LENGUA Y LITERATURA
ANTROPONIMOS DE CAN.ARIAS
PCR
JUAN ALVAREZ DELGADO
Catedrático de !a Universidad de La Laguna.
Nuestro conocimiento de la antroponimia indígena de Canarias
se ha ensanchado considerablemente en los .%timos años. Y el
reciente trabajo de la Srta. Vicenta Cortés (t. 1 de este ANUA~RIO)
con su lista de nombres de esclavos indígenas me ha sugerido una
síntesis, que pretende reunir cuanto sabemos hoy de onomástica
personal guanche. No con la pueril pretensión, todavía irrealiza-ble,
de hacer S-u estudio definitivo, sino con el intento de redac-tar
un corpua de los materiales conocidos con algunos puntos de
explicación.
Confío contribuir con él a trabajos definitivos sobre ciertas
series o formas, e impulsar a los archivistas a buscar nuevos do-cumentos
en Huelva, Puerto Real, Sevilla, Mallorca o Barcelona,
donde debieron redactarse muchos análogos a 'los descubiertos
por la Srta. Cortés en Valencia.
En anteriores trabajos mlos l he estudiado varios antroponimos
guanches, ,pero ni dejé formulados los problemas generales de esta
onomástica, ni recogí todos los nombres conocidos. Y aunque no
es posible ofrecer, en el estado actual de nuestros conocimientos
del habla indígena, los significados de todos los nombres -persa-
1 MisceZi-ínea Gwznche, La Laguna, 1942.-Tamarán, "El Museo Canario",
Las Palmas, 1947, pág, 32 y sa.
Núm. 2 (1956) 311
2 JUAN ALVAREZ DELGADO
nales, será conveniente señalar las etimologías seguras, y, aunque
expuestas a controversia, aventurar como progreso nuevas hipó-tesis
semánticas. Pues can razón decía Alberto Dauzat al III Con-greso
de Onomástica en Bruselas, sobre un proyecto. análogo de
mayores alcances (el diccionario etimológico de antroponimia
francesa), que nuestro saber sólo progresa a fuerza de tentativas,
aún más necesarias en una ciencia en mantillas como la Antro-ponimia.
Para proyectar los problemas y dificultades de nuestra ono-mástica
indígena, quiero recordar la tipología general de los nom-bres
p s m a , &aladns por 1- esp+J'.lista.~e,n lenguas de más
abundante información que el guanche, como Meyer-Lübke,
Sherer, Fiorstermann, Kristensen, Preisigke, Peremans, Spiegel--
berg, Vergote, Ranke y otros, sobre antropónimos indoeuropeos,
egipcios, bereberes y semitas.
Aigunozi probiemas de nuestra antroponimia tienen que q u e
dar en el aire, por la falta de estudios completos y de explicacio-nes
seguras de muchos nombres canarios primitivos, a lo que con-tribuye
nuestra ya conocida deficiencia de datos aborígenes. Así,
no podemos sentar desde luego si todas los nombres guanches de
varón (corno ocurre en otros pueblos primitivos) son compuestos,
de car&cter más culto, con alusiones guerreras, matices religiosos
o aspiraciones ideaies; y los de mujer son siempre más espontá-.
neos y simples, o derivados de nombres de varón.
SahPlmns que en d ~ issla s (Tenerife, y Gomera) son claros. los
caracteres sociales de- régimen patriarcal originario, y en otras
dos islas (Canaria y fierteventura) hay datos innegables de ma-triarcado,
sin poderlos precisar para las restantes. Pero no pode-mos
decidir "a priori". para todos los casos, ni para muchos por
falta de et~moia&a, si la ai*opofimia indigena refleja " y-,z
esos predominios ~exuales primitivas,
Y este mismo desconocimiento de huchas etimologías nps im-
312 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTRO~NIMOS DE CANARIAS 3
pide decidir si hay mecanización lingüística (agrupación de for-mas
sin significado alusivo), y tampoco podemos establecer por-centajes
seguros o señalar predominios absolutos o caracteriza-ción
fija de tendencias en la onomástica personal guanche.
Pero h datos ya comprobados me permiten colocar, dentro
de la clasificación universal de la antroponimia, algunas formas
guanches, que prueban ciertos caracteres en nuestra onomástica
indígena de Canarias, permitiendo encuadrarla en un estudio
científico.
Los tratadistas suelen clasificar los antropónimos, por su
estructura, en :
a) mcmoltemát.iclos, o formados por una sola palabra.
b) ciompestos de varios radicales o voces del idioma, con
eiilzice 5Tamatical cori-eclue n s am~ l a ~aürbsi iraíoiameiiie.
C) deriMos, esto es, formados con una voz prefijada, sufi-jada
o alterada, bien por adición de un elemento formal vivo en
el idioma, bien por un aditamento arbitrario.
Puedo ofrecer como ejemplos de estos tipos en las listas si-guientes:
Tarira "el tuerto"; Amcqwn~he "el moreno"; Tenmoya o
!llenesioria, femenino de Tenesor; Magantigo = ma@n + tigot
"pedazo d-9 cielo" ; sin que pueda precisarse aún si en voces como
Tarira o Azuquahe hay elementos soldados o alterados, o constan
sólo de un radical indigena.
Otra clasificación de los antropónimos puede hacerse por razón
de su valor semántiou y las relaciones culturales del nombre per-sonal.
Así pueden reunirse en tres grupos con varias especies o
variedades.
Primer grupo: ant7rolp��nimos cosignij2cai2/vos son aqueiios
nombres de valor claro para los usuarios del idioma a que perte-necen,
como equivalentes a un nombre genérico especializado en
el uso, y está constituido por:
a) apodos o apelativos comunes de cualidades materiales de
la persona, como '"tuerto", "manco", "rubio", "delgado". . .
b) epitehos expresivos de cualidades morales, como "codi-cioso",
"fiel", "valiente corazón". . .
4 JUAN ALVAREZ DELCADO
c) m e t a f ó r h por expresiones figuradas de nombres de ár-boles,
animales, piedras.. . , como "león", "rosa", "pedazo de
cielo". . .
d) teofóricoe, votivo& o expresivos de ideales paternos, cmo
"Don de Isis", "Dome a Dios" ...
Segundo grupo : antrop&inW,s correlativos o indicadores de
una dependencia del nombrado, que se subdividen en:
a) ét~iaoso indicadores de la población en que viven o na-cieron,
o de la casa o mansión familiar.
b) 6pónimos, indicadores de la obra o invento realizado.
c) tribales, sacados del nombre de la tribu o familia, que en
la práctica se confunden con las étnicos y los dinásticos.
d) dinásticos, arrancados a su grupa político, social o de
realeza familiar.
e ) apeZ2idrm o p a ~ h w o s(o matronímicos muy frecuentes
en hijos ilegítimos o régimen matriarcal) formados sobre el nom-bre
del padre, a veces con fusión de elementos de varios ante-pasados.
f) profes2imales, por el oficio, ocupación o carácter del usua-rio,
como "cabrero", "guerrero", "zahorí". . .
g) hagblógico, fundamentalmente coincidente con los teófo-ros,
pero impuestos puramente por mera referencia o dedicación,
por el padrino o bautizante (Fernando Guanarteme), o por otra
razón accidental, como el nombre del santo del día en que nace,
el Santana o Expósito o Canuto en los ilegítimos, 'etc.
Tercer grupo : antrqdnimos arbitrarios, que son nombres
asemánticos por sí, de formación mecánica o adición de elemen-tos
del habla ensamblados arbitrariamente o de significado incom-prensible.
Tales, por ejemplo, los señalados por los tratadistas
formados por elementos como "blanco-negro", "lanza-espada" ; los
nombres masculinos adaptados a hembras o al revés, y por últi-mn,
Iris h a l h l l r ~ ~ d nhai p~cnristicnsU nnnmatop&iros, rliyn d p i - --A- --- -----------,
ficado está en el nombre original base del hipocoristico, que como
tal pasa a tener un mero valor demostrativo.
314 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS.
ANTROPdNIMOS DE CANARIAS 5
Señalaré algunos nombres guanches de estos grupos, que más
ampliamente hallarán los lectores en las listas del final.
Entre los cosignificativos pueden señalarse Aganeye "manco"
= "brazo cortado" ; Zuguko "rubio" ; Bzuquah "moreno" ;
AJtmicate "valiente corazón" ; Acaymo "Lanzadas" ; Mqntiglo
"pedazo de cielo"; Armemeyacman "válgame Dios", equivalente al
"Juan Dome a Dios" de Viana.
En el otro grupo de los correlativos bastará señalar Auchen
"casas"; junto a los muchos similares a la postconquista: Dagál-dar,
De Adexe, Juan de Tacoronte, etc. Y también el Guanimencei
"hijo del Rey" ; Gmntejina "hijo de Tejina" ; AcheMmidcvn "gente
de Semidán" ... Conviene para este grupo tener presente que los
étnicos y epónimos ofrecen una correlación indudable con la to-ponirnia,
problema particular que estudiaré a propósito de la lista
de Viana.
En el tercer grupo cito por ahora a Tenesoya, femenino de
Tenesor Semidán, y subrayo que sin completar la etimología de
nuestras listas de antropónimos, resulta aventurado hablar de
-......L...-- :..-..--..n...":Lln.. ..-l.:+.-..:..-
IIUIIIUL cs L L L L U L ~G~l1~3~L U1C:3, UILL al lVD U h i p c ~ r i s t k ~ s .
Mas lo dicho basta para afirmar que, aunque queda mucho por
aclarar, nuestros nombres personales guanches entran de lleno ep
la arquitectura general de la Antroponimia científica.
PLAN DE ESTE TRABAJO.
Tras unas breves observaciones ,generales sobre la ortografía
de los antrop5nimo-s guanches y sus equivalencias en las fuentes,
necesarias para justificar mi identificación de las variantes tex-tuales,
expongo algunos problemas, interpretaciones o referencias
que considero importantes puntos de nuestra antroponimia in-dígena.
Estos czFii-uiús re-jaCiádos qai;ariaTIienie sobre wia
de las listas formadas, relamcionadas luego con las referencias,
comparaciones, apostillas y etimologías que propongo, muchas de
6 JUAN ALVAREZ DELGADO
las cuales reciben exposición más amplia en dichos capítulos por
su interés. Pero estas relaciones de nombres personales indigenas
las coloco al ñn del 'trabajo formando un Clorpus, ordenadas 'alfa-béticamente
por procedencias y por islas, como luego detallo.
Con la ,clasificación por fuentes y procedencia, queda ya plan-teado
y examinado el problema de autenticidad histórica y cien-tífica,
y facilitada la compulsa a los investigadores.
Con la separación por islas, me anticipo a la posibilidad lin-güística
de que la división insular de Canarias ofrezca divergen-cias
fonéticas y morfológicas en los nombres indigenas de per-sonas,
pues tenemos comprobadas isoglosas insulares fonkticas y
léxicas, aunque esté demostrada también por mí mismo la comu- a
N
nidad lingüística de raíces y estructura de los dialectos indígenas E
la autenticidad de las voces repetidas y de. las interpeladas. Y
-
m
O
E como 'algunos nombres personales serán étnicos y tribales, es E
2
decir, vinculados a nombres de lugar o de persona, su concreción mE
en cada isla contribuirá a explicarlos.
3
-
LISTASD E ANTRQB~NIMOSU TILIZADAS.
Particularidades ortográficas de los textos y listas.
LISTA. 1: Lista tradicional de nombres indígenas canarios.-Problemas etimo- E
lógicos.-Bibliografía para nuestras etimologías.-Nombres indigenas de a
Adivinos.-El sexo de Tegutse y de Ico.-Isla de 'Gran Canaria: 8 Un mito n
guanartémico? Los femeninos de esta serie. EtimoZogZas.-Los nombres n
n
gomero%-Lista nominal del Hierro.-Los antropdnimos de La Palma.-La
nómina tradicional de Tenerife. O3
LISTA 11: Nómina menceyal de Tenerirfe.-Cronologfa de los nueve Menceyes.
LISTA m: Onomástica personal en Viana.-La onomástica personal guanche
no pudo influir en la toponimia.-Relaci6n entre topónimos y nombres per-sonales.-
Imvemciones de Viana.
LISTA IV: Serie documental de nombres indigenas.-Problemas generales.-
Nombres menceya1es.-El grupo de "Guanicar".-El problema lingüístico
del tipo "Guanimence".-El nombre "Xintirmarao".-El nombre de Bea-triz
Huecha.-Ei grupo ;C*utejo::, UBen¿orejo!?, 'ISaiaaejo".
LISTA V: Serie nominal de esclavos de Valencia.-Fonetism0.-Etimologías:
LISTA Vi: Serie nominal de indigenas bautizados en Sevilla.
. -
316 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROP6NIMOS DE CANARIAS
1.-Lista "tradicional" de nombres personales indígenas.
a) Isia ae Gran Canaria.-b) Isla de Fuerteventura.-c) Isla de la Go-mera.-
d) Isla del Hierro.-e) Isla de Lamarote.-f) Isla de La Palma.
g) Isla de Tenerife.
11.-Nómina menceyal de Tenerife (por Bandos o Dinastías).
a) Mencey universal.-b) Dinastía de Taoro.4) Dinastía de Giiimar.-
d) Dinastía de Abona.-e) Dinastía de Adeje o Adexe.-f) Dinastia de
Tacoronte.-g) Dinastía de Anaga.-h) Dinastia de Benicode, Icode o
Icod.4) Dinastía de Daute.-1) Dinastía de Teguise.-k) Dinastía de
Teno.-l) Dinastía de Punta Hidalgo.
DI.-Lista nominal de Viana.
a) Nombres de anteriores listas.-b) Nombres de indigenas grancana-rios
auxüiares de Lugo: 1 a. 4.--c) Lista personal poética de Viana.
1V.-Lista de Antropónimos de fuente documental. a
a) Isla de Gran Canaria.-b) Isla de Fuerteventura.-+) Isla de la Go- N
mera.-¿$) Isla de Lanzarote.-e) Isla de Tenerife. E
V.-Lista de esclavos de Valencia. O
a) Isla de La Palma.-b) Isla de Tenerse.-c) Antropónimos de escla- n--
vos sin procedencia determinada. m
O
VI.-Serie antroponómica de indígenas bautizadas en Sevilla. E
a) Isla d e Hierro.-b) Isla de la Gomera.-c) Isla deATenerife.-d) Isla .
2
E de La Palma.
Las 1ist.a~d e antropónimo's canarios de mi Corpus serán seis, O- -
consignadas por el orden cronológico de su publicación.
",
E
O 1. Lista "tr-1" de nombres personales guanches, dada
por nuestros antiguos cronistas e historiadores y modernamente n
refundida en Chil y ~ a r a n j oM, illares Cubas y otros, con las re- -
a
ferencias, muy diversas entre sí, de fuentes anteriores. A ella 2
n
agrego los nombres del Torriani, recientemente editado por el n
Dr. IW;olfel, pero contemporáneo de aquellas fuentes anteriores, y 3
O
los pocos nombres do Gaspar Fructuoso, también citados por
TF+Xo!fe!. &, es+& i.efüll&icióli Cu.iiL-hbdi e ií-Ge&rash isióRm 321jara
40s de las listas 11 y 111 por razones de autenticidad.
11. Nómina menceyal de Tenerifei, integrada p r los nombres
de los menceyes de Tenerife y sus familiares, unos auténticos y
otros interpelados de Viana acá.
' ' 111. Lista oltmás;tica .de 'Viuna. - Queda ,constituida sola-mente
por los nombres personales de este poeta, excluídos bsque
integran las dos series anteriores.
8 JUAN ALVAREZ DELGAüO
IV. Serie d o c u .~t ; aZd e niornbres indigenius.-Dados a cono-cer
en las publicaciones de Datas, Actas de Cabildos y otros do-cumentos,
insertos o publicados recientemente por Serra Ráfols,
Leopoldo de la 'Rosa, Wolfel, etc., en "Revista de Historia", Fontes
Rerum Canariarurn, "Museo Canario", etc., que aumentan o preci-san
la lista primera.
V. Lista de V. Cortés, antes citada, de los esclavos canarios
de Valencia.
VI. Lista suspecta de SevZZh, con los nombres de canarios
bautizados, que publico ahora por vez primera, por juzgarla inte-resante
y muy atendible, a pesar de las dudas que suscita.
E
P A i i T í C ' v W ~ i ~ AGE~~~T~O G&?ICA=SE LC!S TEXTOS Y LISTAS. On--
Oo>
E Para el problema de las transcripciones canarias y la restitu- E
2
ción de la forma indígena original, quiero señalar iui término de E
comparación que estimo interesante y exacto. Nuestros escribanos 3
y cronistas de los siglos Xv y xvr se hallan, respecto del guanche,
en una postura análoga a la del escribano de Gran Canaria Gon-zalo
de Burgos, que en 1499 redacta en Tagaos un documento
con topónimos africanos de etimología bereber segura y hoy re-conoscibles.
Por la evidente semejanza de este paralelo (el guan-che
y el bereber son de estructura y tronco liigüístico análogo),
comparando las transcripciones de Gonzalo de Burgos: Ifini,
Auladamar, Eguguaz, Iste, Taganute, Taguynza, Itabuscat, Taga-marte,
Caynzerte, etc., con sus correspondientes bereberes Ifni,
V!ed'J-mir, Igimz, Icht, Tagmi?t, Tagenia, Ida-u-Buzia? Tighmert,
Tinzert, etc., podemos establecer el cuarto témino de la propor-ción
:' el correspondiente lguanche de las transcripciones de los
escribanos y cronistas contemporáneos y de la misma lengua que
Gonzalo de Burgos.
Pero, además, manejancio en este trabajo lisias de noiiibrea 6e - Cf. "Hespéris", 1935~p~h g. 75, donde lo estudiaron P. de Cenival y F. de
la Chapelle.
318 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROPÓNIMOS DE CANARIAS 9
diversas épocas y fuentes de distinta ortografia, convendrá hacer
unas observaciones sobre la correspondencia gráfica y fónica del
español en los pasados siglos en Canarias, que considero claras
hasta para lectores no especializados en lingüística. Pueden verse
ampliadas y justificadas en mis trabajos anteriores y en las, obras
generales de gramática y pronunciación españolas 3.
En los manuscritos y documentos resulta fácil confundir los
signos de u, n, c, t y hasta i, r, x, según la caligrafía empleada. Tam-bién
nuestros textos modernos, al transcribir o imprimir la S larga
de grafías antiguas, erraron a veces leyéndola f , como tengo seña-lado
a propósito de efequén, forma generalizada, en vez de la
auténtica esequén, que sólo conservó un texto. Y como nuestros
nombres personales se copiaron, y reprodujeron, en las fuentes por
manos inexpertas, una misma voz original aparece transcrita con
variantes harto caprichosas en ocasiones. Es preciso, pues, reunir
esas variantes, bajo una sola cabeza, para saber el número de
nombres diversos que poseemos.
En algún caso estas variantes representan una evolución o
divergencia fónica dialecta.1. La diversa articulación insular de t
en contacto con palatal y la diversa ch mediopaladial de Canarias
(la tch vacilante de Fuenteventura, la ch fuertemente medioclu-siva
de Tenerife y la ch prepaladial de otras islas) hace que fuen-tes
antiguas consignen Blenytm y luego escriban y pronuncien
Benchmo; y en distintos medios creemos oír y escribimos Tisca-manita
junto a Chiscammita, como tenique junto a chénique.
Para la ortografía de Nebrija y el español de los conquista-dores,
para nuestros cronistas y los hispanoparlantes de Canarias
en ios siglos xv y xvr, .y para ios escribanos de Vaiencia y Sevilla
en los años de esclavitud y cristianización de Canarias, represen-
3 Cf. la citada Misoeih€h Wariche y mi Puesto de Canarias en b In-uestigaciórz,
Li%giiZstim, La Laguna, 1941; Mi Pidal: Manual üe Gramática
Histórica da Ea Lenggzca Eqmfiolia; T. Navarro Tombs: Mmu&l de Pronw-cicccibrt
EqMíola; Amado Aionso: De üz pranuncCacidn medieval a 'Ca mo-derna
en español, 1, Madrid, 1955.
4 Ya lo advirtió la Srta. Cortes para los documentos de esclavos de Va-lencia,
en el ANUARIO, 1, pág. 503, nota.
Núm. d (1956) 319
1.0 JUAN ALVAREZ DELGADO
taban prepaladiales las letras x, j, y, ch. Pero naturalmente estas
prepaladiales hispanas no tenían los mismos puntos y modos de
articulación que las correspondientes indígenas, muy abundantes
en el habla insular de Tenerife y Gomera, por lo menos. Me parece
casi segura la existencia en el Archipiélago de por lo menos las
cuatro medioclusivas o prepaladiales que suelen representarse
por 2, 6, g, 9, que se cruzan, coexisten o se excluyen en las dis-tintas
islas, y probablemente son conservación de variantes indí-genas
de sustrato.
Si unimos a esto la imprecisión ortográfica de nuestros escri-banas
y colonizadores, nos hallamos escrita una misma forma
guanche con diversas letras, hasta dentro de un mismo documento
(por ejemplo, Geniguada, Yeniguada, Xiniguada, Jeniguada ;
Xiiama y Gitama; Guaxara, Guachara y Guayara por Guajarat
etcéterar. Esto se complicó más adelante, cuando aquellos fone-mas,
convertidos en la j aspirada del español moderno, pronun-ciada
aquí como la h aspirada antigua, conservada también en el
medio rural de Canarias, en tales palabras se transcriben en los tex-tos,
al capricho de capistas, por cualquiera de estos signos; con
lo que la grafia moderna por sí sola no permite restablecer con
garantía los fonemas originales. Y por último, a partir del s. XVII
el hipercultismo de algunos historiadores y genealogistas les hizo
leer a la latina la ch antigua (como k), y metieron la h. muda del
español culto al principio s en medio de formas que no tenían h
aspirada primitiva; así se escribió Boncoumo pronunciando mal el
Benchsmo antiguo, y se consignó H m i g u u , Ahozctcho por los
auténticos Ardguad y Azcch~e.
¿as sii'nantes dei españoi de ia conquista íx, S, g, ssj aparecen
en nuestros textos confundidas en parte por el seseo canario al
transcribir nombres personales; y como también la -S final o
agrupada, igual que en andaluz, se aspira'más o menos en las dis-tintas
islas (evolución que debe arrancar de fecha temprana), nos
encontramos con voces aparentemente distintas, pero realmente
idénticas ol equivalentes: por ejemplo, el nombre de la "hijastra"
o "entenada"-los cronistas llaman "hija ilegítima" en el matri-
320 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROP6NIMOS DE CANARIAS 11
monio ulterior de la madre (régimen patriarcal de Tenerife)-
aparece escrito cucaha (en vez de -ha) y zuma (con z y s por
cedilla y h).
Asimismo son puramente convencionales algunas variantes
gráficas, que no indican variedad fonética real, sino intentos ho-mólogo~
d e reproducción de un mismo sonido. Así son una misma
cosa Guaza, Guassa, Uassa y Huasa; y Tenerife, Tenerif, Tene-riffe
y Thenerifee; y si un texIto 'es paG1 escribe mbsa por causa
y bhqu;c por blanca,-sus-fofmas indígenas Dabte: y Amqm so.
narán puramente Daute y Anaga.
Las consonantes finales indígenas, impropias del español o
alteradas en tal posición, aparecen también eliminadas o susti-tuidas
en nuestros textos, donde sólo las conservan transcripcio-nes
más cuidadas. Un primitivo i g w y d se haiia escrito Ag~y-mad,
Goymad, Guirnad, Guimas, Guima y Giiímar (actual).
También presentan nuestros antropónimos grupos extraños de
consonantes de difícil articulación y abundantes geminadas. Te-niendo
en cuenta las relaciones innegables del guanche con el
bereber y el egipcio, que he mantenido en otros escritos míos, la
geminada puede corresponder a una consonante más enérgica que
la simple del, español, y-también a una efectiva gerninada o conso-nante
doble primitiva; pero también puede en absoluto explicarse
por agrupación de dos elementos consonánticos primitivos inde-pendientes
separados por un chevá o vocal tenue interna, o por
una laringal aborigen caída en la españolización. Subrayo que el
egipcio poseyó cinco laringales, reducidas a una o dos en otras
hablas. Así, por ejemplo, la reiterada grafía -4ttemisa de la lista
& hleiicia 110 deci& por sí misma si hay que inierFre'mria
una dental sorda más enérgica o geminada Atternisa, o por agru-paciones
como a t - t m h , ad-temisa, a&-ternim, atdtemka, etc.
Y estas notas sirven para justificar nuestras ulteriores elec-ciones
de voces guanches primitivas o más cercanas a la origi-naria,
sobre las variantes dadas de los antropónirnos indígenas.
JUAN ALVAREZ DFXGADO
LISTA TRADICIONAL DE NOMBRES INDIGENAS CANARIOS - (LISTA 1)
Eliminados, como apunté, de esta lista "tradicional" de antro-pónimos
canarios'los nombres de los menceyes de Tenerife y los
poétim de Viana, por las expuestas razones de interpolación y
falseada creación sin fuentes, eñ Figor absoluto esta lista debería
recoger solamente los nombres dados por nuestros historiadores,
lo más tarde hasta Abreu Galindo (h. 1593-1605)) excluyendo a
Viana y posteriores.
En efecto, cabe pensar en la eliminación de todas las voces
m dcmmentwdas p r 10s viejes cronistltws irih i?imediutes u !S
referencias directas de los indígenas, informadores tradicionales
y veraces. Pienso, al decir esto, en que tan faltas de tradición y
de tan moderna creación como las formas de Viana (1604) son las
interpretaciones y adiciones de Marín y Cubas (1687), y que voces
dadas sóio desde Bertneiot (i842) o por Gaspar Fructuoso (h. 1598)
no pueden con verdad llamarse tradicionales.
Pero tal separación nos llevaría a una subdivisión de grupos
excesiva y de seguro innecesaria a la investigación, según lo que
digo luego del "mito guanartémico", por lo cual incluiré en esta
lista, con la debida indicación de su procedencia, todos los nom-bres
de las primitivas crónicas (El Canarien-1402-1406, Sedeño,
Escudero, Espinosa, 1591, etc.) y las variantes hacinadas en nues-t
tros historiadores de síntesis: Viera y Clavijo, Berthelot, Millares
Terres, Chi! Nwru=;'=, c=m= !au escasas y siempre biefi jiati'
ficadas formas incorporadas por ellos en sus listas. También van los
nombres dados en los textos de Torriani (h. 1590) y F'ructuoso,
desconocidos a veces de nuestros historiadores canarios, pero in-sertos
en documentos tan antiguos como los que constituyen la
serie tradicionalmente citada. Y con ello, nuestros investigadores
tienen a mano la procedencia, cronología y posible autenticidad o
interpolación de cada una de las voces en cuestión.
.322 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOR
De esta lista, con todos los nombres de las crónicas primiti-vas
y de los autores reseñados en la nota bibliográfica que enca-beza
el Corpus de antropónimos, sólo quedan excluídas las voces
que he llevado a la nómina menceyal (lista ii) y a la relacibn poética
de Viana (lista III).
Considero conveniente señalar algunos puntos generales sobre
las etimologías de nuestros antrofinirnos, ya que desde fste mo-mento
consigno algunas que estimo probables, por lo menos.
Para aclarar mi pensamiento convendrá concretarlo en un
ejemplo guanche, reiacionacio con ei de otras ienguas mejor cono-cidas.
Sabemos bien que los nombres egipcios de persona Inaros
y de lugar T'iminJzor se interpretan usualmente por "ojo de Horus"
y "ciudad de Horus", respectivamente. Pero el conocimiento pre-ciso
del egipcio permite a los tratadistas establecer exactamente
que el nombre transcrito Inano8 por los helenistas de Alejandría,
corresponde al egipcio antiguo 'irt + %-tH. lor i-ivw y vale "el ojo
de Horus está contra ellos",, es decir, es un teóforo de matiz pro-filáctico
religioso. Asimismo Damafihur o Timinhor dzl copto
bohhirico corresponde exactamente al antiguo egipcio t3 + dmi+
nSH;or, significando "la ciudad de HUrus". Igualmente cuando
Abreu Galindo nos dice que Maymtigo significa "pedazo de cielo",
agregando que tigotan es "cielos", ofrece garantía desarrollar la
forma en mayan+tig.ot "pedazo + cielo". Pero como carecemos
en guanche de ios detaiies de ia gramática egipcia, sóio podemos
decir problemáticamente que el primer elemento m a p n vale
"pedazo", como hizo el Dr. Chil, y que su -sz- final es la prepo-sición
"de" o anexión camita. No sabemos con seguridad si todo
el mawn es nombre (comp. lchelja aman "parte, lugar"), o si la
m.- inicial es prefijo o componente de nombre formado sobre un
radical verbal como e1 verbo eye "cortar" o el rifeño agym "pe-dazo".
(Comp. mxday "hondura" sobre &y "debajo", en los nom-
JUAN ALVAREZ DEWADO
bws manches mkgahmen "bajo las aguas" y TarrUadaya "la
hondura".) Nos queda, pues, la duda gramatical de si debemos
interpretar maya+n+ tigot o m-aya+n+ tigot "pedazo de cielo".
Lo Único seguro, por el testimonio terminante de Abreu, es que
el elemento tigot significa "cielo" y que, por tanto, es errado
(Zyhlarz) traducir Mayantigo por "¿qué hacen las nubes?" Pues
si es verdad que tagnut significa en susí "nubes", tignut en ma-rroquí
vale "trueno, tempestad y su paralelo agenna del tuareg
-"cielo"; y si también otra forma homófona del susi tagut vale
"lluvia, llovizna", también tagut del rifeño y bamaraní vale "cielo"
en frases como lar5m-rt-tagut "lluvia del cielo". Esto lo compro-bará
el lector en los léxicos citados luego.
En general deberemos contentarnos con señalar las aproxima-ciones
de formas y la valoración de sus elementos. Y sóio en es-casos
ejemplos podremos precisar detalles gramaticales, que en-tonces
serán de extraordinario interés, para valorar la exacta
ecuación del pensamiento indígena en la fijación palabral.
Y esw vsllnres de slalp1nos nombres que nuestros cronistas se-ñalan
son siempre seguros, y sólo con pruebas de peso en contra
podemos marginarlos o alterarlos en nuestra explicación. Esa
estimación de inexactos que suele otorgárseles casi nunca está
fundada, pues sus datos son mucho más seguros que las fantasías
interpretativas que en ocasiones los sustituyen. No es creíble que
si Abreu Galindo, sobre manifestaciones directas de conocedores
del idioma aborigen, asegura que Mayantigo vale "pedazo de cie-lo"
y Aganeye "cortado brazo", él entendiera estas cosas cuando
los indígenas hablaban de "¿qué hicieron las nubes?", o "uno a
quien lisiaron". Ese camino condujo .a Zyhlarz a explicar el go-mero
Guunchepe por "el de la cota de mallas" en un pueblo de
cultura neolitica, ignorante de los metales, vestido de pieles y con
armas de piedra y madera.
El método, que seguimos en io posibie en ias siguientes pági-nas
como camino seguro, es interpretar las formas guanches y loa
sentidos dados por los cronistas exactamente a través de formas
324 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROPÓNIMOS DE CANARIAS 15
próximas en lenguas análogas, y dejar de lado toda; otra aventura
exegética.
BIBLIOGRAFPA~RAA NUESTRAS ETIMO&OG~AS.
En este estudio de interpretación y etimología de los antro-pónimos
indígenas tomo datos a estas obras que reseño por más
frecuente empleo o más al alcance de los lectores habituales de
problema? canarios, donde hallarán fácilmente las formas citadas.
De las escasas obras españolas del tema cito dos diccionarios
de Fr. Esteban Ibáñez, O. F. M.: el Diccionario leqañoI-rif& (y
el rifeño-español paralelo), Madrid, 1944 (1949)) y el Diccio.iacxrio
E s p a ñ o l - B a a r , Madrid, 1954.
Del gran berberista E. Laoust cito: su interesantísimo libro
Mots et Choses berb6w, París, 1920; Cours de &rbBre Marociain,
ed. París, 1939, con un glosario alfabético bereber; su estudio
sobre el rifeño en "Hespéris", 1927, y su estudio sobre el Siwa. 1. Son
Dn<r7m Dn&n 1029 n.-.- rnr.-. TrnAn Anm Cfi-nm dn Ain+in+nn dinlnn-
L wi uuii A al m, LUUY, LULL LLLUY V L L I L ~ U ~ DA U L ~ L LU~G~ U I ~ C I I L L V D uaIbb-tos
registradas en el glosario francés-siwi.
Para el tuareg me sirvo preferentemente del P. de Foucauld:
Dictionnaire touareg-frangais, edición fototípica del manuscrito
original en 4 vol. de la Impremerie National, 1952; y para el
zenaga me remito a la obra de F'rancis Nicolas: La langue berbere
de Mauritaaie, Dakar-Ifan, 1953, aunque simplifico, por razones
tipográficas, su extremadamente complicada ortografía. En estas
dos obras las formas se registran por raíces.
Aparte de otras obras gramaticales bereberes y egipcias, me-nos
citadas, utilizo por su interés comparativo la de Marcel
Cohen: Essai comparatif sur le Vocabuíaire et la Phonétique du
Chamito-Shitique> París, 1947, dotada de buenos índices.
Entre los estudios de interpretación de formas lguanches,
m l z o v + ~- ;o +r.nhnine< rrn n;+ndno c<..hvn.rn r\nw r<r. n:nn~.lnn;An rrm C*n- cyal ri. ALUD ~ ~ a u a yj av b~i r a u v m , u u u r c c y u yur u u ~ L L ~ U L ~ ~ L GVLLL Lv a-narias
y por la autoridad de sus autores las obras ya clásicas en
nuestras islas de Berthelot (Ethnographie.. .-184%)) de Aber-cromby
(apud Harvard African Studies, ii) y la edición de Torriani,
16 JUAN ALVAREZ DELGADO
donde el Dr. J. Wolfel (pág. 247 y SS., 1940) consigna bastantes
aproximaciones o etimologías de formas indígenas. 4
Además, publicados en "Revista de Historia" han aparecido : un
resumen en español (por Wilhelm Giese) del trabajo de Zyhlarz,
Das kanarische Berberisch in seinem sprachgeschichtlichen MQieu
(apud Z. D. M. G., 1950, vol. 100, pág. 403, del que poseo fotoco-pia,
núm. 100, pág. 413) ; un estudio del propio Giese en el nú-mero
86-87, 1949, pág. 188, y otro de Werner Vycichl, similar, en
el núm. 98-99, 1952, pág. 167, que vienen a resultar tres teorías
contradictorias, no bien fundadas, de interpretación del guanche.
Marcy, en algunos trabajos de bereber, ha recogido formas
a guanches que interpreb y discuto aquí. N
E
E
E
Recojo como base y justificación de este epígrafe el intere- SE
sante texto de Marín y Cubas (lib. 2.", cap. 20, citado por Chil,
Estudi" 11, y&. 46) qw !os i&$lea sfi 1enptaj~"p ara. una 3
cosa usaban de más de dos y tres vocablos diferentes". -
0
m
E Curioso interés muestran nuestros cronistas por señalar nom- O
bres de indígenas dotados de facultades adivinatorias, como si la
afición campesina en Canarias por facedoras d.e hechizos, practi- n
E
cantes de ensalmos y brujerías, ocultistas, barajeras y 'curande- a
ras, fuera herencia de sustrato.
Porque en Tenerife cita el P. Espinosa al profeta Guañameñe,
anunciador de la conquista de 1s isla, a quien B ~ c h omohi zo col-gar
de un árbol, según el Poema de Viana, por su maligno pre-sagio.
Una profecía similar pone Abreu Galindo en boca del adi-vino
herreño Yone, y Torriani registra como personajes fatidicos,
dotados de poder adivinatorio, a Ehedei en La Palma, a Eiunche
&enla Gomera y a Tibiabin en F'uerteventura. Pero lo extraño de
tcild~ e!!~ es que eses mmhres de zrlivinns Q prnfetas, en ciianto
nos es posible interpretar, encierran matices conformes c m la va-loración
universal del concepto en "profeta". "adivino", "agore-ro",
"vidente", "anunciador de presagios".
326 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS-
Así, Guammeñe, variante de Castillo, vale "hombre adivino"
o "anunciador de buena nueva", explicándolo como compuesto de
gwam "hombre" y el tuareg del Ahaggar meñhi, que Foucauld
(Dict. Tcwareg-Framgais, pág. 1344) registra con el sentido de
"avant courer" O mensajero que se adelanta a anunciar una no-ticia
buena, perteneciente al radical verbal eñh "vender, perdo-nar,
ofrecer".
Si la forma primaria no fuera la de Castillo, sino el Gudña-rneñe
de Viana y Espinosa, esa primera prepaladial debe expli-carse
bien por asimilación regresiva sobre la final, bien por com-posicibn
en guan-i-arneñe, lcuya -C sería epentética, como en el
Guan-i-rnenpei de la lista iV, o 'por preformante participial o
deverbativo del segundo elemento.
El nombre del adivino herreño Yone no se puede aproximar
al nombre Ivon o Ibone de algunos conquistadores, que induda-blemente
no es guanche, pues aparece llevado por castellanos casi
siempre, y Abreu lo consigna en uno de los conquistadores de
juan de Bethencourt. mide edic. Cioranescu, pág. 47 y nota. j
Pero Yone, variante más autorizada por Abreu y Torriani que
el más moderno Yoñe ~(iinfluídop or Guañameñe?), tiene una evi-dente
estructura de participial camita: i-ome-(n). Forma explica-ble
claramente por el verbo bereber ini y sus variantes ini Sus,
ann Ahaggar, en Rhadamés, umm Siwa, eun tuareg y hasta el
viejo egipcio y.n, todos los cuales tienen el sentido de "decir".
El vocalismo tuareg, siwi y egipcio corresponde exactamente al
del herreño Iim, que conforme a la estructura indicada vale exac-tamente
Iprofeta", "anunciador", "presagiador".
El otro nombre de adivino de la Gomera, Eiunche, por su ini-cial
y ñnal es posiblemente un sustantivo deverbativo, con sufijo
nominal como el de Achmayex, Achinech, ambas formas tinerfe-ñas.
Y creo hay que explicarlo por otro radical verbal, parecido
en forma, pero distinto en sentido al precedente. Me refiero al
verbo bereber eni, y sus variantes: tuareg eni y enhi, bereber y
marroquí annay "ver", probablemente relacionada con la forma
18 JUAN ALVAREZ DEZGAM)
camito-semita 'a& "ojo". Eiunche, pues, igual a h y - n ( c h ) , es
con precisih "el vidente", "el adivino".
Dificil me es por ahora justificar si el nombre panbereber del
"profeta" (Mahoma) nmbi, enwabi, anebi, nebi, es elemento que
total o parcialmente está incorporado al nombre de TibZabin (su
forma primitiva podría ser t-iniabi-n), o al nombre Tiniaba y su
hija Tininabuna, de que registro muchas alteraciones fónicas en
su 4ransmisión.
Pero los anteriores ejemplos seguros son prueba de 'la tesis
planteada al principio, y muestra de una interesante categoría de
palabras.
EL SEXO DE TEGUISE Y DE ICO.
Hablo aquí de este problema, que recuerdo haber ofrecido a
mi llorado amigo B. Bonnet, el más persuadido defensor del "ma-triarcado"
en Canarias, como prueba para un trabajo suyo en
preparación; que dejó sin acabar, y hubiera tenido de seguro la
resonancia del Mito de ios Menceyes.
Nuestros historiadores siempre hicieron a Teguise mujer; sólo
Torriani hace masculino el nombre de Tease, variante indiscu-tible,
porque él mismo dice que se dió este nombre (fols. 12 v. y
15 r.) s la población por el de uno de los dos reyes de Lanzarote,
antes de su conquista por los cristianos, en un pasaje; pero en
otro lo hace contemporáneo de Juan de Bethencourt. Este Último
dato contradice a Castillo, quien atribuye Teguise al nombre de
la biznieta del antiguo rey de la isla, infanta casada con Maciot
de Bethencourt, que llevo^ en dote aquel territorio. Abreu y To-rriani
no citan mujer de tal nombre.
Caso análogo hay en el nombre de la reina Ico, hija habida por
Martín Ruiz de Avendaño en Fayna, la esposa del rey Zonzamas,
según tradición con errores cronológicos, pero objetiva sin duda
en el fondo, y que casada luego con Guanareme tuvo por hijo a
Guadarfía, contemporáneo de Bethenmurt, cuya subida al trono
fué discutida por no ser su madre, Zco, noble, sino bastarda. Frente
328 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROP6NIMOS DE CANARIAS 19
a esta tradición de Abreu Galindo, en su Triunfo Canario (de hacia
1526) Vasco Díaz Tanco de Fregenal tres cuartos de siglo antes
habla de la conversión y sumisión del rey Igo.
La prioridad crsnológica de las informaciones está a favor del
masculino; pero Díaz Tanco y Torriani son visitantes transitorios,
y Abreu y Castillo, residentes habituales de la región.
A la luz de la lingüística, Maciot y Avendaño se las hubieron
con mujeres, y fiándonos a la estructura formal camítica, cote-jada
wn el masculino de Fuerteventura &be, el nombre Teguise
resulta un indudable femenino. En cuanto a Im (la variante Zgo
de Díaz Tanco ofrece alternancias similares en su texto: wiw
tZco = zviñcEtigo), puede ser el nombre usual o "apodo" por consi-derarla
hija del forastero, bastarda U ilegítima. Es interpretable,
en efecto, por el tinerfeño hzwo, estudiado a propósito de Agua-huco,
y relacionable con los topónimos Zcod, Benicode, ~chbinic6
(achhen-icio "el lugar del esquilmo o trasquilo"), sobre el radical
bereber ked o enked "cortar, separar", por lo que puede significar
"la trasquilada, bastarda o extranjera".
Pero a la luz de la Historia aquí puede esconderse un grave
problema pendiente de solución por nuestros protohistoriadores.
rCealmente, ¿los verdademis reyes de estas 'dos islas (pienso para
Fuerteventura en Tamonante y Tibiabin y en Guize y Ayose)
eran las mujeres, y los varones, que nuestras crónicas dan como
reyes, simples "duques" (término de Torriani) o jefes militares
bajo la jefatura de aquellas gobernantas?
Subrayo la afirmación del Canarien de que las mujeres de
aquellas islas tenían dos o tres maridos, que turnaban por tempo-radas
en sus funciones conyugales, hecho opuesto al régimen pa-triarcal
de dominio del varón. Igualmente se opone el predomini~
de Tamonante y Tibiabin, pues en las islas occidentales, Tenerife,
5 Se publicó la parte correspondiente a Canarias en ''El l\iíuseo Canario".
1934, n h . 4. En pág123, estrofa 32, está el texto aludido: "Do el rey Igo,
home de gran voluntad,-quiso de hecho tornarse cristiano-y vino a be-sarle
al nuestro la mano,-...". El recuerdo trasplanta sin duda el viaje de
Gzianarteme.
Núm. 2 11956) 329
20 JUAN ALVAREZ DELCADO
Gomera y Hierro, los hombres tienen varias mujeres y los adivi-nos
son varones: Guañameñe, Yone y Eiunche.
Ante estas circunstanci'as cabe pensar si efectivamente Te-guise,
Ico, Aniagua y Fayna son las verdaderas reinas, y esos
hombres muchas veces contemporáneos en las referencias: Zon-
-as, Tiguafaya, Guanareme, Guadarfia, que los cronistas se
empeñan en distribuir sobre la geografía de las islas para expli-car
su coexistencia y la discutida división en cantones de 'ambas
(comp. el caso de Guize y Ayose de Fuerteventura, Teguse y Bris-tol
en Torriani), son simplementd los príncipes consortes, que
alternan en el gobierno y vida militar, como lo hacían en el lecho
conyugal.
El problema sospechado por Chil y por Bonnet había de que-dar
pianteacio por ia discrepancia de sexo de eaiüs nombres, y ü ~
tal vez no tiene otro alcance que la ignorancia de Diaz Tanco y
Torriani para explicar una monarquía en manos de estas dos mu-jeres,
junto a príncipes gobernantes, a la vez, del mismo territorio.
.-- - l
Examiné muchos de estos nombres en "El ~ u s e oC anario"
(1947, núm. 21-22, pág. 32 y SS.), por lo que bastará recoger aquí,
rectificando algunas, las etimologías más seguras, para el estado
actual de nuestros conocimientos, y formular los problemas gene-rales
de esta serie.
&Un mito guanartémico?
Deplora que B. Bonnet no hubiese planteado también este
tema. como los Menceyes de Tenerife, aunque ya apuntó a él en
su trabajo sobre Diego de Silva, pues no puedo tratarlo aqui por
su amplitud y ser más apto para investigadores de critica histó-rica
regional.
330 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
Mas debo sentar que este estudio de antropónimos indica cla-ramente
que la genealogía usual de los príncipes indígenas de
Gran Canaria, inmediatos a la conquista, creó también su "Alma-naque
de Gotha" de los guanartemes. Y arranco de unas frases de
Pedro Gómez Escudero (cap. 9, págs. 78, 87 y 85 ed. Darias), cote-jadas
con Sedeño, Torriani y Abreu Galindo, textos básicos del
problema.
Examina Escudero en el primer pasaje lo que "decían algu-nos"
sobre un primer rey Alguin-Arguin (o de Arguineguín), y
sobre si el más antiguo fundó en Telde, o siempre fué principal y
primero el de Gáldar. @1 cree que sólo hubo dos reinos: Gáldar
y Telde, y añade que llamándose el de Gáldar guanarteme, tam-bién
los españoTes dieron este nombre al de Telde.
Ya esta elucubración pone inquietud en nuestro ánimo al ver
a Escudero (o sus adicionadores) hacer "filosofía" sobre datos
históricos, que confiesa inseguros, y no concuerdan con las otras
fuentes. Pues Sedeño terminantemnte (pág. 52) niega que hubiese
dos reinos. sino sólo el de Gáldar. con dos justicias o faicanes en
esos distritos. Abreu admite (c. 7) que el hijo de Atidamana y
rey Único de la isla fué Artemis, y Egonoiga y Bentagoche sus
hijos. Torriani, en cambio, ignora a Artemi y dice (fol. 33 r.) que
el nombre de guanarteme se dió por igual a los príncipes de (261-
dar y Telde. - Aumenta nuestra inquietud el Canarien, hablando de una expe-dición
de Gadifer que llega al Puerto de las Isletas y continúa
luego hasta Maspalomas, es decir, recorre el distrito de Telde; y
se refiere, como príncipe del territorio, a "le filx Artamy" (hijo
de Artemí) o sin duda posible al guan-arhe. Es vano hacer ca-minar
a los expedicionarios que van a negociar con él hasta Gá1-
dar (a cinco leguas de distancia, como dice Viera), cuando el go-bernante
del sector debía estar en T'elde, a vista de la nave. Por-que
S) Abre11 &re que A'rt~mis prg el rey finir0 en la isla al llegar
los de Bethencourt, Boutier, por el contrario, habla del "hijo de
Artemí".
Nuestro escepticismo se agrava al considerar Gómez Escudero
22 JUAN ALVAREZ DELGADO
generalización hispánica del nombre guanarteme su empleo para
los príncipes de Telde. Porque tanto él como las otras fuentes
antiguas hablan de Fernando Guanarteme y sus familiares de
Telde, dándoles siempre ese apellido. Por el contrario, a Egonhiga,
príncipe de Gáldar, por consenso unánime de esas fuentes anti-guas,
lo llaman achsemidarn y no guanarteme como nombre pro-pio,
sino sólo como genérica designación de "príncipe" o rey.
Se ve con ello, dejando a un lado la demarcación territorial,
el número de reinos y otras contradicciones, que indudablemente
el nombre guunartem~ = guan-Artemzd "hijo de Artemí" lo llevan
siempre los de Telde, y los de Gáldar se llaman Ache-Semedcln =
a aiti-8ern.Ed.m "gente de Sernidan". N
E Lingüísticamente, al menos, Artamy) Artemis, Artemi, va- O
riantes más frecuentes y autorizadas del nombre (sin contar con n-- m
el Amide de mi lista N,to talmente definitivo), inducen a esta- O
E
blecer un primitivo "Artemid, compuesto del determinativo ere E
2
E nombre de "hijo, descendiente" o ar, ara, documentado en tuareg -
@'oucauld; págs. 1559 y 1649): y según Marcy también en líbico 3
y sahariano antiguo, como precomponente de nombres de perso-
- -
0
m
na; y tiamid o ternid, sobre el radical bereber y universal tam / E
O &m, que oon el mismo sentido de "poder, señor, rey" tenemos en
Atidamana (cf. "Hespéris", 1938, pág. 307). Con ello, evidentemente n
-E
artmid es "hijo del señor", "el rey", "príncipe", y su derivado a
2
g ~ r t m "ehij o del príncipe", como lo consignaron los capella- n
n nes de Bethencourt, siendo éste un nombre dinástico o familiar.
3 En cambio, Ache-semW es nombre de familia, por su he- O
chura sobre el componente ayt de los nombrts tribales bereberes
y el mhi de los de clases sociales tinerfeñas (Achtmencey, achi-caxanna)
que no son dinásticas, sino familiares o tribales.
Como las fuentes antiguas nunca sueldan ambos nombres,
creo que Artemí-Semidán, Tenesor-Semidán y Soront-Semidán, en
nuestros historiadores de síntesis y genealogistas, son ficciones
que les vinieron de perlas para proliferar entronques en los árbo-les
genealógicos.
Si existió Artemi, él fue el tronco familiar de los guanartemes
ANTROl%NIMOS DE CANARIAS
de Telde (no de Gáldar), que conservaron aquel nombre en su
título; pero Torriani no habla de Artemi, como persona de carne
yihueso, por 10 que es muy posible que aquél fuera sólo el titulo
O nombre común de "rey" o "príncipe", lwmo mencey en Tenerife
y en el nombre, tribal achimencey.
Esto induce también a considerar Smidún como nombre gené-rico,
y no propio de persona individual, pues si (ofendida de los
nobles) Atidamana se casó con Gomidafe, hombre de baja extrac-ción
y "petudo" (conforme su etimología), esos nombres no apa-recen
en el familiar de Egonaiga y otros descendientes, parece
natural que el ache-semidan sea nombre de clase o familia. Abreu
Galindo, si bien incidentalmente, dice que Gornidafe "túvolo en
buena suerte", es decir, consideró honroso su matrimonio con AtiGmmiia, ji :l~l?ia1 % ~ ü e inj~ ;.i lm;.~ i !UiZ~ Gemid& "!z ewa U d
caballero de F'acaracas", y no "del príncipe1'. Todo esto hace pre-sumir
que semi&, plural indígena por su desinencia, es un epi-teto
o apodo, que tomaron Gomidafe y sus hijos, con el sentido
de "honorables", "caballeros", forjado sobre el radical tuareg
ccsem&(an) "honores", pues fueron elevados a tal categoría por
el matrimonio con la noble y elevada princesa Atidamana.
Coincide así Ache-SemZdan "gentes honorables, caballeros",
nombre tribal y social, can el tinerfeño achi-mencey "nobles",
"gente principsca".
Son, de consiguiente, falsas las formas Egonaigache y Ben-tagaiche,
que sueldan el -ack prefijo del étnico o hmiliar Ache-
-
Serni&tn a bs verdaderos Egonaiga y Bentagai (con dudas en su
final por si hubiera elemento perdido (E variado).
Es, siii enibargo, al báuiizarse los iiaiiYus suldarcli;
su nombre a títulos o troncos familiares. Mas cuanto sabemos
seguro1 de éstos viene a confirmar lo ya dicho, pues nunca se re-gistra
el nombre de Artemi en documentos, fuera del hipotético
hijo de Atidamana y del compuesto guanarteme. La forma docu-mentada
Arm& Ymcón, único compuesto bien garantizado,
nombre de un príncipe teldense, hermano del guanarteme Ben-tagoo,
no ofrece aquella forma tradicional de los historiadores,
24 JUAN ALVAREZ DELGAM)
sino esta otra fonéticamente evolucionada sobre un primitivo
Ar(te)rnz'de o Ar(ta)rnide, con fácil síncopa de sílaba protónica.
Y lo mismo acontece en los nombres femeninos derivados que lue-go
apunto.
Confío que nuestros historiadores podrán decir pronto con
seguridad hasta dónde llegó la verdad y el mito en estas genealo-gías
de los guanartemes (").
Los femeninos de esta serie.
Hay fijaciones de sexo contradictorias en estos nombres.
Berthellot incluye Autirnbara entre las mujeres, y entre los varo-nes
Rutindana: siendo puras variantes de un mismo nombre de
varón: Autindunu; y el apellido indígena de María Taxirga lo co-loca
en los dos sexos.
Temesop, el nombre más seguramente considerado como fe-menino,
ofrece dudas a una critica severa, porque está en los tex-
L- --.. !---L-- ---- 'N---- A"..., -- 1- A---"-:
LOS con var-lan~wq ue p~ueuaru~11 wuus GMI r w p c u a aii ra uctrlanri-sión
: se escribe "Tenesso y era sobrina del guanarteme" ("El Museo
Canario", 1935, 5, pág. 49), frente a "Tenesoya, sobrina del gua-narteme"
(Sedeño, cap. 7) ; Tenesorya, Teniesohya, etc.
Creo que si Tenesoya es hija de Tenesor, su forma original
debe ser Tenesorya o Tenesoya; no obstante, existe el segundo
componente S h a , como nombre (no hispánico) de un barranco
de Gran Canaria, y un nombre personal Asoria, registra la nómina
de Valencia. Con esto el nombre femenino no probaría la existencia
de Tenesiw.
Tenaguana, sobre el topónimo Tenagua de La Palma, y Atida-mana,
sobre el radical citado a propósito de Artemi, presentan
como característica final el sufijo -na, que tenemos en el nombre
femenino de La Palma Guayáfana "princesa, la que está alta".
A ----L-:t- 2- A --:A- l.. l:-+.. T T T 'L- -..L-,.-,,.d,. ,-.l
A-x y1 U p i 3 1 L u UG nl llllu~G,I L la ~li3~I av , LLG DUUL ay auu c1 u1 v c ~ m v
(*) Después de escrito esto veo que el problema interesó ya a Cioranescu,
edición de Abreu, 1955, pág. 171, nota.
tratamiento fonético que presentan sobre un primitivo 'artemide
los nombres Armide y Guanarteme, formas ciertamente españoli-zadas
en el uso, que se explican en razón de una diferencia acen-tual
en el compuesto. Esto mismo creo que ocurrió en las formas
f~meninasA rminda de arrnide~S-m( con el sufijo femenino y sub-siguiente
trasposición en el grupo consonántico traa acento), y
Gmyarmina de guay+~arm&+na (con el conponente inicial de
Guayáfana, seguido del nombre anterior, con síncopa producida
al remontar el acento en el compuesto).
El mismo sufijo aparece también en Vdina (segundo nombre
de Tenesoya), y en el dudoso G a m de Chil, si era femenino.
Pero carecen de dicho elemento Abenchara, Meteimba, Arinegua
y Tazirga.
pero no psulia &.ríiicistradz--~~ ejeii^IF1o es Teneooy&
una dependencia onomástica de masculinos y femeninos, en esta
isla de Gran Canaria, con tan importante cifra de nombres feme-ninos
tradicionales.
Etimologías.
Varios nombres personales grancanarios resultan apodos o
i epítetos. Señalare en síntesis las etimologías seguras o más pro-bables.
Atabicenen (var. arabkelzlen) significaba, según los cronistas,
"perro lanudo", "salvaje" o "bruto". Considero que el valor eti-mológico
preciso es el radical tuareg (Foucauld, pág. 112) abex
"agarrar, morder", cuyos derivados formalmente más cercanos
a lo canario son los plurales itegbizen, tibbaz, ituibixen apiicados
a personas y a animales, que significan "puñados, mordidas, bo-cados".
Así el nombre atabicelzlen vale "el que da bocadon o mor-didas",
como el apodo usual canario "bocazas, mordelón", que se
compagina con el matiz de Torriani "bruto en su trato con las
damas", y con el valor "perro" atribuido a tebicena.
Doramas vale, según los cronistas con extraña unanimidad,
"grandes narices", "muy anchas narices", que yo interpreté por
26 JUAN ALVAREZ DELGADO
dor-amad "narices muchas o grandes"; pero al primer elemento
no hallé plena confirmación, como nombre de parte del cuerpo,
fuera del bereber d e g "pata, miembro saliente, extremidad", pero
no precisamente "nariz". Marcy ("Hespéris", 1937, pág. 93) tradujo
Por- por "hombre habitualmente sonriente", sobre el tuareg
aderEmm del vmb demcmes "reír habitualmente" (F'oucauld, pá-gina
233). Para mi explicación recuerdo las voces del kabylio agen-djur
"nariz", agen-dur "frente" (Marcy: "Hespéris", 1931, pág. 60)
con prefijo expresivo agen y radical dur igual al guanche dor "na-riz".
La inicial d- aparece en zenaga como prefijo pluralizador.
Adargorna vale "espaldas de piedra o de risco", que inter-preto
por dar-t-gómad "pétreas espaldas". El primer elemento
d a r , plural 'adrar o idaren, abunda en la toponimia can'aria, con
e! s,bnti& se 'kGea", E! e!eme~t=, p);r&! !E-terno
de gmed, incorporado a otro nombre indígena Gomidafe -
g6mi.d-aje "espalda en punta" o "petudo", me parece sin duda
relacionado con los zenagas (Nicolas, págs. 96 y 120) teguwmd
"talla de un hombre", t'mmud "espalda, brazo, fuerza", y -el
tuareg (Foucauld, pág. 388) tanharmait (de tu-n-harmait) "parte
superior de la espalda" en el hombre.
Tarim, ya lo expliqué con el sentido de "tuerto", matiz que
se desprende de los pasajes de Escudero, que habla reiteradamen-te
del "tuerto Tarira", como registra Viana, y del sentido del
canarismo usual taranta "torcido, torpe". Me parece relacionado
por su valor y forma con el marroquí amdcll "cambado, cojo".
El nombre del llamado por Escudero "gran luchador" Guan-hiabm,
encierra este mismo sentido si si; segundo componente
-kubm, UI aupeetv pa;.tieipia! p- eara&erist,ica. .c!esli,e;.leia
camita, corresponde al tuareg (pág. 503) hubbet "agarrar y le-vantar
rápidamente", términos muy frecuentes en la terminología
de la lucha canaria (por ejemplo, "desafio a tres agarradasH, "le
dió una levantada"). De ser esto así, guan-habm es "hombre lu-chador",
y en ese radicai estaria ei nombre indigena de este deporte
tcf. Viana: Poema, pág. 110 de la ed. Moure).
Nene- parece también un apodo (tiene forma adjetiva o par-
336 . . ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB
ANTROPÓNIMOS DE CANARIAS 27
ticipial) que puede explicarse sobre el verbo tuareg (pág. 1298)
enned "torcer" y derivados como meraenned "ser torcido", "torcer
las extremrdades" hacia fuera o hacia dentro ícl Varus y el Valgus
latinos), con lo que Nenedan valdría "el patizambo" o "el pati-tuerto".
Como Autindara se relacionó con Juan Dara de las Casas, lo
expliqué sobre autin = auchen "casas"; pero igualmente podría
hacerse sobre el tuareg (Foucauld, pág. 1310) tineddar "cóleras",
y ender "saltar, encolerizarse", con valor de "el colérico". Pero si
en verdad es Autindana, su final no es sufijo femenino, aquí inexpli-cable
en cualquier supuesto; y la presencia del otro nmbre de
la lista Achudindia o Achutindac, descompuesto en ach-utindu-c,
nos ,hace pensar en la posibilidad de otra explicaci��n, pues sobre
este radical, a e valor desconocido por ahora, Autindm = a+
u%dÚ+n, sería un participio o un plural.
Lo dicho antes sobre Achesemidcun y el valor de reste "poder,
grande", según Viana epíteto menceyal o de gobierno, nos explica
este otro, también hecho nombre, Hecher Hamenut,o "consejero".
Corresponde exactamente al indígena ache-reet-ñumenat "el po-deroso
gobernante", es decir, cada uno de aquellos seis capitanes
de cantón citados por Escudero y Abreu como ccgobemantes o
auxiliares del guanarteme.
Tagomeste es igualmente un título, que su extraña ortografía
nos obliga a descomponer en tugoror-reste, "príncipe del tagoro",
especie de jefe del parlamento, dado como nombre personal.
AWn&yummn es un teónimo indudable, compuesto sobre una
frase indígena de claro sentido, conservada por Escudero bajo la
falsa grafía Almene Corain "Válgame Dios!", que nos permite ex-plicar
el antropónimo por a'+menc%+Acoran "el valido de Dios";
exactamente traducido en el Juan Dome a Dios de la lista de
Viana.
Aridane es nombre de sentido claro sobre el topónimo de La
Palma Arihneh) = "Los Llanos", y efectivamente está tradu-cido
también en el Juan Martín del LZuno. de la lista de Viana.
Ancor, nombre sólo registrado por Marin y Cubas, ofrece, no
28 JUhV ALVAREZ DELGADO
obstante, carácter indígena, y puede ser el Pedro e¿ Grande, que
correspondería al Xerach (xerax en Tenerife "grande") de la
lista de Valencia; mas cabe explicarlo por mqor o amqor y amgar
"grande'' o "superior" de varios dialectos bereberes.
~hiarnhe~edeorfr ece el prefijo de una serie de nombres feme-ninos
como Chamaida, Chamueneguera, Chamozrita. etc., que me
dijeron registraba un documento del aschivo del Museo Canario
de Las Palmas, cuya sigla desconozco y no he podido1 compulsar,
razón de su exclusión en este trabajo. Ignoro si es el mismo Cham-veneguera,
aunque Berthelot lo da como masculino.
Bentojui, supongo ben+tukui, con alternancia vocálica en la
anexión, debe interpretarse por el bereber tahi, presente en
baamarani con significado de "saltar bajando", y que considero
exactamente traducido en el nombre de la lista grancanaria de
Viana, Juan del Salto.
Caitafa ofrece ciertas dudas, pues su fonética no es exacta-mente
la de mahay "gigante, valiente" de Fuerteventura y Lan-zarote,
y no se puede relacionar con la final de Atacaycate, pues
ia variante poco autorizada Ezmayie es inexacta sin duda ai-
- guna. Pudiera, sin embarga, encerrar el valor que tradujo Viana
en el Baltasar Gallardo de su lista.
Las solas variantes Guriruquian, Garirupian no permiten
aseguramos si tenemos una grafía similar al Zuguiro de La
Palma, y, por tanto, el original del Alonm Rubio de la lista de
Viana. Tampoco las formas de Gariraygm da manéra segura,
aunque sí posible, llevan a un original guarir-aguay, que signifi-caría
"pedregal1' o "roquedal", sobre el tuareg aurra, líbico
aüj-(q, preseriie eii ii-umei=oaoa~ op~iiirriodae Canarias "ujo
formas guaro, guarime, guaria.. ., y que pudiera ser la base del
Juan R o q r o de la lista de Viana. No obstante, este valor, como
el de Luis Hernando de la Peña, puede también corresponder a
un nombre como Bmtagai o Gararma, pues gura (comp. lista
Gomera) significa "roque".
El Atacaimte de Abreu, y de Torriani Ataxaicate, según los
338 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
cronistas es interpretado "gran corazón", pero el valor preciso ha
de ser "corazón valiente, bueno, o grande".
Prescindo de otros acercamientos: Wdfel lo explica sobre
cayca "torcido", Zyhlarz sobre el indoeuropeo correspondiente al
griego kwcrdia "corazón", que considero inadmisibles evidente-mente.
Parece innegable que el segundo elemento de la voz es el adje-tivo
o participio cate, incluído en la frase canaris: ai tu catana
(Sedeño), Haitu mtknajk (Sosa), cuya grafía primaria exacta es
ait-u-oatan-ah "hombres, sed buenos, o valientes", formada con
el elernenta ayt, aiti "hombres, gente", ya visto; al final el verbo
bereber (Tuareg, pág. 495) eh o ihi "ser", en forma de impera-tivo
intensivo; y c'ata-n, plural externo del citado cate "valiente,
bueno, grande".
En cambio, el primer componente del nombre es más o," Curo
por las variantes atami de Abreu y atami- de Torriani, cuya dis-crepancia
a favor de Torriani sería por cedilla en la forma de
Abreu, pero la de Torriani podría ser igualmente una forma asi-biIads-
de ü~ pLTXit$c; =tGFai, Rfurzado en AbreU.
La inicial es sin duda el deteminativo usual a-, pero la final
puede ser radical o también epéntesis de composición o sufijo
formal, como Gur;Enhn8nce.
Si la grafía auténtica es la de Torriani, cabe pensar en una
voz como el bereber txa, tasa o ama "hígado", "entrañas", que
podía haber sido incorporada aquí con un valor más gsneral que
el concreto "corazón" de nuwtras traducciones.
Prefiero, por tanto, la variante de Abreu, de exacta relación
con el zenaga taqmy "coraje, valor, corazón", ettokey "amor"
(Nicolas, pág. 98) y otras voces parientes, expresivas todas de
sentimientos o afectos del corazón, aunque el órgano humano- está
expresado también en zenaga con el radical panbereber uyi, di,
Ud.i "corazón".
Y c m e s t ~se r& ~ - ~ e i e npt er akxya.
JUAN ALVAREZ DELGADO
LOS NOMBRES GOMEROS.
Graves son las discrepancias de las fuentes en estos nombres,
cuyas variantes notables no quedan siempre claras en su auten-ticidad.
Otras formas nos ayudan a su interpretación para fijar
el valor que seguidamente subrayo.
Sólo Gaspar F'ctuoso (págs. 47, 104 y 111, ed. Monteiro de
sus Suddes da Terra) registra el nombre Arentoga, que explica
como "mujer sabia", de una hija del rey de la Gomera; pero hace
en esos pasajes tantas combinaciones y transposiciones entre el
nombre de la isla, el de su presunto rey Gomeiro o Gomauro y
su hija Gomeiroga, A r e i g m y Aemoga, quz sólo como proble-mática
podemos respetar la forma Aremioga. Si es auténtica, por
el sentido atribuído y por su inicial arm (comp. Eranoranhan,
Iruene, Hirguan) podríamos situarla entre los nombres fatídicos
o de adivinos, que he estudiado en otro epígrafe.
El nombre Aberbereeie, comparado con d Aguaberqwa de la
lista documental, ofrece la reduplicación camita característica de
aumentativos o elativos, y prueba que los cambios inicial, inter-medios
y final de Aiberbegt@ya y similares son erróneos.
Aguiakrque, compuesto de a+gua+berquei, tiene la misma
apócope de ha1 -i hallada en Guanimence y Garehagua (listas IV
y 11, y carece de reduplicación radical. Como éste es el del rifeño
aberkan, marroquí a b e r h , Ntifa abhhin; indudablemente agua-berque
significa "el negro" o "el hijo del negro".
Aberberqueie se compone de a+berberquei o de afberber-qwd-
en (bien con -e paragógica tras la yod final en sílaba acen-tuada,
bien con desinencia -en participial o relativa), y por el
valor elativo de la reduplicación de la misma raíz, hay que tra-ducirlo
"el muy negro" o "el morenazo". También puede interpre-tarse
aber como prefijo expresivo ("Mespéris", 1931, pág. 70) con
igual valor.
Comparando estas voces por el tratamiento de su final, vol-vemos
a encontrar aquí la caída de finales por cambio de acento
340 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROP~NIMOS DE CANARIAS 31
en el compuesto Aguaberque, que registré en Gzianimmce y en
GW;Gmrteme, respecto de mencey, Armide, Armiche y Artemís.
Abreu cita el nombre del jefe del bando de Orone (= Arure)
Masegue Conche, que por su primer elemento podría relacionarse
con el Mosegue o Amosegue de la lista IV y con el Eiunche de To-rriani
por el segundo. Fero se trata de una errata por Mateo Un-chepe,
Meteguanchepe, Mateo Undupe, Matiguel Venehepe o Uni-hwe,
variantes del nombre de dicho príncipe en otros textos. Este
Masegue tampoco podría relacionarse con masiegu "cañas, planta"
(W6lfe1, Torriani, pág. 299), voz romance sin duda posible; pero
Mosegue o Amosegue puede serle con tesegue "casucha", Teseguzto
"caserío, aldea", lo que daría un valor de "albañil, paredero, cons-tructor".
La forma AZgmIroxegue tiene error gráfico por Aguabosegue
y quizá por Aguamos@pe (que respecto del anterior estaría en
postura análoga a Aguaberque con el suyo). Pero si no ea aquélla
de Abreu la auténtica, sino el Aguaboregue de Torriani, podemos
suponer que éste es derivado dei nombre Brtc~o,e uropeizado por
síncopa y desinencia final masculina.
Tampoco puedo decidir si el Amz~ñdcid e Torriani es la, forma
primitiva de un Amoheque hispanizado, o hay que leerlo como
está con prepaladial italiana (= amuhaichi), en cuyo caso podría
como variante o compuesto relacionarse con el Hauche y el Agata-nahuch,
cuya aspiración gráfica puede ser grafismo erudito o
aspiración dialectal del pancanario auche o auchón "casas". Pero
Hauche puede explicarse por el zenaga (Nicolas, pág. 13) a@%f
"hombre muy grande o alto".
El nombre de Huplupa, prescindiendo de su aspiración inicial
explicable como el citado Hauche, me parece formado indudable-mente
por reduplicación camita (= upaZSupa1) de matiz super-lativo
o aumentativo, que tiene el palmero Atogmntoma. La
exp!icación de la voz ia iiaiio m la expresión aiusiva de ios cro-nistas
llamándolo "el Gran Rey", y de la toponimia actual, que
designa Valk Gran-Rey el sector de Taguluche y Arure, donde
bajo su dirección se realizó el concierto para el asesinato (1488) de
Núm. 2 (195GJ 341
32 JUAN ALVAREZ DELGADO
Peraza. El radical tuareg belel o mejor ebbelel (con labial duplicada
que explica la p gomera) es un verbo que el P. Foucauld (o. c., pá-gina
62) registra con el sentido "tener todo en abundancia". Así
el nombre gomero vale exactamente "el gran señor o dueño de
todo", "el 'gran rey", con el vocalismo propio de nombre de acción
de dicho radical.
El nombre de Iballa lo explicó Marcy en "El Museo Canario''
(año 1935, núm. 2, pág. 3) sobre el ahaggar ibeíla "esclavos en
libertad de trabajo" ; pero se avienen mejor a la situación personal
de la joven gomera (amante-huésped de Peraza en su cortijo de
Guahedum), las voces zenagas (Nicolas, o. c., págs. 23 y 102)
ta'bell'ad y to'ballad "mujer huésped de otro campamento, o mujer
noble que vive en campamento marabútico".
Allí también (pág. 6) explicó Marcy el nombre de Hautacu-perche
por el ahaggar au-tekub5irt "el que lleva consigo la Mi-cidad";
lo que viene a decir "el dichoso", esto es, el nombre es-pañol
"Félixl', sin necesidad de recurrir a un carácter de "mascota".
A-L.-.~ nvr\l;nnri;nnnn n n r i r r i ~ n n no niicintn v ~ n imn qh a l l ~ n d ne n -ll"'&r, GAyLllrabIVIIW Ulr U v r r r i v - l u u..---w . r*-------
este estudio antroponímico guanche del usual procedimiento indi-gena
para poner nombres.
LISTA NOMINAL DEL ERRO.
Comentaré brevemente algunos nmbres personales tradicio-nales
'de esta isla, interesantes desde el punto de vista de sus
formas.
Discutí ya en "E1 Museo Canario1' (1947, 21-22, pág. 36) la ex-plicación
por Marcy de Agarfa sobre el verbo tuareg gereffet
"arrodillarse" ("Hespéris", 1937, pág. 93), por entender que el pre-su.
nto matiz "galante o gentil" se oponía al am-b iente de la can- ,
cien qüe !a recoge, shs iva a ~l zmunte derdrñ~s~P.P m ~ P J O Y
estudiados en el P. Foucauld (Llict. Tmareg-Frmqaz's, pág. 481)
los sentidos del verbo citado, éste aparece aplicado al camello y
otros animales, que se arrodillan por no querer caminar; con lo
342 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
-
ANTROPÓNIMOS DE CANARIAS 33
que Agarfa vale "el perezoso", o "el jadaris" de nuestra jerga
dialectal, sentido perfecto dentro del espíritu de la canción 6.
Gaspar Fmictuoso inserta, conforme apuntó Wdfel en To-rriani
l , los nombres de Ossinissa u Ossinisso y de su hija Amoca.
Este Último falta en la edición de Mmteiro Velho, que registra
Nmpiqm (en el m. de W6lfel Nlasci) con su variante Nisa, como
nombre propio de la hija de Ossinissa. Me parece segura la ver-sión
del texto impreso de Monteiro omitiendo Arnoca, pues en el
pasaje correspondiente a la cita de Wiolfel escribe: "por a moGa
(en vez de Amoca) ir tomando em breve a lingua espanhola ...
dizendo: Ossinisso tu leyva Nisa (que leyva em islenho ferrenho
quere dizer filha e Nisa era nome proprio da filha)". Se ve que
c e ~ ~ N rpep ;e eyz AA-yAe~z( em,U nrnUr L xgyrg "!U Ji"n '~"r' ~ n " ) ,
sino Nisa, segura variante de Nascj, que Monteiro por soldadura
y repetición de la conjunción que subsiguiente consignó Nascique,
nombre dado a la misma hija de Ossinissa en el otro pasaje.
El nombre de OssinZssa 70ssinisso es masculinización romance
del auhr), por su correspondencia gráfica con el conocido rey
númida Massinissa, pone inquietud en el ánimo; y sin duda Fmic-tuoso,
hombre renacentista, forjó su grafia sobre el recuerdo clá-sico.
Aparte de que Massinissa, nombre líbico seguro, correspon-de
al mismo aire lingüístico del guanche, presentado Osinisa en
esta más llana ortografía, entra por sus componentes en el grupo
de nombres como Atemisa de las listas de Valencia y Sevilla, y
como Yose o Ayose de Fuerteventura.
Sobre esta Última correspondencia, el nombre majorero hay
6 Me parece pura fantasía la relación (Zyhlarz) del herreño Agarfa
(grancanario Garfe) con el latín Agrip.pa, a través del púnico.
7 El Dr. 'Wiolfel sigue el ms. de la Biblioteca de Ajuda, Lisboa, núm. 51-
VIII-23, cuya copia examiné por la gentileza del Dr. Serra Ráfols, a quien
la. facilitó el propio Dr. Wolfel. La edición de las Saudades da Terra de
Gaspar Fructuoso, citada en el texto, fué hecha por D. Manuel Monteiro
Velho Arruda, en Ponta Delgada, 1939, sobre un ms. de la Biblioteca de
aquella población, legado de Ernesto do Canto y otro del Dr. Pereira. Los
pasajes que citan los antropónimos herrefios están en las páginas 97 y 104
de la edición Monteiro.
34 JUAN ALVAREZ DELGADO
que suponerlo constituido 8-ose-n = Y w ( n ) , forma participial
adjetiva, o sea un nombre personal epíteto conforme la ~ g luasu al
indrgena.
A pesar de su aspecto, pues, OssZnissa parece un nombre indí-gena,
aunque sólo documentado por Fructuoso, y puede estar cm-puesto
de O@-Nisa o bien de Ose-n-isa. Para este segundo ele-mento
advierto que antes hice a Nba variante de N w J y si el
nombre de la hija se corresponde al del padre, hemos de preferir
la variante Nisa como auténtica, relacionáñdola con el Nismar
de la lista VI. Pero pudo haber contaminación en el transcrito
texto de la frase que trae seguidos los nombres de padre e hija,
siendo entonces preferible la variante Nmqi alejada en el otro
pasaje. Con ello nos queda una grave duda.
Finalmente, el nombre Armiche, rebelde hasta ahora a inter-pretaciones,
ha venido a hallar en el Armide de nuestra lista N
de nombres documentales una explicación. En efecto, Amnide se
nos presenta como forma de enlace entre el nombre usual de Gran
Canaria A~teitz~Z(c an &r)fz& Güzr,&e- y sus ~.r.&nt,ps
Artmy, Artami, Art'ecmk y Artemí, con acento agudo en las co-pias
de Ekcudero) y el antropónimo herreño Amniche. Aunque
son recientes las copias de la lhfonnaci0.n de 1528 (sus datos los
debo a la amabilidad de Leopoldo de la Rosa), no es creíble sus-tituyan
por esta grafía desconocida él notorio y frecuente Artemi,
al nombrar a Armide I m , pr íncipe de los guanartemes de
Telde.
Pero fonéticamente Arm& supone una estructura primaria
art(e)mS> que explica simultáneamente el artemk de Abreu y el
artemy en articulación aguda obligada del francés de los autores
del Cmmien (primera documentación de la voz), y el Armide
hispanización por síncopa de protónica interior y paragoge usual
tras consonante final impropia. La forma guanarteme pudo tener
a!iqiiu de a c ~ ~ ptoor razh Ue! cmqyx&,q ~ m mcql jqué en la.
lista de Gran Canaria. Y frente al Arrni.de documental, la prepa-ladial
final de Armicize presenta alternancia análoga a la aiti,
achi y B m i t m , Benchmno.
344 AXUARZO Di8 ESTUDIOS ATLANTZCOS
Con ello resulta que Artmi(d) "príncipe" y su sucesor Armide
de Gran Canaria son la: misma voz que el AwnZche, también "prin-cipe"
de la isla del Hierro.
Eliminadas las nueve formas falsas y topónimos de la lista,
las dos docenas restantes de antropónimos palmeros aparecen en
general como meros apodos o epítetos, expresivos de cualidades
de los personajes que los portan.
Ya hablé de Mayantigo, y expresamente consigna Abreu que
Aganeye "cortado brazo" fué sobrenombre que se le impuso cuan-do
hubo que cortárselo por una herida gangrenada. Axuqzcahe
dice valer en el habla indígena "moreno o negro", y Garehagua
lo relaciona con el nombre común de "perro".
Aganeye, en efecto, por cualquiera de sus elementos puede
e q l i cur x pgr al ber rhr ; p r e ~&td b ~ ~ y &&~~&VQ ~ 4- ~ ~ i ~ ~ a
nombre hallada en Garehagua, prefiero aproximarla al quen "cor-tar,
atravesar" del bamaraní, y al i'jh "brazo, antebrazo" del
zenaga. Así Aganeye, descompuesto en a+gan+iye, vale "el del
cortado brazo".
Axuquahe ha sido bien relacionado, gracias a la claridad del
elemento panbereber azmggmh, con ligeras variantes en casi
todo el bminio; pero Abreu Galindo parece indicar que no enten-dió
bien el valor de la voz al señalar que quiere decir "morens
o negro", y Torriani dice "olivastro", que es "verde-amarillo" cr
"morado"., Esto resulta claro ante el uso africano del epíteto
"rojo" para designar morenos, negros y mulatos; y es por otra
parte posible en el uso canario indígena la contaminación de sen-tido
del bereber marroquí azugiwag "rojo" con axzeggal "negro"-
Y! sert,id~p, x s , yiie Abreir qcise expesa e n !a citzda frase es
"muy moreno1', "mulato" o "rojizo".
Zuguiro (o Juguiro) lo interpreta Viera "el blanco", y Zyhlarz
"el caudillo", tratado como punicismo. Si hay que explicarlo corno
-
JUAN ALVAREZ DENADO
adjetivo de color, creo obligado relacionarlo con el susí o bamaraní
u5gir (las grafías de Abreu y Torriani indicadas son las más pró-ximas
por la prepaladial silbante del bereber), que vale "rubio",
"albino", matiz cercano al "blanco" de Viera. Si la forma propia
fuera Huguiro y el sentido próximo al propuesto por Zyhlarz, está
más cerca lingüísticamente el tuareg huger "noble, alto, jefe". Pero
la prioridad cronológica de las variantes con prepaladial obligan
a elegir el valor "rubio":
Garehagua lo explicó Abreu como "mal acondicionado y muy
belicoso", mas relacionado con hagwyan "perro" (plural) del
habla indígena, citando una conseja de su nacimiento. Marin y
Cubas acertó plenamente al traducirlo "ruin como perro", que
suscribo, haciendo Garehagua = gare - hagwíyj =-- "ruin - pe-rro",
sobre el chelja gar "malo" en composición igual a la frase
usual en aquellos dialectos gar - tarngart "mala mujer", y con
pérdida final de -i que tenemos en el Gtuanimmh.e sobre mencey
de la lista IV.
Esta aproximación exacta que hice hace tiempo y suscribió
Giese, es mucho más conforme a la documentación y la compara-ción
lingüística, que explicar haguayan como singular, por haua'-
i-ga.n "uno que da ladrido", como hizo Zyhlarz. Me parece inne-gable
que el singular canario haguiay corresponde exactamente
al radical pancamita h.w.y (registrado por Pvlarcy y por Marcel
Cohen en Essai Címuparatif, núm. 23) sobre el viejo egipcio
Y.iw.y.(w) y el tuareg eydi, susí, aydi, a las que deben aproximarse
el silwí agurxeni, nefusí iudi y sokna iyidi, no citadas por él. Marcy
("Hespi5ris7', 1931, pág. 69) cita este radical bajo la forma H.W. para
"lebrel", a propósito del susi abeZ-hau y aber-bus, siendo en ambas
formas aber-abel, prefijo expresivo bien conocido. El acercamien-to
de este grupo de formas demuestra que el radical primario era
trilitero H.W.Y. conservadas en egipcio y gl-~snchea, lterada siem-pre
una en el bereber. Nueva prueba del ya citado arcaísmo del
guanche.
Estas explicaciones, como epítetos, de nombres personales
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROP~NIMOS DE CANARIAS 37
palmeras, nos hacen pensar igualmente en otras voces, y trataré
de Justificar algunas por las propias informaciones de Abreu.
Bentacayse, nombre del príncipe de Tedote, arrastrado con sus
hermanos por las aguas del barranco de Agacencio, al colgarse
de un árbol, se hincó un garrancho en un mus~lo y qued�� cojo de
aquella pierna. Recordando lo dicho para Aganeye, registro que
en zenaga existe el verbo iekaxxa "él cojea", con abundantes deri-vados
de alternancia vocálica como el nombre verbal telckaixxan;
kaxxa, "cojo"; eyuxxéh "el cojo"; etc. (Nicolas, o. c., pág. 25) ;
y en susí bendauS. significa "pata de animal". Relacionando nues-tro
antropónimo auarita con esas formas bereberes, resultará que
Bentacaise = bertda - nkaixe viene a significar exactamente "pata-coja"
o "el coja", conforme al relato de Abreu. Esto me parece
mucho más probable que explicarlo "el señor del lugar de los co-razones"
(Wolfel), o por "hijo de la tribu de Ics Dag-Aisa"
(Zyhlarz) .
Atogmatoma es palabra considerada siempre como reduplicado
In+r\-n n + r \ m n l V~rhlnrin ;n+armvn+n nnv y,, rL?,rc-u
( a L v S u ' a . - a L v g r i l a j , yuc uyirlasu iiicELyrbLa y"&
lentamente" sobre un ategma - iategma, pero que un sentido pa-recido
podría dársele mediante el panbereher tagma "pierna,
muslo" (con variante ,dialectd togma, igual que el susi Mif
"fuente" corresponde al guanche cnxopa), bien por reduplicación
equivalente a aumentativo, bien por compuesto suyo s. Por cual-quiera
de estas bases vale Atogmatoma "el de las grandes pier-nas",
"el de los rnuslotes", o "las grandes caderas". Recuérdese
como parecidos en estructura y sentido Doramas y Adargama.
Señalo sobre Ataviara que la explicación, no bien justificada,
que di de Abiora, abia "luz" en Misceláwa Guanche, de ningún
modo deberá aplicarse a esta forma. Ni puede derivar tampoco
este nombre personal del topbnimo Aguatabar, porque éste está
situado en Tijarafe y el príncipe Atavara gobernaba muy lejos, en
Tena,~ (Pi?nta!!ai,a), y p=rque .Agdzt,tabar en hi@te& VE!-
8 Laoust en Sirwa, p8g. 98, señala gwn-n-Cegrna "cadera, pivote de la
pierna".
Núm. 8 (19561 347
38 JUAN ALVAREZ DEU:AM)
dría "hijo de Atavara". Pero esto mismo nos indica que ambos
nombres tienen un elemento común de sentido claro, que no puede
ser itbir "palomar" de Wdfel, ni el Agua - Tavar de Fructuoso,
que en sus caprichos etimológicos llega a jugar con el "agua-tomar".
Por mi parte creo hoy seguramente relacionadas estas
palabras con el bereber avLVer "grueso, pleno", radical verbal del
zenaga, con lo que at-avara es "el grueso, el grande", y Aguata-bar
= aguad-avara = "el barranco grande". Si el, nombre de Dios
AWra también hay que explicarlo por esta raíz "El Grande", no
sería sino un paralelo semántico del Achuhumhan tinerfeño, for-mado
sobre el adjetivo xerax "grande", con igual alternancia vo-cálica
radical.
Ignoro si Tanauszí, valiente y terco defensor de su indepen-dencia,
debe explicarse por el zenaga tennessund "bruto, tsrco",
o como compuesto del chelja ama "hígado", buscando sentidos
análogcs a los nombres anteriores. Dejo sin interpretación igual-mente
Tamaranca, base de la variante !itxmXbnca de Abreu, para
explicarla por este to-pónimo: explicación tan inaceptable como la
de aproximar Tamaranca y sus variantes al Tamaran "Las Pal-mas
de Gran Canaria", para explicarlo por "nl de Gran Canaria"
(Zyhlarz). El topónimo Tamanca cierto está vinculado, en mi opi-nión,
a otro topónimo indígena Adumm&sis, que hoy creo debe
interpretarse por el bereber axxix "paso, travesía", sobre a+
tamcrnzm+axxix "el Paso de Tamanca", es decir, el camino o des-filadero
para subir a la cumbre del Birigoyo, no a la Caldera,
que hoy como entonces tiene su natural entrada por el Barranco
junto a las Cuevas de Amagar y el Lomo de los Caballos. Y este
viejo topónimo, rápidamente olvidado, garantiza que el nombre
del príncipe, cercano a la conquista, no pudo fundamentar el to-pónimo
Tamanca.
No me parecen claras las explicaciones de Zyhlarz sobre:
Tinisuaga "la datilera roja", porque su fonética es distinta de la
de Azuquahe "rojo", antes estudiado; Tiniaba y Tininabuna "da-tilera
del padre", de que doy otra explicación; Aguacoromos "hijo
del tamarisco"; Ehentire "el fuerte lo ama"; Agacencie "hiJ'o de
348 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
la hospitalidad", etc.; pero no tengo aproximaciones guanches
seguras que proponer en muchas de ellas.
La posible correspondencia de Tiniaba y ~ininabuna-expli-cando
Tiniaba por 'Tininaba (masculino) y Tininab(u)-na (feme-nino)-
podría indicar que los nombres fmeninos se formaban
sobre los masculinos can la paragoge -na9, presente también en
Guayánfina, el otro numbre femenino de esta lista. Pero esto
exigirá más completa documentación guanche.
El nombre personal Zguanira lo registra Alvarez Rixo en su
OatáZop (al fol. 48 v.) sin asignación a isla alguna, y lo incluyo
aquí por las relaciones formales a que aludo y por los parecidos
de-la lista de bautizados en Sevilla (VI).
Si es seguro este antropónimo, debe relacionarse con ha-quanran
"demonio en forma de perro" (Torriani), que hoy ex-plico
como compuesto de haguuyan, en singular &gua(i) con la
misma estructura vista en Garehagua, la partícula camita de
anexión -n-, y el nombre del demonio ,eran, deducido de Zmew
(Abreu) , Hirguun (Torriani) y E a n - o n a h "demonio + dios"
ds !os hzmeiias. De esta ferxm, COI? vzrisriter daras y sincopa
probable en la transmisión salen por un lado el hagua+nf eran
de Torriani "perro del demonio", y el antrophimo igw+n-tára(n)
de igual valor. Sin excluir la posibilidad para este segundo, que
por su componente guan "hijo" pudiera significar "hijo del de-moniQ"
.
Tampoco creo que Badestra deba explicarse por el púnico
Bodatra "el protegido de Astarté". La forma del topónimo actual
aplicada a un sector de Garafia, donde gobernara aquel príncipe,
junto al diptongo de las dos variantes de Abreu, parece indicar
que el topónimo no tenia vibrante (r) en su sílaba final. Es ver-dad
que los vulgarismos canarios usuales cabresto por cabestro
y bri&~o por wicirio tienen metátesis regresiva normal de la vi-brante
agrupada, expIicativa del paso de una forma como la de
0 Véase el estudio de los femeninos de Gran Canaria hecho antes. Tam-bién
cabe pensar si hubo errata en el zucasa, rmcu.ha, y habría que leer
zZLCaW, ante el masculino uchicuca; pero no hay dato en que apoyarse.
40 JUAN &VAREZ DELG.03
Torriani a la actual. Pero la dipbngacibn (ausente en Torr-riaai),
con la transposición de -r- (ausente en Abreu)' y la caída de sílaba
inicial (del topónimo actual y de la variante de la lista de Sevilla),
soni muy difíciles de explicar para tan breve lapso de tiempo como
va de Torriani (15CO) a Abreu Galindo (1593-1605). De tretarse en
uno y otro caso de variantes gráficas, podríamos suponer una
forma primitiva como Beriestra o Birkste, con los componentes
de los topónimos Birigoyo y Tegueste. Se justificaría la confu-sión
Eidiesta y Biriesta, frecuente en formas canarias oídas por
forasteros, por la escasa vibración de la r regional.
El nombre Autinimara, confundido erradamente con el canario
Autindara, o -dana, puede explicarse pos el tuareg (Foucauld, pá-gina
1389) au-tanemmirt en plural tinemmirin "el de los agrade-cimientos",
o "el de la gratitud".
Por último, Ehedey, nombre que explica Zyhlarz "el puro"
mediante el púnico lo, nuestra escritores lo han relacionado con
el tinerfeño Echeyde "infierno", con el nombre de su distrito go-bernado
Gweihevey "El Charco" (quizá mero derivado de aguere
l . . 7 . . - LLl- -. laguria . L U C L L C ~G ~ ~ I W Wla go, río") y con ei topónimo Jcdey
"caserío de las Manchas". La tesis tradicional, explicando este
topónimo del municipio del Paso, sobre el nombre personal del
citado príncipe, debe rechazarse por razón de la propia toponi-mia.
Junto al caserío del Paso, Jedey existen otros dos parajes
inmediatos, uno en el Paso y otro en Los Llanos, designados
Jedúy, sin confusión posible. Aunque se trate de mera diferencia
dialsctal de genero o número, y no de categoría palabra1 distinta,
la existencia de estos JedUy obliga a admitir que Jedey tenia en
el h-_h!-, - , h~rDi-~- cm1 ~ ~2 r zt idog e&i c~ & r ~ap lica& a. aTUos
nombres personal y local simultáneamente, no siendo impuestas
l o Cita innecesaria del púnico, pues en tuareg también (Foucauld, N-gina
1.936) hed.di0 significa "yo soy puro". Cmflrmación de mi tesis de huir
de la explicación semitica en lo guanche, cuando lo camita es seguro y está
más cercano. Cf. mi trabajo en el núm. 1 de este ANUARIO: &Semitim?&o.esn
cm*?
350 ANUdRIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROPÓNIMOS DE CANARIAS 41
ambas variantes por razón de un mismo antropónimo. Pero ;cuál
era ese sentido?
NÓMINA TRADICIONAL DE TENERIF'E.
Mientras en las demás islas la lista de antropónimos tradi-cionales
encierra un número notable de voces indígenas auténti-cas,
la de Tenerife, por el contrario, fuera de un par de ellos, sor1
'probl~máticoso del todo falsos. Débese esta circunstancia a que
hemos sacado para la nómina menceyal y 1s lista de Viana los
nombres correctos y auténti7cos dados por la tradición. Los,escri- a
tores posteriores, siguiendo el impulso de Viana, aportaron sólo E
nombres dudosos o interpolados. O
n . En esta lista, efectivamente, hay una serie de nombres de -
=m
O otras procedencias : Attidamana, Chemida, Garirayga, Tamonan- EE
te, etc., y variantes gráficas que desfiguran los nombres de las SE
listas siguientes : Tquicine, Cumahurn, Adrona, etc.
Sólo el seguro Guañameñe, cuya etimdogia cnrriip-& entre 19s 3
nombres de adivinos, y los probables Ramagua, Bendidagua, y -
0m
Ayaya, de cariz fonético indígena, pueden retener nuestra O
atención.
n
Es curioso que Gaspar F'ructuoso no cite ni un solo nombre E
de esta isla ni de Gran Canaria. Y las Datas y los documentos a
notariales sobre los que basarnos nuestra lista número IV, por n
circunstancias extrañas que no alcanzo a explicarme, a pesar de! 3
que se citaban y estaban en los estantes de nuestros archivos. O
insulares, han permanecido ignorados, en 10 que a este aspecto
se refiere por lo menos, para nuestros historiadores modernm,
hasta hace poco.
JUAN ALVAREZ DELGADO
Los nombres de esta segunda lista fueron incluídos por nues-tros
historiadores dentro de la tradicional de nombres indígenas
canarios; mas dado su singular interés histórico, desde Viana
acá sufrió interpolaciones notables, por lo que procede estudiarla
separadamente. Tres son los problemas que nos plantea esta serie
nominal: número de menceyes, autenticidad de sus nombres e
inexistencia de nombres dinásticos en Tenerife.
Como no coinciden todos los escritores en asignar príncipes
y reyes o señores de cantones, es preciso incluir en este estudio a
N
los familiares más directamente relacionados en cada familia E
menceyal. Y la lista se ordenará por bandosi o dinastías, para ver O
n--
cómo jugó la imaginación de los interpoladores para rellenar los m
O
E
huecos que la deficiente información había dejado sin nombres SE
en la tradición, bien fundada en ciertos aspectos. -E
3
CRONOLOGD~EA LOS NUEVE MENCEYES.
Ya antes de que B. Bonnet planteara con crítica visión este
problema en E2 mito de los nueve mnceyes (1938), nuestros his-toriadores
y genealogistas gastaron mucha tinta acerca de sus
nombres personales y su ensamblaje familiar. Aumentó ésta con
las investigaciones modernas que aquel trabajo suscitó, y los lec-tores
pueden hallar una buena síntesis y la completa bibliografía
de los diversos aspectos y estudios hechos en ia obra de A. R-mit.ü
de Armas sobre Alonso de Lugo 11, que me releva de traerla aquí.
La existencia de nueve menceyes, gobernando sus nueve dis-tritos,
bandos o cantones en la fecha de la conquista de Tenerife,
se comprobó por E. Serra y L. de la Rosa sobre las Datas. Pero
- -
11 Rumeu de Armas: AZwo & Lugo m b Corte de los Reyea Cató-
Zicos, Madrid, 1951-52.
352 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTZCOS
ANTROPÓNIMOS DE CANARIAS 43
continúan las dudas sobre las nueve personas reales mismas, no
bien identificadas en muchos casos, y otras vacilaciones particu-lares.
Para sentar mis puntos de vista sobre el problema antro-ponímico,
en cuanto a la autenticidad, consigno que en mi opi-nión
los hechos seguros pueden explicarse de esta o parecida
manera :
La vieja unidad política insular bajo un solo rey (cuyo nom-bre
no logró averi'guar el P. Espinosa, y Viana inventó en su
Tinerfe el Grande) pudo llegar, en efecto, hasta el siglo Xv y ser
efectivamente hijos suyos los nueve primeros menceyes citados en
el acta de Párraga de 1464. Una división dinástica más antigua
habría sido olvidada por quienes ya no supieron decir a Bpinosa
hacia 1585 el nombre del rey universal de la isla.
El ulterior fraccionamiento del territorio entre los hijos dei
monarca, contemporáneo de la primera mitad del siglo XV, po-dría
haber quedado reflejado en esas dispares referencias de nues-tras
primeras crónicas, que unas veces nos- hablan de tres reyes
(Diogo Gomes), otras de siete (Valcárcel y los citados por el
P. Espinosa concurrentes a Chinguaro el año de la aparición de
la Virgen de Candelaria), o de ocho (dudas de Azurara y Viana
que dicen "ocho o nueve"), y por fin nueve (ya en el acta de
Párraga de 1464 y en el año de la conquista, 1494), según consta
de los documentos de Datas y de historiadores tan veraces como
Espinosa y Torriani.
La presencia de la Imagen de Candelaria en Tenerife debió
acontecer sobre el 145012, coincidiendo con la tradición de nues-tros
historiadores, acerca del cautiverio, bautismo en Lanzarote
y retorno a Tenerife de Antón Giiimarés, aunque ei P. Espinosa
en un pasaje la ponga en 1420. Esos hechos servían al designio
12 E3 P. Ebpinosa dice que la Imagen estuvo "más de 30 6 40 años en
poder de los infieles". Lo que no puede referirse a la llegada de Antón desde
Lanzarote, sino a un dato tomado de fuente perdida, tal vez, que no supo
interpretar. El fija la aparición hacia 1400, mientras Abreu que lo sigue,
para compaginar los anteriores treinta añw con la llegada de Ant6n en 1420,
anticipa la aparición a 1390, como hizo también Viana.
44 JUAN ALVAREZ DELGADO
de Fernán Peraza y de su sucesor Diego de Herrera13 de con-quistar
la isla por medios pacíficos, pues el acta de "sumisión"
en 1464 ante Párraga debe entenderse como un mero acto de pe-netración
lograda por métodos persuasivos. No puedo haceme a
la idea de que el acta citada, traduciendo el nombre indígena pre-cisamente
del mencey de Güimar, las dec'faraciones de Antón so-bre
la Imagen de Candelaria en el P. Espinosa y el auxilio per-manente
de los naturales de este menceyato en la conquista, no
sean obra directa del mismo Antón Giiimarés, dejado adrede en
la costa poco después del traída la Imagen. Si la fe mueve mon-tañas,
ella hizo que Dios realizara luego los milagros, cuando eran
providencialmente necesarios ante los gentiles.
Podemos suponer, por consiguiente, que los nueve menceyes
del acta de Parraga acababan de consolidar su ocupación de los
bandos de su dominio, si la lista de Espinosa, con siete reyes re-unidos
tras la aparición de la Imagen, omite los dos que aún no
ejercían su dominio, y no faltan los de Icod y Daute (1. 2, cap. 6)
por estar alejados, en ,guerra o llegar tarde a la cita.
Asegurado el número de nueve menceyes, nos queda por de-cidir
la autenticidad de su nómina y su respectiva cronología,
Última duda planteada por Bonnet.
A la compleja e interpelada relación de nombres dada por
los cronistas, afanosos de completar, no siempre sin cooitradic-ciones,
su falta de información, añado unas apostillas con los
datos más seguros, ordenando los nombres propuestos por bandos
'"vn ia cronwiogía de estos: personajes, concretamente con ios Iierrera,
vinculan Espinosa, Abreu y Viera, el servir de paje Antón; su vuelta a Te-nerife
y la llevada a escondidas de la Santa Imagen a Lanzarote.
Esto ohliga a retrasar la llegada de Antón hasta después de 1454 6 1455,
en que levantado el secuestro de Iñíguez de Atabe, Diego de Herrera pudo
maniobrar con libertad absoluta, y realizar actos de ocupación, conquista y
Soniinio en iodo ei iirciiipiéiago para aíianzar sus derecnos.
El ms. histórico de Millares ("El Museo Canario", 1935,7, pág. 86), fuente in-teresante
según él, 'pone ,estos hechos concretamente entre los años 1443 y 50.
Castillo (o. c., pág. 52) pone la prisión de Antón en 1447.
3% ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
o reinos en la lista 11 y consignando las pocas etimdogías pro-bables
o seguras.
Sólo estudiaré aquí dos títulos metidos en la onomástica men-ceyal,
y ciertos nombres comunes, que pueden entrar-de hecho
entró alguno-por referirse a denominaciones personales, sociales
o tribales, en nombres personales.
El titulo de mencey "rey", garantizado por los cronistas, ha apa-recido,
si bien una sola vez, en las Datas también. A este propósito
no resisto a la tentación de aducir una confirmación, definitiva a
mi ver, de la tesis que propuse en Te&) (pág. 43) para etimología
de esta voz. La forma primitiva guanche me pareci6 menceit
(dada por Marín y Cubas y registrada como nombre personal en
la lista de Viana). La relación, problemática entonces y ahora,
con el vascuence mm "po&iJ' carece de j-utificación sí;tUal, y
como el final del tuareg ammükd se me ofrecía dificil, nada aven-turé
fuera de la aproximación.
Pero hoy poseo una prueba lingüística segura del paralelo
guanche memeit = tuareg amenÜ$kaZ, salidas ambas de una forma
camita primitiva m.n.k.d "príncipe, jefe, rey", y de paso queda
aclarado que la forma guanche no puede derivar del semita
dZek, milk "rey", como alguien había pretendido comentando mi
trabajo.
Aparece aquella voz líbica en la inscripción de Leptis, estu-diada
por Levi della Vida y citada por J. FYiedrich 14, donde en
una inscripción púnico-latina figura la forma númida transcrita
en alfabeto púnico (sin mociones vocálicas o puntuación) como
mh.7c.d o m5n.k.d. y traducida en el texto paralelo latino por
"imperator". Los tratadisias citados reiaciüiiáii estz f ~ l i l ~ dc.u ii
el tuareg mnüJoaZ (P. de Foucauld, Dkt. Touareg-Fralzpis, pá-gina
1.207), que ataba vivo entonces en el númida de Leptis,
pues no cabe explicarlo por la forma pnínica milk "rey" de graffa
distinta.
14 Vide "Africa Italiana", 6, 1935 (págs. 4-6, ins. 1, 1-2); y Friedrich:
PhiYldzisck-Pzc-nkche Gro;rnntLLt&, 1951 (núm. 211).
46 JUAN ALVAREZ DELGADO
La forma guanche se encuentra, por tanto, más cercana del
nurnídico al conservar la dental originaria ha1 (menceid o men-ceit),
evolucionada por el tuareg en 4, consonante extraña en el
dialecto de Tenerife. No ofrece dificultad la 2E breve protética del
tuareg, frecuentre en otros paralelos claros (comp. azekka en
ahaggar, por el sekka frecuente panbereber y el amatkal tuareg
por el MacheaZ gomero) ; pero es menos clara la Ü larga del tua-reg
por su ausencia en guanche y en la transcripción púnica. Y
queda también oscuro el paso de la k velar númida y tuareg a la
silbante usual de las variantes guanches.
En la lista nominal de menceyes se incluye la voz Qzcebehi,
que según Espinosa es un tratamiento: "alteza". Lo relaciono con
la voz bereber iakbess2, derivado del verbo kebesset (Foucauld,
O. C.; pág 7%), p e significa "xr e!egmte=ente prqxrcimaiin",
y se emplea en tuareg pocas veces, pero con matiz de espiritua-lidad
y hura.
La conclusión más importante, arrancada a nuestra nómina
menceyal, es la ausencia en Tenerife de nombre dinástico (pre-sente
en el Artemi y ei Semicián cie Gran Canaria), pues ei
G;Llanimenoe(z) de la cuarta lista vale puramente su etimología
=hijo del rey", y no se repite como nombre general. Con igual
categoría no dinástica aparecen Guantejiiga, G u a n ~.. , ~q.ue
debemos interpretar como los apellidos o patronímicos de otras
lenguas. Tampoco aparecen nombres patronímicos dinásticos que
nos digan el nombre del rey Único de la isla, ni nombres dinás-ticos
dentro de un bando o reino, pues en Taoro no están rela-cionados
los nombres seguros de Benitomo (Benchomo), su her-mano
Chimenechia y su hijn Bentbrey. Esto enntrihye a confir-mar
una reciente división dinástica insular y la prevalencia no
familiar de la persona del mencey.
Tampoco encontramos registrada en la onomástica personal
de 10s menceyes los nombres tribales o de clases sociales: achi-
-A-*----. C & - - - L l - - me;lrr;vy rioules, gente del rey"; mhicámi(ai "viiianos, trasqui-lados",
y cichiciquitzo *achi(s) iquitza(n) "hidalgos, pastores".
En cambio, si hay uno, Aguahuco, salido del carácter de filiación
: 356 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
natural, dado por Espinosa en achipuca y pxalias o xucusa. No
quedó del todo clara la etimología, que expuse en Teide, de dos
de estas voces, que hoy puedo sentar gracias a la comparación
bereber, contrastada con las frases de Espinosa. El juego confuso
de "hidalgo", "noble"; "escudero" y "villano" en aquel historia-
'dor, débese en parte a los usos españoles de que hay que pres-cindir.
El componente mhi, junto al bereber ayt "hijos, gente,
descendientes", tiene la misma fonética que Benytmo : Bencho-mo.
Y el segundo componente claro en achirnm%y explica esta
VOZ como "gente del mencey".
La voz Achkáxanu o a c h ~ cu~yo ,va lor de "servidores,
villanos, trasquilados" aparece dado en las fuentes, debemos ex-n1;
nnrlo unrvruhlrGn !a r8iz br&r emes del tuareg, 'w 'c e- s- be r a e r y
siwa, kkis del sus, y con paladial en el zenaga ukkeS, significando
"quitar, arrancar (hierba, pelo, piel, pedazos), trasquilar". Así,
achi-cáxanla, de estructura participial evidente, valdrá "gente de
trasquilados". La raíq que señalo es distinta de mkeu "separar,
cortar", citada a propósito de Ico, Icod, y de la homófona que
paso a estudiar en la otra forma tinerfeña.
Cichkiquitm, por comparación con las otras denominaciones
tribales, debe representar tal vez achiciquitran, e ignoro si in-cluso
le sobra la sílaba inferior -ci-, explicable no obstante en
camita com factitiva o habitual. El P. Espinosa dice a este pro-pósito
(cap. 8) que los indígenas decían que al crearlos Dios les
"había dado ganados", pero no a los achricáxntc, que para comer
debían servir a los otros. Parece indicar con ello que mhiciquitzan
qilfua!e ,& "-...-A ----o - "-2 - - -" pawles u rlcus , sentido que tiene ei radical pan-bereber
hs, del tuareg &su "cubierto de hierba, pastizal", ma-rroquí
kes "pastorear, protegw, guardar", zenaga eksi "pasto-rear,
guardar", con lo que mhi-ci-quitxan valdrá "gente de pas-tores",
o "que permanentemente están encargados de proteger".
En cuanto a achipuca "entenado", "bastardo", "hidalgo", debe
notarse el error frecuente en Viana y otros al dar el sentido de
"hidalgo" a la voz achimnmy o archimencey. Pues en la termi-nología
de entonces "hidalgo" no es propiamente el "noble"
48 JUAN ALVAREZ DELGADO
(= achimencey en guanche), sino el bastardo o segundón del noble.
Y como achicuca (= ach + *ahuca) vale propiamente el "entenado"
o hijo llevado al matrimonio por la mujer repudiada, conforme
expliqué en TfeZae (pág. 59), también significaba, c~nsi~guientemen-te,
"el bastardo" o el hijo "natural", "habido"-en la terminolo-gía
de nuestros campesinos-fuera o antes del matrimonio. Re-sulta,
pues, que el bastardo y el entenado de un monarca serían
'(hidalgos", pero no nobles, y, por consiguiente, Agmhuco =
au + ahuca vale "el hijo bastardo o hidalgo", y también el "hijo
de1 bastardo".
Me parece imposible que en la complicada información de
Viana sobre el Hidalgo (pobre) de la Punta, señalada en la di-r,
ast:tia de ,-tr. Hidige de esta lista menceyal, atribuyendo su
nombre al príncipe que allí gobernó al producirse la conquista,
no haya un fondo de verdad. Podemos entender que Zebensui
(bastardo o "entenado" de un rey de Anaga o princesa del can-tón)
se alzo con la Punta, como propia demarcación. En tal caso,
Zebensui sería su nomirre propio, y "apodo" ei ¿i-y-mFI-tu "bas-tardo,
hidalgo", apelativo de su condición nativa, por relación a
la familia menceyal de Anaga.
ONOMASTICA PERSONAL EN VIANA (LISTA 111)
. ' El bachiller y médico lagunero Antonio de Viana publicó en
1604 su famoso poema heroico en verso suelto y octava rima
An.@iiledd~s ck 7a.y ZsZas Afortunadas de, la Gran & n s ; c ~ i a * ~ con
el propósito de halagar a la familia de los Guerras y polemizar
con Fr. Alonso de Espinosa (1591), a quien sigue en general y sólo
rectifica en ocasiones, exaltando lo típico regional y lo indígena
junto a lo heroico de la conquista española.
Para iuixfiez de Peña 0676j otros, 1% ~ b r Uae 'Crianti 2:: una
15 Ed. en Sevilla de 1604, de la que hay un ejemplar en la Biblioteca de
la Sociedad de Amigos del País, La Laguna; edición de Rodriguez M;oure,
La Laguna, Tip. de La Laguna, 1905.
358 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
fuente histórica de primer orden, segura y seguida sin vacilaciones;
para otros se trata de una elaboración poética imaginada y de
escasa autenticidad. Como siempre, la verdad está en medio, y,
junto a hechos narrados con veracidad sobre fuentes seguras, hay
ficciones que hacen la trama del poema y caen dentro de la osada
potestad reconocida al poeta.
Ciñéndonos a nuestro actual problema, en la lista onomástica
de Viana desgloso los nombres indígenas pertenecientes a las dos
listas anteriores, con lo cual puede verse qué elementos tomó a
fuentes seguras y cuáles inventó para completar la genealogía
menceyal de Tenerife, con la que relaciona su obra poética; y a a
continuación inserto aquella serie de nombre de indígenas granca- N
E
narios incorporados a las tropas conquistadoras de Lugo, algunos O de los cuales son traducción clara de su nombre indígena, y otros --- m
étnicos tomados como apellidos tras la cristianización. Por Último, O
E
E
en serie alfabética aparte, relaciono los nombres de aquellos per- S
E
sonajes forjados por la imaginación y las necesidades poéticas -
.-I Ue 1% invenc:m creadcrü. de Vimu. 3
-
Porque para componer la acción de su poema heroico, Viana -
0
m
E
precisaba de personajes con nombre determinado en que singula- O
rizar los acontecimientos. Los documentos históricos y el recuer- - do personal de la familfa de los conquistadores le ofrecían cuan- -£
tos nombres españoles quisiera. pero la memoria de los nativos, a
2
ya muy españolizados y olvidados de lo prehispánico un siglo des- --
pués de la conquista (como cuatro lustros antes dijera Espinosa), 3
no guardaba nombres propios indígenas, que el poeta se vió obli- O
gado a inventar.
Confirma la ignorancia en Viana de nombres guanches el exa-men
del propio poema. En él inserta (medio millar de endecasí-labos
del Canto XI) una larga lista de conquistadores españoles
por compañías, y hasta relaciona la de conquistadores grancana-rios
zmi!i~res de! Ade!mtirdn Almli de Lugo. Pero no registra
un alarde igual de las fuerzas indígenas, aunque el poeta díce que
Benchomo concentró veinte mil naturales, nombrando luego so-lamente
los menceyes y dos docenas de nombres sueltos. Inclusive
37th. 8 (1956) 359
5i) JUAN ALVAREZ DELGADO
Viana desconoce algunos nombres auténticos indígenas (nuestra
lista IV), registrados en documentos que tenia a mano en los
archivos de la propia ciudad de La Laguna, donde escribía su
Poema.
Ante su penuria de nombres personales indígenas y su sentida
necesidad de usarlos, Viana acude a tres soluciones: la invención
absoluta de nombres calcados sobre la épica europea; la perso-nalización
de voces guanches comunes bien conocidas; y la fórrnu-
Ia, frecuente en la onomástica personal europea y más adaptada
a la verosimilitud épica, de bautizar con topónimos guanches los
nativos en que personificaba las acciones, costumbres y vida in-dígena
de su relato. Los sucesos y datos eran reales; la ficción
estaba sólo, con arreglo a la reconocida facultad del artista, en la
singularidad y nombre del personajé.
Siguiendo esta pauta, Viana impuso a los indígenas los nom-bres
de Afur, Arafo, Haiwto o Hemeto, Tegueste, Tigayga, los
Nagm, Tmlo, W y m j a , C l'uajar~. .., nombres de parajes muy co-nocidos
en Tenerife. A la serie de nombres totalmente copiados a
la épica europea, debemos asignar L,e~coZdo, Rosalba, Guarz'nh,
Gualduroto, Rucadén, Ruymtiei.. . Y al grupo de reelaboraciones
sobre elementos lingüísticos indigenas, Aguclhuco, Menceito, Hu-camón,
T W f e , Thg mro...
LA TOPONIMIA GUANCHE NO DEPENDE DE LA ANTROPONIMIA.
Antigua y Km conocida es esta práctica de Viana justificando
el topónimo sobre el nombre personal, teoría que no le atribuyo
por capricho, sino que él mismo da (pág. 275 de la ed. Moure) a
propósito del nombre Tegueste y Tejina. En la imaginación del
poeta el mecanismo se explica según la pauta europea: existen
los parajes Afw, Ara-fo2 Tigaygtx ..., luego hubo personajes que le
impusieron este su mismo nombre propio.
Esta norma fué seguida en Grecia, donde poetas, historiado-res
y tradiciones locales personificaron en héroes epónimos no
360 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOB
ANTROP6NIMOS DE CANARIAS 51
sólo las estirpes y pueblos, sino también las ciudades, montañas
y comarcas, y las artes, oficios e inventa. Todo para ellos derivó
-- su nombre del fundador, el héroe o el primer autor, aunque hoy
sabemos que todo esto es mito y simbolización. Otro tanto acon-teció
en otros pueblos del mundo: según la tradición hebrea,
Assur pobló Asiria; Misraím, Egipto; Tarsis, la Tartessos hispá-nica,
etc.; siguiendo por ese camino se h í z ~a Híspalis fundar
Sevilla, y a Rómulo, Roma.
Este fenómeno se repitió en Canarias, donde no sólo el vulgo
y el poeta Viana, sino hasta historiadores nuestros han mostrado
extrema credulidad al explicar nuestra protohistoria mediante
relaciones lingüísticas entre topónimos y nombrecs personales. Se-ñalo
algunas de estas legendarias explicaciones.
Yo mismo recogí una tradición sobre el Garajonay la, que ex-plicaba
este nombre de la más alta cima de la Gomera, usualmen-te
llamada "Alto del Garajonay", cuya etimología es garai-ajo-ruy
= "roque + alto", por la fusión-de nombres de los príncipes
Uara y Jmay, m~ertes a!!i 1mw apzsicnzdu exp!nsib~ cle amor.
Se burla Chil Naranjo (1, 507) de la explicación dada en su
época al topónimo Tirajana, sobre la interpelación del gigante
indígena Aja a su mujer Ana, diciéndole ;Tira, Ana! Otra ver-sión
recogida por mí conjuga más complejamente las exclamacio-nes
;Tira, Aja! y ;Tira, Ana!, contaminadas en el nombre actual.
;Como si los nativos-comenta el Dr. Chil-hablaran ya español!
Una repetida falsificación culta es la voz Maxorata, dado como
nombre primitivo de Fuerteventura en nuestras historias, -siendo
pura latinización fabricada por nuestros eruditos sobre el adje-tivo
español rnajorems, sufijación hispánica del nativo Mahah,
verdadero nombre indígena de la isla.
Viera, Berthelot y otros juegan y combinan guancbs, b2n-
&niJ G-u,anchim&, gumchinerf e, Tinerje, Achinech y Guameris,
tratando de expli~ar10 todo sobre las formas personales.
En tradiciones, escritos y romances, debidos a la pluma de
16 "La Tarde", 29 abril 1943, y discurso en la Fiesta Literaria de 1954.
en Icod de los Vinos, La Laguna, 1955.
52 JUAN ALVARE2 DELGADO
Montes de Oca, Ossuna Saviñón o Bethencourt Alfonso, publica-dos
en diarios y revistas de décadas pasadas, aparecen personajes
designados mío, Ixora, Guajara, etc. Y la añepa de Chaurero,
registrada en nuestro Museo Municipal de Santa Cruz de Tene-rife,
debe seguramente su nombre al topónimo La Chaurera, don-de
tal vez fué recogida.
Todo esto es pura fantasía.
LA ONOMÁSTICA PERSONAL GUANCHE NO PUDO INFLUIR
EN LA TOPONIMIA.
Consi&yo bien f.;n,&da es+& tesis de in:',qeri&ficiu de !U tg-ponirnia
y la antroponimia personal indígena, por lo menos en
Tenerife. Primero, porque todos losJ casos de imposición de nom-bres
personales a nombres de lugar conocidos se deben siempre
a hispanización o hechos recientes de cultura, como Bosque de
Doramccs, Mananidra, Cuevas de Bencomo, etc. Subrayo que Te-guise
fué impuesto, según dicen, al unirse la infanta de Lanzarote
con Maciot. Ni un solo topónimo guanche puede aducirse, debido
con seguridad documental indiscutible a Üñ nombre de persona.
Pero tenemos un hecho histórico, concretamente señalado por
el P. Espinosa para Tienerife, que confirma cuanto vengo expli-cando
sobre esta onomástica personal.
fiera de los casos concretos de un hecho singular17, de que
sólo conozco como ejemplo indígena el Aysumgan "lugar donde
se he!medl, de n ~ e s t r ~ rs ~ n i s t wen, Lz Pdml, e! mmhre mr-o-r -
sonal aplicado a un paraje indica la propiedad o una especial
vinculación del terreno a la persona, que le transmite su nombre.
Esta vinculación va determinada por la persona singular o por
17 En la toponimia de Canarias, por ejemplo en las Datas, se citan
hechos como "donde se derriscó Bentórey", "donde mataron a Sordillán". . . ,
y los municipios de "LaiMatanza", "La Victoria", por hechos de armas no-tables
en la conquista.
ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROP~NIMOS DE CANARIAS 53
el nombre de la familia la. El primer caso lo ofrecen las Datas de
Tenerife y la toponimia hispánica general de Canarias, que regis-tran
topónimos como Pedro Mayor, Gonxalianes, Barranco de Ba-dajo~
L, omo de Mena (todas cuatro en el mismo término rnunici-pal
de Güimar-Tenerife), debidos a los conquistadores de ese
nombre, y hoy pertenecientes a propietarios que nada tienen que
ver con ellos. El segundo caso, de vinculación familiar, coincide
con el llamado iqta' de los árabes, estudiado por Asin Palacios
en su Toponimia árabe de España.
Pero según consigné en Teide (pág. 41), entre los guanches
de TGnerife (y otro tanto debió ocurrir en la mayor parte de las
otras islas), la tierra y los pastos pertenecen al mencey, quien
anualmente lg los reparte a cada uno según su calidad y mere-
18 Numerosos son los nombres personales, con nombres, apellidos, ape-llidos
familiares en plural, nombres de cargos, etc., que aparecen en la to-ponimia
hisrpánica de Canarias, de que he citado algunos en mi trabajo sobre
el tema inserto en el Homenaje a D. Ramón Menéndex Pkial (tomo V, 1954).
319 Asi el P. Espinosa, cap. 7; pág. 12, ed. 1848.-E1 año y la distribu-ción
se hacía concretamente p o e~l solsticio de verano, hacia San Juan, como
se dice en el campo. Afirmé en Sistema de Nummación Norteafricmo, pá-gina
35, que el año indígena comenzaba en el solsticio de junio. Hoy quiero
añadir dos datos confimatorios, que debo a la amabilidad de D. Tomás Cruz
García y otros amigos de Glüíar, como Juan Pedro Rodríguez Cruz. En
contratos viejos de pwtoreo (institución indígena predominante conservada
con bastante primitivismo en sus usos hasta época moderna) se establecen
las siguientas condiciones: el contrato empieza Ji acaba en San Juan (24 de
junio), fecha en que con arreglo a ellos se harál la distribución de crías, pago
de rentas y renovación de los contratos de medias o tercena, por pastoreo.
Para las cláusuias no expresamente consignadas, se atendra a "los usas y
ccstunilbres de Cho Marcial", nombre que conserva un aestacaao pico áe
aquella zona, sito cerca del filo de la cumbre, zona del pastoreo veraniego,
alternante con el pastoreo de costa en invierno (hacia febrero debió aparecer
la Imagen de Candelaria para que Antón estuviera con cabra8 en la costa).
Por referencias de pastores de cumbre sabemos también que, llegada
determinada luna de octubre, mien las cabras instintivamente de las Cafia-aas
Üei Teide, sin que sepan contenerias ni siiiios ni cayados de p&.oi;ea, que
se lbnitan a seguir tras el ganado, hacia los corrales de costa o medianias,
ante la proximidad de las nevadas.
Todo esto confirma cuanto en aquel libro expuse sobre la vida pastoril
y la traslaci6n periódica de nuestros indigenas.
54 JUAN ALVAREZ DEU;ADO
cimientos (expresión del P. Espinosa). En tal régimen de propie-dad
territorial es totalmente imposible aplicar la denominación
personal, aun en la toponimia menor. De hecho, entre, la abundan-tisima
toponimia guanche de Canarias que tengo registrada, son
muy escasas las formas totalmente mincidentes con los nombres
personales de nuestras listas, y en ningún caso queda probado,
salvo en los étnicos de postconquista, la relación de dependencia
del nombre local con el personal.
~pliquemos, no obstante, la comunidad de empleo de una
misma voz con ambos sentidos, dentro de esta independencia.
RELACIÓN ENTRE ~ N I M O SY NOMBRES PERSONALES.
En lenguas primitivas, como el guanche, es posible una formal
coincidencia entre topónimos y nombres personales, por razún del
sentido y por la conversión de nombres genéricos en propios. Los
aiiii-openimos frecuerlcia c-aa~i,-Jádes fisicás o disyu-siciones
materiales del personaje portador del nombre, y éstas
van expresadas con términos aplicados a la vez a un topónimo y
a un nombre personal, o también por media de una voz usual
genérica, matizada como antropónimo. Por ejemplo, Tigalate,
nombre de un monte de La Palma, tiene igual designación que el
tigalate, nombre común que aún hoy se aplica a un "hombre alto
y delgado". Esa cualidad material de "cosa alargada" explica la
coexistencia de aquella forma en ambas series, y la presencia de
su matiz en la toponimia indígena justifica la abundancia de "Lon-gueras"
en la toponimia hispánica de Canarias.
Cuando acontece, pues, que una voz guanche es a la vez to-pónimo
y nombre personal, deberemos en general explicarlo por
la significación de la voz común en el habla indígena. En otro
caso, se tGa+& & I?oiiibre iii"LpUzstup ul la ccr~,3iiizacióiyí , e~
contadas ocasiones cabrá admitirlo como étnico indígena.
ANUARIO DE ESTUDIO8 ATLANTICOS
ANTROP6NIMOS DE CANARIAS
Invenciones de Vianu.
Se ve que la intuición genial del poeta llevó a Viana por ca-minos
de adivinación en algunos de sus nombres, como al crear
Tejina, Aguahuco, Hucanón.. ., pero también falseó otros.
Fabricó Viana, sobre el fonetismo de otras islas, los nombres
de Tinerfe, mencey universal de Tenerife, cuya designación no
logró descubrir el P. Espinosa, y de Tingzubro, hermano del men-cey
Benchomo o Benitomo de Taoro. Creó la forma TZnerfe sobre
el adjetivo español tinerfeño, derivado a su vez de Tenerife, voz a
correspondiente a1 habla insular de La Palma. Y la forma Tin- N
E
guaro, en la fonética de nuestra isla, es exactamente el topónimo O
Chiingwaro "lugar de piedras", de la Villa de Güimar, donde tenia n -
=m
O su auchón de invierno el mencey de aquel cantón. EE
Así se explica, de un lado, es1af orma Tinerfe, siempre rebelde SE
a las manipulaciones de nuestros fonetistas desde Viera y Berthe- =
lot, g de otro. la discrepancia de Torriani, conocedor del nombre 3
-
del hermano de Benchomo, de absoluto tinerfeñismo: Chime- -
0m
E nechh. O
Pero ¿qué iba a hacer Viana si carecía de nombres para el
n héroe de la lucha contra los invasores y para el ilustre "abuelo" -E
de los menceyes? Mejor era inventarlos que dejar de exponer los a
2
hechos ciertos de aquella gesta. n
0
También retañían en sus oídos los altisonantes nombres de
3
personajes de la épica europea y las novelas de caballerías, y O
sonaban bien en los versos los eufónScos Rosalba y Ruyrnante,
que ie parecieron de perlas para los románticos enamorados de
su poema. Y como observación de formas, que justifican la inven-ción
o explican el uso, subrayo la ausencia de la prepaladial ch,
tan abundante en Tenerife, entre su lista onomástica, y, en cam-bio,
la abundancia de nombres inventados de final -eto, poco fre-cuente
en la formación nominal guanche, que tenia en el Geneto
lagunero, junto al cual vivía.
JUAN AGVAREZ D U A M
SERIE DoCüMEZíTAL DE NOMBRES INDIGENAS
(LISTA IV)
El interés de esta serie nominal guanche estriba en que, to-mados
a documentos contemporáneos de los personajes, su auten-ticidad
viene a confirmar nombres de las listas precedentes.
Para facilitar el cotejo de mi información, por ser la primera
vez que se publican seriados estos antropónimos, consigno al me-nos
uno de los textos registrados ? O , y, como en las otras listas,
pongo una indicación sobre su correspondencia y su posible expli-cación.
Y seguidamente señalo algunos problemas de interés sobre
su importancia lingüística, que no pueden llevarse a la lista, alfa-betizada
por isias, de esta serie.
PROBLEMGAENSE RALES.
En elIa hay algunos antropónimos indígenas hechos apellidos
tras el nombre cristiano de los nativos, y otras veces se confirma
el uso europeo y africano, apuntado en el estudio sobre la onomás-tica
personal de Viana, de tomar ''corno apellido el topónimo de
20 Debo la mayor parte de losi antropónimos de esta lista a informacio-ces
y trabajos de D. Elias Serra Ráfols y D. Leopoldo de la Rosa Olivera y
D.% Nanuela Marrero, a quienes expreso aqui mi agradecimiento; porque tiun
antes de la publicación de las Datas y otros trabajos, me han facilitado 10s
combres que registro, y a mi instancia han revisado las lecturas de for~r!as
ofrecidas.
Incluso algunas formas de Datas del Poder de 1512, de las Informacio-nes
de 1673 y de 1528, aún ineditas, han sido puestaq a mi alcance.
Los datos de "Revista de Historia", niims. 105-108, están en un trabajo de
L. de la Rosa sobre Guillén Castellano, lo que alienta la esperanza de que
esta serie aumente con los nuevos trabajos que se preparan y los documen-tos
que él mismo, &erra Ráfols y otros exhuman en nuestros inexplorados
archivos.
8610 escasas formas se deben a otras procedencias, que cito en detalle.
En cuanto a las Datas doy la sigla tradicional ya, establecida por Serra. En
los tomos de Fontes Rerzcm Canariarum cito el nfimero del tomo y la página.
366 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
procedencia. Tales son : Adexe, Güímar, Tegueste, Tacoronte,
Azano, Abona, Pbaute, Benza, y hasta Autejo e Itóbal, si bien
algunos de ellos (Azano, Autejo, Renza) no llevan la preposición
. "de" en el uso español, por lo que podrían ser nombres personales
guanches.
Este fenómeno es general, y subrayo dos concordancias direc-tamente
relacionadas. Primero, un esbozo sobre étnicos del Africa
del Norte Romana, publicado por Lionel Galan (111 Congreso de
Onomástica, Lovaina, 1951, pág. 778)) donde señala 97 étnicos
indígenas, entre los cuales cito por su semejanza con formas ca-
.narias: Teueste y Tagaste (comp. Tegueste, Tenerife), Furnis a
(comp. usual furnh), Sabrata (comp. egipcio Sobrat, Tenerife E
Sobradillo), Timida (comp. Time, y lista de Cortés), Simittu O
(comp. Tenerife, beñemt), Thagora y Tagura (canario tagoro), n -
=m
Gora (tinerfeño goro, gorona), etc. Luego el estudio de Arséne O
E
E
Roux (ibidem, pág. 485) sobre nombres de tribus berberófonas de 2
E
Marruecos, donde abundan individuales y colectivos étnicos.
EF: curiosoj sin embargoj que no aparezcan en estz dmmen- 3
tación como apellidos los topónimos Daute, Icod, Tejina, etc., que -
0m
E
Viana metió en su lista, y el nltimo de los cuales aparece como O
nombre personal de esta serie en Guantegina. Hace años registróse
n un Juan de Abona, citado en las Actas del Cabildo, y recien- E
temente me señaló Leopoldo de la Rosa a Juan y Diego de Te- a
gueste, desconocidos antes. Fontes (IV, pág. 67) cita un Gonzalo n
Yanes de Daute, pero éste es castellano, lo que permite sospe- 3
char que pudieran hallarse nuevos apelativos indígenas por to- O
pónimos en documentos aún no exhumados.
Confirma esta lista algmt-i nombres de me~~eyecqi,c e tgve
en cuenta al redactar la lista menceyal definitiva (lista 11). Tal es
Benytomo, con sus diversas variantes, correspondiente al Ben-chomo
tradicional de nuestros cronistas; el Bentórey, con sus
5s JUAN ALVARm DELGADO
variantes Ventor, Bentor, Bentorejo, confirmadoras de !a acen-tuación
llana de la voz, no conocido antes del estudio moderno
de las Datas, rey que debió reinar poco tiempo, derriscándose al
no poder contener la conquista; y finalmente, Imobar, Imobnd O
Imobaden, que garantiza el Imobach de Párraga, juzgado antes
como falso.
Considero que las variantes Imobad, Zmobaden y la más espa-ñolizada
Irnobar justifican y explican por su final impropia en
español (comp. Güimar, Guimas, Guima, Guimad, variantes aná-logas
contemporáneas) las variantes Imobach, Imobax, Imobac,
del mencey citado en el Acta de Párraga, según las distintas fuen-tes
históricas. En cuanto al uso del Imobaden (plural indígena)
frente a hobad e Imobar (singular) ayudará a buscar su sentido,
y tal vez a explicar el uso de la preposición "de:: en ia españdi-zación
como apellido. Pues me sugiere D. Leopoldo de la Rosa
que tal vez Imobad sea topónimo, por habIarse en viejos textos
de "esclavo del bando de Imobad" o frases análogas.
Deplorablemente, de estos tres nombres garantizados no
cuento con paralelos seguros aproximables que faciliten su etimo-logía
guanche. Pero confirman que las referencias menceyales lle-gadas
a Espinosa y Tmiani eran exactas, si bien deficientes en
cuanto a nombres, aunque el genio adivinador de Viana no siem-pre
dió en el blanco, como cuando inventó el nombre Tejina, que
nuestra lista declara auténtico, pero de otro sexo.
Ofrecen 10s textos distintas formas muy próximas a ésta, que
registro separadas en espera de más seguras noticias, aunque
algunas identificables, que conviene contrastar.
El testamento de 1510 cita a Gonzalo Guarticar. La Data 11,
16? 61, 1505, cita otro Gonzalo Gwneqa, Gunygad, Gunyciar,
Guanjquyar, variantes diversas de1 mismo documento, que puede
ser la misma persona anterior, por la identidad de nombre y el
conocido cambio -d = -r.
368 ANUAEIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROP6NIMOS DE CANARIAS 59
En Fontes V, 3 y la Data 11, 20, 33, 1513, se cita un Gua-nbcas,
Guany Acas, Gunyhacas, cuyo hijo Diego Benítez está
allí citado. Pero en el Poder de 1512 parece decir Guanianis o
dudosamente Guanicas, también de nombre Diego; y hubo otro
Juan Guaniacas.
Por estas razones es preciso suponer que al menos tenemos
dos nombres indígenas distintos seguros: Guanicad (o Guani-quiad)
y Guaniacas. Y sólo con dudas otros dos más: Guanicar
y Guanianis, quizá idénticos a los anteriores.
EL PROBIXMA LINGUÍSTICO DEL TIPO "GUANIMENCE".
En esta lista se nos ofrecen nombres como Guanimerzce, Y
comparando el texto de Fontes 111, 26, con el de la pág. 104, en
que se alude a los mismos hechos: el hijodel mencey de Adexe
y el guanche Sebastián, se deduce que el nombre Guanimenqe de
un pasaje corresponde al "hijo del rey" del otro. Esto nos da la
A-- 2 2z-- LI-~UUCC~UII de la vm y la aegiir-a a$cope ds :a fina! de mnccy,
omitida siempre en el nombre Guanimence, tanto en la Residencia
como en el Poder ,de 1512. Fenómeno análogo tenemos en Gare-h
a y respecto de hagmy(an) de la lista 1.
Esto nos obliga a establecer que la serie Gwrnicad, Gzmte-fina,
021anyxemiar, Guanihaca8 hemos de interpretarlos como
Guanimenqe y Guanarteme, es decir, son patronímicos. Pero no
me atrevo a formularlo con toda seguridad, a pesar de que nues-tros
historiadores suelen señalar el guanche guan = "hijo de",
que los berberistas explican por uia-tn (el determinativo + pre-posición
o partícula de anexión bereberes). Otra explicación po-dría
ser el nombre bereber "hijo" u (plural ait) con la misma
partícula. Esto nos llevaría a establecer que todos los compues-tos
de guan- indicarían precisamente un nombre de persona. En
mL , ,o:, L u,,,,,,A,, L L I,, L Lha de +L-L- +a---~A a arr ; ~--~a-C--~- L L L U~A, LT;C -uA~ -u' --- uw c de
varón por el régimen patriarcal imperante, por lo que Cfinnfejina
significaría "hijo de Tejina", pero Tejina no seria nmnbm de
60 JUAN ALVAREZ DELGADO
mujer, como supuso Viana, llevado por la desinencia femenina deL
español, sino nombre de varón.
Pero no es totalmente seguro que tal segundo componente sea
siempre nombre de persona, si vale la etimología que yo mismo
propuse en Te* (pág. 70) para guanche sobre guan-Chine(ch1
"hombre del país" o "paisano", porque el segundo elemento de
esta voz es sin duda topónimo. Con ello tenemos que el segundo
elemento de Guanihacas (Ihacas), Guantejina (Tegina) , Guanicar
(Icad o Iquiad), Guanyxemar (Ixemad), podría ser igualmente un
nombre personal o un tognimo, pero siempre un sustantivo, en
razón de la anexión mediante partícula -n-, obligada en todos los
dialectos bereberes orientales y el egipcio.
La forma Gaynabona, presente en su testamento ("El Museo Ca-nario",
1934. núm. 4. pág. 64) como nombre de un esclavo del
Obispo Frías, citado junto a otro Juan de Abona, en mi opinión debe
ser un lapsus gráficC del documento y responde a una forma de
este grupo, es decir: Guarnyabonu o Gwcmbona, paralelo exacto,
de Guantejina.
Pero conviene observar, desde ei punto.de vista iingüistico que
venimos analizando, que junto a este grupo de formas con pri-mer
elemento gzcan- hay otro también de nombres personales con
primer elemento gm o agua, del que sólo cito por su segura eti-mología
Agriahuco o Guahuco "el bastardo" y Aguaberque "e1
negro". A primera vista parecen equivalentes, y la explicación
berberista se hace sobre idéntico determinativo ua- o sustantivo
u "hijo". Mas la ausencia de la -n- (preposición "de" o particula
de anexión camita) hace que tengamos siempre en el segundo
elemento de estos ccmpuestos un adjetivo; casi siempre epíteto:
salvo que vaya inserta entre ambos una dental (partícula afirrna-tiva
o copulativa del camita).
Nos hallamos, pues, ante dos determinaciones gramaticalmen-te
distintas, sernánticamente equivalentes : el tipo Guanimence,
ri--- -L.. 22- WuariLcJua.. . de sig-nificado "el hGo de Tejinai' o "el Tejina". . . ,
y el tipo Aguaberque, Aguahuco.. . equivalente a "el negro" o "el
hijo del negro". . .
370 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
ANTROR5NIMOS DE CANARIAS 61
' Me parece muy interesante por su variedad gráfica y por su
valía lingüística este nombre tinerfeño, que registran las Datm
bajo las siguientes variantes : Syntirmarao, sintilman.. . , gentyl-marao,
geltilrnarao, xintjumanao, axitimanm, axitjmanao . . . Van
dadas a veces ;dentro1 de un mismo documento por igual o distinta
mano, por lo. que permiten establecer como primitiva xintirmarao
o cihinti~maragoy con dudas xintinmra, si la .lo final es mascu-linización
hispánica. Nuestra elección se justifica por Izt confusión
de los signos manuscritos r, 1, n, u, y la equivalencia gráfica en el
siglo xvI de las silbantes y paladiales s., x, a.
Lingüísticamente es un caso de la indebida penetración en
transcripciones modernas de la lateral (L), de acusada ausencia
en las formas antiguas del dialecto de Tenerife. Y esta isoglosa
del guanche tinerfeño, frente al dialec. to. .g omero por ejemplo, tiene siagiUar ccificideneia ron e! eglwio z ~ t i g ü ure sp&ó &]
copto y dialectos bereberes. En éstos aparece una -Z- correspon-diente
a n, r u otro fonema antiguo, como hallamos en nuestro
xintirmavao, que se transcribió gdtylmarao.
Por otra parte, la forma propuesta, por su final tiene indu- . .
dable semejanza con los antropónimos Autinmara o Butynpara
(lista 1) y Guacimara (lista de Viana), y con algunas formas (ta-mobenirmarago,
Ayer-maraha, aguay-marane) de un diálogo en
lengua indígena que $Cayrasco pone en boca de Doramas en una
comedia suya: Recibimiento del Obispo Ru$ni dato que deh a
la amabilidad del Dr. Cioranescu. . .
Finalmente, en mi estudio sobre el S i s t~. . ma& N?cmeracih
N o r t e a f f i m (Madrid,. 1948) encontré en el uso c,anario f oimas
numerales aplicadas a topónimos, y no es extraño que sirvieran
asimismo para aniropónimos. En ia actuai toponimia española de
Canarias tengo registradas formas como "Fuga. de Cuatro Rea-les",
"Lomo de Cho Cuatr.09', "Siete Puertas", "Abicero de Veinte
Quince", etc. Dentro de las formas numerales por mí relaciona-
62 JUAN ALVAREZ DELGADO
das allí, estaban sinir, 8met o matti, y paralelos como sened,
sendein del zenaga. Y si nuestras listas numerales canarias tie-nen
formas como benirmarago, smetir marago o .%ntir mrag,a,
podría significar 12 ó 20, como el nombre citado en las Actas del
Cabildo Martán Veinteh. Este. guarda, nombrado en 1514, pudo
ser de Gran Canaria o de Tenerife y deber su nombre, si era indí-gena,
a la traducción al español de una voz como el presente Xintir-marago.
EL NOMBRE DE BEATRIHZ UECHA.
Lo incluyo en la lista como posible guanchismo, pensando en a
el Huauxa de la lista de Valencia, muy cercana, y los compues- E
tos del radical guanche gua-. De tratarse de un romanisniu, O
n en el topónimo homófono de Zaragoza; podría pensarse
-
m o
E
también en una variante dialectal de "bocio", que explica el epí- E
2
teto @echo o guegiiecho, de los léxicos usuales dado como ame- E
ricanismo. Pero la forma tinerfeña, en tal hipótesis, demuestra 3
que no es un americanismo por su temprana fecha (1501), sino O-forma
periférica dialectal del español de la conquista. m
E
O
o
-
E EL GRUPO "AUTEJO",' !BENTOREJO"S"A, TAUTEJO". -
B
n
Al estudiar en iWkceIánea Gmnche (pág. 128) el topónimo z
usual de Gran Canaria Satautejo "Siete Puertas", supuse, por su 3
O
simple aspecto, que se trataba de una hispanización por sufijo di-minutivo
del primitivo Siafiauti (o Satauten) , paiataiizacio en ia
grafía conocida de Berthelot Satautche. Pero l