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BIBLIOTECA
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RESUMEN DE LA CONFERENCIA
ACERCA DE LA
ERUPCIÓN VOLCÁNICA DEL CHINYERO
Dada ante la Real Sociedad española de Historia natural
EL 9 DE FEBRKRO DE 1910
POR
LUCAS FERNÁMDEZ NAVARRO
Catedrático en la Faoultafl de Ciencias de la Universidad Central
M A D R I D
ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DE FORTANET
IMPRESOR DE I, A REAL ACADEMIA DE LA HlilTORIA
Libertad, 2P.— Teléfono 991.
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Junta para ampliación de ekud
551
RESUMEN DE LA CONFERENCIA
ACERCA DE I. A
ERUPCIÓN VOLCÁNICA DEL CHINYERO
Dada ante la Real Sociedad esDaRoIa de Historia natural
EL 9 DE FEBRERO DE 191U
LUGAS FERNANDEZ NAVARRO
Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central
M A D R I D
ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DE FORTANET
IMPRESOS DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
Libertad, 2! i.— Teléfono 931.
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Junta para ampliación de estudios é ¡ iivestigac'oaes científicas
Resnmen de la conferencia acerca de la erupción volcánica
del Chinyero ")
P- R
LUCAS FERNÁNDEZ NAVAllBO
( Láminas i y ii)
El 20 del pasado Noviembre dieron los periódicos cuenta de
una erupción volcánica, ocurrida en la Isla de Tenerife. A propuesta
del señor director del Museo de Ciencias Naturales,
previo informe de la Junta de pensiones y ampliación de estudios,
y á expensas de la misma, fui designado por el ministerio
de Instrucción pública, con fecha 25 de dicho mes, para que me
trasladara á Tenerife, estudiara la erupción, recogiera materiales
de la misma é hiciera las fotografías necesarias.
Aunque en todas partes encontré el mejor deseo de abreviar los
trámites oficiales, no pude salir de Madrid hasta el día 29, llegando
á Santa Cruz de Tenerife el 4 de Diciembre, y permaneciendo
en la Isla hasta 1.° de Enero. La brevedad de la erupción hizo que
no llegara á presenciar su fase más activa; pero, siu embargo, á la
vista del volcán y con los datos que en todas partes se han apresurado
á facilitarme, más las numerosas fotografías que me he
proporcionado, podré reconstruir con bastante exactitud la totalidad
del fenómeno.
( 1) Durante y después de la conferencia pudieron ver los asistentes á la misma
numerosos ejemplares de lavas, bombas volcánicas, lapillis, productos de sublimación,
etc., procedentes del volcán. A la conclusión se presentaron diversas proyecciones
de la erupción y de los fenómenos más importantes de la misma, para lo cual el
tecnógrafo de la Facultad de Ciencias, Sj. Padró, había preparado una colección de
diapositivas.
— 1 —
El resultado de mi campaña, aparte la información mencionada,
se ha traducido en un gran acopio de materiales, no sólo de
la explosión actual, sino de otras anteriores, que en junto llenaban
19 cajas, con 378 kg. de peso, actualmente depositados en el
Museo de Ciencias Naturales. Creo haberme proporcionado también
casi todas las fotografías que se hicieron del fenómeno, tanto
por aficionados como por profesionales. Por ultimo, yo mismo
hice un número considerable de clichés de cuanto me pareció
interesante.
Cuando haya ordenado todos estos materiales acopiados, realizado
el estudio químico y petrográfico de los productos eruptivos,
determinado exactamente el plano, volumen, etc. de la erupción,
redactaré una Memoria, tan completa como pueda, acerca de la
misma. Como esto exige algún tiempo, voy en la presente conferencia
á dar cuenta sucinta de mis primeras impresiones ( 1).
El volcanismo en Tenerife.— Las Canarias están situadas precisamente
en el cruzamiento de la gran depresión intercontinental,
con una extensa línea de fractura paralela al eje del Atlántico.
No pueden menos de ser asiento de fenómenos volcánicos, y
así lo comprueba la constitución de su suelo, formado casi totalmente
de materiales eruptivos. La Isla de Tenerife, especialmente,
no es más que un volcán activo, el Teide, de largo período y
grandes dimensiones.
Por tradición y por relatos históricos se tiene noticia más ó
menos precisa de antiguas erupciones en la isla. Pero concretándonos
á las perfectamente conocidas, podemos citar las siguientes;
La del volcán de « Siete Fuentes » en 24 de Diciembre de 1604, la
( 1) No puedo menos de rendir en este lugar un tributo de agradecimiento á cuantas
personas he recurrido para que me proporcionaran datos ó me facilitaran el cum.
pl¡ m: ento de mi tarea, pues ni una sola ha dejado de prestarme el más eficaz y desinteresado
auxilio. Debo mencionar, en primer término, á nuestro consocio D. Agustín
Cabrera, catedrático en el Instituto de Canarias, que me acompañó en casi toda
la excursión. Merecí, asimismo, grandes atenciones de los Excmos. Sres. Enlate y
Luengo, Gobernador civil y Secretario del Gobierno de la provincia. Debo citar también
á los señores alcaldes de Icod y Sntiago, asi como á los propietarios de los
caseríos de Las Abiertas y Los Partidos, D. Miguel Mascareño y D. Antonio González,
que nos han permitido pernoctar todos los días que quisimos en sus respectivas ñncas.
También el maestro de instrucción primaria de Icod, D. Juan González, nos ha prestado,
con el mayor entusiasmo, muy útiles servicios. A todos ellos y á otra3 muchas
personas que harían interminable esta relación, me declaro muy reconocido.
_ é -
del « Fasnia » en 5 de Febrero de 1605, la de Güimar en 2 de
Febrero de 1705, la de Garachico en 4 de Mayo de 1706, la del
aChahorra » ó « Pico Viejo » en 9 de Junio de 1798, la actual
en 18 de Noviembre de 1909. Si se consideran como una sola las
de Güimar y Garachico, así como las de Fasnia y Siete Fuentes,
separadas entre sí un año, resultan los períodos transcurridos entre
las erupciones sucesiva?, de 101, 93 y 111 años, es decir, que
el período del Teide es próximamente de un siglo.
Con este dato, con el recrudecimiento de la actividad del cráter
principal en los últimos meses, y con los temblores de tierra que
especialmente desde Junio se estaban sintiendo constantemente,
parece que la erupción no debió sorprender á nadie. Téngase en
cuenta que, sobre todos los temblores, por su localización en la
zonalcod- Buenavista- Guía y por su ¡ Frecuencia ( hubo día, poco
antes de la explosión, en que llegaron á sentirse 19), presentaban
un carácter volcánico indudable.
• Situación del volcán.— El sitio en que la erupción ha tenido lugar
ha sido una pequeña montaña, antiguo cráter en forma de
herradura, de unos 40 m. de altura y á 15 de altitud sobre el
mar. Los mapas la designan con el nombre de Montaña de Chin-liara,
pero en el país la dicen de Chinyero. Está situada á 11 y
medio km. del Teide en línea recta, fuera, por consiguiente, de
Las Cañadas, que conslituyen la depresión en que se asienta el
cráter principal. Se trata, pues, de una erupción excéntrica, verificada
en una de las hendiduras radiantes más ó menos obturadas
que, sin duda, atraviesan el Teide.
La explosión.— En cuanto al relato del primer momento de la
erupción, dejo la palabra á un viejo aldeano, José Hernández Lorenzo
( de Los Llanos), que con su hijo Miguel se hallaba á un
centenar de metros del punto por donde, según su gráfica expresión,
reventó el volcán.
« Eran las dos y media, y yo me hallaba labrando unos trillos
» y sentía temblar la tierra bajo mis pies. Dio una vez un hurrido
« que yo miré al cielo creyendo que pasaba revolando algún gran
« bando de palomas. Fui ya intranquilo á buscar la cuerda para
« atar las maderas y sentí otro gran hurrido del volcán como si
" bajara de hacia Teide (!) Al mismo tiempo el hacha empezó á
« repicar sola contra el trillo, que yo me volví á ver de qué dima-unaba
aquello. Seguía la tierra temblando, y entonces vinieron
« unos pastores, y todos dijeron: « vamos á marcharnos que de
— 6 —
« esto tiene que dimanar algo malo. » A poco llegó mi hijo, y en
• aquel mismo momento reventó el volcán.
« Donde había un hoyito de volcán, en el mismo morro de la
« montaña de Ghinyero, fué donde reventó. Dio un gran berrido »
« y los escobones ( 1) saltaron al aire, subiendo á una altura como
« tres pinos grandes ( 2), dando vueltas, revueltos con el humo y
» la tierra, negra y colorada, y también salían piedras grandes,
« pero no se veía fuego, y todo al llegar arriba se distendía, y em-
« pezaron á caernos unas arenillas calientes que no se aguantaban
» en la mano.
» Ya no vimos más, porque todos echamos á correr sin volver
)) la cabeza y tirando los zapatos para correr mejor. Nosotros, sin
« saber por dónde, fuimos á parar á la Fuente de la Vega ( 3), sin
« saber dónde estábamos ni lo que nos pasaba. Los burritos los
» encontraron á los tres días por la Montaña de las Flores con la
« carga de pinillo ( 4) cubierta de arena negra, de la que bien ha-
» bría tres almudes. »
Aquella misma tarde se abrió al SE. otra boca, que no arrojó
lavas y se extinguió á las veinticuatro horas, lo mismo que la última,
que se abrió hacia el NW. Todas las bocas, que parece que
en los primeros momentos llegaron á ser 9, estaban en una línea
de menos de medio kilómetro, dirigida SE. á NW., es decir, en
dirección al Teide. La actividad se concentró muy pronto en las
tres bocas centrales, casi unidas y que aún se acusan muy bien
en la forma de la montaña ( Lám. ii, íig. 1).
Duración del fenómeno.— Las centrales permanecieron activas
hasta el día 28, vomitando lavas y produciendo explosiones muy
frecuentes con pocas variaciones de intensidad, salvo el recrudecimiento
de la misma el día 27, como si fuera un último esfuerzo
precursor de la extinción. A partir del día 29 la actividad volcánica
se redujo á la producción de fumarolas, primero pocas, pero
grandes, y luego más numerosas y pequeñas.
El día 24 de Diciembre, á cierta distancia del cono, apenas se
distinguían ya los penachitos de gases de las fumarolas, y en
cambio subiendo al mismo, se le veía lanzar vapores por toda la
( 1) Arbusto grande ( Cytiius proliferusj.
( 2) 10 ú 80 metros.
( 3) A unos 6 km. al NNE. del volcán.
( 4) Hojas sueltas de pino que se recogen por el suelo del monte.
- 7 —
superficie externa. En la inferna, que había perdido todo el lapilli
que antes la recubría, diminutas explosiones hacían saltar por
todas partes las piedrecillas.
Carácter de las explosiones.— El carácter de las explosiones, durante
los diez días que ha durado el fenómeno, ha sido estrom-boliano
bien marcado, consistiendo por lo tanto, exclusivamente,
en la proyección de substancias muy fragmentadas, no pulverulentas,
acompañadas de vapores escasos y poco densos. Sólo al
final, según algunas fotografías que poseemos, la masa gaseosa
ha tomado alguna consistencia, pero sin llegar nunca á formar
las volutas espesas que caracterizan á la explosión vulcaniana.
En ciertas fotografías, el chorro de materiales no es vertical, sino
que se le ve lanzado oblicuamente hacia el SW. La altura alcanzada
por los fragmentos tenues, pasaba seguramente de 300 metros.
Los materiales arrojados, salvo las dimensiones, son de una
notable uniformidad. Consisten todos en una materia negra, escoriácea
y por esta causa ligera, aunque en realidad de bastante
peso específico. No hay lo que en otros volcanes ha recibido el
nombre de cenizas. Los fragmentos menores constituyen un lapilli
( zahorra le llaman en el país), de tamaños muy variables. De
los fragmentos mayores, que muchos miden más de un metro
cúbico, algunos sufrieron en el aire un movimiento de rotación
y constituyeron bombas estrombolianas, sin núcleo distinto.
( Lám. I). Otros que no han experimentado este movimiento,
formaron masas aplastadas de superficie muy rugosa é irregular,
que al caer hicieron un hoyo en la capa de lapilli ya depositada.
El cono actual.— Todos estos productos han constituido un
cono irregular, de sección en cuarto luna y con el borde ondulado,
de unos 80 metros de altura aparente, que se apoya sobre la
antigua Montaña de Chinyero. El lapilli y las masas aplastadas
se entremezclan uniformemente en todo el cerro, pero las bombas,
por su forma redondeada han rodado por las laderas fuertemente
inclinadas del mismo, y se acumulan en gran número en
su base.
Sin duda por la falta de precipitaciones acuosas y de materiales
pulverulentos, no se han producido en este volcán ni torrentes
de barro ni avalanchas secas. No se han formado por consiguiente
barrancos, al menos mientras yo he podido observarle.
— 8 —
Ignoro si después de mi estancia hubo lluvias torrenciales, ni
por consiguiente el efecto de las mismas.
La acción del viento.— Una de las cosas que mejor han podido
estudiarse ea la actual erupción, ha sido la influencia que en sus
efectos ha ejercido el viento, transportando los ligeros materiales
lanzados por el volcán. Soplaron las corrientes aéreas constantemente
y con bastante intensidad del SE. al NW., arrastrando en
esta dirección los lapillis, que han quedado así distribuidos en un
estrecho sector circular. Mientras que en dicha dirección han
llegado los fragmentos más tenues hasta La Orotava, teniendo
que recorrer 25 kilómetros y que salvar algunas alturas de consideración,
en los demás sentidos no se encuentran lapillis más
que en las inmediaciones de las bocas eruptivas.
Desde la cumbre del volcán podía verse la gráfica del viento
perfectamente dibujada sobre el hermoso pinar de Monte Verde,
que la rodea por el primer cuadrante. Los pinos ( Pinus canarienses
L'Heril.) alcanzados por el aire caliente y por los lapillis,
también á elevada temperatura, aparecen en este sector chamuscados
por la parte que mira al volcán, mientras que por el lado
contrario conservan su color normal, lo mismo que todos los árboles
que caen fuera del mencionado sector.
Era curioso ver la abundancia de lapillis apresados entre las
ramas de los árboles y arbustos, algunos de los cuales, especialmente
los escobones y codesos ( Adenocarpus foliosusj, aparecían
en ciertos sitios como cubiertos de una extraña nevada negra.
Algunas veces los fragmentos de lava habían formado unos anillos
que se encajaban en las ramitas, á las cuales habían dejado
sin hojas. Estos materiales, curiosas muestras de la velocidad
con que eran transportados y de la fluidez que conservaban, eran
tan ligeros y frágiles, que me ha sido imposible conservar ninguno
de ellos.
Donde la lluvia de lapillis era densa, en las proximidades del
volcán, los escobones se han quedado reducidos á esqueletos formados
tan solo por las ramas gruesas, y éstas descortezadas y
deshilachadas, como si las hubieran raspado con vidrios. Algo
más lejos, el efecto se ha reducido á la pérdida de las hojas y ramas
finas. Y más adelante, sólo se nota la desecación de las hoji-tas
y cortezas, en cuyo contacto ha quedado aprisionado algtín
fragmento de lapilli.
Este, como es natural, se ha ido depositando tanto más lejos
— 9 —
cuanto más fino era. En el cono y en sus alrededores, casi toda
la masa está formada por fragmentos irregulares alargados, de
tamaño comprendido entre el de una nuez y el de un huevo de
gallina. A medida que nos alejamos, los fragmentos van siendo
menores y más uniformes. En Las Abiertas, la mayoría de los
granos son de tamaño comparable á un guisante. En Icod ( á 9 kilómetros),
donde todavía en algunas azoteas se han recogido hasta
dos y tres fanegas, parece pólvora de caza. El de La Orotava, es
un polvillo casi impalpable. Todo ello es, como decimos, frágil,
vitreo, ligero y de un color negro intenso, que no ha cambiado en
ningún momento de la erupción.
Otro efecto de la acción del viento ha sido que la montaña volcánica
formada no tenga la forma clásica de cono truncado con
su cráter en el centro, sino la que anteriormente decíamos y que
se puede apreciar muy bieu en la lámina i y en la flg. 1 .* de la ir.
Esta observación explica un hecho frecuente en esta zona y que
había sido mal interpretado generalmente. Son numerosas aquí,
en efecto, las montañas volcánicas en forma de herradura ó de
media luna, como la de La Cruz, la de Bilma, el Cerro Gordo,
etc. Se suponía que esta forma era debida, ó bien á que una
vez constituido el cono de fragmentos, las lavas con su peso habían
roto el borde al verterse desde el cráter, ó bien á la acción
erosiva de las aguas meteóricas con el transcurso del tiempo.
También se ha querido explicar esta forma en algunos casos,
como efecto de proyecciones oblicuas; pero precisamente en la
erupción actúa), el sentido en que los materiales eran lanzados
cuando había oblicuidad, era diametralmente opuesto al en que
se ha formado el cono. Se ve, pues, que, en este caso al menos,
la forma en herradura de la montaña volcánica es originaria, y
efecto de la fuerza y persistencia del viento duranie una erupción
breve. Lo probable es que otro tanto haya ocurrido al formarse
las demás montañas semejantes, y como ]) ara esta persistencia
del viento parece necesario que el proceso eruptivo sea de poca
duración, podemos deducir, con probabilidades de acierto, que las
erupciones que formaron estos conos fueron asimismo de corta
duración ( i).
( 1) El Sr. Hernández- Pacheco, al estudiar el volcanismo de Lanzarote, ha hecho
también la observación de que la inmensa mayoría de los cráteres de restos de aquella
isla están abiertos en la dirección en que los azota el alisio.
— 10 —
Gomo el fenómeno explosivo precedió, aunque poco, á la emisión
de lavas, el cono fué un obstáculo para que éstas corrieran
hacia el N. y NW. El hecho no deja de tener importancia, pues
de abrirse las bocas en la cumbre del Chinyero y no formarse el
actual montículo volcánico, la vertiente natural del terreno hubiera
dirigido la corriente lávica hacia aquel rumbo, y los efectos
hubieran sido mucho más sensibles, puesto que por el pronto
habría sido destruido, en gran parte, un hermoso monte de
pinos.
La emisión de lavas.— Por lo que puede deducirse de la observación
de las diversas corrientes de lava y de los aparatos volcánicos
que han servido para su emisión, parece que ha sido regla
general en el volcanismo de Tenerife, el que la cantidad de lavas
haya sido proporcionalmente grande con relación á la de materiales
explosivos. Este mismo hecho se ha repelido en la erupción
actual, dentro de su pequenez. Téngase en cuenta que el
cono de restos era incompleto y solo de 80 metros de altura, á
pesar de alzarse sobre una montañita de 40, y que los lapillis,
sólo abundantes en la inmediata proximidad del volcán, se han
depositado en un sector muy estrecho. Vese, pues, que estamos
muy lejos del caso de la última emisión vesnbiana, por ejemplo,
que extendiendo loslapillis en un sector próximo á un semicírculo,
rebasaba el borde de la Somma y cubría á Ottajano en cuatro
horas, de una capa de lapillis de cerca de un metro. Y por de
contado, á incomparable distancia de los volcanes de las islas
de la Sonda, los más ricos en productos lanzados en forma explosiva.
La cantidad de lava es muy difícil de calcular, pero como cifra
que no represente sino el orden de la magnitud á que nos referimos,
podemos dar la de 15 millones de metros ciibicos, ó sea un
cubo de unos 247 metros de arista. Esta cifra se aproxima bastante
á la de 20 millones de metros cúbicos que da Mercalli como el
total de las corrientes lávicas de la mencionada erupción del Vesubio
( Abril de 1906).
Como indica la posición de las diversas bocas y por lo que hemos
podido observar, no obstante la capa uniforme de lapilli que
cubría la corriente en las proximidades del volcán, ha sido la
actual una emisión de las típicas por hendidura, y no por desbordamiento
en el cono.
La salida de lava fué simultánea con las explosiones, casi des-
— 11 —
de el primer momento de la erupción. La velocidad era considerable,
viéndosela fluir, formar cúpula y verterse hacia el SW. En
el momento de su aparición, la lava era de color rojizo, pero en
seguida se iba obscureciendo y á los 20 metros era ya negra y
estaba recubierta de una costra solidificada, que solo cuando accidentalmente
se rompía dejaba ver el núcleo fundido ( 8g. 1.*).
La corriente lávica.— Por debajo de la corteza solidificada, la
lava fluida, ó más bien pastosa, corría como puede hacerlo un
cuerpo líquido denso y viscoso, adaptándose á las desigualdades
del terreno y siguiendo los cauces que las mismas la imponían.
Esta marcha, impuesta por el propio peso y por el empuje de las
nuevas masas vomitadas por el volcán, ocurría fuera del alcance
de la vista, que no percibía la corriente propiamente dicha, sino
los fragmentos sólidos transportados por la misma y sobre todo
el traqueteo de los trozos de costra sólida que entrechocaban unos
con otros.
Esto producía una especie de rumor sordo que se mezclaba con
los pequeños chasquidos originados por el resquebrajamiento de
la corteza. De cuando en cuando, ésta se hundía violentamente
en la masa líquida y entonces se producían verdaderas explosiones
con abundante proyección de polvo rojizo. Algo análogo ocurría
cuando la corriente alcanzaba algún declive violento, pues
entonces se la veía acumularse en el borde de desnivel y precipitarse
luego por el mismo, dejando ver la masa roja fundida y
proyectando el polvo rojizo.
Los fragmentos sólidos superficiales, cada vez en mayor número,
iban cayendo á los lados, constituyendo una especie de cauce,
como dos morrenas laterales de glaciar, entre las que se deslizaba
la corriente. El frente de la misma transportaba otra acumulación
de los mismos fragmentos, otra como morrena frontal, cuyos
fragmentos, cayendo por el talud terminal, iban pavimentando
el espacio que había de cubrirse de lava.
De ahí el asombro de muchos visitantes ante la corriente lávica,
en la que esperaban encontrar como una especie de torrente
petrificado, cuando lo que veían eran unos largos montículos de
piedras, tierras y escorias, tendidos á lo largo de las depresiones
del terreno, y á través de los cuales dejaban escapar las fumaro-las
sus blancos penachos de gases y vapores, dando fe de la actividad
que se escondía bajo aquellos aparentes escombros.
Cuando la corriente alcanzaba alguno de los escasos vegetales
C. EscribaDO del.
Fig. 1.'— Plano provisional de la erupción. Escala aproximada 1: 20.000.
( El espacio punteado representa la zona cubierta de lapilli.)
— IS —
que allí se encuentran, si era pequeño, lo abatía, lo ocultaba y
dejaba escapar una ligera columna de humo. Si se trataba de un
árbol ó de un arbusto grande, el tronco se carbonizaba lentamente
y al cabo de algún tiempo la copa caía sobre la corriente y se
iba quemando. En todos los casos, la cantidad de humo que se
producía era proporcionalmente pequeñü.
A pesar de lo dicho anteriormente, hay muchos puntos en que
la corriente se ha enfriado con mayor rapidez, dando lugar á muy
curiosas disposiciones. Tal ocurre en todo el brazo de lava que se
extendió por Llanos Negros ( véase el mapa adjunto), en cuyo extremo
se marcan las ondas sucesivas del movimiento de la lava,
y en muchos de cuyos puntos la superficie de ésta es unida, negra
y nada terrosa, como un lago de pez endurecida. En el punto
en que se origina la digitación terminal de este brazo, las lavas,
estrechadas para pasar una garganta, formaron una especie de
cueva ó reborde, por debajo del cual salió una pequeña corriente
fundida que se ha solidificado en masa, como un enorme cordón
lávico, hendido luego en toda su longitud por una extensa resquebrajadura.
Otro lugar interesante desde este punto de vista es el pequeño
brazo que ha rodeado un poco al cono por el SE. La superficie,
toda erizada de eminencias iguales é igualmente orientadas, semeja
en pequeño la superficie de un mar furiosamente agitado,
que de repente se hubiera transformado en cuerpo sólido. Este
mismo brazo, hacia su extremo, presenta una porción de conos
terrosos de un metro ó poco más de altura, que son otros tantos
diminutos volcanes formados por la acción de gases que llevaba
en su seno la lava y que buscaron salida á través de ésta durante
el proceso de su consolidación. Es uno de ¡ os más interesantes
accidentes de la erupción y en cuyo análisis nos proponemos fijar
más adelante la atención. De uno de los taludes laterales de este
brazo es el fragmento de lava que representa la figura 2.*, que,
como se ve, forma una verdadera cascada.
El camino recorrido por la corriente lávica puede seguirse en
el plano que acompaña. A partir del volcán, se formaron primeramente
dos brazos, uno dirigido hacia el Llano de los Asnos y
otro hacia Llanos Negros. Este último, más corto, formó un ensanchamiento
hacia las montañas de la Cruz y de Calderón, dando
una dig tación estrecha que corriendo sobre un antiguo mal-país,
parecía dirigirse hacia la Montaña de los Riegos. El punto
14
más bajo de este brazo de lava está situado al N. de la Montaña
de la Cruz, á una altitud de 1.375 metros ( I).
El primer brazo llegó á contornear un poco el volcán hacia
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Cliché Fernández Navarro.
Fig. 2.*— Cascada de lava en una corriente.
levante del mismo, formando una banda ( ya mencionada) que
separa el cono principal del cono menor correspondiente á la
boca más oriental.
La mayor parte de la materia fundida se precipitó por la pen-
(!) Las alturas y altitudes que consignamos no son masque provisionales, porque
aún no hemos hecho las correcciones correspondientes.
— 15 —
diente que se dirige hacia el Llano de los Asnos, y dejando sin
invadir, á modo de islotes, algunas porciones elevadas del terreno,
se extendió por este llano, donde alcanzó una anchura considerable.
Encorvóse luego hacia poniente y, ya muy estrechada,
se dirigió por entre las montañas de la Cruz y de los Poleos á encontrarse
con la Montañela Aguda, cono de poca altura que debe
corresponder á una erupción relativamente moderna.
Para contornear este obstáculo, dividióse de nuevo la corriente
lávica en otras dos, que poco más adelante se volvían á reunir
al E. de la Montaña de Bilma, volcánica también y una de las
más considerables de la región.
Antes de unirse estos dos brazos, el derecho, ó sea el que contornea
la Montaña de la Cruz, da una prolongación que se extiende
primero por los Llanos de Bilma, rodea luego á la montaña
del mismo nombre por el N. y va á terminar en la Hoya de
Cambado, á una altitud de 1.225 metros y con un espesor que
no bajará de 15 metros.
Reunidos en los Llanos de Bilma los dos brazos separados por
la Montañeta Aguda, entran en el barranco de este nombre ó de
los Escobones, que por cerca del poblado de Las Manchas, se dirige
en pendiente rápida hacia la parte más baja del Valle de Santiago,
donde están situados Tamaimo, El Retamal, Molledo, Santiago
y Valle de Arriba. Aquí el río de lava, encontrando un desnivel
considerable y un cauce bien acentuado, debió correr con
más velocidad que en ningún otro punto, aunque siempre sin
constituir la más pequeña amenaza para la vida de los habitantes.
Este último brazo del Sur de la Montaña de Bilma es el más
considerable y presenta tres digitaciones: una primera junto á
Bilma, otra corta un poco más adelante y una tercera, por fin,
estrecha y muy prolongada, que encajada en el talweg del Barranco
de los Escoboues, termina en las Arenas de las Manchas,
á menos de un kilómetro de este caserío. El punto terminal de
esta digitación, el más bajo de la corriente y el más alejado del
punto de salida, está situado á 1.035 metros. Esta altitud da un
desnivel total para la corriente, de unos 380 metros, muy considerable
si se tiene en cuenta que la distancia del cono á este
punto es de cinco kilómetros escasos.
Respecto á la velocidad con que marchaba la corriente lávica,
se han dado por los testigos presenciales cifras muy diversas, ha-
— 16 —
ciéndola algunos elevarse á tres y más metros por minuto, mientras
la generalidad la consideran mucho menor. Lo probable es
que variara según la actividad en la expulsión y, sobre todo, según
el desnivel del terreno por donde se deslizaba. La velocidad
media puede considerarse como de unos 20 metros por hora, que
sin acercarse á la de las lavas muy fluidas del Mauna Loa ( 3,50
metros por segundo), es, sin embargo, mucho más considerable
que la registrada en la última erupción del Vesubio ( 1,50 metros
por hora),
Fumarolas.— Puede mencionarse como una de las características
de la actual erupción, la abundancia de las fumarolas y la
variedad relativa de los productos de sublimación. Ya hemos indicado
cómo poco á poco han ido decreciendo las fumarolas del
cono. Un proceso análogo han seguido las de la corriente de
lava. Donde han persistido durante m; 1s tiempo ha sido en las
proximidades del cono, hacia el Llano de los Asnos y en el trozo
de corriente de la Hoya de Cambado, al Norte de Bilma. Se encuentran,
sin embargo, sus huellas por todas parte?. En los primeros
momentos, toda la lava podía decirse que era una enorme
fumarola, pues toda estaba envuelta en una densa atmósfera gaseosa.
Después, las manchas blancas, rojas y amarillas de los
productos de sublimación, salpicaban toda la superficie de la corriente.
Por tratarse de substancias solubles en el agua ó fácilmente
arrastrables por la misma, es de suponer que desaparezcan
muy pronto.
Gomo aún no hemos estudiado los productos de sublimación
recogidos, no podemos decir exactamente su composición. Podemos
adelantar, sin embargo, que predominan entre ellos los cloruros
alcalinos ( sódico, potásico, amónico), blancos, delicuescentes
y corrosivos, los sulfuros de arsénico y el azufre, no habiendo
observado ciertos cloruros metálicos, que, como el de hierro,
abundan mucho en otros volcanes. Los gases desprendidos parecían
ser el ácido clorhídrico, hidrógeno sulfurado, el ácido carbónico
y el vapor de agua, casi siempre de reacción acida muy
marcada; no se notaba olor á hidrocarburos, que de existir estarían
en mínima cantidad.
Estos diversos materiales no se presentaban por igual en todas
las fumarolas, sino que había tipos bien distintos, que á veces se
producían sucesivamente en un mismo orificio de salida. El desprendimiento
en las más calientes, era principalmente de ácido
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clorhídrico, y el depósito de cloruros alcalinos, correspondiéndo-les
una temperatura seguramente superior á 300° puesto que
nosotros hemos registrado 270° en la misma boca de salida de alguna
de ellas. En un período más avanzado de enfriamiento, los
vapores se hacían muy sofocantes, con fuerte olor arsenical, y las
sales blancas del anterior período se recubrían de las manchas
coloreadas de los sulfuros de arsénico.
Siguiendo el descenso de temperatura, el olor se transformaba
en sulfuroso, y en las bocas de salida se depositaban finas agujas
de azufre, que á veces sufrían la fusión y rellenaban los intersticios
de las lavas. El último estadio de esta transformación consistía
en la emisión ex; lusiva de vapor de agua y ácido carbónico,
que ya en el anterior momento habían empezado á producirse;
las fumarolas de esta clase tenían siempre temperatura inferior
á 100°.
No hemos visto diferencia alguna entre las fumarolas del cono
y las de la corriente, que todas han seguido el mismo proceso de
enfriamiento. En las primeras, sobre todo, ha sido notable el cambio
de coloración, pues apareciendo los primeros días como manchas
blancas bien limitadas, llegaron á transformarse prontamente
en una eflorescencia amarillo- rojiza, que cubría casi toda la
superficie interna del cráter ( Véase la fig. 1.* de la lámina ii). Algunas
fumarolas de la corriente parecieron pasar rápidamente del
primer estado de fumarolas secas ( alcalinas) al de menor temperatura,
pues cuando las hemos observado sólo desprendían vapor
de agua, á través de hendiduras cuyas bocas estaban recubiertas
de cloruros, sin la menor huella de azufre ni de sulfuros de arsénico.
En cuanto al vapor de agua, ofrece la particularidad de desprenderse
aislado, muy abundante, no sólo en la lava misma,
sino también por grietas del suelo en las proximidades de la corriente.
Un sitio notable en este respecto es una pequeña eminencia
llamada Crucita de Bilma, junto á la Hoya de Cambado,
que parece una esponja que á través de sus poros, por líneas normales
á la corriente lávica y no lejos de ella, está emitiendo
abundante vapor de agua de reacción acida poco marcada. También
merece citarse por la gran cantidad de vapor que emite, el
cono volcánico en su vertiente exlerna.
Un hecho que también pudimos notar, y para el cual no hallamos
explicación, es el de que las fumarolas, poco activas durante
— i s las
primeras horas de ] a mañana, iban adquiriendo intensidad
en el transcurso del día y se haci'an muy densas y visibles A la
puesta del sol. No puede atribuirse el hecho á efectos de luz,
puesto que le hemos observado desde muy diversos puntos de
vista, ni tampoco al enfriamiento de la atmósfera, porque en este
caso debieran ser más perceptibles en las primeras horas de la
mañana. Es un fenómeno de periodicidad, de que no acertamos á
darnos explicación satisfactoria.
Observaciones térmicas.— Pocos datos hemos podido proporcionarnos
respecto á la temperatura, pues no dispusimos de aparatos
especiales, y sólo sí de termómetros ordinarios que el que más
alcanzaba hasta 360° G. Sin embargo, como los cloruros alcalinos
secos no dan vapores á menos de 850° ó 900°, se deduce de la
existencia de las fumarolas, que las lavas alcanzaban cuando menos
esta temperatura, Pero el distinguido geólogo Sr. Frank A.
Perret parece haberla registrado en las partes profundas de la
lava ya solidificada, luego no es aventurado suponer que en la
masa líquida pasaba de 1.000*.
Lo que sí hemos podido comprobar una vez más ha sido la escasa
conductibilidad de los materiales pétreos para el calor, puesto
que mientras nosotros podíamos, aunque con trabajo, permanecer
sobre el volcán, á 15 cm. de profundidad, el termómetro subía
hasta 350°.
Un papel metido entre las hendiduras de la boca núm. 1, apagada
hacía más de un mes, se chamuscaba en seguida. Hojas de
escobones que caían sobre la lava y se introducían por las hendiduras
producían á los pocos segundos un desprendimiento de
humo. En ciertos puntos próximos á las fumarolas alcalinas el
papel ardía con llama á los dos segundos de meterle en una hendidura.
La marcha sobre el volcán era muy penosa, aun proveyéndose
de calzado muy grueso, y en algunos puntos se hacía
imposible, pues el suelo abrasaba materialmente, y los palos en
que nos apoyábamos se quemaban por la punta. Objeto que se
dejaba unos momentos en el suelo, quemaba cuando se le iba á
coger de nuevo.
El magma eruptivo.— Actualmente se está haciendo el estudio
químico de los materiales arrojados por el volcán, y de su conocimiento
podrá deducirse la naturaleza del magma, acerca del cual
sólo por conjeturas podemos adelantar ahora alguna noticia.
El color negro intenso, la densidad considerable y la presencia
— 19 —
del hierro metálico ( que en uii trozo de lava hemos comprobado)
indican que se trata de un magma muy básico, probablemente
basáltico. Confirma esta primera idea la gran fusibilidad del mismo,
causa del carácter estromboliano de las erupciones y del aspecto
vitreo de todos los productos arrojados ó emitidos por el
volcán. Para alcanzar la fluidez necesaria para estos efectos,
cuando las temperaturas que sospechamos no son extraordinarias,
es necesario que el magma fuera muy fusible, como pasa
con los de carácter básico.
No hemos hecho aún observaciones micrográflcas en estos materiales,
y no podemos afirmar que falten en absoluto los minerales
cristalinos, pero ni á simple vista ni con la lente se logra
ver el más pequeño cristal. Lo probable, sin embargo, es que
haya, cuando menos, productos de desvitriflcación.
Por lo demás, este carácter básico es el de todos los magmas de
las erupciones modernas de Tenerife, muy especialmente de la
erupción basáltica de Güimar, cuyas lavas, de un peso específico
superior á 3, sólo tienen un 47 por 100 de ácido silícico.
Consideraciones finales.— Antes de concluir queremos hacer
notar que el cono, que ya es de poca consideración, sobre todo si
se tiene en cuenta que se alza sobre una montañita preexistente,
parece destinado á una vida efímera. Sin más causa que su propia
inconsistencia, lo hemos visto descarnarse y reducirse sensiblemente
de altura en el espacio de una veintena de días. Es de
suponer que las primeras lluvias torrenciales producirán su casi
total destrucción. De ello son indicio cierto las numerosas fracturas
que le surcan, principalmente dos concéntricas en arco de
círculo, y otras varias transversales, de las que la más importante
es la que marca la separación entre las bocas segunda y tercera.
Desaparecido en gran parte el cono, disueltas ó arrastradas
totalmente las sublimaciones de las fumarolas, una gran parte de
los datos y enseñanzas de la actual erupción habrán desaparecido.
Por eso ha sido muy conveniente la idea de hacer su estudio
en los primeros momentos, siquiera la incompetencia de la persona
encargada de hacerle no permita esperar los mejores frutos.
La imaginación delostinerfeños, sorprendida por un fenómeno
tan grandioso, exageró en un principio los riesgos de la erupción.
No hubo por fortuna en ningún momento peligro para las
personas, y los daños materiales han sido insignificantes. Estas
— ÍO —
agradables circunstancias han sido debidas á ] a naturaleza misma
de la erupción y al lugar en que se ha verificado.
Se sabe, en efecto, que las desgracias personales y gran parte
de los daños materiales son siempre producidos por los lapillis,
cenizas, barros volcánicos, etc., que en este caso han faltado ( cenizas,
barros), ó se han producido en cantidad muy pequeña ( lapillis).
En cuanto alas lavas, cuyos daños se limitan siempre exclusivamente
á la porción de suelo que cubren, aquí han corrido
sobre malpaíses, corrientes lávicas de antiguos volcanes, terrenos
por completo estériles que sólo soportan algún escobón ó algún
minúsculo campo de altramuces.
Forma contraste con tan modestos efectos la impresión moral
producida en toda la región próxima al volcán, y aun en zonas
muy alejadas del mismo. En tste sentido podrían citarse hechos
que acusan un verdadero terror pánico, completamente injustificado.
Aún hoy, extinguido el fenómeno, mantiénese el estado
de alarma en poblaciones que, como Icod, Garachico y tantas
otras, nada hubieran tenido que temer aun cuando la erupción
hubiera alcanzado intensidad mucho mayor.
Una pregunta que desde luego se ocurre á todo el que visita el
volcán ú oye describir la erupción, es la de si el fenómeno habrá
de repetirse en plazo breve, como creen muchos, por la persistencia
de los temblores de tierra. Apresurémonos á decir que estos
son naturales, deben durar bastante tiempo y no representan
sino las vibraciones necesarias para el restablecimiento del equilibrio
interno perturbado por la erupción. Lo probable es que vayan
disminuyendo paulatinamente en número é intensidad, hasta
desaparecer por completo.
Sin embargo, ante la relativa pequenez déla erupción y el largo
período de reposo que la ha precedido ( ciento once años), el ánimo
no puede substraerse á la idea de que nos encontremos en el
primer paroxismo de una erupción compleja, como las de Güimar-
Garachico y Siete Fuentes- Fasnia, anteriormente citadas. Si los
temblores locales aumentaran notablemente, bien en la misma
región ó en alguna otra zona de la isla, habría que esperar en
plazo breve otro nuevo volcán, que probablemente no se abriría en
el mismo punto, sino en algún otro más bajo. Todos estos presagios,
sin embargo, tienen sólo un valor muy relativo, pues la ciencia
geológica no tiene por hoy medios de predecir estos fenómenos.
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Las consideraciones anteriores nos llevan á manifestar la conveniencia
de instalar en las proximidades del volcán actual un
observatorio sismológico y meteorológico. La instalación, tratándose
do un establecimiento modesto, no es nada costosa, pudiéndose
encargar las observaciones, mediante una pequeña retribución,
á cualquier persona de alguna cultura científica, como médico,
farmacéutico, maestro, ele. Ningún punto parece para esto
más indicado que la villa de ícod, sitio en que las sacudidas sísmicas
se han sentido con más intensidad que en el volcán mismo.
No hace falta insistir en la utilidad é importancia científica
que tiene el registrar los movimientos del suelo en una zona tan
inestable. Debe, sin embargo, recordarse, que si el observatorio
hubiera existido, la actual erupción se habría podido predecir con
gran seguridad. También vale la pena recordar que en alguna
nación extranjera parece agitarse la idea de crear en las inmediaciones
del Teide algún centro de esta índole, lo cual sería vergonzoso
para España, si por nuestra parte no hacíamos algo análogo.
LÁM. I.
Cliché fie los Srcs. Laguardia y Manrique.
Explosiór? estromboliana ep el volcárj Chinyero.
Día 25 de rJoviembre.
LÁM. II.
Cliché Fernández Navarro.
FiG. I.^— Detalle de fumarolas y grietas 69 la cumbre del cono,
pared interna. Día 24 de Diciembre.
Cliché Fernández Navarro.
FiG. 2.^— Cono volcánico después de la erupciór?, recubiertos
de sublirrjados ep su parte interna. Día 24 de Diciembre.