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TW' yr hm ANTONIO BELTRAN MARTÍNEZ ? • • . * • . ^ < S: .4- ' i Los GRABADOS DEL BARRANCO DE BALOS ( GRAN CANARIA) EL MUSEO CANARIO - PATRONATO JOSÉ M.^ QUADRADO - ; •. " DEL C. S. DE 1. C. . 1,' '- m ii> f*.:/ if. m •• á* p ñ í - 1 ^ • , . ^ v DONACIÓN Juan Pulido Castro L05 GRABAD05 DEL BARRANCO DE BALOS E ¿ icion Je " El Museo C anario subvencionada por el Patronato José A \ . C^ uaorado ( V^. o. 1. v^. j y el E/ XCmo. (^ aDÍlao insular de Crran Chañaría Trabajos realizados por el Uepartamento de Prehistoria de la I) acuitad de rilosolía y Letras de taragoza ARQUEOLÓGICA, I Imprenta y Litografía OCTAVIO Y FÉLEZ, S. A. - P." Cuéllar, 11 - Zaragoza ANTONIO BELTRAN MARTÍNEZ Los GRABADOS DEL BARRANCO DE BALOS G R A N C A N A R IA Las Palmas de Gran Canaria 1 9 7 1 >~ CA t' . Cí? vUik„ l u i - U ^. !. , | n . ° i. ' ÁÜQÍL N.- Copia^ OQp:-^ Macizo basállico del Barranco tie Balo I. EL BARRANCO DE BALOS La isla de Gran Canaria posee una complicada red radial de barrancos cuya acción provoca una erosión terrible sobre los terrenos volcánicos de que está compuesta, por medio de los grandes arrastres de tierra, arena y rocas que, finalmente, son depositados en la zona próxima a su desembocadura. Uno de ellos, el llamado de Los Balos, conocido también con el nombre de barranco de Balo o de Los Letreros, precisamente por los grabados que vamos a estudiar, está emplazado en el Sudeste de la isla, en el término municipal de Agüimes y a unos seis kilómetros del puerto natural de Arinaga. Su situación es favorable, al abrigo de los vientos dominantes y al mismo tiempo beneficiado por la modificación de los alisios que al chocar con el Norte de la isla corren a lo largo del litoral. De aquí que este barranco, como los demás de su situación, haya sido muy accesible para las « entradas » , es decir, para las penetraciones humanas en cualquier tiempo. Este barranco está en función de la cadena paralela a la costa que se extiende entre Agüimes y los llanos costeros, abriéndose en ella a lo largo de unos nueve kilómetros y realizándose actualmente el acceso, desde la carretera que va a Agüimes, por un cammo, apenas apto para vehículos normales, que corre por el fondo pedregoso del barranco hasta algunas propiedades y cultivos, servidos por fuentes y pozos, que en él se explotan. La configuración dei barranco, que se va abriendo conforme desciende hacia el mar, hasta llegar a una llanura en la desembocadura, nos permite suponer un acceso fácil para las poblaciones llegadas a la costa que deseasen penetrar hasta el interior; de hecho, los macizos rocosos, no muy altos, pero escarpados, que lo flanquean, están abiertos por numerosas cuevas, muchas con restos o indicios de habitación primitiva. Poseemos descripciones del barranco, debidas a geógrafos y geólogos, que nos ahorran el hacerlas ahora minuciosamente'. Digamos que la 1. Telesforo BRAVO, Geografía general de las Islas Canarias, II, Santa Cruz de Tenerife 1964, p. 105 y Hans HAUSEN, New contributions ( o the Geology of Grand Canary, Helslnki- Helsingíors, 1962, p. 94, entre otros. Cfs. para un aspecto particular F. MACAU VILAR, Las calderas de Gran Canaria, « Anuario del Instituto de Estudios Atlánticos » 5 Madrid- Las Palmas 1959 y en las obras citadas el resto de la bibliografía especializada. cuenca hidrográfica de Balos tiene dos partes, la superior quebrada y de pronunciado declive y la inferior bastante llana, cosa excepcional en la isla, englobando los llanos de Arinaga y desaguando en la bahía de Forma después de recibir el barranco del Polvo. En la parte superior corre por un paso bastante estrecho, entre el Roque Acuario y la Montaña de los Perros, cambiando su nombre por el de Barranco de la Angostura y recibiendo entre el Lomo de los Letreros, según nombre de T. Bravo, y el Roque Acuario, o más bien Acayro, con una fortaleza indígena, el barranco de las Pitas. La cabecera del barranco de la Angostura está a novecientos metros de altura y la cuenca total mide cincuenta y cinco kilómetros cuadrados, comprendiendo el pueblo pintoresco de Temisa. Geológicamente, entre Agüimes y Temisa pasa a través de zonas basálticas y bancos de lavas alternadas con tobas, siempre en posición inclinada hacia la costa. En la parte inferior del curso corre por depósitos aluviales, gravas y arenas; en la zona media atacando los basaltos pagioclasas con tobas y conglomerados y olivina sobre el basalto; y en el curso alto por terrenos que van desde el terciario tardío a lavas y restos de volcanes recientes. El nombre de barranco de los Balos lo recibe de un arbusto abundantísimo, resistente a la sequía, de bello color verde claro, de algo más de un metro de altura, tronco leñoso, muy flexible de tallo y de ramas que se presentan colgantes, hojas filamentosas y pequeñas flores de tono amarillento y forma arracimada en grupos de tres o cuatro; al raspar los tallos emiten un olor desagradable, que se transmite a la leche de los animales, si toman el arbusto como pasto en épocas de gran sequía. Se trata del « Proclama péndula Ait. » , al que el arcediano José de Viera y Clavijo llamó « Loranthus canariensis » . Aunque la abundancia de este arbusto haya dado nombre al barranco, existen además matorrales de gran variedad, algunos peculiares y desde luego característicos de la zona baja y oriental de las islas, que L. Diego Cuscoy ha llamado « de las xerófilas » ^. Se inicia el barranco en la zona llamada de « Los corralillos » , construcciones sencillas de piedras sueltas, de forma más o menos circular, que en opinión de S. Jiménez Sánchez pueden ser puestos en relación con los antiguos « goros » . Los grabados que nos interesan se han inscrito en la « Loma de los Letreros » , enorme macizo basáltico de más de seiscientos metros de longitud, con una altura que sobrepasa en muchos puntos los diez metros 2. Luis DIEGO CUSCOY, Paletnologia de las islas Canarias, Zaragoza 1953, ampliada, con el mismo titulo, Santa Cruz de Tenerife 1963. Entre los matorrales presentes en Balos citemos el cardón ( « Euphorbia canariensis L. » ), la tabaiba ( « Euphorbia obtusifolia E. aphylla Brouss, E. atropurpúrea Brouss, E. Regis lubae W. B. » ), la aulaga ( « Launaea spinosa Sch. Bip. » ), el asaigo ( « Rubia Iruticosa Ait. » ), el verode ( « Kleinia nerlifolia Haw » ), la cliumbera ( « Opuntia ficus- lndica Haw » ), el incienso ( « Artemisia canariensis Less » ), la magarza ( « Chrysantemum frutesccns L. » ), la pita ( « Agave americana L. » ), la vinagrera ( « Rumex lunaria L. » ), etc. y anchura de más de veinte, aunque sea muy irregular y esté cortado, casi en su punto medio, por un tajo, en la zona superior, lugar favorable donde se han construido algunas casas y hay pozos que permiten cultivos en las tierras de aluvión pegadas a las laderas y del fondo del barranco; este macizo basáltico se sitúa donde el cauce comienza a estrecharse y divide al barranco en dos partes casi iguales. Es de contextura esencialmente columnar, con algunas piedras tabulares y no pocas desprendidas y caídas, predominando en la parte alta y media la estructura flamígera que llega a alcanzar un color rojizo y bronceado, muy espectacular, que seguramente hubo de llamar la atención a las gentes de todo tiempo, al estar aislado y con fantástico aspecto, especialmente a las horas del sol poniente. La piedra, según el grado de alteración de la superficie y la pátina que ha tomado, es de color negruzco, gris oscuro, rojo bronceado, ocre o gris, lo que resultará importante a la hora de establecer las diferencias de color y de pátina de los picados o surcos grabados que, según que atraviesen o no toda la zona superficial de la roca y la profundidad que alcancen, tienen coloraciones distintas, ya que al rebasar la zona descompuesta alcanzan la coloración original. iABlA. XA- 1 AGALDAR L cf^ AETE ^ XN N I C O L Á S / ^ DE ^ TOLENTINO ^^ ^^ O^ MOGAN ARUCAS> " ^ ^ O R ' ^ E L D E Cl - " " m i E D A k AGÜiMES / / « • Balos iDp PATACAS . ARGUINEGUINy '^ MASPALOMAS Figura 1 Situación del barranco de los Balos, en Gran Canaria ( según Jiménez Sánchez). 7 Figura 2. — Croquis del macizo basáltico « Lomo de los Letreros » . Las letras corresponden a la descripción de Jiménez Sánchez y se relacionan así con nuestros números: A = VII; B = I a VI C = VIII a XVII; en el punto medio entre C y D = XVIII - XIX; D y E = XX a XXXV en al parte más delgada del macizo, corte del basalto; inmediatamente, XXXVI - XXXVII un poco antes de F = XXXVIII - XXXIX; F = XL; G = XLI; en la parte extrema y al Norte = XLII a XLIX. Su origen son los materiales vertidos en forma líquida por los volcanes que se solidifican tomando los colores gris, oscuro y aun negro; aunque normalmente no se presentan en coladas de mucha potencia, en Balos y lugares análogos, es decir, fondos de valles más o menos cerrados, se han remansado y han formado este poderoso macizo; los de tipo pagioclasa, examinados con lente ofrecen: a) una pasta de grano fino, color gris sucio, que forma la mayor masa de la roca; b) cristales blancos de diversos silicatos, negros de augita y amarillo- verdosos de olivino que son rojos en los basaltos muy viejos, englobados en la roca; c) no visibles con lupa granos finos de magnetita'. En relación con los grabados tiene mucho interés la erosión, tanto la hidratación, la oxidación y las lentas reacciones químicas, como la acción física de la fuerza mecánica del agua y de los materiales gruesos y finos que arrastra, así como la abrasión de la arena movida por el aire. Los grabados se hallan en la parte baja, en losas horizontales o en paredes verticales, salvo en pocas excepciones completamente a la vista, aunque en algún caso se busquen a modo de hornacinas, zonas interiores de las losas verticales; también hay algimos en la zona media de dos a tres metros de altura y en el extremo N. del macizo en su parte más alta. Aunque por lo general son accesibles con facilidad, mediante losas tabulares los más elevados, no faltan algunos situados en pimtos de difícil acceso. Las inscripciones están siempre a ima altura mayor que los grabados que las acompañan. También es interesante señalar que todos los grabados que conocemos, menos el grupo Vil, están en la parte oriental o nordoriental del macizo, lo cual fuerza a suponer una idea preconcebida de orientación, indudablemente en relación con el Sol. La relativa abundancia de pozos, la proximidad del llamado « pozo de Betancor » y el aspecto impresionante del macizo basáltico debieron resultar un singular atractivo para los autores de los grabados de muy diferentes épocas que aquí encontramos. II. ANTECEDENTES, ESTUDIOS Y BIBUOGRAFIA Los grabados del « Lomo de los Letreros » del barranco de Balos son conocidos desde muy antiguo por los naturales del país y por los curiosos, lo que motivó el nombre dado al macizo basáltico e incluso al barranco; 3. PosTER, J. M.; HERNÁNDEZ PACHECO, A.; MUÑOZ, M . ; RODRÍGUEZ BADIOLA, E., y GARCÍA CACHO, L., Geología y vulcanologia de las Islas Canarias: Oran Canaria, Madrid 1968, p. 68 ss., fig. 12 y 68 y situación de la zona en los series basálticas I y II en la bibliografía aparecen solamente en 1874, cuando Vemeau, al reconocerlos con más cuidado, llamó la atención sobre ellos, aunque fuera en publicación muy superficial y, desde luego, cuando ya se habían publicado y divulgado otros grabados de las islas de la Palma y del Hierro, desde el siglo XVín, menos complejos que los de Gran Canaria". En 1752 el arcediano Viera y Clavijo daba por conocidos los petrogli-fos del caboco de Belmaco, describiéndolos como « puros garabatos, juego de la casualidad o de la fantasía de los antiguos bárbaros » . Fuera de estas insculturas de La Palma, el beneficiado Aquilino Padrón, en 1870, exploró la Cueva de los Letreros en la isla del Hierro. En 1874, el marqués de la Florida encontraba otras inscripciones en Fuerteventura ( fruto con flor y otros signos grabados y una inscripción) y en 1878, Ramón Castañeyra, en el Barranco de la Torre, hallaba signos alfabetiformes; en el mismo año 1874 se incorporaban al creciente número de descubrimientos los grabados de Balos y los supuestos petroglifos del almogarén de la montaña de Cuatro Puertas \ en Gran Canaria. Respecto de los grabados de Belmaco ( Mazo) han sido estudiados por Diego Cuscoy y contienen espirales, laberintos, curvas, meandros, serpentiformes y otros temas, fechándolos entre 1800 y 1500 a. C. De tema semejante son los de la Fuente de la Zarza ( Garafia), con una gran roseta y los de Tigalate Hondo ( La Palma) *. En el Hierro, aparte de « Los Letreros » de El Júlan descubiertos por Padrón, círculos cruzados por dos diámetros, óvalos en la misma forma, alguna espiral, serpentiformes, figuras treboladas, ajedrezados, etc., que se suponen neolíticos, hay inscripciones en La Caleta, Barranco de Teje-leite y La Candía supuestas tifinagh, líbico bereberes por Faidherbe e incluso de origen cretense por Wolfel'. i. José PíREz Di BARRADAS, Estado actual de las investigaciones prehistóricas sobre Canarias, L/ as Palmas, 1939, p. 24. Luis DIEGO CUSCOY, Paletnologia de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1963, p. 45. 5. S. JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Cuevas y tagoror de Cuatro Puertas, « Revista de Historia » , 1942. 6. Luis DIEGO CUSCOY, Nuevas consideradcmes en tomo a loa petroglijos deí « Cabocon de Belmaco ( Isla de la PalTna), « Revista de Historia » , 109- 112, 1955, p. 7, con la bibliogralla anterior. Avelina MATA y E. BERRA RAFOLS, Los nuevos grabados rupestres de la Isla de la Palma, Ibidem. 1940- 41, p. 352; Bernardo SAEZ MARTÍN, LOS trabajos del Seminario de Historia Primitiva en Canarias, en I9is, « Cuadernos de Historia Primitiva » III, 2, 1948, p. 125, lám. XXXIII. Eoin MAC WHITE. Estudios sobre las relaciones atlánticas de la Península Hispánica en la Edad del Bronce, Madrid 1951, p. 24. L. DIEGO CUSCOY, Los grabados rupestres de Tigalate Hondo ( Mazo, Isla de la Palma), « Revista de Historia » , 1958, p. 243. 7. Sabin BERTHELOT, Nouvelle découverte d'inscriptions lapidaires a l'Ile de Fer, « Bulletin de la Société de Geographie » , XII, Paris 1876, p, 324 y Noticias sobre los caracteres jeroglíficos marcados en las rocas volcánicas de las islas Canarias, « Bol. de la R. Sociedad Geográfica » , Madrid 1877, I, p. 260 y 274. V. GRAU BASSAS, Inscripciones numidicas de la isla del Hierro, « El Museo Canario » , IV, p. 295, 333 y 370; V, p. 265, 1882. R. VERNEAU, Les ínscriptions lapidaires de l'Archipel canaríen, « Eevue d'Ethnographie » , I, p. 273, Paris 1882. General FAIDHERBE, Jeroglíficos de la isla del Hierro, « Bol. de la R. Soc. Geográfica » , Madrid 1876. Aquilino PADRÓN, Relación de UTIOS letreros antiguos encontrados en la Isla del Hierro, « Rev. Arq. ii, Madrid 1940, nüm. 40. S. JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Petroglifo Zonzamas, « Falange » , Las Palmas, 3, XI, 1953. 10 Más que dudosa es la inscripción de Anaga, en Tenerife y muy interesantes los petroglifos de Zonzainas, en Lanzarote, unos in situ y otro en el castillo de San Gabriel, en Arrecife ^ En Gran Canaria, aparte de los grabados del Barranco de Balos, se citan los supuestos de las Cuatro Puertas, que no pueden aceptarse, los de Roque Bentaiga, en la cueva del Guayre, es decir, del Noble, en una sala de 13 por 8 metros en la entrada y 4 metros de alta en el centro; en la izquierda hay dos pequeñas aberturas que dan acceso a excavaciones circulares que pueden ser graneros; alrededor hay un zócalo pintado de ocre rojo y a la altura aproximada de un hombre, una serie de círculos pintados formando una franja horizontal; los montantes interiores están decorados con el mismo color. Debe citarse además la « cueva pintada » de Gáldar, comenzada a explorar en 1873 y 1880 por D. Ripoche y actualmente con nuevos descubrimientos en curso de estudio por María Dolores Garralda, en 1970. Lo publicado es una sala cuadrada de 5 metros por 5,50 y 4,8 en el fondo, con los muros decorados; el techo está pintado de ocre rojo, las paredes con figuras geométricas variadas en rojo, negro, gris c blanco, la comisa alta en rojo; sobre el fondo en blanco, circunferencias concéntricas con el centro blanco; la pared posterior a la comisa está interrumpida por triángulos y zig- zags rojos; a una altura de 1,25 a 1,50 metros del suelo, hay cuadrados en rojo o negro uniforme, otros rojos rodeados de líneas blancas o estriados de líneas blancas paralelas, triángulos rojos y blancos, a veces rodeados de blanco; doce en negro, en tres filas horizontales y bordeados de rojo; sobre el fondo, a cada lado, un rectángulo gris rojizo que parte de la cornisa para descender a nivel de las figuras inferiores; estriado de zig- zags rojos superpuestos ; en la pared derecha hay dos zig- zags, uno rojo y otro blanco; el rojo está limitado por pequeños triángulos blancos de línea dentada, viéndose aún pequeñas circunferencias blancas; la parte baja está pintada de ocre rojo que ha desaparecido. Todo según la descripción de Vemeau. Finalmente, hay que añadir las pinturas del abrigo de Majada Alta y de Silva'. Yendo ya a lo que nos interesa, concretamente, aparte de los grabados de Balos hay que hacer mención de un grabadito de la Cueva del Moro, en Las Moriscas ( Agaete), representando un hombre esquemático, con el cuerpo linear prolongado por la cabeza, brazos rectos en cruz y piernas 8. Manuel de OSSUNA y VAN DEN HELDE, Inscripción de Anaga { Tenerife), Santa Cruz de Tenerife 1889. Sebastián JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Petrogltfo Zonzamas, « Falange » , 3, XI, 1953, Las Palmas. Cfs. también R. P. CASTAÑEVRA, 1878, sobre inscripciones en Fuerteventura. M. MANRIQUE, Una lápida misteriosa (. Anaga}, « El Museo Canario » , IX, 186, p. 86, Las Palmas 1904. 9. F. BATIXORI y LORENZO, La cueva pintada { Gáldar), « El Museo Canario » , IX, p. 117, Las Palmas 1900 ( son pinturas geométricas). Sebastián JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Pictografías antropomorfas del abrigo pastoril de Majada Alta ( Tejeda), « Faycan » , 8, Las Palmas 1961 y Pinturas rupestres antropomorfas en la Isla de Gran Canaria, « Actas del V Congreso Panafricano de Prehistoria y de Estudio del Cuaternario » , II, Santa Cruz de Tenerife, 1966, p. 147. 11 abiertas en ángulo y luego prolongadas verticalmente, faltando la izquierda ' O. La referencia a Balos del « Rapport » de Vemeau habla de « una especie de personaje informe montado sobre un animal groseramente figurado ; un esquema del mismo animal; una cosa que se parece a un lagarto con las patas extendidas; y, por último, uno que parece un tronco con cierto número de ramas » refiriéndose a los últimos grupos de grabados del barranco. La realidad es que los visitantes de Balos han manifestado siempre su interés por los grabados, pero acompañado de sus recelos respecto de su autenticidad y cronología, indudablemente arrastrados por los numerosos grafitos modernos, incluso de los siglos XIX y XX. Por esta razón los trabajos monográficos son escasos y las referencias de los autores que se ocupan de la prehistoria canaria muy superficiales; asi pueden servir de ejemplo las breves menciones de Pérez de Barradas, en su excelente estudio, o el escepticismo de T. Bravo, cuando dice: « no parece que hayan sido hechos hace muchos siglos » añadiendo que algunos los atribuyen a los númidas de Argelia y otros a los tifinagh del Sahara central, concluyendo que, en todo caso, no se ha dado una traducción o interpretación de ellos. La excepción son dos trabajos de Hernández Be-nítez y de Jiménez Sánchez, que si no tuvieran otros méritos, les cabria ya el de, por lo menos, intentar la resolución de los problemas que plantean estos misteriosos grabados. Ciertamente los dos artículos son incompletos y se ocupan muy generalmente de la descripción de algunos grabados, olvidando muchos otros; tampoco son aceptables la mayor parte de las conclusiones, sobre todo las establecidas por Hernández Benítez, cuyos calcos o copias son muy deficientes; las fotografías obtenidas llenando los surcos del grabado con tiza son peligrosas pues se corre el riesgo de que reflejen no lo que realmente hay sino lo que ha sido manchado de blanco. Aun así son los únicos precedentes que tenemos y es loable el esfuerzo desarrollado por ambos autores ". Las referencias y, en su caso, las correcciones, se harán al describir los grabados para cuya crítica incluiremos los textos de los autores citados. El problema esencial que plantean los grabados es el de la dificultad de datación y nada extraña que algunos los hayan atribuido a pastores de 10. S. JIMÉNEZ SANCHEZ, Pictogramas antropomorfos üe la cueva del Moro, en el Morro de las Moriscas, en Agaete, Isla de Gran Canaria, Las Palmas 1963. 11. Pedro HERNÁNDEZ BENÍTEZ, Pbro., Inscripciones y grabados rupestres del barranco de Balos ( Gran Canaria), « El Museo Canario » , núm. 15, 1945, 12 págs. y 14 íigs. intercaladas. Sebastián JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Nuevas aportaciones al mejor conocimiento de las inscripciones y de los grabados rupestres del Barranco de Balos, en la isla de Gran Canaria, « Anuario de Estudios Atlánticos » , 8, 1962, p. 87 a 125, VII, láms. y 17 figs. intercaladas. Del mismo: Algunas manifestacicmes del culto astral entre los grdncanarios prehispánicos, « Crónica del IV Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Proto-históricas » , Madrid 1954, Zaragoza 1956, p. 107; una simple nota periodística en Attilio GAUDIO, Las inscripciones y grabados del Barranco de Balos constituyen un alto grado de cultura y de espíritu creativo de los indígenas canarios, « Falange » , Las Palmas, 24- V- 1950. 12 época reciente; se mezclan en los paneles algunos muy modernos con otros de mayor antigüedad, sin que, en ocasiones, puedan separarse por la pátina del trazo o por el aspecto, pues unos y otros son bastante toscos y de semejante apariencia. No debe extrañar, pues, que se haya huido de precisar la edad de las incisiones o que se haya establecido partiendo de apriorismos muy discutibles. Por otra parte la visibilidad de los grabados es, frecuentemente, escasa o nula y, en todo caso, varia según la luz y la hora del día, o depende de la técnica empleada o del color de la roca y, muy fundamentalmente, de la erosión sufrida por el basalto. Muchos grabados resultan invisibles a determinadas horas del día y otros solamente son apreciables con luz muy favorable; así nos ocurrió con la fig. X, contigua al punto donde teníamos instalados los elementos del trabajo diario, en la primera fase, y que sólo acertamos a ver en un atardecer con escasísima luz; o bien con la XIII, que apareció ante nosotros solamente después de un día de lluvia. Los numerosísimos grafitos enmascaran también los grabados y muchas veces o los hacen invisibles o los confunden de tal modo que resulta muy difícil su aislamiento. En general, la luz rasante y débil es mucho más favorable que la intensa y directa, ya que los surcos de la incisión son muy poco profundos, lo cual nos obligó a repetidas com probaciones y fotografías a distintas horas del día. En la zona intermedia, entre las figuras XX y XXXV, hay puntos donde resulta penosísimo separar los trazos de las distintas épocas, siendo los más modernos de 1962, habiendo muchos actuales y otros posteriores a la conquista española y de aire medieval. Nuestro intento, partiendo de las escasas bases de partida con que contábamos, de lo elemental de los trabajos de Hernández y Jiménez, del escepticismo de muchos y del silencio de casi todos, ha ido dirigido, esencialmente, a la identificación de las pátinas de los surcos o picados y a la determinación de las técnicas de éstos; alguna conclusión positiva hemos obtenido, como se verá, pero, por desgracia, el paso de muy pocos años basta para patinar un picado en la misma forma y produciendo el mismo efecto que si el tiempo transcurrido fuese mucho; así hemos visto grafitos del siglo XIX con la misma sensación de antigüedad que otros muy anteriores. Por otra parte, el basalto, que tiene un color negruzco o rojizo en las zonas escasamente erosionadas se torna gris plomizo o sucio en aquellas otras donde el agua, el viento y la arena que éste arrastra han atacado su superficie, que toma el mismo color, también, por la acción de los agentes químicos. Así resulta que, según los lugares, los grabados, aun siendo de la misma época toman colores distintos, según que atraviesen o no la capa superficial del basalto o hayan sido más o menos erosionados, cambiando la técnica, aparentemente, al presentarse en distinto estado de conservación. Hemos tratado de localizar superposiciones muy 13 escasas entre los grabados más antiguos y que se reducen a comprobar que la técnica de incisión es más moderna y corta a la de picado; en cuanto a los grafitos más modernos superpuestos a los antiguos, son muy fáciles de distinguir, pero por desgracia resultan poco expresivos a la hora de damos fechas, pues son muy recientes. Cuanto queda dicho permite comprender las dificultades que hemos tenido que vencer para llevar a cabo nuestro trabajo que ha consistido, básicamente, en el calco directo, sobre plástico, de la totalidad de los grabados que vimos. El equipo del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Zaragoza, bajo nuestra dirección y compuesto por el prof. Miguel Beltrán Lloris y las alumnas señoritas M. C. Al-crudo Sánchez y P. Casado López, trabajó en jornadas de nueve horas diarias entre los días 23 al 31 de marzo de 1970; en los días 28 a 31 se contó con la eficaz ayuda del director del Museo Arqueológico de Santa Cruz de Tenerife, don Luis Diego Cuscoy, gran conocedor de la arqueolo-logía canaria. La organización de la campaña corrió a cargo del Museo Canario de Las Palmas, subvencionado por el « Patronato Quadrado » del C. S. de I. C ; fue muy importante la colaboración del personal del museo y decisiva la utilización de los fondos de su biblioteca. Especial gratitud merecen don Juan Díaz, don Juan Rodríguez Doreste y don José Naranjo. Desde el punto de vista técnico se intentó aplicar el método que tan buen resultado ha dado al prof. Emmanuel Anati en el estudio de las ins-culturas de Val Camonica ( Brescia) ", pero el fracaso fue absoluto ante la escasa profundidad de los grabados de Halos; la preparación de la roca la hace Anati coloreando la superficie con materias muy solubles en agua, que no formen cuerpo, en dos fases; la primera es impregnar la roca oscura de color blanco y la segunda pasar pintura negra sobre la superficie por medio de un tampón, de suerte que el blanco queda en los surcos y el negro en la superficie, haciendo así muy visible cualquier grabado. En Balos los grabados fueron poco profundos y además han sido muy erosionados, de suerte que este sistema, probado en las primeras losas horizontales no dio ningún resultado por lo que fue necesario abandonar este trabajo, limpiando las rocas con agua y reduciéndonos al calco directo con rotulador indeleble ( solamente susceptible de ser borrado con alcohol) sobre papel plástico de grosor medio, completando el calco con fotografías en negro y en color obtenidas a distintas horas del día. Se ha huido radicalmente del nocivo sistema de repasar las figuras con tiza Ue- 12. / metoúi di analisi e di archivio deU'arte rupestre, « BoUetino del Centro Camuno di Studl preistorlci » , 1966, p. 133. Las etapas son: 1, limpieza de la roca; 2, preparación de la misma ( a la que nos referimos en el texto); 3, calco; 4, numeración; 5, selección de las figuras; 6, diferenciación de los grupos, escenas y estilos; 7, estudio de las superposiciones y grado de conservación de la pátina; 8, ficha de la roca; 9, análisis de los elementos; 10, síntesis de la roca; 11, sumario y conclusiones. 14 nando el interior del grabado de blanco, limitándonos, en casos extremos, a perfilar los trazos pocoi visibles con un pimteado exterior que facilitase seguir las lineas grabadas y esto, como decimos, solamente en situaciones absolutamente imprescindibles, evitando de este modo que calcos y fotografías resultasen convencionales. Los calcos se han hecho tomando grandes superficies y paneles completos para evitar el aislamiento de las figuras y su posterior colocación caprichosa en un conjunto. Una vez comprobados, han sido pasados a papel vegetal, en el laboratorio, revisándolos después con las fotografías y las diapositivas en color, proyectando éstas sobre el calco provisional, siendo dibujadas después definitivamente. Aun así estamos seguros de que habremos cometido muchos errores y caído en no pocas omisiones; si después de la observación realizada por tantos visitantes hemos logrado descubrir tantos grabados nuevos no cabe la menor duda que quedarán muchos más visibles y ocultos o patentes, pero escasamente marcados. Aparte de la bibliografía citada en este capítulo y en los restantes de nuestro trabajo existen muchas publicaciones más, directa o indirectamente relacionadas con los grabados de Balos, que pueden verse en los citados trabajos de Pérez de Barradas ( p. I- XII), Cuscoy ( p. 57- 58) y Jiménez Sánchez ( p. 120- 125 y 34- 39 de la separata). Nosotros iremos citando en cada momento la bibliografía que afecte al tema que toquemos. III. TÉCNICAS La técnica de trabajo mediante la cual fueron realizados los grabados no podemos conocerla bien en su forma original ya que aquéllos han sido modificados, a veces muy notoriamente, por el distinto color de la superficie y del fondo de la roca basáltica, que hace cambiar los coloridos y pátinas, según que el basalto conserve su tono normal en el « Lomo de los Letreros » de gris a negruzco o bien de ocre a cobrizo. El grabado penetra en la capa superficial, alterada por la erosión y los agentes químicos, y el color que aparece es el del fondo. Hemos podido apreciar tres modos distintos de actuación con numerosas variantes que se expondrán al describir los grabados: 1. Picado obtenido con im pico de basalto de tamaño y aguzamiento de la punta variables, aunque no debió ser muy grande, con escasa o nula preparación de la punta del utensilio, que debió actuar sin percutor, sino manejado directamente con la mano y mediante pequeños golpes. Estos 15 producen puntos muy superficiales, siendo muy variable su proximidad y teniendo unas veces el aspecto de un grabado continuo y otras de un punteado que deja muchos espacios intactos. Al ser el picado, casi siempre, superficial y poco profundo, sufre con más facilidad los efectos de la erosión intensa y múltiple, especialmente del agua en las zonas bajas, que se muestran lamidas y abrillantadas en el fondo del barranco, y del aire, que arrastra arena, en otros lugares. Es posible que algunos picados fueran bastante más profundos y que hoy aparezcan como simples manchas grises a consecuencia de la erosión nombrada. El trazo resulta de color plomizo oscuro sobre la roca gris y de color más amarillento sobre la rojiza o negruzca. En muy pocas ocasiones se rellena el surco de tierra o suciedad, al ser poco profundo y estar continuamente batido por el aire y el agua. El tamaño de los puntos varia, lo cual significa que la punta de los instrumentos era muy distinta. 2. Frotado o arrastrado de un pico basáltico, menos frecuente que el picado, pero realizado para completar éste, advirtiéndose en ocasiones la señal de varias puntas de la superficie del pico. Prácticamente esta técnica se usa para unir los puntos picados y dar al trazo la forma de línea continua. Dado lo superficial de ambos trabajos a veces no resulta fácil separarlos; en cambio es quizá en esta técnica donde resulta más fácil eliminar los trazos modernos. 3. Incisión fina y continua, sumamente rara. Únicamente la encontramos utilizada sistemáticamente en los signos geométricos del núm. VII, donde, evidentemente, las rayas cortan a los picados. Aparece en algún otro grabado, aisladamente, y, desde luego, en las inscripciones tifinagh. El surco en el VII es de corte angular, poco profundo, arañado y en algún caso parece producido por instrumentos metálicos, aunque sería posible que fuera resultado de la acción con piedras muy duras y puntiagudas. Cronológicamente, la técnica de incisión y la de arrastrado se superponen a la de picado y son, por lo tanto, más modernas, sin que podamos decir cuánto, en términos absolutos. En cuanto a la pátina, es tan variable y se unifica de tal modo con el transcurso del tiempo, que no hace falta sea mucho, que resulta aventurado extraer consecuencias cronológicas. No obstante las diferencias existen y se harán notar en cada caso. Es muy desigual también la conservación de los grabados en función, sobre todo, de la acción de los agentes erosivos. En general los picados antiguos, algo erosionados, son de difícil visibilidad. 16 Respecto a técnicas resultan aleccionadoras las enseñanzas extraídas por Anati en sus trabajos en el desierto de Negev, en el Monte Bego y en Val Camonica " y especialmente la observación del trabajo de los beduinos actuales que siguen manteniendo la tradición de sus antepasados, no sólo en cuanto a los modos de trabajo, sino también respecto al concepto y fines de la acción de grabar. En el Negev los grabados se extienden, cronológicamente, desde el Mesolítico hasta los beduinos actuales, con la misma técnica del martilleado o picado sobre arenisca o caliza. Los beduinos consideran este trabajo como un pasatiempo; según ellos « hay pastores que tocan el mesuich y otros que graban o dibujan » . Aun así al grabar transmiten información a otros pastores o bien utilizan los grabados como conjuros o signos de fin mágico, sirviendo otros como un fin en sí mismos; es curioso anotar que entre los beduinos del Negev los grabadores son jóvenes de 12 a 17 años que abandonan la costumbre de grabar sobre roca al llegar a hombres. El modo de trabajo se funda en la cuidadosa selección de un canto rodado que luego se prepara si es necesario; después sentado el grabador sobre la roca o al pie de ella se hace un vago perfil de la figura que se va a grabar; finalmente, se martillea, soplando sobre el trazo, cuando es necesario, para eliminar el polvo. Sus grabados son siempre signos abstractos, que para ellos tienen significado, bien como símbolos de la tribu, signos mágicos, etc. El instrumento es, usualmente, im canto de cuarcita o sílex que se adapte bien a la mano, al que se le dota de una punta con pocos golpes, si es que no la tenía ya; aunque poseen puñales y espadas y otros objetos metálicos, usan siempre piedras, más duras y más fáciles de reparar si se despuntan, que el metal. Los instrumentos son de tamaño pequeño, resultando más manejables y permitiendo más precisión en el grabado. Estos instrumentos han sido encontrados in situ, aparte de verlos usar a los beduinos, lo cual permite establecer comparaciones entre los diversos tiempos. "> En el Monte Bego, al pie del gran conjunto de grabados rupestres, se han encontrado cantos de cuarcita redondeados por un extremo, el que se adapta a la mano, y puntiagudos por el otro. El hallazgo ha sido, sólo, de tres picos, más pequeños que los del Negev, midiendo 6, 7 y 8 cm. En Valcamonica, después de no haber encontrado ninguno de estos picos a lo largo de once campañas de trabajo, en la duodécima, realizada 13. E. ANATI, Rock- art in central Arabia, I, « The oval- headed people oí Arabia » , Lovaina 1968 y II, « Fat- tailed sheep in Arabia » y « The reallstic- dynamic style of rock- art In the Jebel Qara » , Lovaina 1968, resumiendo otros trabajos anteriores, especialmente Ancient rock engravings in the Central Negev, Londres 1955. Una breve síntesis del mismo autor en Utensili litici per eseguire le incisioni rupestri e il loro método d'impiego, « Sibrlimi » , 8, Várese 1964- 66, p. 7. 17 en la Seradina alta, aparecieron, en 1965, objetos de conglomerado y de cuarcita, análogos a los del Negev y Monte Bego, in situ, midiendo entre 10 y 18 cm. En el Barranco de Balos no hemos encontrado ninguno de estos utensilios; evidentemente muchos de ellos pudieron ser abandonados y estar hoy en el fondo del barranco o haber sido arrastrados por él. Dadas las excelentes condiciones que el basalto ofrece para ser grabado por picados superficiales no es preciso que exijamos excesiva especialización a los utensilios; cualquier piedra aguzada pudo servir y no hemos hallado ninguna que podamos afirmar que se haya utilizado con tal fin. Georges Marcy '* habla de una técnica líbica de repasado de los grabados con pulidores de piedra, madera o metal, que Alvarez Delgado aplica a los grabados de Balos y de La Caleta ( El Hierro), lo que no nos parece acertado. IV. DESCRIPCIÓN DE LOS GRABADOS I. — La zona meridional del macizo basáltico presenta una serie de losas desprendidas y en desorden al pie de las paredes verticales, dispuestas más o menos horizontalmente y de tamaño no muy grande. En varias de las horizontales se han grabado figuras muy difíciles de ver, por lo general, ya que la erosión del agua y el viento ha atacado mucho la superficie, incluso lavándola intensamente en las piedras que están a ras del suelo del barranco. Por otra parte esta erosión ha dado a las rocas im color grisáceo que se confunde con el trazo del grabado, aunque éste sea algo más oscuro. No debe extrañar que muchos de estos grabados hayan pasado inadvertidos y que otros sean susceptibles de distintas interpretaciones. La losa I, alargada, de perfil irregular, 0,86 m. de largo y unos 0,45 metros por término medio de ancho, estaba completamente oculta por un balo, por cuya razón no ha sido citada hasta ahora. Todas las figuras han sido grabadas mediante la técnica de picado poco profundo, que atraviesa la capa superficial del basalto, con lo cual el color que resulta es oscuro, gris plomizo; el picado está realizado con picos de basalto bastante agudos resultando puntos muy contiguos que ofrecen el aspecto de una superficie continua. 14. G. MARCY, Introduction a un déchiffremenl jnéthodigue des inscriptions « Tiíinágh » du Sahara Central, « Hesperis » 1937, p. 193. 18 Las figuras claramente visibles son ocho, aunque hay trazas de alguna más que no hemos sabido diferenciar y que podría ser accidente natural, ya que cualquier golpe que la superficie gris clara recibe deja patente la capa interior más oscura, sin que sea fácil diferenciar los grabados intencionales de los casuales, salvo atendiendo a la forma que tienen. La totalidad de las figuras advertidas son estilizaciones humanas en muy distintos grados de esquematización, aunque están hechas con la misma técnica, tienen idéntico patinado y resulte difícil diferenciarlas por épocas. De arriba abajo y de izquierda a derecha hay los siguientes grabados: 1. En la parte superior derecha, hombre esquemático de 0,12 m. de altura; tiene cabeza alargada, cuello diferenciado, brazos en cruz rectos, sin marcar los antebrazos, cuerpo estrecho y arranque de las piernas en forma triangular; una extraña prolongación hacia la izquierda podría ser el sexo, pero no es probable que así sea, sino el arranque de la pierna derecha, con extraño remate triangular para terminación inferior. A su izquierda hay restos de algún picado más que no constituye figura alguna. 2. Debajo y un poco más a la izquierda que el 1, hombre esquemático de 0,15 m. de altura; tiene la cabeza redondeada y ensanchada por los lados, brazos en cruz, antebrazos doblados hacia abajo, cuerpo delgado y largo que en su parte inferior se ensancha en forma de rombo incompleto, tal vez completando la representación convencional de la figura I, 1 y de otras. En todo caso, el cuerpo se prolongaría más abajo del rombo y no aparece ningún intento de diferenciar las piernas; tal vez podría interpretarse la parte superior del rombo como el arco formado por ambas piernas y el trazo de prolongación del cuerpo podría ser el sexo. No se advierten las manos, pero sí un ensanchamiento de su antebrazo izquierdo hasta el extremo de la línea. Hacia la izquierda se ven los trazos de una posible figura esquemática ilegible. 3- 4- 5- 6. Grupo de cuatro signos de aspecto cruciforme, el primero con cabeza redonda, línea del cuerpo prolongada más allá de las perpendiculares que forman los brazos y las piernas, midiendo el trazo central 0,10 m. de longitud. Los otros tres signos de) grupo son simples cruces, una de ellas con el trazo transversal ensanchado, que puede muy bien ser una cabeza y un sumario cuerpo, vistos en posición casi acostada. Hay también un punto que debe ser puesto en relación con alguna de las cruces. Todos los signos han sido picados con la misma técnica. 7. En la parte más inferior de la piedra y en la derecha hay una importante figura esquemática de 0,17 m. de largo, con cabeza redondeada, cuello largo, cuerpo con tendencia al rectángulo, brazos doblados hacia abajo, sin manos, piernas largas casi cerrando un arco y terminadas en un leve ensanchamiento como pies. En los espacios formados entre los 19 Figura 3. — Panel I. brazos y antebrazos, sendos puntos, pequeños y situados asimétricamente. Es muy posible que estos puntos, observados en yacimientos de España e Italia en figuras análogas, puedan querer representar los senos de la esquematización humana que seria femenina. 8. A la izquierda del 7, esquematización de las que llamaremos de tipo « salamandra » , formada por corto trazo vertical de 0,09 m., que representaría indiferenciadamente la cabeza, el cuerpo y el sexo, y otros dos horizontales y paralelos, más corto el de arriba ( brazos) y más largo el de abajo ( piernas). La técnica de las figuras 7 y 8 no se diferencia apenas de las restantes de la piedra I; quizá el picado resulta más oscuro por la acumulación de suciedad; pero cepillado el conjunto enérgicamente ha dado un aspecto casi idéntico. No podemos asegurar que estas ocho figuras formen un conjunto, pero parecen estar dispuestas en filas, que serían cuatro o cinco y destinadas a ser contempladas desde un solo punto de vista. Existen tres niveles de evolución, con el número 7 relativamente naturalista, el 1 y 2 más esquemáticos y un extraño convencionalismo en el arranque de las piernas y las otras cinco figuras muy esquemáticas, aimque la 3 y la 4 tengan una indicación de la cabeza. Esta diferencia tipológica no va acompañada de distintas técnicas ni de pátina diferente, por lo cual sería más que aventurado pretender hacer otra ordenación que la puramente formal; en este aspecto podría aceptarse un orden: 7, 2, 1, 3, 4, 8, 5 y 6. Estos dos últimos signos podrían, tal vez, ser muestras de cristianización. II. — Losa inclinada, desgajada de otra de posición más horizontal y colocada un poco más alta, apreciándose la coincidencia de la fractura; está a muy poca distancia de la I y más al Norte. La contextura de la piedra es análoga a la de todas las de estos grupos meridionales, como su situación, sobre el suelo del barranco; fue grabada después de romperse y en la piedra a la que estuvo unida no hay señales de grabados. Una gran parte de la superficie está muy alterada y ha desaparecido la capa exterior, grisácea, quedando visible la parte interior del basalto, más oscura y rugosa al no haber sufrido la acción erosiva de los agentes naturales. Ignoramos, por lo tanto, si esta roca tuvo más grabados que se han perdido o si fue grabada después de que saltase la corteza basáltica. Mide alrededor de 1,25 m. de longitud máxima y tiene un perímetro muy irregular. Solamente se ven, y no muy bien, dos figuras. Esta es una de las rocas donde se hizo la experiencia de tratar de resaltar los grabados con soluciones de color blanco y negro, pero sin demasiado éxito. 21 II 10 Figura 4. — Panel II. 1. Signo picado, poco profundo, de color claro, ejecutado con un instrumento de punta muy aguda; el resultado ha dado puntos gruesos, superficiales, corregidos en parte arrastrando el pico. En un sitio se nota que se ha utilizado un instrumento de varias puntas. Mide 0,085 m. de longitud máxima. Es un signo de forma triangular, con un trazo saliendo de su lado derecho; aunque podrían verse dos puntos, uno a la derecha y otro abajo, parecen ser naturales. En todo caso resulta un signo inidentificable. 2. Esquematización humana, con un solo trazo de 0,15 m. para formar el cuerpo, la cabeza ligeramente redondeada y un largo sexo, prolongado más allá de las piernas, representadas por un largo trazo transversal; tiene también los brazos, rectos, paralelos a las piernas y más cortos que éstas y una mancha que no es necesario unir a la figura, pero que podría ser otra línea que cortase también el cuerpo, como es muy corriente en este tipo de esquematizaciones. La técnica de ambas figuras es muy parecida, aunque la 1 parece haber sido conseguida con un instrumento más aguzado. Ignoramos la relación en que una y otra pueden estar porque el que no acertemos a ver más figuras no quiere decir que no hayan existido e incluso que ahora no existan. El aspecto esquemático y sumario de ambos grabados no nos permite deducir consecuencias en orden a su situación tipológica o cronológica. III. — Losa horizontal perteneciente al grupo en el que se integran también el I y n, pero situada a más altura, procedente de una rotura de las rocas verticales del macizo, desprendida de él, pero sin haber rodado hasta abajo. Mide 1,65 m. de largo y forma como un escalón con otros desprendimientos. La observación la hemos hecho desde el Sur, es decir, de fuera a adentro del macizo. Posee un complejo grupo de figuras, difíciles de identificar, logradas con un picado muy fino con el que se obtiene un trazo oscuro y muy somero. Partiendo de izquierda a derecha tendremos: 1. En una zona donde existen numerosos picados, difíciles de separar, hay tres estilizaciones, de las cuales la primera configura un hombre esquemático en posición acostada, incompleto, de 0,11 m. de largo. 2. Junto al hombre 1 está la mitad de otro en posición normal, con la cabeza alargada, el pecho con tendencia triangular y dos brazos doblados y algo arqueados colgando hacia abajo, faltando el resto. 3. Encima del 2 y a la derecha del 1, en posición levemente inclinada, hay una estilización masculina, con la linea del cuerpo ensanchada 23 y redondeada por arriba para formar la cabeza, el sexo indicado por la prolongación de la linea del cuerpo, los brazos rectos, pero formando ángulo agudo con el cuerpo y las piernas ligeramente arqueadas y abiertas y ensanchadas en los pies; en total, la línea central mide 0,165 m. 4. En el borde Sur de la losa, también entre picados ilegibles, está grabado un hombre en posición casi acostada, de cuerpo rectangular, piernas prolongando las líneas exteriores del cuerpo, largo falo central puntiagudo un poco más corto que las piernas, brazo derecho colgante, izquierdo casi recto, cabeza redondeada pequeña y cuello marcado; mide 0,185 m. de altura máxima. 5. Más arriba del 4 y en su vertical, figura humana invertida, con la cabeza circular hacia abajo, cuello marcado, cuerpo grueso, brazos en cruz, sin indicación del sexo y con las piernas muy abiertas; mide 0,21 metros de longitud máxima. 6. En la parte derecha de la losa hay un espacio cubierto por trazos picados a distintas profundidades, donde nos ha resultado imposible aislar los grabados, limitándonos a verificar la copia de las manchas y trazos que se pueden distinguir sin intentar completarlos o interpretarlos valorando unos y eliminando otros. Algunos de los trazos parecen configurar esquematizaciones humanas, tales como uno en la parte más septentrional, del que se ven los brazos, el cuerpo y una pierna y, tal vez, dos puntos debajo de los brazos, entre ellos y el cuerpo. Quizá podríamos incluir también en el extremo Sur algo que podría ser una esquematiza-ción humana en postura horizontal. 7. En la parte más oriental de la piedra, junto con muchos picados ilegibles se configuran, por lo menos, cinco esquemas humanos de formas muy distintas. Hemos de advertir que la técnica es, sensiblemente, la misma, quizá con alguna variedad en la intensidad de los picados. Así, el 7 sería del tipo llamado de « salamandra » , sin cabeza y de cuerpo grueso. 8. A la derecha del 7, grabado naturalista de hombre de 0,23 m. de largo, cabeza redonda, cuello marcado, brazos levemente arqueados, cuerpo ligeramente curvado, piernas largas y delgadas, abiertas en arco, con indicación de las rodillas, sin pies ni manos y pene de proporciones casi normales. Bajo su brazo izquierdo un punto que, naturalmente, no puede ser interpretado, como en otras figuras, como si fuese un seno femenino. 9- 10. Dos figuras humanas grandes, de tipo « salamandra » , de unos 0,19 m. de alto, pero con los cuerpos gruesos, irregulares y prolongados anormalmente. 11. Muy interesante figura de unos 0,25 m. de altura, que debe ser mirada desde el lado Sur. Es perfectamente visible; está compuesta por 24 III ' ^ ^ i / Figura 5. — Panel III. un cuerpo vertical formado por una ancha línea que se hace oblonga para representar la cabeza, brazos rectos con los extremos doblados hacia abajo, dos lineas paralelas que cruzan el cuerpo perpendicularmente, siendo la más inferior la que forma las piernas, sin pies, y la intermedia una de las que suelen aparecer en las pinturas esquemáticas de la Península multiplicando las extremidades superiores o inferiores. La línea del cuerpo se prolonga formando un enorme falo que tiene en la parte alta y a los lados tangentes a él dos círculos que pueden representar los testículos. Esta figura es única en el Barranco de Balos, aunque se aproxima a las grandes « salamandras » del lado Norte del macizo. Se trata, evidentemente, de una estilización humana, lo cual le otorga un valor extraordinario como fase intermedia de un proceso de estilización desde el naturalismo humano a un esquematismo en un sentido determinado. 12. Figura confusa que pudiera representar un hombre en posición acostada. Figura 6. — Panel III ( según Hernández Benítez). 26 Hernández Benítez ( p. 11) dice de esta losa que es una piedra plana e inclinada hacia el espectador, situada a 1,30 m. sobre el suelo; ve en los grabados un árbol de 0,60 por 0,72 m. y entre sus ramas un hombre con los brazos en alto; otro arbolito de 0,20 m. a la derecha; encima y más a la derecha una figura con cabeza y alas de águila y cuerpo, al parecer, de león, « que vuelve la cabeza a la copa del árbol como si esperara algún hálito misterioso y que descansa sus pies sobre un signo parecido a una hoz; un casco de guerrero, frontal levantado, aguda cimera, visera y clásica yugular ( fig. 29) » . Jiménez Sánchez reproduce el grabado de Hernández, pero no la descripción, refiriéndose sólo a figuras antropomorfas, esquematizadas con pies y un apéndice que corresponde a la cola de la zalea de piel con que se cubrían, aunque algunas sean sexuadas pero no ithyfálicas; también alude al casco o « guapil » con pluma y a una representación de casco guerrero. No hemos visto nada de lo descrito por ambos autores. IV. — Losa horizontal situada a poca altura sobre el suelo del barranco y en la parte Sudeste del promontorio Sur del macizo basáltico. En el muro vertical sobre ella se sitúa una inscripción, como a 1,60 m. de altura sobre la piedra. 1. Inscripción tifinagh arañada finamente sobre la cuarteada superficie de la roca, un poco abombada. Los trazos son de dos grosores; el más ancho e intenso corresponde a una inscripción de tres líneas verticales de signos que han sido copiadas por todos los autores; el grabado resulta de color negruzco porque atraviesa toda la capa superficial y llega hasta el interior del basalto. Los signos grabados muy finos son apenas perceptibles y su rayado es de color rojo, ya que actúa sólo sobre la superficie descompuesta. La copia, a falta de algunos signos de trazo profundo y de todos los arañados finos, fue reproducida por Jiménez Sánchez ( pp. 101- 102 y figura 5), diciendo textualmente: « En la zona B del expresado macizo, a una altura de tres metros, aproximadamente, en el ángulo del bloque oriental están tres grupos de caracteres alfabetiformes, insculturas lineales simples y compuestas, angulares, arqueadas y circulares ( figs. 5 y 6); son incisiones a base de delicado rayado, hechas con piezas cortantes. Junto a las mismas y en plano inferior se advierten otros grupos alfabéticos de factura moderna en plan de réplica » . Hernández Benítez la reproduce en su fig. 14. 2. En la losa horizontal y a la parte izquierda, con un picado muy superficial, pero grueso, que da un trazo oscuro y poco visible, hay un par de signos asociados, uno como un óvalo cruzado por una línea verti- 27 ^ 0 o : 3f \ \ \ \ n 10 Figura 7. — Panel IV, 1. cal y otras horizontales y un ángulo bajo él, todo bastante confuso y poco visible. 3. En el extremo derecho de la misma losa y apenas visible, tanto que según las horas del día y la inclinación de la luz pasa desapercibido, hay un grabado que representa una figura hmnana, de técnica parecida al número 2, más fina y de picado más unido hasta formar casi una superficie continua. El hombre tiene el brazo derecho levantado en ángulo paralelo al cuerpo, con un ensanchamiento figurando la mano y el izquierdo perpendicular a la línea del tronco. El cuerpo es grueso, ligeramente abombado, con el cuello bastante largo, separado del cuerpo y cabeza casi rectangular. Las piernas las tiene ligeramente abiertas, apenas arqueadas y el pene naturalista y corto en relación con otras figuras del barranco. Figura 8. — Figura IV, 3. 29 Mide 0,21 m. de altura. No es necesario insistir en que la situación de la losa, prácticamente en el lecho del barranco, ha hecho que la erosión haya sido muy intensa sobre las figuras 2 y 3, cuya visibilidad, no obstante, ha sido suficiente para poder ejecutar el calco de la 3 y fotografía donde se aprecia la linea general del trazado de la 2. V. — Losa horizontal, fuertemente lamida por la erosión del agua, del aire y de la arena. Es de color gris claro y el picado de las figuras apenas se aprecia, resultando superficial y de color gris oscuro; los grabados son muy difíciles de ver y estamos seguros que debe haber más de los que hemos podido copiar. Advertimos cuatro claras estilizaciones humanas, otro signo que podría también ser un hombre, uno más indescifrable y seis trazos o rasgos más. La posición de alguno de los hombres es invertida respecto de los demás, no obstante lo cual parece que el punto de observación debe ser desde el barranco hacia el macizo. Las figuras que hemos observado, de izquierda a derecha, son: 1. Una serie de trazos sueltos que no componen ninguna figura. 2. Hombre con cuerpo lineal, cabeza oval, cuello largo, brazos cortos rectos y perpendiculares a la línea del cuerpo; piernas cortas levement3 arqueadas y formando entre sí casi un ángulo recto y largo falo central que no es la prolongación del cuerpo. Mide 0,18 m. de alto. 3. Grueso trazo aislado, vertical. 4. Parte superior de una esquematización humana de la que se ha grabado sólo hasta la cintura; los brazos forman dos arcos dirigidos hacia abajo. Mide 0,09 m. 5. Hombre de grueso cuerpo rectangular, cabeza redonda, cuello diferenciado, brazos ligeramente arqueados y vueltos hacia arriba; piernas muy cortas y entre ellas falo de la misma longitud que las extremidades. Como hemos dicho, Jiménez Sánchez supone que ese rasgo designe la cola de la zalea o piel con que se cubre el hombre. Este tipo humano, rectangular y con largo falo, no es habitual en la zona Sur del barranco, pero muy frecuente en la parte septentrional. Mide 0,24 m. de largo. 6. Ángulo que podría ser formado por las dos piernas de un hombre cuya parte superior estuviese en el número 7, es decir, tres trazos verticales cruzados por uno horizontal que se cieña por la izquierda y que se dobla hacia abajo por la derecha. 8. Curiosa estilización humana, en posición invertida respecto de los anteriores, con minúscula cabeza, el cuerpo rayado por cuatro líneas aparan 10 Figura 9. — Panel V. te de las dos exteriores que cierran el espacio; con un solo brazo arqueado hacia arriba y dos piernas muy extrañas, una de ellas arqueada y unida a una línea que pudiera ser el falo. Es posible que la interpretación como una estilización humana no sea exacta. Mide 0,21 m. desde la supuesta cabeza al extremo de la línea central. 9. Esquematización humana de cuerpo oblongo, cabeza pequeña y brazos cortos horizontales; le falta una pierna. 10. Restos de posibles esquematizaciones humanas, una con cabeza, brazos y medio cuerpo; y 11, otra con un ángulo de las piernas que, sin cuerpo, podría continuarse por una cabeza y un brazo, 12. VI. — Losa, como todas las de esta zona, muy patinada y trabajada por la erosión y, por consiguiente, con figuras muy poco visibles. No hay ninguna novedad en cuanto a la técnica, que es de picado superficial, resultando las figuras de color negruzco muy oscuro. Aquí, como en otros lugares de esta zona, según la posición de la luz y a determinadas horas del día, no se ve absolutamente nada, por lo que no nos extraña que no hayan sido advertidas las figuras, que son, en su totalidad, estilizaciones humanas en un grado muy avanzado de esquematismo. El picado, muy fino, no contribuye a la visibilidad. 1. Signo confuso de unos 0,11 m. de altura. Puede ser una estilización humana de la que apenas se vería la cabeza y resultarían las piernas muy gruesas y confusas. Está en la parte superior izquierda de la piedra. 2. En la parte derecha y bastante agrupados hay seis grabados más. El de más arriba es de tipo de « salamandra » pero incompleto; según como se mire, parece una estilización de bóvido, pero esta explicación es totalmente imposible. 3. Esquema muy tosco, con una línea horizontal formando el cuerpo, de 0,19 m. de largo y otras dos verticales y cortas cortándolo para formar los brazos y piernas. Alguna de estas líneas se dobla ligeramente en el extremo como si quisiera indicar la cabeza y el arranque de las piernas. 4. Algo más de media figura humana, más naturalista, de 0,17 m. de altura; se ve sólo el brazo derecho y bajo él un punto; le faltan su brazo y pierna izquierdos, tiene la cabeza alargada y el cuerpo rectangular. 5. Hombre bastante naturalista, sin cabeza y en posición invertida respecto de los demás; le falta también la parte central del cuerpo, que tiene forma rectangular; las piernas están abiertas en ángulo y los largos y ligeramente arqueados brazos carecen de manos. Lo conservado mide 0,10 m. 31 VI orí 10 Figura 10. — Panel VI. 6. Gruesos trazos indescifrables. 7. Hombre bastante esquemático, de cabeza ovalada, brazos rectos, cuerpo lineal prolongado más allá de las piernas y remate inferior del mismo un poco confuso. Mide 0,13 m. Los intentos para encontrar más figuras en esta piedra, donde las hay o ha debido haberlas y se han borrado, han resultado completamente infructuosos. Vn. — Único grupo de grabados situados en el lado Oeste del macizo basáltico, a unos 8 m. de la extremidad Sur, y no a la altura del barranco, sino a un par de metros sobre él. Están los grabados en los dos laterales y en la parte superior, saliente como ima breve comisa, de una especie de hornacina natural, deliberadamente buscada para grabar en las tres partes donde es posible. Hay, por consiguiente, tres grupos de grabados, muy distintos, por cierto, a los demás del barranco. En la parte superior y en el lado derecho la roca es más roja, mientras que la izquierda es de color gris, con la capa superior de tono ocre, como en los demás paneles vistos hasta ahora. Jiménez Sánchez ( « Algunas manifestaciones del culto astral entre los grancanarios prehispánicos » , Crónica del Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas, Zaragoza, 1956, p. 107 ss.) publicó varios diseños algo simplificados que relacionó con el culto a los astros y con las numerosas citas literarias sobre el tema en relación con Gran Canaria, asi como apoyos arqueológicos en El Baladero ( Telde), Roque Bentaiga ( Tejeda) y el supuesto grabado alfabetiforme de Cuatro Puertas. Sobre todo esto volveremos en el lugar oportuno, interesándonos ahora la descripción de lo que se ve en los tres grupos de grabados. a) En la parte superior. Sólo rayas muy poco profundas, cruzándose, pero sin formar un dibujo regular. Todos los trazos son incisos y predominan los horizontales. Algunos perpendiculares forman con aquéllos toscos cuadrados. b) Lado derecho. El arañado es tan superficial que no llega a la capa gris de la roca, sino que el fondo de los surcos grabados es de color rojizo amarillento, lo cual quiere decir que no llega a atravesar la capa descompuesta de la superficie. Las rayas convergen en dos centros: el de arriba está marcado por un picado muy patinado, hecho intencionalmen-te. Las rayas antiguas se diferencian bien de otras modernas, de color más claro, más anchas y sin pátina. No hay, realmente, dos soles, sino un conjunto muy irregular de líneas que tienen dos puntos de convergencia, mientras que otras siguen diferentes direcciones. 33 I Figura 12. — Panel VII b. Figura 13. — Panel VII c. Figura 14. — Figuras del panel VII c ( según Jiménez Sánchez). vil I I Figura 15. — Panel VII d. c) Lado izquierdo. Las rayas patinadas de oscuro, muy seguidas, como si hubieran sido hechas con un instrumento muy afilado y de punta muy aguda, tal como denuncian las fotografías hechas con objetivo de aproximación. No tienen un centro, sino, por lo menos, dos. Se forman también algunas figuras cuadradas, pero casi todas las líneas se cruzan anárquicamente. Existen dos figuras picadas; a la derecha y abajo, una figura informe que es cortada por las líneas rayadas. Arriba y a la izquierda hay un hombre picado, esquemático, de cuerpo oblongo, brazos en cruz, piernas arqueadas y falo. Tres veces, por lo menos, los rayados finos cortan a los picados. d) En una plataforma elevada, protegida por im muro y como a tres metros más de altura, hay cuatro trazos verticales picados en los muros. VIII. — Volviendo al lado oriental y terminadas las losas grabadas situadas a ras del suelo del barranco, más al Norte y en unas paredes verticales que se apoyan en una plataforma más o menos horizontal, a unos 3 m. de altura, se encuentra una serie de signos, los primeros de los cuales se hallan protegidos por otra pared vertical exterior, como si estuvieran en un corredor, y distribuidos en dos grupos. La técnica es un picado muy tosco que en algún punto ha podido ser conseguido arrastrando muy someramente un pico de basalto sobre la roca. Resulta sospechosa la falta de pátina de los trazos y el que cualquier picado actual deja idéntica huella. No obstante, la técnica es la misma que la del signo X, aunque en el VIII y IX se note más la intensidad del picado. A unos 0,80 m. de la plataforma hay tres signos: 1. Rectángulo cortado por una línea vertical en su parte media de 0,15 m. de largo. 2. Rectángulo dividido en cuatro partes por dos líneas que se cruzan en ángulo recto, por las partes centrales. Mide 0,16 m. 3. Signo geométrico, poco marcado, en forma de « d » ; el trazo vertical mide 0,16 m. IX. — A unos 0,65 m. del VIII y a 0,85 m. del suelo, roca que está a unos 0,10 m. más alta que la anterior. Los signos son de la misma técnica y característica que el V H I ; el picado es más profundo y de la misma forma que el anterior cuando se ha hecho sobre la superficie negruzca del basalto y menos marcado cuando recae sobre la roca lavada por una caída de agua que ha erosionado la superficie y deja un tinte amarillento en la parte izquierda, cubriendo el signo 1. En algunos sitios se observa la técnica de arrastre o frotado muy somero. 38 ^ ^ - . VIII V • A "^' fV / / ^ < " \ t í Figura 16.— Signos VIII. IX J • ' • r 4 Figura 17. — Signos IX. 1. Signo que se aproxima a la forma circular; 0,08 por 0,11 m. 2. Signo de forma rectangular, atravesado verticalmente por su centro por una linea; 0,18 por 0,13 m. En la parte superior tiene dos trazos menos marcados. 3. A la derecha, otro signo con tendencia circular, de 0,07 m. de diámetro. 4. A la derecha de éstos, un signo de forma más o menos circular, con línea vertical que lo cruza y lo rebasa por arriba. Toda la línea mide 0,17 m. Figura 18. — Grabado X. X. — A la derecha de los grupos anteriores y en la parte baja del muro vertical de basalto, hay una figura esquemática realizada mediante una labor de raspado muy somero que se limita a levantar el grano superficial de la roca. Está, parcialmente, debajo de la S de un grafito 41 moderno que se lee F. D. S., también picado, pero que muestra el surco más blanco incluso en las zonas superpuestas, lo cual quiere decir que el raspado antiguo se patinó de nuevo en la superficie y volvió a desaparecer cuando se grabó el grafito moderno. Se trata de un hombre de 0,16 m. de largo, que tiene un aspecto más grueso visualmente que en el calco, a causa de la superposición de una parte de la S. Se distinguen bien la cabeza, separada del tronco por un brevísimo estrechamiento que forma el cuello; el cuerpo con tendencia rectangular, con el pecho ligeramente abombado y el arranque de las piernas como si fuera la base de un triángulo; los brazos en cruz con su izquierdo algo más largo que el derecho y apenas descendentes; las piernas forman un arco bastante cerrado. Carece de manos, aunque el brazo izquierdo termina en forma redondeada y ligeramente vuelto hacia abajo. f^ igura 19. — Grabado XI. 42 XI. A 3 m. hacia el Norte del grupo IX y a 2 m. de altura sobre el suelo hay una figura aislada, consistente en una estilización humana, con técnica de picado continuo que produce un surco claro, grisáceo, que resalta mucho del color de la roca. Es muy diferente de las formas humanas de los grupos I a VI, debiendo tenerse en cuenta que al estar grabada en una piedra vertical está menos erosionada y lavada que las de las losas horizontales y bajas. Entre esta figura y la XII hay grafitos modernos, arañados, resultando de color más rojizo, como si la parte superior hubiera cambiado con el tiempo, al descomponerse, y ahora, al rozarla, diera un color blanco rosado, mientras que al picar la figura de que nos ocupamos resultó de color gris. Observando la figura X y el grafito F. D. S. picado, se puede corroborar lo que aquí afirmamos. Mide 0,16 m. La estilización se obtiene mediante im cuerpo formado por una linea vertical, sin diferenciar la cabeza, que sobresale por enci- XII Figura 20. — Grabado XII. 43 ma de los brazos arqueados, con los antebrazos hacia abajo y sin manos; las piernas son también en arco, rematándose la derecha en punta, sin pie, y en cambio la izquierda en un largo y deforme pie doblado. Esta forma de pie es absolutamente excepcional y no tiene, de momento, explicación alguna. Xn. — En situación semejante a la anterior, a 1,70 m. sobre el suelo elevado, aislada y en la laja vertical, hay una estilización humana. Forma parte de un grupo de figuras muy distanciadas unas de otras, que fueron invisibles para nosotros hasta las lluvias del 27 de marzo; la humedad puso de relieve una serie de grabados que, a pesar de ser escasamente visibles, fueron advertidos desde lejos y perfilados ligeramente con tiza por si volvían a perderse con el tiempo seco, e identificados definitivamente. El XII es un hombre de 0,175 m. de altura, estilizado, de forma que el cuerpo prolonga la linea de la cabeza sin cuello por encima de los brazos terminando en im simple redondeamiento de la línea; ésta es relativamente gruesa y no se prolonga para formar el sexo; las piernas las tiene en ángulo, ligeramente arqueado; los brazos se abren en cruz, con los antebrazos hacia abajo, sobre todo el izquierdo, doblado en ángulo recto. No tiene manos ni pies, terminando las piernas en punta. La cabeza y el cuerpo están unidos, sin traza de cuello. XIII. — Como el anterior, fue advertido este grabado desde abajo del barranco, en un día de lluvia. Situado también en una laja vertical y escasamente visible, se trata de una estilización humana de 0,46 m. de largo, con los brazos doblados hacia abajo por el codo, en ángulo recto, el izquierdo completo, pero sin mano, y el derecho con el antebrazo iniciado ; solamente se ve la pierna izquierda, saliendo como una línea, cerrada con la otra en ángulo si se conservase; el cuerpo es bien proporcionado, ligeramente abultado en el centro. La técnica es de un picado superficial, que proporciona al grabado un color gris oscuro, muy poco visible, como se ha dicho. En la parte izquierda del panel hay dos líneas verticales, muy poco visibles, con picados muy separados entre sí, de unos 0,16 m. de alto por 0,03 m. de grueso. XIV. — A 1,50 m. del XI hacia el Norte y a 1 m., aproximadamente, de la plataforma basáltica, que se va levantando hacia arriba en esta zona, hay un grupo de signos de un picado tosco y grueso, bastante profundo, con un trazo ancho, continuo, de color gris. 44 Xlll I . 4 * '• i . a Figura 21. — Panel XHL 1. En la parte superior, un signo indescifrable, de 0,10 m. de ancho, con la parte izquierda casi circular y una línea ganchuda partiendo hacia la derecha. XIV- 1 Figura 22. — Signo XIV, 1. 2. Signo que parece estar formado de dos semicírculos concéntricos que casi llegan a cerrarse por arriba. Miden en total 0,10 m. de ancho por 0,08 m. de alto. 3. Inmediatamente debajo del anterior, arco con un pequeño muñón saliente arriba y en el centro, que, como veremos, es interpretado como xma vulva femenina en algunos grabados del Atlas. Mide 0,08 m. de ancho. 4. Se repite la misma forma del 3, pero con la línea mucho menos arqueada y el botón más redondo y saliente y separado del trazo. Mide 0,16 m. de ancho. 46 Realmente no podemos aventurar ninguna hipótesis sobre lo que representan estas figuras. Es aventurado suponer que se trate de estilizaciones humanas incompletas y mucho más que los dos signos inferiores fuesen diademas del tipo de las del Bronce medio. En cuanto a la explicación sugerida por algunos grabados del Atlas, la trataremos en su lugar. « % • ' ? Figura 23. — Signos XIV, 2 a 4. •^• v^^ inpliiqo a larga distancia. Está a unos pado. 47 Es probablemente la figura que mejor se ve en todo el barranco. Está formada por un cuerpo corto en proporción con los brazos, casi rectangular; los brazos se doblan en ángulo y se dirigen hacia el cuerpo; son de grosor desigual, sin manos; las piernas en ángulo, muy cortas y sin pies. La cabeza es bastante cuadrada. Mide 0,17 m. de longitud máxima. Figura 24. — Grabado XV. XVI. — En una roca casi horizontal que forma parte de la plataforma basáltica de color gris plomizo y que sirve de apoyo a las rocas verticales donde están los grabados XI a XV, y que se alza a unos 3 m. sobre el barranco, hay dos signos geométricos, el 1 de 0,16 m. de longitud máxima y 0,095 de anchura máxima y el 2 cuyas respectivas medidas son de 0,09 por 0,05 m. 48 1. La roca está ligeramente inclinada en sentido descendente hacia el barranco y el signo 1 se encuentra en la parte más alta; a su derecha hay unas letras modernas que se leen PE, que no tocan a los picados gruesos, de puntos separados, muy visibles, pero poco profundos, hasta el punto de que su conjunto parece una raya negruzca. Esto se debe a que, como en otros lugares, la erosión, especialmente la provocada por el agua de lluvia, aunque también la de la arena y el viento, han limado extraordinariamente la superficie. Aunque la significación de estos signos es intraducibie, existen muchos de forma semejante y de ellos nos ocuparemos en conjunto. Desde luego no corresponden a las formas más antiguas; con la misma pátina los hay en el grupo V y VI y con otra más moderna en el XXII. % I ^ .* Figura 25. — Panel XVI, 1. 49 XVI Figura 26. — Panel XVI, 2 a 5. 30 t Figura 27. — Panel XVII. Uno de los signos parece una hoja de forma lanceolada, con un circu-lito inserto en su lado derecho y el otro es un circulito muy irregular. 2. Es un grupo que se halla situado en la misma losa que el anterior, pero en el lado más bajo de la piedra y casi en el borde de ella, junto al barranco. Tiene también la misma técnica, características y color. El signo central mide 0,16 m. de ancho y 0,135 m. de altura máxima y se repite cuatro veces en las losas verticales próximas y en otros lugares del macizo. Se trata de un rectángulo irregular, partido por una linea vertical y prolongado en su parte central por un trazo. 3. El resto de los signos está formado por un círculo poco regular de unos 0,07 m. de diámetro; 4, otro oval de 0,09 m. de eje mayor y dos signos más, confusos; 5, otro en forma de P con 0,16 m. de alto, y 6, otro en forma de b de 0,10 m. de altura. Las dudas sobre su época y la imposibilidad de interpretación son las mismas que en los anteriores signos y trataremos de exponer algunas hipótesis sobre ellos en el lugar oportuno de esta publicación. XVII. — Grupo de figuras grabadas en lajas de basalto casi verticales, elevado a unos 4 cm. de altura sobre el suelo del barranco, como el XI, aproximadamente, y a 0,80 y 1 m. de la plataforma los que vamos a describir como 1 y 2, que están picados muy superficialmente, con los picados muy juntos formando una superficie regular, de color gris y alguno informe y amarillento; junto a ellos hay grafitos modernos arañados que pasan por encima de los picados. 1. Parte inferior de una estilización masculina de 0,14 m. de altura; prácticamente no se ve la cabeza y parece que el cuerpo está de perfil a juzgar por los pies vueltos hacia la derecha, según un convencionalismo universal y de todas las épocas. La representación del pene erecto es excepcional, pero evidente. A su izquierda hay una mancha indescifrable. 2. A la derecha del 1, figura de la misma técnica, como si fuera la cabeza redonda y dos finos brazos doblados hacia abajo, todo ello de un esquema humano al cual faltaría todo lo demás. La longitud de la Imea horizontal es de 0,135 m. Si atendemos a explicaciones de estos signos en el Atlas, podría ser una vulva. 3. Más a la derecha hay una esquematización humana de un cuerpo con pecho casi rectangular, piernas cortas, falo largo y brazos en cruz su altura máxima es de 0,09 m. Más abajo, a unos 0,40 m., nay varias manchas indescifrables, dos de ellas bastante claras. 51 4. A unos 0,80 m. más al Norte hay un esquema humano obtenido por un picado poco profundo y muy separados los puntos sin formar una linea continua; cabeza redonda y pequeña, brazos rectos y piernas arqueadas, faltando parte de la derecha. Mide 0,11 m. Fotografías hechas con objetivo de aproximación nos han mostrado el tipo de trabajo en esta figura, que podemos presentar como modelo del picado discontinuo, separado y profundo. XVII I I I « V Figura 28. — Panel XVII, 4. 52 XVIII. — Más al Norte que los anteriores, en un espacio casi cerrado, con una estrecha abertura y con paredes verticales, hay, en la pared a la izquierda de la entrada, que se abre al Nordeste, dos figuras de aspecto muy diferente a las demás del barranco, tanto estilísticamente como en forma y técnica, que se despegan de cuantas hemos descrito hasta ahora. Don Luis Diego Cuscoy nos dijo que tales figuras no existían hace unos quince años cuando fotografió unos grafitos de 1929, que hay en la pared de enfrente, para observar su pátina. En cualquier caso, la técnica de trabajo es un picado y raspado que levanta la capa superficial gris y que produce un trazo superficial y muy blanquecino, sin pátina; hemos de anotar que mientras el citado grafito « 1929 » y otro que puede ser de parecida fecha y que dice « Manuel » tienen ya el surco ennegrecido y amarillento, por el tiempo y el polvo, el picado de las figuras se mantiene muy blanco. 1. De aire infantil y muy tosco; es una representación masculina, con cabeza informe, cuerpo rectangular, brazos delgados terminados en sendas manos con cinco dedos lineares; piernas largas calzadas con botas; larguísimo pene con dos circulitos laterales que deben querer representar los testículos, aunque en la roca I hemos encontrado este convencionalismo para figurar los senos de una mujer. Este hombre y el 3 se hallan en situación vertical y separados entre sí por 0,80 m. 2. Debajo hay un signo serpentiforme sencUlo, con dos curvas, casi como una s acostada. No hay diferencia en técnica y no puede haberla en datación respecto de los hombres 1 y 3; y en todo caso no pueden tener muchos años de antigüedad. Mide 0,07 m. de largo. Digamos, antes de seguir, que en el 1 hay una serie de datos que pueden ser copiados de figuras antiguas, como por ejemplo el cuerpo rectangular, la longitud del pene y el estar entre ambas piernas, en el punto central y casi con su misma longitud; incluso las fantásticas manos con los cinco largos e infantiles dedos; pero ha de ser moderna sin duda la representación de botas con tacón y tal vez altas con la parte superior ostensiblemente marcada e incluso vuelta. 3 Extraña figura humana de perfil, con los pies, formados por una líneLobradTvueftos hacia la derecha, como podría estar la cabeza tam- S „ mirmo^ iaría en la parte izquierda una extraña prolongación que p S r í a T e r T c ^ e r a o el penacho de un casco, aunque no podamos ase-g u r S o íodría^ er tambie^ n una crecida barba; desde luego no es nada QueTve en V m a n o pues el brazo correspondiente está separado de esta r n c í r m faloTrgo y con ensanchamiento del glande, tiene en la parte S t ^ ^ a r S o s a d t ' í o s testículos. El cuerpo es redondeado y corto, cor- 53 tísimos los brazos y delgadas las piernas, con los pies vueltos hacia la derecha. Mide 0,23 m. de longitud máxima. Alrededor de la figura hay picados en forma de manchas y trazos. Figura 29. — Panel XVIII, 1. XIX. — Al Norte de las anteriores, y aislada, se sitúa una estilización humana, picada, con fondo gris claro apenas sin patinar. Está modificada por trazos más modernos que en la fotografía parecen poner un instrumento en la mano derecha del hombre y prolongar extrañamente su brazo izquierdo, así como alargar el falo. Una detenida observación permite separar los trazos más antiguos en la forma que se ve en el calco, desechando los demás, posteriores, modernos y superpuestos. 54. XVIII ' ^ \ - J^ 9 ^ ^ • r V * • / - • I 2 0 Figura 30. — Panel XVIII, 2 y 3. Mide 0,17 m. de alto y tiene la cabeza redonda y gruesa, cuerpo corto, poco esquemático y su brazo derecho terminado en una mano que lleva un objeto redondo y pequeño que podría ser un escudo, cosa que se repite en otras figuras. El sexo se representa por un pene corto y muy diferente a las demás figuras de todo este grupo. Aunque no podemos estar seguros de su datación, este hombre se separa de los demás del grupo XVII y resulta bastante distinto al tipo habitual de las figuras masculinas del barranco; parece estar de perfil y no lleva botas en los pies, que se representan por líneas dobladas dirigidas hacia la izquierda. XIX Figura 31. — Grabado XIX. 56 XX. — También aislada, más al Norte de la XIX y última de este grupo, tenemos otra estilización humana, de aire no muy antiguo, de 0,58 m. de altura, que puede ser relacionada con figuras bastante modernas norteafricanas. Tiene los brazos en cruz y el cuerpo solamente grabado en las lineas de perfü exterior; los brazos terminan en tres prolongaciones, como si fueran las manos, sumariamente ensanchadas y con algo así como tres dedos. Las piernas van calzadas con botas, en las que se advierte el tacón y en ambas, aunque más acusado en la derecha, el remate de la caña de la bota figurado por un amplio ensanchamiento. El falo, o quizá, mejor, un estuche fálico, es caso único completamente diferente a todas las representaciones masculinas de Balos, pareciéndose, en cambio, a otras, modernas, de la región del Atlas. La técnica, como en todas las figuras de este grupo, es un picado muy tosco. XXI. — Después de todas las figuras aisladas anteriores, se llega a un gran entrante del macizo, sensiblemente dirigido al Norte, con una serie de losas verticales contiguas, cada una de las cuales tiene un enorme número de grabados, más o menos visibles, a causa de su diferente conservación. El primer panel que nos ocupa está tan confuso que sólo en la parte baja, en una zona de unos 0,65 m., se notan una serie de erosiones que han traspasado la capa superficial amarillenta y han dado lugar a figuras de trazo gris, siendo tanto naturales, picadas accidentalmente por piedras movidas o arrastradas por la corriente del barranco, como debidas al trabajo humano. Téngase en cuenta que ésta es una de las zonas que ha recibido directamente y con más violencia la erosión de las aguas del barranco, del aire y del frotamiento continuo de la arena. Nosotros nos hemos limitado a copiar todas las figuras, artificiales o no, y a tratar de separar los escasos grabados que pueden diferenciarse y que, aun asi, estimamos dudosos. En la zona superior de la laja hay lineas anchas picadas, de fondo gris y encima de ellas grafitos arañados, muy delgados, seguramente producidos por puntas metálicas. Debajo, en la primera zona intermedia, los grafitos siguen iguales, siendo lo más superficial una E hecha por arrastre de una piedra muy puntiaguda; con picado más profundo están las letras M. U. La segunda zona intermedia, debajo de la anterior, tiene un serpentiforme picado que podría ser, tal vez, antiguo; a la izquierda, un signo como im rectángulo con un semicírculo encima, muy superficial, y otro picado más profundo. 57 Figura 32. — Grabado XX. 30 En toda la zona contigua al suelo, signos esquemáticos humanos que se confunden con los desconchados y picados naturales, donde sólo identificamos dos figuras humanas, una con los brazos arqueados y otra con ellos rectos. Convencionalmente hemos representado con líneas de puntos en esta zona lo que estimamos que son accidentes naturales de la roca y con el picado normal las figuras que hemos logrado separar, que son: Arriba y a la izquierda, figura esquemática picada con puntos muy separados, de 0,13 m. de alta. A su derecha, gran figura esquemática de trazo muy grueso ( 0,04 m.) y forma de salamandra muy tosca, de 0,21 m. de alto. A la derecha y algo más abajo, restos de una esquematización muy incompleta y otra algo más entera un poco más abajo. XXn. — Laja de las mismas características, inmediatamente a la derecha de la XXI: la parte superior de la pared es roja hasta la parte baja, donde se vuelve gris. En la parte superior hay un grafito que dice: « Don Antonio León. 1871 » y cortándolo, pero más abajo, algunos arañados más modernos. En la parte inferior hay otros grafitos con la misma técnica, pero picados muy superficialmente, donde entre varias figuras humanas están, en dos líneas, el nombre y la fecha: « 1962 / Vicente » . En la parte más alta hay cuatro signos de forma sensiblemente circular que, de izquierda a derecha, presentan las siguientes características: 1. Círculo con el interior cruzado por dos perpendiculares, de 0,08 metros de diámetro, aproximadamente. 2. Otro a su derecha y más abajo, sin líneas interiores, de unos 0,06 metros de diámetro. 3. A 0,29 m. a la derecha, otro grande e irregular, cruzado por dos líneas perpendiculares, de 0,12 por 0,16 m. de ejes. 4. Debajo, y a partir de la derecha del 3, en la misma posición del 2 respecto del 1, otro muy irregular, cruzado, tal vez continuado hacia abajo por la raya vertical, de 0,11 por 0,17 m. En la parte inferior y a partir de la horizontal de 0,55 m., encima del grafito « 1962. Vicente » , hay una serie de grabados con la misma técnica de picado superficial, muy erosionado, con fondo gris plomizo oscuro, todos de aire muy esquemático. De izquierda a derecha son: 60 5. Signo indescifrable. 6. Estilización en forma de salamandra, pero muy esquemática y muy gruesa de trazo, de 0,25 m. de largo. 7. Signo, tal vez incompleto, con un arco y una linea en la parte superior; podría ser la parte inferior de un hombre, pero no está claro. 8. Formando linea con el 9, en la parte inferior, esquematización humana cruciforme, muy sencilla. 9. A la derecha del 8, otra esquematización humana a la que falta su pierna derecha, siendo el arco de ellas, cuando estuviera completo, muy ancho; la figura es más realista, con el cuerpo muy ensanchado en el vientre y pelvis, cabeza formada por simple linea prolongación del cuerpo y brazos en cruz. 10. En el centro un trazo ligeramente inclinado. 11. A la derecha y arriba del todo, signo ilegible, en parte, en forma de S. 12. Tosca esquematización con la parte inferior muy ancha y sin mostrar las piernas; podría tratarse de una mujer. Tampoco tiene cabeza. 13. Estilización humana con las piernas en arco ancho, como ocurre en otras figuras de este panel, y línea gruesa como si fuera el falo, en el centro de las piernas. XXIII. — Laja vertical del mismo basalto, claramente separada de las dos anteriores. En la parte superior ha saltado la totalidad de la superficie patinada del basalto y han desaparecido los grabados que pueda haber habido. Nuestro calco está hecho partiendo del suelo. El grafito clave para el estudio de las técnicas antiguas es uno que dice « 1850 » o bien « 1852 » y que ha sido interpretado por a l ^ o s , junto con otros trazos de distintas épocas, como signos alfabetiformes; asi Hernández Benítez y quienes le han seguido leyó: « IXZYZ » (-- « pez » ) y lo interpretó como una criptografía cristiana ( fig. 12). La patma üei trazo es muy semejante a la de los grabados esquemáticos contiguos y a la de la flecha, que suponemos antiguos, lo cual quiere decir que la superficie del basalto se altera muy pronto y toma una_ patina que adopta aspecto muy uniforme independientemente de los anos transcurridos, bastando con un mínimo de tiempo. Los picados más antiguos son gruesos y profundos, atravesando la capa superficial amarillenta; en algunas figuras son muy grises. 61 o 10 Figura 34. — Panel XXII, 1 y 2. xxu Figura 35. — Panel XXII, 3 y 4. Figura 36. — Panel XXII, 5 a 13. I 6b 0> XXIII En la parte inferior hay un grupo de figuras de las hechas mediante picado superficial, más grises, que se observan bien solamente al atardecer y sin sol. La descripción partiendo de arriba a abajo y izquierda a derecha es la siguiente: 1. Debajo del grafito « 1850 » figura esquemática humana, con la cabeza y cuerpo de un solo trazo, de unos 0,15 m. de altura y brazos ligeramente arqueados hacia arriba. 2. Debajo del 1, esquematización humana sin cuerpo, con cabeza redonda, cuello largo y delgadísimo y brazos en cruz con los extremos ensanchados. 3. Debajo y a la izquierda del 2, esquematización de tipo de « salamandra » con cuerpo delgado de 0,11 m. de largo y a la derecha dos cúpulas y dos picados naturales de la roca. 4. A la derecha del panel, un signo de picado muy superficial y confusa forma, casi circular, con desigual trabajo, más intenso en la parte inferior. 5. Inmediatamente inferior, con picado profundo y técnica muy semejante al grafito « 1850 » flecha con punta triangular hacia abajo, cruzada por dos líneas horizontales y paralelas; 0,19 m. de largo. 6. A la izquierda: a 0,53 m. del « 1850 » y debajo de él, estilización cruciforme con la base triangular. Podría ser, simplemente, un signo de cristianización. 7. En una línea horizontal, a 0,60 m. del suelo tma figura humana esquemática, de cuerpo oblongo, brazos horizontales, cabeza pequeña y cuadrada, piernas cortas y arqueadas y asexuada, de 0,10 m. de alto. Parece estar de rodillas. 8. A su derecha, otra muy esquemática formada por una línea vertical ligeramente ensanchada en la cabeza y otras dos perpendiculares a ella que forman los brazos y las piernas; mide 0,12 m. de alto. En esta figura el grabado es más profundo como en el 5. 9. En medio de los grabados 7 y 8 y debajo de ellos, hay una estilización humana parecida a la 7 en forma y técnica, con las piernas más incompletas y con 0,10 m. de altura. 10. A la derecha, curiosa figura filiforme, con cabeza y cuerpo formados por una delgada línea, como los brazos, formados por una recta; el cuerpo termina por unas cortas líneas que nacen de dos triángulos, como si quisiesen indicar un ensanchamiento de las caderas. Mide, en total, 0,15 m. y es grabado muy singular entre todos los de Balos. 63 11. Estilización humana de las de tipo de cuerpo rectangular, con la cabeza y el cuello diferenciados, piernas y brazos muy cortos y aquéllas arqueadas y muy largo falo. A la izquierda y casi a la altura de la 10. 12. Mancha indescifrable en la parte inferior derecha. Este panel plantea, como los siguientes, muchos problemas por la mezcla de grabados de muy diversas épocas y la confusión de tipos de trazos y pátinas que adquieren su forma y color en poco tiempo y hacen difícil separar unos de otros con seguridad. No obstante, hay suficientes elementos para establecer unas bases generales, como se verá en su momento. Por ahora simplemente con desechar el grafito « 1850 » y sus fantásticas interpretaciones y algunos otros posteriores a él, se aclara algo la complicación de este panel tan cargado de figuras. S9 « I ^ S^ SyU Figura 38. — Panel XXIII: parte alta ( según Hernández Benítez). Arriba se lee, claramente: « DOMINGO » , y debajo: « 1850 » . XXIV. — Este panel, a continuación del XXIII y a su derecha, forma ángulo recto con él; entre uno y otro, en la parte alta, en un lugar donde está rota la arista, hay un signo moderno, compuesto por un cuadrado, rematado por una cruz papal, de doble travesano y a sus lados las letras « a » y « s » . 6t También aquí hay una mezcla complejísima de signos de muy diversas épocas, interpretados, en alguna ocasión, fantásticamente. Se inician, en la parte superior por un grafito que dice « 1888 » ( 1- 4). Luego signos en picado profundo, de color gris claro, que parecen monogramas, difíciles de interpretar y de datación incierta, aunque por lo menos son medievales, si no más modernos. Hernández Benítez ( p. 9, fig. 9- 10) dice textualmente: « parece una nave de alto bordo, de velamen extraño, casi cuadrado, de tres palos y rematada la proa por un curvilíneo aplustro en forma de c y acrostolio formado por un florón y timón en popa en forma de cola de pescado redondeada ( fig. 9). A la izquierda, poco más allá está otra grafía que nos recuerda las líneas de los carros romanos con su baranda coronada por sendos perillones; sobre él vese un personaje estilizado con la mano graciosamente extendida hacia adelante ( fig. 10). Debajo está una inscripción formada por la sigla simple n a la que sigue una A sin trazo transversal enlazándose con ima B siguiéndole una theta griega y luego una i latina » atribuyendo a Claudio esta introducción griega en el alfabeto latino. Jiménez Sánchez copia los dibujos, que fotografía directamente, y añade poco a las fantasías de Hernández: « En la zona D se entremezclan múltiples grabados de tipología varia: figuras naviformes, carros ( láms. IV a V c), bieldos, figuras humanas esquematizadas, ya con brazos arqueados o con brazos en cruz, caracteres alfabéticos sueltos, representaciones arboriformes y zoomorfas, cruces, punteados arqueados y lineales y otros signos extraños que despiertan curiosidad y abren interrogantes » ; claro está que se refiere no sólo a este panel, sino a todos los contiguos de la zona. En otro sitio ( p. 106) dice: « tienen acusado relieve las naviformes, perfectamente definidas... lo mismo en grupo que aisladamente, teniendo a la izquierda del observador otras figuras que recuerdan los carros romanos ( lám. IV, a). La nave que señalamos parece tener tres palos, velamen y timón. Sobre esta clase de representaciones naviformes hay diversidad de criterio; mientras unos las consideran como tales, otros tienen sus dudas. El profesor Gaudio... estima que esos grabados recuerdan a los navios fenicios, llamados trirremes, de proas alzadas. El mentado etnólogo cree que los canarios prehistóricos poseyeron los tipos de barcos reflejados en las insculturas... y son contemporáneas o posteriores al neolítico, pero no anteriores. El no poseer los canarios metales no es argumento para negar el que poseyeran los isleños canarios barcos de madera... » . « Otro grabado, situado precisamente a la izquierda del que consideramos de una nave, se nos muestra como un carro antiguo en el que aparece el conductor con brazo alzado hacia adelante ( lám. IV a), vehículo de simple construcción, tal vez rodado por los propios indígenas, posiblemente por esclavos o prisioneros, costumbre que es muy privativa del pueblo númida, con el que el primitivo canario tiene evidente parentesco cultural. También puede tratarse de la representación de un carro 63 de guerra, carroza del triunfador, o simplemente de un típico carro con destino a las faenas incipientes agrícolas, concretamente al traslado de los haces de la siembra de la cebada y el trigo » . Termina su descripción estableciendo comparaciones con carros de Ahaggar de Gleibat Mosdat en el Sahara Español, según Almagro, y fechándolos apoyándose en García y Bellido como una manifestación tardía del neolítico de tradición capsiense entre el 4000 y el 2000, que ha perdurado en el Norte de África hasta la llegada de los fenicios, bastante después del año 2000. Para nosotros se trata, simplemente, de monogramas, que no hemos acertado a leer con seguridad y desde luego bastante modernos. En la parte superior a la derecha, más arriba: 5. Hombre de cuerpo recto, cabeza ligeramente diferenciada, brazos y piernas en cruz, pero éstas con ligero remate doblado hacia abajo. 6. Más abajo círculos picados superficialmente, uno grande cruzado por dos líneas en cruz y ( 7), dos pequeños, uno con una línea que sale de él, hacia arriba, ligeramente inclinada. Todo este grupo está en la vuelta de la roca contigua al panel XXV, y el núm. 6 a 1,65 m. del suelo. En la parte media del panel y dejando los signos 1, supuesto barco, 2, e] llamado carro y los monogramas 3 y 4, tenemos una serie de grabados muy geométricos y poco expresivos. 8. Serpentiforme de dos curvas, como una S acostada. 9. Hombre de tipo « salamandra » muy rígido y esquemático. 10. Trazo casi horizontal. 11. Circulito, muy regular. 12. Semicírculo y debajo signo en forma de T. 13. Semicírculo, a la derecha del 12. 14. Círculo ligeramente oval, de mayor dimensión que los otros signos. 15. Debajo, línea horizontal con un pequeño saliente arriba y en el centro, como si fuera un punto. 16. En la parte inferior hombrecillo de 0,12 m. de alto, de forma de salamandra y muy corroído por la erosión. Como se ve, este panel presenta muchos problemas, siendo la mayor parte de los signos geométricos e indescifrables, desde luego no inscripciones y habiéndose dado demasiada importancia a los supuestos barcos y carros que no lo son. 66 XXIV 40 Figura 39. — Panel XXIV. % Figura 40. — Panel XXIV, 5 a 7. XXIV T? 10 M Figura 41. — Panel XXIV, 8 a 14. \ Figura 42. — Panel XXIV, 16. XXV. — En este panel, situado a la derecha del XXIV, hay grafitos de todos los tiempos, encabezados en la parte más alta por uno de « Pedro Sánchez Monroy. 13- 7- 57 » con el trazo muy claro y blanco, que se diferencia mucho de todos los demás. En la parte superior hay un grupo muy interesante de figuras: 1. Estilización humana de cabeza oval, cuello diferenciado, brazos rectos de los que cuelgan hacia abajo cinco líneas finas verticales, de cada uno, cuerpo irregular de tendencia elipsoidal alargado, una pierna levemente arqueada con los dedos del pie bien marcados y la otra doblada y poco visible al estar cubierta por grafitos posteriores. El trabajo es un tipo de raspado muy superficial. La figura mide 0,36 m. de altura. 69 2. Pectiniforme de seis puntas hacia arriba, más un trazo que lo atraviesa de arriba a abajo, aJgo más delgado. Es de la misma técnica que el 1. 3. A la derecha y un poco más abajo, trazo grueso, realizado mediante un arañado fino y más abajo un nombre en letra cursiva, moderno y con arañado también muy superficial. La técnica más antigua es de picado grueso y profundo, lo que hace las figuras muy visibles; en cambio la moderna es más superficial. Así se ve bien el grafito « Juan Martín » que se superpone a la parte inferior del núm. 1. Jiménez Sánchez ( p. 107) dice: « De la misma zona D y E son las insculturas en forma de peines prehistóricos, ¿ bieldos y arados? ( lámina V, d) » . En la zona media, a unos 0,45 m. más abajo del 1 hay otras figuras antiguas a considerar: 4. Esquematización humana de cuerpo linear que se ensancha ligeramente hasta formar unas caderas triangulares; tiene los brazos en cruz, las piernas en arco bastante abierto y el falo puntiagudo y relativamente corto. 5. A la derecha, trazo horizontal terminado en ángulo. 6. Más abajo, y en el centro de los dos signos anteriores, un signo cuadrado con tres puntas hacia arriba. 7. A la derecha del 6 un cuadrado irregular, partido casi por el centro por una línea vertical y con dos pimtos uno a cada lado de dicha línea y en la parte alta. Como veremos en su momento, puede tratarse de una cara humana, relacionada con esquematizaciones del mismo tipo. 8- 9- 10. En la parte inferior, trazos confusos, picados con la misma técnica que los demás, en color gris oscuro, sin que pueda determinarse ningún signo claro, salvo un cruciforme. Están a unos 0,06 m. del suelo. En la losa contigua, también vertical, hay otro pequeño grupo de estilizaciones humanas y en su contacto con el XXVI tiene una zona achaflanada donde también hay algunos grabados. 11. Interesante estilización masculina de 0,30 m. de altura, a la que falta una parte del brazo derecho que ha saltado con la roca que falta. Es del tipo de cuerpo rectangular, piernas prolongando las líneas extemas del cuerpo, falo muy largo, casi tanto como las extremidades inferiores, cabeza pequeña. El brazo derecho está torcido, aparentemente, pero es 70 XXV ^ t^% .-# } r-* J ^ Figura 43. — Panel XXV, 1 a 3. , A 10 Figura 44. — Panel XXV, 4 a 7. / / ff H » 8 O 10 XXV Figura 45. — Panel XXV, 8 a 10. o ^^^ 20 Figura 46. — Panel XXV, 11 a 14. que la roca está rota y sobresale ligeramente, lo que provoca dicho error óptico. A la derecha hay una serie de manchas de diversos tamaños que no componen ninguna figura. El picado es de fondo gris, y la técnica y aspecto es semejante en las cuatro figuras del grupo. 12. Más abajo de la 11 y a la misma altura que la 13. Es la más pequeña de las estilizaciones humanas de este grupo. Se diferencia bien la cabeza redonda y el cuello, que resultan menos desproporcionados respecto al cuerpo que la 11. Tiene los brazos ligeramente arqueados hacia arriba, cuerpo largo y piernas muy cortas, ligeramente abiertas y grabadas como continuación de la parte exterior del cuerpo. Asexuado. 13. Tipo humano muy semejante al 11, pero con los brazos doblados por el codo, en ángulo recto, hacia abajo; el falo, largo y puntiagudo, está separado del cuerpo. 14. En el ángulo inferior derecho del panel un signo doble, indescifrable, compuesto por una especie de pectiniforme de arco y dos trazos hacia abajo y tres líneas en la parte superior. XXVI. — Este panel está a la derecha del XXV y de la pequeña zona achaflanada intermedia. Tiene también muchos signos, la mayor parte geométricos y pertenecientes a muy diversas épocas. Uno de los signos clave es el de forma de gran P con un arquito a su derecha, que está muy superficialmente picado y que tiene encima grafitos modernos, como uno de forma de cuadrado con un circulito en cada ángulo, y otros que tienen la pátina correspondiente al raspado amarillento en vez de gris negruzco, dada su superficialidad. Hacia la mitad del panel hay un signo que nos parece ima palabra árabe que incluso nos atreveríamos a leer « muslim » = musulmán, que es de trazo muy ancho y fondo gris claro y que parece más reciente que los arcos de encima y de debajo, de surco gris negruzco. Casi todas las figuras de la parte baja son de picado antiguo, superficial y gris oscuro o negro. De arriba a abajo las figuras son las siguientes: 1. Pequeño signo cruciforme simple. 2. Trazos horizontales, signo picado P y arco junto a él, picado, de color más gris. 3. Estilización humana, cruciforme, pero con una pierna que sale del cuerpo formando ángulo con él. 4. Signo formado por un arco con un botón saliente en el centro por arriba. 75 5. Signo de 0,30 m. que parece una palabra árabe y que ha sido calificado de barco como los del panel XXIV, sin razón. Se lee « muslim » = musulmán. 6. Signo semejante al 4, algo mayor. 7. Cuadrado con la línea superior prolongada a derecha. 8. Tridente. 9. Hombre con la línea del cuerpo prolongada en la cabeza, brazos arqueados hacia abajo y piernas formadas por una línea recta que cierra el cuerpo. Mide 0,17 m. 10. Cruciforme sencillo. 11. Hombre de cuerpo linear que se prolonga en la cabeza, brazos rectos y piernas iguales, paralelas a los brazos. 12. Línea horizontal y otra vertical, a su derecha, cortándola. 13. Hombre de cabeza pequeña, ancha y con dos apéndices ( ¿ orejas, cuernos?), brazos levemente arqueados hacia abajo, cuerpo casi rectangular, piernas en arco y falo tan largo como ellas, con grueso glande marcado. Mide 0,14 m. 14. Trazo vertical. En la zona achaflanada de la izquierda hay un par de signos picados y en el centro, con rayas finísimas, una estilización en forma de « salamandra » , con el mismo fondo porque el rayado es profundo; mide 0,15 metros ( núm. 16). Arriba, 15, corto cruciforme y debajo dos puntos y seis rayitas verticales debajo. XXVII. — Panel a la derecha del XXVI, con la parte superior vertical y la inferior inclinada, formando ángulo diedro con aquélla. Es muy complejo y contiene, por lo menos, veinticinco signos de diversas épocas. En la parte superior hay figuras que parecen bastante modernas, encima de otra de trazo más oscuro y menos profundo. Como hemos dicho, el muro vertical termina por una grieta, estando la superficie más inclinada abajo y algo abombada; parece que las figuras de uno y otro espacio están separadas, incluso en estilo. Antes de llegar a esta última zona hay una figura de fondo gris oscuro y sobre ella otra más clara que los signos citados arriba. Las demás figuras están más patinadas. En la zona baja son modernos un grafito « José » y un signo de forma de llave o bien de un círculo cruzado por dos perpendiculares y un trazo vertical descendente con una línea corta que sale de él hacia la derecha. También hay una serie de figuras picadas muy superficialmente y con trazo de color gris plomizo. 76 t. T Figur. 47. — Panel XXVI. El panel vertical se divide en dos, verticalmente, por una grieta que lo recorre de arriba a abajo; y en la zona horizontal, en la parte baja, hace una acusada inclinación hacia afuera. En la parte izquierda la mayor parte de los signos son ilegibles, viéndose algún cruciforme, signos cuadrados, un redondel con punto central, por lo menos una esquematización de forma de « salamandra » , todo dentro de una serie de picados que hacen muy difícil la diferenciación de los figuras. En la parte derecha, de arriba a abajo se ven: 1. Signo formado por una línea gruesa, recta, de 0,52 m., con cortas líneas transversales en número de quince, algunas de las cuales la atraviesan por ambos lados y otras sólo por la derecha o la izquierda. 2. A la izquierda hay un signo en forma de D y un angulito junto a él. 3. A la derecha una gran estilización humana en forma de « salamandra » de 0,24 m. de altura, con un brazo doblado en ángulo recto y el sexo diferenciado del cuerpo. 4. Junto a la 3, estilización cruciforme, pero con el brazo izquierdo ligeramente doblado y levantado. Mide 0,12 m. 5. Bajo el 4 un redondel y una línea ligeramente arqueada. 6. Seis signos alfabetiformes, dispuestos verticalmente y compuestos por líneas horizontales y un arquito, del tipo de las letras tifinagh. 7. A la derecha del 6 hay varios signos superpuestos, de dos épocas. De la más moderna, como los núms. 2 a 5 un par de círculos unidos por una línea y con un trazo saliendo de ésta, como si fuera una estilización de carro como las saharianas y junto a él una estilización humana como el 1. 8. Figura de picado antiguo representando un hombre con cuerpo corto o tal vez un niño levantando los brazos que se cierran sobre la cabeza o bien llevando en las manos un arco, lo que parece imposible. El cuerpo es rectangular y asexuado y los pies se muestran doblados hacia la derecha; hay ensanchamientos del trazo que podrían indicar las manos. Mide 0,17 m. 9. A la derecha del 8 con técnica de picado antiguo, dos signos y una estilización humana de tipo de « salamandra » . En una línea inferior con la misma técnica de piqueteado antiguo, un círculo. 10. En otra línea, siempre de izquierda a derecha, un signo cruciforme moderno. 11. otro de la misma técnica, en forma de tridente. 12. A la derecha otro del mismo aire, formado por una línea con cabeza circular, cortada verticalmente por la misma línea y tres trazos perpendiculares; por abajo terminado en un ensanchamiento globular. Mide 0,32 m. de alto. 13. A su derecha, hombrecillo esquemático de tipo antiguo, cabeza larga, cuerpo de un trazo, brazos y piernas en ángulo. Mide 0,13 m. 14. Figura muy importante. Tiene, en la parte más profunda, un hombre grabado con picado hondo, de trazo negro y patinado: de 0,24 metros de largo. Su cabeza es redondeada, el cuerpo linear grueso que se va ensanchando hacia las caderas, brazos rectos y abiertos en cruz, piernas en arco marcando ligeramente las rodillas. Superpuesto a este hombre hay una figura de picado fino que cubre toda la parte superior de su cuerpo y que parece ser un esquema humano con brazos y su pierna izquierda, faltándole el resto. 15. Figura de picado antiguo, posible esquematización humana. 16. Bajo el 15 esquema animal, muy dudoso, quizá un cuadrúpedo con xma sola pata por par o mejor simplemente signo unido a un remate extraño en la parte superior izquierda. 17. Importante figura humana de 0,24 m. de altura, con las manos terminadas en descomunales dedos y también marcados, aunque más pequeños, los de los pies. El cuerpo es de trazo ancho y recto, disminuyendo gradual y ligeramente hacia las piernas; brazos cortos y doblados por los codos; cabeza pegada al cuerpo, sin cuello, y con dos apéndices, orejas o cuernos, preferiblemente lo primero, sobresaliendo claramente. Panel inferior. 18. A la izquierda, signo interesante, de forma humana, con cuerpo recto, cabeza con dos orejas o grandes salientes laterales, piernas abiertas en ángulo, el brazo derecho arqueado y el izquierdo deforme y rectangular. Falo largo; el pie derecho se ve. Mide 0,13 m. Todo con picado elemental y superficial y resultando un color gris plomizo. 19. Tres trazos verticales. 20. Esquema humano con cuerpo recto prolongado por la cabeza, brazos en arco hacia arriba cerrados en un circulo por las manos, que se tocan; piernas arqueadas hacia abajo. Asexuado. 0,13 m. 21. Estilización hmnana, muy tosca, con cuerpo y brazos gruesos, como las piernas, cabeza redonda desenfilada del cuerpo y antebrazo derecho levantado. 78 xjoni Figur » 48. — Panel XXVII. 22. Grupo de signos que pueden corresponder a una estilización humana. 23. Estilización de tipo « salamandra » , pero ancoriforme, de 0,12 m. 24. Signo indescifrable. 25. Mancha ilegible, con dos tipos diferentes de picado. XXVIII. — Grupo de signos casi invisibles, al menos los antiguos. En la parte superior están los grafitos « P S » y « J A A » . Con ellos una estilización humana, muy sumaria de 0,095 m. de alto, cabeza redonda pegada al pecho bastante ancho y brazos y piernas cortísimos ( núm. 1). Con los núms. 2, 3 y 4 una serie de trazos o puntos ilegibles. XXVIII * 4 ^ 3F Figura 49.— Panel XXVIII. 10 79 XXIX Figura 50. — Panel XXIX, 1. XXIX. — Bloque de basalto separado del promontorio; debió desgajarse hace mucho tiempo; es de color gris y tiene una mancha y dos signos en la cara que da al Sur y una figura humana en el lado hacia el Este. 1. Mancha alargada, indescifrable, pero artificial, con toda seguridad. 2. Signo de tres líneas verticales unidas por una horizontal y ligeramente prolongada hacia abajo la del centro. 3. Signo en forma de S. 4. Representación humana muy desvaída. Hay que tener en cuenta que todos los grabados del bloque están muy cerca del suelo y, por lo tanto, muy expuestos a la erosión; concretamente esta figura está al nivel del fondo del barranco. Picado claro. El hombre es de cuerpo macizo y rectangular, brazos y piernas gruesos y cortos, cuello largo y cabeza pequeña y plana por la parte superior; falo grande, pero de la mitad de longitud de las piernas. XXIX O Figura 51. — Panel XXIX, 2 y 3. 81 Figura 52. — Panel XXIX, 4. XXX. — Continuando hacia la derecha, en el entrante que aquí forma el macizo, llegamos a otro de los paneles con un máximo de superposiciones de figuras de muy diversas fechas. Los picados modernos pueden identificarse a través de imo marcado « Aurelio Ortega » que nos muestra una señal de tono gris claro, mucho más que los picados antiguos vecinos, existiendo también un rayado fino, inciso, de líneas verticales, que se presenta negro, pero sólo por el polvo y la suciedad depositado en ellos. Encima del grafito « Aurelio Ortega » , aparte de signos y trazos modernos, que no hemos recogido en los calcos, existen los siguientes grabados a los cuales atribuimos ima cierta antigüedad, mayor o menor, como veremos en su momento. 82 XXX Figura 53. — Panel XXX. 1. Estilización muy esquemática, humana, de trazo vertical para cabeza y cuerpo, brazos formados por una línea recta y piernas análogas, sin que la linea del cuerpo las rebase. Mide 0,12 m. 2. Junto al 1 a la derecha y un poco más abajo, estilización más pequeña, de 0,08 m. de máximo, con las piernas abiertas en ángulo, viéndose sólo su izquierda. 3. En la zona del ya repetido grafito moderno, a la izquierda, signo formado por un rombo o cuadrado muy irregular, con trazo vertical en medio y arriba remate cruciforme. 0,17 m. de largo. 4. En esta misma zona hay restos de trazos, una parte de una esque-matización humana y a la derecha im hombre, claramente representado, sin cabeza ni brazo derecho, cuerpo muy corto y cuadrado, con las piernas continuando su línea exterior y falo de la mitad del tamaño de las piernas. Mide todo, de alto, 0,11 m. Hay también dos filas de trazos verticales incisos, que no se marcan en el calco y que cortan, por encima, la « Or » de « Ortega » . 5. Está en línea con el 6 y 7; pequeño signo cruciforme de 0,06 m. y grueso trazo inclinado. 6. Esquematización muy rígida de tipo « salamandra » con brazos y piernas rectas y línea del cuerpo prolongada como si fuera el sexo; 0,11 m. 7. Esquema análogo de 0,14 m. Junto a él trazos sueltos cortados por rayitas incisas verticales. 8. Rectángulo u óvalo, en el extremo derecho. 0,095 m. 9. En la última fila, a 0,20 m. desde el suelo, hay un grupo de figuras. La de más a la izquierda es una tosca estilización humana, de cabeza larga, brazos formados por un amplio ensanchamiento de las líneas y parte inferior del cuerpo muy confusa porque está cortada por la S de un grafito « P. S. M. » . Mide 0,175 m. 10. Estilización humana, sin cabeza, con el cuerpo de tipo alargado, brazos arqueados hacia abajo, piernas también en arco, algo más largas y pene lineal que llega hasta el límite de los pies, prolongando el cuerpo, algo más delgado y recto, pero marcando el glande. Mide 0,16 m. de alto. 11. Muy interesante signo en forma de mariposa, semejante a la representación que en otras esquematizaciones humanas del barranco hemos interpretado como las caderas, pero que aquí está completamente aislado, si bien no podemos tener seguridad de lo que falta de todas estas figuras en que el grabado se observa tan mal. 12. Restos de ima esquematización humana de piernas arqueadas; le faltan la cabeza, el brazo derecho y algún trazo más. 83 13. Debajo del 11 hay otra importante y singular figura de hombre, de 0,16 m. de altura. Tiene la cabeza redonda y pequeña, brazos rectos, pero inclinados hacia el suelo y terminados por grandes y desproporcionadas manos con cinco dedos cada una, diferenciándose muy bien los pulgares. El cuerpo se va ensanchando hacia las caderas, de donde arrancan las piernas arqueadas, sin pies. Tiene el pene puntiagudo y pequeño. En esta figura se nos muestra que todas las antiguas son realizadas por medio de la técnica del picado y que tienen un tono más oscuro en el fondo del surco. La superposición « Aurelio Ortega » sobre un hombre esquemático lo comprueba. Y los rayados finos cortan también a los picados de fondo oscuro. De aquí la importancia que este panel tiene para la determinación de la cronología relativa de las técnicas, aunque, por desgracia, la valoración absoluta sea mucho más difícil. XXXI. — Las figuras a que damos este número no están ya en placas verticales de basalto, sino en la parte baja, a 0,60 m. del panel XXX y en dos superficies que forman ángulo. Son una esquematización humana y un signo. A la derecha, y en una pared vertical, ligeramente inclinada, siguen los grafitos picados y rayados con piedra y otros que pensamos que han debido ser arañados con puntas metálicas y ser, por lo tanto, muy modernos; para corroborarlo hay un « Francisco Vega Sánchez » y debajo de él un macrocosmo o estrella de Salomón con un redondelito en el centro, con picado profundo y claro. 1. Esquematización humana de 0,125 m. de alto; cuerpo rectangular grueso ( 0,035 m.) con brazos en cruz doblados por los codos, hacia abajo, con pequeños ensanchamientos en las manos; las piernas son cortas, abiertas en ángulo; asexuado. Lo importante de la técnica de trabajo de esta figura es que se ha labrado con un picado bastante profundo en todo el cuerpo, pero con la línea de los brazos reforzada con surcos incisos, muy finos, en sentido horizontal y repetidos, cosa muy rara en Balos y que sólo aquí hemos podido confirmar con seguridad y reiteradamente. 2. Mancha indescifrable, con picado profundo, como en el 1, pero utilizando dos tipos de trabajo y seguramente dos instrumentos diferentes. Hay una figura con cierto aire de choza o tienda a dos vertientes, formada por una línea horizontal soportada por dos ángulos por el lado izquierdo y otra inclinada por el derecho que están grabadas con im picado fino, seguido y poco profundo; y parcialmente superpuesto a este signo hay otro de forma ovalada conseguido con picados profundos, muy separados entre sí y con un color en el surco mucho más claro. Aun así, la interpretación es imposible, pero la superposición del picado ancho, grueso y profundo resulta más moderno que el fino, arañado y continuo. 84 XXX/- 7 Figura 55. — Panel XXXI, 1. XXXI Figura 54. — Panel XXXI, 2. XXXII. — Importante conjunto de signos que están, a bastante altura, en una pared curvada, lo que dificulta no poco su calco. Desde la parte alta de la estilización humana hasta el suelo hay tres metros de altura. Todo este grupo se hallaba con los surcos de los grabados impregnados y cubiertos de suciedad y apenas visibles, por lo que lo sometimos a una intensa limpieza con cepillo de cerda suave, apareciendo entonces los trazos y quedando las rayas más oscuras y la superficie más clara. La técnica es de picado bastante fino y con los puntos muy contiguos. Hernández Benitez ( fig. 5) dice que en el mismo lugar que nuestro XXIV, 3, está « im arbolito de diez hojas asentadas y opuestas a uno y otro lado de un tallo central de 0,20 » . Mezcla ambos grupos y habla de « peines prehistóricos, bieldos, arados » que deben referirse a los pectini-formes y figuras del XXV. Las figuras, de izquierda a derecha y de arriba abajo, son: 1. Escritura tifinagh en dos líneas verticales, la izquierda de 0,38 metros. La derecha se superpone al signo en forma de abeto y consta de tres signos. 2. Signo en forma de abeto, con línea central de 0,41 m. y diez líneas perpendiculares a él y paralelas entre sí. Está debajo de los signos 1, pero la pátina del surco es la misma, lo cual no tiene nada de particular pues depende sólo de la rotura de la capa superficial. 3. En la parte inferior derecha del 2 hay una fila vertical de signos tifinagh con cinco letras. Pueden estar en relación con otras dos fUas situadas más a la derecha, una con seis letras ocupando 0,34 m. y otra con cuatro y 0,21 m. de altura. 4. Encima de estas tres filas de signos, otro en forma de horquilla de seis puntas desiguales y 0,16 m. de altura máxima. 5. Encima del 3 y a la derecha del 4, signo ilegible con una linea terminada en un círculo y tres líneas que la cruzan perpendicularmente, con arcos y trazos varios. 6. En el último tercio a la derecha del panel y en la parte superior hay un hombre de cuerpo rectangular alargado, brazos doblados en ángulo recto hacia abajo, grandes manos con cinco dedos cada una, remate confuso de las piernas un tanto arqueadas. Cabeza alargada y cuello. 0,22 m. 7. La figura 6 está cortada por posibles signos alfabetiformes tifinagh que las enmascaran un poco; dos filas verticales, con la tercera por la izquierda, prolongada hacia arriba. Parece que está cerrado el conjimto por una línea horizontal superior para formar un pectiniforme. 87 9. A la derecha y un poco arriba de la última linea, signo cruciforme. 10. Tres signos alfabetiformes tifinagh dispuestos verticalmente. XXXin. — En una roca a unos 4 m. de altura, inscripción tifinagh en dos líneas verticales, con las que se entremezclan algunos grafitos más modernos, como V F I I . La reproducen Jiménez Sánchez, fig. 19, y Hernández Benítez, sin descripción, en su p. 8. XXXIV. — Grupo de inscripciones, signos y esquematizaciones humanas, en una zona del acantilado muy dislocada y, por lo tanto, con las figuras en distintos planos. De izquierda a derecha se advierten: 1. Letras tifinagh a unos 4 m. del suelo, arañadas no muy profundamente; reproducidas por Hernández Benítez ( fig. 8) y por Jiménez Sánchez ( p. 16, fig. 6). 2. Signo arborescente, en forma de abeto, de trazos frotados y picados, más finos de lo habitual. Mide 0,23 la línea central y tiene ocho líneas desiguales que lo cruzan perpendicularmente, paralelas entre sí. 3. Signo de las mismas características técnicas, pero con un rectángulo central, cruzado por dos líneas paralelas, de arriba abajo; en las partes superior e inferior, dos signos arboriformes con cuatro trazos paralelos cada uno. Mide 0,56 m. Hernández Benítez ( fig. 3) dice que tienen la « forma y proporciones del " neabe" fenicio o lira de dos cuerdas » . 4. Figura humana muy poco visible, con cuerpo ancho, cabeza redonda, cuello muy largo, el brazo derecho levantado y doblado por el codo y el izquierdo colgando hacia abajo con un ensanchamiento en la mano, que no parece un escudo, sino un objeto. Las piernas son largas y el falo enorme y mostrando el glande. Una de las piernas muestra diferenciado el muslo y la otra es desmañada y recta. La parte del hombro derecho es muy poco visible. Mide 0,31 m. de altura máxima. Como las figuras anteriores, es de picado fino y con los puntos muy contiguos, que forman una superficie lisa. 5. A la derecha del 4, ángulo que podría ser el resto de una esque-matización humana, de la que se conservarían el cuerpo y su brazo izquierdo. 6. Debajo de los signos en forma de abeto. Figura humana de cuerpo rectangular, de 0,23 m., cabeza redonda, cuello, brazos toscos arqueados y terminados en ensanchamientos circulares; piernas que arrancan de las líneas laterales del cuerpo, rectas y, en medio, largo falo. 88 Figura 56. — Panel XXXII. Q . - ( 11 / ' J O ' Figura 57. — Panel XXXIII. XXXIV o ^ í » ^ t » « « 15 ^ p Figura 58. — Panel XXXIV, 1. XXX/ V- 2 Figura 59. — Panel XXXIV, 2. XXXI W Figura 60. — Panel XXXIV, 3. XXXIV Figura 61. — Panel XXXIV, 4 y 5. XXXIV Figura 62. — Panel XXXIV, 6 y 7. 7. Inmediatamente a su derecha, signo cruciforme de 0,05 m. en el travesano vertical. XXXV. — En la parte extrema de esta zona y a algo más de 4 m. de altura se hallan juntas dos estilizaciones humanas picadas en la superficie rojiza del basalto, quedando el fondo del grabado de color gris claro. 1. El picado es más minucioso en esta figura que en la otra, dando una superficie continua. Mide 0,20 m. de altura. Tiene los brazos en cruz, las piernas ligeramente separadas ( 0,04 m. entre la parte interior de sus extremos), el cuerpo ligeramente abombado en el centro y estrechado en las caderas, es decir, con un esquematismo no demasiado exagerado; la mano izquierda no se marca, pero si la derecha, muy gruesa y de la que salen cinco breves puntas que pueden representar los dedos, aunque no está excluido que represente im objeto; seguramente no se trata de un escudo, pues en tal caso llevaría también un arma ofensiva. 2. Debajo de la 1 y tocando con ella hay una excepcional figura de hombre de 0,30 m. de altura, con el picado de puntos más gruesos y separados, aunque con el mismo color de fondo del 1. El aspecto estilístico es radicalmente distinto; la cabeza muy larga, con dos salientes laterales que nos inclinamos más a identificar con el pelo que con las orejas; el cuerpo muy corto, sobre todo si tenemos en cuenta la longitud desmesurada de los brazos, de los que el izquierdo tiene muy diferenciado el antebrazo y el derecho doblada solamente la mano; las manos son descomunales y se marcan en ellas, toscamente, los dedos; otro tanto sucede con los pies, en los que figuran cinco largos dedos que no guardan proporción con las piernas, normales de tamaño en relación con el cuerpo. El falo es corto. Esta figura resulta muy diferente de los tipos normales de Balos. XXXVI. — Después de un corte profundo en el macizo basáltico, en cuya parte superior hay una casa y algunos cultivos agrícolas, continúa el acantilado formando una amplia curva de mucho radio. Más adelante, a unos 150 m., L. Diego Cuscoy halló una figura humana. Picado muy superficial. Figurilla apenas visible, de la que en determinadas horas del día no se ve nada. Está aislada, a 1,50 m. del suelo, cerca de la figura arrancada por Crawford. Estilización humana muy desmañada, con cuerpo grueso ovoidal, cabeza pequeña, brazos cortos y rígidos, ligeramente dirigidos hacia arriba, piernas gruesas y cortas, sin pies ni manos. Mide 0,16 m. No pudimos obtener fotografía útil. 93 XXXV / 7\ • fe # /?! é 10 i^ tv Figura 63. — Panel XXXV. XXXVI Figura 64. — Grabado XXXVI. Figura 65. — Grabado XXXVII ( según Jiménez Sánchez). XXXVn. — Figura desaparecida en 1957. Las noticias que tenemos las debemos a Sebastián Jiménez Sánchez. Estaba situada entre sus zonas E y F, es decir, muy cerca de nuestro XXXVI. Fue hallada en 1941 por Jiménez y Hernández Benítez, quienes la midieron, dando unos 0,40 m. de largo y su técnica era la del picado. Supusieron que se trataba de un lagarto, pero podría muy bien ser una esquematización humana, con el añadido de los dedos a los pies y manos, cosa que no es imposible y de lo que tenemos ejemplos en Balos. Según las noticias de Jiménez, la figura fue arrancada en 1957 por O. G. S. Crawford, fallecido en 1958, según testimonio de don José Quintín Suárez, encargado del vecino pozo de los hijos de Diego Betancor. XXXVin. — Figura escasamente marcada, totalmente invisible a determinadas horas. Descubierta por L. Diego Cuscoy. Es un esquema humano de 0,24 m. de altura, de muy extraña forma, con cabeza alargada que inicia el cuerpo, brazo derecho arqueado hacia abajo y el izquierdo convertido en una mancha, como si llevase algo en él. Piernas muy cortas, abiertas en ángul
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Título y subtítulo | Los grabados del Barranco de Balos : Gran Canaria |
Autor principal | Beltrán Martínez, Antonio |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | El Museo Canario |
Fecha | 1971 |
Páginas | 250 p. |
Datos serie | Arqueológica ; 1 |
Materias |
Grabados rupestres Arte prehistórico Barranco de Balos (Telde, Gran Canaria) |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 6170975 Bytes |
Texto | TW' yr hm ANTONIO BELTRAN MARTÍNEZ ? • • . * • . ^ < S: .4- ' i Los GRABADOS DEL BARRANCO DE BALOS ( GRAN CANARIA) EL MUSEO CANARIO - PATRONATO JOSÉ M.^ QUADRADO - ; •. " DEL C. S. DE 1. C. . 1,' '- m ii> f*.:/ if. m •• á* p ñ í - 1 ^ • , . ^ v DONACIÓN Juan Pulido Castro L05 GRABAD05 DEL BARRANCO DE BALOS E ¿ icion Je " El Museo C anario subvencionada por el Patronato José A \ . C^ uaorado ( V^. o. 1. v^. j y el E/ XCmo. (^ aDÍlao insular de Crran Chañaría Trabajos realizados por el Uepartamento de Prehistoria de la I) acuitad de rilosolía y Letras de taragoza ARQUEOLÓGICA, I Imprenta y Litografía OCTAVIO Y FÉLEZ, S. A. - P." Cuéllar, 11 - Zaragoza ANTONIO BELTRAN MARTÍNEZ Los GRABADOS DEL BARRANCO DE BALOS G R A N C A N A R IA Las Palmas de Gran Canaria 1 9 7 1 >~ CA t' . Cí? vUik„ l u i - U ^. !. , | n . ° i. ' ÁÜQÍL N.- Copia^ OQp:-^ Macizo basállico del Barranco tie Balo I. EL BARRANCO DE BALOS La isla de Gran Canaria posee una complicada red radial de barrancos cuya acción provoca una erosión terrible sobre los terrenos volcánicos de que está compuesta, por medio de los grandes arrastres de tierra, arena y rocas que, finalmente, son depositados en la zona próxima a su desembocadura. Uno de ellos, el llamado de Los Balos, conocido también con el nombre de barranco de Balo o de Los Letreros, precisamente por los grabados que vamos a estudiar, está emplazado en el Sudeste de la isla, en el término municipal de Agüimes y a unos seis kilómetros del puerto natural de Arinaga. Su situación es favorable, al abrigo de los vientos dominantes y al mismo tiempo beneficiado por la modificación de los alisios que al chocar con el Norte de la isla corren a lo largo del litoral. De aquí que este barranco, como los demás de su situación, haya sido muy accesible para las « entradas » , es decir, para las penetraciones humanas en cualquier tiempo. Este barranco está en función de la cadena paralela a la costa que se extiende entre Agüimes y los llanos costeros, abriéndose en ella a lo largo de unos nueve kilómetros y realizándose actualmente el acceso, desde la carretera que va a Agüimes, por un cammo, apenas apto para vehículos normales, que corre por el fondo pedregoso del barranco hasta algunas propiedades y cultivos, servidos por fuentes y pozos, que en él se explotan. La configuración dei barranco, que se va abriendo conforme desciende hacia el mar, hasta llegar a una llanura en la desembocadura, nos permite suponer un acceso fácil para las poblaciones llegadas a la costa que deseasen penetrar hasta el interior; de hecho, los macizos rocosos, no muy altos, pero escarpados, que lo flanquean, están abiertos por numerosas cuevas, muchas con restos o indicios de habitación primitiva. Poseemos descripciones del barranco, debidas a geógrafos y geólogos, que nos ahorran el hacerlas ahora minuciosamente'. Digamos que la 1. Telesforo BRAVO, Geografía general de las Islas Canarias, II, Santa Cruz de Tenerife 1964, p. 105 y Hans HAUSEN, New contributions ( o the Geology of Grand Canary, Helslnki- Helsingíors, 1962, p. 94, entre otros. Cfs. para un aspecto particular F. MACAU VILAR, Las calderas de Gran Canaria, « Anuario del Instituto de Estudios Atlánticos » 5 Madrid- Las Palmas 1959 y en las obras citadas el resto de la bibliografía especializada. cuenca hidrográfica de Balos tiene dos partes, la superior quebrada y de pronunciado declive y la inferior bastante llana, cosa excepcional en la isla, englobando los llanos de Arinaga y desaguando en la bahía de Forma después de recibir el barranco del Polvo. En la parte superior corre por un paso bastante estrecho, entre el Roque Acuario y la Montaña de los Perros, cambiando su nombre por el de Barranco de la Angostura y recibiendo entre el Lomo de los Letreros, según nombre de T. Bravo, y el Roque Acuario, o más bien Acayro, con una fortaleza indígena, el barranco de las Pitas. La cabecera del barranco de la Angostura está a novecientos metros de altura y la cuenca total mide cincuenta y cinco kilómetros cuadrados, comprendiendo el pueblo pintoresco de Temisa. Geológicamente, entre Agüimes y Temisa pasa a través de zonas basálticas y bancos de lavas alternadas con tobas, siempre en posición inclinada hacia la costa. En la parte inferior del curso corre por depósitos aluviales, gravas y arenas; en la zona media atacando los basaltos pagioclasas con tobas y conglomerados y olivina sobre el basalto; y en el curso alto por terrenos que van desde el terciario tardío a lavas y restos de volcanes recientes. El nombre de barranco de los Balos lo recibe de un arbusto abundantísimo, resistente a la sequía, de bello color verde claro, de algo más de un metro de altura, tronco leñoso, muy flexible de tallo y de ramas que se presentan colgantes, hojas filamentosas y pequeñas flores de tono amarillento y forma arracimada en grupos de tres o cuatro; al raspar los tallos emiten un olor desagradable, que se transmite a la leche de los animales, si toman el arbusto como pasto en épocas de gran sequía. Se trata del « Proclama péndula Ait. » , al que el arcediano José de Viera y Clavijo llamó « Loranthus canariensis » . Aunque la abundancia de este arbusto haya dado nombre al barranco, existen además matorrales de gran variedad, algunos peculiares y desde luego característicos de la zona baja y oriental de las islas, que L. Diego Cuscoy ha llamado « de las xerófilas » ^. Se inicia el barranco en la zona llamada de « Los corralillos » , construcciones sencillas de piedras sueltas, de forma más o menos circular, que en opinión de S. Jiménez Sánchez pueden ser puestos en relación con los antiguos « goros » . Los grabados que nos interesan se han inscrito en la « Loma de los Letreros » , enorme macizo basáltico de más de seiscientos metros de longitud, con una altura que sobrepasa en muchos puntos los diez metros 2. Luis DIEGO CUSCOY, Paletnologia de las islas Canarias, Zaragoza 1953, ampliada, con el mismo titulo, Santa Cruz de Tenerife 1963. Entre los matorrales presentes en Balos citemos el cardón ( « Euphorbia canariensis L. » ), la tabaiba ( « Euphorbia obtusifolia E. aphylla Brouss, E. atropurpúrea Brouss, E. Regis lubae W. B. » ), la aulaga ( « Launaea spinosa Sch. Bip. » ), el asaigo ( « Rubia Iruticosa Ait. » ), el verode ( « Kleinia nerlifolia Haw » ), la cliumbera ( « Opuntia ficus- lndica Haw » ), el incienso ( « Artemisia canariensis Less » ), la magarza ( « Chrysantemum frutesccns L. » ), la pita ( « Agave americana L. » ), la vinagrera ( « Rumex lunaria L. » ), etc. y anchura de más de veinte, aunque sea muy irregular y esté cortado, casi en su punto medio, por un tajo, en la zona superior, lugar favorable donde se han construido algunas casas y hay pozos que permiten cultivos en las tierras de aluvión pegadas a las laderas y del fondo del barranco; este macizo basáltico se sitúa donde el cauce comienza a estrecharse y divide al barranco en dos partes casi iguales. Es de contextura esencialmente columnar, con algunas piedras tabulares y no pocas desprendidas y caídas, predominando en la parte alta y media la estructura flamígera que llega a alcanzar un color rojizo y bronceado, muy espectacular, que seguramente hubo de llamar la atención a las gentes de todo tiempo, al estar aislado y con fantástico aspecto, especialmente a las horas del sol poniente. La piedra, según el grado de alteración de la superficie y la pátina que ha tomado, es de color negruzco, gris oscuro, rojo bronceado, ocre o gris, lo que resultará importante a la hora de establecer las diferencias de color y de pátina de los picados o surcos grabados que, según que atraviesen o no toda la zona superficial de la roca y la profundidad que alcancen, tienen coloraciones distintas, ya que al rebasar la zona descompuesta alcanzan la coloración original. iABlA. XA- 1 AGALDAR L cf^ AETE ^ XN N I C O L Á S / ^ DE ^ TOLENTINO ^^ ^^ O^ MOGAN ARUCAS> " ^ ^ O R ' ^ E L D E Cl - " " m i E D A k AGÜiMES / / « • Balos iDp PATACAS . ARGUINEGUINy '^ MASPALOMAS Figura 1 Situación del barranco de los Balos, en Gran Canaria ( según Jiménez Sánchez). 7 Figura 2. — Croquis del macizo basáltico « Lomo de los Letreros » . Las letras corresponden a la descripción de Jiménez Sánchez y se relacionan así con nuestros números: A = VII; B = I a VI C = VIII a XVII; en el punto medio entre C y D = XVIII - XIX; D y E = XX a XXXV en al parte más delgada del macizo, corte del basalto; inmediatamente, XXXVI - XXXVII un poco antes de F = XXXVIII - XXXIX; F = XL; G = XLI; en la parte extrema y al Norte = XLII a XLIX. Su origen son los materiales vertidos en forma líquida por los volcanes que se solidifican tomando los colores gris, oscuro y aun negro; aunque normalmente no se presentan en coladas de mucha potencia, en Balos y lugares análogos, es decir, fondos de valles más o menos cerrados, se han remansado y han formado este poderoso macizo; los de tipo pagioclasa, examinados con lente ofrecen: a) una pasta de grano fino, color gris sucio, que forma la mayor masa de la roca; b) cristales blancos de diversos silicatos, negros de augita y amarillo- verdosos de olivino que son rojos en los basaltos muy viejos, englobados en la roca; c) no visibles con lupa granos finos de magnetita'. En relación con los grabados tiene mucho interés la erosión, tanto la hidratación, la oxidación y las lentas reacciones químicas, como la acción física de la fuerza mecánica del agua y de los materiales gruesos y finos que arrastra, así como la abrasión de la arena movida por el aire. Los grabados se hallan en la parte baja, en losas horizontales o en paredes verticales, salvo en pocas excepciones completamente a la vista, aunque en algún caso se busquen a modo de hornacinas, zonas interiores de las losas verticales; también hay algimos en la zona media de dos a tres metros de altura y en el extremo N. del macizo en su parte más alta. Aunque por lo general son accesibles con facilidad, mediante losas tabulares los más elevados, no faltan algunos situados en pimtos de difícil acceso. Las inscripciones están siempre a ima altura mayor que los grabados que las acompañan. También es interesante señalar que todos los grabados que conocemos, menos el grupo Vil, están en la parte oriental o nordoriental del macizo, lo cual fuerza a suponer una idea preconcebida de orientación, indudablemente en relación con el Sol. La relativa abundancia de pozos, la proximidad del llamado « pozo de Betancor » y el aspecto impresionante del macizo basáltico debieron resultar un singular atractivo para los autores de los grabados de muy diferentes épocas que aquí encontramos. II. ANTECEDENTES, ESTUDIOS Y BIBUOGRAFIA Los grabados del « Lomo de los Letreros » del barranco de Balos son conocidos desde muy antiguo por los naturales del país y por los curiosos, lo que motivó el nombre dado al macizo basáltico e incluso al barranco; 3. PosTER, J. M.; HERNÁNDEZ PACHECO, A.; MUÑOZ, M . ; RODRÍGUEZ BADIOLA, E., y GARCÍA CACHO, L., Geología y vulcanologia de las Islas Canarias: Oran Canaria, Madrid 1968, p. 68 ss., fig. 12 y 68 y situación de la zona en los series basálticas I y II en la bibliografía aparecen solamente en 1874, cuando Vemeau, al reconocerlos con más cuidado, llamó la atención sobre ellos, aunque fuera en publicación muy superficial y, desde luego, cuando ya se habían publicado y divulgado otros grabados de las islas de la Palma y del Hierro, desde el siglo XVín, menos complejos que los de Gran Canaria". En 1752 el arcediano Viera y Clavijo daba por conocidos los petrogli-fos del caboco de Belmaco, describiéndolos como « puros garabatos, juego de la casualidad o de la fantasía de los antiguos bárbaros » . Fuera de estas insculturas de La Palma, el beneficiado Aquilino Padrón, en 1870, exploró la Cueva de los Letreros en la isla del Hierro. En 1874, el marqués de la Florida encontraba otras inscripciones en Fuerteventura ( fruto con flor y otros signos grabados y una inscripción) y en 1878, Ramón Castañeyra, en el Barranco de la Torre, hallaba signos alfabetiformes; en el mismo año 1874 se incorporaban al creciente número de descubrimientos los grabados de Balos y los supuestos petroglifos del almogarén de la montaña de Cuatro Puertas \ en Gran Canaria. Respecto de los grabados de Belmaco ( Mazo) han sido estudiados por Diego Cuscoy y contienen espirales, laberintos, curvas, meandros, serpentiformes y otros temas, fechándolos entre 1800 y 1500 a. C. De tema semejante son los de la Fuente de la Zarza ( Garafia), con una gran roseta y los de Tigalate Hondo ( La Palma) *. En el Hierro, aparte de « Los Letreros » de El Júlan descubiertos por Padrón, círculos cruzados por dos diámetros, óvalos en la misma forma, alguna espiral, serpentiformes, figuras treboladas, ajedrezados, etc., que se suponen neolíticos, hay inscripciones en La Caleta, Barranco de Teje-leite y La Candía supuestas tifinagh, líbico bereberes por Faidherbe e incluso de origen cretense por Wolfel'. i. José PíREz Di BARRADAS, Estado actual de las investigaciones prehistóricas sobre Canarias, L/ as Palmas, 1939, p. 24. Luis DIEGO CUSCOY, Paletnologia de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1963, p. 45. 5. S. JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Cuevas y tagoror de Cuatro Puertas, « Revista de Historia » , 1942. 6. Luis DIEGO CUSCOY, Nuevas consideradcmes en tomo a loa petroglijos deí « Cabocon de Belmaco ( Isla de la PalTna), « Revista de Historia » , 109- 112, 1955, p. 7, con la bibliogralla anterior. Avelina MATA y E. BERRA RAFOLS, Los nuevos grabados rupestres de la Isla de la Palma, Ibidem. 1940- 41, p. 352; Bernardo SAEZ MARTÍN, LOS trabajos del Seminario de Historia Primitiva en Canarias, en I9is, « Cuadernos de Historia Primitiva » III, 2, 1948, p. 125, lám. XXXIII. Eoin MAC WHITE. Estudios sobre las relaciones atlánticas de la Península Hispánica en la Edad del Bronce, Madrid 1951, p. 24. L. DIEGO CUSCOY, Los grabados rupestres de Tigalate Hondo ( Mazo, Isla de la Palma), « Revista de Historia » , 1958, p. 243. 7. Sabin BERTHELOT, Nouvelle découverte d'inscriptions lapidaires a l'Ile de Fer, « Bulletin de la Société de Geographie » , XII, Paris 1876, p, 324 y Noticias sobre los caracteres jeroglíficos marcados en las rocas volcánicas de las islas Canarias, « Bol. de la R. Sociedad Geográfica » , Madrid 1877, I, p. 260 y 274. V. GRAU BASSAS, Inscripciones numidicas de la isla del Hierro, « El Museo Canario » , IV, p. 295, 333 y 370; V, p. 265, 1882. R. VERNEAU, Les ínscriptions lapidaires de l'Archipel canaríen, « Eevue d'Ethnographie » , I, p. 273, Paris 1882. General FAIDHERBE, Jeroglíficos de la isla del Hierro, « Bol. de la R. Soc. Geográfica » , Madrid 1876. Aquilino PADRÓN, Relación de UTIOS letreros antiguos encontrados en la Isla del Hierro, « Rev. Arq. ii, Madrid 1940, nüm. 40. S. JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Petroglifo Zonzamas, « Falange » , Las Palmas, 3, XI, 1953. 10 Más que dudosa es la inscripción de Anaga, en Tenerife y muy interesantes los petroglifos de Zonzainas, en Lanzarote, unos in situ y otro en el castillo de San Gabriel, en Arrecife ^ En Gran Canaria, aparte de los grabados del Barranco de Balos, se citan los supuestos de las Cuatro Puertas, que no pueden aceptarse, los de Roque Bentaiga, en la cueva del Guayre, es decir, del Noble, en una sala de 13 por 8 metros en la entrada y 4 metros de alta en el centro; en la izquierda hay dos pequeñas aberturas que dan acceso a excavaciones circulares que pueden ser graneros; alrededor hay un zócalo pintado de ocre rojo y a la altura aproximada de un hombre, una serie de círculos pintados formando una franja horizontal; los montantes interiores están decorados con el mismo color. Debe citarse además la « cueva pintada » de Gáldar, comenzada a explorar en 1873 y 1880 por D. Ripoche y actualmente con nuevos descubrimientos en curso de estudio por María Dolores Garralda, en 1970. Lo publicado es una sala cuadrada de 5 metros por 5,50 y 4,8 en el fondo, con los muros decorados; el techo está pintado de ocre rojo, las paredes con figuras geométricas variadas en rojo, negro, gris c blanco, la comisa alta en rojo; sobre el fondo en blanco, circunferencias concéntricas con el centro blanco; la pared posterior a la comisa está interrumpida por triángulos y zig- zags rojos; a una altura de 1,25 a 1,50 metros del suelo, hay cuadrados en rojo o negro uniforme, otros rojos rodeados de líneas blancas o estriados de líneas blancas paralelas, triángulos rojos y blancos, a veces rodeados de blanco; doce en negro, en tres filas horizontales y bordeados de rojo; sobre el fondo, a cada lado, un rectángulo gris rojizo que parte de la cornisa para descender a nivel de las figuras inferiores; estriado de zig- zags rojos superpuestos ; en la pared derecha hay dos zig- zags, uno rojo y otro blanco; el rojo está limitado por pequeños triángulos blancos de línea dentada, viéndose aún pequeñas circunferencias blancas; la parte baja está pintada de ocre rojo que ha desaparecido. Todo según la descripción de Vemeau. Finalmente, hay que añadir las pinturas del abrigo de Majada Alta y de Silva'. Yendo ya a lo que nos interesa, concretamente, aparte de los grabados de Balos hay que hacer mención de un grabadito de la Cueva del Moro, en Las Moriscas ( Agaete), representando un hombre esquemático, con el cuerpo linear prolongado por la cabeza, brazos rectos en cruz y piernas 8. Manuel de OSSUNA y VAN DEN HELDE, Inscripción de Anaga { Tenerife), Santa Cruz de Tenerife 1889. Sebastián JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Petrogltfo Zonzamas, « Falange » , 3, XI, 1953, Las Palmas. Cfs. también R. P. CASTAÑEVRA, 1878, sobre inscripciones en Fuerteventura. M. MANRIQUE, Una lápida misteriosa (. Anaga}, « El Museo Canario » , IX, 186, p. 86, Las Palmas 1904. 9. F. BATIXORI y LORENZO, La cueva pintada { Gáldar), « El Museo Canario » , IX, p. 117, Las Palmas 1900 ( son pinturas geométricas). Sebastián JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Pictografías antropomorfas del abrigo pastoril de Majada Alta ( Tejeda), « Faycan » , 8, Las Palmas 1961 y Pinturas rupestres antropomorfas en la Isla de Gran Canaria, « Actas del V Congreso Panafricano de Prehistoria y de Estudio del Cuaternario » , II, Santa Cruz de Tenerife, 1966, p. 147. 11 abiertas en ángulo y luego prolongadas verticalmente, faltando la izquierda ' O. La referencia a Balos del « Rapport » de Vemeau habla de « una especie de personaje informe montado sobre un animal groseramente figurado ; un esquema del mismo animal; una cosa que se parece a un lagarto con las patas extendidas; y, por último, uno que parece un tronco con cierto número de ramas » refiriéndose a los últimos grupos de grabados del barranco. La realidad es que los visitantes de Balos han manifestado siempre su interés por los grabados, pero acompañado de sus recelos respecto de su autenticidad y cronología, indudablemente arrastrados por los numerosos grafitos modernos, incluso de los siglos XIX y XX. Por esta razón los trabajos monográficos son escasos y las referencias de los autores que se ocupan de la prehistoria canaria muy superficiales; asi pueden servir de ejemplo las breves menciones de Pérez de Barradas, en su excelente estudio, o el escepticismo de T. Bravo, cuando dice: « no parece que hayan sido hechos hace muchos siglos » añadiendo que algunos los atribuyen a los númidas de Argelia y otros a los tifinagh del Sahara central, concluyendo que, en todo caso, no se ha dado una traducción o interpretación de ellos. La excepción son dos trabajos de Hernández Be-nítez y de Jiménez Sánchez, que si no tuvieran otros méritos, les cabria ya el de, por lo menos, intentar la resolución de los problemas que plantean estos misteriosos grabados. Ciertamente los dos artículos son incompletos y se ocupan muy generalmente de la descripción de algunos grabados, olvidando muchos otros; tampoco son aceptables la mayor parte de las conclusiones, sobre todo las establecidas por Hernández Benítez, cuyos calcos o copias son muy deficientes; las fotografías obtenidas llenando los surcos del grabado con tiza son peligrosas pues se corre el riesgo de que reflejen no lo que realmente hay sino lo que ha sido manchado de blanco. Aun así son los únicos precedentes que tenemos y es loable el esfuerzo desarrollado por ambos autores ". Las referencias y, en su caso, las correcciones, se harán al describir los grabados para cuya crítica incluiremos los textos de los autores citados. El problema esencial que plantean los grabados es el de la dificultad de datación y nada extraña que algunos los hayan atribuido a pastores de 10. S. JIMÉNEZ SANCHEZ, Pictogramas antropomorfos üe la cueva del Moro, en el Morro de las Moriscas, en Agaete, Isla de Gran Canaria, Las Palmas 1963. 11. Pedro HERNÁNDEZ BENÍTEZ, Pbro., Inscripciones y grabados rupestres del barranco de Balos ( Gran Canaria), « El Museo Canario » , núm. 15, 1945, 12 págs. y 14 íigs. intercaladas. Sebastián JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Nuevas aportaciones al mejor conocimiento de las inscripciones y de los grabados rupestres del Barranco de Balos, en la isla de Gran Canaria, « Anuario de Estudios Atlánticos » , 8, 1962, p. 87 a 125, VII, láms. y 17 figs. intercaladas. Del mismo: Algunas manifestacicmes del culto astral entre los grdncanarios prehispánicos, « Crónica del IV Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Proto-históricas » , Madrid 1954, Zaragoza 1956, p. 107; una simple nota periodística en Attilio GAUDIO, Las inscripciones y grabados del Barranco de Balos constituyen un alto grado de cultura y de espíritu creativo de los indígenas canarios, « Falange » , Las Palmas, 24- V- 1950. 12 época reciente; se mezclan en los paneles algunos muy modernos con otros de mayor antigüedad, sin que, en ocasiones, puedan separarse por la pátina del trazo o por el aspecto, pues unos y otros son bastante toscos y de semejante apariencia. No debe extrañar, pues, que se haya huido de precisar la edad de las incisiones o que se haya establecido partiendo de apriorismos muy discutibles. Por otra parte la visibilidad de los grabados es, frecuentemente, escasa o nula y, en todo caso, varia según la luz y la hora del día, o depende de la técnica empleada o del color de la roca y, muy fundamentalmente, de la erosión sufrida por el basalto. Muchos grabados resultan invisibles a determinadas horas del día y otros solamente son apreciables con luz muy favorable; así nos ocurrió con la fig. X, contigua al punto donde teníamos instalados los elementos del trabajo diario, en la primera fase, y que sólo acertamos a ver en un atardecer con escasísima luz; o bien con la XIII, que apareció ante nosotros solamente después de un día de lluvia. Los numerosísimos grafitos enmascaran también los grabados y muchas veces o los hacen invisibles o los confunden de tal modo que resulta muy difícil su aislamiento. En general, la luz rasante y débil es mucho más favorable que la intensa y directa, ya que los surcos de la incisión son muy poco profundos, lo cual nos obligó a repetidas com probaciones y fotografías a distintas horas del día. En la zona intermedia, entre las figuras XX y XXXV, hay puntos donde resulta penosísimo separar los trazos de las distintas épocas, siendo los más modernos de 1962, habiendo muchos actuales y otros posteriores a la conquista española y de aire medieval. Nuestro intento, partiendo de las escasas bases de partida con que contábamos, de lo elemental de los trabajos de Hernández y Jiménez, del escepticismo de muchos y del silencio de casi todos, ha ido dirigido, esencialmente, a la identificación de las pátinas de los surcos o picados y a la determinación de las técnicas de éstos; alguna conclusión positiva hemos obtenido, como se verá, pero, por desgracia, el paso de muy pocos años basta para patinar un picado en la misma forma y produciendo el mismo efecto que si el tiempo transcurrido fuese mucho; así hemos visto grafitos del siglo XIX con la misma sensación de antigüedad que otros muy anteriores. Por otra parte, el basalto, que tiene un color negruzco o rojizo en las zonas escasamente erosionadas se torna gris plomizo o sucio en aquellas otras donde el agua, el viento y la arena que éste arrastra han atacado su superficie, que toma el mismo color, también, por la acción de los agentes químicos. Así resulta que, según los lugares, los grabados, aun siendo de la misma época toman colores distintos, según que atraviesen o no la capa superficial del basalto o hayan sido más o menos erosionados, cambiando la técnica, aparentemente, al presentarse en distinto estado de conservación. Hemos tratado de localizar superposiciones muy 13 escasas entre los grabados más antiguos y que se reducen a comprobar que la técnica de incisión es más moderna y corta a la de picado; en cuanto a los grafitos más modernos superpuestos a los antiguos, son muy fáciles de distinguir, pero por desgracia resultan poco expresivos a la hora de damos fechas, pues son muy recientes. Cuanto queda dicho permite comprender las dificultades que hemos tenido que vencer para llevar a cabo nuestro trabajo que ha consistido, básicamente, en el calco directo, sobre plástico, de la totalidad de los grabados que vimos. El equipo del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Zaragoza, bajo nuestra dirección y compuesto por el prof. Miguel Beltrán Lloris y las alumnas señoritas M. C. Al-crudo Sánchez y P. Casado López, trabajó en jornadas de nueve horas diarias entre los días 23 al 31 de marzo de 1970; en los días 28 a 31 se contó con la eficaz ayuda del director del Museo Arqueológico de Santa Cruz de Tenerife, don Luis Diego Cuscoy, gran conocedor de la arqueolo-logía canaria. La organización de la campaña corrió a cargo del Museo Canario de Las Palmas, subvencionado por el « Patronato Quadrado » del C. S. de I. C ; fue muy importante la colaboración del personal del museo y decisiva la utilización de los fondos de su biblioteca. Especial gratitud merecen don Juan Díaz, don Juan Rodríguez Doreste y don José Naranjo. Desde el punto de vista técnico se intentó aplicar el método que tan buen resultado ha dado al prof. Emmanuel Anati en el estudio de las ins-culturas de Val Camonica ( Brescia) ", pero el fracaso fue absoluto ante la escasa profundidad de los grabados de Halos; la preparación de la roca la hace Anati coloreando la superficie con materias muy solubles en agua, que no formen cuerpo, en dos fases; la primera es impregnar la roca oscura de color blanco y la segunda pasar pintura negra sobre la superficie por medio de un tampón, de suerte que el blanco queda en los surcos y el negro en la superficie, haciendo así muy visible cualquier grabado. En Balos los grabados fueron poco profundos y además han sido muy erosionados, de suerte que este sistema, probado en las primeras losas horizontales no dio ningún resultado por lo que fue necesario abandonar este trabajo, limpiando las rocas con agua y reduciéndonos al calco directo con rotulador indeleble ( solamente susceptible de ser borrado con alcohol) sobre papel plástico de grosor medio, completando el calco con fotografías en negro y en color obtenidas a distintas horas del día. Se ha huido radicalmente del nocivo sistema de repasar las figuras con tiza Ue- 12. / metoúi di analisi e di archivio deU'arte rupestre, « BoUetino del Centro Camuno di Studl preistorlci » , 1966, p. 133. Las etapas son: 1, limpieza de la roca; 2, preparación de la misma ( a la que nos referimos en el texto); 3, calco; 4, numeración; 5, selección de las figuras; 6, diferenciación de los grupos, escenas y estilos; 7, estudio de las superposiciones y grado de conservación de la pátina; 8, ficha de la roca; 9, análisis de los elementos; 10, síntesis de la roca; 11, sumario y conclusiones. 14 nando el interior del grabado de blanco, limitándonos, en casos extremos, a perfilar los trazos pocoi visibles con un pimteado exterior que facilitase seguir las lineas grabadas y esto, como decimos, solamente en situaciones absolutamente imprescindibles, evitando de este modo que calcos y fotografías resultasen convencionales. Los calcos se han hecho tomando grandes superficies y paneles completos para evitar el aislamiento de las figuras y su posterior colocación caprichosa en un conjunto. Una vez comprobados, han sido pasados a papel vegetal, en el laboratorio, revisándolos después con las fotografías y las diapositivas en color, proyectando éstas sobre el calco provisional, siendo dibujadas después definitivamente. Aun así estamos seguros de que habremos cometido muchos errores y caído en no pocas omisiones; si después de la observación realizada por tantos visitantes hemos logrado descubrir tantos grabados nuevos no cabe la menor duda que quedarán muchos más visibles y ocultos o patentes, pero escasamente marcados. Aparte de la bibliografía citada en este capítulo y en los restantes de nuestro trabajo existen muchas publicaciones más, directa o indirectamente relacionadas con los grabados de Balos, que pueden verse en los citados trabajos de Pérez de Barradas ( p. I- XII), Cuscoy ( p. 57- 58) y Jiménez Sánchez ( p. 120- 125 y 34- 39 de la separata). Nosotros iremos citando en cada momento la bibliografía que afecte al tema que toquemos. III. TÉCNICAS La técnica de trabajo mediante la cual fueron realizados los grabados no podemos conocerla bien en su forma original ya que aquéllos han sido modificados, a veces muy notoriamente, por el distinto color de la superficie y del fondo de la roca basáltica, que hace cambiar los coloridos y pátinas, según que el basalto conserve su tono normal en el « Lomo de los Letreros » de gris a negruzco o bien de ocre a cobrizo. El grabado penetra en la capa superficial, alterada por la erosión y los agentes químicos, y el color que aparece es el del fondo. Hemos podido apreciar tres modos distintos de actuación con numerosas variantes que se expondrán al describir los grabados: 1. Picado obtenido con im pico de basalto de tamaño y aguzamiento de la punta variables, aunque no debió ser muy grande, con escasa o nula preparación de la punta del utensilio, que debió actuar sin percutor, sino manejado directamente con la mano y mediante pequeños golpes. Estos 15 producen puntos muy superficiales, siendo muy variable su proximidad y teniendo unas veces el aspecto de un grabado continuo y otras de un punteado que deja muchos espacios intactos. Al ser el picado, casi siempre, superficial y poco profundo, sufre con más facilidad los efectos de la erosión intensa y múltiple, especialmente del agua en las zonas bajas, que se muestran lamidas y abrillantadas en el fondo del barranco, y del aire, que arrastra arena, en otros lugares. Es posible que algunos picados fueran bastante más profundos y que hoy aparezcan como simples manchas grises a consecuencia de la erosión nombrada. El trazo resulta de color plomizo oscuro sobre la roca gris y de color más amarillento sobre la rojiza o negruzca. En muy pocas ocasiones se rellena el surco de tierra o suciedad, al ser poco profundo y estar continuamente batido por el aire y el agua. El tamaño de los puntos varia, lo cual significa que la punta de los instrumentos era muy distinta. 2. Frotado o arrastrado de un pico basáltico, menos frecuente que el picado, pero realizado para completar éste, advirtiéndose en ocasiones la señal de varias puntas de la superficie del pico. Prácticamente esta técnica se usa para unir los puntos picados y dar al trazo la forma de línea continua. Dado lo superficial de ambos trabajos a veces no resulta fácil separarlos; en cambio es quizá en esta técnica donde resulta más fácil eliminar los trazos modernos. 3. Incisión fina y continua, sumamente rara. Únicamente la encontramos utilizada sistemáticamente en los signos geométricos del núm. VII, donde, evidentemente, las rayas cortan a los picados. Aparece en algún otro grabado, aisladamente, y, desde luego, en las inscripciones tifinagh. El surco en el VII es de corte angular, poco profundo, arañado y en algún caso parece producido por instrumentos metálicos, aunque sería posible que fuera resultado de la acción con piedras muy duras y puntiagudas. Cronológicamente, la técnica de incisión y la de arrastrado se superponen a la de picado y son, por lo tanto, más modernas, sin que podamos decir cuánto, en términos absolutos. En cuanto a la pátina, es tan variable y se unifica de tal modo con el transcurso del tiempo, que no hace falta sea mucho, que resulta aventurado extraer consecuencias cronológicas. No obstante las diferencias existen y se harán notar en cada caso. Es muy desigual también la conservación de los grabados en función, sobre todo, de la acción de los agentes erosivos. En general los picados antiguos, algo erosionados, son de difícil visibilidad. 16 Respecto a técnicas resultan aleccionadoras las enseñanzas extraídas por Anati en sus trabajos en el desierto de Negev, en el Monte Bego y en Val Camonica " y especialmente la observación del trabajo de los beduinos actuales que siguen manteniendo la tradición de sus antepasados, no sólo en cuanto a los modos de trabajo, sino también respecto al concepto y fines de la acción de grabar. En el Negev los grabados se extienden, cronológicamente, desde el Mesolítico hasta los beduinos actuales, con la misma técnica del martilleado o picado sobre arenisca o caliza. Los beduinos consideran este trabajo como un pasatiempo; según ellos « hay pastores que tocan el mesuich y otros que graban o dibujan » . Aun así al grabar transmiten información a otros pastores o bien utilizan los grabados como conjuros o signos de fin mágico, sirviendo otros como un fin en sí mismos; es curioso anotar que entre los beduinos del Negev los grabadores son jóvenes de 12 a 17 años que abandonan la costumbre de grabar sobre roca al llegar a hombres. El modo de trabajo se funda en la cuidadosa selección de un canto rodado que luego se prepara si es necesario; después sentado el grabador sobre la roca o al pie de ella se hace un vago perfil de la figura que se va a grabar; finalmente, se martillea, soplando sobre el trazo, cuando es necesario, para eliminar el polvo. Sus grabados son siempre signos abstractos, que para ellos tienen significado, bien como símbolos de la tribu, signos mágicos, etc. El instrumento es, usualmente, im canto de cuarcita o sílex que se adapte bien a la mano, al que se le dota de una punta con pocos golpes, si es que no la tenía ya; aunque poseen puñales y espadas y otros objetos metálicos, usan siempre piedras, más duras y más fáciles de reparar si se despuntan, que el metal. Los instrumentos son de tamaño pequeño, resultando más manejables y permitiendo más precisión en el grabado. Estos instrumentos han sido encontrados in situ, aparte de verlos usar a los beduinos, lo cual permite establecer comparaciones entre los diversos tiempos. "> En el Monte Bego, al pie del gran conjunto de grabados rupestres, se han encontrado cantos de cuarcita redondeados por un extremo, el que se adapta a la mano, y puntiagudos por el otro. El hallazgo ha sido, sólo, de tres picos, más pequeños que los del Negev, midiendo 6, 7 y 8 cm. En Valcamonica, después de no haber encontrado ninguno de estos picos a lo largo de once campañas de trabajo, en la duodécima, realizada 13. E. ANATI, Rock- art in central Arabia, I, « The oval- headed people oí Arabia » , Lovaina 1968 y II, « Fat- tailed sheep in Arabia » y « The reallstic- dynamic style of rock- art In the Jebel Qara » , Lovaina 1968, resumiendo otros trabajos anteriores, especialmente Ancient rock engravings in the Central Negev, Londres 1955. Una breve síntesis del mismo autor en Utensili litici per eseguire le incisioni rupestri e il loro método d'impiego, « Sibrlimi » , 8, Várese 1964- 66, p. 7. 17 en la Seradina alta, aparecieron, en 1965, objetos de conglomerado y de cuarcita, análogos a los del Negev y Monte Bego, in situ, midiendo entre 10 y 18 cm. En el Barranco de Balos no hemos encontrado ninguno de estos utensilios; evidentemente muchos de ellos pudieron ser abandonados y estar hoy en el fondo del barranco o haber sido arrastrados por él. Dadas las excelentes condiciones que el basalto ofrece para ser grabado por picados superficiales no es preciso que exijamos excesiva especialización a los utensilios; cualquier piedra aguzada pudo servir y no hemos hallado ninguna que podamos afirmar que se haya utilizado con tal fin. Georges Marcy '* habla de una técnica líbica de repasado de los grabados con pulidores de piedra, madera o metal, que Alvarez Delgado aplica a los grabados de Balos y de La Caleta ( El Hierro), lo que no nos parece acertado. IV. DESCRIPCIÓN DE LOS GRABADOS I. — La zona meridional del macizo basáltico presenta una serie de losas desprendidas y en desorden al pie de las paredes verticales, dispuestas más o menos horizontalmente y de tamaño no muy grande. En varias de las horizontales se han grabado figuras muy difíciles de ver, por lo general, ya que la erosión del agua y el viento ha atacado mucho la superficie, incluso lavándola intensamente en las piedras que están a ras del suelo del barranco. Por otra parte esta erosión ha dado a las rocas im color grisáceo que se confunde con el trazo del grabado, aunque éste sea algo más oscuro. No debe extrañar que muchos de estos grabados hayan pasado inadvertidos y que otros sean susceptibles de distintas interpretaciones. La losa I, alargada, de perfil irregular, 0,86 m. de largo y unos 0,45 metros por término medio de ancho, estaba completamente oculta por un balo, por cuya razón no ha sido citada hasta ahora. Todas las figuras han sido grabadas mediante la técnica de picado poco profundo, que atraviesa la capa superficial del basalto, con lo cual el color que resulta es oscuro, gris plomizo; el picado está realizado con picos de basalto bastante agudos resultando puntos muy contiguos que ofrecen el aspecto de una superficie continua. 14. G. MARCY, Introduction a un déchiffremenl jnéthodigue des inscriptions « Tiíinágh » du Sahara Central, « Hesperis » 1937, p. 193. 18 Las figuras claramente visibles son ocho, aunque hay trazas de alguna más que no hemos sabido diferenciar y que podría ser accidente natural, ya que cualquier golpe que la superficie gris clara recibe deja patente la capa interior más oscura, sin que sea fácil diferenciar los grabados intencionales de los casuales, salvo atendiendo a la forma que tienen. La totalidad de las figuras advertidas son estilizaciones humanas en muy distintos grados de esquematización, aunque están hechas con la misma técnica, tienen idéntico patinado y resulte difícil diferenciarlas por épocas. De arriba abajo y de izquierda a derecha hay los siguientes grabados: 1. En la parte superior derecha, hombre esquemático de 0,12 m. de altura; tiene cabeza alargada, cuello diferenciado, brazos en cruz rectos, sin marcar los antebrazos, cuerpo estrecho y arranque de las piernas en forma triangular; una extraña prolongación hacia la izquierda podría ser el sexo, pero no es probable que así sea, sino el arranque de la pierna derecha, con extraño remate triangular para terminación inferior. A su izquierda hay restos de algún picado más que no constituye figura alguna. 2. Debajo y un poco más a la izquierda que el 1, hombre esquemático de 0,15 m. de altura; tiene la cabeza redondeada y ensanchada por los lados, brazos en cruz, antebrazos doblados hacia abajo, cuerpo delgado y largo que en su parte inferior se ensancha en forma de rombo incompleto, tal vez completando la representación convencional de la figura I, 1 y de otras. En todo caso, el cuerpo se prolongaría más abajo del rombo y no aparece ningún intento de diferenciar las piernas; tal vez podría interpretarse la parte superior del rombo como el arco formado por ambas piernas y el trazo de prolongación del cuerpo podría ser el sexo. No se advierten las manos, pero sí un ensanchamiento de su antebrazo izquierdo hasta el extremo de la línea. Hacia la izquierda se ven los trazos de una posible figura esquemática ilegible. 3- 4- 5- 6. Grupo de cuatro signos de aspecto cruciforme, el primero con cabeza redonda, línea del cuerpo prolongada más allá de las perpendiculares que forman los brazos y las piernas, midiendo el trazo central 0,10 m. de longitud. Los otros tres signos de) grupo son simples cruces, una de ellas con el trazo transversal ensanchado, que puede muy bien ser una cabeza y un sumario cuerpo, vistos en posición casi acostada. Hay también un punto que debe ser puesto en relación con alguna de las cruces. Todos los signos han sido picados con la misma técnica. 7. En la parte más inferior de la piedra y en la derecha hay una importante figura esquemática de 0,17 m. de largo, con cabeza redondeada, cuello largo, cuerpo con tendencia al rectángulo, brazos doblados hacia abajo, sin manos, piernas largas casi cerrando un arco y terminadas en un leve ensanchamiento como pies. En los espacios formados entre los 19 Figura 3. — Panel I. brazos y antebrazos, sendos puntos, pequeños y situados asimétricamente. Es muy posible que estos puntos, observados en yacimientos de España e Italia en figuras análogas, puedan querer representar los senos de la esquematización humana que seria femenina. 8. A la izquierda del 7, esquematización de las que llamaremos de tipo « salamandra » , formada por corto trazo vertical de 0,09 m., que representaría indiferenciadamente la cabeza, el cuerpo y el sexo, y otros dos horizontales y paralelos, más corto el de arriba ( brazos) y más largo el de abajo ( piernas). La técnica de las figuras 7 y 8 no se diferencia apenas de las restantes de la piedra I; quizá el picado resulta más oscuro por la acumulación de suciedad; pero cepillado el conjunto enérgicamente ha dado un aspecto casi idéntico. No podemos asegurar que estas ocho figuras formen un conjunto, pero parecen estar dispuestas en filas, que serían cuatro o cinco y destinadas a ser contempladas desde un solo punto de vista. Existen tres niveles de evolución, con el número 7 relativamente naturalista, el 1 y 2 más esquemáticos y un extraño convencionalismo en el arranque de las piernas y las otras cinco figuras muy esquemáticas, aimque la 3 y la 4 tengan una indicación de la cabeza. Esta diferencia tipológica no va acompañada de distintas técnicas ni de pátina diferente, por lo cual sería más que aventurado pretender hacer otra ordenación que la puramente formal; en este aspecto podría aceptarse un orden: 7, 2, 1, 3, 4, 8, 5 y 6. Estos dos últimos signos podrían, tal vez, ser muestras de cristianización. II. — Losa inclinada, desgajada de otra de posición más horizontal y colocada un poco más alta, apreciándose la coincidencia de la fractura; está a muy poca distancia de la I y más al Norte. La contextura de la piedra es análoga a la de todas las de estos grupos meridionales, como su situación, sobre el suelo del barranco; fue grabada después de romperse y en la piedra a la que estuvo unida no hay señales de grabados. Una gran parte de la superficie está muy alterada y ha desaparecido la capa exterior, grisácea, quedando visible la parte interior del basalto, más oscura y rugosa al no haber sufrido la acción erosiva de los agentes naturales. Ignoramos, por lo tanto, si esta roca tuvo más grabados que se han perdido o si fue grabada después de que saltase la corteza basáltica. Mide alrededor de 1,25 m. de longitud máxima y tiene un perímetro muy irregular. Solamente se ven, y no muy bien, dos figuras. Esta es una de las rocas donde se hizo la experiencia de tratar de resaltar los grabados con soluciones de color blanco y negro, pero sin demasiado éxito. 21 II 10 Figura 4. — Panel II. 1. Signo picado, poco profundo, de color claro, ejecutado con un instrumento de punta muy aguda; el resultado ha dado puntos gruesos, superficiales, corregidos en parte arrastrando el pico. En un sitio se nota que se ha utilizado un instrumento de varias puntas. Mide 0,085 m. de longitud máxima. Es un signo de forma triangular, con un trazo saliendo de su lado derecho; aunque podrían verse dos puntos, uno a la derecha y otro abajo, parecen ser naturales. En todo caso resulta un signo inidentificable. 2. Esquematización humana, con un solo trazo de 0,15 m. para formar el cuerpo, la cabeza ligeramente redondeada y un largo sexo, prolongado más allá de las piernas, representadas por un largo trazo transversal; tiene también los brazos, rectos, paralelos a las piernas y más cortos que éstas y una mancha que no es necesario unir a la figura, pero que podría ser otra línea que cortase también el cuerpo, como es muy corriente en este tipo de esquematizaciones. La técnica de ambas figuras es muy parecida, aunque la 1 parece haber sido conseguida con un instrumento más aguzado. Ignoramos la relación en que una y otra pueden estar porque el que no acertemos a ver más figuras no quiere decir que no hayan existido e incluso que ahora no existan. El aspecto esquemático y sumario de ambos grabados no nos permite deducir consecuencias en orden a su situación tipológica o cronológica. III. — Losa horizontal perteneciente al grupo en el que se integran también el I y n, pero situada a más altura, procedente de una rotura de las rocas verticales del macizo, desprendida de él, pero sin haber rodado hasta abajo. Mide 1,65 m. de largo y forma como un escalón con otros desprendimientos. La observación la hemos hecho desde el Sur, es decir, de fuera a adentro del macizo. Posee un complejo grupo de figuras, difíciles de identificar, logradas con un picado muy fino con el que se obtiene un trazo oscuro y muy somero. Partiendo de izquierda a derecha tendremos: 1. En una zona donde existen numerosos picados, difíciles de separar, hay tres estilizaciones, de las cuales la primera configura un hombre esquemático en posición acostada, incompleto, de 0,11 m. de largo. 2. Junto al hombre 1 está la mitad de otro en posición normal, con la cabeza alargada, el pecho con tendencia triangular y dos brazos doblados y algo arqueados colgando hacia abajo, faltando el resto. 3. Encima del 2 y a la derecha del 1, en posición levemente inclinada, hay una estilización masculina, con la linea del cuerpo ensanchada 23 y redondeada por arriba para formar la cabeza, el sexo indicado por la prolongación de la linea del cuerpo, los brazos rectos, pero formando ángulo agudo con el cuerpo y las piernas ligeramente arqueadas y abiertas y ensanchadas en los pies; en total, la línea central mide 0,165 m. 4. En el borde Sur de la losa, también entre picados ilegibles, está grabado un hombre en posición casi acostada, de cuerpo rectangular, piernas prolongando las líneas exteriores del cuerpo, largo falo central puntiagudo un poco más corto que las piernas, brazo derecho colgante, izquierdo casi recto, cabeza redondeada pequeña y cuello marcado; mide 0,185 m. de altura máxima. 5. Más arriba del 4 y en su vertical, figura humana invertida, con la cabeza circular hacia abajo, cuello marcado, cuerpo grueso, brazos en cruz, sin indicación del sexo y con las piernas muy abiertas; mide 0,21 metros de longitud máxima. 6. En la parte derecha de la losa hay un espacio cubierto por trazos picados a distintas profundidades, donde nos ha resultado imposible aislar los grabados, limitándonos a verificar la copia de las manchas y trazos que se pueden distinguir sin intentar completarlos o interpretarlos valorando unos y eliminando otros. Algunos de los trazos parecen configurar esquematizaciones humanas, tales como uno en la parte más septentrional, del que se ven los brazos, el cuerpo y una pierna y, tal vez, dos puntos debajo de los brazos, entre ellos y el cuerpo. Quizá podríamos incluir también en el extremo Sur algo que podría ser una esquematiza-ción humana en postura horizontal. 7. En la parte más oriental de la piedra, junto con muchos picados ilegibles se configuran, por lo menos, cinco esquemas humanos de formas muy distintas. Hemos de advertir que la técnica es, sensiblemente, la misma, quizá con alguna variedad en la intensidad de los picados. Así, el 7 sería del tipo llamado de « salamandra » , sin cabeza y de cuerpo grueso. 8. A la derecha del 7, grabado naturalista de hombre de 0,23 m. de largo, cabeza redonda, cuello marcado, brazos levemente arqueados, cuerpo ligeramente curvado, piernas largas y delgadas, abiertas en arco, con indicación de las rodillas, sin pies ni manos y pene de proporciones casi normales. Bajo su brazo izquierdo un punto que, naturalmente, no puede ser interpretado, como en otras figuras, como si fuese un seno femenino. 9- 10. Dos figuras humanas grandes, de tipo « salamandra » , de unos 0,19 m. de alto, pero con los cuerpos gruesos, irregulares y prolongados anormalmente. 11. Muy interesante figura de unos 0,25 m. de altura, que debe ser mirada desde el lado Sur. Es perfectamente visible; está compuesta por 24 III ' ^ ^ i / Figura 5. — Panel III. un cuerpo vertical formado por una ancha línea que se hace oblonga para representar la cabeza, brazos rectos con los extremos doblados hacia abajo, dos lineas paralelas que cruzan el cuerpo perpendicularmente, siendo la más inferior la que forma las piernas, sin pies, y la intermedia una de las que suelen aparecer en las pinturas esquemáticas de la Península multiplicando las extremidades superiores o inferiores. La línea del cuerpo se prolonga formando un enorme falo que tiene en la parte alta y a los lados tangentes a él dos círculos que pueden representar los testículos. Esta figura es única en el Barranco de Balos, aunque se aproxima a las grandes « salamandras » del lado Norte del macizo. Se trata, evidentemente, de una estilización humana, lo cual le otorga un valor extraordinario como fase intermedia de un proceso de estilización desde el naturalismo humano a un esquematismo en un sentido determinado. 12. Figura confusa que pudiera representar un hombre en posición acostada. Figura 6. — Panel III ( según Hernández Benítez). 26 Hernández Benítez ( p. 11) dice de esta losa que es una piedra plana e inclinada hacia el espectador, situada a 1,30 m. sobre el suelo; ve en los grabados un árbol de 0,60 por 0,72 m. y entre sus ramas un hombre con los brazos en alto; otro arbolito de 0,20 m. a la derecha; encima y más a la derecha una figura con cabeza y alas de águila y cuerpo, al parecer, de león, « que vuelve la cabeza a la copa del árbol como si esperara algún hálito misterioso y que descansa sus pies sobre un signo parecido a una hoz; un casco de guerrero, frontal levantado, aguda cimera, visera y clásica yugular ( fig. 29) » . Jiménez Sánchez reproduce el grabado de Hernández, pero no la descripción, refiriéndose sólo a figuras antropomorfas, esquematizadas con pies y un apéndice que corresponde a la cola de la zalea de piel con que se cubrían, aunque algunas sean sexuadas pero no ithyfálicas; también alude al casco o « guapil » con pluma y a una representación de casco guerrero. No hemos visto nada de lo descrito por ambos autores. IV. — Losa horizontal situada a poca altura sobre el suelo del barranco y en la parte Sudeste del promontorio Sur del macizo basáltico. En el muro vertical sobre ella se sitúa una inscripción, como a 1,60 m. de altura sobre la piedra. 1. Inscripción tifinagh arañada finamente sobre la cuarteada superficie de la roca, un poco abombada. Los trazos son de dos grosores; el más ancho e intenso corresponde a una inscripción de tres líneas verticales de signos que han sido copiadas por todos los autores; el grabado resulta de color negruzco porque atraviesa toda la capa superficial y llega hasta el interior del basalto. Los signos grabados muy finos son apenas perceptibles y su rayado es de color rojo, ya que actúa sólo sobre la superficie descompuesta. La copia, a falta de algunos signos de trazo profundo y de todos los arañados finos, fue reproducida por Jiménez Sánchez ( pp. 101- 102 y figura 5), diciendo textualmente: « En la zona B del expresado macizo, a una altura de tres metros, aproximadamente, en el ángulo del bloque oriental están tres grupos de caracteres alfabetiformes, insculturas lineales simples y compuestas, angulares, arqueadas y circulares ( figs. 5 y 6); son incisiones a base de delicado rayado, hechas con piezas cortantes. Junto a las mismas y en plano inferior se advierten otros grupos alfabéticos de factura moderna en plan de réplica » . Hernández Benítez la reproduce en su fig. 14. 2. En la losa horizontal y a la parte izquierda, con un picado muy superficial, pero grueso, que da un trazo oscuro y poco visible, hay un par de signos asociados, uno como un óvalo cruzado por una línea verti- 27 ^ 0 o : 3f \ \ \ \ n 10 Figura 7. — Panel IV, 1. cal y otras horizontales y un ángulo bajo él, todo bastante confuso y poco visible. 3. En el extremo derecho de la misma losa y apenas visible, tanto que según las horas del día y la inclinación de la luz pasa desapercibido, hay un grabado que representa una figura hmnana, de técnica parecida al número 2, más fina y de picado más unido hasta formar casi una superficie continua. El hombre tiene el brazo derecho levantado en ángulo paralelo al cuerpo, con un ensanchamiento figurando la mano y el izquierdo perpendicular a la línea del tronco. El cuerpo es grueso, ligeramente abombado, con el cuello bastante largo, separado del cuerpo y cabeza casi rectangular. Las piernas las tiene ligeramente abiertas, apenas arqueadas y el pene naturalista y corto en relación con otras figuras del barranco. Figura 8. — Figura IV, 3. 29 Mide 0,21 m. de altura. No es necesario insistir en que la situación de la losa, prácticamente en el lecho del barranco, ha hecho que la erosión haya sido muy intensa sobre las figuras 2 y 3, cuya visibilidad, no obstante, ha sido suficiente para poder ejecutar el calco de la 3 y fotografía donde se aprecia la linea general del trazado de la 2. V. — Losa horizontal, fuertemente lamida por la erosión del agua, del aire y de la arena. Es de color gris claro y el picado de las figuras apenas se aprecia, resultando superficial y de color gris oscuro; los grabados son muy difíciles de ver y estamos seguros que debe haber más de los que hemos podido copiar. Advertimos cuatro claras estilizaciones humanas, otro signo que podría también ser un hombre, uno más indescifrable y seis trazos o rasgos más. La posición de alguno de los hombres es invertida respecto de los demás, no obstante lo cual parece que el punto de observación debe ser desde el barranco hacia el macizo. Las figuras que hemos observado, de izquierda a derecha, son: 1. Una serie de trazos sueltos que no componen ninguna figura. 2. Hombre con cuerpo lineal, cabeza oval, cuello largo, brazos cortos rectos y perpendiculares a la línea del cuerpo; piernas cortas levement3 arqueadas y formando entre sí casi un ángulo recto y largo falo central que no es la prolongación del cuerpo. Mide 0,18 m. de alto. 3. Grueso trazo aislado, vertical. 4. Parte superior de una esquematización humana de la que se ha grabado sólo hasta la cintura; los brazos forman dos arcos dirigidos hacia abajo. Mide 0,09 m. 5. Hombre de grueso cuerpo rectangular, cabeza redonda, cuello diferenciado, brazos ligeramente arqueados y vueltos hacia arriba; piernas muy cortas y entre ellas falo de la misma longitud que las extremidades. Como hemos dicho, Jiménez Sánchez supone que ese rasgo designe la cola de la zalea o piel con que se cubre el hombre. Este tipo humano, rectangular y con largo falo, no es habitual en la zona Sur del barranco, pero muy frecuente en la parte septentrional. Mide 0,24 m. de largo. 6. Ángulo que podría ser formado por las dos piernas de un hombre cuya parte superior estuviese en el número 7, es decir, tres trazos verticales cruzados por uno horizontal que se cieña por la izquierda y que se dobla hacia abajo por la derecha. 8. Curiosa estilización humana, en posición invertida respecto de los anteriores, con minúscula cabeza, el cuerpo rayado por cuatro líneas aparan 10 Figura 9. — Panel V. te de las dos exteriores que cierran el espacio; con un solo brazo arqueado hacia arriba y dos piernas muy extrañas, una de ellas arqueada y unida a una línea que pudiera ser el falo. Es posible que la interpretación como una estilización humana no sea exacta. Mide 0,21 m. desde la supuesta cabeza al extremo de la línea central. 9. Esquematización humana de cuerpo oblongo, cabeza pequeña y brazos cortos horizontales; le falta una pierna. 10. Restos de posibles esquematizaciones humanas, una con cabeza, brazos y medio cuerpo; y 11, otra con un ángulo de las piernas que, sin cuerpo, podría continuarse por una cabeza y un brazo, 12. VI. — Losa, como todas las de esta zona, muy patinada y trabajada por la erosión y, por consiguiente, con figuras muy poco visibles. No hay ninguna novedad en cuanto a la técnica, que es de picado superficial, resultando las figuras de color negruzco muy oscuro. Aquí, como en otros lugares de esta zona, según la posición de la luz y a determinadas horas del día, no se ve absolutamente nada, por lo que no nos extraña que no hayan sido advertidas las figuras, que son, en su totalidad, estilizaciones humanas en un grado muy avanzado de esquematismo. El picado, muy fino, no contribuye a la visibilidad. 1. Signo confuso de unos 0,11 m. de altura. Puede ser una estilización humana de la que apenas se vería la cabeza y resultarían las piernas muy gruesas y confusas. Está en la parte superior izquierda de la piedra. 2. En la parte derecha y bastante agrupados hay seis grabados más. El de más arriba es de tipo de « salamandra » pero incompleto; según como se mire, parece una estilización de bóvido, pero esta explicación es totalmente imposible. 3. Esquema muy tosco, con una línea horizontal formando el cuerpo, de 0,19 m. de largo y otras dos verticales y cortas cortándolo para formar los brazos y piernas. Alguna de estas líneas se dobla ligeramente en el extremo como si quisiera indicar la cabeza y el arranque de las piernas. 4. Algo más de media figura humana, más naturalista, de 0,17 m. de altura; se ve sólo el brazo derecho y bajo él un punto; le faltan su brazo y pierna izquierdos, tiene la cabeza alargada y el cuerpo rectangular. 5. Hombre bastante naturalista, sin cabeza y en posición invertida respecto de los demás; le falta también la parte central del cuerpo, que tiene forma rectangular; las piernas están abiertas en ángulo y los largos y ligeramente arqueados brazos carecen de manos. Lo conservado mide 0,10 m. 31 VI orí 10 Figura 10. — Panel VI. 6. Gruesos trazos indescifrables. 7. Hombre bastante esquemático, de cabeza ovalada, brazos rectos, cuerpo lineal prolongado más allá de las piernas y remate inferior del mismo un poco confuso. Mide 0,13 m. Los intentos para encontrar más figuras en esta piedra, donde las hay o ha debido haberlas y se han borrado, han resultado completamente infructuosos. Vn. — Único grupo de grabados situados en el lado Oeste del macizo basáltico, a unos 8 m. de la extremidad Sur, y no a la altura del barranco, sino a un par de metros sobre él. Están los grabados en los dos laterales y en la parte superior, saliente como ima breve comisa, de una especie de hornacina natural, deliberadamente buscada para grabar en las tres partes donde es posible. Hay, por consiguiente, tres grupos de grabados, muy distintos, por cierto, a los demás del barranco. En la parte superior y en el lado derecho la roca es más roja, mientras que la izquierda es de color gris, con la capa superior de tono ocre, como en los demás paneles vistos hasta ahora. Jiménez Sánchez ( « Algunas manifestaciones del culto astral entre los grancanarios prehispánicos » , Crónica del Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas, Zaragoza, 1956, p. 107 ss.) publicó varios diseños algo simplificados que relacionó con el culto a los astros y con las numerosas citas literarias sobre el tema en relación con Gran Canaria, asi como apoyos arqueológicos en El Baladero ( Telde), Roque Bentaiga ( Tejeda) y el supuesto grabado alfabetiforme de Cuatro Puertas. Sobre todo esto volveremos en el lugar oportuno, interesándonos ahora la descripción de lo que se ve en los tres grupos de grabados. a) En la parte superior. Sólo rayas muy poco profundas, cruzándose, pero sin formar un dibujo regular. Todos los trazos son incisos y predominan los horizontales. Algunos perpendiculares forman con aquéllos toscos cuadrados. b) Lado derecho. El arañado es tan superficial que no llega a la capa gris de la roca, sino que el fondo de los surcos grabados es de color rojizo amarillento, lo cual quiere decir que no llega a atravesar la capa descompuesta de la superficie. Las rayas convergen en dos centros: el de arriba está marcado por un picado muy patinado, hecho intencionalmen-te. Las rayas antiguas se diferencian bien de otras modernas, de color más claro, más anchas y sin pátina. No hay, realmente, dos soles, sino un conjunto muy irregular de líneas que tienen dos puntos de convergencia, mientras que otras siguen diferentes direcciones. 33 I Figura 12. — Panel VII b. Figura 13. — Panel VII c. Figura 14. — Figuras del panel VII c ( según Jiménez Sánchez). vil I I Figura 15. — Panel VII d. c) Lado izquierdo. Las rayas patinadas de oscuro, muy seguidas, como si hubieran sido hechas con un instrumento muy afilado y de punta muy aguda, tal como denuncian las fotografías hechas con objetivo de aproximación. No tienen un centro, sino, por lo menos, dos. Se forman también algunas figuras cuadradas, pero casi todas las líneas se cruzan anárquicamente. Existen dos figuras picadas; a la derecha y abajo, una figura informe que es cortada por las líneas rayadas. Arriba y a la izquierda hay un hombre picado, esquemático, de cuerpo oblongo, brazos en cruz, piernas arqueadas y falo. Tres veces, por lo menos, los rayados finos cortan a los picados. d) En una plataforma elevada, protegida por im muro y como a tres metros más de altura, hay cuatro trazos verticales picados en los muros. VIII. — Volviendo al lado oriental y terminadas las losas grabadas situadas a ras del suelo del barranco, más al Norte y en unas paredes verticales que se apoyan en una plataforma más o menos horizontal, a unos 3 m. de altura, se encuentra una serie de signos, los primeros de los cuales se hallan protegidos por otra pared vertical exterior, como si estuvieran en un corredor, y distribuidos en dos grupos. La técnica es un picado muy tosco que en algún punto ha podido ser conseguido arrastrando muy someramente un pico de basalto sobre la roca. Resulta sospechosa la falta de pátina de los trazos y el que cualquier picado actual deja idéntica huella. No obstante, la técnica es la misma que la del signo X, aunque en el VIII y IX se note más la intensidad del picado. A unos 0,80 m. de la plataforma hay tres signos: 1. Rectángulo cortado por una línea vertical en su parte media de 0,15 m. de largo. 2. Rectángulo dividido en cuatro partes por dos líneas que se cruzan en ángulo recto, por las partes centrales. Mide 0,16 m. 3. Signo geométrico, poco marcado, en forma de « d » ; el trazo vertical mide 0,16 m. IX. — A unos 0,65 m. del VIII y a 0,85 m. del suelo, roca que está a unos 0,10 m. más alta que la anterior. Los signos son de la misma técnica y característica que el V H I ; el picado es más profundo y de la misma forma que el anterior cuando se ha hecho sobre la superficie negruzca del basalto y menos marcado cuando recae sobre la roca lavada por una caída de agua que ha erosionado la superficie y deja un tinte amarillento en la parte izquierda, cubriendo el signo 1. En algunos sitios se observa la técnica de arrastre o frotado muy somero. 38 ^ ^ - . VIII V • A "^' fV / / ^ < " \ t í Figura 16.— Signos VIII. IX J • ' • r 4 Figura 17. — Signos IX. 1. Signo que se aproxima a la forma circular; 0,08 por 0,11 m. 2. Signo de forma rectangular, atravesado verticalmente por su centro por una linea; 0,18 por 0,13 m. En la parte superior tiene dos trazos menos marcados. 3. A la derecha, otro signo con tendencia circular, de 0,07 m. de diámetro. 4. A la derecha de éstos, un signo de forma más o menos circular, con línea vertical que lo cruza y lo rebasa por arriba. Toda la línea mide 0,17 m. Figura 18. — Grabado X. X. — A la derecha de los grupos anteriores y en la parte baja del muro vertical de basalto, hay una figura esquemática realizada mediante una labor de raspado muy somero que se limita a levantar el grano superficial de la roca. Está, parcialmente, debajo de la S de un grafito 41 moderno que se lee F. D. S., también picado, pero que muestra el surco más blanco incluso en las zonas superpuestas, lo cual quiere decir que el raspado antiguo se patinó de nuevo en la superficie y volvió a desaparecer cuando se grabó el grafito moderno. Se trata de un hombre de 0,16 m. de largo, que tiene un aspecto más grueso visualmente que en el calco, a causa de la superposición de una parte de la S. Se distinguen bien la cabeza, separada del tronco por un brevísimo estrechamiento que forma el cuello; el cuerpo con tendencia rectangular, con el pecho ligeramente abombado y el arranque de las piernas como si fuera la base de un triángulo; los brazos en cruz con su izquierdo algo más largo que el derecho y apenas descendentes; las piernas forman un arco bastante cerrado. Carece de manos, aunque el brazo izquierdo termina en forma redondeada y ligeramente vuelto hacia abajo. f^ igura 19. — Grabado XI. 42 XI. A 3 m. hacia el Norte del grupo IX y a 2 m. de altura sobre el suelo hay una figura aislada, consistente en una estilización humana, con técnica de picado continuo que produce un surco claro, grisáceo, que resalta mucho del color de la roca. Es muy diferente de las formas humanas de los grupos I a VI, debiendo tenerse en cuenta que al estar grabada en una piedra vertical está menos erosionada y lavada que las de las losas horizontales y bajas. Entre esta figura y la XII hay grafitos modernos, arañados, resultando de color más rojizo, como si la parte superior hubiera cambiado con el tiempo, al descomponerse, y ahora, al rozarla, diera un color blanco rosado, mientras que al picar la figura de que nos ocupamos resultó de color gris. Observando la figura X y el grafito F. D. S. picado, se puede corroborar lo que aquí afirmamos. Mide 0,16 m. La estilización se obtiene mediante im cuerpo formado por una linea vertical, sin diferenciar la cabeza, que sobresale por enci- XII Figura 20. — Grabado XII. 43 ma de los brazos arqueados, con los antebrazos hacia abajo y sin manos; las piernas son también en arco, rematándose la derecha en punta, sin pie, y en cambio la izquierda en un largo y deforme pie doblado. Esta forma de pie es absolutamente excepcional y no tiene, de momento, explicación alguna. Xn. — En situación semejante a la anterior, a 1,70 m. sobre el suelo elevado, aislada y en la laja vertical, hay una estilización humana. Forma parte de un grupo de figuras muy distanciadas unas de otras, que fueron invisibles para nosotros hasta las lluvias del 27 de marzo; la humedad puso de relieve una serie de grabados que, a pesar de ser escasamente visibles, fueron advertidos desde lejos y perfilados ligeramente con tiza por si volvían a perderse con el tiempo seco, e identificados definitivamente. El XII es un hombre de 0,175 m. de altura, estilizado, de forma que el cuerpo prolonga la linea de la cabeza sin cuello por encima de los brazos terminando en im simple redondeamiento de la línea; ésta es relativamente gruesa y no se prolonga para formar el sexo; las piernas las tiene en ángulo, ligeramente arqueado; los brazos se abren en cruz, con los antebrazos hacia abajo, sobre todo el izquierdo, doblado en ángulo recto. No tiene manos ni pies, terminando las piernas en punta. La cabeza y el cuerpo están unidos, sin traza de cuello. XIII. — Como el anterior, fue advertido este grabado desde abajo del barranco, en un día de lluvia. Situado también en una laja vertical y escasamente visible, se trata de una estilización humana de 0,46 m. de largo, con los brazos doblados hacia abajo por el codo, en ángulo recto, el izquierdo completo, pero sin mano, y el derecho con el antebrazo iniciado ; solamente se ve la pierna izquierda, saliendo como una línea, cerrada con la otra en ángulo si se conservase; el cuerpo es bien proporcionado, ligeramente abultado en el centro. La técnica es de un picado superficial, que proporciona al grabado un color gris oscuro, muy poco visible, como se ha dicho. En la parte izquierda del panel hay dos líneas verticales, muy poco visibles, con picados muy separados entre sí, de unos 0,16 m. de alto por 0,03 m. de grueso. XIV. — A 1,50 m. del XI hacia el Norte y a 1 m., aproximadamente, de la plataforma basáltica, que se va levantando hacia arriba en esta zona, hay un grupo de signos de un picado tosco y grueso, bastante profundo, con un trazo ancho, continuo, de color gris. 44 Xlll I . 4 * '• i . a Figura 21. — Panel XHL 1. En la parte superior, un signo indescifrable, de 0,10 m. de ancho, con la parte izquierda casi circular y una línea ganchuda partiendo hacia la derecha. XIV- 1 Figura 22. — Signo XIV, 1. 2. Signo que parece estar formado de dos semicírculos concéntricos que casi llegan a cerrarse por arriba. Miden en total 0,10 m. de ancho por 0,08 m. de alto. 3. Inmediatamente debajo del anterior, arco con un pequeño muñón saliente arriba y en el centro, que, como veremos, es interpretado como xma vulva femenina en algunos grabados del Atlas. Mide 0,08 m. de ancho. 4. Se repite la misma forma del 3, pero con la línea mucho menos arqueada y el botón más redondo y saliente y separado del trazo. Mide 0,16 m. de ancho. 46 Realmente no podemos aventurar ninguna hipótesis sobre lo que representan estas figuras. Es aventurado suponer que se trate de estilizaciones humanas incompletas y mucho más que los dos signos inferiores fuesen diademas del tipo de las del Bronce medio. En cuanto a la explicación sugerida por algunos grabados del Atlas, la trataremos en su lugar. « % • ' ? Figura 23. — Signos XIV, 2 a 4. •^• v^^ inpliiqo a larga distancia. Está a unos pado. 47 Es probablemente la figura que mejor se ve en todo el barranco. Está formada por un cuerpo corto en proporción con los brazos, casi rectangular; los brazos se doblan en ángulo y se dirigen hacia el cuerpo; son de grosor desigual, sin manos; las piernas en ángulo, muy cortas y sin pies. La cabeza es bastante cuadrada. Mide 0,17 m. de longitud máxima. Figura 24. — Grabado XV. XVI. — En una roca casi horizontal que forma parte de la plataforma basáltica de color gris plomizo y que sirve de apoyo a las rocas verticales donde están los grabados XI a XV, y que se alza a unos 3 m. sobre el barranco, hay dos signos geométricos, el 1 de 0,16 m. de longitud máxima y 0,095 de anchura máxima y el 2 cuyas respectivas medidas son de 0,09 por 0,05 m. 48 1. La roca está ligeramente inclinada en sentido descendente hacia el barranco y el signo 1 se encuentra en la parte más alta; a su derecha hay unas letras modernas que se leen PE, que no tocan a los picados gruesos, de puntos separados, muy visibles, pero poco profundos, hasta el punto de que su conjunto parece una raya negruzca. Esto se debe a que, como en otros lugares, la erosión, especialmente la provocada por el agua de lluvia, aunque también la de la arena y el viento, han limado extraordinariamente la superficie. Aunque la significación de estos signos es intraducibie, existen muchos de forma semejante y de ellos nos ocuparemos en conjunto. Desde luego no corresponden a las formas más antiguas; con la misma pátina los hay en el grupo V y VI y con otra más moderna en el XXII. % I ^ .* Figura 25. — Panel XVI, 1. 49 XVI Figura 26. — Panel XVI, 2 a 5. 30 t Figura 27. — Panel XVII. Uno de los signos parece una hoja de forma lanceolada, con un circu-lito inserto en su lado derecho y el otro es un circulito muy irregular. 2. Es un grupo que se halla situado en la misma losa que el anterior, pero en el lado más bajo de la piedra y casi en el borde de ella, junto al barranco. Tiene también la misma técnica, características y color. El signo central mide 0,16 m. de ancho y 0,135 m. de altura máxima y se repite cuatro veces en las losas verticales próximas y en otros lugares del macizo. Se trata de un rectángulo irregular, partido por una linea vertical y prolongado en su parte central por un trazo. 3. El resto de los signos está formado por un círculo poco regular de unos 0,07 m. de diámetro; 4, otro oval de 0,09 m. de eje mayor y dos signos más, confusos; 5, otro en forma de P con 0,16 m. de alto, y 6, otro en forma de b de 0,10 m. de altura. Las dudas sobre su época y la imposibilidad de interpretación son las mismas que en los anteriores signos y trataremos de exponer algunas hipótesis sobre ellos en el lugar oportuno de esta publicación. XVII. — Grupo de figuras grabadas en lajas de basalto casi verticales, elevado a unos 4 cm. de altura sobre el suelo del barranco, como el XI, aproximadamente, y a 0,80 y 1 m. de la plataforma los que vamos a describir como 1 y 2, que están picados muy superficialmente, con los picados muy juntos formando una superficie regular, de color gris y alguno informe y amarillento; junto a ellos hay grafitos modernos arañados que pasan por encima de los picados. 1. Parte inferior de una estilización masculina de 0,14 m. de altura; prácticamente no se ve la cabeza y parece que el cuerpo está de perfil a juzgar por los pies vueltos hacia la derecha, según un convencionalismo universal y de todas las épocas. La representación del pene erecto es excepcional, pero evidente. A su izquierda hay una mancha indescifrable. 2. A la derecha del 1, figura de la misma técnica, como si fuera la cabeza redonda y dos finos brazos doblados hacia abajo, todo ello de un esquema humano al cual faltaría todo lo demás. La longitud de la Imea horizontal es de 0,135 m. Si atendemos a explicaciones de estos signos en el Atlas, podría ser una vulva. 3. Más a la derecha hay una esquematización humana de un cuerpo con pecho casi rectangular, piernas cortas, falo largo y brazos en cruz su altura máxima es de 0,09 m. Más abajo, a unos 0,40 m., nay varias manchas indescifrables, dos de ellas bastante claras. 51 4. A unos 0,80 m. más al Norte hay un esquema humano obtenido por un picado poco profundo y muy separados los puntos sin formar una linea continua; cabeza redonda y pequeña, brazos rectos y piernas arqueadas, faltando parte de la derecha. Mide 0,11 m. Fotografías hechas con objetivo de aproximación nos han mostrado el tipo de trabajo en esta figura, que podemos presentar como modelo del picado discontinuo, separado y profundo. XVII I I I « V Figura 28. — Panel XVII, 4. 52 XVIII. — Más al Norte que los anteriores, en un espacio casi cerrado, con una estrecha abertura y con paredes verticales, hay, en la pared a la izquierda de la entrada, que se abre al Nordeste, dos figuras de aspecto muy diferente a las demás del barranco, tanto estilísticamente como en forma y técnica, que se despegan de cuantas hemos descrito hasta ahora. Don Luis Diego Cuscoy nos dijo que tales figuras no existían hace unos quince años cuando fotografió unos grafitos de 1929, que hay en la pared de enfrente, para observar su pátina. En cualquier caso, la técnica de trabajo es un picado y raspado que levanta la capa superficial gris y que produce un trazo superficial y muy blanquecino, sin pátina; hemos de anotar que mientras el citado grafito « 1929 » y otro que puede ser de parecida fecha y que dice « Manuel » tienen ya el surco ennegrecido y amarillento, por el tiempo y el polvo, el picado de las figuras se mantiene muy blanco. 1. De aire infantil y muy tosco; es una representación masculina, con cabeza informe, cuerpo rectangular, brazos delgados terminados en sendas manos con cinco dedos lineares; piernas largas calzadas con botas; larguísimo pene con dos circulitos laterales que deben querer representar los testículos, aunque en la roca I hemos encontrado este convencionalismo para figurar los senos de una mujer. Este hombre y el 3 se hallan en situación vertical y separados entre sí por 0,80 m. 2. Debajo hay un signo serpentiforme sencUlo, con dos curvas, casi como una s acostada. No hay diferencia en técnica y no puede haberla en datación respecto de los hombres 1 y 3; y en todo caso no pueden tener muchos años de antigüedad. Mide 0,07 m. de largo. Digamos, antes de seguir, que en el 1 hay una serie de datos que pueden ser copiados de figuras antiguas, como por ejemplo el cuerpo rectangular, la longitud del pene y el estar entre ambas piernas, en el punto central y casi con su misma longitud; incluso las fantásticas manos con los cinco largos e infantiles dedos; pero ha de ser moderna sin duda la representación de botas con tacón y tal vez altas con la parte superior ostensiblemente marcada e incluso vuelta. 3 Extraña figura humana de perfil, con los pies, formados por una líneLobradTvueftos hacia la derecha, como podría estar la cabeza tam- S „ mirmo^ iaría en la parte izquierda una extraña prolongación que p S r í a T e r T c ^ e r a o el penacho de un casco, aunque no podamos ase-g u r S o íodría^ er tambie^ n una crecida barba; desde luego no es nada QueTve en V m a n o pues el brazo correspondiente está separado de esta r n c í r m faloTrgo y con ensanchamiento del glande, tiene en la parte S t ^ ^ a r S o s a d t ' í o s testículos. El cuerpo es redondeado y corto, cor- 53 tísimos los brazos y delgadas las piernas, con los pies vueltos hacia la derecha. Mide 0,23 m. de longitud máxima. Alrededor de la figura hay picados en forma de manchas y trazos. Figura 29. — Panel XVIII, 1. XIX. — Al Norte de las anteriores, y aislada, se sitúa una estilización humana, picada, con fondo gris claro apenas sin patinar. Está modificada por trazos más modernos que en la fotografía parecen poner un instrumento en la mano derecha del hombre y prolongar extrañamente su brazo izquierdo, así como alargar el falo. Una detenida observación permite separar los trazos más antiguos en la forma que se ve en el calco, desechando los demás, posteriores, modernos y superpuestos. 54. XVIII ' ^ \ - J^ 9 ^ ^ • r V * • / - • I 2 0 Figura 30. — Panel XVIII, 2 y 3. Mide 0,17 m. de alto y tiene la cabeza redonda y gruesa, cuerpo corto, poco esquemático y su brazo derecho terminado en una mano que lleva un objeto redondo y pequeño que podría ser un escudo, cosa que se repite en otras figuras. El sexo se representa por un pene corto y muy diferente a las demás figuras de todo este grupo. Aunque no podemos estar seguros de su datación, este hombre se separa de los demás del grupo XVII y resulta bastante distinto al tipo habitual de las figuras masculinas del barranco; parece estar de perfil y no lleva botas en los pies, que se representan por líneas dobladas dirigidas hacia la izquierda. XIX Figura 31. — Grabado XIX. 56 XX. — También aislada, más al Norte de la XIX y última de este grupo, tenemos otra estilización humana, de aire no muy antiguo, de 0,58 m. de altura, que puede ser relacionada con figuras bastante modernas norteafricanas. Tiene los brazos en cruz y el cuerpo solamente grabado en las lineas de perfü exterior; los brazos terminan en tres prolongaciones, como si fueran las manos, sumariamente ensanchadas y con algo así como tres dedos. Las piernas van calzadas con botas, en las que se advierte el tacón y en ambas, aunque más acusado en la derecha, el remate de la caña de la bota figurado por un amplio ensanchamiento. El falo, o quizá, mejor, un estuche fálico, es caso único completamente diferente a todas las representaciones masculinas de Balos, pareciéndose, en cambio, a otras, modernas, de la región del Atlas. La técnica, como en todas las figuras de este grupo, es un picado muy tosco. XXI. — Después de todas las figuras aisladas anteriores, se llega a un gran entrante del macizo, sensiblemente dirigido al Norte, con una serie de losas verticales contiguas, cada una de las cuales tiene un enorme número de grabados, más o menos visibles, a causa de su diferente conservación. El primer panel que nos ocupa está tan confuso que sólo en la parte baja, en una zona de unos 0,65 m., se notan una serie de erosiones que han traspasado la capa superficial amarillenta y han dado lugar a figuras de trazo gris, siendo tanto naturales, picadas accidentalmente por piedras movidas o arrastradas por la corriente del barranco, como debidas al trabajo humano. Téngase en cuenta que ésta es una de las zonas que ha recibido directamente y con más violencia la erosión de las aguas del barranco, del aire y del frotamiento continuo de la arena. Nosotros nos hemos limitado a copiar todas las figuras, artificiales o no, y a tratar de separar los escasos grabados que pueden diferenciarse y que, aun asi, estimamos dudosos. En la zona superior de la laja hay lineas anchas picadas, de fondo gris y encima de ellas grafitos arañados, muy delgados, seguramente producidos por puntas metálicas. Debajo, en la primera zona intermedia, los grafitos siguen iguales, siendo lo más superficial una E hecha por arrastre de una piedra muy puntiaguda; con picado más profundo están las letras M. U. La segunda zona intermedia, debajo de la anterior, tiene un serpentiforme picado que podría ser, tal vez, antiguo; a la izquierda, un signo como im rectángulo con un semicírculo encima, muy superficial, y otro picado más profundo. 57 Figura 32. — Grabado XX. 30 En toda la zona contigua al suelo, signos esquemáticos humanos que se confunden con los desconchados y picados naturales, donde sólo identificamos dos figuras humanas, una con los brazos arqueados y otra con ellos rectos. Convencionalmente hemos representado con líneas de puntos en esta zona lo que estimamos que son accidentes naturales de la roca y con el picado normal las figuras que hemos logrado separar, que son: Arriba y a la izquierda, figura esquemática picada con puntos muy separados, de 0,13 m. de alta. A su derecha, gran figura esquemática de trazo muy grueso ( 0,04 m.) y forma de salamandra muy tosca, de 0,21 m. de alto. A la derecha y algo más abajo, restos de una esquematización muy incompleta y otra algo más entera un poco más abajo. XXn. — Laja de las mismas características, inmediatamente a la derecha de la XXI: la parte superior de la pared es roja hasta la parte baja, donde se vuelve gris. En la parte superior hay un grafito que dice: « Don Antonio León. 1871 » y cortándolo, pero más abajo, algunos arañados más modernos. En la parte inferior hay otros grafitos con la misma técnica, pero picados muy superficialmente, donde entre varias figuras humanas están, en dos líneas, el nombre y la fecha: « 1962 / Vicente » . En la parte más alta hay cuatro signos de forma sensiblemente circular que, de izquierda a derecha, presentan las siguientes características: 1. Círculo con el interior cruzado por dos perpendiculares, de 0,08 metros de diámetro, aproximadamente. 2. Otro a su derecha y más abajo, sin líneas interiores, de unos 0,06 metros de diámetro. 3. A 0,29 m. a la derecha, otro grande e irregular, cruzado por dos líneas perpendiculares, de 0,12 por 0,16 m. de ejes. 4. Debajo, y a partir de la derecha del 3, en la misma posición del 2 respecto del 1, otro muy irregular, cruzado, tal vez continuado hacia abajo por la raya vertical, de 0,11 por 0,17 m. En la parte inferior y a partir de la horizontal de 0,55 m., encima del grafito « 1962. Vicente » , hay una serie de grabados con la misma técnica de picado superficial, muy erosionado, con fondo gris plomizo oscuro, todos de aire muy esquemático. De izquierda a derecha son: 60 5. Signo indescifrable. 6. Estilización en forma de salamandra, pero muy esquemática y muy gruesa de trazo, de 0,25 m. de largo. 7. Signo, tal vez incompleto, con un arco y una linea en la parte superior; podría ser la parte inferior de un hombre, pero no está claro. 8. Formando linea con el 9, en la parte inferior, esquematización humana cruciforme, muy sencilla. 9. A la derecha del 8, otra esquematización humana a la que falta su pierna derecha, siendo el arco de ellas, cuando estuviera completo, muy ancho; la figura es más realista, con el cuerpo muy ensanchado en el vientre y pelvis, cabeza formada por simple linea prolongación del cuerpo y brazos en cruz. 10. En el centro un trazo ligeramente inclinado. 11. A la derecha y arriba del todo, signo ilegible, en parte, en forma de S. 12. Tosca esquematización con la parte inferior muy ancha y sin mostrar las piernas; podría tratarse de una mujer. Tampoco tiene cabeza. 13. Estilización humana con las piernas en arco ancho, como ocurre en otras figuras de este panel, y línea gruesa como si fuera el falo, en el centro de las piernas. XXIII. — Laja vertical del mismo basalto, claramente separada de las dos anteriores. En la parte superior ha saltado la totalidad de la superficie patinada del basalto y han desaparecido los grabados que pueda haber habido. Nuestro calco está hecho partiendo del suelo. El grafito clave para el estudio de las técnicas antiguas es uno que dice « 1850 » o bien « 1852 » y que ha sido interpretado por a l ^ o s , junto con otros trazos de distintas épocas, como signos alfabetiformes; asi Hernández Benítez y quienes le han seguido leyó: « IXZYZ » (-- « pez » ) y lo interpretó como una criptografía cristiana ( fig. 12). La patma üei trazo es muy semejante a la de los grabados esquemáticos contiguos y a la de la flecha, que suponemos antiguos, lo cual quiere decir que la superficie del basalto se altera muy pronto y toma una_ patina que adopta aspecto muy uniforme independientemente de los anos transcurridos, bastando con un mínimo de tiempo. Los picados más antiguos son gruesos y profundos, atravesando la capa superficial amarillenta; en algunas figuras son muy grises. 61 o 10 Figura 34. — Panel XXII, 1 y 2. xxu Figura 35. — Panel XXII, 3 y 4. Figura 36. — Panel XXII, 5 a 13. I 6b 0> XXIII En la parte inferior hay un grupo de figuras de las hechas mediante picado superficial, más grises, que se observan bien solamente al atardecer y sin sol. La descripción partiendo de arriba a abajo y izquierda a derecha es la siguiente: 1. Debajo del grafito « 1850 » figura esquemática humana, con la cabeza y cuerpo de un solo trazo, de unos 0,15 m. de altura y brazos ligeramente arqueados hacia arriba. 2. Debajo del 1, esquematización humana sin cuerpo, con cabeza redonda, cuello largo y delgadísimo y brazos en cruz con los extremos ensanchados. 3. Debajo y a la izquierda del 2, esquematización de tipo de « salamandra » con cuerpo delgado de 0,11 m. de largo y a la derecha dos cúpulas y dos picados naturales de la roca. 4. A la derecha del panel, un signo de picado muy superficial y confusa forma, casi circular, con desigual trabajo, más intenso en la parte inferior. 5. Inmediatamente inferior, con picado profundo y técnica muy semejante al grafito « 1850 » flecha con punta triangular hacia abajo, cruzada por dos líneas horizontales y paralelas; 0,19 m. de largo. 6. A la izquierda: a 0,53 m. del « 1850 » y debajo de él, estilización cruciforme con la base triangular. Podría ser, simplemente, un signo de cristianización. 7. En una línea horizontal, a 0,60 m. del suelo tma figura humana esquemática, de cuerpo oblongo, brazos horizontales, cabeza pequeña y cuadrada, piernas cortas y arqueadas y asexuada, de 0,10 m. de alto. Parece estar de rodillas. 8. A su derecha, otra muy esquemática formada por una línea vertical ligeramente ensanchada en la cabeza y otras dos perpendiculares a ella que forman los brazos y las piernas; mide 0,12 m. de alto. En esta figura el grabado es más profundo como en el 5. 9. En medio de los grabados 7 y 8 y debajo de ellos, hay una estilización humana parecida a la 7 en forma y técnica, con las piernas más incompletas y con 0,10 m. de altura. 10. A la derecha, curiosa figura filiforme, con cabeza y cuerpo formados por una delgada línea, como los brazos, formados por una recta; el cuerpo termina por unas cortas líneas que nacen de dos triángulos, como si quisiesen indicar un ensanchamiento de las caderas. Mide, en total, 0,15 m. y es grabado muy singular entre todos los de Balos. 63 11. Estilización humana de las de tipo de cuerpo rectangular, con la cabeza y el cuello diferenciados, piernas y brazos muy cortos y aquéllas arqueadas y muy largo falo. A la izquierda y casi a la altura de la 10. 12. Mancha indescifrable en la parte inferior derecha. Este panel plantea, como los siguientes, muchos problemas por la mezcla de grabados de muy diversas épocas y la confusión de tipos de trazos y pátinas que adquieren su forma y color en poco tiempo y hacen difícil separar unos de otros con seguridad. No obstante, hay suficientes elementos para establecer unas bases generales, como se verá en su momento. Por ahora simplemente con desechar el grafito « 1850 » y sus fantásticas interpretaciones y algunos otros posteriores a él, se aclara algo la complicación de este panel tan cargado de figuras. S9 « I ^ S^ SyU Figura 38. — Panel XXIII: parte alta ( según Hernández Benítez). Arriba se lee, claramente: « DOMINGO » , y debajo: « 1850 » . XXIV. — Este panel, a continuación del XXIII y a su derecha, forma ángulo recto con él; entre uno y otro, en la parte alta, en un lugar donde está rota la arista, hay un signo moderno, compuesto por un cuadrado, rematado por una cruz papal, de doble travesano y a sus lados las letras « a » y « s » . 6t También aquí hay una mezcla complejísima de signos de muy diversas épocas, interpretados, en alguna ocasión, fantásticamente. Se inician, en la parte superior por un grafito que dice « 1888 » ( 1- 4). Luego signos en picado profundo, de color gris claro, que parecen monogramas, difíciles de interpretar y de datación incierta, aunque por lo menos son medievales, si no más modernos. Hernández Benítez ( p. 9, fig. 9- 10) dice textualmente: « parece una nave de alto bordo, de velamen extraño, casi cuadrado, de tres palos y rematada la proa por un curvilíneo aplustro en forma de c y acrostolio formado por un florón y timón en popa en forma de cola de pescado redondeada ( fig. 9). A la izquierda, poco más allá está otra grafía que nos recuerda las líneas de los carros romanos con su baranda coronada por sendos perillones; sobre él vese un personaje estilizado con la mano graciosamente extendida hacia adelante ( fig. 10). Debajo está una inscripción formada por la sigla simple n a la que sigue una A sin trazo transversal enlazándose con ima B siguiéndole una theta griega y luego una i latina » atribuyendo a Claudio esta introducción griega en el alfabeto latino. Jiménez Sánchez copia los dibujos, que fotografía directamente, y añade poco a las fantasías de Hernández: « En la zona D se entremezclan múltiples grabados de tipología varia: figuras naviformes, carros ( láms. IV a V c), bieldos, figuras humanas esquematizadas, ya con brazos arqueados o con brazos en cruz, caracteres alfabéticos sueltos, representaciones arboriformes y zoomorfas, cruces, punteados arqueados y lineales y otros signos extraños que despiertan curiosidad y abren interrogantes » ; claro está que se refiere no sólo a este panel, sino a todos los contiguos de la zona. En otro sitio ( p. 106) dice: « tienen acusado relieve las naviformes, perfectamente definidas... lo mismo en grupo que aisladamente, teniendo a la izquierda del observador otras figuras que recuerdan los carros romanos ( lám. IV, a). La nave que señalamos parece tener tres palos, velamen y timón. Sobre esta clase de representaciones naviformes hay diversidad de criterio; mientras unos las consideran como tales, otros tienen sus dudas. El profesor Gaudio... estima que esos grabados recuerdan a los navios fenicios, llamados trirremes, de proas alzadas. El mentado etnólogo cree que los canarios prehistóricos poseyeron los tipos de barcos reflejados en las insculturas... y son contemporáneas o posteriores al neolítico, pero no anteriores. El no poseer los canarios metales no es argumento para negar el que poseyeran los isleños canarios barcos de madera... » . « Otro grabado, situado precisamente a la izquierda del que consideramos de una nave, se nos muestra como un carro antiguo en el que aparece el conductor con brazo alzado hacia adelante ( lám. IV a), vehículo de simple construcción, tal vez rodado por los propios indígenas, posiblemente por esclavos o prisioneros, costumbre que es muy privativa del pueblo númida, con el que el primitivo canario tiene evidente parentesco cultural. También puede tratarse de la representación de un carro 63 de guerra, carroza del triunfador, o simplemente de un típico carro con destino a las faenas incipientes agrícolas, concretamente al traslado de los haces de la siembra de la cebada y el trigo » . Termina su descripción estableciendo comparaciones con carros de Ahaggar de Gleibat Mosdat en el Sahara Español, según Almagro, y fechándolos apoyándose en García y Bellido como una manifestación tardía del neolítico de tradición capsiense entre el 4000 y el 2000, que ha perdurado en el Norte de África hasta la llegada de los fenicios, bastante después del año 2000. Para nosotros se trata, simplemente, de monogramas, que no hemos acertado a leer con seguridad y desde luego bastante modernos. En la parte superior a la derecha, más arriba: 5. Hombre de cuerpo recto, cabeza ligeramente diferenciada, brazos y piernas en cruz, pero éstas con ligero remate doblado hacia abajo. 6. Más abajo círculos picados superficialmente, uno grande cruzado por dos líneas en cruz y ( 7), dos pequeños, uno con una línea que sale de él, hacia arriba, ligeramente inclinada. Todo este grupo está en la vuelta de la roca contigua al panel XXV, y el núm. 6 a 1,65 m. del suelo. En la parte media del panel y dejando los signos 1, supuesto barco, 2, e] llamado carro y los monogramas 3 y 4, tenemos una serie de grabados muy geométricos y poco expresivos. 8. Serpentiforme de dos curvas, como una S acostada. 9. Hombre de tipo « salamandra » muy rígido y esquemático. 10. Trazo casi horizontal. 11. Circulito, muy regular. 12. Semicírculo y debajo signo en forma de T. 13. Semicírculo, a la derecha del 12. 14. Círculo ligeramente oval, de mayor dimensión que los otros signos. 15. Debajo, línea horizontal con un pequeño saliente arriba y en el centro, como si fuera un punto. 16. En la parte inferior hombrecillo de 0,12 m. de alto, de forma de salamandra y muy corroído por la erosión. Como se ve, este panel presenta muchos problemas, siendo la mayor parte de los signos geométricos e indescifrables, desde luego no inscripciones y habiéndose dado demasiada importancia a los supuestos barcos y carros que no lo son. 66 XXIV 40 Figura 39. — Panel XXIV. % Figura 40. — Panel XXIV, 5 a 7. XXIV T? 10 M Figura 41. — Panel XXIV, 8 a 14. \ Figura 42. — Panel XXIV, 16. XXV. — En este panel, situado a la derecha del XXIV, hay grafitos de todos los tiempos, encabezados en la parte más alta por uno de « Pedro Sánchez Monroy. 13- 7- 57 » con el trazo muy claro y blanco, que se diferencia mucho de todos los demás. En la parte superior hay un grupo muy interesante de figuras: 1. Estilización humana de cabeza oval, cuello diferenciado, brazos rectos de los que cuelgan hacia abajo cinco líneas finas verticales, de cada uno, cuerpo irregular de tendencia elipsoidal alargado, una pierna levemente arqueada con los dedos del pie bien marcados y la otra doblada y poco visible al estar cubierta por grafitos posteriores. El trabajo es un tipo de raspado muy superficial. La figura mide 0,36 m. de altura. 69 2. Pectiniforme de seis puntas hacia arriba, más un trazo que lo atraviesa de arriba a abajo, aJgo más delgado. Es de la misma técnica que el 1. 3. A la derecha y un poco más abajo, trazo grueso, realizado mediante un arañado fino y más abajo un nombre en letra cursiva, moderno y con arañado también muy superficial. La técnica más antigua es de picado grueso y profundo, lo que hace las figuras muy visibles; en cambio la moderna es más superficial. Así se ve bien el grafito « Juan Martín » que se superpone a la parte inferior del núm. 1. Jiménez Sánchez ( p. 107) dice: « De la misma zona D y E son las insculturas en forma de peines prehistóricos, ¿ bieldos y arados? ( lámina V, d) » . En la zona media, a unos 0,45 m. más abajo del 1 hay otras figuras antiguas a considerar: 4. Esquematización humana de cuerpo linear que se ensancha ligeramente hasta formar unas caderas triangulares; tiene los brazos en cruz, las piernas en arco bastante abierto y el falo puntiagudo y relativamente corto. 5. A la derecha, trazo horizontal terminado en ángulo. 6. Más abajo, y en el centro de los dos signos anteriores, un signo cuadrado con tres puntas hacia arriba. 7. A la derecha del 6 un cuadrado irregular, partido casi por el centro por una línea vertical y con dos pimtos uno a cada lado de dicha línea y en la parte alta. Como veremos en su momento, puede tratarse de una cara humana, relacionada con esquematizaciones del mismo tipo. 8- 9- 10. En la parte inferior, trazos confusos, picados con la misma técnica que los demás, en color gris oscuro, sin que pueda determinarse ningún signo claro, salvo un cruciforme. Están a unos 0,06 m. del suelo. En la losa contigua, también vertical, hay otro pequeño grupo de estilizaciones humanas y en su contacto con el XXVI tiene una zona achaflanada donde también hay algunos grabados. 11. Interesante estilización masculina de 0,30 m. de altura, a la que falta una parte del brazo derecho que ha saltado con la roca que falta. Es del tipo de cuerpo rectangular, piernas prolongando las líneas extemas del cuerpo, falo muy largo, casi tanto como las extremidades inferiores, cabeza pequeña. El brazo derecho está torcido, aparentemente, pero es 70 XXV ^ t^% .-# } r-* J ^ Figura 43. — Panel XXV, 1 a 3. , A 10 Figura 44. — Panel XXV, 4 a 7. / / ff H » 8 O 10 XXV Figura 45. — Panel XXV, 8 a 10. o ^^^ 20 Figura 46. — Panel XXV, 11 a 14. que la roca está rota y sobresale ligeramente, lo que provoca dicho error óptico. A la derecha hay una serie de manchas de diversos tamaños que no componen ninguna figura. El picado es de fondo gris, y la técnica y aspecto es semejante en las cuatro figuras del grupo. 12. Más abajo de la 11 y a la misma altura que la 13. Es la más pequeña de las estilizaciones humanas de este grupo. Se diferencia bien la cabeza redonda y el cuello, que resultan menos desproporcionados respecto al cuerpo que la 11. Tiene los brazos ligeramente arqueados hacia arriba, cuerpo largo y piernas muy cortas, ligeramente abiertas y grabadas como continuación de la parte exterior del cuerpo. Asexuado. 13. Tipo humano muy semejante al 11, pero con los brazos doblados por el codo, en ángulo recto, hacia abajo; el falo, largo y puntiagudo, está separado del cuerpo. 14. En el ángulo inferior derecho del panel un signo doble, indescifrable, compuesto por una especie de pectiniforme de arco y dos trazos hacia abajo y tres líneas en la parte superior. XXVI. — Este panel está a la derecha del XXV y de la pequeña zona achaflanada intermedia. Tiene también muchos signos, la mayor parte geométricos y pertenecientes a muy diversas épocas. Uno de los signos clave es el de forma de gran P con un arquito a su derecha, que está muy superficialmente picado y que tiene encima grafitos modernos, como uno de forma de cuadrado con un circulito en cada ángulo, y otros que tienen la pátina correspondiente al raspado amarillento en vez de gris negruzco, dada su superficialidad. Hacia la mitad del panel hay un signo que nos parece ima palabra árabe que incluso nos atreveríamos a leer « muslim » = musulmán, que es de trazo muy ancho y fondo gris claro y que parece más reciente que los arcos de encima y de debajo, de surco gris negruzco. Casi todas las figuras de la parte baja son de picado antiguo, superficial y gris oscuro o negro. De arriba a abajo las figuras son las siguientes: 1. Pequeño signo cruciforme simple. 2. Trazos horizontales, signo picado P y arco junto a él, picado, de color más gris. 3. Estilización humana, cruciforme, pero con una pierna que sale del cuerpo formando ángulo con él. 4. Signo formado por un arco con un botón saliente en el centro por arriba. 75 5. Signo de 0,30 m. que parece una palabra árabe y que ha sido calificado de barco como los del panel XXIV, sin razón. Se lee « muslim » = musulmán. 6. Signo semejante al 4, algo mayor. 7. Cuadrado con la línea superior prolongada a derecha. 8. Tridente. 9. Hombre con la línea del cuerpo prolongada en la cabeza, brazos arqueados hacia abajo y piernas formadas por una línea recta que cierra el cuerpo. Mide 0,17 m. 10. Cruciforme sencillo. 11. Hombre de cuerpo linear que se prolonga en la cabeza, brazos rectos y piernas iguales, paralelas a los brazos. 12. Línea horizontal y otra vertical, a su derecha, cortándola. 13. Hombre de cabeza pequeña, ancha y con dos apéndices ( ¿ orejas, cuernos?), brazos levemente arqueados hacia abajo, cuerpo casi rectangular, piernas en arco y falo tan largo como ellas, con grueso glande marcado. Mide 0,14 m. 14. Trazo vertical. En la zona achaflanada de la izquierda hay un par de signos picados y en el centro, con rayas finísimas, una estilización en forma de « salamandra » , con el mismo fondo porque el rayado es profundo; mide 0,15 metros ( núm. 16). Arriba, 15, corto cruciforme y debajo dos puntos y seis rayitas verticales debajo. XXVII. — Panel a la derecha del XXVI, con la parte superior vertical y la inferior inclinada, formando ángulo diedro con aquélla. Es muy complejo y contiene, por lo menos, veinticinco signos de diversas épocas. En la parte superior hay figuras que parecen bastante modernas, encima de otra de trazo más oscuro y menos profundo. Como hemos dicho, el muro vertical termina por una grieta, estando la superficie más inclinada abajo y algo abombada; parece que las figuras de uno y otro espacio están separadas, incluso en estilo. Antes de llegar a esta última zona hay una figura de fondo gris oscuro y sobre ella otra más clara que los signos citados arriba. Las demás figuras están más patinadas. En la zona baja son modernos un grafito « José » y un signo de forma de llave o bien de un círculo cruzado por dos perpendiculares y un trazo vertical descendente con una línea corta que sale de él hacia la derecha. También hay una serie de figuras picadas muy superficialmente y con trazo de color gris plomizo. 76 t. T Figur. 47. — Panel XXVI. El panel vertical se divide en dos, verticalmente, por una grieta que lo recorre de arriba a abajo; y en la zona horizontal, en la parte baja, hace una acusada inclinación hacia afuera. En la parte izquierda la mayor parte de los signos son ilegibles, viéndose algún cruciforme, signos cuadrados, un redondel con punto central, por lo menos una esquematización de forma de « salamandra » , todo dentro de una serie de picados que hacen muy difícil la diferenciación de los figuras. En la parte derecha, de arriba a abajo se ven: 1. Signo formado por una línea gruesa, recta, de 0,52 m., con cortas líneas transversales en número de quince, algunas de las cuales la atraviesan por ambos lados y otras sólo por la derecha o la izquierda. 2. A la izquierda hay un signo en forma de D y un angulito junto a él. 3. A la derecha una gran estilización humana en forma de « salamandra » de 0,24 m. de altura, con un brazo doblado en ángulo recto y el sexo diferenciado del cuerpo. 4. Junto a la 3, estilización cruciforme, pero con el brazo izquierdo ligeramente doblado y levantado. Mide 0,12 m. 5. Bajo el 4 un redondel y una línea ligeramente arqueada. 6. Seis signos alfabetiformes, dispuestos verticalmente y compuestos por líneas horizontales y un arquito, del tipo de las letras tifinagh. 7. A la derecha del 6 hay varios signos superpuestos, de dos épocas. De la más moderna, como los núms. 2 a 5 un par de círculos unidos por una línea y con un trazo saliendo de ésta, como si fuera una estilización de carro como las saharianas y junto a él una estilización humana como el 1. 8. Figura de picado antiguo representando un hombre con cuerpo corto o tal vez un niño levantando los brazos que se cierran sobre la cabeza o bien llevando en las manos un arco, lo que parece imposible. El cuerpo es rectangular y asexuado y los pies se muestran doblados hacia la derecha; hay ensanchamientos del trazo que podrían indicar las manos. Mide 0,17 m. 9. A la derecha del 8 con técnica de picado antiguo, dos signos y una estilización humana de tipo de « salamandra » . En una línea inferior con la misma técnica de piqueteado antiguo, un círculo. 10. En otra línea, siempre de izquierda a derecha, un signo cruciforme moderno. 11. otro de la misma técnica, en forma de tridente. 12. A la derecha otro del mismo aire, formado por una línea con cabeza circular, cortada verticalmente por la misma línea y tres trazos perpendiculares; por abajo terminado en un ensanchamiento globular. Mide 0,32 m. de alto. 13. A su derecha, hombrecillo esquemático de tipo antiguo, cabeza larga, cuerpo de un trazo, brazos y piernas en ángulo. Mide 0,13 m. 14. Figura muy importante. Tiene, en la parte más profunda, un hombre grabado con picado hondo, de trazo negro y patinado: de 0,24 metros de largo. Su cabeza es redondeada, el cuerpo linear grueso que se va ensanchando hacia las caderas, brazos rectos y abiertos en cruz, piernas en arco marcando ligeramente las rodillas. Superpuesto a este hombre hay una figura de picado fino que cubre toda la parte superior de su cuerpo y que parece ser un esquema humano con brazos y su pierna izquierda, faltándole el resto. 15. Figura de picado antiguo, posible esquematización humana. 16. Bajo el 15 esquema animal, muy dudoso, quizá un cuadrúpedo con xma sola pata por par o mejor simplemente signo unido a un remate extraño en la parte superior izquierda. 17. Importante figura humana de 0,24 m. de altura, con las manos terminadas en descomunales dedos y también marcados, aunque más pequeños, los de los pies. El cuerpo es de trazo ancho y recto, disminuyendo gradual y ligeramente hacia las piernas; brazos cortos y doblados por los codos; cabeza pegada al cuerpo, sin cuello, y con dos apéndices, orejas o cuernos, preferiblemente lo primero, sobresaliendo claramente. Panel inferior. 18. A la izquierda, signo interesante, de forma humana, con cuerpo recto, cabeza con dos orejas o grandes salientes laterales, piernas abiertas en ángulo, el brazo derecho arqueado y el izquierdo deforme y rectangular. Falo largo; el pie derecho se ve. Mide 0,13 m. Todo con picado elemental y superficial y resultando un color gris plomizo. 19. Tres trazos verticales. 20. Esquema humano con cuerpo recto prolongado por la cabeza, brazos en arco hacia arriba cerrados en un circulo por las manos, que se tocan; piernas arqueadas hacia abajo. Asexuado. 0,13 m. 21. Estilización hmnana, muy tosca, con cuerpo y brazos gruesos, como las piernas, cabeza redonda desenfilada del cuerpo y antebrazo derecho levantado. 78 xjoni Figur » 48. — Panel XXVII. 22. Grupo de signos que pueden corresponder a una estilización humana. 23. Estilización de tipo « salamandra » , pero ancoriforme, de 0,12 m. 24. Signo indescifrable. 25. Mancha ilegible, con dos tipos diferentes de picado. XXVIII. — Grupo de signos casi invisibles, al menos los antiguos. En la parte superior están los grafitos « P S » y « J A A » . Con ellos una estilización humana, muy sumaria de 0,095 m. de alto, cabeza redonda pegada al pecho bastante ancho y brazos y piernas cortísimos ( núm. 1). Con los núms. 2, 3 y 4 una serie de trazos o puntos ilegibles. XXVIII * 4 ^ 3F Figura 49.— Panel XXVIII. 10 79 XXIX Figura 50. — Panel XXIX, 1. XXIX. — Bloque de basalto separado del promontorio; debió desgajarse hace mucho tiempo; es de color gris y tiene una mancha y dos signos en la cara que da al Sur y una figura humana en el lado hacia el Este. 1. Mancha alargada, indescifrable, pero artificial, con toda seguridad. 2. Signo de tres líneas verticales unidas por una horizontal y ligeramente prolongada hacia abajo la del centro. 3. Signo en forma de S. 4. Representación humana muy desvaída. Hay que tener en cuenta que todos los grabados del bloque están muy cerca del suelo y, por lo tanto, muy expuestos a la erosión; concretamente esta figura está al nivel del fondo del barranco. Picado claro. El hombre es de cuerpo macizo y rectangular, brazos y piernas gruesos y cortos, cuello largo y cabeza pequeña y plana por la parte superior; falo grande, pero de la mitad de longitud de las piernas. XXIX O Figura 51. — Panel XXIX, 2 y 3. 81 Figura 52. — Panel XXIX, 4. XXX. — Continuando hacia la derecha, en el entrante que aquí forma el macizo, llegamos a otro de los paneles con un máximo de superposiciones de figuras de muy diversas fechas. Los picados modernos pueden identificarse a través de imo marcado « Aurelio Ortega » que nos muestra una señal de tono gris claro, mucho más que los picados antiguos vecinos, existiendo también un rayado fino, inciso, de líneas verticales, que se presenta negro, pero sólo por el polvo y la suciedad depositado en ellos. Encima del grafito « Aurelio Ortega » , aparte de signos y trazos modernos, que no hemos recogido en los calcos, existen los siguientes grabados a los cuales atribuimos ima cierta antigüedad, mayor o menor, como veremos en su momento. 82 XXX Figura 53. — Panel XXX. 1. Estilización muy esquemática, humana, de trazo vertical para cabeza y cuerpo, brazos formados por una línea recta y piernas análogas, sin que la linea del cuerpo las rebase. Mide 0,12 m. 2. Junto al 1 a la derecha y un poco más abajo, estilización más pequeña, de 0,08 m. de máximo, con las piernas abiertas en ángulo, viéndose sólo su izquierda. 3. En la zona del ya repetido grafito moderno, a la izquierda, signo formado por un rombo o cuadrado muy irregular, con trazo vertical en medio y arriba remate cruciforme. 0,17 m. de largo. 4. En esta misma zona hay restos de trazos, una parte de una esque-matización humana y a la derecha im hombre, claramente representado, sin cabeza ni brazo derecho, cuerpo muy corto y cuadrado, con las piernas continuando su línea exterior y falo de la mitad del tamaño de las piernas. Mide todo, de alto, 0,11 m. Hay también dos filas de trazos verticales incisos, que no se marcan en el calco y que cortan, por encima, la « Or » de « Ortega » . 5. Está en línea con el 6 y 7; pequeño signo cruciforme de 0,06 m. y grueso trazo inclinado. 6. Esquematización muy rígida de tipo « salamandra » con brazos y piernas rectas y línea del cuerpo prolongada como si fuera el sexo; 0,11 m. 7. Esquema análogo de 0,14 m. Junto a él trazos sueltos cortados por rayitas incisas verticales. 8. Rectángulo u óvalo, en el extremo derecho. 0,095 m. 9. En la última fila, a 0,20 m. desde el suelo, hay un grupo de figuras. La de más a la izquierda es una tosca estilización humana, de cabeza larga, brazos formados por un amplio ensanchamiento de las líneas y parte inferior del cuerpo muy confusa porque está cortada por la S de un grafito « P. S. M. » . Mide 0,175 m. 10. Estilización humana, sin cabeza, con el cuerpo de tipo alargado, brazos arqueados hacia abajo, piernas también en arco, algo más largas y pene lineal que llega hasta el límite de los pies, prolongando el cuerpo, algo más delgado y recto, pero marcando el glande. Mide 0,16 m. de alto. 11. Muy interesante signo en forma de mariposa, semejante a la representación que en otras esquematizaciones humanas del barranco hemos interpretado como las caderas, pero que aquí está completamente aislado, si bien no podemos tener seguridad de lo que falta de todas estas figuras en que el grabado se observa tan mal. 12. Restos de ima esquematización humana de piernas arqueadas; le faltan la cabeza, el brazo derecho y algún trazo más. 83 13. Debajo del 11 hay otra importante y singular figura de hombre, de 0,16 m. de altura. Tiene la cabeza redonda y pequeña, brazos rectos, pero inclinados hacia el suelo y terminados por grandes y desproporcionadas manos con cinco dedos cada una, diferenciándose muy bien los pulgares. El cuerpo se va ensanchando hacia las caderas, de donde arrancan las piernas arqueadas, sin pies. Tiene el pene puntiagudo y pequeño. En esta figura se nos muestra que todas las antiguas son realizadas por medio de la técnica del picado y que tienen un tono más oscuro en el fondo del surco. La superposición « Aurelio Ortega » sobre un hombre esquemático lo comprueba. Y los rayados finos cortan también a los picados de fondo oscuro. De aquí la importancia que este panel tiene para la determinación de la cronología relativa de las técnicas, aunque, por desgracia, la valoración absoluta sea mucho más difícil. XXXI. — Las figuras a que damos este número no están ya en placas verticales de basalto, sino en la parte baja, a 0,60 m. del panel XXX y en dos superficies que forman ángulo. Son una esquematización humana y un signo. A la derecha, y en una pared vertical, ligeramente inclinada, siguen los grafitos picados y rayados con piedra y otros que pensamos que han debido ser arañados con puntas metálicas y ser, por lo tanto, muy modernos; para corroborarlo hay un « Francisco Vega Sánchez » y debajo de él un macrocosmo o estrella de Salomón con un redondelito en el centro, con picado profundo y claro. 1. Esquematización humana de 0,125 m. de alto; cuerpo rectangular grueso ( 0,035 m.) con brazos en cruz doblados por los codos, hacia abajo, con pequeños ensanchamientos en las manos; las piernas son cortas, abiertas en ángulo; asexuado. Lo importante de la técnica de trabajo de esta figura es que se ha labrado con un picado bastante profundo en todo el cuerpo, pero con la línea de los brazos reforzada con surcos incisos, muy finos, en sentido horizontal y repetidos, cosa muy rara en Balos y que sólo aquí hemos podido confirmar con seguridad y reiteradamente. 2. Mancha indescifrable, con picado profundo, como en el 1, pero utilizando dos tipos de trabajo y seguramente dos instrumentos diferentes. Hay una figura con cierto aire de choza o tienda a dos vertientes, formada por una línea horizontal soportada por dos ángulos por el lado izquierdo y otra inclinada por el derecho que están grabadas con im picado fino, seguido y poco profundo; y parcialmente superpuesto a este signo hay otro de forma ovalada conseguido con picados profundos, muy separados entre sí y con un color en el surco mucho más claro. Aun así, la interpretación es imposible, pero la superposición del picado ancho, grueso y profundo resulta más moderno que el fino, arañado y continuo. 84 XXX/- 7 Figura 55. — Panel XXXI, 1. XXXI Figura 54. — Panel XXXI, 2. XXXII. — Importante conjunto de signos que están, a bastante altura, en una pared curvada, lo que dificulta no poco su calco. Desde la parte alta de la estilización humana hasta el suelo hay tres metros de altura. Todo este grupo se hallaba con los surcos de los grabados impregnados y cubiertos de suciedad y apenas visibles, por lo que lo sometimos a una intensa limpieza con cepillo de cerda suave, apareciendo entonces los trazos y quedando las rayas más oscuras y la superficie más clara. La técnica es de picado bastante fino y con los puntos muy contiguos. Hernández Benitez ( fig. 5) dice que en el mismo lugar que nuestro XXIV, 3, está « im arbolito de diez hojas asentadas y opuestas a uno y otro lado de un tallo central de 0,20 » . Mezcla ambos grupos y habla de « peines prehistóricos, bieldos, arados » que deben referirse a los pectini-formes y figuras del XXV. Las figuras, de izquierda a derecha y de arriba abajo, son: 1. Escritura tifinagh en dos líneas verticales, la izquierda de 0,38 metros. La derecha se superpone al signo en forma de abeto y consta de tres signos. 2. Signo en forma de abeto, con línea central de 0,41 m. y diez líneas perpendiculares a él y paralelas entre sí. Está debajo de los signos 1, pero la pátina del surco es la misma, lo cual no tiene nada de particular pues depende sólo de la rotura de la capa superficial. 3. En la parte inferior derecha del 2 hay una fila vertical de signos tifinagh con cinco letras. Pueden estar en relación con otras dos fUas situadas más a la derecha, una con seis letras ocupando 0,34 m. y otra con cuatro y 0,21 m. de altura. 4. Encima de estas tres filas de signos, otro en forma de horquilla de seis puntas desiguales y 0,16 m. de altura máxima. 5. Encima del 3 y a la derecha del 4, signo ilegible con una linea terminada en un círculo y tres líneas que la cruzan perpendicularmente, con arcos y trazos varios. 6. En el último tercio a la derecha del panel y en la parte superior hay un hombre de cuerpo rectangular alargado, brazos doblados en ángulo recto hacia abajo, grandes manos con cinco dedos cada una, remate confuso de las piernas un tanto arqueadas. Cabeza alargada y cuello. 0,22 m. 7. La figura 6 está cortada por posibles signos alfabetiformes tifinagh que las enmascaran un poco; dos filas verticales, con la tercera por la izquierda, prolongada hacia arriba. Parece que está cerrado el conjimto por una línea horizontal superior para formar un pectiniforme. 87 9. A la derecha y un poco arriba de la última linea, signo cruciforme. 10. Tres signos alfabetiformes tifinagh dispuestos verticalmente. XXXin. — En una roca a unos 4 m. de altura, inscripción tifinagh en dos líneas verticales, con las que se entremezclan algunos grafitos más modernos, como V F I I . La reproducen Jiménez Sánchez, fig. 19, y Hernández Benítez, sin descripción, en su p. 8. XXXIV. — Grupo de inscripciones, signos y esquematizaciones humanas, en una zona del acantilado muy dislocada y, por lo tanto, con las figuras en distintos planos. De izquierda a derecha se advierten: 1. Letras tifinagh a unos 4 m. del suelo, arañadas no muy profundamente; reproducidas por Hernández Benítez ( fig. 8) y por Jiménez Sánchez ( p. 16, fig. 6). 2. Signo arborescente, en forma de abeto, de trazos frotados y picados, más finos de lo habitual. Mide 0,23 la línea central y tiene ocho líneas desiguales que lo cruzan perpendicularmente, paralelas entre sí. 3. Signo de las mismas características técnicas, pero con un rectángulo central, cruzado por dos líneas paralelas, de arriba abajo; en las partes superior e inferior, dos signos arboriformes con cuatro trazos paralelos cada uno. Mide 0,56 m. Hernández Benítez ( fig. 3) dice que tienen la « forma y proporciones del " neabe" fenicio o lira de dos cuerdas » . 4. Figura humana muy poco visible, con cuerpo ancho, cabeza redonda, cuello muy largo, el brazo derecho levantado y doblado por el codo y el izquierdo colgando hacia abajo con un ensanchamiento en la mano, que no parece un escudo, sino un objeto. Las piernas son largas y el falo enorme y mostrando el glande. Una de las piernas muestra diferenciado el muslo y la otra es desmañada y recta. La parte del hombro derecho es muy poco visible. Mide 0,31 m. de altura máxima. Como las figuras anteriores, es de picado fino y con los puntos muy contiguos, que forman una superficie lisa. 5. A la derecha del 4, ángulo que podría ser el resto de una esque-matización humana, de la que se conservarían el cuerpo y su brazo izquierdo. 6. Debajo de los signos en forma de abeto. Figura humana de cuerpo rectangular, de 0,23 m., cabeza redonda, cuello, brazos toscos arqueados y terminados en ensanchamientos circulares; piernas que arrancan de las líneas laterales del cuerpo, rectas y, en medio, largo falo. 88 Figura 56. — Panel XXXII. Q . - ( 11 / ' J O ' Figura 57. — Panel XXXIII. XXXIV o ^ í » ^ t » « « 15 ^ p Figura 58. — Panel XXXIV, 1. XXX/ V- 2 Figura 59. — Panel XXXIV, 2. XXXI W Figura 60. — Panel XXXIV, 3. XXXIV Figura 61. — Panel XXXIV, 4 y 5. XXXIV Figura 62. — Panel XXXIV, 6 y 7. 7. Inmediatamente a su derecha, signo cruciforme de 0,05 m. en el travesano vertical. XXXV. — En la parte extrema de esta zona y a algo más de 4 m. de altura se hallan juntas dos estilizaciones humanas picadas en la superficie rojiza del basalto, quedando el fondo del grabado de color gris claro. 1. El picado es más minucioso en esta figura que en la otra, dando una superficie continua. Mide 0,20 m. de altura. Tiene los brazos en cruz, las piernas ligeramente separadas ( 0,04 m. entre la parte interior de sus extremos), el cuerpo ligeramente abombado en el centro y estrechado en las caderas, es decir, con un esquematismo no demasiado exagerado; la mano izquierda no se marca, pero si la derecha, muy gruesa y de la que salen cinco breves puntas que pueden representar los dedos, aunque no está excluido que represente im objeto; seguramente no se trata de un escudo, pues en tal caso llevaría también un arma ofensiva. 2. Debajo de la 1 y tocando con ella hay una excepcional figura de hombre de 0,30 m. de altura, con el picado de puntos más gruesos y separados, aunque con el mismo color de fondo del 1. El aspecto estilístico es radicalmente distinto; la cabeza muy larga, con dos salientes laterales que nos inclinamos más a identificar con el pelo que con las orejas; el cuerpo muy corto, sobre todo si tenemos en cuenta la longitud desmesurada de los brazos, de los que el izquierdo tiene muy diferenciado el antebrazo y el derecho doblada solamente la mano; las manos son descomunales y se marcan en ellas, toscamente, los dedos; otro tanto sucede con los pies, en los que figuran cinco largos dedos que no guardan proporción con las piernas, normales de tamaño en relación con el cuerpo. El falo es corto. Esta figura resulta muy diferente de los tipos normales de Balos. XXXVI. — Después de un corte profundo en el macizo basáltico, en cuya parte superior hay una casa y algunos cultivos agrícolas, continúa el acantilado formando una amplia curva de mucho radio. Más adelante, a unos 150 m., L. Diego Cuscoy halló una figura humana. Picado muy superficial. Figurilla apenas visible, de la que en determinadas horas del día no se ve nada. Está aislada, a 1,50 m. del suelo, cerca de la figura arrancada por Crawford. Estilización humana muy desmañada, con cuerpo grueso ovoidal, cabeza pequeña, brazos cortos y rígidos, ligeramente dirigidos hacia arriba, piernas gruesas y cortas, sin pies ni manos. Mide 0,16 m. No pudimos obtener fotografía útil. 93 XXXV / 7\ • fe # /?! é 10 i^ tv Figura 63. — Panel XXXV. XXXVI Figura 64. — Grabado XXXVI. Figura 65. — Grabado XXXVII ( según Jiménez Sánchez). XXXVn. — Figura desaparecida en 1957. Las noticias que tenemos las debemos a Sebastián Jiménez Sánchez. Estaba situada entre sus zonas E y F, es decir, muy cerca de nuestro XXXVI. Fue hallada en 1941 por Jiménez y Hernández Benítez, quienes la midieron, dando unos 0,40 m. de largo y su técnica era la del picado. Supusieron que se trataba de un lagarto, pero podría muy bien ser una esquematización humana, con el añadido de los dedos a los pies y manos, cosa que no es imposible y de lo que tenemos ejemplos en Balos. Según las noticias de Jiménez, la figura fue arrancada en 1957 por O. G. S. Crawford, fallecido en 1958, según testimonio de don José Quintín Suárez, encargado del vecino pozo de los hijos de Diego Betancor. XXXVin. — Figura escasamente marcada, totalmente invisible a determinadas horas. Descubierta por L. Diego Cuscoy. Es un esquema humano de 0,24 m. de altura, de muy extraña forma, con cabeza alargada que inicia el cuerpo, brazo derecho arqueado hacia abajo y el izquierdo convertido en una mancha, como si llevase algo en él. Piernas muy cortas, abiertas en ángul |
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