SEBASTIAN JIMÉNEZ SÁNCHEZ
ARpUEOI-OGO Y FOLKLORISTA
ACADKMICO COKRESPONDIKIÍTE PE LA RBAL DB LA HISTORIA
SUCINTA HISTORIA DE LA DEVOCIÓN DEL PUEBLO
CANARIO A NUESTRA SEÑORA DEL PINO, PATRONA
DE GRAN CANARIA
n-
ANO 1955
LAS PAÍ-MAS PE GRAN CANARIA
CENSURA ECLESIÁSTICA
MIHIL OBSTAT.
DR. SANTIAGO CAZORLA LEÓN
CENSOR
LAS PALMAS DE GPAN CANARIA, 6 DE JUNIO DE 1955
IMPRIMATUR
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 8 DE JUNIO DK 1955
EL VICARIO GENERAL,
DR. JUAN MARRERO, PBHO.
Es PROPIEDAD DEL AUTOR"
Q U E D A HECHO E L DEPÓSITO
QUE MARCA LA L E Y .
TIPOGRAFÍA ALÍOLA-PERPCRINA, ?•—tJkS PALMAS DE GRAJ» CANARIA
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2010
D E D I C A T O R I A
Devota y reverentemente dedico esta
obrita a NUKSTRA SEÑORA DEL PINO,
Patrona de Gran Canana, suplicándole protección
para mis hijos.
SEBASTIÁN JIMÉNEZ SÁNCHEZ.
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PROLOGO
Por amable deferencia y encardo, qtie agradecemos muy sinceramente,
del Muy lltre. Sr. Cura Párroco de la Basilica-Santuario
de Nuestra Señora del Pino, de la Villa de Teror, Don Antonio
Socorro LantignUf con ocasión del Cincuentenario de la Coronación
Canónica de la devotísima y muy milagrosa Imagen de la Excelsa
Patrona de la Isla de Gran Canaria y de la Diócesis de Canarias,
presentamos al pueblo devoto de la Señora este libro en el que se
recoge, de manera sucinta, la historia de esta popular devoción ma-riana
canaria, desde su aparición milagiosa en un robusto pino,
en el siglo X\', hasta la fecha 7 de Septiembre de 1955, en que se
conmemora tan fausta efeniéride religiosa.
No se trata, pues, de un libro más, escrito en tono lírico, ni
tampoco de una publicación rigurosanicnta erudita, pero sí de una
obra que por su poco volumen y sustancioso contenido pueda llegar
a todos, cargada de historia, de piedad, de fervor y de entusiasmos
marianos. De un libro divulgador que puede y debe estar en las
manos de cuantos se interesen por conocer el origen, las vicisitudes
y el arraigo de la devoción a la singular advocación de A'uestra
Señora del Pino. Es una publicación que sin ser, repetimos, rigurosamente
erudita, contiene todos los datos precisos y necesarios
para el mejor conocimiento del origen, desarrollo y estado actual de
la devoción del pueblo canario a su Patrona.
Con ello sea honrada y exaltada la advocación de la Señora
Santa María del Pino.
Las Palmas de Gran Canaria, 10 de .ibril (Domingo de Pe-surrección)
del año 1955.
Sebastián Jiménez Sánchez
Académico Correspondiente de la Keal de la Historia
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Sucinta historia de la devoción del pueblo
canario a Nuestra Señora del Pino, Patrono
de Gran Canaria.
POR SEBASTIÁN JIMÉNEZ SÁNCHEZ
Teror, Santuario de la Catolicidad y Marianidad Canarias
1-/A actual Villa de Teror, centro mariano de la isla
de Gran Canaria, forma un rico municipio de tierras
jugosas y de exuberante vegetación, que ofrece fecundísimos
valles y altivas montañas que enmarcan abruptos
barrancos, en el ángulo centro-norte de la Isla. Su
distancia a la Capital es de veintitrés líilómetros.
Dentro de su demarcación municipal de 27,40 kilómetros
cuadrados vive una población, eminentemente
agrícola, de 10.061 habitantes, que hace ocupe el quinto
lugar entre los pueblos de la Provincia de Las Palmas.
Disfruta de un clima salutífero y presenta panoramas altamente
sugestivos y de suprema belleza, que deleitan al turismo. Su simpático
caserío sigue las más puras líneas de la arquitectura canaria,
destacando en el casco urbano viejas casonas señoriales, con grandes
y airosas balconadas, artísticas celosias y escudos heráldicos.
A la villa de Teror se llega por cinco vías o carreteras: Las
Palmas a Teror por Tamaraceite; Arucas a Teror por El Palmar;
San Mateo a Teror por Utiaca y San Isidro; Valleseco a Teror y
Firgas a Teror.
El Ayuntamiento de la Villa de Teror tiene escudo heráldico
propio concedido por el Gobierno de S. E. el Caudillo Foráneo en
Febrero de 1955.
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Cuenta con un convento y colegio de Religiosas Dominicas de
la Enseñanza, un monasterio de Monjas Cistercienses y una fundación
benéfico-docente de niños dirigida por los Padres Salesianos.
Teror es desde antiguo, residencia veraniega del Prelado de la
Diócesis; pero, sobre todo, es Teror el relicario de la catolicidad y
marianidad canarias. Por esta circunstancia acuden a la Villa, en
romería y peregrinaje, todos los devotos de la Virgen del Pino y
cuantos forasteros gustan deleitarse con los atractivos de su venerado
santuario, que eso es también toda la Villa de Teror.
Aparición y tradición histórica de lo Virgen del Pino.
Las confidencias de los aborígenes canarios que apacentaban
sus ganados en los alrededores del entonces umbroso bosque de
ATERURA, fueron las primeras citas junto al histórico y simbólico
«pinus taeda canariensis», el árbol de la marianidad canaria, ante la
visión de luces y extraños resplandores que desazonaban sus espíritus.
Esta cita primera de predestinación mariana del pueblo gran-canario
hacia la Virgen Maria, en los albores de su evangelización,
e hispanización, alcanzó realidad corpórea bajo el cayado episcopal
del gran Obispo y Capitán General de la Conquista de Gran Canaria,
Fray Juan de Frías, celoso defensor de los indígenas canarios, al
recoger y estrechar entre sus brazos, en el histórico y ramoso
pino de la Virgen, a la imagen misma que hoy veneramos y honramos
los canarios, aparecida en milagrosas circunstancias en ese pino
santo, sobre peana de mármol y entre tres hermosos dragos y frondosos
culantrillos, a cuyas plantas brotara una fuente de límpida
y cristalina agua. Esto aconteció en 1481 en el bosque de «Terori»
de los cronistas, donde pinos, barbusanos, mocanes, sabinas, tilos y
bresos formaban sinfonía orquestal con el murmullo de las aguas y
con los sonoros cantos de mirlos, capirotes y canarios; y ello fué lo
que dio origen a la singular devoción a la advocación mariana, esencialmente
canaria, de Nuestra Señora del Pino. Por este señalado
hecho el «pinus canariensis», es todo un escudo de marianidad canaria
y todo un símbolo y compendio de espiritualidad y de esa misma
marianidad cinco veces secular. El pino canario asi ennoblecido
y santificado con la presencia milagrosa de la imagen de Santa Maria,
es torre mística, arca y relicario que guarda y conserva no sólo
la fé de nuestros mayores sino nuestra propia fé. El se abre amorosamente
para dar cobijo a las súplicas y peticiones de gracias en-
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Caminadas a mitigar e) rudo bregar de la vida. Él «Pino de la Virgen
», que fué atalaya, dosel esmeráldico y faro resplandeciente,
actuó de imán para llevar a los indígenas canarios por senderos de
luz y de fé, de catolicidad y de hispanidad, a través de la devoción
a la Virgen María.
La histórica fuente de agua cristalina que a los pies del corpulento
pino brotaba, como bien refieren las más viejas crónicas y
apolillados legajos de ejecutorias de hidalguía, simboliza la fuente
de las gracias que debemos interesar, merecer y esperar de manos
de la Mediadora y Dadora de todas las gracias, que eso es la Virgen,
pero especialmente para los canarios, en la popular y arraigada advocación
de Nuestra Señora del Pino, de la que el santo obispo que
fue de Canarias, Don Bartolomé García Jiménez, dijera entusiasmado
que no sólo era la Madre de Dios sino que por la dulzura de su rostro
era también la «Madre de la Gracia».
Este acontecimiento excepcional, que ya había tenido manifestaciones
en aquellos extraños resplandores y confidencias que desde
1481 advertían los pastores indígenas, presos de temor, fue la base
para que el área de la Iglesia Católica se extendiera en Gran Canaria
con la labor apostólica y paternal del insigne Obispo Don Juan
de Frías, y culminara en aquel ocho de Septiembre de 1.481, según
unos, o en 1483, según otros.
La Imagen de la Virgen.
La estatua, al parecer de cedro, mide poco más de un metro
de alto. Sobre el brazo izquierdo lleva la escultura del Niño Jesús.
El ligero escorzo y las gráciles líneas de la escultura sitúan a la
obra dentro de la iconografía gótica mañana del siglo XV. La curvatura
de su escorzo, pliegues y recogida de su manto, al igual que
su estofado y las facciones de su gracioso y sugestivo rostro, en el
que destacan las arcadas de las cejas, que se perfilan y prolongan
al formar la nariz, le dan ese goticismo propio de la imaginería ma-riana
del citado siglo. En su boca se aprecia un rictus de inefable
dulzura que sugestiona y embeleza a cuantos de cerca la contemplan.
La túnica es blanca y el manto azul, estofado en oro. De su
cabeza desciende larga cabellera, un tanto ensortijada, que cae sobre
la espalda y hombros, llegando casi a la altura de los codos.
La escultura del Niño Jesús, de cara mofletuda, sonriente y
sonrosada, es de gracia singular. Ella aparece asida a su pecho por
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la mano izquierda, a la altura de la cintura del Niño, en tanto
que la derecha agarra sus piernecitas. Lá mano derecha del Niflo
descansa en el pecho de la Virgen y la izquierda luce una flor
de oro.
En la parte alta y derecha de la camisa pintada en la estatua
aparecen en color rojo las siguientes letras:
N I R X A I
E N X R Q i
M'V7X 7 RJ^ 3 3
A T L XW 2N X
y en la izquierda:
X V V N 3 3 7
NNH
En la túnica se encuentran las letras siguientes:
R Y X
Letras y símbolos son estos que hasta el presente nadie ha podido
descifrar. Sin embargo, no han faltado historiadores y apostólicos
varones que han dado a ellas interpretaciones, tal vez caprichosas,
para ensalzar las virtudes y prerrogativas de la Madre de
Dios, inspirándose en letras iniciales de salmos y antiguos cánticos.
Este tipo de inscripciones no es caso insólito en la efigie de Nuestra
Señora del Pino, también aparecen en otras antiguas esculturas como
son la de Nuestra Señora de la Candelaria, y Nuestra Señora de
Gracia, en Tenerife, Nuestra Señora de las Nieves, en La Palma, etc.
La imagen de Nuestra Señora del Pino, por su expresión humana
y celestial, enriquecida con todo su barroquismo de telas y
rutilantes joyas, fascina, atrae e impone respeto a la par que infunde
fervor y confianza. Ante su sagrada efigie caen de rodillas, gozosos
y reverentes, todos sus devotos en tanto qtie los indiferentes que
llegan a sus plantas sólo atraídos por el arte permanecen respetuosos,
mudos y extáticos, para luego romper el silencio y prorrumpir en
desbordadas alabanzas y sentirse como subyugados y atraídos.
La estatua de la Virgen del Pino es tenida como la escultura
más antigua de la isla de Gran Canaria, no así de la Diócesis, ya
que la de Nuestra Señora de la Peña, labrada en alabastro, patrona
de la isla de Fuerteventura, tiene mucha mayor antigüedad.
Diversas han sido las conjeturas formuladas en orden a quien
puso en el pino la sagrada imagen, sobre qué fecha y porque razón.
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En medio de ese fíran misterio, que jamás será aclarado, destaca
sobremanera el hecho histórico e indubitable de la aparición de la
sagrada imagen de la Virgen, en circunstancias excepcionales y entre
halos luminosos, a los aborígenes canarios recien catequizados.
Los resplandores fueron los que descubrieron la presencia de la
efigie de la Madre de Dios. Sólo, pues, a intervención del Altísimo
debemos se descubriera la imagen de la que andando el tiempo
habla de ser la dueña y señora de todos los canarios.
Más, no debemos olvidar el arribo a Gran Canaria, hacia el
año 1360, de elementos mallorquines que edificaron en sus costas algunas
ermitas, y que el siglo XV fue un siglo de misiones en Canarias,
particularmente en Gran Canaria, realizadas por franciscanos,
como lo atestiguan diversas Huías de Martín V y Eugenio IV y las eruditas
investigaciones del Profesor austríaco Dr. Dominik Josef W5lfel.
Nada extraño es el suponer que de la misma manera que los
evangelizadores de las Islas edificaban sus ermitas y convertían a la
fé a muchos de los indígenas, con bastante anterioridad a la Conquista,
y que algunos aborígenes a su vez se convertían en misioneros
de sus compatriotas, aquellos introdujeran imágenes de la Virgen,
que, luego la Providencia, valiéndose de medios extraños y excepcionales
las hiciera aparecer para mayor honra y gloria suya y de
su Santísima Madre.
Indumentaria de la Virgen.
La piedad y devoción cristianas, que algunas veces se olvida
del arte, llevada de su amor obsequioso a la Señora, hizo brotar la
indumentaria de la Virgen del Pino, la que en el curso de los tiempos
había de presentarse como hoy se nos muestra, con ricos ropajes
y valiosísimas joyas, que la hacen más hermosa, más madre de
los canarios y más humana.
En 1558, siendo Obispo de Canarias Don Diego Deza, ya aparecía
la Sagrada Imagen vestida con «una camisa labrada de pinos
de seda verde y un verdugado de tornasol morado con dieziocho
verdugos de terciopelo morado y unas mangas de tafetán morado y
un corpecito de damasco blanco con una trepa de terciopelo carmesí
». Se aderezaba con una gorguera y una cofia de hilo de oro,
una cadenita del mismo metal colgada al cuello, y un rosario de
cuentas de ámbar con una borla de seda, ceñido a la cintura. Asilo
hace constar el mentado Señor Obispo Deza en su visita pastoral
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de 1558. En el siglo XVIII fué decretado por un prelado que la escultura,
por ser tan hermosa, estuviera desprovista de vestidos, criterio
que no prosperó. Sobre este hecho refieren las crónicas que
«estando en este Lugar un Señor Prelado y viendo la Santa Imagen
de N.* Sra. desnuda, y ser tan hermosa, dijo que se le quitasen los
vestidos y se vendiesen, que con el descubierto de su hechura estaba
mejor, y lo hicieron así; y habiéndola descubierto en su tabernáculo
o nicho fué tal 5' tan grande la tormenta y tempestad de truenos,
relámpagos y agua, que cre3'eron se hundiera el Lugar, y habiendo
el reparo si sería por lo hecho, acudieron a vestirla, y luego cesó la
tormenta». Este hecho consta en la información redactada sobre la
caída del Pino de la Virgen,
Posteriormente se ha intentado ponerla al culto sin ropajes,
criterio que con muchísimo acierto no ha prevalecido, por estar consagrada
su presentación con la actual indumentaria poruña tradición
de varios siglos y por la singular complacencia del pueblo, puesta
de manifiesto en los constantes donativos que se la ofrendan. Y esto
es asi por que el pueblo canario no concibe a su Virgen del Pino
desprovista de sus barrocos ropajes y preciadas joyas.
De la efigie de la Virgen del Pino, sin ropaje alguno, muy pocas
fotografías se conocen. El autor se honra en poseer una buena
copia fotográfica ampliada, hecha por el fotógrafo alemán Teodoro
Maisch, siendo Obispo de Canarias el Dr. Don Ángel Marc,uina y Corrales,
con ocasión de haber sido aquélla despojida de las telas de .>-u
indumentaria ostentosa, para mejor conocer las líneas de la escultura.
La Virgen del Pino a través del arte.
Si bien hay muchas pinturas modernas que recogen con más
o menos acierto la efigie de la Virgen del Pino, ricamente aderezada,
en la época de su mayor esplendor, no sucede lo mismo del histórico
momento de su aparición. De este evocativo hecho sólo conocemos
la talla que remata el original retablo del Altar Mayor de
la propia Basílica del Pino y la expresiva pintura que se conserva
en la sala del tesoro de la Virgen, debida a manos monjiles, y
que a petición nuestra fué fotografiada en 1941 por el galardonado
fotógrafo madrileño Augusto Valmitjana, fotografía que poseemos y
nos ha servido para divulgar dicha pintura en el diario «Falange»,
de Las Palmas de Gran Canaria, en mi artículo «Cita en el Pino»,
inserto el 8 de Sepbre. de 1954. En esta pintura aparecen al pié del
H
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«árbol santo» o del «Pino de la Virgen» el Obispo Fray Juan de
PYías, sacerdotes y pastores con su ganado.
Esculturas antiguas de Nuestra Señora del Pino sólo conocemos
una en Gran Canaria, muy buena y de estilo gótico, tallada en
madera, existente en la parte alta del retablo del Señor de la Columna,
en la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Las Palmas.
De ella han hecho cálidos elogios los señores Marqués de Lo-zoya,
Director General de Bellas Artes, y el Profesor Julio Martínez
Santa Olalla, Comisario General de Excavaciones Arqueológicas, en
sus visitas a Las Palmas en el año 1943.
Talla moderna de la Virgen del Pino sólo se conoce en Gran
Canaria la que recibe culto en la Iglesia de su mismo titulo, fundación
del patriota canario Excmo. Sr. Don Luis Antúnez y Monzón,
en el Puerto de la Luz; hermosa talla en madera ricamente estofada
debida a un escultor valenciano que tuvo sus talleres en Las Palmas,
ahora unos veinticinco años. Esta efigie fué inspirada en el magnífico
grabado de Ángel Fatjó.
A partir del siglo XVIII la iconografía de la Virgen del Pino
aumenta considerablemente en virtud del grabado a la plancha del
afamado artista Simón de Brieva. Este grabado fué el que ilustró la
popular y célebre novena a la Señora, redactada por el canónigo
Don Fernando Hernández Zumbado, que tanta divulgación y aceptación
tuvo y sigue teniendo entre los devotos de la Virgen.
En el grabado de Brieva se tiende a reproducir el hecho histórico,
recogiéndose los elementos que en él intervinieron: imagen,
árbol, resplandores, peana y dragos. El dibujo del rostro de la Virgen
y del Niño no se ajusta al de la estatua aparecida, pero, en cambio,
recoge su gracioso escorzo gotizante. Con anterioridad se habían
hecho diversas pinturas de la Virgen, entre ellas la que recibe culto
en la Catedral de Canarias, Capilla de San Fernando, debida al pintor
José Rodríguez de la Oliva, conocido por «El Moño», y la que
conserva en su casa el letrado D. Antonio Limifiana López, también
del mismo autor. A fines del siglo XIX surge un nuevo grabado debido
a Ángel F"atjó, Profesor de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona
y autor de las láminas de la edición monumental del Quijote.
Fatjó recoge, como Simón de Brieva, los motivos esenciales de la
misteriosa aparición de la Virgen, pero, dando a su grabado, una
cierta originalidad y gracia para más embellecer los rostros de la
Señora y del Niño, que aparecen entre grandes halos luminosos. En
el grabado de Fatjó desaparece el característico escorzo de la ijna-
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gen, que Bricva había recogido. De entonces acá otros muchos grabados
a la plancha se han hecho por distintos artistas y dibujantes,
no excentos de gracia y belleza, para ilustrar folletos, revistas y
diarios locales. Unos y otros han servido para la confección de láminas
y medallas. Del grabado de Fatjó aiin hay láminas en las
casas de muchas antiguas familias canarias.
La fotogratía en blanco y negro y en tecnicolor ha sido en
estos últimos tiempos el medio difusor más extraordinario de la devoción
a la Santísima Virgen del Pino, no faltando otros procedimientos
en relieve, en miniatura, y, aún en cerámica y vidrieras artísticas,
para más honrar y popularizar su simpática advocación.
Toda esta intensa propaganda unida a los milagros de la Virgen
ha hecho que la devoción a Nuestra Señora del Pino sea en la actualidad
excepcional, no sólo en la isla de Gran Canaria, de la que
es Patrona, sino en las demás islas y aún en la Península y en las
Américas, donde residen tantas familias canarias.
En la isla de San Miguel de la Palma, pueblo de El Paso, hay
un templo dedicado a su advocación, por haber aparecido, según la
tradición, a unos leñadores, en el tronco de un pino. En la Iglesia
de San Juan de la Rambla, isla de Tenerife, encontró el canónigo
Dr. Don José Garcia Ortega un antiguo relicnrio con una pequeña
imagen de la Virgen del Pino, al parecer de mármol, de factura del
siglo XV al XVI. En ella se advierte, dice el mentado prebendado,
«algunas pequeñas modificaciones para adaptarla un poco al original,
pintándosele incluso las letras rojas que en la túnica lleva la
santa efigie de Teror. De las ramas del pequeño pino cuelgan «algunas
piñitas en todo semejantes a las del Pino de la Virgen, que
suponemos sean de las enviadas en esta ocasión al Obispo Garcia
Jiménez», que por entonces residía accidentalmente en Tenerife.
En la Península, debido a la presencia de los canarios en la
Cruzada de Liberación, se hizo muy popular la advocación de Nuestra
Señora del Pino, rindiéndosele actualmente culto en muchos hogares.
La devoción a la Virgen del Pino también tiene sus brotes en
América como resultado de la fuerte emigración de canarios a Cuba,
Venezuela y otras repúblicas hispano-ameritanas.
En Toscana (Italia), según refencia personal de Don Gualtiero
Jacopetti, manifestada al autor en 1949, al acompañarle a visitar el
Santuario de Teror, hay también el culto a la advocación de Nuestra
Señora del Pino, ignorando cual sea su origen.
¡^
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Constancia de la existencia del "Pino de la Virgen" y de lo
Fuente de Agua Milagrosa
Del «Árbol Santo» o «Pino de la Virgen» se habla reiteradamente
en la prueba testifical de la célebre información de nobleza
de Bartolomé Sánchez de Ortega, redactada en 1.693; en actas de visitas
pastorales de los limos. Sres. Obispos Deza y Cámara y Murga
(años 1.558 y 1.629), y en otros notables documentos que se custodian
en el Archivo Parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora del Pino
de la Villa de Teror.
Entre los testigos que deponen en la Información de Sánchez
de Ortega destacan: Juan Hernández, de 68 años, que refiere que
«habrá unos setenta años que Andrés Hernández, su padre, subió
al pino; que asi se lo decia a él y a otros; y que decia que en la
parte en donde estaban los dragos estaba una laja del tamaño, dice
señalaba de las dos manos juntas,.... y habiendo llegado a la dicha
parte no quiso pasar más arriba y conoció y alcanzó bien y distintamente
que en dicho sitio y parte estuvieron tres dragos.... y sabe
que en dicho sitio se conservaban por todo el año unas yerbitas
frescas y verdes como culantrillos y heléchos, y oyó decir publicamente
a todos los viejos que al pié del dicho pino estaba y manaba
una fuente de agua en la cual bebian y se lavaban muchas personas
y que recibian salud... y sabe que con las resinas y piñitas se tiene
y ha tenido devoción para curar algunas llagas».
José Hernández y Monagas, de 58 años, hermano del anterior,
refiere la subida al pino por su padre, al que le oyó decir repetidas
veces que: «en dicho pino, en la parte donde estaban los dragos
habia una laja de color verde del tamaño de una piedra de ara pequeña
en la cual estaban unas plantas o pies pequeños señalados;
y que él lo habia visto y estado en dicho sitio y la habia besado y
tomado la medida de dichas plantas y que no quiso pasar del dicho
sitio arriba por no poner sus pies en donde estaban señalados los
de Nuestra Señora, y que siempre al riicho sti padre y a otros antiguos
ha Oído decir que en dicha parte habia aparecido la santa
Imagen de Nuestra Señora del Pino, y que esta estimación y vene-ración
habia tenido el dicho pino*.
Juan Alonso, de 67 años, que refiere: «que sabe y tiene por
cierto por haberlo oido decir a sus antiguos, que en el pino de Nuestra
Señora, en la parte donde estaban los dragos, estaba una laja
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pequeña en la cual estaba señaladas unas plantas o pies que decían
eran las de Ntra. Señora que había aparecido en dicho pino entre
dragos».
Sebastián Sánchez, de unos 68 años, que consigna que: «desde
niño oyó decir a sus padres y abuelos que en el tronco del Pino de
Ntra. Señora nacía una fuente milagrosa... y que Ntra. Señora había
aparecido en dicho pino».
* * *
Recoge la historia que a comienzos del siglo XVI se intentó
cortar el «Pino de la Virgen» para que su tronco sirviera de prensa
en uno de los ingenios de caña de aziícar del lugar de Arucas. Sobre
este hecho, consignado en la declaración de F"ernando del Toro,
en 29 de abril de 1684, en la «Información sobre la caída del Pino»
(Véase Archivo Parroquial), se dice que al intentar el talador cortar
el tronco el hacha se rompía y que en uno de los saltos del instrumento
este hirió en una pierna al que lo manejaba, considerando lo
acaecido como voluntad de Dios para que no se derribase el histórico
pino.
Las más antiguas crónicas hablan del peregrinaje de enfermos
al lugar de Teror para sanar sus enfermedades, bañándose en las
aguas de la fuente o bebiéndola. También refieren que ante la creciente
afluencia de enfermos el Alcalde y Cura del Lugar, pensando
en la pobreza de la Iglesia del Pino, creyeron encontrar una fuente
de ingresos para dar mayor culto a la Virgen, estableciendo una limosna
a los que tomaren el agua de la fuente milagrosa o se bañaran
en ella. i£l Consejo de Vecinos, consigna el prebendado de Tenerife
üon José García Ortega, en su «Historia del Culto a Nuestra
Señora del Pino», no atreviéndose a obrar por su propia cuenta en
asunto de tal importancia, acordó enviar a Las Palmas una comisión
para que se entrevistara con el señor Provisor, y que saliendo del
Lugar de Teror los comisionados las aguas milagrosas dejaron de
brotar, quedando los terorenses muy apenados.
Muchos son los casos de curas milagrosas alcanzadas por aplicación
del agua de la fuente, resina o pinas del «pino de la Virgen»,
que aparecen en viejos legajos, buen número de ellas resgistradas
por el tantas veces mentado erudito canónigo señor García Ortega
en su citada obra «Nuestra Señora del Pino».
En Noviembre de 1628 el Obispo de la Diócesis Don Cristóbal
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de la Cámara y Murga, hizo al lugar de Teror su primera visita
pastoral. En esta fecha quiso cerciorarse de las cosas que del «pino
santo» se decian, a cuyo efecto ordenó hacer un minucioso reconocimiento
en el «árbol santo» o de la Virgen. Este lo realizó a su
presencia un hábil subdito portugués que se encontraba en la localidad,
el que utilizando una larga caña de pescar fijó cuerdas en las
ramas del pino y trepando por ellas llegó al sitio donde estaban
los dragos, culantrillos y la lápida de jaspe con las huellas de los
pies de la sagrada imagen aparecida. De todo ello informó detalladamente
a Su llustrísima al bajar del <'Arbol Santo», por lo que el
Prelado le rogó subiera de nuevo para colocar una cruz en aquél
lugar privilegiado, y habiendo subido con un clavo para mejor fijar
el signo de la Redención observó que éste se le había caído, por lo
que entonces se vio obligado a sustituirlo por una barrena que llevaba
de prevención, detalle que se comprobó al caer el pino en Abril
de 1684, es decir, casi cincuenta y seis años después de colocada la
barrena, como así consta en la «Información sobre la caída del Pino».
No obstante el reconocimiento hecho por el citado portugués,
el propio señor Obispo Cámara y Murga, lleno de desconfianza, mostró
deseos, aun estando aquél en la operación de fijar la cruz, de
que otro sujeto subiera e hiciera el reconocimiento, cosa que llevó
a cabo Andrés íícrnández de Monagas, confirmando todo lo expuesto
por el portugués; más no bastó esto sino que el mismo Hernández
de Monagas subió nuevamente para obtener con cera blanca, la impronta
de las huellas de los pies de la venerada Imagen de Nuestra
Señora del Pino, especialmente de los dedos y calcañar. Mientras
esto hacia, consignan las crónicas, no cesaba la multitud de enviarle
cintas, atadas a una cuerda, para hacerlas pasar por tan sagrado sitio.
Al bajar entregó al Prelado un ramo hecho con hojas de las
plantas que crecían junto a los dragos. Siendo interrogado porqué
no subió más alto dijo ser por respeto a poner sus pies donde la
Virgen había dejado grabados los suyos. Todas estas manifestaciones,
enriquecidas con más detalles, se narran por el Obispo señor de la
Cámara y Murga en la descripción que hace de los pueblos de la
Diócesis, al final del Santo Sínodo celebrado en 1629. El tantas veces
mentado Canónigo de la Catedral de La Laguna e hijo ilustre de
Teror, Dr. Don José García Ortega, refiere en su obra citada que
una de las improntas de las huellas de los pies de la Virgen, que
poseía el historiador Don Pedro Agustín del Castillo, fué regalada
al Obispo Don Lucas Conejero de Molina,
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Todos estos indubitables pormenores aconsejaron al Obispo
Cámara y Murp;a decretar, bajo censura, la intangibilidad del «árbol
de la Virgen», ya que frecuentemente era maltratado con piedras
para hacer caer sus pinas, y manda colocar en él un cartel en el que
se recordaba sus censuras, llegando, además, a disponer en 8 de
Septiembre de 1631, con ocasión de su visita al santuario del Pino,
se colocara «a la mayor brevedad» un cerco al «Árbol Santo» que
impidiese quitar las resinas y las cascaras del tronco y por lo que
pudiese degenerar en prácticas supersticiosas entre la gente ignorante
(1), orden que se cumplimentó, como asi consta en las cuentas formuladas
en dicho año, en las que aparece la partida de: «ítem se le
descargan ciento y ochenta y cuatro reales que parece por menudo
en su memorial haber hecho de costa la cerca que se hizo al pino,
de mandado del Obispo mi Señor» (2).
El sucesor del Obispo señor Cámara y Murga, el limo. Don
Francisco Sánchez de Villanueva y Vega, más tarde Arzobispo de
Tarento, estando en Teror manifestó a sus acompañantes: «Deseo
saber que es lo que se oculta al pie de los dragos; si hubiera im
hombre que subiera, me holgara». Oido este deseo uno de los presentes
se ofreció a ello, ascendiendo por el pino. Al bajar informó
al Prelado de cuanto había visto, cuyo relato confirmaba plenamente
lo dicho por el portugués y por Andrés Hernández de Monagas a su
antecesor el Obispo Cámara j - Murga. Durante la información al
Prelado entregó a éste varios culantrillos y piflitas del pino, correspondiendo
el señor Obispo Sánchez de Villanueva y Vega con una
propina de cuatro tostones.
El "Pino de la Virgen", "Pino Santo" o el "Árbol de lo Virgen"
El titulo, en sus tres variantes, que lleva este Capitulo, fue
la denominación con que indistintamente el pueblo piadoso llamó al
robusto árbol, pinus canariensis, en que apareció la venerada imagen
de Nuestra Señora del Pino.
El pino legendario que registró y testificó el suceso histórico
de la aparición de la Virgen en el Valle de Aterura, permaneció
en pie hasta el tres de Abril de 1.684, fecha en que se cayó por
efecto de un fuerte vendabal, según consta en sentida carta dirigida
(1) Libro 1." de Fábrica y Visita, fol. 203. Archivo Parroquial de Teror.
(2) Libro 1." de Fábrica y Visita. Archivo Parroquial de Teror.
?0
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tior el ¿ura del Lugar de Teror, Bachiller Jiiíin Rodríguez de Quintana,
al Vicario General de la Diócesis, Don Andrés Romero, participando
tan irreparable pérdida.
El «Pino de la Virgen», abatido y mutilado, fue llorado por
toda la feligresía. El se llevó consigo el misterio y secreto de la
aparición, en circunstancias extrañas y excepcionales, de la imagen
de Santa Maria del Pino. El y sólo él fue el testigo de mayor calidad
del más importante suceso histórico-religioso de Gran Canaria.
Por eso su ruina y caida fue no solamente lamentada sino llorada.
Al tener conocimiento del hecho el Provisor y Vicario General
de la Diócesis, Doctor Don Andrés Romero Suárez y Calderin,
dio la orden de que se procediera a la inmediata formación de un
expediente o memorial en el que se recogieran los pormenores que
concurrieron en la caida del <Arbol de la Virgen». A los dichos
efectos quedó constituida una comisión formada por el Cura del Lugar,
Bachiller Juan Rodríguez de Quintana, y los capellanes de la
Virgen Don Roque Pérez Quevedo y Don Francisco Gil de Ortega,
ambos terorenses, todos los cuales comenzaron a actuar diligentemente,
recibiendo declaraciones a numerosos testigos de distintas
edades, de los cuales sólo dos eran naturales de Teror.
El texto de la carta dirigida por el Cura Rodríguez de Quintana
al Vicario General del Obispado, dice asi:
cMag. mi señor Provisor.-Dios Nro. Señor dé a su md. las
santas Pascuas de la Resurrección de Nro. Señor Jesuchristo con los
aumentos que deseo y con gusto; Nosotros las hemos tenido bien
amargas y con grandes lloros y sentimientos por la caida del Pino
Santo de Nra. Sra. Hoy lunes por la mañana se descubrió una ráfaga
y rendimiento por la parte que estaba en la puerta de la I g l"
y se acudió a hacer la plegaria, descubriendo el Smo. Sacramento
y Nra. Sra. y acudiendo a quitar las campanas; y con tanta brevedad
se aceleró con las borrascas del viento, que tasadamente se
quitaron las campanas y todos se recogieron con hartas lágrimas a la
Igl.'' a rogar al Señor lo tuviera o que no agraviara a la Igl."; se vino
abajo el Pino quebrándose con tal flema, que teniendo del tronco a la
parte de la Igl." un tablón en alto de cerco, no hizo agravio a la
Igl.'' ninguno. Hase registrado el sitio donde dice que estaba la
piedra, y hasta ahora no se ha descubierto nada.—Doy a v. m. cuenta
y le aseguro que si al Lugar se le hubiera perdido todo lo que
vale, no hubiera habido mayores lloros». —Nro. Sr. gue. a v. m. d.
ms. as.—Teror y Abril tres de mil seiscientos ochenta y cuatro años.
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De V. md. su criado y servidor q. s. m. b.—El Br. Johan RodrigueZ
de Quintana».
Con el precedente documento se inició la información sobre
la caida del Pino Santo o de Nuestra Señora.
Habiendo tenido conocimiento el limo Sr. Don Bartolomé
Garcia Jiménez, Obispo de Canarias, que accidentalmente se encontraba
en Tenerife, de la caida del «Pino de la Virgen», por letras
del Cura del Lugar de Teror, con remisión de algunas piñitas del
expresado árbol, se dirigió a éste diciéndole: «....He recibido la de
V. dm. con la cajita en que venian las piñitas y es de considerable
sentimiento que se haya caido siendo tan memorable y tan digno
de toda estimación, y debemos dar a Ntro. Señor muchas gracias
de que no haya hecho daño alguno a la Iglesia, y v. md. procurará
hacer todas las diligencias para que aparezca la piedra que se decia
estaba en dicho pino, o ver si acaso se incorporó en él y procurará
V. md. que para memoria de él se ponga algiin trozo o pedazo en
dicha Iglesia del modo que se hizo del drago que se cayó, y v. md.
me avise lo que resultare de dicha piedra y lo demás que se ofreciere.
Guarde Dios a v. md. ms. a s . - S a n t a Cruz de Tenerife y
Abril veinte y uno de mil seiscientos ochenta y cuatro años. Bartolomé,
Obispo de Canarias».
Caido el «Pino Santo» y a pesar de la vigilancia que el Alcalde
real había dispuesto, muchos cayeron sobre de aquél para coger
ramas, pinas y raices que guardaban en calidad de reliquias. El ministro
alguacil Alvaro Yánez, que tuvo a su cargo la custodia del
árbol, sorprendió al vecino Fernando Pérez trabajando para arrancar
el último drago de los tres que estaban al pie de la peana donde
apareció la Virgen; los otros dos dragos se habían caido con anterioridad
en 1644 y 1680 respectivamente.
Existe la creencia que este Fernando Pérez de Quevedo, autor
de la sustracción del tercer drago, fué también el que sustrajo la peana
o lápida donde estaban las huellas de los pies de la imagen de la
Virgen; no faltando cronistas que hayan afirmado que tal lápida o
peana pasó a Las Palmas y luego a América, fundados en un viaje
inesperado de Pérez de Quevedo a la Capital de Gran Canaria.
Del íPino Santo o de la Virgen» sólo queda la llamada CRUZ
VERDE que, después de varias vicisitudes hoy forma parte del tesoro
del Santuario-Basílica de Teror, dentro de un magnífico relicario
de cristal y seleccionadas maderas, gracias a la iniciativa del
distinguido terorense Dr. Don José García Ortega, Canónigo de la
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Catedral de La Laguna, y al celo e inteligencia del actual t'árrocó
de Teror, Don Antonio Socorro Lantigua. Este traslado tuvo efecto
solemnemente el 28 de Julio de 1924.
En el sitio donde en un principio estuvo colocada la CRUZ
VERDE, construida con madera del «Pino Santo», como hito conmemorativo
del emplazamiento del «Árbol de la Virgen», hoy se alza
una columna pétrea sobre la que destaca una cruz de hierro.
Erección del primer templo en honor de la Virgen del Pino:
sus vicisitudes.
Aparecida la venerada efigie de Nuestra Señora del Pino, según
la tradición, el 8 de Septiembre de 1481, es de suponer que el
Obispo de Canarias Fray Juan de Frías, que tuvo el honor de ser el
primero que la estrechara entre sus brazos, ordenara fuera colocada,
para rendirle publica veneración, en una modesta capilla improvisada,
tal vez con piedra seca, ramas y follajes. Más, es de presumir
que los prelados Frias y la Cerda, velando por el decoro de la casa
de la Señora, asumieran la responsabilidad de erigir el primer ermi-torio
que sirviera de cobijo a la sagrada Imagen de la Virgen María,
llamada desde su aparición Nuestra Señora del Pino. Como tal ermita
y en atención a la poca cristiandad existente en el lugar de Teror
debió ser de una sola nave y de reducidas dimensiones, como todas
las ermitas erigidas en los siglos XV y XVI. De ella se ha dicho
que pudo haber alcanzado una superficie de cincuenta metros cuadrados.
Tuvo espadaña con campana para «tañer a misa», pila bautismal
labrada en piedra colorada, resguardada por una verja, y
cerca de ella, embutido en la pared, un roperillo o alacena custodiaba
una estola y libro «donde se asienta los baptizados», y en el fondo
el sencillo altar mayor luciendo en alto un santo Crucifijo bajo
un doselete «con sus goteras e flecaduras» y en el centro de la mesa
altar, sin hornacina ni templete, la estatua de Santa María del Pino.
En estas circunstancias la devoción a la Señora fue creciendo
y arraigando en el lugar de Terore, a medida que la isla.de Gran
Canaria se iba evangelizando e hispanizando con la presencia y acción
civilizadora de religiosos y de familias de caballeros hidalgos
conquistadores, que recibiendo tierras y aguas se asentaron en el
dicho lugar de Terore, entre los que figuraron Bartolomé de Villa-nueva,
que viniendo desde la isla de Fuerteventura a la conquista
de Gran Canaria, se le considera como uno de los fundadores del
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pueblo de Teror, del cual descienden Jas hidalgas familias de Sánchez
de Ortega y Pérez de Villanueva, que ejercieron en años posteriores
cierto patronazgo sobre la Iglesia del Pino en la segunda
mitad del siglo XVI, habiendo hecho un legado testamentario de
algunas tierras al templo, con imposición de tributos, ante el Escribano
Público Bernardino de Vesga.
En virtud del Santo Sínodo del año 1514 y por Decreto del
Obispo Don Hernando Vázquez Darze o de Arce, la Iglesia de Nuestra
Señora del Pino de Teror quedó unida a la Iglesia Catedral de
Santa Ana.
La creencia, sostenida por algunos, de que los Pérez de Villa-nueva
fueron los que edificaron la primitiva Iglesia de Teror, rebatida
certeramente por el historiador y canónigo Doctor García Ortega
en su obra «Nuestra Señora del Pino» es, una vez más errónea, en
cuanto Juan de Villanueva recibió muchas tierras en El Laureal de
Teror en el año 1532 y 1541, por acuerdo del Cabildo de la Isla presidido
por el Licenciado Agustín de Zurbarán, a presencia del Escribano
Público de Sus Majestades Pedro Ximénez, según aparecen
en los folios 65 v.° y 232 del «Libro de Repartimientos de Tierras»,
que hemos consultado en el Archivo del Museo Canario de Las Palmas.
Si esta adjudicación de tierras fué en 1532 y 1541 ¿cómo pudo
dicho sujeto edificar el primitivo templo en terrenos por el legados
y de su propiedad cuando es asi que éste ya existía, al menos en
1514? El verdadero legado testamentario de tierras de Juan Pérez de
Villanueva a la Virgen del Pino no tiene efecto hasta I55I por ante
escritura otorgada por el Escribano Público Bernardino de Besga.
Durante la primera mitad del siglo XVI el piso de la primera
modesta Iglesia de la Virgen debió ser de tierra, como el de la mayoría
de las ermitas de la Isla de Gran Canaria. En 1558 ya se custodiaban
en la sacristía del citado templo novecientos ladrillos para
pavimentarla, que no fueron colocados hasta que en 1574 el Visitador
ordenase «que la dicha iglesia se enladrillase como conviniese,
lo cual hiciere hacer luego el dho. mayordomo por la necesidad que
dello tiene la iglesia».
Junto a la modesta ermita estaba la «huerta de la Virgen» donada
por un vecino de Teror apellidado Halcón o Falcón, tierras
que luego se aumentaron con el legado de Pérez de Villanueva.
El emplazamiento del primer templo de la Virgen debió corresponder
al solar que hoy ocupa la Casa Episcopal o al conjunto
de casas existentes entre las calles Diputación y Pérez de Villanue-
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Va. Ésto io coníirma también el hecho de existir aún en eí mistttó
lugar un manantial conocido por «Fuente de Santa María».
El inventario hecho entonces acusa la extrema pobreza del
templo de la Virgen, por lo que el Cabildo Eclesiástico dispuso reiteradamente,
fundamentado en la anexión hecha a la Catedral de
Santa Ana por el Obispo Vázquez de Arce, en Decreto de 1514, tuviera
efecto la dicha anexión para lo cual designó primeramente al
canónigo Juan de Troya, y luego a éste con el Maestrescuela Don
Bartolomé de Mibaldos (1).
En 1558 el Obispo Don Diego Deza, hablando de la Iglesia de
Nuestra Señora del Pino de Terore, consigna en sus notas de visita
pastoral «ques la parroquia del lugar».
En 1560, en visita del Deán Don Luis de Padilla, por mandato
del mentado Obispo señor Deza, ya se subraya la ruina del templo
al ordenar «trastejar la iglesia 3- si fuere menester poner alguna tabla,
se ponga porque tiene necesidad, y lo haga luego». En 1564,
en visita del Ldo. Aceituno, se dispone que el mayordomo Diego
Rodríguez repare la Iglesia «porque está desbaratada y se llueve
toda, que la vea y la haga adobar con los dineros que tiene la dicha
iglesia 5' los vecinos ayudarán con ello para hacerla y reparalla...»
En 1582 el Obispo Don Fernando de Rueda encontró la ermita muy
en ruina y el techo amenazando caer, por lo que exhortó al mayordomo
y vecindario para la construcción de un nuevo templo. En 1586
y con ocasión de nueva visita pastoral, insiste el prelado en la apreciación
de la ruina del templo y en el grave peligro que ello representaba
para los fieles, por lo que insta al Mayordomo y al que se
dice Patrono de la Capilla, Diego Pérez de Villanueva, para que la
repare.
A fines del siglo XVI se arruina totalmente la Iglesia de la
Virgen, a pesar de lo ordenado en las visitas pastorales y de los
acuerdos del Cabildo Eclesiástico y de los litigios con los administradores
de la «Huerta de la Virgen>. Por esta fecha se dá comienzo
a las obras del nuevo templo en medio de grandes dificultades y vicisitudes
como se colige de la providencia dictada en 1595 por el
Provisor Don Gonzalo de Medina, que dice así: «Que ha muchos
días que la dha. obra está parada 3' la Iglesia estacón mucho riesgo
de caerse y el Santísimo Sacramento no está con la seguridad y decencia
que conviene, y por tanto mandaba e mandó que se notifique
(1) Libro de Fábrica y Visita, folio 30 al 39. Archivo Parroquial de Teror.
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a tos mayordomos de la dha íp:1esia que son el Br. Juan de RívefoS
y Bartolomé Diaz, cantero, que de aqui adelante prosigan la dha.
obra de manera que no cese, sino con toda brevedad se acabe, y no
deshagan la dha. Iglesia hasta tener labrada toda la cantería que
falta por labrar, y estando labrada se de cuenta a Su S.^ o a su md.
para que se provea lo que convenga».
El Ldo. Martín García de Ceniceros tomó cuenta de la obra
en 1.599 por el Obispo Don Francisco Martínez, y dispuso: «Por
cuanto el Br. Juan Riveros cura que fué del lugar de Terore y Bartolomé
Diaz, cantero, son mayordomos de la Iglesia parrochial de ntra.
Sra. del Pino del dho. lugar... y el Br. Riveros usó del dho. oficio
hasta a veinte y seis de Junio deste presente año que fue muerto en
la batalla que se tuvo con la gente de la armada de los estados revelados
de Holanda y Selanda que a esta isla de Canaria vino...
se manda que presenten las cuentas el dho. Bartolomé Diaz y la
madre del Br. Riveros que es su heredera» (1).
Este nuevo templo que se inauguró en 1600, después de veinte
años de obra, costeado por los fieles y con los productos de la
«Huerta de la Virgen» y censos y tributos impuestos por Diego Fal-cón
y Juan Pérez de Villanueva, entre otros, estuvo emplazado entre
la torre del actual templo parroquial y la Cruz verde que señala
el sitio donde estuvo el altar de la Virgen.
En tanto las obras de este nuevo santuario se llevaban a efecto
el culto a la sagrada Imagen de Nuestra Señora del Pino se hacia
en la Ermita de San Matías, como lo atestigua Fray Juan de Saave-dra,
comisionado del Prior del Convento de San Pedro Mártir de
Las Palmas, en el acto de erección de la Hermandad del Rosario en
el lugar de Teror, levantada en 23 de Mayo de 1599 (2). Esta ermita
desapareció por ruina a fines del siglo XVIII. Ella estuvo emplazada
donde hoy está el Convento de Dominicas de la Enseñanza
El nuevo templo de la Virgen tuvo tres pequeñas naves y tres
capillas: la mayor, dedicada a Nuestra Señora del Pino; la del Evangelio,
a San Sebastián, luego a Jesiís Crucificado; y la de la Epístola,
a Nuestra Señora del Rosario. En otros varios altares laterales
recibían culto Santa María Magdalena, Santa Catalina de Sena, Santa
Teresa de Jesús, Nuestra Señora de la Candelaria y Nuestra Señora
de la Encarnación.
(1) Libro de Fábrica y Visita, folio, 107. Archivo Parroquial de Teror.
(2) Libro de la Cofradía del Rosario, folio 3. Archivo Parroquial de Teror.
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La efigie de Nuestra Señora del Pino ocupaba lugar premi-nente
en el altar mayor, como en la primera ermita, es decir, sin
templete ni hornacina, hasta que en 1615 el Obispo Don Antonio
Carrionero le hizo construir un tabernáculo. En 1660 fué colocada
sobre el alto del altar, en un nicho de piedra labrada y sobredorada.
Como esta iglesia no fué del todo terminada careció de campanario,
por lo que las campanas estaban colocadas en el «Árbol de
la Virgen» o «pino santo», hasta que derribado por el temporal se
construyó en 1708 la hermosa y original torre gótica, de planta octogonal,
la que sobreviviendo a la ruina de este templo, cada vez
más acusada por corrimientos, sirvió de rico aditamento arquitectónico
y artístico al actual santuario de la Virgen.
La mucha ruina de la iglesia y los informes de los peritos
(1) movieron al Obispo don Valentín de Moran, accidentalmente en
Santa Cruz de Tenerife, a dar el Decreto de clausura del dicho
templo el 15 de Febrero de 1.760, por el que se autorizaba al propio
tiempo al Cura del Lugar de Teror, Don Lázaro Marrero, a trasladar
el Santísimo Sacramento y la Imagen de Ntra. Señora del Pino,
previo el debido adecentamiento, a las dos salas bajas que tenia la
Cofradía de Ntra. Señora, por no haber ermita próxima que pudiera
suplir a aquélla, y hasta tanto se reedificara o se construyera otra
en lugar adecuado. El traslado tuvo efecto el 20 de Abril de L760.
El actual Santuario-Basílica de Nuestra Señora del Pino
El celo apostólico y ardor mariano del Obispo Fray Valentín
de Moran hizo concebir a éste la idea de un nuevo y suntuoso templo,
todo lo amplio posible que sirviera para cobijar en sus naves
a los miles de devotos de la Virgen, especialmente con ocasión de
su fiesta litúrgica del 8 de Septiembre.
En su feliz idea jamás tuvo desaliento, y venciendo dificultades
dirigió a sus diocesanos un fervoroso llamamiento para recaudar
fondos, encabezando la suscripción con t.500 pesos, al que correspondió
el Cabildo Catedral con mil, siguiendo otros muchos valiosos
donativos.
No habiendo en Gran Canaria un arquitecto que trazara los
planos del nuevo templo soñado por el prelado acudió éste al Coronel
de los Reales Ejércitos Don Antonio Lorenzo de la Rocha, noble de
(l) Libro 1.° de Visitas, folio 4. Archivo Parroquial de Teror.
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gffan prestigio y notoria piedad, quien en su deseo de mejor honraf
a Dios y a su Santísima Madre en su advocación del Pino se prestó
gustoso a redactar los planos de la nueva iglesia parroquial y a
dirigir la obra.
Después de muchas consideraciones fue elegido el lugar de
emplazamiento, que es el que hoy ocupa. El 14 de Julio de 1.760 se
comenzaron a abrir los cimientos y el 20 del propio mes el señor
Obispo Fray Valentín de Moran firmaba en Santa Cruz de Tenerife
un decreto comisionando al Ldo. Don Estanislao de Lugo y Viña,
Dignidad de Tesorero de la Santa Iglesia Catedral de Canarias, para
que, ajustándose al Ceremonial Romano, bendijera el solar y colocara
la primera piedra. Fijada la fecha de la citada ceremonia esta
se celebró con toda solemnidad el dia 5 de Agosto del mismo año,
a presencia del Párroco Don Lázaro Marrero y Montes de Oca, autoridades
y numeroso concurso de fieles, levantando acta el Notario
Don Sebastián González de Ortega, cuyo texto es como sigue:
«Certifico yo el infrascrito notario público, como en virtud del Auto
antecedente (Decreto Episcopal designando al Sr. Tesorero de la
Catedral para actuar en la ceremonia de la bendición de la primera
piedra) que se hizo saber al Ve. Cura de este Lugar, Don Lázaro
Marrero y Montes de Oca, para avisar al pueblo de la bendición y
colocación de la primera piedra del templo que se va a erigir para
la Sta. Imagen de Ntra. Sra. del Pino, se repicaron las campanas
ayer cuatro de Agosto a la hora de costumbre, y hoy cinco de dicho
mes, a las nueve de la mañana poco más o menos, su merced el
Sr. Ldo. Don Estanislao de Lugo, Tesorero Dignidad y Visitador
General de estas Islas, revestido de alba, estola y capa pluvial,
acompañado de acólitos, el Sr. Dr. Don Joseph Verdugo, Canónigo
de la Sta. Iglesia y el Sr. Dr. D. García Manrique, Racionero de
ella, del dicho V. Cura y demás eclesiásticos estantes en este Lugar
con sobrepellices, y de los R. R. P. P. Sebastián de Doblas y Luis
Cloqueser, de la Compañía de Jesús, y el Prior Jubilado Fr. Pedro
Verriel, de la Orden del Sr. Sn. F"rancisco, fue procesionalmente
con cruz y ciriales al sitio donde debia fijarse el altar mayor de la
nueva iglesia, en donde de antemano se había colocado una cruz
grande de madera y hecho a su pie un altar, y habiéndose entonado
la antífona, dicho el salmo y oraciones en la forma que previene
el Ritual Romano, bajó al cimiento de la pared que ha de servir de
respaldo al Altar Mayor, bendijo la piedra fundamental, la que estaba
hecha y labrada en cuadro con cruces esculpidas en todas sus
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faces; y habiendo hecho la ceremonia de signarla, se colocó en el
medio del cinriento en donde el maestro de la obra y demás oficiales
la sentaron con cal, y de alli prosiguió bendiciendo los cimientos
abiertos y paraje de los que aun no estaban, y vuelto al altar
enunciado concluyó dicha ceremonia, e incontinenti, en un hueco
en circulo que servia de peana auna cruz que en la faz superior de
dicha piedra estaba esculpida, sobreponiendo una plancha de plomo
se puso sobre ella otra de plata del grueso de un real de a 8, del
tamaño y con las inscripciones por una y otra cara, como se verá
en la figura que se pondrá al pie y un pino abierto a buril en la
superior y sobre la dicha chapa se puso otra de plomo que llenó
todo el hueco, y finalmente se cubrió el todo con una hoja de lata,
y habiendo vuelto en la misma conformidad al oratorio que hoy
sirve de Parroquia, dicho Señor Visitador cantó la Misa, y predicó
el ya enunciado P. Sebastián Doblas sobre las circunstancias de dicha
ceremonia, concretándolas con las del Evangelio, y las de la
festividad de la Dedicación del Templo de Ntra. Sra. de las Nieves;
a todo esto asistió el Capitán Don Antonio Henriquez de Quintana,
Alcalde Real del dicho Lugar, con los principales sujetos de él, y
mucha parte del vecindario».
Con arena de los barrancos, cales de la isla, cantería gris de
Arucas y amarilla de Teror y con maderas de los pinares de Tejeda,
Tirajanas y Teror y con aportaciones en hombres, caballerías y yuntas
de todos los pueblos de la isla, la obra se vio crecer y terminar
felizmente. Todos trabajaron jubilosa 5' gratuitamente al servicio de
la Casa de la Celestial Señora sin que en el curso de la construcción
sé registraran desgracias personales ni accidentes de notoriedad,
y si, por el contrario, multitud de gracias y favores a muchos de
los que en la obra intervenían con sus yuntas y caballerías, o desde
lejos traían el material, como elocuentemente se registran en la información
mandada a instruir por el Prelado a petición del propio
Visitador General y Tesorero de la Catedral Ldo. de Lugo y Viñas (1).
El empeño y entusiasmo puesto por todos en la construcción
del actwal templo parroquia! del Pino culminó felizmente en la terminación
de la Iglesia a principios del año 1767, habiendo durado
la misma seis años.
En la decoración del nuevo templo no se escatimó dinero ni
gusto artístico, enriqueciéndolo extraordinariamente el celo magnífi-
(I) García Ortega, José. «Nuestra Señora del Pino», págs. 187-188-189 y 190.
??
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co del Prelado y Cabildo Eclesiástico, y la generosidad de nobles
familias y pueblo devoto de la Virgen. Gracias a este desprendimiento
sin límite la iglesia pudo inaugurarse el 28 de Agosto de 1767, casi
tal y como está actualmente, segián resulta de la crónica escrita por
el prebendado Alvarez de Silva con motivo de las solemnísimas fiestas
de la Dedicación del nuevo templo (1).
A través de la prolija crónica del mentado prebendado vemos
como con ocasión de dicha solemnidad se inauguraron los cinco
hermosísimos retablos, tallados 3' sobredorados, que hoy luce el
templo basilical: altar mayor y capillas colaterales; el magnífico órgano,
fabricado en Hamburgo; el artístico cancel, primorosa obra de
artesanía local; andas de plata, rica custodia de plata sobredorada confeccionada
en Córdoba por el afamado orfebre Damián de Castro; valiosas
joyas y telas, ornamentos diversos, vasos sagrados etc., etc. (2).
En la crónica referida se dice: «Viernes 28 de Agosto, día en
que la Iglesia Universal celebra a su grande Doctor Sn. Agustín,
tutela y amparo de todo templo católico, se bendijo con t( da solemnidad
este tan celebérrimo templo. Ejecutó esta función el Sr. Dr. Don
Estanislao de Lugo y Viña, Tesorero de esta Santa Iglesia Catedral, a
cuya diligencia, siendo visitador de este Obispado, se debe el principio
de este templo, habiendo reconocido la ruina inminente del antiguo, y
ha proseguido su cuidado hasta poner fin glorioso a este nuevo. A
las nueve de la mañana se bendijo de comisión del limo. Sr. D. Francisco
Javier Delgado y Venegas, dignísimo Prolado de estas Islas.
Celebró en el altar mayor misa rezada dicho Sr. Tesoreio, asistiendo
a los dos lados del altar D. Mateo Doramas, Maestro de Sagradas
Ceremonias y Don Sebastián González de Ortega, clérigo presbítero
de este lugar. Mayordomo de la Virgen, incansable en el trabajo de
la fábrica. Asistió a todo el Ldo. Don Eduardo Salí, Provisor y Vicario
General de este Obispado, Canónigo de esta Santa Iglesia.
Publicaron este acto, en la Iglesia, el órgano; fuera, repiques, tambores,
clarines, timbales y cohetes. Llenóse el templo de imnumerable
concurso, y el Lugar todo de regocijo. Luego que se acabó la
función, todos salieron y las puertas se cerraron. Lo estuvieron has-
(1) Libro de Mandatos. Archivo Parroquial de Teror.
(2) Descripción de las fiestas de la Dedicación del magnifico Templo del Pino
de Teror, siendo Obispo de estas Tslas el Timo. ,Sr. D. I'rancisco Xavier Delgado y Vene-gas,
del Consejo de Su Majestad, por D. Diego Alvarez de Silva, Prebendado de esta
Santa Iglesia Catedral y Examinador Sinodal de este Obispado. Año de 1767». Copia que
se custodia en el Archivo del Museo Canario. Las Palmas de Gran Canaria,
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ta la tarde del sábado, para dar lugar a que todo se compusiese y
asease. El Sr. Chantre D. García Manrique, en celebración de tanto
día, hizo un espléndido convite en su casa nueva, que añadió al
mayorazgo que goza, la que da mucho ser a la plaza. Convidó a él
a cuántas personas distinguidas, eclesiásticas y seculares estaban en
Teror; sirvióse con abundancia de cubiertos de pescado y de carne,
de leche y de dulce».
Refiere la historia que, con ocasión de esta extraordinaria solemnidad,
salió en procesión la Stma. Virgen del Pino, colocada en
sus ricas y elegantes andas de plata, y a las cuatro de la tarde,
después de solemne Exposición del Santísimo Sacramento y del rezo
de las oraciones y cánticos rituales, se organizó la procesión hacia
el exterior del templo, dándose la extraña circunstancia que en
el mismo momento en que las andas de la Virgen se levantan sobre
los hombros de dos señores Capitulares 3' dos señores Racioneros y
en la plaza principal de Teror se disparaba el primer cohete anunciador
de la salida del cortejo litúrgico, «se oia sin ser primero uno
que otro el estampido del primer cañón que se disparaba en la Ciudad
en el Castillo del Rey», hecho éste que el propio prebendado y
cronista de la efeméride, Sr. Alvarez de Silva, califica de milagroso,
al igual que toda la multitud que se extasiaba ante la Aurora brillante,
tal fué la emoción, el gozo y la alegría que todos experimentaron
al contemplar en movimiento, sobre sus andan, a Nuestra Señora
del Pino. El hecho alcanzó mayor resonancia en cuanto la hora
prefijada y dada a conocer al Cabildo Eclesiástico y Gobernador de
las Armas de Gran Canaria, Don Fernando Bruno del Castillo, había
sido la de las cinco de la tarde; pero, habiendo experimentado
el Sr. Deán, después de las horas canónicas, un especial «impulso
de mandar repicar y soltar el reloj» para dar a la Capital la señal
de la salida procesional de la Virgen, desde su nuevo santuario,
ordenó que tal se hiciera, coincidiendo al mismo tiempo el estampido
del cañón.
Para solemnizar tan gloriosa e inolvidable jornada dicen las
crónicas que en esa noche del sábado día 30 de Agosto, las azoteas
de las altas bóvedas del templo se llenaron de faroles e iluminarias;
que las catorce ventanas del Palacio Episcopal, de la Casa de la
Diputación, de la posada del Coronel Don Antonio de la Rocha y
del Tesorero Lugo y Viña y otras muchas viviendas de la Villa de
Teror se iluminaron en sus ventanas y balcones en tanto que por
doquiera se advertían hogueras, hasta lo más apartado de la cum-
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bre, en homenaje fervoroso y de rendida dcA'oción de toda la isla
de Gran Canaria a su Excelsa Patrona, Santa María del Pino.
Con este motivo se celebraron conciertos populares y dice el
referido cronista Alvarez de Silva que fueron constantes los sones
armoniosos de trompetas, oboes, violines, flaut; s, clarines, timbales
y tambores, al propio tiempo que Vulcano desataba su imperio y
poderío para hacer oir las estrepitosas detonaciones de voladores y
bombas que, en muchos de los casos, no pudiendo ascender más
volvían a la tierra «derramando lágrimas».
Consigna el tantas veces citado cronista Alvarez de Silva que
«a estos ecos pavorosos sucedieron dulces acentos, festivas canciones,
sonatas alegres, músicas suaves y festejos decentes»; no faltando
la distribución de limosnas a personas necesitadas, por expreso
mandato del limo. Sr. Obispo Don Francisco Javier Delgado y Ve-negas,
el que también había dispuesto para bien espiritual un jubileo
de 48 horas.
Durante varios días, hasta el 17 de Septiembre, se sucedieron
en el nuevo templo solemne funciones religiosas dedicadas a la Patrona
por el Sr. Obispo, Cabildo Eclesiástico, Ordenes religiosas,
Cabildo Secular y Ayuntamientos de la Isla, de las cuales hizo minuciosas
crónicas el mentado prebendado Alvarez de Silva.
Las jornadas de la Dedicación del nuevo templo parroquial
de Teror a Nuestra Sefíora del Pino constituye! on el más fervoroso
exponente de fe y de marianidad del pueblo canario.
En estas solemnidades religiosas y populares se hicieron públicas
las siguientes composiciones poéticas:
tBlanca paloma volando
Teror dichoso, a ti vino,
Y se posó sobre el Pino
Sin saber cómo ni cuando.
Oid que nos llama
Su arrullo gracioso,
Y tierno, amoroso,
A todos inflama.
Blanca paloma que nieve
Risas y peinas por olas,
Al nido ven que te ofrece
Devota la Gran Canaria.
Oid
Prosigue el vuelo, no tardes
Palomita de mi alma,
Al nuevo nido desciende.
Que el cielo contigo baja.
Oid
Ven con el ramo de oliva
Anunciando pas a la Arca,
Que siendo la Arca la Iglesia,
Hoy en tormenta se halla.
3?
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Oid Que a más aspira este templo,
Señora, si a Ti te agrada.
Sin con ojos perspicaces Oid
De paloma enamorada,
Nos miras ¿que mayor dicha?
Pues sólo tu vista basta. ^^ ^« riquesa y del arte
Señora, suple las faltas;
Oid Que para Ti (y no hay otra)
El Empíreo es propia casa.
Quédese atrás el de María Oid
Y mucho más el de Diana, . .
Milagros y hechos milagrosos, registrados como tales, por mediación
de la Virgen del Pino, desde su aparición hasta
nuestros días
Si numerosos son los milagros atribuidos a especial intercepción
de Nuestra Señora del Pino, no menos son los hechos milagrosos
que se suceden y narran a través de los siglos, hasta nuestros días,
bien consignados en crónicas y legajos, o perpetuados en relatos
verbales que pasan de generación a generación. Tales son los hechos
que pregonan la Mediación Universal de la Santísima Virgen
en su advocación singular del Pino.
Que estos hechos excepcionales se registran, nadie los podrá
dudar, por haber constancias históricas de ellos, enriquecidos en
muchos de los casos por testigos fidedignos y veraces. Más, esos milagros
y hechos extraordinarios y milagrosos que se suceden, también
se repiten en nuestros días.
Las gracias y favores obtenidos por mediación de la Santísima
Virgen, bajo la advocación del Pino, son numerosísimos; de ahí el
arraigo y popularidad de su devoción y la excepcional categoría
de la peregrinación anual a su Santuario-Basílica de Teror..
Los reiterados prodigios y gracias alcanzados por la mediación
singular de la Madre espiritual de los canarios. Nuestra Señora del
Pino, movió al Sr. Obispo Don Pedro Dávila y Cárdenas, a autorizar
en 31 de Marzo de 1735, a Fray Juan Rivero, Lector de Teología
en el Convento de San Francisco de Las Palmas, para que «con la
seriedad que pide la materia y arreglándose a los Decretos Ponti-
33
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2010
ficios» recogiera todos estos sucesos y piodigios, naciendo asi el
«Libro de los Milagros» que se custodia como preciada joya en el
Archivo Parroquial de la Iglesia de Teror. Tan meritísima labor no
tuvo continuidad, pues sólo duró hasta 1875.
De ese relicario de favores y gracias conseguidos, que eso es
el «Libro de los Milagros*, entresacamos los siguientes hechos extraordinarios,
excluyendo las milagrosas curaciones, ya referidas, alcanzadas
con las pinas y resinas del «Pino de la Virgen» y con el
agua de la «Fuente de Santa María*.
Un día del año 1705 llegó a Teror para cumplir promesa a la
Virgen del Pino, toda la dotación de un barco velero canario. Refiere la
crónica que navegando éste en ruta a la isla de Fuerteventura le
alcanzó, durante la noche, una embarcación de moros piratas que,
acercándose le intimaba a rendirse, pues de lo contrario echaba a
pique el velero. Colocados en tan dura prueba acudieron a la
Virgen del Pino, a la que todos imploraron y encomendaron fervorosamente,
viendo con sorpresa, cuando se creían perdidos, que una
imponente ráfaga de luz se interponía entre las dos embarcaciones.
Al cesar el fenómeno ya no vieron la embarcación de moros, y retrocediendo
amaneció la nave de los cristianos en la bahia de Mele-nara,
en la isla de Gran Canaria. Por este hecho prodigioso, atribuido
a singular protección de la Santísima Virgen del Pino, los tripulantes
canarios fueron a su santuario a darle gracias.
*
* *
En testificación de Juan Domínguez Castellano se dice que encontrándose
en 1694 Cristóbal Sánchez, sembrando en las laderas de
Utiaca, en la Vega de .San Mateo, tuvo la desgracia de resbalar y
rodar ocho o diez varas, e invocando a la Virgen del Pino, de la
que era muy devoto, quedó colgado y asido a una «tedera» silvestre,
cuyo tallo tendría un dedo de espesor, y allí estuvo, al borde del
abismo hasta que un hijo suyo llamó al vecino IBartolomé Lezcano
el que en unión del declarante, lograron ponerle a salvo, no cesando
de implorar a la Señora.
* * *
En una de las bajadas procesionales a Las Palmas de la Santísima
Virgen del Pino se registró el caso que estando un padre con
una escopeta cargada en las manos, ésta se le disparó hacia la es-
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palda de su hija Anp:ela del Toro, la que invocando a la Virgen, que
en aquel instante llegaba a la Cuestecilla de lo Blanco, quedó sin su^
frir daño alguno, admirándose como los perdigones se habían aplastado
al llegar a la espalda.
Juan Giraldo, Francisco González y Bartolomé Ramírez declaran
que «habiendo ido con otros muchos al Pinar en el verano
de 1732, a cortar maderas para reedificar la capilla mayor del templo
de Nuestra Señora del Pino, experimentaron al principio graii
sed por no haber manantiales en aquella zona, como les advirtieron
los pastores; quisieron no obstante hacer un detenido reconocimiento
del paraje; y al pie de un pino seco hallaron un hoyo lleno de
agua clara 3' fresca, de la que bebieron catorce hombres durante
quince días, disminuyendo gradualmente su cantidad hasta quedar
por completo extinguida el día de su marcha. Volvieron más tarde
por no haber sido suficiente la madera cortada, y en el mismo lugar
hallaron el agua suficiente para su corta temporada: comenzaron entonces
a comentar el hecho como milagroso; y en ello estaban cuándo
empezaron a caerles gotas en la cara con admiración de todos
por ser el día caluroso; entonces repararon que por la corteza del
pino seco discurría el agua que lentamente se depositaba en el hoyo
de donde ellos la tomaban para satisfacer su sed». El hecho es en
si extraordinario y evocativo.
Hallándose Francisco Rodríguez Navarro, una noche de estío
del año 1707, guardando sus cosechas donde llaman «Las Fuenteci-
Uas», en el término de Teror, le sorprendió una fuerte tormenta de
agua, y viéndose imposibilitado de regresar a su casa decidió guarecerse
en una pequeña choza cubierta de heléchos que utilizaba
para defenderse del sol; atemorizado por la impetuosidad del temporal
pidió protección a la Virgen del Pino, y «se durmió soñando
que una mujer vestida de blanco, muy parecida a la Santa Imagen le'
amparaba. Al día siguiente vio inundada toda la tierra y la choza
mojada interiormente menos el lugar que ocupaba él con su cuerpo,
teniendo la suerte de que ni una sola gota de agua hubiera caidb
sobre su ropa.
* * *
35
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Estando Juan Pérez, vecino de Valleseco, por el año 1718,
guardando sus ganados al medio día «tuvo alucinaciones, debidas,
quizás a un ataque agudo de histerismo, sobreviniéndole una parálisis
completa. Privado de sentido fué llevado a su casa por algunos
vecinos, permaneciendo en aquel estado hasta pasada la media noche.
Transcurridos algunos días sin que le fuera posible hacer el menor
movimiento, dispuso el Cura D. Domingo del Toro, que lo trajesen
a la Iglesia. Trabajosamente le colocaron sobre un bestia manteniéndolo
por los lados algunos hombres, y desde la puerta de la iglesia
fué llevado en hombros hasta el presbiterio donde lo pusieron como
en su lecho por no poder tenerse de otro modo. Llegó entonces el
Cura, y descubierta la Sta. Imagen, mandó desnudar un brazo al
enfermo 3' ungiéndoselo con aceite de la lámpara, le dijo que lo levantase
invocando el nombre de María Santísima. Alzólo como si
no tuviera impedimento alguno, y a vista del prodigio continuó invocando
con fervor creciente a la Stma. Virgen del Pino, pudiendo
levantarse al cabo de algunos instantes completamente sano. Prorrumpió
la numerosa concurrencia en grandes aclamaciones, y las
campanas anunciaron con sus alegres repiques la curación extraordinaria
obtenida por intercesión de la Madre de la Gracia».
* * *
Una embarcación de moros corsarios apresó en otra de cristianos,
que navegaba entre las Islas Canarias, a un caballero con su
hija de pocos años, llevándolos a Berbería. Estando en cautiverio los
moros pidieron a la niña que renegara de su fé cristiana, a lo que ella
se negó reiteradas veces, porque según manifestó a su padre, cuantas
veces le decían que renegase de su fe católica otras tantas admiraba
sobre su hombro un pequeño niño que le decía se mantuviera
firme en su fe, prometiéndola liberarla. Obtenida la libertad, su padre
la llevó por distintas iglesias a ver si reconocía al Niño en alguna
imagen de la Virgen, pero, sin resultado positivo, hasta que
visitando el templo de Teror y ser descubierta la sagrada Imagen
comenzó la niña a dar voces manifestando «que aquel y no otro era
el Niño que le instaba en Berbería a sostenerse firme en su fe». En gratitud
a tan excepcional favor divino, la niña, ya mujer, tomó hábito
religioso en el convento de Santa Clara de Las Palmas, con el nombre
de Sor María del Pino.
* *
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Ün hecho notable es el que aparece registrado en el «Libro de
los Milagros», asignado al día 4 de Abril de 1735 en comparecencia
del Ldo. Don Francisco Ramos de Quintana. Refiere este señor que
encontrándose sentado en un poyo cerca de la puerta de la Iglesia
de Teror, entre ocho y nueve de la mañana del día 19 de Agosto
de 1718, se produjo una formidable e inesperada detonación que por
su estrépito parecía que el templo se derrumbaba. Ello fué debido a que
estándose labrando medio quintnl de pólvora en la sacristía que está
debajo del camarín de la Virgen se inflamó, produciendo incendio,
que se extendió rápidamente a camarines y capilla mayor. Habiendo
intentado el declarante entrar en la Iglesia no pudo hacerlo ante el
temor de asfixiarse, dado el humo excesivo que llenaba el recinto
sagrado. Disminuida la humareda logró penetrar en el templo en
unión de varios vecinos, advirtiendo que el nicho donde estaba la
Santa Imagen de la Virgen aparecía vacío, por lo que todos, emocionados
y apesadumbrados, lloraron la pérdida irreparable de tan
venerada y amada efigie. Mas, recorriendo la Iglesia para ver los
destrozos hechos «hallaron con gran admiración }" contento la Santa
Imagen junto al crucero de la Capilla mayor, a la izquierda, diez o
doce varas distante de su nicho,en pie y sin lesión alguna, como si
con manos hubiera sido trasladada, no habiéndosele movido ni siquiera
la corona que estaba prendida con dos alfileres. Sólo se notó
que siendo la Imagen tan blanca y hermosísima, le quedó el color
pálido y amarillo, y se observó mantenerse así hasta el día de
su fiesta.
Con ocasión de ser trasladada la devotísima efigie de Nuestra
Señora del Pino en el año 1712, desde Las Palmas a Teror, decidió
seguir la procesión el vecino de la Capital José Oropesa y López,
que padecía «una parótida», enfermedad que le atormentaba gravemente
hacía un año y sin encontrar alivio con los medicamentos recetados.
Estando próximo a Teror su dolencia se agravó, por lo que
desde el punto de San José del Álamo se adelantó a la comitiva,
llegando al lugar de Teror a las cuatro de la tarde. Dirigiéndose a
la Iglesia con el amigo que le acompañaba se untó con aceite de la
lámpara, con gran fervor, el tumor que padecía y la propia llaga
de una fuente que le habían abierto en un brazo con objeto de purificar
la sangre y aliviarle el padecimiento. Habiendo regresado a
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Las Palmas apreció que sus heridas habían cicatrizado, sin sentir
nuevas molestias.
La religiosa profesa del Convento de Santa Clara de Las Palmas,
Dofia Ana Teresa de San Vicente Falcón y Navarro, padecía
en la cara un tumor rebelde, por lo que al bajar la Virgen a Las
Palmas, en rogativa, en el año 1729,1a paciéntese asomó a una ventanilla
para ver pasar a la Señora, y habiéndola implorado con mucha
fe y confianza, en el momento de volver su trono hacia el Convento,
sintió que instantáneamente se le desprendían las vendas y
emplastos, quedando sana y sólo con una pequeña cicatriz.
* * *
'I* • Hecho parecido se registró en 1730 en la persona del vecino
de Teror, Gegorio Felipe González, que padecía un maligno carbunco
en el cuello. Habiendo aplicado en él, durante varios días,'algodones
empapados en aceite de la lámpara de la Virgen, y con un
espíritu de edificante devoción se puso, lleno de confianza, en marros
de la Madre de Misericordia, logrando su total curación sin
quedarle la menor huella. Otros dos vecinos que padecían el mismo
mal, a pesar del tratamiento médico, quedaron el uno ciego y el
otro con la vista muy defectuosa.
* *
En el año 1722, refiere Andrés Jaimez, que habiendo salido de
.Canarias hacia la isla de Cuba en unión de otros isleños, a bordo
de un barco de velas, fué éste perseguido por una nave corsaria,
por lo que tuvo que encallar en el Cabo de San Antonio, paraje desierto
y distante de la Habana como ochenta leguas. Desembarcados
todos anduvieron sin orientación durante ocho días, «al cabo de los
cuales, fatigados por el camino y exhaustos por la falta de alimentación,
dos de sus compañeros se tendieron junto a un árbol a esperar
la muerte. Siguieron los demás con la esperanza de hallar
socorro, pero en vano; entonces acudieron a la Virgen del Pino, haciendo
votos para cuando regresasen a Canarias, y sin haber transcurrido
de la súplica más tiempo que el necesario para rezar un
Avemaria, oyeron voces que los llamaban. Eran, en efecto, unos sol-
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2010
dados que venían r'ecorriendo las costas, quienes les dieron de cottief,
y después de recoger aún con vida a los que habían quedado atrás,
los condujeron a la Ciudad, salvándolos de una muerte segura*.
*
* *
Es el caso del esclavo moro Mustafá, perteneciente al Prebendado
de la Catedral de Canarias, Don Marcos López de Vergara,
que a pesar de llevar viviendo entre cristianos la maj'or parte de
sus largos noventa años, siempre mostró resistencia a adjurar de su
religión mahometana. Habiendo enfermado gravemente, durante la
permanencia en Las Palmas de la imagen de Ntra. Señora del Pino,
el Prebendado le rogó paternalmente a que se bautizara, no accediendo;
pero, al amanecer de un día despertóse dando gritos y llamando
a su señor para que le bautizase, manifestándole que aquella
noche «había estado en su habitación una Señora mu3' linda, dejándolo
todo resplandeciente y diciéndole que recibiese el bautismo y
tomase por nombre Juan del Pino, porque ella se llamaba María del
Pino». Recibido el Sacramento del Bautismo, murió tres días después
santamente.
En 1717 se registra el hecho de recobrar la vista una ciega
del lugar de San Lorenzo, con sólo ungir sus ojos con aceite de
la lámpara.
•* *
En cierta ocasión unos trabajadores de la Vega de Teror se
vieron sorprendidos con los rigores de un temporal de aguas que
hicieron crecer extraordinariamente los barrancos. Al intentar atravesar
unos canales que utilizaban para conducir aguas a un molino,
uno de los trabajadores, llamado Tomás Alonso, sufrió un vértigo
y cayó al agua, viendo sus compañerus como desaparecía entre la
enturbiada corriente. Los acompañantes se situaron a la orilla a ver
si les era dado recoger el cadáver, más vieron con asombro como
sobre un peñasco se hallaba el que creían ya muerto. Asido con
cuerdas ganó la orilla. Interrogado dijo Tomás Alonso que «al caer
se había encomendado de todo corazón a la Virgen del Pino, y que
mientras luchaba con las aguas vio claramente a una mujer que le
protegía y le guardaba poniéndole en condiciones de salvamento».
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2010
Es el señalado favor dispensado por la Virgen del Pino a su
devoto Obispo Don Francisco Javier Delgado Venegas, el 30 de
Agosto de 1767, día de la Dedicación del nuevo templo-basílica de
Teror. Navegaba la embarcación que conducía al Prelado hacia la
isla de la Gomera en santa Pastoral visita, cuando de improviso la
mar se encrespa y una gravísima tormenta se desencadenaba en los
aires, que hizo que tripulantes y maestre dieran por seguro el naufragio.
Sólo la voz del Obispo, lleno de confianza en su bondadosa Madre
Nuestra Señora del Pino, exclamó en medio de la desolación y
desaliento general: ¡Madre y Señora del Pino, para cuando son tus
milagros!» Y consigna la crónica que al instante renacía la calma en
el aire y en la mar y la embarcación desmantelada pudo entrar milagrosamente
en bahía.
* * *
Otro hecho milagroso es el que está vinculado al manto y traje
de los navios, del que sólo queda una pequeña muestra formando
una especie de casulla para el Niño de la Virgen del Pino.
Carabela bordada en piala y oro, que como símbolo
votivo se reproduce en la rica tela a que se
refiere el hecho milagroso.
Cuenta la tradición que a fines del siglo XVIII salió de Gran
Canaria en ruta a las Indias de Su Majestad, en un carabelón de
tres palos, entre otros, un isleño canario y que estando a punto de
zozobrar el navio ofreció a la Virgen del Pino regalarle un rico
manto y traje en el que se reprodujera, bordado en oro, el expresado
navio. Ya en tierra firme y cumpliendo su voto encargó en los
mejores telares de Indias la confección del expresado traje y manto,
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© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2010
que envió de forma extraña a la Virgen del Pino. £)e su llegada sólo
recoge la tradición que un día se personó en la Iglesia de Teror
un campesino con un envoltorio en las manos preguntando por el
señor Cura, y habiéndosele respondido que había salido en funciones
de su ministerio contestó que le entregaran aquel paquete, que
era para la Virgen. Abierto, contenía una preciosa tela blanca en la
que campeaba, repetidas veces, bordado en plata y oro, el simbólico
navio o carabelón de tres palos, con velas recogidas, luciendo en
popa un elegante castillo sobre el que flameaba un gallardete. Esta
fue la ofrenda de un devoto canario agradecido a la Virgen del Pino.
* * *
Hecho tenido por milagroso fue la especial visión que el Rey
de España Don Fernando VI tuvo el 11 de Enero de 1.753, mientras
asistía a la celebración de la Santa Misa en la Capilla de Palacio
del Real Sitio de Aranjuez. Fernando VI habia heredado de
su padre Felipe V la devoción a la Virgen del Pino que a éste le
habia infundido el Obispo de Canarias, trasladado a Plasencia,
limo. Sr. Don Pedro Manuel Dávila y Cárdenas. Tal fue la devoción
de Felipe V a la Madre Celestial de los canarios que hizo propósitos
de visitarla en su santuario, no habiéndolo llevado a cabo
por haberle sorprendido la muerte. De ese mismo vehemente deseo
participó su hijo Fernando VI, que no realizó tampoco por las turbulencias
de su reinado, pero, en cambio alcanzó la singular gracia
de ver y venerar la vera imagen de Nuestra Señora del Pino, tal
y como se la representa en su santuario de Teror, en el momento
del Ofertorio, estampada sobre el lábaro bordado de la cortina que
cubría el altar de la mentada Capilla Real de Aranjuez; hecho este
milagroso que no sólo vio el propio Rey y Ministro Somodevilla
sino también los palatinos que le acompañaban a los oficios. En
ese dia se firmaba la paz entre la Corte de Madrid y Roma y cesaban
las rivalidades entre Inglaterra y Francia que tanto perjudicaban
a España.
Desde entonces se hizo popular la cuarteta siguiente, nacida
entre la servidumbre de Palacio:
"A Aranjues
La Virgen del Pino
Por esta sola ves
De Canaria vino".
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El Bachiller Romero Ceballos consigna en su célebre «Diario»
el hecho siguiente: «El dia 7 de Septiembre de 1.781, estando yo y
otros sujetos en la sacristía de Teror, y toda la Iglesia de Nuestra
Señora llena de gente y celebrándose varias misas, oi unas esforzadas
y lamentables aspiraciones de «Madre mia del Pino»; sali a la
iglesia desde dicha sacristía para reconocer lo que era y vi un hombre
del campo al pie de los blandones, en la última grada del altar
mayor, reclinado sobre el regazo de una de las diversas mujeres
del campo que estaban a sus lados; creí en el pronto que le habia
dado un accidente o que era loco, porque por dos ocasiones se incorporó
de rodillas y con los movimientos más violentos volvió a
articular las expresadas palabras de «Madre mia del Pino». El señor
Cura, que llegó en esta sazón, averiguó de las personas que
venian con él, que era un hombre que habia ocho meses que estaba
mudo, y en aquel punto volvió a recobrar el habla. Yo le vi hablar
expeditamente 3' responder a cuanto se le preguntaba, y me
informé de otro hombre de la tierra de él, y me aseguró que era
cierto que había tiempo que estaba mudo, y que lo habia estado en
otra temporada y que habia recobrado el habla, pero era opinión
general que la recobró la primera vez delante de una estampa de
Nuestra Señora del Pino que llevaba un demandante. Esto puedo
deponer en testimonio y honor del poder grande que dispensa Dios
Ntro. Sr. a Maria Santísima Ntra. Sni. por medio de su Imagen
del Pino».
*
* *
En el siglo XIX el nombre de ¡Viva la Virgen del Pino! resonó
evocador y triunfante en la Península Ibérica, enardeciendo
los corazones de los soldados del Batallón de Granaderos Canarios
que en Chiclana y Cádiz mandaba el patriota, también canario, Don
Juan María de León y Romero. Entonces se proclamó la especial
protección de la Virgen.
* *
Otro suceso de excepcional importancia, al que se atribuye
intervención divina, es el que se refiere a los canarios salvados en
el naufragio del vapor español, de la Compañía de Pinillos, «Valva-
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rtei'a», en Agosto de 1.919. Refiere la prensa de la época que el eX*
presado navio llevaba centenares de emigrantes a la isla de Cuba,
entre ellos unos treinta canarios del pueblo de Teror, que, como
todos, sólo llevaban lo preciso para llejíar a la Habana. En la tra-vesia
de Santiago de Cuba a la Habana sorprendió al barco una terrible
tormenta, y cuando todos consideraban victimas del naufragio
a los treinta canarios, el Alcalde de la Villa de Teror recibía un
telegrama desde la Habana, firmado por un hijo de Teror, alli residente,
Don Antonio Ortega, que decia: «Hijos de Teror que venian
vapor Valvanera, desembarcaron todos en Santiago». AI correrse la
noticia el gozo fue general y las exequias fúnebres que por ellos se
iban a celebrar se trocaron en un solemne «Te-deun» de acción de
gracias al AUisimo, en el que ofició el Obispo de la Diócesis Doctor
Marquina.
El Alcalde de la Villa de Teror al contestar un telegrama de
felicitación que le dirigiera un periódico de Las Palmas de Gran
Canaria, contestó en los siguientes términos: «En sesión de ayer se
enteró con el mayor agrado el Ayuntamiento de mi Presidencia del
expresivo telegrama de felicitación de esa redacción por la inestimable
merced que esta localidad ha recibido de la Stma. Virgen del
Pino, salvando a todos los canarios de Teror, desembarcados milagrosamente,
sin que llevaran tal propósito, en Santiago de Cuba,
del horroroso naufragio del vapor «Valvanera», ocurrido en los primeros
días del actual, próximamente a la celebración de la fiesta
de la Señora el 8 de Septiembre, cerca de las costas de Cayo-Hueso,
en su travesía del expresado puerto de Santiago de Cuba a la Habana,
a donde se dirigían. Desde que tan grata noticia se conoció
en esta Villa no se ha dudado un momento, como no podía dudarse,
que a la milagrosa intercesión de la Stma. Virgen del Pino se debe
el haberse apiadado Dios de aquellos infelices emigrantes de Teror
que acudían a tierra hospitalaria, sí, pero al fin lejana y para muchos
de ellos desconocida, a buscar el pan que en la suya les faltaba,
llevando en su corazón con el recuerdo de los seres queridos
que aquí dejaban, el amor a su Virgen Santísima y en su alma la
esperanza firme de que, si place al Ser Supremo, les había de retornar
a su patria querida. Lamentamos al fin que los demás pasajeros
y tripulantes del referido buque no hayan corrido igual suerte,
y anotamos este hecho singular como inequívoca protección de la
Stma. Virgen del Pino a sus hijos».
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Pudiérarrtos seguir refiriendo numerosísimos hechos milagro'
sos acaecidos en el siglo XIX }• comienzos del XX, pero en honor de
la brevedad, sólo vamos a consignar algunos de los registrados últimamente,
a raiz de la Guerra de Liberación, que nos han sido narrados
por el Vble. Sr. Cura Párroco del Santuario del Pino, Don
Antonio Socorro Lantigua, el que a su vez recibiera dicha información
de quienes fueron actores de los propios hechos:
El día 25 de Julio, festividad del Apóstol Santiago, del año 1937,
escaparon de un campo de prisioneros tres soldados canarios, dos
del pueblo de Valleseco y uno de la Villa de Teror, que, tenidos
por muertos por sus familiares les habían aplicado sufragios por sus
almas. Un día se juramentaron para vulnerar la vigilancia de la prisión
en que estaban presos, cosa que consiguieron. El Jueves Santo
del año 1938 se tuvo noticias en la Villa de Teror que los tres soldados
venían caminando en dirección al Santuario de la Virgen del
Pino, cumpliendo promesa. Llegaron al templo al anochecer, completamente
extenuados, después de dura marcha a pie desde el Puerto
de la Luz. Al llegar a la Iglesia, muy emocionados, lloraban y
besaban reiteradamente su puerta principal; recibidos por el
señor Cura Párroco penetraron en el templo de rodillas y dirigiéndose
al Camarín de la Virgen del Pino diéronle gracias
por haberlos oído en sus súplicas; presos de fuerte emoción no
cesaban de besar su manto. En sus declaraciones al señor Cura refirieron
que varias veces fueron sorteados y llevados al paredón
para ser fusilados, pero siempre la ejecución era demorada a última
hora, considerando este hecho como milagroso por intercesión de la
Virgen del Pino, a la que diariamente se encomendaban y de manera
singularísima cuando eran llevados al paredón.
* * *
Una madre del pueblo de Valleseco recorrió de rodillas cinco
kilómetros, desde donde llaman La Laguna al Santuario de la Virgen
del Pino, para dar gracias rendidas a la Señora por haber oido
sus súplicas, permitiendo que sus dos hijos regresaran del frente en
la Guerra Civil española, sanos y salvos. La referida madre llegó
de rodillas al templo sostenida por los hombros, por sus dos dichos
hijos.
* *
44
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Un joven peninsular contagiado del fervor de los canarios, invocando
constantemente, en las horas de apuros y zozobras, a la
Virgen del Pino, el también llegó a invocarla con confianza, siendo
oido. Quedando salvo, después de la Guerra de Liberación, cumplió
su voto de enviar a la Virgen un corazón de plata, en manos de
un soldado canario que regresaba a su tierra, como ofrenda simbólica,
ya que el no podía verla personalmente.
Hechos como estos se repitieron frecuentemente, casi a diario,
durante la Guerra de Liberación. Teror fue en todo ese periodo
crítico el centro de atracción de la juventud canaria y de todos sus
familiares. Incontable fue el niimero de soldados canarios que antes
de partir para el frente se dirigieron a Teror para orar ante la Virgen
y pedirle protección, o que habiendo regresado de él acudieran
a su santuario para darle gracias. Esos múltiples favores y gracias
están de manifiesto en los imnumerables exvotos y presentes que
se exhiben en los camarines y pasillos que a ellos conducen, constituyendo
un auténtico y rico museo de fervor mariano.
*
* *
Uno de los hechos milagrosos más sorprendentes de estos últimos
años fue la salvación de una muerte segura de una joven
hija del Ex-Director General de Trabajo, Don Agustín Miranda
Junco. Estando desahuciada de los médicos y devuelta a su casa
por no poderla operar, padeciendo peritonitis purulenta, logró curarse
milagrosamente, invocando su padre a la Virgen del Pino, en
la víspera de su solemnidad, de la que es devoto, como buen hijo
de Gran Canaria. Sumamente agradecido a tan señalado favor vino
de Madrid, expresamente a Teror, en unión de su hija, para dar a
la Señora expresivas gracias y ofrendarla una valiosísima joya.
A la Virgen del Pino se la invoca en todas las necesidades
materiales y espirituales. En épocas de sequía, pestilencia, hambre,
guerra, langosta, etc. se la pone en rogativa, y, en casos singulares
y por estas mismas causas se la trae en solemne procesión de
rogativa desde su santuario de la Villa de Teror a Las Palmas ^e
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Gran Canaria, seguida de los mayores desbordamientos de fe y entusiasmo
popular, rindiéndosele los más altos honores militares.
Por todo esto, el devoto de la Virgen del Pino, Don Fernando
Hernández Zumbado, Canónigo que fue de la Catedral de Canarias,
resumió en sus afectos piadosos diciéndola:
cS/ nos aflige la guerra, En tocias iiuesttas miserias,
Si el campo se esterilisa, En todas, nuestras fatigas,
Si la hambre, la langosta Y en la Jiora formidable
Y el contagio nos castigan... De la última agonía,
Miremos para esta Estrella. Miremos para esta Estrella.
Invoquemos a Marta. Invoquemos a Maríay.
Datas y Tierras de la Virgen
Desde muy remotos tiempos la Virgen del Pino ha sido objeto
de donaciones de tierras; las primeras fueron a comienzos del siglo
XVI por la familia Halcón o Falcón, a las que siguieron, en 1.551,
las donaciones de Juan Pérez de Villanueva, ante el Escribano Público
Bernardino de I?esga.
El Rey Carlos III, a petición del Cura, Alcalde y vecinos de
Teror, cedió en limosna en 1.777 a la Santisima Virgen del Pino,
las tierras de la Montaña, para que su producto se aplicase a la
continuación, del templo, a su conservación y al culto de la Señora,
todo, como se dice en la concesión real, «por efecto de su piedad».
En 24 de Febrero de 1.778 el Alférez Mayor de la Isla de
Gran Canaria, Coronel de los Reales Ejércitos, Don Fernando Bruno
del Castillo, dio posesión a la Virgen del Pino de ciento veinte y
seis fanegas de terreno baldío a que se referia la concesión real,
recibiéndolas en su nombre su Mayordomo el Presbítero Don Sebastián
González, ante varios testigos y autorizando la escritura el
Escribano Piiblico Don Antonio Alvarez Trujillo. El barranco que
pasaba por dichas tierras se le conoció desde esa fecha con el nombre
de Barranco de la Virgen», denominación que aún pervive y
aparece en innumerables documentos. De todas estas tierras poco
o nada queda, ya que las leyes desamortizadoras de Alvarez Men-dizábal
se incautaron de las mismas al consumarse el inmenso latrocinio
de que habla el insigne polígrafo Menéndez y Pelayo.
#
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Honores y Distinciones a la Virgen del Pino
La mucha devoción del pueblo canario a la Santísima Virgen
del Pino, asi reconocida por las altas jerarquías de la Iglesia Católica
y autoridades civiles y militares, ha sido valorada y enriquecida
con relevantes honores y distinciones.
El Papa Iknedicto XIV, por Breve de 4 de Diciembre de
1.752, concedió por quince años, una indulgencia plenaria a los que
con las debidas disposiciones visitaran la Iglesia de Nuestra Señora
del Pino, en el dia de su fiesta principal.
Su Santidad Pió X, con motivo del cincuentenario de la Declaración
del Dogma de la Inmaculada Concepción, concedió en
1.904 a Nuestra Señora del Pino, a petición del Excmo. Sr. Obispo
de Canarias, Dr. Don José Maria Cueto y Diez de la Maza, los honores
de su Coronación Canónica, para mejor y más fomentar el
culto a la Señora. El lírevc tiene fecha 24 de Julio de 1.904 y aparece
firmado por el Arcipreste de la Basilica de San Pedro, Cardenal
Rampolla.
El 7 de Septiembre de 1.905 fue coronada canónicamente, con
la máxima brillantez, por el Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis,
Dr. Fray José Cueto.
Por Rescripto de Pió X, de fecha 16 de Agosto de 1.914, es
elegida la Santísima Virgen del Pino Patrona de la Diócesis de Canarias,
quedando sin efecto el Decreto de la Sagrada Congregación
de Ritos, de 12 de Diciembre de 1.867, por el que fue declarada Patrona
principal de las dos diócesis canarias, la Virgen de Candelaria.
Artifice de esta especialisima concesión fue el Obispo de la
Diócesis Excmo. Sr. Don Ángel Marquina y Corrales, el que en un
elocuente y sentido documento hizo saber a sus diocesanos la gracia
concedida por Su Santidad Pió X. El texto del mismo se puede
ver en el Boletín Oficial del Obispado de Canarias, reproducido en
la obra «Nuestra Señora del Pino», del canónigo Don José García
Ortega.
En 12 de Enero de 1.916, siendo Obispo el Dr. Don Ángel
Marquina Corrales, se obtiene un Rescripto Pontificio firmado por
el Cardenal Gasparri, Secretario de Estado de Su Santidad Benedicto
XV, por el que el Santuario de Nuestra Señora del Pino de
Teror, es investido del titulo de Basilica Menor.
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En 1.919 el Papa Benedicto XV restablece su fiesta del dia ocho
de Septiembre como solemnidad oficial relig^iosa en Gran Canaria.
En 1.929, previo expediente formado por el Coronel de Infantería,
Don Rafael de Castro y Caubin, el Con.'-ejo de Ministros celebrado
el dia 26 de Julio del expresado año, presidido por .Su Majestad
el Rey Don Alfonso XIII, aprueba la propuesta de concesión
de honores de Capitán General a la devotísima y popular Imagen
de Nuestra Señora del Pino. El texto del Real Decreto dice
asi: «EXPOSICIÓN.-Señor: El Alcalde del Ayuntamiento de la Villa
de Teror (Las Palmas-Gran Canaria) ha soliciiado, en representación
de todo el pueblo, se le concedan honores de Capitán
General y la representación de V. M. a la Imai;en de la Virgen del
Pino, ya que desde tiempos muy remotos ha hecho un sinnúmero
de milagros y nombrada recientemente Patrona de la Diócesis de
Canarias. —El Ministro que suscribe, teniendo en cuenta tales circunstancias,
de acuerdo con el Consejo de Ministros, tiene el honor
de someter a la aprobación de V. M. el siguiente proyecto de Decreto.-
Madrid 21 de Agosto de 1929.—Señor: A. L. R. P. de V. M.—
Julio de Ardanaz y Crespo.-REAL DECRETO.—En atención a lo
expuesto por el Ministro del Ejército y de acuerdo con mi Consejo
de Ministros, vengo en decretar lo siguiente: «Se tributarán anualmente,
en el dia de su festividad, a la Imagen de la Virgen del
Pino, de la Villa de Teror, los mismos honores que para los Capitanes
Generales del Ejército están consignados en las Reales Ordenanzas
y la representación de Mi Real Persona en cuantos actos de
culto se celebren en honor a la citada Imagen.—Dado en Santander
a veintiuno de Agosto de mil novecientos veintinueve.—ALFONSO.
—El Ministro del Ejercito, Julio Ardanaz y Crespo». (Diario Oficial
del Ministerio del Ejército, Número 187. Martes 27 de Agosto
de 1.929).
El 8 de Septiembre de 1.929 se cumplió exactamente lo ordenado
en el Real Decreto de 21 de Agosto anterior, asistiendo a la función
religiosa y solemne procesión, en repre.scntación de Su Majestad
el Rey Don Alfonso XIII, el entonces Capitán General de
Canarias, Excmo. Sr. Don José Rodríguez Casademunt, rindiendo
los honores correspondientes una Compañía del Regimiento de Infantería
de Las Palmas, con Bandera, Banda de Corneta y Tambores
y Banda de Música. Con este motivo asistieron también todas
las autoridades provinciales y locales, los Presidentes de los Cabildos
Insulares de Fuerteventura y Lanzarote, Comisión del Excmo. Ca-
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bildo Catedral de Canarias y diversas representaciones de los distintos
ministerios.
El 12 de Mayo de 1.929 consagró la Provincia de Las Palmas
a la Santísima Virgen del Pino el Excmo. Sr. Gobernador Civil
Don Mariano de Cáceres y Martínez, a cu3'o efecto se trasladó a la
Villa de Teror.
En 1.935, a sugerencia del Cardenal L'Fonté, Director de la
Liga de los grandes Santuarios Marianos contra la blasfemia, quedó
adscrito el Santuario-Basilica de Nuestra Señora del Pino de Teror
a la expresada Liga, con residencia en Santa Maria de Formo-sa.
En virtud de esta adhesión se practican en la Basílica de Nuestra
Señora del Pino, el 31 de Mayo de cada año, varios actos de
reparación durante todo el dia.
El 12 de Octubre de 1.954 el Excmo. Sr. Gobernador Civil y
Jefe Provincial del Movimiento, Don Santiago Guillen Moreno, consagró
solemnemente la Provincia de Las Palmas al Inmaculado Corazón
de Maria, a los pies del Trono de la Santísima Virgen del Pino.
Una prueba más de la devoción del pueblo canario a la Virgen
del Pino la tenemos también en el Itre. Colegio de Abogados de la
Provincia, que la tiene por Patrona desde el año 1.766. Si bien hacia
bastantes lustros que tal corporación no asistía corporativamente a
los actos religiosos de la fiesta principal del Pino ni cumplía con
su Patrona, fue renovada laudatoriamente esta antigua práctica en
las solemnidades del año 1.954, a iniciativa del Sr. Decano del dicho
Iltre. Colegio, Excmo. Sr. Don Matias Vega Guerra, asistiendo
una nutrida representación de señores abogados, vistiendo toga y
birrete, que dio escolta al trono de la Virgen.
Coronación Canónica de ia Virgen del Pino
El acto de la coronación canónica de una efigie de la Santísima
Virgen María reviste siempre inusitada importancia y solemnidad.
Este señalado privilegio sólo lo concede el Vaticano después de un
severo expediente y de informes de la Curia Romana.
La primera imagen coronada en el mundo fue la de Santa
Maria la Mayor, en Roma, por el propio Papa Gregorio XVL
Las coronaciones en su forma actual, rigurosamente oficial y
canónica, sujetas a la tramitación eclesiástica y a concesión y privilegio
especial del Papa, no comienza hasta el siglo XIX.
Con anterioridad existió la costumbre de representar a la Vir-
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gen con corona real, práctica esta que se remonta al siglo Vlll.
Alejandro Sforza, el llamado «Coronero de Maria», fue quien llevado
de su desbordada devoción a la Virgen dejó un fuerte legado
en su testamento de 1.636 para que, bajo la administración del Cabildo
romano, se dedicara a la coronación de efigies marianas. Hasta
1.792 el Cabildo Vaticano habia coronado 120 imágenes.
La fórmula empleada por los dignatarios de la Iglesia en la
Coronación, al aplicar la corona a la cabeza de la imagen, es «Así
como por nuestras manos eres coronada en la tierra, de! mismo modo
merezcamos ser nosotros coronados por tu hijo Jesucristo de gloria
y honor en los cielos>.
La primera imagen de la Virgen coronada en España fue,
ahora unos setenta y tantos años, Nuestra Señora de Monserrat,
cuya corona era de oro purísimo, en estilo románico, con brillantes
y perlas. Entre las imágenes coronadas después figuran Nuestra
Señora de Veruela, de Aranzazu, de la Candelaria de Tenerife, del
Pilar, del Pino, de Begoña, de los Reyes (Sevilla), de los Desamparados
(Valencia), de Guadalupe (Extremadura)... y, últimamente,
en Octubre de 1.954, Nuestra Señora de Puig, en Valencia, y Nuestra
Señora de Valvanera, en La Rioja.
En Canarias están coronadas canónicamente. Nuestra Señora
de la Candelaria, en 13 de Octubre de 1.889; Nuestra Señora del Pino,
en 7 de Septiembre de 1.905; Nuestra Señora de las Nieves (La Palma),
en 22 de Junio de 1.930; Nuestra Señora de los Reyes (Isla del
Hierro), en Mayo de 1.953, y Nuestra Señora de la Concepción de
La Laguna, en 5 de Diciembre de 1.954
* * *
Los cronistas de estos liltimos tiempos coinciden en apreciar
que el acto más culminante del Pontificado del Sr. Obispo Fray
José Cueto, O. P., fue el de la Coronación Canónica de la Virgen
del Pino, celebrada el dia siete de Sepbre. de 1.905, dando cumplimiento
a las Preces del Cabildo de San Pedro de Roma, de fecha
24 de Julio de 1.904.
Las brillantes ceremonias de la Coronación Canónica se celebraron
siendo Párroco de Teror, Don Judas Antonio Dávila. La
prensa de entonces registró el hecho alborozamente, y, de manera
especial el Boletin Oficial del Obispado.
Desde el dia que fue conocida la noticia de la coronación de
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la Virgen comenzaron las ofrendas de alhajas y los donativos de
dinero para sufragar los gastos de la construcción de coronas y
diadenas, que en generoso desprendimiento llegaban a las manos
del Párroco de Teror y de la Comisión Diocesana de la Coronación.
Los dos nimbos o aureolas que hablan de rodear las cabezas del
Niño y de la Virgen fueron construidos en los talleres del orfebre
canario Don Casimiro Márquez, de Las Palmas. En ellos se utilizaron
800 gramos de oro de 18 de quilates. 34 brillantes, 56 esmeraldas,
180 granates y 700 perlas. Los dos nimbos son las propiamente
llamadas Coronas Pontificias y están formados por doce estrellas
enlazadas entre si por pequeños soles que se apoyan ligeramente
entre dos ramos de olivos. Es trabajo delicadamente artístico y bello.
El Boletín Oficial del Obispado de Canarias, recogiendo en
sus páginas la solemnidad litúrgica dijo, entre otras cosas, lo siguiente:
« Por siete dias continuos precedió al acto
el alegre repique de las campanas del Santuario, acompañado de
las varias otras señales de alegría de estilo en estos casos.—Todos
los Párrocos, y principalmente los limítrofes, fomentaban al mismo
tiempo la devoción de sus respectivas feligresías, exhortándolas a
la asistencia al acto de la coronación.—El adorno del Santuario respondió
y superó a las arriba indicadas prescripciones. Ya de suyo
por el conjunto de sus formas, por sus espaciosas naves y elevadas
bóvedas, por sus magníficos retablos y riquísimo tesoro, por sus
preciadas colgaduras de terciopelo de seda y esbeltez de las columnas
por ellas revestidas, y por varias otras circunstancias, es el
templo majestuoso e imponente, y de aquellos que transportan el
alma al Cielo, anticipándole en cierto modo el disfrutar de su gloria.
Añádase a todo ello la venerada Imagen engalanada con una de sus
magnificas vestiduras, la más rica entre las varias que posee, ostentando
sobre el lado derecho de su pecho el precioso pectoral y
y anillo de oro guarnecido de amatistas y brillantes, regalo de
nuestro actual Prelado, y en los dedos de sus manos valiosas sortijas
adornadas de esmeraldas y otras piedras preciosísimas donadas
por la piedad de los fieles, entre las cuales se cuentan diamantes,
esmeraldas, brillantes, rubíes, topacios, etc., todo de precio
subidísimo y presentando madejas de muchos hilos cuajados de
riquísimas y finísimas perlas, colocada bajo rico dosel de terciopelo
en artístico trono de plata primorosamente labrado, con baldaquino
también de plata, presidiendo los cultos sobre el altar mayor,
cuyo servicio de candelería, frontal, etc. etc. es asimismo todo de
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plata. Al lado derecho del altar se improvisó un estiíido para la
colocación bajo dosel del Excmo. Prelado y de la Diputación del
Excmo. e limo. Cabildo Catedral que había de servirle en el Pontifical;
grandes y ricas arañas de plata pendían del centro a uno y
otro lado del Presbiterio; lámparas también de plata hallábanse distribuidas
en lo restante del Santuario, cuyo pavimento lucia ricas
alfombras; agregúese a lo reseñado el precioso cortinaje de damasco
y terciopelo de seda, los trofeos que colgaban de las paredes y se
destacaban de las columnas con inscripciones laudatorias para la
Reina del Cielo y expresiva de sus triunfos »
Si grande fue el adorno del interior del templo no menos lo
fue el decorado del frontis del Santuario, de la plaza y alameda y
de las calles, que lucieron gallardetes, guirnaldas de verde follaje
y banderas, no faltando emblemas y frases alusivos a la Santísima
Virgen del Pino y los escudos pontificios, del Cabildo Catedral y
del Obispo de la Diócesis.
En el solemne acto de la Coronación Canónica por el Excmo.
e Iltmo. Sr. Obispo de la Diócesis, Dr. P"ray José Cueto y Diez de
la Maza, Delegado de Su Santidad Pío X, estuvieron presentes, a
parte del Excmo. e Iltmo. Cabildo Catedral de Canarias y del clero
secular y regular y del Muy Itre. Sr. Provisor y Vicario General
de la Diócesis de Tenerife, que presidia la Coipisión Eclesiástica de
la misma, las autoridades provinciales y locales.
Terminada la solemnidad de la Coronación hubo procesión
con la devotísima y popular imagen de Nuestra Señora del Pino,
entre delirantes aclamaciones y desbordamiento de fe, como asi registran
las crónicas.
Bajadas de la Virgen del Pino desde su Santuario de Teror a la
Ciudad de Las Palmas
La mucha devoción del pueblo canario a Nuestra Señora del
Pino ha hecho que éste, en distintos momentos de aflicción por sequía,
plaga, hambre, guerra o pestilencia la haya no sólo invocado
y puesto en rogativa sino que en vistoso cortejo procesional de penitencia
la haya trasladado a Las Palmas de Gran Canaria.
El traslado de la sagrada Imagen a la Capital ha tenido siempre
especial protocolo, precedido de petición ce súplica de trnsludo
por parte de las autoridades e intervención de notario en el acto de
recibir y devolver la Señora. Sobre esto dicen las crónicas, y asi
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lo íeciogemos del historiador seftor García Ortega, que «trasladadas
a Teror las Diputaciones el dia convenido, hacíanse cargo los Regidores
de la venerada Efigie, previo juramento de restituirla, prestado
en manos del Prebendado más antiguo, y cargaban las andas
los vecinos hasta la vista de la Ciudad; en el sitio llamado Cruz de
Piedra, las tomaban los oficiales del presidio hasta la plaza de San
Nicolás, y alli los Regidores las entregaban al Cabildo mediante
escritura pública, organizándose la solemnísima procesión de rogativas
».
Para mejor facilitar el traslado se le traia en el siglo XVIII y
XIX en una artística silla de mano con capacete y cerrada con cristaleras,
que hoy se exhibe en los camarines del Santuario, que la
preservaba de la acción de llovizna.
Las bajadas de las que hay constancia oficial son las siguientes:
Año 1607, mes de Marzo, por sequía. Ella aparece reseñada en
un acta del Cabildo Catedral de Canarias.
Año 1621, mes de marzo, por sequía.
Año 1627, mes de Marzo, por falta de agua.
Año 1640, por temporal y haber salido el mar de su curso.
Año 1659, mes de Noviembre, por cigarra.
Año 1661, no se consigna claramente el motivo, aunque se supone
fuera por la cigarra berberisca, a la vista de algunos documentos
que hablan de su persistencia.
Año 1668, no se conoce con certeza el motivo, sólo ha}' la
constancia de un asiento de 180 reales de limosna durante la permanencia
en Las Palmas de la venerada Imagen de la Virgen del
Pino.
Año 1673, por necesidad de agua.
Año 1678, mes de Agosto, por la restauración de Mesina y felices
noticias de haberse extinguido la peste que infestaba a España
y haber mejorado los años la Divina Clemencia.
Año 1684, mes de Enero, por falta de lluvias
Año 1703, mes de Enero, por falta de agua y «estar la tierra
con mucha calamidad».
Año 1711, por sequía y «por los buenos sucesos de las armas
del Rey Don Felipe V».
Año 1712, mes de Abril, por <'necesidad de lluvias».
Año 1716, «se la bajó a la Ciudad por la guerra».
Año 1719, por falta de lluvias.
Año 1721, «por epidemia de tabardillo de que moría mucha
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^eúé, '&e determinó ei tfaer la Sta. ímageft fiot ser el único remedio
en todas las necesidades de la Ciudad, con la experiencia que se
tiene de que cuántas veces ha venido se ha remediado por su intercesión
».
Año 1722, «por tabardillo».
Año 1728, por sequía.
Año 1731, por las erupciones volcánicas de Timanfaya, en la
isla de Lanzarote.
Año 1742, por epidemia.
Año 1747, mes de Marzo, por falta de lluvias.
Año 1749, mes de Mayo, por sequía general.
Año 1758, mes de Marzo, con motivo de la cigarra berberisca
que entró en esta Isla a primero de Noviembre del año anterior.
Año 1762, mes de Mayo, por gran sequía y por guerra.
Año 1764, mes de Febrero, por falta de lluvias.
Año 1769, mes de Noviembre, por hambre 3' esterilidad en los
campos de Fuerteventura, y pestilencia en Gran Canaria debido a
contagio de los majoreros emigrados.
Año 1772, por enfermedad, cesando el contagio.
Año 1778, por invasión de cigarra, la que impelida por un
fuerte viento del N. O. se la llevó.
Año 1785, mes de abril, por sequía, habiéndose obtenido luego
grandes lluvias y buena cosecha.
Año 1788, mes de abril, por falta de lluvias.
Año 1790, mes de abril, por sequía.
Año 1794, mes de octubre, por guerra de España con Francia.
Año 1801, mes de abril por sequía, guerra con Portugal y temor
de invasión inglesa.
Año 1804, mes de Noviembre, por la presencia de la «fiebre
amarilla» en Andalucía, y para que preservara de ella a los canarios.
Año 1808, mes de Julio, por los sucesos durante el reinado de
Fernando VIL
Año 1811, mes de Agosto, por «fiebre amarilla».
Año 1936, del 11 al 25 de Octubre, con ocasión de los luctuosos
sucesos de la Guerra Civil española.
Año 1954, mes de marzo, por las Santas Misiones Generales.
* * *
En las antiguas Bajadas a Las Palmas la Virgen del Pino era
acompañada por los titulares de las iglesias o parroquias por donde
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{jasaba; así, al llegar a la Ermita de San José del Álamo se le incorpO'
raba procesionalmente el titular de la misma; lo propio hacían las parroquias
de los pueblos de Santa Brígida, Arucas y San Lorenzo con
sus respectivos titulares y patronos, entrando el cortejo por el Risco
de San Nicolás a desembocar en el barrio de los Santos nifios
Justo y Pastor, cuyas imágenes, hoy en el Museo Provincial de la
«Casa Colón», se incorporaban a la procesión. Por guerra y prisión
del Rey vino una vez de la ciudad de Gáldar a Teror para incorporarse
a la procesión de la Virgen, la imagen del Apóstol Santiago,
Patrón de España, cortejo que fue recibido en Las Palmas con la
efigie del Rey San Fernando, que se venera en la Catedral. También
solía llevarse a la Catedral en rogativa, estando la Virgen del Pino,
el Santo Cristo de la Vera Cruz.
* .*..
Preciso es hacer constar que en todas las Bajadas de la Virgen
del Pino, desde su Santuario de Teror a la Ciudad de Las Palmas
de Gran Canaria, se registraron pintorescos y ruidosos incidentes,
de tipo protocolario, entre autoridades y corporaciones, como
bien registra el Bachiller Don Isidoro Romero Ceballos en su «Diario
»; incidentes muy originales que también se repitieron en las Bajadas
de 1936 y 1954.
Con ocasión de estos traslados de la Señora a la Capital, el
Cabildo Eclesiástico, prebendados en particular, corporaciones y numerosas
personas ofrendáronla ricos presentes en alhajas, vestidos,
objetos del culto y metálico.
Tesoro de la Virgen del Pino
Fiel expresión de la devoción del pueblo canario y de las jerarquías
a la Santísima Virgen del Pino es el cuantioso tesoro que
ostenta la propia Imagen y el que, en parte, se exhibe en las vitrinas
de las salas de sus camarines: coronas votivas, diad.emas, joyas
de oro y plata, piedras preciosas, madejas de perlas, ricos y
antiguos trajes y mantos bordados en oro y plata, objetos diversos,
relicarios, vasos sagrados, portapaces, cruces procesionales, artísticas
y afiligranadas custodias, bandejas de plata cincelada, frontales
y candelabros de plata, arañas de plata, baldaquino de plata repujada,
condecoraciones diversas, anillos, pulseras, collares, zarcillos,
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bastones de mando, fajines de generales, espadas de plata, trofeos
de guerra, y un sinnúmero de curiosos ex-votos de madera, metal
y cera que pregonan las singulares gracias y mercedes otorgadas por
el Altísimo, por mediación de su Santísima Madre, en la advocación
de Nuestra Señora del Pino.
El primer inventario que se custodia en el Archivo Parroquial
de la Iglesia de Nuestra Señora del Pino de Teror, es el redactado
en 12 de Mayo de 1558, con ocasión de la Visita Pastoral del Obispo
de Canarias limo. Sr. Don Diego Deza. En el se hace figurar
dos coronas de plata, que llevaba lo Virgen y el Niño, que mostraba
por toda riqueza una piedra de vidrio colorada. A partir de esta fecha
se suceden los donativos muy valiosos, principalmente con motivo
de las históricas Bajadas de la Imagen a Las Palmas.
El ostentoso trono de plata repujada que usa la Virgen fue donación
del Obispo Sr. Martínez de la Plaza.
El artístico y muy valioso manto llamado de «.Los Pinos», fue
regalo del limo. Sr. Obispo Fray Joaquín Herrera.
El rostrillo de brillantes que lleva la Virgen en las grandes
solemnidades costó 2.300 pesos y fué estrenado en Las Palmas el
año 1.785.
Un riquísimo broche «bracamantón», del siglo XVIII, guarnecido
con 498 diamantes, el mayor de catorce gramos y 3/4, uno de
siete y 3/4, dos de tres gramos, uno dos y 3/4 y los restantes de varios
tamaños.
Un artístico sillón de mano para conducir la sagrada Imagen,
confeccionado en Cádiz, después de varias vicisitudes, el año 1752,
por la suma de 2.112 reales de plata de a 16 cuartos.
Cálices y preciosas custodias de oro y plata sobredorada.
Elegantes cruces procesionales de plata sobredorada, entre
ellas una de estilo rococó, debida al afamado orfebre cordobés Damián
de Castro.
Broches, sortijas y pulseras de diamantes y brillantes.
Coronas de plata sobredorada, para la Virgen y el Niño, costeadas
por suscripción popular y confeccionadas por un orfebre de
Tenerife en el año 1731, como ofrenda de la Diócesis por el cese de
los violentísimos terremotos y erupciones volcánicas de Timanfaya,
en la isla de Lanzarote. Estas coronas aparecen avaloradas con esmeraldas,
granates, amatistas y otras piedras preciosas.
Piñitas del «Árbol de la Virgen».
Cruz formada con tea del «Pino de la Virgen».
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ÍDalmática del Niño Jesús, confeccionada con la primorosa te'
la del famoso traje llamado de «Los navios».
En estos últimos años el tesoro de la Virgen se ha enriquecido
notablemente no sólo con veneras y joyas de subido valor sino
también en vasos sagrados y objetos de culto. Entre estos debe citarse
un par ele artísticos florones de plata repujada, confesionados
en Alemania, donativos de Don Manuel Pulido Rivero y de Don
J. M. F., una bella y valiosísima custodia renacentista, de oro y
pedrería, donativo de la dama Doña Pura de Bascaran, Viuda de
del Castillo y un elegante candelabro de plata, regalo de Don Francisco
Manrique de Lara y Massieu.
El tesoro de la Virgen del Pino ha estado siempre, como lo
está hoy, en el propio Santuario, a excepción de algunas prendas que
han figurado bajo la custodia de la Camarera de la Virgen. La primera
camarera de que se tiene noticias documentales fue Doña Isabel Pérez,
hija del Capitán Don Juan Pérez de Villanueva, cargo en el que
fue confirmada por el Obispo Sr. Rueda. De entonces acá se han
sucedido en el cargo diversas camareras, recayendo siempre en
personas de gran piedad, honradez y nobilísima prosapia. Actualmente
desempeña el cargo la distinguida señora Doña María del
Pino Manrique de Lara y Massieu, Viuda de Bravo de Laguna.
El tesoro de la Virgen del Pino se conserva, artísticamente
presentado al público, en vistosas vitrinas concebidas por el celo,
inteligencia y especial devoción a la Señora, del Párroco del Santuario,
Don Antonio Socorro Lantigua, quien, a su iniciativa ha restaurado
muj- acertadamente sus camarines, dentro de un marco de
severidad y elegancia, haciendo colocar en el techo del camarín de
la Virgen en el año 1937, el precioso artesonado mudejar, que en
1514 tuvo la primera ermita dedicada a la Señora. Este artesonado
se conservó en principio en casa del Capellán señor Quintana, vivienda
que andando el tiempo pasó a sus herederos, hasta que en
1929 el citado Párroco señor Socorro Lantigua lo adquirió y guardó
pensando en la restauración felizmente hecha. Su colocación en el
camarín se hizo aprovechando la circunstancia de regresar de Las
Palmas la sagrada efigie de la Virgen, a donde habia sido llevada
en rogativa en Octubre de 1936, con ocasión de la Guerra Civil Española,
y permanecer en su trono, en el prebisterio, hasta el 15 de
Agosto de 1937, para mejor facilitar las continuas visitas que a la
Señora hacían los soldados que iban a los frentes, y las de sus familiares
y devotos.
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Estás ñürtca bien elogiadas reforn^ás y ei haber intensificado
el culto y la devoción a la Virgen del Pino es la más limpia y noble
ejecutoria que su Vble. Párroco Don Antonio Socorro Lantigua
puede exhibir gozosamente, mereciendo en el Cielo su justa recompensa.
Relación de Señores Curas Párrocos del Santuario de la Virgen
del Pino
Desde 1.558 a 1.955
Núm. 1.—Padre Llórente Marin
» 2.— » N. Espinosa .
» 3.— » Juan de Troya
* 4.— » Diego Pérez .
» 5— » Francisco Acosta
» 6.—Don Servando Garcia, Pbro.
» 7.—El Padre Alonso Hernández
» 8.—El Padre Antonio Alvarez, Pbro
» 9.—El Padre Fray Lorenzo del Prado, dominico
10.—El Bachiller Juan Rivero, Pbro. (Murió el 26 de
Junio de 1.599 (1) .
» 11.—Juan Bolaño, Pbro (cesó)
« 12.—Licenciado Pedro Márquez
» 13—Licenciado Francisco de Escobar
« 14.—Bachiller Salvador Morales Paga
» 15.—Diego Ravelo Guerra
» 16.—Bachiller Sebastián González .
» 17.—Licenciado Juan Lorenzo Castellano
» 18.-Licenciado Juan Alvarez (dos meses de 1 638)
» 19.—Licenciado Blas Marrero
A Ñ O
1.558
1.560
1.562
1.568
1.570
1.572
1.576
1.579
1.582
1.589
1.605
1.609
1.617
1.629
1.632
1.636
1.638
1.638
1.647
(1) En la relación de Párrocos de Teror redactada por el que hizo el núm. 33 de
los mismos, Don Lázaro Marrero, figura al margen del nombre del Cura núm. 10 la siguiente
nota: «Este Cura fué el que murió de un balazo en el Castillo de Matula de la
Ciudad, por haber ido con sus feligreses a defender la entrada de los revelados de Zelanda
y Holanda; mejor hubiera sido haberse quedado en su Parroquia que era entonces la
Ermita de San Matías por estarse fabricando la Iglesia que duró desde esos años basta el
1660, que se dio principio al suntuoso templo que hoy tiene este lugar».
Los libros primeros del Archivo Parroquial de Teror hasta el año 1605 fueron
guardados por el Cura Rivero al ir a pelear y no se han encontrado.
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Núm. ¿ó.—Licenciado Juan Betancor Cabrera
» 21.—Bachiller Antonio de Montesdeoca
» 22.--Licenciado Joseph de la Cruz Negrin
» 23.—Bachiller Sebastián González .
« 24—Bachiller Mateo Lorenzo (siete meses de)
« 25.—Bachiller Antonio de Montesdeoca
» 26.—Licenciado Miguel Jerónimo; hasta
« 27.—Licenciado Luis Hernández de Vega
» 28. —Bachiller Juan Rodríguez de Quintana
» 29.—Don Domingo Rodríguez del Toro
» 30.—Don Isidoro Yánez .
« 31.—Don Domingo Marrero .
» 32.— Don José Suárez del Toro
» 33.—Don Lázaro Marrero Montesdeoca (1)
« 34. —Don Mateo Ponce Varas.
» 35.—Don Agustín Cabral.
» 36.-Don Juan Gabriel González .
» 37.—Don José Montesdeoca .
» 38.—Don Antonio Florencio Jorge.
» 39.—Don Judas Antonio Dávila Hidalgo
» 40.—Don Juan González Hernández, de 1.908 hasta
« 41.—Don Antonio Socorro Lantigua, desde 1.927 has
ta el presente.
A j>0
1.648
1.653
1.655
1.657
L657
L661
1.667
1.675
L718
1.728
1.729
1.741
1.750
1.769
1.802
1.807
1.823
1.841
1.875
1.908
1.927
Jerarquías que han representado al Jefe del Estado en las fiestas
de Nuestra Señora del Pino, Patrono Principal de la Diócesis
de Canarios
Año 1.929 El Capitán General de Canarias, Excmo. Sr. Don José
Rodríguez Casademunt (en representación de S. M. el
Rey Don Alfonso XIII).
Año 1.930 El Gobernador Militar de