LA AVENTURA AMERICANA
DE LOS HERMANOS SILVA
POR
ALEJANDRO CIORANESCU
La breve intervención de los hermanos Silva en la expedición
de Diego de Ordaz al no Marañón es un episodio que conocen
bien los historiadores de América. Ha sido relatado con suficien-tes
detalles por fray Peciro de Aguado ', por fray Antonio Caulin :,
por Antonio de Herrera3 y recordado modernamente por don
Florentino Pérez Embid 4. En lo referente a lo que llamamos su
aventura americana, apenas si podemos señalar algún que otro
detalle, para decir la verdad bastante insignificante, después de
la cosecha ya señalada. Pero así como las circunstancias de su
compromiso con Ordaz y de su viaje a Indias eran ya conocidas,
poco o nada se sabía de la identidad de estos personajes y de sus
andanzas anteriores. Lo que nos proponemos en las páginas
que siguen es, sobre todo, presentar a los personajes y el am-
1 Fray Pedro de Aguado: Historia de Venezuela, cor, prdlogo, notas
y apéndzces por Jerónimo Becker, tomo 1, Madrid, 1950, págs. 398-416.
2 Fray Antonio Caulín: Hzstorza de la Nueva Andalrccía, edición de
Pablo Ojer, Caracas, 1966, cap. VI, págs. 218 y 221 (está también en
Historiadores de Zndzas, 1111 de la Biblioteca de Autores Españoles, ed. Gui-llermo
Morón, Madrid, 1965, págs. 34143).
3 Antonio de Herrera: Historia general de los ne ch~sa . los castella-nos
en las zslas y tierra firme del mar océano, vol. IX, Madrid, 1952, dé-cada
IV, libro X, cap. 9 (pág. 309) y cap. 10 (pág. 312).
4 Florentino Pérez Embid: Diego de Ordds, compaiiero de Cortés y
explorador del Orinoco, Sevilla, 1950, B.", 145 phgs. (Escuela de Estudios
Hispano-Americanos de Sevilla, 58).
Núm 18 (1972) 277
2 ALEJANDRO CIORANESCU
biente canario de que salieron. Sin embargo, para mayor clari-dad.
empezaremos con lo ya sabido, es decir, con su participación
en la expedición americana de Ordaz.
Este último había conseguido, en 20 de mayo de 1530, unas
capitulaciones que le permitían ir a poblar en la región más
allá del río Marañón, hasta donde se había dado a los alemanes:
estipulación sumamente imprecisa, debida a las nociones insu-ficientes
o poco exactas que entonces se tenían de aquellas zo-nas,
y que precisamente dio lugar a toda una serie de compe-tencias,
conflictos de jurisdicción y choques armados con otros
colonizadores. Se le concedía a Ordaz la facultad de nombrar
oficiales: gobernador, capitán general, adelantado, alguacil ma-y
e; perniiisci de consiluir c-u;dilfoo ria~eza&sn,d use~e- ai?
plazo de seis meses para partir.
El mismo día 20 de mayo se le entregaba una carta al gober-nador
de Canarias, recomendando al «capitán Diego de Ordás,
a quien avemos encomendado la governación, descubrimiento e
pobiacion de ia provincia dei Kio dei Maranón)), para que se ie
dejase sacar de las islas «hasta cient honbres e algunos cava-llos
», que necesitaba para dicha conquista. Luego, el 3 de julio
siguiente, conseguía Ordaz dos reales cédulas más: una para
«nuestro gobernador e otras Justicias de las Yslas de Canaria)),
para que se le permita sacar mantenimientos de las islas, y otra
dirigida a las Justicias de Tenerife y La Palma, para que pueda
sacar de la isla harina y otros mantenimientos 5. A pesar de ello,
la salida de la expedición se atrasó bastante más. Sólo se puso
en marcha en 20 de octubre, que era precisamente el día en que
expiraba el plazo de seis meses que ie habla sido concedido por
las capitulaciones. En dicho día salió Ordaz de Sanlúcar de
Barrameda, con dos naos y una carabela que llevaban unos
500 hombres y 30 caballos 6. «Vino a las islas de Canaria, por-que,
como es notorio, desde'l primer descubridor de las Indias
hasta el último navegador de aqueiia carrera, todos an iiegado
a rreconocer estas yslas y tomar puerto en la que más cercana
5 Archivo General de Indias (Sevilla), Indiferente 416; cf F Pérez
Embid: Diego de Ordás, pág. 50.
6 F. Pérez Embid: Diego de Ordás, pág. 57.
2 78 ANUARIO DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA 13
a sí hallan, por estar en el camino de su nabegación y rehacerse
en ella de algunas cosas necesarias para su mantenimiento o ma-talotaje.
La ysla donde Ordaz llegó fue la de Tenerife, porque
en aquel tiempo era, y aun agora, la más fuerte y abundante de
comidas y mantenimientos que ninguna de las otras» 7.
Llegó al puerto de Santa Cruz de Tenerife el 30 de octubre
de 1530, después de diez días de navegación '; y se quedó al ancla
cosa de mes y medio9, hasta que salió para tomar el rumbo de
las Indias, el día de Santa Lucía, 13 de diciembre. Durante este
tiempo, dice su cronista más autorizado, «se rrehizo así de gente
como de otras cosas necesarias a su navegación; y entre las
!demás gentes que en esta ysla se le llegó al comendador Ordás
e ., .,o L:A,l,,, ,,+..,,1*, A, 011, 11,A, 1," c:1.,.-. -..a
IULLULL ULIVJ L I L U U I ~ U J I IULULUILJ UL LLIUL,IU LLLUUVJ LVJ C;>uvaY, UL
se ofrecieron a llevar ciertos nabíos y gente a su costa para esta
jornada» lo. Por la real cédula antes citada, ya sabíamos que de
todos modos Ordaz pensaba reclutar gente en Canarias; pero se
entiende que el ofrecimiento de los hermanos Silva debió de
parecerle hteresante, ya yUe éstos !e proponian eustear s~
propia participación en la empresa, poniendo a su disposición
navío y gente y ahorrándole así al jefe de la expedición los gastos
que normalmente debía de haber previsto.
El negocio era bueno para Ordaz, pero tenía también un pe-queño
inconveniente, y era que a los hermanos Silva no se les
podía exigir prepararlo y pagarlo todo en un par de días. Por
,otra parte, Ordaz no podía prolongar indefinidamente su estancia
en Tenerife, no sólo porque estaba obligado a ir en curnplimien-to
de su misión, sino también porque cada día de atraso le
obligaba a gastos de jzlriiaks y manteiiimieiitos. Asi p e s , «viendo
el comendador Ordás que se detenía o abía detenido mucho en
esta ysla de Tenerife y que los Silbas no estaban del todo ade-recados
para juntamente con él seguir el viaje, acordó dexallos
aderecándose, para que, quando estuviesen de todo punto apres-
7 Fray Pedro de Aguado. Historia de Venezuela, vol. 1, págs. 398-99.
8 F. Pérez Embid: Dzego de Ordás, pág. 58.
9 Zbídem, pág. 59. Según fray Pedro de Aguado: Historia de Venezue-
Ja, vol. 1, pág. 399, se había quedado en el puerto de Santa Cruz por espacio
de dos meses.
10 Fray Pedro de Aguado: Historia de Venezuela, vol. 1, pág. 399.
Núm 18 (1972) 274
4 ALEJANDRO CIORANESCU
tados, fuesen en su seguimiento; y así les dixo cómo se quería
partir y que la derrota que llevaba sería a las yslas de Cabo
Verde, que son o eran del rey de Portugal, y de allí nabegan
derecho a Poniente, lo cual no se haze agora, porque se ataxa
algún tanto de camino; y que destas yslas yría derecho al cabo
de San Agustín o a la lboca del rrío Marañón, donde los esperava
hasta que fuesen llegados y juntos pusiesen en execución la
jornada de tierra. Los Silvas quedaron de hazello como el Co-mendador
de Ordás, en cuya capitanía y juridición se abían me-tido,
les mandaba» ".
A nosotros se nos antoja imprecisa la cita en lugar tan des- a
conocido como mal determinado en los mapas; y sin embargo, N
E
!G más cürioso es y ~ !eas persunas asi citadas se excmtrurcm sin O
mayores dificultades, pero en lugar diferente del previsto, en
Paria. De todos modos, Ordaz se fue directamente al Marañón; O
E
pero en los bajíos de su delta perdió un navío y, al darse cuenta
E que no era posible adentrarse en tierra firme subiendo por el
rfo, eii razSii precisamente de estos bajios, se vi= &ligad= a 2
dirigirse a Paria, más al oeste. Entraba así en los límites de
otras concesiones; y efectivamente se encontró con una forta-leza
tenida por los hombres de Antonio Sedeño; pero el derecho
del primer ocupante no debió de hacerle mucha impresión, ya s
que la ocupó inmediatamente, estableciendo en ella lo que llama- a-£
ríamos su base de operaciones. l
n Tras haber apuntado estos detalles, fray Pedro de Aguado ;
vuelve a Tenerife, para ocuparse de los hermanos Silva y de
sus preparativos en vista de su inminente salida. Dice que el re- o
dütamienio de hombres de gUerra se hizo en Tenerife por Alun-so
de Herrera, maestre de campo de Ordaz: afirmación que,
según luego veremos, debe entenderse con cierta reserva. Son
interesantes, sin embargo, los detalles que da, un poco tarde
ya, sobre las condiciones que decidieron a los Silva a interve-nir
en la empresa: «Estus Silva, jente be mediana hacienda y
linaje y juveniles en la edad y aun en el juicio, a los quales fá-cilmente
atraxo a sí Alonso de Herrera para que, deshaciéndose
del patrimonio y bienes que allí tenían, los gastasen en armar un
11 Zbidem, pág. 399.
280 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LA AVENTURA DE LOS SILVA 5
nabío o los que pudiesen y en ellos metiesen los soldados y jente
que hallasen, para yr con el Comendador Hordás en demanda de
"aquella rrica por fama e yncierta noticia del Marañón; y con
esto no sólo adquirirían tftulos de capitanes y personas princi-pales
y preheminentes, mas temían tanta mano en el negocio del
govierno de la gente y tierra que se descubriese y poblase, como
el propio governad0r.s Movidos por la tentación, seguros de que
más allá del océano les esperaban los títulos y los cargos y las
riquezas, los hermanos «se deshazieron de los bienes y hazienda
que en ella tenían»; compraron una nao y una carabela, aconvo-cando
y atrayendo a su compañía muchos amigos y conocidos»,
hasta reunir «más de docientos hombres» 12.
Los dos navios estaban iistos para zarpar, surtos en el puerto
de Santa Cruz, cuando llegó a Tenerife aun galeón de un cavalle-ro
portugués, cargado de mercadurías y de otras cosas que para
el sustento de aquella ysla se traían, en el qual ansí mesmo venia
una donzella de poca hedad, hija o pariente del señor del galeón.
Ei que venia por maestre deste gaieón, o por enojo que de su
dueño tuvo o por otra diabólica codizia que a ello lo movió, tra-tó
con Gaspar de Silva, que hera hermano mayor de los tres,
que se apoderase en el galeón y en todo lo que en él estava y lo
llevase consigo. Gaspar de Silva dexóse fácilmente venzer de su
cudicia y hizo lo que el maestre del galeón le dezían. Es decir, que
lo que hizo fue apoderarse del galeón portugués, expulsar a la
tripulación del mismo y cederle, a cambio, ala nao que tenía para
su viaje, que era ya bieja y maltratada con el mucho travajo, y
de lo que le pareció pasó al otro navío que él antes tenía, en el
quai pensava navegar con ia donzeiia que en ei gaieon avía
benido. Repartiendo la jente que allí tenía hecha en el galeón y
navío, metió a sus dos hermanos, llamados Juan González y
Bartolomé González, en el galeón por capitanes, y él se metió
en la caravela» 13.
'2 Zbídem, págs. 412-13. Fray Antonio Caulín: Historia de la Nueva
Andalucía, Madrid 1965, pág. 341, sólo hace una breve mención de «tres
sujetos principales de la isla, llamados los Silvan que se comprometen a
seguirile a Ordaz, «con 200 hombres a su costa»; el texto de Herrera es casi
idéntico.
13 Fray Pedro de Aguado: Historia de Venezuela, vol. 1, págs. 413-14.
6 ALEJAhmRO CIORANESCU
La expedición tan feliz y regularmente encaminada, empe-zaba,
pues, con un acto de piratería, Sin duda los tres hermanos
habían pensado que iban a alejarse del lugar de su crimen lo
bastante para sustraerse al rigor de la justicia real. De este
modo, Gaspar de Silva dejaba en Tenerife una nao vieja y des-vencijada
a cambio de un galeón repleto de mercancías, y una
esposa de la que no sabemos si sería tan vieja, a cambio de una
doncella portuguesa. De allí, Gaspar de Silva se dirigió con su
navío a las islas de Cabo Verde, donde prosiguió su política de
acrecentar su caudal con el mínimo posible de sacrificios perso-nales:
«Procuró aprovecharse de lo que era razón a la jente
de su nación, rovando todos los ganados y otras cosas que pudo
aver, conrra la boiuñíad de sus UUeñzls, y a ~ cnas i u ~ i l u i l r rd~e O
amotinado rovó y despojó algunos portugueses que en la ysla a g
mano allóm; luego prosiguió muy ufano su viaje, durante el E
cual «forzó y corronpió a la donzella que en el galeón avía
E tomado» 14. -
Dicho gaieón debía de ser bastante 1x18s marinero, pues 3
se adelantó rápidamente al navío y llegó el primero a las bocas
del Marañón. Naturalmente no halló allí a Ordaz; y sin saber
nada de éste los dos hermanos procedieron como él y entraron
por las bocas del Drago para llegar a Paria, donde dieron con d
la nao capitana. Parece que Ordaz se alegró mucho al verlos j
llegar. «Haziéndose su salva a manera de recevimiento los unos
a los otros, surgió el galeón de los Silvas y, saltando en tierra, n
z
fueron muy bien recevidos de su governador y, viendo que tan j
bien proveídos venían, aunque no cabía a cúya costa, y que no O
sólo traían lo que avían menester, nias otras müehzrs cosas para,
vender a los que en la tierra estavan, se alegró muy mucho más
y les rindió más particularmente las gracias, dándoles licencia
que pudiesen bender lo que traían sobrado, como quisiesen.»
Pero les duró muy poco la alegría, porque dos de los solda-dos
que venían en el gaieón y a quienes Aguado !!ariia )Ielmáa
La relación de fray Antonio Caulín reproduce a la de Aguado, con la sola
diferencia de que no hace mención de que los dos navíos de los hermanos
hicieron la travesía por separado.
14 Fray Pedro de Aguado: Htstoria de Venezuela, vol. 1, pág. 414.
282 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA '7
Sánchez Morillo y Briorres, dieron noticia a Ordaz del extraño
modo que habían tenido los hermanos Silva para hacerse con tan
hermoso galeón y mercancías. El comendador «mandó luego a
Gil González de Avila, a quien él tenía por su alcalde mayor, que
prendiese a los dos hermanos que venían en el galeón y que,
haziendo ynformación sobre los crímenes de que le avían dado
noticia, hiciese justicia dellos». El alcalde les formó causa, hizo
información, sentenció, acortó las cavezas a los dos hermanos
Juan y Bartolomé González y afrentó y azotó a otros partici-pantes)).
Gaspar de Silva, ignorando lo sucedido, navegaba mientras
tanto tranquilamente hacia el mismo destino. Llegó él también,
a !os pocos dias, frente a !a misma fertalezu yur untes h ~ h k
sido de Antonio Sedeño en un momento en que Ordaz estaba
ausente, por haberse internado por el río Huyuparí, tierra aden-tro.
Gaspar de Silva le salió al encuentro y dio con él en la en-trada
del río, «mostrando mucha alegría, con bozes y artillería
qUe so!:b de cara;~ela; Y meti6 lUegG esquife y se
fue a la nao capitana a besar las manos al Governador Ordás; el
qual luego lo mandó prender y se hiziese justicia dé1 como de sus
hermanos; y lo llevaron a enterrar a una isleta pequeña que
{está] allí cerca, hazia el río, llamada Peratabre, la qual dende
en adelante se llamó la isla de Gaspar de Silva». En cuanto a las
mercancías robadas y a todos los demás bienes que quedaban de
los Silva, «fueron secrestados y vendidos y encargados a los que
allí venían por oficiales del rey» 15.
Así termina la aventura americana de los tres hermanos Sil-
- - 1 -- - -2 : va. IIIUUSU SG ~ U G U GU CLU ~- U- ~C .C ,I I,I IL~,,,.,, LI C~C J d 2 C,,,I,I,I,,~ G L . ~EL,~ u. +L,-.Aunu u
caso, pocas fueron más cortas y más desdichadas que la suya;
ya que, si llegaron a tocar Ia tierra americana, sólo fue para re-cibir
una muerte ignominiosa y una humilde sepultura. Quizá su
breve carrera, ilustrada por robos y estupros, no merezca lásti- -u-ia-, ~---G-U I , L- U-I-II-U iu-2u-u Ul -G- Sr L: -II-I U III .U.-I-II-Ú, IIUS ,-,.C, ~ U~IL I ICI I+ ,LG I,I,I,C,I, G,L G I,..I,, UCJ-tro
interés.
15 Ibídem, pág. 415.
Núm 18 (1972)
8 ALEJANDRO CIORANESCU
Los tres héroes o, si se prefiere, las tres víctimas de esta la-mentable
aventura eran hijos de un hacendado tinerfeño, bien
conocido de los genealogistas canarios por su numerosa descen-dencia
y por sus múltiples entronques con algunas de las familias
más ilustradas de las islas. Se trata de Gonzalo Yanes de Daute,
sobre cuyos antecedentes no faltan las informaciones.
Joao Moreno da Silva, natural de Alapa, en Portugal, y casado
con María Gonzales, tuvo varios hijos, de los cuales por lo menos
cuatro vinieron a establecerse en Tenerife a los pocos años des-pués
de terminada su conquista. No nos consta documentalmente
que el mismo Joáo Moreno se haya trasladado a Tenerife. Debió
de vivir en Talavera dos Dineros, feligresía de San Román, en
Portugal, donde nacieron ü por lo menos hemn avecinda&os
sus hijos durante algún tiempo.
Numerosos son los escritos genealógicos que afirman que
vino a la conquista de Tenerife con sus armas y caballo y que
poseía por escudo de armas un castillo rojo en campo de oro y
dos águilas negras que de éi toman su v-do. La docüriieniaeión
conocida no permite verificar estos asertos: su veracidad es
más que dudosa, si se tiene en cuenta que las numerosas datas
que tuvieron sus hijos no hacen ninguna mención de esta cali-dad.
Fueron estos hijos, o mejor dicho aquéllos de sus hijos que
vinieron a establecerse en Tenerife:
1P Gonzalo Yanes, apodado de Daute, de quien luego habla-remos.
2." Leonor Yanes, que había sido casada en Talavera dos
Dineros con Jorge Afonso, de quien tuvo cinco hijos: hañ Bürges
y Alonso Borges, vecinos de Tenerife en Icod; Domingo Borges,
quien pasó a vivir en Andalucía; María Borges, mujer de Alonso
Garcia; e Inés Borges, mujer de Martín Yanes. ambas vecinas
de la isla de Graciosa, una de las Terceras. Al quedarse viuda,
Leonor Yanes casó por segunda vez con Juan de Evora, también
portugués y vecino de Icod. Otorgó testamento, en que constan
todos estos detalles, en 9 de febrero de 1539, cuando ya era viu-da
por segunda vez l6 y recibió sepultura en la iglesia, entonces
'6 SU testamento fue otorgado ante Antonio Martín, escribano de Icod,
284 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA 9
capilla de San Marcos. De su segundo matrimonio había tenido
tres hijos: Rodrigo Yáñez de Evora; Catalina Yáñez, mujer de
1.uis Afonso; e Isabel Yáñez, casada con Blas Martín.
3." Afonso Yanes, vino a Tenerife en 1500, sin duda llamado
por su hermano mayor, quien le ayudó a conseguir del primer
Adelantado una data de 4 fanegas de tierra de sequero, en 1 de
enero de 1500. También tuvo otra data junto con él en 29 de
julio de 1500 y otro repartimiento de 50 fanegas en 20 de julio
de 1507. Sólo sabemos de él que aún vivía en 1509 l7 y que su
hija había casado con un Juan de Neda, antes de 1518 18.
4." Otro hermano, que vino a Tenerife junto con el anterior,
pero cuyo nombre ignoramos. Su existencia resulta de las dos da-tas
y2 citadas: !u de ! de emre de 1500, a beneficio de Gonzalo
Yanes, de sus dos hermanos, de Juan de Evora, de Juan Borges
su sobrino y de Pedro Yanes su cuñado; y la de 29 de julio del
mismo año, al mismo Gonzalo Yanes y a sus dos hermanos 19. Se
ha afirmado a menudo que este segundo hermano es Pedro Yanes,
dueñe de! hrreda~ientc de E! ?u!mur; y PE efectn hay dncii-mentos
en que el uno da al otro el tratamiento de hermano. En
realidad, eran cuñados, como ya queda indicado en la primera de
las dos datas citadas; y era cosa bastante común el que los
cuñados se tratasen de hermanos. Esta circunstancia, junto
con la identidad de sus apellidos, son las que han conducido al
establecimiento de un parentesco, que parece equivocado.
Pedro Yanes también tuvo datas. La primera fue junto con
la ya citada, en primero de enero de 1500, a Gonzalo Yanes y a
Pedro Yanes «vuestro cuñado, casado con hermana de vuestra
-..,"L.m.. de 3 hegas de sembrxhra y 5 cahicrs de tierru de
sequerom. Luego tuvo otra de 3 cahices en Taoro, «que lindan
Hay un tanto autorizado en el protocolo correspondiente al año de 1710,
de Pedro Hernández de Vergara, escribano de Garachico. De ella descien-den
los Yanes de Evora, los Martín de Alzola, los Afonso y los Castro.
17 Emma González y Manuela Marrero: Protocolos del escrrbano
Hernán Guerra. La Laguna, 1964, núm. 671.
18 Ayuntamiento de La Laguna, Lzbros de datas por testimonio, vol. 1,
página 264.
19 Ibídem, 1, 74 y 1, 6.
m Zbídem, 1, 74.
10 ALE3Ahl)RO CIORANESCU
con la acadilla e con el camino del tiempo de la conquista, que
va para Dabte., en 10 de septiembre de 1507 'l, con otra de 30 fa-negas
de sembradura y 2 cahices de sequero en Los Almácigos de
Daute y en el Barranco de Blas respectivamente, el 17 de marzo
de 1509, más 40 fanegas de sembradura en El Palmar, al día
siguienten. Vivió en El Palmar y otorgó testamento en Daute,
ante Diego de Balmaseda, en 8 de abril de 1540. En él declara,
entre otras cosas, que <cabrá nueve años, poco más o menos tiem-po,
que yo hize traher de Lisbona un retablo de la abocaqión del
Espéritu Santo a esta isla, el qual mandé traher con yntenqión de
hacer una hermita en esta isla y entre tanto la hize poner en la
yglesia de Nuestra Señora de los Remedios del lugar de Buena-vista,
e 1o he pedido par hacer la dicha. hermitu e ne me !c! c p -
sieron dar. Por tanto digo que dende agora lo doy a la dicha
yglesia e le hago donación dé1 para siempre jamás». Había casa-do
con María Borges, portuguesa como él; tuvieron cinco hijos,
que llevaron todos el apellido de Borges: Mana, casada con
Juan Gtrnez del 3ahar; D~ i i l i i i g ~P;e dm; Inés, m ~ j e dr e Gómrz
de Acevedo, y Gonzalo.
Todos estos sobrinos de la mujer de Gonzalo Yanes de Daute
no deben confundirse con dos sobrinos del mismo Gonzalo Ya-nes:
Juan Borges, al que ya hemos visto como beneficiario de la
data en común del 1 de enero de 1500, y Francisco Borges, «so-brino
de Gonzalo Yanes», quien tuvo una data de 4 fanegas de
tierra en Icod, el 3 de octubre de 1503 y otras dos, bastante más
importantes, en 1506. Estos dos son probablemente hijos de aquel
hermano de Gonzalo Yanes, cuyo nombre ignoramos y que pare-ce
haber faiiecido poco después de su iiegacia a Tenerife. 1.0 que
menos nos explicamos, sin embargo, es su apellido de Borges.
De esta familia de inmigrantes portugueses, atraídos a Teneri-fe
por la posibilidad de conseguir gratuitamente tierras de repar-timiento,
Gonzalo Yanes fue quien más destacó económicamente
y, además, ei que mas nos interesa aquí. Fue uno de ios muchos
protegidos de don Alonso Fernández de Lugo, primer adelantado
de Canarias, quien lo había empleado en su servicio. Recibió de
21 Ibídem, 1, 287.
22 Ibídem, 1, 157.
ANUARIO DE E S T U D I O S ATL'ANTICOS
LA AVENTURA DE LOS SILVA 11
él numerosas y cuantiosas datas, que lo transformaron rápida-mente
en uno de los hacendados más pudientes de la isla. La pri-mera
de estas datas, de 100 fanegas de tierra en Los Almácigos
de Taoro, en 10 de enero de 1499, presenta la particularidad de
haber sido escrita en portugués, probablemente por el mismo
interesado, que sin duda había acabado de llegar e ignoraba el
castellano. A esta data le siguieron muchas más: 100 fanegas
en Taco, el 11 de febrero de 149gU; tres días más tarde, data
«como a vecino y poblador» de 100 fanegas de sequero en El
Palmar y en Taco, que no sabemos si serán las ya dadas u otras 24;
4 fanegas para él y otras tantas para cada uno de los familiares
antes mencionados, en 1 de enero de 1500; todas las aguas de sus
&:A ---,.A , Lic;llaa y a Ua A~," U e~zJ 5, d e x u rm de 15%; en 29 de j d i ~de l500,
«por quanto vos Gonzalo Yanes me aveys rogado que porque dos
hermanos vuestros se quieren venir a vevir en esta ysla de Thene-rifen,
a cada uno 3 fanegas de riego en Icod y diez cahices de
sequeroz5; tierras en el barranco de Garachico, en 2 de febrero
de 1532; tizrras y agrias eí; E! Palmar, e:: 14 de febrere de 1505,
hasta totalizar 150 fanegasz6; cuatro cahices de sembradura
entre el río del Agua y el barranco de Blas, el 3 de febrero
de 1505; 50 fanegas en Teno el 25 de marzo de 1505 27; un solar
en Garachico el 8 de mayo de 1508; tres cahices en El Palmar el
4 de mayo de 1511; un asiento de colmenar en el valle de Santia-go
el 1 de junio de 1511; y 40 fanegas en el mismo lugar, en 4 de
junio siguiente; 4 fanegas en 23 de noviembre de 1513; y proba-blemente
otras más que nos escapan. Además, había ensanchado
sus posesiones por medio de compras, como la de las 50 fanegas
de tierra en cdüie, qüe habim sido data de R~dri,= de iTah y
cuya compra le fue confirmada a Gonzalo Yanes en 16 de no-viembre
de 1511.
Todo ello indica un evidente bienestar y una constante pro-tección
del adelantado, que no parece menos evidente. En la
residencia qiie a éste se !E ium6 1506, de 12 mofiera es qUe --
u Ibídem, 1, 92.
z4 Ibídem, 1, 74.
75 Ibídem, 1, 6
26 Ibídem, 1, 96.
n Ibídem, 1, 98
12 ALEJANDRO CIORANESCU
había repartido las tierras de la isla, hubo quien reclamó que
Gonzalo Yanes tenía en Daute «más de una legua de tierra)), y
que el adelantado lo favorece de modo demasiado escandaloso,
por ser Yanes su tributario por la hacienda de Garachico; y se
calculaba que las tierras que se le habían repartido hubieran
podido dar de comer a un centenar de vecinos 28. Se indica tam-bién,
como señal de favor, el que sus hijos recibiesen también
datas de tierras, «siendo niños», lo cual no era sino una forma
disimulada de atribuir más tierras al padre.
El hecho es que el adelantado tenía intereses en común con
Gonzalo Yanes. Este tenía a tributo la hacienda y el ingenio de a
Daute, propiedad del adelantado, desde una fecha que en reali- N
E
dad ig~oramos, pero qUe bien pdria ccincidir c m m rnismz O
llegada a Tenerife. Sólo sabemos que en 1509 pagaba de tributo
la cantidad de 730 arrobas de azúcar blanco, lo cual, al precio O
E
entonces corriente de 300 maravedís la arroba, representaba para E
2
E el adelantado una renta anual de 219.000 maravedís, es decir, algo
más de !u que cubraba de salario por s~ ade!üntümient~. Si se 2
tiene en cuenta que el valor de la renta se calculaba en 75 por 100
del producto del ingenio, resulta que Gonzalo Yanes sacaba m
E
por su parte una utilidad anual de unos 73.000 maravedis. El O
provecho se puede considerar como muy satisfactorio si se tiene E
n
en cuenta que la situación nominal, tal como está indicada por
el contrato de arrendamiento, no refleja fielmente la realidad y l
admitía ciertas «mejoras»; que el ingenio del adelantado no era n
n
sino uno solo de los numerosos negocios que trataba el inte- 3
resado; y que, como ejemplo, el salario de un teniente de gober- O
iiador en esta iiiisma época. erz de 7v".%0 maravedis, dgo mems
de lo que se ganaba el arrendatario con un solo renglón de sus
actividades, sin contar con la renta de sus 3.500 fanegas de
tierra.
Gonzalo Yanes vivió en su propiedad, que llegó a conocerse
con el nombre de «¿os Silos de Gonzalo Yanes», y ahora Los
Silos, por la importancia que debían de tener sus almacenes y
28 L. de la Rosa Olivera y E. Serra Rafols: El adelantado don Alonso
de Lugo y su residencza por Lope de Sosa («Fontes Rerum Canaria-mm
», 111), La Laguna, 1949, pass.
288 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA 13
graneros. Fundó en su mismo heredamiento la ermita de la
Concepción, que andando el tiempo llegaría a ser iglesia parro-quial
de Los Silos. Otorgó testamento el 4 de julio de 1530 y
falleció a los pocos días 29. Había casado en Portugal con Teresa
Borges, hermana de la mujer de Pedro Yanes del Palmar; alguna
vez la llaman también Teresa Afonso, no sabemos si con razón.
Los genealogistas la hacen hija de Jorge Afonso, portugués, de
Talavera dos Dineros, en la feligresía de San Román; pero ya
hemos visto que este mismo es el nombre del primer mando de
Leonor Yanes, certificado por documentos auténticos, de modo
que debe tratarse de alguna confusión. De su matrimonio tuvie-ron
ocho hijos, tres de los cuales son los «hermanos Silva», de
que antes habíamos habiacio. No sabemos con seguriciaci cuái
era el orden de su sucesión. Dejando para después a los tres a
los que ya conocemos, fueron los cinco restantes:
1." Inés Borges, que casó con Gaspar Jorva, catalán, hijo
de Luis Jorva y de Isabel Jorva, naturales de Barcelona. Tuvo en
dote la cantidad conspicua de 2.000 doblas de oro, y dio a su
marido tres hijos, que fueron:
Gaspar Joma el joven, casado con María Calderón, hija de
Fernando Calderón y de Inés López; falleció hacia 1550, y su viu-da
volvió a casar con Antonio de Franchi.
Mekhor Jorva, casado por enero de 1547 con Francisca Gue-rra,
hija de Fernando Esteban Guerra y de Juana Martínez, con
dote ante Bartolomé Joven, en 5 de enero de 1547.
Luis Jorva, casado con Agueda Jorva.
2." Bento González es uno de los hijos que tuvieron datas
de tierras siendo aun niños. Tuvo, en efecto, 40 fanegas «en la
Felechera, adonde cortan la leña para el engenio de vuestro pa-dre
», el 14 de enero de 1505 30, y otra data de diez cahices en 9 de
29 El testamento de Gonzalo Yanes, otorgado por presencia de Juan
Qcha de ^!usaga, está pr&=c=!iza& con 12s escriai-as. del esci-ibano
Pedro Hernández de Vergara, del año de 1684. La partición de sus bienes
se hizo ante el escribano Cristóbal Hernández, de Garachico, en 28 de oc-tubre
de 1545 (fol. 102) y se continuó su liquidación en el año siguiente
de 1546 (fol. 173). 'De todo ello hay un tanto autorizado del mismo año
de 1684.
a Datas por testimonio, vol. 1, pág 97.
14 ALEJANDRO CIORANESCU
febrero del mismo año. Lo poco que sabemos de su vida resulta
muy confuso. Tuvo varios hijos, que deben de haber sido natu-rales
"; entre ellos a Teresa Borges, a quien casó con Salvador
Saforteza, catalán, con dote en Garachico, ante Balmaseda en
1542. Más tarde casó Bento González con María Perdomo, hija
de Guillén Castellano y de Marina Perdomo y viuda de Juan
Miguel Mas, de quien había tenido un hijo, Gabriel Mas. Bento
otorgó testamento cerrado, cuya fecha falta, y que se abrió ante
Gaspar de Sejas, escribano de Garachico, en 20 de noviembre
de 1570: hacía entonces más de quince años que había fallecid9
el otorgante, que había recibido sepultura en la de sus padres, a
en la ermita de la Concepción. María Perdomo testó ante el N
E
mismo Sejas, el 15 de diciembre de 1558, día de su fallecimiento. O
De su matrimonio habían nacido dos hijos: n-- m
Melchor González Perdomo, quien casó en el reino de Va- O
E
lencia con Isabel Cordala, hija de maestre Gaspar Toldrán, sastre, E
2
E natural de Malisques; fue hijo de entrambos Juan Bautista Per- -
domo, vecino de la villa de Buriana en el reino de Valencia, es- =
tante en Garachico en 1574, en cuya fecha ya había fallecido su O--
padre. m
E
Anastasia de Silva, quien otorgó testamento ante Sejas el 26 de O
enero de 1559, con un codicilo del 4 de abril, por el que formaba n
con todos sus bienes un vínculo, cuya herencia dejaba a su -E
a
medio hermano Gabriel Mas. l
3." Francisco González, también tuvo data de 20 fanegas en n
n
lugar no dado en El Palmar, el 14 de enero de 1505". Casó con 3
Catalina García, hija de Marcos García y de Constanza de Mira- O
bal; era vecino de Garachico en 1540.
4." Melchor González, tuvo data, como sus hermanos, de
30 fanegas de tierra en El Palmar, el mismo día que el anterior.
No consta en documentos posteriores, lo cual permite suponer
-- - -
31 Por escritura ante B. Joven, del 11 de junio de 1531, Agustín Suárez,
procurador (de causas, daba finiquito a Bento González por los gastos
de alos alimentos e crianza que avía hecho a tres hijos vuestros» (Santa
Cruz de Tenerife, Archivo Histórico Provincial, vol. 199, fol. 256). En la
escritura dota1 de su hija Teresa Borges no se menciona el nombre de la
madre de la misma.
32 Datas por testzmonio, vol. 1, pág. 98.
290 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA 15
que habrá fallecido muy joven; de todos modos, antes de 1530,
fecha del testamento de su padre.
5." Pedro Borges, que también falleció antes de 1530.
Pero es tiempo ya de conocer de más cerca a los tres herma-nos
que intervinieron en la expedición americana de Diego de
Ordaz.
6." Gaspar de Silva está presentado como el mayor de los
tres, en la relación de fray Pedro de Aguado. Parece, sin embar-go,
que el mayor de todos los hermanos fue Juan González,
que sigue; de modo que podría ser éste uno de los errores de
detalle del cronista, aunque nada podamos afirmar con seguri-dad.
Como sus hermanos, recibió una data de SO fanegas en El
Palmar, en 14 de enero de 1505, allende del Barranco de Taco 33,
además de seis cahices de tierra de pan llevar, en 8 de noviembre
de i5O5, «encima de ias casas donde agora vive vuestro padre» ".
No podemos asegurar nada acerca de su edad en aquella época;
pero parece cierto que nació en Portugal, antes de la llegada
de sus padres a Tenerife, es decir, antes de 1498, ya que otorgaba
poderes y firmaba contratos en 1522, en cuya fecha, por consi-guiente,
debía de haber cumplido forzosamente su mayoría de
edad.
En relación con sus actividades, sólo sabemos que por febre-ro
de 1527 se hallaba en Lanzarote, «de viaje de cierta armada
que avía hecho para Bervería, por mandado de la Justicia de
la dicha ysla~; de lo cual parece deducirse que, al igual que su
hermano Juan González, era, si no profesionalmente, a lo menos
en ocasiones hombre del mar, acostumbrado y curtido ya en la
vida y el trato aventurero y arriesgado de la navegación y del
tráfico mercantil del mar africano.
Gaspar de Silva casó con Catalina de Setién, hija de Gonzalo
Gonzáiez de Setién y de Francisca de Saucedo o de Salcedo,
vecinbs de Sevilla; de donde se infiere que también había tratado
33 Ibídem, 1, 97
3 Ibidem, 1, 282.
16 ALEJANDRO CIORANESCU
y quizá vivido en esta ciudad, llave maestra de todo el tráfico
hacia Canarias, Africa y las Indias nuevamente descubiertas. En
15 de noviembre de 1522, cuando ya llevaban algún tiempo casa-dos,
hizo a su esposa, por escritura ante Rodrigo Fernández, una
dote de 400.000 maravedís 35; cantidad importante, máxime si se
tiene en cuenta que se trata de un hombre joven y que no son
sus padres, sino él mismo, el que dispone de esta cantidad. Su
matrimonio debió de verificarse en 1520, ya que tuvieron una
hija, Francisca de Saucedo, que nació en 1521.
7." Juan González debe de haber sido el mayor de los hijos
de Gonzalo Yanes, ya que hasta su salida para ir a reunirse con
Ordaz se le consideró como sucesor en el heredamiento de Dau-te
y patrono de ia ermita de ia Concepción, en cuyo patronato
le sucedió después su hermano menor Bento González. Lo mismo
que sus otros hermanos, recibió una data de tierras, la más ex-tensa,
ya que contenía 50 fanegas, el 14 de enero de 1505, «en-cima
de la fuente del Aguyalejo» 36. Además, recibió el 18 de agos-to
cie i508 unos i4 aimucies en ias tierras ciei adeiantado en
Icod, «en pago de cierto servicio que me hezistesn 37, y él las
vendió hacia 1518 a Juan Jacome de Caminatis.
Juan González se dedicó, quizá con mayor ahínco que sus
hermanos, a la navegación. Tal como él la entendía y la practi-caba,
debía de ser algo bastante mal definido entre empresa de
transportes marítimos, agencia comercial y tráfico de esclavos;
y tan elástica debe haber sido la idea que se hacía de los límites
de su oficio como lo fue su deontología profesional. En efecto, los
detalles que sobre sus actividades conocemos no lo recomiendan
ni dejan mucho iugar a dudas en cuanto a su poca escrupu-losidad.
Por contrato firmado ante Rodrigo Fernández en 27 de sep-tiembre
de 1520, Luis Delgado, guanche, «esclavo e cativo de
Gonzalo Yanes», se obligaba ir a Cabo de Aguer, en compañía y
ai servicio de ios hijos de su señor, Juan Gonzáiez y Bartolomt
35 Santa Cruz de Tenerife, Archivo Histórico Provincial, vol. 2.029,
folio 601.
36 Datas por testimonio, vol. 1, pág. 97.
37 Zbídem, 1, 246 y 262.
292 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
U AVENTURA DE LOS SILVA 17
González, y servirles fielmente por espacio de cinco años 3" Se
trataba, sin duda, de una expedición de rescate. Quizá no volvió
de eIla tan cargado de esclavos como se veía en sus sueños cual-quier
traficante; pero por lo menos le habrá caído en parte al-guna
esclavilla, como aquella Catalina, negra de siete años,
que vendió en cinco doblas de oro 39. Tampoco sabemos si el
viaje duró cinco años: sólo consta que en 1522 Juan González
se hallaba ausente de Tenerife, donde no había liquidado sus
deudas antes de marcharse; y para satisfacer a sus acreedores,
el gobernador Sancho de Nebrija obligó a su padre, por decreto
judicial, en 13 de julio de 1522, a que entregase 170 fanegas de
cebada a cuenta de las deudas.
P Eii 1525 iiaicli6 han Gonzá!ez, en ~~~~~e de su pudre 57 a
Diego Díaz, piloto, vecino de Tenerife, una carabela por precio
de 70 ducados a. El mismo disponía de otro navío, cuyo nombre
era «Santa María de la Luz» y con el que emprendió otro viaje
a las islas de Cabo Verde en el verano del mismo año de 1525.
Los negocios que hizo en aqd!as is!as debiemn de ser bustm-te
raros. Hallamos, en efecto, que el 18 de julio de 1525, un tal
Gonzalo Pérez, vecino de Madera, actuando en nombre de Lucano
de Espíndola, mercader genovés de la misma isla, otorgó en Te-nerife
una escritura por la que declaraba «que por quanto Juan
González, hijo de Goncalianes, abía ydo a la ysla de San Nyculás,
qu'es en las yslas de Cabo Verde, e el dicho Gonzalo Pérez le
dio e con su licencia truxo de la dicha ysla cierto corambre e
sebo, y a su noticia es venido que dizen qu'el dicho Juan Gon-zález
había traydo sin su licencia, por ende dixo que la corambre
38 Santa Cruz de Tenerife, Archivo Histórico Provincial, vol 2.026,
folio 177.
39 Escritura ante Rodrigo Fernández, 15 de marzo de 1525; zbídem,
volumen 2.030, fol. 311 v
a Primero vendió Juan González, en 3 de febrero de 1525 (ibídem,
volumen 2.030, fol. 43) sólo una parte de la carabela, en 20 doblas; luego,
en 20 de marzo de 1526 (zbidem, vol. 2030, fol. 366), le vendió toda la
carabela. Mientras tanto, la carabela la había emplea'do el comprador, ya
que en 31 de octubre de 1525 Gonzalo Yanes daba poder a Luis Jorva,
hermano de su yerno Gaspar Jorva y vecino de Cádiz, para cobrar de
Diego Díaz la carabela con sus alquileres y ganancias.
Núm 18 (1972) 293
18 ALEJANDRO CIORANESCU
e sebo que truxo de la dicha ysla de San Nyculás fue con su
consentymiento del dicho Gonzalo Pérez e agora al presente lleva
la paga de la que se la dio el dicho Juan González, de que le da
finiquito en forma, por quanto de la dicha corambre y sebo que
le bendió es contento y pagado».
A esta escritura le sigue otra del mismo día, por la que Gon-zalo
Pérez declara, asimismo, que da «por libre e quito a vos
Juan González, fijo de Goncalianes de Dabte, y a vuestro navío
que a nombre "Santa María de la Luz" e a toda la gente e com-paña
que con vos fue a las yslas de Cabo Verde y saltaron en la
ysla de Buenavista con vos el dicho Juan González, de toda la
corambre y sebo y ropas y joyas y esclavos y otras qualesquier
cesas q'ip & las &chis ysl,s ves J ~ z n& gzá!~z p vjp-tra
compaña ayáys traydo, por quanto todo me lo abéys pagado
e satisfecho». Como era costumbre en tales circunstancias, el
pago no se había hecho efectivo, sino que se había establecido
un reconocimiento de deuda, que es el objeto de otra escritura
más, etnroe-a-J-a en igm! fecha cpe !as anterimes. Per e!!a h a n
González como deudor y su padre como fiador reconocen que
deben a Gonzalo Pérez, como apoderado de Espíndola, la cantidad
de 88.100 maravedís, que se obligan a pagarle en dos plazos, en
agosto de 1526 y un año después; «los quales vos debemos e
son por razón del concierto e convenenqia que vos el dicho Gon-zalo
Pérez fezistes con mí el dicho Juan González por mí y en
nombre de toda la gente que fue en mi navío» 41.
Estas escrituras parecen exigir un comentario: por su mismo
aspecto, llaman la atención sobre una situación que no parece
de! t o d ~no ma: y que SUS iérmiñm a" ericübrea cornpktameiite.
Por prudente y literal que sea la interpretación del texto, resulta
del primer documento que la mercancía traída por Juan Gon-zález
de la isla de San Nicolás había sido considerada como sos-pechosa
en Tenerife. Se trata de simples habladurías, como
1 men lo indica ia paiabra «dizen». Pero de dos cosas una: o la
acusación es cierta, y entonces Juan González traía de Cabo Ver-de
mercancías robadas; o es simple infundio, y entonces quizá
41 Las tres escrituras fueron otorgadas ante Rodrigo Fernández (zbídem,
volumen 2 030, fols. 11-13).
294 ANUARIO DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
10x0 Moreno da Silva
= Maria Gonzales
Gonzalo Yanes Leonor Yanes Afonso Yanes i
= Teresa Borges = 1) Jorge Afonso = ?
= 2) Juan de Evora
I
I 1 I l l i I
Juan Gonrdlez Gaspnr de Stlva Barfolomd Gonzdlef In6s Borges Francisco Borges Pedro Melchor Bento
= Isabel de = Catalina (t) = Gaspar = Catalina Gonzalez Gonzklez
Herrera de Setien Jor\;t Garcia (t) = Marla
Perdomo
l l
I l I l l
Francisca Gaspar Melcho~ Luis Angela
de Saucedo Jorva Joma Joma Jorva
= Gaspar = María Guerra = Agueda = Juan Gan
Joma Calderón = Francisca Joria
Melclior Anastasia
Gonzalez de Silva
= Isabel (ti
Cordala
Isabel
Jorva
= Fernando
Calderun
Benito
Jona
Francisca Juan Jorva Bartolomé Maria Joma Jerónirna
Jorva Jorva -- Melchor Jorva
de Olivares = Baltasar
Beatriz Calder6n
= Garcia del Hoyo
LA AVENTURA DE LOS SILVA 19
indica solamente que tales sospechas se podían formular, tra-tándose
de un hombre como Juan González. De todos modos,
las cosas no quedan claras; porque de haberse concertado entre
Juan González y Gonzalo Pérez una compra-venta normal, su
compromiso, su instrumento notarial y su obligación de pago de-berían
haberse fijado en las mismas islas de Cabo Verde, antes
de sacarse de ellas la mercancía; y Gonzalo Pérez no hubiera
sido obligado a venir de allí a Canarias, como consta que lo
hizo, para defender los intereses del vendedor (o víctima), que
lo era Espíndola. Tales como aparecen las cosas en estos ins-trumentos
jurídicos, resulta que Juan González y sus hombres
«saltaron» en las islas de San Nicolás y de Buenavista y salieron
de ellas con productos p i s y cmi er í i i ja~,j ups y ~ S C ! ~ V O S > ~
que no son productos del país; que no medió recibo por una parte
ni obligación de compra por la otra, porque de haber existido,
forzosamente habían de mencionarse en alguna de las tres escri-turas
citadas; que la llegada a Tenerife con aquellas mercancías
dio iugar a comentarios desagradables; que Guiizdo Pérez vine
desde Cabo Verde a reivindicar los derechos de su poderdante; y
que e1 finiquito que da a Juan González, previo el compromiso
,de pago, cubre también a «toda la gente» del navío, cosa total-mente
insólita si se trata de transacciones comerciales verifica-das
en las condiciones acostumbradas. Queda, pues, la vehemen-te
sospecha de que Juan González había hecho sus primeras
armas en la piratería desde antes del episodio del galeón por-tugués.
Cabe también preguntarse si la ocurrencia de los tres
hermanos Silva, de robar en las islas de Cabo Verde, que tan bien
conocian, no tiene algo que ver con este primer asunto y ,o
representa acaso alguna venganza o, digámoslo así, una liquida-ción
de cuentas pendientes.
De todos modos, tales incidentes no iban a cambiar ias cos-tumbres
y los intereses de Juan González, quien parece haber
continuado sus tráficos marineros. En ei año siguiente de í526
compró en 40.000 maravedís la mitad de una carabela, también
portuguesa 42; posiblemente es la misma en que, años después,
42 En 10 de septiembre de 1526, ante ~Rodrigo Fernández (zbidem, vo-lumen
2030, fol 341), Fernando de Guimaraes, portugués, compra en
Ntím 18 (1972) 295
20 ALEJANDRO CIORANESCU
emprendió el viaje a las Indias. Debía, además, de tener más
que regular hacienda personal en Tenerife, ya que algunas de
sus transacciones le señalan como propietario de 59 colmenas y
de 208 cerdos, cuando menos 43.
Juan González había casado con Isabel de Herrera, cuya filia-ción
no conocemos. Era probablemente una criada de doña
Inés de Herrera, esposa de don Pedro Fernández de Lugo, se-gundo
adelantado de Canarias, ya que fue esta señora quien la
dotó y quien sin duda le impuso su propio apellido. El casa-miento
debió de verificarse en 1528: el 4 de septiembre de este
año hacía él donación del quinto de sus bienes a su joven esposa,
con quien reconocía haber recibido «ciertos bienes muebles». De
este c.asamiento no h&n sm&f>n,
8." Bartolomé González consta muy raras veces en los docu-mentos.
Es, sin duda, el mismo Bartolomé de Silva que consta en
La Laguna, en 1508, como paje del adelantado 44; y ya se ha visto
que en 1520 tomaba parte, con su hermano Juan, en una expedi-r.
iin a! d- Aguer.
Una vez conocidos los personajes del drama, convendría es-tudiar
las circunstancias de la preparación de su marcha. Será
éste, sin embargo, un párrafo muy corto, por faltar los datos
referentes a la estancia de Ordaz en Tenerife, así como a las
últimas disposiciones de los Silva. Las escasas luces que sobre
estos particulares poseemos bastan, sin embargo, para confir-mar
en sus grandes líneas la narración de fray Pedro de Aguado.
Sabemos ya que Diego de Ordaz se quedó en Tenerife desde
el 30 de octubre al 13 de diciembre de 1530; y también sabemos
que Alonso de Herrera había sido encargado del reclutamiento
40.000 maravedís la mitad de una carabela con su barca, cables y velas,
de Alonso Váez, vecino de #Madera, y el mismo día la traspasa a Juan
González.
43 Escrituras del 6 de diciembre de 1523 (zbídem, vol. 2.029, fol 261)
y del 12 !de febrero de 1524 (zbídem, vol. 2.029, fol. 140).
4 E González y M. Marrero: Protocolos del escrzbano Hernán Guerra,
número 985.
290 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA 21
de los hombres que pretendía llevarse consigo el comendador.
Ahora bien, lo cierto es que Herrera había salido para Canarias
antes que Ordaz, como era normal si se piensa que su propósito
era tener lista la gente de guerra para cuando llegase Ordaz. Exis-te
de él una escritura otorgada ante Bartolomé Joven, el 27 de
octubre, es decir, tres días antes de la llegada del grueso de
la expedición. Por ella, «Alonso de Herrera, capitán del armada
que va al Río del Marañón, estante en esta ysla de Thenerife~,
da poderes a Juan de Talavera, «especialmente para que podáys
andar e andéys por maestre en una caravela nombrada "Santa
María de la Luz", que yo ove de cabe cabeca de Tajo (!), que al
presente está surta en el puerto de Santa Cruz, qu'es e1 puerto
desia ysla de Theiierife, e pudiiys regir e administrar !a dichu
caravela en todo lo que fuere necesario como maestre della, e
hazer qualquier fletamento e fletamentos que quisiéredes con
la dicha caravela para la ysla de Gran Canaria, e podáys tomar
e coger todos los marineros que fuesen necesarios para el regi-iiiieiiiu
de la dicha earave!a e admiilistracióil della e grumetes,
e para navegar la dicha caravela; los quales dichos marineros e
grumetes que fuesen necesarios podáys para la navegación de
la dicha caravela podáys (!) coger a sueldo e partido como a vos
os pareciere, por el tiempo e precio que vos quisiéredes e por
bien tuviéredes, como vos veáys que convenga para yr este viaje
que esperamos hacer con el armada para el Río del Marañón».
Este mismo poder también le vale para «que podáys de las
dichas yslas recibir qualesquier ganado e cavallos e yeguas e
vezerras e oveja. s. e puercos e otros qualesquier ganados e bas- íimeiiios e municiones prale , traer 21 lii tierla doii&
en las partes e provincias del Río de Marañón» 45.
Este documento, capital para nuestra investigación, falla en
un punto que también es capital. Mal escrito y peor conserva-do,
nos indica, pero de manera incomprensible, de dónde dispo-nia
Herrera de ia carabela que confiaba a Taiavera como maes-tre.
Esta carabela es la misma que había servido a Juan Gonzá-lez
en su expedición a Cabo Verde, en 1525. Posiblemente ya no
45 Santa Cruz de Tenerife, Archivo Histórico Provincial, vol. 198,
folio 613
n ALEJANDRO CIORANESCU
era suya; pero este punto importante merecería una aclaración
porque, si Juan González seguía siendo dueño de la «Santa María
de la Luz», entonces de él la tuvo Alonso de Herrera. Esto signifi-caría
no sólo que los dos se conocieron desde el principio de la
estancia de Herrera en Tenerife; "sino también que quizá los
doscientos hombres de que habla Aguado no eran parientes y
amigos de los hermanos Silva, sino gente reclutada por Talave-ra,
conforme al mandato que se le había confiado, y en parte
procedentes de Gran Canaria. Todo ello no pasa de ser mera
suposición; pero conviene mejor con el carácter de los hijos de
Gonzalo Yanes, quienes preferían ganar antes que gastar. No a
resulta, además, de ningún documento que los tres hermanos se N
E
hayan desprendido por ayueki misma 6pca de algufiz, de sus O
bienes, que no eran pocos. n -
=m
O
En efecto, muerto Gonzalo Yanes en el verano de aquel mismo
año de 1530, muerta desde antes Teresa Borges, fallecidos ya dos
de sus hijos, Pedro y Melchor, cada uno de los sobrevivientes
quedaba heredero de una sexta parte de la enorme herencia pa-terna.
Juntando lo que ya tenían los tres hermanos Silva, con lo
que le tocaba a cada uno de aquella herencia, bien hubieran podi-do,
como lo indica la crónica, deshacerse de su hacienda e in-vertir
grandes cantidades de dinero en aquella empresa que
les había seducido. Sin embargo, no consta que hayan vendido
nada en 1530. La carabela y la nao con que se presentaban eran
sin duda las que ya tenían; y en cuanto a los hombres, queda
aún por probar si fueron de los que reunieron los Silva o de
los que reclutó Talavera por mandato de Alonso de Herrera.
Si se admite esta segunda explicación, se comprenderá mejor
la escasez de documentos referentes a la preparación de la em-presa.
por el simple hecho de que, por parte de los Silva, no hubo
tal preparación. Lo que sí hicieron fue, en cambio, poner cierto
nrden en los auntos económicos personales que dejaban detrás
de ellos en Tenerife. Quedaban, en efecto, intereses importantes,
ya que Juan González había sido designado administrador de la
herencia indivisa y que convenía dejar este cuidado a otra per-sona
competente. Después de haber firmado el recibo de la dote
que había recibido con su mujer en 3 de noviembre de 1530, por
298 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA 23
presencia del escribano Alonso Gutiérrez, Juan González arregló
otros asuntos pendientes de menor cuantía, el 8 de di~iembre~~.
Luego todos los herederos de Gonzalo Yanes se pusieron de
acuerdo para confiar la administración de la herencia a Bento
González y a Gaspar Jorva, su cuñado 47. NO deja de llamar la
atención el hecho de que los poderes que se dieron con este obje-to
son del 12 de diciembre, y que, según ya sabemos, Diego de
.Ordaz salió de Tenerife el 13 de diciembre. Después de esta
fecha ya no hay ninguna prueba documental de la presencia
de los tres hermanos Silva en la isla.
Naturalmente, a falta de otro comprobante, tenemos que
conformarnos con la versión de la crónica, que afirma que los
tres saliervn más turde, después de hubrr fijuds c m Qr&z m
lugar de cita. Pero aparentemente ya estaban listos para zarpar
el mismo día 13 de diciembre, ya que a partir de esta fecha no
consta que hayan firmado ninguna diligencia o transacción 48. Qui-zá
el atraso se deba, más bien que a ellos y al cuidado de sus
intereses, a !a dificdtad de , r~r?i!re s he~.b?^rsq ze !es rmv e ~ l i z
#embarcar.
En cuanto a la fecha de su salida de Canarias, sólo sabemos a
ciencia cierta que debió de producirse antes del 15 de febrero
46 Gaspar de Silva, y Juan González como administrador de la heren-cia
de Gonzalo Yanes y como apoderado de Bento González, Francisco
Borges y Bartolomé González, dan poder a Francisco Hernández para
que los represmente en un pleito con Alvaro Pérez, por 8.845 maravedís que
debía a su padre (ibídem, vol. 199, fol. 189). Los mismos dieron en igual día
poderes para el mismo pleito a Agustín Suarez, procurador (tbídenl, volu-men
199, fe!. 302).
47 En 12 de (diciembre de 1530, ante Bernardino Justiniano (zbídem,
volumen 2 033, fol. 383), Francisco Borges y ~Bartolomé González, hijos y
herederos de Gonzalo Yanes y de Teresa Borges, otorgan poder a Gaspar
Jorva, su cuñado, y a Bento González, su hermano. El poder a los mismos,
atorgado por los otros 'dos hermanos, Gaspar de Silva y Juan González
(zbídem, ve!. 2.G33, fe!. 3%'), es de! 9 de diciembre. A~llbesf ~ e r per~~ t e c e
lizados en la escribanía de Rodrigo Fernández, en Icod, en 1533.
48 Esta afirmación no debe entenderse como absoluta, ya que habrá
,que contar con documentos perdidos o que hayan escapado a la inves-tigación.
Alguna vez, la pérdida es ya una seguridad: por ejemplo, sabemos
que Juan González dejó por heredera a su sobrina, hija de Gaspar de
Silva, pero no nos consta el documento que debería expresar esta voluntad.
24 ALEJANDRO CIORANESCU
de 1531. En este día, Isabel de Herrera se presentó ante la Justi-cia
de la isla para declarar que su marido Juan González se
había ausentado de Tenerife y no se espera que vuelva pronto,
por haberse ido al río de Marañón; y que en su ausencia ella
tenía necesidad de administrar sus bienes, para cuya ausencia
se le otorgó la licencia de ,dar poderes, ante el escribano Fernán
González. Por otra parte, sabemos que Diego de Ordaz había
llegado a Paria a fines de febrero y que los hermanos Silva no
tardaron mucho en presentarse. Si se tiene en cuenta el tiempo
de la travesía, que había sido de 23 días en el caso de Ordaz
y que para los tres hehanos quizá fue más largo, en razón del
episodio de Cabo Verde, se podrá suponer, con mucha aproxi-mación,
que habían salido de Santa Cruz en la segunda quincena
de enero.
Todo lo demás es conocido. Sólo conviene añadir que, para
no desmentirse, Juan González aprovechó las indagaciones que
hizo en tierra firme para dar con la expedición de Ordaz, apre-sando
a un jefe indio con su mujer y sus hijos, que luego fueron
puestos en libertad49; y que, para localizar el último episodio de
la aventura de los Silva, conviene tener en cuenta que la forta-leza
de Antonio Sedeño es el lugar que ahora se llama San Mi-guel
de Paria, cerca de Yaguarapara; y que la isla de Gaspar de
Silva está situada en la desembocadura del Huyuparí, hoy Caño
Mánamo, brazo norte del delta del río Orinoco.
Antes de terminnr, ES qeba por esbozar la historia de la!
liquidación de esta desdichada empresa. La desaparición de los.
tres hermanos, en efecto, terminaba con su vida, pero no con los
embrollos que detrás de sí habían dejado. Desde el punto de
vista de la continuación o extinción de los intereses creados, se
pede distingt& entre una herencia americana y una herencia
tinerfeña de los Silva.
La herencia americana es con mucho la de mayor trascen-dencia.
La empresa de los Silva sólo en la apariencia había fra-
49 F Pérez Embid. Diego de Ordás, págs. 69-71.
300 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA 25
casado. En realidad, quedaban en tierra firme unos doscientos
españoles de Canarias que se agregaron al ejército de Ordaz y
se confundieron con él, al punto que ya no resulta posible dis-tinguirlos
en la masa y seguir su historia como individuos o como
grupo. Pero esta participación no deja de ser importante. Otros
canarios habían pasado ya a Indias, en años anteriores; pero
es la primera vez ésta en que un grupo importante y organizado
de canarios desembarca en el Nuevo Mundo y agrega su grano
de arena a la gran empresa colonizadora. Es significativo y hasta
cierto punto simbólico el que este primer desembarco canario
se haya verificado en tierra firme de Paria, en tierras de Vene-zuela.
que quedarían definitivamente como el punto de mira pre-dilecto
de la emigración canaria. Después, hubo más expediciones:
muy pronto empezaría la gran empresa americana del segundo
adelantado de Canarias en Santa Marta; y a partir de entonces,
como es bien sabido, hubo canarios por todas partes, desde Mon-tevideo
hasta Cuba. La empresa de los Silva fue la primera;
aunque inaugurada bajo tan malos auspicios, por unos jefes que
sin duda ni comprendían ni merecían la misión que se les había
encomendado, no por ello dejó de producir sus frutos. Muchos
de los canarios que hasta bastante más tarde intervinieron en
las aventuras de El Dorado y del Perú, procedían de las huestes
de Ordaz.
De ellos, pocos nombres nos son conocidos: son precisamen-te
aquéllos de que hace mención Aguado, como más estrecha-mente
relacionados con la desgracia de los Silva. A ellos se
añade -ay.n..-i- i ~ luT- -ii-a- n & T&xJlr2, 2 qcien hemes viste ccntratad~
por Alonso de Herrera como maestre de una carabela. Este per-sonaje
no es un desconocido. Posiblemente era uno de los con-quistadores
de Tenerife; en todo caso, fue vecino de Santa Cruz
y dedicado al trato marítimo. Como tal marino, lo más proba-ble
es qUe se retirb & la e,qpres= &cpU& & asegUrada la :ra-,.e-sía,
ya que su oficio de maestre no le obligaba a intervenir en las
expediciones tierra adentro. En todo caso, volvió a Tenerife,
donde lo encontramos en 1537, viejo y venido a menos: a tal
punt6 que su mujer, María de Ias Casas, pide a la Justicia la
licencia de apartar sus bienes dotales de los de su marido, para
26 ALEJANDRO CIORANESCU
evitar la amenaza que se cernía sobre éstos por parte de los
acreedores M.
De los dos nombres que cita Aguado, de soldados canarios
embarcados en el galeón de Juan González, Briorres debe ser un
error de copia, en lugar de Briones: Juan de Briones era, en
efecto, un vecino de La Orotava, al que conocemos documental-mente
desde 1524 y que había sido encargado de la misión del
peso de la harina de Tenerife, en sesión del Cabildo de 27 de
junio de 1530; pero ignoramos sus demás andanzas, sin duda por
no haber vuelto más a la isla.
Hernán Sánchez Morillo, el otro delator de las fechorías de a N
los Silva, tampoco es un desconocido, Era hijo de Francisco de E
Morillo, vecino de Tenerife, pero natural de Burguillos, donde E-O
había hecho información de su legitimación y probanza de hidal- - m
O
guía en enero de 1525. Este Francisco de Morillo era hijo de E
E
Fernán Sánchez de MorilIo, regidor alcaide de los hijosdalgo 2
E
de la villa de Burguillos, y de Catalina Luis; nieto de Juan de
-
Madrid, alcalde de la villa de Hornachos y de Medina de las To- 3
-
rres. y de Beatriz Sánchez de Morillo. Su primo Pedro Ordóñez, -
0
m
nieto del mismo Juan de Madrid, había ganado ejecutoria litigada E
en la Real Audiencia de Granada, en 1505, que sirvió a Francisco O
a
para legitimar su hidalguía en La Laguna, el 1 de octubre de 1535, n
E ante Antonio Vallejo Francisco de Morillo falleció en La -
a
Laguna, el 1 de enero de 1553, cuando se abrió ante Francisco 2
d
n
Márquez su testamento cerrado. Había casado con Elvira de n
Cala, de quien no tuvo hijos; su viuda otorgó testamento en 1565, O3
ante Juan del Castillo, quejándose de que e1 marido le había
gastado sus bienes dotales para mantener y dotar a sus bastardos.
Uno de estos bastardos, habido en Inés Hernández, fue nues-tro
Fernando Sánchez Morillo. Este había hecho vida maridable
con María Rodríguez, hija de Juan Prieto y de Inés de Cabrera,
descendientes de conversos; tuvo de ella a Juan González y dos
hijas, Juana Sánchez e Inés de Cabrera, la última casada en 1546
50 Escritura ante BartolomC Joven, en 17 de julio de 1537.
51 Está en Santa Cruz, iglesia de la Concepción, Papeles genealógi-
COS, v, 4.
302 ANUARIO DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA 27
con Angel Rizo, hijo de Polo Rizo, vecino de La Palma 52. Fernan-do
Sánchez Morillo estuvo en Perú por los años de 1547 a 1549.
Luego parece haber pasado alguna temporada en México, donde
incluso se decía en 1556 que había muerto. Pero la especie no
era cierta: volvió a España, donde su hijo fue a verlo; y como
él no quiso reconocerlo y negó haber sido casado, María Rodrí-guez
le puso pleito matrimonial, por poderes dados a su hijo
ante Gaspar Justiniano, en 14 de abril de 1559. En 1565 estaba
en Cádiz y en 1568 de paso en Tenerife, titulándose a sí mismo
capitán y vecino de San Francisco de Quito, en el Perú. Después
de esta fecha perdemos su rastro; pero no se pierde su descen-dencia,
que encontramos en el árbol genealógico de los ilustres
hermanos Re n c ~ ?my ~P E SU informaribn de. nnhlezai hecha
en 1799.
En fin, no será de más añadir que la doncella portuguesa
raptada por Gaspar de Silva, también se había quedado en
tierras americanas. Juan de Castellanos afirma haberla conoci-de,
casadu er? ?.io de Hachs y sabe decir qlie se !!m-ebz hbe! 53.
La herencia tinerfeña de los Silva no deja de ser complicada,
por muchas razones: entre ellas, la importancia de los intereses
en juego, el número de las personas interesadas, su carácter
más bien aficionado a los litigios y a las pendencias y alguna
vez la falta de ciertos eslabones documentales.
La noticia de la muerte de los tres hermanos debió de llegar
a Tenerife con mucho atraso. Consta, en efecto, que en 20 de
septiembre de 1531 Gaspar Jorva actuaba como curador de
Isabel de Herrera, al confirmar ante Hernán González los pode-res
que había dado al procurador Francisco de Lucena, en vista
de la administración de sus bienes; pero al hablar de ella la
iiama mujer cie Juan Gonzáiez y no hace mención de su v~uciedad.
La primera noticia inequívoca en tal sentido es de 1533. El 10 de
52 SU carta de dote, establecida por sus abuelos maternos, pasó ante
Juan !de Anchieta en 16 de enero ,de 1546 (fol. 233).
53 Juan de Castellanos: Claros varones, X, 2.
28 ALEJANDRO CIORANESCU
julio de este año, y en el heredamiento de Daute, por presencia
de Luis de Lugo, alcalde de Daute, y del escribano Rodrigo Fer-nández,
«parece Catalina de Setién, muger que fue de Gaspar de
Silva, difunto, que Dios aya» y pide curador para su hija menor,
Francisca de Salcedo, de doce años, con el fin de administrar
aciertos bienes» que le dejó su tío Juan González; a raíz de lo
cual, el alcalde designa por curador a la misma viuda, madre de
la menor 54.
La desaparición de los tres hermanos planteaba en nuevos
términos el problema de la herencia de Gonzalo Yanes. De los
ocho hijos de éste, Pedro y Melchor habían muerto antes que
el padre, de modo que no entraban en línea de cuenta como
L---,-I-.-n.- Tm-L:A- hnL:n m..or+r\ R-rtnln-L P-nn?6ln~ rin havn- IIGLGUGLVJ. I ~ L L I U I L L I UauIa LLIUGLCV YLII C u A u L l l r UVLIGUL~L~, OLLA L l r L u
dero y sin especificar quizá su última voluntad: de modo que
su parte de herencia quedó incluida en la masa común, para re-partirse
entre los herederos restantes. Quedaban cinco, repre-sentados
como sigue:
Saspar de Silva, representado por su hija y heredera, Frali-cisca
de Saucedo.
Juan González, representado por la misma, a quien él había
designado por heredero.
Inés Borges, ya fallecida, pero representada por los hijos que
había tenido de su mando, Gaspar Jorva;
Bento González.
Francisco Borges.
Cada uno-de los herederos tenia derecho a una quinta parte
de la masa común; pero en la práctica, Francisca de Saucedo
heredaba dos veces más que los otros, ya que tenía derecho a dos
quintas partes. Ello transformaba a la menor en un partido su-mamente
interesante. Como era normal, el primero en darse
cuenta de esta verdad elemental fue el administrador de la
herencia, Gaspar Jorva. Se daba precisamente el caso de que
jorva era viudo: de modo que, aprovechando su posición, que
lo había transformado en una especie de jefe de la familia, se
casó con ella cuando pudo hacerlo. Suponemos que lo pudo
54 Santa Cruz de Tenerife, Archivo Histórico Nacional, vol. 2.033,
folio 365.
304 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE M S SILVA 29
hacer desde que la niña cumplió los catorce años: lo suponemos
así porque esta edad se consideraba entonces como más que su-ficiente
para casar a las hijas, y porque ~ a s ~Jaorrva , quien fa-lleció
en 1546, tuvo tiempo de tener en Francisca siete hijos, o
acaso más, si hubo alguno que le premurió. De todos modos, lo
cierto es que por su casamiento Gaspar Jorva se había asegurado
las tres quintas partes de la herencia, sin tener en cuenta los
bienes propios de Gaspar de Silva y de Juan González, que
seguramente no eran de despreciar.
De la herencia que le cupo en parte a Francisco Borges no
sabemos nada. La quinta parte que le tocó a Bento González, y
que conocemos mejor, se componía de tierras en El Almácigo,
E 1 D-1--v El D : n r i X r . 17-11- rlo C.im+;onn T;~rra A-1 T&mn xr Tenn
LI 1 auual, L.~L L\LLLLVLL, I auk U I ~ U~LIILLLLSV, L L ~ L L U UUL 11 16- J *r--v>
con un total de 667 fanegas de tierras de cultivo. Todo, o casi
todo, fue después herencia de su hija, Anastasia de Silva. Sin
duda no le cupo en parte todo, ya que tenía un hermano; pero
éste se había marchado de Tenerife, e incluso si recibió algo, que
o- d..d--- 1- L.::- d o L : X d o ---rlo- 1-c, n n n c + ~ . m h v ~ r l - cm n ; n r ~ ~
GJ UUUUDlaU u, lja ULULU UG SuLial UG Las a L u a L u r i L u r u u a a fiiirjvscra
en tercio y quinto, de modo que cuando menos las tres cuartas
partes de la herencia paterna fueron suyas. Con todo ello formó
ella un vínculo, por su codicilo otorgado en 4 de abril de 1559,
ante el escribano Gaspar de Sejas, y dejó por heredero del mismo
a su medio hermano Gabriel Mas. A éste le heredó su hija Luisa
Mas, mujer de Baltasar Ortiz de Caraveo, y a éste, su hija, Jeró-nima
Mas de Caraveo, mujer de Juan del Hoyo Solórzano. El
vínculo de Anastasia de Silva entró así en la casa de Hoyo y,
con la agregación que le hizo Alonso del Hoyo Solórzano en 22 de
&eiembrt: de 1724, viix zi ~oiisiiiuii-ü iia parte impartante de !os
bienes raíces de esta ilustre casa.
Catalina de Setién otorgó testamento en 1547, mandando
que se le enterrase en la capilla de la Concepción, donde descan-saban
ya su suegro y su yerno. De todos los bienes que le perte-necían
a ella en propiedad, y que, naturalmente, le quedaban a su
hija única, reservó el tercio y el quinto para su nieta, Isabel
Jorva ". Por consiguiente, los Jorva no perdían nada. Es verdad,
55 Zbídem, vol. 2.039, fol. 67.
30 ALEXAiVJRO CIORANESCU
sin embargo, que Catalina de Setién vivió bastantes años mas,
e incluso sobrevivió a su hija, ya que no falleció hasta 1567.
Gaspar Jorva había fallecido a fines de 154656. Dejaba, ade-más
de algún hijo natural, diez hijos, tres de ellos del primer ca-samiento,
y el último póstumo. Sin embargo, no había cometido
la imprudencia de desaparecer sin aclarar antes la interesante
herencia de su numerosa progenie. La partición, que se había
verificado en 1545, los dejaba en buena posición, ya que, si com-paramos
su situación con la de Bento González, sus fincas de-bían
de comprender más de 2.000 fanegas de tierra. En princip~o,
la partición eliminaba las dudas, las desavenencias y los pleitos; *
pero sólo en principio. En la práctica, y a pesar del inventario D
que prudentemente había mandado establecer su viuda de los E
bienes propios de Gaspar Joma", no le faltaron los pleitos. El O
n
=
primero fue contra su propio entenado, Gaspar Jorva el mozo, m
O
E
que era al mismo tiempo su primo, hijo de su tía, por tierras que
eran indiscutiblemente de ella, por pertenecer a la herencia de E
su padre. Gaspar de Silva, y que su entenado pretendía apro-piarseS8.
Mucho más largo fue el pleito que ya había iniciado
Gaspar Jorva, su marido, contra Bento González, sobre la pro- -
0m
E
piedad de una suerte de 40 fanegas en Tierra de1 Trigo, y que O
sólo terminó con sentencia de la Real Audiencia de Las Palmas,
recaída en 8 de marzo de 1564. n
E
Francisca de Saucedo otorgó testamento ante Gaspar de Se- a
jas, en 5 de febrero de 1556. Parece haber fallecido en 1565, n
cuando se hizo la partición de su herencia, ante el mismo escri-bano.
Su hacienda se repartió entre sus siete hijos. En cuanto al 3
O
tercer n1l-li-n-t-n- -q w pnseiíi sii miridn, en nombre de SU primera
esposa, la mayor parte de él le cupo a Gaspar Joma el mozo, quien
parece haberlo aumentado y hecho prosperar. Casado con María
56 Gaspar Jorva fallec~ób ajo testamento otorgado en Garachico, ante
Cristóbal Hernández, en 23 de noviembre de 1546 Debió de fallecer
pocos días después de esta fecha, ya que Juan Bautista de Argui~o daba
poder en 3 de diciembre, ante el mismo, para cobrar de su viuda y de su
hijo mayor una deuda de 226.150 maravedís.
57 Ante Cristóbal Hernández, en 23 de abril de 1547.
58 Hubo concierto y transacción entre las partes, ante B Joven, en
9 de enero de 1548.
306 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LA AVENTURA DE LOS SILVA 31
Calderón, su nieto, Francisco Joma Calderón, constituyó aquellos
bienes en vínculo en 2 de agosto de 1647. Al fallecer su última
poseedora, doña María de Jesús Jorva Calderón, el 10 de diciem-bre
de 1847, dos siglos exactamente después de la fundación, su
posesión dio lugar a un pleito, del que anda impreso algún me-morial
59.
De este modo pasó a otras manos una riqueza que hubiera
debido pertenecer, mejor dicho, que pertenecía ya a los tres her-manos
Silva. Era una riqueza más que suficiente para permi-tirles
vivir desahogadamente y ocupar en la vida isieña una
posición de primer plano, como efectivamente la ocuparon sus
herederos. Pero, por lo visto, la vida desahogada y demasiado
tranquila no estaba hecha para ellos; y el espíritu de aventura,
mal entendido por cierto, les impulsó a abandonar lo cierto por
lo esperado, con todos los riesgos que llevaba consigo esta opción.
En una decisión de este género conviene quizá tener en cuen-ta
la clase de sangre que bullía en sus venas. No nos referimos a
su sangre juvenil, pues, a pesar de la indicación del padre Agua-do
en este sentido, los dos primeros, y quizá los tres, pasaban ya
de los treinta años. Pero pertenecían a una raza de aventureros
para la que los medios importaban mucho menos que los resul-tados:
su padre ya les había enseñado con su ejemplo que el
éxito acompaña a los atrevidos. Más aún que la sangre, la época
misma no los había acostumbrado con un respeto exagerado del
bien del prójimo. Era una época férrea, sobre todo en países en
que la aventura era todavía posible, y a menudo la vida de un
hombre no valía más que la de un pájaro o la del gato que lo
ha atrapado. Hay ejemplos de ello en la misma familia. Melchor
Jorva, hijo de Gaspar Jorva el viejo, fue acusado a los diecinue-
59 Instrucción del plezto pendiente en przmera znstancza entre don
Alonso Méndez de Lugo y don Gaspar Benitez Sotomayor sobre el mejor
derecho a suceder en el vínculo fundado por el capztán don Francrsco Jorva
Calderón y su muler doMa Catalzna de Castro Navarro. Santa Cruz de
Tenerife, 1853, fol 5 págs. y árbol genealógi,co.
Núm 18 (1972) 307
32 ALEJANDRO CIORANESCU
ve años de haber dado muerte a Batltasar González, de Garachico,
en 1543; hubo pleito criminal, el padre gastó más de 200 doblas
para aquietar a las hermanas y a la madre del difunto, y por
fin logró sacarle carta de perdón *. Catalina de Setién declara,
en 1547, que Baltasarico, hijo de un Pedro Yanes y probable-mente
primo sobrino de su difunto marido, estaba jugando con
un cuchillo en el heredamiento de Gonzalo Yanes, con tan mala
suerte que le dio muerte al mulato Gregorio, esclavo de ella; y
como ella sabe que lo hizo inocentemente, sale al paso de cual-quier
deducción equivocada, acordándole carta de perdón 61.
Estas son anécdotas que no disculpan a los hermanos Silva.
Pero la familia y el momento, si no justifican, por lo menos pue-den
servir de circunstancias atenuantes. Las anécdotas, además,
son también características porque demuestran, como la misma
existencia aventurera de los tres hermanos, que la sociedad re-cién
constituida en Tenerife y todavía en su primera generación,
aún no había cuajado en las formas definitivamente estabiliza-das
de toda sociedad, fundada en el desarrollo armonioso y en
el disfrute pacífico de la riqueza colectiva e individual. Tal como
lo señalaba Stendhal para la época que siguió a la revolución
francesa y a la aventura napoleónica, las riquezas fabricadas en
un instante, a partir de nada, constituyen, para estos espíritus
inquietos, un mejor aliciente que alas riquezas que se pueden acu-mular
razonablemente, debajo de un gobierno bien organizado^.
Escrimtura de perdón ante Cristóbal Hernández, escribano de Gara-chico,
en 11 ,de marzo de 1545. El incidente no es del todo claro. El culpado
se llama Melchor Jorva en esta escritura, y en el testamento de su
pudre, e n dende dice le qUe le ccstS e! p!e:te criminal. ! i r s ~ l t aa,& m&
que este hijo había nacido en 1525; y está probado que Gaspar Jorva había
casado con Francisca de Saucedo por estas fechas (la primera mención
segura del casamiento es de 1526). 'Se trata, sin duda, de Melchor Jorva,
segundo hijo del primer matrimonio; pero la fecha de su nacimiento no
debe ser exacta.
61 Escritura ante Cristóbal Hernández, en 14 de marzo de 1547.
308 A N U A R I O DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S