LOS PRIMEROS POBLADORES DE SANTA CRUZ
DE TENERIFE
P O R
No resulta fácil decir cómo nace una ciudad. Por 10 menos, se
puede distinguir, en la mayoría de los casos, la presencia de ele-mentos
determinantes, de estímulos o de alicientes que presiden
a su fimdacihn A p~sterri,Wis,e puede apreciar que una ciudad se
ABREVIATURAS-AT:
Archivo Histórico Provincial de Tenerife (en las citas, el primer núme-ro
indica eI protocolo o legajo y el segundo el folio).
Berlanga. Manuela Marrero Rodríguez, Protocolo deZ escribano Jzcan Rzciz
de BerZanga, La Laguna, 1507-1508. Ea Laguna, 1974, 8 9, 236 págmas.
(«F'ontes Rerum Canariarum», XVIII.)
FRC' «Fontes Rerum Canariarum», tomos 111, PV, V.
.Guerra: Emma González Yanes y Manuela Marrero Rodríguez, Protocolos
del escmbano Her12án &erra, La Laguna, 1508-1510. La Laguna, 1958,
8 o, 453 páginas. («Fontes Rerum Canariarum», VIL) (En las citas Ber-ianga
y Guerra no se menciona ia págna Ciei iiiiro, sino ei número cie
orden del documento.)
RNC: «Revista de Historia» (Canarias).
Serra: Elías Serra Ráfols, «Las datas de Tenerife», en EHC, 1959-1967 (Se
citan por su número de orden.)
Viana: Antonio de Viana, La conquista de Tenerife, 11. Edición por Ale-jandro
Cioranescu. Santa Cruz de 'Tenerife, 1971, 8 o, 421 paginas. («Bi-blioteca
Isleña», VIL)
1 Arnold Toynbee: Les vzlZes daw Z'histoire (utilizamos la traducción
francesa de M. Matignon, París, 1972), dedica un capitulo a los criterios
prácticos que presiden a la elección de las capitales.
2 ALEJRhIRO CIORANESCU
ha desarrollado porque disponía de buenas condiciones para la de-fensa,
o para las comunicaciones, o para la concentración y el
reparto de los productos de toda una comarca. Cuando se nos dice
que Ulises fundó Lisboa, el mlto traduce en simbolo la impor-tancia
de la capital lusitana como base marítima; mientras los
modestos principios de Roma hacen pensar en una también mo-
Gesta colonia agrícda y ganadera.
No cabe duda de que Santa Cruz de Tenerlfe lo debe todo al
mar 2. En SU creación no interviene la imaginación mítica, ya que
conocemos con suficiente precisión ia ambientación histórica que
le corresponde. Si se quiere hacer que intervenga en algiin modo-la
imaginación, el mejor símbolo de la nueva población sería qui-z&
!a t o m de A_ñ,azoj abierta hacia la mar y bien protegida por
e! lado que mira a la tierra. Así se han construido todas las to-rres
de los conquistadores; y así ha progresado a lo largo de su.
historia la nueva población, buscando en los mares abiertos su
libertad y su prosperidad, a la vez que frenada desde adentro por
e! poder cv~t rdi zudord e la muniripa lida d lagunera.
Sin embargo, apenas si se puede decir que la primera vocacih.
de Santa Cruz fue marinera. El abrigo de sus caletas había sido
aprovechado desde el primer desembarco o, mejor aún, desde mu-cho
antes de la conquista ; pero en una escala muy reducida, que no
permitía suponer su desarrollo futuro. Pasaría más de medio si-glo
hasta que llegue a desarrolIarse una verdadera vida portua-ria,
con un muelle de desembarco, con un sistema propio de de-fensa,
con un tráfico más o menos constante y organizado.
Mientras tanto, durante el gobierno del primer Adelantado, 03
sea de i4M a 2525, Santa Cmz ea üiia poMazi6:: ur, qw se rrieu-clan
y conviven todos los intereses. Los marineros conviven con
los pastores, los pescadores con los labradores. Todavía en 1549,
entre los 103 cofrades del Santísimo Sacramento, en la iglesia del
lugar, sólo figuran cinco pescadores y dos mareantes. A lo lar-go
dei siglo xm, 10s saritacmcerüs que del msr siguec .-sien=
2 &a rade est le seul avantage qui ait engagé a batir Sainte-Crour Oa
n'y trouve, du reste, rien de ce qui peut déterminer des hommes Zc se fi-xen
(Bory de Saint-Vincent: Essaz sur les IsZes Forttcnées, París, 1803,
página 233.
62 ANUAIZIO DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LOS PRIMEROS POBLADORES DE SANTA CRUZ DE TENERIFE 8
do una minoría, y el comercio marítimo se ha& directamente
desde La Laguna, donde residen todos, o casi todos los comer-ciantes
y desde donde se organiza tanto la importación como la
exportación.
En un primer tiempo, Santa Cruz fue una población pastoril-
Rasgos de este carácter se conservarían hasta principios del si-glo
xvm. Pero la época que va hasta la muerte del Adelantado
(1525) se puede considerar como una época de transición entre la.
tradición autóctona y el estilo de vida colonial. Los conquistado-res
no disponen de medios suficientes para cambiarlo todo des-de
el primer momento. Ea nueva economía agricola y mercantil
se insiniia gradualmente, sin suprimir las bases de la modes+&.
economía indígena, fundada principalmente en la cria del ganado
cabruno. Como en cualquier colonización agricola, la densidad
de los habitantes es relativamente escasa: a principios del si-glo
XVI, Santa Cruz de Añazo es una concentración insignificante,
formada por algunas casas edificadas apresuradamente a los dos
lados del barranco de Santos. En determinados momentos, el nú-mero
de sus habitantes no parece haber sido más importante que
el de San Andrés o, como le decían entonces, el Valle de las Hi-gueras.
Sin embargo, en la historiografía insular es tradicional la idea
que el lugar conoció una gran afluencia de pobladores, apenas
terminada la conquista s. Esta afirmación es exacta, sólo con la
condición de no referirla estrictamente al casco urbano de ahora,"
sino al «gran Santa Cruz». Curiosamente, el término municipal
tal como ha sido deslindado en el siglo pasado y se conserva en
sus grandes líneas en la actualidad, coincide, también en sus gran-des
líneas, con lo que sabemos del territorio del primitivo reim
de Anaga. Si nos referimos a todo este reino, entonces es cierto.
n <+&U= c i ~ ryplde~" y ~ e18 '>~E&V69 L.2 Lzp=z emyn\~-YnVA 8 Un-ArSLi\m-- nn-.
tarse en los primeros años de la conquista» (J. D. Dugour: Apuntes para la
histoma de Santa Cruz de Tenemfe, Santa Cruz, 1875, pág. 11). «Centro-de
población de desarrollo paralelo, si no superior al de La Laguna» (Em-ma
González Yanes: EZ Santa Crw de cornzenzos del XVI, en «Boletfn de.
la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana,, Santa Cruz, 1962, núm. 26,
página 39).
que h ~ b oal guna afluencia de pobladores en la zona comprendida
entre el Barranco Hondo y la punta de Anaga.
La colonización se hizo aprovechando la salida de los barran-cos
al mar: barranco de Santos, cuya zona gozaría de un des-arrollo
privilegiado, debido a la proximidad del puerto; barranco
de Tahodio; barranco del Bufadero; valle de las Higueras o San
Andrés; valle de Taganana y barranco de Benijo son los polos c?e
atracción. En realidad, los nuevos pobladores escogen lo quv ya
habían escogido los antiguos, ya que éstas eran precisamente las
zonas que ocupaban preferentemente los guanches. Como no ha-bia
sitio para todos, la colonización no podía llevarse a cabo sino a
N
separando de sus tierras a los primeros habitantes de la isla. E
O
n
Terminada la conquista, la presencia de los guanches era un
estorbo y un problema para los conquistadores. Ei jefe de ia em-presa,
Alonso Fernández de Lugo, no lo había previsto. Su idea
había sido desde el principio que los indígenas vencidos no po-dían
servir sino de esclavos; y así lo siguió' pensando durante
largo tiempo 4. La severidad de los Reyes Católicos y la espada
de Dárnocles de los jueces de residencia le obligaron a reconocer,
bastante tarde, que los guanches de paz debían y podían vivir
con esa misma paz que desde el primer momento habían adquirido
con el precio de su libertad. El reino de Anaga era uno de los
cuatro bandos de paz: de modo que se entiende, en principio, que
los habitantes de aquellos barrancos podían quedarse en sus cue-vas
y en sus tierras, corno antes de la conquista.
La realidad no fue así. Bajo pretextos o con razones que co-nocemos
mal, los guanches de Anaga fueron dispersados, de ma-
4 Dominik J. Wolfel: La Cuma romana y la corona de España en la
defensa de los aborigenes canamos, en uAnthropos», XXV (1930); FRC,
m, XXVli-IX; A Rumeu de Armas Don Fernando de Anaga, rey de
Santa Cruz de Tenerife, en tEl Día», 3 de mayo de 1958 (tRevlsta de
Histona Canana», X X N (1958), pág. 183-5), E Serra Ráfols. Los ÚZtzmos
canarios, en EHC, XXV (1959), pág 12-23
04 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS PRIMEROS POBLADORES DE SANTA CRUZ DE TENERIFE 5
nera hasta cierto punto planificada 5. Sus tierras habían sido cm-fiscadas,
probablemente sin nmguna forma jurídica, que no se
habrá considerado necesaria. De paso, el Adelantado se aprove-chaba
del destierro para hacerse con los hatos de cabras, h i c a
riqueza de los desterrados, menos protegida por unos Reyes de-masiado
lejanos Tampoco estaban muy protegidas las personas:
cualquier pretexto servía para reducirlas a esclavitud -sntuacibn
que convenía con los intereses económicos del Adelantado y con
su posibilidad de dictar la ley-. Los guanches del bando de Anaga
han sido esclavizados en parte ', con el motivo jurídico de andar
alzados. Andar alzado significaba vivir separado de la comunidad,
fuera de poblado, y no ir a misa: condiciones que fácil y natu-ralmente
se daban en los indígerias, acus~-jjñillwi*ad&es--, s
de siempre a vivir con sus cabras, en los lugares de pastoreo.
La libertad de los guanches dependió al principio del buen pla-cer
y del interés de los conquistadores. Desde el 27 de julio de
1499, el Cabildo manda pregonar, por orden del Adelantado, que
todos iw guanches aizados que fuesen capturados, pertenecerían
de derecho al que los apresare, con la condición de no ser de los
bandos de Abona, Adeje, Anaga y Güímar Ello significa que los
guanches de Anaga podían andar «alzados» y que no había en
ello ningián atentado contra la pfiblica seguridad o tranquilidad
$ que, por consiguiente, aquéllos de entre ellos que fueron cauti-vados
a pesar de todos los pregones, lo habían sido injustamente,
incluso desde el punto de vista de la ley dictada por el conquis-tador.
La población indígena del reino de Anaga, que no debía de ser
muy numerosa, quedo sensibiemente reducida por ia esciavitud y
el destierro. Su mismo rey, don Fernando de Anaga, intentó en
5 Un grupo importante de guanches del reino de Anaga formaba en
1505 un «hato» o comunidad separada cerca de Arguineguín, en Gran Ca- ---.... ,m m,.-- Rgfe!~: U y ~ p & a ~ u, "l&d ~ "-7-- ci---dfio
vwrvw. en ::A=~wr:=
de Estudios Medievales», V (1968), pág. 421).
6 FRC, m, 26.
7 Dos esclavos del bando de Anaga, vendidos en 1506 porque andan
alzados; cf. Manuela Marrero Rodríguez: La escláuitud en Tenemfe, La
Laguna, 1966, pág. 132, 141.
8 FRC, IV, 21.
6 ALEJANDRO CIOEANESCU
vano volver a su cueva y a su «auchón», conforme a lo pactado
con Fernández de Lugo; pero no lo consiguió y terminó sus días
en el destierro de Gran Canaria, mientras sus tierras pasaban a
otras manos Su hijo, don Enrique de Anaga, tomb a su cargo
:a defensa de los guanches libres, injustamente esclavizados. Ini-ciado
en 1508, por denuncia en forma de los atropellos del go-bernador
lo, el proceso fue muy largo. En espera de una decisión
judicial, se intentó la solución que parecía más a mano, y en rea-lidad
era la más dificil, la de una inmediata asimilación. En 1511,
el Cabildo mandó que todos los guanches y gomeros vinieran a
vivir en poblado, para poder ser enseñados y oír misa, dando un
plazo muy breve, de menos de tres semanas, para presentarse y
registrarse por sus nombres Ii. Los guanches protestaron, natil-ralmente.
Así y todo, vieron en este acuerdo una medida en su
favor, y los desterrados empezaron a volver a la isla. No volvían
para vivir más ordenadamente, es decir, para conformarse a los
iisos españoles: de modo que pronto se prohibió el regreso de los
- que quedaban iZ. ¿os derngs intentos de fijaries en poMaüo pare-cen
haber fracasado lS. Por fin, en 1519, consiguió Juan de Ar-
'mas, en nombre de los indígenas, una cédula de la reina doña
Juana, que autorizaba a todo guanche o gomero a fijar su re-sidencia
en cualquier lugar de la isla 14. En aquella época no de-
9 B. el artículo citado de A. Rumeu de Armas: Don. Fernando de
Anaga. Los bienes raíces del rey fueron considerados como perdidos. Hay
una data de 28 de noviembre de 1507 (Serra, 672), de tierras de riego en
Anaga, «que en bempo de los guanches habían sido del rey de Anaga».
Las cuevas de Arguainte, en el Valle de Jiménez, «que fueron del rey de
baga,, fUeroa &qju& &ia 6s 10s per&jxiu, Yeii&da a c&,tóbd & Ay+
cha en 14 de diciembre de 1603 (ante Francisco Zambrana).
10 Cf. Manuela Marrero Rodríguez: La escZavztt&d de Tewmfe, pági-na
37, 159; BEC, iii, 42. Don Diego, don Enrique y don Fernando, hijos
del rey de Anaga, constan en varios documentos entre 1507 y 1527.
11 Cabildo de 12 de diciembre de 1511 (B'RC, V, 134).
i;r Cabiido de 1 de septiembre áe iBi2 (FEC, v, 159j.
u Como seguían vmiendo y robando ganados, se les volvió a dar plazo
en Cabildo de 17 de diciembre de 1513, para presentarse a la Justicia antes
del primero de enero y buscar una manera de convivir con la comunidad
(FRC, V, 217).
14 Real Cedula de 19 de enero de 1519; está protocolizada en 1537,
ante Juan del Cast~llo (AT, 622/179).
66 A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANT1CO.G
LOS PRIMEROS POBLADORES DE SANTA CRUZ DE TENERIFE 7
2 . , ,
bían de ser ya muy numerosos: se puede apreciar lia población
indigena de Tenerife por aquel entonc,es en uqos 3.800. individuos,
cuando más 15.
Algunos de los primitivos habitantes habían sobrevivido a la
tempestad y habían podido mantenerse, cuando no en sus cuevas,
por lo menos en su isla. De una Catalina la-Guancha sabemos que
en 1505 tenía casa propia en Santa Cruz 16..Un lkilano Delgado, el
Guanche cojo, figuraba entre los cofrades del Santísimo Sacra-mento,
en 1549: era probablemente aquel Juan Cojo, hermano de
Juan Delgado, desterrado a Gran Canaria con su padre, Juan de
Naga, en 1585 17. En los valles comprendidos entre Santa Cruz
y !a Anaga &M~rnri_ & qz-dar 0 v ~ l n ra _il(z. -1~~vag
bastantes indígenas. En el verano de 1503, al formarse cinco cua-drillas
de cabras para mejor determinar los lugares respectivos
de pastoreo, se especificaba que la quinta, llamada de Ibaute y
que se extendía hasta Tahodio, debería formarse por los hatos
Ar, T n n n An Cnlnonn .rr nnr mnl An lnn nrrnnnhnn hnrrnna nnr7 An Inn
U G YVpG U" UaILWLICIiA y yVI \\"I UCi AV,, ~Ua.LL"LL"rn IIVIJ."~,a uy u= IVU
que están en Anaga como de los que están fuera» Is. En 1508, un
Guaniaca se menciona como morador en el mismo valle de Ibaute,
con casa propialg. Un Juan de Güímar casado con Catalina, un
Miguel y otros «pastores guanches que andan en el valle de Afore
y su comarca> se citan en 1507 como gentes de paz 20. Otro, Gua-nigar
o Guaniqueher, guanche, recibió en 26 de enero de 1505 una
data de 15 fanegas de tierra con sus cuevas en Geneto. Su hijo
Miguel González casó cm Catalina García y falleció hacia 1532;
15 Consta que a fifinsles de 1513 eran 600 hombres en todo (FRC, V,
281). -- -
16 Casas de c a t a h a la Guancha, en Santa Cruz, en 1505 (Marrero
Rodriguez- La escZavitzcd e% Tenemfe, pág. 117). No sabemos si será la
misma Catalina, natural de Gran Canaria, que tiene data de «un solar que
tenbis en la villa de Santa Cnmi do tenel-. fecho o comexadn II fzzer Ena
casa», en 2 de septiembre de 1522 (AT, H. 111); para estas fechas, la con-fusión
entre*a"manche» y <canario» parece bastante insólita. Sobre un
Francisco Gonzaléz, gomero, vecino de Santa Cruz en 1525. cf. AT, 594J309.
17 E. Ser? Ráfols: La repoblación de las islas CartarZas, p&g. 421.
1s Cabildo de 4 de agosto de 1503 (FRC, N, 61).
19 FRC, V, 3
20 FRC, V, 244
23 ALEJANDRO CIOBANESCU
sus cuevas fueron ocupadas indebidamente por Juan Carrasco de
Ayala, por cuya razón se formó cama, incoada en Tenerife en
15 de julio de 1541, con sentencia dictada por la Real Audiencia
de Las Palmas en 29 de noviembre de 1569. También es una prue-ba
de la presencia de elementos guanches en el antiguo reino de
Anaga, la constancia de algunos topónimos indígenas, de difícil
pronunciac~ón para los españoles a la vez que faltos de signifi-cado,
y que se mencionan sin embargo en las datas y en escritu-ras
notariales, con la evidente intención de asegurar la correcta
identificación de los lugares. Esta repetición de nombres que se
han perdido rápidamente y de que nadie se acordaba ya en el
siglo siguiente, sólo se comprende si se admite que podían sea-vir
de guias o de testigos algunos indígenas, últimos conocedores de
dos topónimos tradicionales.
Prácticamente, no se puede saber si en el término de Santa
Cruz habían quedado y se había perpetuado la sangre de los
-m anches de Anaga. Es verdad qiie la familia de los Hba.utej ha-bitantes
del puerto, descienden de indígenas de este reino; pero
su primera morada fue en el valle que llevaba su nombre, hoy San
Andrés, y sólo a mediados del siglo xvr pasaron algunos de ellos
a establecerse en Santa Cruz. Es éste, de todos modos, un caso
único de fidelidad y de continuidad.
Con los guanches vinieron a mezclarse muchos gomeros des-terrados
de su isla, y cuya presencia en el reino de h a g a está
documentada insuficientemente. A su lado viven también los nu-merosos
canarios que habían intervenido en la conquista y ha-
Fían sidc recompensados con datas y con la vecmdad. Su alianza
con los conquistadores les aseguraba un estatuto diferente, que
hace de ellos una especie de aristócratas, en comparación con la
situación claramente inferior de los guanches. Muchos de los ca-narios
conquistadores poseen grandes extensiones de tierra y has-t
a esclavos guanches. Su mezcla con los guanches no está pro-bada
ni parece probable.
En Santa Cruz no hubo muchos canarios: el Adelantado ha-bía
preferido agruparlos en !a zona comprendida entre El Sawal
y El Realejo. Un Pedro de Lugo, canario, tuvo data de tierras en
<S8 ANL'ARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS PRIMEROS POBLADORES DE SANTA CRUZ DE TENERIFE B
Anaga, en 21 de enero de 3.499 21; pero no parece deberse deducir
de ello que vino a avecindarse en aquella zona, porque tuvo tam-bién
otras datas, en regiones diferentes. Conocemos algo mejor z
Femanido Guanarteme, otro canario que habia servido en la con-quista
y al que se confunde a menudo con su homónimo, don Fer-nando,
el Guanarteme de Gáldar 22. Debió de pertenecer a la mis-ma
familia, ya que adoptó como apellido lo que en el otro era tP-tulo
y que más tarde, compenetrado ya con los usos españoles,
solicitaba privilegio de hidalguía 23. Fernando Guanarteme había.
recibido importantes repartimientos de tierras en Acentejo, Te-fina,
Tegueste, Abona y Adeje. Había casado con una canaria,
María Fernández Vizcaína, quien le trajo en dote tres esclavos
guunchesr y unsi casa en Santa C l r t - o ~N~ o sabemos si él vino a vi--
vir en la casa de su mujer. Parece haberse dedicado principai-mente
a la cría de ganado menor. No habia tenido hijos de su
casamiento 24. En cambio había tenido una hija natural, Leonor
Hernhdez, en una esclava llamada Inés; y como Leonor casó con
T~ r s r n Alnnan J tii.rrn d ~ n r ~ n i i ~ n rdi silia tada., la pn~icibnd e Inés fue u --AA ---.,*A-- -.,. , - ---- .
mejorada por los geneaIogistas hasta hacer de ella una hermana.
de Bentaguaire, el faicán de Telde.
Fernando Guanarteme estaba todavía, en 1525, en posesión de
su casa de Santa Cruz. Esta casa, que debi6 de ser una de las pri-meras
del lugar, le venía de su suegro. Es de suponer que éste ha-bía
recibido en data el solar correspondiente, pero nada sabemos
de ella ni de él: con lo cual queda dicho que toda indagación de
esta naturaleza queda forzosamente reducida a las proporciones
de un simple sondeo.
T8,Ilb !E3 ~ L I u E v ~CSO= O !CLY CI??~F!,~T~ICQ SC Q ~ Q C !DI~58~ 0 f i@b
que el de criadores de cabras y, excepcionalmente, de ganado de
21 Serra, 588 Se llamaba Pedro Tyxandarte y había sido conquistador-de
La Palma y Tenerife (Viana, pág. 286-7).
22 Leopoldo de la Rosa Olivera: Don Ber?zando Guanartems y Fernaada'
Cuanarteme, en EHC: XVI (19501, págs. 251-2; Viana, págs. 271-2.
23 Escritura otorgada en La Orotava, ante Ruy Garcfa Estrada, en 6
de septiembre de 1532.
24 LOS datos referentes a la casa de Santa Cruz y a la filiación de Leo-nor
Hernández constan en .e;,testaqgto otorgado por Fernando Guanarte-me
en 6 de agosto de 1512, ante ~g&$k,+cfV. iana, pág. 272.
cerda. No hacen, pues, sino lo que ya hacían antes de la con-quista,
con la diferencia que ahora es fácil que las cabras que
.crían no sean suyas. El mismo Fernando Guanarteme criaba y
vendía cabras: cien de ellas, en 1508, a don Enrique, el de Anaga,
por precio de 50 -marmedís pieza 25. También solía criarlas por
cuenta ajena,?aproveehando la leche y dando a los dueños 15 por
100 anualmente; es decir, 15 cabritas por cada cien recibidas 2G.
Los demás no sabían hacer otra cosa. Cuando no tenían cabras
propias o la posibilidad de pastorear a las de otros, las robaban.
De vez en cuando se ofrecía la oportunidad de participar en al-guna
expedición a Berberís, y los guanches no dejaban de alis-tarse.
Esta solución era considerada por todos como la mejor: por
los guanches, porque esperaban volver con alguna ganancia, y por
los españoles, porque a menudo no volvían más.
La primei;á culur&aci~z&i la costad e AEaZG se hko hase
de repartimientos de tierras gratuitamente, hechos a los poblado-res
y más preferentemente a los conquistadores, en virtud de los
poderes que de los Reyes Católicos había recibido Alonso Fernán-dez
de Lugo en 5 de noviembre de 1496. Estos repartimientos se
Sonocen con el nombre de datasz7. ES ésta, por consiguiente, la
accesión de un individuo a la propiedad de una parcela determi-nada
del suelo conquistado por un acto gracioso de los Reyes y,
en su nombre, del Adelantado. No cabe duda de que la fórmula
estimuI6 la colonización, que aun así fue bastante lenta, y ase-guró
ei aprovechamiento de1 sudo. Eri ia práctica, la atrfiüeión
de tierras no era siempre tan gratuita como se supone teórica-
25 Guerra, 1096.
26 BerIanga, 226. Cf tambien L Diego Cuscoy. Los gzcanches, Santa
Cruz, 1968, págs. 219-22.
27 Cf. sobre todo E. Serra Ráfols: Las datm de Tenerife, en «Actas y
Memorias de la Sociedad Española de Antropología», XIX (1944), pági-nas
53-69, y Las datas de Tenerife, en RHb; XXV (1959), págs 254-69,
=VI (1960), págs. 123-38, 387-418; XXVII (1961), págs. 150-74, 357-72;
XXVIII (1962), págs. 200-16; XXIV (1963-4), págs 111-43; XXX (1965-6),
páginas 114-63, XXXI (1967), págs. 78-102.
'70 ANUARIO DE ESTUDIOS A T L A N T I C O S
LOS PRIMEROS POBLADORES DE SANTA CRUZ DE TENERIFE 11
mente. Por su misma naturaleza, constituía una recompensa a los
conquistadores y una especie de pago de sus servicios. El Ade-lantado
se aprovechó de sus poderes para pagar a menudo, no
sólo servicios de esta clase, sino deudas y obligaciones persona-les,
servicios hechos a su persona, trabajos verificados en sus pro-pias
tierras. Por tanto, las mejores tierras solían ir a los más
importantes de sus servidores o acreedores. Esta circunstancia
se verifica también en la zona costera de Añazo, por un lado por
las datas importantes consentidas a algunos conquistadores y co-laboradores
pertenecientes a la plana mayor de la conquista, y
por otra parte por la exigüidad de los solares atribuidos a la
gente menuda.
La propieaafj a&-uiri&, si-r-a;stl-abac unisigG& eLwpLyi iLa-ciones
y condiciones. La más corriente y más natural era la resi-dencia
en la isla, con el aprovechamiento de la tierra atribuida.
Cuando un datario se ausentaba de Tenerife sin haber roto :a
tierra, se entendía que abandonaba sus derechos y el Adelantado
ia atri'tuía a otro poblador. A veces, para asegurar ei e ~ t a ~ e c i -
miento definitivo del postulante soltero, se le imponía la obliga- .
ción curiosa de casar en un plazo relativamente breve, en gene-ral
dieciocho meses. Cuando la propiedad concedida era en tierra
de riego y de suficiente extensión, se estipulaba la condición de
fabricar un ingenio de azúcar. En todos los casos, se entendía
que el nuevo dueño no podía vender la tierra de su data antes
de un plazo mínimo de cinco años. No faltan ejemplos que prue-ban
que estas condiciones no se solían cumplir a rajatabia.
El aprovechamiento por el historiador de las escrituras o al-balaes
de data resulta particularmente dificil. Bcritos con mala
letra por los mismos solicitantes, en cédulas de tamaños capri-chosos
y a menudo exiguos, luego doblados varias veces y con-servados
durante años en la faldriquera o en el cinturón, hasta
eaerse en pedazos, sucios e ilegibles, estos documentos ofrecen
numerosas dudas e inchgnitas. Las fechas se leen con dificultad
y a cada lector le parece ver una cosa diferente. La identificación -
de los lugares es a menudo un intento inútil, por la vaguedad de
las referencias y por la ignorancia en que nos hallamos con res-peto
a la significación o equivalencia moderna de los topónimos'
12 ALEJANDRO CIORANl%SCU
guanches. Por otra parte, la serie de los individuos que recibieron
tierras de repartimiento es forzosamente incompleta, por haberse
estilado en muchos casos la autorización verbal, o por no haberse
conservado el documento correspondiente. En fm, la presencia
de una data no constituye una prueba definitiva, ya que puede
no haber surtido efecto -cosa que ocurre con frecuencia-, por ha-ber
cambiado el beneficiario de planes de vida. Por todas estas
razones, las dificultades de su estudio son a menudo insuperables,
En fin, conviene tener en cuenta que los primeros pobladores
del puerto fueron gente modesta, pescadores, labradores y algún
que otro oficial. Su historia es modesta como ellos y, por lo mis- a
w
mo, difícil de reconstituir. De algunos de ellos tenemos ciertas
noticias, en general insuficierites; SUS ticmas, s ~ uUi ficü!tades, U
d
sus cortos negocios. Otros vienen de paso, para probar suerte, -
0"
Son muchos los que consiguen que el Adelantado les firme un al- E
balá, para una tierra que luego no aprovechan, o que abandonan I
pronto, para irse a otra parte: sin duda a las Indias, donde eran
más fáciles las ganancias. Otros fabrican su casa, fuadan üiiñ 5B
familia, y a lo mejor la sangre de alguno de ellos sigue corriendo 2
= n
6
por las venas de los actuales isleños del bando que había sido de
Anaga. Destinos mediocres, que no suelen interesar al historia- U
t
dur. A nosotros nos interesan, por no saber dónde empieza y dón- a
de termina lo mediocre. A falta de una suerte mejor, estos hom- 1
C
bres fueron los primeros eslabones de una larga cadena. En la :A
historia de otras ciudades, el primer eslabón suele presentarse en- - a
vuelto en la oscuridad y en el anonimato que preceden la historia; 5
o, en el mejor de los casos, con el ropaje deslumbrante de la le-yenda.
La fundación de Santa Cruz no se debe a ningún héroe
epónimo, sino a las dos o tres docenas de Fernández y de Pérez
más o menos anónimos que se han agarrado a sus peñascos. A
mitad de camino entre las magnificencias de la mitología y las
quintas esencias de la historia cuantitativa, igualmente imposi-bles
en este caso, quizá convenga aprovechar este ejemplo, poco
frecuente, del camino largo y vacilante que sigue el desierto para
convertirse en pueblo y luego en ciudad.
Los gerifaltes de la conquista habían pasado todos por Añazo,
pero ninguno se había quedado. El Único que demostr6 cierto in-
72 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
LOS PRImROS POBLADORES DE SANTA CRUZ DE TENEHIFE 18
terés por el desarrollo de la población fue el jefe de la empresa,
Alonso Fernández de Lugo. Quizá había intuido el interés, futuro
o inmediato, del puerto en que por dos veces había desembarcado
sus huestes y que luego le sirvió de cabeza de puente, en sus ex-pediciones
a Berbería. A él se deben la torre de defensa, el pri-mer
muelle del puerto, los pozos para la aguada de los navíos y,
si es cierto lo que él afirma interesadamente, la fundación de la
iglesia. En el mismo puerto tuvo también casa propia 28, por lo
menos desde 150.2. Debía de ser más que una simple casa de apeo,
ya que varias veces reunió en ella el Cabildo de la isla, en 1507
y en 1508 29. Sin duda la había fabricado en solar que se había
atribuido i~ peutore, porque no consta que haya formalizado su
p-ipiedad por medio de dgún documento escrito. No sabemos
dónde estaba situada: probablemente en el espacio comprendido
entre el muelle y la iglesia, que fue el primer armado, y el único
durante Iargo tiempo.
Algo más tarde, poco antes de 6508, compró el Adelantado
^?m casa en Santa Criiz, qae haF?ía sido de FTmcisco Xim6nez so-
Dicen que la tenía destinada a «la Sevillana», de la que nada sa-bemos.
Por el modo de mencionas su nombre, así como por la fe-cha
de referencia, parece. adivinarse que tenía con el Adelantado
ima amistad de tipo particular: es, en efecto, la época de la se-gunda
viudez de éste, entre el fallecimiento de doña Beatriz de
Bobadilla (1504) y el casamiento con doña Juana de Masi6res
(1514). De todo ello se puede inferir, aun sin afirmarlo terminan-temente,
que el Adelantado solía pasar algunas temporadas en
Santa Cruz, donde tenia casa puesta, navío propio y más de un
2s BRC, VI, 13.
2s FRC, VII, 99 En 1508, en vísperas de la expedición a Berbería, se
hallaban en la casa de Santa Cruz don Pedro y don Hernando, los dos hijos
del Adehntado, así como el primo de los mismos, Jerónimo de Valdés (Gue-rra,
483, 1188) Resulta del testamento de Lope Fernández, en 1510, que
las casas habfan sido suyas y las había vendido al Adelantado en 24 000 ma-ravedí~
(RHG, 1953, pág 23), cantidad muy importante en aquella época,
para una sola casa Es de observar que en 13 de marzo de 1525 el Ade-lantado
otorgaba testamento en Santa Cruz, no dentro de su casa, sino
adentro de las casas de la morada de Diego Santos» (BRC, J.ii, 183).
30 Berlanga, 209.
14 ALEJANDRO CIORAh'ESCU
interés personal. Sin embargo, su ejemplo no fue seguido por sus
más directos colaboradores. Su hijo, don Pedro, conservó. la casa
por lo menos hasta su salida a Santa Marta (1535).
Los que tienen viento en popa, es decir, los que gozan de los
favores del Adelantado, suelen asegurarse una base en Santa Cruz
para de allí saltar mejor, camino de nuevas aventuras. Coma la
tierra no costaba nada, y al cabo de cinco años se podía vender
si aparecía a l a n comprador, los que podían se las arreglaban para
conseguir datas en lugares muy diferentes, por si el desarrollo de
la colonización llegase a ponerlas en valor. Estos datarios, que
en realidad eran simples aprovechados, apenas si pueden consi-derarse
como pobladores de Santa Cruz.
Antes de 1510 había tenido casa en el puerto un fraile a quien
llamaban fray Juan el Cojo: esta casa la vendió a Lope Fernández,
a cambio de un esclavo 31. Es de suponer que fray Juan el Cojo
es el mismo fray Juan de Torres Campuzano, franciscano, cape-
Ilán de la conquista y uno de los fundadores del convento de su
orden en L2 Laguna 32, El solar en que había fabricado en Santa
, Cruz debió de habérsele atribuido en premio a su intervención en
la conquista. Sin embargo, no consta, ni parece probable que haya
residido en el puerto. Igual caso es el del mismo Lope Fernández,
cuya residencia en Santa Cruz no está
Francisco Ximénez, natural de Sevilla y descendiente de ju-dios
de Llerena, también había sido conquistador de la isla. Ha-bía
recibido numerosas e importantes datas, una de ellas en el
valle del Bufadero, de que se volverá a hablar más adelante. Tuvo
dos pares de casas en Santa Crm, sin duda en solares que había
recibido en rei;ar~micr,to; pem ~9 hzy rnencibn & las ~ ~ - r i ~ i ~ ~ - ; r
de sus datas santacruceras. Una de estas casas es la que, segian
se ha visto, fue reservada por el Adelantado «para la Sevillana» ;
la otra la vendió en 1508 y en 12.000 maravedís, a Bartolomé
IPernández 34. A lo mejor también tuvo otra casa, que le había
31 RHC, 1953, pág. 23
32 Viana, pág. 232.
33 En 7 de diciembre de 1509 había sido designado como diputado del
Cabildo en Santa Cruz (B'RC, V, 50). Cf. sobre él L. de la Rosa Olivera:
El conquzstador Lope Bernándex, en RHC, XIX (1953), págs. 1-32.
34 Berlanga, 209.
74 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS PRIMEROS POBLADORES DE SANTA CRUZ DE TENERIFE 15
costado 20.000 maravedís, si acaso no es una de las dos ya cita-das
85. A pesar de ello, no vivió en Santa Cm, sino en Garachico,
donde tenía tienda de especiero. Vivió hasta 1534, casado con
Marina Ximénez, natural de Moguer, hija de conversos y recon-ciliados.
Su hijo, que fue regidor de la isla, así como su hija, ca-sada
con Miguel Jerónimo, escribano público de Ea Laguna, de-jaron
dilatada descendencia, que no tiene relaciones directas con
la historia de Santa C m 36.
Rancisco Gorbalán tampoco es un desconocido. De una infor-mación
hecha en 1506 resulta que «en la conquista tobo cargo de
los bastimientos e de repartir las raciones de la gente» ; mientras
el Adelantado iba adentrándose con su gente en el reino de Tao- -L.V. , 61 se h&iz q ~ e d a :3d ~L o. Lugmu, ::cm. ~ x h meie dn ~7 ndi-
J r---
gro de los guanches y con mucho trabajo, con la necesidad de los
mantenimientos, teniendo cargo de la justicia de toda la isla, y
estuve en la dicha guarda fasta que se ganó la dicha ysla»
Luego ocup6 cargos importantes, tales como alcalde mayor de
m,- --:a- Ii A 03. 1 A n n l - ia ruxut: { L Tt ~- l t t g a j , jüez de La G~me r a( 1500), regEh Ue Te-nerife
(150?), teniente de gobernador de La Palma (1516). En
1513 fue uno de los encargados de formar el padrón de los veci-nos
de Santa Cruz, en vista de un empréstito para edificar la for-taleza,
y diputado para esta obra 38. Vivió durante largo tiempo
en La Palma, a pesar de tener casa en Santa Cruz y tierras en
Tenerífe. Había casado con Catalina González la Zamorana, que
no le siguió en sus peregrinaciones. En 1509 la casa de Santa
era de la mujer, quien, además, le había puesto pleito por
SUS bienes dotales 39.
Alonso de ias cunq-&ta&ur íL474-1522j, n8bud de
lúcar de Barrameda, tenía por lo visto sangre mdrisca y dicen
que no tenia inconveniente en confesarlo. f i e regidor (1497), fiel
ejecutor (1500), alternativamente amigo y enemigo del Adelanta-do.
Recibió muchas datas, entre ellas una de 108 fanegas en Ge-
35 Berlanga, 117
36 Viana, 280.
37 FRC, V, 246-7.
38 FRC, V, 184, 196
39 Guerra, 1094; cf escritura ante Alonso Llarena, 29 de abnl de 1513.
16 ALKJANDRO CIORANESCU
neto, con sus cuevas 40; otras, que no están ubicadas en los do-cumentos,
podrían referirse a la zona de Anaga. Lo cierto es que
tuvo casas en Santa Cruz, que vendió en 1509 De su matrimo-nio
con Catalina Gutiérrez tuvo a María de las Hijas, casada con
Gonzalo de Vivero, hijodalgo, capitán de los ejércitos del Rey,
alcaide del castillo de Santa Cruz (1513) y poseedor de grandes
extensiones de tierras en Geneto, gracias al hecho que, en base
a una merced real de cien fanegas, s u p escoger las tierras de tal
modo que en realidad representaban 336 fanegas 42.
Rodrigo Mexia de Trillo, vecino de Segura en la encomienda
mayor de León y criado de Su Alteza, recibió en 1502 <<unati erra
en el puerto de Santa Cruz de Añazo, pasando la iglesia de dicho-pu&
o ds;5& -m2 POZO we aya zai;ozudr, & la -&-
rra e por las barrancas e va agora por ella va un camino a la.
población de La Laguna», con una extensión de tres Ianegas y
media, y con el agua del barranco, «que podades hazer un estanco
vos e Savastián de Ocampo para otra suerte de tierra qu'está
frontera de la vuestra, el riü en =e&o, e -e 8i dgIin agüa sobra-re
después de regadas vuestras heredades la quisierdes dar al pue-blo,
que yo os pague e faga pagar lo que sea de razón» 43. Tantas
falsas precisiones y precauciones eran inútiles, porque parece que
Rodrigo Mexía no vino a avecindarse en el plazo de dos años que
le había sido fijado, para darle tiempo de volver de las Indias,
donde iba «a servicio de Sus Altezas». Tampoco hay constancia
de que Sebastián de Ocampo, que había sido conquistador de la
isla, haya venido a avecindarse o a tomar posesión de sus tierras.
Todos estos personajes pertenecían, bien al mundillo de los*
paniaguados de ia Corte, o a ia plana mayor de la coiiquis'ta. Sus
empleos o sus intereses les abrieron rápidamente otros caminos,
- -
40 Datas por Testimonio, 1, 2
41 Guerra, 1082; cf. Viana, 275-6 Fue autor de las ordenanzas de la villa-
& Santa Cruz; presentadas en Cabildo en 27 de julio de 1509 (FRC, V, 39),
y junto con Gorbalán, diputado para la obra de la torre (FRC, V, 174, 196).
42 Cf. SU testamento ante Luis Mendez, 10 de octubre de 1540.
43 Datas por Testimonio, 1, 29; Serra, 216; Viana, 232. Sebastián de
Campo o de Ocampo, había tenido otra dsta en el valle de Afw (15 de mar-zo
de 1052), y un solar en La Laguna, que había debido abandonar más
tarde, para permitir la fábrica de la iglesia de los Remedios (hacia 1514).
76 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LOS PRIMEROS POBLADORES DD SANTA CRUZ DE TENERIFE 17
que se les antojaban mejores. El hecho de haber tenido casa en
Santa Cruz o alguna data de tierra se explica sobre todo por la
facilidad de la operación y por su interés rentistico eventual. Los
que habían hecho este cálculo se habían equivocado, en la medida
en que tenian prisa. El desarrollo de la población era demasiado
lento. Muchos vecinos del puerto se fueron en 1506, a causa de
las malas condiciones económicas 44; otros perecieron en 1508, en
el desastre de la expedición emprendida a Berbería por el Adelan-tado.
En una población tan corta, estas pérdidas eran particular-mente
sensibles. Además, los que quedaban eran gente humilde,
empeñada simplemente en sobrevivir. Durante largo tiempo lo hi-cieron
en duras condiciones: hasta mediados del siglo xvii, nic-auno
de ios habitantes de Santa Cruz consiguió cargos de justicia
.o de regimiento, ni logró, elevarse a si mismo o preparar la as-censión
de sus descendientes al estamento aristocrático, por lo
-demás de tan fácil acceso entonces.
Los conquistadores que habían conseguido tierras en Santa
Cruz fueron bastante numerosos: no asi ios que se quedaron.
Además de los ya mencionados, hubo varios que no se quedaron
a aprovechar sus datas. Si existe una relación entre esta catego-ría
de absentistas y la posicibn privilegiada de los conquistado-res
en general, debe entenderse que la estancia en Santa Cruz no
les ofrecia bastantes alicientes. Antonio de Arévalo, conquistador
de Gran Canaria y posiblemente también de Tenerife, recaudador
del quinto en Gran Canaria por titulo real otorgado en 28 de
abril de 1483 y beneficiario de un repartimiento de una caballe-ría
de tierras en el valle de Tenoya en 15 de junio de 1485, consta
como vecino de Santa Cruz en 1501; pero desaparece. rápida-mente,
sin dejar otro rastro 45. Antón de Cáceres, conquistador de
las islas de La Palma y Tenerife, con datas en Tegueste y Taoro,
-tenia casa en Santa Cruz en 150746. NO sabemos dónde vivía en
3518, cuando vendía su tierra de data en La Orotava; sólo cons-ta
que por aquella fecha era ciego 47. Diego de Maldonado, con-
44 FEC, 111, 99; Vi, 18; RHC, 1959, pág. 55. Cf. la nota 125.
45 Viana, 212.
46 Guerra, 995
47 Viana, 230. Para la casa en Santa Cruz, cf. Guerra, 995
18 ALEXAM>RO CIORANESCU
tino de Su Alteza y conquistador, había recibido en 1506 un he-rido
para hacer un molino en Santa Cruz 48. Tenía buenas tierras
de data en La Orotava y en Taganana; pero se desprendió de
ellas y se fue de la isla antes de 1511, quizá para huir de las in-justicias
del Adelantado, con quien se había enemistado 49.
Entre los que se quedaron, los primeros fueron Andrés Diaz
y Ana Rodríguez, los primeros también en recibir una data en
Santa C m , por lo menos de las que actualmente conocemos. En
6 de abril de 1499 daba el Adelantado a Andrés Díaz, «conquis-tador
de la ysla de Tenerife» y a Ana Rodríguez su mujer, una
tierra para huerta y casa 50. En el mismo lugar y puerto recibió
Ana Rodríguez tres solares y una tierra para casa, en 6 de
junio de 1499, «por buen servicio que a Sus Altezas fecisies en esta
dicha conquista» a más de una caballería de tierra en Taoro,
en 1501, «por vecina e publadora» y de otras tierras, en lugar no
determinado, en 1503, «por lo mucho que servistes al tiempo de
la conquista en curar los enfermos y heridos>>52 . Esta iiltima ín-dicación
explica la calidad curiosa de «conquistadora» de Ana Eo-dríguez:
había seguido a las huestes de Lugo en calidad de en-fermera.
En cuanto a su marido, parece haber fallecido poco tiem-po
después de conseguida su data.
Fernando Díaz de Martin Rey, también conquistador, recibi6
en data «unas tierras que están entre dos sierras cabe Naga», es
decir en el valle que ahora se llama de Tabares, además de otras
datas en Acentejo y en La Laguna Fue vecino de Santa Cruz,
donde compró en 1507 una casa que valía 24.000 maravedís, sita
en la calle que iba al puerto "; y en 1505-1506 fue alguacil y guar-da
del puerto 55. A1 quedarse viudo de Inés González, entro ei an-ciano
conquistador como religioso lego en el convento agustino
-- - -
48 Viana, 293; FRC, m, 42. Tenla buenas tierras de riego en La Oro-tava
(Guerra, 589, 955), y un molino en La Laguna (Berlanga, 93).
49 F z c , m, 42.
50 Datas por Testimonio, 1, 36.
51 Serra, 849.
52 Serra, 865, 253; Viana, 246.
53 Data de 2 de junio de 1500 (Serra, 4).
54 Berlanga, 39.
55 FRC, IV, 96, 183.
78 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LOS PRIMEROS POBLADORES Di3 SANTA CRUZ DE TENERBE 19
de La Laguna, y en su iglesia fundó la capilla de San Bartolom6,
dotándola con el valle de su data 56. Luego el convento dio a renta
aquellas tierras a Gomalo Hernández Tabares, de quien le viene
su nombre actual.
Alonso de Antequera, conquistador, natural de Arcos de la
Frontera, había recibido data en 1513, junto con los Salazares.
Fue vecino de Santa Cruz y, en 1519, teniente de alguacil de su
puerto 57. Otorg6 testamento en 27 de agosto de 1521 y parece
haber fallecildo a los pocos días; su viuda, Isabel Ximénez, volvió
a casar en 1522 con Juan Martín, también vecino de Santa C m .
Habían tenido tres hijas. La mayor, Beatriz González, casó con
Cristóbal Muñoz, pescador y vecino del puerto 58; Elvira de An-tequera
con Juan Prieto, mercader, vecino del mismo iugar; y
Juana Ximénez se fue a vivir a Málaga con su marido, Bartolo-m6
Pantaleón. LrIL casa de Antequera, que había cabido en dote
a su hija menor, se derribó por orden del Cabildo en 1551, para
dar lugar a la artillería del puerto 59.
Ibone de Armas, también conquistador, era oriundo de La Go-mera,
donde parece haber residido normalmente 60. Además de da-tas
en Taoro, recibió. tierras en el barranco del Varadero, para
plantar viña G1. Es de suponer que el barranco así designado es el
que más tarde se llamó de Almeida y en cuya desembocadura se
hallaba precisamente el principal varadero del puerto : tanto más,
que, dos años antes, el mismo Ibone había recibido otras tierras
en el valle de Tahodio, que le es inmediato 62.
56 Viana, 246. Su testamento ante Bemardino Justmano, en 18 de di-ciembre
de 1527.
57 AT, 594/874.
5s Te'es&menidoe Ciiiütbbai &~-ufloZ, 22 de aepkeilibi.8 & 1563, ante
Juan del Castillo.
59 Vlana, 211.
Cf. L. de la Rosa Olivera: EZ adwino Aguamlcje y los reyes de ar-mas,
en <El Museo Canario», XXI (1960), págs 206-9.
61 Serra, 700.
62 Serra, 542; Viana, 213.
ALEJANDRO GIORANESCU
Las datas no eran privilegio exclusivo de los conquistadores.
También podían solicitar tierras de repartimiento los simples co-lonos
y pobladores: y las recibieron con relativa facilidad y nor-mahdacl,
hasta 1525, cuando desapareció, con el primer Adelan-tado,
el privilegio que le habia sido otorgado, de distribuir sola-res
y tierras de cultivo en las dos islas por él conquistadas.
De Eanzarote vinieron a buscar asiento en Tenerife numero-sos
mahoreros: casi todos se concentraron en Taganana. De :a
misma isla procedía Marcos Verde, cuyo nombre aparece con re- a N
lativa frecuencia en los antiguos anales de Santa Crm. Sabemos E
que habia recibido en data un soíar en Santa C m , en fecha des- O
n
conocida: lo menciona en 1568 su hija, Bárbola Verde, al otor- - m
O
gar escritura de venta del mismo 63.
E
E
2 De la misma isla vino en 4499 Bartolomé Hernkndez, heme- -E
ro 64, que fue alcalde de Santa Cruz de 1505 a 1513. Era sin duda
el mismo Batolome Hernandez que en 1477 habia pasado 6e Lan- 3
-
zarote a Sevilla para informar en la pesquisa de Cabitos contra -
0
m
Diego de Herrera. Tenía casas en Teguise y rnaretas en Arrecife, E
que cedló a su hijo en 1500. En Tenerife recibib una data de cinco O
cahices de tierra de sequero en El Abejero (probablemente el Va- n
E lle de Jiménez), linde con tierras de Francisco Ximénez, «donde -
a
está un picacho» 65; y otra en Abicore (San Andrés), que luego 2
n
renunció en favor de Diego de Salazar. En Santa Cruz two casas n
compradas: una en 4508, que había sido de Francisco Ximénez, 3
O
lindante con el arroyo y con la calle real, y que le habia costado
12.000 maravedís, con su solar, horno y pozo 66; otra en 1509,
lindante con casas de Juan de Oñate y de la mujer de Gorbalán,
que había pagado 7.000 maravedís Posiblemente tenia tambih
algún solar de data, con anterioridad a estas fechas. Era sin duda
de oficio herrero, por más que se considere a menudo que este
63 AT, 230/174.
64 FRC, IV, 16.
65 Datz en 6 de noviembre de 1507 (Serra, 541)
66 Berla~ga, 209.
67 Guerra, 1094.
A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANTICOS
LOS PRIMEROS POBLADORES DD SANTA CRUZ DE TENERIFE 21
término, que acompaña su nombre, no es una calificación, sino
un segundo apellido. Tenía, como era frecuente, por lo menos un
esclavo guanche 68; vendía ganado lanar que criaba él mismo y
marcaba con su propio hierro 69. Otorgó testamento ante Antón
Vallejo, en 10 de enero de 1511, pidiendo sepultura en la iglesia
de Santa Cruz, y al parecer falleció poco después de 1513. Casado
con Ana Tenorio, tuvo varios hijos, entre ellos Ibone Fernández,
a quien volveremos a encontrar
Nada sabemos de Marina Enríquez, vecina de Santa Cruz, que
recibió en 15 de marzo de 1504 una data en Tacoronte salvo
que ya había tenido otra data en el mismo lugar, en 12 de octu-bre
de 1503, de 60 fanegas de sequero «para vos e para vuestros
c:-- 3- --- -A--Y- 3- -1-c- :-&..A-- ujua». ucua ue B ~ L - viuua ue aiguu cuuyumrauur, ya qüt: IiO 32
solía dar tanta tierra a los simples pobladores, sin más méritos
que su pobreza.
Lope de Fuentes, mesonero, tenía casas propias en el puerto
allá por el año de 1507, así como cultivos de caña de azúcar en
La Grüiava y data en Ei Sauzai7% Estaba casado con Susara
Martín 18. Su mesón es el más antiguo de que se tiene noticia en
Santa Cruz.
Gaspar Fernández, vecino de Santa Cruz, había recibido data
de un solar de 50 pies de frente y cien de cumplido o anchura,
<junto con unas casas de Miguel Hernández, camino de Nuestra
Señora de la Consolación» '". Más tarde, en 1522, recibió otra data
de 20 fanegas de sembradura en Tegueste 75. Era portugués, o más
exactamente cristiano nuevo de judío 76.
68 fl..nn*n C'IV
U U \ . I I Q > V I ,
69 Guerra, 1218, 1414, 1425
70 Los demás hijos fueron Costanza Martfnez, casada con Martín de
Jerez; Lucía de Cabrera, casada con Baltasar de Lorca; Catalina de Ca-brera,
mujer de Gregorio Ruiz, y Margarita Fernández Tenorio, casada con
Nicolás Alvarez. Las dos últimos fueron padres de Marina Fernández, que
nnrix nrirrnnin nñnvín :,..v~.. ..,.L~-AA~ A-i T T A ~ ~ , . AA n . . . ~ ~ - . - ~
bauu VJLS uvuaau., A m F A z a GL JV Y =u, ~ V L J I ~ U V L UGI Y auCí U= UaLaLicw.
71 Datas por Testimonio, 1, 73.
72 Berlanga, 117, 78, 92.
73 Guerra, 203.
74 Data de 19 de mayo de 1517 (Serra, 499).
75 Datas por Testunonio, 1, 312.
76 Inquisición (El Museo Canario), <Libro de Genealogías», 11, 192; de-
Luis de Mayorga parece proceder de Gran Canaria; por la edad
que declara, debió de nacer en 1482. Era estante en Tenerife en
1507 77 y vecino en 1520, cuando le dieron en data una fanega de
tierra «a las espaldas de las casas de la morada de Melchor Ver-de
que es una rehoya que linda con el camino real que va desta
villa a Sant Cristóbal a la dicha villa de Santa Cruz, que es el ca-mino
que dicen de Ias Carretas, e por bajo la mar, e por el otro)
cabo !as canteras 78. Debió de hacer allí una huerta, pues un año
más tarde recibía un cahiz de tierra en el mismo lugar «linde de
abaxo una huerta vuestra e de arriba la montaña de hacia Ara-guygo
e del otro lado el camino de las Carretas 19. También te- a
nía 30 fanegas debajo de Gracia, que vendió en 1535 su mujer,
Juiiana Díaz, hija de Diego -dpez, tenía data propia en Iacurmte. O n
Fue guarda del puerto de Santa Cruz por nombramiento del Ca- - m
O
bildo (2 de octubre de 1523) y falleció después de 1530. Su hija, E
Teresa de Bricianos, casb en 1531 con Juan de Mederos. 2
E
La última data bien puede ser también la última otorgada por
el Adelantado, un mes y medio antes de su fallecimiento: en 3 de 3
mayo de 1525 daba a maestre Lope, barbero, un solar y sitio -
0
m
«desde Ia capilla nueva de la i g l ~ i alla mada Santa Cruz, que es E
en este puerto de Santa @mu,7 e alindando con la dicha capilla nue- O
va fasta llegar a juntar en derecho de una casa que era de Ca- n
E talina Hernández la Real, e por delante la calle real que va entre a
la dicha casa de la dicha Catalina Hernández para la dicha iglesia, n
n y por detrás el barranco y calle que van las carretas para la ciu- n
dad de San Cristóbal de La Laguna» Sin embargo, maestre 3
O
Lope parece haber vivido en La Laguna; en su testamento, que
es de 1519, pide se le dé sepultura en el convento de San Francis-co
82. Casado con CataIina Mufioz, tuvo dos hijos y una hija, Isa-claración
del interesado, del 28 de enero de 1529. Es de observar que al.
respaldo de su albalá de data hay algunos versos en portuguds, probable-mente
escritos por ei mismo Gaspar PernBnLiez.
77 Berlanga, 73.
78 Data del 15 de junio de 1520 (Serra, 13331).
79 Data del 3. de mayo de 1521 (Serra, 1334).
80 AT, 6201642
81 Serra, 1235.
82 AT, 594/279.
AArUARIO DE E S T U D I O S ATLANTZCOS
LOS PRIMEBOS POBLADORES DEI SANTA CRUZ DE TENERIFE 23
bel; ésta vendib en 1560, a Pedro de Segovia y en 12 doblas de
oro, el solar de Santa Cruz que había sido del difunto barbero R3.
Ea data de Juan de Benavente es anterior a ésta, pero bastan-te
más extraña. En 26 de noviembre de 1514. le otorgaba el Adc-lantado
en nombre de Su Alteza y con título vitalicio «la tenen-cia
e alcaidía de la torre del puerto de Santa Cruz» a fin de «que
tengays el cargo e guarda della, en la qual podays hedeficar e
haser los hereficios que quisierdes, con tanto que todo lo que en
los dichos hedeficios gastaredes se os paguen» 84. En otro lugar
se dirá cómo se debe interpretar este nombramiento a la tenen-cia
de un castillo que por aquel entonces sólo existía en la ima-ginación
de su alcaide. De todos modos, esta data no fue la única
que consiguió. Xdem&s 6e las tierras de Araguigo, que se les die-ron
a él y a Diego Fernández Amarillo en 1512, tuvo otras en Ea
Orotava, confirmadas en 1506 por el Licenciado Zárate, en Ace~i-tejo
y en Geneto. Fue alguacil mayor de Tenerife durante pocos
días (octubre de 1499) y guarda del puerto de Tenerife (1513).
Juan de Benavente debió de ser un gran inquieto. Aparece
como platero y vecino de Tenerife en 1499, luego dice ser alba-ñil
85 y se dedica principalmente a la producción y venta de le
pez Al principio tuvo casa en La Laguna 8T; luego, otra en
Santa Cruz, que vendió en 1508 luego compró o fabricó otra,
que es la que quedó a Antón Joven, en 1520, por cuenta de sus
deudas. Falleció antes de 1520; y su viuda, Guitería de Tovar,
vendió otras casas en el Barranquillo de Santa Cruz, por precio
de 30 doblas 89, Tuvieron un so10 hijo, F'rancisco de Benavente,
padre de Catalina de Tovar ".
AT, 227/514.
Serra, 1263
FRC, 133.. 124.
Guerra, 720, 968, 1191, 1360, 1475.
Yer!wqga, 1.
AT, 227/514.
AT, 416/230. Francisco Rodríguez vendía en 1556, a Francisco de
Salamanca y en 75 doblas, unas casas que posiblemente eran las mismas
(AT, 426/683).
90 Francisco de Benavente parece haber vivido en Las Palmas. Cata-lma
de Tovar, única heredera de sus abuelos, casó con Domingo Pérez, ve-
Núm 21 (1975) 83
Como habrá podido verse, hay de todo en la primera población
de Santa Cruz. Hay también pobladores que se fijaron en la
zona del puerto, sin pretensión alguna a la interesante prima que
representaban las datas; y hasta se puede decir que fueron éstos
los más numerosos y los más fieles.
Dada la facilidad con que se conseguían los repartimientos de
kierras, cabe preguntarse por qué esta «mayoría silenciosa» de los
pobladores no se aprovechó de esta ventaja. Naturalmente, no
es fácil dar con la respuesta exacta. Además, cabe pensar que
muchos, o por lo menos algunos de ellos, se habían instalado en
su tierra o en su soiar, sin tener que pagar o hacer gestiones
la justicia de la isla, simplemente en base de una autorización
verbal o tácita, o de una indulgencia o indiferencia más o menos
total. Precisamente por la facilidad con que se conseguía, la tie-rra
no valía mucho. En 1509, doce años después de los primeros
repartirnientos, un soiar en La Laguna vaiía 2.060 maravedís, es
decir, bastante menos que dos millares de tejas; seis fanegas de
huerta en la misma laguna de la futura ciudad, o seis fanegas de
tierra de riego en La O~otava cuestan 12.000 maravedis, tanto
como ma yunta de bueyes. En la zona situada en la proximidad
del puerto de Santa Cruz, entre Taco y la costa, una fanega de
tlerra de sequero valía 500 maravedís, que eran el equivalente de
137 litros de trigo o de 60 centímetros de paño. ha ocupación del
suelo no constituía un problema, sino en sentido negativo: era
más interesante buscar a quién lo ocupase, que ahuyentar a los
que se presentaban.
Así y todo, es posible que algunos de los pobladores que no
fuvierm data, pertenecieran a las categorías excluidas de este
--
ano de La Laguna, y falleció sin dejar hijos de su matrimonio Por su tes-tamento
(ante Gaspar Justiniano, en 10 de niayo Be i64Jj, Cejaba todos
sus blenes a un hijo natural que tenía y que se llamaba Pedro. Esta si-tuación
hace todavía menos claro el problema, ya de sí confuso, de la
pretendida alcaidía de Juan de Benavente y de su transmisión a los here-deros
Se debe tener en cuenta que por las mismas fechas (1517-18) vivía
en Santa Cruz otro Juan de Benavente, mercader especiero, catalán (AT,
591/103)
84 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
IA)S PRIMEROS POBLADORES DEl SANTA CRUZ DE TENERIFE 25
favor. Lo eran los que no se avecindaban, es decir, que no con-sentían
a traer a Tenerife toda su casa y preferían considerar sta.
residencia en la isla como una circunstancia provisional. Lo eran
también los que no querían casarse y fundar una familia; y, en
fin, los que quedaban excluidos por su condición de forasteros.
En 1505 sabemos que tenían casas en Santa Cruz Catalina la
Gcancha, Juan Navarro, Lope de Salazar, Juan Oñate y Juan Pé-rez
de Zorroza De la primera ya se ha hecho mención; de Na-varro
y Salazar se hablará más adelante. Juan Pérez de Zorroza
vivió sobre todo en La Laguna, donde era mercader y donde, en
x5Q8, la gente conocía con su nombre la calle en que tenía sus
casas 92. También vivía en La Laguna Juan de Oñate, prioste del
hospital de la Misericordia en 1519 93. En el mismo año haiiamos
;t Juan Sánchez, con tierras que lindan con las de Plbone de Ar-mas
en el barranco del VaraderoQ4. Nada sabemos de su oficio
o de sus ocupaciones; mientras que de Juan de Oñate sabemos, o
por lo menos sospechamos, que se dedicaba principalmente a la
cria de cabras.
En 1506 aparece como vecino de Santa C m un Marcos Pé-rez
95, a qcien volvemos a encontrar hasta 1532. Había tenido
data en el barranco de Masca, en 1513; era labrador y pastor de
ovejas 96. En la misma fecha era vecino Juan de Ubeda, guarda
91 M. Marrero Rodríguez, La esdavitud en Cana?%as, 117.
92 Guerra, 1150.
9s AT, 395132. De su testamento, otorgado en 12 de marzo de 1518 en
j&, ¿aguna (Á.í7) Ogi,'i(j;j, y-ue natUra; & Osate, hijo & G&yL
Martín de Caribe y de In6s de Lorca; tenía cabras en Abona, Candelaria y
Agache, y dos esclavos, a los que ahorra.
94 Serra, 700. En 1509 vendía su casa en La Laguna, para comprar
otra (Guerra, 860, 1081). Casado con Leonor Rodríguez, fue padre de Diego
Sánchez (Guerra, 1202, 1249).
95 FRC, IV, 105.
96 Lope de Vallejo, alguacil de La Palma, le da en 1507 unas 30 fanegas
de sembradura en Tacoronte, en recompensa de los servicios que le había
prestado durante su enfermedad (Berlanga, 15). En 1519 tomaba a renta
500 ovejas del hospital de San Sebastián y 50. fanegas de tierra en La La-guna
(AT, 591/200, 248).
26 ALEJANDRO CIORANESCU
del puerto 97. Era mareante, y en 1508 aparece como maestre de
su propia carabela 98.
Juan Ortega, zapatero, vendió en 1507 la casa que tenia «en
la calle que va al puerto, linda con el mar», para comprar otra
en La Laguna, donde parece haberse trasladado 99.
Fernando de Fuentes tenía casa en la calle del Rey, en 1508.
Era probablemente mercader, porque costeaba barcos de pesca y
compraba cereales en grandes cantidades, sin duda para volver
a venderlos lo" Gonzalo Bueno era pescador por las mismas fe-chas
lo1. Estaba casado con María de Zamora, con quien tuvo una,
hija y tres hijos, uno de ellos, Juan Bueno, futuro escribano pú-blico
de Santa Cruz. Falleció en 1537 y a los pocos días les puso
pletcr a !=u hrrecierer: um Iuuhr! Gurcir, 12 Caste!!anw, a!eg.nlle
que «puede aver 25 años, poco más o menos, que yo la dicha Ysa-be1
García y el dicho Gonzalo Bueno moramos de unas puertas
adentro doce años continos y en el dicho tiempo con industria y
trabajo mío y con la del dicho Gonzalo Bueno, padre de los di-
~aLunv- u-n mn- - -n m r - l + i m l i n o n n n o r lm~ i i i r i n r r n nA rrsna*.nn nnhnninn- J~LLLLUL su, uc; ui-b.ryrrbar "u, auyusl rcrl v L r G ~ L L I I L I ~VLI L VUIIVCII~~II-tos
ducados». Alguna razón debía de tener, ya que se le adjudi-caron,
si no los 400 ducados que pretendía, por lo menos 36 do-blas
de oro lo2. Nada más sabemos de la vida y las andanzas de
la Castellana.
Fernando de Espino tenía casas en Santa Cruz, pero falleció
97 PRO, N, 105, 115. Casado con Beatriz SuBrez, de quien tuvo varios
hijos (AT, 595/185).
98 Berlanga, 204; cf Guerra, 777.
99 Berlanga, 39. Además de ejercer su oficio, tomaba a renta tierras
en el valle de Tahodio (Berlanga, 69) y alquilaba sus bueyes para ayudar
a las faenas del campo (Berlanga, 85, 110, 128, 143, 145, 158). En 1518 se
había ausentado de la isla y su mujer, María Perdomo, pedía licencia para
ennajenar ciertos bienes (AT, 591/347). No debe confundírsele con Juan de
Ortega, quien tuvo varias datas en La Orotava y falleció en 1537, casado
con Laureana de Abrego.
100 Guerra, 995; cf. Berlanga, 240.
101 Guerra, 843. Falleció antes de 14 de abril de 1537, fecha de la tutela
de sus h ~ o sm enores (AT, 622/71).
102 Recibo de la Castellana ante Juan del Castillo, en 28 de mayo de
1537. Hija de Gonzalo Bueno y de Isabel García fue María García, que casó
con Nicolas de Cala.
86 A N U A R I O DE E S T U D I O S A T L A N T I C O S
LOS PRIMEROS POBLADORES DD SANTA CRUZ DE TENERIFE 27
antes de 1509 lo3. Diego de Párraga, que se dice vecino de Santa
Cruz por estas mismas fechas lo', residía sobre todo en el Valle
de Salazar, donde volveremos a encontrarlo. Antón García había
vendido en 1508 sus casas de La Laguna, para venir a Santa Cruz,
donde su mujer, Constanza Ramírez, había recibido una casa de
Juan de Bñate por sus «muchos y buenos servicios» los. Cabe ima-ginar
que la mujer había servido como criada: una casa modesta
bien se podía pagar con el salario de dos años de trabajo. El ma-rido
pagaba sus deudas con cebada recogida en sementeras que
acababa de hacer con bueyes alquilados lo6.
Pedro Sánchez, vecino y alguacil de Santa Cruz en 1509, era
fabricante de carretas lo7. Vendió una casa en el puerto en 1510;
perc ter& ~ t r um l e n !a ralle del Rey. A pesar de su oficio de
alguacil, consta que no sabía escribir los.
En 1510 constan como nuevos pobladores Antón Pérez, mer-cader,
vecino de La Palma, quien compra casa en el puerto, lin-dante
con la del alcalde Bartolomé Fernández loQy, Juan de Lugo,
y ~ i mfü e mbs tarde gmrdsr de1 mismo p r t o l l0.
Un Miguel Hernández, de quien nada sabemos, aparece en 1517
con casas propias ll1. Al año siguiente compra otras Juana F'er-nández
del Hierro, vecina del lugar, y las vende inmediatamente
a otro vecino, Alonso González l12. De este último sabemos que
era mareante y maestre de la nao llamada <La Candelaria, llS.
Pedro de Ehena fue escribano público del puerto en el mismo año
de 1519, y Bartolomé Delgado consta como vecino en la misma
fecha114. Diego Santos, también vecino, compra en 1519 una ca-
Guerra' 1082.
104 Guerra, 1306.
105 Guerra, 984 y 177. Luego la vendió a Bartolome Hernández (Gue-rra,
1094).
108 Guerra, 648, 1012.
107 Guerra, 830, 1107.
10s Guerra: 15.15.: 1517. 1099. Casado con Catalina de Aranda.
109 Guerra, 1515.
110 Guerra, 1491; FRC, V, 155.
111 Serra, 499.
112 AT, 591/103-4.
113 AT, 5941264.
114 AT, 593/747 y 591/106
28 ALFJANDRO CIORANESCU
rabela latina, de 30 toneladas, a un mareante portugués al que
paga por ella 60.000 maravedís y, además, interviene como maes-tre
del navío «Nuestra Señora de la Consolación» en la armada
que envía Antonio Joven a Berbería l15. Este Santos debió de vi-vir
o dedicarse a los quehaceres de su oficio en la boca del ba-rranco
que de él ha recibido su nombre.
Diego Donis, que en 1528 sería escribano píablico en Santa
h,re cibió en 13 de abril de 1522 una data de un solar animado
a la casa de Baltasar de Bermeo, que tenía alquilada, lindante
con el almacén de Rafael Fonte, «por delante plaza de la costa
del mar» y por detrás casas de Gil Ximénez, «en el qual dicho
solar vos fezistes y teneis fecho una cozina y horno arrimado a
!u p ~ o dde !?u cwu. de! &&e Bcl ta~zrd e RPmriee, dmde MI-rays
» Il6. A los pocos meses, el 10 de julio, se le ensanchó la data,
por haber edificado en el solar, hasta atribuírsele una superficie
de 60 pies en cuadrado. De Gil Ximénez nada sabemos. El alma-cén
de Rafael Fonte debió de ser simple depósito de mercancías,
Ue u= =ercuGer cpe c~msrci&z mmke c m e! eaterier y fue er,
su tiempo uno de los pocos capitalistas de la isla. En cuanto a
Bermeo, esta mención es la primera que conozcamos de su pre-sencia
en Tenerife. h e mayordomo de la iglesia en 1548 y falleció
al año siguiente. De su casamiento con Ana de Cabrera, hija del
poblador Juan Perdomo, tuvo a Marcelina de Cabrera, casada
con Rodrigo Núñez de la Peña, y a Juan de Bermeo, quien dejó
descendencia en Nueva Granada l17. Juan Martín, vecino de San-ta
Cruz en 1522, casado con Isabel Jiménez, también es para nos-
~ t r o sun desconocido.
FemLsndú de hrcaCu.l iz?La en SarILLa Cruz lo menas &sUe
115 AT, 5941256 y 595/302. Cf. la nota 29.
116 AT, H. 1/1; cf. la nota 16.
117 El testamento de Ana de Cabrera ante Juan del Castillo en 20 de
noviembre de 1575. El hijo de Juan, Luis de Bermeo, casó en la Concepción
de La Laguna (27 de febrero de 1576) con Catalina de Clavijo, hija de Juan
Moreno e Isabel de Clavijo, vecinos de Garachico Se ocupaba en el co-mercio
de vinos a Indias. En el Santo Oficio se hizo información de su fi-liación
en 10 de abril de 1581, y sus testigos fueron procesados, por resultar
que él descendía de conversos. Falleció en el Nuevo Reino de Granada antes
de 1585; su hijo, Lope de Bermeo ClaviJo, era vecino de Santa Fe de BogotCL
en 1609.
88 A N U A R I O DE E S T U D I O S ATLANTICOS
LOS PRIMEROS POBWRES DE SANTA CRUZ DE TENERIFE 29
1525. Era natural de Carmona e hijo de conversos, casado con
Catalina López, confesa 118, y trataba en mercaderías.
Eh cuanto a los mercaderes extranjeros, queda dicho que pre-ferían
la estancia de La Laguna. Sin embargo, hubo algunos que
pusieron casa en Santa Cruz, donde las actividades del puerto
hacían a menudo fitil su presencia. De Rafael Fonte se ha visto
que tenía almacenes o depósitos de mercancías. Juan Jacome de
Carminatis, italiano del Milanesado, que traficaba en Tenerife
desde antes de 1506, tenia por lo menos tres pares de casas en
La Lagulaa1lg, asf como numerosas datas, a pesar de su condi-ción
de extranjero. Compró en Santa Cruz otra casa, desde antes
de 1510 120 y debió de vivir en ella a menudo, porque sus negocios
redmabm 3ü presericia. m e! pierh: ar=a?m hrcm de pesca,
organizaba expediciones a Berberís, compraba y vendía esclavos,
exportaba trigo, cebada y azúcar.
James Casteleyn o Castlyn, inglés, es otro forastero que com-pró
casa en Santa Cruz, por las mismas razones que el anterior.
La naqDíac orlipz-i;a~doe AIonsíi de las ESG,e rL 1509, yag&n&se!n
6.900 maravedís 121. Castlyn es fundador de una casa de comercio
que tuvo peculiar importancia en la economía londinense, sobre
todo a mediados de siglo, bajo la razón social Anthony Hickman
y Edward Castlyn. Esta misma casa es la que mandó a Tenerife
a William Edge, como su primer factor o representante, en 1553,
sustituyéndolo en 1557 por el célebre Tomás Nichols.
Si se consideran los nombres citados en las páginas preceden-
11s Inquisición (El lMuseo Cafiamo) «Libro de Genealogías», 11, 62 (de-claración
del 17' de diciembre de 1528). Otorgó testamento ante B. Joven
en 3 de octubre de 1534, con un codicilo del 10 de octubre y falIeci& a los
pocos días. Dejaba cinco hljos, cuya tutela está ante Fernán González, en
20 de octubre de 1534
119 Berlanga, 115, 124; ante Sebastián Páez, 4 de abril de 1506.
120 Guerra, 1515. Sobre Carminatis, cf. F. Fernández de Bethencourt:
Nobzlia?-io de Calzamas, 11, 386.
121 Guerra, 1082. Para sus negocios en Tenerife, hay documentación
ante el mismo notario. Sobre los Castlyn, cf Cioranescu, Thomm NzchoZs,
mercader de azúcar, hispa.lzista y hereje, La Laguna, 1963.
30 ALEJANDRO CIORANFSCU
tes, será fácil observar que no pueden representar más que una
fracción de la población real de Santa Cruz antes de 1525. La
estadística o el padrón de la población son prácticamente impo-sibles
a estas alturas: no disponemos más que de una sola fuen-te
metódicamente organizada, la de los libros de datas, e incluso
4sta resulta incompleta, además de tener finalidades muy distin-tas
de las nuestras. Tampoco es fácil determinar hasta qué punto
esta lista resulta significativa, desde el punto de vista de la com-posición
riumérica, étnica o profesional de la población. Así y todo,
a falta de documentos más explícitos, cabe intentar siquiera un
enjuiciamiento provisional.
Los nombres de personas conocidas, que han tenido casa, tir-r
r e~ w cil?daC! en Santa Cnz entre 1407 y 1525, suman 57 perso-nas.
Evidentemente, no es mucho; pero tratándose de una pobla-ción
de la que sabemos que era muy reducida numéricamente, esta
cifra bien podría ser significativa. Lo malo es que estos 57 nom-bres
no tienen valor estadístico, no sólo porque no representan
m& +, .,c. yUe ür,r, parte, c u p r i c h ~ s ~ e n tceen sewacia por las vicisitii-des
de la historia; sino también porque sabemos que muchos de
estos supuestos vecinos no lo fueron de verdad, y porque los nom-bres
no representan un corte estadístico sincrónico, sino los mo-vimientos
de una población durante una época de casi treinta
años. La lista puede dar una imagen de lo que era la vida del
puerto, pero difícilmente podría servir de base de cálculo de la
población total del lugar.
En realidad, una estadística formal había existido, mandada
hacer desde 1513, en vista de un préstamo forzoso acordado por
el Cabildv de la isla ;;seeib= de! 8 de mero. k'ru~cisco U+-
balán y Alonso de las Hijas, regidores, habían sido encargados
con su formación para la zona que incluía el puerto 12'. Debieron
de hacerla, pero no se nos ha conservado. La más antigua que co-nocemos
es la tazmia de 1561, que arroja para Santa Cruz 139 -- veci~lus,o sea 773 iildivkliü~s12 ". En la Bpoea yüz 119s i~teresa!,a ,
población debió de ser bastante menor. Todos los testigos dicen
que era poca. Después del bullicio de los dos desembarcos, con su
122 FRC, V, 174
123 A. Rumeu de Armas: Piratería8 y ataques navales, 111, 383.
90 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS PRIMEROS POBLADORES DEI SANTA CRUZ I)E TENERJFE 31
xeal, su torre y el movimiento incesante de su puerto, Santa Cruz
había perdido rápidamente su importancia y su vitalidad. Todo
la perjudicaba: el aumento y la atracción que ejercía La Laguna;
la mala distribución y la escasez de las datas; las pérdidas expe-rimentadas
en las dos expediciones desastrosas a Berberís, en
1502 y en 1508, de las que pocos volvieron 124. En 1506, los testi-gos
señalan la decadencia de la poblaciónlZ5; en 1509, «muchos
vecinos se habían ido y están para se ir» lZ6M. uchos casos indivi-duales,
de 10s reseñados en páginas anteriores, reflejan este es-tado
de cosas.
Teniendo en cuenta estas circunstancias, es lícito pensar que
la cifra de 57, conseguida artificialmente, bien podría acercarse
a la verdad. En las dos primeras décadas del siglo xv', Santa
Cruz debía de tener unos 60 vecinos, o sea, un poco más de 300
habitantes. Debido a la precariedad de los datos, debe tenerse en
cuenta que esta aproximación se entiende sin tener en cuenta los
altibajos, que debieron de ser excepcionalmente grandes en de-teminadas
fechas y que el término medio indicado2 de 60 veci-nos,
no es en realidad un término medio, sino el nivel superior de
la curva seguida por el movimiento continuo de la población. In-dicaría,
pues, la población en sus momentos de más fuerte ex-pansión,
mientras que, en los momentos de crisis, ésta debió re-
~ducirse hasta por debajo de la mitad. Todo ello, con las debidas
reservas y dudas, que apenas hace falta recalcar una vez más.
Si se examina la procedencia de los habitantes registrados,
se tropieza con otra dificultad. De 57 vecinos, ignoramos el ori-gen
de unos 36, cifra bastante fuerte como para invalidar cual-q
i e r ~1~~1' i s icSlnte rinr, De 1n q ~ npn cabe duda es que 1-i 36
son españoles, bien de la Península o de las demás islas. De los
21 restantes, tres son indígenas: un guanche, un gomero y un
canario. Hay nueve pobladores que vienen de las islas anterior-
124 FRC, m, 99 y m, 18.
125 <Tal villa como la de Santa Cruz, que es el puerto real desta isla, si
a los vesinos que allf fuesen a poblar se les dieran tierras porque allí pobla-ran
y algunas esenciones, ovieran allí grand poblacion; porque este testigo
vido allí vesinos en cantidad, e por defecto de non hazer esto está despobla-da
casi toda.> Testimonio de Antón Vallejo, en FRC, VI, 18.
126 Cablldo de 25 de mayo de 15ü9 (FRC, V, 34).
mente conquistadas y seis que vienen de España: uno de región
indeterminada, uno de Extremadura, uno de León y tres de An-dalucía.
Hay, en fin, tres extranjeros: un portugués, un italiano
y un inglés. Esta repartición por puntos de procedencia no es
significativa en lo que se refiere a los porcentajes de la mezcla;
en cambio si lo es desde el punto de vista de los elementos que
componen esta mezcla y que seguirán siendo los mismos a lo
largo de todo el siglo.
Apenas si se pueden formular juicios sobre la estabilidad de
los nuevos pobladores en el lugar de su vecindad. Igmisramos las
vicisitudes de 21 de ellos. De dos, sabemos que ni siquiera se pre-sentaron
para tomar posesión de sus datas. Fueron 1'7 los que,
en u+ p!am m83 o ~ e m csol"= , eucegierm &re !Ugai. de resillenz-cia
y 15 los que quedaron fieles a Santa Cruz. Aun sin conceder
gran importancia a estos números, a todas luces insuficientes,
no deja de destacarse la gran movilidad de la población, de la
que apenas una cuarta parte aparece como fija. La cosa es nor-mal
en tudos :os pertus, pem no me!e !!egar a tdes extrems.
La fuerte baja sufrida por la inmigración no se explica solamente
por la circunstancia de ser el puerto un lugar de tránsito, sino
también por la serie de factores adversos que antes se mencio-naban.
En fin, si se analiza la composición de esta población desde
el punto de vista de sus ocupaciones y oficios, encontramos a
once personas cuya profesión ignoramos, tres mujeres solteras
sin profesión conocida y diez individuos que ejercen cargos y em-pleos
públicos, de los cuales dos escribanos. Dentro del grupo de
los diez últimos, shlo de los escribanos se puede suponer que se
ganaban la vida con su oficio, aunque sea cierto que se empleaban
también en otros trabajos; en cuanto a los ocho restantes, que-dan
incluidos en esta categoría por ignorarse su profesión real.
De los 33 individuos que quedan, uno es religioso y dos son cria-dos
del Rey. Hay cuatro criadores y pastores (tres de ellos son
indígenas), seis labradores y dos pescadores. Se aplican a sus ofi-cios
cuatro mareantes, un herrero, un albañil, un carretero o fa-bricante
de carretas, un zapatero y un barbero. En fin, hay ocho
mercaderes y un mesonero. En el enjuiciamiento de estos datos
92 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS PRIMEROS POBLADORES DJil SANTA CRUZ DE TENERIFE 33
habrá que tener en cuenta que son raros los individuos que no
ejercen por lo menos dos oficios a la vez y que, por ejemplo, el
barbero puede muy bien ser al mismo tiempo labrador, y el alba-ñil
servir de artillero.
Cabe añadir, para completar este cuadro, que la composición
4tnica de la población, tal como queda descrita, encubre una situa-ción
real fácil de adivinar y que no se oculta en los documentos.
Muchos de los que se presentan como procedentes de la Penínsu-la,
como también de los que vienen de Portugal, en otros casos,
son en realidad descendientes de judíos. Constituian un grupo
bastante importante, que llamaba la atención por la sospecha que
siempre- los acompañaba, de falta de sinceridad en su nueva fe,
que habían adoptado más bien forzados. Desde el año de 1506, el
Santo Oficio de la Inquisición abría una información secreta so-bre
los usos y las costumbres de los judíos de Santa Cruz, con
12 idea de que seguían empeñados en su error; uno de los testi-gos
llamados a informar era Lope Fernánde~l~~.
Debe también tenerse en cuenta que los datos que preceden se
refieren exclusivamente a la colonización de lo que es ahora el
casco urbano de Santa Cruz. Quedan todavía por examinar los
pobladores que se establecieron en sus aledaños: Araguygo, Taco,
Tahodio, El Bufadero; en San Andrés, que fue considerado siem-pre
como un barrio del puerto, por lo menos desde el punto de
vista eclesiástico; y eventualmente también en las zonas más ale-jadas
del centro, pero en algún modo dependientes de él, tales
como la punta de Anaga, Benijo y Taganana, O.lvídarr1os sería dar
i~naim agen incnmpleta de 1- fiittira cigdad, uci cen?e de! estilo
de vida de aquella época, en que todavía predominaba la idea de
la huida de los grandes núcleos de población. Desde este punto de
vista, los colonizadores no diferían de los colonizados tanto como
ellos mismos se lo imaginaban; sólo que éstos preferían las cum-
3 - e ~ai &&c, m p ~ p t ~x.,7 s 1 2 UnUn~.rmULAnLWo ñín 82s y&a,EgU,
mientras aquéllos buscaban los espacios abiertos, pero más li-mitados,
de las sementeras y de los plantíos y la soledad más
relativa del campo.
127 Viana, 255.