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" S JUAN ÁLVAREZ DELGADO Catedrático de la Universidad de La Laguna INSCRIPCIONES LÍBICAS DE CANARIAS ENSAYO DE INTERPRETACIÓN LÍBICA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA • TENERIFE 1964 4 INSCRIPCIONES LÍBICAS DE CANARIAS Este estudio ve la luz, pública gracias a una ayuda de Fomento a la Investigación del Ministerio de Educación Nacional, Ley de 8 de julio de igó^ .''!?^<, ft \ ^^ A G*"^ JUAN ÁLVAREZ DELGADO Catedrático de la Universidad de La La^ na BIBLIOTECA UNIV6R6ITARIA LAS PALMA » DE G. CANARIA N* DoMTnamo R3 ^ I 3> N° Co » M é 2 . 4 5 IT INSCRIPCIONES LÍBICAS DE CANARIAS Co^ lrvc^ ílV^ ENSAYO DE INTERPRETACIÓN LÍBICA LA LAGUNA • 1964 DEPÓSITO LEGAL: TF 391 1964 J. RÉGULO, EDITOR — IMPRENTA GUTENBERG — LA LAGUNA DE TENERIFE ADVERTENCIA Por móviles particulares, los fascículos o partes de esta obra irán apareciendo poco a poco y por separado. Por ello damos a continuación un prospecto general de sus distintas partes. Para facilitar las referencias de las obras fundamentales, más frecuentemente citadas, damos también al principio una lista de siglas fáciles. Este estudio va dotado de numeración marginal en negrita y correlativa, que facilite las citas, reenvíos y referencias del índice general que va con la última parte. PROSPECTO Parte I Parte II Parte III Parte IV Parte V Parte VI; Introducción. Problemas. Métodos. Alfabetos. Inscripciones libio- púnicas. Inscripciones libio- latinas. Inscripciones sólo líbicas antiguas. Inscripciones saharianas y dispersas. Inscripciones líbicas de Canarias. BIBLIOGRAFÍA Abrégé. P. CHARLES FOUCAULD: Dictionnaire Abrégé Touareg- Frangais de Noms Propres, París, Larose, 1940. Bamarani. FR. ESTEBAN IBÁÑEZ O. F. M.: Diccionario Español- Baamarani ( Ifni), Madrid, C. S. I. C., 1954. Basset. ANDRÉ BASSET: La Langue Berbére, Oxford, 1952. Basset- Picard. ANDRÉ BASSET y ANDRÉ PICARO: Éléments de Grammaire Berbére ( Kabyle- Irjen), Argel, Carbonel, 1948. Boulifa. Boulífa S. A.: Méthode de Langue Kabyle, Argel, Jour-dan, 1913. Chabot: Púnica. J. B. CHABOT: Púnica, Separata del « Journal Asiatique>, 1918. Chabot: RIL. Abate J. B. CHABOT: Recueil des Inscriptions Liby-ques, París, Imp. Nationale, 1940 ( acabado en 1941), obra monumental sobre el tema con abundante información y bibliografía. Chawia. G. HuYGHE: Dictionnaire Chaouia- Arabe- Kabyle et Frangais, Argel, Jourdan, 1907. Destaing. ED. DESTAING, Étude sur la tachelhit du Sous. Vocabu-laire Franfois- Berbére, París, Leroux, 1938. Février. J. G. FÉVRIER, Que savons nous du Libyque?, artículo inserto en « Revue Africaine » , 1916, págs. 263- 273. Fossey. CHARLES FOSSEY: Notices sur les Caracteres Étrangers anciens et modernes... par un groupe de savants et réunies par ..., Paris, 1948 ( Imp. Nationale). Foucauld. P. CHARLES FOUCAULD: Dictionnaire Touareg- Frangais. Dialecte de l'Ahaggar, París, Imp. Nationale, 1951- 1952. Reproducción dirigida por A. Basset del manuscrito original de Foucauld en 4 volúmenes. Obra monumental e indispensable en más de 2.000 págfinas. Friedrich. JOHANNES FRIEDRICH: Phonizisch - Punische Gramma-tik, Roma, Inst. Bíblico Pontificio, 1951, N° 32 de Analecta Orientalia. Hanoteau. General A. HANOTEAU: Essai de Grammaire Kabyle, 2' ed., Argel, Jourdan, 1908. Harris. ZELLIG S. HARRIS, A Grammar of the Phoenician Lan-guage, New Haven, Conecticut, American Oriental Society, 1936 ( Reproducción en 1952 por Edwards Bross., Michigan). Huyghe. G. HuYGHE ( PP. Blancos): Dictionnaire Kabyle- Franfais, Paris, Jourdan, 1901. Julien. CH. ANDRÉ JULIEN: Historie de l'Afrique du Nord, Paris, Payot, 1931. Marcy: Bilingües. GEORGES MARCY: Les Inscriptions Bilingües de l'Afrique du Nord, Paris, Imp. Nationale, 1936, en « Cahiers de la Société Asiatique » Marcy: Libyques, G. MARCY: Quelques Inscriptions Libyques de Tunisie apud « Hespéris » , 1938 ( 4° trimestre), págs. 289 a 365. Marcy: Epigraphie. GEORGES MARCY: L'Epigraphie Berbére ( nu-midique et saharienne) apud « Annales de l'Institut d'Etudes Or¡ entales>, II, 1936, págs. 128 a 164. Marcy: Tifinag. GEORGES MARCY: Introduction a un déchiffrement méthodique de Inscriptions * Tifinágh* du Sahara Central, apud « Hespéris » , 1937, r- 2'' trim., págs. 89 a 118. Marocain. EMILE LAOUST: Cours de Berbére Marocain ( Maroc Central), Paris, Leroux, 1931. Rifeño A. FR. ESTEBAN IBÁÑEZ O. F. M., Diccionario Español- Rifeño, Madrid, 1944 ( El otro volumen o Diccionario Rifeño- Español citárnoslo Rifeño B). Sizua. EMILE LAOUST: Sizua. Son Parler, I, Paris, Leroux, 1931. Tamacheq. General A. HANOTEAU: Essai de Grammaire de la Langue Tamachek, Argel, Jourdan, 1896, reproducción de la edición de 1859. Toponymie. ÉMILE LAOUST: Contribution a une étude de la To-ponymie du Haut Atlas, Separata de « Revue des Études Isla-miques>, Paris, Geuthner, 1942. 10 Tripolitania. J. M. REYNOLDS- J. B. WARD PERKINS: The Inscrip-tion of Román Tripolitania, Roma- Londres ( 1953?). Zenaga. FRANCIS NICOLAS: La Langue Berbére de Mauritanie, Dakar, Han, 1953. Además se citarán con frecuencia el C. l. L. { Corpus Inscriptio-num Latinarum), CIS y otras obras de siglas internacionales muy conocidas. Entre las publicaciones de Canarias se citan con frecuencia: « Revista de Historia » ( hoy « Revista de Historia Canaria » ) de la Universidad de La Laguna; el « Anuario de Estudios Atlánti-ticos » ( de la Casa de Colón, Las Palmas y Madrid), y « El Museo Canario » de la sociedad de este nombre en Las Palma de Gran Canaria. 11 z H 70 O a c o n 5 © Del doajmento, los autores. Digitallzadán realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2Ü06 CAPITULO 1 PRELIMINARES Titulo.— Presentación de los textos.— El término berber.— Las inscripciones líbicas de El Hierro y de Gran Canaria Titulo 1 No queremos prejuzgar con el conciso título Inscripciones líbicas de Canarias ni el origen y carácter, ni los autores y la época de tales inscripciones. Pretendemos ofrecer un CORPUS de las inscripciones halladas en las Islas Canarias y escritas en un alfabeto de aspecto líbico, ya sean antiguas o recientes, numídicas o tifinag, guanches o ber-beres, acompañándolas de indispensables comentarios. Mas parécenos preciso determinar el indigenismo guanche o la procedencia forastera de estas grabaciones. Y si las grabaciones de Canarias fueron obra de nuestros indígenas, habrá que definir la conexión con las demás inscripciones líbicas de África, en cuanto a valoración de signos, método de lectura y cronología de los textos. Y si fueron obra de forasteros arribados a estas islas, la cronología, lectura e interpretación de los textos canarios estará en estrecha dependencia del correspondiente tipo inscripcional africano. Por último, sólo podíamos considerar resueltas las incógnitas de las Inscripciones líbicas de Canarias, si teníamos en la mano los datos de las inscripciones análogas de África en todos los 15 tiempos. Pero todavía sub iudice dos particulares de éstas: la exacta valoración de algfunos síganos y su interdependencia, y la segura interpretación de textos numídicos, marroquíes y saharia-nos de diversas épocas, teníamos que proponerles alguna solución, que sirviera de base a nuestra explicación y estudio comparativo de las de Canarias. Y confíamos que los lectores no consideren singular osadía meter nuestras manos en esta tarea de las inscripciones líbicas, que ha ocupado, sin éxito al parecer, mentes singulares y plumas expertas de otros investigadores. Porque reclamaban este nuevo intento, de una parte, el CORPUS de Inscripciones Canarias, que tantos colegas nos han pedido que hiciéramos; y, por otra parte, sabemos que la ciencia progresa siempre a fuerza de tanteos, hasta que surge el afortunado descubrimiento definitivo. Presentación formal de loe textos 2 Consideramos necesario salir al paso de posibles sorpresas en los especialistas por la forma adoptada para transcribir los textos líbicos y púnicos en este libro. Adviértase que los textos púnicos vienen escritos con tipos alfabéticos no siempre uniformes, y muchas voces púnicas sólo nos son conocidas en transcripción latina. Por otra parte, acostumbran los punicistas transcribir en sus libros las voces púnicas y fenicias, no en su propio alfabeto ( por su menor uso y dificultades de impresión), sino con letras hebreas. Esto es también una transcripción en otro alfabeto distinto, como el aquí empleado en letras latinas, que es más fácil y mejor conocido del lector moderno y de los cajistas de imprenta. Los alfabetos líbicos de nuestras inscripcionas en estudio corresponden a épocas diversas, y sabemos que algunos signos líbicos tienen valores distintos en ortograHa Ubica antigua y en 16 tifinag, y posiblemente ocurrirá otro tanto en las saharianas o en las canarias. Las referencias de los dialectos berberes, empleadas en la comparación líbica, vienen dadas en letras latinas en los libros usuales, salvo algunos textos tuaregs, que emplean trascripción tifinag. Para atender a la antes apuntada facilidad del lector moderno y de la imprenta, algunos libros extranjeros emplean hoy un método análogo al nuestro,^ y trascriben montones de palabras hebreas, por ejemplo, mediante signos latinos en bastardilla, según un alfabeto fonético establecido, omitiendo la ortografía semítica de las voces estudiadas. Tampoco usan los punicistas vocalizar las voces púnicas trascritas en hebreo, y así quedan esas palabras sin vocales e impronunciables, deficiencia importante para los casos en que su lectura es cierta, y hasta para las que damos con vocal vacilante o problemática. Una última dificultad se mantiene siempre. Son pocos los lectores especializados que puedan manejar un libro de estudios púnicos en su propio alfabeto o con signos hebreos. Pero menos son tal vez los lectores que puedan hacerlo en tifinag, y más escasos aún los conocedores de estudios y alfabetos líbicos antiguos; y poquísimos los que simultáneamente pueden manejar una obra escrita en todos esos varios tipos alfabéticos semíticos y líbicos. Por todo ello nos pareció bueno uniformar la lectura de los textos que estudiamos en sus diversas versiones, resolviendo así dificultades de impresión de la obra y facilitando su lectura a un número mayor de lectores, que podrán comparar por sí mismos las equivalencias fónicas en los tres tipos alfabéticos. 3 Así presentamos aquí cada uno de los textos estudiados en la siguiente forma: ' Baste citar un ejemplo: DANIEL LVS. <. Raack' Le Souffle dant Vancient Testament, Paris, 1962. Este libro, salido de las Presses Universitaires de France, presenta trascritos en siynos latinos unos 700 hebraísmos y aramaísmos, que no aparecen en alfabeto hebreo, básico para los escrituristas a quienes va destinada la obra. 17 Alvartt, 2 Van en láminas o grabados los textos lapidarios que se estudian en su grafía original, para que los especialistas puedan compulsar la exactitud de nuestras lecturas y trascripciones. Luego cada texto irá trascrito con letras latinas en un alfabeto fonético fijado en el cuadro correspondiente, y en renglón paralelo el mismo texto ya vocalizado completamente con la mayor exactitud posible, seguido en otro renglón por su versión literal muy precisa. En cada inscripción se acompañan al texto los comentarios que justifiquen la vocalización, versión y problemas anexos, que apoyamos con los gramáticos e investigadores que los especialistas y lectores pueden compulsar, para juzgar de nuestra interpretación. El término " berber' 4 Hacemos larga referencia, y luego lo justificamos, a la comparación del líbico con los dialectos berberes. En este libro empleamos para designar la lengua y el pueblo el término berber, plural berberes, que consideramos forma más apropiada al genio español y al uso internacional. Nos obliga a ello la vacilación hoy generalizada en España entre formas similares: nosotros mismos empleamos antes beréber ( agudo), pl. bereberes, pero vemos ahora generalizarse berebere en singular, tan poco castizo de forma, junto a ¿ ere ¿ er ( llano) de los arabistas, tan injustificado en español como en berber. El español tenía Berbería, berberisco y berberí, y los lingüistas empleamos asiduamente berberismo, berberista y berberófono, que reclaman la base berber empleada en este libro. También todos los idiomas cultos de Europa emplean tratamiento similar: alemán e inglés berber, italiano bérbero, portugués berbere, francés berbére. 18 Lo8 Petrogllfos de Canarias 5 Hablamos hace veinte años en una breve nota y en una conferencia en ia Sociedad Madrileña de Prehistoria sobre Los Petro-glifos de Canarias. Hay en las Islas Canarias cuatro tipos de primitivos petroglifos o grabaciones pétreas prehispánicas,^ además de los adornos de la cerámica indígena, tipológicamente relacionados alguna vez con ellos, que tienen cierto interés histórico y arqueológico. Forman el primer tipo'' unos grabados zoomorfos u otras representaciones en piedra y barro, más o menos figurativas, como la piedra zoomorfa de Zonzamas ( Lanzarote), los betilos de Gran Canaria y Malpaso ( El Hierro) y algunas figuras grabadas junto a los neolíticos de Garafía ( La Palma) o los líbicos del Barranco de Balos ( Gran Canaria). Son propiamente esculturas, relieves o representaciones plásticas. Del segundo tipo^ son unos grabados que llamamos neolíticos o del tipo Belmaco, del que han aparecido varios en la isla de La Palma y algún otro aislado fuera de ella. Son de notoria semejanza con los de los abrigos neolíticos de Irlanda, Bretaña Francesa, Galicia y Norte de África, y nos parecen figuras simbólicas representativas del sol, la fecundidad, la mujer..., en forma de círculos, espirales o trazos. ' Prescindimos de ciertas tallas llamadas pétreas, más bien constructivas, como las llamadas « queseras » ( son famosas las de Zonzamas y el Jameo en Lanzarote), y del mismo tipo creemos nosotros unos trazos en el piso rocoso de Cueva de Cuatro Puertas ( Gran Canaria). Véase « Revista de Historia Canaria » , números 129- 130 ( 1960), páy. 94; y WOLFEL, Torriani, lám. XIV a. = Véanse ñgs. núms. 1 y 2. y nuestra nota sobre el betilo del Alto de Malpaso ( El Hierro) en « Revista de Historia » , núm. 72, pkg. 416. En la misma revista, números 123- 124 ( 1958), pig. 296, un estudio de Néstor Álamo sobre El ídolo de Tara ( Telde, Gran Canaria). La existencia de ídolos en Gran Canaria antes de la conquista está asegurada por Bernáldez y por el relato trasmitido por Bocaccio de la expedición de 1341. ' Véanse ñgs. núms. 3, 4 y 5.— En el estudio de Cuscoy sobre Tigalate Hondo, en « Revista de Historia Canaria » , núms. 123- 124 ( 1958), p. 248, y en el de Serra en la misma revista, núms. 131- 132, p. 360, hay abundante información de este tipo. 19 Son del tercer tipo Julan, unos grabados* no alfabéticos, pero de factura distinta de los anteriores, en trazos largos y entrelazados, de tendencias geométricas en algunos casos, pero más generalmente de caprichosas revueltas, que abundan en el sector de Julan ( El Hierro). Han sido llamados paleocreíenses por el Doctor Wolfel, pero nos parece que nada tienen que ver con las inscripciones cretenses simbólicas, y mucho menos con las del tipo lineal. 6 El cuarto tipo- está integrado por las inscripciones en alfabeto líbico que Wolfel llamó paleonumidicas por suponerlas anteriores a las de Thugga, y van a ser especial objeto de este estudio. Hasta ahora sólo se han encontrado con certeza en la isla de El Hierro ( Cueva de la Candia, La Caleta y alguna suelta en el Julan) y en el Barranco de Balos en Gran Canaria. Nos interesa señalar que, como en algunas de África, también en las inscripciones líbicas de Canarias aparecen mezclados algunos petroglifos de los otros tres tipos. Y por lo que respecta a la cronología ya hemos señalado en otra ocasión que la superposición de ciertos signos en el Julan y en el Barranco de Balos nos permite señalar que los más antiguos parecen los del tipo neolítico o Belmaco; le siguen los del tipo Julan, y los más modernos parecen los escritos en alfabetos líbicos. Este libro va a estudiar las inscripciones Ubicas solamente. > Véanse ñgs. núms. 6, 7, 8, 9, 10 y 11.— Es fundamental la noticia de don Aquilino Padrón, su descubridor en 1873, comunicada a Sabino Berthelot, que la publicó en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Paris en 1875. También las citaron VERNEAU: Cinq années de séjour aux lies Canaries, Paris, 1891; WOLFEL, Leonardo Torriani- Die Kanarischen Inseln und Ihre Urbewohner, Leipzig, Koehier, 1940, lám. XVI y pág. 309. ' Se darán en nuestro estudio al final con su bibliografía. 20 CAPITULO 2 PLAN, PROBLEMAS Y MÉTODOS Propósitos 7 Muy desalentadoras son al propósito de este estudio las palabras de André Basset:^ < a pesar de los triunfos que tenemos en la mano: un alfabeto local ( el tuareg), varios textos bilingües y un gran conocimiento del berber, han resultado vanas todas las tentativas, aun las más recientes, para descifrar las inscripciones líbicas » . Mas no debemos resignarnos cuando tantos descubrimientos de lenguas desconocidas ( hitita, cretense, egipcio) se han logrado con menos elementos que los citados por Basset. Y si la « Piedra de Roseta » sirvió para conocer el egipcio jeroglífico y demótico, sólo la exacta y bien ideada interpretación de las inscripciones líbicas bilingües puede darnos la clave del líbico, ignorado por otros caminos. Si ya esas inscripciones líbicas bilingües y las latinizaciones de antiguos nombres africanos facilitaron a nuestros predecesores en este estudio la exacta valoración de los signos alfabéticos líbicos, nuestro intento por el mismo camino logrará abrir brecha en en esa lengua líbica aún desconocida. Nuestro trabajo nos ha permitido valorar cuatro signos no interpretados antes; hemos logrado leer y descifrar dos lápidas tampoco leídas hasta hoy, y podemos fijar algunas conclusiones > BASSET, pásf. 47, edición del año 1952. 21 -:^ w importantes sobre los textos líbicos, incluso en la parte ajena a la onomástica. Ello nos alienta en nuestro estudio presente y para el futuro de la investigación. Porque, a nuestro ver, las bilingües ( salvo prueba en contrario, que alguna vez mostramos en las páginas siguientes) reproducen textos coincidentes. Y la versión púnica o latina para nosotros clara nos permite precisar el valor contenido en las fórmulas líbicas, cuyos elementos aislamos e interpretamos por su coincidencia con los dialectos berberes. Y esto nos sirve de paso para asegurar la conexión cierta de la lengua líbica con las berberes actuales por su estructura coincidente con esas fórmulas de Thugga. Sobre el estudio apuntado del líbico bilingüe, podemos pasar al examen de los textos puramente líbicos, donde aparecen fórmulas análogas o ligeramente diferentes, y luego será lícito extender el método a más diversos campos, como las inscripciones saharianas y tifinag antiguas. Todo lo cual nos permitirá reunir un conjunto de elementos líbico- berberes probadores de la comunidad lingüística originaria y de la conexión y dependencia de las distintas escrituras líbicas. Por último, será lícito acometer la valoración de las inscripciones líbicas de las Islas Canarias, deduciendo a qué fase histórica y a qué grupo cultural y lingüístico han de asociarse. Plan 8 Para seguir este camino, ordenamos el estudio de las inscripciones líbicas en estas partes. Tras el presente estudio preliminar sobre problemas, método y alfabeto, sigue: a) La interpretación de siete inscripciones bilingües libio-púnicas de texto bastante seguro en general. 32 b) El estudio de once inscripciones libio- latinas ciertamente bilingües. c) Interpretación nueva de cuatro inscripciones sólo líbicas largas, y un grupo de interés variado más cortas. d) Seguirá el examen de algunos textos saharianos y dispersos antiguos comparados con los tifinag. e) Para terminar con la presentación y examen de los textos líbicos grabados en las Islas Canarias. Método comparado Ifbico- berber 9 Para explicar los textos líbicos de África del Norte empleamos en esta obra la comparación del líbico inscripcional con elementos bien conocidos, genéricos y trascendentales en su estructura lingüistica de las hablas berberes y del guanche. Por ello es preciso examinar la posibilidad razonable de este método interpretativo. Afirmamos desde luego que no hay otro medio inmediato de resolver el problema, por escasez de informaciones directas del líbico. Y hasta un semitista tan destacado como J. G. Fevrier,^ que no es libista, como allí mismo reconoce, acepta concordancias líbico- berberes y estimula a los berberistas a reexaminar y proseguir las comparaciones por él iniciadas sobre < lo que sabemos del líbico » . En cuanto a la legitimidad, todos los estudiosos^ están de acuerdo en que los llamados por los romanos Húmidas, Másulos, < FévRiER, \> kgs. 263- 273, especialmente la primera y la última. ' Opinión general; bastará ver: STEPHAN GSELL, Histoire ancienne de l'Afri-que da Nord, tomo I; JULIEN, Histoire de l'Afriqae du Nord, 1931, pág: » . 56,105; MARCEL COHÉN, Les Langaes du Monde, 1952, pág. 56; A. BASSET, La Langue Berhire, 1952, pág. 47. 2S Mauros y Gétulos, son los autores de las llamadas inscripciones líbicas que estudiamos, y a la vez antepasados de los berberes o indígenas norteafricanos de nuestros días. Por tanto, las lenguas que ellos hablaron, despojadas de sus recientes arabismos, son las fases arcaicas de los actuales dialectos berberes. Y sólo éstos pueden ofrecernos medios de entender aquellos textos líbicos arcaicos, para los que no tenemos otras informaciones directas. Por lo que a las inscripciones Ubicas de Canarias toca, sean obra de nuestros indígenas o aportación de los forasteros, deben de interpretarse de igual modo. Porque los dialectos insulares de Canarias, como demostramos en nuestra obra en preparación Palabras y Cosas Guanches. Gramática Comparada del Gaanche,^ son una fase arcaica del berber, y los que en estas islas enseñaron o emplearon la escritura líbica tenían que pertenecer al mismo medio cultural productor de las inscripciones líbicas de África. 10 Naturalmente no aceptamos para el guanche las exageradas añrmaciones de Attilio Gaudio en un trabajo reciente, muy conocido en Canarias.'' Pues, aunque la lengua de los indígenas de Canarias pertenece al grupo berber o líbico, no podemos considerarla exactamente igual al proto- berber o líbico, por existir tantas diferencias dialectales entre nuestras islas y haber evolución evidente desde el líbico del Templo a Masinisa en Thugga ( datado en el siglo II a. C), al guanche de nuestros menceyes ( conocido al final del siglo XV p. C). Así consideramos pura fantasía decir que el habla de los guanches fue « cette méme langue ancienne méditerranéenne, apparentée aux autres langues des peuples pre- sémitiques et pre- indoeuropéens, dont les inscriptions épigraphiques ont été découvertes si nombreuses en Afrique du Nord et au Sahara." ' Obra próxima a ver la luz, donde se estudian todas las frases, formas nominales auténticas, onomástica y coincidencias de cultura en estricta comparación berber. ' ATTILIO GAUDIO, Sur Forigine des canariens préhispaniques, inserto en « Anuario de Estudios Atlánticos » , Casa de Colón, Las Palmas de Cran Canaria, tomo 4, pkgs. 115- 167. ^ GAUDIO, ob. cit. págf. 150. 24 Por cuanto no cabe suponer única en todo el Magreb la lengua de las inscripciones líbicas en los años de Masinisa, por ejemplo, ni menos puede soñarse en hermanar el habla de las inscripciones de Thugga. en el siglo II a. C. con el protosemítico o el preindeuro-peo. Todo lo más, y por muy primitiva y cercana al líbico común que quiera suponerse, estaría en relación todavía remota con el egipcio antiguo y el líbico común, pero muy lejos del indeuropeo y del nostrático.^ Objedonea al método 11 Un método comparativo del berber para las inscripciones líbicas fue ya empleado por cuatro escritores al menos. Muy limitadamente por C. Meinhof y E. Zyhiarz; en mayor escala por Fr. Beguinot, y muy largamente por G. Marcy.' Y si muy duramente han desautorizado el intento de Marcy tanto el Abate Chabot como André Basset,' y si la censura en el ardor polémico formuló expresiones que parecen invalidar el método mismo, las objeciones propuestas a Marcy, muchas veces • Para este tema de amplia bibliojfrafía bastará aludir a A. MEILLET para las Lenguas indearopeas en su obra fundamental; M. COHÉN, Les Langues da Monde citada; M. COHÉN, Essai Comparatif sur le vocahulaire et la Phonétique da Chamito- Sémitique, Paris, 1947, y A. CuNY, Invitation a l'étude comparatif des Langues indo- européennes et des Chamito- Sémitiques, Bordeaux, 1946. » KARL MEINHOF, Die Lihyschen Inschriften, en A. F. K. M. G., XIX, páy. 22; FR. BEGUINOT, Appunti di Epigrafía Líbica apud África Italiana, 1927, páy. 79, y Note di Epigrafía Líbica apud A. RJ. O di Napoli, 1928- 1929, pig. 5; G. MARCY en Bilingües, Libyques y Epígraphie citados, passim. ' J. B. CHABOT, Fantaisies Libyques apud « Revue Africaine » , 1937, páy. 129, y en el RIL citado, pág. ix, pone en guardia « contre les absurdités dont il four-mille » ( i); A. BASSET, La Langue Berbére, pág. 47; BASSET, Écriiure Libyque et Touarégue apud FossEV, págs. 135- 143. 35 con acierto, no alcanzan ai sistema mismo, sino a su aplicación inadecuada. Efectivamente, nuestro dilecto y llorado amigo Georges Mar-cy forzó en ocasiones el texto púnico para acomodarlo a sus explicaciones líbicas, cuando lo púnico era notoriamente más seguro. También valoró equivocadamente por A el signo líbico puntifor-me; forzó cambios de orientación de signos líbicos para ajustarlos a su explicación berber, y, si bien por informaciones ajenas, adoptó algunas lecturas erradas de los textos. Mas el citado Attilio Gaudio^ quiso invalidar expresamente todo sistema de comparación líbico- berber, creyendo vano intento traducir las inscripciones líbicas arcaicas sobre relaciones berberes. Su categórica condenación del método va formulada en estas palabras que él atribuye a André Basset: « vouloir déchiffrer les ins-criptions libyques á l'aide du berbére actuel, ce serait comme vouloir interpréter une ínscription latine au moyen du franjáis parlé dans nos faubourgs>. Esta frase ingeniosa, pero falsa, ha impresionado a los no especialistas, y algún colega nuestro nos la recordaba mientras trabajábamos en este estudio, como advertencia cuidadosa. Pero ya dijimos que es sólo un chiste que encierra una semejanza equivocada. Porque si el líbico de Thugga es antepasado de un dialecto berber actual, como el latín lo es del francés, la diferencia entre el líbico y el berber es menor que entre las otras dos lenguas. Porque el líbico y el berber son hablas locales, conversacionales y sin elaboración literaria; mientras es muy profunda la diferencia entre el latín literario de los Escipiones y el francés de barrio o un paíois. La comparación sería más próxima entre el latín vulgar del Imperio y el francés arcaico. Además el sistema gramatical del líbico y del berber, como ocurre en las lenguas semitas, se basa en una armadura semántica persistente, que permite a los usuarios comprender formas literarias, arcaicas y dialectales muy diferentes. Esto lo facilita además el sistema de escritura silábica que mantiene esa armadura ' GAUDIO, art. cit., pásf. 151. 26 fundamental, y tal facilidad de comprensión de hablas diferentes es bien conocida, tanto de los arabistas y de los hebraístas como de los berberes que emplean el tífinag. 12 Confirma nuestra tesis de la licitud del método comparado del líbico con el berber el propio André Basset, que se muestra menos categórico y más prudente que su citador Attilio Gaudio, en dos obras suyas donde aborda el mismo problema.^ Afirma que las interpretaciones de Marcy no son de fiar, y en vez de condenar el método, Basset sólo dice: « n'a pratiquement pas encoré permis d'interpréter de fagon satisfaisante » las inscripciones líbicas, y agrega: « toutes ees inscriptions nous intéressent au premier chef, car si effectivement elles devaient s'éclairer par le berbére, elles nous donneraient sur l'état de la langue, il y a deux mille ans, des maigres renseignements, mais des renseignemeins moins aléa-toires que ceux a tirer de l'onomastique ou de la toponymie antiques » . Estas palabras implican de su parte la aceptación de la comparación libicoberber, que el chiste atribuido por Gaudio excluía de plano. Y a esta autoridad berberista se unen razones positivas, que subrayaremos. Realidades comparativas 13 En este libro hallará el lector inscripciones bilingües libio-púnicas y libioiatinas, cuyas frases líbicas son interpretadas con sorprendente exactitud y rigurosa igualdad con el otro texto, sobre datos berberes. Algunas palabras, nombres y verbos; algunas partículas, afijos pronominales y flexionales; preposiciones y fórmulas idénticas se encuentran en inscripciones líbicas bilingües, por consiguiente de sentido compropado, del todo conformes a las que tienen los dialectos berberes. Y si esto es prueba evidente de que el líbico y el • BASSET, pkg. 47; FOSSEY, págs. 137 y 138. 37 berber pertenecen al mismo mundo lingüístico, nuestra comparación está legitimada. Un método igual se aplicó en el caso de la piedra de Roseta para el egipcio y en el descubrimiento del hitita, del etrusco y del cretense. Y si en todos estos casos tan dispares se reconoció el método como legítimo, también lo será en nuestro caso. Pero la repetición del descubrimiento sólo dependerá de los aciertos en la aplicación. Por nuestra parte estamos convencidos de que sólo él puede dar solución al que el fallecido Basset llamó « intrigante problema de las inscripciones líbicas » . 28 CAPÍTULO 3 PROBLEMAS DEL ALFABETO LÍBICO Antes de iniciar el estudio particular de cada grupo de inscripciones líbicas, parece indispensable tratar de dos puntos generales: los alfabetos líbicos, su procedencia y valoración de sus signos, pues los alfabetos púnico y latino son bien conocidos; y la forma, alcance, valor, seguridad y limitaciones científicas de la lectura que damos a los textos líbicos o restituciones originales. Vamos a dedicar a estos puntos sendos capítulos. Africanismo del alfabeto líbico 14 No vamos a hacer una amplia exposición del complejo^ problema del origen, proceso, alteraciones y establecimiento en África de los alfabetos llamados líbicos y tifinag, sobre los que tantas plumas ilustres han emitido teorías bien dispares.^ Pero parécenos que este estudio nos obliga por lo menos a < La bibliogfrafía abundantisima puede verse en el Abate Chabot, RIL, páginas vit a X. Para el problema de origen, después de Gesenius, el primero en planteárselo ( año 1837), son particularmente interesantes los estudios del citado Chabot y los de Saulcy, Beguinot, Littman, Meinhof y Marcy. En España i ¿ lo conozco algunos artículos de A. Tovar. 29 formular nuestra opinión sobre el problema, que va brevemente te expuesta, y los cuadros que cierran este capítulo aclaran bastante nuestro modo de ver el tema y nuestras bases de trabajo. Tras el descubrimiento en 1631 de la antigua inscripción líbica del Mausoleo de Thugga o Dougga, el Dr. Outney comprobó en 1822 el empleo vivo por los tuaregs del Sahara Central de un alfabeto parecido, el tifinag, que desde luego coadyuvó al estudio comparativo de los alfabetos líbicos. Su área de empleo estrictamente africana quedó desde luego limitada a la región que va de Canarias a Tripolitania, entre los paralelos de Gibraltar y Senegal. La amplitud cronológica de las grabaciones y tipos alfabéticos que desde la época de Masinisa ( siglo II a. C.) llega a nuestros días, la apuntada dispersión geográfica y la segura variación de valor de algunos signos plantearon a los tratadistas serios problemas de correlación y genéticos. Los estudiosos^ comenzaron por ello a distinguir las escrituras « líbica » y « tuareg » ( Basset), o signos líbicos « orientales » o de Dougga y « occidentales » ( Chabot), o dividen la epigrafía líbica en « numídica » , « sahariana antigua » y « sahariana moderna o tifinag* ( Marcy; Faidherbe ya empleó la voz numídica), o hablan de < itifinag antiguos » y " tifinag modernos » ( Foucauld). Interdependencia 15 La presencia en África del alfabeto líbico no parece muy anterior al primer milenio antes de Cristo, pues las inscripciones fechables más antiguas en Túnez y Argelia nadie las supone anteriores al siglo III a. C. en la más larga cronología, siendo algunas ' CHABOT, RIL, pág. xi; MARCY, Épigraphie, págjs. 128 y sgs.; FOUCAUCD, M>- < e5 pour servir a un essai de grammaire toaarégue, Argel, Carbonel, 1920; BASSET apud FossEV, pág. 136. 30 seguramente de la época de los Severos; las saharianas antiguas podrían alcanzar a la época del desplazamiento de tribus tras la invasión árabe, y todas las tifinag recientes deben de ser modernas. Algunos textos de Tripolitania, Cirenaica, Egipto y Sinaí, aparte de muy problemáticos en su carácter líbico, no están fechados, lo que ocurre igualmente con los de Canarias. Es sabido que el tipo alfabético líbico, integrado por puntos, trazos rectos, arcos, círculos y agrupaciones o enlaces de estos elementos, es exclusivo de los alfabetes líbicos. Y la valoración fonética de los signos varía a veces por la posición del signo respecto de la orientación horizontal o vertical, derecha o izquierda de la escritura o proceso gráfico. No es posible suponer que las cuatro variedades más carac-terísti cas de alfabetos líbicos establecidas por los tratadistas ( nu-mídico, sahariano, tifinag antiguo y moderno) deriven de alfabetos distintos, sino que todos ellos arrancan de un tronco común, como aseguran las siguientes consideraciones. La forma de los signos y los hábitos y recursos del método representativo son uniformes en las cuatro variedades y exclusivos de este tipo alfabético, aunque haya semejanzas con otros. Un gran número de signos ( m, d, tf n. I, i, g, u) se mantienen uniformes en estructura y valor en todas esas escrituras Ubicas. Si algunos signos varían de valor entre unos y otros alfabetos, como explicamos luego, su derivación de los signos antiguos es fácil, y fenómeno idéntico ocurre en otros alfabetos diversos y ciertamente relacionados, por ejemplo, fenicios, latinos y griegos. Primera datación del alfabeto líbico 16 Como, según diremos luego,^ las antiguas inscripciones de Thugga o Dougga ( Túnez) son próximas a la época de Masinisa ' Véase nuestro capitulo 7. 31 ( 240- 148 a. C), el rey de los númidas, amigo de los Escipiones y debelador de Cartago, algunos le atribuyeron' la creación del alfabeto líbico. Pero sería casi un milagro la creación ex nihilo por Masinisa del alfabeto líbico, sin relación con los alfabetos púnico, latino y griego, conocidos ya entonces en i Cartago. Por otra parte, los textos de Micipsa y sucesores continúan empleando el púnico y y el latín, y es extraño que de no existir el alfabeto líbico antes de Masinisa, éste, en vez de crear un alfabeto nuevo, no impusiera la escritura de sus amigos y valedores romanos, si lo que quería era desarraigar lo púnico. Masinisa, conocedor del griego y del latín, que, siguiendo la línea helenística de sus amigos los Escipiones, envía a su hijo a educarse a Grecia, no se hubiera molestado, ni él ni Micipsa, en « inventar » ni menos en calcar un sistema alfabético sin arraigo ni prestigio, mientras conocía el griego y el latino. En nuestra opinión es seguro que el patriotismo a ultranza de Masinisa y de su círculo cultural sólo hizo lo que parecía natural y hasta obligado en aquel momento histórico. El quería exaltar lo líbico frente a lo púnico de los cartagineses dominadores de la región, y el círculo de Masinisa impone la lengua y la escritura nacional númida en los textos oficiales públicos, junto a la escritura púnica conocida y generalizada entre los nativos bilingües de aquella región de Túnez, o África para los romanos. Para ello, tal vez se simplificó algo la maraña de los signos líbicos que pululan en los restantes alfabetos, reduciendo los de las inscripciones oficiales de su época a las mismas dos docenas de signos que en las suyas empleaban los púnicos, griegos y latinos contemporáneos. No es creíble que la acción alfabética de Masinisa rebasara esta línea de pura política patriótica. Y a ella no se oponía la táctica corriente de los romanos con sus aliados, como Masinisa. Porque Roma siempre permitió el uso de la lengua y el culto religioso ' JuLlEN, págfina 60, dice: « ce fut, sans doute, Masinissa qui crea une écriture libyque » . La misma opinión parece tener CARCOPINO, Sur rinvention de técri-ture libyque, apud « Revue Historique » , CLIX ( 1929), pá;. 150. 32 de los indígenas sometidos; los emisarios empleaban su propio idioma ante el Senado, como consigna muchas veces Tito Livio, y los pretores, ante quienes los testigos declaraban en su lengua madre, dictaban la condena en latín y en el habla del condenado, como todos saben por el INRI de Pilatos al sentenciar a Jesucristo. Por tanto, el alfabeto líbico debió de preexistir en África a la vida de Masinisa y de los más antiguos textos conocidos, debiendo ser de uso general entre los númidas y los otros líbicos ( gétulos, masilios, mauros y perorsos: los persas de Salustio), antepasados de los posteriores berberes, como los saharianos y tuaregs actuales usuarios de ese mismo sistema alfabético. Propagación del alfabeto 17 Ese alfabeto líbico originario, empleado por los nativos antes de Masinisa para muy limitados usos, como diremos ( n° 20), debió de ser conocido fuera de la zona estrictamente númida. Pues bien por seguir el ejemplo de Masinisa, bien por análogos motivos políticos y sociales, otras regiones de África perpetuaron en inscripciones el empleo de su alfabeto líbico nacional, y así hallamos textos líbicos arcaicos en Argelia occidental y en Mauritania, donde no llegó el dominio de Masinisa ni de Micipsa. La presión de la cultura romana, salvo el periodo de exalta-tación africana en la época de los Severos, va reduciendo a sus antiguos usos el empleo del líbico lapidario, y la dominación árabe acaba por arrancarlo totalmente de Argelia, Túnez y Marruecos, probablemente al mediar la Edad Media. Sólo en el desierto, donde la vida indígena está menos sometida a la oficial arabización, pervive hasta nuestros días, cada vez más reducida en su empleo, la escritura tifinag, que constituye una fase evolucionada del líbico antiguo, atestiguado con sus valores gráficos de veinte siglos antes en las inscripciones numídicas. SS Alvarez, 3 Tipos de escritoras Ubicas 18 Sobre lo ya dicho, sin ánimo de resolver a priori el tema, como mera terminología precisa para entendernos, y en lugar de los nombres o designaciones antagónicas registradas antes ( n° 14), vamos a establecer los tipos posibles de escrituras líbicas, cuya realidad histórica comprobaremos luego. No parecerá extraño su número, ya que todos, tanto Foucauld y Chabot, cmo Marcy y Basset,^ reconocen que nunca, ni en la antigüedad ni en los tifinag actuales, hubo uniformidad absoluta en la epigrafía líbica. Usamos el nombre Ubico como general para el tipo alfabético, y reservamos el protolibico para el alfabeto originario importado en África y tronco de los otros tipos. Para los alfabetos arcaicos empleamos nombres romanos, como los empleados ya por otros tratadistas. Y establecemos tres tipos alfabéticos líbicos arcaicos: a) Namidico ( nombre ya empleado por Faidherbe y Marcy en razón de la Numidia de Masinisa), el alfabeto de las inscripciones antiguas de Thugga y similares ( Túnez, Argelia oriental y central). b) Maurusio ( para evitar lo ambiguo de Mauritania, que alcanza a las Mauritanias romanas — Tingitana y Caesariensis— y a la actual Mauritania del Sahara occidental), el de los textos de Marruecos y el Oranesado, anteriores a la invasión árabe. c) Getúlico ( por la Gaetulia de los romanos) para las inscripciones que se demuestren anteriores a la invasión árabe en la zona sahariana al Sur del Atlas. Subrayamos desde luego la dificultad de este tercer grupo, por ser difícilmente fechables los textos saharianos antiguos; pero hay que admitir además su posibilidad como tronco de los alfabetos saharianos y tifinag posteriores. Apuntamos ya la posibilidad de que el Numídico oficial de Masinisa fuera una selección de otro ' FOUCAULD da tres alfabetos tifinag y BASSET ( apud FOSSEY, pá^ s. 136 y 139) • V ' í * ' ' ^^ lo* Ibettenaten. Véase MARCY, Épigraphit, págf, 144, 34 tipo preexistente, y Marcy* además se había planteado el origen sahariano del alfabeto de Thugga. No consideramos preciso suponer un tipo masilio ( por los Masiltos y Masaesllios de los Romanos), ya que las inscripciones de Cayo Masulo y Tacneider Masaisulo^ son del mismo tipo alfabético de Thugga. Aunque en nuestro estudio sobre la inscripción de Lixus" en Marruecos establecemos que no tiene signo alguno ni valor distinto del tipo que llamamos Numídico, registramos el tipo Maurusio por la existencia de algunos signos extraños al alfabeto de Thugga en inscripciones de este sector occidental. Este puede ser mera variedad del Getúlico. Reconoceremos en cambio sólo dos tipos generales, con posibles variedades locales en cada uno ( reales y comprobadas para el tifinag), entre las escrituras líbicas modernas; por no hallarse textos modernos en la zona mediterránea del Magreb. a) alfabeto sahariano ( nombre geográfico ya empleado por Marcy) para los textos grabados en la zona del Sahara, del Sene-gal al Sudán y a las estribaciones del Atlas, desde la llegada de los árabes, y situados fuera de la zona actual de los Tuaregs. b) tifinag para las grabaciones modernas de los Tuaregs, caracterizadas externamente por la abundancia de signos puntiformes y la presencia de frecuentes ligaduras. Dejamos fuera de la clasificación, hasta que se haga su caracterización, el alfabeto Ubico de Canarias, cuya dependencia de los citados se determinará por las concretas y ciertas relaciones que determinen su tipología y lectura. Lo mismo ocurre con las de Cabo Verde y otras dispersas. • MARCY, Tifinagh, pág. 103. ' CHABOT. RIL, núms. 146 y 882. Véase nuestro estudio de la primera en el examen de las bilingües libiolatinas. ' CHABOT, núm. 881, y nuestro estudio en las bilin^ es libiopúnicas. S5 Llegada a África del alfabeto líbico 19 El alfabeto protolíbico, o sea el tipo de que derivan esas diversas formas de escrituras, antes señaladas, debió llegar a Túnez antes de la fundación de Cartago en el siglo IX a. C. por las siguientes consideraciones. La única escritura indígena de toda el África conocida, fuera de lo egipcio, es el alfabeto tifinag de los Tuaregs, con sus antepasados parientes ya señalados. Y estos alfabetos líbicos no derivan, como veremos probado por el conjunto de signos y bases del sistema, ni de la escritura jeroglífica o demótica de los egipcios situados al Este, ni de los alfabetos ibéricos colocados al Noroeste, ni de las escrituras latina, púnica, griega o cretense, en contacto y con colonias limítrofes en las riberas del Mediterráneo. Mas el absoluto dominio cartaginés, griego y romano de este mar en los últimos siglos antes de nuestra Era no permite suponer que llegara entonces al actual Magreb una avalancha cultural distinta, portadora de este alfabeto líbico extraño a púnicos, griegos y romanos. 20 La ausencia de textos más antiguos que los de Thugga se explica por el carácter nacional del empleo de esta escritura. Sábese' que la escritura tifinag tiene hoy mismo entre los tuaregs un uso muy limitado. Sólo se emplea en breves dedicatorias grabadas en brazaletes, escudos y objetos análogos,^ en frases cortas sueltas ocasionalmente grabadas en rocas y en su uso silencioso marcando los signos en la mano durante las conversaciones galantes de los indígenas con sus amadas en el silencio de las tardes al socaire de las tiendas. Y tal uso debió de ser el mismo de los primitivos líbicos,' y nos explica cumplidamente que no aparezca el alfabeto líbico en gran escala, ni en textos lapidarios, antes de Masinisa. ' A. BASSET apud FossEY, pág. 135; MARCY, Épigraphie, pág. 133. - Al estudiar la bilingüe de Lixus daremos un grabado tomado a HANOTEAU, pág. 374> con la inscripción tifinag de un escudo. ^ Como advierte juiciosamente Marcy, el empleo del antiguo numídico en lápidas sepulcrales en Argelia se debe a imitación de prácticas romanas. Los 36 Sólo cuando por su patriotismo e independentismo los príncipes Húmidas Masinisa y Micipsa, o el masiiio Sifax, o los mauritanos Baca y Bogfud, desde el s. 11 a C, se esforzaron por dar prestigio político y categforía nacional a lo líbico, fue impuesta la escritura líbica en monumentos, para elevarla a competir y alternar con la púnica y la latina. Esta preexistencia del alfabeto líbico entre los indígenas del África del Norte puede explicar tanto la brillante eclosión de inscripciones líbicas en esos siglos inmediatos a nuestra Era, como su conservación entre los indígenas del Sahara hasta nuestros días. Génesis primaria de este alfabeto 21 Nos parece el alfabeto líbico una derivación del alfabeto cuneiforme de Ugarit, madre de todos los alfabetos cultos, pero en contacto con una cultura o fase paralela a la que empleó el alfabeto sudarábigo, también llamado sabeo o himiarita. La relación de dependencia de estos tres alfabetos^ es evi-tuaregs no lo hacen, y tampoco aparece en textos saharianos conocidos. Por lo que los textos líbicos monumentales de Xhu^ fga imitaron prácticas púnicas. Los usos líbicos antiguos anteriores a Masinisa no pueden constarnos por lo dicho, y a pesar del uso secular del tifinqg, los tuaregs tampoco lo emplean, ni para su historia, ni siquiera en inscripciones sepulcrales. La carta escrita en tifinag fotocopiada por Attilio Gaudio en un artículo ya comentado del Anuario de Estudios Atlánticos ( tomo 4), págs. 118- 119, es una práctica muy reciente. También los gramáticos, como HANOTEAU ( Tamacheq, págs. 132 y sgs.), insertan fábulas o historietas con fines de estudio. Pero eso no es de uso indígena. ' Muy numerosa la bibliografía del tema puede hallarse una información en DIRINGER: L'Alfabeto nella Storia de la Civilta, Florencia, 1937. Un conjunto de monografías sobre los alfabetos, puestas al día, trae FOSSEY: Notices sur les Caracteres Éirangers anciens et modernes, redigées par un groupe de savants ... , París, 1948, que venimos citando con frecuencia. 37 dente, por la disposición formal de sus signos y por los principios y bases de su método gráfico, que vamos a reseñar brevemente. a) Los textos extensos o literarios de estas tres escrituras separan desde temprano las palabras con un signo diacrítico: pun-tiforme en líbico y en ugarítico, y barra vertical en sudarábigo.^ Esa costumbre se olvida pronto en líbico y en general en los textos cortos familiares y modernos. b) Los tres alfabetos coinciden en ser consonanticos, lo mismo que los alfabetos semitas; pero estos tres coinciden también en representar las vocales finales de palabra ( todavía lo practica el tifinag) por medio de signos peculiares, que llamamos álefs o laringales, de peculiar timbre vocálico. c) £ 1 alfabeto líbico en su proceso evolutivo se sitúa entre el ugarítico y el sudarábigo por ciertos detalles que lo acercan al primero, como la mayor abundancia de signos en que la orientación de sus trazos respecto de la dirección de la escritura cambia el valor de aquéllos. d) Asimismo los tres álefs o consonantes- vocales están integrados en ugarítico y líbico por series o grupos de trazos uniformes, y normalmente sólo suelen aparecer en finales de palabra. e) También los signos líbicos están formados por grupos diversos y series análogas de puntos o trazos, como en ugarítico los integran cuñas o clavos uniformemente dispuestos y de cuyo número y orientación depende, como en líbico, el valor del signo. f) La diferencia entre el alfabeto líbico y el ugarítico obedece a la materia escriptoria del de Ugarit: tabletas de arcilla donde el punzón trazaba cuñas o clavos y puntos triangulares. Mientras en el libico y en el sudarábigo los signos se integran por trazos curvos o rectos, rara vez puntos. g) Algunos cambios de valor que se advierten entre los signos parecidos líbicos y de Ugarit han ocurrido también en otros alfabetos dependientes como el fenicio y el griego. < Sólo rara vez ( CHABOT, RIL, núms. 730 y 877) aparece en líbico también la barra separativa de palabras. El uso del punto separativo en líbico pasó por el grabador ( ¿ era líbico?) al texto púnico de ia inscripción del Mausoleo de Ateban n° 1 del Recaeil de CHABOT. 38 22 El examen sin prejuicios de nuestros siguientes cuadros alfabéticos y de estas observaciones nos permite sentar apreciaciones bastante distintas de las usuales sobre el alfabeto libico. Porque el alfabeto libico era un método de escritura sistemático y racional, no creado por sus usuarios norteafricanos, ni por su capricho sobre elementos aislados preexistentes, ni con sistemas criptográficos infantiles. El sistema y sus elementos, en líneas generales, estaba ya logrado y en práctica por el alfabeto ugarítico, y conservado en parte por el sudarábigo. Ni la seriación ordenada de diversos signos, ni el cambio de valor de algunos por la orientación de trazos respecto de la dirección del renglón, ni la geminación de trazos indican una peculiar creación líbica; todo ello estaba en el original ugarítico. Los líbicos ampliaron o desarrollaron métodos recibidos según precisaban. La presencia entre los tifinag de signos ignorados en las inscripciones de Thugga obedece a tres principios: signos que pre-existían a Masinisa y fueroa eliminados en el alfabeto simplifícado de Thugga; desarrollo, ligaduras, soldadura o geminación de signos numídicos por los tifinag; alteraciones fonéticas dialectales o generales del líbico al tuareg, que arrastraron el cambio de valor del signo empleado. La mayor variedad representa mayor antigüedad. Así cuanto más conocemos el alfabeto de Ugarit, mayor número de signos llegamos a conocer; y mayor número de signos aparecen en los alfabetos semíticos y griegos primitivos, luego simplificados en los más conocidos posteriormente. Vehículo del alfabeto líbico en África 23 Todo esto viene a confirmar el origen cananeo o ugarítico del alfabeto líbico, como en los demás alfabetos cultos del mundo. Pero la conexión con el sudarábigo, hace tiempo advertida por 39 Meinhof,^ nos obliga a citar una tradición africana, que puede explicar la arribada a Túnez en época temprana de cananeos o hi-miaritas y a la vez justificar el extraño nombre de iifinag que dan los tuaregs a los caracteres o alfabeto líbico que emplean. Estamos persuadidos de que en pueblos muy apegados a la tradición oral, una información antigua, aun tradicional, encierra una base grande de verdad histórica, aunque se haya teñido de conexiones y referencias fantásticas en su transmisión. Así las tradiciones de los zenagas sobre orígenes de los berberes, recogidas en nuestros días,^ se parecen mucho a las que hace veinte siglos halló Salustio^ sobre igual tema entre los númidas de Argelia. Y la « tradición himiarita » de los primitivos habitantes de Túnez, muy conocida, pero no aceptada de los historiadores,* y recogida de la tradición oral, de un lado por Procopio en el siglo VI, y de otra por Aben Jaldún en el siglo XIV, puede encerrar ese punto sencillo de verdad: la llegada de himiaritas o cananeos portadores del alfabeto líbico a África antes de la fundación de Cartago por Tiro. Tradición hlmlarita 24 Esta tradición no se refiere naturalmente a los árabes propios, como cree Aben Jaldún, y se puede condensar en los siguientes particulares menos falseados. Algunas tribus del interior de Argelia y Túnez alardeaban ante los bizantinos de la época de Procopio y ante los árabes de Aben ' Parecida es la idea madre de Meinhof y Littmann.— De otro modo piensan MARCY, Tifinagh, págs. 102- 104, y TOVAR, Papeletas de Epigrafía Líbica apud « Bo- Ietin> de la Universidad de Valladolid, 1944- 1945, pás^ s- 74- 76. ' FRANCIS NICOLÁS, Zenaga, págs. 11- 12. ' SALUSTIO, lagurtha, caps. 17- 19. * Puede verse en JULIEN, pág. 53, como en ST. GSELL y otros escritores sobre Cartag'o. Un intento diverso de solución del problema trae E. F. GAUTIER, Le passé de l'Afrique da Nord, 1942, págs. 140- 146. 40 Jaldún, de su origen oriental, concretamente himiarita o del Mar Rojo. Esos sus antepasados himiaritas se encontraban ya en África y ayudaron a sus paisanos cuando los compañeros de la reina Dido vinieron a fundar a Cartago. Habla la tradición de las persecuciones que sufrieron esos himiaritas al ser expulsados de su primitivo emplazamiento por Josué, y los árabes personalizaron la jefatura de los primeros himiaritas invasores de Túnez en un supuesto Ifrikos, voz sacada de Ifriquia= « África » , nombre latino no bien explicado de esta zona de Túnez. 25 En tan sencillo relato pueden hallar explicación ciertos oscuros particulares de la cultura y protohistoria tunecina. Los himiaritas no son árabes propios, sino sudarábigos en contacto con el famoso reino de Saba, conocido del reino judío de Salomón, y a quienes llamaron los egipcios puaniti « pieles rojas » o habitantes del « país de Punt » , conocidos como famosos mercaderes por los mares Rojo e índico durante el segundo milenio antes de Cristo. El actual nombre fenicio ( derivado del griego tpoiví^ y tpoivo?; en latín poenus, púnicas y phoenices, con no pocas difícultades de detalle), no es semita, mas por su claro valor etimológico « rojo » se aplicó, a lo que parece, primero a la « púrpura » y a los « fenicios » sus fabricantes, luego a la « palmera » , ave fénix, etc. Lo mismo aconteció con el lat. pánicas dado a los « cartagineses » y al « granado » ( ma/ us púnica), y trastrocado luego con todos los valores griegos de fenicio. Igual significado « rojo » que estas voces tiene el semítico himiarita, a quienes debe su nombre el « Mar Rojo » , y el término egipcio citado puaniti « pieles rojas » y país de Pant. Todo ello hace razonable la tesis de Maspero^ de que ñint y puaniti, como fenicio y púnico, salen de una misma base lingüistica, aunque ignoremos el camino.^ > MASPERO, Hisioire ancienne des peuples de l'Orieni, París, 1905, pág. 195. = En onomástica es fácil errar, sin poder fiarnos de la primera apariencia; pero estas vías múltiples de una misma voz son frecuentes. Bastara un ejemplo claro. El nombre Libia y lihico, que tanto repetimos, extendido por los griegos a toda África, íue tomado por los helenos a los egipcios, como lo prueba su 41 26 La signifícación del nombre de Cartago ( Kart- hadasat = ciudad nueva) y la aludida tradición de Dido, alterada como es sabido por Virgilio, indican que su fundación el año 814 a. C. debió de ser en realidad una « segunda fundación » sobre establecimientos anteriores, porque todos los historiadores de Cartago conocen una preexistente Byrsa. Y aquella precedente oleada de púnicos, bien pudo ser la de los himiaritas de la tradición, llegados a las riberas de Túnez quizá desde el siglo XII a. C , bien procedentes de la primera Sidón, destruida entonces por los Filisteos o los Hebreos, lo que explicaría el detalle tradicional de la persecución de Josué; bien del Mar Rojo o península de Sinaí, que explicaría la consideración de inscripciones líbicas de algunos textos hallados en esa zona y considerados sábeos por Chabot.^ El alfabeto líbico no deriva del fenicio o cartaginés, pero está en relación inmediata con el de Ugarit y el sudarábigo, como indicamos. El arranque prehistórico tunecino apuntado por la tradición himiarita desde un emplazamiento cercano a Ugarit o a los sudarábigos explicaría bien esta dependencia alfabética, junto a esas otras alusiones históricas. 27 Aunque modernamente discutida, por lo común se acepta la etimología^ del tuareg tafineq pl. tifinag sobre el latín ;> unica. Pero el alfabefo tifinag ( lo mismo que el numídico de Thugga) no puede derivar del alfabeto o escritura de Cartago, ni se relaciona directamente con ninguna fase del alfabeto fenicio. Podría ser que los primitivos libios de Túnez dieran el nombre de púnico ( o puaniti o himiarita < rojo>) a ese alfabeto primitivo de los inmigrantes orientales de la tradición, lo mismo que los griegos llamaron Cadmo « fenicio » al supuesto introductor de su alfabeto. Pero también los romanos llamaron púnicos a los ortografía en s: riego y latin Libya, libgcus ( fr. libgque), que corresponde al nombre egfipcio bien conocido leba de los habitantes indigfenas cercanos al Bajo Egipto; porque si lo hubiesen calcado los griegos sobre la forma hebrea, fenicia o cartaginesa LUBIM, les habría obligado a transcribirla Lgbia y Igbicus. Uno mismo es el nombre, pero el camino de entrada es diverso. ' CHABOT, RIL, pág. Xtv: inscripciones de Cirene y del Sinaí dudosamente protolibicas. * BASSET, pág. 46. 42 cartagineses, y S. Agustín, Procopio y otros escritores de finales del Imperio aplican el nombre de púnica a la lengua y a las cosas de los campesinos de Túnez ( rustid nostri dice S. Agustín). Aunque algunas de las palabras calificadas de púnicas por S. Agustín son ciertamente fenicias o cartaginesas,^ y no líbicas o berberes, es posible que ese nombre usual en el siglo V p. C. de lingua púnica se empleara para designar frente a lo romano o latino lo africano propio,^ es decir, tanto lo líbico como lo púnico, que los historiadores llaman libio- fenicio. También Courtois estimaba el habla africana de esta época < un dialecto líbico muy penetrado de punicismos » . Al perderse luego lo púnico propio, que tras la invasión árabe se confundía fácilmente con lo arábigo,^ los tuaregs y sus antepasados medievales pudieron conservar el término latino de S. Agustín púnica para indicar lo peculiar suyo: tífinag « caracteres tuaregs >. 28 También hacemos observar que no es púnico = tifinag el único nombre extraño de la zona. Berber creemos^ procede del nombre latino barban, generalizado por los católicos africanos contra ' Véase en GAUTIER, cit, págs. 129 a 157. ' Un caso similar acontece en el castellano. Los tres únicos adverbios de modo latinos referidos al idioma, conservados en español, son vasconice !> vascuence, romanice >> romance, lafíne >• latín. El último se reservó desde temprano para el latín literario eclesiástico y medieval; pero romance, que etimolósficamente se aplicaba a la misma leng'ua, se especializó para lo que Berceo dijo « reman paladino » , el habla popular nacida del latin, pero plagiada de iberismos, { germanismos y arabismos típica, del pais. ' Frente a la tesis poco feliz de Zyhlarz sobre los « elementos púnicoi del berber » , creemos con W. Marcáis la escasa pervivencia del púnico propio en los dialectos berberes, por un dato exclusivamente lingüístico: la escasez de elementos púnicos en el árabe magrebi, frente al gran número de aramaísmos en el árabe de Siria. * Generalmente QUÍ- IEN, pág. 2, y otros) se cree que el nombre berber procede del empleo latino de barbari « extranjeros de otra lengua » . Pero además de que el nombre actual deriva del uso árabe de los Beráber, tribus del Marruecos Central hoy día, los textos latinos hasta S. Agustín no suelen usar el término barbari, vulgarizado para los pueblos nórdicos de Europa y Asia, para los nativos norte-africanos, corrientemente llamados mauri, namidi, afri, etc., solamente. Otra cosa será luego, tras la llegada de los Vándalos al África y la lucha contra estos arria-nos en religión de los africanos latinizados y ortodoxos. 4S los Vándalos arrianos ( 429- 533 p. C ) , sus perseguidores, poco antes de la arabización del Magreb. Y los nombres África y afer designaron para los romanos primero « los libios sometidos a Car-tago » , no todos los líbicos o africanos, por lo que la < comarca> o territorio formalmente ocupada por la metrópoli cartaginesa recibió el nombre de África vetas, distinta de Numidia, Gaetulia y Mauretania, así nombradas por los romanos en su primer conocimiento de África. Y c\\ 3.\ zk púnico ofinig(?) conservara entre los primitivos tunecinos el valor de « himiarita » o rojo, recogido en la tradición. Porque curiosamente Foucauld^ registra varios nombres de mujer vocalizados modernamente Fenuki y Afunekki relacionados no con el nombre del alfabeto, sino con el sentido « la roja> de la tradición himiarita. En conclusión, los datos no son muy claros, pero la relación del alfabeto líbico originario con lo himiarita, puaniti y púnico, no con lo cartaginés, parece asegurada. • FoucAULD, Abrégé, páy. 291. 44 Fijr. n° 12.— Alfabetos fenicio y púnico Ñt 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 . Momír* ilet bet giinel dálet hé wau záin l} et tet iod kaf Umed • nem nun simek ' Un pe wde qof reS fin ^ o JU/ b d h w z h 1 i k 1 m n 1 PÍO s q r i t > f T n 1 í rr u N 3 1 \ 0 a i í b y P tí í / ^ « ? 0 5 • f- mntcfOS. K < ^ ^ ' á ^ á ^ ^ y y y I * y 0 B^ e 9 9 i ^- v i v ^ H ¡ í ¿ ¿ k i ^ y^ ^ • /^ ? ^ ^ f ^ o 0 o ? p 1 w WVv + X '/^ Foftn^ s aiiníeas. *- r / f A f <? ^ ^(^^ f 1 í. \ '^ rr •>> ^ ))) « íi ti,) 0 ( S Ó •^ / v *> y y y ; ^ ; til ^ X > 1 ; 7 ; 3 ; j o o j? 3 ) f r f r - h t- t 7 A B r A E YF Z H e 1 K L M N - 0 9 p T / > ^ /• a / « / Ug^ ríH " T ^ T ^ > ^ f ^ XnK C:>- I; L w ^ ETfe • 4 - m ML q d • i y z b t k b n ! P i X 1 t SuJar^ k. 1 ^ ? y rf k h 1 w • » > SH n ^ . O o Z ^ X t o S-L! l,! e » s. ^^ « n d SH z >- í í - i iV k D m 1 n 3 i 7 f 1 - 9 C s - i- i oa r + Xt CAPÍTULO 4 LOS CUADROS ALFABÉTICOS Y SUS PROBLEMAS El alfabeto púnico 29 Apenas hay observaciones que señalar en nuestro alfabeto púnico ( n" 12), pues universalmente admitidos los valores de sus signos, trataremos luego de los detalles de trascripción de los textos. Entre las numerosas variantes de signos registrados en los grabados antiguos, nuestro cuadro consigna los tipos más frecuentes y destacados, que tomamos a los amplios y notables de Fne-drich y de Fossey.^ Asegurada la dependencia del alfabeto púnico respecto del fenicio primitivo y sus relaciones con el ugarítico, sudarábigo y griego, así como con el hebreo empleado para sus trascripciones en las gramáticas, consignamos también estas correspondencias. Y en columna final incluimos los signos líbicos a los que, por su semejanza notoria, pudieron servir de apoyo los fenicios en el uso de los grabados bilingües de Thugga. n ' FRIEDRICH. G ramá;• ti c„ a „ ciitt. , npáacgr. 1i Vy c » - u" a dros finales I, H y III; FOSSEY, ob. cU., págs. 64 y 83 ( DUSSAÜD y FÍVRIER). 45 Loa alfabetos líbicos 30 Antes de consignar los cuadros generales de los alfabetos líbicos, que fijamos en este estudio, y para su mejor comprensión, vamos a estudiar una docena de particulares muy importantes. Porque algunos tratadistas erraron en la explicación del problema o no acertaron a comprender su total alcance, por no darse cuenta de que algunos caracteres de los alfabetos líbicos eran herencia clara del alfabeto matriz, mientras otros eran innovaciones propias del numídico o del tifinag, o hábitos desarrollados en su proceso histórico. Y no siempre resulta fácil y claro descubrir lo que hay de uno u otro factor en la amalgama de signos de estos alfabetos. La ordenación del alfabeto 31 No está reconocido el orden originario de los signos en los alfabetos líbicos,^ ni siquiera los libistas siguen una pauta uniforme.^ Sabemos que los alfabetos fenicio y hebreo, como los de la mayoría de los pueblos cultos: griego ( alfabeto), latino ( abecedario), árabe ( alifato y antes abyad), etc., ordenaron sus signos según la norma que tenía el alfabeto° básico original de Ugarit ' Se planteó el problema sin resolverlo BASSET, apud FOSSEY, pág. 136, pero él mismo aigac distinta ordenación en sus alfabetos: numídico y tifinag. ' Asi FoucAULD, en su gran Diccionario del Ahaggar y en el Abrégé, citados, respeta el orden alfabético del francés; pero orden distinto sigxien HANOTEAU en Tamacheq (' pkg. 3) y DESTAING ( pájfs. vi- viii). GEORGES MARCY ordena también diversamente los signos de sus listas alfabéticas numidicas, tifinag y sahariana: Épigraphie, píg, 165 y Tifinagh, pág. 112. ' HERDNER, apud FOSSEY, pág. 47; VIROLLEAUD, L'abécédaire de Ras Shamra ( GLECS, V, p. 1950), pág. 57; DIRINGER, L'Alfabeto nella Storia della Civiltá, Florencia, 1937, pág. 249.— Para el semítico los hebraístas señalan con razón los himnos y salmos abecedarios de la Sagrada Escritura. 46 o Ras Shamra, que copiaron y vulgarizaron los fenicios, según consta en las recién descubiertas tabletas de sus escribas. Sería por tanto razonable ordenar también el alfabeto líbico según la pauta ugarítica; pero, además de no ser fundamental para nuestro actual estudio, tampoco podemos en todos los casos garantizar la dependencia y puesto indudable de algunos signos. Seguiremos, pues, un orden arbitrario en espera de mayores seguridades, hasta en nuestro cuadro numídico ( Fig. 10). Tres tipos alfabéticos líbicos 32 Como ha señalado Basset,* lo mismo que en tifinag se registran hoy variantes locales, también debieron existir en las inscripciones líbicas antiguas; y nosotros señalaremos luego algunas ( núms. 36 y 40: variantes de forma en las puntiformes y variantes de valor para el signo N por orientación) en las inscripciones llamadas numidicas o de Thugga. Pero es seguro que a pesar de ello podemos incluirlas en dos tipos alfabéticos: el antiguo tipo numídico de las inscripciones de Thugga ( Túnez) y zonas cercanas, y el moderno tipo tifinag de los tuaregs. Carecemos en cambio de precisiones para la fijación de otras variantes posibles, que hemos llamado maurusio ( Marruecos antiguo), sahariana arcaico ( textos antiguos del Sahara occidental),' getúlico ( por la Gaetulia romana) y otros que pudieron existir. Pero demostrada, como veremos, la derivación del tifinag de un tipo anterior parecido al numídico,^ hay que suponer, o que ' FossEY, pág. 139. = Creó este nombre Marcy; Foucauld habla de tifinag arcaicos o antigaos, que consideramos deben de incluirse con los de Marcy. FossEY, págs. 136 y 139. » Al tratar luego ( n° 40) de la orientación de los signos líbicos señalamos, que 47 ambos proceden de un tronco común ( que llamaríamos getúlico o sahariano), del que salió primero la selección de Thugga en época de Masinisa, o que una variante contemporánea o el propio numídico de Thugga es el tronco de los tifinag. Además de que siempre son posibles fases intermedias de evolución y variantes locales en un alfabeto extendido desde Túnez a las Canarias, las inscripciones occidentales antiguas registran^ signos ausentes de los textos de Thugga y de los alfabetos tifinag, aunque por éstos puedan explicarse. Mas la ausencia de bilingües entre los textos en sahariano arcaico, y la falta de medios para establecer variantes alfabéticas, dejan muchas dudas al querer establecer en ellos tipos alfabéticos diferenciados. 32 Por todo ello es necesario, como hipótesis de trabajo, reunir frente a los dos tipos bien notorios de alfabetos líbicos: numídico y tifinag, otro tipo, que llamaremos sahariano arcaico o getúlico, pues el nombre no hace la cosa. En él irán englobadas de momento todas esas variantes locales y fases evolutivas, todavía imprecisas, que divergen del modelo de Thugga, y no entran tampoco en el tipo tifinag. Este cuadro alfabético será presentado por nosotros, junto al estudio sistemático de los textos para discutirlo en sus detalles, en la parte quinta de este trabajo. Mas será conveniente adelantar ya que este tipo sahariana arcaico está en relación con los otros dos más conocidos, por los siguientes puntos. El sahariano arcaico puede representar el original del que por selección de Masinisa se sacó el modelo numídico ( figura n" 20); o bien una fase paralela al numídico, de donde salieron los modernos tifinag, o por último un alfabeto distinto, pero hermano de ellos. La bilingüe de Lixus,'' considerada de tipo occidental o sácala orientación del trazo recto en los tifinag corresponde a la norma de las horizontales de Xhug^ ga, no a la forma cronológicamente más reciente de las verticales de Argelia, correspondiente al Imperio Romano. ' CHABOT, RIL, pág. VI; MARCY: Tifinagh, pág. 99. * Véase nuestro capitulo 17. 48 riano, veremos que no tiene signo alguno ajeno en forma o valor al alfabeto de Thugga, y las razones de procedencia común de los alfabetos numidico y tifinag, luego apuntadas, alcanzan por igual al tipo sahariana arcaico. Casi todos los signos incluidos en el alfabeto sahariana arcaico tienen valor seguro. Unos son signos panlíbicos, de valor cierto por la concordancia de los otros tipos alfabéticos mejor conocidos; otros corresponden a fases claras de evolución entre el numidico y el tifinag, con cuyo proceso evolutivo hay que valorarlos, y los restantes, no presentes en Thugga, son similares a los tifinag, o puede descubrirse el original ugarítico o sudarábigo que los explica. Como base para este estudio del sahariana y para apoyar nuestra valoración del alfabeto numidico en que están redactados los textos de las tres partes siguientes de este estudio, hablemos ahora solamente de las relaciones del numidico y del tifinag. Interdependencia de loa alfabetos numidico y tifinax 34 Nos parece de aceptable certidumbre que el tifina ¿ dcñva de una fase idéntica o al menos hermana del alfabeto numidico de Thugga. Pues ambos alfabetos están forjados de manera muy semejante, y es tan igual su sistematismo representativo, mientras se apartan tanto de la estructura de los alfabetos mediterráneos próximos, que es obligado reconocerles un origen común, y por tanto derivación de un tipo similar a ellos mismos. El examen de nuestros dos cuadros ( figs. n 21 y 22) permitirá al lector advertir esa igualdad de formas y trazos de los signos líbicos, su idéntica seriación sistemática de tipos y análoga dependencia del valor sobre la orientación del eje de simetría del signo con la dirección gráfica. 49 Alvarez, 4 Ahora debemos señalar ciertas variantes formales, creación líbica, que se presentan hasta en un mismo texto y no afectan el valor del signo. Así ( fig. n" 13) se graban signos con trazos, ora curvos, ora angulosos, de valor idéntico. O los signos se disponen de distinta forma respecto del renglón de escritura ( fig. n" 13) sin que ello afecte a su lectura. Pero mientras esta libertad es grande en los grabadores nu-mídicos y saharianos antiguos, los iifinag van fijando cada vez más una posición obligada del signo para su trazado, como hacen los calígrafos semitas, griegos y latinos. Y esa señalada comunidad de origen numídico- tifinag se advierte de forma categórica en tres detalles que nos quedan por señalar. La comunidad de signos panlíbicos ( fig. n° 15). La derivación de valor de algunos signos tifinag sobre sus homólogos numídicos, por proceso fonético fácil ( fig. n° 16). Y la clara derivación de los signos puntiformes tifinag sobre signos numídicos de trazos rectos ( fig. n° 17). Y es conclusión importante de lo dicho sobre esos signos panlíbicos persistentes, homólogos y derivados, la que naturalmente mantienen esos valores en todas las series alfabéticas líbicas y por tanto también en sahariana arcaico. 35 La derivación líbica de los signos puntiformes del tifinag,^ B meo S 0 GO txi oo ÜAV ) : i Ann >- 3- b b> s r s g m d t • Fiy. n° 13 • FOUCAULD y BASSET, apud FOSSEY, pág. 140; MARCY, Tifinagh, páys. 100- 103 y Épigraphie, pkg. 146. 50 o sea la, sustitución por puntos de los trazos rectos numidicos, es un hecho admitido por todos los tratadistas. Sea cualquiera el móvil o factor humano determinante de este proceso/ debemos reconocerlo como una evolución reciente y un desarrollo peculiar del grafísmo líbico. Ya está iniciado dentro del sistema numidico, pues mientras los textos de Thug-ga antiguos no emplean el signo puntiforme con valor vocálico, muchos textos numidicos y líbicos arcaicos^ emplean ya el punto con valor del trazo recto. El signo puntiforme fue primitivamente sólo un signo diacrítico: servía para separar las palabras ( en líbico de Thugga y en ugarítico), o para distinguir algún signo de otro similar.^ Después los grabadores se habituaron a reemplazar la barra por el punto, y muchos signos trascribie- ^ M ^ W Z M 1h ^ tx^ xjX m B + x zz^ HI am í>^ s k f > g b t i z z • Fig. n" 14 ron sus trazos rectos por puntos; la comparación de dicho cuadro n" 17 con sus ecuaciones de valores garantiza la sucesión de los puntiformes tifinag sobre signos numidicos de trazos rectos. • Se ha . o. pechado la grabación en la piedra de lo. trazos mediante punto, luego unido., y en el empleo . ilenciow de lo. ti/ lnag en la. conver.. c. one. galante, de lo. tuareg. el trato debia tólo apuntarae en la palma de la mano. ' CHABOT, RIL. pág. XXIII. , _, ,^ Q„ « Aparecen punto, . ep. rativo. en la. horizontale. de Thugga ( CHABOT. RIL. página. 1- 7. núm.. 1 a 11). inclu. o el grabador líbico met. ¿ el .. gno puntiforme . eparativo en el texto púnico, donde no e. » . « al. En ug. nt. co . enalan lo. autore. SI Laa laringales 36 Casi todos los idiomas primitivos poseen fonemas laringales, y se sabe^ que esas llamadas laringales son fonemas compuestos Pei^ stin'fe% an -^ A/ Z 3D n n A + X II 2 Moo s 1 A/ urntc/ fco Y 7H/ n9£. i ,9 m d t 1 { rar » « / » TTj/.) n Fiy. n" 15 de un apéndice o elemento glotal o vocálico que colora o tiñe el otro elemento: oclusión, fricación o espiración consonantica unida a él. ( HERDNER, apud FossEY, ^ k%. 45, núm. 5) el empleo de la cabeza de clavo trUngfu-lar ( o punto) en posición vertical como signo separativo, y rara vez el clavo vertical ( empleado en sudarábigo) con igual valor separativo. ' A. CuNY, Inviiation a l'étade comparative des Langues Indo- européennes et des Langues Chamito- Sémitiques, Bordeaux, 1946, págs. 134 y sgs.; M. COHÉN, Essai Comparatif sur le Vocabulaire et la Phonétique du Chamito- Sémitique, París, págs. 76 y sgs. 52 Esto los hace de una inestabilidad innata, por lo que en evolución posterior fácilmente pasan a vocales o consonantes puras, o desaparecen absorbidos por fonemas en contacto. La existencia de fonemas laringales en semítico y en camitico común es fenómeno comprobado por los comparatistas citados en la nota, y sabemos que el egipcio antiguo y el ugaritico tenían signos peculiares para representarlos. A/ um/ c/^ co, ^ MW • f- - I - > 0XR • 0 O HI 3m ÍT • f b- bs ph { raro) z • z Tr// ffá ¿ ^ • i' X « • 0 SemcD HI as 9 i s s b y z. d (/. { 2. ( 3. ( 4. ( í. Fig. n° 16 Notas a la fig. 16. Se conocen bien estas evoluciones fonéticas: 1) S, é, ¿ pasaron en varias lenjfuas a y, y. 2) / bh también se hicieron gU, VJ, g. 3) ps ( gr. 4 » ). bs pasaron a SS, S. ^^ ph { gT. if) se hizo en latín y romance / , o. 53 Sf^ ttoS con au ritos <^* ácr/ 7Tcos: /^ umítJTco. 0 b TrJ- íná ¿ . 0 s SfohoS puntt^ orntes c/ efftfttdos: A/ utn/ d^ cos. Tf^ ín^ g- — • 2- ya . a- i s u ! u = y- y ' % III y- g ••• q Ugarftico y sucí^ ráh'go, ', - nfngono — A/ umfJ^ cos. TM/ fta£. 5 o i h "^ r k •: k QufJia ^ ( g ) o ^ ( k ) ^ e/- o mejor ej a& do k Jé/ t^ cfo, Ky. n" 17 A/ t ^ orni^ S Vumfc/' co - • í^ umíJíco = U/ untiJíco = III ¿ . \ 5ahárí* n9 m = Wumt'e/ t'co s Sfpno S » nfc/ o se^ ún: Marcy ( Aeáot Sasiét JI/ QS. z z - h - a a- i u u - w u y y - g g - q o h h 3- h- á a a u - w u iy- g- h,| g - h j g - q a - i - u w w Y q z z- h- a a- i u- w u - w u - w i- y- ih y- h- g g - q o o- h h S/ fnf/ áre^ f f h í í "••" : y p s i l on I e J ! I ' o- ii JTTY , , > o- u Fig. n° 18 La homología de los signos ugariticos y líbicos para las laringales de la adjunta fig. n° 18, prueba que los signos líbicos fueron laringales puras, aunque su valoración en los alfabetos conocidos sea la establecida por nosotros. Obs « rvacione « al cnadro de la ñg. n° 18 37 1* La sustitución del trazo horizontal o vertical por el signo puntiforme, hecho comprobado en líbico, asegura la sucesión del signo numídico por el iifinag. Mas no siempre está comprobado el empleo de ambos en sahariano. 2* Estas laringales en varios dialectos berberes acabaron en una sola aspiración o desaparecieron, pero su valor primitivo era diverso. Sobre los datos de Cuny, Cohén y nuestro estudio, consideramos que el signo n° 1 era constricción glotal espirante fuerte de matiz palatal; el n° 2 velar fricativa dulce con apéndide glotal; el n° 3 fricativa dulce palatal enfática, y el n° 4 oclusión fuerte glotal y velar enfática. 3° Nuestro signo de trascripción representa el valor predominante de la evolución de la laringal en la fase histórica apuntada, aunque coetáneamente pudieran existir variantes dialectales.^ Es problemática en sahariano, aunque muy probable, la variedad de valores, por este motivo. 4' La representación de Marcy ( hi, h2, hg, hi) es aparentemente confusa, pero su valoración' científicamente exacta, pues considera: ' Al estudiar el sisfno n° 1 ( z = za = ya) en las bilinsfües latinas de Zaedon, advertimos el doble valor de la z en latín vuljfar. Lo mismo acontece en los dialectos berberes, donde coetáneamente se registran las formas amazig, amahag, amaceq, amaieq o amageq « berber » . Esto explica que en formas saharianas el aigao 1 pueda leerse z, h, y. ' MARCY, Epigraphie, pkg. 16 y cuadro final. $ 6 hi laringal espirante, reducción de z en tuareg. ha velar espirante, evolución normal de lu. hs palatal aspirante, posible evolución de ii o iy > g^. h4 laringal aspirada cercana a ' ayim, que el púnico valoró a, 5* Los signos ugaríticos similares, de ecuación formal bien notoria, son también laringales^ y de carácter parecido a nuestras valoraciones líbicas. 6' El valor O ( quizá ' o), del signo n° 4, y el valor i, y, y, del n" 3,^ podrían variar un tanto ( velarizándose) en función de su orientación, como aparece en sus derivados tifinag, pero tal divergencia no está asegurada para el numídico, donde a veces una misma palabra aparece con el signo n° 3 grabado con ambas orientaciones y trascribe diversamente Marcy. Sistematismo del alfabeto líbico 38 Siempre llamó la atención de los estudiosos » el sistematismo u ordenamiento formal de los signos líbicos en series, bien numéricamente escalonadas, bien discriminadas por signos u orientación, bien por repeticiones, soldaduras o geminación. . HERDNER, apud FossEY, pág. 45. n° 6; FR. EDR. CH. Z « den « ^'^ f « ''* f f f *;" des Ras Shamra Alphahets. apud Zeitf. Assyr. ( 1932- 1933). p. 135; V. ROLUAUD. L'abécédaire de Ras Shamra ( GLECS, V, pájf. 57). ,„,:„,; « „-. « Véase en nuestra Tercera Parte ( Bilin,^ e. ^^^'<>-^^'^^' V'''^'^ Zt^ de Cayo Masulo ( CHABOT, RIL. n » 146). de N. bdasen Comxan. s ( CHA. OT. RIL. número 145) y la de Chinidial ( CHABOT. RIL. n' 252). f^- f.^'^^^^;^^ '""" en nombres trascHtos en . a « n y . a vo. HBica « n ^ ^ ^ : ^ S : ^ ^ ^ en s Además de MARCY. Lihgques, pay. 11. y °""" ir.„, s- . , ocuoó del su. citados estudios del origen alfabético Ubico, tamb^ - E » f^ » — -^^^^^^^^^ problema A. TOVAR. « Bol. del Sem. de Arqueoloj^ ia y Arte » . Un> v. ( 1944- 1945). pág. 75. 57 — z s u 3 ni y- y 1 n II 1 • a- i : u 5 k • •• q •: k 1 h y ^ fitas. U^ ritToiS. T % f z TT ? V s TTT I E - i t >- t - « ' i » ••- n t= P t: » - k ^ h ZIT M á) pors^ hQS d^ icr/ f/ cas. U O ' Q 0 b s B e b i) pot orfentácfdn: D 5 m '^ HA d c e s Q 5 A/ tf/ n/ d/ cosi < g 1h k. gg n d g t- dd + 0 st « í* nk •+ 3 mt OD nb Fiy. n" 19 Pero en vez de considerar esta circuntancia o carácter del alfabeto caprichosa y debida a tendencias infantiles o primarias, o juzgarla hecho sin precedentes y exclusivo del líbico, tal seriación fue ciertamente heredada del alfabeto ugaritico. Sólo la geminación y soldadura de varios signos es proceso líbico propio, que inició el numidico y desarrolló extraordinariamente el tifinag. Bastará para ello cotejar las semejanzas consignadas en la figura n° 19. Valor de loa algnoa líbicos por su orientación 39 Llamamos orientación del signo en los alfabetos ugarftico y líbico la posición del eje de simetría del signo en la misma o diversa dirección que la marcha de la escritura.^ En los alfabetos sudarábigo, fenicio, griego y latino,* los signos normalmente no cambian ni varían su orientación, y cuando esto por accidente ocurre, no influye en el valor del signo. Otro tanto acontece en algunos signos de los alfabetos líbicos, que no tienen eje de simetría ( ni por tanto posible cambio de orientación), o, aun teniéndolo ( fig. nM4), por evolución histórica se han escrito sin tener en cuenta la orientación del trazo para determinar el valor. La tendencia a colpcarios siempre en un solo sentido se ha fijado casi obligatoriamente en la mayoría de los alfabetos tifinag, aun en los signos puntiformes. ^ ^ Pero la mayoría de los signos cupeiformes ugaríticos, y muchos signos líbicos con eje de simetría ( fig. n" 19), tienen su valor fonético dependiente de la orientación gráfica del signo. Y esta « Y. Marcy hizo hincapié en e. t. problema por ej. Épigraphie. pág. 142. í Véate FossEY. pégs. 64, 71, 83, 102 y 185, « Id. ID., pkgB. 30 y isr » . y 48. S9 ley primaria y fundamental del líbico, heredóla del ugarítico, y su pérdida progresiva y reciente es evolución líbica propia. 40 Y hay tjue destacar en esta evolución un hecho singular por su importancia para la interpretación.' El trazo horizontal escrito eti el sentido de la marcha de la escritura en las inscripciones horizontales de Thugga valía Z ( mientras el vertical o de orientación trasversa al renglón valía N); pero estos signos cambian de valor en las inscripciones numídicas verticales ( al menos con seguridad en las bilingües púnicas y latinas) de la zona de Argelia, que pueden fecharse en los primeros siglos del Imperio Romano ( Véase figura n° 20). En todas éstas no sólo las que ya emplean signo pun-tiforme igual a Z, el trazo vertical escrito en la misma orientación de la escritura vale N ( mientras vale Z el trasverso y el puntiforme). Y la importancia para la historia del proceso es notoria, porque la orientación tífinag de la N ( trasversa a la orientación de la escritura) continúa el hábito de las horizontales de Thugga, y no de las argelinas más recientes. Por otra parte, ambos datos nos dejan dudas sobre el valor qii « debemos dar a tales signos en el alfabeto sahariana arcaico establecido, tanto en su fase primitiva o getúlica, como en sus fases posteriores o pretifinag. Porque en la bilingüe de Lixus no aparecen tales signos, y otras inscripciones tienen a veces ambos signos u orientaciones hasta en un mismo texto. 41 Lo dicho nos permite establecer con bastante seguridad los dos alfabetos líbicos más importantes, que registran las figs. números 21 y 22. ' No bien advertido este hecho por Marcy como por otros ( BASSET, apud Fos- SEY, pá^. 141), le hizo caer en errores de valoración y cambios de lectura innecesarios. Véase Libyques, págs. 105, 120, 137, 145 y 14 , y Épigraphie, páginas 142- 143. 60 Fig. n° 20.— Signos numídicos de diversa orientación Signos y valores: suponiendo la dirección de escritura ^ Thugga ( horizontales): Argelia ( numídicos verticales): Tifinag ( Foucauld: horizontales): — ( z) I ( n) I ( z) — ( n) • ( a) I í") = (") II ( 1) = ( u) ( I ( 1) : ( u) II ( 1) N. B. Se advierte que el cambio sólo afecta a los dos primeros valores. Ejemplos en nombres propios, respetando su propia orientación b) Numídicas verticales de Argelia: a) Horizontales de Thugga: I 2 k II H " " ^ ( aU- ZuLaLSan- bijodeZulalsan'. RILn° 2 II-: IJ I: I i- II: b) Tifinag ( Foucauld): ( aMeNuKaL ' rey'). ( aUL- iGeNnaUeN ' ojo en las nubes' sobrenombre de mujer). ( aMeNnA ' sequía' y nombre de mujer). + c o I ir 11 ( a) 4- 4- ir . . » ( b) + u C I ( c) ( d) a) RILn° 72 = aU- KiNuRiDaT. b) RIL n° 151 = ZaKTuT. c) RIL n° 153 = SiMiTiLiNe. d) RIL n° 252 = CHiNiDIaL. N. B. Las lecturas consignadas son seguras en tifinag, y garantizadas por las bilingües y sus correspondencias latinas en las otras. Fig, n" 21.— Alfabeto numidico de Thugga N"! ( a) 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 I . Signo ( b) • — D 0 1 ^ 1 \ n r\ A Bi III H I 3 - >->- = z / v í= M 4^ II 3 : 5 1 c c Xi^ 8< « X> 4 í^^ » H-G 0 I22I + X I23J u 24 2f 2Í m3 uJ ^ - I - i lili 1 ( c) punto z b Z d y z/ z t u/ w i k k s 1 m n s s f < i " r a s c r i p c i ( d) z n b g d y il^ t u/ w i k ? s 1 m z s s í <; 1 r 1 r - 1 - t i k o/ a t i k o/ a ( e) 3unto'? z b g d h z t u i k v 1 m n s s 1 <; r th. t z q t ó n e r ( f) punto z b S d ?/ i z t u y k •? s 1 m n s s { s r t t z ? •¡> > ( g) 7h,/ a 7h,/ a b g d g hj iy z/ dz 1 u/ w/ h; i/ y k s s 1 m n ts/ d s f s r 1 t z/ dz g/ b:. h. Homólogos en ugaritico, sudarábigo, semítico e itálicoC ( h) |{ K) f ( z) R R ( b) T ( g) " 1 ( g) r < ( g. c) W4- ( d) L/ ( 0 ^ ( y) ^ Ci) ^ ( h) I (^) Z (^) A ( t) f ( t) Jf ( ii. y) ^ ( i) I ( 0 lí = gg í, ( k) H ( k) f ( h) TTT ( 1) A ( 1) U~ ( b) n ( b) 1 ( m) 1*^ ( n) * 7 } ( n) t^- i ( i) ñ ( s) X ( z) txl ( i) EB ( s) A 8 (') í 0 t ( ps) Y ( s) fl. ( 5) 7 ( z) t í t - ( r) C ( r) P 9 ( 0 V ( t) + . X ( t) dd = l m ( t) » ^ • E- < s^ ? ("> JTÍT Cu) El orden de los signos es arbitrario, y la forma de los homólogos señalados se toma a los alfabetos dados en el citado Fossey. Se supone orientación de escritura horizontal y sinistrógrada. Los valores asignados en las columnas de la trascripción corresponden a: c) nuestra valoración en las numídicas de Thugga; d) valores que hallamos en las argelinas libio- latinas; e) valores en las trascripciones de Chabot según RIL, pág. xvii; f) trascripción según Basset apud Fossey, págs. 136 a 141; g) valoraciones de Marcy según sus cuadros de Bilingües, Tifinagh y Epigraphie, citados. Fig-. n° 22.— Alfabeto tifínag moderno 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 Signo • • • ••• • • « : • .: •• • • • •*. > • • r .1. 7- X> 4 > í 30 a o a o oaj 9B II 1 : i ) 3 UVA í) + X m333 ^ X % ^ lí ^ D ' ^^ H « ^ ^ ? ^ ^ t T Valor a / i u/ w K/ Y/ g q/ k k. h h ? ? r • b 1 n m d t d;? ?/? 1 z f V c V 1 ^ z/ y y/ i n Ligaduras con N y T. Y ( nk) • 4: ( gt) ¿ (? t) CH- ( rt) GH- ( st) Cq ( nb) < D+ ( bt) H- l ( It) t ( nt) " b ( mt) f ( nd) ^ ( nd) - Q ( t< dtt) + 5 (? t) , Homólogos en ugaritico, sudarábigo, numidico, semitico y grecolatino. C:>- ( k) - i - ( g Numíd.) Jf (( Numid. >?" > g) < D ( w sudj ' P ( gr. ph) sudarábigo " fH^ ^ " jp. ( t) Numidico J ( m) y '- ( s) sudarábigo J) » J ( t) numidico < ( 5) Se supone la orientación de la escritura horizontal y sinistrógrada, y arbitrario por mera semejanza externa el orden del alfabeto. Seguimos los datos de Foucauld, Basset, Marcy, Hanoteau y otros tratadistas citados. Aunque son muchas las variantes dialectales, y espirantes en un dialecto las oclusivas puras de otros, así como africadas las otras veces fricativas, consignamos el valor dominante. Para las derivaciones puede ver el lector lo que decimos luego a propósito de las del sahariano. Y sobre los homólogos ugaríticos, numídicos y sudarábigos los alfabetos correspondientes en Fossey, citado, págs. 48, 141 y 102. CAPITULO 5 PROBLEMAS, ALCANCE Y GARANTÍA DE NUESTRAS TRASCRIPCIONES 42 Si bien estos capítulos podrían ir al final del trabajo, como resumen de conclusiones logradas en nuestro estudio, van aquí por reunir un grupo de datos a que hemos de referirnos en ios ca>- pítulos siguientes. Pues hemos considerado conveniente, al interpretar en este libro las inscripciones líbicas, vocalizar y trascribir con precisión las voces y fórmulas púnicas y líbicas de esos textos, aun reconociendo lo dudoso de algunas restituciones. Asi se perfecciona nuestro conocimiente de ambas lenguas, y se precisan las restituciones fonéticas originales. En algunas inscripciones los textos líbicos van asociados a versiones en latín o en púnico, siendo bilingües algunos grabadores. Otras muchas voces también nos son conocidas en lecturas líbica, púnica, latina y griega, simultáneamente. Las trascripciones en latín y griego son del mayor interés para nuestras lecturas líbicas y púnicas, dadas en alfabeto silábico, por reflejar el exacto fonetismo con que las oyeron sus contemporáneos. Por ello damos al lector ciertos particulares y bases de prueba, para valorar con exactitud nuestras trascripciones. En este capítulo van unas observaciones que alcanzan por igual a lo púnico y a lo líbico, y como la estructura del púnico se conoce mejor por la comparación semítica, en el capítulo siguiente precisaremos otras particularidades de las restituciones líbicas. 61 Lo hipotético y el asterisco 43 Bastantes seguras son, por los medios a nuestro alcance, las restituciones fonéticas que damos, reduciendo al mínimum sus puntos dudosos. No obstante, los lectores deberán considerarlas siempre problemáticas en sus matices de vocalización y cantidad consonantica, pues estos detalles pueden discrepar en el habla local del grabador de la piedra, que siempre desconocemos. Mas pareciónos inadecuado reiterar penosamente en todas nuestras vocalizaciones el asterisco, usual en lingüística para las formas no documentadas. Porque, en las restituciones que damos, siempre conocemos con exactitud el esquema consonantico radical de la palabra; muchas veces tenemos vocalizaciones latinas y griegas de formas idénticas o similares, y siempre podemos asegurar que nuestra restitución es al menos una variante, garantizada dentro de la estructura púnica o líbica estudiada, de la local del grabador, si ésta era distinta. El vocalismo 4 4 Un fallo que para nuestro propósito presenta la ortografía silábica de los alfabetos púnico y líbico es el no escribir éstos las vocales. Sólo las trascripciones en latín y griego de voces púnicas y líbicas nos indican con precisión y seguridad absoluta el modo, cantidad y matices del vocalismo. Son claras al respecto las formas púnicas escritas Magon, Boncar, Abdismunis, binuthi, su/ es, liful, etc., y las líbicas Micipsa, Massugrada, Chinidial, Masinissa, misiciri, Thelepie, Sicca, Urusi, etc., aunque alguna no esté registrada en su ortografía púnica o líbica. En ocasiones, para resolver el problema, sin vocalizaciones latinogriegas, tenemos ciertos indicios para el púnico por la comparación semítica, y para el líbico por la berber. Mas sabemos 62 que el púnico^ alteró cantidades y timbres del vocalismo cananeo primitivo, y perdió algunas vocales primarias. Y cambios análogos debemos sospechar entre el líbico de Masinisa y los actuales dialectos berberes. Otro de los puntos ligados al vocalismo líbico y púnico es el de las laringales grabadas en ambos alfabetos, que tienden siempre a vocalizarse. Los punicistas- ya señalaron la rápida desaparición de las laringales fenicias arcaicas, que en la articulación vulgar neopúnica perdieron su elemento consonantico, quedando reducidas a puras vocales, como siglos antes había hecho el griego al tomar para sus vocales los signos de la laringales fenicias A, E, H, O. Y mientras el líbico emplea escasamente los signos laringales, el púnico lo hace con redundancia, hasta llegar a su plena vocalización, grabándose mediante ellas las vocales de nombres romanos ( núm. 52). Y algo similar veremos ocurrió a la laringal líbica más frecuente ( Y) en textos líbicos tardíos ( n° 51). Así estas laringales { álef, he, cáyim), como los semivocales yod y wau, pueden actuar en la ortografía púnica como matres lectionis ( con desarrollo de un elemento vocálico de timbre análogo, que las convierte en vocales largas), pero también representan en ocasiones dos elementos primarios separados. Y en el uso neo-púnico y líbico tardío se introducen ( sin ser radicales) para representar una vocal simple, nunca grabada en fenicio y líbico arcaicos. Variaciones de timbre 45 Naturalmente las vocalizaciones latinas y griegas de una palabra nos sirven para establecer el vocalismo de formas de estructura análoga. Pues si un nombre púnico correspondiente a segolado hebreo viene dado por milk ' rey', y encontramos registrados los participios sing. sufes, pl. iusim, nos será lícito extender esas vocalizaciones a palabras similares. ' FRIEDRICH, n" 74 y sgrs. ' FRIEDRICH, n" 12 y sgr » .; HARRIS, pájs. 4 y 9. « S Pero a veces las trascripciones latinogriegas no son idénticas en absoluto en cuanto a su timbre vocálico para un mismo nombre o formas análogas, como Bodastar y Budastar, Metan, Mytun y Mutthun; o rofe y safes; iasim y dobrin; todas ellas recogidas en el índice de Harris. Tales divergencias obedecen a dos factores. Uno, la mejor precisión ortográfica, o más clara pronunciación de los trascripto-res griegos o latinos de los textos. Otro, diferencias de timbre, bien conocidas entre estas lenguas y el idioma forastero, cuyas voces trasmiten. Pues sabemos que las vocales de los romanos eran más oscuras que las de los griegos y de los hispanos contemporáneos de Cicerón, y otro tanto debió de acontecer respecto de las líbicas y las púnicas. Mas como tales fenómenos de variación son corrientes en quienes hoy mismo hablan idiomas distintos del materno, esas variantes de timbre, menudos detalles y calidades de aire fonético de los trasmisores, deben ser marginadas en nuestras vocalizaciones. Conaonantea gemlnadaa 46 La geminación de consonantes ( consonantes dobles o largas) es de origen fonético ( fusión de consonantes o alargamiento compensatorio) o de carácter morfológico ( función gramatical o intensidad expresiva). Pero tales geminadas, comprobables por las trascripciones latinas y por la comparación semítica y berber, no se escriben en líbico ni en púnico. Así las trascripciones griegas y latinas de nombres como Hannon, Hannibal, Massagrada, Muithan, etc., tienen sus grafías púnica y líbica con un solo signo consonantico. Es sabido que ni la ortografía púnica antigua ni la actual tifinag consignan consonantes geminadas, como tampoco lo hicieron los latinos hasta el siglo III a. C, ni los semitas, y sólo el neopúnico la 64 practica en raros ejemplos y por imitación latina,^ como también hacen otras escrituras de todo el mundo. 47 Y subrayamos esto, aunque ciertos autores piensan de otra manera, porque son inadmisibles sus explicaciones sobre los si-gfuientes casos, que proponen como prueba. Así la oposición de las grafías nbddsn y nbdsn, de un mismo nombre líbico, no indica en la primera una g- eminada gráfica.- Porque indudablemente nbddsn debe leerse no Nabeddasen,^ sino Nabdadsan, forma primitiva evidente, que con ligero cambio trascribió Salustio^ en su latino Nabdalsa. Y de aquella primera lectura Nabdadsan derivó en el líbico posterior, por evolución frecuente y fácil en cualquier lengua,^ la grafía líbica más reciente nbdsn, que deberá leerse Nabdasan. Otro tanto ocurre con el topónimo líbico designador de Dougga, que el latín escribe Thugga, y debemos explicar sobre el originario tbgg leído Tubgag y no Tebegga o Tuzvegga.^ Porque la grafía original tbgg líbica, como la púnica antigua tbgg, deben vocalizarse sobre su variante neopúnica tbg<: g, registrada por Harris y Chabot,' grafía más reciente y clara por tener un ^ áyirn, normalmente vocalizado A,** separando los dos gímel radicales. Y esta evidente lectura neopúnica sin geminada está además muy conforme con la posible etimología del topónimo.^ ' FRIEDRICH, n° 97 b. ' FÉVRIER, pág. 265. ' Así MARCY, Bilingües, páy. 138, e idea de Février y otros. * SALUSTIO, lagurtha, LXX, 2: socium sibi adiungit Nahdalsam hominem no-hilem; LXXI, 1: forte Nabdalsa exercito corpore fessua, etc. En la forma salustiana hay pérdida de nasal líbica ( cf. Masinisan ^ Masinissa) y cambio d por / como en latin sedeo: solium; sedla: sella; olere: odor... ^ Es frecuente en todos los idiomas la reducción del ^ rupo ds >• ss ^- s. ^ Asi MARCY, Bilingües, pkg. 25; mas ya FRIEDRICH, n" 38, establece la buena lectura en su tuwgag, ' Datos en CHABOT, RIL, pág. 1, y HARRIS, pag. 154 al fin. « FRIEDRICH, n° 107 ( 3). » La creemos derivada de tubgag ' las ovejas', plural dialectal con timbre u predominante del tuareg tabaguq, pl. tibgag, femenino de abagug ' res ovina', pl. ibgag ( cuyo vocalismo conocido en g'uanche es ¡/ ubaque ^ ovejas gordas'). FOUCAÜLD, pá- 65 Alvarez, 5 Por tanto, no es válida para la ortografía líbica, como tampoco para la púnica de Cartago, la regla formulada por A. Basset:^ « rnais deux consonnes identiques, méme en sequence immédiate, sont tous deux écrites>, norma que no practica ningún berberista ni texto alguno / í/ f/ ia^ registrado por Foucauld, Hanoteau, Motylinski, etcétera.^ Cuando en ortografía tifinag hallamos dos consonantes iguales ( por ejemplo unnng, léase iuan neneg ' las bestias de nosotros'), o es preciso suponer entre ellas una vocal, al menos semibreve, o cada letra pertenece a palabra distinta, mediando entonces una cesura articulatoria. Por consiguiente, nunca hay una consonante larga o geminada, sino dos fonemas separados. Y jamás el tifinag graba con doble signo las geminadas de los afíjos pronominales ( como ennem ' de ti'), ni las de los verbos o nombres como akku, mellul, agemmud, messau, midden, agenna, azzenef, abeggi, suttef, etc., que el lector encontrará escritos con una sola consonante en su grafía tifinag en el Diccionario Ahaggar del P. Foucauld. Ni hay el menor indicio de que el líbico epigrá-fíco antiguo empleara alguna vez regla distinta. Dudas sobre el valor de ciertas geminadas 48 Si debemos aceptar generalmente la geminación gráfica de las lecturas latinas de voces púnicas y líbicas, es problemático en ocasiones su valor fónico. jfina 34. Éste en Abrégé, págs. 3 y s^ s., recoce muchos topónimos derivados de nombres de animales. 1 BASSET, apud FossEY, pág. 135. Sospechamos lapsus de expresión, y pensamos si Basset pretendió decir otra cosa. Pero su reyla la aplican al líbico F£ vRiER ( pág. 265), MARCY ( Bilingües, pkgs. 24, 60, 96, 116 y 138) y otros, por lo que conviene sentar la buena doctrina. ' Por ejemplo HANOTEAU, Tamacheq, pkgs. 33 y sigs. y los textos que luego trascribe, vocaliza y traduce ( págs. 132 y sigs.). « 6 Ciertas g^ rafías latinas como Massinissa o Masinissa, correspondientes al líbico y púnico msnsn ( = masinisan) representan probablemente una moda latina. Pues el sufijo grecolatino - issa muy usual, pudo meterse sin necesidad en la trascripción líbica. Y el latín, que perdió la s sonora en el siglo IV a. C, trascribía antes por 55 la s sorda intervocálica,' y en sus trascripciones da por una misma s ( sorda), tanto el sámek ( s sorda) líbica y púnica, como el áin ( sonora fuertemente paladial) de ambas lenguas. Si a tales indicios agregamos la tardía grafía neopúnica m<' sidn<' s'' n,'' plenamente vocalizada, pero sin geminadas, resultarán carentes de valor fónico las ss dobles de Massinissa. Iguales dudas surgen ante alternancias coetáneas gráficas de un mismo radical, como Massulus, Masylus y Masaesilius; Massiva o Masiva y Masintha, frente a Massenagan,^ aunque esta última podría ser un compuesto ( mas • senagan) del nombre de la conocida tribu berber de los Zenagas. Caso distinto puede ser el de zly ( uzzaly ' hierro') a vista de las variantes berberes actuales uzzal, uzal, porque pueden deberse a evolución peculiar reciente.^ Conf ualonea e Imprecisas consonantes 49 Algunas trascripciones dudosas arrancan de escasa garantía de los informes. Tales por ejemplo, ciertas variantes contemporáneas de una misma voz, como Rerycht y Rerriuth, Issicuar e Isiguar, entre las • NiEDERMANN, Phonétique Historique du Latin, pkg. 127, n° 47, 48 y 159 y » í-guientes; STOLZ- SCHMALTZ, Lateinische Grammaiik, pkg. 140, n° 128 y sgt. ^ Tripolitania, pkg. 249 A. ' Tripoliiania, pkg. 249 A. * CHABOT, RIL, n" 1 y nuestro estudio posterior, MARCY, Bilingüe » pijrii » 62, nota 2. S7 que resulta difícil elegir. Y motivos de orden interno al sistema fónico de los trasmisores explican alternancias como Misicit y Mi-zigit, Sicarbas y Sycharbas, Masukrada y Massugrada, variantes conocidas por la diversa energía articuladora del latín y griego^ en las oclusivas. A veces se produjeron en el habla evoluciones y confusiones, como ocurre en púnico^ con las silbantes ( sin/ sámek, dsade, záin), que explican la doble grafía Zamar y Samar, o Sulhlitani y Zu-lalsan. Caso análogo es la trascripción líbica simultánea del citado nombre Zamar por dos signos líbicos de punto próximo de articulación.^ 50 Otras veces la variante de trascripción debe imputarse al alfabeto trascríptor. Un nombre personal escrito con su segura articulación en el latín Pefi ( en declinación latina nom. sing. Pefus) aparece grabado en púnico pp ( por carecer de F este alfabeto) y en líbico j$^( porque éste no tiene P).^ Y mientras las trascripciones latinas binuthi y Thugga nos garantizan el matiz asibilado o espirante del tau líbico y púnico, los nombres Asprenas por líb. srny , ( = asurenai) y Micipsa versión latina del nombre grabado en líbico y púnico mkzusn ( = mikiwsan) obedecen al ensordecimiento normal en latín* de labial agrupada, sin poder considerar oclusiva la semivocal libiopúnica. Es posible que alguna vez las variantes gráficas respondan a diferencias dialectales o a homófonos realmente distintos. Tal ' Basta recordar como ejemplo gr. xuBspváo) y lat- gubernare ... ' Persistente coafusión regfistrada por FRIEDRICH, n° 43 y ag » - t y HARRIS, pá- Srina 22< . * Por dificultades tipogfráficas trascribiremos con frecuencia por S lo que li-bistas y punicistas usualmente dan por S. Ello no es grave, porque de hecho ijr. Doramos si coexistieron en líbico y neopúnico ambos matices ( más o menos africado o fricativo); los neopúnicos confundieron esta consonante con otras silbantes, y el Sin libico lle] r ¿ a vocalizarse yod en tifinag. * CHABOT, RIL, n° 1, pág'. 1; n° 3, pág. 4. » CHABOT, RIL, n° 1. pág. 1. ' Cf. lat. scripsi, perf. de scribo, etc. Véase NIEDERMANN, Phonétique Hiatori-que da Latín, pág. 182; STOLZ- SCHMALTZ, Lateiniache Grammatik, pág. 22. 68 puede ser el caso de dos topónimos bien conocidos: Sicca Venena ( en Túnez, identificada con Bennar o Le Kef) y Siga ( capital de Sifax, rey de los Masesilios, cerca del Muluya). Si están en lo cierto los berberistas^ al considerar estas voces como variantes de un mismo radical panberber esk ' construir, población', nos hallamos ante un caso de variantes dialectales, todavía registradas en el actual berber. Pero tal vez deban explicarse por radicales distintos con valores próximos: esk y seg. Precisiones fónicas 51 Podemos descubrir en ocasiones la exacta valoración de los fonemas púnicos y líbicos, por haberse esforzado los sfrabadores en detallar su pronunciación sobre formas diversas. Así ocurrió al nombre Chinidial de una bilingüe libiolatina,^ que registran varios textos líbicos con las variantes kndil, kndiyl, kndiol, kndizl ( éste último con signo puntiforme equivalente a z = ya). Ello nos fuerza a vocalizarlo kinidiial o kinidiyal con precisión. Otras veces las divergencias de trascripción reflejan fases de evolución del idioma receptor; tales las variantes laguazekanai, lawazekane, laguazekanae,^ trascripciones coincidentes de una misma forma fonética. Pues el diptongo latino ce se pronunciaba^ primero oí ( v. gr. lat. Ccesar = gr. Katoap = al. Kaiser), y después de Augusto convirtióse en e larga y abierta: cambios claramente reflejados en las indicadas grabaciones. Hay divergencias gráfícas aparentes y sin alcance fónico. ' MARCY, Bilingüe » , píg. 30; LAOUST, < He8péris>, 1930, ^ kg. 183. « CHABOT, RIL, n" 223, 252, 280,196,197, 1000. » CHABOT, RIL, n" 72, pág. 20; n° 182, pkg. 46. * NiEDERMANN, Précis de Phonétiqae Historiqae da Latín, Paris, 1931, pájf. 82; STOLZ- SCHIIALTZ, Lateinische Grammatik ( Munich, 1928), páyi. 56 y 175. Todavía una inscripción africana de Gordiano III ( 238- 244 p. C.) coniisrna: Imperator Caitar M. Antonius Gordianus Piuá- Felix. Cf. TripolUania, n" 942. < 9 Sabemos que las. ficticias grafías latinas prehendo, nihil.. .^ en realidad respondían a prendo, nil; y que el yod de las grafías púnica y líbica representa tanto un fonema doble, como el que Cicerón oía en el ht. Maia { = maiia), cuius ( = cui/ us), cuanto un grupo de consonante y vocal. Con esto se comprende fácilmente que es perfecta la equivalencia en una bilingüe libiolatina del nombre lat. Ihimir con el lib. imr ( léase iimir), sin tener que cavilar sobre posibles valoraciones de esa H.^ Dealnenclas 52 Como acontece en todos los idiomas con los forasterismos, las trascripciones latinas y griegas cambian las finales de las formas líbicas y púnicas para adaptarlas a su fonetismo. Como también el púnico y el líbico alteran las desinencias de las palabras latinas que recogen. Así, las trascripciones latinogriegas ofrecen pérdida de consonantes finales radicales: lat. Masinissa por líbico y púnico msnsn ( == ntasinisan); como lat. Mago ( gen. Magonis) por pún. mgn ( = magon). Otras veces cambian por desinencias propias las finales primitivas, o les agregan sufijos: gr. ' Awi^ ac por pún, A/ ié » / y lat. Hannibal; lat. Belalitanus por líb. blli ( = belali). Y caso similar debe ser la desinencia púnica agregada en la versión de dos libismos de Thugga: líb. mggkw = pún. mffkwi; lib. gzb = púnico gzbi. Discrepamos por esto de la usual explicación y lectura de ciertas trascripciones libiopúnicas para algunos nombres latinos.^ > NiEOERMANN, o6. cit, pkgs. 135- 137; STOLZ- SCHMALTZ, ob. cit, págs. 106 y 138. < MARCY, Büingués, paga. 121- 122. < FívRiER, pág. 266; MARCY, pkg » . 105,114 70 Nuestros textos dan esos nombres, ora en su forma de nominativo latino ( para leer Augastus, Germánicas, Pudens, Félix...), ora en la forma vocativa usual en la conversación ( leyéndose Rogate, Glaudi, Tiberi, Cai.. .)• Porque es evidente que, si los textos púnicos graban en un caso grm'^ niqs y en otro rstiq', nosotros debemos vocalizar el primero Germánicas y el segundo Rastice.^ Y si en líbico hallamos la secuencia gráfica KAIUMSULT,^ debemos partirla y leer: Cai au- Masaulit ( Cayo hijo de Masulit o Masulo), con el vocativo Cai del lat. Caius. Y serán vanas cavilaciones crear aquí un Kaia o Kahuh,^ o allí dos posibles lecturas Rusti-ca( s) y Rustice. Esto creó en el uso vulgar vacilaciones reales de lectura y pronunciación. Y trascripciones como el púnico sintr por latín senator* permiten a los grabadores norteafricanos consignar Fausti por Fauste, desinencias análogas de los dos grupos de nombres de la segunda declinación latina. Así dan Zai-dug o Zaidy por el genitivo del latín Zaedo, Zaedonis, y confunden las desinencias del lat. denaria, Fronto, Labeo, Irene ... grafiadas en los textos con unas mismas laringales finales vacilantes.'' Y confirmación definitiva del hecho es la inscripción de Trípoli," estudiada por Levi della Vida, que grafía plenamente en neopúnico: W'sp<: si<: n el genitivo latino Vespasiani. Conviene subrayar lo normal de tal cruce de formas flexionales latinas, en un ambiente púnico o líbico y en época cercana a los comienzos de nuestra Era. Porque estas lenguas carecen de la flexión desinencial del latín, y ya entonces empieza el latín ' Los datos constan en Friedrich y Février y en Harris y Tripolitania: índices. ' CHABOT, RIL, n° 146, páp. 38; MARCY, Bilingües, pájr. 115. ' MARCY, Bilingües, págs. 12 y 115. * HARRIS, pá^. 126. También conocen los romanistas el cambio de i por e en latín vulgar. s FRIEDRICH, n° 208, 209, 210. « Fechada el 92 p. C. publicada en Ephemeris Epigraphicas, VII, ( 1941), 13, y estudiada por LEVI DELLA VIDA en Afti della Academia Nationale dei Lincei, 1949, página 405. 71 vulgar a confundir sus desinencias casuales, como saben bien los romanistas.^ Y particular atención merece al respecto la grafía del púnico de Leptis^ dnTi' {^ denarie o denarii o denaria, frente a la usual denarium), que refleja una tendencia líbica a reemplazar por - e la desinencia latina - us, - um, bien segura por el conocido centenare ( del lat. centenarias) presente en varios textos líbicos de la época de los Severos escritos con letras latinas.'* Contracciones y evoluciones 53 Ofrecen nuestros textos diversas trascripciones contemporáneas de un mismo nombre original líbico o púnico, lo que puede indicar variantes dialectales, o alteraciones del nombre forastero por el idioma receptor. Es notorio un proceso evolutivo desde el fenicio primitivo <= bdcstrt ( =: abdastart), púnico vulgar abdastart. audasiar, abdas-tar, obdastar, bodastar, bodstar y el líbico bastara Esos cambios fonéticos se explican por alteraciones de la articulación del grupo de consonantes en el medio plurilingüe en que vive la voz. La misma resistencia del líbico a grupos consonanticos complejos explica que el púnico Abdaris ( grafía ^ bd'rs) se trascriba en líbico urs ( = Auaris), con cambios también registrados en otras formas como Abelonii, Auchusor y el citado Audastar. Entre los textos que estudiamos hay una lectura tardía Boini, que como las más citadas Annibo, Salambo^ encierran respecto 1 BouRCiEz, Éléments de Linguistique Romane, París, 1930; MÍNENDEZ PIDAL, Manual de Gramática Histórica Española, n° 9, 3. El problema más ampliamente está estudiado en Meyer- Lübke y otros. ! FRIEDRICH, n" 208. ' Tripolitania, n° 877, por ejemplo, junto al lat. n° 403. * HARRIS, págs. 129- 130 y 136. s ID., págr- 24. 72 de ios primitivos bclhni ( = bw^ al- hiní), hnb<^ l ( = Hannibahal) un camhio fonético frecuente:^ velarización de la lateral agrupada en formas como - al- > - au- y - o/- > • o-. CoBcluslón Los datos apuntados nos aseg; uran que las trascripciones y el examen cientifíco de sus noticias sfarantizan casi siempre la exactitud de nuestras lecturas y vocalizaciones de las formas líbicas y púnicas. HARRIS, pásr. 32; BOURCIU, oh. cit, pág. 295. 7S CAPÍTULO 6 TRASCRIPCIONES Y MORFOLOGÍA LÍBICA 54 Este capítulo viene a ser realmente una teoría del líbico. Pues para comprender bien sus datos epigráficos debemos sistematizarlos dentro de una estructura gramatical no hecha hasta hoy. Y la obligada comparación entre los textos de Thugga y el actual berber, distanciados veinte siglos, obliga a plantear su proceso genético para aclarar las coincidencias y discrepancias. Iniciamos este capítulo con unos datos ortográficos a la interpretación y trascripción de las formas grabadas, auxiliándonos también en la comparación con el método ortográfico del tifinag, alfabeto pariente y conservador de formas y valores numídicos.^ Agrupamos luego las estructuras morfológicas y articulaciones sintácticas fundamentales de las voces Ubicas documentadas en un sistema gramatical de coincidencias, en sus líneas más generales. Porque dejamos para un índice final de esta obra recoger todas las formas líbicas presentes en los textos que estudiamos. A) TRASCRIPCIONES LÍBICAS: SUS PROBLEMAS 55 Conocidas por el anterior capítulo la exactitud de nuestras trascripciones de las consonantes, por su valoración de los signos • Véase nuestra figf. n° 22, y HANOTEAU, Tamacheq, pá^ s. 1 y sgs. 74 de nuestro cuadro alfabético ( fig. n° 21), las dificultades para determinar las consonantes geminadas, y las vacilaciones, confusiones y contracciones de algunas formas en lecturas latinogriegas, vamos a precisar detalles particulares del líbico. El timbre vocálico Ya aludimos en el otro capítulo a las inevitables dudas sobre el matiz preciso o peculiar color de las vocales líbicas. Y con razón supondremos que, como acontece en los dialectos berberes,^ una misma palabra tendrá matices diversos de una a otra fracción de la geografía líbica de nuestros textos; y mayores divergencias habrá en los timbres intermedios y la coloración de ultrabreves, de que hablan los berberistas.^ Teóricamente hemos de admitir que cada consonante líbica grafiada va normalmente seguida de una vocal en grado pleno ( a, i, u, ocasionalmente sus raras intermedias e, o), o en grado reducido ( ya cero, ya ultrabreve, ya coloreada). 56 Pero las vacilaciones indicadas permiten en nuestras trascrip^- ciones limitarnos, como hicieron los latinos en sus calcos de nombres líbicos, a las vocales plenas ( a, i, u) representando el grado reducido en todas sus fases por medio de la breve e, aunque esto no sea muy científico." Y quedan indeterminadas en nuestra lectura visual del líbico desaparecido esas variaciones locales del timbre por hoy imprecisables pero seguras en la pronunciación de los grabadores. ' El tuare; egereu ' lago, mar, río' para Foucauld, es egeriu para Hanoteau y agüere en guanche, y el nombre tala ' fuente' en marroquí, es tele en cheija, y el gfuanche azo/ a ' fuente, río' es assif, assaf, asaf en cheija, marroquí y tuarejr. ' BASSET, pig. 7; BASSET- PICARD, pkg. 9; Sitúa, pkgi. 1 y sgs. ' Los berberistas como Basset prefieren trascribirlo por » y por a, i, u voladas o en ezponente. 75 Cabe suponer que los líbicos, como los actuales usuarios del tifinag, con facilidad determinaban el vocalismo correspondiente a las consonantes radicales escritas, porque el vocalismo líbico, como el berber,^ quedaba afectado a la morfología, semántica y expresividad de las formas. Pero actualmente ignoramos esas leyes,^ aunque dos medios quedan a nuestro alcance para determinar las vocales líbicas. Traacripcionea de vocea líbicas 57 Tenemos un informe directo y seguro: las trascripciones latino- griegas documentadas incluso en textos aquí estudiados, y en fuentes antiguas como Salustio, Plinio y el Corpus Inscriptio-num Latínarum, entre otras. ^ Estos textos nos suministran solamente nombres, faltando datos sobre verbos y partículas. Mas ese montón de nombres registrados: topónimos como Assuras, Auzia, Bure, Cirta, Leptis, Lixus, Mactaris, Sicca, Siga, Simitthu, Suttua, Tacape, Thelepte, Tipasa, Thugga, Tusca, Thignica, Thuburnica, Urusi, Uzappa, etc.; nombres divinos como Buccures, Fudina, Ifru, Tanit, Vacurtun, Varsis, Varsutina, etc.; y antropónimos como Bogud, Gadaia, Gargili, Cauda, Gulussa, larbas, Iftas, Imir, Ironio, lugurtha, Masinisa, Mas- ' BASSET, pkg. 11. Lectura sin vocales escritas hacen todavía hoy los árabes en sus periódicos, y los hebreos, que tampoco usan los si^ os diacríticos o masoré-ticos reservados para los textos clásicos o muy cuidados. * A juzgar por lo ocurrido en semítico y berber, depende de esquemas originales ligados a la semántica de las formas, luego alterados por el acento o la agrupación d « radicales ' Las inscripciones del CIL ( tomo VIII) se reprodujeron y ampliaron en las colecciones de Cagnat, Merlin, Chatelain, Thouvenot... Muchas otras hay en TripoUtania. La toponimia latina norteafricana, localizada en buenos mapas, puede verla el lector en FIERRE SALAM, Les Voies Romaines de l'A/ rique du Nord, Argel, s. a. 76 sidenis, Massugrada, Mazena, Micipsa, Sactut, Sithilla, Tabanis, Thinoba, etc., nos suministran características muy claras del vocalismo y la estructura silábica del Ubico. ^ Se observa en esta lista una plena coincidencia con el berber, pues cada consonante radical va normalmente seguida de vocal en grado pleno ( a, /, u) o en grado reducido ( e o cero), como antes indicábamos; y como también ocurre en berber, el grado reducido admite como máximo la agrupación de dos consonantes, siendo extraños los grupos consonanticos más complejos. Pero este seguro recurso nos falla cuando la documentación no alcanza a las formas presentes en nuestros textos líbicos. Comparación Ifbico- berber 58 Debemos entonces acudir a la comparación con el berber, que nos ofrece recursos y datos importantes también para la vocalización de verbos y partículas, como para los nombres comunes y los deverbativos y adjetivos. Auxiliar, no obstante problemático, por ignorarse en ocasiones el valor preciso de la palabra líbica grabada y su categoría gramatical, y con más frecuencia porque las formas berberes comparables con las líbicas se presentan simultáneamente con diverso vocalismo.^ Un par de ejemplos hará ver claramente esta limitación nuestra. Un texto bilingüe de Thug- ga nos ofrece, entre otros, las * Selección de nombres sobre las fuentes indicadas en n° 57, nota, con las formas de aspecto más seguramente líbicas, eliminadas las dudosas o ciertamente púnicas. * Siwa, paga. 6 y sg!.; DESTAING, Étude sur le dialecte herbire dea AitSegh-rouchen, París, 1920, págs. 51 y sgs.; MARCY, Note sur l'instabilité diakctale du timbre vocalique berbére et la conjugaison des verbes du tgpe neg, apud « Hespe-ris » , 1933, págs. 139 a 150. Con frecuencia los berberistas dudan sobre cuál es la fase primaria berber. 77 grafías de dos nombres personales bstr y ngt. El primero se vocalizará con seguridad bastar por su lectura latina Bastar, y por corresponder a la pronunciación líbica usual correspondiente al púnico vulgar Badastar, sacado del fenicio primitivo '^ abd^ start. Por ser esta voz préstamo o forasterismo, y no forma líbica propia, por ningún otro medio se podría averiguar su vocalismo ( n° 53). El otro nombre ( que sospechamos líbico por su semejanza con formas tuaregs), en vez de la lectura Nagata de Chabot ( Marcy no lo vocaliza), lo vocalizamos Naguti (' el agradecido', ' el que da las gracias'), por relacionarlo con el tuareg gudi ' dar gracias'.^ Pero son posibles otras soluciones que nos dejan cierta duda.^ Nos ayudan a comprobar esta normal inserción de vocales tras las consonantas radicales líbicas grabadas los detalles de la ortografía tifinag de laringales y sonantes. Laringales 59 La única laringal frecuente en líbico, generalmente en posición final de palabra, es la grabada = que trascribimos y. Hemos de suponer que una grabación como ty, por ejemplo, lleva siempre una vocal entre sus dos consonantes escritas, debiendo leerla tay, tey, tiy, tay, grupos por otra parte frecuentes en berber primitivo.* Si esto es indudable cuando tales signos están al principio o medio de palabra, surgen dudas para su posición en final absoluta. ' FoucAULD, pág. 401. Formas parecidas en Abrégé, pág. 294. ' Si se tratase de un semitismo, cabría pensar en formas como nagid ' príncipe', y otros berberismos los explicarían como nagata ' el velado o el del turbante' por el tuarejf enged ' llevar velo en la frente', o nagati ' glotón' por el tuareg gediet ' engullir' ( FOUCAULD, págs. 1326 y 402). ' Sima, pág. 3. 78 Pues en tifinag^ las sonantes ( i, u) y el tagerit ( o puntó- vocal) equivalen en tal posición a vocales simples. Esta sospecha resulta confirmada expresamente para el líbico en los dOs particulares siguientes. Una bilingüe libio- latina trascribe MISICIRI la fórmula líbica frecuente grabada mskry, que alguna vez se escribe sin laringal final.^ Y con igual falta en el neopúnico mi'nitt/ se trascribe otra fórmula frecuente líbica: mnkdy.^ Si por lo dicho podemos omitir la vocal en esas trascripciones, hemos de subrayar, sin embargo, que siendo siempre larga la grafía con matres lectionis en púnico, fífinag y líbico, el valor preciso de/ n/ n/ Sret/ j^ es realmente miinA: e(/{ y. Laa aonantes 60 Lo mismo acontece con las sonantes ( i, u), que en muchos idiomas, y concretamente en berber,^ son elementos largos y por mero accidente de colocación fácilmente se abrevian b pasan de vocal a consonante o viceversa, o desarrollan un fonema parásito de apoyo. Y tampoco el tifinag graba las vocales puras i, u, que ha de suplir el lector entre las consonantes grabadas; pero escribe esos signos, cuando son consonantes y junto a ellas hay que poner una vocal al menos ultrabreve.^ Porque en berber las sonantes i, u son siempre consonantes en posición intervocálica o inicial de ' Grafías como ti ' padre', / u ' buey', m. ' madre' se vocalizan simplemente ti la, ma. Mientras teli ' sombra', timelli ' blancura', inna ' dijo', se graban silo il, tml, n., sin sonantes ni laringales. Tamacheq, págs. 16, 18 . . . ' CHABOT, RIL, n" 145, págs. 38 y xv. Cf. nuestro estudio en la parte 3'. ' CHABOT, RIL, pág. xv, y nuestro estudio en la parte 3*. « BASSET, pág. 7; BASSET- PICARD, n° 23; Sima, n" 24, 32, 45; TamacAe?, pági- BM 8- 9. ' Así FoucAULD. pág. 708, graba ia, pl. Un ' caballo' la forma que lee sing. ai » , « « » i aü » , pl. iisan, eisan. Véase también Tamacheq, pág. 9. 7f sílaba, o en fínal de sílaba tras vocales abiertas a, e. Mas cuando están entre consonantes, son vocales. Y si se articulan juntas dos de ellas, es consonante la primera, o la que esté junto a una vocal plena. Otro tanto ocurrió en líbico, como confirman estos detalles gráficos de nuestros textos. El nombre del padre de Masinisa, grabado^// y leído con error frecuente^ Gaia o Gayi, debemos trascribirlo Gaiaia o mejor Gaiai a vista del genitivo Gaiais de una estela latina. En otra inscripción líbica^ hallamos grabadas las formas lus y tunty, ambas entre puntos separativos, que nos han parecido aproximables a las voces berberes tunte ' esposa' y alus ' pariente por el marido, cuñado'. Pero no es lícito vocalizar aquellos libis-mos, aun en tal hipótesis, tuntiy y alus, porque en las grafías tifinag análogas ( tnti= tunte y lus o Igs = alezozues o alegges) no se graba el wau cuando es vocal pura, sino cuando como intervocálica es consonante.* Por tanto la vocalización correcta para tunty será tuuntiy o tuuntey, mejor que tauntey o teunty,* y lus, por hallarse en contexto ante cuatro nombres masculinos, será plural interno ( n° 70), leíble aluusa o iluusa,^ mejor que ilausa o iluwas, fonéticamente análogo a los plurales externos conocidos de esta forma berber: ilusan ( tuareg) e iluusen ( kabilio). ' CHABOT, RIL, n" 2, págs. 3- 4 y n° 590, pág. 130; MARCY, Bilingües, pájs. 22, 25 y 97. = CHABOT, RIL, n° 7, pág. 6; MARCV, Bilinguts, páji. 323 a 329. Cf. nuestro eitudio en U parte 4*. * Cf. FoucAULD, págs. 1422 y 1100. Para el kabilio HUYGHE, pkg. 35: aluei, pl. ilauaen ' cuñado'. * A pesar de taaiemt ' hembra', panberber, no tuareg', correspondiente sin duda a otra raíz. ' No hay desinencia nasal de plural externo en la grafía líbica, y no estamos seguros de que tuviera vocal prerradical inicial, que es caduca en las formas berberes correspondientes. No obstante el pl. iluusa corresponde al tipo pl. timara, singular tamart. B) ESTRUCTURA GRAMATICAL DEL LÍBICO 61 Dejamos para el final de este capitulo sistematizar los problemas relativos al nombre, la parte del lenguaje más abundante y variadamente representa
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Calificación | |
Título y subtítulo | Inscripciones líbicas de Canarias : ensayo de interpretación líbica |
Autor principal | Álvarez Delgado, Juan |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Santa Cruz de Tenerife |
Editorial | J. Regulo |
Fecha | 1964 |
Páginas | 455 p. |
Materias |
Inscripciones Canarias |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 7412307 Bytes |
Procedencia | . Biblioteca |
Texto | " S JUAN ÁLVAREZ DELGADO Catedrático de la Universidad de La Laguna INSCRIPCIONES LÍBICAS DE CANARIAS ENSAYO DE INTERPRETACIÓN LÍBICA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA • TENERIFE 1964 4 INSCRIPCIONES LÍBICAS DE CANARIAS Este estudio ve la luz, pública gracias a una ayuda de Fomento a la Investigación del Ministerio de Educación Nacional, Ley de 8 de julio de igó^ .''!?^<, ft \ ^^ A G*"^ JUAN ÁLVAREZ DELGADO Catedrático de la Universidad de La La^ na BIBLIOTECA UNIV6R6ITARIA LAS PALMA » DE G. CANARIA N* DoMTnamo R3 ^ I 3> N° Co » M é 2 . 4 5 IT INSCRIPCIONES LÍBICAS DE CANARIAS Co^ lrvc^ ílV^ ENSAYO DE INTERPRETACIÓN LÍBICA LA LAGUNA • 1964 DEPÓSITO LEGAL: TF 391 1964 J. RÉGULO, EDITOR — IMPRENTA GUTENBERG — LA LAGUNA DE TENERIFE ADVERTENCIA Por móviles particulares, los fascículos o partes de esta obra irán apareciendo poco a poco y por separado. Por ello damos a continuación un prospecto general de sus distintas partes. Para facilitar las referencias de las obras fundamentales, más frecuentemente citadas, damos también al principio una lista de siglas fáciles. Este estudio va dotado de numeración marginal en negrita y correlativa, que facilite las citas, reenvíos y referencias del índice general que va con la última parte. PROSPECTO Parte I Parte II Parte III Parte IV Parte V Parte VI; Introducción. Problemas. Métodos. Alfabetos. Inscripciones libio- púnicas. Inscripciones libio- latinas. Inscripciones sólo líbicas antiguas. Inscripciones saharianas y dispersas. Inscripciones líbicas de Canarias. BIBLIOGRAFÍA Abrégé. P. CHARLES FOUCAULD: Dictionnaire Abrégé Touareg- Frangais de Noms Propres, París, Larose, 1940. Bamarani. FR. ESTEBAN IBÁÑEZ O. F. M.: Diccionario Español- Baamarani ( Ifni), Madrid, C. S. I. C., 1954. Basset. ANDRÉ BASSET: La Langue Berbére, Oxford, 1952. Basset- Picard. ANDRÉ BASSET y ANDRÉ PICARO: Éléments de Grammaire Berbére ( Kabyle- Irjen), Argel, Carbonel, 1948. Boulifa. Boulífa S. A.: Méthode de Langue Kabyle, Argel, Jour-dan, 1913. Chabot: Púnica. J. B. CHABOT: Púnica, Separata del « Journal Asiatique>, 1918. Chabot: RIL. Abate J. B. CHABOT: Recueil des Inscriptions Liby-ques, París, Imp. Nationale, 1940 ( acabado en 1941), obra monumental sobre el tema con abundante información y bibliografía. Chawia. G. HuYGHE: Dictionnaire Chaouia- Arabe- Kabyle et Frangais, Argel, Jourdan, 1907. Destaing. ED. DESTAING, Étude sur la tachelhit du Sous. Vocabu-laire Franfois- Berbére, París, Leroux, 1938. Février. J. G. FÉVRIER, Que savons nous du Libyque?, artículo inserto en « Revue Africaine » , 1916, págs. 263- 273. Fossey. CHARLES FOSSEY: Notices sur les Caracteres Étrangers anciens et modernes... par un groupe de savants et réunies par ..., Paris, 1948 ( Imp. Nationale). Foucauld. P. CHARLES FOUCAULD: Dictionnaire Touareg- Frangais. Dialecte de l'Ahaggar, París, Imp. Nationale, 1951- 1952. Reproducción dirigida por A. Basset del manuscrito original de Foucauld en 4 volúmenes. Obra monumental e indispensable en más de 2.000 págfinas. Friedrich. JOHANNES FRIEDRICH: Phonizisch - Punische Gramma-tik, Roma, Inst. Bíblico Pontificio, 1951, N° 32 de Analecta Orientalia. Hanoteau. General A. HANOTEAU: Essai de Grammaire Kabyle, 2' ed., Argel, Jourdan, 1908. Harris. ZELLIG S. HARRIS, A Grammar of the Phoenician Lan-guage, New Haven, Conecticut, American Oriental Society, 1936 ( Reproducción en 1952 por Edwards Bross., Michigan). Huyghe. G. HuYGHE ( PP. Blancos): Dictionnaire Kabyle- Franfais, Paris, Jourdan, 1901. Julien. CH. ANDRÉ JULIEN: Historie de l'Afrique du Nord, Paris, Payot, 1931. Marcy: Bilingües. GEORGES MARCY: Les Inscriptions Bilingües de l'Afrique du Nord, Paris, Imp. Nationale, 1936, en « Cahiers de la Société Asiatique » Marcy: Libyques, G. MARCY: Quelques Inscriptions Libyques de Tunisie apud « Hespéris » , 1938 ( 4° trimestre), págs. 289 a 365. Marcy: Epigraphie. GEORGES MARCY: L'Epigraphie Berbére ( nu-midique et saharienne) apud « Annales de l'Institut d'Etudes Or¡ entales>, II, 1936, págs. 128 a 164. Marcy: Tifinag. GEORGES MARCY: Introduction a un déchiffrement méthodique de Inscriptions * Tifinágh* du Sahara Central, apud « Hespéris » , 1937, r- 2'' trim., págs. 89 a 118. Marocain. EMILE LAOUST: Cours de Berbére Marocain ( Maroc Central), Paris, Leroux, 1931. Rifeño A. FR. ESTEBAN IBÁÑEZ O. F. M., Diccionario Español- Rifeño, Madrid, 1944 ( El otro volumen o Diccionario Rifeño- Español citárnoslo Rifeño B). Sizua. EMILE LAOUST: Sizua. Son Parler, I, Paris, Leroux, 1931. Tamacheq. General A. HANOTEAU: Essai de Grammaire de la Langue Tamachek, Argel, Jourdan, 1896, reproducción de la edición de 1859. Toponymie. ÉMILE LAOUST: Contribution a une étude de la To-ponymie du Haut Atlas, Separata de « Revue des Études Isla-miques>, Paris, Geuthner, 1942. 10 Tripolitania. J. M. REYNOLDS- J. B. WARD PERKINS: The Inscrip-tion of Román Tripolitania, Roma- Londres ( 1953?). Zenaga. FRANCIS NICOLAS: La Langue Berbére de Mauritanie, Dakar, Han, 1953. Además se citarán con frecuencia el C. l. L. { Corpus Inscriptio-num Latinarum), CIS y otras obras de siglas internacionales muy conocidas. Entre las publicaciones de Canarias se citan con frecuencia: « Revista de Historia » ( hoy « Revista de Historia Canaria » ) de la Universidad de La Laguna; el « Anuario de Estudios Atlánti-ticos » ( de la Casa de Colón, Las Palmas y Madrid), y « El Museo Canario » de la sociedad de este nombre en Las Palma de Gran Canaria. 11 z H 70 O a c o n 5 © Del doajmento, los autores. Digitallzadán realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2Ü06 CAPITULO 1 PRELIMINARES Titulo.— Presentación de los textos.— El término berber.— Las inscripciones líbicas de El Hierro y de Gran Canaria Titulo 1 No queremos prejuzgar con el conciso título Inscripciones líbicas de Canarias ni el origen y carácter, ni los autores y la época de tales inscripciones. Pretendemos ofrecer un CORPUS de las inscripciones halladas en las Islas Canarias y escritas en un alfabeto de aspecto líbico, ya sean antiguas o recientes, numídicas o tifinag, guanches o ber-beres, acompañándolas de indispensables comentarios. Mas parécenos preciso determinar el indigenismo guanche o la procedencia forastera de estas grabaciones. Y si las grabaciones de Canarias fueron obra de nuestros indígenas, habrá que definir la conexión con las demás inscripciones líbicas de África, en cuanto a valoración de signos, método de lectura y cronología de los textos. Y si fueron obra de forasteros arribados a estas islas, la cronología, lectura e interpretación de los textos canarios estará en estrecha dependencia del correspondiente tipo inscripcional africano. Por último, sólo podíamos considerar resueltas las incógnitas de las Inscripciones líbicas de Canarias, si teníamos en la mano los datos de las inscripciones análogas de África en todos los 15 tiempos. Pero todavía sub iudice dos particulares de éstas: la exacta valoración de algfunos síganos y su interdependencia, y la segura interpretación de textos numídicos, marroquíes y saharia-nos de diversas épocas, teníamos que proponerles alguna solución, que sirviera de base a nuestra explicación y estudio comparativo de las de Canarias. Y confíamos que los lectores no consideren singular osadía meter nuestras manos en esta tarea de las inscripciones líbicas, que ha ocupado, sin éxito al parecer, mentes singulares y plumas expertas de otros investigadores. Porque reclamaban este nuevo intento, de una parte, el CORPUS de Inscripciones Canarias, que tantos colegas nos han pedido que hiciéramos; y, por otra parte, sabemos que la ciencia progresa siempre a fuerza de tanteos, hasta que surge el afortunado descubrimiento definitivo. Presentación formal de loe textos 2 Consideramos necesario salir al paso de posibles sorpresas en los especialistas por la forma adoptada para transcribir los textos líbicos y púnicos en este libro. Adviértase que los textos púnicos vienen escritos con tipos alfabéticos no siempre uniformes, y muchas voces púnicas sólo nos son conocidas en transcripción latina. Por otra parte, acostumbran los punicistas transcribir en sus libros las voces púnicas y fenicias, no en su propio alfabeto ( por su menor uso y dificultades de impresión), sino con letras hebreas. Esto es también una transcripción en otro alfabeto distinto, como el aquí empleado en letras latinas, que es más fácil y mejor conocido del lector moderno y de los cajistas de imprenta. Los alfabetos líbicos de nuestras inscripcionas en estudio corresponden a épocas diversas, y sabemos que algunos signos líbicos tienen valores distintos en ortograHa Ubica antigua y en 16 tifinag, y posiblemente ocurrirá otro tanto en las saharianas o en las canarias. Las referencias de los dialectos berberes, empleadas en la comparación líbica, vienen dadas en letras latinas en los libros usuales, salvo algunos textos tuaregs, que emplean trascripción tifinag. Para atender a la antes apuntada facilidad del lector moderno y de la imprenta, algunos libros extranjeros emplean hoy un método análogo al nuestro,^ y trascriben montones de palabras hebreas, por ejemplo, mediante signos latinos en bastardilla, según un alfabeto fonético establecido, omitiendo la ortografía semítica de las voces estudiadas. Tampoco usan los punicistas vocalizar las voces púnicas trascritas en hebreo, y así quedan esas palabras sin vocales e impronunciables, deficiencia importante para los casos en que su lectura es cierta, y hasta para las que damos con vocal vacilante o problemática. Una última dificultad se mantiene siempre. Son pocos los lectores especializados que puedan manejar un libro de estudios púnicos en su propio alfabeto o con signos hebreos. Pero menos son tal vez los lectores que puedan hacerlo en tifinag, y más escasos aún los conocedores de estudios y alfabetos líbicos antiguos; y poquísimos los que simultáneamente pueden manejar una obra escrita en todos esos varios tipos alfabéticos semíticos y líbicos. Por todo ello nos pareció bueno uniformar la lectura de los textos que estudiamos en sus diversas versiones, resolviendo así dificultades de impresión de la obra y facilitando su lectura a un número mayor de lectores, que podrán comparar por sí mismos las equivalencias fónicas en los tres tipos alfabéticos. 3 Así presentamos aquí cada uno de los textos estudiados en la siguiente forma: ' Baste citar un ejemplo: DANIEL LVS. <. Raack' Le Souffle dant Vancient Testament, Paris, 1962. Este libro, salido de las Presses Universitaires de France, presenta trascritos en siynos latinos unos 700 hebraísmos y aramaísmos, que no aparecen en alfabeto hebreo, básico para los escrituristas a quienes va destinada la obra. 17 Alvartt, 2 Van en láminas o grabados los textos lapidarios que se estudian en su grafía original, para que los especialistas puedan compulsar la exactitud de nuestras lecturas y trascripciones. Luego cada texto irá trascrito con letras latinas en un alfabeto fonético fijado en el cuadro correspondiente, y en renglón paralelo el mismo texto ya vocalizado completamente con la mayor exactitud posible, seguido en otro renglón por su versión literal muy precisa. En cada inscripción se acompañan al texto los comentarios que justifiquen la vocalización, versión y problemas anexos, que apoyamos con los gramáticos e investigadores que los especialistas y lectores pueden compulsar, para juzgar de nuestra interpretación. El término " berber' 4 Hacemos larga referencia, y luego lo justificamos, a la comparación del líbico con los dialectos berberes. En este libro empleamos para designar la lengua y el pueblo el término berber, plural berberes, que consideramos forma más apropiada al genio español y al uso internacional. Nos obliga a ello la vacilación hoy generalizada en España entre formas similares: nosotros mismos empleamos antes beréber ( agudo), pl. bereberes, pero vemos ahora generalizarse berebere en singular, tan poco castizo de forma, junto a ¿ ere ¿ er ( llano) de los arabistas, tan injustificado en español como en berber. El español tenía Berbería, berberisco y berberí, y los lingüistas empleamos asiduamente berberismo, berberista y berberófono, que reclaman la base berber empleada en este libro. También todos los idiomas cultos de Europa emplean tratamiento similar: alemán e inglés berber, italiano bérbero, portugués berbere, francés berbére. 18 Lo8 Petrogllfos de Canarias 5 Hablamos hace veinte años en una breve nota y en una conferencia en ia Sociedad Madrileña de Prehistoria sobre Los Petro-glifos de Canarias. Hay en las Islas Canarias cuatro tipos de primitivos petroglifos o grabaciones pétreas prehispánicas,^ además de los adornos de la cerámica indígena, tipológicamente relacionados alguna vez con ellos, que tienen cierto interés histórico y arqueológico. Forman el primer tipo'' unos grabados zoomorfos u otras representaciones en piedra y barro, más o menos figurativas, como la piedra zoomorfa de Zonzamas ( Lanzarote), los betilos de Gran Canaria y Malpaso ( El Hierro) y algunas figuras grabadas junto a los neolíticos de Garafía ( La Palma) o los líbicos del Barranco de Balos ( Gran Canaria). Son propiamente esculturas, relieves o representaciones plásticas. Del segundo tipo^ son unos grabados que llamamos neolíticos o del tipo Belmaco, del que han aparecido varios en la isla de La Palma y algún otro aislado fuera de ella. Son de notoria semejanza con los de los abrigos neolíticos de Irlanda, Bretaña Francesa, Galicia y Norte de África, y nos parecen figuras simbólicas representativas del sol, la fecundidad, la mujer..., en forma de círculos, espirales o trazos. ' Prescindimos de ciertas tallas llamadas pétreas, más bien constructivas, como las llamadas « queseras » ( son famosas las de Zonzamas y el Jameo en Lanzarote), y del mismo tipo creemos nosotros unos trazos en el piso rocoso de Cueva de Cuatro Puertas ( Gran Canaria). Véase « Revista de Historia Canaria » , números 129- 130 ( 1960), páy. 94; y WOLFEL, Torriani, lám. XIV a. = Véanse ñgs. núms. 1 y 2. y nuestra nota sobre el betilo del Alto de Malpaso ( El Hierro) en « Revista de Historia » , núm. 72, pkg. 416. En la misma revista, números 123- 124 ( 1958), pig. 296, un estudio de Néstor Álamo sobre El ídolo de Tara ( Telde, Gran Canaria). La existencia de ídolos en Gran Canaria antes de la conquista está asegurada por Bernáldez y por el relato trasmitido por Bocaccio de la expedición de 1341. ' Véanse ñgs. núms. 3, 4 y 5.— En el estudio de Cuscoy sobre Tigalate Hondo, en « Revista de Historia Canaria » , núms. 123- 124 ( 1958), p. 248, y en el de Serra en la misma revista, núms. 131- 132, p. 360, hay abundante información de este tipo. 19 Son del tercer tipo Julan, unos grabados* no alfabéticos, pero de factura distinta de los anteriores, en trazos largos y entrelazados, de tendencias geométricas en algunos casos, pero más generalmente de caprichosas revueltas, que abundan en el sector de Julan ( El Hierro). Han sido llamados paleocreíenses por el Doctor Wolfel, pero nos parece que nada tienen que ver con las inscripciones cretenses simbólicas, y mucho menos con las del tipo lineal. 6 El cuarto tipo- está integrado por las inscripciones en alfabeto líbico que Wolfel llamó paleonumidicas por suponerlas anteriores a las de Thugga, y van a ser especial objeto de este estudio. Hasta ahora sólo se han encontrado con certeza en la isla de El Hierro ( Cueva de la Candia, La Caleta y alguna suelta en el Julan) y en el Barranco de Balos en Gran Canaria. Nos interesa señalar que, como en algunas de África, también en las inscripciones líbicas de Canarias aparecen mezclados algunos petroglifos de los otros tres tipos. Y por lo que respecta a la cronología ya hemos señalado en otra ocasión que la superposición de ciertos signos en el Julan y en el Barranco de Balos nos permite señalar que los más antiguos parecen los del tipo neolítico o Belmaco; le siguen los del tipo Julan, y los más modernos parecen los escritos en alfabetos líbicos. Este libro va a estudiar las inscripciones Ubicas solamente. > Véanse ñgs. núms. 6, 7, 8, 9, 10 y 11.— Es fundamental la noticia de don Aquilino Padrón, su descubridor en 1873, comunicada a Sabino Berthelot, que la publicó en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Paris en 1875. También las citaron VERNEAU: Cinq années de séjour aux lies Canaries, Paris, 1891; WOLFEL, Leonardo Torriani- Die Kanarischen Inseln und Ihre Urbewohner, Leipzig, Koehier, 1940, lám. XVI y pág. 309. ' Se darán en nuestro estudio al final con su bibliografía. 20 CAPITULO 2 PLAN, PROBLEMAS Y MÉTODOS Propósitos 7 Muy desalentadoras son al propósito de este estudio las palabras de André Basset:^ < a pesar de los triunfos que tenemos en la mano: un alfabeto local ( el tuareg), varios textos bilingües y un gran conocimiento del berber, han resultado vanas todas las tentativas, aun las más recientes, para descifrar las inscripciones líbicas » . Mas no debemos resignarnos cuando tantos descubrimientos de lenguas desconocidas ( hitita, cretense, egipcio) se han logrado con menos elementos que los citados por Basset. Y si la « Piedra de Roseta » sirvió para conocer el egipcio jeroglífico y demótico, sólo la exacta y bien ideada interpretación de las inscripciones líbicas bilingües puede darnos la clave del líbico, ignorado por otros caminos. Si ya esas inscripciones líbicas bilingües y las latinizaciones de antiguos nombres africanos facilitaron a nuestros predecesores en este estudio la exacta valoración de los signos alfabéticos líbicos, nuestro intento por el mismo camino logrará abrir brecha en en esa lengua líbica aún desconocida. Nuestro trabajo nos ha permitido valorar cuatro signos no interpretados antes; hemos logrado leer y descifrar dos lápidas tampoco leídas hasta hoy, y podemos fijar algunas conclusiones > BASSET, pásf. 47, edición del año 1952. 21 -:^ w importantes sobre los textos líbicos, incluso en la parte ajena a la onomástica. Ello nos alienta en nuestro estudio presente y para el futuro de la investigación. Porque, a nuestro ver, las bilingües ( salvo prueba en contrario, que alguna vez mostramos en las páginas siguientes) reproducen textos coincidentes. Y la versión púnica o latina para nosotros clara nos permite precisar el valor contenido en las fórmulas líbicas, cuyos elementos aislamos e interpretamos por su coincidencia con los dialectos berberes. Y esto nos sirve de paso para asegurar la conexión cierta de la lengua líbica con las berberes actuales por su estructura coincidente con esas fórmulas de Thugga. Sobre el estudio apuntado del líbico bilingüe, podemos pasar al examen de los textos puramente líbicos, donde aparecen fórmulas análogas o ligeramente diferentes, y luego será lícito extender el método a más diversos campos, como las inscripciones saharianas y tifinag antiguas. Todo lo cual nos permitirá reunir un conjunto de elementos líbico- berberes probadores de la comunidad lingüística originaria y de la conexión y dependencia de las distintas escrituras líbicas. Por último, será lícito acometer la valoración de las inscripciones líbicas de las Islas Canarias, deduciendo a qué fase histórica y a qué grupo cultural y lingüístico han de asociarse. Plan 8 Para seguir este camino, ordenamos el estudio de las inscripciones líbicas en estas partes. Tras el presente estudio preliminar sobre problemas, método y alfabeto, sigue: a) La interpretación de siete inscripciones bilingües libio-púnicas de texto bastante seguro en general. 32 b) El estudio de once inscripciones libio- latinas ciertamente bilingües. c) Interpretación nueva de cuatro inscripciones sólo líbicas largas, y un grupo de interés variado más cortas. d) Seguirá el examen de algunos textos saharianos y dispersos antiguos comparados con los tifinag. e) Para terminar con la presentación y examen de los textos líbicos grabados en las Islas Canarias. Método comparado Ifbico- berber 9 Para explicar los textos líbicos de África del Norte empleamos en esta obra la comparación del líbico inscripcional con elementos bien conocidos, genéricos y trascendentales en su estructura lingüistica de las hablas berberes y del guanche. Por ello es preciso examinar la posibilidad razonable de este método interpretativo. Afirmamos desde luego que no hay otro medio inmediato de resolver el problema, por escasez de informaciones directas del líbico. Y hasta un semitista tan destacado como J. G. Fevrier,^ que no es libista, como allí mismo reconoce, acepta concordancias líbico- berberes y estimula a los berberistas a reexaminar y proseguir las comparaciones por él iniciadas sobre < lo que sabemos del líbico » . En cuanto a la legitimidad, todos los estudiosos^ están de acuerdo en que los llamados por los romanos Húmidas, Másulos, < FévRiER, \> kgs. 263- 273, especialmente la primera y la última. ' Opinión general; bastará ver: STEPHAN GSELL, Histoire ancienne de l'Afri-que da Nord, tomo I; JULIEN, Histoire de l'Afriqae du Nord, 1931, pág: » . 56,105; MARCEL COHÉN, Les Langaes du Monde, 1952, pág. 56; A. BASSET, La Langue Berhire, 1952, pág. 47. 2S Mauros y Gétulos, son los autores de las llamadas inscripciones líbicas que estudiamos, y a la vez antepasados de los berberes o indígenas norteafricanos de nuestros días. Por tanto, las lenguas que ellos hablaron, despojadas de sus recientes arabismos, son las fases arcaicas de los actuales dialectos berberes. Y sólo éstos pueden ofrecernos medios de entender aquellos textos líbicos arcaicos, para los que no tenemos otras informaciones directas. Por lo que a las inscripciones Ubicas de Canarias toca, sean obra de nuestros indígenas o aportación de los forasteros, deben de interpretarse de igual modo. Porque los dialectos insulares de Canarias, como demostramos en nuestra obra en preparación Palabras y Cosas Guanches. Gramática Comparada del Gaanche,^ son una fase arcaica del berber, y los que en estas islas enseñaron o emplearon la escritura líbica tenían que pertenecer al mismo medio cultural productor de las inscripciones líbicas de África. 10 Naturalmente no aceptamos para el guanche las exageradas añrmaciones de Attilio Gaudio en un trabajo reciente, muy conocido en Canarias.'' Pues, aunque la lengua de los indígenas de Canarias pertenece al grupo berber o líbico, no podemos considerarla exactamente igual al proto- berber o líbico, por existir tantas diferencias dialectales entre nuestras islas y haber evolución evidente desde el líbico del Templo a Masinisa en Thugga ( datado en el siglo II a. C), al guanche de nuestros menceyes ( conocido al final del siglo XV p. C). Así consideramos pura fantasía decir que el habla de los guanches fue « cette méme langue ancienne méditerranéenne, apparentée aux autres langues des peuples pre- sémitiques et pre- indoeuropéens, dont les inscriptions épigraphiques ont été découvertes si nombreuses en Afrique du Nord et au Sahara." ' Obra próxima a ver la luz, donde se estudian todas las frases, formas nominales auténticas, onomástica y coincidencias de cultura en estricta comparación berber. ' ATTILIO GAUDIO, Sur Forigine des canariens préhispaniques, inserto en « Anuario de Estudios Atlánticos » , Casa de Colón, Las Palmas de Cran Canaria, tomo 4, pkgs. 115- 167. ^ GAUDIO, ob. cit. págf. 150. 24 Por cuanto no cabe suponer única en todo el Magreb la lengua de las inscripciones líbicas en los años de Masinisa, por ejemplo, ni menos puede soñarse en hermanar el habla de las inscripciones de Thugga. en el siglo II a. C. con el protosemítico o el preindeuro-peo. Todo lo más, y por muy primitiva y cercana al líbico común que quiera suponerse, estaría en relación todavía remota con el egipcio antiguo y el líbico común, pero muy lejos del indeuropeo y del nostrático.^ Objedonea al método 11 Un método comparativo del berber para las inscripciones líbicas fue ya empleado por cuatro escritores al menos. Muy limitadamente por C. Meinhof y E. Zyhiarz; en mayor escala por Fr. Beguinot, y muy largamente por G. Marcy.' Y si muy duramente han desautorizado el intento de Marcy tanto el Abate Chabot como André Basset,' y si la censura en el ardor polémico formuló expresiones que parecen invalidar el método mismo, las objeciones propuestas a Marcy, muchas veces • Para este tema de amplia bibliojfrafía bastará aludir a A. MEILLET para las Lenguas indearopeas en su obra fundamental; M. COHÉN, Les Langues da Monde citada; M. COHÉN, Essai Comparatif sur le vocahulaire et la Phonétique da Chamito- Sémitique, Paris, 1947, y A. CuNY, Invitation a l'étude comparatif des Langues indo- européennes et des Chamito- Sémitiques, Bordeaux, 1946. » KARL MEINHOF, Die Lihyschen Inschriften, en A. F. K. M. G., XIX, páy. 22; FR. BEGUINOT, Appunti di Epigrafía Líbica apud África Italiana, 1927, páy. 79, y Note di Epigrafía Líbica apud A. RJ. O di Napoli, 1928- 1929, pig. 5; G. MARCY en Bilingües, Libyques y Epígraphie citados, passim. ' J. B. CHABOT, Fantaisies Libyques apud « Revue Africaine » , 1937, páy. 129, y en el RIL citado, pág. ix, pone en guardia « contre les absurdités dont il four-mille » ( i); A. BASSET, La Langue Berbére, pág. 47; BASSET, Écriiure Libyque et Touarégue apud FossEV, págs. 135- 143. 35 con acierto, no alcanzan ai sistema mismo, sino a su aplicación inadecuada. Efectivamente, nuestro dilecto y llorado amigo Georges Mar-cy forzó en ocasiones el texto púnico para acomodarlo a sus explicaciones líbicas, cuando lo púnico era notoriamente más seguro. También valoró equivocadamente por A el signo líbico puntifor-me; forzó cambios de orientación de signos líbicos para ajustarlos a su explicación berber, y, si bien por informaciones ajenas, adoptó algunas lecturas erradas de los textos. Mas el citado Attilio Gaudio^ quiso invalidar expresamente todo sistema de comparación líbico- berber, creyendo vano intento traducir las inscripciones líbicas arcaicas sobre relaciones berberes. Su categórica condenación del método va formulada en estas palabras que él atribuye a André Basset: « vouloir déchiffrer les ins-criptions libyques á l'aide du berbére actuel, ce serait comme vouloir interpréter une ínscription latine au moyen du franjáis parlé dans nos faubourgs>. Esta frase ingeniosa, pero falsa, ha impresionado a los no especialistas, y algún colega nuestro nos la recordaba mientras trabajábamos en este estudio, como advertencia cuidadosa. Pero ya dijimos que es sólo un chiste que encierra una semejanza equivocada. Porque si el líbico de Thugga es antepasado de un dialecto berber actual, como el latín lo es del francés, la diferencia entre el líbico y el berber es menor que entre las otras dos lenguas. Porque el líbico y el berber son hablas locales, conversacionales y sin elaboración literaria; mientras es muy profunda la diferencia entre el latín literario de los Escipiones y el francés de barrio o un paíois. La comparación sería más próxima entre el latín vulgar del Imperio y el francés arcaico. Además el sistema gramatical del líbico y del berber, como ocurre en las lenguas semitas, se basa en una armadura semántica persistente, que permite a los usuarios comprender formas literarias, arcaicas y dialectales muy diferentes. Esto lo facilita además el sistema de escritura silábica que mantiene esa armadura ' GAUDIO, art. cit., pásf. 151. 26 fundamental, y tal facilidad de comprensión de hablas diferentes es bien conocida, tanto de los arabistas y de los hebraístas como de los berberes que emplean el tífinag. 12 Confirma nuestra tesis de la licitud del método comparado del líbico con el berber el propio André Basset, que se muestra menos categórico y más prudente que su citador Attilio Gaudio, en dos obras suyas donde aborda el mismo problema.^ Afirma que las interpretaciones de Marcy no son de fiar, y en vez de condenar el método, Basset sólo dice: « n'a pratiquement pas encoré permis d'interpréter de fagon satisfaisante » las inscripciones líbicas, y agrega: « toutes ees inscriptions nous intéressent au premier chef, car si effectivement elles devaient s'éclairer par le berbére, elles nous donneraient sur l'état de la langue, il y a deux mille ans, des maigres renseignements, mais des renseignemeins moins aléa-toires que ceux a tirer de l'onomastique ou de la toponymie antiques » . Estas palabras implican de su parte la aceptación de la comparación libicoberber, que el chiste atribuido por Gaudio excluía de plano. Y a esta autoridad berberista se unen razones positivas, que subrayaremos. Realidades comparativas 13 En este libro hallará el lector inscripciones bilingües libio-púnicas y libioiatinas, cuyas frases líbicas son interpretadas con sorprendente exactitud y rigurosa igualdad con el otro texto, sobre datos berberes. Algunas palabras, nombres y verbos; algunas partículas, afijos pronominales y flexionales; preposiciones y fórmulas idénticas se encuentran en inscripciones líbicas bilingües, por consiguiente de sentido compropado, del todo conformes a las que tienen los dialectos berberes. Y si esto es prueba evidente de que el líbico y el • BASSET, pkg. 47; FOSSEY, págs. 137 y 138. 37 berber pertenecen al mismo mundo lingüístico, nuestra comparación está legitimada. Un método igual se aplicó en el caso de la piedra de Roseta para el egipcio y en el descubrimiento del hitita, del etrusco y del cretense. Y si en todos estos casos tan dispares se reconoció el método como legítimo, también lo será en nuestro caso. Pero la repetición del descubrimiento sólo dependerá de los aciertos en la aplicación. Por nuestra parte estamos convencidos de que sólo él puede dar solución al que el fallecido Basset llamó « intrigante problema de las inscripciones líbicas » . 28 CAPÍTULO 3 PROBLEMAS DEL ALFABETO LÍBICO Antes de iniciar el estudio particular de cada grupo de inscripciones líbicas, parece indispensable tratar de dos puntos generales: los alfabetos líbicos, su procedencia y valoración de sus signos, pues los alfabetos púnico y latino son bien conocidos; y la forma, alcance, valor, seguridad y limitaciones científicas de la lectura que damos a los textos líbicos o restituciones originales. Vamos a dedicar a estos puntos sendos capítulos. Africanismo del alfabeto líbico 14 No vamos a hacer una amplia exposición del complejo^ problema del origen, proceso, alteraciones y establecimiento en África de los alfabetos llamados líbicos y tifinag, sobre los que tantas plumas ilustres han emitido teorías bien dispares.^ Pero parécenos que este estudio nos obliga por lo menos a < La bibliogfrafía abundantisima puede verse en el Abate Chabot, RIL, páginas vit a X. Para el problema de origen, después de Gesenius, el primero en planteárselo ( año 1837), son particularmente interesantes los estudios del citado Chabot y los de Saulcy, Beguinot, Littman, Meinhof y Marcy. En España i ¿ lo conozco algunos artículos de A. Tovar. 29 formular nuestra opinión sobre el problema, que va brevemente te expuesta, y los cuadros que cierran este capítulo aclaran bastante nuestro modo de ver el tema y nuestras bases de trabajo. Tras el descubrimiento en 1631 de la antigua inscripción líbica del Mausoleo de Thugga o Dougga, el Dr. Outney comprobó en 1822 el empleo vivo por los tuaregs del Sahara Central de un alfabeto parecido, el tifinag, que desde luego coadyuvó al estudio comparativo de los alfabetos líbicos. Su área de empleo estrictamente africana quedó desde luego limitada a la región que va de Canarias a Tripolitania, entre los paralelos de Gibraltar y Senegal. La amplitud cronológica de las grabaciones y tipos alfabéticos que desde la época de Masinisa ( siglo II a. C.) llega a nuestros días, la apuntada dispersión geográfica y la segura variación de valor de algunos signos plantearon a los tratadistas serios problemas de correlación y genéticos. Los estudiosos^ comenzaron por ello a distinguir las escrituras « líbica » y « tuareg » ( Basset), o signos líbicos « orientales » o de Dougga y « occidentales » ( Chabot), o dividen la epigrafía líbica en « numídica » , « sahariana antigua » y « sahariana moderna o tifinag* ( Marcy; Faidherbe ya empleó la voz numídica), o hablan de < itifinag antiguos » y " tifinag modernos » ( Foucauld). Interdependencia 15 La presencia en África del alfabeto líbico no parece muy anterior al primer milenio antes de Cristo, pues las inscripciones fechables más antiguas en Túnez y Argelia nadie las supone anteriores al siglo III a. C. en la más larga cronología, siendo algunas ' CHABOT, RIL, pág. xi; MARCY, Épigraphie, págjs. 128 y sgs.; FOUCAUCD, M>- < e5 pour servir a un essai de grammaire toaarégue, Argel, Carbonel, 1920; BASSET apud FossEV, pág. 136. 30 seguramente de la época de los Severos; las saharianas antiguas podrían alcanzar a la época del desplazamiento de tribus tras la invasión árabe, y todas las tifinag recientes deben de ser modernas. Algunos textos de Tripolitania, Cirenaica, Egipto y Sinaí, aparte de muy problemáticos en su carácter líbico, no están fechados, lo que ocurre igualmente con los de Canarias. Es sabido que el tipo alfabético líbico, integrado por puntos, trazos rectos, arcos, círculos y agrupaciones o enlaces de estos elementos, es exclusivo de los alfabetes líbicos. Y la valoración fonética de los signos varía a veces por la posición del signo respecto de la orientación horizontal o vertical, derecha o izquierda de la escritura o proceso gráfico. No es posible suponer que las cuatro variedades más carac-terísti cas de alfabetos líbicos establecidas por los tratadistas ( nu-mídico, sahariano, tifinag antiguo y moderno) deriven de alfabetos distintos, sino que todos ellos arrancan de un tronco común, como aseguran las siguientes consideraciones. La forma de los signos y los hábitos y recursos del método representativo son uniformes en las cuatro variedades y exclusivos de este tipo alfabético, aunque haya semejanzas con otros. Un gran número de signos ( m, d, tf n. I, i, g, u) se mantienen uniformes en estructura y valor en todas esas escrituras Ubicas. Si algunos signos varían de valor entre unos y otros alfabetos, como explicamos luego, su derivación de los signos antiguos es fácil, y fenómeno idéntico ocurre en otros alfabetos diversos y ciertamente relacionados, por ejemplo, fenicios, latinos y griegos. Primera datación del alfabeto líbico 16 Como, según diremos luego,^ las antiguas inscripciones de Thugga o Dougga ( Túnez) son próximas a la época de Masinisa ' Véase nuestro capitulo 7. 31 ( 240- 148 a. C), el rey de los númidas, amigo de los Escipiones y debelador de Cartago, algunos le atribuyeron' la creación del alfabeto líbico. Pero sería casi un milagro la creación ex nihilo por Masinisa del alfabeto líbico, sin relación con los alfabetos púnico, latino y griego, conocidos ya entonces en i Cartago. Por otra parte, los textos de Micipsa y sucesores continúan empleando el púnico y y el latín, y es extraño que de no existir el alfabeto líbico antes de Masinisa, éste, en vez de crear un alfabeto nuevo, no impusiera la escritura de sus amigos y valedores romanos, si lo que quería era desarraigar lo púnico. Masinisa, conocedor del griego y del latín, que, siguiendo la línea helenística de sus amigos los Escipiones, envía a su hijo a educarse a Grecia, no se hubiera molestado, ni él ni Micipsa, en « inventar » ni menos en calcar un sistema alfabético sin arraigo ni prestigio, mientras conocía el griego y el latino. En nuestra opinión es seguro que el patriotismo a ultranza de Masinisa y de su círculo cultural sólo hizo lo que parecía natural y hasta obligado en aquel momento histórico. El quería exaltar lo líbico frente a lo púnico de los cartagineses dominadores de la región, y el círculo de Masinisa impone la lengua y la escritura nacional númida en los textos oficiales públicos, junto a la escritura púnica conocida y generalizada entre los nativos bilingües de aquella región de Túnez, o África para los romanos. Para ello, tal vez se simplificó algo la maraña de los signos líbicos que pululan en los restantes alfabetos, reduciendo los de las inscripciones oficiales de su época a las mismas dos docenas de signos que en las suyas empleaban los púnicos, griegos y latinos contemporáneos. No es creíble que la acción alfabética de Masinisa rebasara esta línea de pura política patriótica. Y a ella no se oponía la táctica corriente de los romanos con sus aliados, como Masinisa. Porque Roma siempre permitió el uso de la lengua y el culto religioso ' JuLlEN, págfina 60, dice: « ce fut, sans doute, Masinissa qui crea une écriture libyque » . La misma opinión parece tener CARCOPINO, Sur rinvention de técri-ture libyque, apud « Revue Historique » , CLIX ( 1929), pá;. 150. 32 de los indígenas sometidos; los emisarios empleaban su propio idioma ante el Senado, como consigna muchas veces Tito Livio, y los pretores, ante quienes los testigos declaraban en su lengua madre, dictaban la condena en latín y en el habla del condenado, como todos saben por el INRI de Pilatos al sentenciar a Jesucristo. Por tanto, el alfabeto líbico debió de preexistir en África a la vida de Masinisa y de los más antiguos textos conocidos, debiendo ser de uso general entre los númidas y los otros líbicos ( gétulos, masilios, mauros y perorsos: los persas de Salustio), antepasados de los posteriores berberes, como los saharianos y tuaregs actuales usuarios de ese mismo sistema alfabético. Propagación del alfabeto 17 Ese alfabeto líbico originario, empleado por los nativos antes de Masinisa para muy limitados usos, como diremos ( n° 20), debió de ser conocido fuera de la zona estrictamente númida. Pues bien por seguir el ejemplo de Masinisa, bien por análogos motivos políticos y sociales, otras regiones de África perpetuaron en inscripciones el empleo de su alfabeto líbico nacional, y así hallamos textos líbicos arcaicos en Argelia occidental y en Mauritania, donde no llegó el dominio de Masinisa ni de Micipsa. La presión de la cultura romana, salvo el periodo de exalta-tación africana en la época de los Severos, va reduciendo a sus antiguos usos el empleo del líbico lapidario, y la dominación árabe acaba por arrancarlo totalmente de Argelia, Túnez y Marruecos, probablemente al mediar la Edad Media. Sólo en el desierto, donde la vida indígena está menos sometida a la oficial arabización, pervive hasta nuestros días, cada vez más reducida en su empleo, la escritura tifinag, que constituye una fase evolucionada del líbico antiguo, atestiguado con sus valores gráficos de veinte siglos antes en las inscripciones numídicas. SS Alvarez, 3 Tipos de escritoras Ubicas 18 Sobre lo ya dicho, sin ánimo de resolver a priori el tema, como mera terminología precisa para entendernos, y en lugar de los nombres o designaciones antagónicas registradas antes ( n° 14), vamos a establecer los tipos posibles de escrituras líbicas, cuya realidad histórica comprobaremos luego. No parecerá extraño su número, ya que todos, tanto Foucauld y Chabot, cmo Marcy y Basset,^ reconocen que nunca, ni en la antigüedad ni en los tifinag actuales, hubo uniformidad absoluta en la epigrafía líbica. Usamos el nombre Ubico como general para el tipo alfabético, y reservamos el protolibico para el alfabeto originario importado en África y tronco de los otros tipos. Para los alfabetos arcaicos empleamos nombres romanos, como los empleados ya por otros tratadistas. Y establecemos tres tipos alfabéticos líbicos arcaicos: a) Namidico ( nombre ya empleado por Faidherbe y Marcy en razón de la Numidia de Masinisa), el alfabeto de las inscripciones antiguas de Thugga y similares ( Túnez, Argelia oriental y central). b) Maurusio ( para evitar lo ambiguo de Mauritania, que alcanza a las Mauritanias romanas — Tingitana y Caesariensis— y a la actual Mauritania del Sahara occidental), el de los textos de Marruecos y el Oranesado, anteriores a la invasión árabe. c) Getúlico ( por la Gaetulia de los romanos) para las inscripciones que se demuestren anteriores a la invasión árabe en la zona sahariana al Sur del Atlas. Subrayamos desde luego la dificultad de este tercer grupo, por ser difícilmente fechables los textos saharianos antiguos; pero hay que admitir además su posibilidad como tronco de los alfabetos saharianos y tifinag posteriores. Apuntamos ya la posibilidad de que el Numídico oficial de Masinisa fuera una selección de otro ' FOUCAULD da tres alfabetos tifinag y BASSET ( apud FOSSEY, pá^ s. 136 y 139) • V ' í * ' ' ^^ lo* Ibettenaten. Véase MARCY, Épigraphit, págf, 144, 34 tipo preexistente, y Marcy* además se había planteado el origen sahariano del alfabeto de Thugga. No consideramos preciso suponer un tipo masilio ( por los Masiltos y Masaesllios de los Romanos), ya que las inscripciones de Cayo Masulo y Tacneider Masaisulo^ son del mismo tipo alfabético de Thugga. Aunque en nuestro estudio sobre la inscripción de Lixus" en Marruecos establecemos que no tiene signo alguno ni valor distinto del tipo que llamamos Numídico, registramos el tipo Maurusio por la existencia de algunos signos extraños al alfabeto de Thugga en inscripciones de este sector occidental. Este puede ser mera variedad del Getúlico. Reconoceremos en cambio sólo dos tipos generales, con posibles variedades locales en cada uno ( reales y comprobadas para el tifinag), entre las escrituras líbicas modernas; por no hallarse textos modernos en la zona mediterránea del Magreb. a) alfabeto sahariano ( nombre geográfico ya empleado por Marcy) para los textos grabados en la zona del Sahara, del Sene-gal al Sudán y a las estribaciones del Atlas, desde la llegada de los árabes, y situados fuera de la zona actual de los Tuaregs. b) tifinag para las grabaciones modernas de los Tuaregs, caracterizadas externamente por la abundancia de signos puntiformes y la presencia de frecuentes ligaduras. Dejamos fuera de la clasificación, hasta que se haga su caracterización, el alfabeto Ubico de Canarias, cuya dependencia de los citados se determinará por las concretas y ciertas relaciones que determinen su tipología y lectura. Lo mismo ocurre con las de Cabo Verde y otras dispersas. • MARCY, Tifinagh, pág. 103. ' CHABOT. RIL, núms. 146 y 882. Véase nuestro estudio de la primera en el examen de las bilingües libiolatinas. ' CHABOT, núm. 881, y nuestro estudio en las bilin^ es libiopúnicas. S5 Llegada a África del alfabeto líbico 19 El alfabeto protolíbico, o sea el tipo de que derivan esas diversas formas de escrituras, antes señaladas, debió llegar a Túnez antes de la fundación de Cartago en el siglo IX a. C. por las siguientes consideraciones. La única escritura indígena de toda el África conocida, fuera de lo egipcio, es el alfabeto tifinag de los Tuaregs, con sus antepasados parientes ya señalados. Y estos alfabetos líbicos no derivan, como veremos probado por el conjunto de signos y bases del sistema, ni de la escritura jeroglífica o demótica de los egipcios situados al Este, ni de los alfabetos ibéricos colocados al Noroeste, ni de las escrituras latina, púnica, griega o cretense, en contacto y con colonias limítrofes en las riberas del Mediterráneo. Mas el absoluto dominio cartaginés, griego y romano de este mar en los últimos siglos antes de nuestra Era no permite suponer que llegara entonces al actual Magreb una avalancha cultural distinta, portadora de este alfabeto líbico extraño a púnicos, griegos y romanos. 20 La ausencia de textos más antiguos que los de Thugga se explica por el carácter nacional del empleo de esta escritura. Sábese' que la escritura tifinag tiene hoy mismo entre los tuaregs un uso muy limitado. Sólo se emplea en breves dedicatorias grabadas en brazaletes, escudos y objetos análogos,^ en frases cortas sueltas ocasionalmente grabadas en rocas y en su uso silencioso marcando los signos en la mano durante las conversaciones galantes de los indígenas con sus amadas en el silencio de las tardes al socaire de las tiendas. Y tal uso debió de ser el mismo de los primitivos líbicos,' y nos explica cumplidamente que no aparezca el alfabeto líbico en gran escala, ni en textos lapidarios, antes de Masinisa. ' A. BASSET apud FossEY, pág. 135; MARCY, Épigraphie, pág. 133. - Al estudiar la bilingüe de Lixus daremos un grabado tomado a HANOTEAU, pág. 374> con la inscripción tifinag de un escudo. ^ Como advierte juiciosamente Marcy, el empleo del antiguo numídico en lápidas sepulcrales en Argelia se debe a imitación de prácticas romanas. Los 36 Sólo cuando por su patriotismo e independentismo los príncipes Húmidas Masinisa y Micipsa, o el masiiio Sifax, o los mauritanos Baca y Bogfud, desde el s. 11 a C, se esforzaron por dar prestigio político y categforía nacional a lo líbico, fue impuesta la escritura líbica en monumentos, para elevarla a competir y alternar con la púnica y la latina. Esta preexistencia del alfabeto líbico entre los indígenas del África del Norte puede explicar tanto la brillante eclosión de inscripciones líbicas en esos siglos inmediatos a nuestra Era, como su conservación entre los indígenas del Sahara hasta nuestros días. Génesis primaria de este alfabeto 21 Nos parece el alfabeto líbico una derivación del alfabeto cuneiforme de Ugarit, madre de todos los alfabetos cultos, pero en contacto con una cultura o fase paralela a la que empleó el alfabeto sudarábigo, también llamado sabeo o himiarita. La relación de dependencia de estos tres alfabetos^ es evi-tuaregs no lo hacen, y tampoco aparece en textos saharianos conocidos. Por lo que los textos líbicos monumentales de Xhu^ fga imitaron prácticas púnicas. Los usos líbicos antiguos anteriores a Masinisa no pueden constarnos por lo dicho, y a pesar del uso secular del tifinqg, los tuaregs tampoco lo emplean, ni para su historia, ni siquiera en inscripciones sepulcrales. La carta escrita en tifinag fotocopiada por Attilio Gaudio en un artículo ya comentado del Anuario de Estudios Atlánticos ( tomo 4), págs. 118- 119, es una práctica muy reciente. También los gramáticos, como HANOTEAU ( Tamacheq, págs. 132 y sgs.), insertan fábulas o historietas con fines de estudio. Pero eso no es de uso indígena. ' Muy numerosa la bibliografía del tema puede hallarse una información en DIRINGER: L'Alfabeto nella Storia de la Civilta, Florencia, 1937. Un conjunto de monografías sobre los alfabetos, puestas al día, trae FOSSEY: Notices sur les Caracteres Éirangers anciens et modernes, redigées par un groupe de savants ... , París, 1948, que venimos citando con frecuencia. 37 dente, por la disposición formal de sus signos y por los principios y bases de su método gráfico, que vamos a reseñar brevemente. a) Los textos extensos o literarios de estas tres escrituras separan desde temprano las palabras con un signo diacrítico: pun-tiforme en líbico y en ugarítico, y barra vertical en sudarábigo.^ Esa costumbre se olvida pronto en líbico y en general en los textos cortos familiares y modernos. b) Los tres alfabetos coinciden en ser consonanticos, lo mismo que los alfabetos semitas; pero estos tres coinciden también en representar las vocales finales de palabra ( todavía lo practica el tifinag) por medio de signos peculiares, que llamamos álefs o laringales, de peculiar timbre vocálico. c) £ 1 alfabeto líbico en su proceso evolutivo se sitúa entre el ugarítico y el sudarábigo por ciertos detalles que lo acercan al primero, como la mayor abundancia de signos en que la orientación de sus trazos respecto de la dirección de la escritura cambia el valor de aquéllos. d) Asimismo los tres álefs o consonantes- vocales están integrados en ugarítico y líbico por series o grupos de trazos uniformes, y normalmente sólo suelen aparecer en finales de palabra. e) También los signos líbicos están formados por grupos diversos y series análogas de puntos o trazos, como en ugarítico los integran cuñas o clavos uniformemente dispuestos y de cuyo número y orientación depende, como en líbico, el valor del signo. f) La diferencia entre el alfabeto líbico y el ugarítico obedece a la materia escriptoria del de Ugarit: tabletas de arcilla donde el punzón trazaba cuñas o clavos y puntos triangulares. Mientras en el libico y en el sudarábigo los signos se integran por trazos curvos o rectos, rara vez puntos. g) Algunos cambios de valor que se advierten entre los signos parecidos líbicos y de Ugarit han ocurrido también en otros alfabetos dependientes como el fenicio y el griego. < Sólo rara vez ( CHABOT, RIL, núms. 730 y 877) aparece en líbico también la barra separativa de palabras. El uso del punto separativo en líbico pasó por el grabador ( ¿ era líbico?) al texto púnico de ia inscripción del Mausoleo de Ateban n° 1 del Recaeil de CHABOT. 38 22 El examen sin prejuicios de nuestros siguientes cuadros alfabéticos y de estas observaciones nos permite sentar apreciaciones bastante distintas de las usuales sobre el alfabeto libico. Porque el alfabeto libico era un método de escritura sistemático y racional, no creado por sus usuarios norteafricanos, ni por su capricho sobre elementos aislados preexistentes, ni con sistemas criptográficos infantiles. El sistema y sus elementos, en líneas generales, estaba ya logrado y en práctica por el alfabeto ugarítico, y conservado en parte por el sudarábigo. Ni la seriación ordenada de diversos signos, ni el cambio de valor de algunos por la orientación de trazos respecto de la dirección del renglón, ni la geminación de trazos indican una peculiar creación líbica; todo ello estaba en el original ugarítico. Los líbicos ampliaron o desarrollaron métodos recibidos según precisaban. La presencia entre los tifinag de signos ignorados en las inscripciones de Thugga obedece a tres principios: signos que pre-existían a Masinisa y fueroa eliminados en el alfabeto simplifícado de Thugga; desarrollo, ligaduras, soldadura o geminación de signos numídicos por los tifinag; alteraciones fonéticas dialectales o generales del líbico al tuareg, que arrastraron el cambio de valor del signo empleado. La mayor variedad representa mayor antigüedad. Así cuanto más conocemos el alfabeto de Ugarit, mayor número de signos llegamos a conocer; y mayor número de signos aparecen en los alfabetos semíticos y griegos primitivos, luego simplificados en los más conocidos posteriormente. Vehículo del alfabeto líbico en África 23 Todo esto viene a confirmar el origen cananeo o ugarítico del alfabeto líbico, como en los demás alfabetos cultos del mundo. Pero la conexión con el sudarábigo, hace tiempo advertida por 39 Meinhof,^ nos obliga a citar una tradición africana, que puede explicar la arribada a Túnez en época temprana de cananeos o hi-miaritas y a la vez justificar el extraño nombre de iifinag que dan los tuaregs a los caracteres o alfabeto líbico que emplean. Estamos persuadidos de que en pueblos muy apegados a la tradición oral, una información antigua, aun tradicional, encierra una base grande de verdad histórica, aunque se haya teñido de conexiones y referencias fantásticas en su transmisión. Así las tradiciones de los zenagas sobre orígenes de los berberes, recogidas en nuestros días,^ se parecen mucho a las que hace veinte siglos halló Salustio^ sobre igual tema entre los númidas de Argelia. Y la « tradición himiarita » de los primitivos habitantes de Túnez, muy conocida, pero no aceptada de los historiadores,* y recogida de la tradición oral, de un lado por Procopio en el siglo VI, y de otra por Aben Jaldún en el siglo XIV, puede encerrar ese punto sencillo de verdad: la llegada de himiaritas o cananeos portadores del alfabeto líbico a África antes de la fundación de Cartago por Tiro. Tradición hlmlarita 24 Esta tradición no se refiere naturalmente a los árabes propios, como cree Aben Jaldún, y se puede condensar en los siguientes particulares menos falseados. Algunas tribus del interior de Argelia y Túnez alardeaban ante los bizantinos de la época de Procopio y ante los árabes de Aben ' Parecida es la idea madre de Meinhof y Littmann.— De otro modo piensan MARCY, Tifinagh, págs. 102- 104, y TOVAR, Papeletas de Epigrafía Líbica apud « Bo- Ietin> de la Universidad de Valladolid, 1944- 1945, pás^ s- 74- 76. ' FRANCIS NICOLÁS, Zenaga, págs. 11- 12. ' SALUSTIO, lagurtha, caps. 17- 19. * Puede verse en JULIEN, pág. 53, como en ST. GSELL y otros escritores sobre Cartag'o. Un intento diverso de solución del problema trae E. F. GAUTIER, Le passé de l'Afrique da Nord, 1942, págs. 140- 146. 40 Jaldún, de su origen oriental, concretamente himiarita o del Mar Rojo. Esos sus antepasados himiaritas se encontraban ya en África y ayudaron a sus paisanos cuando los compañeros de la reina Dido vinieron a fundar a Cartago. Habla la tradición de las persecuciones que sufrieron esos himiaritas al ser expulsados de su primitivo emplazamiento por Josué, y los árabes personalizaron la jefatura de los primeros himiaritas invasores de Túnez en un supuesto Ifrikos, voz sacada de Ifriquia= « África » , nombre latino no bien explicado de esta zona de Túnez. 25 En tan sencillo relato pueden hallar explicación ciertos oscuros particulares de la cultura y protohistoria tunecina. Los himiaritas no son árabes propios, sino sudarábigos en contacto con el famoso reino de Saba, conocido del reino judío de Salomón, y a quienes llamaron los egipcios puaniti « pieles rojas » o habitantes del « país de Punt » , conocidos como famosos mercaderes por los mares Rojo e índico durante el segundo milenio antes de Cristo. El actual nombre fenicio ( derivado del griego tpoiví^ y tpoivo?; en latín poenus, púnicas y phoenices, con no pocas difícultades de detalle), no es semita, mas por su claro valor etimológico « rojo » se aplicó, a lo que parece, primero a la « púrpura » y a los « fenicios » sus fabricantes, luego a la « palmera » , ave fénix, etc. Lo mismo aconteció con el lat. pánicas dado a los « cartagineses » y al « granado » ( ma/ us púnica), y trastrocado luego con todos los valores griegos de fenicio. Igual significado « rojo » que estas voces tiene el semítico himiarita, a quienes debe su nombre el « Mar Rojo » , y el término egipcio citado puaniti « pieles rojas » y país de Pant. Todo ello hace razonable la tesis de Maspero^ de que ñint y puaniti, como fenicio y púnico, salen de una misma base lingüistica, aunque ignoremos el camino.^ > MASPERO, Hisioire ancienne des peuples de l'Orieni, París, 1905, pág. 195. = En onomástica es fácil errar, sin poder fiarnos de la primera apariencia; pero estas vías múltiples de una misma voz son frecuentes. Bastara un ejemplo claro. El nombre Libia y lihico, que tanto repetimos, extendido por los griegos a toda África, íue tomado por los helenos a los egipcios, como lo prueba su 41 26 La signifícación del nombre de Cartago ( Kart- hadasat = ciudad nueva) y la aludida tradición de Dido, alterada como es sabido por Virgilio, indican que su fundación el año 814 a. C. debió de ser en realidad una « segunda fundación » sobre establecimientos anteriores, porque todos los historiadores de Cartago conocen una preexistente Byrsa. Y aquella precedente oleada de púnicos, bien pudo ser la de los himiaritas de la tradición, llegados a las riberas de Túnez quizá desde el siglo XII a. C , bien procedentes de la primera Sidón, destruida entonces por los Filisteos o los Hebreos, lo que explicaría el detalle tradicional de la persecución de Josué; bien del Mar Rojo o península de Sinaí, que explicaría la consideración de inscripciones líbicas de algunos textos hallados en esa zona y considerados sábeos por Chabot.^ El alfabeto líbico no deriva del fenicio o cartaginés, pero está en relación inmediata con el de Ugarit y el sudarábigo, como indicamos. El arranque prehistórico tunecino apuntado por la tradición himiarita desde un emplazamiento cercano a Ugarit o a los sudarábigos explicaría bien esta dependencia alfabética, junto a esas otras alusiones históricas. 27 Aunque modernamente discutida, por lo común se acepta la etimología^ del tuareg tafineq pl. tifinag sobre el latín ;> unica. Pero el alfabefo tifinag ( lo mismo que el numídico de Thugga) no puede derivar del alfabeto o escritura de Cartago, ni se relaciona directamente con ninguna fase del alfabeto fenicio. Podría ser que los primitivos libios de Túnez dieran el nombre de púnico ( o puaniti o himiarita < rojo>) a ese alfabeto primitivo de los inmigrantes orientales de la tradición, lo mismo que los griegos llamaron Cadmo « fenicio » al supuesto introductor de su alfabeto. Pero también los romanos llamaron púnicos a los ortografía en s: riego y latin Libya, libgcus ( fr. libgque), que corresponde al nombre egfipcio bien conocido leba de los habitantes indigfenas cercanos al Bajo Egipto; porque si lo hubiesen calcado los griegos sobre la forma hebrea, fenicia o cartaginesa LUBIM, les habría obligado a transcribirla Lgbia y Igbicus. Uno mismo es el nombre, pero el camino de entrada es diverso. ' CHABOT, RIL, pág. Xtv: inscripciones de Cirene y del Sinaí dudosamente protolibicas. * BASSET, pág. 46. 42 cartagineses, y S. Agustín, Procopio y otros escritores de finales del Imperio aplican el nombre de púnica a la lengua y a las cosas de los campesinos de Túnez ( rustid nostri dice S. Agustín). Aunque algunas de las palabras calificadas de púnicas por S. Agustín son ciertamente fenicias o cartaginesas,^ y no líbicas o berberes, es posible que ese nombre usual en el siglo V p. C. de lingua púnica se empleara para designar frente a lo romano o latino lo africano propio,^ es decir, tanto lo líbico como lo púnico, que los historiadores llaman libio- fenicio. También Courtois estimaba el habla africana de esta época < un dialecto líbico muy penetrado de punicismos » . Al perderse luego lo púnico propio, que tras la invasión árabe se confundía fácilmente con lo arábigo,^ los tuaregs y sus antepasados medievales pudieron conservar el término latino de S. Agustín púnica para indicar lo peculiar suyo: tífinag « caracteres tuaregs >. 28 También hacemos observar que no es púnico = tifinag el único nombre extraño de la zona. Berber creemos^ procede del nombre latino barban, generalizado por los católicos africanos contra ' Véase en GAUTIER, cit, págs. 129 a 157. ' Un caso similar acontece en el castellano. Los tres únicos adverbios de modo latinos referidos al idioma, conservados en español, son vasconice !> vascuence, romanice >> romance, lafíne >• latín. El último se reservó desde temprano para el latín literario eclesiástico y medieval; pero romance, que etimolósficamente se aplicaba a la misma leng'ua, se especializó para lo que Berceo dijo « reman paladino » , el habla popular nacida del latin, pero plagiada de iberismos, { germanismos y arabismos típica, del pais. ' Frente a la tesis poco feliz de Zyhlarz sobre los « elementos púnicoi del berber » , creemos con W. Marcáis la escasa pervivencia del púnico propio en los dialectos berberes, por un dato exclusivamente lingüístico: la escasez de elementos púnicos en el árabe magrebi, frente al gran número de aramaísmos en el árabe de Siria. * Generalmente QUÍ- IEN, pág. 2, y otros) se cree que el nombre berber procede del empleo latino de barbari « extranjeros de otra lengua » . Pero además de que el nombre actual deriva del uso árabe de los Beráber, tribus del Marruecos Central hoy día, los textos latinos hasta S. Agustín no suelen usar el término barbari, vulgarizado para los pueblos nórdicos de Europa y Asia, para los nativos norte-africanos, corrientemente llamados mauri, namidi, afri, etc., solamente. Otra cosa será luego, tras la llegada de los Vándalos al África y la lucha contra estos arria-nos en religión de los africanos latinizados y ortodoxos. 4S los Vándalos arrianos ( 429- 533 p. C ) , sus perseguidores, poco antes de la arabización del Magreb. Y los nombres África y afer designaron para los romanos primero « los libios sometidos a Car-tago » , no todos los líbicos o africanos, por lo que la < comarca> o territorio formalmente ocupada por la metrópoli cartaginesa recibió el nombre de África vetas, distinta de Numidia, Gaetulia y Mauretania, así nombradas por los romanos en su primer conocimiento de África. Y c\\ 3.\ zk púnico ofinig(?) conservara entre los primitivos tunecinos el valor de « himiarita » o rojo, recogido en la tradición. Porque curiosamente Foucauld^ registra varios nombres de mujer vocalizados modernamente Fenuki y Afunekki relacionados no con el nombre del alfabeto, sino con el sentido « la roja> de la tradición himiarita. En conclusión, los datos no son muy claros, pero la relación del alfabeto líbico originario con lo himiarita, puaniti y púnico, no con lo cartaginés, parece asegurada. • FoucAULD, Abrégé, páy. 291. 44 Fijr. n° 12.— Alfabetos fenicio y púnico Ñt 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 . Momír* ilet bet giinel dálet hé wau záin l} et tet iod kaf Umed • nem nun simek ' Un pe wde qof reS fin ^ o JU/ b d h w z h 1 i k 1 m n 1 PÍO s q r i t > f T n 1 í rr u N 3 1 \ 0 a i í b y P tí í / ^ « ? 0 5 • f- mntcfOS. K < ^ ^ ' á ^ á ^ ^ y y y I * y 0 B^ e 9 9 i ^- v i v ^ H ¡ í ¿ ¿ k i ^ y^ ^ • /^ ? ^ ^ f ^ o 0 o ? p 1 w WVv + X '/^ Foftn^ s aiiníeas. *- r / f A f ^ ^(^^ f 1 í. \ '^ rr •>> ^ ))) « íi ti,) 0 ( S Ó •^ / v *> y y y ; ^ ; til ^ X > 1 ; 7 ; 3 ; j o o j? 3 ) f r f r - h t- t 7 A B r A E YF Z H e 1 K L M N - 0 9 p T / > ^ /• a / « / Ug^ ríH " T ^ T ^ > ^ f ^ XnK C:>- I; L w ^ ETfe • 4 - m ML q d • i y z b t k b n ! P i X 1 t SuJar^ k. 1 ^ ? y rf k h 1 w • » > SH n ^ . O o Z ^ X t o S-L! l,! e » s. ^^ « n d SH z >- í í - i iV k D m 1 n 3 i 7 f 1 - 9 C s - i- i oa r + Xt CAPÍTULO 4 LOS CUADROS ALFABÉTICOS Y SUS PROBLEMAS El alfabeto púnico 29 Apenas hay observaciones que señalar en nuestro alfabeto púnico ( n" 12), pues universalmente admitidos los valores de sus signos, trataremos luego de los detalles de trascripción de los textos. Entre las numerosas variantes de signos registrados en los grabados antiguos, nuestro cuadro consigna los tipos más frecuentes y destacados, que tomamos a los amplios y notables de Fne-drich y de Fossey.^ Asegurada la dependencia del alfabeto púnico respecto del fenicio primitivo y sus relaciones con el ugarítico, sudarábigo y griego, así como con el hebreo empleado para sus trascripciones en las gramáticas, consignamos también estas correspondencias. Y en columna final incluimos los signos líbicos a los que, por su semejanza notoria, pudieron servir de apoyo los fenicios en el uso de los grabados bilingües de Thugga. n ' FRIEDRICH. G ramá;• ti c„ a „ ciitt. , npáacgr. 1i Vy c » - u" a dros finales I, H y III; FOSSEY, ob. cU., págs. 64 y 83 ( DUSSAÜD y FÍVRIER). 45 Loa alfabetos líbicos 30 Antes de consignar los cuadros generales de los alfabetos líbicos, que fijamos en este estudio, y para su mejor comprensión, vamos a estudiar una docena de particulares muy importantes. Porque algunos tratadistas erraron en la explicación del problema o no acertaron a comprender su total alcance, por no darse cuenta de que algunos caracteres de los alfabetos líbicos eran herencia clara del alfabeto matriz, mientras otros eran innovaciones propias del numídico o del tifinag, o hábitos desarrollados en su proceso histórico. Y no siempre resulta fácil y claro descubrir lo que hay de uno u otro factor en la amalgama de signos de estos alfabetos. La ordenación del alfabeto 31 No está reconocido el orden originario de los signos en los alfabetos líbicos,^ ni siquiera los libistas siguen una pauta uniforme.^ Sabemos que los alfabetos fenicio y hebreo, como los de la mayoría de los pueblos cultos: griego ( alfabeto), latino ( abecedario), árabe ( alifato y antes abyad), etc., ordenaron sus signos según la norma que tenía el alfabeto° básico original de Ugarit ' Se planteó el problema sin resolverlo BASSET, apud FOSSEY, pág. 136, pero él mismo aigac distinta ordenación en sus alfabetos: numídico y tifinag. ' Asi FoucAULD, en su gran Diccionario del Ahaggar y en el Abrégé, citados, respeta el orden alfabético del francés; pero orden distinto sigxien HANOTEAU en Tamacheq (' pkg. 3) y DESTAING ( pájfs. vi- viii). GEORGES MARCY ordena también diversamente los signos de sus listas alfabéticas numidicas, tifinag y sahariana: Épigraphie, píg, 165 y Tifinagh, pág. 112. ' HERDNER, apud FOSSEY, pág. 47; VIROLLEAUD, L'abécédaire de Ras Shamra ( GLECS, V, p. 1950), pág. 57; DIRINGER, L'Alfabeto nella Storia della Civiltá, Florencia, 1937, pág. 249.— Para el semítico los hebraístas señalan con razón los himnos y salmos abecedarios de la Sagrada Escritura. 46 o Ras Shamra, que copiaron y vulgarizaron los fenicios, según consta en las recién descubiertas tabletas de sus escribas. Sería por tanto razonable ordenar también el alfabeto líbico según la pauta ugarítica; pero, además de no ser fundamental para nuestro actual estudio, tampoco podemos en todos los casos garantizar la dependencia y puesto indudable de algunos signos. Seguiremos, pues, un orden arbitrario en espera de mayores seguridades, hasta en nuestro cuadro numídico ( Fig. 10). Tres tipos alfabéticos líbicos 32 Como ha señalado Basset,* lo mismo que en tifinag se registran hoy variantes locales, también debieron existir en las inscripciones líbicas antiguas; y nosotros señalaremos luego algunas ( núms. 36 y 40: variantes de forma en las puntiformes y variantes de valor para el signo N por orientación) en las inscripciones llamadas numidicas o de Thugga. Pero es seguro que a pesar de ello podemos incluirlas en dos tipos alfabéticos: el antiguo tipo numídico de las inscripciones de Thugga ( Túnez) y zonas cercanas, y el moderno tipo tifinag de los tuaregs. Carecemos en cambio de precisiones para la fijación de otras variantes posibles, que hemos llamado maurusio ( Marruecos antiguo), sahariana arcaico ( textos antiguos del Sahara occidental),' getúlico ( por la Gaetulia romana) y otros que pudieron existir. Pero demostrada, como veremos, la derivación del tifinag de un tipo anterior parecido al numídico,^ hay que suponer, o que ' FossEY, pág. 139. = Creó este nombre Marcy; Foucauld habla de tifinag arcaicos o antigaos, que consideramos deben de incluirse con los de Marcy. FossEY, págs. 136 y 139. » Al tratar luego ( n° 40) de la orientación de los signos líbicos señalamos, que 47 ambos proceden de un tronco común ( que llamaríamos getúlico o sahariano), del que salió primero la selección de Thugga en época de Masinisa, o que una variante contemporánea o el propio numídico de Thugga es el tronco de los tifinag. Además de que siempre son posibles fases intermedias de evolución y variantes locales en un alfabeto extendido desde Túnez a las Canarias, las inscripciones occidentales antiguas registran^ signos ausentes de los textos de Thugga y de los alfabetos tifinag, aunque por éstos puedan explicarse. Mas la ausencia de bilingües entre los textos en sahariano arcaico, y la falta de medios para establecer variantes alfabéticas, dejan muchas dudas al querer establecer en ellos tipos alfabéticos diferenciados. 32 Por todo ello es necesario, como hipótesis de trabajo, reunir frente a los dos tipos bien notorios de alfabetos líbicos: numídico y tifinag, otro tipo, que llamaremos sahariano arcaico o getúlico, pues el nombre no hace la cosa. En él irán englobadas de momento todas esas variantes locales y fases evolutivas, todavía imprecisas, que divergen del modelo de Thugga, y no entran tampoco en el tipo tifinag. Este cuadro alfabético será presentado por nosotros, junto al estudio sistemático de los textos para discutirlo en sus detalles, en la parte quinta de este trabajo. Mas será conveniente adelantar ya que este tipo sahariana arcaico está en relación con los otros dos más conocidos, por los siguientes puntos. El sahariano arcaico puede representar el original del que por selección de Masinisa se sacó el modelo numídico ( figura n" 20); o bien una fase paralela al numídico, de donde salieron los modernos tifinag, o por último un alfabeto distinto, pero hermano de ellos. La bilingüe de Lixus,'' considerada de tipo occidental o sácala orientación del trazo recto en los tifinag corresponde a la norma de las horizontales de Xhug^ ga, no a la forma cronológicamente más reciente de las verticales de Argelia, correspondiente al Imperio Romano. ' CHABOT, RIL, pág. VI; MARCY: Tifinagh, pág. 99. * Véase nuestro capitulo 17. 48 riano, veremos que no tiene signo alguno ajeno en forma o valor al alfabeto de Thugga, y las razones de procedencia común de los alfabetos numidico y tifinag, luego apuntadas, alcanzan por igual al tipo sahariana arcaico. Casi todos los signos incluidos en el alfabeto sahariana arcaico tienen valor seguro. Unos son signos panlíbicos, de valor cierto por la concordancia de los otros tipos alfabéticos mejor conocidos; otros corresponden a fases claras de evolución entre el numidico y el tifinag, con cuyo proceso evolutivo hay que valorarlos, y los restantes, no presentes en Thugga, son similares a los tifinag, o puede descubrirse el original ugarítico o sudarábigo que los explica. Como base para este estudio del sahariana y para apoyar nuestra valoración del alfabeto numidico en que están redactados los textos de las tres partes siguientes de este estudio, hablemos ahora solamente de las relaciones del numidico y del tifinag. Interdependencia de loa alfabetos numidico y tifinax 34 Nos parece de aceptable certidumbre que el tifina ¿ dcñva de una fase idéntica o al menos hermana del alfabeto numidico de Thugga. Pues ambos alfabetos están forjados de manera muy semejante, y es tan igual su sistematismo representativo, mientras se apartan tanto de la estructura de los alfabetos mediterráneos próximos, que es obligado reconocerles un origen común, y por tanto derivación de un tipo similar a ellos mismos. El examen de nuestros dos cuadros ( figs. n 21 y 22) permitirá al lector advertir esa igualdad de formas y trazos de los signos líbicos, su idéntica seriación sistemática de tipos y análoga dependencia del valor sobre la orientación del eje de simetría del signo con la dirección gráfica. 49 Alvarez, 4 Ahora debemos señalar ciertas variantes formales, creación líbica, que se presentan hasta en un mismo texto y no afectan el valor del signo. Así ( fig. n" 13) se graban signos con trazos, ora curvos, ora angulosos, de valor idéntico. O los signos se disponen de distinta forma respecto del renglón de escritura ( fig. n" 13) sin que ello afecte a su lectura. Pero mientras esta libertad es grande en los grabadores nu-mídicos y saharianos antiguos, los iifinag van fijando cada vez más una posición obligada del signo para su trazado, como hacen los calígrafos semitas, griegos y latinos. Y esa señalada comunidad de origen numídico- tifinag se advierte de forma categórica en tres detalles que nos quedan por señalar. La comunidad de signos panlíbicos ( fig. n° 15). La derivación de valor de algunos signos tifinag sobre sus homólogos numídicos, por proceso fonético fácil ( fig. n° 16). Y la clara derivación de los signos puntiformes tifinag sobre signos numídicos de trazos rectos ( fig. n° 17). Y es conclusión importante de lo dicho sobre esos signos panlíbicos persistentes, homólogos y derivados, la que naturalmente mantienen esos valores en todas las series alfabéticas líbicas y por tanto también en sahariana arcaico. 35 La derivación líbica de los signos puntiformes del tifinag,^ B meo S 0 GO txi oo ÜAV ) : i Ann >- 3- b b> s r s g m d t • Fiy. n° 13 • FOUCAULD y BASSET, apud FOSSEY, pág. 140; MARCY, Tifinagh, páys. 100- 103 y Épigraphie, pkg. 146. 50 o sea la, sustitución por puntos de los trazos rectos numidicos, es un hecho admitido por todos los tratadistas. Sea cualquiera el móvil o factor humano determinante de este proceso/ debemos reconocerlo como una evolución reciente y un desarrollo peculiar del grafísmo líbico. Ya está iniciado dentro del sistema numidico, pues mientras los textos de Thug-ga antiguos no emplean el signo puntiforme con valor vocálico, muchos textos numidicos y líbicos arcaicos^ emplean ya el punto con valor del trazo recto. El signo puntiforme fue primitivamente sólo un signo diacrítico: servía para separar las palabras ( en líbico de Thugga y en ugarítico), o para distinguir algún signo de otro similar.^ Después los grabadores se habituaron a reemplazar la barra por el punto, y muchos signos trascribie- ^ M ^ W Z M 1h ^ tx^ xjX m B + x zz^ HI am í>^ s k f > g b t i z z • Fig. n" 14 ron sus trazos rectos por puntos; la comparación de dicho cuadro n" 17 con sus ecuaciones de valores garantiza la sucesión de los puntiformes tifinag sobre signos numidicos de trazos rectos. • Se ha . o. pechado la grabación en la piedra de lo. trazos mediante punto, luego unido., y en el empleo . ilenciow de lo. ti/ lnag en la. conver.. c. one. galante, de lo. tuareg. el trato debia tólo apuntarae en la palma de la mano. ' CHABOT, RIL. pág. XXIII. , _, ,^ Q„ « Aparecen punto, . ep. rativo. en la. horizontale. de Thugga ( CHABOT. RIL. página. 1- 7. núm.. 1 a 11). inclu. o el grabador líbico met. ¿ el .. gno puntiforme . eparativo en el texto púnico, donde no e. » . « al. En ug. nt. co . enalan lo. autore. SI Laa laringales 36 Casi todos los idiomas primitivos poseen fonemas laringales, y se sabe^ que esas llamadas laringales son fonemas compuestos Pei^ stin'fe% an -^ A/ Z 3D n n A + X II 2 Moo s 1 A/ urntc/ fco Y 7H/ n9£. i ,9 m d t 1 { rar » « / » TTj/.) n Fiy. n" 15 de un apéndice o elemento glotal o vocálico que colora o tiñe el otro elemento: oclusión, fricación o espiración consonantica unida a él. ( HERDNER, apud FossEY, ^ k%. 45, núm. 5) el empleo de la cabeza de clavo trUngfu-lar ( o punto) en posición vertical como signo separativo, y rara vez el clavo vertical ( empleado en sudarábigo) con igual valor separativo. ' A. CuNY, Inviiation a l'étade comparative des Langues Indo- européennes et des Langues Chamito- Sémitiques, Bordeaux, 1946, págs. 134 y sgs.; M. COHÉN, Essai Comparatif sur le Vocabulaire et la Phonétique du Chamito- Sémitique, París, págs. 76 y sgs. 52 Esto los hace de una inestabilidad innata, por lo que en evolución posterior fácilmente pasan a vocales o consonantes puras, o desaparecen absorbidos por fonemas en contacto. La existencia de fonemas laringales en semítico y en camitico común es fenómeno comprobado por los comparatistas citados en la nota, y sabemos que el egipcio antiguo y el ugaritico tenían signos peculiares para representarlos. A/ um/ c/^ co, ^ MW • f- - I - > 0XR • 0 O HI 3m ÍT • f b- bs ph { raro) z • z Tr// ffá ¿ ^ • i' X « • 0 SemcD HI as 9 i s s b y z. d (/. { 2. ( 3. ( 4. ( í. Fig. n° 16 Notas a la fig. 16. Se conocen bien estas evoluciones fonéticas: 1) S, é, ¿ pasaron en varias lenjfuas a y, y. 2) / bh también se hicieron gU, VJ, g. 3) ps ( gr. 4 » ). bs pasaron a SS, S. ^^ ph { gT. if) se hizo en latín y romance / , o. 53 Sf^ ttoS con au ritos <^* ácr/ 7Tcos: /^ umítJTco. 0 b TrJ- íná ¿ . 0 s SfohoS puntt^ orntes c/ efftfttdos: A/ utn/ d^ cos. Tf^ ín^ g- — • 2- ya . a- i s u ! u = y- y ' % III y- g ••• q Ugarftico y sucí^ ráh'go, ', - nfngono — A/ umfJ^ cos. TM/ fta£. 5 o i h "^ r k •: k QufJia ^ ( g ) o ^ ( k ) ^ e/- o mejor ej a& do k Jé/ t^ cfo, Ky. n" 17 A/ t ^ orni^ S Vumfc/' co - • í^ umíJíco = U/ untiJíco = III ¿ . \ 5ahárí* n9 m = Wumt'e/ t'co s Sfpno S » nfc/ o se^ ún: Marcy ( Aeáot Sasiét JI/ QS. z z - h - a a- i u u - w u y y - g g - q o h h 3- h- á a a u - w u iy- g- h,| g - h j g - q a - i - u w w Y q z z- h- a a- i u- w u - w u - w i- y- ih y- h- g g - q o o- h h S/ fnf/ áre^ f f h í í "••" : y p s i l on I e J ! I ' o- ii JTTY , , > o- u Fig. n° 18 La homología de los signos ugariticos y líbicos para las laringales de la adjunta fig. n° 18, prueba que los signos líbicos fueron laringales puras, aunque su valoración en los alfabetos conocidos sea la establecida por nosotros. Obs « rvacione « al cnadro de la ñg. n° 18 37 1* La sustitución del trazo horizontal o vertical por el signo puntiforme, hecho comprobado en líbico, asegura la sucesión del signo numídico por el iifinag. Mas no siempre está comprobado el empleo de ambos en sahariano. 2* Estas laringales en varios dialectos berberes acabaron en una sola aspiración o desaparecieron, pero su valor primitivo era diverso. Sobre los datos de Cuny, Cohén y nuestro estudio, consideramos que el signo n° 1 era constricción glotal espirante fuerte de matiz palatal; el n° 2 velar fricativa dulce con apéndide glotal; el n° 3 fricativa dulce palatal enfática, y el n° 4 oclusión fuerte glotal y velar enfática. 3° Nuestro signo de trascripción representa el valor predominante de la evolución de la laringal en la fase histórica apuntada, aunque coetáneamente pudieran existir variantes dialectales.^ Es problemática en sahariano, aunque muy probable, la variedad de valores, por este motivo. 4' La representación de Marcy ( hi, h2, hg, hi) es aparentemente confusa, pero su valoración' científicamente exacta, pues considera: ' Al estudiar el sisfno n° 1 ( z = za = ya) en las bilinsfües latinas de Zaedon, advertimos el doble valor de la z en latín vuljfar. Lo mismo acontece en los dialectos berberes, donde coetáneamente se registran las formas amazig, amahag, amaceq, amaieq o amageq « berber » . Esto explica que en formas saharianas el aigao 1 pueda leerse z, h, y. ' MARCY, Epigraphie, pkg. 16 y cuadro final. $ 6 hi laringal espirante, reducción de z en tuareg. ha velar espirante, evolución normal de lu. hs palatal aspirante, posible evolución de ii o iy > g^. h4 laringal aspirada cercana a ' ayim, que el púnico valoró a, 5* Los signos ugaríticos similares, de ecuación formal bien notoria, son también laringales^ y de carácter parecido a nuestras valoraciones líbicas. 6' El valor O ( quizá ' o), del signo n° 4, y el valor i, y, y, del n" 3,^ podrían variar un tanto ( velarizándose) en función de su orientación, como aparece en sus derivados tifinag, pero tal divergencia no está asegurada para el numídico, donde a veces una misma palabra aparece con el signo n° 3 grabado con ambas orientaciones y trascribe diversamente Marcy. Sistematismo del alfabeto líbico 38 Siempre llamó la atención de los estudiosos » el sistematismo u ordenamiento formal de los signos líbicos en series, bien numéricamente escalonadas, bien discriminadas por signos u orientación, bien por repeticiones, soldaduras o geminación. . HERDNER, apud FossEY, pág. 45. n° 6; FR. EDR. CH. Z « den « ^'^ f « ''* f f f *;" des Ras Shamra Alphahets. apud Zeitf. Assyr. ( 1932- 1933). p. 135; V. ROLUAUD. L'abécédaire de Ras Shamra ( GLECS, V, pájf. 57). ,„,:„,; « „-. « Véase en nuestra Tercera Parte ( Bilin,^ e. ^^^'<>-^^'^^' V'''^'^ Zt^ de Cayo Masulo ( CHABOT, RIL. n » 146). de N. bdasen Comxan. s ( CHA. OT. RIL. número 145) y la de Chinidial ( CHABOT. RIL. n' 252). f^- f.^'^^^^;^^ '""" en nombres trascHtos en . a « n y . a vo. HBica « n ^ ^ ^ : ^ S : ^ ^ ^ en s Además de MARCY. Lihgques, pay. 11. y °""" ir.„, s- . , ocuoó del su. citados estudios del origen alfabético Ubico, tamb^ - E » f^ » — -^^^^^^^^^ problema A. TOVAR. « Bol. del Sem. de Arqueoloj^ ia y Arte » . Un> v. ( 1944- 1945). pág. 75. 57 — z s u 3 ni y- y 1 n II 1 • a- i : u 5 k • •• q •: k 1 h y ^ fitas. U^ ritToiS. T % f z TT ? V s TTT I E - i t >- t - « ' i » ••- n t= P t: » - k ^ h ZIT M á) pors^ hQS d^ icr/ f/ cas. U O ' Q 0 b s B e b i) pot orfentácfdn: D 5 m '^ HA d c e s Q 5 A/ tf/ n/ d/ cosi < g 1h k. gg n d g t- dd + 0 st « í* nk •+ 3 mt OD nb Fiy. n" 19 Pero en vez de considerar esta circuntancia o carácter del alfabeto caprichosa y debida a tendencias infantiles o primarias, o juzgarla hecho sin precedentes y exclusivo del líbico, tal seriación fue ciertamente heredada del alfabeto ugaritico. Sólo la geminación y soldadura de varios signos es proceso líbico propio, que inició el numidico y desarrolló extraordinariamente el tifinag. Bastará para ello cotejar las semejanzas consignadas en la figura n° 19. Valor de loa algnoa líbicos por su orientación 39 Llamamos orientación del signo en los alfabetos ugarftico y líbico la posición del eje de simetría del signo en la misma o diversa dirección que la marcha de la escritura.^ En los alfabetos sudarábigo, fenicio, griego y latino,* los signos normalmente no cambian ni varían su orientación, y cuando esto por accidente ocurre, no influye en el valor del signo. Otro tanto acontece en algunos signos de los alfabetos líbicos, que no tienen eje de simetría ( ni por tanto posible cambio de orientación), o, aun teniéndolo ( fig. nM4), por evolución histórica se han escrito sin tener en cuenta la orientación del trazo para determinar el valor. La tendencia a colpcarios siempre en un solo sentido se ha fijado casi obligatoriamente en la mayoría de los alfabetos tifinag, aun en los signos puntiformes. ^ ^ Pero la mayoría de los signos cupeiformes ugaríticos, y muchos signos líbicos con eje de simetría ( fig. n" 19), tienen su valor fonético dependiente de la orientación gráfica del signo. Y esta « Y. Marcy hizo hincapié en e. t. problema por ej. Épigraphie. pág. 142. í Véate FossEY. pégs. 64, 71, 83, 102 y 185, « Id. ID., pkgB. 30 y isr » . y 48. S9 ley primaria y fundamental del líbico, heredóla del ugarítico, y su pérdida progresiva y reciente es evolución líbica propia. 40 Y hay tjue destacar en esta evolución un hecho singular por su importancia para la interpretación.' El trazo horizontal escrito eti el sentido de la marcha de la escritura en las inscripciones horizontales de Thugga valía Z ( mientras el vertical o de orientación trasversa al renglón valía N); pero estos signos cambian de valor en las inscripciones numídicas verticales ( al menos con seguridad en las bilingües púnicas y latinas) de la zona de Argelia, que pueden fecharse en los primeros siglos del Imperio Romano ( Véase figura n° 20). En todas éstas no sólo las que ya emplean signo pun-tiforme igual a Z, el trazo vertical escrito en la misma orientación de la escritura vale N ( mientras vale Z el trasverso y el puntiforme). Y la importancia para la historia del proceso es notoria, porque la orientación tífinag de la N ( trasversa a la orientación de la escritura) continúa el hábito de las horizontales de Thugga, y no de las argelinas más recientes. Por otra parte, ambos datos nos dejan dudas sobre el valor qii « debemos dar a tales signos en el alfabeto sahariana arcaico establecido, tanto en su fase primitiva o getúlica, como en sus fases posteriores o pretifinag. Porque en la bilingüe de Lixus no aparecen tales signos, y otras inscripciones tienen a veces ambos signos u orientaciones hasta en un mismo texto. 41 Lo dicho nos permite establecer con bastante seguridad los dos alfabetos líbicos más importantes, que registran las figs. números 21 y 22. ' No bien advertido este hecho por Marcy como por otros ( BASSET, apud Fos- SEY, pá^. 141), le hizo caer en errores de valoración y cambios de lectura innecesarios. Véase Libyques, págs. 105, 120, 137, 145 y 14 , y Épigraphie, páginas 142- 143. 60 Fig. n° 20.— Signos numídicos de diversa orientación Signos y valores: suponiendo la dirección de escritura ^ Thugga ( horizontales): Argelia ( numídicos verticales): Tifinag ( Foucauld: horizontales): — ( z) I ( n) I ( z) — ( n) • ( a) I í") = (") II ( 1) = ( u) ( I ( 1) : ( u) II ( 1) N. B. Se advierte que el cambio sólo afecta a los dos primeros valores. Ejemplos en nombres propios, respetando su propia orientación b) Numídicas verticales de Argelia: a) Horizontales de Thugga: I 2 k II H " " ^ ( aU- ZuLaLSan- bijodeZulalsan'. RILn° 2 II-: IJ I: I i- II: b) Tifinag ( Foucauld): ( aMeNuKaL ' rey'). ( aUL- iGeNnaUeN ' ojo en las nubes' sobrenombre de mujer). ( aMeNnA ' sequía' y nombre de mujer). + c o I ir 11 ( a) 4- 4- ir . . » ( b) + u C I ( c) ( d) a) RILn° 72 = aU- KiNuRiDaT. b) RIL n° 151 = ZaKTuT. c) RIL n° 153 = SiMiTiLiNe. d) RIL n° 252 = CHiNiDIaL. N. B. Las lecturas consignadas son seguras en tifinag, y garantizadas por las bilingües y sus correspondencias latinas en las otras. Fig, n" 21.— Alfabeto numidico de Thugga N"! ( a) 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 I . Signo ( b) • — D 0 1 ^ 1 \ n r\ A Bi III H I 3 - >->- = z / v í= M 4^ II 3 : 5 1 c c Xi^ 8< « X> 4 í^^ » H-G 0 I22I + X I23J u 24 2f 2Í m3 uJ ^ - I - i lili 1 ( c) punto z b Z d y z/ z t u/ w i k k s 1 m n s s f < i " r a s c r i p c i ( d) z n b g d y il^ t u/ w i k ? s 1 m z s s í <; 1 r 1 r - 1 - t i k o/ a t i k o/ a ( e) 3unto'? z b g d h z t u i k v 1 m n s s 1 <; r th. t z q t ó n e r ( f) punto z b S d ?/ i z t u y k •? s 1 m n s s { s r t t z ? •¡> > ( g) 7h,/ a 7h,/ a b g d g hj iy z/ dz 1 u/ w/ h; i/ y k s s 1 m n ts/ d s f s r 1 t z/ dz g/ b:. h. Homólogos en ugaritico, sudarábigo, semítico e itálicoC ( h) |{ K) f ( z) R R ( b) T ( g) " 1 ( g) r < ( g. c) W4- ( d) L/ ( 0 ^ ( y) ^ Ci) ^ ( h) I (^) Z (^) A ( t) f ( t) Jf ( ii. y) ^ ( i) I ( 0 lí = gg í, ( k) H ( k) f ( h) TTT ( 1) A ( 1) U~ ( b) n ( b) 1 ( m) 1*^ ( n) * 7 } ( n) t^- i ( i) ñ ( s) X ( z) txl ( i) EB ( s) A 8 (') í 0 t ( ps) Y ( s) fl. ( 5) 7 ( z) t í t - ( r) C ( r) P 9 ( 0 V ( t) + . X ( t) dd = l m ( t) » ^ • E- < s^ ? ("> JTÍT Cu) El orden de los signos es arbitrario, y la forma de los homólogos señalados se toma a los alfabetos dados en el citado Fossey. Se supone orientación de escritura horizontal y sinistrógrada. Los valores asignados en las columnas de la trascripción corresponden a: c) nuestra valoración en las numídicas de Thugga; d) valores que hallamos en las argelinas libio- latinas; e) valores en las trascripciones de Chabot según RIL, pág. xvii; f) trascripción según Basset apud Fossey, págs. 136 a 141; g) valoraciones de Marcy según sus cuadros de Bilingües, Tifinagh y Epigraphie, citados. Fig-. n° 22.— Alfabeto tifínag moderno 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 Signo • • • ••• • • « : • .: •• • • • •*. > • • r .1. 7- X> 4 > í 30 a o a o oaj 9B II 1 : i ) 3 UVA í) + X m333 ^ X % ^ lí ^ D ' ^^ H « ^ ^ ? ^ ^ t T Valor a / i u/ w K/ Y/ g q/ k k. h h ? ? r • b 1 n m d t d;? ?/? 1 z f V c V 1 ^ z/ y y/ i n Ligaduras con N y T. Y ( nk) • 4: ( gt) ¿ (? t) CH- ( rt) GH- ( st) Cq ( nb) < D+ ( bt) H- l ( It) t ( nt) " b ( mt) f ( nd) ^ ( nd) - Q ( t< dtt) + 5 (? t) , Homólogos en ugaritico, sudarábigo, numidico, semitico y grecolatino. C:>- ( k) - i - ( g Numíd.) Jf (( Numid. >?" > g) < D ( w sudj ' P ( gr. ph) sudarábigo " fH^ ^ " jp. ( t) Numidico J ( m) y '- ( s) sudarábigo J) » J ( t) numidico < ( 5) Se supone la orientación de la escritura horizontal y sinistrógrada, y arbitrario por mera semejanza externa el orden del alfabeto. Seguimos los datos de Foucauld, Basset, Marcy, Hanoteau y otros tratadistas citados. Aunque son muchas las variantes dialectales, y espirantes en un dialecto las oclusivas puras de otros, así como africadas las otras veces fricativas, consignamos el valor dominante. Para las derivaciones puede ver el lector lo que decimos luego a propósito de las del sahariano. Y sobre los homólogos ugaríticos, numídicos y sudarábigos los alfabetos correspondientes en Fossey, citado, págs. 48, 141 y 102. CAPITULO 5 PROBLEMAS, ALCANCE Y GARANTÍA DE NUESTRAS TRASCRIPCIONES 42 Si bien estos capítulos podrían ir al final del trabajo, como resumen de conclusiones logradas en nuestro estudio, van aquí por reunir un grupo de datos a que hemos de referirnos en ios ca>- pítulos siguientes. Pues hemos considerado conveniente, al interpretar en este libro las inscripciones líbicas, vocalizar y trascribir con precisión las voces y fórmulas púnicas y líbicas de esos textos, aun reconociendo lo dudoso de algunas restituciones. Asi se perfecciona nuestro conocimiente de ambas lenguas, y se precisan las restituciones fonéticas originales. En algunas inscripciones los textos líbicos van asociados a versiones en latín o en púnico, siendo bilingües algunos grabadores. Otras muchas voces también nos son conocidas en lecturas líbica, púnica, latina y griega, simultáneamente. Las trascripciones en latín y griego son del mayor interés para nuestras lecturas líbicas y púnicas, dadas en alfabeto silábico, por reflejar el exacto fonetismo con que las oyeron sus contemporáneos. Por ello damos al lector ciertos particulares y bases de prueba, para valorar con exactitud nuestras trascripciones. En este capítulo van unas observaciones que alcanzan por igual a lo púnico y a lo líbico, y como la estructura del púnico se conoce mejor por la comparación semítica, en el capítulo siguiente precisaremos otras particularidades de las restituciones líbicas. 61 Lo hipotético y el asterisco 43 Bastantes seguras son, por los medios a nuestro alcance, las restituciones fonéticas que damos, reduciendo al mínimum sus puntos dudosos. No obstante, los lectores deberán considerarlas siempre problemáticas en sus matices de vocalización y cantidad consonantica, pues estos detalles pueden discrepar en el habla local del grabador de la piedra, que siempre desconocemos. Mas pareciónos inadecuado reiterar penosamente en todas nuestras vocalizaciones el asterisco, usual en lingüística para las formas no documentadas. Porque, en las restituciones que damos, siempre conocemos con exactitud el esquema consonantico radical de la palabra; muchas veces tenemos vocalizaciones latinas y griegas de formas idénticas o similares, y siempre podemos asegurar que nuestra restitución es al menos una variante, garantizada dentro de la estructura púnica o líbica estudiada, de la local del grabador, si ésta era distinta. El vocalismo 4 4 Un fallo que para nuestro propósito presenta la ortografía silábica de los alfabetos púnico y líbico es el no escribir éstos las vocales. Sólo las trascripciones en latín y griego de voces púnicas y líbicas nos indican con precisión y seguridad absoluta el modo, cantidad y matices del vocalismo. Son claras al respecto las formas púnicas escritas Magon, Boncar, Abdismunis, binuthi, su/ es, liful, etc., y las líbicas Micipsa, Massugrada, Chinidial, Masinissa, misiciri, Thelepie, Sicca, Urusi, etc., aunque alguna no esté registrada en su ortografía púnica o líbica. En ocasiones, para resolver el problema, sin vocalizaciones latinogriegas, tenemos ciertos indicios para el púnico por la comparación semítica, y para el líbico por la berber. Mas sabemos 62 que el púnico^ alteró cantidades y timbres del vocalismo cananeo primitivo, y perdió algunas vocales primarias. Y cambios análogos debemos sospechar entre el líbico de Masinisa y los actuales dialectos berberes. Otro de los puntos ligados al vocalismo líbico y púnico es el de las laringales grabadas en ambos alfabetos, que tienden siempre a vocalizarse. Los punicistas- ya señalaron la rápida desaparición de las laringales fenicias arcaicas, que en la articulación vulgar neopúnica perdieron su elemento consonantico, quedando reducidas a puras vocales, como siglos antes había hecho el griego al tomar para sus vocales los signos de la laringales fenicias A, E, H, O. Y mientras el líbico emplea escasamente los signos laringales, el púnico lo hace con redundancia, hasta llegar a su plena vocalización, grabándose mediante ellas las vocales de nombres romanos ( núm. 52). Y algo similar veremos ocurrió a la laringal líbica más frecuente ( Y) en textos líbicos tardíos ( n° 51). Así estas laringales { álef, he, cáyim), como los semivocales yod y wau, pueden actuar en la ortografía púnica como matres lectionis ( con desarrollo de un elemento vocálico de timbre análogo, que las convierte en vocales largas), pero también representan en ocasiones dos elementos primarios separados. Y en el uso neo-púnico y líbico tardío se introducen ( sin ser radicales) para representar una vocal simple, nunca grabada en fenicio y líbico arcaicos. Variaciones de timbre 45 Naturalmente las vocalizaciones latinas y griegas de una palabra nos sirven para establecer el vocalismo de formas de estructura análoga. Pues si un nombre púnico correspondiente a segolado hebreo viene dado por milk ' rey', y encontramos registrados los participios sing. sufes, pl. iusim, nos será lícito extender esas vocalizaciones a palabras similares. ' FRIEDRICH, n" 74 y sgrs. ' FRIEDRICH, n" 12 y sgr » .; HARRIS, pájs. 4 y 9. « S Pero a veces las trascripciones latinogriegas no son idénticas en absoluto en cuanto a su timbre vocálico para un mismo nombre o formas análogas, como Bodastar y Budastar, Metan, Mytun y Mutthun; o rofe y safes; iasim y dobrin; todas ellas recogidas en el índice de Harris. Tales divergencias obedecen a dos factores. Uno, la mejor precisión ortográfica, o más clara pronunciación de los trascripto-res griegos o latinos de los textos. Otro, diferencias de timbre, bien conocidas entre estas lenguas y el idioma forastero, cuyas voces trasmiten. Pues sabemos que las vocales de los romanos eran más oscuras que las de los griegos y de los hispanos contemporáneos de Cicerón, y otro tanto debió de acontecer respecto de las líbicas y las púnicas. Mas como tales fenómenos de variación son corrientes en quienes hoy mismo hablan idiomas distintos del materno, esas variantes de timbre, menudos detalles y calidades de aire fonético de los trasmisores, deben ser marginadas en nuestras vocalizaciones. Conaonantea gemlnadaa 46 La geminación de consonantes ( consonantes dobles o largas) es de origen fonético ( fusión de consonantes o alargamiento compensatorio) o de carácter morfológico ( función gramatical o intensidad expresiva). Pero tales geminadas, comprobables por las trascripciones latinas y por la comparación semítica y berber, no se escriben en líbico ni en púnico. Así las trascripciones griegas y latinas de nombres como Hannon, Hannibal, Massagrada, Muithan, etc., tienen sus grafías púnica y líbica con un solo signo consonantico. Es sabido que ni la ortografía púnica antigua ni la actual tifinag consignan consonantes geminadas, como tampoco lo hicieron los latinos hasta el siglo III a. C, ni los semitas, y sólo el neopúnico la 64 practica en raros ejemplos y por imitación latina,^ como también hacen otras escrituras de todo el mundo. 47 Y subrayamos esto, aunque ciertos autores piensan de otra manera, porque son inadmisibles sus explicaciones sobre los si-gfuientes casos, que proponen como prueba. Así la oposición de las grafías nbddsn y nbdsn, de un mismo nombre líbico, no indica en la primera una g- eminada gráfica.- Porque indudablemente nbddsn debe leerse no Nabeddasen,^ sino Nabdadsan, forma primitiva evidente, que con ligero cambio trascribió Salustio^ en su latino Nabdalsa. Y de aquella primera lectura Nabdadsan derivó en el líbico posterior, por evolución frecuente y fácil en cualquier lengua,^ la grafía líbica más reciente nbdsn, que deberá leerse Nabdasan. Otro tanto ocurre con el topónimo líbico designador de Dougga, que el latín escribe Thugga, y debemos explicar sobre el originario tbgg leído Tubgag y no Tebegga o Tuzvegga.^ Porque la grafía original tbgg líbica, como la púnica antigua tbgg, deben vocalizarse sobre su variante neopúnica tbg<: g, registrada por Harris y Chabot,' grafía más reciente y clara por tener un ^ áyirn, normalmente vocalizado A,** separando los dos gímel radicales. Y esta evidente lectura neopúnica sin geminada está además muy conforme con la posible etimología del topónimo.^ ' FRIEDRICH, n° 97 b. ' FÉVRIER, pág. 265. ' Así MARCY, Bilingües, páy. 138, e idea de Février y otros. * SALUSTIO, lagurtha, LXX, 2: socium sibi adiungit Nahdalsam hominem no-hilem; LXXI, 1: forte Nabdalsa exercito corpore fessua, etc. En la forma salustiana hay pérdida de nasal líbica ( cf. Masinisan ^ Masinissa) y cambio d por / como en latin sedeo: solium; sedla: sella; olere: odor... ^ Es frecuente en todos los idiomas la reducción del ^ rupo ds >• ss ^- s. ^ Asi MARCY, Bilingües, pkg. 25; mas ya FRIEDRICH, n" 38, establece la buena lectura en su tuwgag, ' Datos en CHABOT, RIL, pág. 1, y HARRIS, pag. 154 al fin. « FRIEDRICH, n° 107 ( 3). » La creemos derivada de tubgag ' las ovejas', plural dialectal con timbre u predominante del tuareg tabaguq, pl. tibgag, femenino de abagug ' res ovina', pl. ibgag ( cuyo vocalismo conocido en g'uanche es ¡/ ubaque ^ ovejas gordas'). FOUCAÜLD, pá- 65 Alvarez, 5 Por tanto, no es válida para la ortografía líbica, como tampoco para la púnica de Cartago, la regla formulada por A. Basset:^ « rnais deux consonnes identiques, méme en sequence immédiate, sont tous deux écrites>, norma que no practica ningún berberista ni texto alguno / í/ f/ ia^ registrado por Foucauld, Hanoteau, Motylinski, etcétera.^ Cuando en ortografía tifinag hallamos dos consonantes iguales ( por ejemplo unnng, léase iuan neneg ' las bestias de nosotros'), o es preciso suponer entre ellas una vocal, al menos semibreve, o cada letra pertenece a palabra distinta, mediando entonces una cesura articulatoria. Por consiguiente, nunca hay una consonante larga o geminada, sino dos fonemas separados. Y jamás el tifinag graba con doble signo las geminadas de los afíjos pronominales ( como ennem ' de ti'), ni las de los verbos o nombres como akku, mellul, agemmud, messau, midden, agenna, azzenef, abeggi, suttef, etc., que el lector encontrará escritos con una sola consonante en su grafía tifinag en el Diccionario Ahaggar del P. Foucauld. Ni hay el menor indicio de que el líbico epigrá-fíco antiguo empleara alguna vez regla distinta. Dudas sobre el valor de ciertas geminadas 48 Si debemos aceptar generalmente la geminación gráfica de las lecturas latinas de voces púnicas y líbicas, es problemático en ocasiones su valor fónico. jfina 34. Éste en Abrégé, págs. 3 y s^ s., recoce muchos topónimos derivados de nombres de animales. 1 BASSET, apud FossEY, pág. 135. Sospechamos lapsus de expresión, y pensamos si Basset pretendió decir otra cosa. Pero su reyla la aplican al líbico F£ vRiER ( pág. 265), MARCY ( Bilingües, pkgs. 24, 60, 96, 116 y 138) y otros, por lo que conviene sentar la buena doctrina. ' Por ejemplo HANOTEAU, Tamacheq, pkgs. 33 y sigs. y los textos que luego trascribe, vocaliza y traduce ( págs. 132 y sigs.). « 6 Ciertas g^ rafías latinas como Massinissa o Masinissa, correspondientes al líbico y púnico msnsn ( = masinisan) representan probablemente una moda latina. Pues el sufijo grecolatino - issa muy usual, pudo meterse sin necesidad en la trascripción líbica. Y el latín, que perdió la s sonora en el siglo IV a. C, trascribía antes por 55 la s sorda intervocálica,' y en sus trascripciones da por una misma s ( sorda), tanto el sámek ( s sorda) líbica y púnica, como el áin ( sonora fuertemente paladial) de ambas lenguas. Si a tales indicios agregamos la tardía grafía neopúnica m<' sidn<' s'' n,'' plenamente vocalizada, pero sin geminadas, resultarán carentes de valor fónico las ss dobles de Massinissa. Iguales dudas surgen ante alternancias coetáneas gráficas de un mismo radical, como Massulus, Masylus y Masaesilius; Massiva o Masiva y Masintha, frente a Massenagan,^ aunque esta última podría ser un compuesto ( mas • senagan) del nombre de la conocida tribu berber de los Zenagas. Caso distinto puede ser el de zly ( uzzaly ' hierro') a vista de las variantes berberes actuales uzzal, uzal, porque pueden deberse a evolución peculiar reciente.^ Conf ualonea e Imprecisas consonantes 49 Algunas trascripciones dudosas arrancan de escasa garantía de los informes. Tales por ejemplo, ciertas variantes contemporáneas de una misma voz, como Rerycht y Rerriuth, Issicuar e Isiguar, entre las • NiEDERMANN, Phonétique Historique du Latin, pkg. 127, n° 47, 48 y 159 y » í-guientes; STOLZ- SCHMALTZ, Lateinische Grammaiik, pkg. 140, n° 128 y sgt. ^ Tripolitania, pkg. 249 A. ' Tripoliiania, pkg. 249 A. * CHABOT, RIL, n" 1 y nuestro estudio posterior, MARCY, Bilingüe » pijrii » 62, nota 2. S7 que resulta difícil elegir. Y motivos de orden interno al sistema fónico de los trasmisores explican alternancias como Misicit y Mi-zigit, Sicarbas y Sycharbas, Masukrada y Massugrada, variantes conocidas por la diversa energía articuladora del latín y griego^ en las oclusivas. A veces se produjeron en el habla evoluciones y confusiones, como ocurre en púnico^ con las silbantes ( sin/ sámek, dsade, záin), que explican la doble grafía Zamar y Samar, o Sulhlitani y Zu-lalsan. Caso análogo es la trascripción líbica simultánea del citado nombre Zamar por dos signos líbicos de punto próximo de articulación.^ 50 Otras veces la variante de trascripción debe imputarse al alfabeto trascríptor. Un nombre personal escrito con su segura articulación en el latín Pefi ( en declinación latina nom. sing. Pefus) aparece grabado en púnico pp ( por carecer de F este alfabeto) y en líbico j$^( porque éste no tiene P).^ Y mientras las trascripciones latinas binuthi y Thugga nos garantizan el matiz asibilado o espirante del tau líbico y púnico, los nombres Asprenas por líb. srny , ( = asurenai) y Micipsa versión latina del nombre grabado en líbico y púnico mkzusn ( = mikiwsan) obedecen al ensordecimiento normal en latín* de labial agrupada, sin poder considerar oclusiva la semivocal libiopúnica. Es posible que alguna vez las variantes gráficas respondan a diferencias dialectales o a homófonos realmente distintos. Tal ' Basta recordar como ejemplo gr. xuBspváo) y lat- gubernare ... ' Persistente coafusión regfistrada por FRIEDRICH, n° 43 y ag » - t y HARRIS, pá- Srina 22< . * Por dificultades tipogfráficas trascribiremos con frecuencia por S lo que li-bistas y punicistas usualmente dan por S. Ello no es grave, porque de hecho ijr. Doramos si coexistieron en líbico y neopúnico ambos matices ( más o menos africado o fricativo); los neopúnicos confundieron esta consonante con otras silbantes, y el Sin libico lle] r ¿ a vocalizarse yod en tifinag. * CHABOT, RIL, n° 1, pág'. 1; n° 3, pág. 4. » CHABOT, RIL, n° 1. pág. 1. ' Cf. lat. scripsi, perf. de scribo, etc. Véase NIEDERMANN, Phonétique Hiatori-que da Latín, pág. 182; STOLZ- SCHMALTZ, Lateiniache Grammatik, pág. 22. 68 puede ser el caso de dos topónimos bien conocidos: Sicca Venena ( en Túnez, identificada con Bennar o Le Kef) y Siga ( capital de Sifax, rey de los Masesilios, cerca del Muluya). Si están en lo cierto los berberistas^ al considerar estas voces como variantes de un mismo radical panberber esk ' construir, población', nos hallamos ante un caso de variantes dialectales, todavía registradas en el actual berber. Pero tal vez deban explicarse por radicales distintos con valores próximos: esk y seg. Precisiones fónicas 51 Podemos descubrir en ocasiones la exacta valoración de los fonemas púnicos y líbicos, por haberse esforzado los sfrabadores en detallar su pronunciación sobre formas diversas. Así ocurrió al nombre Chinidial de una bilingüe libiolatina,^ que registran varios textos líbicos con las variantes kndil, kndiyl, kndiol, kndizl ( éste último con signo puntiforme equivalente a z = ya). Ello nos fuerza a vocalizarlo kinidiial o kinidiyal con precisión. Otras veces las divergencias de trascripción reflejan fases de evolución del idioma receptor; tales las variantes laguazekanai, lawazekane, laguazekanae,^ trascripciones coincidentes de una misma forma fonética. Pues el diptongo latino ce se pronunciaba^ primero oí ( v. gr. lat. Ccesar = gr. Katoap = al. Kaiser), y después de Augusto convirtióse en e larga y abierta: cambios claramente reflejados en las indicadas grabaciones. Hay divergencias gráfícas aparentes y sin alcance fónico. ' MARCY, Bilingüe » , píg. 30; LAOUST, < He8péris>, 1930, ^ kg. 183. « CHABOT, RIL, n" 223, 252, 280,196,197, 1000. » CHABOT, RIL, n" 72, pág. 20; n° 182, pkg. 46. * NiEDERMANN, Précis de Phonétiqae Historiqae da Latín, Paris, 1931, pájf. 82; STOLZ- SCHIIALTZ, Lateinische Grammatik ( Munich, 1928), páyi. 56 y 175. Todavía una inscripción africana de Gordiano III ( 238- 244 p. C.) coniisrna: Imperator Caitar M. Antonius Gordianus Piuá- Felix. Cf. TripolUania, n" 942. < 9 Sabemos que las. ficticias grafías latinas prehendo, nihil.. .^ en realidad respondían a prendo, nil; y que el yod de las grafías púnica y líbica representa tanto un fonema doble, como el que Cicerón oía en el ht. Maia { = maiia), cuius ( = cui/ us), cuanto un grupo de consonante y vocal. Con esto se comprende fácilmente que es perfecta la equivalencia en una bilingüe libiolatina del nombre lat. Ihimir con el lib. imr ( léase iimir), sin tener que cavilar sobre posibles valoraciones de esa H.^ Dealnenclas 52 Como acontece en todos los idiomas con los forasterismos, las trascripciones latinas y griegas cambian las finales de las formas líbicas y púnicas para adaptarlas a su fonetismo. Como también el púnico y el líbico alteran las desinencias de las palabras latinas que recogen. Así, las trascripciones latinogriegas ofrecen pérdida de consonantes finales radicales: lat. Masinissa por líbico y púnico msnsn ( == ntasinisan); como lat. Mago ( gen. Magonis) por pún. mgn ( = magon). Otras veces cambian por desinencias propias las finales primitivas, o les agregan sufijos: gr. ' Awi^ ac por pún, A/ ié » / y lat. Hannibal; lat. Belalitanus por líb. blli ( = belali). Y caso similar debe ser la desinencia púnica agregada en la versión de dos libismos de Thugga: líb. mggkw = pún. mffkwi; lib. gzb = púnico gzbi. Discrepamos por esto de la usual explicación y lectura de ciertas trascripciones libiopúnicas para algunos nombres latinos.^ > NiEOERMANN, o6. cit, pkgs. 135- 137; STOLZ- SCHMALTZ, ob. cit, págs. 106 y 138. < MARCY, Büingués, paga. 121- 122. < FívRiER, pág. 266; MARCY, pkg » . 105,114 70 Nuestros textos dan esos nombres, ora en su forma de nominativo latino ( para leer Augastus, Germánicas, Pudens, Félix...), ora en la forma vocativa usual en la conversación ( leyéndose Rogate, Glaudi, Tiberi, Cai.. .)• Porque es evidente que, si los textos púnicos graban en un caso grm'^ niqs y en otro rstiq', nosotros debemos vocalizar el primero Germánicas y el segundo Rastice.^ Y si en líbico hallamos la secuencia gráfica KAIUMSULT,^ debemos partirla y leer: Cai au- Masaulit ( Cayo hijo de Masulit o Masulo), con el vocativo Cai del lat. Caius. Y serán vanas cavilaciones crear aquí un Kaia o Kahuh,^ o allí dos posibles lecturas Rusti-ca( s) y Rustice. Esto creó en el uso vulgar vacilaciones reales de lectura y pronunciación. Y trascripciones como el púnico sintr por latín senator* permiten a los grabadores norteafricanos consignar Fausti por Fauste, desinencias análogas de los dos grupos de nombres de la segunda declinación latina. Así dan Zai-dug o Zaidy por el genitivo del latín Zaedo, Zaedonis, y confunden las desinencias del lat. denaria, Fronto, Labeo, Irene ... grafiadas en los textos con unas mismas laringales finales vacilantes.'' Y confirmación definitiva del hecho es la inscripción de Trípoli," estudiada por Levi della Vida, que grafía plenamente en neopúnico: W'sp<: si<: n el genitivo latino Vespasiani. Conviene subrayar lo normal de tal cruce de formas flexionales latinas, en un ambiente púnico o líbico y en época cercana a los comienzos de nuestra Era. Porque estas lenguas carecen de la flexión desinencial del latín, y ya entonces empieza el latín ' Los datos constan en Friedrich y Février y en Harris y Tripolitania: índices. ' CHABOT, RIL, n° 146, páp. 38; MARCY, Bilingües, pájr. 115. ' MARCY, Bilingües, págs. 12 y 115. * HARRIS, pá^. 126. También conocen los romanistas el cambio de i por e en latín vulgar. s FRIEDRICH, n° 208, 209, 210. « Fechada el 92 p. C. publicada en Ephemeris Epigraphicas, VII, ( 1941), 13, y estudiada por LEVI DELLA VIDA en Afti della Academia Nationale dei Lincei, 1949, página 405. 71 vulgar a confundir sus desinencias casuales, como saben bien los romanistas.^ Y particular atención merece al respecto la grafía del púnico de Leptis^ dnTi' {^ denarie o denarii o denaria, frente a la usual denarium), que refleja una tendencia líbica a reemplazar por - e la desinencia latina - us, - um, bien segura por el conocido centenare ( del lat. centenarias) presente en varios textos líbicos de la época de los Severos escritos con letras latinas.'* Contracciones y evoluciones 53 Ofrecen nuestros textos diversas trascripciones contemporáneas de un mismo nombre original líbico o púnico, lo que puede indicar variantes dialectales, o alteraciones del nombre forastero por el idioma receptor. Es notorio un proceso evolutivo desde el fenicio primitivo <= bdcstrt ( =: abdastart), púnico vulgar abdastart. audasiar, abdas-tar, obdastar, bodastar, bodstar y el líbico bastara Esos cambios fonéticos se explican por alteraciones de la articulación del grupo de consonantes en el medio plurilingüe en que vive la voz. La misma resistencia del líbico a grupos consonanticos complejos explica que el púnico Abdaris ( grafía ^ bd'rs) se trascriba en líbico urs ( = Auaris), con cambios también registrados en otras formas como Abelonii, Auchusor y el citado Audastar. Entre los textos que estudiamos hay una lectura tardía Boini, que como las más citadas Annibo, Salambo^ encierran respecto 1 BouRCiEz, Éléments de Linguistique Romane, París, 1930; MÍNENDEZ PIDAL, Manual de Gramática Histórica Española, n° 9, 3. El problema más ampliamente está estudiado en Meyer- Lübke y otros. ! FRIEDRICH, n" 208. ' Tripolitania, n° 877, por ejemplo, junto al lat. n° 403. * HARRIS, págs. 129- 130 y 136. s ID., págr- 24. 72 de ios primitivos bclhni ( = bw^ al- hiní), hnb<^ l ( = Hannibahal) un camhio fonético frecuente:^ velarización de la lateral agrupada en formas como - al- > - au- y - o/- > • o-. CoBcluslón Los datos apuntados nos aseg; uran que las trascripciones y el examen cientifíco de sus noticias sfarantizan casi siempre la exactitud de nuestras lecturas y vocalizaciones de las formas líbicas y púnicas. HARRIS, pásr. 32; BOURCIU, oh. cit, pág. 295. 7S CAPÍTULO 6 TRASCRIPCIONES Y MORFOLOGÍA LÍBICA 54 Este capítulo viene a ser realmente una teoría del líbico. Pues para comprender bien sus datos epigráficos debemos sistematizarlos dentro de una estructura gramatical no hecha hasta hoy. Y la obligada comparación entre los textos de Thugga y el actual berber, distanciados veinte siglos, obliga a plantear su proceso genético para aclarar las coincidencias y discrepancias. Iniciamos este capítulo con unos datos ortográficos a la interpretación y trascripción de las formas grabadas, auxiliándonos también en la comparación con el método ortográfico del tifinag, alfabeto pariente y conservador de formas y valores numídicos.^ Agrupamos luego las estructuras morfológicas y articulaciones sintácticas fundamentales de las voces Ubicas documentadas en un sistema gramatical de coincidencias, en sus líneas más generales. Porque dejamos para un índice final de esta obra recoger todas las formas líbicas presentes en los textos que estudiamos. A) TRASCRIPCIONES LÍBICAS: SUS PROBLEMAS 55 Conocidas por el anterior capítulo la exactitud de nuestras trascripciones de las consonantes, por su valoración de los signos • Véase nuestra figf. n° 22, y HANOTEAU, Tamacheq, pá^ s. 1 y sgs. 74 de nuestro cuadro alfabético ( fig. n° 21), las dificultades para determinar las consonantes geminadas, y las vacilaciones, confusiones y contracciones de algunas formas en lecturas latinogriegas, vamos a precisar detalles particulares del líbico. El timbre vocálico Ya aludimos en el otro capítulo a las inevitables dudas sobre el matiz preciso o peculiar color de las vocales líbicas. Y con razón supondremos que, como acontece en los dialectos berberes,^ una misma palabra tendrá matices diversos de una a otra fracción de la geografía líbica de nuestros textos; y mayores divergencias habrá en los timbres intermedios y la coloración de ultrabreves, de que hablan los berberistas.^ Teóricamente hemos de admitir que cada consonante líbica grafiada va normalmente seguida de una vocal en grado pleno ( a, i, u, ocasionalmente sus raras intermedias e, o), o en grado reducido ( ya cero, ya ultrabreve, ya coloreada). 56 Pero las vacilaciones indicadas permiten en nuestras trascrip^- ciones limitarnos, como hicieron los latinos en sus calcos de nombres líbicos, a las vocales plenas ( a, i, u) representando el grado reducido en todas sus fases por medio de la breve e, aunque esto no sea muy científico." Y quedan indeterminadas en nuestra lectura visual del líbico desaparecido esas variaciones locales del timbre por hoy imprecisables pero seguras en la pronunciación de los grabadores. ' El tuare; egereu ' lago, mar, río' para Foucauld, es egeriu para Hanoteau y agüere en guanche, y el nombre tala ' fuente' en marroquí, es tele en cheija, y el gfuanche azo/ a ' fuente, río' es assif, assaf, asaf en cheija, marroquí y tuarejr. ' BASSET, pig. 7; BASSET- PICARD, pkg. 9; Sitúa, pkgi. 1 y sgs. ' Los berberistas como Basset prefieren trascribirlo por » y por a, i, u voladas o en ezponente. 75 Cabe suponer que los líbicos, como los actuales usuarios del tifinag, con facilidad determinaban el vocalismo correspondiente a las consonantes radicales escritas, porque el vocalismo líbico, como el berber,^ quedaba afectado a la morfología, semántica y expresividad de las formas. Pero actualmente ignoramos esas leyes,^ aunque dos medios quedan a nuestro alcance para determinar las vocales líbicas. Traacripcionea de vocea líbicas 57 Tenemos un informe directo y seguro: las trascripciones latino- griegas documentadas incluso en textos aquí estudiados, y en fuentes antiguas como Salustio, Plinio y el Corpus Inscriptio-num Latínarum, entre otras. ^ Estos textos nos suministran solamente nombres, faltando datos sobre verbos y partículas. Mas ese montón de nombres registrados: topónimos como Assuras, Auzia, Bure, Cirta, Leptis, Lixus, Mactaris, Sicca, Siga, Simitthu, Suttua, Tacape, Thelepte, Tipasa, Thugga, Tusca, Thignica, Thuburnica, Urusi, Uzappa, etc.; nombres divinos como Buccures, Fudina, Ifru, Tanit, Vacurtun, Varsis, Varsutina, etc.; y antropónimos como Bogud, Gadaia, Gargili, Cauda, Gulussa, larbas, Iftas, Imir, Ironio, lugurtha, Masinisa, Mas- ' BASSET, pkg. 11. Lectura sin vocales escritas hacen todavía hoy los árabes en sus periódicos, y los hebreos, que tampoco usan los si^ os diacríticos o masoré-ticos reservados para los textos clásicos o muy cuidados. * A juzgar por lo ocurrido en semítico y berber, depende de esquemas originales ligados a la semántica de las formas, luego alterados por el acento o la agrupación d « radicales ' Las inscripciones del CIL ( tomo VIII) se reprodujeron y ampliaron en las colecciones de Cagnat, Merlin, Chatelain, Thouvenot... Muchas otras hay en TripoUtania. La toponimia latina norteafricana, localizada en buenos mapas, puede verla el lector en FIERRE SALAM, Les Voies Romaines de l'A/ rique du Nord, Argel, s. a. 76 sidenis, Massugrada, Mazena, Micipsa, Sactut, Sithilla, Tabanis, Thinoba, etc., nos suministran características muy claras del vocalismo y la estructura silábica del Ubico. ^ Se observa en esta lista una plena coincidencia con el berber, pues cada consonante radical va normalmente seguida de vocal en grado pleno ( a, /, u) o en grado reducido ( e o cero), como antes indicábamos; y como también ocurre en berber, el grado reducido admite como máximo la agrupación de dos consonantes, siendo extraños los grupos consonanticos más complejos. Pero este seguro recurso nos falla cuando la documentación no alcanza a las formas presentes en nuestros textos líbicos. Comparación Ifbico- berber 58 Debemos entonces acudir a la comparación con el berber, que nos ofrece recursos y datos importantes también para la vocalización de verbos y partículas, como para los nombres comunes y los deverbativos y adjetivos. Auxiliar, no obstante problemático, por ignorarse en ocasiones el valor preciso de la palabra líbica grabada y su categoría gramatical, y con más frecuencia porque las formas berberes comparables con las líbicas se presentan simultáneamente con diverso vocalismo.^ Un par de ejemplos hará ver claramente esta limitación nuestra. Un texto bilingüe de Thug- ga nos ofrece, entre otros, las * Selección de nombres sobre las fuentes indicadas en n° 57, nota, con las formas de aspecto más seguramente líbicas, eliminadas las dudosas o ciertamente púnicas. * Siwa, paga. 6 y sg!.; DESTAING, Étude sur le dialecte herbire dea AitSegh-rouchen, París, 1920, págs. 51 y sgs.; MARCY, Note sur l'instabilité diakctale du timbre vocalique berbére et la conjugaison des verbes du tgpe neg, apud « Hespe-ris » , 1933, págs. 139 a 150. Con frecuencia los berberistas dudan sobre cuál es la fase primaria berber. 77 grafías de dos nombres personales bstr y ngt. El primero se vocalizará con seguridad bastar por su lectura latina Bastar, y por corresponder a la pronunciación líbica usual correspondiente al púnico vulgar Badastar, sacado del fenicio primitivo '^ abd^ start. Por ser esta voz préstamo o forasterismo, y no forma líbica propia, por ningún otro medio se podría averiguar su vocalismo ( n° 53). El otro nombre ( que sospechamos líbico por su semejanza con formas tuaregs), en vez de la lectura Nagata de Chabot ( Marcy no lo vocaliza), lo vocalizamos Naguti (' el agradecido', ' el que da las gracias'), por relacionarlo con el tuareg gudi ' dar gracias'.^ Pero son posibles otras soluciones que nos dejan cierta duda.^ Nos ayudan a comprobar esta normal inserción de vocales tras las consonantas radicales líbicas grabadas los detalles de la ortografía tifinag de laringales y sonantes. Laringales 59 La única laringal frecuente en líbico, generalmente en posición final de palabra, es la grabada = que trascribimos y. Hemos de suponer que una grabación como ty, por ejemplo, lleva siempre una vocal entre sus dos consonantes escritas, debiendo leerla tay, tey, tiy, tay, grupos por otra parte frecuentes en berber primitivo.* Si esto es indudable cuando tales signos están al principio o medio de palabra, surgen dudas para su posición en final absoluta. ' FoucAULD, pág. 401. Formas parecidas en Abrégé, pág. 294. ' Si se tratase de un semitismo, cabría pensar en formas como nagid ' príncipe', y otros berberismos los explicarían como nagata ' el velado o el del turbante' por el tuarejf enged ' llevar velo en la frente', o nagati ' glotón' por el tuareg gediet ' engullir' ( FOUCAULD, págs. 1326 y 402). ' Sima, pág. 3. 78 Pues en tifinag^ las sonantes ( i, u) y el tagerit ( o puntó- vocal) equivalen en tal posición a vocales simples. Esta sospecha resulta confirmada expresamente para el líbico en los dOs particulares siguientes. Una bilingüe libio- latina trascribe MISICIRI la fórmula líbica frecuente grabada mskry, que alguna vez se escribe sin laringal final.^ Y con igual falta en el neopúnico mi'nitt/ se trascribe otra fórmula frecuente líbica: mnkdy.^ Si por lo dicho podemos omitir la vocal en esas trascripciones, hemos de subrayar, sin embargo, que siendo siempre larga la grafía con matres lectionis en púnico, fífinag y líbico, el valor preciso de/ n/ n/ Sret/ j^ es realmente miinA: e(/{ y. Laa aonantes 60 Lo mismo acontece con las sonantes ( i, u), que en muchos idiomas, y concretamente en berber,^ son elementos largos y por mero accidente de colocación fácilmente se abrevian b pasan de vocal a consonante o viceversa, o desarrollan un fonema parásito de apoyo. Y tampoco el tifinag graba las vocales puras i, u, que ha de suplir el lector entre las consonantes grabadas; pero escribe esos signos, cuando son consonantes y junto a ellas hay que poner una vocal al menos ultrabreve.^ Porque en berber las sonantes i, u son siempre consonantes en posición intervocálica o inicial de ' Grafías como ti ' padre', / u ' buey', m. ' madre' se vocalizan simplemente ti la, ma. Mientras teli ' sombra', timelli ' blancura', inna ' dijo', se graban silo il, tml, n., sin sonantes ni laringales. Tamacheq, págs. 16, 18 . . . ' CHABOT, RIL, n" 145, págs. 38 y xv. Cf. nuestro estudio en la parte 3'. ' CHABOT, RIL, pág. xv, y nuestro estudio en la parte 3*. « BASSET, pág. 7; BASSET- PICARD, n° 23; Sima, n" 24, 32, 45; TamacAe?, pági- BM 8- 9. ' Así FoucAULD. pág. 708, graba ia, pl. Un ' caballo' la forma que lee sing. ai » , « « » i aü » , pl. iisan, eisan. Véase también Tamacheq, pág. 9. 7f sílaba, o en fínal de sílaba tras vocales abiertas a, e. Mas cuando están entre consonantes, son vocales. Y si se articulan juntas dos de ellas, es consonante la primera, o la que esté junto a una vocal plena. Otro tanto ocurrió en líbico, como confirman estos detalles gráficos de nuestros textos. El nombre del padre de Masinisa, grabado^// y leído con error frecuente^ Gaia o Gayi, debemos trascribirlo Gaiaia o mejor Gaiai a vista del genitivo Gaiais de una estela latina. En otra inscripción líbica^ hallamos grabadas las formas lus y tunty, ambas entre puntos separativos, que nos han parecido aproximables a las voces berberes tunte ' esposa' y alus ' pariente por el marido, cuñado'. Pero no es lícito vocalizar aquellos libis-mos, aun en tal hipótesis, tuntiy y alus, porque en las grafías tifinag análogas ( tnti= tunte y lus o Igs = alezozues o alegges) no se graba el wau cuando es vocal pura, sino cuando como intervocálica es consonante.* Por tanto la vocalización correcta para tunty será tuuntiy o tuuntey, mejor que tauntey o teunty,* y lus, por hallarse en contexto ante cuatro nombres masculinos, será plural interno ( n° 70), leíble aluusa o iluusa,^ mejor que ilausa o iluwas, fonéticamente análogo a los plurales externos conocidos de esta forma berber: ilusan ( tuareg) e iluusen ( kabilio). ' CHABOT, RIL, n" 2, págs. 3- 4 y n° 590, pág. 130; MARCY, Bilingües, pájs. 22, 25 y 97. = CHABOT, RIL, n° 7, pág. 6; MARCV, Bilinguts, páji. 323 a 329. Cf. nuestro eitudio en U parte 4*. * Cf. FoucAULD, págs. 1422 y 1100. Para el kabilio HUYGHE, pkg. 35: aluei, pl. ilauaen ' cuñado'. * A pesar de taaiemt ' hembra', panberber, no tuareg', correspondiente sin duda a otra raíz. ' No hay desinencia nasal de plural externo en la grafía líbica, y no estamos seguros de que tuviera vocal prerradical inicial, que es caduca en las formas berberes correspondientes. No obstante el pl. iluusa corresponde al tipo pl. timara, singular tamart. B) ESTRUCTURA GRAMATICAL DEL LÍBICO 61 Dejamos para el final de este capitulo sistematizar los problemas relativos al nombre, la parte del lenguaje más abundante y variadamente representa |
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