LPT E R A T U R A
VERDACUER, EL ATLANTICO Y
LA ATLANTIDA
PO B
aOSEP MIRACLE
A Josep M. de cas&berta,
en devoto h07?at??uaje.
Por ser el de la revelación de los dos grandes genios de la lite-ratura
catalana moderna 4 u i m e r á y Verdaguer-, el año 1877
.es considerado en los anales de los Juegos Florales como el año
memorable. Coincidentes en edad l, pero de cuna y formación dia-metralmente
opuestas 2, el día 6 de mayo de 1877 Guimerá y Ver-
.daguer convergían en la gloria de universalizar una lengua y una
literatura pocos lustros antes depauperadas, y entraban ambos del
brazo por un mismo sendero de inmortalidad. Guimerá, amén de
su espectacular e inigualado triunfo con su célebre poema LJany
mil; Verdaguer, con su no menos célebre poema L'AtIantida. '
1 Treinta y dos años. Ambos poetas nacieron en mayo de 1845, a corta
distancia uno de otro: Guimerá, el día 6; Verdaguer, el 17.
2 Verdaguer, hijo y nieto de labriegos catalanes, habló s610 catalán en su
infancia; Guimerá vio la luz en Santa Cruz de Tenerife, hijo de catalán y de
tinerfeña, y fue el castellano el único idioma de su nifíez.
8 En 1877 Guimerg conquistó de una sola vez los tres premios ordinarios
(Flor Natural, Viola y EnglanUna) y el título de Mmtrs en Gai Saber.
Núm. 6 (1960) 327
2 JOSEP MIRACLE
El rotundo, el espectacular triunfo de Guimerá palideció ante
el de Verdaguer. En la fiesta de los Juegos Florales, el triple lauro
de Guimerá pudo constituir una sorpresa para la inmensa mayoría
de los asistentes; el triunfo de Verdaguer, no. El título del poema
L'amj mil lo conocería el público al leer en los periódicos el vere-dicto
del Consistorio; no antes. El de L'AtZiintida era conocido y
susurrado en los medios literarios con antelación a la publicación
del veredicto. Existía, pues, un clima de expectación a propósito
del poema de Verdaguer antes que el público conociera una sola
estrofa. Ese clima comenzó a formarse al instante mismo en que
los mantenedores examinaron el manuscrito de Verdaguer, lite-ralmente
pasmados de dar con un poema en aquellos tiempos abso-lutamente
insólito en cuanto a ambición, a tema, a fondo, a forma a
N
y a extensión. En lo confuso de ese clima nadó lo que bien podría E
llamarse el fetichismo de LJAtZiintida. O
--n
Verdaguer, por respetabilísimos escrúpulos sacerdotales, no m
O
E
asistió a la fiesta de los Juegos Florales *. Por esta razón, al doc- SE
tor Josep Blanch i Piera le cupo el honor de dar la primera lectura -E
nfihlica de algunos fra,mentos del poema que más gloria daría a r------ 2
Verdaguer y a las letras catalanas. Los asistentes, electrizados ya - -
por cuanto habían presenciado, oído y aplaudido en aquella histó- 0
m
E
rica ceremonia, se desbordaron en entusiasmo, y exigieron más del O
rapsoda; por lo que el Dr. Blanch tuvo que repetir, entre ovaciones,
la lectura del Somni #Isabel contenido en la Conclusión. Lo propio n
-E
ocurrió al día siguiente. a
2-
Era norma, por aquellas fechas, dedicar una velada de honor a n
n
los poetas premiados en los Juegos Florales, y cuya importancia
corría parejas con la mismísima fiesta oficial 5. La velada de 1877 3
O
se ceie'aró menos 4-Lie en iiisi$rico Sa15= & cientG de las,
Casas Consistoriales. Verdaguer asistió al acto, el Dr. Blanch ley6
4 Se celebró en el Teatro Principal, de Barcelona. Verdaguer consideraba
que su condición sacerdotal le vedaba entrar en cualquier teatro, incluso al
de las aciivi&(jea teatrales.
6 Las organizaba la sociedad llamada "La Jove Cataiunya", y disuelta
ésta (es el caso de 1877), su sucesora, la Associació Catalanista. Josep Yxart
consideraba aquellas veladas un "tribunal de revisión" acerca de la justicia
de los veredictos.
328 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS'
VERDAGUER, EL ATLhTICO Y "LA ATLÁNTID.~" 3
algunos fragmentos de LJAtlantida, tuvo que repetir también la
lectura del Smni d'lsabel, y al final, "alguns joves de Vic, entu-siasta
de l'autor de LJAtGntida, li oferiren una corona d'argent,
mentres altres no menys entusiastes del ja Mestre en Gai Saber
D. Angel GuirnerA oferiren a aquest una corona de llorer" ". Ha-biéndose
celebrado la velada el día siguiente al de la celebración
de los Juegos Florales, es lícito sospechar que los jóvenes vicenses
encomendarían la confección de la corona de plata ya aIgunos días
antes de aquella fiesta.
Como se observará en la nota 6, las palabras a que se refiere
fueron escritas y publicadas en el mismo mes de mayo de 1877. Es
de notar en ellas que Verdaguer está aludido por "el autor de
LJAtZdntidu" con la naturalidad y el desenfado con que se alude a
Dante por la Divina Comedia o a Cervantes por el Quijote. El hecho
no es para sorprender cuando la alusión por la obra es el resultado
de la admiración que ésta produce y la crítica consagra. No era el
caso de L'Atantida en el mes de mayo de 1877. El poema era inédi-to,
su texto ignorado y sólo conocido en los escasos fragmentos que
fueron leídos en los días 6 y 7 de aquel mismo mes de mayo. La
paradójica circunstancia de ser un poema prácticamente descono-cido
y ya famoso es, creo yo, una demostración del fetichismo que
gozó LJAtkintida desde el primer momento.
Tal vez sea esta la razón que explique por qué Verdaguer ha
sido el poeta catalán sobre el que más se ha escrito, y LJAt;lantida
el poema que más ha sido traído y llevado en los ochenta y tres
años que nos separan de su aparición. Por ser Verdaguer genial
poeta, alcanzó proporciones de escándalo nacional un suyo cm-flicto
canónico que de ocurrir en un sacerdote exento de notorie-dades
habría resultado de nula trascendencia. Pero tratábase no
ya de mosén Verdaguer, sino del autor de L'Atlantih; y por tra-tarse
precisamente del autor de L3AtEintida, crepitó la apasionada
y apasionante hoguera cuyos ecos repercuten todavía en nuestros
6 "Aigunos jóvenes de Vich, entusiastas del autor de L'Atl¿lntida, le ofre-cieron
una corona de plata, en tanto que otros no menos entusiastas del ya
Miaestro en Gay Saber D. Angel Guimerg ofrecieron a éste una corona de lau-rel."
"La Renaixensa", Barcelona, 31 de mayo de 1877, phg. 400.
Núm. 6 (1960) 3 29
4 JOSEP MIRACLE
días. En aquellos, en los del conñicto, se percibe incluso cómo el
mismo Verdaguer participaba del fetichismo de su poema; sumido
en la más absoluta miseria, y refiriéndose a ella, decíale a un amigo
que le visitaba: "Ya ve usted.. . : el autor de L'AtEantida!. . ." No e1
de los IdiZ.Zis i cmts mktics; no el del Canigó - e l segundo gran
poema que brotó de su pluma y para muchos superior al primero-;
el de L'AtEint.ZcZa precisamente.
Con fetichismo o sin él, lo cierto es que LJAtiantidu es el hito
más visible de toda la literatura catalana aparecida en los últimos
ochenta y tres años. Pasaron los días del elogio sin reservas y de
la admiración sin límites; les sucedieron los de la valoración crí-tica,
que por más objetiva y menos apasionada consolidó la gloria
de Verdaguer y de su poema. Y a éstos han sucedido los que vivi-m
s , cuya cararterktica es desentrañar y tratar de resolver los
problemas que los genios literarios y sus obras presentan, al am-paro
de abundante y auténtica documentación. También en este
aspecto van en cabecera Verdaguer y LyAtZ¿intiaa. Y aquí hay que
señalar la ingente labor del más autorizado y mejor documentado
de c~uzt.lt=hsa z ~ b r d a d c19 s temas verdzg~eriarins,J nsep M- de
Casacuberta, a cuya autoridad tendré que referirme en más de una
ocasión
Modesta contribución a la etapa analítica que vivimos es lo que
pretende ser este trabajo, ceñido a uno de los problemas que con
mayor insistencia se ha presentado en mi espíritu y que, por antí-tesis,
insinué ya en otro ensayo parcialmente inédito : j cuál fue
la influencia del Océano Atlántico en la redacción del poema L'At-lantida?
¿Cuál habría sido la redacción del poema sin los dos años
de viajes marítimos de Verdaguer ?
7 A Josep M. de Casacuberta se debe, entre otras importantes aporta-ciones
(cual por ejemplo un muy notable ensayo sobre la génesis de LJAtl¿¿lz-ti&),
la creación editorial "Biblioteca Verdagueriana", en la que se dan a
conocer textos y documentos básicos para el más exacto conocimiento de lo
hiqpfi&%cyn 1n hibliogá&o de Verda-mer.
8 El Molatseny en Jacilat Verdaguer, 1954.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATLhNTICO Y "LA ATLANTIDA"
1-VERDAGUER Y EL ATLANTICO
El mismo año de la muerte de Verdaguer -1902- apareció en
Roma un volumen enteramente dedicado a escritores catalanes
Verdaguer entre ellos, claro está. Además de los juicios que sobre
la persona, su obra y su significación emitía, el autor reproducía
en más o en menos las conversaciones sostenidas con los escrito-res.
En el capítulo dedicado a Verdaguer, como ya es de suponer,
el tema de L'Atldntga fue abordado desde un primer momento.
Verdaguer, luego de manifestar que concibió el poema cuando era
un jovenzuelo -"in un eta amor molto giovani1e"-, y que la re;
dacción de L'AtZantida llenó veinte años de su vida, añadió estas
concretísimas palabras que reproduzco tal como aparecen escritas:
"Certo, io non avrei scritto cotesto poema cosi com'e, se non avessi
molto navigato. Ho zrissuto il mare, prima de cantarlo" lo.
32 prih!er?i-, fl=c?-_mentd qge qid ngs interesa está contenido
en la frase verdagueriana: el poema es cual es por razón de la vi-vencia
marítima realizada por el poeta; sin ella, el poema sería
distinto. Esto parece evidentísimo. Pero en la transcrita manifes-tación
de Verdaguer hay una frase subordinada que da contunden-cia
a la principal. Esta segunda frase es tajante: "he vivido el mar,
antes de cantarle", dice; así, con el verbo subrayado. Quienquiera
que tomara al pie de la letra esta segunda frase y se escudara pre-cisamente
en su calidad de tajante, entraría en un laberinto de con-fusiones.
A causa del adverbio antes. Haber vivido el mar antes de
n,8fit&rIep &i g ,c$,pificar qs !z, vi~.vficiam uritiml & \i~r&gjer
fue anterior a los veinte años que invirtió el poeta en la redacción
del poema; y como éste lo concibió siendo todavía muy joven, pre-cisaría
radicar aquella vivencia poco menos que en la niñez del poe-ta.
Es harto sabido que no es esta la realidad de los hechos.
0 José León Pagano: Attraverso la Epagm ZetteraIGa. Z Catalana. Edizione
della Rassegna Internazionale, Roma, 1902.
10 "En verdad, yo no habría escrito el poema tal cual es si no hubiese
navegado mucho. He yivido el mar, antes de cantarle."
Núm. 6 (1960) 331
6 JOSEP MIRACLE
A. mi modesto entender, lo más probable es que Verdaguer no
fuese tan tajante en sus manifestaciones al autor italiano, y que
éste no las tomaría taquigráficamente. Al condensarlas, el autor
del libro las desorbitaria sin darse cuenta. Porque si está probado
que Verdaguer concibió el poema siendo muy joven, probado está
también que lo de mucho navegar, lo de vivir el mar fue en epoca
bastante posterior, entre los veintinueve y los treinta y un años del
poeta. Estos datos cambian radicalmente los términos del proble-ma:
LJAt'lantida estaba ya muy adelantada antes de las travesías
atlánticas de Verdaguer. En el primer caso -el de la frase-,
L'AtGntida aparecería como edificada con el aprovechamiento más
o menos difícil de una experiencia; en el segundo -el de la reali-dad-,
en la base del poema aparece una genial intuición y una
potente imaginación.
Todos cuantos han saboreado LJAtkintidaJ sea en original sea
en traducción, saben perfectamente que el celebrado poema tiene
por escenario lo que es hoy la vastitud del Océano Atlántico, con-siderado
tierra firme en tiempos remotos. No es cuestión de discer-nir
en estos momentos si Verdaguer achacaba a leyenda la exis-tencia
de la Atlántida l1 o si creía a pie juntillas que desapareció
por orden y castigo de Dios. Lo que, en mi opinión, puede afirmarse
es que el meollo de su creación poética, el punto de arranque de su
poema fue la horrenda escena que debió desarrollarse -con o sin
veracidad histórica- cuando estalló la indescriptible tempestad
que zambulló aquella tierra firme y la sepultó en las profundidades
abisales.
Describir el indescriptible cataclismo debió de representar para
Verdaguer el mayor de los alicientes. Era poco menos que adoles-cente
cijand~c oncibió la. idea de c a t a r la. epopeya del hundimiento
atlántico. Y es de presumir que una escena no ya "catastrófica",
sino calificable con adjetivos como "ciclópea", "dantesca" o "wagne-
11 Puede que algún día se conozca exactamente el emplazamiento y la
extensión de! des&p&re~id~~n! nt inente,y en ~ ~ n s e ~ ~ s?e epm~eid~5)d ~s1inda.r
lo que haya de verdadero y lo que sea pura leyenda en el famoso cataclismo.
En este sentido, la última obra de que tengo noticia es la de Jürgen Spanuth:
La AtEántida (En busca de un continente descuparecido), trad. española del
Dr. E. Ripoll, Barcelona, 1959.
332 ANUARIO DE ESTUDlOS ATLANTICOS
VERDAGUER. EL ATLÁWTICO Y "LA ATLANTIDA" í'
rima", la reservaría Verdaguer -precisamente por lo que tales
adjetivos vienen a representar- para señalar el punto culminante,
el folrtisim de una orquestación poemática que a ciencia cierta no
sabía todavía cuál sería o podría ser 12. Verdaguer, en sus moce-dades,
sentía lo grandioso.
No es para sorprenderse, y menos en un futuro genio, que un
poeta imberbe se encariñara con una grandiosidad cósmica; pues
la ambición juvenil es siempre desmedida, desproporcionada a las
posibilidades del momento. Ocurre muy a menudo que los grandio-sos
proyectos se evaporan en los cerebros que los conciben. Y nada
más natural que la subversión del continente atlántico hubiese tam-bién
desaparecido en el del joven Verdaguer. En su caso, lo sor-prendente
es que la idea, el proyecto, persistieran en su mente, y
nñn t m n n nñn -nnt..ir;nnn ln nmh;n;An A n nnntari la A t l 8 n t i 4 n r.r.nnn
auu LA - ~ I I VI L I ~ I I ~Y UI ~aL 1 - ~ I L I U L ~ I V I LU C- LICIIILLCI 1- -L.IUII~IU- ww
en las furias de los elementos. Y no será ocioso señalar, de paso,
tal persistencia como una manifestación del carácter obstinado de
Verdaguer, tan evidenciado en sus años aciagos.
La fantasía y las lecturas le bastarían a Verdaguer para, en su
día y al correr de los años, poblar el continente atlántico con las
gentes que mejor convinieran a sus planes. Pero ¿con qué elemen-tos
conseguiría describir o cantar una inigualada tempestad mari-tima
si, como él mismo confesaba, vivía "arrinconado en un 'manso'
de la Plana de Vich, sin haber visto más tierra que la que se divisa
desde una almena de las sierras que la circundan y conociendo el
mar como sbb habiéndole visto pir~tado"? Con harta razón afirma
Josep M. de Casacuberta que Verdaguer "tingué la gosadia de fer
jugar a aquest element un paper preponderant" 13.
¿Qué creía, qué imaginaba Verdaguer que era el mar cuando
barruntaba acerca de monstruosas, terroríficas tempestades capa-ces
de engullir nada menos que todo un continente? De ser exacta
-y puede serlo- la observación de Josep M. Garrut 14, la primera
'12 Véase más adelante.
. 13 "TUVOla osadía de hacer desempeñar a este elemento un papel prepon-derante."
Josep M. de Casacuberta: S'obre la genesi de L'Atlhntida de Jacint
Verdaguer. Institut d'Estudis Catalans, Barcelona, 1951-1952.
'14 Josep M. Garrut. Conferencia pronunciada en "Franciscalia", de Bar-celona,
sobre Folgarolas y Verdaguer (1958).
Núm. 6 (1960) 333
8 JOSEP MIRACLE
imagen que del mar se hiciera Verdaguer no puede ser más ingenua
ni m& impropia. La captaría en sus juegos infantiles si, como es
posible, los niños folgarolenses de su tiempo jugaban, como los de
a principios del siglo actual, "a ver el mar". El juego es de una
extraordinaria inocencia: consiste en tumbarse en el suelo, y pues-to
el niño en decúbito supino, decir que "ve el mar". Le ve, claro
está, en la azul inmensidad del cielo. Supone Garrut que éste sería
uno de los juegos infantiles de Verdaguer, y que incluso se tum-baría
éste cara al cielo cuando pensaba en la Atlántida. En verdad,
nada impide admitir el aserto; ni suponer lo contrario; pues estos
extremos son de imposible comprobación. De todas formas, no pa-rece
que de un hecho tan simple pueda desprenderse ninguna luz
sobre los pensamientos del poeta. a
N
Lo mismo cabe decir en cuanto a la mucho más divulgada noti- E
cia de que Verdaguer contemplaba el mar en una litografía de O
n asunto marítimo. Dicese que existía una colgada en una de las pa-
-
m
O
E redes de Can Tona, el "manso" en el que Verdaguer decía vivir E
2
arrinconado. Que yo sepa, nadie ha descrito lo que en tal litografía -E
se representaba. Dada la propensión a presentar la juventud de
Verdaguer con brillantes pinceladas de leyenda 15, bien podría darse 2 -
el caso de que la taumatúrgica litografía fuese en realidad una -
0
m
E deformación de las palabras de Verdaguer anteriormente citadas.. O
Más adelante tendré que insistir sobre este extremo. Por el mo- 6
mento, admitiendo incluso -¿por qué no?- que de una pared de n
-E
la cocina de Can Tona pendiera una litografía de asunto marinero, a
y hasta aceptando que en ella se representara a un velero presa de 2
n
tremenda ola y mitad sumergido, muy poco ilustraría al poeta a n
propósito 'del hundimiento de todo un continente, resquebrajado, 3 O
aniquilado por la conjunta voracidad de los elementos.
Con tempestad litográfica o sin ella, la osadía del joven poeta
es a todas luces incontestable. Y siendo como era Verdaguer hom-bre
de tierra adentro, en absoluto inexperto en cuestiones marí-timas,
son perfectamente comprensibles y dignas del mayor cré-dito
aquellas manifestaciones suyas contenidas en el prólogo del
poema y circunscritas a las alternativas de entusiasmo y abati-
15 Véase en mi Verdaguer amb la lira i el calxe, Ed. AymB, Barcelona,
1952, distintas aclaraciones a este respecto.
334 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
miento que tuvo que sufrir Verdaguer durante la elaboración de
L'AtZantidcs:
Cent vegades volguí recular, com qui entra en una balma esglaiadora
d'on ningú ha escandellat los abismes; cent vegades deixi caure defallit
lo món de mes pobres inspiracions rostos avall, i altres cent vegades,
com Sisifo, torní a pujar vers l'alterosa cima lo feixuc pes tan mal midat
a mes espatlles de poeta. En eixa lluita terrible en q d , vencut o vencedor,
sempre era jo qui rebia les espurnes, una malaltia em féu deixar los
dolcos aires de la pZltria per les ones de la mar...
No sería exageración considerar aquella su enfermedad como
un factor providencial para que Verdaguer pudiera poetizar sobre
un tema atlántico. Pues según manifiesta el autor a renglón seguido,
caigudes les karreres de mes muntanyes enyoraües, mon horitzó poetic
s'eixamplh com un cel que s'esboira l7.
Dejo para más adelante la enumeración de los accidentes geo-grscos
'que Verdaguer pudo conocer directamente en sus viajes,
y que en más o en menos enumera en el prólogo de su obra; pero
no el señalar ya aquí el influjo que'aquellos accidentes geográficos
ejercieron en el ánimo de Verdaguer, según sus propias palabras:
Entre ells m'afigurí veure els Atlants alcapremar aquelles roques i
esculls, llaqant-los contra el cel, i amb brams i cridadissa pujar, caure,
i amb los bocins de iiur pelbgica torre rodolar a I'abisme de les ones; i,
no cal dir-ho, mon poema s'acabh per ell mateix, com una d'eixes petxines
que cada dia, cansada de brunyir-les, la maror lianqa a la platja l8.
16 "Veces cien intenté retroceder, como el que penetra en antro pavoroso
de no sondeados abismos; veces cien, desfallecido, dejé rodar por la pendiente
el mundo de mis pobres inspiraciones, y otras tantas, como Sfsifo, remonté a
la empinada cumbre la abrumadora carga, tan poco adecuada a mis hombros
de poeta. En tan horrenda lucha, en que, vencido o vencedor, siempre me alcan-zaban
los chispazos, oblig6me una dolencia a dejar los dulces aires de la patria
por las olas de los mares ..." mad. de Melchor de Palau; reproducido de la
septima edición, Barcelona, 1897.)
". . . cardas las barreras de mis añoradas montañas, ensanchóse mi hori-zonte
poktico como cielo que se despeja." (Ibíd.)
''1s "Imaginé ver entre eilos a los Atlantes, alzaprimando aquellas rocas
y escollos, arrojándolos contra el cielo y, con auiladoras voces, trepar, caerse,
Núm. 6 (1960) 333
10 JOSEP MIRACLE
En los fragmentos del prólogo hasta aquí citados se puede obser-var
una gradación que lo mismo afecta a la experiencia marinera
de Verdaguer que a la elaboración del poema; de la rotunda igno-rancia
del mar se llega al conocimiento de él adquirido; del tema
atlántico tratado a tientas a la decisiva influencia de lo visto e ima-ginado
durante los viajes marítimos. A estos viajes y a esta influen-cia
se referiría Verdaguer al manifestar a Pagano que había vivido
el mar antes de cantarle. A esta influencia y a estos viajes se refe-riría
Verdaguer cuando, al preparar la segunda edición de LJAtlan-tida,
se creyó moralmente obligado a dar las gracias por el favor
que habia conseguido
el poema que, en malendrecat manuscrit duia . sota l'aixella, salabrós a
encara i fent olor de quitra i d'algues marines E
Sería probablemente por eso de oler a alquitrán y a algas ma- - m
O
rinas; sería por lo visto e imaginado durante las travesías atlán- E
E
2 ticas; seria, en fin, por lo de haberle el mar ensanchado su hori- E
zonte poético hasta el punto de permitirle ofrecer un poema de las
magnitudes de ¿'AtZntida, por io que a raíz de su publicación se
hizo indisimulable la curiosidad acerca de las fuentes directas de -
0
m
inspiración que presidieron la redacción del poema. Jaume Collell E
O fue el primero -por lo menos documentalmente- en manifestar 6
tal curiosidad. En carta hoy perdida o extraviada 20, preguntábale n
E a Verdaguer sobre tales extremos; y Verdaguer, en contestación a
fechada en 30 de diciembre de 1878, señalaba, entre otras, las si- n
guientes fuentes de inspiración: . n
O ... tots los desastres i temporals que he tingut de presenciar en mar i -- L..--- 9,
Cll LtXLa. --.
y con los trozos de su pelásgica torre, rodar al abismo de las olas; y ja qu6
decirlo! acabóse mi poema por sí mismo, como una de esas conchas que la
marea, cansada de bruñirlas un día y otro día, arroja a las playas." (Ibid.)
10 " ... el poema que, en mal pergefiado manuscrito, llevaba debajo del
brazo, salobre aun, y transcendiendo a alquitrán y algas marinas." (Ibid.) .
20 Josep U. de Casacuberta, ob. cit., pág. 3 y nota 5.
21 "...todos los desastres y temporales que he tenido que presenciar en
mar y en tierra."
336 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
1.-Alegoria que de los celebres Juegos Florales de 1877 dibujó Apel'les Mestres v
s e publicó en una de las p6mnas centrales del ~r>erii>dicon eoyorquino catalán «L;
Llumanera de Nova Yoi-BD en su número de julio de 1877.
2.-E1 vapor trasatlántico Cuipúzcoa. del que Verdafiuer fue capellán en los años IR75 y 1876.
VERDAGUER, EL ATLANTICO Y "LA ATMNTIDA" 11
En la respuesta verdagueriana apuntan ya, no las tempestades ma-rítimas
de mentirijillas, sino las auténticas, las vividas.
También en este aspecto se observa una gradación. Lo que solo
se apunta en 1878, en 1895 adquiere valores casi patéticos. Las rna-nifestaciones
de Verdaguer a propósito de su ya mundialmente cé-lebre
poema son, en 1895, de una rotundidad absoluta:
Dos anys passi anant d'Espanya a Cuba i de Cuba a Espanya, en lo
vapor Guipúxcoa, com una Ilancadora d'una banda a l'altra de l'ample i
grandiós teler. Al cap de dos anys de rabejar-me en la gran piscina del
Criador, sentint-me reforcat de salut, me vingueren ganes de deixar la
mar, d'a on, en lluita perillosa i terrible, acabava d'arrancar lo poema
de LJAt1¿intida per estampar-lo 22.
Véase la sucesión en la escala de valores: lo que en un principio
,(1877)f ~ ILQ e s imple Y epert1;n.e ~ ~ : ~ ~ ~ h&~! h. c~riu.=ni +ez- A~- t ~ Y"
tico, en casi veinte años se trocaba en una lucha peligrosa y terri-ble;
lo que en un primer momento (1878) era presencZar tempo-rales,
cual conviene a un mero espectador, al correr de los años se
convertía en algo heroico, casi titánico, en algo de que el poeta no
e m e s p c t ~ d ~srin,o zctor.
Precisa advertir, sin embargo, que cuando Verdaguer se expre-saba
en tonos heroicos estaba ya inmerso en su famosa tragedia.
El estallido de la bomba era recentisimo: Verdaguer acababa de
declararse en rebeldía entregando a la pública voracidad las cartas
,que, en. defensa propia, insertaba en las columnas del periódico bar-celonés
"El Noticiero Universal1' y que hicieron inevitable la sus-pensión
"a divinis". En tales circunstancias es harto comprensible
que mosén Verdaguer, sangrándole profunda herida del amor pro-pio,
no pudiera ser en absoluto objetivo; que, víctima también él
de! feticl,ismc de L>Lt7&&5&, =grimier% =te tri~--$d~es de e! p-i-mer
momento 23, y le diera fuerza al amparo de la hipérbole.
22 "Dos años estuve yendo de Espafia a Cuba y de Cuba a España, en el
vapor G-uipii,zcoa, como una lanzadera de una parte a otra del ancho y gran-
,dioso telar. Transcurridos dos años de bañarme en la gran piscina del Creador,
sintiendo mi saiud Iortaiecicia, me entraron deseos de abancionar ei mar, dei
que, en lucha peligrosa y terrible; acababa de arrancar el poema de L'AtZ¿¿n-tida
para imprimirlo."
23 Está contenido en la segunda carta que dio a la publicidad. V6ase cual-
'quier edición de En defensa propia.
12 JOSEP MIRACLE
De ahí aquello de la lucha peligrosa y terrible, que invita a ima-ginar
-por lo de peligrosa- horrendas tempestades scbfridas .en.
sus viajes por el Atlántico, y a suponer -por lo de terrible- enor-mes
dificultades escribiendo el poema in situ, las realidades con--
cretas, precisas, inmutables, comprimiendo y contrariando su fan-.
tasía de poeta, obligándole a rectificaciones, a correcciones y a sus-.
tituciones de estrofa enteras, labor si no imposible extraordina-riamente
difícil. De ahí también la total adscripción del poema a.
las musas del mar, según la hiperbólica redacción del fragmento
citado (". . . el mar, del que en lucha peligrosa y terrible acababa de
arrancar el poema"). No pecisaría ya señalar que Verdaguer re--
currió al empleo de un verbo de tanta significación cual arrancar..
Por el uso precisamente de este verbo se infiere o puede inferirse
que sin los viajes marítimos de Verdaguer, es decir, sin el influjo,
directo y decisivo del Atlántico, LJAtZ&ntidan o habría sido escri-ta,
o lo habría sido de modo muy distinto. El estrecho paralelismo
entre el pasaje que comento y las manifestaciones a.Pagano e+ in-contestable.
Muy distinta cosa es arrancar el poema del Atlántico y en deno-dada
lucha, a verle apaciblemente terminar por sí mismo, como
manifiesta el propio poeta en el texto aducido en la nota 18. Entre
ambos extremos está el poeta, expresándose, no conforme al sen-tido
recto de las palabras, sino al figurado, al poético, construid@
principalmente sobre la elocuencia de las imágenes.
2.-ENTRE REALIDADES Y FANTAS~AS.
Aludí antes v é a s e nota 20- a la curiosidad de Jaume Collell
por conocer las fuentes de inspiración de LJAtlantida, y a algunas
de las enumeradas por Verdaguer. Interesa ahora recordar todas
las por él evocadas para seguir, en lo posible; al poeta en sus expe-riencias.
Dice Verdaguer :
La idea de L'Ati¿intida me vingué realment d'un capítol de Temporal
y eterno, en que parla de les grans catistrofes del món, molts anys abans
de somniar en fer lo poema ni en dedicarme a la poesia. ES una de les
primeres impressions fortes que he tingut en mon freqiient tracte amb
338 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATLANTICO Y "LA ATJ~~NTIDA" 13
los llibres, que m'entri barrejada amb les rondalies de gegants e illes
Uunyes encantades, en que tots creiem en la infancia, i se m'ha engrandit,
després, en lo cerveii amb totes les fantasies de la joventut: los espec-tacles
de roures esberlats pel liamp, d'aiguats- com lo de Vic, del que en
vaig escriure sis poesies que he perdut, i de tots los desastres i temporals
que he hagut de presenciar en mar i terra 24.
El texto verdagueriano no es lo suficientemente claro como para
establecer la cronología y la sucesión de las distintas fuentes de
inspiración. Tal problema es marginal en el presente trabajo, pero
no totalmente desprovisto de interés, pues siguiendo al poeta en
los hechos a que se refiere es posible percatarse de cómo la escena
del hundimiento atlántico adquirió en Verdaguer las proporciones
de una idea obsesiva. Basta con observar que, salvados todos los
qqde demandwGu heUbaeiSu y 1% e!&orzeid&z: peiiia,
aquella escena persiste y destaca como tema principal en el prólogo
de L'AtEantida, en el que está explícitamente evocada por cinco
veces bajo distintos pretextos.
La idea del poema surgió de la impresión fuerte que propor-ciuuó
a TvTer&guer la iectrdael ia PwaJ'e de lao bid.eal T VTeiieraxle
Padre Juan Eusebio Nieremberg Diferencia entre lo temporal y lo
eterno. Tal pasaje está contenido en el libro segundo, capítulo sép
timo 25, apartado segundo, en el que entre otras cosas se dice:
Con estos ejemplos tan ciertos no era menester lo que escribe Platón,
y aprueba Tertuliano y muchos autores de estos tiempos, de que la isla
Atlántica, que estaba en ese extendido espacio del Océano que cae entre
España y las Indias occidentales, y dicen era mayor parte del mundo que
24 "La idea de L'AtZantida se me ocurrió, realmente, de un capitulo de
Tempeml y etsns, e:: e! yde ::e habla de !a:: grande:: cat8utr~fe:: de! münde,
muchos años antes de soííar yo con escribir el poema ni con dedicarme a la
poesía. Es una de las primeras impresiones fuertes que he recibido en mi fre-cuente
trato con los libros, que me invadió entremezclada con los cuentos de
gigantes e islas lejanas encantadas, en los que todos creíamos en la infancia,
y luego se ha agrandado en mi cerebro con todas las fantasfas de la juventud:
l.-." -"---+&.-...l-- a,. ....Ll.-." a-"-..*,.a.." --- -7 a- :----a--: 7 .- iua i;ap=bLabuiva uc; ruuica ucasajauuu pul e: layu, =A ur; i i iu~iuaciv~iacuu al ia
de Vich, de la que escribí seis poesías que perdí, y de todos los desastres y
temporales que he tenido que presenciar en mar y en tierra."
25 Por posible error tipogr&iico, en la ob. cit. de Casacuberta se indica
el octavo.
14 JOSEP MIKACLE
Africa y Asia, y estaba llena de gentes innumerables, con un horrendo
terremoto, y con un diluvio de un día y una noche en que el cielo se
deshizo en iiuvias, y el mar traspasó sus lindes, quedó sepultada en el
mar, con todos sus habitadores.
Casacuberta sitúa la lectura del texto de Nieremberg como an-terior
a 1860 "5 sin intentar una mayor precisión. Probablemente
podría adelantarse la fecha. De una parte, especulando con la indi-cación
verdagueriana de haber efectuado la lectura muchos años
antes -no algunos- de soñar con escribir el poema y hasta con
dedicarse a la poesía. De otra, atendiendo a la naturaleza de la im-presión
-una impresión fuerte- recibida por Verdaguer.
Cumplidos o no, en 1860 Verdaguer llevaba ya cinco años en el
Seminario vicense y contaba quince de edad. Tenía acceso a la Bi-blioteca
y había adquirido algún hábito en cuanto a las impresio-nes
que los libros proporcionan. El texto de Nieremberg no es, por
su estilo, de orden terrorífico; el ejemplo de la desaparición de la
isla Atlántica se da como de paso -uno entre tantos-, sin rebus-car
efectos. No es, o no me parece sea, como para proporcionar una
impresión fuerte en un lector habituado. A mi entender, la impre-sión
de Verdaguer pertenece más al género emocional por el hecho
en sí -la catástrofe-, que por el modo de ser narrado; en otras
palabras, más propia del niño que del púber 27. Puede que no fuere
simultánea con las impresiones habidas de los cuentos de gigantes
e islas lejanas encantadas, pero guarda un paralelismo con éstas.
No me sorprendería que Nieremberg impresionara a Verdaguer con
alguna antelación a 1855 (hacia los diez años de edad) en Folga-rolas
28, O POCO después de 1855, luego de ingresado en el Seminario
de Vich; tal v e en un ejercicio de lectura señalado por los supe-riores.
No podemos olvidar que aquélla, dice Verdaguer, constituyó
26 Casacuberta, ob. cit., pdg. 3.
27 Esta parece ser también la opinión de Joan Torrent i Fhbregas, quien
en su síntesis biográüca Jacint Vadaguer (Ed. Barcino, Barcelona, 1952) dice
que ei texto de I<ieremsDerg j?ue una de las impresioiies i-eciijió "eiiifai,i
-de niíío- Verdaguer" (pág. 9).
28 Jaume Collell (Efistoia biografica, prólogo a la versión francesa de
LJAtlantida, París, 1887) alude a la afición que los padres del poeta tenían a
leer buenos libros de devoción y de historia (pág. XII).
340 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATUNTICO Y "M ATL~NTIDA" 15
una de las primeras impresiones fuertes que recibiera en su fre-cuente
trato con los libros.
No la primera que quedó grabada en su espíritu. Muy posible-mente
otra, y proporcionada por el libro siempre abierto- de la Na-turaleza,
la habría precedido. Quizá fuera aquella que Verdaguer
enumera en primer término al referirse a los temporales y desas-tres
por si presenciados: el espectáculo de robles desgajados por
el rayo, espectáculo que le aterrorizó en su niñez. A ello se refiere
en una de las prosas que escribió algunos años después, y que ha-biendo
permanecido inéditas sus buenos noventa, son hoy conoci-das
gracias a la vigilante atención de Josep M. de Casacuberta M.
Sucintamente: Verdaguer niño había ido a buscar leña en un
bosque de las Guilleries. Al anochecer regresaba en compañia de
unos leñadores; la tormenta los sorprendió en un paraje señalado
por la superstición, evocada por uno de los leñadores. Prosigue
Verdaguer :
Al sentir aqueixos mots, s'escruixen tots mos ossos; trac forces de
flaquesa per atansar-me a ells i no deixar-los, pero me n'atura lo panteix
i esglai i, espantables, les bufades del temporal que m'empenyen endarre-ra.
Brama més a prop cada punt, i ses primeres gotes blanquegen en los
cmins. Llenica un altre bram, i ja el tenim damunt. - Al primer xaragall
que trobo me'n vaig per terra, i el petit feixet m'esclafa; trac lo cap per
entre els arbwos i faig un gran crit: "Aidau-me, si us plau, companys
del meu pare; si no, ma vida és acabada!" N'hi havia un de ve11 que
m'estimava molt; me torna el feix a l'esquena i em fa caminar al costat
seu. La fosca tantost me priva de veure, i el brogit de la calamarsa, i el
braol de I'aigua al caure, de sentir l'arrossegament de son feix en les
pedreres. Cau, se caragola un llamp a cent passes part damunt de nos-altres;
diu que esqueixa una alzina partionera de dues pagesies i que
rodola amb terratrkmol fins al xórrec; pero jo no en sentí res, pus jeia
assombrat sobre una roca, sense sentits ni coneixenga. -Prou me de-gueren
passar per sobre los rocs i rebugades de fuliaraca. En lo cop
d'aig~a,o tu! iegudu a!:!e furc!m i !!&m, r~de!i per !!a carretera,
pus mos vestits semblaren després, per lo enfangats, sortits d'una clave-guera;
pero d'aqueixa estona no en tinc més record que d'un son que
Escrits irtedits de Jacfnt Verdcbguer. Vol. 1. Transcripció i estudi per
Josep M. de Casacuberta. Editorial Barcino, Barcelona, 1958:
16 JOSEP MIRACLE
haja fet en un vespre més felic de ma infantesa. (...) Allavors coneguí
ma verdadera posició, que els rebulls de ma jove fantasia feren deu ve-gades
més terrible
Es importante retener el papel de amplificador que el mismo
Verdaguer atribuye a su fantasía.
Fantasía y predisposición. Dije antes que Verdaguer sentía lo
grandioso. Torrent i Elabregas afirma que "ja de petit el sublim
arravatava a En Cinto; l'embadalia I'espectacle de les tempestes i
d'escenaris de grandiositat de la Naturalesa" 31. No es improbable
que la tormenta que Verdaguer sufrió en su niñez contribuyera a
impresionarle en la lectura de Nieremberg. Lo que el asceta sólo
apuntaba, Verdaguer, al influjo del recuerdo y con su poderosa
f.ntacio, !e zqpuh.ria.
A ambas impresiones añadiría luego Verdaguer la que le pro-dujo
la inundación de Vich, ocurrida en la noche del dia 8 de octu-bre
de 1863. Collell la refiere en pocas palabras: "Una manega
30 "Al sentir tales palabras se estremecieron mis huesos todos; intento
un grande esfuerzo para acercarme a ellos y no abandonarles, pero me lo
impide el jadeo y el pavor, y, espantosos, los soplidos del temporal que me
empujan hacia atrás. Ruge cada vez más cercano, y sus primeras gotas blan-quean
en los caminos. Nuevo rugido, y ya tenemos el temporal encima. -Al
dar con la primera arroyada me caigo y el pequefío haz me aplasta; saco la
cabeza por entre los madroños y profiero un grito agudo: "Ayudadme, por
favor, compañeros de mi padre; si no, mi vida está ya terminada!" Uno viejo
que mucho me quería repone el haz en mi espalda y procura que ande a su
vera. La oscuridad me impide ver, y el rumor del aguanieve, el rugido del
agua, sofocan el ruido del haz del viejo arrastrhndose sobre las piedras. A
cien pasos sobre nosotros se desploma un rayo en barrena; dicen que desgajó
una encina, hito entre dos fincas, y que se arrastró con gran estruendo hasta
el arroyo; pero nada oí, pues quedé cegado, tendido sobre una roca, sin sentidos
ni conciencia. -De fijo pasaron sobre mí las piedras y los torbellinos de hoja-rasca.
En el aguacero, o tal vez con la maleza y el limo, di vuelcos por el
camino, pues después mis ropas parecían, por lo cubiertas de barro, como
salidas de una cloaca; pero de este rato no tengo mejor recuerdo que el de un
sueño en la noche más feliz de mi infancia (...). Entonces tuve conocimiento
de mi verdadera posición, que los embates de mi joven fantasía hicieron diez
veces más terrible."
31 "Desde niño lo sublime arrebataba a Jacinto; le ensimismaba el espec-táculo
de las tempestades y de escenarios de grandiosidad de la Nat~raleza.~'
Joan Torrent i Fhbregas, ob. cit., p8g. 9.
342 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANECOS
VERDAGUER, EL ATLANTICO Y 'VA ATL~TIDA" 17
d'aigua que descarreg'a a la part de Ponent de la Plana, embotí i
reinfla una riera, el Meder, i en ajuntar-se amb el Gurri, també
revingut, eixí d'areny envaint hortes i entrant de riuada a Vic
esbotzi moltes cases i causk moltes morts" 32.
Si la tormenta aquella de su niñez dio a Verdaguer una visión
de la teatralidad de los elementos, la catástrofe de Vich le sumi-nistró
todos los ingredientes de la tragedia con sus casas derrum-badas
y con sus cadáveres. Mancomunados, truenos, rayos, viento,
diluvio, inundación, destrucciones y muertos ofrecían a Verdaguer
una síntesis de aquella escena que rondaba en su cerebro desde la
lectura de Nieremberg. Hasta el momento, 1863, nada había escrito
sobre ella, ni se tiene noticias de haber establecido algún plan para
elaborar el poema. Parece ser, en cambio, que los primeros ensayos
corresponden al bienio 1863-1865, por lo que no sería impropio
preguntarse si el desastre de Vich actuaría en Verdaguer como
causa determinante.
El plan definitivo, los versos aceptables, Verdaguer lo trazaría
y los escribiría algunos años más tarde, cuando estaría mejor do-cumentado
y su pluma de poeta habría ya alcanzado un mayor
dominio. Mientras se sumía en la historia, en la geografía, en la
mitología; mientras se adiestraba en una poesía de sabor popular,
la escena que le obsesionaba se manifestaba en dos opuestas direc-ciones:
una, acumular nuevos elementos a los ya adquiridos sobre
tempestades y desastres; otra, exteriorizar sus cada vea; más vehe-mentes
deseos de conocer el mar.
El procedimiento seguido en la primera dirección es audaz e
insólito. Existen referencias documentales. Una, en una carta que
se atribuye 33 a Carme Llusd i Verdaguer, sobrina del poeta, en
la que se dice: "Es veritat que mon senyor oncle, ja en los primera
anys de sa joventut, en alguns de sos actes semblava un poc e x c b
tric, com per exemple, en agradar-li d'anar a les fosques, sobretot
32 "Una tromba de agua que se abatió a Poniente de la Plana, colmó e
hincho una rambla. el MBder, que al confluir con el Gurri, asimismo en avenida,
se desbordó invadiendo huertas, y al entrar impetuoso en Vich derrumbó mu-chas
casas y causó muchas muertes." Jaume Collell: Del meu fadrinatge,
Vich, 1920.
33 VBase mi biografía Verdaguer, amb la lira i el calze, p6.g~. 69-72.
1s JOSEP MIRACLE
p r la part de dematí, i d'anar-se'n al bosc quan amenwava una
pan tempesta i no se sentia més que l'espetec dels trons feréstecs,
pero aix6 sembla que més que al desig d'amagar-se de les persones
obeia a que la seva imaginació ja estava absorta en los versos i
que sens dubte la fosca i aquells espectacles li comunicaven certa
inspiració pel fi que meditava" 34.
No a otro objeto tendían los digamos experimentos verdague-rianos
contenidos en la anécdota que relata Busquets i Punset y que
ilustra las "excentricidades" a que se refiere Carme Llussi: "En
una nit tempestuosa a més no poder, s'encamink als rocaters de
Sabassona (...), apiloth feixines en renglera Uarga, enfaixant un
bon tros de bosc, i quan la tempesta era al fort, quan los llamps
creuaven l'espai prenyat d'espessa bromada i els trons percudien
en& d'enlla cap a la conca de l'esverat Ter, se despulla ben nu, i
f&lla de piii y-ue engrapava anib iiervu& m&, ca& foc &
dos caps d'aquella serp de llenya, i saltava aquelles fragositats" 35.
En cuanto a conocer el mar, un solo camino se le ofrecía a Ver-daguer,
y era ir a él. Pero este camino tan simple le resultaba im-practicable.
El mar estaba demasiado lejos, mucho más lejos en
su tiempo que en ia actuaiiüaül Ciacios ios medios de iocomoción de
la época. Cierto es que en la juventud de Verdaguer existe un epi-sodio
que, por inexplicado, resulta inexplicable: su fuga hacia el
34 "Cierto es que mi sefior tío, ya en los primeros años de su juventud,
parecía algo excéntrico en algunos de sus actos, como por ejemplo el gustarle
endar en la oscuridad, de madrugada, y dirigirse al bosque cuando se aveci-'
naba una gran tempestad y sólo se oía el pavoroso retumbar de los truenos;
pero parece ser que esto oiaedecia no al deseo de huir de las gentes, sino al
hecho de que su imaginación estaba absorta en los versos, y que sin duda la .
oscuridad y aquellos espectáculos le comunicaban cierta inspiración para los
ñnes que meditaba.'; (Reproducida en mi biogru-ia citada.)
35 "En una noche tempestuosa, se dirigi6 al acantilado de Sabasona (. . . ) ,
amontonó haces de leíía en larga fila, rodeando buena parte del bosque, y al
pleno de la tempestad, cuando los rayos cruzaban el espacio cubierto de espesa
niebla y los truenos retumbaban sobre el asustado Ter, desnudóse de todas sus
ropas, y con una antorcha que sostenía con nerviosa mano pegó fuego a ambos
extremos de aquella serpiente de lefia, dando saltos por aquellas fragosidades."
A. Busquets i Punset: Prólogo a La meEEor corolza, poesies de Mossen Jacinto
Verdaguer aplegades i ordenades per N' . . . i En Wuis Carles Viada i Lluch.
Barcelona, 1902, p8g. XM.
344 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Norte -¿camino de Francia?-, hasta Figueras, que le mantuvo
ausente una semana entera, con la consiguiente angustia de sus
padres. Pero no es menos cierto que después de aquella fuga intentó
otra, más calculada, más disimulada, para la que consiguió incluso
!a autorización de su madre. El objetivo era, nada menos, que.. .
América 36.
Verdaguer aduce móviles vocacionales al proyecto de embarcar
para el Nuevo Mundo :
Allí vaig fer pensament de descakcar-me darrera seu i de cenyir-me
amb la corda serafica; i com allavors no hi havia frares Menors a Es-panya,
resolgui anar a cercar-los en los convents de 1'Arnhrica Espanyola,
per a on, ja amb un peu a l'estrep, estava examinat i adm&, i dns tenia
la llic6ncia de ma bona mare, arrencada amb llhgrimes del cor; pero no
tindria la de Nostre Senyor, quan lo confés no m'hi deixa partir per no
haver encara fet setze anys 37.
Pero Collell, el amigo íntimo y testigo presencial de muchas acclo-nes
y reacciones de Verdaguer, atribuye al proyecto de trasladarse
a América la obsesión de L'AtGntida: "De vegades fins li venien
r-a.u-.n.r-a-,- ~:-r l i ; a r ay- .u.c- -u-l-u,.i-rLei-t::-l rLailra, u2 .-t...:L IPL-,-.Aa t: a-.-u.Idr.-u.&a L ud >uTiT~lr+a.iir.ii-a.ir.u .p- a-r_
que ja li feia pampallugues a la imaginació la terra descoberta per
Golom. En aquel1 terboli d'idees confuses i d'inspiracions incons-cients,
també hi Ilampegueja per una temporada la idea de fer-se
frare, i frare també per a travessar 1'Atl'hntic" 38. Esta es, creo yo,
36 En mi citada biografía, estos hechos aparecen también relacionados
entre sí, pero pospuestos. Ambos ocurrieron cuando Verdaguer contaba quince
@os. Es tan posible que la diiicultad de trasladarse a América le inspirara la
fuga que terminó en Figueras, como que el fracaso de la fuga agudizara en
prdaguer el sentido de la estrategia y le hiciera concebir el audaz plan de
embarcarse. Hoy me parece que esta iiltima hipótesis puede estar m&s cercana.
de la realidad que la anterior.
37 "Allá pensé descalzarme tras 81 y ceñirme con el cordón seráfico; y
como en aquel tiempo no existían frailes Menores en España, decidí ir a bus-carles
en los conventos de la America Española, para donde, ya con un pie
en el estribo estaba examinado y admitido, y teniendo incluso el permiso de mi
buena madre, arrancado con lágrimas del corazón; pero no tendría el de Nues-tro
Señor, por cuanto el confesor me impidió. partir por no haber cumplido yo
mis dieciséis años." Jacint Verdaguer: Sant Francesc, prólogo.
i.8 "Algunas veces le entraban caprichos, aunque pasajeros, de alistarse
soldado de Ultramar; porque ya creaba fantasmagorfas en su imaginación la
20 JOSEP MIBACLE
la verdad sin rodeos. Y es perfectamente comprensible y discul-pable
que Verdaguer, ya sacerdote, disimulara sus propias juve-niles
debilidades en el prólogo de una obra de sabor franciscano.
El digamos rubor de 'mosén Verdaguer se concibe mayormente
si se tiene en cuenta que aquellas sus debilidades juveniles estaban
íntimamente ligadas a la mediocridad con que cursaba los estudios
eclesiásticos: "a puros sudores propios y a; fuerza de benevolen-cia
ajena", como observa el P. Bayle ". Mejor organizado su cere-bro
para el libre ejercicio de la poesía que para la obligada disci-plina
de las asignaturas, "dava pena veure els treballs que passava
per retenir mitja pigina de text llatí; i si li demanaven la lliqó,
no feia més que algar-se, provar de mastegar qiatre frases sense
il.lació, i es tornava a asseure al b&c entre despitat i avergo-nyit"
40, asegura Collell 41.
De ahí las malas calificaciones de fin de curso. De ahí, también,
los deseos de evasión; y, aunque disimulado, su fracasado proyecto
de trasladarse a América. Como soldado o como fraile, lo mismo da.
Lo atestigua Collell 42 : L<pIe r aix6 no fou estrany que en rebre son
esperit les fortes sotragades de les repulses escolars, tot d'una se
li oferís a la imaginació, simphtica i atractiva, la idea d'anar-se'n
a les Am&riques amb el vestit burell de framenor" 43. ES más : "Tan
forta tenia la mania de veure l'Am&rica des que li comen,& a bullir
tierra descubierta por Colón. En aquel torbellino de ideas confusas y de inspi-raciones
inconscientes, asimismo le deslumbró por un tiempo la idea de me-terse
fraile, y fraile tambih para atravesar el Atlántico." Jaume Collell: 1%.
lllo tempore, prólogo a Dos d r t i r s de ma patria de Jacint Verdaguer, Vich,
1907, pág. XXIII.
se Constantino Bayle, S. 1.: E2 segundo marqués de Comilúls, Don Ciazcdw
C.pez Rra, Madridi 1928, pBg 155:
40 "Daba pena observar los apuros que pasaba para retener media pagina
de texto latino; y si le preguntaban la lección, se levantaba, mascullaba cuatro
frases incoherentes y volvía a sentarse en el banco entre despechado y aver-gonzado."
4 1 Collell, op. cit., XVI.
42 Cn!!e!!, np. cit., X-WI.
43 "Nada tiene de extraño, pues, que al recibir su espiritu las fuertes sacu-didas
de las reprimendas escolares, de súbito se le presentara a la imaginacidn,
simpática y atractiva, la idea de irse a las Américas con el hábito de los frailes
menores."
3 4.6 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATmTICO Y "LA ATLANTIDA" 21
el cervell amb la idea de LJAtlantidaJ tan viu va arribar a sentir lo
desig de visitar lo món descobert per Colom, que un dia, en una
d'aquelles promptes foguerades d'entusiasme que removia la seva
habitual quietud, em digué tot resolt: Per poder weure ZJAdriccs
em deixaria tdlar el b r q esquer" 44.
Puesto que el contacto directo con el mar le estaba, por el mo-mento,
vedado, Verdaguer tuvo que contentarse imaginándole.
Pese a la obsesiva idea del cataclismo atlántico, no parece que el
joven poeta fiara demasiado en su fantasía para adiestrarse en
poéticas descripciones sobre mares embravecidos o tremebundos
naufragios. Le faltarían, probablemente, lo que podríamos llamar
puntos de arranque, experiencias -o experimentos- como las
adquiridas -o los provocados- a raíz de tempestades de tierra
a&&-^. El h ~ c dhp ~qcp ni &m--&& ]p-$-.. & mlgsi_rolms e fran-queara
el río Ter con una barca, le serviría a Verdaguer para poe-mita
como L'Aplec de la Gleva o A ma barqueta 45, pero no para
.escenas como la que soñaba. En mi concepto, el poeta juvenil no se
atrevía con el mar - e l temible mar-, sin haberle antes, por lo
wms, -viste, t e = p t U e s ~ G seren3 yUe hese.
La tónica general, casi exclusiva, de la poesía juvenil conocida
de Verdaguer acusa la condición montañesa del poeta. Excepcio-nalmente,
el mar aparece en dos de tales composiciones. En una,
LJanell perdut, no tiene más valor que el de punto de referencia,
de escenario de la anécdota. En otra, Pobra nina!, el mar es algo
más que un punto de referencia. Es esta la composición que cabe
considerar como la genuinamente marinera de Verdaguer en sus
años mozos -siempre a reserva, claro está, de las sorpresas que
puedan procurar los escritos inéditos verdaguerianos-; en ella
M "Tan arraigada tenía la manía de ver América desde que empezó a
hervir su cerebro con la idea de L'Atldntidcc, tan intensamente sintió el deseo
de visitar el mundo descubierto por Colón, que un día, en una de aquellas
siibitas llamaradas de entusiasmo que sacudía su habitual quietud, me dijo
residtimente: _PQ.T~ pndor gor Am.6ri-a. me. dejar% cortar oZ brazo izquieráo."
45 Casacuberta (op. cit., 9) incluye esta composición entre las que prueban
la propensión del joven Verdaguer "a representarse el mar"; puede que asf
sea, aunque la barquilla es fluvial, no marinera: Zliscu, barquetu, Zlisca - riuet
-avaZl... deslízate, barquilla, deslízate - riachuelo abajo.. .
22 JOSEP MIRACLE
existe incluso un tímido intento de evocar una tempestad con el
consiguiente naufragio :
No acata, no l'ona,
la barca daurada,
cent boques ans bada
d'escuma amb ganyils,
lo cel s'enrogalla,
lo pelag udola,
la barca n'és sola,
les ones són mil 46.
Como se habrá observado, las imágenes usadas por Verdaguer-en
su juvenil e inexperta poesía marítima son de muy corto alcance
-< <e l cielo q a r omq 1 1 e c e"- ; en la &rofa citada., incli~soi ln verbo
aparece con manifiesta impropiedad -"no acata, no, la ola"-; lo
cual denota, además de.la ingenuidad del poeta, el hecho de expre-sarse
a tientas en materia que le era aún desconocida. Basta leer
cualquier otra composición de la época para percatarse, en cam-bie,
& !a aeg~ridzd5 7 6 r m - e&~ !~ I eng~aje Verd-gor-
Lo que reiteradamente le negó a Verdaguer la audacia, se lo
proporcionó la poesía: ver el mar. Lo consiguió casi al' cumplir los
veinte años, en ocasión de su primer triunfo en los Juegos Florales,
en 7 de mayo de 1865. Un cierto rubor de presentarse en una so-lemnidad
académica, ciudadana, con su indumentaria de campe-sino
47, casi frustró la tan ansiada oportunidad: Verdaguer trató
de hacerse representar en la fiesta por su amigo Joaquim Salarich,
a cuyo fin redactó un'borrador 48. Aconsejado y alentado por unos.
y otros, decidió acudir personalmente a los Juegos Florales, y
criimi imy-rn -~Ai:/i. u i wcriil llna -rn snu ri ; - l iXmnAn -An;n n 'Dnnnrilrinn W n 0 1 7 h n r \ n ~n ntn G iiibuiliuuu v l a j c a u a rb ciuiia. u&u&u c yvba, wib
viaje representaba partir a media noche del manso Can Tona y di-rigirse
a Vich a pie; a la una de la madrugada, tomar en Vich la
46 "NO acata, no, la ola - la barca dorada, - al contrario, cien bocas
abre - de espuma con gañiles, - el cielo se enronquece, - el piélago aiilla,
- la barca es una sola, - las olas son mil."
47 Véase mi biografía citada, pág. 150.
48 Reproducido por Casacuberta en Epistohri de Jncint Verdagua, vol. 1,
Editorial Barcino, Barcelona, 1959, @g. 17.
348 A,NUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
diligencia que debía trasladarle a Granollers; la última etapa, Gra-nollers-
Barcelona, podía ya cubrirla por ferrocarril 49.
Muy verosímilmente, su amigo Francesc Masferrer residen-
-te entonces en la ciudad condal, le aguardaría en la estación -hoy
vulgarmente llamada de Franca y en aquel entonces de Grano-llers-;
y es de presumir que a Francesc Masferrer le cabría el
honor de descubrir el Mediterráneo al futuro cantor del Atlántico.
Nada de extraño sería que el hecho se produjera a rajatabla de la
llegada de Verdaguer a Barcelona; no precisamente por impacien-
-&as del poeta, sino por el simplicisimo hecho de la vecindad de
aquella estación con el mar. A pocos pasos estaba el puerto ; y a
-continuación, a lo largo del actual Paseo de Colón, el mar libre,
tejiendo y destejiendo encajes al pie de la Muralla de Mar, el gran
paseo marítimo de nuestros bisabuelos.
¿Cuál fue la impresión que le produjo a Verdaguer la primera
visión del mar en su auténtica realidad? Dar una respuesta a tal
pregunta sería mera fantasía. Cabe suponer que no le dejaría indi-ferente,
que de algún modo le impresionaría. La impresión, Verda-guer
1a giiard6 par6 sí, sin dejar constancia en ninguno de sus
escritos. Esto, que parece imposible tratándose de un hombre para
quien el mar venía a ser como la primera materia para poder ama-sar
una hecatombe marítima, tiene su explicación. En mayo de
1865, por mucho que la visión directa del mar impresionara a Ver-daguer,
lo clamoroso de su triunfo en los Juegos Florales, lo cele-brada
que fue su persona por la corta edad y por la singular indu-mentaria;
las ovaciones del público; las relaciones de amistad que
le brindaron los más altos prestigios literarios de la época, embar-garon
de tal modo su espíritu que no quedaba lugar para la inmen-sida2
~ ,''T~~rp&~d e k. esp ita! cem n,ui ?re dPi~n!!8_rg vlapc, i li
costava coordinar les impressions rebudes" 51, dice Collell 52.
Pero resulta evidente que la visión del mar no dejó indiferente
a Verdaguer. Transcurridos casi tres meses de aquel memorable
.&a+ TTX....- ~ . . ~ l ~m-~, l--... v ease ~ ~ ~ i ~ue=r' ir m. ~.,-*.,""o...,,*mjw u t I I ~ Dpá~g.G 88,.
60 V6ase Casacuberta: Epistolari cit., p8g. 3, nota 4.
51 ''Regresó de la capital como de un largo viaje, y le era difícil coordinar
las impresiones recibida^.^'
52 Collell: In illo temore, pág. XIV.
Núm. 6 (1960) 349
24 JOSEP MIRACLE
-para él y para las letras catalanas- 7 de mayo de 1865, en 30 d&
julio escribió una carta a su ya amigo y maestro Mari& Aguiló enca-bezada
con los siguientes y curiosos términos : "Amic i senyor meu:
Ja que temps ha són muts per a & los aires de la mar, a qui tots
los jorns demano que em pugen ací dalt amb ses ales emmelades
una nova, un mot sisquera de la ciutat que tant enyoro.. ." 53. i Tan--
to tiempo -tres meses escasos- sin recibir aires del mar! i Y eran.
los primeros que recibiera! Me parece innecesario señalar que la
visión directa del mar había causado una profunda impresión en
el ánimo de Jacint Verdaguer. La redacción de LYAtlantida se ave-cinaba.
Sin ninguna duda: L'Atlantida se avecinaba. Las mancomuna-das
circunstancias del mes de mayo de 1865 señalan un hito en la
carrera poética de Verdaguer ; y no sólo para indicar su aparición
en las lides literarias ni sus primeros lauros, sino para atestiguar
el final de la primera etapa y el comienzo de la segunda en la obra
verdagueriana. El poeta de cancionero popular dejaba el paso al,
poeta épico.
Probadas sus fuerzas, a Verdaguer le pareció llegada la hora
de medirlas con poemas de gran ambición. Allí estaba el cataclismo
atlántico, aguardando al cantor desde algunos años. Y he ahí que
el cantor estaba ya dispuesto. "El verme premiado me animó mu-chísimo.
Aquel triunfo me excitó a escribir L'AtMntida", dijo años
más tarde a Luis AIonso 64. Ante todo, a trazar planes, a imaginar
situaciones, a emborronar argumentos, a tantear caminos que le
condujeran a cantar una epopeya tan formidable cual la del hun-dimiento
de un continente. ;Ardua tarea! Habiase impuesto ya
-y seguiría imponiéndose- de cuantas noticias sobre el conti-
,";
53 "Amigo y sefíor mío: Puesto que desde hace tanto tiempo están mudw
para mi los aires del mar, a los que todos los días pido me traigan a esta
altura con sus alas de miel una noticia, siquiera una palabra de la ciudad que
tanto echo de menos.. ." Reproducida por Casacuberta en Epistolar4 cit., pág. 27.
54 Citado por Casacuberta: Sobre la genesi ... cit., pág. 10.
350 ANUARIO DE ESTUDlOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATLÁNTICO Y "LA ATLANTIDA" 15
nente desaparecido pudo proporcionarle la Biblioteca Episcopal de
Vich; pero el más exacto conocimiento del escenario de los hechos
nada le adelantaba sobre la naturaleza de unos hechos necesarb
mente conducentes a sus fines poéticos. Fantásticos o históricos,
aquel continente tenía que poblarse con hombres y mujeres, con
aquellas "gentes innumerables" a que se refería Nieremberg, las
que se hicieron acreedoras de1 horrendo castigo de Dios, y cuya
vida y cuyos pecados desconocían así Verdaguer como sus librescos
mentores 55.
Aunque no sea de extrema importancia dilucidar tampoco aquí 56
si Verdaguer creía real o imaginaria la existencia de la Atlántida,
creo es posible aventurar la hipótesis de que Verdaguer no ponía
en duda la existencia y la desaparición del continente. Me induce
2 esa creencia, en primerisimn Ii'gsq la acendrada fe del joven
poeta y la subsiguiente credulidad a todo cuanto con la fe se rela-ciona;
cuando un asceta, pues, de la talla del P. Nieremberg ase-guraba
con todo el peso de su autoridad que la isla Atlántica había
desaparecido sepultada en el mar con todos sus moradores como
consecuencia de un horrendo terremoto y un diluvio de un día y
una noche, no le cabía a Verdaguer ninguna duda sobre la veraci-dad
del hecho. Tan ninguna duda, que siguiendo el espíritu del ejem-plo
propuesto por el jesuita para ilustrar "cómo se han de alterar
los elementos y los cielos al acabarse el tiempo", Verdaguer no
vaciló en consignar en el prólogo de su poema que, en el texto de
Nieremberg, la desaparición de la isIa Atlántica figura "entre los
castigos con que Dios ha flagelado la humanidad".
Por lo que, aun no persiguiendo una reconstrucción histórica
propiamente dicha, ni tentándole una lucubración poético-científica
cerca del hundimiento atlántico, creo no es despropósito suponer
-e incluso admitir- que a Verdaguer le interesaría en gran ma-nera
conseguir noticias exactas o por lo menos bastante concre-tas
acerca de los habitantes de la isla condenada, y de un modo
más especial de su vida, de sus costumbres, de sus virtudes y, claro
55 Además de la obra del padre Nieremberg citada, y nada ilustrativa a
este respecto, el principal mentor de Verdaguer en sus años mozos fue Platón,
cuyo Timeo cita en el pr6logo y en las notas de LJAtZdntida.
56 VBase texto relativo a la nota 11.
Núm. 6 (1960) 351
26 JOSEP MIRACLE
está, de sus pecados. Necesitaba un argumento, y la historia, en
aquellos sus tiempos, no podía dárselo. Por lo menos, en la medida
de los deseos de Verdaguer. La relación que le ofrecía Platón en
su Timeo no era como para justificar el rigor de la justicia divina.
Esta relación la obtuvo Verdaguer probablemente antes de 1865,
y la aprovechó para apostillar -constituye la nota 7- el segundo
canto de su poema. En sus exactas palabras:
Tant per justificar la idea primordial del present poema (mostra de
nostre pobre enginy literari), com per aclarir aqueix passatge, lo rnés
important de la historia dels Atlants, transcriuré lo que ens recorda
Plató en son Timeu 57.
a
N
Aunque subrayados adrede, tal vez no sea ocioso llamar la aten- E
ción sobre el hecho de que Verdaguer se propuso transcribir el texto O
n de Platón tanto para justificar la idea primordial del poema como
-
m
O
E por ser el más importante de la historia de los atlantes, y que Ver- £
2
daguer condensa en la siguiente estrofa: -E
Los Pirineus, los Alpes, los Apenins rompérem;
quan de carnatge i guerra lo cor nos digué prou,
pobretes!' ja a 1'Europa i a 1'Africa tinguérem
a nostres peus junyides, com dos vedells al jou ".
Ya se habrá observado en la estrofa transcrita que el momento
más importante de la historia de los atlantes no parece justificar
la idea primordial del poema: la epopeya del hundimiento. En el
relato de Platón, ambos hechos, el de la sujeción de Europa y Asia
y el del hundimiento, aparecen consecutivos, pero no en el sentido
de causa y efecto. He ahí el relato en la transcripción de Verdaguer :
57 "Tanto para justificar la idea primordial del presente poema (muestra
de nuestro pobre ingenio literario), como para aclarar este pasaje, el m8s
importante de la historia de los Atlantes, transcribir6 lo que nos recuerda
Platón en su Timeo."
58 ''Rompimos los Pirineos, los Apeninos y los Alpes; cuando el corazón
nos dijo: "basta de guerra y carnaje", ;infelices! ya teníamos el Africa y la
Europa uncidas a nuestros pies, como dos becerros al yugo.'' Trad. de Mel-chor
de Palau: v6ase nota 16.
352 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATLÁNTICO Y "LA ATWNTIDA" 27
Un jorn en que s'entretenia Soló conversant amb los sacerdots de
Sais sobre la historia dels temps primitius, los digué un d'ells: Oh So16,
Soló, vosaltres, grecs, sereu sempre nois; no hi ha pas vells a Grecia ...
Nostres llibres conten com Atenes destruí una poderosa armada que,
sortida de llAtlantic, invadia com un torrent 1'Europa i 1'Asia. En aquesta
Atlantida savis reis havien format una gran i meravellosa potencia que
dominava tota aquella terra sobre moltes altres illes, i afins sobre algunes
encontrades del continent, apoderant-se de totes, des de la Libia fins
a l'Egipte, i de 1'Europa fins a la Tirrhnia. Un dia, reunint totes ses
forces, emprengué lo fer-se seu, d'un cop, nostre país, lo vostre i tots los
pobles de part d'ací de l'estret. Fou llavors, oh Soló!, que vostra ciutat
mostra son coratge i son poder. Ella, magnanima i habil en les arts de la
guerra, enardí els pobles veins: amb sols los grecs, per la prompta reti-rada
de sos aliats, arrisck els més grans perills, triomfh de sos invasors,
aixeck sos trofeus, deslliura de les cadenes de l'esclavitud a tots los pobles
siiuats corn nosaitres en$. de ies coiumnes d'FGrcuies, i eis cionk a tots
la llibertat. Mes sobrevingueren grans aiguats i terratdmols, i en un
sol dia i en una sola nit fatal tots aquells guerrers foren engolits per la
terra entreoberta. L'Atlantida desaparegué, i heus ací peque encara
avui no es pot recórrer i explorar aquella mar, trobant la navegació un
entrebanc en lo llot fangós que ha deixat la tema a l'abismar-se
"Un día que Solón se entretenía conversando con los sacerdotes de Sais
sobre la historia de los tiempos primitivos, le dijo uno de ellos: -;Oh, Solón,
.Salón! Vosotros, griegos, seréis siempre niños; no existen, ancianos en Gre-cia
... Nuestros libros cuentan cómo Atenas destruyó una poderosa armada
que, salida del Atlántico, invadía como un torrente Europa y Asia. En esta
Atlántida sabios reyes habían formado una gran y maravillosa potencia que
.dominaba toda aquella tierra sobre muchas otras islas, e incluso sobre algu-
-mas comarcas del continente, apoderhndose de todas, desde Libia hasta Egipto,
,y desde Europa hasta Tirrenia. Un día, reuniendo todas sus fuerzas, resolvió
apoderarse a la vez de nuestro país, del vuestro y de todos los pueblos de
aquende el estrecho. Entonces fue, ;oh Solón!, cuando vuestra ciudad mani-
-festó su coraje y su poder. Magnánima y hábil en las artes de la guerra, ella
enardeció a los vecinos pueblos; con los griegos sólo, dada la pronta retirada
de sus aliados, arrostró los más grandes peligros, triunfó sobre sus invasores,
levantó sus trofeos, libertó de las cadenas de la esclavitud a todos los pue-blos
situados como nosotros en la parte de acá de las columnas de Hércules,
y a todos dio la libertad. Pero sobrevinieron grandes lluvias y terren~otos y
en un solo.día y en una sola noche fatal todos aquellos guerreros fueron englu-
.tidos por la tierra resquebrajada. La Atlántida desapareció, y he áhí por qué.
todavía hoy no se puede recorrer y explorar aquel mar, hallando la navegación
-un obstáculo en el lodazal que dejó la tierra al abisniarse."
28 JOSEP MIRACLE
Siguiendo el texto de Platón, el castigo presentaría ciertos visos
de injusticia por cuanto lo sufrirían, no los invasores sólo, sino
con ellos los que estaban reconquistando sus derechos. Ni se insi-núa
que en la Atlántida -al contrario: se habla de sus sabios
reyes- se cometieran grandes y graves pecados; ni que en la gue-rra
de invasión se registraran intolerables atrocidades. En Platón
no asoma la palabra castigo; se refieren unos hechos, como dije,
simplemente consecutivos. Que a Verdaguer, claro está, le parece-rían
suficientes.
Para el joven poeta, aquella invasión, aquella reconquista y la
catástrofe final podían representar ni más ni menos que el guión
de su proyectado poema. Que yo sepa, no existen documentos a cuyo
amparo pueda afirmarse que ese guión constituyó el primer plan a
M
-41 primer plan concreto, no por vago menos estructurado- del E
poema. No me sorprendería que así fuese, dada la simplicidad es- "
n -
quemática que puede deducirse del relato de Platón y constitu- =m
O
E yendo este relato la idea primordial del poema como a Verdaguer E
2
le plugo anunciar e incluso justificar. ¿Sería en este estadio sim- =E
plicisimo, más que embrionario, cómo Verdaguer presentara su -
proyecto a la consideración de las jerarquías literarias catalanas -
cuya amistad acababa de conquistar? Fuese este, fuese otro en más -
0m
E o en menos análogo, el primer plan concreto de Verdaguer fue re- o
chazado sin titubeos. Años más tarde, Verdaguer daba noticia de
ello a mossen Pere Roca, el capellán custodio de la Gleva 60 : ". . . cap n
-E
d'elles aprova lo meu plan, i degut a que me'l reprobasen, fou a
2 motiu perque ho emprengués amb més energia. D. M. Aguiló, en n
particular, me digué que era una locura i un imposible; doncs per 0
la mateixa raó ho vaig prendre amb més inteds" 6k. 3
O
Esa admirable terquedad que está en la base de las grandes
acciones y de las grandes reacciones del poeta, explica, en definl-tiva,
la existencia del hoy famoso poema. La "mayor energía" y el
60 Valeri Serra i Boldii: Biografia de Mossen Jacinto Verdaguer, Asso--
ciaci6 Protectora de 1'Ensenyan~aC atalana, Barcelona, 1924, pág. 167.
61 "... nadie aprobó mi plan, y el hecho que me fuese rechazado fue mo-tivo
para dedicarme a 61 con más energía. D. M. Aguil6, en particular, me-dijo
que era una locura y un imposible; pues por la misma razón me interesé.
más en el proyecto."
354 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATLANTICO Y "LA ATIÚ&NTWA'' 29
"mayor interés" debieron orientar a Verdaguer hacia estadios me-nos
nebulosos que aquellos de unas guerras de conquista y de re-conquista
cosechadas de Platón, sin héroes conocidos, sin hazañas
pregonadas y sin otro dato orientador que el excesivamente gené-rico
de "guerra". De ahí un segundo plan, construído sobre una his-toria
más cercana, más accesible y, por ende, más susceptible de
merecer la aprobación de sus maestros, Mila i Fontanals y Mari&
Aguiló en primer término: el argumento tenía por centro a Cris-tóbal
Colón y sus compañeros de conquista, y la isla de Tenerife
le resultaba escenario a propósito para todas sus fantasías de poeta.
Verdaguer trabajó en este nuevo plan, ensayando distintas for-mas
de desarrollo. Una primera, o por lo menos la que guardó el
poeta y se publicó a título póstumo, es la que se conoce con el título
Tenerife. Más que un poema, es un esbou, de poema, alternativa-mente
escrito en prosa y en verso. Tres partes -que en el ánimo
de Verdaguer no supondrían los cantos del poema- dividen el
texto: LJt?xtasi de C o h , EZ v o l . y Fuina. El autor no quedaría
muy contento y abandonó el plan Tenerife. Pero aprovechó algunos
de slm ~1ement'ls para incorporarlos en un nuevo plan' el titulado
C o h . Se trata de un ensayo más extenso, más propiamente poe-ma,
enteramente escrito en verso, con una especie de prólogo
-CristophOrw. Llegonda proft?ticcc-, una introducción, un canto
primero, un canto segundo y cinco poemitas agrupados bajo el ti-tulo
de fragmentos. El ensayo comprende distintas métricas. Tam-bién
ahí aparecen las islas Canarias, donde el diablo trata de entro-meterse
en la empresa colombiana 62.
En esta nueva fase, el ambicioso proyecto mereció la aproba-ción
de Mila i Fontanals: "M'ha dit voste que podia tirar-lo enda-
--- - vani, (. . .) &ie e: ta 6s lo més coii'v-enieilt" !e wcribis, TTerd8gr:er
en 1867 en carta exhumada por Casacuberta 64, y en la que el poeta
le demandaba consejo acerca de los siguientes extremos:
Vease el interesante artículo de Pere Bohigas: Colom, darrer episodi deZ
g ~ I;t;&x~t'Ec &~ Vmi&p&e y, "Meeterr&q&', 9-11, TJ&n~ia, 1945.
as "Me decía usted que podía continuar [el +mal (. . .) que el tono es el
que m&s le conviene."
e4 Reproducida en sus citadas obras Sobre la genesi.. . (págs. 14-15) y
EpktoZari (págs. 59-60).
Núm. 6 (1960) 353
30 JOSEP MIRBCLE
~ P r e nm a s a eisamplada el poema en lo tenc cant i els dos altres
que e! segueixen? ;Es massa llarg l'episodi de Faina en ells inclos? La
llegenda dels Atlants, que és de mos escrits lo que més estimo, és massa
atrevida? ¿ Ho és també lo soterrar a Colom dins d'una serra per fer-le'n
sortir quatre dies després i navegar en una barqueta cap a sos barcos ? ".
Es obvia la disparidad entre el Colom póstumamente publicado y
el que Verdaguer presentó a Mil& i Fontanals; en la primera pre-gunta
se refiere a cantos inexistentes en el texto publicado : el ter-cero
y los dos siguientes; a episodios que no existen: el de Fayna,
la leyenda de los Atlantes, la confinación subterránea de Colón.
De lo que se deduce que el poema presentado por Verdaguer a Mi&
i Fontanals era de mayor extensión y con más definitivos carac-teres
de poema que el CoZom hoy conocido Gc.
Pese al entusiasmo de Verdaguer y a los alientos de Mi% i Fon-tanal~
e, l plan Colom fue también desestimado por el cantor de la
Atlántida. Colón con sus carabelas y con sus compañeros, con Fayna
y con los diablos estorbaban más que ayudaban a los atlantes y al
hundimiento cósmico. Casacuberta se pregunta si MilA i Fontanals
aconsejó a Verdaguer que desarrollara la leyenda de los Atlantes
con preferencia a otros argumentos épicos 'jí; "es incuestionable
que a la agitación interior y a la fantasía sobreexcitada por los
relatos del fin del mundo del P. Nieremberg, por el espectáculo ge-nésico
de Sabasona y el desbordamiento del Méder, responde mejor
Hércules que Colón; la hecatombe del continente maldito que se
hizo reo de la justicia de Dios, mejor que el descubrimiento y toma
de posesión pacífica, sin lucha ni desencadenamiento de fuerzas he-roicas,
del Nuevo Mundo", observa asimismo Torrent i Fhbregas ".
65 ''¿Adquiere demasiada extensión el poema en .el tercer canto y los dos
siguientes? ;Es demasiado largo el episodio de Fayna en ellos incluído? La
leyenda de los Atlantes, que de mis escritos es lo que m&s amo, ¿es demasiado
atrevida? ¿Es asimismo atrevido lo de enterrar a Colón dentro de una mon-t.&
para hacerle salir de ella cuatro días después y navegar en una barquilla
hacia sus barcos ?"
66 Casacuberta en Sobre la genesi ... se refiere a la parte no publicada de
los borradores de Colom @&p. 18) y anuncia @Ag. 19) una próxima edición
del texto íntegro.
67 Casacuberta: Sobre la genesi.. ., pág. 23.
68 Joan Torrent i Fabregas, biografía inédita de Verdaguer; reproducido
por Casacuberta, loc. cit.
356 ' ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
3.-Facsímil de una página del manuscrito de L'AtEantida en un estadio anterior a:
definitivo. con una observación marginal autógrafa de Milá i Fontanals.
4.-Verdaguer, según dibujo de Gómez publicado en el periódico madrileño «La Aca-demia)),
cuando la aparición de L'Atlantida, traducida por Melchor de Palau (1878).
VERDAGUER, EL ATLÁNTICO Y "LA ATL~TTIDA" 31
La referida carta de Verdaguer a Mi& i Fontanals demandán-dole
consejos a propósito de Colom, la considera Casacuberta como
fechable en verano o principios de otoño de 1867. Verdaguer debió
de trabajar denodadamente en un tercer plan: en los Juegos Flo-rales
de 1868 (celebrados el día 3 de mayo), Verdaguer había pre-sentado,
infructuosamente, el poema LJE,rpanya naixent, verda-dero
embrión de L'AtLintida en la reiterada afirmación de Collell R9,
y condensación del gran poema en opinión de Casacuberta 70.
4.-VERDAGUERC, APELL~ND E BARCO.
El sueño dorado de Verdaguer -vivir el mar, visitar América-pudo
ser una realidad, pero pagada a un alto precio: el quebranto
de la salud. Misacantano en 1870, al año siguiente fue destinado
coadjutor a Viñolas de Ork. En realidad tuvo que atender él solo
la parroquia durante dos años, pues el párroco, mossen Josep Gal-ceran,
estaba ausente guerreando en las filas carlistas. El ejercicio
de1 ministerio, el trabajo intelectual, las privaciones en una parro-quia
ya de por si mísera y las vicisitudes sufridas durante aquel
periodo de la contienda civil son tradicionalmente invocadas como
causas desencadenantes de la enfermedad de Verdaguer. Se carac-terizaba
por cefalalgia intensísimas que se agravaban andando el
tiempo, y había ya sospechas de tuberculosis 'l.
Los amigos de Verdaguer, especialmente Collell y Aguijó, esta-ban
seriamente preocupados. Su médico, el doctor Joan Montserrat
i Archs llegó incluso a abrigar temores de una próxima defunción
del poeta. Creíase que los baños de mar le serían beneficiosos, y que
Lana prolongada estancia en el clima marítimo devolvería la salud
al desventurado mosén. Con esta idea se gestionó el ingreso de Ver-f99
Collell: Carteig historic, pág. 7.
70 Casacuberta. 8obre la genesi.. ., pág. 26.
71 Esta última noticia, basada en un interesante fragmento que publica
Canac~herte. {Eplstdnr!, pgg. 142, nota 7) de 1-inn carta inédita. del Dr. Joan
Montserrat i Archs, invalida mi sospecha de que la tuberculosis de Verdaguer
pudiera haber sido contagiada al poeta por don Claudio López Bru. tuberculoso,
en cuya compañía vivió Verdaguer algunos años. Véase mi biografía Verrln-gwr,
nmb ln lircc i el calae, pdgs. 326-327.
Núm.. 6 (1960) 357
32 JOSEP MIRACLE
daguer en alguna Compañía naviera. En 1814, la Compañia Tras-atlántica,
denominada entonces "A. López y C.*", admitió al poeta
para capellán de uno de sus buques.
Es de presumir que Verdaguer puso todo su ernpefio para ser
destinado a un barco del servicio regular con América, y que el
darle satisfacción representara un retraso en la toma de posesión
del cargo. Así puede deducirse de una carta que Verdaguer dirigió
a su padre en 17 de octubre de 1874 '*, en la que decía: "Estic mig
comprom&s amb un vapor que mama el 22 cap a Marsella per anar
a Filipines. Si aixi fos, mon viatge fóra un poc més llarg, pero
molt bonic, perqu6 es passa per anova, Cairo i Canal de Suez; i
sobretot és menos perillós per la salut que el de 1'Havana. Mes per
a
aix6 no n'estic ben determinat" 73. N
E Se comprende la indecisión de Verdaguer. Salvo aquello de "vi- "
vir el mar", la navegación entre España y. Filipinas no habría sido n-- m tan provechosa como la entre España y Cuba para un poema que O
E
tenía por escenario precisamente el Océano Atlántico. Esta fue la E
2
gran razón que indujo a Verdaguer a no aceptar el destino que se -E
le ofrecía para la línea de Filipinas, y a esperar a que se produjera -
una vacante de capellán en la línea que unía España con América. --
0 No es improbable que esta decisión disgustara al Dr. Montserrat m
E
y a los amigos íntimos del poeta, para quienes lo más importante O
era la salud de Verdaguer. Pero éste era hombre terco, tenia dema- n
siada ilusión en surcar las aguas que sepultaban la isla Atlántica, -E
y juzgaba de mucho mayor importancia esperar, si en detrimento a
2
de su salud, en beneficio de su poema. n
n
Y pasaron los días y las semanas. Transcurrió octubre, sin no- 3
vedad; transcurrió noviembre sin noticias de plaza vacante; ama- O
mciS diciembre c m !uu m%rr?au prspectiiuu. De impreike, !e fUe
comunicada a Verdaguer la orden de trasladarse inmediatamente
a Cádiz para integrarse, como capellán, en el vapor "Guipúzcoa",
72 Reproducida por Casacuberta en Epistohri, pág. 151.
73 "Estoy casi comprometido con un vapor que pwte e! 7 PII XarseUn
que debe ir a Filipinas. En tal caso mi viaje sería algo mas largo, pero muy
hermoso, puesto que se pasa por Génova, Cairo y Canal de Suez; y sobre todo
es menos peligroso para la salud que el de La Habana. Pero aún no estoy
decidido."
358 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VEBDAGUER, EL ATLANTICO Y <'LA ATLANTIDA" 33
cuya partida para Cuba era inminente. Muy distinta cosa habría
sido si el ya su barco hubiese fondeado en Barcelona y no en Cádiz.
A Verdaguer le habría sobrado tiempo para preparar su partida,
dar aviso de ella a su padre y a sus amistades y, el momento iie-gado,
abrazado y despedido por todos, abandonar el puerto. Con
la natural tristeza de la separación, claro está; pero con el gozo
intimo de entrar, por fin, en el secreto del navegar; con la indisi-mulable
satisfacción de ver realizar el gran ensueño de sus moce-dades..
. Pero aquella orden de urgencia convirtió el bautismo ma-rítimo
de Verdaguer en una verdadera novela de aventuras.
No fiando en el ferrocarril, dadas las irregularidades en los ser-vicios
por causa de los azares de la guerra civil, Verdaguer decidió
embarcar en el "Numancia", el primer vapor que salía de Barce-lona
con rgmb c&&-~ J V qQiip pr&~dc impr tp de! p--
saje, sin ocurrírsele incrementar la deuda con alguna cantidad pru-dencial
para eventuales e imprevistos gastos, y ese rasgo de hon-radez
-y de ingenuidad- le hizo derramar, como veremos, "amar-gas
lágrimas". Conseguido el dinero imprescindible, a las nueve de
1~ mafizfi-, 15 & a~i emhr e& 1874, \Ter&gcer, ef&2gn&
su bautizo del mar, abandonaba el puerto barcelonés 14.
Hombre de tierra adentro, Verdaguer resistió el balanceo hasta
alcanzar la desembocaduPa del Ebro; víctima de las molestias del
mareo, consiguió llegar repuesto a Valencia, la primera escala. Pero
allí empezó a invadirle un desasosiego mucho peor que el que le
había proporcionado el mal de mar: antes de tocar el puerto de
Cádiz, el "Numancia" tenia que efectuar otra escala en Málaga, y
no era muy seguro que llegara con tiempo su6ciente para que Ver-daguer
pudiera incorporarse al "Guipboa" antes que este barco
lnTrn..r+nno ~1 ,,-,-.ln m.. l\ñXlnnn ln Cnl+n a, ,..lnn, 1, C., -.A +e, -ir: r c v a u u u a GI auua. uii n A a i a s a , la r a iw uo oiiiavz lo ~ u yca mi o v i -
dente, que Verdaguer, al objeto de ganar un día, decidió transbor-dar
a otro buque cuyo nombre me es desconocido.
Al tomar su decisión, el apurado mosén contaba con que el "Nu-mancia"
le abonaría una cantidad proporcional a la parte del tra-
-.--A- -- -C--A---J- lELl--- m<>:- ---A!-.#--.# ---- 1- ---2-!- ---m YCGLU iiU GLGC;LU¿LUU -LVl¿i,l¿i.g¿i,-L¿i,Uld-, C;¿iIlLIU¿¿U YUt: PG S ~ L ~ V I L ~pl ¿¿¿¿ t%
pagar el importe del mismo trayecto en el otro buque. No contaba,
74 La fecha quedó mal grabada en la mente de Verdaguer : "creo era el 12
de diciembre de 1874", dice en el segundo escrito de En d.efwa prOpiar. '
34 JOSEP MIRACLE
en cambio, con que la administración del "Numancia" no sólo rehu-saría
a resarcirle de ninguna cantidad en tal concepto, sino que le:
exigiría el pago de seis pesetas por gastos efectuados a bordo y no
satisfechos. Pero mucho menos imaginaba Verdaguer que, no dis--
poniendo de las seis pesetas, la administración del "Numancia" de-cidiría
guardar en rehén su equipaje, en cuyo interior se custodiaba
el manuscrito del poema L'Atlántida.
Aunque exiguas, las posibilidades económicas de Verdaguer
alcanzaron a sufragar el importe del trayecto Málaga-Cádiz en la.
clase ínfima: sobre cubierta. De esta forma, sin un triste pañuelo
de recambio, sin poder probar bocado en veinticuatro horas, con
la desagradable compañía de un gorrino impertinente, en promis- a
cuidad con soldados, hombres y mujeres presos de accesos de ma- N
E
rs, rr,zi-ezc!n é! C I ~ Q e! primere y teniendo que sop~rta.rla incle- u
mencia de una noche fría, realizó Verdaguer la última parte de la n - m
primera etapa de su vida marinera. Al poner pie en tierra, la cruda O
E
realidad derrumbó la ya bastante desmoronada moral de Verda- E
2
E guer : el "Guipúzcoa" estaba navegando rumbo a América.
Pese ai día ganado con ei transbordv, ia falta de enlace fue, pro- -
bablemente, por sólo cuestión de horas. El "Guipúzcoa" había zar- - -
0
m
pado de CBdiz el día 21 de diciembre de 1874, con 1.037 pasajeros, E
para La Habana y Puerto Rico 75 Parece ser ib que al día siguien- O
te, 22, el "Numancia" atracó en la banía gaditana. Antes, pues, que n
ocuparse del rescate del equipaje, y pese a no disponer, en absoluto, E a
de dinero 77, Verdaguer tuvo que resolver el problema del aloja- n
miento. Mal rato pasarían él y el fondista al arribo del "Numan- n
n
cia" a causa de las benditas seis pesetas que angustiosamente Ver- =
O daguer pedía prestadas sin conseguir quien las prestara; "em cos-
75 Dato confirmado por el "Diario de Cádiz".
76 LOS cálculos siguientes, así como las peripecias del viaje Barcelona-
Cádiz, tienen por base las noticias que Verdaguer consigna en las cartas que
escribió en el puerto gaditano el día 26 de diciembre. Véase Epistolwi citado,
P@. 152-159.
55 Dice Verdaguer en su correspondencia que, a imitación de Espronceda
que al entrar en aguas lisboetas arrojó al mar las dos pesetas que le quedaban,
al desembarcar en C&diz dio a un mendigo cuanto le quedaba en su bolsillo:
dos cuartos y medio. VBase EpistoZnri, pág. 153.
363 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
VERDAGUER, EL ATLÁNTICO Y "LA ATLÁNTIDA" 35
taren Ilagrimes amargantes", dice Desesperado, recurrió al pa-lacio
episcopal, y no sin trabajo consiguió enternecer al mayordomo
del Obispado, quien, "com yui les tira al mar" 7*, le prestó las seis
pesetas. El equipaje, con el preciado manuscrito, pudo, al fin, ser
rescatado. Ya más tranquilo, aquel día y el siguiente -22 y 23 de
diciembre- Verdaguer los ocupó deambulando por Cádiz, sin un
céntimo, aguardando la solución que la Compañía daría a su pro-blema.
El problema de Verdaguer era asimismo el problema de la Com-pañia
naviera a que pertenecía. Esta se encontraba con el curioso
hecho de tener un barco sin capellán y un capellán sin barco a pesar
de haber provisto el uno con el otro. En tal problema se ocupaba
mientras Verdaguer desambulaba por las calles de Cádiz, y la so-
?zciSn xíino a! dia siguiente, 24: e! c.,C,~!!&n rec.,ihiS != rrprtinontoa
P' *"'u"
instrucciones, y, con ellas, una cantidad en concepto de sueldo o
anticipo. El 25 -Navidad- Verdaguer, valiéndose de un catalán
que se hospedó en la misma fonda que él iba a abandonar, canceló
su deuda con el mayordomo del Obispado, pagó la cuenta de su
h Gspe Gaje y füe a irGta:arse bor(=J9 &; "AntGiiio L&&.
Al día siguiente, 26, desde "su camarote" y completamente tran-quilizado,
escribía sus andanzas a sus amigos Maria Aguiló y Jau-me
Collell.
Dejando aparte el aspecto novelesco del primer viaje marítimo
de Verdaguer, lo que en verdad aquí me importaba era dar las ma-yores
precisiones sobre la vida marinera atlántica del sacerdote-poeta.
No existiendo en los archivos de la Compañía Trasatlántica
el género de documentación pertinente al presente trabajo, y no
siéndome posible trasladarme a Cádiz para, por lo menos, compro-bar
en aquel puerto las fechas de entrada y salida del "Guipúzcoa",
temía debería conformarme con reconstruir hipotéticamente este
importante aspecto de la vida humana y literaria de Verdaguer a
base principalmente de los datos que pueden entresacarse de la
correspondencia del poeta. Pero en el último momento, y gracias
a la apreciable colaboración de distintas personas a las que debo
78 "Me costaron lágrimas amargas."
79 "COMO echándolas al mar."
36 JOSEP MIRACLE
muy justamente dar públicas gracias 80, podré ser, si no matemá-ticamente
exacto, bastante más preciso.
La situación creada por el retraso con que Verdaguer llegó a
Cádiz quedó resuelta en el sentido de que el capellán se incorpo-raría
al vapor "Guipúzcoa" en La Habana, a cuyo puerto se diri-giría
en el vapor "Antonio López", de la misma Compañía, que
debía zarpar en breve para las Antillas. Cabe señalar que el per-cance
del retraso tuvo, en contrapartida, una circunstancia que iba a
a ser de mucha importancia para el futuro de Verdaguer: trabar
amistad personal con don Antonio y don Claudio López hijos del u
prócer con cuyo nombre estaba bautizado el vapor en el cual Ver- -
=m
daguer efectuaría su primer viaje a América. Tal amistad se inició O E
en la cubierta del referido vapor "una estona abans de llevar hnco- E
2
res, la tarda de la pzrtida" 82, precisa el poeta. E
Primer wiaje.-El "Antonio López" zarpó de Cádiz por la tarde -
del día 30 de diciembre de 1874; llegaría a La Habana hacia el 15 0m
E
de enero de 1875. De las cartas que al regresar a Cádiz escribió O
Verdaguer a sus amigos se deduce que el viaje fue excelente, con
un solo incidente en ruta: "no tinguérem altre encontre que el E
caure'ns un soldat a l'aigua, que per miracle de 12éu fou trobat ja a
a l'enfonsar-se, després de mitja hora da buscar-lo en va; no sabia -
de nedar, i el1 atribuí sa salvació a l'haver dit 'Deu meu, salveu-me'
al mateix acte de caure. Era mallorquí. L'endemA vaig dir missa 3
O
80 Son éstas don Jesús Garcia LOpez de Haro, don Joan Sau, don Julia
Amich, don Isidro Magrifíá, don Josep M. Massons Esplugas, don F. Gratacbs,
y muy especialmente un colaborador cuyo nombre siento mucho desconocer, y
a quien .soy deudor de la paciente revisión del "Diario de C&dizWsi guiendo en
lo posible los viajes del vapor "Guipúzcoa".
91 En 1876, al ocurrir la defunción de don Antonio Mpez Bru, don Ciauüio
instó a SU padre para que, en sufragio del difunto, Verdaguer celebrara misa
diariamente en la capilla del palacio de los Upez en Barcelona.
62 "un rato antes de levar anclas, la tarde de la partida." Verdaguer: En
defensa prdpia, segundo escrito.
362 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATL~ITICO Y "LA ATLÁNTIDA" 37
,en acció de gr'acies, sobre coberta, i no hi falta ningú" Verda-guer
estuvo sólo dos días en La Habana. Incorporado al "Guipúz-coa",
emprendió el regreso aproximadamente el 17 de enero.
Menos feliz fue la vuelta,, por cuanto le sorprendieron lluvias
torrenciales y mar gruesa; "pero com lo vent nos era favorable,
patírem poc, gr'icies a Déu" Interesa consignar la satisfacción
de Verdaguer por haber sido destinado al "Guipiizcoa" : "estic molt
E, tinc bon capi&, dos oficials que parlen catala, bon camarot i
bona taula, pero encara sovint giro els ulls a llevant, enyorant a
ma mai prou enyorada Catalunya" ". En carta dirigida a su padre,
Verdaguer puntualiza que "lo cap& del barco és molt bon senyor,
biscaí, anomenat Oginaga; los altres són andalusos i un d'ells parla
catala" se. Esta carta, fechada a 7 de febrero de 1875, precisa que
el "Guipúzcoa" atracó en Cádiz el día anterior, 6 s7, y que entre
ida y vuelta Verdaguer invirtió treinta y cinco días en su primer
viaje a América.
Segundo viaje.-Entre el primero y el segundo viajes se produjo,
por causas que ignoro, una larga estancia del "Guipúzcoa" en el
$3 "NO tuvimos más percance que el caerse un soldado al agua, quien por
.un milagro de Dios pudo ser haliado cuando ya se hundia, tras media hora
.de buscarle en balde; no sabía nadar, y 61 atribuyó su salvación a haber excla-mado
'Dios mío, salvadme' al instante de su caída. Era mallorquin. Al día
siguiente celebré misa en acción de gracias sobre cubierta, y nadie dejó de
oírla." Epistobari citado, pág. 162.
"Pero como el viento nos era favorable, no padecimos mucho, a Dios
gracias." (1bfd.)-La frase "como el viento nos era favorable" da ya a enten-
,der que el "Guipúzcoa" participaba de vapor y de velero, circunstancias que
confirma el grabado que se reproduce en estas páginas. Botado en 1860, este
vapor fue en principio bautizado con el nombre de "Príncipe Alfonso". El
.c&1:*i$ ee n=mb~e?; e, pru.Uab!eirieiite, colic;e%efi& de re~üiüci&i
que en 1868 destronó a Isabel 11 y desterró al principe Alfonso, el futuro
Alfonso XII, pues en tal año fue rebautizado el buque con el nombre de "Gui-púzcoa".
El vapor desplazaba 2.500 toneladas.
$5 ''Estoy muy bien, tengo buen capitán, dos oficiales que hablan catalán,
'buen camarote y buena mesa, pero a menudo dirijo aún los ojos a levante,
a i,ii il-uilca demasia=Jo Sstiaiuria,"i @j~t o i c l r ip,á g. 163.
86 "El capitán del barco es muy buen señor, es vizcaíno, se llama Ojinaga;
los demás son andaluces y uno de ellos habla catalán." Ibíd., pág. 161.
87 En el "Diario de Cádiz" no está consignada la entrada del "Guipúzcoa"
.en este día, ni en los sucesivos, hasta el 25 de agosto.
38 JOSEP MIRACLE
puerto de Cádiz. En un principio, la partida del vapor estaba pre-vista
para el 28 de febrero, según comunicaba Verdaguer a su
padre y a Jaurne Serra i Jordi en cartas fechad= el 7 El 17, el
poeta admitía la posibilidad de tener que aguardar otros diez o
veinte días más en el puerto gaditano, y así lo comunicaba a
Aguilb y a Collell 90. Días más días menos, un mes de inmovilidad
en el puerto que a Verdaguer le daba la sensación de considerarse
"presoner de mon barco, sens sortir de Cadis per lo lluny i per lo
car de les barques que m'hi porten" ". A las limitaciones que le
imponía el no andar sobrado de dinero, Verdaguer tenía que añadir
las derivadas de una completa inactividad intelectual: "vaig pas-sant
la trista vida sens llegir ni escriure ni enraonar ni pensar" "',
decía, cual si realmente fuera cierto que estuviese "sens I1Angel a
hermós de la poesia que m'acompanyava des del bressol i m'ha E
deixat per sempre!" 93. Más adelante tendremos que recordar esa O
inactividad poética de Verdaguer. =m
O
E El poeta se aburría, y trataba de combatir el aburrimiento del E
2
mejor modo posible: "estic gran part del dia passejant pels llargs E
corredors i sobre coberta, i parlant amb los amics, fent fressa amb
lo piano del vapor o visitant als capellans dels barcos de la Com-panyia"
", le escribía a Collell. Pero como suele ocurrir en tales -
0m
E casos, la partida del "Guipúzcoa" fue, según palabras del propio
O
8s Epistolwi cit., págs. 160, 163.
so Ibid., pág. 165.
90 Ibíd., pág. 168.
el "Prisionero de mi barco, sin ir a Cádiz por lo lejos y por lo caro que
están las barcas que a ella me llevan." Ibíd., pág. 167.
92 "Voy pasando la triste vida sin leer ni escribir ni hablar ni pensar."
Ibíd., p&g. 165.
93 "Sin el Angel hermoso de la poesía que me acompañaba desde la cuna
y me ha abandonado para siempre!" Ibíd., pág. 165.
04 "Entretengo gran parte del día paseando por los largos pasillos y sobre
cubierta, y hablando con los amigos, metiendo ruido con el piano del vapor o
visitando a los capellanes de los barcos de la Compafíía." Ibíd., 168.-La frase
"metiendo ruido con el piano del vapor'' no significa que Verdaguer tuviese
conocimientos inusicales como para "tocar el piano" en el sentido corriente
de la expresión. Existe unanimidad en creer que el poeta, pese a sus probadas
aficiones al canto popular, no poseía el más rudimentario solfeo. La frase que
comento atestigua que a Verdaguer le gustaba pulsa? las teclas del piano-
364 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATWWTICY O" LA ATLÁNTIDA" 39
Verdaguer, rápida e imprevista En mi opinión, no para La Ha-bana,
sino para Santander. Verdaguer estaba ya advertido de que
no siempre sus travesías atlánticas tendrían Cádiz como punto de
partida: "Algunes vegades anirem a desembarcar a Santander, i
d'alli altra vegada sortirem cap a l'Havana, i per consegüent esta-rem
quatre mesos sens venir a Cadis, encara que en aqueix cas la
Companyia m'envia?a les cartes a Santander" ",escribía a Collell
en carta fechada en Cádiz a 17 de febrero de 1873. Es lo que había
ocurrido, con la sola diferencia de que Verdaguer suponía que el
cambio de puerto se efectuaría al regresar de La Habana, y había
tenido efecto antes de dirigirse a América.
No me ha sido posible precisar la fecha de la partida. Por "rá-pida
e imprevista" cabe siiponer que no alcanzaría al 15 de marzo
como Verdaguer indicaba en la carta citada. La escala en Santan-der
fue, muy probablemente, de corta duración; de lo contrario es
probable que el poeta escribiera a sus amigos dándoles alguna im-presión
de la ciudad montañesa que visitaba por vez primera, como
no dejó de hacerlo a la vuelta. A final de marzo estaría en La Ha-bana,
y en la primera semana de abril iniciaría el regreso, entre el
6 y el 8'D7E.l "Guipúzcoa" atracó en Santander por la tarde del
día 2 de mayo, según precisa Verdaguer en una de sus cartas "8. En
ésta, dirigida a Collell, dice que desde Galicia costearon "fins a
Santander, que jo he vist per segona vegada" "O. Casacuberta, con
la proverbial probidad que le impide formular cualquier afirmación
que no esté respaldada por un documento probatorio, se pregunta:
"Havia anat per primer cop a Santander, des de Cadis, en comenqar
-con un solo dedo, desde luego- para reproducir "de oído" las canciones
populares de su tierra. e incluso para ensayar alguna que otra melodía de su
invención destinada a dar expresión musical a alguna de sus propias poesías.
9s En carta de primeros de mayo de 1875 a Jaume Serra i Jordi, discul-pándose
no haberle escrito, y por tal razón, antes de partir.
$6 "Algunas veces iremos a desembarcar en Santander, y de allí parti-remos
otra vez hacia La Habana, y por consiguiente estaremos cuatro meses
sin venir a Cádiz, aunque en ese ca.so la Compañía me m-nriarg las cartas n
Santander." Bpistoluri, pág. 167.
97 Así se deduce del párrafo que citaré luego (nota 103).
93 La dirigida a Collell en 3 de mayo de 1875.
xi "Hasta Santander, que yo he visto por segunda vez.'' Epistolari, pág. 170.
Núm. 6 (1960) 363
40 JOSEP MIRACLE
el segon viatge?" =O0. Sin duda; en mi concepto, la aludida mani-festación
verdagueriana es lo suficientemente demostrativa. Es de
observar, además, que desde el embarque de Verdaguer en el puer-to
de Barcelona no se ofrecen lagunas de tiempo como para per-mitir
un viaje a Santander ni por mar ni por tierra. Ya vimos que
el más dilatado espacio de tiempo está señalado por la larga per-manencia
del "Guipúzcoa" en Cádiz, con Verdaguer a bordo, "pri-sionero
de su propio barco".
La travesía resultó más feliz que la anterior: "semblava que
teníem el vent fermai a popa" lol, dice. Tan feliz sería, y de modo
especial al regreso, que al día siguiente de la llegada -3 de mayo-,
el pasaje, agradecido a la Providencia, sufragó un oficio solemne,
que celebró Verdaguer, "amb ajudants, música i cinquanta ciris a 2
l'altar, en acció de gijacies del bon viatge" lo2.
U
Tercer viaje.-Dábase como cierto que el "Guipúzcoa" cumpli-ría
cuarentena en el puerto de Santander en verano. Verdaguer se
refiere a ella con cierta insistencia en las cartas que escribió en el
puerto santanderino a primeros de mayo de 1875, y esperaba rendir
su tercer viaje para permitirse unas vacaciones en Cataluña. Abri-garía
incluso la esperanza de ver anticipar el período de cuaren-tena,
por cuanto en la carta que escribió a Jaume Serra i Jordi le
decía: "Jo pensava venir-vos a veure en aquest mes de maig, mes
en Uoc de venir, nos en tornam a America, d'on sortirem fa tres
setmanes. A Ia tornada, o quan Déu vulgui, podré venir a abracar
a mos amics que tant enyoro en eixa monotona soledat de les.
8igllesY, 109.
Casacuberta, con muy buen fundamento, conjetura que el "Gui-
100 "¿Se habría dirigido por vez primera a Santander, desde Cádiz, al
empezar el segundo viaje?" Ibíd., pág. 173, nota 6.
101 "Parecía que teníamos el viento atado a popa." Ibíd., pág. 170. ObsBr-vese
cómo esta frase reitera el sentido de la comentada en la nota 84.
102 "Con sacerdotes acólitos, míísica y cincuenta cirios en el altar, en
awib de grzcias pnr ei hwn aje." Ihld., pág. 171.
10s "Pensaba ir a veros este mismo mes de mayo, pero en vez de ir,
nos vamos a América, de donde partimos hace tres semanas.. A la vuelta, o-cuando
Dios quiera, podre ir a abrazar a mis amigos a quienes tanto echo
de menos en esa monótona soledad de las aguas." Ibíd., pág. 175.
366 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL AT-TIC0 Y "LA ATLkNTIDA'' 41
púzcoa" partiría de Santander hacia el 12 de mayo lo4. Esta fecha
puede ser adelantada probablemente hasta el 7, puesto que el "Gui-piúzcoa"
no se dirigió a América directamente desde Santander.
Hizo antes escala en Cádiz, de cuyo puerto partió el día 10, según
los reiterados anuncios que la Compañía insertó en el "Diario de
Barcelona" durante la segunda quincena de abril lo5. Eilo no inva-lida,
claro está, la base del cálculo de Casacuberta: que Verdaguer
fechara en 15 de mayo "davant les IUes Terceres" (ante las Azores)
la poesía La plana de Vic.
El "Guipúzcoa" rindió viaje en Santander el 2 de julio de 1875.
Fue éste, en opinión de Verdaguer, "més felic que cap dels ante-r
ior~"'O6 . Ello no obstante, no estuvo exento de incidentes y emo-ciones:
"A tres persones tinguí que administrar los Sants Sagra-ments,
i das-los sepultura en la mar" lo7.
Era éste el suspirado viaje a cuyo término, según decíase, el
"Guipirzcoa" quedaría en cuarentena en el puerto de Santander y
Verdaguer podría gozar de unas vacaciones en Cataluña junto al
anciano padre y a los amigos. No es improbable que el 15 de junio,
al zarpar de La Habana los, ex-perimentara, con esa idea! una ma-yor
sensación de alegría; y que, pese a las tres defunciones, consi-derara
el viaje como más feliz que ninguno. Sin embargo, no hubo
orden de cuarentena; el "Guipúzcoa" debía dirigirse a Cádiz, y a
Verdaguer le quedaba la esperanza, si el barco se detenía allí algún
tiempo, de efectuar alguna excursión para visitar Sevilla y Gra-nada.
Así lo comunicaba a Collell en 2 de julio desde Santander,
104 Epistolari, pág. 176, nota 1.
105 Tales anuncios, de regular tamat5o y con grandes titulares, están re-dactados
bajo el patrón siwiente: 'Vapores Correos de A. López y Compafíia.
El vapor . . . saldrá de este puerto el . . . para Valencia, MAlaga y Cádiz, adrni-tiendo
la carga y pasajeros para Puerto Rico y Habana que serán transbor-dados
en Cádiz al vapor correo que saldrá de dicho puerto el . . ." En algunas
ocasiones aparece incluso el nombre del vapor correo al que debe transbor-darse
: el "Guipúzcoa", por ejemplo.
106 "Más feliz que ninguno de los anteriores." Epistolari. p&g. 177.
107 "A tres personas tuve que administrar los Santos Sacramentos, y
darles sepultura en el mar." Pbid., pfig. 177.
Según el "Extracto del Lloyd" que aparece en el "Diario de Barce-lona"
del día 12 de julio de 1875.
Núm. 6 (1960) 367
42 JOSEP MIRACLE
terminando la carta con las siguientes palabras: "En Cadis tos-naré,
si Déu ho vol, a escriure't. Tant de bo que mon vapor vingués
a Barcelona!" lm.
Sería hacia el 10 de juIio cuando e1 "Guipúzcoa" emprendió el
viaje de Santander a Cádiz. El 13 pasaba ante el Cabo Siio Vicen-te
l1 ' O . Al día siguiente debía entrar en Cádiz. Pero, jrecaló en el
puerto gaditano? No consta en el "Diario de Cádiz", mas ello no
puede inducir a afirmar lo propio ni lo contrario l'. Lo cierto es
que Verdaguer no pudo realizar su proyectada jira andaluza para
visitar Sevilla y Granada. En cambio, la Providencia le había depa-rado
la ocasión de trasladarse a Cataluña.. . y precisamente a bordo
de su propio barco, el "Guipúzcoa". Desgraciadamente, y por la
anomalía consignada en la nota anterior, su entrada en el puerto 2
de Barcelona no consta en las distintas relaciones de movimientos
de buques que se publican en el "Diario de Barcelona" entre ci 15 8-U
de julio y el 22 de agosto, fecha -esta sí consignada- de la partida. -
0"
Cuarto viaje. - Casacuberta conjetura que el cuarto viaje de
Verdaguer a las Antillas debió empezar a últimos de agosto l12. Esta
circunstancia puede ser exactamente establecida. El "Guipúzcoa"
partió de Barcelona, rumbo a Cádiz, el día 22 de agosto; hizo escala
en Valencia y entró en el puerto gaditano el día 25, según consta
en el "Diario de Cádiz". El 29, Verdaguer escribía a su padre las
impresiones del viaje en carta que reproduce Casacuberta 'l" anun-ciándole
la partida para el día siguiente, 30, al mediodía. Según el
"Diario de Cádiz", la partida se efectuó el mismo día 29.
En el viaje de ida hubo alguna novedad: "Lo viatge fou de lo
bo que haguem tingut mai, sense cap novetat desagradable. Sols lo
Capia, dos dies abans d'arribar a Puerto Rico, vegé en la mar
"Si Dios quiere, en CBdiz volveré a escribirte. ¡Ojalsi que mi vapor
fuera a Barcelona!" Ibíd., pág. 178.
110 Epistolari citado, pág. 178, nota 6.
11'1 No es infrecuente observar en las secciones marítimas de los perió-dicos
la curiosa anomalía de barcos que salen del puerto aparentemente sin
haber entrado antes, o que entran y aparentemente no vuelven a salir después,
lo que dificulta en gran manera ese género de investigaciones.
112 Epistolura, pAg. 180, nota 6.
113 Epistolari, psigs. 179, 180.
368 ANíIARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER. EL ATLÁNTICO Y "LA ATLÁNTIDA" 43
una alteració que denotava temporal desfet a alguna distancia;
tirarem avant, i en eixa ciutat sapiguérem lo terrible que havia
sigut la tempestat dels dies anteriors, que atropella alguns barcos,
se'n por& algunes cabanyes, i era tanta sa forca que (sembla que
no pot ser, pero és historie) se'n duia un pare11 de bous. Sortírem
de Puerto Rico cap a l'iiavana, direcció que davant nostre seguia
el temporal, i en la isla sapiguérem los desastres que hi havia cau-sat
i de que nosaltres per voler de Déu nos havíem escapat" I l 4 . En
22 de noviembre, el "Diario de Barcelona", bajo el título El huracán
en Cuba, y aunque refiriéndolo al 18 de octubre en vez del de sep-tiembre,
daba amplia reseña, con gran lujo de detalles, del ciclón
al que Verdaguer se refiere. Es de notar que en el mismo puerto
de La Habana se hundieron cinco buques, cuyos nombres el periódico
.detalla. Navegando en -pos del ciclón, el "Guipúzcoa" llegaría a La
-Habana con posterioridad al 18 de septiembre.
Al regreso, un incidente en cierto modo paralelo al del anterior
viaje: "En aquest viatge tinguí que administrar lo Sagrament del
Baptisme a una criatura que nasqué d'una passatgera cubana. Nas-qué
a les tres del matí, i morí a les tres de la tarda, i li haviem
-posat lo nom de Marina. En altre temps n'hauria fet una balada;
ara, tant he vague jat, que m'he olvidat de l'ofici" Il5S. in embargo,
Verdaguer escribió un poema inspirado en este hecho, y lo publicó
en su libro Idi2.Zis i cants rnixtics bajo el título Marina y con la si-guiente
apostilla: "Poesia escrita en lo Golf de les Yegües després
de dar sepultura eclesibtica en la mar a una nina d'aqueix nom,
114 "El viaje fue bueno como nunea, sin ninguna novedad desagradable.
Sólo que el Capitán. dos días antes de llegar a Puerto Rico, vio en el mar una
alteración que delataba un gran temporal a alguna distancia; seguimos ade-lante,
y en esa ciudad supimos cuán terrible había sido la tempestad de los días
anteriores, que dafió a algunos barcos, se llev6 algunas cabafias, y tanta era
su fuerza que (parece increible, pero es histórico) se llevó un par de bueyes.
Salimos de Puerto Rico hacia La Habana, dirección que delante de nosotros
seguia el temporal, y en la isla supimos los desastres que habia causado y de
los que nosotros, por voluntad de Dios, habíamos escapado." Ibid., pág. 181.
115 "En este viaje tuve que administrar el Sacramento del Bautismo a una
criatura que nació de una pasajera cubana. Nació a las tres de la madrugada.
y murió a las tres de la tarde, y le habíamos puesto el nombre de Marina. En
otro tiempo habría compuesto una balada sobre ello; ahora, tanto he dejado
de escribir, que he olvidado el oficio." Ibid., ptig. 182.
44 JOSEP MIRACLE
morta no gaires hora després de nhixer" l16. Casacuberta da la
información siguiente: "N'he vist tres esborranys a la Biblioteca
de Catalunya (ms. 3781, dos deis quals, molt atapeits de variants i
correccions, probablement són d'aquesta epoca ; en un, I'autor p&
el títol La gavina del cel i la nota següent: 'En lo golfo de les Ye-guas,
després de donar sepultura en la mar a Marina Betancourt,
nada el mateix dia' " l17. Tanto la apostilla publicada en los Idil-lis
como la nota del borrador a que alude Casacuberta ponen un mentís
a la manifestación de Verdaguer contenida en la carta a la que se
refiere la nota 115. El letargo poético de Verdaguer no era ya abso-luto;
meses antes -véase texto subsiguiente a la nota 105- habia
escrito, frente a las Azores, La P h w de Vic, poema en el que rezu-ma
la nostalgia de todo cuanto dejó en su comarca vicense. Una a N
curiosidad a señalar: en la nota que publica Casacuberta aparece,. E
con el nombre, el apellido de la niña bautizada y sepultada: Betan- O n court, no exento de resonancias canarias. -
m
O
El 18 de octubre, ya en Santander, Verdaguer escribía la carta E
E
anteriormente citada. La dirigía a su intimo Coiiell, y le advertia: 2
E
"Si em pots escriure, fes-ho abans del 25, perqu; el 30 llevem an-
-
cles cap a 1'Havanay' lU.
3
- -
0
m
Quinto &&.-El "Guip:úzcoa" levó anclas con anterioridad al' E
30. El 25 de octubre, procedente de Santander, entraba en el puerto O
de Cádiz, según atestigua el periódico gaditano; la partida para n
E La Habana se efectuó, según el "Diario de Cádiz", no el 30 como -
a
Verdaguer indicaba, sino el 31. nl
El 17 de noviembre estaba en La Habana, y, muy posiblemente n
n
116 "Poesía escrita en el Golfo de las Yeguas luego de dar sepultura ecle-eisstica
en el mar a una niña de este nombre, muerta pocas horas después
de nacer."
117 "He visto de ella tres borradores en la Biblioteca de Cataluña (ms. 378),
de los que dos, muy abarrotados de variantes y correcciones, probablemente
aon de esta época; en uno, el autor puso el titulo La gavina del cel ("La ga-viota
del cielo") y la nota siguiente: 'En el golfo de las Yeguas, luego de dar
sepultura en el mar a Marina Betancourt, nacida en el mismo día'.'' Episto-
M, pág. 183.
118 "Si puedes escribirme, hazlo antes del 25. pues el 30 levamos anclas
para La Habana." Ibld., p8g. 183.
370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
VERDAGUER, EL ATLhNTICO Y "LA ATL~NTIDA" 45
influenciado por la circunstancia que indicaré, escribió a Collell en
apresurada demanda de opinión. El viaje habría sido, además de
bueno, divertido. Entre los pasajeros del buque iban los componen-tes
de una compañía de zarzuela, "i de vespres, sobre coberta, can-taven
la tan aplaudida seguidilla 'Dichoso aquel que tiene la casa a
flote', arias i cors de tota manera, i sempre precedits de l'hermosa
Salve deir Molinero de Subiza, que enmig de la mar era d'un efecte
mhgic. Lo pitjor de tot era que jo no ho podia sentir, per estar a
fer companyia a 19Arquebisbe de Cuba, que no estava per cancons
de teatre, que sempre ferumegen a cosa profana, i pas&vem lo
temps llegint lo Quixot o altre llibre de passatemps" lm.
De la presencia a bordo del Arzobispo de Cuba venían los que-bradero~
d e cabeza de Verdaguer, y no precisamente por impedirle
saborear los cantos de la compañía de zarzuela. El Dr. Martín de
Herrera y de la Iglesia, que en aquel viaje iba a tomar posesión de
su Archidiócesis, propuso a Verdaguer que permaneciera con él en
Cuba; y aunque, dice el poeta, "no sé quin bé puc fer, ni quin ofici
tinc de tenir, si de rector, vicari, passioner, etc., (. . .) me fa venir
temptacions de trencar d'un cop I'arbre de mes il.lusions, que a la
fi m'ha coronat d'espines, i buscar, nu d'afectes terrenals i lite-raris,
lo que més m'importa. Encomana'm a Déu i envia'm lo teu
parer, que espero a Cadis a vigílies de Nadal" Izo. No era la vez pri-mera
que veía subjetivamente trocados por espinas los laureles
literarios; en .1865, a los veinte años y precisamente cuando sus
1 "Y al anochecer, sobre cubierta, cantaban la tan aplaudida seguidilla
'Dichoso aquel que tiene la casa a flote', arias y coros de toda especie, y siem-pre
precedidos de la hermosa rgaZve del Dlolinero de Subiaa, que en el mar era
de un efecto mágico. Lo peor era que yo no podía oirles porque estaba ha-ciendo
compañía al Arzobispo de Cuba, que no sentía ningún apego a las can-ciones
de teatro, pues siempre huelen a cosa profana, y pasábamos el tiempo
ieyendo ei Quijote u otro iiaro de pasatiempo." inid., págs. í84, 186.
120 "NO sé qué bien puedo hacer, ni qué oficio debo desempeñar, si parroco,
coadjutor, pasionero, etc., (. . .) me engendra tentaciones de romper de una vez
,el hrbol de mis ilusiones, que a la postre me ha coronado de espinas, y buscar,
desnudo de afectos terrenales y literarios, lo que mas me importa. Encomi6n-dame
a Dios y mándame tu parecer, que espero en Cádiz en las próximas ~ a -
. . vidades." Ibid., pág. 185.
Núm. 6 (1960) 371
40 JOSEP MIRACLE
primeros éxitos literarios, se había expresado con términos análo-gos,
trágicamente profetizando su futuro l?".
Más o menos acertando en sus cálculos sobre las próximas Na-vidades,
un imprevisto aguardaba a Verdaguer al término de su
quinto viaje. Partió de La Habana el 25 de noviembre 12" y atracó
en Cádiz el día 13 de diciembre. Pero el 16, el "Guipúzcoa" aban-donaba
Cádiz con el rumbo que más podía satisfacer a Verdaguer :
Barcelona l"".
Sexto viaje.-Casacuberta, en su importante anotación al E@-
to7m-i tan a menudo citado, observa: "El període corresponent als
viatges cinqu6 i si& 6s el m& obscur de I'etapa marinera de Ver-daguer.
Malgrat aixo, cree que podem establir la següent cronolo-gia:
cinque viatge: de la darreria d'octubre als comenqaments de
desembre de 1875; si& viatge: gener-febrer de 1876" lW. Las pre-cisiones
que he conseguido sobre los movimientos del "Guipúzcoa",
no sólo corroboran las siempre tan acertadas hipótesis de Casacu-berta,
sino que desvanecen la oscuridad del período a que se refiere.
Partido el 16 de diciembre de Cádiz, el "Guipúzcoa" entró en el
puerto de Barcelona el 19; efectuó la travesía en sesenta horas,
precisa el "Diario de Barcelona". Desde días antes de su llegada,
en las páginas del diario barcelonés aparecen los anuncios habi-tuales
de la Compañia notificando que el "Guipúzcoa" saldría de
Barcelona el día 22 para Cádiz, de cuyo puerto zarparía el 30 con
destino a América.
Eh indiscutible que Verdaguer, ante la perspectiva de tocar en
Barcelona, pediría y conseguiría un permiso. Visitó a sus amigos
I d V6ase el epílogo que compuso Verdaguer para su poema Dos d r t h
de ma pdtraa, ampliamente comentado en mi Verdaper antb Za Zara. i el calze,
pkgs. 171 SS.
1% Segíin el "Extracto del Woyd" que se publica en el "Diario de Bar-ce!
ma" de 23 de 6iciemhre de l8?5
Ambas fechas proceden del "Diario de Cddiz".
194 "E1 periodo correspondiente a los viajes quinto y sexto es el m b
oscuro de la etapa marinera de Verdaguer. No obstante, creo se puede esta-blecer
la siguiente cronología: quinto viaje: de úItimos de octubre a principio
de diciembre de 1875; sexto viaje: enero-febrero de 1876." @p&tolwa, m-na
38, ñüia 2.
372 ANIJARIO DE ESTUDIOS ATLANTlCOS
VERDAGUER, EL ATLkiTICO Y "LA ATL~~NTIDA" 47
en la ciudad condal, visitó a Collell en Vich, y como es ya de supo-ner,
fue a abrazar a su padre en Folgarolas, en cuya compañia debió
gozar del permiso conseguido. No es improbable que el permiso
caducara el día 4 de enero, fecha en que el vapor "Pasajes" partía
de Barcelona para Cádiz, en donde los pasajeros con destino a Amé-rica
efectuarían el transbordo, según los acostumbrados anuncios
insertos en el "Diario de Barcelona", el 10 de enero. Probable-mente
el vapor correo de turno sería el "Alfonso XII"; el 10 de
enero, el "Guipúzcoa" estaba en alta mar, en su travesía de retorno.
Reincorporado a su barco, Verdaguer emprendió su sexto viaje
a América el día 31 de enero, desde el puerto de Cádiz; rindió viaje
en el mismo puerto en 23 de febrero "? En 3 de marzo escribió a
Collell la carta sobre cuyo texto se basan las acertadas conjeturas
de Casacuberta, y en la que aparece una frase que, al ser conocida
da cronología de los viajes del "Guipúzcoa", adquiere un gran valor.
Es esta: "Del senyor Bisbe que hi portarem en 1'Últim viatge, no
te'n dic res" la% El úZt.imo viaje de Verdaguer, naturalmente: el
quinto; no del "Guipúzcoa", que como hemos visto efectuó una tra-vesía
a América sin su capellán titular a bordo.
~éptzmov iaje.-En principio, muy en principio, éste habría sido
el último viaje atlántico de Verdaguer. Parece ser que durante su
reciente estancia en Cataluña había decidido terminar su experien-cia
marinera. En 25 de diciembre de 1875, Collell escribía a Aguiló
refiriéndose a Verdaguer: "Tiro ja algun plan per la seva tornada
perqu6. sembla que vol deixar aviat aquesta vida" "'. Verdaguer,
reincorporado al mar, debió considerar prematura aquella deci-sión
: "Te vaig prometre deixar lo mar de seguida lZs, mes ara que hi
som me sembla que faig un disbarat en tenir tanta pressa per venir
195 Fechas comprobadas en el "Diario de Cádiz".
128 "Nada te digo del Sr. Obispo que Ilevábamos en el último viaje.'' Epis-b*
l"*i
.V.,# ", pig. 187.
t2.í "Echo ya algún plan para cuando regrese, pues parece que quiere
abandonar pronto esta vida" (la marinera). Ibfd., pág. 189, nota 3.
m "Te hice promesa de abandonar el mar en seguida, mas ahora que
estoy en él me parece que cometo un disparate teniendo tanta prisa por ir
ahi." Ibid., pág. 186.
Núm. 6 (1960) 373
48 JOSEP MIRACLE
aquí". Sin embargo, algo más adelante de la misma carta, y refi-riéndose
al Arzobispo de Cuba, reiteraba aquella decisión : "Així és
que per eU sol vull fer un altre viatge" laD.
El más o menos presunto último viaje, el séptimo, tuvo una
cierta demora, y Verdaguer la aprovechó para efectuar una excur-sión
que había ya planeado en julio del año anterior, 1875 ; recorrió
Sevilla, Granada y Córdoba. En carta de 26 de marzo, al trasladar
a su padre las impresiones recibidas, le escribía: "Acabo de fer un
viatget per Andalusia, que és lo millor que he fet en la vida" la.
Con no menos entusiasmo le escribia a Collell en la misma fecha.
La demora terminó el día 30 de marzo. En esta fecha el "Gui-puzcoa"
zarpó de Cádiz para La Habana, con un importante cam- a
bio a bordo : el capitán no era ya aquel vizcaíno que mereciera tan- N
E tos eiogios de Verdaguer, J. J. de Ojínaga; ei nuevo capitán se iia- O
maba J. Chaquert 13%.P ero otro cambio mucho más importante se --- m
produjo, durante esta travesía, en el ánimo de Verdaguer: la defi-: O E
nitiva terminación del letargo intelectual. De regreso, en Santan- E
2
der, el poeta daba la gran noticia a su intimo Coiiell : "Te faig saber -E
que he comencat a espolsar lo matelas de LJAtlant%aJ que per cert 3
necessita, com jo, dels aires de mar" 132. -- 0
El "Guipúzcoa" rindió viaje en Santander en los primeros días m
E
de junio, con anterioridad al 5. O -
Octavo viaje.-Allí, en Cataluña, estaba la promesa de abando- a-E
nar el mar; y en Santander las cartas que en cierto modo la recor- l
darían. Partiendo de una de ellas, la que le tranquilizaba proba- --
blemente en cuanto a la salud de su padre, hizo escribir a Verda- 3
guer : "G&cie.s a Déu, ha desaparegut de casa lo perill que m'hauria O
fet deixar de seguida i per sempre la mar. Ara no trigaré, pero no
puc sense tornar a lPHavana, per on tinc comprades algunes cos&
1% "De modo que s610 por él quiero hacer otro viaje." Ibíd., pág. 187.
130 "Acaim de realizar un viajecito por Andalucía. que es el mejor que he
efectuado en la vida." Ibid., p&g. 191.
Dato procedente del "Diario de Cádiz". Este mismo capitán aparece
en los sucesivos viajes del "Guiptízcoa".
132 "Te comunico que he comenzado a sacudir el colchón de L'Atldntidn,
que por cierto necesita, como yo, de los aires de mar." Epiatoiari, pág. 200.
374 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
-d'enc'arrec, que em farien anar coix si no les duia alla" 133. El argu-mento
es casi pueril. A Verdaguer le sabia mal dejar el mar cuando,
habiéndose ya perfectamente aclimatado a la vida marinera, recu-perada
su salud y con ella el ánimo y el afán para las empresas
literarias, el mar podía ser su mejor aliado para el gran poema de
sus ilusiones.
El 14 de junio el "Guipúzcoa" emprendió nuevo viaje, con escala
en Cádiz, en cuyo puerto entró el día 17 y no para continuar en
seguida. A Verdaguer le quedó tiempo más que suficiente para
escribir a Collell, algo apesadumbrado por el poco rendimiento que
conseguía en su trabajo: "Alguna vegada arribo a unes parets en
runa, menjades per les ones i la sal de 1'Atlantic que, segons tra-dició,
són del temple d'HGrcules, cosa que en mon temps m'hauria
fet d'estrep per pujar al cel de ma poesia, mig tancat ja per a
mi>>1%. La alusión a sus años juveniles es transparentisima. Algo,
sin embargo, había ganado Verdaguer; del cielo a medio cerrar del
presente a la convicción que el ángel de la poesía le había aban-donado
para siempre, manifestada el año anterior, media un gran
trecho. Verdaguer necesitaba, en estos momentos, el cielo de su
poesía completamente abierto: "En l'altra carta te dic que vaig
espolsant mon poema. És veritat que en dies molt bons hi treballo
una estona, pero poc, perqu6 com no sé quin és mon pecat original
per qu& só castigat, me guardo de tot lo que sap o, millor dit, fa
olor de pomera del paradis" 'lS5.
La partida del "Guipúzcoa" para América tuvo efecto el día 10
de julio de 1876. En este mismo día Verdaguer escribió otra carta
133 "Gracias a Dios, desapareció de mi hogar el peligro que me habría
obligado a abandonar en seguida y para siempre el mar. No tardar6 en aban-donarle,
pero no puedo sin volver a La Habana, para donde tengo compradas
algunas cosas que me fueron encargadas y me causarían un trastorno si no
las llevara allí." Ibíd., p8g. 198.
334 "Alguna que otra vez me dirijo a unas paredes en ruinas, comidas por
las olas y la sal del Atlántico que, según tradición, son del templo de Hércules,
cosa que en mi tiempo me habría servido como de estribo para montar al cielo
de mi poesía, medio cerrado ya para mi." ibíd., p&g. 202.
13s "En mi carta anterior te digo que voy sacudiendo a mi poema. Cierto
es que en días muy buenos trabajo un rato con él, pero poco, pues como no sé
cuál es mi pecado original por el que se me castiga, me abstengo de cuanto
sabe, o mejor dicho, huele a manzano del paraíso." míd., p8g. 202.
Núm. 6 (19fi0) 375
50 JOSEP MIRACLE
a su amigo Collell, con menos entusiasmo para la vida marinera:
"Amb lo peu a I'estrep per donar, Deu faca que sia l'última carrera
pel mar, te vaig a escriure tot de presa, i balancejant ja, quatre
mots de despedida"
Al regresar a Santander, en los últimos días de agosto o en.
primero de septiembre, Verdaguer encontró en la correspondencia
noticias alarmantes sobre la salud de su padre. Ello le impulsó a
escribir, el día 1 de septiembre, una carta a don Antonio López en
la que además de solicitar permiso para volar junto al lecho de su
padre, presentaba, prácticamente, la dimisión de su cargo de ca-pellán.
No falta, en acción de gracias, la ofrenda de LJAtZantida:
"Si Dios devuelve las fuerzas a mi buen padre, pienso publicar en
Vich un pemita que, como yo: tiene allí su cuna y fue desarrollado
en estos dos años al benéfico calor del Océano Atlántico, a bordo de
su 'Guipúzcoa' q-rido, y del cual pienso poner en sus manos el
primer ejemplar". Más adelante tendremos en cuenta este impor-tante
párrafo. No falta, asimismo en la carta, la expresión de afecto
hacia el barco y sus hombres : "Con verdadero sentimiento me des-pediré
de este buque, de mis buenos compañeros, y sobre todo de V.,
a quien quedaré eternamente agradecido" 137. No le fue denegado
el permiso. Verdaguer se trasladó inmediatamente a su pueblo
natal, Folgarolas, donde tuvo el pesar -y el consuelo- de ver
fallecer a su padre, Josep Verdaguer i Ordeix, quien entregó su
alma el día 8 de aquel mismo mes de septiembre.
Noveno y ultima &je.-A Verdaguer le fue concedido el per-miso
solicitado, pero, por el momento, no le fue aceptada la dimi-sión.
Cierto es que Verdaguer no la había presentado de un modo
terminante; en su carta hacia una honorable salvedad, que afec-taba
incluso al permiso : "si a causa de algún viaje repentino u otra
cosa cualquiera no causo perjuicio alguno a la empresa, pues de
otra manera y a pesar de todo, continuaría a su servicio mi vida
186 "Con el pie en el estribo para dar, quiera Dios sea, la última travesía
por el mar, voy a escribirte a vuelapluma y zarandeando ya, unas palabras
de despido." ibíd., p6g. 203.
137 Carta escrita directamente en castellano, una de las pocas que escribió
Verdaguer en este idioma. La reproduce Casacuberta en EpZstoZari, pág. 205.
376 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATL&TICO Y "LA ATJL&NTIDA" 51
marítima que ha ensanchado por mitad mi horizonte poético". La
dimisión debió ser aceptada para después de un nuevo viaje.
Verdaguer se trasladó probablemente a Santander para rein-tegrarse
a su cargo y parece ser que a Últimos del mismo mes de
septiembre. En 5 de noviembre, el "Guipúzcoa" entró en Cádiz pro-cedente
de La Habana. El 18 Verdaguer embarcó en el vapor "Ciu-dad
Condal" con destino a arcel lona. El mismo día, y a bordo, es-cribió,
a honor de don Antonio López, la dedicatoria de su poema
LJAtZanticla. Al anochecer del día 20 de noviembre desembarcaba
en Barcelon, llevando, en su decir, el poema "debajo del brazo, salo-bre
aún, y trascendiendo a alquitrán y algas marinas" '*.
La experiencia marítima de Verdaguer había terminado.
11.-EL ATLANTICO Y "L'ATLANTIDA"
l.-LAs TEMPESTADES OCEÁNICAS.
For ser ei especiácuio de ias tempestades ei que más tenaz-
.mente.perseguia Verdaguer muchos años antes de iniciar su vida
marinera; por constituir, a mi entender; el elemento que el poeta
consideraría como imprescindible para montar la soñada escena
cumbre de su poema, es de presumir que ya desde el mismo mo-mento
de su embarque en Barcelona Verdaguer tendría, si no pre-cisamente
el deseo, por lo menos la curiosidad -tal vez amasada
con temor- de conocer en su auténtica realidad un temporal ma-rítimo.
' En la apretada síntesis que acabo de exponer sobre los viajes
atlánticos de Verdaguer, el tema de las tempestades aparece sólo
de refilón. Asimismo, revisando la prensa de los años 1874-1876
no he sabido dar con noticias de temporales en el Atlántico, des-contado,
por supuesto, el ciclón del mar Caribe al que se refiere
también Verdaguer en una de sus cartas. Ello no quiere decir, claro
está, que Verdaguer hubiese tenido, humanamente, la inmensa for-tuna
de no sufrir una sola tempestad en dos años de navegación,
138 En el prólogo de L'Atiantida.
Núm. 6 (1960)
62 JOSEP MIRACLE
y, poéticamente, la inmensa desgracia de no cosechar, en dos años,
una sola experiencia tan necesaria a su poema.
Parece ser, no obstante, que Verdaguer, homolcgando en cierta
forma sus andanza y hazañas en los bosques de S a b a s s ~ n a ~ ~ ~ ,
aprovechó hasta la temeridad el espectáculo del mar embravecido.
Así se deduce del siguiente párrafo, entresacado de un artículo
dedicado, más que al poeta, al capellán de la Trasatlántica I4O : "Mas
cuando soplaba el viento o arreciaba el temporal y los rayos hen-dían
las grises y espesas nubes, Verdaguer subía a lo alto del puen-te
e inmbvil, firme en la barandilla, con los vestidos tremolando al
aire, contemplaba el inmenso espectáculo del mar enfurecido, de
las olas invadir la cubierta y sacudir implacable el barco, haciendo
crujir las vergas y los mástiles. Así lo habían visto los marinos,
así lo había sorprendido el capitán: así le habían admirado los
viajeros."
Ignoro el fundamento de las anteriores afirmaciones, que pue-den
ser ciertas y dignas del mayor crédito: tan ajustadas resultan
a la idiosincrasia verdagueriana; lo que no obsta para sospechar
n,~pe y&tz ~ i e r ht y~i! !~ & !qefida 141. E! p&rr~fr~p p-0-
ducido, escrito muy en términos generales, cual corresponde a un
artículo periodístico, permite admitir una pluralidad de tales si-tuaciones
dramáticas. En tal caso, sorprende la parquedad de no-ticias
que a este respecto se observa en la correspondencia de Ver-daguer,
mayormente cuando el poeta era pródigo en descripciones ;
las hay, en sus cartas, de ciudades como Valencia, Córdoba, Swi-lla,
Granada, Cádiz; de parajes como los andaluces y los norteños;
de aspectos de la costa cántabra.. . pero ni una sola impresión sobre
tempestades de mayor o menor calibre.
1U1na.-y i n- rn -nnrr.rrlnn nri mnmL:rr lo- .-~nl;fir>nninrinoA n A n o nrrr al m**- yuc? I G ~WLGUIL ~LL~L, IUII<WU C, ~ ~ L U ~ , Q ~ ~ V I I GuDa u- PUL GI p v -
pio Verdaguer a sus viajes atlánticos: en el primero, "lo viatge
d'anada fou feZiclssim" 142; en el segundo, comprendidas ida. y
vuelta, "Mon nou viatge ha estat feliq com l'altre ; res de mal temps
-9" -7Z--- A--.&- >3--&.. v e m e L ~ A L U tiur~eq~uiiurea~ e; a üüLk S.
140 Arturo Wopis: Evocacidn a Jacinto Verdaguer, capelkh de la Tras-atlálztica,
"Destino", Barcelona.
141 Vdase texto y nota 15.
142 "El viaje de ida fue felicz'simo."
3 78 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
VERDAGUER, EL ATLANTICOY "LA ATLiíNTIDA" 53
ni de mar dolenta; semblava que teníem el vent fermat a popa" 143;
.en el siguiente, "és la fi de mon tercer viatge a Adrica, més fez.@
.que cap dels anterwrs" lM; en el cuarto, "lo viatge fou de lo bo que
haguem tingut mi, sens cap novetat desagradable" 145, pese a ser
.&te el precedido por un ciclón; ninguna calificación para el quinto
y los siguientes. No considero desorbitado suponer que.en el caso
de una tempestad importante, por lo menos en los viajes quinto,
sexto y séptimo -los dos últimos, por las circunstancias termi-males,
excusan la correspondencia-, habría quedado reflejada en
las cartas verdaguerianas de la época. ;Quedar