BIBLIOTL^CÁ CAN. ^
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HISTORIA
DE LA CONQUISTA
DE LAS
SIETE ISLAS DE 6RAN CANARIA
por
Fray Juan de Abreu Galindo
(De la Orden del Patriarca San Francisco, hijo de
la provincia de Andalucía)
Año 1632
3. ¿?H. Ijllzol»
X M 7«i»M i€ g.c.
SANTA CRUZ DE TENERIFE. (ISLAS CANARIAS)
Imprenta Valentín Sanz, 15
Año 19^0
FONDO
José Miguel
Alzóla
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B I B L I O T E C A C A N A R IA
HISTORIA
DE LA CONQUISTA
DE LAS SIETE ISLAS
DE GRAN CANARIA
POB
Fray luán ds Abreu Galindo
(De la Ord«n del Patriarca San Francisco, hi]o d» )a
provincia de Andalucía)
AÑO DE 1632
SANTA CRUZ DE TENERIFE (CANARIAS)
imp, Valentín Sanz, 15,
5. ¿M. J^IMI.
^eregrin». I5
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^ /rS), ^«-r-^Ofr --«>^ J'/-^ ~*--^^ kjf
LIBRO PRIMERO
De la conquista de las islas üe Gran Canaria
CAPITULO 1
Que trata del sitio, región, número y nomlares ds estas
islas, antiguamente llamadas Fortunadas
Antiguamente los co3;aógrafos tuvieion entendido el
Hiuüdo tío ser lodo habjtadu, parte por pl dejuasiaíio
calor de la tórrida ¡«ora, y parte por la mucha l'rial-dad
de la frígida aóaa. Así también pensaron que viniendo
de) Oriente hacia e^ Occident* fenecía lo habitado
«n Galicia, y no pasaba allende ai mar Ucea-no.
Y digQ eu tialicia porque uua punta o cabo que de
^tiuella tierra entra en el mar, creyeron ser. la paite
máa occidental liabituble, y la llamaron el cabo de Fi-íiis-
terre, que es decir fin y cabo de la tierra; y por
esto de aqueste cabo contaban los antiguos cosmógra-Í08
las longitudes de los lugares, dando este cabo por
principio de ia cuenta. Pero porque después se descubrió
tanta cantidad de tierra desierta y habitada, dejaron
los que de/ipués vinieron aquel cabo por límite,
y contaron de él laa long'itudes con una limitación,
que si al lugar estaba dei dicho cabo para Oriente, le
decían tener longitud oriental; y si estaba hacia Oc.
eideate, k UaBaaban longitud occidental. Y porque es-
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4 DE LA CONQUISTA
tas islas 'de Cauaria están al occidente del dicho cabo
de Finis-terre, la longitud que de ellas se tratare se
entenderá occidental, considerando la navegación y orden
que tienen de España a estas islas. Y porque la
primera que parece y se descubre ea la isla de Lan-zarote,
la pondré por primera, para a su número ordenar
las demás islas.
La isla de Lanzarote está en dos grados y quince
minutos de longitud, y en veintinueve grados de latitud.
Fuerteventura, que es la segunda isla, está en
dos grados y cuarenta y cinco minutos de longitud y
en veintiocho grados cuarenta minutos de latitud. La
tiran Canaria está en cuatro grados y cuarenta minutos
de longitud y veintiocho grados y medio de latitud,
aunque aJgunos la ponen en veintiocho grados
bolamente de latitud, como ea Jerónimo de Chaves eu
tu repertorio de tiempos Tratado 4.° La isla de Te-iisriíe
está en cinco gibados y cincuenta minutos de
longitud, y en veintiocho grados solamente de latitud,
j^a Gomera está en seis grados y cuarenta y cinco nu-nutos
de longitud y en veintiocho grados de latitud.
La isla del Hierro está en siete grados y cuarenta nii-uutos
de longitud y en veintisiete grados y treinta
minutos de latitud. La Palma está en siete grados y
treinta minutos de longitud, y en veintiocho grados
y treinta minutos de latitud. La isla de San Borondón,
que es la octava y final, a lo que se puede colegir del
viso y apariencias, parece estar en diez grados y diez
minutos de longitud, y en veinte grados y treinta minutos
de latitud.
De la graduación y colocación de estas islas experimentadas
por muchos cosmógrafos y pilotos, qup i^a-vegan
y cunsan esta carrera y la de Indias, se colige
ser falsa la opinión de los que las colocaron del Norte
a Sur, poniéndolas todas en un grado de longitud
y en diversos de latitud, los cuales no refiero por no
enfadar al lector curioso, que por ventura lleva puesto
su motivo en otro blanco.
Egtas islas qu*> tengo referido ser ocho, era» al tiem»
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DE uUAiN i:ANAKrA ' »
po qn» Nuestro Señor Jesucristo nació, solamente sie-te,
aunque Ptolouieo aíiruia no ser más de seis, entre
las cuales hace mención de la isla de San Borondón,
llaniándula Aprositus, la Inaccesible, o isla a la cual
no se puede llegar; de manera que desde el tiempo
de IHoldmeo, cosmógraío, que floreció en la era del
eujperador Marco Antonio, ciento cuarenta y cinco
años después del nacimiento de Jesucristo, Nuestro Señor,
se tiene noticia de esta isla que desaparece, y que
está junto COI) estas islas de Canaria. Y haberlas hecho
seis no más sería engañado con la relación falsa
del descubridor, por no haber visto más. Y así digo
que las islas de Canaria son siete las habitadas al presente;
y así lo hace Plinio, que de ellas escribió, que
fué en tiempo del emperador Nerón, cincuenta y seia
años después del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo,
mención de ocho nombres de islas; que Lucio
iJanneo Siculo en el libro de las cosas memorables de
España, llamando a la isla del Hierro Ombrion o l'lu-viaüa,
que ambos nombres significan una misma cosa.
La segunda, la Palma, a quien llamaron Junonia
mayor. La tercera sola es la Gomera, que llamaron
Junonia menor. La cuarta, Tenerife, llamaron Nna-ria.
La quinta, Canaria, la cual siempre que estas islas
se distinguieron con nombres particulares, ha conservado
este nombre de Canaria. La sexta isla es Fuer-teveníura,
que detu'an Piunaria. La séptima es la isla
de Langarote, a quien llamaron Capraria. La última
es San Borondón, a quien llaman y nombran Aprosi-tu8,
isla inaccesible.
Plinio en el libro sexto, cap. 32, escribiendo de estas
islas, refiere dos opiniones; una de Estado Seboso,
geósrrafo antiguo, y otra del rey Juba de la Mauritania,
y refiriéndolas pone a estas islas los nombres
que aquellos autores les pusieron, tomando unos y dejando
otros, no mirando que Pluvialia, que es la primera
que nombró Estacio Seboso, y Ombrion, que es
la primera que nombró el rey Juba, son una misma
isla, y significan agua llovediza, que es la isla del Hie-
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0 DE LA^CONQUISTA
lio, salvo que el pimiei vocal'hi i"; l.ifmo v d Om-ürion
es uuiubre griego.
Tainbdéa 8oJiuu Wataudo de esias i.->uití puui; fune
ollas a la isla l'lauana, <iue algtmos ijuiereu decir ser
ia isla de Lauzaru.te; y cierto tjiie sí se puedp adaptar
estp vocablo a isl:j alguna (^e ésta^, es a iianzaroie,
por' ser más Üaüa que las demás. Pero Plinio, tratan-í|
o de esta isla l'laiiuiia ¿a. el übro 3, cap. O, dice que
es isla yap cae en el mar üe (jtéuova, sesenta mil pasos
de ella, que sou vaiiite leguas, apartada de la isla de
Córcega, dicha de este nombre, porque tiene lauta llaneza
y tau baja que está igual coa él mar. i'or H.minera,
que por la llaneza e igual cori el uiar no se «ii»
ce Flauaiia la isla de Lanzarote, pues es l>ieii alta,
aunque uo tanto como las demás islas.; ni moüos se
dii'á por .las señas que de l'laiuu la de üstacio Seboso,
que dice ser isla que tít'ii le cien leguas en su
circuito, y que hay ái'üokt rn • lia que crecen eu al*
tura de ciento cuaieuta pi*s, porque iu ista de i.anza-lote
iio nene el circuito de cieii leguas, ni en el^la se
criaíoíi áiboies de tanta altura.
Ptolomeo en el libro cuarto, cap. 6, pone seis islas
comenzando por la isla de t>au iJorondón, qt^ •-
parece en su tiempo fué descubierta, y de eli
nía ya noticia, y uo íiu>anzó a descubrir algunas LIÍÜS
el descubridor, que fi las refino. Asimismo el rey Juba
refiere s^is; mas el que se las rpfinó no debió de
alcanzar a' ver a San r;,,',,nrl.,r, ^„,r un <.. nifi,, ,.,.,
asi refirió seis sblamc:
También se colvge Ue la op\nion "el rey Juba, quo
al tiempo que Nuestro Stñoi nació-estas islas tuesen
seis siij la de Man Borondón, de la cu . e ihau-ción:
porque poco i3nt©s de este tipnu, , , rej Juba
de la Mauritania prisionero dr da de l'om-peyó,
o r.jmpeyana, Quarenia y niu" ' ' ;KI-miento
cristiano; que en nqnel tiempo islas
seis me daoC:' lo, ver que estando I.ÍHÍ-
¡«arote solo tres k-^ "'i'oventura, y tan ¡la-rente
la una d^ la otra, n ' men&ióa ¿0 ella.
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im GKAN OANAEIA T
Otra razón Kay que parece favorecer esta opinióa qtie
solamente fuesen seis, que el mar con el cohtinuo vao-vimieiito
y las continuas corrientes que hace <le Ñor- •
te á Sur, y del 8w ai Nori* ea las crecientes y men-guantes,
dividiese esta iéla en dos, e biciese aquel
canai por la parte tfiás flaca de la tierra ^ más baja,
que es arena, y ver que en todo aquel canal se toma
fondo no muy alto, porque no pasa de setenta bra-
Kas él mayor fondo; y no es cosa nueva hacer el mar
semejantes ' mes se ve en el ,Faro de Messi-na,
que si* < y Sicilia continua una con
otra, dividió ti mar aquellos do» reinos, como se ve hoy.
También ayuda a esta opinión" la áigaificación de
Capraria con que esta isla antiguamente se intitulaba,
qué da a entender la grandeza de ella, eí cual nombre
no se podía adaptar a ninguna de las otras islas
consideríudolas segúó están en el estado presentfti Y^
si se quiere decir que por ventura no se tuvo coticiá
de Lanzarote, no es verosímil, porque estando tan junta
la una con la otra no la viesen ni tuTiesen noticia
de ella, mayormente llevando delante la atorcha del
deseo de escribir de estas islas. Así que estas islas
siri la de San Borondón son siete laa kabitadaa.
CAPITULO II
Que trata cómo se llamaron antiguamente y se llaman
al presente estas islas
Para conrordar las muchas opiniones qUe loe anti-guos
autoi ' ' is islas, será bien saber cómo
las lli) iite, no trataré de los nombres
con que ca^la una de ellas parúcularmente se dis-fitiom,
«11,o <1.. arni-Il.,.í fouque todas ella* debajo de
i.iombraron.
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8 DE LA CXDNQUISTA
Pedro 3e Lujan en los diálogos matemáticos, diálogo
cuarto, llama a estas islas Baleares, sin investigar
"en los autores a quien se adaptaba y daba este nombre
de Baleares; y sin duda se engañó por lo que Fli-nio
y Ptolomeo afirman, que "Palma es una ciudad en
el mar baleárico, "debajo de la jurisdicción de Koma;
y como una de estas islas se llama Palma, vino a caer
en este error usurpando el nombrg de Baleares a Ibi-za,
Mallorca y Menorca, cuyo es para intitular con él
estas islas de Canana, y considerando el por qué se
impuso este nombre de Baleares, necesariamente se ha
de confesar con los dichos autores haberse dicho, como
realmente ae dice por Ibiza, Mallorca y Menorca,
donde era tan ejercitado el tirar de la honda, que las
madres no daban a sus hijos la comida si primero
puesto el pan en terreno no le daban con la piedra
desembrazada de la honda. Aunque considerada la derivación
de este nombre de Baleares, que es vocablo
griego, significa arrojar arma, parece que se podrían
llamar estas islas Baleares, pues sus costumbv.-js de estos
isleños en' el pelear era con varas tostadas, que
arrojaban de lejos; y piedras que con tanta destreza
desembrazaban, que no había ballesta más apuntada;
pero advirtieudov lo que muchos dan a entender, que
este, arrojar de arma era con honda, y en estas islas
no se tenía noticia de este instrumento, habemos de
confesar no convenir este nombre de Baleares a est.is
islas de Canaria sino a las de Ibiza, Mallorca y Menorca,
mayormente que de las islas Baleare» se proveía
de vino Italia, el cual no había en estas islas de
Canaria hasta que se ganaron por los cristianos, que
plantaron viñas, por lo cual parece falsa la opinión de
los que llamaron a estas islas de Canaria este nombre
Baleares.
Pedro de Medina en el libro de las grandezas de España,
cap. 52, y otros las llamaron Hespéridas, porque
dicen que Héspero, rey de España, cuando' pasó
en Italia antes de la venida de Nuestro Señor Jesucristo,
1646 años por la venida de Atlante, que le pri-
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Dü GRAN 8ANABIA •
v6 del reino, y no pudiendo recoger sus tesoros dejo
tiab bijab eu l:^»paña para que los recogiesen, laá cua-lea
se Uamai-ian llesperias, y éstas con la solicitud x
diJigencia que pudieron allegaron íae riqueza^ y tesoros
del padre, y con todo ello se vimeron a estas islas
de Canaria y por contemplación de estas danceüaa
las llamaron Hespéridas, y por causa de la mucha riqueza
que trajeron ñngieron los poetas que en estas
islas es_taban las manzanas de oro, cosa cierta de reír,
porque considerando que en estas islas ni hubo oro, ni
])lata, ni otro tesoro, ni al tiempo que las conquistaron
se halló rastro de ello, forzosamente habernos d«
decir que las Hespéridas se pasaron de largo con todo
su tesoro, si para estas islas tomaron su derrota, o qué
con todo ello hicieron naufragio, así que no heredaron
esius islas de aquellas doncellas el nombre de Hespé»
ridas. También llaman a las islas de Cabo Verde Hespéridas,
pero tan mal les cuadra este nombre a aquellas
islas como a estas, si se tiene atención a lo arriba
dicho, pues tan pocos tesoros se hallaron ^n unas
como en otras, y ya pues habernos reprobado este nombre
respecto del sentido eit que le tomó el autor, es
bien que salvemos el intento del que llamo Hespéridas
a estas islas, que cierto no tuvo atención a las riquezas
de las Hespéridas.
Háse de notar y presuponer para inteligencia de esto,
que hesperus, nombre latino, quiere decir lucero,
y viniendo navegando de España la vuelta al poniente
son estas islas las primeras que aparecen y descubren,
y esta estrella o lucero, llamado Hesperus, se despide
del horizonte de la tierra firme, y parece meterse y
esconderse detrás de estas islas; por estas razones la*
llamaron, y pueden llamarse Hespéridas, por el lucero
que tras ellas se esconde llamado Hespérus.
Otros autores llamaron a estas islas Atlánticas, por
caer en el mar Atlántico, dicho de este nombre como
son IJUCÍO Marineo Siculo, lib. 19, cap. 15, y Antonio
de Nebrija en la década segunda, libro segundo,
cap.'1., Y básfi de notar que Hércules^ hijo ^ e Alcu-
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10 DE LA CONQUISTA
mena y de Anfitreon Thebaao, que por Katerlo la dicha
Akumpna concebido ea adulterio, por encubrirle
y excusar el error y maleficio le dieron por padre a
.1 úpiter, qup la falsa religión gentílica ' adoraba por
IJios, cuando pasó a Espaha a sujetar la aobeibia y
tiranía del rey Gerion, y le matói y quitó los tras reinos
de Galicia, Lusitania y Andalucía, por lo» cuales
fingieron loa poetas que Gerion tenía tres cuerpos por
los tres reinos; entonces Hércules trajo en stj compañía
al sabio ; • Atlas, que .fué el primero que
públicamente > , <le los movimientos de los cielos,
uunque no el primero que enseñó astrológía, -porque el
primer maestro de ella fué Abraliam, que la enseñó
•u Egipto en tiempo del rey Faraón, 190O años antes
del nacimiento de Cristo Nuestro Señor, y habiendo tenido
Hércules algunos día* a Atlas en su compañía,
so pasó con él en África, donde favoreciéndole cuanto
pudo lo dejó hecho rey de ella, de donde los poetas por
la ayuda que Hércules dio a sti amigo Atlas tomaron
'Aa para decir que con la ayuda de Hércules sus-
1 Atlas el cielo. Este Atlas después que quedó por
rey de África se solía subir a una montaña alta, que
cae en África hacia la parte donde están estas islas,
pero irescientas treinta leguas apartadas de ellas, poco
más o menos, para que descubriendo de allí más encumbrado
el horizonte pudiese considerar los outsoa de
loS planetas y otras estrellas, y movimiento de los cielos,
al cual moii^** •""" 'a frecuentación v haiiitarióii
que en él bacía llamaron dti
y al mar de estas ¡--lai que baña la v>i>ui (••
hacia la*parte doiule'cae este monte le llauínri'
tico, y por ponsiguieute se dicen por esl:
estas islas atlánticas; y de C-SIH HDHIIMP subido
dos reyes, éste dé quien qui^
fué el Mauri' ' •••'^o y "OLiipa^cn '
cules, y su M ts pintan a los •
cu les y Atlas stisteniando el cield, y de este Ailuh • •-
ma el nombre el míí' iti'íifi'n mip i^ :unip!l;i u, >,»
del mar Océano quc '
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DÜ GRAN (ANABIA ^ M
este monte A tías-salen muchos ríos, fué padre de Elec-tra.
Otro iiubo de este flbuibre Atlas, que fué rey de
Arcadia, que fué padre de la ninla Maya, madre de
Meitjufio, y báSe de advertir que en la Mauritania tay
d*)S-montea llamados Atlas:" es el uno cercano a '«s
rolumnaa di liénulea, y otro en la Labia interior. El
onte máximo está situado en el África y el monte
..'Jante que es llamado menor es por quien estas islas
se llamaron Atlánticas, que están en la misma África
cerca de la ciudad de Meca, frente de la isla de Fuer-teveutura,
y con esto coucueidan Pomponio Mela, español,
diciendo contra el monte Atlante están las islas
Fortunadas, las cualep de este segundo monte menor
son llamadas Atlántideí, y Plutarco en la vida de Ser-torio
la» llama las iiisulas Atiáotidea Bienaventuradas.
CAPITULO III
Que prosigue la denominación de estas islas de Canaria
ÍJiiji. í II lliimnii y dicen a estas islas Bichosas y
Fiut\iiiuiia>. (liituli)selo por epíteto y nombre propio Ks-trabón,
lib. 3. Pompdnio Mela, lib. 3, y Pedro Apiano;
y por tan pcirticular lo tenían que diciendo las is-lí>
s Dichosas se entendía ser estas de Canaria, por la
toiiipt>rie del aire así en invierno como en verano, por
las lluvias moderadas sin truenos ni relámpagos de rayos,
y 1)01 no haber en ellas animal nocivo contrario
, h\ ntiisní.riHad humana; algunos pocos expertos de
irmari que por la proping-üeflad que *«-
' .1 equinoccial son calif'ntes,
• t este color en una sola is-i
Tida pn ella es tra^ajo-
, . .... .^ no haber mirad<) bien
ida y asiento d^ estas ÍS\»B) porque estando
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12 DE LA CONQUISTA
. . . • « . '
casi todas ellas en una misma distancia con la Ifnea
equmoi'ciai, el calor que hay en una forzosauieule se
lia de hallar en las demás en lugares iguales. Y este
calor que iay es tan templado, que basta a justificar
si epíteto de dichosas. Y no por estar más cerca de la
línea equinoccial se siente en ellas más el calor que
en las tierras más apartadas; porque antes es más intenso
el calor en el verano en los lugares más apartados
de la línea equinoccial, que en los más propincuos,
porque los días del verano y del estío son mayores que
las noches de aquellos días; y como el sol por la mucha
demora que hace sobre la tierra la calienta, y la
noche'que sobreviene es pequeña, no tiene tanta fuerza
el frescor de la noche que pueda refrigerar cuanto
el sol calentó aquel día, y así se alcanza un calor a
otro, y se h^ce más intenso el calor. Y por el contrario,,
el invierno es más recio por ser tanto mayores las
noches que el día, cuanto lo fueron en estío mayores
ios días que las noches, lo que no es en estas islas,
que por ser poco mayores los días que las noches en
estío, y laa noches que los días en invierno, cuanto el
sol calienta de día en estío, tanto refrigera la noche,
y cuanto refrigera la noche en invierno, tanto calienta
el sol de día, y de esta manera se conservan estas
islas en esta templanza. Es apacible vivienda la de estas
islas para los ancianos. De doiída se coiijíe el encarecimiento
de calor excesivo en estas islas por estar
cerca de la línea equinoccial, rio ser acertado.
Allende de las rabiones dichas porque se dijeron dichosas,
añaden los mismos autores que es por la fertilidad
y copia de fruto que había en estas islas. La
cual razón, aunque en nuestros tieulpos sea verdadera,
mas no le es considerado el tiempo en el cual se le impuso
el nombre de Dichosas, que fué antes de la redención
del mundo en tiempo de las divisiones entre
Cesar' y Pompeyo, se debe afirmar que no se dijeron
dichosas por la copia y abundancia de los frutos, pnes
a la sazón no los había en estas islas, y bien pudo ser
que el que de este nombre las intittiló cousiderase que
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e
DK GRAN CANAEIA 13
donde tanta templanza había y donde la tierra sug naturales
árboles con tanta fertilidad producía, no podía
dejar de fructificar lo que el cuidado humano cultivase,
i' así según esta intelectual conjetura, las llamase
Dichosas islas, y no j)Or los frutos que en ellas vio.
Notando los autores antiguos la templanza del cielo,
tiempo y aire que en estas islas hay, que no podía ser
mejor para la conservación y aumento de la salud y
larga vida, dijeron ser estas islas los Campos EUseos,
donde las ánimas de los Bienaventurados iban, como
lo canta Homero en la Odisea y el 'prneta mantuano
Virgilio en muchas partes de la Eneyda, libros quinto
y sexto; y Horacio en la oda diez y seis del Epoda
declara *ser estas islas los Campos Elíseos, donde las
ánimas de los Bienaventurados que de este mundo sa^
lían, iban a tomar descanso y quietud, como galantemente
tradujo a Horacio el único fénix Bartolomé Cai-rasco,
canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Núes-
Ira Señora Santa Ana de Canaria, digno de ser puesto
en el arco de. la fama, que dice así:
Otras islas se ven que blanco velo
Las cine en torno, menos elevadas,
Llamólíts por su fértil cielo y sUelo
La antigua edad las islas Fortunadas;
Y tan amigo suyo estimó al cielo
Que de su voluntad no cultivadas.
Las tierras entendió dar nobles frutos,
T las incultas vides sus tributos.
Siempre decía florecer la oliva.
Destilar de las piedras miel sabrosa,
Y con murmullo blando el agua viva
Bajai- del alto monte presurosa;
Templar el aire la calor estiva,
De suerte que a ninguno es enojosa,
Y en fin por su templanzo, lauros, palmas,
Ser los Campos Elíseos de las almas.
Y el mismo, en la vida de San Pedro Mártir, Patrón
de esta isla de CanariOj que tiata de estas islas^ dice;
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14 BTÜ T A TONQÜlSTA
Los antiguos faiosotos, que fueron
Los que lo más oculto investigaron,
Como estas calida(!es y otras vieroix,
En tanto a aquestas islas estimaron
Que por Elíseos Campos las tuvieron,
Y bien Afortunadas las llamaron,
Diciendo no haber cosa acá en el suelo
Que así se afronte y frize con el cielo.
Y cierto que considerando los frutos qti^ seis arau¿
zadas de tierra dan en otras partes, y lo que dan en
estas islas, no digo dichosas, pero dichosísimas se llamarían
; porque una aranzada de tierra, que son cuai-tro
fanegadas de Sementera, suelen dar a ciento y a
ciento veinte fanegas de trigo; y estas tierras puestas
de parras dan ciento y más botas de vino, y puesta»
de caña de azúcar dan y suelen dai dos mil ducadoá,
y tres mil en dos años de provecho. t)e manera qii«
está averiguado competirles el nombre de dichosos por
lo referido. Mas el día de hoy comúnmente las llaman
las Canarias, no porque todas tengan este nombre, pues
lo tienen particular, cbn (^tie aliaa de btiras se distinguen
y llaman, sino pott^üe entre todas las dij Canaria
es la má? {ft-incipal y cabeza áe obis^adb donde
reside el oficio de la saUta inquisición y el audiencia
real, y como de I; ' ada toman las demás el
nombre, Uamándol
CAPITULO IV
Del origen de los naturales de esta? islas c;.. ..-, ai ia
Pues se ha dicho en general de Iftí , > ^ii;i
seta bien se tratf de los priinf-t'!»! i\ve ias pbbUir^n ni
tiempo de la gentilidadj los CUHI«? eotnpréndeié deba^
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DB «BAN tlANABIA V
jo i» wt«. sombre canañoe, como loa nombran to&os
]p» que de eatas islas baceu memoria por ser la más
principal; y así diciendo canaiios ae ha de éhtender
por todoa los naturales de estaa islas, si HQ S^ declara»
te por de cual isla los quiera entender. Y todo lo que
uatare y dijere en este capítulo, y toda la historia que
tiataxe, lo someto y pongo deba.io de la correccióa do
la Iglesia Santa Católica Uomana.
Diversas opiuionea hay, y varias cerca 3a los que
escriben de dónde pudiesen haber venido a poblar estas
islas loa canarios. Algunos quieren afirmar que
después que Dios confundió loa edificadores de la torre
de Babilonia con diversoa lenguajes porque no se
entendiesen entre sí y se apartasen de su soberbio motivo,
navegando vinieron a esparcirse de allí por diversas
partes y provincias; y como liabitaron otra» Í9-
laa, según refiere Jósepho en ,el libro primer^ de Sus
antigriiedades, cap.' 10, también vinieron a estas islas
y las habitai-oBj' y qu» como Dios les infundió diversos
lenguajeSj así no se ' m unos a otros; lo
cual aunque en sí sea vei duda alguna no parece
'raer camino en nuestro propósito; porque como
está dicho, antes dgl nacimiento de Nuestro Sefior no
había gentes en estas isla* sino que vinieron después
acá, mayormente que ya que hubiesen venido de allí
tuvieitui ritos judaicos y hablaran la lengua hebrea.
Otra opinión hay, que los canarios ha3'an venido a
estas islas de Uta diee tribus de Israel, que el rey Sal-liiauazar
de los asirios cautivó y pasó en África en
tiempo del rey Ezequias, de cuyo cautiverio y trans-mifjrución
hace mención la Sagrada Escritura en fl
libp^ cuarto de loa leyes, cap. 17 y 18, y Josepho en
las judáicaa antigüedades, de las cuales no se supo cla-lamente
qué se hubiese heclio de ellos <le3pués de trans-mi^
iíados, ni en qué ley viniesen, ni en dónde pararon
después de cautivos, que a dos mil tre!=ciento8 años
que tueron cautivos más de una fama confusa que en
este tiempo se ha tenido hasta que estas islas s© des-cubrieroa^
y que después de su transmigración toma-
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16 DE LA CONQUISTA
ron su acuerdo todas las diez tribuB de ÍTSQ más adelante
a poblar tierraíi- a donde janiás hubiese habitado
gente, según la autoridad de Esdras, lib. 4, cap. 13,
y que poniendo en ejecución aquella deliberación vinieron
a poblar estas islas, y estuvieron encubiertos
debajo de un zumbido y fama confusa, como dice
Isaías, cap. 18. Hay de la tierra como sonido de alaa
el cual exponen entenderse por las diez tribus de Israel
que iueron transmigradas, y estaban ocultas has-ta
que manifestó el Señor su salud, como dice el real
profeta David, salmo 21, prometiendo que estas islas
se descubriesen para que los habitantes de ellaa fuesen
traídos a la ley de Dios mediante el bautismo y predicación
del Santo Evangelio, según lo profetizó Moi-eés
en el deuteronomio, cap. 28, en las maldiciones
que echó a los israelitas que habían de padecer destierro
y otros trabajos por sus pecados y prevai-icación
de ley, y después por ELieremías fué profetizado que
después de la conversión de la gentilidad habían ellos
de entrar en la iglesia de Dios, en el cap. 31, como
lo hicieron después de ganadas estas islas, aunque de
verdad la cautividad de Israel y transmigración y plagas
y azotes que padecieron y Su conversión me parece
que no se puede ada])tar ni cabe en el entendimiento
que los naturales de estas islas fuesen de loe israelitas,
porque al tiempo que se descubrieron no se halló
entre ellos lenguaje hebreo, ni circuncisión, ni menos
se entendían, ni había rastro de los israelitas, y
puesto que el perder las letras y escrituras haga perder
el lenguaje, no se pierde de tal manera que no
queden reliquias de él, aunque corruptas, como los es-pañoles
que solían hablar la lengua romana o latina,
y ahora la halílamos corrompida y mezclada con vocablos
de otras lenguas; así que pues en el lenguaje canario
no se halló rastre de la lengua hebrea, podemos
afirmar ser esta opinión no verdadera.
Y aunque Esdras diga que los israelitas se fueron
a rep-icnes lejanas después de transmigrados, base d»
considerar lo que más dice que era el' camino da
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DE GEAlff CAN ASIA 17
año y medio, que computadas las leguas que hay desde
la ciudad de Níuive, que era priucipal y melropo-litaua
de los asii-ios, son uiil cuatrocientas treinta y
cinco leguas basta estas islas de Canaria, poco más o
menos, que contando a siete legTias de camino cada
día son doscientos ciuco días de camino lo que hay a
este respecto desde la ciudad de Ni ni ve a la isla de
Canaria, pues si Esdraa dice que el camino era de año
y medio, sigúese que más lejos fueron y pasaron por
tierra que se podían contar las jornaijas con mensura
cierta, y no por mar, que un día se corren cincuenta
leguas y otro día no, según la fuerza del viento, y
así tengo por cierto ser los israelitas que se transmigraron
los indios que se descubrieron en la N ueya España
y en toda aquella tierra, y no ios de estas islas
de Canaria, así por lo que los profetas referidos dijeron
como porque la lengua mejicana confronta con la
hebrea en muchos vocablos y en la. circuncisión que
entre ellos se halla en la provincia de Campeche y en
otias partes, a los cuales llaman hopeangos, que en
lengua mejicana quiere decir circuncidados. Y aunque
otros indios no guardan la circuncisión no es pwr no
ser de un lenguaje sino por haber her editad o y apar-tádose
de la ley que Dios les había dado.
Hallóse también entre los indios la ceremonia judaica
de lavarse y bañarse a menudo en ríos, fuentes, la-gninas
y mar; ni tocar a los muertos ni a sus vestidos,
y para evitar el tocamiento de los cuerpos muertos, estando
el indio al cabo lo sacaban a morir al campo debajo
de algunas arboledas, o lo metían en el monte,
o Se iba el mismo indio si sentía su enfermedad ser
mortal, lo cual hacían por devoción de morir en montes,
o debajo de árboles sombríos como un lugar sagrado
donde hacían sus sacrificios o por no contaminarse
con ese toque. Al cacique de ellos lo enterraban sentado
en un hoyo hondo dentro de su casa, y cubríanlo de
tierra, y en derecho donde caía la cabeza en la sepultura
hacían fuego. Y asimismo se hallaron bailes en corro
andando asidos por lo§ brazos alrededor de uji fue-
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18 DE lA CONQUISTA
go, poco a poco, cantando de aoche a, la luna fuera de
la casa; el cual baile llamaban aiieío, que pot ventura
ie derivó de arete, vocablo hebieo, que quiejo de-cu-
despertar el temor o vela encendida, el cual baile
parece rito judaico como se lee del rey Acaz, rey de
Juilea, que siguiendo la idolatría de Israel trajo alrededor
del luego sus hijos, según se ve en el libro 2
del Paraiipomenen, cap. 28 de la Sagrada Escritura,
y eu el libro A de los reyes, cap. 16, 17 y i 8 ; y bailóse
entre lo» indios ídolos con la figura e imagen de
la serpiente, y templos muy altos en loa montea donde
sacrificaban debajo de árboles nombríori, que confirma
Con lo que la Sagrada Escritura alegada dice:
«él destruirá lo encumbrado 5^ desmenuzará laa estatuas,
y encenderá los montes sombríos, y quebrantará
la serpiente de metal». También se baila cerca de sus
templos y lugares de- sus síicrificios aposentos donde tenían
bombres ateminados, con los ¿ualea uaabau nial,
especialmente en la Nueva España, conforme al dicbo
de Oaeas, cap. 4: «con los afeminados sacriftcaron?.
Hallóse más en tierra firme que los indios que entre
ellos servían como da sacerdotes, o profetas vaticma-doies,
acostumbraban sajarse con rajas de pedernal agudas
con que sg sacaban sangre en casos de fiestas o
tribulación, o para aplacar a su Dios; lo cual se lee
en la Sagrada Escritura, libro tercero de los reyes,
cap. 18, que hacían en Israel los profetas de Baal, y
cortábanse según su rito con rajas de pedernal haiita
que ae derramaba la Sangre. También los caribes se
comían unos a otros, y lo mismo hac-ían a loa muchachos
que sacrificaban a sus ídolos, conforme lo que dijo
Miqueas, cap. 3: «que quitáis con fuer»a sus cueros
y coméis sus carees». Hallóse que eran muy temerosos,
y que huían de los cristianos, conftirme aquello
de la Sagrada vEscritura del Deiiteronomio, cap. 28:
«üarte el Señor corazón temeroso». Darte demasiada-merjte
a la embriaguen,, conforme a lo de Isaías, capítulo
5: «Guay de vosotros que sois poderosos para
beber vino». Hallóse en la isla española que se tras-
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9
DR GH^N CANAEU lU
qiüifibaii por luto, cuando loa indios tenían pesar y
eno.iü, ,qjie ea rito judaico, conforme io de Miqueas,
'•ap. 1, y otros muchos ritos y ceremoaiae judaicas. Pero
io. ilitJio basta para probar y satisfacer que IOB is-
;aelit«s no fueron los que vinieron a poblar estas islas,
pues ningún rito suyo se halló ga ellas.
CAPITULO V
Que pone de dónde hayan venido los canarios
Dejadas al* - y opiniones qup acerca do la
venida de los s de estas islas hay de donde ha-
- an Tenido, la mas verdadera" es que los primeros que
;i estas islas de Canana -vinieron fueron de Aítica, de
la provinaia llamada M-íuntania, de quien estaa islas
s'!i riiiiii»'r.ana», al tiempo de la g'entilidad, después
lie] lu.. iiuiefi<o dp Xuestro Señor .lesiucristo. En la librería
que la Iglesia Catedral de Se-ñora Santa Ana de
Lsta ciudad real de Las Palmas tenía, esiaba un libro
•rande sin principio HÍ fin. muy. estrafrado, ea el cual
tratando de los romanos decía que teniendo Roma su-jera
Ja proT'ucía de África, y puestos en el 1.a sus le-rr.
dos y pre+idios se revelaron los africanos y ma+aron
!•'? te;!íi;lfi9, y los presidios qu'> estaban en la provin-
'.•'•V ii '.{íiuritania, y que sabida la nueva de la rebe-iierte
de los le»aiioa y presidios en Rotiia,
ílh el Senado romano ver.par y ciítii.'-ar el
ometidos, ein-iaron contrarios dtlin-
• • 'loroso ejército y tornárnnla a sti-iipd'.
eiK'ia, T ponqué el delH(> co-
• l.>í'<r Sin ca^liffo. V para escarmienth de
Toinnirr todoc !.,s f|ijf> lialifan suln <n\u
t ¡ ] \ ' - •'tár'iiiie--
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BO DE T,A CONQUISTA
se les hallaba culpa más de haber seguido el común,
por no ser destruidos por extirpar en todo acuella ge-líeración,
y que uo quedasen deseendieuteji dondp sus
parientes habíarj padecido y no fuesen por ventura
causa de otro motín, Íes coriarcii las tenguas, porque
do quiera que aportasen no supiesen referir, ai jac-tarse
que en algún tiempo fueron contra el pueblo romano.
Y así cortadas las lenguas tioiubres y mujeres
e hijos los metieron en navios con algún proveimiento
y pasándolos a estas islas los dejaron con algunas
cabras y ovejas para su sustentación, y así quedaron
estos gentiles africanos en estas siete islas que se hallaron
pobladas; y que sea esto verdad que hayan venido
de Afnca los prunero¡j pobladores de estas islas
lo da a entender la proximidad que hay de la tierra
firme africana con estas islas, pues entre ella y la primera
isla i]Ue es Fuerleventura, solamente hay diez y
ocho leguas, poco menos. "También me da a entender
que hay¿« yeniflo de África los muchos vocablos que
8e encuent/an eu ios naturales de estas isla» con las
tres naciones que había en aquellas paites africanas,
que son berberiscos, azanegues y alárabes, porque Tel-de,
que es la más antigua población de esta isla de
Canana, y (lomera, y ürotavn en Tenerife, son nombres
que se hallan en el reino de Fez y Benamarín;
y en cabo d*» Aguer están unas huertas que llaman las
huertas de Telde, no muchas leguas distantes de la
ciudad de Tegaste, donde estuvo enterrado el cuerpo
de San Agustín, en la cual huerta está una casa pequeña
con una puerta chica entre unas tapias, y unas
parras de almuñécar junto a una acequia de agua, con
que se riegan muchas huertas, y dentro de esta casa
en la pared frontera, como se entra por la puerta, está
el sepulcro di;- San Agustín con una losa negra encuna,
la cual capilla aunque es pqseída de infieles es
por ellos veni^rada para conservarla y no deshacerla,
según me informé de personas qup tratan en aquellas
pnttes. Ksta ciudad de Tetraste está tres leguíis del mar,
\ -ercam u Fiieiteveutiira, y junto a) monte Atlas en
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DE GRAN OANNRIA '^1
las faldas de él, por donde descienden muchos ríos,y
arroyos, hay unos pueblos que llaman de este nombre
Telde, de manera que eu los nombres propios pareen
conformar, y en muchos vocablos apelativos los de estas
islas con los africanos, y de ellos se puede colegir
qué nación haya venido a cada isla conforme a la coa-sonancia
de ios vocablos; atenta la cual parecQ que a
Lanzarote, Fuerteventura y Canaria arribó la nación
de los árabes, entre los africanos estimada en más;
porque en estas tres islas llamaban los naturales a la
leche «aho»; al puerco, «ylfe»; a la cebada, «tomos-sen
», y ese mismo nombre tienen los alarbes y berberiscos,
de donde parece claramente que los naturales
de estas islas vinieron de África, y que son de la descendencia
de Cham y Jafet, hijos de Noé, según refiere
Tosepho en el libro primero, cap. 12, de sus judaicas
antigüedades, Phut, hijo de Cham, 'espués de
la dispersión de Babel, vino a parar en África, donde
habitó, que después se llamó Libia por Labayn, hijo
de NembroC, y después se llamó y llama África por
Apher, hijo de Madian, hijo de Abraham, y de Ceiu-ra,
su segunda mujer, según el mismo Josepho «n'el
libro primero, cap. 23, y pues de esta África vinieron
según lo referido no hay que dudar, y que son de la
línea de Japhet y Chara.
Antonio de Nebrija en sus décadas, en la segunda,
lih. 4, cap. -3, dice que en esta África hay un belicoso
género de hombres, que se llaman gomeros y so suelen
asoldadar para la guerra, los cuales se dicen gomeros
por Gomer, hijo de Japhet, y qUe ai -Josepho °n
sus antigüedades y San Jerónimo no testifitamn que
Gomer fué a habitar al Asia, y ser ios galatas. que
afirmara venir éstos de la descendencia de laphet, pero
que este género de hombres no se dicen gomeros
por Gomer, hijo de Japhet, sino por Phut, hijo de
Cham, y no implica contradicción decir que se llamen
gomeros por Gomer, porque aunque os verdad que
Sem, Cham y Japhet bajaron de los montes a habitar
en el oauípo de Senaar, que por la uuiltiplicución de
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22 . DE T,\ CONQUISTA ,
la descemlpiicia v iUHM-IMUUHI de ella les mandó Dios
que se dividiesen y fuesen a habitat diversas tierras,
y se partiese Gonier y fuese a habitar la Asia Menor,
d; vei-sa región tic la África habitada por la descendencia
de Cham; bien pudieron, algunos de los descendien.-
tes de Gorner p&sar en África conquistando la tierra
para sí, o por estipendio como soldados, y poblasen a
"Vélez de la Gomera y de allí viniesen toda la coáta
hasta el río de Senaga, y como son gente de guerra
Se han esparcido por estas partes de África, comal-ca-cas
a estas islas, a,ios cuales llaman alárabes, que andan
a viva quien vence, como se colige d^ las historias
antiguas qv.e refiere Pedro Mejía en el libro de loa
Césares, que codiciosos los vándalos suevos, Unos y
otros naciones bárbaras, de señorear más y mejore^ tierras,
pasaron de la Scitia, y la G.otia y.Suevia, en España
y en Italia, y en otras provincias.
Pero de lo que dicen, que los romanos les hubiesen
cordado las lenguas por haber sido rebeldes al Senado
romano, conviene dar alguna razón, la cual se colige
del lenguaje comúti de los isleños, cuya pronunciación,
era hiriendo con la lengua en el paladar, como Suelen
hablar los que no tiercn lengua libre, a quien llaman
tartaiiiudhs, y en su lenguaje comienzan muchos nombres
de cosas ten t, los cuales pronimciaban ctin la media
lengua. A.vuda, pues, esta razón .el qile todoá los
isleños bavan venido de Atrica, pSra que no semejándose
su lengua Con la de los africanos en todo hayamos
de creer, que no teniendo lenguas para expresar
sus vocablos ni /lailos a entender a sus hilos inventasen
nuevo leiigua.ie ^lara qtie se enlendxfeseu, «salvo aquellas
palabras que con poca lengua pudieron f»roiiun< iar,
que íilguna* se setíiejan con las de ios africanos (de
donde habernos inferido ser de su nación) y otras <l"e
con el discurso di-l tipinpo se mudarían y eorrompenan,
(•(im( cada día se baca.
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DE GRAI^OANAttlA 23
CAFITULO VI
Que prosigue la descendencia de los naturales de estas>
islaá, y sus incjindciones en general
Pero porque esta lectura ao Sía desabrida, a lo» naturales
de esUtó isiud euauto parw.e, y uo coucibaji ÜU
Si aburrecimieulo uoutra ella y su uutoi cuuio los' lie
viáto ya desabrirse trataudo di* su origeuj leuientlo para
81 que tus queríamos hacer de la descendencia de
los secuaces de Muiíüiua en decirles que prucedea tle
los atricauos, será bien ileseugaüarlos porque uo ae
vayau Ua» la suuada de alricauod, y euUeiidua que ni
se Uamai'ou paganos aquellos de donde decimos que des-leudea
amo gentiles, aunque bien se dirán alricanos
por el nombre de la región de donde v-mi(jrou llamada
Atricd, y también so dirán por este respecto, porque
los moros sé dijeron por la Mauritania, región de doii'-
de los naturales de estas isia;^ tengo uiebo Uaber Venido,
la cual ^^o se dijo Maritania porque en ella viviesen
los secuaces de MaUouia, sino porque la geut© que
en ella vive es toda morena, y mamo quiere decir obscuro
o uej^ro, y porque esta geatQ es de color morena
se llaiiiau maliros; y do malero corrompido el vocablo
se llaman moros, como a los de la Andalucía, an-dalacas,
y de Castilla, üasiellanos; y pues por lOs vocablos
con que so liamarou los de esías islas, parece
q^ie los que a ellas vinieron fueron del cabt) de Aguer
para abajo a ^stas islas; digo que no $e diráa paganos
¡tor ser esta provincia tuera del dommio de Cari.mi',
¡lorque después de musrta Elisa Üido, seü'ira y funiia-dora
de la ciudad de L'artago, sucedió eu el señorío
Ana su lierruaiia, la cuál •casó con un notable príncipe,
cuyo nombre uo se halla en los comeutarioa, el
cual oasamienlo luzo porque los liárharos comarcanos
' • ' • i-. t i : i . . 'I 111 1 : i i i i l i ! r " .n 11,,1- li;l!ll>I >;Í1''I'> I OJl Iftgíl ¡ H i a do
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24 DE LA Cüi^v^UISTA
varón ilusfre. De este principe parió Aba un tijo nombrado
Maseo. el primer rey que hubo en Cartago, por
cuja üiuerie y de su madre sucedió én el reino l'ago
su bijo, cuya ventura y grandeza tuó tan esclarecida
en todas partes que los 'hombres de aíjuellas regiones
poi el üombre de este rey se llair.arpn paganos según
Aiousü de Falencia, lib. 1, cap. 3, en las antigüedades
di. España; y la parte de África de donde habernos
aflrinado haber venido los de estas islas era íuera del
dominio de Pago, y así no se decían paganos; cuanto
más que o se digun moros o paganos no por eso sp
dirán que descienden de los secuaces de Mahoma, porque
ai^nque es verdad que los que vinieron a estas islas
después que Nuestio Señor nació, según se colige
de l'linio, que escribió en el tiempo de Tiberio Cesar
después del nacimiento, donde da- a entender no haber
a la sazón en estas islas gente ni edificio más de
una casilla de piedra soca. Sigúese que después vinieron,
pero fué antes del año 688 del nacimiento de
ís'uestTo Señor Jesucristo, que entonces se levantó aquel
falso profeta Mahoma en tiempo del emperador Flera-cli'o
y de Bonifacio V, Sumo Pontífice romano, Honorio,
su sucesor, según Fr. Alonso Venero .en su inquiri-dion
de tiempos, y se puede bien creer que si de aquel
tiempo acá, que se levantó Mahoma, se poblaron estas
islas d^ africanos, siguieron los canarios los ritos y
S'^cta de Mamóha; de manera que no hay que dudar
sino ver muy cierto y averiguado haber venido los habitadores
y pobladores de estas islas de Canaria de eá-ta
parte de África.
Presupuesto que todo lo criado así en los ciejos como
en la tierra está sujeto a la voluntaH divina, y por
ella se gobierna necesariamente, se rige sin discrepar
punto. Trataré de la naturaleza e inclinaciones de los
canarios generalmente como cuerpos inferiores, sujetos
a los inferiores según el filósofo en quien los signos,
planetas y otras estrellas por divina voluntad influyen
sus propiedades e inclinan los ánimos a cosas de su
naturaleza, quedando la necesidad de tal inclinación y^
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DE GEAN CANARIA iS
\
el efecto de ella en la voluntad del mismo Dios. Soa
los canarios de estas islas todo» hombres por la mayor
parte morenos por el calor de la región I y clima, son
amorosos, agudos'de entendimiento, inconstantes y varios,
nQ porque entre ellos 'no hay hombres de verdad,
y muy eorstantes, sino que por la mayor parte lo son,
como los tenemos figurados por el signo d^ cancro, que
pasa por el Zenit y clima de estas islas, que como es
signo móvil así influye en sus inferiores Su naturaleza
de inconstancia, y por una estrella de cuarta magnitud
de naturaleza de Marte que pasa aparcada del Zenit
de estas islas Jiez minutos hacia la parte septen-trional,
que se llama el hombro derecho de Géminis,
la cual estrella por ser de naturalezfi de fuego colérica
hace los cuerpos inferiores agudote, insconstantes, y
amorosos, y aficionados, y también por los aires diversos,
que corren en estas islas, y casi ambas mareas se
mudan, que su mutación y variación se imprime en
los naturales, y por ser. puertos de mar y concurrir a
estas islas gentes de diversas naciones, que cada uno
trae nuevas invenciones, e introduce nuevas costumbres,
que es causa que los ánimos varíen en la elección
de las costumbres, y así se quedan habituados a
variar y ser inconstantes, la cual inconstancia no tan
solamente se halla en los naturales dg estas islas, pero
en todos los que nacen y se crían en otras cualesquier
islas y. puertos de mar, aunque por ayudar al aumento
de esta inclinación los cuerpos celestes se siente exceso
en estas islas, salvo si en las domas no hubiese
mayor significación de planetas y signos, y por evitar
estas ocasiones de variar e introducir nuevas cosas
en su república fueron los Lacedemonios tan recatados
en que sus ciudadanos saliesen de su tierra a peregrinar,
ni en ella futrasen extranjeros, porque no ense-ñasen
nuevas costumbres, sogiia don Antonio de Guevara
obispo de Mondoñedo, primera parte de sus epístolas,
mas dejando aparte esta generalidad, vengamos a
tratar en particular de estas islas de Canaria.
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26 DE LA CONQUISTA
GÁPlTtTLO Vil
De los primeros que vinieron a estas islas, y de D. Luis
de la Cerda y maitort|uines
En tiempo del rey 1). Pedro de Araprón, que decían
el Serenísimo, hijo del rey D. Alonso IV de Aragón,
que comenzó a reinar en el año dp 1346, y reinó nueve
años en Aragón, vino a la Corte de este rey D. P«-
dro, eF Conde Saiamon o Claramonte, dicho D. Luis
de la Cerda, príncipe de las islas Fortunadas, y le pidió
le hiciese merced darle lugar en log puprtos de sus
reinos donde pudiese armar algunos navios de gente
y prepararse de municiones y bastimentos para ir en
demanda de las islas Fortunadlas, por concesión que
de fellae le' había hecho el Papa Clemente VI, francés
de nación, que a ésta sazón estaba en Avifíón tomando
posesión de ella, que se la había dado la reina doña
Juana de Ñapóles, cuyo era por el feudo que pagaba
a la Sede apostólica, donde tuvo noticia de estas
islas Fortunadas, de un navio francés que con temporal
a ellaa ambo, y vio algnnas de ellas. Reinaba en
Francia el rey I). Juan, único de este nombre, que
fué preso por los ingleses en el año de 1356, y en
Ctistilla reinaba el rey I). Alonso XI. Oída la demanda
de I). Luis de la Cerda, conde de Talemon, por el
rey D. P«lro de Arajíón. por ser su pariente muy cercano,
le concedió la licencia para armar los navios que
hubiese menester. Y aunque este príncipe 13. Luis de
Ifl Cerda Se apercibió y forneció, no vino ni pasó a
estas islas por ocasiones que se ofrecieron v su muerte.
Fra este príncipe bisniéio del rey D, Alonso de Castilla,
oue f"p deshere<iFi(1o por su hijo 1). Sancho f^^
Castiüi. pprquf' el r€v 1) AI'TKO tuvo n D. FTernan-
('• -1" i'i Cerda^ que era hijo mayor, eu doña Violan-
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/)B GBAN CANARIA 'S¡
ic. íiijii uf. ..,.,,,,,. ... i .aiicia, el cual tuvo
u í) Alí'jus'j de \\> f/uyo hijo'.íué este px'íucipe
U. í,uia de la Cerda, cjiuo lo dice Esteban de Qari-bay
y Sanialloa eii el libio 1-1, cap. 6 y 21; mqa de
l'i.s aavíoa que íorueció de ipantfíiuiuieutos dos de ellos
ii>n tormentas y recios teiiiporüles cpnui.il,) \a ros+a
\ uieron al descubrimieuto de estas isl:i
I esta isla de Canaria y de su venida i\o se n\xi.w -•<-
luí- cosa cierta por pscritiirag, más de por relaciones ^
de antiguos canam ) oyeron contar y cantar a
sus uiayori '
Llegado- nallorqui ta isla
de Canana, qutj tué cierta ¿u venida, tdniar'in puerto
en Uaiido entre el puerto de Telde y de Agünnes^ V
• un la fatiga que la mar suele causar a los que navc-f
toinayon tierra por estar allí una sosegada playa,
[ segirros y no haber hallado-resistencia, por filar
iuá naturales d^ la isla descuidados de semejantes
rslMiirás y sobresaltos, o debieron de entender no es-
!hitadas: ino$ de Telde y Agiíimeg que
?••,, allí'comari,.u-..-> «.la legua la tierra adentro, couio
\ieroa en BU tierra y téFmiáo gente extraña, y pasear-
' (la la comarca,
Mflo .sobre ellos
liando, cou sus ayui- an pie-
- uirierou algunos que t!. , ron de-
'Uio los acometedores eran muchos y po-todos,
y los. Uevaroa a
isla. Í.Os que quedaron
'08, vis-i'''.
a ui que •>«
n presos a lo*
\\ buen en es-
.4»..^ lu..>,>-„ ,,^^tuM.I:,... i nrpn-
V los mallonjUiM
lá tai!
se U!:
t i f . A^
tender
tn Í08 na
ti P! di^j
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23 DE LA-CONQUISTA
Habían preso dos frailes juntanieiiie con log mallorquines,
a los cuales siempre'ieveren<iari)n los canarios.
Ifjcieron los mallorquines murhas casas pintáurloleg las
iiiaderaa de muchos colores, que hacían de flores y yerbas;
y labraron cuevas en riscos, bien labiadas con mucha
pulideza, que hasta hoy duran en alfj-'nias partes;
y dándoles or,den y manera de regirse y gobernarse c;on
mucho primor y policía.
Hicieron los mallorquines dos ermitas de piedra seca
muy "bien labradas donde tenían tres imágenes de
madera con colores, una camino del puerto en la cual
estaba un busto de Nuestra Señora con su hijo en
brazos, y otro de San Juan Evangelista, y otro de Santa
María Magdalena, que hoy llaman la ermita de
Santa Catalina. La otra ermita hicieron tras la isla en
Tirajana, junto al Agaete, que se dice San Nicolás,
cuya figura y busto está al presente; cuyas advocaciones
son de ios mallorqiiines y aCragonesos.
Pasados algunos años vino en esta isla de Canaria
falta de mantenimientos y a enfermar y morir; a cuya
causa juntándose los del gobierno acordaron con mucho
secreto matar Ips mallorquines para suplir parte de
su necesidad, y también porque con la conversación habían
tomado alguna licencia demasiada, odiosa y aborrecible
a los canarios; y para quitar estas ocasiones un
día acordaron matarlos a todos, y así lo hicieron, y a
los frailes por el respeto que les tenían los echaron en
nna sima que está en el término de Güímar, media le.
gua de la mar camino de Telde, donde está una ermita
de Nuestra Señora de la Concepción. En esta sima
los echaron, sin que se tuviese noticia cierta dónde habían
de ir a parar por su prpfunda hondura, mas que
de ahí a ciertos días hallaron en la costa de la mar en
aqiiel paraje rastro de sus vestidos, de donde se colige
que aquella sima va a dar a la ma^, y que algún golpe
de agua pasa por esta sima que va a dar a la mar.
Este fin fué el de los mallorquines, y no hay otro testimonio
más verdadero, que el diclio ¿g los misjnos »&•
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DE GRAN«ANAEIA 23
turales. derivados de unos en otros, liasta el tiempo que
liub(j gente que pudiese escribirlo.
Andaba ya a esta sazón una fama por la cristiandad
del descubrimieiito de estas islas Fortunadas, reinando
en los reinos de Castilla el rey U. Juan i, hijo del
rey U. Enrique 11, el cual rey D. Juan murió desastradamente
en Alcalá de Henares, saliendo al campo a
ver entrar unos caballeros que llamaban los Parfanes,
que habían venido de África entre los moros, en la
santa fe católica, desde que España fué perdida; y el
rey por recrearse quiso hacer mal a un caballo, y cayó
con él; fué tal la .caída que allí murió, pues en este
tiempo, que sería año de 1385, se juntaron algunos
vecinos de Sevilla y vizcaínos en la ciudad de Cádiz
para hacer viaje a las islas Fortunadas, y hacer una
entrada en Berbería por una merced que el rey O. Enrique
111 había hecho a un cabaHero veinticuatro de
Sevilla que se decía Hernán Peraza. el cual armó cinco
navios y costeando el África descubrieron la isla de
Laniíarcte, a la sazón sin nombre, y tomando puerto
desembarcó toda la gente; los naturales admirados de
lo que jamás habían visto corrieron al puerto con sus
armas a ver qué cosa era; pero llegando cerca y viendo
caer unos muertos y a otros salir sangre con las
saetas que las ballestas arrojaban, pusiéronse todos en
huida, los cristianos viendo la tierra desembarazada y
libre entraron la tierra y fueron al pueblo, y saquearon
cuanto en él hallaron de cueros y sebo y muclio
ganado cabruno que por allí había, que otra riqueza
no se halló, y prendieron al señor de la isla y a su
mujer y a 170 isleños; llamábase el señor de esta isla
de Lanzarote Qluanaiteme, y su mujer Ting-uefaya, y,
vueltos a embarcar con toda la presa dieron vuelta para
Castilla, para el tiempo fué de mucho precio y estimación.
Después, en el año 1393, regostados con la pasada
presa, se tornaron a juntar en Sevilla muchos guipuz-coanos
y vizcaínos, e hicieron otra armada, y Ue-raron
muchos cautivos y cueros y como no traían estog es-
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80 PE LA 'CONQÜIS'IA
paíiüleü iutento más que de robar y re&tauTar el gsato
que en aquella armada habían üeciio, se recooierou a
sus navios y volvieron a Sevilla con toda la P«esa, dejando
la isla Ubrp a sus aatuialea y con esta nque?a
de entonrea volaba la fama por muchas partes, y dio
codicia a muchos caballeros para pedir esta conquista
al rey de Castilla \). Enrique \ll, cuyas pretendían
ser estas islaa Fortunadas, como lo dice Esteban de Ga-riliay
y Samalloa, libro 15, cap. 40.
CAPITULO VIII
Que pone quién fué Juan de Bethencourt, y su venida
a estas islas Fortunadas
En el reino de Francia l^ay una provincica dicha
líoiuiandía, fértil de todas las cosas que para sustento
de la vida humana son menester, enriquecida de caballeros
y gente noble; de esta provincia vinierqn muchos
caballeros al rey D. Enrique II de Castilla en el
año de VÁdá en su íavor contra el rey P. Pedro de
Castilla su hermano, el cual estando cercado en el castillo
de Montiel lo mató el rey D. Enriqqe 11 a puñaladas
en la tienda del Condestable da FraUpi^, llamado
Mr. Beltrán Claquin, habiendo salido los dos
hermanos a Verse para dar concierto eu las diferencias
que traían; y de palabras vinieron a las manos. Esto
Condestable de Francia vino catre otroa caballeTps en
España; también vino Mosen Rubin de Bracamonte,
almirante de Francia, que casó en Castilla con Doña
Inés de Mendoza, hija de D. Pedro Gonzálea de Mendoza
y de Doña Aldonsa de Ayala, de la ca.sa del lu-tantazgo.
De este caballero vienen los señores de Peña
üranda. Este Mosen Rubin de Bracamoote tenía una
herpiana «a Norn—• '•'" casada con un caballero señor
de \sk casa de 1^ ¡rt^ T¿ Granvila, x otyos uap-
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DE GRAN (?ANAIUA a
chos pueblos; dé esta señora tenía dos sohrinos, él mayor
llamado Monsieur Juan de Bethencourt, mayoraügo
de la casa y nombre de Bethencourt, y el otro segundo
llamado Mosen Eeynaldo Malote de BetUencourt,
maestre sala del gran duque Juan de Bretaña. Í?ué8
este caballero Mr. Juan de Bethencourt, codicioso de
ver tierras y hacer cosas dignas de su casa y ánimo, sa-lió
de su tierra para venir en España en busca de su
tío Monsieur Rubin dp Bracamente, almirante de Francia,
y vino a la Rochela, puerto de mar, dojjde encontró
otro caballero francés congojado de la propia
pasión, llamado Gadifer de la Salle, rico y señor de
muchos pueblos, y comunicándose se confirmaron en»
trambos de ir en demanda y busca de las islas Fortunadas,
nuevaiuente descubiertas, cuyo nombre y tama
iba a publir-arse por todas partes, y tomando
i > rozón de algiinos marineros que tenían noticia
del descubrimiento de las dichas islas, creciéndoles
más &l deseo de ir a verlas, lo más breve que pudieron
se apercibieron de gente y navios y lo necesario para
la jornada, vendiendo algunos de sus pueblos, y enii)e»
ñando otros y puliendo favor a au hermano Mosen Reinaldo
Malote de Bethencourt, que le había de suceder
por no tener hijos, y embarcándose en tfeg navios con
hasta doi^ientos hombres poco menos sin loe marineros
en primero de mayo de 1400, llevando pilotos y marineros
diestros, dieron velas sin cociitraste de tormenta,
que daño ni estorbo les hiciese; vinieron ee su compañía
muchos caballeros mancebos, como fueren Mueiot
de Bethencourt, Enriqiie de Bethencourt y (iuillermo
de i urt, primos suyos, y Arríete Perdomo, Ey-bo)
i .1, Áyhone de Armas, Fierre Picar, Rubín
de Umpierres, Rubín de Braeamoate, Monsieur de
Bristor, Monsieur Guillermo y otrc>9 muchos deudos y
vasallof suvos ruya derirendencie permanece i^n estas
isiaSi
Anduvieruti ii;ivi'f;nr.(io ai</iinop días hafta que reco»
nocieri)!! estas islas, la primera fué la de 1 niiyirrot*,
antes dicha Lapraria; pusióríjnle este nombre de Lan-
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32 DE L \ CONQUISTA
zarote que os propio por algún amigo b persona conocida
de Juau de Betliencourt, como hacen los que imponen
nombres a laa tierras, que nuevamente descubren
en Indias; tomaron tierra desembarcando toda la gente;
los naturales de la iala se pusieron en defensa por
estar lastimados de las entradas que los españoles los
años antes primeros descubridores habían hecho; mas
como los franceses iban bien armados, y arremetiéronles
con furia, hiciéronlos huir, como gente desarmada,
pues no tengan otras armas que piedrag y garrotes, y
acogiendo la tierra adentro, dieron lugar que senta-sen
real los franceses muy dé propósito; como los gentiles
naturales vieron que los franceses tomaban el negocio
despacio tomaron plática con Juan de Bethen-court
y Gadifer de la Salle, a los cuales apaciguaron
y trataron de manera que se quietaron y aseguraron;
entrando y saliendo en el real, dando y tomand lo que
traían con mucha quietud, y comenzaron a hacer una
torre de piedra y barro, ayiidando en la obra los naturales
con toda diligencia sin rehusar cosa que se les
mandaba en el puerto de Eubicón, en esta isla de Lan-zarote,
no hubo más refriegas que ésta.
Vista por Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle
la quietud y obediencia que tenían los gentiles, recibieron
gran contento y determinaron pasar a la otra
isla que veían tan cercana, y dejando algún presidio
en la torre fueron a ella, y desembarcaron en ei puerto
de Valtarajal, y Jos franeeses llamaron a esta isla
Fortuite, quedándole el nombre propio que todas las
islas tenían de Fortunadas a esta isla; los gentiles de
la isla Fortunada sintiendo gente extraña en su tierra
acudieron mucJios a quererle defender la entrada con
mucho ánimo, y mucha copia de gente y mejor armada,
la cual era de mayores cuerpos que los de la isla
de Lanzarote. Viendo los fraticeses la mucha gente'que
a la defensa acudía y los pocos que ellos eran y la
grandeza dj; cuerpos, íornáriuse a recoger a los navios,
y dando -vuelta a algunas islas de las demás que par«-
cían se volvieron a Lauzarote de donde vinieron COTÍ-
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DE GRAN CANAEIA 35
siderando la poca ^t'U'-.tí yne Juan de Bethencourt tenía
para ia coiiquiita de iaa islas y conservación de
elJas, deterinisaron fuese Gadifer de la Salle a Francia
y ti..jese más gente para proseguir la empresa comenzada,
y con esta determinación se embarcó Gadi-fer,
y se fué a Francia, a donde murió dentro de pocos
días que llegó.
Sabida por Bethencourt la muerte de Gadifer, viéndose
solo y sin el favor que esperaba, y con po^a gente,
entendiendo no poder sustentar lo comenzado, determinó
irse a España a verse con su tío Rubin de
Bracamonte y otros parientes, y así lo hizo siendo su
intercesor el infante D. Fernando, que después fué rey
de Aragón, y la reina Doña Catalina, su mujer, ha.
ciéndole mercedes el rey D. Enrique III de la conquista
de las islas Fortunadas con título de rey de ellas,
año de 1403. Hecha la merced por el rey D. Enrique
ÍII a Monsieur Juan de Bethencourt, se vino a
Sevilla y se apercibió de navios, gent« y municiones
necesarias a la conquista, dándole el rey D. Enrique
III todo favor y el dinero que fué menester.
CAPITULO IX
Que pone la denominación de Uanzarote y Fuerteven-tura,
y las demás islas
Aunque sea verdad que los nombres de las cosas se
ponen según la voluntad de los inventores de ellas, pocos
tienen razón porque se llaman así; no dejaré de de.
cir aquí algo acerca ile los nombres impuestos a estas
Jilas Fortunadas y en particular de cada una; cada uno
tome lo que a su entendimiento cuadrare, teniendo
consideración no haber autor que cosa cierta diga de
que nos podamos aprovechar. Dicen log antiguos heredado
de ¡rus mayores que al tiempo que' el capitán
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34 DE t.A CONQinSTA
Juan de Betliencoun viuo a estas islas Fortunadas, la
segunda jornada' cuando de Sevilla partió trajo mij-chos
castellanos, que a la fama de su riqueza que volaba
por España veníun, y que viniendo navegando con
el gran deseo que traían "de verse en tierra para refugio
de la molestia y pesadumbre que la mar acarrea,
y viendo las islas que están antps de las islas de Lan-
Earote, los franceses por dar contento a los castellanos,
qve venían mareados, comenzaron regocijándose a dar
voces diciendo en su lenguaje «Alegranze», repitiendo
luuchas veces este nombre; entendiendo los españoles
que aquel era su nombre se le quedó, y le dura basta
hoy; y con el contento que recibieron en ver la tierra,
y que se les descubrió otra pequeña isla muy clara
la llamaron Santa Clara. La isla de la Graciosa SB
llamó así porque como está más cercana a la isla de
Lanzarote forma un canal muy agradable a la vista
entre una y otra isla, aunque pequeño de bastante fondo
para navegarse, y da gracia en su canal, y esta is-leta
la llamaron de este nombre, la Graciosa.
La isla de Lobos es un roque o isla que está entre
ia isla de Lanzarote y la de Fiiertéventura, al presen-t€
nido y refugio de los navios corsarios; en este islote
solían matar muchos lobos marítimos que de la
mar salían a g-ozar del sol en la arena, de cuyas pieles
hacían cintos para los enfermos de piedra del riñon;
y por estos animales que allí tomaban, se llamó
isla de Lobos. Ya hay muchos años que no aparecen
en aquellas islas.
De la isla de Lanzarote dije en el precedente capítulo
que llegando Juan de Jiethencourt a esta isla sin
nombre, se le impuso este de Lanzarote por alguna
persona conocida, del cual se usa en Francia y éñ Inglaterra;
y esta tengo por la más verdadera opinión,
aunque algunos cuentan que cuando llegaron a ver la
tierra ^or el contento que t'imaron comenzaron a decir
en lengua francesa Lansrrot, l^unsrrot, que quiere
decir echa v bebamos: y los españoles entendían ser
aquel su T*""!-- ^ ,,,.;,;...,„,,,njp¡¿n(iolQ El raaes-
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DE GEAN CANABIA 36
tro Antonio de Nebrija dice llamarse Lanzarrota. en
las décadas, libro segundo, década 2, cap. 1.
lambién dije que cuando los franceses vinieron a
estas islas habían llamado a la isla de Fuerteventura
Fortuita y Herbaria, por la abundancia dg yerbajea
que en esta isla se produce y cria; y papeles nay donde
la nombran así, Herbaria; y yo tengo escrituras del
tiempo de Dona Inés Peraza, señora que fué de estas
islas, donde la nombran la isla-de San Buenaventura;;
el cual nombre no fué, impuesto' de Juan de Bethen-court,
porque San Buenaventura, nació en el año de
1417 y su muerte ocurrió en 1470, muchos años des-pues
de la muerte de Juan de Betheucótu-t, que fué en
el año de 14Ü8. Este San Buenaventura fué fraile de
la Orden del seráfico Padre San Francisco, y provincial
de su Orden, y después obispo, cardenal, albanen-se,
al cual canonizó Sixto iV, año de 1474, y a bou-ra
de este San Buenaventura y por ser su devoto Diego
de Herrera, señor de estas islas, edificó un convento
de frailes franciscos de la advocación de San Buenaventura
el mismo día de su nacimiento. Estas dos
islas de Lanzaiote y Fuerteventura al parecer antiguamente
eran una isla, a 1^ cual llamaron Capraria, no
porque en ella hubiese cabras, como lo dice Plinio, libro
tercero, cap. 6, tocantlo el nombre de Capraria, que
es una isla en el mar toscano, que cae entre Genova y,
Luca, imponiémloio a estas, sino porque «Caprea»,
nombre latino, quiere decir Lince, y así como esta
animal es de larga vista, estas dos islas'siendo una te.
nían mucho que ver, y por su largueza, respecto de
las demás, la llamaron de este nombre. Y que no le
convenga este nombre Capiaria a esta isla por razón
de las cabras se colige de lo que escribió el mismo Punió
de ellas, donde da a entemler no había en ella ni
en las demás animal alguno al tiempo de su escritura.
¥ estas dos islas se dividieron antes que se poblaran
de gentiles, porque si se dividieran después, los
moradores de entrambas islas se entendieran de algii-na
manera, y no fuera su mudo de hablar' tan diverso.
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86 DE LA CONQUISTA
Los naturales de estas dog islas Lanzarote y Fuer-teventura
se llaniaD mahoreros, porque traían calzados
'de los cueros de las cabras, el pelo afuera, unos como
zapatos a quien ellos llamaban mabos; y algunos quieren
decir que el nombre propio de la isla se dijo de
¡este nombre, maho.
CAPITULO X
De los ritos y costumbres que tenían ios de estas dos
islas Lanzarote y Fuerteventura
Estas dos islas y todas las demás se regían por señores,
capitanes o reyes, en cuadrilla, y se' dividían en
partes con cercas de piedra seca, que atravesaban la
isla, y cada una de estas partes gol>ernaba'un rey o
capitán, y todos los babitadores y moradores de aquello?
términos le obedecían y servían por señor.
Eran los natural?s de estas dos islas Lanzarote y
Fuerteventura caritativos, alegres; amigables, grandes
cantadores y bailadores. La sonada que hacían era con
pies, manos y boca muy a compás y graciosa. Eran
muy ligeras en saltar, y era su principal ejercicio. To*
maban dos hombres uf:a vara larga uno por Un cabo y
otro por el otro cabo, y alzaban la vara con los brazos
lo znás alto que podía;i, y el que lo saltaba tenían por
más ligero, y así ponían dos y tres en hilera, y había
hombre que los saltaba en tres saltos sin parar. Eran
animosos y bien dispuestos y proporcionados más que
todos los demás de las islas, y asi lo son hoy. Hállase
sepultura al pip de una montaña que dicen de cardones
que tiene de largo veintidós pies de once puntos
cada pie qus era de uno que decían Mahan. Tenían
muchos desafíos; salíanse al campo a reñir con unos
garrotes de acebnche de vara y media de largo que
llamaban teseses. En s.u§ pendencias tenían esta orden.
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DE GRAN CANAEIA 37.
que si el agresor entraba por la puerta de la casa de
su enemigo y lo mataba o afrentaba, no castigaban s,l
homicida; pero si saltaba pared, el capitán o rey ante
quien se examinaba la causa, mandaba matar al
agresor, y la ejecución de justicia se hacía en la costa
del mar, .tendiendo al delincuente sobre una piedra
o losa, y con una piedra redonda el pjecutor de la justicia
le daba en la cabeza haciéndosela pedazos, y allí
se quedaba muerto; y todos los descendientes de este
delincuente eran tenidos por infames.
Este orden tenían en Fuerteventura, y en mucho
precio y estimación a los valientes, llamábanlos alía-hay,
nombre por ellos muy honrado.
Eran grandes nadadores^y a palos mataban los peces.
Tienen gran abundancia de marisco en la costa, y
muy bueno, de húrgaos, percebes y clacas, marisco
sabroso y delicado.
Tenían casas particulares donde se congregaban y
hacían sus devociones, que llamaban esequenes, las
cuales eran redondas y de dos paredes de piedra, y entre
parpd y pared, hueco. Tenía entrada por donde se
sersía aquella ct)ncavi(lad. Eran muy tuertes, y las entradas
pequeñas. Allí ofrecían leche y manteca, no pagaban
diezmo ni sabían qué cosa era.
Las casas de su morada eran de piedra seca y fuertes,
las puertas angostas y pequeñas, que apenas cabía
una persona por la entrada. Cuando Juan de Be-thencourt
vino a Lauzarote tenían por su rey un gentil
que llamaban Guarfia, y a su reina Aniagua.
Vestían los de esta isla de lianzarote un hábito de
cueros de cabras como tamarcos hasta las rodillas, los
cuales cosían con correas del mismo cuero muy sutiles,
cortábanlas con rajas de pe<lernales tan delgadas,
que hacían la costura muy prima. Al vestido llamaban
tamarco; al tocado, gaiapil, y al calzado, maho. Traían
la barba en punta, el cabello largo con un bonete de
piel con tres plumas largas en la frontera; y las mujeres
lo mismo, con una venda de cuero teñida de colorado
coo las tres plumas en la frontera; eran estaa
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38 DJE LA CXJNQUISTA
vendas de cuero de cabritos. Las tintas se hacían con
cascaras de palo.
El rey tenía por diadema o coroua una mura como
fle obispo hecha de cuero de cabrón, sembradas por ella
conchas de la mar.
Adoraban a un Dios, levantando las manos al cielo
hacíanle sacrificios en las montañas derramando lecha
de cabras con vasos que llaman gánigos hechos de barro.
Si acaso enfermaban, que era pocas veces, se curaban
con yerbas de la tierra, y sajábanse con pedernales
muy agudos donde les dolías, y se quemaban con
fuego, y allí se untaban con manteca de ganado, la
cual hacían las mujeres, que era su mejor mantenimiento,
y la enterraban en gánigos, y hoy se hallan
algunos llenos de manteca la cual sirve para medicina.
Si alguno moría, metíanlo en cuevas que tenían como
entierros, y tendíanlo echando debajo del cuerpo y encima
muchos pellejos de cabras que mataban. Manteníanse
de harina de cebada tostada y molida que llaman
gofio, ^ con carne de cabra cocida y asada, con
leche y manteca, comían en gánigos de barro cocidos
al sol como cazuelas grandes. Usaban,para su menester
de cortar y desollar de unas lajas o pedernales agudas
que llaman, tafiagues. Sacaban y hoy también se
saca fuego con un palp de espino seco ludiendo en ua
cardón aeco que es esponjoso y con el fuerte movimiento
o ludimiento se encendía fuego en el cardón,
y de este modo tenían fuego.
La isla de Lanzarote es falta de agua, que no hay
de otra sino la que llueve, la cual recogen en maretas
o charcos grandes heclios a mano, de piedras. También
recogen en pozos, y la guardan para sustentarse y a
sus ganados. También hay algunas fuentes, pero de
poca agua. Sembraban la tierra de cebada, rompiéndola
con cuernos de carbón a mano; y madura la arrancaban
y limpiaban y tostaban y molían en unos molinillos
de piedras, ludiendo las piedras alredejlor con
un hueso de cabra; y esta bnrina mezclaban con leche
y manteca, y; este manjar ilfeman gofio^
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DI; GBAN CANABIA; »
Carece esta isla de Lanzarote de árboles qtie no Hay
sino unas matas pequeñas que dicen tabaibas, que aunque
su naturaleza sea crecer poco, en esta islfi se esparraman
por el suelo, porque como es Uaná esta isla y
por la mayor parte cursan los vientos nortes y este árbol
es enemigo del frío se extiende por el suelo, sino
es donde halla piedra, que al abrigo de ella crece tanto
cuanto es la altura de la piedra.
CAPITULO XI
Que prosigue de la isla de Fuerteventura
Esta isla de Fuerteventura es más abundosa de aguas,
y tiene algunas fuentes, y hay algunos árboles, como
son tarajales, acebnches y palmas, y lo que en *lla ae>
planta se da .niuy bien. Son estas dos islas abundantísimas
de yerbas y muy olorosas flores, y así hay mucho
ganado de cabras, ovejas y vacas; y con ser tan
fértiles de flores y yerbas no hay en ellas abejas, ni
se han podido criar, aunque se han llevado de las demás
islas, y enti^do ser causa la llaneza de la isla J,
correr grandes vientos a la contifaua, y no tener abrigos.
El ganado de esta isla de Fuerteventura es el más
sabroso de todas las. islas, el cual anda suelto por toda
la isla; y cuando querían tomar algún ganado se juntaban
y hacían apañadas, que llamaban gambuesas.
Había en esta isla dos mujeres que hablaban con el
demonio, la una se decía Tibjabin y la otra Tamonan-te;
y quiere decir eran madre e hija, y la una servía
de apaciguar las disensiones y cuestiones que sucedían
entre los reyes y capitanes, a la cual tenían mucho
respeto, y la otra por quien se regían en sus ceremonias.
Estas les decían muchas cosas que les sucedían.
Estaba dividida esta isla de Fuerteventura en dos
reinos, uno desde donde está la villa hasta Jandía, y
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40 DE LA CONQUISTA
la pareiJ de ella; y el rey de esta parte se llamó Ay(»-
ze; y el otro desde la villa hasta Corralejo, y éste se
llamó Guize, y partía estos dos señoríos una pared de
piedra que va de mar a mar cuatro leguas. Había en
esta isla cuatro mil hombres de pelea. Hoy en todas
las islas no hay hombres de mayores estaturas que los
de esta en común.
Có.jese en esta isla mucua oii-annij JÜUS qup en todas
las demás islas. Hay en ella más de cuatro mil camellos,
y grandísimo número de asnos salvajes. El año de 1591
se mandó hacer una mortería por el mucho daño que
hacían en ia tier,ra, con muchos lebreles, y con" mucha
gente de a caballo, y ¡a tierra apellidada; y mataron
más de mil y quinientos asnos que fueron manjar ds
cuervos y guirres de que hay mucha abundancia en
estas islas.
El vestido y hábitos de los de esta isla era de pieles
iíe carnero como salvajes, ropillas con mangas hasta el
codo, cí^lzón angosto hasta la rodilla como loa de loa
franceses, desnuda la rodilla, y de allí abajo cubierta
la pierna con otra piel hasta el tobillo; y mahos calzados,
de donde son llamados mahoreros. Traen el cabello
largo, y la cabeza cubierta con un bonete alto de
la misma piel. Peleaban con grandes bastones de palo
que llamaban teseses. A los valientes llamaban «al-tihay
». Las mujeres traían tamarcos de cueros de cabras,
y encima pellicos o ropillas de cuero de carnero,
y los mismos bonetes pelosos del mismo cuero. Servíanse
de cuchillos de lajas de pedernal que llamaban ta-fiagues,
al cuero llamaban barhuy, y al ganado salvaje,
guanil.
Cójese en estas dos islas mucho trigo, algo moreno
y menudoj que trajo Diego de Herrera de Berbería,
que llaman morisquülo, y de una fanega de sementara
se cogen sesenta y setenta fanegas de trigo y a veces
ciento y más. Y también se coge mucha cebada,
que es su mantenimiento más común. Quieren estas
dos islas poca agua. Sácase de ellas mucho trigo, ce-
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DE GEAN CANARIA 41
bada, tociiielíis, y eu abundancia quesos buenos, y mu»
cha orcbilla que se navega a iriuchas partes.
Dícese que cuando el capitán Juan de Bethencourt
y Gadifer de la Salle vinieron en demanda de estas islas,
era rey de la isla de Lanzárote, o señor, un natural
de ella que se decía Guadartia, que decían ser hijo
de un capitán crisUano que con temporal aportó a
esta isla de Lanzarote, la cual historia pasa de ésta
manera: Remando en Castilla el rey D. Juan I, hijo
del rey D. Enrique II, trayendo guerra con el-rey de
Portugal, y el duque de Alencastre de Inglaterra sobre
el señorío de Castilla, que decía el Duque de Alen-castre
pertijuecerle por estar casado con Doña Constanza,
hija mayor del rey D. Pedro, hizo el rey D. Juan
una armada por la mar de cijertos navios, y puso por
capitán de ellos a un caballero vizcaíno que se decía
Martin liuiz de Avenda.ño, el cual corría toda la costa
de Vizcaya y Galicia e Inglaterra, que sería por el
año de 1377, poco más o menos, el cual navegando le
dio temporal que les hizo arribar a Lanzarote y' tomó
puerto, y salió el capitán y gente en tierra y los isle-ños
lo recibieron de paz y le dieron refrescos de lo que
en la tierra había de carne y leche, y queso para refresco
de su armada, y fué aposentado en la casa del
rey.qiie se decía Zonzamas. Tenía este rey una miijer,
llamada Faina, en quien hubo Martín Euiz de Aven-daño
una hija que llamaron Ico, en este acogimiento
y hospedaje, la cual Ico fué muy hermosa y blanca,
siendo todas las demás isleñas morenas ella sola había
salido muy blanca. Esta Ico casó con Guanarrne,
rey que fué de aquella isla por muerte de un hermano
suyo llamado Tinguafaya, que fué el que prendió
la armada de . Hernán Peraza. TUVQ Guanara-me
en ' Ico a Guadarfia. Muerto Guanarame hubo
disensiones entre los naturales isleños diciendo qué
Ico no era noble Gayre por ser hija de extranjero
y no de Zonzamas. Sobre esto entraron en consulta
que Ico entrase con tres criadas suyas villanas ep la
c^sft del rey Zonzamas, y que a tpdag cuatro ag les die-
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42 DE LA CONQUISTA
se humo,, y que si Ico era noble no moriría, y si extranjera
sí. Rabia en Lanzarote uua vieja, la cual
aconsejó a Ico que llevase una esponja mojada en agua,
escondida, y cuando di^en humo se la pusiese en ia
boca y respirase en ella. Hízolo así, y dándoles Inimo
en un aposento encerradas, valióse Ico de la esponja,
y halláronla viva, y a las tres villanas ahogadas. Sacaron
a Ico con gran honra y contento, y alzaron por
rey a Guadarfia, y éste fué el que halló Juan de Be-thencourt
al tiempo de la primera venida a esta isla.
CAPITULO XII
De la segunda venida de Juan de Bethencourt
a Lanzarote
'Al tiempo que Juan de Bethencourt partió de Lanzarote
para España había dejado en la torre de Uubi-cón
para su guarnición a Mosen Guillermo de Bethencourt,
y por su capitán, el cual hizo tan mal tratamiento
y áspero, y usó de tantas crueldades con Gua^
darfia y los naturales de ella que forzados de ios muchos
agravios y de no guardárseles el buen tratamien-to
y fidelidad que se les había prometido, tomaron las
armas contra Mosen Guillermo de Bethencourt, y armándole
una celada le mataron; los que escaparon d»
este reencuentro se recogieron al castillo de Hubicón.
Fué caudillo de esta batalla Guadarfia, el cual poniendo
cerco al castillo impedía a los franceses no se pudiesen
proveer de los ffanados de la isla, y hacer entradas
y correrías haciéndoles padecer mucha necesidad
y hambre; a esta sazón llegó el capitán Juan de Bethencourt,
para quien üios Nuestro Señor tenía guardado
el principio por tan honrosa empresa, el cual partió
de la corte del rey D. Enrique ifl de Castilla, con
6ii licencia, y a au gosta real y por su mandato, ll*gó
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DE GEAN CANARIA 43
a Sevilla, juntósele mucha gente a la fama, pertrechó-
86 de navios y municiones, y navegando con buen viaje
lleffó al puerto de Bubicón, y desembarcó su ejército.
Halló la tierra alzada y puesta en armas por la
muerte de Mosen Guillermo su capitán, e informado de
todo lo pasado, y vistas las razones y descargos-de Gua-darfia
lo perdonó,y redujo a la obediencia, dejando las
armas con gran contento, y los recogió con muestras
de mucbo amor, prometiendo a todos buen tratamiento
y muchas libertades, dejándoles sus ganados y términos
Era el capitán Juan de Bcthencourt buen cristiano,
temeroso de Dios y deveto, buen capitán, sagaz, astuto
y mañoso soldado, y con todos buen compañero. En
este viaje trajo seis navios, procuró, luego que los naturales
de la isla se convirtiesen a nuestra santa fe católica,
por medio de ciertos clérigos, que para ello había
llevado, a los cuales honraba y reverenciaba mucho,
y • así se bautizaron todos; y el primero que recibió
el bautismo fué el rey Guadarfia en la iglesia de
Rubicón, que es de la advocación de San Marcial; fué
llamado Luis, y el capitán Juan de Bethencourt le
dio el término y casas de Zouzamas, e hizo y dio otros
repartimientos a franceses y españoles que vinieron con
él.
Esta iglesia intitulada San Marcial de Rubicón fué
la primera que en estas islas se entiende se edificó J,
fundó, y así fué San Marcial quien en Francia predicó
y sembró la palabra del Santo Evangelio y el primer
obispo en la ciudad de Limonence, que es Liéja;
era hijo San Marcial de Marcslo y I^izabet, judíos nobles,
de los que seguían a Jesucristo en el mundo y.
le servían, fueron bautizados por el Apóstol San Pedro;
éste San Marcial dejando a sus padres siguió continuamente
a Jesucristo; fué testigo de todos sus hechos,
y* en la última cena del Señor fué uno de loa
que servían a la mesa,' y cuando el Señor lavó los pies
a los apóstoles él era el que echaba el agua en la vasija.
Recibió el Espíritu Santo coa los discípulos, fué
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U r>E*LA CONQUISTA
con San Pedro a Antiochia, doude se convirtió mucha
gente; vino con San Pedro a Roma donde se ie apareció
Nuestro Señor Desucristo y mandó enviase San
Marcial a Francia a predicar su Santo Evangelio, y,
aunque triste por dejar su compañía se partió, en ai
camino murió el compañero que llevaba, y volvió a
Roma, y contó a San Pedro la muerte del compañero
y tornándolo a mandar le dijo le pusiese el báculo que
San Pedro le dio sobre el cuerpo muerto del compañero,
y en el nombre de Jesucristo resucitó y fueron su
camino a Francia, donde hizo muchos milagros; por su
predicación se convirtieron muchas gentes, y como los
franceses son devotos de este Santo, Bethencourt intituló
esta primera igleisia de San Marcial. Todos los
obispas que hubo en estas islas se intitulaban obispos
de Rubicón, hasta que se ganó Canaria, y el primero
que fué obispo de esta dicha iglesia, fué un religioso
de la Orden de San Francisco, llamado Fr. Alberto de
las Casas, año 1408; y el primero que se intituló después
de Canaria fué D. Tuan ^e Frías, año 14^8, a 25
de enero, que se halló en la conquista de esta isla de
Canaria.
CAPITTJLd XIII
Cómo Juan de Bethencourt va a Fuerteventura y la
conquista
Luego que Bethencourt hubo ganado la isla de Lan-zarot9
con tanta facilidad sin derramamiento de sangre,
determinó pasar a la otra comarcana, h quien llamaban
los franceses Fortuito que estaba a la vista tra-
Tesía de tres leguas en la cual pensaba mucha resistencia
y dificultad en ganarla por lo que había visto
y experimentado, apercibiendo cinco navíog que tenía,
se embarcó con los castellanos y franceses que tenía,
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DE GRAT5 C:ANAEIA «
y muchos naturales de Laiizarote los cuales se izaban a
las armas, y servían con gran contento y fidelidad, viendo
el buen tratamiento que se les bacía, y con ellos
pasó a la isla Fortuite en el mes de junio del año 1405,
y desembarcaron en un valle que llamaron Valtarajal
por los muchos tarajales que en él hay.
Había disensión y diferencia entre los dos reinos de-,
ésta isla de Puerteventura sobre ios pastos entre los
dos reyes Yose y Guise, el capitán o rey de aquella
parte donde desembarcó Bethencoui't, como vio los navios
y gente que desembarcaba llegó a hacer alguna
defensa con grande ánimo; fué Dios servido viniesen,
a platicar por persuasión de las dos mujeres Tibia bín
y Tamonaute, que así se lo acon.sejaron y se rindió, y
abrazando Bethencourt a Yose, se hicieron alegre reconocimiento,
y tornóse cristiano, llamándose Luis; el
otro rey llamado Guize como vio el buen tratamiento
que Bethencourt hacía a todos los que a él iban, cómo
lo.í regalaba y acariciaba, y que no pretendía otra
cosa más que se convirtiesen a ía fe, determinó también
rendirse, por las amonestaciones qup las dos mujeres
Tibiabin y Tamonahte le hacían, prometiéndola
libertad y sus haciendas, y bautizándose le llamaron
Alonso. De esta manera fué Dios* servido reducir los
naturales de esta isla de F.uerteventura a nuestra te
católica, bautizándose todos con mucho contento en ^l
año de 1405. Fundó una iglesia de la advocación de
Nuestra Señora la Virgen María, que llaman de Be-tancuria,
y un pueblo allí que dicen la villa ds Be-tancuria.
Cuentan antiguos naturales de es*a isla que haberse
panado tan fácilmente fué por las amonestaciones de
las dos mujeres Tamonante y Tibiabin, a las cuales
tenían por cosa venida del cielo, y que decían lo que
les había de suceder, y aconsejaban y persuadían tuviesen
paz y quietud; decían que por la mar había de
venir cierta manera de gente, que la recogiesen qu»
aquellos les habían de decir lo que liabían de hacer.
También dicen que muchas veces se lea aparecía tina
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16 DE LA CONQUISTA
mujer muy hermosa en sus necesidades y que por ella
Be convirtieron e hicieroii cristiaaos todos.
Hay ai presente en esta isla de Fuerteventura un
convento de frailes de la Urden del señor San Fruncís-co,
el primero que eri estas islas sg fundó, que bizo
Diego de Herrera y Doña Inés Peraza, señores de estas
islas, que se llama San Buenaventura. Los primeros
frailes que a él vinieron fueron Fr. Juan de San
Torcaz, era muy docto en Teología, compuso muchos
libros, de los cuales hoy hay algunos en el dicho convento
donde está sepultado; cuentan muchos milagros
que este santo varón ha hecho; trajo este venerable Padre
consigo a Fr. Diego de San Nicolás, fraile lego
que murió en Alcalá de Henares el año 1463, en el
convento de Santa María de Jesús, que fundó D. Alonso
CaiTÜlo de Albornoz, arzobispo de Toledo; el cual
canonizó y puso .entre tos santos de la Iglesia N. M. S.
P. Gregrio Xlll por los m«chos milagros que Dios
obró por su intercesión. Hízolo canonizar el católi' o
rey Felipe II de Castilla a 2 de julio de 1588, día de
la Visitación de Nuestra Señora. Halláronse en su canonización
el Pana Gregorio XIII, que lo canonizó,
y 40 cardenales, .1)3 arzobispos y obispos, 3 abades y
gran niímero de otros prelados y muchos príncipes y
grandes. Como se vio Bethencourt quieto mandó fa<-
bricar dos castillos para asegurarse, el uno en Valta-rajal,
donde había desembarcado, y se llamó el castillo
de Valtarajal; y al otro llamó líichirroche, en los
cuales se recogían; por persuasión de algunos castellanos,
que habían* estado en Berbería y marineros determinó
pasar a ella, puen tenía la gente junta y navios
prestos para ello y (¡erca la tierra que no estaba
luás da 18 leguas, y así pasó y desembarcó en una jMir-tí
» de ella, que dicen los Médanos, cautivó muchos moros
y moras de toda edad que pasaron de 60 sin perder
ningún cristiano por estar los moros de aquellas partes
descuidados de lo que por aquella banda lee pudiese
suceder, y se volvió a Langarote con la presa, que fué
la priinera entrada esta, que de estas islas se hizo en
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DE GRAN OAÑARIA «
Berbería, y los moros que tomaron cautivos se UeTaron
a vender a Espaüa con lo demás qu^ en la» ¡^las se
cogía.
CAPITULO XIV
De la entrada que hace Bethencourt en iá isla de Canaria
Deseaba grandemente Bethencourt sujetar y poner
debajü de su señorío todas laa islas, que ya había vis-to
y conocido; no pudiendo estar quieto su ánimo francés,
determina pasar a la de Canaria, que tenía a la
vista de Fuerteventura IS leguas y apercibiéndose de
lo que necesitaba, dejando el presidio necesario en los
castillos se embarcó en los navios,que tenía y vino con
bupn tiempo a Canana y tomó puerto en el Argane-gin,
donde desembarcó toda su gente y la-puso en orden,
entrando con cuidado la tiprra adentro, los canarios
como vieron gent« extranjera y armada, y tantos
juntos, apellidándose unos a otros, se juntaron muchos
de ellos viniéndoseles' a poner delante y defender
la entrada con un capitán o rey que se decía Artemis,
el cual acometió a los nuestros con grande ánimo y
esfuerzo, y todos los demás canarios que iban en su
seguimiento tirando muchas piedras y dardos y palos,
que no había honda ni ballesta que con tanta fuerza
disparase de sí la piedra y raja, y unas varas tostadas
como dardos, que pasi^ban un hombre de parte a
parte, y una adarga, y aunque Bethencourt con su
gente se defendía con mucho ánimo y valor haciendo
cosas señaladas, fué el acometimiento de Artemis y los
suyos con tanta fuerza y determinación, que no pudieron
resistirlo aunque murieron muchos de los ca^
narioá y así se fueron retrayendo los cristianos y recogiendo
la vuelta de los navios con hartos menos, bien
qu© dp parte dé los canarios hubo graa número dei
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48 DE LA COKQÜKTA
muertos y entre ellos sti capitán Arlemis, y por tno-meiitos
acudía gente de refresco a la revuelta aunque
se hallaron en ella más de 5.ÜÜÜ canarios, y viendo
Bethencourí su poca geutg, acordó embarcarse, lo que
ejecuta aquella noche lo mejor que pudo, tomando la
vuelta de la isla de la Palma, la que no pudo entrar,
antes volvió a Canaria por ver si podía rehacerse de
la afrenta que había recibido; quiso tomar tierra y ven-gar
la injuria, mas era tanta la multitud de los canarios
que acudían a deieuderles la entrada que no lo
pudieron lograr y asi viendo que'la empresa era mayor
que le que podía soportar la fuerza de la gente qua
allí tenía según la que veía se juntaba en la isla, y que
era más diestra y mejor armada que la de las dos conquistadas,
mudando de propósito se volvió a Fuerte-ventura
a rehacerse. En esta jornada, que fué en el
afio de 1405, dio Bethencourt a esta isla de Canaria el
epíteto y nombre de Grande, y lé dura hasta hoy.
CAPITULO XYj
Cómo el capitán Juan óg Bethencourt fué a la isla de
la Gonnera y la ganó, y de sus costumbres
Habiendo el buen capitán Juan de Bethencourt dado
el tiento dicho a la isla Fortunada de Canana, e
impuesto el nombre de Grande por la resistencia que
en sus naturales halló y la mucha sangre que derramó
de su gent^, y la de los naturales; y habiendo desean-sado,
curado y recreado su gente que le habían herido
y maltratado, no pudiendo con su corazón estar quieto,
determinó pasar a otra isla; y así partió de JFuer-teventura
con su armada, y fué a tomar puerto a la
isla de la Gomera, llamada por Plinio en su natural
historia Junonia meuor^, a diferencia de la isla de la
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DE GRAN CANARL\ 49
Palma, que la llamó Junonia mayor, como atrás di-jimos.
Muchos días procuré saber de los más antiguos naturales
de esta isla el nombre que tenía antes que a
ella viniera el capitán Juan de Bethencourt, por saber
quién le hubiesp impuesto este nombre de Gomera, y
nunca lo pude alcanzar, ni entender jamás haber tenido
otro nombre, si no es Gomera, desde que a ella
vinieron los africanos, que debieron ser quienes se lo
dieron
Tiene esta isla el puerto principal el mejor que hay
en estas islas, que hace una grai¡ ensenada capaz de
muchos navios, la entrada angosta por entre dos puntas,
que llaman la una punta del Puerto, y la otra
de\Nuestra Señora de Buen Paso, y en medio del puerto
está la villa principal, que se dice de las Palmas,
por las muchas que allí había, y allí está una torre
y casa fuerte que hizo D. Miguel Peraza de Aialos,
primer conde de la Gomera. Tiene nueve leguas de cir-cuito
y tres leguas de ancho. Es muy abundantísima
de aguas y fuentes, y .muy buenas, especialmente la
fuente de Chámele, y la de Tegoay y la de Chggelaa,
que al presente llaman la fuente del Conde.
Eran los gomeros gente de mediana estatura, animosos,
ligeros y diestros en ofender y defenderse; grandes
tiradores de piedras y dardos. Acostumbraban los
naturales de esta isla para hacer diestros y ligeros sus
hijos ponerse los padres a una parte, y con unas pelotas
de barro le tiraban porque se guardasen; y como
iban creciendo, les tiraban piedras,, varas botas y después
con puntas; y ^sí los hacían diestros en guardarse,
hurtando el cuerpo, y éranlo en tanto que en
el aire tomaban las piedras y dardos y las flechas que
les tiraban con las manos; peleaban con varas tostadas,
y andaban en carnes, con solos pañetes de cuero pintados.
Cuando andaban de guerra traían atadas unas
vendas por la frente, de junco majado tejido, teñidas
'de colorado y^ azul, el cual color daban con un árbol
gue llaman tajinastcj cuyas raíces son, coloradaSj y con
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60 DE I.A CONQUISTA
la yerba que sp dice pastel, con que dan color azul a
los paños.
Vestíanse unos tamarcos de cueros de cabra o de oveja
hechos a manera de ferreruelo, atado al pescuezo y
pintado hasta media pierna, j^'las mujeres vestían unas
como faldetas de las mismas pieles pintadas que lla^
maban tahuyan, y cubiertas las cabezas con capillos
hasta los hombros de pieles • de cabritos, y capotes de
dos faldas por la cintura e ingles los hombres, y los
zapatas de cuero de puerco, y todo el cuerpo desnudo.
Es abundante esta isla d_e arboledas de grandes y
muchos árboles que de ellos se saca gran cantidad de
madera para diversas partes, como son barbuzanos, mo-canes,
sevinas, adernos, vina ticos, tilos y gran copia
de almacigos, de que se coge abtmdancia de almáciga,
provechosa para enfermedades. En esta isla no hay
más de un solo pino que está en un risco en un peñón
que tiene de altura más de doscientas brazas, que
está en un llano sin tener otro risco junto a sí; que
llaman Agando. Y considerando como nació entre las
grietas de aquel peñasco este pino no habiéndolos en
aquella isla, paréceme no ser otra la causa sino que como
estas islas están propinguas y suelen ser los piñones
pasto de los cuervos, algún cuervo los babía comido
y desgarrándose con los vientos tyiriosos que suele
haber en ellas, pasaba de alguna de ellas coa los piñones
en los buches y los iba a vomitar en aquel peñasco;
que cierto causa admiración a quien lo mira en
aquella sequedad.
No había en esta isla animal nocivo; críanse en ella
muchas muías, y no en otra ninguna de las siete, y
hay abundancia de cabras y ovejas, con que se susten.
taban, y hacen al presente muchos, buenos y grandes
quesos. Hay venados, ciervos; conejos y perdices en
abundancia que de lierbería los trajo Sancho de Herrera
siendo señor de estas islas.
Llegado el capitán Juan de Betheucourt al puerto
principal, año de 1405, desembarcó toda la gente sin
hallar quién se lo estorbase, ¿B que se admiró y temió
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DE GRAN CANARIA 51
de alguna celada, poniendo su gente en orden y ca-miuaado
poco a poco, vio venir los naturales hacia el
puerto sin demostración de querer hacer resistencia
hiíu que todos traían armas, como son dardos, lanzas,
espadas, btoqueles y algixnas ballestas y con apariencias
de contento y alegría se venían a encontrar. Quedó
Bethenco'art suspenso y receloso basta que vio no
traían ánimo de ofender, venían algunos que sabían hablar
,Ja lengua española, y en esto se comenzaron a tratar
como se iban acercando y entendiendo y conversando,
viendo Betheucourt y su gente con cuanta afabilidad
y contento loa habían recibido los gomeros, trayén-doles
lo que habían menester, y que.en la isla había,
y hacían cuanto se les mandaba, quietáronse; y viendo
la fertilidad y frescura de la isla, y el apacible
puerto que tenía, detúvose algunos días por descansar,
pues tenía los naturales quietos y sosegados sin disgusto
suyo ni pesadumbre, y así bizo repartimiento entre
muchos de los franceses que llevaba consigo pensando
venido qué fuese de Francia hacer su habitación y
asiento en esta isla de la Gomera.
CAPITULO XVI
En que se pone el haber venido a esta isla de la Gomera
crístiano6 antes que Juan de Bethencourt
Hay memoria en esta isla de la Gomera que en los
años pasados antes del capitán Juan de Betheucourt habían
venido navios de cristianos a la Gomera, y acerca
de esto hay dos opiíjiones. Reinando en Castilla el rey D.
Juan 1, hijo del rey 1). Enrique II, y en Portugal
reinaba también el rey D. Juan I, hijo natural del rey
D. Fernando de Portugal, que fué pi-imer maestre de
Avio. Hubo guerra entre estos dos reyes sobre la sucesión
de aquel reino de Podtugal cuando fué aquella me-
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63 DE .LA CCNQUISTA
morable y flecanlada batalla de Al.jubarrota, o en tiempo
de la otra que a esta sucedió del rey 1). Juan I de
Castilla con D, Juan Duque de Alencastre, hijo segundo
del rey Eduardo de In^flaterra que pretendía el reino
de Castilla, por ser casado el Duque cou Doña Constanza,
hija legítima y mayor del rey ü. l'edro, a quien
pertenecía, y hubo concierto que casase D. Enrique,
hijo del rey D. Juan, con Doña Catalina, hija del Duque
de Alencastre y de Doña Constanza, y así se efectuó,
y sp enderezó la casa real con legítima siicesión,
y el rey D. Juan de Portugal casó también con otra
bija segunda del Duque de Alencastre. En este tiempo
muchos caballeros Ae, Galicia se apartaron del servicio
del rey D. Juan [ de Castilla y se pasaron a servir
al' rey D. Juan de Portugal, y entre otros fué un
D. Fernando Orimel, el cual como en el año de 1304,
poco más o menos, saliese con algunos navios carabelas
con gente de armada a correr la costa,^ con temporal
vino de arribada a esta isla de la Gomera. Era este
caballero D. Fernando Orimel Conde de Uren, padre
de D. Juan Fernando Orimel, al cual mató el rey D.
Juan I de Portugal dentro' de la casa dp la reina Doña
Leonor, y era gallego natural de la Coruña.
Otros cuentan que treinta años antes que viniese el
capitán Juan de Bethencourt había venido un caballero
español llamado D. Fernando dp Castro con ciertos
navios, y que tomó puerto, y desembarcó su gente en
el puerto que dicen de Hipara, donde estaba un hermano
del rey de la Gomera, llamado AmaJuyge, el
cual con ios demás naturales les quisieron defender la
entrada en la isla, y entre otros que mataron fué al
dicho hermano de Amaluyge con un pasador y que entraron
la tierra desviándose del puerto, y que venido
a noticia del rey .\uialuyge !a entrada de la gente extraña
en su tierra y muerte de su hermano, apellidó
la isla y fué en busca de los extranjeros matadores de
su hermano, a IDS cuales acometió y dio batalla, e hizo
retraer a una fuerza que dicen Argodey, toda cercada
de xi-^v:\ muy fuerte, la cual no tie.ne más de ti»a
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DE GEAK CANARIA 53
cntrafla; como el rey Amaluyge los vio allí encerrados,
los cercó de manera que no pudiesen salir con grandes
y fuertes árboles y en guardia todos los uatiiraies,
y así los tuvo dos días, donde pensaron perecer de
hambre y de sed. Si querían aventurarse a salir no podían,
sin que primero muriesen despeñados y a manos
de los gomeros, que los tenían cercados, y que visto
por D. Fernando dg Castro el notable peligro en que
estaba, como mejor pudo dio a entender su necesidad
al rey, el cual dicen era muy piadoso por las muestras
que hacía y que mandó quitar los palos y made-ros
que tenía puestos, y lo abrazó, y regalándolo lo
t-^ivo consigo algunos días dándole cuanto hubo menester
de mantenimientos que había en la isla, como si
no hubiera pasado entre ellos pesadumbre. T al tiempo
que se despidieron, I). Fernando dio muchos vestidos
y armas al rey, como espadas y broqueles, que
estimaron en mucho, y dicgn que este rey Amaluyge
se tornó cristiano, y se llamó D. Fernando Amaluyge,
y mucbos se bautizaron con el rey y que al tiempo de
la partida le rogó el rey le dejase quien le enseñase y
doctrinase, y que 'quedó un clérigo que se quiso quedar
prometiendo dar la vuelta presto, la cual no tuvo
eiccto.
Quien haya sido este D. Fernando qxié a esta isla
vino no se puede averiguar, si no es D. Fernando de
Castro, caballoro muy principal del reino de Galicia,
que después de la muerte del rey D. Pedro de Castilla,
a quien servía y le fué muy aficionado, se pasó a
Inglaterra donde se posesionó y heredó, que el rey D..
Enrique y parientes no pudieron tornarlo a que se viniese
a su casa y hacienda.
Al clérigo le tuvieron lo^ gomeros gran respeto y
veneración, y así parece que al tiempo que el capitán
Juan de Bethencourt vino a esta isla, la sujetó fácilmente
por estar avisados con las amonestaciones del
clérigo, y haber bautizado a muchos de los naturales^
el cual murió dentro de pocos flía> <!,• li n.'i.iiila de D.
Fernando de Castro.
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64 DE LA CONQUISTA
Eeíaba esta isla de la Gomera cuando el capitán .luán
de Betheiicourt llegó, por ser muerto el rey D. Fernando
Anialuyge, repartida en cuatro bandos o parcialidades
con sus capitanes, los cuales tenían nombres
de santos. El capitán del bando de Mulaffua se llamaba
Fernando de Aberbequeye; el de Ag'aua, Fernando
Alguabozegue; el de Hipalan, llamaban Pedro Halba-gai,
y al capitán del bando y término de Ürone decían
Masegue ConcLe; y estos bandos siempre tenían disensiones
y diferencias entre sí. Los bandos se llaman
mulagua, agana, ipalan y orone.
Hubo en esta isla hombres valientes cuya memoria
en sus cantares dura hasta hoy, como era Aguacoromos,
Aguanahuche, Amaubuy, Gralhegueya, que muñeron
en sus cuestiones; principalmente se cuenta de este
Gralhegueya, que yendo un día a mariscar, que este
era su mantenimiento, entraron a una peña dentro en
la mar nadando, y crecida la mar vino un bando de
marrajos, que por aquella costa los hay grandes, qUe
no los dejaban salir a tierra, y que este Gralhegueya
era de grande cuerpo y fuerza, y determinado se echó
al agua y se abrazó con uno de los marrajos y ambos
se fueron al fondo dando vueltas y que lo tuvo fuertemente
abrazado, y con los zapatazos que el marrajo
con la cola daba espantó a los demás marrajos y huyeron,
y los gomeros tuvieron lugar de salir a tierra,
y deshaciéndose de él salió también a tierra. Dura la
memoria de esto hasta hoy.
CAPITULO XVII
Que trata cómo Juan de Bethencourt pasó a la isla
del Hierro
Después que el capitáii .Ji.au de Bethencourt hubo
de&caíisado y su gente dg la pesadumbre del mar y ha>-
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DE GBAN CANAEIA 65
ber hecLo repartimiento de parte de la isla entre muchos
franceses que traía consigo para que se avecindasen,
pensando él también venirse a vivir y asistir en
aquella isla por verla tan fresca y abundosa determi-nó
pasar á la isla dei Hierro,
l'"sta isla del Hierro después que se dejó de llamar
el nombre común de Fortunada y se distinguieron con
nombres propios cada una de ellas, ha tenido diversos
nombres, según pareció llamarla a los escritores que
(de ella han hecho mención, y algunos de ellos aunque
han diversificado los nombres concuerdan todos en la
significación, porque Estasio Seboso, geógrafo, la llama
Pluviala, y el rey Juba la llamó ümbrion, vocablo
griego que quiere decir agua llovediza, que es lo
mismo que Pluviala, los cuales nombres refiere Plinio
en su natural historia, y Ptolomeo la llamó Pluvitina,
que todos estos nom^bres significan una misma cosa;
y llámase así porque esta isla se sustenta con el agua
que cada día destila por las hojas de un árbol como
Üiremos. Al presente se llama esta isla del Hierro.
Andando investigando razón por qué se llamó del
Bierro esta isla, bailé que los naturales la llamaron
Esero, que en su lenguaje quiere decir fuerte; otros
dicen se llamaba Fero, que ea lo misino, y como ellos
©o tenían hierro, ni usaban de él, y vieron que el hierro
era cosa fuerte, correspondiente al nombre con que
llamaban a su tierra, aplicaron este vocalilo y nombre
de Esero al Hierro. Otros dicen se llamaba esta isla
ÍFer. Ea muy fragosa toda esta isla en redondo desde
ia costa de la mar una legua la tierra adentro, y se
camina por ella con mucha dificultad y trabajo; tiene
Be diámetro cinco leguas, y de ciicuito catorce. Una.
legua desde la mar es de riscos y pedregales, pero anclada
la legua, eg llana, poblada de mucha arboleda,»
como son pinos, brezos, sabinas, palos blancos, laureles,
íidernos, barbuzanos, acebiños, mocanes, escobones,
retamas y algunas palmas; no produce esta tierra dragos.
Es muy copiosa de yerbajes para ganados, y en
tet9 epceede a las demás islas. Las ñores soa de muy
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66 DE LA COííQUÍS'lA
«
euave fragancia de olor, y en grande abundancia, por
cuya causa es extremada la miel que en esta isla se
coge, y las abejas enjambran y multiplican mucho.
Las aguas en esta isla son pocas, aunque algunos escritores
la hacen tan estéril de agua, que afirman no
haber otra en toda ella, si no es la que destila del árbol,
que tienen con mucha guarda, y cierto debieron
de ser informados de alguna persona que estuvo de pase
en ella, que se contentó con simple relaciáu sin añadir
pregunta para satisfacer fi apetito del deseo, como
lo dice Francisco de Támara, mi maestro de gramática
en Cádiz, en el libro que compuso de laá costumbre
» de todas las gentes' y Gomara en la historia general
de las Indias, porque realmente hay otras aguas
de fuentes, aunque la principal de que se sustentan fo*
vecinos y sus ganados es la que destila todo el día y
la noche de un árbol, que está en un término que ¡laman
los naturales Tigulahe, y al árbol llaman garoé,
y al presente los vecinos árbol santo, que cierto pare-ce
cosa maravillosa y sobrenatural-, y así lo escribió por
tal Pedro Mesia en su varia leccJóii; pero sabido que
destilación es, cómo y por qué causa se hace, se entenderá
como cosa natural lo que no quisieron investigar
los autores para escribirlo, antes lo dejaron a sabiendas
porque se apeteciese más su lectura, aunque es de
engrandecer el hecho como cosa de la mano de Dios,
que quiso proveer de este remedio para que I03 habitadores
de esta isla se pudiesen sustentar y que haya
tantos años, susteutaudo allí aquel árbol, que a lo menos
desde el año de 12 después del nacimiento de Nuestro
Señor Jesucristo' se tiene noticia de él, según se
colige.de Plinio, que ha más de mil quinientos noven-ia
años; y antes que naciese más de cuarenta y nueve
'años; pero si se nota y advierte bien es una cosa de las
más maravillosas que hay, y así la escribiré conjo mejor
pudiere para contento del lector.
Este lugar y término donde está este árbol se llama
Tigulahe el cnal es una cañada que va por un valle
arfiba desde la mar a dar a ua frontón de un risco,.
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DE GRAN CANARIA . 57
donde está nacido en el mismo risco el árbol santo, que
di<.;en llamarse en su lenguaje garoé, el Cual por tantos
añoa se ha conservado sano, entero y fresco, cuyas
hojas destilan tanta y tan continua agua que da de beber
a la isla toda, habiendo proveído naturaleza esta
milagrosa fuente a la Sequedad- y necesidad de la misma
tierra. Está dfl mar como legua y media y no se
sabe qué especie de árbol sea, mas de que quieren decir
que es til, está solo sin que de su especie haya otro
árbol allí. El tronco tiene de circuito y grosor doce palmos
y de ancho cuatro palmos, y de alto tiene cuarenta
desde el pie hasta lo más- alto, y la copa en redondo
ciento veinte pies en torno, las ramas muy extendidas
y coposas, una "^ara alto de la tierra. Su fruto
es como bellotas con su capJÜo y fruto como piñón,
gustoso al comer y aromático aunque más blando. Jamás
pierde este árbol la hoja, la cual es como la hoja
del laurel, aunque más grande, ancha y encorvada,
con verdor perpetuo, porque la hoja que se seca se cae
luego y queda siempre la verde. Está abrazada a este
árbol una zarza que coge y ciñe mucho de sus ramos.
Cerca de este árbol en sus contornos hay algunas hayas,
brezos y zarzas. Desde su tronce o plantu a la parte
del norte están dos tanques o pilas grandes, cada
uno de ellos de veinte pies de cuadrado y de hondura
de diez y seis palmos, hechos de piedra tosca que los
divide para que gastada el agua del uno se pueda limpiar,
sin que lo estorbe el agua del otro.
La manera que tiene en el destilar el agua este árbol
santo o garoé es que todos los días por las maíla-nas
Se levanta una nube o niebla de la mar cerca de
este valle, la que va subiendo con el viento sur o levante
de la marina por la cañada arriba basta dar en
el frontón, y como halla allí este árbol espeso de muchas
hojas asiéntase en él la nube o niebla y recógela
en sí, como suele hacer cualquier árbol, quo después
de pasado el aguacero queda destilaridí* el agua oue recogió
y lo mismo hacen los hrezoí^ qup pstór en aquel
contorno, cerca de este árbol, sitio que como tienen
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58 ' DE LA CONQUISTA
la hoja más disminuida, no recogen tanta agua cotno
el til, que es mucho más ancha, y esa que recogen
también la aprovechan aunque es poca, que sólo sa hace
caudal del agua que destila el garoé, la que es bastante
a dar agua para los vecinos y ganado jumamente
con la que queda del invierno recogida por los charcos
de los barrancos, y cuando el año es de muchos levantes
hay aquel año mayor copia de agua porque con
este viento levante son mayores las nieblas y' las destilaciones
más abundantes. Cógense cada día más de
veinte botas de agua.
Está junto a este árbol una guarda que tiene puesta
el concejo, con ca.sa y salario, pl que da a cada vecino
siete hojitas de agua sin la que se da a los señores de la
isla y gente principal, que es otra mucha cantidad. S»-
rán los vecinos de ella como 230, y en ellos más de mil
personas, y a todos sustenta y da de beber este árbol, y
porque junto al pueblo que antiguamente llamaban
Amoco y al presente Valverde, no había otra agua de
que proveerse la llamaron los antiguos que escribieron
Ombrion y los demás nombres, dando a entendpr que
de sola agua llovediza se sustentaban sin que tuviesen
otra ^ua. Pero en efecto tienen otras aguas de fuentes
auQtj'te pocas, como es la fuente de Acof que en su
lenguaje quiere decir río, no por la copia de agua que
harto poca tiene, y otra fuente que llaman del Gapio,
más a la banda del norte, y otra fuente ,que se descubrió
el año de 1565 en medio casi de la isla, que dicen
de Antón Fernández, del grueso dp un dedo el caño
del agua.
Los ganados que se hallaron al tiempo de su con-c)
uista fueron cabras, ove.ias y puercos. Después Diego
de Heriera traio yeguas, vacas, perdices y conejos, que
son aventajados a los demás de las otraí; islas por los
buenos yerbajes que en ella hay. Y la carne de oveja
es mucho más sabrosa y sana qup la del carnero m
otra carne. Y asi los que habitan en esta isla Hel Fie.
rro por mayor regaio tienen prpí^pntnr una oveja gorda,
que el mejor carnero que tengan.
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DE GRAN 'JANARIA 69
No acostumbra el ganado cabruno, ovejuno y porcuno
a beber en los veranos por falta de laa a^uas y está
tau amaestrado con la necesidad, que después que
las yerbas se agotan para soportar el trabajo de la sed,
con las manos las ovejas y cabras y los puercos con loa
hocicos cavan la tierra donde hay heléchos y gamnes
y se hartan de sus raíces, y con la humedad que tie^
nen mitigan la sequía, y así con esto y coa salir del
verano muy gruesas se sustentan el estío.
CAPITULO XVIII
Del trato y costumbres de la gente del Hierro
Era la gente de esta isla muy triste, de mediana estatura,
cantaban a manera de endechas tristes en el tono
y cortas, bailaban en rueda y en folia yendo los
unos contra los otros para delante y tornando para
atrás asidos de las manos, dando grandes saltos para
arriba juntos y parejos que parecen pegados unos con
otros y muchos, y en estos bailes eran sus cantares,
los cuales ni los baile» hasta hoy no b's han dejado.
Su habitación era que hacían uñ circuito de pared
de piedra seca grande y redondo, al cual dejaban una
Bola entrada por donde se servían y dentro de este cerco
arrimaban a la pared palos a manera que quedaban
anchos dpi suelo como chozas cubiertas de heléchos y
ramas de árboles, y dentro de est© circuito habitaban
veinte y más vecinos con sus hijos. Camas para dormir
eran muchos helec:hos y encima pellejos de ovejas y
las mantas con que se cubrían eran cueros cosidos unos
con otros porque como la tierra es' alta, es fría y ventosa.
En pariendo las mujeres, antes que el pecho, daban
a sus hijos raíces de helécho asadas y majadas, o mascadas
con manteca que llamabac aguamanes, y ai pre-
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60 DE LA CONQUISTA
senté les dan harina de cebada tostada mascada con
queso eu iugai de les aguainanes antiguos, y los 11a-
.íiian del misino nomhre.
J.as ilutas que tenían para su sustento eran moca-ues
y vicácaros y cerezas, que son como guindas prietas
y de estas frutas solían hacer virio aunque poco,
porque su común beber era agua, que llamaban alie-mon;
su manjar era carné cocida o asada, la cual cocían
en gánigos.o cazuelas de barro cocidas al so|. Manteníanse
con leche cjue llamaban achemen, \' con manteca
que decían muían. No tenían trigo ni cebada m
otra legiimbre más que raíces de heléchos, que usaban
por pan, que llamaban harán, las cuales majadas las
cocían con leche y las comían.
Vestían unos capotes de cuero de carnero sin mangas,
y encima unos como capotillos hechos de tres piales
de ovejas, la lana para dentro en invierno, y en verano
afuera, plegados a la garganta donde los amarraban
con dos correas. Las mujeres uaíau a manera de
saya de los mismos pellejos hasta media pierna plegadas
a las cinturas y encima- otro como capotillo, y estas
vestiduras traían sin otra cosa debajo. Cosíanla con
loB nervios que sacaban de los lomos de las reses cabrunas
que mataban y deshacían en hebras de hilo como
querían, y tan delgadas como hilo portugués muy
delgado. Las agujas eran de huesos adelgazados; no
traían tocado sino el cabello largo y hecho crinejas.
Su calzado era dg pellejos crudos que revolvían a los
pies, y algunos eran do cuero de puerco que desollaban.
Vivían debajo de un solo señor o rey, y así estaban
con quietud sin usar el arte de la milicia por no
tener contra quién ejercitarlo, y por esto no tenían ningún
género de armas si no eran unos bordones que
traía cada uno muy liso de tres dedos de grueso y de
tres varas en cumplido, que untaban con tuétano de
cabras para ponerlos amarillos, que llamaban banodes
o tomasaques. Y aunque estos bordones ser\-ían de armas
más los traían para ayudarse al caminar por la
fragosidad de la tierra que para su defensa.
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DE GEAN CANAiUA 61
Casaban con la mujer que querían sin tener respeto
a parentesco, excepto a las madres o hermanas, y daban
al padre, o madre, de la moza cierta cantidad de
ganado, porque le diese su hija. Todos eran iguales en
cadta y linaje si no era el rey, y a los demás según
tenían más o menos ganado. Daban al rey cada año
ciertas ovejas en reconocimiento del vasallaje según cada
uno podía sin que estuviesen obligados a cantidad
cierta. El lenguaje que tienen es castellano, pues el
suyo natural ya lo han perdido, como todas las demás
islas.
Cuando hacían junta y se convidaban, que llamaban
«gmatiboa», mataban una, dos o más reses ovejunas,
las que les parecían que bastaban para la fiesta, y re-gocijarse,
y éstas habían de ser gordas y de mucha gra-
,sa, que llamaban jubaque, las asaban enteras quitadas
las pellejas y vientre, y sentados en rueda, las ovejas
en medio, razonando y comiendo no se levantaban hasta
que las acababan de comer, y lo mismo hacen el dia
de hoy los descendientes de aquellos naturales.
Estando enfeimos ge curaban con tuétanos de cabras,
y con manteca untándose todo el cuerpo con ella, y
abrigándose; para curar sudaban. Y si era herida, la
primera cura era ponerle fuego en la herida y untarla
con manteca. La iorma de sus entierros era, que si
el difunto tenía mucho ganado, lo metían coa sus vestidos
en cuevas, y lo arrimaban a un lado, a los pies
Un tablón, y su bordón arrimado a un lado, y cerraban
la cueva con piedras porque los cuervos no los comiesen.
No ajusticiaban más que a homicidas y ladrones. Al
matadoi- le daban la pena del tallón, que era matar al
que mataba, y al ladrón por el primer hurto le quebraban
un ojo, y por el segunde el otro para que nb
viese a hurtar y así quedaban castigados, y para ejecutar
el castigo tenían verdugo señalado.
Adoraban los naturales de esta isla dos ídolos, que
les fingían varón y hembra: a aquél llamaban «Erao-ranban
» y a la hembra «Moneiba». L03 hombres eraa
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Ui DE LA CONQUISTA
devotos del varón j las mujeres de la hembra, y esta
devoción se entendía por loa juramentos, ruegos y peticiones
que.hacían; no le sacrificaban más de rogarles
por los temporales para berbaje a sus ganados, y
a estos sus ídolos o diases no los tenían hechos de alguna
materia, sino solanipnte eran intelectuales, fingiendo
que su habitación y lugar para hacerles bieu
era dos peñascos largos a manera de mohones, que están
en un término que llamaban Bentayca,' que hoy
llaman los Santilloa de los antiguos, y que después de
oído y cumplido el ruego se subían al cielo y como
no tenían otra noticia sino esta falsa opinión, después
de ganada la isla por los cristianos, y doctrinados e
instituidos en la fe, aplicaron a Dios Nuestro Señor
el nombre de «Eraoranhan» y a la Virgen María el de
«Moiieiba», y como estos isleños eran idólatras y lea
faltaba la lumbre de la fe y el demonio es padre de
la Idolatría, por la aptitud que en ellos había ganaba
crédito con ellos, y hacía que lo adorasen, y como el
principal sustento dé los herreños era el ganado, ya que
por la semetera no les pusiese cuidado la falta del agua,
poníales por los herbajes y pasto para el ganado; y así
cuando veían tarjlar las aguas del invierno, juntábanse
en Bentayca, donde fingían estar sus ídolos, y alrededor
de aquellqs peñascos estaban sin comer tres días, y con
el hambre lloraban, y el ganado balaba, y ellos daban
voces a los ídolos qu,e les' mandasen agua, y si con esta
diligencia no llovía, uno de los naturales a quien ellos
tenían por santo iba al término y lugar que llamaban
'lacuytunta, donde estaba una cueva, que decían «as-teheyta
», y metiéndose dentro e invocando los ídolos
ealía de dentro un animal en forma de cochino, que
llamaban Aranfayho^que quiere decir medianero, porque
como aquellos gentiles veían que por sus ruegos
no alcanzaban lo que pedían, buscaban medianero para
ello, y a este Aranfaybo, que era el Demonio, tenían
ellos en lugar de santo, y que era amigo de Eraoranhan,
y como salía lo tomaba, y lo llevaba debajo
del tamaxco, donde estaban los demás esperando con
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T>ñ GHAÉ CANAHIA «
suB ganados alrededor de aqtiellos peñasros, y andaban
todos dando gritos y voces en procesión a la redonda
de aquellos dos riscos, y llevando el cochino defcajo del
tarnarco, y como el demonio es grande artífice de cosas
naturales hacía llover, porque fuesen ciegos tras su
adorarión, y si veía el que llevaba el cochino que era
menester más agua, teníase consigo este demonio y
cuando le p5,rec,ía que había llovido lo necesario lo largaba,
y volvíase a su cueva a vista de todos.
CAPITULO XIX
Cómo vino el capitán Juan de Bethencourt a la isla del
Hierro y la ganó
Teniendo Bethencourt la isla de la Gomera con tanto
contento quieta y sosegada, y hecho repartimiento, d^
terminó pasar a esta otra isla cercana, y dejando la ^en-te
que le pareció para su presidio y guarda, se embarcó
para la del Hierro y lomó puerto en el término que los
naturales llamaban Tecoroue, que es en las calmas de
la isla, junto a otro puerto qUe llaman Iraiuase, y al presente
Puerto de INaos. Como los naturales vieron venir
los navios blanqueando con las velas, se acordaron de
un pronóstico que tenían de un adivino que h a b ^ muer-to
muchos años antes, y que lea 'había dicho que su dios
habla de venir por la mar, en unas casas blancas: que
lo recibiesen que les había de