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Sebastián ¡IMENEZ SÁNCHEZ
VIAJE HI8T0RIC0-ANECD0TIC0
POR LAS ISLAS DE
LANZAROTEYFUERTEVENTURA
DICIEMBRE DE 1937
11 AÑO TRIUNFAL
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03IT0Q3]I/IA-03I^QT8IH 3LAIV
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DEDICATORIA
17? mi oupti (tntiffo, Jinfonio JLimiñana
uópez, Con iodo afecfo.
"tSl (Tíufor.
A 3 AIHAHAD J A f n O T i a3
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AmoTADiaaa
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EDITORIAL CANARIA S.
LAS PALMAS
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i
Autorizado y censurado por la Suhdele-gación
del Estado para Prensa y Propaganda
en Las Palmas.
Queda hecho el depósito que marca la
Ley.
ES PROPIEDAD.
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CAPITULO I
Él Clamor de dos islas ante las Jerarquías de la Nueva España.—
Una visita oficial a tas islas de Fuerteventura y Lan-zarote.-^
Impresiones ante él pnehecito de Gran Tarajal y
pueblos de Tuineje y Pájara.—El "engaMadó", llanuras inmensas,
molinos y norias desmanteladas.—Lavütade Santa
María de Betancuria: Presa de las Peñitas; tesoro ¿rústico,
religioso e histórico de esta Villa.—Ruinas del Convehto^
de San Buenaventura.—tú-Virgeit dé li' Peña tflattCtál-dición
popular; San Diegtí de AltUláy Fray Juttn d'e Sd'n-[
torcaz.—La Vega de Rio de Palma.
Años tras años han veaido formulando las autorlüaties
y pueblos de las islas de.Fuerteventura y Lanzarote, at.Go-bernador
Civil y demás autoridades provinciales de Las
Palmas, peticiones y demandas de protecciója para conjurar
la miseria extrema, el paro obrero y la emigración excesiva
que atormenta y aflige a estas dos; pobres islas, especialmente
a Fuerteventura. .^ ..,„;S^
,,Este clamor unánime de todo un pueblo Que se deib^ite
^ una extrema depauperació.i económico-social jamiás tuvo
la acogida patriótica, entusiasta y decidida como la que,
en los presentes momentos bAn dispensado las altas jerar-_
quias de la Provincia, de Las Palmas. VM ¡3
Las dignas autoridades de la Nueva España no podían,
permanecer impasibles y alejadas de la, realidad triste y
vergonzante de un pueblo que ansiando mtjorar su vida
no encuentra la mano bienhechora y el corazón magnáni-s
mo del que pueda llevar a cabo su redención, y devuelva
la alegría y el bienestar a pobres hogares obreros y a infelices
propietarios mendicantes de un jornal.
Las autoridades rectoras de la Provincia tenían que ha-^
cer honor a las nuevas formas y a los nuevos modos y a la^
soluciones verticales y tajantes del Estado Nacional Sindig
calista, y, en especial, á io dispuesto sabia y justamente por
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— . -
el Generalísimo Franco al afirmar e interesar de todos los
españoles que no quiere en la España nacional "un hogar
sin lumbre y una mesa sin pan".
La falta de protección del poder público a las islas de
Fuerteventura y Lanzarote, protección que nunca debió dejar
de prestar, unida a la rara constitución geológica de éstas,
a su climatología singular, falta de lluvias, carencia de
manantiales y a otros factores intrínsecos en la isla de
Fuerteventura, ha creado el pavoroso problema económico-
social imperante, de verdadera angustia, por no decir
desgarradora y trágica situación en la llamada pomposa^»
mente isla de Fuerteventura. > a
En el paroxismo de su desesperación han levantado su
voz estas islas sedientas de pan y de justicia para lanzar
a los cuatro vientos sus necesidades. La voz de los habitantes
de estas islas hermanas pedían justicia social y reparación.
Demandaba auxilio e interesaba que una comisión de
técnicos, autoridades y personas patriotas visitasen las islas
con el detenimiento suficiente que permitiera, cara a la
realidad, apreciar la magnitud del prob'ema y buscar
soluciones prácticas y eficientes dentro de la urgencia
y facetas múltiples que aquél presenta.
Este requerimiento angustioso fué recogido. Tuvo éfcd^
en los nobles y humanos sentimientos fraternales y patrió-,
ticos de los hombres que representan las altas jerarquías'
en la Nueva España. El Presidente de la Mancomunidad
Interinsular de la Provincia de Las Palmas, Don Sebastián
de la Nuez Aguilar, vibró desde los primeros instantes qüb
recibió las peticiones y clamores de un pueblo que pedia
PAN, TRABAJO y JUSTICIA. Su corazón de patriota y de
canario unido a la clara visión que del problema tenía hi-zole
comprender la trascendencia de la justa demanda.
Ella fué captada y no perdida en el vacío porque tuvo su
momento ambiental y su estación receptora, que eso fué
en Gran Canaria el señor de la Nuez Aguilar, como supremo
representante de las Islas que constituyen estk
Provincia. ;
Recogidas con cariño y buena voluntad las petíclóittíl'
de Justicia formuladas por los sufridos habitantes de las
islas de Lanzarote y Fuerteventura, encontró el señor de
la Nuez Aguilar tres entusiastas y decididos colaboradores,
sin los cuales, es seguro se hubiesen malogrado los
buenos deseos del Presidente de la Mancomunidad ínterin-
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- 11 -
sular. Elementos tan valiosos y tan compenetrados de la
alta misión que en este renacer de la España Imperial deben
poseer los que en su mano tomen las riendas de los
organismos públicos fueron el Presidente del Excmo. Cabildo
Insular de Gran Canaria, Don Antonio Limlftana López,
el Presidente de la Junta Provincial del Paro Obrero
e Ingeniero Director de la Junta de Obras de los Puertos de
la Luz y Las Palmas, Don Gregorio Pérez Conesa, y el Ingeniero
Jefe del Grupo de Puertos de Arrecife, don Ruperto
González Negrín, el cual une a esta su condición técnica
la de ser natural de la isla de Lanzarote y conocer como
pocos su constitución geológica y problemas vitales, a
igual que los de Fuerteventura. He aquí, pues, los cuatro
elementos organizadores de la expedición o Comisión oficial
a dichas islas hermanas. A esta Comisión se agregaron
luego el Ayudante de Obras Públicas, Jefe de la Sección de
Vías y Obras del Cabildo Insular de Gran Canaria, don Simón
Benitez Padilla, el hombre que por su competencia inigualada
y conocimiento perfecto de las islas, no podia faltar;
el Ayudante principal de la Junta Administrativa de
Obras Públicas de Las Palmas, don Domingo Madera Pérez,
y el funcionario administrativo de esta Entidad, don Sebastián
Jiménez Sánchez, en calidad de Secretario de la
precitada Comisión y autor de este trabajo.
Después de varios cambios de impresiones y de concretar
bien el itinerario a seguir y objeto primordial de la visita
a esas islas, tenidos con el señor Gobernador civil de
la provincia, don Gonzalo Fernández de Castro; Gobernador
militar, don Vicente Valderrama, y con el Comandante
de Marina de la provincia, don Vicente Socorro Padrón,
que desde los primeros momentos prestaron a los organizadores
de esta expedición toda clase de facilidades y apoyos,
quedó ñjada la fecha de salida de la Comisión para el
día 8 de julio.
A las ocho de la tarde del referido día, el correillo interinsular
"La Palma", capitaneado por don Carlos Lisausti,
hacíase a la mar, llevando a bordo a todas las anteriormente
citadas personas, a buen número de pasajeros y mercancías
con destino a los puertecitos de Gran Tarajal, Puerto
Cabras y Arrecife.
A la hora, ya habíamos recorrido algunas millas, dejando
atrás, envuelta en la claridades del crepúsculo vespertino,
la silueta negruzca de Gran Canaria y la Atalaya de
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Ifi, Isleta, con el desteUo;intM!i»ítefl*te y blanetueciiío de su
faro de tercer orderij p.i «h vr)tin^-: • t.
Coíi buen tiempo seguimos la travesía al abrigo de la
costa sur de Fuertevenlura—penínsiüa de Jandía—, apareciendo
el correillo en las primeras horas de la mañana
del día 9 frente al puerteclto de Gran Tarajal. Desde la.
cubierta del barco avisoramos el panorama raro y desértico
que oirecían ios terrenos circundantes al caserío de Gran
Tarajal, asi como la costa, una veces acantilada y otras de
suave playa de arenas doradas como la que se encueí^tra
ai, nturte del mencionado puertecito. El interinsular "La
Palma" fondeó muy de mañana a unos trescientos metros
del muelle. Al poco tiempo saludábamos en el "hall" del
"La Palma" al señor Delegado del Gobierno en Fuerteven-tura,
don Gerardo Bustos; Presidente del,Cabildo Iij&uiar,
don Ramón Péñate; Alcalde de Puerto Cabras; y Alcalde de
Tuineje, don Juaai Morales. Después de las presentaciones
y frases de rúbrica, desembarcamos felizmente en el puer-tecitq
de.Gran Tarajal, donde se había congregado un buj^íi,
j^^me^o de vecinos, conocedores de nuestra llegada, en cft^i
misión oficial, visita que ellos consideraban de tan extíj^,-.
ordinaria importancia por estimar se iba a da^r en íe¿l;ia,
próxima trabajo a los obreros y campesinos. ... , ^¿
La primera impresión que recibimos del pago jde Gríui,
Tarajal desde la, cubierta del "La Palma" fué confirmada
luego en tierra firme: caserío extraño y un poco alineado en
la base de unas montañas de escasa elevación. Solo pr'é-senta
una calle principal que enlaza con la carretera qué
condupe a 'tuineje. La calle de esta barriada nueva tiene
ansias de ser algo; a,^pira a ser la vía arteria principal
del pueblecito; y ello lo consigue porque siis habitantes son
laboriosos, Las casfis de esta calle principal tienen ya su
marcado perfil de urbanismo, propio de pueblos que tienden
a superarse dentro dé sus inquietudes y quehaceres.
Ellas son terreras o de una planta, eri su mayoría; nb obstante,
hay casitas de dos ptóos que ílícén pulciras fachadas
ait)eadas de blanco. En dicha calle principal, que es ían-chay
de regular longitud, se agolpan en las puertas de las
ca^'Eis y eñ las esquinas, grupos de personas mayores y de
chicos qué cótAentáñ a su ¿üsto haestra visita, que para
muchos es de redención.
Por la repetida calle principal se realilza el tráfíéb >de ca-rlruajes
y mercancías, estas últimas desembarcadas en Gran
Tarajal con destino a la mayoría de los pueblos de la isla,
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— L3 —
motivo éste que hace que Oran Tarajal sea. dentro; ele la
isla de Fuerteventura, el caserío de más movimiento después
de Puerto Cabras. Gran Tarajal viene a ser como el
centro distribuidor de mercancías para el centro y sur de
la isla, y es el puertecito y caserío que, de regreso de Lfcs
Palmas, acorta distancias. ,
Gran Tarajal. pueblo en ciernes, aparte de su especial
urbanización ya descrita y de sus típicas chozas de pescadores,
sólo ofrece en sus campos inmediatos pequeños manchones
de verdor formados por tarhais, tarahales o tara-j^
les, tajos de alfalfa, algu'^aa plantaeií>nes de tomates y
palmeras no muy elevadas. ;i.ib,; - .; ;.
Frente a las oficinas del representante á«. la Com&aSiia
de Vapores Correos Intcriaisular^ Canarios, D. Esteban López,
nos detuvimos para saludar al amigo, recoger las
¡íuspiraciones del vecindario y oír las opiniones de las perdonas
más caracterizadas de la iocali':}ad. Todas esa.s
oVibraciones. sentires y demandas que el pueblo expuso
» la Comisión fueron recogidas y llevadas al bíock
yáe notas. Todas ellas reflejaban las necesidades más aprfi-
--miantes. > - <.: ,<>1
Al sur de Gran Tarajal dejamos la ensenada y aldea de
Tarajalejo, que presenta su aspiración principal: la
«construcción de una carretera o camino vecinal que la una
con aquél y le permita dejar el aislamiento en que se haila.
Más al sur está la inmensa península de Jandía. con sus
treinta y cinco icilómetros de extensión desde el istmo de
la Pared a la punta del Faro. Toda esta extensión es propiedad
de los herederos de la marquesa de Santa Coloma.
En su dilatado territorio pastan buen número de cabezas
de ganado y se encuentra en abundancia el camello. Esta
península, en épocas de buen invier.io. produce cereaiesiy
pastos en abundancia y en particular exquisito queso de
justa fama.
La mañana, que se presentaba íit'.'>'.u, era una de esas
hermosas mañanas estivales y luminosas de julio» en las
que el sol suele caldear un poco. =: .,: UJV: «b o-i'íitt
Habiendo dado por terminada nuestra visife* a Ora.Br*lA^
rajal y colocados en los coches que nos aguardaban, emprendimos
nuestra marcha hacia el pueblo ie Tuineje. Por
carretera bien conservada atravesamos extensas tierras
roji-grisáceas y negruzcas, limpias de cultivos, salvo algunas
tuneras, higueras y palmas que avergonzadas viven raquíticamente
junto a cercas de piedra seca que delimitan
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las propiedades, o en las proximidades de las casas campestres.
De vez en cuando surge una palmera diseminada
y algunos molinos clásicos en la llanura imponente.
El panorama que se presenta ante la vista del observador
es el de una estampa africana; no obstante, el clásico
molino castellano, de base y cuerpo blanco y de largas paletas,
semejan estos paisajes raros a algunos parajes de
Castilla en su comarca de la Mancha, lugar de aventuras
de nuestro excelso Don Quijote. fj
A medida que nos aproximamos a Tuineje aumentan íás
parcelas con tierras un tanto roturadas en espera de la lluvia
fecundizadora. Asimismo surgen, diseminadas, casas
tachas sia encalar y sin colorido definido, a pesar de encontrarnos
en la isla donde la cal se halla en abundancia.
Otro aspecto que pone de relieve la penuria de los habitantes
de Fuerteventura constituye la serie de pozos con
molinos americanos desmantelados y norias en ruina.
Este abandono es debido a haberse secado las fuentes que
daban vida a aquéllos o a la circunstancia de que sus aguas,
demasiado salobres, no sirvan para el cultivo. Estos dos
factores han producido verdaderas catástrofes económicas
en pobres labriegos y pequeños propietarios y capitalistas
que se han visto defraudados en sus legitimas aspiraciones
y arruinados después de emplear en esos pozos su pequeño
ahorro y el esfuerzo personal. Hasta en esto ha sido injusta
la Naturaleza con esta isla desventurada.
Marchan nuestros autobuses por la carretera sin que nos
estorben vehículos de ninguna clase—¡son tan escasos en
Fuerteventura!—y sin que encontremos en el trayecto algún
ser humano, ni aves, ni saltamontes, ni nada que acuse
vitalidad. Todo es desolación. Mustios collados que diría
el poeta.
Al acercarnos a Tuineje surgen por el camino algún que
otro chico o mozalbete enjuto y de carnes morenas y tostadas
por la acción solar y por el viento; asimismo, alguna
chica, entre once y catorce años, ataviada con largo sombrero
de palma y llevando al cuadril una pequeña criatura
de meses. Por la orilla o deslinde del terreno con la carretera
caminan pausadamente estos infelices seres, arrastrando
una vida de desnutrición y de desconsuelos en unos
años en que todo debe sonreír. En las manos de estas niñas
una pequeña taleguita o un cesto conteniendo el almuerzo
de su padre que trabaja a dos o tres kilómetros.
Al pasar junto a nosotros nos miran con cierto asombro y
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recelo; ignoran que los que vamos en automóvflS** somos los
componentes de la Comisión oficial que de Gran Canaria
hemos salido para conocer la tragedia de sus campos y de
sus hogares y remediarlas tal como lo quiere el Generalísimo
Franco.
De vez en cuando avisoran nuestros ojos algún arbusto
o frutal, como acebuches, granados e higueras; pero, desde
luego, raquíticos. Esta es, pues, la visión general de una
tierra sedienta que ansia su redención económica y su mejoramiento
social. Y este es el trágico problema que, de
primera intención, ofrece a los visitantes la Isla de Fuerte-ventura.
Visión que se repite luego en todos los pueblos,
pagos y caseríos de la isla más infortunada del Archipiélago
(1).
Después de un recorrido de once kilómetros, hemos llegado
al pueblecito de Tuineje, cabeza del término municipal
que estamos visitando. Son acaso las diez horas de la mañana.
El panorama que se presenta ante los expedicionarios
es de extrema pobreza: casas pequeñas y sin albear,
montañas rojas de escasa altura y planicies de tierra cultivable,
pero sin cultivo alguno. Estamos en la plazoletita que
dá acceso a la iglesia parroquial consagrada a San Miguel
Arcángel, y frente a la modestísima Casa Ayuntamiento.
Como quiera que el sol deja sentir sus ardientes rayos, optamos
por colocarnos bajo la sombra de unos pequeños árboles
que, como algo raro, adornan la pintoresca y única plaza del
pueblo. Una parte de los expedicionarios penetramos en
el recinto sagrado y como quiera que el venerable Párroco
está celebrando la Santa Misa, nos dispusimos a oiría. Sólo
una docena de santas mujeres enlutadas rigurosamente y
unos cuantos hombres encontrábanse en el templo oyendo
la Misa. Terminada ésta y ya en la plaza, cambiamos impresiones
con las autoridades locales, especialmente con su
Alcalde el joven falangista y Maestro nacional, don Juan
(1) Esto es lo que el autor ha visto. Sin embargo, en el "Diario
del Bachiller Don Isidoro Romero Ceballos", de fines del siglo XVIII,
se dice al hablar de Fuerte ventura, lo siguiente: " ..Su centro a lo
largo es llano, apacible, compuesto de agradables valles y colinas y de
un terreno fecundo y de mucho migajón...; la isla tiene bastante lefia,
aunque de no mucha fuerza y no les falta agua a sus naturales para
proveerse y socorrer sus ganados; no obstante que ocurran años secos,
pues tiene la fortuna de encontrar agua en abundancia y casi a la superficie
de la tierra en cualesquiera barranco que quieran abrir un
pozo." "El terreno de Puerteventura es tan crazo y húmedo que para
criarse arboledas muy frondosas no se necesita ipás que plantarlos sin
hacerles falta el riego del pie."
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—m —
Mptale^, gimti desde Gran Tarajal nos acompañaba. De estas
impresiones surgen notas y datos referentes a las necesidades
más apremiantes que urge resolver para conjurar
el paro y, la miseria. Mientras tomábamos esas notas,
las mujeres enlutadas y envueltas en la pudorosa mantilla
canaria, salían de la amplia pero modestísima iglesia, en
.unión de los hombres que las acompañaban. Al .salir de-
.tiénense ante el pórtico del templo y, formando círculo,
musitan rezos y oraciones que, al parecer la dolorida entona
y dirige. Esta piadosa costumbre que termina con el expresivo
"réquiem eternan dona eis domine. Et lux perpetua
lucead eix", se repite cada vez que muere una persona y por
su alma se aplica una Misa. En silencio contemplamos
nosotros el hermoso, edificante y cristianísimo cuadro que
apuntamos, en el que la piedad d« unas virtuosas mujeres
canarias-españolas rendían público culto a sus difuntos.
Este cuadro nos emocionó en verdad y nos hizo exclamar en
nuestro interior: "¡Aún hay fe sincera en estas pobres
gentes, a pesar de su miseria y de las malsanas y disolventes
doctrinas predicadas por falsos redentores del pueblo!"
Esto que hemos visto y acabamos de consignar puede que
ea otra localidad o en otra isla no nos llame la atención;
pero las circunstancias de soledad, pobreza, aislamiento,
feívor, etc., que concurren en la plaza de Tuineje, han hecho
que hayamos recogido esta impresión sentimental.
Por entre tierras rojas salpicadas de tuneras, higueras,
granados y palmas seguimos viaje hacia Pájara. En el le-
, corrido encontramos, ademáLS, molinos de sendas aspas, tipo
español, y norias, muchas norias, pero de.smanteladas. El
paisaje es continuación del de Tuineje, acaso un poco más
variado dentro de la sequedad impresionante del terreno.
De momento surge el pago de Toto sute nuestra vista, con
panorama interesante. Venciendo los kilómetros que nos
restan, llegamos a la municipalidad de Pájara, pueblo de
extrema pobreza ,con iglesia parroquial de dos naves, dedicada
a Nuestra Señora de Regla, de arraigada y popular
devoción. El frontis de la iglesia, de un solo cuerpo, es
sencillo, pero muy interesante. Los elementos decorativos
del frontis—soles, serpientes, palomas, leones, etc.—acusan
su estilo mejicano. Junto a este pórtico, un tanto en ruina,
pero de primoroso aspecto por su simbolismo, se alza una
cuadrangular torre rematada por una pirámide, única atalaya
desde donde lanzan al espacio el argentino toque de
las campanas y los cohetes y tracas en las solemnidades
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del pueblo. El interior del templo es amplio y no ofrece
mayor interés, salvo el altar mayor que es de 1687.
En este pueblo no hay nada que ver a excepción de lo
ya consignado. Desde la mal llamada plazoleta de la iglesia
todo queda visto. Nada se esconde a nuestros ojos.
Nos hallamos a treinta kilómetros de Puerto Cabras. Unas
notas y unas pequeñas visitas a los alrededores en unión de
las autoridades locales dan por terminada nuestra gestión
en Pájara, no sin antes de marcharnos hacemos unas fotos
con la Leica de nuestro estimado compañero de excursión
don Simón Benltez Padilla, quien como hombre de exquisito
gusto y admirador de la geología y de las cosas antiguas,
llevó consigo todo lo necesario para captar paisajes
y rincones, hacer catas, tomar medidas, etc.
El cultivo de toda esta zona es muy mediocre. Todo
está reducido a unos tajos de alfalfa y a pequeñas parcelas
dedicadas al cultivo del tomate.
La mayor parte del terreno es de "gabia" y en los inviernos
buenos ofrece una extraordinaria producción de
cereales.
En marcha los autobuses, nos encaminamos hacía la
histórica y franciscana villa de Santa María de Betancu-ria,
situada a veintisiete kilómetros de la capital de la isla.
Por carretera de tercer orden, de algunas vueltas y un poco
pendiente, bordeamos el barranco de Fenduca, al pie de sendas
montañas basálticas y graníticas muy notables; y los
barrancos de los Granadinos, Río de Palma y de la Peña,
con montañas de raras crestas de basaltos. El lecho y vertientes
de todos estos barrancos ofrecen al técnico, especialmente
al geólogo, material variado y abundantísimo pa-.
ra estudios de fisiogeografia. Con razón se ha señalado a
la isla de Fuerteventura como la de mayor interés geológico
del Archipiélago.
A lo largo del trayecto nos detuvimos más de una vez
para admirar y anotar sorprendentes bellezas geológicas,
de las que nos hablan con profusión de datos el Ingeniero
jefe del Grupo de Puertos menores y paisano nuestro, don
Ruperto González Negrín, y el ya citado señor Benltez Padilla.
Efectúanse varias catas y se recogen ejemplares de
rocas y otras piedras que, tanto el señor Benitez como el
autor guardan para donarlas a la Sociedad de Ciencias,
Letras y Artes de Las Palmas, "El Museo Canario" (1).
(1) En esta recogida de materiales figuran piedras tan interesan •
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•_^ —18 —
^^g Por un camino, mal llamado camino vacinal, áwrwjue en
honor a la verdad sea dicho, no lo es, llegamos al cauce del
barranco de las Peñitas. lugar donde, con dinero de la Junta
provincial del Paro Obrero de Las Pa'mas, .se está construyendo
la "Presa de las Peñitás". Importante obra hidráulica
qtte permitíf á en su día fertilizar bu»ná cantidad
-de fanegadas de terrteno; hoy improductivas por carencia
absoluta de agua. -: n- ' KH. I- -^
)i El muro de con tensión de esta presa tendrá, por ahora,
una altura de doce metros y su capacidad será de ciento
cincuenta mil metros cúbicos. Términadíi definitivamente
«sta presa, alcanzará su muralla de contensión una altitud
de treinta metros y su capacidad se elevará a 917.000 metros
cúbicos. La obra, situada a unos doscientos metros so-ttreífel
nivel del mar, sube por el lecho del ^viv.t^ciado barranco
IKI una longitud de 957 metros.
Como llevamos dicho. realíza.sé esta oüra con fondos de
la Junta Provincial del Paro Obrero, y en ella están trabajando
en la actualidad unos veinticinco o treinta toreros,
siendo imposible admitir más en esta época de sequía, dada
4a eseaSez de agua de manantiales. En "la poca obra Í que
se Tiene llevando a cabo empléase unos hiJillos insignificantes
de agua que rnanan de unos pequeños remanientes
.situados en el propio barranco de Río de Palma, a unos
dlea o veinte metros de distancia de la presa en constnic-iílÓlt
> ••'(lí.tori •{!);:
j •'• liá obra de muralla levantada hasta el dia de nuestra
visita apenas subía medio metro. Los materiales encuén-transe
al propio pie de la obra tmos, y otros. Como la cal,
en las inmediaciones, razón por la cual el coste de aquélla
¡no es mayormente caro de no'sér la falta, de agua;'.i«'? si
El Presidente de la Junta Provincial del Paro Obrero é
Ingeniero Director de la Junta de Obras de los Puertos de
"la Lüa y Las Palmas, señor flon Grei^orio Pérez Cohesa,
persona que une a s\i gran competencia profesional una
actividad extraordinaria, un cariño desmedido a estos problemas
y un deseo de solventarlos lo ante.? posible, ahorrando
pesados trámites burocrático.?, por asi imponerlo las
les consolas,siguieiiLes: sienilas, dioritas, traquitas.
ba.saltos vac'uóiares. ba.saltos ro .da rort herborizaciones
de ttftíwaiieso. trabertiho caliza do dioritas. - tdbas basálticas.
yeso, lamprofiro.";, bombas vclráiiicas. etc. Todas ellas han venido a
enriquecer la colección mineralógica de Canarias que se exhibe en la
Sftla FemáJKiea Navarro de nuestra Sociedad "Bl Museo Canario.". '0
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; -#— _;'
necesidades del momento, ha sido, justo es reconocerlo, pese
a su modestia, una de las personas que con más empuje ha
contribuido a ser una realidad lo que es de imperiosa e
indiscutible necesidad para la isla de Fuerteventura. Auxiliado
de los técnicos que le acompañan, señores González
Negrín, Benítez Padilla y Madera Pérez, recorre toda la
cuenca del embalse tomando notas y haciendo esquemas al
propio tiempo que dá instrucciones claras y concretas al
encargado de la obra. A medida que los trabajos? de ésta
aumenten mayor será el número de obreros que en la misma
se empleen, disminuyendo con ello el censo de parados
de esta zona. Terminada la presa de las Peñitas y una vez
recoja el agua de lluvias, entonces los camiMs yermos de
las municipalidades de Betancuria, Pájara y Tuineje dejarán
de ser lo que son en la actualidad para convertirse
en zonas de verdor y en centros de pj oducción agrícola que
.devolverán el bienestar y la dicha a la gente campesina.
Esta es. pues, una de las varias obras hi<3ráuiicas de las
que tanto necesita poseer Fuerteventura para remediar y
dar solución práctica y definitiva a su problema social-económico.
•;.:.=
•jLa estructuración nacional-sindicalá^a d« la Nueva España
devolverá en plazo no lejano a la isla Cñnicienta de
Fuerteventura la tranqoíilidad perdida. Ella permitirá que
lo que la Naturaleza no la proporciona por medios naturales
se los preste artificialmente el Nuevo Estado, y entonces
Fuerteventura será eso: Fuerteventura y Erbania. como
pomposamente la han llamado desde la antigüedad.
El abandono injusto del que fué. viejo ífetado para con
esta desventurada Isla y «L.deíSoién para^cen éllade sus'
hermanas ha dejado de ser, pues nuevos modos y nuevas
formas han dado fin a todo aciuello que solo a una política
mezquina y sin una orientación! íiuevftí y ¡elevada debía
S]LJ.existencia enclenque. , • ^n = T^V ,
•/\,(5n.el curso del barrar^» de L» peña.hacia el mar está
una pobre y pequeña Ermita en el mismo lugar donde apareció,
rodeada de resplandores, en oi año de 1448, dentro de
una roca o peña, la imagen blanquecina y pequeña de la
Virgen conocida por todo el pueblo de Fuerteventura bajo
la advocación de Virgen de la Peña, Patrona de la Isla, y
objeto de singular y popular veneración que ha dado origen
a una de las más vivas muestras del romancero místico
y folklórico de Canarias.
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— 20 —
"Virgen de la Peña
Reina y Soberana
Dame tus auxilios,
No se pierda mi alma'
El emotivo, Ingenuo y largo romance que comienza con
el anterior estribillo es conocido en todo el Archipiélago,
cantándolo la buena gente de mar en sus jolgorios acompañado
de acordeones, raquetas, triángulos y otros simples
instrumentos musicales.
La parte alta de este barranco es conocida con el nombre
de Barranco o Vega de Rio de Palma, caserío de zona
agrícola acusada con relación al paaorama que presentan
los demás terrenos ya descritos. Tiene este caserío una
iglesia, regularmente conservada, donde recibe culto la
devota efigie de Nuestra Señora de la Peña, de arraigada
devoción en todos los pueblos de Fuerteventura. Su fiesta
principal, 5 de Agosto, es una de las más interesantes y
típicas de la Isla, dado el extraordinario concurso
de romeros que a su santuario acuden desde los rincones
más apartados. La imagen de la Virgen aparecida, que es
la misma que hoy recibe culto, es de mármol o alabastro, y
mide de alto unos cincuenta ceatimetros. A su gracioso
Niño le falta un brazo. Hállase la imagen en antiquísimo
altar policromado, y en todo él se encuentran innumerables
ex-votos de formas caprichosas representando la gracia
o merced concedida por la Señora: numerosas fotografías
de personas con candidas y expresivas dedicatorias;
barquitos de vela que recuerdan naufragios y momentos de
zozobra en la mar; efigies de soldados que lucharon en
Cuba, Filipinas y Marruecos, o prestaron servicios en apartadas
regiones o comarcas de la costa africana; manos y
pies y figuritas de animales... En los extremos laterales del
retablo y a la altura de la mesa del altar existen unas curiosas
pinturas alusivas a unos milagros realizados por la
Virgen en 1793 ,según reza la propia pintura, en la persona
de una hija de Fernando Pérez, de ¡as Calderetas, de San
Bartolomé, estando desahuciada de los médicos". Esto
que un buen observador escudriña y descubre es todo
un poema místico y mariano. Es la exteriorización robus-
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ta de la fé viva de un pueblo que se desborda en sus sentimientos
religiosos en maneras tan diversas. Todos estos
ex-votos son la expresión fiel de gratitud a la Virgen de la
Peña. Son recuerdos votivos de alto valor que hablan de
milagros y de gracias sobrenaturales obtenidas del Altísimo
por mediación de María Santísima, bajo la advocación singular
de Nuestra Señora de la Peña.
En esta misma iglesia, de pórtico sencillo e interesante,
están dos hermosas pinturas: la una, de San Diego de Alcalá,
Guardián que fué del Convento franciscano de San
Buenaventura de la señorial Villa de Santa María de Be-tancuria,
representa la aparición de la Virgen; y la otra
representa asimismo al religioso franciscano Fray Juan
de Santorcaz, compañero de San Diego, cuando desapareció
del convento de San Buenaventura y luego fué hallado
por unos pastores y por el propio San Diego ,en el fondo de
una charca rezando con gran unción en su devocionario,
sin la menor huella de haberse mojado, según se narra en el
precioso Romance de la aparición de la Virgen de la Peña.
En los peldaños que dan acceso a la iglesia re observa claramente
el enorme desgaste de las piedras de canterías por
la acción del rozamiento de las pisadas continuas de romeros
y devotos.
La Vega de Río de Palma, situada a unos 3 kms. de Be-tancuria,
es uno de los pagos más pintorescos de Fuerte-ventura.
Las higueras, algarrobos, granados, alfalfa, parrales,
cañaverales, tarahales, palmeras y pequeños cultivos
de maíz y tomate, etc. dan a este pueblecito, antesala
de Betancuria, un aspecto tan raro dentro del desértico
panorama de Fuerteventura, que hace sea este caserío
un verdadero oasis en el inmenso desierto que es la Isla.
Esta fertilidad extraña de la Vega de Río de Palma
débese en parte a la existencia de varios pequeños manantiales
que brotan entre los basaltos y rocas graníticas del
Barranco de su nombre y a la calidad de las aguas de algunos
pozos existentes en dicha demarcación.
La Vega de Río de Palmas poseía en los tiempos de la
Conquista, según narran los cronistas que acompañaron a
Gadifer de la Salle en su primera visita a Fuerteventura,
más de ochocientas airosas palmeras que servían de atalaya
desde sus esbeltos penachos, a los naturales de la isla parí
avistar las invasiones extranjeras. Palmeras seculares lie-
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ñas de historia y de tradiciones que hoy apenas existen por
la codicia de muchos y por la Incuria de otras.
,,; Después .de habernos detenido «n £i:anilrar'''<fé'^tíéréá
cuanto antecede llegamos a la Villa de Bstancurla, futtda-í
ción dei Conquistador Juan de Bethencourt, y antigua capital
de la Isla. En pste :Puei?^o termina la.carretera ide
esta comarca. En su día enlazará con Antigua. El caserío
de la municipalidad de la Villa, de Beta.icuria es de viejo
y pobre aspecto;;£us casas vetust^^.y mugrientas están.me-,
dio deshechas por ía acción del, tiempo y por la fa)ta. d,Q
reparación. Aún subsisten viviet^das con techos y balco-[
najes de tea pertenecientes a, uü pasado de grandeza económica
y señoril. El pueblo de Botancuria es un pueblo
pobre, de vida lánguida y de miseria. Actualmente no tiene
sino el lastre de im pasado heróicq y de graadeza que ,£e
extinguió y sólo Jioy de^a traslucir a través de su mer,-
mádo tesoro' artístico, que adn y milagrosamente conserva
a pesar de sustracione.s impías y de atentados al patrimonio
artístico.
Es tal la dec^ ^... j -.aiseria de esta .seíiorial .Villa de
Betancuria que parte de su población ha emigrado en busca
de trabajo; figurando entre su mas^ emigratoria el Alcalde
de la Villa, .según nos manifiestan unos vecinos que.
están bajo i^i jurisdicción de su V£!,p,.^ El urbanismo y rura-lismo
en la Villa (íp Bet,áricuna e'-'^'^ ' •^ coS ^^ r,,,;,.v,,.^ ' B e tancuria
es un pueblo de,,guie mieptó:'
En nada ha variado su fi;sóhomia cíe pu^udOo sig'.oo. Y tan
es asi que si cogiéramos el plano dé J a Villa, confeccionado
pox eVcremonés Leoíiardo.'TjPpíani, yeríamo.s qr.e ía actual
distribución de callejuelas yémplazárnientos do casas corresponde
exactamente al 4e aquella época. (1)
No obstan^ esta vida depauperada que ofrcrc la Villa,
(1) Véase la exposición permann policromadas
con los planos de !.• '• el Árbol
Santo o Qaroé is canarios
y gomero.s, qiif ...i.nm, , v;ii el pasillo
que une la Sala de ;. o con la salita, central
del edificio, denomv ^linv".
En esta exposición esián IH.S principnle.s lán .xtenso manuscrito
de Torriani titulado "Descrillione i , ... del Jlegno
del' Isole Ganarle giá dette le Fortúnate con il paicru dcUe loro Por-tificationi"
existente en la Biblioteca de la TTniver^ded de Coimbra
íPortugali; cuyas coplas fueron obtenidas por el r" P -l'-ie de
El Museo Canario, Don Simón Benitez Padilla, i.. íué
hecho entre los años 1589 y 1594.
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- - » -
ésta :presentamn poco de verdtíf éntt^''e!-feanelty'íoí}z6^tfe*
SUS tierras. No en balde fia aidO asiento''de la obscrvaVit^
orden de frailes menores dfe San Francisco. El color •df'!
tosco sayal de estos religiosos se refleja en todas las '
de lois antiguos reinos canarios de Maxorata y Jahdi... ,.,-
tadoá que constituían la isla de Piíertevfrntuta 'én l.'i^l
cuando el normando Juan de Eethencourt, al- servicio &o
Enrique III el Doliente de Castilla, recibió :a rendició.i de*
aquélla de manos de ¡sus reyes Guize y Ayoze, C©n«éfl!iaoir
con los suyos al Cristianismo. - - -- *
'Su amplia iglesia parroquial•deHres'ííaVéí^-y-^tíírt-G *kia-draigular
está muy deteriorada por la acción del ardient'P
sol, viento, antigüadad y lluvia, cuando la ha habido. -Su
coroi^die «encilla trazsi y «fe^íih'niétrcado saTacr necesita XüWa
discreta conservacirin. El es un'real expolíente de lotí[u<í'
fué Betancuria y de lo que representó en las Islas de Señorío
la precitada Villa. Lós compartimlentoe del piso
responden a antiguos enterramientos. Bi estado de -deterioro
de los mismos "deAOtS ís antigüedad d«-"«etetettií)"o.
Los enterramientos, algunos rotulados. Carece.i de importancia
por ser de: pasado siglo unos, y otros por estar muy
desgastadas las invscripeiones.
El retablo del altar mayor es una obra de intii''cutible
mérito y tiene en su parte alt^ elertiewtaí'de-sorattto*!'»
base de frutas de las islas. I!?i'> la orAaclha dentral de es-^
te elegante retablo está la imagen de la Patrón a. Ni»estra
Señora de la Concepción.">'"*
La sacristía es una vérdÉfQera joya artística. Lástima:
({Hé nó este en Las Palmas para que pueda ser adwiirada.
por propios y extraños. Todo lo quí? en ella hay tiene nü
marcado sabor de antigüedad y de no se que de enzanto
artii^ico y religioso. Su artesonado es riqulsim.o y está
sobredorado, presentando un regular aspecto de conservación.
Las paredes de esta dependencia están' cubiertas
por sendos lienzw murales: uno de ello:. que tí?ne fecha de
1730, cubre tooo un testero y todo él es una precios a alegoría
simbolizando^ la nave-de la Iglesia. Lo.s demás c^ifir'^.
pos laterales aparecen cubiertos con otros lienzos de iüdi»-.
entibie valor artístico y religioso. Ellos representan la Vida
de la Virgen, los Misterios dolorosos y ot^oj pasajes de
la infancia y adolescencia de Nuestro Señor Jesucristo. En
esta misma dependencia hay asimismo un^ rjica cajonera
de tea sobredorada donde se guardan vestimentas saceíao-,
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tales y vasos sagrados, entre ellos u.ia artística custodia
y un cáliz de mérito; asi como el Pendón de la Conquista de
la Isla. También conserva la tibias, peronés, fémur y otros
huesos del renombrado Padre Santorcaz, compañero que fué
de San Diego de Alcalá. Todas estas joyas artísticas y respetados
despojos nos fueron mostrados por el Sr. Cura Párroco
de la Villa, do.i Juan Guzmán González, quien al salir
del templo nos hizo fijar en un hermoso blasón en cantería
que está sobre la puerta central de aquél. Dicho escudo tiene
corona marquesal y tiara pontificia.
La Villa de Santa María de Bethancuria fué también
en lo eclesiástico rival de la Diócesis Rubicense. Ella fué
sede por tiempo efímero del obispado de Fuerteventura, erigido
en 20 de Noviembre de 1424 por Bula del Papa Martín
V. Su único Obispo, Fray Martín de las Casas, pariente del
célebre don Guillen del mismo apellido, disfrutó de su Mitra
solo seis años, pues, el citado Pontífice anuló la creación
de este obispado en 1430. (1)
En las inmediaciones de la Parroquia encuéatranse ma-yestáticas
y mudas las paredes del antiguo convento de
San Buenaventura^ las que en su soledad e infortunio están
delatando a cerebros y a manos inconscientes que
ordenaron y llevaron a efecto el destechamiento de dicho
recinto sagrado, sin que las protestas de los amantes de
la antigüedad y de la tradición espiritual pudieran atajar
e impedir tal ultraje al tesoro artístico isleño.
Por Enero de 1933 los periódicos "El Defensor de Canarias"
y "Diario de Las Palmas" publicaron sendos artículos
de protesta por la demolición del Convento de San
Buenaventura y se remitieron a la Real Academia de Bellas
Artes telegramas en igual sentido. Esto último motivó
que el Académico de número de dicha docta Corporación,
don Teodoro Anasagasti, interpelara en la sesión de
nueve de Enero del expresado año, al Sr. Presidente de la
Academia, Conde de Romanones. Con esta misma fecha se
dirigió el señor Anasagasti en telegrama a la prensa de Las
Palmas en los términos siguientes: "Enterado demolición
San Francisco de Betancuria ruego envíenme datos Rosales
70 para defenderlo sesión esta noche Academia Bellas
(1) Consúltese revista "Investigación y Progreso", Madrid. Marzo
1934, Páginas 83-89, artículo "El efímero obispado de Fuerteventura
y su único Obispo" por el historiador Dominlk Josef Wolfel. ídem.
Revista "Museo Canario", núm. 3.
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-iá~ ^
Artes como merece monumento histórico feácito prensa
Las Palmas defensa patriótica, Teodoro Anasagasti".
Las anteriores gestiones privaron a los salvajes demoledores
del repetido convento que sus picos y azadas continuaran
demoliendo lo que siempre debieron respetar. Así
las cosas solo han quedado en pié las austeras y descarnadas
murallas de aquél conveato en cuyo seno moraron
treinta religiosos, los cuales, según afirma Viera y Clavijo,
"merecieron la inmortal honra de que San Diego de Alcalá
fuese su prelado, aunque lego".
De este convento solo quedan, como llevamos dicho, los
paredones resquebrajados y mugrientos y el piso que cubre
enterramientos de ilustre prosapia o esciarecida virtud.
Entre éstos está una tosca losa sepulcral que reza
el siguiente y expresivo epitafio: "Aquí yace el generoso
caballero, Diego García de Herrera, Señor y Conquistador
de estas Islas y Reino de la Gran Canaria y dei Mar
Menor de Berbería; trece de la Orden de Santiago; del
Consejo del Señor Rey Don E.irique IV y de ios señores
Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel; veinte y
cuatro de la ciudad de Sevilla, fundador de este Convento
del Señor San Buenaventura, donde fué Guardi¿a el Señor
San Diego; hijo de los generosos seíiores Pedro García de
Herrera, Mariscal de Castilla, señor de la Villa de Ampudia
y de la Casa de Ayala y su Valle, merino mayor de Guipúzcoa,
del Consejo del Rey, y de Doña María de Ayala y
Sarmiento, su mujer. Rindió e hizo vasallos suyos nueve
reyes de Tenerife y dos de Gran Ca.iaria. Pato con sus
armas a Berbería; cautivó muchos moros; hizo en África
el Castillo de Mar-Pequeña, el cual sustentó y defendió
contra el ejército del Xarife. Tuvo guerras en un mismo
tiempo con tres naciones: portugueses, gentiles y moros,
y de todos fué vencedor, sin ayuda de ningú.i rey. Casó con
Doña Inés Peraza de las Casas, señora de estas Islas. Murió
a 22 de Junio de MCCCCLXXXV.
Este pomposo y a la par que justo epitafio que reza la
lápida de su lecho mortuorio fué puesto en 1591 por el célebre
e inquieto Argote de Molina. (1)
Ante las ruinas del que fué convento franciscano de
(1) Véase "Historia General de las Islas Cananas , de Viera,
tomo 2° en epígrafes "La tutora D.» María Mojica defiende el estado
de las pretensiones de Argote" e "Intenta Argote de Molina apoderarse
del Gobierno de Fuerteventura".
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Betancuria auestro espíritu se sobrecoge'y ftíé'áitá'^'á ñüeS^
tra mente viene la bella e insuperable canción del poeta
y gran hablista sevillano, Rodrigo de Caro, titulada '""Alas
ruinas de Italia": '^ <;..)• .
Estos, Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora
Campos de soledad, mustio callado.
Fueron un tiempo Itálica famosa:
Sólo quedan memorias funerales
do-ide erraron ya sombras de alto ejemplo:
Este llano fué plaza, allí fué templo:
De todo apenas quedan las señales. '
-.Junto a las paredes venerandas subsisten unas pequeñas
y modestísimas dependencias, medias derruidas. Allf
se conserva el cabo que sirvió de "ronzal, jaquimia o cabeS
zada para manejar San Diego al diablo que actuó de-btí-^
rro, muy contra su voluntad". ' ''^' •'•''^
Fuerteventura, especialmente sus pueblos y caseríos dé
Betancuria, Pájara, Vega de Río de Palma, etc. han sido
testigos de la incansable labor apostólica y misionera de
los hijos de San Francisco, y, muy singularmente, de los mii^
lagros y sermones prodigiosos de San Diego de Alca'lá, titular
más tarde de la provincia franciscana de Canarias;
glorificado y elevado a la categoría de Santo por el Papa
Sixto V, siendo supremo Jerarca de España y sus Indias'
el Rey Felipe II. (1) Las virtudes de este misionero fran-'
ciscano, excelso evangelizador de Fuerteventura y de Alcalá,
fueron ensalzadas por el Fénix de los Ingenios españoles,
Lope de Vega Carpió, en su comedia "San Diego de
Alcalá", acto II.
Del propio San Diego de Alcalá y de su fraternal compañero
Fray Juan de Santorcaz dice la tradición que ellos
mismos llevaron las maderas para levantar su casa-convento
de San Buenaventura; y que San Diego plantó junto
a la tapia del convento varías palmeras que, andando el
(D Véase "Descripción histórica de Canarias" de D. Pedro A. flel
Castillo, p&g. 291 y 292.
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~il -
tiempo, dieron sabrosos dátiles y sirvieron al místico religioso
no solo para resguardarse bajo sus frondosas pencas de
las rigurosidades del sol sino para inspirar sus coioquios espirituales
con el Divino Hacedor.
La sana leyenda trae a nuestro recuerdo, ante el espectáculo
que se ofrece a nuestra vista, la palmera santa que
producía dátiles sin hueso desde el día en que San Diego al
comer los dátiles se le quebró un diente.
El Dr. Verneau en su obra "Cinq années des sejours aux
lies Ca.aaríes" dice lo siguiente al hablar del Convento de
San Buenaventura:
"Fundado por Diego de Herrera, uno de los pacificadores
de la isla, guarda los restos de ru fundador. San Diego de
Alcalá fué, durante cierto tiempo, guardián del monasterio;
mientras el vivió allí y aún después de su salida, se operaron
multiud de milagros. Un dia que el santo comía un
dátil de una palmera vecina del convento se rompió un
diente; Dios para evitar que ei hecho no volviera a producirse
hizo que la palmera diera frutos sin huero. Otra vez
San Diego abrió un pozo, cuya agua curaba a todos los enfermos
que la bebían. Cuando se retiraba para dedicarse
a la oración a una gruta situada a proximidad del monasterio
se aureolaba de una c.-aridad tal, que parecía a los habitantes
vecinos que todas las rocas que rodeaban la gruta
se incendiaban. Comunicó al polvo de erta gruta propiedades
maravillosas; una pequeña cantidad de este polvo
espolvoreado por el suelo, daba fertilidad a los terrenos más
estériles. Un día, en que los Moros acababan de invadir
Fuerteventura, un creyente echó al aire un puñado de e.ste
polvo y enseguida se elevó una nieha taa espesa que los in^
fieles se retiraron sin poder vislumbrar a los cristianos.
"No terminaría nunca de referir todos ios hechos milagrosos
que me contaron. El coro, las rejas y un dormitorio,
construido por el Sa-ito. con sus propias manos, no pudieron
sin embargo, retenerme por más tiempo en Betan-cuTia.
Habla acabado por encontrar un camellero, y después
de haber visitado el Castillo de Lara, verdadera fortaleza
natural, donde recogí una buena provisión de minerales,
me puse en marcha para Río Palmas".
....""Mi huésped me acompañó hasta la Peña; no quería
dejarme sin que me hubiese visto franquear la garganta
que se llama, con mucha razón, el Mal Paso. Quería de-
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mostrarme también dos maravillas que existen en este sitio:
la Virgen de la Peña y la huella del pié de San Diego.
Según la tradición la Virgen fué descubierta en circunstancias
que merecen ser conocidas. El hermano Juaa de
Santorcaz, compañero de San Diego de Alcalá, había ido a
buscar en estos parajes, plantas medicinales. Al día si-guíente,
extrañados de que no hubiese vuelto al convento,
los monjes fueron a buscarle y le encontraron en el fondo
de un agujero lleno de agua, la cabeza debajo del líquido,
del que solo sobresalía su sombrero. Se hallaba de rodillas
con un breviario en la mano. Lo sacaron de esta posición
crítica, sin que él sufriera de esta iümersién y sin que sus
vestiduras estuviesen mojadas. Les co.itó entonces, que
había oído durante toda la noche, una música celeste en
el seno de una roca que él indicó y que desprendía rayos
luminosos. Se hizo saltar la roca y en su interior se encontró
una estatuita de piedra blanca que representaba la
Virgen con el Niño en brazos. Esa cavidad en la cual había
aparecido esa estatuita, es la que quería enseñarme mi
buen acompañante. ^
"El día en que la Virgen fué retirada de su roca, San
Diego según unos y el hermano Juan de San Torcaz, según
otros, dejó pasando sobre la roca, la huella de su pié. Las
aguas han ido desmoronando la roca, ¡a huella persiste sin
embargo, la he visto con mis propios ojos. Es verdad que
ello lo mismo puede parecer de un pié, que de otra cosa y
que a mi observación me pareció una mancha, originada
probablemente por una infiltración de óxido de manganeso,
el cual forma sobre muchas rocas de la Peña, dendritas,
a las que se supone también un origen milagroso." ,,»;
"Mi camellero estaba extasiado contemplando estas cosas;
hizo al pasar sus devociones y continuó su camino,
con la certidumbre que nada malo podría sucedemos, ni
a nosotros ni a su bestia, una magnifica hembra que debía
parir pronto. Ya el la habia provisto de un amuleto; este
era el cabo de un cuerno de macho cabrío negro, y lo
había colgado al cuello de su camello, después de haber trazado
cinco signos de la Cruz. Convencido de la eficacia de
nuestro peregrinage a Nuestra Señora de la Peña y que por
ello, su talismán era innecesario, consintió en regalármelo;
pero por poco ocurre una desgracia; cuando pasábamos
por encima del pié de San Diego, el camello resbaló y en-
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vio al fondo del barranco el vino que llevaba para el camino".
La Villa de Santa María de Betancuria fué campo de
experimentación de muchas de la tramas, maquinaciones y
osearamusas del codicioso Argote de Molina para adueñarse
del señorío de la ilustre y antigua Casa de los Saavedras,
en la isla de Fuerteventura, señores ricos-homes de pendón
y caldera que florecieron en los reinos de Galicia. Castilla
y León, y cubriéronse de gloria en las tierras de Andalucía
y Santa Cruz de Mar Pequeña. (1) Tenían por motivo
estas pretenciones, el casamiento de Doña Constanza
de Herrera, hija bastarda del Primer Conde-Marqués de
Lanzarote, Don Agustín de Herrera y Rojas, de la linea
segunda de la ya citada Casa de los Saavedras, con el mencionado
Argote de Molina.
En el año de 1589 apoyaba a Argote en sus inquietudes
y pretenciones el entonces Capitán General de las Islas,
Don Luis de la Cueva y Benavides, personaje altivo y de
"humos" que tenia sus prejuicios y prevenciones infundadas
contra los señores de Fuerteventura. Todos estos ultrajes
y agravios a la Casa de los Saavedras llegaron a conocimiento
de la Real Casa, mereciendo la condenación
del Rey Felipe II, quien por Real. Decreto de 16 de Junio de
1590, ordena al citado General de la Cueva y Benavides, se
abstenga de apoyar a Argote de Molina; y dispone al
propio tiempo preste toda clase de consideraciones
a los Saavedras, tal como correspondía a sus méritos singulares
y alta alcurnia. Este fué el fln de las codicias del
inquieto y aventurero Argote, quien más tarde murió pobremente
en Las Palmas, siendo sepultado en el antiguo
hospital de San Martin.
Cerca de las doce del día emprendimos el regreso, deteniéndonos
brevemente de nuevo en la iglesia de Vega de
Río de Palma, para fotografiar los cuadros de la aparición
de la Virgen de la Peña y el de la desaparición del P. San-
(1) En la vitrina central de la Sala 1.* de la Biblioteca de EL MUSEO
CANARIO de esta Ciudad de Las Palmas, hállase expuesto el interesante
manuscrito con portada blasonada, cuyo titulo reza: "Memorial
de la calidad .v servicios de los señore.s de la isla de Fuerteventura,
en las Canaria.s. del apellido de Saavedra. al Rey Nuestro Señor.
Escribióle D. Jo,«;eph Pellicer de Tovar. Cronista Miyor de Su Majes-ta.
En Madrid, año MDCXLVII".
Véase asimismo "Notas históricas sobre los Herreras en Canarias",
por Dacio V. Darías Padrón.—Revista "El Museo Canario", núm. 2.
Año 1934.
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torcaz, de los cuales nuestro acompañante, Don Simón Be-nítez,
y el autor teníamos especial interés en poseer copias.
Lástima grande que una equivocada colocación de la máquina,
debido sin duda alguna no a falta de técnica de] "fotógrafo"
y si a la prisa que llevábamos por llegar a Puerto
de Cabras y a la circunstancia de quedar aún por visitar el
pueblo de Antigua, no haya permitido salir perfectamente
dichas copias.
Seguimos nuestra marcha hacia Pájara y Tuineje, que
al poco rato dejamos atrás, después ce despedir en este
último pueblecito a su joven Alcalde, don Juai Morales.
Ya estamos en la carretera que une Tuineje a Antigua.
Los autos marchan velozments por esta via qu? tiene algunos
trozos con riego asfáltico. El terreno cir3unda.ite
es inmensamente llano. Forma horizonte. Tierras y más
tierras rojizas se pierden en la lejanía. De vez en cuando
surgen pequeñas montañas, tras las cuales aparecen como
un encantamiento los típicos poblados de Tiscamanita,
Agua de Bueyes y Casillas de Morales, con cierta vegetación.
En el trayecto solo hemos encontrado tres camellos
con mercancías, conduciendo además en sus respectivas
sillas cuatro mujeres del pueblo que llevan sobre el pañuelo
de cabeza que atan en la barbilla, el típico sombrero
de palma, de copa có.iica y anchas alas. La comitiva ca-mellil
y bíblica sigue lentamente su camino hasta que la
perdemos de vista.
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Iglesia y plaza de Toineje
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Pórtico 4e la Iglesia de Pájara
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Artístico retablo del Altar Mayor de la Parroquia de Bttanciirla
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Hermosa cajonera de tea sobredorada de la sacristía de la Parroquia
de Betancuria, sobre la que se exhiben artísticos vasos
Sagrados, valiosa custodia y el histórico Pendón de la Conquista
de Fuerteventura. Este Pendón tiene en el centro de cada lado
un escudo: el uno luce los blasones de la Casa de los Herreras y
Saavedras, señores de la Isla; y el otro, un reUgioso con un pequeño
templo en la mano izquierda, y en la derecha, una pluma
o una hoja de palma. Créese que el primero de estos escudos
sea el de Fuerteventura, dado al Sor. Diego García de
Herrera por los Reyes Católicos en. 1504; y el segundo represente
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a San Buenaventura, Patrón de la l'la. El estado ruinoso del
pendón denota su mucha antigüedad.
Esta cajonera guarda en una de sus gavetas varios huesos del
teólogo P. Santorcaz, compañero de San Diego de Alcalá. El corazón
de dicho religioso fué regalado a los Reyes Católicos, conservándose
en el Monasterio del Escorial.
Iglesia Parroquial OB ta Oliva
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Paisaje de Antigua
Vista de la Vega Tetir en la que aparece un típico "pajero
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Elegante moliao en el pueblo de Antigru»
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CAPITULO II
Nuestra visita al pueblo de Antigua.—Puerto de Cabras, la
capital de la isla: su aspecto general.—Viaje a la Oliva: visión
franciscana de sus campos; la histórica Casa-Palacio
de los antiguos Coroneles de Fuerteventura: Lujares de San
Antonio y pago de Tostón con sus tierras desérticas.—fíe -
greso a la Oliva,—La Matilla y Vega de Tetir.—Embalse de
Ja Herradura; nueva estancia en Puerto de Cabras y constitución
de la Junta Insular administradora de los fondos
del Paro obrero.—Otra noche en la Oliva: requisa de ca-rkellos
y viaje a la Playa de Corralejos a través de inhóspitas
y calcinadas tierras; aislamiento de: caserío de Corra-lejos.—
Nuestro embarque en el "BARTOLO" y cruce del estrecho
de la Bocaina, junto a .'« isleta de Lobos.
Tras unos recodos encontramos unos burritos cargados
de pencas de tuneras para la alimentación del ganarto; y
de pronto estamos en el pueblo de Antigua, el más impor-taate
de la Isla y el único casi que en verdad merece tal título
por sus plantios y por el aspecto urbano de sus casas,.
dentro claro está, de su pobreza. Tiene comercio y en el
radican las oficinas de la Recaudación de Hacienda en la
isla. Unos momentos para saludar a! Alcalde y tomar nota
de las necesidades del término y encarecer a dicha autoridad
el envío de proyectos sencillos de obras a realiz-ar.
Los últimos minutos de nuestra estancia en Antigua los
hemos aprovechado para visitar la ig'esia parroquial, sede
arciprestal de Fuerteventura. Es de una sola nave, pei'o
hermosa y bastante bien conservada. El retablo del altar
mayor és notab'e y en el nicho central está la bella efigie
de la Patrona, Nuestra Señora de la Antigua. Adosada al
templo encuéntrase su elegante torre. Premuras de tiempo
nos impidieron acceder a los deseos del anciano párroco.
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don José Peña, para que visitásemos la sacristía y archivo.
Otra vez será.
Ya tarde reanudamos la marcha hacia la capital, dejando
atrás los caseríos de San Isidro y Triquivijate. Casi
a las dos de la tarde llegamos a Puerto de Cabras, después
de haber hecho el viaje a vapor, haber recorrido unos ciento
veinte y tantos kilómetros y estar sin almorzar. Nuestro
estado de ánimo: era deplorable; y no hay que decir que
el apetito que todos teníamos después de este ajetreo un poco
duro era mayúsculo. En tanto la dueña de la fonda
principal de Puertos de Cabras prepara el almuerzo nos
dedicamos al adecentamiento de nuestras personas. Llegada
la hora tan ansiada, todos, absolutamente todos, dentro
del mayor silencio, rodeamos las dos mesitas en espera
de la anhelada comida. Son comensales a parte de los
componentes de la Comisión, los señores D. Gerardo Bustos,
Delegado del Gobierno, D. Ramón Péñate, Presidente
del Cabildo y el Alcalde de Puerto Cabras. El silencio continuaba.
Nadie tenia ganas de hablar a pesar de haber
entre los reunidos personas de reconocido chiste y buen humor.
Tal era la depresión que por falta de "combustible"
estaba adueñada de nuestras pobres humanidades. Apenas
aparecieron en el comedor las sirvientas con el primer
plato fueron saludadas con el natural regocijo y
hasta creo hubo alguien que prorrumpiera en vítores. Las
caras cambiaron de aspecto. Díganlo sino el Presidente
de la Mancomunidad Interinsular Sr. de la Nuez y Presidente
del Cabildo de Gran Canaria Sr. Llmíñana. Devorado
el plato de sopa y los entremeces, la mudez de todos
se trocó en vivacidad de palabras que cuajaban en los imprescindibles
chistes y anécdotas, llevando en esto la palma,
si bien cada cual aportaba lo de su cosecha, nuestro gran
D. Simón Benítez, y los señores Limiñana y de la Nuez.
Se suceden los platos y se apura el vino y vermout. El
estómago, ya lleno, muestra su agradecimiento. Todos nos
sentimos eufóricos, y hasta aquellos que en los primeros
momentos no articulaban palabras mantienen ahora conversaciones
vivas mientras devoramos unos riquísimos higos
de Fuerteventura y otras frutas, no de esta Isla.
Recuperadas con el almuerzo las fuerzas perdidas en
el ajetreo de la mañana, pasamos el resto de la tarde en
Puerto de Cabras para conocer y estudiar los deseos y an-
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helos del Cabildo Insular y Ayuntamiento. De todas estas
aspiraciones quedó bien impuesta ia Comisión.
Puerto de Cabras es una pequeña población costera de
una gran luminosidad. Su término municipal es actualmente
uno de los mayores de la Isla por habérse;e agregado
los antiguos municipios de Casillas del Ángel y Tetir.
La población de Puerto de Cabras, su principal casco
urbano, está en un pequeño alto junto a su puerto de aguas
un poco movidas. La traza de sus calles, muy anchas y
rectas, empedradas la mayoría, dan a entender que los mu-nícipes
han querido vislumbrar el porvenir y desarrollo de
una ciudad futura. Ello enaltece a los que asi han obrado.
Las ca^as de Puerto de Cabras son terreras y el color predominante,
por no decir totalitario, es el blanco. Puerto de
Cabras carece de vegetación, salvo unas pequeñas parcelas
de terreno dedicadas al cultivo de alfalfa, etc. en las afueras
del caserío, cuyo especial urbanismo hemos destacado.
En SU9 alrededores no se ve nada que denote cultivo en
verdad. Todo es secano y calizo. Este panorama reseco
hace que el observador se pregunte ¿y esta pobre gente de
que vive?
En nuestro caminar por las calles de puerto de Cabras
saludamos a tres buenos amigos: Don Bruno Quintana,
Párroco, el ex-Presidente del Cabildo Insular y actualmente
Jefe Insular de la Organización Juvenil de Falange Española
y Tradicionalista. D. Francisco Medina Berriel, y
D. Donato Cabrera Aguilar, Secretario In'uar de F. E. T.
y de las Jons. En unión de estos buenos amigos y de los demás
compañeros de viaje visitamos el tem.plo parroquial,
consagrado a Nuestra Señora del Rosario, y el Cuartel de.
Falange, donde tuvimos el gusto de saludar a •^u Jefe Insular,
señor Medina Berriel. El resto de la tarde lo dedicamos
a visitar el trozo de calle, sin terminar, que dá acceso
al muelle, y el edificio a medio construir para los centros
oficiales. Últimamente emprendimos nuestro viaje al
pueblo de la Oliva, que se encuentra a unos veinte
kilómetros de la capital, lugar donde teníamos que
pernoctar. Casi al atardecer llegamos a este viejo y pobre
pueblo de la Oliva, en pasadas épocas floreciente, y cuna
de linajudas y aristocráticas families que fueron Regidores
de la Isla, Jefes de sus Milicias, Administradores de
Justicia, pundonorosos militares, patriotas y distribuidores
de mercedes entre los campesinos.
Dada la hora avanzada no nos detuvimos en el trayecto
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desde la capital a la Oliva. Nuestra llegada fué al toque
de oración. El eco del toque de "Ángelus" lanzado desde lo
alto de la interesante torre cuadrangular de la Iglesia perdíase
en la inmensidad de la llanura de sus campos áridos y
de humildad francisca.ia. Sólo unos niftos con algunof
emblemas de Falange corretean junto a unas casas medio
enjalbegadas que están frente a la Parroquia. Nuestra presencia
les extraña y quedan como .sorprendidos. Sin duda
alguna dirían ellos en sus adentros que hemos ido a perturbar
sus juegos y correrías. Ello no fué asi, como veremos:
Mi amigo Limiñana y el autor llamamos a los chicos y les
invitamos a "formar" para hacer uros ejercicios y movimientos
militares. A esto acuden gustosor?. Unas cuantas
voces de mando bastan para que estos buenos chicos enjutos
y morenos y de almas limpias efectúen unos movimientos y
marchas militares, que, como niños y falangistas en formación
les agrada. Estos ejercicios sirvió de pretexto para
que el Presidente del Cabildo Insular de Gran Canátia, señor
Limiñana, mostrara una vez más su celo benéfico y
cariño a la juventud: unos cuantos duros en pesetas fueron
repartidos entre la muchachada, gasto éste que recibieron
todos con extraordinaria alegría y gozo. A los pocos minutos
llegan el Alcalde, el Secretario del Ayuntamiento y el
Jefe local de F. E. T.. camarada Ildefonso Chacón. Presentaciones
y a trabajsr en el objeto primordial de la visita.
Terminados estos trabajos y hechas las correspondientes
anotaciones cenamos en la única casa de comidas
de la localidad. Durante la cena y después de ella se concretó
el plan a seguir el siguiente día. A las diez de la noche
(todo era matemático ya que en Ja Comisión predominaban
los técnicos) nos dirigimos a Ja gran mansión señorial
de JOS antiguos Coroneles de la Isla, palacio que había
de albergarnos gracia a la flna atención de su propietario
D. Cristóbal Bravo de Laguna. Dos guías con sus respectivos
clásicos faroles nos abrían paso entre la oscuridad de
la noche. Dicha Casa-Palacio está emplazada a un kilómetro
casi del lugar donde habíamos cenado. A su puerta
principal nos recibe el Mayordomo general de los herederos
de los Marqueses de la Quinta Roja, descendientes de los
Coroneles Cabrera Bethencourt y Manrique de Lara y Cabrera.
Una vez acomodados en nuestros respectivos dormitorios
pasamos a la cómoda sala de tertulia de la casa, donde
comentamos las excelentes condiciones de este enorme
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caserón dieciochesco. Solo sentíamos a esas horas no poseer
una radio para oir lb,s noticias de Radio Nacional de
Salamanca y poder conocr-r asi las victorias de nuestro glorioso
Ejército. Al poco ra^o a dormir.
En las primeras horas de la mañana del d:a 10 contemplamos
desde uno de los balcones de la Casa de los Coroneles,
el raro panorama que desde ellos se avista: llanuras dilatadas,
y, muy próximas, las montañas de Tindaya y de la
Muda, esta última elegida para tumba por nuestro gran
don Miguel de Unamuno, caso de sobrevenirle la muerte
durante ?u permanencia en Fuerteventura.
Actualmente los campos de Fuerteventura no perfuman
el ambiente con el olor a vacas y a trigales como lo está el
ambiente que respiramos en los campos canarios de la Gran
Canaria y demás islas. La alborada majorera es triste y
melancólica, gris y oscura, como sus tierras ingratas, calcinadlo,
resequias y desoladas. Lo poco verde que vemos
en las proximidades de La Oüva lo constituye las tuneras,
algún que otro almendro y acebuche, pero no olivos a pesar
del aombre del pueblo. El terreno apto para el cultivo
es de "gabla". No obstante esta desolación, la zona
agrícola de la Oliva ofrece en el invierno y aún en la primavera,
en los años de buenas lluvias, un espectáculo sorprendente,
cosechándose gran cantidad de cereales y tomates,
única fuente de bienestar eco.iómico de este desdichado
pueblo de casas desmantelabas y abandonadas por
sus moradores que han preferido la emigración antes que
sucumbir de hambre.
La principal producción aí-rico'a de esta zona fué en
los tiempos antiguos la cebada, ha.sta que el señor de la
Isla, Diego de Herrera, trajo en sus naves desde -'a Berbería,
las primeras simientes del trigo, denominado "morisqui-
Uo", de prolífica reproducción.
También existió en gran cantidad la planta "barrilla",
de hojas carnosas y llenas de jugo acuoso, ^e la cual se
extraía la soda que alcanzó precia considerable en la industria,
según cuenta el investigador de las cosas canarias,
hijo de las islas por adopción, Dr. Rene Verneau, en
su obra "Cinq années des sejour Aux lies Cañarles". (1).
(1) Ed. París. 18.P1.—Biblioteca "Museo Canario".
Véase agimi-smo en Biblioteca Canaria de "El Museo Canario"
"Tratado sobre la Barrilla", interesante y muy curioso ejemplar en
forma de diálogo, publicado en 1810 por la Rea! Sociedad Económica
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Esta planta canaria ha ido disminuyendo desde el momento
en que el mal ingenio de los falsificadores destrozaron
y aniquilaron una industria que bien pudo aminorar
la critica economía de Fuertevontura .
La abundancia de pastos en pasadas épocas permitió la
cría de un ganado exuberante, sobre todo asnal y cabrío
que daba ocasión a las célebres "apañadas" o "gam-buesas"
de que nos hablan los historiadores Marín y Cubas,
Viera y Clavijo, Dr. Chil y Naranjo, y recientemente, el
Dr. Cari Graebel, residente en Buenos Aires, en su "Estudio
de algunas palabras en Guanche".
La Casa de los Coroneles es amplia, con hermoso patio
ceatral, algibes y flores; tiene anchas galerías altas con
balustradas recubiertas de enredaderas. Su aspecto es de
tipo canario-andaluz. La escalera de acceso al piso principal
posee un encanto señorial y clásico. El edificio con
todas sus dependencias propias de la época y de la categoría
de sus nobles moradores fué digno de éstos. Su frontis
principal tiene ocho hermosos balcones de tea y en la parte
superior del testero de la puerta central, todo de cantería,
campea un escudo señorial de los Bethencoures y Cabrera
rematado por una cruz.
Adornan la sala principal de la Casa dos sendas banderas
con los colores nacionales y grandes escudos imperiales.
Ellas pertenecieron a las Mínelas de la Isla y há-llanse
en perfecto estado de conservación. Asimismo decoran
este salón unos sencillos muebles de época y tres
notables cuadros pictóricos de regulares dimenciones representando
a los primeros Coroneles de la Isla: L de
D. Joseph Sánchez, hijo de D. Pedro Sánchez, Coronel Gobernador
de las Armas de esta Isla. 2. De D. Melchor de
Cabrera Bethencourt, Coronel Gobernador de las Armas
de esta Isla de Fuerteventura, familiar del Santo Oficio de
la Inquisición. 3. Don Ginés Cabrera y Bethencourt, Capitán
de Caballos y familiar de la Santa Inquisición. (1).
de Amigos de la Isla de Gran Canaria, y confeccionado en la pri-meia
imprenta que vino a estas islas, la cual se conserva expuesta en
"El Museo Canario".
11) Este cuadro tiene escudo de armas: Cuatro cuarteles o compartimientos
rematados por un yelmo. En el primer cuartel de la
izquierda están dos cabras; en el de la derecha tres olivos o encinas;
en el compartimiento inferior de la iqda., dos medias lunas en la par-
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La indumentaria que visten estos personajes es la correspondiente
al siglo XVIII: casaca, pantalón corto, peluca
y espadín.
Don Arturo Cabrera Soto, Mayordomo-Administrador
de los bienes de los herederos de la difunta Marquesa de
la Quinta Roja, heredera de los Cabrera Bethencoures
antes citados, hoy los señores de Bravo de Laguna y Manrique
de Lara y Bravo de Lagu.ia y del Castillo, es persona
alta y enjuta, de porte procer, y ya entrada en años, quizás
unos setenta y cinco. Luce puntiaguda y bie.i cuidada barba
canosa; y toda su silueta, fisica es la de un personaje de
nuestro señor Don Qidjpte. A él debemos múltiples atenciones,
que agradecemos.
A través de la personalidad pulcra y circunspecta de este
Administrador ejemplar queremos vislumbrar el espíritu
y preeminencia de los antiguos señores de Fuerteventura
y Jefes de sus Milicias.
¡Casas de ios Coroneles, con sus 365 ventanales y puertas!
Vieja cacona llena de encantos y de prestancia señoril,
en tus salones se administró Justicia, .'?e distribuyeron
dádivas y mercedes a la par que se remedió la necesidad
de incontables labriegos! Esta fué la época en que
la Oliva disfrutaba grandeza porque tenia trigales... y era
el centro político de la Isla. Por eso La Oliva es todo un
simbolismo, un relicario de pasados tiempos que brilla por
el lustre de sus familias linajudas y por los altos cargos en
ellas vinculados. Todo eso es y representa la vetusta Casa
de los Coroneles. Pura tradición. Historia viva de un
pasado glorioso...
La estancia e>i la precitada mansión de los Ca-brera-
Betencoures nos recuerda aquellas estrofas de alto
valor poético del Príncipe de los líricos, Fray Luis de León,
en su Oda "La Vida del campo o Vida retirada":
¡Que descansada vida
La del que huye el mundanal ruido,
Y sigue la escondida
Senda por donde ha.i ido
Los pocos sabios que en el mundo han sido;
te superior y debajo un castillo y una media luna: y en el de la derecha,
tres esquinas-remate en forma horizontal de cruces de Santiago
y debajo un león linguado. *
Consúltese "Nobiliario de Fernández Bethencourt", capt". dedicado
a la Casa Manrique de Lara y Cabrera.
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Impresionadas unas fotos y una vez desayunados visitamos
en unión de las autoridades locales, la Casa Ayuntamiento
en construcción, aljibes abandónalos... y la Iglesia.
Esta es muy amplia y de tres naves. Su i.iterior, dentro
de su antigüedad y rusticidez, es de una pobreza extraordinaria
y desoladora. No tiene nada que valga citar;
tan solo un modesto sepulcro en la capilla de la nave izquierda.
En él y bajo lápida blasonada con corona mar-quesal
yacen los restos de la Sra. Doña Sebastiana de Cabrera,
que murió en la Oliva en 1.850 a la edad de 87 años.
Subidos a los autos nos encaminamos a la Aldea de
Tostón, situada a unos nueve kilómetros de la Oliva. El
camino vecinal que a ella conduce—regularmente conservado—
es casi rectilíneo. A uno y otro lado eriales extensísimos
forman horizonte: jabíes, murallas de piedra seca
(a manera de trincheras) delimitando propiedades. En
este trayecto solo encontramos alguna que otra planta eu-forbiácea,
campos de lava recubiertos de liqúenes secos,
verdaderas sábanas, que semejan a lo ¡ejos cultivos de nopales
para la recolección de la cochinilla; siluetas de camellos
que deambulan en las majadas junto a cabras y a
borricos...
Viera y Clavijo en su Historia General, tomo II, epígrafe
"Hallan algunos personajes un raro espectáculo en Fuer-teventura",
dice de esta isla lo siguiente: "Ya en tiempos
de los gentiles se había distinguido de las demás, por aquél
gran número de cabras excelentes, que ¡a trajeron el epíteto
de Capraria, y de cuyos hatos se podían coger todos los
años sesenta mil. Poco después que los Bethencoures introdujeron
los camellos venidos de África, se contaban más
de cuatro mil cabezas. Pero la especie que se propagó
hasta !o increíble, y que incomodaba a los habitantes ÍO-bremanera,
era la de los burros, porque habiéndose
criado salvajes en los matorrales y dehesas, causaban en
los sembrados y cortijos daños irreparables".
"Hablábase mucho de esta inaudita plaga a tiempo que
estaban en Fuerteventura el Capitán General D. Luis de la
Cueva y Benavides, señor de Bedmar; el Obispo D. Fernando
Suárez de Figueroa; el provincial Gonzalo Argote
de Molina, y el P. Fray Juan de Abreu Ga'indo, franciscano
de la provincia de Andalucía, ilustre escritor de las antigüedades
Canarias. Y con motivo de dar a estos recomendables
huéspedes un espectáculo divertido y nuevo,
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D. Fernando y D. Goazalo de Saavedra acordaron se hiciese
contra aquellos brutos una batida general. Y este fln,
habiéndose puesto en movimiento toda aquella tierra, y
juntándose un cuerpo de buena caballería, seguida de los
bravos mastines del país, se consiguió una cacería tan completa,
que quedaron muertos en el campo más de mil quinientos
asnos. Después de esta derrota no ha vuelto la
especie a ser formidable en Fuerteventura".
El propio Viera hace constar que "algunos, siguiendo el
error de algún copista, han publicado que esta cacería fué
de 14.000 asnos; pero en los maauscrítos más correctos del
P. Abreu Galíndo sólo se lee 1.500."
Ante los párrafos que transcribimos ya puede suponerse
que la isla de Fuerteventura—Erbania y Capraria en la
antigüedad—no ofrecía por aquella época la escasa vegetación
que hoy presenta, antes al contrario, abundaban
extraordinariamente los "pastos y yerbajes", alimentos indispensables
para la cría y mantenimiento de cabras, camellos
y burros.
Todo este extraño panorama se repite una y cien veces
hasta llegar a los caseríos de Los Lajares de San Antonio
y Roque del Tostón, en cuya punta de su nombre hay un
faro de 5.° orden. Del Tostón a su playa—escasamente un
km.—no hay camino vecinal, circunstancia ésta que aprovecha
la Comisión para tomar nota y realizar a la mayor
brevedad la citada obra. La rada desembarcadero natural
del Tostón es profunda y en £u centro ."re yergue ma-
.1 estuoso un islote de roca basáltica que sirve de atalaya, y,
al propio tiempo es utilizado por los pescadores para "cantar
el manterío de sardinas", como ellos dicen. Por esta
rada del Tostón se embarcan actualmente, con bastante .
dificultad, la cal en piedra. Nuevas notas de los Ingenieros
Sres. Conesa y González Negiín hacen prever la inmediata
construcción de un pequeño muelle que facilito
las operaciones de embarque no solo de la piedra de cal
sino también de cantería, adoquines, etc.
La playa ofrece en algunos sectores un aspacto sorprendente
dado el color blanco de las piedras y arenas que
la forman. A regular distancia aquella parece como si estuviese
cubierta de nieve. Este color blanquecino es debido
a los depósitos calcáreos allí acumu.aoos por las corrientes
de las aguas y a la gran cantidad de restos de
animales marinos. En las inmediaciones del Roque hay
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un castillo medio derruido sin interés arquitectónico alguno.
Cerca del caserío del Tostón o Cotillo hay algunas higueras
y otros pequeños arbustos, cosa que destaca por lo
extraño en esta zona donde todo lo visto constituye un dilatado
erial y un desierto Imponente.
Camellos y más camellos seguimos encontrando a nuestro
regreso a la Oliva, asi como cabras y ¡hasta una vaca!,
raro encuentro, pues ha sido el único ejemplar que hemos
visto durante nuestra permanencia en Fuerteventura. Estos
animalitos pasan las horas caminando sobre jabíes y
tierras quebradisas en busca de raices que no encuentran.
Ni por casualidad se hallan por aquellos parajes el berol,
alhulaga, tabaiba. pita etc. Y aquí viene el cuento de un inglés
que había visitado Fuerteventura: al regresar a su
tierra este hijo de la rubia Albión contaba entre el asombro
general de sus familiares y amigos, que las cabras, camellos
y asnos de Fuerteventura se alimentaban de piedras
pequeñas y tierra. Esto revela ¡a fuerte impresión desoladora
que produjo al inglés su visita a la Isla, impresión que
aumentó al contemplar el fatigo.so caminar de animalitos
muertos de hambre y desfallecidos, rebuscando entre las
piedras de llanos y guijarros volcánicos, raices de hierbas
o arbustos que fueron.
Cerca de las once pasamos de regreso por la Oliva con
dirección a Puerto de Cabras. Nuestros autobuses devoran
kilómetros y kilómetros sin el menor contratiempo. De
pronto damos frente al pago de Matilla con un poco de
verdor; y, vencidos unos dos kilómetros, llegamos al desaparecido
municipio de Vega de Tetir, hoy anexionado a
Puerto Cabras. Un breve alto para apreciar la fisonomía de
esta localidad. Sin duda alguna es la Vega de Tetir la de
más bello aspecto. Sus casas ofrecen una construcción regular,
y, además, están albeadas. Tiene su campiña reducida
que luce especial verdor y un poco de arboleda. Los
terrenos para el cultivo están dispuestos en "gabia" y "enarenados",
modalidades agrícolas éstas muy eficaces y adaptadas
a la sequía y estructura geológica del terreno.
Una nota de singular color y atracción ofrece al viajero
la Vega de Tetir, y es la existencia de los típicos "pajeros"
de forma de cono truncado. En ellos guarda el campesino
los granos. Este pintoresco pueblo, que luce orgulloso
la blancura de su regular caserío, tiene iglesia parroquial
consagrada a Santo Domingo de Guzmán. Su
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airosa torre y campanario destaca a lo lejos entre llanuras
rojizas y pardas de los terrenos circundaates.
A lOá pocos momientos de reanudar nuestro viaje variamos
de dirección para ir a recoger a nuestros compañeros
don Simón Benitez y don Domingo Madera Pérez, que co.i
sus aparatos técnicos encontrábanse terminando la toma
de datos en el profundo barranco de la Herradura, lugn.r
donde dará comienzo en breve una presa de gran capacidad
dada la importancia de su cuenca. (1). Esta presa permitirá
en su día el cultivo en una extensa zona del término
municipal de Puerto Cabras, resolviendo además en
los actuales momentos el problema del para obrero en la
expresada jurisdicción. Dicho embalse constituirá en fecha
no muy lejana uno de los puntales de la redención económica
de Fuerteventura.
Efectuado el almuerzo en Puerco d3 Cibras, obsequio
del Iltre. Cabildo Insular de la Isla y cié las autoridades locales
de la capital, tuvo lugar en el local de la Delegación del
Gobierno una reunión, bajo la Presidencia del Presidente
de la Junta Provincial del Paro Obrero, don Gregorio Pérez
Conesa para dejar constituida la Junta Insular Administradora
de los fondos del Paro obrero. Dicha Junta
quedó formada por las siguientes personas: Delegado del
Gobierno, en funciones de Presidente; Consejero del Cabildo
Insular que forme parte de la Mancomunidad Interinsular,
en concepto de Secretario-Contador, el Ingeniero
don Ruperto González Negrín, vocal técnico; y el Jefe Insular
de F. E. T. y de las Jons.
Los señores componentes de la antes dicha Junta
quedaron bien impuestos de su funcionamiento con arreglo
a las instrucciones consignadas en circulares dadas por las
Jerarquías del Nuevo Estado.
Con este último acto dio por terminada su misión en
Puerto Cabras la Comisión Oficial, aunque permaneció en
dicha capital una hora larga en espera de que llegase al
Puerto el barquito a vela y a motor "Bartolo", tan conocido
en las islas. Después de descargar mercancías siguió
viaje para la ensenada y playa de Corralejos, al norte
de la isla, frente al estrecho de la Bocaina, para recogernos
en las primeras horas de la mañana del domingo día 11. y
continuar nuestro viaje a Lanzarote .
(1) La muralla de contención tendrá en principio luios 30 metros
de altura. Su capacidad será de unos 300.000 metros cúbicos.
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A.ites de marchar a nuestra residencia nocturna de La
Oliva, quiso el Presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria,
señor Limiñana López, de acuerdo con el Presidente
de la Mancomunidad Interinsular y de la Comisión Oflclal
expedicionaria, señor de la Nuez Aguilar, y e.i atención a
la festividad de precepto religioso del expresado dia, enviar
un telegrama al Vble. Cura Párroco de Yaiza, señor
Hernández Mauricio, encareciéndole en nombre de toda la
Comisión y en el suyo propio, se sirviera retrasar la celebración
de la Santa Misa hasta las di?? de la maña.ia, hora
que se habia calculado en llegar a Playa Blanca.
Depositado el despacho a que nos referimos pasamos al
Casino de Puerto Cabras, donde descansamos una media
hora y recibimos obsequios de su Junta. Allí encontramos
a nuestro compañero de viaje, Sr. Benitez Padilla, en unión
de don Francisco Medina Berrlel, destacada personalidad
de Puerto Cabras, que había regalado al citado Sr. Be.ii-tez,
para "El Museo Canario", unos manuscritos antiguos
de cierto valor histórico, relativos a fundaciones y mandas
religiosas en la iglesia de San Pedro Alcántara de Ampu-yenta,
y otros legajos referentes a particiones testamentarias
de principales familias y declaraciones de "cristiano
viejo".
Llegaba la hora de partir con rumbo a la Oliva surgen
los saludos expresivos y los recordatorios. En las afueras
de Puerto Cabras nos detuvimos un poco para visitar el espléndido
depósito de agua para el abasto público terminado
completamente y solo pendiente de unas pequeñas obras
en las cajas distribuidoras de agua. Unas notas más en
el Blok y otra vez en marcha, dejando tan solo para
nuestro regreso de Lanzarote la visita a Casillas del Ángel,
pago del que teníamos desgarradores impresiones, y la Aldea
de Ampuyenta, en cuya iglesia se conservan valio.sos
lienzos murales.
Dentro de la jurisdicción de Puerto de Cabras y junto
a la carretera observamos un campo de aviación áo ¡500x600
metros de superficie, perfectamente conservado.
Llegamos a la Oliva en un atardecer melancólico y sombrío;
y en el preciso momento en que el taque de "Ángelus"
era lanzado a cuatro vientos desde lo alto de la torre de
la vetusta iglesia. Para nosotros tuvo este toque de Ángelus
una emoción y un encanto singular, dentro del pauperismo
ambiental de esta localidad de la Oliva. No sé por-
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qué en este atardecer las palabras litúrgicas "En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" pronunciadas
al toque de "Ángelus"' tienen en esta ocasión mayor
solemnidad. Acaso sea ello debido a la expresiva au.teriaad
franciscana del paisaje y al pensar c.i la augusta resignación
de un pueblo sumido en la miseria. Tras un breve descanso,
cambio de impresiones y acopiamiento ¿e .iotas nos
dispusimos a cenar en la hospedería de una cortés señora
dueña de la tiendecita principal y quizás única del pueblo.
Ella se desvivía en atendernos, lamentando sinoeraments
que la actual situación de la Isla no permátiera presentar
la cena tal como ella deseaba. No obstante ésto, y en
honor de la verdad sea dicho, la cena estuvo bastante regular.
Durante ella se concretó la salida a las cinco de la
mañana, ya desayunados, para estar en Los La jares a las
siete. Dada la orden de la busca de camellos que habian
de transportarnos desde Lajares a Corralejos nos marchamos
a descansar a la Casa Palacio de los Coroneles. La
noche era estelar y oscura. Las estrellas y luceros brillaban
esa noche, al parecer, más que nunca. Semejaban
puntecitas de diamantes en el inmenso espacio.
Otra vez la figura procer y enjuta de i anciano Administrador
de los señores Bravo de Lagi.na nos espera en la
puerta de la solitaria y muda mansión cuya paz hemos ido
a alterar.
Mientras unos descansan en los sendos butacones de la
sa]a de lectura de la Casa, el señor Benítdz Padilla y el
autor de este trabajo, poníamos los nombres del lugar donde
habíamos recogido los minerales y demás piedras raras,
empaquetándolos en nuestras respectivas maletas y en
la de don Domingo Madera. Ni que decir tiene que ellas
aumentaron el doble del peso primitivo, tal era la cantidad
de minerales recogidos para "El Museo Canario". Solo el especial
cariño a esta vetusta y benemérita institución de
Ciencias, Letras y Artes, a la cual pertenece el señor Bení-tez
Padilla y el propio autor, en calidad de Vice-presidente
2.° y Secretario General, respectivamiente, justifica la paciencia
de esta labor de recolección de materiales con las
molestias inherentes.
Un toque de atención general, sin corneta, dado por el
señor de la Nuez Aguilar bastó para dar fin a la tertulia
y desposarnos, acto seguido, con nuestras respectivas camas,
no sin antes el señor Pérez Conesa, hombre exacto en to-
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das sus cosas, dar a todos ligeras consignas referentes a la
hora de levantada. ¡Buenas noches y ustedes descansen!,
fueron las voces que varias veces se pronunciaron. Luego,
un sueño reparador. A las cuatro de la mañana todos estábamos
en pié. Aseo personal, preparativos de maletas y
a desayunarnos.
Un adiós a La Oliva y en marcha en nuestros autobuses.
La brisa mañanera dejaba sentir su bienestar en estos días
de verano. Un continuo tragar de kilómetros por nuestros
automóviles através del panorama que el día anterior habíamos
atravesado en nuestro viaje al Tostón y Roque.
Camino de Lajares seguimos nuestro recorrido por entre
una planicie inhóspita c inmensa, salpicada de "mal-países"
en casi toda su plenitud y, en algunos sectores, recubierta
de una ligera arenisca blanquecina y doraüa. Este
panorama desolador, verdaderamente estepario, lo seguimos
atravesando, dando tumbos dentro de nuestros valientes
autos, hasta llegar al lugar donde nos esperaban unos
buenos campesinos con sus camellos. Eran las siete de la
mañana. Tiradas unas placas fotográficas junto a los camellos,
nos dispusimos a colocarnos en las sillas de éstos, no
sin exponer, los que nunca lo habíamos hecho, nuestros reparos
y prevenciones. Hecha la distribución, según el peso
de cada cual, Uegó la hora decisiva y emocional de sentarnos
en la típica silla camellil. Unas palabras de atención
del camellero a nosotros y una voz escueta de mando, monosilábica
casi, seguida de un ligero palmoteo sobre el rumiante
bastó para que éste se pusiera en pie en dos momentos
rápidos. Ya estábamos en alto. Todos nos miíábamos
y preguntábamos por la impresión recibida. Tres hombres
y un muchacho de unos diecisiete años eran los encargados
de llevar los cabestros de los respectivos camellos.
Ellos, a parte de ser nuestros guías, eran también los dueños
de nuestras personas. En primer lugar de la comitiva
marchaba el camello con los sefiores De ¡a Nuez Aguilar y
González Negrin. Parecían dos heraldos al frente de la
cabalgata. Detras íbamos el Presidente de ia Junta Provincial
del Paro, señor P4rez Conesa, y el autor; luego, ci
Sr. Madera Pérez, en unión del contrapeso íorraado por todas
las maletas, y, últimamente, el señor Limiñaiía López,
con el señor Benítez Padilla. Así, dos horas de caminar
lento y molesto. Dos horas que pasamos de charla con
nuestro compañero y con la persona que cuidaba del ca-
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2010
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mello. En medio de aquella soledad y de aquel desierto
sólo hería en nuestros oídos la suave brisa de la mañana,
nuestra charla y la voz melancólica, cadenciosa y expresiva
del camellero con su "anda p'arria, caamellu", "chu, chu,
chu..." ,
En todo el trayecto rara vez encontramos alguna planta
euíorbiácea, no así a partir de la mitad del camino, donde
éstas aparecen ante nuestros ojos como cosas raras. También
encontramos en este último trayecto algunos camellos
con su "majalulos" y "güelfos (1) y cabras semisalvajes,
todos los cuales, valga la frase, pastaban en aquellas tierras
volcánicas recubiertas de "malpaises".
Después de un andar movido de nuestros camellos, al
que llaman en las islas "caminar al garete", nos encontramos
frente a la playa de Corraleio.s, Desde lejos se divisa
en medio del estrecho de la Bocaina, la silueta negruzca
del islote de Lobos, y más cerca a nosotros, en la playa,
el blanco caserío de pescadores de Corralejos, rodeando a
su ermita de Nuestra Señora del Carmen. En este templo
se dice misa muy de tarde en tarde, y en él tienen lugar las
bendicioaes nupciales y la administración de bautismo y demás
Sacramentos de la Iglesia católica, en tandas, y de modo
especial, en la solemnidad de la Patrona de la marinería.
Lú población pesquera de este apartado pago, de gente
sana y tez bermeja como las tierras de la isla, se eleva a
unas doscientas cincuenta personas. Por su playa larga
y de doradas arenas y junto a un pequeño malecón que hace
de muelle cuando las mareas lo permiten, se embarcan
en lanchas personas y mercancías para luego ser trasbor-
(1) Viera y Clavijo, en su "Diccionario de Historia Natural de las
Islas Canarias", dice lo siguiente: "No necesita el camello de látigo,
ni de aguijón para acelerar el paso, pues basta para conseguirlo el .sonido
de las cencerras, o el cíinto monótono del camellero. En e! tiempo
del celo, que dura cuarenta días, y acaece todos los años en primavera,
le sale de la boca una o dos vejigas rojizas; entonces comen muy
poco, se enflaquecen, acometen, muerd-'n y derriban los hombres, sin
exceptuar a su propio amo. El preñado de la hembra es de ca.si un
año, y el camellito o "majalulo", mama otro tanto tiempo, siendo su
carne sana, del mismo sabor de la ternera y buena para hacer tasajos.
La leche de camella es gruesa y de buen alimento, si se mezcla con
mayor cantidad de afíua: de ella se hacen quesos. Estos animales mudan
todos los años el pelo, de que se fabrican telas finas y aún sombreros.
Aún sus excrementos son útile.s. pues de su estiércol y su orina
se fabrica la sal amoniaca. tJn camello vive ordinariamente cuarenta
años; y los de Fuerteventura han servido algunas veces de trincheras
y parapetos centra los enemiga."
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dadas al velero que las conduce a Lanzarote o a otro puer-tecito
o desembarcadero de Fuerteventura.
Nueva emoción experimentamos al pronunciar el camellero
las consabidas palabras: "¡trúchate, caamellu!".
Ya echado el animalito, nos encontramos en tierra firme.
El vecindario, sobre todo los niños, nos rodean. Pagamos
a los camelleros unos buenos duros con sus propinas,
que han agradecido mucho, y nos fotografiamos nuevamente.
Dos lanchas nos conducen a remo al velero
"Bartolo", que se hallaba a unos quinientos metros distante
de tierra, no sin antes el señor Benitez tirar con su "Lei-ca"
varias fotografías en el preciso memento en que teníamos
un pie en tierra y otro en la lancha.
Venciendo el aleaje de un mar bastante rizado, llegamos
al célebre "Bartolo", ascendiendo de la lancha a aquél por
una escalerilla de sogas, en medio de la impresión de cada
cual. Al poco rato la costa norte de Fuerteventura y el
i.siote de Lobos, de recuerdos históricos, van quedando atrás
para dar paso a una nueva silueta, cada vez más pronunciada,
de la costa meridional de Lanzarote, antigua Tite-roigatra.
(1). El mar siguió movido y hubo quien ,se mareó
de lo lindo a pesar de sus valentías náuticas. En medio de
esta travesía y como cosa de visión se agolpaba en nuestra
mente la idea de zozobra de Ja embarcación y el recuerdo
de una conversación sostenida con u.i buenísimo amigo de
excursión sobre el discutido naufragio de un velero que llevaba
en el cruce de esta misma travesía, en épocas lejanas,
a un obispo de Canarias.
(1) Tiene la isleta de Lcbos más de 3 km.s. de largo por 2 y medio
de ancho. Su contorno es trapezoidad. En Punta Maníño tiene un
faro. De vegetación escasa, sólo esta habitada por el torrero y algunos
pescadores. Su altura mayor es de 122 ms.
Véase mi obra "Descripción Geográfica de Canarias", pág. 163. 2."
edición. 1929.
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Cráteres de la Montaña del Fuego.
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Hornos naturales en la Montaña del Fuego.
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Interesante vista panorámica de la Villa de Baria.
Calle tiplea de la señorial
Villa de Teguise.
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CAPITULO III
Ante la Playa de las Coloradas y Castillo de San Marcial
del Rubicán.—Interesante transbordo de la Comisión Oficial
desde el "Bartolo" a la lancha.—Desembarque en Playa
Blanca.—Visita a las Lagunas del Janubio y pueblos de Yai-za
y Femés.—La Geria, Montaña del Fuego y pago ds Uga
con sus haciendas vinícolas.—Camino a Arríela.—Visitas a
las Montañas de Famara y Corona.—Sorprendente vista del
estrecho de "El Rio" e isla de la Graciosa. Arrecife, ciudad
capital de Lanzarote: castillos de Sun José y San Gabriel,
Charco de San Ginés, salinas de la Marquzsa de Santa Coloma,
factorias.—El pueblo de Tías.—Visión dantesca desde
las Montañas del Fuego: los típicos hornos; acción dC
vulcanismo.—Pueblos de San Bartolovié y Tinaja: Jabíes y
enarenados.—La popular Virgen de los Do ores o dsl Volcán.
En una hora casi vencimos la distancia de once kilómetros
de ancho del canal de Bocaina que separa Fuerte-ventura
de Lanzarote. Ante nuestra vista se destasan las
Puntan de Papagallo y Pechiguera y las restas de Playa
Blanca y Playa de las Coloradas, así como los restos de un
derruido castillo en Femés de San Marc'al del Rubicón, que
rememora gestas pasadas y un episcopado efímero.
Muy cerca de la playa llega el "Bartolo" e inmediatamente
descendemos por la frágil evscala a la lancha. Esta se
aproxima a tierra lo más que puede y, a hombros, o a la pela,
nos conducen a la playa unos marinos jóvenes, fornidos y
ágiles. El momento es algo espec*:acular. Tieie su atracción
divertida. Uno de nuestros acompañantes, de peso más
que regular, estuvo a punto de caer en el agua y recibir una
fuerte impresión; pero gracias a la agilidad y fortaleza del
marino, aquél no cayó milagrosamente. En verdad fué un
momento de emoción, no pudiendo sustraer la risa ante el
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2010
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espectáculo que se nos ofrecía. Pero Dios quiso que a ninguno
de los expedicionarios les sucediese nada, y desembarcamos
todos "vivitos y coleando" en Playa Blanca, donde
fuimos recibidos por el Delegado del Gobierno en Langarote,
don Eugenio Rijo y Rocha; presidente del Cabildo
Insular y secretario de esta Corporación, señores Arencibia
Suárez y Díaz Santana, respectivamente; Párroco de Yaiza,
don Andrés Hernández Mauricio; el hacendado don Jaime
Lleó Mira y otras personas. Esto acontecía el día 11 de
julio, a las diez menos cuarto de la mañana.
Después de unas anotaciones referentes al desembarcadero
en Playa Blanca, visitamos una pequeña factoría de
atún, ¡siguiendo viaje a Yaiza. En el trayecto nos detuvimos
unos instantes en las importantes lagunas del Janubio
Pc^ra admirar de cerca el sorprendente panorama que ofrecen
sus dilatadas y bien presentadas salinas, que tanto
enorgullecen a la isla de Lanzarote y pesan en su economía.
(1)
Atrás dejamos al pobre pueblecito de Femés, aislado y
casi sin mayor relación con los restantes pueblos de la isla.
Si.i interés alguno agrícola, SÓ:O tiene este pueblo de Femés
en su haber una historia corta que habla de heroísmos
legendarios frente a jabeques argelinos en las playas de las
Coloradas, páginas que recuerdan vejaciones perpetradas
por algunos normandos en las personas de consejeros de los
reyes canarios, y otras páginas que traen a la memoria la
erección de la Diócesis Rubicense bajo el patrocinio de San
Marcial. (2). Rs de tal pobreza este pueblo, que su Municipio,
como entidad administrativa, casi no funciona.
Al llegar a la plaza de la iglesia de Yaiza, nos encontramos
con un nutrido grupo de bellas jóvenes que lucían con
gentileza la pudorosa mantilla canaria; asimismo, grupos
de gente mayor, de uno y otro sexo, y una,s escuadras de
"flechas" y de la Falange. Todos esperaban el comienzo de
la Misa, que en este día habíase retrasado a petición nuestra
para dar cumplimiento al precepto dominical como españoles
cristianos. Por esta deferencia guarda eterna gratitud
al venerable Párroco, don Andr<Js Hernández Mauricio,
la Comisión expedicionaria.
(1) Estas salinas son de la propiedad de la señora doña Fermina
Enríquez, viuda de don Vicente Lleó Benlliury.
(2) Véase Viera y Clavijo, "Historia Genera) de las Islas Canarias".
P. José de Sosa, "Topografía".
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dda la'éarit'a "í^fsa comenzó a actuar ía Comisión.
En unión del Alcalde del pueblo, del señor Cura y de
otras personas, se visitó la Casa Consistorial, en construcción,
y otros lugares, tomándose notas diversas.
El pueblo de Yaiza ofrece una zona agrícola variada, predominando
el cultivo de ia vid, que llama poderosamente
la atención; cultívase también tomates, cebollas, tabaco,
nopal (para la cochinilla), higueras y frutales variados.
Todo el término municipal denota riqueza y su población
urbana es regular. La iglesia parroquial es de dos naves
y cuenta con retablos de mérito, si bien atrevidas manos
han embadurnado de blanco, en pasados tiempos, retablos
de tea primorosos que nunca debieron ser pintados.
Un extensísimo campo de lava denominado Geria, de
éJttraordinario interés geológico y de perspectiva que subyuga
al visitante, rodea el núcleo del pueblo. Este dilatado
campo de corriente lávica llega hasta las propias Montañas
del Fuego. Toda esta zona es sorprendente en múltiples
aspectos. El mar de lava semeja una verdadera tempestad,
y en toda su extensión forma figuras raras y caprichosas
que destacan junto a montañas, valles y llanos
roji-negros y grices-violáceos. El colorido de estas tierras
calcinadas constituye una ficción pictórica, dada la gama
de colores vivos y suaves que en ellas se obrerva.
Después de hacer un breve alto en la casa de los señores
de Lleó, seguimos viaje atravesando toda la isla,
de sur a norte, para ir a almorzar a' puertscito de
Arrieta (término de Haría), de caserío importante y de bellas
vistas panorámicas.
A dos kilómetros esca.so3 de Yaíza está el pago de Uga,.
rico en vid. De él partirá en su día un camine vecinal a
Playa Quemada, con objeto de favorecer la pesca.
Dada la hora avanzada (una y media de la tarde), nuestros
autos corren velozmente, dejando atrás cultivos notables,
pagos y caseríos de extraña belleza y zonas sumamente
quebradas por el vulcanismo, cubiertas de guijarros
y sublimados. A las dos estábamos en Arrieta, a seis kilómetros
de Haría, con un apetito devorador. No en vano
nos habíamos desayunado en La Oliva (Fuerteventura) a
las cinco y media de la mañana. El almuerzo fué algo ex-traordi'nario
y en él se bebió el rico vino Malvasía de las
haciendas de los señores Arencibia Suárez y Díaz Santana.
El vino Malvasía de Canarias tiíne fama m.undial, y
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tan es así que el célebre literato inglés Shakespeare lo cita
en varias de sus obras, como lo hace tamb'én la co.iJesa
'Ib'Aulnoy en sus "Viajes por España".
Recuperadas las fuerzas perdidas por el ajetreo de la
mañana, nos pusimos en marcha hacia las altas montañas
de Femara, Corona, Peñas del Chache (660 metros) y otras
que dan frente a El Río. El paisaje ante nosotros es interesantísimo,
verdaderamente maravilloso, que culmina al llegar
a las montañas, donde está emplazada una batería de
artillería. Nos encontramos a una altitud de unos cuatrocientos
cincuenta metros. El día no está propicio para dejar
admirar en toda £u grandeza y plenitud el raro y único espectáculo
que, cara al estrecho de el Rio, se divisa desde las
cimas de estas montañas. Una pertinaz neblina nos ha impedido
apreciar el sorprendente panorama que tanto hemos
oído elogiar. En algunos momentos vemos allá abajo, al pie
de la montaña escarpada, cómo las olas forman caprichosos
festones con la blanca espuma al romper las aguas en los
acantilados o al continuar su movimiento ondulatorio por la
playa, donde se hallan las importantes saliaas de la marquesa
de Santa Coloma. Un poco más distante, en medio de
la neblina, la silueta de la pequeña isla de la Graciosa, separada
de Lanzarote por el ya citado estrecho de El Río, que
mide de ancho un kilómetro por su estrechamiento máximo.
(1). Esperamos un poco de tiempo por si se despejaba la
tarde. Y nada, cada vez era más densa la neblina. En verdad
sentimos este contratiempo, pero mucho más lo sintió
nuestro distinguido compañero de Comisión, el ingeniero jefe
del Grupo de Puertos de Arrecife, do.i Ruperto González
Negrí.i, que como buen lanzaroteño, tenia verdadero interés
en mostrar a la Comisión las maravillas de este paisaje
extraordinario de El Rio, interés y deseo del cual participaban
asimismo las dignas autoridades de la Isla Aparte
de admirar la belleza del panorama tenía esta excursión a
El Río un interés particular y técnico, y era el que la Comisión
se diese cuenta de la importancia que para la zona
norte de Lanzarote representa la construcción de una ca-ci
(1) La Graciosa tiene una longitud de 9 Icms. por 4 de ancho.
Cuenta con plantas denominadas "matos" y "salados". Su suelo volcánico
presenta varias montañas. Esta isleta tiene sectores de su
sucio cubiertos de arenas voladoras que forman "jabíes".
Cuenta con 375 habitantes; escuela y una modesta Ermita.
Véase "Descripción Geográfica de Canarias" y especial del Grupo
Oriental", del propio autor de este trabajo, Cap. XIV, pág. 152; 2.»
edición, tomo amplio. 1929.
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2010
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rretera a El Río, vía que a parte de su valor turístico, tiene
un marcado interés económico, que permitirá incrementar
la industria pesquera y de salinas, facilitando al propio
tiempo el acceso de los habitantes de Lanzarote a la isla de
la Graciosa. El objetivo de la visita creo quedó logrado, a
pesar de la neblina, no ya para los efectos ante,s citados,
sino principalmente para fines turísticos.
Ya de ?;oche regresamos a Arrecife, cenando en el Hotel
de don Claudio Toledo, ubicado en la calle de León y
Castillo, principal vía de la capital de la isla. Animada
charla, anotaciones y, después de un corto paseo, a descansar.
Dia 12. La mañana amaneció clara y el sol las prometía
de veras. Las primeras horas las aprovechó el autor para
conocer la ciudad de Arrecife. Solo y muy de mañana
recorrió sus calles anchas, rectas, tranquilas, y perfumadas
por la brisa. A esas horas sólo la transitaban la gente del
pueblo que marchaban al Mercado. Muchas le las mujeres
llevaban a la cabeza el típico sombrero de paja, cónico
y de anchas alas, aditamento éste que dá viáa y personalidad
típica al bello sexo de esta isla. Donde más vimos
este sombrero fué en el muelle, con motivo del desembarco
de agua para el abasto público. Aquí encontramos también
buen número de camellos dedicados a la faena c'e transportar
el preciado liquido que la isla carece a pesar de conocérsela
en la antigüedad con el nombre de Pluviaria. (1).
En nuestro paseo observamos las ca'tai íe esta pequeña
gran urbe lanzaroteña. Las lincas de su c:nstrucción son
nuevas y antiguas. Conserven unss ''is hi:ellas del pasado
y otras las influencias aiciuit'ctónicas mo:iernar. Nuestros
sentimientos religiosos y artísticos nos llevan a visitar
la iglesia parroquial dedícala a San Giné': de Arles.
Esta es de tres naves y no encierra mayores co'as dignas
de especial mención. Aquí ,salu1amos a •JU celoso párroco,
don Juan Ramírez, que nos acompañó en esta visita.
La población de Arrecife tiene FAI especial ercanto, particularmente
en las proximidades al C3stillo de San Jasé,
al Puerto natural de Naos, con SU3 sa'iras y tarcos pesqueros;
Charco de San Gínés, con ií"Otilios, -ralinas de Santa
Coloma, factorías, puente y camino que con'J.uce al Castillo
de San Gabriel y nuevo muelle.
(1) P. José de Sosa. " Topogi-afía" Lib, I, Cap. único,
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; —'52 -
Cuenta Arrecife con un magnífico edifl:l3 donde está
instalado el Cabildo Insular y la Delegación del Gobierno.
Tiene asimismo otros edificios notables en ]05 que radican
el Ayuntamiento. Hospital y centros comerciales y de
recreo.
La impresión general que nos ha produ"ido "a ciudad
de Arrecife es magnifica, dentro claro está de su rango de
pequeña gran urbe y de capitalidad insular. De.'ítaca en
todos sus aspectos: urbanismo, diafanidad de cielo, deseos
de superación, vida comercial, sin olvidar la, cortesanía, hidalguía
y generosidaTd de sus habitantes.
Durante nuestra residencia en Arrecife hemos saludado
a a'gunos jóvenes amigos, entre ellos al Alcalde de Arrecife
don José Paiz de Armas y Secretario del Ayuntamiento don
Antonio Manchado Suárez; asimismo al notable Abogado
don Carlos Saenz Infante .ex-Presidente del Cabildo durante
el Gobierno del gran patriota español don Miguel
Primo de Rivera.
En las afueras de la población está emplazado un espléndido
depósito de agua para el abasto público, construí-do
recientemente con arreglo a las exigencias higiénicas
modernas y a la capacidad que demanda la capital. Su
co.istrucción está perfectamente adaptada a la recogida y
decantación de las aguas pluviales.
Ya reunidos los componentes de la Comisión con los señores
Rijo Rocha. Arencibia Suárez. Díaz Santana, Delegado
del Gobierno, Presidente. Secretario y Consejero del
Cabildo Insular, respectivamente, partimos hacia ei
pueblo de Tías, a diez kilómetros de Arrecife, término
municipal enclavado en la carretera que conduce a
Yaiza. La zona que atravesamos es un poco reseca; no obstante
hay vegetación, abundando ios enarenados. Sus
productos agrícolas hace años convirtieron a este pueblo
en una jurisdicción rica. Actualmente pasa por una
aguda crisis económica, dadas las malas cosechas por
falta de agua. La situación caótica de la hacienda
municipal púdola comprobar la Comisión visitadora. En
este pueblo hay un grave problema de miseria engendrado
por la escasez de trabajo y por el deplorable estado de
su agricultura. Una de las aspiraciones de este municipio
es el desembarcadero en la Tinosa, del cual toma nota
la Comisión.
Por entre la interesante zona volcánica de la Geria,
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— 53 —
matisiada alegremente de parrales y otros frutales, seguimos
hacia Uga, pintoresco pago de Yaiza anteriormente
citado. Desde Uga arranca el camino vecinal que conduce
a las célebres Montañas del Fuego, tan visitadas y ponderadas
por geólogos y personas amantes de impresiones
extrañas. Están constituidas estas montañas por numerosos
cráteres, unos ya extintos y otros latentes. De las
Montañas parte un semicírculo de lava de unos veinte kilómetros
de extensión. Desde lo alto de estas montañas,
400 a 500 metros sobre el nivel del mar, el visitante pre-cencia
uno de los panoramas más maravillosos de la naturaleza,
diríamos que casi únicos, si tejemos en cuenta
la visión espectacular y dantesca que ante nuestros ojos
ofrecen los numerosos cráteres, montículos, escorias, y dilatados
campos lávicos de intensa policromía. Todo ello
es algo inenarrable, producto de encantamiento y de fuego
satánico. Los agentes orogénicos han transformado
toda esta zona en un raro mar de lava y en depresiones
de verdadera fantasmagoría. Tal ha sido la acción violenta
del vulcanismo en las Montañas justamente Uama-das^
Montañas del Fuego.
Las acciones eruptivas de estos volcanes, magníficamente
representadas en el mapa geológico de Lanzarote de
que es autor el Catedrático señor Hernández Pacheco, destruyeron
caseríos y modificaron estructuras de terrenos en
el siglo XVIII.
En opinión de algunos geólogos, las erupciones de las
Montañas del Fuego han sido, sin duda alguna, las más importantes
que registra la historia del vulcanismo, tanto por
la enorme cantidad de materias vomitadas como por la larga
duración, o séase, seis años, desde el primero de Septiembre
de 1730 al 16 de Abril de 1736.
Las fértiles vegas de Timanfaya constituían algo único
en Lanzarote por su producción abundante de granos. Los
terrenos más cercanos al mar eran ante de las erupciones
viejos campos lávicos alterados por los años y cubiertos de
tabaibas, plantas euforbiáceas y pastos que mantenían a
nutridos ganados. En varios puntos de la devastada co-'
marca existían manantiales que desaparecieron a igual que
los caseríos de Timanfaya, Manchas Blancas, Maretas, Santa
Catalina, Jareta, San Juan, Peña Palomas, Teseteite, Rodeo,
Mazo, Asomada, Iguader, Gería, Masintafe, Mozaga,
Calderetas, Lomo de San Andrés, Conil, Montaña Blanca,
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^_ — 5Í —
Mastadre y Guatisea. Todo quedó sepultado bajo los escombros
o destruido por la acción implacable de las lluvias
de arena volcánica.
Un testigo presencial de estos acontecimientos desola-dores,
don Andrés Lorenzo Curbelo, Cura Párroco de Yaiza,
describe el proceso de esta horrenda catástrofe, descripción
que el señor Obispo Dávila lleva literalmente a sus
Constituciones Sinodales.
En una de las montañas que forman parte del conglomerado
de las Montañas del Fuego está emplazado un pequeño
"albergue" o "parador", construido por el Cabildo
Insular. En sus proximidades se encuentran los numerosos
y célebres hornos naturales, donde el turista puede cocer
huevos y patatas y asar carne. La madera se carboniza
a pequeña profundidad. A los 60 centímetros se halla
una temperatura de 360 grados y a los 10 centímetros
110 grados. La caloría observaba a flor de tierra ha pasado
de los 50 grados centígrados. (1).
El acceso a esta interesantísima montaña, de visión
apocalíptica, constituyó para nosotros una prueba de resistencia
pulmonar y cardiaca. Al llegar al "parador",
unos antes, otros después, encontrabamonos extenuados
por la resistencia que ofrecía a nuestros pies la lapillis que
recubre la pendiente de aquélla.
Por entre guijarros, resquebrajaduras y arenisca roji-víolácea
seguimos ascendiendo unos, mientras otros se entretenían
en "sancochar" huevos y asar unas patatas, labor
ésta sumamente curiosa y anecdótica para el que por
vez primera hacia esta ascensión. En tanto, el Delegado
del Gobierno de la Isla, Sr. Rijo Rocha, y el Sr. Benítez Padilla,
se apartaban largamente de nosotros pov entre precipicios
para captar paisajes y buscar piedras raras y de interés
geológico. Sólo el temple de ambos y el deseo de pro-
(1) Dacio V. Darlas y Padrón. "Tradiciones Canarias, Volcanes
de Lanzarote". Periódico "Hoy", 19 octubre 1934.
Albert Brun, "Quelques recherches sur le Volcanisme au Pico de
Teyde et au Timaníaya". 1008.
Prof. Oskar Simony, "Die Canarischen Inseln, insbesondere Lanzarote
und die Isletas", "Aufnahmen auf den Canarischen Inseln".
1892. ' *•
Prof. Salvador Calderón, "Edad geológica de las Islas Atlánticas y
su relación con los continentes", Bol. R. Soc. Geográfica, Madrid, XVI,
1884, págs. 377-399.
Hernández Pacheco. "Estudio geológico de Lanzarote y de las If
letas Canarias", t. VI; Año 1909.
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porcionar a El Museo Canario nuevos ejemplares de rocas
y sublimados justifican tan arriesgadas caminatas. En esta
busca de materiales recogiéronse basaltos cavernosos,
bombas volcánicas, lavas basálticas escoriformes
y sublimados variados de las fumarolas de los lapillis.
Los Ingenieros señores Pérez Conesa y González Negrín
no cesan de hacer explicaciones sobre el panorama y materiales
que nos rodean. Hablan de probables proyectos que
permitan utilizar en industrias termo-eléctricas las materias
refractarias existentes en toda esta imponente zona
volcánica.
Retornamos al "albergue" para descansar y comer
los huevos cocidos y las patatas asadas en los hornos
naturales. Después de uaas copas del generoso vino "mal-vasía"
de la Hacienda del señor Arencibia Suárez, descendimos
en pocos minutos desde el "parador a la base de la
montaña. .
El turismo en general, pero especialmente el IntelIgenl»,'
encontrará en las Montañas del Fuego algo tan maravilloso
y único que subyuga e invita al estudio. El terreno y
todo el panorama dá cumplida satisfacción al observador
de acusada percepción y al geólogo ávido de investigaciones.
La visita de la Comisión a esta zona ha hecho ver a los
técnicos la necesidad de construir hasta el propio "albergue"
un camino rural que facilite el acceso a la citada
montaña.
Desandado el trayecto Uga-Qeria, tan bello e interesante
por sus haciendas vinícolas, por la policromía de sus
casas rurales engarzadas entre ei negro-grisáceo de sus
campos lávicos, y por sus frutales, llegamos a Arrecife a
la una y media, almorzando en nuestro Hotel. Tras un
prudencial descanso nueva gira al centro y norte de la isla.
El primer pueblo visitado fué el de San Bartolomé que
dista de la capital unos seis kilómetros. Su población es
de unos 2.613 habitantes y congrégase alrededor de su Iglesia
y Casa Consistorial. El término municipal es rico y
produce batatas, melones, sandias, garbanzos, tomates,
maíz, etc. La mayor parte de su jurisdicción está formada
por terrenos de "jabíes", capa de arena calcárea de origen
marino, que recubre el terreno volcánico. Esta arenisca
favorece notablemente la agricultura en toda esta zona por
impedir la evaporación del agua de lluvia, retenien<:lo la
humedad en las capas de tierra lávica.
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La zona de "jabíes" atraviesa la isla desde la Bahía de
Penedo, pasando por Teguise, Tina jo y San Bartolomé, y
termina entre la costa de Tinosa y Arrecife.
Al llegar a la plaza del pueblo un nutrido grupo de obreros
parados nos esperan. Can ellos el Alcalde, concejales,
Cura Párroco, Jefe de Falange y el Maestro. Tolos ansiaban
nuestra visita para exponer a la Comisión las mejoras y
trabajos inaplazables que deban realizarse urgentemente
en el pueblo. El priacipal problema es la construcción de
un depósito para el agua del abasto público, necesidad ésta
que se repite en todos los municipios. Breve reunión en la
Casa Consistorial, con la toma de datos consiguientes y visita
al lugar de una proyectada presa en la que se emplearán
muchos brazos.
En la plazoleta del pueblo de San Bartolomé, pueblo de
casas blancas, sigue el grupo de hombres parados esperando
recoger alguna noticia agradable que Usve la Comisión
En tanto, un pobre ciego de nacimiento, ya entrado en años,
con su fiel e inteligente perro que hace de Lazarillo, divierte
con sus refranes, dichos y humoradas al vecindario que
espera, ¡joniendo en las caras hoscas y escuáhdas de una
juventud y de una hombrada en paro forzoso, una nota de
sentimental alegi'ía y de esperanza en la visita de la Comisión
y en los hombres de la España imperial que renace.
Al despedirse la Comisión de las autoridades locales un
grupo de obreros interesan noticias. Esta, por boca del señor
Limiñana, contesta que no hace promesas; sólo dice
y adelanta que dentro de breves días verán realidades;
constestación que motivó una salva de aplausos, como
agradeciendo de antemano un beneficio.
Por entre tierras pardas unas veces y negruzcas otras,
llegamos al pueblo de Tinajo, caserío notable por
su fisonomía dentro del panorama y ambiente lanzaroteño.
Su hermosa iglesia parroquial de tres naves tiene dos devociones
arraigadas en el alma del vecindario: la una es a la
Virgen de los Dolores o Virgen del Volcán, y la otra a San
Roque.
Su agricultura a base de enarenados es importante; vid,
batatas, cebollas, melones, sandías, maíz, frutales, etc. sin
olvidar la palmera bíblica.
El enarenado consiste en la colocación de una capa de
"lapillis'*, de espesor variable (10 a 12 centímetros, según
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cultivo) sobre el terreno que se desea cultivar. (1). Esta "la-
Dillis" tiene que tener una especial condición para que
exista continuidad en la poro si dada. Ello permite retener
la humedad de la atmósfera que es precisamente la que facilita
e impulsan los cultivos a base de esta modalidad técnica
que constituye en Lanzarots su principal fuente de riqueza.
Los enarenados está.i favorecidos por la Lsy de Auxilios
de 1911, por la Orden Ministerial de enarenados de 8
de Diciembre de 1933 y otras leyes com.plemeíanrias.
El pueblo de Tinajo es sumamente volcánico. Tie.ie su
cráter del Tinguatón y una historia de vulcanismo subyugante
y mística, condeasada en la popular devoción a la
Virgen de los Dolores, por haber salvado al vecindario de
la acción mortífera producida por las corrientes de las
Montañas Quemadas. En su honor levantóse una Ermita
en el mismo lugar donde se notó la desviación tls la corriente
de lava. Su fiesta del día 15 de Septiembre de cada año
pone de manifiesto la fé encendida de un pueblo. En el retablo
de la Virgen de los Dolores o del Volcán están expuestos
innumerables ex-votos que hablan elocuentemente de
gracias, de mercedes, de milagros... Esta es la tradición, y
este es el bello, sincero y poético sentir del alma popular,
que en muchas de las ocasiones dan vida