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LA CONQUISTA DE CANARIAS JULIO PÉREZ ORTEGA PfmorB Mi JMte Nrac Vlv. nmtM iit ruMo. 00 8inl> Cm d( Tanvllt S. 0rtM6M, 1S iOraid » T « wi1lt Bw, im « m LA CONQUISTA DE CANARIAS JULIO PÉREZ ORTEGA ÍNDICE Prólogo 5 Introducct6n 9 I LM gnndet tiniladuru de la antigüedad. El Períplo de ibnnon IS II El nlencioK abate sobre las Islas Canarias. Las leyendas y las supercherías 23 in Los progreñvos avances de la náutica en el ngjo XUI tbn el camino a las exploradoMs áe las Idas Canarias 31 IV La Conquista de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro 43 V QlaiBocaminodelaodoniíacitedeLaniarols, Fuerteventura, ElHiem> yLaO< » Mra 103 VI La Conquista de Oran Canaria. La Palma y Temrife 137 PaUúMW finales 209 ^^ endioe.- Asaltos berberiscos a Canarias, de piratas y escuadras europeas 211 PROLOGO JULIO PÉREZ ORTEGA imimpe de nuevo, con eite Msuodo libio, aobre la HistMÍa de CUUUÍM ( que no es un ligero relato y me-not, un superfidal tnttmiento de la conquisa del Archipiélafo); un pcoftindo, meditado y concienzudo tiabiúo de cada suoedklo hittóri- 00 y de cada pencnuiie qiw lo ha im^^ pnizado, y que mereció pw « u paite, un exhaustivo tmtamiento de investigacite histórica poco cmnún, y lo hace de acuerdo a unas normas y a un método de trabajo, que m él, son owisustanciales. lo que con^ re a erta cbn histórica oi mi realizacite, d vakMr de todo un quehacer roguioso, pormenorizado, que agota por cmnpleto, lleguido siempre, pero siemim, al fimdo de los hechos y hasta cada persmuve, dáadole en la obra, su meridiano vakv. Todo este tiib^ io, todo este esfíieno, pam el estudio y la recopilación, de las fuentes de consulta - archivos, documentos, libros puMioMlos, crónicas de viajes, locaUzaciones y observaciones sobre los lugares históricos en lasdifimntes idas. Tiene, el historiador Pérez Ortega en esta obra, un singular y completo tratamiento, con sus semblanzas y sus detallados perfiles hiMóricos de aquellos personiúc* que iniciaron, encauzanm, dirigien » y continuaron la conquista de las islas y MI posterior aiwxión a la Cmona de OutiUa, con el complementario estudio del ambiente de la época y de aquellos libares donde se desenvolvkron, y el análisis de las causas que les inM^- ron a hi conquista; lo que completa suficientemente la aplicación del entendimiento, que puede hacer el lector de esu compkiias per-sonaliáMles, sirviéndote estos omnpletos y rigurosos estudios, de base y de arranque y además como guto educativa, pedagógica y di- < ttctica, oonttituy « Mlo una diálhna mente para la h^^ rica inve^ a-aón. En la toctura de ésta otea que prepongamos, indepMKÜMite de su indudaMe e indiscutiWe vakMr cmno verdadero relato histórico; resalta, una fiícttidad de CM^ imsióa, amenictad en su contenido y < » su kcñira, Uegáadose inmeno en ella, hasta d ñau de cada tona, tfai que ^ parezca, ni la monotoafa ni d cauaiido,...; p « r todo lo que, su oratenido lugMiv, una lectan bakaeuie oomiHeiitible y apta para todoc los ¡ NÜblicot; un total akanoe de éste lfl » o hacia el lect< » medio; hacia el estudiante y el profesor, hada el curioso de nuestra historia; y hacia el estudioso investifador, que enoontruá en él, ccmcentnda, pormenmizada y billHogriBada, toda esta parcela de la « mquista de Canarias, que el autor iMcsenta, en éste su queha^ cer histór^, para uso de todo ese oon^ cáo mundo de k » lectmes. Esta obra, no' es sólo púa espedalistas, para historiadMes y para investigadores aunque, tiene todos losantredwntes de exactitud, fidelidad, r ^ y minuciosidad, culto a la voaddid en la inves-tVMáóB, y es un soio ertudio de eqMdalizadón; y por tanto no es este ISMO una vultvizadón de nuestra historia, pan salk'dd paso, aiMe d lector smdllo, pues posee contenido y su tnttamioito le resulta ameno, a la lectan de su texto, hasta el final y contiaie todos los dementes que le confiere la cateiorfa de dbn didáctíca. Notarás lecictf, que nada dedmoa en este prólofo, dd contenido de ede sefuado ttbfo de lústoria y meaos de como el historiador Pé> rez Otíitgk dssanolto m él, esta parte de la oooqnisla, qa » poco a poco, va drsinwMmdo en ra t » to y que desfibren aspados de la ooncpüsta de las alas que no se oonodaa, y que d autor no trda por d solo prurito de resultar origind Hiada mis kgos de la reaUdad-; son los resultados de un serio y persistenle trÉb^ io de búsqueda que halla d verdadaro sentido de la historia, que perfectamente analiza-da y terminada, Ueía hoy a tí, pan sorprenderte grdamante, d ktmafit, Itoote y v^ oroso, en su ooMsoido. JOKAYAIAZAMOIA INTRODUCOON Este libro estudia la conquista de las Islas Canarias y sus antecedentes lejanos y fnóximos que jalonan las grandes singladuras de la antigüedad, las exploradmies y los reccmocimientos progresivos a las islas hasta loe desembarcos permanentes en 1402, principio de la conquista. A su vez, nos pnqxMciona nuevos argumentos o afianza lo expuesto en mi libro « Canarias los aborigénes y los conqmstado-res » relativo al enigmátko poblamiento de las Islas Canaria. En su virtud, creemos, que el entorno idefto con sus corrientes marinas, alisios y distancia al continente africano, marcan, ya de pw si, unas limitaciones que pocos navegantes, dd pasado remoto, estaban en condiciones de superar. Y lo inverosímil que seria para los emigrantes africanos llegar a las islu en almadias o balsas en ^ naje » sin retomo como algunos autores preconizan. Si a esto unimos la di-vorudad étnka, lingUstica y cultural de los ¡ úxMr^ eaes canarios que indican una procedencia distinta en tiempos diversos de arribada al Archiinfiito, llegaremos a la conclusión que siriamente los nave-gantM atlántioos llámense tartesios o pescadores gaditanos y los fenicios, cartagineses y romanos « tetentadores del poder, en las nwas nét iMÓximas a Qinarias, tendrían los medios y poseerkm la técnica si^ kiente, para alcanzar 1M ÍSIM y poblarlas ccm hidntantes de distinto origen provistos de ^ iuar, animales domésticos y semillas, para su sustento y cultivos, que, a su vez, tmiriica nuevas dtficuluides y entre ellas disponer de un despliegue naval costero o al menos bases cercanas y un coiMicimiento minucioso del Ittoral ÉBricano freitte a Canarias y de las islas integrantes. Y tales bwreras sólo Mtidwn en condidmies de rebMar las escuadras marinas aludidas. TanqMCO t^ vidaremos un hecho tan singular omno revelador, que las U M Qunrias redescubkitas y otrionizadn siglos antn de nuestra En o « a tocao a su camino, se | ri « de ni recueido « i los si- ^ os m ó IV y hay que redescuMrlas casi 900 afkM deqniés, tiempo, que permaiMoen en la mib abscritttt inocHnmiicadón. lj* ca « tMdel « totCTcepcioMlidade^ iio » lki> m « miMlare> de- ' rroteroc Ea kM « ilof ahidkk » ( in 6IV) te deiploaift d Inqierío mano y te « acatan tobie la demaicaciÓB ooddental que ocnpaba, k » pv^ k » llanMKk » báibarot, que inq> lica un rqrftefue tenenü ha » da pcaidoBet ooBtinentakn con olvkk> de la poUtka nuuítinia y también d de la » blat. Y ratieie, que, « k » poUadom de Canarias hubieam tkio k » afitkanoc por s u proim » medkM, no K hubienuí íntemmqMdo lat oomunicadonei de tas Uas entie si ni éstas con el Continente. Obsérvese, que Canarias, desde fines dd si| k> Xm, fedui de su redescubrimiento, ftw imán de atiaodón para marineros y expedi-dontrios que bdlaron « 1 sus costas lefti^ os paca sus naves que no tenia d Utoial afiñcano, fieme a Canarias. Los cueros de tobos de mu y d de veses menores ad como hti matoias primas para la ob-teadón de ookmmtes. ( b orehilla, ki sangre de dñt » ). Krian objeto de un falte íesanm comwdode ñttereambw por kv materias ekdma-das. El caatiUo ooastrakk) « Lanzarote por d fenoivés ümcetoto MarosMilo ad k> hace pieveer. Ya Nra entrado d si| k> XIV, se oTfi-niían npeiUnoaes con mayores medios y con fines contrapuestos. Las anas, tnttmi de aprehender bimes o nativos pan venderios de escfaivos. En i< ttf*^** f. las de carácter espirituaL irff**^* de catequi-laries y sos misionerDS fiíeroo, mudu » veces, vfctfanas indirectas de la rsaccióB de los indiienas ooom aquéllos. Más adelante, k » estados toman conciencia de b impMtanda de kv Isk » Cniaiks como base pasa U penetración en Beiberfa y tos Royes CalMicos asiMnen b terminación de su conquista en 1477 en iMeita opedcióa a tos portogueess < pie andndonaban d miraao ob-ietíVD UKU eoi^ etar la tnitnmdn de los arrhiniflann » desde Las AaocBsJHHta ks Idas de Cabo Verde. Pwtmoa ensitou' a los cMUtftos de esas épocas, ftiesen dnrifs* asa, ootoaes ( peaiasnkHus o isMtos) por ka máltifries vicisitudes qae si^ NwM nditír sia dcaoMiyoc De prmciirio, luduBoa por ki po » sesióa de lai islas y ooa aaqfor iaqralso, á cabe, coatra tos extn^ ie-ros que ialieBtaroa ocaparias de aaevob Mieirtias taaio, saUnron d Coanieate para estaUeoer bases qae detnMfieroa coa dedsiéa y oo> aie, Y rortiiiranwi, sa ha Idas, los ita< iaca dt podcroshimai iwma ( faas con brUkmtaa y éidto. Y d W l r i M i i ^ ofiHdzafon ana « q) e-dJcJón s ilnrfrira muí rtf\| ó miatanria de su bmn hacer m aqudlas ios Tenias de ftasles o ea las estallas aiai^ bstadoass bdicas dd 10 batallas, Mioeiot o liedk » de lo* gnuidM | » otatoiiiftM que Bo tilden • er determinantee de una Ñtuadóa por muy tnigicoi o importantes que aparezcan y si exuninaiemos los antecisdentes que pueden a-pUcar el por qué de los ac( » tecimientos y que a pesar de las ense-fianzas o de la « gemplarídad que difunden, para su imitación o rechazo, no han úóo considerados por las generaciones sucesivas que cayenm una y otra vez en los mismos yerros. BiMnos « siemplos son la problemática agricola de medianiu o de secano y de la pesca de btijimí con similares incertidumbres y retrocesos desde hace 500 afios sin que se hayan tomado algunas de las medidas correctoras para aliviar el declive de tales riquezas evitando Ua tenñones, la desigualdad de trato y un excesivo abandono de pueblos y campos que sigue gravitando hasta el día de hoy. Primordial importancia, damos a las investigaciones modernas en relación con los acontecimientos de los viejos libros, que, escritos un úglo después de terminadas las últimas operaciones de conquista en Tenerife en 1496, solo representan el camino o guia del posible actmtecer histMco y no su fin cual corresponde al escaso crédito de algunas de sus ñimtes informativas: la trKlición onU, los documentos privados y las invenciones, como un escritor dice. Pese a ello, hay autores modernos que aferrados a los esquemas antiguos no saben o no han querido molestarse para captar los mensi^ es esclarece-dores de las investigaciones actuales. Actitudes que mantienen un claro conftisionismo en el conocimiento de la H' de Canarias de los primeros tiempos o tal vez, la renovación de los blsos argumentos que presentados por historiadores prestigiosos sirven para proseguir la campafia di& matcMia de la Leyenda N^ ra antieq; » fida. Y son de tal calibre las dificultada que entrafia escudrifiar en las rdces históricas de Canarias, que, ni siquiera, la crónka francesa de la conquista de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, req) OBde a su significado sino qiw hay actualmente dos textos de la misma. El primero, está adulterado por un pariente de la fiunilia Bethencourt para ennlzar los merecimientos de Jean de Bethencourt en pequicio de su compafiero de conquista Oadifer de la Salle. El segundo, es obra de Oadifer de la Salle y aparece en 1890 cuando todo el entramado httt< kko habla sido confeccionado, hasta entoncM, a bMe del manuscrito felseado. Ea d capftulo oorreq) ondiaite, tratamos, tan ddMtidos QHSO-dtoa, con la ami^ ttud que por su inqxHtancia mercera. H lector, podrá observar, que se trata el contmido del iSbro con d cuidado y la amplitud Mcesaria pan que l^ ue al gran púkAko con senciUez y objetividad. Meta, que nos propusiuMS oonsegidr al 11 iniciw Mi » tndi^ ío pocMM I M mins ca alcanzar kM fines moBii^^ didácriooa y a Mr poaUe, oontrürair, modeatamente, al mtjor oono-dmieato dé ella pueda de la Ifistofia de Canariat. 12 Dedicatoria: A mi numerosa familia, con el mayor cariño. CAPITULO I DATOS HISTORICX) S Algunos datos de la historia antigua de la navegación y de las f rondes sin^ adwras aüánticas esclarecedores de las Jechos delposi-le pManúento de Canarias. La barca de Ur grabada en las piedras del templo en ruinas de Ur ( Caldea) 4.000 afios a. de C. representa un a ^ de fuertes maderas forradas de pieles que, hombres, sobre odres inflados, orientan con pértigas pan que no se vare a la vez que practican la pesca. El fin de estos sistemas no era otro que flotar y hacer pequeflos desplazamientos en las aguas de las vias fluviales o mares interiores y paso de estrechos, pero no la navegación en el Océano con embarcaciones sin medios de propulsión, ftieran remos o velas. Sin embargo, hay autmes que nos hablan del poblamiento de Canarias con balsas o almadias. Y parece inverosímil que así fuese. El cijemplo del hombre moderno que con una balsa recorre los océa* nos por el impulso de las corrientes marinas no sirve. El homt » e moderno sea nauta, aviador o tripulante espacial, conoce el ñn del viiye programado con preciáón. Tampoco tiene ante si la imagen de los monstruos marinos o la visión fimtasmal de las naves desaparecidas o de los incontables tripulantes engullkkM por las olas. No parece ser el azar la dinámica de los acontecimimtos exk el Océano, sino las aodones sistemáticas y ¡ vopesivas aunque no pueda descartarse qw en ayunos mares de la Polineña se haya manifestado el avance de isla a isla pw esos medios pravos pero muy desarrdlados « rentes en nuestra banda ooddental trato por la tradición marinera cmno por las maderas de nueMros bosques, situación de las islas en relación ora las corrMntes, ^ . IS Pensemos, en el perfisocionamiento de las embarcaciones que pasan a ser alargadas. Los remos y el timón' sustituyen a las pértigas o lanzaderas. La vela, de cuero o tela, es otro avance de propulsión que fi » ilita el desplaámiento costero pan el transporte o la coloni-zacito, la piratería en los mares interiores, particularmente en el Mediterráneo. Pero hay un límite en la penetrada y un aliciente: El limite es el Mar de los Mares u Océano Atlántico que los marineros mediterráneos contemplan atritos desde el Estrecho de Gibndtar con sus mareas altas apenas perceptibtes en el suyo. Los duros vientos, las corrientes marinas, las nielas desorientadlas, las galernas y los temibles temporales. Son nautas de un mar interior y no osan adentrarse en sus dominios. Tal es el significativo Non Plus Ultn que esculpen en las imaginarias columnn de Hércules que separan ambos mares. El aliciente, son las riberas de este mar impetuoso y algunos emigrantes se establecen en las desembocaduras del Guadalquivir y Odid pan dar origen, con los naturales dd littHal y del interi<^ hasta la meseta, al pueUo independioite de los taitesáos en la proximidad de los formidables pescadores gaditanos. Otros marineros mediterráneos, ^ ue visitaron estos parajes, ricos en plata, estafio, cobre, regresan a sus bases ante la imposibilidad de costear por las riberas atlánticas pródigas en arrecifat o islotes que les dificulta! » aún más la navegación con sus deficientes em-barcacicmes. El Oriente mediterráneo era, tn aquella época, el foco del B ^ greso incontenible y con el empleo de loe metales que les permite clavwr U » madoas de las naves y calafirtearlas sin grandes aditamentos, perfecciooan el velamen y los remos que colocan a distinto nivel y con nuevas técnictt de navegK^, vuelven decididos al Esbrecho. Serían los fenicios los primeros que fimdan un gran puerto en el Atlántico ( Gédir) y más tarde Lixu en la costa africana. Últimos baluartes conoci( k) s del rosario de cuídades, puertos y refugios, que aquellos marineros estaUedenm pan el cmnercio o para el apoyo de su navegación del Mectíterráneo Oriental al Atlántico. Tales puertos datan q » oximadammte del 1000 a. de C. y coiisid « ada Gá-dir ccmio la más antigua dudad de Europa. No obstante, vamos a cootemi^ r un iMCfao ñnguhr. No serán los tatteasios ni los pesca-dwn gaditanos ni siquiera k » fimkios los que im) ta| onáarán las Murncioiies de los grandes geógnias e tústoriadocesfrietos y latinos de tes B^^ achim atlánticas, serán los cartagimsset entre otros | me> blos tos encuml » ados a U fiuna. Aunque no fritaron las dusiooes a 16 los marineros peninsulares de ser los pilotos y tripulantes de las naves, porque entre otros motivos, las embarcaciones eran su habitat natural tanto como su primera y última residencia. Y ocupaban el pórtico de ese tenebroso mar del que sacaban gran parte de sus subsistencias. Y ya es llegada la hora de que citemos las grandes singladuras de la antigüedad tanto como de que ensalcemos los merecimientos de los sabios griegos, latinos y egipcios, que dejaron a la posteridad « el derrotero científico que después del eclipse medieval conduciría inexorablemente a la conquista de las Islas y a la penetración portuguesa hasta doblar el Cabo dt Buena Esperanza » ^. América, quedaría bajo la intuición de Colón y del empuje y decisión de los pilotos y marineros españoles. Las grandes sin^ aduras de la antigüedad.- Herodoto, llamado el padre de la Historia, relata los acontecimientos de la remota antigüedad hasta el 409 a. de C. y en uno de los nueve libros que escribiera, relata que Necao de Egipto, encargó para comprotwr si estar ban rodeadas de agua por tO( ¿ s partes menos por el Itsmo de Suez la Libia Antigua y ^ p t o . Fenicios y egipcios, inician la aventurada singladura en el noar Rojo en el 610 aflo a. de C. y arrastrados a las playas por fuertes vientos siembran trigo y tras recoger la cosecha continúan la navegación otros dos años y por el Mediterráneo regresan a Egipto. Las singladuras alrededor de África partiendo del Mar Rojo, no ofrecen tantas dificultades por los vientos y corrientes marinas bvo-rabies a la navegación costera. El periph de Hannon.- No es el mis imp< Mtante de los viajes marineros pero si, el que mis información ha dejado a los geógrafos y nautas de la antigüedad y áel Medievo. De sus fuentes, bd> teron, Estrabón, Mela, Arríano, Plutarco, Plinio... cristianos, irabes y otros. Herodoto también lo cita y Ateneo afirma que Juba II conoció el texto integro que Hannon entregó al Senado cartaginés al término ét sus singladuras y tal es el motivo por el que hiciera Juba su expedición a Canarias*. No se conoce el original de Hannon y si, la traducción al gri^ o de la copia existente en una tabla del Templo ác Kionos ( Cartago). Otra copia e ^ iminvsa en Heiderberg en la Biblioteca pahOina que IMsó al ViUkano^. El viiye se desanolla en la ^> oca del miximo poderío cuta^ nh entte la victoria naval de Alalia contra los fooenses y la derrota de 17 Himera en 480 a. de C. que inicia la decadencia de la efímera pre-pon< terancia cartaginesa. Los cartagineses, organizaron una portentosa annada al mando del caudillo Hannon compuesta por 60 pentecónteros ( naves de SO remos) y 30.000 personas entre hombres y mujeres con mantenimientos y carga. Tienen la misión de explorar y colonizar el ámbito occidental africano a semejanza y como continuadores de sus parientes los fenicios. Cartago y Gádir son los grandes puertos en los que se completan las dotaciones de los barcos y donde efectúan los últimos preparativos. No sería aventurado pensar que los pescadores gaditanos formarían las bases de las tripulaciones como otros ibéricos mallorquines fueron la fuerza de choque de sus ejércitos contra los ronut-nos. Plinio afirma que la flota se organizó y partió de Gádir. Arríano cree que salió de Cartago. Los comentaristas españoles se inclinan por la tesis gaditana*. Esta portentosa flota ( cabe pensar que no fuera tanto)^ costea el litoral noroccidental de África a la vez que fundan o repueblan 6 ciudactes o colonias no identificadas sus ubicaciones con exactitud. Si bien, los investigadores más rigurosos las sitúan entre el río Sebú y el paralelo al norte de Canarias*. No debe olvidarse que Agadir es de origen púnico. También dejan colonos en la pequeña isla que llaman Kerme « situada a igual distancia del Estrecho que de éste a Cartago*. Prosigue la navegación p< M' el litoñl afiricano sin que los cartagineses fundaran más ciudades o puertos. La explonuñón de los accidentes, son sus objetivos. El relato había de un río grande y ancho con cocodrilos e hipopótamos y en tus orillas n l v ^ y agresivos indígenas. S ^ n los críticos podría ser El Senegal'". También se refiere a montañas cubiertas de bosques de maderas diversas y olorosas que alcanzaron tras 12 días de navegación y que los comentaristas identificaron con Cabo Verde''. Sigue la navegación durante dos días bordeando montañas hasta hallar una gran ensenada y una extensa llanura con futios i^ ficia-les de noche que no eran otra cosa que hogueras que los nativos en-cendiui como en la actualidad. Hacen aguada poablemente en las bocas del Cambia y citan un gran brazo de mar que interpretan por Cuerno Hespérico, así como una ida considerable y una bahía con < Mn isla y por la noche, fuegos, ruidos de tamb( Hes y ensordecedores griteríos. Los navegantes atemorizados por los augures de los sacerdotes, buyercm con sus ná- 18 Concfpeidti | « erriiiM MI mundo « n i « « poei del ( xnpio. Mfttn Hemee. P « « M aprvcitrM ^ irttMaMOM ti ainM- pai'tnfott'O < pi « M I « « tribui* • Afrlo*. lo cual expUoa U, erMne^ d* Pllnlo de que H « noii iitbU iiendo ti golfo da ArtbU., ves. Mela, Plinio y los romanos, hablaron, siglos más tarde, de estas orgias nocturnas de los naturales africanos y la que fue Guinea portuguesa responde a tal descripción'^. Otros autores designan estos pandes por Cabo Blanco. Resaltemos, por ahora, que los formidables marineros portugueses del siglo XV tardaron un año en sobrepasar el Cabo Blanco, inducidos por las supersticiones y leyendas que les sobrecogían, resistiéndose a rebasar la psicológica barrera, que representaba dicho cabo. Y por comparación, podemos distinguir la excepcional hazaña de los tripulantes colombinos que solamente SO años después, fueron capaces de profundizar y alcanzar de un solo salto, América, Abandonando la protección de la costa. Las Islas Azores y las Ma-deiras estaban deshabitadas cuando las ocuparon y colonizaron los lusitanos en la primera mitad del siglo XV. La armada de Hannon continúa el derrotero del litoral de tierras « abrasadas y llenas de emanaciones y arroyos de fuego que desembocaban en el mar y el suelo era inaccesible a causa del calor » . Y en medio de esta extensión ígnea, vimos por el día « un fuego mucho más grande que los otros » que llamaron « Trono de los Dioses » y que hoy se señala por Pico Kakuhima en las proximidades de la que fue Guinea francesa. Geógrafos antiguos insisten en designar en esta parte de África « un volcán en que arde eternamente fuego » . Tal fenómeno fue observado por los portugueses a mediados del siglo XV". Otros tres días de navegación bordeando « arroyos de llamas » para alcanzar un golfo con una isla y en la bahía de esta » que los intérpretes llamaron « goríllas » . « Perseguimos a los hombres sin alcanzar a ninguno pues trepaban por los escarpados y se defendían con piedras » . « Pero cogimos a tres mujeres que monlían y arañaban y las matamos y desollamos llevando las pieles a Cartago » '^. Casi todos los intérpretes del relato de Hannon identifican a estos seres salvajes con simios o monos grandes y el nombre de « goríllas » que los naturalistas perpetuaron, más tarde, por gorilas, es muy significativo. Otros comentaristas del Períplo, hablan de chimpacés, incluso, de mujeres peludas, defendiendo sus respectivas tesis con argumentos que no discutiremos por la extensión de estk obra. No obstante, siglos posteriores, diría Plinio que las pieles, de tales hembras, fueron expuestas en el templo de Astarté en Cartago. De ser cierto daría la razón o se acercaría a los que sostienen la proposición de los gorílas o chimpacés; pues la piel humana, por muy pil( Ma que sea, no permite desollarse ni su conservación focilmente". 19 Queda por dilucidar el término alcanzado por la armada de Hannon. Para unos, sería la costa de Sierra Leona y la isla de Sher-bro la de las « goríllas » . Plinio creía que Hannon llegó al limite del mar Rojo; pues los geógrafos de la antigüedad estimaban que el Cuerno Sur era el extremo continental de la Libia antigua ( extensión costera sin entrantes ni salientes notables que abarcaba desde el Estrecho de Gibraltar hasta el mar Arábigo o Rojo). El cabo Gardañií sería su ñn costero, hoy. como lo era antes el Cuerno Sur con mucho menor perímetro que realmente tiene.'*. Posteriormente, otra expedición cartaginesa perdió su rumbo y fue a parar a una isla. « De ningún modo dudo - dice e! doctor Cal-met- que aquella isla de que Deodoro hace mención, sea una de las Canarias donde ya, habían penetrado los fenicios » '^. Parte de esa tripulación se quedó como emigrantes y el Senado Cartaginés prohibió propagar la noticia por razones de reserva y seguridad propia'*. Según fuentes de Eustacio y Herodoto, los cartagineses practicaban el comercio sobre las playas con ciertos pueblos fuera de las columnas de Hércules. En ellas dejaban sus productos y libremente los indígenas los cambiaban por los suyos si les era de interés para ambos. Y hacían estos intercambios sin que se cruzaran palabra alguna y sin mis que poner al lado de la mercancía que deseaban la que ofrecían por ella". Herodoto cuenu que Jeijes, Rey de Persia ( S19- 465 a. de C.) tras sus triunfos en Grecia y Egipto, encargó a Setaspes o Astapes dar la vuelta a África en sentido contrario a las expediciones anteriores, o sea: Iniciarla por el Mediterráneo - Estrecho de Gibraltar-. Setaspes no pudo cumplir su objetivo y regreso al puerto de salida". Los historiadores romanos, señalan a los españoles como los navegantes atlánticos que partiendo de Cádiz y de otros puertos del S. O. peninsular, llevaban el comercio por el África hasta Etiopía y el Mar Rojo. Y cuenta Plinio ( citas de Celso Antipato y Eusebio Nepote) que Cayo César hijo de Agripa vio vestigios de aquellas naves en el Mar Arábigo y que Eudosio huyendo de la persecución del rey de Egipto, Tolomeo Látiro o Salten, se embarcó en el Mar Arábigo o Rojo y circunvalando Afnca llegó a Cádiz y en su singladura dijo haber vi^ o la proa de una nave que reconocida, resultó ser, fenicia que se dedicaba a la pesca^. Y no olvidemos a los tartessios como los navegantes atlánticos que llegaban a comerciar con las Islas Británicas supliendo a los fenicios en esta ruta. Y en época desconocida se cita a los marselleses que tras pasar el Estrecho < k Gibraltar, Piteas tomó el rumbo N. Ileí^ hasta blandía. Estímenes a nuestras islas y hasta la equinocial. ¿ El Senegal?^' 20 Noticias, más próximas a la fantasía que a la posible realidad. Digno de mencionar a las naves de la flota de Sertorio que dispersas por intensa tempestad reconocieron dos islas separadas por un estrecho canal y que Sertorio concibió el proyecto de trasladarse con sus soldados a vivir en ellas en paz lejos del tormento de la guerra. Entretenido Sertorio por la intensificación de las conquistas civiles y asesinado por Perpena se olvidaron de las islas descubiertas^^. Siendo los romanos dueños del mundo conocido y continuadores del progreso de otros pueblos como los fenicios y cartagineses, fomentaron el desarrollo del comercio, la navegación, pesca, agricultura, las letras y las expediciones hasta los confínes de la tierra conocida. Así veremos, que, bajo sus auspicios, Juba II efectuó la célebre expedición a las Islas Canarias a la que aludimos en el libro V^ y de la que Plinio y los cosmógrafos Estrabon, Tolomeo, Solino, Es-tacio Seboso, relacionan con los nombres que aquel asignó a las islas y que referiremos en el apéndice relacionado con la nomenclatura. Y mientras Roma fue la potencia preponderante, cultivó el comercio y la navegación más allá del estrecho y persistió, en tal política, hasta después de Marco Aurelio en que los francos fíltrándose en territorio romano, con el empuje de otros pueblos bárbaros, destruyeron el Imperio y se originaron las monarquías que se enfrentaron entre sí para abrirse camino, en un mundo de nueva hechura, mientras, nuestras islas, quedaron en las páginas de los libros o en las mentes de los literatos. Relación de las singladuras con el Archipiélago Canario.- Implícitamente queda establecido, en los relatos, que las Islas, eran conocidas con anterioridad a las primeras expediciones de los siglos VI y VII a.- de C. Sin embargo, no hay más testimonio que el citado de Plinio que relata el viige de Juba II a las Islas Canarias en el primer siglo de nuestra Era y dos ánforas romanas aparecidas al norte de La Graciosa que según los especialistas pudieran pertenecer al siglo III ó IV a. de C Otras ánforas extraídas en las proximidades del Puerto de Arrecife ( Lanzarote) y al norte de Guadamojete ( Tenerife) más pequeñas que las anteriores, se parecen, según iguales fuentes, a las ánforas usadas en tiempos de la incorporación de Canarias al Reino de Castilla ( siglos XV - XVI).". Algunos críticos señalan que Juba II era nieto de Cleopatra y Marco Antonio, disfhító de una situación privilegiada para acceder a los escritos de los geógrafos y cosmógrafos griegos de la antigüedad y al relato que Hannon presentara al Senado Cartaginés tras su vuelta del Periplo. Tanto, como a las relaciones indirectas que los feni- 21 „ Ms ™ * i ™ ! iB » aa. ™ iMís n ^ JisauaitóS^ BS., acS> cios legaron a los cartagineses y estos a los griegos. De otra forma, no se explica que Juba II organizase la expedición de carácter científico sin la plena seguridad del emplazamiento de las Islas Canarias y el entorno del litoral africano. Cuentan, otros autores, que en 1749 aparecieron en la isla de Corvo, del Archipiélago de Las Azores, unas monedas cartaginesas con la representación en su mayor parte de un caballo en una cara y en la otra una cabeza hujnana^^ De ser cierta la noticia, podría indicarnos la presencia cartaginesa en las islas atlánticas mucho antes de lo supuesto. Habida cuenta que un desplazamiento tan lejano de la costa y contra la corriente marina de El Golfo, supone un avance espectacular, digno de tener en consideración. Obsérvese, que en aquellas épocas se navegaba de día y se descansaba de noche bajo la protección de algún saliente de la costa, o refugio aparente. Tampoco se conocía la brújula y la orientación era necesariamente por el so!, la luna o los distintos astros o estrellas. Cuando los portugueses las descubrieron en el segundo tercio del siglo XV estaban deshabitadas. 23 Tal es la causa de considerar la navegación atlántica del pasado como antecedente lejano de la conquista de Canarias con enlace directo con las exploraciones y reconocimientos que a partir del siglo XIV o últimos del XIIL se inician y no se interrumpen hasta la conquista de las islas en el siglo XV. A su vez, se bordea de nuevo el litoral africano y se salta a América como culminación de lo realizado. Por ello consideremos, esta 2* etapa del silencio y estática, como de carácter transitorio y de una influencia más o menos anecdótica y más aparente para la controversia debido al confusionismo que provoca. Las leyendas cristianas.- San Avito de Toledo peregrinando por la Bética, en el siglo II, embarca en una nave que salió rumbo a las Afortunadas. Y según la leyenda, llega sin novedad a « Cananas » y predica con gran éxito hasta alcanzar numerosos seguidores, notoriedad y filma, así como la enemistad de los poderosos, que, coaliga: dos consiguen amotinar al pueblo y al fin su muerte. En Arguine-guín ( Gran Canaria) hay una cueva denominada de San Avito y en ella, se venera la imagen de Santa Águeda como evocación de la primera mita del santo en la isla y lugar de misión y bautismo. Otra leyenda se refiere a los monjes de San Maclovio y San Brendán o Brandan o Borondón que en el siglo VI, con otros 18 compañeros, se trasladaron, en una nave ligera, desde la Abadía de Cluainfort ( Irlanda) a una isla escarpada con vahos riachuelos. Otra isla, tenia peces y cabras. Otra, estaba cubierta de bosques flores y pájaros. Otra, estaba iluminada con fuegos intensos en una montaña alta y nebulosa, llena de flores y frutas de color rojizo. No cabe duda que tal leyenda envuelve el recuerdo de las Afortunadas^. Por último, citemos la leyenda que describe el viaje del Arzobispo de Lisboa que al frente de algunos de sus feligreses, y seis obispos, huyen del avance musulmán en el año 714 llevando consigo animales domésticos, aperos de labranza, semillas y después de va-ríos días de navegación, arriban a una isla que denominaron de las « Siete Ciudades » y en ella se quedaron^. Leyendas árabes.- Los árabes al igual que Iq^ pueblos europeos stguiOTon una pditin continental; pero los grandes centros culturales de los calibtos de Córdoba y Damasco o Bagdad, mantuvieron una mayor relación con el mundo de la cultura helénica, egipcia y romana y las obras de Plat^, Heródoto, Plinio, Tolemio etc., tuvieron reflejo en sus producciones literarias y leyendas en las que ha- 26 blan de unas islas oceánicas de eterna primavera que llamaban « Fortunans o Sahada » « Afortunadas o Felices » que poseían árboles de sabrosas frutas sin necesidad de cultivarles y hierbas que se convierten en plantas olorosas. Y sitúan las islas frente a Tánger y al Atlas con mayor imprecisión que lo hicieran Juba II o Plinio. El conocimiento que los escritores árabes tuvieron de Canarias cuando estaban sólidamente asentados en la Península Ibéríca. es similar al de la Mitología griega o egipcia, cual observaremos en el apéndice dedicado a la nomenclatura es decir « no salió de la limitada esfera de la tradición y de la especulación científica sin descender al estudio práctico del grupo que siempre quedó envuelto en las nebulosas narraciones transmitidas por la antigüedad clásica » ^ A continuación, exponemos la síntesis de una leyenda que ha hecho correr ríos de tinta a los eruditos y especialistas que con su dedicación y esfuerzo, llegaron a desentrañar sus raices cual observaremos tras su exposición. Ben Farrouckh.- En el año 999 se hallaba el Capitán árabe Ben Farroukh de servicio por las costas portuguesas en previsión de ataque pirata. Los árabes, tenían una poderosa armada en defensa de su vasto imperio y patrullaban frecuentemente la costa Occidental de la península Ibérica y N. O. de África. El Capitán conocía la existencia de las Islas Afortunadas y su situación por marinos y aventureros llegados a Cádiz. Y con vientos favorables puso rumbo en esa dirección. A los pocos días, recalaba en la bahía de Gando - Gran Cana-ría- y con parte de sus tripulantes de los 130 que llevaba y previo reconocimiento y autorización de los nativos, atraviesa de S. a N. la isla, de montañas cubiertas de bosques y de maleza o vegetación espesa y llega a Gáldar donde fue recibido por el Rey o Guanarteme con sus guaires - consejeros o auxiliares- y ie hizo saber por medio de sus intérpretes, que era enviado de un gran señor para solicitar su amistad y alianza y que para eso, había arrostrado grandes peligros y dificultades. Admirado el Guanarteme le llevó a su palacio y les invitó a comer carne, harina de cebada tostada, leche y fruta que eran sus principales alimentos. Según dichas fuentes, los isleños no se quedaron extrañados por la visita; pues, parece que estaban familiarizados con la llegada de extranjeros ( árabes, españoles) y los tripulantes de los barcos se quedaban con ellos''. La leyenda de Ben Farrockh Jue una invención del escritor D. Manuel Ossuna Saviñón.- Son muchos los autores que intentaron 27 escudriñar en las fuentes informatívas de las que se valió Ossuna y Saviñón para publicar su interesante leyenda y no consiguieron ni un solo resultado positivo sino que nuevas blsedades se acumulaban y hasta el nombre del Capitán árabe fue una auténtica creación según Buenaventura Bonnet y Reverón que corrobora Serra Rafois'^. Afirma Bonnet y Reverón que Ossuna apoyándose en Viera y Clavijo copia varios de sus pasajes y los transforma en hechos históricos, origen de su leyenda. A continuación, inventa todos los nombres propios que ñguran en la leyenda del propio Capitán Farrouckh utilizando la voz « fa-rTwxx » ... conocida tanto en Canarias como en La Península. De igual manera hace, que dicho Capitán Ben Farruk de a las islas nombres que' tienen relación con los designados por Plinio y Tolomeo con errores de bulto o que nombre a Ninguaria tres siglos y medio antes que se haga mención en la Bula de erección del Príncipe de la Fortuna donde se emplea por primera vez. Y la leyenda, da a enterder, que se orientó el Capitán Farruk por la brújula cuando no se empleó en el Atlántico hasta unos siglos más tarde'^ Los manuscritos que según revela Ossuna y Saviñón le sirvieron de base para urdir su leyenda, jamás fueron hallados por distintos investigsüiores que se lo propusieron en los archivos citados por aquél. Ni los especialistas dedicados a temas canarios de la época, tampoco mencionan tan importante viaje^. Otras noticias de las Islas por escritores árabes.- El Idrisi, conocido por « Geógrafos de Nubia » en su Geografía General de 1157 describe a las dos islas situadas en el Mar Tenebroso con el nombre de Afortunadas desde las cuales principia Tolomeo a contar las logi-tudM y agrega, que en el mismo mar se halla la isla de los hermanos Mágicos Cherhan qiw eran piratas que atacaban a todos los navios que pasaban junto a las playas. « Esta isla se halla situada frente al puerto de Azañ y tan cerca, que en días despejados permite ver el humo que en ella se levanta » ". También hay otra isla - según cuenta el mismo autor- llamada de los Cameros pcM* los muchos que en ella existen. Y cerca, hay otra más que llaman de los Péjaxo » o Raca que tiene higos grandes que usan como, antídotos ác venenos. Más allá del Mar Tenebroso, designado también por Mar de las Tinieblas « nadie sabe lo que exis-te » M. Obsérvese, que el escritor no se ha podido despajar, aún, de la influencia griega o egipcia. 28 El mismo autor, El Idrisi, relata por vez primera la expedición de los maghruinos a la que se refieren otros historiadores posteriores. Son 8 marinos todos parientes y bien provistos de víveres y pertrechos para el largo vii^ e, salen de Lisboa con vientos favorables y luego de 11 dias de navegación, llegan a una zona de aguas apestosas y abundantes arrecifes. Cambian de rumbo y tras 12 días descubren una isla desierta con muchas cabras salv^ es, manantiales e higueras silvestres. La carne de las cabras tenía sabor amargo y solo aprovecharon de ellas las pieles. Prosiguen rumbo sur y dos días más tarde, descubren otra isla que les pareció habitada por los cultivos que había. Intentan reconocer sus costas y son cercados por numerosas lanchas tripuladas por nativos. Ibn al Waidi, otro autor árabe del siglo XIII habla de las islas grandes y habitadas del Mar Tenebroso de las cuales dos se designan por Kaledat- Etemas « viéndose en ellas dos estatuas de cien codos de alto » ". Otro escritor, cita estas estatuas como las dos columnas de Hércules. Más preciso es otro escritor árabe Ibn- Khaldún que tras referirse en 1377 a las islas Eternas khaledat donde Tolomeo principia a contar las longitudes, señala, a tres de aquellas islas, las más grandes, que están habitadas y que los europeos pocos años antes ( a mediados del siglo XIV) las asaltaron y aprisionaron a sus habitantes vendiéndoles por esclavos y que a su vez, serían magníficos auxiliares para las expediciones posteriores a las islas. Y da noticias de los aborigénes similares a las que inserta el documento del año 1341, de un escrito de Boccacio relativas a las declaraciones del Capitán Recco al regresar de su vi^ e a las islas". El escritor árabe dice: los indígenas carecían de hierro y labraban sus tierras con cuernos de cabra; se defendían, con armas arrojadizas; adoraban al sol cuando nacía y las islas eran poco frecuentadas o más bien, por casualidad. Otros escritora árabes se refieren a las Islas Afortunadas de modo confuso y cuando ya se había iniciado su conquista por los europeos en el siglo XV. Uno de tales escritores escribe: Que son seis las islas, vecinas unas de otras y producen espontáneamente y sin cultura plantas y árboles y todo lo que se halle en ellas, es bueno y agradable. En cada isla, hay una estatua de cien codos de altura como & ro que sirve para dirigir el rumbo de las naves y recordarles que más allá no hay camino posible^'. Consecuencias que se deducen.- El relato de las leyendas árabes nos pone al descubierto la identidad del pueblo árabe con la política 29 continental y el olvido de la marítima y su continuación a remolque de los pueblos europeos cuando éstos, tras el gran ajuste de cuentas o reparto de las zonas de influencia terrestre, organizan eficientes marinas que reverdecen y superan, en poco tiempo, las grandes singladuras del pasado mientras los árabes permanecen, testigos mudos de las proezas. Esta particularidad, merece atención por el significado que tienen para las raíces históricas de Canarias los acontecimientos que en tales épocas se desarrollaron en el occidente continental más próximo a Canarias. Sabemos, que los romanos ocuparon la franja costera del norte africano con salida al Atlántico sin que profundizasen hacia el sur. Y el litoral africano de esta parte pudiera considerarse fuera de control durante siglos. En este contexto, los llamados pueblos bárbaros ( y francos por los árabes) invaden los territorios ocupados por los romanos y el norte de África es alcanzado por los vándalos. Dos o tres siglos más tarde, los árabes hacen lo propio y se apoderan de la zona norte africana y casi toda la Península Ibérica. El resto del litoral africano del oeste, por semidesértico ningún poder, ni siquiera los árabes, implantaron su dominio. Esto quiere decir, como hemos insinuado con anterioridad, que si los berberiscos hubieran alcanzado Canarias por su propios medios no se hubiera interrumpido la comunicación con las islas como sucedió al derrumbe del Imperio Romano. Y no se consigue el enlace con las islas Canarias hasta fines del siglo XIII o más bien primeras décadas del XIV precisamente por marineros europeos y no árabes a pesar de su proximidad. Serian marineros maHorquines, genoveses, portugueses, castellanos los que descubrieron por sc^ nda vez el Archipiélago Canario intensificándose los reconocimientos a las islas hasta la iniciación de la conquista en 1402 y la terminación en Tenerife en 1496. Incluso, por los relatos áe las leyendas árabes a las que hicimos mención en las páginas precedentes, podemos observar el evidente retraso de los historiadores árabes con respecto a los acontecimientos que se vivían en las islas Canarias, ya iniciada su conquista. 30 CAPITULO III LOS PROGRESIVOS AVANCES DE LA NÁUTICA EN EL SIGLO XIH ABRE EL CAMINO DE LAS EXPLORAOONES A LAS ISLAS CANARIAS Y AL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA DOS SIGLOS DESPUÉS La bnyula, invención de los chinos, la introducen los árabes en los países del Mediterráneo y los italianos la perfeccionan en el siglo XIII en el puerto de Amalfí, colocándola en un soporte o « ua al que se adiciona la llamada rosa de los vientos que permite a los marineros la cómoda orientación de noche o en circunstancias adversas ( lluvia, niebla, tempestades) y navegar en mar abierto sin la dependencia de la proximidad a la costa. Otro progreso, de no menor importancia, es el timón propiamente dicho, que sustituye al remo lateral que las naves llevaban para su gobierno y dirección y que limitarla su tonelaje tanto como su fuerza impulsora. Es decir, para que fuese eficiente las embarcaciones deborian ser de poco volumen y de escasa velocidad. También aparecen, en esta época, las cartas náuticas o, portulanos que serian un acicate para los nautas con sed de aventuras. Si bien, los marineros estimarían la distancia sin auxilio de la bitácora que aún no había aparecido. Tales cartas son hoy un poderoso auxiliar para reconstruir la historia del tiempo, o, simplemente para seguirla. Las posibilidades de la navegación se verán incrementadas por una serie de fikctores que son, en síntesis: La protección de los poide-res públicos y la Iglesia a la marina, por su importancia creciente; el espüitu de aventuras; ansias de catequización de los infieles; codicia por la aprehensión de bienes materiales y de la intensificación del 31 comercio etc. etc. Consecuentemente, se intensifican los viíges marineros, las expediciones y los bellos relatos que legaron los historiadores antiguos y que investigadores actuales ( Buenaventura B< Minet y Reverón, Elias Serra Rafols, Antonio Rumeu de Armas, Alejandro Cioranescu entre otros), han tratado de dilucidar hasta descender a detalles distinguiendo con precisión y rigor, lo verídico o posible, por la documentación o los indicios que lo afirman, de lo & ntasio80 o fiaudulento que también, hay mucho, cual observaremos por el contenido del capitulo que a continuación exponemos. /* Fase.- Acciones individuales. Comienzan a fines del nglo XIII mediante iniciativas personales de los pilotos y aventureros con las miras puestas en el litoral afiricano e islas atlánticas más próximas al Continente para el intercambio de materias o la expanáóo rel^ osa, las aventuras o el lucro. No dan origen a espectacuhures relaciones por el reducido volumen de las empresas como por el interés que anima a los actores de guardar el secreto evitando las competencias. No obstante, el mensaje llega a los distintos estados que intenñfican el desarrollo de las respectivas marinas. El protagonismo de esta nueva etapa corresponde, de principio, a las repúblicas italianas que incorporan a la navegación nuevas técnicas y medios. En el afio 1291 sale de Genova una expedición con dos galeras al nundo de Thedisto D'Oria y Ugolino Vivaldi para alcanzar las Indias tru bordear la Libia antigua más allá de las columnas de Hércules. No se supo más de las barcas ni de los tripulantes si bien se cree que perecieron en las proximidades del Cabo Bogador". Se dice, que ( Ara expedición se hizo a la mar desde Genova seis afios antes ( 128S) capitaneada por los hemanos Vivaldi - Vadino y Guido- qiM llegaron a las costas de Guinea y Senegal sin contratiempos; pero la fiüta de documentada que lo acredite y la dificultosa penetración que tendrían los marineros en las épocas suceávas cabe dudarlo. Y a sabiendas de que una carta escrita ISO afios después por « Antonio Usodimare noble genovés asegura haber encontrado en los confines del reino de Preste Juan un descendiente de aquellos marineros » *'. La imprntancia de cmiskierar una fecha equivocóla dio origen, según Buenavmtura Bonnet y Reverón, que se hablase de dos nuevas expediciones en 1281 y I28S cuando la verdadera es de 1291. Es xuHUsáo que la isla de Lanzarote era visitada por ( Mro genovés de la distiofuida fiunilia de los Mak » dlo- Lancüotto- del qiM toma su nombre y para aoeditarlo traemos d mapa levantado en Mallor- 32 ca por Angelino Dulcert en 1339 en el que aparecen las armas de Genova y los nombres de la isla y del célebre marinero y posiblemente comerciante Lancilotto o Lancelotto Maloxello o Malocello. Sigue apareciendo en ios mapas editados en 1375, 1413 sin que falte, en ninguno, el nombre y la reseña indicada. También reñere la crónica de Jean de Bethencourt que al norte de Lanzarote edificado por Lancelot MaloseP^ aunque nada recordaban los indígenas, parece que servía de almacén y para la defensa. Posiblemente estuvo en servicio entre el 1320 y el 1340. Fase 2'.- Los estados ribereños impulsan las navegaciones.- El mapa editado en Mallorca en 1339 por Angelino Dulcert pone de manifiesto que por lo menos las islas de Lanzarote y Fuerteventura del Archipiélago Canario eran visitadas con relativa frecuencia, con anterioridad a esa fecha. También, cabe observar, que los países del suroeste europeo estaban en ventajosa situación para las exploraciones del litoral africano e islas atlánticas y tanto es así, que a pesar del avance tecnológico de los marineros italianos serán los portugueses quienes les contraten para efectuar las expediciones. Una de éstas, posiblemente de las primeras verificadas a Canarias en esta época, ha dejado huella por su general exactitud con lo escrito por historiadores posteriores. La expedición se inicia en Lisboa el 1 de julio de 1341 reinando Alfonso IV de Portugal. Son dos las naves que ponen rumbo a las Islas Canarias. Una, al mando del florentino Angiolino de Tegghia y la otra del Capitán Nicolás de Recco de Genova. Este, ai regresar declara: Que, favorecidos por el viento llegaron a las Islas Canarias en S días « y se dice que han sido descubiertas de nuevo » . Regresaron a Lisboa en Noviembre del mismo año con cuatro hombres habitantes de Canarias, muchas pieles de machos cabrios y cabras, sebo, aceite de pescado y despojos de foca, palo rojo para tinte parecido al del Brasil ( « Asi se llamaba en Europa mucho antes del descubrimiento de América), corteza de árboles para teñir de rojo, tierra bermeja y otras « cosas con el mismo ñn » *'. Agrega, que en la primera isla reconocida,/ ecogieron casi todas las pieles y era muy pedregosa. Los hombres y las mujeres iban desnudos y « eran groseros en su trato y costumbres » no atreviéndose a penetrar en su interior. Después, pasaron a otra isla y al acercarse a las playas, llegó una gran multitud entre hombres y mujeres, casi todos desnudos o cubiertos con píeles cosidas con tripas y pintadas de color amarillo o encamado como distintivos de posición social más elevada. Los habitantes, mostraron deseo de comerciar; pero I< M ma- 33 ríneros de dos lanchas que se aproximaron por no entender el idioma, no se atrevieron a ( ¿ sembarcar. En cambio, cuatro jóvenes indígenas llegaron a nado a la barca y son los que trajeron a su regreso. Luego, bordearon la parte norte de la isla en la que hallaron muchas casas, higueras, palmas sin fruto, hortalizas, coles ( obsérvese que más adelante dirá que se cultivaba cereales y no habla de estas especies vegetales que está más en consonancia con los informes históricos subsiguientes). Desembarcaron, en esa zona 25 hombres que al examinar las casas hallaron 30 indígenas desnudos que huyeron al verles. Las casas eran de piedras blanqueadas por dentro y cubiertos con hermosas maderas. En ellas encontraron granos de trigo, cebada y otros cereales y en un oratorio un ídolo de piedra con figura humana y una bola en la mano que trajeron a Lisboa. La isla, se encuentra muy poblada y en cultivo, recogiendo, sus habitantes, grano, fruta y especialmente higos. Comen el trigo a la manera de las aves o reduciéndolos a harina que también les sirve de alimento » . En su derrotero por las otras islas observaron que una, tenía árboles poderosos y derechos que se elevaban al cielo. En otra, había numerosas playas, excelentes aguas, abundantes maderas, aves de rapiña y palomas que cazaron a pedradas y a palos. Otra isla, tenía altas montañas cubiertas de nubes. Llovía frecuentemente y cuando despejó les pareció bellísima y poblada. Trece islas vieron en total; unas pobladas y otras desiertas con mar con buen fondo para anclar « con puertos pequeños; pero con agua » . Y por último, los marinos vieron en otra isla un monte de gran altura que se divisa desde muy lejos y en lo alto, observaron cosas prodigiosas y por parecerles de brujería, no se atrevieron a desembarcar y prosiguieron su rumbo**. Las islas, no les parecieron ricas porque la expedición apenas acó los gastos del vieje. Las islas permanecen incomunicadas entre sí y se asegura que tampoco se entienden los de una con los de otra isla. Los cuatro habitantes que llevaron consigo pertenecen a Canaria que es la isla más poblada de todas. El manuscríto relata las costumbres y culturas de los aborígenes de los que dimos en el primer libro cumplida referencia. El Príncipe de la Fortuna.- En 1344 un sobresaliente episodio va a conmocionar a las Cancillerías enropeai. Está protagonizado por D. Luis de la Cerda o D. Luis de España miembro de las Emilias reales de Castilla, Aragón y Francia ( bisnieto de Alfonso X el Sabio y de S. Luis de Francia). Por su elevada alcurnia, deseaba un titulo que colman sus aspiraciones y sabedor del recientinmo des- Qulmmiaito de las Islas Afortunadas, solicita del Papa Clemente VI 34 ( que residia en Aviñón) la investidura al principado de las mismas. El Papa, convoca el Consistorio compuesto por 26 cardenales y varios obispos que se reúne el IS de Noviembre de 1344 para la erección del Archipiélago Afortunado en Reino; cruzada para cristianizar a sus habitantes y aprobación de las aspiraciones del Príncipe. ( El Papa, en aquella época, tenia la facultad de erección de los reyes o principes. Signifiquemos que el Consistorio al referirse a las islas se expresa asi: « Que dicen llamar Afortunadas y cada una de ellas tienen los nombres propios de Canarias, Ningaria, Pluvaria- Capraria, Juniona, Embronea, Atlintida, Uesperidun, Cemet, Górgones. Están situadas en el mar Océano entre el Oriente y el Occidente y sus habitantes desconocen la fe de Cristo » . Según Bonnet y Reverón, los nombres de las islas proceden del relato de Juba y de las leyendas mitológicas. Y la de Cemet, pudiera ser la citada en el Periplo de Hannon. Con anterioridad, Abreu Ga-lindo también pone una serie de reparos en cuanto al número y designación de las islas. El Consistorio, que fue público, elevó a D. Luis de la Cerda Infante de España en Soberano y Príncipe del creado Reino de las Islas Canarias ( cual era su denominación entonces) debiendo contribuir con 400 florines de oro bueno, puro y con el peso y cuflo de Florencia para la Iglesia de Roma, por ser el nuevo estado feudatario de ella. Conseguidas las aspiraciones pretendidas, el Príncipe se traslada a Roma donde pasea « al frente de una lucida cabalgata investido de corona, cetro y manto real y es aclamado y aplaudido por la multitud » *' que se disuelve, según Petrarca, por una copiosa lluvia, signo, según algunos, de mal presagio. El ^ pa remite la correspondiente Bula a los Reyes de Aragón Pedro IV El Ceremonioso, Alfonso XI de Castilla, Alfonso IV de Portugal, Felipe IV de Francia; Juana 1* de Ñapóles y Enrique III de Inglaterra dándoles cuenta de la coronación e interesándose para que presten al Príncipe ayuda para que lleve a efecto la ocupación de las islas con prontitud. Observaremos, por las variadas contestaciones, que la mayor parte de los aludidos no tenian igual pensamiento.: El Rey de Castilla accede en principio a las pretensiones del Príncipe con ciertas reservas que se convertirían en obstrucciones muy pronto. Alega que a él le corresponcten las islas por ser descendiente directo y heredero de la Corona Visigótica de quien dependía la Mauritana Tingitana y de la Diócesis Metn^ Mlitana át Sevilla. Era, a su vez, Marruecos y 35 las Islas Canarias y entorpece con su actitud, la toma de posesión. Alfonso IV de Portugal, aduce sus derechos a las islas por lúber protagonizado oficialmente las expediciones a las islas. El Rey de Inglaterra protesta por creer que el Papa disponía de sus Islas. Sólo el Rey < k Aragón ofrece ayuda y arma dos galeras que pone a disposición del Principe. Este se desplaza a Aragón; pero la guerra de los cien años estalla entre franceses e ingleses y el Príncipe entra en la contienda para morír, según unos, en la batalla de Crecy en 1346 y según otros y posiblemente, los más documentados, redactó su testamento en 1348 designando heredero del reino de las Afortunadas a su hijo mayor Luis 11^. Hemos seguido este episodio por Viera y Clavijo, Millares Torres y Buenaventura Bonnet y Reverón^^ sin que se adviertan entre ellos discrepancias dignas de referir. En cambio, surge la controversia entre los autores clásicos y modernos al entrar en las expediciones que llevaron a cabo despuá del referido suceso desde Aragón y otra con antelación desde el reino de Mallorca que relatamos seguidamente. El Capitán Ruiz de Avendaño.- Abreu Galindo relata la historia del referido Capitán vizcaino que recuerda, en sus inicios, la falsa expedición del supuesto Sen Farroukh 378 años antes. Al igual que el Capitán Ruiz de Avendafio, prestaba el servicio de vigilancia désete el occidente de Galicia por Vizcaya hasu las Islas Británicas con una pequeña armadilla cuando una violenta tempestad en 1377 arrastra a las embarcaciones a la Isla de Lanzarote donde desembarcaron los tripulantes que fueron coinnados de atenciones por los isleños. En ese tiempo, regía los destinos de la isla, el rey 2U> nzamas y la reina Faina. Y de resultas de la íntima amistad que sostuvo esta última, con el Capitán Ruiz de Avendaño, nació una niña que pusieron por nombre Ico, « que era blanca y rubia ñendo las demás isleñas m< venas, ella sola había nacido muy blanca » ^. Y como los subditos sospechasen la iligitimidad de Ico fiíe sometida a la prueba del humo que consistU en ponerla dentro de una cueva llena de humo con otras tres doncellas y si sobrevivía era considerada noble y no extranjera. La princesa Ico pudo salvarse gracias a los consejos de una viqa que la dio un paño mojado para que respirase a su través. Así Ico se casó coa Oiiañveme que fue Rey de J^ anzarote a la muerte de su hermano Tinguafiíya. El matrimmiio, tuvo a Guadarfia que en rey de Lanzarote a la llegada de los primeros « aquistadores en 1402.**. K bien, los cronistas ñwiceses nunca le designaron por tal 36 nombre sino por Luis tras su bautizo en los primeros meses de 1404 y antes, le llamaban simplemente, Rey. Esta narración del Capitán Ruiz de Avendafto es una de tantas que han pasado de uno a otro historiador y que la investigación moderna, mis critica, esti decantando por inexacta y por los anacronismos y contradicciones que contiene. Quizá el derecho de las aborígenes lanzarotefias de ejercer la poliandria ( tenían tres maridos) junto a las noticias de la tradición oral, recogidas por los antiguos historiadores, haya dado origen a este relato que a continuación comentamos: Por de pronto la misión encomendada a Ruiz de Avendaño de vigilar el amplísimo litoral de Galicia a Vizcaya - Islas Británicas nos parece desmesurada y más producto de la fiíntasía que de la realidad. También parece inverosímil que las naves hubiesen sido arrastradas sin contra! durante más de 2.000 Kms., y que llegaran a Lan-zarote sin pérdioa ni derivas de naves a pesar de la influencia de la corriente marina y de los alisios. A. Pallares Padilla que estudia el tema advierte en el relato íntegro de Abreu Galindo los siguientes errores: Designa a Guadarfía Rey de Lanzarote hijo y en otro pasiye nieto del Capitán cristiano. Considera el aflo 1377 como correspondiente al reinado de Juan de Castilla cuando éste accedió al trono dos aflos más tarde. Presenta a Guanareme como marido de Ico y también de Tin-guabya y a esta última, la cambia de sexo en otro fragmento para hacerla su hermano. Distingue a Ico de tas restantes isleñas por su color blanco en clara contradicción con las noticias de los historiadores y antropólogos que nos hablan de la diversidad racial y que las había rubias y morenas. Pretende que Ico nacida probablemente en 1378 fuese la madre de Guadarfia que en el año 1402 y según las nc^ icias históricas fidedignas, ere un hombre experimentado y posiblemente adulto**. Y por último, Abreu Galindo dice, que Tinguanfaya ( hermano de Guanareme ambos reyes de Lanzarote), « aprendió la armada de Herán Peraza » cuando el primer Hernán Peraza aparece en Caiui-rias un siglo más tarde'". A pesar de tales enexactitudes y anacronismos el Catedrático D. Juan Alvarez Delgado estudia el tema identificando al Capitán de naos Ruiz de Avendaño y también que en Noviembre de 1377 se abatió sobre el Atlántico una terrible tempestad. Y al no poder des-cifiar los fundamentales dilemas del episodio, convierte a Ico « i 37 Hermana del Rey Guadarfía y los dos hijos de la Reina Faina y del Rey Zonzamas el primero y la princesa Ico hija del Capitán Ruiz de Avendaño. Ajuste que desmorona la credibilidad del suceso al tener que suponer lo esencial de su contenido. Agustín Millares Cantero incluye este relato del Capitán Ruiz de Avendaño entre los viajes apócrifos basándose en las investigaciones de Bonnet y Reverón que demuestra, de acuerdo con la Crónica de Pero Ñuño, que en 1377 fecha de la presunta arribada forzosa de Ruiz de Avendaño a Lanzarote, este Capitán no había nacido o era de muy corta edad''. Expediciones mallorqüinas.- Roger de Rovemach lugarteniente del Rey de Mallorca Jaime III, concede a Francisco Desvalers ciudadano mallorquín « dos coques bayonesques » - La Santa Crau y la Magdalena- patroneadas por Pere Magro y Bartolomé Giges con el proyecto de amarrar en Canarias y expide credencial o carta de recomendación dirigida a los « poderosos y honrados señores almirantes, capitanes, patrones... recomendándoles las naves y tripulantes de parte de su Rey Expedida en Palma de Mallorca el 16 de abril de 1342. Por esas fechas las barcas hizan velas en dicha isla con rumbo a Canarias. Diez días más tarde, una sola « coca bayonesca » la San Joan, al mando de Domingo Gual con igual documentación y finalidades sale de Mallorca". Y D. Antonio Rumeu de Armas amplía las informaciones con el testimonio documental relativa a « una cuarta credencial expedida en Palma el 15 de abril de 1342 a & vor del patrón de Nao Guillen Pett y suplicaba a los almirantes capitanes..., protección y ayuda para los tripulantes y para la nave » . No se sabe los objetivos alcanzados por esta expedición conjunta si bien, el citado historiador, estima que hay indicios sobrados para pensar que regresaron a Mallorca « con un importante cargamento de esclavos » . Serra Rafols también cree que estas expMiicio-nes aprehendieron indígenas canarios que cristianizados e instruidos en Mallorca pudieran ser, según Rumeu de Armas, 12 de ellos mi-ñoneros o auxiliares de la expedición de 13S2 de carácter evangéli-zador y con el ñrme propósito, sus componentes, de terminar con aquel estado de cosas para transmutar las incursiones piráticas en sublime tarea evan^ lizadora » '^ Es nidrio que las expediciones casi paralelas de 1341 impulsada por el Rey de Portugal Alfonso IV y las mallorquínas de 1342, tuvieron una difusión inusitada cual se desprende de los aconteci- 38 mientot que se desarrollaron en los siguientes afios con la salida en escena de D. Luis de la Cerda o D. Luis de Espafia solicitando del Pspa la investidura del Reino de Ornarías o de las Afortunadas. Otia reacción procede de caballeros mallorquines que interesan del Papa la evangelización de las Afortunadas que denota la importancia que en el mundo cristiano adquieren nuestras islas. Elección del primer Obispo de Canarias o de las Islas Afortunadas y la expedición de 1352.- Clemente VI designa el 7 de Noviembre de 13S1 primer Obispo de las Afortunadas al carmelita Fray Bernardo. Crá anterioridad, « cofivdes mallorquines » encabezados pOT Joan Doria y Jaime Segura se dirigieron a la Sede Papal en Avi-fión para solicitar, del Sumo Pontífice, indulgencias de Cruzada para la evangelización » de los indígenas islefias. Clemente VI, les otorgo toda clase de privilegios por bula del IS de Mayo de 13S1 y Pedro rv de Aragón, les concede licencia para montar la expedición erigiéndose el Monarca en protector de la misma según documento expedido en Barcelona el IS de Mayo de 13S1. Seis meses mis tarde el Papa elegiría Obispo al citado carmelita. El Papa, confiere también, al nuevo prelado, los derechos y obligaciones que conocidas documentalmente, fiícilitan, a su vez, el conocimiento del acontecer histórico. Le otorga la fincultad de « f\ in-dar una Iglesia y levantar una Catedral en el sitio que designes y le pongas por nombre ciudad con cuya denominación tú y tus sucesores en el Obispado serán nombrados perpetuamente » **. Al afio siguiente se organiza la 3* expedición mallorquína a las Islas Afortunadas que tendría un carácter misional y estaría auspiciada por el Rey Pedro DI de Aragón que en 1343, había ocupado Mallorca. La empresa contaba con la iniciativa del recien nombrado Obispo y con los indígenas canarios educados en Mallorca para la evangelización y a los que citamos en páginas precedentes. Los expedicionarios pretendían, de acuerdo con las instrucciones encomendadas, la erección de iglesias y ciudades y las islas que se descubrieran deberían ser feudos, de la Corona aragonesa. Guillen de Uagostera, Lugarteniente del Gobernador de Mallorca nomina a Arnau Roger Capitán de la nave el 14 de Mayo de 13S2 que lleva por compafieros a Juan Doria, Jaime Segarra y Guillermo Funes y se hicieron a la mar por esas fechas". ¿ Cuáles fUeron los resultados de esta expedición? Rumeu át Ai-nutt dice que se logró consolidar en Telde ( Gran Canaria) el primer núcleo importante misionero^. 39 Otros autores estiman que sus resultados fueron escasos". Cabe significar, no obstante, que no se lograron conseguir los objetivos sofiados y que Fray Bernardo se hallaba en Avifión en 13S3 y en Valencia en 13S4 y ese mismo año transferido a Santa Gusta ( Cerdefla) muere. Es decir, el Obispo no se establece fijamente en las Islas". En Canarias, quedaba un núcleo misional importante motivo, sin duda, de la erección de segundo Obispo de Las Afortunadas en Fray Bartolomé de la Orden de Predicadores según consta en la Bula de nombramiento promovida por Inocencio VI en Avifión el 2 de Marzo de 1961 >* y su episcopado solo 1 1 ^ a 1362. Y ese grupo misional estaba asentado en Telde ( Gran Canaria) tal es el motivo que a los siete años de estar vacante la sede episcopal, el Papa Urbano V designa a Fray Bonanto Tarín, de la Orden át los Prñücadores, Obispo de Telde y que en dicha Bula se distinguiera a sus precedentes como Obispo de Telde*°. Expedición catalana a Canarias.- Al propio tiempo, se organiza otra expedición a las Islas Canarias con motivo de la solicitud de los ciudadanos de Barcelona Bertín de Marmandó y Pedro Estrada que transmiten al Papa Urbano V el deseo de unos clérigos de trasladarse a Canarias. El Papa en la Bula de 30 de Septiembre de 1369, recomienda a los obispos de Barcelona y Tortosa que amparen el proyecto y la necesidad de enviar diez sacerdotes seculares y 20 reguladores*'. El resultado de esta expedición se desconoce aunque algunos autores ( Lütolf y Buenaventura Bonnet) lo relacionan con el texto llamado de Hemerlin que, por las noticias que contiene, merece la pena considerar con cierta atración. El texto de Hemerlin.- Fue redactado por el Canónigo Zurígués Félix Maleotti conocido por Hemerlin que recoge los datos que el Obispo de Tortosa Otón de Moneada le da durante el Concilio de 1431 o sea más de SO años después de la expedición de 1369. Su contenido nos pone en relación con las naves aragonesas que perseguidas por piratas, al verse en peligro, tomaron rumbo hacia el mar abierto durante nueve días y nueve noches empujadas por vientos de Levante. Al décimo día, divisaron una isla de agudos montes y gente de uno y otro sexo envueltos en pieles de animales y se entendían entre ellos claramente cmi voces guturales extrañas. No traían propiedad de las cosas según se averiguó con certeza sino que todo era común hasta en las relaciones íntimas entre hombres y mujeres y sin 40 privilegios para ningún varón. Los indígenas, lo recibieron pacíficamente aunque con gestos por la novedad de su presencia, y mucho se regocijaron con gritos de alegría cuando degustaron la carne cocida o fríta al fuego pues ellos la comían cruda. Visitaron otras tres islas vecinas de alturas más elevadas y de habitantes de distinto modo de hablar cada una diferente de las otras. La S* isla « rodeada de escollos, hacia Occidente, ha quedado en su feroz bestialidad » '"*. En la primera isla visitada, permanecieron vanos días regresando a su tierra con unos cuantos hombres y mujeres indígenas y por consejo del Rey de Aragón volvieron a las islas sacerdotes de la Orden de los Menores ( franciscanos) agricultores, artesanos para atraer a los isleños a la fe católica'^ Si comparamos estos datos con los que relaciona Nicolás Recco en 1341 y el escrito de Pedro IV de Aragón expedido en Barcelona el 1 de Junio de 1351 en el que se hace « un retrato fíel de la situación de los indígenas sumidos en un auténtico primitivismo » *' podemos considerar, como hemos sostenido insistentemente, que los rigores ambientales del entorno isleño ( clima, áspera orograña, suelos volcánicos, excesiva compartimentación del terreno, bosques de madera dura y pesada, abundancia de plantas leñosas y xerófílas, reducidas dimensiones del suelo útil etc) sumía al indígena en estáticas posiciones sociales y económicas. Que algo se alteran favorablemente en Gran Canaria sobre todas las demás islas, por la actuación de los mallorquines durante el siglo XVI y por la influencia de los Herrera Peraza en el siguiente. La donación de hierro o instrumentos de labranza o su cambio por materias primas debió de ser normal en aquellos tiempos sin que resultase trascendente por las limitaciones y circunstancias. Puede observarse que el relato de Hermelín implica dos posiciones diferentes: En una, llegan los navegantes por casualidad a las islas y « in embargo, regresan a su tierra ( Aragón- Cataluña) con unos indígenas ( parejas de varones y hembras). La otra, tendría un carácter evangelizador según se desprende de los informes de antiguos historiadores y de la Bula que el Papa Urbano VI dirigió a los Obispos de Barcelona y Tortosa « Por las noticias recibidas de Canarias o Gran Canaria que presentaban como empresa fácil la sumisión de esta isla y las demás adyacentes a la fe de Cristo » .^ Las expediciones hablan de 5 islas solamente por lo que habría que descartar a las dos más occidentales, La Palma y El Hierro, que se descubrieron, posiblemente, con posterioridad o bien, La Gomera y El Hierro como opina Serra Rafols. 41 Erección del cuarto y último Obispo de Telde.- El Papa Clemente VII en Bula expedida en Aviñón el 31 de Enero de 1382 erige Obispo de Telde a Fray Jaime Olzina que por ser de vida longeva subsistiría en la Diócesis de las Islas Cañarías con el Obispo de Ru-bicón en la persona de Fray Sanlúcar de Barrameda hasta el 1411 aproximadamente. Y según opina D. Antonio Rumeu de Armas, creó un problema canónigo que se resolvería por sí solo a la muerte de Fray Olzina. Fue localizado en Mallorca en 1394 y como Obispo auxiliar del & moso Arzobispo de Zaragoza García Fernández de Heredia. entre los años 1400 y 1411. « Merece considerarse, que de los cuatro Obispos de Telde, solo Fray Jaime Olzina no fue seguida su erección por Bula que se relacionase con algún viaje a Canarias. Lo que supone un argumento más en favor de la tesis del Académico Rumeu de Armas que en Telde siguió manteniéndose un núcleo misional con cierta relevancia o al menos bien conocido en el Mundo Cristiano. Expedición de 1386.- Pedro IV de Aragón denominado El Ceremonioso en carta del 20 de Febrero de 1386 recomienda al Papa Urbano VI a unos eremitas que deseaban trasladarse a las Islas Canarias para predicar el evangelio. Es generalmente admitido, entre los investigadores modernos, que estos pobres ermitaños tras siete años de convivencia con los naturales de Canaria o Gran Canaria a los que intentaron enseñar la doctrína de Crísto y a perfeccionar sus cuevas y cabanas tanto como el mejoramiento de la práctica agrícola o artesanal de distintos oficios, ftieron asesinados sobre el 1339 o 1391 y el testamento conocido por el de los « trece hermanos » fue hallado por Gadifer de la Salle en el año 1403 s^ ún relato de la « Crónica Francesa » : « Nosotros hemos encontrado el testamento de unos hermanos cristianos a quienes mataron hará como 12 años ( 1391); eran trece personas y dicen los canarios que los mataron porque escribieron a los cristianos que vinieran contra ellos » . Y en el testamento se agrega « que nadie debe fiarse de los canarios por buen semblante que tengan porque son por su natural traidores » **. Viera y Clavijo opina diametralmente distinto cuatro siglos después al soq) echar « que los vicios de aquellos cristianos » que tanto habían hecho por los naturales » eran mayores que sus virtudes*^. Se muestra confiado el indígena en sus primeros encuentros con los europeos y receloso o agresivo de resultas de la piratería. Por igual motivo, los religiosos fueron victimas indirectas de los piratas por la reacción de los indígenas y los ejemplos son tan elocuentes y 42 numerosos que en el decurso de estas páginas, los veremos con frecuencia. Culpar a los religiosos de sus propios sacríñcios, aun reconociendo sus grandes merecimientos con sus verdugos, parece un contra sentido. Actitudes que arrancan de Fray Bartolomé de las Casas y que sigue el padre Espinosa y un tanto Viera y Clavijo, creando, un precedente en cierto modo injusto. Es posible que la coyuntura económica fuese la causa principal para la eliminación xle los frailes. Trece bocas más que repartir los escasos alimentos en años de pocas lluvias y el estatuto de « matar las niñas » del que habla Abreu Galindo, es un antecedente. Otras expediciones.- La última expedición documentada es la de Gonzalo Peraza Martel hijo del señor de Almonáster. Fue pro-mocionada por dicho caballero aunque autorizada por Enrique III de Castilla en 1393. Esta e^^ pedición, daría origen a las reclamaciones de los descendientes dc| señor de Alconáster al señorío de Cana-rías. Una, de cuyas propuestas, sería considerada por el Rey Juan II de Castilla, que nombró, señor de parte de las islas a Juan de las Casas. Noticia que citaremos más adelante al estudiar el discutido problema sucesorio al Señorío de Canarias. En la Crónica del citado Rey ( en extracto consta en la Historia de Millares Torres referido a esta expedición) se lee, que estaba compuesta por gentes de Sevilla, Vizcaya, y Guipúzcoa con navios sevillanos. Embarcaron caballos y visitan las islas de Lanzarote y la Graciosa; Fuerteventura; Canaria la Grande; la isla del Infierno; La Gomera; El Hierro y La Palma. Los marineros desembarcaron en Lanzarote y tomaron cabras y cera dando cuenta al Rey de como eran aquellas islas y lo que hallaron, le informaron de la facilidad de su conquista". Los demás expediciones que relacionan los historiadores clásicos o son apócrifas o no han sido admitidas por la crítica moderna por la falta de la debida documentación. Y no entraremos en su análisis pues nada ayudaría a los fines de este libro. 43 CAPITULO IV LA CONQUISTA DE LANZAROTE, FUERTEVENTURA Y EL HIERRO A modo de introducción.- La primera conquista de las Islas llamadas menores o de señorío, abarca dos períodos diferenciados en el tiempo y por las circunstancias. En el primero, se conquistan las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro. Se inicia en 1402 y termina en 1406. La Gomera entraría a formar parte del Señorío de las Islas Cananas, mediante la penetración pacifica que desemboca en tensiones, violencias y sucesos sangrientos, cuando Hernán Peraza exige el derecho de « Quintos » que como señor de la Isla le correspondía. Estos episodios los referimos ampliamente en el primer libro", e insistiremos de pasada más adelante. Ahora, será objeto de nuestra atención, esta pequeña etapa de solo cuatro años de conquista que bien puede reputarse de sorpresiva e interesante y de contenido tan denso y alecionador, para los estudios de la H* de Canarias, que consideraremos con el rigor que merece. Una vez más, reiteramos que decir que los relatos de los viejos historiadores desde Abreu Galindo a Viera y Clavijo y otros más modernos, no son los descritos por los cronistas franceses Bountier y Le Verrier que acompañaron a Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle sino versiones adulteradas sobre el 1490 por un sobrino de Juan de Bethencourt o Juan V Bethencourt, ( según orden genealógico de sucesión a partir del fundador de la familia) y de cuyos materiales surge Le Canaríen de Fierre de Bergeron en 1630. Juan V de Bethencourt, modifica lo escrito por los frailes y cronistas franceses y el mismo Gadifer de La Salle para favorecer la Hombradía de su tío Juan de Bethencourt en perjuicio de los merecimientos de Gadifer de La Salle a quien relega a un papel secundario tanto, en los preparativos de conquista como en su ejecución y resultado ñnal. 45 A esta versión o frente a esta versión, se alza otra, editada en París a fines de siglo anterior ( 1896) obra postuma de P. Margry que tiene por fundamento, los apuntes recogidos por Gadifer de La Salle directamente en los momentos de ocio o descanso entre las operaciones militares más lo escrito por los frailes, y en particular, por Bountier. Y naturalmente, defiende a Gadifer de La Salle al igual que aquella rebaja sus merecimientos. Lo primero que, salta a la vista, es que la versión manipulada por Juan V de Bethencourt, se enseñorea de la historiografia canaria, desde el siglo XV hasta la aparición de Pierre Margry en 1896. Y a la vez, es un incentivo para los especialistas, dilucidar quien es quien de los conquistadores y cual su obra, méritos o falsedades. Tres destacados investigadores. Buenaventura Bonnet y Reve-rón, Elias Serra Rafols y Alejandro Cioranescu ( citados por orden de intervención) - se imponen la ardua tarea de cumplir tales objetivos ™ . Traducen del francés las dos versiones del Canarien ( G y B) y compulsan los relatos complementándolos con la documentación de firmeza o rechazo al contenido de las obras o a la ejecutiva de los personajes. Antes de entrar en el tema, expondremos en líneas generales la situación: En principio, todo marcha bien entre Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle. Hay espíritu de entendimiento que se trunca, cuando Gadifer se siente abandonado de su compañero que marchó a Castilla, de mutuo acuerdo, para solicitar, hombres, mantenimientos y recursos, para la conquista. Gadifer, esperaba tales ayudas urgentemente por necesarias y tardaron en llegar casi dos años con total olvido de él y de sus compañeros, que sufrieron, por ello, incontables penalidades en la isla de Lanzarote. Esta decepción anima a Gadifer a escribir sus impresiones justificando su conducta, máxime, al conocer, que Bethencourt, durante los dos años que permaneció en Castilla, había conseguido del Rey ventajosas disposiciones a su favor. Y se recrudece la hostilidad, entre ambos, al regreso de Bethencourt en 1404 hasta que embarca Gadifer de La Salle y deja libre las islas a Juan de Bethencourt. Gadifer de La Salle, lleva a Francia la copia de lo escrito por los firailes y por él mismo, hasta abril de 1404. Este manuscrito daría origen, como expusimos, al texto que publica Pierre Magry en 1896. Historiadores modernos estudian las dos versiones de Gadifer y de Bethencourt.- Los especialistas distinguen tres partes por su aproximación o rechazo: La primera, concordante con la época de la cola- 46 boración, no difieren una de otra. La segunda, corresponde con las quejas de Gadifier y de la ostensible manipulación de Juan V Bet-hencourt y por último, una tercera etapa en la que el falsificador queda solo frente a los manuscritos. ¿ Manipula Juan V de Bethen-court su contenido cual hizo con la segunda? Serra Rafols cree que no hubo manipulación de esta parte del texto. « Punto de vista constantemente sostenido por dicho autor » según Ciroanescu^'. Dilucidar estas interpretaciones es la misión de los aludidos investigadores algunas de cuyas conclusiones exponemos, a grandes rasgos. Bonnet y Reveron, define a Juan de Bethencourt con duros cali-fícativos pronunciándose abiertamente favorable a la tesis de Gadi-fer de La Salle a quien considera el primer conquistador de las Islas Canarias. Serra Rafols, ensalza el trabajo de Bonnet y Reveron y a la biografía que escribió sobre Juan de Bethencourt, la conceptúa como la más completa que se haya publicado del mismo. Y discrepa por la hipercrítica de Bonnet y por sus drásticos pronunciamientos sin una base documental relevante en ocasiones. Tampoco está de acuerdo con su compañero de edición, Cioranescu, que en cierto modo se coloca en una posición intermedia. Esto quiere decir, que no hay unanimidad de criterios y que queda algo por resolver. Es más: Cioranescu admite que tanto una versión como la otra, podrian considerarse válidas en general, por falta de la documentación que allane el camino. Y en lo tocante a la cronología, se maniñesta en total desacuerdo con las fechas que mencionan las crónicas que podrían ser distintas y posteriores^^ Si cotejamos el contenido de ambas versiones entre sí y el de los viejos libros, se observa, que los historiadores desde Abreu Galindo a Miliares Torres que siguieron el texto adulterado por Bethencourt V, por no haber salido el de Gadifer, están lejos de imitarle en aquellos pasajes que denotan una manifiesta parcialidad en favor de Bethencourt y en perjuicio de Gadifier. Por ejemplo. Viera y Clav^ jo que ensalza, como ningún otro de los historiadores a Bethencourt, « por su vida social sencilla y grandeza de alma » llamándole « El Grande » y « El Héroe » , no deja a Gadifer a nivel de simple aventurero como proclama la crónica manipulada ( B) sino que le da luz propia en la empresa de la conquista, cuando dice: Bethencourt en La Rochela « halló cierto socorro que le dio nuevo impulso, porque, el señor Gadifer que residía en aquel mismo puerto, preparando no sé qué expedición ultramarina, Bethencourt le brindó la empresa de Las Canarias... y así, no pasó mucho tiempo sin que se armase un navio entre los dos y se equipase de buenos soldados y de bastantes 47 provisiones de guerra y boca". Millares Torres, con mayor énfasis, olvida el protagonismo absorbente que la versión B atribuye a Bethencourt para darle menor relieve y elevar la figura de Gadifer cual se desprende de sus palabras: « Todo parece indicar que los dos aventureros ( Bethencourt y Gadifer) se conocían y apreciaban porque tan pronto como Bethencourt reveló a Gadifer el proyecto de conquista y le transmitió el placer con que le asociaría a su empresa... » « éste, se apresuró a aceptar la invitación, poniendo en común sus recursos en armas, víveres y soldados^*. Abreu Galindo no se pronunciaría de distinta manera cual observaremos por la cita que sigue: « Juan de Betencor codicioso de ver tierras y hacer cosas dignas de su casa y ánimo, salió de su tierra... y vino a La Rochela puerto de rrmr donde encontró otro caballero francés llamado Gadifer de La Sala ( Salle) rico y señor de muchos pueblos y, comunicándose, se confirmaron entrambos de ir en demanda y busca de las islas Fortunadas, nuevamente descubiertas... y tomando lengua y razón de algunos marineros que tenían noticias del descubrimiento de dichas islas, desearon ir a verlas, lo más breve que pudieran. Se apercibieron de gente y navios y lo necesario para la jornada vendiendo algunos de sus pueblos y empeñando otros... embarcaron el l'de Mayo de I400^\ » Cabe, significar, que Abreu Galindo no conoce el texto B de Le Canaríen sino el extracto del mismo B o carta de 1501 y quizá otros documentos de familias isleñas, que le facilitan informaciones muy valiosas, como la cita y otras inexactas o contradictorias debido a la credibilidad del historiador hacia sus vanadas fuentes informativas'*. Abreu Galindo, dice, que la expedición salió de La Rochela con tres barcas y en 1400; cuando, solo dispusieron de una barca y levaron anclas en 1402. E> e igual manera da por terminada la estancia de Gadifer de La Salle en Canarias en 1402 para embarcar hacia Francia donde muere según dice a los pocos días. Y Gadifíer, no salió de las Islas hasta Agosto de 1404, según todos los indicios, y vivió, muchos años después. Consignemos, la cita de Le Canaríen ( texto B) sobre el mismo tema: Juan de Bethencourt caballero natural del reino de Francia hubo emprendido este viaje para honra de Dios y para mantenimiento de nuestra Santa fe en las partes del Mediodía en ciertas islas que están en aquella banda que se dicen de Cañaría pobladas por gentes infieles de diversas leyes y de diversos lenguajes de las cuales la Gran Cañaría es una de las mejores y ( k las más importantes y 48 mejores provista de gentes y de víveres y de cualquier otra cosa y por eso se llama este libro « El Canario » ... y nosotros fray Pedro Bontier religioso de Saint- Jouyn- de Mames y Juan Le Verrier presbítero y servidor del dicho Bethencourt hemos empezado a poner por escrito las más de las cosas que le acontecieron en su principio y también la manera de su gobierno de lo cual pudimos tener seguro conocimiento desde que salió del reino de Francia hasta el 19 de Abril de 1404... y de allí en adelante, vino la escritura en otras manos que la prosiguieron hasta el fínal de su conquista^^... » Y sigue: « El cual Bethencourt salió de su morada de Grainville - la Teinturriere en Caux y vino a La Rochela y allí encontró a Ga-difer de La Salle caballero bueno y honrado que iba buscando fortuna. Y hubo conferencia entre los dos y le preguntó Bethencourt a que parte quería dirigirse y Gadiñer contestó que iba buscando fortuna. Bethencourt le invitó a venir en su compañía contándole su proyectado viaje a las islas y la empresa que estaba hecha por dicho Bethencourt. Hubo palabras entre los dos que seria demasiado largo referir. Así pues salió Bethencourt y Gadifer con toda su tripulación de La Rochela el 1° de Mayo de 1402 para venir a Canarias". Obsérvese, que el manipulador del texto Bethencourt V, no concede ningún protagonismo en la empresa a Gadifer de La Salle a diferencia de los clásicos historiadores que le elevan a niveles próximos a Bethencourt constituyendo, ya de por sí, una primera valoración de esta crónica a tenor de los relatos tan subjetivos como contradictorios que contiene o a las no bien explicadas ausencias de Bethencourt de las Islas Canarias o por la negligencia de éste, de no socorrer a sus compañeros en penuria... y cuyos detalles observaremos más adelante. Algunas notas de la versión Gadifer.- Unas simples pinceladas de la Crónica Gadifer en comparación con la de Bethencourt V, nos da una ligera idea de las discrepancias existentes entre ambas. Gadifer dice que ambos conquistadores deliberaron en plan de igualdad sobre el proyecto de conquista con similares obligaciones y derechos. A este respecto, podemos citar dos bulas del Papa Benedicto XIII fechadas en 1403 al igual que una carta de Enrique III de Castilla referidas a Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle en términos tan elogiosos como de similar categoría tomándose favorables a Bethencourt a partir precisamente de 1403, en que, su protagonismo es absoluto. Otra queja de Gadifer, se debe, no solo al abandono de Behten-court sin socorrerles durante dos años sino que sus acusaciones se 49 extienden a un supuesto incumplimiento de contrato y apropiación indebida al destinar Bethencourt el importe disponible para mantenimientos ( 20.000 maravedies del Rey y 500 importe de la venta de una lancha de la barca de Gadifer) se gastó, en el viaje de la S* de Bethencourt a Francia. Al propio tiempo, Gadifíer recibía la noticia de las muchas prebendas que Enrique III había otorgado a Bethencourt previo homenaje de las Islas y total olvido de Gadifer. Conocidos tales datos, por la Crónica de Gadifer en 1890, exacerbó la postura de los escritores a fiívor de Gadifer. No obstante, cabe preguntarse ¿ cuál es el fiel de la balanza y donde está la razón? Acusadas diferencias entre la conquista franco- normanda de las islas menores o de señorío, de las mayores o realengas por los Reyes Católicos.- De principio, merece aludir al comportamiento anárquico y sinuoso de los conquistadores franceses. Tomaron puerto en La Graciosa y mediante un tratado amistoso con los naturales lanzaro-teños, construyen un castillo o fortaleza en Rubicón al sur de la isla y frente a las de Fuerteventura y de Lobos. Después, darían un buen concierto de traiciones y abusos. Al íín, entrarían los nativos a formar parte del juego y un pretendiente al trono traicionaría a su Rey Guadarfía para morir poco después ajusticiado por él. Y como remate, Jean de Bethencourt en El Hierro, protagonizaría el acto más arbitrario de la conquista esclavizando a los nativos bimbaches con su Rey Augerón a la cabeza, cuando, se entregaron a los conquistadores normandos, sin la menor resistencia^. Hay que pensar, que los cautivos fueron liberados en su mayor parte como tantas veces. De otra forma, no se comprendería que hubiese una sublevación, pocos años después, de los hombres en defensa de sus mujeres. Algunos historiadores enjuician estos hechos no con el rigor que merecen y por el contrario alborotan ostensiblemente las acciones de Pedro de Vera y Fernandez de Lugo, que condenables, han sido explicadas exageraúdamente sin mencionar las fuentes de investigación modernas ni a los Reyes Católicos con sus modélicas Instituciones que, con la Iglesia , se constituyen en baluarte defensivo de los aborígenes. Hechos controvertibles que nos siguen ( tesvelando la tríste realidad de las lúas Canarias de aquellos tiempos, nos los focilitan los conquistadores franceses en Lanzarote, como más tarde serían los ca^ llanos en Gran Canaria y Tenerife. Pasaron hambre cuando quedaron desligados de los suministros que les libaban de la Penin- 50 sula a pesar de que eran menos del medio centenar. Gadifer de La Salle, según él mismo cuenta, pensó eliminar a los hombres nativos quedándose con las mujeres y los niños para facilitar los aprovisionamientos. Similar situación, quizá, explique la conducta de los indígenas grancanaríos que ajusticiaron a los 13 frailes en la última decena del siglo XIV. Las naves castellanas al acecho de las islas.- Otra noticia, que no debe pasarse por alto, es la concurrencia, en aguas de Lanzarote, Graciosa y Lobos, de dos barcas castellanas ( La Tajamar y La More- 11a) al mando de los patronos Femando de Ordóñez y Francisco Calvo que protagonizarían insólitos episodios con el traidor francés Bertín de Bemeval que relataremos con amplitud más adelante. El objeto, de esta cita, es poder sondear las causas de que aquellas naves hubiesen efectuado tan larga como arriesgada travesía en aquel tiempo. Pronto sabremos, por los conquistadores franceses, que los tripulantes de una de esas dos barcas, intentaban aprisionar a los isleños y que los de la otra, que resultó ser la de Francisco Calvo, se negaron a secundar los planes de Bertin de Bemeval que a su vez urdía un tenebroso designio con el mismo fín. De modo que, si la información es correcta, hay que pensar en los viajes regulares de las naves castellanas a las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Sus objetivos serían la orchilla, sangre de drago, pieles de lobos, marinos, o de las reses menores y comerciarían normalmente con los aborígenes de ambas islas. Los nombres castellanos de pueblos y términos a la llegada de los franceses como Gran Aldea y Arrecife en Lanzarote y Valtanyal y Río de la Palma en Fuerteventura de los que habla el Doctor Cioranescu, son muy signiñcativos. Otros patronos de barcos podrían tener, en las islas, los refugios para sus naves o el estacionamiento circunstancial en sus vityes a la costa africana y también, la reprobable de la esclavización de isleños. Acciones, que no debieron ser continuas; sino, alternativas desde mucho tiempo, antes. Lanceloto Malosello inaugura la vía pacifica y comercial sobre el 1312 á 1332. En la época de esta primera conquista, podría pensarse en una fase depredadora a juzgar por el temor que invadía, a los nativos, la sola presencia de las barcas. Y tanto en Lanzarote como Fuerteventura y El Hierro, tardaron días los conquistadores francnes en hallar indígenas. Pc^ blemente por su máxima exposición al ser bs menos accidentadas ( Lanzarote y Fuerteventura) o de las más pequeñas ( El Hierro). En las otras islas, harían frente a los asaltantes con éxito, como en Gran Canaria en tantas ocasiones y no osaron probar fortuna en Tenerife. 51 No obstante, la dificultad de la captura de indígenas nos da idea el hecho át que los conquistadores franceses tras tocar en Gran Canaria, La Gomera, La Palma y El Hierro, donde permanecieron larga temporada solo pudieron aprehender, siete mujeres, un hombre y un niño. Otro dato, ya conocido que destacan los cronistas franceses, es que las dos islas tan próximas como Lanzarote y Fuerteventura no tenían, entre sí, ningún sistema de comunic2K; ión y hablaban distintos idiomas. Por último, mencionemos la pared aborigen de Fuerteventura como agno indicativo de que, entre los isleños aborígenes, había violencias y defensas protectoras contra la agresión de los habitantes de un reino contra los de otro de la isla. Y damos por terminado el preámbulo para adentramos en la primera conquista de las islas. Como los sucesos que se relatan de la conquista de Lanzarote parecen responder a la ruda intervención de los franceses, merece por ello considerar el estado de la situación de la nación vecina, la influencia que pudo tener. Visión retrospectiva y esquemática del reino francés ai iniciarse la conquista de las islas menores.- En Francia, imperaba la anarquía y los partidarios de las poderosas casas de Borgofia y Orleans, peleaban, entre sí, para imponer sus respectivos criterios en cuestiones de tipo social, religioso o político. La Casa de Borgoña, se apoyaba en las ciudades del Norte y en el elemento popular. Deseaba la paz con Inglaterra y la supremacía de los Concilios sobre el Papado. La Casa de Orleans, era & vorecida ÍKx la nableí » y su poder radicaba en el Sur. El choque, entre ambas formaciones, daría temporalmente la supremacía a uno de los contendientes para empezar la lucha poco dñpués. Este estado de cosas, dio origen a desórdenes y violencias en todo el país y a levantamientos radicales que implantaron su dominio en París y un terrorismo salvi^ e contra la Corte y la nobleza, que provocó la reacción de ambas casas y el castigo implacable de los insurgentes así conK> el descrédito de la Casa de Borgofia. Dos años más tarde, en 1415, Inglaterra invade tierras ( te la desembocadura del Sena y se apodera de Harfleur inaugurando otra nueva etapa de la guerra de los cien años que da fin en 1461. La victoria de los arqueros ingleses, frvnte a la caballería francesa en Azicourt y la continuada guerra intestina entre los Boffofies y 52 los de Orleans, propiciaron, el descontrol de los gastos cortesanos y la anarquía, que conmueve a los habitantes, origina su desmoralización y retroceso ante el avance de los británicos reforzados por los borgoñones asi como el asedio a la importante ciudad de Orleans. La salida en escena de la heroína Juana de Arco galvanizó al Ejército galo que tras larga lucha conseguiría la victoria. Los protagonistas de las primera conquista ( Lanzarote, Fuerte-ventura y El Hierro).- Jean de Bethencourt, pertenecía a la femilia que fundara su homónimo Jean de Bethencourt I entre los años 1270 á 1280, que, de escudero pasa a caballero tras prestar múltiples servicios al Rey de Francia durante su larga vida de campaña. Recibe sueldos y distinciones del Rey y al fín, se casa con la S* feudal de Grainville- Teinturríere, Feudo, que llegaría a manos de otro de sus descendientes, al poderoso Robín de Braquemont, Mariscal de Francia y de gran influencia en las cortes de Castilla y de Francia. Era primo del conquistador Juan de Bethencourt que poseía en el citado distrito la segunda de sus propiedades. Jean de Bethencourt, era el mayor de dos hermanos y estaba casado con la bella Madame Fayel más joven, que al regreso de Canarias le depanuía terribles celos enemistándose con Morellet, su hermano y quizá por tales contrariedades la muerte prematura de la dama. No tuvieron hijos y ninguno de los herederos disfrutaría de los bienes materiales por tener la hacienda hipotecada y el Señorío de Canarias enhenado. Gadifer de In Salle, gascón de nacimiento, era soltero. Las crónicas hablan del bastardo de Gadifer, llamado Aníbal que le acompañó a Canarias. Gadifer, era el personaje característico del siglo XV. De espíritu inquieto, duro y batallador, conocía el oficio de las armas. El Duque de Orlenas le donó en 1400 el collar de oro de la orden del Camail como reconocimiento a los servicios prestados. Collar, que sorpendentemente Itevaria Gadifer a Canarias y perdería según los cronistas, en circunstancias un tanto extrañas. No señalaremos ninguna otra cualidad o demérito de ambas figuras para que el lector pueda deducirías por sí mismo del relato de los hechos e insistiremos sobre el tema al finalizar el capítulo. No obstante, puede asegurarse, sin equívocos, que tanto uno como otro, abandonaron, las comodidades del hogar, para lanzarse a la aventure incierta de la conquista de Canarias. Preparativos para la conquista.- En Abril de 1402, Juan de Bethencourt halla a Gadifer de La Salle en el Puerto de La Rochella y 53 estudian el proyectado viaje a Canarias que presenta Bethencourt y de común acuerdo, asumen la responsabilidad compartida de la conquista de Canarias. Se desconoce, el grado de participación, de cada uno, en la empresa; pero debe ser semejante a juzgar por las posteriores reclamaciones de Gadifer y porque en los primeros documentos oficiales referidos a la conquista, del Papa o del Rey de Castilla, fíguran ambos como Jefes de la expedición aunque Gadifer detrás de Bethencourt. Consiguen equipar una nave, precisamente de Gadifer, con acreditados pilotos, 2 SO voluntarios y marineros normandos o gascones como los jefes, causa, de las primeras discordias entre ellos. También forman parte de la dotación, los clérigos Jean Le Verríer presbiteriano y Pedro Bountier franciscano en calidad de misioneros y cronistas. Alfonso e Isabel naturales de Lanzarote que cautivos en épocas anteriores, serían intérpretes de los conquistadores. Se inicia la singladura.- El 1<* de Mayo de 1402 sale la embarcación del Puerto de la Rochela provista de los suficientes suministros y equipos. El fuerte viento desvia la nave hacia las costas españolas del Cantábrico y se ven obligados a entrar en el puerto de Vivero donde permanecen ocho días y con la calma, florecen las querellas entre normandos y gascones que estuvieron a punto de terminar con la expedición y que a duras penas consiguieron contener Bethencourt y Gadifer. Se cuenta, que éste, pudo perder su vida por un dardo lanzado desde cubierta, que se clavó en la pared entre él y su hijo bastardo Aníbal; aunque otras versiones sitúan el episodio en el puerto de Cádiz, días antes de iniciar la travesía directa a Canarias » '. En La Coruña, diferencias con los ingeses.- La Coruña, es la segunda escala y con nuevas aventuras que contar en el puerto, se desmantelaba un barco apresado y bajo el control de la flota inglesa mandada por el conde escoces Sr. Hely que tenía por auxiliar a Ras-se de Rentry. Jean de Bethencourt previa autorización del conde, entra en la nave y manda llevar a su embarcación un bote y un ancla. Poco despu^, el Sr. Rasse de Rentry, reclama los efectos y su inmediata devolución al barco de procedencia. Discuten sin llegar a ningún acuerdo alegando Bethencourt que solicitó del conde autorización para tomar alguna cosa necesaria y el conde se lo concedió. Insisten en sus razonamientos y se cruzan duras palabras y al despedirse, el Sr. Rentry dice mandará a por los efectos. Bethencourt ordena, una vez preparada la nave, levar anclas y zarpar al exterior del 54 puerto. Los ingleses, sintiéndose defraudados les i> ersiguen en una galeota que arman y a pesar de darles alcance regresan sin conseguir sus propósitos*^. Deserciones en el Puerto de Cádiz Juan de Bethencourt es apresado.- En el puerto de Cádiz, amarran durante excesivo tiempo con graves consecuencias para la expedición. Bethencourt, b^ ó a tierra y en el Puerto de Santa Maria, es detenido por denuncia presentada por mercaderes genoveses e ingleses vecinos de Sevilla « de ser el autor de piraterías y de haber abordado y saqueado tres naves » . También sería acusado, por el Gobierno inglés de haberlo hecho con otro barco de amplio toneliye. El Gobierno francés respondió a ese último cargo, que el Sr. de Bethencourt estaba en Canarias; olvidándose el episodio cuando reanudaron ambas naciones la guerra de los cien años. Esta larga espera en los puertos de Sevilla y Cádiz, se tradujo en deserciones masivas hasta quedar reducido el voluntariado a 63 hombres de los 280 que eran". El texto B habla de 53 hombres los que partieron de Cádiz hacia Canarias de los 80 que salieron de la Rochela. Salen de Cádiz y llegan a Canarias.- Las contrariedades no harán mella en los conquistadores y después de haberse sobreseído el pleito salen de Cádiz rumbo a Canarias. Tres días de calma y S de vientos favorables, avistan la isla de Alegranza seguida de! Islote M* Clara y fondean en La Graciosa que reunía óptimas condiciones de seguridad para las naves de la época, por las tranquilas aguas del canal El Río. Los conquistadores, intentan penetrar en Lanzarote por el abrupto Macizo de Famara y tras múltiples diñcultades, consiguen efectuar un corto reconocimiento, sin encontrar naturales isleños, regresan a la barcaza. Los conquistadores, intensifican los reconocimientos de Lanza-rote y hallan a sus nativos.- Los conquistadores vuelven a Lanzarote al siguiente día y profundizan en su interior con el fin de descubrir a sus habitantes que temerosos por los malos recuerdos de entradas de europeos, se esconden en las alturas. Por fín, un grupo de indigeMS se aproxima y por la intervención de los intérpretes, Alfonso e Isabel se consigue una entrevista con su Rey en cierto pan^ e donde le visitarían. 55 Primer trato de paz entre los aborigénes lanzaroteños y los Jefes coruiuistadores.- De resultas de las conversaciones acordadas, suise el primer tratado de paz al que seguirían otros de similar significado. A los islefios, les interesaba protección contra los actos de piratería. A los conquistadores, manos libres para adelantar la conquista o al menos para la construcción de bases para futuras operaciones. En principio, todo marcba bien tras el tratado. Confraternizan islefios oort conquistadores y tanto en ésta, como en todas las demás islas, la penetración suave es aceptada con agrado que se toma violenta cuando los conquistadores precipitan los acontecimientos o cometen algún desliz o traición. No olvidemos que el propósito principal de la conquista, era la evangelización de los nativos para cuyo fin, no solo contribuirían las dignidades eclesiásticas y religiosas sino el pueblo llano mediante sus dádivas o indulgencias que llegaban a los conquistadores por mediación de la Iglesia o de la Corona. Precisamente la Corona de Aragón, lyena a la conquista, se relacionó con Juan de Bethiencourt por este motivo y más tarde, Castilla León prestaría fuertes sumas para la conquista de Gran Canaria. Destaquemos, una vez más, que la escasez de alimentos y otros medios de subsistencia, será la remora mayor de la conquista desde su iniciación en Lanzarote hasta su fin en Tenerife. El hambre se iba a interponer entre los conquistadores e isleños, como el más poderoso enemigo de la concordia. El fondo real de pobreza en las Islas y la fiüta de medios y recursos entre los conquistadores, exacerbaron los ánimos y ñieron fuente de discordias como observaremos por los relatos de la conquista. La Torre de Rubicán.- De resultas del tratado de paz, los franceses comenzaron la construcción de una torre en la zona de Rubi-cón al sur de la isla con la capacidad suficiente, para albergar a los expedidoiuurios. El sitio elegido está en el declive de los viejos montes de Los Ajaches y frente a la costa de Fuerteventura y de la Isla de Lobos. La torre disponía de un pozo en las proximidades con agua abundante, condición imprescindible, para esta clase de edificaciones destinada » para albergar destacamentos de combatientes y persona en general. La construyeron, en pocos días, ( te piedra y barro. Los ind^ enas, observaron con expectación a los conquistadores, aywtfadcto en la erecci^ de la torre y en excavar el pozo sin que se alteran la buena armonía entre ambú comunidades. Los franceses asaltan Fuerteventura y retroceden.- Ante el ses- 56 go satisfactono de la campaña, Bethencourt y Gadifer prosiguen la conquista: Dejan una pequeña guarnición en la torre de Rubicón bajo el mando de Bertin de Bemeval y descienden a la Playa Mujeres o de las Coloradas donde en las chalupas, irían a la barcaza y en ésta, saltan a Fuerteventura desembarcando posiblemente en Los Corralejos, al atardecer, para que su presencia no fuese advertida por los naturales. Haremos un inciso desligándonos de la tutela de « Le Canaríen » para atender a Abreu Galindo que cuenta los primeros episodios en Fuerteventura con distintos derroteros y similar síntesis, cual es: Que los conquistadores franceses se consideraron acomplejados ante un objetivo que no podían digerir como era la conquista de Fuerte-ventura y regresaron a Lanzarote. Abreu Galindo: Mejor armados los indígenas, en mayor número; más fornidos y con resolución, pronto se aprestaron a la lucha. « Viendo los franceses la mucha gente que a la defensa acudía y los pocos que ellos eran y la grandeza de cuerpos, tomáronse a recoger, los navios y dando vuelta volvieron a Lanzarote » *^ La versión de los cronistas galos: Llegaron a Fuerteventura de noche y Gadifer, Lenedan y otros, marcharon tierra adentro « tanto como pudieron, hasta llegar a un montaña en la que había una fuente ( se cree que es la de Tao) de agua viva y corriente » . Sin que lograran dar vista a los naturales del país. Ocho días más, permanecieron en Fuerteventura con igual resultado negativo y por feltarles el pan tuvieron que regresar al puerto de Lobos. Allí, en reunión de capitanes, acordaron, proseguir los reconocimientos hasta el Vado de La Palma, donde, acamparían, sin retroceder hasta someter al país y convertir a los naturales a la religión. La nave, les seguiría por la costa para el abastecimiento de víveres. Plan, que no pudo desarrollarse, según la Crónica, por la resistencia de los maríneros que se negaron a secundar tales propósitos y como tratado de compromiso accedieron a llevar a Lanzarote a Gadifer y su bastardo Aníbal y en el bote a los restantes expedicionaríos*^. Identificación de los objetivos indicados- El Puerto de Lobos podría estar en la isla de Lobos o más bien, en la de Fuerteventura y un poco más al sureste de Corralejo. La montaña con su fuente podría ser la de Tao. Llama la atención a los investigadores - Cioranescu, Serra Rafol » - que los cronistas señalen el Vado de Las Palmas sin que los franceses hubieran llegado a sus dominios o terrí-toríos. Tales investigadores y particularmente Cioranescu, en este caso, lo interpreta por la influencia de los maríneros castellanos co- 57 nocedores de las islas orientales por las frecuentes visitas que hacian, designaron con nombres especifícos castellanos accidentes que perduraron como Valtarajal y Vado del Rio o Rio Palma en Fuerteven-tura y Gran Aldea y Arrecife en Lanzarote y aleccionaron a los franceses antes de los reconocimientos que estos iban a efectuar. Otras observaciones.- Parece lógico, pensar, que los marineros tuviercMi una causa de fuerza mayor para tomar tan drástica medida ¿ Sería la resistencia de los isleños referida por Abreu Galindo? Bethencourt abartdona Canarias para interesarse del Rey castellano Enrique III refuerzos y nuevos recursos.- En Lanzarote, Jean de Bethencourt comprende que no tiene los medios para empresa tan vasta y decide, de acuerdo con Gadifer y los otros gentiles hombres, presentarse en Castilla para solicitar ayuda y llevar a los nuui-neros descontentos. Ordena que dejen en tierra las provisiones que no fuesen imprescindibles para la travesía. Mandato que no se cumplimentó a satis& cción áe los que se quedaron en las islas. Me permito advertir, al lector, que a partir de ahora la Crónica francesa, incluso, la versión manipulada, nos muestra a un Bethencourt con el rumbo desviado con respecto a Gadifer que nada bueno hacía presagiar. Oigamos: Bethencourt, antes de embarcar hacia la Península, da instrucciones reservadas al Capellán Le Verrier y al hidalgo Jean Le Cour-tois y sale para Castilla. ¿ Qué instrucciones reservadas podría cursar a terceras personas que no pudiera saber su socio Gadifer de La Salle? Por otra parte, Jean de Bethencourt dejó la iniciativa de las operaciones a Gadifer de La Salle limitándose ¿ 1, según el relato de los hechos, a simple espectador. Además, Bethencourt emprende el viaje a Castilla para traer inmecbatos socorros que necesitaban para pFMKguir la conquista. Y Bethencourt, lleva, instrucciones o autorización de Gadifer para que vendiese su barca, y el importe, emplearlo en víveres. Tampoco se cumplimentaría lo deseado, como veremos. Violentos sucesos en Lanzarote que envuelven a los corujuista-dores y a los naturales del país.- Ah< » m menos de! medio centenar de financeses, coa Gadifer al frente de la expedición y el comandante de la torre, Bertin de BenuM se verían enviwltos en dramáticos incidentes qtw salpicaron a los tbox^ geoe » hasta desembocar en conato de guerra civil y la declarada entre las dos comunidades que hasta entonces hiAiian mantenido relaciones anústosas. 58 Recordemos la sedición de Vivero y las múltiples deserciones en Cádiz. Coinciden con temporadas de reposo tan temibles para todas las agrupaciones en campaña o bajo régimen especial ( exploradores, marinos, astronautas, alpinistas, etc.). Y en Lanzarote, estaban en tales circunstancias. El primer acto se inicia cuando Gadifer de La Salle, Ramón de Lenedan y otros, se trasladan en una lancha a la isla Lobos para cazar lobos marinos cuyas pieles necesitaban para hacer zapatos. Entonces, se despierta la codicia del Comandante de la Torre de Rubicón, Bertin de Bemeval, hombre polémico según unos y digno de toda confianza para los dos jefes conquistadores. Bertin de Bemeval en representación de un grupo de franceses, propone al Capitán español Francisco Calvo, de la nave Morella ( anclada cerca de la isla Lobos) apresar a 40 nativos « los mejores de la isla de Lanzarote para venderlos por esclavos » . Francisco Calvo no solo se negó a secundar la propuesta del francés, sino, que, trató de persuadirle para que abandonase tales propósitos; « traicionando a sus compañeros y cooperando, según él, al despoblamiento de la isla que estaba bajo su protección » '^ El francés, persiste en sus designios y logra convencer a otro Capitán español. Femando Ordóñez, que con la embarcación Tajamar habia llegado al fondeadero refugio de La Graciosa. Esto, sucedía el 14 de Octubre de 1402. Más bien el 14 de Noviembre de 1402 » *. Se consuma la traición de Berneval.- El pretexto, lo focilitan dos nativos que piden protección a los franceses por la actitud de los marineros españoles que habían intentado apresarles. Bertin de Berneval, se brindó protegerles y les cita en el poblado la Gran Aldea. En éste, tras agasajar a los 24 que habían acudido con su Rey Gua-darfía, prenden a 22 y les conducen a la barca Tajamar. Un nativo logró fugarse y el Rey rompió sus ligaduras, escabulléndose también. Según la versión G., Alfonso, el interprete, logró evadirse pero no su mujer Isabel*''. Gadifer de La Salle y los otros conquistadores atrapados en la Isla de Lobos.- Gadifer y los otros compañeros que estaban en la isla de Lo4x> s y habían terminado sus provisiones, mandaron a Ra-monet de Lenedan en la lancha a por víveres a la torre de Rubicón. La distancia, es corta, perfectamente visible y pronto, Lenedan llegaría a las costas lanzaroteñas pero en Rubicón, algunos conjurados le salieron al paso apoderándose de la lancha para, en ella, unirse a Bemeval y restantes traidores y cautivos que se hallaban en La Tajamar anclada en La Graciosa. 59 Lenedan, intenta recuperar la chalupa y el bastardo de Blesy fué hacia él eq> ada en nuuio « llegando a pique de matarlo » y tras amenazar de muerte a quien pretendiese apoderarte de la chalupa, tampoco atiende los requerimientos de los partidarios de Gadifar que se hallaban en el Castillo para que abasteciesen a los de la isla de Lobos porque estaban sin víveres y morirían de hambre de no socorrerles. Los sublevados, replicaron. « Nos exponemos a quedamos aqui » y con la iMuca aprehendida pusieron rumbo hacia La Gnuñosa donde se hallaban los sediciosos. Y podría ser, que los capellanes salieran de Rubicón en la barca de Francisco Calvo a su paso de la isla de Lobos, hacia La Graciosa o Canal del Rio.**. Los sublevados saquean el castillo y violentan a las mujeres francesas.- Al siguiente día, aparece en Rubicón Bertin de Bemeval y 30 entre sus compañeros y marineros españoles de la nave Tajamar a quienes ordena se apoderen de los víveres y de todo cuanto de valioso hubiere; amenazando con ahorcar a quien opusiera resistencia. Acto seguido, empieza la orgía que culmina, con la entrega, que Bertin de Bemeval hace, de las mujeres firancesas a los marineros españoles que las llevan por la fuerza a la playa donde las violentaron. Por la mañana, Bemeval y los suyos, cargan las dos lanchas ( la de Gadifer y la de la nave Ti^ amar) con sacos de harina, galletas, carne salada, una tina de vino, cofres ( dos de Gadifer) y otros equipos personales así como ballestas y accesorios repuestos para su uso; si bien, dejan algunas ballestas que unidas con las que tenían en la isla de Lobos, les permitieron defenderse de los « canarios » **. Identificación del Castillo o Torre de Rubicón y de la Iglesia primitiva de San Marcial- El Doctor Serra Refols identifica s o ^ el terreno los emplazamientos del Castillo y de la Iglesia primitiva át San Marcial sirviéndose como base el testimonio de Nicolás Hernández de 1602 y otros documentos del archivo de Yaiza. Halla los cimientos en un suelo donde, habían desaparecido los vestigios de edificaciones. Serra Rafols, explora, el Barranco de las Mujeres can resultado negativo y a continuación, el Barranco de los Pozos de San Marcial o del Agua, que coincidían plenamente c< » el descrito por Nicolás Hernández. La T< MTe de Rubicón, estuvo situada en el extremo del lomo más vecino al mar y la Ermita de San Marcial del otro lado del Barranco de los Pozos o del Agua, en las proximidades de Punta P^ M-gayo, como podemos observar en el croquis a4iunto. 60 La existencia de otra torre posterior -^ a del Águila o de las Coloradas- así como la Iglesia o Ermita de San Marcial en Femés, confundía a los interesados o estudiosos del pasado. Quedan bien definidos por la distancia que existe entre la actual Ermita o Iglesia de San Marcial de Fem^ con la primitiva, más de siete kms. y no menos de 350 mts. de desnivel. En cuanto a la Torre del Águila o plataforma artillera, no se construyó - según el mismo investigador- sobre el emplazamiento de la antigua torre como se creía, sino sobre un acantilado inaccesible que domina el mar y cuya playa mis cercana - Las Coloradas- está a más de un km. de distancia. Esta Torre del Águila o plataforma artillera, fué edificada en el silgo XVIII en 1741. Muy pronto, en 1749 recibiría con los argelinos su bautismo de niego. La Iglesia primitiva de San Marcial ñie destruida por los ingleses en 1S93 y se llevaron la madera. En 1631 ñie abandonada y el culto se impartió en la de Femés » » . Es posible que la desaparición de las antiguas edificaciones y de los materiales, hasta dejar raso el suelo, se deba, al temor de los isleños por las acciones piráticas para no dejar referencia de la ubicación de los pozos tan importantes para la aguada así como la escasez de pobladores por aquellos contomos y para aprovechamiento de los materiales. Situación desesperada de Gadifer y los suyos y su sahamento.- Gadifer, estaba sin socorros y a punto de perecer con sus compañeros en las resecas tierras de la isla de Lobos. El castillo de Rubicón, saqueado y sin víveres y los isleños ansiosos de venganza por la traición. En estas circunstancias y según Cuenta « Le Canaríen » , los dos capellanes horrorizados por lo sucedido y temerosos por la suerte de Gadifer y sus compañeros, salen del castillo con dos escuderos pare pedir socorro al Capitán Calvo que a la sazón estaba en La Graciosa con la Morella. El Capitán, sensible a los ruegos y en evitación de la inevitable tragedia, manda al marinero Jiménez con un bote y con tres hombres más, del castillo de Rubicón que con los víveres que pudieron conseguir llegaron a la isla Lobos para regresar todos a Rubicón. El lector, podrá observar, lo dificultoso por no decir inverosímil que para los capellanes sería atravesar Lanzarote de sureste al noroeste o sea desde el Castillo de Rubicón hasta el Canal El Río donde estaba la barca Morella del Capitán Calvo para pedir SOC( MTO, máxime, cuando el recorrido tenían que hacerlo por tierra, ( por no díqwner de barca) y con el grado de tensión existente entre los isle- 61 ños. Por ello, cabe pensar, que el Capitán Calvo se enteró de los sucesos y de la situación de Gadifer, por los ocupantes de la Tajamar ( franceses, marineros españoles o nativos) nada diñcultoso y rápidamente mandó las asistencias indicadas. Es comprensible, por otra parte, que si Gadifer redactó la versión primitiva de Le Canaríen, sería natural el desliz. La Tajamar leva anclas y Bertin abandona a 12 de los rebeldes.- A Punto de zarpar la nave Tajamar del Capitán Ordóñez, Berlín de Bemeval cometería otra vileza, en esta ocasión, el blanco de sus iras serían 12 de los sediciosos a los que obligó a descender de la barcaza; pues no quería que le acompañasen para ejercer mejor su defensa ante Bethencourt. De nada sirvieron sus súplicas ni tampoco las de los capellanes interesados por los indígenas y por la precaria situación en que les dejaban en Lanzarote. Solo devolverían a Isabel, ( mujer de Alfonso, el intérprete) a quien arrojaron por la borda al agua y hubiese perecido a no ser que los capellanes y escuderos la recogieron con la prontitud requerída incorporándola al bote que tripulaban. Empezaría la trágica odisea para aquellos doce infelices cuyas esperanzas en tan corto tiempo habían sido frustradas. En principio, tantean la posibilidad de acogerse a la justicia de Gadifer por la mediación del Capellán Le Verrier y del disciplinado Guillermo de Alemania; pero recelosos de la contestación y considerando la gravedad del caso decidieron tomar una chalupa para trasladarse a Berbería y en el intento perecieron diez de los doce tripulantes y los < Mros dos, fueron recogidos con vida y sometidos a esclavitud en África » '. Primeras actividades de Jean de Bethecourt en Castilla.- Tan pronto como llegaron a Cádiz, Bethencourt se hizo cargo de la embarcación y mandó prender a los más destacados marineros que en Fuerteventura se negaron a secundar los planes de Gadifer de reconocer la isla y ofrecieron resistencia a su regreso a Lanzarote. Rechaza la oferta de compra de la barca por 1.500 doblas y dos baiqui-chuelas y ordena que la deslacen a Sevilla, donde él, tiene intención de visitar al Rey. En la desembocadura del Guadalquivir y al pasar la barra por San Lucar de Barrameda, naufraga y solo pueden recuperar una chalupa y otras cosas por valor de SOO doblas « que nunca recibió su dueño Gadifer de La Salle » , dice Le Canarien**. Recordemos que la barca era propiedad de Gadifer y la equiparon en el puerto de la Rochela para la conquista de Canarias. 62 Significar, como aclaración, que el paso de la barra del Guadalquivir debe hacerse en determinadas circunstancias que, en este caso, no se cumplieron. La pleamar o la cooperación de un práctico era imprescindible. En Sevilla, Bethencourt recibe la visita de Francisco Calvo de la nave Morella quien, le informa de los dramáticos acontecimientos de Canarias y se ofrece para llevar los socorros necesarios a Gadifíer. Bethencourt ( según la verdón B) le contestó que lo haría tan pronto como le recibiese el Rey que se hallaba en Sevilla*^ La Barca Tajamar con el traidor Bertin y los esclavizados ¡ legan a Cádiz.- También, llegaría el cometa de Gadifer, Courtille que de inmediato denuncia a los sediciosos que ingresan en las cárceles del Rey y escríbe una carta a Juan de Bethencourt. Este no tomaría providencia alguna por estar pendiente de visitar al Rey. Mientras tanto, el maestre de la Tajamar Francisco Ordóñez consigue la excarcelación de los conjurados y toma el rumbo del Reino de Aragón en malas relaciones con el de Castilla, vendieron fácilmente a los prisioneros**. Juan de Bethencourt rinde pleito homenaje a Enrique III de Castilla.- Enrique IH de Castilla recibe a Jean de Bethencourt quien solicita autorización del Monarca para reducir a la fe de Cristo las islas de Canaria, por ser el rey cristiano más próximo, « he venido - sigue diciendo Bethencourt- a requerir vuestra gracia y a suplicaros, que, recibáis el justo homenaje de aquellas » '^ El Rey le recibió muy complacido y aceptó el homenaje prestado concediendo a Jean de Bethencourt el señorío de las Islas Canarias, 20.000 maravedies para socorros de los que quedaron en las islas y el quinto de todas las mercaderías y frutos que entrasen en la Península procedentes de Canarias, le facilita, asi mismo, una nave y 80 hombres de confianza, 4 toneles de vino; 17 sacos de harina y otros efectos » *. Los fondos que Enrique III corwede a Jean de Bethencourt son destinados para otros menesteres.- Tanto, la versión Bethencourt como la de Gadifer coinciden, en afirmar, que los 20.000 maravedies donados por Enrique III fueron percibidos por Enguerrand de la Boissiers amigo de Bethencourt y por mandato de éste. Las discrepancias, sui^ en, por el destino dado a los fondos, que según Gadifer, Enguerand de la Boissiers se fué con niadame de EÜct-bencourt con la cantidad, para que, en su vitúe a Francia fuera con 63 el decoro debido y se quedó con los SOO maravedíes de los efectos enajenados'^. Agrega, la referida crónica, que Enguerrand también se apropió del collar de oro de Gadifer, que éste, había regalado a Francisco Calvo por salvarle la vida. Noticia, poco creíble si recordamos que Gadifer y F° Calvo, no llegaron a verse tras el salvamento y para entonces, ya habia sido asaltado el Castillo de Rubicón y quizá el collar se perdiera en los cofres en el naufragio de la barca de Gadifer si es que efectivamente lo había llevado a Canarias. La versión B de Le Canaríen asegura que en los cofres de Gadifer había alhajas de valor* » . Los acontecimientos citados ocasionan más tensiones de consecuencias trágicas en Lanzarote y confusionismo entre los historiadores del pasado.- No entraremos en detalles del contenido de ambas versiones para no alargar en exceso el libro y expondremos el relato de lo que parece más acorde con lo expuesto por las distintas versiones de Le Canaríen:
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Calificación | |
Título y subtítulo | La conquista de Canarias |
Autor principal | Pérez Ortega, Julio |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Santa Cruz Tenerife |
Editorial | Yurena |
Fecha | 1986 |
Páginas | 234 p. |
Materias |
Canarias Historia Siglo 15 |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 5789414 Bytes |
Texto | LA CONQUISTA DE CANARIAS JULIO PÉREZ ORTEGA PfmorB Mi JMte Nrac Vlv. nmtM iit ruMo. 00 8inl> Cm d( Tanvllt S. 0rtM6M, 1S iOraid » T « wi1lt Bw, im « m LA CONQUISTA DE CANARIAS JULIO PÉREZ ORTEGA ÍNDICE Prólogo 5 Introducct6n 9 I LM gnndet tiniladuru de la antigüedad. El Períplo de ibnnon IS II El nlencioK abate sobre las Islas Canarias. Las leyendas y las supercherías 23 in Los progreñvos avances de la náutica en el ngjo XUI tbn el camino a las exploradoMs áe las Idas Canarias 31 IV La Conquista de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro 43 V QlaiBocaminodelaodoniíacitedeLaniarols, Fuerteventura, ElHiem> yLaO< » Mra 103 VI La Conquista de Oran Canaria. La Palma y Temrife 137 PaUúMW finales 209 ^^ endioe.- Asaltos berberiscos a Canarias, de piratas y escuadras europeas 211 PROLOGO JULIO PÉREZ ORTEGA imimpe de nuevo, con eite Msuodo libio, aobre la HistMÍa de CUUUÍM ( que no es un ligero relato y me-not, un superfidal tnttmiento de la conquisa del Archipiélafo); un pcoftindo, meditado y concienzudo tiabiúo de cada suoedklo hittóri- 00 y de cada pencnuiie qiw lo ha im^^ pnizado, y que mereció pw « u paite, un exhaustivo tmtamiento de investigacite histórica poco cmnún, y lo hace de acuerdo a unas normas y a un método de trabajo, que m él, son owisustanciales. lo que con^ re a erta cbn histórica oi mi realizacite, d vakMr de todo un quehacer roguioso, pormenorizado, que agota por cmnpleto, lleguido siempre, pero siemim, al fimdo de los hechos y hasta cada persmuve, dáadole en la obra, su meridiano vakv. Todo este tiib^ io, todo este esfíieno, pam el estudio y la recopilación, de las fuentes de consulta - archivos, documentos, libros puMioMlos, crónicas de viajes, locaUzaciones y observaciones sobre los lugares históricos en lasdifimntes idas. Tiene, el historiador Pérez Ortega en esta obra, un singular y completo tratamiento, con sus semblanzas y sus detallados perfiles hiMóricos de aquellos personiúc* que iniciaron, encauzanm, dirigien » y continuaron la conquista de las islas y MI posterior aiwxión a la Cmona de OutiUa, con el complementario estudio del ambiente de la época y de aquellos libares donde se desenvolvkron, y el análisis de las causas que les inM^- ron a hi conquista; lo que completa suficientemente la aplicación del entendimiento, que puede hacer el lector de esu compkiias per-sonaliáMles, sirviéndote estos omnpletos y rigurosos estudios, de base y de arranque y además como guto educativa, pedagógica y di- < ttctica, oonttituy « Mlo una diálhna mente para la h^^ rica inve^ a-aón. En la toctura de ésta otea que prepongamos, indepMKÜMite de su indudaMe e indiscutiWe vakMr cmno verdadero relato histórico; resalta, una fiícttidad de CM^ imsióa, amenictad en su contenido y < » su kcñira, Uegáadose inmeno en ella, hasta d ñau de cada tona, tfai que ^ parezca, ni la monotoafa ni d cauaiido,...; p « r todo lo que, su oratenido lugMiv, una lectan bakaeuie oomiHeiitible y apta para todoc los ¡ NÜblicot; un total akanoe de éste lfl » o hacia el lect< » medio; hacia el estudiante y el profesor, hada el curioso de nuestra historia; y hacia el estudioso investifador, que enoontruá en él, ccmcentnda, pormenmizada y billHogriBada, toda esta parcela de la « mquista de Canarias, que el autor iMcsenta, en éste su queha^ cer histór^, para uso de todo ese oon^ cáo mundo de k » lectmes. Esta obra, no' es sólo púa espedalistas, para historiadMes y para investigadores aunque, tiene todos losantredwntes de exactitud, fidelidad, r ^ y minuciosidad, culto a la voaddid en la inves-tVMáóB, y es un soio ertudio de eqMdalizadón; y por tanto no es este ISMO una vultvizadón de nuestra historia, pan salk'dd paso, aiMe d lector smdllo, pues posee contenido y su tnttamioito le resulta ameno, a la lectan de su texto, hasta el final y contiaie todos los dementes que le confiere la cateiorfa de dbn didáctíca. Notarás lecictf, que nada dedmoa en este prólofo, dd contenido de ede sefuado ttbfo de lústoria y meaos de como el historiador Pé> rez Otíitgk dssanolto m él, esta parte de la oooqnisla, qa » poco a poco, va drsinwMmdo en ra t » to y que desfibren aspados de la ooncpüsta de las alas que no se oonodaa, y que d autor no trda por d solo prurito de resultar origind Hiada mis kgos de la reaUdad-; son los resultados de un serio y persistenle trÉb^ io de búsqueda que halla d verdadaro sentido de la historia, que perfectamente analiza-da y terminada, Ueía hoy a tí, pan sorprenderte grdamante, d ktmafit, Itoote y v^ oroso, en su ooMsoido. JOKAYAIAZAMOIA INTRODUCOON Este libro estudia la conquista de las Islas Canarias y sus antecedentes lejanos y fnóximos que jalonan las grandes singladuras de la antigüedad, las exploradmies y los reccmocimientos progresivos a las islas hasta loe desembarcos permanentes en 1402, principio de la conquista. A su vez, nos pnqxMciona nuevos argumentos o afianza lo expuesto en mi libro « Canarias los aborigénes y los conqmstado-res » relativo al enigmátko poblamiento de las Islas Canaria. En su virtud, creemos, que el entorno idefto con sus corrientes marinas, alisios y distancia al continente africano, marcan, ya de pw si, unas limitaciones que pocos navegantes, dd pasado remoto, estaban en condiciones de superar. Y lo inverosímil que seria para los emigrantes africanos llegar a las islu en almadias o balsas en ^ naje » sin retomo como algunos autores preconizan. Si a esto unimos la di-vorudad étnka, lingUstica y cultural de los ¡ úxMr^ eaes canarios que indican una procedencia distinta en tiempos diversos de arribada al Archiinfiito, llegaremos a la conclusión que siriamente los nave-gantM atlántioos llámense tartesios o pescadores gaditanos y los fenicios, cartagineses y romanos « tetentadores del poder, en las nwas nét iMÓximas a Qinarias, tendrían los medios y poseerkm la técnica si^ kiente, para alcanzar 1M ÍSIM y poblarlas ccm hidntantes de distinto origen provistos de ^ iuar, animales domésticos y semillas, para su sustento y cultivos, que, a su vez, tmiriica nuevas dtficuluides y entre ellas disponer de un despliegue naval costero o al menos bases cercanas y un coiMicimiento minucioso del Ittoral ÉBricano freitte a Canarias y de las islas integrantes. Y tales bwreras sólo Mtidwn en condidmies de rebMar las escuadras marinas aludidas. TanqMCO t^ vidaremos un hecho tan singular omno revelador, que las U M Qunrias redescubkitas y otrionizadn siglos antn de nuestra En o « a tocao a su camino, se | ri « de ni recueido « i los si- ^ os m ó IV y hay que redescuMrlas casi 900 afkM deqniés, tiempo, que permaiMoen en la mib abscritttt inocHnmiicadón. lj* ca « tMdel « totCTcepcioMlidade^ iio » lki> m « miMlare> de- ' rroteroc Ea kM « ilof ahidkk » ( in 6IV) te deiploaift d Inqierío mano y te « acatan tobie la demaicaciÓB ooddental que ocnpaba, k » pv^ k » llanMKk » báibarot, que inq> lica un rqrftefue tenenü ha » da pcaidoBet ooBtinentakn con olvkk> de la poUtka nuuítinia y también d de la » blat. Y ratieie, que, « k » poUadom de Canarias hubieam tkio k » afitkanoc por s u proim » medkM, no K hubienuí íntemmqMdo lat oomunicadonei de tas Uas entie si ni éstas con el Continente. Obsérvese, que Canarias, desde fines dd si| k> Xm, fedui de su redescubrimiento, ftw imán de atiaodón para marineros y expedi-dontrios que bdlaron « 1 sus costas lefti^ os paca sus naves que no tenia d Utoial afiñcano, fieme a Canarias. Los cueros de tobos de mu y d de veses menores ad como hti matoias primas para la ob-teadón de ookmmtes. ( b orehilla, ki sangre de dñt » ). Krian objeto de un falte íesanm comwdode ñttereambw por kv materias ekdma-das. El caatiUo ooastrakk) « Lanzarote por d fenoivés ümcetoto MarosMilo ad k> hace pieveer. Ya Nra entrado d si| k> XIV, se oTfi-niían npeiUnoaes con mayores medios y con fines contrapuestos. Las anas, tnttmi de aprehender bimes o nativos pan venderios de escfaivos. En i< ttf*^** f. las de carácter espirituaL irff**^* de catequi-laries y sos misionerDS fiíeroo, mudu » veces, vfctfanas indirectas de la rsaccióB de los indiienas ooom aquéllos. Más adelante, k » estados toman conciencia de b impMtanda de kv Isk » Cniaiks como base pasa U penetración en Beiberfa y tos Royes CalMicos asiMnen b terminación de su conquista en 1477 en iMeita opedcióa a tos portogueess < pie andndonaban d miraao ob-ietíVD UKU eoi^ etar la tnitnmdn de los arrhiniflann » desde Las AaocBsJHHta ks Idas de Cabo Verde. Pwtmoa ensitou' a los cMUtftos de esas épocas, ftiesen dnrifs* asa, ootoaes ( peaiasnkHus o isMtos) por ka máltifries vicisitudes qae si^ NwM nditír sia dcaoMiyoc De prmciirio, luduBoa por ki po » sesióa de lai islas y ooa aaqfor iaqralso, á cabe, coatra tos extn^ ie-ros que ialieBtaroa ocaparias de aaevob Mieirtias taaio, saUnron d Coanieate para estaUeoer bases qae detnMfieroa coa dedsiéa y oo> aie, Y rortiiiranwi, sa ha Idas, los ita< iaca dt podcroshimai iwma ( faas con brUkmtaa y éidto. Y d W l r i M i i ^ ofiHdzafon ana « q) e-dJcJón s ilnrfrira muí rtf\| ó miatanria de su bmn hacer m aqudlas ios Tenias de ftasles o ea las estallas aiai^ bstadoass bdicas dd 10 batallas, Mioeiot o liedk » de lo* gnuidM | » otatoiiiftM que Bo tilden • er determinantee de una Ñtuadóa por muy tnigicoi o importantes que aparezcan y si exuninaiemos los antecisdentes que pueden a-pUcar el por qué de los ac( » tecimientos y que a pesar de las ense-fianzas o de la « gemplarídad que difunden, para su imitación o rechazo, no han úóo considerados por las generaciones sucesivas que cayenm una y otra vez en los mismos yerros. BiMnos « siemplos son la problemática agricola de medianiu o de secano y de la pesca de btijimí con similares incertidumbres y retrocesos desde hace 500 afios sin que se hayan tomado algunas de las medidas correctoras para aliviar el declive de tales riquezas evitando Ua tenñones, la desigualdad de trato y un excesivo abandono de pueblos y campos que sigue gravitando hasta el día de hoy. Primordial importancia, damos a las investigaciones modernas en relación con los acontecimientos de los viejos libros, que, escritos un úglo después de terminadas las últimas operaciones de conquista en Tenerife en 1496, solo representan el camino o guia del posible actmtecer histMco y no su fin cual corresponde al escaso crédito de algunas de sus ñimtes informativas: la trKlición onU, los documentos privados y las invenciones, como un escritor dice. Pese a ello, hay autores modernos que aferrados a los esquemas antiguos no saben o no han querido molestarse para captar los mensi^ es esclarece-dores de las investigaciones actuales. Actitudes que mantienen un claro conftisionismo en el conocimiento de la H' de Canarias de los primeros tiempos o tal vez, la renovación de los blsos argumentos que presentados por historiadores prestigiosos sirven para proseguir la campafia di& matcMia de la Leyenda N^ ra antieq; » fida. Y son de tal calibre las dificultada que entrafia escudrifiar en las rdces históricas de Canarias, que, ni siquiera, la crónka francesa de la conquista de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, req) OBde a su significado sino qiw hay actualmente dos textos de la misma. El primero, está adulterado por un pariente de la fiunilia Bethencourt para ennlzar los merecimientos de Jean de Bethencourt en pequicio de su compafiero de conquista Oadifer de la Salle. El segundo, es obra de Oadifer de la Salle y aparece en 1890 cuando todo el entramado httt< kko habla sido confeccionado, hasta entoncM, a bMe del manuscrito felseado. Ea d capftulo oorreq) ondiaite, tratamos, tan ddMtidos QHSO-dtoa, con la ami^ ttud que por su inqxHtancia mercera. H lector, podrá observar, que se trata el contmido del iSbro con d cuidado y la amplitud Mcesaria pan que l^ ue al gran púkAko con senciUez y objetividad. Meta, que nos propusiuMS oonsegidr al 11 iniciw Mi » tndi^ ío pocMM I M mins ca alcanzar kM fines moBii^^ didácriooa y a Mr poaUe, oontrürair, modeatamente, al mtjor oono-dmieato dé ella pueda de la Ifistofia de Canariat. 12 Dedicatoria: A mi numerosa familia, con el mayor cariño. CAPITULO I DATOS HISTORICX) S Algunos datos de la historia antigua de la navegación y de las f rondes sin^ adwras aüánticas esclarecedores de las Jechos delposi-le pManúento de Canarias. La barca de Ur grabada en las piedras del templo en ruinas de Ur ( Caldea) 4.000 afios a. de C. representa un a ^ de fuertes maderas forradas de pieles que, hombres, sobre odres inflados, orientan con pértigas pan que no se vare a la vez que practican la pesca. El fin de estos sistemas no era otro que flotar y hacer pequeflos desplazamientos en las aguas de las vias fluviales o mares interiores y paso de estrechos, pero no la navegación en el Océano con embarcaciones sin medios de propulsión, ftieran remos o velas. Sin embargo, hay autmes que nos hablan del poblamiento de Canarias con balsas o almadias. Y parece inverosímil que así fuese. El cijemplo del hombre moderno que con una balsa recorre los océa* nos por el impulso de las corrientes marinas no sirve. El homt » e moderno sea nauta, aviador o tripulante espacial, conoce el ñn del viiye programado con preciáón. Tampoco tiene ante si la imagen de los monstruos marinos o la visión fimtasmal de las naves desaparecidas o de los incontables tripulantes engullkkM por las olas. No parece ser el azar la dinámica de los acontecimimtos exk el Océano, sino las aodones sistemáticas y ¡ vopesivas aunque no pueda descartarse qw en ayunos mares de la Polineña se haya manifestado el avance de isla a isla pw esos medios pravos pero muy desarrdlados « rentes en nuestra banda ooddental trato por la tradición marinera cmno por las maderas de nueMros bosques, situación de las islas en relación ora las corrMntes, ^ . IS Pensemos, en el perfisocionamiento de las embarcaciones que pasan a ser alargadas. Los remos y el timón' sustituyen a las pértigas o lanzaderas. La vela, de cuero o tela, es otro avance de propulsión que fi » ilita el desplaámiento costero pan el transporte o la coloni-zacito, la piratería en los mares interiores, particularmente en el Mediterráneo. Pero hay un límite en la penetrada y un aliciente: El limite es el Mar de los Mares u Océano Atlántico que los marineros mediterráneos contemplan atritos desde el Estrecho de Gibndtar con sus mareas altas apenas perceptibtes en el suyo. Los duros vientos, las corrientes marinas, las nielas desorientadlas, las galernas y los temibles temporales. Son nautas de un mar interior y no osan adentrarse en sus dominios. Tal es el significativo Non Plus Ultn que esculpen en las imaginarias columnn de Hércules que separan ambos mares. El aliciente, son las riberas de este mar impetuoso y algunos emigrantes se establecen en las desembocaduras del Guadalquivir y Odid pan dar origen, con los naturales dd littHal y del interi<^ hasta la meseta, al pueUo independioite de los taitesáos en la proximidad de los formidables pescadores gaditanos. Otros marineros mediterráneos, ^ ue visitaron estos parajes, ricos en plata, estafio, cobre, regresan a sus bases ante la imposibilidad de costear por las riberas atlánticas pródigas en arrecifat o islotes que les dificulta! » aún más la navegación con sus deficientes em-barcacicmes. El Oriente mediterráneo era, tn aquella época, el foco del B ^ greso incontenible y con el empleo de loe metales que les permite clavwr U » madoas de las naves y calafirtearlas sin grandes aditamentos, perfecciooan el velamen y los remos que colocan a distinto nivel y con nuevas técnictt de navegK^, vuelven decididos al Esbrecho. Serían los fenicios los primeros que fimdan un gran puerto en el Atlántico ( Gédir) y más tarde Lixu en la costa africana. Últimos baluartes conoci( k) s del rosario de cuídades, puertos y refugios, que aquellos marineros estaUedenm pan el cmnercio o para el apoyo de su navegación del Mectíterráneo Oriental al Atlántico. Tales puertos datan q » oximadammte del 1000 a. de C. y coiisid « ada Gá-dir ccmio la más antigua dudad de Europa. No obstante, vamos a cootemi^ r un iMCfao ñnguhr. No serán los tatteasios ni los pesca-dwn gaditanos ni siquiera k » fimkios los que im) ta| onáarán las Murncioiies de los grandes geógnias e tústoriadocesfrietos y latinos de tes B^^ achim atlánticas, serán los cartagimsset entre otros | me> blos tos encuml » ados a U fiuna. Aunque no fritaron las dusiooes a 16 los marineros peninsulares de ser los pilotos y tripulantes de las naves, porque entre otros motivos, las embarcaciones eran su habitat natural tanto como su primera y última residencia. Y ocupaban el pórtico de ese tenebroso mar del que sacaban gran parte de sus subsistencias. Y ya es llegada la hora de que citemos las grandes singladuras de la antigüedad tanto como de que ensalcemos los merecimientos de los sabios griegos, latinos y egipcios, que dejaron a la posteridad « el derrotero científico que después del eclipse medieval conduciría inexorablemente a la conquista de las Islas y a la penetración portuguesa hasta doblar el Cabo dt Buena Esperanza » ^. América, quedaría bajo la intuición de Colón y del empuje y decisión de los pilotos y marineros españoles. Las grandes sin^ aduras de la antigüedad.- Herodoto, llamado el padre de la Historia, relata los acontecimientos de la remota antigüedad hasta el 409 a. de C. y en uno de los nueve libros que escribiera, relata que Necao de Egipto, encargó para comprotwr si estar ban rodeadas de agua por tO( ¿ s partes menos por el Itsmo de Suez la Libia Antigua y ^ p t o . Fenicios y egipcios, inician la aventurada singladura en el noar Rojo en el 610 aflo a. de C. y arrastrados a las playas por fuertes vientos siembran trigo y tras recoger la cosecha continúan la navegación otros dos años y por el Mediterráneo regresan a Egipto. Las singladuras alrededor de África partiendo del Mar Rojo, no ofrecen tantas dificultades por los vientos y corrientes marinas bvo-rabies a la navegación costera. El periph de Hannon.- No es el mis imp< Mtante de los viajes marineros pero si, el que mis información ha dejado a los geógrafos y nautas de la antigüedad y áel Medievo. De sus fuentes, bd> teron, Estrabón, Mela, Arríano, Plutarco, Plinio... cristianos, irabes y otros. Herodoto también lo cita y Ateneo afirma que Juba II conoció el texto integro que Hannon entregó al Senado cartaginés al término ét sus singladuras y tal es el motivo por el que hiciera Juba su expedición a Canarias*. No se conoce el original de Hannon y si, la traducción al gri^ o de la copia existente en una tabla del Templo ác Kionos ( Cartago). Otra copia e ^ iminvsa en Heiderberg en la Biblioteca pahOina que IMsó al ViUkano^. El viiye se desanolla en la ^> oca del miximo poderío cuta^ nh entte la victoria naval de Alalia contra los fooenses y la derrota de 17 Himera en 480 a. de C. que inicia la decadencia de la efímera pre-pon< terancia cartaginesa. Los cartagineses, organizaron una portentosa annada al mando del caudillo Hannon compuesta por 60 pentecónteros ( naves de SO remos) y 30.000 personas entre hombres y mujeres con mantenimientos y carga. Tienen la misión de explorar y colonizar el ámbito occidental africano a semejanza y como continuadores de sus parientes los fenicios. Cartago y Gádir son los grandes puertos en los que se completan las dotaciones de los barcos y donde efectúan los últimos preparativos. No sería aventurado pensar que los pescadores gaditanos formarían las bases de las tripulaciones como otros ibéricos mallorquines fueron la fuerza de choque de sus ejércitos contra los ronut-nos. Plinio afirma que la flota se organizó y partió de Gádir. Arríano cree que salió de Cartago. Los comentaristas españoles se inclinan por la tesis gaditana*. Esta portentosa flota ( cabe pensar que no fuera tanto)^ costea el litoral noroccidental de África a la vez que fundan o repueblan 6 ciudactes o colonias no identificadas sus ubicaciones con exactitud. Si bien, los investigadores más rigurosos las sitúan entre el río Sebú y el paralelo al norte de Canarias*. No debe olvidarse que Agadir es de origen púnico. También dejan colonos en la pequeña isla que llaman Kerme « situada a igual distancia del Estrecho que de éste a Cartago*. Prosigue la navegación p< M' el litoñl afiricano sin que los cartagineses fundaran más ciudades o puertos. La explonuñón de los accidentes, son sus objetivos. El relato había de un río grande y ancho con cocodrilos e hipopótamos y en tus orillas n l v ^ y agresivos indígenas. S ^ n los críticos podría ser El Senegal'". También se refiere a montañas cubiertas de bosques de maderas diversas y olorosas que alcanzaron tras 12 días de navegación y que los comentaristas identificaron con Cabo Verde''. Sigue la navegación durante dos días bordeando montañas hasta hallar una gran ensenada y una extensa llanura con futios i^ ficia-les de noche que no eran otra cosa que hogueras que los nativos en-cendiui como en la actualidad. Hacen aguada poablemente en las bocas del Cambia y citan un gran brazo de mar que interpretan por Cuerno Hespérico, así como una ida considerable y una bahía con < Mn isla y por la noche, fuegos, ruidos de tamb( Hes y ensordecedores griteríos. Los navegantes atemorizados por los augures de los sacerdotes, buyercm con sus ná- 18 Concfpeidti | « erriiiM MI mundo « n i « « poei del ( xnpio. Mfttn Hemee. P « « M aprvcitrM ^ irttMaMOM ti ainM- pai'tnfott'O < pi « M I « « tribui* • Afrlo*. lo cual expUoa U, erMne^ d* Pllnlo de que H « noii iitbU iiendo ti golfo da ArtbU., ves. Mela, Plinio y los romanos, hablaron, siglos más tarde, de estas orgias nocturnas de los naturales africanos y la que fue Guinea portuguesa responde a tal descripción'^. Otros autores designan estos pandes por Cabo Blanco. Resaltemos, por ahora, que los formidables marineros portugueses del siglo XV tardaron un año en sobrepasar el Cabo Blanco, inducidos por las supersticiones y leyendas que les sobrecogían, resistiéndose a rebasar la psicológica barrera, que representaba dicho cabo. Y por comparación, podemos distinguir la excepcional hazaña de los tripulantes colombinos que solamente SO años después, fueron capaces de profundizar y alcanzar de un solo salto, América, Abandonando la protección de la costa. Las Islas Azores y las Ma-deiras estaban deshabitadas cuando las ocuparon y colonizaron los lusitanos en la primera mitad del siglo XV. La armada de Hannon continúa el derrotero del litoral de tierras « abrasadas y llenas de emanaciones y arroyos de fuego que desembocaban en el mar y el suelo era inaccesible a causa del calor » . Y en medio de esta extensión ígnea, vimos por el día « un fuego mucho más grande que los otros » que llamaron « Trono de los Dioses » y que hoy se señala por Pico Kakuhima en las proximidades de la que fue Guinea francesa. Geógrafos antiguos insisten en designar en esta parte de África « un volcán en que arde eternamente fuego » . Tal fenómeno fue observado por los portugueses a mediados del siglo XV". Otros tres días de navegación bordeando « arroyos de llamas » para alcanzar un golfo con una isla y en la bahía de esta » que los intérpretes llamaron « goríllas » . « Perseguimos a los hombres sin alcanzar a ninguno pues trepaban por los escarpados y se defendían con piedras » . « Pero cogimos a tres mujeres que monlían y arañaban y las matamos y desollamos llevando las pieles a Cartago » '^. Casi todos los intérpretes del relato de Hannon identifican a estos seres salvajes con simios o monos grandes y el nombre de « goríllas » que los naturalistas perpetuaron, más tarde, por gorilas, es muy significativo. Otros comentaristas del Períplo, hablan de chimpacés, incluso, de mujeres peludas, defendiendo sus respectivas tesis con argumentos que no discutiremos por la extensión de estk obra. No obstante, siglos posteriores, diría Plinio que las pieles, de tales hembras, fueron expuestas en el templo de Astarté en Cartago. De ser cierto daría la razón o se acercaría a los que sostienen la proposición de los gorílas o chimpacés; pues la piel humana, por muy pil( Ma que sea, no permite desollarse ni su conservación focilmente". 19 Queda por dilucidar el término alcanzado por la armada de Hannon. Para unos, sería la costa de Sierra Leona y la isla de Sher-bro la de las « goríllas » . Plinio creía que Hannon llegó al limite del mar Rojo; pues los geógrafos de la antigüedad estimaban que el Cuerno Sur era el extremo continental de la Libia antigua ( extensión costera sin entrantes ni salientes notables que abarcaba desde el Estrecho de Gibraltar hasta el mar Arábigo o Rojo). El cabo Gardañií sería su ñn costero, hoy. como lo era antes el Cuerno Sur con mucho menor perímetro que realmente tiene.'*. Posteriormente, otra expedición cartaginesa perdió su rumbo y fue a parar a una isla. « De ningún modo dudo - dice e! doctor Cal-met- que aquella isla de que Deodoro hace mención, sea una de las Canarias donde ya, habían penetrado los fenicios » '^. Parte de esa tripulación se quedó como emigrantes y el Senado Cartaginés prohibió propagar la noticia por razones de reserva y seguridad propia'*. Según fuentes de Eustacio y Herodoto, los cartagineses practicaban el comercio sobre las playas con ciertos pueblos fuera de las columnas de Hércules. En ellas dejaban sus productos y libremente los indígenas los cambiaban por los suyos si les era de interés para ambos. Y hacían estos intercambios sin que se cruzaran palabra alguna y sin mis que poner al lado de la mercancía que deseaban la que ofrecían por ella". Herodoto cuenu que Jeijes, Rey de Persia ( S19- 465 a. de C.) tras sus triunfos en Grecia y Egipto, encargó a Setaspes o Astapes dar la vuelta a África en sentido contrario a las expediciones anteriores, o sea: Iniciarla por el Mediterráneo - Estrecho de Gibraltar-. Setaspes no pudo cumplir su objetivo y regreso al puerto de salida". Los historiadores romanos, señalan a los españoles como los navegantes atlánticos que partiendo de Cádiz y de otros puertos del S. O. peninsular, llevaban el comercio por el África hasta Etiopía y el Mar Rojo. Y cuenta Plinio ( citas de Celso Antipato y Eusebio Nepote) que Cayo César hijo de Agripa vio vestigios de aquellas naves en el Mar Arábigo y que Eudosio huyendo de la persecución del rey de Egipto, Tolomeo Látiro o Salten, se embarcó en el Mar Arábigo o Rojo y circunvalando Afnca llegó a Cádiz y en su singladura dijo haber vi^ o la proa de una nave que reconocida, resultó ser, fenicia que se dedicaba a la pesca^. Y no olvidemos a los tartessios como los navegantes atlánticos que llegaban a comerciar con las Islas Británicas supliendo a los fenicios en esta ruta. Y en época desconocida se cita a los marselleses que tras pasar el Estrecho < k Gibraltar, Piteas tomó el rumbo N. Ileí^ hasta blandía. Estímenes a nuestras islas y hasta la equinocial. ¿ El Senegal?^' 20 Noticias, más próximas a la fantasía que a la posible realidad. Digno de mencionar a las naves de la flota de Sertorio que dispersas por intensa tempestad reconocieron dos islas separadas por un estrecho canal y que Sertorio concibió el proyecto de trasladarse con sus soldados a vivir en ellas en paz lejos del tormento de la guerra. Entretenido Sertorio por la intensificación de las conquistas civiles y asesinado por Perpena se olvidaron de las islas descubiertas^^. Siendo los romanos dueños del mundo conocido y continuadores del progreso de otros pueblos como los fenicios y cartagineses, fomentaron el desarrollo del comercio, la navegación, pesca, agricultura, las letras y las expediciones hasta los confínes de la tierra conocida. Así veremos, que, bajo sus auspicios, Juba II efectuó la célebre expedición a las Islas Canarias a la que aludimos en el libro V^ y de la que Plinio y los cosmógrafos Estrabon, Tolomeo, Solino, Es-tacio Seboso, relacionan con los nombres que aquel asignó a las islas y que referiremos en el apéndice relacionado con la nomenclatura. Y mientras Roma fue la potencia preponderante, cultivó el comercio y la navegación más allá del estrecho y persistió, en tal política, hasta después de Marco Aurelio en que los francos fíltrándose en territorio romano, con el empuje de otros pueblos bárbaros, destruyeron el Imperio y se originaron las monarquías que se enfrentaron entre sí para abrirse camino, en un mundo de nueva hechura, mientras, nuestras islas, quedaron en las páginas de los libros o en las mentes de los literatos. Relación de las singladuras con el Archipiélago Canario.- Implícitamente queda establecido, en los relatos, que las Islas, eran conocidas con anterioridad a las primeras expediciones de los siglos VI y VII a.- de C. Sin embargo, no hay más testimonio que el citado de Plinio que relata el viige de Juba II a las Islas Canarias en el primer siglo de nuestra Era y dos ánforas romanas aparecidas al norte de La Graciosa que según los especialistas pudieran pertenecer al siglo III ó IV a. de C Otras ánforas extraídas en las proximidades del Puerto de Arrecife ( Lanzarote) y al norte de Guadamojete ( Tenerife) más pequeñas que las anteriores, se parecen, según iguales fuentes, a las ánforas usadas en tiempos de la incorporación de Canarias al Reino de Castilla ( siglos XV - XVI).". Algunos críticos señalan que Juba II era nieto de Cleopatra y Marco Antonio, disfhító de una situación privilegiada para acceder a los escritos de los geógrafos y cosmógrafos griegos de la antigüedad y al relato que Hannon presentara al Senado Cartaginés tras su vuelta del Periplo. Tanto, como a las relaciones indirectas que los feni- 21 „ Ms ™ * i ™ ! iB » aa. ™ iMís n ^ JisauaitóS^ BS., acS> cios legaron a los cartagineses y estos a los griegos. De otra forma, no se explica que Juba II organizase la expedición de carácter científico sin la plena seguridad del emplazamiento de las Islas Canarias y el entorno del litoral africano. Cuentan, otros autores, que en 1749 aparecieron en la isla de Corvo, del Archipiélago de Las Azores, unas monedas cartaginesas con la representación en su mayor parte de un caballo en una cara y en la otra una cabeza hujnana^^ De ser cierta la noticia, podría indicarnos la presencia cartaginesa en las islas atlánticas mucho antes de lo supuesto. Habida cuenta que un desplazamiento tan lejano de la costa y contra la corriente marina de El Golfo, supone un avance espectacular, digno de tener en consideración. Obsérvese, que en aquellas épocas se navegaba de día y se descansaba de noche bajo la protección de algún saliente de la costa, o refugio aparente. Tampoco se conocía la brújula y la orientación era necesariamente por el so!, la luna o los distintos astros o estrellas. Cuando los portugueses las descubrieron en el segundo tercio del siglo XV estaban deshabitadas. 23 Tal es la causa de considerar la navegación atlántica del pasado como antecedente lejano de la conquista de Canarias con enlace directo con las exploraciones y reconocimientos que a partir del siglo XIV o últimos del XIIL se inician y no se interrumpen hasta la conquista de las islas en el siglo XV. A su vez, se bordea de nuevo el litoral africano y se salta a América como culminación de lo realizado. Por ello consideremos, esta 2* etapa del silencio y estática, como de carácter transitorio y de una influencia más o menos anecdótica y más aparente para la controversia debido al confusionismo que provoca. Las leyendas cristianas.- San Avito de Toledo peregrinando por la Bética, en el siglo II, embarca en una nave que salió rumbo a las Afortunadas. Y según la leyenda, llega sin novedad a « Cananas » y predica con gran éxito hasta alcanzar numerosos seguidores, notoriedad y filma, así como la enemistad de los poderosos, que, coaliga: dos consiguen amotinar al pueblo y al fin su muerte. En Arguine-guín ( Gran Canaria) hay una cueva denominada de San Avito y en ella, se venera la imagen de Santa Águeda como evocación de la primera mita del santo en la isla y lugar de misión y bautismo. Otra leyenda se refiere a los monjes de San Maclovio y San Brendán o Brandan o Borondón que en el siglo VI, con otros 18 compañeros, se trasladaron, en una nave ligera, desde la Abadía de Cluainfort ( Irlanda) a una isla escarpada con vahos riachuelos. Otra isla, tenia peces y cabras. Otra, estaba cubierta de bosques flores y pájaros. Otra, estaba iluminada con fuegos intensos en una montaña alta y nebulosa, llena de flores y frutas de color rojizo. No cabe duda que tal leyenda envuelve el recuerdo de las Afortunadas^. Por último, citemos la leyenda que describe el viaje del Arzobispo de Lisboa que al frente de algunos de sus feligreses, y seis obispos, huyen del avance musulmán en el año 714 llevando consigo animales domésticos, aperos de labranza, semillas y después de va-ríos días de navegación, arriban a una isla que denominaron de las « Siete Ciudades » y en ella se quedaron^. Leyendas árabes.- Los árabes al igual que Iq^ pueblos europeos stguiOTon una pditin continental; pero los grandes centros culturales de los calibtos de Córdoba y Damasco o Bagdad, mantuvieron una mayor relación con el mundo de la cultura helénica, egipcia y romana y las obras de Plat^, Heródoto, Plinio, Tolemio etc., tuvieron reflejo en sus producciones literarias y leyendas en las que ha- 26 blan de unas islas oceánicas de eterna primavera que llamaban « Fortunans o Sahada » « Afortunadas o Felices » que poseían árboles de sabrosas frutas sin necesidad de cultivarles y hierbas que se convierten en plantas olorosas. Y sitúan las islas frente a Tánger y al Atlas con mayor imprecisión que lo hicieran Juba II o Plinio. El conocimiento que los escritores árabes tuvieron de Canarias cuando estaban sólidamente asentados en la Península Ibéríca. es similar al de la Mitología griega o egipcia, cual observaremos en el apéndice dedicado a la nomenclatura es decir « no salió de la limitada esfera de la tradición y de la especulación científica sin descender al estudio práctico del grupo que siempre quedó envuelto en las nebulosas narraciones transmitidas por la antigüedad clásica » ^ A continuación, exponemos la síntesis de una leyenda que ha hecho correr ríos de tinta a los eruditos y especialistas que con su dedicación y esfuerzo, llegaron a desentrañar sus raices cual observaremos tras su exposición. Ben Farrouckh.- En el año 999 se hallaba el Capitán árabe Ben Farroukh de servicio por las costas portuguesas en previsión de ataque pirata. Los árabes, tenían una poderosa armada en defensa de su vasto imperio y patrullaban frecuentemente la costa Occidental de la península Ibérica y N. O. de África. El Capitán conocía la existencia de las Islas Afortunadas y su situación por marinos y aventureros llegados a Cádiz. Y con vientos favorables puso rumbo en esa dirección. A los pocos días, recalaba en la bahía de Gando - Gran Cana-ría- y con parte de sus tripulantes de los 130 que llevaba y previo reconocimiento y autorización de los nativos, atraviesa de S. a N. la isla, de montañas cubiertas de bosques y de maleza o vegetación espesa y llega a Gáldar donde fue recibido por el Rey o Guanarteme con sus guaires - consejeros o auxiliares- y ie hizo saber por medio de sus intérpretes, que era enviado de un gran señor para solicitar su amistad y alianza y que para eso, había arrostrado grandes peligros y dificultades. Admirado el Guanarteme le llevó a su palacio y les invitó a comer carne, harina de cebada tostada, leche y fruta que eran sus principales alimentos. Según dichas fuentes, los isleños no se quedaron extrañados por la visita; pues, parece que estaban familiarizados con la llegada de extranjeros ( árabes, españoles) y los tripulantes de los barcos se quedaban con ellos''. La leyenda de Ben Farrockh Jue una invención del escritor D. Manuel Ossuna Saviñón.- Son muchos los autores que intentaron 27 escudriñar en las fuentes informatívas de las que se valió Ossuna y Saviñón para publicar su interesante leyenda y no consiguieron ni un solo resultado positivo sino que nuevas blsedades se acumulaban y hasta el nombre del Capitán árabe fue una auténtica creación según Buenaventura Bonnet y Reverón que corrobora Serra Rafois'^. Afirma Bonnet y Reverón que Ossuna apoyándose en Viera y Clavijo copia varios de sus pasajes y los transforma en hechos históricos, origen de su leyenda. A continuación, inventa todos los nombres propios que ñguran en la leyenda del propio Capitán Farrouckh utilizando la voz « fa-rTwxx » ... conocida tanto en Canarias como en La Península. De igual manera hace, que dicho Capitán Ben Farruk de a las islas nombres que' tienen relación con los designados por Plinio y Tolomeo con errores de bulto o que nombre a Ninguaria tres siglos y medio antes que se haga mención en la Bula de erección del Príncipe de la Fortuna donde se emplea por primera vez. Y la leyenda, da a enterder, que se orientó el Capitán Farruk por la brújula cuando no se empleó en el Atlántico hasta unos siglos más tarde'^ Los manuscritos que según revela Ossuna y Saviñón le sirvieron de base para urdir su leyenda, jamás fueron hallados por distintos investigsüiores que se lo propusieron en los archivos citados por aquél. Ni los especialistas dedicados a temas canarios de la época, tampoco mencionan tan importante viaje^. Otras noticias de las Islas por escritores árabes.- El Idrisi, conocido por « Geógrafos de Nubia » en su Geografía General de 1157 describe a las dos islas situadas en el Mar Tenebroso con el nombre de Afortunadas desde las cuales principia Tolomeo a contar las logi-tudM y agrega, que en el mismo mar se halla la isla de los hermanos Mágicos Cherhan qiw eran piratas que atacaban a todos los navios que pasaban junto a las playas. « Esta isla se halla situada frente al puerto de Azañ y tan cerca, que en días despejados permite ver el humo que en ella se levanta » ". También hay otra isla - según cuenta el mismo autor- llamada de los Cameros pcM* los muchos que en ella existen. Y cerca, hay otra más que llaman de los Péjaxo » o Raca que tiene higos grandes que usan como, antídotos ác venenos. Más allá del Mar Tenebroso, designado también por Mar de las Tinieblas « nadie sabe lo que exis-te » M. Obsérvese, que el escritor no se ha podido despajar, aún, de la influencia griega o egipcia. 28 El mismo autor, El Idrisi, relata por vez primera la expedición de los maghruinos a la que se refieren otros historiadores posteriores. Son 8 marinos todos parientes y bien provistos de víveres y pertrechos para el largo vii^ e, salen de Lisboa con vientos favorables y luego de 11 dias de navegación, llegan a una zona de aguas apestosas y abundantes arrecifes. Cambian de rumbo y tras 12 días descubren una isla desierta con muchas cabras salv^ es, manantiales e higueras silvestres. La carne de las cabras tenía sabor amargo y solo aprovecharon de ellas las pieles. Prosiguen rumbo sur y dos días más tarde, descubren otra isla que les pareció habitada por los cultivos que había. Intentan reconocer sus costas y son cercados por numerosas lanchas tripuladas por nativos. Ibn al Waidi, otro autor árabe del siglo XIII habla de las islas grandes y habitadas del Mar Tenebroso de las cuales dos se designan por Kaledat- Etemas « viéndose en ellas dos estatuas de cien codos de alto » ". Otro escritor, cita estas estatuas como las dos columnas de Hércules. Más preciso es otro escritor árabe Ibn- Khaldún que tras referirse en 1377 a las islas Eternas khaledat donde Tolomeo principia a contar las longitudes, señala, a tres de aquellas islas, las más grandes, que están habitadas y que los europeos pocos años antes ( a mediados del siglo XIV) las asaltaron y aprisionaron a sus habitantes vendiéndoles por esclavos y que a su vez, serían magníficos auxiliares para las expediciones posteriores a las islas. Y da noticias de los aborigénes similares a las que inserta el documento del año 1341, de un escrito de Boccacio relativas a las declaraciones del Capitán Recco al regresar de su vi^ e a las islas". El escritor árabe dice: los indígenas carecían de hierro y labraban sus tierras con cuernos de cabra; se defendían, con armas arrojadizas; adoraban al sol cuando nacía y las islas eran poco frecuentadas o más bien, por casualidad. Otros escritora árabes se refieren a las Islas Afortunadas de modo confuso y cuando ya se había iniciado su conquista por los europeos en el siglo XV. Uno de tales escritores escribe: Que son seis las islas, vecinas unas de otras y producen espontáneamente y sin cultura plantas y árboles y todo lo que se halle en ellas, es bueno y agradable. En cada isla, hay una estatua de cien codos de altura como & ro que sirve para dirigir el rumbo de las naves y recordarles que más allá no hay camino posible^'. Consecuencias que se deducen.- El relato de las leyendas árabes nos pone al descubierto la identidad del pueblo árabe con la política 29 continental y el olvido de la marítima y su continuación a remolque de los pueblos europeos cuando éstos, tras el gran ajuste de cuentas o reparto de las zonas de influencia terrestre, organizan eficientes marinas que reverdecen y superan, en poco tiempo, las grandes singladuras del pasado mientras los árabes permanecen, testigos mudos de las proezas. Esta particularidad, merece atención por el significado que tienen para las raíces históricas de Canarias los acontecimientos que en tales épocas se desarrollaron en el occidente continental más próximo a Canarias. Sabemos, que los romanos ocuparon la franja costera del norte africano con salida al Atlántico sin que profundizasen hacia el sur. Y el litoral africano de esta parte pudiera considerarse fuera de control durante siglos. En este contexto, los llamados pueblos bárbaros ( y francos por los árabes) invaden los territorios ocupados por los romanos y el norte de África es alcanzado por los vándalos. Dos o tres siglos más tarde, los árabes hacen lo propio y se apoderan de la zona norte africana y casi toda la Península Ibérica. El resto del litoral africano del oeste, por semidesértico ningún poder, ni siquiera los árabes, implantaron su dominio. Esto quiere decir, como hemos insinuado con anterioridad, que si los berberiscos hubieran alcanzado Canarias por su propios medios no se hubiera interrumpido la comunicación con las islas como sucedió al derrumbe del Imperio Romano. Y no se consigue el enlace con las islas Canarias hasta fines del siglo XIII o más bien primeras décadas del XIV precisamente por marineros europeos y no árabes a pesar de su proximidad. Serian marineros maHorquines, genoveses, portugueses, castellanos los que descubrieron por sc^ nda vez el Archipiélago Canario intensificándose los reconocimientos a las islas hasta la iniciación de la conquista en 1402 y la terminación en Tenerife en 1496. Incluso, por los relatos áe las leyendas árabes a las que hicimos mención en las páginas precedentes, podemos observar el evidente retraso de los historiadores árabes con respecto a los acontecimientos que se vivían en las islas Canarias, ya iniciada su conquista. 30 CAPITULO III LOS PROGRESIVOS AVANCES DE LA NÁUTICA EN EL SIGLO XIH ABRE EL CAMINO DE LAS EXPLORAOONES A LAS ISLAS CANARIAS Y AL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA DOS SIGLOS DESPUÉS La bnyula, invención de los chinos, la introducen los árabes en los países del Mediterráneo y los italianos la perfeccionan en el siglo XIII en el puerto de Amalfí, colocándola en un soporte o « ua al que se adiciona la llamada rosa de los vientos que permite a los marineros la cómoda orientación de noche o en circunstancias adversas ( lluvia, niebla, tempestades) y navegar en mar abierto sin la dependencia de la proximidad a la costa. Otro progreso, de no menor importancia, es el timón propiamente dicho, que sustituye al remo lateral que las naves llevaban para su gobierno y dirección y que limitarla su tonelaje tanto como su fuerza impulsora. Es decir, para que fuese eficiente las embarcaciones deborian ser de poco volumen y de escasa velocidad. También aparecen, en esta época, las cartas náuticas o, portulanos que serian un acicate para los nautas con sed de aventuras. Si bien, los marineros estimarían la distancia sin auxilio de la bitácora que aún no había aparecido. Tales cartas son hoy un poderoso auxiliar para reconstruir la historia del tiempo, o, simplemente para seguirla. Las posibilidades de la navegación se verán incrementadas por una serie de fikctores que son, en síntesis: La protección de los poide-res públicos y la Iglesia a la marina, por su importancia creciente; el espüitu de aventuras; ansias de catequización de los infieles; codicia por la aprehensión de bienes materiales y de la intensificación del 31 comercio etc. etc. Consecuentemente, se intensifican los viíges marineros, las expediciones y los bellos relatos que legaron los historiadores antiguos y que investigadores actuales ( Buenaventura B< Minet y Reverón, Elias Serra Rafols, Antonio Rumeu de Armas, Alejandro Cioranescu entre otros), han tratado de dilucidar hasta descender a detalles distinguiendo con precisión y rigor, lo verídico o posible, por la documentación o los indicios que lo afirman, de lo & ntasio80 o fiaudulento que también, hay mucho, cual observaremos por el contenido del capitulo que a continuación exponemos. /* Fase.- Acciones individuales. Comienzan a fines del nglo XIII mediante iniciativas personales de los pilotos y aventureros con las miras puestas en el litoral afiricano e islas atlánticas más próximas al Continente para el intercambio de materias o la expanáóo rel^ osa, las aventuras o el lucro. No dan origen a espectacuhures relaciones por el reducido volumen de las empresas como por el interés que anima a los actores de guardar el secreto evitando las competencias. No obstante, el mensaje llega a los distintos estados que intenñfican el desarrollo de las respectivas marinas. El protagonismo de esta nueva etapa corresponde, de principio, a las repúblicas italianas que incorporan a la navegación nuevas técnicas y medios. En el afio 1291 sale de Genova una expedición con dos galeras al nundo de Thedisto D'Oria y Ugolino Vivaldi para alcanzar las Indias tru bordear la Libia antigua más allá de las columnas de Hércules. No se supo más de las barcas ni de los tripulantes si bien se cree que perecieron en las proximidades del Cabo Bogador". Se dice, que ( Ara expedición se hizo a la mar desde Genova seis afios antes ( 128S) capitaneada por los hemanos Vivaldi - Vadino y Guido- qiM llegaron a las costas de Guinea y Senegal sin contratiempos; pero la fiüta de documentada que lo acredite y la dificultosa penetración que tendrían los marineros en las épocas suceávas cabe dudarlo. Y a sabiendas de que una carta escrita ISO afios después por « Antonio Usodimare noble genovés asegura haber encontrado en los confines del reino de Preste Juan un descendiente de aquellos marineros » *'. La imprntancia de cmiskierar una fecha equivocóla dio origen, según Buenavmtura Bonnet y Reverón, que se hablase de dos nuevas expediciones en 1281 y I28S cuando la verdadera es de 1291. Es xuHUsáo que la isla de Lanzarote era visitada por ( Mro genovés de la distiofuida fiunilia de los Mak » dlo- Lancüotto- del qiM toma su nombre y para aoeditarlo traemos d mapa levantado en Mallor- 32 ca por Angelino Dulcert en 1339 en el que aparecen las armas de Genova y los nombres de la isla y del célebre marinero y posiblemente comerciante Lancilotto o Lancelotto Maloxello o Malocello. Sigue apareciendo en ios mapas editados en 1375, 1413 sin que falte, en ninguno, el nombre y la reseña indicada. También reñere la crónica de Jean de Bethencourt que al norte de Lanzarote edificado por Lancelot MaloseP^ aunque nada recordaban los indígenas, parece que servía de almacén y para la defensa. Posiblemente estuvo en servicio entre el 1320 y el 1340. Fase 2'.- Los estados ribereños impulsan las navegaciones.- El mapa editado en Mallorca en 1339 por Angelino Dulcert pone de manifiesto que por lo menos las islas de Lanzarote y Fuerteventura del Archipiélago Canario eran visitadas con relativa frecuencia, con anterioridad a esa fecha. También, cabe observar, que los países del suroeste europeo estaban en ventajosa situación para las exploraciones del litoral africano e islas atlánticas y tanto es así, que a pesar del avance tecnológico de los marineros italianos serán los portugueses quienes les contraten para efectuar las expediciones. Una de éstas, posiblemente de las primeras verificadas a Canarias en esta época, ha dejado huella por su general exactitud con lo escrito por historiadores posteriores. La expedición se inicia en Lisboa el 1 de julio de 1341 reinando Alfonso IV de Portugal. Son dos las naves que ponen rumbo a las Islas Canarias. Una, al mando del florentino Angiolino de Tegghia y la otra del Capitán Nicolás de Recco de Genova. Este, ai regresar declara: Que, favorecidos por el viento llegaron a las Islas Canarias en S días « y se dice que han sido descubiertas de nuevo » . Regresaron a Lisboa en Noviembre del mismo año con cuatro hombres habitantes de Canarias, muchas pieles de machos cabrios y cabras, sebo, aceite de pescado y despojos de foca, palo rojo para tinte parecido al del Brasil ( « Asi se llamaba en Europa mucho antes del descubrimiento de América), corteza de árboles para teñir de rojo, tierra bermeja y otras « cosas con el mismo ñn » *'. Agrega, que en la primera isla reconocida,/ ecogieron casi todas las pieles y era muy pedregosa. Los hombres y las mujeres iban desnudos y « eran groseros en su trato y costumbres » no atreviéndose a penetrar en su interior. Después, pasaron a otra isla y al acercarse a las playas, llegó una gran multitud entre hombres y mujeres, casi todos desnudos o cubiertos con píeles cosidas con tripas y pintadas de color amarillo o encamado como distintivos de posición social más elevada. Los habitantes, mostraron deseo de comerciar; pero I< M ma- 33 ríneros de dos lanchas que se aproximaron por no entender el idioma, no se atrevieron a ( ¿ sembarcar. En cambio, cuatro jóvenes indígenas llegaron a nado a la barca y son los que trajeron a su regreso. Luego, bordearon la parte norte de la isla en la que hallaron muchas casas, higueras, palmas sin fruto, hortalizas, coles ( obsérvese que más adelante dirá que se cultivaba cereales y no habla de estas especies vegetales que está más en consonancia con los informes históricos subsiguientes). Desembarcaron, en esa zona 25 hombres que al examinar las casas hallaron 30 indígenas desnudos que huyeron al verles. Las casas eran de piedras blanqueadas por dentro y cubiertos con hermosas maderas. En ellas encontraron granos de trigo, cebada y otros cereales y en un oratorio un ídolo de piedra con figura humana y una bola en la mano que trajeron a Lisboa. La isla, se encuentra muy poblada y en cultivo, recogiendo, sus habitantes, grano, fruta y especialmente higos. Comen el trigo a la manera de las aves o reduciéndolos a harina que también les sirve de alimento » . En su derrotero por las otras islas observaron que una, tenía árboles poderosos y derechos que se elevaban al cielo. En otra, había numerosas playas, excelentes aguas, abundantes maderas, aves de rapiña y palomas que cazaron a pedradas y a palos. Otra isla, tenía altas montañas cubiertas de nubes. Llovía frecuentemente y cuando despejó les pareció bellísima y poblada. Trece islas vieron en total; unas pobladas y otras desiertas con mar con buen fondo para anclar « con puertos pequeños; pero con agua » . Y por último, los marinos vieron en otra isla un monte de gran altura que se divisa desde muy lejos y en lo alto, observaron cosas prodigiosas y por parecerles de brujería, no se atrevieron a desembarcar y prosiguieron su rumbo**. Las islas, no les parecieron ricas porque la expedición apenas acó los gastos del vieje. Las islas permanecen incomunicadas entre sí y se asegura que tampoco se entienden los de una con los de otra isla. Los cuatro habitantes que llevaron consigo pertenecen a Canaria que es la isla más poblada de todas. El manuscríto relata las costumbres y culturas de los aborígenes de los que dimos en el primer libro cumplida referencia. El Príncipe de la Fortuna.- En 1344 un sobresaliente episodio va a conmocionar a las Cancillerías enropeai. Está protagonizado por D. Luis de la Cerda o D. Luis de España miembro de las Emilias reales de Castilla, Aragón y Francia ( bisnieto de Alfonso X el Sabio y de S. Luis de Francia). Por su elevada alcurnia, deseaba un titulo que colman sus aspiraciones y sabedor del recientinmo des- Qulmmiaito de las Islas Afortunadas, solicita del Papa Clemente VI 34 ( que residia en Aviñón) la investidura al principado de las mismas. El Papa, convoca el Consistorio compuesto por 26 cardenales y varios obispos que se reúne el IS de Noviembre de 1344 para la erección del Archipiélago Afortunado en Reino; cruzada para cristianizar a sus habitantes y aprobación de las aspiraciones del Príncipe. ( El Papa, en aquella época, tenia la facultad de erección de los reyes o principes. Signifiquemos que el Consistorio al referirse a las islas se expresa asi: « Que dicen llamar Afortunadas y cada una de ellas tienen los nombres propios de Canarias, Ningaria, Pluvaria- Capraria, Juniona, Embronea, Atlintida, Uesperidun, Cemet, Górgones. Están situadas en el mar Océano entre el Oriente y el Occidente y sus habitantes desconocen la fe de Cristo » . Según Bonnet y Reverón, los nombres de las islas proceden del relato de Juba y de las leyendas mitológicas. Y la de Cemet, pudiera ser la citada en el Periplo de Hannon. Con anterioridad, Abreu Ga-lindo también pone una serie de reparos en cuanto al número y designación de las islas. El Consistorio, que fue público, elevó a D. Luis de la Cerda Infante de España en Soberano y Príncipe del creado Reino de las Islas Canarias ( cual era su denominación entonces) debiendo contribuir con 400 florines de oro bueno, puro y con el peso y cuflo de Florencia para la Iglesia de Roma, por ser el nuevo estado feudatario de ella. Conseguidas las aspiraciones pretendidas, el Príncipe se traslada a Roma donde pasea « al frente de una lucida cabalgata investido de corona, cetro y manto real y es aclamado y aplaudido por la multitud » *' que se disuelve, según Petrarca, por una copiosa lluvia, signo, según algunos, de mal presagio. El ^ pa remite la correspondiente Bula a los Reyes de Aragón Pedro IV El Ceremonioso, Alfonso XI de Castilla, Alfonso IV de Portugal, Felipe IV de Francia; Juana 1* de Ñapóles y Enrique III de Inglaterra dándoles cuenta de la coronación e interesándose para que presten al Príncipe ayuda para que lleve a efecto la ocupación de las islas con prontitud. Observaremos, por las variadas contestaciones, que la mayor parte de los aludidos no tenian igual pensamiento.: El Rey de Castilla accede en principio a las pretensiones del Príncipe con ciertas reservas que se convertirían en obstrucciones muy pronto. Alega que a él le corresponcten las islas por ser descendiente directo y heredero de la Corona Visigótica de quien dependía la Mauritana Tingitana y de la Diócesis Metn^ Mlitana át Sevilla. Era, a su vez, Marruecos y 35 las Islas Canarias y entorpece con su actitud, la toma de posesión. Alfonso IV de Portugal, aduce sus derechos a las islas por lúber protagonizado oficialmente las expediciones a las islas. El Rey de Inglaterra protesta por creer que el Papa disponía de sus Islas. Sólo el Rey < k Aragón ofrece ayuda y arma dos galeras que pone a disposición del Principe. Este se desplaza a Aragón; pero la guerra de los cien años estalla entre franceses e ingleses y el Príncipe entra en la contienda para morír, según unos, en la batalla de Crecy en 1346 y según otros y posiblemente, los más documentados, redactó su testamento en 1348 designando heredero del reino de las Afortunadas a su hijo mayor Luis 11^. Hemos seguido este episodio por Viera y Clavijo, Millares Torres y Buenaventura Bonnet y Reverón^^ sin que se adviertan entre ellos discrepancias dignas de referir. En cambio, surge la controversia entre los autores clásicos y modernos al entrar en las expediciones que llevaron a cabo despuá del referido suceso desde Aragón y otra con antelación desde el reino de Mallorca que relatamos seguidamente. El Capitán Ruiz de Avendaño.- Abreu Galindo relata la historia del referido Capitán vizcaino que recuerda, en sus inicios, la falsa expedición del supuesto Sen Farroukh 378 años antes. Al igual que el Capitán Ruiz de Avendafio, prestaba el servicio de vigilancia désete el occidente de Galicia por Vizcaya hasu las Islas Británicas con una pequeña armadilla cuando una violenta tempestad en 1377 arrastra a las embarcaciones a la Isla de Lanzarote donde desembarcaron los tripulantes que fueron coinnados de atenciones por los isleños. En ese tiempo, regía los destinos de la isla, el rey 2U> nzamas y la reina Faina. Y de resultas de la íntima amistad que sostuvo esta última, con el Capitán Ruiz de Avendaño, nació una niña que pusieron por nombre Ico, « que era blanca y rubia ñendo las demás isleñas m< venas, ella sola había nacido muy blanca » ^. Y como los subditos sospechasen la iligitimidad de Ico fiíe sometida a la prueba del humo que consistU en ponerla dentro de una cueva llena de humo con otras tres doncellas y si sobrevivía era considerada noble y no extranjera. La princesa Ico pudo salvarse gracias a los consejos de una viqa que la dio un paño mojado para que respirase a su través. Así Ico se casó coa Oiiañveme que fue Rey de J^ anzarote a la muerte de su hermano Tinguafiíya. El matrimmiio, tuvo a Guadarfia que en rey de Lanzarote a la llegada de los primeros « aquistadores en 1402.**. K bien, los cronistas ñwiceses nunca le designaron por tal 36 nombre sino por Luis tras su bautizo en los primeros meses de 1404 y antes, le llamaban simplemente, Rey. Esta narración del Capitán Ruiz de Avendafto es una de tantas que han pasado de uno a otro historiador y que la investigación moderna, mis critica, esti decantando por inexacta y por los anacronismos y contradicciones que contiene. Quizá el derecho de las aborígenes lanzarotefias de ejercer la poliandria ( tenían tres maridos) junto a las noticias de la tradición oral, recogidas por los antiguos historiadores, haya dado origen a este relato que a continuación comentamos: Por de pronto la misión encomendada a Ruiz de Avendaño de vigilar el amplísimo litoral de Galicia a Vizcaya - Islas Británicas nos parece desmesurada y más producto de la fiíntasía que de la realidad. También parece inverosímil que las naves hubiesen sido arrastradas sin contra! durante más de 2.000 Kms., y que llegaran a Lan-zarote sin pérdioa ni derivas de naves a pesar de la influencia de la corriente marina y de los alisios. A. Pallares Padilla que estudia el tema advierte en el relato íntegro de Abreu Galindo los siguientes errores: Designa a Guadarfía Rey de Lanzarote hijo y en otro pasiye nieto del Capitán cristiano. Considera el aflo 1377 como correspondiente al reinado de Juan de Castilla cuando éste accedió al trono dos aflos más tarde. Presenta a Guanareme como marido de Ico y también de Tin-guabya y a esta última, la cambia de sexo en otro fragmento para hacerla su hermano. Distingue a Ico de tas restantes isleñas por su color blanco en clara contradicción con las noticias de los historiadores y antropólogos que nos hablan de la diversidad racial y que las había rubias y morenas. Pretende que Ico nacida probablemente en 1378 fuese la madre de Guadarfia que en el año 1402 y según las nc^ icias históricas fidedignas, ere un hombre experimentado y posiblemente adulto**. Y por último, Abreu Galindo dice, que Tinguanfaya ( hermano de Guanareme ambos reyes de Lanzarote), « aprendió la armada de Herán Peraza » cuando el primer Hernán Peraza aparece en Caiui-rias un siglo más tarde'". A pesar de tales enexactitudes y anacronismos el Catedrático D. Juan Alvarez Delgado estudia el tema identificando al Capitán de naos Ruiz de Avendaño y también que en Noviembre de 1377 se abatió sobre el Atlántico una terrible tempestad. Y al no poder des-cifiar los fundamentales dilemas del episodio, convierte a Ico « i 37 Hermana del Rey Guadarfía y los dos hijos de la Reina Faina y del Rey Zonzamas el primero y la princesa Ico hija del Capitán Ruiz de Avendaño. Ajuste que desmorona la credibilidad del suceso al tener que suponer lo esencial de su contenido. Agustín Millares Cantero incluye este relato del Capitán Ruiz de Avendaño entre los viajes apócrifos basándose en las investigaciones de Bonnet y Reverón que demuestra, de acuerdo con la Crónica de Pero Ñuño, que en 1377 fecha de la presunta arribada forzosa de Ruiz de Avendaño a Lanzarote, este Capitán no había nacido o era de muy corta edad''. Expediciones mallorqüinas.- Roger de Rovemach lugarteniente del Rey de Mallorca Jaime III, concede a Francisco Desvalers ciudadano mallorquín « dos coques bayonesques » - La Santa Crau y la Magdalena- patroneadas por Pere Magro y Bartolomé Giges con el proyecto de amarrar en Canarias y expide credencial o carta de recomendación dirigida a los « poderosos y honrados señores almirantes, capitanes, patrones... recomendándoles las naves y tripulantes de parte de su Rey Expedida en Palma de Mallorca el 16 de abril de 1342. Por esas fechas las barcas hizan velas en dicha isla con rumbo a Canarias. Diez días más tarde, una sola « coca bayonesca » la San Joan, al mando de Domingo Gual con igual documentación y finalidades sale de Mallorca". Y D. Antonio Rumeu de Armas amplía las informaciones con el testimonio documental relativa a « una cuarta credencial expedida en Palma el 15 de abril de 1342 a & vor del patrón de Nao Guillen Pett y suplicaba a los almirantes capitanes..., protección y ayuda para los tripulantes y para la nave » . No se sabe los objetivos alcanzados por esta expedición conjunta si bien, el citado historiador, estima que hay indicios sobrados para pensar que regresaron a Mallorca « con un importante cargamento de esclavos » . Serra Rafols también cree que estas expMiicio-nes aprehendieron indígenas canarios que cristianizados e instruidos en Mallorca pudieran ser, según Rumeu de Armas, 12 de ellos mi-ñoneros o auxiliares de la expedición de 13S2 de carácter evangéli-zador y con el ñrme propósito, sus componentes, de terminar con aquel estado de cosas para transmutar las incursiones piráticas en sublime tarea evan^ lizadora » '^ Es nidrio que las expediciones casi paralelas de 1341 impulsada por el Rey de Portugal Alfonso IV y las mallorquínas de 1342, tuvieron una difusión inusitada cual se desprende de los aconteci- 38 mientot que se desarrollaron en los siguientes afios con la salida en escena de D. Luis de la Cerda o D. Luis de Espafia solicitando del Pspa la investidura del Reino de Ornarías o de las Afortunadas. Otia reacción procede de caballeros mallorquines que interesan del Papa la evangelización de las Afortunadas que denota la importancia que en el mundo cristiano adquieren nuestras islas. Elección del primer Obispo de Canarias o de las Islas Afortunadas y la expedición de 1352.- Clemente VI designa el 7 de Noviembre de 13S1 primer Obispo de las Afortunadas al carmelita Fray Bernardo. Crá anterioridad, « cofivdes mallorquines » encabezados pOT Joan Doria y Jaime Segura se dirigieron a la Sede Papal en Avi-fión para solicitar, del Sumo Pontífice, indulgencias de Cruzada para la evangelización » de los indígenas islefias. Clemente VI, les otorgo toda clase de privilegios por bula del IS de Mayo de 13S1 y Pedro rv de Aragón, les concede licencia para montar la expedición erigiéndose el Monarca en protector de la misma según documento expedido en Barcelona el IS de Mayo de 13S1. Seis meses mis tarde el Papa elegiría Obispo al citado carmelita. El Papa, confiere también, al nuevo prelado, los derechos y obligaciones que conocidas documentalmente, fiícilitan, a su vez, el conocimiento del acontecer histórico. Le otorga la fincultad de « f\ in-dar una Iglesia y levantar una Catedral en el sitio que designes y le pongas por nombre ciudad con cuya denominación tú y tus sucesores en el Obispado serán nombrados perpetuamente » **. Al afio siguiente se organiza la 3* expedición mallorquína a las Islas Afortunadas que tendría un carácter misional y estaría auspiciada por el Rey Pedro DI de Aragón que en 1343, había ocupado Mallorca. La empresa contaba con la iniciativa del recien nombrado Obispo y con los indígenas canarios educados en Mallorca para la evangelización y a los que citamos en páginas precedentes. Los expedicionarios pretendían, de acuerdo con las instrucciones encomendadas, la erección de iglesias y ciudades y las islas que se descubrieran deberían ser feudos, de la Corona aragonesa. Guillen de Uagostera, Lugarteniente del Gobernador de Mallorca nomina a Arnau Roger Capitán de la nave el 14 de Mayo de 13S2 que lleva por compafieros a Juan Doria, Jaime Segarra y Guillermo Funes y se hicieron a la mar por esas fechas". ¿ Cuáles fUeron los resultados de esta expedición? Rumeu át Ai-nutt dice que se logró consolidar en Telde ( Gran Canaria) el primer núcleo importante misionero^. 39 Otros autores estiman que sus resultados fueron escasos". Cabe significar, no obstante, que no se lograron conseguir los objetivos sofiados y que Fray Bernardo se hallaba en Avifión en 13S3 y en Valencia en 13S4 y ese mismo año transferido a Santa Gusta ( Cerdefla) muere. Es decir, el Obispo no se establece fijamente en las Islas". En Canarias, quedaba un núcleo misional importante motivo, sin duda, de la erección de segundo Obispo de Las Afortunadas en Fray Bartolomé de la Orden de Predicadores según consta en la Bula de nombramiento promovida por Inocencio VI en Avifión el 2 de Marzo de 1961 >* y su episcopado solo 1 1 ^ a 1362. Y ese grupo misional estaba asentado en Telde ( Gran Canaria) tal es el motivo que a los siete años de estar vacante la sede episcopal, el Papa Urbano V designa a Fray Bonanto Tarín, de la Orden át los Prñücadores, Obispo de Telde y que en dicha Bula se distinguiera a sus precedentes como Obispo de Telde*°. Expedición catalana a Canarias.- Al propio tiempo, se organiza otra expedición a las Islas Canarias con motivo de la solicitud de los ciudadanos de Barcelona Bertín de Marmandó y Pedro Estrada que transmiten al Papa Urbano V el deseo de unos clérigos de trasladarse a Canarias. El Papa en la Bula de 30 de Septiembre de 1369, recomienda a los obispos de Barcelona y Tortosa que amparen el proyecto y la necesidad de enviar diez sacerdotes seculares y 20 reguladores*'. El resultado de esta expedición se desconoce aunque algunos autores ( Lütolf y Buenaventura Bonnet) lo relacionan con el texto llamado de Hemerlin que, por las noticias que contiene, merece la pena considerar con cierta atración. El texto de Hemerlin.- Fue redactado por el Canónigo Zurígués Félix Maleotti conocido por Hemerlin que recoge los datos que el Obispo de Tortosa Otón de Moneada le da durante el Concilio de 1431 o sea más de SO años después de la expedición de 1369. Su contenido nos pone en relación con las naves aragonesas que perseguidas por piratas, al verse en peligro, tomaron rumbo hacia el mar abierto durante nueve días y nueve noches empujadas por vientos de Levante. Al décimo día, divisaron una isla de agudos montes y gente de uno y otro sexo envueltos en pieles de animales y se entendían entre ellos claramente cmi voces guturales extrañas. No traían propiedad de las cosas según se averiguó con certeza sino que todo era común hasta en las relaciones íntimas entre hombres y mujeres y sin 40 privilegios para ningún varón. Los indígenas, lo recibieron pacíficamente aunque con gestos por la novedad de su presencia, y mucho se regocijaron con gritos de alegría cuando degustaron la carne cocida o fríta al fuego pues ellos la comían cruda. Visitaron otras tres islas vecinas de alturas más elevadas y de habitantes de distinto modo de hablar cada una diferente de las otras. La S* isla « rodeada de escollos, hacia Occidente, ha quedado en su feroz bestialidad » '"*. En la primera isla visitada, permanecieron vanos días regresando a su tierra con unos cuantos hombres y mujeres indígenas y por consejo del Rey de Aragón volvieron a las islas sacerdotes de la Orden de los Menores ( franciscanos) agricultores, artesanos para atraer a los isleños a la fe católica'^ Si comparamos estos datos con los que relaciona Nicolás Recco en 1341 y el escrito de Pedro IV de Aragón expedido en Barcelona el 1 de Junio de 1351 en el que se hace « un retrato fíel de la situación de los indígenas sumidos en un auténtico primitivismo » *' podemos considerar, como hemos sostenido insistentemente, que los rigores ambientales del entorno isleño ( clima, áspera orograña, suelos volcánicos, excesiva compartimentación del terreno, bosques de madera dura y pesada, abundancia de plantas leñosas y xerófílas, reducidas dimensiones del suelo útil etc) sumía al indígena en estáticas posiciones sociales y económicas. Que algo se alteran favorablemente en Gran Canaria sobre todas las demás islas, por la actuación de los mallorquines durante el siglo XVI y por la influencia de los Herrera Peraza en el siguiente. La donación de hierro o instrumentos de labranza o su cambio por materias primas debió de ser normal en aquellos tiempos sin que resultase trascendente por las limitaciones y circunstancias. Puede observarse que el relato de Hermelín implica dos posiciones diferentes: En una, llegan los navegantes por casualidad a las islas y « in embargo, regresan a su tierra ( Aragón- Cataluña) con unos indígenas ( parejas de varones y hembras). La otra, tendría un carácter evangelizador según se desprende de los informes de antiguos historiadores y de la Bula que el Papa Urbano VI dirigió a los Obispos de Barcelona y Tortosa « Por las noticias recibidas de Canarias o Gran Canaria que presentaban como empresa fácil la sumisión de esta isla y las demás adyacentes a la fe de Cristo » .^ Las expediciones hablan de 5 islas solamente por lo que habría que descartar a las dos más occidentales, La Palma y El Hierro, que se descubrieron, posiblemente, con posterioridad o bien, La Gomera y El Hierro como opina Serra Rafols. 41 Erección del cuarto y último Obispo de Telde.- El Papa Clemente VII en Bula expedida en Aviñón el 31 de Enero de 1382 erige Obispo de Telde a Fray Jaime Olzina que por ser de vida longeva subsistiría en la Diócesis de las Islas Cañarías con el Obispo de Ru-bicón en la persona de Fray Sanlúcar de Barrameda hasta el 1411 aproximadamente. Y según opina D. Antonio Rumeu de Armas, creó un problema canónigo que se resolvería por sí solo a la muerte de Fray Olzina. Fue localizado en Mallorca en 1394 y como Obispo auxiliar del & moso Arzobispo de Zaragoza García Fernández de Heredia. entre los años 1400 y 1411. « Merece considerarse, que de los cuatro Obispos de Telde, solo Fray Jaime Olzina no fue seguida su erección por Bula que se relacionase con algún viaje a Canarias. Lo que supone un argumento más en favor de la tesis del Académico Rumeu de Armas que en Telde siguió manteniéndose un núcleo misional con cierta relevancia o al menos bien conocido en el Mundo Cristiano. Expedición de 1386.- Pedro IV de Aragón denominado El Ceremonioso en carta del 20 de Febrero de 1386 recomienda al Papa Urbano VI a unos eremitas que deseaban trasladarse a las Islas Canarias para predicar el evangelio. Es generalmente admitido, entre los investigadores modernos, que estos pobres ermitaños tras siete años de convivencia con los naturales de Canaria o Gran Canaria a los que intentaron enseñar la doctrína de Crísto y a perfeccionar sus cuevas y cabanas tanto como el mejoramiento de la práctica agrícola o artesanal de distintos oficios, ftieron asesinados sobre el 1339 o 1391 y el testamento conocido por el de los « trece hermanos » fue hallado por Gadifer de la Salle en el año 1403 s^ ún relato de la « Crónica Francesa » : « Nosotros hemos encontrado el testamento de unos hermanos cristianos a quienes mataron hará como 12 años ( 1391); eran trece personas y dicen los canarios que los mataron porque escribieron a los cristianos que vinieran contra ellos » . Y en el testamento se agrega « que nadie debe fiarse de los canarios por buen semblante que tengan porque son por su natural traidores » **. Viera y Clavijo opina diametralmente distinto cuatro siglos después al soq) echar « que los vicios de aquellos cristianos » que tanto habían hecho por los naturales » eran mayores que sus virtudes*^. Se muestra confiado el indígena en sus primeros encuentros con los europeos y receloso o agresivo de resultas de la piratería. Por igual motivo, los religiosos fueron victimas indirectas de los piratas por la reacción de los indígenas y los ejemplos son tan elocuentes y 42 numerosos que en el decurso de estas páginas, los veremos con frecuencia. Culpar a los religiosos de sus propios sacríñcios, aun reconociendo sus grandes merecimientos con sus verdugos, parece un contra sentido. Actitudes que arrancan de Fray Bartolomé de las Casas y que sigue el padre Espinosa y un tanto Viera y Clavijo, creando, un precedente en cierto modo injusto. Es posible que la coyuntura económica fuese la causa principal para la eliminación xle los frailes. Trece bocas más que repartir los escasos alimentos en años de pocas lluvias y el estatuto de « matar las niñas » del que habla Abreu Galindo, es un antecedente. Otras expediciones.- La última expedición documentada es la de Gonzalo Peraza Martel hijo del señor de Almonáster. Fue pro-mocionada por dicho caballero aunque autorizada por Enrique III de Castilla en 1393. Esta e^^ pedición, daría origen a las reclamaciones de los descendientes dc| señor de Alconáster al señorío de Cana-rías. Una, de cuyas propuestas, sería considerada por el Rey Juan II de Castilla, que nombró, señor de parte de las islas a Juan de las Casas. Noticia que citaremos más adelante al estudiar el discutido problema sucesorio al Señorío de Canarias. En la Crónica del citado Rey ( en extracto consta en la Historia de Millares Torres referido a esta expedición) se lee, que estaba compuesta por gentes de Sevilla, Vizcaya, y Guipúzcoa con navios sevillanos. Embarcaron caballos y visitan las islas de Lanzarote y la Graciosa; Fuerteventura; Canaria la Grande; la isla del Infierno; La Gomera; El Hierro y La Palma. Los marineros desembarcaron en Lanzarote y tomaron cabras y cera dando cuenta al Rey de como eran aquellas islas y lo que hallaron, le informaron de la facilidad de su conquista". Los demás expediciones que relacionan los historiadores clásicos o son apócrifas o no han sido admitidas por la crítica moderna por la falta de la debida documentación. Y no entraremos en su análisis pues nada ayudaría a los fines de este libro. 43 CAPITULO IV LA CONQUISTA DE LANZAROTE, FUERTEVENTURA Y EL HIERRO A modo de introducción.- La primera conquista de las Islas llamadas menores o de señorío, abarca dos períodos diferenciados en el tiempo y por las circunstancias. En el primero, se conquistan las islas de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro. Se inicia en 1402 y termina en 1406. La Gomera entraría a formar parte del Señorío de las Islas Cananas, mediante la penetración pacifica que desemboca en tensiones, violencias y sucesos sangrientos, cuando Hernán Peraza exige el derecho de « Quintos » que como señor de la Isla le correspondía. Estos episodios los referimos ampliamente en el primer libro", e insistiremos de pasada más adelante. Ahora, será objeto de nuestra atención, esta pequeña etapa de solo cuatro años de conquista que bien puede reputarse de sorpresiva e interesante y de contenido tan denso y alecionador, para los estudios de la H* de Canarias, que consideraremos con el rigor que merece. Una vez más, reiteramos que decir que los relatos de los viejos historiadores desde Abreu Galindo a Viera y Clavijo y otros más modernos, no son los descritos por los cronistas franceses Bountier y Le Verrier que acompañaron a Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle sino versiones adulteradas sobre el 1490 por un sobrino de Juan de Bethencourt o Juan V Bethencourt, ( según orden genealógico de sucesión a partir del fundador de la familia) y de cuyos materiales surge Le Canaríen de Fierre de Bergeron en 1630. Juan V de Bethencourt, modifica lo escrito por los frailes y cronistas franceses y el mismo Gadifer de La Salle para favorecer la Hombradía de su tío Juan de Bethencourt en perjuicio de los merecimientos de Gadifer de La Salle a quien relega a un papel secundario tanto, en los preparativos de conquista como en su ejecución y resultado ñnal. 45 A esta versión o frente a esta versión, se alza otra, editada en París a fines de siglo anterior ( 1896) obra postuma de P. Margry que tiene por fundamento, los apuntes recogidos por Gadifer de La Salle directamente en los momentos de ocio o descanso entre las operaciones militares más lo escrito por los frailes, y en particular, por Bountier. Y naturalmente, defiende a Gadifer de La Salle al igual que aquella rebaja sus merecimientos. Lo primero que, salta a la vista, es que la versión manipulada por Juan V de Bethencourt, se enseñorea de la historiografia canaria, desde el siglo XV hasta la aparición de Pierre Margry en 1896. Y a la vez, es un incentivo para los especialistas, dilucidar quien es quien de los conquistadores y cual su obra, méritos o falsedades. Tres destacados investigadores. Buenaventura Bonnet y Reve-rón, Elias Serra Rafols y Alejandro Cioranescu ( citados por orden de intervención) - se imponen la ardua tarea de cumplir tales objetivos ™ . Traducen del francés las dos versiones del Canarien ( G y B) y compulsan los relatos complementándolos con la documentación de firmeza o rechazo al contenido de las obras o a la ejecutiva de los personajes. Antes de entrar en el tema, expondremos en líneas generales la situación: En principio, todo marcha bien entre Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle. Hay espíritu de entendimiento que se trunca, cuando Gadifer se siente abandonado de su compañero que marchó a Castilla, de mutuo acuerdo, para solicitar, hombres, mantenimientos y recursos, para la conquista. Gadifer, esperaba tales ayudas urgentemente por necesarias y tardaron en llegar casi dos años con total olvido de él y de sus compañeros, que sufrieron, por ello, incontables penalidades en la isla de Lanzarote. Esta decepción anima a Gadifer a escribir sus impresiones justificando su conducta, máxime, al conocer, que Bethencourt, durante los dos años que permaneció en Castilla, había conseguido del Rey ventajosas disposiciones a su favor. Y se recrudece la hostilidad, entre ambos, al regreso de Bethencourt en 1404 hasta que embarca Gadifer de La Salle y deja libre las islas a Juan de Bethencourt. Gadifer de La Salle, lleva a Francia la copia de lo escrito por los firailes y por él mismo, hasta abril de 1404. Este manuscrito daría origen, como expusimos, al texto que publica Pierre Magry en 1896. Historiadores modernos estudian las dos versiones de Gadifer y de Bethencourt.- Los especialistas distinguen tres partes por su aproximación o rechazo: La primera, concordante con la época de la cola- 46 boración, no difieren una de otra. La segunda, corresponde con las quejas de Gadifier y de la ostensible manipulación de Juan V Bet-hencourt y por último, una tercera etapa en la que el falsificador queda solo frente a los manuscritos. ¿ Manipula Juan V de Bethen-court su contenido cual hizo con la segunda? Serra Rafols cree que no hubo manipulación de esta parte del texto. « Punto de vista constantemente sostenido por dicho autor » según Ciroanescu^'. Dilucidar estas interpretaciones es la misión de los aludidos investigadores algunas de cuyas conclusiones exponemos, a grandes rasgos. Bonnet y Reveron, define a Juan de Bethencourt con duros cali-fícativos pronunciándose abiertamente favorable a la tesis de Gadi-fer de La Salle a quien considera el primer conquistador de las Islas Canarias. Serra Rafols, ensalza el trabajo de Bonnet y Reveron y a la biografía que escribió sobre Juan de Bethencourt, la conceptúa como la más completa que se haya publicado del mismo. Y discrepa por la hipercrítica de Bonnet y por sus drásticos pronunciamientos sin una base documental relevante en ocasiones. Tampoco está de acuerdo con su compañero de edición, Cioranescu, que en cierto modo se coloca en una posición intermedia. Esto quiere decir, que no hay unanimidad de criterios y que queda algo por resolver. Es más: Cioranescu admite que tanto una versión como la otra, podrian considerarse válidas en general, por falta de la documentación que allane el camino. Y en lo tocante a la cronología, se maniñesta en total desacuerdo con las fechas que mencionan las crónicas que podrían ser distintas y posteriores^^ Si cotejamos el contenido de ambas versiones entre sí y el de los viejos libros, se observa, que los historiadores desde Abreu Galindo a Miliares Torres que siguieron el texto adulterado por Bethencourt V, por no haber salido el de Gadifer, están lejos de imitarle en aquellos pasajes que denotan una manifiesta parcialidad en favor de Bethencourt y en perjuicio de Gadifier. Por ejemplo. Viera y Clav^ jo que ensalza, como ningún otro de los historiadores a Bethencourt, « por su vida social sencilla y grandeza de alma » llamándole « El Grande » y « El Héroe » , no deja a Gadifer a nivel de simple aventurero como proclama la crónica manipulada ( B) sino que le da luz propia en la empresa de la conquista, cuando dice: Bethencourt en La Rochela « halló cierto socorro que le dio nuevo impulso, porque, el señor Gadifer que residía en aquel mismo puerto, preparando no sé qué expedición ultramarina, Bethencourt le brindó la empresa de Las Canarias... y así, no pasó mucho tiempo sin que se armase un navio entre los dos y se equipase de buenos soldados y de bastantes 47 provisiones de guerra y boca". Millares Torres, con mayor énfasis, olvida el protagonismo absorbente que la versión B atribuye a Bethencourt para darle menor relieve y elevar la figura de Gadifer cual se desprende de sus palabras: « Todo parece indicar que los dos aventureros ( Bethencourt y Gadifer) se conocían y apreciaban porque tan pronto como Bethencourt reveló a Gadifer el proyecto de conquista y le transmitió el placer con que le asociaría a su empresa... » « éste, se apresuró a aceptar la invitación, poniendo en común sus recursos en armas, víveres y soldados^*. Abreu Galindo no se pronunciaría de distinta manera cual observaremos por la cita que sigue: « Juan de Betencor codicioso de ver tierras y hacer cosas dignas de su casa y ánimo, salió de su tierra... y vino a La Rochela puerto de rrmr donde encontró otro caballero francés llamado Gadifer de La Sala ( Salle) rico y señor de muchos pueblos y, comunicándose, se confirmaron entrambos de ir en demanda y busca de las islas Fortunadas, nuevamente descubiertas... y tomando lengua y razón de algunos marineros que tenían noticias del descubrimiento de dichas islas, desearon ir a verlas, lo más breve que pudieran. Se apercibieron de gente y navios y lo necesario para la jornada vendiendo algunos de sus pueblos y empeñando otros... embarcaron el l'de Mayo de I400^\ » Cabe, significar, que Abreu Galindo no conoce el texto B de Le Canaríen sino el extracto del mismo B o carta de 1501 y quizá otros documentos de familias isleñas, que le facilitan informaciones muy valiosas, como la cita y otras inexactas o contradictorias debido a la credibilidad del historiador hacia sus vanadas fuentes informativas'*. Abreu Galindo, dice, que la expedición salió de La Rochela con tres barcas y en 1400; cuando, solo dispusieron de una barca y levaron anclas en 1402. E> e igual manera da por terminada la estancia de Gadifer de La Salle en Canarias en 1402 para embarcar hacia Francia donde muere según dice a los pocos días. Y Gadifíer, no salió de las Islas hasta Agosto de 1404, según todos los indicios, y vivió, muchos años después. Consignemos, la cita de Le Canaríen ( texto B) sobre el mismo tema: Juan de Bethencourt caballero natural del reino de Francia hubo emprendido este viaje para honra de Dios y para mantenimiento de nuestra Santa fe en las partes del Mediodía en ciertas islas que están en aquella banda que se dicen de Cañaría pobladas por gentes infieles de diversas leyes y de diversos lenguajes de las cuales la Gran Cañaría es una de las mejores y ( k las más importantes y 48 mejores provista de gentes y de víveres y de cualquier otra cosa y por eso se llama este libro « El Canario » ... y nosotros fray Pedro Bontier religioso de Saint- Jouyn- de Mames y Juan Le Verrier presbítero y servidor del dicho Bethencourt hemos empezado a poner por escrito las más de las cosas que le acontecieron en su principio y también la manera de su gobierno de lo cual pudimos tener seguro conocimiento desde que salió del reino de Francia hasta el 19 de Abril de 1404... y de allí en adelante, vino la escritura en otras manos que la prosiguieron hasta el fínal de su conquista^^... » Y sigue: « El cual Bethencourt salió de su morada de Grainville - la Teinturriere en Caux y vino a La Rochela y allí encontró a Ga-difer de La Salle caballero bueno y honrado que iba buscando fortuna. Y hubo conferencia entre los dos y le preguntó Bethencourt a que parte quería dirigirse y Gadiñer contestó que iba buscando fortuna. Bethencourt le invitó a venir en su compañía contándole su proyectado viaje a las islas y la empresa que estaba hecha por dicho Bethencourt. Hubo palabras entre los dos que seria demasiado largo referir. Así pues salió Bethencourt y Gadifer con toda su tripulación de La Rochela el 1° de Mayo de 1402 para venir a Canarias". Obsérvese, que el manipulador del texto Bethencourt V, no concede ningún protagonismo en la empresa a Gadifer de La Salle a diferencia de los clásicos historiadores que le elevan a niveles próximos a Bethencourt constituyendo, ya de por sí, una primera valoración de esta crónica a tenor de los relatos tan subjetivos como contradictorios que contiene o a las no bien explicadas ausencias de Bethencourt de las Islas Canarias o por la negligencia de éste, de no socorrer a sus compañeros en penuria... y cuyos detalles observaremos más adelante. Algunas notas de la versión Gadifer.- Unas simples pinceladas de la Crónica Gadifer en comparación con la de Bethencourt V, nos da una ligera idea de las discrepancias existentes entre ambas. Gadifer dice que ambos conquistadores deliberaron en plan de igualdad sobre el proyecto de conquista con similares obligaciones y derechos. A este respecto, podemos citar dos bulas del Papa Benedicto XIII fechadas en 1403 al igual que una carta de Enrique III de Castilla referidas a Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle en términos tan elogiosos como de similar categoría tomándose favorables a Bethencourt a partir precisamente de 1403, en que, su protagonismo es absoluto. Otra queja de Gadifer, se debe, no solo al abandono de Behten-court sin socorrerles durante dos años sino que sus acusaciones se 49 extienden a un supuesto incumplimiento de contrato y apropiación indebida al destinar Bethencourt el importe disponible para mantenimientos ( 20.000 maravedies del Rey y 500 importe de la venta de una lancha de la barca de Gadifer) se gastó, en el viaje de la S* de Bethencourt a Francia. Al propio tiempo, Gadifíer recibía la noticia de las muchas prebendas que Enrique III había otorgado a Bethencourt previo homenaje de las Islas y total olvido de Gadifer. Conocidos tales datos, por la Crónica de Gadifer en 1890, exacerbó la postura de los escritores a fiívor de Gadifer. No obstante, cabe preguntarse ¿ cuál es el fiel de la balanza y donde está la razón? Acusadas diferencias entre la conquista franco- normanda de las islas menores o de señorío, de las mayores o realengas por los Reyes Católicos.- De principio, merece aludir al comportamiento anárquico y sinuoso de los conquistadores franceses. Tomaron puerto en La Graciosa y mediante un tratado amistoso con los naturales lanzaro-teños, construyen un castillo o fortaleza en Rubicón al sur de la isla y frente a las de Fuerteventura y de Lobos. Después, darían un buen concierto de traiciones y abusos. Al íín, entrarían los nativos a formar parte del juego y un pretendiente al trono traicionaría a su Rey Guadarfía para morir poco después ajusticiado por él. Y como remate, Jean de Bethencourt en El Hierro, protagonizaría el acto más arbitrario de la conquista esclavizando a los nativos bimbaches con su Rey Augerón a la cabeza, cuando, se entregaron a los conquistadores normandos, sin la menor resistencia^. Hay que pensar, que los cautivos fueron liberados en su mayor parte como tantas veces. De otra forma, no se comprendería que hubiese una sublevación, pocos años después, de los hombres en defensa de sus mujeres. Algunos historiadores enjuician estos hechos no con el rigor que merecen y por el contrario alborotan ostensiblemente las acciones de Pedro de Vera y Fernandez de Lugo, que condenables, han sido explicadas exageraúdamente sin mencionar las fuentes de investigación modernas ni a los Reyes Católicos con sus modélicas Instituciones que, con la Iglesia , se constituyen en baluarte defensivo de los aborígenes. Hechos controvertibles que nos siguen ( tesvelando la tríste realidad de las lúas Canarias de aquellos tiempos, nos los focilitan los conquistadores franceses en Lanzarote, como más tarde serían los ca^ llanos en Gran Canaria y Tenerife. Pasaron hambre cuando quedaron desligados de los suministros que les libaban de la Penin- 50 sula a pesar de que eran menos del medio centenar. Gadifer de La Salle, según él mismo cuenta, pensó eliminar a los hombres nativos quedándose con las mujeres y los niños para facilitar los aprovisionamientos. Similar situación, quizá, explique la conducta de los indígenas grancanaríos que ajusticiaron a los 13 frailes en la última decena del siglo XIV. Las naves castellanas al acecho de las islas.- Otra noticia, que no debe pasarse por alto, es la concurrencia, en aguas de Lanzarote, Graciosa y Lobos, de dos barcas castellanas ( La Tajamar y La More- 11a) al mando de los patronos Femando de Ordóñez y Francisco Calvo que protagonizarían insólitos episodios con el traidor francés Bertín de Bemeval que relataremos con amplitud más adelante. El objeto, de esta cita, es poder sondear las causas de que aquellas naves hubiesen efectuado tan larga como arriesgada travesía en aquel tiempo. Pronto sabremos, por los conquistadores franceses, que los tripulantes de una de esas dos barcas, intentaban aprisionar a los isleños y que los de la otra, que resultó ser la de Francisco Calvo, se negaron a secundar los planes de Bertin de Bemeval que a su vez urdía un tenebroso designio con el mismo fín. De modo que, si la información es correcta, hay que pensar en los viajes regulares de las naves castellanas a las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Sus objetivos serían la orchilla, sangre de drago, pieles de lobos, marinos, o de las reses menores y comerciarían normalmente con los aborígenes de ambas islas. Los nombres castellanos de pueblos y términos a la llegada de los franceses como Gran Aldea y Arrecife en Lanzarote y Valtanyal y Río de la Palma en Fuerteventura de los que habla el Doctor Cioranescu, son muy signiñcativos. Otros patronos de barcos podrían tener, en las islas, los refugios para sus naves o el estacionamiento circunstancial en sus vityes a la costa africana y también, la reprobable de la esclavización de isleños. Acciones, que no debieron ser continuas; sino, alternativas desde mucho tiempo, antes. Lanceloto Malosello inaugura la vía pacifica y comercial sobre el 1312 á 1332. En la época de esta primera conquista, podría pensarse en una fase depredadora a juzgar por el temor que invadía, a los nativos, la sola presencia de las barcas. Y tanto en Lanzarote como Fuerteventura y El Hierro, tardaron días los conquistadores francnes en hallar indígenas. Pc^ blemente por su máxima exposición al ser bs menos accidentadas ( Lanzarote y Fuerteventura) o de las más pequeñas ( El Hierro). En las otras islas, harían frente a los asaltantes con éxito, como en Gran Canaria en tantas ocasiones y no osaron probar fortuna en Tenerife. 51 No obstante, la dificultad de la captura de indígenas nos da idea el hecho át que los conquistadores franceses tras tocar en Gran Canaria, La Gomera, La Palma y El Hierro, donde permanecieron larga temporada solo pudieron aprehender, siete mujeres, un hombre y un niño. Otro dato, ya conocido que destacan los cronistas franceses, es que las dos islas tan próximas como Lanzarote y Fuerteventura no tenían, entre sí, ningún sistema de comunic2K; ión y hablaban distintos idiomas. Por último, mencionemos la pared aborigen de Fuerteventura como agno indicativo de que, entre los isleños aborígenes, había violencias y defensas protectoras contra la agresión de los habitantes de un reino contra los de otro de la isla. Y damos por terminado el preámbulo para adentramos en la primera conquista de las islas. Como los sucesos que se relatan de la conquista de Lanzarote parecen responder a la ruda intervención de los franceses, merece por ello considerar el estado de la situación de la nación vecina, la influencia que pudo tener. Visión retrospectiva y esquemática del reino francés ai iniciarse la conquista de las islas menores.- En Francia, imperaba la anarquía y los partidarios de las poderosas casas de Borgofia y Orleans, peleaban, entre sí, para imponer sus respectivos criterios en cuestiones de tipo social, religioso o político. La Casa de Borgoña, se apoyaba en las ciudades del Norte y en el elemento popular. Deseaba la paz con Inglaterra y la supremacía de los Concilios sobre el Papado. La Casa de Orleans, era & vorecida ÍKx la nableí » y su poder radicaba en el Sur. El choque, entre ambas formaciones, daría temporalmente la supremacía a uno de los contendientes para empezar la lucha poco dñpués. Este estado de cosas, dio origen a desórdenes y violencias en todo el país y a levantamientos radicales que implantaron su dominio en París y un terrorismo salvi^ e contra la Corte y la nobleza, que provocó la reacción de ambas casas y el castigo implacable de los insurgentes así conK> el descrédito de la Casa de Borgofia. Dos años más tarde, en 1415, Inglaterra invade tierras ( te la desembocadura del Sena y se apodera de Harfleur inaugurando otra nueva etapa de la guerra de los cien años que da fin en 1461. La victoria de los arqueros ingleses, frvnte a la caballería francesa en Azicourt y la continuada guerra intestina entre los Boffofies y 52 los de Orleans, propiciaron, el descontrol de los gastos cortesanos y la anarquía, que conmueve a los habitantes, origina su desmoralización y retroceso ante el avance de los británicos reforzados por los borgoñones asi como el asedio a la importante ciudad de Orleans. La salida en escena de la heroína Juana de Arco galvanizó al Ejército galo que tras larga lucha conseguiría la victoria. Los protagonistas de las primera conquista ( Lanzarote, Fuerte-ventura y El Hierro).- Jean de Bethencourt, pertenecía a la femilia que fundara su homónimo Jean de Bethencourt I entre los años 1270 á 1280, que, de escudero pasa a caballero tras prestar múltiples servicios al Rey de Francia durante su larga vida de campaña. Recibe sueldos y distinciones del Rey y al fín, se casa con la S* feudal de Grainville- Teinturríere, Feudo, que llegaría a manos de otro de sus descendientes, al poderoso Robín de Braquemont, Mariscal de Francia y de gran influencia en las cortes de Castilla y de Francia. Era primo del conquistador Juan de Bethencourt que poseía en el citado distrito la segunda de sus propiedades. Jean de Bethencourt, era el mayor de dos hermanos y estaba casado con la bella Madame Fayel más joven, que al regreso de Canarias le depanuía terribles celos enemistándose con Morellet, su hermano y quizá por tales contrariedades la muerte prematura de la dama. No tuvieron hijos y ninguno de los herederos disfrutaría de los bienes materiales por tener la hacienda hipotecada y el Señorío de Canarias enhenado. Gadifer de In Salle, gascón de nacimiento, era soltero. Las crónicas hablan del bastardo de Gadifer, llamado Aníbal que le acompañó a Canarias. Gadifer, era el personaje característico del siglo XV. De espíritu inquieto, duro y batallador, conocía el oficio de las armas. El Duque de Orlenas le donó en 1400 el collar de oro de la orden del Camail como reconocimiento a los servicios prestados. Collar, que sorpendentemente Itevaria Gadifer a Canarias y perdería según los cronistas, en circunstancias un tanto extrañas. No señalaremos ninguna otra cualidad o demérito de ambas figuras para que el lector pueda deducirías por sí mismo del relato de los hechos e insistiremos sobre el tema al finalizar el capítulo. No obstante, puede asegurarse, sin equívocos, que tanto uno como otro, abandonaron, las comodidades del hogar, para lanzarse a la aventure incierta de la conquista de Canarias. Preparativos para la conquista.- En Abril de 1402, Juan de Bethencourt halla a Gadifer de La Salle en el Puerto de La Rochella y 53 estudian el proyectado viaje a Canarias que presenta Bethencourt y de común acuerdo, asumen la responsabilidad compartida de la conquista de Canarias. Se desconoce, el grado de participación, de cada uno, en la empresa; pero debe ser semejante a juzgar por las posteriores reclamaciones de Gadifer y porque en los primeros documentos oficiales referidos a la conquista, del Papa o del Rey de Castilla, fíguran ambos como Jefes de la expedición aunque Gadifer detrás de Bethencourt. Consiguen equipar una nave, precisamente de Gadifer, con acreditados pilotos, 2 SO voluntarios y marineros normandos o gascones como los jefes, causa, de las primeras discordias entre ellos. También forman parte de la dotación, los clérigos Jean Le Verríer presbiteriano y Pedro Bountier franciscano en calidad de misioneros y cronistas. Alfonso e Isabel naturales de Lanzarote que cautivos en épocas anteriores, serían intérpretes de los conquistadores. Se inicia la singladura.- El 1<* de Mayo de 1402 sale la embarcación del Puerto de la Rochela provista de los suficientes suministros y equipos. El fuerte viento desvia la nave hacia las costas españolas del Cantábrico y se ven obligados a entrar en el puerto de Vivero donde permanecen ocho días y con la calma, florecen las querellas entre normandos y gascones que estuvieron a punto de terminar con la expedición y que a duras penas consiguieron contener Bethencourt y Gadifer. Se cuenta, que éste, pudo perder su vida por un dardo lanzado desde cubierta, que se clavó en la pared entre él y su hijo bastardo Aníbal; aunque otras versiones sitúan el episodio en el puerto de Cádiz, días antes de iniciar la travesía directa a Canarias » '. En La Coruña, diferencias con los ingeses.- La Coruña, es la segunda escala y con nuevas aventuras que contar en el puerto, se desmantelaba un barco apresado y bajo el control de la flota inglesa mandada por el conde escoces Sr. Hely que tenía por auxiliar a Ras-se de Rentry. Jean de Bethencourt previa autorización del conde, entra en la nave y manda llevar a su embarcación un bote y un ancla. Poco despu^, el Sr. Rasse de Rentry, reclama los efectos y su inmediata devolución al barco de procedencia. Discuten sin llegar a ningún acuerdo alegando Bethencourt que solicitó del conde autorización para tomar alguna cosa necesaria y el conde se lo concedió. Insisten en sus razonamientos y se cruzan duras palabras y al despedirse, el Sr. Rentry dice mandará a por los efectos. Bethencourt ordena, una vez preparada la nave, levar anclas y zarpar al exterior del 54 puerto. Los ingleses, sintiéndose defraudados les i> ersiguen en una galeota que arman y a pesar de darles alcance regresan sin conseguir sus propósitos*^. Deserciones en el Puerto de Cádiz Juan de Bethencourt es apresado.- En el puerto de Cádiz, amarran durante excesivo tiempo con graves consecuencias para la expedición. Bethencourt, b^ ó a tierra y en el Puerto de Santa Maria, es detenido por denuncia presentada por mercaderes genoveses e ingleses vecinos de Sevilla « de ser el autor de piraterías y de haber abordado y saqueado tres naves » . También sería acusado, por el Gobierno inglés de haberlo hecho con otro barco de amplio toneliye. El Gobierno francés respondió a ese último cargo, que el Sr. de Bethencourt estaba en Canarias; olvidándose el episodio cuando reanudaron ambas naciones la guerra de los cien años. Esta larga espera en los puertos de Sevilla y Cádiz, se tradujo en deserciones masivas hasta quedar reducido el voluntariado a 63 hombres de los 280 que eran". El texto B habla de 53 hombres los que partieron de Cádiz hacia Canarias de los 80 que salieron de la Rochela. Salen de Cádiz y llegan a Canarias.- Las contrariedades no harán mella en los conquistadores y después de haberse sobreseído el pleito salen de Cádiz rumbo a Canarias. Tres días de calma y S de vientos favorables, avistan la isla de Alegranza seguida de! Islote M* Clara y fondean en La Graciosa que reunía óptimas condiciones de seguridad para las naves de la época, por las tranquilas aguas del canal El Río. Los conquistadores, intentan penetrar en Lanzarote por el abrupto Macizo de Famara y tras múltiples diñcultades, consiguen efectuar un corto reconocimiento, sin encontrar naturales isleños, regresan a la barcaza. Los conquistadores, intensifican los reconocimientos de Lanza-rote y hallan a sus nativos.- Los conquistadores vuelven a Lanzarote al siguiente día y profundizan en su interior con el fin de descubrir a sus habitantes que temerosos por los malos recuerdos de entradas de europeos, se esconden en las alturas. Por fín, un grupo de indigeMS se aproxima y por la intervención de los intérpretes, Alfonso e Isabel se consigue una entrevista con su Rey en cierto pan^ e donde le visitarían. 55 Primer trato de paz entre los aborigénes lanzaroteños y los Jefes coruiuistadores.- De resultas de las conversaciones acordadas, suise el primer tratado de paz al que seguirían otros de similar significado. A los islefios, les interesaba protección contra los actos de piratería. A los conquistadores, manos libres para adelantar la conquista o al menos para la construcción de bases para futuras operaciones. En principio, todo marcba bien tras el tratado. Confraternizan islefios oort conquistadores y tanto en ésta, como en todas las demás islas, la penetración suave es aceptada con agrado que se toma violenta cuando los conquistadores precipitan los acontecimientos o cometen algún desliz o traición. No olvidemos que el propósito principal de la conquista, era la evangelización de los nativos para cuyo fin, no solo contribuirían las dignidades eclesiásticas y religiosas sino el pueblo llano mediante sus dádivas o indulgencias que llegaban a los conquistadores por mediación de la Iglesia o de la Corona. Precisamente la Corona de Aragón, lyena a la conquista, se relacionó con Juan de Bethiencourt por este motivo y más tarde, Castilla León prestaría fuertes sumas para la conquista de Gran Canaria. Destaquemos, una vez más, que la escasez de alimentos y otros medios de subsistencia, será la remora mayor de la conquista desde su iniciación en Lanzarote hasta su fin en Tenerife. El hambre se iba a interponer entre los conquistadores e isleños, como el más poderoso enemigo de la concordia. El fondo real de pobreza en las Islas y la fiüta de medios y recursos entre los conquistadores, exacerbaron los ánimos y ñieron fuente de discordias como observaremos por los relatos de la conquista. La Torre de Rubicán.- De resultas del tratado de paz, los franceses comenzaron la construcción de una torre en la zona de Rubi-cón al sur de la isla con la capacidad suficiente, para albergar a los expedidoiuurios. El sitio elegido está en el declive de los viejos montes de Los Ajaches y frente a la costa de Fuerteventura y de la Isla de Lobos. La torre disponía de un pozo en las proximidades con agua abundante, condición imprescindible, para esta clase de edificaciones destinada » para albergar destacamentos de combatientes y persona en general. La construyeron, en pocos días, ( te piedra y barro. Los ind^ enas, observaron con expectación a los conquistadores, aywtfadcto en la erecci^ de la torre y en excavar el pozo sin que se alteran la buena armonía entre ambú comunidades. Los franceses asaltan Fuerteventura y retroceden.- Ante el ses- 56 go satisfactono de la campaña, Bethencourt y Gadifer prosiguen la conquista: Dejan una pequeña guarnición en la torre de Rubicón bajo el mando de Bertin de Bemeval y descienden a la Playa Mujeres o de las Coloradas donde en las chalupas, irían a la barcaza y en ésta, saltan a Fuerteventura desembarcando posiblemente en Los Corralejos, al atardecer, para que su presencia no fuese advertida por los naturales. Haremos un inciso desligándonos de la tutela de « Le Canaríen » para atender a Abreu Galindo que cuenta los primeros episodios en Fuerteventura con distintos derroteros y similar síntesis, cual es: Que los conquistadores franceses se consideraron acomplejados ante un objetivo que no podían digerir como era la conquista de Fuerte-ventura y regresaron a Lanzarote. Abreu Galindo: Mejor armados los indígenas, en mayor número; más fornidos y con resolución, pronto se aprestaron a la lucha. « Viendo los franceses la mucha gente que a la defensa acudía y los pocos que ellos eran y la grandeza de cuerpos, tomáronse a recoger, los navios y dando vuelta volvieron a Lanzarote » *^ La versión de los cronistas galos: Llegaron a Fuerteventura de noche y Gadifer, Lenedan y otros, marcharon tierra adentro « tanto como pudieron, hasta llegar a un montaña en la que había una fuente ( se cree que es la de Tao) de agua viva y corriente » . Sin que lograran dar vista a los naturales del país. Ocho días más, permanecieron en Fuerteventura con igual resultado negativo y por feltarles el pan tuvieron que regresar al puerto de Lobos. Allí, en reunión de capitanes, acordaron, proseguir los reconocimientos hasta el Vado de La Palma, donde, acamparían, sin retroceder hasta someter al país y convertir a los naturales a la religión. La nave, les seguiría por la costa para el abastecimiento de víveres. Plan, que no pudo desarrollarse, según la Crónica, por la resistencia de los maríneros que se negaron a secundar tales propósitos y como tratado de compromiso accedieron a llevar a Lanzarote a Gadifer y su bastardo Aníbal y en el bote a los restantes expedicionaríos*^. Identificación de los objetivos indicados- El Puerto de Lobos podría estar en la isla de Lobos o más bien, en la de Fuerteventura y un poco más al sureste de Corralejo. La montaña con su fuente podría ser la de Tao. Llama la atención a los investigadores - Cioranescu, Serra Rafol » - que los cronistas señalen el Vado de Las Palmas sin que los franceses hubieran llegado a sus dominios o terrí-toríos. Tales investigadores y particularmente Cioranescu, en este caso, lo interpreta por la influencia de los maríneros castellanos co- 57 nocedores de las islas orientales por las frecuentes visitas que hacian, designaron con nombres especifícos castellanos accidentes que perduraron como Valtarajal y Vado del Rio o Rio Palma en Fuerteven-tura y Gran Aldea y Arrecife en Lanzarote y aleccionaron a los franceses antes de los reconocimientos que estos iban a efectuar. Otras observaciones.- Parece lógico, pensar, que los marineros tuviercMi una causa de fuerza mayor para tomar tan drástica medida ¿ Sería la resistencia de los isleños referida por Abreu Galindo? Bethencourt abartdona Canarias para interesarse del Rey castellano Enrique III refuerzos y nuevos recursos.- En Lanzarote, Jean de Bethencourt comprende que no tiene los medios para empresa tan vasta y decide, de acuerdo con Gadifer y los otros gentiles hombres, presentarse en Castilla para solicitar ayuda y llevar a los nuui-neros descontentos. Ordena que dejen en tierra las provisiones que no fuesen imprescindibles para la travesía. Mandato que no se cumplimentó a satis& cción áe los que se quedaron en las islas. Me permito advertir, al lector, que a partir de ahora la Crónica francesa, incluso, la versión manipulada, nos muestra a un Bethencourt con el rumbo desviado con respecto a Gadifer que nada bueno hacía presagiar. Oigamos: Bethencourt, antes de embarcar hacia la Península, da instrucciones reservadas al Capellán Le Verrier y al hidalgo Jean Le Cour-tois y sale para Castilla. ¿ Qué instrucciones reservadas podría cursar a terceras personas que no pudiera saber su socio Gadifer de La Salle? Por otra parte, Jean de Bethencourt dejó la iniciativa de las operaciones a Gadifer de La Salle limitándose ¿ 1, según el relato de los hechos, a simple espectador. Además, Bethencourt emprende el viaje a Castilla para traer inmecbatos socorros que necesitaban para pFMKguir la conquista. Y Bethencourt, lleva, instrucciones o autorización de Gadifer para que vendiese su barca, y el importe, emplearlo en víveres. Tampoco se cumplimentaría lo deseado, como veremos. Violentos sucesos en Lanzarote que envuelven a los corujuista-dores y a los naturales del país.- Ah< » m menos de! medio centenar de financeses, coa Gadifer al frente de la expedición y el comandante de la torre, Bertin de BenuM se verían enviwltos en dramáticos incidentes qtw salpicaron a los tbox^ geoe » hasta desembocar en conato de guerra civil y la declarada entre las dos comunidades que hasta entonces hiAiian mantenido relaciones anústosas. 58 Recordemos la sedición de Vivero y las múltiples deserciones en Cádiz. Coinciden con temporadas de reposo tan temibles para todas las agrupaciones en campaña o bajo régimen especial ( exploradores, marinos, astronautas, alpinistas, etc.). Y en Lanzarote, estaban en tales circunstancias. El primer acto se inicia cuando Gadifer de La Salle, Ramón de Lenedan y otros, se trasladan en una lancha a la isla Lobos para cazar lobos marinos cuyas pieles necesitaban para hacer zapatos. Entonces, se despierta la codicia del Comandante de la Torre de Rubicón, Bertin de Bemeval, hombre polémico según unos y digno de toda confianza para los dos jefes conquistadores. Bertin de Bemeval en representación de un grupo de franceses, propone al Capitán español Francisco Calvo, de la nave Morella ( anclada cerca de la isla Lobos) apresar a 40 nativos « los mejores de la isla de Lanzarote para venderlos por esclavos » . Francisco Calvo no solo se negó a secundar la propuesta del francés, sino, que, trató de persuadirle para que abandonase tales propósitos; « traicionando a sus compañeros y cooperando, según él, al despoblamiento de la isla que estaba bajo su protección » '^ El francés, persiste en sus designios y logra convencer a otro Capitán español. Femando Ordóñez, que con la embarcación Tajamar habia llegado al fondeadero refugio de La Graciosa. Esto, sucedía el 14 de Octubre de 1402. Más bien el 14 de Noviembre de 1402 » *. Se consuma la traición de Berneval.- El pretexto, lo focilitan dos nativos que piden protección a los franceses por la actitud de los marineros españoles que habían intentado apresarles. Bertin de Berneval, se brindó protegerles y les cita en el poblado la Gran Aldea. En éste, tras agasajar a los 24 que habían acudido con su Rey Gua-darfía, prenden a 22 y les conducen a la barca Tajamar. Un nativo logró fugarse y el Rey rompió sus ligaduras, escabulléndose también. Según la versión G., Alfonso, el interprete, logró evadirse pero no su mujer Isabel*''. Gadifer de La Salle y los otros conquistadores atrapados en la Isla de Lobos.- Gadifer y los otros compañeros que estaban en la isla de Lo4x> s y habían terminado sus provisiones, mandaron a Ra-monet de Lenedan en la lancha a por víveres a la torre de Rubicón. La distancia, es corta, perfectamente visible y pronto, Lenedan llegaría a las costas lanzaroteñas pero en Rubicón, algunos conjurados le salieron al paso apoderándose de la lancha para, en ella, unirse a Bemeval y restantes traidores y cautivos que se hallaban en La Tajamar anclada en La Graciosa. 59 Lenedan, intenta recuperar la chalupa y el bastardo de Blesy fué hacia él eq> ada en nuuio « llegando a pique de matarlo » y tras amenazar de muerte a quien pretendiese apoderarte de la chalupa, tampoco atiende los requerimientos de los partidarios de Gadifar que se hallaban en el Castillo para que abasteciesen a los de la isla de Lobos porque estaban sin víveres y morirían de hambre de no socorrerles. Los sublevados, replicaron. « Nos exponemos a quedamos aqui » y con la iMuca aprehendida pusieron rumbo hacia La Gnuñosa donde se hallaban los sediciosos. Y podría ser, que los capellanes salieran de Rubicón en la barca de Francisco Calvo a su paso de la isla de Lobos, hacia La Graciosa o Canal del Rio.**. Los sublevados saquean el castillo y violentan a las mujeres francesas.- Al siguiente día, aparece en Rubicón Bertin de Bemeval y 30 entre sus compañeros y marineros españoles de la nave Tajamar a quienes ordena se apoderen de los víveres y de todo cuanto de valioso hubiere; amenazando con ahorcar a quien opusiera resistencia. Acto seguido, empieza la orgía que culmina, con la entrega, que Bertin de Bemeval hace, de las mujeres firancesas a los marineros españoles que las llevan por la fuerza a la playa donde las violentaron. Por la mañana, Bemeval y los suyos, cargan las dos lanchas ( la de Gadifer y la de la nave Ti^ amar) con sacos de harina, galletas, carne salada, una tina de vino, cofres ( dos de Gadifer) y otros equipos personales así como ballestas y accesorios repuestos para su uso; si bien, dejan algunas ballestas que unidas con las que tenían en la isla de Lobos, les permitieron defenderse de los « canarios » **. Identificación del Castillo o Torre de Rubicón y de la Iglesia primitiva de San Marcial- El Doctor Serra Refols identifica s o ^ el terreno los emplazamientos del Castillo y de la Iglesia primitiva át San Marcial sirviéndose como base el testimonio de Nicolás Hernández de 1602 y otros documentos del archivo de Yaiza. Halla los cimientos en un suelo donde, habían desaparecido los vestigios de edificaciones. Serra Rafols, explora, el Barranco de las Mujeres can resultado negativo y a continuación, el Barranco de los Pozos de San Marcial o del Agua, que coincidían plenamente c< » el descrito por Nicolás Hernández. La T< MTe de Rubicón, estuvo situada en el extremo del lomo más vecino al mar y la Ermita de San Marcial del otro lado del Barranco de los Pozos o del Agua, en las proximidades de Punta P^ M-gayo, como podemos observar en el croquis a4iunto. 60 La existencia de otra torre posterior -^ a del Águila o de las Coloradas- así como la Iglesia o Ermita de San Marcial en Femés, confundía a los interesados o estudiosos del pasado. Quedan bien definidos por la distancia que existe entre la actual Ermita o Iglesia de San Marcial de Fem^ con la primitiva, más de siete kms. y no menos de 350 mts. de desnivel. En cuanto a la Torre del Águila o plataforma artillera, no se construyó - según el mismo investigador- sobre el emplazamiento de la antigua torre como se creía, sino sobre un acantilado inaccesible que domina el mar y cuya playa mis cercana - Las Coloradas- está a más de un km. de distancia. Esta Torre del Águila o plataforma artillera, fué edificada en el silgo XVIII en 1741. Muy pronto, en 1749 recibiría con los argelinos su bautismo de niego. La Iglesia primitiva de San Marcial ñie destruida por los ingleses en 1S93 y se llevaron la madera. En 1631 ñie abandonada y el culto se impartió en la de Femés » » . Es posible que la desaparición de las antiguas edificaciones y de los materiales, hasta dejar raso el suelo, se deba, al temor de los isleños por las acciones piráticas para no dejar referencia de la ubicación de los pozos tan importantes para la aguada así como la escasez de pobladores por aquellos contomos y para aprovechamiento de los materiales. Situación desesperada de Gadifer y los suyos y su sahamento.- Gadifer, estaba sin socorros y a punto de perecer con sus compañeros en las resecas tierras de la isla de Lobos. El castillo de Rubicón, saqueado y sin víveres y los isleños ansiosos de venganza por la traición. En estas circunstancias y según Cuenta « Le Canaríen » , los dos capellanes horrorizados por lo sucedido y temerosos por la suerte de Gadifer y sus compañeros, salen del castillo con dos escuderos pare pedir socorro al Capitán Calvo que a la sazón estaba en La Graciosa con la Morella. El Capitán, sensible a los ruegos y en evitación de la inevitable tragedia, manda al marinero Jiménez con un bote y con tres hombres más, del castillo de Rubicón que con los víveres que pudieron conseguir llegaron a la isla Lobos para regresar todos a Rubicón. El lector, podrá observar, lo dificultoso por no decir inverosímil que para los capellanes sería atravesar Lanzarote de sureste al noroeste o sea desde el Castillo de Rubicón hasta el Canal El Río donde estaba la barca Morella del Capitán Calvo para pedir SOC( MTO, máxime, cuando el recorrido tenían que hacerlo por tierra, ( por no díqwner de barca) y con el grado de tensión existente entre los isle- 61 ños. Por ello, cabe pensar, que el Capitán Calvo se enteró de los sucesos y de la situación de Gadifer, por los ocupantes de la Tajamar ( franceses, marineros españoles o nativos) nada diñcultoso y rápidamente mandó las asistencias indicadas. Es comprensible, por otra parte, que si Gadifer redactó la versión primitiva de Le Canaríen, sería natural el desliz. La Tajamar leva anclas y Bertin abandona a 12 de los rebeldes.- A Punto de zarpar la nave Tajamar del Capitán Ordóñez, Berlín de Bemeval cometería otra vileza, en esta ocasión, el blanco de sus iras serían 12 de los sediciosos a los que obligó a descender de la barcaza; pues no quería que le acompañasen para ejercer mejor su defensa ante Bethencourt. De nada sirvieron sus súplicas ni tampoco las de los capellanes interesados por los indígenas y por la precaria situación en que les dejaban en Lanzarote. Solo devolverían a Isabel, ( mujer de Alfonso, el intérprete) a quien arrojaron por la borda al agua y hubiese perecido a no ser que los capellanes y escuderos la recogieron con la prontitud requerída incorporándola al bote que tripulaban. Empezaría la trágica odisea para aquellos doce infelices cuyas esperanzas en tan corto tiempo habían sido frustradas. En principio, tantean la posibilidad de acogerse a la justicia de Gadifer por la mediación del Capellán Le Verrier y del disciplinado Guillermo de Alemania; pero recelosos de la contestación y considerando la gravedad del caso decidieron tomar una chalupa para trasladarse a Berbería y en el intento perecieron diez de los doce tripulantes y los < Mros dos, fueron recogidos con vida y sometidos a esclavitud en África » '. Primeras actividades de Jean de Bethecourt en Castilla.- Tan pronto como llegaron a Cádiz, Bethencourt se hizo cargo de la embarcación y mandó prender a los más destacados marineros que en Fuerteventura se negaron a secundar los planes de Gadifer de reconocer la isla y ofrecieron resistencia a su regreso a Lanzarote. Rechaza la oferta de compra de la barca por 1.500 doblas y dos baiqui-chuelas y ordena que la deslacen a Sevilla, donde él, tiene intención de visitar al Rey. En la desembocadura del Guadalquivir y al pasar la barra por San Lucar de Barrameda, naufraga y solo pueden recuperar una chalupa y otras cosas por valor de SOO doblas « que nunca recibió su dueño Gadifer de La Salle » , dice Le Canarien**. Recordemos que la barca era propiedad de Gadifer y la equiparon en el puerto de la Rochela para la conquista de Canarias. 62 Significar, como aclaración, que el paso de la barra del Guadalquivir debe hacerse en determinadas circunstancias que, en este caso, no se cumplieron. La pleamar o la cooperación de un práctico era imprescindible. En Sevilla, Bethencourt recibe la visita de Francisco Calvo de la nave Morella quien, le informa de los dramáticos acontecimientos de Canarias y se ofrece para llevar los socorros necesarios a Gadifíer. Bethencourt ( según la verdón B) le contestó que lo haría tan pronto como le recibiese el Rey que se hallaba en Sevilla*^ La Barca Tajamar con el traidor Bertin y los esclavizados ¡ legan a Cádiz.- También, llegaría el cometa de Gadifer, Courtille que de inmediato denuncia a los sediciosos que ingresan en las cárceles del Rey y escríbe una carta a Juan de Bethencourt. Este no tomaría providencia alguna por estar pendiente de visitar al Rey. Mientras tanto, el maestre de la Tajamar Francisco Ordóñez consigue la excarcelación de los conjurados y toma el rumbo del Reino de Aragón en malas relaciones con el de Castilla, vendieron fácilmente a los prisioneros**. Juan de Bethencourt rinde pleito homenaje a Enrique III de Castilla.- Enrique IH de Castilla recibe a Jean de Bethencourt quien solicita autorización del Monarca para reducir a la fe de Cristo las islas de Canaria, por ser el rey cristiano más próximo, « he venido - sigue diciendo Bethencourt- a requerir vuestra gracia y a suplicaros, que, recibáis el justo homenaje de aquellas » '^ El Rey le recibió muy complacido y aceptó el homenaje prestado concediendo a Jean de Bethencourt el señorío de las Islas Canarias, 20.000 maravedies para socorros de los que quedaron en las islas y el quinto de todas las mercaderías y frutos que entrasen en la Península procedentes de Canarias, le facilita, asi mismo, una nave y 80 hombres de confianza, 4 toneles de vino; 17 sacos de harina y otros efectos » *. Los fondos que Enrique III corwede a Jean de Bethencourt son destinados para otros menesteres.- Tanto, la versión Bethencourt como la de Gadifer coinciden, en afirmar, que los 20.000 maravedies donados por Enrique III fueron percibidos por Enguerrand de la Boissiers amigo de Bethencourt y por mandato de éste. Las discrepancias, sui^ en, por el destino dado a los fondos, que según Gadifer, Enguerand de la Boissiers se fué con niadame de EÜct-bencourt con la cantidad, para que, en su vitúe a Francia fuera con 63 el decoro debido y se quedó con los SOO maravedíes de los efectos enajenados'^. Agrega, la referida crónica, que Enguerrand también se apropió del collar de oro de Gadifer, que éste, había regalado a Francisco Calvo por salvarle la vida. Noticia, poco creíble si recordamos que Gadifer y F° Calvo, no llegaron a verse tras el salvamento y para entonces, ya habia sido asaltado el Castillo de Rubicón y quizá el collar se perdiera en los cofres en el naufragio de la barca de Gadifer si es que efectivamente lo había llevado a Canarias. La versión B de Le Canaríen asegura que en los cofres de Gadifer había alhajas de valor* » . Los acontecimientos citados ocasionan más tensiones de consecuencias trágicas en Lanzarote y confusionismo entre los historiadores del pasado.- No entraremos en detalles del contenido de ambas versiones para no alargar en exceso el libro y expondremos el relato de lo que parece más acorde con lo expuesto por las distintas versiones de Le Canaríen: |
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