'%A ILUSTRACION6b EN CANARIAS
POR
VICTOR MOR- LEZ(5ANO
Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de L4a Laguna
1 PARTE
El siglo XVIZZ en Europa.
Es patrimonio de Troeltsch la visión del siglo XVIII como época
que marca definitivamente la aparición del mundo, el hombre y la
mentalidad moderna. La evolución de la cultura europea, desde el
Renacimiento hasta el setecientos, constituye, para él y para otros,
mera preparación de la nueva etapa que se origina en el siglo XVIII.
Paul Hazard ha comprendido y descrito magistralmente las in-tenciones
y el alcance del siglo. Sus aspectos histórico-políticos
-Monarquía paternalista y despótica-, sociales -ascenso de la
burguesía como ciase dirigente inteiectuai-, predominio de io ra-cional
y práctico sobre lo sentimental y estético, configuran, se-gún
Hazard, la fisonomía general de la época. Y nada fue más
consustancial a ella que la Enciclopedia. Para él la Enciclopedia
representa el movimiento de difusi��n que está de acuerdo con la
voluntad de la época de las luces: así como ésta, en materia de
pensamiento, no teme asociar la noción de filosofía a la noción del
pueblo -la "Popular Philosophie"-, del mismo modo en materia
de conocimiento, lejos de apartar a los profanos, los llama. Lo re-servado,
lo difícil, 10 secreto, no son de su gusto, y esta vía tam-bién
conduce de la aristocracia de los espíritus a la burguesía ilus-trada
que, más que querer penetrar en el secreto de las cosas, se
apodera del mundo l.
Nos situamos claramente para explicarnos la serie de persona-lidades
que, en un país u otro, aspiran al reformismo, conducen la
actividad literaria o cientlfica y proclaman con - Leibniz : ,' 'f inis
saeculi-nomm rerum novarum". Porque esta conciencia i3.e época,
de estilo y de espíriix secular está siempre presente en el hombre
setecentista. Vol'caire se referirá a menudo al "esprit du siécle", y
Viera y Clavijo abundaba en el optimismo enciclopedista cuando
escribía a su amigo y protector: "este es el siglo de las empresas
descomunales" 2. Todos resumen el entusiasmo ~ntelectual de la
Edad de la Razón como preclaros ejemplos de la aristocracia
de eqíri-12 q1.1- es "siempre noble prqile posee sus títulos en sus
luces7' 4.
La mentalidad de la Ilustración, con su programa avanzado y
progresista, será el "motor agendi" de las realizaciones poIítico-sociales
que la Revolución Franicesa confirmó. Fue ésta heredera
legítima de las aspiraciones que movilizaron a la mayor parte de
los grandes del siglo.
Eq~añae n lu época.
El cambio de siglo supuso, en España, un cambio de dinastía.
Después de la Guerra de Sucesión, el periodo que se iba a iniciar
marcaría la orientación del paBs hacia horizontes más concretos.
Es ahora cuando España intenta "readaptarse a. las formas univer-
1 ,pensamieni" va,I" pea e; Xi'r'il' &rzdi-i&1, 958, p&g 226.
2 Vid. "Archivo Rodríguez Moure", Prot n 1 (Cartas de Viera, de su
hermana, de Nava y del Marqués de S Andrés), pág 181 R. S E A P T.
3 H. Nicolson denoa~naa la época '(Age of Reason", por el predominio
de pretendida objetividad y logicismo Cfr The Age of Reason. The masns-trearn
of the modern worZd. The eighteenth century (New York) G C.
4 Cfr. G J Raynal, De íos puebbs y gobiernos . Londres, 1823, pág 218.
104 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLA-VTICOS
sales de cultura a través de la literatura y la civilización francesa" ".
Porque inevitable fue el proceso de "afrancesarniento" que supuso
el régimen borb6nico. Hoy hablaríamos de una clara aculturación
de nuestra idiosincracia nacional en los moldes y fomas francesas.
Recientemente, Voltes ha estudiado los jalones que conducm a
la centralización absoluta, iniciada con Felipe V y que culmina en
el regalismo de Carlos 111 6. Cualquiera de los escritos íntimos u
oficiales que elijamos nos revelan la voluntad autoritaria de la
Monarquía ?, y fue justo el omnímodo control de la vida española
por los Borbones lo que originó y fomentó el referido "afrancesa-miento"
s.
Hasta hoy, la Historiografía española ha estimado con injusti-ficado
desprecio la actitud de los ilustrados que, a imitación de
los "esprits forts", pretendían aliviar la existencia del país y de
su gente con una política moderadamente reformista en lo soclal-económico
y abiertamente intrépida en lo intelectual y artístico
(exaltación racional, anticlericalismo, abolición de los Autos Sa-cramentales
y de la Fiesta Nacional, apertura de las fronteras es-o'
Así piensa Américo Castro y creemos que con razón (Cit. por Paul Me-rimée
en su librito LJznfluence frawazse en Espagne au dix-huiteme siecle,
París. Vid, pág. 7) Recientemente, Julián Marías abunda en la misma inter-pretación
del siglo XVIII español cuando escribe que "la ~ d e ad e España que
se está engendrando es al mismo tiempo una visión de Europa como empresa
comh. ." (Cfr. La España postble en tzempo de Carlos 111, Madrid, 1963, pá-gina
21.)
6 Cfr CarZos 111 y su tzempo Ed Juventud, Barcelona, 1964, pkg. 264.
7 Carlos IIi significa la culminación del espíritu regalista, tan consus-tancial
a la Monarquía de la Ilustración en todo el continente. En cierta oca-sión
la participa al Obispo de Avila que ha "resuelto que cada dispensa o
gracias apostólicas de cualquiera naturaleza que sean en las materias bene-ficiales
para la cual se deba recurrir a la Santa Sede, se solicite de aquí en
adelante ,por mi Consejo de Cámara y se den por él los despachos converuen-tes
para que se p~dane n Roma las tales dispensas . por mi ministro en aque-lla
corte que las remitirá al Secretario del Real Patronato '7 (cit. por Diaz
Plaja en su Hzstorza de Ewaña en sus documentos. El szglo XVI11 Madrid,
1 E P., pág. 213.)
8 Ultimamente Palacio Atard ha recopilado una serie de trabajos que
proporcionan clara visión del estado de algunas cuestiones Los españoles de
la Ilustraczón. Madr~d, Ed G (1964), pág 333.
4 VfCTOR MORALES LEZCANO
pañolas a la ola científica y experimentalista de procedencia anglo-francesa,
clasicismo estilístico, etc.). Ultimamente, una laudable
corriente revisionista ha puntualizado lo que de positivo y fruc-tífero
hubo, tanto en la mencionada política absolutista como en
e1 pensamiento ilustrado y renovador que, con tan justo titulo, en-carnó
el padre Feijóo, primero de los criticistas y eruditos, concien-cia
vigilante de la época y partisano ya de la europeización de Es-paña
9.
De otra parte, no hubo nación -culturalmente concebida- que
no se dejara arrastrar por la brillante explicación de los aconte-cimientos
divinos y humanos que ofrecía la Ilustración Francesa,
modelo que fue de todos los complejos intelectuales del momento
(recuérdese en Prusia la actividad filosófica y científica animada
por el Estado de Federico 11 y su apelación a la Razh "Vernunft") ,
hasta el punto que Dilthey ha escrito: "el Estado prusiano puede
estimarse cninn !a nhra de !B I!~strmiSn u ! P ~ ~ lwo."
A continuación, pasaremos a analizar las características del
movimiento enciclopedista en Canarias, registrando todos los acon-tecimientos
que se consideren de vital significación para el defi-nitivo
establecimiento de unos caracteres setecentistas típicamen-te
insulares.
El espíritu del siglo, su "forma mentis", va a hacer en Canarias
una aparición tan rápida como cumplida. Desde la conquista y cris-tianización
del Archipiélago, la sociedad en él se había estructura-
9 Mpez Peláez prensa que Feijoo realizó en España el papel que Mar-tín
Lutero jugó en Alemania, abriendo brecha en el dogma y en la tradición
riiikiiarid. ?Tos parece p r 6 ~ x a8 :a realidad :8 iaterpretaci6ii de Ro-dríguez
Casado al hablar del Intento españoZ de Ilustración Cristiana. (Cfr.
"Rev. de Estudios Americanos", núrn 42. Marzo de 1955, págs 141-169). Una
postura renovadora y enciclopedista, pero dentro de la ortodoxia cristiano-católica
es la del Abate Hervás y Panduro Vid. "Tres Tomos del Hombre
en Religi6n". Mss. B. N. niun. 7 963, obra que, como ninguna otra de Hervás
reyela & i&-=tn & ~ ~ ~ ~ ~ ? a ~ l / i n .
10 Cfr. Gesammelte Bchrzften. 111 Band, 2te Auflage. Stuttgart, 1959
106 -4I<UAP,ZO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
"LA ILUSTRACI~N"E N CANARIAS 5
do siguiendo el modelo castellano que en América hispana iba a
imponerse igualmente. Pero hasta el siglo XVIII, Canarias no deja
su condición de "tierras incorporadas a @astilla para impostarse
en el conjunto regional de España" ll. Precisamente, es este bro-tar
histórico-cultural de las islas, en la segunda mitad del siglo, lo
que legitima en buena parte que se haya hablado de él como del
"Siglo de Oro" en Canarias. Las manifestaciones concretas de la
Ilustración insular se tejen contra el fondo de los siguientes cam-bios
histbrico-sociales :
1) Una evidente movilidad social que hace presagiar el as-censo
burgués. Este fenómeno fue general en toda la Europa Occi-dental,
e incluso en Francia y España, donde la solidez efectiva o
titular de la aristocracia hacía suponer una enconada lucha cla-sista,
a dirimir en la dimensión política y jurídica. En Canarias,
aún más que en otras provinr.ias españolasí era fuerte y se con-servaba
vivo el Municipio feudalizado (Regidores Perpetuos), la
preponderancia eclesiástica y militar (Exenciones tributarias) y
una consideración de la propiedad, la producción y el trabajo que
podemos calificar sin titubeos de "ancien régime" 12.
Aún así, no sólo a la naciente burguesía mercantil, sino a la
nobleza canaria "se la veía agitarse y desertar de aquel pesado le-targo,
para iniclar mejoras desconocidas a las anteriores genera-ciones"
13. En este clima de aristocracia enciclopedista y de salón,
aunque terrateniente, veremos descollar figuras de la talla de Vie-ra
y Clavijo o de Clavijo y Fajardo (este último siempre en la Cor-te
y desempeñando cargos de eminente responsabilidad pública),
que socialmente considerados pertenecieron al sector burgués cu-ya
dinámica, ahora tan evidente, comienza a aparecer.
2) Una amplitud del campo histórico, iniciada en el siglo XVI
merced al descubrimiento del continente americano y que había
situado al conjunto de las islas Canarias en una latitud clave, por
sus puertos y bahías, en los que aprovisionarse y hacer escala du-
11 Gfr. V. Morales Lezcano, La IZzcstraczÓn en Camrzas ("La Tarde" de
Tenerífe, 18 de enero de 1965).
12 Cfr. Desdevises du Dezert: L7E@agne de Z'Anmem R&im.e. París, 189.
13 Cfr. Agustín Millares Torres, Bwgrafia de Cana~zos Célebres. Gran
Canaria, 1872, 11 vols. Intr , pág. 67
Num 11 (1965) 107
6 V~CTOR MORALES LEZCANO
rante los perlplos atlánticos de la época. Pero cuando se incremen-tó
el contacto y conocimiento de Canarias con España, Potencias
extranjeras o simples aventureros, comerc~antesy viajeros de todo
el continente, fue a partir del rncremento del gusto por lo descono-cido
y exótico, de origen naturalista y hasta científico. Aparte tal
factor, añadamos que el tonelaje mundial habia aumentado en el
siglo X ~ I I I ; que en las pequeñas, pero ya provechosas, plazas mer-cantiles
de Santa Cruz y Las Palmas podían albergarse con garan-tízs
de beneficios "los comerciantes mayoristas, los dueños de na-vío
de la permisión de Indias, los medianos propietarios, comer-ciantes
al por menor y artesanos" l4 y que la necesidad de inter-cambio
econ6mico entre los pueblos pasaría a ser un imperativo
de convivencia internacional. B
Son los factores apuntados (1.0 movilidad social burguesa y pa- E
ralela condescendencia, culturalista al menos, de la aristocracia, y O
n -
2.0 comienzos de una nueva etapa que implicará aumento de rela- m
O
E
ciones comerciales, sociales e intelectuales entre los países que de- £
2
tentaban en el momento referido la prioridad colonial y marítima) E
los que nos explican la aparición en Canarias de una diferente men-talidad,
que nos llega contrastada por serie de acontecimientos, 3
fundaciones y personalidades que cuadran del todo en la sintoma- -
0
m
E
tología setecentista. O
n
11 PARTE -E
a
Aconteczrnientos. n
La Ilustración en ias Islas nace con las tertulias tinerfeñas 3
O
del Puerto de la Cruz y de La Laguna. En la primera ciudad es la
familia de los Iriarte la que activa y fecunda la vida literaria y
social l Z ; en la segunda, un conjunto de d~stinguldos patriarcas
14 Cfr. Darlas padrón, Costumbres e Ideales de Santa Cruz de Tenerzfe
en el szgío XVIII ("Rev. de Historia", t 111, núm. 2, págs 169-1801
15 Cfr sobre el particular EZ puerto de la Cruz y Zos lrilarte, por Gulgou
y Costa. Mejor documentada está la ambientación de Cotarelo sobre Tomás
de Iriarte, proporcionando a la vez datos y circunstancias de sus hermanos
y del lanzaroteño Clavljo y Fajardo (Irzarte y su época Madrid, 1897).
1 O8 ABUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
"LA. ILUSTRACI~N" EN CANARIAS 7
de la cultura van a constituir, en la capital de la isla, el foco de
más nivel intelectual de sus añios. Nos referiremos, con detalle, a
esta última.
La primera constatación que poseemos es la de D. b p e An-tonio
de la Guerra y Peña en sus prolijas Nemorias: "En 28 de
este mes de septiembre (1763), temprano, fuimos los de la Tertu-lia
del Marqu6s de Villanueva al Valle de Guerra ..." 1" 10 que nos
hace sospechar que algUn tiempo antes los cuatro o cinco pione-ros
de la tertulia habían entrado en contacto asiduo pwa "vailes,
relaciones y conclusiones" '17, manifestándose el carácter frivolo
y brillante de estas agrupaciones de la inteligencia a lo siglo xmn.
Con toda seguridad, pertenece a don Oist6bal del Hoyo, per-sonalidad
de la que tendremos que ocuparnos más tarde, la inicia-tiva
de reunirse para disputar, leer, viajar y comer juntos los más
destacxbs miell?hrcx de la aristecrscia lagmvru, 412st.a &era se-de
del gobierno pero comenzando ya a acusar la competencia de
Santa (Cmiz, plaza y puerto favoritos de los Capitanes Generales IS.
El marqués de Villanueva del Prado, a la muerte del volteriano
y licencioso D. G"ristGba1, decidió mantener en pie tan fina y amena
costumbre, conthndose entre otros tertdiantes D. Juan Antonio de
Franchy y D. Miguel Pacheco Solís, Viera y Clavijo no tardaria
en incorporarse, aportando al grupo su capacidad de organización,
su demostrado talento y su cultivo enciclopédico. En 1770, cuando
el arcediano se traslada a Madrid para empezar allá y en todo el
continente nueva vida, la tertulia recibe un golpe de ausencia que
terminará por hacerla langxidecer, hasta cristalizar en una fun-dacibn
de vanguardia: la Real Sociedad Económica de Amigos
del Pais.
Estas repercusiones futuras son las que nos legitiman toda
exaltación de la tertulia de Villanueva del Prado, porque como Ru-meu
de h a s h a hecho notar ... "la Junta Suprema de Canarias, lo
mismo que las peninsulares y más adelante la Central, se nutre de
Cfr <<Memorias" (Tenerife en la segundazmxtad del' siglo XVIII): U s
Palmas, M. C , 4 cuadernos. Vid. c. 1, pág. 59
77 Iy;&
18 La emgida franquicia comercal con Indiis abocaba ya a Santa Cruz
al más brillante porvenir histórico Cfr "Memorias", c. 11, @g. 11.
8 V f c r o ~M ORALES LEZCANO
este espíritu intelectual y reformista que en Tenerife simbolizan los
Caballeritos de La Laguna, educados en las famosas tertulias de la
ciudad y orientados hacia una política práctica de gobierno regio-nal,
lleno de reformas y mejoras ..." ". Y en efecto, la temperatura
política de aquellos intelectuales de salón dieciochesco marcaba ya
los grados de fiebre que irían a invadir el cuerpo de los ilustrados
españoles, francos partisanos de las luces, las reformas y el pro-greso
nacional como meta a perseguir, y a realizar por vía de reor-ganización
económica y de saneamiento mental. En Canarias aflo-rará
este espíritu con los doceñistas y diputados insulares de 1812,
Último y brioso clamor de la Ilustración, traducida ya a gestos po-líticos
y a teorías definidas pero cuyo antecedente fueron los sa-lones
y su Gran Maestre D. José de Viera y Clavijo. Precisamente
él escribiría a su mecenas, Villanueva del Prado, desde Madrid, que
"caeteris partibus ha civilizado más la tertulia a nuestras islas,
que todos los nuevos desengañados de Madrid a la Península. Ytem
que somos más antiguos y más universales" 20, y en donde palpa-mos
el o~gullod el arcediano por la tertulia lagunera, de la que fue,
si no creador, mantenedor infatigable.
Hubieron, naturalmente, otros focos de Ilustración en La La-
@na 21, pero, sin duda, ninguno alcanzó la trascendencia que el
comentado. Tanto por la altura de sus tertuliantes como por las
realizaciones aportadas {Real Sociedad Económica, aparición del
periodismo insular, etc.) el grupo reunido en torno a Villanueva
del Prado se nos antoja tipo y representativo.
La pasión por la Naturaleza, el acusado espíritu científico y
analizador, los hallazgos arqueolbgicos y el entonces recién cono-cido
interés geológico del archipiéIago encontraron en las tertu-
19 Cfr. Bonet y Reverón, L a Junta Suprema de Canaruts. La Laguna, 1948
20 Vid. "Archivo Rodriguez Moure", op cit., pág. 74
21 Entre los centros de reunión más famosos se cuenta el del Dr D. Do-mingo
de SaWn, en cuyo hotelito se daban cita los interesados por la cien-cia
y al que asistieron Humboldt, Leopoldo de Buch (escalador del Teide) y
otras destacadas figuras. También se hicieron con un ptíblico asiduo y re-novador
las tertulias de la Marquesa de San Andrés y la de D. Juan-Antonio
de Franchy. Cfr. CuZtwra Social de Canarms, por Manuel de Ossuna y Van
Den-Heede (19141, de un valor puramente informativo
110 ANCri-RIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
"LA ILUSTRACI~N" EN CANARIAS 9
lias acogida incondicional, favoreciendo el conocimiento de las rea-lidades
que se ofrecían y propugnando una investigación de lo que
se sospechaba no saber.
No olvidemos que en este siglo se logra escalar el Teide, que
se calibra con precisión el meridiano del Hierro, que Humboldt da
comienzo a sus estudios botánicos sobre la flora canaria. Viera
mismo se muestra como un amante de la Física y la Geología,
organiza reuniones particularisirnas y divulga la Ciencia de la épo-ca
cuando estaba "metido ya de pies a cabeza en este mismo micro-cosmo,
y reducido a ser uno de sus micromegas" 22.
Intimamente ligado a las tertulias laguneras encontramos los
primeros rastros del periodismo insular. Se trata de estrictos ve-hículos
de ideas, noticias y comentarios de alcance local, nacional
y hasta internacional, manuscritos siempre y que fueron redacta-des
pcr T.7ierz y flia-v+j~a, sr,yUe -&as mgerenziaü se Uebiera::
a cualquiera de los que integraban la cohorte del Marqués de
Nava 23.
Esta sintomática aparición es una correspondencia del espíritu
inquieto y fecundo del racionalismo aristocrático-burgués, situa-do
ahora de cara a las evidencias históricas y a las incitaciones con
que, unos años de apertura y ensanchamiento, tentaban la curio-sidad
y la necesidad de dar escape al ensayismo elemental y supér-fIuo
de la época.
Europa entera asistía a la divulgación del nuevo género lite-rario,
como el más eficaz para comunicar ideas y el más ameno
22 Vid. "Archwo Rodríguez Moure", op cit, pág. 180 Se trata de Una
de las cartas de Viera a Viiianueva del Prado, cuando aquél estaba ya resig-nado
a su aislamiento. Tres años antes, en 1782, advertía desde Madrid y en
pleno servicio con el Marqués de Santa Cruz. "Espero que Ud no se admire
&,a FA e s d a reuc!Uc:ó:: de reubtU:rme ccr. hcsr a esas tmstes p&us.
Es menester asegurar el pan de dolor de la vejez. El teatro va mudando su
escena para mí en esta Corte; y mi acomodo m& natural y más seguro
ha sido &te, aunque no sea el más delicioso ni brillante" ("Archivo Rodriguez
Moure", ap. cit., pág. 154).
23 Sobre el periodismo canano cfr la exhaustiva compilac~6n de L Maf-f
~- - n- , t-T~a- n -. * pe?$b&c^^ ))n &!as Cn-?nrtcs. Mgfirid, 19QS-7, v& ji tam-bién
El periodismo e% Canarms, por Elías Zerolo ("Rev de Canarias", t 1,
página 11).
10 V~CTOR MORALES LEZCLUO
para cualquier público lector. Nombres como los de Adison, Vol-taire,
Diderot y Clavijo y Fajardo prestigian el periodismo eu-ropeo
en su nacimiento. Erm Canarias, la ola de la moda -que fue
éste poderoso factor en la transmisión cultural de los enciclope-distas-,
no tardó en arribar al ámbito que era el más propicio
para proporcionarle original estilo y contenido. Nos referimos a
la tertulia de los "Caballeritos".
Del primer periódico que tenemos información no se conservan
ejemplares; se titulaba "Papel Hebdomadario" y apareció en 1758.
Años después, compondría Viera el "Personero" (1764). Con la re-dacción
del último, lograba poner sobre la mesa de juego una serie
de inminentes exigencias insulares. Así, en una ocasión el redslc-
B tor -que no es otro sino Viera- se lamenta de la lejanía penin- N
sular, de la irregularidad en las comunicaciones y del nefasto efec- E
O to que ejerce sobre la juventud estudiosa de Canarias. Propugna ---
la creación de cátedras, de lakoratorios; sobrestima la experiencia m
O
E
y ansía contar con "una juventud instruída, útil, floreciente, espi- SE
rituosa, amable, digna ..." 24. La concepción del "Personero" encaja -E
en los postulados de la Ilustración periodístwa, declarándolo en
3
más de una ocasión el propio autor ". - -
0
m
E
24 Vid "Archivo Rodríguez Moure", Prot. n 11 "Diarios y otros asuntos
muy curiosos", 197 hojas manuscritas, en la R S E A. P, que incluye tres O
5
ejemplares del "Personero", que Viera se encargaba de redactar Cfr Me- -
morial 3 -E
25 Vid Op Cit "El Personero", Memorial 2" Habrá que estudiar con a
2
detenimiento algún día las ideas filosóficas de Viera y Clanjo. Su concep- -
ción rousomana del prmitivo -que se hace patente en la obra histórica-, -
se ve desmentida en retazos de este tipo, en los que aparece la "socializa- 3
O ción" como vehículo del progreso humano y en todas las dimensiones y cam-pos
del saber ("Nacidos tpara viwr en sociedad, y ser miembros de un cuerpo
cuyas ventajas son amables. ."). Esta postura, naturalmente, era del más
rancio corte ar~stotélico, gozando de estma en casi todos los medios racio-nalista~
franceses que se reputaban ilustrados. En cuanto a los ideales pe-dagógcos,
que nos revela el Arcipreste de Fuerteventura, él mismo se cuida
de confesar las influencias Fenelon, Fleury Documento de la época que se
conserva en la R S. E. A P y cuya sola existencia delata las inquietudes
y el alcance bibliográfico de los tertuliantes laguneros es el titulado "Sobre
la buena crianza", por el Conde de Chesterfield (Vid "CoiecciOn de Manus-critos
sin importancia"), vademecum al uso
112 BMUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
En una línea satírica y cortesana, pero con reivindicaciones
asolapadas se encuentra la llamada "Gaceta de Daute", compuesta
durante la excursión de los tertuliantes a una finca tinerfeña, en
el Norte de la isla y de la que don Lope Antonio de la Guerra nos
brinda circunstanciada comunicación 26.
El lapsus de casi veinte años que medió entre la "Gaceta" y la
nueva publicación se entienden dentro de la lógica a que se some-tió
la tertulia, en su etapa de empobrecimiento, cuya causalidad
se indicó antes. Cuando en 1785 Miguel-Angel Bazzanti edita el
"Semanario misceláneo Enciclopédico Elemental", no hace sino
heredar la pequeña, pero sustantiva tradición periodística ante-rior
"', tradición que se afirma con zigzagueos a lo largo del siglo
("El Correo de Tenerife", órgano de la Junta Suprema; "El
Zurriago", papel manuscrito de los estudiantes laguneros; "Bole-ti=
mc i ~ s ~ ' , e' ,q rpsión tardia del movimiento constitucional
(1835), etc. ) A
En clara conexión están, por tanto, las tertulias y el periodismo
canario durante la segunda mitad del siglo XWII. Resumen los dos
el ansia de la generación que inicia al país en las corrientes uni-versgles
del pensamiento, la ciencia, la teoría política y la filoso-fía
práctica. Contribuyen a la comunicación de las islas con el
mundo, abren un capítulo de problemáticas locales y establecen los
cimientos de un genero literario llamado a próspero futuro en el
Ambito insular.
Fundaciones.
Que las islas necesitaban Universidad y estudios académicos
constituía, a la altura de 1725, una incuestionable realidad que no
se es cqdm. 21 ~ ~&! i gnii~ 2, relvi_n&caciones canarias hechas
26 'Cfr. *<Memoms", cuad. 1, pág. 75. Las jornadas de Daute testimo-ntan
el esplendor social de la élite lagunera El escrito de Viera -"ElO~io
del Barón de Pun"-, merece una publicación inminente (se conserva una co-p
a del siglo pasado en la B~blioteca Mumc~pal de Santa Cruz de Tenerife,
con la signatura 10-2-56).
27 Cfr. una idea de la obra en 6 páginas publ~cadas por la R. S en la
Eiblioteca General, Univ de La Laguna (Secc. Can )
12 VfCTOR MORALES LEZCANO
al gobierno de la Monarquía en Madrid. El Estado proveedor e in-tervencionista
de la Ilustración iba acoplando en su flexible con-sideración
de la vida cultural y económica del país todas las exi-gencias
razonables formuladas con precisión 28.
Desde el primer momento se planteó ásperamente la rivalidad
entre Las Palmas y La Laguna por obtener la concesión real pa-ra
la ansiada fundación académica. Los alegatos, muy enconados
en su intención y con una desproporción manifiesta en los argu-mentos
esgrimidos, no contribuyeron sino a dilatar la hora ins-titucional.
Las Palmas exhibía prioridad municipal y abolengo cul-tural;
La Laguna, como sede gubernamental y aristocrática, no
se recataba en sus exposiciones, mientras que Santa Cruz de Tene-rife
se ofrecía como plaza comercial, residencia de las autoridades NB
militares y de un activo sector de la población. E
Las Ordenes de Agustinos y Dominicos disputaron abiertamen- O
n te por conseguir el acta fundacional. En 1735 un Sinodo obispai, -
m
O
en Las Palmas, aboga por el establecimiento de la Universidad de E
E
2 Canarias en aquella capital; simultáneamente D. Benito de Nava E
Grimón estimula, desde Madrid, la concesión para los Agustinos.
-
Después de años de incertidumbre e intrigas Felipe V ratifica las 3
-
pretensiones de esta última Orden (1742), que ve convertido en -
0
m
realidad su ideal. Por Bula pontificia -"Aeternae Sapientiae Con- E
O
si1io"- de Benedicto XiV en 1744, los grados concedidos en la 5
Universidad de los Agustinos, en La Laguna, se equiparan a los n
E otros conferidos en las diferentes Universidades del Reino 29, re- -
a
solviendo para los estudiantes canarios cualquier complicación ul- 2
n
terior que pudiera surgir a causa de títulos y grados faltos de ga- n
rantía académica. O3
Pero los hilos de la intriga ae tejían con celeridad y algún tiem-po
después se inicia la campaña dominicana en Madrid, encarnada
en ia personaiidad de Fr. José Wading que, poniendo a contribu-ción
toda su arte suasoria, crea un estado de opinión contrario al
28 EZ Testamento poMtzco de Florzdablanca es, según Rumeu de Armas,
exponente de la acción protectora del Estado setecentista en España. (Ma-drid.
C. S. l. C.) 1%2, pág. 206
29 Para una visión general del problema Cfr Rodríguez Moure, Hzstorza
de las Umverszdades Canarius Tenerde, 1933, pág 146.
114 IN3.4RIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
"LA ILUSTRACI~N" EN CANARIAS 13
mantenimiento y continuidad de la institución universitaria en Te-nerife.
Un decreto de Fernando VI en 1747 fulmina radicalmente
el privilegio que los Agustinos habían disfrutado por no muchos
años.
Un nuevo foco de inquietud y de alta tensión intelectual co-mienza
ahora su sólida carrera histórica: el Seminario Eclesiás-tico
de Las Palmas, que contará con una legión de clérigos, docto.
res y hasta obispos enciclopedistas, "alma mater" que serán del
fecundo despertar grancanario a los nuevos aires finiseculares. La
línea que enlaza al Obispo Herrera con el Doctoral Graciliano
Afonso viene jalonada por tan evocadores nombres como son los
de Tavira, Frías, Gordillo, etc.
El ambiente de dicho Seminario fue de claro estilo "avanzado".
Los libros y las explicaciones de cátedra, el mutuo intercambio
y la intensidad ideológica con que viven los portadores de una
poderosa mentalidad, aún no legitimada por el común social, favo-recieron
esa especie de unidad histórica que define, desde sus co-mienzos,
la vida eclesiástica en Las Palmas.
Encontró la Ilustración en Canarias un serio obstáculo en el
Tribunal de la Inquisición. Como ha escrito Desdevises du Dezert,
"la 'guerra a las ideas ha sido, en el siglo XVIII, el gran quehacer del
Tribunal", ya que desplegando un entusiasmo fronterizc con la
pasión "ha parecido encontrar una suerte de consuelo en medio
de las tribulaciones que lo asaltaban" j0. La actitud política de
los Borbones no fue muy favorable a la intervención de la Iglesia
en asuntos que concernieran al ministerio terrenal, como ya sa-bemos,
pero no osó abolir ni desplegar su potestad contra un Tri-bunal
que en España pasaba por ser providencial y mesiánico des-de
hacia dos siglos largos. A pesar de la beligerancia progresiva
de la Censura oficial 31, el frente eclesiástico más tradicional sus-cribía
la vigilancia inquisitorial que en toda España se llevaba a
30 Cfr. Notes sur Z'ilzquzsztzon espagnole au XVIII s%cb ("Revue Hispani-que",
1890, vol. n. 20, pAgs. 447-506).
31 La tolerancia censoria1 que la Monarquía se propusiera tuvo que hacer
repetidas concesiones a la Iglesia. Menédez Pelayo era del parecer que en
los mismos consejos de censura se había infiltrado Tesprit du siécle", tan
mal entendido por 61.
cabo contra las herejías jansenistas, impías o ateas. En Canarias
"eran frecuentes los sumarios instruídos por leer libros prohibidos,
apareciendo como reos las personas más ilustradas y poderosas
del Archipiélago, únicas que entonces podían entender el Erancés
o el inglés...", idiomas, a lo que parece, preferidos por las clases
cultas de la época 32.
Antes de proceder a una incoación, entredicho o penalidad, la
Inquisición en las islas procuró controlar la entrada de libros, pan-fletos,
hebdomadarios y diccionarios que alimenta'hn la mentali-dad
"eclairée" "3; pero no siempre resultaba efectivo este procedi-miento,
porque como Millares sugiere "muchos individuos del ea-bildo
[de Las Palmas] leían, en lo más oculto de su gabinete de
estudio, la famosa Enciclopedia, las obras de los discípulos de Jan-senio,
y la de los atrevidos innovadores franceses" 34, burlando de
este modo el celo de la ortodoxia extremista.
Ceneherali m ~ c h t~esstm mnxx !a batida inq&itaria! a !m
tonsurados sospechosos. Así, el Oficio Fiscal contra don Rodrigo
Raymon, presbítero y bibliotecario del ya referido Seminario Con-ciliar
de Las Palmas, instruído en 3.782 35, o bien aquel otro contra
Graciliano Afonso, despues de su estancia en Alcalá, y que fue
promovido por la Inquisición en Toledo contra "un hombre de ta-lento
brillante, y muy estudioso, que abusaba de sus cualidades y
hay que temer que hizo mucho mal a la juventud que enseñó ..." 3G.
32 Cfr Hzstorza de la Inquzszcwn en las Islas Canarms, por Agustin Mi-llares
Torres. Las Palmas, 1874, vol 111, pág 37
33 Cfr. Desdevises du Dezert Op Cit , pág 460
34 Cfr mllares Torres, op cit , pág 69
35 Vid Museo Canario, Inquisición, XIII, 22 El texto que se conserva
acusa al presbítero de haber "actuado y defendido públicamente muchas y
diferentes pro,posiciones scisrnáticas, heresim sapientes ". También Villa-nileva
rtpl Prslin filo ?-en & Tnniii~irirín !^ migme q e .?era T. --- .- --- - ---- ~72r1nso t r ~ $ ---. 1--1---1--, Y
enclclope&stas insulares
36 Vid "Inquisic~ón de Toledo Lep. 190, núm 1" Armas Ayala habla
de "una tradición religiosa y filosófica esencialmente antwaticana" en la obra
y en la actitud de Graciliano Afonso Su ldea eje era la "Iglesia Nacionai",
con plena soberanía en sus decisiones El romanticismo político del dea ario
a-f~nnnc insp?rzr& rpiyin&ciciones csnarlas & sris &p~taci,os ct,nce&s-tas
y de los de 1820 (Cfr Gracilzano Afonso, un dzputado canarzo de las Gor-
116 Li NUA RIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Como un ilustrado tardío, formado en los ndeales del racionalxsmo
progresiea y abocado a un incipiente liberalismo espiritual, he-mqs
nosotros de estimar aquí a Graciliano Afonso, "el genio ma-léfico
-como lo llamaría un anónimo cronista del Seminario- que
da entrada en el centro de estudios conciliares a las nuevas ideas
que ya habían ganado la batalla en las Universidades y en una mi-noría
cada vez más influyente en la sociedad española" 37.
Aprovechando una coyuntura que se pensó propicia para cam-bios
jurídicos -nos referimos al fallecimiento de Carlos m-, el
Ayuntamiento de Las Palmas presenta al Ministerio de Gracia y
Justicia, en 1790, una súplica y prerrogativa para asimilar la Uni-versidad
de Canarias al Seminario Conciliar.
Ea reacción de Tenerife fue unánime. Oposición cerrada, te-naz
en su pretensión de alojar en la isla de la capitalidad adminis-trativa
y militar el centro de más alta cultura y rango intelectual.
El c.urso de 10s acontecimientos favoreció de nuevo la dilación, por
mor de litigantes obstinados por las dos partes, firmes en sus re-clamaciones
hasta en críticos instantes como lo fueron los de las
Juntas Provinciales.
¿Quién no había previsto el desenlace, a favor de La Laguna,
después que el gobierno de Tenerife había aquilatado su adhesión
a la Monarquía de los Constituyentes sin deslizarse por la pendien-te
del mínimo extremismo, como sucedió en Las Palmas?
El Marqués de Villanueva, hijo del patrono de Ias tertulias fa-mosas,
recibía con satisfacción, en 1816, una comunicación de la
Secretaría de Estado mediante la cual se estatuía la fundación de
la que más tarde seria Universidad de San Fernando. Los Benco-mo,
La Laguna y la tradición se apuntaban un valioso tanto, pre-cisamente
en una fecha en que, principios de audaz información,
presagiaban una etapa de encontradas posturas nacionales.
En cuanto a la Real Sociedad Econbmica de Amigos del País,
añadiremos que completa el cuadro de fundaciones valiosas, capa-ces
de propulsar la aletargada existencia de las islas, que ya ha-tes
de 1821 desterrado en Amérzca. ANUARIDOE ESTUDIOAST LANTICOS, 1957,
núm 3, phgs. 387-4Bij.
37 ibid , p$g. 2.
16 VfCTOR MORALES LEZCAXO
bian saltado al coso de la actualidad gracias a la abigarrada gale-ría
de figuras preeminentes y a las transformaciones socio-econó-micas
que nos cuenta la vida histórica del Archipiélago en la se-gunda
mitad del siglo mrr. Precisamente le cumplió a la Real So-ciedad
una empresa de dimensiones vastas: la de afirmar a las is-las
en su ya iniciada línea de progresos. No hay texto más elocuen-te
que el del discurso pronunciado por el Conde del Valle de Sala-zar
en 1786, discurso que sobresale por su estructuración al uso:
identificación de España con la política reformista, exaltación pa-negírica
de Carlos 111 y una concepción progresista de la Historia
respaldando el excurso y que podría haber suscrito Condorcet, sin
ningún género de recatos 38. Alienta, sin embargo, la sustancia de
estas sociedades renovadoras, una noble aspiración progresista, B
manteniéndose alertas al viraje impuesto en todo el continente por E
fenómenos de irresistible coacción y que en Canarias proyectarían O
, * n pficu&, y rr,~&ri,i&& amar,d= "la reforma de 12 Le&~acio~; - m
O el fomento de la Agricultura; el restablecimiento de las Artes y EE
Ciencias; la protección y ensanches del comercio ..." 3Y. S
E
P e r s d W e s . 3
-
0
La teoría de las generaciones como clave para la comprensión m
E
de períodos históricos determinados puede aplicarse con aproxi- O
mado rigor en el caso de la Ilustración Canaria, ya que sin forzar 6
n
la realidad se obtiene una precisa agrupación de figuras coetáneas aE
y su contemporización con las otras generaciones, anteriores o con-n
siguientes do- n
3
38 Vid "Archvo Rodríguez Moure", Prot núm 11 Discurso pronunciado O
en la Junta Pública de la Real Sociedad de Tenerife el 4 de noviembre de
1786 por su director el Conde del Valle de Salazar
39 m:d La fU=&,c;& de la EcunSmca h&ia teri&j hgar ea si iilYieri;v
de 1777. Las Memorias de Guerra y Peña (cuaderno II, p&gs 124-127) dan
nca documentación sobre las gestiones iniciales, fundadores, socios, etc Con
entusiasta acogida constata el Regidor Perpetuo el princnpio de la Sociedad
que ha de impulsar la Agricultura, las Artes y el Comercio, "pues no nos
debemos considerar con menos praporclones que en otros parajes".
40 De k&^r e* ~ Z I ~ nI ii~e O12 p&r&ri,aU de e&.u. tre?ia se P,!e debe u Qr- Y.--
tega y Gasset, habiendo recibido una formulación posterior en la sistemktica
118 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
"LA ILUSTRACI6N" EN CANARIAS 17
El grupo integrado por la aristocracia tinerfeña en La Orotava
y La Laguna juega en el panorama cultural del siglo un papel de
pionero, ya que es él quien introduce, protege, fomenta el espíritu
del siglo, triunfante ya en toda Europa y que cristalizará en las
islas posteriormente, en generaciones definidas y que, en total, tes-timonian
la pujanza del siglo en el Archipiélago, a la vez que jus-tifican
el titulo genérico de "edad de oro" en Canarias con que se
suele reconocer la época de la Ilustración.
Don Cristóbal del Hoyo Sotomayor, Marqués de la Villa de San
Andrés y Vizconde de Buen Paso, representa el prototipo del aris-tócrata
incrédulo y "bon-vivant", que gusta del mundo, hace el
bien y se siente feliz, a la usanza de Diderot. De su generación.
nadie como él estimula la ironía ante la superstición, el amor al co-nocimiento
superficial del mundo y el aplauso por la novedad y el
progreso. Después de residir en Madrid y Francia -itinerario que
reiteraran otros canarios ilustres del siglo-, don Cristóbal del
Hoyo regresa al Archipiélago y se establece en Tenerife, donde
encontrará la oposición de la Iglesia y de su celoso Tribunal, capi-tulo
memorable que presagia la lucha secular entre dos frentes de
combate: las luces y la reacción.
El proceso de Inquisición nos habla con pesadumbre del hom-bre
mundano que ha viajado y se ha instruído "aunque para su per-dición
y ruina de su Alma" 41 ; sospecha de su ortodoxia porque "tie-ne
y lee libros de Lutero y Calbino en idioma inglés", y lo senten-cia
a una severa penitencia animica después de conminarle a ab-jurar
de Levi, a la vista de lo cual se le absuelve "ad cautelam" 42.
Algunos de los tertuliantes laguneros trataron con asiduidad
a don Cristóbal del Hoyo, aprendiendo con él arriesgadas posturas
religiosas y vitales y heredando, al mismo tiempo, su capacidad
de organización, su causticidad demoledora y un cierto optimismo
,-.-,.--l..-
O ~ G U l i L I .
La primera generación canaria que se perfila como tal en los
comienzos de la segunda mitad del siglo está integrada por Juan
de Julián Marías y una aplicación concreta en La Generación del 98, de Lain
Entralgo.
41 Vid Colecci6n Bute, Leg. 59, fol. 40. Museo Canario
42 Ibid.
18 VICTOB MORALES LEZCANO
de Miranda -pintor de imágenes-, Viera y Clavi jo y don Diego
Nicolás Eduardo, canónigo tesorero del Cabildo. A ellos podríamos
sumarle la incansable figura del obispo Verdugo, promotor de hos-pitales,
obras públicas y asistencia social.
Entre todos, Viera destaca como la representación señera de
la erudición y el enciclopedismo, sin que por tal motivo la gracia,
el sentido crítico y la amenidad estuviesen ausentes de su obra
histórica, periodística, científica o literaria. Nadie como él encar-na
idóneamente el "afrancesado", el rendido admirador de la cul-tura
de aquel pueblo que presidía la del continente. Por supuesto
que aquí no le concedemos al término "afrancesado" sino el sen-tido
que la etimología invita a considerar. Ser afrancesado, enton-ces,
era un estilo de ser que podía reducirse a una forma mimética
y snob o implicar un profundo planteamiento frente a los hechos
y a los significados. Viera y Clavijo debe incluirse entre los que
nnrvtvn-wn"+o' ~nn-a l' ucunbo-iuin-vd n l i n ~ i - 4 3 -U- JV .
Hay un escrito inédito que nos revela la íntima actitud del in-quieto
publicista. Data de cuando el arcediano desempeñaba el car-go
de censor en Las Palmas. Debía él informar con tino y criterio
justo y así lo hizo, pero añadió su amplitud y sentido de la pers-pectiva
en que abundaba como hombre de experiencias internacio-nales
(ya había regresado de España y dejado atrás el París, la
Italia y el Mandes de sus "Memorias"). Su dictamen sobre la "His-toria
de la invención y milagros de Nuestra Señora de La Peña"
traspasa el ponderado juicio que un clérigo tenia que emitir sobre
cuestiones de este orden, pero sin que ello le impidiera manifestar
43 La polémica y las opimones encontradas en torno a qué fueron y quié-nes
los afrancesados ague en pie de discusión Mendez Bejarano alega que
"el afrancesamiento no significa defección a la causa patn6tica a instigación
de medios individuales, sino consecuencia natural de evolución dialéctica ln-ia!
Uutar',a e irre~Ae&&je".
Artola sugiere que "el ilustrado de tiempos de Carlos 111 fue el afrance-sado
de 1808" (Los Afrancesados, Madrid, 1953) con lo que no estamos de
muerdo, ya que una generalización de este tipo no comcide con las particu-laridades
y la casuística histórica Además, existió el afrancesado cultural,
sin ribetes @fticos: un caso ejemplar lo tenemos en Viera y Clavi~o, sobre e1
m-X o -. A rVAiVLn--.,-vr.. n n o o o i ~h rr -- r-l-i-~- hns- -al-~ n(,.T- -o n-6- Vtprg, 3 Gla.wepy h C U ~ ~ U~ TTU~T Z G ~ S ~ .
"Revista de Historia", XV, 1949, p&g. 296).
120 -4NUARIO DE ESTUDlOS ATLANTZCOS
"LA ILUSTRACIÚN" EN CANARIAS 19
su poca simpatía por libros en que todo "son milagros y casos pro-digiosos,
y cuyos autores escriben sin conocimiento de crítica, de
filosofía, de elegancia ni de letras humanas" y que, además, no
contribuyen en nada al "honor del presente siglo ni al lustre de la
literatura española" 44. 1;IZ natural repugnancia por lo artificioso
y lbanal, por lo mítico y supersticioso, por la rutina esthril y la fal-ta
de agudeza y visión en el análisis emparentan en línea directa
al polígrafo canario con el Padre Feijóo.
El primero en las islas y el segundo en España simbolizan la
ofensiva del clero librepensador y de la mentalidad ensayista con-tra
el tradicionalismo y los géneros clásicos, nunca renovados e
inatentos a la existencia más tangible de las cosas y las personas.
Eh las tres etapas de su vida -en La Laguna, en Madrid y en
Las Palmas-, Viera simboliza la Ilustración Canaria de tal modo
q x ~ , ~ ~ c & r4 ~ 2qq x~e p r~dama_r-l e~-L. n h n imn -------- & su gpfipra~i&
y del movimiento enciclopédista en general.
En 1785 le escribe a Villanueva del Prado desde su retiro insu-lar
que "deja correr el carro de su vida quinquagenaria en el
quietismo y en el silencio, a beneficio del buen clima y de su mdo-lencia,
diciendo siempre Amen a cuantos desatinos oye.. ." "j, aun-que
sabemos que hasta última hora prosigue con ardor sus escritos
científicos, sus traducciones y su obra de observador impenitente
que absorbe del mundo todo lo que éste le ofrece 4G.
La segunda generación es la que integran los hermanos ]Criarte
y Clavijo y Fajardo, no sólo por razón de coetaneidad (no estricta),
44 Vid "Censuras y dictámenes sobre d~ferentesl ibros, obras y tratados
dados de orden del iSupremo Consejo de Castilla y de la Real Academia de
la Historia en Madrid, por D José de Viera y Clavijo", Mss en copa de
A; Mlllares Torres en el Museo Canario, 1880
45 Vid. "Archivo Rodríguez Moure" Prot núm 1 Cartas de Viera , pá-gina
180.
46 También hay algunos escritos científicos de Viera que están esperan-do
la redención necesaria mediante publicación. Vid. "Memorias", Uss. Museo
Canario, que contiene: 1) "Memoria sobre la naturaleza del carbón de pie-dra",
etc:-Z) "-Memoria sobre el uso de la yerba orchill-?".y) m me mor^.?
sobre la fuente agna de ?*elde".+) "Memoria sobre algunas observaciones en
orden a la crianza de los gusanos de seda".
20 V~CTOR MORALES LEZCANO
sino también por el hecho de haber ejercido en Madrid casi iodo
el ministerio político o literario que hubieron de desempeñar.
Los estudios de Cotarelo y Guigou han contribuido a revalorar
tanto la aportación literaria de Tomás de Iriarte como la pujante
vitalidad de la tertulia porteña que animó y sostuvo la prestigiosa
familia. Pero gran parte de la existencia -y por ende de la obra-de
los Iriarte transcurrió en el Madrid de los BOJ-bones o en las
capitales europeas -Viena, París- en las que desempeñaron car-gos
políticos o diplomáticos 47. Característica común a todos los
miembros de la familia fue la incondicional postura "eclairée" :
siempre de parte del ideario de la Ilustración, en la línea progresista
y científica que proclama la apertura española al movimiento cul-tural
transpirenaico como terapia infalible para obtener lo que
hoy se da en llamar "el nivel de la época", del que España distaba
con mucho, a juicio de las promociones europeizantes, entonces
reconocidas por "afrancesadas".
Bernardo de Iriarte, Secretario de Estado en Sicilia y Emba-jador
en Londres, era el mayor de los hermanos de la ilustre fa-milia
canaria. Poseemos un testimonio elocuente de la mentalidad
que inspiró sus,intervenciones bajo Fernando VI y Carlos 111; se
trata del "Informe al ministro Aranda sobre el teatro español", fe-chado
el 20 de agosto de 1767 y que se conserva en la Biblioteca Na-cional
48. Por encima de matices literarios y polémicas particular-mente
teatrales, la constatación del autor implica una decidida ac-titud
antitradicionalista. La certidumbre de que el teatro es ve-hículo
de ideas y acciones encajadas en una sistemática de ascen-dencia
realista y didáctica, en vez de teológica y placentera, nos
trae la expresión de los ideales ambiciosos y nada conformistas
de los que se em%arcaron en tan peligrosa tarea. Precisamente al
fabulista Tomás de Iriarte se le atribuyen las "Cartas de un Ek-p,
G=l reai&d,v P~r is2 si, hemano residente en Madrid sobre
la Oración Apologética por la España y su mérito literario, de
47 Sobre los Iriarte, cfr las obras de Guigou y Cotarelo ya mencionadas.
48 Vid. MSS B N. En esta generacl6n de cananos radicados en Madr~d
podrían incluirse Domingo de Iriarte y APstín de Bethencourt, inventor me-cánico
de reconoci& capacidad que ierrmnó sus dias eri EiUsia como eiíiliad~,
a causa de la invasien francesa en España
122 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
"LA ILuSTRACIÓN" EN CANARIAS 31
don Juan Pablo Forner", en donde se manifiesta nítidamente la
creencia radical de que la postración nacional era debida al enclaus-tramiento
y retiro del país de la escena europea, de la indolencia
popular y del complejo señorial al mismo tiempo, repercutiendo en
la economía y hasta en las convicciones peninsulares de un modo
incalculabJemente nefasto 49. Y Clavijo y Fajardo, que desde 1762
publicaba el "Pensador", se sumaba a la corriente enciclopedista
por vía periodística. Aunque Menéndez Pelayo habla de él como
de un "volteriano y afrancesado" no podemos aceptar "ad pedem
literae" un juicio precipitado y poco simpático, ya que Fajardo se
sintió atraído por la boga extranjera y los estilos de vida y de eul-tura
franceses sin dejar por ello de reclamar fidelidad a la idiosin-cracia
nacional y a las mejores posibilidades del pueblo; alentán-donos
a no ser "esclavos de la necia credulidad" " ni a "remedar a
los fatuos, que no faltan entre ellos" (los extranjeros)
4Q Un detemdo y ecuánrme análisis de la cuest16n en La Esparia poszble
en tzemZso de Carlos 111, de Julián Marías (cap. VI "La pstificación de las
Apologías").
50 Cfr. Heterodoxos. Ed. C S 1. C t IV, pág. 313. Clavijo y Fajardo
está pidiendo una revisión defnutiva. Por supuesto que Menéndez Pelayo no
hizo sino incluirlo entre aquellos para los que "hasta la misma herejia, si
es de París, era acepta". Cotarelo reconoce ya en él un "censor razonable
de muchos abusos socialesv (Cfr. Op. Cit., pág. 45) ; tenemos noticia de una
tesis doctoral inédita, a punto de ,publicaci6n, de Aigustín Espinosa Las dimen-siones
de la abra fajardiana sólo pueden calibrrarse con la obl~gadap erspectiva
que estos casos exigen En su tiempo fue blanco de enemigas y criticas hi-rientes
por el snobismo innegabsle de su postura de observador, de la cual alar-de6
a menudo. Una de ellas, aquel soneto que empezaba así:
"Ya no hay que trabajar para comer
ni ya para escribir hay que estudiar,
pues para ser autor basta pensar
y engorda un hombre sólo con morder."
(Vid. Mss. B. N. K-66, fol. 81, Cit por Cotarelo en Op. Cit., pág. 46). El
subrayado es nuestro, palpándose la alusión al fllosofante periodista y a la
mordacidad de sus sátiras costumbristas de la %igh lifev madrileña y pari-siense.
51 Cfr. "El Pensador matritense" (Wscursos críticos solbre todos los
asuntos que comprehende la (sociedad civil) Barcelona. P. A. T., vol. 1, Pens.
XIX, @g. 130.
52 Ibíd, @g. 112.
Lugares comunes del momento, preocupaciones de la intelec-tualidad
boyante, repertorio al uso entre tertuliantes y periodis-tas,
poetas y divulgadores, desfilan por las páginas de la publica-ci6n
fajardiana, altamente universalista ("De las Tertulias", "De
la utilidad de los Viages", "Crítica de varios Legisladores, y Phi-losofos,
y contra algunas necedades humanas") 53, pero que no pier-de
de vista la preocupación nacional, -tan sintomática de sus co-rreligionario~,
sobre todo cuando, protesta en ristre, acaudi1Ia la
campaña contra los Autos Sacramentales y contra "el abominable
espectáculo de los Toros" 54.
1783 marca otro jalón en la carrera periodística de Clavijo y
Fajardo; se trata ahora del "Mercurio Histórico ~r Político", pu-blicación
muy del siglo en la que se evita todo carácter declama-torio
y dogmático para aEi-ir la información pública a los aconte-cimientos
de la política internacional. Abundan noticias oficiales,
comentarios y edición de decretos o disposiciones nacionaies. De
un modo u otro, "El Mercurio" significa un paso adelante en el
camino de la Ilustración española. Clavijo y Fajardo supo, con
particular habilidad, informar distrayendo, sin que el lector Ile-gara
a percatarse del trasfondo de filosofía práctica y utilitaris-mo,
tan queridos en el siglo xvm 55.
Esta generación de ilustrados canarios permaneció segrega-da
de la anterior y mantuvo escaso contacto con las Islas. La
hemos incluido aquí por su trascendencia nacional y unidad de
criterios y acción, unidad y acción que jugaron siempre en el epi-centro
español: el Madrid centralista y de nueva fachada que los
Borbones consiguieron edificar.
Los componentes de la tercera generación de ilustrados cana-
53 Los epígrafes son harto sigmficativos, la vena satírica de Falardo pa-rece
proPo y z& cca&ctemrF,n so z la a."7ea~dray la
vlda social brillante. No olvidemos que fue este aspecto el que le ha valido
fama universal y glona literaria, merced a la inspiración de Goethe
54 Cfr. "E1 Pensador", vol V, Pens LXIX, pág 188
55 Cfr. "Mercurio Histórico y Político", en la Biblioteca Munmpal de
Santa Cruz está completo el del año 1783 (3 vols ) Son cada vez más extra-
Tinn lno oinm-1s-nn, An n&o ~ r r s n ? = A i l l = no~inrlistirs i n t o r n a ~ i n n s l en R-añn ""U *"U UJ"'L&yLW.'U U.UYY-.-Y ..I-v--U----l ^ --
Constituyen una generosa fuente para la Historia Moderna
124 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
“LA ILUSTRACI~N" EN CANARIAS 23
rios son los siguientes: Luján Pérez, Ruiz de Padrón, Gordillo y
Graciliano Afonso. Nacen los cuatro en la segunda mitad del siglo
XVIII, amanecen a la vida pública y cultural del país en los prime-ros
años del XIX y prolonga uno de ellos -Graciliano Afonso, el
más joven del grupo- hasta bien avanzada la centuria sus activi-dades
literarias y políticas.
Esta última generación va a ingresar, en bloque, dentro del
fanal de preocupaciones y quehaceres españoles -tradición o mo-dernidad,
ortodoxia o tolerancia, absolutismo o constitución-,
pero desde los intereses básicos del Archipiélago. Con la excepción
de Luján Pérez, primero en la imaginería canaria, encarnarán los
restantes el espíritu revolucionario que, en palabras de Sánchez
Agesta, "va a ser la consecuencia directa del clima espiritual" jt' en
que EEspaña había vivido hasta 1808, es decir, la Ilustración que
iniciara Fei jóo, que tan eximias cabezas políticas diera al país (Flo-ridablanca,
Aranda) y que contó con españoles de talla y dignidad
al correr de los años (Jovellanos, Cadalso).
Paralela a la Península está la correspondencia insular entre
los enciclopedistas y dilettantes de las tertulias laguneras de 1750
y el de estos otros juristas, canónigos y diputados que simbolizan
la madurez de la mentalidad "eclairée", su vertiente activista y
de combate, en vez de reducirse al campo de la pura divulgación
cultural o a la suerte de "fair-play", que supuso la entente aristó-crata-
burguesa, mentalidades que entraron muy pronto en choque.
La etapa anterior, de honda tónica inconformista, corre el velo
de la ignorancia en que habían caído, por fuerza de la apatía, del
aislamiento y de su propia insignificacia, las islas. El periodismo,
las tribunas, la fundación de centros del saber y de la investigación,
la general atmósfera de inquietud y los factores de Historia positiva
(ensanchamiento del comercio, aumento demográfico), se presta-ban
para concederle a Canarias un rango insospechado hasta en-tonces.
Los temperados y jovellanistas intérpretes de la Junta la-gunera
de 1808 no serán tan fiel testimonio de las ansias demo-cráticas
y liberales como lo fueron sus oponentes grancanarios, que
56 Cfr. Sánchez Agesta, EZ pensamiento poMtzco del despotismo zlustrado
Madrid, 1. E. P , 1953, pAg 283
24 VfCTOR MORALES LEZCANO
ya contaban con preciosos antecedentes de Iiberalidad y antioscu-rantismo
j7.
Especialmente el clero politizado abrazará en las Islas, como
sucedi6 en la Península, la causa ilustrada y progresista, abonan-do
la idea que compatibilizaba ra&n y fe, democracia y autoridad.
Un ejemplo ilustre lo tenemos en Ruiz de Padrón, cuyo discurso
en las &*es, como diputado por las islas occidentales, sorprende
al lector en la violencia jurídica con que arremete contra la In-quisición,
tribunal que "so pretexto de conservar la fe, se ha alza-do
con una porción de los derechos episcopales, y ha sido el espan-to
y terror de los pueblos" Muy próximo a este anticlericalismo
doceañista está la declaración de Gordillo y Ramos (diputado por
Las Palmas), y mucho más el perfil antirromanista, secular y de-mocrático
de Graciliano Afonso, que si no interviene brillantemen-te
en las Cortes de Cádiz lo hará en ulteriores Constituyentes
(1821), hasta salir mal parado de su enérgica y sólida defensa de
los principios liberales 59.
Se cierra con la intervención de los diputados canarios en Cá-diz
y en un período de crisis nacional que se proyectará a lo largo
de todo el siglo, lo que nos permitimos denominar ciclo genera-cional
de la Ilustración Canaria. El último y tercer grupo se nos
antoja una voz representativa y legal, cumplidamente setecentista,
pero traducida a un lenguaje político y a una técnica de debate ya
modernos. Voz que deposita en las Cortes de 1812 la realidad insu-
57 Sobre las Juntas Provinciales, cfr Bonet y Reverón, op cit.
5s CTr "nano de Sesiones", discurso del diputado Sr Ruiz Padrón, pá-gina
365 Muy informativa es la obra de Villalba Hervás, Ruzx de Padrón y su
tzempo, Madrid, 1897.
59 Todo el clero enciclopedista y después liberal que se forjó en el Se-x
i ~ a r i o& ,p-!mas inslsti6 siempre en !a separad& de jrij_dccI~ms
civlles y eclesiásticas, tan dudosamente interferidas en la vida pública del
país. Graciliano Afonso fue otro campeón de tal iniciativa
Para el discurso de Gordrllo en las Cortes de 1812 cfr "Diario de Sesio-nes",
diciembre de 1821, págs 621-626 Su actuac~óne s valorada debidamen-te
en Los doceañzstas cananos (Apuntes hzstórzco-ózográfwos) (S L ), 283
p&giuas, Y para Una ~; . ,a~~ c ~ ~ ~ ~ci"neslun!taer Les p:pgtwdes ecle-sz(
istZcos en las Cortes de Cádzz, por Gabriel María de Vergara.
126 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
"LA ILUSTRACI~N" EN CANARIAS 25
lar en varios de sus aspectos más estimables, testimoniando ante
la Asamblea Nacional que Canarias no había permanecido al mar-gen
de la evolución cultural del pasado siglo, que ahora empezaba
a contar, con justificado merecimiento, en la comunidad nacional
aspirante a más prósperas soluciones jur��dicas, y que, en defini-tiva,
la época gloriosa del Archipiélago, su indiscutible siglo de
oro cultural, concluía con la página constitucionalista de las Cor-tes
de Cádiz.