nTigrac~6~e,s tzhlecer iIn cnefic~ented e 0,s indi-viduos
por familia o vecino.
322 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
P ~ ~ L A c ! ~??^T!A L
siglos XVI - XVIII
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCI~N DEMOGRÁFICA DE LA5 PALMAS 27
año al que hemos asignado 3.600 habitantes, marcamos dos hitos
supuestos en la población de la primera mitad de siglo:
1510. ...... 1.389 habitantes
1540. .. .......... 2.224 " 56
Podemos trazar así en la gráfica de "Población total" el tramo
correspondiente al siglo xvr. Consignamos, aparte las cifras que
hemos supuesto en 1510 y 1540, el número de individuos dado por
el Censo de las prminc2as y partidos de Castilh.. . para 1587, por
su carácter oficial y no porque lo aceptemos. El último eslabón, los
3.600 vecinos de Torriani y de la descripción del tío 'del licenciado
Valcárcel, es el único hito seguro. A partir de aquí, 1590, la línea
de población, que ha venido ascendiendo con ritmo rápido, aunque
perturbado en algunos momentos al acentuarse la corriente emi-gratoria,
penetra, no sin antes haber sufrido la fuerte sacudida
a Ch,. dei ataque de ia piratería hoian6esa en myy, en un siglo de i d ü eü-tabilidad
y mayor crecimiento vegetativo.
De los matrimonios celebrados en el siglo sólo podemos hacer
un ligero estudio de los comprendidos en los años 1565-75. Aunque
por el breve período que abarcan no es posible establecer conclu-siones-
podrían inducirnos a error-creemos nos es permitido se-ñalar
al menos las notas o rasgos más destacados.
En conjunto tenemos 380 matrimonios, lo que nos da un pro'-
medio de 34,54. La gráfica no parece guarde mucha relacian con
la de nacimientos en estos años. Presenta osciIaciones menores y
su ritmo, más o menos constante como en ésta, tiene, sin embar-go,
distinta direccionalidad.
4.-MORTAIJIDAD.
Los libros de defunciones de la Parroquia del Sagrario comien-zan
en 1667. Poco o nada podemos decir, en consecuencia, respecto
513 El fallo del procedimiento es claro: el índice de natahdaci es fluctuan-te,
no aumenta de manera proporcional a la población. Creemos, sin embargo,
puede aceptarse con un valor muy relativo, ya que no disponemos de otro medio.
28 EMILIA SANCHEZ FALWN
a la mortalidad de este siglo. Pero siendo normal que toda curva de
mortalidad acuse fuertemente los momentos de crisis económica o
epidemias, podemos intuir algo de lo ocurrido en nuestro caso.
En 1531 Gran Canaria sufría por tercera vez en el siglo el cruel
azote de la peste 57 y, si no tenemos noticias de más epidemias en
el decurso de esta centuria, no por ello hemos de creer dejaran de
marcar más de un impacto doloroso en su creciente población.
De crisis económicas poco se sabe. La base de alimentación del
pueblo, aunque se cosecharon otros frutos, era entonces el trigo 58.
En 1524 "los labradores, castigados por una plaga de "alhorra"
que perdía los sembrados", se acogen a la protección de los santos
Justo y Pastor y les dedican entonces una ermita en Las Palmas
Y es que el verdadero problema de economía interna lo planteaba
el trigo, la "falta de pan para la mucha población" 60, y que esta
falta de pan se hace sentir muchas veces se deja entrevar en uo-curnentos
como el citado, que es de 1538, otro de 1570, conservado
tambikn en el A. G. S., uno más de 1572, en que el gobernador de
Gran Canaria se queja de la gran escasez de trigo ", y otros aná-logos,
como los que recoge el "Libro Rojo" de Gran Canaria 'j2.
El cuadro de las distintas vicisitudes sufridas por nuestra po-blación
podría con todo esto reconstruirse y así deducir con mayor
certeza fuertes oscilaciones en la curva de mortalidad, ya de suyo
alta en un siglo como éste en que las muchas enfermedades, la falta
de higiene, junto con las guerras y el hambre, diezmaban las po-blaciones.
57 Viera y Clavijo, tomo 111, p&g. 497 Con motivo de la terrible enfer-medad
pestilencia1 que en 1524 causó numerosas víctimas en Las Palmas, el
Municipio hizo voto de levantar la ermita del Santo Cristo de la Vera Cruz.
cf. %&fiares, ¿üiiilü V, p&g. 1u3.
58 La patata y el maíz, que tan bien acogidos serían, son importación del
siglo XVII.
59 Millares, tomo V, pág. 161.
60 A G. S : Registro General del Sello-no catalogado-, búsqueda por
fechas
$1 Cf.I 3enit.e F.~znn, Nc&?m$rriltngc nnr i r t .~do~! : .g?{$oe sy?.t&m.?~n' 'Ani.~arm
Estudios Atlánticos", núm. 1 (19551, págs. 555-6.
62 "L. R ", fols. 21, 76, 127, 180
326 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Torriani afirma en 1590: "La vida de los hombres en estas
islas se dirige bajo el signo de los oficios y del tráfico de mercan-cías"
63. En efecto, la industria azucarera p la exportación de vinos
que comenzaba a adquirir alguna importancia-como indica la Real
Cédula expedida en 1547, en la que considera éstos de libre comer-cio
'64-, y la orchilla y otros cultivos y la especial situación geográ-fica
de la Isla, escala casi obligada en la ruta de América, la pu-sieron
en contacto comercial con las naves extranjeras, que, apro-vechando
los intervalos de Faz con las distintas naciones, se lan-zaban
al comercio marítimo.
Este tráfago mercantil no sólo dejaba en nuestros puertos cre-cidas
sumas, sino que contribuyó al incremento de la poMación.
En éste, más que a la aportación extranjera 65, hemos de dar impor-tancia
al creciente número de judíos, conversos o descendientes de
tales. No obstante, el elemento más peculiar en la pob'lación ca-naria,
ya casi una con la española inmigrada, es el obtenido en sus
famosas cabalgadas a Berberís. Estos moros cautivos, junto con
los negros que se podían comprar a los navíos que iban al Nuevo
Mundo con esta mercancía humana, llegaron a constituir, por su
crecido número, una preocupación seria para las autoridades. En
el legajo de datos estadísticos del Archivo del Marqués de Acial-cázar
hay una nota alusiva a un censo hecho por la Inquisición
en 1525 que dice constar en el Libro 1 de Genealogías. Se deduce
de él la existencia en Gran Canaria de 359 mariscos, judíos y ne-gros.
Y en 1536 se alude a esta realidad por una curiosa hiphrbole :
"Hay más berberiscos y negros que vecinos" 66.
W,,A,," A"&,.- -,.-.'-.-,.... e.-,.- ---A :--A-."
IVUVD GDLUU ILLUL;D~LLULUDIYU,O p:l LGIIGC~~XLOS ~i k següiida ge-neración
en su mayoría, no eran bien acogidos en la sociedad, pero
63 Torriani, cap. XLI, pág. 148.
64 Cf. Millares Torres, tomo V. libro 10.5 'pág. 171.
$5 Ingleses, portugueses, algún flamenco, genoveses, etc. Libros Sacra-meniaies
Üe ia Igiesia Üei sagrario Üe ia Catedral.
66 A.. G S Registro General del Sello-no catalogado-, biisqueda por
fechas.
su trabajo era muy estimado y su lugar en la vida económica fue
progresivamente mejorando y con ello su importancia social, hasta
el punto de que se formó con los mismos un cuerpo de milicias, y
en 1563 se les permitió tener esclavos 67. A pesar de lo dicho, sien-do
Inquisidor Ortiz de Finez, que comenzó a desempeñar su cargo
en 1568, se dio una orden de S. M. para que la Inquisición formase
un padrón de los rnoriscos establecidos en la Isla: "Sigue orden
para que se levante por la Inquisición lista de rnoriscos que exis-tan
en esta isla, especificándose en ella que se les obligue a vivir
separados de los católicos y en barrio que se denominará de los
rnoriscos. Consta que aquí se efectuó dicha orden y fueron a vivir
a Triana.. ." 68, donde hoy todavía existe la calle "Moriscos".
D El Último padrón referente a los rnoriscos en el siglo xm se or-
E denó el 15 de febrero de 1594 por el Concejo Supremo de la Inqui-
O
sición. Se mandaba que "los inquisidores de Canaria formasen un - m padrón general de los que habitaban el archipiélago, con sus nom- O
E
bres, apellidos, edad, estado y vecindario ..." 'j9. El legajo donde apa- SE
recen los padrones, que se remitieron en los primeros meses de 1595, E
está incompleto, por lo que no podemos aceptar con seguridad las 3
cifras dadas. Registra 32 moriscos que vivían en las calles del Te- - -
rrero y Moriscos, pero 12 como esclavos. No aparecen los hijos que 0m
E tuvieron O
Por estas fechas, las cabalgadas a Berbería, que habían sido
prohibidas en 1572 por Felipe 11 y autorizadas de nuevo en 1579, E
estaban limitadas en su número y en cuanto al espacio geográfico. a
Pero los moros habían iniciado ya la represalia y hasta muy en- -
- 3
O
67 Cf. L de la Rosa OLvera, Catcilogo del Archvvo Mzcnzczpal de La La-gum.
Legajo =-VI1 (Reales Cédulas, 7).
68 " C o l e ~ ~ ?dhe &oci~~mentorse lativos a. Canana", col-~~ionsdopso r
Francisco J. de León. Mss. Museo Canario, 1-D-6, 1, docum. núm 7, pásg 83-4
Y se añade que "como dicha orden está copiada por relación no le pusieron
la fecha, por lo que no consta".
69 A. Millares Torres, "Colección de documentos para la Historia de las
Canarias". Notas sobre los rnoriscos que poblaron el Archipiélago en el si-glo
m. tomadas de los padrones formados por la Inquisición Mss Museo Ca-nario,
1-C-6, tomo 2, s. a , fol. 38.
70 Se da para Gran Canana 142 moriscos, muchos ya libres.
325 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCI6N DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 31
trado el siglo XVII, junto con los piratas argelinos, hicieron vivir
a las Islas momentos de verdadero terror.
En la vida ciudadana "contaban también, además de los sol-dados,
600 hombres de la isla capaces de llevar armas" 'l.
Nos queda por hacer en este apartado un breve estudio de la
distribución social de la población y su dedicación a los diversos
oficios y profesiones. Respecto a lo primero poco hay que notar a
lo dicho de la población de fines del xv. Sólo podemos añadir los
nuevos cargos inquisitoriales y de la Real Audiencia.
Para la distribución por oficios hemos tomado como fuente el
Libro 1 de Bautismos, que recoge, como ninguna otra, los primeros
latidos de nuestra población '? Es curioso la familiaridad con que
se cita a sus vecinos, reflejo de esos momentos históricos en que el
p&!e 7:exi : C O ~ C?! im gran familia. El persenaje cor,crete está u!E,
a veces con su mote, sin la fría impersonalidad con que en estos
mismos libros quedarán registrados los nombres años más tarde.
En el anonimato permanecen siempre los esclavos, todavía escasos,
que no tenían otra identificación que la vinculación a sus señores.
Nuestro estudio abarca de 1498 a 1525. Aparte los cargos con
carácter más o menos oficial (Adelantado, Gobernador, Alcalde,
Veedor de sus Altezas, Capitán para Indias y otros que damos en
nota 73), nos encontramos esta rica variedad de oficios y profesiones :
Carpintero. Maestro de azúcar. Texedor 74.
Espartero.
Mercader
Borceguinero.
Sastre
Criado-a.
Zapatero.
Cantero.
Calero
Labrador.
Sochantre
Bachiller
Calderero
Calafate
Albañil
Pintor.
Sacristán
Confitero
Licenciado
Barbero
Eoticario (1Fr05)
Tonelero
Pescador.
Curtidor.
Acequiero
71 Tornani,
72 Comienza
de 1528.
cap. XLiV, pág. 153.
el 26 de noviembre de 1498 y concluye el 31 de diciembre
73 Escr~bano público, pertiguero, regidor, tesorero de Ia Cruzada ., al-mojarife,
reformador, alguacil mayor, escribano de la "reformaci6n", escri-bano
del cabildo , almocreve, hermano de la sangre, procurador ...
74 El primero que se cita es un texedor catalán.
EMILIA SÁNCHEZ FALCON
Curador.
Hortelano.
Maestro de la Iglesia.
Cañavero.
Esterero
Ollero.
Carnellero.
Platero.
Guantero
Partera.
Bzcochero.
Carretero.
Herrador.
Albardero-a
Tornero.
Zurrador.
Cerrajero
Marmero
Violero
Mozo de Coro
Cirujano (1515)
Mayordomo
Candelero
Refinador (de azúcar)
Protonotario.
Corredor de Lonja
Jabonero
Agujerero.
Joyero
Bachiller de Gramática
Criado de ganado.
Cabrero
Trabajador
Notario
Carnicero.
Cuchillero
Estas profesiones, a excepción de algunas con carácter especial,
como las de maestro de la Iglesia 75, boticario, cirujano o bachiller
de la Gramática í" se repiten una y otra vez, incluso las de carác-
+LGAI- 1~-1.-.-.-. i rnr a : , ya. qüe hemes pudido cuxprol;ar Un b ~ e nnú merc de
bachilleres y licenciados.
El núcleo de población artesana y menestral es fuerte. También
las artes encontrzron ocupacrjn en la "obra de Sta. Ana" (Cate-dral)
: la talla eg madera, el labrado de la piedra, la orfebrería, la
pintura; pero ninguna alcanzó el grado alto de esplendor que la
música 77.
Podemos señalar dos núcleos urbanos primitivos en la forma-ción
d~ la Ciudad: el que tuvo como centro la ermita de San An-tonio
Abad y calles anejas, y el que limitaba el norte del Guiniguada
y monasterio de San Francisco. C4.eci6 luego el caserío de Las Pal-mas
en forma espontánea y con holgura hasta que, hacia 1550, sus
73 El obispo don Diego de Muros, en el sínodo de 1497, estableció escue-las
'parroquiales de primeras letras
76 En el "L R ", fol 51, se encnentra una R C que ordena tenga la isla
su preceptor de ¡Gramática Correspondió su nombramiento al Cabildo ecle-ciiatirn
-A--"-"-
77 En 1518 aparece el nombram~ento de un maestro de Capilla encargado
de enseñar el canto a los "mozoq de coro" Cf M~llares Torres, pág 176
330 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCION DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 33
barrios de Vegueta y Triana, a una y otra margen del riachuelo,
se consolidan y adquieren estabilidad. Después, en trescientos años,
la ciudad evoluciona en silencio, casi sin que se la advierta. Los
planos de Leonardo Torriani (1590), Próspero Casola (1599), Pedro
Agustín del Castillo (1686), José Ruiz (1773) y Luis Marqueli
(1792) apenas si nos dejan ver nuevas viviendas en los barrios ex-tremos
; pero en un anklisis detenido de los mismos en los siglos XVII
y xvIn podemos sorprender la verdadera realidad; la ciudad sí
crece, aunque no en extensión; se adensa, se aprieta entre sus mu-rallas
Amplias casonas con ricas techumbres de madera y um-brosos
patios reemplazan a las casitas de una planta, con huerta y
jardines, de la Conquista. Y las viviendas humildes de la periferia
son sustituídas por otras más acomodadas, mientras surgen nue-vas
ermitas y las iglesias de los conventos se rehacen en el estilo
hiirroco de la &peca. PWQ! k g ~e! s ~ g XhIX , nym ve caer mtw, h ~ -
cia 1850, las toscas cadenas de piedra de aire casi medieval. El so-siego,
la tranquila serenidad de la poblaci��n, desaparecen. P em-pieza
una expansión vertiginosa que el siglo xx no ha logrado de-tener.
Invade Los Arenales, Santa Catalina, el Puerto, Guanarte-me,
San Cristóbal; escala sus colinas y sus campos con verdaderas
ciudades satélites, y finalmente hace retroceder en su favor las
azules aguas del Atlántico 79.
Ciñéndonos al siglo xvr, del que ahora tratamos, es de destacar
el nombre del obispo Diego de Muros, que comienza las obras de la
catedral, y, sobre todo, la actuación del gobernador y justicia ma-yor
don Agustín de Zurbarán. A él debe la ciudad ma transforma-ción
profunda, que no volvería a darse hasta fines del siglo x v ~ ~ i .
Agustín de Zurbarán realizó su obra de mejoramiento en pocos
años (1535-37 y 1540-43). Entre otras empresas, edificó las Casas
del Cabildo, urbanizó la plaza mayor de Santa Ana, que adornó
con un nermoso pilar; levantó otro en la de Santo Domingo y arre-
7s Ambas fueron construidas hacia 1577 por el gobernador don niego
Melgarejo. La meridional se proyectó desde el mar a la montaña de Santo
Domingo, y la del norte, la prmcipal, iba en línea recta desde el castillo de
Santa Ana hasta el Cerro de San Francisco, y su única puerta era la que se
abría en la tprolongaci6n de la calle de Triana. Cf Rumeu de Armas, tomo 11,
Primera parte, Ngs. 267 y 292.
79 Cf. Rumeu de Armas, tomo 11, primera parte, págs 262-4.
gl6 sus alrededores ; construyó la carnicería y matadero, empedró
muchas calles de la ciudad y la embelleció con otros proyectos.
Después de Zurbarán, don Martín de Benavides contribuyó al
progreso de la urbe con la construcción, en 1550, de un puente de
sillería sobre el barranco, pues hasta entonces la comunicación en-tre
los dos barrios de Vegueta y Triana se hacia por uno rudimen-tario
de madera. En los planos de Torriani y Casola aparece dibu-jado
el puente de Benavides y otro, más hacia el mar, todavía de
madera
La margen derecha del Guiniguada era asiento del barrio más
antiguo, aristocrático y de mayor población del siglo xvr. En 61 la
Catedral, todos los edificios públicos, diversas iglesias y un buen
número de casas. Estaba limitado por el barranco al norte, y en
su orilla apenas si se puede hablar de un camino al que daban las
hlj&ac< XT íardinoa do !as rl_jgtint~~ q- ihan des& la calle del .Y J-' "^"'" --
"Peso de la harina", pasando por la Plaza Mayor de Santa Ana a
la calle de la Herrería Desde esta calle hasta la desembocadura
del barranco, en la ribera del mar, se extendían por la margen del
arroyo las humildes edificaciones del b<arrio de la Herrería. El mar
y la montaña de Santo Domingo limitaban este barrio a levante y
poniente, mlentras al sur y a cierta distancia de su caserío se ex-tendía
la muralla meridional.
El centro de la ciudad primitiva estuvo sin duda en la placeta
de San Antonio Abad y tuvo por límites la calle de los Balcones,
Herrería y el Barranco. De esta plaza parten las calles más anti-guas
de la ciudad, de perfil sinuoso, que conservan en su disposi-ción
el mismo trazado del siglo xv (los Alarnos, ~nquisición, San
Antonio Abad, Audiencia, Callejón de la Revuelta). El resto del ba-rrio
de Vegueta tiene un trazado más regular, casi de cuadrícula 82.
so Cf ibíd., págs. 264-6.
81 Esta calle aparece citada en documento de 1565. Cf Eloy Benito Ruano,
"Anuario Estudios Atlánticos", núm 1 (1955), pág 542, pero indudablemente
es de las más antiguas y es seguro podrá encontrársela en algún protocolo de
procesos inquisitoriales.
82 VuZes XP TTeg~eta snn entoncesj aparte las &r.a.s. 1- de 1a Carrera o
la Pelota, la de la Mar, Callejón de la Huerta, calle del Provisor, calle que baja
a la Vera Cruz, calle del Agua, de las Vendederas, etc
332 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 35
El barrio de Triakia, en la margen izquierda del Barranco, era
más popular y, aunque residían en él buen número de familias
hidalgas, era el barrio por antonomasia del pequeño comercio, y el
barrio de los pescadores y mareantes. Más pequeño en este siglo
que el de Vegueta, se extendía aproximadamente desde el barranco
a las monjas Bernardas y desde la ribera del mar a las calles de
San Francisco, Santa Clara y San Justo, según puede observarse
en los planos de Torriani y Casola. Su trazado es regular y simé-trico,
con manzanas más o menos rectangulares 83. Sus edificios
más hermosos eran los religiosos, situados, como en Vegueta, en
su contorno (ermita de los santos Justo y Pastor, Monasterio de
las Bernardas de la Concepción, Monasterio de San Francisco, er-mita
de San Telmo). Nota típica de este sector del comercio eran
las llamadas "Ventas de los Remedios", verdadero mercado de la
Ciudad, pues en ellas se vendía pan, vino, fruta, verduras, pesca-do,
etc. También ponía su nota cerca de la muralla de !Diana la
última edificación del barrio: la ermita de San Telmo, patrón de
mareantes y pescadores
Los alrededores de la ermita y las huertas próximas eran luga-res
frecuentadísimos, por sus frondosos vergeles y frescas brisas.
Fray José de Sosa asegura que era" famoso el sitio y una de las
mejores salidas por su amenidad y frescura ..."
Por Úitimo, una breve alusión al paisaje que enmarcaba esta
geografía humanizada. Torriani, al describir la ciudad, deja entre-ver
el contraste como su nota característica: mar y montaña, fér-tiles
campiñas y arenas secas y médanos ayunos de toda vegeta-ción.
"La ciudad-dice-es pequeña, sólo de ochocientas casas. Des-cendiendo
hacia el mar, por la parte de levante, la atraviesa un
pequeño río que sale entre dos montañas áridas que están a sus
83 Entre las calles de Triana tenemos la de los Remedios, la que bajaba
del monte del Señor San Francisco a la real de Tnana, Diablito, Moriscos,
Peregrina, Monjas Claras, San Francisco, Arena, San Justo, la mayor de
Triana o real de Triana. Callejas cortas de Triana al mar eran la del Losero
y Genoveses
84 Cf. Riimeu de Armas, tomo 11 primera parte, pAgs 3-6-8, 383 Jr 3$3$-()2.
85 Fr. José de Sosa, Topografb de b zsla afortunaüa &a% Canaria ,
1678, p5g. 33.
Núm 10 (1964) 383
espaldas, la una a mano derecha, llamada San Francisco; la otra
menor a izquierda, llamada Santo Domingo. El puerto está a unas
tres millas de distancia en dirección norte, y en aquella parte el
campo es arenoso y los montes cercanos desnudos y tétricos. En la
parte de mediodía está una campiña fértil con un pequeño castillo
redondo, llamado de San Pedro, a una milla de distancia, que guar-da
una cala que está a su pie ..." 86.
El panorama de estos alrededores a mediodía y poniente era de
frondosidad extrema. Fr. José de Sosa comenta esta exuberancia
vegetativa con las palabras siguientes : El agua "comúnmente so-bra
en las huertas hortelanas que ciñen la ciudad, en quienes se
cogen diversas verduras, coles, nabos, cebollas, lechugas, etc., que
en ellas todo el año no se halla otra cosa, sacando muchos higue- a
N
rales, y sus brevas las mejores del mundo, y platanales que guar- E
dan sus orillas y sirven muchas veces de vallados ; por cuya causa O
n -
esta ciudad KRai de Las Paimas es una de las mas regaladas y ale- - m
O
E gres de la tierra, pues de enero a enero tiene verdura fresca sin E
2 salir fuera de sus muros a buscarla a otra parte, ni aun de su casa e =
cada uno, porque a la puerta llegarán jumentos cargados que traen
los hortelanos vendiendo, a que escoja su criado lo que mejor gus- 3
-
tare a SU dueño" -
0m
Por el sur y oeste no existían todavía caseríos anejos en el E
siglo XVI. En cambio, en dirección norte, de panorama tan poco O
g
atrayente, se encontraban las torres y castillos de La Luz y Santa n
E Ana y otras edificaciones y ermitas. -
a
Nada hace sospechar desfavorables alteraciones en la vida ciu- 2
n
dadana cuando Casola y Torriani delinean sus planos. Parecía iba 0
a ser un pueblo considerable por su catedral, palacio episcopal, ca-
3 O
sas de ayuntamiento, conventos y monasterios, ermitas, hospita-les
y otros edificios de los vecinos principales. La capital de la
Gran Vasaria cGr,taba además el ap=y= & fortalezas "9
86 Torriani, págs. 151-2
87 Sosa, págs. 23-4.
8s Para estudiar el plan de fortificaciones habían llegado a nuestro puerto
ambos ingenieros Indicio del cuidado que se prestaba a este problema es tam-hen
ia hcencia obtenlda en 1576 por la municipalidad de Las Palmas para
traer de Guinea 1000 esclavos y venderlos en el Arch~piélago o en Amdrica
334 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCION DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 37
se creía segura de si misma. La vida de la ciudad se desenvolvía
en una pacífica laboriosidad que la encaminaba a un desarrollo pro-gresivo
y prometedor, cuando en 1599 sufre el bárbaro saqueo e in-cendio
de los piratas holandeses.
Los daños ocasionados por el fuego fueron considerables: casi
cuarenta casas de vecinos quedaron reducidas a pavesas. El palacio
episcopal, la ermita de San Telmo, el oonvento de las Bernardas,
el de Santo Domingo menos el aposento de los priores, parte del de
San Pancisco, etc. Se pudo sofocar el incendio iniciado en el "Peso
de la harina", que podía haberse propagado al pósito, cárceles, Casa
del Cabildo y residencia de la Real Audiencia. De igual modo se
szlvó de las llamas el contorno de la plaza de Santa Ana, amena-zado
de total destrucción. Y así podríamos ir enumerando otros
males sufridos.
La retirada del invasor dejó por doquier ruinas calcinadas. Gran
parte del siglo XVII se pasará en una inusitada actividad por devol-ver
a la urbanística de la ciudad el esplendor perdido.
111.-DEMOGRAFIA Y CARACTERISTICAS ECONOMICO-SOCIALES
DEL SIGLO XVII
1 Nacidos en el siglo -2. Nupcialidad.-3 Epidemias y defunciones. Morta-lidad
infantil.-4 Indice de crecimiento demograíico.-5. La población
en 1686.-6. La ciudad y su plano en Pedro Agustín del Castillo.
Nos es posible realizar con exactitud el estudio demográfico
del siglo XVII. Las gráficas obtenidas por un minucioso estudio de
!es ~vgiuti-esd e h ~ t i s ~ =asc,ta s rnatrixvnides y !ibms $e defin-ciones
'(comienzan en 1667) guardan correlacih casi perfecta con
los diversos acontecimientos políticos y económico-sociales de la
centuria.
crecimiento de la población en este siglo, a pesar de ser vi-para
con su importe levantar algunas fortalezas y concluir las ya empezadas.
Cf. Millares, tomo V, pág 165.
38 EMILIA SÁNCHEZ FALCÚN
goroso, tuvo que vencer algunos obstáculos que en cierto modo lo
entorpecieron. Aparte las consecuencias del desembarco de Van
der Does, a que nos hemos referido, también razones de orden pu-ramente
comercial reducen la importancia política y económica de
Las Palmas en beneficio de las ciudades de la vecina Isla. No puede
competir con la riqueza de los vinos tinerfeños-"vidueños y mal-vasías"-,
tan afamados, ni con la supremacía política que le con-fiere
la residencia de los capitanes generales, atraídos por las ricas
ganancias primero a La Laguna y años después a Santa Cruz.
La tendencia general del siglo se caracteriza por un ritmo muy
lento, que encuentra explicación en las causas ya señaladas, en
Los estragos que la sequía, hambres y langosta causaban en las
Islas, asolándolas y reduciéndolas a la mayor miseria, en las con- a N
tinuas y repetidas levas que de Canarias se hicieron a Cataluña, E
Flandes y Extremadura, y en la intensa corriente migratoria que,
O n
sobre iodo en ios Üiiimos veinte aÍíos, se dirige hacia A~n&rica.
-- m
O
Por entonces la Corona no sólo ha suspendido las medidas prohi- EE
bitivas y ofrece apoyo y ayuda a los emigrantes 89, sino que desde 2
E
1678 impone al Archipiélago como condición para comerciar con
-
el Nuevo Mundo el embarcar cinco familias por cada cien tone- 3
ladas que se exportaran de productos propios.
- -
0
m
Estas repetidas transmigraciones a Flandes y Extremadura, a E
América o Cataluña, son origen de continuas quejas y rompen mu- O
chas veces con brusquedad la línea del crecimiento vegetativo de la n
población hasta hacerla declinar con rapidez a fin de siglo. El aná- a-E
lisis comparativo de las distintas gráficas nos deja ver con clari- nl
dad el proceso y nos permite deducir con certeza el índice de cre- n
n
cimiento demográfico del último cuarto del mismo. 3
Aunque nuestra Isla también tiene en sus vinos una importante O
fuente de riqueza, y no faltaban en la ciudad "mercaderes que tratan
en España, Flandes, Inglaterra, Indias y otras p & H~O, 1"~ in mi-gración
registrada por este motivo es mínima. Por otra parte se
89 La peligrosa mfluencia que estaban adquiriendo ciertos elementos ex-tranjeros,
infiltrados en algunas provincias españolas de América, hizo que
p.-a ra contrarrestar el mal, entre otras medidas, se fomentase la emigración Y con eiia, como era naturai, ia canaria Cf Pérez Vidai, ob. cit , @gs 115-116.
90 E%. J de Sosa, libro 1, pág. 12.
336 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCI~N DWGRÁFICA DE LAS PALMAS 39
da un desplazamiento progresivo pero lento del "campo" a la capi-tal
que no compensa la continua transfusión de sangre.
Merece registrarse el número de esclavos importados, 521, que
supone un 22,64 por 1.000 en relación con el número total de na-cidos
en el siglo. A través de los registros bautismales hemos se-guido
las distintas etapas de su entrada. En los primeros once años
hallamos registrados 122, en su mayoría moriscos, aunque pocas
veces se especifica el origen. Deben significar las últimas presas ofi-ciales
de las cabalgadas a Berberís. A partir de 1612 hasta 1643
su número se reduce notablemente y casi llegan a desaparecer, pero
por estos años la Guinea ofrece un nuevo campo de correrías. El
número de esclavos, la mayor parte procedentes de esta zona del
continente africano, va ascendiendo hasta alcanzar en el período
de 1675-82 la cifra de 107, un 20,53 por 1.000 de la población nacida
en esos años. Nuevo descenso, y en la ��ltima década sólo repre-sentan
un 0,57 por 1.000, de valor inapreciable.
El estudio de la realidad social de la esclavitud en este siglo
queda completo con el análisis de los hijos de esclavos 91 y su tota-lización
en la curva del siglo. Su número, 1.542, representa el 67,01
por 1.000 de los nacidos.
Un fenómeno social de gran interés nos lo da el número elevado
de expósitos. Estos niños "expuestos" o "echados" a la puerta de
la iglesia, no hay duda comprendían gran parte de los nacimientos
ilegítimos, ya que éstos apenas se registran. Cabe suponer que un
90 por 100 procedería de estos nacimientos.
Distribuídos por períodos, las distintas medias guardan un
paralelismo bastante aproximado con la gráfica de natalidadQ2
y en conjunto vienen a darnos un coeficiente de 217,59 por 1.000
en relación con el total.
La gráfica de natalidad de esta centuria dentro de su signo as-cendente
se nos presenta, en relación a las de los siglos que la en-marcan,
con ritmo de serenidad, apenas desdibujado a partir de
91 En la mayoría de los casos sólo se cita a su madre como esclava.
92 Prescindimos del número de esclavos.
O N z ~ ~ g ~ - $ : g o 3 % h O
338 ANCARIO DE ESTUDIOS ATLANXICOS
1680 en que oomienza a señalar una amplia inflexión, que en sen-tido
ascendente alcanza a la tercera década del XVIII. Su explica-ción
viene dada por la pugna de dos fuerzas casi iguales y pode-rosas
: su fuerte índice de crecimiento vegetativo y la continua bre-cha
que de manera casi constante abren en su población levas y
emigraciones.
La primera década acusa todavía la huella de hechos económl-cos
que la hicieron fluctuar bruscamente en los postreros años del
siglo XVI.
A partir del año veinticinco un suave declive deja entrever el
peso de las cuatro levas que se llevaron a cabo hasta el 1659 9'.
Vienen después años más tranquilos, en que a pesar de las levas 94,
la ciudad disfruta de la riqueza obtenida en el floreciente comercio
de sus vinos y frutos y sube la gráfica, que alcanza sus puntos más
elevados en los años 1676 y 1680, con cifras de 311 y 318, y de un
13,15 y 13,81 por 1.000 en relación al total de los nacidos. Núñez
de la Peña hace alusión a este bienestar social y económico cuando
dice: "tiene la Isla mucha gente nobilísima y más de 150 mayoraz-gos
de buena renta; es abundante de ganados, de trigo, vino y de
todo género de frutos ..." g5.
Comienza luego el descenso. Desde 1678 se hace sentir el peso
de la emigración a América. Leva de mil hombres para las Indias
en 1680 96. Nueva leva para Flandes en 1684 97, a la que si,guen ocho
compañías al año siguiente 98. En 1693 mil hombres más sobre lo
ordenado salen con el mismo fin '99. Llega el noventa y cuatro, año
de epidemia-viruela-, a pesar de lo cual se forma un nuevo ter-cio
Io0. El tributo humano que las Islas pagan a América se conti-núa
y las Canarias, exhaustas, piden al rey las exima de tan dura
contribución de sangre. Aluden en su propósito a este continuo
$7 TTrniin mln~..ir. +A-- TT ,-no
i rrio y U A ~ V A J V , CULUU u, pag. OWY.
94 Ibíd., tomo 11, págs. 609, 612 y 625.
95 Núñez de la Peña, Conquzsta y antzguedades de las Islas de la Gran
Canarw , 1676, libro 1, pág. 96.
9(, Viera y Clavijo, tomo 11, pág 631.
97 Ibíd , p&g. 634.
98 Ihid., pkg. 642.
99 A H. N.: Estado, legajo 4.831-1.
100 A G S . Estado, legajo 3 969.
movimiento de tropas, los malos años de 1691 y 1692 y la epide-mia
sufrida. Todo con escaso o ningún resultado, y así, en los dos
últimos años del siglo, 1.000 hombres más marchan no ya a Amé-rica,
centro de la reclamación, sino a Flandes lol.
En la siguiente tabla consignamos, con sus porcentajes de cre-
101 Cf. Pérez Vidal, ob. cit., pág 117.
340 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 43
cimiento, las cifras que alcanza la natalidad en los últimos veinti-cinco
años del siglo lo?.
Porcentaje del
A R O S Nacimientos Promedio anual -crscim- anua l
La natalidad absoluta, que podemos obtener en los diversos
periodos de esta centuria con sólo decantar el número de esclavos,
nos da los siguientes porcentajes :
.r- orceniaje del
A R O S Nacimientos Promedio anual crecim anual
- -- --- ---
1601-11 . . 1.917 1742
1612-24 2.754 211,8 11
1625-43 . 3.948 207,7 7,17
1644-53 2.143 214,3 5,4
1654-63 2.390 239 11J
1664-74 2.752 25 1
1675-82 2.143 267,8 9,7
1683-90 1.990 248,7 11,5
1691-700 . 2.453 245,3 12,3
Nos encontramos ante una población de natalidad fuerte, más
aún si tenemos en cuenta la falta de rigor lo3 con -e muchas veces
se llevaban a cabo las inscripciones, y la no inclusión de los nacidos
muertos o los que murieron en las prlmeras horas y no llegaron a
bautizarse en la parroquia.
LOS nacidos que incrementaron la población de la Ciudad son
los señalados, pero cabe la duda de si en el porcentaje de niños "ex-puestos"
existía un buen número que no fuera de la Ciudad. Aun
admitiendo como cierta esta posibilidad, quedar��a compensada por
-r....1..:...-- 2.. ----- -.a-.,&.-
-wI iuuwn & ALLLUGG LC UVW~ V U D ~UUICUD
103 En el Libro 4.qe Defunciones, fol. 581 v., el Visitador se queja de "la
fdta de formalidad con 'que están extendidas sus partidas ..."
342 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCION DEMOGRmICA DE LAS PALMAS 45
los fallecidos antes de ser bautizados en la parroquia y que por
tanto no se inscribieron en los registros.
Por lo que respecta al índice de fecundidad de las familzas, Po-demos
calcularlo por la relación entre nacimientos y matrimonios :
que puede darnos una idea aproximada, aunque sumaria, de la
misma.
Sus actas se conservan íntegr.a s. Trazada la gráfica y siguien- , J- . 4 : A- . uu a 1 a : : a rr h"a+. 3 UD LILU v IIIIIGII LUU GII b u u I p a La uuu ~ l u ula uc; u a u l u l c u b u a , uuwa -
vamos cierta correspondencia a lo largo de todo el siglo: el ritmo
es casi idéntico, pero hay, en las primeras décadas, una mayor ten-dencia
a prolongar la subida en la curva de matrimonios. Totali-zados
éstos por décadas, se pueden p. er.c ibir mejor sus caracteres. Los p~i3~ediuy.s p~meiitajed e creli;ix;cntu zma! de cada üno ¿?S
estos períodos son los siguientes :
ANOS Aumento
pordécadas
Promedio
aumento
anual - -- -
Porcentaie
del crecim
anual
La gráfica por años marca perfectamente ios momentos de crT-sis
que ya hemos señalado al hablar de los nacidos en el siglo. Las
levas, años de sequía, la langosta y la emigración marcan bruscas
caídas en los años de 1617,1640-42,1648,1649 y 1656 y, sobre todo,
MATRIMONIOS 1601-1700
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
MATRIMONIOS Periodos decenales 1
48 EMILIA SANCHEZ FALCON
en los últimos veinte años del siglo, en que la gravedad que adquie-ren
estos hechos y la epidemia de 1694 tienen honda repercusión.
El número de inmigrados es lógicamente flojo en estos años y ello
contribuye también a la baja de matrimonios.
&-EPIDEMIAY SD EFUNCIONES. Nortaízdad infantil.
Las actas de finados comienzan en 1667 y, a excepción de los
primeros años, en que se nota irregularidad en el registro, y el
lapsus de 1690-91, en que los datos son incompletos o carecemos
de ellos, nos permiten seguir el ritmo de la mortalidad en el ú1-
timo cuarto de siglo. El número total de defunciones es de 3.364 a
(varones 1.806, hembras 1.535 y 23 de sexo no identificado por lo N
E deteriorado del libro).
O Como al mismo tiempo contamos con el registro anual de na-n--
cimientos, esto nos permite hacer un cotejo de las dos curvas. Se m
O
E
ve que la mortalidad presenta oscilaciones dentro de un ritmo de SE
signo descendente y no expresivo de un coeficiente menor de mor- -E
talidad, sino del declive demográfico que ya hemos observado en las
3
gráficas estudiadas. -
El coeficiente de mortalidad, 522,8 por 1.000 es alto y suficien- -
0
m
E te para compensar el número total de nacidos en esos mismos años.
O
En algunos años el trazado de la gráfica parece indicar alguna
causa perturbadora. El alza observada en 1677 puede inducirnos n
-E a engaño. Se registran entonces 330 finados, pero nos consta que a
25, la mayoría niños, son de "otro mes y año", lo que nos hace su- 2
n
poner pertenezcan a 1676, año que viene dado como incompleto. n
Número bastante alto de defunciones ofrece el de 1680, preci- 3o
samente el año que marca el punto culminante de la natalidad del
siglo. La mortalidad infantil registrada en esta fecha es bastante
consi&z.'Die y ello nos lleva a s-Gponer qfie la respuiifj2
a una situación de anormalidad.
El de 1694 fue un año de epidemia, comprobada documental-mente
lo". La ciudad se vio invadida por la viruela, que con tanta
104 Consta en la petición que en 1696 hicieron las islas al Rey para que
las eximiera de la contribuci6n de sangre impuesta en 1678. Cf Pérez Vidal,
artículo citado, pág. 117
346 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
DEFUNCIONES 1668-1700
al EMILIA SÁNCHEZ FALCÓX
frecuencia causó estragos en otras ciudades españolas. La curva
alcanza los 227 finados, lo que supone el 6,7 por 100 de todo este
cuarto de siglo. No hemos encontrado otros testimonios de epide-mias,
y las actas parroquiales nada especrfican.
El número de esclavos, mulatos y negros fallecidos-332-sigue
el ritmo general de la gráfica; mas significa muy poco, un 9,8
por 100 del contingente total; pero hemos hecho su distinción en
la gráfica para que, junto con lo declarado por otras fuentes e ín-dices,
nos ayude a reconstruir con mayor nitidez el panorama de-mográfico.
La mortalidad infantil registrada en los años que estudiamos
presenta casi idénticas oscilaciones que la curva general de finados. a
El número de niños es de 905, lo que representa el 26,9 por 100 E
de la mortalidad total, coeficiente que creemos no responde a la O n
verdad de los hechos, pues los registros parroquiaies sóio consig- o-m
naban parte de los niños fallecidos. E
E
2 EI índice de mortalidad infantil debió ser muy alto por el atra- E
so de la medicina, epidemias, enfermedades estacionales y otras
causas, como el elevado número de expósitos, sobre los que la 3
muerte se cebaba. En nuestro caso aparecen como expósitos 47 -
0
m
E niños, es decir, el 1,3 por 100, cifra desde luego relativa. Muchas O
veces los térmmos del "asiento" nos lo especifican: "En Canaria,
a.. se enterró un niño que apareció amortajado a la puerta de la n
E
iglesia". Y otras, con cierta ternura, sólo consta "fue enterrado a
un santanerito", lo que hace alusión a que muchos eran deposita- n
n
dos en la "Cuna de la Señora Santa Ana" o iglesia Catedral.
3
O
En los tres cuartos prlmeros de siglo sólo podemos obtener el
índice de natalidad, al que hemos de sumar el número de esclavos.
Tendríamos :
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
ANOS
Coeficiente
natalidad
por 1.W
85,l
122,4
171,l
95
106,2
122,3
Coeficiente
EscIavos aport esclaca
por 1000
--
122 5,4
37 1,6
26 1.1
46 2
68 3
84 3,7
De la fecundidad de las familias en estos años nos puede dar
una idea la relación:
En cambio, por faltarnos la notacr6n de finados, no podemos
establecer el índice de crecimiento vegetativo, que sólo para el ú1-
timo cuarto de esta centuria nos es factible. Los distintos coeficien-tes
por mil de estos años, tomando como base la población total
nacida en el siglo (22.490), son :
iYatalidad Casamientos Defunciones
A R O S por 1 000 por lOCM por 1 aOO
El número de nacidos de 1675-1700 fue de 6.724, y el de fina-dos,
3.406. Es decir, la población aumentó en 3.318 individuos, lo
que supone un promedio de 127,6 en el crecimiento vegetativo.
Don Pedro Agustín del Castillo, que tan meticulosamente de-lineó
el plano de la ciudad, nos dice que Las Palmas contaba en
1686 con 1.700 vecinos, cifra quizá algo alta.
En la gráfica de pobilación total por cifras absolutas tenemos
su valor en habitantes. Hemos tomado ya para estas fechas el mis-
mo índrce que damos para las reiaciones del siglo xvm, 4,25 indi-viduos
por vecino. A ello nos hemos decidido después de un minu-cioso
estudio de los índices de fecundidad y por la mayor relación
que guarda con el descenso demográfico que hemos analizado en
los últimos veinte años. La población sería, pues, 7.225 habitantes.
Obtenidas las distintas medias, podemos deducir los coeficien-tes
correspondientes a la natalidad, casamientos y mortalidad de
este año, único del que tenemos datos de población a lo largo del
siglo :
Coeficientes
1681-51 Promedios por 1 O00
Nacmlentos . . . 2.819 256,2 35,4
533 48,4 63
a Matrimonios N
Defunc~ones . 1209 109 15
-
- m
O
E
E
6.-LA CIUDAD Y SU PLANO EN DON PEDRAOG USTÍNDE L CASTILLO. 2
E
Hemos dado, al hablar de los planos de Torriani y Casola, la 3
explicación del fenómeno que se observa en el desarrollo de la O-población:
crece, no en extensión, sino en densidad. Por espacio m
E
de tres siglos se mantiene dentro de sus murallas, y a quien no O
observe con atención sus planos le parecerá a primera vista que n
del xvr al XVII no ha cambiado la ciudad. Pero es precisamente en E
a
este siglo XVII cuando Las Palmas se transforma profundamente.
El estado desolador en que la habían dejado los holandeses en n
n
1599, al que vino a sumarse la inundación de 1615, testimoniada
3 en un informe capituIar de fecha 1616, no fue obstáculo a su re- o
cuperación. "La crecida que tuvo el río Guiniguada el año ante-rior-
según el informe-se llevó gran parte del medio de la ciudad
y en el campo arrasó las heredades todas que estaban a su ri-bera>?
105
A este desastre alude también Fr. José de Sosa, quien nos dice
que en 1673 se hizo un puente muy fuerte de cantería azul "porque
.n- <<---- 2 7 -- ríílccer U ~ L~ a i i&i ; ~duo n Frsr,c;sc~d e !as Ca h s y Cerñ,a are?xz Be
la fundaci6n de los Teatinos" Legajo 42 del Archivo Secreto Catedralicio,
"Documentos relativos a la fundaci6n de los padres de la Compañía de Jesiis".
350 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
EVOLUCI~N DEMOGRÁFICA DE .LAS PALMAS 53
tenía uno de madera, y los más de los años se lo llevaba el mar.
Corno lo hizo tambi6n en 1615 con otro que tenía de cantería y ar-gamasa
que por tener sólo un ojo cargó con ella y la puso en el mar
y juntamente casi todo el barrio de la Herrería, que entonces era
de lo más opulento de la ciudad. Llevóse también las Ventas de los
Remedios, que era donde estaba para venderse el pan, vino y fru-tas,
etc., dejando a muchos pidiendo limosnas" lo6.
Organismos oficiales, corporaciones y particulares, rivalizan en
la obra de restauración, aunque algunas de las reedificaciones, bus-cando
su propia seguridad en el futuro, cambian de emplazamien-to
para ponerse a resguardo de cualquier desembarco guerrero
o pirata que pudiera de nuevo amenazarlas de ruina. Esta es pre-cisamente
una característica singular de la disposición de Las Pal-mas
en el siglo xvIr. Casi la totalidad de los edificios de la periferia
se construyen de nueva planta intramuros.
La capital cambi6 de arquitectura y fisonomía. gasta ei color
de la piedra es distinto: la sillería azul, que enmarca puertas y
ventanas en los edificios del nuevo estilo. Y en las fachadas de las
casas hidalgas aparecen los escudos de armas. Las líneas llenas
de movimiento barroco parecen acentuar este hálito de vida que
remoza a la Ciudad, cuyo plano delineó detalladamente, a finales
del siglo, el alférez mayor don Pedro Agustín del Castillo. Nada
falta en él de cuanto hay en la urbe, casa por casa, patio por patio,
iglesias, plazas, calles ... lo7.
roa Fr J. de Sosa, páp 21.
107 A la vista del Libro XIII de Baustismos (1682-98) podemos conocer
algunas de estas calles y plazas por sus antiguos nomibres:
Calles: Carnicería (la de más veci- Calles: Los Mariscos, Peregrrna, Los
nos), C. de la Cruz, Herrería, C. de Remedios, San Justo (con la calle
1-,-. _....... J.---
ia ~arr-eraC,. ue ~a~ riquisicihS, añ Xnmedio formaba ei Terrero j, calle
Antón, C. del Toril, Las Gradas. del Diablito, San Francisco, Tria-
Plazas: Mayor o de Sta. Ana, La Pla- na, Arena, Nueva, Perdomo, Fleitas,
za, Pl. de Sto. Domingo, Placeta etcétera.
(S. Antonio Abad), P. de los Alamos. Plazas: De las Monjas.
Conocemos otras calles primitivas, como la de la Acequia y el Callejón
de "Origüela", y tambibn lugares: "Güertas de San LázaroWl El Molino, Los
Cercados, Los Corraletes, lo de Collado, La Laguna, LOS Farrobos, ~l Tal-diador"
...
Núm 10 (19641 351
El examen detenido de este plano nos revela algún hecho digno
de ser señalado, como es el nacimiento de una serie de barrios o
suburbios algo alejados del casco primitivo.
Los potentados viven de las propiedades que les tocaron en el
reparto de tierras y aguas a los conquistadores, y al querer edifi-car
sus casonas y palacios, desplazan buena parte de la población
menestral y artesana, que abandona las humildes viviendas del
casco urbano y se traslada a la extremidad occidental del barrio
de Vegueta, donde forma los núcleos de San José, San Roque y San
Juan. Lo mismo ocurre en el barrio de Triana, que entonces era
"lo principal del comercio y pesquería" 'O8, en el que sobre las pra-deras
de la montaña de San Francisco aparece el denominado "Ris-co
de San Francisco" o simplemente "El Risco", y como prolonga- a N ción de éste, el barrio de San Lázaro. En todos estos barrios co- E
nocemos la existencia de vecinos por el Libro XIII de bautismos. O
n Tomh;ár,i r\- M P . A ~rin+ U~I~T ~Mm +Ar.i -. T A T ,m flri,-- T f in
-
r aururbi r ~ u ru G ~ L ~ aL LGLI ILUGI L a o UG oail uaaal u, u u u ~ GuaIuu D, JAUU - m
O Corraletes, El Molino, etc. EE
El perímetro de la ciudad nos ofrece igualmente ligeras varia- s
E
ciones. En el siglo XVI el Monasterio de las Bernardas estaba soli- =
tario y aislado en las afueras de Triana; en los siglos XVII-xvmdi- =
versas casas forman con él calle, que recibió el nombre de "La Ca- - -
0m
lle juela" 'O9. E
Por esta época ya tiene Triclna más habitantes que Vegueta, y O
en su creciente evolución va dejando atrás lo que fue el primitivo n
núcleo de la ciudad. -E
a
Renovada y embellecida, podía decir de Las Palmas el anóni- l
n mo autor de la RelacZón hzstórica de Zas Yslas de Canaria en los n
0
primeros años del siglo XVIII: "Está fundada ... con buenas fábricas 3
de casas y calles, alegres salidas y mucho recreo" " O .
O
los Dá.vila y Cárdenas, Gonstztuciones y nuevas addzczones Syfiodales
Madrid, 1737, pág. 492
109 Cf Rumeu de Armas, tomo 111, Primera parte, pág 294.
110 ReZacz6n Hzstórzca de las' Yslas de Canarza, de h. 1722. Mss. 3.182,
B N , folio 34 v. Editado por Miguel Santiago con el título Compendw adnimo
de Historia de Canarias . del primer cuarto del szglo XVIII, en "El Museo Ca-nario",
3." &oca, ario IV, 1936, núm 8, pág 90 Lo mismo había dicho Núñez
ae ia Peña en 1669: :' . está bien ruada de mui buenas casas i anchas y llanas
calles '' ("Libro de las antiguedades y conquista de las islas Canarias", fol. 69)
Y52 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
EVOLUCI~DNE MOGRAFICA DE LAS PALMAS
1V.-CARACTERISTICAS JXUVT.OGRAFICAS Y ECONOMICO-SOCIALES
DE LA POBLACIUN EN EL SIGLO XVIII
1. Relaciones de vecinos. Censos.-2. Natalidad.-3. Nupcialidad. Origen de
los contrayentes.-4. Defunciones y epidemias. Mortalidad ulfant~i.-5. Di-versos
coeficientes en el siglo de nacimientos, matrimonios y defunciones.-
6. Pirámides de población en 1769 y 1787.-7. La ciudad del XVIII.
Comienza el siglo bajo el efecto deprimente que las continuas
levas, fuerte emigración y la epidemia de 1694 habían causado en
la población a fines del seiscientos.
La ciudad se va recuperando lentamente, a pesar de los malos
años en que el hambre se deja sentir. En 1703 y 1704 se ve inva-dida
por numerosos pobres y mendigos. Los contingentes mayores
vienen de las islas de Fuerteventura y Lanzarote. La miseria del
campo se percibe más en 1704, en que el número de defunciones en
el hospital y conventos de la ciudad se eleva a 483.
El malestar continúa y la crisis económica se agrava. Las islas
encuentran dificultad en el comercio de vinos con las Bermudas ll1,
en la calidad de su tabaco 112, en el comercio con América ... En 1720
la Real Audiencia informa sobre los desórdenes ocurridos en aque-llas
islas los diez Últimos años l13. Una determinación estatal viene
a agravar tantos males en este mismo año de 1720. Fue la Real
Cédula creando en las islas Canarias aduanas para percibir dere-chos
sobre mercancías importadas y exportadas l14.
En 1721 sigue la escasez. El oidor de la Real Audiencia solicita
ayuda inmediata de alimentos para los habitantes de Fuerteven-tura,
en vista de la sequía pertinaz y "no ser posible remitirlos de
la isla de Canaria por carecerse también de ellos y porque si se
111 A. H. N.: Estado, leg. 595-1, 1714.
112 A. H. N.. Estado, leg. 4.829-1-7, 1720.
113 A, H. N . Consejos, leg. 4.000-21.
114 A. H N.. Consejos, ieg. 298.
sacaren el pueblo se levantaría con malas razones y violenta-mente"
llj.
A estos aciagos años se refiere el autor de la Relación histórica
de las ZsZas CanaF7ias:- "Las Islas-dice-se vieron [en] el mayor
conflito en los años de 1720, 1721 y 1722 por falta de las cosechas
y de todos frutos en general, lo que hizo arruinar el comercio y
puso a sus abitantes en la mayor miseria" l16. Y entre los motivos
que produjeron esta situación dice que él cree que el más impor-tante
era la falfa de moneda provincial.
La situacih era grave y las familias buscaban su salvación en
la emigración a América, hasta el punto de que el gobernador ge-neral,
~ & ~ u dée sV allehermoso, llegó a prohibir el entrar o salir a
de las islas a persona alguna sin licencia de su autoridad l17.
N
E
Un testimonio de la emigración canaria en estos momentos es O
7s r a r t a do7 T ~ P Vd o T n d ~ a c f o ~ h a d ae n í 'ansria 2 3 & febrerc & n -
-u V.V.. LU UVA Y UVY YY *-.V---UI -.-- - m
1765, en la que da un total de 468 familias de cinco personas y tres O
E
personas más para los años 1720-1738 Ils.
E
2
De 1750 es la relación de diversos tumultos que prueban el es-
-
tado de insubordinación y anarquía que llegó a reinar en Gran 3
Canaria en los dieciocho últimos años l19. Om-
El comercio languidecía debido principalmente a los exorbitan-tes
impuestos y gravámenes, y desde la fecha anteriormente dicha,
1750, los comerciantes canarios no hacen uso de parte de las to-neladas
concedidas. Al tratar del comercio en este siglo, Rumeu
de Armas nos dice que un comerciante que escribía en 1772 testi-fica
que desde 1160 ni un solo navío canario se había dirigido a
los puertos menores y que el comercio estaba limitado a los puer-tos
mayores: Campeche, La Habana y Caracas 120. Era también a
115 A H. N Consejos, leg. 305-1 E.
116 Relacz6n Hwtórica de las Isbs de Ganarh. Mss. 3.182, B. N, fols. 43 v.
y 44 r.; edic de Miguel Santiago, "El Museo Canario", 1936, núm 8, pág. 94
117 A. H. N.: Consejos, ieg. 413-5.
118 Cf. Francisco Morales Padrh, "El Museo Canario", 1950, XI, núme-ros
33-36, pág 19. A G. 1.: Indrf. General, regajo 3 093.
I ~ Q A. H. N.: Consejos, leg. 296.
120 Rumeu de Armas, tomo III, Segunda parte, pág. 668.
354 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS
EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 57
estos puertos donde principalmente se dirigía la emigración cana-ria
en este siglo.
Parece ser que Carlos IIi accedió a rebajar los impuestos de
entrada en América ante las reclamaciones de las Islas, pero el
comercio seguía estancado por otras causas. Por fin, e1 28-de oc-t
u k q de 1776 el mismo rey dio la libertad definitiva de comercio
entre España y América. Y el Reglamento de 1778 señaló un mo-mento
de esplendor en el comercio hispano-americano, del que se
beneficiaron de manera especial las Islas Canarias 121.
En 1786 se autoriza a las Islas a cubrir la cuarta parte de su
carga con mercancías extranjeras. En esta misma fecha los puer-tos
de Santa Cruz de La Palma y Las Palmas, que compartían con
Santa Cruz de Tenerife sus afanes comerciales, se habilitan para
el tráfico con América, y al año siguiente se estableció en La_ m.
guna el Consulado de Comercio.
Aunque en el último cuarto de siglo no faltan otras calamida-des,
tales la plaga de langosta berberisca de 1779, la epidemia de
viruela de 1780, etc., continúa el desarrollo económico y el creci-miento
demográfico. El lujo hizo irrupción en la sociedad. El aire
de fiesta continuó, a pesar del malestar por la escasez y carestía
de los alimentos, especialmente de granos, trigo, cebada, millo, de
los Últimos años del siglo, y de la epidemia "pútrida" declarada en
la plaza en 1799, una más de las muchas con que cuenta esta cen-turia.
Los astilleros isleños progresaron de manera portentosa y fue-ron
base de una importante flota que contó con pilotos afamados.
La industria, dentro de la modestia con que se movía por sus cortas
posibilidades, progresó también. Las Palmas contaba -p or 1782 con
veinticuatro bergantines dedicados a explotar los abundantes ban-cos
de la costa africana y la pesca fue base de una pequeña in-dustria
de salazón lZ2". Pasaban de tres mil las personas que en-
---
121 Cfi ~bid.,g g ~6.-7 7-18.
122 A. H. N. : Consejos, leg.
Nam. 10 (1964)
tonces encontraban ocupación en los diversos ramos de esta
pesca" 123.
Pero esta prosperidad resultó a la postre corta y efímera. La
invasión napoleónica, al precipitar la emancipación de las provin-cias
americanas,' perturlsó y destruyó muchas veces este progresivo
renacer de las Islas y de la nación española, amparada en las recién
establecidas libertades económicas lZ4.
Todos estos avatares económicos de1 siglo XVIII, prósperos y
adversos, es lógico influyeran en el movimiento natural de su po-blación.
Las gráficas, cuyas oscilaciones no siempre se correspon-den,
nos pueden dar una idea de la lenta e irregular evolución de
más de medio siglo, y cómo, con la mejora de la economía, toman
un ritmo decidido de ascenso. En la gráfica de natalidad se ve el
proceso; en la de nupcialidad los años mejores son los compren-didos
entre 1761-1780, y en la de mortalidad se nota la disminucih
del índice en los últimos veinte años del siglo, a pesar de las men-cionadas
epidemias de 1780 y 1799.
1.-RELACZONEDSE VECINOS. Censos.
Dejamos aparte, por creer sus cifras algo bajas-es probable
no se incluya algún elemento de pobilación-, los datos de un pa-drón
mandado hacer por la Inquisición en 1707. Es de notar sin
em-bargo que da a Triana un buen número de familias más que a
Vegueta (694 y 774, respectivamente).
En las SinodaZes del obispo don Pedro Manuel Dávila y Cár-denas
tenemos referencia a otro padrón hecho el 1735. "Compónese
la ciudad-se dice en ellas-de dos barrios ... Tiene, según el padrón
de este presente año, mil ochocientos noventa y cuatro vecinos, pero
el mayor número de mujeres, lo que es regular en todas estas
Islas" Iz5. Tenemos, pues, con una equivalencia de 4,25 por vecino,
una población de 8.049 almas.
m Millares Torres, pág. 55
124 Cf Rumeu de Armas, tomo 111, Segunda parte, pág 678.
125 D$J~!z y CArdeiizis, Cí?i~Mi i¿-ü?ws y ' I LU~ LGS ~ ~ ~ ' L C Z SOgAno~dSal es ,
página 492.
356 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCION DE~\'IOGR&ICA DE LAS PALMAS 59
Otras relaciones corresponden a los años 1737, 1742 y 1755.
En la primera fecha nos dice Pedro Agustín del Castillo y Ruiz
de Vergara, el que dibujó el plano de la ciudad a fines del siglo xm,
que Las Palmas tenía dos mil vecinos Iza, es decir, 8.500 habitantes,
cifra tal vez un poco elevada.
Con motivo de la visita pastoral del obispo Guillén se hicieron
estadísticas parroquiales en 1742. Según los datos globales, Gran
Canaria contaba 33.864 habitantes y Las Palmas 2.052 familias,
sin incluir religiosos, hospitales, palacio y clero lZ7.
En 1755 la Real Chancillería de Granada hace un compendio de
las ciudades, villas, lugares, aldeas y otras poblaciones situadas en
la comprensión de su distrito con distinción de los que tocan a las
Reales Audiencias de Sevilla y Canarias. Las Palmas tenía enton-ces
2.156 vecinos 128, es decir, 9.164 almas.
De 1769 y 1787 tenemos ya los censos de Aranda y Floridablan-ca
y podemos conocer no sólo el número, sino también la composi-ción
de la población IZQ. A las cifras generales dadas por estos cen-sos,
hemos de añadir las "religiones y conventos'' en 1769, y el nú-mero
de personas (que viven en comunidades, hospicios, etc. sin ser
profesos, y el de religiosos y religiosas en el de 1787. Según esto,
tenemos una población absoluta de 9.713 y 10.328 individuos. La
población general de Gran Canaria alcanzaba las 41.082 y 48.909
almas, y la del Archipiélago, 155.866 y 169.285, respectivamente.
La distribución que hacen los censos de la población es la que
sigue :
-
1% Castillo RUIZ de Vergara, Descmpción histórzca y geogrlifica de' las
Islas de Canaria, 1737, pág. 708, edic. Miguel Santiago. Madrid, 1950.
127 Archivo del Marquesado de Acialcázar: legajo de datos estadisticos.
Viera y CIavijo, tomo Ii, ppg. 759.
128 ComPe~dzo de bs czzcdades de Za ReaZ ChamZlerZa de Grmada
Mss. 2.785 B. N., fol. 46.
129 R. A. H.: "PuebZos del olnspado de . Copiados de los que exlsten en la
secretaría de la Presidencia de Castilla ..." (copia del Censo de Aranda),
9-30-1-6.152, tomo 25.-"C8nso espfíol executado de orden del Rey comunicada
por el excelentísirno señor Conde de Woridablanca ..", 9-30-2-6.197.
CENSO DE 1769
Párvulos Mt?dianos Mayores Mayores Mayores Mayores hasta 7 aflos de 7 a 16 de 16 a 25 de 25 a 40 de -- 40 a 50 de 50 y m& T O T A L --u--- --- - -- V H V H V H V H V H V H V H
-- - -- -- -- - --- - - -
Casados. . 1 215 201 679 685 379 487 366 265 1.639 1.639
Solteros. 766 659 942 820 599 645 229 474 88 82 :L81 672 2805 3.352
CENSO DE 1787
E D A D '
Hasta 7 años
De 7 ar 16 "
De 16 al25 "
De 25 a. 40 "
De 40 81 50 "
De 50 rtrrlba
TOTAGLE NERAL ..
EVOLUCI6N DEMOGR~ICA DE LAS PALMAS 61
La gráfica de población total desde el siglo xvr a fines del xvm
nos puede dar una idea del gran incremento de la misma a lo largo
de las tres centurias. La línea de 1686 a 1735, más tendida, nos
revela claramente la fuerte crisis sufrida en esos años.
El número total de nacimientos es de 34.140, lo que nos da una
media anual de 341,4. En este siglo cuentan muy poco los esclavos
adultos, que pueden considerarse inexistentes, y los nacidos es-clavos
sólo tienen alguna importancia en los quince primeros años.
En cambio, el número de expósitos es elevado, 6.108, el 178,9 por
1.000 del total de nacidos. Cada vez se especifican más los ilegi-timos,
quede 1765 a 1800 a.lcanzan la cifra de 313, es decir, un pro-medio
de 8,69.
Si suponemos que el 80 por 100 de los expósitos, 2.144, procedían
de nacimientos ilegítimos, podemos establecer de un modo aproxi-mado
el coeficiente de natalidad ilegítima a partir de 1765:
A N O S
S T. natalidad
Total de Ilegitimos Ilegit exp ilegítima
nacimientos por 1040 por 1.000 por 1 O00
Cifra a todas luces muy elevada, a pesar de que creemos que
parte de estos niños pudieran pertenecer al "campo".
LE gríficl m Z r C 2 ley I ~ Q - T - ~dE ~i foj~~ i Yn! i~in~ -71 hnmnc? -" Y
estudiado. El quinquenio 1732-37 acusa la mayor caída, con un
promedio de 285, consecuencia del malestar y fuerte emigración
de los primeros años. De 1738-48 sube la natalidad a 316,09 pcr
año y luego sigue en un lento ritmo de ascaso hasta 1744 en que
UaYe- '~v"iUoVn doIrL áYnp-iUdUzI .aYVmY.e.Vn to IhL-euLaIutUoI WaAl~VUcIi-nWIv er y! perbde 1791=8()(! ~ r ,
promedio de 397,9 y en la primera década del siguiente siglo el
de 4433.
ANUARIO DE ESTL7DIOS RTLANTICOS
Totalizados los nacimientos por diferentes periodos, tenemos
los siguientes promedios y porcentajes de crecimiento anual :
Nacimientos
1701-16 ....
1717-31 ... . . .
1732-37 ... ...
1738-48 .......
1749-64 ....
1765-74 .....
1775-80 ... ...
1781-90 . ...
.-ni onn
I,O& -OUU . . .
Promedio de
aumento anual
290,l
3413
285
316
321
322,8
366,6
397,9
343,5
Porcentaje de
crecimiento anual
---
72
595
2814
922
6,4
11
17,8
0,6
3.-GRÁFIcA DE NUPCIALIDAD. Origen de los contrayentes.
La gráfica de matrimonios acusa como ninguna las irregulari-dades
de este siglo. Las cifras totales por décadas dibujan una línea
de tendencia ascendente, pero con descensos acusados de 1741-1750
y sobre todo de 1781-90, este Último de difícil explicación. Pensa-mos
que obedecería a no estar incluídas las certificaciones de los
casados fuera de la población, pero hecho el recuento sólo suman
siete u ocho, lo que nos ha llevado a no tenerlas en consideració-n.
En la gráfica anual los puntos de máximo declive en relacih
con el ritmo general corresponden al año 1760 con 37 matrimonios
y tres certificaciones, no incluidas ; a los de 1772 y 1775 con 55 y 60,
y a los de 1786 y 1789 con sólo 47 y 48 I3O.
El total de matrimonios contraídos es de 6.803, su promedio
de 68,03 y el porcentaje de crecimiento anual de cada década el que
indica la siguiente tabla :
130 Están incluidas las poquísimas velaciones que se encuentran.
Nzl.nz. 10 (2964) 361
362 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
A R O S Matrimonios Aumento
pordécadas
Promedlo
aumento
anual
Porcentaje
de1 crecim
anual
Elegimos para esiu,=&r. & los en+s ,i
1782-92, que aunque acusa un declive en la curva general viene a
darnos la media correspondiente al año 1787 en el que se ejecuta
el censo de Floridablanca. F,l número total de matrimonios es de
789, y los c.ó nyuges, según la localidad de origen, nos dan la siguien- , 4.- -------.A-. LG p1 upuL-I;lull.
Sexo Ciudad Campo Islas Península Extranjero
-- p-
V. ... 541 156 68 13 14
H 609 123 52 2
SUMA ... 1.578 100 c/c
A+nnA;~mAr\ o ear .rrrinirirJod +rrn~m-n 107 rrl 1 9 AQ rrrin 1An mn
& % I G L I U I Q I L U V Qi UU V G b A I - L U - U , L G A I G L I I V < J LUI) G L AY)XV YUI AVV) iIIV
avecindado en la ciudad hasta el momento de celebrarse el matri-monio,
y vecinos de la misma los 1.381 restantes, es decir, el 87,5
por 100.
Por el lugar de nacimiento de los contrayentes podemos clasi-ficai.
los iiiaii.imünios cekbradüs eii c-wti.o
a) Matrimonios en los que los dos cónyuges son palmesanos.
b) Matrimonios celebrados entre cónyuges palmesano uno y
el otro del "campo".
'NATURALEZA Y VEClNDAD DE LOS
CONTRAYENTES 1782-92
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCI~ND EMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 67
c) Matrimonios de palmesanos con originarios de las islas,
península o extranjero.
d) Matrimonios celebrados entre no naturales de la Cludad.
Los resultados son los siguientes :
Matrimonios %
1. Entre paimesanos . . . . . . . . 447 56,62
2. Entre palmesano y del campo 166 21,03
3. Entre palmesano y origui. de las islas . . . 79 10,Ol
4. Restantes . . ..... 97 12,24
-
TOTAL . . . . . . . 789 100 %
Clara resulta la pequeña proporción que en la población isleña
tienen IQS nadc?ns en la Peníri~ul:, y Extranjeroi lo que prueba que
por estos años no era muy fuerte la inmigración. En cambio, es
importante el elemento campesino, que viene a la ciudad ya en bus-ca
de una oportunidad de ir América, ya a formar parte de ia po-blación
menestral.
4.-DEFUNCIONES Y EPIDEMIAS. Mortalidad infantil.
La gráfica de mortalidad del siglo presenta grandes irregula-ridades,
debido al hambre y a las epidemias que asolaron la PO-blación,
con oscilaciones que parecen disminuir hacia finales de
siglo, pero de todas formas la mortalidad estuvo siempre muy
próxima a la natalidad.
Hay algunas subidas muy marcadas que indudablemente se de-ben
a alguna causa perturbadora que no conocemos, tal la de 1742
con 307 @funciones. Nos son conocidas en cambio las que motiva-ron
los 408 y 483 finados de los años 1703-1704. En 1769 el libro 4."
de defunciones nos deja constancia de la epidemia, que en ese año
elevó los muertos a 260 y continuó en el siguiente con 257 finados.
En un asiento se consigna: "Advierto que en la enfermedad que
ha habido en este mes de noviembre se han enterrado en la Iglesia
del Hospital veintidós personas cuyos nombres, así por los muchos
O Universidad de Lar Palmar de Gran Canaria Biblioteca Universitaria Memoria Digilal de Canarias, 2004
70 EMILIA SÁNCHEZ FALCON
que murieron como por ser éstos de Fuerteventura y de los Riscos,
no se han encontrado sus nombres" 131.
Otro asiento, ahora del libro 5.0, notifica que en agosto de 1780
entró la viruela en la ciudad. El total de muertos de dicho año
fue de 186, de los cuales 73 eran niños, número elevado si se tiene
en cuenta que el índice de mortalidad va descendiendo en estos
años.
La Última epidemia que hemos registrado es la de 1799, pro-bablemente
de difteria. El comandante general de Canarias da
cuenta de la epidemia "pútrida" declarada en la Plaza y manifies-ta
que "ha solicitado del jefe de la Escuadra, anclada en la rada, le
suministre quina ..." 132.
Continúa siendo poco seguro el registro de la mortalidad in- a
fantil, pero los pocos datos con que contamos nos dan una idea de
sus características en este siglo. JZn la gráfica por períodos aisla- O
n
dos podemos ver el paralelismo que tiene con la general y que su - m
O
E coeficiente también desciende. Es de notar que no sigue el ritmo E
2 de ascenso que se acusa en los años de hambre de comienzo de E
siglo en la curva general y que tampoco sube en 1742, lo que nos
hace pensar fue éste otro año de hambre. 3
-
0
m
DIVERSOS C0E;FICIIEiUTES EN EL SIGLO, DE NACIMIENTOS, n
E
MATRIMONIOS Y DEFVNCLONES. a
1
L n
n
Si tomamos como fechas base los años de 1706 11(, 1735, 1737, 3
1742,1755 y los de 1769 y 1787, años todos de los que tenemos da- O
tos de población y hemos deducido Los promedios, podemos obte-ner
!es dist int~rc eeficientes pnr ~ idel 10 s misinos:
132 Llbro 4."e Defunc~onesf, ol. 543 v.
132 A. H. N. Estado, leg. 4.833.
3.33 Ut~lizamos el padrón hecho por la Inquiswión en este año, que, corno
ya. he=uu &&u, cree;r,ou mcamplrtc. Les altos c=eYc:ektes obtmidos en re-lación
con el ritmo general del siglo nos confirma en nuestra opinión
368 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NATALIDAD
Población
Promedio
de nacimientos
Coeficientes
por 1 000
NUPCIALIDAD
A R O S Población
Promedio
de matrimonios
- -
Coeficientes
por 1000
MORTALIDAD
A N O S Población
Promedio
mortalidad
Promedio de
mortalidad
infantil
Coeficientes mort
Gen 1000 Inf 1 COO
P
Estos coeficientes, aparte la excepción notada, creemos bastante
próximos a la realidad.
EMILIA SLNCHEZ FALCÓN
Para los años 1769 y 1787 podemos estudiar la composición de
la población por edades (ver pirámides de población, gráfico si-guiente)
:
Aunque el nivel de población es aproximadamente igual en las
dos pirámides, su composición es distinta. En la de 1769 es mayor
la población de 0-16 años, y más o menos igual la de 16-25, que
tiene mayor número de mujeres y menos hombres en 1787. La emi-gración
masculina queda patente.
El elevado porcentaje de población soltera es manifiesto. Ex-cluida
la pirámide de 1769, en la que los solteros se registran junto a
a los viudos, la de 1787 recoge un fuerte número, especialmente cie N
E los dieciseis a los veinticinco años, hecho frecuentemente obser- O
vado en poblaciones de fuerte inmigración. Asimismo se observa n-- m la preponderancia femenina en la población palmesana, que al- O E
canza su máximo en 1787 en las edades de 25-40 años, casi un ter- S£
cio solteras. E
El núcleo de población activa lo hemos fijado hasta los cincuen- 3
ta años. Según esto tendríamos:
-
0
m
a 0 1769
E D A D T o t a l
Coeficientes
por 1 000
0-16 . 3 188 328,21 a
2
16-50 . . 4 763 490,37 n
Más de 50. . 1.484 152,78 n
3
O
Coefic?entei
E D A D T o t a l por 1 000
0-16 . . 3 142 304,23
16-50 . .. 5 155 499,11
Más de 50 1.513 146,59 174
134 En relación a, la población total, es decir, a 9 713 en 1769 y a 10 328
en 7787.
370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
POBLACION en 1769 y 1787
Sexo Edad ~stado.
No ofrece duda la vitalrdad de la población, el fuerte núcleo en
activo capaz de fomentar su desarrollo econkmico-de acuerdo con
la inmigración registrada 133-y que es sinónimo de población tra-bajadora.
El censo de 1787 nos da la clasificación por oficios y pro-fesiones
:
Curas . 2
Beneficiados . 109
Tenientes de cura 1
Sacristanes 10
Acólitos . . 12
Ordenados a título de patrimonio 4
Ordenados de menores 39
Hidalgos 68
Abogados . . 8
Escribanos 12
Estudiantes 51
T oikrorlnrno
-U"L Lc, 329
Jornaleros
Comerciantes
Fabricantes .
Artesanos .
Criados .. .
Empleados con sueldo del Rey
Con fuero militar
Dependientes de Inquisición
Síndicos de Ordenes religiosas
Dependientes de Cruzada
Demandantes
La relación no es muy completa, pero su valor está en ser la
única fuente de este tipo con que contamos. El censo de 1797 daría
una clasificación más completa, pero de éste sólo tenemos las ci-fras
generales del archipiélago.
Eln cuanto a la proporción de sexos, supuesto que la mortali-dad
es más fuerte en los varones, el sexo masculino estará en si-tuación
minoritaria a partir de las primeras edades. Por otro lado,
la emigracibn favorece también la preponderancia que observa-mos
en el elemento femenino.
La proporción de mujeres por cada mil hombres en los distin-tos
grupos de edad es la que sigue:
U- 7 869,33 8W,48
7-16 871,54 890,78
16-25 1039,31 1352,66
25-40 . 1265,41 1439,95
40-50 1218,41 1 334,62
Más de 50 1 714,80 1 843,98
135 Se@ el censo de 1769 eran veintiuno los extranjeros establecidos
372 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LVOLUCION DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 75
Este fenómeno no es algo peculiar del siglo XVIII. Consta que
se daba en épocas anteriores 13G y lo registraremos también poste-riormente.
En el estado en seguida se observa el alto porcentaje de pobla-ción
soltera, especialmente en el sexo femenino, y es que, dada su
importancia y proporción, forzosamente habían de quedar muchas
solteras.
En 1787 se registra el número mayor de casados, lo que se ex-plica
por las forasteras que teniendo oficio en la villa vivían ha-bitualmente
en ella.
Otro hecho normal es la preponderancia del número de viudas
sobre viudos, y también que el número relativo de viudos en am-bos
sexos aumente a medida que la edad avanza.
Los matrimonios registran su máximo de los veinticinco a los
cmrenta zñns, Y-- es tw=hién e! gmp de edad donde regxtran
su máximo las cifras totales.
En 1787 los casados suponen un 31,57 por 100 del total; los sol-teros,
un 61,84 por 100, y los viudos, un 6,?1 por 100.
7.-LA CIUDAD DEL XVIII.
Apenas se nota actividad constructora en los primeros años
del siglo. Se han ido concluyendo las obras proyectadas en el XVII
y ni los gobernantes ni el pueblo parecen sentir inquietudes de me-jora.
Son años en que la ciudad sufre una dura crisis económica,
como ya hemos visto, y es natural que ésta se acuse también en
su urbanística.
El incendio del monasterio de San Bernardino de Sena o de
Santa Clara, en 1720, con la destrucción de algunas casas anejas,
ocasionó una transformación en su sector al reconstruirse. Se abrió
una calle nueva, con lo que el convento quedó aislado, y la manzana
en que estaba enclavado, dividida por completo.
Registramos en este siglo una nueva y notable crecida del Gui-niguada,
que si esta vez no tuvo mayores consecuencias, también
156 Cf. tornan^, cap XLI, pág. 143; Dávda y Cárdenas, Corzstatuczones
y nuevas addiczones Synodales , pág 492.
Núm 10 (19641 373
76 EMILIA SÁNCHEZ FALCON
dejó un recuerdo desagradable en quienes la presenciaron. Hojean-do
el Libro 4.0 de Defunciones, año 1766, encontramos este testi-monio:
"En seis de ereno ..., día de la Epifanía de Nuestro Señor
Jesils, vino un barranco tan tremendo que se llevó el puente a el
mar habiendo sobreexcedido su agua a la muralla que está a las
espaldas de la Casa Regental; hizo grandísimo daño basta entrar-se
por la puerta del campo del Palacio episcopal, destruyendo la
muralla del Toril y asimismo las puertas de las casas de dicho Toril
y vino a salir por una de las casas de la Herrería y asimismo des-truyó
las puertas traseras de la Calle de la Pelota hacia el Barran-co
y hizo un charco tan grande hacia el mar retirándolo que cogía
desde San Agustín hasta el pilar de Triana, lo que apunto aquí para
que los futuros lo sepan ..." 137.
Hacia el último tercio del siglo empezó a sentirse el espíritu
ref9L,r,a&r y cG,-,u~rq~Ue& cZj~r!o= sI E :p$&y&iS u tsdu 12 nucibn
y que emprendedores obispos y celosos corregidores secundaron en
nuestra Ciudad, dejando en distintas empresas y monumentos el
testimonio más elocuente de su celo.
El corregidor Eguiluz (1781-1786) adornó los salones de actos
públicos del municipio, arregló el archivo, hizo construir una es-pecie
de mercado en la Plazuela de la Cruz Verde. Aseó las cár-celes,
fabricó almacenes y una posada en el Fuerto de La Luz.
Hasta intentó dotar a la ciudad de alumbrado. Su digno sucesor,
don Vicente Cano (1787-1792), continuó estas mejoras y realizó
otras tan necesarias como aquéllas.
El obispo Servera fue el que llevó a cabo el proyectado hospi-tal
de San Martín, con gran acierto y beneficio para la Ciudad.
Y durante el obispado de Martínez de la Plaza fue construido el
hospicio o Casa de la Misericordia (1792), dedicado a albergar an-cianos,
iiiv-$l,ii~os y a-mi (-jesea"ue, coii la cual se
ba una gran labor de reeducación lds.
137 Llbro 4 "e Defunciones, fols 457 y 458 Firma- Francisco de las
Llagas Llanos, Colector
138 Podían ser asiladas trescientas personas de ambos sexos y aún tenía
un departamento interior destinado a recoger mujeres, con capacidad para
treinta
374 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCI6N DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 77
Por lo pintoresca y ~i~gnificativeas digna de señalarse la Pla-zuela,
de genuino sabor romántico, en la que paseaba en diálogo
amistoso la gente de una y otra orilla del Guiniguada. El puente
de piedra que las unía era el que en 1673 había levantado el corre-gidor
y capitán a guerra don Juan Coello de Portugal. Fué el Úni-co
con que contó la ciudad a lo largo del siglo xwr, hasta que por
su aspecto ruinoso se le reemplazó por el que construyó y adornó
con hermosas esculturas de mármol el obispo canario don Manuel
Verdugo a principios del siglo m.
Se construyen tres nuevas ermitas: la de San Nicolás, cabeza
del barrio de su nombre, la capilla del Santo Cristo y la ermita de
Nuestra Señora de las Angustias. Y aquellos barrios periféricos
que empezaron a formarse en el siglo XVII los vemos ahora conso-lidados.
IA ~aph,: fUe embe!!ec:Uc~ y tomS m aspectc %&S moderno z!
ser delimitados los solares y las calles emredradas. También se
adornó con árboles la Alameda.
La Catedral, que había sido comenzada hacía más de dos siglos
-en el transcurso de los cuales fueron recomenzadas las obras
varias veces-, tuvo su máximo impulsor en éste en el obispo don
Joaquín Herrera, según el proyecto de Diego Nicolás Eduardo,
dentro de los cánones del neoclasicismo. A lo largo de todo el si-glo
XIX se continuarán los trabajos, y es el obispo Fr. José Cue-to,
O. P., quien da el impulso final, después del cual no se ha hecho
nada 139.
-
1x1 En lo referente a la ciudad en el siglo xv111, Cf Rumeu de Armas, obra
citada, tomo 111, Primera parte, págs 281 y SS.
Núm 10 (1964) 375
V.-LAS PALMAS EN LOS SIGLOS XIX-XX. HECHOS
POLITICO-ECONOMICOS FUNDAMENTALES
1.-Siclo XXX. Base* de una transformación.
1 Total de población a través del siglo -2 Gráficas de natalidad, nupcialidad
y mortalidad del último tercio.-3. Coeficientes por mil en 1877, 1887 y
1897 -4. La ciudad ochocentista.
11.-Sido XX. Los números au.edan atrás
1 Población de derecho y hecho en los censos oficiales del siglo xx.-2 Movi-miento
natural de la población -3 Las palmas, hoy a
N
E
El movimiento demográfico de Las Palmas en los siglos XIX y xx O
sólo se nos muestra comprensible aten&m~g2 ~rarimh echm fxn- n - m
damentales que en cierto modo lo exphcan. O
iz- E
En primer lugar, la lucha por la capitalidad./Las Palmas, ca- E
2
E pita1 del Archipiélago durante casi cuatro siglos, pierde este honor
por Real Decreto de 30 de nov~embre de 1833. Las causas de este 3
golpe hay que buscarlas en el afán con que Tenerife, enriquecida e-por
su comercio de vinos y bajo el amparo de los Capitanes gene- m
E
rales, tendi6 desde el último tercio del XVIII a recabar para sí la O
capitalidad. La guerra napoleónica vino en apoyo de estos deseos: n
1808, Junta revolucionaria de La Laguna; 1812, se eligen en Santa aE
Cruz, sin contar con la orden oficial, los diputados para la Junta
Preparatoria. Abolido el régimen, se reintegra a Las Palmas sus n
derechos, pero al proclamarse en 1820 la Constitución del Doce, se 3
hace la división provisional del territorio en 1822. Para el Archi- O
piélago se elige capital a Santa Cruz; no obstante, este mismo año
se reconoce el error y en 1823, al derogarse el régimen constitucio-nal,
vuelve la Capital a Las Palmas. Pero el hecho fue que todos
estos absurdos vaivenes legislativos fueron base del decreto que
en 1833 estableció la capital en Santa Cruz, aunque con carácter de
interinidad. Desde entonces, y en muchas ocasiones, nuestra Ciu-dad
intentó rescatar la perdida jerarquía, hasta que, con mayor
clarividencia, encauzó sus aspiraciones hacia la división de la pro-vincia.
La logra efímeramente en 1852 y 1858, y, por fin, de rna-
376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
EVOLUCIbN DEMOGRÁFICA DE LAS PALMAS 79
nera definitiva y tras agotadores esfuerzos, obtiene la ansiada di-visión
en 1927 tajo el gobierno del General Primo de Rivera.
Un segundo hecho, ahora de tipo económico, es el cultivo de la
cochinilla. El gran valor que adquiere en los mercados extranjeros
enriquece rápidamente a sus cultivadores. La ciudad se levanta de
la apatía en que se había hundido tras los primeros años de esplen-dor.
La quiebra de su economía, por la depreciación de los produc-tos
del país, ruptura del comercio con las naciones sudamericanas
emancipadas, sequías y otras calamidades, paz-ece salvarse con las
plantaciones cochinilleras que todo lo invaden. La población, diez-mada
por el hambre 140, las epidemias lil, la emigración 14', renace
a la esperanza. Ni el "Año del hambreM-epidemia de hambre ca-nina
de 1847, que revistió caracteres de verdadera tragedia, a que
se unió la paralización del tráfico portuario-, ni el rebrote de fie-hre
amarilla de 1801 y ni siquier-. temible cálerx mcho que en-
1851 elevó sus muertos a 2.150, fueron barrera en su nuevo rena-cer
a la alegría.
La tonalidad opaca que venía velando el paisaje económico y
político de la Isla desaparece en 1852. La Ley de Puertos Francos es
acogida con e1 mayor alborozo y la vida social se intensifica. Los
años que siguen son de pleno desarrollo.
En 1864 este impulso de renovación cobra vigor, pese al inicia-do
crack de la cochiniI1a anunciado desde la exposición de Londres
de 1862. La ciudad ha ido transformándose. En 1871 cuenta con
20.000 habitantes. Pero en 1874 el creciente descrédito de la cochi-nilla
se agudiza y los colorantes químicos de la hulIa producen su
derrumbe total en 1876 14?.
140 En 1834 los regidores llegan a pedir por las casas de la ciudad para
los pobres Gf NBstor Alamo, El Gabznete Literario. Crónwa de un szglo.
''Diario cie Las Paimas", i de marzo de 1957..
141 1834, amagos de epidemia 1838 y 1846, fiebre amarilla, etc.
142 Continuamente salían navíos con seiscientas y setecientas personas.
EI doctor Dénlz, en mss. inéd. crt por N. Alarno, Crónzca de zcn s%gZo, dioe:
en 1836 salieron 3 344 personas, y en 1838, 4 978, aunque añade, la mayoría
eran de Lanzarote y Fuerteventura
~ $ 3E ! -r,.-,.A~- ~ ; u u vui tal Ue :a cíxhiiiih apenas rebasó el afio i665. En esta
techa el valor de la exportación de las Islas alcanzó los 32 millones de pesetas.
El resto del siglo fue de agonía. Mientras, arraigaba el cultivo del plátano.
Muchos agricultores quedan sumidos en la ruina. La Isla entera
vive en desconcierto. Se piensa en los posibles sustitutos del de-preciado
producto y vuelven entonces los cirltivos históricos-caña
de azúcar y vides-y, junto a ellos, el café y el tabaco. El plátano
todavía no cuenta.
En 1878 el panorama económico es desalentador. El comercio
atraviesa momentos de crisis y los mendigos deambulan otra vez
por las calles de la ciudad. Por entonces los "chinos" se habían con-vertido
en un elemento más en el color de la vida ciudadana "'. La
emigración se produce en masa. A América marchaban trasatlán-ticos
con más de mil hombres y veleros con doscientos y cuatro-cientos.
Se acentúa hacia 1880. En estos años llegan a embarcar
hasta 21.161 personas canarias-7.966 varones.
Otro hecho es el Puerto. Puerto de La Luz y siglo xx vienen
a identificarse en Ia historia de Gran Canaria.
Las Palmas no podía seguir siendo una "población sombría y
sin interés ..." 14j. Tenía en sus condiciones naturales y en su pasa-do
histórico unas perspectivas abiertas a un brillante futuro eco-nómico.
López Botas fue el "leader" de un proyecto que encontró
su realizador en don Fernando León y Castillo : la creación de un
nuevo puerto 146.
El muelle de San Telmo había sido proyectado en 1804 por don
Rafael Clavijo. Y en 1811 se puso la primera piedra. Pero un te-rrible
temporal en 1826 obstruyó el interior de la rada del muelle
dejándolo prácticamente inservible para barcos de grande y me-diano
calado. "En los días de reboso, la fatídica bandera negra que
era menester izar en el castillo, para hacer que los navíos deriva-sen
hacia Las Isletas, se esgrimía con excesiva y confiada fortu-na,?
147 . Tal situaciGn estaba pidiendo una rápida y eficaz solucl6n.
144 Algunos llegaron a ser faroleros del munrcipio, otros criados Se
trata de los Chinos deportados a Gran Canaria por ciertos sucesos, probable-mente
políticos, ocurridos en Cuba o mlipuias N Alamo, Crónzca de un szglo .
14s Testimonio de Mistress Murry Cf. N Alamo, Crónzca de un szgZo
141, N Alamo, Crónica de un szglo 1 marzo 1957 .
147 Millares, tomo VIII, libro XiX, pag 245
"Boletín de la Cámara Oficial de Comercio y Navegación de Las Palmas",
enero de 1960
378 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
NOLUCIÓN DWIOGR&'ICA DE LAS PALMAS 81
En 1854 se activa con energía el proyecto de construcción de un
muelle en el fondeadero natural que ya habían utilizado los espa-iíoles
en el siglo xv. Ahí era el lugar indicado, y ahí se comienzan,
en 1883, las obras del actual Puerto de La Luz. Desde entonces cada
generacaón ha dejado en él honda huella de sus inquietudes en un
trabajo lleno de esperanzas. Hombres de ayer y de hoy, al frente
de sus destinos, han venido llevando con pulso firme y seguro el
puerto a buen puerto. Y él, a su vez, ha sido el que ha obrado el
milagro de crear la vida social y la estructura económica de la Isla.
Antes, la Ciudad de Las Palmas era un pueblo de 30.00 habitantes
asentado sobre las márgenes del Guiniguada. Después de la crea-ción
del puerto ha habido un crecimiento impetuoso que ha hecho
alcanzar la cifra de 193.000 habitantes en 1960.
La hermosa bahía, de inmejorables condiciones y privilegiada
situación geográfica, a mitad de camino entre Europa y América
del Centro y Sur, extensos mercados de innúmeras posibilidades,
y frente a Africa, continente que esconde inapreciables reservas de
capacidad potencial en producción y consumo, hacen la realidad de
un puerto que es el primero de España.
"Mientras las estadísticas de los grandes puertos mundiales re-flejan
una disminución en su tráfico y se aprecian signos de crisls
en la Marina mercante en general, los puertos canarios de La Luz
y Santa Cruz de Tenerife siguen su espiral ascendente tanto en
número de barcos como en tonelaje" lAs.
148 Una prueba de la creciente vitalidad del Puerto puede dárnosla la pre-sente
nota estadística.
Todavía en curso de ejecución las obras del Puerto: 1883, 235 vapores,
1890, 1441; 1896, 2 0.32, 1897, 2 036, 1898, reducción (lucha España con Esta-d--
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1914-18, crisis, 1913, 3 020; 1914, 3.617, 1917, 636; 1918, 445; 1920, 2 112,
1923, 3 318; 1927, 4 099; 1930, 4 331.
En años sucesivos hay oscilaciones que se acentúan en el período de la Ú1t1-
ma guerra mundial 1940, 2.276 vapores, 1941-2-3, disminuye; 1944-5, se eleva
nu