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popu m- roMi4^ pe i CONQUISTA Y COLONIZACIÓN José Juan Suárez Acosta - Félix Rodríguez Lorenzo - Carmelo L. Quintero Padi ''^ « > ÉS- M'^ ¡ CENTRO DE LA CULTURA POPULAR CANARIA CONQUISTA Y COLONIZACIÓN K'^'^ JOSÉ JUAN SUAREZ AGOSTA FÉLIX RODRÍGUEZ LORENZO CARMELO L. QUINTERO PADRÓN CONQUISTA Y \ Vr 4 G E^^^ COLONIZACIÓN ^ a JSiIfliotmea Genaxia HISTORIA POPULAR DE CANARIAS PRIMERA EDICIÓN: ENERO 1988 I CENTRO DE LA CULTURA POPULAR CANARIA Dirigen y producen La Bibiioteca Canaria: M^ del Carmen Otero Alonso y César Rodríguez Placeres Asesor líterarío: Félix Casanova de Ayala Cubierta: Obra de Luis Morera ( fragmento) Diseño de Cubierta: Elsa de La Hoz y Ellzabeth Ramos ( Dpto. de Diseño del CCPC) Fotocomposlción: RELAX Rambla de Pulido, 85 Santa Cruz de Tenerife impresión: LITOGRAFÍA ROMERO, S. A. C/. Ángel Quimera, 1 Santa Cruz de Tenerife ISBN: 84- 404- 1254- 1 ( obra completa) ISBN: 84- 404- 1251- 7 ( Tomo II) Depósito Legal: TF. 4- 1988 Ninguna parte de esta publicación, incluyendo el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. " Otras islas se ven, que blanco, velo las ciñe en torno menos elevadas; llamólas por su fértil cielo y suelo la Antigüedad las Islas Afortunadas (—)" T. Tasso, Gerusalemme Liberata, XV, 35- 36 INTRODUCCIÓN ^" i GE? 4^'^ La conquista y colonización de Canarias es un tema que lia interesado durante largo tiempo a la historiografía canaria. Las primeras referencias históricas que sobre las islas se escribieron son las crónicas. A ellas le sigue toda una serie de obras que se centran en los momentos en que ios europeos llegan al Archipiélago. Pese a mantener una visión de la realidad desde el punto de vista de los conquistadores, desde muy temprano cobra fuerza la defensa del aborigen frente a los recién llegados. Los escritos de Torriani, Via-na, y luego Viera y Clavijo o Millares Torres mantienen esta actitud. Ya en nuestra centuria, la importancia de los estudios sobre el siglo XV y XVI en las islas ha cobrado un nuevo impulso con nuevas interpretaciones de este proceso histórico. Este esfuerzo se evidenció gracias a que desde la década de los cuarenta, la historia moderna ocupará un sitio preferente en las investigaciones. Destacan asi los trabajos de Peraza de Ayala, Elias Serra Rafols, Leopoldo de la Rosa Olivera y tantos otros, que abrieron las primeras sendas que permitieron a las nuevas generaciones de historiadores adentrarse en una de las etapas más sugerentes y problemáticas de la historiografía canaria. Por otro lado, se crean una serie de revistas en las cuales han publicado la mayoría de los trabajos que sobre este período se han realizado en Canarias: La Revista de Historia, complementada por la que publica el Museo Canario de Las Palmas. A ellas se sumará en 1955 el Anuario de Estudios Atlánticos, dirigido por otro notable investigador: el profesor Antonio Rumeu de Armas. Ya en la década de los setenta, la creación del Departamento de Historia Moderna en la Universidad de La Laguna bajo la dirección del Dr. Antonio Betliencourt Massieu, dio un nuevo impulso a las investigaciones históricas, con la introducción de un concepto de historia global más enriquecedor. De este momento son obras fundamentales, elaboradas por Manuela Marrero, Ladero Quesada o Aznar Vallejo, sobre el siglo XVI en nuestras islas. Los problemas que se plantean en la investigación de ese siglo, al igual que para otros posteriores, son varios: dispersión de fuentes, existencia de lagunas en las mismas, etc. Con respecto a este libro, segundo de la colección que edita el Centro de la Cultura Popular Canaria, hemos intentado cumplir dos objetivos: en primer lugar, una síntesis basada en los diversos trabajos que sobre el tema se han escrito, con la intención de ofrecer un panorama global del proceso histórico desde la llegada de los primeros exploradores europeos hasta su establecimiento definitivo y consolidación en el siglo XVI. En segundo lugar mostrar la necesidad de una revisión histórica de esta etapa, al ser muchos aún los aspectos que sobre la realidad canaria en el siglo XVI desconocemos. Hemos pues intentado realizar una visión amplia de todas las transformaciones de la sociedad del momento, marcada por una serie de peculiaridades económicas, políticas y culturales, aun sabiendo que no es tarea fácil y que muchos de los datos no son generali-zables y sólo responden al momento y lugar en que han quedado recogidos por las fuentes. Para concluir esta breve introducción, pedimos disculpas de antemano por las posibles lagunas que el lector pueda encontrar a lo largo de las siguientes páginas en nuestro afán por abarcar quizá demasiados aspectos y problemas que nos parecían sugerentes. También reconocemos el interés que hemos puesto en que se considere esta obra como algo abierto, que invite al lector a profundizar en otras obras afines, que suscite dudas y, sobre todo, que se intente contrastar con la realidad del presente canario. 1. LA EXPANSIÓN EUROPEA EN LAS COSTAS AFRICANAS Y EN CANARIAS Desde finales del siglo Xlil se producen diversas arribadas de marinos europeos al archipiélago canario. Estos primeros pasos, previos a la ocupación efectiva del territorio, están relacionados con el fenómeno de la expansión por el Océano Atlántico, que comienza en estos momentos y se continúa en los siglos posteriores. Sin embargo, no se puede hablar de un verdadero descubrimiento, ya que las islas son conocidas desde mucho antes por las gentes que habitan el entorno del Mar Mediterráneo, concretamente desde la Antigüedad Clásica. Autores como Plutarco, Salustio, Pli-nio el Viejo o Ptolomeo hablan reiteradamente de archipiélagos a los que llaman Hespérides o Islas Afortunadas, situados más alia de las Columnas de Hércules. Pero resulta difícil deslindar la realidad de la ficción mitológica en las nociones que estas fuentes transmiten, y que serán estudiadas también en esta colección. Los últimos datos aparentemente fiables son los referentes al poblamiento de Canarias, que los expertos sitúan en los siglos inmediatamente anteriores y posteriores al comienzo de la Era Cristiana. Los vestigios arqueológicos que informan de la presencia de pueblos antiguos en las islas son escasos y se limitan a algunas ánforas romanas, encontradas en las costas de las dos islas más orientales. Se ha especulado con la existencia de un tráfico comercial con Canarias para la e) iplotación de productos tintóreos; por ejemplo la orchilla, y como punto de recalada de los pesqueros que faenaban en el litoral africano, pero no se tienen todavía pruebas evidentes de ello. El final del Mundo Antiguo supone un eclipse de las noticias sobre el archipiélago, al menos en las fuentes conservadas. Así pues, hasta las últimas décadas del siglo XIII la realidad de las islas atlánticas es desconocida para los geógrafos. A pesar de ello y durante la Edad Media hay indicios que apuntan a un cierto conocimiento, más o menos legendario, de las Canarias. Los árabes, herederos del saber clásico, conservaron los testimonios literarios y geográficos que recogen referencias de las islas. Algunos autores actuales sostienen que los musulmanes, por interés científico y mercantil, frecuentaban ei Océano Atlántico y las costas africanas. Existen dos viajes constatados, uno en el 956 d. C. y otro^ en el 1013 d. C . Ya en el siglo XIV, las reiteradas expediciones y la información que acerca de estas aguas tienen musulmanes y cristianos hacen suponer que, en las regiones próximas, debió de mantenerse la idea de la existencia de éstas y otras tierras y es probable que fueran visitadas con mayor frecuencia de la que podemos constatar. 1.1. Europa en la Baja Edad Media La época y el contexto en el que se desenvuelve el Viejo Continente en el momento de su expansión hacia el Atlántico es denominado por los historiadores como " el tránsito a la modernidad". Es una etapa en la cual el mundo medieval y sus estructuras empiezan a declinar para dar paso a un nuevo orden, el renacentista, principio de la Edad Moderna. Cronológicamente, abarca desde finales del siglo XIII hasta el siglo XV o principios del XVI y se puede dividir, a su vez, en dos grandes etapas consecutivas. - La primera corresponde a la totalidad del siglo XIV y se caracteriza por ser un momento de crisis, que se extiende por todo el continente a excepción de algunas zonas marginales o periféricas. Son estas últimas las que, por hallarse en mejores condiciones, encontrarán soluciones nuevas a los problemas que la depresión planteó; ellas inician la exploración de las regiones situadas al occidente y sur de Europa, movidas por coyunturas tales como romper el bloqueo musulmán de la ruta mediterránea hacia Oriente o la necesidad de acceso directo al oro africano, indispensable para el revita-lizamiento de la economía europea. - La siguiente fase se inicia hacia la mitad de siglo XV y alcanza a los primeros momentos del siglo XVI. Se desarrolla gracias al aprovechamiento que se hace de la etapa anterior, rentabilizando los logros efectuados en ésta. El dominio de nuevas rutas, tierras y productos conllevan la existencia de una época de crecimiento en el continente europeo, tanto en las zonas iniciales de la expansión como en otras de evolución más tardía ( Inglaterra, Francia y Países Bajos). 10 Interesa a continuación analizar algunos aspectos de la fase inicial ya que en ella se produce la llegada de los europeos a Canarias. Durante la segunda mitad del siglo XIII, Europa vive unos años de crecimiento, auspiciados por los resultados alcanzados en materia de nuevas técnicas y herramientas agrícolas, entre las que destacan el arado con ruedas, la collera o el molino de viento. Estos avances propician el aumento de la productividad de los campos y, en ocasiones, la existencia de las tierras roturadas hacia el Norte y Este de Europa. Unido a ello se encuentra el fenómeno del crecimiento demográfico, la mejora de las condiciones de vida y la tendencia a la ruptura de la incomunicación entre las diversas regiones europeas. Existe también una progresiva internacionalización de las relaciones comerciales, aunque la navegación marítima por el Atlántico sea todavía marginal y se limite al tránsito costero que pone en contacto el Mediterráneo y la zona norte de Europa. El Atlántico al sur del estrecho de Gibraltar es presumiblemente poco conocido y el tráfico con el continente africano se lleva a cabo a través de las rutas caravaneras que atraviesan el desierto del Sahara, con lo que ello tiene de lento e irregular para las transacciones. Esta fase de auge se frena a principios del siglo XIV como consecuencia de varios factores: 10 Las posibilidades de desarrollo técnico son limitadas y no generalizables a todo el contexto continental. Es, en suma, una sociedad anclada en estructuras que evolucionan muy lentamente. 2o Un período de enfríamiento climático que provoca el abandono de las zonas colonizadas de manera marginal en el norte y este de Europa. A su vez, las cosechas de regiones más al sur sufren un descenso de su productividad. La consecuencia inmediata son las épocas de hambre que marcan los primeros años del siglo y una desaceleración del crecimiento demográfico. 30 La población, hambrienta y debilitada, no puede hacer frente a las epidemias que se extienden por Europa desde 1313 a 1352 y que diezman su contingente humano; ello origina, a su vez, que las tierras y el resto de las actividades no se puedan atender por falta de mano de obra. La recuperación será lenta y diferente, según las zonas del continente. Lo cierto es que el mundo feudal se va a transformar económica y socialmente, aunque de manera progresiva. Los cambios que originan los factores arriba enunciados durante la larga etapa de crisis son los siguientes: En el plano demográfico, la Peste Negra divide la historia de Occidente en dos etapas, según argumenta Pierre Chaunu. En el si- 11 glo XIII se calcula que en Europa habitaban alrededor de cuarenta o cincuenta millones de personas. Tras el ciclo epidémico, la población no se recupera y sólo alcanzará una cifra parecida ya en el siglo XVI. La peste se difunde preferentemente en zonas muy pobladas como las ciudades, preservándose mejor el ámbito rural. El azote tiene, por otro lado, el carácter de nivelador social ya que afecta tanto a las masas populares como a las élites; a quienes se inculpa, junto a una relajación de costumbres, de este supuesto castigo divino. Tampoco faltan los brotes de antisemitismo, ya que se supone al judio como otro causante de estos males. En el plano económico, el despoblamiento de los núcleos rurales es la nota más significativa. Ello es consecuencia de la huida del campesino ante el aumento de la presión fiscal por parte del señor, que ve mermados sus ingresos por la falta de mano de obra que las epidemias y las guerras ocasionan. Los vínculos feudales que atan a los siervos a la tierra se reducen: el señor debe transformar un sistema económico asentado en los servicios personales obligatorios y gratuitos que presta el agricultor, por otros como el arrendamiento de terrenos a cambio de una renta fija. Esto posibilita al campesino para obtener algún rendimiento propio de las cosechas y al señor la oportunidad de desentenderse de la explotación directa de la tierra. Pero estas medidas sólo favorecen al labrador que tiene capacidad adquisitiva para arrendar, el resto permanece bajo servidumbre o engrosa las masas de jornaleros. Por otro lado, la posibilidad de cultivar tierras en beneficio propio fomenta también un desplazamiento de la agricultura de autoconsumo hacia otra que combina esta característica con la de una producción orientada al intercambio. Otro factor de desarrollo económico, asociado a esta transformación de la agricultura, es el progresivo auge que recobra el comercio y el fortalecimiento de lo que algunos autores catalogan de incipiente burguesía comercial o mercantil. El auge de los mercaderes está asociado al desarrollo de las ciudades, junto a una sene de elementos técnicos tanto industríales como mercantiles y a cierta regresión del comercio interíor por problemas de baja demanda, lo que obliga a colocar los productos en mercados nuevos; esto fomenta a su vez la apertura de otras vías y regiones al mercado internacional. A ello se suman una sene de nuevos valores que se irán imponiendo progresivamente, aunque no en la totalidad de Europa, ya que en estos momentos es sólo una minoría la que los comparte; durante el siglo XIV la exploración de nuevos territoríos será privilegio y tarea de este grupo social. En el plano político, el continente está marcado por la guerra, siendo una consecuencia del impactb que las crísis socioeconómi- 12 cas tienen en las relaciones feudales e interestatales. El conflicto más importante es la Guerra de los Cien Años, iniciado como una contienda feudal y que culmina como lucha entre dos estados, el francés y el británico. Por otro lado, el poder feudal va perdiendo progresivamente su ascendiente sobre el real, que se fortalece. EL papado se encuentra en estos momentos inmerso en una grave crisis. Las luchas entre facciones desembocan en el cisma de Avignon, tras el que se establecen dos papados. Empiezan a suce-derse también las luchas entre las iglesias estatales y la curia romana. En el plano popular, surgen herejías como la husita, y la peste provoca reacciones diversas, apareciendo por un lado la exaltación religiosa, que se traduce en las comitivas de flagelantes que recorren Europa y, por el otro, se acentúa la relajación de las costumbres. Se adivina ya en esta centuria la creación de una nueva cultura, el humanismo renacentista, que da un mayor protagonismo al hombre como dominador y centro de la naturaleza. 1.2. Viajes y exploraciones del Atlántico CAñ^ En el siglo XIII ninguna cultura tiene conocimiento de más de un tercio del planeta, como indica Fierre Chaunu. A finales del siglo XVI en cambio, ya se domina casi todo el orbe. La concepción del mundo se transforma: ha pasado de ser un plano rodeado de abismos a tener forma esférica; los mares anteriormente plagados de monstruos y rodeados de un cinturón de fuego en los trópicos, son ahora rutas comerciales y campo de batalla de las potencias que aspiran a su posesión. Son las transformaciones apuntadas las que hacen que el hombre se aleje de las costas del Atlántico europeo o abandone la seguridad del Mediterráneo. Pero existen unas causas directas, unos medios técnicos y unos pueblos que van a la cabeza de esta expansión. En primer lugar, las motivaciones directas que posibilitan en el siglo XIV y XV la exploración del Atlántico son varias: - Destacamos inicialmente la interrupción del comercio de las especies, existente entre Europa y Oriente a través de territorios controlados por el Islam, que actúa como intermediario. La inestabilidad política y el ascenso de los turcos dentro del mundo árabe dificulta enormemente el tráfico de productos. Otras rutas más al norte 13 tienen los mismos problemas por el obstáculo que suponen las hordas nómadas que controlan las estepas euroasiáticas. Las fabulosas ganancias que este mercado ofrece a los italianos obliga a aclimatar algunos de estos productos en el Mediterráneo, como es el caso del azúcar y la hierba pastel, la búsqueda de sus sustitutos en África y a fomentar la apertura de nuevas rutas directas hacia Oriente. Además, Europa se encuentra en una fase de acumulación de capitales que se ve frenada por la escasez de oro que le permita continuar con su expansión. Las minas de oro y plata de la Europa Central no abastecen la demanda de estos metales. Se intenta suplir entonces con el oro sudanés, que atravesando el desierto del Sahara llega a las costas mediterráneas donde es monopolizado por los genoveses, pero es un proceso lento y se busca el acceso directo. Portugal, atraída por este mercado y por la obtención de esclavos, inicia los viajes que le permitirán integrarse en este circuito. Existen otra serie de razones no menos importantes para entender el comienzo de estos viajes; algunos son de carácter religioso, como es la búsqueda de un mítico reino africano, gobernado por el Preste Juan, un cristiano al que se ve como posible aliado frente al Islam. Otras razones derivan de la curiosidad y afán de aventuras que despiertan los viajes de algunos europeos a Oriente, siendo el más conocido el de Marco Polo, que en su " Libro de las Maravillas" describe las múltiples riquezas que guarda Oriente. - En segundo lugar, la exploración de las nuevas rutas no sería posible sin una serie de adquisiciones técnicas para la navegación. Entre el siglo XII y el XIII, cuando los italianos crucen el estrecho de Gibraltar y unan el Mediterráneo y el Atlántico en la ruta que conduce a Flandes, se producirá el encuentro de dos formas diferentes de navegar. El navio mediterráneo es largo, de poco calado y estrecho, siendo su fuerza motriz principal los remos; su principal problema reside en que es poco apto para trasladar mucha carga. Con esta embarcación se llevan a cabo los primeros viajes de exploración de Canarias y pronto resulta evidente su ineficacia para la navegación atlántica. El buque nórdico, en cambio, es redondo, de alta borda y movido por velas, siendo apto para transportar gran cantidad de carga; sus inconvenientes son la lentitud y la dependencia de vientos y corrientes. Con el tiempo, la fusión de las características de estos dos navios da como resultado la carabela, a la cual se le añaden una serie de aparejos nuevos como el timón axial que sustituye al lateral, permitiendo una mayor maniobrabilidad de la embarcación; el aumento del número de mástiles y la combinación de la vela cuadrada 14 Astrolabio náutico ( graduación 0° a 90°) Atlas Catalán de 1375 atribuido a Cresques Abraham y la latina. El problema de la carabela sería su poca capacidad de carga extra, una vez completo el tonelaje que se precisa para el sostenimiento de la tripulación. Por ello es destinada a la exploración acompañándola otro tipo de buque de carga si la travesía es larga. Otro de los adelantos técnicos es la progresiva utilización de la navegación con instrumentos astronómicos; esto permite obtener puntos de referencia de la latitud, por la posición del sol y las estrellas, en alta mar. La brújula, la rosa de los vientos y otros útiles náuticos se van incorporando en fases sucesivas; muchos de ellos son creados y adaptados por los geógrafos y estudiosos de las universidades y centros fundados especialmente para ayudar a los navegantes, como la escuela de Sagre, fundada por el príncipe portugués Enrique el Navegante. Sin embargo, no se deben menospreciar muchos años de experiencia directa, como señalan los estudiosos del tema, en el conocimiento de mareas, corrientes y vientos, que permiten al hombre alejarse de las costas. También son de utilidad los portulanos, mapas que señalan los puertos - de ahí su nombre- y rutas que los comunican. Posteriormente se introducen cartas que contienen meridianos y algunas longitudes. Otro instrumento muy útil incorporado desde el siglo XIV son las tablas de martilogio, en que mediante cálculos trigonométricos permitían averiguar la desviación de un navio respecto de su ruta, ya que una nave a vela rara vez avanza en línea recta, por lo que precisa corregir frecuentemente el rumbo. - La tercera causa motivadora afecta a los grupos humanos que emprenden la exploración, éstos habitan en puntos privilegiados con importantes intereses en las actividades mercantiles y marítimas, que han resultado menos afectadas por la crisis europea y con capacidad de buscar soluciones a ésta. Los italianos, catalano-mallorquines y portugueses son los pueblos a la cabeza de la empresa, conectados con el tráfico comercial mediterráneo o el ribereño atlántico, participando desde mucho tiempo antes en las rutas que enlazan el norte y sur del continente a través del mar. Los italianos, preferentemente genoveses, controlan el comercio con Oriente, ahora cerrado, y con Flandes, afectado por la peste y la guerra. Han desarrollado un sistema financiero que permite las transacciones a larga distancia, no sólo con el empleo de oro sino también con la letra de cambio, los bancos y las compañías comerciales, que mantienen esta red de comercio. Aunque existen empresas directas de los marinos italianos en colaboración con reinos peninsulares para adentrarse en el Atlántico no prosperarán de la misma manera que tampoco lo hacen los proyectos catalano-mallorquines. Ello se debió fundamentalmente a la escasez de me- 17 dios y la poca rentabilidad que suponen unas exploraciones orientadas hacia el comercio más que hacia el asentamiento en nuevas tierras. Será desde los enclaves comerciales establecidos al sur de la Península y a cargo de unas minorías como las italianas quienes participarán de las nuevas rutas. Pero previamente a este hecho es necesario explicar cómo funcionan las compañías comerciales. La primera formación mercantil es la familiar, entendiéndola como grupo amplio de personas relacionadas por lazos de sangre. Se dedican a las transacciones de todo tipo y gracias a su solidaridad de grupo pueden establecer redes comerciales; en ellas no sólo participan los grandes comerciantes sino también los parientes humildes, aunque siempre respaldados por los más ricos, que intervienen directamente cuando las posibilidades comerciales están consolidadas. Otro tipo de compañía es la llamada a carati o por acciones, que dividía el capital en veinticuatro participaciones en un principio y luego cada una de éstas se fraccionaba a su vez, lo que permitía intervenir en la compañía a un buen número de personas sin necesidad de poseer un gran capital. Este tipo de empresas domina mayormente los monopolios de un determinado producto. Ambas, la familiar y la carati procede de las llamadas societas man, unos acuerdos de carácter temporal entre un comerciante y un patrón para realizar una determinada empresa con un posterior reparto de beneficios. Así, los pobladores de la Baja Andalucía conforman junto con los portugueses la avanzada artífice de las primeras exploraciones ultramarinas. El reino de Aragón, como veremos posteriormente, a pesar de ser el iniciador de los viajes a Canarias con intenciones de ocupación, sufre más fuertemente el impacto de la crisis siendo, por otro lado, el Mediterráneo su zona natural de expansión. El reino castellano no sufre con demasiado rigor en cambio la depresión continental y pronto logra superarla, dando lugar a un mayor dinamismo demográfico centrado en las ciudades y en el desarrollo creciente de la economía gracias a la exportación de lana hacia el norte de Europa, potenciando a su vez la marina de este reino; también la moneda saneada que sostiene el oro llegado desde África apuntala este crecimiento. Como aspectos negativos, Castilla tiene una dependencia excesiva de ese comercio lanero, lo que frena el desarrollo agrícola y artesanal; la burguesía existente es muy escasa y está impregnada de una mentalidad hidalga de rechazo al trabajo. La Baja Andalucía es en estos momentos una zona de reciente reconquista y repoblación. Aunque el poder señorial es importante, el motor económico lo impulsa una ciudad realenga, Sevilla, que 18 CIERRE DEL COMERCIO CON ORIENTE Y EXPLORACIÓN DE ÁFRICA RUTAS COMERCIALES AFRICANAS Y CIRCUITO REALIZADO POR VASCO DE GAMA 4a ETAPA 14a?- 99 v \ \ AK.^ « , . \ l l / ^ \ \\ ANGOLA j y / M^ agascar Ruta de Vasco de Gam; para atravesar el Cabo de Buena Esperanza Cabo de Buena Esperanza Rutas de la exploración y colonización Etapas de la exploración portuguesa en África. ^ Regiones europeas pioneras Antiguas rutas marítimas y terrestres • de las nuevas rutas. desde Europa hacia Oriente y África. controla el tráfico del río Guadalquivir. Demográficamente, esta zona tiene un importante crecimiento que combina con una economía orientada hacia la exportación y de carácter muy fértil: trigo, vino, aceite, frutos secos, pescado, sal y toneles se exportan al resto de la Península, a África y Europa. Esto dará a Sevilla la categoría de punto de enlace entre el Mediterráneo, el norte del continente europeo y la costa africana. En ella se asientan importantes colonias de mercaderes que pronto reciben las primeras noticias sobre los descubrimientos que se efectúan en el Atlántico. De esta costa parten los conquistadores de Canarias, ios pescadores que explotan con regularidad el banco pesquero sahariano y los aventureros y corsarios. Pero serán los portugueses a quienes corresponde el honor de haber iniciado la expansión y apertura de las nuevas rutas hacia África y Oriente. Tienen un papel destacado en el descubrimiento de Canarias y en el control de un ámbito que algunos historiadores llaman el " Mediterráneo Atlántico", que comprende el sector sudoeste de la Península Ibérica y las islas adyacentes del Atlántico. A Portugal le ocurre un fenómeno similar a! castellano, aunque se anticipe en el tiempo. El reino lusitano termina su reconquista con anterioridad a Castilla y emprende una verdadera reconversión de sus medios humanos y económicos para continuaria en África. Las causas son diversas: por un lado, la salida natural de Portugal es el mar y la costa de Marruecos; por otro, el país necesita territorios agricolas para hacer frente a su crecimiento poblacional ya que era deficitaria en cereales que importaba del otro lado del Estrecho; la nobleza, aspirante a un mayor número de tierras que le proporcionasen rentas; la burguesía, muy activa, desea participar del oro y los esclavos africanos para incrementar su capital. Este último grupo, en contacto con los genoveses, ve factible establecer una comunicación rodeando África con el Oriente. La Corona debe contentar tanto al grupo nobiliario como al burgués, a la vez que se beneficia de las posibles rentas que fortalecerán su posición. Por esto, la empresa portuguesa revestirá un carácter estatal y no privado como es la italiana y, en parte, la castellana. Las fases de exploración y asentamiento en África coinciden con la conquista y colonización de Canarias; en el caso portugués, el Archipiélago tiene relevancia en las dos primeras etapas de manera directa y, posteriormente, como posesión castellana en los conflictos que enfrentan a las dos potencias. Ya en el siglo XVI las relaciones de Canarias con Portugal serán de carácter comercial al servir las islas de punto de abastecimiento en el tráfico de las facto-rias portuguesas de Berbería y Afríca Negra con la metrópoli. En una primera etapa, la expansión portuguesa llega hasta el 20 Cabo Bojador en 1434. En este momento se coloniza Madeira, se descubren las Azores y se intenta la ocupación de algunas islas canarias. En ella ya interviene una figura clave: el príncipe Enrique el Navegante. La segunda fase se inicia cuando al superar el Cabo Bojador es necesario alejarse de la costa. Comienza así la verdadera etapa de navegación de altura. Se alcanza Cabo Verde y posteriormente la desembocadura del Senegal. Se inician también las capturas sistemáticas de esclavos como motivación fundamental de los viajes. La tercera etapa, que iniciamos en 1444 y tras un paréntesis de silencio en las fuentes de quince años - quizá originado por los mismos portugueses para salvaguardar sus exploraciones-, se atiende más a los aspectos organizativos de la explotación de los nuevos territorios. La cuarta y última fase comienza en 1482 con la navegación por la costa del Congo y se prepara ya el salto al océano Indico; en 1488, Bartolomé Díaz dobla el cabo de Buena Esperanza. Durante esta etapa la amenaza de los andaluces en Guinea se ve frenada por la construcción de la fortaleza de La Mina. Canarias, por su parte, sufre asaltos lusitanos debido a la guerra de sucesión que los enfrenta con Castilla. En 1492 Colón abre una nueva ruta por el oeste con la intención de llegar a las Indias. La divergencia del expansionismo castellano y portugués favorece que este último logre la circunnavegación de África, llegando en 1499 Vasco de Gama a Calicut, en la India. 21 2. EL REDESCUBRIMIENTO | 1 DE CANARIAS Para el período que llamamos " redescubrimiento" del Archipiélago canarío, se pueden distinguir dos etapas. La primera abarcaría la totalidad del siglo XIV y los viajes serían esporádicos a la búsqueda de esclavos. Ya en la segunda época, durante el siglo XV, se iniciaría la conquista y ocupación de las islas, incorporándose finalmente a la corona de Castilla. Como antecedentes de estas arribadas, podemos señalar que en el siglo XIII se produce una revalorización de las vias comerciales que costeaban África en la búsqueda de una nueva ruta oceánica hacia las Indias Oríentales. Con tal motivo se suceden distintas expediciones desde finales del siglo Xíll y a lo largo del siglo XIV, aunque algunas no estén del todo confirmadas. Así, en la primavera del año 1291, los hermanos Ugolino y Van-dino Vivaldí partieron de Genova con la intención de llegar a la India por via marítima en diez años. La expedición estaba auspiciada por Tedisio D'Oria y guiada por pilotos mallorquines. Tras costear el litoral marroquí, jamás se volvió a tener noticias de ellos. Resulta difícil saber si en su expedición pasaron por Cañarías; pero el descubrí-miento confirmado de las islas fue consecuencia directa de su viaje, ya que en las distintas tentativas que por hallaríos y seguir su ruta se efectuaron, el Archipiélago dejó de ser un mito para incorporarse al conocimiento geográfico de la época. Fue también un genovés, llamado Lancelotto Malocello, posiblemente en busca de los restos de la expedición de los hermanos Vi-valdi, el que arríbó a Lanzarote en 1312. Allí permanece durante casi dos décadas, siendo finalmente expulsado por un levantamiento indígena, aunque no se conocen muchos datos al respecto. La evidencia de la ocupación de Lancelotto viene probada por varias fuentes, entre ellas la del testimonio de los cronistas de la conquista normanda, según los cuales aún quedabanrestos de construcciones levantadas por el genovés al iniciarse la ocupación de la isla casi un siglo después. 23 La siguiente expedición, organizada por italianos y portugueses hacia 1341, resulta de interés por ser la primera descripción que se hace del Archipiélago y sus aborígenes, debida posiblemente a uno de sus jefes. El rey de Portugal es quien abastece la flota y este patronazgo es lo que argumentará Alfonso IV de Portugal al reclamar sus derechos sobre las islas. La empresa estuvo bajo la dirección técnica de los italianos, entre quienes destacan Nicolosso da Recco y Angiolino de Teggia dei Corbezzi, capitán de la misma. ¿ Qué conclusión podemos extraer de este viaje? Principalmente, la evidencia de que las islas han dejado de ser un lugar remoto y desconocido para convertirse en un paraje frecuentado y codiciado por los mercaderes y aventureros. En 1344, el papa Clemente VI nombra a D. Luis de la Cerda, infante de Castilla y miembro de la embajada del rey francés en la sede papal de Avignon, como soberano de las Islas Canarias. Tanto el príncipe como el papa habían sentido curiosidad por este lejano archipiélago conocido a raíz de las expediciones de Nicolosso da Recco y de las referencias que los textos antiguos hacían sobre las islas. Por la bula " Tua devotionis sinceritas" se otorgó al infante el feudo de Canarias, con plena jurisdicción para eliminar el paganismo de aquella zona. La concesión papal tenía como contrapartida la obligación de pagar anualmente cuatrocientos florines de oro por parte del nuevo reino. Don Luis, que tomará el título de " Príncipe de la Fortuna", buscará ayuda inmediata en los restantes monarcas cristianos para que éstos apoyen la cruzada y evangelización de las Islas. Para ello, Clemente Vi dirigirá bulas a los reyes de Aragón, Castilla, Portugal y Francia. Pero inmediatamente el rey castellano Alfonso XI alegará que Canarias había pertenecido a la Mauritania Tingitana, dominio de la monarquía visigoda, de la cual los reyes castellanos se creían sucesores. Alfonso de Portugal, por su parte, invocará la expedición de 1341 como derecho probatorio de sus aspiraciones sobre el archipiélago. Desde un punto de vista jurídico, en estas protestas se esgrime la teoría de que la proximidad de un reino cristiano a una zona sin ocupar le da derecho a su soberanía. El interés de los monarcas por impedir la donación papal no iba específicamente contra la autoridad papal sino contra la introducción de un obstáculo en las zonas de expansión de esos reinos peninsulares. El principe de la Fortuna, al no poder realizar la empresa por su cuenta, acudirá a Pedro IV de Aragón para solicitar su ayuda, realizando un acto de subordinación feudal que dará lugar a la intervención de este reino en Canarias. Pero D. Luis de la Cerda, que ya en 1345 trabajaba- para equipar una flota expedicionaria, morirá en 1348 sin que las naves zarpen de los puertos europeos. 24 Además de ser valorada y conocida ya a mediados del siglo XIV como paso hacia una futura expansión por África, Canarias también pone de manifiesto en el contexto europeo una serie de problemas jurídicos que pasamos a enunciar brevemente: En primer lugar, la donación papal es un acto de fuerza por parte de Clemente VI para demostrar su poder en los asuntos temporales y concretamente en los internacionales, ya que éste había sido dañado por ios problemas internos que sufría la Iglesia desde varias décadas atrás. Como ya dijimos, se cuestionan las distintas posturas sobre el derecho que tienen los príncipes cristianos, en función de su proximidad, a ocupar nuevos terrítoríos. Frente a ellos, el papado insiste en su prerrogativa para crear principados como vicario de Dios en la tierra y, por tanto, soberano del mundo y de los príncipes por ley divina. En años posteriores este debate dará lugar no sólo a la puesta en duda de este poder del pontífice, sino incluso a cuestionar qué derechos tiene la cristiandad, el papa y los príncipes, sobre los pueblos paganos. En torno al año 1350 se difunde el prímer libro de geografía universal, escrito por un franciscano español y basado en relatos árabes, mallorquines y en las noticias que las misiones de su Orden en el Mogreb daban, señalando las Canarias con notable precisión. Por la misma época, el archipiélago ya aparece en los principales mapas y portulanos, fijándose y difundiéndose su conocimiento. 2.1. Los viajes Catalano- Mallorquines Junto a los italianos, que utilizaban los puertos de Andalucía para sus internamientos en el Atlántico, la Corona de Aragón, bajo cuyo dominio estaban los reinos de Cataluña y Mallorca, tendrá en la segunda mitad del siglo XIV un protagonismo indudable en los viajes a Canarias y a las zonas de África al sur de estas islas. Para los catalano- mallorquines sus exploraciones respondían, en principio, a empresas puramente mercantiles, conjugadas con las tareas evangelizadoras, encargadas por el papa y que ayudaban a un mayor entendimiento con los aborigénes; sin embargo, no podemos desdeñar en absoluto esta correlación de intereses, ya que entra de 25 lleno en la mentalidad impregnada de religiosidad de la época. Pero la mayor importancia que tiene Canarias para estos navegantes es la de servir de plataforma de operaciones en el continente vecino. Desde un principio, las islas no ofrecían grandes riquezas y sus posibilidades se reducen al posible abastecimiento de buques y la obtención de plantas tintóreas como la orchilla, siendo la única fuente de ingreso rentable la captura de esclavos. Aunque la Historia ha dado primacía a los portugueses en el descubrimiento del Atlántico sur, es un hecho probado que los cata-lano- mallorquines habían alcanzado ya en estas fechas zonas más allá del cabo Bojador. Los problemas con que chocarán estas empresas serán de tipo técnico y financiero, ya que son normalmente privadas, aunque fueran alentadas por los reyes con la aportación de algunos recursos. Se piensa que ya desde 1432 han partido una serie de expediciones mallorquínas hacia las Islas Canarias con la intención de obtener esclavos. De estas primeras arribadas no se sabe su resultado, pero son importantes porque inauguran una etapa de regularidad en los viajes de exploración. Un ejemplo sería la expedición de Jaume Ferrer a Río de Oro, que se recoge en el planisferio catalán de 1375 y que certifica el conocimiento que tienen los marinos sobre estas aguas ya en ese momento, gracias a una labor continua de exploración. En 1351 el papado erige el obispado misionero de Fortuna, nombrando Clemente VI al carmelita fray Bernardo como titular del mismo. Al mismo tiempo, se arma para el siguiente año una expedición al mando de Amoldo Roger y que patrocinan Juan Doria, Jaime Segarra y Guillen Fuser. Esta empresa aunaba el estímulo comercial y la finalidad evangelizadora, para ésto último se formó una cofradía con intención de recabar fondos con que financiar el viaje. La operación se vio apoyada por el patronazgo real, lo que muestra la intención del soberano aragonés de establecerse en Canarias de una manera permanente. En la expedición iban, junto a unos treinta misioneros, doce canarios bautizados. En Telde, sede de uno de los guanartematos grancanarios, se establece el nuevo obispado, que perdurará más de cuarenta años. Sirvió esta misión de avanzadilla para los contactos comerciales con las islas, si bien tenia como fin primordial la evangelización de los aborígenes de manera pacifica, al tiempo que frenar las continuas capturas de esclavos, como demuestran noticias de 1370 sobre la venta de canarios en puertos del Mogreb. Este enclave misionero se extinguirá trágicamente en 1391 al ser asesinados sus monjes por los grancanarios, a raíz de las razzias protagonizadas por los andaluces en la isla. 26 La última expedición, fecliada en 1391, coincide con la pérdida de interés por Canarias al crecer las dificultades para los mercaderes catalano- mallorquines en la ruta atlántica. Esta empresa nace de la asociación de dos genoveses, Scariafiga y Sargazo, que, junto al sevillano Juan González, fletaron la nave " Santa Ana", con tripulación catalana y andaluza, y se dirigieron a Guinea tras hacer escala en Fuerteventura. ¿ Qué factores propiciaron el abandono de la zona atlántica? De modo general se puede decir que desde 1380 Cataluña y Mallorca hablan entrado en una fase depresiva, tanto demográfica como económica y financiera, acompañada de alteraciones sociales y políticas. Los inicios de esta crisis pudieron tener su origen en el conflicto castellano- aragonés a mediados del siglo XIV. Se asiste desde entonces a un proceso de retraimiento comercial en aquellos reinos. Castilla, por el contrario, vivirá una fase alcista que potencia su marina, convirtiéndola en protagonista, junto a Portugal, de la expansión atlántica. Andalucía, especialmente Sevilla y Cádiz, eran paso obligado de las expediciones catalano- mallorquinas y es probable que los andaluces ya navegaran por aguas de Canarias al mismo tiempo que los aragoneses. Como causa de esta penetración castellana se puede percibir una estrategia expansionista con la ocupación de Tarifa, Algeciras o Gibraltar, la apertura de nuevos mercados, la lucha contra el infiel y la evangelización. Pero frente a Castilla, con problemas tan importantes por resolver como la conquista de Granada, Portugal había acabado su reconquista y se alzaba como fuerte competidora por el dominio de África. Canarias suscitará conflictos entre las dos potencias, que ya habían tenido un primer choque de intereses en el episodio del Príncipe de la Fortuna. Ya en 1393, como indica Pedro de Ayala en su " Crónica del rey D. Enrique III", toman la iniciativa los castellanos al preparar una nueva expedición esclavista en Sevilla, a cargo de andaluces y vascos, que entrará al menos en Lanzarote, apresando a uno de los jefes isleños y unos ciento cincuenta aborígenes. Por tanto, las razzias debieron continuar durante los últimos años del siglo, aunque no se tengan noticias seguras sobre el archipiélago hasta que en 1403 lleguen los normandos a Lanzarote. 27 3. LA ETAPA SEÑORIAL Tras el siglo XiV, en el que los intentos de asentamiento permanente son escasos, el siglo XV es el momento en que comienza la verdadera ocupación. Una vez conocidas las posibilíjjades económicas de las islas y llevado a cabo un preasentamiento por parte de los misioneros, se intentarán crear nuevas estructuras de corte europeo. Esto conlleva un dominio militar eficaz del territorio, la remodelación de la población, incluyendo la destrucción o subyugación de gentes y culturas aborigénes y la imposición de un nuevo sistema administrativo- fiscal. El proceso conquistador no es rápido ni continuo y abarca prácticamente todo el siglo. En una primera época que llega hasta los años setenta, reviste un carácter señorial, adquiriendo progresivamente la Corona un mayor protagonismo en la ocupación de Gran Canaria, La Palma y Tenerife, etapa que por este carácter se denominará realenga. 3.1. La conquista normanda La ocupación se inicia a principios del siglo XV con la llegada de contingentes normandos contando con el apoyo de Castilla. Este reino, al acoger la empresa francesa, se adelanta a Portugal en la pugna por dominar las islas. Los protagonistas de la conquista son Jean de Bettiencourt y Gadifer de La Salle, ambos subditos feudatarios del rey de Francia; como tales, y con el permiso de su monarca, emprenden su aventura en el Archipiélago. Bethencourt y Gadifer tienen sobrados motivos para embarcarse en ese intento: no sólo los mueve el afán de aventura, o la religiosidad sino, ante todo las necesidades económicas. El primero de ellos posee en Normandía propiedades vinculadas a la industria textil que necesita productos tintóreos que se encuentran 29 en Canarias con relativa abundancia. Jean de Betiiencourt es el prototipo de la pequeña nobleza que las crisis del siglo XiV han hundido, reduciendo sus ingresos con la relajación del sistema feudal. Gadifer es también un noble sin fortuna, pero experto militar que ha participado anteriormente con el normando en campañas militares en el Mediterráneo. Posteriormente, una vez llegado a las islas, Jean de Bethen-court acudirá a la corte castellana para rendir pleito homenaje a Enrique III en 1402. Se trata pues, del acto de enfeudación o reconocimiento oficial de las islas como señorío vinculado a Castilla. Portugal cuestionará la validez de este hecho, presentando diversas argumentaciones que le permitan justificar su posible soberanía sobre las Canarias. En la decisión de Jean de Bethencourt de subordinarse al monarca castellano quizá contó, junto a otras motivaciones, el probable apoyo de un poderoso pariente suyo en la corte del rey Enrique, su primo Rubín de Braquemont, artífice de las alianzas entre Castilla y Francia, y que además había obtenido del rey el privilegio sobre Canarias, que cede posteriormente al conquistador normando. Lo cierto es que Rubín juega un papel importante en la aceptación de Jean de Bethencourt por parte del monarca. Sobre el viaje y ocupación normandas se tiene un detallado conocimiento - aunque su verosimilitud esté cuestionada-, gracias a la crónica conocida como Le Canarien, que fue redactada en el momento de la conquista por los capellanes de la expedición francesa, Pierre Bontier y Jean Le Verrier. Sin embargo, ésta no es la fuente que se conserva en la actualidad, los historiadores han utilizado, por el contrario, dos versiones reformadas que sirvieron de alegato legal tras la ruptura entre Gadifer y Bethencourt y que están entresacadas de la original escrita por los religiosos normandos. Gadifer habría redactado la versión más antigua sobre el manuscrito de los capellanes entre 1404 y 1408; predomina en ella cierta exactitud en las descripciones de las islas y sus habitantes, como han señalado los profesores Serra y Cioranescu. El segundo texto es una refundición de éste y adjudica a Jean lo que Gadifer presenta supuestamente como obra propia. Fue escrito por el sobrino de Bethencourt como crónica familiar y es el más inexacto de los dos textos. A partir de la información de la crónica francesa podemos referir los primeros acontecimientos de los normandos en las islas: Los dos conquistadores parten de La Rochela - Francia- en 1402 con unos doscientos hombres. Tras hacer escala en la Coruña y Cádiz llegan a Canarias. En el trayecto Bethencourt tendrá problemas, debiendo responder de una acusación de piratería en Cádiz, con lo que el viaje sufre cierto retraso, que permite contactar con marinos andaluces que frecuentaban las aguas del Archipiélago. En 30 el verano de ese año desembarcan en Lanzarote, donde establecen un pacto de amistad con un jefe aborigen, aunque las reticencias de una y otra parte son constantes. Se funda un campamento, el Castillo del Rubicón, al sur de la isla, desde donde se intenta el asalto a Fuerteventura varias veces, pero con escaso resultado por la beligerancia que muestran sus fiabitantes. Ante esta situación y para conseguir apoyo económico, bastimentos y hombres, Jean de Bet-hencourt marcha a la Península, donde consigue la ayuda de Enrique III a quien rinde vasallaje, obteniendo importantes prerrogativas. Mientras esto sucede, en Canarias la situación interna del grupo normando es tensa: Bertin de Berneval con varios gascones se revela contra Gadifer, aprovechando que éste se encuentra en el islote de Lobos para conseguir pieles con que reponer el calzado de sus hombres, donde queda aislado. Bertin, puesto de acuerdo con los marineros de una nave andaluza, la " Tajamar", que navegaba por la zona, saquea el fuerte y esclaviza a los aborígenes y a su rey, que logra huir, marchando Bertin a Cádiz en ese navio. Este suceso acaba con la buena disposición de los indígenas, que temen se reproduzcan los apresamientos de esclavos que vienen sufriendo desde el siglo anterior, y obliga a los normandos a mantenerse a la defensiva en condiciones precarias, hasta la llegada del auxilio enviado por Bethencourt desde Andalucía en julio de 1403. La conquista de Fuerteventura no era fácil y hubo de esperarse el regreso de Bethencourt en 1404 para emprenderla. Antes, Gadifer lleva a cabo un reconocimiento de las restantes islas. Desembarcó en Gran Canaria, donde tuvo noticia de la muerte violenta de los misioneros mallorquines, acontecida años atrás y ante la actitud hostil de los naturales, Gadifer decide continuar su viaje. Tras costear Tenerife y penetrar en La Gomera y El Hierro, hizo una última escala en La Palma, regresando a Lanzarote. Aquí terminó de pacificar la isla, tras algunos enfrentamientos con los indígenas, y el rey Guadarfía se sometió junto a una población que las enfermedades y la esclavitud habían diezmado considerablemente. Bethencourt regresa con el título de " rey de Canarias" lo cual da lugar a disputas con Gadifer, y comienza la ocupación de Fuerte-ventura. En esta isla se establecen dos bases: el castillo de Ricorro-que, supuestamente construido en la costa oriental, donde se concentra el bando bethencuriano y el castillo de Valtarajal, ocupado por los seguidores de Gadifer. La llegada de nuevos refuerzos en 1405, entre los que se encuentran algunos aborígenes de Lanzarote, acelera la capitulación indígena. Se supone que en estos momentos o en los inmediatamente posteriores Gadifer abandona el Archipiélago y vuelve a Francia en busca de apoyo para recuperar los derechos que Bethencourt le ha hurtado, pero no regresará 31 jamás a las islas. Tras la rendición, los conquistadores se dedican a eliminar paulatinamente los últimos focos de resistencia y ocupar el territorio. Para ello Bethencourt retorna a Normandía con la intención de reclutar colonos; con ellos vendrá Maciot, su sobrino, que quedará a cargo del feudo cuando Bethencourt regrese definitivamente al continente en 1412. En estos años se intentan ataques frustrados a Gran Canaria y Tenerife, logrando sólo dominar la isla del Hierro, que es inmediatamente repoblada con ciento veinte normandos, al ser su población muy escasa debido a las continuas acciones piráticas y esclavistas, incluidas las de los propios normandos. El sistema de poblamiento de las islas implantado por la conquista bethencuriana es de origen francés, aunque menos riguroso, para atraer a los posibles colonos. El beneficio económico obtenido por Bethencourt tras el pacto con el rey castellano le otorga el monopolio sobre el comercio exterior de las islas, principalmente el de la orchilla y la obtención del quinto real sobre las importaciones. En 1412 estas prerrogativas se ven aumentadas cuando Bethencourt reitera su enfeudación al nuevo rey, Juan 11, de quien obtiene ef privilegio de acuñar moneda, regalía que siempre fue defendida por los reyes y que dice bastante del carácter especial que tiene el pacto con el vasallo normando. Pero Bethencourt no obtiene nuevas ayudas económicas para seguir la conquista de otras islas y regresa a Normandía, desde donde gestiona el comercio de la orchilla, sin retornar más al archipiélago. 3.1.1. Los problemas jurídicos de la conquista normanda Actualmente, las investigaciones que se llevan a cabo sobre los problemas jurídicos que orígina la conquista de Canarias en el derecho medieval europeo muestran la existencia de muchas cuestiones que aún no aparecen del todo claras. En el presente apartado intentaremos recoger algunos datos sobre el estado de la cuestión. Jean de Bethencourt llega a Cañarías como feudatarío del rey francés, que según Roussel, concede la autorízación para partir ejerciendo su autoridad como príncipe crístiano para ocupar tierras de infieles y paganos, sin contar con una previa autorización papal. Luego, por motivos de financiación y ante el grave conflicto que enfrenta a Inglaterra y Francia, Bethencourt ofrece su conquista al monarca castellano; a cambio recibQ veinte mil maravedíes, protección 32 y una serie de concesiones. Con posterioridad se dirige al papa de Avignon para pedir el reconocimiento de sus conquistas, obteniendo los beneficios y las gracias que corresponden a una empresa de cruzada. Quizá también intentaba Betiiencourt convertirse en sucesor de ios dereciios reales que el pontífice otorgara a D. Luis de la Cerda medio siglo antes, asegurando asi el respeto internacional ante otros principes cristianos, con el respaldo papal. El feudo que ostenta Bethencourt ha sido definido por el profesor Aznar como " señorio inmune"; ¿ qué podemos entender por este término? Se observa que el rey posee la soberanía eminente y se reserva el derecho de intervenir en cuestiones de carácter muy grave mediante el envío de un pesquisidor, si bien Bethencourt tiene tales prerrogativas que lo convierten en un señor autónomo. Por otro lado, es de señalar que este sistema de enfeudación no corresponde en absoluto a los usos castellanos. Para Ballesteros Gaibrois, otro investigador, el pacto del conquistador normando es una " su-zeranía", es decir, la relación que se efectúa cuando un rey se hace feudatario de otro rey. Igualmente, la conquista plantea una serie de problemas con respecto al derecho vigente en Europa. Estas discusiones se centran en cuestionar la soberanía que ejerce el papa y la Cristiandad sobre el resto del orbe y la consideración juridica que han de tener los pueblos no cristianos. Se enfrentan dos posturas, aunque en el desarrollo del debate se llega a posiciones intermedias cuando no contradictorias: - Por un lado, una doctrina papalista, que argumenta que el vicario de Dios tiene poder ilimitado sobre tocios los hombres. La única sociedad legítima es la congregación de los fieles y ningún grupo fuera de ella posee legitimidad sobre el territorio que ocupa. El papa, emperador del mundo, tiene el derecho a disponer de esos estados y delegar su dominio en un príncipe cristiano; éste, a su vez, puede esclavizar a la población si se niega a la conversión. En esta doctrina se contemplan dos grupos de no cristianos: los infieles - judíos y musulmanes, que niegan la salvación y contra los cuales la cruzada militar es lícita- y los paganos, que son los que desconocen la doctrina de Cristo, y con los cuales se impone una tarea evengélica y, en caso necesario, una acción militar. - La teoría contraria a la papal nace entre los siglos XIII y XV por la influencia de pensadores como Juan de París, Guillermo de Ockam y Marsilio de Padua. Se defiende que la congregación de los fieles sólo representa una entidad espiritual sin funciones políticas y que, conviviendo con ella, existe una sociedad humana que comprende a todas las gentes, crístianas o no. Estas forman sociedades legítimas sobre las cuales el papa no tiene poder directo alguno. 33 Para Guillermo de Ockam los cristianos no gozan de privilegios especiales, aunque defienda su primacía sobre el resto de los hombres. Esta doctrina llega incluso a plantear que las congregaciones de fieles no tienen por qué regirse de una misma forma, con lo cual se defiende al estado naciente contra el poder papal. Este último aspecto quizá explique el comportamiento del rey francés y de Bet-hencourt, quien acude el papa con posterioridad a su llegada a Canarias, evidenciando la pérdida de poder del pontífice para disponer la ocupación de nuevas tierras. Mientras las doctrinas antipapalistas no tienen excesivo eco, la teoría papalista si se aplica en los argumentos que justifican jurídicamente la conquista de Cananas. El papa, sin embargo, no jugará un papel preeminente en la dirección de éste. En realidad, actúa como juez en las contiendas internacionales que se suscitan. En cuanto a la consideración que los europeos tienen con respecto a los aborígenes, ésta cambia a lo largo de la conquista. La conversión de los paganos de Lanzarote es una obligación que tiene un príncipe cristiano para poder reinar en un territorio hasta ahora no crístianizado. Agustino de Ancona, otro pensador medieval, opinaba a este respecto que los paganos tienen el derecho a ser salvados aunque desconozcan tal circunstancia. La explotación y posteríor ocupación de las islas dio ocasión a los europeos de tomar contacto con pueblos y culturas ajenos a los conocidos hasta el momento. El viaje de Nicolosso da Recco ofrece a Europa una visión distinta de los paganos: los canaríos poseen gobierno, construyen casas y adoran dioses. Son asi para los europeos susceptibles de ser evangelizados y, por tanto, pueden mantener su libertad y sólo podrán ser atacados si se niegan a recibir la fe católica - argumento que esgrimirán los conquistadores para esclavizarlos-. La conquista normanda llega a Cañarías como empresa de cruzada y, aunque se establecen pactos con el rey de la isla y se respeta su gobierno, es difícil asegurar que no fuera por haber encontrado una buena acogida más que por pensarse en una evangeliza-ción pacífica. En todo caso, vemos cómo las diversas doctrinas se modifican en la práctica sobre el terrítorío en que se ejercen y según los intereses en juego. Un sector de la cuna romana empezó pronto a defender posturas que intentaban proteger a los aborígenes y que se alejaban de la creencia de que se debía someter por la fuerza a éstos. Asi, Eugenio IV dará un salvoconducto, a petición de los misioneros, para proteger a los aborígenes, viajando algunos de ellos a Europa. También la bula de' 1434 " Regimino Gregis" prohibe la esclavitud de los recién convertidos. 34 LA CONQUISTA SEÑORIAL, 1402- 1477 1448 Cesión de Maciotalbsiusos\ Conquista normanda, 1402- 18 Conquista y entradas castellanas, 1418- 77 1403 Periplo de Gadifer Entradas y ataques portugueses, 1424- 1479 • Bases de asentamiento 3.2. La Conquista señorial castellana La etapa normanda finaliza hacia 1418 cuando IVlassiot vende los derechos sobre las islas al conde de Niebla. Esta etapa se caracteriza por no basarse en un pacto feudal sino en- una delegación del rey en los nuevos señores. Las leyes normandas son sustituidas por las leyes generales del reino y el señorío pierde parte de su autonomía y se acentúa la intervención regía. El traspaso de las islas bethencurianas ya conquistadas por Massiot tuvo como contrapartida que éste quedara como administrador perpetuo del señorío. Las razones de esta cesión debieron ser de tipo económico, por la escasa rentabilidad y la falta de apoyo de Castilla, y político, debido a los problemas que ocasiona la guerra de los Cien Años en Francia. Para el conde de Niebla el interés de la zona radica en que sus tierras tienen como área de expansión natural a esta región africana, donde existen importantes pesquerías frecuentadas por los andaluces. Pero en 1420 Juan II dona a Alfonso de Las Casas las islas que todavía quedan por conquistar, lo que provoca un conflicto con el conde de Niebla que tardará diez años en resolverse. En 1430, el conde de Niebla cede sus derechos sobre toda's las islas al heredero de Alfonso de Las Casas, Guillen, y a su socio y tío Juan de Las Casas. Con ello queda resuelto el problema de la titularidad del señorío. La familia de Las Casas eran ricos comerciantes, vinculados desde antiguo a la conquista de Canarias y emparentados con Rubín de Braquemont. Así, tras el pago dé cinco mil doblas de oro por el traspaso, comienza la etapa del señorío castellano. Massiot se asegura en esta transacción el señorío vitalicio de Lanzarote, Guillen pasa a dirigir el Hierro y a obtener la mitad del quinto sobre las capturas de las islas sin conquistar, Juan de Las Casas toma para sí Fuerteveníura y \ a otra mitad del quinto; éste último cederá sus derechos a su hija Inés de Las Casas, casada con Hernán Peraza el Viejo. En 1445 Guillen de Las Casas permuta sus derechos por tierras en Andalucía, a los hijos de Hernán Peraza, Guillen e Inés, por ser los herederos de Inés de Las Casas. Con ello se unifica el señorío de las islas conquistadas y el derecho sobre las no conquistadas. 36 Hernán Peraza y su hijo Guillen acometen juntos la ocupación de La Gomera y realizan varios asaltos a Gran Canaria y La Palma, en esta última y a consecuencia de una emboscada muere Guillen. Desde este momento, Inés Peraza y su marido Diego García de Herrera detentarán el señorío hasta 1477. En este año, Inés cede a su hijo, Hernán Peraza el Joven, el gobierno de La Gomera con la intención de fundar un mayorazgo; a la misma vez cede sus derechos sobre las tres islas que quedan aún por conquistar a la Corona. Con anterioridad y entre 1445 y 1465, los señores intentarán consolidarse en las islas, amenazadas por las razzias portuguesas. Diego de Herrera y su hijo Hernán Peraza, forzados por esta circunstancia y el afán de lucro, realizan entradas e intentos de asentamiento en casi todas las islas. En Gran Canaria y Tenerife consiguen establecer pequeñas fortificaciones y oratorios; se efectúa un acercamiento pacífico a los aborígenes y se logran pactos que permiten aprovechar algunos recursos económicos, entre ellos los esclavos que hacen los propios indígenas entre sus enemigos. En 1477 estas relaciones parecen rotas y la causa de ello quizá radique en las continuas incursiones en busca de esclavos que se suceden en esta época. En Lanzarote y Fuerteventura la colonización sigue su curso normal, aunque con un aumento progresivo de las presiones fiscales de los señores que traerán conflictos a finales de esta etapa. En el Hierro, tras un levantamiento en época normanda contra el gobernador Lázaro Vizcaíno, se asiste a la llegada de nuevos contingentes repobladores de origen gallego y asturiano. La Gomera tiene una incorporación en dos fases: la primera es en la época señorial y consiste en una lenta asimilación; la segunda se desarrolla en época realenga, aunque bajo dirección de los señores y de manera violenta. La ocupación la había iniciado Maciot, alentado por su señor el conde de Niebla, en 1420 para contrarrestar el supuesto derecho de Las Casas sobre las islas aún no conquistadas. Guillen de Las Casas logra apresar a Maciot en 1423, lo que provoca la intervención portuguesa, que ya en estos momentos tenían relaciones con el sobríno de Bethencourt. Desde 1445, y con la injerencia lusitana reducida, se continúa la ocupación de la isla, aprovechando los pactos de amistad con dos de los cuatro bandos en que se dividía la Gomera. El final de la conquista tiene lugar en los años setenta, como tendremos ocasión de explicar más adelante. 37 3.2.1. El conflicto luso- castellano en África y sus manifestaciones en Canarias Ya se ha comentado el papel principal que juega Canarias en los intereses portugueses en África. En 1433 el rey Duarte de Portugal concede a su hermano el principe D. Enrique el control total de la empresa africana; para el infante esto significa obtener la soberanía sobre los territorios más allá del estrecho de Gibraltar y se traduce en un constante conflicto jurídico y militar con los intereses castellanos en la misma área. La primera tentativa de ocupación del archipiélago sucede en 1424. Aprovechando las desavenencias entre los presuntos señores de las islas, Fernando de Castro realiza una incursión a las islas sin conquistar y, aunque no tiene éxito, provoca la protesta del rey castellano Juan II. Tras este fracaso, D. Enrique cometió lo que varios autores han clasificado de " error judicial": suplica al rey de Castilla que le conceda la investidura de Canarias. Esta propuestas es rechazada, pero supone reconocer implícitamente a este reino sus derechos sobre el Archipiélago en detrimento de los intereses portugueses. Tras una tregua en las acciones militares conseguida por el condestable castellano Alvaro de Luna en 1431, el príncipe lusitano emprenderá acciones diplomáticas para obtener las islas. Empieza así la primera fase del conflicto luso- castellano, que se prolonga hasta 1460. El rey de Portugal, a instancias de su hermano y con la oposición de ciertos sectores de la corte, pide al papa Eugenio IV que se abra una encuesta para resolver dos problemas: - ¿ Es lícito que un príncipe cristiano haga la guerra contra los infieles en el caso de que éstos ocupen tierras que pertenecieron a un estado cristiano? - ¿ Es lícito hacer lo mismo con territorios que nunca pertenecieron a estados cristianos? Para responder a estas cuestiones se convoca a dos conocidos especialistas en las materias jurídicas, Antonio de Roselli y Aldo Mi-nucci. La respuesta de este último defiende la tesis papalista y es la que finalmente triunfa: Así, el papa tiene jurisdicción sobre tierras de paganas y de infieles y se les debe catequizar por la vía pacífica o la militar; la respuesta de Roselli que ataca la injerencia papal no será tomada en cuenta. A raíz de esta decisión el papa emite una bula en 1433 concediendo a Enrique la conquista de territorios todavía en manos de paganos, a quienes los portugueses no dudan de calificar como salvajes con un gobierno anárquico y enemigos de la cristiandad. 38 Por su parte, el rey castellano protesta por esta decisión y encarga a Alonso de Cartagena, representante en el Concilio de Basi-lea - reunido para resolver estas cuestiones- que defienda las pretensiones de su reino. La defensa está recogida en el libro titulado Allegatione en el que se defiende la tesis papalista y también se aterra al carácter salvaje de los aborigénes, pero defiende el derecho del territorio cristiano más cercano y anterior ocupante de esa zona. Se presenta a la monarquía castellana como heredera de la visigótica, que había ejercido el dominio sobre la Mauritania Tingitana, área que se extendía por el Marruecos actual y que supondría la inclusión de Canarias. Por ello, y ayudándose de diversas presiones contra el papado, se consigue que en 1436 se promulgo la bula " Dudum cum ad nos" que reconoce el pleno derecho de Castilla en detrimento de los argumentos portugueses. D. Enrique no admitirá el dictamen y en 1448 obtiene el arrendamiento de la isla de Lanzarote de manos de Maciot de Bethen-court. Este, que era gobernador perpetuo de la isla, ya tenía contactos con los portugueses que le habían ayudado en otras ocasiones y respetaban su dominio cuando dirigían ataques contra las islas. Contraviniendo a Hernán Peraza, que tenía derecho al traspaso de esta isla como señor de Canarias, Maciot deja entrar a los portugueses, estableciéndose militarmente y llegando a imponer moneda y leyes lusitanas hasta que son expulsados por una rebelión en 1450. Las entradas y bloqueos a las islas no cesan y se acentúan hasta la proclamación de la bula " Romano Pontifex" de 1454, en que se otorga el dominio de África al sur de Bojador a los portugueses. Dicha bula recoge el pacto al que llegan lusos y castellanos, se termina la guerra que se mantenía de forma solapada en las costas africanas, los portugueses renuncian a Lanzarote y dejan de ayudar a dos de los bandos de la Gomera contra su señor y a cambio obtienen el monopolio de Guinea. A pesar de ello, Don Enrique enviará una expedición en 1459 al mando de Diego de Silva y Meneses, que arrasa Lanzarote y Fuerte-ventura y también entra en Gran Canaria, apoderándose de la torre de Gando. Enrique IV de Castilla, el nuevo rey, protesta ante el también sucesor Alfonso V de Portugal. La muerte del Infante D. Enrique en 1460 acelera el proceso de entendimiento y hasta 1474 no se inician de nuevo las luchas entre los dos estados. En este clima de concordia, sucede otro episodio que pone en peligro los intereses de Castilla en Canarias: el rey Enrique IV concede en 1463 a dos cortesanos portugueses, Martín de Ataide y Pedro Meneses, el derecho de conquista sobre Tenerife, La Palma y Gran Canaria, que es revocado en 1468 ante la protesta de Herrera. 39 Este singular episodio se explica por el matrimonio del rey castellano con la infanta doña Juana de Portugal y la necesidad de mostrar las buenas relaciones entre los dos reinos; el casamiento provocará después la guerra de Sucesión que afectará a Canarias al reanudarse los ataques contra las islas. Efectivamente, el segundo momento del conflicto luso-castellano se inicia en esta guerra entre 1474 y 1479 por los derechos de sucesión al trono de Castilla entre Isabel y Juana, apoyada esta última por Portugal. Los reyes Católicos, para colapsar la economía portuguesa envían sus naves a Guinea con la intención de cortar el flujo de oro que se dirigía a la Península; la respuesta es el ataque portugués a las fuerzas de Juan Rejón, que en ese momento iniciaba la conquista de Gran Canaria. La paz llega tras el tratado de Alcazovas, en 1479, con la victoria a favor de Isabel y Fernando; en él se reconoce a Portugal su soberanía sobre Fez y Guinea, en cambio Canarias queda en manos de Castilla, así como la franja costera entre el cabo Arguer y Bojador. En 1494 se firman los tratados de Tordesillas con motivo del descubrimiento de América, en el que se vuelve a delimitar las fronteras de la costa africana que corresponde a cada reino. 3.3. Peculiaridades de la conquista señorial La primera característica es la lentitud del asentamiento de nuevos pobladores debido a la falta de rentabilidad de la empresa y lo poco atractivo que resultaba el régimen señorial para los colonos. La conquista sirve a la Corona como avanzadilla en el sometimiento del Archipiélago; se establecen señoríos en las islas más fáciles de conquistar y desde allí se dispone de una buena plataforma para la ocupación de las islas más belicosas. Por otro lado, la repoblación y la explotación tienen dos momentos diferentes: - El señorío normando, con privilegios económicos y jurídicos feudales, frente a la menor autonomía del señorío castellano. En cuanto a la financiación, el dominio normando tiene su sostén en una renta territorial; el colono, tras nueve años de franquicia, debe pagar un quinto de la cosecha anual, además se cuenta con el monopolio de la orchilla. 40 PARTICIÓN DEL ÁFRICA CONTINENTAL SAHARIANA ENTRE CASTILLA Y PORTUGAL. EL BANCO PESQUERO. PORTUGAL CASTILLA Madeira Cabo Aguer- Cabo- Boja ZONA CASTELLANA Canarias ^ Stareruz de la Mar Pequeña ZONA PORTUGUESA Río de Oro Guinea • Zona de delimitación de las posesiones castellanas pesquera y portuguesas en África tras el tratado de Tordesillas { 1494) castellana Zona de cabalgadas permitida por Portugal - El señorío castellano tiene la fuente de sus ingresos en un gravamen sobre la exportación y los monopolios de dehesas, explotación de conchas, etc., reservándose la Corona los quintos especiales como son los de botín de guerra. Sin embargo, el señorío castellano irá incrementando su presión fiscal, cobrando un 3% por la entrada de productos y un 6% por la salida; llega incluso a apropiarse del diezmo eclesiástico y los quintos reales en varias ocasiones. Todo ello propicia la huida de los colonos hacia las islas realengas donde el fisco es menos gravoso. Otro aspecto destacado de la época señorial es el proceso de evangelización. En 1403 se crea el obispado del Rubicón, que intenta la conversión de los aborígenes de las islas ocupadas y que se establece en las no conquistadas, donde crea un clima favorable a los europeos y defiende a los habitantes de los intentos de esclavi-zaHos. Las bulas en este sentido son varias, promulgándose en 1434, 1462 y 1472. 42 4. LA ETAPA REALENGA "^^ ¿ I^^^ 4 . 1 . Características y financiación La conquista realenga abarca la segunda gran etapa del siglo XV y será entonces cuando finalice definitivamente la ocupación del Archipiélago. Esta se produce en los últimos veinticinco años del siglo y de manera más acelerada que la llevada a cabo por los señores, debido a que se aportan más recursos a la empresa. Cabe señalar que las tres islas sobre las que se ejerce la conquista, Gran Canaria, La Palma y Tenerife, son las más pobladas y las que mayor resistencia ofrecerán al invasor. Pasemos ahora a definir otros factores y caracteres de importancia que enmarcan este proceso. El primero a destacar es de índole internacional: así, a la guerra luso- castellana de 1475 por problemas sucesorios se une la expansión africana, y basta recordar las continuas expediciones portuguesas a Canarias tras el acuerdo de 1454. Las razones de esta actitud son diversas, pero es evidente que Alfonso V de Portugal tenia como pilar básico de su economía el comercio de oro africano. Estrangular esa vía es uno de los objetivos de los Reyes Católicos y desde las Islas se hostigarían las costas del Sahara y las rutas hacia el África negra. La Corona adopta también una nueva política ante la imposibilidad de controlar el Archipiélago por parte de los señores de las islas. El segundo factor, de carácter económico, fue la necesidad de fortalecer el patrimonio real qua había sido mermado por las mercedes dadas a dichos señores. Había también un interés por el comercio con Guinea, que se realizaba intercambiando oro por conchas, que circulaban por África como unidad monetaria. De ahí que, mientras los monarcas se proclaman con derecho a la conquista de África y Guinea enviando expediciones desde Andalucía a estas regiones, los portugueses entorpezcan las maniobras que se llevan a cabo para conquistar Gran Canaria; ese es el objetivo de una escuadra lusitana mandada a esta isla en 1478. 43 En tercer lugar, está el levantamiento contra los Herrera Peraza por parte de los vecinos de Lanzarote y que presenta el carácter de un movimiento antiseñorial. No era la primera vez que ocurría, recordemos la aspiración que ios mismos lanzaroteños tuvieron de convertirse en subditos de la corona tras la expulsión de los portugueses, a quienes habla arrendado la isla en 1454 Massiot de Bethen-court. La dureza del régimen señorial provocará en el periodo estudiado otras revueltas, como la de los gomeros, y también las emigraciones constantes de pobladores hacia las islas de realengo debido a la pobreza y los impuestos. Algunos de ellos, como el quinto sobre agricultura, ganadería y comercio, sumados al diezmo eclesiástico, y otros servicios - la guardia y defensa en las islas, la participación en cabalgadas-, dejaban a los vecinos en una miseria casi permanente. En 1475 los habitantes de Lanzarote enviaron un memorial a los reyes, que ya desde la época normanda tenían derecho a dirimir las cuestiones más graves de las islas de señorío. Junto al memorial, se desarrolla en la isla el levantamiento con la consiguiente represión por parte de los señores. El expediente real que siguió fue realizado por el pesquisidor Esteban Pérez de Cabitos, resolviendo a favor de los señores de las islas, que ratificaron sus derechos sobre Lanza-rote y las otras islas ocupadas. Ya desde 1477 los Reyes Católicos habían tomado la resolución de conquistar las islas que faltaban. El expediente de Pérez de Cabitos tenía un objetivo subyacente: tantear la posible atribución real legitima sobre estas islas. Inmediatamente se entra en negociaciones con los señores de Canarias; se les ofrecerá cinco millones de maravedíes y el título de Condes de la Gomera y el Hierro, junto al derecho a fundar mayorazgos a favor de Hernán Peraza el joven, aunque el título no se hará efectivo hasta 1516 cuando Guillen Pe-raza de Ayala se convierte en el primer conde de la Gomera. El dinero se abonará en cuatro plazos establecidos entre 1487 y 1490; a cambio, les cedería la conquista de la Palma, Tenerife y Gran Canaria a los monarcas. El último paso se da cuando Portugal en 1480 reconoce a Castilla como soberana del Archipiélago, al convertirse los señores canarios en vasallos de los reyes. La financiación de la conquista estaba contemplada desde 1476, adaptándose posteriormente según las necesidades lo impongan. Así, en un principio los monarcas se responsabilizan de ésta, pero más tarde se dará curso a la coparticipación de personas privadas. La primera recaudación comienza en 1477 con una bula de Sixto iV, realizándose fundamentalmente en Castilla. De la misma manera, el alistamiento militar siguió también los cauces norma- 44 les de la reconquista peninsular. En vez de un salario, los soldados y jefes de la conquista recibían promesas de botín o la participación en el quinto real durante una serie determinada de años para recompensarlos. Respecto a la estrategia militar, se sustituirán las pequeñas partidas señoriales por ejércitos con gran movilidad, provistos de armas más modernas, tropas organizadas como las de la Santa Hermandad, auxiliados por contingentes de reos que lograban su libertad a cambio de servir como peones en la empresa. 4.2. Resistencia y conquista en Gran Canaria La conquista de Gran Canaria comienza en 1478 bajo el mando de Juan Rejón, acompañado por el deán Bermúdez, que representa al obispo del Rubicón Juan de Frías. Este último iba a hacerse cargo de financiar la conquista, Para ello aprovechó parte de las rentas de la diócesis de Sevilla, de la cual era sufragáneo, junto a otros capitales que se acordaban en las capitulaciones. Dichos ingresos no se aportaban al principio, debiendo el obispo adelantarlos. ¿ Cuáles eran estos medios de financiación? Por un lado, tendrían los quintos reales sobre los apresamientos y corsos hechos en Guinea y que corrían a cargo del contador Gómez de Enebro y, posteriormente, Alonso de Quintanílla. Unido a ello, estaban las indulgencias creadas para evangelizar las tierras paganas y que se recaudaban en todo el reino. Los reyes facilitaban por su parte el transporte y tropas de la Santa Hermandad, unos treinta caballeros y seiscientos peones. La primera actividad que desarrolla Rejón al desembarcar en la Isleta es fundar un campamento - el Real de Las Palmas-, junto al barranco Guiniguada. Aquí tiene lugar un enfrentamiento con los aborígenes, capitaneados por Doramas, Maninidra y Adargona, que sufrirán la primera derrota; pero más temían los castellanos a los portugueses, cuya flota estaba en aquellos momentos en la isla, por el peligro de que formaran una alianza con los canarios. Rejón logra hacerse con el control de la costa nordeste comenzando la penetración por esta zona, a la vez que los aborígenes se repliegan hacia el interior, donde el relieve es más acusado. En el invierno de 1478 se paralizan las actividades, debido en parte a que 45 el dinero se había agotado. También comienzan las disensiones entre Rejón y Bermúdez al relegar el capitán a este último en las acciones que se emprendían. Ante tal situación los reyes enviaron para imponer la paz al primer gobernador de Gran Canaria, Pedro de Algaba, que encarcela y envía a Sevilla a Rejón. Pero éste obtiene el apoyo de la Corona, se replantea la situación económica de la conquista y además consigue iniciar la destitución del gobernador. La financiación cambia de sistema y se nombra a Alfonso de Quintani-lla para la recaudación de novecientos mil maravedíes. Se suman por otro lado los recursos de la bula, que adelanta la Santa Hermandad, y el resto se concierta entre Pedro Fernández Cabrón y el nuevo gobernador Pedro de Vera. Este llega a Canarias en 1480, pero Rejón se había adelantado logrando capturar a Bermúdez y Algaba: destierra al primero a Lan-zarote y decapita a Pedro de Algaba, alegando que colaboraba a favor de los intereses de Portugal. Pedro de Vera detiene de nuevo a Juan Rejón, lo envía a Castilla y allí es absueito otra vez de las acusaciones imputadas, consiguiendo el título de Adelantado para la conquista de La Palma. A su vuelta a Canarias hallará la muerte en La Gomera, en un confuso episodio a manos de los vasallos de Hernán Peraza, señor de la isla. ¿ Qué acontecimientos suceden cuando Pedro de Vera retoma el mando de la conquista? Esta se hallaba paralizada en la etapa de Pedro de Algaba, salvo algunas escaramuzas, y la principal actividad se centró en la recolección de orchilla. Como primera maniobra dirigida contra los canarios. Vera intentó ganarse a uno de los dos guanartematos en que se dividía la isla, aunque sin demasiada fortuna. En 1481, el gobernador inicia un ataque al guanartemato de Gáldar por dos puntos: uno en el Este y otro a espaldas de la población desembarcando en Agaete tropas al mando de Alonso Fernández de Lugo, futuro conquistador de La Palma y Tenerife. A su vez Pedro de Vera, avanzando desde la primera ruta, dará muerte a Do-ramas en un choque armado. Desde Agaete, y con la ayuda de ian-zaroteños y gomeros enviados por Hernán Peraza, se hostiga a Gáldar; Alonso de Lugo, tras algunas escaramuzas, logra apresar al guanarteme Tenesor Semidán, dando un nuevo rumbo a las operaciones. Miguel de Mújica, por encargo de Vera lo llevará a Castilla, donde se somete con sus subditos a los reyes y es bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme, convirtiéndose a partir de ese momento en el más fiel colaborador de los castellanos. Al regreso de Mújica y Guanarteme a Canarias con nuevos refuerzos, los canarios se encontraban ya reducidos en varias fortalezas naturales. Las operaciones ahora se suceden en rápida secuen- 46 cia: Fernando Guanarteme intenta atraer con poco éxito a los tel-denses; Pedro de Vera ataca entonces la fortaleza del Bentayga con la pretensión de cercarles, rindiendo a los aborígenes por hambre; pero este plan fracasa teniendo que retirarse los castellanos a Tirajana. Se inician entonces las operaciones en el campo de Amo-dar, donde vencen y se internan por Fataga y allí se entrega un importante grupo de canarios por la intervención de Fernando Guanarteme. En las maniobras siguientes, para lograr el control final de la isla. Vera organiza un ataque a la zona de Ajodar: un grupo se encargaría de cerrar la salida por el mar y otro lo haría por tierra. El primero, dirigido por Mújica, es derrotado y éste muere junto a sus vizcaínos; Pedro de Vera se retira y agrupa sus fuerzas en Gáldar. Bentejuí, que ha unificado gentes de los dos guanartematos y ha contado con el apoyo de Masquera y Guayarmina - princesas de Gáldar- y con el faycan de Telde, se refugian en Ansite. En la primavera de 1483, Vera marcha hacia esa fortaleza. Por la mediación de Fernando Guanarteme los canarios se rinden, mientras algunos resistentes, entre los que se encontraban Bentejui y el faycan, prefieren despeñarse a capitular. El 29 de abril, según cuentan las crónicas, los canarios se presentaron en el Real de Las Palmas, dando por finalizada una larga campaña de cinco años. A pesar de ello, grupos de indígenas siguen alzados en las cumbres; en 1485 todavía se efectuaban " cacerías" contra éstos y contra guanches de Tenerife que^^ una vez esclavizados y trasladados a la isla, huían y se sumaban a los últimos aborígenes que en Gran Canaria escapaban al dominio castellano. 4.3. Ocupación definitiva de La Gomera Los intentos de ocupación de la Gomera por parte del clan señorial de los Peraza- Herrera vieron su logro a mediados del siglo XV. No se trató tanto de una conquista militar como de una penetración progresiva, ya que los originarios pobladores no opusieron una tenaz resistencia al invasor, conservando los gomeros buena parte de su modo de vida tradicional sin excesivas interferencias. Una vez cedido el gobierno de la isla en forma de señorío por sus padres a Hernán Peraza, éste comenzó a gobernar de forma 47 LA CONQUISTA REALENGA, 1478- 1496 La Palma 1492- 1493 Tazacorie Gran Canaria 1478- 1483 Conquista de Gran Canaria Conquista de La Palma . _ • - Conquista de Tenerife Enfrentamientos y puntos de resistencia Bases de asentamiento efectiva hacia 1478. El intento de aplicar en la Gomera el sistema de las restantes islas de señorío dio lugar a los primeros choques con los aborígenes. Tras los acontecimientos que produjeron la muerte a Juan Rejón en la isla, Hernán Peraza es llamado a la corte para responder de ese crimen, por el cual no será excesivamente castigado: tenía que contribuir con sus vasallos a la conquista de Gran Canaria y además se concierta su boda con Beatriz de Bobadilla. Podemos suponer que la situación continuaba empeorando en la Gomera a medida que el expolio señorial se acentuaba sobre los bienes aborígenes. En 1485 Hernán Peraza hubo de solicitar ayuda a Pedro de Vera, lo que indica que con sus propias fuerzas era incapaz de reprimir a los gomeros. La unión de los cuatro cantones de la isla y su levantamiento culminó en 1488 con la muerte del propio Hernán Peraza. Tras la petición de ayuda al gobernador Pedro de Vera por parte de Beatriz de Bobadilla y sus fieles, cercados en la torre señorial de la isla, su llegada supuso el desencadenamiento de una feroz represalia: se dio muerte a doscientos implicados en la revuelta y se esclavizó a un número aún mayor de mujeres y niños. Está documentado el paso de estos isleños por los diferentes centros de venta de esclavos peninsulares y, pese a las gestiones de familiares, del obispo Frías e, incluso, de la propia reina, muchos de estos deportados jamás pudieron regresar al Archipiélago. En lo que atañe a las comunidades de la isla, éstas quedaron gravemente afectadas, por lo que la llegada de nuevos colonos obligó a los gomeros a ocupar una situación marginal, contribuyendo aún más al proceso de aculturación. 4.4. Rendición de La Palma La isla de La Palma había conocido durante el siglo XV varios intentos de ocupación sin resultados positivos de ninguna de las expediciones. En ella morirá Guillen Peraza, hijo de Hernán Peraza el Viejo, en una de las múltiples escaramuzas y celadas que enfrentaron a los aborígenes con los cazadores de esclavos que asaltaban sus costas. ¿ Cómo se desarrolló la conquista de Alonso de Lugo en La Palma? Como antecedente, podemos decir que este noble había obtenido un repartimiento en Agaete y se dedicó al cultivo de la caña de azúcar. Posteriormente, se trasladó a Granada en 1491 para reafirmar la entrega de tierras que Pedro de Vera le había otorgado y que estaban sujetas a revisión por parte del nuevo gobernador Maldona- 49 do. Al año siguiente obtuvo los derechos de conquista sobre La Palma y Tenerife^ y en las capitulaciones correspondientes se acuerda el derecho de conquista, el quinto de ios cautivos apresados en La Palma y la mitad de los que tomase en Tenerife y Berbería, además de setecientos mil maravedíes, si la conquista se concluía antes de un año. También recibe promesa del gobierno de la isla, justicia y jurisdicción civil y criminal. Cabe señalar que necesitaba conseguir el dinero para sufragar los gastos de tal empresa, por lo que formará compañía con Juanot-to Berardi, mercader florentino, y el genovés Francisco Riberol. Participaría cada uno en la tercera parte de los desembolsos y la misma proporción correspondería de los beneficios, recibiendo al terminar la conquista un tercio también de los setecientos mil maravedíes prometidos. Lugo recluta gente en Sevilla, a los que se unirán posteriormente Fernando Guanarteme y Pedro Maninidra que, con otros canarios y gomeros, formarán una armada de novecientos hombres. El primer desembarco ló realiza en Tazacorte sin que se produzcan enfrentamientos con los naturales. Esta ausencia de hostilidad se debió a que la zona pertenecía a los bandos de paz, y ello favoreció el internamiento de las fuerzas expedicionarías. Los antecedentes de la creación de estos bandos se sitúan en el período inmediatamente anterior a la conquista, cuando en ese mismo año de 1492, el gobernador Maldonado y el canónigo de Las Palmas habían iniciado la captación de aborígenes enviando a Francisca de Gazmira, esclava palmera, y a los cabecillas cautivos y bautizados de cuatro cantones del suroeste de la isla con ios que se ajustó una paz, devolviéndolos con el encargo de evangelizar a los miembros de sus bandos. Aunque no se conocen bien los pasos de la expedición tras el desembarco, se supone que avanzaron hacia el sur y el este sin encontrar resistencia hasta el cantón de Tedote, donde libraron una corta batalla. A partir de ahí se dirigieron hacia la zona más abrupta, el cantón de Aceró, que correspondería a la actual Caldera de Tabu-ríente, y que estaba bajo el gobierno de Tanausú. En 1493 se inician las escaramuzas para el asalto de este baluarte natural, de accesos difíciles que lo hacía casi inaccesible. Viendo Lugo que iba a cumplir el año prefijado para finalizar la ocupación, recurre a negociar y solicita una entrevista a Taunusú con la condición de dejar las tropas acampadas en Los Llanos. Pero éstas se apostaron en los pasos de salida de la Caldera y/ rompiendo la tregua pactada con el isleño, Lugo lo apresa junto a sus seguidores y lo envía a Castilla, muriendo en el trayecto. El resto de su gente es esclavizado y de paso, bajo pretexto de una rebelión, serán cautivados también muchos aborígenes pertenecientes a los bandos de paz. 50 4.5. El último episodio: La Conquista de Tenerife Acabada la conquista de La Palma y dada su relativa facilidad, Alonso Fernández de Lugo acude a la corte en 1495 y realiza las capitulaciones para la conquista de Tenerife. Renuncia al premio prometido en la anterior empresa a cambio de que se le asegure el gobierno de la isla y otras prerrogativas similares a las de La Palma, aunque no tendrá participación en el quinto real. Lugo pensaba quizá obtener un gran botín con la venta de esclavos, ganado y orchilla. Para hacer frente a esta campaña, venderá sus propiedades, debiendo además realizar contratos con algunos comerciantes italianos en Sevilla. Pretendía también conquistar Tenerife en diez meses, posiblemente tomando la ocupación de La Palma como referencia. A la recluta de soldados hecha en Sevilla se unieron canarios y gomeros que vivían en la Baja Andalucía; en Gran Canaria además incorporan un contingente de tropas, formando en conjuntó una fuerza expedicionaria de dos mil hombres a pie y doscientos a caballo. La isla de Tenerife estaba en la época aborigen dividida en una serie de menceyatos y ya había sido visitada años atrás por Diego de Herrera. También unos frailes comenzaron la evangelización de los guanches, consiguiendo que los menceyatos de Güímar, Abona, Adeje y, posteriormente Anaga, se convirtiesen en bandos de paz, procurando ampararlos contra el constante asalto de los cazadores de esclavos. A fines de abril de 1494, Lugo y sus hombres desembarcaron en Añazo; una vez fortificado el campamento - el Real de Santa Cruz-, avanzan hacia el interior confirmando los pactos con los cuatro bandos de paz ya existentes. Iniciarán también un acercamiento al resto de los bandos, sobre todo con el de Taoro, siendo su mencey Ben-chomo. Este no acepta las condiciones impuestas y realiza a su vez alianzas con los menceyes de Tacoronte, Tegueste, Daute e Icod. Alonso de Lugo, ya en acto de guerra, se internará por La Laguna avanzando hasta el barranco de Acentejo. Allí, los guanches, aprovechando su mejor posición estratégica, cercan y diezman al grupo expedicionario estando a punto de morir el propio Lugo, que con los supervivientes huye al Real de Añazo y reembarca hacia Gran Canaria. Había perdido las cuatro quintas partes de su ejército en la denominada " matanza de Acentejo". En Las Palmas, Alonso de Lugo tiene tiempo de reflexionar sobre la derrota, producto de diferentes circunstancias: la inexperien- 51 cia dé los soldados, pese a su número y armamento, junto al ataque llevado a cabo en gran escala por los aborígenes y no en pequeños cuadríllas, que había sido la táctica habitual hasta el momento. Ello le decide a emplear tropas veteranas en un nuevo intento y a consolidar una cabeza de puente que sirviera de refugio si los combates eran adversos. Para esto necesitaba mucho dinero y sólo le quedaba la mitad del plazo para conquistar la isla, debía pagar a los supervivientes y levantar nuevas levas. Vende entonces los restos de su hacienda a Francisco Palomar y concierta una nueva sociedad en 1494 con el anterior, además de Guillermo Blanco, Nicolao Angelote y Mateo Viña. Cada uno de ellos tiene una participación desigual y recibirían su beneficio según lo invertido, llevando el mayor porcentaje Angelote y Blanco. Actualmente, no se sabe bien si este contrato fue una renovación del hecho en la primera entrada o uno completamente distinto. Estos aspectos son claves para entender al funcionamiento de la conquista realenga, pues ésta había empezado con una financiación similar a las empleadas en la reconquista peninsular y acaba con otras que son comunes a las empresas en el Nuevo Mundo. Junto a los genoveses, Lugo pedirá ayuda al duque de Medina Sidonia, quien le promete mil peones que habían participado en la guerra de Granada, y también a Inés Peraza y Beatriz de Bobadilla, que en ese momento ostentaban el poder de las islas señoriales. Posteriormente, se dirigirá a los reyes solicitando una prórroga, concediéndole los monarcas diez meses más para un nuevo intento. En 1496 Lugo desembarca y edifica dos torres en el mismo lugar que su primera expedición, siendo aprovisionado por los bandos de paz. Durante el tiempo que duraron las tareas para fortificar el Real, logran capturar bastantes esclavos y a finales de año, con los pertrechos completos, Lugo se adentra y establece un nuevo campamento en Gracia, cerca de La Laguna, entablando un combate con los guanches de los bandos de guerra, quienes esta vez cometen el error de luchar en tierra llana, donde son aplastados por la caballería. La ayuda de tropas de refresco que se incorporan al mando de Fernando Guanarteme completan la derrota de los aborigénes. Muerto Benchomo, los castellanos pactan con el nuevo men-cey Bentor. Por otro lado, a raíz de la batalla, una enfermedad contagiosa contribuirá aún más a la mortandad entre la población de la isla. En un nuevo avance se dirigen los castellanos hacia el Valle de Taoro y cerca de Acentejo, escenario de su primera derrota, triunfan en otro encuentro con los guanches. Queda consumada la conquista, aunque también hubo quienes no aceptaron esta suerte, por lo que se prolongaron las operaciones militares contra los isleños hasta 1496. 52 5. CONSECUENCIAS DE LA CONQUISTA Y COLONIZACIÓN 5.1. ¿ Qué fue de los aborígenes? La conquista de las islas tuvo para los canarios una serie de consecuencias de tipo demográfico y cultural, por lo que dedicaremos este capitulo a esbozar las manifestaciones de este proceso. Serra Ráfols, un eminente investigador de nuestro pasado histórico, planteó hace algunas décadas una cuestión problemática: ¿ Hubo genocidio en Canarias? No es posible aventurar una respuesta terminante, pero lo que si resulta evidente es que los aborígenes en general fueron esclavizados, fusionados y trasladados de una isla a otra o bien hacia el continente. Si se añade la muerte de muchos de ellos, es evidente que la suma de estos actos contribuyeron a su desaparición definitiva como conjunto de pueblos autóctonos. Ahora bien, donde el impacto tuvo efectos mayores fue en el ámbito cultural, por lo que sólo existirán grupos reducidos que conserven ciertos rasgos de su pasado, sobre todo en zonas alejadas o poco accesibles. Pero, ¿ cuál era la situación de cada isla? Veamos ahora cada una de ellas de forma particularizada. Respecto a las conquistas por los normandos, no tenían éstas una población cuantiosa que se intentó conservar, a pesar de la esclavización y traslado de muchos isleños. La más afectada fue el Hierro, que según las crónicas había sido reiteradamente castigada por incursiones de piratas y colonizada con posterioridad por normandos, quedando sólo mujeres y niños como supervivientes del pueblo aborigen. La Gomera, en una primera etapa de dominio castellano, conservó gran parte de su población, aunque muchos fueron vendidos como esclavos por los Peraza pese a estar cristianizados. Hernán Peraza acudirá también con un contingente de gomeros a la con- 53 quista de Gran Canaria, permaneciendo allí muchos de ellos al finalizar la campaña. Por último, tendrá gran incidencia en la población gomera la represión que realiza Pedro de Vera tras la muerte de Hernán Peraza a manos de sus vasallos, siendo por esta revuelta muchos aborígenes ejecutados y esclavizados. Las islas de realengo eran las más pobladas, pero también habían sufrido continuas rapiñas desde las primeras arribadas de exploradores europeos y en ellas tuvieron lugar las batallas más sangrientas durante la conquista. Tras ella, en Gran Canaria, los aborígenes que no habían sido esclavizados ya son masivamente deportados por Pedro de Vera, salvo contadas excepciones como las de Fernando Guanarteme y otros nobles de la isla. Se tenía miedo, infundado o no, de que si los canarios permanecían allí podían levantarse contra sus nuevos ocupantes. Por otro lado, muchos participarán con Alonso de Lugo en la invasión de Tenerife, instalándose definitivamente en aquella isla. De todas maneras, Gran Canaria aún contará con nativos, ya como esclavos o libres, a los cuales se sumarán los que pudieron retornar de Andalucía y de otros lugares del Archipiélago. La Palma, castigada por las capturas de cautivos por parte de piratas portugueses y castellanos, sufrirá un largo proceso de esclavización progresiva de sus moradores. En 1503, una esclava palmera iniciará un pleito para reclamar su libertad, apareciendo la referencia a una figura jurídica interesante: el procurador de los naturales, creada por aquellos castellanos que trataron de auxiliar a los bandos de paz, aunque con pocos resultados positivos, debido a las trabas administrativas que les impusieron. La población, según se deduce de las datas, debió quedar bastante diezmada y concentrada en el sur de la isla. En Tenerife podemos distinguir dos grandes grupos: los pertenecientes a los bandos de paz, que no podían ser apresados en virtud de los pactos establecidos con los castellanos, pero que al tener Lugo urgentes problemas de pago y pretextando que ayudaban a los fugitivos de los bandos de guerra, los esclavizará sin reparo alguno. El segundo grupo, compuesto por los aborígenes de los men-ceyatos que lucharon, eran considerados botín de guerra y serán vendidos como esclavos o expulsados a Gran Canaria. Se calcula para el mercado de Valencia que más de ciento setenta guanches fueron vendidos desde 1494 a 1496, en su mayoría mujeres y niños. Los supervivientes se concentraron en la comarca de Güímar, quedando otros grupos de menor importancia diseminados por toda la isla. 54 5.2. Repoblación y repartimiento La repoblación de Canarias, una vez conquistadas, no se va a efectuar de la misma manera ni en igual periodo de tiempo. Además, las diferencias se harán patentes según sean las islas realengas o señoriales. Respecto a la repoblación señorial, veremos en el siglo XV y XVI una evidente heterogeneidad que tiene sus raíces en la peculiar conformación política, administrativa, económica, demográfica, etc" que acontece a cada isla en estos momentos. Se caracterizaron por una población poco numerosa, y esa escasez está relacionada con las excesivas cargas que imponían los señores, que dieron lugaj; a las deserciones de colonos, llegando incluso a un retroceso global de lajDoblación, como ocurrió en el Hierro. Esta tendencia se manifiesta en las reiteradas prohibiciones del tránsito de pobladores entre las islas de señorío y realengo. ¿ Quiénes integran la población señoríal en este momento? Su origen es diverso: aparecen por un lado franceses y castellanos, luego los indígenas y otros grupos de menor entidad. Lanzarote, Fuerteventura y el Hierro están poblados en su mayoría por normandos, en la fase bethencuriana, andaluces y moríscos, creciendo éstos en importancia numéríca a partir de la intensificación de las entradas en Afríca a fines del siglo XV y que en las islas oríentales suplirán el éxodo masivo de sus anteríores pobladores. En La Gomera resalta el distanciamiento que existe entre la sociedad indígena y la europea durante largo tiempo. Aquí el elemento normando no arraiga y será después del traspaso del señorío a manos de los castellanos cuando la isla se convierta en una avanzadilla de los puertos andaluces, lo cual es lógico por tener uno de los mejores refugios de las islas, y ello se demostrará en la época del tráfico comercial de la Compañía de Indias. Aún así, no será sino después de la rebelión de 1488 cuando se ocupe la isla con nuevos repobladores. Por último, se evidencia que las islas de señorío presentan una estructura social muy jerarquizada, que gira alrededor de la posesión de la tierra. La preeminencia corresponde a los señores y sus allegados, distinguiéndose según su categoría nobiliar, siendo además un estamento poco propenso a mezclarse con grupos sociales inferíores; por debajo de ellos estarían los campesinos repobladores, cuya situación económica irá empeorando con el paso del tiempo, propiciando las revueltas antiseñoríales. 55 ¿ Cómo fue la repoblación en las islas de realengo? Estas islas tuvieron un notable crecimiento gracias al atractivo que su situación y recursos ofrecen. Es un proceso brusco y temporalmente más breve que el acontecido en las islas de señoríos. La principal característica de sus pobladores es la mayor heterogeneidad debida a sus diferentes procedencias. Los grupos más importantes serán los portugueses, castellanos, italianos y flamencos; junto a ellos los judíos, negros, moriscos y una población indígena que, salvo los que se fusionan por ser nobles con los jefes de la conquista, se dedica a la ganadería y se integra con otros grupos de su mismo nivel y consideración social. Sólo algunas mujeres, por el escaso número de europeas que vivían en las islas, acceden por el vínculo matrimonial a la categoría de los colonizadores. La aristocracia, en principio militar o mercantil, se irá fusionando entre sí; en otros grupos medios y bajos se hará lo mismo siendo la capacidad económica la que marque la escala social. Debajo de ellos están los bergantes, personas que llegan en busca de fortuna pero que no son auténticos repobladores y que normalmente marchan en busca de nuevas oportunidades en otras tierras. Junto a todo esto es necesario apuntar ta diferencia de estatutos jurídicos, cultura y mentalidad entre los diversos sectores de la sociedad que provoca un proceso de fusión lento y difícil, sobre todo para los negros, moriscos, aborígenes y los que eran perseguidos por motivos religiosos, contra los cuales la cerrazón y desconfianza irán en aumento, convirtiéndose en punto de mira de la Inquisición y del recelo popular. 5.3. La explotación económica La estructura económica señorial es bastante limitada a fines del siglo XV, centrándose en la ganadería - ovina, caprina y asnar fundamentalmente-, la agricultura de subsistencia y la recolección. La agricultura se reduce a la cebada y algunos frutos y hortalizas. Ni el trigo ni el vino lograron demasiada importancia antes del siglo XVI. La pesca era reducida y limitada a las aguas próximas. Los productos más destacados en estos momentos serán la orchilla y las conchas. Aún así no podemos hablar de economía cerrada, ya que el comercio esta presente desde el principio tanto en la exportación, con el cuero, sebo y otras materias primas, como en la importación de aceite, vino, trigo y manufacturas básicas. Este comer- 56 DISTRIBUCIÓN Tenerife G. Canaria La Palma, Gomera Fuerteventura Hierro Lanzarote PORCENTUAL DE LA POBLACIÓN POR ISLAS ( AÑO DE 1580) y. Total habitantes: 30.964 ' 10 Fuente: 20 30 40 50 60 " Censo de la población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI" CÍO exterior se realizaría también con las islas todavía no conquistadas, de- las que se obtenía madera y savia de drago. Posteriormente se incorporaron otras actividades como los rescates y las pesquerías en las costas africanas, que tuvieron cierta incidencia en la econoriiíá insular. La economía realenga se constituye basándose en la consolidación del cultivo de subsistencia, sobre todo cereales, y la implantación de otros de carácter especulativo como el azúcar, más beneficioso a corto plazo. La actividad pesquera será importante, tanto litoral como africana, y también la explotación de los bosques insulares. El comercio era lógicamente más destacado al existir productos de exportación que propiciaban los intercambios. La artesanía por el contrario se ocupa sotjre todo del trabajo de algunos tejidos, cueros, etc. sin alcanzar un notable desarrollo. Otra pregunta que debemos tratar se refiere a cómo se estructura la propiedad de la tierra en las islas de realengo. Aquí, el sistema se conoce como repartimiento y es heredero de las fórmulas aplicadas en el sur de la Península, consistiendo en la entrega de tierras y aguas para aprovechamiento individual en proporción a los méritos y calidad personal del beneficiario, quedando además sujetos al cumplimiento de una serie de requisitos. El sistema de entrega se hacía por delegación de poderes del monarca a los gobernadores, siendo para el caso tinerfeño y de La Palma Alonso de Lugo y para el de Gran Canaria, Pedro de Vera. Pero este repartimiento implicaba una gran complejidad, ¿ por qué? El problema deriva de la arbitrariedad en el reparto, así como la necesidad de pagar las deudas de la conquista por sus promotores, con lo cual algunos nobles y mercaderes se apropiaron de las mejores tierras. En Tenerife y La Palma, quienes se comprometen a plantar caña de azúcar y edificar ingenios obtendrán importantes extensiones de regadíos. Junto a ellos estarán comerciantes y armadores, italianos y genoveses, relacionados con la financiación del cultivo y contra los cuales, ya en 1499, se insiste en prohibir que adquieran bienes raíces por más de doscientos mil ducados; todos ellos formarán la base de un fuerte sistema oligárquico que perdurará durante varios siglos. Las tierras de menor calidad serán las distribuidas entre los labradores; esta situación será motivo de tempranas protestas, y dio lugar a la reforma del repartimiento, aunque no se alteraron sustan-cialmente las estructuras de propiedad ya establecidas. 58 6. LA NUEVA SOCIEDAD ^<^^^/ 6.1. La sociedad de fronteras La conquista cambió las estructuras aborígenes, dando paso a una organización, que diversos autores lian denominado " sociedad de frontera" y que está en la base de lo que puede ser la población canaria de hoy, tanto desde el punto de vista de sus componentes como de los aspectos culturales. La población de frontera se caracteriza por el mestizaje y también por un cierto igualitarismo, que permitió la atenuación de barreras sociales y una mayor movilidad, a pesar de que las estructuras jerárquicas castellanas se trasladan a Canarias y se imponen sus propias categorías. Desde el punto de vista cuantitativo, hay un predominio de grupos humanos extranjeros sobre los locales; si bien el contingente conquistador es escaso, el colonizador será más abundante, atraído por la oferta de tierras, un régimen fiscal poco oneroso, mejores sueldos o posibilidades de inversión mercantil y, por último, por razones religiosas. Analizando globalmente la composición de este conjunto, Canarias aparece caracterizada por la heteregeneidad de procedencia de sus pobladores, pudiéndose éstos incluir en tres grupos: europeos, indígenas y africanos. A su vez, dentro de ellos existen subdivisiones, dependiendo de su origen o nacionalidad. Nos interesa, sin embargo, subrayar ahora que gracias a [ a sociedad de frontera no hubo excesivas trabas para la fusión racial; así, la estructura de la sociedad estará marcada principalmente por el aspecto económico. También es cierto que los grupos pobladores tendían a mantener su cohesión, bien aislándose o fusionándose con otros grupos de su mismo nivel social o similar cultura. Es interesante observar también que en una sociedad de frontera las estructuras familiares son más débiles, pues a Canarias suelen venir sólo hombres en los primeros momentos a ocupar las nue- 59 vas tierras; se establecen, por ello, relaciones paralelas a las familiares: creación de confradías, agrupación por nacionalidades, etc. Socialmente podemos distinguir dos grandes grupos: - El grupo dominante, formado por aristócratas, clérigos y mercaderes. En suma, todos aquellos que desempeñan los cargos poli-ticos y controlan el poder económico. - Por otro lado, la mayoría dominada, que se diferencia entre sí por su categoría económica, desde el propietario al jornalero y ocupando el último lugar, el marginado, discriminado por causas religiosas o por condiciones jurídicas, entre las cuales se incluía la de ser esclavo. 6.2. La evolución demográfica en el siglo XVI Cuantificar la población isleña en el siglo XVI presenta algunas dificultades por la falta de datos fiables. Sin embargo, es evidente el desarrollo que tuvo gracias a la inmigración, que remite después del primer tercio del siglo XVI al desviarse hacia América; menos peso tendrá el crecimiento vegetativo de las gentes que habitaban Canarias en aquel momento. Por otro lado, el volumen de población era desigual en las distintas islas, siendo Tenerife y Gran Canaria las más pobladas, seguidas de La Palma y el resto del archipiélago a bastante distancia, como se deduce del " Censo de la población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI", hecho en 1586 y cuyos datos aparecen en el siguiente gráfico. A finales de siglo, la población debió alcanzar globalmente de veinticinco a treinta y cinco mil habitantes, de los cuales casi dos tercios los componían europeos y el resto, aborígenes y africanos. La mayor concentración de Tenerife y Gran Canaria se debe a su riqueza económica y a su carácter burocrático y comercial. Aun así, en estas islas existían grandes zonas despobladas, preferentemente en el sur. En la primera de las citadas, donde se fundan ciudades como La Laguna y La Orotava, se logra incrementar la población gracias a una política de repoblamiento, consistente en la exención de algunos impuestos y el control sanitario. De igual manera acontece en la segunda; destacando núcleos urbanos como Las Palmas, Gáldar, Telde y Arucas. 60 6.3. Los europeos 6.3.1. Los castellanos La población castellana que viene a Canarias está compuesta en su mayor parte por andaluces. Estos hablan participado desde tiempo atrás en los viajes de exploración, saqueo y posteriormente de conquista, que llevan a cabo los señores andaluces. Junto a ellos, aparecen los gallegos, cuya arribada coincide con la conquista y que se ocupan de la agricultura, la ganadería mayor, sobre todo en Gran Canaria, y del acarreo de leña para los ingenios azucareros; en una época posterior seguirán llegando a Canarias pero sólo como escala en su emigración a América. Por último, algunos extremeños, especializados también en tareas agrícolas, y burgaleses, que controlaban una parte del comercio. 6.3.2. Los portugueses Ocupan un lugar destacado en el poblamiento desde los primeros tiempos, sobre todo en las islas de realengo. Aparte de su arribada como conquistadores, en la que tuvieron serios problemas para su asentamiento, será al término de la conquista castellana, cuando se documenta su presencia con mayores datos; los portugueses se instalan en Canarias para desempeñar oficios relacionados con el azúcar, importado desde Madeira al archipiélago; además se emplean en trabajos artesanos como zapateros, plateros, y como mercaderes, preferentemente de esclavos; otros se asientan en las zonas de medianías como labradores. Otra causa por la que llegan los lusitanos a Canarias, es la proximidad de estas islas a Madeira y al sur de Portugal, y también la facilidad que aquí existía para trasladarse a América, en un momento en que ésto les estaba prohibido. Su importancia numérica se refleja en aspectos económicos y sociales, pero no en influencia política ya que no suelen formar parte de los sectores dominantes. En las ordenanzas de los Cabildos existen varias referencias a los habitantes de origen portugués, se habla, entre otras cosas, del exceso de ceutíes que existe en las islas o de como algunos de ellos se dedican al contrabando de trigo hacia el reino lusitano. 61 6.3.3. Los italianos Proceden mayormente de Genova y se encuentran vinculados a la financiación de la conquista y posteriormente al azúcar, que controlan en un 90%, tanto en el proceso de producción como en su comercio. Tendrán una notable relevancia social pese a ser una minoría. Sus más destacados artífices son las familias de los Ponte y Viña para Tenerife y la de los Riberol y Cairasco para Gran Canaria. Los italianos asentados en las islas mantienen un fuerte vinculo con sus colonias de la Península, en la Baja Andalucía mayormente, y con Italia. Se fusionan rápidamente con las familias aristocráticas y ocupan puestos claves en la administración. 6.3.4. Los judíos Los judíos, expulsados del reino de Castilla y de Portugal en 1492 y 1496, buscaron refugio en Canarias a pesar de las prohibiciones oficiales. Desde el primer momento se intentaron fusionar con el resto de la sociedad en las islas, cambiando sus nombres y adaptando sus costumbres para no levantar sospechas. A pesar de ello y como consta en algunos procesos inquisitoriales, continuarán, al igual que los moriscos, practicando sus ritos y creencias en secreto. En el aspecto económico, se ocupaban de algunas actividades artesa-nales, la agricultura y también de la medicina. 6.3.5. Los flamencos Se establecen en las islas como comerciantes y prestamistas, relacionados con la exportación del azúcar a Europa del Norte y con el comercio de importación de manufacturas. Algunas de las familias más irnportantes asentadas aquí serán los Monteverde, Van Dale, Artiles. Otros grupos o minorías comerciales europeas los compondrán ingleses, holandeses e irlandeses que irán llegando posteriormente atraídos por el comercio del vino. 62 6.4. Los aborígenes Ya se ha comentado en el capítulo anterior lo que sucede a los aborígenes en cada una de las islas en el momento de la conquista. Pasamos ahora a comentar la manera en que el indígena se va incorporando a las nuevas estructuras impuestas por los castellanos. En un libro de reciente aparición, los profesores A. Tejera y R. González Antón explican que el fenómeno de la transculturación tuvo en Canarias una especial incidencia. Este término podría definirse como el proceso por el que una población prímitiva entra en contacto con sociedades más avanzadas culturalmente, adquiríendo una serie de " defensas" necesarias para su pervivencia como entidad étnica autónoma. Dicho proceso se realiza medíante cambios adap-tativos en sus componentes biológicos, en su cultura y en su forma de relación con la sociedad conquistadora. La transculturación, así enunciada, sólo se produjo en algunas islas que quedaron a salvo del rápido descenso poblacional que sufríó el archipiélago con la invasión, europea; fue éste el caso de la isla de La Gomera y La Palma. Es muy probable que finalmente, en el transcurso del siglo XVI, estos grupos étnicos también fueran totalmente integrados en la nueva sociedad, quedando únicamente algunas manifestaciones materíales de la cultura aborígen. Para los autores citados, el proceso transculturativo canario se produciría de forma individualizada y en un marco social extraño que ha sido impuesto normalmente por la violencia. Esta transculturación se realiza en dos momentos diferentes: En el prímer momento se trata de una transculturación espontánea, normalmente pacífica y con una población aborígen mayoríta-ría, aún cohesionada culturalmente. Coincidiría con las prímeras llegadas de exploradores y la acción misionera; posteríormente ocurrí-rá lo mismo con algunos casos concretos, como serían los de los bandos de paz. Pero no todos los contactos son^ espontáneos y amistosos: las incursiones esclavistas, que desde los prímeros momentos azotan el Archipiélago, propician otro tipo de aculturación, de tipo violento e individual con los esclavizados, que arrancados de su lugar de orí-gen, son obligados a vivir en otro extraño. En realidad, aquí no existe intercambio, limitándose a ser la mera imposición de la cultura del captor sobre el aborígen. El segundo momento del proceso acontece después de la conquista, bajo una forma denominada aculturación compulsiva, en la 63 cual el grupo dominante no deja opción a! aborigen para seguir con la vivencia de su cultura, sino que impone la suya de manera total. La conquista violenta supone la rápida implantación en las islas de unas estructuras sociales, económicas y político- jurídicas totalmente nuevas y ajenas a las anteriores. Es necesario, desde el punto de vista de los conquistadores, acabar totalmente con la cultura aborigen como única manera de rentabilizar la empresa de asentamiento. Este cambio se deja sentir sobre todo en el aspecto económico al introducirse un sistema de propiedad privado que es ajeno a los isleños. Este le quita sus tierras y pastos, sometiéndolos al trabajo como esclavos o siervos, o expulsándolos de la isla alegando que representan un peligro social. La reacción aborigen no es unitaria, ni siquiera dentro de una misma isla. Solo aspectos como la liberación de esclavos por sus hermanos de sangre o la protesta colectiva de grupos aborigénes nos muestra cierta cohesión étnica. Pese a ello, estas manifestaciones no tienen una gran repercusión y se hace dentro de las normas jurídicas de ios conquistadores. Ya en el nuevo orden social y a lo largo del siglo XVI, pueden dividirse las " agresiones transculturativas" en tres planos principales: - El biótico, que supone un despoblamiento aborigen como consecuencia de enfermedades ante las cuales los canarios no tenían defensa inmunológica alguna, lo que causa verdaderos estragos, de manera similar a lo que ocurría en América poco tiempo después; la " modorra" - ¿ gripe quizás?- afecta a poblaciones enteras a las que deja en tal estado de postración que son incapaces de buscarse el sustento, acelerándose su extinción a consecuencia del hambre. Las pestes que afectan tanto a castellanos como aborígenes y otro tipo de enfermedades, contribuyen no sólo a la despoblación sino también a la desintegración de las estructuras socioeconómicas, el habitat y otros componentes de la cultura aborigen; - El ecológico, ya que al apoderarse el conquistador de tierras y ganado, no sólo acaba con las formas de explotación aborigen sino que destruye también el equilibrio ecológico que éste tenía con el medio. A ello se suma la introducción de nuevos sistemas de propiedad de la tierra: las mejores tierras y el aprovechamiento de los acuíferos no serán para el aborigen, que se ve confinado en los sitios peor acondicionados o, si consigue una parcela de tierra, estará obligado a cultivar e intercambiar sus productos dentro de las nuevas prácticas comerciales. El sector más afectado por todas estas transformaciones es el ganadero, ya que éste era uno de los recursos más importantes en las islas. Las prácticas económicas, sociales y religiosas que vienen aparejadas, al ganado desaparecen y el 64 aborigen en la mayoría de los casos queda convertido en un simple pastor a sueldo. - En el plano socioeconómico, se impone un sistema de producción de carácter mercantilista. Los naturales ya no serán dueños de sus bienes, a la vez que se ven sometidos a unas relaciones de trabajo totalmente distintas de las suyas. En el aspecto social, el aborígen se integra ya de manera libre, ya como esclavo. En el caso de la integración libre, ésta se efectúa muchas veces de forma jerárquica. Los indígenas pertenecientes a las estirpes nobles se unen con la nobleza castellana, el resto lo hace con los estratos inferiores y preferentemente entre ellos mismos. Otro importante elemento de integración será la cristianización: bautizados en masa, siguiendo a sus jefes o al ser obligados por los señores castellanos, los aborígenes en muchos casos combinan la nueva doctrína con prácticas religiosas de sus antepasados, como es el caso de seguir enterrándose según los viejos ritos. Otro aspecto de esta integración es el mito de la Virgen de Candelaria en Tenerife, produciéndose un sincretismo entre dos religiones bien diferentes, la crístiana y la guanche. La familia también se verá afectada por la nueva situación, observándose que el índice de natalidad es menor en los matrímonios mixtos que en los realizados entre los propios canaríos, aunque no se ha hallado respuesta satisfactoria para este problema. Sí es evidente que las familias aborígenes se descomponen, y aunque en los prímeros momentos los lazos de sangre se mantienen, poco a poco se verán reducidos a los habituales en la nueva sociedad. Respecto a la vida material, se debe hacer una diferenciación entre el habitat rural y el urbano; en el segundo la aculturación es más rápida, mientras en el campo, preferentemente en zonas aisladas, los aborígenes seguirán manteniendo sus costumbres y relaciones socioeconómicas. La conquista y aculturación compulsiva supuso una reacción de los aborígenes que se manifestó de dos formas. En lo colectivo con la huida a sitios inaccesibles, la fuga de la isla - como ocurre en Fuerteventura-, o el paso de población desde los bandos de guerra a los de paz, lo que dio oportunidad a los conquistadores para atacar y esclavizar a sus habitantes, acusándolos de encubridores. De manera individual, aparte de los suicidios, el canario emprende la fuga hacia zonas de difícil orografía, donde se mantiene precariamente. Este fenómeno conocido como " alzamiento" se dio en varias islas y no sólo se limitó al isleño, sino también a los esclavos africanos, que una vez fugados se unen a aquellos en las montañas. 65 Los continuos robos de ganado, ya que el aborigen no entiende que éste pertenezca a una sola persona y no pueda aproveciiar sus productos libremente, choca con la idea de propiedad colectiva de su sociedad y lleva a los colonos a acusarlos de ladrones y a exagerar su peligrosidad para conseguir su expulsión de las islas. La necesidad de acabar con estas capturas de ganado y recuperar los esclavos, obliga a organizar verdaderas batidas, compuestas muchas veces por indígenas integrados, que tienen un mejor conocimiento del terreno. Un indicador de la importancia que para los conquistadores llega a alcanzar este problema son las reiteradas propuestas del Cabildo de Tenerife para la expulsión de los guanches, que finalmente no consiguieron. 6.5. Las minorias africanas. La esclavitud en Canarias Las necesidades de mano de obra para realizar las tareas más duras de cultivos como el azúcar, y la desaparición de gran parte de la población aborigen, entre otras causas, dieron lugar a la introducción de esclavos africanos en Canarias. Si dejamos a un lado la esclavitud aborigen, vemos como la llegada a Canarias de contingentes desde el exterior es muy tem
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Calificación | |
Título y subtítulo | Conquista y colonización |
Autor principal | Suárez Acosta, José Juan |
Autores secundarios | Rodríguez Lorenzo, Félix ; Quintero Padrón, Carmelo L. |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | La Laguna |
Editorial | Centro de la Cultura Popular Canaria |
Fecha | 1988 |
Páginas | 110 p. |
Datos serie | Historia popular de Canarias ; 2 |
Materias |
Colonización Canarias Historia |
Tamaño de archivo | 8,20 Mb |
Texto | popu m- roMi4^ pe i CONQUISTA Y COLONIZACIÓN José Juan Suárez Acosta - Félix Rodríguez Lorenzo - Carmelo L. Quintero Padi ''^ « > ÉS- M'^ ¡ CENTRO DE LA CULTURA POPULAR CANARIA CONQUISTA Y COLONIZACIÓN K'^'^ JOSÉ JUAN SUAREZ AGOSTA FÉLIX RODRÍGUEZ LORENZO CARMELO L. QUINTERO PADRÓN CONQUISTA Y \ Vr 4 G E^^^ COLONIZACIÓN ^ a JSiIfliotmea Genaxia HISTORIA POPULAR DE CANARIAS PRIMERA EDICIÓN: ENERO 1988 I CENTRO DE LA CULTURA POPULAR CANARIA Dirigen y producen La Bibiioteca Canaria: M^ del Carmen Otero Alonso y César Rodríguez Placeres Asesor líterarío: Félix Casanova de Ayala Cubierta: Obra de Luis Morera ( fragmento) Diseño de Cubierta: Elsa de La Hoz y Ellzabeth Ramos ( Dpto. de Diseño del CCPC) Fotocomposlción: RELAX Rambla de Pulido, 85 Santa Cruz de Tenerife impresión: LITOGRAFÍA ROMERO, S. A. C/. Ángel Quimera, 1 Santa Cruz de Tenerife ISBN: 84- 404- 1254- 1 ( obra completa) ISBN: 84- 404- 1251- 7 ( Tomo II) Depósito Legal: TF. 4- 1988 Ninguna parte de esta publicación, incluyendo el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. " Otras islas se ven, que blanco, velo las ciñe en torno menos elevadas; llamólas por su fértil cielo y suelo la Antigüedad las Islas Afortunadas (—)" T. Tasso, Gerusalemme Liberata, XV, 35- 36 INTRODUCCIÓN ^" i GE? 4^'^ La conquista y colonización de Canarias es un tema que lia interesado durante largo tiempo a la historiografía canaria. Las primeras referencias históricas que sobre las islas se escribieron son las crónicas. A ellas le sigue toda una serie de obras que se centran en los momentos en que ios europeos llegan al Archipiélago. Pese a mantener una visión de la realidad desde el punto de vista de los conquistadores, desde muy temprano cobra fuerza la defensa del aborigen frente a los recién llegados. Los escritos de Torriani, Via-na, y luego Viera y Clavijo o Millares Torres mantienen esta actitud. Ya en nuestra centuria, la importancia de los estudios sobre el siglo XV y XVI en las islas ha cobrado un nuevo impulso con nuevas interpretaciones de este proceso histórico. Este esfuerzo se evidenció gracias a que desde la década de los cuarenta, la historia moderna ocupará un sitio preferente en las investigaciones. Destacan asi los trabajos de Peraza de Ayala, Elias Serra Rafols, Leopoldo de la Rosa Olivera y tantos otros, que abrieron las primeras sendas que permitieron a las nuevas generaciones de historiadores adentrarse en una de las etapas más sugerentes y problemáticas de la historiografía canaria. Por otro lado, se crean una serie de revistas en las cuales han publicado la mayoría de los trabajos que sobre este período se han realizado en Canarias: La Revista de Historia, complementada por la que publica el Museo Canario de Las Palmas. A ellas se sumará en 1955 el Anuario de Estudios Atlánticos, dirigido por otro notable investigador: el profesor Antonio Rumeu de Armas. Ya en la década de los setenta, la creación del Departamento de Historia Moderna en la Universidad de La Laguna bajo la dirección del Dr. Antonio Betliencourt Massieu, dio un nuevo impulso a las investigaciones históricas, con la introducción de un concepto de historia global más enriquecedor. De este momento son obras fundamentales, elaboradas por Manuela Marrero, Ladero Quesada o Aznar Vallejo, sobre el siglo XVI en nuestras islas. Los problemas que se plantean en la investigación de ese siglo, al igual que para otros posteriores, son varios: dispersión de fuentes, existencia de lagunas en las mismas, etc. Con respecto a este libro, segundo de la colección que edita el Centro de la Cultura Popular Canaria, hemos intentado cumplir dos objetivos: en primer lugar, una síntesis basada en los diversos trabajos que sobre el tema se han escrito, con la intención de ofrecer un panorama global del proceso histórico desde la llegada de los primeros exploradores europeos hasta su establecimiento definitivo y consolidación en el siglo XVI. En segundo lugar mostrar la necesidad de una revisión histórica de esta etapa, al ser muchos aún los aspectos que sobre la realidad canaria en el siglo XVI desconocemos. Hemos pues intentado realizar una visión amplia de todas las transformaciones de la sociedad del momento, marcada por una serie de peculiaridades económicas, políticas y culturales, aun sabiendo que no es tarea fácil y que muchos de los datos no son generali-zables y sólo responden al momento y lugar en que han quedado recogidos por las fuentes. Para concluir esta breve introducción, pedimos disculpas de antemano por las posibles lagunas que el lector pueda encontrar a lo largo de las siguientes páginas en nuestro afán por abarcar quizá demasiados aspectos y problemas que nos parecían sugerentes. También reconocemos el interés que hemos puesto en que se considere esta obra como algo abierto, que invite al lector a profundizar en otras obras afines, que suscite dudas y, sobre todo, que se intente contrastar con la realidad del presente canario. 1. LA EXPANSIÓN EUROPEA EN LAS COSTAS AFRICANAS Y EN CANARIAS Desde finales del siglo Xlil se producen diversas arribadas de marinos europeos al archipiélago canario. Estos primeros pasos, previos a la ocupación efectiva del territorio, están relacionados con el fenómeno de la expansión por el Océano Atlántico, que comienza en estos momentos y se continúa en los siglos posteriores. Sin embargo, no se puede hablar de un verdadero descubrimiento, ya que las islas son conocidas desde mucho antes por las gentes que habitan el entorno del Mar Mediterráneo, concretamente desde la Antigüedad Clásica. Autores como Plutarco, Salustio, Pli-nio el Viejo o Ptolomeo hablan reiteradamente de archipiélagos a los que llaman Hespérides o Islas Afortunadas, situados más alia de las Columnas de Hércules. Pero resulta difícil deslindar la realidad de la ficción mitológica en las nociones que estas fuentes transmiten, y que serán estudiadas también en esta colección. Los últimos datos aparentemente fiables son los referentes al poblamiento de Canarias, que los expertos sitúan en los siglos inmediatamente anteriores y posteriores al comienzo de la Era Cristiana. Los vestigios arqueológicos que informan de la presencia de pueblos antiguos en las islas son escasos y se limitan a algunas ánforas romanas, encontradas en las costas de las dos islas más orientales. Se ha especulado con la existencia de un tráfico comercial con Canarias para la e) iplotación de productos tintóreos; por ejemplo la orchilla, y como punto de recalada de los pesqueros que faenaban en el litoral africano, pero no se tienen todavía pruebas evidentes de ello. El final del Mundo Antiguo supone un eclipse de las noticias sobre el archipiélago, al menos en las fuentes conservadas. Así pues, hasta las últimas décadas del siglo XIII la realidad de las islas atlánticas es desconocida para los geógrafos. A pesar de ello y durante la Edad Media hay indicios que apuntan a un cierto conocimiento, más o menos legendario, de las Canarias. Los árabes, herederos del saber clásico, conservaron los testimonios literarios y geográficos que recogen referencias de las islas. Algunos autores actuales sostienen que los musulmanes, por interés científico y mercantil, frecuentaban ei Océano Atlántico y las costas africanas. Existen dos viajes constatados, uno en el 956 d. C. y otro^ en el 1013 d. C . Ya en el siglo XIV, las reiteradas expediciones y la información que acerca de estas aguas tienen musulmanes y cristianos hacen suponer que, en las regiones próximas, debió de mantenerse la idea de la existencia de éstas y otras tierras y es probable que fueran visitadas con mayor frecuencia de la que podemos constatar. 1.1. Europa en la Baja Edad Media La época y el contexto en el que se desenvuelve el Viejo Continente en el momento de su expansión hacia el Atlántico es denominado por los historiadores como " el tránsito a la modernidad". Es una etapa en la cual el mundo medieval y sus estructuras empiezan a declinar para dar paso a un nuevo orden, el renacentista, principio de la Edad Moderna. Cronológicamente, abarca desde finales del siglo XIII hasta el siglo XV o principios del XVI y se puede dividir, a su vez, en dos grandes etapas consecutivas. - La primera corresponde a la totalidad del siglo XIV y se caracteriza por ser un momento de crisis, que se extiende por todo el continente a excepción de algunas zonas marginales o periféricas. Son estas últimas las que, por hallarse en mejores condiciones, encontrarán soluciones nuevas a los problemas que la depresión planteó; ellas inician la exploración de las regiones situadas al occidente y sur de Europa, movidas por coyunturas tales como romper el bloqueo musulmán de la ruta mediterránea hacia Oriente o la necesidad de acceso directo al oro africano, indispensable para el revita-lizamiento de la economía europea. - La siguiente fase se inicia hacia la mitad de siglo XV y alcanza a los primeros momentos del siglo XVI. Se desarrolla gracias al aprovechamiento que se hace de la etapa anterior, rentabilizando los logros efectuados en ésta. El dominio de nuevas rutas, tierras y productos conllevan la existencia de una época de crecimiento en el continente europeo, tanto en las zonas iniciales de la expansión como en otras de evolución más tardía ( Inglaterra, Francia y Países Bajos). 10 Interesa a continuación analizar algunos aspectos de la fase inicial ya que en ella se produce la llegada de los europeos a Canarias. Durante la segunda mitad del siglo XIII, Europa vive unos años de crecimiento, auspiciados por los resultados alcanzados en materia de nuevas técnicas y herramientas agrícolas, entre las que destacan el arado con ruedas, la collera o el molino de viento. Estos avances propician el aumento de la productividad de los campos y, en ocasiones, la existencia de las tierras roturadas hacia el Norte y Este de Europa. Unido a ello se encuentra el fenómeno del crecimiento demográfico, la mejora de las condiciones de vida y la tendencia a la ruptura de la incomunicación entre las diversas regiones europeas. Existe también una progresiva internacionalización de las relaciones comerciales, aunque la navegación marítima por el Atlántico sea todavía marginal y se limite al tránsito costero que pone en contacto el Mediterráneo y la zona norte de Europa. El Atlántico al sur del estrecho de Gibraltar es presumiblemente poco conocido y el tráfico con el continente africano se lleva a cabo a través de las rutas caravaneras que atraviesan el desierto del Sahara, con lo que ello tiene de lento e irregular para las transacciones. Esta fase de auge se frena a principios del siglo XIV como consecuencia de varios factores: 10 Las posibilidades de desarrollo técnico son limitadas y no generalizables a todo el contexto continental. Es, en suma, una sociedad anclada en estructuras que evolucionan muy lentamente. 2o Un período de enfríamiento climático que provoca el abandono de las zonas colonizadas de manera marginal en el norte y este de Europa. A su vez, las cosechas de regiones más al sur sufren un descenso de su productividad. La consecuencia inmediata son las épocas de hambre que marcan los primeros años del siglo y una desaceleración del crecimiento demográfico. 30 La población, hambrienta y debilitada, no puede hacer frente a las epidemias que se extienden por Europa desde 1313 a 1352 y que diezman su contingente humano; ello origina, a su vez, que las tierras y el resto de las actividades no se puedan atender por falta de mano de obra. La recuperación será lenta y diferente, según las zonas del continente. Lo cierto es que el mundo feudal se va a transformar económica y socialmente, aunque de manera progresiva. Los cambios que originan los factores arriba enunciados durante la larga etapa de crisis son los siguientes: En el plano demográfico, la Peste Negra divide la historia de Occidente en dos etapas, según argumenta Pierre Chaunu. En el si- 11 glo XIII se calcula que en Europa habitaban alrededor de cuarenta o cincuenta millones de personas. Tras el ciclo epidémico, la población no se recupera y sólo alcanzará una cifra parecida ya en el siglo XVI. La peste se difunde preferentemente en zonas muy pobladas como las ciudades, preservándose mejor el ámbito rural. El azote tiene, por otro lado, el carácter de nivelador social ya que afecta tanto a las masas populares como a las élites; a quienes se inculpa, junto a una relajación de costumbres, de este supuesto castigo divino. Tampoco faltan los brotes de antisemitismo, ya que se supone al judio como otro causante de estos males. En el plano económico, el despoblamiento de los núcleos rurales es la nota más significativa. Ello es consecuencia de la huida del campesino ante el aumento de la presión fiscal por parte del señor, que ve mermados sus ingresos por la falta de mano de obra que las epidemias y las guerras ocasionan. Los vínculos feudales que atan a los siervos a la tierra se reducen: el señor debe transformar un sistema económico asentado en los servicios personales obligatorios y gratuitos que presta el agricultor, por otros como el arrendamiento de terrenos a cambio de una renta fija. Esto posibilita al campesino para obtener algún rendimiento propio de las cosechas y al señor la oportunidad de desentenderse de la explotación directa de la tierra. Pero estas medidas sólo favorecen al labrador que tiene capacidad adquisitiva para arrendar, el resto permanece bajo servidumbre o engrosa las masas de jornaleros. Por otro lado, la posibilidad de cultivar tierras en beneficio propio fomenta también un desplazamiento de la agricultura de autoconsumo hacia otra que combina esta característica con la de una producción orientada al intercambio. Otro factor de desarrollo económico, asociado a esta transformación de la agricultura, es el progresivo auge que recobra el comercio y el fortalecimiento de lo que algunos autores catalogan de incipiente burguesía comercial o mercantil. El auge de los mercaderes está asociado al desarrollo de las ciudades, junto a una sene de elementos técnicos tanto industríales como mercantiles y a cierta regresión del comercio interíor por problemas de baja demanda, lo que obliga a colocar los productos en mercados nuevos; esto fomenta a su vez la apertura de otras vías y regiones al mercado internacional. A ello se suman una sene de nuevos valores que se irán imponiendo progresivamente, aunque no en la totalidad de Europa, ya que en estos momentos es sólo una minoría la que los comparte; durante el siglo XIV la exploración de nuevos territoríos será privilegio y tarea de este grupo social. En el plano político, el continente está marcado por la guerra, siendo una consecuencia del impactb que las crísis socioeconómi- 12 cas tienen en las relaciones feudales e interestatales. El conflicto más importante es la Guerra de los Cien Años, iniciado como una contienda feudal y que culmina como lucha entre dos estados, el francés y el británico. Por otro lado, el poder feudal va perdiendo progresivamente su ascendiente sobre el real, que se fortalece. EL papado se encuentra en estos momentos inmerso en una grave crisis. Las luchas entre facciones desembocan en el cisma de Avignon, tras el que se establecen dos papados. Empiezan a suce-derse también las luchas entre las iglesias estatales y la curia romana. En el plano popular, surgen herejías como la husita, y la peste provoca reacciones diversas, apareciendo por un lado la exaltación religiosa, que se traduce en las comitivas de flagelantes que recorren Europa y, por el otro, se acentúa la relajación de las costumbres. Se adivina ya en esta centuria la creación de una nueva cultura, el humanismo renacentista, que da un mayor protagonismo al hombre como dominador y centro de la naturaleza. 1.2. Viajes y exploraciones del Atlántico CAñ^ En el siglo XIII ninguna cultura tiene conocimiento de más de un tercio del planeta, como indica Fierre Chaunu. A finales del siglo XVI en cambio, ya se domina casi todo el orbe. La concepción del mundo se transforma: ha pasado de ser un plano rodeado de abismos a tener forma esférica; los mares anteriormente plagados de monstruos y rodeados de un cinturón de fuego en los trópicos, son ahora rutas comerciales y campo de batalla de las potencias que aspiran a su posesión. Son las transformaciones apuntadas las que hacen que el hombre se aleje de las costas del Atlántico europeo o abandone la seguridad del Mediterráneo. Pero existen unas causas directas, unos medios técnicos y unos pueblos que van a la cabeza de esta expansión. En primer lugar, las motivaciones directas que posibilitan en el siglo XIV y XV la exploración del Atlántico son varias: - Destacamos inicialmente la interrupción del comercio de las especies, existente entre Europa y Oriente a través de territorios controlados por el Islam, que actúa como intermediario. La inestabilidad política y el ascenso de los turcos dentro del mundo árabe dificulta enormemente el tráfico de productos. Otras rutas más al norte 13 tienen los mismos problemas por el obstáculo que suponen las hordas nómadas que controlan las estepas euroasiáticas. Las fabulosas ganancias que este mercado ofrece a los italianos obliga a aclimatar algunos de estos productos en el Mediterráneo, como es el caso del azúcar y la hierba pastel, la búsqueda de sus sustitutos en África y a fomentar la apertura de nuevas rutas directas hacia Oriente. Además, Europa se encuentra en una fase de acumulación de capitales que se ve frenada por la escasez de oro que le permita continuar con su expansión. Las minas de oro y plata de la Europa Central no abastecen la demanda de estos metales. Se intenta suplir entonces con el oro sudanés, que atravesando el desierto del Sahara llega a las costas mediterráneas donde es monopolizado por los genoveses, pero es un proceso lento y se busca el acceso directo. Portugal, atraída por este mercado y por la obtención de esclavos, inicia los viajes que le permitirán integrarse en este circuito. Existen otra serie de razones no menos importantes para entender el comienzo de estos viajes; algunos son de carácter religioso, como es la búsqueda de un mítico reino africano, gobernado por el Preste Juan, un cristiano al que se ve como posible aliado frente al Islam. Otras razones derivan de la curiosidad y afán de aventuras que despiertan los viajes de algunos europeos a Oriente, siendo el más conocido el de Marco Polo, que en su " Libro de las Maravillas" describe las múltiples riquezas que guarda Oriente. - En segundo lugar, la exploración de las nuevas rutas no sería posible sin una serie de adquisiciones técnicas para la navegación. Entre el siglo XII y el XIII, cuando los italianos crucen el estrecho de Gibraltar y unan el Mediterráneo y el Atlántico en la ruta que conduce a Flandes, se producirá el encuentro de dos formas diferentes de navegar. El navio mediterráneo es largo, de poco calado y estrecho, siendo su fuerza motriz principal los remos; su principal problema reside en que es poco apto para trasladar mucha carga. Con esta embarcación se llevan a cabo los primeros viajes de exploración de Canarias y pronto resulta evidente su ineficacia para la navegación atlántica. El buque nórdico, en cambio, es redondo, de alta borda y movido por velas, siendo apto para transportar gran cantidad de carga; sus inconvenientes son la lentitud y la dependencia de vientos y corrientes. Con el tiempo, la fusión de las características de estos dos navios da como resultado la carabela, a la cual se le añaden una serie de aparejos nuevos como el timón axial que sustituye al lateral, permitiendo una mayor maniobrabilidad de la embarcación; el aumento del número de mástiles y la combinación de la vela cuadrada 14 Astrolabio náutico ( graduación 0° a 90°) Atlas Catalán de 1375 atribuido a Cresques Abraham y la latina. El problema de la carabela sería su poca capacidad de carga extra, una vez completo el tonelaje que se precisa para el sostenimiento de la tripulación. Por ello es destinada a la exploración acompañándola otro tipo de buque de carga si la travesía es larga. Otro de los adelantos técnicos es la progresiva utilización de la navegación con instrumentos astronómicos; esto permite obtener puntos de referencia de la latitud, por la posición del sol y las estrellas, en alta mar. La brújula, la rosa de los vientos y otros útiles náuticos se van incorporando en fases sucesivas; muchos de ellos son creados y adaptados por los geógrafos y estudiosos de las universidades y centros fundados especialmente para ayudar a los navegantes, como la escuela de Sagre, fundada por el príncipe portugués Enrique el Navegante. Sin embargo, no se deben menospreciar muchos años de experiencia directa, como señalan los estudiosos del tema, en el conocimiento de mareas, corrientes y vientos, que permiten al hombre alejarse de las costas. También son de utilidad los portulanos, mapas que señalan los puertos - de ahí su nombre- y rutas que los comunican. Posteriormente se introducen cartas que contienen meridianos y algunas longitudes. Otro instrumento muy útil incorporado desde el siglo XIV son las tablas de martilogio, en que mediante cálculos trigonométricos permitían averiguar la desviación de un navio respecto de su ruta, ya que una nave a vela rara vez avanza en línea recta, por lo que precisa corregir frecuentemente el rumbo. - La tercera causa motivadora afecta a los grupos humanos que emprenden la exploración, éstos habitan en puntos privilegiados con importantes intereses en las actividades mercantiles y marítimas, que han resultado menos afectadas por la crisis europea y con capacidad de buscar soluciones a ésta. Los italianos, catalano-mallorquines y portugueses son los pueblos a la cabeza de la empresa, conectados con el tráfico comercial mediterráneo o el ribereño atlántico, participando desde mucho tiempo antes en las rutas que enlazan el norte y sur del continente a través del mar. Los italianos, preferentemente genoveses, controlan el comercio con Oriente, ahora cerrado, y con Flandes, afectado por la peste y la guerra. Han desarrollado un sistema financiero que permite las transacciones a larga distancia, no sólo con el empleo de oro sino también con la letra de cambio, los bancos y las compañías comerciales, que mantienen esta red de comercio. Aunque existen empresas directas de los marinos italianos en colaboración con reinos peninsulares para adentrarse en el Atlántico no prosperarán de la misma manera que tampoco lo hacen los proyectos catalano-mallorquines. Ello se debió fundamentalmente a la escasez de me- 17 dios y la poca rentabilidad que suponen unas exploraciones orientadas hacia el comercio más que hacia el asentamiento en nuevas tierras. Será desde los enclaves comerciales establecidos al sur de la Península y a cargo de unas minorías como las italianas quienes participarán de las nuevas rutas. Pero previamente a este hecho es necesario explicar cómo funcionan las compañías comerciales. La primera formación mercantil es la familiar, entendiéndola como grupo amplio de personas relacionadas por lazos de sangre. Se dedican a las transacciones de todo tipo y gracias a su solidaridad de grupo pueden establecer redes comerciales; en ellas no sólo participan los grandes comerciantes sino también los parientes humildes, aunque siempre respaldados por los más ricos, que intervienen directamente cuando las posibilidades comerciales están consolidadas. Otro tipo de compañía es la llamada a carati o por acciones, que dividía el capital en veinticuatro participaciones en un principio y luego cada una de éstas se fraccionaba a su vez, lo que permitía intervenir en la compañía a un buen número de personas sin necesidad de poseer un gran capital. Este tipo de empresas domina mayormente los monopolios de un determinado producto. Ambas, la familiar y la carati procede de las llamadas societas man, unos acuerdos de carácter temporal entre un comerciante y un patrón para realizar una determinada empresa con un posterior reparto de beneficios. Así, los pobladores de la Baja Andalucía conforman junto con los portugueses la avanzada artífice de las primeras exploraciones ultramarinas. El reino de Aragón, como veremos posteriormente, a pesar de ser el iniciador de los viajes a Canarias con intenciones de ocupación, sufre más fuertemente el impacto de la crisis siendo, por otro lado, el Mediterráneo su zona natural de expansión. El reino castellano no sufre con demasiado rigor en cambio la depresión continental y pronto logra superarla, dando lugar a un mayor dinamismo demográfico centrado en las ciudades y en el desarrollo creciente de la economía gracias a la exportación de lana hacia el norte de Europa, potenciando a su vez la marina de este reino; también la moneda saneada que sostiene el oro llegado desde África apuntala este crecimiento. Como aspectos negativos, Castilla tiene una dependencia excesiva de ese comercio lanero, lo que frena el desarrollo agrícola y artesanal; la burguesía existente es muy escasa y está impregnada de una mentalidad hidalga de rechazo al trabajo. La Baja Andalucía es en estos momentos una zona de reciente reconquista y repoblación. Aunque el poder señorial es importante, el motor económico lo impulsa una ciudad realenga, Sevilla, que 18 CIERRE DEL COMERCIO CON ORIENTE Y EXPLORACIÓN DE ÁFRICA RUTAS COMERCIALES AFRICANAS Y CIRCUITO REALIZADO POR VASCO DE GAMA 4a ETAPA 14a?- 99 v \ \ AK.^ « , . \ l l / ^ \ \\ ANGOLA j y / M^ agascar Ruta de Vasco de Gam; para atravesar el Cabo de Buena Esperanza Cabo de Buena Esperanza Rutas de la exploración y colonización Etapas de la exploración portuguesa en África. ^ Regiones europeas pioneras Antiguas rutas marítimas y terrestres • de las nuevas rutas. desde Europa hacia Oriente y África. controla el tráfico del río Guadalquivir. Demográficamente, esta zona tiene un importante crecimiento que combina con una economía orientada hacia la exportación y de carácter muy fértil: trigo, vino, aceite, frutos secos, pescado, sal y toneles se exportan al resto de la Península, a África y Europa. Esto dará a Sevilla la categoría de punto de enlace entre el Mediterráneo, el norte del continente europeo y la costa africana. En ella se asientan importantes colonias de mercaderes que pronto reciben las primeras noticias sobre los descubrimientos que se efectúan en el Atlántico. De esta costa parten los conquistadores de Canarias, ios pescadores que explotan con regularidad el banco pesquero sahariano y los aventureros y corsarios. Pero serán los portugueses a quienes corresponde el honor de haber iniciado la expansión y apertura de las nuevas rutas hacia África y Oriente. Tienen un papel destacado en el descubrimiento de Canarias y en el control de un ámbito que algunos historiadores llaman el " Mediterráneo Atlántico", que comprende el sector sudoeste de la Península Ibérica y las islas adyacentes del Atlántico. A Portugal le ocurre un fenómeno similar a! castellano, aunque se anticipe en el tiempo. El reino lusitano termina su reconquista con anterioridad a Castilla y emprende una verdadera reconversión de sus medios humanos y económicos para continuaria en África. Las causas son diversas: por un lado, la salida natural de Portugal es el mar y la costa de Marruecos; por otro, el país necesita territorios agricolas para hacer frente a su crecimiento poblacional ya que era deficitaria en cereales que importaba del otro lado del Estrecho; la nobleza, aspirante a un mayor número de tierras que le proporcionasen rentas; la burguesía, muy activa, desea participar del oro y los esclavos africanos para incrementar su capital. Este último grupo, en contacto con los genoveses, ve factible establecer una comunicación rodeando África con el Oriente. La Corona debe contentar tanto al grupo nobiliario como al burgués, a la vez que se beneficia de las posibles rentas que fortalecerán su posición. Por esto, la empresa portuguesa revestirá un carácter estatal y no privado como es la italiana y, en parte, la castellana. Las fases de exploración y asentamiento en África coinciden con la conquista y colonización de Canarias; en el caso portugués, el Archipiélago tiene relevancia en las dos primeras etapas de manera directa y, posteriormente, como posesión castellana en los conflictos que enfrentan a las dos potencias. Ya en el siglo XVI las relaciones de Canarias con Portugal serán de carácter comercial al servir las islas de punto de abastecimiento en el tráfico de las facto-rias portuguesas de Berbería y Afríca Negra con la metrópoli. En una primera etapa, la expansión portuguesa llega hasta el 20 Cabo Bojador en 1434. En este momento se coloniza Madeira, se descubren las Azores y se intenta la ocupación de algunas islas canarias. En ella ya interviene una figura clave: el príncipe Enrique el Navegante. La segunda fase se inicia cuando al superar el Cabo Bojador es necesario alejarse de la costa. Comienza así la verdadera etapa de navegación de altura. Se alcanza Cabo Verde y posteriormente la desembocadura del Senegal. Se inician también las capturas sistemáticas de esclavos como motivación fundamental de los viajes. La tercera etapa, que iniciamos en 1444 y tras un paréntesis de silencio en las fuentes de quince años - quizá originado por los mismos portugueses para salvaguardar sus exploraciones-, se atiende más a los aspectos organizativos de la explotación de los nuevos territorios. La cuarta y última fase comienza en 1482 con la navegación por la costa del Congo y se prepara ya el salto al océano Indico; en 1488, Bartolomé Díaz dobla el cabo de Buena Esperanza. Durante esta etapa la amenaza de los andaluces en Guinea se ve frenada por la construcción de la fortaleza de La Mina. Canarias, por su parte, sufre asaltos lusitanos debido a la guerra de sucesión que los enfrenta con Castilla. En 1492 Colón abre una nueva ruta por el oeste con la intención de llegar a las Indias. La divergencia del expansionismo castellano y portugués favorece que este último logre la circunnavegación de África, llegando en 1499 Vasco de Gama a Calicut, en la India. 21 2. EL REDESCUBRIMIENTO | 1 DE CANARIAS Para el período que llamamos " redescubrimiento" del Archipiélago canarío, se pueden distinguir dos etapas. La primera abarcaría la totalidad del siglo XIV y los viajes serían esporádicos a la búsqueda de esclavos. Ya en la segunda época, durante el siglo XV, se iniciaría la conquista y ocupación de las islas, incorporándose finalmente a la corona de Castilla. Como antecedentes de estas arribadas, podemos señalar que en el siglo XIII se produce una revalorización de las vias comerciales que costeaban África en la búsqueda de una nueva ruta oceánica hacia las Indias Oríentales. Con tal motivo se suceden distintas expediciones desde finales del siglo Xíll y a lo largo del siglo XIV, aunque algunas no estén del todo confirmadas. Así, en la primavera del año 1291, los hermanos Ugolino y Van-dino Vivaldí partieron de Genova con la intención de llegar a la India por via marítima en diez años. La expedición estaba auspiciada por Tedisio D'Oria y guiada por pilotos mallorquines. Tras costear el litoral marroquí, jamás se volvió a tener noticias de ellos. Resulta difícil saber si en su expedición pasaron por Cañarías; pero el descubrí-miento confirmado de las islas fue consecuencia directa de su viaje, ya que en las distintas tentativas que por hallaríos y seguir su ruta se efectuaron, el Archipiélago dejó de ser un mito para incorporarse al conocimiento geográfico de la época. Fue también un genovés, llamado Lancelotto Malocello, posiblemente en busca de los restos de la expedición de los hermanos Vi-valdi, el que arríbó a Lanzarote en 1312. Allí permanece durante casi dos décadas, siendo finalmente expulsado por un levantamiento indígena, aunque no se conocen muchos datos al respecto. La evidencia de la ocupación de Lancelotto viene probada por varias fuentes, entre ellas la del testimonio de los cronistas de la conquista normanda, según los cuales aún quedabanrestos de construcciones levantadas por el genovés al iniciarse la ocupación de la isla casi un siglo después. 23 La siguiente expedición, organizada por italianos y portugueses hacia 1341, resulta de interés por ser la primera descripción que se hace del Archipiélago y sus aborígenes, debida posiblemente a uno de sus jefes. El rey de Portugal es quien abastece la flota y este patronazgo es lo que argumentará Alfonso IV de Portugal al reclamar sus derechos sobre las islas. La empresa estuvo bajo la dirección técnica de los italianos, entre quienes destacan Nicolosso da Recco y Angiolino de Teggia dei Corbezzi, capitán de la misma. ¿ Qué conclusión podemos extraer de este viaje? Principalmente, la evidencia de que las islas han dejado de ser un lugar remoto y desconocido para convertirse en un paraje frecuentado y codiciado por los mercaderes y aventureros. En 1344, el papa Clemente VI nombra a D. Luis de la Cerda, infante de Castilla y miembro de la embajada del rey francés en la sede papal de Avignon, como soberano de las Islas Canarias. Tanto el príncipe como el papa habían sentido curiosidad por este lejano archipiélago conocido a raíz de las expediciones de Nicolosso da Recco y de las referencias que los textos antiguos hacían sobre las islas. Por la bula " Tua devotionis sinceritas" se otorgó al infante el feudo de Canarias, con plena jurisdicción para eliminar el paganismo de aquella zona. La concesión papal tenía como contrapartida la obligación de pagar anualmente cuatrocientos florines de oro por parte del nuevo reino. Don Luis, que tomará el título de " Príncipe de la Fortuna", buscará ayuda inmediata en los restantes monarcas cristianos para que éstos apoyen la cruzada y evangelización de las Islas. Para ello, Clemente Vi dirigirá bulas a los reyes de Aragón, Castilla, Portugal y Francia. Pero inmediatamente el rey castellano Alfonso XI alegará que Canarias había pertenecido a la Mauritania Tingitana, dominio de la monarquía visigoda, de la cual los reyes castellanos se creían sucesores. Alfonso de Portugal, por su parte, invocará la expedición de 1341 como derecho probatorio de sus aspiraciones sobre el archipiélago. Desde un punto de vista jurídico, en estas protestas se esgrime la teoría de que la proximidad de un reino cristiano a una zona sin ocupar le da derecho a su soberanía. El interés de los monarcas por impedir la donación papal no iba específicamente contra la autoridad papal sino contra la introducción de un obstáculo en las zonas de expansión de esos reinos peninsulares. El principe de la Fortuna, al no poder realizar la empresa por su cuenta, acudirá a Pedro IV de Aragón para solicitar su ayuda, realizando un acto de subordinación feudal que dará lugar a la intervención de este reino en Canarias. Pero D. Luis de la Cerda, que ya en 1345 trabajaba- para equipar una flota expedicionaria, morirá en 1348 sin que las naves zarpen de los puertos europeos. 24 Además de ser valorada y conocida ya a mediados del siglo XIV como paso hacia una futura expansión por África, Canarias también pone de manifiesto en el contexto europeo una serie de problemas jurídicos que pasamos a enunciar brevemente: En primer lugar, la donación papal es un acto de fuerza por parte de Clemente VI para demostrar su poder en los asuntos temporales y concretamente en los internacionales, ya que éste había sido dañado por ios problemas internos que sufría la Iglesia desde varias décadas atrás. Como ya dijimos, se cuestionan las distintas posturas sobre el derecho que tienen los príncipes cristianos, en función de su proximidad, a ocupar nuevos terrítoríos. Frente a ellos, el papado insiste en su prerrogativa para crear principados como vicario de Dios en la tierra y, por tanto, soberano del mundo y de los príncipes por ley divina. En años posteriores este debate dará lugar no sólo a la puesta en duda de este poder del pontífice, sino incluso a cuestionar qué derechos tiene la cristiandad, el papa y los príncipes, sobre los pueblos paganos. En torno al año 1350 se difunde el prímer libro de geografía universal, escrito por un franciscano español y basado en relatos árabes, mallorquines y en las noticias que las misiones de su Orden en el Mogreb daban, señalando las Canarias con notable precisión. Por la misma época, el archipiélago ya aparece en los principales mapas y portulanos, fijándose y difundiéndose su conocimiento. 2.1. Los viajes Catalano- Mallorquines Junto a los italianos, que utilizaban los puertos de Andalucía para sus internamientos en el Atlántico, la Corona de Aragón, bajo cuyo dominio estaban los reinos de Cataluña y Mallorca, tendrá en la segunda mitad del siglo XIV un protagonismo indudable en los viajes a Canarias y a las zonas de África al sur de estas islas. Para los catalano- mallorquines sus exploraciones respondían, en principio, a empresas puramente mercantiles, conjugadas con las tareas evangelizadoras, encargadas por el papa y que ayudaban a un mayor entendimiento con los aborigénes; sin embargo, no podemos desdeñar en absoluto esta correlación de intereses, ya que entra de 25 lleno en la mentalidad impregnada de religiosidad de la época. Pero la mayor importancia que tiene Canarias para estos navegantes es la de servir de plataforma de operaciones en el continente vecino. Desde un principio, las islas no ofrecían grandes riquezas y sus posibilidades se reducen al posible abastecimiento de buques y la obtención de plantas tintóreas como la orchilla, siendo la única fuente de ingreso rentable la captura de esclavos. Aunque la Historia ha dado primacía a los portugueses en el descubrimiento del Atlántico sur, es un hecho probado que los cata-lano- mallorquines habían alcanzado ya en estas fechas zonas más allá del cabo Bojador. Los problemas con que chocarán estas empresas serán de tipo técnico y financiero, ya que son normalmente privadas, aunque fueran alentadas por los reyes con la aportación de algunos recursos. Se piensa que ya desde 1432 han partido una serie de expediciones mallorquínas hacia las Islas Canarias con la intención de obtener esclavos. De estas primeras arribadas no se sabe su resultado, pero son importantes porque inauguran una etapa de regularidad en los viajes de exploración. Un ejemplo sería la expedición de Jaume Ferrer a Río de Oro, que se recoge en el planisferio catalán de 1375 y que certifica el conocimiento que tienen los marinos sobre estas aguas ya en ese momento, gracias a una labor continua de exploración. En 1351 el papado erige el obispado misionero de Fortuna, nombrando Clemente VI al carmelita fray Bernardo como titular del mismo. Al mismo tiempo, se arma para el siguiente año una expedición al mando de Amoldo Roger y que patrocinan Juan Doria, Jaime Segarra y Guillen Fuser. Esta empresa aunaba el estímulo comercial y la finalidad evangelizadora, para ésto último se formó una cofradía con intención de recabar fondos con que financiar el viaje. La operación se vio apoyada por el patronazgo real, lo que muestra la intención del soberano aragonés de establecerse en Canarias de una manera permanente. En la expedición iban, junto a unos treinta misioneros, doce canarios bautizados. En Telde, sede de uno de los guanartematos grancanarios, se establece el nuevo obispado, que perdurará más de cuarenta años. Sirvió esta misión de avanzadilla para los contactos comerciales con las islas, si bien tenia como fin primordial la evangelización de los aborígenes de manera pacifica, al tiempo que frenar las continuas capturas de esclavos, como demuestran noticias de 1370 sobre la venta de canarios en puertos del Mogreb. Este enclave misionero se extinguirá trágicamente en 1391 al ser asesinados sus monjes por los grancanarios, a raíz de las razzias protagonizadas por los andaluces en la isla. 26 La última expedición, fecliada en 1391, coincide con la pérdida de interés por Canarias al crecer las dificultades para los mercaderes catalano- mallorquines en la ruta atlántica. Esta empresa nace de la asociación de dos genoveses, Scariafiga y Sargazo, que, junto al sevillano Juan González, fletaron la nave " Santa Ana", con tripulación catalana y andaluza, y se dirigieron a Guinea tras hacer escala en Fuerteventura. ¿ Qué factores propiciaron el abandono de la zona atlántica? De modo general se puede decir que desde 1380 Cataluña y Mallorca hablan entrado en una fase depresiva, tanto demográfica como económica y financiera, acompañada de alteraciones sociales y políticas. Los inicios de esta crisis pudieron tener su origen en el conflicto castellano- aragonés a mediados del siglo XIV. Se asiste desde entonces a un proceso de retraimiento comercial en aquellos reinos. Castilla, por el contrario, vivirá una fase alcista que potencia su marina, convirtiéndola en protagonista, junto a Portugal, de la expansión atlántica. Andalucía, especialmente Sevilla y Cádiz, eran paso obligado de las expediciones catalano- mallorquinas y es probable que los andaluces ya navegaran por aguas de Canarias al mismo tiempo que los aragoneses. Como causa de esta penetración castellana se puede percibir una estrategia expansionista con la ocupación de Tarifa, Algeciras o Gibraltar, la apertura de nuevos mercados, la lucha contra el infiel y la evangelización. Pero frente a Castilla, con problemas tan importantes por resolver como la conquista de Granada, Portugal había acabado su reconquista y se alzaba como fuerte competidora por el dominio de África. Canarias suscitará conflictos entre las dos potencias, que ya habían tenido un primer choque de intereses en el episodio del Príncipe de la Fortuna. Ya en 1393, como indica Pedro de Ayala en su " Crónica del rey D. Enrique III", toman la iniciativa los castellanos al preparar una nueva expedición esclavista en Sevilla, a cargo de andaluces y vascos, que entrará al menos en Lanzarote, apresando a uno de los jefes isleños y unos ciento cincuenta aborígenes. Por tanto, las razzias debieron continuar durante los últimos años del siglo, aunque no se tengan noticias seguras sobre el archipiélago hasta que en 1403 lleguen los normandos a Lanzarote. 27 3. LA ETAPA SEÑORIAL Tras el siglo XiV, en el que los intentos de asentamiento permanente son escasos, el siglo XV es el momento en que comienza la verdadera ocupación. Una vez conocidas las posibilíjjades económicas de las islas y llevado a cabo un preasentamiento por parte de los misioneros, se intentarán crear nuevas estructuras de corte europeo. Esto conlleva un dominio militar eficaz del territorio, la remodelación de la población, incluyendo la destrucción o subyugación de gentes y culturas aborigénes y la imposición de un nuevo sistema administrativo- fiscal. El proceso conquistador no es rápido ni continuo y abarca prácticamente todo el siglo. En una primera época que llega hasta los años setenta, reviste un carácter señorial, adquiriendo progresivamente la Corona un mayor protagonismo en la ocupación de Gran Canaria, La Palma y Tenerife, etapa que por este carácter se denominará realenga. 3.1. La conquista normanda La ocupación se inicia a principios del siglo XV con la llegada de contingentes normandos contando con el apoyo de Castilla. Este reino, al acoger la empresa francesa, se adelanta a Portugal en la pugna por dominar las islas. Los protagonistas de la conquista son Jean de Bettiencourt y Gadifer de La Salle, ambos subditos feudatarios del rey de Francia; como tales, y con el permiso de su monarca, emprenden su aventura en el Archipiélago. Bethencourt y Gadifer tienen sobrados motivos para embarcarse en ese intento: no sólo los mueve el afán de aventura, o la religiosidad sino, ante todo las necesidades económicas. El primero de ellos posee en Normandía propiedades vinculadas a la industria textil que necesita productos tintóreos que se encuentran 29 en Canarias con relativa abundancia. Jean de Betiiencourt es el prototipo de la pequeña nobleza que las crisis del siglo XiV han hundido, reduciendo sus ingresos con la relajación del sistema feudal. Gadifer es también un noble sin fortuna, pero experto militar que ha participado anteriormente con el normando en campañas militares en el Mediterráneo. Posteriormente, una vez llegado a las islas, Jean de Bethen-court acudirá a la corte castellana para rendir pleito homenaje a Enrique III en 1402. Se trata pues, del acto de enfeudación o reconocimiento oficial de las islas como señorío vinculado a Castilla. Portugal cuestionará la validez de este hecho, presentando diversas argumentaciones que le permitan justificar su posible soberanía sobre las Canarias. En la decisión de Jean de Bethencourt de subordinarse al monarca castellano quizá contó, junto a otras motivaciones, el probable apoyo de un poderoso pariente suyo en la corte del rey Enrique, su primo Rubín de Braquemont, artífice de las alianzas entre Castilla y Francia, y que además había obtenido del rey el privilegio sobre Canarias, que cede posteriormente al conquistador normando. Lo cierto es que Rubín juega un papel importante en la aceptación de Jean de Bethencourt por parte del monarca. Sobre el viaje y ocupación normandas se tiene un detallado conocimiento - aunque su verosimilitud esté cuestionada-, gracias a la crónica conocida como Le Canarien, que fue redactada en el momento de la conquista por los capellanes de la expedición francesa, Pierre Bontier y Jean Le Verrier. Sin embargo, ésta no es la fuente que se conserva en la actualidad, los historiadores han utilizado, por el contrario, dos versiones reformadas que sirvieron de alegato legal tras la ruptura entre Gadifer y Bethencourt y que están entresacadas de la original escrita por los religiosos normandos. Gadifer habría redactado la versión más antigua sobre el manuscrito de los capellanes entre 1404 y 1408; predomina en ella cierta exactitud en las descripciones de las islas y sus habitantes, como han señalado los profesores Serra y Cioranescu. El segundo texto es una refundición de éste y adjudica a Jean lo que Gadifer presenta supuestamente como obra propia. Fue escrito por el sobrino de Bethencourt como crónica familiar y es el más inexacto de los dos textos. A partir de la información de la crónica francesa podemos referir los primeros acontecimientos de los normandos en las islas: Los dos conquistadores parten de La Rochela - Francia- en 1402 con unos doscientos hombres. Tras hacer escala en la Coruña y Cádiz llegan a Canarias. En el trayecto Bethencourt tendrá problemas, debiendo responder de una acusación de piratería en Cádiz, con lo que el viaje sufre cierto retraso, que permite contactar con marinos andaluces que frecuentaban las aguas del Archipiélago. En 30 el verano de ese año desembarcan en Lanzarote, donde establecen un pacto de amistad con un jefe aborigen, aunque las reticencias de una y otra parte son constantes. Se funda un campamento, el Castillo del Rubicón, al sur de la isla, desde donde se intenta el asalto a Fuerteventura varias veces, pero con escaso resultado por la beligerancia que muestran sus fiabitantes. Ante esta situación y para conseguir apoyo económico, bastimentos y hombres, Jean de Bet-hencourt marcha a la Península, donde consigue la ayuda de Enrique III a quien rinde vasallaje, obteniendo importantes prerrogativas. Mientras esto sucede, en Canarias la situación interna del grupo normando es tensa: Bertin de Berneval con varios gascones se revela contra Gadifer, aprovechando que éste se encuentra en el islote de Lobos para conseguir pieles con que reponer el calzado de sus hombres, donde queda aislado. Bertin, puesto de acuerdo con los marineros de una nave andaluza, la " Tajamar", que navegaba por la zona, saquea el fuerte y esclaviza a los aborígenes y a su rey, que logra huir, marchando Bertin a Cádiz en ese navio. Este suceso acaba con la buena disposición de los indígenas, que temen se reproduzcan los apresamientos de esclavos que vienen sufriendo desde el siglo anterior, y obliga a los normandos a mantenerse a la defensiva en condiciones precarias, hasta la llegada del auxilio enviado por Bethencourt desde Andalucía en julio de 1403. La conquista de Fuerteventura no era fácil y hubo de esperarse el regreso de Bethencourt en 1404 para emprenderla. Antes, Gadifer lleva a cabo un reconocimiento de las restantes islas. Desembarcó en Gran Canaria, donde tuvo noticia de la muerte violenta de los misioneros mallorquines, acontecida años atrás y ante la actitud hostil de los naturales, Gadifer decide continuar su viaje. Tras costear Tenerife y penetrar en La Gomera y El Hierro, hizo una última escala en La Palma, regresando a Lanzarote. Aquí terminó de pacificar la isla, tras algunos enfrentamientos con los indígenas, y el rey Guadarfía se sometió junto a una población que las enfermedades y la esclavitud habían diezmado considerablemente. Bethencourt regresa con el título de " rey de Canarias" lo cual da lugar a disputas con Gadifer, y comienza la ocupación de Fuerte-ventura. En esta isla se establecen dos bases: el castillo de Ricorro-que, supuestamente construido en la costa oriental, donde se concentra el bando bethencuriano y el castillo de Valtarajal, ocupado por los seguidores de Gadifer. La llegada de nuevos refuerzos en 1405, entre los que se encuentran algunos aborígenes de Lanzarote, acelera la capitulación indígena. Se supone que en estos momentos o en los inmediatamente posteriores Gadifer abandona el Archipiélago y vuelve a Francia en busca de apoyo para recuperar los derechos que Bethencourt le ha hurtado, pero no regresará 31 jamás a las islas. Tras la rendición, los conquistadores se dedican a eliminar paulatinamente los últimos focos de resistencia y ocupar el territorio. Para ello Bethencourt retorna a Normandía con la intención de reclutar colonos; con ellos vendrá Maciot, su sobrino, que quedará a cargo del feudo cuando Bethencourt regrese definitivamente al continente en 1412. En estos años se intentan ataques frustrados a Gran Canaria y Tenerife, logrando sólo dominar la isla del Hierro, que es inmediatamente repoblada con ciento veinte normandos, al ser su población muy escasa debido a las continuas acciones piráticas y esclavistas, incluidas las de los propios normandos. El sistema de poblamiento de las islas implantado por la conquista bethencuriana es de origen francés, aunque menos riguroso, para atraer a los posibles colonos. El beneficio económico obtenido por Bethencourt tras el pacto con el rey castellano le otorga el monopolio sobre el comercio exterior de las islas, principalmente el de la orchilla y la obtención del quinto real sobre las importaciones. En 1412 estas prerrogativas se ven aumentadas cuando Bethencourt reitera su enfeudación al nuevo rey, Juan 11, de quien obtiene ef privilegio de acuñar moneda, regalía que siempre fue defendida por los reyes y que dice bastante del carácter especial que tiene el pacto con el vasallo normando. Pero Bethencourt no obtiene nuevas ayudas económicas para seguir la conquista de otras islas y regresa a Normandía, desde donde gestiona el comercio de la orchilla, sin retornar más al archipiélago. 3.1.1. Los problemas jurídicos de la conquista normanda Actualmente, las investigaciones que se llevan a cabo sobre los problemas jurídicos que orígina la conquista de Canarias en el derecho medieval europeo muestran la existencia de muchas cuestiones que aún no aparecen del todo claras. En el presente apartado intentaremos recoger algunos datos sobre el estado de la cuestión. Jean de Bethencourt llega a Cañarías como feudatarío del rey francés, que según Roussel, concede la autorízación para partir ejerciendo su autoridad como príncipe crístiano para ocupar tierras de infieles y paganos, sin contar con una previa autorización papal. Luego, por motivos de financiación y ante el grave conflicto que enfrenta a Inglaterra y Francia, Bethencourt ofrece su conquista al monarca castellano; a cambio recibQ veinte mil maravedíes, protección 32 y una serie de concesiones. Con posterioridad se dirige al papa de Avignon para pedir el reconocimiento de sus conquistas, obteniendo los beneficios y las gracias que corresponden a una empresa de cruzada. Quizá también intentaba Betiiencourt convertirse en sucesor de ios dereciios reales que el pontífice otorgara a D. Luis de la Cerda medio siglo antes, asegurando asi el respeto internacional ante otros principes cristianos, con el respaldo papal. El feudo que ostenta Bethencourt ha sido definido por el profesor Aznar como " señorio inmune"; ¿ qué podemos entender por este término? Se observa que el rey posee la soberanía eminente y se reserva el derecho de intervenir en cuestiones de carácter muy grave mediante el envío de un pesquisidor, si bien Bethencourt tiene tales prerrogativas que lo convierten en un señor autónomo. Por otro lado, es de señalar que este sistema de enfeudación no corresponde en absoluto a los usos castellanos. Para Ballesteros Gaibrois, otro investigador, el pacto del conquistador normando es una " su-zeranía", es decir, la relación que se efectúa cuando un rey se hace feudatario de otro rey. Igualmente, la conquista plantea una serie de problemas con respecto al derecho vigente en Europa. Estas discusiones se centran en cuestionar la soberanía que ejerce el papa y la Cristiandad sobre el resto del orbe y la consideración juridica que han de tener los pueblos no cristianos. Se enfrentan dos posturas, aunque en el desarrollo del debate se llega a posiciones intermedias cuando no contradictorias: - Por un lado, una doctrina papalista, que argumenta que el vicario de Dios tiene poder ilimitado sobre tocios los hombres. La única sociedad legítima es la congregación de los fieles y ningún grupo fuera de ella posee legitimidad sobre el territorio que ocupa. El papa, emperador del mundo, tiene el derecho a disponer de esos estados y delegar su dominio en un príncipe cristiano; éste, a su vez, puede esclavizar a la población si se niega a la conversión. En esta doctrina se contemplan dos grupos de no cristianos: los infieles - judíos y musulmanes, que niegan la salvación y contra los cuales la cruzada militar es lícita- y los paganos, que son los que desconocen la doctrina de Cristo, y con los cuales se impone una tarea evengélica y, en caso necesario, una acción militar. - La teoría contraria a la papal nace entre los siglos XIII y XV por la influencia de pensadores como Juan de París, Guillermo de Ockam y Marsilio de Padua. Se defiende que la congregación de los fieles sólo representa una entidad espiritual sin funciones políticas y que, conviviendo con ella, existe una sociedad humana que comprende a todas las gentes, crístianas o no. Estas forman sociedades legítimas sobre las cuales el papa no tiene poder directo alguno. 33 Para Guillermo de Ockam los cristianos no gozan de privilegios especiales, aunque defienda su primacía sobre el resto de los hombres. Esta doctrina llega incluso a plantear que las congregaciones de fieles no tienen por qué regirse de una misma forma, con lo cual se defiende al estado naciente contra el poder papal. Este último aspecto quizá explique el comportamiento del rey francés y de Bet-hencourt, quien acude el papa con posterioridad a su llegada a Canarias, evidenciando la pérdida de poder del pontífice para disponer la ocupación de nuevas tierras. Mientras las doctrinas antipapalistas no tienen excesivo eco, la teoría papalista si se aplica en los argumentos que justifican jurídicamente la conquista de Cananas. El papa, sin embargo, no jugará un papel preeminente en la dirección de éste. En realidad, actúa como juez en las contiendas internacionales que se suscitan. En cuanto a la consideración que los europeos tienen con respecto a los aborígenes, ésta cambia a lo largo de la conquista. La conversión de los paganos de Lanzarote es una obligación que tiene un príncipe cristiano para poder reinar en un territorio hasta ahora no crístianizado. Agustino de Ancona, otro pensador medieval, opinaba a este respecto que los paganos tienen el derecho a ser salvados aunque desconozcan tal circunstancia. La explotación y posteríor ocupación de las islas dio ocasión a los europeos de tomar contacto con pueblos y culturas ajenos a los conocidos hasta el momento. El viaje de Nicolosso da Recco ofrece a Europa una visión distinta de los paganos: los canaríos poseen gobierno, construyen casas y adoran dioses. Son asi para los europeos susceptibles de ser evangelizados y, por tanto, pueden mantener su libertad y sólo podrán ser atacados si se niegan a recibir la fe católica - argumento que esgrimirán los conquistadores para esclavizarlos-. La conquista normanda llega a Cañarías como empresa de cruzada y, aunque se establecen pactos con el rey de la isla y se respeta su gobierno, es difícil asegurar que no fuera por haber encontrado una buena acogida más que por pensarse en una evangeliza-ción pacífica. En todo caso, vemos cómo las diversas doctrinas se modifican en la práctica sobre el terrítorío en que se ejercen y según los intereses en juego. Un sector de la cuna romana empezó pronto a defender posturas que intentaban proteger a los aborígenes y que se alejaban de la creencia de que se debía someter por la fuerza a éstos. Asi, Eugenio IV dará un salvoconducto, a petición de los misioneros, para proteger a los aborígenes, viajando algunos de ellos a Europa. También la bula de' 1434 " Regimino Gregis" prohibe la esclavitud de los recién convertidos. 34 LA CONQUISTA SEÑORIAL, 1402- 1477 1448 Cesión de Maciotalbsiusos\ Conquista normanda, 1402- 18 Conquista y entradas castellanas, 1418- 77 1403 Periplo de Gadifer Entradas y ataques portugueses, 1424- 1479 • Bases de asentamiento 3.2. La Conquista señorial castellana La etapa normanda finaliza hacia 1418 cuando IVlassiot vende los derechos sobre las islas al conde de Niebla. Esta etapa se caracteriza por no basarse en un pacto feudal sino en- una delegación del rey en los nuevos señores. Las leyes normandas son sustituidas por las leyes generales del reino y el señorío pierde parte de su autonomía y se acentúa la intervención regía. El traspaso de las islas bethencurianas ya conquistadas por Massiot tuvo como contrapartida que éste quedara como administrador perpetuo del señorío. Las razones de esta cesión debieron ser de tipo económico, por la escasa rentabilidad y la falta de apoyo de Castilla, y político, debido a los problemas que ocasiona la guerra de los Cien Años en Francia. Para el conde de Niebla el interés de la zona radica en que sus tierras tienen como área de expansión natural a esta región africana, donde existen importantes pesquerías frecuentadas por los andaluces. Pero en 1420 Juan II dona a Alfonso de Las Casas las islas que todavía quedan por conquistar, lo que provoca un conflicto con el conde de Niebla que tardará diez años en resolverse. En 1430, el conde de Niebla cede sus derechos sobre toda's las islas al heredero de Alfonso de Las Casas, Guillen, y a su socio y tío Juan de Las Casas. Con ello queda resuelto el problema de la titularidad del señorío. La familia de Las Casas eran ricos comerciantes, vinculados desde antiguo a la conquista de Canarias y emparentados con Rubín de Braquemont. Así, tras el pago dé cinco mil doblas de oro por el traspaso, comienza la etapa del señorío castellano. Massiot se asegura en esta transacción el señorío vitalicio de Lanzarote, Guillen pasa a dirigir el Hierro y a obtener la mitad del quinto sobre las capturas de las islas sin conquistar, Juan de Las Casas toma para sí Fuerteveníura y \ a otra mitad del quinto; éste último cederá sus derechos a su hija Inés de Las Casas, casada con Hernán Peraza el Viejo. En 1445 Guillen de Las Casas permuta sus derechos por tierras en Andalucía, a los hijos de Hernán Peraza, Guillen e Inés, por ser los herederos de Inés de Las Casas. Con ello se unifica el señorío de las islas conquistadas y el derecho sobre las no conquistadas. 36 Hernán Peraza y su hijo Guillen acometen juntos la ocupación de La Gomera y realizan varios asaltos a Gran Canaria y La Palma, en esta última y a consecuencia de una emboscada muere Guillen. Desde este momento, Inés Peraza y su marido Diego García de Herrera detentarán el señorío hasta 1477. En este año, Inés cede a su hijo, Hernán Peraza el Joven, el gobierno de La Gomera con la intención de fundar un mayorazgo; a la misma vez cede sus derechos sobre las tres islas que quedan aún por conquistar a la Corona. Con anterioridad y entre 1445 y 1465, los señores intentarán consolidarse en las islas, amenazadas por las razzias portuguesas. Diego de Herrera y su hijo Hernán Peraza, forzados por esta circunstancia y el afán de lucro, realizan entradas e intentos de asentamiento en casi todas las islas. En Gran Canaria y Tenerife consiguen establecer pequeñas fortificaciones y oratorios; se efectúa un acercamiento pacífico a los aborígenes y se logran pactos que permiten aprovechar algunos recursos económicos, entre ellos los esclavos que hacen los propios indígenas entre sus enemigos. En 1477 estas relaciones parecen rotas y la causa de ello quizá radique en las continuas incursiones en busca de esclavos que se suceden en esta época. En Lanzarote y Fuerteventura la colonización sigue su curso normal, aunque con un aumento progresivo de las presiones fiscales de los señores que traerán conflictos a finales de esta etapa. En el Hierro, tras un levantamiento en época normanda contra el gobernador Lázaro Vizcaíno, se asiste a la llegada de nuevos contingentes repobladores de origen gallego y asturiano. La Gomera tiene una incorporación en dos fases: la primera es en la época señorial y consiste en una lenta asimilación; la segunda se desarrolla en época realenga, aunque bajo dirección de los señores y de manera violenta. La ocupación la había iniciado Maciot, alentado por su señor el conde de Niebla, en 1420 para contrarrestar el supuesto derecho de Las Casas sobre las islas aún no conquistadas. Guillen de Las Casas logra apresar a Maciot en 1423, lo que provoca la intervención portuguesa, que ya en estos momentos tenían relaciones con el sobríno de Bethencourt. Desde 1445, y con la injerencia lusitana reducida, se continúa la ocupación de la isla, aprovechando los pactos de amistad con dos de los cuatro bandos en que se dividía la Gomera. El final de la conquista tiene lugar en los años setenta, como tendremos ocasión de explicar más adelante. 37 3.2.1. El conflicto luso- castellano en África y sus manifestaciones en Canarias Ya se ha comentado el papel principal que juega Canarias en los intereses portugueses en África. En 1433 el rey Duarte de Portugal concede a su hermano el principe D. Enrique el control total de la empresa africana; para el infante esto significa obtener la soberanía sobre los territorios más allá del estrecho de Gibraltar y se traduce en un constante conflicto jurídico y militar con los intereses castellanos en la misma área. La primera tentativa de ocupación del archipiélago sucede en 1424. Aprovechando las desavenencias entre los presuntos señores de las islas, Fernando de Castro realiza una incursión a las islas sin conquistar y, aunque no tiene éxito, provoca la protesta del rey castellano Juan II. Tras este fracaso, D. Enrique cometió lo que varios autores han clasificado de " error judicial": suplica al rey de Castilla que le conceda la investidura de Canarias. Esta propuestas es rechazada, pero supone reconocer implícitamente a este reino sus derechos sobre el Archipiélago en detrimento de los intereses portugueses. Tras una tregua en las acciones militares conseguida por el condestable castellano Alvaro de Luna en 1431, el príncipe lusitano emprenderá acciones diplomáticas para obtener las islas. Empieza así la primera fase del conflicto luso- castellano, que se prolonga hasta 1460. El rey de Portugal, a instancias de su hermano y con la oposición de ciertos sectores de la corte, pide al papa Eugenio IV que se abra una encuesta para resolver dos problemas: - ¿ Es lícito que un príncipe cristiano haga la guerra contra los infieles en el caso de que éstos ocupen tierras que pertenecieron a un estado cristiano? - ¿ Es lícito hacer lo mismo con territorios que nunca pertenecieron a estados cristianos? Para responder a estas cuestiones se convoca a dos conocidos especialistas en las materias jurídicas, Antonio de Roselli y Aldo Mi-nucci. La respuesta de este último defiende la tesis papalista y es la que finalmente triunfa: Así, el papa tiene jurisdicción sobre tierras de paganas y de infieles y se les debe catequizar por la vía pacífica o la militar; la respuesta de Roselli que ataca la injerencia papal no será tomada en cuenta. A raíz de esta decisión el papa emite una bula en 1433 concediendo a Enrique la conquista de territorios todavía en manos de paganos, a quienes los portugueses no dudan de calificar como salvajes con un gobierno anárquico y enemigos de la cristiandad. 38 Por su parte, el rey castellano protesta por esta decisión y encarga a Alonso de Cartagena, representante en el Concilio de Basi-lea - reunido para resolver estas cuestiones- que defienda las pretensiones de su reino. La defensa está recogida en el libro titulado Allegatione en el que se defiende la tesis papalista y también se aterra al carácter salvaje de los aborigénes, pero defiende el derecho del territorio cristiano más cercano y anterior ocupante de esa zona. Se presenta a la monarquía castellana como heredera de la visigótica, que había ejercido el dominio sobre la Mauritania Tingitana, área que se extendía por el Marruecos actual y que supondría la inclusión de Canarias. Por ello, y ayudándose de diversas presiones contra el papado, se consigue que en 1436 se promulgo la bula " Dudum cum ad nos" que reconoce el pleno derecho de Castilla en detrimento de los argumentos portugueses. D. Enrique no admitirá el dictamen y en 1448 obtiene el arrendamiento de la isla de Lanzarote de manos de Maciot de Bethen-court. Este, que era gobernador perpetuo de la isla, ya tenía contactos con los portugueses que le habían ayudado en otras ocasiones y respetaban su dominio cuando dirigían ataques contra las islas. Contraviniendo a Hernán Peraza, que tenía derecho al traspaso de esta isla como señor de Canarias, Maciot deja entrar a los portugueses, estableciéndose militarmente y llegando a imponer moneda y leyes lusitanas hasta que son expulsados por una rebelión en 1450. Las entradas y bloqueos a las islas no cesan y se acentúan hasta la proclamación de la bula " Romano Pontifex" de 1454, en que se otorga el dominio de África al sur de Bojador a los portugueses. Dicha bula recoge el pacto al que llegan lusos y castellanos, se termina la guerra que se mantenía de forma solapada en las costas africanas, los portugueses renuncian a Lanzarote y dejan de ayudar a dos de los bandos de la Gomera contra su señor y a cambio obtienen el monopolio de Guinea. A pesar de ello, Don Enrique enviará una expedición en 1459 al mando de Diego de Silva y Meneses, que arrasa Lanzarote y Fuerte-ventura y también entra en Gran Canaria, apoderándose de la torre de Gando. Enrique IV de Castilla, el nuevo rey, protesta ante el también sucesor Alfonso V de Portugal. La muerte del Infante D. Enrique en 1460 acelera el proceso de entendimiento y hasta 1474 no se inician de nuevo las luchas entre los dos estados. En este clima de concordia, sucede otro episodio que pone en peligro los intereses de Castilla en Canarias: el rey Enrique IV concede en 1463 a dos cortesanos portugueses, Martín de Ataide y Pedro Meneses, el derecho de conquista sobre Tenerife, La Palma y Gran Canaria, que es revocado en 1468 ante la protesta de Herrera. 39 Este singular episodio se explica por el matrimonio del rey castellano con la infanta doña Juana de Portugal y la necesidad de mostrar las buenas relaciones entre los dos reinos; el casamiento provocará después la guerra de Sucesión que afectará a Canarias al reanudarse los ataques contra las islas. Efectivamente, el segundo momento del conflicto luso-castellano se inicia en esta guerra entre 1474 y 1479 por los derechos de sucesión al trono de Castilla entre Isabel y Juana, apoyada esta última por Portugal. Los reyes Católicos, para colapsar la economía portuguesa envían sus naves a Guinea con la intención de cortar el flujo de oro que se dirigía a la Península; la respuesta es el ataque portugués a las fuerzas de Juan Rejón, que en ese momento iniciaba la conquista de Gran Canaria. La paz llega tras el tratado de Alcazovas, en 1479, con la victoria a favor de Isabel y Fernando; en él se reconoce a Portugal su soberanía sobre Fez y Guinea, en cambio Canarias queda en manos de Castilla, así como la franja costera entre el cabo Arguer y Bojador. En 1494 se firman los tratados de Tordesillas con motivo del descubrimiento de América, en el que se vuelve a delimitar las fronteras de la costa africana que corresponde a cada reino. 3.3. Peculiaridades de la conquista señorial La primera característica es la lentitud del asentamiento de nuevos pobladores debido a la falta de rentabilidad de la empresa y lo poco atractivo que resultaba el régimen señorial para los colonos. La conquista sirve a la Corona como avanzadilla en el sometimiento del Archipiélago; se establecen señoríos en las islas más fáciles de conquistar y desde allí se dispone de una buena plataforma para la ocupación de las islas más belicosas. Por otro lado, la repoblación y la explotación tienen dos momentos diferentes: - El señorío normando, con privilegios económicos y jurídicos feudales, frente a la menor autonomía del señorío castellano. En cuanto a la financiación, el dominio normando tiene su sostén en una renta territorial; el colono, tras nueve años de franquicia, debe pagar un quinto de la cosecha anual, además se cuenta con el monopolio de la orchilla. 40 PARTICIÓN DEL ÁFRICA CONTINENTAL SAHARIANA ENTRE CASTILLA Y PORTUGAL. EL BANCO PESQUERO. PORTUGAL CASTILLA Madeira Cabo Aguer- Cabo- Boja ZONA CASTELLANA Canarias ^ Stareruz de la Mar Pequeña ZONA PORTUGUESA Río de Oro Guinea • Zona de delimitación de las posesiones castellanas pesquera y portuguesas en África tras el tratado de Tordesillas { 1494) castellana Zona de cabalgadas permitida por Portugal - El señorío castellano tiene la fuente de sus ingresos en un gravamen sobre la exportación y los monopolios de dehesas, explotación de conchas, etc., reservándose la Corona los quintos especiales como son los de botín de guerra. Sin embargo, el señorío castellano irá incrementando su presión fiscal, cobrando un 3% por la entrada de productos y un 6% por la salida; llega incluso a apropiarse del diezmo eclesiástico y los quintos reales en varias ocasiones. Todo ello propicia la huida de los colonos hacia las islas realengas donde el fisco es menos gravoso. Otro aspecto destacado de la época señorial es el proceso de evangelización. En 1403 se crea el obispado del Rubicón, que intenta la conversión de los aborígenes de las islas ocupadas y que se establece en las no conquistadas, donde crea un clima favorable a los europeos y defiende a los habitantes de los intentos de esclavi-zaHos. Las bulas en este sentido son varias, promulgándose en 1434, 1462 y 1472. 42 4. LA ETAPA REALENGA "^^ ¿ I^^^ 4 . 1 . Características y financiación La conquista realenga abarca la segunda gran etapa del siglo XV y será entonces cuando finalice definitivamente la ocupación del Archipiélago. Esta se produce en los últimos veinticinco años del siglo y de manera más acelerada que la llevada a cabo por los señores, debido a que se aportan más recursos a la empresa. Cabe señalar que las tres islas sobre las que se ejerce la conquista, Gran Canaria, La Palma y Tenerife, son las más pobladas y las que mayor resistencia ofrecerán al invasor. Pasemos ahora a definir otros factores y caracteres de importancia que enmarcan este proceso. El primero a destacar es de índole internacional: así, a la guerra luso- castellana de 1475 por problemas sucesorios se une la expansión africana, y basta recordar las continuas expediciones portuguesas a Canarias tras el acuerdo de 1454. Las razones de esta actitud son diversas, pero es evidente que Alfonso V de Portugal tenia como pilar básico de su economía el comercio de oro africano. Estrangular esa vía es uno de los objetivos de los Reyes Católicos y desde las Islas se hostigarían las costas del Sahara y las rutas hacia el África negra. La Corona adopta también una nueva política ante la imposibilidad de controlar el Archipiélago por parte de los señores de las islas. El segundo factor, de carácter económico, fue la necesidad de fortalecer el patrimonio real qua había sido mermado por las mercedes dadas a dichos señores. Había también un interés por el comercio con Guinea, que se realizaba intercambiando oro por conchas, que circulaban por África como unidad monetaria. De ahí que, mientras los monarcas se proclaman con derecho a la conquista de África y Guinea enviando expediciones desde Andalucía a estas regiones, los portugueses entorpezcan las maniobras que se llevan a cabo para conquistar Gran Canaria; ese es el objetivo de una escuadra lusitana mandada a esta isla en 1478. 43 En tercer lugar, está el levantamiento contra los Herrera Peraza por parte de los vecinos de Lanzarote y que presenta el carácter de un movimiento antiseñorial. No era la primera vez que ocurría, recordemos la aspiración que ios mismos lanzaroteños tuvieron de convertirse en subditos de la corona tras la expulsión de los portugueses, a quienes habla arrendado la isla en 1454 Massiot de Bethen-court. La dureza del régimen señorial provocará en el periodo estudiado otras revueltas, como la de los gomeros, y también las emigraciones constantes de pobladores hacia las islas de realengo debido a la pobreza y los impuestos. Algunos de ellos, como el quinto sobre agricultura, ganadería y comercio, sumados al diezmo eclesiástico, y otros servicios - la guardia y defensa en las islas, la participación en cabalgadas-, dejaban a los vecinos en una miseria casi permanente. En 1475 los habitantes de Lanzarote enviaron un memorial a los reyes, que ya desde la época normanda tenían derecho a dirimir las cuestiones más graves de las islas de señorío. Junto al memorial, se desarrolla en la isla el levantamiento con la consiguiente represión por parte de los señores. El expediente real que siguió fue realizado por el pesquisidor Esteban Pérez de Cabitos, resolviendo a favor de los señores de las islas, que ratificaron sus derechos sobre Lanza-rote y las otras islas ocupadas. Ya desde 1477 los Reyes Católicos habían tomado la resolución de conquistar las islas que faltaban. El expediente de Pérez de Cabitos tenía un objetivo subyacente: tantear la posible atribución real legitima sobre estas islas. Inmediatamente se entra en negociaciones con los señores de Canarias; se les ofrecerá cinco millones de maravedíes y el título de Condes de la Gomera y el Hierro, junto al derecho a fundar mayorazgos a favor de Hernán Peraza el joven, aunque el título no se hará efectivo hasta 1516 cuando Guillen Pe-raza de Ayala se convierte en el primer conde de la Gomera. El dinero se abonará en cuatro plazos establecidos entre 1487 y 1490; a cambio, les cedería la conquista de la Palma, Tenerife y Gran Canaria a los monarcas. El último paso se da cuando Portugal en 1480 reconoce a Castilla como soberana del Archipiélago, al convertirse los señores canarios en vasallos de los reyes. La financiación de la conquista estaba contemplada desde 1476, adaptándose posteriormente según las necesidades lo impongan. Así, en un principio los monarcas se responsabilizan de ésta, pero más tarde se dará curso a la coparticipación de personas privadas. La primera recaudación comienza en 1477 con una bula de Sixto iV, realizándose fundamentalmente en Castilla. De la misma manera, el alistamiento militar siguió también los cauces norma- 44 les de la reconquista peninsular. En vez de un salario, los soldados y jefes de la conquista recibían promesas de botín o la participación en el quinto real durante una serie determinada de años para recompensarlos. Respecto a la estrategia militar, se sustituirán las pequeñas partidas señoriales por ejércitos con gran movilidad, provistos de armas más modernas, tropas organizadas como las de la Santa Hermandad, auxiliados por contingentes de reos que lograban su libertad a cambio de servir como peones en la empresa. 4.2. Resistencia y conquista en Gran Canaria La conquista de Gran Canaria comienza en 1478 bajo el mando de Juan Rejón, acompañado por el deán Bermúdez, que representa al obispo del Rubicón Juan de Frías. Este último iba a hacerse cargo de financiar la conquista, Para ello aprovechó parte de las rentas de la diócesis de Sevilla, de la cual era sufragáneo, junto a otros capitales que se acordaban en las capitulaciones. Dichos ingresos no se aportaban al principio, debiendo el obispo adelantarlos. ¿ Cuáles eran estos medios de financiación? Por un lado, tendrían los quintos reales sobre los apresamientos y corsos hechos en Guinea y que corrían a cargo del contador Gómez de Enebro y, posteriormente, Alonso de Quintanílla. Unido a ello, estaban las indulgencias creadas para evangelizar las tierras paganas y que se recaudaban en todo el reino. Los reyes facilitaban por su parte el transporte y tropas de la Santa Hermandad, unos treinta caballeros y seiscientos peones. La primera actividad que desarrolla Rejón al desembarcar en la Isleta es fundar un campamento - el Real de Las Palmas-, junto al barranco Guiniguada. Aquí tiene lugar un enfrentamiento con los aborígenes, capitaneados por Doramas, Maninidra y Adargona, que sufrirán la primera derrota; pero más temían los castellanos a los portugueses, cuya flota estaba en aquellos momentos en la isla, por el peligro de que formaran una alianza con los canarios. Rejón logra hacerse con el control de la costa nordeste comenzando la penetración por esta zona, a la vez que los aborígenes se repliegan hacia el interior, donde el relieve es más acusado. En el invierno de 1478 se paralizan las actividades, debido en parte a que 45 el dinero se había agotado. También comienzan las disensiones entre Rejón y Bermúdez al relegar el capitán a este último en las acciones que se emprendían. Ante tal situación los reyes enviaron para imponer la paz al primer gobernador de Gran Canaria, Pedro de Algaba, que encarcela y envía a Sevilla a Rejón. Pero éste obtiene el apoyo de la Corona, se replantea la situación económica de la conquista y además consigue iniciar la destitución del gobernador. La financiación cambia de sistema y se nombra a Alfonso de Quintani-lla para la recaudación de novecientos mil maravedíes. Se suman por otro lado los recursos de la bula, que adelanta la Santa Hermandad, y el resto se concierta entre Pedro Fernández Cabrón y el nuevo gobernador Pedro de Vera. Este llega a Canarias en 1480, pero Rejón se había adelantado logrando capturar a Bermúdez y Algaba: destierra al primero a Lan-zarote y decapita a Pedro de Algaba, alegando que colaboraba a favor de los intereses de Portugal. Pedro de Vera detiene de nuevo a Juan Rejón, lo envía a Castilla y allí es absueito otra vez de las acusaciones imputadas, consiguiendo el título de Adelantado para la conquista de La Palma. A su vuelta a Canarias hallará la muerte en La Gomera, en un confuso episodio a manos de los vasallos de Hernán Peraza, señor de la isla. ¿ Qué acontecimientos suceden cuando Pedro de Vera retoma el mando de la conquista? Esta se hallaba paralizada en la etapa de Pedro de Algaba, salvo algunas escaramuzas, y la principal actividad se centró en la recolección de orchilla. Como primera maniobra dirigida contra los canarios. Vera intentó ganarse a uno de los dos guanartematos en que se dividía la isla, aunque sin demasiada fortuna. En 1481, el gobernador inicia un ataque al guanartemato de Gáldar por dos puntos: uno en el Este y otro a espaldas de la población desembarcando en Agaete tropas al mando de Alonso Fernández de Lugo, futuro conquistador de La Palma y Tenerife. A su vez Pedro de Vera, avanzando desde la primera ruta, dará muerte a Do-ramas en un choque armado. Desde Agaete, y con la ayuda de ian-zaroteños y gomeros enviados por Hernán Peraza, se hostiga a Gáldar; Alonso de Lugo, tras algunas escaramuzas, logra apresar al guanarteme Tenesor Semidán, dando un nuevo rumbo a las operaciones. Miguel de Mújica, por encargo de Vera lo llevará a Castilla, donde se somete con sus subditos a los reyes y es bautizado con el nombre de Fernando Guanarteme, convirtiéndose a partir de ese momento en el más fiel colaborador de los castellanos. Al regreso de Mújica y Guanarteme a Canarias con nuevos refuerzos, los canarios se encontraban ya reducidos en varias fortalezas naturales. Las operaciones ahora se suceden en rápida secuen- 46 cia: Fernando Guanarteme intenta atraer con poco éxito a los tel-denses; Pedro de Vera ataca entonces la fortaleza del Bentayga con la pretensión de cercarles, rindiendo a los aborígenes por hambre; pero este plan fracasa teniendo que retirarse los castellanos a Tirajana. Se inician entonces las operaciones en el campo de Amo-dar, donde vencen y se internan por Fataga y allí se entrega un importante grupo de canarios por la intervención de Fernando Guanarteme. En las maniobras siguientes, para lograr el control final de la isla. Vera organiza un ataque a la zona de Ajodar: un grupo se encargaría de cerrar la salida por el mar y otro lo haría por tierra. El primero, dirigido por Mújica, es derrotado y éste muere junto a sus vizcaínos; Pedro de Vera se retira y agrupa sus fuerzas en Gáldar. Bentejuí, que ha unificado gentes de los dos guanartematos y ha contado con el apoyo de Masquera y Guayarmina - princesas de Gáldar- y con el faycan de Telde, se refugian en Ansite. En la primavera de 1483, Vera marcha hacia esa fortaleza. Por la mediación de Fernando Guanarteme los canarios se rinden, mientras algunos resistentes, entre los que se encontraban Bentejui y el faycan, prefieren despeñarse a capitular. El 29 de abril, según cuentan las crónicas, los canarios se presentaron en el Real de Las Palmas, dando por finalizada una larga campaña de cinco años. A pesar de ello, grupos de indígenas siguen alzados en las cumbres; en 1485 todavía se efectuaban " cacerías" contra éstos y contra guanches de Tenerife que^^ una vez esclavizados y trasladados a la isla, huían y se sumaban a los últimos aborígenes que en Gran Canaria escapaban al dominio castellano. 4.3. Ocupación definitiva de La Gomera Los intentos de ocupación de la Gomera por parte del clan señorial de los Peraza- Herrera vieron su logro a mediados del siglo XV. No se trató tanto de una conquista militar como de una penetración progresiva, ya que los originarios pobladores no opusieron una tenaz resistencia al invasor, conservando los gomeros buena parte de su modo de vida tradicional sin excesivas interferencias. Una vez cedido el gobierno de la isla en forma de señorío por sus padres a Hernán Peraza, éste comenzó a gobernar de forma 47 LA CONQUISTA REALENGA, 1478- 1496 La Palma 1492- 1493 Tazacorie Gran Canaria 1478- 1483 Conquista de Gran Canaria Conquista de La Palma . _ • - Conquista de Tenerife Enfrentamientos y puntos de resistencia Bases de asentamiento efectiva hacia 1478. El intento de aplicar en la Gomera el sistema de las restantes islas de señorío dio lugar a los primeros choques con los aborígenes. Tras los acontecimientos que produjeron la muerte a Juan Rejón en la isla, Hernán Peraza es llamado a la corte para responder de ese crimen, por el cual no será excesivamente castigado: tenía que contribuir con sus vasallos a la conquista de Gran Canaria y además se concierta su boda con Beatriz de Bobadilla. Podemos suponer que la situación continuaba empeorando en la Gomera a medida que el expolio señorial se acentuaba sobre los bienes aborígenes. En 1485 Hernán Peraza hubo de solicitar ayuda a Pedro de Vera, lo que indica que con sus propias fuerzas era incapaz de reprimir a los gomeros. La unión de los cuatro cantones de la isla y su levantamiento culminó en 1488 con la muerte del propio Hernán Peraza. Tras la petición de ayuda al gobernador Pedro de Vera por parte de Beatriz de Bobadilla y sus fieles, cercados en la torre señorial de la isla, su llegada supuso el desencadenamiento de una feroz represalia: se dio muerte a doscientos implicados en la revuelta y se esclavizó a un número aún mayor de mujeres y niños. Está documentado el paso de estos isleños por los diferentes centros de venta de esclavos peninsulares y, pese a las gestiones de familiares, del obispo Frías e, incluso, de la propia reina, muchos de estos deportados jamás pudieron regresar al Archipiélago. En lo que atañe a las comunidades de la isla, éstas quedaron gravemente afectadas, por lo que la llegada de nuevos colonos obligó a los gomeros a ocupar una situación marginal, contribuyendo aún más al proceso de aculturación. 4.4. Rendición de La Palma La isla de La Palma había conocido durante el siglo XV varios intentos de ocupación sin resultados positivos de ninguna de las expediciones. En ella morirá Guillen Peraza, hijo de Hernán Peraza el Viejo, en una de las múltiples escaramuzas y celadas que enfrentaron a los aborígenes con los cazadores de esclavos que asaltaban sus costas. ¿ Cómo se desarrolló la conquista de Alonso de Lugo en La Palma? Como antecedente, podemos decir que este noble había obtenido un repartimiento en Agaete y se dedicó al cultivo de la caña de azúcar. Posteriormente, se trasladó a Granada en 1491 para reafirmar la entrega de tierras que Pedro de Vera le había otorgado y que estaban sujetas a revisión por parte del nuevo gobernador Maldona- 49 do. Al año siguiente obtuvo los derechos de conquista sobre La Palma y Tenerife^ y en las capitulaciones correspondientes se acuerda el derecho de conquista, el quinto de ios cautivos apresados en La Palma y la mitad de los que tomase en Tenerife y Berbería, además de setecientos mil maravedíes, si la conquista se concluía antes de un año. También recibe promesa del gobierno de la isla, justicia y jurisdicción civil y criminal. Cabe señalar que necesitaba conseguir el dinero para sufragar los gastos de tal empresa, por lo que formará compañía con Juanot-to Berardi, mercader florentino, y el genovés Francisco Riberol. Participaría cada uno en la tercera parte de los desembolsos y la misma proporción correspondería de los beneficios, recibiendo al terminar la conquista un tercio también de los setecientos mil maravedíes prometidos. Lugo recluta gente en Sevilla, a los que se unirán posteriormente Fernando Guanarteme y Pedro Maninidra que, con otros canarios y gomeros, formarán una armada de novecientos hombres. El primer desembarco ló realiza en Tazacorte sin que se produzcan enfrentamientos con los naturales. Esta ausencia de hostilidad se debió a que la zona pertenecía a los bandos de paz, y ello favoreció el internamiento de las fuerzas expedicionarías. Los antecedentes de la creación de estos bandos se sitúan en el período inmediatamente anterior a la conquista, cuando en ese mismo año de 1492, el gobernador Maldonado y el canónigo de Las Palmas habían iniciado la captación de aborígenes enviando a Francisca de Gazmira, esclava palmera, y a los cabecillas cautivos y bautizados de cuatro cantones del suroeste de la isla con ios que se ajustó una paz, devolviéndolos con el encargo de evangelizar a los miembros de sus bandos. Aunque no se conocen bien los pasos de la expedición tras el desembarco, se supone que avanzaron hacia el sur y el este sin encontrar resistencia hasta el cantón de Tedote, donde libraron una corta batalla. A partir de ahí se dirigieron hacia la zona más abrupta, el cantón de Aceró, que correspondería a la actual Caldera de Tabu-ríente, y que estaba bajo el gobierno de Tanausú. En 1493 se inician las escaramuzas para el asalto de este baluarte natural, de accesos difíciles que lo hacía casi inaccesible. Viendo Lugo que iba a cumplir el año prefijado para finalizar la ocupación, recurre a negociar y solicita una entrevista a Taunusú con la condición de dejar las tropas acampadas en Los Llanos. Pero éstas se apostaron en los pasos de salida de la Caldera y/ rompiendo la tregua pactada con el isleño, Lugo lo apresa junto a sus seguidores y lo envía a Castilla, muriendo en el trayecto. El resto de su gente es esclavizado y de paso, bajo pretexto de una rebelión, serán cautivados también muchos aborígenes pertenecientes a los bandos de paz. 50 4.5. El último episodio: La Conquista de Tenerife Acabada la conquista de La Palma y dada su relativa facilidad, Alonso Fernández de Lugo acude a la corte en 1495 y realiza las capitulaciones para la conquista de Tenerife. Renuncia al premio prometido en la anterior empresa a cambio de que se le asegure el gobierno de la isla y otras prerrogativas similares a las de La Palma, aunque no tendrá participación en el quinto real. Lugo pensaba quizá obtener un gran botín con la venta de esclavos, ganado y orchilla. Para hacer frente a esta campaña, venderá sus propiedades, debiendo además realizar contratos con algunos comerciantes italianos en Sevilla. Pretendía también conquistar Tenerife en diez meses, posiblemente tomando la ocupación de La Palma como referencia. A la recluta de soldados hecha en Sevilla se unieron canarios y gomeros que vivían en la Baja Andalucía; en Gran Canaria además incorporan un contingente de tropas, formando en conjuntó una fuerza expedicionaria de dos mil hombres a pie y doscientos a caballo. La isla de Tenerife estaba en la época aborigen dividida en una serie de menceyatos y ya había sido visitada años atrás por Diego de Herrera. También unos frailes comenzaron la evangelización de los guanches, consiguiendo que los menceyatos de Güímar, Abona, Adeje y, posteriormente Anaga, se convirtiesen en bandos de paz, procurando ampararlos contra el constante asalto de los cazadores de esclavos. A fines de abril de 1494, Lugo y sus hombres desembarcaron en Añazo; una vez fortificado el campamento - el Real de Santa Cruz-, avanzan hacia el interior confirmando los pactos con los cuatro bandos de paz ya existentes. Iniciarán también un acercamiento al resto de los bandos, sobre todo con el de Taoro, siendo su mencey Ben-chomo. Este no acepta las condiciones impuestas y realiza a su vez alianzas con los menceyes de Tacoronte, Tegueste, Daute e Icod. Alonso de Lugo, ya en acto de guerra, se internará por La Laguna avanzando hasta el barranco de Acentejo. Allí, los guanches, aprovechando su mejor posición estratégica, cercan y diezman al grupo expedicionario estando a punto de morir el propio Lugo, que con los supervivientes huye al Real de Añazo y reembarca hacia Gran Canaria. Había perdido las cuatro quintas partes de su ejército en la denominada " matanza de Acentejo". En Las Palmas, Alonso de Lugo tiene tiempo de reflexionar sobre la derrota, producto de diferentes circunstancias: la inexperien- 51 cia dé los soldados, pese a su número y armamento, junto al ataque llevado a cabo en gran escala por los aborígenes y no en pequeños cuadríllas, que había sido la táctica habitual hasta el momento. Ello le decide a emplear tropas veteranas en un nuevo intento y a consolidar una cabeza de puente que sirviera de refugio si los combates eran adversos. Para esto necesitaba mucho dinero y sólo le quedaba la mitad del plazo para conquistar la isla, debía pagar a los supervivientes y levantar nuevas levas. Vende entonces los restos de su hacienda a Francisco Palomar y concierta una nueva sociedad en 1494 con el anterior, además de Guillermo Blanco, Nicolao Angelote y Mateo Viña. Cada uno de ellos tiene una participación desigual y recibirían su beneficio según lo invertido, llevando el mayor porcentaje Angelote y Blanco. Actualmente, no se sabe bien si este contrato fue una renovación del hecho en la primera entrada o uno completamente distinto. Estos aspectos son claves para entender al funcionamiento de la conquista realenga, pues ésta había empezado con una financiación similar a las empleadas en la reconquista peninsular y acaba con otras que son comunes a las empresas en el Nuevo Mundo. Junto a los genoveses, Lugo pedirá ayuda al duque de Medina Sidonia, quien le promete mil peones que habían participado en la guerra de Granada, y también a Inés Peraza y Beatriz de Bobadilla, que en ese momento ostentaban el poder de las islas señoriales. Posteriormente, se dirigirá a los reyes solicitando una prórroga, concediéndole los monarcas diez meses más para un nuevo intento. En 1496 Lugo desembarca y edifica dos torres en el mismo lugar que su primera expedición, siendo aprovisionado por los bandos de paz. Durante el tiempo que duraron las tareas para fortificar el Real, logran capturar bastantes esclavos y a finales de año, con los pertrechos completos, Lugo se adentra y establece un nuevo campamento en Gracia, cerca de La Laguna, entablando un combate con los guanches de los bandos de guerra, quienes esta vez cometen el error de luchar en tierra llana, donde son aplastados por la caballería. La ayuda de tropas de refresco que se incorporan al mando de Fernando Guanarteme completan la derrota de los aborigénes. Muerto Benchomo, los castellanos pactan con el nuevo men-cey Bentor. Por otro lado, a raíz de la batalla, una enfermedad contagiosa contribuirá aún más a la mortandad entre la población de la isla. En un nuevo avance se dirigen los castellanos hacia el Valle de Taoro y cerca de Acentejo, escenario de su primera derrota, triunfan en otro encuentro con los guanches. Queda consumada la conquista, aunque también hubo quienes no aceptaron esta suerte, por lo que se prolongaron las operaciones militares contra los isleños hasta 1496. 52 5. CONSECUENCIAS DE LA CONQUISTA Y COLONIZACIÓN 5.1. ¿ Qué fue de los aborígenes? La conquista de las islas tuvo para los canarios una serie de consecuencias de tipo demográfico y cultural, por lo que dedicaremos este capitulo a esbozar las manifestaciones de este proceso. Serra Ráfols, un eminente investigador de nuestro pasado histórico, planteó hace algunas décadas una cuestión problemática: ¿ Hubo genocidio en Canarias? No es posible aventurar una respuesta terminante, pero lo que si resulta evidente es que los aborígenes en general fueron esclavizados, fusionados y trasladados de una isla a otra o bien hacia el continente. Si se añade la muerte de muchos de ellos, es evidente que la suma de estos actos contribuyeron a su desaparición definitiva como conjunto de pueblos autóctonos. Ahora bien, donde el impacto tuvo efectos mayores fue en el ámbito cultural, por lo que sólo existirán grupos reducidos que conserven ciertos rasgos de su pasado, sobre todo en zonas alejadas o poco accesibles. Pero, ¿ cuál era la situación de cada isla? Veamos ahora cada una de ellas de forma particularizada. Respecto a las conquistas por los normandos, no tenían éstas una población cuantiosa que se intentó conservar, a pesar de la esclavización y traslado de muchos isleños. La más afectada fue el Hierro, que según las crónicas había sido reiteradamente castigada por incursiones de piratas y colonizada con posterioridad por normandos, quedando sólo mujeres y niños como supervivientes del pueblo aborigen. La Gomera, en una primera etapa de dominio castellano, conservó gran parte de su población, aunque muchos fueron vendidos como esclavos por los Peraza pese a estar cristianizados. Hernán Peraza acudirá también con un contingente de gomeros a la con- 53 quista de Gran Canaria, permaneciendo allí muchos de ellos al finalizar la campaña. Por último, tendrá gran incidencia en la población gomera la represión que realiza Pedro de Vera tras la muerte de Hernán Peraza a manos de sus vasallos, siendo por esta revuelta muchos aborígenes ejecutados y esclavizados. Las islas de realengo eran las más pobladas, pero también habían sufrido continuas rapiñas desde las primeras arribadas de exploradores europeos y en ellas tuvieron lugar las batallas más sangrientas durante la conquista. Tras ella, en Gran Canaria, los aborígenes que no habían sido esclavizados ya son masivamente deportados por Pedro de Vera, salvo contadas excepciones como las de Fernando Guanarteme y otros nobles de la isla. Se tenía miedo, infundado o no, de que si los canarios permanecían allí podían levantarse contra sus nuevos ocupantes. Por otro lado, muchos participarán con Alonso de Lugo en la invasión de Tenerife, instalándose definitivamente en aquella isla. De todas maneras, Gran Canaria aún contará con nativos, ya como esclavos o libres, a los cuales se sumarán los que pudieron retornar de Andalucía y de otros lugares del Archipiélago. La Palma, castigada por las capturas de cautivos por parte de piratas portugueses y castellanos, sufrirá un largo proceso de esclavización progresiva de sus moradores. En 1503, una esclava palmera iniciará un pleito para reclamar su libertad, apareciendo la referencia a una figura jurídica interesante: el procurador de los naturales, creada por aquellos castellanos que trataron de auxiliar a los bandos de paz, aunque con pocos resultados positivos, debido a las trabas administrativas que les impusieron. La población, según se deduce de las datas, debió quedar bastante diezmada y concentrada en el sur de la isla. En Tenerife podemos distinguir dos grandes grupos: los pertenecientes a los bandos de paz, que no podían ser apresados en virtud de los pactos establecidos con los castellanos, pero que al tener Lugo urgentes problemas de pago y pretextando que ayudaban a los fugitivos de los bandos de guerra, los esclavizará sin reparo alguno. El segundo grupo, compuesto por los aborígenes de los men-ceyatos que lucharon, eran considerados botín de guerra y serán vendidos como esclavos o expulsados a Gran Canaria. Se calcula para el mercado de Valencia que más de ciento setenta guanches fueron vendidos desde 1494 a 1496, en su mayoría mujeres y niños. Los supervivientes se concentraron en la comarca de Güímar, quedando otros grupos de menor importancia diseminados por toda la isla. 54 5.2. Repoblación y repartimiento La repoblación de Canarias, una vez conquistadas, no se va a efectuar de la misma manera ni en igual periodo de tiempo. Además, las diferencias se harán patentes según sean las islas realengas o señoriales. Respecto a la repoblación señorial, veremos en el siglo XV y XVI una evidente heterogeneidad que tiene sus raíces en la peculiar conformación política, administrativa, económica, demográfica, etc" que acontece a cada isla en estos momentos. Se caracterizaron por una población poco numerosa, y esa escasez está relacionada con las excesivas cargas que imponían los señores, que dieron lugaj; a las deserciones de colonos, llegando incluso a un retroceso global de lajDoblación, como ocurrió en el Hierro. Esta tendencia se manifiesta en las reiteradas prohibiciones del tránsito de pobladores entre las islas de señorío y realengo. ¿ Quiénes integran la población señoríal en este momento? Su origen es diverso: aparecen por un lado franceses y castellanos, luego los indígenas y otros grupos de menor entidad. Lanzarote, Fuerteventura y el Hierro están poblados en su mayoría por normandos, en la fase bethencuriana, andaluces y moríscos, creciendo éstos en importancia numéríca a partir de la intensificación de las entradas en Afríca a fines del siglo XV y que en las islas oríentales suplirán el éxodo masivo de sus anteríores pobladores. En La Gomera resalta el distanciamiento que existe entre la sociedad indígena y la europea durante largo tiempo. Aquí el elemento normando no arraiga y será después del traspaso del señorío a manos de los castellanos cuando la isla se convierta en una avanzadilla de los puertos andaluces, lo cual es lógico por tener uno de los mejores refugios de las islas, y ello se demostrará en la época del tráfico comercial de la Compañía de Indias. Aún así, no será sino después de la rebelión de 1488 cuando se ocupe la isla con nuevos repobladores. Por último, se evidencia que las islas de señorío presentan una estructura social muy jerarquizada, que gira alrededor de la posesión de la tierra. La preeminencia corresponde a los señores y sus allegados, distinguiéndose según su categoría nobiliar, siendo además un estamento poco propenso a mezclarse con grupos sociales inferíores; por debajo de ellos estarían los campesinos repobladores, cuya situación económica irá empeorando con el paso del tiempo, propiciando las revueltas antiseñoríales. 55 ¿ Cómo fue la repoblación en las islas de realengo? Estas islas tuvieron un notable crecimiento gracias al atractivo que su situación y recursos ofrecen. Es un proceso brusco y temporalmente más breve que el acontecido en las islas de señoríos. La principal característica de sus pobladores es la mayor heterogeneidad debida a sus diferentes procedencias. Los grupos más importantes serán los portugueses, castellanos, italianos y flamencos; junto a ellos los judíos, negros, moriscos y una población indígena que, salvo los que se fusionan por ser nobles con los jefes de la conquista, se dedica a la ganadería y se integra con otros grupos de su mismo nivel y consideración social. Sólo algunas mujeres, por el escaso número de europeas que vivían en las islas, acceden por el vínculo matrimonial a la categoría de los colonizadores. La aristocracia, en principio militar o mercantil, se irá fusionando entre sí; en otros grupos medios y bajos se hará lo mismo siendo la capacidad económica la que marque la escala social. Debajo de ellos están los bergantes, personas que llegan en busca de fortuna pero que no son auténticos repobladores y que normalmente marchan en busca de nuevas oportunidades en otras tierras. Junto a todo esto es necesario apuntar ta diferencia de estatutos jurídicos, cultura y mentalidad entre los diversos sectores de la sociedad que provoca un proceso de fusión lento y difícil, sobre todo para los negros, moriscos, aborígenes y los que eran perseguidos por motivos religiosos, contra los cuales la cerrazón y desconfianza irán en aumento, convirtiéndose en punto de mira de la Inquisición y del recelo popular. 5.3. La explotación económica La estructura económica señorial es bastante limitada a fines del siglo XV, centrándose en la ganadería - ovina, caprina y asnar fundamentalmente-, la agricultura de subsistencia y la recolección. La agricultura se reduce a la cebada y algunos frutos y hortalizas. Ni el trigo ni el vino lograron demasiada importancia antes del siglo XVI. La pesca era reducida y limitada a las aguas próximas. Los productos más destacados en estos momentos serán la orchilla y las conchas. Aún así no podemos hablar de economía cerrada, ya que el comercio esta presente desde el principio tanto en la exportación, con el cuero, sebo y otras materias primas, como en la importación de aceite, vino, trigo y manufacturas básicas. Este comer- 56 DISTRIBUCIÓN Tenerife G. Canaria La Palma, Gomera Fuerteventura Hierro Lanzarote PORCENTUAL DE LA POBLACIÓN POR ISLAS ( AÑO DE 1580) y. Total habitantes: 30.964 ' 10 Fuente: 20 30 40 50 60 " Censo de la población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI" CÍO exterior se realizaría también con las islas todavía no conquistadas, de- las que se obtenía madera y savia de drago. Posteriormente se incorporaron otras actividades como los rescates y las pesquerías en las costas africanas, que tuvieron cierta incidencia en la econoriiíá insular. La economía realenga se constituye basándose en la consolidación del cultivo de subsistencia, sobre todo cereales, y la implantación de otros de carácter especulativo como el azúcar, más beneficioso a corto plazo. La actividad pesquera será importante, tanto litoral como africana, y también la explotación de los bosques insulares. El comercio era lógicamente más destacado al existir productos de exportación que propiciaban los intercambios. La artesanía por el contrario se ocupa sotjre todo del trabajo de algunos tejidos, cueros, etc. sin alcanzar un notable desarrollo. Otra pregunta que debemos tratar se refiere a cómo se estructura la propiedad de la tierra en las islas de realengo. Aquí, el sistema se conoce como repartimiento y es heredero de las fórmulas aplicadas en el sur de la Península, consistiendo en la entrega de tierras y aguas para aprovechamiento individual en proporción a los méritos y calidad personal del beneficiario, quedando además sujetos al cumplimiento de una serie de requisitos. El sistema de entrega se hacía por delegación de poderes del monarca a los gobernadores, siendo para el caso tinerfeño y de La Palma Alonso de Lugo y para el de Gran Canaria, Pedro de Vera. Pero este repartimiento implicaba una gran complejidad, ¿ por qué? El problema deriva de la arbitrariedad en el reparto, así como la necesidad de pagar las deudas de la conquista por sus promotores, con lo cual algunos nobles y mercaderes se apropiaron de las mejores tierras. En Tenerife y La Palma, quienes se comprometen a plantar caña de azúcar y edificar ingenios obtendrán importantes extensiones de regadíos. Junto a ellos estarán comerciantes y armadores, italianos y genoveses, relacionados con la financiación del cultivo y contra los cuales, ya en 1499, se insiste en prohibir que adquieran bienes raíces por más de doscientos mil ducados; todos ellos formarán la base de un fuerte sistema oligárquico que perdurará durante varios siglos. Las tierras de menor calidad serán las distribuidas entre los labradores; esta situación será motivo de tempranas protestas, y dio lugar a la reforma del repartimiento, aunque no se alteraron sustan-cialmente las estructuras de propiedad ya establecidas. 58 6. LA NUEVA SOCIEDAD ^<^^^/ 6.1. La sociedad de fronteras La conquista cambió las estructuras aborígenes, dando paso a una organización, que diversos autores lian denominado " sociedad de frontera" y que está en la base de lo que puede ser la población canaria de hoy, tanto desde el punto de vista de sus componentes como de los aspectos culturales. La población de frontera se caracteriza por el mestizaje y también por un cierto igualitarismo, que permitió la atenuación de barreras sociales y una mayor movilidad, a pesar de que las estructuras jerárquicas castellanas se trasladan a Canarias y se imponen sus propias categorías. Desde el punto de vista cuantitativo, hay un predominio de grupos humanos extranjeros sobre los locales; si bien el contingente conquistador es escaso, el colonizador será más abundante, atraído por la oferta de tierras, un régimen fiscal poco oneroso, mejores sueldos o posibilidades de inversión mercantil y, por último, por razones religiosas. Analizando globalmente la composición de este conjunto, Canarias aparece caracterizada por la heteregeneidad de procedencia de sus pobladores, pudiéndose éstos incluir en tres grupos: europeos, indígenas y africanos. A su vez, dentro de ellos existen subdivisiones, dependiendo de su origen o nacionalidad. Nos interesa, sin embargo, subrayar ahora que gracias a [ a sociedad de frontera no hubo excesivas trabas para la fusión racial; así, la estructura de la sociedad estará marcada principalmente por el aspecto económico. También es cierto que los grupos pobladores tendían a mantener su cohesión, bien aislándose o fusionándose con otros grupos de su mismo nivel social o similar cultura. Es interesante observar también que en una sociedad de frontera las estructuras familiares son más débiles, pues a Canarias suelen venir sólo hombres en los primeros momentos a ocupar las nue- 59 vas tierras; se establecen, por ello, relaciones paralelas a las familiares: creación de confradías, agrupación por nacionalidades, etc. Socialmente podemos distinguir dos grandes grupos: - El grupo dominante, formado por aristócratas, clérigos y mercaderes. En suma, todos aquellos que desempeñan los cargos poli-ticos y controlan el poder económico. - Por otro lado, la mayoría dominada, que se diferencia entre sí por su categoría económica, desde el propietario al jornalero y ocupando el último lugar, el marginado, discriminado por causas religiosas o por condiciones jurídicas, entre las cuales se incluía la de ser esclavo. 6.2. La evolución demográfica en el siglo XVI Cuantificar la población isleña en el siglo XVI presenta algunas dificultades por la falta de datos fiables. Sin embargo, es evidente el desarrollo que tuvo gracias a la inmigración, que remite después del primer tercio del siglo XVI al desviarse hacia América; menos peso tendrá el crecimiento vegetativo de las gentes que habitaban Canarias en aquel momento. Por otro lado, el volumen de población era desigual en las distintas islas, siendo Tenerife y Gran Canaria las más pobladas, seguidas de La Palma y el resto del archipiélago a bastante distancia, como se deduce del " Censo de la población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI", hecho en 1586 y cuyos datos aparecen en el siguiente gráfico. A finales de siglo, la población debió alcanzar globalmente de veinticinco a treinta y cinco mil habitantes, de los cuales casi dos tercios los componían europeos y el resto, aborígenes y africanos. La mayor concentración de Tenerife y Gran Canaria se debe a su riqueza económica y a su carácter burocrático y comercial. Aun así, en estas islas existían grandes zonas despobladas, preferentemente en el sur. En la primera de las citadas, donde se fundan ciudades como La Laguna y La Orotava, se logra incrementar la población gracias a una política de repoblamiento, consistente en la exención de algunos impuestos y el control sanitario. De igual manera acontece en la segunda; destacando núcleos urbanos como Las Palmas, Gáldar, Telde y Arucas. 60 6.3. Los europeos 6.3.1. Los castellanos La población castellana que viene a Canarias está compuesta en su mayor parte por andaluces. Estos hablan participado desde tiempo atrás en los viajes de exploración, saqueo y posteriormente de conquista, que llevan a cabo los señores andaluces. Junto a ellos, aparecen los gallegos, cuya arribada coincide con la conquista y que se ocupan de la agricultura, la ganadería mayor, sobre todo en Gran Canaria, y del acarreo de leña para los ingenios azucareros; en una época posterior seguirán llegando a Canarias pero sólo como escala en su emigración a América. Por último, algunos extremeños, especializados también en tareas agrícolas, y burgaleses, que controlaban una parte del comercio. 6.3.2. Los portugueses Ocupan un lugar destacado en el poblamiento desde los primeros tiempos, sobre todo en las islas de realengo. Aparte de su arribada como conquistadores, en la que tuvieron serios problemas para su asentamiento, será al término de la conquista castellana, cuando se documenta su presencia con mayores datos; los portugueses se instalan en Canarias para desempeñar oficios relacionados con el azúcar, importado desde Madeira al archipiélago; además se emplean en trabajos artesanos como zapateros, plateros, y como mercaderes, preferentemente de esclavos; otros se asientan en las zonas de medianías como labradores. Otra causa por la que llegan los lusitanos a Canarias, es la proximidad de estas islas a Madeira y al sur de Portugal, y también la facilidad que aquí existía para trasladarse a América, en un momento en que ésto les estaba prohibido. Su importancia numérica se refleja en aspectos económicos y sociales, pero no en influencia política ya que no suelen formar parte de los sectores dominantes. En las ordenanzas de los Cabildos existen varias referencias a los habitantes de origen portugués, se habla, entre otras cosas, del exceso de ceutíes que existe en las islas o de como algunos de ellos se dedican al contrabando de trigo hacia el reino lusitano. 61 6.3.3. Los italianos Proceden mayormente de Genova y se encuentran vinculados a la financiación de la conquista y posteriormente al azúcar, que controlan en un 90%, tanto en el proceso de producción como en su comercio. Tendrán una notable relevancia social pese a ser una minoría. Sus más destacados artífices son las familias de los Ponte y Viña para Tenerife y la de los Riberol y Cairasco para Gran Canaria. Los italianos asentados en las islas mantienen un fuerte vinculo con sus colonias de la Península, en la Baja Andalucía mayormente, y con Italia. Se fusionan rápidamente con las familias aristocráticas y ocupan puestos claves en la administración. 6.3.4. Los judíos Los judíos, expulsados del reino de Castilla y de Portugal en 1492 y 1496, buscaron refugio en Canarias a pesar de las prohibiciones oficiales. Desde el primer momento se intentaron fusionar con el resto de la sociedad en las islas, cambiando sus nombres y adaptando sus costumbres para no levantar sospechas. A pesar de ello y como consta en algunos procesos inquisitoriales, continuarán, al igual que los moriscos, practicando sus ritos y creencias en secreto. En el aspecto económico, se ocupaban de algunas actividades artesa-nales, la agricultura y también de la medicina. 6.3.5. Los flamencos Se establecen en las islas como comerciantes y prestamistas, relacionados con la exportación del azúcar a Europa del Norte y con el comercio de importación de manufacturas. Algunas de las familias más irnportantes asentadas aquí serán los Monteverde, Van Dale, Artiles. Otros grupos o minorías comerciales europeas los compondrán ingleses, holandeses e irlandeses que irán llegando posteriormente atraídos por el comercio del vino. 62 6.4. Los aborígenes Ya se ha comentado en el capítulo anterior lo que sucede a los aborígenes en cada una de las islas en el momento de la conquista. Pasamos ahora a comentar la manera en que el indígena se va incorporando a las nuevas estructuras impuestas por los castellanos. En un libro de reciente aparición, los profesores A. Tejera y R. González Antón explican que el fenómeno de la transculturación tuvo en Canarias una especial incidencia. Este término podría definirse como el proceso por el que una población prímitiva entra en contacto con sociedades más avanzadas culturalmente, adquiríendo una serie de " defensas" necesarias para su pervivencia como entidad étnica autónoma. Dicho proceso se realiza medíante cambios adap-tativos en sus componentes biológicos, en su cultura y en su forma de relación con la sociedad conquistadora. La transculturación, así enunciada, sólo se produjo en algunas islas que quedaron a salvo del rápido descenso poblacional que sufríó el archipiélago con la invasión, europea; fue éste el caso de la isla de La Gomera y La Palma. Es muy probable que finalmente, en el transcurso del siglo XVI, estos grupos étnicos también fueran totalmente integrados en la nueva sociedad, quedando únicamente algunas manifestaciones materíales de la cultura aborígen. Para los autores citados, el proceso transculturativo canario se produciría de forma individualizada y en un marco social extraño que ha sido impuesto normalmente por la violencia. Esta transculturación se realiza en dos momentos diferentes: En el prímer momento se trata de una transculturación espontánea, normalmente pacífica y con una población aborígen mayoríta-ría, aún cohesionada culturalmente. Coincidiría con las prímeras llegadas de exploradores y la acción misionera; posteríormente ocurrí-rá lo mismo con algunos casos concretos, como serían los de los bandos de paz. Pero no todos los contactos son^ espontáneos y amistosos: las incursiones esclavistas, que desde los prímeros momentos azotan el Archipiélago, propician otro tipo de aculturación, de tipo violento e individual con los esclavizados, que arrancados de su lugar de orí-gen, son obligados a vivir en otro extraño. En realidad, aquí no existe intercambio, limitándose a ser la mera imposición de la cultura del captor sobre el aborígen. El segundo momento del proceso acontece después de la conquista, bajo una forma denominada aculturación compulsiva, en la 63 cual el grupo dominante no deja opción a! aborigen para seguir con la vivencia de su cultura, sino que impone la suya de manera total. La conquista violenta supone la rápida implantación en las islas de unas estructuras sociales, económicas y político- jurídicas totalmente nuevas y ajenas a las anteriores. Es necesario, desde el punto de vista de los conquistadores, acabar totalmente con la cultura aborigen como única manera de rentabilizar la empresa de asentamiento. Este cambio se deja sentir sobre todo en el aspecto económico al introducirse un sistema de propiedad privado que es ajeno a los isleños. Este le quita sus tierras y pastos, sometiéndolos al trabajo como esclavos o siervos, o expulsándolos de la isla alegando que representan un peligro social. La reacción aborigen no es unitaria, ni siquiera dentro de una misma isla. Solo aspectos como la liberación de esclavos por sus hermanos de sangre o la protesta colectiva de grupos aborigénes nos muestra cierta cohesión étnica. Pese a ello, estas manifestaciones no tienen una gran repercusión y se hace dentro de las normas jurídicas de ios conquistadores. Ya en el nuevo orden social y a lo largo del siglo XVI, pueden dividirse las " agresiones transculturativas" en tres planos principales: - El biótico, que supone un despoblamiento aborigen como consecuencia de enfermedades ante las cuales los canarios no tenían defensa inmunológica alguna, lo que causa verdaderos estragos, de manera similar a lo que ocurría en América poco tiempo después; la " modorra" - ¿ gripe quizás?- afecta a poblaciones enteras a las que deja en tal estado de postración que son incapaces de buscarse el sustento, acelerándose su extinción a consecuencia del hambre. Las pestes que afectan tanto a castellanos como aborígenes y otro tipo de enfermedades, contribuyen no sólo a la despoblación sino también a la desintegración de las estructuras socioeconómicas, el habitat y otros componentes de la cultura aborigen; - El ecológico, ya que al apoderarse el conquistador de tierras y ganado, no sólo acaba con las formas de explotación aborigen sino que destruye también el equilibrio ecológico que éste tenía con el medio. A ello se suma la introducción de nuevos sistemas de propiedad de la tierra: las mejores tierras y el aprovechamiento de los acuíferos no serán para el aborigen, que se ve confinado en los sitios peor acondicionados o, si consigue una parcela de tierra, estará obligado a cultivar e intercambiar sus productos dentro de las nuevas prácticas comerciales. El sector más afectado por todas estas transformaciones es el ganadero, ya que éste era uno de los recursos más importantes en las islas. Las prácticas económicas, sociales y religiosas que vienen aparejadas, al ganado desaparecen y el 64 aborigen en la mayoría de los casos queda convertido en un simple pastor a sueldo. - En el plano socioeconómico, se impone un sistema de producción de carácter mercantilista. Los naturales ya no serán dueños de sus bienes, a la vez que se ven sometidos a unas relaciones de trabajo totalmente distintas de las suyas. En el aspecto social, el aborígen se integra ya de manera libre, ya como esclavo. En el caso de la integración libre, ésta se efectúa muchas veces de forma jerárquica. Los indígenas pertenecientes a las estirpes nobles se unen con la nobleza castellana, el resto lo hace con los estratos inferiores y preferentemente entre ellos mismos. Otro importante elemento de integración será la cristianización: bautizados en masa, siguiendo a sus jefes o al ser obligados por los señores castellanos, los aborígenes en muchos casos combinan la nueva doctrína con prácticas religiosas de sus antepasados, como es el caso de seguir enterrándose según los viejos ritos. Otro aspecto de esta integración es el mito de la Virgen de Candelaria en Tenerife, produciéndose un sincretismo entre dos religiones bien diferentes, la crístiana y la guanche. La familia también se verá afectada por la nueva situación, observándose que el índice de natalidad es menor en los matrímonios mixtos que en los realizados entre los propios canaríos, aunque no se ha hallado respuesta satisfactoria para este problema. Sí es evidente que las familias aborígenes se descomponen, y aunque en los prímeros momentos los lazos de sangre se mantienen, poco a poco se verán reducidos a los habituales en la nueva sociedad. Respecto a la vida material, se debe hacer una diferenciación entre el habitat rural y el urbano; en el segundo la aculturación es más rápida, mientras en el campo, preferentemente en zonas aisladas, los aborígenes seguirán manteniendo sus costumbres y relaciones socioeconómicas. La conquista y aculturación compulsiva supuso una reacción de los aborígenes que se manifestó de dos formas. En lo colectivo con la huida a sitios inaccesibles, la fuga de la isla - como ocurre en Fuerteventura-, o el paso de población desde los bandos de guerra a los de paz, lo que dio oportunidad a los conquistadores para atacar y esclavizar a sus habitantes, acusándolos de encubridores. De manera individual, aparte de los suicidios, el canario emprende la fuga hacia zonas de difícil orografía, donde se mantiene precariamente. Este fenómeno conocido como " alzamiento" se dio en varias islas y no sólo se limitó al isleño, sino también a los esclavos africanos, que una vez fugados se unen a aquellos en las montañas. 65 Los continuos robos de ganado, ya que el aborigen no entiende que éste pertenezca a una sola persona y no pueda aproveciiar sus productos libremente, choca con la idea de propiedad colectiva de su sociedad y lleva a los colonos a acusarlos de ladrones y a exagerar su peligrosidad para conseguir su expulsión de las islas. La necesidad de acabar con estas capturas de ganado y recuperar los esclavos, obliga a organizar verdaderas batidas, compuestas muchas veces por indígenas integrados, que tienen un mejor conocimiento del terreno. Un indicador de la importancia que para los conquistadores llega a alcanzar este problema son las reiteradas propuestas del Cabildo de Tenerife para la expulsión de los guanches, que finalmente no consiguieron. 6.5. Las minorias africanas. La esclavitud en Canarias Las necesidades de mano de obra para realizar las tareas más duras de cultivos como el azúcar, y la desaparición de gran parte de la población aborigen, entre otras causas, dieron lugar a la introducción de esclavos africanos en Canarias. Si dejamos a un lado la esclavitud aborigen, vemos como la llegada a Canarias de contingentes desde el exterior es muy tem |
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