LOS DIVERSOS HORIZONTES
DE LA PREHISTORIA CANARIA
POR
MIGUEL TARBADELL
Un análisis de los materiales conocidos de la prehistoria cana-ria,
aunque sea rápido y sin carácter exhaustivo, permite apreciar
dos hechos fundamentales :
1. La diversidad cultural entre las Islas, junto a ciertas ca-racterísticas
comunes.
2. La complejidad de los elementos de la civilización canaria
preeuropea y, como resultado, su diversidad.
No es preciso que insistamos sobre el primer punto. Todos los
colegas que han tratado de los problemas de la prehistoria de las
Canarias han señalado el hecho. Esa diversidad se mantuvo hasta
el momento de la conquista, en el siglo Xv, y queda penfectamente
reflejada en las fuentes escritas, en los textos de los cronistas
contemporáneos. Así el mismo nombre de "guanches", exclusivo
de los habitantes de Tenerife, que los autores del siglo pasado, y
en especial los antropólogos, han extendido abusivamente a todo el
conjunto, utilizando el término como sinónimo de canarios prehis-pánicos.
Así las estructuras sociales en las diversas Islas, que las
crónicas nos pintan como perfectamente diferenciadas, con su ma-yor
complejidad en Gran Canaria hasta llegar al grado más pri-mitivo
en La Palma.
Los materiales arqueológicus reunidos en los museos reflejan
la exactitud de las observaciones de los viejos cronistas: es decir,
permiten apreciar el grado de diferenciación. Si ahora lo recorda-mos
es, ante todo, para evitar el peligro de tratar los problemas de
la prehistoria canaria como si se tratara de un todo homogéneo,
tentación en la que es fácil caer cuando se observan las cosas des-de
fuera y cuando se quiere obtener una visión sintética. Siempre
que sea necesario establecer un planteamiento general será preciso
tener en cuenta la diversidad isleña. Tal diversidad es compatible
con la existencia de un fondo común, que podríamos denominar
pancanar20. Se manifiesta en primer lugar a través de la antropo-logía
física, por la presencia del tipo humano cromagnoide, que es
el que justifica nuestra presencia aquí, hoy, para conmemorar el
centenario del hallazgo del hombre de Cro-Magnon. Pero que se
manifiesta asimismo en determinados elementos culturales, como a
los instrumentos líticos, las "tabonas", o las cuevas utilizadas como N
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lugar de enterramiento coIectivo. O
n El análisis, lo más detenido posible, de la diversidad cultural -
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de las Islas nos parece básico para alcanzar un cierto grado de co- O
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herencia y de seguridad a la hora de estudiar el proceso histórico S
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del poblamiento, y las diversas oleadas humanas que pueden haber =
recibido, que constituye uno de los problemas capitales de la his- 3
toria primitiva de las Canarias. Hoy, un intento de este tipo re-
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sulta quizá prematuro, ya que deberíamos tener previamente pu- E
blicados todos los objetos conocidos, de modo sistemático, lo que O
no se ha realizado todavía. Precisamente, para corresponder a la n
E amabilidad que muestran hacia nosotros las autoridades y los co- -
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legas de estas Islas, queremos aprovechar nuestra estancia aquí, 2
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prolongándola algunos días más después de finalizada la reunión, o
para preparar un estudio tipológico de las cerámicas de Gran Cana- =O
ria, cuya variedad y riqueza nos sorprendió desde nuestra primera
visita al Museo Canario de Las Palmas y de la que es dificil darse
cuenta desde fuera, por falta de un estudio general suficientemente
ilustrado. Sin embargo, aun a costa de fallos inevitables, hemos creí-do
útil presentar un cuadro esquemático, en el que se reúnen una
serie de elementos especiaimente significativos, indicando SU re-partición
por las distintas Islas (fig. 1). Se trata de un ensayo que
debería perfeccionarse, llevándolo más a fondo, y considerando otros
elementos que de momento no hemos incorporado. Este cuadro
resulta, sin embargo, suficientemene explícito, y nos ahorrará de
extendernos en consideraciones que alargarían nuestra comunica-
386 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
CUEVAS NATURALES * * * SE * * *
HABI - CUEVAS ARTIFICIALES
CUEVAS PAREDES PINTADA(5
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"CASAS HONDAS" 3C
CUEVAS NATURALES @ 9 $ 9 e @
NECROi-
CUEVAS ARTIFICIALES
T U M U L O S
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IDOLOS ANTROPOMORFOS /
Elementos m&s caracteristicos de la prehistoria canaria, su distribución por islas
y posibies procedencias de las influencias:
Estrella.-Elementos probablemente pertenecientes a las primeras oleadas, de pro-cedencia
africana.
Círculos.-Elementos de probable origen mediterráneo, no africanos.
Cuadrado.-Elementos de procedencia africana reciente.
VARIOS
C E R
SRABA
WPES-TRES
Núm. 15 (1969)
PINTADERAS
TABONAS
PINTADA A----
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GEOMETRICOS ( i0l0l6m
MICA
LISA,FONDO OVOIDE
ANTROPOMORFOS ESTILIZADDS
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ALFABETIFORMES LIBICOIDQS
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4 MIGUEL TARRADELL
ción. Reunimos a los elementos considerados en tres grupos: los
que se refiere a los sistemas de hut&xcbh, los que se refieren a
sistemas de mterrarniento y los elementos diversos, entre los que
merecen destacarse las cerámicas y los grabados rupestres.
Respecto a los elementos comunes a todas las Islas, destacan
inmediatamente en el cuadro la presencia de dos que nos resultan
especialmente significativos a la hora de buscar paralelos fuera de
las Islas : la vida en cuevr;cs naturales y el empleo de las "tahonas".
En efecto, la utilización de las cuevas es un fenómeno común a
muchas culturas prehistóricas de territorios distintos y de épocas
diversas, como lo es el instrumental de piedra, que sólo nos puede
orientar cuando nos hallamos ante tipos muy caracteristicos, pre-ninnman+
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bonas", tan pobres.
Otro caso, muy distinto, es el de los enterrarnientos colectivos
en cuevas naturales. En primer lugar, el sistema es desconocido en
el norte de Mrica, en cualquier época de la prehistoria, de forma
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teniendo en cuenta el grado de relativa madurez que han alcanzado
las investigaciones en dicho territorio. No parece lógico a estas al-turas
sospechar que, de haber existido como fenómeno normal, ha-ya
podido pasar desapercibido. Los enterrarnientos colectivos en
cuevas son típicos, en cambio, de una fase bien determinada de la
prehistoria mediterránea, tanto del sector continental europeo como
de las islas: constituyen uno de los elementos característicos de
las culturas eneoliticas.
Cuando examinamos en el cuadro adjunto cuáles son los ele-mentos
típicos de una o de algunas de las Islas, es decir, de los
no comunes al fondo pancanario, salta a la vista la mayor variedad
y riqueza de elementos en Gran Canaria. Sólo en esta isla apare-cen
las cuevas artificiales como lugares ya de enterramiento, ya
de habitación, con la particularidad de que en algunos casos se han
hallado pinturas en sus paredes. La presencia de ídolos antropo-morfo~
d, e cerámica pintada y de las tan discutidas "pintaderas"
no sólo señala la mayor complejidad cultural de Gran Canaria con
respecto de las restantes islas, sino que también nos indica algo
sumamente orientador: la imposibilidad de buscar su origen en
388 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOX
LOS DIVERSOS HORIZONTES DE LA PREHISTORIA CANARIA 5
Africa y, en cambio, las relaciones que tales elementos sugieren con
el Mediterráneo europeo.
Pero, además, no con culturas mediterráneas indeterminadas,
sino precisamente con la misma fase cultural y cronológica de las
cuevas sepulcrales colectivas que acabamos de ver como uno de los
más significativos elementos pancanarios. En efecto, la extensión
de la c&mZca pintada hacia el Mediterráneo occidental es paralela
a la de los ídolos antropomorfos, y ambas se producen a fines del
tercer milenio, durante el periodo eneolitico. Conviene no olvidar
que se trata de una época en que la nave,gación mediterránea mues-tra
una gran vitalidad, como demuestran las relaciones entre la zona
occidental mediterránea y el Levante y, más allá del Estrecho de
Gibraltar, la riqueza de las culturas de la costa central de Portugal,
así como la presencia del vaso campaniforme en el Norte de Africa,
al que sin duda llegó por comercio, y que alcanza hasta la costa
atlántica de Marruecos.
No parece aventurado suponer que rasgos tan singulares como
los que acabamos de señalar en las Canarias, y muy especialmente
en Gran Canaria, deben de ponerse en relación con esta corriente
eneolitica, que apenas tocó el Africa del Norte y para la que no es
posible postular una ruta africana en el estado actual de nuestros
conocimientos.
Para los grabados rupestres, de tipo geométrico o de tipo antro-pomorfo,
que aparecen en La Palma, el Hierro y Gran Canaria en
el primer caso y sólo en esta última isla en el segundo, no nos atre-veríamos
a definimos. Cabe la posibilidad de que sean un elemento
más llegado por vía marítima mediterránea, pero podrían perte-necer
a la primera oleada de poblamiento, de origen africano. Los
grabados rupestres de ambos tipos aparecen tanto en una como en
otra área y resulta harto discutible asignarles una filiación con-creta.
Ante la duda hemos señalado en nuestro cuadro con doble
signo: ia estreiia, como posibie eiemento de origen africano, y ei
circulo, como incierta influencia mediterránea.
Nos queda, finalmente, un tercer grupo de elementos, que apa-recen
sólo en determinadas Islas, y que no es posible enlazar con el
eneolítico mediterráneo, como en el caso de los últimamente citados.
Los poblados de viviendas con muros de piedra, conocidos en Gran
6 MIGUEL TARRADELL
Canaria y en Lanzarote; los tUmuZos sepulcrales de Gran Canaria,
que sin duda se deben de relacionar con dichos poblados; las cer&
micas con decmación incinsa de La Palma y de hnzarote, y los gra-bados
con signos que recuerdan de más o menos cerca signos del
alfabeto libico, propios de La Palma y de Gran Canaria. Se trata
de rasgos a los que no resulta dificil hallar paralelos en la próxi-ma
costa norteafricana con una cronología sin duda mucho más
moderna que la que puede asignarse a los elementos que anterior-mente
hemos considerado.
En principio nos parece que podrían suponerse, grosso modo,
como tres tipos de rasgos culturales que han llegado en tres épocas
distintas, y que podríamos esquematizar así :
Primera aportación: la que: procedente de las costas inmedia-tas
norteafricanas, representa la primera fase de poblamiento, cuyo
fondo antropológico pertenece al tipo cromagnoide, y que constituye
la base de la cultura pancanaria, de la misma forma que constituye
la base étnica.
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fecha que nos atreveríamos a situar en torno del 2.000 a. C., como
una extensión extrema y, probablemente, esporádica de la cuZtura
meolática.
Tercera aportación : otra entrada de elementos norteafricanos,
mucho más moderna, sin duda ya dentro & nuestra Era y quizá
en una fase relativamente avanzada de la misma.
La primera aportación alcanzó a todas las islas. La segunda es
típica de Gran Canaria y no perceptible en las restantes, salvo en
lo que respecta a los enterrarnientos colectivos en cuevas naturales.
La última se concentra en Lanzarote, en ¿a "raima y en Gran i'a-naria.
En esta reunión se ha planteado el problema de la fecha de la
llegada de los primeros pbiadores a Canarias. Estamos de acuerdo
con Ia posición manifestada por nuestro ilustre colega el profesor
Balout, en el sentido de que no parece que ei fenómeno pueda haber
sucedido más que en una fase ya tardáa del neolitico norteafrica-no.
Sin embargo, si aceptamos la presencia de una fase, sin duda
posterior, con la lle,gada de elementos mediterráneos que resulta
muy difícil de fechar después del 2.000, no parece posible rebajar
390 ANUARIO DE ESTUDIOS ATLANTICOS
LOS DIVERSOS HORIZONTES DE LA PREHISMRIA CANARIA 7
excesivamente la fecha de la primera fase, salvo que ambas olea-das
se hubiesen producido en un lapso de tiempo corto.
La variedad de los rasgos considerados nos indica, por otra par-te,
que las tres fases en las que hemos intentado agrupar la secuen-cia
histórica de los canarios prehispánicos pueden haber presenta-do
muchos matices de detalle que se nos escapan. Sabemos que la
navegación en torno de las Canarias no pudo ser en ninguna ma-nera
fácil en época prehistórica. La diversidad del Archipiélago in-dica
un cierto aislamiento de las islas en relación con el conjunto
canario. Cabe suponer lógicamente que las llegadas de forasteros
nunca debieron de producirse en forma numerosa. Pensaríamos que
hay que imaginar el proceso del poblamiento y de la llegada de
sucesivas infiuencias cuituraies heierogéneas como una especie de
suma de Robinsones, valga la frase por lo plástica que resulta. Sien-do
así conviene tratar con gran cautela las influencias diversas, es-calonadas
a lo largo de muchos siglos. Es evidente que nuevas in-vestigaciones,
completando el panorama y asegurando la sucesión
cronoiógica deberán aportar m b datos utilizables.
Si nos hemos atrevido a presentar este ensayo de síntesis ha
sido más con el objetivo de plantear una problemática para tra-bajos
futuros que no como un resumen de algo que puede darse,
en principio, como resultado. En todo caso, nos parece que el ca-mino
de enfoque puede ser en la via que proponemos; y queremos
acabar manifestando la esperanza que tenemos puesta en los tra-bajos
de nuestros colegas canarios, que tanto han hecho hasta hoy,
y que sin duda en el futuro se han de ver apoyados más a fondo.
Queremos manifestar también que es necesario destacar el extra-ordinario
interés que la prehistoria de las Canarias presenta no
ya sólo de cara a la historia local, sino como una parte de la prehis-toria
del Viejo Mundo. No en vano es el Único territorio ligado al
Mediterráneo y al Norte de Africa que se mantuvo totalmente al
margen de las influencias de las culturas que habían pasado la fase
de la revolución urbana, y cuya sociedad llegó en un estado arcaico
hasta un momento en que pudo ser descrita por los cronistas "mo-dernos".
Este caso Único le confiere un valor fuera de serie. Los que
trabajamos en las culturas prehistóricas de las áreas citadas no
podemos olvidar el caso de las Canarias.