mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
COLECCIÓN DE CLÁSICOS CANARIOS L. T O R R I A NI DESCRIPCIÓN DE LAS ISLAS CANARIAS Traducción, Introducción y Notas por ALEJANDRO CIOFANESCU Con 60 ilustraciones GOYA EDICIONES SANTA CftUZ DE TENERIFE 19 5 9 íi^ GOYA EDICIONES BIBLIOTECA I J?^ vr-' S! TAR! A LAS'' ^' ARIA IS'.-' Copiia 1113— TORRIANI DESCRIPCIÓN DE LAS CANARIAS COLECCIÓN DE CLÁSICOS CANARIOS B a j o la d i r e c c i ó n da AL. CIORANESCU II L. TORRIANI DESCRIPCIÓN DE LAS CANARIAS LEONARDO TORRIANI DESCRIPCIÓN E HISTORIA DEL REINO DE LAS ISLAS CANARIAS aníes Afortunadas, con el parecer de su fortificaciones Traducción del Italiano, con Introducción y Notas, por ALEJANDRO CIORANESCU GOYÁ EDICIONES SANTA CRUZ DE TENERIFE 1959 © GOYA EDICIONES Depósito legal T F 223 Impreso en Goya Aries Gráficas Dr. AUarí, 2ó - 32 Tenerife I N T R O D U C C I Ó N LA obra del cremonés Leonardo Torriani, que hoy presentamos en traje español a los historiadores y a los curiosos en general, es una de las fuentes históricas más interesantes para el conocimiento del pasado canario.: Su existencia ha sido conocida desde hace muchos años y, por decirlo así, desde siempre, pues su contemporáneo, el padre fray Alonso de Espinosa, mencionaba ya en 1594 la existencia de « Leonardo Turian, ingeniero, que con sutil ingenio y mucho arte escribe la descripción destas islas » .^ Repetida por Núñez de la Peña,^ la noticia se hallaba así integrada en la bibliografía insular, pero sólo como un pium desiderium, como una obra de que se sabía que había existido en su tiempo, pero que estaba fuera del alcance de los investigadores, ignorado durante varios siglos su paradero. ' Fray ALONSO DE ESPINOSA, Del origen y milagros de la santa imag'eA de Nuestra Señora de la Candelaria, Santa Cruz de Tenerife 1952, pág. 87' ( libro III, cap, 1), Se sabe que la primera edición de esta obra se publicó en Sevilla, en 1594; pero la obra estaba ya escrita en 1591. ? JUAN NÚÑEZ DE LA PEÑA, Conquista y antigüedades de las islas de ¡ a Gran Canaria, Madrid 1676. XII TOERIANI A\ renovarse los métodos de los estudios históricos durante el siglo XIX, y al concederse a las fuentes la importancia y el interés que les seguimos atribuyendo, volvió a despertarse la curiosidad hacia esta obra capital de la historiografía isleña. Rene Verneau tuvo la ocasión de consultarla, aunque indirectamente, y de obtener copia de parte de su texto y de algunos dibujos, que más tarde cedió al Museo Canario de Las Palmas.^ Agustín Millares Torres la menciona en su obra.^ Antonio María Manrique tuvo comunica- i ción, por medio del entonces director de la Biblioteca Na- | cional de Lisboa, don Gabriel Pereira, de la existencia de la | copia lisboeta de la obra italiana, y la participó a la Real | Sociedad Económica de Tenerife;^ y se puede decir que, sí ^ no se pensó desde entonces en sacar copia y en mandarla § imprimir en las islas, parece ser porque se estaba esperando | igual resultado' de parte del conocido investigador alemán f Birch, o de lord Bute, quienes se sabía que habían estudiado I el mismo manuscrito, con independencia el uno del otro, y 1 sin haber llegado a concretar el resultado de sus estudios | en forma de trabajo publicado. En 1928, el profesor | L. Boúrdon había sacado copia del manuscrito de Coimbra, I con intención de publicarlo en la colección de la Universi- | ' RÉNB ÁERNEAU, Rapport sur une mission - scientifique dans Varchipel, canariért, eñ'^ Atdiives des Missions scientifiques » , XI ( 1887); y Cinq années de séjouraux iles Canaries, París 1891, pág. 72. Sobre todos los antecedentes del conocimiento de Torriani en las islas, cf. sobre todo A. RuMEu DE ARMAS, Piraterías y ataques navales en las islas Canarias voí. II, Madrid ( 1948), págs. 334r56. , .^ AGUSTÍN MILLARES TORRES, Historia general de las islas Canarias, • vol. II, Las Palmas 1893, pág. 163. * « Boletín de la Real Sociedad Económica de Amigos del País » , núm. 22, de 28 de mayo de 1899. INTRODUCCIÓN xm dad de dicha ciudad; pero tampoco llegó a realizarse este proyecto.^ Por fin, fue mérito del conocido investigador austriaco, Dominik Josef Wolfel, el haber publicado por , primei- a vez el texto de la obra de Torriani. Su edición, que conocen bien los investigadores canarios,' y cuyo mérito y utilidad son igualmente evidentes, tuvo, sin embargo, la mala suerte de publicarse en pleno período de guerra, de modo que su difusión fue sumamente deficiente. La mayor parte de sus ejemplares se perdieron por efectos de la misma guerra, de modo que incluso las grandes bibliotecas que lo poseen se pueden contar con los dedos de una sola mano. Donde más número de ejemplares llegó a repartirse fue sin duda en Canarias, debido a las amistades y relaciones personales del investigador; pero, así y todo, en las mismas islas, donde era natural despertase su edición mayor interés, son muy contados los poseedores de tan preciosa publicación. Si se añade a esto la circunstancia de haberse publicado el texto en italiano, con una traducción alemana, que sólo ayuda muy poco a los lectores españoles; el faltar en dicha edición numerosos capítulos, que se publicaron únicamente en una revista italiana de especialidad y prácticamente inasequible; el haberse dejado de publicar un gran número de documentos iconográficos, que todavía siguen inéditos; y el haber escapado a las indagaciones del editor casi toda la informa- ' LáoN BousDOHiL'émption du Teguseo- Tacande, décritepar L Torriani, en « Hespéris » , XXXVII ( 1950), pág. 118. ' LEONARDO TOKRIANI, Die Kanarische Inseín and ihre Urbewohner, eine unbekannte Bilderhandschrift vom Jahre 1590, im italienischen Urtext und in deutscher Uebersetzung herausgegeben von Dr. Dominik Josef Wolfel, Leipzig 1940. En 8.° de 323 páginas. XIV TORKIANI Gidn referente a la persona del autor, a su biografía y, en particular, a su estancia en las islas; se comprenderá por qué hemos creído oportuna la publicación en español de la importante obra del ingeniero italiano. . Leonardo Torriani La familia de los Torriani, de antigua alcurnia en Lom-bardía, tuvo extensas ramificaciones, que no es posible ni útil estudiar aquí. De una rama establecida en Cremona descienden los dos Torriani que interesan por haber vivido y trabajado en España, Giovanni o Juanelo y Leonardo Torriani. El primero, conocido constructor de relojes y autor del famoso ingenio que surtía de agua a la ciudad de Toledo, sólo figura aquí porque su nombre se ha relacionado alguna vez con el. segundo, debido a la identidad de su apellido y de su patria. Juanelo Torriani vivió de 1500, más o menos, hasta al 13 de junio de 1585, fecha en que falleció en Toledo, siendo sepultado en la iglesia del Carmen Calzado.^ Había empezado a servir a Carlos Quinto en 1529; pero no consta su pre- ' Sobre Juanelo, cf. sobre todo EUGENIO LLAGUNO Y AMIROLA,, Noticia de los arquitectos y arquitectura en España, vol. II, Madrid 1829, pa'gs. 100- 5 y 245- 58; FELIPE PICATOSTE, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVI, Madrid 1891, págs. 317- 19; JEAN BABELON, Gianello della Torre, horloger de Charíes- Quint et de Philippe 11, en « Revue de l'Art ancien et moderne » , XXXIV ( 1913), pa'gs. 269- 78; F. J. SÁNCHEZ CANTÓN, Juanelo Torriani en España, en « Revista de la Sociedad española de Excursiones » , XLI ( 1933); y A. RUMEU DB ARMAS, Piraterías y ataques navales contra las islas Canarias, vol. 11, págs. 365- 67. No se ha señalado el elogio que de él y de su reloj astronómico hace su compatriota ALESSANDRO LAMÍ, 5oár « o, Cremona 1573, págs. 58- 60. INTRODUCCIÓN XV sencia en España antes de ia abdicación del Emperador, á quien dicen que acompañó en su retiro de Yuste.^ Los pormenores de su biografía sólo nos interesan aquí en la medida en que pueden servir a ilustrar su posible relación con Leonardo. Añadiremos, pues, que la única heredera de Jua-nelo fue su hija, Bárbara Medea Turriano, quien falleció por abril de 1601, y tuvo dos hijos, al parecer naturales: Juanelo, quien falleció en 1597, dejando en gran miseria a su mujer y a sus hijos, y Gabriel, quien murió de un mosquetazo en la guerri: de Sicilia, año de 1616. En la introducción de su mencionada edición, D. J. Wólfel apuntaba la posibilidad de que Leonardo To-rriani fuese hijo de Juanelo; y, con independencia de su tra- ' La entrada en servicio de Juanelo en 1529 se certifica por la crt5nica de B. SACCI, Historia Ticinensis, VII, 17 ( en I. G. GRAEVIUS Thesaums antiquitatum et historiarum Italiae, vo!. III, 1, Leyden 1704, col. 710). Con motivo de la coronación del César en Bolonia, se le enseñó un reloj astronómico que años antes había sido construido para Gian Galeazzo Visconti, pero que había dejado de funcionar. Al querer el emperador que alguien lo arreglase, nadie se atrevió a comprometerse; « unus accessit loanes Cremonensis, cognomento lanellus, adspectu informis sed ingenio clarus, qui tantum opus speculatus, refici posse madiinam c ixit » . El Emperador le encargó la fabricación del reloj, que tardó veinte años en trazarla, y tres años y medio en ejecutarla. Hemos indicado todos estos detalles, para decir que no creemos, con los demás biógrafos de Juanelo, que el encargo que se le dio de fabricar un reloj para el Emperador fuese una verdadera entrada a su servicio. Juanelo siguió viviendo en Italia, donde trabajaba como relojero efi la ciudad de Milán, en 1550 ( cf. « Ar^ chivio storico lombardo » , XIII ( 1903), págs. 201- 2); y sólo uno o dos añoá después, es decir, poco tiempo antes de la abdicación de Carlos- Quinto, al pasar los 23 años que sabemos tardó la fabricación de su reloj, se fue a presentarlo al Emperador, quedando después a su servicio, y en el de Felipe II. XVI TORRIANI bajo, la misma hipótesis se le había ocurrido, años antes, a Guido Battelli. La suposición tenía pocos visos de probabilidad, vistas las. fechas en presencia. Hoy sabemos que el autor fue hijo de Bernardo Torriani.^ No podemos afirmar si hubo algún parentesco entre Juanelo y Bernardo. Esta relación es naturalmente posible, y hasta cierto punto probable; pero también es posible que este parentesco sea muy lejano, dada la gran cantidad de Torriani o Turianos que encontramos en Cremona y en Milán, a partir del siglo XIII.- ' En 1 de janio de 15H8, estando en La Lagaña, por presencia del escribano Benito Ortega, Torriani otorgaba poder a Jerónimo Resta, italiano residente en Madrid, y a Francisco de Cuevas, vecino de Burgos, para que en su nombre pudiesen cobrar los bienes que « pertenecían 3 Bernardo Torriani, mi padre, difunto, vecino que fué de Milán, y a mí me pertenecen como su hijo legítimo y universal heredero » . Al principio de la misma escritura se llama a sí mismo « Leonardo Torriani milanés » . ( Archivo Histórico provincial de Santa CrUz de Tenerife, vol. 402, fol. 173). De este documento, inédito reproducimos la firma que aquí se publica. '' Las fuentes para la biografía de Leonardo Torriani son, sobre todo, JOSÉ APARISI Y GARCÍA, Biografía de ingenieros que existieron en España en el siglo XVI. ( Continuación del informe sobre los adelantos de la Comisión de Historia en el archivo de Simancas, IIl), en « Memorial de Ingenieros » , VI ( 1851), págs. 82- 87; F. SOUSA VITERBO, Diccionario histórico e documental dos architectos, engenheiros e constructores portugueses ou a servifo de Portugal, vo!. III, Lisboa 1922, págs. 145- 48; y A. RUMEU DE ARMAS, Piraterías y ataques navales, vol. 11, págs. 343- 444. Las páginas fundamentales de Aparisi García han sido felizmente completadas por Sousa Viterbo en la parte referente a las actividades de Torriani en Lisboa, y por Rumeu de Armas cotí el capítulo canario de la biografía del autor. En las indicaciones que siguen, sólo resumimos las anteriores aportaciones. Se ignora la fecha exacta del nacimiento de Torriani. Aparisi indica su edad, en dos lugares diferentes, pero de tal modo que, según su primera indica- INTRODUCCIÓN XVÍI Leonardo Torriani nació, pues, en una, de estas ciudades, por el año de 1560.^ No sabemos dónde hizo sus estudios. En 1582 estaba al servicio del emperador Rodolfo II. El primer documento que sobre él conocemos es una real cédula de Felipe 11, fechada en Estremoz, el 27 de febrero de 1583, por la cual le m- andaba 150 ducados para gastos de viaje, con objeto de presentarse a la Corte de España, donde había sido invitado como ingeniero militar. Se supone que en esta su designación como servidor del rey intervino « la mano protectora » de Juanelo;^ pero la verdad es que no sabemos si el viejo más que octogenario disponía de bastante crédito, en su soledad de Toledo, para intervenir en favor de una persona a quien, aun si la suponemos deudo suyo, no había visto jamás. Un año más tarde, la real cédula expedida en Madrid, a 18 de marzo de 1584, nombraba a Leonardo ingeniero del Rey en la isla de La Palma, y le mandaba que « luego en res-ción, resultaría que Leonardo nació en 1561, y en 1559 según la otra. La fedia de 1560 nos parece la más probable. A. Rumeu de Armas considera las mencionadas indicaciones coma contradictorias, y propone « retrasar unos años su nacimiento » . ' Lo más probable es que haya nacido en Cremona, dada la calidad que afirma en el mismo título de la obra que aquí publicamos. La calidad de milanés, con que consta en el documento que más arriba se menciona, así como en otro documento, publicado por SOUSA VITERBO, Diccionario, vol. III, pág. 147, no es contradictoria con la anterior. La ciudad de Cremona pertenecía, en efecto, al dominio de Milán; y una persona natural de Cremona, como suponemos lo era Leonardo Torriani, era milanesa para efectos jurídicos, como los que se persiguen en los documentos mencionados. Sin embargo, el hecho de que el padre de Leonardo haya vivido y fallecido en Milán no excluye de plano la segunda posibilidad. ' A. RuMEu DE ARMAS, Piraterías y ataques navales, yol. II, pág. 368. XVIII TORRIANI civiendo ésta, partáis y vayáis a la ciudad de Sevilla, y desde ally, enbarcando en el navyo que se ofreciere, a la dicha ysla, y llegado allá veáis y reconozcáis el dicho puerto della y el sitio eminente y en el sitio que más cómodo y espacioso os pareciere que conviene, tracéis y fabriquéis el dicho muelle y torreón » .* La misión que así se le encomendaba respondía a una petición hecha por el cabildo de la isla, por mediación de su mensajero, el regidor Benito Cortés de Estopiñán; y, a cambio de su servicio, se pagaba al ingeniero un salario de un escudo por día. Torriani embarcó en el mismo navio que llevaba a Tenerife al nuevo gobernador de la isla, Juan Núñez de la Fuente, y llegó a dicha isla en agosto de 1584. De allí se trasladó a La Palma, donde residió hasta el verano de 1586. Durante este tiempo hizo los proyectos del muelle del puerto, y según parece inició su construcción, pues al salir de la isla dejaba instrucciones al mismo Cortés, veedor de la fábrica del muelle, para la continuación de la obra. También proyectó por aquel entonces la construcción de una torre en La Caldereta; pero este último proyecto no llegó a realizarse. • Al llegar a la Corte, Torriani presentó su informe, y volvió a ser enviado a Canarias, con más amplios poderes y con una misión bastante más importante: la de visitar todas sus fortificaciones e informar sobre la mejor manera de completar el sistema defensivo del archipiélago. Se le señalaba un salario mensual de 40 ducados, además de una mer- ' La real cédula ha sido publicada por A. RUMEU DE ARMAS, Piraterías y ataques navales, vol. II, págs. 369- 70, cuya relación, fundada en numerosos documentos inéditos, seguimos en nuestra exposición. INTRODUCCIÓN XIX ced de 300 ducados para los gastos de su viaje. La real cédula que lo recomendaba a la autoridad local, fechada en Aranjuez, en 20 de mayo de 1587, había sido precedida por una minuciosa instrucción, de 7 del mismo mes, en que se le indicaban los principales puntos del programa que debía realizar.^ A consecuencia de esta orden, Torriani se trasladó a Lisboa, y de allí a Santa Cruz de La Palma, donde llegaba el 20 de agosto de 1587, iniciando así una residencia de casi seis años, durante la cual adquirió los conocimientos y, en su caso, las impresiones que forman el caudal de la presente obra. En La Palma se quedó Torriani poco menos de tres meses y medio, en cuyo tiempo reunió materiales y se for- Firma de Torriani ( 1588) mó una opinión sobre las fortificaciones de la isla. Redactó y envió a la corte tres memoriales, un Discorso della fortificaziore deW ¿ sota della Palma, una Informazione del porto di Tazzacorte delV isola della Palma, y otra Della qiiantitá de' materiali e valoré della fortezza della Caldereta; y también tuvo tiempo para chocar con el Cabildo y con el teniente de gobernador Jerónimo de Salazar, en todo ' Cf. L. DB LA ROSA OLIVERA, Documentos sobré la estancia de Torriani en renm/ e, en « Tagoro » ( 1946), págs. 207- 20. XX ToRRIANl cuanto se refería a su misión, y sobre todo, como era normal, en lo referente a los gastos ocasionados por las obras previstas, y a las cantidades de dinero que Torriani necesitaba personalmente. Esta última circunstancia quizá sea suficiente para explicar el juicio particularmente severo que, en el capítulo dedicado a la isla de La Palma, hace el autor de los habitantes, y sobre todo del gobierno de dicha isla. El 1 de diciembre de 1587 pasó Torriani a Tenerife, en cuyo cabildo fue recibido el 17 del mismo mes, acordándose seguidamente los créditos necesarios para su estancia y designándose los regidores que debían acompañarle en su visita. En compañía del gobernador Juan Núñez de la Fuente visitó y estudió las fortificaciones del puerto de Santa Cruz, trazó el diseño del lugar de La Cuesta; y pasó después, en febrero y marzo de 1588, a visitar los demás puertos y fortificaciones de la isla. Siguió en la isla hasta el 9 de junio siguiente, en cuyo intervalo dé tiempo quizá haya hecho un viaje a La Gomera, que consta haber conocido, pero sin que podamos fechar con seguridad su estancia en ella. El 10 de junio desembarcaba Torriani en el puerto de Las Palmas, siendo recibido por el concejo de la isla y por el gobernador Alvaro de Acosta, dos días más tarde. Se desconocen los demás pormenores de su estancia en Gran Canaria, sabiéndose solamente que dicha estancia se prolongó hasta 1593, es decir, por espacio de unos cinco años, en cuyo espacio de tiempo tuvo la posibiHdad de familiarizarse con todos los problemas de las islas. De regreso a España, recibió comisión para inspeccionar las fortificaciones de la plaza de Oran, en compañía del capitán general don Gabriel Niño de Zúñiga, abonándosele 400 ducados para gastos de su viaje. De regreso, visitó de paso las fortificaciones de Cartagena, y la real orden de 21 de diciembre INTRODUCCIÓN XXI de 1594 dispuso volviese a la Corte.. Meses más tarde, fue enviado con el capitán Francisco de Narváez a Berbería, en comisión cerca de los reyes de Cuco, sin que conozcamos los pormenores de dicha misión. La real orden de 22 de julio de 1596 dispuso su traslado a Portugal, para continuar la obra del castillo de Viana, según el t r a z a d o ya d a d o por o t r o a r q u i t e c t o militar, también italiano, fray Tiburcio Spanocchi, más conocido con el nombre hispanizado de Espanochi. El 1 de agosto estaba ya en Viana. A p a r t i r de aquel momento, la vida de Torria-lii transcurre en Portugal, con breves interrupciones, durant e las cuales varias misiones temporales lo llamaron a Castilla, Galicia o Andalucía. Dejamos de repetir los demás pormenores de su biografía, que figuran en fuentes fácilmente asequibles a cualquier lector, t a n t o por esta razón, como porque no añaden nada a la comprensión de la obra que aquí analizamos, y p o r no p o d e r enriquecer con ningún d a t o nuevo este p e r í o d o de la vida de Torriani, el mejor conocido, y sin duda el más interesante desde el p u n t o de vista de sus actividades constructivas.* ' Además de las fuentes mencionadas sobre la biografía de Torriani en genera!, cf. sobre su estancia y actividad en Portugal, las obras siguientes, que no han sido utilizadas por los últimos biógrafos: AUGUSTO ViEiRA DA SILVA, Torre do Bugio e Forte de Santo Antonio da Barra, en ' Boletim da segunda classe déla Academia das Ciencias de Lisboa » , XX, 2, pág. 797; L. MAGGIOROTTI, L'Opera del genio italiano all'estero. Olí architetti militari, III, Architetti militari itaíiani nella Spagna. Roma 1939; y del mismo L. MAGGIOROTTI, Architetti militari itaíiani in Portogallo. en Reale Accademia d'Italia. Relazioni storiche fra l'Italia e il Portogallo. memorie e documenti, Roma 1940, págs. 421- 32, y GUIDO BATTELU, Una famiglia di architetti militari itaíiani in Portogallo, en « Bollettino dell' Istituto storico e di Cultura dell' Arma del Genio » , núm. 11 ( di- XXÍI TORRIANI Sólo diremos aquí que sus actividades de arquitecto militar fueron numerosas, y que lo que, en Canaria, quedó en el papel, en la mayoría de los casos, se transformó en realidades tangibles en la orilla del Tajo; que a él se deben las fortificaciones de Cascaes, de Cabeza Seca, el castillo de Sao Antonio, la torre de Sao Louren9o do Bugio, en la desembocadura del Tajo, la iglesia de Sao Vicente da Fora, los trabajos de conducción de aguas y otros importantes trabajos de arquitectura civil en Lisboa; que falleció en dicha ciudad, año de 1628, cuando tenía unos 69 años de edad; y que de su matrimonio, contraído en Lisboa, con doña María Manoel, dejó dos hijos: Diego Turriano, quien gozó a partir de 1630 la plaza de ingeniero mayor del reino de Portugal, que había sido de su padre, y fray Juan To-rriano, profesor de matemáticas en la Universidad de Coim - bra y arquitecto de gran reputación en su tiempo, autor de los planos del convento de Santa Clara de Coimbra, del de la Estrella en Lisboa, de varias capillas en las catedrales de Vizeu y de Leiria y de otros edificios de interés artístico e histórico. Así, lejos de ser un desconocido, Leonardo Torriani, autor de importantes obras arquitectónicas, ingeniero mayor de Portugal durante 30 años ( 1598- 1628), es un perso-ciembre 1939), págs. 73- 75. Señalamos, además, que la Enciclopedia italiana, vol. XXXIV, Roma 1937, pág. 570, publicó sobre Torriani una nota que reproduce lo esencial de SOUSA VITEKBO; y que en THIEMB- BECKER, Allgenwines Lexicón der bildenden Künstler, vol. XXXIII, Leipzig 1939; págs. 501- 2, se dedica al mismo una nota bastante extensa y precisa. Nada nuevo en las varias notas que sobre Torriani publicó ARTURO FAHI-NBLLi, Viajes por España y Portugal, 1^ edición, Roma 1942, vol. I, págs. 171, 246- 47, 297; y vól. II, pág. 20. INTRODUCCIÓN xxm naje que había llamado la atención de los historiadores, incluso antes de conocerse y estudiarse su obra, que aquí presentamos. Otra composición suya, un Parecer que da Torriani sobre la navegación del río Guadalete a Guadalquivir y a Sevilla ( 1624), escrito por orden de Felipe IV, se ha publicado desde 1844, en el tomo V de la conocida Colección de documentos inéditos para la historia de España}^ Cabe repetir, por consiguiente, que la biografía de Torriani se conoce actualmente con suficiente detalle y que, si no hemos insistido más en sus pormenores, no ha sido por la diflcul-rad de reunir los datos, sino para no repetir una vez más cosas conocidas y fácilmente asequibles para los curiosos. La obra La Descripción e Historia del reino de las. islas Canarias es el resultado de la misión y estancia de Torriani en dichas islas. Su misión no consistía solamente en informarse, sino también en presentar al Consejo y al Rey el resultado de su pesquisa y sus pareceres sobre las fortificaciones de las islas. Las instrucciones del 20 de mayo de 1587, más arriba aludidas, indicaban claramente su cometido: « de todas las demás cosas que os paresciere devéis ser' informado, para hallaros capaz de todo lo hecho » ; y, por otra parte, « habiéndolo assí cunplido, me enviaréis particular relación de todo y de vuestro parescér, con las plantas y disegnios de ' Según se podrá ver más adelante ( cap. LXIX), Torriani prometía también una obra sobre los volcanes, que no parece haber escrito y de la que, de todos modos, no hay más noticias de las que él da en el pasaje indicado. XXIV TORRIANI lo que fuere necesario, en el primer pasaje de navio que se ofrezca, quedándoos con un tanto dello » .^ Se trata, por consiguiente, de una relación oficial y de interés práctico. Al escribir su Descripción, Torriani no ambicionaba hacer obra de historiador o de explorador, sino , que representaba una situación de hechos, con el objeto de fundar en ella los proyectos de obras y reformas que se le habían encargado. A decir verdad, su trabajo, tal como se nos ha conservado, es una recopilación tardía, probablemente después de terminada su misión, de los informes que periódicamente había enviado a la Corte sobre cada uno de los particulares de interés que había estudiado en su viaje de inspección. Conocemos hoy día varias de estas relaciones particulares, que se conservan, con toda su correspondencia oficial, en el Archivo Nacional de Simancas. Hay, entre ellos, además de las memorias enviadas desde La Palma y mencionadas más arriba, otra sobre la artillería de dicha isla, un Discorso délla fortlflcazione dell' isola di Tenerife, otra sobre los materiales y gastos previstos para reconstrucción de la fortaleza de Santa Cruz, y así sucesivamente; la mayor parte de dichas memorias, acompañadas por los correspondientes dibujos, mapas y planos de fortificaciones en proyecto. Es de suponer que, de conformidad con sus instrucciones, Torriani había conservado duplicados de aquellas memorias, y que, al acercarse el fin de su misión, había decidido reunir todos aquellos materiales dispersos en una memoria de conjunto, abarcando todas las necesidades militares de las islas y, por consiguiente, todos los detalles de la misión que se le había confiado. ' « Tagoro » , pág. 209. INTRODUCCIÓN XXV Resultado de está compilación de materiales ya comunicados a la Corte, es la ZJ^ íír^ BíWffl que aquí publicamos. Su manuscrito fue enviado al Rey, o, por lo menos, suponemos que le fue enviado, pues para ello había sido concebido; pero no sabemos donde habrá parado, puesto que nadie lo ha visto ni hay mención de su existencia. Es posible que el rey, que entonces lo era Felipe II, lo haya dejado en las colecciones reales del Escorial, . y que haya desaparecido, quizá con motivo del incendio que diezmó aquellas colecciones, pero todo ello es hipótesis; y también es posible pensar que Torriani, llamado a desempeñar funciones muy diferentes y definitivamente apartado de Canarias- y de sus fortificaciones y problemas de defensa, dejó de presentar aquella memoria,, que para él tenía ahora escaso interés y, desde el punto de vista oficial, sobraba, pues ya se. podía considerar cumplido su com, et! do con las memorias parciales que antes mencionamos. Sea como fuere, el manuscrito autógrafo que hoy conocemos es el que, después del fallecimiento del autor, quedó en posesión de su hijo, fray Juan Turriano, a quien antes mencionamos. A la muerte de éste, ocurrida en 9 de febrero de 1679, el manuscrito pasó con sus demás libros al convento de Sao Bento de Coimbra, y de allí a la Biblioteca de la Universidad de Coimbra, en donde hoy se conserva. Allí lo copiaron el profesor Boxirdon y, por medio de fotocopias, Dom. L Wólfel, autor de la primera edición de su texto. Ya antes del estudio del mencionado manuscrito por el Sr. Wolfel, el benemérito investigador canario don Simón Benítez Padilla había sacado del mismo fotocopias, que se conservan en el Museo Canario de Las Palmas, y que son las que hemos utilizado para nuestra traducción. Conocido el manuscrito de Torriani por los investiga- XXVI ' TORRIANI dores portugueses, es natural hayan sido ellos los primeros en pensar en su publicacrdri. Desdé finales delsiglo'XVIlI, fray Francisco de Sao Thomaz, benedictino del mencionada convento de Sao Bento y socio corresponsal de la Real Academia de Ciencias de Lisboa, sacó una copia fidelísima del manuscrito original, con exacta reproducción de todos sus dibujos, con la intención de publicarla en italiano con versión castellana. Al fracasar esta empresa, por muerte, en 1797, del superior del convento, quien había sugerido aquella publicación, fray Francisco propuso A la Academia a que pertenecía una edición italiana con traducción portuguesa, que tampoco llegó a realizarse; y, después de varios avatares, el manuscrito de fray Francisco llegó a posesión de la Biblioteca Nacional de Lisboa, donde tuvo primero la signatura B. 17.11, y actualmente el ntímero 892 de la sección de Reservados. Esta copia fue la que conocieron primero los investigadores canarios o interesados en el conocimiento del pasado canario, con exclusión, hasta hace poco, del manuscrito original, de Coimbra.^ A base de éste último, el Dr. D. J. Wolfel dio su men* cionada edición de 1940, hasta ahora la única que reproduce el texto original.^ Dicha edición merece todos los elogios^ ' Para más detalles, cf. la amplia introducción de D. J. WÓLFEL. '^ Al publicar dicha edición, sin conocer toda la bibliografía de que más arriba se hizo mención, el Dr. Wólfel creyó haber sido el descutjri-dor del manuscrito de Torriani. Ello dio lugar a una discusión de prioridad bastante áspera, aunque justificada en sus términos generales,, sobre todo por parte del mencionado prof. L. BOURDON, y de C. GiNi, Gli aborigeni delle Cañarle secando un manoscritto italiano del Cinquecento, en « Genus » , IV ( 1940), págs. 125- 32, quien afirma que los hechos están « in contrasto con la parola « ritrovamenro » ( Auffindung) che egli adopera a questo proposito, e soprattuttó con la qualifica di « sconosciuto » ( unbekannten), che egli, nel titolo della sua opera, da ál manoscrito » . INTRODUCCIÓN XXVII y no es el menor el deber constatar que inaugura una verdadera revolución de los estadios históricos sobre Canarias, al llamar la atención sobre una fuente histórica de primera importancia, y prácticamente desconocida o, por lo menos, inaccesible a los investigadores. Sin embargo, las circunstancias en que vio la luz la edición de Leipzig han mermado considerablemente su interés, en primer lugar por la escasa circulación de sus ejemplares. Por otra parte, un gran número de capítulos, referentes a las fortificaciones de las islas, han sido suprimidos en la edición de Wolfel, siendo recogidos posteriormente en una publicación de circulación, si es posible, todavía más limitada.^ En fin, el texto publicado por Wolfel, a pesar de la escrupulosa reproducción del original, contiene un cierto número de errores de lectura o, en su caso, de imprenta, que alteran a menudo el significado o, por lo menos, dejan en duda la exactitud dé la traducción que lo acompaña. Por todas estas razones, hemos preferido utilizar en nuestra traducción la fotocopia del manuscrito original de Coimbra, que nos ha sido cortésmen-te facilitada poí el Museo Canario de Las Palmas, gracias a la benévola intervención de don Simón Benítez Padilla. ' Cf. D. J. WOLFEL, Leonardo Torriani e le fortificazioni nelle isole Canaríe sul finiré del 500, en « BoWettmo deli' Istituto storico e di Cultura del Arma del Genio » , Roma, núm. 15 ( 1942), págs. 26- 72. Un capítulo ( el XXV; que se omitió en la edición, probablemente por error mecánico, fue en fin publicado por EMILIO HARDISSON, Un capítulo inédito de la ^ Descriítione de Visóle Canarie » de Leonardo Torriani, en « Revista de Historia> núm. 8 ( 1947), págs. 217- 21. Cabe añadir que el capítulo adicional, referente a la isla de Madera, ya había sido publicado en Archivo histórico da Madeira, vol. I, págs. 120- 24; y que el cap. LXIX fue traducido al francés y estudiado por L. BOURDON, L'éruption da Teguseo- Tacande ( leí de La Palma), en « Hespéris » XXXVI ( 1950), págs. 117- 38. XXVm TORRIANI Su Composición La Descripción de Torriani se compone de tres elementos diferentes, que intervienen en la formación de cada uno de los capítulos dedicados a las distintas islas del archipiélago canario. Son estos elementos la descripción, la fortifl-' cáción y la historia. . , El primer elemento es el cuadro general del segundo. Para sentarla oportunidad de una determinada fortificación, y también para justificar la traza de su parecer, * el aiitor'ne-cesita, antes de hacerlo, una presentación de las eondicio^ nes geográficas y de los elementos materiales con que se debe contar. Por consiguiente, es natural que su parecer se funde en una descripción de los lugares; y, evidentemente, esta parte de su memoria se apoya en observaciones personales, en mediciones y cálculos originales, que se repiten' para cada isla. Estas descripciones son, sin embargo, de modestas proporciones y de escaso interés, pues el autor suele referirse solamente a aquellos hechos que tienen interés para el aspecto principal del tema que lo preocupa, y que es la traza délas fortificaciones insulares. Este segundo elemento de la Descripción es, materialmente, mucho más importante que el anterior. Dado el origen de lá obra, y la finalidad que se persigue con ella, se comprende que el autor insista, con todos los detalles que se pudieran desear, en proyectos de fortalezas, de torres y de bastiones, que eran la única justificación de sus actividades en Canarias. Incontestablemente, para la historia del archipiélago y la formación de su sistema defensivo, tenemos aquí un documento de primerísima importancia, completado por los trabajos inmediatamente posteriores, y en parte contemporáneos, de Próspero Cazorla, y más tarde INTEODUCCIÓN XXIX por los de Lope de Mendoza. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el interés histórico de este segundo elemento de la obra de Torriani tiene matices diferentes, según se trate, en sus pareceres, de observaciones sobre circunstancias pasadas o presentes, o de proyectos para un porvenir, que en muy pocos casos resultó tal como en su imaginación lo trazaba el ingeniero italiano. Es cierto, en efecto, que sus trazas, por más que resulten atinadas y proporcionadas con el objeto que se perseguía, no tuvieron la suerte de realizarse }'• quedaron en estado de proyectos.^ En fin, el elemento histórico es sin duda alguna el que constituye el mayor interés de la obra de Torriani. Desde el punto de vista que él mismo había adoptado en su memoria, así como a la luz de la misión que cumplía en las ^ Cabe añadir, que normalmente, se atribuye a la obra de Torriani otra clase de interés, que ha llamado ya la atención de muchos investigadores, y es el de documento antropológico y etnológico sobre los antiguos canarios. No hablamos de él, no sólo porque tal aspecto escapa a nuestra competencia, sino también porque la autoridad de Torriani en esta materia no deja de ser dudosa. Desde este punto de vista, no ' podemos sino suscribir al juicio de C. GINI, Gli áborigeni delle Canarie pág. 126: « Vi sonó passi in cui egli evidentemente indulge ai difetti del tempo o si rivela privo di senso di autocrítica, cosí che é da domandarsi se veramente le notizie da loro fornite sui caratteri flsici e psichici degli áborigeni, sui loro costumi e sul loro ordinamento sociale meritino Ja considerazione che il Wolfel loro attribuisce » . Sus noticias al respecto Son reproducción, a veces imperfecta, de otras fuentes, de que más abajo hablaremos. En cuanto a sus dibujos de personajes y t'rajes indígenas resulta difícil decir si merecen crédito,- pero no debe olvidarse que Torriani los hizo después de 1590, con los elementos que en aquella época tardía podía conocer, y probablemente con mucha imaginación. De todos modos, el estudio de estas noticias de Torriani no parece haber conducido a los resultados que se podían esperar. XXX • • ToRRIANi islas, se puede considerar que este último elemento de su trabajo, lejos de ser tan interesante como los anteriores, parece más bien una superfluidad. El pasado de las islas, en efecto, difícilmente podría considerarse como una justiflca-ción_ q como una aclaración del tema de las fortificaciones. Asilo había pensado el mismo autor, quien, en su dedicatoria al Rey, empieza disculpándose por haber introducido en su memoria aquellas digresiones históricas, que son para nosotros la parte más valiosa de su obra, y que, oficialmente, se hallaban fuera de lugar en el parecer de un ingeniero de Su Majestad. La disculpa que aduce Torriani es que la simple descripción y el parecer técnico hubiesen dado por resultado una composición fría y de difícil lectura; y sólo para amenizarla, agregó a su memorial, la parte histórica, que dice haber sacado de « los monumentos de las letras » . Si no nos equivocamos al querer interpretar la significación de esta sonora expresión, « los monumentos de las letras » quieren decir que, al componer su Descripción, Torriani tuvo la posibilidad de completar fácilmente los datos de su memorial, con una serie de detalles históricos, sacados de una composición de que tuvo conocimiento, y que le pareció bastante interesante, como para extractarla y mezclarla con los elementos. de su propia relación. A esta feliz circunstancia se debe la obra histórica del ingeniero italiano, una de las primeras fuentes sobre el. pasado canario, y, después del Canarien, la primera obra extranjera enteramente dedicada a las islas. Pero, antes de proceder al examen de los méritos de Torriani como historiador, conviene estudiar su modo de trabajar y el posible empleo que hizo de sus fuentes, puesto que resultaría difícil juzgar su. interés o su veracidad, antes de conocer su grado de originalidad y los instrumentos de trabajo de que podía disponer. INTRODUCCIÓN XXXI i Apenas si se precisa añadir que sus fuentes son difíciles de identificar, y que sólo sabemos de ellas lo poco que él mismo juzgó conveniente decirnos. Si reunimos todas sus referencias/ hallamos, además de la mencionada indicación de unos « monumentos de las letras » , una alusión a « los que toscamente reciogieron algunas cosas de estos bárbaros » ( cap. XXIV), otra a « aquéllos que recogieron los restos de estas noticias » ( cap. LX), y la mención del doctor Troya, canario, autor de una obra histórica en que había un capítulo sobre la historia primitiva del Hierro ( cap. LXIV). En los demás casos, sus alusiones son todavía menos precisas: « algunos han pensado » ( cap. XXX), o « refieren algunos escritores » ( cap. LXV); e incluso algunas veces parece quejarse de que « estas cosas... no fueron encomendadas a la memoria de lo escrito » ( cap. XXV), y dejar las cosas de menor interés para « que otros las escriban » ( cap. LI). Evidentemente, las propias indicaciones del autor son insuficientes y no nos permiten hacernos una idea exacta de la importancia y del interés de su documentación histórica. Las demás luces que eventualmente se puedan sacar sobre las mismas, por medio de la comparación de los datos de Torriani con la tradición histórica de Canarias, serán forzosamente hipotéticas; así y todo, dado el interés del tema, tanto para la historia en general, como para la justa apreciación de la obra de Torriani, trataremos de indicar la posición de éste último dentro de la historiografía insular. Parece bastante evidente la circunstancia de que Torriani representa, de una manera muy general, un caudal de datos y de noticias muy parecido al de la historia de Abreu Galindo. Esta afirmación quizá no necesite examen más detallado, tanto por haber sido unánimemente admitida por los historiadores, como por hallarse suficientemente XXXII TORRIANI ilustrada por medio de las notas críticas que acompañan el texto de Torriani. Pero, al mismo tiempo, éste último autor presenta una grande conformidad con el libro conocido de fray Alonso de Espinosa, en la mayor parte de los detalles que se refieren a las isla de Tenerife y a su conquista.-' Si se examinan las notas que acompañan los cap. L y LI, se verá que, a pesar de su parecido y, en ciertos casos, de su identidad, los dos autores siguen a menudo rumbos muy diferentes, y que Torriani introduce alguna vez datos que no pueden venirle de Espinosa, y que, en cambio, figuran en Abreu Galindo. Ello hace probable la hipótesis, que ya se ha apuntado alguna vez, de que los tres historiadores sigan una fuente común, completándola e interpretándola, o seleccionando sus datos de modo más o menos personal, única explicación plausible de su parecido al mismo tiempo que de sus divergencias.^ La obra de Torriani es de 1592, es decir, de los últimos meses de su estancia en Canarias;^ la de Espinosa, publicada en 1594, estaba ya lista para imprimir en 1591; y la de Abreu Galindo, terminada en 1602, probablemente pertenece más o menos a los mismos años que las dos primeras. Por consiguiente, si admitimos la existencia de una fuente ' Según más arriba queda dicho, Espinosa conoció el proyecto dé Torriani, aue menciona en su obra, siendo ésta la primera mención de la Descripción. ^ Cf. A. RuMBU DE ARMAS Piraterías, II, pág. 346: « más natural parece que ambos se inspirasen en una fuente común » . Es curiosa la declaración de WóLF^ L, pág. 35: « Wir eine wirklich enge Beziehang der beiden Texte nicht feststellen kSnnen » . " La fecha de la obra de Torriani ha sido determinada por WÓLFEL, págs. 17- 18, y más precisamente por A, RUMEU DE ARMAS, Piraterías, vol. II, págs. 359- 60. INTRODUCCIÓN XXXIII común para estas tres obras históricas/ implícitamente admitimos la existencia de una composición histórica de cierta envergadura, y tratando la historia de todas las islas de Canaria, anteriormente a 1590. Sobre esta obra no sabemos casi nada; y todo cuanto podemos adelantar se funda en probabilidades y en deducciones lógicas, sin que ello quiera decir que las cosas pasaron forzosamente así. La fuente a que aludimos debía forzosamente comprenderla historia de todas las islas, puesto que, además de las coincidencias evidentes de los tres historiadores al tratar el tema de Tenerife, Torriani y Abreu Galindo coinciden sistemáticamente al hacer la historia de cada una de las siete islas; lo que indica que en cada uno de aquellos capítulos siguen la misma fuente común. Dicha fuente debe ser posterior al año de 1553, pues tanto Torriani ( cap. XXXVI) como Abreu Galindo ( pág. 153) mencionan la obra de Pedro Lujan, Diálogos matrimoniales, que se había publicado en el mencionado año de 1553.^ También parece probable que ' En la introducción de ABREU GALINDO, pág. XIX, al tratar de las relaciones de. Abreu Galindo con las crónicas de la conquista de Gran Canaria, hemos indicado que o bien todas procedían de una fuente común, o las cuatro crónicas de Gran Canaria procedían de la obra de Abreu Galindo, como únicas soluciones que nos parecían posibles; y al mismo tiempo, sin excluir la primera posibilidad, indicábamos nuestra preferencia por la última solución. Esta opinión, por más que siga siendo muy provisional, en espera de otros estudios más profundizados, no contradice a la que aquí ofrecemos, por tratarse en el caso presente de las relaciones exclusivas de Abreu. Galindo con Torriani y con Espinoía; y en el caso anterior, de sus relaciones con las cuatro crónicas de Gran Canaria. ^ También consta en Torriani ( cap, I del apéndice) y Abreu Galindo ( pág. 14) la autoridad de Pedro de Medina, cuya obra se publicó en 1548; pero las dos citas no parecen tener la misma procedencia. XXXIV TOREIANI dicha fuente no fuese posterior con muchos años a esta fecha, por ser ésta la última coincidencia de cronología entre Torriani y Abreu Galindo: todas las obras posteriores a esta fecha, que constan en Abreu, tales como Támara ( 1556), Garibay ( 15711 Illescas ( 1573), Guevara ( 1575), Cha- ^ ves ( 1576), etc., son desconocidas para Torriani y, probablemente, para la fuente que él seguía. Creemos, pues, que la obra que sirvió de fuente a Torriani ( y, con él, a Abreu Galindo y a Espinosa) fue escrita en Canarias, alrededor de ] 560. Esta fecha parece confirmarse también por otros indicios, por ejemplo, por ciertas correspondencias de sus datos con la obra de Juan de Barros, de donde parecen proceder, y que fue impresa por primera vez en 1552;^ o por el hecho que Bartolomé de Las Casas declaraba terminantemente, hacia 1555, que no existía ninguna historia de Canarias, ni en latín ni en español.^ ' No podemos consaltar actaalrnente la crónica de Barros, que falta en nuestras bibliotecas. Sólo nos hemos podido servir del extracto que de ella hace Las Casas, en su Historia de Indias, I, 17- 27. Mencionamos, entre los datos que parecen proceder de Barros y haberse transmitido a la historiografía isleña, todo cuanto tradicionalmente se supo en Canarias sobre Juan de Béthencourt y Maciot ( naturalmente, con las adiciones de la crónica de Juan II); la existencia de 14 000 hombres de pelea ( Barros dice « en todas las islas » ; su traductor debió de comprender « en Gran Canaria » ); la costumbre canaria de cebar las mujeres por casar, para que fuesen gordas; la costumbre de cederlas a les nobles, durante la primera nodie; la vileza de los carniceros; la existencia, en Tenerife, del trigo, y de « ocho o nueve linajes o bandos » ; la calificación de los antiguos palmeros de « menos políticos y razonables » ; etc. Todos estos datos, comunes a los autores isleños, no figuran, que sepamos, en ninguna fuente anterior a Barros. ^ Fray BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Historia de Indias, I, 17 ( edición de A. Millares Cario, Méjico 1951, vol. I, pág. 90), al introducir su serie INTRODUCCIÓN , XXXV Si ello es así, parece fuera de duda que la obra de que se trata es la historia perdida del doctor Troya/ a que antes hemos aludido. El doctor Antonio de Troya, hijo de Alonso de Troya y de Lucía Pérez y sobrino del canónigo Diego de Troya, había nacido en Las Palmas, donde había recibido el bautismo, en el sagrario de la catedral, en 3 de enero de 1530. No sabemos dónde cursó estudios; sólo sabemos que volvió de la Península doctor en Leyes, y que sé estableció en la isla de La Palma, donde lo hallamos en 1565, casado con Elena de Salazar. Fue recibido abogado de la Real Audiencia de Las Palmas, en 7 de junio de 1566 ^ y volvió después a Santa Cruz de La Palma, donde falleció, probablemente por mayo de 1577. Tuvo los hijos siguientes: Lucrecia, bautizada en San Salvador de La Palma, en de capítulos sobre Canarias, justifica su digresión por la circunstancia de que < muchos y aun quizá todos los que hoy son, y menos los que vinieron, no saben ni por ventura podrán saber cuándo ni cómo ni por quién fue celebrado su descubrimiento » . Más adelante. I, 22 ( pág. 122), repite que escribió sobre Canarias, « por que haya dellas noticia alguna en nuestro vulgar castellano, pues ni en él, ni en historia escripta en latín se hallará escripto tan particularmente ni tan a lo largo lo que aquí habernos dicho de ellas » . Es sabido que Las Casas tuvo, en cierto momento de la composición de su obra, un verdadero interés para rehacer la historia de la conquista de Canarias, por razones po. Iíticas que no cabe analizar aquí; y que, al tratar de hacerlo, sólo pudo utilizar la historia de Juan de Barros, cuyo . empleo sirve para fechar los capítulos referentes a Canarias. Al sa; ber que el autor estaba relacionado con los ambientes canarios, por los Peñalosa, parece natural pensar que, de haber existido « na crónica de la conquista de Canarias o una historia de Canarias por los años eri que él escribía, hubiese podido conseguirla cora relativa facilidad. ' Cf. J. ALVAREZ DELGADO, El doctor Troya, en « Revista de Historia » , VIH ( 1942), págs. 104- 5, único estudio que identifica al autor de la crónica perdida. XXXVI TORRIANI 8 de febrero de 1566, quien casó por 1590 con el regidor de la isla, don Pedro Bahamonde de Lugo; Francisco, bautizado en 11 de septiembre de 1567; Catalina, bautizada en 21 de octubre de 1568; Alonso, bautizado en 12 de agosto de 1571; Luis, bautizado en 24 de julio de 1572; Francisca, bautizada en 5 de enero de 1574, Elena, bautizada en 16 de febrero de 1576; Antonio, bautizado en 17 de agosto de 1577, postumo. La tutela de sus hijos menores pasó en Santa Cruz de La Palma, por presencia del escribano Bartolomé Morel, en 4 de junio de \ 577} Este es el autor de la obra histórica de que se sirvieron, uno detrás del otro. Espinosa, Torriani y Abreu Galindo. El conocer su ficha biográfica, por desgracia no suple la pérdida de su obra. Es posible, sin embargo, que dicha obra aparezca un día, pues hay razones para suponer que hubo de ella más de una copia. De todos modos parece posible afirmar que los datos de Torriani, así como los de Abreu Galindo que coinciden con él, vienen de la obra histórica del doctor Troya, escrita allá por 1560; como también es posible que las demás obras de carácter histórico insular, y en particular las crónicas de Gran Canaria, procedan directamente de Troya. En cuanto a las fuentes de que se habrá servido el mismo doctor Troya en su trabajo, cabe recordar las queJhdicamos al estudiar la obra de Abreu Galindo. También es posible que la decisión de escribir la histo- ' Hemos dado estos datos, por ser completamente desconocidos. El autor, naturalmente, no figura en la Bio- bibliografía de escritores canarios de Millares Cario. Por otra parte, es cierto que éste es el único Troya de Canarias que fue doctor, y que no cabe confusión de personas. INTRODUCCIÓN XXXVII ría de Canarias arranque, como en el caso de Bartolomé de Las Gasas, de una lectura de Juan de Barros. Su valoración Al tratar de interpretar históricamente la obra de To-rriani, no debe olvidarse que el autor no es y no pretende ser un historiador. Su ambición se cifra en cumplir con la misión técnica que se le ha confiado; por lo demás, le faltan muchas cosas, para que pueda ser un historiador. Torriani era, como todos los intelectuales del Renacimiento más o menos tardío, un enciclopedista fuertemente empapado en escrúpulos clásicos. Por una parte, para él, como para todos los humanistas, la leyenda y la mitología se confunden a cada paso con la realidad vivida. Así, el canal que separa la isla de Lanzarote de la de Fuerteventura, le llama a la memoria en modo casi automático la leyenda de Friso y del vellocín de oro ( XIX). Las murallas de Babilonia son para él algo como « las murallas por excelencia » ( XIV); y los tipos arquitectónicos de moradas de los antiguos canarios son pretexto para apreciaciones sobre los Siglos de Oró y de Cobre ( XXXI). Por consiguiente, nada raro, si las ficciones de Tasso referentes a la hermosa Armida y a su jardín mágico tengan valor de documento histórico para nuestro autor, quien busca la exacta situación de dicho jardín, y la encuentra en la isla Graciosa ( cap. VII); o si las agradables invenciones de Ariosto, con sus Prusiones y Finaduros, reyes de Canaria en tiempos de Cario Magno, son indicaciones que Torriani recoge sin vacilar ( cap. XXXIX). Su formación humanística, al mismo tiempo que le inspira un profundo respeto para todo lo escrito, y más aun si se trata dfe obras maestras de autores unánimemente admirados, le XXXVin TORRIANÍ impide aplicar un criterio objetivo y distinguir la ficción de la historia, que, para aquellos tiempos, era también una arte y, por consiguiente, una ficción. Por otra parte, su cultura científica se resuelve en To-rriani, como en Cardano, como en Leonardo da Vinci y ^ como en otros numerosos científicos humanistas, en una serie de pesados escrúpulos astrológicos, que observa con verdadera religiosidad y que hoy día nos hacen sonreír. Para nosotros o, por lo menos, para aquéllos de entre nosotros que no creemos en la astrología, la parte de su obra que rinde homenaje a estas ideas es la más inútil y totalmente falta de interés. El intento de reducir el mapa de Canarias a la figura del Cancro, a lo sumo, puede divertir; pero la pretensión del autor, de explicarlo todo a base de influencias de los astros, el intento de hacernos creer que la elección de la ciudad de Las Palmas para residencia de la Real Audiencia se debe a « la exaltación de Júpiter en el signo del Cáncer » , que la conquista de las islas por los españoles es resultado de la conjunción del mismo Júpiter con el Sagitario, y toda la serie de defectos y vicios que achaca a los habitantes de cada isla en particular, como consecuencia de las mismas influencias benignas o malignas ( cap. XLII), pertenecen a un determinismo que, para nosotros, ha perdido toda clase de interés. - En fin, el último defecto de Torriani, al querer considerarlo como historiador, es la falta de interés para el tema histórico que trata, y para el ambiente que describe. La estancia de Torriani en Canarias fue sólo resultado de una misión, y probablemente, desde su punto de vista, debió de considerarla como una especie de destierro o residencia forzosa. Los cuatro o cinco años que pasó en las islas, de todos modos, no son resultado de una libre deci- INTRODUCCIÓN XXXIX sión del autor, sino de una obligación de servicio; y, al juzgar por los ecos que dejó en su obra, dichos años. no le dejaron un grato recuerdo. Sus juicios sobre las islas , y los isleños carecen de amenidad. El nombre de Afortunadas se debe a una « fama mentirosa » ( cap. I). Las islas son sumamente pobres ( cap. XIV) y a esta pobreza se añade la falta de armonía ( cap. XVII). Los versos del Tasso: Es cierto qiie son feraces y hermosas y alegres, pero también se mezcla con la verdad mucha mentira, le parecen de excelente aplicación ( cap. LXIX). Los habitantes de La Palma, en cuya isla sabemos que hizo dos estancias, en épocas diferentes, son « gente vanidosa, fastuosa, soberbia, imprudente, inconstante e infiel en sus amistades » ( cap. LXX) y sus gobernadores son « jóvenes escolares de pocas letras y de menor prudencia, los cuales gobiernan a su antojo » ( cap. LXX). Y, por si fuera poco, la mala influencia de las estrellas ha puesto en los habitantes de todas las islas una copiosa serie de vicios, que el autor particulariza de tal modo ( cap. XLII), que no es posible no tildarle de ingratitud para con la tierra en que había vivido durante años, y con elpaís que allí le había enviado. Incluso en lo que se refiere al objeto más preciso de su misión, es decir, la traza de las futuras fortificaciones de Canarias, se adivina su total falta dé confianza en la realización de sus proyectos,, tanto por la pobreza y falta de acuerdo ( cap. XVII), como porque « estas naciones no gustan ni de comodidad, ni de seguridad, ni de hacer cosas útiles para los demás, ni de dejar la fama de sus buenos pensamientos » ( cap. LVI). Es difícil creer que debajo de estos juicios están solamente los indicios y las sentencias sin apelación de la astrología; más XL TOERIANI bien se debe tratar de una especie de rencor, debido a circunstancias que en este caso son indiferentes, pero que serán, como en el caso arriba mencionado de su experiencia palmera, relacionado con los problemas materiales de su estancia y de su misión. Es cierto, de todos modos, que ' Torriani no escribe con amor, ni siquiera objetivamente, la • historia y descripción de las islas. Sin embargo, hay que añadir que se cometería una injusticia, al tratarle, como hasta aquí lo hemos venido haciendo, de historiador. Ya hemos dicho en lo anterior que Torriani no tiene la fibra del verdadero historiador. El valor de su obra no reside, por consiguiente, en la personalidad, por otros aspectos interesantísima, del autor, sino en el caudal de datos que su trabajo nos transmite y que, más allá de la persona y de los conocimientos de Torriani, vienen de su fuente perdida. El mayor interés de la Descripción le viene, por consiguiente, de la reconstitución que permite, en parte y por medio de la comparación con las demás fuentes, de la antigua crónica, del doctor Troya o de quien fuese. Históricamente hablando, Torriani no es más que un intermediario, y como tal debemos juzgar su aportación. Desdé este punto de vista, también se pueden poner algunos reparos a la obra del ingeniero italiano. Torriani no parece haber sido buen conocedor del español; toda su correspondencia con la Corte se hizo en italiano por su parte, y no tenemos nada de su mano, en español.^ Por otra ' No hace falta añadir que no estamos de acuerdo con las conclusiones de D. J. WóLFEL, pág. 21, quien considera que los diez años de estancia en España le habían hecho olvidar su italiano, y que « für Torriani Italienisch doch schon eine Sprache zweiten Assoziazionsranges geworden war » . Si así fuese, lo más lógico hubiera sido que escribiese en español su correspondencia oficial. INTRODUCCIÓN XLI parte, su compilación, al conceder un lugar al aspecto histórico de su Descripción, limitó este elemento de su trabajo, de modo que sólo admitió un extracto muy resumido de la íuente que empleaba. Entre posibles errores de traducción ( del español de la fuente a su italiano) y simplificaciones a veces excesivas del texto original, la versión que Torriani da de los hechos no inspira siempre una completa confianza. Así, cuando indica que « cada uno de los reyes de Canaria tenía doce consejeros » ( cap. XXXII), forzosamente vacilamos a admitir esta afirmación, al considerar que Abreu Galindo atribuye seis consejeros a cada uno: es fácil que la frase de Abreu Galindo: « los doce consejeros de la guerra, que llamaban gayres, y había seis en Telde y otros seis en Gál-dar » ( pág. 151), frase que suponemos más o menos idéntica en su fuente, haya sido estropeada por Torriani, por efecto de una mala comprensión o de un error mecánico. De igual modo, cuando pretende que, antes de ir a pelear entre sí, los antiguos canarios « tomaban licencia de un capitán llamado sambor- a ( cap. XXXV), creemos que se trata de otra mala traducción del original, en donde sabor debía de significar « consejo » y no « capitán » . Como ejemplo de rapidez inexacta de la reproducción de su fuente se puede mencionar el episodio del capitán Lázaro vizcaíno y de la rebelión de los herreños ( cap. LXV), muy resumido y muy diferente, si se le compara con la versión de Abreu Galindo. En otros casos, su conocimiento incompleto de las islas ocasiona equivocaciones materiales, tales como la confusión de La Victoria con La Matanza ( cap. III), o la idea de que Aloso Fernández de Lugo procedió en La Palma « como lo había hecho en Tenerife » ( cap. LXVIII), donde todavía no había desembarcado. En fin, su sintaxis, que hemos tratado de restablecer en lo posible, presenta deficiencias que pare- XLII TOERIAN! cen ocasionadas por cierto descuido o rapidez en el trabajo. Ello no obstante, la obra de Torriáni sigue siendo una de las más valiosas históricamente, para comprender el pasado de las islas, así como los arduos problemas de la historiografía canaria. A pesar de la brevedad de sus indicaciones, que son constantemente más concentradas y más s reducidas que en Abreu Galindo o, en su caso, en Espinosa, f su versión es para nosotros de un inapreciable valor, no I sólo como comprobante de los anteriores, sino también | porque a menudo contiene indicaciones complementarias, I interpretaciones diferentes, sugerencias que completan fe- i lizmente nuestros conocimientos. El mismo hecho de que i Torriáni escriba su obra sin la intención de elogiar o de | hermosear, es una garantía de que su reproducción de la | fuente, defectuosa por otros conceptos, no está embargada | por escrúpulos localistas o personalistas, como en el caso de ^ ciertas crónicas de la conquista de Gran Canaria. Si se aña- I de el interés de sus otros dos elementos, el descriptivo y el | militar, se comprenderá que su obra merece el interés que | desde el momento de su publicación en el texto original no 2 ha dejado de suscitar entre los historiadores, así como entre todos los lectores cultos de las islas. En fin, el mayor mérito de Torriáni, de que nada hemos dicho hasta aquí, y que es probablemente el principal objeto de sus esfuerzos y de su cariño, es su actividad de ingeniero topógrafo y, en su consecuencia, su colección de dibujos, esquemas, planos y mapas de Canarias. Todas las objeccio-nes que hasta aquí hemos suscitado a su obra, representan reservas sobre aspectos que, evidentemente, merecen el mayor interés desde nuestro punto de vista y en que hubiéramos deseado mayor escrupulosidad por parte del autor. INTRODUCCIÓN XLIII Pero, al mismo tiempo, desde el punto de vista del objeto perseguido por Torriani, se trata de un interés secundario de su obra, pues su misión consistía en proponer trazas y pareceres. Esta - isisión ha sido admirablemente cumplida; y a ella le debemos el álbum más rico y más fértil del pasado canario, tanto en lo que se refiere al aspecto geográfico de las islas y de sus ciudades y villas como en la reproducción de trajes antiguos, y en la representación de las fortificaciones canarias, existentes o solamente al estado de proyecto. Más que todo, sus mapas y sus planos de ciudades no" son simplemente un regalo para los ojos y una curiosidad parala inteligencia, sino que se trata de un verdadero trabajo histórico, de un inapreciable documento que proporciona al investigador la imagen concreta de realidades muertas desde hace casi cuatrocientos años, y que completa elocuentemente los datos secos y descarnados de los documentos. Esta documentación se reproduce aquí por primera vez en su integridad; y estamos seguro de poner a disposición de los lectores, canarios y de fuera, al mismo tiempo que un verdadero álbum que se caracteriza por su pintoresco, un valioso instrumento para vivificar la historia y retraer al espíritu la vieja imagen de un pasado curiosamente materializado y transformado en realidad vista. í J . A M A !. . S r A DL L RL LA I O 1. 1 ( X) i /) f: SCUIT ffONE KT MÍS'l'O/' íl A DEL KJÍUXO DK ¡: ÍSO¡./: ' \ C4V4RfE a/ A fí^ TTl-: L£ fOKl^ VA'AlE CO, Vf/^\ iRERi: ] DEELE LORO fORflEfCAllOA'I j DI LEONARDO TORRíAN I ' ' C RRMON E S ri Portada del manuscrito de Torriani A LA REAL Y CATÓLICA MAGESTAD DE FELIPE II, NUESTRO SEÑOR, REY DE LAS ESPAÑAS LEONARDO TORRIAN!, CREMONÉS P R O E M I O H . ABIÉNDOME ordenado Vuestra Magéstad, en años pasados, que hiciese la descripción de las Islas Canarias, me pareció que tan pequeñas tierras, destacadas del África, así solas, por la pequenez del asunto, no podían serle sino de poco agrado. Y así, al encontrar en los monumentos de las letras con qué hermosearlas, me determiné añadirle la historia y los acontecimientos que en ellas pasaron, hasta a nuestros tiempos, con los pareceres y los dibujos de sus fortalezas. También describiré las ciudades y los puertos, para mayor aclaración de las mismas. A esto he añadido la isla de Antilla,^ la Madera, Puerto Santo y la costa de Berbería, con el verdadero lugar de los montes Atlas,^ aprovechándome de los trabajos ajenos y de las más verídicas observaciones que pude hallar, puesto que la incomodidad y los peligros ' Ardilla: otro nombre tradicional de la isla fabulosa de San Boron-dón, cuya « descripción » forma el capítulo I adicional. •' El capítulo referente a la exacta ubicación de los dos montes Atlas, si es que se escribió, no se nos ha conservado, por faltar al manuscrito original uno o más folios, al final; por cuya ausencia también queda truncado el anterior capítulo, referente a Berbería. 2 TORRIANI del mar, la dilación del tiempo y la cuantía de los gastos no me dieron lugar a poderlas ver y medir. Con las cuales tuve mucho trabajo, pues tuve que corregir las falsas observaciones de los mareantes, tanto por medio de la altura del polo, como por las posiciones de los triángulos planos, esperando ora sobre los montes, ora en las puntas o promontorios, los momentos despejados y serenos, para poderlas ver. Además, también encontrará Vuestra Magestad en este libro algunas curiosidades dignas de su grandeza: que sólo en éstas me detuve, para ser breve, y para adornarlo tan sólo con aquellas cosas que fueran más dignas de presentarse a su divino ingenio, sin haberme preocupado demasiado el aparentar que no soy solamente historiador, ni exclusivamente geógrafo, ni tampoco simple arquitecto militar. Reciba, pues, Vuestra Magestad, este pequeño regalo, el. cual no pretende mostrarse, hinchado de ambición, por las espléndidas plazas, ni aspira a la inmortalidad, con buscar los aplausos de la fama, o la eternidad de. la imprenta; sino que solamente, lleno de humildad y de reverencia, mira como a su único objeto a las reales manos de Vuestra Magestad; en las cuales ( así como está, escrito a mano), se siente feliz, por esperar todo favor y protección de Vuestra inenarrable benignidad, y por prometerse cuanto de parte de tan grande Rey y Monarca se puede desear. Y yo, a los pies de Vuestra Magestad, lleno de júbilo por haberle agradado este mi humilde servicio, a cambio de tanta merced ( rogando a Dios le dé felices años de vida, con acrecentamiento de la cristiana Monarquía, bajo la invicta y gloriosa corona de las Españas), de nuevo le ofrezco el corazón más devoto y con suma reverencia le beso las manos. CAPITULO I Si las Islas Canarias son las verdaderas Afortunadas J__| AS islas Canarias, que antes decían las Afortunadas, son célebres entre las que baña el mar, desde el Oriente índico hasta el Occidente mauro, por la mención que de ellas hicieron antiguos poetas, historiadores y geógrafos; los cuales, inducidos por la benignidad del cielo, que las gobierna con blandos influjos y temperies, creían que las tierras, incultas y sin labrar, producían abundancia de toda clase de frutos, y que se vivía en ellas pingüemente, sin molestia de los rayos estivos del sol, ni del frío que el invierno lleva a los que viven fuera del tercer clima, bajo las Osas. Creyeron que sus moradas eran beatas, las cuales fueron cantadas por Homero, bajo el nombre de Campos Elíseos.* De estas islas escribieron Estacio Seboso;^ Juba, rey de Numidia; Plinio; Solino; Pomponio , Mela; Tolomeo; Estra- '' El texto original parece alterado, de modo que su construcción resulta poco correcta: Le mi stanze cresero esser bÉate; delle quali da - Homero sotto il nome dei Campi Elisii cántate furono. El autor quiso escribir: Le mi stanze cresero esser beate; le quali,.. ^ Los escritos de Estacio Seboso y de Juba se han perdido; pero la parte de los mismos que se refería a las islas Canarias, ha sido extractada por Plinio. Los demás autores ( menos Plutarco, historiador y moralista), son los clásicos de la geografía. 4 TORRIANI bón; Plutarco, y otros; los cuales, por el poco conocimiento seguro que tenían de ellas, erraron en sus escritos, de modo que, más tarde, algunos dudaron si eran éstas las Islas Felices nombradas por los dichos escritores. Sin embargo, ello no debe extrañar, si pensamos que en aquellos primeros tiempos ellas no eran frecuentadas ni por gente de lejos, ni por cercanos, como en nuestros días, para que hayan tenido de ellas un conocimiento exacto ( debido al ser entonces desconocida casi toda la costa del África que baña el Océano); pero los dichos escritores, siguiéndose el uno al otro, repitieron lo que la fama mentirosa dictó a los primeros que de ellas escribieron fabulosamente. Que ' éstas sean las verdaderas Afortunadas, tenemos muchas autoridades, además de lo que más adelante se dirá. Plinio, concorde con Juba,^ quiere que éstas se coloquen frente a la Mauritania occidental, aunque haga mención, de manera confusa, de varias Afortunadas. Estrabón y Tolo-meo piensan de igual modo, y que ellas señalan el término occidental de la parte que ellos conocían de toda la tierra, y que por ellas pasa el primer meridiano. Solino sigue a Plinio y a Juba; y aunque Mela tenga lo mismo, dice éste último: « Frente al monte Atlas están las Afortunadas » .^ Plutarco, en la Vida de Sertorio, llama las Islas Beatas, ' Concorde con Juba, debe entenderse que, en este particular, Plinio no hace más que repetir las indicaciones de Juba. Cf. PLINIO, Historia naturalis, VI, 32; texto reproducido y analizado por JUAN ALVAREZ DELGADO, Las Mas Afortunadas en Plinio, en « Revista de Historia » , XI ( 1945), págs. 26- 61. ^ La cita del texto de POMPONIO MBLA, III, 11, no es directa, sino que altera el original latino, de igual modo que la misma cita hecha por ABREU GAUNDÚ, I, 2, pág. 17; lo que indica que en ambos autores se trata de una cita indirecta, a base de xina fuente común. SI SON LAS AFORTUNADAS Atlántidas, del monte Atlas; y esta célebre montaña está colocada por Plmio a distancia de cinco grados del solsticio de verano. Pero éste es el Menor, el cual ( según Juan León Africano) se levanta sobre el mar Océano, cerca de la ciudad de Messa, en 29 grados y 30 minutos de altura del polo, frente a la isla de Alegranza. El Mayor ha sido situado por Tolomeo en 23 grados, lo que es falso, puesto que ( según los escritores más autorizados) el Atlas Mayor esta al Poniente, sobre el Océano, en 25 grados de latitud y 2 de longitud, de la costa del mar hacia Levante, es decir, al interior, a 120 millas de distancia del Cabo de Caballos;^ de cuya altura inaccesible, Ovidio en sus Metamorfoses, imitado por Plinio, dijo en aquellos dos versos: Crevit in immensum [ sic Di statuistis) ^ et omne cum tot sideribus coelum reqti/ evit in illo. Y aunque estas islas estén situadas debajo de nuestro polo, en tres grados más que el Atlas Mayor, no por ello podremos decir que ellas no están enfrente de ambos, sino 1 Las indicaciones referentes a los dos montes Atlas se parecen, sin ser idénticas, con las de ABRBU GALINDO, I, 2, pág. 17. Las principales diferencias consisten en no mencionar este último autor la autoridad de Juan León Africano, y en llamar Meca, la ciudad que en Torrianí se llama Messa. Juan León Africano, con su verdadero nombre Hasan Ibn Mohammad al- Wassan al- Fási, es autor de un libro De totms Afncae descriptione libri IX, Ambares 1556, en 8." ^ OVIDIO, Metamorfoses, IV, 66Í. Sic Di Statuistis hh& en el ms. original, bien por tratarse de un olvido del autor, o por ser un inciso sin interés para el sentido de la frase. Su traducción: Se levanta en la inmensidad, según lo ordenaron los dioses, y el cielo con sus estrellas descansa iobre él. 6 TORRIANI que están más cerca de ellas que cualquier otra isla. En efecto, navegando hacia Mediodía, rumbo a las islas Gdrgonas,^ o sea del Cabo Verde, no se hallarán otras islas, más que la de Cerne ( que tiene cinco estadios de circunferencia, frente a Arguín,^ que fué hallada por Hanndn el cartaginés), y otras ' tres, a las cuales llaman los portugueses, a la una la Blanca, por ser arenosa, a la otra la de las Garzas, y la tercera la del Corazón, según afirma Alvise da Mosto. También hay algu- i ñas más, muy pequeñas, las cuales, por carecer de nombre| propio, estuvieron comprendidas bajo el nombre común del las Hespérides ( por Héspero, promontorio de Cabo Verde). I Después, a mano izquierda, en dirección de la tramon- S tana están otras tres islas, dos de ellas frente al cabo Can- ^ tín ( que es donde empieza a dar la vuelta la costa hacia I Oriente, en dirección del Estrecho de Hércules), y la otra 1 entre éstas y las Canarias, casi enfrente de Alegranza. Las | dos más alejadas son Madera y Puerto Santo, y la tercera | la Salvaje, la cual se halla apartada, sola, para seiía] de los | mareantes. Madera, por su abundancia y feracidad, y por i su temperie, era digna de incluirse entre las demás Afortu- | nadas; que quifeá en nuestros tiempos no lo es, por estar | habitada por los portugueses.' Solino pone otras tres islas § ' Las Górgonas o Górgades se identifican tradicionalmente con las islas de Cabo Verde. ^ Arguín es el actual Cabo Blanco. Sobre la identificación de Cerne, cf. WóLFEL, pág 48, nota. ' En cierto raodo, el autor incluye Madera entre las Afortunadas, al introducir al final de su relación, una descripción de dicha isla y de la de Puerto Santo. En cuanto a la observación que sigue, y según la cual, Madera ya no es Afortunada, « por ser habitada por portugueses » , es difícil decidir si se trata de una intención epigramática, o de la simple constatación, que la historia de dicha isla no sigue igual rumbo que la de Canarias Si SON LAS AFORTUNADAS 7 Afortunadas, entre las Casiterides, en el océano Cantábrico, frente a Galicia; pero, como de estas islas no se hace mención en los escritores más antiguos, ni tampoco se hallan en el mar Atlántico, sino en otro clima, muy alejado de éste, no las tendremos en consideración; como tampoco hablaremos de muchas otras cosas que algunos escribieron délas Afortunadas, para evitar todo cuanto nos podría ocasionar confusión. CAPITULO ÍI Del número de las Canarias y de sus nombres P, LINIO sólo hace mención de seis islas Afortuna- | das.^ A la primera la llama Ombrión; a la segunda. Juno- I nia; a la tercera también Junonia, pero Menor; a la cuarta, | Capraria; a la quinta, Nivaria; y a la sexta. Canaria. Dice S también que Junonia Mayor está lejos de Cádiz 750 mi- ^ Has. La Palma, que es la última de estas islas hacia Occi- I dente, se halla a 780 millas de Cádiz, eso es, 30 más de lo 1 que pone él; de cuya poca diferencia sacamos que ésta es | la Junonia Mayor. Por esta razón, como también por decir | que la primera se llama Ombrión, es de creer que empezó | a contar desde Poniente, dirigiéndose hacia Levante. i De ésta nos dice que tiene en los montes un charco y i que sus árboles son parecidos a la férula, de los cuales ^ se I ^ Las seis Afortunadas aquí mencionadas son las que refiere Juba, seguido por Plinio. El problema de su identificación es muy arduo y lia dado lugar a numerosas hipótesis y controversias. Según la más reciente de estas tentativas de identificación, en el mencionado trabajo de J. AL-VAREZ DELGADO, Ombrión sería la Gran Salvaje; Junonia, La Palma; Junonia Menor, La Gomera; Capraria, El Hierro; Nivaria, Tenerife; y Canaria Gran Canaria. Según el mismo investigador, Lanzarote y Fuerteventura no figuran en esta lista, por mencionarlas Juba ( y con él Plinio) debajo del nombre particular de islas Purpurarías. ^ De los cuales, en el original da' quali; Wolfel leyó da' qaale, que sólo se puede referir al antecedente/ i^ ra/ a; pero, a pesar de ello, su traducción es exacta. NÚMERO DE LAS CANARIAS 9 saca el agua: de los árboles negros, el agua amarga, y de los blancos, el agua de beber. La isla del Hierro es casi tan occidental como La Palma, tiene en sus montes un charco, y el agua de beber la sacan de un árbol, que se dice til, de tilia, que los griegos llamaban phillara; y, si pensamos bien, se puede decir que la palabra se corrumpid y llegó a decirse férula,'^ o parecida a ella. Verdad es que la férula no es un árbol, sino una pequeña caña, de la cual, que sepamos, no se saca agua; salvo si Plinio tuvo conocimiento de las cañas muy gruesas que se hallan en la isla Gilolo, en las Indias Orientales, las cuales están llenas de agua de beber, según refiere Antonio Pigafetta, vicentino, en la relación del viaje que hizo alrededor del mundo.^ Pero, como sobre este particular se tratará más extensamente en su lugar, sólo diremos que por esta razón debemos creer que Ombrión es la isla que hoy se llama del Hierro. Siguiendo hacia Levante, nombra Plinio a las dos Juno-nias. La Mayor, como acabamos de decirlo, es La Palma, cercana a ésta del Hierro, y la Menor es La Gomera, que también es más pequeña, y situada casi entre las dos. De allí salta un poco en dirección noreste, a Capraria, que es la que llamamos Fuerteventura, porque frente a ella pone a la conocida Nivaria, que tomó su nombre de la nieve que ' El razonamiento del autor debe entenderse del modo siguiente: Plinio dice que en la isla Ombrión se saca agua de una especie &.^ férulas-, en El Hierro se saca el agua de un árbol cuyo nombre, til, viene de tilia; tilia en griego se dice phillura; y de ésta última palabra deriva férula-, por consiguiente, cuanto dice Plinio se aplica bien a la isla del Hierro. ^ Antonio Pigafetta, natural de Vicenza, acompañó la expedición de Magallanes, y describió su viaje en una relación dirigida al gran maestro deRodasy publicada por primera vez en 1536, con el título // Viaggio fatto da gli Spagniuoli attorno al mondo. 10 - TORRIANI casi continuamente posee. Esta Nivaria es Tenerife, situada en medio de las tres ya mencionadas, la cual con su eminente altura, cubierta durante casi todo el año con mucha o poca nieve, parece, con su soberbia, que tiene el imperio de este mar. Canaria no cambió nunca su antiguo nombre, del cual recibieron el suyo todas las demás. Al principio ^ Plinio, con la autoridad de Seboso, pone | junto a la isla Capraria la Pluvialia, que es la séptima habi- | tada, eso es, la que llamamos Lanzarote; porque es cierto | cuanto él dice, que en aquélla no hay agua, más de la que | Hueve. Pero hay que abandonar la falsa distancia que él i calcula hacia Oriente, hasta Cádiz, en 750 millas, porque no S son sino 630: en esto, y en las distancias que pone entre | una y otra isla, se apartd mucho de la verdad, como hom- | bre que escribió atrevidamente.^ | De estas dos islas parece que habló Plutarco en la Vida | de Sertorio, cuando dijo: « Dos están divididas por un breve % espacio de mar » , porque en efecto la distancia de una a | otra no pasa de nueve millas; pero no está a 10 000 estadios i de Libia, como él escribe,* sino a 1010 solamente, en direc- i ción del Levante. Los antiguos sólo hacen mención de siete S islas, posiblemente porque son siete las habitadas, o por ' No se comprende la razón de este al principio, que Wólfel dejó de traducir. * Después de atrevidamente sigue en el manuscrito un espacio borrado por el autor; quizá decía algo como: escribió atrevidamente de cosas que no sabía, audacemente scrisse [ di quello che non sapeva]; porque escrivió atrevidamente parece formar una frase truncada. * Los investigadores modernos consideran que las Afortunadas mencionadas por Plutarco no se pueden identificar con las Canarias, sino con las dos islas de Madera y Puerto Santo. NÚMERO DB LAS CANARIAS 11 ser mayores que las demás. Los modernos hablan de diez, pero en realidad son once, siete habitadas y cuatro ^ desiertas, que son: Alegranza, Santa Clara, Graciosa, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, El Hierro, La Palma, y la isla de Lobos, situada entre Lanzarote y Fuerteventura. Cuatro: enmendamos el manuscrito origina), que lleva cingue. El islote al norte de la Graciosa no se llama Santa Clara, sino Montaña Clara. CAPITULO ni Por qué estas islas fueron llamadas Afortunadas y después Canarias F 1 JL- jSTAS islas antiguamente ( según Plinio y otros) fue- = ron llamadas Afortunadas por la grandísima feracidad y | abundancia de frutos, por la constancia del clima, por los g vientos, suaves y húmedos,^ y por la pureza y templanza % del aire; cuya humedad creía Plutarco que era tal, que | bastaba para alimentar suficientemente a todos, sin plan- | tar ni cultivar. Están situadas en la zona templada, donde | el sol, en el solsticio de verano, se acerca hasta en cuatro í grados y medio de su cénit. Están aireadas por el bóreas, la | tramontana y la galerna, los cuales, con el frescor que llevan | consigo y con la humedad del grandísimo mar que las baña I por todas partes, hacen su morada agradable y muy alegre. | Por lo cual no es de maravillar, que los antiguos bárbaros ® creyeran que aquí estaban los verdaderos Campos Elíseos, en el borde de la última tierra conocida por entonces, y en la región más apacible y más tranquila de las que se conocen hasta hoy, entre las que descubre nuestro polo en su rotación; de las cuales Homero, pensando, según la común opinión, que las almas después de la muerte venían aquí a ' Húmedos: interpretamos así la palabra del original ( soatii et rudagosi ventí). por creer que rudagosi es error de pluma, en lugar de mgíadosi. Walfel tradujo mdssig ( templado). POR QUÉ AFORTUNADAS ^^ bir el premio que en vida merecieron por sus obras, dijo así, cuando pone a Proteo a vaticinar la muerte de Aga-reci memnon: Sed te in Elysmm Campum et in fines terrae Immortales mitterent, ubi flavas Rhadamantus est; ubi facillima vita est hominibus. Non nix ñeque hiems multa, ñeque unquam imber, sed semper zephyri strldule spirantes fLatas Oceanus mittit ad refrígerandum homines} Y el famoso Torcuato Tasso, que para nosotros es ün segundo Homero ( quien en Grecia quizá hubiera sido el primero), haciendo alusión a lo cantado por el príncipe de los poetas, puso en boca de la Fortuna este hermoso discurso sobre las Islas Afortunadas:^ Ecco altre isole Ínsteme, altre pendici scoprian al fin, men erte ed elévate; ed eran queste Visóle Felici ( COSÍ le nominó la prisca etate), a cui tanto stimava i cieli amici, ' HOMERO, Odisea, IV, 564- 69: « Los inmortales te enviarán a los Campos Elíseos, al extremo de la tierra, donde se halla el rubio Radamante. Allí se vive dichosamente; allí jamás hay nieve ni invierno largo, ni lluvia, sino que el océano manda siempre las brisas del Céfiro, de sonoro soplo, para dar a los hombres más frescura » ( Traducción de Luis Segalá y Esta-lella, Barcelona 1910, pág. 61). ^ El en origmal-. Dell'isole Fortúnate altamente alia Fortuna in questo modo ne fece faveUare. Wd\ fe\ trdíduce altamente por laut ( en voz alta); creemos que se refiere más bien a la magnificencia del discurso. Por lo demás, es equivocación de Torriani el haber puesto este discurso en boca de la Fortuna, quien es solamente uno de los personajes que « descubren » las islas, más precisamente, quien dirige a ellas a los demás viajeros. 14 TQRRIANI che credea voluntarte e non arate quivi produr le terre, e ' n píii gradití fmtti non cuite germogliar le vití. Qul non fallad mai fiorír gli olívi e 7 mel dícea stíllar da I' elcl cave e scender giii da lor montagne i ñví con acqae dolci e mormorio soave, e zefiri e rugíade i raggí estívi temprarvi si, che nullo ardor v' é grave; e qul gli Elisi Campi e le famóse stanze delle beate anime pose? Así, estas islas tomaron el nombre de Felices y Afortunadas, por la clemencia y el favor del cielo; no, como las . ' Los versos son de TASSO, Jerusalén libertada, XV, 35- 36. Reproducimos a continuación la traducción que de estas octavas dio el célebre Cairasco y Figueroa, y que menciona, en el mismo lugar que Torriani, ABRÉU GALINDO, I, 3, pág. 23: Otras islas se ven, que blanco velo las ciñe en torno, menos elevadas; llamólas, por su fértil cielo y suelo, la antigua edad las islas Fortunadas, y tan amigo suyo estimó al cielo, qae de su voluntad, no cultivadas, las tierras entendió dar nobles frutos y las incultas vides sus tributos. Siempre decía florecer la oliva, destilar de las piedras miel sabrosa, y con murmullo blando el agua viva bajar del alto monte presurosa, templar el aire la calor estiva, de suerte que a ninguno es enojosa; y en fin por su templanzuy lauros, palmas, ser los Campos Elíseos de las almas. POR QUÉ AFORTUNADAS 15 Gorgonias, de las mujeres monstruosas que vivían en ellas o, como las Purpurarias, de la púrpura de Getulia que allí llevó Juba o, como las Herpérides, de Héspero, rey de Mauritania, o, como las Casitérides, del plomo ^ o, como las Baleares, de Balo, compañero de Hércules, o del tirar con la fronda.. Pero por qué se llamaron después Canarias, la verdad de ello no se sabe. Algunos dicen que tienen su nombre de Cam, hijo de Noé; pero, si es así, ¿ por qué no se llamaron Cananeas? Otros quieren que sean dichas así por el dulcísimo canto de los gárrulos pajaritos que se hallan en ellas, en tanta abundancia, que los llevan hasta a los últimos términos de las Indias Orientales y Occidentales. Algunos modernos quieren que se les nombre así por su fertilidad en cañas que producen azúcar.^ Otros dicen que Canaria fué llamada Grande antiguamente, por ser muy redonda y espaciosa, y por el valor y nobleza de los habitantes, y porque está colocada en medio de las demás, como capital. En lo demás, veo que tomaron el nombre de la Gran Canaria año de ...,^ ' Curioso descuido del autor. El nombre de las Casitérides viene, como es sabido, de su riqueza en estaño, en griego xaootxspoc. '' La hipótesis es anacrónica, pues la caña de azúcar era desconocida en Canarias, anteriormente a la conquista. Cf. la nota de Wolfel, pág, 55 El mismo Torriani lo sabe, según se puede ver más abajo, cap. XXVIIf,. donde, al mismo tiempo, se indica el autor de esta hipótesis, Antonio de Nebrija. ' La fecha quedó en blanco en el manuscrito. Cf. ABREU GALINDO, I, 14, pág. 72: « En esta jornada dio Juan de Betancor a esta isla el epíteto y nombre de Grande, que le dura hasta hoy, y le durará. Año de 1405 se le dio el nombre » . Como se puede ver, si no nos equivocamos al suponer que los dos autores reproducen una fuente común o, por lo menos, dos textos parecidos, sacan de ellos versiones muy diferentes. 16 TORRIAIMI cuando fueron conquistadas por los cristianos. En ella fué establecida la iglesia catedral, y el rey don Fernando, que es quien entonces reinaba en Castilla,^ fundó en ella la Audiencia; y de está isla, como de su capital y metrópoli, los cristianos de la Gran Canaria dieron su nombre a las otras islas.' ^ La feal tíédilla de eíecCión de la Real Audiencia de Las Palmas es del 5 \ de julio de 1527. Por consiguiente, es inexacto que fue Fernando el Católico quien fundó dicho tribunal, siendo así que en aquella fecha reinaba Carlos 1. ^ Cf. ABREU GALINDO, I, 3, pág. 23: << Como de la más calificada, toman las demás el nombre, llamándolas Canarias » . CAPITULO IV Quiénes fueron los primeros habitantes de estas islas S, ' I queremos buscar el origen de tanta antigüedad, sobre la cual no nos ha dejado memoria ningún escritor, en ningún idioma, salvo los griegos y los latinos, tenemos que dar vuelta muy en atrás, y averiguar cuáles fueron, entre los nietos de Noé que poblaron la tierra, los que llegaron a estas islas; o, si no fueron de los nietos de Noé, quiénes fueron, según otras opiniones, como en su lugar se dirá.' Lo que, por las muchas diferencias, no dará satisfacción a todos; pero que cada uno se quede con la opinión que más le gustare, que no tiene mucha importancia ni, por mi parte, tengo preferencia alguna entre todas ellas. Moisés, en el capítulo X del Génesis, al tratar de la generación de los hijos de Noé, que habían nacido antes del diluvio, dice que Jafet tuvo a Gomero, a Magog, a Madai, a Javan, a Tubal, a Masoch y a Tiras; Gomero hubo a Hemos preferido una traducción analítica, pero más clara, a la concisión algo oscura de Torrianit O fra altri, secando vari pareri, come ira. tra altri está evidentemente puesto en alternativa con fra i primi nepotidi Noé: a los primeros pobladores de Canarias hay que buscarlos o entre los nietos de Noé, o entre otros, según varían las opiniones de los escritores. Sm embargo, la traducción de ^ X'olfel es muy diferente de la nuestra. 18 TORRIANI Asquenaz, a Rifat y a Tergoma; Javan hubo a Elisa, a Tar-sis, a Cethim y a Dodanim, los cuales repartieron las islas a las gentes en toda su región, y a cada uno dentro de su nación, según su lengua y su familia. Seroso Caldeo, en su libro de las Antigüedades, pretende que Jafet condujo colonias a África, las cuales, según opinión común de los africanos, fueron hijos de Gomero, sü primogénito; y por ello en nuestros días muchos pueblos de África se llaman go- i meros. , | También dice Beroso ^ que en la partición que hizo i Noé entre sus nietos de las partes de la tierra, a Gog le j tocó la feliz Arabia Sabea, con Sabo, su padre; a Tritón la Z Libia; a Cur, la Etiopía; a Getulo, la Getulia; y a Jafet el ^ viejo, el África atlántica; y como, según Moisés, les tocaron | las islas según sus regiones, les habrán tocado también és- | tas, que están frente al Atlas; y entre ellas. La Gomera qui- | zá haya tomado el nombre de Gomero. | Estamos persuadidos de ello, porque Gomero dio su | nombre a todos los lugares adonde su abuelo Noé había I antes enviado colonias formadas por sus hijos. Prueba de | ello es que, cuando Noé envió a Asia, en las Indias Orienta- % les, a algunos de los hijos de Gomero, Gallo, la ciudad que § ellos edificaron, fué llamada Gomera, y aquellos pueblos se dijeron comeros, como se halla en Tolomeo y en otros geógrafos, aunque, corrompiendo la palabra y cambiando la g en c, no dijeran Gomera, sino Gomera. Bedis, ciudad en ' Es sabido qae la obra del pretendido Beroso es una compilación de fray Giovani Nanni, más conocido con el nombre de ANNIO DE VITBRBO, Berosus de antiquitatibus, sea defloratio Berosi chaldaica, París 1509. De esta obra se hicieron numerosas reediciones. Los PRIMEROS HABITANTES 19 la costa del mar Mediterráneo, edificada por los africanos, fué dicha por los españoles Vélez de la Gomera; y según Tito Livio, en el libro X de la historia de la fundación de Roma, Clusio, ciudad de Toscana, fué llamada Comersolo y edificada por pueblos comeros. Lo mismo se podría decir de todas las regiones y ciudades del mundo, que tomaron su nombre de quien las pobló o las restauró. Además de todo esto, se prueba que las. antiguas habitaciones de estas islas fueron hechas por descendientes de Gomero, porque los moradores de las mismas vivían en cuevas bien labradas y abiertas con mucha industria en los montes, debajo de la tierra; por lo cual se puede suponer que observaban la ley dada por Noé después del diluvio. Según Beroso, era esta ley que nadie fabricase casa alta ni ciudad alguna, y que todos viviesen en carros ( o sea en tierras portátiles), como, lo hacen muchos de los pueblos africanos, y en cuevas, como hacen éstos y usan ^ los que moran en el monte Atlas y otros de África; a cuya mucha antigüedad alude Vitruvio Folión, en el segundo Ubro de su Arquitectura. Además, por prohibición de Noé, no podían fabricar más de una sola torre, que entre ellos consideraban como metrópoli; y de ellas se ven dos hoy día en estas islas, una muy vieja en la ciudad de Gáldar, en Gran Canaria, y la otra en La Palma,^ que menciona Plinio; y con él ' Usan, en el original usano: palabra que Wülfel transcribió noano, lo que resta sentido a su traducción. La existencia de una torre en La Palma no está comprobada; su Idea se debe a la identificación que establece Torriani de Junonia Mayor con La Palma, y de la afirmación de Plinio, de que en Junonia Mayor había un edificio. lo TORRMNI consuenan Dionisio de Halicarnaso, Diodoro y otros más. Algunos pretenden que estas islas se quedaron después desiertas y casi desconocidas, durante muchos años, y que más tarde las volvió a descubrir Juba y las pobló con numi-das; así como, según Plinio, parece que también halló otras islas, frente a Autolola, provincia de Etiopía en la costa del océano Occidental, en donde había dispuesto que se tiñese s la púrpura getúlica.-" | Otros dicen que, mientras los africanos eran subditos I de Roma, mataron a los legados romanos; y los romanos, I después de castigar a los caudillos de la rebelión, cortaron S la lengua a sus seguidores y a las mujeres, y los mandaron a ^ poblar estas islas; de donde resultó, según la opinión de I éstos, que los descendientes de estos africanos usaron un 1 lenguaje diferente de todos los demás; y, a pesar de que si- | guíese pareciéndose mucho más al africano que a cualquier | otro, dicen que los hijos que nacieron de padres y madres | mudos dieron nombres a las cosas, así como la naturaleza i se los inspiraba; de modo que tanto creció entre ellos, la confusión de las lenguas, que( casi como los de la torre de | Babiloniaj, un pueblo no comprendía al otro.^ Otros, siguiendo por otros rumbos, creen que una de estas islas fué poblada por cartagineses, por aquello que escribió Aristóteles en su libro De las maravillas del mundo! ' PMNIO, Historia natural, Vi, 31, 199: < Paucas ínsulas modo constat esse ex adverso Autololum a luba repertas, in quibus Gaetulicatn purpurara tingere instituerat » . ' Esta tradición figura en todos los antiguos historiadores canarios^ sin que se pueda determinar su origen. Cf. las notas a ABREU GALINDO, 1, 5, pág. 30. 3 Los PRIMEROS HABITANTES 21 el cual cuenta que ciertos mercaderes cartagineses, navegando por muchos días más allá del estrecho de Hércules, encontraron una isla que hasta entonces no había sido descubierta, habitada solamente por fieras y llena de árboles maravillosos; que parece que es lo mismo que escribió Pli-nio, donde dice: « Allí los árboles crecen hasta 140 codos; y las islas están infestadas por las fieras » . Esta isla dice Aristóteles que es abundante en grandes ríos, y que es fértil y abundosa en toda clase de productos, y muy alejada de la tierra firme de África. Se cree que ésta es la Gran Canaria, por la cantidad de aguas que tiene, y de árboles maravillosos; y aunque Aristóteles la ponga muy alejada de África, no supo la distancia mejor que los que después de él escribieron. Daniel Bárbaro,^ electo de Aquilea, y Gema Frisio suponen que aquella isla que fue hallada por los cartagineses, era una de las . de Indias Occidentales, descubiertas por Colón; cosa que es muy difícil de admitir, puesto que dichas islas se hallan muy alejadas del estrecho de Hércules, tanto que aquellos mercaderes, que seguramente no sabían efectuar tal viaje, hubieran necesitado no sólo muchos días, sino muchos meses, y quizá no hubiesen podido volver a casa; porque en aquellos tiempos la navegación no había llegado a tanta práctica y a tanta seguridad como llegó después de inventada la brújula y el astrolabio; bl nombre de Daniel Bárbaro es error, en lugar de ERMOLAO BÁRBARO, Castigationes PUniance, Roma 1492. La segunda obra mencionada es GEM-MA FRISIUS, De principas astronomice et cosmographice, Louvain 1 530, en 4 ", obra en que se comprende un capítulo De orbis divisione et insulis rebusque mper inventis. Es sabido que la identificación a que se alude aquí, había sido propuesta por primera vez por Gonzalo Fernández de Oviedo. 23 TORElANl aunque desde antes de Aristóteles, los fenicios fueron los primeros que empezaron a navegar con alguna ciencia y con cartas marinas. Este autor pretende, además, que los cartagineses encontraron en dicha isla un aire templadísimo y abundancia de todos los frutos de la tierra; y estas dos cosas no se hallaron en ninguna isla de América, puesto que están colocadas, casi todas y las mejores de ellas, en la zona tórrida, donde el sol les quita la sombra dos veces al año, y las hace tan calientes y destempladas, que son insalubres^ y sepultura para los hombres. Los productos de la tierra, antes de haber sido descubiertas, tampoco eran como los nuestros de Europa, sino que eran muy diferentes; pero después los españoles llevaron a ellas las semillas, que en algunas de ellas se dan tan bien como en España. Las islas de Cabo Verde están situadas en la misma zona tórrida, en el mismo clima, más destempladas y más insalubres que las otras,' y faltas de toda clase de productos y de comodidades para vivir. Tolomeo y otros geógrafos creyeron que toda la parte desde este paralelo hacia la equinoccial era quemada por el sol e inhabitable ( o de mala habitación, según la interpretación de Giuntino),^ quizá por haberse dejado engañar por la autoridad de Ovidio, en las Metamorfoses, en el verso que dice, al hablar de las zonas: ' Insalubres, en el original, inferme. Wolfel copió bien, pero comprendió inferno ( Hólle). Productos, en el original/ rató/,' pero casi toda la palabra ha sido cortada, en el manuscrito, por la cuchilla del encuadernador. Wólfel copió fiumi ( Flüsse, ríos), que carece de sentido. ^ Se trata sin duda del comentario de Francesco Giuntini a la obra de JUAN DE SACRO BOSCO, Spteera, Amberes, 1373. 0^ Los PRIMEROS HABITANTES Quamm quce media est non habitabiUs cestu; ^ o por el que escribió Virgilio, en la Geórgica, tratando de las mismas: Quinqué tenet coelum zona, quamm una corusco Semper solé rubens, et torida semper ab igni? Aristóteles, Alberto Magno y muchos otros filósofos creyeron como los poetas, que la zona tórrida era inhabitable, contra la opinión de Avicena y la experiencia de los modernos, los cuales concaerdan en que debajo de la zona tórrida hay moradas templadísimas. Lo mismo afirma San Isidro, en el primer libro de sus Etimologías, quando dice que el Paraíso está colocado debajo de la equinoccial, en lugar amenísimo y templadísimo; y esto se debe explicar porque, cuanto más nos acercamos a la equinoccial, tanto menos varían los días artificiales, y el frío de la noche permanece de tal modo, que el día próximo no tiene calor nocivo.* Júpiter, en Homero, para descansar, busca a los etíopes, que viven sobre el Océano, padre de los dioses; lo cual alude evidentemente a cuanto escribieron los árabes de la felicidad del célebre desierto Haiz, situado en el mismo paralelo que los etíopes occidentales y de muchos otros lugares de Etiopía, y de esta parte del mar Atlántico. Y, aunque ' OVIDIO, Metamorfoses, I, 49: « De las cuales la de en medio es inhabitable por el calor » . ^ VIRGILIO, Geórgicas, I, 233: « Tiene el cielo cinco zonas, de las cuales una está colorada por un sol siempre flagrante, y siempre es tórrida por causa de su fuego » . ' Esta curiosa explicación coincide con la de ABREU GALINDO, I, 3, pág. 20. 24 TORRIANI existan otros países y otras islas Afortunadas, como la que descubrió el griego Jambólos, frente a los etíopes australes, descrita por Diódoro. Sin embargo cuando estas Afortunadas sé conocieron, todos creían que no se podía pasar más allá del Cabo Héspero, en dirección de la equinoccial; y la prueba de ello es que Marco Varón, al hablar de África que entonces se desconocía, dijo: Clauditur Océano, Lybico man, flamine Nllo; ^ lo cual pasaba en tiempo de Octaviano Augusto; y por la misma razón Toiomeo, que vivía 143 años después del nacimiento del Salvador, no se atrevió a decir que el África se podía circunnavegar. Todo esto demuestra claramente que de todas las partes conocidas por los antiguos, no hay ninguna que fuer se más templada o más amena que estas islas Afortunadas. Por tanto, debemos creer que Aristóteles escribía de estas islas de Canaria, y propiamente de la Gran Canaria, puesto que ninguna otra es más templada que ella, y en ríos, fuentes, frutas, árboles y'riquezas excede con mucho a las demás que tomaron su nombre de ella. Por esta razón, dice Aristóteles que la gente de Cartagq empezó a abandonar su propia ciudad, para irse a vivir en la nueva isla; y para remediar a este inconveniente, la república publicó un edicto, que nadie pasase a ellas, pena de la vida, considerando que, de haber continuado aquello por breve tiempo, los ciudadanos hubiesen dejado la ciudad completamente desierta. Muchos años después, al enviar esta misma república « Está limitada por el Océano, el mar de Libia y el río Nilo » . Los PRIMEROS HABITANTES 25 a Hanón con una armada y con gente a poblar el África y a reconocer el circuito de la misma, él, por temor al edicto no se atrevió a acercarse a las Afortunadas, sino que siguió, su rumbo y vid las Górgonas, a pesar de hallarse éstas últimas más alejadas de tierra firme. Por ello, autores de mucha solvencia creen firmemente que los cartagineses vinieron a estas islas. Y también se comprende de esto, por qué los canarios fueron hombres prudentes,^ estudios, animosos, tuvieron rey, apreciaron la religión, lanobleza y la castidad, y en costumbres fueron en gran parte diferentes de los demás; pero después, por faltarles las cosas necesarias, se adaptaron a la vida primitiva y vivieron en cuevas y en pequeñas chozas hechas por los primeros moradores, nietos de Jafet e hijos de Gomero. ' La frase del original es ambigua: Bd antora da quedo si cava ragió-ne, perché i Canari furono huomini pmdenti. El sentido que se puede dar a la frase depende do la interpretación que se quiera suponer a perché, que, como porque en español, puede ser interrogativo o explicativo. W6!- fel tradujo porque explicativo, pero su frase no es muy clara; hemos preferido la interpretación interrogativa. CAPITULO V De la situación de las islas Canarias, y bajo qué signo del zodiaco están colocadas F X— jSTAS islas están situadas casi en medio del tercer clima, frente al Atlas Menor y en la parte occidental de Mauritania ( la cual, a partir del cabo Bojador, da la vuelta en dirección del estrecho de Hércules), en la zona templada, a cuatro grados y medio de distancia del trópico estivo. Se extienden hacia Poniente 350 millas, y 170 del sur al norte, formando el signo del Cáncer, debajo del cual están colocadas. Este Cáncer, vuelto hacia donde se pone el sol, tiene en la pinza derecha La Palma, en la izquierda El Hierro, en el codo ( pero un poco hacia fuera) La Gomera. En la cabeza tiene a Tenerife, la cual, con dos puertos y con una punta, casi le forma la boca y los ojos; y en el vientre tiene a Gran Canaria. Después, volviendo la cola hacia el Septentrión, de manera que sesgadamente sigue la costa del África, tiene la larga isla de Fuerteventura, la de Lobos, Lanzarote y al final a las tres menores. Graciosa, Santa Clara y Alegranza. Este signo pasa por el cénit de las islas, y es frío y húmedo y templado; el cual, por poseer humedad sustenta-tiva y templada, tiene la fuerza de alimentar y procrear apaciblemente todas las cosas que le están sometidas, sin grandes lluvias ni excesos de los elementos. Estas islas están situadas en la segunda cuarta septen- Situación de las Canarias bajo el zodiaco SITUACIÓN DE LAS ISLAS CANARIAS 27 trional occidental, que empieza desde aquéllos, que viven debajo de nuestro trópico, y se extiende en dirección del polo Ártico. Se sitúa allí donde Tolomeo coloca la Mauritania; y efectivamente están frente a ella y en 70 millas de distancia; El Hierro está a 590 millas de las Gorgonas o Hespérides, y La Palma, a doscientas millas de La Madera. CAPITULO VI De la conquista de estas islas H. LABIENDO obtenido don Luis de la Cerda, conde de Telamón, del papa Clemente VI, de nación francés, la gracia de la conquista de las islas Afortunadas, vino a presencia de Pedro IV, rey de Aragón, año de 1346,^ y le pidió un puerto en su reiné, para armar algunos navios y proveerse con todas las cosas necesarias para emprender el viaje. Como hubo obtenido del rey lo que pretendía, y puesto en orden su armada, le fue preciso retirarse a Francia por otros negocios importantes, sin poder ir con su persona en aquella empresa; pero, habiendo nombrado en su lugar a un capitán, la armada salió de las costas de España, y, navegando fuera del estrecho de Gibraltar, no se sabe ' La fecha exacta de la investidura de don Luis de la Cerda es 1344. Es posible que la fuente de Torriani hubiese indicado 1346 como fecha de la visita del príncipe a la corte de Aragón. ABREU GALINDO, 1,7, pág. 39, utilizó la misma fuente, pero la comprendió mal, pues considera que 1346 es la fecha en que empezó a reinar don Pedro IV el Ceremonioso, quien, según el mismo Abreu, reinó nueve años. Como, en realidad, Pedro IV, empezó a reinar en 1336, y tenía por consiguiente unos 9 o 10 años de reinado al momento en que recibía a don Luis de la Cerda, suponemos que la fuente debía decir algo como: « anno 1346, regni sui 1X° » ; lo cual haría explicable en parte el error del franciscano. Sobre don Luis de la Cerda, cf. VIERA Y CLAVIJO, 111, 21 ( vol. I, págs. 240- 44) y las indicaciones bibliográficas que allí se añaden. LA CONQUISTA 29 qué fin tuvo ni hasta'donde llegó; " sólo se piensa que se perdió en el mar, o que volvió con grandes pérdidas, sin haber conseguido ningún resultado. Después, año de 1377,^ reinando en Castilla Juan I, hijo de Enrique II, se reunieron en la ciudad de Cádiz muchos ciudadanos de Sevilla y de Vizcaya, a armar navios, con prot pósito de asaltar y saquear" la costa de África; jos cuales, después de haberse hecho al mar, fueron cogidos por un temporal tan fuerte, que fueron empujados hacia suroeste, a la isla de Lanzarote, donde, viendo la nueva tierra y reconociendo la costa, desembarcaron valientemente. Y, aunque los isleños les hicieran alguna resistencia, saquearon parte de la isla y cogieron hombres y mujeres; con los cuales, volviendo a España, divulgaron la fama de las islas Afortunadas, de modo que infinita gente, movida o por la curiosidad, o por el deseo de la presa, era impaciente de venir a ellas. Esto fue causa que, tres o cuatro años más tarde,' cier-' tos vizcaínos guipuzcoanos hicieron del mismo modo otro asalto en aquella isla, saqueando la villa, robando ganados, cueros, manteca y sebo; y, junto con muchos isleños,^ prendieron a los dos señores de la isla. Por esta . segunda expedi- ' El mismo episodio se refiere en ABREU GA'LINDO, I,. 7, pág. 43, • donde, sin embargo, se indícala fecha de 1385 y se menciona mayor número de detalles. " Siguiendo la cronología de nuestro autor, esta expedición debería colocarse hacia 1380 o 1381. Según ABRSU GALINDO, I, 7, pág. 43, tuvo lugar en 1393. " Debe ser error o, mejor dicho, confusión con el episodio anterior. Entonces fue cuando, según ABKEU GALINDO, I, 7, fueron cautivados « el señor de esta isla de Lanzarote, Guanarame, y su mujer » . Sobre la idea de que en Linzarote había dos señores o reyes, cf. la nota de la pág. 40. 30 - TORRIANI cidn hubo en España mucha mayor noticia que por el pasado, sobre las cosas de aquellas islas; y ello fue causa de encender los ánimos de algunos caballeros deseosos de adquirir una fama inmortal en más honrosa empresa. Entre los cuales fue un Juan de Letancurt ^ ( a quien los españoles llaman Betancor), caballero normando, sobrino de Rubín de Bracamonte, almirante de Francia; el cual, hallándose en desgracia de Carlos IV, su rey, había pasado, junto con su tío, al servicio de la Corona de Castilla, que por aquel entonces tenía guerra con el rey de Portugal. Este caballero, con el favor del rey de Aragón y de su tío, obtuvo merced de la conquista de estas islas, con título de rey, de la reina Catalina, madre y tutora de Juan II, rey de Castilla, que entonces era niño de veinte meses. Formó '• La forma del nombre del conquistador normando, Juan de Béthen-couft, a qaien Torriani llama constantemente Letancurt, indica que su fuente se funda en la Crónica de Juan 11, publicada por Galíndez Carvajal en 1517. Esta edición es la que puso en circulación el nombre de Letancurt, debido probablemente a un error de lectura del manuscrito; y una mala interpretación, muy corriente en Ja historiografía antigua, consideró que la fecha de 1417, en que se halla colocada la relación de la Crónica, se refería a todos los detalles de dicha relación, mientras que en realidad sólo tiene aplicación a su último episodio, que es la disolución de la conquista francesa. En todo lo demás abundan los errores; pues ni el rey de Francia se llamaba Carlos IV, sino Carlos VI, ni tenemos noticia de una desgracia de Béthencourt; ni pasó a España en compañía de su tío que más bien era su primo, Robín de Braquemont; ni sabemos taínpoco que el rey de Aragón lo haya ayudado durante la primera fase de su empresa. En la indicación de una desgracia sufrida en Francia por Béthencourt, el autor parece seguir la misma fuente que la del LACU-NENSE, pág. 3: « Vino a sn corte un caballero natural de Francia, llamado Monsieurt Juan Betancurt, de alta y real sangre, de aquel reyno, por cierta desgracia y muertes sucedidas en Rúan, donde avia sido cabesa del vando contrario, por lo qual el rey le mandó salir de su reyno » . LA CONQUISTA 31 una armada de gente española y francesa, y en el año de 1417, partiendo desde la costa de España, después de un feliz viaje llegó a la isla de Lanzarote, que es la primera de las habitadas en dirección del Poniente, según ya se ha dicho, y la conquistó sin combatir, según en su lugar se dirá, y también de las otras, las cuales no se pudieron conquistar en pocos años, ni sin grandes trabajos. CAPITULO vil De las primeras tres islas desiertas ALEGRANZA I J— jA primera de estas tres islas desiertas se llama Alegranza, así nombrada por Juan de Letancurt, cuando la descubrid, por la alegría que tuvo de ver la tierra deseada.-"^ Tiene forma triangular, con dos lados iguales y el tercero más corto. Hacia Poniente se eleva una alta montaña, que en otros tiempos fue un volcán; el cual en la parte del Levante derrama por grandísima vorágine torrentes de piedras, que en otros tiempos, todavía líquidas, corrieron hacia abajo, en dirección del mar. A esta isla la reconocen los mareantes que, para venir a estas islas, salen de Cádiz o de San Lúcar ( donde el río Betis desemboca en el Océano), para no equivocarse después en las otras, como ocurrid a menudo, y sobre todo a los portugueses, que no tienen tanta práctica en esta navegación, como los castellanos. Encima de ella hay una pequeña fuente. No tiene árboles, y su circuito es de 12 millas escasas. ' La misma explicación en ABREU GALINDO, I, 9, pág. 52. La Alegranza Santa Clara LAS ISLAS DESIERTAS 33 S A N T A CLARA Esta segunda isla fue llamada así por quien puso su nombre a la primera/ y es que al acercársele, descubría más claras a las demás, que le son cercanas. A esto hace alusión el Tasso, en el canto citado, cuando la Fortuna, al navegar más allá y al dejar ya en atrás a la primera, se acercaba a ésta, diciendo: e giá parea piü bassa farsi r isola prima, e la seconda álzarsi? Esta isla tiene unas cinco millas de circuito, y es casi cuadrada, aunque un poco más larga de Levante a Poniente; y en esta última parte se eleva un poco más encima del mar, aunque no tanto como la primera, y está en otras cinco millas de distancia de la Alegranza, hacia Mediodía. No tiene agua, ni árboles. G R A C I O S A La tercera aparece graciosísima a la vista, tanto por la forma como por el sitio en que está, y por esto fue nombrada así por Letancurt. Está a tres millas, más o menos, al sur de Santa Clara, y tiene casi ocho millas de circuito. En la parte de Levante tiene tres montañas muy hermosas, iguales y muy parecidas; y en la parte de Poniente hay otra, ' Cf. ABREU GALINDO, I, 9, pág. 52: « Otra pequeña isla muy clara, la llamaron Santa Clara » . ^ ToRcuATo TASSO, La Gerusalemme liberata, XV, 37: ya parecía hacerse más baja la primera isla, y subir la segunda. 34 TOEEIANI no menos hermosa y agradable. Esta última, junto con las de este y la isla de Lanzarote, forma un canal agradabilísimo, de dos millas de ancho; el cual, con la protección que le ofrecen ambas islas y un peñasco que se halla en la parte de donde sale el sol, contra las olas y los vientos, es muy quieto y de pacífica navegación, aunque no tenga mucho fondo. En esta isla representó Torcuato Tasso a Rinaldo encantado por la reina Armida, de lo cual dice la Fortuna cuanto sigue: Luogo e in una delV erme assai ríposto, ove si curva il lido, e ' n fuori stende due lunghe coma, e fra lor tiene ascosto un ampio seno, e porto un scoglio rende, ch'a luí la fronte e 7 tergo a I' onda ha opposto che vien daW alto, e la respinge e fende; s'innalzan quincí e quindi e torreggianti fan due gran rupi segno ai naviganti} ' TORCUATO TASSO, La Genisalemme íibemta, XV, 42: En una de las desiertas hay un lugar retirado, donde la costa se encorva y manda fuera dos largos caernos, y entre ellos oculta una amplia bahia, y hace puerto un peñasco que está cara a la costa y vuelto de espalda al mar y repele y parte las olas que vienen del piélago. Por ambos lados se alzan como torres dos riscos que parecen hacer señal a los viajeros. La transcripción de Torrianí es bastante infiel; hemos debido corregir, en conformidad con el texto del Tasso, lido ( en el ms., cielo), y el penúltimo verso, que en el ms. suena quinci e quindi e gran ruppe e torreggianti. La Graciosa vista desde Lanzarote LAS ISLAS DESIERTAS 35 Además, dijo sobre la tranquilidad de este canal: La donna in si solinga e queta parte entrava e raccogliea le vele sparte} Este islote no tiene ni agua, ni árboles, ni animales salvajes ( como escribió Plinio), sino solamente conejos que pusieron en ella los cristianos, como también en las otras dos. Algunas veces los lanzaroteños dejan en ella las cabras y las ovejas, y, cuando se multiplican, las vuelven a recoger y las venden en Tenerife o en Gran Canaria. Hay grandísima cantidad de pájaros, que se llaman par-delas, que quiere decir pardas, por el color, y son casi tan grandes como las palomas, y son buenas de comer asadas. De ellas se saca gran cantidad de grasa, porque tienen mucha, la cual se emplea para quemar y para engrasar los obenques de las naves, y por las construcciones debajo del agua, que para este uso es tan buena como el aceite de pescado. Estos pájaros ponen sus huevos en la arena, en ciertos hoyos, como los conejos;^ y se les coge curiosamente, en este modo: los de Lanzarote que van a esta caza llevan consigo manojos de varillas delgadas, y ponen una en el hoyo en que están las pardelas, y dándole vueltas con mucha rapidez, el pájaro se envuelve en ellas con sus alas y con sus plumas, de modo que, sacando después las varillas, lo sacan fuera. Así cogen gran ntimero de ellos, y con ellos y con su grasa ganan mucho dinero. ' ToRcuATo TASSO, La Gerusalemme literata, XV, 43: La dama en tan solitaria y quieta parte entró, y recogió las velas tendidas. " La frase está mal construida, de modo que se entiende que las pardelas ponen los huevos como los conejos; pero el autor quiso decir que lo que hacen como los conejos es bascar hoyos donde esconderse. 36 ' TOREIANI Los ingleses y los franceses, que dan la vuelta a este mar Océano, hasta las últimas partes de América, y pasan por el estrecho de Magallanes y las Molucas y por la cuesta de China dan la vuelta alrededor del mundo, echan el ancla en este agradabilísimo canal y, desembarcando en la Graciosa, se ponen en orden y arreglan sus navios para hacer tan larga navegación; y mientras tanto, si es tiempo oportuno para venir de España, poned adalid encima de la monteña de Armida, para observar bien el mar, y, si divisan alguna nave, le dan asalto. Aquí en'tierra fabrican también unas naves largas, que arman con artillería pequeña y las proveen con muchos remos, a manera de fusta, a base de la madera que traen ya labrada. Con éstas apresan después los navios de estas islas, que, ( cargados con vinos, con otras mercancías o con pasajeros), pasan de una isla a otra; y les resulta fácil, porque, siendo éstas últimas desarmadas y pesadas por su carga, son poco aptas para escaparse y para defenderse. A menudo ocurre que los isleños de Lanzarote, al ver que los enemigos se alojan en este islote, atraviesan secretamente el canal, en algunas embarcaciones, y los asaltan sin que ellos se den cuenta, de modo que matan a muchos de ellos y cogen sus lanchas ( que son las embarcaciones que ellos fabrican), las cuales después sirven entre estas islas, como los demás navios. Este mismo año se acaba de experimentar lo mismo. De aquí cogen ganado en Lanzarote y después se van, recorriendo todas las islas en su alrededor, robando lo que encuentran; y cuando se hacen con bastante vino, agua, carne, pescado y pez para las naves y toda clase de abastecimientos que quitan a los navios, siguen su rumbo a las Indias, o más allá, o a alguna parte del África donde suelen hacer sus negocios. CAPITULO VIH De la isla de Lanzarote y de sus nombres y cójno Juan de Letancurt la ganó sin combate, y de lo que en ella hizo A esta isla Estado Seboso ( en Plinio) la llama Plu » vialia, aunque cierto autor quiera que Pluvialia y Ombrión sean una misma cosa, por lo parecido que tienen en su sentido el primer nombre, latino, con el segundo griego; pero de esto hemos hablado bastante en el segundo capítulo. Los antiguos isleños la llamaron Maoh, de donde los mismos se dijeron mahoreros, como de Sicilia sicilianos y de Anglia ingleses. Después, este nombre fue cambiado por los cristianos cuando se apoderó de ella Juan de Letancurt,^ año de 1417, a 7 de julio, día de San Marcial. Cuentan que, desembarcados sus hombres en tierra, por el grandísimo placer que los franceses tuvieron de ello, empezaron a gritar: —¡ Lanscurt, lanscurt! que significa —¡ Bebemos, bebemos! y que después los españoles, creyendo que así se llamaba la isla, la nombraron de manera co- ' En realidad, el nombre actual de la isla de Lanzarote es anterior a la llegada de Béthencourt, y se explica por el primer intento de colonización y de dominación hedió por los años de 1330 por Lanzarote o Lancilotto Maluccello, mercader genovés, quien fabricó en esta isla una torre que llevaba su nombre. 38 TOERIANI rrupta Lanzarota/ Dicen también que Juan de Letancurt llevó consigo a esta empresa a dos hombres naturales de Lanzaro-te, cautivados por los vizcaínos veinte años antes; los cuales, ya hechos cristianos, favorecidos por Letancurt, persuadieron a los isleños a que se rindiesen, con prometerles de parte del francés paz y libertad/ de modo que los isleños, aunque , estuviesen ya puestos en orden para defender su patria, se rindieron, y recibieron a Letancurt por su señor, siendo bautizados e instruidos con facilidad en la doctrina cristiana. Por este feliz acontecimiento tuvo el caballero francés tanto júbilo y alegría, que dicen que, como estaba armado, bajó la lanza a tierra y la rompió, diciendo: — Ya no la necesito para conquistar. Y de aquella lanza rota fue llamada Lanciarotta, como también se puede ver en Gemma Frisio, en su Geografía,^ y en Antonio de Nebrija, en el segundo li- ' La primera frase" del párrafo { Cuentan que... Lanzarota) fue tacliada en el manuscrito, con un rasgo fino que no impide la lectura del texto tachado. Probablemente lo tachó el mismo autor, porque contradice a la tradición que se indica más lejos; o quizá al darse cuenta que la versión carecía de fundamento. En efecto, esta explicación, que también se menciona en ABREU GALINDO, I, 9, pág, 52, se funda en un equívoco francés, entre el nombre de la isla, Lancelot, y la expresión lance l'eau ( echa el agua). ^ La ocupación pacifica de la isla de Lanzarote está confirmada por Le Canarien, IV, y por ABREU GALINDO, I, 8. Según la crónica francesa, los intérpretes Alfonso e Isabel intervinieron en la negociación de la rendición de Guadarfía, rey de Lanzarote; pero solo Torriani conoce el detalle que los identifica con naturales cautivados anteriormente por los vizcaínos. Los veinte años que aquí se indican deben tomarse como una aproximación, y se refieren, en tal caso, a la expedición de 1385 ( que el mismo Torriani coloca en 1377). " La geografía que aquí se menciona, GEMMA FRISIUS, Cosmographia, Amberes 1539, no es en realidad de este autor, sino que es una nueva edición, corregida y añadida, del manual de Pedro Bennewitz Apiano. LANZA'ROTE 39 bro de las Cosas de España. Quizá con aquel movimiento aludía el francés a los dos lanzaroteños que había llevado consigo, con los cuales sabía que podía vencer a los bárbaros de estas islas, mejor que con la fuerza de las armas; como se lee de Pirro, rey de Epiro, quien decía que con la lengua de su orador Cineas conquistaba las ciudades más fuertes sin necesidad de armas. Letancurt, pues, en memoria del séptimo día de julio,' fabricó en la costa de Rubicón la iglesia de San Marcial, a la curl el papa Martín V envió, año de 1419, a fray Mendo, nombrándolo obispo de la misma, y de todas las demás islas Canarias, que entonces se conquistaban. También hizo una torre,^ cuyo lugar no se sabe; y vivía en ella, por su seguridad, por no tener confianza en los bárbaros, que todavía no estaban acostumbrados al yugo del nuevo señor ni a la verdadera religión, que les había permanecido ocultada, por secreto de Dios, hasta a estos tiempos, como en otras partes y en Indias. ' La fecha que aquí se indica debe sef erfor. Seg^ el martirologio romano, la fiesta de San Marcial cae el 30 de julio. Hay también otro San Marcial, que no es el de Limoges, pero su fiesta cae el 10 de julio ^ Esta torre es la de Rubicón; la noticia viene sin duda de la mencionada Crónica de Don Juan II. CAPITULO IX Del gobierno, costumbres, idolatría y descendencia de los mahoreros o lanzaroteños F JL-( N el cuarto capítulo se ha tratado de los primeros habitantes de estas islas, y se ha explicado que fueron descendientes de los nietos de Noé. Además de éstos, se piensa que a esta isla de Lanzarote vinieron hombres de Arabia, porque entre estos bárbaros había muchas palabras árabes puras, como ésta: aho, que en ambas partes quiere decir « leche » ; y casi todo su idioma era corrupción del arábigo. Estos vivían divididos en dos bandos, cada uno con su jefe o rey. En tiempos de Juan de Letancurt el uno se llamaba Teguse ( de quien tomó su nombre la villa principal de Teguise), y el otro Bristol.^ ' Torriani es la única fuente que indique la existencia de dos reinos distintos en Lanzarote. Esta indicación es casi seguramente efecto de un error, puesto que todas las demás fuentes, empezando con Le Canarien, mencionan un solo rey, a quien Abreu Galindo llama Guadarfíai Los nombres de Teguise y Bristol también son desconocidos a los demás historiadores, y parecen ser producto de un error. Es tradición que Te-guise es el nombre de una hija del rey Guadarfrá, que fue barragana de Maciot de Bétherttourt ( cf. VIEKA Y CLAVIJO, V, 5); y Bristol no es posible sea nombre indígena ( cf. W6LF= EL, pág. 266), sino que debe ser confusión con an Bristol, poblador de la isla, conocido documentalmente. En fin, la idea de los dos reyes debe ser otra confusión, con la situación que real-. mente existía en Fuerteventura, segán más adelante se podrá ver. COSTUMBRES DE LOS LANZAROTEÑOS 41 Tuvieron los mahoreros casas y moradas, aunque gran parte de ellos vivían en cuevas de las montañas, hechas por la naturaleza, en número casi infinito. Su vestido era con dos pieles de cabra o de oveja, puestas una por delante y la otra por detrás; y por zapatos llevaban un pedazo de cuero de cabra envuelto a los pies, que llamaban maohs-^ y hasta ahora sigue esta costumbre, pero lo hacen de camello. Casaban con cuantas mujeres querían, y no tenían respeto más que a las hermanas. Por su alimento tenían cebada, carne de oveja y de cabra, manteca y leche. Adoraban un ídolo de forma humana, pero nó se sabe quién era. Lo tenían en tjna. casa, como templo, donde hacían congregación, la cual. estaba rodeada por dos paredes, que entre sí formaban un pasillo, con dos pequeñas puertas, una fuera y la otra en medio; y allí, como en un laberinto, entraban a sacrificar leche y manteca. Algunos otros pretenden que entre estos bárbaros hubo otras clases de idolatría, de las cuales la yerdad es que no se tiene ninguna seguridad. Cuando morían, los colocaban en grutas y cuevas oscuras, y debajo íes hacían la cama con muchas pieles de cabra, e otras tantas les ponían encima. Esto es cuanto hemos sabido de la
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | Descripción e historia del reino de las Islas Canarias : antes Afortunadas, con el parecer de su fortificaciones |
Autor principal | Torriani, Leonardo |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Santa Cruz de Tenerife |
Editorial | Goya |
Fecha | 1959 |
Páginas | 398 p. |
Datos serie | Clásicos canarios ; 2 |
Materias |
Viajes Viajeros italianos Canarias Historia Siglo 16º Fortificaciones Descripciones y viajes |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 8016279 Bytes |
Texto | COLECCIÓN DE CLÁSICOS CANARIOS L. T O R R I A NI DESCRIPCIÓN DE LAS ISLAS CANARIAS Traducción, Introducción y Notas por ALEJANDRO CIOFANESCU Con 60 ilustraciones GOYA EDICIONES SANTA CftUZ DE TENERIFE 19 5 9 íi^ GOYA EDICIONES BIBLIOTECA I J?^ vr-' S! TAR! A LAS'' ^' ARIA IS'.-' Copiia 1113— TORRIANI DESCRIPCIÓN DE LAS CANARIAS COLECCIÓN DE CLÁSICOS CANARIOS B a j o la d i r e c c i ó n da AL. CIORANESCU II L. TORRIANI DESCRIPCIÓN DE LAS CANARIAS LEONARDO TORRIANI DESCRIPCIÓN E HISTORIA DEL REINO DE LAS ISLAS CANARIAS aníes Afortunadas, con el parecer de su fortificaciones Traducción del Italiano, con Introducción y Notas, por ALEJANDRO CIORANESCU GOYÁ EDICIONES SANTA CRUZ DE TENERIFE 1959 © GOYA EDICIONES Depósito legal T F 223 Impreso en Goya Aries Gráficas Dr. AUarí, 2ó - 32 Tenerife I N T R O D U C C I Ó N LA obra del cremonés Leonardo Torriani, que hoy presentamos en traje español a los historiadores y a los curiosos en general, es una de las fuentes históricas más interesantes para el conocimiento del pasado canario.: Su existencia ha sido conocida desde hace muchos años y, por decirlo así, desde siempre, pues su contemporáneo, el padre fray Alonso de Espinosa, mencionaba ya en 1594 la existencia de « Leonardo Turian, ingeniero, que con sutil ingenio y mucho arte escribe la descripción destas islas » .^ Repetida por Núñez de la Peña,^ la noticia se hallaba así integrada en la bibliografía insular, pero sólo como un pium desiderium, como una obra de que se sabía que había existido en su tiempo, pero que estaba fuera del alcance de los investigadores, ignorado durante varios siglos su paradero. ' Fray ALONSO DE ESPINOSA, Del origen y milagros de la santa imag'eA de Nuestra Señora de la Candelaria, Santa Cruz de Tenerife 1952, pág. 87' ( libro III, cap, 1), Se sabe que la primera edición de esta obra se publicó en Sevilla, en 1594; pero la obra estaba ya escrita en 1591. ? JUAN NÚÑEZ DE LA PEÑA, Conquista y antigüedades de las islas de ¡ a Gran Canaria, Madrid 1676. XII TOERIANI A\ renovarse los métodos de los estudios históricos durante el siglo XIX, y al concederse a las fuentes la importancia y el interés que les seguimos atribuyendo, volvió a despertarse la curiosidad hacia esta obra capital de la historiografía isleña. Rene Verneau tuvo la ocasión de consultarla, aunque indirectamente, y de obtener copia de parte de su texto y de algunos dibujos, que más tarde cedió al Museo Canario de Las Palmas.^ Agustín Millares Torres la menciona en su obra.^ Antonio María Manrique tuvo comunica- i ción, por medio del entonces director de la Biblioteca Na- | cional de Lisboa, don Gabriel Pereira, de la existencia de la | copia lisboeta de la obra italiana, y la participó a la Real | Sociedad Económica de Tenerife;^ y se puede decir que, sí ^ no se pensó desde entonces en sacar copia y en mandarla § imprimir en las islas, parece ser porque se estaba esperando | igual resultado' de parte del conocido investigador alemán f Birch, o de lord Bute, quienes se sabía que habían estudiado I el mismo manuscrito, con independencia el uno del otro, y 1 sin haber llegado a concretar el resultado de sus estudios | en forma de trabajo publicado. En 1928, el profesor | L. Boúrdon había sacado copia del manuscrito de Coimbra, I con intención de publicarlo en la colección de la Universi- | ' RÉNB ÁERNEAU, Rapport sur une mission - scientifique dans Varchipel, canariért, eñ'^ Atdiives des Missions scientifiques » , XI ( 1887); y Cinq années de séjouraux iles Canaries, París 1891, pág. 72. Sobre todos los antecedentes del conocimiento de Torriani en las islas, cf. sobre todo A. RuMEu DE ARMAS, Piraterías y ataques navales en las islas Canarias voí. II, Madrid ( 1948), págs. 334r56. , .^ AGUSTÍN MILLARES TORRES, Historia general de las islas Canarias, • vol. II, Las Palmas 1893, pág. 163. * « Boletín de la Real Sociedad Económica de Amigos del País » , núm. 22, de 28 de mayo de 1899. INTRODUCCIÓN xm dad de dicha ciudad; pero tampoco llegó a realizarse este proyecto.^ Por fin, fue mérito del conocido investigador austriaco, Dominik Josef Wolfel, el haber publicado por , primei- a vez el texto de la obra de Torriani. Su edición, que conocen bien los investigadores canarios,' y cuyo mérito y utilidad son igualmente evidentes, tuvo, sin embargo, la mala suerte de publicarse en pleno período de guerra, de modo que su difusión fue sumamente deficiente. La mayor parte de sus ejemplares se perdieron por efectos de la misma guerra, de modo que incluso las grandes bibliotecas que lo poseen se pueden contar con los dedos de una sola mano. Donde más número de ejemplares llegó a repartirse fue sin duda en Canarias, debido a las amistades y relaciones personales del investigador; pero, así y todo, en las mismas islas, donde era natural despertase su edición mayor interés, son muy contados los poseedores de tan preciosa publicación. Si se añade a esto la circunstancia de haberse publicado el texto en italiano, con una traducción alemana, que sólo ayuda muy poco a los lectores españoles; el faltar en dicha edición numerosos capítulos, que se publicaron únicamente en una revista italiana de especialidad y prácticamente inasequible; el haberse dejado de publicar un gran número de documentos iconográficos, que todavía siguen inéditos; y el haber escapado a las indagaciones del editor casi toda la informa- ' LáoN BousDOHiL'émption du Teguseo- Tacande, décritepar L Torriani, en « Hespéris » , XXXVII ( 1950), pág. 118. ' LEONARDO TOKRIANI, Die Kanarische Inseín and ihre Urbewohner, eine unbekannte Bilderhandschrift vom Jahre 1590, im italienischen Urtext und in deutscher Uebersetzung herausgegeben von Dr. Dominik Josef Wolfel, Leipzig 1940. En 8.° de 323 páginas. XIV TORKIANI Gidn referente a la persona del autor, a su biografía y, en particular, a su estancia en las islas; se comprenderá por qué hemos creído oportuna la publicación en español de la importante obra del ingeniero italiano. . Leonardo Torriani La familia de los Torriani, de antigua alcurnia en Lom-bardía, tuvo extensas ramificaciones, que no es posible ni útil estudiar aquí. De una rama establecida en Cremona descienden los dos Torriani que interesan por haber vivido y trabajado en España, Giovanni o Juanelo y Leonardo Torriani. El primero, conocido constructor de relojes y autor del famoso ingenio que surtía de agua a la ciudad de Toledo, sólo figura aquí porque su nombre se ha relacionado alguna vez con el. segundo, debido a la identidad de su apellido y de su patria. Juanelo Torriani vivió de 1500, más o menos, hasta al 13 de junio de 1585, fecha en que falleció en Toledo, siendo sepultado en la iglesia del Carmen Calzado.^ Había empezado a servir a Carlos Quinto en 1529; pero no consta su pre- ' Sobre Juanelo, cf. sobre todo EUGENIO LLAGUNO Y AMIROLA,, Noticia de los arquitectos y arquitectura en España, vol. II, Madrid 1829, pa'gs. 100- 5 y 245- 58; FELIPE PICATOSTE, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XVI, Madrid 1891, págs. 317- 19; JEAN BABELON, Gianello della Torre, horloger de Charíes- Quint et de Philippe 11, en « Revue de l'Art ancien et moderne » , XXXIV ( 1913), pa'gs. 269- 78; F. J. SÁNCHEZ CANTÓN, Juanelo Torriani en España, en « Revista de la Sociedad española de Excursiones » , XLI ( 1933); y A. RUMEU DB ARMAS, Piraterías y ataques navales contra las islas Canarias, vol. 11, págs. 365- 67. No se ha señalado el elogio que de él y de su reloj astronómico hace su compatriota ALESSANDRO LAMÍ, 5oár « o, Cremona 1573, págs. 58- 60. INTRODUCCIÓN XV sencia en España antes de ia abdicación del Emperador, á quien dicen que acompañó en su retiro de Yuste.^ Los pormenores de su biografía sólo nos interesan aquí en la medida en que pueden servir a ilustrar su posible relación con Leonardo. Añadiremos, pues, que la única heredera de Jua-nelo fue su hija, Bárbara Medea Turriano, quien falleció por abril de 1601, y tuvo dos hijos, al parecer naturales: Juanelo, quien falleció en 1597, dejando en gran miseria a su mujer y a sus hijos, y Gabriel, quien murió de un mosquetazo en la guerri: de Sicilia, año de 1616. En la introducción de su mencionada edición, D. J. Wólfel apuntaba la posibilidad de que Leonardo To-rriani fuese hijo de Juanelo; y, con independencia de su tra- ' La entrada en servicio de Juanelo en 1529 se certifica por la crt5nica de B. SACCI, Historia Ticinensis, VII, 17 ( en I. G. GRAEVIUS Thesaums antiquitatum et historiarum Italiae, vo!. III, 1, Leyden 1704, col. 710). Con motivo de la coronación del César en Bolonia, se le enseñó un reloj astronómico que años antes había sido construido para Gian Galeazzo Visconti, pero que había dejado de funcionar. Al querer el emperador que alguien lo arreglase, nadie se atrevió a comprometerse; « unus accessit loanes Cremonensis, cognomento lanellus, adspectu informis sed ingenio clarus, qui tantum opus speculatus, refici posse madiinam c ixit » . El Emperador le encargó la fabricación del reloj, que tardó veinte años en trazarla, y tres años y medio en ejecutarla. Hemos indicado todos estos detalles, para decir que no creemos, con los demás biógrafos de Juanelo, que el encargo que se le dio de fabricar un reloj para el Emperador fuese una verdadera entrada a su servicio. Juanelo siguió viviendo en Italia, donde trabajaba como relojero efi la ciudad de Milán, en 1550 ( cf. « Ar^ chivio storico lombardo » , XIII ( 1903), págs. 201- 2); y sólo uno o dos añoá después, es decir, poco tiempo antes de la abdicación de Carlos- Quinto, al pasar los 23 años que sabemos tardó la fabricación de su reloj, se fue a presentarlo al Emperador, quedando después a su servicio, y en el de Felipe II. XVI TORRIANI bajo, la misma hipótesis se le había ocurrido, años antes, a Guido Battelli. La suposición tenía pocos visos de probabilidad, vistas las. fechas en presencia. Hoy sabemos que el autor fue hijo de Bernardo Torriani.^ No podemos afirmar si hubo algún parentesco entre Juanelo y Bernardo. Esta relación es naturalmente posible, y hasta cierto punto probable; pero también es posible que este parentesco sea muy lejano, dada la gran cantidad de Torriani o Turianos que encontramos en Cremona y en Milán, a partir del siglo XIII.- ' En 1 de janio de 15H8, estando en La Lagaña, por presencia del escribano Benito Ortega, Torriani otorgaba poder a Jerónimo Resta, italiano residente en Madrid, y a Francisco de Cuevas, vecino de Burgos, para que en su nombre pudiesen cobrar los bienes que « pertenecían 3 Bernardo Torriani, mi padre, difunto, vecino que fué de Milán, y a mí me pertenecen como su hijo legítimo y universal heredero » . Al principio de la misma escritura se llama a sí mismo « Leonardo Torriani milanés » . ( Archivo Histórico provincial de Santa CrUz de Tenerife, vol. 402, fol. 173). De este documento, inédito reproducimos la firma que aquí se publica. '' Las fuentes para la biografía de Leonardo Torriani son, sobre todo, JOSÉ APARISI Y GARCÍA, Biografía de ingenieros que existieron en España en el siglo XVI. ( Continuación del informe sobre los adelantos de la Comisión de Historia en el archivo de Simancas, IIl), en « Memorial de Ingenieros » , VI ( 1851), págs. 82- 87; F. SOUSA VITERBO, Diccionario histórico e documental dos architectos, engenheiros e constructores portugueses ou a servifo de Portugal, vo!. III, Lisboa 1922, págs. 145- 48; y A. RUMEU DE ARMAS, Piraterías y ataques navales, vol. 11, págs. 343- 444. Las páginas fundamentales de Aparisi García han sido felizmente completadas por Sousa Viterbo en la parte referente a las actividades de Torriani en Lisboa, y por Rumeu de Armas cotí el capítulo canario de la biografía del autor. En las indicaciones que siguen, sólo resumimos las anteriores aportaciones. Se ignora la fecha exacta del nacimiento de Torriani. Aparisi indica su edad, en dos lugares diferentes, pero de tal modo que, según su primera indica- INTRODUCCIÓN XVÍI Leonardo Torriani nació, pues, en una, de estas ciudades, por el año de 1560.^ No sabemos dónde hizo sus estudios. En 1582 estaba al servicio del emperador Rodolfo II. El primer documento que sobre él conocemos es una real cédula de Felipe 11, fechada en Estremoz, el 27 de febrero de 1583, por la cual le m- andaba 150 ducados para gastos de viaje, con objeto de presentarse a la Corte de España, donde había sido invitado como ingeniero militar. Se supone que en esta su designación como servidor del rey intervino « la mano protectora » de Juanelo;^ pero la verdad es que no sabemos si el viejo más que octogenario disponía de bastante crédito, en su soledad de Toledo, para intervenir en favor de una persona a quien, aun si la suponemos deudo suyo, no había visto jamás. Un año más tarde, la real cédula expedida en Madrid, a 18 de marzo de 1584, nombraba a Leonardo ingeniero del Rey en la isla de La Palma, y le mandaba que « luego en res-ción, resultaría que Leonardo nació en 1561, y en 1559 según la otra. La fedia de 1560 nos parece la más probable. A. Rumeu de Armas considera las mencionadas indicaciones coma contradictorias, y propone « retrasar unos años su nacimiento » . ' Lo más probable es que haya nacido en Cremona, dada la calidad que afirma en el mismo título de la obra que aquí publicamos. La calidad de milanés, con que consta en el documento que más arriba se menciona, así como en otro documento, publicado por SOUSA VITERBO, Diccionario, vol. III, pág. 147, no es contradictoria con la anterior. La ciudad de Cremona pertenecía, en efecto, al dominio de Milán; y una persona natural de Cremona, como suponemos lo era Leonardo Torriani, era milanesa para efectos jurídicos, como los que se persiguen en los documentos mencionados. Sin embargo, el hecho de que el padre de Leonardo haya vivido y fallecido en Milán no excluye de plano la segunda posibilidad. ' A. RuMEu DE ARMAS, Piraterías y ataques navales, yol. II, pág. 368. XVIII TORRIANI civiendo ésta, partáis y vayáis a la ciudad de Sevilla, y desde ally, enbarcando en el navyo que se ofreciere, a la dicha ysla, y llegado allá veáis y reconozcáis el dicho puerto della y el sitio eminente y en el sitio que más cómodo y espacioso os pareciere que conviene, tracéis y fabriquéis el dicho muelle y torreón » .* La misión que así se le encomendaba respondía a una petición hecha por el cabildo de la isla, por mediación de su mensajero, el regidor Benito Cortés de Estopiñán; y, a cambio de su servicio, se pagaba al ingeniero un salario de un escudo por día. Torriani embarcó en el mismo navio que llevaba a Tenerife al nuevo gobernador de la isla, Juan Núñez de la Fuente, y llegó a dicha isla en agosto de 1584. De allí se trasladó a La Palma, donde residió hasta el verano de 1586. Durante este tiempo hizo los proyectos del muelle del puerto, y según parece inició su construcción, pues al salir de la isla dejaba instrucciones al mismo Cortés, veedor de la fábrica del muelle, para la continuación de la obra. También proyectó por aquel entonces la construcción de una torre en La Caldereta; pero este último proyecto no llegó a realizarse. • Al llegar a la Corte, Torriani presentó su informe, y volvió a ser enviado a Canarias, con más amplios poderes y con una misión bastante más importante: la de visitar todas sus fortificaciones e informar sobre la mejor manera de completar el sistema defensivo del archipiélago. Se le señalaba un salario mensual de 40 ducados, además de una mer- ' La real cédula ha sido publicada por A. RUMEU DE ARMAS, Piraterías y ataques navales, vol. II, págs. 369- 70, cuya relación, fundada en numerosos documentos inéditos, seguimos en nuestra exposición. INTRODUCCIÓN XIX ced de 300 ducados para los gastos de su viaje. La real cédula que lo recomendaba a la autoridad local, fechada en Aranjuez, en 20 de mayo de 1587, había sido precedida por una minuciosa instrucción, de 7 del mismo mes, en que se le indicaban los principales puntos del programa que debía realizar.^ A consecuencia de esta orden, Torriani se trasladó a Lisboa, y de allí a Santa Cruz de La Palma, donde llegaba el 20 de agosto de 1587, iniciando así una residencia de casi seis años, durante la cual adquirió los conocimientos y, en su caso, las impresiones que forman el caudal de la presente obra. En La Palma se quedó Torriani poco menos de tres meses y medio, en cuyo tiempo reunió materiales y se for- Firma de Torriani ( 1588) mó una opinión sobre las fortificaciones de la isla. Redactó y envió a la corte tres memoriales, un Discorso della fortificaziore deW ¿ sota della Palma, una Informazione del porto di Tazzacorte delV isola della Palma, y otra Della qiiantitá de' materiali e valoré della fortezza della Caldereta; y también tuvo tiempo para chocar con el Cabildo y con el teniente de gobernador Jerónimo de Salazar, en todo ' Cf. L. DB LA ROSA OLIVERA, Documentos sobré la estancia de Torriani en renm/ e, en « Tagoro » ( 1946), págs. 207- 20. XX ToRRIANl cuanto se refería a su misión, y sobre todo, como era normal, en lo referente a los gastos ocasionados por las obras previstas, y a las cantidades de dinero que Torriani necesitaba personalmente. Esta última circunstancia quizá sea suficiente para explicar el juicio particularmente severo que, en el capítulo dedicado a la isla de La Palma, hace el autor de los habitantes, y sobre todo del gobierno de dicha isla. El 1 de diciembre de 1587 pasó Torriani a Tenerife, en cuyo cabildo fue recibido el 17 del mismo mes, acordándose seguidamente los créditos necesarios para su estancia y designándose los regidores que debían acompañarle en su visita. En compañía del gobernador Juan Núñez de la Fuente visitó y estudió las fortificaciones del puerto de Santa Cruz, trazó el diseño del lugar de La Cuesta; y pasó después, en febrero y marzo de 1588, a visitar los demás puertos y fortificaciones de la isla. Siguió en la isla hasta el 9 de junio siguiente, en cuyo intervalo dé tiempo quizá haya hecho un viaje a La Gomera, que consta haber conocido, pero sin que podamos fechar con seguridad su estancia en ella. El 10 de junio desembarcaba Torriani en el puerto de Las Palmas, siendo recibido por el concejo de la isla y por el gobernador Alvaro de Acosta, dos días más tarde. Se desconocen los demás pormenores de su estancia en Gran Canaria, sabiéndose solamente que dicha estancia se prolongó hasta 1593, es decir, por espacio de unos cinco años, en cuyo espacio de tiempo tuvo la posibiHdad de familiarizarse con todos los problemas de las islas. De regreso a España, recibió comisión para inspeccionar las fortificaciones de la plaza de Oran, en compañía del capitán general don Gabriel Niño de Zúñiga, abonándosele 400 ducados para gastos de su viaje. De regreso, visitó de paso las fortificaciones de Cartagena, y la real orden de 21 de diciembre INTRODUCCIÓN XXI de 1594 dispuso volviese a la Corte.. Meses más tarde, fue enviado con el capitán Francisco de Narváez a Berbería, en comisión cerca de los reyes de Cuco, sin que conozcamos los pormenores de dicha misión. La real orden de 22 de julio de 1596 dispuso su traslado a Portugal, para continuar la obra del castillo de Viana, según el t r a z a d o ya d a d o por o t r o a r q u i t e c t o militar, también italiano, fray Tiburcio Spanocchi, más conocido con el nombre hispanizado de Espanochi. El 1 de agosto estaba ya en Viana. A p a r t i r de aquel momento, la vida de Torria-lii transcurre en Portugal, con breves interrupciones, durant e las cuales varias misiones temporales lo llamaron a Castilla, Galicia o Andalucía. Dejamos de repetir los demás pormenores de su biografía, que figuran en fuentes fácilmente asequibles a cualquier lector, t a n t o por esta razón, como porque no añaden nada a la comprensión de la obra que aquí analizamos, y p o r no p o d e r enriquecer con ningún d a t o nuevo este p e r í o d o de la vida de Torriani, el mejor conocido, y sin duda el más interesante desde el p u n t o de vista de sus actividades constructivas.* ' Además de las fuentes mencionadas sobre la biografía de Torriani en genera!, cf. sobre su estancia y actividad en Portugal, las obras siguientes, que no han sido utilizadas por los últimos biógrafos: AUGUSTO ViEiRA DA SILVA, Torre do Bugio e Forte de Santo Antonio da Barra, en ' Boletim da segunda classe déla Academia das Ciencias de Lisboa » , XX, 2, pág. 797; L. MAGGIOROTTI, L'Opera del genio italiano all'estero. Olí architetti militari, III, Architetti militari itaíiani nella Spagna. Roma 1939; y del mismo L. MAGGIOROTTI, Architetti militari itaíiani in Portogallo. en Reale Accademia d'Italia. Relazioni storiche fra l'Italia e il Portogallo. memorie e documenti, Roma 1940, págs. 421- 32, y GUIDO BATTELU, Una famiglia di architetti militari itaíiani in Portogallo, en « Bollettino dell' Istituto storico e di Cultura dell' Arma del Genio » , núm. 11 ( di- XXÍI TORRIANI Sólo diremos aquí que sus actividades de arquitecto militar fueron numerosas, y que lo que, en Canaria, quedó en el papel, en la mayoría de los casos, se transformó en realidades tangibles en la orilla del Tajo; que a él se deben las fortificaciones de Cascaes, de Cabeza Seca, el castillo de Sao Antonio, la torre de Sao Louren9o do Bugio, en la desembocadura del Tajo, la iglesia de Sao Vicente da Fora, los trabajos de conducción de aguas y otros importantes trabajos de arquitectura civil en Lisboa; que falleció en dicha ciudad, año de 1628, cuando tenía unos 69 años de edad; y que de su matrimonio, contraído en Lisboa, con doña María Manoel, dejó dos hijos: Diego Turriano, quien gozó a partir de 1630 la plaza de ingeniero mayor del reino de Portugal, que había sido de su padre, y fray Juan To-rriano, profesor de matemáticas en la Universidad de Coim - bra y arquitecto de gran reputación en su tiempo, autor de los planos del convento de Santa Clara de Coimbra, del de la Estrella en Lisboa, de varias capillas en las catedrales de Vizeu y de Leiria y de otros edificios de interés artístico e histórico. Así, lejos de ser un desconocido, Leonardo Torriani, autor de importantes obras arquitectónicas, ingeniero mayor de Portugal durante 30 años ( 1598- 1628), es un perso-ciembre 1939), págs. 73- 75. Señalamos, además, que la Enciclopedia italiana, vol. XXXIV, Roma 1937, pág. 570, publicó sobre Torriani una nota que reproduce lo esencial de SOUSA VITEKBO; y que en THIEMB- BECKER, Allgenwines Lexicón der bildenden Künstler, vol. XXXIII, Leipzig 1939; págs. 501- 2, se dedica al mismo una nota bastante extensa y precisa. Nada nuevo en las varias notas que sobre Torriani publicó ARTURO FAHI-NBLLi, Viajes por España y Portugal, 1^ edición, Roma 1942, vol. I, págs. 171, 246- 47, 297; y vól. II, pág. 20. INTRODUCCIÓN xxm naje que había llamado la atención de los historiadores, incluso antes de conocerse y estudiarse su obra, que aquí presentamos. Otra composición suya, un Parecer que da Torriani sobre la navegación del río Guadalete a Guadalquivir y a Sevilla ( 1624), escrito por orden de Felipe IV, se ha publicado desde 1844, en el tomo V de la conocida Colección de documentos inéditos para la historia de España}^ Cabe repetir, por consiguiente, que la biografía de Torriani se conoce actualmente con suficiente detalle y que, si no hemos insistido más en sus pormenores, no ha sido por la diflcul-rad de reunir los datos, sino para no repetir una vez más cosas conocidas y fácilmente asequibles para los curiosos. La obra La Descripción e Historia del reino de las. islas Canarias es el resultado de la misión y estancia de Torriani en dichas islas. Su misión no consistía solamente en informarse, sino también en presentar al Consejo y al Rey el resultado de su pesquisa y sus pareceres sobre las fortificaciones de las islas. Las instrucciones del 20 de mayo de 1587, más arriba aludidas, indicaban claramente su cometido: « de todas las demás cosas que os paresciere devéis ser' informado, para hallaros capaz de todo lo hecho » ; y, por otra parte, « habiéndolo assí cunplido, me enviaréis particular relación de todo y de vuestro parescér, con las plantas y disegnios de ' Según se podrá ver más adelante ( cap. LXIX), Torriani prometía también una obra sobre los volcanes, que no parece haber escrito y de la que, de todos modos, no hay más noticias de las que él da en el pasaje indicado. XXIV TORRIANI lo que fuere necesario, en el primer pasaje de navio que se ofrezca, quedándoos con un tanto dello » .^ Se trata, por consiguiente, de una relación oficial y de interés práctico. Al escribir su Descripción, Torriani no ambicionaba hacer obra de historiador o de explorador, sino , que representaba una situación de hechos, con el objeto de fundar en ella los proyectos de obras y reformas que se le habían encargado. A decir verdad, su trabajo, tal como se nos ha conservado, es una recopilación tardía, probablemente después de terminada su misión, de los informes que periódicamente había enviado a la Corte sobre cada uno de los particulares de interés que había estudiado en su viaje de inspección. Conocemos hoy día varias de estas relaciones particulares, que se conservan, con toda su correspondencia oficial, en el Archivo Nacional de Simancas. Hay, entre ellos, además de las memorias enviadas desde La Palma y mencionadas más arriba, otra sobre la artillería de dicha isla, un Discorso délla fortlflcazione dell' isola di Tenerife, otra sobre los materiales y gastos previstos para reconstrucción de la fortaleza de Santa Cruz, y así sucesivamente; la mayor parte de dichas memorias, acompañadas por los correspondientes dibujos, mapas y planos de fortificaciones en proyecto. Es de suponer que, de conformidad con sus instrucciones, Torriani había conservado duplicados de aquellas memorias, y que, al acercarse el fin de su misión, había decidido reunir todos aquellos materiales dispersos en una memoria de conjunto, abarcando todas las necesidades militares de las islas y, por consiguiente, todos los detalles de la misión que se le había confiado. ' « Tagoro » , pág. 209. INTRODUCCIÓN XXV Resultado de está compilación de materiales ya comunicados a la Corte, es la ZJ^ íír^ BíWffl que aquí publicamos. Su manuscrito fue enviado al Rey, o, por lo menos, suponemos que le fue enviado, pues para ello había sido concebido; pero no sabemos donde habrá parado, puesto que nadie lo ha visto ni hay mención de su existencia. Es posible que el rey, que entonces lo era Felipe II, lo haya dejado en las colecciones reales del Escorial, . y que haya desaparecido, quizá con motivo del incendio que diezmó aquellas colecciones, pero todo ello es hipótesis; y también es posible pensar que Torriani, llamado a desempeñar funciones muy diferentes y definitivamente apartado de Canarias- y de sus fortificaciones y problemas de defensa, dejó de presentar aquella memoria,, que para él tenía ahora escaso interés y, desde el punto de vista oficial, sobraba, pues ya se. podía considerar cumplido su com, et! do con las memorias parciales que antes mencionamos. Sea como fuere, el manuscrito autógrafo que hoy conocemos es el que, después del fallecimiento del autor, quedó en posesión de su hijo, fray Juan Turriano, a quien antes mencionamos. A la muerte de éste, ocurrida en 9 de febrero de 1679, el manuscrito pasó con sus demás libros al convento de Sao Bento de Coimbra, y de allí a la Biblioteca de la Universidad de Coimbra, en donde hoy se conserva. Allí lo copiaron el profesor Boxirdon y, por medio de fotocopias, Dom. L Wólfel, autor de la primera edición de su texto. Ya antes del estudio del mencionado manuscrito por el Sr. Wolfel, el benemérito investigador canario don Simón Benítez Padilla había sacado del mismo fotocopias, que se conservan en el Museo Canario de Las Palmas, y que son las que hemos utilizado para nuestra traducción. Conocido el manuscrito de Torriani por los investiga- XXVI ' TORRIANI dores portugueses, es natural hayan sido ellos los primeros en pensar en su publicacrdri. Desdé finales delsiglo'XVIlI, fray Francisco de Sao Thomaz, benedictino del mencionada convento de Sao Bento y socio corresponsal de la Real Academia de Ciencias de Lisboa, sacó una copia fidelísima del manuscrito original, con exacta reproducción de todos sus dibujos, con la intención de publicarla en italiano con versión castellana. Al fracasar esta empresa, por muerte, en 1797, del superior del convento, quien había sugerido aquella publicación, fray Francisco propuso A la Academia a que pertenecía una edición italiana con traducción portuguesa, que tampoco llegó a realizarse; y, después de varios avatares, el manuscrito de fray Francisco llegó a posesión de la Biblioteca Nacional de Lisboa, donde tuvo primero la signatura B. 17.11, y actualmente el ntímero 892 de la sección de Reservados. Esta copia fue la que conocieron primero los investigadores canarios o interesados en el conocimiento del pasado canario, con exclusión, hasta hace poco, del manuscrito original, de Coimbra.^ A base de éste último, el Dr. D. J. Wolfel dio su men* cionada edición de 1940, hasta ahora la única que reproduce el texto original.^ Dicha edición merece todos los elogios^ ' Para más detalles, cf. la amplia introducción de D. J. WÓLFEL. '^ Al publicar dicha edición, sin conocer toda la bibliografía de que más arriba se hizo mención, el Dr. Wólfel creyó haber sido el descutjri-dor del manuscrito de Torriani. Ello dio lugar a una discusión de prioridad bastante áspera, aunque justificada en sus términos generales,, sobre todo por parte del mencionado prof. L. BOURDON, y de C. GiNi, Gli aborigeni delle Cañarle secando un manoscritto italiano del Cinquecento, en « Genus » , IV ( 1940), págs. 125- 32, quien afirma que los hechos están « in contrasto con la parola « ritrovamenro » ( Auffindung) che egli adopera a questo proposito, e soprattuttó con la qualifica di « sconosciuto » ( unbekannten), che egli, nel titolo della sua opera, da ál manoscrito » . INTRODUCCIÓN XXVII y no es el menor el deber constatar que inaugura una verdadera revolución de los estadios históricos sobre Canarias, al llamar la atención sobre una fuente histórica de primera importancia, y prácticamente desconocida o, por lo menos, inaccesible a los investigadores. Sin embargo, las circunstancias en que vio la luz la edición de Leipzig han mermado considerablemente su interés, en primer lugar por la escasa circulación de sus ejemplares. Por otra parte, un gran número de capítulos, referentes a las fortificaciones de las islas, han sido suprimidos en la edición de Wolfel, siendo recogidos posteriormente en una publicación de circulación, si es posible, todavía más limitada.^ En fin, el texto publicado por Wolfel, a pesar de la escrupulosa reproducción del original, contiene un cierto número de errores de lectura o, en su caso, de imprenta, que alteran a menudo el significado o, por lo menos, dejan en duda la exactitud dé la traducción que lo acompaña. Por todas estas razones, hemos preferido utilizar en nuestra traducción la fotocopia del manuscrito original de Coimbra, que nos ha sido cortésmen-te facilitada poí el Museo Canario de Las Palmas, gracias a la benévola intervención de don Simón Benítez Padilla. ' Cf. D. J. WOLFEL, Leonardo Torriani e le fortificazioni nelle isole Canaríe sul finiré del 500, en « BoWettmo deli' Istituto storico e di Cultura del Arma del Genio » , Roma, núm. 15 ( 1942), págs. 26- 72. Un capítulo ( el XXV; que se omitió en la edición, probablemente por error mecánico, fue en fin publicado por EMILIO HARDISSON, Un capítulo inédito de la ^ Descriítione de Visóle Canarie » de Leonardo Torriani, en « Revista de Historia> núm. 8 ( 1947), págs. 217- 21. Cabe añadir que el capítulo adicional, referente a la isla de Madera, ya había sido publicado en Archivo histórico da Madeira, vol. I, págs. 120- 24; y que el cap. LXIX fue traducido al francés y estudiado por L. BOURDON, L'éruption da Teguseo- Tacande ( leí de La Palma), en « Hespéris » XXXVI ( 1950), págs. 117- 38. XXVm TORRIANI Su Composición La Descripción de Torriani se compone de tres elementos diferentes, que intervienen en la formación de cada uno de los capítulos dedicados a las distintas islas del archipiélago canario. Son estos elementos la descripción, la fortifl-' cáción y la historia. . , El primer elemento es el cuadro general del segundo. Para sentarla oportunidad de una determinada fortificación, y también para justificar la traza de su parecer, * el aiitor'ne-cesita, antes de hacerlo, una presentación de las eondicio^ nes geográficas y de los elementos materiales con que se debe contar. Por consiguiente, es natural que su parecer se funde en una descripción de los lugares; y, evidentemente, esta parte de su memoria se apoya en observaciones personales, en mediciones y cálculos originales, que se repiten' para cada isla. Estas descripciones son, sin embargo, de modestas proporciones y de escaso interés, pues el autor suele referirse solamente a aquellos hechos que tienen interés para el aspecto principal del tema que lo preocupa, y que es la traza délas fortificaciones insulares. Este segundo elemento de la Descripción es, materialmente, mucho más importante que el anterior. Dado el origen de lá obra, y la finalidad que se persigue con ella, se comprende que el autor insista, con todos los detalles que se pudieran desear, en proyectos de fortalezas, de torres y de bastiones, que eran la única justificación de sus actividades en Canarias. Incontestablemente, para la historia del archipiélago y la formación de su sistema defensivo, tenemos aquí un documento de primerísima importancia, completado por los trabajos inmediatamente posteriores, y en parte contemporáneos, de Próspero Cazorla, y más tarde INTEODUCCIÓN XXIX por los de Lope de Mendoza. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el interés histórico de este segundo elemento de la obra de Torriani tiene matices diferentes, según se trate, en sus pareceres, de observaciones sobre circunstancias pasadas o presentes, o de proyectos para un porvenir, que en muy pocos casos resultó tal como en su imaginación lo trazaba el ingeniero italiano. Es cierto, en efecto, que sus trazas, por más que resulten atinadas y proporcionadas con el objeto que se perseguía, no tuvieron la suerte de realizarse }'• quedaron en estado de proyectos.^ En fin, el elemento histórico es sin duda alguna el que constituye el mayor interés de la obra de Torriani. Desde el punto de vista que él mismo había adoptado en su memoria, así como a la luz de la misión que cumplía en las ^ Cabe añadir, que normalmente, se atribuye a la obra de Torriani otra clase de interés, que ha llamado ya la atención de muchos investigadores, y es el de documento antropológico y etnológico sobre los antiguos canarios. No hablamos de él, no sólo porque tal aspecto escapa a nuestra competencia, sino también porque la autoridad de Torriani en esta materia no deja de ser dudosa. Desde este punto de vista, no ' podemos sino suscribir al juicio de C. GINI, Gli áborigeni delle Canarie pág. 126: « Vi sonó passi in cui egli evidentemente indulge ai difetti del tempo o si rivela privo di senso di autocrítica, cosí che é da domandarsi se veramente le notizie da loro fornite sui caratteri flsici e psichici degli áborigeni, sui loro costumi e sul loro ordinamento sociale meritino Ja considerazione che il Wolfel loro attribuisce » . Sus noticias al respecto Son reproducción, a veces imperfecta, de otras fuentes, de que más abajo hablaremos. En cuanto a sus dibujos de personajes y t'rajes indígenas resulta difícil decir si merecen crédito,- pero no debe olvidarse que Torriani los hizo después de 1590, con los elementos que en aquella época tardía podía conocer, y probablemente con mucha imaginación. De todos modos, el estudio de estas noticias de Torriani no parece haber conducido a los resultados que se podían esperar. XXX • • ToRRIANi islas, se puede considerar que este último elemento de su trabajo, lejos de ser tan interesante como los anteriores, parece más bien una superfluidad. El pasado de las islas, en efecto, difícilmente podría considerarse como una justiflca-ción_ q como una aclaración del tema de las fortificaciones. Asilo había pensado el mismo autor, quien, en su dedicatoria al Rey, empieza disculpándose por haber introducido en su memoria aquellas digresiones históricas, que son para nosotros la parte más valiosa de su obra, y que, oficialmente, se hallaban fuera de lugar en el parecer de un ingeniero de Su Majestad. La disculpa que aduce Torriani es que la simple descripción y el parecer técnico hubiesen dado por resultado una composición fría y de difícil lectura; y sólo para amenizarla, agregó a su memorial, la parte histórica, que dice haber sacado de « los monumentos de las letras » . Si no nos equivocamos al querer interpretar la significación de esta sonora expresión, « los monumentos de las letras » quieren decir que, al componer su Descripción, Torriani tuvo la posibilidad de completar fácilmente los datos de su memorial, con una serie de detalles históricos, sacados de una composición de que tuvo conocimiento, y que le pareció bastante interesante, como para extractarla y mezclarla con los elementos. de su propia relación. A esta feliz circunstancia se debe la obra histórica del ingeniero italiano, una de las primeras fuentes sobre el. pasado canario, y, después del Canarien, la primera obra extranjera enteramente dedicada a las islas. Pero, antes de proceder al examen de los méritos de Torriani como historiador, conviene estudiar su modo de trabajar y el posible empleo que hizo de sus fuentes, puesto que resultaría difícil juzgar su. interés o su veracidad, antes de conocer su grado de originalidad y los instrumentos de trabajo de que podía disponer. INTRODUCCIÓN XXXI i Apenas si se precisa añadir que sus fuentes son difíciles de identificar, y que sólo sabemos de ellas lo poco que él mismo juzgó conveniente decirnos. Si reunimos todas sus referencias/ hallamos, además de la mencionada indicación de unos « monumentos de las letras » , una alusión a « los que toscamente reciogieron algunas cosas de estos bárbaros » ( cap. XXIV), otra a « aquéllos que recogieron los restos de estas noticias » ( cap. LX), y la mención del doctor Troya, canario, autor de una obra histórica en que había un capítulo sobre la historia primitiva del Hierro ( cap. LXIV). En los demás casos, sus alusiones son todavía menos precisas: « algunos han pensado » ( cap. XXX), o « refieren algunos escritores » ( cap. LXV); e incluso algunas veces parece quejarse de que « estas cosas... no fueron encomendadas a la memoria de lo escrito » ( cap. XXV), y dejar las cosas de menor interés para « que otros las escriban » ( cap. LI). Evidentemente, las propias indicaciones del autor son insuficientes y no nos permiten hacernos una idea exacta de la importancia y del interés de su documentación histórica. Las demás luces que eventualmente se puedan sacar sobre las mismas, por medio de la comparación de los datos de Torriani con la tradición histórica de Canarias, serán forzosamente hipotéticas; así y todo, dado el interés del tema, tanto para la historia en general, como para la justa apreciación de la obra de Torriani, trataremos de indicar la posición de éste último dentro de la historiografía insular. Parece bastante evidente la circunstancia de que Torriani representa, de una manera muy general, un caudal de datos y de noticias muy parecido al de la historia de Abreu Galindo. Esta afirmación quizá no necesite examen más detallado, tanto por haber sido unánimemente admitida por los historiadores, como por hallarse suficientemente XXXII TORRIANI ilustrada por medio de las notas críticas que acompañan el texto de Torriani. Pero, al mismo tiempo, éste último autor presenta una grande conformidad con el libro conocido de fray Alonso de Espinosa, en la mayor parte de los detalles que se refieren a las isla de Tenerife y a su conquista.-' Si se examinan las notas que acompañan los cap. L y LI, se verá que, a pesar de su parecido y, en ciertos casos, de su identidad, los dos autores siguen a menudo rumbos muy diferentes, y que Torriani introduce alguna vez datos que no pueden venirle de Espinosa, y que, en cambio, figuran en Abreu Galindo. Ello hace probable la hipótesis, que ya se ha apuntado alguna vez, de que los tres historiadores sigan una fuente común, completándola e interpretándola, o seleccionando sus datos de modo más o menos personal, única explicación plausible de su parecido al mismo tiempo que de sus divergencias.^ La obra de Torriani es de 1592, es decir, de los últimos meses de su estancia en Canarias;^ la de Espinosa, publicada en 1594, estaba ya lista para imprimir en 1591; y la de Abreu Galindo, terminada en 1602, probablemente pertenece más o menos a los mismos años que las dos primeras. Por consiguiente, si admitimos la existencia de una fuente ' Según más arriba queda dicho, Espinosa conoció el proyecto dé Torriani, aue menciona en su obra, siendo ésta la primera mención de la Descripción. ^ Cf. A. RuMBU DE ARMAS Piraterías, II, pág. 346: « más natural parece que ambos se inspirasen en una fuente común » . Es curiosa la declaración de WóLF^ L, pág. 35: « Wir eine wirklich enge Beziehang der beiden Texte nicht feststellen kSnnen » . " La fecha de la obra de Torriani ha sido determinada por WÓLFEL, págs. 17- 18, y más precisamente por A, RUMEU DE ARMAS, Piraterías, vol. II, págs. 359- 60. INTRODUCCIÓN XXXIII común para estas tres obras históricas/ implícitamente admitimos la existencia de una composición histórica de cierta envergadura, y tratando la historia de todas las islas de Canaria, anteriormente a 1590. Sobre esta obra no sabemos casi nada; y todo cuanto podemos adelantar se funda en probabilidades y en deducciones lógicas, sin que ello quiera decir que las cosas pasaron forzosamente así. La fuente a que aludimos debía forzosamente comprenderla historia de todas las islas, puesto que, además de las coincidencias evidentes de los tres historiadores al tratar el tema de Tenerife, Torriani y Abreu Galindo coinciden sistemáticamente al hacer la historia de cada una de las siete islas; lo que indica que en cada uno de aquellos capítulos siguen la misma fuente común. Dicha fuente debe ser posterior al año de 1553, pues tanto Torriani ( cap. XXXVI) como Abreu Galindo ( pág. 153) mencionan la obra de Pedro Lujan, Diálogos matrimoniales, que se había publicado en el mencionado año de 1553.^ También parece probable que ' En la introducción de ABREU GALINDO, pág. XIX, al tratar de las relaciones de. Abreu Galindo con las crónicas de la conquista de Gran Canaria, hemos indicado que o bien todas procedían de una fuente común, o las cuatro crónicas de Gran Canaria procedían de la obra de Abreu Galindo, como únicas soluciones que nos parecían posibles; y al mismo tiempo, sin excluir la primera posibilidad, indicábamos nuestra preferencia por la última solución. Esta opinión, por más que siga siendo muy provisional, en espera de otros estudios más profundizados, no contradice a la que aquí ofrecemos, por tratarse en el caso presente de las relaciones exclusivas de Abreu. Galindo con Torriani y con Espinoía; y en el caso anterior, de sus relaciones con las cuatro crónicas de Gran Canaria. ^ También consta en Torriani ( cap, I del apéndice) y Abreu Galindo ( pág. 14) la autoridad de Pedro de Medina, cuya obra se publicó en 1548; pero las dos citas no parecen tener la misma procedencia. XXXIV TOREIANI dicha fuente no fuese posterior con muchos años a esta fecha, por ser ésta la última coincidencia de cronología entre Torriani y Abreu Galindo: todas las obras posteriores a esta fecha, que constan en Abreu, tales como Támara ( 1556), Garibay ( 15711 Illescas ( 1573), Guevara ( 1575), Cha- ^ ves ( 1576), etc., son desconocidas para Torriani y, probablemente, para la fuente que él seguía. Creemos, pues, que la obra que sirvió de fuente a Torriani ( y, con él, a Abreu Galindo y a Espinosa) fue escrita en Canarias, alrededor de ] 560. Esta fecha parece confirmarse también por otros indicios, por ejemplo, por ciertas correspondencias de sus datos con la obra de Juan de Barros, de donde parecen proceder, y que fue impresa por primera vez en 1552;^ o por el hecho que Bartolomé de Las Casas declaraba terminantemente, hacia 1555, que no existía ninguna historia de Canarias, ni en latín ni en español.^ ' No podemos consaltar actaalrnente la crónica de Barros, que falta en nuestras bibliotecas. Sólo nos hemos podido servir del extracto que de ella hace Las Casas, en su Historia de Indias, I, 17- 27. Mencionamos, entre los datos que parecen proceder de Barros y haberse transmitido a la historiografía isleña, todo cuanto tradicionalmente se supo en Canarias sobre Juan de Béthencourt y Maciot ( naturalmente, con las adiciones de la crónica de Juan II); la existencia de 14 000 hombres de pelea ( Barros dice « en todas las islas » ; su traductor debió de comprender « en Gran Canaria » ); la costumbre canaria de cebar las mujeres por casar, para que fuesen gordas; la costumbre de cederlas a les nobles, durante la primera nodie; la vileza de los carniceros; la existencia, en Tenerife, del trigo, y de « ocho o nueve linajes o bandos » ; la calificación de los antiguos palmeros de « menos políticos y razonables » ; etc. Todos estos datos, comunes a los autores isleños, no figuran, que sepamos, en ninguna fuente anterior a Barros. ^ Fray BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, Historia de Indias, I, 17 ( edición de A. Millares Cario, Méjico 1951, vol. I, pág. 90), al introducir su serie INTRODUCCIÓN , XXXV Si ello es así, parece fuera de duda que la obra de que se trata es la historia perdida del doctor Troya/ a que antes hemos aludido. El doctor Antonio de Troya, hijo de Alonso de Troya y de Lucía Pérez y sobrino del canónigo Diego de Troya, había nacido en Las Palmas, donde había recibido el bautismo, en el sagrario de la catedral, en 3 de enero de 1530. No sabemos dónde cursó estudios; sólo sabemos que volvió de la Península doctor en Leyes, y que sé estableció en la isla de La Palma, donde lo hallamos en 1565, casado con Elena de Salazar. Fue recibido abogado de la Real Audiencia de Las Palmas, en 7 de junio de 1566 ^ y volvió después a Santa Cruz de La Palma, donde falleció, probablemente por mayo de 1577. Tuvo los hijos siguientes: Lucrecia, bautizada en San Salvador de La Palma, en de capítulos sobre Canarias, justifica su digresión por la circunstancia de que < muchos y aun quizá todos los que hoy son, y menos los que vinieron, no saben ni por ventura podrán saber cuándo ni cómo ni por quién fue celebrado su descubrimiento » . Más adelante. I, 22 ( pág. 122), repite que escribió sobre Canarias, « por que haya dellas noticia alguna en nuestro vulgar castellano, pues ni en él, ni en historia escripta en latín se hallará escripto tan particularmente ni tan a lo largo lo que aquí habernos dicho de ellas » . Es sabido que Las Casas tuvo, en cierto momento de la composición de su obra, un verdadero interés para rehacer la historia de la conquista de Canarias, por razones po. Iíticas que no cabe analizar aquí; y que, al tratar de hacerlo, sólo pudo utilizar la historia de Juan de Barros, cuyo . empleo sirve para fechar los capítulos referentes a Canarias. Al sa; ber que el autor estaba relacionado con los ambientes canarios, por los Peñalosa, parece natural pensar que, de haber existido « na crónica de la conquista de Canarias o una historia de Canarias por los años eri que él escribía, hubiese podido conseguirla cora relativa facilidad. ' Cf. J. ALVAREZ DELGADO, El doctor Troya, en « Revista de Historia » , VIH ( 1942), págs. 104- 5, único estudio que identifica al autor de la crónica perdida. XXXVI TORRIANI 8 de febrero de 1566, quien casó por 1590 con el regidor de la isla, don Pedro Bahamonde de Lugo; Francisco, bautizado en 11 de septiembre de 1567; Catalina, bautizada en 21 de octubre de 1568; Alonso, bautizado en 12 de agosto de 1571; Luis, bautizado en 24 de julio de 1572; Francisca, bautizada en 5 de enero de 1574, Elena, bautizada en 16 de febrero de 1576; Antonio, bautizado en 17 de agosto de 1577, postumo. La tutela de sus hijos menores pasó en Santa Cruz de La Palma, por presencia del escribano Bartolomé Morel, en 4 de junio de \ 577} Este es el autor de la obra histórica de que se sirvieron, uno detrás del otro. Espinosa, Torriani y Abreu Galindo. El conocer su ficha biográfica, por desgracia no suple la pérdida de su obra. Es posible, sin embargo, que dicha obra aparezca un día, pues hay razones para suponer que hubo de ella más de una copia. De todos modos parece posible afirmar que los datos de Torriani, así como los de Abreu Galindo que coinciden con él, vienen de la obra histórica del doctor Troya, escrita allá por 1560; como también es posible que las demás obras de carácter histórico insular, y en particular las crónicas de Gran Canaria, procedan directamente de Troya. En cuanto a las fuentes de que se habrá servido el mismo doctor Troya en su trabajo, cabe recordar las queJhdicamos al estudiar la obra de Abreu Galindo. También es posible que la decisión de escribir la histo- ' Hemos dado estos datos, por ser completamente desconocidos. El autor, naturalmente, no figura en la Bio- bibliografía de escritores canarios de Millares Cario. Por otra parte, es cierto que éste es el único Troya de Canarias que fue doctor, y que no cabe confusión de personas. INTRODUCCIÓN XXXVII ría de Canarias arranque, como en el caso de Bartolomé de Las Gasas, de una lectura de Juan de Barros. Su valoración Al tratar de interpretar históricamente la obra de To-rriani, no debe olvidarse que el autor no es y no pretende ser un historiador. Su ambición se cifra en cumplir con la misión técnica que se le ha confiado; por lo demás, le faltan muchas cosas, para que pueda ser un historiador. Torriani era, como todos los intelectuales del Renacimiento más o menos tardío, un enciclopedista fuertemente empapado en escrúpulos clásicos. Por una parte, para él, como para todos los humanistas, la leyenda y la mitología se confunden a cada paso con la realidad vivida. Así, el canal que separa la isla de Lanzarote de la de Fuerteventura, le llama a la memoria en modo casi automático la leyenda de Friso y del vellocín de oro ( XIX). Las murallas de Babilonia son para él algo como « las murallas por excelencia » ( XIV); y los tipos arquitectónicos de moradas de los antiguos canarios son pretexto para apreciaciones sobre los Siglos de Oró y de Cobre ( XXXI). Por consiguiente, nada raro, si las ficciones de Tasso referentes a la hermosa Armida y a su jardín mágico tengan valor de documento histórico para nuestro autor, quien busca la exacta situación de dicho jardín, y la encuentra en la isla Graciosa ( cap. VII); o si las agradables invenciones de Ariosto, con sus Prusiones y Finaduros, reyes de Canaria en tiempos de Cario Magno, son indicaciones que Torriani recoge sin vacilar ( cap. XXXIX). Su formación humanística, al mismo tiempo que le inspira un profundo respeto para todo lo escrito, y más aun si se trata dfe obras maestras de autores unánimemente admirados, le XXXVin TORRIANÍ impide aplicar un criterio objetivo y distinguir la ficción de la historia, que, para aquellos tiempos, era también una arte y, por consiguiente, una ficción. Por otra parte, su cultura científica se resuelve en To-rriani, como en Cardano, como en Leonardo da Vinci y ^ como en otros numerosos científicos humanistas, en una serie de pesados escrúpulos astrológicos, que observa con verdadera religiosidad y que hoy día nos hacen sonreír. Para nosotros o, por lo menos, para aquéllos de entre nosotros que no creemos en la astrología, la parte de su obra que rinde homenaje a estas ideas es la más inútil y totalmente falta de interés. El intento de reducir el mapa de Canarias a la figura del Cancro, a lo sumo, puede divertir; pero la pretensión del autor, de explicarlo todo a base de influencias de los astros, el intento de hacernos creer que la elección de la ciudad de Las Palmas para residencia de la Real Audiencia se debe a « la exaltación de Júpiter en el signo del Cáncer » , que la conquista de las islas por los españoles es resultado de la conjunción del mismo Júpiter con el Sagitario, y toda la serie de defectos y vicios que achaca a los habitantes de cada isla en particular, como consecuencia de las mismas influencias benignas o malignas ( cap. XLII), pertenecen a un determinismo que, para nosotros, ha perdido toda clase de interés. - En fin, el último defecto de Torriani, al querer considerarlo como historiador, es la falta de interés para el tema histórico que trata, y para el ambiente que describe. La estancia de Torriani en Canarias fue sólo resultado de una misión, y probablemente, desde su punto de vista, debió de considerarla como una especie de destierro o residencia forzosa. Los cuatro o cinco años que pasó en las islas, de todos modos, no son resultado de una libre deci- INTRODUCCIÓN XXXIX sión del autor, sino de una obligación de servicio; y, al juzgar por los ecos que dejó en su obra, dichos años. no le dejaron un grato recuerdo. Sus juicios sobre las islas , y los isleños carecen de amenidad. El nombre de Afortunadas se debe a una « fama mentirosa » ( cap. I). Las islas son sumamente pobres ( cap. XIV) y a esta pobreza se añade la falta de armonía ( cap. XVII). Los versos del Tasso: Es cierto qiie son feraces y hermosas y alegres, pero también se mezcla con la verdad mucha mentira, le parecen de excelente aplicación ( cap. LXIX). Los habitantes de La Palma, en cuya isla sabemos que hizo dos estancias, en épocas diferentes, son « gente vanidosa, fastuosa, soberbia, imprudente, inconstante e infiel en sus amistades » ( cap. LXX) y sus gobernadores son « jóvenes escolares de pocas letras y de menor prudencia, los cuales gobiernan a su antojo » ( cap. LXX). Y, por si fuera poco, la mala influencia de las estrellas ha puesto en los habitantes de todas las islas una copiosa serie de vicios, que el autor particulariza de tal modo ( cap. XLII), que no es posible no tildarle de ingratitud para con la tierra en que había vivido durante años, y con elpaís que allí le había enviado. Incluso en lo que se refiere al objeto más preciso de su misión, es decir, la traza de las futuras fortificaciones de Canarias, se adivina su total falta dé confianza en la realización de sus proyectos,, tanto por la pobreza y falta de acuerdo ( cap. XVII), como porque « estas naciones no gustan ni de comodidad, ni de seguridad, ni de hacer cosas útiles para los demás, ni de dejar la fama de sus buenos pensamientos » ( cap. LVI). Es difícil creer que debajo de estos juicios están solamente los indicios y las sentencias sin apelación de la astrología; más XL TOERIANI bien se debe tratar de una especie de rencor, debido a circunstancias que en este caso son indiferentes, pero que serán, como en el caso arriba mencionado de su experiencia palmera, relacionado con los problemas materiales de su estancia y de su misión. Es cierto, de todos modos, que ' Torriani no escribe con amor, ni siquiera objetivamente, la • historia y descripción de las islas. Sin embargo, hay que añadir que se cometería una injusticia, al tratarle, como hasta aquí lo hemos venido haciendo, de historiador. Ya hemos dicho en lo anterior que Torriani no tiene la fibra del verdadero historiador. El valor de su obra no reside, por consiguiente, en la personalidad, por otros aspectos interesantísima, del autor, sino en el caudal de datos que su trabajo nos transmite y que, más allá de la persona y de los conocimientos de Torriani, vienen de su fuente perdida. El mayor interés de la Descripción le viene, por consiguiente, de la reconstitución que permite, en parte y por medio de la comparación con las demás fuentes, de la antigua crónica, del doctor Troya o de quien fuese. Históricamente hablando, Torriani no es más que un intermediario, y como tal debemos juzgar su aportación. Desdé este punto de vista, también se pueden poner algunos reparos a la obra del ingeniero italiano. Torriani no parece haber sido buen conocedor del español; toda su correspondencia con la Corte se hizo en italiano por su parte, y no tenemos nada de su mano, en español.^ Por otra ' No hace falta añadir que no estamos de acuerdo con las conclusiones de D. J. WóLFEL, pág. 21, quien considera que los diez años de estancia en España le habían hecho olvidar su italiano, y que « für Torriani Italienisch doch schon eine Sprache zweiten Assoziazionsranges geworden war » . Si así fuese, lo más lógico hubiera sido que escribiese en español su correspondencia oficial. INTRODUCCIÓN XLI parte, su compilación, al conceder un lugar al aspecto histórico de su Descripción, limitó este elemento de su trabajo, de modo que sólo admitió un extracto muy resumido de la íuente que empleaba. Entre posibles errores de traducción ( del español de la fuente a su italiano) y simplificaciones a veces excesivas del texto original, la versión que Torriani da de los hechos no inspira siempre una completa confianza. Así, cuando indica que « cada uno de los reyes de Canaria tenía doce consejeros » ( cap. XXXII), forzosamente vacilamos a admitir esta afirmación, al considerar que Abreu Galindo atribuye seis consejeros a cada uno: es fácil que la frase de Abreu Galindo: « los doce consejeros de la guerra, que llamaban gayres, y había seis en Telde y otros seis en Gál-dar » ( pág. 151), frase que suponemos más o menos idéntica en su fuente, haya sido estropeada por Torriani, por efecto de una mala comprensión o de un error mecánico. De igual modo, cuando pretende que, antes de ir a pelear entre sí, los antiguos canarios « tomaban licencia de un capitán llamado sambor- a ( cap. XXXV), creemos que se trata de otra mala traducción del original, en donde sabor debía de significar « consejo » y no « capitán » . Como ejemplo de rapidez inexacta de la reproducción de su fuente se puede mencionar el episodio del capitán Lázaro vizcaíno y de la rebelión de los herreños ( cap. LXV), muy resumido y muy diferente, si se le compara con la versión de Abreu Galindo. En otros casos, su conocimiento incompleto de las islas ocasiona equivocaciones materiales, tales como la confusión de La Victoria con La Matanza ( cap. III), o la idea de que Aloso Fernández de Lugo procedió en La Palma « como lo había hecho en Tenerife » ( cap. LXVIII), donde todavía no había desembarcado. En fin, su sintaxis, que hemos tratado de restablecer en lo posible, presenta deficiencias que pare- XLII TOERIAN! cen ocasionadas por cierto descuido o rapidez en el trabajo. Ello no obstante, la obra de Torriáni sigue siendo una de las más valiosas históricamente, para comprender el pasado de las islas, así como los arduos problemas de la historiografía canaria. A pesar de la brevedad de sus indicaciones, que son constantemente más concentradas y más s reducidas que en Abreu Galindo o, en su caso, en Espinosa, f su versión es para nosotros de un inapreciable valor, no I sólo como comprobante de los anteriores, sino también | porque a menudo contiene indicaciones complementarias, I interpretaciones diferentes, sugerencias que completan fe- i lizmente nuestros conocimientos. El mismo hecho de que i Torriáni escriba su obra sin la intención de elogiar o de | hermosear, es una garantía de que su reproducción de la | fuente, defectuosa por otros conceptos, no está embargada | por escrúpulos localistas o personalistas, como en el caso de ^ ciertas crónicas de la conquista de Gran Canaria. Si se aña- I de el interés de sus otros dos elementos, el descriptivo y el | militar, se comprenderá que su obra merece el interés que | desde el momento de su publicación en el texto original no 2 ha dejado de suscitar entre los historiadores, así como entre todos los lectores cultos de las islas. En fin, el mayor mérito de Torriáni, de que nada hemos dicho hasta aquí, y que es probablemente el principal objeto de sus esfuerzos y de su cariño, es su actividad de ingeniero topógrafo y, en su consecuencia, su colección de dibujos, esquemas, planos y mapas de Canarias. Todas las objeccio-nes que hasta aquí hemos suscitado a su obra, representan reservas sobre aspectos que, evidentemente, merecen el mayor interés desde nuestro punto de vista y en que hubiéramos deseado mayor escrupulosidad por parte del autor. INTRODUCCIÓN XLIII Pero, al mismo tiempo, desde el punto de vista del objeto perseguido por Torriani, se trata de un interés secundario de su obra, pues su misión consistía en proponer trazas y pareceres. Esta - isisión ha sido admirablemente cumplida; y a ella le debemos el álbum más rico y más fértil del pasado canario, tanto en lo que se refiere al aspecto geográfico de las islas y de sus ciudades y villas como en la reproducción de trajes antiguos, y en la representación de las fortificaciones canarias, existentes o solamente al estado de proyecto. Más que todo, sus mapas y sus planos de ciudades no" son simplemente un regalo para los ojos y una curiosidad parala inteligencia, sino que se trata de un verdadero trabajo histórico, de un inapreciable documento que proporciona al investigador la imagen concreta de realidades muertas desde hace casi cuatrocientos años, y que completa elocuentemente los datos secos y descarnados de los documentos. Esta documentación se reproduce aquí por primera vez en su integridad; y estamos seguro de poner a disposición de los lectores, canarios y de fuera, al mismo tiempo que un verdadero álbum que se caracteriza por su pintoresco, un valioso instrumento para vivificar la historia y retraer al espíritu la vieja imagen de un pasado curiosamente materializado y transformado en realidad vista. í J . A M A !. . S r A DL L RL LA I O 1. 1 ( X) i /) f: SCUIT ffONE KT MÍS'l'O/' íl A DEL KJÍUXO DK ¡: ÍSO¡./: ' \ C4V4RfE a/ A fí^ TTl-: L£ fOKl^ VA'AlE CO, Vf/^\ iRERi: ] DEELE LORO fORflEfCAllOA'I j DI LEONARDO TORRíAN I ' ' C RRMON E S ri Portada del manuscrito de Torriani A LA REAL Y CATÓLICA MAGESTAD DE FELIPE II, NUESTRO SEÑOR, REY DE LAS ESPAÑAS LEONARDO TORRIAN!, CREMONÉS P R O E M I O H . ABIÉNDOME ordenado Vuestra Magéstad, en años pasados, que hiciese la descripción de las Islas Canarias, me pareció que tan pequeñas tierras, destacadas del África, así solas, por la pequenez del asunto, no podían serle sino de poco agrado. Y así, al encontrar en los monumentos de las letras con qué hermosearlas, me determiné añadirle la historia y los acontecimientos que en ellas pasaron, hasta a nuestros tiempos, con los pareceres y los dibujos de sus fortalezas. También describiré las ciudades y los puertos, para mayor aclaración de las mismas. A esto he añadido la isla de Antilla,^ la Madera, Puerto Santo y la costa de Berbería, con el verdadero lugar de los montes Atlas,^ aprovechándome de los trabajos ajenos y de las más verídicas observaciones que pude hallar, puesto que la incomodidad y los peligros ' Ardilla: otro nombre tradicional de la isla fabulosa de San Boron-dón, cuya « descripción » forma el capítulo I adicional. •' El capítulo referente a la exacta ubicación de los dos montes Atlas, si es que se escribió, no se nos ha conservado, por faltar al manuscrito original uno o más folios, al final; por cuya ausencia también queda truncado el anterior capítulo, referente a Berbería. 2 TORRIANI del mar, la dilación del tiempo y la cuantía de los gastos no me dieron lugar a poderlas ver y medir. Con las cuales tuve mucho trabajo, pues tuve que corregir las falsas observaciones de los mareantes, tanto por medio de la altura del polo, como por las posiciones de los triángulos planos, esperando ora sobre los montes, ora en las puntas o promontorios, los momentos despejados y serenos, para poderlas ver. Además, también encontrará Vuestra Magestad en este libro algunas curiosidades dignas de su grandeza: que sólo en éstas me detuve, para ser breve, y para adornarlo tan sólo con aquellas cosas que fueran más dignas de presentarse a su divino ingenio, sin haberme preocupado demasiado el aparentar que no soy solamente historiador, ni exclusivamente geógrafo, ni tampoco simple arquitecto militar. Reciba, pues, Vuestra Magestad, este pequeño regalo, el. cual no pretende mostrarse, hinchado de ambición, por las espléndidas plazas, ni aspira a la inmortalidad, con buscar los aplausos de la fama, o la eternidad de. la imprenta; sino que solamente, lleno de humildad y de reverencia, mira como a su único objeto a las reales manos de Vuestra Magestad; en las cuales ( así como está, escrito a mano), se siente feliz, por esperar todo favor y protección de Vuestra inenarrable benignidad, y por prometerse cuanto de parte de tan grande Rey y Monarca se puede desear. Y yo, a los pies de Vuestra Magestad, lleno de júbilo por haberle agradado este mi humilde servicio, a cambio de tanta merced ( rogando a Dios le dé felices años de vida, con acrecentamiento de la cristiana Monarquía, bajo la invicta y gloriosa corona de las Españas), de nuevo le ofrezco el corazón más devoto y con suma reverencia le beso las manos. CAPITULO I Si las Islas Canarias son las verdaderas Afortunadas J__| AS islas Canarias, que antes decían las Afortunadas, son célebres entre las que baña el mar, desde el Oriente índico hasta el Occidente mauro, por la mención que de ellas hicieron antiguos poetas, historiadores y geógrafos; los cuales, inducidos por la benignidad del cielo, que las gobierna con blandos influjos y temperies, creían que las tierras, incultas y sin labrar, producían abundancia de toda clase de frutos, y que se vivía en ellas pingüemente, sin molestia de los rayos estivos del sol, ni del frío que el invierno lleva a los que viven fuera del tercer clima, bajo las Osas. Creyeron que sus moradas eran beatas, las cuales fueron cantadas por Homero, bajo el nombre de Campos Elíseos.* De estas islas escribieron Estacio Seboso;^ Juba, rey de Numidia; Plinio; Solino; Pomponio , Mela; Tolomeo; Estra- '' El texto original parece alterado, de modo que su construcción resulta poco correcta: Le mi stanze cresero esser bÉate; delle quali da - Homero sotto il nome dei Campi Elisii cántate furono. El autor quiso escribir: Le mi stanze cresero esser beate; le quali,.. ^ Los escritos de Estacio Seboso y de Juba se han perdido; pero la parte de los mismos que se refería a las islas Canarias, ha sido extractada por Plinio. Los demás autores ( menos Plutarco, historiador y moralista), son los clásicos de la geografía. 4 TORRIANI bón; Plutarco, y otros; los cuales, por el poco conocimiento seguro que tenían de ellas, erraron en sus escritos, de modo que, más tarde, algunos dudaron si eran éstas las Islas Felices nombradas por los dichos escritores. Sin embargo, ello no debe extrañar, si pensamos que en aquellos primeros tiempos ellas no eran frecuentadas ni por gente de lejos, ni por cercanos, como en nuestros días, para que hayan tenido de ellas un conocimiento exacto ( debido al ser entonces desconocida casi toda la costa del África que baña el Océano); pero los dichos escritores, siguiéndose el uno al otro, repitieron lo que la fama mentirosa dictó a los primeros que de ellas escribieron fabulosamente. Que ' éstas sean las verdaderas Afortunadas, tenemos muchas autoridades, además de lo que más adelante se dirá. Plinio, concorde con Juba,^ quiere que éstas se coloquen frente a la Mauritania occidental, aunque haga mención, de manera confusa, de varias Afortunadas. Estrabón y Tolo-meo piensan de igual modo, y que ellas señalan el término occidental de la parte que ellos conocían de toda la tierra, y que por ellas pasa el primer meridiano. Solino sigue a Plinio y a Juba; y aunque Mela tenga lo mismo, dice éste último: « Frente al monte Atlas están las Afortunadas » .^ Plutarco, en la Vida de Sertorio, llama las Islas Beatas, ' Concorde con Juba, debe entenderse que, en este particular, Plinio no hace más que repetir las indicaciones de Juba. Cf. PLINIO, Historia naturalis, VI, 32; texto reproducido y analizado por JUAN ALVAREZ DELGADO, Las Mas Afortunadas en Plinio, en « Revista de Historia » , XI ( 1945), págs. 26- 61. ^ La cita del texto de POMPONIO MBLA, III, 11, no es directa, sino que altera el original latino, de igual modo que la misma cita hecha por ABREU GAUNDÚ, I, 2, pág. 17; lo que indica que en ambos autores se trata de una cita indirecta, a base de xina fuente común. SI SON LAS AFORTUNADAS Atlántidas, del monte Atlas; y esta célebre montaña está colocada por Plmio a distancia de cinco grados del solsticio de verano. Pero éste es el Menor, el cual ( según Juan León Africano) se levanta sobre el mar Océano, cerca de la ciudad de Messa, en 29 grados y 30 minutos de altura del polo, frente a la isla de Alegranza. El Mayor ha sido situado por Tolomeo en 23 grados, lo que es falso, puesto que ( según los escritores más autorizados) el Atlas Mayor esta al Poniente, sobre el Océano, en 25 grados de latitud y 2 de longitud, de la costa del mar hacia Levante, es decir, al interior, a 120 millas de distancia del Cabo de Caballos;^ de cuya altura inaccesible, Ovidio en sus Metamorfoses, imitado por Plinio, dijo en aquellos dos versos: Crevit in immensum [ sic Di statuistis) ^ et omne cum tot sideribus coelum reqti/ evit in illo. Y aunque estas islas estén situadas debajo de nuestro polo, en tres grados más que el Atlas Mayor, no por ello podremos decir que ellas no están enfrente de ambos, sino 1 Las indicaciones referentes a los dos montes Atlas se parecen, sin ser idénticas, con las de ABRBU GALINDO, I, 2, pág. 17. Las principales diferencias consisten en no mencionar este último autor la autoridad de Juan León Africano, y en llamar Meca, la ciudad que en Torrianí se llama Messa. Juan León Africano, con su verdadero nombre Hasan Ibn Mohammad al- Wassan al- Fási, es autor de un libro De totms Afncae descriptione libri IX, Ambares 1556, en 8." ^ OVIDIO, Metamorfoses, IV, 66Í. Sic Di Statuistis hh& en el ms. original, bien por tratarse de un olvido del autor, o por ser un inciso sin interés para el sentido de la frase. Su traducción: Se levanta en la inmensidad, según lo ordenaron los dioses, y el cielo con sus estrellas descansa iobre él. 6 TORRIANI que están más cerca de ellas que cualquier otra isla. En efecto, navegando hacia Mediodía, rumbo a las islas Gdrgonas,^ o sea del Cabo Verde, no se hallarán otras islas, más que la de Cerne ( que tiene cinco estadios de circunferencia, frente a Arguín,^ que fué hallada por Hanndn el cartaginés), y otras ' tres, a las cuales llaman los portugueses, a la una la Blanca, por ser arenosa, a la otra la de las Garzas, y la tercera la del Corazón, según afirma Alvise da Mosto. También hay algu- i ñas más, muy pequeñas, las cuales, por carecer de nombre| propio, estuvieron comprendidas bajo el nombre común del las Hespérides ( por Héspero, promontorio de Cabo Verde). I Después, a mano izquierda, en dirección de la tramon- S tana están otras tres islas, dos de ellas frente al cabo Can- ^ tín ( que es donde empieza a dar la vuelta la costa hacia I Oriente, en dirección del Estrecho de Hércules), y la otra 1 entre éstas y las Canarias, casi enfrente de Alegranza. Las | dos más alejadas son Madera y Puerto Santo, y la tercera | la Salvaje, la cual se halla apartada, sola, para seiía] de los | mareantes. Madera, por su abundancia y feracidad, y por i su temperie, era digna de incluirse entre las demás Afortu- | nadas; que quifeá en nuestros tiempos no lo es, por estar | habitada por los portugueses.' Solino pone otras tres islas § ' Las Górgonas o Górgades se identifican tradicionalmente con las islas de Cabo Verde. ^ Arguín es el actual Cabo Blanco. Sobre la identificación de Cerne, cf. WóLFEL, pág 48, nota. ' En cierto raodo, el autor incluye Madera entre las Afortunadas, al introducir al final de su relación, una descripción de dicha isla y de la de Puerto Santo. En cuanto a la observación que sigue, y según la cual, Madera ya no es Afortunada, « por ser habitada por portugueses » , es difícil decidir si se trata de una intención epigramática, o de la simple constatación, que la historia de dicha isla no sigue igual rumbo que la de Canarias Si SON LAS AFORTUNADAS 7 Afortunadas, entre las Casiterides, en el océano Cantábrico, frente a Galicia; pero, como de estas islas no se hace mención en los escritores más antiguos, ni tampoco se hallan en el mar Atlántico, sino en otro clima, muy alejado de éste, no las tendremos en consideración; como tampoco hablaremos de muchas otras cosas que algunos escribieron délas Afortunadas, para evitar todo cuanto nos podría ocasionar confusión. CAPITULO ÍI Del número de las Canarias y de sus nombres P, LINIO sólo hace mención de seis islas Afortuna- | das.^ A la primera la llama Ombrión; a la segunda. Juno- I nia; a la tercera también Junonia, pero Menor; a la cuarta, | Capraria; a la quinta, Nivaria; y a la sexta. Canaria. Dice S también que Junonia Mayor está lejos de Cádiz 750 mi- ^ Has. La Palma, que es la última de estas islas hacia Occi- I dente, se halla a 780 millas de Cádiz, eso es, 30 más de lo 1 que pone él; de cuya poca diferencia sacamos que ésta es | la Junonia Mayor. Por esta razón, como también por decir | que la primera se llama Ombrión, es de creer que empezó | a contar desde Poniente, dirigiéndose hacia Levante. i De ésta nos dice que tiene en los montes un charco y i que sus árboles son parecidos a la férula, de los cuales ^ se I ^ Las seis Afortunadas aquí mencionadas son las que refiere Juba, seguido por Plinio. El problema de su identificación es muy arduo y lia dado lugar a numerosas hipótesis y controversias. Según la más reciente de estas tentativas de identificación, en el mencionado trabajo de J. AL-VAREZ DELGADO, Ombrión sería la Gran Salvaje; Junonia, La Palma; Junonia Menor, La Gomera; Capraria, El Hierro; Nivaria, Tenerife; y Canaria Gran Canaria. Según el mismo investigador, Lanzarote y Fuerteventura no figuran en esta lista, por mencionarlas Juba ( y con él Plinio) debajo del nombre particular de islas Purpurarías. ^ De los cuales, en el original da' quali; Wolfel leyó da' qaale, que sólo se puede referir al antecedente/ i^ ra/ a; pero, a pesar de ello, su traducción es exacta. NÚMERO DE LAS CANARIAS 9 saca el agua: de los árboles negros, el agua amarga, y de los blancos, el agua de beber. La isla del Hierro es casi tan occidental como La Palma, tiene en sus montes un charco, y el agua de beber la sacan de un árbol, que se dice til, de tilia, que los griegos llamaban phillara; y, si pensamos bien, se puede decir que la palabra se corrumpid y llegó a decirse férula,'^ o parecida a ella. Verdad es que la férula no es un árbol, sino una pequeña caña, de la cual, que sepamos, no se saca agua; salvo si Plinio tuvo conocimiento de las cañas muy gruesas que se hallan en la isla Gilolo, en las Indias Orientales, las cuales están llenas de agua de beber, según refiere Antonio Pigafetta, vicentino, en la relación del viaje que hizo alrededor del mundo.^ Pero, como sobre este particular se tratará más extensamente en su lugar, sólo diremos que por esta razón debemos creer que Ombrión es la isla que hoy se llama del Hierro. Siguiendo hacia Levante, nombra Plinio a las dos Juno-nias. La Mayor, como acabamos de decirlo, es La Palma, cercana a ésta del Hierro, y la Menor es La Gomera, que también es más pequeña, y situada casi entre las dos. De allí salta un poco en dirección noreste, a Capraria, que es la que llamamos Fuerteventura, porque frente a ella pone a la conocida Nivaria, que tomó su nombre de la nieve que ' El razonamiento del autor debe entenderse del modo siguiente: Plinio dice que en la isla Ombrión se saca agua de una especie &.^ férulas-, en El Hierro se saca el agua de un árbol cuyo nombre, til, viene de tilia; tilia en griego se dice phillura; y de ésta última palabra deriva férula-, por consiguiente, cuanto dice Plinio se aplica bien a la isla del Hierro. ^ Antonio Pigafetta, natural de Vicenza, acompañó la expedición de Magallanes, y describió su viaje en una relación dirigida al gran maestro deRodasy publicada por primera vez en 1536, con el título // Viaggio fatto da gli Spagniuoli attorno al mondo. 10 - TORRIANI casi continuamente posee. Esta Nivaria es Tenerife, situada en medio de las tres ya mencionadas, la cual con su eminente altura, cubierta durante casi todo el año con mucha o poca nieve, parece, con su soberbia, que tiene el imperio de este mar. Canaria no cambió nunca su antiguo nombre, del cual recibieron el suyo todas las demás. Al principio ^ Plinio, con la autoridad de Seboso, pone | junto a la isla Capraria la Pluvialia, que es la séptima habi- | tada, eso es, la que llamamos Lanzarote; porque es cierto | cuanto él dice, que en aquélla no hay agua, más de la que | Hueve. Pero hay que abandonar la falsa distancia que él i calcula hacia Oriente, hasta Cádiz, en 750 millas, porque no S son sino 630: en esto, y en las distancias que pone entre | una y otra isla, se apartd mucho de la verdad, como hom- | bre que escribió atrevidamente.^ | De estas dos islas parece que habló Plutarco en la Vida | de Sertorio, cuando dijo: « Dos están divididas por un breve % espacio de mar » , porque en efecto la distancia de una a | otra no pasa de nueve millas; pero no está a 10 000 estadios i de Libia, como él escribe,* sino a 1010 solamente, en direc- i ción del Levante. Los antiguos sólo hacen mención de siete S islas, posiblemente porque son siete las habitadas, o por ' No se comprende la razón de este al principio, que Wólfel dejó de traducir. * Después de atrevidamente sigue en el manuscrito un espacio borrado por el autor; quizá decía algo como: escribió atrevidamente de cosas que no sabía, audacemente scrisse [ di quello che non sapeva]; porque escrivió atrevidamente parece formar una frase truncada. * Los investigadores modernos consideran que las Afortunadas mencionadas por Plutarco no se pueden identificar con las Canarias, sino con las dos islas de Madera y Puerto Santo. NÚMERO DB LAS CANARIAS 11 ser mayores que las demás. Los modernos hablan de diez, pero en realidad son once, siete habitadas y cuatro ^ desiertas, que son: Alegranza, Santa Clara, Graciosa, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, El Hierro, La Palma, y la isla de Lobos, situada entre Lanzarote y Fuerteventura. Cuatro: enmendamos el manuscrito origina), que lleva cingue. El islote al norte de la Graciosa no se llama Santa Clara, sino Montaña Clara. CAPITULO ni Por qué estas islas fueron llamadas Afortunadas y después Canarias F 1 JL- jSTAS islas antiguamente ( según Plinio y otros) fue- = ron llamadas Afortunadas por la grandísima feracidad y | abundancia de frutos, por la constancia del clima, por los g vientos, suaves y húmedos,^ y por la pureza y templanza % del aire; cuya humedad creía Plutarco que era tal, que | bastaba para alimentar suficientemente a todos, sin plan- | tar ni cultivar. Están situadas en la zona templada, donde | el sol, en el solsticio de verano, se acerca hasta en cuatro í grados y medio de su cénit. Están aireadas por el bóreas, la | tramontana y la galerna, los cuales, con el frescor que llevan | consigo y con la humedad del grandísimo mar que las baña I por todas partes, hacen su morada agradable y muy alegre. | Por lo cual no es de maravillar, que los antiguos bárbaros ® creyeran que aquí estaban los verdaderos Campos Elíseos, en el borde de la última tierra conocida por entonces, y en la región más apacible y más tranquila de las que se conocen hasta hoy, entre las que descubre nuestro polo en su rotación; de las cuales Homero, pensando, según la común opinión, que las almas después de la muerte venían aquí a ' Húmedos: interpretamos así la palabra del original ( soatii et rudagosi ventí). por creer que rudagosi es error de pluma, en lugar de mgíadosi. Walfel tradujo mdssig ( templado). POR QUÉ AFORTUNADAS ^^ bir el premio que en vida merecieron por sus obras, dijo así, cuando pone a Proteo a vaticinar la muerte de Aga-reci memnon: Sed te in Elysmm Campum et in fines terrae Immortales mitterent, ubi flavas Rhadamantus est; ubi facillima vita est hominibus. Non nix ñeque hiems multa, ñeque unquam imber, sed semper zephyri strldule spirantes fLatas Oceanus mittit ad refrígerandum homines} Y el famoso Torcuato Tasso, que para nosotros es ün segundo Homero ( quien en Grecia quizá hubiera sido el primero), haciendo alusión a lo cantado por el príncipe de los poetas, puso en boca de la Fortuna este hermoso discurso sobre las Islas Afortunadas:^ Ecco altre isole Ínsteme, altre pendici scoprian al fin, men erte ed elévate; ed eran queste Visóle Felici ( COSÍ le nominó la prisca etate), a cui tanto stimava i cieli amici, ' HOMERO, Odisea, IV, 564- 69: « Los inmortales te enviarán a los Campos Elíseos, al extremo de la tierra, donde se halla el rubio Radamante. Allí se vive dichosamente; allí jamás hay nieve ni invierno largo, ni lluvia, sino que el océano manda siempre las brisas del Céfiro, de sonoro soplo, para dar a los hombres más frescura » ( Traducción de Luis Segalá y Esta-lella, Barcelona 1910, pág. 61). ^ El en origmal-. Dell'isole Fortúnate altamente alia Fortuna in questo modo ne fece faveUare. Wd\ fe\ trdíduce altamente por laut ( en voz alta); creemos que se refiere más bien a la magnificencia del discurso. Por lo demás, es equivocación de Torriani el haber puesto este discurso en boca de la Fortuna, quien es solamente uno de los personajes que « descubren » las islas, más precisamente, quien dirige a ellas a los demás viajeros. 14 TQRRIANI che credea voluntarte e non arate quivi produr le terre, e ' n píii gradití fmtti non cuite germogliar le vití. Qul non fallad mai fiorír gli olívi e 7 mel dícea stíllar da I' elcl cave e scender giii da lor montagne i ñví con acqae dolci e mormorio soave, e zefiri e rugíade i raggí estívi temprarvi si, che nullo ardor v' é grave; e qul gli Elisi Campi e le famóse stanze delle beate anime pose? Así, estas islas tomaron el nombre de Felices y Afortunadas, por la clemencia y el favor del cielo; no, como las . ' Los versos son de TASSO, Jerusalén libertada, XV, 35- 36. Reproducimos a continuación la traducción que de estas octavas dio el célebre Cairasco y Figueroa, y que menciona, en el mismo lugar que Torriani, ABRÉU GALINDO, I, 3, pág. 23: Otras islas se ven, que blanco velo las ciñe en torno, menos elevadas; llamólas, por su fértil cielo y suelo, la antigua edad las islas Fortunadas, y tan amigo suyo estimó al cielo, qae de su voluntad, no cultivadas, las tierras entendió dar nobles frutos y las incultas vides sus tributos. Siempre decía florecer la oliva, destilar de las piedras miel sabrosa, y con murmullo blando el agua viva bajar del alto monte presurosa, templar el aire la calor estiva, de suerte que a ninguno es enojosa; y en fin por su templanzuy lauros, palmas, ser los Campos Elíseos de las almas. POR QUÉ AFORTUNADAS 15 Gorgonias, de las mujeres monstruosas que vivían en ellas o, como las Purpurarias, de la púrpura de Getulia que allí llevó Juba o, como las Herpérides, de Héspero, rey de Mauritania, o, como las Casitérides, del plomo ^ o, como las Baleares, de Balo, compañero de Hércules, o del tirar con la fronda.. Pero por qué se llamaron después Canarias, la verdad de ello no se sabe. Algunos dicen que tienen su nombre de Cam, hijo de Noé; pero, si es así, ¿ por qué no se llamaron Cananeas? Otros quieren que sean dichas así por el dulcísimo canto de los gárrulos pajaritos que se hallan en ellas, en tanta abundancia, que los llevan hasta a los últimos términos de las Indias Orientales y Occidentales. Algunos modernos quieren que se les nombre así por su fertilidad en cañas que producen azúcar.^ Otros dicen que Canaria fué llamada Grande antiguamente, por ser muy redonda y espaciosa, y por el valor y nobleza de los habitantes, y porque está colocada en medio de las demás, como capital. En lo demás, veo que tomaron el nombre de la Gran Canaria año de ...,^ ' Curioso descuido del autor. El nombre de las Casitérides viene, como es sabido, de su riqueza en estaño, en griego xaootxspoc. '' La hipótesis es anacrónica, pues la caña de azúcar era desconocida en Canarias, anteriormente a la conquista. Cf. la nota de Wolfel, pág, 55 El mismo Torriani lo sabe, según se puede ver más abajo, cap. XXVIIf,. donde, al mismo tiempo, se indica el autor de esta hipótesis, Antonio de Nebrija. ' La fecha quedó en blanco en el manuscrito. Cf. ABREU GALINDO, I, 14, pág. 72: « En esta jornada dio Juan de Betancor a esta isla el epíteto y nombre de Grande, que le dura hasta hoy, y le durará. Año de 1405 se le dio el nombre » . Como se puede ver, si no nos equivocamos al suponer que los dos autores reproducen una fuente común o, por lo menos, dos textos parecidos, sacan de ellos versiones muy diferentes. 16 TORRIAIMI cuando fueron conquistadas por los cristianos. En ella fué establecida la iglesia catedral, y el rey don Fernando, que es quien entonces reinaba en Castilla,^ fundó en ella la Audiencia; y de está isla, como de su capital y metrópoli, los cristianos de la Gran Canaria dieron su nombre a las otras islas.' ^ La feal tíédilla de eíecCión de la Real Audiencia de Las Palmas es del 5 \ de julio de 1527. Por consiguiente, es inexacto que fue Fernando el Católico quien fundó dicho tribunal, siendo así que en aquella fecha reinaba Carlos 1. ^ Cf. ABREU GALINDO, I, 3, pág. 23: << Como de la más calificada, toman las demás el nombre, llamándolas Canarias » . CAPITULO IV Quiénes fueron los primeros habitantes de estas islas S, ' I queremos buscar el origen de tanta antigüedad, sobre la cual no nos ha dejado memoria ningún escritor, en ningún idioma, salvo los griegos y los latinos, tenemos que dar vuelta muy en atrás, y averiguar cuáles fueron, entre los nietos de Noé que poblaron la tierra, los que llegaron a estas islas; o, si no fueron de los nietos de Noé, quiénes fueron, según otras opiniones, como en su lugar se dirá.' Lo que, por las muchas diferencias, no dará satisfacción a todos; pero que cada uno se quede con la opinión que más le gustare, que no tiene mucha importancia ni, por mi parte, tengo preferencia alguna entre todas ellas. Moisés, en el capítulo X del Génesis, al tratar de la generación de los hijos de Noé, que habían nacido antes del diluvio, dice que Jafet tuvo a Gomero, a Magog, a Madai, a Javan, a Tubal, a Masoch y a Tiras; Gomero hubo a Hemos preferido una traducción analítica, pero más clara, a la concisión algo oscura de Torrianit O fra altri, secando vari pareri, come ira. tra altri está evidentemente puesto en alternativa con fra i primi nepotidi Noé: a los primeros pobladores de Canarias hay que buscarlos o entre los nietos de Noé, o entre otros, según varían las opiniones de los escritores. Sm embargo, la traducción de ^ X'olfel es muy diferente de la nuestra. 18 TORRIANI Asquenaz, a Rifat y a Tergoma; Javan hubo a Elisa, a Tar-sis, a Cethim y a Dodanim, los cuales repartieron las islas a las gentes en toda su región, y a cada uno dentro de su nación, según su lengua y su familia. Seroso Caldeo, en su libro de las Antigüedades, pretende que Jafet condujo colonias a África, las cuales, según opinión común de los africanos, fueron hijos de Gomero, sü primogénito; y por ello en nuestros días muchos pueblos de África se llaman go- i meros. , | También dice Beroso ^ que en la partición que hizo i Noé entre sus nietos de las partes de la tierra, a Gog le j tocó la feliz Arabia Sabea, con Sabo, su padre; a Tritón la Z Libia; a Cur, la Etiopía; a Getulo, la Getulia; y a Jafet el ^ viejo, el África atlántica; y como, según Moisés, les tocaron | las islas según sus regiones, les habrán tocado también és- | tas, que están frente al Atlas; y entre ellas. La Gomera qui- | zá haya tomado el nombre de Gomero. | Estamos persuadidos de ello, porque Gomero dio su | nombre a todos los lugares adonde su abuelo Noé había I antes enviado colonias formadas por sus hijos. Prueba de | ello es que, cuando Noé envió a Asia, en las Indias Orienta- % les, a algunos de los hijos de Gomero, Gallo, la ciudad que § ellos edificaron, fué llamada Gomera, y aquellos pueblos se dijeron comeros, como se halla en Tolomeo y en otros geógrafos, aunque, corrompiendo la palabra y cambiando la g en c, no dijeran Gomera, sino Gomera. Bedis, ciudad en ' Es sabido qae la obra del pretendido Beroso es una compilación de fray Giovani Nanni, más conocido con el nombre de ANNIO DE VITBRBO, Berosus de antiquitatibus, sea defloratio Berosi chaldaica, París 1509. De esta obra se hicieron numerosas reediciones. Los PRIMEROS HABITANTES 19 la costa del mar Mediterráneo, edificada por los africanos, fué dicha por los españoles Vélez de la Gomera; y según Tito Livio, en el libro X de la historia de la fundación de Roma, Clusio, ciudad de Toscana, fué llamada Comersolo y edificada por pueblos comeros. Lo mismo se podría decir de todas las regiones y ciudades del mundo, que tomaron su nombre de quien las pobló o las restauró. Además de todo esto, se prueba que las. antiguas habitaciones de estas islas fueron hechas por descendientes de Gomero, porque los moradores de las mismas vivían en cuevas bien labradas y abiertas con mucha industria en los montes, debajo de la tierra; por lo cual se puede suponer que observaban la ley dada por Noé después del diluvio. Según Beroso, era esta ley que nadie fabricase casa alta ni ciudad alguna, y que todos viviesen en carros ( o sea en tierras portátiles), como, lo hacen muchos de los pueblos africanos, y en cuevas, como hacen éstos y usan ^ los que moran en el monte Atlas y otros de África; a cuya mucha antigüedad alude Vitruvio Folión, en el segundo Ubro de su Arquitectura. Además, por prohibición de Noé, no podían fabricar más de una sola torre, que entre ellos consideraban como metrópoli; y de ellas se ven dos hoy día en estas islas, una muy vieja en la ciudad de Gáldar, en Gran Canaria, y la otra en La Palma,^ que menciona Plinio; y con él ' Usan, en el original usano: palabra que Wülfel transcribió noano, lo que resta sentido a su traducción. La existencia de una torre en La Palma no está comprobada; su Idea se debe a la identificación que establece Torriani de Junonia Mayor con La Palma, y de la afirmación de Plinio, de que en Junonia Mayor había un edificio. lo TORRMNI consuenan Dionisio de Halicarnaso, Diodoro y otros más. Algunos pretenden que estas islas se quedaron después desiertas y casi desconocidas, durante muchos años, y que más tarde las volvió a descubrir Juba y las pobló con numi-das; así como, según Plinio, parece que también halló otras islas, frente a Autolola, provincia de Etiopía en la costa del océano Occidental, en donde había dispuesto que se tiñese s la púrpura getúlica.-" | Otros dicen que, mientras los africanos eran subditos I de Roma, mataron a los legados romanos; y los romanos, I después de castigar a los caudillos de la rebelión, cortaron S la lengua a sus seguidores y a las mujeres, y los mandaron a ^ poblar estas islas; de donde resultó, según la opinión de I éstos, que los descendientes de estos africanos usaron un 1 lenguaje diferente de todos los demás; y, a pesar de que si- | guíese pareciéndose mucho más al africano que a cualquier | otro, dicen que los hijos que nacieron de padres y madres | mudos dieron nombres a las cosas, así como la naturaleza i se los inspiraba; de modo que tanto creció entre ellos, la confusión de las lenguas, que( casi como los de la torre de | Babiloniaj, un pueblo no comprendía al otro.^ Otros, siguiendo por otros rumbos, creen que una de estas islas fué poblada por cartagineses, por aquello que escribió Aristóteles en su libro De las maravillas del mundo! ' PMNIO, Historia natural, Vi, 31, 199: < Paucas ínsulas modo constat esse ex adverso Autololum a luba repertas, in quibus Gaetulicatn purpurara tingere instituerat » . ' Esta tradición figura en todos los antiguos historiadores canarios^ sin que se pueda determinar su origen. Cf. las notas a ABREU GALINDO, 1, 5, pág. 30. 3 Los PRIMEROS HABITANTES 21 el cual cuenta que ciertos mercaderes cartagineses, navegando por muchos días más allá del estrecho de Hércules, encontraron una isla que hasta entonces no había sido descubierta, habitada solamente por fieras y llena de árboles maravillosos; que parece que es lo mismo que escribió Pli-nio, donde dice: « Allí los árboles crecen hasta 140 codos; y las islas están infestadas por las fieras » . Esta isla dice Aristóteles que es abundante en grandes ríos, y que es fértil y abundosa en toda clase de productos, y muy alejada de la tierra firme de África. Se cree que ésta es la Gran Canaria, por la cantidad de aguas que tiene, y de árboles maravillosos; y aunque Aristóteles la ponga muy alejada de África, no supo la distancia mejor que los que después de él escribieron. Daniel Bárbaro,^ electo de Aquilea, y Gema Frisio suponen que aquella isla que fue hallada por los cartagineses, era una de las . de Indias Occidentales, descubiertas por Colón; cosa que es muy difícil de admitir, puesto que dichas islas se hallan muy alejadas del estrecho de Hércules, tanto que aquellos mercaderes, que seguramente no sabían efectuar tal viaje, hubieran necesitado no sólo muchos días, sino muchos meses, y quizá no hubiesen podido volver a casa; porque en aquellos tiempos la navegación no había llegado a tanta práctica y a tanta seguridad como llegó después de inventada la brújula y el astrolabio; bl nombre de Daniel Bárbaro es error, en lugar de ERMOLAO BÁRBARO, Castigationes PUniance, Roma 1492. La segunda obra mencionada es GEM-MA FRISIUS, De principas astronomice et cosmographice, Louvain 1 530, en 4 ", obra en que se comprende un capítulo De orbis divisione et insulis rebusque mper inventis. Es sabido que la identificación a que se alude aquí, había sido propuesta por primera vez por Gonzalo Fernández de Oviedo. 23 TORElANl aunque desde antes de Aristóteles, los fenicios fueron los primeros que empezaron a navegar con alguna ciencia y con cartas marinas. Este autor pretende, además, que los cartagineses encontraron en dicha isla un aire templadísimo y abundancia de todos los frutos de la tierra; y estas dos cosas no se hallaron en ninguna isla de América, puesto que están colocadas, casi todas y las mejores de ellas, en la zona tórrida, donde el sol les quita la sombra dos veces al año, y las hace tan calientes y destempladas, que son insalubres^ y sepultura para los hombres. Los productos de la tierra, antes de haber sido descubiertas, tampoco eran como los nuestros de Europa, sino que eran muy diferentes; pero después los españoles llevaron a ellas las semillas, que en algunas de ellas se dan tan bien como en España. Las islas de Cabo Verde están situadas en la misma zona tórrida, en el mismo clima, más destempladas y más insalubres que las otras,' y faltas de toda clase de productos y de comodidades para vivir. Tolomeo y otros geógrafos creyeron que toda la parte desde este paralelo hacia la equinoccial era quemada por el sol e inhabitable ( o de mala habitación, según la interpretación de Giuntino),^ quizá por haberse dejado engañar por la autoridad de Ovidio, en las Metamorfoses, en el verso que dice, al hablar de las zonas: ' Insalubres, en el original, inferme. Wolfel copió bien, pero comprendió inferno ( Hólle). Productos, en el original/ rató/,' pero casi toda la palabra ha sido cortada, en el manuscrito, por la cuchilla del encuadernador. Wólfel copió fiumi ( Flüsse, ríos), que carece de sentido. ^ Se trata sin duda del comentario de Francesco Giuntini a la obra de JUAN DE SACRO BOSCO, Spteera, Amberes, 1373. 0^ Los PRIMEROS HABITANTES Quamm quce media est non habitabiUs cestu; ^ o por el que escribió Virgilio, en la Geórgica, tratando de las mismas: Quinqué tenet coelum zona, quamm una corusco Semper solé rubens, et torida semper ab igni? Aristóteles, Alberto Magno y muchos otros filósofos creyeron como los poetas, que la zona tórrida era inhabitable, contra la opinión de Avicena y la experiencia de los modernos, los cuales concaerdan en que debajo de la zona tórrida hay moradas templadísimas. Lo mismo afirma San Isidro, en el primer libro de sus Etimologías, quando dice que el Paraíso está colocado debajo de la equinoccial, en lugar amenísimo y templadísimo; y esto se debe explicar porque, cuanto más nos acercamos a la equinoccial, tanto menos varían los días artificiales, y el frío de la noche permanece de tal modo, que el día próximo no tiene calor nocivo.* Júpiter, en Homero, para descansar, busca a los etíopes, que viven sobre el Océano, padre de los dioses; lo cual alude evidentemente a cuanto escribieron los árabes de la felicidad del célebre desierto Haiz, situado en el mismo paralelo que los etíopes occidentales y de muchos otros lugares de Etiopía, y de esta parte del mar Atlántico. Y, aunque ' OVIDIO, Metamorfoses, I, 49: « De las cuales la de en medio es inhabitable por el calor » . ^ VIRGILIO, Geórgicas, I, 233: « Tiene el cielo cinco zonas, de las cuales una está colorada por un sol siempre flagrante, y siempre es tórrida por causa de su fuego » . ' Esta curiosa explicación coincide con la de ABREU GALINDO, I, 3, pág. 20. 24 TORRIANI existan otros países y otras islas Afortunadas, como la que descubrió el griego Jambólos, frente a los etíopes australes, descrita por Diódoro. Sin embargo cuando estas Afortunadas sé conocieron, todos creían que no se podía pasar más allá del Cabo Héspero, en dirección de la equinoccial; y la prueba de ello es que Marco Varón, al hablar de África que entonces se desconocía, dijo: Clauditur Océano, Lybico man, flamine Nllo; ^ lo cual pasaba en tiempo de Octaviano Augusto; y por la misma razón Toiomeo, que vivía 143 años después del nacimiento del Salvador, no se atrevió a decir que el África se podía circunnavegar. Todo esto demuestra claramente que de todas las partes conocidas por los antiguos, no hay ninguna que fuer se más templada o más amena que estas islas Afortunadas. Por tanto, debemos creer que Aristóteles escribía de estas islas de Canaria, y propiamente de la Gran Canaria, puesto que ninguna otra es más templada que ella, y en ríos, fuentes, frutas, árboles y'riquezas excede con mucho a las demás que tomaron su nombre de ella. Por esta razón, dice Aristóteles que la gente de Cartagq empezó a abandonar su propia ciudad, para irse a vivir en la nueva isla; y para remediar a este inconveniente, la república publicó un edicto, que nadie pasase a ellas, pena de la vida, considerando que, de haber continuado aquello por breve tiempo, los ciudadanos hubiesen dejado la ciudad completamente desierta. Muchos años después, al enviar esta misma república « Está limitada por el Océano, el mar de Libia y el río Nilo » . Los PRIMEROS HABITANTES 25 a Hanón con una armada y con gente a poblar el África y a reconocer el circuito de la misma, él, por temor al edicto no se atrevió a acercarse a las Afortunadas, sino que siguió, su rumbo y vid las Górgonas, a pesar de hallarse éstas últimas más alejadas de tierra firme. Por ello, autores de mucha solvencia creen firmemente que los cartagineses vinieron a estas islas. Y también se comprende de esto, por qué los canarios fueron hombres prudentes,^ estudios, animosos, tuvieron rey, apreciaron la religión, lanobleza y la castidad, y en costumbres fueron en gran parte diferentes de los demás; pero después, por faltarles las cosas necesarias, se adaptaron a la vida primitiva y vivieron en cuevas y en pequeñas chozas hechas por los primeros moradores, nietos de Jafet e hijos de Gomero. ' La frase del original es ambigua: Bd antora da quedo si cava ragió-ne, perché i Canari furono huomini pmdenti. El sentido que se puede dar a la frase depende do la interpretación que se quiera suponer a perché, que, como porque en español, puede ser interrogativo o explicativo. W6!- fel tradujo porque explicativo, pero su frase no es muy clara; hemos preferido la interpretación interrogativa. CAPITULO V De la situación de las islas Canarias, y bajo qué signo del zodiaco están colocadas F X— jSTAS islas están situadas casi en medio del tercer clima, frente al Atlas Menor y en la parte occidental de Mauritania ( la cual, a partir del cabo Bojador, da la vuelta en dirección del estrecho de Hércules), en la zona templada, a cuatro grados y medio de distancia del trópico estivo. Se extienden hacia Poniente 350 millas, y 170 del sur al norte, formando el signo del Cáncer, debajo del cual están colocadas. Este Cáncer, vuelto hacia donde se pone el sol, tiene en la pinza derecha La Palma, en la izquierda El Hierro, en el codo ( pero un poco hacia fuera) La Gomera. En la cabeza tiene a Tenerife, la cual, con dos puertos y con una punta, casi le forma la boca y los ojos; y en el vientre tiene a Gran Canaria. Después, volviendo la cola hacia el Septentrión, de manera que sesgadamente sigue la costa del África, tiene la larga isla de Fuerteventura, la de Lobos, Lanzarote y al final a las tres menores. Graciosa, Santa Clara y Alegranza. Este signo pasa por el cénit de las islas, y es frío y húmedo y templado; el cual, por poseer humedad sustenta-tiva y templada, tiene la fuerza de alimentar y procrear apaciblemente todas las cosas que le están sometidas, sin grandes lluvias ni excesos de los elementos. Estas islas están situadas en la segunda cuarta septen- Situación de las Canarias bajo el zodiaco SITUACIÓN DE LAS ISLAS CANARIAS 27 trional occidental, que empieza desde aquéllos, que viven debajo de nuestro trópico, y se extiende en dirección del polo Ártico. Se sitúa allí donde Tolomeo coloca la Mauritania; y efectivamente están frente a ella y en 70 millas de distancia; El Hierro está a 590 millas de las Gorgonas o Hespérides, y La Palma, a doscientas millas de La Madera. CAPITULO VI De la conquista de estas islas H. LABIENDO obtenido don Luis de la Cerda, conde de Telamón, del papa Clemente VI, de nación francés, la gracia de la conquista de las islas Afortunadas, vino a presencia de Pedro IV, rey de Aragón, año de 1346,^ y le pidió un puerto en su reiné, para armar algunos navios y proveerse con todas las cosas necesarias para emprender el viaje. Como hubo obtenido del rey lo que pretendía, y puesto en orden su armada, le fue preciso retirarse a Francia por otros negocios importantes, sin poder ir con su persona en aquella empresa; pero, habiendo nombrado en su lugar a un capitán, la armada salió de las costas de España, y, navegando fuera del estrecho de Gibraltar, no se sabe ' La fecha exacta de la investidura de don Luis de la Cerda es 1344. Es posible que la fuente de Torriani hubiese indicado 1346 como fecha de la visita del príncipe a la corte de Aragón. ABREU GALINDO, 1,7, pág. 39, utilizó la misma fuente, pero la comprendió mal, pues considera que 1346 es la fecha en que empezó a reinar don Pedro IV el Ceremonioso, quien, según el mismo Abreu, reinó nueve años. Como, en realidad, Pedro IV, empezó a reinar en 1336, y tenía por consiguiente unos 9 o 10 años de reinado al momento en que recibía a don Luis de la Cerda, suponemos que la fuente debía decir algo como: « anno 1346, regni sui 1X° » ; lo cual haría explicable en parte el error del franciscano. Sobre don Luis de la Cerda, cf. VIERA Y CLAVIJO, 111, 21 ( vol. I, págs. 240- 44) y las indicaciones bibliográficas que allí se añaden. LA CONQUISTA 29 qué fin tuvo ni hasta'donde llegó; " sólo se piensa que se perdió en el mar, o que volvió con grandes pérdidas, sin haber conseguido ningún resultado. Después, año de 1377,^ reinando en Castilla Juan I, hijo de Enrique II, se reunieron en la ciudad de Cádiz muchos ciudadanos de Sevilla y de Vizcaya, a armar navios, con prot pósito de asaltar y saquear" la costa de África; jos cuales, después de haberse hecho al mar, fueron cogidos por un temporal tan fuerte, que fueron empujados hacia suroeste, a la isla de Lanzarote, donde, viendo la nueva tierra y reconociendo la costa, desembarcaron valientemente. Y, aunque los isleños les hicieran alguna resistencia, saquearon parte de la isla y cogieron hombres y mujeres; con los cuales, volviendo a España, divulgaron la fama de las islas Afortunadas, de modo que infinita gente, movida o por la curiosidad, o por el deseo de la presa, era impaciente de venir a ellas. Esto fue causa que, tres o cuatro años más tarde,' cier-' tos vizcaínos guipuzcoanos hicieron del mismo modo otro asalto en aquella isla, saqueando la villa, robando ganados, cueros, manteca y sebo; y, junto con muchos isleños,^ prendieron a los dos señores de la isla. Por esta . segunda expedi- ' El mismo episodio se refiere en ABREU GA'LINDO, I,. 7, pág. 43, • donde, sin embargo, se indícala fecha de 1385 y se menciona mayor número de detalles. " Siguiendo la cronología de nuestro autor, esta expedición debería colocarse hacia 1380 o 1381. Según ABRSU GALINDO, I, 7, pág. 43, tuvo lugar en 1393. " Debe ser error o, mejor dicho, confusión con el episodio anterior. Entonces fue cuando, según ABKEU GALINDO, I, 7, fueron cautivados « el señor de esta isla de Lanzarote, Guanarame, y su mujer » . Sobre la idea de que en Linzarote había dos señores o reyes, cf. la nota de la pág. 40. 30 - TORRIANI cidn hubo en España mucha mayor noticia que por el pasado, sobre las cosas de aquellas islas; y ello fue causa de encender los ánimos de algunos caballeros deseosos de adquirir una fama inmortal en más honrosa empresa. Entre los cuales fue un Juan de Letancurt ^ ( a quien los españoles llaman Betancor), caballero normando, sobrino de Rubín de Bracamonte, almirante de Francia; el cual, hallándose en desgracia de Carlos IV, su rey, había pasado, junto con su tío, al servicio de la Corona de Castilla, que por aquel entonces tenía guerra con el rey de Portugal. Este caballero, con el favor del rey de Aragón y de su tío, obtuvo merced de la conquista de estas islas, con título de rey, de la reina Catalina, madre y tutora de Juan II, rey de Castilla, que entonces era niño de veinte meses. Formó '• La forma del nombre del conquistador normando, Juan de Béthen-couft, a qaien Torriani llama constantemente Letancurt, indica que su fuente se funda en la Crónica de Juan 11, publicada por Galíndez Carvajal en 1517. Esta edición es la que puso en circulación el nombre de Letancurt, debido probablemente a un error de lectura del manuscrito; y una mala interpretación, muy corriente en Ja historiografía antigua, consideró que la fecha de 1417, en que se halla colocada la relación de la Crónica, se refería a todos los detalles de dicha relación, mientras que en realidad sólo tiene aplicación a su último episodio, que es la disolución de la conquista francesa. En todo lo demás abundan los errores; pues ni el rey de Francia se llamaba Carlos IV, sino Carlos VI, ni tenemos noticia de una desgracia de Béthencourt; ni pasó a España en compañía de su tío que más bien era su primo, Robín de Braquemont; ni sabemos taínpoco que el rey de Aragón lo haya ayudado durante la primera fase de su empresa. En la indicación de una desgracia sufrida en Francia por Béthencourt, el autor parece seguir la misma fuente que la del LACU-NENSE, pág. 3: « Vino a sn corte un caballero natural de Francia, llamado Monsieurt Juan Betancurt, de alta y real sangre, de aquel reyno, por cierta desgracia y muertes sucedidas en Rúan, donde avia sido cabesa del vando contrario, por lo qual el rey le mandó salir de su reyno » . LA CONQUISTA 31 una armada de gente española y francesa, y en el año de 1417, partiendo desde la costa de España, después de un feliz viaje llegó a la isla de Lanzarote, que es la primera de las habitadas en dirección del Poniente, según ya se ha dicho, y la conquistó sin combatir, según en su lugar se dirá, y también de las otras, las cuales no se pudieron conquistar en pocos años, ni sin grandes trabajos. CAPITULO vil De las primeras tres islas desiertas ALEGRANZA I J— jA primera de estas tres islas desiertas se llama Alegranza, así nombrada por Juan de Letancurt, cuando la descubrid, por la alegría que tuvo de ver la tierra deseada.-"^ Tiene forma triangular, con dos lados iguales y el tercero más corto. Hacia Poniente se eleva una alta montaña, que en otros tiempos fue un volcán; el cual en la parte del Levante derrama por grandísima vorágine torrentes de piedras, que en otros tiempos, todavía líquidas, corrieron hacia abajo, en dirección del mar. A esta isla la reconocen los mareantes que, para venir a estas islas, salen de Cádiz o de San Lúcar ( donde el río Betis desemboca en el Océano), para no equivocarse después en las otras, como ocurrid a menudo, y sobre todo a los portugueses, que no tienen tanta práctica en esta navegación, como los castellanos. Encima de ella hay una pequeña fuente. No tiene árboles, y su circuito es de 12 millas escasas. ' La misma explicación en ABREU GALINDO, I, 9, pág. 52. La Alegranza Santa Clara LAS ISLAS DESIERTAS 33 S A N T A CLARA Esta segunda isla fue llamada así por quien puso su nombre a la primera/ y es que al acercársele, descubría más claras a las demás, que le son cercanas. A esto hace alusión el Tasso, en el canto citado, cuando la Fortuna, al navegar más allá y al dejar ya en atrás a la primera, se acercaba a ésta, diciendo: e giá parea piü bassa farsi r isola prima, e la seconda álzarsi? Esta isla tiene unas cinco millas de circuito, y es casi cuadrada, aunque un poco más larga de Levante a Poniente; y en esta última parte se eleva un poco más encima del mar, aunque no tanto como la primera, y está en otras cinco millas de distancia de la Alegranza, hacia Mediodía. No tiene agua, ni árboles. G R A C I O S A La tercera aparece graciosísima a la vista, tanto por la forma como por el sitio en que está, y por esto fue nombrada así por Letancurt. Está a tres millas, más o menos, al sur de Santa Clara, y tiene casi ocho millas de circuito. En la parte de Levante tiene tres montañas muy hermosas, iguales y muy parecidas; y en la parte de Poniente hay otra, ' Cf. ABREU GALINDO, I, 9, pág. 52: « Otra pequeña isla muy clara, la llamaron Santa Clara » . ^ ToRcuATo TASSO, La Gerusalemme liberata, XV, 37: ya parecía hacerse más baja la primera isla, y subir la segunda. 34 TOEEIANI no menos hermosa y agradable. Esta última, junto con las de este y la isla de Lanzarote, forma un canal agradabilísimo, de dos millas de ancho; el cual, con la protección que le ofrecen ambas islas y un peñasco que se halla en la parte de donde sale el sol, contra las olas y los vientos, es muy quieto y de pacífica navegación, aunque no tenga mucho fondo. En esta isla representó Torcuato Tasso a Rinaldo encantado por la reina Armida, de lo cual dice la Fortuna cuanto sigue: Luogo e in una delV erme assai ríposto, ove si curva il lido, e ' n fuori stende due lunghe coma, e fra lor tiene ascosto un ampio seno, e porto un scoglio rende, ch'a luí la fronte e 7 tergo a I' onda ha opposto che vien daW alto, e la respinge e fende; s'innalzan quincí e quindi e torreggianti fan due gran rupi segno ai naviganti} ' TORCUATO TASSO, La Genisalemme íibemta, XV, 42: En una de las desiertas hay un lugar retirado, donde la costa se encorva y manda fuera dos largos caernos, y entre ellos oculta una amplia bahia, y hace puerto un peñasco que está cara a la costa y vuelto de espalda al mar y repele y parte las olas que vienen del piélago. Por ambos lados se alzan como torres dos riscos que parecen hacer señal a los viajeros. La transcripción de Torrianí es bastante infiel; hemos debido corregir, en conformidad con el texto del Tasso, lido ( en el ms., cielo), y el penúltimo verso, que en el ms. suena quinci e quindi e gran ruppe e torreggianti. La Graciosa vista desde Lanzarote LAS ISLAS DESIERTAS 35 Además, dijo sobre la tranquilidad de este canal: La donna in si solinga e queta parte entrava e raccogliea le vele sparte} Este islote no tiene ni agua, ni árboles, ni animales salvajes ( como escribió Plinio), sino solamente conejos que pusieron en ella los cristianos, como también en las otras dos. Algunas veces los lanzaroteños dejan en ella las cabras y las ovejas, y, cuando se multiplican, las vuelven a recoger y las venden en Tenerife o en Gran Canaria. Hay grandísima cantidad de pájaros, que se llaman par-delas, que quiere decir pardas, por el color, y son casi tan grandes como las palomas, y son buenas de comer asadas. De ellas se saca gran cantidad de grasa, porque tienen mucha, la cual se emplea para quemar y para engrasar los obenques de las naves, y por las construcciones debajo del agua, que para este uso es tan buena como el aceite de pescado. Estos pájaros ponen sus huevos en la arena, en ciertos hoyos, como los conejos;^ y se les coge curiosamente, en este modo: los de Lanzarote que van a esta caza llevan consigo manojos de varillas delgadas, y ponen una en el hoyo en que están las pardelas, y dándole vueltas con mucha rapidez, el pájaro se envuelve en ellas con sus alas y con sus plumas, de modo que, sacando después las varillas, lo sacan fuera. Así cogen gran ntimero de ellos, y con ellos y con su grasa ganan mucho dinero. ' ToRcuATo TASSO, La Gerusalemme literata, XV, 43: La dama en tan solitaria y quieta parte entró, y recogió las velas tendidas. " La frase está mal construida, de modo que se entiende que las pardelas ponen los huevos como los conejos; pero el autor quiso decir que lo que hacen como los conejos es bascar hoyos donde esconderse. 36 ' TOREIANI Los ingleses y los franceses, que dan la vuelta a este mar Océano, hasta las últimas partes de América, y pasan por el estrecho de Magallanes y las Molucas y por la cuesta de China dan la vuelta alrededor del mundo, echan el ancla en este agradabilísimo canal y, desembarcando en la Graciosa, se ponen en orden y arreglan sus navios para hacer tan larga navegación; y mientras tanto, si es tiempo oportuno para venir de España, poned adalid encima de la monteña de Armida, para observar bien el mar, y, si divisan alguna nave, le dan asalto. Aquí en'tierra fabrican también unas naves largas, que arman con artillería pequeña y las proveen con muchos remos, a manera de fusta, a base de la madera que traen ya labrada. Con éstas apresan después los navios de estas islas, que, ( cargados con vinos, con otras mercancías o con pasajeros), pasan de una isla a otra; y les resulta fácil, porque, siendo éstas últimas desarmadas y pesadas por su carga, son poco aptas para escaparse y para defenderse. A menudo ocurre que los isleños de Lanzarote, al ver que los enemigos se alojan en este islote, atraviesan secretamente el canal, en algunas embarcaciones, y los asaltan sin que ellos se den cuenta, de modo que matan a muchos de ellos y cogen sus lanchas ( que son las embarcaciones que ellos fabrican), las cuales después sirven entre estas islas, como los demás navios. Este mismo año se acaba de experimentar lo mismo. De aquí cogen ganado en Lanzarote y después se van, recorriendo todas las islas en su alrededor, robando lo que encuentran; y cuando se hacen con bastante vino, agua, carne, pescado y pez para las naves y toda clase de abastecimientos que quitan a los navios, siguen su rumbo a las Indias, o más allá, o a alguna parte del África donde suelen hacer sus negocios. CAPITULO VIH De la isla de Lanzarote y de sus nombres y cójno Juan de Letancurt la ganó sin combate, y de lo que en ella hizo A esta isla Estado Seboso ( en Plinio) la llama Plu » vialia, aunque cierto autor quiera que Pluvialia y Ombrión sean una misma cosa, por lo parecido que tienen en su sentido el primer nombre, latino, con el segundo griego; pero de esto hemos hablado bastante en el segundo capítulo. Los antiguos isleños la llamaron Maoh, de donde los mismos se dijeron mahoreros, como de Sicilia sicilianos y de Anglia ingleses. Después, este nombre fue cambiado por los cristianos cuando se apoderó de ella Juan de Letancurt,^ año de 1417, a 7 de julio, día de San Marcial. Cuentan que, desembarcados sus hombres en tierra, por el grandísimo placer que los franceses tuvieron de ello, empezaron a gritar: —¡ Lanscurt, lanscurt! que significa —¡ Bebemos, bebemos! y que después los españoles, creyendo que así se llamaba la isla, la nombraron de manera co- ' En realidad, el nombre actual de la isla de Lanzarote es anterior a la llegada de Béthencourt, y se explica por el primer intento de colonización y de dominación hedió por los años de 1330 por Lanzarote o Lancilotto Maluccello, mercader genovés, quien fabricó en esta isla una torre que llevaba su nombre. 38 TOERIANI rrupta Lanzarota/ Dicen también que Juan de Letancurt llevó consigo a esta empresa a dos hombres naturales de Lanzaro-te, cautivados por los vizcaínos veinte años antes; los cuales, ya hechos cristianos, favorecidos por Letancurt, persuadieron a los isleños a que se rindiesen, con prometerles de parte del francés paz y libertad/ de modo que los isleños, aunque , estuviesen ya puestos en orden para defender su patria, se rindieron, y recibieron a Letancurt por su señor, siendo bautizados e instruidos con facilidad en la doctrina cristiana. Por este feliz acontecimiento tuvo el caballero francés tanto júbilo y alegría, que dicen que, como estaba armado, bajó la lanza a tierra y la rompió, diciendo: — Ya no la necesito para conquistar. Y de aquella lanza rota fue llamada Lanciarotta, como también se puede ver en Gemma Frisio, en su Geografía,^ y en Antonio de Nebrija, en el segundo li- ' La primera frase" del párrafo { Cuentan que... Lanzarota) fue tacliada en el manuscrito, con un rasgo fino que no impide la lectura del texto tachado. Probablemente lo tachó el mismo autor, porque contradice a la tradición que se indica más lejos; o quizá al darse cuenta que la versión carecía de fundamento. En efecto, esta explicación, que también se menciona en ABREU GALINDO, I, 9, pág, 52, se funda en un equívoco francés, entre el nombre de la isla, Lancelot, y la expresión lance l'eau ( echa el agua). ^ La ocupación pacifica de la isla de Lanzarote está confirmada por Le Canarien, IV, y por ABREU GALINDO, I, 8. Según la crónica francesa, los intérpretes Alfonso e Isabel intervinieron en la negociación de la rendición de Guadarfía, rey de Lanzarote; pero solo Torriani conoce el detalle que los identifica con naturales cautivados anteriormente por los vizcaínos. Los veinte años que aquí se indican deben tomarse como una aproximación, y se refieren, en tal caso, a la expedición de 1385 ( que el mismo Torriani coloca en 1377). " La geografía que aquí se menciona, GEMMA FRISIUS, Cosmographia, Amberes 1539, no es en realidad de este autor, sino que es una nueva edición, corregida y añadida, del manual de Pedro Bennewitz Apiano. LANZA'ROTE 39 bro de las Cosas de España. Quizá con aquel movimiento aludía el francés a los dos lanzaroteños que había llevado consigo, con los cuales sabía que podía vencer a los bárbaros de estas islas, mejor que con la fuerza de las armas; como se lee de Pirro, rey de Epiro, quien decía que con la lengua de su orador Cineas conquistaba las ciudades más fuertes sin necesidad de armas. Letancurt, pues, en memoria del séptimo día de julio,' fabricó en la costa de Rubicón la iglesia de San Marcial, a la curl el papa Martín V envió, año de 1419, a fray Mendo, nombrándolo obispo de la misma, y de todas las demás islas Canarias, que entonces se conquistaban. También hizo una torre,^ cuyo lugar no se sabe; y vivía en ella, por su seguridad, por no tener confianza en los bárbaros, que todavía no estaban acostumbrados al yugo del nuevo señor ni a la verdadera religión, que les había permanecido ocultada, por secreto de Dios, hasta a estos tiempos, como en otras partes y en Indias. ' La fecha que aquí se indica debe sef erfor. Seg^ el martirologio romano, la fiesta de San Marcial cae el 30 de julio. Hay también otro San Marcial, que no es el de Limoges, pero su fiesta cae el 10 de julio ^ Esta torre es la de Rubicón; la noticia viene sin duda de la mencionada Crónica de Don Juan II. CAPITULO IX Del gobierno, costumbres, idolatría y descendencia de los mahoreros o lanzaroteños F JL-( N el cuarto capítulo se ha tratado de los primeros habitantes de estas islas, y se ha explicado que fueron descendientes de los nietos de Noé. Además de éstos, se piensa que a esta isla de Lanzarote vinieron hombres de Arabia, porque entre estos bárbaros había muchas palabras árabes puras, como ésta: aho, que en ambas partes quiere decir « leche » ; y casi todo su idioma era corrupción del arábigo. Estos vivían divididos en dos bandos, cada uno con su jefe o rey. En tiempos de Juan de Letancurt el uno se llamaba Teguse ( de quien tomó su nombre la villa principal de Teguise), y el otro Bristol.^ ' Torriani es la única fuente que indique la existencia de dos reinos distintos en Lanzarote. Esta indicación es casi seguramente efecto de un error, puesto que todas las demás fuentes, empezando con Le Canarien, mencionan un solo rey, a quien Abreu Galindo llama Guadarfíai Los nombres de Teguise y Bristol también son desconocidos a los demás historiadores, y parecen ser producto de un error. Es tradición que Te-guise es el nombre de una hija del rey Guadarfrá, que fue barragana de Maciot de Bétherttourt ( cf. VIEKA Y CLAVIJO, V, 5); y Bristol no es posible sea nombre indígena ( cf. W6LF= EL, pág. 266), sino que debe ser confusión con an Bristol, poblador de la isla, conocido documentalmente. En fin, la idea de los dos reyes debe ser otra confusión, con la situación que real-. mente existía en Fuerteventura, segán más adelante se podrá ver. COSTUMBRES DE LOS LANZAROTEÑOS 41 Tuvieron los mahoreros casas y moradas, aunque gran parte de ellos vivían en cuevas de las montañas, hechas por la naturaleza, en número casi infinito. Su vestido era con dos pieles de cabra o de oveja, puestas una por delante y la otra por detrás; y por zapatos llevaban un pedazo de cuero de cabra envuelto a los pies, que llamaban maohs-^ y hasta ahora sigue esta costumbre, pero lo hacen de camello. Casaban con cuantas mujeres querían, y no tenían respeto más que a las hermanas. Por su alimento tenían cebada, carne de oveja y de cabra, manteca y leche. Adoraban un ídolo de forma humana, pero nó se sabe quién era. Lo tenían en tjna. casa, como templo, donde hacían congregación, la cual. estaba rodeada por dos paredes, que entre sí formaban un pasillo, con dos pequeñas puertas, una fuera y la otra en medio; y allí, como en un laberinto, entraban a sacrificar leche y manteca. Algunos otros pretenden que entre estos bárbaros hubo otras clases de idolatría, de las cuales la yerdad es que no se tiene ninguna seguridad. Cuando morían, los colocaban en grutas y cuevas oscuras, y debajo íes hacían la cama con muchas pieles de cabra, e otras tantas les ponían encima. Esto es cuanto hemos sabido de la |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|