E T N O G R A F I A
APORTACION PORTUGUESA
A LA POBLACION DE CANARIAS
DATOS PARA SU ESTUDIO
POR
JOSE FERES; VIDAL
LAS DOS GRANDES EPWAS
Carácter y finalidad de los siajes.
El estudio de la influencia cultural lusa en Canarias ha de
iniciarse naturalmente con un esfuerzo por ordenar y precisar
cuantos datos sea posible sobre los portugueses llegados a las
Islas: su número, su procedencia, edad, sexo, estado, religión, ofi-cio,
motivos del viaje, fecha de éste.. . Cuanto mejor se conozcan
las condiciones del contingente humano portador de una cultura,
mejor se podrán explicar 10s fenómenos más o menos intensos
derivados de su trasplante.
A poco que nos adentremos en esa investigación, sobresalen,
entre todos los factores, como determinantes de dos grandes épo-cas
de la acción portuguesa en el archipiélago, la condición, ca-rácter
y finalidad de los viajes. Al principio, éstos eran verdaderas
expediciones, organizadas directamente por la Corona o por me-diación
del infante don Enrique, y se proponían la incorporación
del Archipiélago a Portugal o, por lo menas, la adquisición de dere-chos
suficientes para establecerse de una manera un poco sólida
en al'guna de las islas. Después, abandonada ya toda pretensión
Sastre
Sombrerero
Tango mango 186
Tejedor
Tintorera
Zapatero
Además existían otros sin oficio determinado que aparecen con
la indicación genérica de trabajadores.
186 Dei port tangomáo 'marcñana aesciaves sur ia cote d'Afrique' J -¿
Roquette: Nouveau dtcttonmwe portugak-francais, París, 1860, s v.
106 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
2 JOSÉ PEREZ VIDAL
oficial de dominio o establecimiento, los viajes se desarrollan en
plano particular, por emigrantes y marinos, y no tienen otros fi-nes
que los que han movido a unos y otros en todos los tiempos.
La primera época se puede considerar dividida, a su vez, en
dos períodos: uno, de tanteos, anterior a la fundación de la escuela
de Sagres, y otro, de máxima intensidad, desde 1415, fecha de esta
fundación, a 1479, año en que se firma el tratado de Alcáqovas. La
segunda puede, análogamente, dividirse en otros dos períodos : uno,
de apogeo, desde la paz de Alcáqovas a 1640, fecha en que se inicia
el movimiento portugués de separación de la Corona española, y
otro, de lenta decadencia, desde esta fecha hasta la segunda mitad
del siglo xvm.
PRIMERA EPOCA
LA ACCION POLITICA (SIGLOS XIV-XV)
La acción lusa en Canarias anterior a la fecha en que comien-zan
a ponerse en práctica los planes expansivos del príncipe que
por ellos habría de ser llamado eZ Navegante apenas ofrece interés
desde el punto de vista de la influencia de la cultura tradicional
portuguesa en las Islas, que es el que aquí nos interesa. Si nos
limitamos, como exige el más elemental rigor histórico, a los
hechos debidamente comprobados, todas las actividades de Por-tugal
respecto a las Canarias se reducen entonces a una sola expe-dición
y ésta no del todo lusitana.
Las causas de esta limitación han sido desde hace tiempo per-fectamente
esciarecidas. En tan temprana época, deaconucidoa aún
los grandes caminos y posibilidades del Atlántico, Portugal, como
otros pueblos de este mar, apenas tenían un embrión de marina.
Y cuando, estimulado por los viajes de los nautas mediterráneos,
quiso lanzarse a explorar también tierras y aguas ignotas, tuvo
-..- ^-^-^-^Y ---. L. .-e--L.--..-,.- .. -- Av-rrn+,.n rir. Ir\- n..m"+,.0 que elupeaal-p ul uuDC;al u a L C ; u ~y L L U L L L N L C ~ G A ~ G LL VU CIL IVU pucr iuu
de mayor tradición marinera. Y después, con ellos al frente, ini-
42 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACIbN PORTUGUESA A LA POBLACIbN DE CANARIAS 3
ciar algún que otro tanteo del camino en que muy pronto había
de brillar por su experiencia, arrojo y poderío l.
La expedición de 1341.
Así se explica que entre todas las expediciones llegadas a Ca-narias
durante el siglo XIV sólo figure una de Portugal, la de
1341, y que tanto los pilotos, Angiolino del Teggia dei Corbizzi
y Niccoloso da Recco, como no pocos de los tripulantes de los bu-ques
que la integraban fuesen italianos.
Esta expedición, aunque llevaba el propósito de establecerse
en las Islas, para lo cual había sido equipada con caballos, armas
y diferentes máquinas de guerra, se limitó a explorar las costas
sin espíritu de conquista y a apoderarse de cuatro indígenas y de
algunas provisiones : sebo, cereales, pieles. A los cuatro meses los
expedicionarios se haiiaban de regreso J.
Ekisten noticias sobre otra navegación portuguesa a Canarias
en el mismo siglo: la del almirante Lancarote da F'ranqa en 1370.
Mas los documentos referentes a esta expedición han suscitado
muchas dudas, y su validez se halla aiin pendiente del fallo de la
critica histórica. De todos modos, el viaje de Langarote da Franca
y de su hijo Lope Alfonso da F'ran~a, si en verdad se realizó, no
dio resultados apreciables 4.
1 Florentino Pérez Embid. Los descubrimzentos en. el Atlántico y la
rwa2zdm-l castellano-'portuguesa 'hasta el T?.atado de TordesiZlas Sevilla, 1048,
p&gS 68-69.
2 Sobre estas expediciones, principalmente sobre las realizadas por ca-talanes
y mallorquines, véanse estudios de conjunto y abundante bibliogra-fía
~ d e mp,á gs. 58-100;B . Bonnet Reverón: Las expedicwnes a Zas Canarias
en el szgZo XIV, sep. de la “Revista de Indiasv (núms. 18-21), Macirid, 1946:
Antonio 'Rurneu de Armas: EZ Obispado de Telde, Madrid-Las Palmas, 1960,
r&gs. 17-99; idem: La e@l=mc%l-, &e! A.tlhtzc:: p m maZlo--;~.es y cat~kr,eo
e n eZ szgZo XIV, en ANUARIODE EST. ATLÁNTICOSn,ú m. 10 (1964), pági-nas
163-178
3 Bonnet* La expedtción portuguesa a las Canarias en 1341, en "Rewsta
de Historia", La Laguna de Tenerife, IX, p&gs 112-133; E Serra Ráfols:
LanceZotto Malocello en las Ishs Camrzas, sep de las Actas do Congresso
1rtternaczomz.Z de H4.3tOrgn. dos Dsscohrimomtos, Li.shna, 10fi1, tnmo ITTi y&-
ginas 5 y 13.
4 %re% Embid, ob. czt., p&g 72; Serra Ráfols, ob. ctt , passim
JOSE PÉREZ VIDAL
8.-PERÍODO DE INTENSA ACCIÓ~ POLÍTICA (1415-1479).
Este período de la historia de la acción lusa en Canarias es el
más conocido. Ultimamente, con motivo del V Centenario de la
muerte del infante que fue principal figura de él, hasta ha estado
en cierto modo de actualidad. Bastará, pues, a los efectos del pre-sente
esquema, recordar los tres puntos fundamentales del mismo :
la significación que las Canarias tuvieron entonces para Portugal,
la insistencia lusa en establecerse en las Islas, y el resultado de
las expediciones en que se manifestó esta insistencia.
Portugal, acabada en época temprana la reconquista del terri-torio
peninsular que le había correspondido por los tratados, y
dispuesta ya a arrebatarle a los pueblos mediterráneos la inicia-tiva
en las exploraciones atlánticas, se lanzó decidida al mar. Como
bellamente resume Camoens,
nao tendo a quem vencer na tema,
vai commeter as ondas do Oceano.
(Lzcs , IV, xlviíi 1
En el nuevo medio de las empresas lusitanas pronto fue adver-tido
el valor estratégico de las Canarias. El infante don Enrique,
alma y guía del movimiento de expansión marinera, consideró
desde el primer momento a las Islas, por su gran proximidad al
Africa, como llave y fundamental base de aprovisionamiento en la
navegación hacia el Sur. Y por todos los medios de que pudo dis-poner
-conquista, compra, negociaciones diplomáticas- trató de
establecerse en ellas.
Hasta hace poco se creía comúnmente que el infante, en el
mismo año de 1415 en que comenzó su actuación pública, había
enviado una expedición al Archipiélago. La acción, confiada a Juan
do Trasto o, según otros, de Castro, no había tenido consecuen-cias:
un desembarco en Gran Canaria, por la parte de Telde, y
!a captura de algunos indígenas; mas el hecho. por el momento
inicia1 en que se había realizado, resultaba bastante significativo
5 EIías Serra Ráfols. Los portugueses en Canarzas La Laguna, 1941,
págs 15 y 21. Este mismo autor -en la nota 27- señala las dificultades con
44 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACIÓN PORTUGUESA A LA POBLACION DE CANARIAS 5
Ultimamente, sin embargo, algunos autores han considerado esta
expedición como una errónea anticipación en diez años de la que
ahora vamos a ver 6.
La expedición de don Fernando de Castro.
Hacia 1421 se emprendió ya en serio la exploración de la costa
africana del Atlántico. La necesidad de una base en las Canarias
se sentía cada vez de un modo más vivo. Y el infante don Enrique,
afanoso de remediar la falta, envió en 1424 a don Fernando de
Castro con una gran armada a la conquista de la Gran Canaria 7.
Don Enrique, según parece, procuraba desviarse de las islas
más accesibles -Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y Hierro-,
que ya se hallaban bajo soberanía castellana. Para evitar conflic-tos
con ésta, dirigió de modo principal sus esfuerzos contra las
islas que aún permanecían independientes. Mas no tardó en darse
cuenta de que sus intentos resultaban inútiles. Las islas todavía
libres lo eran precisamente porque sus condiciones y la bravura
de sus habitantes las ponían al abrigo de sucumbir bajo un simple
golpe de mano s.
Los portugueses en Lanxarote y la Gornera.
La expedición de don Fernando de Castro contra Gran Canaria
sólo sirvió, a pesar de su gran costo, para provocar la reacción de
Castilla. Después de ella, se sucedieron las protestas, las gestiones
diplomáticas, las apelaciones al Papa para la resolución de los con-flictos
entre las dos coronas. Mas, aunque los años pasaban y don
Enrique no veía cumplidas sus pretensiones de asentarse en alguna
rpe SP troplezz '<para pwrisar la actuación portuguesa en estos años ante-riores
a la compra de Lanzarote (1448), porque las crónicas dan una crono-logia
muy imprecisa y los documentos conocidos son muy escasos".
6 PRrez Emhd, ob. cit, pág. 123, nota.
7 Los historiadores, por error, han señalado para esta expdlción distin-tas
fechas, y han determinado la apariencia de varias exped~ciones, donde
sólo ha hahdo una También han confundido al capan de ella con otros
del mismo nombre. Serra Ráfols. Los portugueses , pág. 32, nota 47.
8 ibídem, pág. 22.
6 JOSÉ PÉREZ VIDAL
de las islas, de hecho, ya pacífica, ya violentamente, sus carabelas
se aprovisionaban en el Archipiélago 9. Así fueron transcurriendo
los años y llegó el de 1448. En este año don Enrique logró, por fin,
su propósito. Maciot de Bethencourt, que había sido segundo señor
de las Islas, le vendió la de Lanzarote, en virtud de ciertas reservas
que, según parece, había establecido al ceder sus derechos a don
Enrique de Guzmán, conde de Niebla lo. El infante envió inmedia-tamente
a Antáo Gongalves con dos carabelas para que tomase
posesión de la isla y la gobernase en su nomb.re. Y el cambio de
dominio se realizó del modo más pacífico.
Gonqdves, al entrar en posesión de su gobierno, nombró
tugueses para los cargos de alcalde, escribano, recaudador y demás
puestos de alguna importancia, y organizó la administración con NB
bastante acierto. Según todos los testimonios, el gobierno de Gon-salves
se caracterizó por su benignidad y cordura. Unicamente o
n algunos naturales se quejaron despues de que los portugueses tra- -
m o
taron de imponerles sus pesas, medidas y monedas, procurando así E
E
2 desarraigarlos del dominio de Castilla ll. Mas estas disposiciones -E
eran lógicas y naturales desde el punto de vista del nuevo señor.
El infante don Enrique, deseoso de robustecer su posición en 3
-
las Canarias, hizo todo lo posible, tan pronto como se estableció -
0
m
E en Lanzarote, por convertir esta isla en base de operaciones con- o
tra las demás. El mismo año de 1448 organizó en ella una armada
con los mejores elementos que pudo e intentó de nuevo poner pie n
-E :
9 Además de abastecerse, hacer amigos y, en las islas aún libres, prin- 2
n
cipalmente en La Palma, obtener cautivos, los hombres de don Ennque inter- n
n
venían, en cierto modo, en los litigios surgidos entre los señores de las islas. 3
Recuérdese que una nave portuguesa libró a Maciot de Bethencourt del cau- O
tiverio a que le había sometido Guillén de las Casas en la isla del Hierro
ibídem, págs 9, 21, 26-27, 33-35, Sergio F. Bonnet: Antáo GonpZues, Gober-nador
y Capztán General de Lanzarote, en "Ei Museo Ca~rario", d i i i i i s 25-26,
página 21.
l o A. Rumeu de Armas España en e2 Afrzca atlantzca Madrid, 1956-57,
1, pág 96, no habla de compra, sino de arrendamiento- "En 1448 tomó en
arrendamiento la isla de Lanzarote de manos de Maciot de Bethencourt, que
ejercía por entonces el gobierno de la misma en nombre de su legítimo señor,
Fernán Feraza':.
11 Serra Ráfols, ob czt , pág 29, Sergio F. Bonnet, ob cit , pág 33
46 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
en la Gran Canaria. El resultado fue tan infructuoso como el de
las acciones anteriores, y la armada se dirigió entonces hacia la
Gomera. En esta isla la empresa resultó mucho más fácil y favo-rable.
Por lo visto, los portugueses, seguramente los capitaneados
por don Fernando de Castro, habían establecido años antes amis-tosas
relaciones con los indígenas, y, al llegar entonces de nuevo,
se encontraron con que no pocos de éstos se hallaban descontentos
con Fernán Peraza, el señor de la isla. Puestos de acuerdo los por-tugueses
y varios jefes de tribus gomeras, lucharon eficazmente
contra aquél y sus partidarios, y, según parece, lograron expul-sarlos.
De la R. C. de 15 de abril de 1449, expedida a petición de
Peraza, se deduce que la Gomera y Lanzarote se hallaban en tal
fecha en poder de los portugueses 12.
Pero el Infante, para evitar de momento que Castilla se alar-mase
con la ocupación, y dar largas al hecho consumado, no guar-neció
las islas, por lo menos la de Lanzarote, con fuerzas sufi-cientes,
ni construyó las más indispensables fortificaciones. Y así,
viendo los lanzaroteños que sólo unos pocos funcionarios portu-gueses
representaban y hacían efectivo el dominio extranjero,
aprovecharon una coyuntura, y, hacia fines de 1449, expulsaron
de la isla a Ant5o Goncalves y a los suyosl3,
Nuevas expediciones y la buZa "Romano Pontifex".
El Infante reaccionó ante esta pérdida del modo más enérgico.
Cuatro expediciones fueron enviadas por él a Canarias entre los
años 1450 y 1453; realizaron desembarcos, infligieron castigos,
tomaron algún botín, pero no lograron un establecimiento perma-nente
14.
El año de 1454 fue decisivo, como se sabe. El Infante recurrió
12 Serra Rafols: Los portugueses , págs. 33-35; Sergio F Bonnet, ob.
cit., pág. 34, Juan Alvarez Delgado. EZ epsodb de IbaZZa, en ANUARIO DE ES-TUDIOS
ATLÁNTICOS, V, 1959, págs. 255-374. De este último trabajo véase so-bre
todo la pág 292, sobre la participación de don Fernando de Castro en
la cr~stianización de la Gomera
13 Serra Mols: Los portugueses , p&g. 30
14 Sergio F. Bonnet, ob cit., pb.g. 35.
Núm. 14 (1968)
a la vía diplomática para obtener la venta de las Canarras a Por-tugal
o, en último término, para que se reconociesen sus derechos
sobre Lanzarote. Juan 11 de Castilla contestó, no al Infante, sino
al Rey de Portugal, en una carta, después muy conocida, en la que,
entre otras cosas, se refería a la Guinea y decía que era de su
conquista. Las navegaciones hacia esta región africana desper-taban
ya entonces más interés que el pequeño comercio de Ca-narias.
Y ante la actitud que en esta cuestión adoptaba Castilla,
Portugal, alarmado, acudió al Papa y obtuvo de Nicolás V la bula
Romano Pontifex, por la que se concedía al rey Alfonso V y al
Infante la exclusiva conquista y colonización de la costa de Africa
desde los cabos Nam y Bojador hasta Guinea.
B Como esta bula coincidió con el fracaso de las gestiones dírec- N
tas del Infante para obtener la soberanía de las Canarias, vino a E
O representar un deslinde inicial de las zonas de expansión corres- ---
pondientes a Portugal y a Castilla 15. O m
E
E
2
Diogo da Silva.
Sin embargo, Portugal no iba a renunciar deñnitivamente a las Om-
Canarias. Antes bien, pocos años después dispuso otra expedición E
contra las Islas. Fue la última que organizó don Enrique el Nave- O
E
gante, y figuró al frente de ella el capitán Diogo de Silva Meneses.
E La armada debió de llegar a las Islas a fines de 1459, y des- -
a
pués de asolar Lanzarote y F'uerteventura, a las que encontr6 des-prevenidas
por ser tiempo de paz, se dirigió a Gran Canaria. En
esta isla, Diogo da Silva se hizo dueño, por asalto, de la Gnica O3
posición que en ella tenían los castellanos: la torre de Gando. Y
poco después, con refuerzos que llevó el capitán Pedro Feo, "pri-vado
--según los Ciocumenios- del Eey de Portugal", acúmeti6
15 Pérez Embid, ob. c?t, pág 164 Sobre este punto, y en general sobre
todas las relaciones entre la corte españiola y la portuguesa en torno a las
Canarias, puede consultarse también con mucho provecho A Rumeu de -4r-mas:
Los tratados de partzcwn deZ Océano entre Es"paña y Portzcgal Ma-drid,
1944 (sep del vol Conferenczas del curso 1943-44 de la Escuela Diplo-mática).
48 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACIÓN PORTUGUESA A LA POBLACION DE CANARIAS 9
diversas incursiones por el interior de Gran Canaria, en una de
las cuales llegó a apoderarse de Telde.
Mientras el capitán portugués realizaba estas salidas en busca
de botín y de alimentos, Diego de Herrera, señor de las Islas, no
se estaba con los brazos cruzados. Sin fuerzas suficientes para
desalojar a Silva de las posiciones tomadas, acudió a la corte,
movió sus amistades y logró que Enrique N protestase ante su
cuñado Aifomo V de Portugal. La muerte de don Enrique el Na-vegante,
ocurrida en noviembre de 1460, debió de facilitar la solu-ción.
Sin embargo, hasta mediados del año siguiente no se dictó
en Lisboa la provisión en que se conminaba a Silva a hacer inme-diata
entrega de la fortaleza.
Restablecida, por fin, la paz, ésta se afianzó con inesperados
lazos. Los rivales de ayer se trocaron muy pronto e.n aliados y I paiieiltes. E: a'moi-, eoim er; 6Lar;tas ocasiomu, ver,c:~ tdas !as
distancias y diferencias. En aquélIa se concertaron para el futuro
las bodas de Diogo da Silva con la hija mayor de Diego Garcia
de Herrera, doña María de Ayala.
El hidalgo portugués quedó desde entonces en Gando como
alcaide de la torre, en nombre y representación del señor de las
Canarias. Para alejar cualquier recelo respecto a SU conducta,
compareció en Lanzarote el 30 de septiembre de 1462 a prestar
pleito homenaje a sus futuros suegros. Y en el acta que con tal
motivo fue extendida se comprometió a no servir al rey de Por-tugal
mientras regentase la akaidia de la fortaleza de Gran
Canaria.
Como, aparte de todos estos pacíficos conciertos, Diego de He-mera
había logrado que le rindieran vasallaje los guanartemes o
reyemelos de Gran Canaria, sobrevino entonces un breve período
de ~n?ilZtad~ nn>mtzd e mst-ellanosj pnrtiigueses e indígenas, que
fue aprovechado para edificar en Telde una "Casa de Oración",
que, en verdad, venía a ser una segunda fortaleza.
Situación tan pacífica resultzba, sin embargo, anodina para
un hombre de ánimo emprendedor y esforzado como Silva. Ni
hahia ganaclo la isla para Portugal, ni se ofrecían alli posibilidades
de grandes empresas. En vista de ello, renunciada la alcaidia de
Gando y liberado del pleito homenaje, regresó a su patria para
10 JOS$ PIREZ VIDAL
reanudar en ella su brillante carrera militar y política l% En Ca-narias
debieron de quedar no pocos de los portagueses que con él
habían ido a las Islas.
Las Canarias, objeto de una merced de Enrique ZV.
Meses más tarde, en los primeros de 1464, sobrevino un acon-tecimiento
que, según pareció, iba a facllitar la realización de las
aspiraciones portuguesas respecto a las Canarias. El hecho no
pudo ser más extraordinario: después de tanta oposición caste-llana
a las pretensiones lusas en el Archipiélago, Enrique IV con-cedió
inesperadamente a dos nobles portugueses la conquista de
las islas de Gran Canaria, Teneriie y Ea Palma, no sometidas aún
a Castilla. Estos caballeros, don Martin de Atayde y don Pedro
de Castro, condes de Atougia y de Villarreal, respectivamente,
hat;ian aprovechado e! ambiec~e favera?%? de !as bcdus de! rey
don Enrique con doña Juana, infanta de Portugal, y habían lo-grado
lo que el infante de Sagres no había podido conseguir en
tantos años de obstinado empeño. Los dos se hallaban muy ente-rados
de las cosas de Canarias: el primero era muy conocido por
las incursiones que sus naves habían realizado en las Islas; el se-gundo,
por su activa intervención en las cuestiones suscitadas en
la, corte española y en la lusitana acerca del mismo Archipiélago.
Sin embargo, a lo que parece, no realizaron ninguna acción para
poner en práctica sus derechos.
La merced dio lugar a reclamac~ones internas y negociaciones
diplomáticas, y, al fin, en 1468, fue revocada 17.
Durante el reinado de Enrique IV las naves portuguesas seño-rearon
en las aguas de Canarias, como en todas las del Africa
a.tlántica. De modo pacífico, salvo el caso de las de Diogo da Silva,
visitaban con frecuencia los puertos de las Islas y en ellos se apro-visionaban
y comerciaban. Este predominio portugués más se
debía, sin embargo, a la general dejación del monarca español,
sólo interrumpida, como se ha visto, por la presión de perjudi-
16 Eurneu r'e Arma E! Dhwpndo de TeZde. págs. 133-140; B Bonnet.
Diego de Szlva en. Gran Canaria, en "El Museo Canario", nüm 20, págs. 2-7
17 Rumeu de Armas- El Obispado de Telde, pág. 140
50 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACICiN PORTUGUESA A LA POBLACI&V DE CANARIAS 11
cados, que a una intensificación de la política lusa respecto a Ca-narias.
E=ln las pretensiones de Portugal sobre el Archipiélago más
bien se inicia una clara decadencia. Habiendo fallecido don Enrique
el Navegante hacía unos años, como queda dicho, el heredero ge-neral
de sus empresas, su sobrino Fernando, carecía del ánimo
decidido de que aquel había dado tantas pruebas.
La guerra por la sucesi& del: trono castellano.
En 1474 se acentuó la debilitación de la politica lusa respecto
a Canarias. Al morir Enrique IV sobrevino, según es sabido, la
guerra castellano-portuguesa por el problema de la sucesión. Los
Reyes Católicos, decididos a llevar la lucha a todos los terrenos,
reivindicaron los derechos de @astilla a la Guinea, y trataron de
remediar el abandono del reinado anterior. Con acertadas rnedi-das,
entre las que descolló el sistema, entonces iniciado, de con-voyar
a los barcos mercantes, dieron gran impulso a las expedi-ciones
a aquella apartada región y lograron frenar el creciente
predominio que en aguas africanas habían tenido los portugueses
desde 1454.
Esta mayor atenciún de los Reyes Católicos por la politica
atlántica no libró del todo, sin embargo, a las Canarias de los
azares de la guerra. Natural era que si Castilla llevaba la lucha
a la Guinea, Portugal hostilizase, recíprocamente, aquel Archipié-lago.
Bien conocida es la oposición que los portugueses hicieron,
ya muy avanzado el año 1478, a la empresa de la conquista de
Gran Canaria por los castellanos: el concierto que estab,lecieron
con los indígenas y la armada que enviaron a la isla contra las
fuerzas de Juan Rejón 18.
Como era lógico, las relaciones luso-isleiías que en los períodos
de paz habian existido en el plano particular quedaron prohibidas
durante la guerra. Al iniciarse las hostilidades se dieron bandos
para que fuesen presos todos los portugueses residentes en Cana-rias
19. P las noticias que se han conservado de este periodo hablan
." -..T... reuru Xgü~iiii del Casti~iü: Uescrvpci6n hwtórica y geográjica & las
Islas Canarias, ed. de Miguel Sanhago, 1 (1948-1950), págs. 297-3M.
19 Serra Ráfüls. Los portugueses , p&g. 42.
más bien de actos violentos entre canarios y portugueses que de
tratos pacíficos. En 1476, por ejemplo, los vecinos de Lanzarote
"tomaron por fuerza o por maña una caravela de Portogal con
cierto oro e gente". Y doña Inés Peraza, señora de la isla, y su
hijo Fernán se sirvieron de los tripulantes de la nave como de
cautivos 20.
Sin embargo, existen indicios de que no se interrumpieron to-talmente
las relaciones canario-lusitanas durante Ia contienda.
En mayo de 1478, al llegar a la corte castellana la noticia de que
en Portugal se preparaba contra Gran Canaria la ¿trmada de que
se ha hecho mención, se expiden tres cédulas encaminadas a evi-tar
dichas relaciones. En dos de ellas se encarga a Diego de
B I-Ierrera y al obispo Frías y Juan Rejón que no tengan trato algu- N
no con los portugueses en las Canarias y que prohiban todo co- E
mercio con ellos, ni vayan a Portugal los habitantes de las Islas. O
n--
En la tercera, expedida a favor de Fernán Peraza, se recomienda m
O
E
que le favorezcan contra sus súbditos que se le habían rebelado
y ayudaban a Portugal 21. - E
Estas reales cédulas constituyen, si bien se miran, una elo- 3
cuente documentación probatoria de la existencia de relacicnes - -
canario-lusitanas de mayor o menor importancia, al margen o por 0
m
E
debajo de las contiendas y fricciones oficiales. Nunca se ha psohi- O
bido lo que no existe. 5
n E1 final de la guerra es sobradamente conocido. La paz se firma -E
en 1479 en las Alcágovas. Y en ella, respecto de las navegaciones a
2
por el Atlántico, Castilla abandona sus derechos sobre los mares
africanos más allá de las Canarias, y Portugal renuncia de aedo
definitivo a sus pretensiones sobre estas Islas. El Archipiélago 3
O
canario queda de este modo confirmado como excepción, bajo pa-
20 Según declaración de Diego Sevilla en una Infonnacdn publicada por
Rafael Torres Campos en Carácter de la coquzsta y colonwaczón. de las
Islas Canarms, Madrid, 1901, pág 191.
21 Castillo, ob czt., 1, págs 286-287, notas de Miguel Santiago. La últ~ma
cédula se refiere a la existenc~ad e dos bandos en la Gamerd, como ya se ha
v~sto, uno, partidario de Fernán Peraza, y otro hostil a él y amigo de los
portugueses
32 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACION DE CAXARIAS 13
bellón de Castilla, en el islario del Atlántico africano, marcado Lo-talmente
con las quinas portuguesas 22.
Resumen del periodo.
Sesenta y cuatro años han transcurrido desde la fundación de
la escuela de Sagres. Durante este l a ~ g op eríodo Portugal no ha
abandonado sus propósitos de establecerse en las Canarias; pero,
a, excepciún de los dos años de señorío en Lanzarote, todos estos
intentos de lograr un establecimiento permanente en el Archipié-lago
han resultado fallidos.
Los numerosos sucesos que en esta etapa, la más movida de
las relaciones luso-canarias, se han ido encadenando, como se ha
visto, no han sido, sin embargo, puramente epidérmicos. Us his-toriadores,
que han estudiado este período con singular atención
y dete~imie~tseS!,o se han i-j2do, ew.~erdad, e= 1 ~ hsec hos exter-nos.
No han señalado durante el mismo una clara influencia lusa
en el nuevo pueblo hispano-canario que en cuatro islas se estaba
entonces formando. Mas los mismos documentos que aducen prue-ban
la existencia de relaciones particulares de modo casi ininte-rrumpido.
La ascendencia portuguesa sobre gran parte de los habi-tantes
de la Gomera parece mantenerse sin interrupcion desde 1424,
fecha de la estancia de don Fernando de Castro en la isla. Los
gomeros llegan a acompañar y ayudar a los portugueses en sus
asaltos a La Palma 23. Y además de este duradero entendimiento
y del más fugaz que hubo en Gran Canaria, como queda ya anotado,
los documentos y las crónicas hablan de intercambios comerciales,
de viajes de canarios a Portugal y de algunos otros hechos que
constituyen base sobrada para pensar en la iniciación de una co-rriente
de aportaciones culturales lusas al Archipiélago. Princi-palmente
durante los años de paz y dejadez del reinado de En-rique
IV, las relaciones luso-canarias debieron de ser bastante
estrechas e internas. Por lo menos en el ámbito marinero de las
Islas, la influencia portuguesa debió de empezar a entrecruzarse
con la andaluza. La cultura de los hombres de mar, la más hetero-
22 Serra R&Eols' Los portugueses , pág 7.
23 Alvarez Delgado, loc cz;t, págs. 305 y 317.
14 JOSE P~REz VIDAL
génea de todas las culturas, siempre ha sido de una gran porosidad
para estas contaminaciones.
SEGUNDA EPOCA
1.-PERÍODO CAPITAL DE CONSTETJCIQN ISLE~A (1483-1510).
Pero la gran penetración de la cultura tradicional portuguesa
en la naciente del pueblo canario se produce en la segunda época.
Afianzada la paz entre Portugal y Castilla, los portugueses, que
frecuentan cada vez más los mares africanos, recalan en los puer-tos
de las Islas con creciente confianza. Desvanecidos los anterio-res
recelos, ya no hay motivo que impida su establecimiento en
suelo isleño. Es más, en alguna ocasión, hasta ios mismos goher-nadores
o señores de las Islas los llaman e invitan.
La c o l n t ~ i b dlw a a la agricuItu~ac anaria.
Al terminar la conquista de Gran Canaria (1483), Pedro de
Vera, gobernador de la isla, "inbió a España y a la Madera
por frutales y cañas de asúcares" "&. Y de este Archipiklago, al que
había llegado la c a b desde Sicilia, pasaron a Canarias no s61o el
dulce cultivo, sino cosecheros expertos y maestros de azúcar, y
con los maestros, como era preciso, casi todo el personal. auxiliar:
carpinteros, caldewros, refinadores, etc. 25. Fue la base del futuro
esplendor azucarero de las Islas.
En Gran Canaria, con todos los medios de que se pudo dispo-ner,
se organizó, esta vez de un modo definitivo, la conquista de
las dos islas que faltaban por someter a Castilla : La Palma y Te-nerife.
Y en esta doble empresa, dirigida por don Alonso Fernández
24 Conquista de kc .ish de Gran Cama. Crónica anónima, conservada
en un ms. de la Biblioteca Provincial de La Laguna Ed de B. Bonnet y
E. Serra Ráfols. La Laguna, 1933, pág. 40.
25 MznIz T,i?lal It'~br~Z1ziL: a ~ T O ~ ? ? E C & ? le ~?A&~c z? e% Tey?e?yfe, eI1
"Revista de Histona", La Laguna de Tenenfe, XVIII, pág 471.
54 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACION DE CANARIAS 15
de Lugo, no pocos portugueses se encontraron junto a los espa-ñoles
y canarios, no sólo, primero, en las rudas acciones que fueron
necesarias, principalmente en Tenerife, para someter a los indí-genas,
sino después, en un plano de igualdad, en el reparto de las
tierras, las aguas y hasta los cargos públicos.
De los repartimientos que el Adelantado realizó en La Palma
no se tienen muchas noticias, porque el primitivo archivo del Ca-bildo
de esta isla fue incendiado. En cambio, de los de Tenerife
se conocen bastantes datos, gracias a las importantes publicacio-nes
que el Instituto de Estudios Canarios ha efectuado en estos
últimos años. En lo tocante al punto que ahora nos interesa, véame,
por ejemplo, algunas afirmaciones de testigos llamados a declarar
en 1506 con motivo de la Reformación del Repartimiento 2G: " que se an dado muchas tierras de riego e sequero a gino-veses
e portugueses."
". ay iii-uciias i-eici.as dadaS 2 por-~eses, e las
son de sequero, que son buenos trabaxadores."
"... e que a portugueses ha dado muchas tierras, en especial
al dicho Gongalianez .., e a otro que se llama Antono Martinez,
en que terná para mil1 arrobas de acucar cada año, e Salvador
Lorenco, portugués, otra agua en el Palmar de Daute, y por la
isla a otros muchos portugueses, así en suertes de riego como en
aguas por si."
Entre los labradores ricos de origen portugués figuraban en
Tenerife a principios del siglo xvr el ya citado Gonzalo Panes, que,
como se ha visto, había recibido del Adelantado una gran exten-sión
de tierra ; incluso sus hijos, pequeños, habían sido favorecidos
en el repartimiento, como si hubieran sido vecinos, según cierto
declarante 27; Antón Martínez, tambisién mencionado, que era uno
de los hombres más ricos de Tenerife 28; las tierras que en Ga-rwcbice
peseim e! .Ade!a&~dq e1 genivPs Maten Viña y Antón
Martínez podían dar, bien repartidas, para establecer un gran pue-
26 Véase el libro de este titulo publicado por el Instituto de Estudios
Canarios, La Laguna de Tenerife, 1953, págs 31, 38 y 39-40 Otras docla-raciones
muy parecidas en las págs 46, 48 y 50
27 ibíüem, gágs 26 a 30, 2i5 y 223.
28 Llegó a ser alcalde Iibídem, págs 18, 19 y 79
16 JOSk PEREZ VIDAL
blo; les seguían Juan Fernández, que figuraba entre las personas
que habían recibido más tierras que otras 29; Gonzalo Díaz, que
después vendió sus tierras y regresó a Portugal 3J; Fernando de
Castro; Luis Caravallo, cañaverero, que había comprado seis fane-gas
de tierra en La Orotava, pero que, según parece, ya no era
vecino de Tenerife en 150681; Salvador Lorenzo, ya antes men-cionado,
hermano político de Juan Fernández 32; Diego Martínez;
Alfonso Panes; Alfonso Vello; Luis Alvarez, que había recibido
tres fanegadas de tierra y tenía casa y mujer 37.
Los labradores portugueses, como los castellanos, se vieron
apremiados por un pregón, en el que se les obligaba a que rom-piesen
y beneficiasen las tierras que les habían sido dadas y a
que estuviesen con sus mujeres en las Islas, y formasen hogar con
ellas; de no cumplir estas condiciones indispensables para adquirir
la condición de vecino y tener derecho a las tierras, perderían
éstas.
Como consecuencia, "algunas personas -según declaración de
cierto testigo 34- iban por SUS mujeres, y especialmente portu-gueses".
Mas, al fin, hubo quienes perdieron sus haciendas, des-pués
de haberlas roturado y puesto en explotación; por ejemplo,
Juan Fernández, a quien el Adelantado le quitó las tierras que
tenía plantadas de cañas y viñas, seguramente porque no había ido
a buscar a su mujer, que segu��a en la isla de la Madera. 35 Fer-nando
de Castro, por no haberse casado, perdió análogamente su
hermosa heredad, "que tenía poblada de parrales e árboles de di-versas
especies, y las casas y el rflolino que en ella habia edifi-cado"
36. Mas, a1 año siguiente (1500), el licenciado Juan Ortiz de
Zárate, Reformador de las islas de Tenerife, Gran Canaria y La
Palma, habida cuenta de que muchos no se habían podido casar
- 2 4 "-
29 Ibidem, pág 59
30 Era cuñado de Antón Martínez
31 Ibidem, p&gs. 99 y 128
32 Ibidem, págs 40 y 83
33 Ibídem, pág 31
34 L. de la Rosa Olivera y E Serra Ráfols. El Adelantado don Alonso
de Lzcgo y su reszdencaa por Lope de Sosa, La Laguna, 1949, pág. SO.
35 Reformaczón, págs. 31, 68 y 69
36 Ibídem, pág. 68
56 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
AP0RTACIi)N PORTUGUESA A LA POBLACIÓN DE CISARIAS 17
por no haber suficientes mujeres en las Islas, confirmó el repar-timiento
y restituyó las tierras a los desposeídos -entre ellas, las
seis fanegadas de Fernando de Castro-, con la condición de que
en el plazo de año y medio se casasen y morasen "con sus mujeres
e casas pobladas" 37.
Como hbradores o, cuando menos, como personas dedicadas a
actividades relacionadas con la agricultura, aparecen : Alonso
Yanes, con tierras de sequero en Tacoronte 33; Juan Páez, que
vende seis fanegas de tierra y da a renta una huerta con árboles
en San Cristóbal [de La Lrguna] 39; Gonzalo González, que com-pra
unas tierras de pan llevar ; Pedro Alvasez, el Vgejo, que vende
una sementera de trigo y una bestia 41; Juan Estévenes o Esté-vanes,
que compra una carreta con su yugo y sus bueyes -"Ro-mero"
y "Cortido" 42-; Andrés Alfonso, que toma en arriendo un
buey llamado "Chepirote", por el tiempo que dure la sementera 43;
%K.-..A<- k1 d.-.--- ----.L.- ---- 1 2.. --- L--L l..-
IVISLILIII í-uuuau, qut: L U L I L ~ a L - C L L L ~ uua riuarw WLI ax-wOlt:a y dos bUe-yes
machos, llamados "Rab��n" y "Cortido" 44; un tal Pedro, sin
más indicacibn personal que la de "portugués", que se obliga a
entregar 14 cochinos 45 ";pe Fernandes, que compra a Gonzalo
37 Lbídem, 'pAg 144.
38 Tenía, además, casas en La Laguna E. González Yanes y M Marrero
Rodriguez: Protocolos del escrzbano Hernán. Gzcerra La Laguna, 1508-1510,
publ. por el Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1958, $0 644, 665,
963, 1178 y 1179 (En lo sucesivo citaré esta obra solamente como ProtocoZos f
39 ibídem, 8s 1141 y 1180
40 Ibídem, $0 550, 699, 1018 y 1019.
41 Ibidem, S 582. Parece que había otro Pedro Alvarez, también por-tugués
Ibídern, § 588.
42 Widem, $0 429, 457 y 613.
43 Ibidem, 8 1011. Parece ser la misma persona que, en el 8 1043, apa-rece
con el nombre de Andrés Afonso, otorgando testamento, en el que deja
una manüa a "Juan da Veiia de R%ms de Duero, de un iugar Iiamado So-brado",
y ordena que se paguen las deudas que tiene con varios vecmos de la
isla de la Madera. En el inventario de sus bienes figuran una suerte de
tierra en El Sauzal, unas casas en La Orotava, una suerte de cañas, tres
bueyes
4.4 ibídem, S 660. Tambien ha tomado en arriendo una huerta y ha com-praüo
casas en La Laguna. i~íüem, S$ 824 y i180.
45 Ibídem, 3 1396.
Yanes, también portugués, según se ha visto, una fuente con toda
la tierra que con el agua de ella se pueda aprovechar 4C.
También parece portugués y labrador Antonio Díaz, que en
1510 suscribe en Tenerife un contrato por el que da a renta todas
las tierras que tiene en la isla del Pico, en las Azores 47. Igualmente
habrá que registrar como labrador y portugues a un tal Gonzalo
Yanes, estante (y, por lo tanto, distinto del rico hacendado tan
favorecido en las datas), que en 1510 cambia por tierras en Te-gueste
y casas en La Laguna, casas y tierras que tiene en Braga "-
Del mismo modo tenemos que incluir aquí como labrador a Gil
Rodriguez, vecino de Tenerife, que realiza dicho cambio con Gon-zalo
Yanes. Su procedencia portuguesa está declarada en otro
lugar
Igual que antes a Gran Canaria, de la Madera pasaron también
maestros de azúcar a Tenerife y, seguramente, a La Palma. Entre
los establecidos en Tenerife destacaron, según parece, el ya citado
Goncalianes, Diego Sardinha, Juan Rodríguez y Alvar Rodriguez.
El origen portugués de estos dos últimos se revela hasta en los
portuguesismos que abundan en los contratos que celebraron en
Tenerife; por ejemplo, en este fragmento: "teneys postos en las
dichas terras susodichas tres mil1 sarmentos, avés por bem de me
alargar" jO. Alonso González aparece también ligado, como caña-verero,
a las actividades azucareras.
Hombres de mar.
Siendo entonces tan intensa la vida marinera de Portugal, y
hallándose las Canarias en la ruta de las más importantes nave-gaciones
lusas, resulta natural que encontremos en las Islas no
pocos marinos, pescadores y carpinteros de ribera portugueses;
mos estaban avecindados en ellas, otros las tomaban como centro
de sus actividades. Sólo en algunos documentos extendidos en la
46 Ibídem, 265, 555 y 1014
47 Ibídem, 8 1553
48 Ibídem, 8 1520
49 mdemi S $ 1159 y 1520
so E Serra Ráfols Las datas de Tenerzfe, en "RHL", lX, p&g 101
58 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACI~N PORTUGUESA A LA POBLACION DE CANARIAS 19
isla de Tenerife entre 1506 y 1513 aparecen citados los siguientes
hombres de mar portugueses : Luis de Evora, pescador de nasas ;
Hernán Lbpez, vecino de Lagos, maestre de su carabela "Santa
María de Gracia"; Gonzalo Luis, pescador; Luis Pérez, que hipo-teca
un barco de pescar; Juan Rodriguez, maestre de su carabela
"Santa María de Nazaret"; Jorge Váez, maestre de su carabela
"San Blas" ; Esteban Yanis, vecino de Lisboa, maestre de "La Con-cepción";
Esteban Yanes, maestre de su carabela "San Sebastián",
"Pies de plata" jl; Antón Rodríguez, que en 1510 vende un barco 52.
Portugueses de diversos ofzcios.
De los portugueses de otros oficios establecidos en Tenerife en
los años subsiguientes a la conquista se conocen datos de algunos;
como carpinteros aparecen Luis Afonso, que contrató con Diego
Sardinha la construcción del ingenio de Taganana j3; Alvaro Fer-nandes
y Diego Alvares, que se comprometen a realizar la obra de
carpintería de unas casas en la Villa de Arriba de la ciudad de San
Cristóbal [de La Laguna] y, además, "las arcas, bancos y atajos
necesarios en las casas y una mesa de bancos" j4; como zapateros,
Gonzalo Pérez, célebre por su pleito contra el licenciado Valcárcel,
juez de residencia de Tenerife "5; Jorge Váez, que debe de ser dis-tinta
persona del maestre de carabela, también portugués, del mis-mo
nombre 56; Diego Alvarez, que, según ciertas coincidencias, es
el mismo que en otro documento encontramos como carpintero 57;
como akbañil aparece Juan Yanes, con el que se contrata la obra
de aibaGirk de mampuesto de la Cárcel y Audiencia 58.
51 María Luisa Fabrellas: Naves y marznos en los comienzos h.cspá.izcos
de TenerXfe, en "Revista de Historia", La Laguna, XX, pág 45 -Acuerdos
deZ Cabildo de Tenerzfe, 11, 1508-1513, ed. de Elías Serra Ráfols y Leopoldo
de la Rosa, La Laguna de Tenerife, 1952, pág 122.
52 Protocolos, 5 1500
53 E Serra Ráfols Taganana, en "EML'', X, pág 322.
54 Protocolos, $5 1013 y 1160
55 Reformacwn, págs. 245-246
56 Protocolos, $5 800 y 1327.
57 ijjidem, S @a
58 Acuerdos, ii, pág 146
20 JOSE PÉREZ VIDAL
Figuran también Pedro Yanes, carnicero j9; Diego Riquel, sas-tre;
Juan Afonso, guantero; una mesonera 60; Gonzalo García,
almocrebe o arrieroe1; Gonzalo Yanes, espadero, que debe de ser
distinta persona del rico terrateniente Gon~alianes, ya citado 6L;
Pedro de Castro Marín, pregonero =; Juan GonzáIez, alguacil y
guarda de campo 64, que no debe de ser el mismo que en varias
escrituras aparece como dueño de casas en La Lagunae5; Fernán
López y Lope Fernandes, trabajadores, que entran a soldada, el
primero para servir en una hacienda y el segundo para ayudar a
un aserrador 66.
Se conoce también la profesión de maestre Juan, cirujano, y
de varios clérigos, entre los cuales se encontraba Juan Yanes,
"cura de la Iglesia de Tenerife"; todos estos, con tierras en La
B Orotava '67. N
E
O
Los comerciantes. n--
m
O
Párrafo aparte merecen los comerciantes. La situación privi- EE
legiada del Archipiélago ofrecía grandes facilidades para el trá- 2
E
fico. Y las dos formas de éste -la interior y la exterior- supleron
-
explotarlas los mercaderes portugueses, "los primeros amigos del 3
país que hicieron en él su comercio" 68. SUS nombres y hechos apa-
- -
0
m
recen con frecuencia en la documentación de los primeros tiempos. E
Juan López aparece pidiendo permiso para sacar trigo de Tene- O
rife69; pero otros muchos, como un tal Leyton, sacaron trigo y n
-E
a
59 Ibídem, pág 19. l
60 Leopoldo de la Rosa Olivera y Elías Serra Ráfols Veczndarzo de b n
n
czudad de iSam C~rzst6baZ de la Laguna, en el siglo XVI, La Laguna, 1949,
págs 6 Y 7 3
O
61 ProtocoZos, $3 659 y 1178
62 Ibídem, 0 1102
63 E ~ ~ Q T ~ Q@C@~ ~16B9-,1 70
a Acuerdos, 11, pág 10
65 Protocolos, $8 514, 556, 631, 1018, 1092, 1167
66 mdem, $0 555. 1243
67 Acuerdos, II, pág. 243, Reforinacaón, pág. 37
6s José de Viera y Clavija- Notzczas de la hzstorza genera2 de las Islas
C~.nn.&-s, Iuh Imi cap. ii
69 Acuerdos, iI, pág 82, Protocolos, SO 418 y 699
60 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACIÓN DE CANARIAS 21
cebada, con permiso o sin él, para la Madera y Portugal, y dieron
lugar a grandes reclamaciones, principalmente del Cabildo Cate-dral,
que no recibía la parte que le correspondía en calidad de diez-mos
Domingo González figura como vendedor de ropa ; y no
pocos comerciantes había que echaban mano a cualquier negocio,
lo mismo de paños, que de trigo, que de esclavos, con tal que dejase
beneficios; entre estos grandes traficantes se encontraba Feernán
González, a pesar de tener un nombre de tantas resonancias caste-llanas
: lo mismo le vemos formar compañía con el mercader Jaques
Castelen, de quien recibe paños y otras mercaderías para ir a ven-derlas
donde tuviese por bien, que comprar a Alonso Donaire, tam-bién
mercader, unas importantes partidas de trigo y cebada con
permiso para sacarlas de la Isla, que obligarse a entregar a cierto
regidor una esclava blanca de quince a veinte años, bien dispuesta
y saca, "en n~mbr ed el honrado caballero Wñ o de Arias", quien
le hacía donación de ella por buenas obras recibidas 72; a pare-cidas
actividades se dedicaba, por lo visto, Diego Fernández, quien,
además de ciertas mercaderías, sacó algunos esclavos de Cabo
Verde, y los vendió en la Gomera, donde edificó parte de Valle Gran
Rey 73. Abundaban los asentistas portugueses de esclavos negros,
que recorrían las Islas y ofrecían la bochornosa mercancía en los
ingenios y en otros lugares de trabajo 74.
Otro comercio al que se dedicaban los portugueses era el de
las conchas: un curioso e importantisimo comercio. Tenía por
objeto importar en Africa, particularmente en la Guinea y el Sudán,
el caurz' (cypraea maneta), variedad de concha marina, que en los
pueblos negros circulaba como dinero y que en las playas de Ca-narias
se recogía con facilidad. Hubo un momento, el correspon-diente
a los años 1474-1479, de guerra hispano-lusa, en que los
70 Reformación, págs 90-91 ; Acuerdos, 1 (l497-l507), ed Elks Serra,
La Laguna de Tenerife, 1949, nCim. 504. En aquella época la producción de
cereales constituía un serio problema en Portugal, por su variabilidad: unas
veces abundante, otras insuficiente, en relación con el consumo Fortunato
de Almeida: Bistorta de Portugal, vol 111, Coimbra, 1925, pág. 472.
71 PTO~OCOZ§O 6S8,8 .
72 Protocolos, 55 300, 386, 730, 789, 819, 1083, 1088
73 Acuerdos, Ii, p&g. 74.
74 Rurneu de Armas: España en. el Africa Atldntica, 1, pág 150.
22 JOSE PEREZ VIDAL
españoles hicieron el comercio directamente. Pero, firmada la paz,
el comercio directo se cortó, y los portugueses acudieron a Canarias
a comprar la preciada mercancía. Uno de estos mercaderes hsos
de conchas, Alonso Alvarez, se vio complicado, con tal mo'uvo, en
un ruidoso pleito í5.
Portugueses de oficio desconocido.
No hay en Canarias ninguna documentación de la &poca en
cuyos legajos no figuren portugueses en proporción muy notoria.
Por ejemplo, sólo en los Frotocolos del escribano Hernán &erra,
correspondientes a los años 1508 a 1510, aparecen sesenta y ocho
portugueses con indicación expresa de su nacionalidad 76. Sin esta
indicación debe de haber algunos más, porque no siempre se con-signa
la procedencia. No pocos de los que en unos documentos se
hace la mencibn de sii ori-gen portugiué, aparecen en otras e c n -
turas sin ella. Y, además de los que en alguna parte la tienen, hay
numerosas personas con apellidos muy frecuentes entre los por-tugueses
establecidos: Yanes, Váez, etc. Y otras, con topónimos
lusos como nombre de familia: Juan de Coimbra, Juan de Evora,
Antonio de Evora, Domingo de Santarem, Francisco de Lisboa ".
Entre aquellos cuya procedencia aparece indicada de modo
expreso en los citados Protocolos se encuentran los siguientes:
Pero Afonso, Diego Alfonso, Pedro Alonso, Pedro Alvares, Rodri-go
Arias, Pero Blas, Pedro del Cadahueso, Juan Esteban, Alvaro
Estévanes, Juan Estkvanes, Pedro Estévez, Esteban Fernandes,
Felipa Fernandes, Gil Fernández, Tomé Fernandes, Alvaro Gil,
Duarte de Goes, Alonso Gómez, Diego Gómez (n. de Villarreal),
Pero González, Lope Hernández, Afonso López y Alonso López (si
no son la misma persona), Diego López, Pero lLópez, Sebastián
Machado, Juan Martín, Juan Martínez, Pedro Martínez, Blas Pérez,
Alvaro Váez, Gonzalo Váez, Fernán Váez, Lanzarote Váez (n. de
75 Reformacwn, pág. 72 De estas conchas se han ocupado Emilio Har-asson
y Pizarroso Los Menceyes y ía tradhón genealógzca, en "Revista de
Historia", La Laguna, X, p8g 184, y principalmente Rumeu de Armas Es-paña
e% eZ Africa Atlántzca, 1, págs 301, 447-453
76 ProtocoZos, pág. 442.
77 Ibídem, 45 998 bis, 1057, 1467, 1488, 1496, 700, 961
62 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACIÓN PORTUGUESA A LA POBLACIÓN DE CAXARIAS 23
Guimaráes), Pero Váez, Alvaro Yanes, Fernando Yanes, Vasco
Yanes. Intervienen, en su mayoría, para dar poder, nombrar pro-curador,
vender o comprar propiedades, por lo general, casas; uno,
Lanzarote Váez, otorga testamento; no pocos comparecen como
simples testigos; algunos tienen ya en Tenerife la condición de
vecinos; otros, de estantes. Uno sólo, Lope Fernandes Lordelo,
figura como vecino de La Palma.
Faltan aquí, en esta relación, como podrá comprobarse, algu-nos
portugueses que, por aparecer con indicación de sus activi-dades,
han sido incluidos en los párrafos precedentes, en que se
han agrupado todos aquellos de profesión u oficios conocidos.
Por desconocerse también estos datos, tampoco fueron men-cionados
entonces los siguientes, que en 1514 eran vecinos de La
Laguna: Juan Alvarez, Simón Gonzales, Gonzalo Estévanes, Fer-nando
Martín, Alfonso Peres, Francisqaianes, Antonio Ramos;
Fernad Baes. Años más tarde, en el mismo siglo, vivían también
en La Laguna Gonzalo Afonso, Miguel Hernandes y otros
También parece haber sido portugués, no sólo por su apellido,
sino por haberse casado en Portugal, Juan de Melo, vecino de Te-nerife,
donde volvió a contraer matrimonio cuando aún vivía la
primera mujer. Por bígamo "se le condenó a montar en un asno
con las manos atadas y una soga al cuello, y a ser llevado por las
calles de San Cristóbal [de La Laguna] a voz de pregón; y, puesto
en la picota, a ser marcado en la frente con un hierro candente" 79.
Uniones matrimoniales entre portugueses.
Como ejemplo de las frecuentes relaciones de parentesco entre -
los portugueses establecidos en Canarias y como adición a la lista
de los más conspícuos de éstos, recordemos la figura de Gonzalo
Gonzales Sarco y la de algunos de sus parientes. Este hidalgo por-tugués,
primer poblador de Granadilla, en Tenerife, y fundador de
su iglesia parroquial, era hijo del capitán Juan Gonzales Sarco,
gobernador de la isla de la Madera, y estaba casado con María
7s L. Ge la Rusay. serya.R &fuls.$7 emdcir.io & Zu. de ~ , , ~ , ~ . i ~ & j i
de La Laguna.
y9 Protocolos, 5 463.
24 JOSÉ PÉREZ VIDAL
Esteves, hija de Pedro Esteves, natural de Portugal y conquistador
de Tenerife, y de Biolante Hernández Ferera, su mujer, hija de
Hernando Yanes, conquistador de la misma isla, y de Beatris Pe-reira,
portugueses. Una hija de Gonzalo Gonzales Sarco, Isabel
Gonzales, casó con Juan Bello, portugués también, que fue alcalde
del mismo lugar de Granadilla De este modo, como las cerezas,
aparecen enlazados los portugueses en Canarias.
A través de todos estos datos se trasluce el considerable con-tingente
de portugueses que arriba a ias Islas tan pronto como se
firma la paz de las Alcáqovas y se conquistan las islas de Gran
Canaria, La Palma y Tenerife. Para dar a esos datos todo su valor
y hacer sobre ellos cálculos con algún acierto es preciso tener pre-sente,
además de lo que a primera vista aparece, algunos hechos
y circunstancias. Por una parte, hay que tomar en consideración
que los datos corresponden, casi en su totalidad, a la isla de Te-nerife,
y de ésta principalmente a la ciudad de San Cristóbal de
La Laguna. De otra parte, hay que tener en cuenta que se refieren
a ese pequeño porcentaje de personas que en cualquier poblacibn
intervienen en escrituras públicas o son objeto de acuerdos de las
corporaciones. Por Último, no hay que olvidar que pertenecen a
los quince o veinte años subsiguientes a la conquista, en los que
la isla de Tenerife sólo contaba todavía con una reducida población.
Acuerdos en Tenerife sobre los portugueses.
La importancia del elemento demográfico luso, que de este modo
puede calcularse, aparece claramente confirmada por algunos
Acuerdos del Cabildo de Tenerife. Un ejemplo: una orden que se
pregona el 7 de septiembre de 1501 está dirigida a "todos los ve-cinos
e moradores estantes e abitantes, asy castellanos como por-c.~.-
utju--e-ü-c-s ,c- a-ua,~,iv-a,,~, ,,u,,n ,,r,c x v ut? n..nnrihrio 5uai lbrrGu" 'l. f ) t l C~$ S I E ~ ~ :e: UI
acuerdo del 9 de enero de 1504, en que se establece el número de
cuervos que debe matar cada vecino, se lee: "E todos los caste-llanos
que son labradores a cinquenta y los que no son labradores
so Hardisson y Pizarroso: Los Menceyes y la tradmón genealógzca, pá-gna
347
si Acuerdos, 1, S 243
64 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACIdN PORTUGUESA A LA POBLACI~N DE CANARIAS 25
a treynta . . ; e todos los portogueses labradores a cinquenta y los
otros a treynta.. . ; e todos los otros labradores naturales de las
yslas a cinquenta y a los otros a treynta; e todos los canarios a
treynta cuervos cada uno; e todos los gomeros a treynta; e todos
los guanches a treynta" 82. LOS portugueses, como se ve, aparecen
siempre en segundo lugar, entre los elementos étnicos que entran
a formar el nuevo pueblo hispano-canario.
1En tan gran número arribaban a las Islas y tan contrarios a
lo ordenado eran los actos de algunos, que llegaron a constituir
un serio problema. De modo principal, se les acusaba de sacar a
los malhechores, deudores y esclavos, y de exportar diversos pro-ductos
sin la necesaria licencia. Para atajar todos estos desmanes,
el Cabildo de Tenerife, en sesión del 11 de mayo de 1506, dispuso
que cualesquier navíos de portugueses que llegasen a la isla ha-bían
de entregar las velas al alguacil del puerto, hasta tanto que
diesen fianzas de que no sacarían ningún malhechor, ni deudor,
ni esclavo, ni otra persona, ni pan, trigo ni cebada, ni otra cosa,
sin licencia de la justicia. Quien lo contrario hiciera, perdería el
navío s3.
No pareció. esta medida suficiente, y el Cabildo, en la sesión
del 18 de junio de aquel mismo año, volvió a tratar del asunto:
"El señor Adelantado platycó -según se lee en el acta- e dixo
que en Castilla y en Portogal avía hanbre e pestilencia e que venían
a esta ysla muchos portogueses e que no se devía dar lugar para
que ningund pan, trigo ni cebada saliese de la ysla". En vista de
lo cual, después de expresar los asistentes sus pareceres, se acordó
que cada regidor fuese y estuviese en e1 puerto de Santa Cruz de
ocho a ocho días, y en él no dejase sacar pan, ni trigo, ni cebada,
ni permitiese desembarcar a ningún portugués 84.
Estos acuerdos debieron de cumplirse durante breve tiempo;
después, como tantos otros, debieron de ir cayendo en olvido hasta
convertirse en letra muerta. La cuestión de la salida de granos para
Portugal continuó, por lo menos, suscitando en el Cabildo denun-
82 ibídem, 1, 8 372
83 Acuerdos, 1, 8 492
84 ibídem, $3 503-511.
Num. 14 (1968)
cias y discusiones durante mucho tiempo. Y sobre la llegada de
nuevas embarcaciones portugueseas, precisamente a cargar ce-reales,
pueden verse datos precisos en las mismas actas del Ca-bildo
tinerfeño. En la del 12 de julio de 1510, "el bachiller P. Fer-nandes
dijo que por cuanto hay en el puerto de Santa Cruz ciertos
navíos portugueses con trigo para Portugal, que pide manden
detenerlos". En la del 25 de octubre del mismo año se vuelve a
pedir que "por cuanto estaban en el puerto de esta isla dos navíos
con trigo que lo llevan para Fortugal", se les detenga y embar-gue
Y así en otras. Y todos estos datos se refieren exclusiva-mente
al puerto de Santa Cruz, el más vigilado y, por lo tanto, el
menos recomendable para sacar mercancías prohibidas. ;Cuánto
tráfico no existiría a través de los otros surgideros de la isla!
Consecuencia de este comercio era un exceso de moneda por-tuguesa
en las Islas, por lo menos en la de Tenerife. Noticias pre-cisus
sobre !os térrriinos y propzcimes de este pr~h!emu mme-tario
pueden verse también en las mismas actas capitulares. En
la sesión del 26 de julio de 1510 el diputado "Zorroza dijo que en
esta isla -la de T'enerife- se trataban, después que se ganó,
cebties de Portogal, que parece moneda de vellbn, e valen en Por-toga1
seis dellos un maravedí, y aquí se concedió que valiesen tres
por razón de la nescesidad que avían en la isla". Y al año siguien-te,
en sesión del 17 de enero, volviendo sobre el mismo asunto,
"platicóse que porque a avido costumbre en esta isla que valían
tres cebties un maravedí, y estando favorecida, siendo así la mo-neda
de Portogal como la de Castilla, se platicó sobre la baxa
dellos Zorroza dixo que porque en esta isla entran muchos cebtíes
a causa de su crecido precio. . e no corre casi otra moneda , para
que no entren más cebtíes, los quiten de todo p u ~ t oo los tasen
quatro mrs." Aquí se aprecia c6mo la moneda portuguesa circu-
85 ibídem, 11, págs 63, 71, 164, 200.
86 El Adelantado, en la reunión del Cabildo del 17 de mayo de 1506,
declaró que había sido informado de que los navíos portu,gueses sac,,Jan a los
malhechores y esclavos de Tenenfe "por los puertos despoblados e no usados,
de noche, en tales tienpos, que no puede la justicia remediar" Ibídem 1,
S 489.
87 Acuerdos, 11, págs 83-84
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACI~N PORTUGUESA A LA POBLACIÓN DE CANARIAS 27
laba, no ya en plano de igualdad con la castellana, sino aun favo-recida,
no sólo en su valor, sino en su cantidad.
Las noticias hasta aquí resumidas y ordenadas bastan para
demostrar de modo suficiente que en el momento de cuajar la
nueva sociedad hispano-canaria, el elemento demográfico portu-gués
era tan importante y de tal condición, que su cultura tradi-cional
tuvo que entrar a formar, con la espaiíola y con la indígena,
la cultura radical del nuevo pueblo.
Los contactos Zusoicanarios en Africa.
Pero aún hay más. No sólo en las Islas convivían castellanos
y portugueses y se fundían en el denominador com-i de canarios.
También en Africa.
E1 Archipiélago, como ya queda apuntado, empezó a servir,
desde muy pronto, de base de relaciones con el próximo continente.
Las islas orientales, las más prbximas a éste, desempeñaron el
principal papel en tan importantes actividades.
"Abrieron la marcha h a af irmado recientemente un concien-zudo
historiador los caballeros, con sus entradas y asaltos en
busca de botín y esclavos. Les siguieron los mercaderes, en aque-llas
zonas que por su prosperidad y riqueza ofrecían óptimas con-diciones
para el comercio. Acompañaron a unos y a otros, con el
sigilo y la calma propia de su profesión, los pescadores, para los
que el Océano no tuvo secretos ni el Africa fronteras."
En estas tres diferentes clases de operaciones, los contactos
luso-canarios eran dobles, cuando no triples. Se daban primero en
el seno mismo de los grupos expedicionarios; en ellos casi nunca
faltaron portugueses de los avecindados en las Islas. Se estable-cian
después, en algunos casos, entre los expedicionarios y los tri-pulantes
de ios buques que ios csnilucían; no era raro que, para,
las cabalgadas y los viajes comerciales, se Aetasen barcos portu-gueses
de los que acudían a los puertos de las Islas B tenían
88 Rumeu de Armas: EWaña en eZ Afmca AtZá.&ca, 1, págs. 68-69.
89 Recuérdese, por ejemplo, el caso de don Pedro Fernández de Lugo:
el 15 de julio de 15.10 arrienda al maestre portugués Jorge Váez la carabela
"San Blas" para ir de armada a Berkría. Zl correspondiente contrato puede
28 JOSE PEREZ VIDAL
lugar, por último, en los encuentros, unas veces pacíficos, otras
hostiles, que tenían en Africa con grupos portugueses que, como
ellos, acudían allí, o que en algunos puntos de la costa se encon-traban
establecidos.
La Torre de Santa de la Mar Pequeña.
Un ejemplo elocuente de la colaboración de canarios y portu-gueses
en Africa puede verse en la construcción de la Torre de
Santa Cruz de la Mar Pequeña en 1496. Entre los individuos que
tomaron parte en esta empresa figuraron Diego Portugués, car-pintero
; Pedro Portugués, herrero ; Juan Portugués, peón; Her-nando
Portugués, grumete; Manuel Portugués o, por verdadero
nombre, Manuel Sosa, peón; Cristóbal Portugués, marinero; Es-teban
Portugués, grumete ; Bartolomé Portugués, herrero 90 ; Juan
de Gáiciar, peón, cuyo origen iuso consta de modo expreso ". Otro
Pedro Portugués, distinto del ya citado, interviene como grumete
en uno de los viajes relacionados con la edificación de la torre.
Entre los soIdados de la guarnición de ésta que siguieron en el
segundo alistamiento se hallaba Esteban Portugués.
El empleo de este gentilicio como apellido debe ser interpre-tado
en los precedentes casos como expresión de Ia procedencia
de las personas a que corresponde. Unas veces éstas no debieron
de tener arte ni parte en la sustitución del verdadero nombre de
familia. Se debió de operar el cambio por obra de los amigos, com-pañeros,
vecinos; emplearon primero la expresión "el portugués",
y pasaron luego, por supresión del articulo, a convertir el genti-verse
en libídem, 11, págs 204-205 Más adelante veremos algún otro caso Lo
wsmo, según parece, acontecía en alguna que otra expedición que se aven-turaba
hasta la Guinea De una, organizada en 1494, formaban parte Alonso
Morales, vecino de C&diz, como capitán; Fernando Manzano, vecino de Gran
Canaria, como maestre, y Lorenzo S&Ííez Artero, natural de Lagos, como
piloto. Martín Fernández de Navarrete- Colección de los urajes y clescubrz-rizentos
que hmeron por mar los aWañoles desde fines del siglo XV . Ma-drid,
1825-1837, tomo 111, p&gs 502-503
Qo Rumeu de Armas España en el Afrzca Atlú.lztzca, 1, págs 230, 243-
247, 260
91 Ibídem, 11, pág 60
68 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACIÓI~ DE CANARIAS 29
licio en apellido. Fue, al parecer, el caso de Manuel Portugués, cuyo
verdadero apellido era Sosa. Otras veces, sí, la sustitución debió
de ser producto del mismo poseedor, para ocultar su verdadera
personalidad. &te escamoteo era bastante frecuente entre los
judíos. Y de éstos no había pocos en Canarias.
Una prueba de que, además, no faltaban entre ellos los por-tugueses
puede verla quien examine las denuncias presentadas por
estos mismos años de 1492-1494 contra Gonzalo de Burgos, escri-bano
mayor del Cabildo de Gran Canaria. Se refieren casi todas a
los ocultos conciliábulos y extrañas prácticas que, sintiendo rena-cer
en su espíritu las inquietudes mosaicas de sus antepasados
los Levi y Maluenda burgaleses, celebraba en Las Palmas con
judíos lusitanos recién llegados como colonos a2.
Otro recurso que entonces era también empleado por los judíos
para ocultar sus verdaderos apellidos consistía en sustituirlos por
un topónimo, por lo general el de su procedencia. Es el caso que
acabamos de ver en Gonzalo de Burgos. Y el de los Coimbra, Evora,
Santarem, Lisboa, que ya hemos visto más atrás.
Entre los individuos que intervinieron en la edificación de la
Torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña figuraban otros con ape-llidos
de clara ascendencia portuguesa -Bartolomé Pimienta,
Gonzalo Yllanes 93-, pero por no constar de modo expreso su pro-cedencia
lusa no los tomo en consideración. No quiero que se diga
que cargo la mano en estas demostraciones.
Años más tarde, en 1508, fue alcaide de la Torre de Santa Cruz
Juan Fernandes Portugués 94.
Ya que se ha visto a canarios y portugueses colaborando estre-chamente
en la construcción y defensa de la Torre de Santa Cruz
de la Mar Pequeña, vease ahora cuán pronto se convierte el tra-bajo
en lucha junto a la misma fortaleza.
Al sobrevenir en diciembre de 1497 la muerte de Alonso Fa-jardo,
gobernador de la Torre, el capitán Alonso de Lugo, conquis-tador
de La Palma y Tenerife, se puso al frente de una expedición
de tres carabelas, que salió inmediatamente en socorro de aquella
92 Ihidem, 1, p6.g 8 2
93 %bídem, 1, pág. 246.
94 Ibídem, 1, pág 412
posicién africana. llevaba, al parecer, Lugo, no sólo el propósito
de prestar esta ayuda, sino, además, el de construir otra torre.
Sus proyectos no iban, sin embargo, a tener feliz realización. La
enérgica doña Inés Peraza, viuda de Diego García de Herrera, y,
como tal, señora titular de las Canarias, montó en cólera al ver a
Alonso de Lugo inmiscuirse en un territorio que por muchos años
consideró, sin títulos bastantes, estrechamente vinculado a su casa.
Y, sin perdida de tiempo, despachó un navío de aviso para su yerno
el capitán portuguks ya conocido Diogo da Silva Meneses. Acudió
&te rápidamente con una verdadera escuadra -ocho carabelas
nada menos- y, dada su superioridad, aniquiló sin gran esfuerzo
"las cosas e aparejos e a r i a s e pertrechos e mantenimientos que
allí avía", y se apoderó de las tres carabelas de Lugo, con cuanto NB
encontró en ellas Os. E
Las fricciones luso-castellanas en la zona de Africa fronteriza O n -
a Ias Islas iiienudeai.oil. por enturices. Y en estos choques y roza- =m
O
mientos, la representación española fue ostentada siempre por EE
canarios. 2
E
=
Expediciones a Za Bu-Tata y a cabo de Aguer. 3
- 0 Los Reyes Católicos, al adoptar, en 1499, la resolución de afir- m
E
mar y ampliar el dominio en Berkría, encargaron la direccibn O
de la empresa al mismo Alonso Fernández de Lugo, gobernador n
de Tenerife y La Palma que acabamos de ver en la Torre. Y éste, -E
si bien debió de recurrir a Andalucía en busca de los medios eco- a
2
nómicos, el elemento humano, las tropas, lo sacó de las Islas de n
0
su gobierno.
La primera expedición, encaminada a someter el reino de la 3
O
Bu-Tata, tuvo un trágico resultado. Más de trescientos españoles,
entre heridos y muertos, quedaron en el campo de batalla. El pro-pio
Fernández de Lugo, a quien los reyes habían otorgado el titulo
de Capitán General de Afriea, figuraba entre los heridos.
La actitud de las tribus, que en gran parte eran leales a E&-
paña, habPa cambiado de pronto. Y, según parece, fue principal
promotor de esta atmósfera de rebeldía "un factor del señor rey
93 Ibídem, 1, págs 252-254.
'io AAíUARIO DE ESTUDIOS Al'LANTICOü
APORTACIÓN PORTIJGUESA A LA POBLACIÓN DE CANARIAS 31
de Portugal", que había desembarcado clandestinamente en la
costa con tan contrario propósito. La política lusitana, como se ve,
procuraba hacer zbortar cualquier intento español de ocupación,
aunque se produjese, como &te, en el mismo corazón de la zona
hispánica ".
A consecuencia del fracaso se mudó de objetivo y se pusieron
las miras más al Norte, en la zona del cabo de Aguer. Transcu-rrieron
varios meses en proyectos, planes y tanteos, que tuvieron
por escenario la Corte de los Reyes Católicos y el propio suelo afri-cano.
Y llegó, al fin, el momento de ultimar la segunda expedición.
La recluta, o juntamiento de vecinos, en Canarias, estando tan
fresco el trágico final de la acción sobre el reino de la Bu-Tata,
tropezb con una fuerte resistencia. "Muchos dellos se quexavan
diciendo como los levavan contra su voluntad." Y hubo algunos,
"que fueron ciertos @meros, portugueses? castellanos, [que] se
altcaron a la syerra por no yr.. ." Q7.
La empresa tuvo, sin embargo, un desarrollo favorable. El des-embarco
en Aguer, y más concretamente en Agadir al-arba'a, o
en sus contornos, no ofreció dificultades. Con la ayuda de tribus
amigas, el pequeño ejército expedicionario estuvo pronto ordenado
en la playa con todos sus elementos. Y aunque pocos días más
tarde fue hostilizado por las tribus de Messa, que cumplían órde-nes
precisas del rey de Portugal, Manuel 1, de no dejar asentar
sobre el territorio al capitán Alonso de Lugo, el resultado favo-reció
a éste.
Castigado y alejado el enemigo, se inició con febril actividad
la construcción de una fortaleza. Y cuando ya habían hecho el
foso y gran parte de la obra, y todo marchaba bajo los mejores
auspicios, un navío se presentó frente al cabo, desembarcó su
maestre e hizo entrega a Alonso de Lugo de una c&dula real en
la que se le mandaba abandonar la empresa y regresar. El cabo
de Aguer se hallxba enclavado en una zona polémica establecida
en el tratado de Tordesillas, y el rey de Portugal había protestado
Q"%j&.%, I, pggs s3'-.?r;F;
97 Ibídem, 1, Fgs. 381-382, donde se utiliza un documento del Archivo
de Simancas
32 JOSÉ PEREZ VIDAL
enérgicamente por el desembarco. Así se frustró también aquella
expedición, que de modo tan favorable se iba desarrollando OX.
No hubo, en verdad, relaciones directas entre canarios y por-tugueses
con motivo de estas dos expediciones de Nonso Fernán-dez
de Lugo al Africa. Pero las hemos incluído para que se aprecie
mejor el importante papel que las Canarias desempeñaban en la
política, llena de fricciones, de Ekpaña y Portugal en el continente
vecino. Además, así se podrá seguir el hilo de las intervenciones
canarias en él, y anudarlo con el de otras, de mayor intercambio
canario-portugués, que pronto hemos de examinar.
Las Cana*, en eZ camino de unas y otras Indias.
Todos estos últimos hechos corresponden a los postreros aiíos
del siglo xv y primeros del XVI. Durante este período las Canarias
adquirieron ijna m& al'-. :ip-ificac& hi&órico-g-ogr&ficaa S~I
importancia creció de modo muy considerable.
Al principio las Islas sólo habían interesado por sus propias
posibilidades económicas. Después, principalmente, como base fun-damental
para la navegación y explotación de la costa de Africa 99.
Por último, doblado, por una parte, el cabo de Buena Esperanza,
y, por otra, descubierta América, el Archipiélago canario se con-virtió
como los de la Madera y de los Azores, en nudo de las expe-diciones
a unas y otras Indias.
Portugal no cesaba de enviar sus flotas a las Indias orientales.
En estos viajes, no pocas veces, a la ida o a la vuelta, las naves
pasaban por las Canarias.
Passadas tendo já. as Canárias iihas,
que tiveram por norne Fortunadas
Así anota Camoens en su poema el paso de la armada del gran
Vasco. Pero la navegación a Oriente era muy larga, dura y expues-ta
a peligros. Hacía falta ser muy arriesgado para emprenderla
voluntariamente.
La travesía a las Indias occidentales, aunque no libre de tiem-
9s Ibídem, 1, págs 382-385.
99 Lbídem, 1, pág 12
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
pos malos y peligrosos encuentros, resultaba más corta, rápida y
segura. Los portugueses, entre los cuales abundaban ya los gran-des
marinos, no tropezaban en ella con invenciib~lesd ificultades ma-teriales.
Chocaban, sí, con impedimentos de índole legal. Su paso a
América, como el de todos los extranjeros, estuvo prohibido en la
época subsiguiente al descubrimiento. Y estos obstáculos de papel
resultzban, a veces, para los broncos hombres de mar, mucho más
duros de vencer que los de los malos tiempos y la piratería.
En esta situación, las Canarias se presentaban a los portugue-ses
como tierras que compensaban sus limitadas posibilidades eco-nómicas
con las facilidades que ofrecían y la vecindad de las islas
de la Madera.
Aun más tarde, cuando el paso de los portugueses a Indias fue
permitido, las Canarias siguieron teniendo la ventaja de sus me-nores
exigencias en cuestiones de limpieza de sangre y religión.
Y muchos portugueses, lo mismo que españoles, que por estar ta-chados
de ascendencia judía o morisca no podían alcanzar el per-miso
necesario para pasar a América, se conformaban con esta-blecerse
en Canarias 100.
No pocos de estos emigrantes, tanto españoles como portu-gueses,
que tropezaban con dificultades en la Península para embar-car
para América, lograban su propósito haciendo el viaje en dos
etapas. Primero pasaban a Canarias, para lo cual no existían gran-des
obstáculos. Y después, en las Islas, donde no se vigilaba con
tanto rigor, y se completaban con frecuencia las tropas y las tripu-laciones,
embarcaban en alguna de las fiotas que por allí pasxban
ioo De la existencia de cristianos nuevos portugueses en Ganarlas se
ocu~pa Agustín Millares Torres. Hzstoritc de Za Inizqzthhón en las ZsGas Ca-narias,
Las Palmas de Gran Canaria, 1874, tomo 1, págs. 70: 86 y 102 Y de
la mayor tolerancia que había en las islas en cuestiones de religin puede
juzgarse por las siguientes palabras de los inqumdores: " siendo estas las
partes más frecuentadas de las naciones extranjeras, y de enemxgos de nues-tra
reli@n cat6lica, pues *lo en la isla de Tenerife hay más de 1.500 pro-testantes,
ingleses y holandeses, que con el terror y respeto de este Tribunal,
y nuestro cuidado y vigilancia, les tenemos, en las acciones exteriores, com-puestos,
y en sus proceaunientos morigerados; para que no den escándalo, ni
perviertan a los fieles católicos". Memor2al de íos Inqutszáores d Rey sobre
el Comercm de Indzas, 15 junio 1654. Ibídem, iiI, págs 155-156.
34 JOSE POREZ VIDAL
para América. Demostrará, por esto, gran torpeza quien calcule
la cantidad y procedencia de los viajeros a Indias s610 por los datos
de los Catálogos sevillanos. Fueron muchos, y no sólo canarios y
españoles peninsulares, los que escaparon hacia el Nuevo Mundo
a través de1 portillo de las Islas lo1.
2.-EL SIGLO XVI.
La afluencia de portugueses a Canarias debió de seguir en
aumento a través de todo el siglo XVI, y seguramente alcanzó su
más alto grado en los años en que Portugal y España se hallaron
unidos bajo el imperio de Felipe 11. No conozco datos abundantes
1 ni minuciosos sobre esta centuria, porque, hasta ahora, de los archi-vos
canarios, sólo ha sido explorada con algún detenimiento y pu-blicada
la documentación correspondiente a los primeros años his-pánicos
de la isla de Tenerife.
La aportación portuguesa msta a través de los documentos
de Za I.nquisicGn. La primera mitad del siglo.
He podido suplir, si bien en mínima medida, esta falta gracias
al interesantísimo Catalogue of a collection of origznal manus-cripts
. . . of the Inquisition in tthe Canary ZsZands, formado por
W. de Gray Birch 'O2. De él he espigado casi todos los datos que
ordeno a continuación, referentes a la décimosexta centuria. No
son muy numerosos, pero su limitación se halla compensada por
101 C Pérez Bustamante Las regzones españolas y Za poblaczón de kmé-rzca,
en "Revista de Indias", 11 (19411, núm 6, pág 88.-J Rodriguez Arzúa:
Las regzones españolas y la pobhcwn de Amérwa, 1509-38, en "Revista de
Indias", Vm (lM'i), núm 30, págs 695-748.-Francisco Morales Padrón.
El despZaxamzento a las Indms desde Canaraas, en "El Museo Canario", ntí-meros
33-36 (1950), pág 5 -J. Pérez Vidal Aportaczón de Canarms a la
poblaczón de Amérzca, en ANUARIDOE ESTUDIOAS TLÁNTICOS1,, págs. 12-13
Acerca del paso de portugueses a América, aunque sin ninguna referencia a
Canarias, véase Pedro Henríquez Ureña Observaczones sobre el espafioZ en
Amérwa, en "Revista de Filología Española", XVIII, 1931, págs 124-125,
donde hay abundante bibliografía sobre el tema
102 Ed Edinburgh and London, 1903
74 AhTUARIO DE ESTDDIOS ATLANTICOS
su interés. Además, su número no resulta tan escaso si se tienen
en cuenta dos cosas: una, en el Catalogue apenas si se ha recogido
una pequeña parte de los documentos de la Inquisición en Cana-rias;
otra, estos documentos no constituyen, ni mucho menos, un
censo de población; pertenecen, por el contrario, a un Tribunal
ante el cual sálo comparecía una reducida parte de vecinos: los
denunciantes, los encausados, los testigos. Sus noticias hay que
tomarlas, pues, como un débil reflejo de la realidad demográfica.
Como complemento del Catatoyue me ha servido la Historia de
Za Hnq~iskiÓn en lus IsZas Canarias, por Agustin Millares Torres,
obra que, a pesar de su carácter de síntesis, contiene algunos datos
que en aquél faltan.
Los primeros portugueses que figuran en el Catalogue y en la
Historia pertenecen al periodo que acabamos de examinar, cons-tituido
por los últimos años del siglo xv y los iniciales del XVI.
Algunos de estos portugueses, al menos por ¡a coincidencia de nom-bre
y de otros datos, parece que pueden ser identificados con otros
de los que ya quedan registrados en páginas anteriores. Por ejem-plo:
Goncalianes y Alfonso Panes. Ambos comparecen ante la
inquisición por los años de 1524 a 1526. Este Goncalianes no sa-bemos,
sin embargo, si es el rico hacendado que recibió abundantes
tierras del Adelantado o el espadero del mismo nombre, también
portugués. Para aclarar esta duda habría que consultar la docu-mentación
original. Respecto a Alfonso o Alonso Yanes la coin-cidencia
parece más clara. Las dos fuentes consultadas se hallan
acordes en que era un rico labrador, portugu&, natural de Villa-viciosa
y vecino de Tenerife; con más precisión, de Tkjina. h e
relajado por "erege i apdstata famoso de nuestra santa fe católica,
y eresiarca y ensefiador, y dogmatizador de la mortífera ley de
los judíos". Sus bienes fueron confiscados 'O3.
En los mismos papeles del Santo Oficio aparecen, en cambio,
dos portugueses con el nombre común de Juan Fernandes; uno.
maestre; el otro, cristiano nuevo y tintorero'lO". Y, por lo tanto,
distintos, seguramente, de los otros dos -uno rico, hacendado; el
103 Catalogue, págs 12, 59, 61, 70 y 90, Millares, Inq, 1, pág. 89
104 Catdogue, págs 3, 4 y 62
otro, alcaide de la Torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña- de
que se habla en diferentes lugares de este trabajo. La mujer del
tintorera era cristiana nueva y, lo más seguro, portuguesa también.
También parecen distintas personas Juan Alo~so, portugués,
vecino de La Palma, entre 1499-1525, y el Juan Afonso, guantero,
vecino de Tenerife, que ya ha sido registrado.
No se tienen, en cambio, elementos suficientes de juicio para
resolver sobre la identidad de un Pero López y un Pedro Yanes
que figuran en el Catabgue loy5 ot ros dos portugueses de igual
nombre que aparecen en distintas fuentes y que ya se han citado.
Pero, aparte de estos portugueses que pueden identificarse o
no con otros ya registrados en páginas anteriores, en la documen-tación
e índices del Catalogue y de la Historia, correspondientes a
la primera mitad del siglo XVI, se encuentran los siguientes con
indicación expresa de su nacionalidad: Juan de h r , vecmo de Te-nerife,
con&na&j en 1597 por s e g i r la "Lq-d e &$,loisé&'A; !vur~
Estévez, almotacén, vecino de Canaria, condenado por el mismo
delito en 1510'lo6; María Correa, que usaba "pyedra de la ara ,
muy buena para traer consygo las personas"; vivía, en Las Pal-mas,
a. 1524, "en Triana, al cabo, en una callejuela que entra hazia
el horno de Portugués" lo7 ; Antonio Marqués; Catalina Pérez; dos
hermanas portuguesas, cuyos nombres se omikn ; Alvar o Alvaro
Goncales, zapatero, natural de Castelo Branco, su mujer Menqia
Váez y sus hijos Ana y Silvestre Goncales, vecinos de La Palma;
un judío que se trasladó de la Madera a La Palma, a requerimiento
de los padres de Ana Go n~l e sp, ara ver si ésta se casaba con él;
un tornadizo, natural de la Torre de Moncorvo (Tras-os-Montes),
que fue llevado a La Palma con el mismo fin los; Pedro Hernandes,
cristiano viejo, vecino de la Breña, en la misma isla, que es quien
contrae matrimonio, aunque a hurto, con Ana Goncales lo0; Rea-
10; Catalogue, pág 99
106 DXlllares Inq , 1, págs 71 y 73
107 Ibídem, págs 38 y 50
108 Millares Inq., 1, págs 88-89
los Catalogue, págs 72-76 y 91, Millares Inq, 1, págs. 88, 89 y 91 Los
padres y Silvestre, ei nijo, reiajacios por judios, fuerüii ajüsticiados ei; e:
auto de fe de 1526
76 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
APORTACIm PORTUGUESA A LA POBLACI~N DE CANARIAS 37
triz Upez y su madre llO; Vastián Hernandes, vecino de Guía;
Pedro o Diego Váez, vecino de Las Palmas, denunciado porque
"señaló con los dedos a una ymagen de nuestra Señora que tenía
en los bracos al ni��o Jhesús y dixo: Qué bestia es ésta que está
aquy" ; Catalina Días, denunciante ; Alvaro Estevins (sic), vecino
de Gran Canaria y condenado a llevar sambenito; Bastián Gon-cales,
vecino de Las Palmas, hortelano ll1; Andrés, trabajador, del
que no constan los apellidos Bartolomé Martín, tangomango 113,
vecino de Gran Canaria; Juan Hernandes l14; Diego Afonso, ve-cino
de San Cristóbal [de La Laguna], "caxero de caxas de asú-car",
denunciado por afirmar "que los judíos y moros no tenían
ánima^"^^; Gon~alo Martín, vecino de Teror, en Gran Canaria,
acusado de bigamia l16; Héctor Méndez, cristiano nuevo de judío,
reconciliado en 1526 Il7.
Además de todos estos portugueses de nacionalidad declarada
figuran otros muchos individuos que lo parecen por sus apellidos:
Pedro Caravallo, hortelano; Rodriguiañes; Donis de Olivera, etcé-tera
l18. Esta impresión se tiene leyendo cualquier documentación
de la época.
La segunda mitad del siglo.
Los datos del Catdogue y de la Historia relativos a portugueses
residentes en Canarias en la segunda mitad del siglo XVI resultan
110 El marido de Beatriz Lopez, Cristbbal Caibeca, cuya nacionalidad des-conozco,
fue hecho prisionero en la costa de Mrica por los portugueses y
desterrado a la isla de (Santo Tomé. Catalogue, pág 53
111 Ibídem, págs 100-102. Bastián Goncales f~g u r aco mo testigo en causa
instruída en 1527 por tenencia de un libro de magia. Ursula Lamb: La Inñyuz-en
can y ;,'bro de ,Ti zítg.i¿i de; n"TJIT, ,,ii "mm1i ñUcII.U."U^GriV n~ na inlnL .0i ., *Lti?V ,
niirns 85-88 (Las Palmas de Gran Canaria, 19631, págs. 113-144.
112 CataLogue, pág 95
113 Véase nota 186.
114 Catalogue, pág. 98
115 Ibídem, pág. 113.
l\:$x%:aw*.-"u s,,~, @g. 117.
117 Millares: Inq , 1, pág 91
1'18 CataZogue, p5g. 59.
más abundantes. Son los siguientes: Antonio Afonso Marrullero,
vecino de Arucas; Aparigo (sic), "trabajador portugués", sin indi-cación
de apellidos, también vecino de Arucas, Bartolomé Alvarez,
vecino de La Galga, en La Palma; Baltasar de Rzevedo, vecino del
Hierro ; Duarte Enrique ; Diego Alvarez, trabajador, en La Palma ;
Comingos Afonso, trabajador, también en La Palma; el doctor
Pinto, en Canaria; Francisco Goes, despensero de Gaspar Fonte,
en Tenerife; Goncalo López, trabajador, en el Hierro o Ea Palma ;
Juan Rodrigues, en Tenerife; Juan Luys, en el Hierro; Luis Her-nández,
que tenía tratos con Berberia; Melchior Pérez, "vezino del
barranco de la Galga", en La Palma; María de Fleytas, en la mis-ma
isla ; Felipe Rodrigues ; Pedro Goes, en el Hierro ; una "portu-guesa
de ... Mjna, que vive en Garachico"; Juan Portugués, rene-gado,
en Lanzarote; Roque Barrero 'l\ Juan de Arrúa, "portu-gués,
natural de Tavila !(sic), marinero de caravela nombrada
<<San-" -icente", que es de los Espinosas, que va cargada de rropa
a la ysla de Santiago de Cabo Verde" I z o ; Lorenco Pérez, vecino
de Telde; Domingo Gomes, lanero; dos Pero Gonckiez, uno traba-jador
y otro piloto; Sebastián Sánchez, marinero, vecino de La
Palma ; Blas Luis, marinero ; Denis Yáñez 12'1 ; Cristóbal Hernández,
de quince años, hijo de Diego Páez, natural de Lisboa; Antonio do
Rege, denunciante ; Hierolamo Martín ; Francisco Carrera, de la
isla de la Madera 12?; Manuel Rodrípez, de la misma isla, traba-jador
y residente en Tenerife; un tal Mercatudc, cristiano nuevo,
residente en La Palma y denunciado por Catalina de Esquiuel, mu-jer
de Gaspar de Paiva, también portugués; Nicolás Hernández,
padre de este Último, pasó también, según parece, de la Madera
a Canarias; Martin Goncales, "marinero de la nao que ba para
Guinea, casado en Algarve" 123; Alfonso Domínguez, vecino de ea-naria
; Francisco da Rocha ; María Hernández ; Amaro Goncales ;
Lorenco Gomes, s ~ ~ b ~ e r eesr tsa,d e er, Lss Pa!mas, "de camyno
para el Brasil", quien declara que cierto día "fue abordo del navío
119 Ibídem, págs 134-146 En el Catalogue, dice GOs repetidas veces
120 Ibídem, pág 156.
121 íbídern, págs. 157, 180, 185, 194 y 195
122 libídem, págs. 198, 203, 246 y 252.
123 Ibídem, págs 257 y 258.
78 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACIÓN PORTUGUESA A LA POBLACION DE CANARIAS 39
portugués llamado "Nuestra Señora de Nazaret", que está surto en
el puerto" y en él vio a dos portuguesas "que dizen vienen deste-rradas
de Lisboa por echizeras" ; Baltasar Garro o Gallo, de casta
de mariscos, vecino de Las Palmas, adonde llegó, se,g%n se dice,
desterrado de la Madera; "un portugués que Mbe en la plaseta de
los Remedios -en Las Palmas-, que se llama marinero"; Ma-nuel
Viera, natural de Punta, Delgada, tejedor de lienzos y man-teles,
que dejó mujer e hijos en su isla y volvió a contraer matri-monio
en Canarias, donde, además, cambió su nombre por el de
Francisco González Vieres ; Duarte Rodríguez, en Tenerif e 12'.
Entre los presos de las cárceles de la Inquisición, durante la
segunda mitad del mismo siglo XVI, figuran estos portugueses:
Diego Váez, zapatero; Manuel Jorge, "portoguez m"., vezino de
Londres" ; Catalina Gonccález, vecina de la isla de la Madera ; Simón
Fernández, natural de esta misma isla; el licenciado Juan de
Aguardia; Juan Melchior de Sanctiago, natural de la Madera, car-pintero,
que tenía pacto con el Diablo; Manuel Fernández, merca-der,
natural de Tavira, en el Algarve; Antonlo Martín, "natural que
dixo ser de Tavira, en el Reyno de Portugal" lz5; Antonio Martí-nez;
Antonio Rodríguez, trabajador; Francisca Rodriguez; Gas-par
Lorenco; Juan Goncález, vecino de Tenerife; Miguel Hernán-dez;
Manuel Vello, barbero; Simón Díaz, molinero, vecino de Te-nerife
lZ6.
También aparecen en la documentación inquisitorial, casi todos
como penitentes en autos de fe: Benito Lobo, vecino de Santa Cruz;
Diego de Torres, vecino de Tenerife; Juan González, vecino de
Lanzarote ; Pedrianes, trabajador, vecino de Canaria ; Enrique
Báez, vecino de La Palma; Antonia Pérez; Juan Yanez, quemado
en efigie por haber huído; Sebastián Hernández, natural de la Ma-dera;
Simón Alvarez, pajarero; Pedro Pinto, natural de la Ma-dera,
jornaiero, enfermo mentai, que afirmaba ser San Fearo y
Dios al mismo tiempo; fray Antonio Pacheco Sampayo, francis-cano,
natural de la Madera y vecino de Tenerife ; Domingo de Saa,
patrón de una caravela, en la que algunos marineros ingleses pre-
124 Iisídem: págs. 327-329, 338-342. 345 y 352
123 Ibídem, págs 221, 223, 224 y 231.
126 Ibídem, págs 238, 357-361, y Millares: Inq, 11, pags 118-121.
tendieron huir de Gran Canaria; Antonio Mpez Perera, natural
de la isla Tercera, mozo de Cámara del rey de Portugal y ofensor,
aunque sólo de palabra, de una doncella en Garachico; Alvaro
Díaz, vecino de Acentejo (Tenerife) , zapatero ; Amaro González,
marinero; Bárbara Rodríguez, mulata, natural de la Madera; Ma-nuel
Hernández Raposa, trabajador, natural. de la misma isla y
vecino de Tenerife 127.
En las mismas fuentes figura Gaspar López, de veintisiete años,
platero, residente en Tenerife 127 bl; quien, en cambio, no se halla
incluído en el Indice histórico documenta'l de plateros de Cana-rias
lZ8. En la parte de este repertorio dedicada al siglo XVI sólo
se atribuye oriundez portuguesa, por los apellidos, a Ambrosio
González Braga (1548-1580), "el primer platero establecido en Tk- NB
nerife de nombre conocido", y el platero Freire (no se conoce el
nombre), que trabaja en Las Palmas (1585-1589) lf9.
O n -
En 1589 era. vecino de Las Faimas Matheos de Niz, caiceiero, - O m
natural de Oporto 130.
E
E
Asimismo en la segunda mitad del siglo xvr ejercía su profesión 2 E
en Gran Canaria el médico portugués Alonso Pinto 131.
-
Además de los datos precisos sobre todos estos portugueses, -
cuya procedencia consta expresamente, en los papeles del Santo
Oficio se encuentran otras muchas referencias, más o menos claras
y directas, a personas que parecen de la misma nacionalidad o a
relaciones con cosas o tierras de Portugal. De este grupo de refe- n
rencias merecen anotarse las relativas a algunos individuos con
2
n
127 Millares: Inq, 11, págs 27-29, 58, 74-75, 97-98, 100, 104, 111-112, n
117-118 y 144 3
127 bis Ibídem, 11, pág 112 O
128 Formado y publicado por Jesús Hernández Perera Orfebrevía de Ca-narzas,
Madrid, 1955, págs 369-469.
lag Biaem, pags. 408 y 401-402, respectivamente
130 Archwo del Museo Canario, Iñqu.isicwn, año 1589, leg Xí, 40, fol. 4 r.
La pnmera documentación sobre el apellido "Déniz" o "de Niz" en Cananas
se encuentra en la igleaa del Sagrario, Las Palmas, libro I de Bautismos,
afio 1514, fol 59 v
m Leopoldo de la Rosa Olivera Un rnforme del estado sanitarro de
Gran Canamma en 1575, en "Ei Museo Canario", Las Palmos de Gran Ca-naria,
VI11 (1947), pág 97
80 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACI~N PORTUGUESA A LA POBLACI~N DE CANARIAS 41
un topónimo portugués por apellido, como los que ya se han visto
anteriormente: Martin de Evora, mercader, vecino de Las Pal-mas;
Rodrigo de Evora, vecino de la Gomera. Son dignos de men-ción
igualmente los casos de personas cuya nacionalidad no cons-ta,
pero cuya conversación denota conocimiento de la vida por-tuguesa:
"Catalina Diaz. . contava.. cosas de Portugal". Tam-bién
merece destacarse la abundancia de noticias referentes a re-laciones
con las islas de la Madera. Por ejemplo, éstas: en 1524
'"uan Baptysta Salvago, vezino des% Cibdad.. oyó desir a Cosmo
Espyndola, su cuñado ., que estando. .. en la ysla de la Madera,
puede aver doze años, poco más o menos, que estaba allí D~egod e
Xerez, que agora pocos días ha fallesció en esta ysla, el qual era
padre de la muger de Pedro Romy, y que le dyxo el dicho Djego
de Xeres al dicho Cosmo Espyndola "vosotros los Gynoveses soys
Judjos como nosotros" 132. En 1577 Catalina Váez es acusada de
varios sortilegios, entre ellos de haber "echado en una limeta .
agua para saber de un hombre que la quería bien, que estava en
la isla de la Madera". En el índice de los libros de Testificaczones,
del mismo Santo Oficio, figuran nombres de personas junto a los
cuales, en lugar de una indicación geográfica canaria (Tenerife,
La Palma, etc.), que es la general, aparece la indicación de la
Madera, expresiva, seguramente, de la procedencia de los decla-rante~:
Barbora Uachada, Antonio de Crrego, Amaro Gontcales,
Domingos de Caa; no consta su residencia en Canarias, pero no
es aventurado suponerla. Anotaciones, por último, referentes a
viajeros que iban de Canarias a la Madera, o de la Madera a @a-arias
113.
A todas estas noticias referentes a portugueses que residían
en Canarias, y a personas, algunas no portuguesas, que mantenían
relaciones entre el Archipiélago y las tierras de Portugal, puede
aún añadirse otra relativa a un portugués de muy distinta especie
que todos los anteriores. Un portugués, no de carne y hueso, sino
ente de ficción, personaje de teatro; figura principai de un entre-més
representado el día de la AsunciQn de 1558 en la Catedral de
132 Gatalogwe, @gs. 105, 2156. y 39.
133 Iibídern, págs. 253, 327, 244, 266 y 333.
Canaria; un Ioco portugués que, blasonando de su gentileza, dijo
nada menos que esto: "Consagro em Deus que Deus naum he tam
gentil home como eu". Este portugués jactancioso debió de llegar
a Canarias, más por la vía del teatro español, que por el camino
ordinario de la vida real. Sin embargo, el figurar como personaje
central de un entremés escrito por un joven canario -Bartolomé
Cairasco de Figueroa 13" en las Islas, y en las Islas representado,
mueve a pensar que tal vez, en alguna medida, su concepción estu-viese
determinada por el ambiente aportuguesado del Archipié-lago.
No se conc~be la representación de una obra cuyo personaje
principal se exprese en portugués, en un lugar en que, mal que
bien, no se entienda esta lengua.
Relaciones angío-Zusas en Canamas.
Capítulo aparte merecen las. re!-_c5~nes c.nwri~-pcrtumesas 8
través de ingleses más o menos auténticos. En este orden remita
muy interesante el caso de Bartholomé Cuello o Coello, preso en
las cárceles del Santo Oficio (a. 1592). Según su propia declara-ción,
había nacido en Inglaterra, y como inglés, entre mercader
y pirata, figura en los papeles de la Inquisición. Mas, criado en
la isla de San Miguel, una de las Azores, de donde muchos le te-nían
por natural, aprovechaba cuando le convenía esta aparente
nacionalidad portuguesa, que llevaba con mucha propiedad; de
ella nos hablan su nombre, un libro que se encontró en sus bolsillos
-la Ymagem da vida cristan, de fr. Héctor Pinto-, una carta que
escribió en español "lo mejor que pudo, aunque llebaua algo mes-turado
en portugués". Coello nos parece uno de aquellos nume-rosos
mercaderes, de personalidad y vida muy turbias, que como
él mismo informa ampliamente, en años en que el comercio de
Portugal y España con Inglaterra se hallaba prohibido, lo reali-
134 )Este autor, que tenía entonces apenas veinte años y ya era canónigo
de la catedral de Canaria, acudió espontáneamente ante el Santo Oficio a
declarar su Iigereza, un poco justiireada por habérsele deslizado en una obra
de burlas y disparates Reclb16 una ligera amonestación y todo quedó en
paz Cfr. Agustín Millares Carlo Ensayo de una bzo-bzbkografia de escrz-tores
naturales de las Islas Canarzas (siglos XVI, XVII y XVIII), Madrid,
1932, pág 149.
82 ANUARIO DE ESTUDIOS AZ'LANTICOS
APORTACIÓN PORTUGUESA A LA POBLACIÓN DE CANARIAS 43
zaban al amparo de extraños pabellones: el francés, el flamenco,
el escocés incluso. Entre ellos no debió de faltar algún portugués
que, a los motivos puramente mercantiles, uniese en sus determi-naciones
los políticos de eludir la soberanía española 135.
Ingleses y portugueses aparecen con frecuencia muy unidos
en los inquietantes papeles inquisitoriales. Unos y otros integraban
la tripulación de un navío, y de un navío y una zafra que en 1586
y 1587, respectivamente, fueron detenidos en la isla de La Palma.
Habían estado en la Madera y, con cargamento de vinos, iban ca-mino,
según se declaró, de la Guinea y el Brasil 13". Unos y otros
aparecen juntos en no pocas declaraciones. Por ejemplo : Catalina
Sánchez en 1586 declara en Las Palmas "que tenia en su casa a
un mancebo Duarte, Inglés ."; que hacía mes y medio habia
entrado en su casa "otro Inglés que dizen era de la ysla de la
Madera, Ilamado Francisco o Thomás y hablaua muchas vezes con
el dicho h a r t e ."; "y otro día vino un Portuguez a casa desta
testigo, que dezían era Maestre de una caravela ..., el qual entró
en casa. .. con el dicho Francisco Inglés". Y a los pocos días la
carabela se hizo a la mar con un fugitivo grupo de ingleses que
tenían la isla por cárcel. La carabela, con los evadidos, fue apre-sada
poco después, en aguas de ]Fuerteventura 13'.
Otras n o t i h .
Como leve contrapeso a toda esta desasosegada relaciin de
portugueses que a través del siglo XVI fueron cayendo bajo las
inquisitoriales miradas del Santo Oficio en Canarias, aparece la
parva y beatífica noticia de la existencia de algunos individuos de
la misma nacionalidad, hacia 1525, entre los frailes del convento
agustino de La Laguna. Datos precisos tenemos del prior, fray
Henrique de Oliveiro, natural de Villaviciosa, y de fray Miguel
Viejo, natural de Viana de Camiña. Ambos tomaron parte en una
expedición a Africa, que tuvo como principal propósito rescatar
135 ISobre Bartolod Coello y los modos de burlar la prohibicibn de co-merciar
con ing-;&er.r.a, ess~e¿ i ~ u ; ; ¿ r gp~&sg,s . 224 -y 1~2&3=54.
136 Ibídern, págs 316-317 y 333
137 Ibidem, pkgs. 266-267.
44 JOsÉ PÉREZ VIDAL
los restos de otro fraile, que había muerto en Tagaos, y al que
los moros veneraban como a un santo. Este misionero, que tan
profundo rastro de santidad había dejado en el desierto, fue iden-tificado
por al@n autor, al parecer sin mucho fundamento, con el
beato Tadeo, un fraile, también portugués, al que todos denomi-naban
de Canarias, porque, si bien nació en Portugal y era hijo de
la casa de Lisboa, había pertenecido en sus últimos años a un
convento de las Islas 13S.
Sobre portugueses residentes en Tenerife en la segunda mitad
del siglo, el Archivo Municipal de La Laguna nos proporciona algu-nas
noticias interesantes :
En una escritura de dote otorgada en 1573 aparecen como fu-turos
esposos Margarita Bello y Pedro Coello; no consta la nacio-nalidad
de ambos, ni la de sus padres, que también comparecen;
pero creo que no sea aventurado suponerlos portugueses. En ellos
podemos ver un caso más de enlace matrimonial entre individuos
de esta procedencia.
En e1 mismo año, Alvaro Días, de la Madera, vende tierras en
el heredamiento del Farrobo a Manuel Días, su hermano.
En 1574 otorga testamento Gonzalo González, cañaverero y
regador, natural de Villanueva de Sangran, feligresía de Gui-maraes.
En 1575 figura otro matrimonio entre portugueses: María
Bautista y Marcial Fariña. María era hija de Francisco Gonzalez,
portugués, ausente, y fue dotada por Sebastián González, purgador
de azúcar, morador de Arafo, y posiblemente hermano de Fran-cisco.
Marcial Fariña era natural de la Madera.
En 1576 otorga testamento Guiomar Delgado, natural de la
Madera.
En 1577 otorga igualmente testamento Manuel Rodríyuez, na-tural
de la isla de San Miguel, en las islas de Aba~o.
En 1579, por último, otorgan testamento Miguel Méndez, na-
138 Juan Márquez: Origen ck los frayles ermztaños de la Orden de San
Ayustin y su. verdadera znstatuczón, antes del gran ConszZzo Laterunense, Sa-larnanca,
1618, págs 336-340
84 ANUARIO DE PSTUDIOS ATLANTICOS
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACI~N DE CANARIAS 45
tural de la Madera, y Margarita Pérez, mujer de Andrés Perucho,
portugués la9.
Otras breves noticias, relativas asimismo a la segunda mitad
del siglo, nos han sido transmitidas por Gaspar Frutuoso, escritor
de las Azores; por él se sabe que en dicho tiempo pasaron de la
isla de San Miguel, una de aquéllas, a las Canarias, Luis Gago,
que después se llamó Luis de Bethencourt; Miguel Martins y Fran-cisco
de Rego de Sa. También pasaron Juan Lopes, Diego Lopes,
Pero Guterres y Domingo Guterres; pero éstos, según parece, si-guieron
pronto para las Indias de Castilla y Brasil 140.
Mas si, en verdad, toda esta documentación relativa a la pre-sencia,
pasajera o estable, de portugueses en Canarias durante la
décimosexta centuria no resulta muy abundante, dos autores,
desde los últimos años del siglo, al par que la confirman, le ponen
importantes compiementos. 'uno es ei citado Fruiuoso, que en su
obra demuestra, casi siempre, hallarse bien enterado de la vida
de las Islas. Dice, después de hablar de San Juan de la Rambla,
de Tenerife: " e de ahí a duas léguas está Icode dos Vinhos, que
também é vila de duzentos vizinhos, quási todos portugueses, ricos
de vinhos, lavouras e crial@es . ." "l. El otro procede del ingeniero
italiano Leonardo Torriani, que, por encargo de Felipe 11, hizo los
mapas de las Islas, los planos de sus núcleos de población y un
proyecto para fortificar las costas. Dice, con referencia también
a la isla de Tenerife : "La mayor parte de la gente son portugueses,
los cuales, como superan a las demás naciones de España en la
industria de la agricultura, han conseguido que esta isla fuese
la de mayor feracidad y riqueza" Y añade, con referencia a Santa
Cruz de La Palma: "Esta ciudad está poblada por portugueses,
139 Leopoldo de la Rosa Olivera. CatdZogo del Archzvo MurtzcipuZ de La
Laguna, en "Revista de Historia", La Laguna de Tenerife, X X N , págs. 309-
311, 314-315, 317-318
140 Gaspar Frutuoso. Saudades da Terra, IV (Ponta Delgada, 19221, p&-
ginas 95, 150, 164 y 200
11% Y,Tx,lL:A-- I IDA-&., nU-l.-,+.L.a.s. aUa, liYnVL~l,t n \- L.- BU. =e !a arto & este t%-.t,=
referente a Cananas se ha hecho edicdn bilingue, comentada, por el Insti-tuto
de Estudios Canarios, La Laguna de Tenenfe, 1964.
castellanos, flamencos, franceses y algunos genoveses" 142. Estas
declaraciones de un italiano no sólo confirman los datos de Fru-tuoso,
sino los dejan exentos de la sospecha de exageración patrió-tica
que ante ellos ha tenido algún autor canario. En último tér-mino,
si también se quisiese apreciar exageración en Torriani res-pecto
a la contribución demográfica portuguesa, es preciso reco-nocer,
después de tantos datos, que esa, contribución era muy
importante.
Tanta abundancia de extranjeros, que, como se ha visto, exis-tía
en La Palma, pero también en las demás Islas, no era debida
s6lo a la atracción ejercida por las riquezas propias de éstas: sus
azúcares y vinos. Estaba determinada también por el creciente
valor del Archipiélago como base de navegación y comercio 14?.
Hasta los adversarios de España reconocían la importancia de las
Islas en este aspecto. El 17 de mayo de 1574 avisaban de Ingla-terra
que en Eristoi se tramaba la conquista de Cabo Verde, Santo
Tomé y Canarias para así señorear el comercio de las Indias y
Brasil 144.
142 Leonardo Torriam: Descrzpción e ázstorza del rezno de las Islas Ca-naruts,
Santa Cruz de Tenerife, 1959, págs. 171 y 242.
143 Una trágica prueba de esta mportancia comercial y marítima puede
verse en el conocido mart~rio de jesuítas ocurrido en aguas de la isla de
La Palma en 1570. La nave en que ellos viajaban para el Brasil había dejado
en la Madera a la armada de que formaba parte y se había adelantado sola
porque "o mestre e oficias . levavam mercadorias para trocarem nas Ca-narias".
,331 propósito había sido bueno. mientras la armada se detenía en
el Funchal "eles 1á carregavam e descarregavam sua nau", y "quando D. Luis
[Fernandes Vasconcelos, jefe de la armada] por aLi fosse teriam isto feito
e estariam prestes para o acompanhar, porque por aii era nossa viagem"
"Por terem ali interesses comerciais, a inten~áo dos mercadores era tocar
primero na ilha Gomera, mas depois dum grande rodeio . lobrigaram a 2
ou 3 Iéguas a cidade de Santa Cruz de la Palma." E1 propósito, si había sido
bueno, tambih era muy arriesgado Y así resultó En aquel lugar les sobre-vino
el ataque del corsarro Jacques de Sores M Goncalves da Costa: M&-
ttres jesugtas lzas úguas das Canarzas (1570-1571), en ANUARIODE ESTUDIOS
ATLÁNTICOVS,, págs. 455-459. Al año siguiente pereció en aquellas mismas
aguas y víctima de un ataque parecido, Fernandes Vasconcelos, el jefe de
la armada. Ibídem, págs 474-475.
14.4 Calendar of State Papers, serie Spantsh, ed M A. S Hume, Lon-don,
1892-1899.
86 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICUS
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACIBN DE CANARIAS 47
En este importante contingente de extranjeros establecidos en
Canarias predominaban de modo muy notable los portugueses,
como se ha podido venir observando. No es necesario repetir las
causas de este predominio: Portugal era el país europeo mejor
situado para la navegación atlántica; portugueses eran los prin-cipales
vínculos de Europa con las Indias Orientales y con las del
Brasil; y, por si aún fuese poco, Portugal se hallaba entonces unido
políticamente a España.
Consecuencia de esta unión y de lo muy incorporados que se
hallaban ya a la población canaria los portugueses, era que en
las Islas no fuesen éstos considerados como extranjeros. Una
prueba de esta consideración y trato puede verse en la Real Cé-dula
del 7 de enero de 1584 sobre la peticih que la isla de La
Palma había hecho de que las naves portuguesas no fuesen visi-tadas
ld5.
Los contactos Zmo-canarios en Africa durante e1 siglo XVI.
En la costa africana frontera a las Islas también continuaron
los contactos luso-canarios. Aunque la política de España en aque-lla
zona quedó, después de la firma del tratado de Sintra (1509),
circunscrita a la Torre de la Mar Pequeña, y años más tarde, per-dida
también esta posición, no tuvo ya allí ningún asidero, los
canarios siguieron acudiendo a la costa de Africa por los tres mo-tivos
tradicionales: las cabalgadas, el comercio y la pesca. Y con
estos tres motivos siguieron manteniendo relaciones con los por-tugueses.
Estas relaciones algunas veces eran hostiles. En 1519, por
ejemplo, un navío procedente de Gran Canaria fue capturado por
!a arwda de güar6"a hsitana, a causa de haber Uesemba;.eado !os
isleños "en tierra de los moros con quien el Rey de Portugal tiene
pazes". Los cautivos fueron conducidos "con hierros" a la isla de
Santo Tomé, de acuerdo con el castigo impuesto por las autori-
145 E Mata Socas y _M Carrillo Kábana: Relmi6~ de los documentos
más antqmos del archnvvo m%nacipaZ de Santa Cruz de La Palma, en "Revista
de Historia", m, pág 283.
Núrn 14 (1968) 87
dades portuguesas le6. Al año ~i~guienltoes canarios, no sé si por
este caso o por otros, se quejaron al emperador Carlos V de que
cuando iban a "saltear y fazer guerra a los moros" y a pescar en
la costa de Berberia, los portugueses les tomaban los navíos y los
prendían y llevaban a Portugal 14'.
Otras veces las relaciones eran pacíficas. Por ejemplo, las
desarrolladas con motivo del viaje a Canarias del caballero por-tugués
Francisco Romeiro en compañía del escribano Sirnao de
Morais, en 1537, con la comisión de rescatar varios moros captu-rados
años antes por isleños 148.
Pero la mayor parte de los contactos luso-canarios en Africa
desde la segunda decena del siglo XVI fueron más bien amistosos
y de mutua ayuda y colaboración. Estas buenas relaciones tenían, B N
a veces, carácter particular. Recuérdese, verbigracia, el contrato E
de fletamento del navío "Nazareth", que convinieron, el 3 de no- O n -
L--- -I e-n -r ..--. -- V ~ W W I ~ : de 1 3 ~ 2a,u an ~ar toiomé", vezino desia ysia de la Gran - O m
Canaria", y Esteban Afillado, "portogués, morador en la cibdad EE
de Tavila", como maestre de la carabela citada. El objetivo con- 2
E
sistía en "yr al armada a la Bervería contra los moros enemigos
-
de nuestra santa fee" ld9. Mas en no pocas ocasiones la colabo- 3
ración desbordaba la órvita particular y entraba en la de la poli-
- -
0
m
tica. De estos casos, el más significativo y destacado es el cons- E
tituído por la constante ayuda prestada por Canarias a la posición
portuguesa de la Torre de Santa Cruz del Cabo de Gué. n
-E
-
La ayuda cana* a Satzta Cruz del Cabo de Gué. n
n
Esta fortaleza, cimentada en 1505 por el capitán 3050 Lopes 3
de Sequeira, y traspasada a la corona portuguesa en 1513 por su
O
propietario, vivía desde 1514 en un constante asedio por parte de
los moros. Y su a.bast-cimiento, salvadas Ias breves etapas de tre-gua,
constituyó un grave problema de difícil solución por la le-janía.
Hubo necesidad de pedir ayuda y colaboración a 10s puntos
146 Rurneu de Armas. Espcvria en e2 Afrzca atlántzca, 1, pág 541.
147 Ibídem, i, pág. 532.
148 i?bf&m, 1, pSg M
119 Ibídem, 1, págs. 540-542.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOU
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACIÓN DE CANARIAS 49
más próximos, bajo la soberanía de España. Y entre ellos, de modo
principal, a las Canarias. De las provisiones de esta procedencia
merecen señalarse varios cargamentos de trigo llegados a la torre
en 1516, y, sobre todo, las importantes compras que con el mismo
destino hizo Esti6vao Anes en Lanzarote el año 1533 I5O.
Mas a las Canarias no se acudió solamente en busca de abas-tecimientos;
también se volvieron los ojos a ellas en solicitud de
ayuda para la defensa. Una vez fue en 1527. Habiendo expirado
las treguas concertadas entre el capitán de la torre, Luis Sacoto,
y el rey del Sus, los portugueses, que se habían aventurado a rea-lizar
diversas aZgaras contra las tribus vecinas, sufrieron, en una
de ellas, un serio contratiempo: tuvieron más de sesenta bajas
y perdieron muchísimo prestigio. En esta apurada situación, el
capitán de la torre se dirigió al adelantado de Canarias, don Pedro
Fernández de Lugo, y ie pidió que acudiese a ayudarie a vengar
la derrota. A cambio le ofrecía una pingue participación en el botin
que se lograse. Acudió don Pedro de Lugo con un verdadero ejér-cito
-cien caballeros y mil infantes-. desembarcó de noche para
que los moros no se apercibiesen, y llegada la ocasión cayó por
sorpresa sobre ias tribus que ie senaiaron como objetivo e hizo
en ellas un sangriento castigo. La expedición regresó a Canarias
con un grandísimo botín y sin contratiempo alguno. Otra demanda
de auxilio fue necesaria en 1533. El peligro se presentaba entonces
mayor. Las hostilidades contra la torre ya no procedían sólo de
las tribus de los contornos. El rey del Sus, decidido a eliminar
a,quella posición Iusa en su territorio, había organizado contra ella
un ataque en toda regla. La fortaleza había estado a punto de
perderse; sus muros habían quedado en muy mala situación; su
guarnición, diezmada; su gobernador, muerto. A la demanda de
ayuda, las Canarias correspondieron con la máxima diiigencia.
Pocos días después del ataque llegaba a Santa Cruz del Cabo de
Gué un navío isleño con soldados y el gobernador de Lanzarote al
frente. Restablecida la calma y llegados otros refuerzos de la isla
de la Madera, los canarios regresaron a Lanzarote.
No se sabe si fue en esta expedicibn de socorro o en la ante-
150 Ibídem, 1, p&g 515.
Num 14 (196s) 89
rior de 1527 cuando varios soldados isleños se alistaron en la guar-nición
de Santa Cruz del Cabo de Gué. Lo cierto es que, según los
documentos de la época, figuraron en la defensa de la misma lS1.
"La colaboración de los isleños en la defensa de las plazas por-tuguesas
de Africa -según Rumeu de Armas, a quien vengo si-
@endo en estas notas '=- no es un hecho singular, sino repetido
y constante."
3.-EL SIGLO XVII.
La primera mitad.
En la primera mitad del siglo XVII la afluencia lusa a Canarias
continuaba. "Era inusitada", dice un autor lS3. Y llegó a revestir
tanta importancia, que el Santo Oficio, siempre desconfiado y te- xerosu ante los extranjeros, mmdó en 1626 zi s ~ esom ;.s ar;.o s en
todas las islas que efectuasen una amplia información acerca de
los portugueses avecindados en ellas últimamente. La inquisición
se llevó a cabo con la mayor reserva y, también, con la acostum-brada
puntualidad. Sus resultados, si se conservasen, serían de
subidisimo interés para determinar la contribución demográfica
lusa a la población del Archipiélago en la época que ahora nos
ocupa. Mas, por desgracia, se han extraviado; sólo, excepcional-mente,
se conocen los obtenidos en San Cristóbal de La Laguna.
La conservación de éstos aumenta el desconsuelo por el extra-vío
de todos los demás, pero al mismo tiempo, paradójicamente,
ayuda a mitigarlo. Lo aumenta, porque, ante los resultados lagu-
151 Ibidem, 1, págs. 515-518
152 Ibídem, 1, pág 562, donde aduce el testimonio de Eugenio de Salazar,
que, como es sabido, fue gobernador de Tenenfe (1567-1578), en su Carta
aC capztán IvIonÜ,ragón, en que se destide iu rrmhaa UG .w-m ,w.iu, hace la S-guiente
declaración. %os del Consejo [de guerra] que no son Regldores, hanse
escogido por su larga experiencia, porque hay algunos que ha cincuenta a6os
que estumeron un año o dos en Zafzn, o en Cabo de Aguer y Mazagún, y
otras fronteras de Berberia en semnzczo deZ rey de PortugaZ, y así entienden
muy bien lo de la guerra vieja y dan la mitad de sus consejos en arábigo"
serso Bonneri: m&poar -vs~~ ue-s.-( .%u%' Lii iii@8?iüZ del ~oiJy"l0. n711,
en "Revista de Historia" La Laguna, XVII (1951), pág 112
90 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACI~N PORTUGUESA A LA POBLACION DE CANARIAS 51
neros, nos representamos mejor el valor de la documentación per-dida;
y lo mitiga y aplaca, porque la falta de los datos totales se
puede en parte suplir con un cálculo realizado sobre los que, por
fortuna, se conocen.
Portugueses en San Cristóbal de La Laguna.
Las noticias conservadas se refieren a los siguientes portu-gueses,
todos avecindados en La Laguna:
Domingo Pérez, fatb.ricante de velas o bujías, casado en dicha
ciudad y residente en la isla desde hacía seis años.
Pantaleán Hernández, esterero, casado en la misma ciudad;
llevaba quince años en la isla. Hacia algunos viajes a Portugal, a
buscar junco para hacer las esteras y otras cosas.
Tnhon nína n i n t n w rr Anzo A n r . n o t i ~ r n Al n A.nrir.tn A f i n a n natoho V V i I - I I U I L U * I , L J I A A C V I J UWICCUYI , J.ILllClilLUI U,, VyVI C., U V A ' \ * " VUlUNU
casado; llevaba dos años en la isla.
Manuel de Olivera, espadero, natural de Oporto y casado en
La Laguna.
Martín Afonso, confitero, casado en Lisboa, a donde iba de ,... v c i í .-.....m .2 G11 tiua11uu.
Sebastián de Acosta, mozo del anterior; natural de Braga.
Francisco N-Uñez, cordonero; acababa de llegar de Lisboa.
Thomás Perera, mercader, casado en La Laguna hacía diez
años; llevaba en la isla, quince. Tenía tienda con Francisco Núñez,
y trato con Portugal.
Fernando Pinto, mercader, natural de Villaflor (sic) ; despues
de residir varios años en Tenerife, se había embarcado con un car-gamento
de vino para Vizcaya, según dijo; y había estado algiín
tiempo en Flandes. Hacia unos tres años que haibía vuelto con un
nijo y dos sobrinos. Estos habían seguiclo, más tarde, para el Bra-sil.
El hijo le ayudaba en la tienda que tenía abierta en La Laguna.
Antonio de Forqeca, mercader, llegado de J3sboa hacía unos
cuatro años. Tenia trato con Portugal, Hamburgo y Flandes.
Marquessa de Fonceca, mujer del anterior y natural de Oporto;
iiarnada por su marido, naMa iiegacio hacia dos años, acompa-ñada
de un hermano y dos niñas. El hermano había marchado des-pués
para el Brasil.
Num 14 119681 91
Antonio, sobrino de Marquessa de Fonceca, que también había
llegado con ella; era natural de la %era (i Beira?) y hablaba sedoso.
Hierónimo de Sossa, mercader, natural de Oporto ; llevaba unos
cinco años en Tenerife dedicado al comercio de vinos. Ya había
residido anteriormente en la isla con su padre Adrián de Sossa.
Antonio Díaz de Moura (o Mora), mercader llegado de Lisboa
hacía dos años; no se sabía si era casado. Tenía tienda y cargaba
para el Brasil y para Portugal.
Domingo, sobrino del anterior, a quien ayudaba en el comercio.
Diego de Morales, mercader, natural de Auero (iA ve~ro?) , sol-tero;
llevaba cuatro años en la isla y tenía tratos con Portugal y
Flandes.
Jhoan de Heredia, comerciante, residente en la isla, primero
er, Garachico y despuh en La Laguna, desde hacía cuatro años.
Un portugués empleado en la tienda del anterior.
Diego Lopes de Lerda, comerciante, natural de Carriiriha y ca-sado
en Villa Nouva do Porto (sic). Había llegado hacía dos años.
Cargaba para el Brasil.
Hierónimo Lopes, hermano del anterior. Iba con frecuencia a
Portugal.
Antonio Aluares, mercader, natural de Trancosso, casado en
Oporto, de donde había llegado hacía tres años.
Antonio Ruis, natural de Oporto, de donde había llegado hacía
tres años; trataba con Portugal.
Diego Gomes, casado en La Laguna, donde residía desde hacía
seis años; unas veces decía que era de Málaga, otras de Sevilla;
de vez en cuando iba a Portugal "a haser empleos".
Manuel Lopes de Velasco, natural de Vera del Sabusal (¿Sa-bugal?)
; llevaba tres años en la isla. Su padre había muerto en
Canaria.
Diego Feriiandes, natUra! de h s b q de d~r?deh aNia !legado
hacia tres o cuatro meses; vivía en casa de Thomás Perera.
Manuel de Brito, que había llegado de Placencia hacía trece
años.
Diego Perera, hermano de Thomás Perera y casado en La
L a g ~ n a ;h abfo, !!egade huck Enir ^&O años
En la misma información se habla de dos portugueses más.
92 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACIÓN DE CANARIAS 53
Domingo Lopes, posadero, casado, y residente en Santa Cruz
desde hacía diez o doce años.
Un pintor, hermano de Jhoan (sic) de Heredia; residía en Ga-rachico.
A llevar a cabo la información auxilió Manuel González de Oli-vera,
natural de Coimbra, familiar del Santo Oficio de Canarias,
ante el que había probado ser cristiano viejo en 1609 I5&.
Del grado de estimación en que, dejados aparte los recelos del
Santo Oficio, se tenía a los portugueses puede juzgarse por el
acuerdo adoptado años más tarde, en 1640, por el Cabildo de Te-nerife
para contratar un médico, "de cualquier parte de los reinos
de Castilla o Portugal, que venga a esta ciudad [La Laguna], por
no haber ninguno" 'j5.
Portugueses en los libros del Santo Oficio.
El alto índice de inmigración lusa que resulta de la adecuada
valoraci6n de los anteriores datos aparece confirma60 por las no-ticias
sobre portugueses que, también en la parte correspondiente
a esta época, se hallan en el Catalogue of the Inq~i s i t ionq~u e
ya he aprovechado para el siglo XVI. Si aparentemente estas noti-cias
que ahora vamos a ver son menos densas que las que se acaban
de dar relativas a La Laguna, adquirirán todo su valor teniendo
presente, como ya se ha advertido, que en las mallas del Santo
Oficio sólo cayó una pequeña minoría de la población, y que de
ella s610 una parte aparece registrada en el Catalogue.
En las cárceles de la Inquisición se hallaban (1608-1611) los
siguientes portugueses : Manuel Bello, barbero, con residencia ha-bitual
en Lanzarote; Simón Díaz, molinero, vecino de Tenerife;
fray Rodrigo Alvarez, de la Orden de San Francisco, natural de
Lisboa lj6.
Acusados de bigamia aparecen: Gaspar Gómez, maestro de
134 Lbídem, pBgs 112-118
155 1 de 11 Rosa O!?vera: C!a.tdZogo do? Archwo iMunzczVal de La Laguna.
en "Revista de Hmtoria", XXIV, pág 329
156 Catalogue, págs. 231-233.
capilla de la catedral de Las Palmas, nacido en Puñete, cerca de
Evora, aunque, para ocultar mejor su primer matrimonio, había
declarado que era natural de Lisboa; Fernando Perera o Ferniio
Pereira, residente en La Orotava; Domingo Quaresma, natural de
Lisboa y vecino de Garachico; Baltasar de Freitas, que se fingió
natural de Viana de Caminha 'ji.
En el asunto de este último, casado a la fuerza, según él, en
La Palma, intervinieron varios sujetos residentes en esta isla, que,
al parecer, también eran portugueses : Pantaleón Pinto, en cuya
casa se alojó, viniendo de las Indias, el acusado; Manuel da Costa
y Miguel de Abreo, que fueron requeridos para que testimoniasen
que el mismo era soltero. Christoviio de Torres, que también in-tervino,
era declaradamente portugués: "pilotto, morador na villa
de Viana".
Algunos de los portugueses residentes en La Laguna que más
arriba han quedado registrados aparecen también en el Catalogue.
Entre ellos destaca Fernán o Fernando Pinto, que es acusado de
guardar el sábado y de otros actos que le hacen sospechoso de ju-da��smo.
Más crudamente lo declara Nicolás de la Guerra al decir:
"La ciudad de La Laguna está llena de judíos y herejes, particu-larmente
Fernán Pinto, de nación portugués" lí8. Pero el propio
Nicolás de la Guerra fue acusado años más tarde. Un tal "Heredia
Portugués", que aparece en unas "testificaciones", tal vez sea el
Juan de Heredia, tendero de La Laguna, que ya se ha regis-trado
la.
Como residentes en la misma ciudad figuran Domingo Hernán-dez
y Adrián de Sosa; este Último, tenido también por sospechoso
de judaísmo 160, debió de ser, si no existieron dos personas con igual
nombre, el padre de Hierónimo de Sossa, como ya se ha visto, y
ya había fallecido en 1626, fecha de la investigación. Pocos años
después vivían en La Laguna Cecilia Núñez, natural de la Ma-
1j.i Lbidem, págs 407, 458, 460-461, 477 Gaspar Gomes fue condenado a
galeras en 1608.
158 Ibídem, págs. 450, 477, 480, 484
139 Ibidem, pág 423
'160 Lbídem, pág 450.
94 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACIÓN PORTUGUESA A LA POBLACIÚN DE CANARIAS 55
dera, y una portuguesa, medio hechicera, cuyo nombre no
consta I6l.
En Tenerife vivían, además: María de Castro; Juan de Acosta,
de las "yslas abajo de la de Sant Miguel" y que residía en Taco-ronte;
Francisco de Herrera, en Candelaria; Bartolomé Montero
Pimentel, maestro de sastre, y su mujer, Clara de Venavides;
María Correa; Antonio de Acosta, comerciante y, como los tres
precedentes, vecino de La Orotava; la viuda de un herrero, vecina
del Realejo de Abajo; Juan Correa, del Fayal, en 13, isla Tercera,
y casado en Garachico con la hija de la tabernera; María Martín
y María Ruiz, su hija la2.
Eran, al parecer, vecinos de Las Palmas: Custodio Camelo,
músico de la Catedral; María Rodríguez, curandera, que vivía en
la plazuela de las monjas, "donde dicen La Laguneta"; Mateos
-P inern.. (= Pif$ye), platero de Li&~g,w e ce~fiess.e spr,t&ea-mente
haber cortado la "landrecilla de la pierna de la carne" sin
saber que era costumbre de judíos 163.
En Lanzarote residían Ana Fereira (tal vez Pereyra) y Ma-nuel
Mendes, ambos naturales de la Madera 16". En el Hierro, Fran-cisco
Váez y Francisco Perera 16\ Y en La Palma, el licenciado
Bravo, médico; Manuel Antonio, renegado, natural de Lisboa; "UE
mozo que llaman Bastián Portuguez"; Juan Gon~cales, natural de
"Güelba en el Algarbe", el cual, para librarse de los malos tratos,
hallándose años antes cautivo de los moros, había renegado ; "cier-to
hombre portogués" que tenía tratos con María Riquel, una
esclava morena. Seguramente era también de la misma naciona-lidad
Juan Fernández Mascarenha, acusado en Santa Cruz de La
Palma por un francés, Guillermo Paneguin, vecino de la Ma-dera
166. -
561 Bídem, pfLgs. 449 y 573
162 Ibídem, cpágs 441, 455, 422, 523, 525, 547, 566, 548, 558
163 Bídem, págs 385, 411 y 464 Sobre los trabajos de Mateo Piñero,
como platero, en la catedral de Las Palmas, véase Hernández Perera, ob czt ,
págs 439-440.
l ~ & 3fdern, p&p. -o* -- 3 0 1 Y 0 1 0 .
162 Lbídem, pág. 478.
'166 Zbídem, pggs 473, 477, 529, 533, 567, 574.
Num 14 (1968)
56 JOSÉ PÉREZ VIDAL
Mención especial merece Dominga o Domingas, esclava de una
Mayor de Silba, de Setúbal, presa por judía en las cárceles de la
Inquisición de Lisboa (1640). Dominga arribó a La Palma en un
navío que seguía para las Indias, y allí fue detenida "no por
vienes confiscados -dice el comisario del Santo Oficio en la isla-,
sino también por la comissión que tengo para prender los hebreos
portugueses, a ellos y a familia suya, si no traxeren licenqia. " l'j7.
Además de Gaspar Gomes y Custodio Camelo, pertenecieron
a la capilla de la Catedral de Las Palmas, durante la primera mi-tad
del siglo xvn, otros dos portugueses: Matías Freile, cantor en
1622, y Manuel de Tavares, natural de Portalegre, maestro de la
capilla de 1631 a 1638 16S.
Por otra fuente tenemos noticia de la boda de Juan Farto Denis, B
N
natural de Peniche, aldea costera al norte de Lisboa, e Isabel Bais E
de Viera, al parecer también portuguesa. La boda se celebrt, en O
n Las Palmas el año 1638 16".
-
m
O
E
Antes de cerrar este apartado relativo a la aportación portu- E
2
guesa en la primera mitad del siglo XVII conviene hacer notar la -E
abundancia con que, en la documentación de la época, figuran per-
3 sonas cuya procedencia no consta, pero que muy bien pudieran -
tenerla portuguesa, a juzgar por los apellidos : Cabral, Pina, Lima, -
0
m
E
Resendes, Paiva, Cardoso, Fariña, Coello ¿Se puede poner en O
duda, por ejemplo, la sangre lusa de un Juan Viera Guimaráes? "O.
n
-E
La segunda mitad del siglo XVZI. La decadencia de la inmigración. a
2 -
n
Las noticias que el Catalogue nos proporciona sobre portu- n
gueses residentes en Canarias durante la segunda mitad del si- 3
O
glo XVII son más escasas y, en no pocos casos, imprecisas. En
escuetas listas de "testificaciones" figuran : una "María Portu-guesa",
cuatro veces; Juan rodugués, dos veces; pinto ~o&ugués;
167 Ibídem, pág 551
16s Lola de la Torre de Trujillo El archivo de música de la catedral de
Las PaZmas, en "El Museo Ganarlo", núms 89-92, pags 185 y 193
m9 Arch de la Iglesia del Sagrario, Las Palmas, libro 3 "e Matrimo-nios,
fols. 1 v y 2 r
170 Cfr "Revista de Historia", XXIV, págs 321-331
96 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIGOS
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACIÓN DE CANARIAS 57
Domingo Portugués; una negra portuguesa; Francisca, la portu-guesa;
María Viera 171. Sin tanta sequedad de datos, aparecen
Anna Machada, viuda, natural de Angra, en la isla Tercera, y
vecina de LEt Laguna; Manuel Rodríguez, vecino de La Orotava
y cuyo hijo Manuel, renegado, se hallaba vestido de moro en Ar-el
capitán José Pinero, que en 1670 construía un barco en
Las Palmas, y que fue denunciado por tener libros prohibidos "de
la ley de Moisés". La re1ació.n termina con Domingo Perera, negro
y ciego, que figura en anotaciones de 1693 "73.
En la capilla de la Catedral de Las Palmas figuran Manuel
Ferrera de Almeyda, arpista en 1681, y Manuel Ferreiro, cantor
en 1699, que parecen también oriundos de Portugal 17".
Trabajando para la misma Catedral aparece por los años 1672-
1674 el platero Manuel Duarte de Silva, asimismo "de apellidos
evidentemente portugueses" lT5.
El escaso resultado del rastreo de portugueses en la documen-tación
correspondiente a la segunda mitad del siglo xw no tiene,
sin embargo, por qué extrañar. La guerra de Portugal por reco-brar
su independencia interrumpió no sólo la emigración lusa a
las Islas, sino el comercio de ellas con todo territorio portugués.
Esta interrupción repercutió de modo muy sensible en la economía
canaria, porque precisamente "las partes adonde solían navegar
los vinos eran Cabo Verde, Angola, Guinea y el Brasil y otros
puertos de la Corona de Portugal" "". Y aún fue más. La situación
de violencia y tirantez hispano-lusa determinó la salida de no
pocos portugueses del Archipiélago. Todavía en 1666 continuaba,
por lo que se ve, esta partida. En relación con ella resulta inte-resante
la declaración que ante el comisario del Santo Oficio de
'171 CataZogue, pkgs. 604, 605, 628, 632, 633, 697, 738, 663.
'572 Bidem, &gs 726 y 857.
'173 ibidem, phgs 367 y 705.
174 Debo estos datos a la amabilidad de mi amiga la profesora Lola de
la Torre, que, como se ha visto, realiza muy interesantes investigacionts en
el Archivo de mfisica de dicha Catedral.
'175 Hernández Perera, ob. c&., pág. 394.
376 MemorZaZ de b s inquisidores d Rey sobre eZ Comercio de Zdzas, 15 de
junio de 1654 Cfr Millares, ab. czt., iii, pág. 154.
Num 14 (19681 97
La Orotava hizo en abril de dicho año don AIonso Molina: "Abrá
tres años, poco más o menos, que este declarante -dice- llegó
a la giudad de Londres, del Reyno de Inglaterra, y de un año a
esta parte, que se empesaron a alterar las cosas de Inglaterra,
en guerra con España, vido que de Madrid, Málaga y de estas
Yslas, y otras partes, fueron entrando en Londres muchos portu-gueses,
que de todos se decía y mormuraba en Londres eran
Judíos. . " lW.
Cambio de rumbo de la emigración portuguesa.
Acabada, al fin, la guerra hispano-lusa, Portugal quedó en muy
difícil situación económica. Estas dificultades determinaron un B
aumento de la emigración. Volvieron, poco a poco, a afluir los por- E
tugueses a Canarias. Mas esta afluencia no llegó ya a las propor- O
n ciones que, según hemos entrevisto, habia alcaiizacio en el siglo XVi - m
y, en el siglo que corría, hasta la fecha del comienzo del movi- O
E
E
miento portugués de independencia. La gran corriente migratoria 2
E
se dirigía entonces hacia el Brasil. Las perspectivas económicas
de este país, terminada en 1654 la lucha con los holandeses, eran 3
ilimitadas; además de los ingenios de azúcar y las minas, la gana- - -
0
dería, que empezaba a adquirir gran importancia, ofrecía un por- m
E
venir lleno de halagadoras promesas. O
El cambio de rumbo de la emigración Iusa repercutió en Ca- n
narias, de modo principal, en la disminución del establecimiento E a
de portugueses en las Islas; no tanto, en el paso de ellos por los
puertos isleños, Las naves lusas siguieron aportando a Canarias, n
n
pero ya, por lo general, para escalas comerciales y pasaaeras. A 3
los POCOS días de arribadas, continuaban viaje para el Brasil u O
otras tierras.
4.-~ODAVÍA PORTUGUESES EN EL SIGLO XVIII.
De este modo se fue extinguiendo, poco a poco, la corriente
demográfica lusa que desde el siglo xv había venido nutriendo la
'177 Catalogue, p5g 690.
98 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACION PORTUGUESA A LA POBLACIdN DE CANARIAS 59
población de Canarias. Su acabamiento fue como un largo ocaso,
que todavía no había terminado del todo a fines del siglo XVIII.
Entonces, po