APORTACIIQN DE CANARIAS A LA
POBLACPON DE AMERICA
SU INFLUENCIA EN LA LENGUA Y EN LA POESHA
TRADICIONAL
JOSE =E2 ViDAL
Conservador del "Museo üel PuebloEspaiiol". Madrid.
1
IAA EMIGRACIÓN CANARIA AL N-O MrnVM3.
Ei Archapie%qo'cenario y los pl-lmeros viajes de Colón.
. Desde el comienzo de la maravillosa época de los grandes .des-cuhrimientos
marítimos, cambib el valor y destino de las Cana-rias
en la vida marinera del Atlántiw. Hasta entonces habiq
constituido una especie de verde mesón en el extrarradio del
Viejo Mundo. Desde entonces .pasaron a ser solicitada y eficaz
estación de 'aprovisionamiento en el, camino de ambas Indias.
¿as Ganarlas no solo se hilaban en el camino de @ntroam&
rica para los buques que salían del Sur de la Península, sino tam-bién
en la ruta obligada para todos los que se dirigían a la.Gui-nea,
a las costas meridionales y orientales de Africa, a ~ s i a a,
América del Sur y a las costas americanas del Pacifico. Y así,
durante siglos, hasta que se abrieron los canales de Suez y Pa-namá.
Dada esta ventajosa situación, resultó natural que sir-vieran
de importante punto de apoyo en la gran empresa colom-bina.
No fué capricho que Colón tocase en ellas en todos sus
viajes al Nuevo Mundo.
En el viaje del descubrimiento, tan trabajado por los contra-tiempos,
por las dudas y los temores, el Archipiélago canario
prestó una doble colaboración reparadora y estimulante l. En las
Islas, como es sabido, se reparó Ia Pinta, se cambió el aparejo
de la N i a , se completaron y refrescaron las provisiones y, ade-más,
se reforzaron las esperanzas. Hombres honrados de La Go- a N
mera y de El Hierro aseguraron al Almirante, con juramento,
que "cada año vían tierra .al Oueste" i. No habían sido sino iiu- O
n sienes, pero qué mejor alimento de la esperanza que la ilusión.
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Las Canarias hicieron las veces, pues, de formidable tram- SE
pdin para el gran salto. Y,fué desde sus costas, y no desde Palos E
3
1 Tambi6n se baraja el nombre de las Canarias en tomo a la discutida -
cuestión de una nave que comerciaba en aquellas islas y las de la Madera 0
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y que, arrebatada por un levante furioso, IIeg6 a las Indias Occidentales O
afios antes que Gd6n. Juan de Mariana: Historia gvneral c& Espaíza, lib. 26,
cap. 3; Francisco López de Gómara: HZstoria ge%eru.l de las Indias, cap. 13;
Jos6 Viera y Clavijo: Noticias de la Historia gonncral d0 iu-s Isías Cunar2as, l r -E
tomo 11, lib. Vm, cap. XXIT, Se hace creíble el caso a la vista de otras l
dos, acaecidos en el siglo XVIII: uno de cierta nave que iba de Tenerife a n
n
La Gomera en 1731 y que fu6 arrastrada por las tempestades hasta la isla
de la Widad; y el segundo de otra nave que en 1764 se dirigía de Lan- O3
zarote a merife y que fu6 impulsada por una tempestad hacia alta mar
y arrastrada en seguida por la corriente ecuatorial y los vientos alisios
hasta muy cerca da la costa de Caracas, donde la encontró un navío inglés,
que la socorrió. Registran estos casos, respectivamente, José Gumiiia:
, Orinow ilustrado, Maürid, 1745, ii, p8g. 51, y Humboldt: Examen mitiqiie
de E'Histoire de b GBogmphie dv, Nouveau Continemt, tomo 1, pág. 123.
A. Ballesteros Beretta trata ampliamente de las posibilidades del viaje pre-colombino
en el cap. iii de su estudio sobre la Géne,sis del Desncbriw~bnto
en la Historia üe A.mérico y de loa pueblos c~~i~riccvnBosa,r celona, tomo Qi
(1947).
2 Daario de a bordo de Cristóbal Colón. Anotación correspondiente al
8 de agosto de 1492.
92 ANUARIO DE ESTUDIOS. ATLANTICOS
Las Candas en la ruta de ambas Indias.
de Moguer, desde donde empezó, si bien se mira, la verdadera
epopeya del viaje. El mismo Colón consideraba la travesía desde
Canarias como la pafte fundamental de su arriesgada empresa.
En la carta que escribió a su amigo y protector el Tesorero San-tángel
para darle cuenta del resultado de aquélla, le anunciaba
cómo en treinta y tres días había conducido la armada que sus
Altezas las Reyes Católicos le confiaron destlc hs isbs de Canariu
a las desconocidas playas donde aportara? Y su hijo D. Fer-nando,
su más cercano biógrafo, afinma que el jueves 6 de sep-tiembre
de 1492, día en, que Colón leva anclas en la isla de La
Gomera para lanzarse al descubrimiento, puede cu~tarse por el
primero cle esta ernpew, y del viaje por el Océano 4.
a
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Y si tan grande había sido la significación de Canarias en el E
O
descubrimiento, no fué menor, sino, por el contrario, mucho mas n-- m rica, variada y vigor6sa, la participación de los isleños en la O E
conquista y colonización de las nuevas tierras. Ya en el segundo E
S
E viaje del Almirante, que fué el primero de colonización, las Ca- -
narias no sólo sirvieron para reparar las naves y tomar provi- 3
siones, sino para adquirir becerros, cabras, cerdos 5, gallinas; - -
0
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a Rinaldo Caddeo publica esta carta a continuaki6n del Bar80 de Colón;
página 234 de la edic. París, 1943. d
E
4 Fernando Colón: Histo* del Almirante don ChAstóual Col&, en -
a
Hbtoriccdores p&nitivos de las Indias occidentaks (Madrid, 1749), tomo 1, l
cap XVL-A1 salir Colón de La Gomera en el segundo viaje di6 a cada n
n
navío unas instrucciones cerradas y selladas que sólo deberian abrirse si
IP9 naves se apartasen de ia suya por tempestad. Allí, en las CansrSas, 3
O
empezaba la parte desconocida y dificil del viaje, y no quería que el clerro-tem
pJa ir a !no mevas tierras pudiese 1Iegar a conocimiento de los por-tugueses.
Las Canarias, en fin, se convirtieron en punto base de referencia,
desde el cud se media y calculaba la situación de ias flotas en el Océano
y hasta la de las tierras descubiertas.
5 De las ocho puercas que compraron en La Gomera, dice el P. Las
Casas: Historia de las Indias, lib. 1, cap. LXXXlII, con generalización sin
&&E exeeqka, "$e han multiplicado todos los puercos que hasta hoy ha
habido y hay en todas las indias y que han sido y son infinitos; metieron
gallinas tambi6n y 6st.a [se refiere a todos los animales comprados en @a-narias,
de que ha hablado antasl fui5 la simiente de donde todo lo quei hoy
hay acB de las cocas de Castilla ha salida, lo mismo de laa pepitas y si-
94 ANUARIO DE E8TUDIOS ATLANTICOB
animales todos que Colón "pensaba se aclimatarían en las nue-vas
tierras más fáciimente que los criados en España". Además
de estos animales llevó plantas, y entre éstas la que había de
servir de fundamento económico a la vida del nuevo continente:
la caña de azúcar.
;Con qué satisfacción comunica Colón a los reyes el resultado
de sus primeras plantaciones! "Somos bien ciertos-les dice-,
como la obra lo muestra, que en esta tierra así el trigo como el
vino nacerá muy bien; pero hase de esperar el fruto, el cual si
tal será como muestra la presteza del nacer del trigo, y de algu-nos
poquitos de sarmientos que se pusieron, es cierto que non
fará mengua el Andalucía ni Secilia aquí, ni las caiías de azúcar,
según unas poquitas que se pusieron han prendido" 6. La proce-dencia
canaria de estas cañas está acreditada en Fernández de
Oviedo: "Las cañas dulces de que se hace el a&ar (de que tan
grandes heredarnientos e ingenios de a~ú c ahra n resultado en esta
isla Española e otras partes destas Indias) se truxeron de las islas
de Canarias"
Este suministro de provisiones, animales, plantas y simien-
--
mientes de naranjas, limones, cidras, melones y de toda hortaliza". Lo mis-mo
viene a repetir Antonio de Herrera: Historia generd & los heclwa de
los castellano8 en & Islas y Tierm Pinne del M ~ TOc éano, Década 1,
lib. 11, cap. Vi.
6 M m M q ue p a ~ alo s Reyes Católicos dki el Almirante D. Crnslóbal
Colón ela la ciuohd Isabeh, en 30 de enero a<z 1494, (i Antonio de Torres,
sobre el suceso de su. segrsndo viaje a las Indias, publicado por M. Femán-dez
de Navarrete en Colección de las oriajm y descubrirm&ntos que hiczeron
por mar los egpaiiobs (Madrid, 1825), 1, pág. 229.
7 G. Pernández de Oviedo: Hisforia general y natural de las Indias @Ea-drid,
1851), lib. VUI, cap. 1, X1.-Aunque Cd6n no indica la procedencia
de las sannientos que llev6 a la Española, es cierto que en la introducción
de la vid en América tuvieron buena parte los vifiedos canarios. Francisco
de Caravantea, uno de los primeros pobladores del Perú, en vista del elevado
costo de los vinos importados, llevd sarmientos de Canarias. que arraigaron
fácilmente en aquelias tierras. La primera cosecha fu6 obtenida el afio 1551
por don Hernando de Montenegro. de la ciudad de los Reyes. La uva ma
negra y producia un vino tinto muy denso. Robert Levey: Loa vimos m el
PemS, en "Fanal", vol. Vm, na. 40, Lima, 1954.
tes, agua y leña, que a Colón hicieron las Canarias en el segundo
viaje al Nuevo Munido es ya bastailte conocido. No lo es tanto,
en cambio, que también las islas hicieron entonces una aporta-ción
de hombres a la gran empresa colombina.
Uno de estos canarios realizó una pequeña proeza en la isla
de Guadalupe, cuando, en viaje ya de regreso a España, Colón
se detuvo en ella. Figuró entre los cuarenta hombres que por
mandato del descubridor salieron a tierra para explorarla, y que
apenas pudieron ver a sus habitantes porque se habían internado
a la vista de los españoles; solamente consiguieron capturar a
diez mujeres y tres muchachos. El canario apresó a una de las
indígenas, mujer de un cacique; "era-según el P. Las Casas a
N
la señora del pueblo, y, por ventura, de toda la isla, que cuando E
la tomo un canario que ei Almirante alY l!evaba, corsia Wnte, On
que no parecía sino un gamo" - m
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s i l * . -r
Poco después tiunbien se iieva de Canarias a América el p& 3
tano y, seguramente, el ñame. Ambas especies fueron introdu- -
0
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cidas en Gran Canaria por el año 1499 ó 1500, como consecuencia O
-- E
n
8 Ob. cit., lib. 1, cap. m. Da también la noticia. Fernando Colón, ob. E
&t., cap. LXIi. a
9 Si Cdón, en su segundo viaje a las indias, ya tom6 canarios en sus n
naves, es de creer que tanbih los tomase en los siguientes, como se viene n
a6rmando.-Según variosi autores, en 1496 llegaron a la isla de La Gomera 3
tres carabelas con rumbo a] Nuevo Mundo; toma~on voluntarios, ganado O
ovino y cabrío, cuyo importe ascendió a 8.400 maravedises, y se proveyeron
de viveres frescos y agua. No se dice quien las mandaba. En 1499 pasó -p1
la misma isla la escuadra de Alonso de Ojeda y tornó en elb. algunos ma-rinas,
además de l o ~aco stumbrados víveres. Manuel María Marrero: Ca-os
cm Antenm. Recopilación histórica Caracas, 1897 (citar6 esta obra
por la segunda edición: Santa Cruz de Tenerife, 1940), p&g5. 17-18; B. Bon-net:
Tres fases de la actwaci6.n PsWkzJ en Los mwws en Am&k% recapi-ñación
de Varios artículos publ. en "Biblioteca Canana, Santa Cruz ae Te-nerse,
s. a., pág. 8; Agustín Miihres Torres: Historia general & ih Islas
CmriasJ ed. A. Millares Carlo y -4. Fleitas Santana (La Habana, 1945),
página 260.
N! ANUARIO DE ESTUDIOS ATLAPI'TXCOS
de wia expedición enviada por el Cabildo de dicha isla al Mrica.
La acaudilló el propio gobernador Juan Siverio Mujica lo.
Fernández de Oviedo vió por primera vez los plátanos en el
convento de franciscanos de Las Palmas, de donde, según el mis-mo
historiador, fueron llevados en 1516 a la Española. Desde
esta isla pasaron a las demás de las Antillas y al continente ame-ricano
ll.
Las Canarias parece que fueron el centro desde el cual se dis-tribuyó
el ñame al mundo civilizado. A mediados del siglo xvi ya
estaba muy desarrollado su cultivo en las islas. Según Gaspar
Fkutuoso, que escribe a fines de dicho siglo, los habitantes
de La Palma, en 1563, año en que faltó el trigo, "mantinhamse
somente com carnes, queijos, inhames e leite" 12. Carreiro da
Costa, con base en Eiutuoso, supone que desde Canarias pasó el
ñame al archipiélago de la Madera y de éste al de las Azores L3.
En Cádiz, adonde asimismo llegó el ñame, se le ha dado el nom-bre
de yame de CranarZas. Todos estos datos nos mueven a supo-ner
qj3 esfa +rU-FLbihxf U& !13vaa& & C~~8r ia8.u & mrn4ric%.
P si todo esto-provisiones, animales, simientes-se llevaba
del Archipiélago cuando apenas había terminado su conquista,
10 T. Marín y Cubas: Historia ¿e. ! %¡ S Siete Islas de Cm~ ~ r ima , . 1687,
lib. 11, fol. 66, en archivo del conde de la Vega Grande, Las Palmas; copia
en la Bib. particular de M. Santiago, Madrid.
11 Ob. &t., lib. VIII, cap. 1. Poco después, en 1526, también en Cana-rias
los plátanos llaman la atención del factor ingles Thomas Nicols, según
puede verse en la Descripción de las islas que escribi6, Se piiblic6 en Lon-dres
en 1599, formando parte de The Pmincipal Naviyztions, Voinges, TraffG
ques and Discove*s ... ordenados por Richard Hakluyt, y ha sido tradu-cida
y publicada por Buenaventura Bonnet en "Revista de Historia", La
Laguna de Tenerife, afio X (19331, págs 206-216.
12 Gaspar Frutuoso: iS&a&s da Tema, lib. 1 (Punta Delgada, 19391,
Pagina 67.
13 Francisco Carreiro da Costa: O inhaw. Apcintamentos para cc his-tm%
da m cultura ms Apres, en "Boletirn da Comissáo reguiadora dos
cereais do Arquipéiago dos Acores". Punta Delgada, núm. 8 (1948), @g. 2.
Núm. 1 (1955)
considérese lo que se llevaría después, cuando estuvo suficjente-mente
poblado y explotado ".
Desde muy temprano se exceptuó, además, a las Canarias del
monopolio que ya en 1493 se estableció para el comercio de Amé-rica,
centrado primero en Cádiz, y después en Sevilla. La ven-taja
de atender al abastecimiento de las Indias desde la avan-zada
castellana más cercana a los nuevos territorios parece que
fué el origen de la licencia que para comerciar con estos países
lograron las Islas Canarias. De modo especial, se habla en las
exposiciones de motivos correspondientes a las más antiguas
permisiones de la necesidad de proveer a la isla de [Santo Do-miqgo
15.
14 Una de las ~ m a squ e se iban a adquifir p&ereiitmeri;;te en CPTII-rias
eran las rodelas para los soldados, por ser mejores y más baratas que
en la Península. G. Céspedes del Castillo: La ave?% en e1 omsrcio de
I&&, "Anuario de Estudios Americanos", U. (Sevilla, 19451, pág. 65,
nota 189&-En la sesión celebrada por el Cabildo de Tenerife el 31 de mayo
de 1568 se di6 cuenta de una petición de 300 rodelas para el Adelantado
de La Floriüa que habían áe ser remitidas de dicha k!o a !a de Grzin. Ca-naria,
y se acordó servir 150. Arch. Cabildo de Tenedfe, libro XII (nulae-ración
actual) de Acuerdos, fol. 26 v.; cit. por José Peraza de Ayala: El
régimen. cmnercial de Canarias con Indias m los sigbs XVI, XVli 3
XVZII &a Laguna de Tenerife, 1952), pág. 12, nota 30 bis. Facilitaba el
paso de productos canarios d Nuevo Mundo la exenci��n de impuestos que
disfrutaban las cosas que los maestres, mercaderes y navegantes a Indias
compraban en las islas y cargaban en ellas con certificación y dapacño
de los oficiales de la Casa de Contratación, así como lo, que tomaban para
bastimento de los navíos. Peraza de Ayala, ob. cit., pAg. 13.
15 Esta utilidad de las Islas Canarias para el abastecimiento de ias
Indias y el aprovisionamiento de las flotas fué reconocida en todo tiempo
por ra Corona Feiipe Xi, en las h&rüc~iüiiesq iie iii6 en 155% u 9, -4!u~sc!
Pacheco, nombrado ,inspector de armas del Archipiélago, le dice: "Siendo
las dichas islas de la importancia que son para nuestro servicio y beneficio
de estos nuestros reinos y especialmente para el trato y comercio de las
India8 'por estar en el pasaje en que están y ser camino para ellas, conviene
estar proveidas de fortalezas. .." Felipe N, en R. C. de 20 de agosto de 1643,
es aún más expresivo, di~bndo de :as Cm8;i'rE3 "que es !e n,Uy iyqxztarlte
que yo tengo, por no aver otra parte adonde mis armadas, flotas y gaieones
arriben y se acojan, por ser paso y camino derecho para las Indias y na-vegación
de eüas a Castiila".-El comercio indiano de Canarias debió de
98 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APoIZTACI6N DE CANARIAS A LA POBLACION DE &RICA 9
Este comercio y el paso casi obligado de las flotas, con los
consiguientes relatos de los viajeros, forzosamente habían de
estimular la curiosidad y el ansia de aventuras de los isleños. El
fuerte tirón que no sólo España, sino toda Europa, sintió hacia
el Nuevo Mundo, se experimentó más enérgicamente en Canarias,
situadas a mitad del camino de aquellas tierras en que se espe-raba
encontrar los más grandes tesoros 16.
La emigra& canaria a America en la primera
mitad del siglo XVI.
En los primeros tiempos de la colonización americana no fué
aiiy consi&x<. el c m t h g m k kuiiaiio sa:iG~ de Vznzrias para
las Indias. En el Archipiélago hacía falta entonces terminar de
poblar las islas conquistadas Últimamente. No puede, sin embar-go,
valorarse la emigración canaria en forma tan pobre e insig-iniciarse
en embarcaciones despachadas por la Península, pero pronto apa-recen
los envios directos de las islas. De &tas zarpaban pequ- armadas
que se lanzaban en seguimiento de las flotas. Las despachaban las jueces
de Indias residentes en d Archipiélago y ellos mismos examinaban a lchs
pilotos.
1s Sobre la participación de los canarios en la población, colonización
y cultura de América han escrito Manuel María Marrero, ob. cit.; José k
Pérez Camión: Los canarios en América o influencia de los mismos en el
descubrimiento de3 Nwvo Mundo, Habana, 1897; Pedro J. de las Casas
Pestana: Ventajas &Z descubrimiento de América para el Archipiélago ca-nario
e influencia reciproca de ontbas conquistas, Santa Cruz de la Palma,
1900; Isaac Viera: Canarios m América, capítulo de su obra Costunibrcs
~~ZMW&?, Santa Cruz de Tenerife, 1916, phgs. 97-116; Buenaventura Bon.net.:
América, espacio vitaZ de nuestro Archipiélago, La Laguna de Tenenfe,
1942; Francisco Morales Padrón: Colono8 cammios a Indias, en "Anuario
de Estudios Americanos", tomo VIiI, Sevilla, 1951; ídem: EZ despiaza-rnimto
a las India? desde Canarias, en "El Museo Canario", Las Palmas
de Gran Canaria, nfims 33-36 [1950), págs. 1-24.-E1 diario "La Prensa",
de Santa Cruz de Tenerife, dedicó, en forma extraordinaria, su número co-rrespondiente
al 28-VI-1936 al tema Cantariag y m hombres && América.
Algunos de los artículos publicados entonces fueron recogidos después en
un folleto: Los camwios en América, con introducción de Felipe Sascone,
ed. UBiblioteca Canaria", Libreria Hespérides, Santa Cruz de Tenerife, s. a
Hago caso omiso de otros numerosos artículos publicados en periódicos.
nificante como ha resultado de los cálculos realizados por los
estudiosos que han intentado medir la aportación de las regiones
españolas a la población del Nuevo Mundo.
Rufino José Cuervo, sobre la base de 160 nombres de indi-viduos
de patria conocida que pudo recoger en López de Gómara,
Juan de Castellanos, el obispo Piedrahita y Oviedo y Baños, de-mostró
que los primeros pobladores de América representaban
todas las comarcas de la Península Ibérica. Del grupo así for-mado
resultaban 51 andaluces, 47 castellanos y leoneses, 20 ex-tremeños,
20 portugueses, 10 vascongados, ,4 gallegos, 3 valen-cianos
y catalanes, 3 navarros y aragoneses, un murciano y un .
canario. Pero Cuervo era bastante inteligente para tomar "estos
a-&p+us c a m prGliomibE 2feceiva de 105 pb!a&jrss, pps 3s
casual-decía-la circunstancia de indicarse en aquellas obras la
patria de algunos entre muchísimos otros" 17. Además, resulta
muy caprichosa la búsqueda y anotación de los nombres de PO-bladores
en las obras de los primitivos escritores de Indias. En
los autores citados, en el mismo Castellanos, figuran, como más
adelante veremos, no pocos canarios.
Pérez Bustamante, con la colaboración de Lorenzana y Gon-zález
García, llegó después a resultados parecidos 18: la máxima
significación de Andalucía, las Castillas y Extremadura y la mí-nima
de las Canarias, con tres individuos, y Baleares con uno.
Pero sus cálculos se circunscribían demasiado en lugar y tiempo.
Se limitaban a los datos contenidos en el Dicciwario autobh-grdfico
de conquiStacEores y pobladores de Nwva Espafia, publi-cado
por nancisco A. de Icaza y cuyas noticias corresponden
sólo a los Úlltirnos años de la primera mitad del siglo XVI (1540-
1550). Henríquez Ureña ya había trabajado en 1925 sobre este
Diccionario y había aclarado los orígenes de 1.101 personas;
17 R e o José Cuervo: El castellano en América, en "Buiietin Hispa-nique",
iii (1901), págs. 41-42.
18 C. Pérez Bustamante, P. Lorenzana y B. Gonzáiez García: La po-blación
de N w m Egpaña en el siglo XVI, en el UBoletin de la Biblioteca
Menendez Pelayo", X {1928), págs. 58-73.
lw ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS :
APORTACION DE CANARIAS A LA POBL~CION DE A~W!XICA ii
entre ellas había encontrado un canario más que Pérez Busta-mante,
es decir cuatro '@.
El mismo Henríquez Ureña acomete después cálculos de ma-yor
amplitud. Utiliza datos extraídos pos él de los historiadores
y cronistas; los del Catálogo de Pasajero; publicado por el Ar-chivo
de Indias en 1930 y referentes al periodo de 1509 a 1533;
los del Diccimario, ya citado, de Icaza; la Nómina de sonquista-dores
de Chile de 'Phayer y Ojeda, y los resultados del primer
volumen de Rubio y Moreno. En total obtiene 13.948 nombres
para el periodo comprendido entre 1492 y los primeros años del
siglo xw. En este numeroso y artificioso grupo de pobladores,
las provincias de menor aportación son: Canarias, con 54 perso-nas;
Albacete, con 27, y Baleares, con 16.
Sin desconocer ei mérito de ia obra realizada por Henríquez
U ~ ñ nai el valor orientador de sus resultados, conviene señalar
sus partes débiles. En los historiadores y cronistas únicamente
suelen figurar, con su nombre y naturaleza, los conquistadores o
pobladores esclarecidos; queda en la sombra, y sin contar en este
caso para nada, la gran masa anónima. Además, los datos de
Icaza y de Thayer, correspondientes a. Nueva España y Chile,
no pueden aplicarse a toda América; la proporción de los emi-grantes
de una determinada procedencia puede variar en forma
notable de un área a otra del Nuevo Mundo. Por último, el Ca-t
a i g o de Pasajeros no expresa d movimiento migratorio cana-rio,
que se dirigía directamente desde las islas a América.
Este es el defecto que ofrece también, por lo que respecta a
Canarias, la monografía de Aubrey Neasham 20, que se funda
igüaimenie en 10s datos dei c'atábgo. En eiia so10 aparecen re-presentadas
las islas por seis emigrantes.
Pérez Bustamante, aprovechando una reimpresión, muy au-
39 Pedro Henríquez Ureña: Gbservaciw,óss S0br~ el espaiiol en América-.
"Rev. Filología Espafiola", XVlI (1930), pág. 278
V. Aubrey Neasham: Spain's Imigrauzts to the Nao WWZd, en "The
HiUpanic American Historicai Review", vol. XIX @ayo 19391, núm. 2, p&-
ginas 147-160.
mentada, del Catálogo, vuelve sobre el tema; pero si sus resul-tados
tienen indudable valor para medir la aprtacian de las re-giones
peninsulares a la población de América, fallan respecto
a Canarias, como todos los cálculos que se hagan sobre los datos
de la, indicada fuente. Sólo dos canarios encontró entre 7.641
nombres de procedencia conocida, correspondientes a pasajeros
salidos para el Nuevo Mundo entre los años 1509 y 1534. Pérez
Bustamante no padece, sin embargo, de beatería matematica; y,
junto a los resultados aritméticos, señala los del buen juicio, que
suelen ser más certeros. Después de anotar que, se& los datos
del Catálogo, la emigración española al Nuevo Mundo se reduce
al mínimum en Canarias, advierte que de estas islas, "escala en
el viaje de la Península a América, es muy probable que hayan
pasado ñmeroso:, y ü ~ ~ a & j&~r&~ as-~ te y sb reg&&ar $ l s
nombres en la Casa de Contratación" 21.
La misma comprensión se halla en Rodriguez k k a , quien,
al hidicar que sólo aparecen 14 canarios entre los pasajeros de
los dos primeros tomos del CatáZogo, hace análoga advertencia:
"Canarias era zona de escala, reparacion y aprovisionamiento, Y
resultaba absurdo tener que venir a Sevilla a legalizar la docu-mentación
y obtener el permiso ofiiial; más cómodo el otro ca-mino,
fué, sin duda, el preferido" 22.
Estos dos últimos historiadores han visto claro. Si por Cádiz
y por Sevilla, a pesar de existir una estrecha vigilancia, se esca-paron
a Indias no pocos pasajeros sin ser incluidos en el rigu-roso
registro 23, por Canarias resultó siempre bastante fácil la
salida subrepticia2*. Y no sólo para los naturales, también para
21 C. Pérez Bustaaante: Lus r c g h e s e.vpfa60OlcLs y la población. de A&
en "Revista de Indias", IL (19411, nh. 6, pág. 88.
22 J. Rodríguez b ú a : Las regiones españolas y b poblad& ds Amlé-rica.
1509-38, en "Revista de Indias", año ViIi (1947), núm. 30, pags, 695-1423.
23 Conde Roseiiy de Lorgues: Hktoriu de b cida y A j e s de Cristóbal
Colón, Barcelona, 1878, 1, pág. 306.
24 El paso de personas y mercaderías prohibidas desde ia is* de La
Gomera sin el oportuno registro provoc6 las Redes Cédulas de 4 y 16 de
septiembre de 1560, dirigidas al gobernador y alcalae mayor de dicha &La.
-2 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
los peninsulares. "Desde la ~et rópol ill egaban súbditos españores
a Canarias con el fin de embarcar ilegalmente en uno de los na-víos
de paso. Otros alegaban frecuentemente que partían de la
Península para establecerse en Canarias, siendo así que lo hacían
buscando una ocasión más fácil de salir rumbo al Nuevo Mundo.
Otras veces aquellos pasajeros que llegaban tarde para embar-car
en Sevilla y perdían la flota, se dirigían al Archipiélago don-de
tomaban un navío de los que hacían la ruta de Indias" 25.
Hasta en nuestros días, la corriente migratoria de Canarias a
América ha sabido salvar todos los obstáculos. Las aduanas de
salida, el inconveniente de los trasatlánticos tan estrechamente
vigilados, las aduanas de llegada, todas las trabas y vallas para
impedir la emigración las ha sorteado el emigrante canario con
ese tesón que tan bien sabe disimular el isleño bajo la dulzura
de su carácter. En frágiles barquichuelos han salido estos Últi-mos
años grupos y grupos de isleños con rumbo a Venezuela. Las
sombras 'de la noche han asegurado en todo tiempo la marcha
clandestina. Cuando el nuevo día ha llegado: las velas de! b2r-a
fin de poner remedio a tales abusos. Archivo Cabildo de Tenerife, libro 11
de Provisiones, núm. 2, leg. R-Vi, núm. 27, cit. por Peraza de Ayala: El
rbgimzen c o i m i a l ..., pág. 22. Otra Real Cédula en el mismo sentido, fe-chada
a 14 de julio de 15%, menciona Alonso Luengo: Ishs Canarias. Es-tudio
geogrdfico-económico, Madrid, 1947, p8g. 120, Se conserva igualmente
un expediente sobre introducción en Santo Domingo de ochenta polizones
procedentes lde Canarias. Arch. Gen. de Indias. Indif. Gral., leg. 3115, cit. por
Morales Padrón: El desplamcmiento ..., pág. 18, nota 2. Cuando el embarque
se efectuaba en forma debida, todavía solfa ocurrir otra irregularidad. JZi
correspondiente registro no se enviaba a sev villa Con Precu~ncia hrihíz cpe
recordarles a los jueces de las islas \que cumpliesen con esta obligación.
Durante los años 1628-1640, por citar un caso concreto, no se atendió al
envío de dicha documentación. Peraza de Ayala: El régimen comercial ...,
páginas 64-65.
25 Morales Padrón: El despúazmiento ..., pág. 5; se basa en Diego rlc
i3ncina.s: Ceduhrio Indiano, Madrid, 1946. Ediciones 4Xitin-a HLphica
Reales Cédulas dadas en 1546 y 1569. Tomo iii, págs. 404, 405 y 408. Vease
también la Rean Cédula de 8 de agosto de 1558, de que se habla en la Real
Carta Ejecutoria del Consejo de Indias de 19 de junio de 1566. Arch. Cab.
Tenerife, libro 11 de Reales Cédulas, Oficio 1, fols. 97 y sgtes,, núm. 82.
quito fugitivo, impdsadas'por el terr,d, han traspuesto ya el ho-rizonte.
* * C
Pero la emigración canaria debidamente documentada y en
regla también ha sido muy superior a la que, por lo general, se
viene señalando. Desde los primeros tiempos de la conquista y
colonización americanas, la natural tendencia migratoria del ca-nario
se vió favorecida, unas veces por las necesidades de las
flotas, otras por el apoyo y estímulo de la Corona. Y así, rara
debió de ser la expedición que hiciera escala en Canarias rumbo
al Nuevo Mundo que no aumentase sus hombres con a l e n isleño. a
Una de las primeras en aprovechar los recursos humanos, todavia N
E
no muy- sobi~ntes, &: Ar&ipi&g=, &YiS & ser !a Nic~lás O
S
de Ovando. Hacía viaje a las Indias, en febrero de 1502, con una
-- m
O
flota, un aparato y un lujo que no había alcanzado, ni alcanzaría, E
E
2 Cristóbal Colón, cuando, quedando "ya poca mar de andar para -E
llegar a las islas de Canarla-dice R. Bartolomé de las Casas 26-
comenzó a venir un vendaval.. ., tan recio y desaforado, que causó 3
-
tan grande tormenta en la mar, que ninguno de todos 32 navíos
-
0
m
E
pensó escapar. Perdióse allí entonces una nao grande con 120 pa- O
sajeros, sin los marineros, según creo, llamada la Rábida Todos 5 n
los 31 navíos se desparcieron sin parar uno con otro. .. Final- -£
a
mente plugo a Dios que, a cabo de grandes peligros y trabajos, l
d
escaparon y se juntaron todos 31 navíos en la isla de La Comera; n
n
tomó en Gran Canaria otro navío para la gente que de allí quiso 3
O
acá venir, no me acuerdo por qué otras causas" 27. Análogo
awya ha!% er: e! Archipié!zgo ~zna_Piod, ns años después? la es-cuadra
de Alonso Quintero, que llevaba a bordo a Hernán Cor-tés
E igual la de Pedrarias en 1514: como sufriese grandes
26 Ob. cit., Iibro 11, cap. iii. En el mismo año, según parece, Alonso de
Oieda, en su segunda expedición a las Indias, vuelve a tocar en Canarias
y a tomar en ellas hombres y provisiones. =llares Torres, loc. cit.
27 Conñrma el suceso Viera y Clavijo, ob. cit., tomo 11, libro IX, capí-tu10
XXXV.
2s I W e m y Bonnet: *es fases. , pág 8.
104 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTIQOS
APORTACIÓN DE CANARIAS A LA POBUCION DE ARTERICA 15
averías y pérdida de dw naves al salir de Sanlucar, y tornase a
rehacerse, se dispuso que se adelantase en una carabela el maes-tre
Juan de Camargo a llevar al capitán Juan de Gorita a La
Gomera, con el encargo de alistar 50 isleños y fletar en las islas
otra nave para conducirlos. Así se hizo, y las dos naves se unie-ron
a la flota cuando pasó por el Archipiélago 29. Al año siguien-te,
la flota de Solís también tocó en Canarias para tomar pro-visiones
30.
Poco más tarde (1519), al marchar D. Lope de Sosa, que había
sido Gobernador de Gran Canaria, a sustituir a Pedrarias en e1
Gobierno de Castilla del Oro, las autoridades del Archipiélago re-cibieron
una Real Cédula en la que se les ordenaba que diesen
facilidades y ventajas al que quisiera incorporarse a la expe-dición
"'.
Por esta época, en Canarias, aparte de los embarques que se
efectuaban en las flotas que hacían escala en las islas, se inicia-ban
ya otros en expediciones que de ellas salían directamente.
Según refiere Solis 32, Hernán Cortés recibió aviso a fines de 1520
de que había dado fondo en Veracruz "un navío mercantil de
las Canarias, que traía cantidad considerable de arcabuces, pól-vora
y municiones de ,guerra, con tres caballos y algunos pasa-jeros,
cuya intención era vender estos géneros a los españoles
que andaban en aquellas conquistas". Y resuelto Cortés a apro-m
Colec. Muaox, LXXV, fs. 320-321. Los regidores de San Sebastián de
La Gomera suplieron a Juan de Gorita 109.880 mrs. de moneda de Canaria,
que equivalían a 82.380 de Castilla.
30 Eduardo Madero: Histo* dcZ puerto de Busmr _A_h-es (B~enn,s Aires,
19391, pág. 53.
31 La Reai Cédula está expedida en I3amelona el 30 de marzo de 1519.
A r a . Gen. de Indias. Panamá, leg. 233, lib. 1, fols. 225 v, al 226, cit. por
Pedro Alvarez Rubiano: Cont?-ibuciórra al estucl-io cEe la figura de Pedrarias
Dávila, cap. M, pág. 277. Publ. del Instituto Fernkndez de Oviedo, Madrid,
1944. En el Apéndice núm. 58 de esta obra. -1. 098, se incluye Red
Cédula dirigida tamMén a las autoridades de Canarias con órdenes en igual
sentido que la anterior; está fechada en Barcelona a 5 de julio del mismo año
y se encuentra. en A. G. I., Panamá, leg. 233, lib. 1, fols. 249 v. a 250.
12 Antonio Solis: Historiu de Nueva E8p&áa, iib. V, cap. IX.
vechar aquel providencial socorro, ordenó al Gobernador de Ve-racm
"que comprase las armas y las municiones en la mejor
forma que pudiese, y él lo ejecutó con tanta destreza ... que no
solamente le dieron a precio econ6mico lo que traían, pero se
fueron con el mismo comisario a militar en el ejército de Cortés,
el capitán y maestre del navío, con trece soldados españoles que
venían a buscar su fortuna en las Indias" ".
En 1526, al pasar por Canarias Francisco Xontejo, camino
de América, para la reducción del Yucatán, reclutó también en
las islas un nutrido grupo de hombres que se embarcaron en nave
canaria, equipada a expensas de los propios expedicionarios, con
víveres y munidones 34.
Dei paso por el Archipiélago de ia expedición de Ordás a Paria,
dice Juan de Castellanos en sus Elegias de varones ilustres de
Indias 35 :
Surgieron en las islas de Canaria,
para tomar allí mejor avío.
Besaron al Ordás luego las manos
Gaspar de Silva con sus dos hermanos.
Eran en Tenerife principales
de próspero caudal y rko traje;
al Ordás ofrecieron sus caudales,
sirviéndole con buen matalotaje.
33 En 1525, según Marrero, ob. cit., pág. 19, Luis de Anday hizo en
Tenerife y Gran Canaria un asiento para pasar a Indias que empezó con
12 hombres y lleg6 a reunir un número considerable.
34 Viera y Clavijo, ob. cit., tomo 11, lib. IX, cap. XXXV.-En el mismo
año de 1526 toc6 en la isla de La Palma la flota de Caboto, que tomó agua,
letia, carne, vino, etc. Y asimismo la expedición al mando del capitán ge-neral
Diego García. Madero, ob. cit., págs. 94 y 97. \
35 Parte primera: Elegía A la muerte de Diego de Ordás, canto 1. Da
la misma noticia Fernhdez de Oviedo, ob. cit., lib. WíV, cap. 11: "... llegó
a la isla de Tenerife, que es una de las de Canaria, y estuvo alií cuaisenta
y dos días, y compro otras dos carabelas e tomó otros doscientos hotn-bras
idefios, buena gente...". Estas dos naves y ot~as dos que Orüás ya
traía desde Sevilla salieron juntas de Tenerife, "e dexó allí otra caravela
con un capitán llamado Gaspar de Silva, para que fuesse tras de la armada
con más gente e bastimentos".
106' ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
APORTACI~N Di3 CAXARIAS A LA RIBLACION DE AMERICA 17
Y con doscientos hombres naturales
pro:mctieron de ir aquel viaje.
. . . . . . . . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Hicieron luego copia de soldados,
isleña gente suelta, bien granada,
que en peligros ocultos y patentes
salieron todos hombres excelentes.
Jerónimo de Hortal, nombrado para suceder en el gobierno
de Paria a Diego de Ordás, también hace la obligada escala en
Canarias y aumenta en ellas sus hombres. "Salió de Sevilla-dice
de él Herrera 36-c~n dos naos grandes y una carabela y llegó a
Canaria, donde se le junto nueva gente."
Surgieron en las islas de Canaria
a donde recogió gente novela,
y ,en Tenerife fué principalmente
donde se le ll,egó copia de gente.. .
repite Castellanos 37.
A estos años corresponden también dos noticias sobre otros
embarques en Canarias para Indias: En 1532, por Real Cédula
del 4 de julio, se autorizó al conquistador Pedro de Heredia para
sacar del Archipiélago hasta cien hombres voluntarios y los bas-timento~
38. Y el 20 de febrero de 1534 se expidió una Real Cé-dula
a favor de varios vecinos de la isla de La Palma que, al
pasar con sus mujeres e hijos a poblar en las Indias, habían sido
molestados con el pago de ciertos derechos por las cosas que Ile-vaban
39.
----
36 Herrera, ob. cit., Década V, lib. V, cap. Vi.
37 Castellanos, ob. cit.: ElegU a la muerte de HZerórcimO de Ortal,
canto 1.
38 Ernesto Restrepo Tirado: Datos pam la hgsto~ia & Cartagmu, en
"La Revista Contemporánea", segunda época, tomo 1, núm. 1 (Cartagena
de Indias, julio 1933), phg. 15; Morales Padrón: De.epZcbzami~to..,. pág. 3.
39 Arch. del antiguo Cabildo de Tenerife, hoy del Ayuntamiento de La
Laguna. Sobrecarta de 16 de febrero de 1536. Libro ,I de Provisiones, fo-lios
271-73.
Núm., 1 (19559
Más importante que todas estas aportaciones de hombres fué
la que las islas prestaron en 1535 a la expedición de don Pedro
de Mendoza con destino al Río de la Plata. Uegadas a las islas
las once naves de la armada, solicitó su jefe que Pedro de F+
nitez, sobrino del Adelantado Pedro de Lugo, le acompañase en
la expedición; y aquel valeroso caballero "no sólo abrazó la pro-puesta,
sino que también la hizo del gxsto de Miguel Lopez Ga-llego
y Alonso López, hijos de Lope Daya Gallego, conquistador
de Tenerife, a quienes siguió igualmente Francisco Benitea",
reputado por bravo y audaz. "Estos nobles aventureros" celebra-ron
dos escrituras de concierto con don Pedro de Mendoza: una .
en el puerto de Santa Cniz, el 21 de septiembre, y la otra el 13 a
de octubre, en ia viiia de ia Orotava. En cumplimiento de ias
O
mismas "levantaron en las islas tres compañías de soldados, fle- = m taron tres embarcaciones y se proveyeron de armas, municiones O
E
y caballos" 40. conocida es la fundación de Buenos Aires que hi- E
2
E cíeron estos expedicionarios y los aprietos y privaciones que en
eila pasaron. 3
Don Pedro de Lugo, el segundo Adelantado de Canarias, mo- e-m
vido por el ejemplo de su sobrino y arrastrado por aquella co- E
miente de conquistadores que constantemente pasaba por Cana- O
rias, resolvió tomar parte también en la gran empresa ameri-
E
cana. "Aquel mismo año de 1535 pasó a la corte y capituló con -
a
e? emperador la conquista de Tierra Firme de mar a. mar, a bar- -
loventu de Cartagena, todo a sus propias expensas y h j o de cier-tas
condiciones.. ." Y "para el cumplimiento de este asiento, apa- 3
O
rejó y armó una gruesa escuadra con 1.500 hombres de infante-ria
y doscientos caballos". De ellos sacó de Canarias ochocientos
vecinos nobles, que le siguieron en calidad de voluntarios, en dos
navíos de transporte 41.
40 Viera y Clavijo, ob. cit., tonlo II, lib. IX, cap. XJX; &ladero, ob. cit.,
páginas 137-138.
41 Viera y Clavijo, ob. cit., tomo 11, lib. IX, cap. L. Esta expedicióp
parti6 de Tenerife en 1536. Gran parte de la juventud se alistó bajo las
banderas del segundo Adelantado, y se cuenta que el famoso canario l3en-
108 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACION DE CANARIAS A LA POBLACION DE A&TJ%iCA .L9
Después de haber conquistado un extenso territorio y de
haber fundado numerosas poblaciones, murió D. Pedro de Lugo
' en 1539. Su hijo, Alonso Luis F'ernández de Lugo, que se hallaba
a la sazón en la Península, quiso renovar entonces las capitu-laciones
concernientes a los descubrimientos, y se dedicó a ade-lantarlos
con tal tesón "que tomó a su sueldo muchos capitanes
veteranos y soldados valientes de los ejércitos de Carlos V; pre-paró
todo género de armas y municiones; sacó de Tenerife, Palma
y demás islas un considerable número de hombres, todos de rnu-cha
cuenta, incluso deudos suyos; llevó artífices, simientes, ca-ballos,
ganados mayores y menores, etc." =.
La emigración canaria al acercarse la mitad del siglo ya había
&pjri_& n&gh!e f _ r ~ ~ ~ een im~ pi&z z ri_~iz. Asi p d e q r e n d ~d e
la carta que el 10 de febrero de 1545 envió la Audiencia de Santo
Domingo al Consejo de Indias. Decían en ella los oidores que "de
España ya apenas vienen navíos sino de año en año.. . [por miedo
a los piratas], y peor fuera si no por los socorros de Canarias,
a cuyos maestres aquí halagamos y en Sevilla maltratan" 42 '.
La mayor parte de todo este contingente de canarios que en,
la primera mitad del siglo XVI pasó a1 Nuevo Mundo debió de
estar integrada por marineros y soldados, gente esforzada de lu-cha
y conquista. Mas en parte no despreciable pasaron también
taguaire envió dos de sus hijos, y que, para despacharlos con decoro, vendió
cuatro cahices de tierra que le habían tocado en d repartimiento de Ca-naria.
Bonnet, ob. cit., pág. 13. Los principales caudillos de D. Pedro fueron
su primogénito D. Alonso, su sobrino D. Francisco Baamonde de Lugo,
D. Alonso Benitez de las Cuevas. Viera y Clavijo, loc. cit.
42 Viera y Clavijo, ob. cit., tomo 11, lib. IX, cap. LII. En 1538 había
hecho escala en las islas la flota con que Hernando de Soto se dirigía a la
conquista & la ETnrida, exp~di~idn !2 ga1 =e b-cn-wrb D.* Lecngy CI_e
Bobadilla, hija de Guill6n Peraza. Fué entregada como dama a D.L Isabel
de Bobadilla, mujer del Adelantado Soto y pariente de dicha joven. Tomás
Felipe Camacho: Epílogo a Millares Torres: Historio gen. i s b Canarias, 1
ed. citada, pág. 530.
42 ' Cwbc. Muízox, tomo TXXXiV, fol. 69.
20 JO& PÉREZ VWAL
agricultores, artesanos, hombres de paz y miento. Desde muy
pronto, en Canarias se recibe de América la especial y reiterada
demanda de cierta clase de trabajadores.
En 1519, cuando D. Lope de Sosa se disponía a marchar a
las Indias, recibió, de parte de Carlos V, el encargo de facilitar
la marcha de maestros y oficiales azucareros canarios a la Espa-ñola.
''lSoy informado-le dice el Emperador-que en esas Islas
de Canarias hay hartos maestros e oficiales que irían a dicha
Isla, sino que algunas personas ponen en ello impedimento, e por-que
vos.. . podréis mucho hacer en atraer a los dichos maestros
e oficiales e podréis de camino (pues habéis de tocar en la dicha
Isla) llevarlos a ella.. . yo vos mando e encargo.. . procuréis por
todas las vías que pudiéredes que a la dicha Isla vayan los maes-tras
e oficiales que se pueda"
Primero se había llevado la caña de azúcar de Canarias a
América; después, como se ve, se lleva la técnica azucarera. Y
el primer trapiche que funciona en el Nuevo Mundo, un trapiche
de caballos, instalado por orden del bachiller Velosa, o Vellosa,
en la ribera del río Ni,gua 44, construido fué y dirigido por maes-tros
y oficiales canarios.
El cultivo de la caña se va introduciendo y fomentando en
las demás islas antillanas, pero en todas se tropieza con dificul-tades
que el esfuerzo privado no puede superar: la instalación y
funcionamiento de los ingenios son muy costosos. Y como siem-pre
en casos tales, los colonos ponen toda su esperanza en la
ayuda oficial.
A solicitarla para los de Puerto Rico hace viaje a. España,
con carácter de procurador insuiar, el alcaide ordinario 3üan ds
Castellanos. Y realizadas con éxito las oportunas gestiones, en
1536 regresa a la isla con el nombramiento de tesorero y auto-rización
para prestar hasta 4.000 pesos a quienes quisieran fun-
43 Antonio Rumeu de A m s : Piratertus y a&aques 4wuaZes mntm
las I s h Canarim ,(Madrid, 1947-1950), 1, pág. 285.
44 Fernández de Oviedo, ob. cit., lib. IV, cap. VIII, y lib. VIII, capí-tulo
1, 5 XI; Las Casas, ob. cit., p&g. 274.
110 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS-
AWRTAC16N DE CANARIAS A LA POBLACION DE &RICA 21'
dar cuatro ingenios 4" Además de esta importante ayuda, @as-tellanos
consigue, según Navarro Tomás 46, que pasen a Puerto
Rico "cincuenta familias de labradores, probablemente canarios,
acostumbrados al cultivo de la caña. No es de pensar que esa
masa de gente procediera de las limitadas comarcas en que se
criaba dicha planta en Granada, Málaga y Almería, comarcas que
por aquel tiempo se ocupaban también de su propia repoblación".
Refuerza esta suposicih de Navarro Tomás el precedente, que
ya hemos visto, de la intervención de los maestros de azúcar
canarios en la Española, y la petición que todavía treinta años
más tarde se hace desde Puerto Rico del mismo personal espe-cializado:
En 1569 una real disposición autoriza a Manuel de
allanes a llevar desde Canarias a aquella isla dos maestros de
azCem, dus. cqiiiitems, dos herreros y dos caldereros, todos para
que atiendan los ingenios portorriqueños. Mediante fianza se
comprometían a permanecer en la isla durante un tiempo mínima
de seis años 47.
Excepto este último grupo de isleños contratados pcr Manuel
de Illanes, todos los demás que llevamos anotados pasaron a tie-rras
americanas en la primera mitad del siglo m. En total, no
constituyen una masa muy considerable de conquistadores y po-bladores.
Pero, indudablemente, resulta muy superior a las in-significantes
aportaciones canarias a la población americana que
aparecen registradas, como se ha visto, en los trabajos de cuan-tos
han intentado valorar la contribución de cada región a aque-lla
labor pobladora de las nuevas tierras.
Muy pronto, en la segunda mitad del mismo siglo, la finali-dad
y la clase de los emigrantes canarios a Amkrica; experimen-
45 Brau: Hist. Pto. ñico, 76.
46 Tomás Navarro Tomás: El español en Puerro Rico. Contribución a
la geogmfia Zi~gÜ'istica h/ispanowrnericnncc. Ed. Univ.' Río Piedras, 1948.
47 Arch. Gen. Indias. indiferente gen,eral, leg. 3089.
tarán un cambio muy notable. Disminuirá entre ellos la propor-ción
de soldados, aventureros y hombres de choque, y aumentará
considerablemente la de colonos, fundadores y gente estable.
Comenzará la salida en masa, en bloques de familias. "El des-arraigo
de esta gente isleña, ordenado por la Corona, obedecía
-explica Morales Padrón 4s-a otro fenómeno sociológico que se
desarrollaba en Indias : la despoblación de las islas antillanas. La
atracción del continente era demasiado fuerte para los que vivían
en las islas del Caribe." Estas se iban a repoblar a costa de la
despoblación de las Canarias.
Al reglamentarse esta e,migración isleña, se toma, en general,
como base, el traslado de familias de agricultores, a las que se a
N
les ofrecen Útiles de labranza y, en algunos casos, materiales E
para edificar viviendas y fundar nuevas poblaci~iies. o - El primer contingente de familias alistado en estas condi- -
m
O
E ciones salió con destino a Santo Domingo 48 *. Igual que a esta isla E 2
habían ido las primeras aportaciones canarias de plantas y ani- -E
males, y de marineros, soldados y artesanos, fueron después las 3
primeras familias isleñas emigradas en masa. Desde ñnales de --
la primera mitad del XVI empezó a ajustarse y contratarse esta 0 m
E
emigración. El 12 de septiembre de 1545 se firmó en Madrid una U
capitulación con Francisco de Uesa, vecino de Canarias, para z
hacer un pueblo en el lugar de Monte-Cristo de la isla Española. B-E
Se le obligaba a llevar a su mujer e hijos, y más de 30 vecinos l -
casados, y a cambio se le concedía el cargo de Gobernador vi- --
talicio sin salario y autoridad para repartir tierras y solares de O3
caballerías, facultad para nombrar los oficios, llevar esclavos,
alguacil mayor vitaiicio, etc. 4s.
Años más tarde, la isla Española, al solicitar el envío de nue-
*8 En El degplazam&nto ..., pág. 3.
48 Si ,se exceptiía la autorización de cincuenta familias para Puerto
Rico de que habla Navarro Tomás.
49 CoZecci6~ de docwmentos indditos rebtivos al &scubri.nie%to, con-quista
y cololUixaci6n. de las posesiolzes espafiolas m América y OceanZa,
Madrid, 1864-1884, tomo XXXII, págs. 110-117.
112 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
APORTACIÓN DE CANARIAS A LA POBLACIdN DE AMÉRICA 23
vos colonos para remediar su despoblación, justificaba ésta por la
mucha gente que había salido en defensa del licenciado Gasca,
obispo de Palencia. El apoderado de la isla, Baltasar García, so-licitó
entonces que se autorizase a pasar a ella todo el que qui-siere,
salvando las disposiciones existentes, lo que le fué conce-dido
por Real Cédula de 29 de abril de 1555, en la que se hizo
constar que quedaban excluídas las personas prohibidas y que
era obiigación de los pobladores ir directamente a la isla, y per-manecer
en ella por lo menos seis años, bajo pena de cien mil
maravedies 50.
Al mismo Baltasar Garcia se le concedió, por Cédula del 15
de octubre de 1558, que pudiese sacar de La Gomera cien per-sonas,
casadas y solteras 5f. Esta disposición tenia como prece-dente
inmediato otra Real Cédula, firmada en Valladolid el 3 del
mismo mes, en la que se autorizaba, con carácter general, llevar
gente casada de Canarias a Santo Domingo.
Al amparo de estas disposiciones, pasaron las personas y las
mercaderías autorizadas y, además, ias mercaderías y las persü-nas
prohibidas. Recuérdense las Reales Cédulas de 4 y 16 de sep-tiembre
de 1560, en las que se ordenaba a las autoridades de la
isla de La Gomera que pusieran remedio a tales abusos " '. Como
éstos continuaron, Felipe II dictó en 1572 otra disposición que,
con otra finalidad aparente, no se proponía en el fondo sino cor-tar
aquellas irregularidades : Los navíos canarios no podrían en
adelante navegar sueltos, sino en compañía de las flotas, para se-guridad
propia--decía-contra los piratas; pero el oculto propó-f
imn nnnnr +rnhas U! ~ c m e r c&i ~n& &inc y eyitlr la &pre- UlbV UIU y"""' " A Y "
ciación que sufrían los vinos y frutos de la metrópoli cuando a
la llegada de la flota se hallaba el mercado saturado por el trá-fico
de los navíos sueltos del Archipiélago. Como prueba de la
importancia de este comercio de los canarios con América bastará
so Arch. Cab. .TenerS,e, lib. 11 de Provisiones, núm. 14, fok: 18-19. . -
a l Arch. Cab. Tenerife, . leg. R.-VI, núm. 9.
51 * VBage nuestra nota 24.
24 JOSÉ P~ ~RFZV IDAL
consignar, como hace Rumeu de Armas "*, que hubo aííos en que
pasó de treinta el número de los barcos que, solameiite cargados
de vinos, se registraron en los Juzgados para zarpar con tal di-rección.
Y como confirmación del carácter clandestino que tenia
gran parte de este comercio, será suficiente reproducir las pala-bras
del tratadista norteamericano Clarence H. Haring ***: "La
situación favorable de Canarias-dice-como base para el co-mercio
de contrabando convirtió las islas en fuente perenne de
enfado para las autoridades de España. Desde que se instituyeron
los jueces residentes.. . la Casa formuló un diluvio de quejas por
las irregularidades cometidas."
Desde mediados del siglo xw, pues, la emigración isleña a In-dias
debió de ser cuantiosa. Así 10 hace siqoner, además, el es-crito
que el Juez de Gran Canaria, Pedro de Escobar, alarmado
de la despoblación de la isla, dirige a Felipe 11. El ve con intran-quilidad
que la isla se queda desierta e indefensa frente a los
"navios de luteranos y otros enemigos" y pide, y consigue, que
el rey prohiUa en i574 ia salida de los vecinos 52.
La emigración en e2 &Zo XVIZ.
A pesar de la prohibicibn, la evasión de canarios debió de
continuar. Canarias había dado a las Indias, con generoso des-prendimiento,
la cañ,a de azúcar y maestros y oficiales para sus
ingenios, y en pocos años estaba viendo cómo la avasalladora com-ptencia
del aziicar americano arruinaba los tres emporios amca-reros
insulares de Sicilia, la Madera y las mismas Canarias 53. De
51 ** Ob. czt., 1, pkg. 3%.
51 *** En Comercio y nuvegación. entrc Espaízn y Zas Indias. Mejico,
1939, pág 24.
52 n-...---
J M I G I I ~ ~ . Cetiuiiir-io, tomo IiI, pág. 223.
53 En crisis la industria azucarera de Canarias, y sometido a fuertes
trabas el comercio de las islas con Amkrica, quedabale al Archipiélago una
importante fuente de riqueza: sus vinos. Mas también ésta sufre un gran
quebranto. La sublevación e independencia de Portugal y la guerra con
114 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APOKTACI6N DE CANARIAS A LA POBLACI~N DE AM~~RICA 25
la Madera se inició una intensa emigración hacia el Brasil '". P de
Canarias escapaba todo el mundo a resarcirse de la ruina en las
tierras más ricas y prometedoras del Nuevo Mundo. En conse-cuencia,
las disposiciones que prohibían la salida se repitieron
en diversas ocasiones. En 1635-9 de diciembre-se dirige una
Real Cédula al Juez de Registro de Tenerife, en que se le ordena
que impida la salida de gente, que ocasiona la despoblación de
las Islas y satura las Indias de gente vagabunda jí. En otra Real
Cédula, de 1647, se dice al mismo Juez del Registro de la isla
de Tenerife "que se tiene por cierto ser más los naturales della
que residen en aquellas Provincias [las Indias] que los que ha-bitan
en esa isla" ".
A psar de todo, la emigración continua. Es más, ponto más
bien aumenta. La Corona suspende las medidas prohibitivas y
ofrece apoyo y ayuda a los emigrantes. Había surgido un nuevo
problema en las Indias: elementos extranjeros, infiltrados y ra-dicados
dentro de las colonias españolas, estaban adquiriendo
una iiifiueiicia. era pyCiUO cust'.ps+&r ese mrga-zador
movimiento. Una de las medidas que se adoptaron para
atajar el mal consistió en fomentar la emigración. Y con ella,
como era natural, la canaria En consecuencia, a fines del si-
Inglaterra desvían hacia la Madera la demanda extranjera de los vinos
canarias. La venta de éstos encuentra asimismo en América crecientes difi-cultades
a causa de la abundancia cada día mayor del aguardiente de caña.
59 Duarte Leite: O surto &S q ú c u ~ e sn a Hadeira, en "Indzístria por-tuguesa",
Lisboa, núm. 1413 (octubre 1939), pág. 21.
5s A. G. 1. Indiferemte general, leg. 3089, lib. 111, fol. 121, cit. por MO-rales
Padrón: El deapZa;zamzento.. , pag. 6.
56 A. G. 1. Indiferente general, leg. 3089, lib. lII, fol. 137.
57 En algunos casos se piden colonos canarios expresamente. Un ejem-plo:
en 1659, en camino de perderse ya Jamaica, andaba por Madrid Ir'ran-cisco
de Leilva arbitrando medios para evitar la pérdida de la isla, y no
consideraba "nada mejor que una armada despachada de la Península, car-gada
de gentes que han de ser de trnbago y provecño como io es ia & iay
Canarias". F. Morales Padrón: Jamaica espWioZa (Sevilla, 1952), pág. 373.
No habían dejado de dirigirse a la Corona desde Canarias peticiones de
autorización de embarque de emigrantes para Indias. El diputado del Ca-bildo
de Tenerife en la Corte, D. Juan de Castillo y Mesa, había solicitado
26 J O S ~PE REZ VIDAL
glo XVII una notable corriente migratoria de isleños se dirige a
Cumaná, Campeche, Antillas Mayores, Florida, Venezuela, etc.
En 1681 salieron de Tenerife numerosas familias para Cu-maná.
La capital de la isla contribuyó con la mayor parte: 54 fa-milias.
Seguían, en orden de aportación, Tacoronte, con 17; Te-gueste,
con 14; el Sauzal, con 13; Santa Ursula, con tres, y Ta-ganana,
con una familia". El mismo año abandonan las islas
y marchan a Campeche 28 familias, de dos a seis individuos cada
una Otra expedición de 158 personas (31 familias, más tres
personas) sale al año siguiente de la Orotava para Cumaná. Junto
con ellos salieron 77 soldados con rumbo a Yucatán y San Fran-cisco
de Cmpeche 60. Y en el mismo año de 1682, y también de
Tenerife, emigran diez familias a Santo Domingo y seis a
Cuba 61.
"Dos años después los dominicanos piden urgentemente una
mayor cantidad de pobladores para conjurar la infiltración ex-tranjera.
Así como en 1518 y 1520 instaron para que se permi-
. , +;are 1" ami-nrnn A- rrnnr\rrnnn- v r Frin.-.nfinrin nn- ril Gn Ari lln-nlr
r i b L a r m i.r-iiiigr abivu u- ~ G I ~ U V G J Cy ~ I L ~ L L C I C ~ ~CG.UL~I GL 1111 UG L L G l L a L
ltas tierras despobladas, ahora claman por canarios para neutra-lizar
el peligro que significan los franceses situados al N. ,O. de
del rey que se permitiese aj dicha isla ,enviar diez familias a Santo Domhgo,
cada período de diez años, merced que manifiesta se había venido gestio-nando
,por el con .anterioridad,, ante el Consejo de indias. Provisión
de 28 de marzo de 1672. Arch. Aud. Can Libro 111 de Ordenes, fol. 150.-E1
capitán general D. JerQnimo de Benavente y Quiííones había también pro-puesto
al rey, afios atrás, sacar ae Canarias y emiar a las indias gente
para -guarnecer estos tenilt.'riosj y famili- en nihn~rod e ~ c h ~ ~ i e n tpa~s r, a
poblar a Santo Domingo, por haber muchas personas pobres y faltas de
sustento. En su consecuencia, se dictó 18 R. C. de 6 de mayo de 1663, al
. objeto de que informase el Consejo de Indias sobre el particular. Arch. Cab.
Tenerse. R. Xm, núm. 37. Véase tambihn Peraza de Ayala, ob. cit., pági-nas
78-79.
58 A. G. 1. indif, Gral., kg. 3098 Cit: .p'r MoraJes P-ri_rhr El dmpln-zain1.~
to.,. . pág. 8.
59 Ibádsm, pAg. 7.
60 Ibidem, pág. 8.
61 Ioídem, págs. 8 y 9.
$16 ANUARIO DE 'ESTUDIOS ATLANTLCOS
APORTACIÓN DE CANARIAS A LA WBL4CIÓN DE AMERICA 27
la isla. Urge su envío, y por si la Corona se detiene a hacer
eálculos de los gastos que pueden ocasionar los emigrantes, los
dominicanos aclaran que nada le costará a la Real Hacienda por-que
durante seis meses se alojarán en casa de los vecinos" 6'.
Como consecuencia, en 1684 salen cien familias canarias rumbo
a Santo Domiqgo. Al añio siguiente embarca en Tenerife otra
expedición con el mismo destino. Está integrada por agriculto-res
y va a fundar la colonia de San Carlos r'.
Esta transfusión de sangre canaria a América no cesa. En
mayo de 1686 el Consejo de Indias decide que se remitan al Nuevo
Mundo 150 familias canarias. Y con tal fin se cursan órdenes al
Gobernador D. Francisco Bernardo Barahona para que utilice las
rentar: reales para efectuar el reclutamiento y embarque. Pero
la gente dispuesta a emigrar ya no abunda. Y el n��mero de fa-milias
alistadas se reduce a 50 l(30 para Santo Domingo y 20 para
Santiago de Cuba) "".
A todas estas causas de trasiego de canarios a Indias se sumó
&sde 1678 Una füerte eondicih iri?pws+a u! Archipiélago para
permitirle comerciar con el Nuevo Mundo: tenia que embarcar
con destino a la provincia que se ordenase cinco familias por cada
cien toneladas que se exportaran de productos propios. Esta obli-gación
fué considerada muy gravosa, especialmente por el grado
en que les era exigida. Y en 1696 las islas acuden al rey con
la petición de que las exima de ella. Hacen constar en su peti-ción
el número de personas que ha salido y el que se propone llevar
para Puerto Rico el gobernador electo de esta isla, D. Juan Fran-co
de Medina; el tercio de mil hombres que habían puesto en
Flandes, en 1693; los años malos que atravesaba el país, a causa
de las cortas cosechas de 1691 y 1692 y de la epidemia de viruela
de 1694. Pero el real despacho de 1697, al prorrogar la licencia,
conserva en su totalidad el citado gravamen, con ia Única mo-
Uificacih de que para el envio cle familias sp señala ahora de
62 Ibidem, págs. 9-10.
63 Marrero, ob. cit., pág. 27.
64 Morales Padrón: EE despiazuiimiea Do..., pá.g. 10.
28 JOSÉ PÉREZ VIDAL
un modo preciso a la isla de Santo Domingo, extremo que se
mantiene en el Reglamento de 1718 b'.
. Si en alguna ocasión resultaba imposible embarcar tantas fa-milias,
el dueño del Registro tenía que pagar 1.000 reales de la
moneda corriente en las islas por cada una que se dejaba de
llevar, cantidad que se destinaba al dueño de otro Registro que
las condujese. A pesar de obligar tan estrechamente a los expor-tadores
canarios, estas disposiciones no produjeron todos los re-sultados
que se esperaban. A los posibles emigrantes no les sa-tisfacían
seguramente las condiciones en que tenían que mar-char
GG.
Las grandes emigraciones del siglo XVZZI.
En Santo Domingo, en tanto, se notaba cada día más la falta
de incremento de la población agrícola. La amenaza francesa, a
medida que avanzaba el siglo XVIII, crecía y se hacía cada vez
Peraza de AyaJa, ob. cit., phgs. 78-79.-Antonio Sánchez Valverde:
Idea ,del valor de Za isla Espafiola. Ed. Biblioteca Dominicana. Ciudad' Tru-jillo,
1947, pág. 130, dice que "Ja miseria y la desipoblación en que se hallaba
la Española :por'los &os de 1700 anunciaban una pronta pérdida de toda ella
para Espana". La población de la isla, a fines del primer cuarto de siglo,
no pasaba de 6.000 habitantes, comprendidos los 3.050 hombres de armas
de gente miliciana, 400 veteranos y arreglados de guarnición. De los pue-blos
antiguos apenas había vestigio, y entre los que quedaban ninguno
había con más de quinientos vecinos.
" A n t e la ,dificultad que en más de una ocasión debió de haber ,para re-unir
el necesario número de verdaderas familias que quisiesen pasar a l e
Indias en las condiciones &ipu!aries, pgrece cge se ~r c~Yia6 uim~!ar!us
con aventureros de uno y otro sexo. Así se desprende de una Real Cédula
dirigida en 1741 al Juez de Comercio de las Indias, en la que se dice que
las familias que en adelante se envíen a la isla de Santo Domingo "sean
bien alojadas, tratadas y asistidas durante el viaje, y de la buena calidad
que se requiere para la agricultura y defensa del país, y no como las que
llev6 en el año de 1737 a la misma, Gh Espa.iic!q cc!mpi?rstuu de muy ~ c c s
hombres labradores y la mayor parte de gente vagabunda y delincuente y
de mujeres viciosas y solteras sin formalidad de iramilias". R. C. 'dada en
el Buen Retiro el l." de diciembre de 1741. A. G. 1. Santo Domingo, leg. 1020.
Cit. por Morales Padrón: Colowoa. .., pág. 403.
118 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACIÓK DE CANARIAS A LA POBLACIBN DE AMERICA 29.
más inquietante. Llegó un momento en que el gobernador de la
isla, D. Pedro de Zorrilla, creyó necesario hacerle presente al rey
el inquietante peligro. Sólo una proporcionada poblaci��n podría
atajarlo, ya que no eliminarlo 67.
Como consecuencia de esta petición o de otra análoga, se mo-dificaron
y mejoraron las condiciones para el traslado y asen-tamiento
de familias canarias. A cada emigrante se le daría en
lo sucesivo un doblón de a cuatro escudos de plata; a cada fa-milia
se le entregarían dos azadas, dos hachas y una barra de
hierro, y a cada cincuenta familias se les proporcionarían doe-cientas
libras de hierro y cincuenta de acero para construir ma-chetes
y otros objetos necesarios. Además de todo esto, se les re-partirían,
como era natural, tierras para solares y ponías jun-tamente
con semillas y ganado de vientre ". En esias c01idici0-
nes ya se trasladaron a Santo Domingo numerosas familias ' l.
"Por parecidas razones que en Santo Domingo, se encauza la
emigración a la Florida. Desde la primera mitad del siglo XVIII
el peligro inglés se deja sentir obre la posesión española. Para
contrarrestar el riesgo, se piden 200 familias gallegas, pero las
autoridades de la región galaica respondieron que, a pesar de
las excesivas ventajas que se les ofrecen, no embarcará ninguno
"por amor que a su patria tienen aquellos naturales contentos
con su miseria". Entonces fué cuando se pensó en Canarias. In-mediatamente
se hicieron presupuestos y se ordenó que anual-mente
salieran 50 familias hacia la Florida durante diez años.
Se conciertan y conceden, como siempre, condiciones y privile-gios.
A los colonos se les exige que los padres no puedan tener
6; Carta al rey de D. Pedro de Zorrilla, Gohcrnador de la Española.
Santo Domingo, 18 de octubre de 1741. A. G. 1. Santo Domingo, leg. 1020.
Cit. por Morales Padrón: El despla.?amieltto.. ., pág. 12.
Real Cédula dada en el Buen Retiro el 1." de diciembre de 3741.
A. G. I., Santo Domingo, leg. 1020.
El 21 de agosto de 1764 se dictó una Orden en que este envio dc
familias a Santo Domingo era suspendido. Hay copia en el Archivo IVíuni-cipal
de La Laguna según el Catálogo publicado por Leopoldo de la Rom
Olivera en "Revista de Historia", tomo X (1944), pág. 178.
Núm. 1 (1955) 119
más de cuarenta años ni menos de dieciocho; desembarcarán en
el puerto de San Agustín, desde donde se les llevará hacia las
nuevas instalaciones. La Corona se comprometía a proporcionar-les
tierras, dos vacas, una puerca de vientre, cinco gallinas y
un gallo, ,un caballo y una yegua, y todas las semillas necesarias
para una primera cosecha o para una segunda si la primera se
Iiaalo,graba. Durante los primeros años sc les autorizaba, además,
a comerciar libremente con el resto de las Indias; sin que los
frutos que obtuvieran en sus tierras estuvieran obligados a pa-gar
derechos. Era la misma política iniciada a principios del si-glo
XVI. Las circunstancias obligaban a la Corona en aquel en-tonces
a la remisión de pobladores-agricultores como elemento a N
básico de la colonización y ahora, además, para neutralizar una E
penetración extraña. O
n--
El desplazamiento a la Florida se va a efectuar siguiendo una m
O
E
nueva modalidad: a través de la llamada "Compañia de la Haba- s£
na". Por una Real Cédula de 18 de diciembre de 1740 se creaba -E
esta Sociedad. Nacía con la condición-capítulo XXX-de trans- 3
portar a la Florida familias canarias. Para ello la empresa dis- - -
0
ponía de dos barcos que anualmente recogerían en Santa Cruz m
E
de Tenerife las cincuenta familias fijadas. De la capital tiner- O
feña habrían de llevarlas hasta el puerto de San Agustín, donde n
E terminaba la misión de la Compañia. Pero no sólo se limitaba a -
a
esto el papel de la tal corporación. A cargo de ella estaba el su- 2
n
ministro a los nuevos colonos de los utensilios para la labranza, n
además de darles el alimento necesario durante el viaje y 150 pe- 3
O
sos, dos campanas, dos copones, dos misales y ornamentos nece-sarios
de cuito para cada cincuenta familias.
Esta ventaja concedida a la Compañía de la Habana iba a
ocasionar malestar entre los isleños. Descontento que se tradujo
en el reducido número de gente que se alistó para embarcar. Pre-ferían
marchar para Caracas o la Habana.
Sin embargo, la emigración fué encauzada hacia donde la Co-rona
deseaba: hacia la Florida. En 1757 salen 42 familias en dos
navíos. Dos meses después se embarcaron 73 familias y al año
120 ANUARIO DE ESTGDIOS ATLANTICOS
siguiente van 36. No hay duda que fueron muchas más las que
emigraron con este destino.
Y, sin embargo, las islas no habían remitido en 1765 el total
del compromiso contraído en 1718. En los cuarenta y siete años
que promediaron entre ambas fechas habían embarcado 984 fa-milias
más dos personas, siendo así que debían de haber salido
2.350 familias (11.750 personas). Así se manifestaba el rey, or-denando
al mismo tiempo que sin excusa alguna se despacharan
anualmente las 50 familicas debidas" ".
Las 984 familias más dos personas indicadas, equivalentes a
un total de 4.909 personas, se habían distribuído de la forma si-guiente:
21207 personas a Santo Domingo, 785 a Puerto Rico,
707 a Florida, 250 a Buenos Aires, 250 a la Guaira, 189 a Ma-racaibo,
162 a Texas y Nueva Filipinas, 149 a Villa de Vacalar,
en Carnpeche; 97 a Montevideo y 13 a Trinidad. De cien fami-lias
no se indica el destino 'l.
a----
70 Morales Padrón: El ciesplaxanzienlo. .., págs. 15-17. Se funda en los
siguientes documentos: Plan de 18s gastos que ocasionaron 50 familias re-mitidas
a Florida, en consulta del Consejo, 19 de julio de 1739. A. G. 1.
Santo Domingo, leg. 1020.-Real Cédula al Juez del Registro de Gran Ca-naria.
Buen Retiro, l de diciembre de 1741. A. G. 1. Indif. Gral., leg. 3093.-
Real Cédula, Buen Retiro, 1 de diciembre de 1741. A. G. 1. Santo Domingo,
leg. 1020.-Relación de familias que salen hacia In Florida desde Canarias
en el navío "Nuestra Setíora de la Soledad". A. G. 1. inüif. Gral., leg. 30%-
Certificado del ~scribano público D. Bernardo José Uquo y Freire. Santa
. Cruz de Tenerse, 20 de septiembre de 1757. A. G. 1. Indif. Gral., leg. 3103.-
Carta de D. Bartolomé Casabuena a D. Julián de Arriaga. Santa Cruz de
Tenerife, 6 de junio de 1758. A. G. 1. Indif. Gral., kg. 3103.-R. C. a don
Bartolom6 Casabuena. Sin fecha. A. G. 1. Santo Domingo, leg. 1020.
71 A. G. 1. Santo Domingo, leg. 1020. Cit. por Morales Padrón: El des-plazamiento...-
Según Fr. Cipriano de Utrera, que se funda en el mismo
legajo, la cifra de canarios llegados a Santo Domingo fué un poco mayor.
En dicho tiempo-1720-1764-, dice, "llegaron a Santo Domingo justamente
cuarenta barcos con un total de 483 familias, todas de cinco individuos,
salvo 20 familias que pasaron de dicho número". Cfr. nota 172 a Sánchez
Valverde, ob. cit. Sobre socorro a 50 familias que marchaban a Puerto Rico,
en 1720, véase Leopoldo de la Rosa Olivera: Catdogo del Archkdo Muni-cipal
de La Laguna, en "Revista de Historia", tomo. X (1944), pág. 178.
Eln -te mismo Archivo se conserva una Concesión de registro de 250 to-
MAPA DE LAS¡ PRINCIPALES EMIGRACIONES
CANARIAS A AMERICA
+ Emigra~ciones en el s i g l o XvI
O - ,, XVII
A 11 XVIII
A 0 ,a N If XIX
A todos estos puntos de destino del emigrante isleño vino a
sumarse poco después uno nuevo : La Luisiana. Millares Torres,
en su Historia genmal de las Islas Canarias, dice que "por 1778
salen de las Canarias varias expediciones con el objeto de poblar
la Luisiana, recientemente cedida a Espana, en cuyas lejanas
costas fueron a establecerse más de 4.000 canarios, llevando alli
sus usos y costumbres" 72. La cifra parece de pronto algo exage-rada,
pero una ligera y rápida comprobación demuestra, por lo
menos, que la emigración fué importante.
Dióse la coincidencia de que se encontraba en Canarias, con
el cargo de Teniente del Rey, D. Matías de Gálvez, padre de don
Bernardo de Gálvez, Coronel y Gobernador de La Luisiana. Y fui
precisamente este D. Matías quien, el 18 de octubre de 177"a,. re-cibió
la orden de reclutar un batallón para aquel país que su hijo
gobernaba. Tropezó primero con la oposición del Comandante,
que dijo que no permitiría que los Gálvez hicieran su fortuna
a cuenta del rey, ni libraría dinero de la Tesorería a este fin.
Pero, &s~E&,U PICOE~f~axS; arab!e zc~gidae n el Cabildo, que "iio
tuvo por perjudicial que se levantase dicho batallón para la
Luisiana" 73.
Sobre la llegada de algunos de estos hombres a la nueva co-lonia
se lee lo siguiente en la ReZación de 7a campañu quc hixo
don Ber~zardo de Grilvex, contra los ingleses, en Zn L~cisiatza. Sep-tiembre
del año 1779:
" ... llamó a junta a todos los jefes y capitanes de su guar-neludau
para %enos Aires cün ia misma conciicicin de las cinco familias
por cada cien toneladas y veinte más al año, pagando la R. Hacienda 150
pesos por familia al dueño del barco. Loc. cit., pág. 181.
72 Cfr. Ed. de Las Palmas, 1394, tomo VI, pags. 220-221.
. 73 M~morim de D. Lope Antonio de la Guerra y Peña, en "El Xuseo
Canario", Las Palmas de ,Gran Canaria, XI, núms. 33-36 (1950), pág. 185.
Dm M~tirw tUvs yUe emhi*car eii abrii dei &o siguiente, comisionado por
el rey para examinar el sitio en que se "debía fundar la niieva ciudad de
Guatemala por haberse hundido (sic) la antigua el año 1773", y dejó a
D. Andrés Amat de Tortosa el encargo de cuidar de la recluta del batallón
para la Luisiana. IMdent, pág. 208.
nición, y habiéndoles presentado los planos de esta provincia,
con las más exactas noticias de las fuerzas que los ingleses tenían
en el río, que pasaban de S00 hombres de tropa veterana, y con
el conocimiento de que las que ocupaban por nosotros llegaban
a 500; los 330 reclutas acabados de llegar de Canarias y de Mé-jico,
se resolvió que, si no venía algún refuerzo de la Habana,
era menester fortificarse en la villa" 7z.
Aunque no contienen datos concretos sobre la emigración ca-naria
a La Luisiana, resultan bastante expresivas sobre la im-portancia
de esta emigración las Reflexiortes poMticm sobre el
estado actual de la provincia de la Lmkiarzn, por Martín Navarro
(1782) ?j: "Con ciento y veinte pesos-dice---se puede establecer
una familiz. pobre, comprendido el gasto de'dos años de víveres,
y no consumirá el Rey las sumas inmensas que está costeando
a las actuales que han venido de las islas Canarias y Málaga.
Una contrata de mil familias alemanas, casadas y de buena
robustez, a cualquiera costo serían baratas; no faltarían contra-
L~: _Ai^ s q~Uea p~or !a. via. de Hdandu !as facilitasen de aquellos países
inmediatos.. ., permitiendo, por exemplo, un número de navíos, a
tantos hombres por tonelada conforme a las convenciones más
adaptables, sin necesidad de despojar las Canarias, Útiles a otros
fines."
La emigración canaria a La Luisiana no cabe duda que fue
importante 76.
Antes de examinar la emigración canaria a Cuba y a Vene-zuela,
paises que van a absorberla casi en su totalidad durante
74 En Docume$ztos históricos de La Florirla ?J La hisia.na. SigZ0.s X v I
al XVIII, publ. por la Biblioteca de Americanistas. Madrid, 1913, p&g. 344.
75 Ibidem, pág. 369.
76 NO faitú, a lo iargo d'el siglo XVIII, quien llamase la atención 'llacia
los perjuicios que 'para las Canarias representaba esta ininterrumpida san-gria
en favor ae ia pobiacitn americziia. En 1746, e! SLxiicc? P e r s ~ ~ e rdoon
Juan de Béthencourt Soria? y en 1790 el Conde del Valle de Salazar, Dipu-tado
d,el común, los hicieron presentes al Cabildo tinerfeño. Pueden verse
los correspondientes escritos en Archivo Municipal de La-Laguna, según el
Catalogo de Leopddo de la Rosa Olivera, Eoc. cit., págs. 179 y 180.
124 A?JUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACI~N DE CANARIAS A LA POBL~CIYN DE AMERICA 35
el siglo XIX, convendrá anotar otras aportaciones isleñas a la po-blación
de América en el mismo siglo xvm.
Los capuchinos consiguieron a principios de 1717 una real
disposición para conducir treinta familias de las islas Canarias
y doce religiosos más a la Guayana venezolana con el fin de fo-mentar
las misiones allí establecidas. Se efectuó el viaje al año
siguiente, pro, poco después, por falta de los recursos que de-bían
enviarles desde Santa Fe de Bogotá, los emigrantes y los
religiosos se vieron precisados a trasladarse por tierra hasta la
provincia de Caracas, donde se establecieron
En 1729, por Real Cédula del 30 de octubre ís, se otoi* un
permiso para navegar al puerto de Buenos Aires doscientas cin-c
-ccn ta irineladas coii&ci"iies a las coiice$&u pr
el Reglamento de 1718, es decir, con la ~lsli~gaciódne conducir
familias. Las correspondientes a este permiso, que gestionó el
distinguido nauta canario José Fernández Romero, se destinaban
a la nueva población de San Felipe de Montevideo. De la parti-cipación
isleña en la fundación de esta ciudad nos ocuparemos
más adelante.
Por otra real disposición, del 31 de enero de 1787, se ordenó
poblar la Costa de los Mosquitos (Guatemala) con 60 familias
canarias. Preparado este contingente, embarcó, en junio del mis-mo
año, en el bergantín "La Sacra Familia". Solamente de Santa
Cruz de Tenerife hicieron viaje 117 personas
Todas estas aportaciones de la población canaria a la ame7
ricana estaban constituídas, en general, por familias humildes,
que eran transportadas por cuenta de 'la Corona o de los bene-
77 Marrero, ob. cit., pág. 27.
78 Puede verse facsímii de la primera página de esta FLeal Cédula en
Peraza de Ayala, ob. cit., lámina fuera de texto.
719 Ibídem, pág. 28. La expediciíin costó 166.815 reales de veilón, que
pagó la Tesorería de Santa Cruz de Tenorife, con cargo a la de Guatemala.
36 JOSÉ PBREZ VIDAL
ficiarios de los registros. Aparte de ellas, también pasaban a
América islkños más acomodados, que deseaban encontrar campo
más amplio y prometedor pasa sus actividades. Mas este tipo
de emigrante no se dirigía, en el siglo XVIII, a poblar regiones
vírgenes o deshabitadas, sino hacia zonas de población conve-niente
para ejercer el comercio, la industria o las profesiones li-berales.
Una y otra clase de emigrantes isleños acuden, en el xvm,
a. Cuba y a Venezuela. Y en la canalización de la emigración
hacia estos dos países influye notablemente, igual que en otros
muchos casos, según se ha visto, el régiamen comercial.
La disposición de este carácter que más repercusión tuvo en
la economía de las islas, después del Reglamento de 1718. fué
e1 Decreto de 1765. Esta repercusión no pudo ser más tríste. El
Decreto autorizaba el libre comercio a las islas de Barlovento
desde nueve puertos de España, y entre &tos no figuraba nin-guno
canario. Ei Archipiélago, que ya, por diversos motivos, ha-bía
dejado de disfrutar las toneladas permitidas a Santo Domin-go,
Puerto Rico y Trinidad, y que además tropezaba con difi-cultades
en la Habana por la desigualdad de derechos, vió de
pronto casi anulado su comercio en América ". El de Caracas fué
casi el ��nico puerto con el que las Canarias pudieron seguir man-teniendo
un tráfico de importancia.
Ante la miseria que la nueva ordenación del comercio indiano
determinaba en Canarias, estas islas enviaron representantes es-peciales
a los organismos superiores y, tras numerosas gestiones,
consiguieron la Real Cédula de 1772, según la cual los puertos
canarios fueron incorporados a la nueva situación de libertad de
ccpmescio que otros puertos peninsulares ya disfrutaban.
Disposiciones posteriores fueron ampliando esta libertad, y,
aunque con ella aumentó también la competencia, hubo mayor
holgura para el tráfico que en las épocas anteriores, de rigurosa
reglamentación. Se autorizó incluso el envio de mercancias ex-tranjeras
desde Canarias a las Indias.
80 En 1766, sin embargo, fueron despaohadas en Tenerife cinc6 naves
para la Ehbana y Caracas. Peraza de Ayala, ob. cit., nota 297.
126 ANUARIO DE ESTUDIOG ATLANTICOS
APORTACI~N DE CANARIAS A LA POBLrlCI~Ií DE ARTERICA 3'1.
Este tráfico determinó el natural traslado de comerciantes
canarios a América, y arrastró con éstos a isleños de otras pro-fesiones,
que marcharon, como siempre, con la esperanza de me-jorar
de fortuna. Pero esta emigración libre, por cuenta propia,
no dejó tanta huella en los libros como la de colonos humildes,
destinados a roturar y poblar, todavía, nuevas zonas.
Desde los Últimos años del siglo XVIII, esta masa de pobres
agricultores empezó a tener otro destino. Las tendencias anti-esclavistas
se iban abriendo paso, y los brazos blancos empezaban
a ser utilizados para sustituir a los negros. Muy humanos los
propósitos en teoría, pero en la práctica todos los resabios y tor-reiliiras
riP vari0.c. .c.igl~dse esclevitud cayeran sobre las espaldas
de los infelices que empezaron a relevar al esclavo negro. Más
adelante veremos cómo se aprovecha a los isleños para esta sus-titución,
especialmente en Cuba. Hasta muy adentrado el siglo XIX
los canarios que ya se hallaban establecidos en la Gran Antilla
tuvieron que librar tenaces batallas para liberar a los paisanos
que llegaban de las islas sujetos a durísimos contratos, en los
que torpemente se intentaba disimular un régimen de esclavitud.
Por estos y otros motivos, la participación isleña en la vida
de Cuba durante el siglo XIX adquirió un gran relieve. Por otras
causas, los canarios desempeñaron, análogamente, un importante
papl en la vida venezolana de los siglos XVIII y XIX. Y como, se-g
h se ha indicado ya, Venezuela y Cuba casi absorben la emi-gración
canaria durante el Último siglo, será bien dejar toda esta
parte para examinarla en el capitulo siguiente, donde, más que
al núnnero de emigrantes, se presta atención a la obra de los
isleños en el Nuevo Mundo. Así se evitará, entre otras cosas,
incurrir en enojosas repeticiones.
En la milicia, gobierno y euangelimcion.
¿Y cuál ha sido la obra y la influencia en América de esta
larga corriente migratoria canaria que ininterrumpidamente se
ha venido ensanchando desde los primeros viajes colombinos
hasta nuestros dias? Los historiadores han destacado, por lo ge-neral,
los hechos notables de las figuras sobresalientes de esa
masa de población. Y alguna que otra vez, la acción extra-ordinaria
o el rasgo curioso o digno de nota de algún isleño hu-milde.
Recoger ahora la vida y milagros de todos estos canarios
que se han distinguido por sus actos en América, resultaría labor
demasiado extensa para un artículo. Será preciso, pues, limitarse
aquí a registrar aIguiios ejezp!c;s de. is!eñ~s que han desco-llado
en las más importantes manifestaciones de la vida ameri-cana,
y prestar un poco más de atención a la obra colonizadora
de la gran masa anónima de canarios en el Nuevo Mundo.
Como militares distinguidos en la conquista de las nuevas tie-rras,
bastaría recordar los que incluye Juan de Castellanos en
sus Ekgins. En primer lugar, Agustin Delgado, teniente de Je-rónimo
de Hortal. De él dice Castellanos en la Parte primera,
Conquista de Za Isla de la Tfinidad, canto III:
..m. ~vlanciaba bueriüs Agüstiri Delgxb,
en quien podré deziros que cabía
urbanidad, valor y valentía.
Y añade en la EEegZa a la muerte de d-ierónynzo de Hortal,
canto IV:
Lo que Delgado hizo, por entero
no puede recitar la pluma mía,
pues cierto me parece que no miento
si digo que haría más que ciento.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACIÓN DE CANARIAS A LA PoBLACI~N DE &RICA 89
/
Y al referir su muerte a manos de un indio, que le introdujo
una fleja por un ojo, concluye:
Visto tan lastimrro descuncierto,
llevaron a los ranchos y cabañas
al indio vivo y al cristiano muerto,
dechado de virtudes y hazañas.
Y el caso memorable descubierto,
llorando se rompían las entrañas,
por ser de todas gentes bien querido,
y de nadie jamás aborrecido.
En su di'sposición muy bien podía
competir con cualquiera en gentileza,
'
tanto que su presencia prometía
faltar en el retablo de vileza.
Señalbse tambiéil srr Berberiá,
donde, dió muestra de su fortaleza;
fué hombre naturai de Gran Canaria
y de los antiquísimos de Paria.
En la misma EZegia a h muerte de Hierónynw de Hortal,
canto 1, se trata de otros dos canarios, miembros destacados de
la expedición de' Hortal a Paria:
D.-. allí l salió también Antón García,
a quien iiamábmnos Antón del Guante,
brioso con alguna bizarría
pero para la guerra muy bastante;
y con aquesta misma compañía
Gaspar de Santa Fe fué caminante
can muchos más que la memoria pierde,
pero yo los diré como me acuerde.
En la Elegia a 7a muerte de Juan Ponce de León, canto N,
se ocupa, de las hazañas de Luis Perdomo, conquistador en Paria
y héroe en Puerto Rico:
Soldado diestro, suelto y animoso;
hombre para la guerra de gran tomo
y en lances semejantes venturoso;
natural de las islas de Canaria
y de los antiquísimos de Paria.
1 De Tenerife.
. " Por Último, en la EZegia a la muerte de don Diego Colón,
canto 11, Castellanos, al hablar de Villalpando, menciona a Juan
el ~knar io,s oldado que se hizo célebre en la isla de Santo Do-mingo
:
Roxo, de proporción algo mediana,
pero por bosques, cumbres, montes agros,
hizo cosas que son como milagros.
De los que peleaban a su lado,
podríamos hazer bien larga sarta.
.............................e...... I . .
Un Joan Canario negro con su perro,
que casi de razón no tuvo yerro.
Pero a estos miiitares canarios cantados por Caste!!zms cm-vendrá
añadir algunos más, para que se vea cómo desde los pri-meros
tiempos, de exploración y conquista, no dejan los soldadod
isleños de tomar parte en la vida americana hasta que terminan
las guerras de emancipación.
De estos otros, unos intervienen en luchas intestinas: Balta-sar
de Castilla, víctima de Gonzalo Pizarro, como lo fué de Alonso
de Alvarado su cuñado Lorenzo Mejía, durante las sangrientas
luchas que conmovieron el Perú; Sebastián de Castilla, hermano
de Baltasar, jefe de la famosa sublevación de Charcas contra
Pedro de Hinojosa, y muerto también trágicamente por mano de
Vasco Godínez; Francisco Bahamonde Lugo, defensor del Perú
en dos ocasiones, mandando fuerzas de caballería en socorro de
los virreyes NÚñez de Vela y La Gasca, ambas contra Gonzalo
Pizarr o.
Otros se distinguen por su obra colonizadora, no exenta, en
los primeros tiempos, del aspecto guerrero. Registremos, por
ejemplo, los soldados del segundo Adelantado de Canarias, don
Pe&9 Fem-ández de Lu~oE. n la expedición de que se hizo men-ción
más arriba, exploró el río grande de la Magdalena y des-cubrió
en sus márgenes granos y minas de oro. En la ribera de
este mismo río fundó la ciudad de Tenerife.
130 ANUARIO DE ESTUDIOS A.TLANTICOS
Zona del rio Magdalena. explorada y colonizada por el segundo Adelantado de Canarias y por su hijo.
"Los capitanes del Adelantado-dice Viera y Clavijo 2--des-cubrieron
al mismo tiempo, de su orden y B. costa suya, el Nuevo
Reino de Granada y las provincias de Castilla del Oro. Conquis-taron
y poblaron hasta Santa Fe de Bogotá y parte de los Mussos.
Sojuzgaron el país de las Esmeraldas y Colinas, dejando los ca-narios
para eterno padrón de sus esfuerzos y su mérito la po-blación
de La Palma, llamada así en obsequio de San Miguei de
la Palma, una de las Canarias."
Prosiguió la obra colonizadora de D. Pedro Fernández de Lugo,
su hijo D. Alonso Luis, como ya queda dicho. Con los soldados
veteranos que reclutó en la Península y los que sacó de Canarias
"amplificó las conquistas de Santa Marta, dando la Ultima mano
a muchas poblaciones de españoles, cuales son: la Nueva Cór-doba,
Iqueva Sevilla y la ciudad iie 106 Zeyes eii e: Vd!e de. Vpr.
Aumentó el vecindario de la Nueva Tenerife, pobló la villa de
Las Palmas, en Tamalemeque, y dió forma de ciudad a la que
hoy llaman Oc aña... Ultimamente pudo atravesar las montañas
intrincadas que hay desde Ocaña a Atunja, y desde aquí a Santa
' Fe de Bogotá, cuya población perfeccionó.
Lo mismo hizo en la ciudad de San Miguel de Tocayma, don-de
repartió solares y tierras entre a&mos conquistadores.. . Des-cubrió
la mina de la Sabandija, las de Pamplona y los Remedios,
todas de oro, y la de Marequita, por otro nombre de las Lajas,
abundantisima en plata, de donde se han sacado grandes rique-zas.
Fundó también los pueblos de la Trinidad, Tunja, Pamplona,
Mérida, Vélez, Marequita, Vague de la Victoria, San Juan de los
Llanos, San Cristóbal, Zaragoza y el Guamoco, que son del go-
'uL: i-a- i i ~d~e, Jmtioqiüia" s.
En las funciones de gobierno y mando militar se distinguieron
en el Nuevo Mundo D. Antonio Peraza de Ayala Castilla y Ro-jas,
conde de La Gomera, gobernador, primero, de la provincia
de Chucuito, en el Perú, y, más tarde, capitán general de Gua-
2 Viera y Clavijo, ob. cit., tomo 11, lib. IX, cap. U.
3 IMdem, tomo 11, lib. M, cap. Lii.-J. de Castellanos: Historia dcl
Nwmo R e h de Gramxia, cantos XVII y XX,
132 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APoRTACION DE CANARIAS A LA POBI+CI~N DE &RICA 43
temala; el mismo D. F'rancisco Bahamonde de Lugo, ya citado,
que primero fué gobernador y capitán general de Puerto Rico,
donde inició las fortificaciones, y que, años más tarde, tuvo los
mismos cargos en Cartagena de Indias, en la que construyó el
célebre fuerte de San Felipe, y donde hizo frente a los ataques
de Francisco Drake; D. Pedro de Ponte, conde del Palmar, go-bernador
y capitán general de Tierra Firme y presidente de la
Audiencia de Panamá; D. Diego de Ponte, gobernador y capitán
general de Puerto Rico; D. Diego de Nava Grimón, gobernador
y capitán general de Quito; D. Pedro de Nava, virrey de Mé-jico;
D. Juan de Mesa y Lugo, gobernador de Arequipa y La
Paz, en el Perú; D. Francisco Dávila Orejón, capitán general de
la isla de Cuba, donde continuó las obras de las murallas
de La Habana, que había iniciado su antecesor Juan Montaño;
D. Jerónimo de Guisla Boot, gobernador y capitán general de la
provincia de Popayán; D. Juan de Jaraquemada, virrey de Chile ;
D. Marcos de Béthencourt y Castro, gobernador de Caracas;
D. Antonio Josk AZvarez de Ahreii, m~rq&s de !a Rega!ia, yUe
reemplazó al anterior; D. Pedro Eknítez de Lugo, capitán general
de Cuba; D. Juan de Vinatea y Torres, hábil tanto en el manejo
del verso como de la espada, corregidor de Piura y defensor en
1741 del puerto de Paytá contra los ingleses; D. Francisco de
Mesa y Ponte, corregidor y teniente de capitán general de Huay-las
durante dos quinquenios (siglo xvm) y del cual dice Fernán-dez
de Béthencourt que reparó a su costa todos los arruinados
templos de su distrito, calles, plazas y caminos, recordando aún
su buena administración la torre y la sillería del coro de la igle-sia
de la capital de Huarás; el mismo fué después corregidor y
capitán general del Cuzco; D. F'rancisco Javier Machado y Fies-co,
secretario del virreinato de Méjico (1763) ; D. Antonio Bena-vides,
capitán general en La morida y en Pucatán; D. Jerónimo
Boza de Lima y Auxhie+a, gobrmdcr de Uilayzq~il y capiA&
de las guardias del virrey del Perú; D. Gaspar Mate0 Dacosta,
gobernador y capitán general de Cumaná y Costas de Tierra Fir-me;
D. Antonio Porlier y Sopramis, fiscal protector de la Au-
44 JOSÉ PEREz '
diencia de Charcas (1756), de la que fué más tarde oidor, pa-sando
después a la de Lima como fiscal civil; el alférez mayor
de Tenerife D. Francisco de Valcárcel y Herrera, que murió. en
América (fines del siglo XVIII) siendo gobernador de Tarma; don
Nicolás Massieu y Sotomayor, sargento mayor en Nueva León
(Nueva España) y después capitán general y alguacil mayor del
Santo Oficio en la ciudad de Monterrey; el general D. Domingo
de Guisla Boot y Salazar de Frías, corregidor, gobernador y jus-ticia
mayor de las provincias de Calca y Lares, Guamanga (hoy
Ayacucho) y Cotabambas (siglo XVIII) ; D. hopoldo Q'Donnell,
después duque de Tetuán, que dejó a los habaneros, como re-
8 cuerdo de su gobernación, la farola del Morro. N
Dlr;n?nte 28s luchas determinadas por el movimiento de eman- U
cipación de Hispanoamérica, unos canarios contribuyeron a. sos- %-
8' tener hasta Última hora la soberanía española, y otros, que ya
8
se sentían en América como en una nueva patria, se incorpo- I
raron a las fuerzas libertadoras. Entre los primeros se distin- e
guieron u. ~mi-o-r-:r-i-i-r igo Nonteverde, cqi+&r, genersll de Caracas 5
Y
hasta 1813, en que, a consecuencia de heridas sufridas en un E
a=
6
encuentro, tuvo que regresar a España; D. Jh-ancisco Tomás Mo- U
rales, que sostuvo rudos combates contra las tropas republicanas E
y fué uno de los últimos militares españoles que abandonaron el i
1
territorio venezolano 4; D. Gaspar Pinto Vandewalle, también en a
2
Venezuela; D. Alonso de Castro y Vinatea, que lucha contra los i
n
i
revolucionarios del Perú; el general D. Pedro Verdugo y Massieu, e
5
los capitanes D. Pedro Diaz Felipe y D. Edmundo Amador BUS-
%amante; en la guerra de Cuba.
Entre los segundos se encontraron: D. Feniando Key y Mu-ñoz,
regidor de Caracas, que intervino en el movimiento iniciado
el 19 de' abril de 1810; Luis Báez, que figuraba en las tropas
republicanas que operaban en la Nueva Gsanada y que, hecho . . prisionero I j x e! gzoes?, Y. P~b!a NT1ri110, iiG fusilado con otros
oficiales el 25 de octubre de 1816; Francisco Eacalda, avecindado
4 V6- mBs adelante unas *coplas ,que los venezolanos le caritabar&
. . .
134 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
A P O R V I 6 N DE CANARIAS d LA POBLACI6N DE MaRICA 45
en la isla de Margarita, que puso su goleta "Perla" al servicio
de la revolución; tres canarios tomaron parte también en una
de las expediciones que Bolívar mandó a Los Cayos. En el Uru-guay
figwó al lado del movimiento emancipador D. Francisco
Aguilar y Leal, quien, una vez independiente dicho país, desem-peñó
varios cargos importantes y murió siendo senador.
En la defensa de América desde el mar y en el estudio de los
problemas náuticos de la travesía al nuevo continente, se distin-guieron
el almirante D. Francisco Díaz Pimienta, que arrojó a
los piratas de la isla de Santa Catalina; D. Antonio Fernández
Rojas (n. 1671), que luchó también contra ellos en aguas de las
Antillas y se distinguió principalmente contra los franceses que
intentaban apoderarse de Santo Domingo; D. Pedro Henríquez Al-meida
(n. 1584), que ofreció una fragata de su propiedad para
extraer la artillería de un galeón hundido a la entrada de Puerto
Rico y que en 1640, encontrándose en la corte, ajustó con la
Corona fabricar en Santo Domingo seis galeones de 550 tonela-das
cada uno; D. Domingo de Nava Grimón, teniente general
de la Armada; D. F'rancisco Guillén del Castillo, aventajado al-férez
en los galeones de Tierra Firme y en la armada de D. Fa-drique
de Toledo al Brasil; D. Pedro Zabala Moreno, que después
de haber viajado por América, Asia y Africa, escribió su Derno-toro
del Poniente; D. José Fernández Romero (n. 1697), exce-lente
marino que, a semejanza del anterior, tras haber navegado
frecuentemente al Río de la Plata y de haber intervenido en la
fundación de Montevideo, recogió su experiencia náutica en la
obra Instrucción exacta y útil de bs derrotas y n a v e g a d n de
du y vuelta desde h bahia de CCádix al gran Rb de la Plata6.
En la evangelización y en la organización y dirección de la
Iglesia en América han descollado el venerable P. José de An-chieta,
apóstol del Brasil, fundador de San Pablo; el P. José de
Arce y Rojas, a quien el P. Jerónimo de Herrera, en su Hktoria
5 Contribuyó mucho a fomentar las añciones marineras en Canarias la
facilidad que lograron los isleños de poder examinarse de nhtica ante el
Juzgado de Indias de las islas.
de los ZwZios del Paraguay, llama "apóstol" de esta región y fun-dador
de la casa misión de los pueblos Chiquitos; Fr. Pedro de
Béthencourt, fundador de la orden religiosa hospitalaria de be-thlemitas,
que tanta difusión alcanzó en América; Manuel de Sosa
Béthencourt, obispo de Carkgena de Indias y arzobispo de Santa
Fe; Francisco José de Palencia, deán en Guatemala y obispo de
Comayagua; Francisco Matos Coronado, obispo de Yucatia
(1736) y después de Michoacán (Méjico) en 1741; Juan LÓpez Au-gusto
de la Mata, obispo de Puerto Rico y Caracas; José Gon-zález
Rivas, que fué arzobispo de Lima desde 1735 hasta 1740;
Luis de la Encina, obispo de Arequipa; Fr. Vicente de Pera-za,
otispo de Panamá; Domingo Alvarez de Abreu, obispo de
Puebla de los Angeles y arzobispo de Santo Domingo; su sobrino
Miguel Anseho Alvarez de Abreu, aüminisiracior ciei obispado
de Antequera de Oaxaca; Luis de Béthencourt y Figueroa, chan-tre
de la catedral de Quito, fiscal de la Inquisición en Lima, fa-
Ileció tras haber renunciado la mitra de Popayan; Nicolás Es-tévez
Borges, deán en Cuba y obispo electo de La Habana; Agus
tín Béthencourt, franciscano, cronista apostólico de su orden en
Nueva España, definidor, lector de Teología.. .
Ea ias letras' las artes.
En las letras bastará con mencionar a Silvestre de Balboa
Troya y Quesada, autor del poema titulado "Espejo de pacien-cia",
que sirve de principio y arranque a la lírica cubana; Vale-riano
Fernández Ferraz, decano de la Facultad de Filosofía y
Letras de La Habana, en la que ocupó varias cátedras, y orga-nizador
de la enseñanka en Costa Rica, donde llegó a ser direc-tor
general de Bibliotecas; Juan Fernández Ferraz, hermano del
anterior, fundador del primer diario de Costa Rica, director del
Museo y de la Imprenta Nacional, director general de Estadis-tica
en el mismo país; Domingo León y Mora, que desempeñó en
La Habana las cátedras de Historia de la Literatura latina e
Historia de la Literatura española; José Alonso Delgado, que
136 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
hay Intsrcpgintes dscleracbnssY en Confmncia
CANARIAS
REVIOS,,,TCImAA . RñE IGS PI~O~ NNTAAL.A M ZIILIOUUISA TRADA
*.-.,T,.S= s. Comrro. .ea
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y d i ú fruntm. bdc& EL üwrcel b Lbn
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pm. .U l,.e~io vi, de LIWBUW *pafl01*. lo'* EX"-
4iI. y -ni* hrriiiriioa 8mt<s dsw nyrrIi9n. hjid
uvi.ilu ii~,wtiii oC m* +m" WI? dwnlinir-pr:
nI ~ p c sd <r E ,,: GOMCII~,
"DL;,,,(,~.i~ d u de frov l a y l ~ "b""'<, ""e'rrr r,,,l".
d~,&+:~l,, *oimcM ~ : G O YrI i~w ca rir;snin.
~ nm~ i rliin. au i-pt0- 1.~8 ido#* I r Ri. l:i-rnviiz
*irr. Ipm tm~w 10. media!qii.:uiiiiii wnwsrn n<i iii~i,
Nuestro festivai del 9 de diciembre
Algunas revistas publicadas por los canarios en America.
realizó una gran labor pedagógica en Cuba; Francisco Guerra
Béthencourt, fundador y director del primer periódico de Matan-zas
y aun de Cuba, la "Aurora de Matanzas", después titulado
"Aurora del Yurnurí"; José Curbelo Ayala, sucesor de Guerra
en la dirección de la "Aurora"; Ernesto Lecuona Ramos, padre
del músico del mismo nombre, que dirigió más tarde el mismo
periódico; el general D. Pedro Zea de la Guerra, gobernador de
Matanzas, que también distraía sus ocios en el periodismo; el ge-neral
D. Domingo Verdugo, esposo de la poetisa Gertrudis Gómez
de Avellaneda, descendiente de Canarias también; D. Juan Melo,
profesor y poeta, también en Cuba; Inocente Casanova Facundo,
padre de las ilustres escritoras cubanas Sofía y Emilia Casa- 8
N
nova 6.
U En las letras portorriqueñas han influido Graciiiano Afonso z-
Naranjo, con su traducción del Poema de Leand~o y Hero, de 8'
que arranca en la poesía de la isla el coiicepto neoclásico del 8
I
amor; Rmualdo Real, fundador de "Puerto Rico ilustrado", re- -e
vista que llevó a la poesía borinqueña las influencias modernis- 5
Y tas, ya apuntadas por José de Diego y por otro canario, CristÓ- aE=
bal Real, critico de cierta nombradía en la "Revista de las An- 6
tillas" 7.
U
E
Expresiva muestra de la importancia y calidad de la colonia i
1 canaria en diversos paises americanos la constituye el crecido a
número de periódicos publicados para servir de Órgano de ex- 2
i
n
presión y comunicación de dichos grupos isleños: "El Menceyl', ie
"El Eco de Canarias", "La Revista de Canarias", "El Guanche", 5
"Canarias", "Patria isleña", todos de Cuba; en esta isla se pu-blicaron,
además, dos con el mismo tituio de "Cuba y Canarias",
uno en La Habana, dirigido por Manuel Fernández Cabrera, y
otro en Zaza del Medio, dirigido por Félix Duarte Pérez; "El
Guanche", "Canarias", en Caracas; "Canarias", en Buenos Aires;
6 Antonio Talavera: hT elemento inteZect2lal camrio en Cuba, en "La
Prensa", Santa Cruz de Tenerse, 10 marzo 1935.
7 Cesareo Rosa Nieves: La poe& era. Puarto Rico, ed. Univ. Nacional
Autónm de México.
138 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
APORTACION DE CANARIAS A LA POBLACION DE AMERICA 49
otro del mismo titulo en Montevideo. A esta lista, que no debe
de estar completa, de publicaciones de carácter canario en Amé-rica,
habría que añadir otra de periódicos de interés general di-rigidos
por canarios: "Cúspide", de La Habana, dirigido por José
Cabrera Diaz; "Puerto Rico Ilustrado", dirigido por Romualdo
Real; "El Mundo", también de Puerto Rico, dirigido por el mis-mo
periodista.
Én otros campos de actividad conviene recordar a. Lorenzo
Felipe de la Torre Barrio y Lima, dueño de minas en el asiento
de San Juan de Lucanas (Perú) y autor del Arte o cartilla del
nwvo beneficio de la plata, de que fué inventor, impreso por pri-mera
vez en Lima en 1738. El P. Feijóo le concedió tal mérito
que le encontraba digno de una estatua del precioso metal % Ale-jandro
Espínola Vega, médico y extraordinario filántropo en el
Uruguay @.
La obra del emigrante humilde.
Hemos visto una muestra somera de lo que han sido y han
hecho por arriba, en puestos destacados, los canarios que se han
distinguido en América. Veamos ahora qué ha hecho por abajo,
en lo hondo y entrañable de la vida, la masa anónima de isleños.
De algunos de estos canarios humildes y desconocidos hablan
particularmente alguna vez los cronistas. Recordemos, como
ejemplo, un caso que registra Berna1 Díaz del Castillo: ". .. e
yendo que íbamos-dice-nuestro camino, como un español de
los que habíamos recogido en las estancias iba muy malo, y era
de los nuevamente venidos de Castilla, y medio isleño, hijo de
ginovés, y como iba malo, y sin tener qué le dar de comer, sino
tortillas y pinol, ya que llegábamos obra de media legua de donde
estaba Sandoval, se murió en el camino y no tuve gente para
8 Carta 19 del segundo tomo de los Eruditas.
Juan Bosch Miilares: Doa A l f m Espinola Vega, en '''El Museo ~ a -
nario", Las Palmas de Gran Canaria, año W, niíms. 37-40 (enero-diciem-bre
de 1951), págs. 55-98.
llevar el cuerpo muerto hasta el real; y llegando donde Sandoval
estaba, le dije de nuestro viaje y del hombre que se quedó muer-to,
y hubo enojo conmigo porque entre todos nosotros no le tru-jimos
a cuestas o en un caballo, y le dijimos al Sandoval que
traíamos dos dolientes en cada caballo e nos veníamos a pie, y
que por esta causa no se pudo traer; y un soldado que se decía
Bartolomé de Villanueva, que era mi compañero, respondió al
Sandoval muy soberbio que harto teníamos con traer nuestras
personas, sin traer muertos a cuestas, y que renegaba de tanto
trabajo a pérdida como Cortés nos había causado; y luego mandó
Sandoval a mi y al Villanueva, sin más parar le fuésemos a en-terrar;
y llevamos dos indios mejicanos y un azadón, e hicimosle
su sepultura y lo enterramos y le pusimos una cruz, y hallamos
en la faltriquera del muerto una taieguiiia con muchos dados y
un papel escrito, que era una memoria de donde era natural y
cuyo hijo era y qué bienes tenia en Tenerife; e después, el tiempo
andando, se envió aquella memoria a Tenerife; perdónele Dios" ln.
Casos como éste, rasgos singulares, particulares tragedias,
ha habido muchísimos entre los isleños emigrados al Nuevo Mun-do.
Pero no es cosa de entretenernos en ellos. Sólo interesa anotar
ya, conjuntamente, la obra realizada en gritpos.
En Smto Domingo.
Las familias canarias que en 1684 y 1685 se trasladaron a
Santo Domingo no encontraron en esta isla las ayudas y aten-ciones
que se les habían ofrecido. Antonio Sánchez Valverde l1 . . dke de esti3~c i z ~ Z i r i G S!G S i = i i&E :
%El pueblo llamado vulgarmente de Zos ZsZefios, porque fue-ron
sus fundadores familias escogidas que se sacaron de las Ca-narias
a fines del siglo pasado para reemplazar las que faltaban
en la capital, dignas de los empleos públicos, y por una de aque-
. ' 10 Berna1 D~FLdZe1 Ci~~tiilloH: tstoria verdadera d ~ . l cao nquista de XVRZ~B
~ s p a r ~ cM.a drid, 1632:
11 Ob. d., pág. 139.
l# ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ILPORTACIÓN DE CANARWS A LA POBLACIÓN DE ANBRICA 51
]las maniobras políticas tan comunes, especialmente en las regio-nes
distantes de la Corte, no entraron en ella y se estaiblecieron
en sus puertas a la parte occidental; este pueblo, digo, cuyo ti-tular
era San Carlos, aunque tuvo principio desde entonces, era
muy corto, y ha tomado el incremento en que se halla durante
la época de que vamos hablando."
Pero Fr. Cipriano de Utrera, en la nota con que ilustra este
párrafo, aclara, al parecer, con más conocimiento: "Hasta fin de
1684 no llegó la primera partida de familias canarias, agricul-tores;
fundaron río arriba de la Ozama, en tierra baja; las aguas
enfermaron EL los más y muchos murieron. Quísose que todas po-blasen
dentro de los muros de la capital, pero parque quedaban
sin tierras de labor, se negaran; al cabo consintieron en esta-blecerse
en la altura inmediata con que se les diese tierras de
labor, y se hizo así, pero como este arbitrio malogró los esfuer-zos
del Cabildo secular, que queríalos por vecinos d e n h de la
ciudad, todos los propietarios de tierras de labrantío dieron en
la flor de negarse al fomento del pueblo que se llamó San Carlos,
y por treinta años fué constante la contradicción a la subsisten-cia
de dicho pueblo, y con diversos intentos en distintos tiempos
se acometió la empresa de querer persuadir al Consejo de Indias
que el pueblo de los Isleños en la inmediación de la ciudad ara .
peligroso para la defensa contra enemigos; se pudo conseguir,
debajo este pretexto, que no pudiesen edificar los isleños casas
de mampostería, y cuando éstos consiguieron licencia para tener
de piedra, siquiera fuese solamente su iglesia, hubo muchas con-tenciones,
p r o el pleito quedó en favor de los canarios, que ha-bían
sobrellevado con teson tanta contradiccion y el peso cruel
de pa,gar subido arriendo de las tierras que labraban. El autor,
desde luego, o era del partido capitaleño en esta razón antisan-carleña
o no conoció bien los origenes del pueblo de San Carlos."
Acerca de la suerte y desenvolvimiento posterior de este pue-blo,
dice Sánchez Valverde más adelante, al tratar de la pobla-ción
de la isla en su época: "De estos mismos isleños tenemos
otra población llamada San Carlos, de buena y laboriosa gente,
Núm. 1 (1955) 141.
la cual después de los medios del siglo pasado, con motivo del
estado de despoblación a que había llegado, no sólo la isla, sino
la misma capital, tan aminada y desierta que no la habitaban
quinientas almas. Estos se establecieron a la parte oeste de la
capital, por donde habia corrido antiguamente su recinto, y hoy
quedan en población separada de más de dos mil y quinientas
personas, cabe a las mismas murallas o cerca que se levantó cles-pués
para ceñir la capital" 12.
Con las familias canarias llevadas en el siglo x m para au-mentar
la población, muy disminuida, de Santo Domingo, se aten-dió
principalmente a fundar o repoblar poblaciones en las partes
próximas a la zona ocupada por los franceses. Se pretendía for-mar
una barrera de pueblos que atajase la expansión extranjera.
Así surgieron ,San íiafaei de ia hgost-wa, en üiiá gargantz '";
Santa Bárbara de Samaná, en una bahía; Sabana de la Mar, tam-bién
junto a la costa1*. En tiempos de Sánchez Valverde, Sabana
de la Mar y Samaná tendrían, en total, unos quinientos habi-tantes
15.
En la costa del Norte de la isla los canarios poblaron Mon-tecristi
y Puerto Plata.
La fundación del primero de estos pueblos fué muy laboriosa
y dilatada. El 14 de enero de 1751 se ordenó al capitán Juan
12 Zbídenn, págs. 151-152. Sobre los isleños que poblaron San Carlos
tratan también Agustin Millares Torres: Anales, IV, fol. 200; Desiré Du-gour:
Apunztes para ia Historia de Santa Cruz de Tenerife &S& su fun-dacibn,
hasta nuestros tiempos, segunda ed. Santa C m de Tenerife, 1875,
pagina 75.
13 San Rafael de la Angostura estaba ediñcándose en 1763: hay una
partida de gastos de 9 de noviembre de dicho año, por 5.838 pesos y 1 red,
presupuesto de un año, destinados para construcción de bohfos, iglesia,
ornamentos y socorro a seis familias canarias ya establecidas en aquel
praje. A. G. 1. Santo Domingo, leg. 1020.
14 'La fundación de estos dos Úitimos pueblos debe fijarse hacia 1760,
porque el Presidente Azlor decfa en carta de 21 de febrero de 1761 que en
otra de 15 de mayo del afio anterior di6 cuenta de haber becho "dw grupos
de familias canarias para la fundación de Samaná y la de su agregado
Sabana de la Mar a que he dado principio". A G. L Sto. Domingo, leg, 1018.
15 Ob. cit., pzíg. 151.
142 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
APORTACI~N DE CANARIAS A LA POBLACIÓN DE -RICA 53
More11 de Santa Cruz que pasase a la bahía de Manzanillo a em-pezar
la fundación de un pueblo que allí había proyectado el
ingeniero D. Fernando Jerónimo de Pineda, desmantelando todo
aquel terreno con los negros minas que en Santo Domingo los
llaman del Rey. El 26 de abril se admitió la renuncia de More11
de Santa Cruz y se ordenó a D. Miguel Sánchez concluir el des-monte
chmenzado, construir iglesias, bohíos, etc. Sánchez murió
en este trabajo en agosto siguiente. Entonces se dispuso retirar
a los negros y se enviaron familias canarias. Las obras fueron
continuadas bajo la dirección del capitán D. Gaspar de Leoz y
Echalaz. En 1783, el nuevo pueblo tenia diez calles, nombradas:
Santa Bárbara, Peregrino, 'Priana, Sol, Retiro, Castillo, Fragosa,
San F'rancisco, Nueva y Buenavista. En estos nombres estaba
ciaro el recuerdo de Canarias: Trima era y es todavía el nom-bre
de un barrio y de la calle principal de Las Palmas de Gran
Canaria; Peregrim debe de ser error en los textos por Peregrina,
nombre de otra calle importante de la misma capital canaria;
Castillo es el nombre de la calle principal de Santa Cruz de Te-nerife,
y San Francisco, una de las más importantes; la calle del
So2 corresponde a la tinerfeña del mismo nombre, no tan impor-tante
como las anteriores, pero sí muy céntrica y muy popular.
F~u g o s ata l vez valga por Fragoso, apellido muy conocido en Ca-narias.
Buenavista parece recuerdo del pueblo tinesfeño de igual
denominación 16. Estas calles estaban formadas por 145 casas ha-bitadas
por 165 familias, que sumaban un total de 1.298 perso-nas,
a las que debía añadirse 63 familias con 344 personas, que
habitaban en el campo de su distrito 17.
La f-miciacián de Puedo Plata se había pedido en 17í5 y 1723,
pero no comenzó hasta 1736, año en que D. Tomás Lorenzo, con
62 negros, hizo el desmonte para edificar la iglesia y la mitad
de los bohíos proyectados. Bajo la dirección del maestro de obras
16 A G. L Contaduría 1069 A. Indiferente general 156.
17 A. G. 1. Contaduría 1069 A. indiferente general 156 y Santo Do-mingo
988. Cit. por Fr. Cipriano. de Utrera, nota 175 a Sánchez Valver-de,
ob. cit.
José González se construyeron éstos y se llevaron familias. Pero
"comenzaron a enfermar los canarios y a huirse del paraje, y,
al fin, rellenados muchos parajes inmediatos y no desmontados
todavía que contenían charcos de aguas muertas muy peligrosas,
mejoró la situación de todos". La primitiva denominación de la
villa puede verse en la cabeza de un documento que dice así:
"Instrucción dirigida a don Santiago Morell de Santa Cruz y don
Tomás Lorenzo de Abreu sobre lo que han de observar en el
establecimiento de la nueva población nombrada Nuestra Señora
de la Candelaria y Puerto Plata." La patrona de Canarias fué
poco a. poco desplazada por el patrono que, en honor del monarca
reinante Felipe V, iba a prevalecer: San Felipe de Puerto Plata Is. a N
Concedida a estos dos puertos, de Montecristi y Puerto Plata, E
la libertad de comercio por diez aiíos, prosperaron rápidamente, O
n al favor sobre todo de la guerra entre Rancia e Inglaterra. Mon-
-
m
O
E
tecristi, especialmente, se convirtió en alrnacen comfin de ingleses SE
y franceses, y allí concurrían comerciantes de amh s naciones -E
a traficar sus especies. "Con esto solo, fueron inmensas las su- =
mas que por aquella población corrían a lo demás de la isla" m. O- -
En fortificar Montecristi se había invertido parte del dinero m
E
destinado a facilitar los medios para asentar nuevas familias ca- O
narias, y así, cuando éstas llegaron, se encontraron en pésimas :
E condiciones, enfermando y vagando por la isla, "hasta decidirse, -
a
muchas de ellas, a pasar a las colonias francesas de Guarico y 2
n
Leogan de la misma isla" 20.
n
No paró aquí la emigración canana a Santo Domingo. A me- @ =
diados del siglo xnr, según parece, se hicieron gestiones por las
autoridades dominicanas para atraer a ios emigrantes isieñüa. El
principal promotor de ellas fué precisamente un canario: Anto-nio
Gutiérrez, quien bulló mucho en la política de Santo Domingo.
18 A; G. 1. Escribanía de Cámara 16 B.--Rafael C. Castellanos: &un-tes
para b H&o.ria & b Parroquia de Puerto Plotu, Santo Domingo, 1931;
Fr. Cipriano de Utrera, nota 176 a SBnchez' Valverde, ob. cit.
Sánchez Valverde, ob, cit., págs. 144-145.
20 Morales Padrón: ColWs, pág. 422.
144 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB
APORTACIÓN DE CANARIAS A LA POBLACIÓN DE AMI~ICA 55
Más tarde, por alternativas de la misma política, Gutiérrez se
trasladó a Venezuela, donde, a poco, se le vió de representante
de la nación. No debía de guardar buen recuerdo de Santo Do-mingo,
porque, según algunos creyeron, fué el principal inspira-dor
de una hoja suelta publicada en Caracas el 2 de abril de 1860,
en la que se advertía a los canarios residentes en Venezuela que
no debían hacer caso a las invitaciones de las autoridades domi-nicanas
para pasar a la isla. La hoja est&a firmada por Varios
isleños. Y no se quedó sin respuesta. Varios jbvenes dminicanos
publicaron en Santo Domingo, el 24 del mismo mes, otra hoja
con la contestación. Se titulaba Contra el alerta a los cannri~s
emigrantes oEe Venezuela 20 *.
En Puerto Rico y Cuba.
Del elemento canario en la población portorriqueña dice María
Cadilla en su tesis doctoral sobre La poesi. popular en Puerto
Riaozl: "Es una costumbre el decir que las Antillas están po-bladas
por andaluces por el mero hecho de que todo el tráfico
entre España y estas islas se hacía, hasta el reinado de Car-los
III, por Andalucía; pero lo cierto es que cualquier observador
atento de la realidad en Puerto Rico verá, por ejemplo, que en
las regiones de Quebradillas, Isabela, Camuy y Hatillo prevale-cen
los canarios y sus descendientes ..." Concuerda con esta ob-servación
la que recoge Navarro Tomás en El espaiiol de Puerto
Rico. Dice a este respecto el ilustre lingüista que de Canarias
"y especialmente de Tenerife procede la corriente forastera que
Puerto Rico ha recibido de manera más permanente y abundan-te.
Los andaluces establecidos en la isla se han dedicado prefe-rentemente
al comercio; los canarios, a quienes los puertorrique-ños
asignan familiarmente el nombre de isleños, se dedican a la
agricultura y se les encuentra sobre todo en las tierras llanas"
20. Documentchs para Za Historia do La República Dominicana. Ciudad
Trujillo, tomo 1, pág. 491, y tamo II, pág. 581.
21 Cuenca, 1933, pág. 158.
La frecuencia con que se encuentra el nombre de la Candelaria
en la toponimia del Norte y Oeste de Puerto Rico la relaciona
también Navarro Tomás con la inmigración canaria 22.
La isla de Cuba, como ya se ha apuntado, fué, desde fines del
siglo XVIII hasta los Últimos años del primer cuarto del presente,
uno de los puntos a que principalmente se dirigía la emigración
canaria. La huella e influencia del canario en Cuba está presente
en toda la isla y en todas las ramas y aspectos de la vida cubana.
Acerca de la participación de los canarios en la fundación y
población de varios pueblos de Cuba '" resulta interesante lo que
el Dr. D. Antonio de Gordón y de Acosta decía ante la Real Aca-demia
de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, a
en un estudio sobre la Higiene colonial en Cuba: E
"PJe~! g ehrfiuder den L 2 i ~de !us C2.a~ 1-9 & q i ~ eM & O n -
trabajaron por la inmigración blanca, haciendo venir algunos ma- =m
O
E trimonios de Canarias, fundando a San Carlos de Nuevitas, y en E
2
noviembre de 1184, a la hoy ciudad de Manzanilla E
La bahía de Nipe, por su bondad, atrajo gran número de co-
3
lonos, lo mismo que ia de Guantánamo, desde iia. -
El señor marqués de Jústiz de Santana, con familias de las 0m
E
Afortunadas, creó otra población cerca de Matanzas, en tanto O
que don Martín de Aróstegui contribuyó por su parte a la de E
n
Madruga. aE
En los pstrwos meses de la centuria finiquitada [s. xm], n
la Junta de Fomento de La Habana, fundada el 3 de abril de n
1794, con su espíritu siempre progresivo, alentó a todos los hom-
O3
bres de buena voluntad para traer trabajadores blancos a pesar
22 Ob. cit., págs. 195 y 207.
23 Ehtre las cincuenta familias que por orden de Diego Velázquez fun-daron
la ciudad de La Habana se encontraban los siguientes canarios: Fran-cisco
Martín, Antonio Mpez, Juan Gutiérrez, Calixto Calderón, Juan Núfíez,
Sebastián Bravo, Francisco Rojas, Cristóbal Galindo, Juan Díaz, Jerónimo
Rodfiguea &-lioilio de Zurita. "--- "--AA- brl. r&cZ bari iui i , ~ 3&. ., @S. 6?0. Li
ciudad de Natanzas fue fundada por el mariscal Severino de Manzaneda,
en 1639, con treinta familias procedentes de Canarias. Felipe Camacho, ob.
cit., pág. 532.
146 ANUZRTO DE EBTUDIOS ATLANTICOb:
AWRTACI~N DE CANARIAS A LA POBLACI~N DE &RICA 57
de la terrible oposición de los traficantes de carne humana; para
ese objeto adquirió terrenos realengos, como otros cedidos por
propietarios de grandes fincas, distribuyéndolos entre los emi-grantes,
en su mayoría canarios, que venían por cuenta de la
patriótica corporación, los que se dedicaban a la agricultura y
crianza, extendiéndose hasta Puerto Príncipe" 24.
El movimiento antiesclavista estaba ya en marcha, como se
ve. Y la obra comenzada por la Real Junta de Fomento de La
Habana fué continuada acertadamente por la Real Sociedad Eco-nómica
de Amigos del País.
La Real Cédula de 21 de octubre de 1517 sobre fomento de
la población blanca estimuló el celo de la Real Sociedad, que el
11 de noviembre de 1818 solicitó para Cuba las gracias que el
gobierno había concedido a Puerto Rico. Las obtuvo, y en su vir-tud,
por el puerto de Nuevitas, habilitado al efecto, entraron li-bres
de derechos los víveres y aperos de labranza destinados a
los nuevos colonos.
Se gestionó igualmente el traslado a Cuba de 300 familias,
en su mayoría canarias, que desde hacía unos cuarenta años re-sidían
en La Luisiana. Y aceptado el traslado por los interesa-dos,
adquirió gran impulso la población de Nuevitas 25. Después
se dirigió también la inmigración hacia Sagua y Guantánamo.
Masta 1820 llegan 9.000 inmigrantes destinados al fomento de
Sagua y Nuevitas.
La Real Sociedad, en junta celebrada el 20 de diciembre de
1823, oyó la lectura de un informe de su secretario, el doctor don
Tomás Romay, en el que, a la vista de los resultados del Último
censo de la isla-274.000 habitantes blancos y 326.000 de color-,
hacia ver la necesidad de fomentar la población blanca. Como
consecuencia, se nombró una Comisión con el fin de que hiciese
los estudios necesarios y presentase un proyecto para alcanzar
rápidamente los resultados apetecidos. Realizados los estudios, la
24 Cit. por Marrero, ob. cit., pág. 28.
25 Marrero, ob. cit., pág. 29, y Pdrez Camión, ob. cit., p&g. 643. .'
Comisión recomendó principalmente la inmigración de canarios.
En 1836, y en vista de la notable utilidad de esta inmigra-ción,
D. José María Dau presentó a la Real Sociedad Económica
de La Habana un proyecto para el fomento de ingenios sin es-clavos.
Se fija el autor de la moción especialmente en los inmi-gr
ant e~ca narios por "las ventajas de poseer nuestro mismo idio-ma
y porque, en general, son los que más beneficios personales
han hecho a nuestra agricultura, por su robustez que los hacen
susceptibles a sobrellevar los rigores del ardiente clima tropical,
por su inclinación y demás buenas disposiciones al trabajo".
Existían ya algunas zonas agrícolas de la isla que se halla-ban
explotadas casi exclusivamente por canarios. Así, por ejem-plo,
los ocho barrios rurales o partidos de Fernandina de Jagua:
Cienfuegos, Arango, De Clouet, Ramirez, Cumanayagüa, Ssrr Fer-nando
de Camarones, Santa Isabel de las Lajas y San Luis de
Yaguarama 26.
Además, los arrieros, carreteros, cargadores de mieles, peo-nes
de ganado, vendedores de baratijas y tenderos de canipo
eran, asimismo, canarios en su mayoría.
Una nueva disposición, la Real ,Orden del 20 de mayo de 1837,
vino a favorecer aún más la emigración isleña a Cuba. Se dis-ponía
en eila la creación de nuevas colonias en terrenos de Sagua,
para las cuales podría contarse con los teqnos realengos, y se
autorizaba a las Juntas a promover arbitrios para probger y
auxiliar a los inmigrantes "a fin de atraer a dicha isla familias
laboriosas especialmente de las muchas que de a l p a s de las
Canarias emigran hace tiempo al Brasil y otros puntos del con-tinente
americano".
Los inmigrantes canarios, según Pérez Carrión 27, fueron ex-tendiéndose,
al favor de estas y otras disposiciones, por los par-tidos
de Dos Bocas, Candelaria, Marón, Maroto, Cauto-Aba jo,
Palma Soriano, Guanicún, Brazo-Cauto, Guanicún Abajo, Ramón,
26 Pueden verse más detalles sobre este particular en Pérez Carrión,
ob. cit., p8g. 647.
27 Ob. cit., p&g. 655.
148 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTI.COS
.Nimadima, Hongolosongo, Corradillo, Limones, Amistad, Caima-nes
Porros, Cascón, Damajayabo, Juan Angola, Guanimas, Guira,
Sabanilla, Tiguabos, Mayari y Santa Catalina.
Pero esta corriente migratoria, favorecida primero por la
Junta de Fomento de La Habana y después por la Real Sociedad
Económica de Amigos del Pais, empezó más tarde a ser explo-tada
por los traficantes de esclavos. La trata de negros, cada día
más difícil, se fué sustituyendo por un enganche, también inhu-mano,
de agricultores gallegos y canarios, mediante unos con-tratos
durísimos, como anteriormente se ha indicado 28.
A tanto llegó la irmorniniosa explotación, que los canarios que
ya residían en Cuba fundaron en 1872 la Asociación Canaria de
Beneficencia y Protección Agrícola para poner fin a tales abusos
y socorres a los paisanos que llegaban engañados por ios agen-tes
del vergonzoso tráfico. La Asociación se estableció en La Ha-bana
y organizó sucursales en muchas localidades ". Sólo durante
los años 1878-79 redimió de los odiosos compromisos a más de
cinco mil isleños que llegaron a Cuba para trabajar en las fincas
azucareras. La emigración canaria a Cuba continuó con la misma
o mayor importancia, pero en condiciones que mejoraban día a
día. Y así, hasta fines del primer cuarto del presente siglo, en
que empezó a disminuir y desvanecerse.
Pero aunque los inrnigrantes canarios en Cuba se dedicaron
principalmente a las faenas agrícolas, no pocos orientaron sus
esfuerzos hacia otros fines. Los primeros ferrocarriles de Cuba
obra fueron, por ejemplo, de canarios. La construcción del de La
Habana a Villanueva fué promovida por D. Gonzalo Alfonso, ca-
U ~ lLu, u2t-: lla- 2~-1.a. l du2t- : WI u:..-- -- l - -L."-.,.-- ..- --.-- *.e.. JX nlo1 L U, y ra r ealudl vii u u1 ar ua e11 au uiay u1
parte isleños ".
Un hecho tristísimo puede servir de ejemplo, entre muchos,
de cómo el canario ha considerado a Cuba como su segunda pa-tria
y las cosas cubanas como propias: En la sitiería de Jesús
- 28 Pueden verse moddos en Pérez Carrión, ob. cit., p8gs. 588-593.
. Z ~ m pá, g. 594.
30 Zbídern, pág. 570.
del Monte "fueron ahorcados doce isleños por el "delito" de opo-nerse
violentamente a que el Gobierno colonial diese el monopolio
del tabaco a una Compañia Arrendataria, impidiendo el libre cul-tivo
y venta"
Pasando ahora de las Antillas al continente, encontramos en
el mismo Golfo de Méjico 32, O en territorios próximos al mismo,
importantes recuerdos de la colonización canaria.
El 1." de mayo de 1723, de acuerdo con las.peticiones recibi-das
del marqués de San Miguel de Aguayo, gobernador y capi-tán
general de Texas y Nuevas Filipinas, se resolvió el envio de
200 fzmilias ik !as Islas Canarisa para cdmizar Texas. Perv
hasta el 14 de febrero de 1729 no ordenó el rey el embarque de
las mismas. Como era natural, no era preciso que todas embar-casen
juntas, de una sola vez. El primer grupo de estos colonos,
integrado sólo por 16 familias, fué destinado a fundar una po-blación
con el nombre de San Fernando, en honor del príncipe
de Asturias. Los colonos llegaron a su destino el 9 de marzo de
1731, y el 20 de julio quedó constituido por ellos el primer Ca-bildo
de la nueva fundación 53.
31 LOS Canarlios en. America, Bibi. Canaria, pag. 29.-Entre los hom-bres
cuyo recuerdo se venera hoy en Cuba figuran los canarios Morales
Lemus, Pozos Dulces, Enrique Pifieiro, el marqués de Santa Lucla. Tam-bién
fue canaria babel P6rez, la madre de José Marti. De isleños des-cienden
el doctor Luis Estevez Romero, ex vicepresidente de la República,
casado con la gran benefactora de Santa Clara D." Marta Abreu, de origen
canario, como su esposo; el orador D. Juan Rodríguez Ramirez, el perio-dista
Corpus Hiratea Lecuona, etc.
32 La pequefia isla Candelaria, en el Golfo de Méjico, quizá haya sido
poblada primeramente por canarios.
33 Quedó constituido en la forma siguiente: Juan Leal Goras, primer re-gidor
y a la vez alcalde de primer voto; Juan CmbRlo, segundo regidor;
Antonio Santos, tercero; Salvador Rodriguez, cuarto y alcalde de segundo
voto; Manuel de Niz, quinto; Juan Leal Alvarez, sexto; Francisco de Aro-cha,
escribano de consejo y público; Antonio Rodríguez, mayordomo, y Vi-cente
Alvarez Travieso, alguacil mayor. Mattie Alice Austin: The mwni-
150 ANUARIO DE ESTUDIOS ATfiANTICOS
62 JOSE F%XEZ VIDAL
____-- - - - -- Posteriormente, grupos más numerosos de familias canarias
fundaron también en Texas las ciudades de Galveston y Valen-zuela
34.
Párrafo aparte merecen los rastros de los canarios en La Lui-siana.
Estas supervivencias las recogió y estudió primero Alcée
Fortier en 1894 35, y últimamente el gran hispanista americano
Prof. Raymond R. MacCurdy ". Con! datos tomados de la Histo~g
of Luisiana, de Charles Gayarré, nos declara que precisamente
con la llegada de las numerosas familias transportadas desde
Canarias a expensas del rey, La Luisiana, que hasta entonces
había arrastrado una vida lánguida, empezó hacia 1778 a lograr a
alguna actividad y desarrollo. N
E
Algunos de aquellos colonos se establecieron en la Terre azcx O
Boeufs, una porción de tierra hoy incluida en la parroquia de n-- m
St. Bernard. La pequeña colonia se vió desde el primer momento O
E
E
sometida a poderosas influencias extrañas. Allí se había encon- 2
E
trado bastantes plantaciones francesas de la época anterior . -
. P a 12 cesL=r, hksianc, 8 Y q ~ q g . phkc iS2 f r anc ~ a2 ~ - 3
-
mentó después continuamente con refugiados de Acadia que bus- -
0
m
E
O
1 E
cipaZ gWernimmt of San Fernando de Bexar. 1730-1800, en "The Quarterly
of the Texas State Association", vol. VIII (abril 1905), núm. 4.-Vito Alessio
Robles: Coahuila y Texas s>z la época colonial, Méjico, 1938, págs. 470-471
y 515-516. En la nota 37 (pág. 471) de esta obra puede verse la lista cm-pleta
de los colonos canarios fundadores de San Fernando.
34 Del legajo 568 da la Sección de Cuba del Archivo de Indias se des-prende
que, por lo menos, estas dos poblaciones fueron fundadas por colonos
~ ~ ü c i C~GsX&. & Y! =U nc~?x- e sd e !es jefss Ue f z ~ i l ie~st,a y 11 pmtidm
entregadas a cada uno al radicarse. Valenzuela fué erigida con 113 familias
islefias y Galveston con 112. Cit. por Morales Padrón: Colonos. ., pág. 426.
35 Alcée Fortier: The islefios of Loui-, Nueva Orleáns, 1894. Forma
parte de los Louisiana Studies.
e6 En los siguientes trabajos: The Sp'12ish Diabct irlt Sr. Berwrd Pa-
?%?h.L G&&?IP~&.! . de !n TTnip~&d-d de NeW MPdrq AIh~wequ- ,I $l.riO,
88 págs. en 4."-Spanish Riddka p<nn St. Bsrnard Parkh. Louisiune, en
"Souther Folklore Quarterly", vol. XII, núm. 2, pme 1948.-Spc~nish FOZ--
Zore from Bt. Bernard Parish. LouisZane. Part. 1: Backgrounü; Part. 11:
Jokes anü Amecdotes of Quevedo. Ibfdem, Xm (1949).
152 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB
APoRTACI6N DE CANARIAS A LA POBLACION DE AMERICA 63:
caron hogar y seguridad en la parroquia. En el aspecto religioso
dependía, además, del clero francés de N w Urleáns.
Esta primitiva influencia francesa fué sustituida más tarde,
al pasar La Luisiana a los Estados Unidos, por la influencia nor-teamericana.
La nueva influencia, si primero fué suave, ha sido .
luego muy absorbente. Hoy, en las escuelas, está prohibido hablar
el español.
A pesar de esta doble presión, presión de dos culturas supe-riores,
no de indígenas de rudimentaria cultura, y de los dos
siglos que casi han transcurrido desde entonces, el fondo cultu-ral
de la colonia sigue siendo español. Española, con fuerte matiz
canario, como veremos, es la base del dialecto de St. Bernard, y
lo mismo el fundamento de su literatura tradicional, y para que
nada se pierda, todavía está vivo el origen de los primitivos co-lonos
en el nombre que aún se sigue aplicando a sus descendien-tes: