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GEOGRAFÍA GENERAL DE LAS ISLAS CANARIAS BIBLIOTECA SAULO TORÓN Ejemplar núm. ÁC5 Propiedad n'sewada.- Queda hecho el depósito legal. Los dibujos a pluitia sin firma son del autor, estando ptoliibiiia su reproducción sin citar .'• u procedencia Asimismo queda totalmente prohibida la reproducción de las láminas en color de Martín González. GoYA ARTRS GRÁFICAS.— Doctor Allart, 26- 32.— SANTA CRUZ DE TENERIFE Esta edición está patrocinada por la FACULTAD DE CIENCIAS DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID PROLOGO del DR. D. FRANCISCO HERNÁNDEZ- PACHECO Catedrático de la Universidad Central P R Ó L O G O LAS Islas Canarias han ¡ alonado siempre uno de los principales caminos marítimos del Mundo. Sus dos grandes puertos, el de La Luz, en Gran Canaria, y el de Santa Cruz, en Tenerife, son escala constante de grandes trasatlánticos. Sus aeródromos de Gando y de Los Rodeos, son igualmente fundamentales puntos de apoyo de las grandes líneas aéreas trascontinentales. El Archipiélago Canario, como el de las islas Hawaii, Samoo, Bermudas o Azores, es punto clave, encrucijada de vías de comunicación en la superficie de la Tierra. Pese a ello, el conocimiento de Canarias es un hecho histórico en realidad tardío. Sí es verdad, que, ya desde muy antiguo, los navegantes que partiendo del Mediterráneo — fenicios, griegos y también gaditanos— y avanzando hacia el Sur, siguieron el litoral africano, las habían descubierto y visitado. Debió llamarles lo atención la benignidad de su clima, la variada vegetación, exuberante en determinadas zonas de las islas occidentales, el especial carácter del escarpadísimo relieve de casi todos ellos y, en particular, el oscuro roquedo, contrastando con el denso matorral y boscaje, ton distinto délos luminosos colores del Mediterráneo. A este grupo insular lo denominaron Las Hespérides, las Occidentales, y en ellas se situó el Jardín de las Hespérides. Sin riquezas mineras, pobladas por gentes ariscos y que defendían tenazmente sus dominios, apartadas en realidad del camino o lo vni PRÓLOGO largo del litoral africano, pronto quedaron olvidadas, perdidas en el Atlántico, y así estuvieron muchos siglos en ignorada soledad. Cuando terminó la Edad Media y comenzó la época de los grandes viajes y descubrimientos, fueron « descubiertas » de nuevo. Su conquista fué cruel, como todas las conquistas. Desde comienzos del siglo XIV, muchos fueron los navegantes que se acercaron y desembarcaron en ellas. Rapiñas, coptura de indígenas, luchas violentas se suceden, siendo prototipo de tal estado de cosas, los desmanes de Fernán Peraza en Hierro y Gomera. De todo ello, con minuciosidad, nos habla Viera y Clavi¡ o en « Noticias de la Historia General de las Islas Canarias » , cuya edición definitiva, bajo la dirección del Dr. E. Serra Ráfols, ha aparecido en 1950, editada por « Goyo Ediciones » . Ya dominadas, no cesan para los indígenas y las gentes que a ellas fueron, las zozobras, pues constantes eran los irrupciones de los berberiscos, especialmente en las orientales, Lanzarote y Fuerteventu-ra, inquietudes que se suceden a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, puesto que los corsarios que surcaban estas zonas del Atlántico, los « visitaban » con cierta frecuencia. Hechos de rapiña y de guerra alcanzan casi al siglo XIX, ya que Nelson intentó un desembarco a finales del siglo XVIII ( 1797), siendo rechazado. Tal estado de cosas ha hecho que, desde un principio, el retraimiento, el aislamiento del indígena fuera grande, pues constantemente desconfió de los que de fuera llegaban. Vida aislada, falta de convivencia, que ha hecho que sea muy poco lo que sepamos, lo que se conoce de tales gentes, de esta raza antigua de los guanches que ha vivido hasta hace poco, incluso históricamente hablando, en plena cultura neolítica, pero con hechos desconcertantes, que hacen destacar todos los que se han dedicado al estudio de este pueblo, como su desconocimiento de la navegación, no teniendo relación entre sí los de unas islas con otras, pese a que se alcanzan a ver en el horizonte y, por contraste, practica a la perfección el embalsamamiento de sus muertos. Fueron estas gentes, casi exclusivamente, ganaderos y agricultores, viviendo, pudiera decirse, de espaldas al mar, pese o que e\ Archipiélago está rodeado de aguas ricas en peces e inmediato a los formidables bancos pesqueros de la costo de África, de los más ricos del mundo. No ha de extrañar por ello, teniendo en cuenta tales antecedentes, el auge verdaderamente extraordinario que ha adquirido lo agricultura en este Archipiélago, donde el hombre es tradicio- PRÓLOGO IX pálmente agricultor y puede crear verdaderos jardines sobre colgados suelos rocosos. Quiénes sean los guanches, cuándo y cómo llegaron a Canarias, de dónde vinieron, son cuestiones que apasionan, que aún no se conocen perfectamente, siendo probable que no lleguen a conocerse nunca. Y esto sucede también, hasta cierto punto, con el origen y época de formación del Archipiélago, pues pese al gran número y variedad de teorías que se han expuesto para explicar tan enigmático proceso, las dudas persisten. Un archipiélago como el Canario, cuya historia, salvo la de su época primitiva, se conoce perfectamente, merece, pues, un estudio geográfico- geológico completo; es más, era ya inaplazable, pues aunque mucho se ha hecho a este respecto, los variadísimos temas trotados en relación con las Ciencias Naturales, están dispersos, sin conexión, habiendo aparecido en publicaciones y revistas diversas, en libros no siempre fáciles de adquirir y en variados idiomas. No es ocasión ahora de hacer un estydio bibliográfico en relación con todo esto, pero de Canarias y con asiduidad se han ocupado Fernández- Navarro, Hernández- Pacheco, y, anteriormente. De Buch, L; Hartung, G.; Fritsch, K; Simony, O.; Sapper, K.; y modernamente Martel Sangil, Jeremine, Hausen y el autor de la presente obro, Telesforo Bravo. Desde Humboldt, se conoce científicamente la magnificiencia del conjunto geográfico- floral de Tenerife en su famoso valle de la Oro-tava; flora canaria, hoy tan magistralmente descrita en lo que se refiere o espacios arbustivos y arbóreos, por Ceballos, L. y Ortuño, F., y anteriormente, por Webb, Ph. B.; Berthelot, S., y Burchard, O., etcétera. Pero pese a todo esto, el estudio sistemático y total de los Islas Canarias, en este sentido, estaba por hacer. « Goyo Ediciones » patrocinó recientemente esta idea, siendo el Dr. en Ciencias Naturales, Telesforo Bravo, quien la ha llevado a cobo. Tal propósito no ha sido fácil, pues pese a la uniformidad que, aparentemente y en un principio pudiera creerse que ha de ofrecer el Archipiélago Canario, su diversidad es inmensa, yo que tal conjunto de islas es un verdadero mundo por su complejidad. Con él hay que estar compenetrado, en él hay que haber vivido mucho tiempo y pensar seguir viviendo, para así poderlo conocer y, sentir; un apasionado de las Ciencias Naturales para gozar al re- X PRÓIOGO correr cantiles colgados y playas solitarias, ai escalar picachos y descender bajo tierra y seguir los singulares « tubos » , formados en las coladas volcánicas, para adentrarse en las soledades grandiosas de Las Cañadas o recorrer los ubérrimos y poblados campos de platanares y de tabaco. Tal labor tenía que hacerla un canario que fuera naturalista; un hombre, en fin, enamorado de su tierra y de su profesión, circunstancias que felizmente concurren en Telesforo Bravo. Han pasado muchos años, era ya un niño cuando Hernández Pacheco, Ed., mi padre y maestro, acababa de estudiar Lanzarote y sus isletos y se ocupaba de redactor el trabajo sobre ton interesante conjunto de tierras, verdadero museo natural del volcanismo. Algunas tardes, a fines del verano de 1907, mi padre leía algunas cuartillas que daban a conocer fenómenos sugestivos y fáciles de comprender, ante un íntimo auditorio que seguía la lectura con apasionamiento. Los relatos del recorrido a lo largo de los galerías subterráneas fraguadas en las grandes coladas de lavas de la cueva de los Verdes, de los Naturalistas o del célebre y medroso Jameo del Agua, en Lanzarote, o de aquellos otros en que se describían terribles erupciones y fenómenos ocurridos en la isla de Lanzarote, durante la gran erupción que desde el día 1 de Septiembre de 1730 al 16 de Abril de 1736, hizo vomitar ai conjunto de volcanes de Timonfoya una masa colosal de lavas que cubrieron casi la quinta parte de la superficie de lo Isla, en su zona sur- occidental, erupción que se conoce con detalle, gracias al relato del cura de Yoiza, D. Andrés Lorenzo Curbelo, testigo presencial de lo catástrofe, el cual nos cuenta que en 1." de Septiembre, entre 9 y 10 de la noche, la tierra se abrió de pronto cerca de Timanfaya, a dos leguas de Yaiza. En la primera noche una enorme montaña se elevó del seno de la tierra y del ápice se escapaban llamas que continuaron ardiendo durante diecinueve días... ... La lava se extendió sobre los lugares hacia el Norte, al principio, con tanta rapidez como el agua, pero bien pronto su velocidad se aminoró y no corría m��s que como miel... El 10 — Enero de 1731— se vio elevarse una inmensa montaña que el mismo día se hundió en su propio cráter, con un ruido espantoso y cubrió la isla de cenizas y piedras. Las corrientes de lava ardiendo, descendieron como arroyos hasta el mar a través del malpaís. El 27 estas erupciones habían terminado- PRÓLOGO xi Muchos datos de este relato fueron recogidos por De Buch, como apoyo de algunas de sus teorías sobre el volcanismo. Respecto a la erupción de lo montaña de Tinguatón, que hizo erupción el 16 de Octubre de 1824, con el curioso fenómeno de los grandes masas de agua arrojados por el volcán, Hernández- Pacheco, Ed., tomó entre otros el siguiente doto: A Las 11 del 17 de Octubre — 1824— se formó una tan gran columna de humo denso, negro y espantoso que ni siquiera puede darse una idea. A las dos ya había disminuido en parte el humo, siguiendo asi hasta las cuatro y media, que empezó a salir de aquella caldera y por la misma parte de la lava un torrente de agua tan fuerte, que destruyó en poco tiempo la gran pared que formó la piedra y quedó libre su curso, dirigiéndose por el mismo volcán — sobre la masa de lavas recientes— al Norte; el agua, de color de lejía, corría tanto, que dicho volcán — la masa lávica— no le servía de obstáculo y así llegó la noche, dejando a todos con admiración y espanto al ver reemplazado el fuego con el agua. Tales relatos, leídos entonces por Hernández- Pacheco, se recogen ahora del trabajo que en 1909 publicó el citado Prof. con el título « Estudio geológico de Lonzarote y de los isletos Canarias » , en las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, tomo VI de las Memorias. Desde entonces anhelé conocer Canarias, y cuando muchos años después recorrí algunas de las islas, admirando su peculiar paisaje, comprendí cuan necesario era disponer de un libro en que el Archipiélago fuese estudiado en su conjunto. Tal obra, afortunadamente, es hoy un hecho. Quien no ha pisado nunca un terreno volcánico, el que no ha caminado a través de la aspereza y quebrada superficie de ur> manto de lava, relativamente reciente, de un verdadero « malpaís » , quien de repente tenga ante sí tal masa escoriácea pétrea, negra o de fuertes tonalidades amarillento- rojizas, sufrirá una de las más intensas emociones, pues todo lo que percibe le habla de terribles fenómenos, de las misteriosas y colosales fuerzas que han hecho surgir estos ardientes materiales del seno de lo tierra. Por su aspecto, parecen han de conservar entre su resquebrajada masa, gases mefíticos y estar aún estas lavas a alta temperatura. Un breve recorrido por la isleto inmediata al Puerto de la Luz de Gran Canaria, es sumamente interesante a este respecto. Lo pre- XII PRÓLOGO sencia de aquel caos de rocas calcinados, causo tal emoción que, sin darnos cuenta, se queda predispuesto el ánimo al estudio del porqué y cuándo tales materiales surgieron a la superficie. Y esto aún se hace más acuciante, si se recorre el paisaje tinerfeño, si ascendemos a Las Cañadas y en la soledad de aquel extraño ambiente, contemplemos las corridas de lava, ios mantos de l á p i l l i , o los conos escoriáceos de los pequeños volcanes. No es extraño por ello, que con Telesforo Bravo, gran apasionado de estas especulaciones científicas, y mediante su libro, nos adentremos gratamente y con impaciencia, en el encantado mundo de la geo, flora y fauna de Canarios. Nos habla Bravo, de cómo han ido evolucionando las Islas Canarias, de lo extraordinaria complejidad de su geología, pese a que casi sólo han intervenido en su formación fenómenos volcánicos. Sobre el zócalo antiquísimo prepoleozoico, común al basamento de Canarias y al fondo del Atlántico comprendido entre el Archipiélago y la masa continental africano, donde también se descubre tal zócalo, incluso en superficie, se han ¡ do depositando, a lo Iqrgo de los tiempos geológicos, masas ingentes de materiales eruptivos diversos. Diabasas y basaltos antiguos, éstos en colados superpuestas de enorme potencia, erupciones de rocas ácidos antiguos que cubren topografías creadas sobre los materiales anteriores, nuevas emisiones basálticos, que, o su vez, son cubiertas por masas troqui- fonolíticas, yo de época terciaria y, finalmente, el ciclo actual, nuevamente basáltico. Tal serie de ciclos eruptivos hoce ver que la evolución de este Archipiélago ha sido compleja, y más aún si tenemos en cuenta que entre los distintos períodos eruptivos han existido épocas de relativo tranquilidad, durante las cuales los fenómenos volcánicos remitieron o cesaron, permitiendo que ciclos erosivos fraguaron complejas superficies topográficas, desapareciendo al ser cubiertas por nuevos y potentes masas de lava y de cenizas. Pero al mismo tiempo, el edificio que se iba formando a lo largo de los tiempos geológicos, no permanecía estable, pues su profundo zócalo se vio sometido o movimientos de ascenso que unían, o veces, lo que hoy es Archipiélago Canario al continente africano oí emerger, o lo dejaba aislado o reducido a un conjunto de masas eruptivas cuyos cumbres surgían en medio del Atlántico, distanciadas de lo masa continental. Fenómenos de epigenia que, elevando y haciendo PRÓLOGO xm emerger nuevas tierras o sumergiéndolas de nuevo, se han sucedido hasta que estos diferentes compartimientos corticales, parecen haber llegado a cierto equilibrio más o menos ocasional, como es el que atraviesan en la actualidad. Esto nos hace ver que las Canarias dependen geológicamente, y desde muy antiguo, de África, de la gran plataforma Sahdrica. En este sentido, y teniendo en cuenta lo ya dicho, cómo se han constituí-do y han llegado a independizarse las Islas Canarias, según teoría de T. Bravo, debemos considerar a estas islas como hijas de África que, al separarse del continente y aislarse en el Atlántico, han constituido otra entidad geográfico- geológica, habiendo seguido en cierto modo desde entonces, un proceso, una vida diferente, a lo largo de la cual han tendido hacia lo continental o hacia lo oceánico, lo que está reflejado en el carácter de basicidad o de acidez de las masas eruptivas, coincidiendo en el primer caso las erupciones con movimientos de emersión y aproximación hacia el continente, y en el segundo, con los hundimientos y aislamiento del Archipiélago. En la actualidad, todo el Archipiélago tiende a levantarse. Estamos en un postrero y débil estadio de manitestaciones eruptivas, básicas, basálticas. Pero al parecer, las Cananas han conseguido ya plena insularidad, pues grandes fondos, verdaderos abismos oceánicos, las aislan del continente africano y entre sí, pudiendo decirse que no sólo el Archipiélago se ha independizado ya definitivamente de África, sino que cada isla sigue, dentro del conjunto, una vida especial, con características en cierto modo propias, individuales. Los restos de grandes tortugas terrestres, de lagartos gigantescos, de hasta un metro de longitud, de especies de ratas igualmente gigantes, estudiados y descritos por T. Bravo, nos hacen comprender que el Archipiélago tuvo que estar unido a tierras, pues tales animales no pueden salvar brazos de mar, ni siquiera estrechos. Pero también vemos, que hoy la insularidad se reconoce especialmente por las características botánicas del Archipiélago, por sus endemismos. La biología — dice Bravo— presenta por tanto problemas que sólo tienen solución racional si se supone una conexión remota con el continente — áfrica—, a partir de la cual se han ido diferenciando plantas y animales o quedando tal y cómo llegaron, mientras que en los lejanos centros de difusión, cortada toda relación, se perdieron las especies originadas o evolucionaron en otras direcciones. Es, pues, necesario pensar que el ámbito ocupado actualmente por el Atlántico en las proximidades euro- africanas, ha sufrido profundas XIV PRÓLOGO transformaciones a lo largo del Terciario, o sea durante los últimos 60 millones de años de la vida de la Tierra. No es extraño, pues, teniendo en cuenta las vicisitudes del desarrollo de este Archipiélago, la diversidad de teorías admitidas para explicar su origen, el origen de este gran enigma. Teorías que tienen por base o antiquísimas tradiciones, más o menos relacionadas con la Atlántido; con la de los « puentes intercontinentales » , defendida por biólogos; la de los « cráteres de levantamiento » , de Leopoldo de Buch; la de las « traslaciones continentales » , de Wegener, o las que se fundamentan en la isostasia. En tal conjunto de opiniones hay que oír a T. Bravo, pues se basa en el conocimiento real, de visu, de los islas y del litoral africano frontero a ellas, y no en especulaciones más o menos científicas, que más que aclarar conceptos, nos sumergen en un gran confusionismo. Se ha indicado que desde los primeros tiempos de la llegada del hombre a Canarias, éste debió ser fundamentalmente agrícola y ganadero. Canarias sigue viviendo casi exclusivamente de su agricultura y de ciertas industrias y comercio derivados directamente de ella. Tal actividad se ha ido desarrollando, y en estos últimos tiempos con extraordinaria rapidez, pudiendo decirse que amplias zonas de estas islas, no son sino ricos jardines- huertas. Tal sucede en Gran Canaria con los parajes de Arucas y Telde y con el valle de la Orotava en Teneiife. Especialmente éstos parajes han cambiado mucho en los últimos tiempos, de tai modo que el valle de la Orotava descrito por Humboldt, no es hoy como entonces, pues ha perdido casi en su totalidad el carácter natural. Tal evolución es lógica, pues al aumentar la densidad de población, el suelo ha de rendir más y ha de estar más intensamente explotado, cambiando poco a poco de aspecto todas aquellas zonas que pueden ser cultivadas y, por ende, el paisaje natural, que llega por evolución a ser eminentemente humano. No quiere ello decir que Canarias no tenga un paisaje natural propio, que se extiende y da carácter peculiar a amplias zonas isleñas, especialmente a las más quebradas, paisaje al que Telesforo Bravo denomina atlántico. En él domina siempre el tema volcánico en su infinita variedad, pero además tiene siempre presente la extensa planicie del mar. Canarios es un balcón sobre el océano- a cuya espalda queda un campo muy diverso de citas cumbres, de tendidas y grandiosas cuestas cortadas por cantiles formidables y profundamente aborrancado, o también de lomas y cerros aislados, perosiem- PRÓLOGO XV pre volcánico, típicamente eruptivo. Es en cada isla diferente, dando así, como se ha dicho, lugar a perfectas y verdaderas unidades geográficas, que'el hombre, a lo largo del tiempo, ha ido modificando al poblarlos. Elemento imprescindible paro el actual estado de las explotaciones agrícolas es el agua. Preocupación constante de los canarios es dónde y cómo poder captar este precioso líquido, pues a medida que el cultivo se extiende, el campo se puebla y el nivel de vida se elevo, creciendo por ello la necesidad del agua. Los manantiales naturales son escasos y muy pocos los barrancos y torrentes que corren siempre, a lo largo del año. Son ya, desde hace muchos años, famosas las obras que se han hecho y siguen haciéndose, especialmente en Gran Canario, Tenerife y Lo Palmo, paro captación de aguas y poro retener las que por la superficie circunstonciolmente corren. Todos estos aguas, por profundas que sean, son de origen meteórico, lo que explica el gran interés que tiene que la humedad atmosférica condensada se aproveche al máximo. Tal condensación procede del nivel del « mar de nubes » , que se sitúo o determinada altitud y sobre ciertos lugares de las islas de acusado relieve, y muy especialmente, en un amplio frente de la zona nor- occidentol de Tenerife. Tal condensación de oguo es retenida por el matorral de louráceas y brezales, posando en su totalidad al subsuelo, debido o la porosidad del mismo, donde tales aguas se almacenan, constituyendo así depósitos subterráneos que empapan ciertas formaciones. En muchos casos pueden ser consideradas los aguas, dado su gran antigüedad, como verdaderas aguas fósiles. Es posible alcanzar toles depósitos, una vez estudiado bl terreno, mediante obras ingeniosas y casi siempre difíciles y costosas, del tipo de pozos o de galerías, que alcancen centenares de metros de hondura o de recorrido. Es necesario, para acrecentar el fenómeno de lo condensación, repoblar determinadas laderas, siendo por el contrario funestas los cortas y descuajes del matorral y la desforestación, pues, a la larga, tales operaciones han de influir muy directamente en el régimen de fuentes y manantiales y en el caudal de los mantos acuíferos y depósitos subterráneos alcanzados por los obras de captación. Vale más el aguo que todo lo que pueda rendir lo explotación del monte y el arbolado, y téngase en cuento que al destruir una asociación XVI PRÓLOGO vegetal natural y tratar de crear otra nueva, se rompe el equilibrio establecido, no consiguiéndose en las más de las veces sino un fracaso rotundo. El agua en Canarias ha de ser preocupación constante de todos. El agua se encuentra en el subsuelo, pero pora alcanzarla es necesario conocer bien éste y cubrirlo de la capa vegetal donde la nube se condense. El empirismo o el empleo de determinadas « artes » más o menos fantásticas, en el estudio de las aguas, de la hidrogeologío, nos lleva muy frecuentemente al fracaso total y a pérdidas cuantiosas' Por ello, los capítulos en que Telesforo Bravo trota de estas cuestiones: Constitución geológica. Las aguas de Canarias y El Clima de las Islas son de gran interés, pues diceti mucho de dónde y cómo Kan de encontrarse los niveles o acumulaciones subterráneas de agua. La obra de Telesforo Bravo, minuciosa y seriamente hecha, sintetiza y aclara todo lo que de Canarias se sabe en el campo de los Ciencias Naturales. En gran parte, este gran libro es investigación propia del autor, labor muy interesante, pues nos ofrece determinados puntos de vista fundamentados, apoyados en hechos y observaciones rigurosamente científicos. Un libro con estas características, de este modo emprendido y así desarrollado, no sólo ha de ser bien acogido y ha de agradar, sino que ha de dejar plenamente satisfecho al que con interés lo leyere. Con Telesforo Bravo me he metido en un « tubo » fraguado en el seno de una colada de lava. El tubo era angosto, pendiente, y sus paredes negras, pulidas y brillantes, pues estaban formadas de lava vitrificada. De salientes, a manera de cornisa, colgaban finos churretes que al gotear cuando líquidos, formaron en el suelo diminutos pináculos de curiosas formas. Estos « estafilitos » no son sino verdaderas estalactitas y estalagmitas de roca fundida. Reptamos por el estrecho conducto, en parte ocupado por las últimas escurriduras solidificadas de basalto, cuya masa, replegada en ondas caprichosas de lisa superficie, ofrecía el aspecto típico de las lavas cordadas. Avanzamos trabajosamente hasta que la anchura del tubo lo permitió. En el suelo, aquí y a l l á , vértebras, huesecillos y mandíbulas de los grandes lagartos y de las ratas gigantes fosilizados. Hacía dentro del tubo mucho calor, el ambiente era sofocante, como el de un bono turco. Retrocedemos. Las esperezos del suelo nos PRÓLOGO XVII agarran y tratan de detenernos. Se avanza con dificultad. Hay que tener cuidado de no hacerse un chirlo al chocar la cabeza con los agudos resaltes del bajo techo. Qué grata es la luz, ya fuero; qué bien se respira al aire libre ¡ unto a la angosta entrado del tubo. Pero, qué emoción, qué conjunto de « cosas » curiosas se vieron a l lá dentro. En otra ocasión, acompañados por el Dr. D. Celestino González Padrón, hemos escudriñado con ahinco las quiebras, recovecos y escondrijos de los peñones, en los solitarios campos de Las Cañadas, presididos por el viejo Teide. Esta vez nada encontramos; en otras, con el Dr. González y Bravo, sí. Allí, desde centenares de años, quizá desde más de un millar, quedó escondida y olvidada la vasija de borro, sencillamente ornada con dibujos afines a los de la viejo cerámica beréber. ¡ Qué emoción encontrarnos con un objeto de éstos! Con qué pesar dimos por terminada lo búsqueda en aquel atardecer tibio y tranquilo. El sol se puso entre arreboles, iluminándose las altas nubes que medio velaban el Pico, aún salpicado de nieve, de delicadas tonalidades. Y también hemos recorrido Bravo y yo, altas, estrechas y colgadas cornisas basálticas sobre las procelosas olas del Atlántico, dominadas por altísimos cantiles. Hemos seguido hasta alcanzar el lugar de la captación de aguas. Qué gran ingenio, qué trabajos y qué peligros hasta ver la obra terminada. Y es que allí, en las Islas, el agua lo es todo. A su influjo cambia el paisaje, se crea riqueza y también lo codicia. ¿ Cuánto ha durado este pleito por un hilillo de agua? ¿ Desde cuándo no se hablan estas familias, tan agradables, tan hospitalarios, tan cultas? Agradezcamos mucho a « Goyo Ediciones » que acometiera esta obro, esta gran tarea. Felicitémosla además, por el acierto que tuvo al elegir la persona que con tonto amor y competencia ha dado cima a tan importante empresa, que no es sino enseñar, guiándonos a través del Jardín de las Hespérides, lo que significa y es este rincón maravilloso de las Tierras Hespéricas, Canarios. F. HERNÁNDEZ- PACHECO Ñola preliminar La presente « Geografía General de Canarias » ha sido concebida con arreglo a las siguientes directrices: Tomo I.— Geografía general del Archipiélago. Tomo II.— Geografía particular de las Islas Orientales ( Provincia de Las Palmas), con las islas de Gran Canaria, Fuerte-ventura, Lanzarote e islotes. Tomo III.— Geografía particular de las Islas Occidentales ( Provincia de Santa Cruz de Tenerife), con las islas de Tenerife, La Palma, Gomera y Hierro. Aparte del estudio puramente geográfico, se exponen los datos más importantes correspondientes a las Ciencias Naturales, Geología, Zoología y Botánica, tanto en el tomo general como en los particulares de cada Provincia. Atlas.— Constará de una serie de mapas en volumen aparte para hacer más fácil su consulta. Bibliografía e índice de nombres irán en el último tomo. El autor hace constar su agradecimiento a diferentes Instituciones que han facilitado sus trabajos de investigación y que son las siguientes: Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Sección de Ciencias Naturales. ( Madrid). Instituto « Lucas Mallada » del C. S. I. C. ( Madrid). Ecxmo. Cabildo Insular de Lanzarote. « El Museo Canario » de Las Palmas de Gran Canaria. Asimismo, quiere hacer público su agradecimiento al pintor don Manuel Martín González y a don José Martínez Suárez, de Tenerife, y a don Bonifacio Villalobos, don Francisco Matallana y don Mariano López Socas, de Lanzarote, y a todas cuantas personas contribuyeron con su generoso apoyo a la ejecución del presente tomo. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA CEOCRAFÍA, I EL conocimiento de las Islas Canarias es un hecho histórico tardío, ya que durante el siglo XIV, cuando el gótico comenzaba a florecer en Europa, las Islas aun permanecían desconocidas y habitadas por una raza de cultura neolítica. Las naciones europeas no habían sentido la necesidad de expansionarse, y fuera de las riberas mediterráneas y de las costas de Gran Bretaña, Francia y España, el océano Atlántico permanecía desconocidoly las expediciones que se lanzaban en él, eran tímidos balbuceos de lo que fué la gesta de los navegantes en el final del siglo XV y siglos XVI y XVII. i La existencia de las Islas era conocida durante el siglo XV por las gentes de mar aventureras, hasta que comenzó la conquista oficial, en el año de 1402, cuando Enrique III de Castilla concede a Juan de Bé-thencourt el derecho de su conquista. La ocupación total terminó en el año de 1496 con la derrota de los indígenas de Tenerife por Alonso Fernández de Lugo| De todas las islas atlánticas, las únicas que contenían habitantes 4 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I indígenas fueron las Car. arias, pobladas por una raza aborigen cuya cultura neolítica ofrece extraños contrastes, ya que dominaban el secreto de momificar sus muertos y en cambio no conocían la navegación, hecho tanto más extraño puesto que de las costas de cada una de las islas se ven pe'- fectamente las demás. Es indudable que desde muy antiguo fueron conocidas por las diferentes naciones mediterráneas, que se adentraron en el Atlántico bordeando las costas africanas. Los fenicios y posiblemente pueblos navegantes más antiguos, llegaron a ellas. Del paso de estos pueblos apenas quedan vestigios; las arribadas a las costas canarias debieron verificarse de tarde en tarde y el contacto con sus habitantes debió ser ligero y sin trascendencia. Las Islas, totalmente desprovistas de yacimientos metalíferos y con un pueblo dispuesto a defender su suelo valientemente, no debieron despertar la codicia de los navegantes antiguos. Sólo su clima benigno y suave llamaría su atención. La pobreza de objetos pertenecientes a aquellas culturas es un testimonio de ello, tanto que el hallar en los depósitos arqueológicos abalorios y cerámica de tipo mediterráneo, constituye un hecho extraordinario, pero sin embargo es testimonio de que tales contactos existieron. Según Estrabón fueron visitadas por los marinos turdetanos de Gades ( Cádiz), y griegos y fenicios las denominaron Las J^ espérides, tejiéndose alrededor de ellas bellas leyendas desde la más remota antigüedad, y situándose el Jardín de las yiespérides en este rincón atlántico. Los cartagineses, que según Plinio realizaron el periplo de África ( Periplo de Hannón), debieron de reconocerlas, o al menos el grupo más oriental, y los romanos las citaron con el nombre de Afortunatae Jnsulae. Durante la época visigótica el territorio africano del norte formaba la CMauriiania Jin^ itana, que se extendía vagamente hacia el sur, comprendiéndose en ella el archipiélago canario como dependencia del Obispado de Rubicón, sufragáneo de la metrópoli de Sevilla. Cuando la dominación musulmana en España, las Canarias fueron visitadas por los árabes, que las denominaron Xaledad ( al Yezair al Ja-lidad. Viera y Clavijo), sin que se sepa que realizaran intentos de colonizarlas. Luego, en la Edad Media, el conocimiento de las Canarias se fué perdiendo hasta tal punto que su dominio era hipotético y teórico, propio de eruditos, siendo no obstante objeto de incursiones de navegantes españoles, portugueses, normandos y genoveses. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 5 A comienzos del siglo XIV empieza a iniciarse la navegación de altura y con ella el nuevo descubrimiento de las Canarias. Diversos navegantes: catalanes, mallorquines, genoveses y castellanos visitaron las islas en expediciones de rapiña y captura de indígenas, en armonía con las costumbres y métodos de la época, y durante este tiempo se señalaba la existencia de esclavos procedentes del archipiélago en diferentes puntos del Mediterráneo y costas atlánticas de Francia. De uno de estos corsarios, Lancelloto Malocello, se tienen noticias respecto a sus incursiones en Lanzarote, en fecha que parece remontarse hacia el año 1312. Las expediciones a las islas orientales se debieron repetir con cierta regularidad, pues en la carta náutica de Angelino Dulcert, de 1339, se dibujan las islas de Lanzarote y Fuertéventura con relativa precisión, mientras que las restantes islas del archipiélago se dibujan arbitrariam. ente. Otras expediciones, especialmente de mallorquines, se suceden regularmente, tanto a las Canarias, como a las costas del Sahara, hasta finales del siglo XIV. Por la bula del año 1344, el papa Clemente VI considera a las Canarias como dependientes de la Santa Sede, concediéndolas al infante don Luis de la Cerda, con el título de Príncipe de Fortuna. Este príncipe no llegó nunca a venir a Canarias, pues Alfonso XI impidió se cumpliese la determinación del Pontífice, ya que consideraba que las Canarias y la cercana costa de África pertenecían a la corona de Castilla. En 1393, con licencia del Rey Enrique 111 y a las órdenes de Gonzalo Peraza Martel, algunos andaluces y vizcaínos, con ánimo de examinar mejor las islas, recorrieron las costas de África y algunas de las Canarias: en Lanzarote recogieron un gran botín y numerosos esclavos que llevaron a Sevilla. Otra expedición, constituida por franceses al mando de Juan de Béttiencourt y con su amigo Gadifer de la Salle, salió de Normandía hacia Canarias. Juan de Béthencourt conquista Lanzarote y pasa a España, donde presta homenaje por las islas a Enrique, el cual le concede el derecho de conquista tomándole solemne juramento de fidelidad y vasallaje, y publicando una pragmática para que nadie se atreviese, en lo sucesivo, a hostilizar las islas ni hacer entradas en ellas sin expreso consentimiento del conquistador. La isla de Lanzarote se terminó de conquistar en 1404, habiendo comenzado la conquista de Fuertéventura en 1403. Gadifer dé la Salle, por desavenencias con Juan de Béthencourt, abandona la conquista y se retira a Francia. Béthencourt, después de ocupar Fuertéventura, hace diferentes 6 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I tentativas en las islas de Gran Canaria, Gomera y Hierro, ocupando estas dos últimas y sufriendo reveses en la de Gran Canaria. Regresó a Fuerteventura y delegando en Maciot de Béthencourt, se retiró a Bretaña, su país natal. Maciot no fué buen gobernante para las islas ya conquistadas ni su política fué amable para las que faltaban por conquistar: la isla de Hierro se sublevó por los desmanes de su comandante y gobernador. Vendía como esclavos a los prisioneros que tomaba de las islas, en-viándolos a España. El entonces obispo de las islas, fray Mendo de Viedma, se opuso tenazmente al mal gobierno de Maciot y éste, requerido por el conde de Niebla, le cede los derechos sobre Canarias. Más tarde, Maciot se traslada a la isla de la Madera, vendiendo la isla de Lanzarote a Enrique de Portugal ( 1448). El conde de Niebla cedió sus derechos a Guillen de las Casas, de Sevilla, y a su muerte pasan a Fernán Peraza, cuyo gobierno fué perturbado por los portugueses. Estos enviaron a Antonio González, que se posesionó de Lanzarote, siendo expulsado dos años más tarde por los lanzaroteños. También realizó una expedición contra Gran Canaria, siendo derrotado. La disputa entre portugueses y españoles sobre los derechos cedidos por Maciot, primero al Conde de Niebla y luego a Enrique de Portugal, fueron ventilados en Roma, fallándose a favor de don Juan 11 de Castilla. Fernán Peraza trata de conquistar la isla de La Palma y envía a su hijo Guillen, que muere en el intento ante la furia de los isleños. También trató de ocupar Tenerife sin resultados. Murió en la isla de la Gomera, heredándole doña Inés Peraza y su yerno Diego de Herrera. De nuevo, la disputa entre portugueses y españoles por la posesión de las Canarias se renovó en ocasión de ser concedida por Enrique IV de Castilla merced de conquista de las islas de Tenerife, Palma y Canaria, a dos proceres portugueses, cediendo éstos sus derechos a Enrique de Portugal ( 1455). Este envió una expedición en 1466 al mando de Diego de Silva, que saqueó Lanzarote y Fuerteventura, pasando a Gran Canaria en persecución de Herrera, que se quejó al rey de Castilla. Portugal atendió la petición española, cesando en sus pretensiones. Diego de Silva se casó con doña María de Ayala, hija de Herrera, quien le dio en dote cuatro partes de doce de las rentas de Lanzarote y Fuerteventura. Diego de Herrera hace diversos intentos de conquistar las islas de Gran Canaria y Tenerife, sin lograr sus objetivos. Las fortalezas construidas, la de Añaza en Tenerife y la de Gando en Gran Canaria, fueron Pliya de Tuarta PUERTO K US ISLOU REAL OE LAS PAIMM f CONQUISTA DE g^^>^ # ' ^ / T v i ^ ^ GRAN C/ tN^ R//> Caminos principales de Jas mentradus » ' Base » cristianas Lugaras donde se libraron comhaies conocidos De la " Historia de Canarias", de Viera y Clavijo, ed. " Goya Ediciones". 8 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I demolidas por los aborígenes y, durante muchos años, Herrera se estrella contra los indígenas de las islas mayores sin avanzar en su conquista. Por este motivo, los Reyes Católicos hacen traslación de las tres islas mayores, Gran Canaria, Tenerife y La Palma, a la corona real para adelantar la empresa de su conquista, indemnizando a Diego de Herrera y a Inés Peraza, dándoles el dominio útil de Lanzarote, Fuerte-ventura, Gomera y Hierro. Herrera no permaneció ocioso en sus dominios, sino que endereza su actividad bélica hacia las costas africanas, fortificando el puerto de Santa Cruz de Mar Pequeña. Los Reyes Católicos resuelven la conquista de Gran Canaria, encomendándola a Juan Rejón y al eclesiástico Juan Bermúdez. Comenzó con la batalla de Guiniguada, en la que por ambas partes hay hechos de gran valor militar. Durante la primera parte de la conquista surgen desavenencias entre ambos y Juan Rejón fué enviado preso a España, regresando de nuevo con el obispo Juan de Frías, y siendo muy mal recibido. La vida de este conquistador estuvo llena de tropiezos, pues fué nuevamente arrestado y de nuevo regresó a Canarias para conquistar la isla de La Palma, muriendo en la isla de Gomera antes de llevarla a cabo. Pedro de Vera prosiguió la conquista de Gran Canaria, no siempre con lealtad militar para los indígenas, motivando que la aversión de los naturales contra los españoles se acrecentase. Hasta la muerte del caudillo Doramas, no se realizan grandes progresos, e incluso después de su muerte los españoles sufrieron diversos reveses, hasta la rendición definitiva en el año 1483. Mientras tanto, gobernaba Herrera en las cuatro islas de señorío, teniendo algunas disputas con el obispo de Rubicón. Los Reyes Católicos intervinieron en éstas y otras ocasiones, sobre todo defendiendo la situación de los indígenas. Diego de Herrera murió en la isla de Fuerteventura, repartiendo el señorío entre sus hijos, excepto el primogénito, que fué desheredado. A Fernán Peraza le correspondieron las islas de Hierro y Gomera. No pudiéndose acostumbrar los gomeros a soportar el yugo de la dominación arbitraria de Fernán Peraza, se sublevaron, obligando a éste a refugiarse en la fortaleza de la isla. Teniendo Pedro de Vera noticia de este hecho vino a la Gomera, tomando serias represalias. Más tarde, fué muerto Fernán Peraza al tenderle los naturales del país una celada en ocasión de una aventura amorosa con una isleña. Pedro de Vera hizo de nuevo presencia en la Gomera, cometiendo excesos crueles en los isleños. Este proceder fué causa de dife- ^ vrqy íPourtraicl dx ¿ Mejsirejffieían cCe^ etriencourt^ oy cíes Lanar ¿ e. s JBalthafar Mancornet. Jecit. J u a n de B é t h e n c o u rt C 7/ '(- ¿ / í ^ A///(} ^/ c :^/// ¿ 7- á'/ r/// ¿ // l7 Retrato de rarnicero ^ rabadu por Fahregat D. José de Viera y Clavijo D » ; la " lliaturia de Canarias", de Viera y Clavijo. Ed. " Coya Ediciones*' Torre de los Condes ( San Sebastián de la Gomera) ]^- hJ^ De ! a -- Historia de Canarias"^ de Viera y Clavíjo. Ed. " Goya Edit Ataque a Gran Canaria de Van der Does Grabado holandés INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 9 rencias con el obispo Juan de Frías, que le amonestó con tanta aspereza como apostólica integridad, siendo aquél llamado a la corte por los Reyes Católicos. La bbra de protección de los isleños la prosiguió el obispo fray Miguel de la Cerda después de la muerte del obispo Frías y los Reyes Católicos se pronunciaron en favor de los expoliados indígenas para defenderlos de la rapiña de los conquistadores. El capitán Alonso Fernández de Lugo había venido a Canarias después de la conquista de Granada, tomando parte en la conquista de las islas y obteniendo el cargo de alcaide de Agaete ( Gran Canaria). El 8 de junio de 1492, los Reyes Católicos prometieron a Lugo el gobierno de la isla de La Palma para después de su conquista y el 13 de julio del mismo año le concedieron los quintos de los cautivos de la citada isla y de los que hiciese en Tenerife y Berbería. Fernández de Lugo hace pronto los preparativos y se lanzó a la conquista de La Palma, que le fué fácil, resistiéndosele únicamente el caudillo Tanausú, que se defendió en las agrestes zonas que dan acceso a la caldera de Taburiente. Fernández de Lugo le envió un emisario para una entrevista, a la que Tanausú, fiado en su palabra, acudió, siendo hecho prisionero. Con este suceso, ocurrido en mayo de 1492, quedó conquistada la isla de La Palma. Fernández de Lugo despachó una embarcación a España con estas noticias y entre los cautivos que envió a la corte incluyó a Tanausú, pero este caudillo isleño se dejó voluntariamente morir de hambre en ! a travesía. Durante estos últimos años del siglo XV, Cristóbal Colón, en sus viajes a América, arribó a Gran Canaria por el puerto de Gando, haciendo escala en la isla de Gomera. De esta isla tomó Colón simientes, plantas, diferentes animales de corral y mucho personal canario. La cuarta vez que estuvo Colón en Canarias fué el 19 de mayo de 1502. También en estos años los canarios hacen irrupciones en la costa de África, reedificando el castillo de Mar Pequeña, perdiéndose y ganándose repetidas veces. En represalia, los corsarios berberiscos invadieron repetidamente las islas, especialmente Lanzarote y Fuerteven-tura, en donde tomaron cautivos y arrasaron haciendas. Fernández de Lugo concertó con los Reyes Católicos, en 1494, la conquista de Tenerife, haciendo los preparativos en Gran Canaria y realizando su primer desembarco por el puerto de Añaza, instalándose el primer campamento en aquella ribera que llamaron de Santa Cruz, haciendo posteriores incursiones por el interior de la isla. La conquista fué dura y sangrienta, siendo derrotados los conquistadores en la batalla de Acentejo, donde murieron unos 600 españoles y unos 300 tanta < el Hidilgo Pvtrto i9 loi Cristiinof De la " Historia de Canarias", de Viera y Clavijo, ed. " Goya Ediciones*'-. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 11 isleños de Gran Canaria. Consecuencia de este desastre fué el retirarse Fernández de Lugo a Gran Canaria para hacer nuevos preparativos, regresando dé nuevo a Tenerife. Se realizaron, en diferentes encuentros, hechos de valor, tanto por parte de los españoles como de los guanches, siendo estos últimos derrotados en la batalla llamada La Victoria de Acentejo, momento en que los guanches comenzaron a declinar, pudiéndose llevar a cabo la ocupación total de la isla. Después de su conquista, las islas se comienzan a poblar rápidamente, fundándose poblaciones y cambiando en muy pocos años su fisonomía, transformándose de islas habitadas por una población de cultura neolítica, en pueblos que llevaban el sello de la España de Carlos V. La desaparición de la raza aborigen, absorbida por los castellanos, fué inevitable, siendo de lamentar que las tradiciones y cultura de aquella población no fuesen recogidas, desconociéndose por tal causa en nuestros días sus principales usos y costumbres. En mérito de su obra conquistadora, Fernández de Lugo recibió el nombramiento de Adelantado de las islas, para él y sus sucesores, muriendo a principios de 1525, después de fundar la ciudad de La Laguna, sede de su gobierno. En años sucesivos, las Canarias aportaron a las diferentes expediciones y tráfico con América, naves y hombres que tomaron parte en la conquista de aquel continente, despoblándose en su beneficio: así, los adelantados Pedro Fernández de Lugo y su sucesor Alonso Luis enderezaron su actividad hacia América, llegando Alonso Luis Fernández de Lugo a tomar parte activa en su conquista y en la fundación de diferentes poblaciones. En 1589, don Luis de la Cueva fué nombrado primer Capitán General de Canarias. Las islas menores eran dominio de los señores de la casa de Herrera, y como el gobierno en régimen señorial era muy fecundo en rencillas, disturbios y contiendas, fueron incorporadas por Carlos 111 a la Corona como provincias españolas, con características autónomas que tenían en cuenta su insularidad. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, las islas Canarias sufrieron los efectos de los corsarios que infestaban el Atlántico. También durante las guerras que España sostenía con otras naciones europeas, las islas fueron invadidas por importantes flotas enemigas. Ya en el año 1522 se hizo oposición al corsario francés Juan Florín en la isla de Gran Canaria, primer corsario que hizo presa en aguas del archipiélago. La isla de Lanzarote fué la más castigada por los corsarios: bereberes, argelinos e ingleses ( conde de Cumberland, 1596), pero las demás 12 GEOGRAFÍA DB CANARIAS, I islas también sufrieron diferentes invasiones de franceses ( Juan de Capdevila, 1571), ingleses ( Drake, 1585), holandeses, con 76 naves al mando de Pedro van der Does ( 1599). Las últimas expediciones inglesas a Canarias fueron las de Blake ( 1657), Genings ( 1706) y Nelson ( 1797), siendo todas ellas rechazadas. En 1808, siguiendo el ejemplo de las demás provincias españolas, pone en pie sus medios autónomos de lucha contra la invasión napoleónica. Constituida en La Laguna de Tenerife la Junta Suprema de Canarias y en Las Palmas el Cabildo permanente de Gran Canaria, y desechado el peligro de posibles ataques al archipiélago, en mayo de 1809 embarcaron las primeras tropas expedicionarias para la península. El 6 de junio de este mismo año, disueltos ambos organismos, Canarias quedaba integrada en la Junta Suprema Central, para la que nombró vocal suyo al marqués de Villanueva del Prado, don Alonso de Nava. Normalizada la situación de España, en lo sucesivo, su alejada provincia insular de Canarias siguió fielmente sus vicisitudes históricas. El detenerse en el estudio de su repercusión en nuestras islas, como en el desarrollo de su régimen administrativo, supera ya el propósito de esta breve introducción. LAS ISLAS ATLÁNTICAS Y EL LITORAL AFRICANO EL CONJUNTO TERRITORIAL HESPÉRICO EL estudio de la geografía de las Islas Canarias implica conocer las relaciones geomorfoldgicas con las tierras próximas que las rodean. Así, pues, no podemos menos de hacer un estudio comparativo, tanto con los grupos insulares que a mayor o menor distancia suya están diseminados en el Atlántico, como con el litoral africano, tan próximo. Las Islas Canarias, con el pequeño grupo de las Islas Salvajes y el Archipiélago de Madera han sido consideradas como dependencia del conjunto territorial hespérico euroafricano. Este conjunto comprende un extenso territorio situado en el extremo occidental del mar Mediterráneo y las tierras que baña el océano A. tlántico después de pasar la estrecha puerta que jalonan las legendarias columnas de Ahila y Calpe. Por el sur los límites de la Hesperia son difusos, perdiéndose en los extensos arenales desérticos del Sahara. La Hesperia africana comprende la antigua ^ Mauritania Jingitana, el país del Yezirat- el- Mogreb ( la isla de Occidente), o sea Marruecos, con 16 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I el Atlas. También comprende Hesperia, al sur del Atlas, un conjunto territorial atlántico, de marcada individualidad natural, que va adquiriendo características cada vez más desérticas hacia el sur hasta que, pasado el trópico de Cáncer, el territorio del Tiris es puro desierto. Se puede, pues, dividir el conjunto territorial hespérico en tres extensos países: uno al norte, la Península Hispánica. Otro central. Marruecos y un tercero meridional atlántico; y dependiente de éste consideraremos los grupos de Islas de Madera, Islas Salvajes e Islas Canarias. Los archipiélagos de Cabo Verde y de Azores, por tener caracteres comunes geológicos, geográficos y biológicos han de formar parte también de este conjunto meridional atlántico de la Hesperia. Por otro lado, estas islas fueron conquistadas y pobladas por la Península Hispánica, razón de más para completar la unidad geológica y geográfica con la unidad étnica y política. LAS ISLAS ATLÁNTICAS A lo largo del litoral NW. de África y al SW. de Europa están situados cinco grupos de islas con la denominación de Islas Atlánticas. A este conjunto insular también se le llama Macaronesia, pero por participar de la vieja leyenda mítica de Atlante o Atlas, el nombre de atlánticas las define con mayor propiedad. La existencia de esta leyenda supone que algunos de estos grupos fueron visitados en la antigüedad por marinos procedentes del mar Mediterráneo. Su redescubrimiento se llevó a cabo durante la primera mitad del siglo XV, cuando la navegación de altura inició sus balbuceos y las aguas ignotas y misteriosas del Atlántico comenzaron a ser surcadas por las naves hispánicas. Todos estos archipiélagos tienen parecida geografía y son de origen volcánico puro o han sido afectados de un volcanismo tan activo que ha quedado enmascarada su constitución geológica primitiva. La accidentada superficie de muchas de estas islas está sembrada de conos volcánicos y de calderas, algunas de dimensiones ingentes, explosivas o de hundimiento, tal como sucede en varias de las Canarias, que hasta han dado lugar a teorías para explicar su formación. Estas islas son de superficie reducida y están atravesadas por corrientes volcánicas repetidas. Las masas lávicas se han ido acumulando capa tras capa hasta alcanzar alturas tan elevadas como en la isla del Fogo del archipiélago de Cabo Verde que, con una extensión de 443 km*, su cono volcánico K Facilitado por L. Diego Ciiscoy Las costas de África desde el Estrecho de Gibraltar hasta Cabo Verde Carta XVII del « Atlas de la navigation et du comorce qui se fait dans toutes les parties du monde » , publicado por Louis Renard, Amsterdam, 1715 c? L .,/ :^:" Á Detalle de la caita anteriormente reseñada I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 17 se eleva a 2.835 metros, alcanzando en la de Tenerife a los 3.718 metros. Por otra parte, en los diferentes archipiélagos también se encuentran rocas del Mioceno, como puede observarse en las formaciones de Porto Santo, en Madera, las de la isla de Santa María, en Azores, las de San Thiago en Cabo Verde y las de Gran Canaria én nuestro archipiélago. Esta comunidad de caracteres geográficos y geológicos se refuerza más si atendemos al aspecto biológico, especialmente en la flora. Del estudio de ella podemos deducir que en estas islas se conservó gran parte de la flora terciaria, de la que quedan numerosos restos. La flora atlántica, referida a los cinco archipiélagos, constituye una unidad flo-rística con caracteres especiales, y muchos géneros y especies son comunes a todas ellas. Como ejemplo podemos citar el Drago ( Draceana draco £.) común a las islas de Madera, Canarias y Cabo Verde, donde esta vieja especie de la flora terciaria se refugia en los acantilados, a los que ni el hombre ni los animales tienen acceso. El área geográfica de este árbol, que alcanza una gran longevidad, ha sido ampliada por la mano del hombre, cultivándose en el sur de Portugal y en la región andaluza española. En las Islas Canarias, en estos últimos años se cultiva en casi todos los jardines. El océano que las baña, de olas anchas y majestuosas, bate sus riberas con estruendo en los temporales de invierno, lo que implica que sus costas, con profundos fondos marinos muy próximos, sean poco recortadas y muy acantiladas. La erosión marina tiene altos valores, sobre todo en las costas que miran a la dirección de los vientos dominantes. Otra de las características comunes a las islas atlánticas es la de los profundos barrancos que cortan su superficie. Las alturas medias de las islas son tan elevadas que hacen que las corrientes fluviales, en la mayor parte del año secas, sean de carácter torrencial, existiendo sólo las cabeceras, donde la erosión actúa con la mayor intensidad. He aquí, someramente enumerados los archipiélagos que las integran: L° Islas Salvajes o Pitones. — Pequeño archipiélago que se encuentra a 100 millas al norte de Tenerife, compuesto por el Salvaje Grande, Pitón Grande, Pitón Pequeño y arrecife Lccky y algunas rocas visibles donde rompe la mar, y separadas de las costas hasta una milla. Son portuguesas y están deshabitadas. 2.° Jrchipiélago de la ladera. — Grupo de islas formado por una isla grande, Madera, y otra menor. Porto Santo. Aparte de éstas hay tres alargados islotes, las Desiertas: Chao, Desierta grande y Bugio. Todas 18 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I tienen en conjunto una superficie de 850 km.^ y son portuguesas. 3.° Archipiélago de las Azores.— También se las llama Terceras y son las más alejadas del continente africano. Se compone de nueve islas y algunos islotes, y son: Santa María y San Miguel, encontrándose entre ambas las Hormigas, que no se cuentan como islas sino como roques o islotes; las islas del Pico, el Fayal, San Jojge, la Tercera y la Graciosa, en el centro; y la de Flores y del Cuervo, más alejadas hacia el W. Estas islas han sufrido en los últimos siglos grandes catástrofes de origen volcánico. Pertenecen a Portugal. 4.*^ Archipiélago de Cabo Verde.— Compuesto de catorce islas, de las cuales solamente siete son habitadas. Se extienden en una gran curva de unos 500 km. en cuyo extremo NW. se encuentra la isla de San Antonio, continuando las islas de San. Vicente, Santa Lucía, Branco, Razo y San^ Nicolás. Las « lás próximas al continente africano son las islas de la Sal, Boa Vista y Maso, siguiendo las de S^ nti^ go, Fogo, islotes Secos o Rombo y Brava, que es la más meridional y extrema de la curva, cubriendo una superficie total de 3.851 km.^ También pertenecen a Portugal. 5.° Las Islas Canarias.— Ocupan una banda en el sentido de los paralelos y constan de siete islas mayores: Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, La Palma, Gomera y Hierro, y cuatro menores: Lobos, entre Fuerteventura y Lanzarote, Alegranza, Montaña Clara y Graciosa, en el extremo NE. de Lanzarote. También se encuentran dos roques, el llamado Roque del Este y el Roque del Infierno o Roque del Oeste, en esta misma región marina. Tienen una extensión de 7.167 km.^ y pertenecen a España. EL LITORAL AFRICANO El litoral NW. de África se presenta poco accidentado, con una orientación general hacia el SW. hasta llegar al Cabo Verde ( Senegal) donde se inicia una amplia curva que se sale fuera del dominio de las islas atlánticas. A lo largo de esta poco recortada costa, se abren algunas bahías que han permitido el desarrollo de puertos como los de Larache ( El- Araish), Rabat, Casablanca, Mazaghan, Safi, Mogador y Agadir, y más al sur Ifni, Villa Cisneros, en la bahía de Río de Oro, La Agüera y Port Etienne, en la Bahía del Galgo, San Luis del Senegal, siendo algunos de estos puertos simples bahías abiertas, con poca protección. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 19 Entre las islas atlánticas, son las Canarias las más próximas al continente africano y a'unque ellas, con las demás islas, sean fisiógraficamen-te distintas del litoral continental, éste ha jugado un gran papel en las diferentes teorías científicas para explicar la génesis de aquéllas, lo que merece, para una posterior comparación, estudiar el litoral africano desde el Cabo Guir hasta el Cabo Blanco, para lo que seguiremos los trabajos realizados por los africanistas españoles Hernández- Pacheco ( E. y F.) 1 En el litoral NW. de África, situado ya al S. del Atlas, pueden distinguirse tres modalidades muy diferentes. Una quedaría integrada por el segmento que se extiende a lo largo de la depresión del Sus, escasamente accidentado, no bien se rebasa hacia el sur el promontorio que da origen al cabo Guir y escarpes, que más o menos dominan la rada de Agadir. En estas zonas el país desciende poco a poco hacia el mar, dando frente a él extensa y continua playa, ^ sólo dominada por cuestas o terraplenes que rara vez forman escarpes abruptos o pequeños cantiles. El amplio valle del Sus se abre, pues, hacia el mar, mediante un país llano y poco accidentado. Más hacia el S., después de atravesar los llanos de Tiznit, se alcanza el quebrado país de Ifni, el cual, hasta cierto punto, y orográfica-mente, pudiera ser considerado como el macizo más avanzado del anti- Atlas hacia el SW. Aquí el litoral es escarpado, con altos acantilados que se alzan sobre las mismas olas o dominan a largas y anchas playas que se continúan hacia el mar por tendida rasa de abrasión marina, poco profunda y uniforme. Finalmente, se ofrecen las costas del Sahara, que desde la desembocadura del Draa hasta la gran bahía del Galgo, al S. de Cabo Blanco, presentan rasgos de gran uniformidad, típicos de estas zonas saharianas. En las zonas del Sus predominan los rasgos típicos de las costas de inmersión, lo cual está de acuerdo con el carácter de zona deprimida que ofrece este gran valle. En Ifni, por el contrario, la costa es típicamente de emersión, pu-diendo ser considerado todo su macizo como un compartimiento que. ' FRANCISCO HERNÁNDEZ PACHECO, £ íJs cosías át Jfni y el Sahara español. Raspes fisto-gráficos y geológicos. « Alta Comisaría Marruecos » , Tetuán, 1948. FRANCISCO HERNÁNDEZ PACHECO, Los nioeks de playas levantados en el litoral de Ifni. « Conferencia Internacional dos Africanistas Ocidentaes. Reunidos en Bissau » , Lisboa, 1950. 20 GEOGRAFÍA DB CANARUS, I hasta cierto punto, equilibra ¡ sostáticamente el conjunto hundido del Sus. Más hacia el S., la costa ofrece rasgos generales semejantes a la de Ifni, pero con peculiaridades especiales que la diferencian de aquélla, ya que aquí los materiales son otros y, por lo tanto, el aspecto de la costa cambia, siendo el rasgo fundamental de ella su monotonía. COSTA DE IFNI.— Los rasgos morfológicos de este litoral están dados por los recientes movimientos que la costa ha experimentado en los tiempos cuaternarios, pues los niveles de playas levantadas, perfectamente conservados, son los que imprimen su carácter. También contribuyen de modo destacado a los rasgos peculiares de esta costa, el dominio de conglomerados rojos, pues por sus encendidas tonalidades y por la coherencia y aspecto de sus masas, por su rudeza, verticalidad y continuidad, los acantilados de Ifni son bastante diferentes de los que caracterizan estas costas, lo que hace que ofrezcan destacada personalidad fisiográfica. Las costas de Ifni están combatidas casi continuamente por fuerte marejada, que rompe oblicua por venir en general del NW., dando ello origen a una corriente sensiblemente paralela a la costa, que refuerza a la de retorno de la del Golfo, y que es aquí francamente apreciable. Debido a esto, las masas de arena son importantes en las playas de Ifni y también, y en sus zonas más altas, los cordones o depósitos de cantos rodados, sumamente curiosos por sus coloraciones, pues en conjunto dan origen a una síntesis de las rocas eruptivas existentes hacia el interior del país, que transportadas por los ríos hasta sus desembocaduras, forman depósitos de cantos y arenas, situados en general al S. de las desembocaduras, al ser impulsados en tal dirección por la marejada y la corriente litoral. Aunque la costa, como se ha indicado, es uniforme, pueden distinguirse algunas diferencias. En la parte septentrional la costa está formada casi exclusivamente por rocas calizas, grises o blancuzcas muy antiguas ( Cámbrico). Tal segmento va desde el límite actual del territorio marcado por la desembocadura del Asuf Salguemat, hasta las inmediaciones de Aftaisa, zona por donde desemboca el uad Taguia. En tales parajes el acantilado es muy desigual, ofreciendo aspecto quebrado y hosco, estando por lo general su pie combatido por el oleaje, pues no existe playa o ésta queda reducida a una estrecha faja al fondo de las abiertas ensenadas y cabos. Destacados puntos, prolongados por pequeños islotes, peñascos y resaltes que hacen que este De " El Sahara Español", de Hernáudez- Pacheco ( E. y F.) Alia Medina y E. Guinea. iMapa topográfico áe Ifni Altitudes: 1: de O a 100 m. — 2: de 100 a 300 .— 3: de 300 a 600. 4: de 600 a 1.000 m.— 5: más de 1.000 m. 22 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I segmento se nos ofrezca muy variado, pero en ninguna zona queda lo suficientemente protegido de la marejada para que exista un abrigo o fondeadero donde los pequeños barcos que se dedican a la pesca en estas costas, puedan estar al resguardo de los temporales. Más hacia el S. y ya francamente a partir de Sidi Mehaud o Suvu, aparece la formación de conglomerados rojos que en Sidi Borya y en el pequeño saliente o islote de Marsa el Kerira, adquiere sus rasgos peculiares. El cantil es sensiblemente vertical, de unos 35 a 40 m. de altura, no destacándose de él puntos lo suficientemente marcados para que den origen a ensenadas, pues a lo sumo se forman calas muy abiertas, que no alteran sino en detalle la alineación muy regular del litoral. El pie del acantilado, la playa más o menos ancha, forma a manera de tendido zócalo que se continúa hacia el mar por una amplia y somera rasa de abración marina, en la cual y desde unos centenares de metros rompe el oleaje. La playa más extensa en este segmento es la de Ifni, que alcanza algo más de 5 km. de longitud, por anchura en marea baja frente a Sidi Ifni de más de 200 metros. A continuación, y a partir del promontorio del Pozo de Aerrín, donde los conglomerados rojos son en un trayecto de unos 500 m. sustituidos por materiales calizo- margosos modernos ( Paleógeno) y particularmente, rebasada la punta inmediata a Side Semán, cesan los conglomerados rojos y aparece el segmento litoral que da frente a la gran playa de Sidi Uarzik, la más uniforme y amplia de Ifni, pues se desarrolla en una longitud de algo más de 6 y 1/ 2 km. Todo este segmento se ha denominado Playa o costa blanca por presentar clara coloración grisácea. Más hacia el S., en el destacado promontorio de Sidi Uarzik o Cabo Num, vuelve a interrumpirse la playa en un corto trayecto, quedando formada la costa por un escarpado acantilado de calizas antiguas ( Cámbricas). En los tajos que miran al N. y en el mismo nivel de la playa, brotan potentes manantiales de agua dulce que, sin duda, viene subterráneamente siguiendo la masa de calizas, siendo el único paraje de estas costas donde es posible en marea baja hacer aguada. Por ello, no tiene nada de particular que este Cabo Num sea tan frecuentemente citado en las derroteros de este litoral hechos por los navegantes españoles y portugueses de los siglos XV y XVI. Pasado el Cabo Num vuelven de nuevo los conglomerados rojos, que se prolongan hasta 3 ó 4 km. antes de la desembocadura del I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 23 Asaka. Como detalle, merecen ser citados los dos puentes que la erosión de las olas fraguó en los conglomerados rojos de Ifni, al N. y en las cercanías de Sidi Yusef, donde una gran arcada, de magníficas proporciones y de bravia y grandiosa belleza, es conocida con el nombre de £ 1 ' Xantara ' Xevira. Una característica peculiar de las costas de Ifni es el de ofrecer, a lo largo de todo el litoral, una gran rasa de abración marina, que actualmente está elevada con altitud media en el borde de los acantilados de 45 a 50 m. y que se extiende hacia el interior, uniforme y llana, con anchuras que varían desde 200 m. a algo más de 2 km., alcanzando el mismo pie de las montañas litorales. Este antiguo nivel de erosión marina, hoy levantado, se ofrece claramente en los alrededores del morabito de Sidi Uarzik y Cabo Num, donde la rasa litoral o naala adquiere su mayor anchura y su uniformidad más perfecta. A niveles más inferiores, pero no dando origen a depósitos continuos, existen igualmente restos de otra playa levantada, que se conserva adosada al actual acantilado, habiéndose reconocido estos areneros, con restos de conchas semifósiles, hasta alturas de 10- 12 m. sobre el nivel medio actual de las mareas. Esta playa levantada es de edad muy reciente, habiéndose encontrado en ella instrumentos de piedra tallada del tipo achelense. Como al mismo tiempo el relleno de los pequeños estuarios délos ríos que hoy desembocan en este país es, sin duda, también muy reciente, según se desprende de los relatos de los navegantes españoles y portugueses de los siglos XV y XVI, se deduce que este litoral ha experimentado constantemente, desde tiempos finales del terciario hasta nuestros días, una serie de movimientos eustáticos positivos y negativos, a los que es debida la configuración actual del litoral. EL LITORAL DEL SAHARA ESPAÑOL.— Una gran monotonía caracteriza el litoral del Sahara español, pues en una línea de costa de unos 1.200 km., pocos accidentes destacan que den valor al borde continental, que en decenas y decenas de kilómetros se mantiene a veces con uniformidad desesperante. Toda esta costa es típicamente de emersión, pues aun en sus zonas más bajas, e incluso allí donde la playa se continúa hacia el interior por terrenos llanos y de escaso relieve, su superficie está formada por verdaderos depósitos marinos, ricos en restos fósiles, que, a veces, y con gran frecuencia, dan origen a verdaderas lumaquelas, representativas de típicas playas levantadas de tiempos cuaternarios y pliocenos. 24 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I Debe también indicarse, como acontece con el segmento litoral de Ifni, que la costa de nuestro Sahara es extraordinariamente joven, que está actualmente en pleno ciclo de erosión, que evoluciona tan rápidamente que es suficiente la vida de una generación para poder distinguir en ella cambios de configuración notables y que si consideramos ya períodos históricos, la forma y el aspecto general de la costa ha cambiado a veces, y en determinados segmentos, de manera muy acentuada. Respecto a los materiales litológicos que la forman, son fundamentalmente calizos y margosos, intercalándose en determinados parajes depósitos de areniscas playeras o eólicas y de arcillas más o menos areniscosas, conjunto interrumpido por bancadas de lumaquelas y capas de pequeños conglomerados o chinarrales que indican más o menos el paraje de desembocadura de los antiguos cauces fluviales. Geológicamente, corresponden las masas inferiores al cretáceo medio y superior, en algunos parajes al paleógeno y en la mayor parte del país litoral al mioceno y plioceno, siendo los depósitos superficiales representativos de formaciones cuaternarias y de playas levantadas recientes. Todos estos depósitos, que miden en conjunto muchas decenas de metros, están en disposición sensiblemente horizontal, apreciándose sólo discordancias de depósitos por acciones erosivas. Como hemos indicado, la monotonía caracteriza toda esta extensa costa. Taludes, acantilados y playas se suceden sin interrupción y pocos accidentes destacan de la línea de costa. El islote donde se halla construida la Casa del ' Mar, en Cabo Juby, no es sino un resto más extenso de las areniscas calcicas lumaquelíferas que forman la costa; islote que protege algo al litoral y permite que puedan fondear los pequeños vapores correos en las inmediaciones de la playa; pero como siempre, los fondos son escasos, y el aproximarse a tierra es en general peligroso, ya que las playas son muy tendidas y sensiblementes horizontales; penetran mar adentro, haciendo que el oleaje rompa desde gran distancia durante los fuertes temporales. En el cabo Bojador y en los parajes más al S., el llano del interior llega hasta el mismo borde del mar, cayendo a plomo el cantil sobre las olas, siendo esto lo característico, y destacando algunos parajes por la gran altura del acantilado, que llega a sobrepasar los 125 m. Tal es lo que sucede en Peña Grande, en el Pozo Niufad y en la desembocadura del uad Kraa, donde potentes depósitos de médanos fosilizados, de edad cuaternaria, se superponen a todos los niveles terciarios re- Árciprtit* PtquBRo [ El< T? rf » lE> trok, D'Almonte, 1912 Plano de la bahía de Río de Oro 26 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I cientes y cuaternarios, contribuyendo así a la mayor altura o desnivel de la costa del Sahara español. Esta es la zona donde el acantilado adquiere sus mayores desniveles. Solitario y rudo, se eleva en muchas ocasiones en tajos de 60 a 80 m., a cuyo pie se acumulan los materiales resultantes de su desmoronamiento. Enormes desplomes se han producido, debido al trabajo de socavación de las olas y al resbalamiento de los materiales arcillo-arenosos que forman el terreno. Bloques de colosales dimensiones se han deslizado, y, apoyados contra tierra, se han rehundido y desnivelado, dando un aspecto caótico e impresionante a estas zonas. Hacia los parajes de El Camellito y cabo Leven, la costa es muy regular, quedando recortada la zona superior, formada por un muy potente tramo de lumaquelas y una serie de barrancos paralelos, lo que hace sea conocido este segmento con el nombre de Las Almenas; formación que puede decirse que, con pequeñas variaciones, continúa hasta las zonas del istmo de la península de Villa Cisneros, donde unas amplias y profundas sebjas ' casi aislan a la península del resto del continente. Si desolado y de infinitos horizontes es el paisaje de estas áridas tierras en su reborde litoral, al llegar a estas zonas adquiere características de grandeza y soledad pocas veces igualada. La extensa playa, donde, sonora, rompe la mar, combatida por el ventarrón, es barrida violentamente por las ráfagas. Sus finísimas arenas, deslumbrantes por su blancura, son transportadas en tenues nubecillas doradas por el so!, y como lluvia constante recubren el terreno, dándole formas suaves y monótonas. Aplastadas lomas, alisadas por el tapizado de impalpable arena, rodean a la depresión, cuyo fondo da origen a las sebjas de Raguia y Anital, que forman el istmo de la península de Villa Cisneros o de Dahala, que es el único accidente que interrumpe el litoral antes de llegar a la línea del trópico. Su istmo, muy estrecho, pues no alcanza a los 2 km., queda, como se ha indicado, ocupado por amplias sebjas muy pandas, y el fondo de la bahía de Río de Oro, limitada a occidente ' Se denominan sebjas a depresiones, por lo general sin vertiente al mar, es decir, de típico carácter endorreico que, presentándose en determinados parajes, y con cierta frecuencia'eñ'e! país litoral, dan típico ambiente al paisaje del Sahara Atlántico. Generalmente el fondo está ocupado por depósitos de sales, constituyendo salinas. Las de pequeño tamaño se denominan sbjas.— F. H. P. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 27 por la península, es de aguas muy someras, destacando en este paraje el escarpado y solitario islote de Herne. La península, en su máxima anchura, alcanza irnos 6 km., siendo su longitud, hasta el extremo meridional o Punta de la Saga, de 38 km. El punto más elevado es el denominado Punta del Arcipreste, en donde se situó el faro, a unos 20 m. sobre las olas, descendiendo desde este lugar hacia levante, suavemente, hasta el borde de la bahía, en donde los acantilados miden de 8 a 12 m. de elevación. El litoral oriental de la bahía tiene una elevación de 35 a 45 m. y al igual que la península tiene una constitución litológica semejante. La bahía ofrece un canal de relativa gran profundidad; pero en amplios espacios, y en particular hacia el fondo de ella, las aguas son muy someras. A partir de Villa Cisneros hacia el sur, el litoral es aún más monótono y en grandes espacios escarpado, quedando en amplias zonas formado por extensas playas, que casi siempre están limitadas hacia tierra por cantiles más o menos acentuados. La bahía o angra de Cintra, de una gran regularidad, y el resalte producido por el promontorio del cabo Barbas, son los únicos accidentes que ofrece la costa que, geológica, litológica y morfológicamente no puede ser más monótona. La península de La Agüera es bastante más extensa que la de Villa Cisneros, quedando unida a tierra por un amplio istmo que llega a alcanzar los 15 km. Su longitud puede calcularse en unos 50 km. Hacia su fondo, donde las aguas son poco profundas, con 2 a 6 m. de calado, queda el angosto seno de Arquímedes, y en su litoral oriental, las amplias bahías de la Estrella y de Cansado. Hacia cabo Blanco, el extremo meridional de la península se destaca patentemente desde lejos, pues el material litológico ( lumaquelas) ha dado lugar a típicos voladizos, dando un aspecto muy particular a estos parajes. En la costa exterior o atlántica, el acantilado llega a alcanzar de 20 a 35 m. de altura; pero frecuentemente queda interrumpido por amplios y desolados playazos, que dan frente a zonas deprimidas, ocupadas por extensas y pandas sebjas. t 28 GEOGRAFÍA DE CANARUS, I BREVE DESCRIPCIÓN DE LAS ISLAS ATLÁNTICAS LAS ISLAS SALVAJES— A unas 100 millas al N. de la Punta de Anaga, en Tenerife, y a unas 160 al SSE. de la Punta de San Lorenzo, en la isla de la Madera, se encuentran estas islas, que permanecen solitarias la mayor parte del año, sin faros ni señales marítimas que indiquen al navegante su posición. Pertenecen, como finca particular, a su propietario, de nacionalidad portuguesa. Este archipiélago microscópico, compuesto de tres islas y numerosos arrecifes, emerge de un banco submarino semejante a otros que se hallan entre las Canarias y las costas ibéricas. Este banco está rodeado a muy poca distancia de profundidades marinas de más de 2.000 metros, pudiéndose considerar las Salvajes como las cumbres más elevadas de una escarpada montaña submarina. Salvaje Qrande.— Es la isla más septentrional del grupo ( según carta marina de Vidal: Latitud 30°, 7', 31", N. Longitud 15°, 51', 20" W.) y se avista a una 25 millas en los días claros. Su pico más elevado, el Pico Burt, situado al occidente de la isla, se levanta sobre el mar unos 135 m. Esta isla es una mesa de escarpadísimas costas, con acantilados casi continuos de unos 90 a 100 m. de altura. La superficie superior es ' Derrotero de CanariaB" Silueta de la Isla Gran Salvaje, al N. 25° W. 3 la distancia de 3 millas. una llanura ondulada interrumpida por dos conos volcánicos relativamente recientes, situados en los mismos bordes del acantilado. Tiene forma toscamente circular, con una profunda escotadura abierta hacia el SW. y una longitud en todas direcciones de unos dos kilómetros. Está habitada por numerosísimos pájaros marinos, principalmente gaviotas y pardelas, explotándose estas últimas por los portugueses hasta 22.000 piezas al año, especialmente de pájaros jóvenes. Numerosos conejos, aiií introducidos, constituyen una plaga que ha ido terminando conlar*^ getacidn herbácea, quedando sólo como especies do- I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 29 minantes la barrilla ( 5¥ csembrirtntbemHH crjstallítium. £^ y una nicotiana, muy abundante en las islas atlánticas, que forma pequeños bosqueci-llos, especies ambas que apenas sirven de pastos a aquellos animales. La barrilla, posiblemente explotada en otros tiempos, tiene allí su paraíso; la llanura central es una espesa alfombra de esta planta suculenta, cuyas diversas tonalidades dan al paisaje una extraña belleza. / .. y-' y" .' *- retifi UCICY. y ''•••. y¡\ / \ GRAN PITÓN Han Hill Rocat • / ' Pico BUkT C / nJ5m « trí. il ( i) ¿ ^ Rompíen'Pt 4 0 * ' GR/^ N 5AIVAJE C> « itmborcod « ro Hillu Carta marina, Imprey, Laurie, None & WiUon Ltd. I9Ü8. Mapa de las Islas Salvajes. De todas las islas es la más visitada, principalmente por pescadores portugueses de la Madera, que establecen allí factorías temporales de salazón, de atún, bonito, congrio, chesne y lapas, así como de algunas especies de selacios. El desembarco se hace por una pequeña cala situada en la parte meridional de la isla, resguardada de los alisios y donde pueden vararse pequeñas embarcaciones en una rampa de roca. Posee la isla un aljibe de cemento que recoge las aguas de lluvia, existiendo también una pequeña fuente con depósito, donde entran las aves marinas. Junto al desembarcadero hay algunas cuevas artificiales que sirven de vivienda temporal a los pescadores. Desde este punto 30 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I parten dos sendas que conducen al aljibe, emplazado a unos 60 m. de altura, y a la llanura superior y acantilados. La masa principal de roca está constituida por fonolitas verdosas superpuestas a una base de basaltos antiguos en el sector meridional. Esta fonolita se presenta en formaciones columnares de grandiosa y bella estampa en algunos puntos de los acantilados. También se encuentran restos fósiles marinos ( Cardium y trochus) en playas antiguas emergidas de cantos rodados a 100 m. de altura, claro indicio del levantamiento de esta masa rocosa del seno del mar. Su fauna, aparte de las aves y conejos, está constituida por lagartijas y gecos negros, así como por numerosos insectos y arañas. Entre la fauna marina merece mencionarse la gran lapa ( Pateíía Candeí) típica de estas islas. Pitón Qrandc.— Es un islote llano y alargado cubierto, allí donde no llegan las olas, de jahle ( arena de conchas marinas trituradas) y levantándose en uno de sus bordes una masa rocosa de 42 m. de altura. Sus costas son bajas y en pleamar se inundan grandes sectores del litoral, quedando entonces la isla dividida en varios islotes. Tanto los marinos canarios como los portugueses de la Madera llaman a esta isla Salvaje Peí^ ueño, pues si bien en bajamar es más larga que el Salvaje Grande, en pleamar queda reducida considerablemente. Su superficie está cubierta de matorrales y plantas arenícolas. Está habitada por numerosos pájaros marinos, principalmente nocturnos, que hacen sus nidos en la arena, practicando túneles de medio metro de profundidad, circunstancia que hace penosa la marcha, pues son tan numerosos y poco consistentes que los pies, no hallando lugar firme en ningún punto, se hunden a cada paso, aplastando a los pájaros, que se refugian allí durante el día. También habitan lagartijas e insectos típicos de aquellas islas. Está separado del Salvaje Grande unas nueve millas y por el hecho de no poseer depósitos de agua ni fuente alguna, es poco visitado, aunque algunos pescadores canarios se arriesgan en su costas para pescar principalmente la vieja, extraordinariamente abundante, pues posee bajos fondos muy extensos y pedregosos. Sus rocas, principalmente basálticas, están atravesadas por potentes y numerosos diques fonolíticos, que en forma de barreras detienen el fuerte oleaje del Atlántico. Pitón Pecjueño.— Denominado por los portugueses de la isla de la Madera, isla de los Garajaos, nombre del pájaro marino que allí habita. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 31 Los canarios la llaman La Salvajita y es un pequeño islote apenas visitado y separado del Pitón Grande unas tres millas. Sus costas difíciles de abordar. Su superficie central, cubierta de arena y tierra, posee una variada flora, siendo en este aspecto la más interesante. Sus rocas, basálticas, conservan restos de arenas volcánicas. Del " Derrotero de Canarias" Isla Gran Pitón, al W. 18°. S. vista a 6 millas Arrecifes y bajos.— Lzs islas están rodeadas, hasta la distancia de varias millas, de líneas de arrecifes donde rompe el mai continuamente, circunstancia que hace difícil la navegación de embarcaciones mayores por sus inmediaciones. El más extenso de estos arrecifes es el de Lecky, que sobresale del mar unos tres metros. ARCHIPIÉLAGO DE LA MADERA.- El archipiélago de la Madera es un bello grupo insular portugués que se haya a unas 220 millas al N. del grupo occidental de las Canarias y a unas 300 de la costa de África. Está constituido por las islas de la Madera, Porto Santo y las tres llamadas Desiertas ( Chao, Desierta Grande y Bugio), con una extensión de unos 815 km^. y una población de 225.000 habitantes, concentrados en su mayor parte en Funchal, capital de este distrito de Portugal. La isla de Porto Santo fué descubierta en 1417 por el portugués Bartolomé Parestella y dos años más tarde Juan Gon9alves Zarco y Tristao Vaz avistaron la Madera. Estas islas, como las demás islas atlánticas, son de origen volcánico, pero en la actualidad, y desde hace largo tiempo, pasan por una época de tranquilidad plutónica. Son renombrados sus excelentes vinos, muy apreciados en Europa, y sus productos son los mismos del litoral mediterráneo. Su clima y su geología son similares a los de las Canarias, siendo centro de turismo internacional. La hermosa isla de la Madera es la mayor del archipiélago. Sus tierras son altas, culminando en el pico denominado de Ruivo, de 1.846 m. El occidente de la isla está atravesado por una cordillera de una altura media de 1.520 m. sobre la que se asienta una llanura deno- 32 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, . I minada Paul da Serra. La parte oriental no es tan elevada, descendiendo el terreno hasta la costa y terminando en acantilados hasta de 600 m. Estas tierras están cortadas por profundos barrancos, siendo el más notable el del Curral. Su longitud máxima es de unos 60 km. de E. a W., y comprende desde la Punta de San Lorenzo hasta Punta Fargo. Su anchura es de unos 22 km. de N. a S., desde la Punta de la Cruz a la de San Jorge. La isla de Porto Santo, con la capital del mismo nombre, es una pequeña isla de unos 12 km. de largo, montuosa y con una altura de 520 m. Sus costas son escarpadas e inaccesibles. Las Desiertas son alargadas bandas de rocas que se levantan de un estrecho y largo banco, prolongación submarina de la Punta de San Lorenzo de la isla de la Madera. La más pequeña es la isla de Chao, la más septentrional, separada de la Madera unas 10 millas. Tiene un kilómetro y medio de larga por unos 350 metros de ancha en su parte norte, terminando por el S. en una punta estrecha. Culmina en un pico de 98 m. de altura. La Desierta Grande es la más elevada, siendo su mayor altura de 184 m. Esta isla es una alargada tira de tierra de 12 km., con un ancho de menos de dos kilómetros. La isla de Bugio tiene forma de media luna, cuya concavidad mira al este. Tiene una longitud de unos 8 km. por algo más de 500 m. de anchura. ISLAS AZORES.— Este archipiélago está situado en pleno Atlántico, a unos 1.450 km. frente a Lisboa. Fué descubierto a mediados del siglo XV por portugueses, quienes lo poblaron y colonizaron. En la actualidad forma una provincia portuguesa con una población de unos 325.000 habitantes y 2.388 km^ de superficie. Pocas veces se nombran estas islas en el mito de la Atlántica pues por su lejanía se salen tanto de los dominios africanos como de los europeos. Su clima netamente oceánico es benigno y suave, parecido al de las costas mediterráneas de Andalucía; no obstante, está sometido a la influencia de las grandes borrascas atlánticas, furiosos temporales, lluvias y nieblas, especialmente en la estación invernal. El verano y el otoño son las estaciones de mayor benignidad para estas islas. Forman el archipiélago nueve islas principales y algunos islotes distribuidos en tres grupos: uno al SE. con las islas de Santa María y San Miguel y los islotes llamados Hormigas; grupo central, con las islas Tercera, San Jorge, Pico, Fayal y Graciosa; grupo del W. con las I S L A S S A L V A J ES Pitón Grande. — Vista parcial F Pitón Pequeño. — Dique basáltico en la costa N. de este islote I S L A S S A L V A J ES Salvaje Grande. — Desembarcadero Salvaje Grande. — Acanriiaiiu> de ia costa norre I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 33 islas de Las Flores y del Cuervo. Corno provincia portuguesa está dividida en tres distritos, siendo su capital Angra, donde residen las autoridades civiles, militares, y eclesiásticas, perteneciendo esta población a la isla Tercera. Los otros distritos son Horta, en la isla de Fayal, y Punta Delgada, en la de San Miguel. Todas las islas son de origen volcánico y, por estar situadas en un sector submarino de gran inestabilidad, han estado sujetas en estos últimos siglos a intensos terremotos y erupciones. Especialmente la isla de San Miguel ha sido arrasada por estos fenómenos. En 1522 un fuerte terremoto destruyó la población de Villafranca y algunos años más tarde, junio de 1563, un nuevo seísmo, seguido de erupción ( Pico del Zapateiro), dejó la isla en completa desolación. Otro terremoto, ". eguido de múltiples erupciones, se produjo en septiembre de 1630, repitiéndose el fenómeno ( Volcán de Juan Ramos) en 1652. La isla de San Jorge ha sufrido, en abril de 1580 y en mayo de 1808, iguales manifestaciones, así como la isla del Pico en 1572, y la Tercera en 1614. Las erupciones submarinas han sido también muy frecuentes; así, en junio de 1638 surgió una isla de 117 m. de altura, cercíi de la isla de San Miguel, hundiéndose 10 años más tarde. La misma isla surgió en el año 1719, desapareciendo de nuevo en 1723. Otras islas desaparecieron por la acción del mar; como la surgida en 1720, cerca de la Tercera, que se sumergió en 1722, y la que surgió en 1811, cercana a San Miguel, que desapareció al poco tiempo. ISLAS DE CABO VERDE.— Fueron descubiertas durante el período de 1450 a 1460, alrededor de cuarenta años antes del descubrimiento de América. Los historiadores no están de acuerdo sobre el nombre del navegante que tuvo el honor de llegar a ellas por vez primera. Los portugueses lo atribuyen a Antonio di Noli, que fué efectivamente el primer gobernador, a partir de 1460. No obstante, hay pruebas de que estas islas, deshabitadas en aquel momento, habían sido visitadas por navegantes antiguos, como lo atestigua la existencia de inscripciones rupestres en las islas de San Antonio, San Nicolás y Mai'o. Las islas fueron dadas en feudo a dignatarios de la corona portuguesa y hacia el 1500 las de Santiago y Fogo contenían pequeñas colonias. Las otras se poblaron durante el siglo XVI por colonos portugueses y por negros iinportados de África, destinados para la trata de esclavos, que tomó en aquella época un considerable desarrollo. Durante el período transcurrido desde 1500 a 1700, época de la que CMCIATÍA, 3 34 GEOGRAPfA DE CANAMAS, I no hay documentos históricos, las islas sufrieron una profunda transformación. La ocupación por el hombre fué completa y toda la vegetación primitiva destruida. De esta época datan sin duda todos los caminos de herradura, a menudo empedrados, trazados en todos los sentidos y que alcanzan las más altas montañas. Sobre éstas, los espacios cultivables se dispusíieron en terrazas, hoy abandonadas; muros de tierra se ven sobre los terrenos, hoy tan áridos que apenas se aventuran en ellos algunos rebaños de cabras; pequeñas casas de piedra seca, en parte desplomadas, y majadas, se perciben por todas partes. Todo el Archipiélago de Cabo Verde archipiélago es un país en ruinas. ' En aquel período las islas de Cabo Verde se mostraron mucho más favorables al hombre que en nuestros días. La destrucción de la primitiva vegetación, la introducción de la cabra y otros diversos factores, las desertizaron. " Posiblemente todos estos muros fueron construidos durante la época en que se explotaba en gran escala la « barrilla » (! Mtstmhrianttmun) ya que iguales caracten's-cas ofrecen algunas de las islas de los archipiélagos atlánticos, muros que se construían para facilitar el desarrollo de las citadas plantas. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 35 Están situadas a unos 500 km. al W. del Senegal y a 1.200 km. al SSW. de las Canarias, siendo entre las Islas Atlánticas las menos conocidas. Toman el nombre de Cabo Verde del cabo de este nombre, en la próxima costa africana. En otro tiempo, Porto Grande o Mindelo, en la isla de San Vicente, era una importante escala para los navios que se dirigían a América del Sur y al Cabo, pero el resto de las islas apenas era visitado y menos las montañas volcánicas, en las que vive una gran parte de la población agrícola del archipiélago. En la actualidad son visitadas por barcos portugueses y otros de diferentes nacionalidades, siendo la aviación la que ofrece un gran porvenir a las islas. Los puertos más visitados son Mindelo, en San Vicente, y Praía, en Santiago. Desde su descubrimiento, las islas pertenecen a Portugal, pero fueron hasta el último siglo visitadas a menudo por corsarios y piratas, instalándose muchos de ellos en las islas como colonos. Entre los mulatos actuales se encuentran caracteres nórdicos: cabellos rubios y ojos azules. En los últimos cincuenta años han sido muy numerosos los europeos que han dejado sus descendientes mestizos. Diversas islas fueron en algunos momentos ocupadas por navegantes extranjeros, como lo ¿ franceses en 1712, que se apoderaron de la capital de Santiago, Ribeira Grande, que fué destruida. La capital de esta isla pasó más tarde a Praia. Casi todas las islas, a excepción de las situadas al 11, son extremadamente montañosas y agrestes, sembradas de inmensas rocas desnudas, de aspecto desolado y atormentado, que hace pensar en un paisaje lunar. Desde las montañas descienden gran número de barrancos bordeados por acantilados, secos o con algunos nacimientos de agua, que se transforman en importantes afluencias en la estación de las lluvias. El agua ha tallado en la roca profundas hendiduras llenas de gruesos bloques de basalto más o menos rodados. La erosión ha convertido estos valles muertos en enormes montones de escombros. Dos grupos de islas constituyen el archipiélago-, el grupo Norte o Barlovento, integrado de W. a E. por las siguientes: San Antonio, San Vicente, los islotes de Santa Lucía, Branco y Razo, San Nicolás y, más al E., La Sal y Boa Vista. El grupo meridional o de Sotavento, lo integran de W. a E.: Brava, islotes Seceos o Rombo, Fogo, Santiago y Maío. • San Antonio es la segunda en extensión del archipiélago, con 637 km-, y una población ( 1935) de 26.000 habitantes. Es la isla más 36 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I rica en agua y más pintoresca y alegre del archipiélago. Su punto culminante es un viejo cráter, Topo de Coroa, de 1.979 m. de altura. San Vicente es una isla desolada de 207 km*, casi sin agua y sin recursos agrícolas. Toda su población, de unos 15.000 habitantes, está concentrada alrededor del puerto de Mindelo. El punto culminante es Monte Verde, de 774 m., montaña fácilmente accesible y visitada muy a menudo por los naturalistas. Las islas de Santa Lucía, de 395 m. de alto, las de Branco y Razo, son de muy poca extensión e inhabitadas. La isla de San Nicolás, en forma de cruz, tiene una extensión de 375 km^, y por capital la villa de Ribeira Brava, en otro tiempo sede de un obispado; tuvo antaño una agricultura próspera. Se cultiva la viña y el café. En la actualidad, la isla, que tiene una población de 15.000 habitantes, la alimenta difícilmente a causa de la sequía, cada vez mayor. El punto culminante es el Monte Gordo, de 1.340 metros. La Isla Brava o Salvaje, situada al SW. del archipiélago, no tiene más que 55 km* de extensión y unos 7.000 habitantes. Su punto cul- Dcl " Derrotero de Canarias" Isla de San Vicente, en el archipiélago de Cabo Verde minante es de unos 700 metros, siendo la más renombrada por su clima, considerándosela como el paraíso del archipiélago. Sus pueblos están rodeados de jardines llenos de flores, de legumbres, árboles frutales y cafetales. La isla del Fogo, tercera de las islas por su extensión, con 443 km-, está constituida por un inmenso volcán en cono, en cuyo cráter se eleva un segundo cono volcánico, a 2.835 m. de altitud, volcán todavía en actividad. Tiene una población de unos 25.000 habitantes, expuestos a la escasez de alimentos a causa de la extrema aridez de las regiones opuestas al alisio. Su capital, San Felipe, está situada en el sector más árido. Entre las islas de Fogo y Brava existen los pequeños islotes Seceos o de Rombo, inhabitados y envueltos a menudo de nieblas y donde anidan gran número de aves marinas, acumulando importantes depósitos de guano. 1. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 37 La isla de Santiago o de San Thiago es la más extensa y la de mayor población del archipiélago. Su extensión es de 1.026 km*, con 57.000 habitantes. Está dividida en tres municipios: Praía, la capital; Santa Catalina y Tarrafal, situadas al sur, centro y norte respectivamente. Está recorrida por buenas carreteras y bien irrigada, siendo muy montuosa. El pico de Antonio, de 1.250 m., es la montaña más elevada. Esta isla suministra la mayor parte de los productos agrícolas del archipiélago. Las tres islas que forman el grupo oriental del archipiélago, son por su aspecto, más que por el clima, tierras con características saharianas. El viento sopla allí perpetuamente y el sol brilla constantemente desde marzo a octubre. Hay en ellas pequeños oasis de palmas y tamarix que suministran alguna sombra, pero el agua es insuficiente para el riego. Las montañas son de poca altura, de forma que estas islas tienen el aspecto de llanuras arrasadas. Las tres tienen salinas impor- Del ** Derrotero de Cauariaa" Isla de La Sal, del archipiélago de Cabo Verde, vista a la distancia de 11 millas tantes y alineaciones de dunas en algunas regiones de su costa, que de cuando en cuando penetran hacia el interior. Estctf islas sufren verdaderas lluvias de polvo, amarillo o rojo, extremadamente fino, que procede del vecino continente y que muchas veces llega hasta las Islas Canarias. La isla de La Sal es la más septentrional, con 206 km* de extensión y no cuenta más que unos 700 habitantes, en parte temporales, empleados en las salinas, que exportan más de 15.000 Tm. al año. La isla estuvo desierta hasta 1808 y es la más árida de todo el archipiélago y, aunque con una fisonomía sahariana, el clima es templado y agradable. El agua hay que importarla de San Antonio, así como otros productos. Una gran parte de la isla es plana, con dos montes, el Monte Grande de 406 m. y el Monte Leste de 263 metros. Boa Vista fué la primera en descubrirse y la primera en ser colonizada. Tiene una extensión de 393 km* y unos 2.500 habitantes, que corresponden en su mayor parte al pueblo de Sal Rei, pequeño puerto 38 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I abrigado por el islote del mismo nombre. Tanto Boa Vista como la isla de la Sal son igualmente áridas, aunque suele encontrarse algún agua a pequeña profundidad en algunos puntos. Las montañas principales de Boa Vista son: Pico de San Antonio ( 378 m.). Pico Estancia ( 387 m.) y Pico Forcado ( 369), todos ellos áridos y desnudos de vegetación. Maío está situada a poca distancia de Santiago, con una superficie de 216 km- y unos centenares de liabitantes agrupados en Porto- Inglez o Nossa Senhora da Luz. El ganado vacuno y cabrío, se traslada en parte durante la época de sequía a la isla de; San Thiago. Al S. de la isla hay un pequeño oasis, con pozos de donde se extrae el agua para atender a plantaciones de caña y plátanos OAlusa). La isla es llana y pedregosa, aunque presenta algunas rocas escarpadas y desnudas de vegetación, como el Monte Penoso ( 436 m.), Batalha ( 249), Monte Branco ( 265) y San Antonio ( 252 m.) En la actualidad, esta isla Del '• DtírroUíro « le Caiiui'iurt'" Isla de Malo, del archipiélago de Cabo Verde, vista a la distancia de 20 millas ha cobrado importancia por su aeropuerto, donde hace escala gran parte del movimiento aéreo del Atlántico oriental y América del Sur. El Archipiélago tiene una superficie de 3.851 km" con algo más de 150.000 habitantgs repartidos en 4 villas, 11 municipios y 29 parroquias. Climatoíogia.— El clima de las islas de Cabo Verde no es bien conocido por falta de observaciones regulares efectuadas en diferentes puntos, puesto que estas islas, a pesar de su poca extensión, no tienen un clima uniforme, pues presentan, según la situación geográfica, así como por su altitud y exposición solar, microclimas muy variados, que tienen gran influencia en la distribución de animales y plantas. Otra particularidad del clima de cada estación en estas islas, es la de variar mucho de un año a otro, sobre todo en lo que se refiere a los vientos y las lluvias, influyendo en la vida biológica. En general, las islas tienen un clima oceánico templado, pero muy seco. La época de las lluvias corresponde con el estío, de julio a octubre, época de mayor calor en el archipiélago, y a partir de este momento comienza a nacer la vegetación herbácea. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 39 De noviembre a marzo es la estación más fría del año, con lluvias excepcionales, aunque el aire se encuentra cargado de humedad, dando rocíos abundantes, siendo esta la época de maduración de frutos tropicales. En cuanto a la temperatura, es de una gran uniformidad durante todo el año, con una oscilación de noche a día de dos a tres grados, siendo las más corrientes, durante los meses de más calor, de 24- 28° centígrados y siendo raras las de 28- 31° en los meses de agosto y octubre. En esta época no sopla apenas brisa, y la atmósfera es pesada y cargada de humedad, pero basta remontar un poco hacia las montañas para encontrar una temperatura agradable durante la noche y gran parte del día. En las montañas, sobre los 800- 1.000 m. se hacen sentir bajas temperaturas durante el invierno; así, en la caldera del volcán de Fogo hiela a veces durante la noche, sobre todo en diciembre y febrero, y en la isla de San Antonio se ve también blanquear la cima de su viejo cráter en los meses de enero y febrero. Los más fuertes calores tienen lugar desde el 22 de julio al 23 de agosto, época de la llegada de las lluvias. También sufren otro período caluroso a fin de septiembre, época en que el viento alisio no ha establecido su régimen normal. La pluviosidad de las islas es bastante irregular de un año a otro, contándose apenas de 3 a 8 días de lluvia al año en las islas más secas, mientras que las de San Antonio y Santiago son más favorecidas por la lluvias, permitiendo ello los cultivos en mayor escala. Durante aquéllas los barrancos se convierten en peligrosas vías de agua, produciéndose desprendimientos frecuentes de rocas en sus laderas. Estas islas suelen estar envueltas en nieblas, que más que nada son nubes de polvo africano. Los vientos predominantes son los alisios del NE., que soplan desde noviembre a julio, a veces con gran violencia, frescos y cargados de humedad. En ocasiones soplan hasta agosto, pero se calman poco a poco desde el mes de junio. De noviembre a febrero, y a veces más tarde, sopla el viento del E. o harmattan, viento caliente y a menudo cargado de fino polvo rojizo. De agosto a octubre sopla el monzón que procede del SE. o SW. del Golfo de Guinea, caliente y cargado de humedad, que a veces aporta lluvias. En septiembre las tempestades alternan con las calmas. 4Ó CEOGKAFIA DE CANARIAS, LOS FONDOS MARINOS QUE RODEAN LAS ISLAS ATLÁNTICAS El carácter general de los fondos marinos que rodean a las Islas Atlánticas, sobre todo en la zona comprendida entre Canarias, Madera, costas ibéricas y África, lo da la existencia de profundidades superiores a los 3.000 m., de donde emergen montañas submarinas aisladas que llegan casi a encontrarse con la superficie del mar. El sondeo y trazado de las cartas batimétricas del Atlántico, ha sido el principal trabajo de los buques cableros. Los equipos de sondeo, preparados para recoger muestras litológicas de los fondos, han ido revelando la composición, al menos la superficial, de los lechos oceánicos. VERIL DE LOS 200 METROS DE LAS COSTAS DE ÁFRICA.- Esta línea, límite inferior de la plataforma costera de una tierra emergida, sigue en el continente africano, más o menos toscamente, las inflexiones de la costa. En el estrecho de Gibraltar, este veril apenas se separa de la costa una o dos millas, pero apenas se dobla hacia el S. el cabo Espartel, se aleja bruscamente a distancias no inferiores de 20 millas, con un fondo aplacerado que se mantiene regularmente hasta las proximidades del cabo Guir, en una longitud de unos 780 kilómetros. Desde el cabo Guir hasta las costas de Ifni, el veril se acerca a la costa hasta distancias inferiores a las doce millas, pero desde este último punto hasta pasado Cabo Juby, se vuelve a alejar de la costa hasta más de 40 millas, para acercarse de nuevo hacia las tierras que lindan con el cabo Bojador. Pero es frente a Villa Cisneros donde la plataforma costera alcanza una magnitud considerable, pudiéndose encontrar fondos de 200 m. a una distancia de la costa de 60 millas ( 111 kilómetros). La composición de los fondos en todo este litoral africano de más de 2.000 km. es singularmente monótona: lodos y arenas mezclados con fragmentos de conchas, finas arenas con colores que varían desde el blanco hasta el gris oscuro. Solamente frente al cabo Guir, donde el veril se acerca a la costa hasta una mínima distancia de 9 millas, se encuentra fondo rocoso y limpio, contrastando la proximidad relativa del veril a la costa con las alturas de los promontorios que dominan Las Islas Atlánticas y los bancos submarinos I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 41 dicho cabo ( 366 m. en la costa y 1.340 algo más al interior), siendo éstas las últimas estribaciones del Gran Atlas. VERIL DE LOS 200 METROS EN LAS ISLAS ATLÁNTICAS.— En contraste con la ancha banda litoral de la costa de África, que se adentra profundamente en el océano, el veril de las islas atlánticas es francamente una línea muy próxima a las costas. En las Islas Canarias: Hierro, La Palma y gran parte de Tenerife, basta alejarse media milla para encontrar fondos superiores a los 200 m. Prácticamente no existe rasa litoral, ya que el talud costero se abisma en el mar con la misma rápida pendiente con que suben sus altas montañas. Gran parte de las costas orientales de Lanzarote y Fuerteventura tienen este mismo carácter, contrastando estas cortas plataformas litorales con las del vecino continente, que precisamente frente a estas dos islas llega a tener unas 40 millas de ancho. El resto del litoral de las Islas Canarias ofrece estos mismos caracteres, aunque la rasa costera se adentra algo más en el mar, existiendo cierto paralelismo entre el ancho de la rasa y la vejez geológica de las islas. Así, en las más jóvenes, que han sufrido en los últimos tiempos repetidas erupciones, las líneas costeras han avanzado profundamente en el mar, disminuyendo el ancho de la banda litoral, mientras que a aquellas que han sufrido un largo período de descanso en su actividad volcánica, sometidas a la destrucción erosiva de las olas y denudación por las aguas terrestres, el mar les ha ido ganando terreno, ampliando la banda costera, tal como sucede con las islas de la Gomera y de Gran Canaria, las costas occidentales de Fuerteventura, especialmente las de la península de Jandía, y, por último, el norte de Lanzarote, frente al Risco de Famara y zona de islas menores ( Ale-granza, Montaña Clara, Roques del Este y del Infierno, y Graciosa). Al describir las Islas Salvajes ya dimos cuenta de los fondos marinos que las rodean. Las islas se elevan de un largo banco orientado de NE. a SW. que, como una escarpada montaña, surge del fondo del Atlántico, con fondos próximos superiores a los 3.000 m. Entre los islotes meridionales y arrecifes puede seguirse con la vista, a lo largo de varias millas, el lecho de roca submarina, limpia de arena, mientras que entre éstos y el Salvaje Grande, las profundidades son mayores, aunque no llegan a pasar los 200 metros. En las Islas de la Madera se repite el mismo fenómeno, siendo la de Porto Santo, posiblemente más antigua, la que posee mayor anchura en su banda litoral. Asimismo, de la inspección del mapa batimétri-co de las Islas de Cabo Verde, sacamos las mismas conclusiones, 42 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, t abismándose rápidamente los fondos dentro del mismo ámbito de las islas. LOS BANCOS SUBMARINOS.- Del fondo del océano Atlántico, y en el amplio espacio comprendido entre las Islas Canarias y las costas ibéricas, surgen escarpadas montañas, cuyas cumbres no llegan a la superficie del mar. Son como islas en formación o islas que una vez emergidas se hundieron de nuevo. De los trabajos batimétricos de los buques cableros parece deducirse que estas montañas o bancos submarinos son de naturaleza volcánica, centros eruptivos que han ido acumulando sus productos bajo las olas hasta casi alcanzarlas. Dentro del dominio de las Canarias, y siguiendo la alineación orográfica de Fuerteventura y Lanzarote, se encuentra el banco de la Concepción ( de la fragata de guerra española del mismo nombre), cuyo punto más elevado está sumergido a 160 m. DistadelNE. de Alegranza unas 42 millas. Otro banco, el Dacia, se encuentra al N. de Lanzarote, a unas 100 millas de Alegranza y en la ruta normal de navegación de Tenerife a Cádiz. Este banco, cuya cumbre apenas está sumergida 22 m. bajo el mar, es el más interesante. De naturaleza volcánica, debió ser un islote, posiblemente destruido por la acción del oleaje, tal como está sucediendo con las pequeñas Islas Salvajes, cuyas costas van siendo destruidas lentamente y donde puede observarse cómo el mar arranca bloque tras bloque de las alineaciones costeras. El banco de Seine, es otra cumbre submarina que se encuentra a unas 85 millas al ENE. de Porto Santo y cuyo punto más elevado está a 147 m. bajo las olas, y más al norte se hallan los bancos de Josephine a 149 m. de profundidad y el gran banco de Gettysburg o de Gorringe, que también pudo ser un islote destruido, pues sus cumbres rocosas se hallan apenas a 55 m. bajo las olas. Este banco se halla en la ruta de navegación de Madera a Lisboa. El carácter principal de todos estos bancos, así como de todas las Islas Atlánticas, es el emerger de profundidades marinas del orden de los 3.000 m. La composición litológica de todos estos bancos es, como el de dichas islas, sus hermanas mayores, esencialmente volcánica. II SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE LAS ISLAS CANARIAS o ^ ^ E encuentran las Islas Canarias en el borde meridional de la Ute^ Zona templada, sobre el Trópico de Cáncer, concurriendo en ellas condiciones especiales que hacenprtvllegiada su situación. Forman una ancha banda al NW. de África, en el sentido de los paralelos, de unas 100 millas de anchura y unas 290 de largo y, aunque geográficamente forman parte del continente africano, como uno de los diferentes grupos insulares pertenecientes a la escasa orla insular que le rodea, son, no obstante, algo distintas del suelo continental. África forma una plataforma rígida, de costas poco recortadas y que con la gran isla de Madagascar constituye una unidad continental definida, mientras que las Islas Atlánticas son puntos de régimen volcánico que han perdido en su mayor parte, o aparentemente al menos, el contacto con el viejo solar africano en su aspecto geológico. Situadas a lo largo del África desértica, llenan el vacío que dejan las monótonas y áridas costas del Sahara. . El punto más septentrional de las islas lo constituye la punta de ' J ^"' "•' 46 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I Mosego^ sxPl^ Il . d? JJ? blillo, en la isla Alegranza, j| t£ ada„ enja, aliiiea-ción orpgráfica de Fuerteventura y Lanzarote ( 29°, 25' de lat. N.), siendo el punto m��s meridional la Punta de la Restinga, en la isla del Hierro ( 27°, 3 7 ' d e lat. N.); El_ extremo más oriental de Canarias está situado en el pequeño roque llamado del Este, islote que se encuentra al NE. de Lanzarote, si€ íL4Q- el pjjníQ más occidental la Punta de la urchilla, situada en la isla del Hieiro ( de 13°, 20* a 18°, 10' longitud W. del meridiano de Green-wich); es ésta, por tanto, la más meridional y occidental del grupo. Esta situación geográfica matemática, nada nos dice en realidad, por lo que pasaremos a describir brevemente su situación dentro del marco gcopolítico del Atlántico, lo que ofrecerá siempre una imagen más viva y definida. GEOPOLÍTICA DEL ARCHIPIÉLAGO CANARIO.- Dentro del concierto político económico del Atlántico, las Islas Canarias constituyen uno de los nudos principales en la densa red trazada desde los centros industriales y comerciales de las márgenes de este mar, debido a las circunstancias que concurren en los factores que vamos a exponen a) Importancia níaiiva como mercado. — Con unos 800.000 habitantes, las Canarias son un mercado de relativa importancia para los productos manufacturados, tanto nacionales como extranjeros. El nivel de vida del isleño es lo suficientemente elevado para estar a la altura de todas las necesidades de la vida moderna, lo que implica un activo comercio de importación de aquellos productos y aunque ello no constituya un área muy extensa, sí lo es en calidad. Sus puertos, en régimen de Puertos francos desde 1852, facilitan extraordinariamente la intrroducción de productos, tanto americanos como europeos. Sin yacimientos minerales metálicos ni combustibles, su naciente industria tiene que importar las materias primas para su elaboración y, por lo tanto, para su' sostenimiento; las rutas comerciales se desvían hacia ellas y como, por otra parte, son eminentemente agrícolas, de preferencia en monocultivos que no constituyen base de alimentación primordial para el isleño, tienen que importar todos los productos de primera necesidad para el sostenimiento de su superpoblación. Esta circunstancia ha volcado hacia el mar toda su actividad. b) Importancia como catiro de producción agrícola.-— El gran volumen de' productos frutales subtrbpicales que sus laboriosos habitantes han II. SITUACIÓN GEOGRÁFICA 47 logrado producir en las feraces, aunque difíciles, tierras volcánicas, ha. hecho de las islas un centro comercial de primer orden, abasteciendo a Europa de sus magníficos frutos, considerados en los grandes centros urbanos como de primera necesidad. Por esto las flotas comerciales de los países europeos de la margen atlántica y la mediterránea, visitan constantemente sus puertos, dando lugar a un intenso tráfico. c) J* Hnfo de apoyo y de paso de las rutas de navegación.— El conjunto geopolítico del Atlántico, integrado por naciones de gran ritmo industrial, con urgentes necesidades de materias primas, hacen que este mar sea cruzado a ritmo acelerado por naves de todo el mundo. l, a importación y exportación de estos países ha transformado todo el Atlántico en la vía marítima intercontinental más importante del mundo. Los puertos canarios, como bases de aprovisionamiento de víveres y combustibles, son un centro de primer orden, poseyendo puertos con todas las instalaciones modernas para facilitar todas estas operaciones con la mayor rapidez y economía, siendo, dentro del mecanismo intercontinental, un eslabón que hace privilegiada su situación geográfica bajo este aspecto. Desde el punto de vista del tráfico aéreo, con sus magníficos aeropuertos, constituye también unos de los puntos esenciales de la circulación aérea del Atlántico oriental, medio y meridional. El creciente desarrollo de las flotas comerciales aéreas, puestas al servicio de la rapidez y comodidad, ha hecho que este medio de transporte sea cada vez más intensivo. Los hermosos aeropuertos de Gando y Los Rodeos, en Gran Canaria y Tenerife, respectivamente, incorporados a la red aérea europea, forman parte del mecanismo intercontinental de la aviación. d) Centro de turismo íntern< icr'oriíiI.— El desplazamiento temporal, una de las inquietudes permanentes del hombre, que actualmente recibe el nombre de turismo, ha aumentado tanto en nuestra época que hasta las rutas de navegación han tenido que ser adaptadas para conducir esta corriente humana que se desplaza en todos sentidos^ Los cruceros turísticos llegan hoy día hasta las más alejadas regiones del globo para satisfacer esta inquietud. Las Islas Canarias constituyen un centro atractivo, ya que sus bellezas naturales son de maravillosa perfección dentro del orden paisajista en que se encuadran. El poder ofrecer al nomadismo moderno una hostería atlántica perfecta, con un clima benigno en todas las épocas del año, ha favorecido este tránsito continuo 48 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I que hace que las islas sean visitadas por una extensa gama internacional, unas veces de paso y otras de estancia durante largos períodos de tiempo. Con la descripción de estos cuatro puntos esenciales queda más definida la posición geográfica, dentro del marco económico y de relaciones humanas, de las Islas Canarias. Puede observarse que todas las actividades a que nos hemos referido van o vienen por los caminos del mar, pero no se puede esperar menos de un grupo netamente insular, donde cada paisaje y más aún, cada pensamiento, tienen como fondo extensa llanura marina. Aun podemos añadir, para completar el cuadro geográfico y su situación en el concierto atlántico, que su cultura es netamente hispánica, con una gran influencia americana, como corresponde a sus habitantes que, desde el descubrimiento de América, se han lanzado hacia ella como ruta normal de emigración. IMPORTANCIA GEOGRÁFICA EN LA ANTIGÜEDAD Situadas las Islas Canarias en un rincón del Atlántico, 700 millas al SW. del estrecho de Gibraltar, no formaron parte del cuadro de las culturas mediterráneas antiguas más que como tierras legendarias y mitológicas. Canarias, que se incorporó espiritualmente a Europa en la época de los Reyes Católicos, tiene sólo una historia de 500 años. Nada es viejo en estas islas si lo comparamos con la pesada carga histórica que gravita sobre los pueblos de las costas del Mediterráneo. Este mar fué el nido donde la civilización paseó su infancia, pues las naves, concebidas para las cortas rutas de cabotaje en un mar interior, no se arriesgaban fuera de sus aguas. Las columnas de Hércules, Calpe y Abila, con su T^ on Plus llllra, eran el símbolo prohibitivo, grito de alarma para los navegantes de una cultura que infantilmente se sentía feliz en el regazo de las costas mediterráneas. Este ?^ on Plus VUra fué seguramente establecido después de trágicas experiencias. Las naves que cruzarían el estrecho de Gibraltar en aquella antigüedad, equipadas para mares interiores y tripuladas por hombres habituados a tener las costas ante sus ojos, con larga experiencia de los vientos locales y costeros, se debieron sentir dema- - l . V A^ X^' r' \ ' rif5'' ^ ,^•^••" > - ^ v , C / ÍTC^ 1? V, ^ T AR L 1) ,. Pu. -' UlU- l-" Mttc Carlhy Mapa del mundo conocido por Homero con indicación de los viajes de Ulises, GKOGBAFÍA, 4 50 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I siado desamparadas en el Atlántico, inmenso y desolado, donde los ojos no podían reposar en tierra alguna durante largos períodos de navegación. Remontarían las costas hispánicas y descenderían por las africanas como en arriesgada aventura y, posiblemente, fueron muchas veces arrastrados por los fuertes vientos alisios y tormentas o por las intensas corrientes que descendían paralelas a las costas del Sahara. El retorno al gran portalón de Gibraltar debió ser para aquellos marinos una constante lucha, difícil y larga, y pocas serían las naves que, venciendo todas las dificultades, llegarían indemnes después de tales tra��vesías, dando con ello motivo a que aquel estrecho se considerase el punto hasta donde se podía navegar con seguridad dentro del CMare !?' Jostrutn, pero no mas allá. Mas, entre los hombres de mar es frecuente encontrar grandes aventureros que desprecian los avisos y que fían a sus fuerzas el resultado de sus empresas; no es, pues, de extrañar que muchos marinos, despreciando el aviso del peligro que representaba el cruzar las columnas de Hércules, se lanzasen en busca de nuevos horizontes, cruzando una y otra vez el estrecho, muchas veces para no volver, quedándose en tierras remotas o naufragando en las aguas ignotas de este extenso océano. Sin la brújula, estos marinos no podían hacer navegación de altura, siendo el cabotaje en todo momento la manera de trasladarse de una tierra a otra. Por esto, Lanzarote y Fuerteventura, visibles desde las proximidades de la costa africana, debieron ser las primeras que recibieron visitantes mediterráneos, que descenderían por las costas del Sahara de una manera deliberada o arrastrados por la corriente de retorno del Golfo. De esta forma, los pueblos mediterráneos tendrían conocimiento de su existencia, dando origen a los mitos y leyendas que se tejieron a su alrededor. Pueblos más experimentados, tales como los fenicios y griegos, debieron reconocerlas y regresar de nuevo con sus naves mejor dotadas. Es indudable, por tanto, que todos los pueblos marineros que florecieron en el Mediterráneo, debieron conocer alguna de estas islas. Sus altas cumbres permiten verlas desde largas distancias en los días claros y luminosos. En estas fechas, las islas estarían pobladas por hombres más antiguos, de cultura neolítica, que se establecerían, en una corriente migratoria cuyas causas y medios son hoy totalmente desconocidos, en todas las islas. En diferentes libros de la antigüedad clásica, se citan parajes sitos en el Atlántico que coinciden con las Canarias. Unos caen dentro de la leyenda y la poesía y otros más concisos, como la cita de Plutarco en la Tida de Sertorio, que nos habla de I. SITUACIÓN GEOGRÁFICA 51 dos islas que bien pueden referirse a las dos más orientales de Canarias, las de Lanzarote y Fuerteventura. Pero todo esto' pisa más los umbrales de la leyenda que los de la realidad. La verdadera importancia geográfica comienza cuando Europa, en el siglo XIII, empezó a madurar y barcos mejor dotados pudieron realizar mayores travesías, comenzándose a surcar el Atlántico y cobrando la cartografía marina un valor cada vez mayor. Así, antes del descubrimiento de América, por suponer a estas islas la tierra más occidental, se fijó en ellas el primer meridiano, situándolo en la isla del Hierro, y aun posteriormente, Luis XIII, en el siglo XVII, ordenó a los geógrafos franceses tomaran como primer meridiano el que pasa por la citada isla. También los holandeses, siguiendo a Guillermo Blaeu, tomaron el que pasa por el Pico de Teide, en Tenerife. Al d e s c u b r i r se América no había razón para conservar la existencia de estos meridianos, así que tanto los españoles como las demás naciones, trazaron sus mapas tomando como primero el que pasaba por sus respectivos observatorios astronómicos nacionales. En España se tomó el de San Fernando, en Cádiz, y más tarde el del Observatorio astronómico de Madrid. Para la cartografía internacional se tomó el del Observatorio de Greenwich, en Inglaterra. Con la iniciación por Cristóbal Colón de los viajes al continente americano, las Islas Canarias cobraron una gran importancia, pues eran una base ideal en las travesías trasatlánticas y durante los siglos XV, XVI y XVII, navegantes y aventureros cruzan por sus aguas. Todo esto se incrementó con los viajes, largos y peligrosos, que hicieron los portugueses a la India y siendo la vía natural para los viajes a Extremo Oriente, constituían la mejor base, encontrándose en la ruta normal de navegación para ambos océanos, ya que el canal de Suez se abrió a la navegación mucho tiempo más tarde. Grandes flotas comerciales lie Nao española del siglo XIV N. Beliin Mapa de Canarias ( 1746) con el primer meridiano señalado en la isla del Hierro II. SITUACIÓN GEOGRÁFICA 53 gabán y partían, unas veces pacíficamente, en viaje normal, y otras acosadas por los corsarios y piratas que infestaban las aguas del Atlántico en busca de las ricas presas y metales preciosos, que arribaban procedentes del Nuevo Continente. Sus mismos puertos fueron asaltados en busca de botín por corsarios pertenecientes a diferentes naciones, que, unas veces en guerra con España y otras armados en corso o simplemente autorizados por sus respectivos gobiernos de una manera extraoficial, expoliaban a los navios procedentes de las posesiones españolas de ultramar. Aparte de este tráfico, que relacionaba a las Islas directamente con las rutas intercontinentales, desde principios del siglo XV, vieron éstas un activo comercio de exportación de sus productos agrícolas, haciendo figurar la cartografía de la zona oriental del Atlántico como una de las más conocidas del mundo, y puede decirse que desde ellas, tomadas como base, los navios fueron haciendo gran parte de la geografía universal. BREVE DESCRIPCIÓN FÍSICO- GEOGRÁFICA DE LAS ISLAS El viajero que desde cualquier punto se dirija a las Islas Canarias, sea por vía marítima o aérea, observa desde muchas millas de distancia, que emergen en el horizonte unas grandes masas oscuras, irregulares, que se alzan de manera desproporcionada, de tal forma que las tierras llegan hasta el nivel de las nubes y lo atraviesan, surgiendo de nuevo por encima de ellas. Otras veces, sobre las masas azuladas por la lejanía, se ven las nubes en compactos y blancos cúmulos, verdaderos amontonamientos nubosos producidos por las corrientes cálidas de aire al remontarse a regiones superiores de la atmósfera. El viajero aéreo, que dispone de un horizonte más amplio y una perspectiva de más relieve, va encontrando, a medida que se acerca a la zona délas islas, espaciados vellones de nubes que se van haciendo cada vez más compactos y numerosos, hasta formar una masa cerrada, verdadero mar de nubes suspendido un millar de metros sobre el océano. Por cima de este mar ficticio, flotan las masas montañosas de algunas de las islas, mientras que otras se ocultan bajo esta algodonosa cubierta. Ya próximos, estos bloques se agrandan y, a pesar de la altura, las islas están allí, al mismo nivel, como barras oscuras que se interponen al paso de las ligeras naves del aire. 54 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I Así, la isla de La Palma emerge como el lomo curvado de un enorme cetáceo, o de dos, según desde qué punto del horizonte la veamos. Tenerife, como un agudo y altivo pico de magnífica elegancia y Gran Canaria, como una masa dentada con algunos monolitos dominantes, serios e inmóviles en su altura. Estas tres islas son las más elevadas del archipiélago, con altitudes que llegan o superan a los 2.000 m. Otras islas más pequeñas se alzan a la zaga de sus hermanas mayores, con Del " Derrotero de Canariaa" Isla de La Palma, frente a Tazacorte. La Caldera de Taburiente es la depresión central. alturas superiores a los 1.000 m., tales como Gomera y Hierro, mientras que las más llanas y alargadas, sembradas de conos volcánicos espaciados y perfectos, se ven desde la lejanía como numerosos islotes que emergen tras del horizonte. Son éstas, Fuerteventura y Lanzarote, las más bajas, con alturas que no pasan de los 1.000 m., de paisaje severo, de terrenos rubios y secos. Las Islas Canarias son, por tanto, tierras en que predomina como esencial una elevada altura media, característica que comparten con la mayoría de las Islas Atlánticas. Otro carácter, que el viajero aéreo nota pronto, es el color verde y jugoso de las vertientes orientadas al norte. Y este signo de la vida vegetal, que da idea de una superabundancia y riqueza de las tierras,
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Calificación | |
Título y subtítulo | Geografía general de las Islas Canarias |
Autor principal | Bravo, Telesforo |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Santa Cruz de Tenerife |
Editorial | Goya |
Fecha | 1954-1964 |
Páginas | 1143 p. |
Materias |
Canarias Geografía |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 20477828 Bytes |
Texto | GEOGRAFÍA GENERAL DE LAS ISLAS CANARIAS BIBLIOTECA SAULO TORÓN Ejemplar núm. ÁC5 Propiedad n'sewada.- Queda hecho el depósito legal. Los dibujos a pluitia sin firma son del autor, estando ptoliibiiia su reproducción sin citar .'• u procedencia Asimismo queda totalmente prohibida la reproducción de las láminas en color de Martín González. GoYA ARTRS GRÁFICAS.— Doctor Allart, 26- 32.— SANTA CRUZ DE TENERIFE Esta edición está patrocinada por la FACULTAD DE CIENCIAS DE LA UNIVERSIDAD DE MADRID PROLOGO del DR. D. FRANCISCO HERNÁNDEZ- PACHECO Catedrático de la Universidad Central P R Ó L O G O LAS Islas Canarias han ¡ alonado siempre uno de los principales caminos marítimos del Mundo. Sus dos grandes puertos, el de La Luz, en Gran Canaria, y el de Santa Cruz, en Tenerife, son escala constante de grandes trasatlánticos. Sus aeródromos de Gando y de Los Rodeos, son igualmente fundamentales puntos de apoyo de las grandes líneas aéreas trascontinentales. El Archipiélago Canario, como el de las islas Hawaii, Samoo, Bermudas o Azores, es punto clave, encrucijada de vías de comunicación en la superficie de la Tierra. Pese a ello, el conocimiento de Canarias es un hecho histórico en realidad tardío. Sí es verdad, que, ya desde muy antiguo, los navegantes que partiendo del Mediterráneo — fenicios, griegos y también gaditanos— y avanzando hacia el Sur, siguieron el litoral africano, las habían descubierto y visitado. Debió llamarles lo atención la benignidad de su clima, la variada vegetación, exuberante en determinadas zonas de las islas occidentales, el especial carácter del escarpadísimo relieve de casi todos ellos y, en particular, el oscuro roquedo, contrastando con el denso matorral y boscaje, ton distinto délos luminosos colores del Mediterráneo. A este grupo insular lo denominaron Las Hespérides, las Occidentales, y en ellas se situó el Jardín de las Hespérides. Sin riquezas mineras, pobladas por gentes ariscos y que defendían tenazmente sus dominios, apartadas en realidad del camino o lo vni PRÓLOGO largo del litoral africano, pronto quedaron olvidadas, perdidas en el Atlántico, y así estuvieron muchos siglos en ignorada soledad. Cuando terminó la Edad Media y comenzó la época de los grandes viajes y descubrimientos, fueron « descubiertas » de nuevo. Su conquista fué cruel, como todas las conquistas. Desde comienzos del siglo XIV, muchos fueron los navegantes que se acercaron y desembarcaron en ellas. Rapiñas, coptura de indígenas, luchas violentas se suceden, siendo prototipo de tal estado de cosas, los desmanes de Fernán Peraza en Hierro y Gomera. De todo ello, con minuciosidad, nos habla Viera y Clavi¡ o en « Noticias de la Historia General de las Islas Canarias » , cuya edición definitiva, bajo la dirección del Dr. E. Serra Ráfols, ha aparecido en 1950, editada por « Goyo Ediciones » . Ya dominadas, no cesan para los indígenas y las gentes que a ellas fueron, las zozobras, pues constantes eran los irrupciones de los berberiscos, especialmente en las orientales, Lanzarote y Fuerteventu-ra, inquietudes que se suceden a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, puesto que los corsarios que surcaban estas zonas del Atlántico, los « visitaban » con cierta frecuencia. Hechos de rapiña y de guerra alcanzan casi al siglo XIX, ya que Nelson intentó un desembarco a finales del siglo XVIII ( 1797), siendo rechazado. Tal estado de cosas ha hecho que, desde un principio, el retraimiento, el aislamiento del indígena fuera grande, pues constantemente desconfió de los que de fuera llegaban. Vida aislada, falta de convivencia, que ha hecho que sea muy poco lo que sepamos, lo que se conoce de tales gentes, de esta raza antigua de los guanches que ha vivido hasta hace poco, incluso históricamente hablando, en plena cultura neolítica, pero con hechos desconcertantes, que hacen destacar todos los que se han dedicado al estudio de este pueblo, como su desconocimiento de la navegación, no teniendo relación entre sí los de unas islas con otras, pese a que se alcanzan a ver en el horizonte y, por contraste, practica a la perfección el embalsamamiento de sus muertos. Fueron estas gentes, casi exclusivamente, ganaderos y agricultores, viviendo, pudiera decirse, de espaldas al mar, pese o que e\ Archipiélago está rodeado de aguas ricas en peces e inmediato a los formidables bancos pesqueros de la costo de África, de los más ricos del mundo. No ha de extrañar por ello, teniendo en cuenta tales antecedentes, el auge verdaderamente extraordinario que ha adquirido lo agricultura en este Archipiélago, donde el hombre es tradicio- PRÓLOGO IX pálmente agricultor y puede crear verdaderos jardines sobre colgados suelos rocosos. Quiénes sean los guanches, cuándo y cómo llegaron a Canarias, de dónde vinieron, son cuestiones que apasionan, que aún no se conocen perfectamente, siendo probable que no lleguen a conocerse nunca. Y esto sucede también, hasta cierto punto, con el origen y época de formación del Archipiélago, pues pese al gran número y variedad de teorías que se han expuesto para explicar tan enigmático proceso, las dudas persisten. Un archipiélago como el Canario, cuya historia, salvo la de su época primitiva, se conoce perfectamente, merece, pues, un estudio geográfico- geológico completo; es más, era ya inaplazable, pues aunque mucho se ha hecho a este respecto, los variadísimos temas trotados en relación con las Ciencias Naturales, están dispersos, sin conexión, habiendo aparecido en publicaciones y revistas diversas, en libros no siempre fáciles de adquirir y en variados idiomas. No es ocasión ahora de hacer un estydio bibliográfico en relación con todo esto, pero de Canarias y con asiduidad se han ocupado Fernández- Navarro, Hernández- Pacheco, y, anteriormente. De Buch, L; Hartung, G.; Fritsch, K; Simony, O.; Sapper, K.; y modernamente Martel Sangil, Jeremine, Hausen y el autor de la presente obro, Telesforo Bravo. Desde Humboldt, se conoce científicamente la magnificiencia del conjunto geográfico- floral de Tenerife en su famoso valle de la Oro-tava; flora canaria, hoy tan magistralmente descrita en lo que se refiere o espacios arbustivos y arbóreos, por Ceballos, L. y Ortuño, F., y anteriormente, por Webb, Ph. B.; Berthelot, S., y Burchard, O., etcétera. Pero pese a todo esto, el estudio sistemático y total de los Islas Canarias, en este sentido, estaba por hacer. « Goyo Ediciones » patrocinó recientemente esta idea, siendo el Dr. en Ciencias Naturales, Telesforo Bravo, quien la ha llevado a cobo. Tal propósito no ha sido fácil, pues pese a la uniformidad que, aparentemente y en un principio pudiera creerse que ha de ofrecer el Archipiélago Canario, su diversidad es inmensa, yo que tal conjunto de islas es un verdadero mundo por su complejidad. Con él hay que estar compenetrado, en él hay que haber vivido mucho tiempo y pensar seguir viviendo, para así poderlo conocer y, sentir; un apasionado de las Ciencias Naturales para gozar al re- X PRÓIOGO correr cantiles colgados y playas solitarias, ai escalar picachos y descender bajo tierra y seguir los singulares « tubos » , formados en las coladas volcánicas, para adentrarse en las soledades grandiosas de Las Cañadas o recorrer los ubérrimos y poblados campos de platanares y de tabaco. Tal labor tenía que hacerla un canario que fuera naturalista; un hombre, en fin, enamorado de su tierra y de su profesión, circunstancias que felizmente concurren en Telesforo Bravo. Han pasado muchos años, era ya un niño cuando Hernández Pacheco, Ed., mi padre y maestro, acababa de estudiar Lanzarote y sus isletos y se ocupaba de redactor el trabajo sobre ton interesante conjunto de tierras, verdadero museo natural del volcanismo. Algunas tardes, a fines del verano de 1907, mi padre leía algunas cuartillas que daban a conocer fenómenos sugestivos y fáciles de comprender, ante un íntimo auditorio que seguía la lectura con apasionamiento. Los relatos del recorrido a lo largo de los galerías subterráneas fraguadas en las grandes coladas de lavas de la cueva de los Verdes, de los Naturalistas o del célebre y medroso Jameo del Agua, en Lanzarote, o de aquellos otros en que se describían terribles erupciones y fenómenos ocurridos en la isla de Lanzarote, durante la gran erupción que desde el día 1 de Septiembre de 1730 al 16 de Abril de 1736, hizo vomitar ai conjunto de volcanes de Timonfoya una masa colosal de lavas que cubrieron casi la quinta parte de la superficie de lo Isla, en su zona sur- occidental, erupción que se conoce con detalle, gracias al relato del cura de Yoiza, D. Andrés Lorenzo Curbelo, testigo presencial de lo catástrofe, el cual nos cuenta que en 1." de Septiembre, entre 9 y 10 de la noche, la tierra se abrió de pronto cerca de Timanfaya, a dos leguas de Yaiza. En la primera noche una enorme montaña se elevó del seno de la tierra y del ápice se escapaban llamas que continuaron ardiendo durante diecinueve días... ... La lava se extendió sobre los lugares hacia el Norte, al principio, con tanta rapidez como el agua, pero bien pronto su velocidad se aminoró y no corría m��s que como miel... El 10 — Enero de 1731— se vio elevarse una inmensa montaña que el mismo día se hundió en su propio cráter, con un ruido espantoso y cubrió la isla de cenizas y piedras. Las corrientes de lava ardiendo, descendieron como arroyos hasta el mar a través del malpaís. El 27 estas erupciones habían terminado- PRÓLOGO xi Muchos datos de este relato fueron recogidos por De Buch, como apoyo de algunas de sus teorías sobre el volcanismo. Respecto a la erupción de lo montaña de Tinguatón, que hizo erupción el 16 de Octubre de 1824, con el curioso fenómeno de los grandes masas de agua arrojados por el volcán, Hernández- Pacheco, Ed., tomó entre otros el siguiente doto: A Las 11 del 17 de Octubre — 1824— se formó una tan gran columna de humo denso, negro y espantoso que ni siquiera puede darse una idea. A las dos ya había disminuido en parte el humo, siguiendo asi hasta las cuatro y media, que empezó a salir de aquella caldera y por la misma parte de la lava un torrente de agua tan fuerte, que destruyó en poco tiempo la gran pared que formó la piedra y quedó libre su curso, dirigiéndose por el mismo volcán — sobre la masa de lavas recientes— al Norte; el agua, de color de lejía, corría tanto, que dicho volcán — la masa lávica— no le servía de obstáculo y así llegó la noche, dejando a todos con admiración y espanto al ver reemplazado el fuego con el agua. Tales relatos, leídos entonces por Hernández- Pacheco, se recogen ahora del trabajo que en 1909 publicó el citado Prof. con el título « Estudio geológico de Lonzarote y de los isletos Canarias » , en las Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, tomo VI de las Memorias. Desde entonces anhelé conocer Canarias, y cuando muchos años después recorrí algunas de las islas, admirando su peculiar paisaje, comprendí cuan necesario era disponer de un libro en que el Archipiélago fuese estudiado en su conjunto. Tal obra, afortunadamente, es hoy un hecho. Quien no ha pisado nunca un terreno volcánico, el que no ha caminado a través de la aspereza y quebrada superficie de ur> manto de lava, relativamente reciente, de un verdadero « malpaís » , quien de repente tenga ante sí tal masa escoriácea pétrea, negra o de fuertes tonalidades amarillento- rojizas, sufrirá una de las más intensas emociones, pues todo lo que percibe le habla de terribles fenómenos, de las misteriosas y colosales fuerzas que han hecho surgir estos ardientes materiales del seno de lo tierra. Por su aspecto, parecen han de conservar entre su resquebrajada masa, gases mefíticos y estar aún estas lavas a alta temperatura. Un breve recorrido por la isleto inmediata al Puerto de la Luz de Gran Canaria, es sumamente interesante a este respecto. Lo pre- XII PRÓLOGO sencia de aquel caos de rocas calcinados, causo tal emoción que, sin darnos cuenta, se queda predispuesto el ánimo al estudio del porqué y cuándo tales materiales surgieron a la superficie. Y esto aún se hace más acuciante, si se recorre el paisaje tinerfeño, si ascendemos a Las Cañadas y en la soledad de aquel extraño ambiente, contemplemos las corridas de lava, ios mantos de l á p i l l i , o los conos escoriáceos de los pequeños volcanes. No es extraño por ello, que con Telesforo Bravo, gran apasionado de estas especulaciones científicas, y mediante su libro, nos adentremos gratamente y con impaciencia, en el encantado mundo de la geo, flora y fauna de Canarios. Nos habla Bravo, de cómo han ido evolucionando las Islas Canarias, de lo extraordinaria complejidad de su geología, pese a que casi sólo han intervenido en su formación fenómenos volcánicos. Sobre el zócalo antiquísimo prepoleozoico, común al basamento de Canarias y al fondo del Atlántico comprendido entre el Archipiélago y la masa continental africano, donde también se descubre tal zócalo, incluso en superficie, se han ¡ do depositando, a lo Iqrgo de los tiempos geológicos, masas ingentes de materiales eruptivos diversos. Diabasas y basaltos antiguos, éstos en colados superpuestas de enorme potencia, erupciones de rocas ácidos antiguos que cubren topografías creadas sobre los materiales anteriores, nuevas emisiones basálticos, que, o su vez, son cubiertas por masas troqui- fonolíticas, yo de época terciaria y, finalmente, el ciclo actual, nuevamente basáltico. Tal serie de ciclos eruptivos hoce ver que la evolución de este Archipiélago ha sido compleja, y más aún si tenemos en cuenta que entre los distintos períodos eruptivos han existido épocas de relativo tranquilidad, durante las cuales los fenómenos volcánicos remitieron o cesaron, permitiendo que ciclos erosivos fraguaron complejas superficies topográficas, desapareciendo al ser cubiertas por nuevos y potentes masas de lava y de cenizas. Pero al mismo tiempo, el edificio que se iba formando a lo largo de los tiempos geológicos, no permanecía estable, pues su profundo zócalo se vio sometido o movimientos de ascenso que unían, o veces, lo que hoy es Archipiélago Canario al continente africano oí emerger, o lo dejaba aislado o reducido a un conjunto de masas eruptivas cuyos cumbres surgían en medio del Atlántico, distanciadas de lo masa continental. Fenómenos de epigenia que, elevando y haciendo PRÓLOGO xm emerger nuevas tierras o sumergiéndolas de nuevo, se han sucedido hasta que estos diferentes compartimientos corticales, parecen haber llegado a cierto equilibrio más o menos ocasional, como es el que atraviesan en la actualidad. Esto nos hace ver que las Canarias dependen geológicamente, y desde muy antiguo, de África, de la gran plataforma Sahdrica. En este sentido, y teniendo en cuenta lo ya dicho, cómo se han constituí-do y han llegado a independizarse las Islas Canarias, según teoría de T. Bravo, debemos considerar a estas islas como hijas de África que, al separarse del continente y aislarse en el Atlántico, han constituido otra entidad geográfico- geológica, habiendo seguido en cierto modo desde entonces, un proceso, una vida diferente, a lo largo de la cual han tendido hacia lo continental o hacia lo oceánico, lo que está reflejado en el carácter de basicidad o de acidez de las masas eruptivas, coincidiendo en el primer caso las erupciones con movimientos de emersión y aproximación hacia el continente, y en el segundo, con los hundimientos y aislamiento del Archipiélago. En la actualidad, todo el Archipiélago tiende a levantarse. Estamos en un postrero y débil estadio de manitestaciones eruptivas, básicas, basálticas. Pero al parecer, las Cananas han conseguido ya plena insularidad, pues grandes fondos, verdaderos abismos oceánicos, las aislan del continente africano y entre sí, pudiendo decirse que no sólo el Archipiélago se ha independizado ya definitivamente de África, sino que cada isla sigue, dentro del conjunto, una vida especial, con características en cierto modo propias, individuales. Los restos de grandes tortugas terrestres, de lagartos gigantescos, de hasta un metro de longitud, de especies de ratas igualmente gigantes, estudiados y descritos por T. Bravo, nos hacen comprender que el Archipiélago tuvo que estar unido a tierras, pues tales animales no pueden salvar brazos de mar, ni siquiera estrechos. Pero también vemos, que hoy la insularidad se reconoce especialmente por las características botánicas del Archipiélago, por sus endemismos. La biología — dice Bravo— presenta por tanto problemas que sólo tienen solución racional si se supone una conexión remota con el continente — áfrica—, a partir de la cual se han ido diferenciando plantas y animales o quedando tal y cómo llegaron, mientras que en los lejanos centros de difusión, cortada toda relación, se perdieron las especies originadas o evolucionaron en otras direcciones. Es, pues, necesario pensar que el ámbito ocupado actualmente por el Atlántico en las proximidades euro- africanas, ha sufrido profundas XIV PRÓLOGO transformaciones a lo largo del Terciario, o sea durante los últimos 60 millones de años de la vida de la Tierra. No es extraño, pues, teniendo en cuenta las vicisitudes del desarrollo de este Archipiélago, la diversidad de teorías admitidas para explicar su origen, el origen de este gran enigma. Teorías que tienen por base o antiquísimas tradiciones, más o menos relacionadas con la Atlántido; con la de los « puentes intercontinentales » , defendida por biólogos; la de los « cráteres de levantamiento » , de Leopoldo de Buch; la de las « traslaciones continentales » , de Wegener, o las que se fundamentan en la isostasia. En tal conjunto de opiniones hay que oír a T. Bravo, pues se basa en el conocimiento real, de visu, de los islas y del litoral africano frontero a ellas, y no en especulaciones más o menos científicas, que más que aclarar conceptos, nos sumergen en un gran confusionismo. Se ha indicado que desde los primeros tiempos de la llegada del hombre a Canarias, éste debió ser fundamentalmente agrícola y ganadero. Canarias sigue viviendo casi exclusivamente de su agricultura y de ciertas industrias y comercio derivados directamente de ella. Tal actividad se ha ido desarrollando, y en estos últimos tiempos con extraordinaria rapidez, pudiendo decirse que amplias zonas de estas islas, no son sino ricos jardines- huertas. Tal sucede en Gran Canaria con los parajes de Arucas y Telde y con el valle de la Orotava en Teneiife. Especialmente éstos parajes han cambiado mucho en los últimos tiempos, de tai modo que el valle de la Orotava descrito por Humboldt, no es hoy como entonces, pues ha perdido casi en su totalidad el carácter natural. Tal evolución es lógica, pues al aumentar la densidad de población, el suelo ha de rendir más y ha de estar más intensamente explotado, cambiando poco a poco de aspecto todas aquellas zonas que pueden ser cultivadas y, por ende, el paisaje natural, que llega por evolución a ser eminentemente humano. No quiere ello decir que Canarias no tenga un paisaje natural propio, que se extiende y da carácter peculiar a amplias zonas isleñas, especialmente a las más quebradas, paisaje al que Telesforo Bravo denomina atlántico. En él domina siempre el tema volcánico en su infinita variedad, pero además tiene siempre presente la extensa planicie del mar. Canarios es un balcón sobre el océano- a cuya espalda queda un campo muy diverso de citas cumbres, de tendidas y grandiosas cuestas cortadas por cantiles formidables y profundamente aborrancado, o también de lomas y cerros aislados, perosiem- PRÓLOGO XV pre volcánico, típicamente eruptivo. Es en cada isla diferente, dando así, como se ha dicho, lugar a perfectas y verdaderas unidades geográficas, que'el hombre, a lo largo del tiempo, ha ido modificando al poblarlos. Elemento imprescindible paro el actual estado de las explotaciones agrícolas es el agua. Preocupación constante de los canarios es dónde y cómo poder captar este precioso líquido, pues a medida que el cultivo se extiende, el campo se puebla y el nivel de vida se elevo, creciendo por ello la necesidad del agua. Los manantiales naturales son escasos y muy pocos los barrancos y torrentes que corren siempre, a lo largo del año. Son ya, desde hace muchos años, famosas las obras que se han hecho y siguen haciéndose, especialmente en Gran Canario, Tenerife y Lo Palmo, paro captación de aguas y poro retener las que por la superficie circunstonciolmente corren. Todos estos aguas, por profundas que sean, son de origen meteórico, lo que explica el gran interés que tiene que la humedad atmosférica condensada se aproveche al máximo. Tal condensación procede del nivel del « mar de nubes » , que se sitúo o determinada altitud y sobre ciertos lugares de las islas de acusado relieve, y muy especialmente, en un amplio frente de la zona nor- occidentol de Tenerife. Tal condensación de oguo es retenida por el matorral de louráceas y brezales, posando en su totalidad al subsuelo, debido o la porosidad del mismo, donde tales aguas se almacenan, constituyendo así depósitos subterráneos que empapan ciertas formaciones. En muchos casos pueden ser consideradas los aguas, dado su gran antigüedad, como verdaderas aguas fósiles. Es posible alcanzar toles depósitos, una vez estudiado bl terreno, mediante obras ingeniosas y casi siempre difíciles y costosas, del tipo de pozos o de galerías, que alcancen centenares de metros de hondura o de recorrido. Es necesario, para acrecentar el fenómeno de lo condensación, repoblar determinadas laderas, siendo por el contrario funestas los cortas y descuajes del matorral y la desforestación, pues, a la larga, tales operaciones han de influir muy directamente en el régimen de fuentes y manantiales y en el caudal de los mantos acuíferos y depósitos subterráneos alcanzados por los obras de captación. Vale más el aguo que todo lo que pueda rendir lo explotación del monte y el arbolado, y téngase en cuento que al destruir una asociación XVI PRÓLOGO vegetal natural y tratar de crear otra nueva, se rompe el equilibrio establecido, no consiguiéndose en las más de las veces sino un fracaso rotundo. El agua en Canarias ha de ser preocupación constante de todos. El agua se encuentra en el subsuelo, pero pora alcanzarla es necesario conocer bien éste y cubrirlo de la capa vegetal donde la nube se condense. El empirismo o el empleo de determinadas « artes » más o menos fantásticas, en el estudio de las aguas, de la hidrogeologío, nos lleva muy frecuentemente al fracaso total y a pérdidas cuantiosas' Por ello, los capítulos en que Telesforo Bravo trota de estas cuestiones: Constitución geológica. Las aguas de Canarias y El Clima de las Islas son de gran interés, pues diceti mucho de dónde y cómo Kan de encontrarse los niveles o acumulaciones subterráneas de agua. La obra de Telesforo Bravo, minuciosa y seriamente hecha, sintetiza y aclara todo lo que de Canarias se sabe en el campo de los Ciencias Naturales. En gran parte, este gran libro es investigación propia del autor, labor muy interesante, pues nos ofrece determinados puntos de vista fundamentados, apoyados en hechos y observaciones rigurosamente científicos. Un libro con estas características, de este modo emprendido y así desarrollado, no sólo ha de ser bien acogido y ha de agradar, sino que ha de dejar plenamente satisfecho al que con interés lo leyere. Con Telesforo Bravo me he metido en un « tubo » fraguado en el seno de una colada de lava. El tubo era angosto, pendiente, y sus paredes negras, pulidas y brillantes, pues estaban formadas de lava vitrificada. De salientes, a manera de cornisa, colgaban finos churretes que al gotear cuando líquidos, formaron en el suelo diminutos pináculos de curiosas formas. Estos « estafilitos » no son sino verdaderas estalactitas y estalagmitas de roca fundida. Reptamos por el estrecho conducto, en parte ocupado por las últimas escurriduras solidificadas de basalto, cuya masa, replegada en ondas caprichosas de lisa superficie, ofrecía el aspecto típico de las lavas cordadas. Avanzamos trabajosamente hasta que la anchura del tubo lo permitió. En el suelo, aquí y a l l á , vértebras, huesecillos y mandíbulas de los grandes lagartos y de las ratas gigantes fosilizados. Hacía dentro del tubo mucho calor, el ambiente era sofocante, como el de un bono turco. Retrocedemos. Las esperezos del suelo nos PRÓLOGO XVII agarran y tratan de detenernos. Se avanza con dificultad. Hay que tener cuidado de no hacerse un chirlo al chocar la cabeza con los agudos resaltes del bajo techo. Qué grata es la luz, ya fuero; qué bien se respira al aire libre ¡ unto a la angosta entrado del tubo. Pero, qué emoción, qué conjunto de « cosas » curiosas se vieron a l lá dentro. En otra ocasión, acompañados por el Dr. D. Celestino González Padrón, hemos escudriñado con ahinco las quiebras, recovecos y escondrijos de los peñones, en los solitarios campos de Las Cañadas, presididos por el viejo Teide. Esta vez nada encontramos; en otras, con el Dr. González y Bravo, sí. Allí, desde centenares de años, quizá desde más de un millar, quedó escondida y olvidada la vasija de borro, sencillamente ornada con dibujos afines a los de la viejo cerámica beréber. ¡ Qué emoción encontrarnos con un objeto de éstos! Con qué pesar dimos por terminada lo búsqueda en aquel atardecer tibio y tranquilo. El sol se puso entre arreboles, iluminándose las altas nubes que medio velaban el Pico, aún salpicado de nieve, de delicadas tonalidades. Y también hemos recorrido Bravo y yo, altas, estrechas y colgadas cornisas basálticas sobre las procelosas olas del Atlántico, dominadas por altísimos cantiles. Hemos seguido hasta alcanzar el lugar de la captación de aguas. Qué gran ingenio, qué trabajos y qué peligros hasta ver la obra terminada. Y es que allí, en las Islas, el agua lo es todo. A su influjo cambia el paisaje, se crea riqueza y también lo codicia. ¿ Cuánto ha durado este pleito por un hilillo de agua? ¿ Desde cuándo no se hablan estas familias, tan agradables, tan hospitalarios, tan cultas? Agradezcamos mucho a « Goyo Ediciones » que acometiera esta obro, esta gran tarea. Felicitémosla además, por el acierto que tuvo al elegir la persona que con tonto amor y competencia ha dado cima a tan importante empresa, que no es sino enseñar, guiándonos a través del Jardín de las Hespérides, lo que significa y es este rincón maravilloso de las Tierras Hespéricas, Canarios. F. HERNÁNDEZ- PACHECO Ñola preliminar La presente « Geografía General de Canarias » ha sido concebida con arreglo a las siguientes directrices: Tomo I.— Geografía general del Archipiélago. Tomo II.— Geografía particular de las Islas Orientales ( Provincia de Las Palmas), con las islas de Gran Canaria, Fuerte-ventura, Lanzarote e islotes. Tomo III.— Geografía particular de las Islas Occidentales ( Provincia de Santa Cruz de Tenerife), con las islas de Tenerife, La Palma, Gomera y Hierro. Aparte del estudio puramente geográfico, se exponen los datos más importantes correspondientes a las Ciencias Naturales, Geología, Zoología y Botánica, tanto en el tomo general como en los particulares de cada Provincia. Atlas.— Constará de una serie de mapas en volumen aparte para hacer más fácil su consulta. Bibliografía e índice de nombres irán en el último tomo. El autor hace constar su agradecimiento a diferentes Instituciones que han facilitado sus trabajos de investigación y que son las siguientes: Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Sección de Ciencias Naturales. ( Madrid). Instituto « Lucas Mallada » del C. S. I. C. ( Madrid). Ecxmo. Cabildo Insular de Lanzarote. « El Museo Canario » de Las Palmas de Gran Canaria. Asimismo, quiere hacer público su agradecimiento al pintor don Manuel Martín González y a don José Martínez Suárez, de Tenerife, y a don Bonifacio Villalobos, don Francisco Matallana y don Mariano López Socas, de Lanzarote, y a todas cuantas personas contribuyeron con su generoso apoyo a la ejecución del presente tomo. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA CEOCRAFÍA, I EL conocimiento de las Islas Canarias es un hecho histórico tardío, ya que durante el siglo XIV, cuando el gótico comenzaba a florecer en Europa, las Islas aun permanecían desconocidas y habitadas por una raza de cultura neolítica. Las naciones europeas no habían sentido la necesidad de expansionarse, y fuera de las riberas mediterráneas y de las costas de Gran Bretaña, Francia y España, el océano Atlántico permanecía desconocidoly las expediciones que se lanzaban en él, eran tímidos balbuceos de lo que fué la gesta de los navegantes en el final del siglo XV y siglos XVI y XVII. i La existencia de las Islas era conocida durante el siglo XV por las gentes de mar aventureras, hasta que comenzó la conquista oficial, en el año de 1402, cuando Enrique III de Castilla concede a Juan de Bé-thencourt el derecho de su conquista. La ocupación total terminó en el año de 1496 con la derrota de los indígenas de Tenerife por Alonso Fernández de Lugo| De todas las islas atlánticas, las únicas que contenían habitantes 4 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I indígenas fueron las Car. arias, pobladas por una raza aborigen cuya cultura neolítica ofrece extraños contrastes, ya que dominaban el secreto de momificar sus muertos y en cambio no conocían la navegación, hecho tanto más extraño puesto que de las costas de cada una de las islas se ven pe'- fectamente las demás. Es indudable que desde muy antiguo fueron conocidas por las diferentes naciones mediterráneas, que se adentraron en el Atlántico bordeando las costas africanas. Los fenicios y posiblemente pueblos navegantes más antiguos, llegaron a ellas. Del paso de estos pueblos apenas quedan vestigios; las arribadas a las costas canarias debieron verificarse de tarde en tarde y el contacto con sus habitantes debió ser ligero y sin trascendencia. Las Islas, totalmente desprovistas de yacimientos metalíferos y con un pueblo dispuesto a defender su suelo valientemente, no debieron despertar la codicia de los navegantes antiguos. Sólo su clima benigno y suave llamaría su atención. La pobreza de objetos pertenecientes a aquellas culturas es un testimonio de ello, tanto que el hallar en los depósitos arqueológicos abalorios y cerámica de tipo mediterráneo, constituye un hecho extraordinario, pero sin embargo es testimonio de que tales contactos existieron. Según Estrabón fueron visitadas por los marinos turdetanos de Gades ( Cádiz), y griegos y fenicios las denominaron Las J^ espérides, tejiéndose alrededor de ellas bellas leyendas desde la más remota antigüedad, y situándose el Jardín de las yiespérides en este rincón atlántico. Los cartagineses, que según Plinio realizaron el periplo de África ( Periplo de Hannón), debieron de reconocerlas, o al menos el grupo más oriental, y los romanos las citaron con el nombre de Afortunatae Jnsulae. Durante la época visigótica el territorio africano del norte formaba la CMauriiania Jin^ itana, que se extendía vagamente hacia el sur, comprendiéndose en ella el archipiélago canario como dependencia del Obispado de Rubicón, sufragáneo de la metrópoli de Sevilla. Cuando la dominación musulmana en España, las Canarias fueron visitadas por los árabes, que las denominaron Xaledad ( al Yezair al Ja-lidad. Viera y Clavijo), sin que se sepa que realizaran intentos de colonizarlas. Luego, en la Edad Media, el conocimiento de las Canarias se fué perdiendo hasta tal punto que su dominio era hipotético y teórico, propio de eruditos, siendo no obstante objeto de incursiones de navegantes españoles, portugueses, normandos y genoveses. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 5 A comienzos del siglo XIV empieza a iniciarse la navegación de altura y con ella el nuevo descubrimiento de las Canarias. Diversos navegantes: catalanes, mallorquines, genoveses y castellanos visitaron las islas en expediciones de rapiña y captura de indígenas, en armonía con las costumbres y métodos de la época, y durante este tiempo se señalaba la existencia de esclavos procedentes del archipiélago en diferentes puntos del Mediterráneo y costas atlánticas de Francia. De uno de estos corsarios, Lancelloto Malocello, se tienen noticias respecto a sus incursiones en Lanzarote, en fecha que parece remontarse hacia el año 1312. Las expediciones a las islas orientales se debieron repetir con cierta regularidad, pues en la carta náutica de Angelino Dulcert, de 1339, se dibujan las islas de Lanzarote y Fuertéventura con relativa precisión, mientras que las restantes islas del archipiélago se dibujan arbitrariam. ente. Otras expediciones, especialmente de mallorquines, se suceden regularmente, tanto a las Canarias, como a las costas del Sahara, hasta finales del siglo XIV. Por la bula del año 1344, el papa Clemente VI considera a las Canarias como dependientes de la Santa Sede, concediéndolas al infante don Luis de la Cerda, con el título de Príncipe de Fortuna. Este príncipe no llegó nunca a venir a Canarias, pues Alfonso XI impidió se cumpliese la determinación del Pontífice, ya que consideraba que las Canarias y la cercana costa de África pertenecían a la corona de Castilla. En 1393, con licencia del Rey Enrique 111 y a las órdenes de Gonzalo Peraza Martel, algunos andaluces y vizcaínos, con ánimo de examinar mejor las islas, recorrieron las costas de África y algunas de las Canarias: en Lanzarote recogieron un gran botín y numerosos esclavos que llevaron a Sevilla. Otra expedición, constituida por franceses al mando de Juan de Béttiencourt y con su amigo Gadifer de la Salle, salió de Normandía hacia Canarias. Juan de Béthencourt conquista Lanzarote y pasa a España, donde presta homenaje por las islas a Enrique, el cual le concede el derecho de conquista tomándole solemne juramento de fidelidad y vasallaje, y publicando una pragmática para que nadie se atreviese, en lo sucesivo, a hostilizar las islas ni hacer entradas en ellas sin expreso consentimiento del conquistador. La isla de Lanzarote se terminó de conquistar en 1404, habiendo comenzado la conquista de Fuertéventura en 1403. Gadifer dé la Salle, por desavenencias con Juan de Béthencourt, abandona la conquista y se retira a Francia. Béthencourt, después de ocupar Fuertéventura, hace diferentes 6 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I tentativas en las islas de Gran Canaria, Gomera y Hierro, ocupando estas dos últimas y sufriendo reveses en la de Gran Canaria. Regresó a Fuerteventura y delegando en Maciot de Béthencourt, se retiró a Bretaña, su país natal. Maciot no fué buen gobernante para las islas ya conquistadas ni su política fué amable para las que faltaban por conquistar: la isla de Hierro se sublevó por los desmanes de su comandante y gobernador. Vendía como esclavos a los prisioneros que tomaba de las islas, en-viándolos a España. El entonces obispo de las islas, fray Mendo de Viedma, se opuso tenazmente al mal gobierno de Maciot y éste, requerido por el conde de Niebla, le cede los derechos sobre Canarias. Más tarde, Maciot se traslada a la isla de la Madera, vendiendo la isla de Lanzarote a Enrique de Portugal ( 1448). El conde de Niebla cedió sus derechos a Guillen de las Casas, de Sevilla, y a su muerte pasan a Fernán Peraza, cuyo gobierno fué perturbado por los portugueses. Estos enviaron a Antonio González, que se posesionó de Lanzarote, siendo expulsado dos años más tarde por los lanzaroteños. También realizó una expedición contra Gran Canaria, siendo derrotado. La disputa entre portugueses y españoles sobre los derechos cedidos por Maciot, primero al Conde de Niebla y luego a Enrique de Portugal, fueron ventilados en Roma, fallándose a favor de don Juan 11 de Castilla. Fernán Peraza trata de conquistar la isla de La Palma y envía a su hijo Guillen, que muere en el intento ante la furia de los isleños. También trató de ocupar Tenerife sin resultados. Murió en la isla de la Gomera, heredándole doña Inés Peraza y su yerno Diego de Herrera. De nuevo, la disputa entre portugueses y españoles por la posesión de las Canarias se renovó en ocasión de ser concedida por Enrique IV de Castilla merced de conquista de las islas de Tenerife, Palma y Canaria, a dos proceres portugueses, cediendo éstos sus derechos a Enrique de Portugal ( 1455). Este envió una expedición en 1466 al mando de Diego de Silva, que saqueó Lanzarote y Fuerteventura, pasando a Gran Canaria en persecución de Herrera, que se quejó al rey de Castilla. Portugal atendió la petición española, cesando en sus pretensiones. Diego de Silva se casó con doña María de Ayala, hija de Herrera, quien le dio en dote cuatro partes de doce de las rentas de Lanzarote y Fuerteventura. Diego de Herrera hace diversos intentos de conquistar las islas de Gran Canaria y Tenerife, sin lograr sus objetivos. Las fortalezas construidas, la de Añaza en Tenerife y la de Gando en Gran Canaria, fueron Pliya de Tuarta PUERTO K US ISLOU REAL OE LAS PAIMM f CONQUISTA DE g^^>^ # ' ^ / T v i ^ ^ GRAN C/ tN^ R//> Caminos principales de Jas mentradus » ' Base » cristianas Lugaras donde se libraron comhaies conocidos De la " Historia de Canarias", de Viera y Clavijo, ed. " Goya Ediciones". 8 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I demolidas por los aborígenes y, durante muchos años, Herrera se estrella contra los indígenas de las islas mayores sin avanzar en su conquista. Por este motivo, los Reyes Católicos hacen traslación de las tres islas mayores, Gran Canaria, Tenerife y La Palma, a la corona real para adelantar la empresa de su conquista, indemnizando a Diego de Herrera y a Inés Peraza, dándoles el dominio útil de Lanzarote, Fuerte-ventura, Gomera y Hierro. Herrera no permaneció ocioso en sus dominios, sino que endereza su actividad bélica hacia las costas africanas, fortificando el puerto de Santa Cruz de Mar Pequeña. Los Reyes Católicos resuelven la conquista de Gran Canaria, encomendándola a Juan Rejón y al eclesiástico Juan Bermúdez. Comenzó con la batalla de Guiniguada, en la que por ambas partes hay hechos de gran valor militar. Durante la primera parte de la conquista surgen desavenencias entre ambos y Juan Rejón fué enviado preso a España, regresando de nuevo con el obispo Juan de Frías, y siendo muy mal recibido. La vida de este conquistador estuvo llena de tropiezos, pues fué nuevamente arrestado y de nuevo regresó a Canarias para conquistar la isla de La Palma, muriendo en la isla de Gomera antes de llevarla a cabo. Pedro de Vera prosiguió la conquista de Gran Canaria, no siempre con lealtad militar para los indígenas, motivando que la aversión de los naturales contra los españoles se acrecentase. Hasta la muerte del caudillo Doramas, no se realizan grandes progresos, e incluso después de su muerte los españoles sufrieron diversos reveses, hasta la rendición definitiva en el año 1483. Mientras tanto, gobernaba Herrera en las cuatro islas de señorío, teniendo algunas disputas con el obispo de Rubicón. Los Reyes Católicos intervinieron en éstas y otras ocasiones, sobre todo defendiendo la situación de los indígenas. Diego de Herrera murió en la isla de Fuerteventura, repartiendo el señorío entre sus hijos, excepto el primogénito, que fué desheredado. A Fernán Peraza le correspondieron las islas de Hierro y Gomera. No pudiéndose acostumbrar los gomeros a soportar el yugo de la dominación arbitraria de Fernán Peraza, se sublevaron, obligando a éste a refugiarse en la fortaleza de la isla. Teniendo Pedro de Vera noticia de este hecho vino a la Gomera, tomando serias represalias. Más tarde, fué muerto Fernán Peraza al tenderle los naturales del país una celada en ocasión de una aventura amorosa con una isleña. Pedro de Vera hizo de nuevo presencia en la Gomera, cometiendo excesos crueles en los isleños. Este proceder fué causa de dife- ^ vrqy íPourtraicl dx ¿ Mejsirejffieían cCe^ etriencourt^ oy cíes Lanar ¿ e. s JBalthafar Mancornet. Jecit. J u a n de B é t h e n c o u rt C 7/ '(- ¿ / í ^ A///(} ^/ c :^/// ¿ 7- á'/ r/// ¿ // l7 Retrato de rarnicero ^ rabadu por Fahregat D. José de Viera y Clavijo D » ; la " lliaturia de Canarias", de Viera y Clavijo. Ed. " Coya Ediciones*' Torre de los Condes ( San Sebastián de la Gomera) ]^- hJ^ De ! a -- Historia de Canarias"^ de Viera y Clavíjo. Ed. " Goya Edit Ataque a Gran Canaria de Van der Does Grabado holandés INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 9 rencias con el obispo Juan de Frías, que le amonestó con tanta aspereza como apostólica integridad, siendo aquél llamado a la corte por los Reyes Católicos. La bbra de protección de los isleños la prosiguió el obispo fray Miguel de la Cerda después de la muerte del obispo Frías y los Reyes Católicos se pronunciaron en favor de los expoliados indígenas para defenderlos de la rapiña de los conquistadores. El capitán Alonso Fernández de Lugo había venido a Canarias después de la conquista de Granada, tomando parte en la conquista de las islas y obteniendo el cargo de alcaide de Agaete ( Gran Canaria). El 8 de junio de 1492, los Reyes Católicos prometieron a Lugo el gobierno de la isla de La Palma para después de su conquista y el 13 de julio del mismo año le concedieron los quintos de los cautivos de la citada isla y de los que hiciese en Tenerife y Berbería. Fernández de Lugo hace pronto los preparativos y se lanzó a la conquista de La Palma, que le fué fácil, resistiéndosele únicamente el caudillo Tanausú, que se defendió en las agrestes zonas que dan acceso a la caldera de Taburiente. Fernández de Lugo le envió un emisario para una entrevista, a la que Tanausú, fiado en su palabra, acudió, siendo hecho prisionero. Con este suceso, ocurrido en mayo de 1492, quedó conquistada la isla de La Palma. Fernández de Lugo despachó una embarcación a España con estas noticias y entre los cautivos que envió a la corte incluyó a Tanausú, pero este caudillo isleño se dejó voluntariamente morir de hambre en ! a travesía. Durante estos últimos años del siglo XV, Cristóbal Colón, en sus viajes a América, arribó a Gran Canaria por el puerto de Gando, haciendo escala en la isla de Gomera. De esta isla tomó Colón simientes, plantas, diferentes animales de corral y mucho personal canario. La cuarta vez que estuvo Colón en Canarias fué el 19 de mayo de 1502. También en estos años los canarios hacen irrupciones en la costa de África, reedificando el castillo de Mar Pequeña, perdiéndose y ganándose repetidas veces. En represalia, los corsarios berberiscos invadieron repetidamente las islas, especialmente Lanzarote y Fuerteven-tura, en donde tomaron cautivos y arrasaron haciendas. Fernández de Lugo concertó con los Reyes Católicos, en 1494, la conquista de Tenerife, haciendo los preparativos en Gran Canaria y realizando su primer desembarco por el puerto de Añaza, instalándose el primer campamento en aquella ribera que llamaron de Santa Cruz, haciendo posteriores incursiones por el interior de la isla. La conquista fué dura y sangrienta, siendo derrotados los conquistadores en la batalla de Acentejo, donde murieron unos 600 españoles y unos 300 tanta < el Hidilgo Pvtrto i9 loi Cristiinof De la " Historia de Canarias", de Viera y Clavijo, ed. " Goya Ediciones*'-. INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 11 isleños de Gran Canaria. Consecuencia de este desastre fué el retirarse Fernández de Lugo a Gran Canaria para hacer nuevos preparativos, regresando dé nuevo a Tenerife. Se realizaron, en diferentes encuentros, hechos de valor, tanto por parte de los españoles como de los guanches, siendo estos últimos derrotados en la batalla llamada La Victoria de Acentejo, momento en que los guanches comenzaron a declinar, pudiéndose llevar a cabo la ocupación total de la isla. Después de su conquista, las islas se comienzan a poblar rápidamente, fundándose poblaciones y cambiando en muy pocos años su fisonomía, transformándose de islas habitadas por una población de cultura neolítica, en pueblos que llevaban el sello de la España de Carlos V. La desaparición de la raza aborigen, absorbida por los castellanos, fué inevitable, siendo de lamentar que las tradiciones y cultura de aquella población no fuesen recogidas, desconociéndose por tal causa en nuestros días sus principales usos y costumbres. En mérito de su obra conquistadora, Fernández de Lugo recibió el nombramiento de Adelantado de las islas, para él y sus sucesores, muriendo a principios de 1525, después de fundar la ciudad de La Laguna, sede de su gobierno. En años sucesivos, las Canarias aportaron a las diferentes expediciones y tráfico con América, naves y hombres que tomaron parte en la conquista de aquel continente, despoblándose en su beneficio: así, los adelantados Pedro Fernández de Lugo y su sucesor Alonso Luis enderezaron su actividad hacia América, llegando Alonso Luis Fernández de Lugo a tomar parte activa en su conquista y en la fundación de diferentes poblaciones. En 1589, don Luis de la Cueva fué nombrado primer Capitán General de Canarias. Las islas menores eran dominio de los señores de la casa de Herrera, y como el gobierno en régimen señorial era muy fecundo en rencillas, disturbios y contiendas, fueron incorporadas por Carlos 111 a la Corona como provincias españolas, con características autónomas que tenían en cuenta su insularidad. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, las islas Canarias sufrieron los efectos de los corsarios que infestaban el Atlántico. También durante las guerras que España sostenía con otras naciones europeas, las islas fueron invadidas por importantes flotas enemigas. Ya en el año 1522 se hizo oposición al corsario francés Juan Florín en la isla de Gran Canaria, primer corsario que hizo presa en aguas del archipiélago. La isla de Lanzarote fué la más castigada por los corsarios: bereberes, argelinos e ingleses ( conde de Cumberland, 1596), pero las demás 12 GEOGRAFÍA DB CANARIAS, I islas también sufrieron diferentes invasiones de franceses ( Juan de Capdevila, 1571), ingleses ( Drake, 1585), holandeses, con 76 naves al mando de Pedro van der Does ( 1599). Las últimas expediciones inglesas a Canarias fueron las de Blake ( 1657), Genings ( 1706) y Nelson ( 1797), siendo todas ellas rechazadas. En 1808, siguiendo el ejemplo de las demás provincias españolas, pone en pie sus medios autónomos de lucha contra la invasión napoleónica. Constituida en La Laguna de Tenerife la Junta Suprema de Canarias y en Las Palmas el Cabildo permanente de Gran Canaria, y desechado el peligro de posibles ataques al archipiélago, en mayo de 1809 embarcaron las primeras tropas expedicionarias para la península. El 6 de junio de este mismo año, disueltos ambos organismos, Canarias quedaba integrada en la Junta Suprema Central, para la que nombró vocal suyo al marqués de Villanueva del Prado, don Alonso de Nava. Normalizada la situación de España, en lo sucesivo, su alejada provincia insular de Canarias siguió fielmente sus vicisitudes históricas. El detenerse en el estudio de su repercusión en nuestras islas, como en el desarrollo de su régimen administrativo, supera ya el propósito de esta breve introducción. LAS ISLAS ATLÁNTICAS Y EL LITORAL AFRICANO EL CONJUNTO TERRITORIAL HESPÉRICO EL estudio de la geografía de las Islas Canarias implica conocer las relaciones geomorfoldgicas con las tierras próximas que las rodean. Así, pues, no podemos menos de hacer un estudio comparativo, tanto con los grupos insulares que a mayor o menor distancia suya están diseminados en el Atlántico, como con el litoral africano, tan próximo. Las Islas Canarias, con el pequeño grupo de las Islas Salvajes y el Archipiélago de Madera han sido consideradas como dependencia del conjunto territorial hespérico euroafricano. Este conjunto comprende un extenso territorio situado en el extremo occidental del mar Mediterráneo y las tierras que baña el océano A. tlántico después de pasar la estrecha puerta que jalonan las legendarias columnas de Ahila y Calpe. Por el sur los límites de la Hesperia son difusos, perdiéndose en los extensos arenales desérticos del Sahara. La Hesperia africana comprende la antigua ^ Mauritania Jingitana, el país del Yezirat- el- Mogreb ( la isla de Occidente), o sea Marruecos, con 16 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I el Atlas. También comprende Hesperia, al sur del Atlas, un conjunto territorial atlántico, de marcada individualidad natural, que va adquiriendo características cada vez más desérticas hacia el sur hasta que, pasado el trópico de Cáncer, el territorio del Tiris es puro desierto. Se puede, pues, dividir el conjunto territorial hespérico en tres extensos países: uno al norte, la Península Hispánica. Otro central. Marruecos y un tercero meridional atlántico; y dependiente de éste consideraremos los grupos de Islas de Madera, Islas Salvajes e Islas Canarias. Los archipiélagos de Cabo Verde y de Azores, por tener caracteres comunes geológicos, geográficos y biológicos han de formar parte también de este conjunto meridional atlántico de la Hesperia. Por otro lado, estas islas fueron conquistadas y pobladas por la Península Hispánica, razón de más para completar la unidad geológica y geográfica con la unidad étnica y política. LAS ISLAS ATLÁNTICAS A lo largo del litoral NW. de África y al SW. de Europa están situados cinco grupos de islas con la denominación de Islas Atlánticas. A este conjunto insular también se le llama Macaronesia, pero por participar de la vieja leyenda mítica de Atlante o Atlas, el nombre de atlánticas las define con mayor propiedad. La existencia de esta leyenda supone que algunos de estos grupos fueron visitados en la antigüedad por marinos procedentes del mar Mediterráneo. Su redescubrimiento se llevó a cabo durante la primera mitad del siglo XV, cuando la navegación de altura inició sus balbuceos y las aguas ignotas y misteriosas del Atlántico comenzaron a ser surcadas por las naves hispánicas. Todos estos archipiélagos tienen parecida geografía y son de origen volcánico puro o han sido afectados de un volcanismo tan activo que ha quedado enmascarada su constitución geológica primitiva. La accidentada superficie de muchas de estas islas está sembrada de conos volcánicos y de calderas, algunas de dimensiones ingentes, explosivas o de hundimiento, tal como sucede en varias de las Canarias, que hasta han dado lugar a teorías para explicar su formación. Estas islas son de superficie reducida y están atravesadas por corrientes volcánicas repetidas. Las masas lávicas se han ido acumulando capa tras capa hasta alcanzar alturas tan elevadas como en la isla del Fogo del archipiélago de Cabo Verde que, con una extensión de 443 km*, su cono volcánico K Facilitado por L. Diego Ciiscoy Las costas de África desde el Estrecho de Gibraltar hasta Cabo Verde Carta XVII del « Atlas de la navigation et du comorce qui se fait dans toutes les parties du monde » , publicado por Louis Renard, Amsterdam, 1715 c? L .,/ :^:" Á Detalle de la caita anteriormente reseñada I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 17 se eleva a 2.835 metros, alcanzando en la de Tenerife a los 3.718 metros. Por otra parte, en los diferentes archipiélagos también se encuentran rocas del Mioceno, como puede observarse en las formaciones de Porto Santo, en Madera, las de la isla de Santa María, en Azores, las de San Thiago en Cabo Verde y las de Gran Canaria én nuestro archipiélago. Esta comunidad de caracteres geográficos y geológicos se refuerza más si atendemos al aspecto biológico, especialmente en la flora. Del estudio de ella podemos deducir que en estas islas se conservó gran parte de la flora terciaria, de la que quedan numerosos restos. La flora atlántica, referida a los cinco archipiélagos, constituye una unidad flo-rística con caracteres especiales, y muchos géneros y especies son comunes a todas ellas. Como ejemplo podemos citar el Drago ( Draceana draco £.) común a las islas de Madera, Canarias y Cabo Verde, donde esta vieja especie de la flora terciaria se refugia en los acantilados, a los que ni el hombre ni los animales tienen acceso. El área geográfica de este árbol, que alcanza una gran longevidad, ha sido ampliada por la mano del hombre, cultivándose en el sur de Portugal y en la región andaluza española. En las Islas Canarias, en estos últimos años se cultiva en casi todos los jardines. El océano que las baña, de olas anchas y majestuosas, bate sus riberas con estruendo en los temporales de invierno, lo que implica que sus costas, con profundos fondos marinos muy próximos, sean poco recortadas y muy acantiladas. La erosión marina tiene altos valores, sobre todo en las costas que miran a la dirección de los vientos dominantes. Otra de las características comunes a las islas atlánticas es la de los profundos barrancos que cortan su superficie. Las alturas medias de las islas son tan elevadas que hacen que las corrientes fluviales, en la mayor parte del año secas, sean de carácter torrencial, existiendo sólo las cabeceras, donde la erosión actúa con la mayor intensidad. He aquí, someramente enumerados los archipiélagos que las integran: L° Islas Salvajes o Pitones. — Pequeño archipiélago que se encuentra a 100 millas al norte de Tenerife, compuesto por el Salvaje Grande, Pitón Grande, Pitón Pequeño y arrecife Lccky y algunas rocas visibles donde rompe la mar, y separadas de las costas hasta una milla. Son portuguesas y están deshabitadas. 2.° Jrchipiélago de la ladera. — Grupo de islas formado por una isla grande, Madera, y otra menor. Porto Santo. Aparte de éstas hay tres alargados islotes, las Desiertas: Chao, Desierta grande y Bugio. Todas 18 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I tienen en conjunto una superficie de 850 km.^ y son portuguesas. 3.° Archipiélago de las Azores.— También se las llama Terceras y son las más alejadas del continente africano. Se compone de nueve islas y algunos islotes, y son: Santa María y San Miguel, encontrándose entre ambas las Hormigas, que no se cuentan como islas sino como roques o islotes; las islas del Pico, el Fayal, San Jojge, la Tercera y la Graciosa, en el centro; y la de Flores y del Cuervo, más alejadas hacia el W. Estas islas han sufrido en los últimos siglos grandes catástrofes de origen volcánico. Pertenecen a Portugal. 4.*^ Archipiélago de Cabo Verde.— Compuesto de catorce islas, de las cuales solamente siete son habitadas. Se extienden en una gran curva de unos 500 km. en cuyo extremo NW. se encuentra la isla de San Antonio, continuando las islas de San. Vicente, Santa Lucía, Branco, Razo y San^ Nicolás. Las « lás próximas al continente africano son las islas de la Sal, Boa Vista y Maso, siguiendo las de S^ nti^ go, Fogo, islotes Secos o Rombo y Brava, que es la más meridional y extrema de la curva, cubriendo una superficie total de 3.851 km.^ También pertenecen a Portugal. 5.° Las Islas Canarias.— Ocupan una banda en el sentido de los paralelos y constan de siete islas mayores: Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, La Palma, Gomera y Hierro, y cuatro menores: Lobos, entre Fuerteventura y Lanzarote, Alegranza, Montaña Clara y Graciosa, en el extremo NE. de Lanzarote. También se encuentran dos roques, el llamado Roque del Este y el Roque del Infierno o Roque del Oeste, en esta misma región marina. Tienen una extensión de 7.167 km.^ y pertenecen a España. EL LITORAL AFRICANO El litoral NW. de África se presenta poco accidentado, con una orientación general hacia el SW. hasta llegar al Cabo Verde ( Senegal) donde se inicia una amplia curva que se sale fuera del dominio de las islas atlánticas. A lo largo de esta poco recortada costa, se abren algunas bahías que han permitido el desarrollo de puertos como los de Larache ( El- Araish), Rabat, Casablanca, Mazaghan, Safi, Mogador y Agadir, y más al sur Ifni, Villa Cisneros, en la bahía de Río de Oro, La Agüera y Port Etienne, en la Bahía del Galgo, San Luis del Senegal, siendo algunos de estos puertos simples bahías abiertas, con poca protección. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 19 Entre las islas atlánticas, son las Canarias las más próximas al continente africano y a'unque ellas, con las demás islas, sean fisiógraficamen-te distintas del litoral continental, éste ha jugado un gran papel en las diferentes teorías científicas para explicar la génesis de aquéllas, lo que merece, para una posterior comparación, estudiar el litoral africano desde el Cabo Guir hasta el Cabo Blanco, para lo que seguiremos los trabajos realizados por los africanistas españoles Hernández- Pacheco ( E. y F.) 1 En el litoral NW. de África, situado ya al S. del Atlas, pueden distinguirse tres modalidades muy diferentes. Una quedaría integrada por el segmento que se extiende a lo largo de la depresión del Sus, escasamente accidentado, no bien se rebasa hacia el sur el promontorio que da origen al cabo Guir y escarpes, que más o menos dominan la rada de Agadir. En estas zonas el país desciende poco a poco hacia el mar, dando frente a él extensa y continua playa, ^ sólo dominada por cuestas o terraplenes que rara vez forman escarpes abruptos o pequeños cantiles. El amplio valle del Sus se abre, pues, hacia el mar, mediante un país llano y poco accidentado. Más hacia el S., después de atravesar los llanos de Tiznit, se alcanza el quebrado país de Ifni, el cual, hasta cierto punto, y orográfica-mente, pudiera ser considerado como el macizo más avanzado del anti- Atlas hacia el SW. Aquí el litoral es escarpado, con altos acantilados que se alzan sobre las mismas olas o dominan a largas y anchas playas que se continúan hacia el mar por tendida rasa de abrasión marina, poco profunda y uniforme. Finalmente, se ofrecen las costas del Sahara, que desde la desembocadura del Draa hasta la gran bahía del Galgo, al S. de Cabo Blanco, presentan rasgos de gran uniformidad, típicos de estas zonas saharianas. En las zonas del Sus predominan los rasgos típicos de las costas de inmersión, lo cual está de acuerdo con el carácter de zona deprimida que ofrece este gran valle. En Ifni, por el contrario, la costa es típicamente de emersión, pu-diendo ser considerado todo su macizo como un compartimiento que. ' FRANCISCO HERNÁNDEZ PACHECO, £ íJs cosías át Jfni y el Sahara español. Raspes fisto-gráficos y geológicos. « Alta Comisaría Marruecos » , Tetuán, 1948. FRANCISCO HERNÁNDEZ PACHECO, Los nioeks de playas levantados en el litoral de Ifni. « Conferencia Internacional dos Africanistas Ocidentaes. Reunidos en Bissau » , Lisboa, 1950. 20 GEOGRAFÍA DB CANARUS, I hasta cierto punto, equilibra ¡ sostáticamente el conjunto hundido del Sus. Más hacia el S., la costa ofrece rasgos generales semejantes a la de Ifni, pero con peculiaridades especiales que la diferencian de aquélla, ya que aquí los materiales son otros y, por lo tanto, el aspecto de la costa cambia, siendo el rasgo fundamental de ella su monotonía. COSTA DE IFNI.— Los rasgos morfológicos de este litoral están dados por los recientes movimientos que la costa ha experimentado en los tiempos cuaternarios, pues los niveles de playas levantadas, perfectamente conservados, son los que imprimen su carácter. También contribuyen de modo destacado a los rasgos peculiares de esta costa, el dominio de conglomerados rojos, pues por sus encendidas tonalidades y por la coherencia y aspecto de sus masas, por su rudeza, verticalidad y continuidad, los acantilados de Ifni son bastante diferentes de los que caracterizan estas costas, lo que hace que ofrezcan destacada personalidad fisiográfica. Las costas de Ifni están combatidas casi continuamente por fuerte marejada, que rompe oblicua por venir en general del NW., dando ello origen a una corriente sensiblemente paralela a la costa, que refuerza a la de retorno de la del Golfo, y que es aquí francamente apreciable. Debido a esto, las masas de arena son importantes en las playas de Ifni y también, y en sus zonas más altas, los cordones o depósitos de cantos rodados, sumamente curiosos por sus coloraciones, pues en conjunto dan origen a una síntesis de las rocas eruptivas existentes hacia el interior del país, que transportadas por los ríos hasta sus desembocaduras, forman depósitos de cantos y arenas, situados en general al S. de las desembocaduras, al ser impulsados en tal dirección por la marejada y la corriente litoral. Aunque la costa, como se ha indicado, es uniforme, pueden distinguirse algunas diferencias. En la parte septentrional la costa está formada casi exclusivamente por rocas calizas, grises o blancuzcas muy antiguas ( Cámbrico). Tal segmento va desde el límite actual del territorio marcado por la desembocadura del Asuf Salguemat, hasta las inmediaciones de Aftaisa, zona por donde desemboca el uad Taguia. En tales parajes el acantilado es muy desigual, ofreciendo aspecto quebrado y hosco, estando por lo general su pie combatido por el oleaje, pues no existe playa o ésta queda reducida a una estrecha faja al fondo de las abiertas ensenadas y cabos. Destacados puntos, prolongados por pequeños islotes, peñascos y resaltes que hacen que este De " El Sahara Español", de Hernáudez- Pacheco ( E. y F.) Alia Medina y E. Guinea. iMapa topográfico áe Ifni Altitudes: 1: de O a 100 m. — 2: de 100 a 300 .— 3: de 300 a 600. 4: de 600 a 1.000 m.— 5: más de 1.000 m. 22 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I segmento se nos ofrezca muy variado, pero en ninguna zona queda lo suficientemente protegido de la marejada para que exista un abrigo o fondeadero donde los pequeños barcos que se dedican a la pesca en estas costas, puedan estar al resguardo de los temporales. Más hacia el S. y ya francamente a partir de Sidi Mehaud o Suvu, aparece la formación de conglomerados rojos que en Sidi Borya y en el pequeño saliente o islote de Marsa el Kerira, adquiere sus rasgos peculiares. El cantil es sensiblemente vertical, de unos 35 a 40 m. de altura, no destacándose de él puntos lo suficientemente marcados para que den origen a ensenadas, pues a lo sumo se forman calas muy abiertas, que no alteran sino en detalle la alineación muy regular del litoral. El pie del acantilado, la playa más o menos ancha, forma a manera de tendido zócalo que se continúa hacia el mar por una amplia y somera rasa de abración marina, en la cual y desde unos centenares de metros rompe el oleaje. La playa más extensa en este segmento es la de Ifni, que alcanza algo más de 5 km. de longitud, por anchura en marea baja frente a Sidi Ifni de más de 200 metros. A continuación, y a partir del promontorio del Pozo de Aerrín, donde los conglomerados rojos son en un trayecto de unos 500 m. sustituidos por materiales calizo- margosos modernos ( Paleógeno) y particularmente, rebasada la punta inmediata a Side Semán, cesan los conglomerados rojos y aparece el segmento litoral que da frente a la gran playa de Sidi Uarzik, la más uniforme y amplia de Ifni, pues se desarrolla en una longitud de algo más de 6 y 1/ 2 km. Todo este segmento se ha denominado Playa o costa blanca por presentar clara coloración grisácea. Más hacia el S., en el destacado promontorio de Sidi Uarzik o Cabo Num, vuelve a interrumpirse la playa en un corto trayecto, quedando formada la costa por un escarpado acantilado de calizas antiguas ( Cámbricas). En los tajos que miran al N. y en el mismo nivel de la playa, brotan potentes manantiales de agua dulce que, sin duda, viene subterráneamente siguiendo la masa de calizas, siendo el único paraje de estas costas donde es posible en marea baja hacer aguada. Por ello, no tiene nada de particular que este Cabo Num sea tan frecuentemente citado en las derroteros de este litoral hechos por los navegantes españoles y portugueses de los siglos XV y XVI. Pasado el Cabo Num vuelven de nuevo los conglomerados rojos, que se prolongan hasta 3 ó 4 km. antes de la desembocadura del I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 23 Asaka. Como detalle, merecen ser citados los dos puentes que la erosión de las olas fraguó en los conglomerados rojos de Ifni, al N. y en las cercanías de Sidi Yusef, donde una gran arcada, de magníficas proporciones y de bravia y grandiosa belleza, es conocida con el nombre de £ 1 ' Xantara ' Xevira. Una característica peculiar de las costas de Ifni es el de ofrecer, a lo largo de todo el litoral, una gran rasa de abración marina, que actualmente está elevada con altitud media en el borde de los acantilados de 45 a 50 m. y que se extiende hacia el interior, uniforme y llana, con anchuras que varían desde 200 m. a algo más de 2 km., alcanzando el mismo pie de las montañas litorales. Este antiguo nivel de erosión marina, hoy levantado, se ofrece claramente en los alrededores del morabito de Sidi Uarzik y Cabo Num, donde la rasa litoral o naala adquiere su mayor anchura y su uniformidad más perfecta. A niveles más inferiores, pero no dando origen a depósitos continuos, existen igualmente restos de otra playa levantada, que se conserva adosada al actual acantilado, habiéndose reconocido estos areneros, con restos de conchas semifósiles, hasta alturas de 10- 12 m. sobre el nivel medio actual de las mareas. Esta playa levantada es de edad muy reciente, habiéndose encontrado en ella instrumentos de piedra tallada del tipo achelense. Como al mismo tiempo el relleno de los pequeños estuarios délos ríos que hoy desembocan en este país es, sin duda, también muy reciente, según se desprende de los relatos de los navegantes españoles y portugueses de los siglos XV y XVI, se deduce que este litoral ha experimentado constantemente, desde tiempos finales del terciario hasta nuestros días, una serie de movimientos eustáticos positivos y negativos, a los que es debida la configuración actual del litoral. EL LITORAL DEL SAHARA ESPAÑOL.— Una gran monotonía caracteriza el litoral del Sahara español, pues en una línea de costa de unos 1.200 km., pocos accidentes destacan que den valor al borde continental, que en decenas y decenas de kilómetros se mantiene a veces con uniformidad desesperante. Toda esta costa es típicamente de emersión, pues aun en sus zonas más bajas, e incluso allí donde la playa se continúa hacia el interior por terrenos llanos y de escaso relieve, su superficie está formada por verdaderos depósitos marinos, ricos en restos fósiles, que, a veces, y con gran frecuencia, dan origen a verdaderas lumaquelas, representativas de típicas playas levantadas de tiempos cuaternarios y pliocenos. 24 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I Debe también indicarse, como acontece con el segmento litoral de Ifni, que la costa de nuestro Sahara es extraordinariamente joven, que está actualmente en pleno ciclo de erosión, que evoluciona tan rápidamente que es suficiente la vida de una generación para poder distinguir en ella cambios de configuración notables y que si consideramos ya períodos históricos, la forma y el aspecto general de la costa ha cambiado a veces, y en determinados segmentos, de manera muy acentuada. Respecto a los materiales litológicos que la forman, son fundamentalmente calizos y margosos, intercalándose en determinados parajes depósitos de areniscas playeras o eólicas y de arcillas más o menos areniscosas, conjunto interrumpido por bancadas de lumaquelas y capas de pequeños conglomerados o chinarrales que indican más o menos el paraje de desembocadura de los antiguos cauces fluviales. Geológicamente, corresponden las masas inferiores al cretáceo medio y superior, en algunos parajes al paleógeno y en la mayor parte del país litoral al mioceno y plioceno, siendo los depósitos superficiales representativos de formaciones cuaternarias y de playas levantadas recientes. Todos estos depósitos, que miden en conjunto muchas decenas de metros, están en disposición sensiblemente horizontal, apreciándose sólo discordancias de depósitos por acciones erosivas. Como hemos indicado, la monotonía caracteriza toda esta extensa costa. Taludes, acantilados y playas se suceden sin interrupción y pocos accidentes destacan de la línea de costa. El islote donde se halla construida la Casa del ' Mar, en Cabo Juby, no es sino un resto más extenso de las areniscas calcicas lumaquelíferas que forman la costa; islote que protege algo al litoral y permite que puedan fondear los pequeños vapores correos en las inmediaciones de la playa; pero como siempre, los fondos son escasos, y el aproximarse a tierra es en general peligroso, ya que las playas son muy tendidas y sensiblementes horizontales; penetran mar adentro, haciendo que el oleaje rompa desde gran distancia durante los fuertes temporales. En el cabo Bojador y en los parajes más al S., el llano del interior llega hasta el mismo borde del mar, cayendo a plomo el cantil sobre las olas, siendo esto lo característico, y destacando algunos parajes por la gran altura del acantilado, que llega a sobrepasar los 125 m. Tal es lo que sucede en Peña Grande, en el Pozo Niufad y en la desembocadura del uad Kraa, donde potentes depósitos de médanos fosilizados, de edad cuaternaria, se superponen a todos los niveles terciarios re- Árciprtit* PtquBRo [ El< T? rf » lE> trok, D'Almonte, 1912 Plano de la bahía de Río de Oro 26 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I cientes y cuaternarios, contribuyendo así a la mayor altura o desnivel de la costa del Sahara español. Esta es la zona donde el acantilado adquiere sus mayores desniveles. Solitario y rudo, se eleva en muchas ocasiones en tajos de 60 a 80 m., a cuyo pie se acumulan los materiales resultantes de su desmoronamiento. Enormes desplomes se han producido, debido al trabajo de socavación de las olas y al resbalamiento de los materiales arcillo-arenosos que forman el terreno. Bloques de colosales dimensiones se han deslizado, y, apoyados contra tierra, se han rehundido y desnivelado, dando un aspecto caótico e impresionante a estas zonas. Hacia los parajes de El Camellito y cabo Leven, la costa es muy regular, quedando recortada la zona superior, formada por un muy potente tramo de lumaquelas y una serie de barrancos paralelos, lo que hace sea conocido este segmento con el nombre de Las Almenas; formación que puede decirse que, con pequeñas variaciones, continúa hasta las zonas del istmo de la península de Villa Cisneros, donde unas amplias y profundas sebjas ' casi aislan a la península del resto del continente. Si desolado y de infinitos horizontes es el paisaje de estas áridas tierras en su reborde litoral, al llegar a estas zonas adquiere características de grandeza y soledad pocas veces igualada. La extensa playa, donde, sonora, rompe la mar, combatida por el ventarrón, es barrida violentamente por las ráfagas. Sus finísimas arenas, deslumbrantes por su blancura, son transportadas en tenues nubecillas doradas por el so!, y como lluvia constante recubren el terreno, dándole formas suaves y monótonas. Aplastadas lomas, alisadas por el tapizado de impalpable arena, rodean a la depresión, cuyo fondo da origen a las sebjas de Raguia y Anital, que forman el istmo de la península de Villa Cisneros o de Dahala, que es el único accidente que interrumpe el litoral antes de llegar a la línea del trópico. Su istmo, muy estrecho, pues no alcanza a los 2 km., queda, como se ha indicado, ocupado por amplias sebjas muy pandas, y el fondo de la bahía de Río de Oro, limitada a occidente ' Se denominan sebjas a depresiones, por lo general sin vertiente al mar, es decir, de típico carácter endorreico que, presentándose en determinados parajes, y con cierta frecuencia'eñ'e! país litoral, dan típico ambiente al paisaje del Sahara Atlántico. Generalmente el fondo está ocupado por depósitos de sales, constituyendo salinas. Las de pequeño tamaño se denominan sbjas.— F. H. P. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 27 por la península, es de aguas muy someras, destacando en este paraje el escarpado y solitario islote de Herne. La península, en su máxima anchura, alcanza irnos 6 km., siendo su longitud, hasta el extremo meridional o Punta de la Saga, de 38 km. El punto más elevado es el denominado Punta del Arcipreste, en donde se situó el faro, a unos 20 m. sobre las olas, descendiendo desde este lugar hacia levante, suavemente, hasta el borde de la bahía, en donde los acantilados miden de 8 a 12 m. de elevación. El litoral oriental de la bahía tiene una elevación de 35 a 45 m. y al igual que la península tiene una constitución litológica semejante. La bahía ofrece un canal de relativa gran profundidad; pero en amplios espacios, y en particular hacia el fondo de ella, las aguas son muy someras. A partir de Villa Cisneros hacia el sur, el litoral es aún más monótono y en grandes espacios escarpado, quedando en amplias zonas formado por extensas playas, que casi siempre están limitadas hacia tierra por cantiles más o menos acentuados. La bahía o angra de Cintra, de una gran regularidad, y el resalte producido por el promontorio del cabo Barbas, son los únicos accidentes que ofrece la costa que, geológica, litológica y morfológicamente no puede ser más monótona. La península de La Agüera es bastante más extensa que la de Villa Cisneros, quedando unida a tierra por un amplio istmo que llega a alcanzar los 15 km. Su longitud puede calcularse en unos 50 km. Hacia su fondo, donde las aguas son poco profundas, con 2 a 6 m. de calado, queda el angosto seno de Arquímedes, y en su litoral oriental, las amplias bahías de la Estrella y de Cansado. Hacia cabo Blanco, el extremo meridional de la península se destaca patentemente desde lejos, pues el material litológico ( lumaquelas) ha dado lugar a típicos voladizos, dando un aspecto muy particular a estos parajes. En la costa exterior o atlántica, el acantilado llega a alcanzar de 20 a 35 m. de altura; pero frecuentemente queda interrumpido por amplios y desolados playazos, que dan frente a zonas deprimidas, ocupadas por extensas y pandas sebjas. t 28 GEOGRAFÍA DE CANARUS, I BREVE DESCRIPCIÓN DE LAS ISLAS ATLÁNTICAS LAS ISLAS SALVAJES— A unas 100 millas al N. de la Punta de Anaga, en Tenerife, y a unas 160 al SSE. de la Punta de San Lorenzo, en la isla de la Madera, se encuentran estas islas, que permanecen solitarias la mayor parte del año, sin faros ni señales marítimas que indiquen al navegante su posición. Pertenecen, como finca particular, a su propietario, de nacionalidad portuguesa. Este archipiélago microscópico, compuesto de tres islas y numerosos arrecifes, emerge de un banco submarino semejante a otros que se hallan entre las Canarias y las costas ibéricas. Este banco está rodeado a muy poca distancia de profundidades marinas de más de 2.000 metros, pudiéndose considerar las Salvajes como las cumbres más elevadas de una escarpada montaña submarina. Salvaje Qrande.— Es la isla más septentrional del grupo ( según carta marina de Vidal: Latitud 30°, 7', 31", N. Longitud 15°, 51', 20" W.) y se avista a una 25 millas en los días claros. Su pico más elevado, el Pico Burt, situado al occidente de la isla, se levanta sobre el mar unos 135 m. Esta isla es una mesa de escarpadísimas costas, con acantilados casi continuos de unos 90 a 100 m. de altura. La superficie superior es ' Derrotero de CanariaB" Silueta de la Isla Gran Salvaje, al N. 25° W. 3 la distancia de 3 millas. una llanura ondulada interrumpida por dos conos volcánicos relativamente recientes, situados en los mismos bordes del acantilado. Tiene forma toscamente circular, con una profunda escotadura abierta hacia el SW. y una longitud en todas direcciones de unos dos kilómetros. Está habitada por numerosísimos pájaros marinos, principalmente gaviotas y pardelas, explotándose estas últimas por los portugueses hasta 22.000 piezas al año, especialmente de pájaros jóvenes. Numerosos conejos, aiií introducidos, constituyen una plaga que ha ido terminando conlar*^ getacidn herbácea, quedando sólo como especies do- I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 29 minantes la barrilla ( 5¥ csembrirtntbemHH crjstallítium. £^ y una nicotiana, muy abundante en las islas atlánticas, que forma pequeños bosqueci-llos, especies ambas que apenas sirven de pastos a aquellos animales. La barrilla, posiblemente explotada en otros tiempos, tiene allí su paraíso; la llanura central es una espesa alfombra de esta planta suculenta, cuyas diversas tonalidades dan al paisaje una extraña belleza. / .. y-' y" .' *- retifi UCICY. y ''•••. y¡\ / \ GRAN PITÓN Han Hill Rocat • / ' Pico BUkT C / nJ5m « trí. il ( i) ¿ ^ Rompíen'Pt 4 0 * ' GR/^ N 5AIVAJE C> « itmborcod « ro Hillu Carta marina, Imprey, Laurie, None & WiUon Ltd. I9Ü8. Mapa de las Islas Salvajes. De todas las islas es la más visitada, principalmente por pescadores portugueses de la Madera, que establecen allí factorías temporales de salazón, de atún, bonito, congrio, chesne y lapas, así como de algunas especies de selacios. El desembarco se hace por una pequeña cala situada en la parte meridional de la isla, resguardada de los alisios y donde pueden vararse pequeñas embarcaciones en una rampa de roca. Posee la isla un aljibe de cemento que recoge las aguas de lluvia, existiendo también una pequeña fuente con depósito, donde entran las aves marinas. Junto al desembarcadero hay algunas cuevas artificiales que sirven de vivienda temporal a los pescadores. Desde este punto 30 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I parten dos sendas que conducen al aljibe, emplazado a unos 60 m. de altura, y a la llanura superior y acantilados. La masa principal de roca está constituida por fonolitas verdosas superpuestas a una base de basaltos antiguos en el sector meridional. Esta fonolita se presenta en formaciones columnares de grandiosa y bella estampa en algunos puntos de los acantilados. También se encuentran restos fósiles marinos ( Cardium y trochus) en playas antiguas emergidas de cantos rodados a 100 m. de altura, claro indicio del levantamiento de esta masa rocosa del seno del mar. Su fauna, aparte de las aves y conejos, está constituida por lagartijas y gecos negros, así como por numerosos insectos y arañas. Entre la fauna marina merece mencionarse la gran lapa ( Pateíía Candeí) típica de estas islas. Pitón Qrandc.— Es un islote llano y alargado cubierto, allí donde no llegan las olas, de jahle ( arena de conchas marinas trituradas) y levantándose en uno de sus bordes una masa rocosa de 42 m. de altura. Sus costas son bajas y en pleamar se inundan grandes sectores del litoral, quedando entonces la isla dividida en varios islotes. Tanto los marinos canarios como los portugueses de la Madera llaman a esta isla Salvaje Peí^ ueño, pues si bien en bajamar es más larga que el Salvaje Grande, en pleamar queda reducida considerablemente. Su superficie está cubierta de matorrales y plantas arenícolas. Está habitada por numerosos pájaros marinos, principalmente nocturnos, que hacen sus nidos en la arena, practicando túneles de medio metro de profundidad, circunstancia que hace penosa la marcha, pues son tan numerosos y poco consistentes que los pies, no hallando lugar firme en ningún punto, se hunden a cada paso, aplastando a los pájaros, que se refugian allí durante el día. También habitan lagartijas e insectos típicos de aquellas islas. Está separado del Salvaje Grande unas nueve millas y por el hecho de no poseer depósitos de agua ni fuente alguna, es poco visitado, aunque algunos pescadores canarios se arriesgan en su costas para pescar principalmente la vieja, extraordinariamente abundante, pues posee bajos fondos muy extensos y pedregosos. Sus rocas, principalmente basálticas, están atravesadas por potentes y numerosos diques fonolíticos, que en forma de barreras detienen el fuerte oleaje del Atlántico. Pitón Pecjueño.— Denominado por los portugueses de la isla de la Madera, isla de los Garajaos, nombre del pájaro marino que allí habita. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 31 Los canarios la llaman La Salvajita y es un pequeño islote apenas visitado y separado del Pitón Grande unas tres millas. Sus costas difíciles de abordar. Su superficie central, cubierta de arena y tierra, posee una variada flora, siendo en este aspecto la más interesante. Sus rocas, basálticas, conservan restos de arenas volcánicas. Del " Derrotero de Canarias" Isla Gran Pitón, al W. 18°. S. vista a 6 millas Arrecifes y bajos.— Lzs islas están rodeadas, hasta la distancia de varias millas, de líneas de arrecifes donde rompe el mai continuamente, circunstancia que hace difícil la navegación de embarcaciones mayores por sus inmediaciones. El más extenso de estos arrecifes es el de Lecky, que sobresale del mar unos tres metros. ARCHIPIÉLAGO DE LA MADERA.- El archipiélago de la Madera es un bello grupo insular portugués que se haya a unas 220 millas al N. del grupo occidental de las Canarias y a unas 300 de la costa de África. Está constituido por las islas de la Madera, Porto Santo y las tres llamadas Desiertas ( Chao, Desierta Grande y Bugio), con una extensión de unos 815 km^. y una población de 225.000 habitantes, concentrados en su mayor parte en Funchal, capital de este distrito de Portugal. La isla de Porto Santo fué descubierta en 1417 por el portugués Bartolomé Parestella y dos años más tarde Juan Gon9alves Zarco y Tristao Vaz avistaron la Madera. Estas islas, como las demás islas atlánticas, son de origen volcánico, pero en la actualidad, y desde hace largo tiempo, pasan por una época de tranquilidad plutónica. Son renombrados sus excelentes vinos, muy apreciados en Europa, y sus productos son los mismos del litoral mediterráneo. Su clima y su geología son similares a los de las Canarias, siendo centro de turismo internacional. La hermosa isla de la Madera es la mayor del archipiélago. Sus tierras son altas, culminando en el pico denominado de Ruivo, de 1.846 m. El occidente de la isla está atravesado por una cordillera de una altura media de 1.520 m. sobre la que se asienta una llanura deno- 32 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, . I minada Paul da Serra. La parte oriental no es tan elevada, descendiendo el terreno hasta la costa y terminando en acantilados hasta de 600 m. Estas tierras están cortadas por profundos barrancos, siendo el más notable el del Curral. Su longitud máxima es de unos 60 km. de E. a W., y comprende desde la Punta de San Lorenzo hasta Punta Fargo. Su anchura es de unos 22 km. de N. a S., desde la Punta de la Cruz a la de San Jorge. La isla de Porto Santo, con la capital del mismo nombre, es una pequeña isla de unos 12 km. de largo, montuosa y con una altura de 520 m. Sus costas son escarpadas e inaccesibles. Las Desiertas son alargadas bandas de rocas que se levantan de un estrecho y largo banco, prolongación submarina de la Punta de San Lorenzo de la isla de la Madera. La más pequeña es la isla de Chao, la más septentrional, separada de la Madera unas 10 millas. Tiene un kilómetro y medio de larga por unos 350 metros de ancha en su parte norte, terminando por el S. en una punta estrecha. Culmina en un pico de 98 m. de altura. La Desierta Grande es la más elevada, siendo su mayor altura de 184 m. Esta isla es una alargada tira de tierra de 12 km., con un ancho de menos de dos kilómetros. La isla de Bugio tiene forma de media luna, cuya concavidad mira al este. Tiene una longitud de unos 8 km. por algo más de 500 m. de anchura. ISLAS AZORES.— Este archipiélago está situado en pleno Atlántico, a unos 1.450 km. frente a Lisboa. Fué descubierto a mediados del siglo XV por portugueses, quienes lo poblaron y colonizaron. En la actualidad forma una provincia portuguesa con una población de unos 325.000 habitantes y 2.388 km^ de superficie. Pocas veces se nombran estas islas en el mito de la Atlántica pues por su lejanía se salen tanto de los dominios africanos como de los europeos. Su clima netamente oceánico es benigno y suave, parecido al de las costas mediterráneas de Andalucía; no obstante, está sometido a la influencia de las grandes borrascas atlánticas, furiosos temporales, lluvias y nieblas, especialmente en la estación invernal. El verano y el otoño son las estaciones de mayor benignidad para estas islas. Forman el archipiélago nueve islas principales y algunos islotes distribuidos en tres grupos: uno al SE. con las islas de Santa María y San Miguel y los islotes llamados Hormigas; grupo central, con las islas Tercera, San Jorge, Pico, Fayal y Graciosa; grupo del W. con las I S L A S S A L V A J ES Pitón Grande. — Vista parcial F Pitón Pequeño. — Dique basáltico en la costa N. de este islote I S L A S S A L V A J ES Salvaje Grande. — Desembarcadero Salvaje Grande. — Acanriiaiiu> de ia costa norre I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 33 islas de Las Flores y del Cuervo. Corno provincia portuguesa está dividida en tres distritos, siendo su capital Angra, donde residen las autoridades civiles, militares, y eclesiásticas, perteneciendo esta población a la isla Tercera. Los otros distritos son Horta, en la isla de Fayal, y Punta Delgada, en la de San Miguel. Todas las islas son de origen volcánico y, por estar situadas en un sector submarino de gran inestabilidad, han estado sujetas en estos últimos siglos a intensos terremotos y erupciones. Especialmente la isla de San Miguel ha sido arrasada por estos fenómenos. En 1522 un fuerte terremoto destruyó la población de Villafranca y algunos años más tarde, junio de 1563, un nuevo seísmo, seguido de erupción ( Pico del Zapateiro), dejó la isla en completa desolación. Otro terremoto, ". eguido de múltiples erupciones, se produjo en septiembre de 1630, repitiéndose el fenómeno ( Volcán de Juan Ramos) en 1652. La isla de San Jorge ha sufrido, en abril de 1580 y en mayo de 1808, iguales manifestaciones, así como la isla del Pico en 1572, y la Tercera en 1614. Las erupciones submarinas han sido también muy frecuentes; así, en junio de 1638 surgió una isla de 117 m. de altura, cercíi de la isla de San Miguel, hundiéndose 10 años más tarde. La misma isla surgió en el año 1719, desapareciendo de nuevo en 1723. Otras islas desaparecieron por la acción del mar; como la surgida en 1720, cerca de la Tercera, que se sumergió en 1722, y la que surgió en 1811, cercana a San Miguel, que desapareció al poco tiempo. ISLAS DE CABO VERDE.— Fueron descubiertas durante el período de 1450 a 1460, alrededor de cuarenta años antes del descubrimiento de América. Los historiadores no están de acuerdo sobre el nombre del navegante que tuvo el honor de llegar a ellas por vez primera. Los portugueses lo atribuyen a Antonio di Noli, que fué efectivamente el primer gobernador, a partir de 1460. No obstante, hay pruebas de que estas islas, deshabitadas en aquel momento, habían sido visitadas por navegantes antiguos, como lo atestigua la existencia de inscripciones rupestres en las islas de San Antonio, San Nicolás y Mai'o. Las islas fueron dadas en feudo a dignatarios de la corona portuguesa y hacia el 1500 las de Santiago y Fogo contenían pequeñas colonias. Las otras se poblaron durante el siglo XVI por colonos portugueses y por negros iinportados de África, destinados para la trata de esclavos, que tomó en aquella época un considerable desarrollo. Durante el período transcurrido desde 1500 a 1700, época de la que CMCIATÍA, 3 34 GEOGRAPfA DE CANAMAS, I no hay documentos históricos, las islas sufrieron una profunda transformación. La ocupación por el hombre fué completa y toda la vegetación primitiva destruida. De esta época datan sin duda todos los caminos de herradura, a menudo empedrados, trazados en todos los sentidos y que alcanzan las más altas montañas. Sobre éstas, los espacios cultivables se dispusíieron en terrazas, hoy abandonadas; muros de tierra se ven sobre los terrenos, hoy tan áridos que apenas se aventuran en ellos algunos rebaños de cabras; pequeñas casas de piedra seca, en parte desplomadas, y majadas, se perciben por todas partes. Todo el Archipiélago de Cabo Verde archipiélago es un país en ruinas. ' En aquel período las islas de Cabo Verde se mostraron mucho más favorables al hombre que en nuestros días. La destrucción de la primitiva vegetación, la introducción de la cabra y otros diversos factores, las desertizaron. " Posiblemente todos estos muros fueron construidos durante la época en que se explotaba en gran escala la « barrilla » (! Mtstmhrianttmun) ya que iguales caracten's-cas ofrecen algunas de las islas de los archipiélagos atlánticos, muros que se construían para facilitar el desarrollo de las citadas plantas. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 35 Están situadas a unos 500 km. al W. del Senegal y a 1.200 km. al SSW. de las Canarias, siendo entre las Islas Atlánticas las menos conocidas. Toman el nombre de Cabo Verde del cabo de este nombre, en la próxima costa africana. En otro tiempo, Porto Grande o Mindelo, en la isla de San Vicente, era una importante escala para los navios que se dirigían a América del Sur y al Cabo, pero el resto de las islas apenas era visitado y menos las montañas volcánicas, en las que vive una gran parte de la población agrícola del archipiélago. En la actualidad son visitadas por barcos portugueses y otros de diferentes nacionalidades, siendo la aviación la que ofrece un gran porvenir a las islas. Los puertos más visitados son Mindelo, en San Vicente, y Praía, en Santiago. Desde su descubrimiento, las islas pertenecen a Portugal, pero fueron hasta el último siglo visitadas a menudo por corsarios y piratas, instalándose muchos de ellos en las islas como colonos. Entre los mulatos actuales se encuentran caracteres nórdicos: cabellos rubios y ojos azules. En los últimos cincuenta años han sido muy numerosos los europeos que han dejado sus descendientes mestizos. Diversas islas fueron en algunos momentos ocupadas por navegantes extranjeros, como lo ¿ franceses en 1712, que se apoderaron de la capital de Santiago, Ribeira Grande, que fué destruida. La capital de esta isla pasó más tarde a Praia. Casi todas las islas, a excepción de las situadas al 11, son extremadamente montañosas y agrestes, sembradas de inmensas rocas desnudas, de aspecto desolado y atormentado, que hace pensar en un paisaje lunar. Desde las montañas descienden gran número de barrancos bordeados por acantilados, secos o con algunos nacimientos de agua, que se transforman en importantes afluencias en la estación de las lluvias. El agua ha tallado en la roca profundas hendiduras llenas de gruesos bloques de basalto más o menos rodados. La erosión ha convertido estos valles muertos en enormes montones de escombros. Dos grupos de islas constituyen el archipiélago-, el grupo Norte o Barlovento, integrado de W. a E. por las siguientes: San Antonio, San Vicente, los islotes de Santa Lucía, Branco y Razo, San Nicolás y, más al E., La Sal y Boa Vista. El grupo meridional o de Sotavento, lo integran de W. a E.: Brava, islotes Seceos o Rombo, Fogo, Santiago y Maío. • San Antonio es la segunda en extensión del archipiélago, con 637 km-, y una población ( 1935) de 26.000 habitantes. Es la isla más 36 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I rica en agua y más pintoresca y alegre del archipiélago. Su punto culminante es un viejo cráter, Topo de Coroa, de 1.979 m. de altura. San Vicente es una isla desolada de 207 km*, casi sin agua y sin recursos agrícolas. Toda su población, de unos 15.000 habitantes, está concentrada alrededor del puerto de Mindelo. El punto culminante es Monte Verde, de 774 m., montaña fácilmente accesible y visitada muy a menudo por los naturalistas. Las islas de Santa Lucía, de 395 m. de alto, las de Branco y Razo, son de muy poca extensión e inhabitadas. La isla de San Nicolás, en forma de cruz, tiene una extensión de 375 km^, y por capital la villa de Ribeira Brava, en otro tiempo sede de un obispado; tuvo antaño una agricultura próspera. Se cultiva la viña y el café. En la actualidad, la isla, que tiene una población de 15.000 habitantes, la alimenta difícilmente a causa de la sequía, cada vez mayor. El punto culminante es el Monte Gordo, de 1.340 metros. La Isla Brava o Salvaje, situada al SW. del archipiélago, no tiene más que 55 km* de extensión y unos 7.000 habitantes. Su punto cul- Dcl " Derrotero de Canarias" Isla de San Vicente, en el archipiélago de Cabo Verde minante es de unos 700 metros, siendo la más renombrada por su clima, considerándosela como el paraíso del archipiélago. Sus pueblos están rodeados de jardines llenos de flores, de legumbres, árboles frutales y cafetales. La isla del Fogo, tercera de las islas por su extensión, con 443 km-, está constituida por un inmenso volcán en cono, en cuyo cráter se eleva un segundo cono volcánico, a 2.835 m. de altitud, volcán todavía en actividad. Tiene una población de unos 25.000 habitantes, expuestos a la escasez de alimentos a causa de la extrema aridez de las regiones opuestas al alisio. Su capital, San Felipe, está situada en el sector más árido. Entre las islas de Fogo y Brava existen los pequeños islotes Seceos o de Rombo, inhabitados y envueltos a menudo de nieblas y donde anidan gran número de aves marinas, acumulando importantes depósitos de guano. 1. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 37 La isla de Santiago o de San Thiago es la más extensa y la de mayor población del archipiélago. Su extensión es de 1.026 km*, con 57.000 habitantes. Está dividida en tres municipios: Praía, la capital; Santa Catalina y Tarrafal, situadas al sur, centro y norte respectivamente. Está recorrida por buenas carreteras y bien irrigada, siendo muy montuosa. El pico de Antonio, de 1.250 m., es la montaña más elevada. Esta isla suministra la mayor parte de los productos agrícolas del archipiélago. Las tres islas que forman el grupo oriental del archipiélago, son por su aspecto, más que por el clima, tierras con características saharianas. El viento sopla allí perpetuamente y el sol brilla constantemente desde marzo a octubre. Hay en ellas pequeños oasis de palmas y tamarix que suministran alguna sombra, pero el agua es insuficiente para el riego. Las montañas son de poca altura, de forma que estas islas tienen el aspecto de llanuras arrasadas. Las tres tienen salinas impor- Del ** Derrotero de Cauariaa" Isla de La Sal, del archipiélago de Cabo Verde, vista a la distancia de 11 millas tantes y alineaciones de dunas en algunas regiones de su costa, que de cuando en cuando penetran hacia el interior. Estctf islas sufren verdaderas lluvias de polvo, amarillo o rojo, extremadamente fino, que procede del vecino continente y que muchas veces llega hasta las Islas Canarias. La isla de La Sal es la más septentrional, con 206 km* de extensión y no cuenta más que unos 700 habitantes, en parte temporales, empleados en las salinas, que exportan más de 15.000 Tm. al año. La isla estuvo desierta hasta 1808 y es la más árida de todo el archipiélago y, aunque con una fisonomía sahariana, el clima es templado y agradable. El agua hay que importarla de San Antonio, así como otros productos. Una gran parte de la isla es plana, con dos montes, el Monte Grande de 406 m. y el Monte Leste de 263 metros. Boa Vista fué la primera en descubrirse y la primera en ser colonizada. Tiene una extensión de 393 km* y unos 2.500 habitantes, que corresponden en su mayor parte al pueblo de Sal Rei, pequeño puerto 38 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I abrigado por el islote del mismo nombre. Tanto Boa Vista como la isla de la Sal son igualmente áridas, aunque suele encontrarse algún agua a pequeña profundidad en algunos puntos. Las montañas principales de Boa Vista son: Pico de San Antonio ( 378 m.). Pico Estancia ( 387 m.) y Pico Forcado ( 369), todos ellos áridos y desnudos de vegetación. Maío está situada a poca distancia de Santiago, con una superficie de 216 km- y unos centenares de liabitantes agrupados en Porto- Inglez o Nossa Senhora da Luz. El ganado vacuno y cabrío, se traslada en parte durante la época de sequía a la isla de; San Thiago. Al S. de la isla hay un pequeño oasis, con pozos de donde se extrae el agua para atender a plantaciones de caña y plátanos OAlusa). La isla es llana y pedregosa, aunque presenta algunas rocas escarpadas y desnudas de vegetación, como el Monte Penoso ( 436 m.), Batalha ( 249), Monte Branco ( 265) y San Antonio ( 252 m.) En la actualidad, esta isla Del '• DtírroUíro « le Caiiui'iurt'" Isla de Malo, del archipiélago de Cabo Verde, vista a la distancia de 20 millas ha cobrado importancia por su aeropuerto, donde hace escala gran parte del movimiento aéreo del Atlántico oriental y América del Sur. El Archipiélago tiene una superficie de 3.851 km" con algo más de 150.000 habitantgs repartidos en 4 villas, 11 municipios y 29 parroquias. Climatoíogia.— El clima de las islas de Cabo Verde no es bien conocido por falta de observaciones regulares efectuadas en diferentes puntos, puesto que estas islas, a pesar de su poca extensión, no tienen un clima uniforme, pues presentan, según la situación geográfica, así como por su altitud y exposición solar, microclimas muy variados, que tienen gran influencia en la distribución de animales y plantas. Otra particularidad del clima de cada estación en estas islas, es la de variar mucho de un año a otro, sobre todo en lo que se refiere a los vientos y las lluvias, influyendo en la vida biológica. En general, las islas tienen un clima oceánico templado, pero muy seco. La época de las lluvias corresponde con el estío, de julio a octubre, época de mayor calor en el archipiélago, y a partir de este momento comienza a nacer la vegetación herbácea. I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 39 De noviembre a marzo es la estación más fría del año, con lluvias excepcionales, aunque el aire se encuentra cargado de humedad, dando rocíos abundantes, siendo esta la época de maduración de frutos tropicales. En cuanto a la temperatura, es de una gran uniformidad durante todo el año, con una oscilación de noche a día de dos a tres grados, siendo las más corrientes, durante los meses de más calor, de 24- 28° centígrados y siendo raras las de 28- 31° en los meses de agosto y octubre. En esta época no sopla apenas brisa, y la atmósfera es pesada y cargada de humedad, pero basta remontar un poco hacia las montañas para encontrar una temperatura agradable durante la noche y gran parte del día. En las montañas, sobre los 800- 1.000 m. se hacen sentir bajas temperaturas durante el invierno; así, en la caldera del volcán de Fogo hiela a veces durante la noche, sobre todo en diciembre y febrero, y en la isla de San Antonio se ve también blanquear la cima de su viejo cráter en los meses de enero y febrero. Los más fuertes calores tienen lugar desde el 22 de julio al 23 de agosto, época de la llegada de las lluvias. También sufren otro período caluroso a fin de septiembre, época en que el viento alisio no ha establecido su régimen normal. La pluviosidad de las islas es bastante irregular de un año a otro, contándose apenas de 3 a 8 días de lluvia al año en las islas más secas, mientras que las de San Antonio y Santiago son más favorecidas por la lluvias, permitiendo ello los cultivos en mayor escala. Durante aquéllas los barrancos se convierten en peligrosas vías de agua, produciéndose desprendimientos frecuentes de rocas en sus laderas. Estas islas suelen estar envueltas en nieblas, que más que nada son nubes de polvo africano. Los vientos predominantes son los alisios del NE., que soplan desde noviembre a julio, a veces con gran violencia, frescos y cargados de humedad. En ocasiones soplan hasta agosto, pero se calman poco a poco desde el mes de junio. De noviembre a febrero, y a veces más tarde, sopla el viento del E. o harmattan, viento caliente y a menudo cargado de fino polvo rojizo. De agosto a octubre sopla el monzón que procede del SE. o SW. del Golfo de Guinea, caliente y cargado de humedad, que a veces aporta lluvias. En septiembre las tempestades alternan con las calmas. 4Ó CEOGKAFIA DE CANARIAS, LOS FONDOS MARINOS QUE RODEAN LAS ISLAS ATLÁNTICAS El carácter general de los fondos marinos que rodean a las Islas Atlánticas, sobre todo en la zona comprendida entre Canarias, Madera, costas ibéricas y África, lo da la existencia de profundidades superiores a los 3.000 m., de donde emergen montañas submarinas aisladas que llegan casi a encontrarse con la superficie del mar. El sondeo y trazado de las cartas batimétricas del Atlántico, ha sido el principal trabajo de los buques cableros. Los equipos de sondeo, preparados para recoger muestras litológicas de los fondos, han ido revelando la composición, al menos la superficial, de los lechos oceánicos. VERIL DE LOS 200 METROS DE LAS COSTAS DE ÁFRICA.- Esta línea, límite inferior de la plataforma costera de una tierra emergida, sigue en el continente africano, más o menos toscamente, las inflexiones de la costa. En el estrecho de Gibraltar, este veril apenas se separa de la costa una o dos millas, pero apenas se dobla hacia el S. el cabo Espartel, se aleja bruscamente a distancias no inferiores de 20 millas, con un fondo aplacerado que se mantiene regularmente hasta las proximidades del cabo Guir, en una longitud de unos 780 kilómetros. Desde el cabo Guir hasta las costas de Ifni, el veril se acerca a la costa hasta distancias inferiores a las doce millas, pero desde este último punto hasta pasado Cabo Juby, se vuelve a alejar de la costa hasta más de 40 millas, para acercarse de nuevo hacia las tierras que lindan con el cabo Bojador. Pero es frente a Villa Cisneros donde la plataforma costera alcanza una magnitud considerable, pudiéndose encontrar fondos de 200 m. a una distancia de la costa de 60 millas ( 111 kilómetros). La composición de los fondos en todo este litoral africano de más de 2.000 km. es singularmente monótona: lodos y arenas mezclados con fragmentos de conchas, finas arenas con colores que varían desde el blanco hasta el gris oscuro. Solamente frente al cabo Guir, donde el veril se acerca a la costa hasta una mínima distancia de 9 millas, se encuentra fondo rocoso y limpio, contrastando la proximidad relativa del veril a la costa con las alturas de los promontorios que dominan Las Islas Atlánticas y los bancos submarinos I. LAS ISLAS ATLÁNTICAS 41 dicho cabo ( 366 m. en la costa y 1.340 algo más al interior), siendo éstas las últimas estribaciones del Gran Atlas. VERIL DE LOS 200 METROS EN LAS ISLAS ATLÁNTICAS.— En contraste con la ancha banda litoral de la costa de África, que se adentra profundamente en el océano, el veril de las islas atlánticas es francamente una línea muy próxima a las costas. En las Islas Canarias: Hierro, La Palma y gran parte de Tenerife, basta alejarse media milla para encontrar fondos superiores a los 200 m. Prácticamente no existe rasa litoral, ya que el talud costero se abisma en el mar con la misma rápida pendiente con que suben sus altas montañas. Gran parte de las costas orientales de Lanzarote y Fuerteventura tienen este mismo carácter, contrastando estas cortas plataformas litorales con las del vecino continente, que precisamente frente a estas dos islas llega a tener unas 40 millas de ancho. El resto del litoral de las Islas Canarias ofrece estos mismos caracteres, aunque la rasa costera se adentra algo más en el mar, existiendo cierto paralelismo entre el ancho de la rasa y la vejez geológica de las islas. Así, en las más jóvenes, que han sufrido en los últimos tiempos repetidas erupciones, las líneas costeras han avanzado profundamente en el mar, disminuyendo el ancho de la banda litoral, mientras que a aquellas que han sufrido un largo período de descanso en su actividad volcánica, sometidas a la destrucción erosiva de las olas y denudación por las aguas terrestres, el mar les ha ido ganando terreno, ampliando la banda costera, tal como sucede con las islas de la Gomera y de Gran Canaria, las costas occidentales de Fuerteventura, especialmente las de la península de Jandía, y, por último, el norte de Lanzarote, frente al Risco de Famara y zona de islas menores ( Ale-granza, Montaña Clara, Roques del Este y del Infierno, y Graciosa). Al describir las Islas Salvajes ya dimos cuenta de los fondos marinos que las rodean. Las islas se elevan de un largo banco orientado de NE. a SW. que, como una escarpada montaña, surge del fondo del Atlántico, con fondos próximos superiores a los 3.000 m. Entre los islotes meridionales y arrecifes puede seguirse con la vista, a lo largo de varias millas, el lecho de roca submarina, limpia de arena, mientras que entre éstos y el Salvaje Grande, las profundidades son mayores, aunque no llegan a pasar los 200 metros. En las Islas de la Madera se repite el mismo fenómeno, siendo la de Porto Santo, posiblemente más antigua, la que posee mayor anchura en su banda litoral. Asimismo, de la inspección del mapa batimétri-co de las Islas de Cabo Verde, sacamos las mismas conclusiones, 42 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, t abismándose rápidamente los fondos dentro del mismo ámbito de las islas. LOS BANCOS SUBMARINOS.- Del fondo del océano Atlántico, y en el amplio espacio comprendido entre las Islas Canarias y las costas ibéricas, surgen escarpadas montañas, cuyas cumbres no llegan a la superficie del mar. Son como islas en formación o islas que una vez emergidas se hundieron de nuevo. De los trabajos batimétricos de los buques cableros parece deducirse que estas montañas o bancos submarinos son de naturaleza volcánica, centros eruptivos que han ido acumulando sus productos bajo las olas hasta casi alcanzarlas. Dentro del dominio de las Canarias, y siguiendo la alineación orográfica de Fuerteventura y Lanzarote, se encuentra el banco de la Concepción ( de la fragata de guerra española del mismo nombre), cuyo punto más elevado está sumergido a 160 m. DistadelNE. de Alegranza unas 42 millas. Otro banco, el Dacia, se encuentra al N. de Lanzarote, a unas 100 millas de Alegranza y en la ruta normal de navegación de Tenerife a Cádiz. Este banco, cuya cumbre apenas está sumergida 22 m. bajo el mar, es el más interesante. De naturaleza volcánica, debió ser un islote, posiblemente destruido por la acción del oleaje, tal como está sucediendo con las pequeñas Islas Salvajes, cuyas costas van siendo destruidas lentamente y donde puede observarse cómo el mar arranca bloque tras bloque de las alineaciones costeras. El banco de Seine, es otra cumbre submarina que se encuentra a unas 85 millas al ENE. de Porto Santo y cuyo punto más elevado está a 147 m. bajo las olas, y más al norte se hallan los bancos de Josephine a 149 m. de profundidad y el gran banco de Gettysburg o de Gorringe, que también pudo ser un islote destruido, pues sus cumbres rocosas se hallan apenas a 55 m. bajo las olas. Este banco se halla en la ruta de navegación de Madera a Lisboa. El carácter principal de todos estos bancos, así como de todas las Islas Atlánticas, es el emerger de profundidades marinas del orden de los 3.000 m. La composición litológica de todos estos bancos es, como el de dichas islas, sus hermanas mayores, esencialmente volcánica. II SITUACIÓN GEOGRÁFICA DE LAS ISLAS CANARIAS o ^ ^ E encuentran las Islas Canarias en el borde meridional de la Ute^ Zona templada, sobre el Trópico de Cáncer, concurriendo en ellas condiciones especiales que hacenprtvllegiada su situación. Forman una ancha banda al NW. de África, en el sentido de los paralelos, de unas 100 millas de anchura y unas 290 de largo y, aunque geográficamente forman parte del continente africano, como uno de los diferentes grupos insulares pertenecientes a la escasa orla insular que le rodea, son, no obstante, algo distintas del suelo continental. África forma una plataforma rígida, de costas poco recortadas y que con la gran isla de Madagascar constituye una unidad continental definida, mientras que las Islas Atlánticas son puntos de régimen volcánico que han perdido en su mayor parte, o aparentemente al menos, el contacto con el viejo solar africano en su aspecto geológico. Situadas a lo largo del África desértica, llenan el vacío que dejan las monótonas y áridas costas del Sahara. . El punto más septentrional de las islas lo constituye la punta de ' J ^"' "•' 46 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I Mosego^ sxPl^ Il . d? JJ? blillo, en la isla Alegranza, j| t£ ada„ enja, aliiiea-ción orpgráfica de Fuerteventura y Lanzarote ( 29°, 25' de lat. N.), siendo el punto m��s meridional la Punta de la Restinga, en la isla del Hierro ( 27°, 3 7 ' d e lat. N.); El_ extremo más oriental de Canarias está situado en el pequeño roque llamado del Este, islote que se encuentra al NE. de Lanzarote, si€ íL4Q- el pjjníQ más occidental la Punta de la urchilla, situada en la isla del Hieiro ( de 13°, 20* a 18°, 10' longitud W. del meridiano de Green-wich); es ésta, por tanto, la más meridional y occidental del grupo. Esta situación geográfica matemática, nada nos dice en realidad, por lo que pasaremos a describir brevemente su situación dentro del marco gcopolítico del Atlántico, lo que ofrecerá siempre una imagen más viva y definida. GEOPOLÍTICA DEL ARCHIPIÉLAGO CANARIO.- Dentro del concierto político económico del Atlántico, las Islas Canarias constituyen uno de los nudos principales en la densa red trazada desde los centros industriales y comerciales de las márgenes de este mar, debido a las circunstancias que concurren en los factores que vamos a exponen a) Importancia níaiiva como mercado. — Con unos 800.000 habitantes, las Canarias son un mercado de relativa importancia para los productos manufacturados, tanto nacionales como extranjeros. El nivel de vida del isleño es lo suficientemente elevado para estar a la altura de todas las necesidades de la vida moderna, lo que implica un activo comercio de importación de aquellos productos y aunque ello no constituya un área muy extensa, sí lo es en calidad. Sus puertos, en régimen de Puertos francos desde 1852, facilitan extraordinariamente la intrroducción de productos, tanto americanos como europeos. Sin yacimientos minerales metálicos ni combustibles, su naciente industria tiene que importar las materias primas para su elaboración y, por lo tanto, para su' sostenimiento; las rutas comerciales se desvían hacia ellas y como, por otra parte, son eminentemente agrícolas, de preferencia en monocultivos que no constituyen base de alimentación primordial para el isleño, tienen que importar todos los productos de primera necesidad para el sostenimiento de su superpoblación. Esta circunstancia ha volcado hacia el mar toda su actividad. b) Importancia como catiro de producción agrícola.-— El gran volumen de' productos frutales subtrbpicales que sus laboriosos habitantes han II. SITUACIÓN GEOGRÁFICA 47 logrado producir en las feraces, aunque difíciles, tierras volcánicas, ha. hecho de las islas un centro comercial de primer orden, abasteciendo a Europa de sus magníficos frutos, considerados en los grandes centros urbanos como de primera necesidad. Por esto las flotas comerciales de los países europeos de la margen atlántica y la mediterránea, visitan constantemente sus puertos, dando lugar a un intenso tráfico. c) J* Hnfo de apoyo y de paso de las rutas de navegación.— El conjunto geopolítico del Atlántico, integrado por naciones de gran ritmo industrial, con urgentes necesidades de materias primas, hacen que este mar sea cruzado a ritmo acelerado por naves de todo el mundo. l, a importación y exportación de estos países ha transformado todo el Atlántico en la vía marítima intercontinental más importante del mundo. Los puertos canarios, como bases de aprovisionamiento de víveres y combustibles, son un centro de primer orden, poseyendo puertos con todas las instalaciones modernas para facilitar todas estas operaciones con la mayor rapidez y economía, siendo, dentro del mecanismo intercontinental, un eslabón que hace privilegiada su situación geográfica bajo este aspecto. Desde el punto de vista del tráfico aéreo, con sus magníficos aeropuertos, constituye también unos de los puntos esenciales de la circulación aérea del Atlántico oriental, medio y meridional. El creciente desarrollo de las flotas comerciales aéreas, puestas al servicio de la rapidez y comodidad, ha hecho que este medio de transporte sea cada vez más intensivo. Los hermosos aeropuertos de Gando y Los Rodeos, en Gran Canaria y Tenerife, respectivamente, incorporados a la red aérea europea, forman parte del mecanismo intercontinental de la aviación. d) Centro de turismo íntern< icr'oriíiI.— El desplazamiento temporal, una de las inquietudes permanentes del hombre, que actualmente recibe el nombre de turismo, ha aumentado tanto en nuestra época que hasta las rutas de navegación han tenido que ser adaptadas para conducir esta corriente humana que se desplaza en todos sentidos^ Los cruceros turísticos llegan hoy día hasta las más alejadas regiones del globo para satisfacer esta inquietud. Las Islas Canarias constituyen un centro atractivo, ya que sus bellezas naturales son de maravillosa perfección dentro del orden paisajista en que se encuadran. El poder ofrecer al nomadismo moderno una hostería atlántica perfecta, con un clima benigno en todas las épocas del año, ha favorecido este tránsito continuo 48 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I que hace que las islas sean visitadas por una extensa gama internacional, unas veces de paso y otras de estancia durante largos períodos de tiempo. Con la descripción de estos cuatro puntos esenciales queda más definida la posición geográfica, dentro del marco económico y de relaciones humanas, de las Islas Canarias. Puede observarse que todas las actividades a que nos hemos referido van o vienen por los caminos del mar, pero no se puede esperar menos de un grupo netamente insular, donde cada paisaje y más aún, cada pensamiento, tienen como fondo extensa llanura marina. Aun podemos añadir, para completar el cuadro geográfico y su situación en el concierto atlántico, que su cultura es netamente hispánica, con una gran influencia americana, como corresponde a sus habitantes que, desde el descubrimiento de América, se han lanzado hacia ella como ruta normal de emigración. IMPORTANCIA GEOGRÁFICA EN LA ANTIGÜEDAD Situadas las Islas Canarias en un rincón del Atlántico, 700 millas al SW. del estrecho de Gibraltar, no formaron parte del cuadro de las culturas mediterráneas antiguas más que como tierras legendarias y mitológicas. Canarias, que se incorporó espiritualmente a Europa en la época de los Reyes Católicos, tiene sólo una historia de 500 años. Nada es viejo en estas islas si lo comparamos con la pesada carga histórica que gravita sobre los pueblos de las costas del Mediterráneo. Este mar fué el nido donde la civilización paseó su infancia, pues las naves, concebidas para las cortas rutas de cabotaje en un mar interior, no se arriesgaban fuera de sus aguas. Las columnas de Hércules, Calpe y Abila, con su T^ on Plus llllra, eran el símbolo prohibitivo, grito de alarma para los navegantes de una cultura que infantilmente se sentía feliz en el regazo de las costas mediterráneas. Este ?^ on Plus VUra fué seguramente establecido después de trágicas experiencias. Las naves que cruzarían el estrecho de Gibraltar en aquella antigüedad, equipadas para mares interiores y tripuladas por hombres habituados a tener las costas ante sus ojos, con larga experiencia de los vientos locales y costeros, se debieron sentir dema- - l . V A^ X^' r' \ ' rif5'' ^ ,^•^••" > - ^ v , C / ÍTC^ 1? V, ^ T AR L 1) ,. Pu. -' UlU- l-" Mttc Carlhy Mapa del mundo conocido por Homero con indicación de los viajes de Ulises, GKOGBAFÍA, 4 50 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I siado desamparadas en el Atlántico, inmenso y desolado, donde los ojos no podían reposar en tierra alguna durante largos períodos de navegación. Remontarían las costas hispánicas y descenderían por las africanas como en arriesgada aventura y, posiblemente, fueron muchas veces arrastrados por los fuertes vientos alisios y tormentas o por las intensas corrientes que descendían paralelas a las costas del Sahara. El retorno al gran portalón de Gibraltar debió ser para aquellos marinos una constante lucha, difícil y larga, y pocas serían las naves que, venciendo todas las dificultades, llegarían indemnes después de tales tra��vesías, dando con ello motivo a que aquel estrecho se considerase el punto hasta donde se podía navegar con seguridad dentro del CMare !?' Jostrutn, pero no mas allá. Mas, entre los hombres de mar es frecuente encontrar grandes aventureros que desprecian los avisos y que fían a sus fuerzas el resultado de sus empresas; no es, pues, de extrañar que muchos marinos, despreciando el aviso del peligro que representaba el cruzar las columnas de Hércules, se lanzasen en busca de nuevos horizontes, cruzando una y otra vez el estrecho, muchas veces para no volver, quedándose en tierras remotas o naufragando en las aguas ignotas de este extenso océano. Sin la brújula, estos marinos no podían hacer navegación de altura, siendo el cabotaje en todo momento la manera de trasladarse de una tierra a otra. Por esto, Lanzarote y Fuerteventura, visibles desde las proximidades de la costa africana, debieron ser las primeras que recibieron visitantes mediterráneos, que descenderían por las costas del Sahara de una manera deliberada o arrastrados por la corriente de retorno del Golfo. De esta forma, los pueblos mediterráneos tendrían conocimiento de su existencia, dando origen a los mitos y leyendas que se tejieron a su alrededor. Pueblos más experimentados, tales como los fenicios y griegos, debieron reconocerlas y regresar de nuevo con sus naves mejor dotadas. Es indudable, por tanto, que todos los pueblos marineros que florecieron en el Mediterráneo, debieron conocer alguna de estas islas. Sus altas cumbres permiten verlas desde largas distancias en los días claros y luminosos. En estas fechas, las islas estarían pobladas por hombres más antiguos, de cultura neolítica, que se establecerían, en una corriente migratoria cuyas causas y medios son hoy totalmente desconocidos, en todas las islas. En diferentes libros de la antigüedad clásica, se citan parajes sitos en el Atlántico que coinciden con las Canarias. Unos caen dentro de la leyenda y la poesía y otros más concisos, como la cita de Plutarco en la Tida de Sertorio, que nos habla de I. SITUACIÓN GEOGRÁFICA 51 dos islas que bien pueden referirse a las dos más orientales de Canarias, las de Lanzarote y Fuerteventura. Pero todo esto' pisa más los umbrales de la leyenda que los de la realidad. La verdadera importancia geográfica comienza cuando Europa, en el siglo XIII, empezó a madurar y barcos mejor dotados pudieron realizar mayores travesías, comenzándose a surcar el Atlántico y cobrando la cartografía marina un valor cada vez mayor. Así, antes del descubrimiento de América, por suponer a estas islas la tierra más occidental, se fijó en ellas el primer meridiano, situándolo en la isla del Hierro, y aun posteriormente, Luis XIII, en el siglo XVII, ordenó a los geógrafos franceses tomaran como primer meridiano el que pasa por la citada isla. También los holandeses, siguiendo a Guillermo Blaeu, tomaron el que pasa por el Pico de Teide, en Tenerife. Al d e s c u b r i r se América no había razón para conservar la existencia de estos meridianos, así que tanto los españoles como las demás naciones, trazaron sus mapas tomando como primero el que pasaba por sus respectivos observatorios astronómicos nacionales. En España se tomó el de San Fernando, en Cádiz, y más tarde el del Observatorio astronómico de Madrid. Para la cartografía internacional se tomó el del Observatorio de Greenwich, en Inglaterra. Con la iniciación por Cristóbal Colón de los viajes al continente americano, las Islas Canarias cobraron una gran importancia, pues eran una base ideal en las travesías trasatlánticas y durante los siglos XV, XVI y XVII, navegantes y aventureros cruzan por sus aguas. Todo esto se incrementó con los viajes, largos y peligrosos, que hicieron los portugueses a la India y siendo la vía natural para los viajes a Extremo Oriente, constituían la mejor base, encontrándose en la ruta normal de navegación para ambos océanos, ya que el canal de Suez se abrió a la navegación mucho tiempo más tarde. Grandes flotas comerciales lie Nao española del siglo XIV N. Beliin Mapa de Canarias ( 1746) con el primer meridiano señalado en la isla del Hierro II. SITUACIÓN GEOGRÁFICA 53 gabán y partían, unas veces pacíficamente, en viaje normal, y otras acosadas por los corsarios y piratas que infestaban las aguas del Atlántico en busca de las ricas presas y metales preciosos, que arribaban procedentes del Nuevo Continente. Sus mismos puertos fueron asaltados en busca de botín por corsarios pertenecientes a diferentes naciones, que, unas veces en guerra con España y otras armados en corso o simplemente autorizados por sus respectivos gobiernos de una manera extraoficial, expoliaban a los navios procedentes de las posesiones españolas de ultramar. Aparte de este tráfico, que relacionaba a las Islas directamente con las rutas intercontinentales, desde principios del siglo XV, vieron éstas un activo comercio de exportación de sus productos agrícolas, haciendo figurar la cartografía de la zona oriental del Atlántico como una de las más conocidas del mundo, y puede decirse que desde ellas, tomadas como base, los navios fueron haciendo gran parte de la geografía universal. BREVE DESCRIPCIÓN FÍSICO- GEOGRÁFICA DE LAS ISLAS El viajero que desde cualquier punto se dirija a las Islas Canarias, sea por vía marítima o aérea, observa desde muchas millas de distancia, que emergen en el horizonte unas grandes masas oscuras, irregulares, que se alzan de manera desproporcionada, de tal forma que las tierras llegan hasta el nivel de las nubes y lo atraviesan, surgiendo de nuevo por encima de ellas. Otras veces, sobre las masas azuladas por la lejanía, se ven las nubes en compactos y blancos cúmulos, verdaderos amontonamientos nubosos producidos por las corrientes cálidas de aire al remontarse a regiones superiores de la atmósfera. El viajero aéreo, que dispone de un horizonte más amplio y una perspectiva de más relieve, va encontrando, a medida que se acerca a la zona délas islas, espaciados vellones de nubes que se van haciendo cada vez más compactos y numerosos, hasta formar una masa cerrada, verdadero mar de nubes suspendido un millar de metros sobre el océano. Por cima de este mar ficticio, flotan las masas montañosas de algunas de las islas, mientras que otras se ocultan bajo esta algodonosa cubierta. Ya próximos, estos bloques se agrandan y, a pesar de la altura, las islas están allí, al mismo nivel, como barras oscuras que se interponen al paso de las ligeras naves del aire. 54 GEOGRAFÍA DE CANARIAS, I Así, la isla de La Palma emerge como el lomo curvado de un enorme cetáceo, o de dos, según desde qué punto del horizonte la veamos. Tenerife, como un agudo y altivo pico de magnífica elegancia y Gran Canaria, como una masa dentada con algunos monolitos dominantes, serios e inmóviles en su altura. Estas tres islas son las más elevadas del archipiélago, con altitudes que llegan o superan a los 2.000 m. Otras islas más pequeñas se alzan a la zaga de sus hermanas mayores, con Del " Derrotero de Canariaa" Isla de La Palma, frente a Tazacorte. La Caldera de Taburiente es la depresión central. alturas superiores a los 1.000 m., tales como Gomera y Hierro, mientras que las más llanas y alargadas, sembradas de conos volcánicos espaciados y perfectos, se ven desde la lejanía como numerosos islotes que emergen tras del horizonte. Son éstas, Fuerteventura y Lanzarote, las más bajas, con alturas que no pasan de los 1.000 m., de paisaje severo, de terrenos rubios y secos. Las Islas Canarias son, por tanto, tierras en que predomina como esencial una elevada altura media, característica que comparten con la mayoría de las Islas Atlánticas. Otro carácter, que el viajero aéreo nota pronto, es el color verde y jugoso de las vertientes orientadas al norte. Y este signo de la vida vegetal, que da idea de una superabundancia y riqueza de las tierras, |
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