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FONTES RERUM CAN ARIARUM - XVII ROBERTO ROLDAN VERDEJO CON LA COLABORACIÓN DE CANDELARIA DELGADO GONZÁLEZ Lie. EN FILOSOFÍA Y LETRAS Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura 1 6 0 5 - 1 6 59 > JSTITUTO DE ESTUDIOS CANARIOS LA L A G U N A DE T E N E R I FE 1 9 7 0 ACUERDOS DEL CABILDO DE FUERTEVENTURA 1 6 0 5 - 1 6 59 Edición y estudio de ROBERTO ROLDAN VERDEJO Con la colaboración de CANDELARIA DELGADO GONZÁLEZ Lie. en Filosofía y Letras LA LAGUNA DE TENERIFE 1970 Es propiedad INSTITUTO DE ESTUDIOS CANARIOS La Laguna, 1970 Goya Artes Gráficas .-: Doctor Allart, 40 :-: ( Depósito Legal TF. 2.129 - 1970) ACUERDOS DEL CABILDO DE FUERTEVENTURA 1605 ' 1659 CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS INSTITUTO DE ESTUDIOS CANARIOS EN LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA FONTES RERUM CANARIARUM COLECCIÓN DE TEXTOS Y DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DE CANARIAS Fascículo XVII Í N D I C E Doscientos años de vida política y económica de Fuerte-ventura 11 Doscientos años de vida social en Fuerteventura . . 43 Acuerdos del Cabildo 1605- 1659 ( extracto) . . . . 53 Documentos 333 Relaciones de: Gobernadores 371 Alcaldes Mayores 379 Regidores de Cabildo 391 Personaros Generales . . . . . 407 Sistema de pesos y medidas 413 Monedas 414 Precios de la carne 415 Precios de algunos productos. . . . . 416 Precios trigo y cebada 4Í7 Precios algunos bienes 418 índices de los conceptos principales . . . 419 JJl pueblo de Fuerteventura, en afectuoso recuerdo de ios años pasados entre él. Lvyooj n este tercero y último volumen sobre los Acuerdos del Cabildo de Fuerteventma, que abarca de 1605 a 1659, damos por terminada la publicación de las actas del mismo, pues como mencionamos en la introducción de nuestro volumen anterior, los acuerdos de antes de 1605 no se conservan, o al menos se desconoce sa existencia, cosa que ya ocurría a mitad del pasado siglo. Cinco años de diarlo trabajo y la generosa acogida del Instituto de Estudios Canarios, de Tenerife, han permitido la publicación de estas actas capitulares, primera que se hace de una isla de Señorío y que, entre sus muchos asuntos rutiruxrios y sin valor histórico, deslizan a veces interesantes y desconocidas facetas de la vida política y económica de Fuer-teventura. Y al igual que en nuestro anterior volumen, agradecemos a Don Federico Díaz Bertrana, Presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, y al Doctor Don Joan Bosch Millares, Director que fue del Museo Canario, las facilidades que dieron para la consulta de los fondos documentales del mismo y que hicieron posible esta publicación. LOS AUTORES DOSCIENTOS AÑOS DE VIDA POLÍTICA Y ECONÓMICA DE FUERTEVENTURA por ROBERTO ROLDAN VERDEJO Terminado con el presente volumen el estudio y publicación de dos siglos de actuación del Cabildo de Fuerte ventura, queremos aprovechar la ocasión para ofrecer al lector una síntesis de conjunto de la vida política y económica de la isla en este período, estudiando a continuación los problemas del señorío territorial, su cabildo, organización militar y cuestiones económicas. EL SEÑORÍO TERRITORIAL EL señorío territorial de Fuerteventura queda jurídicamente constituido en virtud de la transacción efectuada entre el conquistador Diego García de Herrera y los Reyes Católicos en 1476. Merced a este acuerdo, se le reconoce al conquistador su dominio sobre las islas, hasta ahora sometidas, de Gomera, Fuerteventura, Hierro y Lanzarote, mientras la Corona tomó para sí el derecho a conquistar las tres restantes que, más ricas y fuertes, no pueden ser dominadas por las escasas fuerzas militares y recursos económicos de García de Herrera. Esta división de las Canarias en dos grupos va a ser de extraordinaria importancia para su desarrollo económico y político, y así, a lo largo de más de tres siglos vamos a ver, frente al desarrollo gradual de las 12 realengas, un estancamiento en las islas de señorío, que aun hoy día se advierte. A Fuerteventura le correspondió en suerte el estar incluida en el segundo grupo, y su historia política, como veremos más adelante, se ajusta a este marco. Por otra parte, y como norma general que se va reflejando a través de sus instituciones'de gobierno y administración, la presión constante del poder real a través de la Audiencia de Canarias y del Capitán General, suponen un esfuerzo continuado de achicar el poder señorial en beneficio de aquel, bien recortando y poniendo trabas a los nombramientos de cargos políticos designados por el Señor, bien atrayendo a su lado a las familias de mayor representación en la isla, bien fomentando el disgusto del pueblo ante el Señor, que en honor a la verdad podemos decir nunca fue querido ni bien soportado por los isleños. Al llegar a fines del siglo XVIII, la parcela de poder señorial era tan exigua comparada con la del poder real en Fuerteventura, que poco supuso, de hecho, para aquel la abolición de derecho de los señoríos en virtud del Decreto de las Cortes de Cádiz de 6 de Agosto de 1811. Tres enemigos exteriores amenazan el señorío de los Saavedra en Fuerteventura desde su instauración: la intromisión que pretenden hacer los Señores de Lanzarote en esta isla en virtud del testamento de García de Herrera; la ya dicha presión estatal sobre el señorío; y los derechos que a éste pretenden tener las Casas de Lerma y Medinaceli en virtud del testamento de D. Fernando de Saavedra, de hacia 1601. Con pleitos y vicisitudes varias sale triunfante la Casa de Saavedra del primer y tercer enemigo, mas no así del segundo, que como hemos dicho, fue un cáncer implacable que terminó agostando los derechos del Señor. Veamos sucintamente a continuación estos aspectos. El testamento de Diego García de Herrera, quien muere en Betan-curia en 1485 y en su ruinoso convento está enterrado, va a ser un semillero de discordias. A la manera de un señor feudal o rey medieval, reparte sus cuatro islas entre sus hijos, y concretamente la de Fuerte-ventura queda adjudicada, pro- indiviso, entre Constanza Sarmiento ( casada con Pedro Fernández de Saavedra), con tres doceavos de jurisdicción, Sancho de Herrera el Viejo, con cinco doceavos, y María de Ayala con cuatro doceavos. Mala señal era esta indivisión de la isla y aunque Constanza Sarmiento y Fernández de Saavedra se consideran señores de ella en su totalidad, dejando de hecho el gobierno de Lanzarote a Sancho de Herrera que en ella vive, pronto comienzan las interferencias de los Señores de esta isla en el quehacer político de Fuerteventura, 13 Tras un período de relativa calma, en que gobiernan los dos primeros Saavedra, surge la cuestión jurisdiccional con Gonzalo de Saavedra el Viejo, en el señorío de Fuerteventura, y Agustín de Herrera en el de Lanzarote. Dona éste sus derechos sobre aquella isla a su hija bastarda Constanza de Herrera, casada con el célebre Argote de Molina, quien, hombre ambicioso y emprendedor, no duda, a la muerte de Gonzalo de Saavedra y por haber quedado herederos sus hijos menores Fernando y Gonzalo, de tratar de dominar el señorío de Fuerteventura, personándose en la isla hacia 1589 para recibir un vasallaje que casi obtiene por la indiferencia del pueblo, que lo mismo le da un Señor que otro. Sin embargo, el Alcalde Mayor Miguel Hernández Negrín y Gonzalo de Saavedra el Joven logran contrarrestar las influencias que a favor de Argote despliega el propio Capitán General Luis de La Cueva. Por fin, un Real Decreto de Felipe II, de 16 de Junio de 1590 mantiene en el Señorío a los Saavedra y acaba con las pretensiones de los Herrera y Argote de Molina, quienes habían hecho mercedes de tierras majoreras y dictado Autos de buen gobierno. De Argote, incluso, se conocen propiedades en la isla, como la llamada Huerta de Argote de Molina, en Río de Palmas. No cejan en su empeño, sin embargo, los Marqueses de Lanzarote y en 11 de Abril de 1591 obtienen sentencia en que sólo se considera a los Saavedra con jurisdicción en Fuerteventura, si está ausente de esta isla el Marqués de Lanzarote, situación cortada de raíz por nueva sentencia de 1592 en que se reafirma el señorío de los Saavedra, en todo caso, sobre la isla. La situación no obstante sigue inestable, pero pierde virulencia desaparecidos del mapa político el viejo Marqués y Argote, y por D. Andrés Lorenzo Arias y Saavedra se logra en 1616 una transacción con los Señores de Lanzarote, comprometiéndose por cinco años éstos a no pleitear por el Señorío de Fuerteventura. El tiempo va concretando poderes, y aunque ambos señores se titulan « De Lanzarote y Fuerteventura » , de facto limitan sus poderes a sus islas respectivas. La segunda amenaza que padece el señorío de los Saavedra se origina con el testamento de D. Fernando de Saavedra en Madrid ( hacia 1601) en que deja sus derechos sobre la isla, no a su hija natural María de Muxica, sino a la Casa de Lerma, de donde luego llegan a la de Me-dinaceli. Grave peligro éste para los Saavedra, dada la prepotencia política de ambas casas, y mucho mayor desde luego del que podía provenir de los Marqueses de Lanzarote, pero que nunca llega a desencadenarse, limitándose a algunas probanzas. La diferencia con la actuación 14 de los Señores de Lanzarote es fácil de entender. Las Casas de Lerina y Medinaceli son ricas y se asientan lejos de Fuerteventura. Su interés por una isla alejada y de pocos recursos es, lógicamente, escaso. En cambio los Señores de Lanzarote son de modesta fortuna, poseen una isla pobre y cercana a Fuerteventura y el duplicar sus recursos les interesa grandemente. El tercero y último peligro que acecha a los Saavedra proviene del propio Rey. El poder real ataca pronto al señorial por dos frentes simultáneos. Por un lado, la Audiencia de Canarias trata de recortar las facultades del Señor en el nombramiento de oficios públicos, sobre todo de Alcaldes Mayores y Jueces Ordinarios, Personeros y Escribanos, para lograr un cabildo isleño lo más independiente posible del Señor. Por otro lado, el Capitán General de Canarias intenta hacerse con el mando de las armas de la isla para lograr una milicia afecta a él, cosa importantísima en una isla desguarnecida y pieza clave ante cualquier emergencia surgida desde dentro o desde fuera en Fuerteventura. En lo tocante a la Audiencia, el cargo de Alcalde Mayor, que empieza siendo de nombramiento exclusivo del Señor, pasa luego a necesitar de confirmación de aquella, para acabar siendo ordenado que se verifique la elección por el pueblo y sólo pueda el Señor elegir entre los designados en terna. Lo mismo ocurre con el Personero, que elegido por el Señor, desde 1698 la Audiencia obliga a designarlo directamente por el pueblo. En lo referente al Capitán General, las cosas van peor para el poder de los Saavedras. Los primeros de ellos fueron Jefes máximos de su milicia, pero ya en 1587 dicta Felipe II disposición en que si bien los mantiene como primeros jefes, crea a su lado el cargo técnico de . Sargento Mayor, de nombramiento real. Mayor cortapisa significa el nombramiento en 1589 de Capitán General de Canarias; y el primero de ellos, D. Luis de la Cueva, trata de centralizar el mando militar del archipiélago. Ante estos peligros los Saavedra reaccionan y obtienen en 6 de Junio de 1595 una Real Cédula en que se les reconoce como Capitanes a Guerra de Fuerteventura. Pero con el tiempo, el poder militar se les debilita. En 1647 ya los capitanes de las compañías de milicias son de designación real, previa terna sólo del Señor; y además, estando fuera de la isla el Señor, el Sargento Mayor será jefe absoluto de las milicias. Finalmente, en 1708, se crea el cargo de Coronel del Regimiento de Milicias Provinciales de Fuerteventura y aunque el Señor sigue siendo Capitán a Guerra, este cargo es más honorifico que real, 15 primero porque por vivir de continuo en Tenerife, el jefe verdadero es el Coronel, y segundo porque, aún conservando el poder proponer sujeto para el cargo, el Capitán General, como en el caso del nombramiento de Joseph Sánchez Dumpiérrez, designa a un no propuesto, y defendiendo sus derechos el Señor, el Consejo de Guerra le exige, para poder ejercerlos, el tomar posesión de hecho de su territorio. EL CABILDO 1.— Constitación y funcionamiento Al igual que en las demás islas de señorío, el Cabildo de Fuerte-ventura constituye el supremo organismo administrativo de la isla en este período, que unifica bajo su actuación todas las cuestiones que no atañen a la esfera eclesiástica, militar y judicial, aunque en esta última, y al menos desde 1651, actúa como Tribunal de Apelaciones para juicios de hasta 30.000 maravedíes de cuantía, en virtud de Real Cédula, El Cabildo funciona en régimen de abierto o cerrado. Cerrado en sus sesiones normales y abierto en aquellos casos en que se debaten asuntos de gran interés insular, como al tratar del pleito de Quintos, impuestos especiales, elección de cargos públicos y supuestos en que así se requiere por el Personero de la isla. Suelen celebrarse estos cabildos abiertos en la plaza de la parroquia de Betancuria, con asistencia de los vecinos de los pueblos, y no se puede decir gocen de la simpatía de los Señores de la isla que hacen todo lo posible por evitarlos. Los cabildos cerrados se celebran a un ritmo medio de uno por mes. Es importante, a partir del siglo XVIII, el llamado « cabildo de Enero » , donde se pone precio a los alimentos y se dictan normas generales. Los cabildos deben celebrarse los lunes siguientes a los domingos del Santísimo Sacramento, pero pocas veces se cumple la costumbre, a pesar del recordatorio del Cabildo en su sesión de 16 de Mayo de 1639. La actuación del Cabildo, lógicamente se halla sometida en gran parte a la voluntad del Señor; primero, porque él dicta las ordenanzas aplicables; segundo, porque nombra y destituye a su antojo los oficios públicos; y tercero, porque la mayor parte de Alcaldes Mayores, Regidores y Personeros, proceden de un reducido número de familias emparentadas entre sí, lo que da al Cabildo una solidez casi monolítica en 16 sus decisiones. Desde luego, desde 1600 hasta la muerte de D. Fernando Arias y Saavedra en 1674, es el Señor el amo supremo de la isla y en cabildos posteriores a esta última fecha se dice gráficamente que los Señores en esta época « tenían mano » . Con la subida al señorío de D. Fernando Mathías Arias y Saave'dra, el poder del Cabildo aumenta, pues aparte de la residencia normal de éste en Tenerife, D. Fernando Mathías era hombre de carácter menos imperioso y más humilde que sus antecesores e impone un régimen más paternalista. No se preocupa de la exacción de los odiados derechos de Quintos, ayuda con su dinero a paliar el hambre de la isla, gestiona ante la iglesia y el Capitán General ayudas para ella y, cosa curiosa pero significativa, es el único que no antepone el Don a su firma. Con la aparición de los Señores de la Casa de Lugo se intenta de nuevo el mando absoluto, que ya no logran. Su residencia en Tenerife, sin visitar la isla, y el apoyo constante de la Audiencia y Capitán General al predominio del Cabildo hacen decaer el poder señorial, del que no mucho se beneficia la población de la isla, pues su vacio es llenado por el no menos odiado poder de las familias Sánchez Dumpiérrez y Cabrera, que política y económicamente van a regir la isla hasta bien entrado el siglo XIX. El Cabildo se constituye por un Alcalde Mayor, su presidente, un número variable de regidores, el Personero y un Escribano. Uno de los regidores es designado Alguacil Mayor y otro Alférez Mayor. Hasta mediados del siglo XVII existe el cargo de Gobernador, de funciones muy difusas, pues en ocasiones preside el Cabildo, en otras es ajeno a él, y a veces recae en la misma persona el cargo de Alcalde Mayor y Gobernador. Como cargos subalternos existen en el Cabildo el Mayordomo de Propios y un número variable de alguaciles menores. Veamos a continuación un resumen de las vicisitudes políticas de estos cargos. Alcalde Mayor.— E\ nombramiento de este cargo comienza siendo exclusivo del Señor de la isla hasta pasada la primera mitad del siglo XVII, en que, elegido por el Señor, necesita la ratificación de la Audiencia por Provisión, sistema que continúa hasta bien entrado el siglo siguiente. Alguna vez trata el Señor de designar directamente Alcalde Mayor sin aprobación de la Audiencia, como ocurre con D. Francisco Bautista de Lugo y Saavedra al elegir a D. Juan Mateo Cayetano de Cabrera en 1714, pero ya el Cabildo no lo acepta sin tal requisito. Hasta aquí duran en el oficio el tiempo que el Señor quiera y está facultado 17 para destituirlos a su antojo. Es curioso por único, el caso ocurrido en 1615 en que D. Gonzalo de Saavedra nombra aparte del Alcalde Mayor ordinario, otro para la comarca de Guise, alegando la longitud de Fuer-teventura y por ello la necesidad de dos Alcaldes Mayores que la atiendan ( véase nombramiento en la sección documental de este volumen). En 1775 el Teniente Coronel de Lanzarote, Scorcio, obtiene Real Cédula por la que los Alcaldes Mayores habrán de ser designados anualmente por elección del Señor o su apoderado entre dos elegidos por comisarios de los pueblos, sistema que continúa al terminar este siglo. Según estas normas no pueden ser designados entre Personeros o Diputados hasta pasado un año del cese de su oficio, ni entre Regidores hasta pasados dos años. Los Alcaldes Mayores vienen obligados a prestar fianzas legas, llanas y abonadas, a satisfacción del Cabildo, para poder entrar en el desempeño de su cargo. Regidores.— Dmanle estos dos siglos son siempre nombrados directamente por el Señor, debiendo ser ratificados en sus cargos al fallecimiento de quien los nombra, por su sucesor. Su destitución y renuncia a él compete. Aparte de estos regidores, que son los denominados perpetuos, existieron durante algún tiempo los denominados « cadañeros » , con mandato por tiempo de un año. Tales cadañeros, cuya existencia ya encontramos a principio del siglo XVII, eran elegidos en número de dos, uno por Guise y otro por la comarca de Ayose, entre unas listas confeccionadas por el Cabildo, por los vecinos asistentes a la festividad de Santa Inés, después de la misa y en la ermita de su advocación en el Valle de su nombre. En 1641 Don Fernando Arias y Saavedra prohibe esta costumbre, que aunque en 1666 intenta restaurarse, dura muypoco. A veces los cadañeros eran elegidos por el Cabildo o les prorroga el mandato por otro ano, y si alguno renunciaba, elegía directamente otro en su lugar. Frecuentemente también, al terminar el año de su mandato, eran nombrados regidores perpetuos por el Señor. Se ocupaban de las funciones menores y más molestas del Cabildo, como era la vigilancia de precios y celebración de las festividades religiosas. Personero General.— E\ Personero es el representante del pueblo ante el Cabildo, a quien presenta sus peticiones y quejas. Hasta la supresión de los nombramientos de cadañeros en 1641, el Personero es nombrado desde principios del siglo XVII indistintamente por el Cabildo, por el Señor o por el mismo sistema y día que los citados cadañeros. 18 Existe, pues, gran confusión en su nombramiento, lo que hace suponer la poca importancia que el cargo debía tener, a pesar de ser, y quizás precisamente por esto, la voz democrática del pueblo en el Cabildo. A partir de 1641 se efectúa directamente el nombramiento por el Seflor, hasta llegar al aflo 1698, en que por " orden de la Audiencia se elige en cabildo abierto a Pedro Sánchez Dumpiérrez, por más de 250 vecinos asistentes. Este sistema, que debía ser anual, aunque algunas veces pasaban períodos mayores sin elección, dura hasta 1721, en que si bien se verifica la elección en cabildo abierto, separados los vecinos de los capitulares y reunidos como es normal en la sacristía de la parroquia de Betancuria, se designa el cargo entre los que aparecen en una terna propuesta por el Cabildo, si bien hay discrepancias entre los regidores que apoyan el sistema de terna y los que creen se debe nombrar libremente por el vecindario. Este sistema de terna continúa hasta finales del siglo XVIII, en que se vuelven a elegir directamente por el pueblo. La actuación del Personero fue siempre poco relevante, sobresaliendo sólo en la cuestión del pleito de Quintos y en alguna protesta contra actuaciones del Alcalde Mayor, como ocurre en el caso del Alcalde Barreto. Su oficio, a principios del XVII, era obligatorio, sin posibilidad de renuncia, llegando el Cabildo a decretar la prisión del Personero electo Baltasar de Armas Negrín, en 1613, por no querer aceptarlo. Escribano.— Fueron varios los escribanos que simultáneamente desempeñaron su oficio en Fuerteventura. Normalmente eran tres las escribanías, y uno de ellos asistía al Cabildo como escribano de número, mientras otro era designado escribano de Guerra, Felipe II, en Real Cédula de 1584, estableció que los escribanos de las islas de señorío fuesen examinados en la Audiencia, sin tener que pasar a Consejo. Los escribanos de Fuerteventura fueron propuestos por el Señor y examinados por la Audiencia y el Cabildo les daba posesión de sus escribanías. Su adscrición al Cabildo o a la milicia era cuestión del Señor, quien libremente los designaba. También su destitución correspondía a éste, y así vemos a principios del siglo XVII la destitución de Picar de Sosa, en su oficio. Diputados del Común.— Creado este oficio por Real Cédula, comienza a ponerse en práctica por el Cabildo de Fuerteventura a partir de Marzo de 1767. Los Diputados del Común son cuatro en principio, elegidos por representantes de las aldeas de la isla, en número de veinti- 19 cuatro. En 1769, una Real Provisión del Supremo Consejo de Castilla los reduce a dos. Asisten a las sesioues del Cabildo. 2.— Actuación político- administrativa. En el reducido orden político en que se luueve el Cabildo de Fuer-teventura, sus funciones de este tipo son siempre secundarias, salvo en la cuestión, ya tratada en otros volúmenes de esta serie, del Pleito de Quintos. El cabildo, en lo político, es el encargado de examinar la legalidad de los nombramientos para cargos públicos, no solamente de aquellos oficios que se relacionan y componen el mismo, sino también de los ajenos a él, como los de Familiares del Santo Oficio, Sustitutos Fiscales etc., y también los que permiten ejercer su oficio a los artesanos, zapateros, sastres etc. El Cabildo examina la suficiencia de las fianzas prestadas por los cargos obligados a ello y a su vez soporta la inspección de la Residencia. Por otro lado, y en materia de elecciones públicas, ya hemos visto la función en éstas del organismo insular. Más importantes son las funciones administrativas y de policía, que examinamos a continuación con detalle. a.— Policía agrícola y ganadera.— Níny iateiesante es la constante intervención del Cabildo en la regulación de la agricultura. La lucha eterna, que hasta hoy dura, entre agricultores y ganaderos, para evitar los primeros que el ganado cabrío y ovejuno no estabulado, así como el camellar, entre en las vegas y coma los sembrados, y los segundos para lograr no se pongan en roturación nuevos terrenos que mermen los destinados a pastos, dan lugar a una vigilancia extrema del Cabildo. Por lo pronto, las vegas o terrenos cultivables poseen, una vez que se siembran, guardas designados por aquél, mediante subasta del cargo y que pagan los agricultores de acuerdo con la productividad de sus tierras. Su misión es impedir la entrada del ganado y están obligados a dar fianzas. En cuanto a la retribución, en 1664 los vecinos de Agua de Bueyes dan una fanega de cereal por cada cuarenta recogidas; los de Santa Inés una por cada sesenta. Otras veces tienen además comisión para cobrar por res aprehendida, que suele ser de tres cuartos por res mayor, seis maravedíes por tres reses menores y seis reales vellón por hato de cuarenta reses. Como parece que esta costumbre de nombrar guardas se va descuidando en el siglo XVIII, en 1787 el Cabildo acuerda nombrarlos anualmente, remitiendo el acuerdo a la Audiencia para 20 resolución. Algunas veces, como en 1628, los guardas introducen subrepticiamente su propio ganado y el de los amigos en las vegas que vigilan, por lo que el Cabildo tiene que nombrar sobreguardas. Por otra parte, el Cabildo, si el _ afio es estéril, desde el momento de la siembra ordena sacar los ganados de los sembrados y retirarlos a la costa ( zona arenosa y estéril). La recogida del ganado se efectúa mediante « apañadas » , ordenadas por aquél y a las que acuden los ganaderos, reuniendo los ganados en corrales fijados al efecto, de donde los sacan sus dueños para « tenerlos a mano » y que no dañen las plantaciones. En caso de no cumplirlo voluntariamente, las apañadas las hace a su costa el Cabildo. En principio, el Cabildo ha delimitado las vegas o tierras donde se puede sembrar y que suponen terrenos exclusivos para la agricultura, de los que se mantiene alejado al ganado. Las vegas se hallan cercadas con muros de piedra y sus « rayas » o lindes, definidos en el Libro de Rayas que lleva el Cabildo. No pueden alterarse, lo que no impide que los vecinos en varias ocasiones soliciten del Cabildo el alargamiento o ampliación de las rayas para nuevas roturaciones, como ocurre en 1681 con las de Tiscamanita, Agua de Bueyes, Pájara y Antigua. También en 1628, 1697 y 1717 se piden alargamientos. En estos casos, las ordenanzas de los Señores de la isla mandaban que de cada 20 nuevas fanegadas de tierra entradas en vega, los vecinos darían 1 al Cabildo como bienes de propios, mandato que no solía cumplirse y que se recuerda en varias ocasiones por los Jueces de Residencia. A más de ello, los vecinos que deseen sembrar fuera de vega, deberán cercar el tererno. En 1665 el Juez de Residencia Canino pena con 10 ducados y 15 días de prisión. a los que sembraren fuera de vega, sin cercar, y en 1622 el Cabildo dice que si no lo hacen no pueden molestar a los ganados que entren a pastar los sembrados, pues los terrenos no cercados son de libre pasturaje. En 1658 se acuerda que la pared de las cercas deberá tener cinco palmos de alto y dos de bardo. Esta es la explicación de las muchas cercas de piedra, que al parecer sin objeto, se ven aún en los campos de Fuerte ventura. iVJedidas de protección a la agricultura y ganadería son los mandatos de Cabildo sobre exterminio de cuervos y perros. Sobre los primeros, durante el siglo XVII y parte del XVIII es costumbre que anualmente, y hasta el día de San Juan, deban los vecinos, bajo pena de multa, traer cada uno cuatro cabezas de cuervo, o huevos de éste, por el daño 21 que hace a sementeras y crías del ganado. El escribano de cabildo se cuidaba de cortar los picos a las cabezas traídas para que no se aportasen de nuevo por otros vecinos. Sobre los perros, por el daflo que hacen en el ganado, son constantes los mandatos. En 1616 se ordena ahorcar los perros de ganado. En 1618 se manda que no se dejen sueltos los perros de presa y que no los den sus dueños a esclavos ni muchachos para que los lleven a las apañadas. En 1624 se dice que nadie podrá tener más de un perro de caza y ninguno de ganado, y que estará atado Finalmente, y en cuanto al ganado suelto, el Cabildo cuida que anualmente se hagan apañadas, caso de haber sementera, sobre todo de camellos. h.— Policía de bienes comunales.— Aparte de los pastos de montaña y de tierras baldías, son también comunales las salinas y los arbustos silvestres ( tarajales, aceitunos y chaparros) sobre cuyo aprovechamiento se pronuncia el Cabildo en ocasiones. Salinas propiamente dichas, no había en esta época en Fuerteven-tura. En 1700 se dice no hay más que charcos donde se recoge la sal, y aunque en una antigua escritura de 1681 hemos descubierto la construcción de unas salinas en Gran Tarajal por D, Fernando Mathías Arias y Saavedra, es muy posible - que estas no se terminaran. Para no agotar la sal, manda en dicho año el Cabildo que nadie pueda recoger más sal que la que recolecte en un día y necesitare para sus gastos, y si llegase un vecino y la viere amontonada, la podrá llevar pagando por ella tres reales la fanega. En 1641 dice el Cabildo que la sal es bien realengo que todos pueden aprovechar en los charcos donde cuaja y no se permite extraer de la isla, sino sólo venderla unos vecinos a otros. Sobre los escasos arbustos y matas silvestres de la isla, el Cabildo ejerce también vigilancia. No se tolera cortar palmeras sin licencia, ni tampoco tarajales y aceitunos si no es para orejeras de yuntas, palillos para telares y aperos de labranza. Frecuentemente, y por estar muy explotados, se pone guarda a las matas de tarajal para evitar las corten. c,— Policía de caminos.— Los caminos públicos o reales eran cuidados por el Cabildo. Todos los años, hasta entrado el siglo XVIII, su arreglo, tras la invernada, se efectuaba por los vecinos como prestación personal. El Cabildo señalaba día y hora para el comienzo de la faena, a la que debían acudir los vecinos distribuidos según sus residencias, con los útiles necesarios ( palas, azadones y cueros). Para cada camino se se- 22 flalaba un capitular que pasaba lista de los asistentes y vigilaba el trabajo. Se prohibía enviar muchachos menores y la inasistencia se castigaba con multa. En sesión de 19 de Noviembre de 1646 el Cabildo ordena que nadie lo are ni cerque, sino que queden libres, de modo que puedan pasar simultáneamente y parejos dos camellos con sus angarillas, con anchura de 24 pies. Además, los labradores dejarán por marco en el linde de sus tierras 4 pies, para que puedan ir una yunta o un camello con angarillas sin dañar la sementera. d.— Policía sanitaria.— Aparte de las prevenciones tomadas en caso de enfermedades infecciosas, que fueron pocas, la mayor actividad sanitaria del Cabildo se centra en la prevención, caso de aviso de peste en el exterior. En tales supuestos se forma la Junta de Salud, que preside el Alcalde Mayor y se monta servicio de vigía en los puertos para impedir el desembarco de personas y mercaderías de los navios que arriben de lugares infectados. Generalmente son los regidores los que por turnos de varios días deben acudir a los puertos para prestar el servicio. En cuanto a las enfermedades, de ellas se habla en otro lugar de este prólogo, por lo que aquí no las tratamos. También interesantes son las medidas que toma el Cabildo en relación con las escasas fuentes naturales públicas existentes en la isla y que podemos censar en las siguientes, según actas del Cabildo: Río Cabras, Agua Salada, Mesquer, Madrigal, Teguereire, Iján, Afacay, Santa Inés, Tagasote, Tacha Blanca, Tababaire. La Tinaja, Esquinzo, Ampu-yenta, La Torre, Birama, Maraitaga, Palma Muerta, Herrero, Carrizal, Matías, Sobrado y Doña María ( estas dos en Betancuria) y Rocha Rocha. Por cuestiones sanitarias, el Cabildo asigna unas para abrevar y otras para uso humano. Así, para bebida de puercos, se declara la de Palma Muerta. En las de Madrigal y Rocha Rocha no se podrá lavar ropa. En Esquinzo sólo podrán abrevar vacas, yeguas y cabras. La más importante de la isla es sin duda la de Río Cabras, en la que hay caja para abrevadero de camellos y ovejas; otra para vacas, yeguas y cabras, zona para lavado y zona para consumo humano. Las fuentes se limpian por el mismo sistema de prestación personal que los caminos, con la diferencia de que a la de Río Cabras, por ser de uso general, deberán acudir todos los vecinos a limpiada. Por último, en la primera mitad del siglo XVII se toman algunas 23 medidas para la limpieza de Betancuria, que pronto se abandonan, obligándose a los vecinos a limpiar las calles y tirar la basura al barranco. e.— Policía de seguridad.— Escasísimas medidas son las tomadas al efecto. Alguna vez se obliga a los vecinos de la Villa a no andar de noche por las calles. También se obliga a los esclavos a no vivir solos en descampado. En 1608, y dado el peligro de los camellos sueltos en las calles de Betancuria por la agresividad que muestran, se obliga a los que traen a la Villa camellos de transporte y acarreo a que una vez descargados los saquen de inmediato. En 1617 se obliga a carreteros y camelleros que traigan campanillas en carretas y camellos, para avisar a los niños que andan por las calles, bajo multa de 4 ducados y 10 días de prisión. f.— Vigilancia de precios.— El Cabildo señala los precios de venta de los productos en las tiendas abiertas al público. En un principio parece que estas posturas se daban por escrito a los comerciantes. Luego, ya a fines del siglo XVII, el Cabildo, casi invariablemente en su primera sesión del año, fija las posturas de los alimentos, al menos de los principales, con excepción de trigo y cebada, cuyos precios vienen señalados por Real Cédula. También fiscaliza el precio de las ropas traídas de fuera por mercaderes. Los zapatos, en alguna época, son objeto de postura rigurosa, como en 1662 en que se ordena que los borceguíes y zapatos de dos suelas valdrán 15 reales, los de una suela 4, las cabezadas de mujer 3 y las de hombre 4. En cuanto al precio del pan, éste era fijo, fabricándose de dos tamaños, al valor de uno y dos cuartos. Dada la fijeza del precio, lo que hacía el Cabildo era señalar el peso que cada modelo habría de tener y que subía o bajaba según el precio del trigo. g.— El abasto público.— La labor fiscalizadora se centra en este caso exclusivamenie en Betancuria, por lo general. Si bien el campesino vive de sus propios medios, Betancuria, aunque escasa de habitantes, es más escasa aún de recursos agrícolas y ganaderos y el vivir en ella los artesanos y cargos públicos hace necesario vigilar la traída de víveres a la Villa. Hay que preocuparse de que las ventas o tiendas se hallen abastecidas y la actitud del Cabildo al respecto es tajante. Se obliga a los mercaderes a vender las telas en la Villa antes que en el campo. Se obliga a los pescadores a surtir de pescado a Betancuria. En Cuaresma se preocupa el Cabildo de que algún cabrero se obligue a abastecer de 24 leche al pueblo. Y sobre todo el mayor problema lo tiene con el abasto de carne a la carnicería. Por regla general, los ganaderos del campo se resisten a traer sus reses a la carnicería, por la falta de ganado por una parte y por el bajo precio de venta señalado por el Cabildo, por otra. Esto obliga, sobre todo en eI" siglo XVIII, a que el Cabildo, en caso de que nadie suministre carne voluntariamente, tenga que acudir al repartimiento de la carga mediante dula entre los ganaderos, en número proporcional a las reses que posean. El problema surge con la resistencia a cumplir por parte de los aforados a la milicia o a la iglesia, que se resisten a ejecutar la orden, a pesar de Real Cédula de Carlos II que les obliga a concurrir a la carnicería. Aunque en el Cabildo existen cartas de la Audiencia de 1726 y del Capitán General de 1727, los aforados se niegan al cumplimiento, hasta que en 1775 el Comandante General obliga al Coronel de la isla haga cumplir a sus aforados las órdenes. En cuanto al trigo, a veces escasísimo, el Cabildo acude en casos extremos a la incautación del existente en los pajeros de las casas campesinas, trayéndolo a la Villa. En casos menos acuciantes, se daba orden al Pósito para que entregase a las panaderas de Betancuria la cantidad necesaria para el abasto. h.— Policía de mercados.— El cabildo ejercita vigilancia sobre las tiendas de la isla mediante periódicas visitas que sobre ellas efectúa, para conocer si las mismas han obtenido la licencia de venta, y además, si poseen sus propietarios fianza dada en forma. También se obliga a los mercaderes que traen ropas a la isla, que sí son telas de lana, sean mojadas antes de venderlas, a fin de que luego no encojan. Por otra parte, pesos y medidas son cuidadosamente aferidos de tiempo en tiempo, por el aferidor oficial de nombramiento del Cabildo, que comprueba por los padrones la veracidad de fanegas, almudes, cuartos, pesas, balanzas, barriles y pipas, prohibiéndose las pesas de piedra.. En una isla como Fuerteventura, donde el ganado se encontraba, como aún hoy, sin estabular, y en la que la falta de pastos obliga a éste a recorrer grandes distancias, es preciso que se encuentre debidamente marcado para que se conozca su dueño. Esta marca se hace mediante el herrete aplicado al teberite de la oreja, y cada ganadero y cofradía religiosa posee el suyo, El Cabildo lleva libro de marcas a cargo del escribano, y periódicamente ordena la apañada para reconocimiento de marcas y mareaje. La inscripción de las marcas en el libro no se cumple 25 a veces por los ganaderos, y el Cabildo tiene que amenazar con multas su cumplimiento, sobre todo cuando a principios del siglo XVIII y con motivo de las erupciones volcánicas de Lanzarote, muchos criadores de aquella isla pasan a Fuerteventura con sus animales y reina gran confusión sobre las marcas. Igual vigilancia se toma con los cueros que los zapateros ponen a secar en las tenerías y los que se exportan. i.— Exportación de cereales.—\ j& necesidad, que sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVII, es frecuente en Fuerteventura, obliga al Cabildo a decretar el cierre de la saca de granos ( trigo, cebada blanca o romana y centeno) que a otras islas, sobre todo a Tenerife, se hacía. Esta cuestión llega a hacerse tan reiterada, que casi una mitad de las sesiones celebradas en el siglo XVIII se dedica a ello. La problemática es difícil, pues cerrada la saca de granos por el Cabildo, no tardaba en llegar orden de la Audiencia o del Capitán General o del Obispado, mandando se dejasen salir de la isla determinadas partidas de granos, con lo que la estrecha vigilancia del Cabildo se hacía ilusoria. Para terminar con este estado de cosas, pues las competencias de los organismos regionales e insulares no estaban bien determinadas, el Cabildo gestiona cerca del Señor de la isla la obtención de una Real Cédula aclaratoria que, dictada por Carlos II en 1676, ordena que en los años estériles el Capitán General, para conceder licencias de extracción de granos, deberá pedir primero informe al Señor de Fuerteventura, y estando éste ausente de la isla, al Cabildo; y en los anos abundantes, las licencias las deberá dar el Señor de la isla y en su ausencia el Cabildo. El Cabildo actuó con severidad en todos los casos, ordenando el decomiso de camellos, costales y trigo a los camelleros que clandestinamente los bajaren a los puertos, mas pena de azotes o prisión; y hasta la pérdida de los bajeles a los maestres que los embarcaren sin licencia. 3.— Ingresos económicos del Cabildo. Los ingresos del Cabildo de Fuerteventura durante este periodo, o propios del mismo, se concretan a la imposición o sisa del vino, aferi-miento, herrete, remate de cotos, tierras del Cabildo y casas de los puertos, y en los primeros tiempos al menos, ya que luego desaparecen o pierden toda su importancia, las garañonadas y los guaniles. Veámoslos con detalle. El más importante de ellos es el de imposición sobre el vino y 26 aguardiente entrados en la isla. Existe desde los primeros tiempos que estudiamos y el cobro se hacía, en principio, a razón de 100 maravedíes por pipa de vino entrada. Se arrienda por el Cabildo en el mejor postor, con carácter anual. En caso de no haber postor, o en anos excepcionales, el Cabildo cobraba directamente el impuesto, bien por su Mayordomo de Propios, bien por tercera persona. Sin embargo, en 1664,1a Audiencia modifica la imposición y el Cabildo, tratando sobre ella en sesión de 17 de Diciembre de dicho afio, acuerda que en cada cuartillo que se vendiere se pague 3 maravedíes, en cada cuarterola de aguardiente que entrare se cobre 4 reales, en cada pipa de vino se aumentará el impuesto en 3 cuartos más. Otro propio de Cabildo lo constituye el herrete o mareaje de los cueros que se exportan o se ponen a curtir en las tenerías. Es ingreso débil. A principios del siglo XVII el Cabildo, directamente, nombra he-rreteadores por las comarcas de Guise y Ayose a dos personas, quienes recaudan los que pueden y queda para ellos. A mediados de este siglo es ya un regidor comisionado por el Cabildo quien posee el hierro de mareaje, cobrando dos maravedíes por cuero y los herreteadores están obligados a rendir cuenta al Cabildo. En 1690 se acuerda que el herre-teador cobre un cuarto porcada tres cueros. En 1721 se cobran ya tres maravedíes por cuero y con posterioridad a este año lo general es que se arriende su cobro mediante subasta. En 1728 se arrendó por 15 reales, por 40 en 1747, y por 21 diez aflos después. Otro de los propios de Cabildo lo consistía el aferimiento o verificación de pesos y medidas. Hacia principios del siglo XVII,' lo mismo que ocurría con el herrete, se encargaba a un artesano, normalmente carpintero, quien recaudaba para sí lo que podía. El cabildo ordenaba • que periódicamente se trajesen a Betancuria a aferir por los vecinos, bajo multa de no hacerlo, las medías fanegas, almudes, pesas, varas, barriles y pipas. En 1664, y con motivo de la imposición señalada por la Audiencia de que se ha hecho mención al hablar de la sisa del vino, el aferimiento pasa a rematarse por el Cabildo por medio de subasta al mejor postor. Se tarifica su cobro y se acuerda que se cobre por la media fanega, real y medio, por el medio almud, medio real, por cada recua de barriles, cuatro reales, por la vara, medio real, por sellar una pipa, medio real, por balanzas y libras, medio real y por el medio cuartillo, dos cuartos. Este sistema comienza a regir a partir de 1665 y se ordena que las medidas se afieran cada cuatro meses, a excepción de 27 las medias fanegas herradas, que lo serán cada año. Su importancia económica es escasa y así, en 1747, se remata por 60 reales. Durante la primera mitad del siglo XVII aún existen asnos guaniles o salvajes como propios de Cabildo. Recordemos las corridas de estos animales de que nos habla Viera y Clavijo al referirse a la Fuerteventu-ra del siglo XVI. En 1606 se habla de hacer corrida de asnos salvajes dando a los que la hicieren dos de cada cinco cogidos. Y en este mismo año se acuerda que quien quiera limpiar la fuente de Birama se le entregarán seis asnillos salvajes. Es una entrada económica insignificante para el Cabildo, que no se contabiliza y se desprecia. A veces los vecinos marcan los asnos subrepticiamente, por lo que el Cabildo tiene que tomar medidas en 1612, condenando a su pérdida y multa de 600 maravedíes a quien lo hiciere. Igualmente son propios de Cabildo los camellos guaniles. Desde mediados de siglo deja de tratarse esta cuestión en Cabildo, lo que nos hace sospechar desaparecieron estos animales, que ya vendrían extinguiéndose de antaño. Otra fuente de ingresos de los propios de Cabildo lo fueron los arrendamientos de las tierras de su propiedad, que se incrementaban con las entregadas por los vecinos como derecho de entrada de las suyas en vega. Sin embargo, el Cabildo descuidó sobremanera tales arrendamientos, quizás porque nadie los remataba, hasta el punto de perder noticia de qué tierras eran las suyas. A partir de 1737 se viene cobrando por el Cabildo otro impuesto, llamado de casa de los puertos, consistente en el pago de un peso por el maestre de cada barco que arribare. Es un impuesto importante, que arroja su remate en 1747 la cantidad de 420 reales. Parece ser que su justificación estribaba en el uso que el maestre podía hacer de la casa del puerto. Sin embargo, en muchos puertos de la isla, la casa no existia y el impuesto se cobraba igual, lo que mueve en 1765 al Coronel de milicias de Fuerteventura a protestar ante el cabildo de tal cobro, por considerarlo ilícito según las Reales Cédulas, ya que estima que sólo se podrá cobrar dos reales de plata a cada maestre como derecho de salida del navio, y ésto para los fondos militares y no del Cabildo. 4.— Obligaciones económicas. Aparte del pago de los subalternos del cabildo, dos son las princi-dales obligaciones económicas de éste: el pago de los salarios de la Au- 28 diencia y la festividad de San Buenaventura, que está a su cargo. Desde luego, la partida mayor correspondía a tales salarios de los oidores y muchas veces los beneficios de los propios del Cabildo no llegaban a cubrirlos, por lo que la Audiencia, con gran diligencia, ordenó al Cabildo subir la tasa del impuesto, como ocurre con los ya vistos de aterimiento y sisa del vino. También muchos afíos faltaba dinero para el pago de la fiesta de San Buenaventura y eran los capitulares quienes de su bolsillo la pagaban. El pago de los gastos de la Residencia no correspondía al Cabildo sino al Señor Territorial, según Provisión de la Audiencia de 23 de Noviembre de 1655, por lo que cuando el Juez de Residencia Peraza de Ayala intenta tomar 3.425 reales por los gastos de ella, es obligado por la Audiencia a volver a Fuerteventura y devolverlos al Cabildo. LA ORGANIZACIÓN MILITAR Tres periodos distintos podernos considerar en la organización militar de Fuerteventura. El primero abarca hasta fines del siglo XVI y es confuso y no bien conocido. El segundo, a partir de estas fechas, comprende el siglo XVII y durante él se van sentando las bases de una milicia organizada y unos cargos militares designados con arreglo a la legalidad. El tercero, desde 1708 con la creación del Regimiento de iV!¡- licias de la isla, significa el potenciaraiento de una clase militar y la adquisición de una enorme fuerza política, y con ella económica, del Coronel Gobernador de las Armas. El primer periodo, como decirnos, es confuso en cuanto a organización y nombramiento de cargos. Desde luego el Señor es el Jefe Mi- . litar de la isla y subordinados a él estuvieron los maestres de campo, capitanes y alféreces de milicias, cargos éstos que parece fueron de directo nombramiento señorial. Ruraeu de Armas en su obra « Piraterías y ataques navales a las Islas Canarias » nos dice que en el siglo XVII existieron tercios, más o menos fantásticos, con su maestre de campo al frente; y efectivamente, entre otros, cabe citar como maestres de campo en Fuerteventura a Blas Martín de Armas Monroy y a Luis de León Se-nabria. Con la llegada a Canarias, a fines del siglo XVI, del primer Capitán General, Luis de la Cueva, se reorganiza la milicia, como consecuencia del nuevo criterio al respecto de Felipe IL Este Monarca, en 20 29 de Mayo de 1587, concreta el mando militar de las islas de señorío en un primer jefe, que será el Señor, y un segundo jefe, que será el Sargento Mayor, con misión de instructor de los naturales de cada isla y que en Fuerteventura es el primer nombrado Jerónimo de Aguilera Valdivia. Tales Sargentos Mayores serán de nombramiento real. En esta época, al menos en la práctica, sospechamos que el nombramiento de capitanes de compañías se hizo directamente por el Señor. El segundo periodo comienza a partir de la primera mitad del siglo XVII. Durante él, los cargos militares se concretan. Capitán a Guerra lo es el Señor, si está en la isla. El Sargento Mayor está subordinado a él en su presencia, pero si el Señor se halla ausente de su jurisdicción, es el jefe máximo. En cuanto a los capitanes de compañías, su designación sale fuera de la competencia señorial, pues por Real Cédula de 2 de Febrero de 1647, los Señores sólo podrán proponer terna al Consejo de Guerra, quien decidirá y cuya decisión confirmará el Rey. En 1651 se reciben en Fuerteventura los primeros nombramientos de capitanes por este sistema, quienes lo presentan ante el Señor y toman posesión de la compañía, mandándola por las calles de Betancuria, y recibiendo su bandera. En este periodo, Fuerteventura cuenta con una compañía de caballos y cinco de infantería, radicadas éstas en Santa Inés, Pájara, Oliva, Tetir y Antigua. El tercer periodo comienza en 1708, año en que se crea el Regimiento de Milicias. El Señor territorial sigue siendo Capitán a Guerra de la isla, pero su ausencia permanente de ella a partir de esta fecha le da carácter casi honorario al cargo. El Coronel es el Gobernador de las Armas, brazo derecho del Capitán General. Los ejercicios y maniobras militares comienzan a sistematizarse, creando una clase aforada numerosa y que empieza a alardear de las prerrogativas del empleo. Los cargos de Coronel se hacen prácticamente hereditarios y desde el comienzo los acaparan las familias Sánchez Dumpiérrez y Cabrera, llegando a ser, a fines del siglo XVIII, la máxima potencia económica de la isla, sobre todo el Coronel Agustín de Cabrera Béthencourt. El sistema de nombramiento de capitanes continua igual hasta fin de siglo, en que el cabildo propone los cargos al Coronel, de acuerdo con el libro maestro. La reforma de Mazía redistribuye las compañías de Fuerteventura, aumentadas a ocho, y situadas en Betancuria, Oliva, Tetir, Pájara, Am-puyenta, Tuineje, Casillas de Morales y La Caldereta. 30 La Guerra en Fuerte ventura. Salvo las dos batallas sucesivas de los alrededores de Tuineje, en 1740, libradas contra corsarios ingleses y el apresamiento de unos moros desembarcados sin éxito en la isla a mediados del siglo XVII, ninguna actividad guerrera se realiza o tiene por base Fuerteventura en este periodo de dos siglos. De las batallas contra los ingleses nada vamos a decir, por estar perfectamente descritas en la obra « Ataques Ingleses contra Fuerteventura, 1740 » de Béthencourt y A. Rodríguez; y carecemos de noticias concretas sobre el desembarco moro aludido. Han quedado atrás las entradas en Berbería efectuadas por los Saave-dra, el desembarco inglés en la isla en 1586, de que nos habla Viera y Clavijo, la conquista de Madera en 1582 por el Conde de Lanzarote con tropas majoreras y la entrada en esta isla del Arráez Xabán, que destruye en parte Betancuria. Para 1600 es ya válida la frase de Viera y Clavijo en su « Historia » , referida a 1630, de que en Fuerteventura había ya pocos negocios de guerra y pocas armas. Sin embargo, queremos referirnos a los personajes más importantes, residentes en Fuerteventura, que protagonizan aspectos de la conquista de Madera y de la invasión de Xabán, por el interés que los datos que hemos recogido sobre ellos pudieran tener para los interesados en la genealogía y biografía. En la conquista de Madera, tres vecinos de Fuerteventura se destacan entre los expedicionarios: el Sargento Mayor Aguilera, el Gobernador y Maestre de Campo Luis Sánchez Jerez y el Capitán Pedro de Medina, sobre los cuales, y sobre todo el último, se habla con bastante extensión en la obra de Sergio Fernando Bonnet, « La Expedición del Conde- Marqués de Lanzarote a la isla de Madera en 1580 » . Jerónimo de Aguilera Valdivia fue el primer Sargento iVlayor de Fuerteventura, de nombramiento real y designado por tal a consecuencia de la reforma militar efectuada por el Capitán General Luis de la Cueva a fines del siglo XVI en Canarias. Era capitán de infantería en los Tercios de Flandes e intervino, que sepamos, en dos ocasiones interesantes de la vida militar de la isla. La primera, según Viera y Clavijo, cuando los ingleses en 1586 desembarcan en Fuerteventura y repeliéndoles Fernando de Saavedra y Aguilera, Saavedra temeroso se aparta y Aguilera, con sólo ocho hombres, los derrota y lleva hasta el mar. La segunda, cuando con motivo de ser designado Argote de Molina por el 31 Capitán General Luis de la Cueva para el mando militar de Fuerteven-tura, llega Aguilera a esta isla, en representación de Argote, para tomar posesión de dicho mando y se suscitan disputas con los partidarios de los Saavedra, logrando la calma el Sargento Mayor. Casó Aguilera en Fuerteventura con Justa Enríquez de Cabrera, hija del Gobernador Juan Alonso Senabria y Margarita Béthencourt Cabrera, perteneciente ésta a la célebre familia Cabrera de Fuerteventura y descendiente del conquistador Alonso Cabrera Solier. Hijo suyo fue Juan de Valdivia Béthencourt, clérigo, quien puede ser el que aparece otorgando escritura de venta en 1679 como sobrino de Beatriz de Aguiar. Otros descendientes debió tener el Sargento Mayor en la isla, pues en el libro de entierros de la parroquia de Betancuria vemos el del capitán Jerónimo de Aguilera Valdivia, vecino de Tetír en 6 de Febrero de 1673; el de la mujer del capitán Jerónimo de Aguilera, Catalina Cabrera, en 17 de Abril de 1671 y el del Alférez Jerónimo de Aguilera, vecino de La Matilla, en 10 de Octubre de 1671, cuya mujer, María de la Peña, le sobrevive y la vemos vendiendo en 1674 una tierra que fue de Beatriz de Aguiar. Otra figura militar de importancia en aquellos años fue el capitán Pedro de Medina Dumpiérrez, expedicionario a Madera. Fue cufiado de Aguilera, por casar con Catalina Cabrera Senabria Béthencourt, hermana de la mujer de éste. Las noticias familiares que de él poseemos son un tanto contradictorias. Mientras Fernández de Béthencourt en su « Nobiliario de Canarias » ( capítulo dedicado a la familia Cabrera) nos dice fue su única hija María Jesús Medina Béthencourt, casada con Francisco Morales Mateo, hijo de Juan Mateo Cabrera y Luisa Cabrera, en viejas reseñas de documentos notariales de Fuerteventura observamos por un lado la confirmación de este matrimonio, siendo dotada la prometida por sus padres en 1629 ante Melchor de Guevara, pero por otro, aparte de designar a la esposa de Pedro de Medina con el nombre de Catalina Pérez de Béthencourt, se dan como hijos de aquél al capitán Lucas de Béthencourt Dumpiérrez, que obtuvo merced de D. Gonzalo de Saavedra en la Aldea de Buen Lugar en 1609, y a Sebastián Dumpiérrez. Ello parece cierto, pues el testamento del capitán Pedro de Medina, efectuado en Enero de 1627 hace patronato a San Andrés para conservación del Oratorio que le hizo en Tetir, nombrando por patrono a su hijo Sebastián Dumpiérrez y consistiendo el patronato en 28 fanegas de tierra en Tetir, en la Ladera de Miel de Abejas. Por otra parte sus tierras 32 en Garabato, Jarrobo, Valle de Tamagoste y Valle de Jaifas, Jas donó a su hijo Lucas en escritura de 29 de Agosto de 1620, ante Juan Alonso. Tercero y último personaje importante de la conquista de Madera fue el Maestre de Campo Luis Sánchez de Jerez Villavicencio, gobernador de Fuerteventura hacia 1580^ Casó con Juana Pérez de León Sena-bria y tuvo tres hijos: Francisco Pérez Senabria, maestre de campo, Luis de León Senabria, gobernador y maestre de campo, que casó con María de León y tuvieron cinco hijos; y Juan Fernández de Jerez Villavicencio, que entronca con la familia Cabrera al casar con Leonor Cabrera Aguiar, hija de Diego Cabrera Mateo y Beatriz de Aguiar. Las principales tierras de Luis Sánchez Jerez estuvieron radicadas en Llano del Palo, Fimapaire y Laderas de La Oliva, obtenidas por merced señorial. De la invasión del Arráez Xabán en 1593, nos queda la noticia de dos personajes, el alférez Juan de Palomares y el aya Marina de Casa-ñas, de que nos habla Viera y Clavijo en su Historia. Ambos protegieron, ante la entrada de los invasores en Betancuria, a la hija del Señor Fernando de Saavedra, María de Muxica, de corta edad, y la escondieron en la cueva de Maninubre, cerca de Antigua. De la compulsa de antiguos documentos del fondo del Archivo Insular de Fuerteventura, hemos encontrados algunas noticias sobre Juan de Palomares, que según Viera vivió 109 años. Hubo dos Palomares, del mismo nombre, padre e hijo, en aquella época en Fuerteventura. El alférez Juan de Palomares padre, llamado en documentos « el mayor » , obtuvo merced de Don Gonzalo de Saavedra el Viejo en 1556, del que era criado, sobre « unas casas viejas y corrales y majada en Tuineje, cerca de Tetuy y de tierras en Río de Palmas » . El alférez Palomares hijo tuvo otra nierced de Don Gonzalo de Saavedra el Joven en 1 de Marzo de 1592, sobre las tierras que salen de las casas de su padre en Tetuy; y nueva merced de Don Andrés Lorenzo Arias y Saavedra, en 1614, sobre un asiento de casas, pozo, era y mareta en Tetuy, sobre las tierras que posee en Tiscamanita y sobre el Esquén que llaman de Palomares, hacia el camino que viene de Giniginamar a Tuineje y fuente de Tamasite. Este Juan de Palomares hijo, que suponemos es el que nos interesa, casó Con Isabel Hernández. Hijo suyo fue Juan de La Antigua. Y también sabemos de un Juan de Palomares, que seguimos suponiendo era el Palomares hijo, que fue cortador de carnecería y pregonero público en los primeros años del siglo XVIL Algunas transacciones conocemos del mis- 33 mo, como venta de casa y corral en Betancuria en Octubre de 1635; una cesión de rosa al Convento de Betancuria en 1625 por misa y sepultura; y una transacción en 1635, junto con su hijo Juan de La Antigua, sobre tierras en Tetuy. Del aya Marina de Casañas no tenemos ningún dato que nos permitan identificarla plenamente. Sospecharnos pueda ser una Marina de Casañas, casada con Francisco López Peña, que vivió en la aldea de Ma-ninubre, lugar donde estaba situada la cueva- refugio, por aquellos años. Francisco López Peña pertenece a la familia Picar y Peña, asentada en el Valle de Santa Inés, y de cierto quehacer político en la isla. Entre los hijos de esta Marina de Casañas cabe citar a Inés de Cerdeña y María Peña Picar, casadas con el regidor Lucas Perdomo de Vera y su hermano Miguel Perdomo de Vera. Lucas fue padre del Gobernador Luis Per-domo de Vera, alférez mayor de la isla. LA ECONOMÍA DE LA ISLA Si la actividad política de Fuerteventura en estos doscientos años presenta con frecuencia lagunas difíciles de salvar, por falta de datos concretos, la actividad económica ofrece oscuridades mayores, debido a la carencia de una estadística organizada, cuya falta sólo nos deja entrever un panorama general de insegura interpretación. En esta época, las fuentes de riqueza en la isla son dos fundamentales y puede decirse que únicas: agricultura y ganadería. Es un paradoja que ambas, en vez de complementarse, se destruyan mutuamente. Condenadas a vivir juntas, la ganadería no estabulada va perdiendo sus mejores terrenos de pastos ante el avance de la agricultura, que rotura nuevas tierras y la desplaza a costas y montanas, con un predominio cada vez mayor sobre aquella. Agricultura. La llegada de conquistadores normandos con Jean de Béthencourt y luego de colonos andaluces con García de Herrera y Pedro Fernández de Saavedra, asienta las bases de una economía agrícola en la isla, de espaldas al mar y a la pesca, que por la riqueza ictiológica del litoral isleño, quizás hubiera sido más rentable para Fuerteventura. La población 34 comienza a establecerse en los valles más feraces, como son los de Be-tancuria, Santa Inés, Oliva, Antigua, Tetir, Río de Palmas, Pájara y Tui-neje, amén de otros menos extensos. Pero junto con la producción cerealista, de que seguidamente hablaremos, desde el asentamiento de la nueva población se inicia la recogida de la orchilla, y más de algún historiador piensa que uno de los móviles de la conquista de Canarias por Béthencourt fuera la de exportar este liquen a su país natal, Grainville- La- Teinturiére, donde como el topónimo índica, debieron existir industrias textiles que de ella necesitasen como colorante. Desde luego, considerar la orchilla como único producto agrícola exportable durante los cien o ciento cincuenta primeros años de colonización de Fuerteventura no es idea descabellada, toda vez que si a fines del siglo XVIII, en el informe económico de Scorcio, se dice que las islas se autoabastecen de cereal, salvo Tenerife por su gran población, es seguro que ni hasta fines del siglo XV en que ésta se conquista, ni hasta bastante después, necesitó dicha isla grano del exterior; y desde luego mal podemos pensar en comercio cerealista entre las cuatro islas de señorío en estos tiempos. Carecemos de datos sobre los orchilleros de estos tiempos, pero hemos de suponer que existieron en todos los terrenos de malpaís volcá-iiico aprovechable, y a la orchilla hay que unir el « agicán » o variedad botánica de ella. En el Mayorazgo de Fuerteventura, constituido por. D. Gonzalo de Saavedra en 1610, se habla de las orchillas de Jandía Aparte de esta zona, aún hoy se ven grandes orchilleros abandonados en la parte volcánica de La Oliva a El Roque. El valor del producto en aquella época es difícil de determinar. Sabemos que en 1709, cuando el Juez de Residencia embarga las rentas de orchillas de los herederos de D. Fernando Mathías Arias y Saavedra, por no tener éstos la pólvora de-l) ida en el Pósito, tal renta anual era de 600 reales. La agricultura en Fuerteventura es sólo cerealista y de secano. El aprovechamiento de las tierras se efectúa generalmente en « vegas » , cuyo régimen ya vimos al hablar de las funciones del Cabildo, y es muy frecuente disponer la tierra de cultivo en forma de gravias, rodeando aquellas de un ribazo de tierra de un metro, más o menos, de altura, que por ser arcillosa hace que el agua de lluvia se embalse en el interior sin desaprovecharse. Al cabo de unos días la tierra ha absorbido el agua ( la gavia ha bebido) y se halla lista para la sementera. La regulación del agua en estos cultivos de secano es esencial, y la costumbre 35 inmemorial en este aspecto en Fuerteventura es hacer comunes e imposibles de apropiación de las aguas de sobretierra, que se aprovecharán por los cauces naturales por donde discurran, sin entorpecimientos. Así lo declara un Auto de 1567, de D. Agustín de Herrera y Rojas, dado en la isla. Y durante su única visita a Fuerteventura, en 1744, D, Francisco Bautista de Lugo y Saavedra mandó que las aguas comunes de los barrancos, las pasen las heredades contiguas a las inmediatas. Sin embargo, las mercedes de los señores siempre se dan con derecho exclusivo a la percepción del agua, aunque luego los Jueces de la isla las derogan en este particular, y los vecinos, en sus compras de terrenos, hacen continua mención de que la compra se verifica « con sus acogidas de aguas » para evitar futuros inconvenientes. Sobre esta organización agrícola, trigo, cebada y centeno son los productos principales. Sobre todo trigo y cebada, y ésta en sus dos clases de « blanca » y « romana » . La cebada se produce en cantidad inferior al trigo y entre ella la proporción entre sus dos especies es favorable a la blanca por cinco a uno. La producción de centeno es mucho más reducida. Las cosechas, en el siglo XVII, fueron inferiores a la del siglo si" guíente, en que se efectúan numerosos icmpimientosy se alaigaron considerablemente las « rayas » o lindes de las vegas. Los años estériles se mezclan con los medianos y buenos en no muy grata proporción, pues en informe del Cabildo de 1775 se dice que en los 35 años que van de 1740 hasta aquél, se computan 17 totalmente estériles, 8 medianos y 10 buenos. La cosecha de los medianos es de unas 80.000 fanegas ( la fanega de trigo pesa 50 kilos y 36 la de cebada) y de ahí para arriba la de los buenos. En los años óptimos, uno de cada decenio, se llega hasta casi las 200.000 fanegas. En 1747 se recolectan 50.670 fanegas de trigo y en 1764, 74.745. El grano recogido, se guarda por los campesinos dentro de los típicos pajeros del país, para evitar su pérdida por la aparición dei gorgojo debida al « calentamiento » y puede decirse que toda casa campesina poseía su « cercado de pajeros » . Las plagas de la agricultura se concretan en la alhorra o aljorra y en la langosta, mucho más temida la primera por ser endémica en la isla. La alhorra consiste en un parásito que se manifiesta en polvo color amarillo oscuro, que recubre la espiga y la hace granar poco. Plagas de langosta hay en Fuerteventura en 1623, en que aparece localizada en Río de Palmas, y 1626 en que se extiende a otras partes. Igualmente se 36 producen en 1659, en que desembarca en gran número, 1779 y 1781, en que se ve auto de la Audiencia e Instrucción del Fiscal sobre el modo de extinguir el insecto en sus tres estados de canutillo, mosquito y saltón, y se acuerda cometer a cada vecino la recogida de cierta cantidad de él. Nuevamente hay plaga en 1790, que se continúa en el aflo siguiente y sucesivos,, mermando mucífó las cosechas. Institución que trata de consolidar la agricultura triguera es el Pósito, creado en 1599 por instancia de D, Gonzalo de Saavedra y a regirse por las normas del de Telde ( puede verse el acta de constitución en la sección documental del fin de este volumen). Comienza el Pósito con las aportaciones de 185 vecinos, que entregan unos 650 reales y cantidades de trigo y cebada, y su misión es doble: poseer un remanente de trigo para ser prestado a los campesinos como simiente, y disponer de algún dinero que permita la compra de él fuera de la isla en los anos de hambre. En esta última función, se trae trigo a la isla en los afios de 1652, 1660, 1662, 1663, 1676, 1683 etc. En su primera función, más acorde con su naturaleza, prestado el trigo, de haber cosecha debía devolverse en Agosto por los labradores, más un almud ( doceava parte de una fanega) llamado de « creces » o intereses por cada fanega prestada. Si no había cosecha, la devolución se hacía en Mayo y en dinero. Las deudas incobrables y el mal estado de la agricultura le hicieron llevar una vida difícil. Sus fondos de trigo, en sus mejores momentos, no pasaron de 300 a 400 fanegas y su numerario de los 2.000 reales. Desde 1700 va perdiendo importancia y hacia 1775 poco queda de él. En este año, el Comandante General D. Miguel López Fernández de Heredia da órdenes de reorganizarlo, a lo que se llega en 1776, afío en que el Cabildo acuerda la erección de cuatro pósitos radicantes en Tetir, Antigua, Pájara y Oliva, • A mediados del siglo XVIII, terrenos que se cultivaban de cebada, comienzan a explotarse con barrilla. La zona norte de la isla, junto con la occidental, son las que ofrecen más posibilidades a este cultivo. A fines de este siglo se ha generalizado su cultivo, y la Iglesia trata de extender a él la imposición del Diezmo, cosa que origina a principios del siguiente el correspondiente pleito por parte de los vecinos afectados. Ganadería. También sin estadísticas concreías sobre ganadería, podemos deducir, de la simple lectura de las actas de Cabildo, una disminución de la 37 misma desde el último tercio del siglo XVII. Las garañonadas, para las cuales estaban regulados y destinados los cotos y vedados, desaparecen. La vacada pierde importancia y los asnos salvajes y guaniles también dejan de existir. El mayor censo gananero corresponde a la cabra. En la escritura de Mayorazgo de Fuerteventura se habla de 80O cabras que posee el Señor en Guriame, 200 en Ayaya, 50O ovejas en Jandia, 60 camellos, 20 yeguas y sólo tres yuntas de bueyes, lo que nos da idea de la proporción de las diferentes clases de ganado. En el resto de los vecinos, poseer más de cien cabras u ovejas era ser ganadero de cierta importancia. Ya entrado el siglo XVIII y reducidos los ganados, 20 o 30 cabras u ovejas es lo máximo que por lo general posee el ganadero medio y en los testamentos de la época, la mayor paite de los testadores solo poseen seis u ocho animales de esta clase, prácticamente ninguna vaca y uno o dos camellos. En censo hecho en 1721 se dice que hay 3450 cabezas de ganado mayor y 3737 de menor, cifras en las que están incluidos los jumentos y camellos. La ganadería tropieza con las mismas dificultades que la agricultura: la sequía que desmantela de pastos la isla. El ganado debe recorrer graneles extensiones de terreno para encontrar los pastos de aulaga y cardos, casi únicos en Fuerteventura, y para abrevar. Los propietarios de las mejores tierras reservan en ellas pequeños pastizales, llamados manchones, donde se pastorea. El ganado se encuentra sin estabular y todos los años es preciso hacer « apañada » de él, a fin de que sus dueños lo marquen, según ya vimos. Igualmente, desde que comienza la sementera, debe ser retirado a la costa o a la montaña, según mandato del Cabildo o del Señor, como observamos en 1744, en que establece D. Francisco Bautista de Lugo y Saavedra que hasta que estén totalmente recogidas las cosechas, no se permita la entrada en las vegas del ganado, incluso cuando los dueños de ellos lo sean también de las sementeras. De todas formas, el ganado, después de la agricultura, fue el renglón más importante de la economía insular y la exportación de quesos y en menor escala la de ganado vivo y cueros supuso un regular ingreso. Pesca. Como hemos dicho, apenas se explota esta fuente de riqueza. La costa oriental, la más propicia para las faenas pesqueras se halla deshabitada y hay que llegar al siglo pasado para ver surgir los poblados pes- 38 queros de Corralejos, Gran Tarajal y Morro Jable. Los barquillos de pesca que venían a la isla eran en su mayoría de Tenerife o Canaria y tan escasa era la pesca en la isla que el Cabildo, en 1754, tiene que acordar, en vista que los dichos barcos van a vender su pesca a otras islas, que estando en ésta en viernes y vigilias de Cuaresma, deberán vender en ella el pescado. En 1784 se dice que sólo hay un barquillo que pesque en las costas de Berbería y tiene su base en Caleta de Fustes. En las memorias testamentarias de la época, tan sólo en una hemos visto a un testador propietario de una barca pesquera con sus aparejos. Industria. Se reduce a la extracción de piedra de cal, que bien en bruto, bien calcinada, se exportaba a las otras islas. Existían ya en aquellas épocas algunos hornos de cal, pero el rendimiento económico íue escaso. Las salinas, en cambio, eran inexistentes, como ya hemos visto. En 1789 se informó desde Canarias a Madrid no haber ninguna en la isla, lo que nos hace sospechar que la que en 1681 construía en Gran Tara-jal D. Fernando Mathías Arias y Saavedra no llegó a concluirse. En 1786, el vecino de Gran Canaria D. Juan Francisco del Castillo Olivares solicitó permiso para abrir salinas en la zona de La Hondurilla, de Fuer-teventura, lo que impugnó D. Francisco Bautista de Lugo y Saavedra por estimar tenía su antepasado D. Fernando Mathías facultad real exclusiva para ello desde 1677. La industria artesana se reduce al telar y a la cerámica, destacando en esta última los alfareros del Valle de Santa Inés, cuyo trabajo se extinguió hace no muchos años. Comercio. Al tratar del comercio, analicemos por separado el interior y el exterior, y dentro de éste, el interinsular y el extracanario. En cuanto al primero, si bien el Cabildo vigilaba estrechamente las tiendas de la isla y mercaderes venidos de fuera para evitar abusos, es lo cierto que éstos existieron, sobre todo debido a los mercaderes incontrolados que vendían sus productos, casi siempre ropas, vino y aceite, por los campos, a alto precio y en forma corriente por permuta con cereales, adquiridos al menor costo posible en ventajosa transacción. 39 que obliga al Cabildo a ordenar no se les entregue el trigo por debajo de la tasa. La falta de moneda en la isla produce esta situación. En sesión de 3 de Octubre de 1746 dice el Cabildo que sólo hay en la isla unos 40.000 reales de cobre y casi ninguno de plata y para resolver el problema eleva petición al Rey para que envíe a Fuerteventura 10.000 pesos en ochavos, obligándose en contraprestación la isla a enviar sus frutos durante dos o tres años a Tenerife, para que, convertidos en moneda, se pongan en su Tesorería, asunto que creemos no llegó a resolverse. Además, junto a la moneda de valor real, incluso bambas y fiscas, se introducían en la isla, sospechamos que valiéndose de la ignorancia de los compradores y vendedores de ella, monedas falsas, y así encontramos a fines del siglo XVII, en el numerario del Pósito, cuartos de horca, de llave y segovianos, fuera de circulación. Muchos impuestos los pagan los vecinos en especie, como el de Quintos, en cuyas arcas se encuentran en 1709 gargantillas, cucharas de plata e incluso imágenes sagradas. Esta escasez de moneda, a la par que pone trabas al comercio, deprecia los productos de la tierra, y para poner remedio a ello obliga al Cabildo, a mediados del siglo XVllI, a establecer dos precios reguladores de los comestibles, uno más alto, cuando se permutan por trigo y otro inferior cuando la compra se hace por dinero. El comercio interinsular, de exportación de granos por parte de Fuerteventura, comienza a intensificarse a partir de la segunda mitad del siglo XVII. En los años abundantes y también en los medianos, gran parte de su producción cerealista se embarcaba para Tenerife primero y después también para Gran Canaria. Eventualmente, algunas expediciones se remitieron a la isla de La Palma. Recuas de camellos llevaban el grano a los puertos de Tostón, La Peña y Caleta de Fustes, muchas veces burlando la prohibición de extraerlos dada por el Cabildo. Aunque el negocio era generalmente bueno para los majoreros, algunos afios, por el abarrotamiento del mercado debido a la gran producción, no resultó rentable y el envío de los granos producía pérdidas. Así ocurre hacia 1775, en que entre el Diezmo eclesiástico, pago de jornaleros recolectores, transporte ( 4 reales) y derecho de Quintos ( real y medio) la fanega de trigo llega a Tenerife a precio superior del que se encuentra en el mercado. De todas formas, si bien los cosecheros modestos sufren con ello un fuerte quebranto, los más poderosos, como las familias 40 Sánchez Dumpiérrez y Cabrera, llegan a conseguir, por su mayor poder de resistencia en los años adversos, una auténtica fortuna con este comercio, de la que es bien representativa la obtenida por el Coronel D. Agustín de Cabrera, que a fines del siglo XVIII es uno de los personajes de mayor relieve económico del archipiélago. Por último, y en cuanto a un comercio extracanario por parte de Fuerteventura, hay que decir que es un anhelo de sus familias mas hacendadas el lograr el permiso correspondiente para negociar con Madera y América. Con Madera, y a fines del siglo XVI y principios del XVII, ya existió alguno. Comerciantes portugueses de Madera establecidos en Fuerteventura y objetos procedentes de aquella isla así lo demuestran. De vez en cuando, alguna carabela portuguesa recala en el surgidero de Caleta de Fustes para cargar grano. Todo ello ocurría con anterioridad a 1640, y sobre todo desde 1581, en que Felipe II fue nombrado Rey de Portugal por las Cortes de Thomar, y conquistada Madera por el Conde de Lanzarote, las relaciones entre arabas islas aumentaron. Pero en 1640 Portugal se independiza, nombrando Rey al Duque de Braganza y desde esta fecha las relaciones entre ambos países son poco amistosas. Portugal es aliado natural de Inglaterra, nuestro constante enemigo durante el siglo XVIII, y Madera, el refugio de los corsarios ingleses que merodeaban las costas canarias y lugar de venta de las presas capturadas. A pesar de eso, se propone por el Coronel de Milicias de Lanzarote en 1773 el envío de granos desde Fuerteventura, lo que creemos no tuvo lugar. En 1777 cambia algo la situación política, tras los intentos del Gobierno español de neutralizar a Portugal con la entrega de las provincias de Santa Catalina y Río Grande, en Brasil; y en este mismo año el Cabildo majorero vuelve a solicitar comercio con aquella isla, lo que le es concedido por el Capitán General Marqués de Tabalosos. Pero no tenemos noticia de ningún embarque hasta entrado el siglo XIX, en que comienza la exportación de barrilla. Con América también se solicita permiso de comercio por el Cabildo en 1746, concretamente con Cuba y Puerto Rico, pero advirtiendo luego lo costoso del mismo, e inexperimentados en él, acuerda suspender la petición. En 1783 se intenta conseguirlo de nuevo, al recibirse carta del vecino de Santa Cruz, Domingo Pérez Perdomo, que indica habérsele concedido con los puertos de Cumana, Caracas y Maracaibo. Don Bartolomé de Casabuena, Juez de Comercio de Indias en Canarias, 41 le comunica al Cabildo la concesión de un registro y les advierte que preparen la carga los vecinos que lo deseen, pero el Cabildo, nuevamente temeroso de comenzar una aventura comercial desconocida, suplica al Juez de Indias les remita instrucciones sobre este comercio. Que sepamos, nunca se verificó. Los precios. Finalmente, hagamos alguna consideración sobre los precios en la isla. Durante estos dos siglos estudiados, podemos decir que los precios se mantienen inalterables en sustancia, dadas las escasas oscilaciones que experimentan. Si alguna vez suben, se debe a la escasez reinante, que una vez desaparecida, hace que vuelvan a su ritmo normal. Carnes, vinos y pescados apenas sufren variación y sólo trigo y cebada, cuyo precio está tasado por el Gobierno y Audiencia, llegan a oscilar del tanto al duplo en anos de sequía y mala cosecha, para volver a su anterior precio al mejorar las condiciones agrícolas. Este encarecimiento también se debe, más a los gastos de transporte para su traída a la isla, que a la escasez en sí. La tasa del trigo, en 1661, es de 14 reales fanega, y la mitad la de cebada. En 1678 su precio es de 15 reales y medio y en 1714, por la abundancia, se vende más barato de la tasa, a 10 reales. La fanega de cebada conserva siempre la misma proporción. En contados años de escasez se llegó a vender la fanega de trigo a 30 y más reales. Sobre esta cuestión de los precios detallados por géneros, publicamos al final de este volumen unas tablas comparativas a las que remitimos al lector. DOSCIENTOS AÑOS DE VIDA SOCIAL EN FUERTEVENTURA por CANDELARIA DELGADO GONZÁLEZ Licenciada en Filosofía y Letras Pueblos y Comarcas LOS núcleos de población de Fuerteventura en los doscientos años que abarca este estudio, entre 1600 y 1800, si bien son sustancialmente los mismos que hoy, varían muclio en su importancia. La población, dedicada casi exclusivamente a la agricultura y ganadería, se asentaba en las tierras de mayores posibilidades. De Norte a Sur son centros humanos Villaverde, El Roque, Cuevas Lajares, Oliva, Tindaya, Vallebrón, Malilla, Time, Tetir, Tefía, Llanos de la Concepción, Valle de Santa Inés, Ampuyenta, Casillas del Ángel, Betancuria, Antigua, Triqui-vijate. Agua de Bueyes, Tiscaraanita, Río Palmas, Pájara, Toto, Teseje-rague. Valles de Ortega, Casillas de Morales y Tuineje. Los pueblos más ricos y de mayor transacción comercial durante el siglo XVII formaban la espina dorsal de Fuerteventura, que naciendo en La Oliva, llegaba hasta Pájara, pasando por Santa Inés, Betancuria y Río Palmas. En el siglo XVIII toman incremento Antigua y Tuineje. Los hoy únicos florecientes centros de población de la isla. Puerto del Rosario, Gran Tarajal y Corralejo eran entonces meros refugios náuticos, despoblados, dada la ausencia de pastos en sus contornos y la mala calidad de sus tierras, arenosas, salitrosas y calcáreas. Tampoco eran 44 puertos de importancia en aquella época, pues el temor a los ataques bereberes en dicha costa oriental hacía preferir a los navios como surgideros más seguros los de Tostón y La Peña, en la costa occidental. La población de la isla vivía, como hasta hace poco años, diseminada en gran parte por los campos, sin ninguna vocación urbanita. En el siglo XVII, el Cabildo intenta agrupar a las gentes en la Villa de Betan-curia, la capital, y ordena que fuera de los meses de siembra y recogida de la cosecha, vengan los campesinos a vivir a la Villa, medida ilusoria, que no pasa de ser un mero intento. La antiquísima división de Fuerteventura en las comarcas de Guise y Ayose, que parece provenir de los antiguos dominios de los reyezuelos indígenas del mismo nombre, y de la que hoy no queda el recuerdo, perduraba aún en aquella época. Guise y Ayose son las dos comarcas en que la isla se distribuye para hacer las apañadas de ganado, para herretear los cueros en algunas ocasiones, para presentar a veces los candidatos a elecciones públicas, como la de Personeros en el siglo XVII, para desdoblar en dos el cargo de Alcalde Mayor de la isla, uno para cada comarca. Son difíciles de deslindar ambas por lo impreciso de ellas. Sólo en un acuerdo de Cabildo, el de 20 de Febrero de 1612, se nos dice que Guise se divide de Ayose por la línea que va del Barranco de La Torre hasta Peña Horadada ( Puerto de la Peña). La parte Norte corresponde a Guise, la del Sur, a Ayose. A mediados del siglo XVIII se introduce una nueva zona la de Medianías, entre ambas. La población de la isla era, como ahora, escasa. Torrianí nos dice que el censo de Fuerteventura lo componían 2.0OO almas, cifra posiblemente inexacta por defecto, si se refiere a personas y no a vecinos. La isla, en los siglos que estudiamos, posee una población estable de unas 10.000 personas, como vemos en un censo parroquial de 1744, en que se estipulan en 10.292 y que corrobora el Cabildo al decir que posee Fuerteventura unos 2.300 vecinos. La vivienda y sus accesorios. El menaje. La vivienda de Fuerteventura en estos dos siglos se corresponde con la pobreza de su población. Aparte de la casa- palacio de los Saave-dra, de la que no quedan vestigios y desconocemos como sería ( sospechando a la vista de la de los Marqueses de Lanzarote en Teguise que 45 poco tendría de palacio) y aparte también de la Casa de los Coroneles de La Oliva, del siglo XVIII, pocas construcciones en la isla tuvieron alguna importancia. Media docena de casonas en Betancuria, de las que se conservan hoy tres o cuatro, y alguna más en Pájara, Oliva y Antigua, pueden considerarse tales. Estas viviendas más importantes poseían generalmente dos pisos, con tejado a cuatro aguas. Maderamen de tea en vigas y huecos, y muros y paredes de mampostería con esquinas de cantería en piedra negra molinera vista. Pero como decimos, fueron pocas. La mayoría fueron modestísimas construcciones de dos o tres habitaciones, de una planta, forma rectangular y pocos huecos. Casi siempre con techo a dos aguas y como la teja era un lujo en la vivienda campesina, los techos se construían a base de una viga de tea central, o mojinete, y una serie de vigas con tirantes transversales, todo ello recubierto de « torta » , mezcla de barro y paja. Completaba la vivienda el horno, de piedra y barro, exterior a ella y normalmente adosado, el corral de pajeros y el corral de ganado. Algunas poseían también era o tahona. La pobreza general también se traducía en el mobiliario, que solía consistir en barras de cama o camas de colgar, con colchón de lana de la tierra, almohadas de lo mismo, rodapié de algodón, sábanas de colgar, de lana confitada o de obra llana, la llamada caja de Indias ( arcón de cedro) o las más modestas de la Madera o de pino. Completa el exiguo mobiliario una mesa, algunos taburetes de palo y siempre las armas de pila o destiladera para el agua. En raras ocasiones, algún cuadro religioso o un crucifijo. Aparte, los aperos de labranza. El menaje también era escaso. Lo normal eran unos platos de esta*, fio o peltre ( aleación de zinc, plomo y estaño), alguna caldera, lebrillos de amasar y cerámica de Santa Inés, limetas ( frascos o botellas) y cubiertos de peltre. Respecto de la ropa, los testamentos de la época, al igual que sobre el mobiliario y menaje, nos dan datos concretos. Los tejidos utilizados eran generalmente bastos. Los trajes de hombre y mujer se confeccionaban en añascóte ( lana), camelote ( tejido de pelo de camello primero y luego de lana), sempiterno ( tela de lana basta y muy tupida), droguete ( lana), bayeta, tafetán, perciana y holandilla. Casacas, jubones, armadores, medias, enaguas, mantos, capas y justillos eran indistintamente de estos tejidos y solían poseerse a lo sumo dos de cada prenda. Rarísima vez poseían prendas de seda, a lo más unas medias de fiesta. Un par de 46 zapatos de fiesta o a la morisca y un sombrero corriente o carolín completaban el ajuar. Los adornos y joyas femeninas no abundaban. Podía consideiarse afortunada la mujer que poseía una gargantilla de oro o unas cuentas de lo mismo, joya la más usual, segiin vemos en las memorias testamentarias de la época. Algunos tenían un anillo de oro o una caja de plata. Las más modestas, gargantilla de azabache y caja de madreperla y en arabos casos no más de una. Las armas de fuego casi no existían. Recordemos que en 1740, en la invasión inglesa de Fuerteventura, los defensores carecían de ellas y tuvieron que atacar al enemigo con palos, resguardados tras una fila de camellos que los protegían de los disparos ingleses. En pocas ocasiones alguna familia tenía una escopeta o arcabuz. Mas frecuente era tener una espada o un dardo. La alimentaciéa. La parquedad del menaje hogareño se traduce también en la alimentación. La falta de dinero moneda imposibilita la compra de productos de fuera de la isla y las transacciones con los mercaderes que a ella venían con vino, aceite y ropas, se efectuaban por permuta con trigo o cebada o queso, que aquellos procuran tasar al menor precio posible. La isla se alimenta de carne de macho, cabra u oveja, fundamentalmente, siendo la vaca, muy escasa, menos apreciada. Los más humildes toman carne de caraellOj la más barata, y todos sin excepción el gofio de trigo. Poco pescado, difícil de conservar en aquellos tiempos y en su mayoría salado. Leche y queso de cabra y oveja y algunas frutas, sobre todo higos, completaban la alimentación. A fines del siglo XVIIl comienzan a introducirse, probablemente como consumo de lujo, las cajas de conservas. Es muy frecuente en los constantes años de hambre, el alimentarse la gente con las hierbas de los caminos, sobre todo con el cosco o cofe, con cuya semilla se fabricaba una especie de gofio, y con lapas y caracoles marinos, recogidos en los mariscos de la costa. Sobre este tema del hambre en la isla puede verse la obra « El Hambre en Fuerteventura » , de Roberto Roldan, editada por el Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife, año de 1968, 47 Las enfermedades. Los habitantes de Fuerteventura durante estos dos siglos, no sufren epidemias graves ni contagios generales. La temida peste, de la que dice Viera y Clavijo hubo un conato en la isla en 1554, no aparece en esta época en Fuerteventura, que no deja de precaverse de ella en un constante sobresalto ante las noticias que del exterior llegan. Sólo por las actas de Cabildo sabemos de las siguientes prevenciones de peste llegadas a la isla: En 1610 de peste en Madera, en 1622 en Tenerife, en 1625 en La Palma, en 1626 en Lanzarote, en 1628 en Gran Canaria, en 1648 en Barbada, en 1659 en Lanzarote, en 1663 en Tánger, en 1665 en Inglaterra, en 1669 en Bretaña y Francia, en 1681 en Espafía, en 1711 en Berbería, en 1726 en Levante, en 1784 en Dalmacia y en 1785 en Túnez. Las enfermedades que con carácter epidémico surgen en Fuerte-ventura en estos siglos son generalmente benignas. En 1608 hay algunas muertes en Río de Palmas, que se atribuyen a tabardete. En 1617 otra enfermedad, desconocida, causa algunas bajas y en 1655, hacia marzo, otra enfermedad también desconocida causa pánico en la isla, pues se dice que « es acelerada y de ella escapan pocos » . Sin embargo remite pronto. En marzo igualmente de los años de 1669, 1681 y 1768 hay epidemia de puntada y calenturas y como la puntada se caracteriza por dolores como flechazos en las costillas más bajas, el pueblo acude en novenario al patrocinio de San Sebastián. Estas enfermedades « de marzo » , posiblemente tenían como origen enfriamientos al comenzar la época ventosa de la primavera de la isla. Los médicos son, en este periodo, casi inexistentes en la isla. El pueblo acude a sortilegios y hechicerías en sus enfermedades y esta extendida práctica hace al Cabildo obligar a dar cuenta de los que curaren sin permiso, en sesión de 1759. Tenemos noticia de la existencia de un médico, Martín Fabricio, no sabemos si graduado o no, hacia 1608. Suponemos que es el mismo que bajo el apelativo de cirujano y residiendo en el Valle de Santa Inés, atiende al Alcalde Mayor Alfonso de Cardona en 1638, y que parece ser el único en la isla, ya que tiempo después, en una época de tabardillos y puntadas, el Obispo hizo venir a Fuerteventura al médico Marco Antonio para remediar el mal; y más tarde, y durante la enfermedad de D. Fernando Arias y Saavedra, trajo éste al Doctor Pedro Troncoso, 48 En 1681 viene de Lanzarote el cirujano y boticario Doctor Don Juan Carrera, a curar a Fray Marcos Rocío, del Convento de Betancuria, y propone al Cabildo quedarse en la isla siempre que cada vecino le diese al aflo fanega y media de trigo y si no hay cosecha quince reales, por lo que se obligaría a traer medicinas y curar sin otro pago, salvo las heridas resultantes de pendencias, que cobrará a cargo de los delincuentes. El Cabildo acordó se quedara, lo que ignoramos si llegó a hacerlo. Sin noticias sobre médicos en la isla, llegamos hasta 1759 en que el Cabildo permite al Alférez Salvador de Alfaro ejercer la medicina, aún sin ser graduado, y que realiza hasta 1764 al menos. En 1767 un médico graduado de Tenerife promete servir Fuerteventura, siempre que se le dé lo necesario para subsistir, pero el Cabildo se niega a hacer imposición sobre los vecinos y decide que el médico venga y vea si el ejercicio libre es suficientemente remuneratorio. Mucho nos tememos que nunca llegó a venir, pues en 1787 nos consta no haber médico en la isla. La enseñanza. Uno de los aspectos más descuidados en la vida pública de Fuerte-ventura es el de la cultura, por el escaso interés que en esta isla despertaba. El número de analfabetos en ella era probablemente el que arrojaba mayor porcentaje de Canarias y lo usual y corriente el analfabetismo total. Es frecuente observar en sus actas de Cabildo que varios de sus Regidores no saben firmar, e incluso algún Alcalde Mayor, y los que lo hacen, signan y rubrican de tal forma que nos demuestran su escasísima práctica de la pluma. A lo largo del siglo XVII no conocemos más escuela en Fuerteventura que la mantenida por los religiosos franciscanos en su Convento de Betancuria, que por cierto decae, y al parecer cesa de impartir enseñanza a finales de este siglo, pues el Señor Territorial, Don Fernando Mat-hías Arias y Saavedra, en carta dirigida a los franciscanos de Tenerife, fechada en Tacoronte en 15 de Agosto de 1795, les reprocha no ensenarse ya a leer en el Convento, como antes. Las familias más acomodadas, que son muy pocas, envían algunos meses del año a sus hijos a estudiara Tenerife, Gran Canaria o La Palma, y así, en el Convento de Tacoronte, de S. Agustín, vernos a fines 49 del siglo XVII estudiando a un hijo del Sargento Mayor Socueva y a otro del Alcalde Mayor Pedro Sánchez Umpiérrez. En el siglo XVIII continúa igual la situación escolar. El Cabildo, en 1769, y visto lo ordenado por el Regente de la Audiencia, acuerda que en cada pueblo haya escuela de primeras letras, nombrando maestros y repartiendo su remuneración entre los vecinos, pero no debió de pasar todo ello del buen deseo, pues en 1793, el Personero Manuel Cardona dice no hay maestro en la isla y los padres que pueden tienen que mandar fuera a estudiar a sus hijos. A la vista de ello el Cabildo acuerda que los pueblos indiquen lo que pagarían para sustento de un maestro, y como no tenemos noticia de ello, mucho nos tememos que todo quedó en mero proyecto. Las festividades religiosas. El pueblo majorero, al igual que el del resto de Canarias, era, en esta época, de una gran religiosidad externa. Costumbre general hasta en el más modesto era hacer memoria testamentaria, disponiendo minuciosamente la distribución de sus pobres bienes, hasta del exiguo ajuar. La mayoría de ellos se invierten en pagar los gastos de entierro y misas, pues nunca faltaban ni la misa del alma, ni la de cabo de año y muy frecuente eran las de San Vicente Ferrer. Por lo que hemos observado, el sesenta por ciento de ellos disponían fuesen enterrados con el hábito de San Francisco, y los restantes, con un alba blanca, a imitación del Redentor. A las imágenes y cofradías siempre se les dejaba algo. No gozaban en cambio de favor las tres mandas forzosas ( Casa Santa de Je-rusalem, Santa Cruzada y Redención de Cautivos) a las que se acudía con lo mínimo. Las imágenes de más devoción eran las de La Concepción ( la Iglesia Parroquial de Betancuria estaba y está bajo su advocación), San Francisco ( por el Convento Franciscano) y la Virgen del Rosario. Sin que sepamos por qué, hubo época de devoción a Santa Rosa de Viterbo, cuya imagen estuvo en el Convento de la Villa. Toda esta devoción estaba ligada a la brujería, a la que se acudía con frecuencia en caso de enfermedad, acentuada por la falta de médico en la isla. Las festividades eclesiásticas en los pueblos eran, como aún hoy, el único esparcimiento del vecindario y mezcla de fiesta religiosa y profana. Se enramaban las calles y muchas veces se celebraba la « danza de las espadas » , hoy desconocida. Cronológicamente, las festividades anua- 50 les que podemos llamar insulares van apareciendo en la forma siguiente: La del Corpus, que ya se celebraba al empezar el siglo XVII, en Betan-curia, y que se costeaba entre los zapateros, sastres, ca melleros, hortelan os y vendedoras. Se verifica durante estos dos siglos ininterrumpidamente. En 1608 se elige entre los santos del calendario un patrón de labradores, saliendo en el sorteo designado S. Andrés. Se intenta hacerle una ermita en Esquey, entre Antigua y Santa Inés, y pese a las limosnas recogidas nunca se efectuó. Se veneraba en Tetir- un cuadro del Santo, en el oratorio viejo hoy derruido, que a veces se traía a Betancuria, Duró poco el carácter de esta festividad. La de San Buenaventura fue, sin duda, la fiesta mayor de la isla. Parece que ya antes de 1625 se celebraba según noticias que el Cabildo recibe de los ancianos. En 9 de julio de 1625, el Personero Blas Martín de Armas Monroy y los vecinos, se dirigen al Cabildo para la reanudación de la fiesta y la declaración del Santo como Patrono de la isla, por haberse ésta ganado en su día. Ei Cabildo accede y lo pide al Obispo Fray Juan de Guzmán, quien lo otorga así en 8 de Octubre de 1625 ( ver documento transcrito al final de este volumen) en la localidad ti-nerfefla de Garachico, donde a la sazón residía. La proclamación en Fuerteventura es solemne. El 1 de Noviembre de este afio, a la puerta principal del Convento de Betancuria, se realiza ante gran gentío, con las milicias a caballo formadas y repique de campanas y tambores. Ya desde entonces la festividad se celebra año tras año, en el Convento, pagada por el Cabildo. A ella acude el Cabildo en pleno, milicias insulares a tambor batiente y vecinos de toda la isla. Desde 1925 el Alférez Mayor porta a ella el pendón y no queremos dejar pasar esta ocasión para decir algo del referido pendón, por cuanto hoy, en la sacristía de la parroquia de Betancuria, existe un pendón o estandarte en mal estado de conservación, que se dice fue bordado por Isabel la Católica y que se trajo a la conquista de la isla. Suponemos que se quiere decir se trajo por Diego García de Herrera, pues a la conquista francesa de Béthencourt quien reinaba en Castilla era Enrique III. Razones poderosas nos hacen dudar de tal aserto y veamos por qué. En 1625, al reanudarse al parecer la festividad de San Buenaventura, se dice se lleve la bandera que ha hecho a este efecto el Alcalde Mayor Juan de Zarate y que será guardada luego en el cabildo hasta otro año. En 1626 se habla de llevar un pendón y una bandera. En 1622 51 se dice se lleve el estandarte con que se ganó la isla. A la existencia de este pendón hay que añadir otro nuevo que trajo el Alcalde Mayor Sebastián Trujillo, de España, para la festividad, de damasco colorado con la estampa de San Buenaventura y las armas del Estado de Lanzarote y que se encontraba en Fuerteventura al menos en 1669. Es posible que uno de los dos citados sea el que hoy se encuentra en la sacristía de la parroquia de Betancuria, pero ¿ cuál de los dos? Lógicamente debería ser este último, que sustituiría al primero. Puesto que , ignoramos como sería el primer pendón, la duda sigue hasta el presente. La festividad de San Juan Bautista comienza a celebrarse en 1691. Debido a la plaga de langosta de ese año, el Cabildo, para remediarla, acuerda elegir un Santo que les proteja, y echadas suertes, sale S. Juan Bautista, a quien se acuerda hacer función todos los años con asistencia del Cabildo y sufragando los gastos todos los vecinos. No goza de fervor popular esta función y cae en desuso. Sólo cuando el Cabildo recuerda su obligatoriedad, como en 1772, o se sufren nuevas plagas de langosta, como en 1779, vuelve a practicarse. Como es lógico, San Diego, el único Santo que vivió en Fuerte-ventura, también goza de fervor del pueblo. No sabemos cuando empiezan los cultos intensivos al Santo, pero es de suponer que a partir de su canonización en 1588, y sin tener datos concretos de la fecha de erección de su ermita sobre la gruta en que acostumbraba a orar en vida, según la tradición, en Betancuria, podemos fijarla más o menos por la segunda mitad del siglo XVII. Con carácter insular y oficial sólo se establece por mandato del Señor Territorial en 1768, en agradecimiento a los beneficios recibidos en las peticiones de lluvias y se acuerda celebrarla el primero de Abril de cada año, pero ya de antes se celebraba. En 1670 se le hace novenario por la sequía reinante y en 1755 el Cabildo ordena se turnen los pueblos en la isla en su celebración anual, ya que la fiesta estaba en decadencia por la plaga de ratones. Finalmente hagamos unas consideraciones sobre las festividades de Santa Inés y cultos a la Virgen de la Peña. La de Santa Inés es antiquísima, quizás la primera de la isla, celebrada en su ermita del Valle del mismo nombre, todos los 21 de Enero. Tenemos datos que atestiguan se efectuaba antes de 1570, y como se puede ver en les acuerdos de Cabildo, se utilizaba dicha festividad y concurrencia de fieles para hacer en la ermita, tras la misa, la elección de regidores cadañeros, durante el tiempo que duró esta institución politica. 52 En cuanto a la Virgen de la Peña, tenida hoy por Patrona popular de la isla, como sabemos, su imagen es la que trajo desde Normandía Juan de Béthencourt y que entronizada en la iglesia de Betancuria, por vicisitudes legendarias cuya verdad histórica desconocemos, se halla ya en el periodo que estudiamos situada en la ermita de la Vega de Río Palmas, Aunque hoy es la imagen y fiesta religiosa de más fervor de Fuerteventura, frente a la de San Buenaventura, casi estrictamente oficial, antaño no gozaba esta festividad de carácter oficial, aunque si del fervor del pueblo. Solía traérsela en procesión a la Villa en los afíos de calamidades o sequía y desde mediados del siglo XVIII el Cabildo acude a ella sin cesar en todos los casos de necesidad. Actas de Cabildo ( Extracto) Actas de Cabildo ( Extracto) 1 Legajo 1, f. 2, 19 Septiembre 1605. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Pedro Hernández de Vera y Francisco Morales Perdomo. Escribano, Salvatierra. Personero, Lucas Gutiérrez Cabrera. Reunidos en cabildo, no hallaron nada sobre qué acordar. 2 Legajo 1, f. 2, 17 Octubre 1605. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidor, Francisco Morales. Escribano, Salvatierra. Por no haber comparecido los demás regidores, ni el Personero, acordaron que el alguacil los cite nuevamente a cabildo. 3 Legajo 1, f. 2, 21 Octubre 1605. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Francisco Morales y Pedro Hernández. Escribano, Salvatierra. Acordaron que quien quiera traer queso a la Villa, lo pueda vender a tres cuartos la libra; y si no acudiere nadie, que el Regidor Francisco Morales y el Alcalde Mayor puedan levantar el precio. Acordaron que quien quisiere hacer postura en el remate de las vegas,^ garañonadas y montarasía, lo pueda hacer desde el día de Todos los Santos, compareciendo ante el escribano a hacer la postura. (') Sobre el régimen de las vegas en Fuerteventura, véase el comentarlo económico en la introducción de este volumen. 56 Por habei sólo en la isla el trigo del Pósito,^ acordaron se publique que si los vecinos quisieren amasar trigo, lo pueden vender a ocho onzas* cocido* y nueve en trigo, pena de 1.000 maravedíes al que se le hallare de menos peso. 4 Legajo 1, f. 3, 21 Noviembre 1605. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Juan de Betancor y Francisco de Morales. Escribano, Salvatierra. Personero, Lucas Gutiérrez. Acordaron se publique que en término de tercero día, los criadores del Valle de Santa Inés saquen sus ganados de forma que no dañen los sembrados del mismo, so pena de 200 maravedíes. i 5 Legajo 1, í. 4, Diciembre 1605. Villa de Betancuria. f A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidor, Francisco Morales. Escriba-| no, Salvatierra. 8 Acordaron que después del día de Aflo Nuevo, todos los vecinos | de la Matilla, Tetir, Otro Valle, Triquivijate, Costilla y La Oliva arreglen! el camino^ de Iján, asistiendo con palas y azadones, pena de 4 reales a| los que no asistieren. Concurrirá a vigilar el trabajo el Personero| General. 1 O El Pósito de Fuetfeventura fue creado en 30 de Mayo de 1599, en ferina pnpu- 3 lar, por donativos del vecindario, que aportó cantidades de trigo, cebada y dinero. Se creó i siendo Got) ernador de la isla Baltasar Mateos y Vicario Qinés Cabrera de Betancor. El** Señor de la isla, D. Gonzalo de Saavedra el Joven, junto con unos 185 vecinos aportaron los fondos iniciales del Pósito, que se rigió por las mismas normas que el de Telde. (*) La onza equivalía a 28' 75 gramos. (*) El sistema común en Fuerteventuta, por aquellos tiempos, de reglamentar el amasado del pan era señalar el número de onzas que debía tener la masa en crudo y el pan ya cocido, suponiéndose en una onza la merma por cochura. Este curioso sistema se debe a la fijeza del precio del pan, que solía ser de dos tipos, a los precios de un cuarto y dos cuartos, lo que da lugar a su mayor o menor peso según el precio del trigo. {^) Todos los años, y generalmente después de la invernada, el Cabildo mandaba recomponer los caminos de la isla, que eran de tierra. La reparación se hacía por prestación personal de los vecinos, que con los útiles necesarios, acudían el día fijado al camino señalado, que normalmente era el más cercano a su residencia. Vigilaba el trabajo en cada camino un capitular o persona encargada por el Cabildo para ello, que pasaba a éste la lista o memoria de los vecinos inasistentes, a los que el Cabildo multaba. 57 6 Legajo 1, f. 4,16 Enero 1606, Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Juan de Betancor y Francisco Morales. Escribano, Salvatierra. Acordaron que el Regidor Francisco Morales vaya a ver el camino de Iján y lleve consigo a Alonso García, albarniés, y a Bartolomé Alva-rez, carpintero, concertándose con ellos por el precio más barato. Todo ello dado que íue mandado aderezarlo por los vecinos y, acudiendo éstos, no se pudo hacer sin albarniés y carpinteros. Por no haber pastos sino en la Medianía," y cotos y veranos,' y el ganado camelluno lo tala, acordaron que se saque éste de los cotos y veranos, so pena de 600 maravedíes. 7 Legajo 1, f. 6, 23 Enero 1606. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Juan de Betancor, Francisco Morales y Pedro Hernández. Escribano, Salvatierra, Acordaron recibir en este cabildo al capitán Baltasar de Ortega por Gobernador de esta isla y a Francisco Morales Xerez por Alcalde Mayor, conforme a los títulos dados por D. Gonzalo de Saavedra * a su favor. Y como regidores diputados a Francisco Morales Perdomoy a Mel- C) Al parecer, Fuerteventura, desde el dominio indígena estaba dividida en dos zonas, Quise y Ayose, que coasetvaban en los tiempos que estudiamos los nombres de los reyezuelos que las poseyeron. Esta denominación hoy tía desaparecido, pero se conservó en los tiempos anteriores al siglo pasado, y así, en la elección de regidores cadañeros, uno se elegía por Guise y otro por Ayose. Lo mismo ocurrió con la elección de Personero en « 1 siglo XVHI, con las apañadas y con la aplicación del herrete. La línea divisoria entre ambas la constituía la que desde el Barranco de la Torre se dirige a terminar en el Puerto de la Peña. A veces se introdujo una tercera comarca entre éstas, la de Medianías, de limites Imprecisos. (') La palabra ^ verano » se confundió con la de « vedado » en las actas de Cabildo y significaba los terrenos reservados en los pueblos para que todos los ganados pasten. Por aplicarse aún hoy por algunas, aunque escasas personas, el término verano, lo transcribimos así en este volumen. (^) Don Gonzalo de Saavedra el Joven, junto con sus hermanos D. Fernando de Saavedra, D.'^ Juana de Mendoza y D.^ Constanza Sarmiento, fue hijo del tercer Señor de la isla, D. Gonzalo de Saavedra el Viejo. Instituyó el Mayorazgo de Fuerteventura a favor de su sobrina nataral María de Muxica. Véase ea la sección documental ( íe este yolumen la • escritura de May © razgo. 58 chor de Armas, nombrados en la elección hecha en Santa Inés * el día 21 de este mes, previo juramento y fianza que deberán dar los dos primeros. 8 Legajo 1, f. 7, 3 Febrero 1606. Villa de Betancuria. Gobernador, Baltasar de Ortega. Regidores, Francisco Morales Per-domo y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Ea la Villa de Santa María, ques en esta isla de Fueríeventura, en tres días de hebrero de mili y seis sientes y seis años, se juntaron a ca- s bildo el capitán Baltasar de Ortega, governador desta isla y Francisco f Morales Xerez, digo Perdotno, y Melchior Darmas, regidores deputados i desta isla, por presensia de mi, Francisco Hernández Salvatierra, escre- j vano público, mayor y de concejo desta isla, para acordar las cosas que I convengan al bien y utilidad de la república y acordaron las cosas si- | guientes: | Priroeramente acordaron que las personas que el año pasado an | tehenido los herretes ^° les traygan y esiban al cabildo, para el primero que se... para removerles. | Yten se acordó que, atento que Bartolomé Pérez León, fiador del | baquero, a dado petizión en este cabildo de la resistencia que el ganado | vacuno le haze y que por fuerza le toman la vega y panes del valle y i vega de Santa Ynés y no le puede resistirles, acordaron que el dicho | (') La ermita de Santa Inés, situada en el Valle de su nombre, fue al parecer fundación de Inés Peraza. Existía ya al menos en 1589. En su interior se hacía la elección de regidores cadañeros. Dotada de tierras por D. Gonzalo de Saavedra en 1607. Su fábrica actual es de 1669, salvo el campanario, de 1788 y la sacristía de 1753. De 1789 a 1793 se hace el retablo mayor, estilo rococó. Posee la ermita un buen conjunto de cuadros del siglo XVIIl. Fue saqueada por el Arráez Xaban en su incursión de 1593, llevándose de ella una casulla, una cruz de palo dorada con un Cristo pintado, unos ciriales de madera y una imagen de la Virgen, según consta de su libro inventario. Funcionó en esta ermita la Cofradía de San Bartolomé. ('") Fue el herrete uno de los propios de Cabildo y consistía en el cobro de cierta cantidad por cuero de cabra u otra res que se exportaba o se ponía a secar en las tenerías, como derecho por el mareaje que para identificación hacía el herreteador oficial de Cabildo. Varió la cantidad cobrada, que osciló entre 3 maravedíes por cuero, 1 cuarto por cada tres cueros, etc. 59 Bartolomé Pérez apañe ^^ y haga apañar el ganado vacuno de toda la isla mayor y menor, manzso y serrero, sin reservar res nenguna y nadie se las enpida ni estorve, so pena de diez reales al que se lo estorvare y seis días de presión, la qual apañada y junta haga el dicho Bartolomé Pérez en el coral Desquey, para el luness próximo venidero, que se contarán seis días deste mes presente y año, para que de allí las lleven y saquen sus dueños y guarden a mano, de manera que no hagan daño en los panes ni vegas de la puesta y publicada por la justisia sobre la dicha razón. Yten se acordó se dé libranza al dicho Francisco Morales Perdomo, como mayordomo del consejo, para los gastos que a jurado a hecho por memorial que dio en las fiestas del Corpus Criste ^^ y el dicho Francisco Morales Perdomo prevenga la cuenta que se le a de tomar de los bienes del consejo para el primer cabildo; y diose la dicha libranza al pie del memorial que prestó. Yten se acordó y acordaron que por este presente año sea persone-ro general Johan Perdomo Fransés, vezino desta isla el algualsil deste cabildo paresca para el primer cabildo a ser ressebido a haser la jura. Y con ésto serraron razoness y el dicho acuerdo sse acabó y lo firmaron los dichos governador y Francisco de Morales Perdomo y Melchor Darmas no lo firmó porque no sabe escrever. Ante mi, Francisco Hernández Salvatierra, escrivano, público, mayor y de concejo. 9 Legajo 1, f. 8, 9 Febrero 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan Betancor, Francisco Morales Perdomo y Melchor de Armas. Escribano. Salvatierra. (") Consistía la apañada del ganado en la reunión del que andaba suelto por el campo, en determinadas épocas del año, para el mareaje de las crías y repartimiento a cada ganadero de las que le correspondían. Eran los vecinos los encargados de hacerla, generalmente cuando por haber llovido, y sembrado el campo, comenzaba a crecer el cereal. Caso de no hacerlas los vecinos, las efectuaba el Cabildo a su costa. Aún hoy, en la zona de Jandía se hacen apañadas por los cabreros del ganado que libremente pasta. (") El Corpus era festividad jurada por el Cabildo, que la pagaban los camelleros, bortelanos, zapateros, sastres, vendedoras etc. 60 Juan Mateo Cabrera, Familiar del Santo Oficio, presenta carta de los Inquisidores de Canaria en que mandan que, a mediados de febrero, tengan prevenida casa y ropas para su alojamiento. Acordaron se haga repartimento entre los vecinos más ricos, de camas, sillas, mesas, ropas, lefia y demás. ~ No habiendo pan sino en el Pósito, acordaron fe notifique a Afon-so Soto y Martín Rodríguez, a cuyo cargo está, tengan aparte cahíz ^' y medio de trigo, y no lo gasten, por reservarse al Señor Inquisidor, familia, casa y criados. Acordaron que sean veedores de las garañonadas de Guise, Juan Rodríguez Perdomo, y de Ayose, Sebastián Hernández Soto, quienes jurarán el cargo. Quejándose los labradores de Guise y Ayose que las bestias asnales salvajes " destruyen los panes, y aunque se ha mandado muchas veces que sus amos las recojan y por no haberlo hecho así causan el daño, acordaron se publique que en tercero día sus dueños las recojan y traigan a mano, con apercibimiento que, de no hacerlo, se harán a su costa. Acordaron que quienes tuviesen camellos salvajes los lleven donde no hagan daño a los sembrados, so pena de hacerlo a su costa. Acordaron dar libranza a Francisco Morales Peidomo para que de las penas de cabildo se paguen veinte reales y medio al pregonero público, por cuenta de la ropa. Acordaron se dé libranza al escribano de Cabildo para que se le paguen treinta y tres reales del salario del pasado año. 10 Legajo 1, f. 10, 14 Febrero 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales Perdomo y Melchor de Armas, Escribano, Salvatierra. Juan Mateo Cabrera entregó las bulas al Cabildo para repartir. Son 953, más una de ocho reales. Acordaron se echen suertes con cédulas en que se escriban los nombres de Gaspar Chagueda, Manuel Afonso, Blas (") El cahiz cofflo medida de capacidad para granos, equivalía a 12 fanegas. ('*) La existencia de asnos salvajes era antigua en Fuerteventura. Ya Abreu Galindo nos habla en su obra de que en 1591 se mandó hacer matanza de ellos por los daños que hacían en los cultivos, cobrándose más de 1.500 piezas, cifra que nos parece exagerada. Fueron considerados estos asnos salvajes como propios del Cabildo. 61 Soto y Luis Senabria, para que, revueltas y sacadas por un niño, se den las bulas a quien salga elegido. Hecho así, salió Blas Soto, quien en segundo día comparecerá a recibir las bulas. 11 Legajo 1, f. 11, 20 Febrero 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan de Betancor, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Juan de Betancor dijo se dé el herrete de Ayose a Lucas Melián y el de Guise a Juan Perdomo Francés, Personero General. Francisco Morales Perdomo dijo que el de Ayose lo tenga el Personero y el de Guise Diego de Vera, y si faltare uno pueda herretear la otra parte el que estuviere presente, y estando juntos herreteen conjuntamente. Melchor de Armas dijo ser también éste su parecer. El Alcalde Mayor se decide por este criterio. Acordaron se pregone que cada vecino traerá ante el escribano de Cabildo, hasta el día de S. Juan, cuatro cabezas de cuervo, cortándose en su presencia " so pena de dos reales, por el daño que hacen en panes y ganados. Se acuerda lo que se ha de hacer en la corrida de astios salvajes. Juan de Betancor dijo que por ser Cuaresma y estar la gente en sus devociones, no se haga hasta que pase, y si hubiere quien los quiera tomar, se le darán de cinco, dos. Francisco Morales dijo lo mismo, y Melchor de Armas no dijo nada. Acordaron se remate el corte de la carnicería. Tomaron juramento al Personero General, Juan Perdomo Francés. Por no aceptar ser herreteador Juan Perdomo Francés, pusieron en su lugar a Lucas Melián. 12 Legajo 1, f. 14, 20 Marzo 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan de Betancor, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. ('^) La abundancia de cuervos en Fuerteventura da lugar a que el Cabildo, todos los años y con motivo de la sementera, ordene la matanza de ellos. Lo normal era asignar a cada vecino la obligación de matar un cierto número y traer sus cabezas al escribano, en señal de cumplimiento, quien les cortaba los picos, impidiendo se las entregasen unos vecinos a otros para nueva presentación. El escribano llevaba libro registro. A principios de 1709 desaparece esta costurabre, encontrándose sólo una vez en 1773. 62 Acordaron se dé a Miguel Afonse Soto, prioste de la Cofradía de la Sangre, 4 cuartillos de vino para los penitentes de la procesión. Se pregonará que quien quisiere, podrá limpiar la fuente de Bira-raa y alberquilla del Otro Valle, pagándosele con seis asnillos salvajes. Acordaron que todos los vecinos de la isla limpien la fuente de Río de Cabras el día 13 de Abril, so pena de 4 reales a quien faltare, asistiendo a verla limpiar Melchor de Armas. Acordaron se pregone que dentro de dos meses todos los que tienen marcas, señales y hierros de ganados, las registren para que se- se-pa y para evitar los daños por las muchas marcas que se han inventado, llevando registro el escribano, y caso de no hacerlo, las perderán y pagarán 600 maravedíes. Acordaron que la fuente de Madrigal y Rocha Roxa ^ ® estén a cargo de Juan de Betancor, quien no consentirá laven ropa ni abreven los ganados en ellas, so pena de 600 maravedíes. 13 Legajo 1, f. 16, 23 Mayo 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Se acordó que para el jueves 1 de Junio se limpie la fuente de Río de Cabras por todos los vecinos de la isla. Asistirá Melchor de Armas. El día 2 se limpiará la fuente de Tagasote por los vecinos de la Matilla, asistiendo el anterior citado. El día 7 se limpiará la de Esquinzo por los vecinos de la Oliva y Matilla. Por haber falta de mantenimientos se pondrá la libra de queso a 18 maravedíes, para que se animen ( a vender) los que lo tienen. Vista la escasez de años anteriores por haber sacado los granos de la isla, acuerdan que desde hoy se cierre la saca de trigo, cebada y quesos, y nadie sea osado sacarlos pena de perdidos, y al camellero que los llevare, l. OOO maravedíes de multa y 10 días de prisión. Se pregonará. ('") La fuente de Rocha Roche, hoy conocida por La Rocha, se halla en el Valle de Pozo Negro. Según criterio del Dr. Serra Ráfols, en sus últimas investigaciones, en sus alrededores debió alzarse el castillo edificado por Juan de Béthencourt, según se desprende de ciertos documentos pertenecientes al archivo de la Inquisición en Canarias. 63 14 Legajo 1, í. 17, 2 Junio 1606. Villa de Betancuria. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Comparece el Gobernador Baltasar de Ortega, quien dice que para la fianza que lia de dar por su oficio de Gobernador designa por fiador a Luis de Senabria, vecino de esta isla. 15 Legajo 1, f. 18, 18 Septiembre 1606. Villa de Betancuria. Gobernador, Baltasar de Ortega. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan Betancor y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Acordado en días pasados se cerrase la saca de trigo, cebada y quesos sin licencia del Cabildo, y dado que ahora los navios de Alonso Gómez y demás que están en el puerto de Peña Horadada " han cargado sin licencia, acordaron que el Alcalde Mayor y un Regidor vayan al puerto y visiten los navios y lo que hallaren lo saquen a tierra, castigando a los culpables. 16 Legajo 1, f. 19, 23 Octubre 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Se pregonará que quien trajese trigo de Lanzarote a esta isla, pueda vender la fanega a 21 reales y la de harina a 23 reales. Teniendo noticia que el vecino de esta isla Juan Mateo Cabrera, quiere vender el trigo eclesiástico a 18 reales la fanega y a 9 la de cebada, se notificará al mismo no lo venda sino a 14 reales, que es la tasa ^* que se sabe, y si hay tasa nueva de 18 reales, la muestre y traiga testimonio en que conste. Mandaron que nadie venda trigo sino a 14 reales la fanega y a 6 la de cebada y que el que otra pragmática supiere la presente para que el Cabildo lo sepa. (") Pefla Horadada es el Puetto de la Pefla. ('*) El trigo y la cebada eran cereales con precio de venta tasado por Real Pragmática. 64 17 Legajo 1, f. 20, 9 Noviembre 1606. Villa de Betancuría. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Personero, Juan Perdomo Francés. No habiendo en la plaza pan amasado, dijeron que quienes quieran amasar pan lo hagan de 9 onzas en crudo, quedando 8 cocidas, so pena de perder el que bailaren de menos peso, 18 Legajo 1, f. 20, 8 Enero 1607. Villa de Beíancuria. Gobernador, Baltasar de Ortega. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan Betancor, Francisco Morales y Melchor de Armas. „ Escribano, Salvatierra. » Pregonado que todos los que trajesen trigo de Lanzarote lo vendie- 1 sen a 21 reales la fanega, acuerdan ahora que se pueda amasar este tri-| go en pan de 7 onzas en crudo y 6 cocido, señalándose este pan con un i sello, para que se reconozca y no lo mezclen con trigo de la tierra, bajo I pena. Visitará a las panaderas para que lo cumplan, Francisco Morales | Perdomo. i • o 19 Legajo 1, f. 21, 21 Enero 1607. Valle de Santa Inés. I Gobernador, Baltasar de Ortega. Alcalde Mayor, Francisco Morales. | Escribano, Salvatierra. s I Dijeron que Francisco Morales Perdomo y Melchor de Armas eran I regidores diputados, y por tanto en el día de hoy han cesado en sus i oficios, pero que por su rectitud y diligencia eran dignos de prorrogarles en el oficio, por lo que acuerdan nombrarlos nuevamente por tales durante otro año. Se les notificará. 20 Legajo 1, f. 22, 22 Enero 1607. Villa de Betancuria. Gobernador, Baltasar de Ortega. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidor, Juan de Betancor. Escribano, Salvatierra. Recibieron al uso de regidores diputados a Francisco Morales Perr domo y a Melchor de Armas, quienes juraron el cargo. Acordaron se cierren los veranos de la isla, saliendo en 8 días de ellos todos los ganados, pena de 600 maravedíes. 65 Acordaron se tome cuenta al Mayordomo de Cabildo, Francisco Morales Perdomo. Acordaron que el día 5 de Febrero se junte el ganado vacano en el corral de Esquey, como otras veces se acostumbra, para que de allí se entregue a los vaqueros. Nombraron por veedores de las garañonadas cabrías a Juan de Diepa en la de Ayose y a Luis Sánchez Marichal en la de Guise. Nombraron por herreteadores para los cueros que se sacan de la isla a Diego de Vera en Ayose y a Blas Sánchez Cerdefia en Guise. Acordaron se pregonen los cotos, leña y leche. 21 Legajo 1, f. 23, 19 Febrero 1607. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Se nombra a Enrique de Morales Mateo por Personero General por este año, quien presta juramento. Acordaron se publique que quien quisiera dar leche en la Villa, pueda presentar postura, rematándose en el más bajo precio. 22 Legajo 1, f. 24, 10 Marzo 1607. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidor, Morales Perdomo. Escribano, Salvatierra. Comparece Juan Mateo Cabrera, requiriendo se reciban las bulas en virtud del poder que tiene de Hernando Alvarez, vecino de La Oro-tava. Se reciben 750 bulas de cruzada, 1 de ocho reales, 50 de composición y 50 de difuntos, que vienen en 33 mazos y la de ocho reales suelta. Se entregaron a Francisco Morales Perdomo para repartirlas y cobrarlas. 23 Legajo 1, f. 25, 20 Marzo 1607, Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Desempeñando hace mucho tiempo el cargo de Mayordomo de Cabildo Francisco Morales Perdomo, acordaron lo sea ahora Miguel Rodríguez, quien jurará el cargo. 66 24 Legajo I, f. 27, 18 Junio 1607. Villa de Betancuria. Gobernador, Luis de Senabria Cabrera. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan de Betancor, Francisco Morales, Melchor de Armas y Blas Martín Armas. Escribano, Salvatierra. Por ser año estéril, acordaron no se saque trigo, cebada ni centeno, fuera de la isla, so pena de perdidos el trigo y los camellos que lo llevaren. Se pregonará. 25 Legajo 1, f. 30, 16 Julio 1607. Villa de Betancuria. Gobernador, Luis de Senabria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Personero, Enrique de Morales. Acordaron que en el próxitno cabildo traiga sus papeles Francisco Morales Perdomo, que fue Mayordomo de Cabildo, para hacer las cuentas. 26 Legajo 1, f. 32,16 Septiembre 1607. Villa de Betancuria. Gobernador, Luis de León Senabria. Regidores, Blas Martín y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Desde hace tiempo se ha procurado aprovechar los pollinos salvajes guaniles como bienes de propios concejiles, sin poder hacerlo. Al presente se han ofrecido a ello Juan IsTegrin de Armas y Lucas Perdomo Peña, por lo que les dan comisión para que pudieran correrlos, dándoles como premio, de cada tres asnillos, uno. Darán aviso de los cogidos al regidor Melchor de Armas para que lleve la cuenta. 27 Legajo 1, f. 33, 22 Octubre 1607, Villa de Betancuria. Gobernador, Luis de León Senabria. Alcalde Mayor, Luis de Senabria Cabrera. Regidores, Morales Perdomo y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Como hace más de cuatro años que las cabellas no se meten en corral, acordaron que desde el día 25 todos los vecinos de la isla salgan a apañar el ganado camelluno y lo recojan en Amantín, no dejando suelta res alguna, pena de 4 reales al que no acudiese, y mandando 67 apañar por su cuenta al que dejase alguna atrás. Y se hará en la forma que dicho es, salvo los que están prohibidos por auto de D. Gonzalo de Saavedra. Acordaron se notifique al Gobernador y Alcalde Mayor que dentro de tercer día den las fianzas<
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Calificación | |
Título y subtítulo | Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura |
Autores secundarios | Roldán Verdejo, Roberto ; Delgado González, Candelaria |
Entidad | Cabildo Insular de Fuerteventura |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | La Laguna (Tenerife) |
Editorial | Instituto de Estudios Canarios |
Fecha | 1967 |
Páginas | 1110 p. |
Datos serie | Fontes rerum canariarum ; 14 ; 15 ; 17 |
Materias |
Canarias Historia Siglo 17º-18º |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 18883957 Bytes |
Notas | Vols. 2-3 editados en colaboración con Candelaria Delgado González. Indice. Contiene: v. 1. P. 1729-1798 -- v. 2. P. 1660-1728 -- v. 3. P. 1605-1659 |
Texto | FONTES RERUM CAN ARIARUM - XVII ROBERTO ROLDAN VERDEJO CON LA COLABORACIÓN DE CANDELARIA DELGADO GONZÁLEZ Lie. EN FILOSOFÍA Y LETRAS Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura 1 6 0 5 - 1 6 59 > JSTITUTO DE ESTUDIOS CANARIOS LA L A G U N A DE T E N E R I FE 1 9 7 0 ACUERDOS DEL CABILDO DE FUERTEVENTURA 1 6 0 5 - 1 6 59 Edición y estudio de ROBERTO ROLDAN VERDEJO Con la colaboración de CANDELARIA DELGADO GONZÁLEZ Lie. en Filosofía y Letras LA LAGUNA DE TENERIFE 1970 Es propiedad INSTITUTO DE ESTUDIOS CANARIOS La Laguna, 1970 Goya Artes Gráficas .-: Doctor Allart, 40 :-: ( Depósito Legal TF. 2.129 - 1970) ACUERDOS DEL CABILDO DE FUERTEVENTURA 1605 ' 1659 CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS INSTITUTO DE ESTUDIOS CANARIOS EN LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA FONTES RERUM CANARIARUM COLECCIÓN DE TEXTOS Y DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DE CANARIAS Fascículo XVII Í N D I C E Doscientos años de vida política y económica de Fuerte-ventura 11 Doscientos años de vida social en Fuerteventura . . 43 Acuerdos del Cabildo 1605- 1659 ( extracto) . . . . 53 Documentos 333 Relaciones de: Gobernadores 371 Alcaldes Mayores 379 Regidores de Cabildo 391 Personaros Generales . . . . . 407 Sistema de pesos y medidas 413 Monedas 414 Precios de la carne 415 Precios de algunos productos. . . . . 416 Precios trigo y cebada 4Í7 Precios algunos bienes 418 índices de los conceptos principales . . . 419 JJl pueblo de Fuerteventura, en afectuoso recuerdo de ios años pasados entre él. Lvyooj n este tercero y último volumen sobre los Acuerdos del Cabildo de Fuerteventma, que abarca de 1605 a 1659, damos por terminada la publicación de las actas del mismo, pues como mencionamos en la introducción de nuestro volumen anterior, los acuerdos de antes de 1605 no se conservan, o al menos se desconoce sa existencia, cosa que ya ocurría a mitad del pasado siglo. Cinco años de diarlo trabajo y la generosa acogida del Instituto de Estudios Canarios, de Tenerife, han permitido la publicación de estas actas capitulares, primera que se hace de una isla de Señorío y que, entre sus muchos asuntos rutiruxrios y sin valor histórico, deslizan a veces interesantes y desconocidas facetas de la vida política y económica de Fuer-teventura. Y al igual que en nuestro anterior volumen, agradecemos a Don Federico Díaz Bertrana, Presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, y al Doctor Don Joan Bosch Millares, Director que fue del Museo Canario, las facilidades que dieron para la consulta de los fondos documentales del mismo y que hicieron posible esta publicación. LOS AUTORES DOSCIENTOS AÑOS DE VIDA POLÍTICA Y ECONÓMICA DE FUERTEVENTURA por ROBERTO ROLDAN VERDEJO Terminado con el presente volumen el estudio y publicación de dos siglos de actuación del Cabildo de Fuerte ventura, queremos aprovechar la ocasión para ofrecer al lector una síntesis de conjunto de la vida política y económica de la isla en este período, estudiando a continuación los problemas del señorío territorial, su cabildo, organización militar y cuestiones económicas. EL SEÑORÍO TERRITORIAL EL señorío territorial de Fuerteventura queda jurídicamente constituido en virtud de la transacción efectuada entre el conquistador Diego García de Herrera y los Reyes Católicos en 1476. Merced a este acuerdo, se le reconoce al conquistador su dominio sobre las islas, hasta ahora sometidas, de Gomera, Fuerteventura, Hierro y Lanzarote, mientras la Corona tomó para sí el derecho a conquistar las tres restantes que, más ricas y fuertes, no pueden ser dominadas por las escasas fuerzas militares y recursos económicos de García de Herrera. Esta división de las Canarias en dos grupos va a ser de extraordinaria importancia para su desarrollo económico y político, y así, a lo largo de más de tres siglos vamos a ver, frente al desarrollo gradual de las 12 realengas, un estancamiento en las islas de señorío, que aun hoy día se advierte. A Fuerteventura le correspondió en suerte el estar incluida en el segundo grupo, y su historia política, como veremos más adelante, se ajusta a este marco. Por otra parte, y como norma general que se va reflejando a través de sus instituciones'de gobierno y administración, la presión constante del poder real a través de la Audiencia de Canarias y del Capitán General, suponen un esfuerzo continuado de achicar el poder señorial en beneficio de aquel, bien recortando y poniendo trabas a los nombramientos de cargos políticos designados por el Señor, bien atrayendo a su lado a las familias de mayor representación en la isla, bien fomentando el disgusto del pueblo ante el Señor, que en honor a la verdad podemos decir nunca fue querido ni bien soportado por los isleños. Al llegar a fines del siglo XVIII, la parcela de poder señorial era tan exigua comparada con la del poder real en Fuerteventura, que poco supuso, de hecho, para aquel la abolición de derecho de los señoríos en virtud del Decreto de las Cortes de Cádiz de 6 de Agosto de 1811. Tres enemigos exteriores amenazan el señorío de los Saavedra en Fuerteventura desde su instauración: la intromisión que pretenden hacer los Señores de Lanzarote en esta isla en virtud del testamento de García de Herrera; la ya dicha presión estatal sobre el señorío; y los derechos que a éste pretenden tener las Casas de Lerma y Medinaceli en virtud del testamento de D. Fernando de Saavedra, de hacia 1601. Con pleitos y vicisitudes varias sale triunfante la Casa de Saavedra del primer y tercer enemigo, mas no así del segundo, que como hemos dicho, fue un cáncer implacable que terminó agostando los derechos del Señor. Veamos sucintamente a continuación estos aspectos. El testamento de Diego García de Herrera, quien muere en Betan-curia en 1485 y en su ruinoso convento está enterrado, va a ser un semillero de discordias. A la manera de un señor feudal o rey medieval, reparte sus cuatro islas entre sus hijos, y concretamente la de Fuerte-ventura queda adjudicada, pro- indiviso, entre Constanza Sarmiento ( casada con Pedro Fernández de Saavedra), con tres doceavos de jurisdicción, Sancho de Herrera el Viejo, con cinco doceavos, y María de Ayala con cuatro doceavos. Mala señal era esta indivisión de la isla y aunque Constanza Sarmiento y Fernández de Saavedra se consideran señores de ella en su totalidad, dejando de hecho el gobierno de Lanzarote a Sancho de Herrera que en ella vive, pronto comienzan las interferencias de los Señores de esta isla en el quehacer político de Fuerteventura, 13 Tras un período de relativa calma, en que gobiernan los dos primeros Saavedra, surge la cuestión jurisdiccional con Gonzalo de Saavedra el Viejo, en el señorío de Fuerteventura, y Agustín de Herrera en el de Lanzarote. Dona éste sus derechos sobre aquella isla a su hija bastarda Constanza de Herrera, casada con el célebre Argote de Molina, quien, hombre ambicioso y emprendedor, no duda, a la muerte de Gonzalo de Saavedra y por haber quedado herederos sus hijos menores Fernando y Gonzalo, de tratar de dominar el señorío de Fuerteventura, personándose en la isla hacia 1589 para recibir un vasallaje que casi obtiene por la indiferencia del pueblo, que lo mismo le da un Señor que otro. Sin embargo, el Alcalde Mayor Miguel Hernández Negrín y Gonzalo de Saavedra el Joven logran contrarrestar las influencias que a favor de Argote despliega el propio Capitán General Luis de La Cueva. Por fin, un Real Decreto de Felipe II, de 16 de Junio de 1590 mantiene en el Señorío a los Saavedra y acaba con las pretensiones de los Herrera y Argote de Molina, quienes habían hecho mercedes de tierras majoreras y dictado Autos de buen gobierno. De Argote, incluso, se conocen propiedades en la isla, como la llamada Huerta de Argote de Molina, en Río de Palmas. No cejan en su empeño, sin embargo, los Marqueses de Lanzarote y en 11 de Abril de 1591 obtienen sentencia en que sólo se considera a los Saavedra con jurisdicción en Fuerteventura, si está ausente de esta isla el Marqués de Lanzarote, situación cortada de raíz por nueva sentencia de 1592 en que se reafirma el señorío de los Saavedra, en todo caso, sobre la isla. La situación no obstante sigue inestable, pero pierde virulencia desaparecidos del mapa político el viejo Marqués y Argote, y por D. Andrés Lorenzo Arias y Saavedra se logra en 1616 una transacción con los Señores de Lanzarote, comprometiéndose por cinco años éstos a no pleitear por el Señorío de Fuerteventura. El tiempo va concretando poderes, y aunque ambos señores se titulan « De Lanzarote y Fuerteventura » , de facto limitan sus poderes a sus islas respectivas. La segunda amenaza que padece el señorío de los Saavedra se origina con el testamento de D. Fernando de Saavedra en Madrid ( hacia 1601) en que deja sus derechos sobre la isla, no a su hija natural María de Muxica, sino a la Casa de Lerma, de donde luego llegan a la de Me-dinaceli. Grave peligro éste para los Saavedra, dada la prepotencia política de ambas casas, y mucho mayor desde luego del que podía provenir de los Marqueses de Lanzarote, pero que nunca llega a desencadenarse, limitándose a algunas probanzas. La diferencia con la actuación 14 de los Señores de Lanzarote es fácil de entender. Las Casas de Lerina y Medinaceli son ricas y se asientan lejos de Fuerteventura. Su interés por una isla alejada y de pocos recursos es, lógicamente, escaso. En cambio los Señores de Lanzarote son de modesta fortuna, poseen una isla pobre y cercana a Fuerteventura y el duplicar sus recursos les interesa grandemente. El tercero y último peligro que acecha a los Saavedra proviene del propio Rey. El poder real ataca pronto al señorial por dos frentes simultáneos. Por un lado, la Audiencia de Canarias trata de recortar las facultades del Señor en el nombramiento de oficios públicos, sobre todo de Alcaldes Mayores y Jueces Ordinarios, Personeros y Escribanos, para lograr un cabildo isleño lo más independiente posible del Señor. Por otro lado, el Capitán General de Canarias intenta hacerse con el mando de las armas de la isla para lograr una milicia afecta a él, cosa importantísima en una isla desguarnecida y pieza clave ante cualquier emergencia surgida desde dentro o desde fuera en Fuerteventura. En lo tocante a la Audiencia, el cargo de Alcalde Mayor, que empieza siendo de nombramiento exclusivo del Señor, pasa luego a necesitar de confirmación de aquella, para acabar siendo ordenado que se verifique la elección por el pueblo y sólo pueda el Señor elegir entre los designados en terna. Lo mismo ocurre con el Personero, que elegido por el Señor, desde 1698 la Audiencia obliga a designarlo directamente por el pueblo. En lo referente al Capitán General, las cosas van peor para el poder de los Saavedras. Los primeros de ellos fueron Jefes máximos de su milicia, pero ya en 1587 dicta Felipe II disposición en que si bien los mantiene como primeros jefes, crea a su lado el cargo técnico de . Sargento Mayor, de nombramiento real. Mayor cortapisa significa el nombramiento en 1589 de Capitán General de Canarias; y el primero de ellos, D. Luis de la Cueva, trata de centralizar el mando militar del archipiélago. Ante estos peligros los Saavedra reaccionan y obtienen en 6 de Junio de 1595 una Real Cédula en que se les reconoce como Capitanes a Guerra de Fuerteventura. Pero con el tiempo, el poder militar se les debilita. En 1647 ya los capitanes de las compañías de milicias son de designación real, previa terna sólo del Señor; y además, estando fuera de la isla el Señor, el Sargento Mayor será jefe absoluto de las milicias. Finalmente, en 1708, se crea el cargo de Coronel del Regimiento de Milicias Provinciales de Fuerteventura y aunque el Señor sigue siendo Capitán a Guerra, este cargo es más honorifico que real, 15 primero porque por vivir de continuo en Tenerife, el jefe verdadero es el Coronel, y segundo porque, aún conservando el poder proponer sujeto para el cargo, el Capitán General, como en el caso del nombramiento de Joseph Sánchez Dumpiérrez, designa a un no propuesto, y defendiendo sus derechos el Señor, el Consejo de Guerra le exige, para poder ejercerlos, el tomar posesión de hecho de su territorio. EL CABILDO 1.— Constitación y funcionamiento Al igual que en las demás islas de señorío, el Cabildo de Fuerte-ventura constituye el supremo organismo administrativo de la isla en este período, que unifica bajo su actuación todas las cuestiones que no atañen a la esfera eclesiástica, militar y judicial, aunque en esta última, y al menos desde 1651, actúa como Tribunal de Apelaciones para juicios de hasta 30.000 maravedíes de cuantía, en virtud de Real Cédula, El Cabildo funciona en régimen de abierto o cerrado. Cerrado en sus sesiones normales y abierto en aquellos casos en que se debaten asuntos de gran interés insular, como al tratar del pleito de Quintos, impuestos especiales, elección de cargos públicos y supuestos en que así se requiere por el Personero de la isla. Suelen celebrarse estos cabildos abiertos en la plaza de la parroquia de Betancuria, con asistencia de los vecinos de los pueblos, y no se puede decir gocen de la simpatía de los Señores de la isla que hacen todo lo posible por evitarlos. Los cabildos cerrados se celebran a un ritmo medio de uno por mes. Es importante, a partir del siglo XVIII, el llamado « cabildo de Enero » , donde se pone precio a los alimentos y se dictan normas generales. Los cabildos deben celebrarse los lunes siguientes a los domingos del Santísimo Sacramento, pero pocas veces se cumple la costumbre, a pesar del recordatorio del Cabildo en su sesión de 16 de Mayo de 1639. La actuación del Cabildo, lógicamente se halla sometida en gran parte a la voluntad del Señor; primero, porque él dicta las ordenanzas aplicables; segundo, porque nombra y destituye a su antojo los oficios públicos; y tercero, porque la mayor parte de Alcaldes Mayores, Regidores y Personeros, proceden de un reducido número de familias emparentadas entre sí, lo que da al Cabildo una solidez casi monolítica en 16 sus decisiones. Desde luego, desde 1600 hasta la muerte de D. Fernando Arias y Saavedra en 1674, es el Señor el amo supremo de la isla y en cabildos posteriores a esta última fecha se dice gráficamente que los Señores en esta época « tenían mano » . Con la subida al señorío de D. Fernando Mathías Arias y Saave'dra, el poder del Cabildo aumenta, pues aparte de la residencia normal de éste en Tenerife, D. Fernando Mathías era hombre de carácter menos imperioso y más humilde que sus antecesores e impone un régimen más paternalista. No se preocupa de la exacción de los odiados derechos de Quintos, ayuda con su dinero a paliar el hambre de la isla, gestiona ante la iglesia y el Capitán General ayudas para ella y, cosa curiosa pero significativa, es el único que no antepone el Don a su firma. Con la aparición de los Señores de la Casa de Lugo se intenta de nuevo el mando absoluto, que ya no logran. Su residencia en Tenerife, sin visitar la isla, y el apoyo constante de la Audiencia y Capitán General al predominio del Cabildo hacen decaer el poder señorial, del que no mucho se beneficia la población de la isla, pues su vacio es llenado por el no menos odiado poder de las familias Sánchez Dumpiérrez y Cabrera, que política y económicamente van a regir la isla hasta bien entrado el siglo XIX. El Cabildo se constituye por un Alcalde Mayor, su presidente, un número variable de regidores, el Personero y un Escribano. Uno de los regidores es designado Alguacil Mayor y otro Alférez Mayor. Hasta mediados del siglo XVII existe el cargo de Gobernador, de funciones muy difusas, pues en ocasiones preside el Cabildo, en otras es ajeno a él, y a veces recae en la misma persona el cargo de Alcalde Mayor y Gobernador. Como cargos subalternos existen en el Cabildo el Mayordomo de Propios y un número variable de alguaciles menores. Veamos a continuación un resumen de las vicisitudes políticas de estos cargos. Alcalde Mayor.— E\ nombramiento de este cargo comienza siendo exclusivo del Señor de la isla hasta pasada la primera mitad del siglo XVII, en que, elegido por el Señor, necesita la ratificación de la Audiencia por Provisión, sistema que continúa hasta bien entrado el siglo siguiente. Alguna vez trata el Señor de designar directamente Alcalde Mayor sin aprobación de la Audiencia, como ocurre con D. Francisco Bautista de Lugo y Saavedra al elegir a D. Juan Mateo Cayetano de Cabrera en 1714, pero ya el Cabildo no lo acepta sin tal requisito. Hasta aquí duran en el oficio el tiempo que el Señor quiera y está facultado 17 para destituirlos a su antojo. Es curioso por único, el caso ocurrido en 1615 en que D. Gonzalo de Saavedra nombra aparte del Alcalde Mayor ordinario, otro para la comarca de Guise, alegando la longitud de Fuer-teventura y por ello la necesidad de dos Alcaldes Mayores que la atiendan ( véase nombramiento en la sección documental de este volumen). En 1775 el Teniente Coronel de Lanzarote, Scorcio, obtiene Real Cédula por la que los Alcaldes Mayores habrán de ser designados anualmente por elección del Señor o su apoderado entre dos elegidos por comisarios de los pueblos, sistema que continúa al terminar este siglo. Según estas normas no pueden ser designados entre Personeros o Diputados hasta pasado un año del cese de su oficio, ni entre Regidores hasta pasados dos años. Los Alcaldes Mayores vienen obligados a prestar fianzas legas, llanas y abonadas, a satisfacción del Cabildo, para poder entrar en el desempeño de su cargo. Regidores.— Dmanle estos dos siglos son siempre nombrados directamente por el Señor, debiendo ser ratificados en sus cargos al fallecimiento de quien los nombra, por su sucesor. Su destitución y renuncia a él compete. Aparte de estos regidores, que son los denominados perpetuos, existieron durante algún tiempo los denominados « cadañeros » , con mandato por tiempo de un año. Tales cadañeros, cuya existencia ya encontramos a principio del siglo XVII, eran elegidos en número de dos, uno por Guise y otro por la comarca de Ayose, entre unas listas confeccionadas por el Cabildo, por los vecinos asistentes a la festividad de Santa Inés, después de la misa y en la ermita de su advocación en el Valle de su nombre. En 1641 Don Fernando Arias y Saavedra prohibe esta costumbre, que aunque en 1666 intenta restaurarse, dura muypoco. A veces los cadañeros eran elegidos por el Cabildo o les prorroga el mandato por otro ano, y si alguno renunciaba, elegía directamente otro en su lugar. Frecuentemente también, al terminar el año de su mandato, eran nombrados regidores perpetuos por el Señor. Se ocupaban de las funciones menores y más molestas del Cabildo, como era la vigilancia de precios y celebración de las festividades religiosas. Personero General.— E\ Personero es el representante del pueblo ante el Cabildo, a quien presenta sus peticiones y quejas. Hasta la supresión de los nombramientos de cadañeros en 1641, el Personero es nombrado desde principios del siglo XVII indistintamente por el Cabildo, por el Señor o por el mismo sistema y día que los citados cadañeros. 18 Existe, pues, gran confusión en su nombramiento, lo que hace suponer la poca importancia que el cargo debía tener, a pesar de ser, y quizás precisamente por esto, la voz democrática del pueblo en el Cabildo. A partir de 1641 se efectúa directamente el nombramiento por el Seflor, hasta llegar al aflo 1698, en que por " orden de la Audiencia se elige en cabildo abierto a Pedro Sánchez Dumpiérrez, por más de 250 vecinos asistentes. Este sistema, que debía ser anual, aunque algunas veces pasaban períodos mayores sin elección, dura hasta 1721, en que si bien se verifica la elección en cabildo abierto, separados los vecinos de los capitulares y reunidos como es normal en la sacristía de la parroquia de Betancuria, se designa el cargo entre los que aparecen en una terna propuesta por el Cabildo, si bien hay discrepancias entre los regidores que apoyan el sistema de terna y los que creen se debe nombrar libremente por el vecindario. Este sistema de terna continúa hasta finales del siglo XVIII, en que se vuelven a elegir directamente por el pueblo. La actuación del Personero fue siempre poco relevante, sobresaliendo sólo en la cuestión del pleito de Quintos y en alguna protesta contra actuaciones del Alcalde Mayor, como ocurre en el caso del Alcalde Barreto. Su oficio, a principios del XVII, era obligatorio, sin posibilidad de renuncia, llegando el Cabildo a decretar la prisión del Personero electo Baltasar de Armas Negrín, en 1613, por no querer aceptarlo. Escribano.— Fueron varios los escribanos que simultáneamente desempeñaron su oficio en Fuerteventura. Normalmente eran tres las escribanías, y uno de ellos asistía al Cabildo como escribano de número, mientras otro era designado escribano de Guerra, Felipe II, en Real Cédula de 1584, estableció que los escribanos de las islas de señorío fuesen examinados en la Audiencia, sin tener que pasar a Consejo. Los escribanos de Fuerteventura fueron propuestos por el Señor y examinados por la Audiencia y el Cabildo les daba posesión de sus escribanías. Su adscrición al Cabildo o a la milicia era cuestión del Señor, quien libremente los designaba. También su destitución correspondía a éste, y así vemos a principios del siglo XVII la destitución de Picar de Sosa, en su oficio. Diputados del Común.— Creado este oficio por Real Cédula, comienza a ponerse en práctica por el Cabildo de Fuerteventura a partir de Marzo de 1767. Los Diputados del Común son cuatro en principio, elegidos por representantes de las aldeas de la isla, en número de veinti- 19 cuatro. En 1769, una Real Provisión del Supremo Consejo de Castilla los reduce a dos. Asisten a las sesioues del Cabildo. 2.— Actuación político- administrativa. En el reducido orden político en que se luueve el Cabildo de Fuer-teventura, sus funciones de este tipo son siempre secundarias, salvo en la cuestión, ya tratada en otros volúmenes de esta serie, del Pleito de Quintos. El cabildo, en lo político, es el encargado de examinar la legalidad de los nombramientos para cargos públicos, no solamente de aquellos oficios que se relacionan y componen el mismo, sino también de los ajenos a él, como los de Familiares del Santo Oficio, Sustitutos Fiscales etc., y también los que permiten ejercer su oficio a los artesanos, zapateros, sastres etc. El Cabildo examina la suficiencia de las fianzas prestadas por los cargos obligados a ello y a su vez soporta la inspección de la Residencia. Por otro lado, y en materia de elecciones públicas, ya hemos visto la función en éstas del organismo insular. Más importantes son las funciones administrativas y de policía, que examinamos a continuación con detalle. a.— Policía agrícola y ganadera.— Níny iateiesante es la constante intervención del Cabildo en la regulación de la agricultura. La lucha eterna, que hasta hoy dura, entre agricultores y ganaderos, para evitar los primeros que el ganado cabrío y ovejuno no estabulado, así como el camellar, entre en las vegas y coma los sembrados, y los segundos para lograr no se pongan en roturación nuevos terrenos que mermen los destinados a pastos, dan lugar a una vigilancia extrema del Cabildo. Por lo pronto, las vegas o terrenos cultivables poseen, una vez que se siembran, guardas designados por aquél, mediante subasta del cargo y que pagan los agricultores de acuerdo con la productividad de sus tierras. Su misión es impedir la entrada del ganado y están obligados a dar fianzas. En cuanto a la retribución, en 1664 los vecinos de Agua de Bueyes dan una fanega de cereal por cada cuarenta recogidas; los de Santa Inés una por cada sesenta. Otras veces tienen además comisión para cobrar por res aprehendida, que suele ser de tres cuartos por res mayor, seis maravedíes por tres reses menores y seis reales vellón por hato de cuarenta reses. Como parece que esta costumbre de nombrar guardas se va descuidando en el siglo XVIII, en 1787 el Cabildo acuerda nombrarlos anualmente, remitiendo el acuerdo a la Audiencia para 20 resolución. Algunas veces, como en 1628, los guardas introducen subrepticiamente su propio ganado y el de los amigos en las vegas que vigilan, por lo que el Cabildo tiene que nombrar sobreguardas. Por otra parte, el Cabildo, si el _ afio es estéril, desde el momento de la siembra ordena sacar los ganados de los sembrados y retirarlos a la costa ( zona arenosa y estéril). La recogida del ganado se efectúa mediante « apañadas » , ordenadas por aquél y a las que acuden los ganaderos, reuniendo los ganados en corrales fijados al efecto, de donde los sacan sus dueños para « tenerlos a mano » y que no dañen las plantaciones. En caso de no cumplirlo voluntariamente, las apañadas las hace a su costa el Cabildo. En principio, el Cabildo ha delimitado las vegas o tierras donde se puede sembrar y que suponen terrenos exclusivos para la agricultura, de los que se mantiene alejado al ganado. Las vegas se hallan cercadas con muros de piedra y sus « rayas » o lindes, definidos en el Libro de Rayas que lleva el Cabildo. No pueden alterarse, lo que no impide que los vecinos en varias ocasiones soliciten del Cabildo el alargamiento o ampliación de las rayas para nuevas roturaciones, como ocurre en 1681 con las de Tiscamanita, Agua de Bueyes, Pájara y Antigua. También en 1628, 1697 y 1717 se piden alargamientos. En estos casos, las ordenanzas de los Señores de la isla mandaban que de cada 20 nuevas fanegadas de tierra entradas en vega, los vecinos darían 1 al Cabildo como bienes de propios, mandato que no solía cumplirse y que se recuerda en varias ocasiones por los Jueces de Residencia. A más de ello, los vecinos que deseen sembrar fuera de vega, deberán cercar el tererno. En 1665 el Juez de Residencia Canino pena con 10 ducados y 15 días de prisión. a los que sembraren fuera de vega, sin cercar, y en 1622 el Cabildo dice que si no lo hacen no pueden molestar a los ganados que entren a pastar los sembrados, pues los terrenos no cercados son de libre pasturaje. En 1658 se acuerda que la pared de las cercas deberá tener cinco palmos de alto y dos de bardo. Esta es la explicación de las muchas cercas de piedra, que al parecer sin objeto, se ven aún en los campos de Fuerte ventura. iVJedidas de protección a la agricultura y ganadería son los mandatos de Cabildo sobre exterminio de cuervos y perros. Sobre los primeros, durante el siglo XVII y parte del XVIII es costumbre que anualmente, y hasta el día de San Juan, deban los vecinos, bajo pena de multa, traer cada uno cuatro cabezas de cuervo, o huevos de éste, por el daño 21 que hace a sementeras y crías del ganado. El escribano de cabildo se cuidaba de cortar los picos a las cabezas traídas para que no se aportasen de nuevo por otros vecinos. Sobre los perros, por el daflo que hacen en el ganado, son constantes los mandatos. En 1616 se ordena ahorcar los perros de ganado. En 1618 se manda que no se dejen sueltos los perros de presa y que no los den sus dueños a esclavos ni muchachos para que los lleven a las apañadas. En 1624 se dice que nadie podrá tener más de un perro de caza y ninguno de ganado, y que estará atado Finalmente, y en cuanto al ganado suelto, el Cabildo cuida que anualmente se hagan apañadas, caso de haber sementera, sobre todo de camellos. h.— Policía de bienes comunales.— Aparte de los pastos de montaña y de tierras baldías, son también comunales las salinas y los arbustos silvestres ( tarajales, aceitunos y chaparros) sobre cuyo aprovechamiento se pronuncia el Cabildo en ocasiones. Salinas propiamente dichas, no había en esta época en Fuerteven-tura. En 1700 se dice no hay más que charcos donde se recoge la sal, y aunque en una antigua escritura de 1681 hemos descubierto la construcción de unas salinas en Gran Tarajal por D, Fernando Mathías Arias y Saavedra, es muy posible - que estas no se terminaran. Para no agotar la sal, manda en dicho año el Cabildo que nadie pueda recoger más sal que la que recolecte en un día y necesitare para sus gastos, y si llegase un vecino y la viere amontonada, la podrá llevar pagando por ella tres reales la fanega. En 1641 dice el Cabildo que la sal es bien realengo que todos pueden aprovechar en los charcos donde cuaja y no se permite extraer de la isla, sino sólo venderla unos vecinos a otros. Sobre los escasos arbustos y matas silvestres de la isla, el Cabildo ejerce también vigilancia. No se tolera cortar palmeras sin licencia, ni tampoco tarajales y aceitunos si no es para orejeras de yuntas, palillos para telares y aperos de labranza. Frecuentemente, y por estar muy explotados, se pone guarda a las matas de tarajal para evitar las corten. c,— Policía de caminos.— Los caminos públicos o reales eran cuidados por el Cabildo. Todos los años, hasta entrado el siglo XVIII, su arreglo, tras la invernada, se efectuaba por los vecinos como prestación personal. El Cabildo señalaba día y hora para el comienzo de la faena, a la que debían acudir los vecinos distribuidos según sus residencias, con los útiles necesarios ( palas, azadones y cueros). Para cada camino se se- 22 flalaba un capitular que pasaba lista de los asistentes y vigilaba el trabajo. Se prohibía enviar muchachos menores y la inasistencia se castigaba con multa. En sesión de 19 de Noviembre de 1646 el Cabildo ordena que nadie lo are ni cerque, sino que queden libres, de modo que puedan pasar simultáneamente y parejos dos camellos con sus angarillas, con anchura de 24 pies. Además, los labradores dejarán por marco en el linde de sus tierras 4 pies, para que puedan ir una yunta o un camello con angarillas sin dañar la sementera. d.— Policía sanitaria.— Aparte de las prevenciones tomadas en caso de enfermedades infecciosas, que fueron pocas, la mayor actividad sanitaria del Cabildo se centra en la prevención, caso de aviso de peste en el exterior. En tales supuestos se forma la Junta de Salud, que preside el Alcalde Mayor y se monta servicio de vigía en los puertos para impedir el desembarco de personas y mercaderías de los navios que arriben de lugares infectados. Generalmente son los regidores los que por turnos de varios días deben acudir a los puertos para prestar el servicio. En cuanto a las enfermedades, de ellas se habla en otro lugar de este prólogo, por lo que aquí no las tratamos. También interesantes son las medidas que toma el Cabildo en relación con las escasas fuentes naturales públicas existentes en la isla y que podemos censar en las siguientes, según actas del Cabildo: Río Cabras, Agua Salada, Mesquer, Madrigal, Teguereire, Iján, Afacay, Santa Inés, Tagasote, Tacha Blanca, Tababaire. La Tinaja, Esquinzo, Ampu-yenta, La Torre, Birama, Maraitaga, Palma Muerta, Herrero, Carrizal, Matías, Sobrado y Doña María ( estas dos en Betancuria) y Rocha Rocha. Por cuestiones sanitarias, el Cabildo asigna unas para abrevar y otras para uso humano. Así, para bebida de puercos, se declara la de Palma Muerta. En las de Madrigal y Rocha Rocha no se podrá lavar ropa. En Esquinzo sólo podrán abrevar vacas, yeguas y cabras. La más importante de la isla es sin duda la de Río Cabras, en la que hay caja para abrevadero de camellos y ovejas; otra para vacas, yeguas y cabras, zona para lavado y zona para consumo humano. Las fuentes se limpian por el mismo sistema de prestación personal que los caminos, con la diferencia de que a la de Río Cabras, por ser de uso general, deberán acudir todos los vecinos a limpiada. Por último, en la primera mitad del siglo XVII se toman algunas 23 medidas para la limpieza de Betancuria, que pronto se abandonan, obligándose a los vecinos a limpiar las calles y tirar la basura al barranco. e.— Policía de seguridad.— Escasísimas medidas son las tomadas al efecto. Alguna vez se obliga a los vecinos de la Villa a no andar de noche por las calles. También se obliga a los esclavos a no vivir solos en descampado. En 1608, y dado el peligro de los camellos sueltos en las calles de Betancuria por la agresividad que muestran, se obliga a los que traen a la Villa camellos de transporte y acarreo a que una vez descargados los saquen de inmediato. En 1617 se obliga a carreteros y camelleros que traigan campanillas en carretas y camellos, para avisar a los niños que andan por las calles, bajo multa de 4 ducados y 10 días de prisión. f.— Vigilancia de precios.— El Cabildo señala los precios de venta de los productos en las tiendas abiertas al público. En un principio parece que estas posturas se daban por escrito a los comerciantes. Luego, ya a fines del siglo XVII, el Cabildo, casi invariablemente en su primera sesión del año, fija las posturas de los alimentos, al menos de los principales, con excepción de trigo y cebada, cuyos precios vienen señalados por Real Cédula. También fiscaliza el precio de las ropas traídas de fuera por mercaderes. Los zapatos, en alguna época, son objeto de postura rigurosa, como en 1662 en que se ordena que los borceguíes y zapatos de dos suelas valdrán 15 reales, los de una suela 4, las cabezadas de mujer 3 y las de hombre 4. En cuanto al precio del pan, éste era fijo, fabricándose de dos tamaños, al valor de uno y dos cuartos. Dada la fijeza del precio, lo que hacía el Cabildo era señalar el peso que cada modelo habría de tener y que subía o bajaba según el precio del trigo. g.— El abasto público.— La labor fiscalizadora se centra en este caso exclusivamenie en Betancuria, por lo general. Si bien el campesino vive de sus propios medios, Betancuria, aunque escasa de habitantes, es más escasa aún de recursos agrícolas y ganaderos y el vivir en ella los artesanos y cargos públicos hace necesario vigilar la traída de víveres a la Villa. Hay que preocuparse de que las ventas o tiendas se hallen abastecidas y la actitud del Cabildo al respecto es tajante. Se obliga a los mercaderes a vender las telas en la Villa antes que en el campo. Se obliga a los pescadores a surtir de pescado a Betancuria. En Cuaresma se preocupa el Cabildo de que algún cabrero se obligue a abastecer de 24 leche al pueblo. Y sobre todo el mayor problema lo tiene con el abasto de carne a la carnicería. Por regla general, los ganaderos del campo se resisten a traer sus reses a la carnicería, por la falta de ganado por una parte y por el bajo precio de venta señalado por el Cabildo, por otra. Esto obliga, sobre todo en eI" siglo XVIII, a que el Cabildo, en caso de que nadie suministre carne voluntariamente, tenga que acudir al repartimiento de la carga mediante dula entre los ganaderos, en número proporcional a las reses que posean. El problema surge con la resistencia a cumplir por parte de los aforados a la milicia o a la iglesia, que se resisten a ejecutar la orden, a pesar de Real Cédula de Carlos II que les obliga a concurrir a la carnicería. Aunque en el Cabildo existen cartas de la Audiencia de 1726 y del Capitán General de 1727, los aforados se niegan al cumplimiento, hasta que en 1775 el Comandante General obliga al Coronel de la isla haga cumplir a sus aforados las órdenes. En cuanto al trigo, a veces escasísimo, el Cabildo acude en casos extremos a la incautación del existente en los pajeros de las casas campesinas, trayéndolo a la Villa. En casos menos acuciantes, se daba orden al Pósito para que entregase a las panaderas de Betancuria la cantidad necesaria para el abasto. h.— Policía de mercados.— El cabildo ejercita vigilancia sobre las tiendas de la isla mediante periódicas visitas que sobre ellas efectúa, para conocer si las mismas han obtenido la licencia de venta, y además, si poseen sus propietarios fianza dada en forma. También se obliga a los mercaderes que traen ropas a la isla, que sí son telas de lana, sean mojadas antes de venderlas, a fin de que luego no encojan. Por otra parte, pesos y medidas son cuidadosamente aferidos de tiempo en tiempo, por el aferidor oficial de nombramiento del Cabildo, que comprueba por los padrones la veracidad de fanegas, almudes, cuartos, pesas, balanzas, barriles y pipas, prohibiéndose las pesas de piedra.. En una isla como Fuerteventura, donde el ganado se encontraba, como aún hoy, sin estabular, y en la que la falta de pastos obliga a éste a recorrer grandes distancias, es preciso que se encuentre debidamente marcado para que se conozca su dueño. Esta marca se hace mediante el herrete aplicado al teberite de la oreja, y cada ganadero y cofradía religiosa posee el suyo, El Cabildo lleva libro de marcas a cargo del escribano, y periódicamente ordena la apañada para reconocimiento de marcas y mareaje. La inscripción de las marcas en el libro no se cumple 25 a veces por los ganaderos, y el Cabildo tiene que amenazar con multas su cumplimiento, sobre todo cuando a principios del siglo XVIII y con motivo de las erupciones volcánicas de Lanzarote, muchos criadores de aquella isla pasan a Fuerteventura con sus animales y reina gran confusión sobre las marcas. Igual vigilancia se toma con los cueros que los zapateros ponen a secar en las tenerías y los que se exportan. i.— Exportación de cereales.—\ j& necesidad, que sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVII, es frecuente en Fuerteventura, obliga al Cabildo a decretar el cierre de la saca de granos ( trigo, cebada blanca o romana y centeno) que a otras islas, sobre todo a Tenerife, se hacía. Esta cuestión llega a hacerse tan reiterada, que casi una mitad de las sesiones celebradas en el siglo XVIII se dedica a ello. La problemática es difícil, pues cerrada la saca de granos por el Cabildo, no tardaba en llegar orden de la Audiencia o del Capitán General o del Obispado, mandando se dejasen salir de la isla determinadas partidas de granos, con lo que la estrecha vigilancia del Cabildo se hacía ilusoria. Para terminar con este estado de cosas, pues las competencias de los organismos regionales e insulares no estaban bien determinadas, el Cabildo gestiona cerca del Señor de la isla la obtención de una Real Cédula aclaratoria que, dictada por Carlos II en 1676, ordena que en los años estériles el Capitán General, para conceder licencias de extracción de granos, deberá pedir primero informe al Señor de Fuerteventura, y estando éste ausente de la isla, al Cabildo; y en los anos abundantes, las licencias las deberá dar el Señor de la isla y en su ausencia el Cabildo. El Cabildo actuó con severidad en todos los casos, ordenando el decomiso de camellos, costales y trigo a los camelleros que clandestinamente los bajaren a los puertos, mas pena de azotes o prisión; y hasta la pérdida de los bajeles a los maestres que los embarcaren sin licencia. 3.— Ingresos económicos del Cabildo. Los ingresos del Cabildo de Fuerteventura durante este periodo, o propios del mismo, se concretan a la imposición o sisa del vino, aferi-miento, herrete, remate de cotos, tierras del Cabildo y casas de los puertos, y en los primeros tiempos al menos, ya que luego desaparecen o pierden toda su importancia, las garañonadas y los guaniles. Veámoslos con detalle. El más importante de ellos es el de imposición sobre el vino y 26 aguardiente entrados en la isla. Existe desde los primeros tiempos que estudiamos y el cobro se hacía, en principio, a razón de 100 maravedíes por pipa de vino entrada. Se arrienda por el Cabildo en el mejor postor, con carácter anual. En caso de no haber postor, o en anos excepcionales, el Cabildo cobraba directamente el impuesto, bien por su Mayordomo de Propios, bien por tercera persona. Sin embargo, en 1664,1a Audiencia modifica la imposición y el Cabildo, tratando sobre ella en sesión de 17 de Diciembre de dicho afio, acuerda que en cada cuartillo que se vendiere se pague 3 maravedíes, en cada cuarterola de aguardiente que entrare se cobre 4 reales, en cada pipa de vino se aumentará el impuesto en 3 cuartos más. Otro propio de Cabildo lo constituye el herrete o mareaje de los cueros que se exportan o se ponen a curtir en las tenerías. Es ingreso débil. A principios del siglo XVII el Cabildo, directamente, nombra he-rreteadores por las comarcas de Guise y Ayose a dos personas, quienes recaudan los que pueden y queda para ellos. A mediados de este siglo es ya un regidor comisionado por el Cabildo quien posee el hierro de mareaje, cobrando dos maravedíes por cuero y los herreteadores están obligados a rendir cuenta al Cabildo. En 1690 se acuerda que el herre-teador cobre un cuarto porcada tres cueros. En 1721 se cobran ya tres maravedíes por cuero y con posterioridad a este año lo general es que se arriende su cobro mediante subasta. En 1728 se arrendó por 15 reales, por 40 en 1747, y por 21 diez aflos después. Otro de los propios de Cabildo lo consistía el aferimiento o verificación de pesos y medidas. Hacia principios del siglo XVII,' lo mismo que ocurría con el herrete, se encargaba a un artesano, normalmente carpintero, quien recaudaba para sí lo que podía. El cabildo ordenaba • que periódicamente se trajesen a Betancuria a aferir por los vecinos, bajo multa de no hacerlo, las medías fanegas, almudes, pesas, varas, barriles y pipas. En 1664, y con motivo de la imposición señalada por la Audiencia de que se ha hecho mención al hablar de la sisa del vino, el aferimiento pasa a rematarse por el Cabildo por medio de subasta al mejor postor. Se tarifica su cobro y se acuerda que se cobre por la media fanega, real y medio, por el medio almud, medio real, por cada recua de barriles, cuatro reales, por la vara, medio real, por sellar una pipa, medio real, por balanzas y libras, medio real y por el medio cuartillo, dos cuartos. Este sistema comienza a regir a partir de 1665 y se ordena que las medidas se afieran cada cuatro meses, a excepción de 27 las medias fanegas herradas, que lo serán cada año. Su importancia económica es escasa y así, en 1747, se remata por 60 reales. Durante la primera mitad del siglo XVII aún existen asnos guaniles o salvajes como propios de Cabildo. Recordemos las corridas de estos animales de que nos habla Viera y Clavijo al referirse a la Fuerteventu-ra del siglo XVI. En 1606 se habla de hacer corrida de asnos salvajes dando a los que la hicieren dos de cada cinco cogidos. Y en este mismo año se acuerda que quien quiera limpiar la fuente de Birama se le entregarán seis asnillos salvajes. Es una entrada económica insignificante para el Cabildo, que no se contabiliza y se desprecia. A veces los vecinos marcan los asnos subrepticiamente, por lo que el Cabildo tiene que tomar medidas en 1612, condenando a su pérdida y multa de 600 maravedíes a quien lo hiciere. Igualmente son propios de Cabildo los camellos guaniles. Desde mediados de siglo deja de tratarse esta cuestión en Cabildo, lo que nos hace sospechar desaparecieron estos animales, que ya vendrían extinguiéndose de antaño. Otra fuente de ingresos de los propios de Cabildo lo fueron los arrendamientos de las tierras de su propiedad, que se incrementaban con las entregadas por los vecinos como derecho de entrada de las suyas en vega. Sin embargo, el Cabildo descuidó sobremanera tales arrendamientos, quizás porque nadie los remataba, hasta el punto de perder noticia de qué tierras eran las suyas. A partir de 1737 se viene cobrando por el Cabildo otro impuesto, llamado de casa de los puertos, consistente en el pago de un peso por el maestre de cada barco que arribare. Es un impuesto importante, que arroja su remate en 1747 la cantidad de 420 reales. Parece ser que su justificación estribaba en el uso que el maestre podía hacer de la casa del puerto. Sin embargo, en muchos puertos de la isla, la casa no existia y el impuesto se cobraba igual, lo que mueve en 1765 al Coronel de milicias de Fuerteventura a protestar ante el cabildo de tal cobro, por considerarlo ilícito según las Reales Cédulas, ya que estima que sólo se podrá cobrar dos reales de plata a cada maestre como derecho de salida del navio, y ésto para los fondos militares y no del Cabildo. 4.— Obligaciones económicas. Aparte del pago de los subalternos del cabildo, dos son las princi-dales obligaciones económicas de éste: el pago de los salarios de la Au- 28 diencia y la festividad de San Buenaventura, que está a su cargo. Desde luego, la partida mayor correspondía a tales salarios de los oidores y muchas veces los beneficios de los propios del Cabildo no llegaban a cubrirlos, por lo que la Audiencia, con gran diligencia, ordenó al Cabildo subir la tasa del impuesto, como ocurre con los ya vistos de aterimiento y sisa del vino. También muchos afíos faltaba dinero para el pago de la fiesta de San Buenaventura y eran los capitulares quienes de su bolsillo la pagaban. El pago de los gastos de la Residencia no correspondía al Cabildo sino al Señor Territorial, según Provisión de la Audiencia de 23 de Noviembre de 1655, por lo que cuando el Juez de Residencia Peraza de Ayala intenta tomar 3.425 reales por los gastos de ella, es obligado por la Audiencia a volver a Fuerteventura y devolverlos al Cabildo. LA ORGANIZACIÓN MILITAR Tres periodos distintos podernos considerar en la organización militar de Fuerteventura. El primero abarca hasta fines del siglo XVI y es confuso y no bien conocido. El segundo, a partir de estas fechas, comprende el siglo XVII y durante él se van sentando las bases de una milicia organizada y unos cargos militares designados con arreglo a la legalidad. El tercero, desde 1708 con la creación del Regimiento de iV!¡- licias de la isla, significa el potenciaraiento de una clase militar y la adquisición de una enorme fuerza política, y con ella económica, del Coronel Gobernador de las Armas. El primer periodo, como decirnos, es confuso en cuanto a organización y nombramiento de cargos. Desde luego el Señor es el Jefe Mi- . litar de la isla y subordinados a él estuvieron los maestres de campo, capitanes y alféreces de milicias, cargos éstos que parece fueron de directo nombramiento señorial. Ruraeu de Armas en su obra « Piraterías y ataques navales a las Islas Canarias » nos dice que en el siglo XVII existieron tercios, más o menos fantásticos, con su maestre de campo al frente; y efectivamente, entre otros, cabe citar como maestres de campo en Fuerteventura a Blas Martín de Armas Monroy y a Luis de León Se-nabria. Con la llegada a Canarias, a fines del siglo XVI, del primer Capitán General, Luis de la Cueva, se reorganiza la milicia, como consecuencia del nuevo criterio al respecto de Felipe IL Este Monarca, en 20 29 de Mayo de 1587, concreta el mando militar de las islas de señorío en un primer jefe, que será el Señor, y un segundo jefe, que será el Sargento Mayor, con misión de instructor de los naturales de cada isla y que en Fuerteventura es el primer nombrado Jerónimo de Aguilera Valdivia. Tales Sargentos Mayores serán de nombramiento real. En esta época, al menos en la práctica, sospechamos que el nombramiento de capitanes de compañías se hizo directamente por el Señor. El segundo periodo comienza a partir de la primera mitad del siglo XVII. Durante él, los cargos militares se concretan. Capitán a Guerra lo es el Señor, si está en la isla. El Sargento Mayor está subordinado a él en su presencia, pero si el Señor se halla ausente de su jurisdicción, es el jefe máximo. En cuanto a los capitanes de compañías, su designación sale fuera de la competencia señorial, pues por Real Cédula de 2 de Febrero de 1647, los Señores sólo podrán proponer terna al Consejo de Guerra, quien decidirá y cuya decisión confirmará el Rey. En 1651 se reciben en Fuerteventura los primeros nombramientos de capitanes por este sistema, quienes lo presentan ante el Señor y toman posesión de la compañía, mandándola por las calles de Betancuria, y recibiendo su bandera. En este periodo, Fuerteventura cuenta con una compañía de caballos y cinco de infantería, radicadas éstas en Santa Inés, Pájara, Oliva, Tetir y Antigua. El tercer periodo comienza en 1708, año en que se crea el Regimiento de Milicias. El Señor territorial sigue siendo Capitán a Guerra de la isla, pero su ausencia permanente de ella a partir de esta fecha le da carácter casi honorario al cargo. El Coronel es el Gobernador de las Armas, brazo derecho del Capitán General. Los ejercicios y maniobras militares comienzan a sistematizarse, creando una clase aforada numerosa y que empieza a alardear de las prerrogativas del empleo. Los cargos de Coronel se hacen prácticamente hereditarios y desde el comienzo los acaparan las familias Sánchez Dumpiérrez y Cabrera, llegando a ser, a fines del siglo XVIII, la máxima potencia económica de la isla, sobre todo el Coronel Agustín de Cabrera Béthencourt. El sistema de nombramiento de capitanes continua igual hasta fin de siglo, en que el cabildo propone los cargos al Coronel, de acuerdo con el libro maestro. La reforma de Mazía redistribuye las compañías de Fuerteventura, aumentadas a ocho, y situadas en Betancuria, Oliva, Tetir, Pájara, Am-puyenta, Tuineje, Casillas de Morales y La Caldereta. 30 La Guerra en Fuerte ventura. Salvo las dos batallas sucesivas de los alrededores de Tuineje, en 1740, libradas contra corsarios ingleses y el apresamiento de unos moros desembarcados sin éxito en la isla a mediados del siglo XVII, ninguna actividad guerrera se realiza o tiene por base Fuerteventura en este periodo de dos siglos. De las batallas contra los ingleses nada vamos a decir, por estar perfectamente descritas en la obra « Ataques Ingleses contra Fuerteventura, 1740 » de Béthencourt y A. Rodríguez; y carecemos de noticias concretas sobre el desembarco moro aludido. Han quedado atrás las entradas en Berbería efectuadas por los Saave-dra, el desembarco inglés en la isla en 1586, de que nos habla Viera y Clavijo, la conquista de Madera en 1582 por el Conde de Lanzarote con tropas majoreras y la entrada en esta isla del Arráez Xabán, que destruye en parte Betancuria. Para 1600 es ya válida la frase de Viera y Clavijo en su « Historia » , referida a 1630, de que en Fuerteventura había ya pocos negocios de guerra y pocas armas. Sin embargo, queremos referirnos a los personajes más importantes, residentes en Fuerteventura, que protagonizan aspectos de la conquista de Madera y de la invasión de Xabán, por el interés que los datos que hemos recogido sobre ellos pudieran tener para los interesados en la genealogía y biografía. En la conquista de Madera, tres vecinos de Fuerteventura se destacan entre los expedicionarios: el Sargento Mayor Aguilera, el Gobernador y Maestre de Campo Luis Sánchez Jerez y el Capitán Pedro de Medina, sobre los cuales, y sobre todo el último, se habla con bastante extensión en la obra de Sergio Fernando Bonnet, « La Expedición del Conde- Marqués de Lanzarote a la isla de Madera en 1580 » . Jerónimo de Aguilera Valdivia fue el primer Sargento iVlayor de Fuerteventura, de nombramiento real y designado por tal a consecuencia de la reforma militar efectuada por el Capitán General Luis de la Cueva a fines del siglo XVI en Canarias. Era capitán de infantería en los Tercios de Flandes e intervino, que sepamos, en dos ocasiones interesantes de la vida militar de la isla. La primera, según Viera y Clavijo, cuando los ingleses en 1586 desembarcan en Fuerteventura y repeliéndoles Fernando de Saavedra y Aguilera, Saavedra temeroso se aparta y Aguilera, con sólo ocho hombres, los derrota y lleva hasta el mar. La segunda, cuando con motivo de ser designado Argote de Molina por el 31 Capitán General Luis de la Cueva para el mando militar de Fuerteven-tura, llega Aguilera a esta isla, en representación de Argote, para tomar posesión de dicho mando y se suscitan disputas con los partidarios de los Saavedra, logrando la calma el Sargento Mayor. Casó Aguilera en Fuerteventura con Justa Enríquez de Cabrera, hija del Gobernador Juan Alonso Senabria y Margarita Béthencourt Cabrera, perteneciente ésta a la célebre familia Cabrera de Fuerteventura y descendiente del conquistador Alonso Cabrera Solier. Hijo suyo fue Juan de Valdivia Béthencourt, clérigo, quien puede ser el que aparece otorgando escritura de venta en 1679 como sobrino de Beatriz de Aguiar. Otros descendientes debió tener el Sargento Mayor en la isla, pues en el libro de entierros de la parroquia de Betancuria vemos el del capitán Jerónimo de Aguilera Valdivia, vecino de Tetír en 6 de Febrero de 1673; el de la mujer del capitán Jerónimo de Aguilera, Catalina Cabrera, en 17 de Abril de 1671 y el del Alférez Jerónimo de Aguilera, vecino de La Matilla, en 10 de Octubre de 1671, cuya mujer, María de la Peña, le sobrevive y la vemos vendiendo en 1674 una tierra que fue de Beatriz de Aguiar. Otra figura militar de importancia en aquellos años fue el capitán Pedro de Medina Dumpiérrez, expedicionario a Madera. Fue cufiado de Aguilera, por casar con Catalina Cabrera Senabria Béthencourt, hermana de la mujer de éste. Las noticias familiares que de él poseemos son un tanto contradictorias. Mientras Fernández de Béthencourt en su « Nobiliario de Canarias » ( capítulo dedicado a la familia Cabrera) nos dice fue su única hija María Jesús Medina Béthencourt, casada con Francisco Morales Mateo, hijo de Juan Mateo Cabrera y Luisa Cabrera, en viejas reseñas de documentos notariales de Fuerteventura observamos por un lado la confirmación de este matrimonio, siendo dotada la prometida por sus padres en 1629 ante Melchor de Guevara, pero por otro, aparte de designar a la esposa de Pedro de Medina con el nombre de Catalina Pérez de Béthencourt, se dan como hijos de aquél al capitán Lucas de Béthencourt Dumpiérrez, que obtuvo merced de D. Gonzalo de Saavedra en la Aldea de Buen Lugar en 1609, y a Sebastián Dumpiérrez. Ello parece cierto, pues el testamento del capitán Pedro de Medina, efectuado en Enero de 1627 hace patronato a San Andrés para conservación del Oratorio que le hizo en Tetir, nombrando por patrono a su hijo Sebastián Dumpiérrez y consistiendo el patronato en 28 fanegas de tierra en Tetir, en la Ladera de Miel de Abejas. Por otra parte sus tierras 32 en Garabato, Jarrobo, Valle de Tamagoste y Valle de Jaifas, Jas donó a su hijo Lucas en escritura de 29 de Agosto de 1620, ante Juan Alonso. Tercero y último personaje importante de la conquista de Madera fue el Maestre de Campo Luis Sánchez de Jerez Villavicencio, gobernador de Fuerteventura hacia 1580^ Casó con Juana Pérez de León Sena-bria y tuvo tres hijos: Francisco Pérez Senabria, maestre de campo, Luis de León Senabria, gobernador y maestre de campo, que casó con María de León y tuvieron cinco hijos; y Juan Fernández de Jerez Villavicencio, que entronca con la familia Cabrera al casar con Leonor Cabrera Aguiar, hija de Diego Cabrera Mateo y Beatriz de Aguiar. Las principales tierras de Luis Sánchez Jerez estuvieron radicadas en Llano del Palo, Fimapaire y Laderas de La Oliva, obtenidas por merced señorial. De la invasión del Arráez Xabán en 1593, nos queda la noticia de dos personajes, el alférez Juan de Palomares y el aya Marina de Casa-ñas, de que nos habla Viera y Clavijo en su Historia. Ambos protegieron, ante la entrada de los invasores en Betancuria, a la hija del Señor Fernando de Saavedra, María de Muxica, de corta edad, y la escondieron en la cueva de Maninubre, cerca de Antigua. De la compulsa de antiguos documentos del fondo del Archivo Insular de Fuerteventura, hemos encontrados algunas noticias sobre Juan de Palomares, que según Viera vivió 109 años. Hubo dos Palomares, del mismo nombre, padre e hijo, en aquella época en Fuerteventura. El alférez Juan de Palomares padre, llamado en documentos « el mayor » , obtuvo merced de Don Gonzalo de Saavedra el Viejo en 1556, del que era criado, sobre « unas casas viejas y corrales y majada en Tuineje, cerca de Tetuy y de tierras en Río de Palmas » . El alférez Palomares hijo tuvo otra nierced de Don Gonzalo de Saavedra el Joven en 1 de Marzo de 1592, sobre las tierras que salen de las casas de su padre en Tetuy; y nueva merced de Don Andrés Lorenzo Arias y Saavedra, en 1614, sobre un asiento de casas, pozo, era y mareta en Tetuy, sobre las tierras que posee en Tiscamanita y sobre el Esquén que llaman de Palomares, hacia el camino que viene de Giniginamar a Tuineje y fuente de Tamasite. Este Juan de Palomares hijo, que suponemos es el que nos interesa, casó Con Isabel Hernández. Hijo suyo fue Juan de La Antigua. Y también sabemos de un Juan de Palomares, que seguimos suponiendo era el Palomares hijo, que fue cortador de carnecería y pregonero público en los primeros años del siglo XVIL Algunas transacciones conocemos del mis- 33 mo, como venta de casa y corral en Betancuria en Octubre de 1635; una cesión de rosa al Convento de Betancuria en 1625 por misa y sepultura; y una transacción en 1635, junto con su hijo Juan de La Antigua, sobre tierras en Tetuy. Del aya Marina de Casañas no tenemos ningún dato que nos permitan identificarla plenamente. Sospecharnos pueda ser una Marina de Casañas, casada con Francisco López Peña, que vivió en la aldea de Ma-ninubre, lugar donde estaba situada la cueva- refugio, por aquellos años. Francisco López Peña pertenece a la familia Picar y Peña, asentada en el Valle de Santa Inés, y de cierto quehacer político en la isla. Entre los hijos de esta Marina de Casañas cabe citar a Inés de Cerdeña y María Peña Picar, casadas con el regidor Lucas Perdomo de Vera y su hermano Miguel Perdomo de Vera. Lucas fue padre del Gobernador Luis Per-domo de Vera, alférez mayor de la isla. LA ECONOMÍA DE LA ISLA Si la actividad política de Fuerteventura en estos doscientos años presenta con frecuencia lagunas difíciles de salvar, por falta de datos concretos, la actividad económica ofrece oscuridades mayores, debido a la carencia de una estadística organizada, cuya falta sólo nos deja entrever un panorama general de insegura interpretación. En esta época, las fuentes de riqueza en la isla son dos fundamentales y puede decirse que únicas: agricultura y ganadería. Es un paradoja que ambas, en vez de complementarse, se destruyan mutuamente. Condenadas a vivir juntas, la ganadería no estabulada va perdiendo sus mejores terrenos de pastos ante el avance de la agricultura, que rotura nuevas tierras y la desplaza a costas y montanas, con un predominio cada vez mayor sobre aquella. Agricultura. La llegada de conquistadores normandos con Jean de Béthencourt y luego de colonos andaluces con García de Herrera y Pedro Fernández de Saavedra, asienta las bases de una economía agrícola en la isla, de espaldas al mar y a la pesca, que por la riqueza ictiológica del litoral isleño, quizás hubiera sido más rentable para Fuerteventura. La población 34 comienza a establecerse en los valles más feraces, como son los de Be-tancuria, Santa Inés, Oliva, Antigua, Tetir, Río de Palmas, Pájara y Tui-neje, amén de otros menos extensos. Pero junto con la producción cerealista, de que seguidamente hablaremos, desde el asentamiento de la nueva población se inicia la recogida de la orchilla, y más de algún historiador piensa que uno de los móviles de la conquista de Canarias por Béthencourt fuera la de exportar este liquen a su país natal, Grainville- La- Teinturiére, donde como el topónimo índica, debieron existir industrias textiles que de ella necesitasen como colorante. Desde luego, considerar la orchilla como único producto agrícola exportable durante los cien o ciento cincuenta primeros años de colonización de Fuerteventura no es idea descabellada, toda vez que si a fines del siglo XVIII, en el informe económico de Scorcio, se dice que las islas se autoabastecen de cereal, salvo Tenerife por su gran población, es seguro que ni hasta fines del siglo XV en que ésta se conquista, ni hasta bastante después, necesitó dicha isla grano del exterior; y desde luego mal podemos pensar en comercio cerealista entre las cuatro islas de señorío en estos tiempos. Carecemos de datos sobre los orchilleros de estos tiempos, pero hemos de suponer que existieron en todos los terrenos de malpaís volcá-iiico aprovechable, y a la orchilla hay que unir el « agicán » o variedad botánica de ella. En el Mayorazgo de Fuerteventura, constituido por. D. Gonzalo de Saavedra en 1610, se habla de las orchillas de Jandía Aparte de esta zona, aún hoy se ven grandes orchilleros abandonados en la parte volcánica de La Oliva a El Roque. El valor del producto en aquella época es difícil de determinar. Sabemos que en 1709, cuando el Juez de Residencia embarga las rentas de orchillas de los herederos de D. Fernando Mathías Arias y Saavedra, por no tener éstos la pólvora de-l) ida en el Pósito, tal renta anual era de 600 reales. La agricultura en Fuerteventura es sólo cerealista y de secano. El aprovechamiento de las tierras se efectúa generalmente en « vegas » , cuyo régimen ya vimos al hablar de las funciones del Cabildo, y es muy frecuente disponer la tierra de cultivo en forma de gravias, rodeando aquellas de un ribazo de tierra de un metro, más o menos, de altura, que por ser arcillosa hace que el agua de lluvia se embalse en el interior sin desaprovecharse. Al cabo de unos días la tierra ha absorbido el agua ( la gavia ha bebido) y se halla lista para la sementera. La regulación del agua en estos cultivos de secano es esencial, y la costumbre 35 inmemorial en este aspecto en Fuerteventura es hacer comunes e imposibles de apropiación de las aguas de sobretierra, que se aprovecharán por los cauces naturales por donde discurran, sin entorpecimientos. Así lo declara un Auto de 1567, de D. Agustín de Herrera y Rojas, dado en la isla. Y durante su única visita a Fuerteventura, en 1744, D, Francisco Bautista de Lugo y Saavedra mandó que las aguas comunes de los barrancos, las pasen las heredades contiguas a las inmediatas. Sin embargo, las mercedes de los señores siempre se dan con derecho exclusivo a la percepción del agua, aunque luego los Jueces de la isla las derogan en este particular, y los vecinos, en sus compras de terrenos, hacen continua mención de que la compra se verifica « con sus acogidas de aguas » para evitar futuros inconvenientes. Sobre esta organización agrícola, trigo, cebada y centeno son los productos principales. Sobre todo trigo y cebada, y ésta en sus dos clases de « blanca » y « romana » . La cebada se produce en cantidad inferior al trigo y entre ella la proporción entre sus dos especies es favorable a la blanca por cinco a uno. La producción de centeno es mucho más reducida. Las cosechas, en el siglo XVII, fueron inferiores a la del siglo si" guíente, en que se efectúan numerosos icmpimientosy se alaigaron considerablemente las « rayas » o lindes de las vegas. Los años estériles se mezclan con los medianos y buenos en no muy grata proporción, pues en informe del Cabildo de 1775 se dice que en los 35 años que van de 1740 hasta aquél, se computan 17 totalmente estériles, 8 medianos y 10 buenos. La cosecha de los medianos es de unas 80.000 fanegas ( la fanega de trigo pesa 50 kilos y 36 la de cebada) y de ahí para arriba la de los buenos. En los años óptimos, uno de cada decenio, se llega hasta casi las 200.000 fanegas. En 1747 se recolectan 50.670 fanegas de trigo y en 1764, 74.745. El grano recogido, se guarda por los campesinos dentro de los típicos pajeros del país, para evitar su pérdida por la aparición dei gorgojo debida al « calentamiento » y puede decirse que toda casa campesina poseía su « cercado de pajeros » . Las plagas de la agricultura se concretan en la alhorra o aljorra y en la langosta, mucho más temida la primera por ser endémica en la isla. La alhorra consiste en un parásito que se manifiesta en polvo color amarillo oscuro, que recubre la espiga y la hace granar poco. Plagas de langosta hay en Fuerteventura en 1623, en que aparece localizada en Río de Palmas, y 1626 en que se extiende a otras partes. Igualmente se 36 producen en 1659, en que desembarca en gran número, 1779 y 1781, en que se ve auto de la Audiencia e Instrucción del Fiscal sobre el modo de extinguir el insecto en sus tres estados de canutillo, mosquito y saltón, y se acuerda cometer a cada vecino la recogida de cierta cantidad de él. Nuevamente hay plaga en 1790, que se continúa en el aflo siguiente y sucesivos,, mermando mucífó las cosechas. Institución que trata de consolidar la agricultura triguera es el Pósito, creado en 1599 por instancia de D, Gonzalo de Saavedra y a regirse por las normas del de Telde ( puede verse el acta de constitución en la sección documental del fin de este volumen). Comienza el Pósito con las aportaciones de 185 vecinos, que entregan unos 650 reales y cantidades de trigo y cebada, y su misión es doble: poseer un remanente de trigo para ser prestado a los campesinos como simiente, y disponer de algún dinero que permita la compra de él fuera de la isla en los anos de hambre. En esta última función, se trae trigo a la isla en los afios de 1652, 1660, 1662, 1663, 1676, 1683 etc. En su primera función, más acorde con su naturaleza, prestado el trigo, de haber cosecha debía devolverse en Agosto por los labradores, más un almud ( doceava parte de una fanega) llamado de « creces » o intereses por cada fanega prestada. Si no había cosecha, la devolución se hacía en Mayo y en dinero. Las deudas incobrables y el mal estado de la agricultura le hicieron llevar una vida difícil. Sus fondos de trigo, en sus mejores momentos, no pasaron de 300 a 400 fanegas y su numerario de los 2.000 reales. Desde 1700 va perdiendo importancia y hacia 1775 poco queda de él. En este año, el Comandante General D. Miguel López Fernández de Heredia da órdenes de reorganizarlo, a lo que se llega en 1776, afío en que el Cabildo acuerda la erección de cuatro pósitos radicantes en Tetir, Antigua, Pájara y Oliva, • A mediados del siglo XVIII, terrenos que se cultivaban de cebada, comienzan a explotarse con barrilla. La zona norte de la isla, junto con la occidental, son las que ofrecen más posibilidades a este cultivo. A fines de este siglo se ha generalizado su cultivo, y la Iglesia trata de extender a él la imposición del Diezmo, cosa que origina a principios del siguiente el correspondiente pleito por parte de los vecinos afectados. Ganadería. También sin estadísticas concreías sobre ganadería, podemos deducir, de la simple lectura de las actas de Cabildo, una disminución de la 37 misma desde el último tercio del siglo XVII. Las garañonadas, para las cuales estaban regulados y destinados los cotos y vedados, desaparecen. La vacada pierde importancia y los asnos salvajes y guaniles también dejan de existir. El mayor censo gananero corresponde a la cabra. En la escritura de Mayorazgo de Fuerteventura se habla de 80O cabras que posee el Señor en Guriame, 200 en Ayaya, 50O ovejas en Jandia, 60 camellos, 20 yeguas y sólo tres yuntas de bueyes, lo que nos da idea de la proporción de las diferentes clases de ganado. En el resto de los vecinos, poseer más de cien cabras u ovejas era ser ganadero de cierta importancia. Ya entrado el siglo XVIII y reducidos los ganados, 20 o 30 cabras u ovejas es lo máximo que por lo general posee el ganadero medio y en los testamentos de la época, la mayor paite de los testadores solo poseen seis u ocho animales de esta clase, prácticamente ninguna vaca y uno o dos camellos. En censo hecho en 1721 se dice que hay 3450 cabezas de ganado mayor y 3737 de menor, cifras en las que están incluidos los jumentos y camellos. La ganadería tropieza con las mismas dificultades que la agricultura: la sequía que desmantela de pastos la isla. El ganado debe recorrer graneles extensiones de terreno para encontrar los pastos de aulaga y cardos, casi únicos en Fuerteventura, y para abrevar. Los propietarios de las mejores tierras reservan en ellas pequeños pastizales, llamados manchones, donde se pastorea. El ganado se encuentra sin estabular y todos los años es preciso hacer « apañada » de él, a fin de que sus dueños lo marquen, según ya vimos. Igualmente, desde que comienza la sementera, debe ser retirado a la costa o a la montaña, según mandato del Cabildo o del Señor, como observamos en 1744, en que establece D. Francisco Bautista de Lugo y Saavedra que hasta que estén totalmente recogidas las cosechas, no se permita la entrada en las vegas del ganado, incluso cuando los dueños de ellos lo sean también de las sementeras. De todas formas, el ganado, después de la agricultura, fue el renglón más importante de la economía insular y la exportación de quesos y en menor escala la de ganado vivo y cueros supuso un regular ingreso. Pesca. Como hemos dicho, apenas se explota esta fuente de riqueza. La costa oriental, la más propicia para las faenas pesqueras se halla deshabitada y hay que llegar al siglo pasado para ver surgir los poblados pes- 38 queros de Corralejos, Gran Tarajal y Morro Jable. Los barquillos de pesca que venían a la isla eran en su mayoría de Tenerife o Canaria y tan escasa era la pesca en la isla que el Cabildo, en 1754, tiene que acordar, en vista que los dichos barcos van a vender su pesca a otras islas, que estando en ésta en viernes y vigilias de Cuaresma, deberán vender en ella el pescado. En 1784 se dice que sólo hay un barquillo que pesque en las costas de Berbería y tiene su base en Caleta de Fustes. En las memorias testamentarias de la época, tan sólo en una hemos visto a un testador propietario de una barca pesquera con sus aparejos. Industria. Se reduce a la extracción de piedra de cal, que bien en bruto, bien calcinada, se exportaba a las otras islas. Existían ya en aquellas épocas algunos hornos de cal, pero el rendimiento económico íue escaso. Las salinas, en cambio, eran inexistentes, como ya hemos visto. En 1789 se informó desde Canarias a Madrid no haber ninguna en la isla, lo que nos hace sospechar que la que en 1681 construía en Gran Tara-jal D. Fernando Mathías Arias y Saavedra no llegó a concluirse. En 1786, el vecino de Gran Canaria D. Juan Francisco del Castillo Olivares solicitó permiso para abrir salinas en la zona de La Hondurilla, de Fuer-teventura, lo que impugnó D. Francisco Bautista de Lugo y Saavedra por estimar tenía su antepasado D. Fernando Mathías facultad real exclusiva para ello desde 1677. La industria artesana se reduce al telar y a la cerámica, destacando en esta última los alfareros del Valle de Santa Inés, cuyo trabajo se extinguió hace no muchos años. Comercio. Al tratar del comercio, analicemos por separado el interior y el exterior, y dentro de éste, el interinsular y el extracanario. En cuanto al primero, si bien el Cabildo vigilaba estrechamente las tiendas de la isla y mercaderes venidos de fuera para evitar abusos, es lo cierto que éstos existieron, sobre todo debido a los mercaderes incontrolados que vendían sus productos, casi siempre ropas, vino y aceite, por los campos, a alto precio y en forma corriente por permuta con cereales, adquiridos al menor costo posible en ventajosa transacción. 39 que obliga al Cabildo a ordenar no se les entregue el trigo por debajo de la tasa. La falta de moneda en la isla produce esta situación. En sesión de 3 de Octubre de 1746 dice el Cabildo que sólo hay en la isla unos 40.000 reales de cobre y casi ninguno de plata y para resolver el problema eleva petición al Rey para que envíe a Fuerteventura 10.000 pesos en ochavos, obligándose en contraprestación la isla a enviar sus frutos durante dos o tres años a Tenerife, para que, convertidos en moneda, se pongan en su Tesorería, asunto que creemos no llegó a resolverse. Además, junto a la moneda de valor real, incluso bambas y fiscas, se introducían en la isla, sospechamos que valiéndose de la ignorancia de los compradores y vendedores de ella, monedas falsas, y así encontramos a fines del siglo XVII, en el numerario del Pósito, cuartos de horca, de llave y segovianos, fuera de circulación. Muchos impuestos los pagan los vecinos en especie, como el de Quintos, en cuyas arcas se encuentran en 1709 gargantillas, cucharas de plata e incluso imágenes sagradas. Esta escasez de moneda, a la par que pone trabas al comercio, deprecia los productos de la tierra, y para poner remedio a ello obliga al Cabildo, a mediados del siglo XVllI, a establecer dos precios reguladores de los comestibles, uno más alto, cuando se permutan por trigo y otro inferior cuando la compra se hace por dinero. El comercio interinsular, de exportación de granos por parte de Fuerteventura, comienza a intensificarse a partir de la segunda mitad del siglo XVII. En los años abundantes y también en los medianos, gran parte de su producción cerealista se embarcaba para Tenerife primero y después también para Gran Canaria. Eventualmente, algunas expediciones se remitieron a la isla de La Palma. Recuas de camellos llevaban el grano a los puertos de Tostón, La Peña y Caleta de Fustes, muchas veces burlando la prohibición de extraerlos dada por el Cabildo. Aunque el negocio era generalmente bueno para los majoreros, algunos afios, por el abarrotamiento del mercado debido a la gran producción, no resultó rentable y el envío de los granos producía pérdidas. Así ocurre hacia 1775, en que entre el Diezmo eclesiástico, pago de jornaleros recolectores, transporte ( 4 reales) y derecho de Quintos ( real y medio) la fanega de trigo llega a Tenerife a precio superior del que se encuentra en el mercado. De todas formas, si bien los cosecheros modestos sufren con ello un fuerte quebranto, los más poderosos, como las familias 40 Sánchez Dumpiérrez y Cabrera, llegan a conseguir, por su mayor poder de resistencia en los años adversos, una auténtica fortuna con este comercio, de la que es bien representativa la obtenida por el Coronel D. Agustín de Cabrera, que a fines del siglo XVIII es uno de los personajes de mayor relieve económico del archipiélago. Por último, y en cuanto a un comercio extracanario por parte de Fuerteventura, hay que decir que es un anhelo de sus familias mas hacendadas el lograr el permiso correspondiente para negociar con Madera y América. Con Madera, y a fines del siglo XVI y principios del XVII, ya existió alguno. Comerciantes portugueses de Madera establecidos en Fuerteventura y objetos procedentes de aquella isla así lo demuestran. De vez en cuando, alguna carabela portuguesa recala en el surgidero de Caleta de Fustes para cargar grano. Todo ello ocurría con anterioridad a 1640, y sobre todo desde 1581, en que Felipe II fue nombrado Rey de Portugal por las Cortes de Thomar, y conquistada Madera por el Conde de Lanzarote, las relaciones entre arabas islas aumentaron. Pero en 1640 Portugal se independiza, nombrando Rey al Duque de Braganza y desde esta fecha las relaciones entre ambos países son poco amistosas. Portugal es aliado natural de Inglaterra, nuestro constante enemigo durante el siglo XVIII, y Madera, el refugio de los corsarios ingleses que merodeaban las costas canarias y lugar de venta de las presas capturadas. A pesar de eso, se propone por el Coronel de Milicias de Lanzarote en 1773 el envío de granos desde Fuerteventura, lo que creemos no tuvo lugar. En 1777 cambia algo la situación política, tras los intentos del Gobierno español de neutralizar a Portugal con la entrega de las provincias de Santa Catalina y Río Grande, en Brasil; y en este mismo año el Cabildo majorero vuelve a solicitar comercio con aquella isla, lo que le es concedido por el Capitán General Marqués de Tabalosos. Pero no tenemos noticia de ningún embarque hasta entrado el siglo XIX, en que comienza la exportación de barrilla. Con América también se solicita permiso de comercio por el Cabildo en 1746, concretamente con Cuba y Puerto Rico, pero advirtiendo luego lo costoso del mismo, e inexperimentados en él, acuerda suspender la petición. En 1783 se intenta conseguirlo de nuevo, al recibirse carta del vecino de Santa Cruz, Domingo Pérez Perdomo, que indica habérsele concedido con los puertos de Cumana, Caracas y Maracaibo. Don Bartolomé de Casabuena, Juez de Comercio de Indias en Canarias, 41 le comunica al Cabildo la concesión de un registro y les advierte que preparen la carga los vecinos que lo deseen, pero el Cabildo, nuevamente temeroso de comenzar una aventura comercial desconocida, suplica al Juez de Indias les remita instrucciones sobre este comercio. Que sepamos, nunca se verificó. Los precios. Finalmente, hagamos alguna consideración sobre los precios en la isla. Durante estos dos siglos estudiados, podemos decir que los precios se mantienen inalterables en sustancia, dadas las escasas oscilaciones que experimentan. Si alguna vez suben, se debe a la escasez reinante, que una vez desaparecida, hace que vuelvan a su ritmo normal. Carnes, vinos y pescados apenas sufren variación y sólo trigo y cebada, cuyo precio está tasado por el Gobierno y Audiencia, llegan a oscilar del tanto al duplo en anos de sequía y mala cosecha, para volver a su anterior precio al mejorar las condiciones agrícolas. Este encarecimiento también se debe, más a los gastos de transporte para su traída a la isla, que a la escasez en sí. La tasa del trigo, en 1661, es de 14 reales fanega, y la mitad la de cebada. En 1678 su precio es de 15 reales y medio y en 1714, por la abundancia, se vende más barato de la tasa, a 10 reales. La fanega de cebada conserva siempre la misma proporción. En contados años de escasez se llegó a vender la fanega de trigo a 30 y más reales. Sobre esta cuestión de los precios detallados por géneros, publicamos al final de este volumen unas tablas comparativas a las que remitimos al lector. DOSCIENTOS AÑOS DE VIDA SOCIAL EN FUERTEVENTURA por CANDELARIA DELGADO GONZÁLEZ Licenciada en Filosofía y Letras Pueblos y Comarcas LOS núcleos de población de Fuerteventura en los doscientos años que abarca este estudio, entre 1600 y 1800, si bien son sustancialmente los mismos que hoy, varían muclio en su importancia. La población, dedicada casi exclusivamente a la agricultura y ganadería, se asentaba en las tierras de mayores posibilidades. De Norte a Sur son centros humanos Villaverde, El Roque, Cuevas Lajares, Oliva, Tindaya, Vallebrón, Malilla, Time, Tetir, Tefía, Llanos de la Concepción, Valle de Santa Inés, Ampuyenta, Casillas del Ángel, Betancuria, Antigua, Triqui-vijate. Agua de Bueyes, Tiscaraanita, Río Palmas, Pájara, Toto, Teseje-rague. Valles de Ortega, Casillas de Morales y Tuineje. Los pueblos más ricos y de mayor transacción comercial durante el siglo XVII formaban la espina dorsal de Fuerteventura, que naciendo en La Oliva, llegaba hasta Pájara, pasando por Santa Inés, Betancuria y Río Palmas. En el siglo XVIII toman incremento Antigua y Tuineje. Los hoy únicos florecientes centros de población de la isla. Puerto del Rosario, Gran Tarajal y Corralejo eran entonces meros refugios náuticos, despoblados, dada la ausencia de pastos en sus contornos y la mala calidad de sus tierras, arenosas, salitrosas y calcáreas. Tampoco eran 44 puertos de importancia en aquella época, pues el temor a los ataques bereberes en dicha costa oriental hacía preferir a los navios como surgideros más seguros los de Tostón y La Peña, en la costa occidental. La población de la isla vivía, como hasta hace poco años, diseminada en gran parte por los campos, sin ninguna vocación urbanita. En el siglo XVII, el Cabildo intenta agrupar a las gentes en la Villa de Betan-curia, la capital, y ordena que fuera de los meses de siembra y recogida de la cosecha, vengan los campesinos a vivir a la Villa, medida ilusoria, que no pasa de ser un mero intento. La antiquísima división de Fuerteventura en las comarcas de Guise y Ayose, que parece provenir de los antiguos dominios de los reyezuelos indígenas del mismo nombre, y de la que hoy no queda el recuerdo, perduraba aún en aquella época. Guise y Ayose son las dos comarcas en que la isla se distribuye para hacer las apañadas de ganado, para herretear los cueros en algunas ocasiones, para presentar a veces los candidatos a elecciones públicas, como la de Personeros en el siglo XVII, para desdoblar en dos el cargo de Alcalde Mayor de la isla, uno para cada comarca. Son difíciles de deslindar ambas por lo impreciso de ellas. Sólo en un acuerdo de Cabildo, el de 20 de Febrero de 1612, se nos dice que Guise se divide de Ayose por la línea que va del Barranco de La Torre hasta Peña Horadada ( Puerto de la Peña). La parte Norte corresponde a Guise, la del Sur, a Ayose. A mediados del siglo XVIII se introduce una nueva zona la de Medianías, entre ambas. La población de la isla era, como ahora, escasa. Torrianí nos dice que el censo de Fuerteventura lo componían 2.0OO almas, cifra posiblemente inexacta por defecto, si se refiere a personas y no a vecinos. La isla, en los siglos que estudiamos, posee una población estable de unas 10.000 personas, como vemos en un censo parroquial de 1744, en que se estipulan en 10.292 y que corrobora el Cabildo al decir que posee Fuerteventura unos 2.300 vecinos. La vivienda y sus accesorios. El menaje. La vivienda de Fuerteventura en estos dos siglos se corresponde con la pobreza de su población. Aparte de la casa- palacio de los Saave-dra, de la que no quedan vestigios y desconocemos como sería ( sospechando a la vista de la de los Marqueses de Lanzarote en Teguise que 45 poco tendría de palacio) y aparte también de la Casa de los Coroneles de La Oliva, del siglo XVIII, pocas construcciones en la isla tuvieron alguna importancia. Media docena de casonas en Betancuria, de las que se conservan hoy tres o cuatro, y alguna más en Pájara, Oliva y Antigua, pueden considerarse tales. Estas viviendas más importantes poseían generalmente dos pisos, con tejado a cuatro aguas. Maderamen de tea en vigas y huecos, y muros y paredes de mampostería con esquinas de cantería en piedra negra molinera vista. Pero como decimos, fueron pocas. La mayoría fueron modestísimas construcciones de dos o tres habitaciones, de una planta, forma rectangular y pocos huecos. Casi siempre con techo a dos aguas y como la teja era un lujo en la vivienda campesina, los techos se construían a base de una viga de tea central, o mojinete, y una serie de vigas con tirantes transversales, todo ello recubierto de « torta » , mezcla de barro y paja. Completaba la vivienda el horno, de piedra y barro, exterior a ella y normalmente adosado, el corral de pajeros y el corral de ganado. Algunas poseían también era o tahona. La pobreza general también se traducía en el mobiliario, que solía consistir en barras de cama o camas de colgar, con colchón de lana de la tierra, almohadas de lo mismo, rodapié de algodón, sábanas de colgar, de lana confitada o de obra llana, la llamada caja de Indias ( arcón de cedro) o las más modestas de la Madera o de pino. Completa el exiguo mobiliario una mesa, algunos taburetes de palo y siempre las armas de pila o destiladera para el agua. En raras ocasiones, algún cuadro religioso o un crucifijo. Aparte, los aperos de labranza. El menaje también era escaso. Lo normal eran unos platos de esta*, fio o peltre ( aleación de zinc, plomo y estaño), alguna caldera, lebrillos de amasar y cerámica de Santa Inés, limetas ( frascos o botellas) y cubiertos de peltre. Respecto de la ropa, los testamentos de la época, al igual que sobre el mobiliario y menaje, nos dan datos concretos. Los tejidos utilizados eran generalmente bastos. Los trajes de hombre y mujer se confeccionaban en añascóte ( lana), camelote ( tejido de pelo de camello primero y luego de lana), sempiterno ( tela de lana basta y muy tupida), droguete ( lana), bayeta, tafetán, perciana y holandilla. Casacas, jubones, armadores, medias, enaguas, mantos, capas y justillos eran indistintamente de estos tejidos y solían poseerse a lo sumo dos de cada prenda. Rarísima vez poseían prendas de seda, a lo más unas medias de fiesta. Un par de 46 zapatos de fiesta o a la morisca y un sombrero corriente o carolín completaban el ajuar. Los adornos y joyas femeninas no abundaban. Podía consideiarse afortunada la mujer que poseía una gargantilla de oro o unas cuentas de lo mismo, joya la más usual, segiin vemos en las memorias testamentarias de la época. Algunos tenían un anillo de oro o una caja de plata. Las más modestas, gargantilla de azabache y caja de madreperla y en arabos casos no más de una. Las armas de fuego casi no existían. Recordemos que en 1740, en la invasión inglesa de Fuerteventura, los defensores carecían de ellas y tuvieron que atacar al enemigo con palos, resguardados tras una fila de camellos que los protegían de los disparos ingleses. En pocas ocasiones alguna familia tenía una escopeta o arcabuz. Mas frecuente era tener una espada o un dardo. La alimentaciéa. La parquedad del menaje hogareño se traduce también en la alimentación. La falta de dinero moneda imposibilita la compra de productos de fuera de la isla y las transacciones con los mercaderes que a ella venían con vino, aceite y ropas, se efectuaban por permuta con trigo o cebada o queso, que aquellos procuran tasar al menor precio posible. La isla se alimenta de carne de macho, cabra u oveja, fundamentalmente, siendo la vaca, muy escasa, menos apreciada. Los más humildes toman carne de caraellOj la más barata, y todos sin excepción el gofio de trigo. Poco pescado, difícil de conservar en aquellos tiempos y en su mayoría salado. Leche y queso de cabra y oveja y algunas frutas, sobre todo higos, completaban la alimentación. A fines del siglo XVIIl comienzan a introducirse, probablemente como consumo de lujo, las cajas de conservas. Es muy frecuente en los constantes años de hambre, el alimentarse la gente con las hierbas de los caminos, sobre todo con el cosco o cofe, con cuya semilla se fabricaba una especie de gofio, y con lapas y caracoles marinos, recogidos en los mariscos de la costa. Sobre este tema del hambre en la isla puede verse la obra « El Hambre en Fuerteventura » , de Roberto Roldan, editada por el Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife, año de 1968, 47 Las enfermedades. Los habitantes de Fuerteventura durante estos dos siglos, no sufren epidemias graves ni contagios generales. La temida peste, de la que dice Viera y Clavijo hubo un conato en la isla en 1554, no aparece en esta época en Fuerteventura, que no deja de precaverse de ella en un constante sobresalto ante las noticias que del exterior llegan. Sólo por las actas de Cabildo sabemos de las siguientes prevenciones de peste llegadas a la isla: En 1610 de peste en Madera, en 1622 en Tenerife, en 1625 en La Palma, en 1626 en Lanzarote, en 1628 en Gran Canaria, en 1648 en Barbada, en 1659 en Lanzarote, en 1663 en Tánger, en 1665 en Inglaterra, en 1669 en Bretaña y Francia, en 1681 en Espafía, en 1711 en Berbería, en 1726 en Levante, en 1784 en Dalmacia y en 1785 en Túnez. Las enfermedades que con carácter epidémico surgen en Fuerte-ventura en estos siglos son generalmente benignas. En 1608 hay algunas muertes en Río de Palmas, que se atribuyen a tabardete. En 1617 otra enfermedad, desconocida, causa algunas bajas y en 1655, hacia marzo, otra enfermedad también desconocida causa pánico en la isla, pues se dice que « es acelerada y de ella escapan pocos » . Sin embargo remite pronto. En marzo igualmente de los años de 1669, 1681 y 1768 hay epidemia de puntada y calenturas y como la puntada se caracteriza por dolores como flechazos en las costillas más bajas, el pueblo acude en novenario al patrocinio de San Sebastián. Estas enfermedades « de marzo » , posiblemente tenían como origen enfriamientos al comenzar la época ventosa de la primavera de la isla. Los médicos son, en este periodo, casi inexistentes en la isla. El pueblo acude a sortilegios y hechicerías en sus enfermedades y esta extendida práctica hace al Cabildo obligar a dar cuenta de los que curaren sin permiso, en sesión de 1759. Tenemos noticia de la existencia de un médico, Martín Fabricio, no sabemos si graduado o no, hacia 1608. Suponemos que es el mismo que bajo el apelativo de cirujano y residiendo en el Valle de Santa Inés, atiende al Alcalde Mayor Alfonso de Cardona en 1638, y que parece ser el único en la isla, ya que tiempo después, en una época de tabardillos y puntadas, el Obispo hizo venir a Fuerteventura al médico Marco Antonio para remediar el mal; y más tarde, y durante la enfermedad de D. Fernando Arias y Saavedra, trajo éste al Doctor Pedro Troncoso, 48 En 1681 viene de Lanzarote el cirujano y boticario Doctor Don Juan Carrera, a curar a Fray Marcos Rocío, del Convento de Betancuria, y propone al Cabildo quedarse en la isla siempre que cada vecino le diese al aflo fanega y media de trigo y si no hay cosecha quince reales, por lo que se obligaría a traer medicinas y curar sin otro pago, salvo las heridas resultantes de pendencias, que cobrará a cargo de los delincuentes. El Cabildo acordó se quedara, lo que ignoramos si llegó a hacerlo. Sin noticias sobre médicos en la isla, llegamos hasta 1759 en que el Cabildo permite al Alférez Salvador de Alfaro ejercer la medicina, aún sin ser graduado, y que realiza hasta 1764 al menos. En 1767 un médico graduado de Tenerife promete servir Fuerteventura, siempre que se le dé lo necesario para subsistir, pero el Cabildo se niega a hacer imposición sobre los vecinos y decide que el médico venga y vea si el ejercicio libre es suficientemente remuneratorio. Mucho nos tememos que nunca llegó a venir, pues en 1787 nos consta no haber médico en la isla. La enseñanza. Uno de los aspectos más descuidados en la vida pública de Fuerte-ventura es el de la cultura, por el escaso interés que en esta isla despertaba. El número de analfabetos en ella era probablemente el que arrojaba mayor porcentaje de Canarias y lo usual y corriente el analfabetismo total. Es frecuente observar en sus actas de Cabildo que varios de sus Regidores no saben firmar, e incluso algún Alcalde Mayor, y los que lo hacen, signan y rubrican de tal forma que nos demuestran su escasísima práctica de la pluma. A lo largo del siglo XVII no conocemos más escuela en Fuerteventura que la mantenida por los religiosos franciscanos en su Convento de Betancuria, que por cierto decae, y al parecer cesa de impartir enseñanza a finales de este siglo, pues el Señor Territorial, Don Fernando Mat-hías Arias y Saavedra, en carta dirigida a los franciscanos de Tenerife, fechada en Tacoronte en 15 de Agosto de 1795, les reprocha no ensenarse ya a leer en el Convento, como antes. Las familias más acomodadas, que son muy pocas, envían algunos meses del año a sus hijos a estudiara Tenerife, Gran Canaria o La Palma, y así, en el Convento de Tacoronte, de S. Agustín, vernos a fines 49 del siglo XVII estudiando a un hijo del Sargento Mayor Socueva y a otro del Alcalde Mayor Pedro Sánchez Umpiérrez. En el siglo XVIII continúa igual la situación escolar. El Cabildo, en 1769, y visto lo ordenado por el Regente de la Audiencia, acuerda que en cada pueblo haya escuela de primeras letras, nombrando maestros y repartiendo su remuneración entre los vecinos, pero no debió de pasar todo ello del buen deseo, pues en 1793, el Personero Manuel Cardona dice no hay maestro en la isla y los padres que pueden tienen que mandar fuera a estudiar a sus hijos. A la vista de ello el Cabildo acuerda que los pueblos indiquen lo que pagarían para sustento de un maestro, y como no tenemos noticia de ello, mucho nos tememos que todo quedó en mero proyecto. Las festividades religiosas. El pueblo majorero, al igual que el del resto de Canarias, era, en esta época, de una gran religiosidad externa. Costumbre general hasta en el más modesto era hacer memoria testamentaria, disponiendo minuciosamente la distribución de sus pobres bienes, hasta del exiguo ajuar. La mayoría de ellos se invierten en pagar los gastos de entierro y misas, pues nunca faltaban ni la misa del alma, ni la de cabo de año y muy frecuente eran las de San Vicente Ferrer. Por lo que hemos observado, el sesenta por ciento de ellos disponían fuesen enterrados con el hábito de San Francisco, y los restantes, con un alba blanca, a imitación del Redentor. A las imágenes y cofradías siempre se les dejaba algo. No gozaban en cambio de favor las tres mandas forzosas ( Casa Santa de Je-rusalem, Santa Cruzada y Redención de Cautivos) a las que se acudía con lo mínimo. Las imágenes de más devoción eran las de La Concepción ( la Iglesia Parroquial de Betancuria estaba y está bajo su advocación), San Francisco ( por el Convento Franciscano) y la Virgen del Rosario. Sin que sepamos por qué, hubo época de devoción a Santa Rosa de Viterbo, cuya imagen estuvo en el Convento de la Villa. Toda esta devoción estaba ligada a la brujería, a la que se acudía con frecuencia en caso de enfermedad, acentuada por la falta de médico en la isla. Las festividades eclesiásticas en los pueblos eran, como aún hoy, el único esparcimiento del vecindario y mezcla de fiesta religiosa y profana. Se enramaban las calles y muchas veces se celebraba la « danza de las espadas » , hoy desconocida. Cronológicamente, las festividades anua- 50 les que podemos llamar insulares van apareciendo en la forma siguiente: La del Corpus, que ya se celebraba al empezar el siglo XVII, en Betan-curia, y que se costeaba entre los zapateros, sastres, ca melleros, hortelan os y vendedoras. Se verifica durante estos dos siglos ininterrumpidamente. En 1608 se elige entre los santos del calendario un patrón de labradores, saliendo en el sorteo designado S. Andrés. Se intenta hacerle una ermita en Esquey, entre Antigua y Santa Inés, y pese a las limosnas recogidas nunca se efectuó. Se veneraba en Tetir- un cuadro del Santo, en el oratorio viejo hoy derruido, que a veces se traía a Betancuria, Duró poco el carácter de esta festividad. La de San Buenaventura fue, sin duda, la fiesta mayor de la isla. Parece que ya antes de 1625 se celebraba según noticias que el Cabildo recibe de los ancianos. En 9 de julio de 1625, el Personero Blas Martín de Armas Monroy y los vecinos, se dirigen al Cabildo para la reanudación de la fiesta y la declaración del Santo como Patrono de la isla, por haberse ésta ganado en su día. Ei Cabildo accede y lo pide al Obispo Fray Juan de Guzmán, quien lo otorga así en 8 de Octubre de 1625 ( ver documento transcrito al final de este volumen) en la localidad ti-nerfefla de Garachico, donde a la sazón residía. La proclamación en Fuerteventura es solemne. El 1 de Noviembre de este afio, a la puerta principal del Convento de Betancuria, se realiza ante gran gentío, con las milicias a caballo formadas y repique de campanas y tambores. Ya desde entonces la festividad se celebra año tras año, en el Convento, pagada por el Cabildo. A ella acude el Cabildo en pleno, milicias insulares a tambor batiente y vecinos de toda la isla. Desde 1925 el Alférez Mayor porta a ella el pendón y no queremos dejar pasar esta ocasión para decir algo del referido pendón, por cuanto hoy, en la sacristía de la parroquia de Betancuria, existe un pendón o estandarte en mal estado de conservación, que se dice fue bordado por Isabel la Católica y que se trajo a la conquista de la isla. Suponemos que se quiere decir se trajo por Diego García de Herrera, pues a la conquista francesa de Béthencourt quien reinaba en Castilla era Enrique III. Razones poderosas nos hacen dudar de tal aserto y veamos por qué. En 1625, al reanudarse al parecer la festividad de San Buenaventura, se dice se lleve la bandera que ha hecho a este efecto el Alcalde Mayor Juan de Zarate y que será guardada luego en el cabildo hasta otro año. En 1626 se habla de llevar un pendón y una bandera. En 1622 51 se dice se lleve el estandarte con que se ganó la isla. A la existencia de este pendón hay que añadir otro nuevo que trajo el Alcalde Mayor Sebastián Trujillo, de España, para la festividad, de damasco colorado con la estampa de San Buenaventura y las armas del Estado de Lanzarote y que se encontraba en Fuerteventura al menos en 1669. Es posible que uno de los dos citados sea el que hoy se encuentra en la sacristía de la parroquia de Betancuria, pero ¿ cuál de los dos? Lógicamente debería ser este último, que sustituiría al primero. Puesto que , ignoramos como sería el primer pendón, la duda sigue hasta el presente. La festividad de San Juan Bautista comienza a celebrarse en 1691. Debido a la plaga de langosta de ese año, el Cabildo, para remediarla, acuerda elegir un Santo que les proteja, y echadas suertes, sale S. Juan Bautista, a quien se acuerda hacer función todos los años con asistencia del Cabildo y sufragando los gastos todos los vecinos. No goza de fervor popular esta función y cae en desuso. Sólo cuando el Cabildo recuerda su obligatoriedad, como en 1772, o se sufren nuevas plagas de langosta, como en 1779, vuelve a practicarse. Como es lógico, San Diego, el único Santo que vivió en Fuerte-ventura, también goza de fervor del pueblo. No sabemos cuando empiezan los cultos intensivos al Santo, pero es de suponer que a partir de su canonización en 1588, y sin tener datos concretos de la fecha de erección de su ermita sobre la gruta en que acostumbraba a orar en vida, según la tradición, en Betancuria, podemos fijarla más o menos por la segunda mitad del siglo XVII. Con carácter insular y oficial sólo se establece por mandato del Señor Territorial en 1768, en agradecimiento a los beneficios recibidos en las peticiones de lluvias y se acuerda celebrarla el primero de Abril de cada año, pero ya de antes se celebraba. En 1670 se le hace novenario por la sequía reinante y en 1755 el Cabildo ordena se turnen los pueblos en la isla en su celebración anual, ya que la fiesta estaba en decadencia por la plaga de ratones. Finalmente hagamos unas consideraciones sobre las festividades de Santa Inés y cultos a la Virgen de la Peña. La de Santa Inés es antiquísima, quizás la primera de la isla, celebrada en su ermita del Valle del mismo nombre, todos los 21 de Enero. Tenemos datos que atestiguan se efectuaba antes de 1570, y como se puede ver en les acuerdos de Cabildo, se utilizaba dicha festividad y concurrencia de fieles para hacer en la ermita, tras la misa, la elección de regidores cadañeros, durante el tiempo que duró esta institución politica. 52 En cuanto a la Virgen de la Peña, tenida hoy por Patrona popular de la isla, como sabemos, su imagen es la que trajo desde Normandía Juan de Béthencourt y que entronizada en la iglesia de Betancuria, por vicisitudes legendarias cuya verdad histórica desconocemos, se halla ya en el periodo que estudiamos situada en la ermita de la Vega de Río Palmas, Aunque hoy es la imagen y fiesta religiosa de más fervor de Fuerteventura, frente a la de San Buenaventura, casi estrictamente oficial, antaño no gozaba esta festividad de carácter oficial, aunque si del fervor del pueblo. Solía traérsela en procesión a la Villa en los afíos de calamidades o sequía y desde mediados del siglo XVIII el Cabildo acude a ella sin cesar en todos los casos de necesidad. Actas de Cabildo ( Extracto) Actas de Cabildo ( Extracto) 1 Legajo 1, f. 2, 19 Septiembre 1605. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Pedro Hernández de Vera y Francisco Morales Perdomo. Escribano, Salvatierra. Personero, Lucas Gutiérrez Cabrera. Reunidos en cabildo, no hallaron nada sobre qué acordar. 2 Legajo 1, f. 2, 17 Octubre 1605. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidor, Francisco Morales. Escribano, Salvatierra. Por no haber comparecido los demás regidores, ni el Personero, acordaron que el alguacil los cite nuevamente a cabildo. 3 Legajo 1, f. 2, 21 Octubre 1605. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Francisco Morales y Pedro Hernández. Escribano, Salvatierra. Acordaron que quien quiera traer queso a la Villa, lo pueda vender a tres cuartos la libra; y si no acudiere nadie, que el Regidor Francisco Morales y el Alcalde Mayor puedan levantar el precio. Acordaron que quien quisiere hacer postura en el remate de las vegas,^ garañonadas y montarasía, lo pueda hacer desde el día de Todos los Santos, compareciendo ante el escribano a hacer la postura. (') Sobre el régimen de las vegas en Fuerteventura, véase el comentarlo económico en la introducción de este volumen. 56 Por habei sólo en la isla el trigo del Pósito,^ acordaron se publique que si los vecinos quisieren amasar trigo, lo pueden vender a ocho onzas* cocido* y nueve en trigo, pena de 1.000 maravedíes al que se le hallare de menos peso. 4 Legajo 1, f. 3, 21 Noviembre 1605. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Juan de Betancor y Francisco de Morales. Escribano, Salvatierra. Personero, Lucas Gutiérrez. Acordaron se publique que en término de tercero día, los criadores del Valle de Santa Inés saquen sus ganados de forma que no dañen los sembrados del mismo, so pena de 200 maravedíes. i 5 Legajo 1, í. 4, Diciembre 1605. Villa de Betancuria. f A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidor, Francisco Morales. Escriba-| no, Salvatierra. 8 Acordaron que después del día de Aflo Nuevo, todos los vecinos | de la Matilla, Tetir, Otro Valle, Triquivijate, Costilla y La Oliva arreglen! el camino^ de Iján, asistiendo con palas y azadones, pena de 4 reales a| los que no asistieren. Concurrirá a vigilar el trabajo el Personero| General. 1 O El Pósito de Fuetfeventura fue creado en 30 de Mayo de 1599, en ferina pnpu- 3 lar, por donativos del vecindario, que aportó cantidades de trigo, cebada y dinero. Se creó i siendo Got) ernador de la isla Baltasar Mateos y Vicario Qinés Cabrera de Betancor. El** Señor de la isla, D. Gonzalo de Saavedra el Joven, junto con unos 185 vecinos aportaron los fondos iniciales del Pósito, que se rigió por las mismas normas que el de Telde. (*) La onza equivalía a 28' 75 gramos. (*) El sistema común en Fuerteventuta, por aquellos tiempos, de reglamentar el amasado del pan era señalar el número de onzas que debía tener la masa en crudo y el pan ya cocido, suponiéndose en una onza la merma por cochura. Este curioso sistema se debe a la fijeza del precio del pan, que solía ser de dos tipos, a los precios de un cuarto y dos cuartos, lo que da lugar a su mayor o menor peso según el precio del trigo. {^) Todos los años, y generalmente después de la invernada, el Cabildo mandaba recomponer los caminos de la isla, que eran de tierra. La reparación se hacía por prestación personal de los vecinos, que con los útiles necesarios, acudían el día fijado al camino señalado, que normalmente era el más cercano a su residencia. Vigilaba el trabajo en cada camino un capitular o persona encargada por el Cabildo para ello, que pasaba a éste la lista o memoria de los vecinos inasistentes, a los que el Cabildo multaba. 57 6 Legajo 1, f. 4,16 Enero 1606, Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Juan de Betancor y Francisco Morales. Escribano, Salvatierra. Acordaron que el Regidor Francisco Morales vaya a ver el camino de Iján y lleve consigo a Alonso García, albarniés, y a Bartolomé Alva-rez, carpintero, concertándose con ellos por el precio más barato. Todo ello dado que íue mandado aderezarlo por los vecinos y, acudiendo éstos, no se pudo hacer sin albarniés y carpinteros. Por no haber pastos sino en la Medianía," y cotos y veranos,' y el ganado camelluno lo tala, acordaron que se saque éste de los cotos y veranos, so pena de 600 maravedíes. 7 Legajo 1, f. 6, 23 Enero 1606. Villa de Betancuria. A. Mayor, Baltasar de Ortega. Regidores, Juan de Betancor, Francisco Morales y Pedro Hernández. Escribano, Salvatierra, Acordaron recibir en este cabildo al capitán Baltasar de Ortega por Gobernador de esta isla y a Francisco Morales Xerez por Alcalde Mayor, conforme a los títulos dados por D. Gonzalo de Saavedra * a su favor. Y como regidores diputados a Francisco Morales Perdomoy a Mel- C) Al parecer, Fuerteventura, desde el dominio indígena estaba dividida en dos zonas, Quise y Ayose, que coasetvaban en los tiempos que estudiamos los nombres de los reyezuelos que las poseyeron. Esta denominación hoy tía desaparecido, pero se conservó en los tiempos anteriores al siglo pasado, y así, en la elección de regidores cadañeros, uno se elegía por Guise y otro por Ayose. Lo mismo ocurrió con la elección de Personero en « 1 siglo XVHI, con las apañadas y con la aplicación del herrete. La línea divisoria entre ambas la constituía la que desde el Barranco de la Torre se dirige a terminar en el Puerto de la Peña. A veces se introdujo una tercera comarca entre éstas, la de Medianías, de limites Imprecisos. (') La palabra ^ verano » se confundió con la de « vedado » en las actas de Cabildo y significaba los terrenos reservados en los pueblos para que todos los ganados pasten. Por aplicarse aún hoy por algunas, aunque escasas personas, el término verano, lo transcribimos así en este volumen. (^) Don Gonzalo de Saavedra el Joven, junto con sus hermanos D. Fernando de Saavedra, D.'^ Juana de Mendoza y D.^ Constanza Sarmiento, fue hijo del tercer Señor de la isla, D. Gonzalo de Saavedra el Viejo. Instituyó el Mayorazgo de Fuerteventura a favor de su sobrina nataral María de Muxica. Véase ea la sección documental ( íe este yolumen la • escritura de May © razgo. 58 chor de Armas, nombrados en la elección hecha en Santa Inés * el día 21 de este mes, previo juramento y fianza que deberán dar los dos primeros. 8 Legajo 1, f. 7, 3 Febrero 1606. Villa de Betancuria. Gobernador, Baltasar de Ortega. Regidores, Francisco Morales Per-domo y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Ea la Villa de Santa María, ques en esta isla de Fueríeventura, en tres días de hebrero de mili y seis sientes y seis años, se juntaron a ca- s bildo el capitán Baltasar de Ortega, governador desta isla y Francisco f Morales Xerez, digo Perdotno, y Melchior Darmas, regidores deputados i desta isla, por presensia de mi, Francisco Hernández Salvatierra, escre- j vano público, mayor y de concejo desta isla, para acordar las cosas que I convengan al bien y utilidad de la república y acordaron las cosas si- | guientes: | Priroeramente acordaron que las personas que el año pasado an | tehenido los herretes ^° les traygan y esiban al cabildo, para el primero que se... para removerles. | Yten se acordó que, atento que Bartolomé Pérez León, fiador del | baquero, a dado petizión en este cabildo de la resistencia que el ganado | vacuno le haze y que por fuerza le toman la vega y panes del valle y i vega de Santa Ynés y no le puede resistirles, acordaron que el dicho | (') La ermita de Santa Inés, situada en el Valle de su nombre, fue al parecer fundación de Inés Peraza. Existía ya al menos en 1589. En su interior se hacía la elección de regidores cadañeros. Dotada de tierras por D. Gonzalo de Saavedra en 1607. Su fábrica actual es de 1669, salvo el campanario, de 1788 y la sacristía de 1753. De 1789 a 1793 se hace el retablo mayor, estilo rococó. Posee la ermita un buen conjunto de cuadros del siglo XVIIl. Fue saqueada por el Arráez Xaban en su incursión de 1593, llevándose de ella una casulla, una cruz de palo dorada con un Cristo pintado, unos ciriales de madera y una imagen de la Virgen, según consta de su libro inventario. Funcionó en esta ermita la Cofradía de San Bartolomé. ('") Fue el herrete uno de los propios de Cabildo y consistía en el cobro de cierta cantidad por cuero de cabra u otra res que se exportaba o se ponía a secar en las tenerías, como derecho por el mareaje que para identificación hacía el herreteador oficial de Cabildo. Varió la cantidad cobrada, que osciló entre 3 maravedíes por cuero, 1 cuarto por cada tres cueros, etc. 59 Bartolomé Pérez apañe ^^ y haga apañar el ganado vacuno de toda la isla mayor y menor, manzso y serrero, sin reservar res nenguna y nadie se las enpida ni estorve, so pena de diez reales al que se lo estorvare y seis días de presión, la qual apañada y junta haga el dicho Bartolomé Pérez en el coral Desquey, para el luness próximo venidero, que se contarán seis días deste mes presente y año, para que de allí las lleven y saquen sus dueños y guarden a mano, de manera que no hagan daño en los panes ni vegas de la puesta y publicada por la justisia sobre la dicha razón. Yten se acordó se dé libranza al dicho Francisco Morales Perdomo, como mayordomo del consejo, para los gastos que a jurado a hecho por memorial que dio en las fiestas del Corpus Criste ^^ y el dicho Francisco Morales Perdomo prevenga la cuenta que se le a de tomar de los bienes del consejo para el primer cabildo; y diose la dicha libranza al pie del memorial que prestó. Yten se acordó y acordaron que por este presente año sea persone-ro general Johan Perdomo Fransés, vezino desta isla el algualsil deste cabildo paresca para el primer cabildo a ser ressebido a haser la jura. Y con ésto serraron razoness y el dicho acuerdo sse acabó y lo firmaron los dichos governador y Francisco de Morales Perdomo y Melchor Darmas no lo firmó porque no sabe escrever. Ante mi, Francisco Hernández Salvatierra, escrivano, público, mayor y de concejo. 9 Legajo 1, f. 8, 9 Febrero 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan Betancor, Francisco Morales Perdomo y Melchor de Armas. Escribano. Salvatierra. (") Consistía la apañada del ganado en la reunión del que andaba suelto por el campo, en determinadas épocas del año, para el mareaje de las crías y repartimiento a cada ganadero de las que le correspondían. Eran los vecinos los encargados de hacerla, generalmente cuando por haber llovido, y sembrado el campo, comenzaba a crecer el cereal. Caso de no hacerlas los vecinos, las efectuaba el Cabildo a su costa. Aún hoy, en la zona de Jandía se hacen apañadas por los cabreros del ganado que libremente pasta. (") El Corpus era festividad jurada por el Cabildo, que la pagaban los camelleros, bortelanos, zapateros, sastres, vendedoras etc. 60 Juan Mateo Cabrera, Familiar del Santo Oficio, presenta carta de los Inquisidores de Canaria en que mandan que, a mediados de febrero, tengan prevenida casa y ropas para su alojamiento. Acordaron se haga repartimento entre los vecinos más ricos, de camas, sillas, mesas, ropas, lefia y demás. ~ No habiendo pan sino en el Pósito, acordaron fe notifique a Afon-so Soto y Martín Rodríguez, a cuyo cargo está, tengan aparte cahíz ^' y medio de trigo, y no lo gasten, por reservarse al Señor Inquisidor, familia, casa y criados. Acordaron que sean veedores de las garañonadas de Guise, Juan Rodríguez Perdomo, y de Ayose, Sebastián Hernández Soto, quienes jurarán el cargo. Quejándose los labradores de Guise y Ayose que las bestias asnales salvajes " destruyen los panes, y aunque se ha mandado muchas veces que sus amos las recojan y por no haberlo hecho así causan el daño, acordaron se publique que en tercero día sus dueños las recojan y traigan a mano, con apercibimiento que, de no hacerlo, se harán a su costa. Acordaron que quienes tuviesen camellos salvajes los lleven donde no hagan daño a los sembrados, so pena de hacerlo a su costa. Acordaron dar libranza a Francisco Morales Peidomo para que de las penas de cabildo se paguen veinte reales y medio al pregonero público, por cuenta de la ropa. Acordaron se dé libranza al escribano de Cabildo para que se le paguen treinta y tres reales del salario del pasado año. 10 Legajo 1, f. 10, 14 Febrero 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales Perdomo y Melchor de Armas, Escribano, Salvatierra. Juan Mateo Cabrera entregó las bulas al Cabildo para repartir. Son 953, más una de ocho reales. Acordaron se echen suertes con cédulas en que se escriban los nombres de Gaspar Chagueda, Manuel Afonso, Blas (") El cahiz cofflo medida de capacidad para granos, equivalía a 12 fanegas. ('*) La existencia de asnos salvajes era antigua en Fuerteventura. Ya Abreu Galindo nos habla en su obra de que en 1591 se mandó hacer matanza de ellos por los daños que hacían en los cultivos, cobrándose más de 1.500 piezas, cifra que nos parece exagerada. Fueron considerados estos asnos salvajes como propios del Cabildo. 61 Soto y Luis Senabria, para que, revueltas y sacadas por un niño, se den las bulas a quien salga elegido. Hecho así, salió Blas Soto, quien en segundo día comparecerá a recibir las bulas. 11 Legajo 1, f. 11, 20 Febrero 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan de Betancor, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Juan de Betancor dijo se dé el herrete de Ayose a Lucas Melián y el de Guise a Juan Perdomo Francés, Personero General. Francisco Morales Perdomo dijo que el de Ayose lo tenga el Personero y el de Guise Diego de Vera, y si faltare uno pueda herretear la otra parte el que estuviere presente, y estando juntos herreteen conjuntamente. Melchor de Armas dijo ser también éste su parecer. El Alcalde Mayor se decide por este criterio. Acordaron se pregone que cada vecino traerá ante el escribano de Cabildo, hasta el día de S. Juan, cuatro cabezas de cuervo, cortándose en su presencia " so pena de dos reales, por el daño que hacen en panes y ganados. Se acuerda lo que se ha de hacer en la corrida de astios salvajes. Juan de Betancor dijo que por ser Cuaresma y estar la gente en sus devociones, no se haga hasta que pase, y si hubiere quien los quiera tomar, se le darán de cinco, dos. Francisco Morales dijo lo mismo, y Melchor de Armas no dijo nada. Acordaron se remate el corte de la carnicería. Tomaron juramento al Personero General, Juan Perdomo Francés. Por no aceptar ser herreteador Juan Perdomo Francés, pusieron en su lugar a Lucas Melián. 12 Legajo 1, f. 14, 20 Marzo 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan de Betancor, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. ('^) La abundancia de cuervos en Fuerteventura da lugar a que el Cabildo, todos los años y con motivo de la sementera, ordene la matanza de ellos. Lo normal era asignar a cada vecino la obligación de matar un cierto número y traer sus cabezas al escribano, en señal de cumplimiento, quien les cortaba los picos, impidiendo se las entregasen unos vecinos a otros para nueva presentación. El escribano llevaba libro registro. A principios de 1709 desaparece esta costurabre, encontrándose sólo una vez en 1773. 62 Acordaron se dé a Miguel Afonse Soto, prioste de la Cofradía de la Sangre, 4 cuartillos de vino para los penitentes de la procesión. Se pregonará que quien quisiere, podrá limpiar la fuente de Bira-raa y alberquilla del Otro Valle, pagándosele con seis asnillos salvajes. Acordaron que todos los vecinos de la isla limpien la fuente de Río de Cabras el día 13 de Abril, so pena de 4 reales a quien faltare, asistiendo a verla limpiar Melchor de Armas. Acordaron se pregone que dentro de dos meses todos los que tienen marcas, señales y hierros de ganados, las registren para que se- se-pa y para evitar los daños por las muchas marcas que se han inventado, llevando registro el escribano, y caso de no hacerlo, las perderán y pagarán 600 maravedíes. Acordaron que la fuente de Madrigal y Rocha Roxa ^ ® estén a cargo de Juan de Betancor, quien no consentirá laven ropa ni abreven los ganados en ellas, so pena de 600 maravedíes. 13 Legajo 1, f. 16, 23 Mayo 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Se acordó que para el jueves 1 de Junio se limpie la fuente de Río de Cabras por todos los vecinos de la isla. Asistirá Melchor de Armas. El día 2 se limpiará la fuente de Tagasote por los vecinos de la Matilla, asistiendo el anterior citado. El día 7 se limpiará la de Esquinzo por los vecinos de la Oliva y Matilla. Por haber falta de mantenimientos se pondrá la libra de queso a 18 maravedíes, para que se animen ( a vender) los que lo tienen. Vista la escasez de años anteriores por haber sacado los granos de la isla, acuerdan que desde hoy se cierre la saca de trigo, cebada y quesos, y nadie sea osado sacarlos pena de perdidos, y al camellero que los llevare, l. OOO maravedíes de multa y 10 días de prisión. Se pregonará. ('") La fuente de Rocha Roche, hoy conocida por La Rocha, se halla en el Valle de Pozo Negro. Según criterio del Dr. Serra Ráfols, en sus últimas investigaciones, en sus alrededores debió alzarse el castillo edificado por Juan de Béthencourt, según se desprende de ciertos documentos pertenecientes al archivo de la Inquisición en Canarias. 63 14 Legajo 1, í. 17, 2 Junio 1606. Villa de Betancuria. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Comparece el Gobernador Baltasar de Ortega, quien dice que para la fianza que lia de dar por su oficio de Gobernador designa por fiador a Luis de Senabria, vecino de esta isla. 15 Legajo 1, f. 18, 18 Septiembre 1606. Villa de Betancuria. Gobernador, Baltasar de Ortega. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan Betancor y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Acordado en días pasados se cerrase la saca de trigo, cebada y quesos sin licencia del Cabildo, y dado que ahora los navios de Alonso Gómez y demás que están en el puerto de Peña Horadada " han cargado sin licencia, acordaron que el Alcalde Mayor y un Regidor vayan al puerto y visiten los navios y lo que hallaren lo saquen a tierra, castigando a los culpables. 16 Legajo 1, f. 19, 23 Octubre 1606. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Se pregonará que quien trajese trigo de Lanzarote a esta isla, pueda vender la fanega a 21 reales y la de harina a 23 reales. Teniendo noticia que el vecino de esta isla Juan Mateo Cabrera, quiere vender el trigo eclesiástico a 18 reales la fanega y a 9 la de cebada, se notificará al mismo no lo venda sino a 14 reales, que es la tasa ^* que se sabe, y si hay tasa nueva de 18 reales, la muestre y traiga testimonio en que conste. Mandaron que nadie venda trigo sino a 14 reales la fanega y a 6 la de cebada y que el que otra pragmática supiere la presente para que el Cabildo lo sepa. (") Pefla Horadada es el Puetto de la Pefla. ('*) El trigo y la cebada eran cereales con precio de venta tasado por Real Pragmática. 64 17 Legajo 1, f. 20, 9 Noviembre 1606. Villa de Betancuría. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Personero, Juan Perdomo Francés. No habiendo en la plaza pan amasado, dijeron que quienes quieran amasar pan lo hagan de 9 onzas en crudo, quedando 8 cocidas, so pena de perder el que bailaren de menos peso, 18 Legajo 1, f. 20, 8 Enero 1607. Villa de Beíancuria. Gobernador, Baltasar de Ortega. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan Betancor, Francisco Morales y Melchor de Armas. „ Escribano, Salvatierra. » Pregonado que todos los que trajesen trigo de Lanzarote lo vendie- 1 sen a 21 reales la fanega, acuerdan ahora que se pueda amasar este tri-| go en pan de 7 onzas en crudo y 6 cocido, señalándose este pan con un i sello, para que se reconozca y no lo mezclen con trigo de la tierra, bajo I pena. Visitará a las panaderas para que lo cumplan, Francisco Morales | Perdomo. i • o 19 Legajo 1, f. 21, 21 Enero 1607. Valle de Santa Inés. I Gobernador, Baltasar de Ortega. Alcalde Mayor, Francisco Morales. | Escribano, Salvatierra. s I Dijeron que Francisco Morales Perdomo y Melchor de Armas eran I regidores diputados, y por tanto en el día de hoy han cesado en sus i oficios, pero que por su rectitud y diligencia eran dignos de prorrogarles en el oficio, por lo que acuerdan nombrarlos nuevamente por tales durante otro año. Se les notificará. 20 Legajo 1, f. 22, 22 Enero 1607. Villa de Betancuria. Gobernador, Baltasar de Ortega. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidor, Juan de Betancor. Escribano, Salvatierra. Recibieron al uso de regidores diputados a Francisco Morales Perr domo y a Melchor de Armas, quienes juraron el cargo. Acordaron se cierren los veranos de la isla, saliendo en 8 días de ellos todos los ganados, pena de 600 maravedíes. 65 Acordaron se tome cuenta al Mayordomo de Cabildo, Francisco Morales Perdomo. Acordaron que el día 5 de Febrero se junte el ganado vacano en el corral de Esquey, como otras veces se acostumbra, para que de allí se entregue a los vaqueros. Nombraron por veedores de las garañonadas cabrías a Juan de Diepa en la de Ayose y a Luis Sánchez Marichal en la de Guise. Nombraron por herreteadores para los cueros que se sacan de la isla a Diego de Vera en Ayose y a Blas Sánchez Cerdefia en Guise. Acordaron se pregonen los cotos, leña y leche. 21 Legajo 1, f. 23, 19 Febrero 1607. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Se nombra a Enrique de Morales Mateo por Personero General por este año, quien presta juramento. Acordaron se publique que quien quisiera dar leche en la Villa, pueda presentar postura, rematándose en el más bajo precio. 22 Legajo 1, f. 24, 10 Marzo 1607. Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidor, Morales Perdomo. Escribano, Salvatierra. Comparece Juan Mateo Cabrera, requiriendo se reciban las bulas en virtud del poder que tiene de Hernando Alvarez, vecino de La Oro-tava. Se reciben 750 bulas de cruzada, 1 de ocho reales, 50 de composición y 50 de difuntos, que vienen en 33 mazos y la de ocho reales suelta. Se entregaron a Francisco Morales Perdomo para repartirlas y cobrarlas. 23 Legajo 1, f. 25, 20 Marzo 1607, Villa de Betancuria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Desempeñando hace mucho tiempo el cargo de Mayordomo de Cabildo Francisco Morales Perdomo, acordaron lo sea ahora Miguel Rodríguez, quien jurará el cargo. 66 24 Legajo I, f. 27, 18 Junio 1607. Villa de Betancuria. Gobernador, Luis de Senabria Cabrera. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Juan de Betancor, Francisco Morales, Melchor de Armas y Blas Martín Armas. Escribano, Salvatierra. Por ser año estéril, acordaron no se saque trigo, cebada ni centeno, fuera de la isla, so pena de perdidos el trigo y los camellos que lo llevaren. Se pregonará. 25 Legajo 1, f. 30, 16 Julio 1607. Villa de Betancuria. Gobernador, Luis de Senabria. Alcalde Mayor, Francisco Morales. Regidores, Francisco Morales y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Personero, Enrique de Morales. Acordaron que en el próxitno cabildo traiga sus papeles Francisco Morales Perdomo, que fue Mayordomo de Cabildo, para hacer las cuentas. 26 Legajo 1, f. 32,16 Septiembre 1607. Villa de Betancuria. Gobernador, Luis de León Senabria. Regidores, Blas Martín y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Desde hace tiempo se ha procurado aprovechar los pollinos salvajes guaniles como bienes de propios concejiles, sin poder hacerlo. Al presente se han ofrecido a ello Juan IsTegrin de Armas y Lucas Perdomo Peña, por lo que les dan comisión para que pudieran correrlos, dándoles como premio, de cada tres asnillos, uno. Darán aviso de los cogidos al regidor Melchor de Armas para que lleve la cuenta. 27 Legajo 1, f. 33, 22 Octubre 1607, Villa de Betancuria. Gobernador, Luis de León Senabria. Alcalde Mayor, Luis de Senabria Cabrera. Regidores, Morales Perdomo y Melchor de Armas. Escribano, Salvatierra. Como hace más de cuatro años que las cabellas no se meten en corral, acordaron que desde el día 25 todos los vecinos de la isla salgan a apañar el ganado camelluno y lo recojan en Amantín, no dejando suelta res alguna, pena de 4 reales al que no acudiese, y mandando 67 apañar por su cuenta al que dejase alguna atrás. Y se hará en la forma que dicho es, salvo los que están prohibidos por auto de D. Gonzalo de Saavedra. Acordaron se notifique al Gobernador y Alcalde Mayor que dentro de tercer día den las fianzas< |
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