NATURALEZA
DE LAS lSLAS CANARlAS
Ecología y Conservación
NATURALEZA
DE LAS lSLAS CANARlAS
Ecología y Conservación
Editores
José Maria Fernández-Palacios • José Luis Martín Esquive!
NATURALEZA
DE LAS lSLAS CANARlAS
E co logía y Con se r va ci ó n
Copyright de la obra e 2001
PublicadoncslurqunaS.L
e Arliculos: Rrsp«twosau torcs
cFotos:R~ctivosau torn/Publicacioncs TurqunaS.L
01rtte1ón: JOstMaria F,rnándcz- Palados &Jost LuisMartin Esquiwl
Xltttiónfotográficayd1bu¡os:JostManutlMorcno
Edición: Publicadoncs lurquna
ApartadodcCorrcos686
J8080SanlaCruzdcTcncrife
Distño: Jost Manuel Moreno, Antonio ~lgado & Fátima Rodrigucz
Maqurtación: AntonioDclgado &FátimaRodrigucz
ISBN: 84- 95412- 18-7
Oepósólo l egal: M-33.310-2002
Fotomecánica: Contacio
lmpresión: Yaroprinter, S.A.Cos!ada(Machf)
Segundaeáción: Octubre2002
R~rvado todos losdcrcchos. Ningunapartcdc cstapubhcactónpucdt
strrcproducida,a1mactnadaotransmitidacnmancraalgunan1porningün
mcdio, yastatlcctrónico, mcdnico,ópticoofotocopia,sinprcv,oaviso
del editor
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I Indice de Materias
Capítulo 1
LAS ISLAS COMO EXPERIMENTO DE LABORATORIO
Características que hacen de las islas espléndidos laboratorios naturales
Tipos de islas
El poblamiento de las islas
Características de las especies insulares
Características de las comunidades insulares
Contexto ecológico de las Islas Canarias
SINGUlAIUDADES
Capítulo 2
MARCO BIOGEOGRÁFICO MACARONÉSICO
Características geográficas de la Macaronesia
Macaronesia: ¿mito o realidad?
La Endemicidad en la Macaronesia
Los ecosistemas de la Macaronesia
Capitulo 3
EL ORIGEN DEL ARCHIPIÉLAGO
Modelos de pluma térmica y derivados
. Modelo básico de pluma térmica (hotstop)
. Modelo de blob o de pluma inclinada e intermitente
Modelos básicos en la tectónica
. Modelo de la fractura propagante
. Modelo de ascenso de bloques
Modelo unificador
Conclusión
Capitulo 4
ESTRUCTURA GEOLÓGICA
Fases del crecimiento de las islas:
Grandes ciclos de actividad y formaciones geológicas
. Fase submarina de pre-escudo: Los Complejos Basales
. Fase subaérea de escudo: Las Series Antiguas
. Fase subaérea diferenciada post-escudo: Las Series Recientes y
algunas formaciones excepcionales
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Capítulo 5
VOLCANISMO RECIENTE Y RIESGO VOLCÁNICO 65
. ¿Por qué hay y continuará habiendo erupciones volcánicas en Canarias? 65
. ¿Dónde se produce el volcanismo de Canarias? 65
. Riftstriles 68
. El ¿cuándo7 de las erupciones volcánicas en Canarias 69
. ¿Cómo se comportan las erupciones en Canarias? 69
El Riesgo eruptivo en Canarias 72
. Evaluación de los riesgos volcánicos 72
. El factorT(tiempo) 75
. Métodos de vigilancia 75
Capítulo 6
MODELADO DEL RELIEVE 77
El sistema morfogenético de las regiones áridas de Canarias 77
El sistema morfogenético de las regiones semiáridas de Canarias 78
El sistema morfogenético del piso de monteverde 78
El sistema morfogenético de la región del pinar 78
El sistema morfogenético del piso del retamar-codesar y del Teide 79
Conclusiones 79
Capítulo 7
LAS FORMAS DE MODELADO 81
Las condiciones morfogenéticas en el pasado: paleoclimas y
variaciones del nivel marino 81
Las formas del modelado en Canarias 82
. El modelado sobre las formas volcánicas elementales 82
. Las grandes formas del modelado de Canarias 83
. Redes hidrográficas y tipología morfológica de los valles 83
Las formas litorales 84
. Los acantilados 84
. Costas bajas rocosas: plataformas de abrasión, rasas e islas bajas 85
. Costas bajas arenosas: playas y campos de dunas 85
Capítulo 8
aru~ ~
Las masas de aíre protagonistas del clima de Canarias 89
Los tipos de tiempo más frecuentes en Canarias 89
Capítulo 9
LOS PAISAJES VEGETALES 95
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El paisaje vegetal a escala del Archipiélago
la vegetación en el paisaje a escala de una vertiente. El Norte de Tenerife
El paisaje vegetal de un macizo volcánico antiguo. Teno
El paisaje vegetal de una dorsal volcánica. Pedro Gil
El paisaje vegetal de un estratovolcán. San Juan de la Rambla-Teide
El paisaje vegetal canario a escala de un barranco. El Cedro
El papel de la vegetación en la organización del paisaje de un volcán
histórico. Garachico.
Conclusiones
Capitulo 10
EL MAR
Características Oceanográficas
Implicaciones biológicas
Capitulo 11
PROCESOS ECOLÓGICOS ESENCIALES
Colonización
Poblamiento
Sucesión
Producción
Transporte y reciclad
Recapitulación
BIODIVERSliJAD
Capitulo 12
DIVERSIDAD TAXONÓMICA TERRESTRE
las causas de la biodiversidad
Especiación
Introducciones
Capitulo 13
DIVERSIDAD TAXONÓMICA MARINA
Agradecimientos
Capitulo 14
EVOLUCIÓN EN ISLAS: LA METÁFORA ESPACIO-TIEMPO-FORMA
Espacio-tiempo-forma
la forma
. Exotismo
. Evolución paralela
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. Radiación evolutiva espectacular
El espacio
El espacio en el tiempo
La forma en el espacio
. Biogeografia insular
. Dependencia del entorno
. Aproximación corológica
. Clinas
Capítulo 15
EVOLUCIÓN EN ISLAS: LA FORMA EN El TIEMPO
. Cambios de la biota suministradora
. Cambios en la biota colonizadora
Especiación
. Anagénesis-Cladogénesis
. Especiación geográfica
. Otros tipo de especiación
Filogenias
Tipos de divergencia
Origen
Capítulo 16
GENES, POBLACIONES Y ESPECIES
Biodiversidad genética: Introducción y concepto
Técnicas de análisis
Cuantificación de la diversidad genética
Factores determinantes de la variabilidad genética
Variación genética interpoblacional
Importancia de la diversidad genética
Agradecimientos
Capítulo 17
LOS ECOSISTEMAS
Los ecosistemas terrestres
. Matorralcostero
. Bosques termófilos
. Monteverde
. Pinar
. Matorral de cumbre
. Ecosistema litoral
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. Dunas 161
. Barrancos 161
. Riscos 161
. Coladas 161
. El medio subterráneo 162
. Ecosistemas antrópicos 162
El interfaz tierra-mar 162
Los ecosistemas marinos 162
. El medio anquialino 162
. Fondos rocosos abiertos 162
. Paredes, cuevas y grietas 163
. Fondos arenosos abiertos 163
. Fondos de confites 163
. Sebadales 163
. Comunidades de fondos fangosos profundos 164
. Comunidades de corales 164
. Ecosistema pelágico costero 164
. Ecosistema pelágico oceánico o de alta mar 164
Capítulo 18
ESPECIES AMENAZADAS 167
Factores de amenaza de la biota canaria 167
Los factores de amenaza en la actualidad 168
Importancia de los factores de amenaza sobre la flora y la fauna 168
Estado de la conservación de la biota canaria 170
Taxones más amenazados de la flora vascular de Canarias 170
Taxones más amenazados de la fauna de Canarias 170
Capítulo 19
FRAGMENTACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES 173
Fragmentación de los bosques canarios 175
. Efectos de la fragmentación por carreteras en los bosques canarios 177
. Efectos sobre la fauna 177
Capítulo 20
BRIÓFITOS, HONGOS Y LÍQUENES 181
Factores ambientales que influyen en la distribución de briofitos,
hongos y líquenes 182
Distribución por pisos bioclimáticos 182
. Piso bioclimático inframediterráneo subdesértico 182
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. Bosques de laurisilva y fayal-brezal (piso bioclimático
termomediterráneo húmedo-subhúmedo) 183
. El pinar (piso mesomediterráneo) 183
. Comunidades arbustivas del piso supramediterráneo 184
Hábitats especiales 184
Conservación 184
Capítulo 21
FLORA VASCULAR NATIVA 185
Helechos (Pteridófitos) 186
Plantas superiores (espermatófitos) 186
La flora endémica 186
Características generales 187
Distribución regional e insular de la flora endémica 187
Origen de la flora 188
Afinidades biogegráficas 188
Flora y evolución 189
Distribución intra e interinsular 190
Flora nativa o endémica 194
Capítulo 22
FLORA MARINA 193
Composición de la flora marina 193
Hábitats de las plantas marinas 194
Tipos biológ icos de las algas 194
Distribución vertical de las algas 195
Elementos biogeog ráficos de la flora marina 196
Corologia insular 197
Capítulo 23
FLORA INTRODUCIDA 199
Un problema mundial y especialmente de las islas oceánicas 199
Características de las especies introducidas y mecanismos de invasión 201
Conclusiones y actuaciones 203
Capítulo 24
FAUNA INVERTEBRADA NATIVA TERRESTRE 205
Géneros endémicos 206
Radiación adaptiva 209
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Capítulo 25
FAUNA VERTEBRADA NATIVA TERRESTRE
Aves
Reptiles
Mamíferos
Capítulo 26
FAUNA VERTEBRADA MARINA
Peces
Reptiles
Mamíferos
Capítulo 27
FAUNA INTRODUCIDA
Invertebrados
Peces de agua dulce
Anfibios y reptiles
Aves
Mamíferos
Conclusiones
Capítulo 28
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POBLAMIENTO E IMPACTO ABORIGEN 241
El poblamiento aborigen del Archipiélago 241
Las nuevas especies introducidas 243
La saturacióln del territorio insular 244
El impacto sobre los ecosistemas 245
Capítulo 29
SERES HUMANOS Y ECOSISTEMAS: HACIA UNA HISTORIA ECOLÓGICA 247
Humanización y desarrollo coevolucionario 247
Canarias: De la diversidad ecológica a la diversidad cultural 247
Canarias como laboratorio de estilos de desarrollo coevolucionario 251
¿Un estilo de desarrollo coevolucionario en la actualidad? 252
Capítulo 30
HISTORIA DEL AGUA 255
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Primera etapa 255
Segunda etapa 256
Tercera etapa 256
Cuarta etapa 258
Capítulo 31
LA AGRICULTURA 263
Evolución reciente, situación actual y perspectivas de la actividad agraria 264
Utilización del agua 266
Uso del suelo 266
Impacto paisajístico 267
La agricultura como actividad de reciclaje medioambiental 267
Recursos genéticos en la ag ricultura ca naria 267
Capítulo 32
LOS APROVECHAMIENTOS FORESTALES 269
Castañares 269
Eucaliptares 270
Bosques termófilos 271
Monteverde (fayal-brezal y laurisilva} 271
Pinares 272
Perspectivas futuras 274
Capítulo 33
LA PESCA 275
Situación actual 275
Niveles de explotación y medidas de regulación de los recursos 261
Perspectivas de futuro de la pesca canaria 261
Capítulo 34
LA MIRADA TURÍSTICA DE CANARIAS 283
Capítulo 35
LA OBSERVACIÓN DE CETÁCEOS 289
Los cetáceos de las Islas Canarias 289
La actividad en la costa S-SO de la isla de Tenerife 290
. El área de observación 290
. Los cetáceos observados 290
. Empresas y operadores 291
. Las embarcaciones 291
. Las excursiones 292
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. Potencialidades y limitaciones de la actividad
La regulación de la actividad en Canarias
Conclusiones y recomendaciones
Capítulo 36
PERSPECTIVAS ENERGÉTICAS DE CARA AL AÑO 2020
La situación energética actual de Canarias
Entrada de crudo en las Islas Canarias
Consumo de combustibles en Canarias
La producción de electricidad en Canarias
. Potencia eléctrica instalada
. Energía eléctrica producida
La producción de energías renovables en Canarias
. Energía eólica
. Energía solar térmica
. Energía solar fotovoltaica
. Energía minihidráulica
Tendencias en el desarrollo energético de Canarias
. Demanda energética
. Producción energética
Límites en el empleo de las energías renovables en Canarias
Perspectivas energéticas para el año 2020
Capítulo 37
EL VALOR ECONÓMICO DE LA NATURALEZA:
LOS MOTIVOS DE OPCIÓN Y DE EXISTENCIA
La definición del valor económico
La obtención de los datos
El valor económico y sus componentes
Conclusiones
Agradecimientos
Capítulo 38
CONTAMINACIÓN EDÁFICA Y DE ACUÍFEROS
Causas de la contaminación de suelos y aguas en Canarias
Efectos derivados del uso masivo de plaguicidas
. Acumulación de plaguicidas y sus residuos en el suelo
. Acción sobre organismos no-diana
. Contaminación de aguas subterráneas
Remedio y prevención del problema
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. Agricultura sostenible
. El enfoque predictivo: modelos
. Índices de lixivación: evaluación del riesgo
. Estudios a escala regional
Conclusiones
Capítulo 39
EROSIÓN Y DESERTIFICACIÓN
Desertización y desetificación
La erosión del suelo
Capítulo 40
LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA
Fuentes de contaminación del aire
Producción de energía eléctrica
Reifino de petróleo
Medios de transporte
Inmisión de contaminantes
Capítulo 41
LA CONTAMINACIÓN DEL LITORAL
Contaminación atmosférica
. Contaminación con material radioactivo
Contaminación con metales pesados
Contaminación-por vertido de residuos orgánicos domésticos
Contaminación por derivados del petróleo
Otras fuentes de contaminación litoral
Capítulo42
EL IMPACTO DEL FUEGO EN LOS ECOSISTEMAS
Frecuencia, extensión y causas de los incendios en las Islas Canarias
El impacto del fuego en la vegetación
El impacto del fuego en los suelos, en el balance hídrico y en la erosión
Consideraciones finales
CONSERVACI N
Capítulo 43
LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA:
ADMINISTRACIÓN Y RÉGIMEN JURÍDICO
Competencias y organización administrativa de
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la conservación de la naturaleza 345
El modelo de desarrollo de Canarias y el régimen jurídico de
la conservación de los resursos naturales 346
Capítulo 44
EL ÁMBITO INSULAR EN LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO 351
Las peculiaridades del escenario de la planificación en Canarias 351
. Un territorio limitado y frágil 351
. La dependencia del sector turístico como base de la economía insular 351
. Una evolución demográfica diferenciada 352
. Un asentamiento urbano muy potente y disperso 352
Los planes insulares de ordenación, un intento de integración de la planificación 352
Los grandes objetivos de la ordenación territorial en Canarias 353
. La racionalización de la ocupación y explotación del territorio insular 353
. La ordenación de la isla como espacio turístico 354
. La conservación de la cal_idad ambiental y paisajística 354
. La promoción de las actividades primarias 354
. La protección del patrimonio natural y cultural 355
. La consolidación de una nueva cultura de gestión del territorio 355
Capítulo45
GENES Y CONSERVACIÓN DE PLANTAS VASCULARES 357
Diversidad genética, poblaciones y conservación 357
La diversidad genética en Canarias 358
Conservación genética en Canarias y factores relacionados con la historia
evolutiva de las poblaciones 360
Estrategias para la conservación de la diversidad genética en Canarias 361
. Conservación in situ 361
. Conservación ex situ 363
Consideraciones finales 365
Agradecimientos 365
Capítulo 46
LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA (SIG) 367
Concepto de SIG. Importancia y potencialidades 367
El SIG como herramienta de planificación y gestión 367
Evolución y estado actual de los SIG en Canarias 369
Antecedentes de SIG en la Administración 371
Ejemplos actuales de SIG institucionales 372
. El SIG corporativo del Cabildo Insular de Tenerife: SIT Anaga 372
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1 NATURALEZA DE lAS ISLAS CANARIAS
. El SIG del Plan Insular de Ordenación del Territorio
Cabildo Insular de Gran Canaria 372
. SIGMA-C, SIG de Medio Ambiente de Canarias 373
Agradecimientos 374
Capítulo 47
CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN ECOLÓGICA DE LOS BOSQUES 375
Situación de los bosques canarios 375
Planteamientos y objetivos generales de la restauración ecológica
de los bosques canarios 378
La Restauración forestal en la práctica. Casos de estudio 379
. Procesos de naturalización espontánea de bosques maduros 379
. Naturalización de tallares de monteverde mediante su
conversión en montes altos 380
. Transformación de plantaciones de pino radiata en monteverde 380
. Integración ecológica de las repoblaciones de pino canario 381
Capítulo 48
LOS PLANES DE RECUPERACIÓN DE LA FLORA EN LOS PARQUES
NACIONALES 383
Situación de los bosques canarios
. Los planes de recuperación 384
. ¿Cuál es el estado biológico de las especies? 384
. ¿Cuáles son las etapas criti cas en el ciclo vital de las especies? 386
. ¿Cuáles son las causas biológicas de la variación en etapas de vida
demográficamente sensitivas? 387
Las Restituciones 387
Capítulo 49
LOS PLANES DE RECUPERACIÓN DE LA FAUNA 391
El plan de recuperación de la hubara canaria 391
. Actualizaciones realizadas dentro del Plan de Recuperación 393
. Consideraciones finales 394
El Plan de recuperación del Lagarto Gigante de El Hierro 394
. Actuaciones realizadas dentro del plan de recuperación 395
. Objetivos a medio y largo plazo 397
Agradecimientos 398
Capítulo 50
LA RED CANARIA DE ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS 399
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Capítulo 51
CONSERVACIÓN EN LAS ÁREAS PROTEGIDAS
La protección
La planificación
. Tipos de planes
. Zonificación
. Participación pública
. Estado actual del planeamiento
La gestión
. Administración en parques y reservas naturales
. Órganos de participación pública y colaboración
. Programas de gestión
Monitoreo
Epilogo
Capítulo 52
EL BANCO DE DATOS DE BIODIVERSIDAD
El proyecto biota
El Software Atlantis
. Datos alfanuméricos
. Representación cartográfica
. Aplicaciones
El banco de datos como herramienta de conservación
. Especies prioritarias
. Espacios prioritarios
. Epílogo
EPILOGO , ,
Capítulo 53
CONSERVACIÓN Y DESARROLLO: EL DIFÍCIL EQUILIBRIO
La naturaleza amenazada
Por qué cónservar la naturaleza
¿Sostenibilidad?
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE DE TÉRMINOS
RELACIÓN DE AUTORES
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In Memoriam
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ay personas que ven pasar la vida como si no fueran parte de
ella, pero las hay también que, inconformes con su destino,
buscan protagonizar otra historia propia más ajustada a la apariencia
de sus deseos. Nuestro amigo Juanjo era de estos últimos
y su mirada amplia enfrentaba cada día como un nuevo
reto, con tal capacidad para disfrutar de los detalles que los que compartimos
con él pudimos impregnarnos de la sabia alegre y loca con que alimentaba su
entusiasmo.
Nos conocimos en la montaña, una mañana veraniega en que él descendía del
Teide donde había pasado la noche a la intemperie. Luego nos volvimos a encontrar
en la Universidad como estudiantes de biología, y en aquellos años de juventud
y sed infinita, mientras soñábamos con grandes descubrimientos y arriesgadas
exploraciones, dimos nuestros primeros pasos en la espeleología al mismo
tiempo que la ciencia nos envolvía con toda la leyenda que nuestros idealismo
era capaz de construir.
Su vida fue intensa y muchos de sus sueños se hicieron realidad, pues consiguió
hacer ciencia inmortal, de la que trasciende a las personas, escaló montañas
y se adentró en profundas cuevas. Como espeleólogo exploró algunas grutas
desconocidas de antemano, como una galería de la Cueva del Viento que hoy
lleva su nombre, y como biólogo, su agudo ojo naturalista le hizo descubrir docenas
de especies en varias expediciones científicas en Canarias y Galápagos. Pero
lo más importante es que conquistó el aprecio de muchos amigos y conocidos,
que lamentamos su muerte repentina sorprendidos por la sutileza con que el
destino traza el camino de las personas al habernos permitido pocas horas antes
de su trágico accidente una despedida frugal, en una reunión en el Museo de
Ciencias Naturales de Tenerife donde todos los que allí estábamos ignorábamos
lo que ocurriría poco después. Nuestro amigo vivió con prisa y murió
· joven, y dejó en nuestros corazones una huella que siempre perdurará. Esta
obra trata sobre la conservación de la naturaleza y el medio ambiente en general,
que fue también su preocupación en los últimos tiempos, de modo que
está dedicada a su memoria.
José Luis Martín Esquive!/ José María Fernández-Palacios
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Presentación
JUAN JOSÉ BACALlADO ARANEGA
VOLCÁN
Aires lejanos
explotan las piedras
se cierran los ojos
miedos antiguos
en el cielo rojo
un volcán
Chusy Hernández, de Canciones de Noviembre
Aguere2001
,t"'~ ·~) uizás equivocadamente, se me ha designado para
que -a modo de introducción o como recapitul~."-
lación- exponga al gran público (científico y naturalista)
unas disquisiciones, conclusiones, opiniones
o l"b"eceres, de lo que en los inicios de un nuevo siglo
aparece como el reto primordial e inexcusable a emprender en
Canarias: el desarrollo sostenible.
Esa caleidoscópica visión globalizadora que algunos me
atribuyen no responde a otra cosa que a los años, la experiencia
acumulada y a una educación espartana que tuvo mucho
aporte del mundo rural. Todo ello, así como unos estudios
universitarios muy clásicos y sesgados hacia un naturalismo
de campo y gabinete con nostalgias de principios del siglo XX,
me han dejado una impronta que, a fuer de sincero, no deseo
sacudirme y son el sustento de mis mejores recuerdos.
Esta licencia que me he permitido de hablar de mí mismo
es para explicar porqué -a pesar de los conocimientos adquiridos
a posteriori, fruto del autodidactismo y del contacto con
un conjunto de aventajados alumnos- afirmo que hoy existen
en Canarias biólogos, naturalistas y profesionales más indicados
que yo para llevar a cabo una síntesis de tamaña envergadura.
Digamos que acepto el reto como un honor y como homenaje
hacia el buen hacer de todos ellos, con un solo ruego:
que mantengan firmes sus convicciones, que no claudiquen y
que antepongan la mejor ética profesional en sus trayectorias,
transmitiendo continuamente el mensaje a todo el tejido social.
Llega este libro en un momento crucial y al propio tiempo
emblemático para Canarias, cuando quienes tienen las más
altas responsabilidades -por mandato popular- de encauzar
adecuadamente el desarrollo de estas islas, comienzan a vislumbrar
la necesidad ineludible de cambiar sustancialmente el
modelo imperante, que como muy bien concluyen Aguilera et
al. (1994) ha convertido gran parte del territorio en un inmenso
garaje o en un conjunto de parcelas urbanizables.
La obra que tengo en mis manos aparece conformada en
cuatro grandes bloques: a) singularidades de Canarias; b) biodiversidad;
c) poblamiento y actividad humana, y c) conservación.
El primero de ellos agrupa diez imprescindibles y básicos
capítulos cuya finalidad es situar al lector en el auténtico contexto
donde se desarrolla todo el tratado, las islas. Es, ni más
ni menos, que el diseño del escenario tal y como lo vemos hoy
en día a la luz de las más recientes investigaciones y conocimientos:
el decorado de las Canarias, su origen y el marco
biogeográfico donde están asentadas.
Las islas como experimento de laboratorio nos introduce en
esos universos fascinantes o microcosmos de la biosfera en el
espacio y en el tiempo -como los denomina Loope (1989)que
son las islas oceánicas, enclaves cruciales para los modernos
estudios evolutivos. El aislamiento, la simplicidad de las
comunidades insulares, la imposibilidad de intercambios genéticos
con las poblaciones de origen, etc., convierten a las islas
en auténticos laboratorios naturales. La evolución rápida a
través de los efectos fundadores, los cuellos de botella genéticos
y la selección natural en situaciones generalmente favorables,
son características de algunos grupos de especies en islas
oceánicas.
Fernández-Palacios y Martín-Esquive! realizan un breve
pero sustancioso repaso de esas fábricas de especies que tanto
nos fascinan, analizando las características que definen per se a
tan singulares espacios. Millones de años desde su aparición
en los océanos del Planeta han propiciado interesantísimos y
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variados procesos de colonización, produciendo y conformando
diversos ecosistemas insulares que se han ido enriqueciendo
con especies bien adaptadas a sus ambientes. Al igual que
Hawai, Galápagos, Madeira y otras muchas, las islas Canarias
son un extraordinario ejemplo de islas oceánicas. Todos conocemos
cómo estos contenedores atesoran biotas con un
alto porcentaje de endemicidad, o bien sirvieron de refugio a
otras especies ya desaparecidas que disfrutaron de una más
amplia distribución (paleoendemismos). Al abrigo de la feroz
competencia que se libra en los continentes y del filtro/barrera
que supone el mar, las comunidades insulares se nos muestran
empobrecidas y disarmónicas, pero sus componentes aparecen
diversificados en claros procesos de radiación adaptativa.
Digamos que los nichos ecológicos estaban ahi, vados y en
plena disponibilidad, y las especies se "desplegaron" para ocupar
esas vacantes.
Otra característica llamativa en estos enclaves oceánicos es
la aparición de formas no voladoras desarrolladas a partir de
ancestros alados, lo que se aprecia perfectamente en aves dodo
de Mauricio, cormorán de las Galápagos, escribano patilargo
de Tenerife -Emberiza alcoveri- o algunas especies de codornices,
con hábitos muy terrestres, conocidas sólo como subfósiles
en Canarias y Madeira; y en insectos (mantis de género
Pseudoyersinia o la "chicharra" Calliphona koenigi de Tenerife).
Asimismo los casos de gigantismo no son raros, como se constata
en Canarias con las ratas, tortugas y lagartos fósiles, asi
como con las mermadas poblaciones actuales de lacértidos de
El Hierro (Gallotia simonyi), La Gomera (G. gomerana) y Tenerife
( G. intermedia), que con toda seguridad alcanzaron tallas
mayores antes de la llegada del hombre y de los depredadores
introducidos por él en las islas.
Se podria concluir con los autores, que si bien se tiene un
conocimiento medianamente aceptable de los ecosistemas insulares
canarios y de una buena parte de su biota, aún queda
mucho camino por recorrer, por lo que sería necesario acelerar
los estudios e investigaciones pertinentes de lo que ellos
denominan "continentes en miniatura", antes de que muchos
de los organismos insulares desaparezcan.
Sobre el marco biogeográfico macaronésico, que abordan con
rigor Fernández-Palacios y Días, quizás haya que esperar unos
años para que las investigaciones en curso sobre poblamiento
y colonización a la luz de los estudios filogenéticos a nivel
molecular, los "viajes" de ida y vuelta de las especies con los
archipiélagos y continentes vecinos, los casos de doble o
múltiple colonización en el tiempo, un mayor conocimiento
paleobiogeográfico, los cambios en la biota suministradora
que señalan Marrero y Ortega, y las investigaciones en
curso sobre la fauna invertebrada terrestre de Azores/Madeira/
Canarias, nos aclaren la validez del concepto Macaronesia,
que los botánicos A. Engler y P.B. Webb acuñaron en el siglo
XIX.
Como señala Machado (1992), "la intención que subyace
en el insistente empleo del concepto 'macaronésico' en términos
biogeográficos es reflejar aquello que hay de común en la
fauna y flora de los archipiélagos que nos ocupan". De acuerdo
con Pérez de Paz (1992) y Machado: "La tipologia biogeográfica
no es un impedimento para continuar hablando de taxones
o 'elementos macaronésicos', teniendo presente que con
estos términos nos referimos al 'componente mixto y de procedencia
variada y remota' que participó en el poblamiento
común de estos archipiélagos y que, debido a los últimos avatares
climáticos (glaciaciones en Europa y aridización en el
norte de Africa), ha desaparecido casi por completo del dominio
continental".
"Lo singular y realmente importante desde el punto de
vista de la conservación de los hábitats de estos archipiélagos
(¡todos!) reside precisamente en este último aspecto: el hecho
sorprendente de que en estas islas podamos encontrar vivos
representantes de los patrones ancestrales que dieron origen a
las actuales flora y fauna mediterráneas".
Los autores de este capítulo se interrogan sobre el mito o
realidad del concepto Macaronesia, concluyendo que sus límites
y validez continúan en la actualidad poco claros. Estamos
de acuerdo, pero no es menos cierto que aún se está lejos
de resolver esta incógnita, incluso en aquellos enclaves que
como Cabo Verde, parecen más distantes de este planteamiento.
Santos (com.pers.) insiste en la importancia de la utilización
de técnicas moleculares en investigaciones relativas a grupos
de plantas con una notable especiación y evolución en los
archipiélagos macaronésicos. El mismo autor pondera los estudios
ya realizados en Sonchus (Kim et al. 1996), Aeonium
(Mes eta!. 1996) y Echium (Bohle 1996), poniendo de manifiesto
el interés de los mismos y las importantes relaciones de
los endemismos caboverdianos estudiados con los canarios.
Santos destaca el hecho de que Sonchus daltoni (Asteraceae), o
Aeonium gorgoneum (Crassulaceae), endémicos de Cabo Verde,
derivan de algunos de los endemismos canarios, siendo
estas islas la fuente original de dichas especies. La consideración
de Macaronesia como región biogeográfica no puede basarse
en especulaciones caprichosas sino en los conocimientos
derivados de una investigación seria y rigurosa.
En este sentido y refiriéndose al archipiélago de Cabo Verde,
Santos insiste en la necesidad de estudiar las comunidades
vegetales caracterizadas por la presencia de Euphorbia tuckeyana
(endemismo caboverdiano), la vegetación psamófila que
cuenta con interesantes especies de distribución canario-caboverdiana
y litoral sahariana, como Traganum moquini o Polycarpaea
nivea, así como los restos de vegetación arbórea esderófila,
donde participaron de forma significativa especies de
relaciones macaronésicas tan notables como Phoenix atlantides,
Dracaena draco o el interesantísimo y cada vez más raro
Sideroxylum margina/a, emparentado con otras especies próxi-
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mas de Canarias y Cabo Verde. Estas comunidades -siempre
según Santos- hay que relacionarlas con la vegetación canaria
de las clases fitosociológicas Kleinio-Euphorbietea canariensis
(cardonales y tabaibales), Oleo-Rhamnetea crenulatae (bosques
termófilos) y Zygophyllo-Polycarpetea (vegetación de playas
y dunas arenosas).
Para Fernández-Palacios y Dias, "los archipiélagos macaronésicos
constituyen por encima de todo una unidad biogeográfica
funcional: fueron punto de encuentro de diferentes rutas
biogeográficas de varias épocas, de las que por el fuerte efecto
de insularidad fueron capaces de retener secuencialmente diferentes
elementos".
Lo que pudo ocurrir con el poblamiento viene muy bien
ejemplificado por la confluencia de esos cuatro posibles corredores
o rutas que señalan los autores: Saharo-síndico ( Cabo
Verde o Canarias/Madeira), Paleo-Mediterráneo Terciario
(Madeira/Canarias/Azores), Atlántico Americano (Azores) y
Norte-Atlántico-Siberiano postglacial (Azores/Madeira).
Sobre el origen de las islas Canarias, Hernán y Anguila ponen
de manifiesto la falta de acuerdo sobre un modelo que
integre la mayoría de los datos conocidos (geoquímicos, geofísicos,
tectónicos, etc.), realizando un repaso muy didáctico y
documentado sobre los modelos de pluma térmica y derivados,
así como sobre los basados en la tectónica (fractura propagante
/ ascenso de bloques).
Lo novedoso es que los autores -a la luz de los nuevos
datos geofísicos, isotópicos (sobre la diversa procedencia de
los magmas de Canarias) y de los rasgos tectónicos en las
islas- han elaborado un modelo unificador que integra aspectos
de las principales hipótesis mencionadas. Cuando escribo
estas líneas aparece en la prensa local la noticia sobre esta
teoría integradora, que "establece una conexión entre el volcanismo
de Canarias y el de El Atlas basada en el hecho de que
ambas regiones presentan los mismos tipos de estructuras
tectónicas y los mismos tipos de rocas volcánicas".
Remito pues al lector a los capítulos 3 y 4, en las que aparte
del origen de Canarias se realiza un interesante repaso sobre la
estructura geológica del archipiélago, un enclave excepcional para
los estudiosos dada su gran complejidad.
Como también resulta esclarecedor la revisión de Carracedo
sobre volcanismo reciente y riesgo volcánico en Canarias,
poniendo de manifiesto la importancia que tiene el conocimiento
de los problemas fundamentales relacionados con el
origen y evolución del volcanismo canario, a la luz de las últimas
investigaciones llevada a cabo en las islas occidentales y
del estudio de los fondos oceánicos en el entorno de Canarias.
Vivimos sobre el volcán y lo tenemos tan asumido que,
prácticamente, no le concedemos la menor importancia. No
cabe duda que la evaluación de los riesgos volcánicos, la vigilancia
y prevención son necesarios a pesar -<orno indica el
autor- de su bajísima probabilidad de ocurrencia.
Sobre el modelado del relieve en Canarias, Criado pone de
manifiesto la importancia que tiene -para el cabal conocimiento
de la geomorfología de un territorio- el "definir y clasificar
las formas y determinar los procesos que las han generado".
Para ello nos ilustra sobre las variaciones de los sistemas
morfogenéticos reconocibles en Canarias, estrechamente
asociados a los pisos bioclimáticos. Resulta muy instructivo la
ralentización de algunos procesos, la mayor o menor intensidad
de la morfogénesis, la intensificación de otros, etc. Así, por
ejemplo, el autor explica porqué los procesos morfogenéticos
no están excesivamente bien representados en el piso del monteverde,
donde "la meteorización de las rocas es esencialmente
química y la arroyada no existe bajo cubierta vegetal". Todo
un paradigma de la extraordinaria importancia que reviste la
conservación de nuestros bosques en orden a evitar la pérdida
de sue1os, que en Canarias es alarmante.
Prácticamente sin solución de continuidad Criado nos introduce
en "las formas de modelado en Canarias", para cuya
mejor comprensión hay que retrotraerse al pasado, contemplando
los grandes cambios ambientales y fluctuaciones climáticas
pleistocénicas.
Victoria Marzo! aborda con maestría "el clima de Canarias",
resaltando el hecho de que -desde el punto de vista de la
dinámica atmosférica- "el archipiélago se halla en la transición
del mundo templado, donde domina la circulación del
Oeste, y el tropical en el que los vientos proceden del Este". Nos
desgrana asimismo los factores atmosféricos y los geográficos
(regionales y zonales), con la corriente oceánica fría como
punto de conexión entre ambos.
El régimen de alisios, gobernado por el anticiclón de las Azores,
es el tiempo que predomina en las islas, el "responsable"
del tópico de "eterna primavera~ ya que origina el ambiente
más agradable. Marzo! nos habla de estos vientos del noreste,
de la inversión térmica de subsidencia y del famoso y beneficioso
mar de nubes. Como también de las borrascas atlánticas
del Frente Polar, que dejan copiosas lluvias y vientos del noroeste;
y del tiempo sur o sahariano, cálido y seco, que en ocasiones
nos aporta toneladas de polvo del desierto.
Sobre estos tres tipos de tiempo, como señala la autora,
pivota el clima de Canarias, aunque también deja constancia
de la "enorme diversidad climática que existe", en un territorio
insular fragmentado, con una orografia muy contrastada, diferente
altitud y orientaciones, lo que ha propiciado un mosaico
de ecosistemas azonales con interesantes singularidades
en flora y fauna.
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Muy acertadamente, los coordinadores de esta obra enlazan
unos ~apítulos con otros, ofreciendo una estructura coherente
que ayuda a entender Canarias como un todo, aún dentro
de la dispersión y peculiaridades del territorio. En este sentido
"los paisajes vegetales" son magistralmente tratados por
Arozena y Beltrán; un ejemplo de lo que analiw aparece escrito
por las autoras en las conclusiones del capítulo 9: "La originalidad
del paisaje de estas islas radica en la gran complejidad
que presenta su geografía interna en espacios de tan escasa
superficie"; ... "el volcanismo ha generado montañas con relieves
particulares, que diversifican enormemente las características
climáticas regionales; éstas crean discontinuidades
ambientales de muy diferentes tipos y tamaños que, a su vez,
provocan la existencia de múltiples manifestaciones vegetales,
más o menos contrastadas". (el subrayado es de quien
suscribe).
Como puede apreciar el lector, volcanismo, clima y paisaje
van de la mano, y el análisis por separado no hace sino poner
de relieve sus interacciones y el resultado final que de ello se
deriva.
Bajo el título "El mar canario", Haroun plantea -a la luz de
las más recientes investigaciones- un repaso de urgencia sobre
las características oceanográficas del área circuncanaria y las
implicaciones biológicas derivadas. No hay que olvidar que
las islas Canarias se localizan en una zona de transición que
aparece enclavada entre el área de afloramiento de aguas frías
profundas, en el noroeste de África, y las aguas oceánicas abiertas
de la rama oriental descendente del giro subtropical del
Atlántico norte, cuya rama de dirección suroeste conocemos
como corriente fría de Canarias.
Las aguas de Canarias son oligotróficas, con poblaciones
muy pequeñas y de poca biomasa, lo que ocasiona una productividad
del ecosistema muy limitada (Braun y Molina,
1984). La temperatura y salinidad aumentan a medida que
nos alejamos de la costa africana; así, la diferencia de temperatura
a lo largo del año entre las islas orientales y la más occidental
-El Hierro- puede llegar hasta los 3° C, lo que indudablemente
repercute en la composición de la biota marina, apareciendo
en esta última isla un mayor número de e1ementos
con afinidades tropicales.
Cierra este primer bloque de la obra el capítulo 11, "Procesos
ecológicos esenciales", magistralmente conducido por Machado.
En él aborda los procesos básicos de colonización, poblamiento,
sucesión, producción, transporte y reciclado, "que
determinan o condicionan el funcionamiento de las islas Canarias
como un biosistema natural, para luego comentar sobre
la influencia que ha tenido el hombre sobre dicho funcionamiento':
El autor recapitula sobre lo escrito, poniendo sobre
el tapete los más lacerantes errores que el hombre ha cometido
y sigue perpetrando en un territorio tan frágil y finito.
Según sus palabras: "La sociedad canaria actual dista mucho
de ser una sociedad ecológica, es decir, sustentada por los recursos
del medio donde habita: las islas y el mar circundante':
Con el capítulo 12 se inicia el bloque sobre biodiversidad.
Báez, Martín-Esquive! y Oromí analizan la diversidad taxonómica
terrestre, empresa todavía lejana de alcanzar, pues a la
carencia de revisiones rigurosas de multitud de grupos faunísticos
se une la necesidad de comenzar el estudio de otros y la
continua aparición de especies nuevas. Últimamente han proliferado
estimaciones al respecto, unas a la baja y otras por
exceso, pero en lo que sí parece haber coincidencia es en el alto
porcentaje de endemismos, que habla bien a las claras de la
importancia de Canarias como uno de los archipiélagos oceánicos
más ricos e interesantes del Planeta.
En la misma línea podemos afirmar que de la diversidad
taxonómica marina de Canarias resta aún mucho por conocer.
Existen grupos completos cuyo estudio apenas se ha iniciado
y, de lo ya conocido, se hace necesario igualmente algunas
revisiones rigurosas. Haroun y Herrera hacen un notable
esfuerzo para reflejar lo que la dispersa bibliografía aporta,
terminando con una reflexión sobre la presión humana
en los hábitats marinos costeros. Desde hace años hemos
venido insistiendo en ello, bien con proyectos de investigación
sobre la biota marina, bien delimitando aquellas áreas
costeras de mayor interés para su posible declaración como
reservas marinas (Bacallado et al. 1989). La respuesta de la
Administración y de la propia sociedad no está siendo la
adecuada, a pesar de algunos logros como son las reservas
de La Restinga (El Hierro) y la del archipiélago Chinijo (norte
de Lanzarote).
En mi opinión, el meollo y esencia de este gran bloque
sobre biodiversidad viene dado por el conjunto de tres acertados
y novedosos capítulos: Cap. 14) Evolución en islas: la metáfora
espacio-tiempo-forma; Cap. 15) Evolución en islas: la forma
en el tiempo; y Cap. 16) Genes, poblaciones y especies. En los
dos primeros, Marrero y Francisco-Ortega, siguiendo la idea
sustentada por Croizat en los años sesenta, orientan su desarrollo
expositivo entendiendo la evolución como la interacción
de tres factores: espacio+ tiempo + forma.
"Estos tres parámetros de forma interrelacionada condicionan
y canalizan la variabilidad, diversidad o adaptabilidad
de los seres vivos a su medio o entorno, tanto biótico como
abiótico".
Comienzan con la forma evidenciando los conocidos rasgos
diferenciales de las biotas insulares: exotismo (curiosidades
como el ya mentado dodo de Mauricio, las inflorescencias
de los taginastes, etc.); evolución paralela o convergente (tendencia
al gigantismo, leñosidad arborescencia, pérdida de la
capacidad de dispersión, cambios en la biología reproductiva,
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etc.); y radiación evolutiva espectacular (con múltiples y llamativos
ejemplos en flora y fauna canaria, Echium, Calathus, Hemicycla,
etc.).
Los autores advierten entre líneas lo provisional de muchas
de las afirmaciones que sobre biología insular tienden a
generalizarse. La situación de Canarias tan cercana al continente
africano y su larga historia evolutiva podrían explicar el
carácter relicto de su flora que, como Marrero y FranciscoOrtega
indican basándose en análisis de filogenia molecular, se
ha sobrestimado.
El espacio lo conocemos, y aquí vuelve a surgir lo que ya
hemos comentado para todo el territorio insular: el mosaico
medioambiental y ecosistémico que propicia una diversidad
muy peculiar. Recomiendo la lectura del espacio en el tiempo,
por lo que de clarificadora tiene la historia geológica de las
islas para la cabal comprensión de la colonización y evolución
de su biota, con toda seguridad colmada de extinciones y recolonizaciones.
Si como dice un conocido tango ... ¡ que veinte años no es
nada!, sí que 20 millones dan para mucho; y desde esa perspectiva
encaran los autores la forma en el tiempo, analizando
los cambios en la biotas suministradora y colonizadora, así
como el fenómeno de especiación desde los puntos de vista
filogenético (anagénesis y/o cladogénesis) y geográfico (alopátrica,
peripátrica, parapátrica o simpátrica). Textos, ejemplos
y esquemas facilitan la comprensión del fenómeno y abren
un camino para la discusión y la polémica.
La avalancha de estudios filogenéticos a nivel molecular
que ellos mismos señalan no ha hecho sino comenzar; sin
embargo algunos resultados parecen indicar que "la colonización
interinsular -al menos para las plantas vasculares- ha
sido una de las rutas principales en la evolución de los grupos
canarios".
Bajo el título genes, poblaciones y especies, Pedro Sosa "introduce
al lector en algunos de los aspectos y conceptos básicos
relacionados con la diversidad genética y la genética de
las poblaciones, aplicados fundamentalmente al área de la
conservación biológica". Por medio de técnicas bioquímicas
(isoenzimas) y moleculares (variantes nucleótidas del ADN)
"se puede analizar la variabilidad genética específica y como
se distribuye y se estructura entre las_diferentes poblaciones
naturales", lo que sin duda es una herramienta de trabajo
para los programas de conservación y manejo. El autor deja
claro que: "La población es la unidad básica de conservación
de una especie, y debe, por tanto, constituirse como el nivel
más razonable donde abordar un programa de conservación
y recuperación".
De vuelta sobre los ecosistemas canarios, Fernández-Pala-cios,
Vera y Brito nos exponen con suficiente detalle los ecosistemas
terrestres (zonales, azonales y antrópicos) y marinos
(bentónicos y pelágicos).
Aparte de la descripción clásica ya conocida por todos, se
aportan datos ecológicos interesantes y se señalan algunos
participantes en los diferentes niveles tróficos de los principales
ecosistemas. Brito nos recuerda que: "las aguas que rodean
Canarias son básicamente oceánicas y oligotróficas, lo que
contribuye a limitar la capacidad productiva de los ecosistemas
marinos·: La fragilidad por tanto se extiende de la tierra al
A partir de aquí este tratado se centra (capítulos 20 al 27,
ambos inclusive) en el análisis de los principales grupos de
flora y fauna -tanto marina como terrestre-, aunque se echa
de menos un apartado que cubra los aspectos más relevantes
de la flora y fauna fósil de Canarias. Sobre el particular se ha
avanzado mucho en la última década, con aportaciones más
que notables; no hay que olvidar la existencia de tortugas terrestres
( Geoche/one burchardi y G. vu/canica), lagartos gigantes
(Gal/otia goliath) e incluso serpientes (Boidae). Asimismo
se conocen roedores endémicos extintos. tales como Canariomys
bravoi, C. tamarani y Malpaisomys insularis; como también
aves fósiles: pardelas (Puffinus ho/eae y P. olsoni), codorniz
( Coturnix gomerae), una especie de verderón ( Cardue/is triasi),
el ya reseñado escribano patilargo (Emberiza alcoveri) y otras
aún en estudio. Para todo ello remito al lector a los trabajos de
García-Talavera (1990), Hutterer et al. (1998), López-Jurado y
Mateo (1993), Rando eta/. (1999), Alcovery McMinn (1995),
Rando y Perera (1994), Barahona et al. (1998) y otros muchos.
Igualmente son notables los trabajos que sobre el Cuaternario
marino de Macaronesia en general y de Canarias en
particular se han llevado a cabo en los últimos veinticinco
años (Meco, 1977 y 1982; García-Talavera 1978, 1990, 1991 y
2000 entre otros). De los estudios paleobiogeográficos de las
faunas de moluscos marinos fósiles de la Macaronesia se extraen
importantes conclusiones sobre el origen, poblamiento
y evolución de las biotas marinas de estos enclaves insulares.
Briójitos (464 especies), hongos (864 especies) y líquenes
(1.147 especies), son tratados por González-Mancebo, Beltrán-
Tejera y Losada, comentando los factores ambientales
que influyen en la distribución de los mismos. Esa distribución
es analizada por pisos bioclimáticos, sin olvidar aquellos
hábitats especiales, "particularmente ricos yvulnerables·:como
son las coladas de lavas recientes, cuevas, galerías, cursos de
agua y fuentes.
La flora vascular nativa (helechos, plantas afines y plantas
superiores) es objeto de un concienzudo análisis por parte de
Santos, quien asegura: "La flora canaria es por su origen y por
sus actuales relaciones, de carácter mediterráneo occidental
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(europeo y norteafricano) aunque con un componente antiguo,
tropical-terciario de origen mesogeo y otro elemento africano
extramediterráneo': La flora canaria, siempre según este
autor, comprende 156 familias y 758 géneros (22 endémicos y
otros 22 macaronésicos), con 570 especies endémicas y unas
400 introducidas. Ningún género macaronésico es compartido
con las islas de Cabo Verde, manteniendo sin embargo con
Madeira una gran afinidad.
De nuevo aquí se resalta la importancia que tiene la investigación
de los yacimientos fósiles, así como los estudios palinológicos
en sedimentos y paleosuelos, como ayuda casi imprescindible
para poder reconstruir de manera fidedigna el
poblamiento y evolución de las floras insulares canarias.
Aunque como dicen Sansón, Reyes y Afonso-Carrillo,
" ... el conocimiento que se tiene en la actualidad sobre las
plantas marinas canarias es todavía parcial...", el esfuerzo
investigador es continuo y no es de extrañar que en pocos
años se vayan ampliando los catálogos con aportaciones
novedosas. Al propio tiempo se están trabajando otros archipiélagos
macaronésicos, como son los casos de Salvajes
(Parente et al. 2001) y Madeira, lo que sin duda añadirá
nuevos e interesantes datos para el análisis biogeográfico.
Así pues, en el capítulo 22 estos autores nos ofrecen un
compendio actualizado sobre la flora marina de Canarias, a
la que catalogan de "bastante diversa", con 621 especies de
algas bentónicas. A mi juicio, la contribución más importante
radica en el análisis que llevan a cabo sobre los hábitats,
tipos biológicos, distribución vertical de las algas y su
corología insular.
Sobre el gravísimo problema que aqueja a los ecosistemas
insulares, la flora introducida, trata el capítulo 23 de
González Martín y González Artiles, quienes de entrada plantean
el confusionismo terminológico existente sobre el particular,
aclarando conceptos tan al uso como: especies alóctonas,
invasoras, "malas hierbas", ruderales, etc .. De hecho
afirman que: "Para Canarias los estudios se han limitado a
listados donde se mezclan especies supuestamente invasoras
con otras ruderales, malas hierbas o meras adventícias".
Los diversos archipiélagos que, en razón de nuestro trabajo,
hemos tenido el privilegio de visitar, como son los casos de
Galápagos, Azores, Madeira, Cabo Verde, Mascareñas, Seychelles
y otros, sufren sobremanera lo que podría considerarse
como "la plaga bíblica" común a todos ellos y que cabe resumir
en dos aspectos esenciales: alteración y destrucción de sus
hábitats naturales e introducción de especies de flora y fauna
alóctonas. Resulta significativo, como señalan los autores de
este capítulo, que cerca del 41% de la flora vascular terrestre
canaria son elementos introducidos (2.240, considerando el
nivel taxonómico de variedad).
Hemos sido reiterativos al denunciar en repetidas ocasiones
la carencia de una política de fronteras que controle la
introducción de especies en Canarias. El resultado está a la
vista: aparición y asentamiento de plagas, hibridaciones indeseables
y consecuentemente merma de la biodiversidad endémica.
En la misma línea Rodríguez Luengo trata la fauna introdudda,
asegurando que se infravaloran las consecuencias que
acarrea la introducción por parte del hombre de especies fuera
de su área de distribución natural.
Tanto en flora como en fauna no hay que olvidar el "trasiego
interinsular" que, voluntaria o involuntariamente, se ha
llevado a cabo desde siempre, y que actualmente se ha magnificado
como consecuencia de la mayor facilidad y aumento de
las comunicaciones, así como de la ignorancia e irresponsabilidad
de gran parte de la sociedad canaria y de quienes nos
tutelan.
Según Rodríguez Luengo más de un millar de especies de
invertebrados y al menos 33 vertebrados han sido introducidos
en Canarias. En algunos casos bien conocidos por todos,
el daño que están infligiendo a la biota nativa justifica sobradamente
su urgente control y/o erradicación (muflón, arruí,
ardilla moruna, ratas, miná común, cangrejo norteamericano,
etc.).
La fauna vertebrada nativa terrestre es tratada por Delgado:
13 reptiles, 69 aves y 9 mamíferos; cada grupo es comentado
por separado, poniendo de relieve el alto porcentaje de endemicidad
en reptiles (100%), la relativamente baja proporción
de endemismos del nivel específico en aves ( 5 spp= 7 ,24%) y el
más controvertido porcentaje en mamíferos ( ~33%).
No cabe duda que uno de los grupos más interesantes es el
de los reptiles, representando un caso de evolución insular.
Recientes descubrimientos de sendas especies de lagartos gigantes
en Tenerife y La Gomera, junto a los trabajos emprendidos
empleando modernas técnicas de análisis filogenéticos a
partir de ADN mitocondrial, nos aclararán dudas no del todo
despejadas. La posibilidad de nuevos descubrimientos en las
islas aún no está cerrada, tanto de alguna nueva población
aislada como de restos subfósiles.
Igualmente, el salto cualitativo en cuanto a investigación
ornitológica se refiere está siendo muy notable. En la actualidad
se conocen en el archipiélago 87 especies nidifican tes ( unas
12 son introducidas) y se han citado 322 aves migratorias
(Martín y Lorenzo 2001).
Oromí y Báez, aventuran la cifra de 6.000 para las especies
de fauna invertebrada nativa terrestre, aunque advierten de lo
mucho que resta todavía por conocer, "pues el ritmo de descu-
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brimientos en el último decenio ha sido de 59 especies nuevas
de invertebrados por año, es decir una especie nueva cada seis
días, además de novedosos hallazgos de elementos no endémicos".
Los autores nos vuelven a recordar la "disarmonia
faunística", menos acusada que en vertebrados así como la
elevada proporción de endemismos 51 o/o (3.054 especies endémicas)
y casi un centenar de géneros exclusivos con casos de
radiación adaptativa más que notables (Dysdera, Dolichoiolus,
Laparocerus). Sobre este fenómeno exponen sus particulares
puntos de vista basándose en modernos estudios cladísticos
utilizando secuencias de ADNm y ADNr, resaltando un notable
paralelismo entre las dataciones moleculares de las especies
de algunos géneros de coleópteros y las edades de formación
de las islas que ocupan.
De nuevo debemos señalar la gran importancia y necesidad
de emprender revisiones rigurosas de todos los grupos de
invertebrados terrestres, en especial de los artrópodos; si bien
seguirán apareciendo nuevas especies, no es menos cierto que
otras muchas "se caerán" de las listas.
Como ya han dejado claro Braun y Malina ( 1984), Aguilera
et al. (1994) y Barton et al. (1998), las islas Canarias están
ubicadas en una zona de transición que se sitúa entre una
región de afloramiento de aguas profundas frías, en el noroeste
de Africa, y las aguas oceánicas de alta mar que, por medio
de la corriente de Canarias (rama descendente que fluye en
dirección suroeste) aporta aguas frías procedentes de latitudes
más septentrionales; si a ello se le suma el complejo modelo de
variabilidad regional en las carácterísticas ambientales del mar
canario, así como la elevada diversidad de hábitats en relación
con la orientación y la complicada geomorfología de los fondos,
no es de extrañar -<:orno afirman Brito, Falcón, Aguilar y
Pascual al abordar el capítulo de fauna vertebrada marina"
que las islas Canarias presenten una rica y diversificada fauna
marina vertebrada, tanto en lo referente a especies residentes
como a las migratorias, que nos llegan de latitudes más septentrionales
y también de sectores más tropicales". Los autores,
con datos propios y al día, fruto de las investigaciones que
llevan a cabo en la UDI de Ciencias Marinas de la Universidad
de La Laguna, nos ofrecen las últimas cifras de especies de
vertebrados marinos presentes en nuestras aguas: 82 para peces
condrícticos; 560 osteícticos; 6 reptiles (tortugas) y 27 mamíferos
( un pinnípedo y 26 cetáceos).
El tratamiento grupo a grupo, las consideraciones biogeográficas,
la casi nula endemicidad, la distribución de las especies
ícticas por grandes unidades ambientales o biocenosis, la
distribución insular (islas orientales/occidentales), el apreciable
contingente de especies macaronésicas, etc., es altamente
clarificador de lo que realmente "se cuece" bajo el agua en estas
latitudes subtropicales. Los autores señalan también el impulso
experimentado en la investigación y conocimiento de la
fauna vertebrada marina en la última década, augurando el
más que seguro aumento en el número de especies de osteíctios
meso y batipelágicos, a medida que vayan prospectándose
en detalle los fondos y aguas profundas.
Tal y como viene desarrollándose la obra que comento, es
aquí donde encajarían los capítulos 18 y 19. En el primero,
especies amenazadas de Canarias, García Casanova, Rodríguez
Luengo y Rodríguez Piñero nos informan sobre los factores
de amenaza de la biota canaria, tanto en el pasado -población
aborigen y primeros compases de la conquista castellana-como
en la actualidad, donde, como ya todos conocemos, sufrimos
un desarrollo suplementario imposible de ser sustentado por
un territorio tan frágil y limitado. No hace al caso repetir aquí
lo que con mesura y buen criterio señalan los autores, especialistas
en el tema, por lo que recomiendo su lectura. Sí tenemos
que insistir sobre el hecho del desconocimiento que todavía se
tiene sobre la biología y el estatus poblacional de muchas especies
de invertebrados marinos y terrestres, lo que ha dado
lugar a algunos errores en lo que se refiere a su inclusión en
listados y libros rojos con "categorías de amenaza" que no les
corresponden. El rigor y la cautela deben imponerse por encima
de todo.
El capítulo 19 trata la fragmentación de los ecosistemas forestales
canarios, poniendo de manifiesto la brutal regresión de
los bosques termófilos, la laurisilva y en menor medida el
pinar. Se analizan las actividades causantes de la deforestación,
fragmentación y alteración de estos bosques, cuya sobreexplotación
masiva tuvo su punto álgido entre los siglos XVI al
XVIII.
Delgado, Arévalo y Fernández-Palacios dan cuenta de como
los ecosistemas primitivos de Canarias han devenido -como
consecuencia de su acelerada transformación- "en un mosaico
ecológico y paisajístico complejo, donde los restos de aquellos
se intercalan con, y resultan aislados por, las zonas antropizadas,
que incluyen áreas urbanizadas, espacios agrarios e
infraestructuras de conexión': De nuevo se insiste aquí en la
urgencia de más y mejores estudios detallados sobre las respuestas
de los ecosistemas a los distintos niveles de fragmentación,
antes de la toma de decisiones precipitadas que sólo
conducen a errores, a esfuerzos inútiles y a conflictos sociales
derivados.
El poblamiento e impacto aborigen abre el bloque dedicado
a poblamiento y actividades humanas. Cabrera realiza, en base
a los datos disponibles, un meritorio resumen sobre el poblamiento
aborigen, su proceso adaptativo "que se prolongó durante,
al menos, 2000 años", así como el impacto que presumiblemente
ejercieron en los ecosistemas insulares, muy especialmente
en los bosques termófilos.
Al propio tiempo se lamenta sobre "la escasez de yacimientos
que permitieran una visión diacrónica de la evolución del
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
poblamiento desde las etapas iniciales hasta el contacto europeo,
así como la carencia de estudios territoria]es o de un número
suficiente de excavaciones rigurosas y dataciones absolutas
fiables, lo que ha propiciado la existencia de importantes
lagunas en el conocimiento del devenir de estas sociedades a
través del tiempo".
Lo que pudo suceder con esas oleadas colonizadoras, su
adaptación, explotación y dependencia del medio natural insular,
la introducción de especies domésticas de flora y fauna,
la caza y roturación de la vegetación el crecimiento poblacional,
los primeros cultivos cerealistas, la ganadería trashumante,
etc., así como la saturación del territorio insular y los cambios
pertinentes en la organización social, son perfectamente
retratados por el autor. No cabe duda de que hubo un cierto
impacto en determinados ecosistemas (piso basal, bosques
termófilos, barrancos, etc.) y, como señala Cabrera, probablemente
"se habría alcanzado o incluso rebasado la capacidad
de sustentación del medio''.
Con rigor y excelente criterio Sabaté ejecuta una "larga
cambiada", sustituyendo la propuesta inicial -el impacto europeo
en los ecosistemas- por un camino que él mismo comienza
a descubrir y que nos puede llevar a comprender la "evolución
histórica de los ecosistemas y su mutua influencia con el proceso
de humanización en Canarias". Así aborda un capítulo
que titula, "seres humanos y ecosistemas: hacia una historia ecológica",
muy conectado con otras aportaciones suyas, en particular
las contenidas en Aguilera et al. 1994. Nos ilustra sobre el
estilo de desarrollo coevolucionario que conocieron -durante
un periodo de al menos veinte siglos- los ecosistemas insulares
y los seres humanos (indígenas y campesinos), si exceptuamos
los últimos 150 años. A lo largo del tiempo "la estrategia
vertical y múltiple de los ecosistemas se desarrolló como
un proceso histórico de carácter coevolucionario, generando
fecundas adaptaciones locales y metabolizando incorporaciones
exógenas".
Y nos dice como este modelo "que integraba verticalmente
la apropiación y gestión de todos los ecosistemas disponibles"
de mar a cumbre, "quedó plasmada en los términos municipales"
cuyas áreas se extienden igualmente de la cumbre al
Los ejemplos isla a isla y sus modelos diferenciados, basados
en gran parte en la mayor o menor dotación de recursos
naturales y en sus singularidades geomorfológicas, son expuestos
por Sabaté como si los hubiera vivido y, en mi opinión,
con acertadísimas ideas. El epí1ogo, por desgracia, es el
de siempre, el que se ha venido gestando en los últimos 50
años: un desarrollo no sostenible, no-coevolucionario.
Dos interesantes capítulos, historia del agua en Canarias y la
agricultura en Canarias, van prácticamente de la mano, y, da-das
sus situaciones en los inicios del siglo XXI parece evidente
que ambos "recursos" se agotan; el uso y abuso de lo que el
territorio nos ofrecía y nos ofrece ha sido desbordado por
encima de su capacidad de renovación, agua y suelo son los
ejemplos más claros. Se ha tenido que recurrir a la desalinización
del agua de mar, con una dependencia brutal del petróleo;
al propio tiempo se abandona hasta la agricultura de subsistencia
y se amplía en todos los campos nuestra dependencia
del exterior.
Soler y Hernández nos cuentan, de primera mano y con el
mejor de los conocimientos, la historia del "oro líquido" en
Canarias, que se inicia-como muy bien escriben-en la isla del
meridiano, allá donde el mítico Garoé daba de beber a los
bimbaches.
Es una historia en cuatro etapas que todavía no ha terminado:
"Las dos primeras abarcarían desde la irrupción del
hombre en las islas hasta el año 1850, en la que los isleños se
acomodaron al caudal del agua que ofrecía la isla donde habitaban.
Durante los 150 años que comprenden los dos últimos
períodos, la demanda que impuso el hombre con su desarrollo
hizo primero que esta oferta fuera insuficiente, para seguidamente
extraer de las entrañas de la isla hasta diez veces más
de lo que ella le ofrecía".
Isla a isla, caso a caso, los autores describen en detalle las
opciones elegidas y el futuro más inmediato que este recurso
les depara a cada una. Para mí todo pasa por poner límites al
crecimiento.
De otra parte, Marrero y Capote nos dibujan lo acontecido
desde la época aborigen hasta la actualidad, en lo que al
agro canario se refiere; unas pinceladas sobre el pastoreo y
cultivos cerealistas de los primeros pobladores, seguida de una
amplia información de lo sucedido tras el período de la conquista:
cereales, vid. hortalizas, frutales templados, caña de
azúcar, vid, orchilla, barrilla y cochinilla son los prolegómenos
de la posterior etapa moderna de producción agrícola de exportación,
marcada por el plátano, tomate y, en menor medida,
la papa temprana.
Quien escribe estas líneas estuvo ligado al desarrollo posterior
de cultivos intensivos bajo invernadero, en especial los
de flores, esquejes y plantas ornamentales, así como al de bulbosas
a cielo abierto en zonas norteñas de medianías, que tan
buenos resultados dieron con un mínimo consumo de agua.
La evolución reciente, situación actual y perspectivas de la
actividad agraria, la utilización del agua, el uso del suelo, los
recursos genéticos en la agricultura canaria y el impacto paisajístico,
conforman un buen repaso de lo que los diferentes
sectores agrícolas han supuesto y suponen para Canarias. Los
autores reflejan el hecho de que: "La extensión de terreno cu!-
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
tivada representa una tasa de unas 0,03 has por habitante y
año ( 0,06 si se consideran las tierras en barbecho), uno de los
índices más bajos de todas las comunidades autónomas españolas''.
Si a ello le añadimos los graves problemas de contingentación,
competencia y costos, no es de extrañar que el sector
agrícola esté en regresión, siendo necesario la búsqueda de
alternativas y tecnologías que puedan llevarnos a una recuperación
o mantenimiento de lo que aún nos queda. En frase
muy canaria, la agricultura en las islas navega con la "proa
hacia el marisco".
Sobre el uso descontrolado e intensivo de nuestros bosques,
en especial el que soportaron desde finales del siglo XV
hasta bien entrado el siglo XX, escribe Naranjo el instructivo
capítulo: Los aprovechamientos forestales".
Nos recuerda que para Canarias estos aprovechamientos
han consistido principalmente en carbón, leña, madera, resina,
frutos, follaje, varas para cultivos, puntales para la construcción
y sustrato mineral.
Aunque tenemos notables ejemplos en las islas centroccidentales,
no cabe duda de que Gran Canaria, como señala
Naranjo, es el caso más lacerante de aprovechamiento incontrolado,
habiendo desaparecido la práctica totalidad del bosque
termófilo y del monteverde.
Aquí son tratados también los castañares y eucaliptales
introducidos, así como los bosques autóctonos termófilos -
los primeros en "caer"- el monteverde (fayal-brezal y laurisilva)
y el pinar; este último el más resistente y el mejor representado
en la actualidad. El autor destaca la clara dependencia
que tiene Canarias del exterior en materia forestal, el aumento
de la extensión del monte en el medio natural canario, las políticas
de reforestación etc., proponiendo -en el marco del uso
sostenible- medidas modernas similares a la ecocertificadón.
La dualidad geográfica de la pesca en Canarias, un sector
que actualmente atraviesa una crisis de duración y solución
impredecibles, es subrayada y analizada por Balguerías, quien
nos habla de los recursos propios del litoral de las islas y del
famoso "y nunca bien ponderado" banco pesquero canariosahariano.
Los primeros, basados en la pesca artesanal que
explota «mas de una centena de especies diferentes que abarca
tanto a las pelágicas (costeras y oceánicas), como a las demersales''.
Los segundos, la explotación de los caladeros africanos,
tan cercanos, tan ricos y casi "tan nuestros" en épocas no demasiado
lejanas.
Balguerías hace un buen resumen de la situación actual, y
nos lleva de la mano para contarnos la polivalencia de nuestros
artesanales (unas 1.140 embarcaciones) que lo mismo sirven
para un roto que para un descosido, de las variadas artes utilizadas
para la extracción de pelágicos costeros y demersales, así
como de la gran importancia que tienen para Canarias los recursos
pelágicos oceánicos, especialmente los túnidos.
Salvo el conocimiento más o menos detallado que se tiene
de la pesca de túnidos, el autor deplora la "dificultad para
determinar con precisión la producción pesquera, ya que no
existe ninguna organización estatal, autonómica, profesional
o privada que se haya ocupado de recoger rutinariamente los
datos necesarios para construir unas estadísticas suficientemente
detalladas y fiables".
En cuanto a las pesquerías desarrolladas por los canarios
en la costa noroccidental africana desde siempre, su situación
actual después de la "mal pactada" descolonización del Sáhara
que dejó a Canarias con el trasero al aire, y la expansión definitiva
de la pesca industrial en el referido banco "canario-africano",
Balquerías habla con conocimiento de causa, pues no
en vano el Centro Oceanográfico de Canarias se ha encargado
de llevar a cabo un seguimiento de todo ello. Las perspectivas
de futuro no son muy halagüeñas; cuando escribo estas líneas
acaban de fracasar las negociaciones de la Unión Europea con
Marruecos, lo que ha afectado de lleno a los sardinales y artesanales
canarios que operaban en la zona.
Justo cuando leo" la mirada turística en Canarias" de Santana
Talavera, el Gobierno de Canarias estaba reunido en la
pequeña isla de La Graciosa (Junio de 2001) para la aprobación
del anteproyecto del texto de la Ley de medidas urgentes
de Ordenación y del Turismo, con la que se trata de consolidar
una moratoria descafeinada en un territorio que pide socorro
por señas.
No voy a demonizar aquí al sector turístico, primera industria
de las Islas, principal generador de empleo que, como
muy bien señala Santana, tiene un gran peso sobre las decisiones
políticas y financieras, amén de que influye de manera
directa sobre gran parte de los residentes. Pero sí se puede
argumentar que este centro de vacaciones está llegando a su
saturación, que en territorio finito y frágil como el nuestro no
soporta una mayor carga sin colapsar, que los "encantos" naturales
(paisajes, flora y fauna, modos de vida, costumbres,
comportamientos sociales e individuales, etc.) desaparecen, y
que, en definitiva nuestras señas de identidad merman y se
contaminan.
Debemos ser capaces de reconducir este recurso en la medida
que todavía podamos, evítando la masificación y ofertando
calidad ambiental y cultural. De todo ello nos habla el
autor de este capítulo, cuya lectura recomiendo.
Para hablar de las perspectivas energéticas de cara al año
2020 Calero nos recuerda dos graves aspectos que, a medio
plazo, van a marcar los comportamientos sociales y la marcha
de la economía mundial: el calentamiento global de la Tierra y
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
el agotamiento de los recursos petrolíferos. Al propio tiempo
apunta tres claras necesidades ante un panorama preocupante
que está a la vuelta de la esquina: a) medidas de ahorro
energético, b) promoción del uso intensivo de fuentes de energías
renovables y c) intensificación de la producción de energías
a partir del carbón y nuclear.
Con esas premisas de fondo, el autor realiza un más que
interesante recorrido sobre la situación energética actual de
Canarias, donde el petróleo marca la pauta sobre dos sectores
de consumo diferentes y predominantes: el transporte (maritimo,
aéreo y terrestre) y la desalación, depuración y bombeo
de agua. El consumo de combustibles, asi como la producción
de electricidad y de energías renovables en Canarias son tratados
por Calero con datos contrastados, poniendo de relieve la
vulnerabilidad del Archipiélago respecto del suministro de energías
del exterior y apostando por esas energias renovables que
tenemos tan a la mano: eólica y solar.
Es evidente, como argumenta León, que el medio ambiente
y los espacios naturales proporcionan funciones para la
sociedad humana. Aparte de la capacidad de asimilación de
los ecosistemas para reciclar de forma natural los residuos, el
medio alberga todo un mundo de diversidad biológica cuya
aportación es crucial para la humanidad: plantas, animales y
microorganismos suministran sustancias muy valiosas para
la industria farmacéutica; proporcionan alimentos y material
de construcción; son la base de todas las mejoras en las especies
animales domesticadas y vegetales cultivadas; almacena y
mantiene en circulación los nutrientes esenciales para la vida;
absorbe y descompone los contaminantes; recarga los acuíferos
(p.e. monteverde en Canarias, pluvisilvas, etc.); produce
suelo y lo protege de la erosión y un largo etcétera. A todo ello
hay que añadir el uso y disfrute de la naturaleza como paisaje,
para solaz y recreo, para la práctica de deportes al aire libre y
como oferta de valores naturales a viajeros y visitantes de todo
tipo y condición.
Sobre el valor económico de la naturaleza: los motivos de
opdón y de existenda, se ocupa de ilustrarnos León, planteando
cuál es el valor económico de los espacios naturales en
Canarias. Nos define dicho valor económico en base "al papel
que estos tienen para el funcionamiento de los ecosistemas y
de la sociedad humana". En este capitulo hay un párrafo muy
ilustrativo que reafirma el pensamiento que muchos de nosotros
tenemos con respecto al cobro de tasas para el turismo
masivo que utiliza esos espacios naturales; dice así: "El desarrollo
económico de Canarias ha implicado un proceso de
deterioro de los recursos naturales y ambientales, cuya valoración
es necesaria, no sólo para contabilizar adecuadamente
todos los costes sociales, sino también para tomar decisiones
que conduzcan a la minimización de dichos costes, o bien, a la
maximización del bienestar neto. El medio ambiente de Canarias
ostenta las características de diversidad, fragilidad y sin-gularidad,
de las cuales cabría esperar que se derive un alto
valor para la sociedad". Y, el autor añade una cita (León y
González, 1995) sobre como "el turismo hace un uso intensivo
de los recursos ambientales, por lo que el valor de uso turlstico
ha de considerarse con particular interés".
Canarias es un "punto caliente" en lo que a biodiversidad
se refiere, con unos recursos genéticos importantes e insuficientemente
conocidos y potencialmente explotables para la
mejora de la calidad de vida. Recordemos aqui algún párrafo
del articulo primero de la cumbre sobre La Tierra de Río de
Janeiro (1992) en cuanto a la regulación del uso de los recursos
genéticos: "Los objetivos de este acuerdo ... son el mantenimiento
de la diversidad biológica, el uso sostenible de los ejemplares
que la componen y el reparto justo y equitativo de los
beneficios del uso de los recursos genéticos''.
Con la cita de "la primavera silenciosa" de Rache! Carson,
Notario y Diaz se ocupan de la contaminadón edáfica y de
acuíferos, resaltando el papel de los suelos como elementos
esenciales de los ecosistemas terrestres, "tanto por ser el soporte
del crecimiento vegetal como por regular los procesos
cíclicos de circulación de materia y energía". Los autores vienen
a destacar la actividad agrfcola, con el uso indiscriminado de
plaguicidas y fertilizantes, como la causa principal de contaminación
de suelos y acuíferos. Los efectos derivados del uso
masivo de estos compuestos, así como el remedio y prevención
del problema se exponen con claridad, abogando por
una agricultura sostenible basada en un empleo racional de los
plaguicidas que minimice en lo posible su efecto sobre los ecosistemas.
De acuerdo con los autores, el primer obstáculo con
el que tropezamos son los propios agricultores, reacios a cambios
y propensos al tratamiento por exceso.
Después de exponer muy claramente la diferencia entre
dos conceptos utilizados a menudo de manera equivoca, desertización
y desertificación, Rodriguez nos deleita con un inmejorable
y didáctico capitulo -erosión y desertificadón- dibujando
un panorama ciertamente preocupante en el que se aúnan
la disminución de la potencialidad biológica del territorio
insular y de su productividad, con la degradación cualitativa y
cuantitativa de los suelos, en ambos casos muy ligados y condicionados
por las actividades humanas. Los números cantan
y no voy a repetirlos, pero si insistir -como hace el autor- en
la gravedad de la erosión hídrica y eólica de los suelos, la necesidad
de una politica más acertada de reforestación, la pérdida
de biodiversidad, la sobreexplotación de los acuíferos, el abandono
de los sistemas agrícolas tradicionales, etc., etc., que tanto
tienen que ver con el deterioro generalizado del territorio.
Dos ligados capitulas están dedicados a la contaminación
en el entorno insular; por un lado, González analiza concierizudamente
la contaminadón atmosférica, en la que aparte de
las fuentes naturales (fermentaciones, descomposiciones, pro-
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cesos biogénicos, erupciones volcánicas y otros), "muchas actividades
del hombre -particularmente la generación de energía
eléctrica, la producción industrial y el tráfico de vehículosproducen
emisiones importantes de gases y partículas, capaces
de proporcionar aumentos significativos en la concentración
de contaminantes en la atmósfera".
El autor afirma que, en cuanto a la cantidad de contaminantes,
la fracción mayoritaria está constituida por el dioxido
de azufre, los óxidos de nitrógeno y las partículas. ~-Iedios de
transporte, centrales eléctricas, refinería de petróleos, fábricas
de cementos, plantas de incineración, y otras actividades industriales
son las que tienen mayor incidencia en la contaminación
atmosférica. Sin embargo, González advierte que existen
otros contaminantes atmosféricos que suelen producirse
en menor cantidad, pero poseen una toxicidad mayor; la información
disponible sobre los mismos en Canarias es prácticamente
nula, pues como bien señala el autor no están recogidos
en la legislación vigente.
De otra parte, Luque se ocupa de la contaminación del litoral,
un tema de gran amplitud que el propio autor acota en
orden a una mejor comprensión del mismo. Hay que tener en
cuenta que el medio marino es el vertedero último de las actividades
humanas. Retoma Luque la contaminación atmosférica,
ofreciéndonos el dato de que "un 20% de las sustancias
consideradas contaminantes en el medio marino proceden de
la atmósfera (deposición), citando como ejemplos más importantes,
la concentración del Plomo (derivada de la combustión
de gasolinas) y las concentraciones de organoclorados
(derivadas de los tratamientos fitosanitarios )". El resto
del capítulo analiza la contaminación con metales pesados, la
originada por vertido de residuos orgánicos domésticos y la
contaminación por derivados del petróleo.
De vital importancia, dado el desconocimiento generalizado
sobre el particular, es el capítulo que cierra el grupo de
contribuciones sobre actividades humanas y que está dedicado
al impacto del fuego en los ecosistemas canarios. He de confesar
que, en cierta medida, mi ignorancia sobre el tema me ha
llevado -junto con otros colegas- a magnificar peyorativamente
las consecuencias de algunos incendios forestales en
Canarias con declaraciones catastrofistas. Disculpa nuestra
actitud el hecho de que muchos de esos incendios afectaban de
lleno a determinadas poblaciones de aves endémicas -----como el
pinzón azul- cuyas nidadas se veían especialmente afectadas
en Tenerife y Gran Canaria, lo que podía comprobarse al año
siguiente con la disminución de sus efectivos (esta especie nidifica
tardíamente de junio a agosto, época de mayor riesgo de
incendio ).
Pues bien, Hóllermann nos introduce en este crucial asunto
con un párrafo que no me sustraigo al deseo de reproducir
aquí: "Los incendios de origen natural han desempeñado des-de
siempre un papel importante en la estructura y funcionamiento
de los ecosistemas susceptibles a incendiarse, propiciando
de hecho factores geoecológicos positivos como la aceleración
en la remineralización de la materia orgánica, la estimulación
del crecimiento vegetal, un rejuvenecimiento natural
o, sencillamente, aumentando la biodiversidad del sistema':
Evidentemente, como comenta el autor, las experiencias mediterráneas
acerca del impacto de los incendios en ecosistemas y
en sistemas socioeconómicos sólo son extrapolables a Canarias
con gran precaución, dadas las peculiaridades ecológicas
que ya todos conocemos. La frecuencia, extensión y causas de
los incendios en el archipiélago son abordados por Hóllermann
desde la experiencia acumulada tras 15 años estudiando
los ecosistemas afectados por el fuego en las islas.
El impacto del fuego en los suelos, en el balance hídrico y
en la erosión también centran su atención. Hay que leerlo, y
hay que concluir con él el que una reducción real de las actividades
humanas perjudiciales podría ser más efectiva, de cara a
la futura política de extinción de incendios, que la lucha directa
contra las llamas. No olvidemos, que como subraya el autor,
la intencionalidad y el descuido son probablemente responsables
del 95% de los fuegos originados en Canarias en los últimos
años. "Una alta frecuencia de incendios evita una completa
regeneración de los bosques y matorrales, promueve la progresiva
degradación de la vegetación y del suelo y puede llegar
a resultar en un gradual agotamiento de los nutrientes y en
una aceleración de la erosión".
Sería de gran importancia apoyar la petición de Hóllermann
de un proyecto de investigación multidisciplinar a largo
plazo sobre le tema que nos ocupa, lo que podría conseguirse
con ayuda europea.
Estamos ahora en el bloque final que, como no podía ser
menos, está dedicado enteramente a conservación, ordenación
del territorio, restauración y recuperación de todo aquello
que hemos venido contando y analizando: los ecosistemas
naturales canarios
Nos toca ahora arreglar nuestro "espacio común" y, ya se
sabe, vivir en una casa en obras durante años es un reto y un
sacrificio que muchos no están dispuestos a aceptar.
Para Ruano: "La riqueza del Medio Natural del Archipiélago
Canario requiere de un con,iunto normativo suficiente para
su protección y de una organización administrativa eficiente y
coordinada capaz de garantizarla': En el capítulo 43, "la conservación
de la naturaleza: administración y régimen jurídico, este
autor analiza las competencias y organización administrativa
de la conservación de la naturaleza en Canarias. Evalúa las
normas principales de conservación, que considera como las
más avanzadas de todo el Estado, y nos habla de las funciones
que tienen delegadas los cabildo insulares en materia medio-
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
ambiental -con posibilidad de convertirse en transferencia de
servicios- lo que a su juaicio es "un modelo novedoso de organización
que responde mejor a la realidad física de Canarias:
un Gobierno de la nacionalidad canaria y siete gobiernos insulares",
abogando por el consenso entre los tres niveles institucionales
(administración autonómica, cabildos y ayuntamientos),
en orden al fortalecimiento de las decisiones encaminadas
a la consecución de un desarrollo sostenible. Como muy
bien dice Ruano: " ... el modelo territorial y urbanístico de Canarias
será el que la propia Comunidad Autónoma quiera
darse•:
En concordancia con el capítulo anterior, Beltrán desarrolla
su trabajo, el ámbito insular en la ordenación del territorio,
remarcando la ausencia de una línea eficaz de gobierno de ese
territorio finito, frágil y fragmentado que son las islas Canarias,
donde "la complejidad y descoordinación del marco competencia!
vigente está a la orden del día".
La dependencia del sector turístico como base de la economía
insular, la alta densidad poblacional, la dispersión de los
asentamientos humanos (379 núcleos de población en Tenerife
), el nulo control e incluso permisividad y connivencia con la
autoconstrucción son puestos en la picota por el autor. Asimismo
en este capítulo se recoge el sentir de toda una serie de
personas, colectivos ecologistas e instituciones, que llevamos
clamando desde siempre por una planificación seria y previa
del territorio, así como una coordinación efectiva y sin fisuras
de las diferentes administraciones, en orden al "establecimiento
de procesos de integración y coordinación administrativa
que eviten, en lo posible, el conflicto competencia)".
Partiendo del hecho de que los espacios naturales protegidos
deben ser intocables, hay que sensibilizar a la opinión
pública, al ciudadano de a pie de que vivimos en un territorio
limitado y frágil; como bien señala Beltrán: " ... no existen compartimentos
estancos en estas áreas insulares, donde cualquier
actuación tiene unas repercusiones territoriales de una u otra
índole, lo que supone limitar, a veces de forma definitiva, la
capacidad de realizar otras actuaciones·~
De nuevo, Francisco-Ortega y Santos vuelven a insistir y
destacar la diversidad genética en Canarias y la necesidad de
conservar el patrimonio genético vegetal, hoy en día severamente
amenazado. El capítulo genes y conservación de plantas
vasculares es abordado por los autores desde el conocimiento
adquirido a través de estudios moleculares y trabajos experimentales
empleando marcadores isoenzimáticos; según ellos:
"la diversidad genética poblacional de muchos de los endemismos
macaronésicos es bastante mayor que la que se ha
detectado para otros archipiélagos oceánicos, y en muchos
aspectos comparable a la existente en situaciones continentales".
Después de insistir en que la conservación del acervo genético
de una especie solamente tiene sentido desde el punto de
vista poblacional, detallan los cuatro factores que influyen en la
distribución y conservación de esa diversidad: la migración (intercambio
de genes entre poblaciones), la selección (adaptabilidad
a las condiciones medioambientales), la deriva genética
(íluctuación alélica azarosa), y los sistemas reproductivos (autogamia/
homocigosis - alogamia/heterocigosis).
Francisco-Ortega y Santos ponen el dedo en la llaga cuando
afirman que "cualquier programa de conservación debería
estar basado en estudios previos acerca de la diversidad genética
de las poblaciones a preservar y cuales son los factores que
inciden en su mantenimiento o erosión". Asimismo, deploran
los efectos negativos de las actividades humanas en los ecosistemas,
lo que siempre trae aparejado un incremento de la erosión
genética. En esa línea señalan las consecuencias negativas
de la reducción del tamaño de las poblaciones y la movilización
masiva del material vegetal endémico dentro de y entre las
islas.
En otro orden de cosas, Naranjo destaca la importancia de
los sistemas de información geográfica (SIG), como herramienta
de planificación y gestión, que, para variar, se iniciaron en
Canarias con un notable retraso. Los grandes proyectos SIG
tienen como objetivos básicos "la producción estándar de cartografía
topográfica y la elaboración de los mapas temáticos e
información necesaria para la toma de decisiones en el ejercicio
de la Planificación y Gestión del Territorio".
El autor comenta los ejemplos actuales de SIG institucionales
en la Comunidad Autónoma de Canarias, tales como
el SIG corporativo del Cabildo Insular de Tenerife, el del
Plan Insular de Ordenación del Territorio del Cabildo Insular
de Gran Canaria y el Sistema de Información Geográfica
Medioambiental de Canarias (SIGMA-C); éste último
con la confección de bases de datos sobre flora y fauna
(proyecto Biota), cartografía corológica de la vegetación,
ZEPAs (Zonas de Especial Protección para las Aves), Directiva
de hábitats, etc.
Después de reiterar la enorme importancia y el gran valor
y significación de los bosques canarios por su carácter relíctico,
por la biodiversidad endémica que atesoran, así como por
su fragilidad y su papel como captadores de agua ("bosque
esponja") y regaladores del ciclo hidrológico, Fernández desarrolla
con claridad y rigor el interesante capítulo dedicado a la
conservación y restaurad6n ecológica de los bosques. Nos recuerda,
lamentablemente, la regresión brutal de nuestras formaciones
boscosas originales a manos del hombre, siendo la
Comunidad Autónoma con menor proporción de bosques
(13% del territorio ), y donde la laurisilva conserva sólo el 18%
de su área primitiva, mientras que el pinar conserva el 70% de
sus efectivos iniciales.
Aporta también el dato de que, en la actualidad, destacan
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
las formaciones alteradas, "predominando los bosques rejuvenecidos,
empobrecidos en su composición y simplificados
en su estructura". La situación de los bosques canarios es detallada
de forma muy ilustrativa por el autor, apoyándose en
datos bien contrastados; la tabla que presenta sobre distribución
por superficies de los bosques canarios en las islas centrooccidentales,
relacionando áreas potenciales y actuales, nos da
una idea de lo que hemos perdido. Resalta asimismo el empobrecimiento
paralelo de la flora y fauna (en especial en el monteverde)
, la invasión de especies introducidas, así como el hecho
de que:" .... en el caso de las especies arbóreas de la laurisilva,
la proporción de especies originales ha cambiado sustancialmente
a favor de las más heliófilas y de carácter invasor en
detrimento de las especies más umbrófilas, consideradas más
nobles".
Insiste Fernández sobre algunas cuestiones de gran importancia
para encarar con garantías la conservación de los
bosques insulares, tales como el grado de fragmentación, el de
aislamiento, el carácter de la propiedad (pública/privada), la
proporción de superficie forestal incluida en Espacios Protegidos,
las repoblaciones (en especial las de pino canario), las
formaciones arbóreas secundarias por expansión natural e
incluso la polarización territorial (anillos de urbanizaciones
frente a áreas marginales de reservas naturales) que según el
autor "atenaza y amenaza la propia conservación de los espacios
forestales que no son en absoluto impermeables a lo que
ocurre fuera de los mismos".
En una segunda parte, Fernández propone los principales
objetivos y planteamientos generales para la restauración forestal
en Canarias, a mi modesto entender una buena lección
para poner en práctica y que debe ser tenida en cuenta.
Los planes de recuperación de la fauna en Canarias todavía
parecen estar en pañales, pues tal y como reflejan Medina,
Rodríguez-Domínguez y Quilis, aunque se han redactado las
directrices de actuación para la puesta en marcha de los del
Pinzón Azul de Gran Canaria o el Aguila Pescadora, sólo se
han desarrollado los referidos al Lagarto Gigante de El Hierro
y a la Hubara Canaria. Está claro que deben establecerse prioridades,
un protocolo de actuación y el apoyo permanente de
las administraciones implicadas, una coordinación seria entre
ellas y una independencia absoluta de "colores" y cambios
políticos, amén de un efectivo asesoramiento por parte de científicos
bien preparados. En Canarias estamos asistiendo últimamente
a pequeños conflictos competenciales, celos profesionales,
afán de protagonismo e incomprensión y disensión
entre políticos, que sólo conducen a que las especies incluidas
en futuros planes de recuperación vean mermadas sus posibilidades
de salir adelante.
El Texto Refundido de las Leyes de Ordenación del Territorio
de Canarias y de Espacios Naturales de Canarias (Decreto
Legislativo 1/2000 de 8 de mayo) dispone que los Espacios
Naturales Protegidos del Archipiélago "se integren en una Red
en la que estarán representados los hábitats naturales más
significativos y los principales centros de biodiversidad': Así
comienza Carralero el capítulo 50, dedicado por entero al análisis
de esa red canaria de espacios naturales protegidos, a la que
también se incorporan los Parques Nacionales de Canarias y
aquellos otros espacios que recibieran una protección específica
por organismos internacionales o supranacionales. Como
enfatiza Carralero parodiando a Martín-Esquive! et al. (1995):
"El diseño de la mentada Red se hizo con un objetivo muy
concreto, promover un desarrollo sostenido que tuviera en
cuenta la estrecha relación que hay en Canarias entre el turismo
-como base de la economía-y la oferta natural de las islas
para atraer dicho turismo':
El autor realiza un repaso general de los espacios naturales
canarios (145 espacios que ocupan unas 301.200 ha), recordando
los antecedentes que condujeron a la actual situación.
Deberíamos sentirnos orgullosos de vivir en un territorio
tan excepcional, en el que más el 40% de su superficie se encuentra
bajo protección. Dos islas -Lanzarote y El Hierrohan
sido reconocidas internacionalmente como Reserva de la
Biosfera; de la red estatal de Parques Nacionales, 12 en concreto,
cuatro de ellos se ubican en Canarias: Teide, Caldera de
Taburiente, Timanfaya y Garajonay, este último Patrimonio
de la Humanidad. La cogestión y cofinanciación, además de la
participación de la sociedad, son las claves para el futuro de
estos enclaves, representativos de los más emblemáticos ecosistemas
que revelan la riqueza natural de nuestras islas. Asimismo
las islas cuentan con 27 ZEPAS reconocidas y protegidas
a nivel comunitario, y con dos Reservas Marinas de interés
pesquero: La Restinga (El Hierro) y la del archipiélago Chinijo
en Lanzarote, esta última la más extensa del Estado. Aún así,
los espacios protegidos a nivel marino son insuficientes, lo que
se aprecia día a día en la disminución de los recursos pesqueros
litorales y en la propia degradación del cinturón costero
Aunque el salto cualitativo haya sido importante, no es
menos cierto que urge poner en marcha los planes directores y
de uso y gestión de los espacios protegidos, salvaguardarlos a
ultranza de la codicia empresarial e incluso acrecentarlos en la
medida de lo posible. Sabemos que no es fácil ajustar todas las
voluntades, pero Gobierno, Cabildos, Municipios y paisanos
deben tomar conciencia de que nos estamos jugando un futuro
que es en realidad el presente.
Ejemplo de afecciones a estos espacios los hay, y no son
pocos: en Tenerife destaco el pretendido puente en el Barranco
del Río (Parque Natural de la Corona Forestal), la reducción
de los límites de la Reserva Natural Especial de Chinyero para
permitir la ejecución de la vía de circunvalación de la isla por el
norte, o el tan denostado tendido eléctrico que desde Granadi-
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
lla se quiere hacer llegar hasta Guía de Isora, afectando en gran
medida a cinco espacios naturales emblemáticos. En Gran
Canaria destaca la reducción de los límites del Paisaje Protegido
de La Isleta y eliminación del LIC marino situado en su
costa para permitir la expansión del Puerto; en Lanzarote el
Parque Natural del archipiélago Chinijo tiene problemas con
la caza y pesca ilegales; en Fuerteventura conocemos de extracciones
de jable en el barranco del Pecenescal (Parque Natural
de Jandía), amén del tan traído y llevado problema de Tindaya;
en La Palma se están llevando a cabo extracciones mineras
en el Monumento ~atura! de Montaña del Azufre; en La Gomera
destaca la construcción de una fábrica de envasados de
aguas en Taguluche y la conducción eléctrica que afectan al
Espacio Natural Protegido, Monumento Natural del Lomo
del Carretón; y en El Hierro se ha autorizado la construcción
de una explotación agrícola "experimental" de cultivos tropicales
con la destrucción parcial del Lajial de Las Lapillas.
Precisamente, Redondo y Martín-Esqui ve! se ocupan en el
capítulo 51 de la conservación en las áreas protegidas y la ejecución
de medidas precisas que garanticen su prese rvación: "protección
normati va, planificación de acciones de conservación,
gestión de las mismas y seguimiento sine díe (monitoreo)".
Me quedo con el epilogo, en el que los autores dejan claro
lo que acontece con los planes de uso y gestión así como con el
necesario seguimiento:
"La conservación de los espacios naturales, bajo una perspectiva
moderna se abre camino en Canarias de forma pausada.
Sólo en los parques nacionales, con más tradición debido
a su mayor antigüedad, están más avanzados en el proceso
secuencial de protección, planificación, gestión y monitoreo.
En los demás espacios hay una pobre implementación de acciones
de gestión y monitoreo, en parte debido a que la administración
de las áreas no se está desarrollando de la forma
que la normativa vigente establece y, a estas alturas, cuando
hace ya varios años que se aprobó la última ley de espacios
naturales, aún no se han constituido la inmensa mayoría de
las oficinas de gestión de los parques, ni se ha nombrado casi
ningún director conservador':
El hecho de que en la Cumbre de Río ( 1992) se llegara a la
firma del Convenio sobre Diversidad Biológica a nivel planetario,
a pesar de las reticencias de algunos países, nos da una
idea de la enorme importancia que, al fin , la sociedad humana
concede a tan preciado recurso. Hoy día muchos países, bien
comunitariamente bien a título individual, han creado y puesto
en práctica sus particulares estrategias en materia de biodiversidad.
La Unión Europea ha desarrollado la suya y, en 1999,
se aprueba la "Estrategia Española para la conservación y uso
sostenible de la diversidad biológica", siguiendo en gran parte
los dictados europeos. Como bien expone Machado (2000):
"El creciente y promisorio aprovechamiento de los microor-ganismos,
los sorprendentes avances de la biotecnología y el
arsenal de usos potenciales de las especies, abren nuevos horizo
ntes a una sociedad que busca soluciones para sus problemas
más acuciantes de bienestar y pervivencia. Algunas solu ciones
pueden encontrarse en los genes y por eso los genes -y
las especies que los atesoran- son un recurso en alza". El ser
humano está revelándose cada vez más como organizador de
la diversidad biológica. Él es uno de los participantes con mayor
éxito en el juego de la vida y cada vez tiene más poder para
decidir cuanto tiempo va a querer seguir jugando (Gleich eta!.,
"Las cuentas de la vida").
Para la conservación de esa diversidad biológica se requiere
un buen conocimiento del conjunto de la misma, o sea de
los recursos genéticos, de las especies, comunidades y ecosistemas
con sus procesos ecológicos esenciales. En ese sentido,
Martín-Esquive!, Fernández Bisson, y Arechavaleta nos explican
el banco de datos de biodiversidad, que en Canarias conocemos
como "Proyecto Biota", y que viene a reunir la información
clara y actuali zada sobre todas las especies marinas y
terrestres que actualmente se conocen del arch ipiélago (base
de datos taxonómica). En este capítulo vienen reflejados los
seis objetivos primordiales en los que pivota el Proyecto, que
además "crea un puente de colaboración entre las instituciones
científicas y las administraciones públicas". Los incentivos
a las instituciones científicas revitalizan, como recogen
los autores, el oficio de la taxonomía cuyo declive -en mi
opinión- se debe principalmente al estancamiento de metodologías
y a una larvada campaña de quienes ignoran el alto
valor de una disciplina básica que vuelve a encontrarse en alza.
Como recoge el último punto de los objetivos: "Un banco
de datos de biodiversidad constituye una herramienta eficaz
para la rápida toma de decisiones de conservación y para el
di seño de una política de conservación de los recursos naturales
coherente y asentada sobre una sólida base de conocimiento".
Cierra este libro, yo diría que a modo de epílogo, un capítulo
en el que subyace el mensaje que se deriva del resto de la
obra y que, de alguna u otra manera, todos han venido expresando
en el área concreta de su especialidad, Consen1ación y
desarrollo: el difícil equilibrio nos vuelve a ilustrar sobre lo que
supone un desarrollo desordenado, no armónico o descompensado,
rebasando con mucho el crecimiento endógeno basado
en los propios recursos que las islas nos ofrecen. No
hemos sabido orientar ese desarrollo; aunque algunos conocemos
vías alternativas para hacerlo, otros -que tiene la sartén
por el mango y el mango también- no permiten el cambio de
modelo, pues nuestro sistema económico se mueve bajo la
lógica del máximo beneficio privado en el menor tiempo posible.
Como argumentan Martín-Esquive! y Fernández- Palacios:
"Cuando, como ocurre en Canarias, los recursos son
valiosos y escasos el riesgo de insostenibilidad es mayor, por lo
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
que debe ponerse más énfasis en la planificación y en la regla-
• mentación de las actividades que explotan bienes comunes
con fines privados':
Debemos ser capaces de conseguir y mantener un pacto
bien aquilatado, estudiado y sin fisuras en torno al desarrollo
sostenible de Canarias. Todo ello pasa también por mejorar
sensiblemente la educación y cultura ciudadana, los patrones
de comportamiento sociales y la autentica solidaridad con las
generaciones futuras. Hemos comenzado el nuevo siglo car-gados
de problemas que este libro se encarga de recordarnos,
como también nos apunta posibles alternativas para solucionarlos
y corregirlos. En un mundo clónico, globalizado, deshumanizado
y de profundas transformaciones sociales, tenemos
el compromiso de utilizar inteligentemente y con mesura
la revolución tecnológica para poner en orden nuestra pequeña
"aldea global": 7.500 km' de vírgenes y promisorias lavas,
transformadas a lo largo de millones de años en el más deseado
de los paraísos. ¡Qué responsabilidad tan grande! ¡Cuánto
de mi vida daría para que Oiga-mi nieta- pudiera disfrutarlo!
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
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Capítulo 1
lAS lSlAS COMO EXPERlMENTO
,D., .E..., 'l" A~"B'1O1R1A'. TORlO '"º """" ,.,-
p ese a constituir s~lo el 6 o/o de la superficie emer~ida' treinta años los elogios y las críticas de prácticamente todos
del Planeta, considerando a Groenlandia como isla los trabajos en Biogeografía y Ecología insular. Y por otro, la
o apenas el 4 % si no se le considera, el papel de las espléndida obra del norteamericano Sherwin Carlquist con
islas en el avance de determinadas disciplinas cien- los libros «Island Life ►, (1967) y 1dsland Biology,, (1 974), en
tíficas como la Biogeografía, la Ecología y la E\·olución, ha sido los que recopila los conocimientos que se tienen de los seres
crucial. Desde siempre las peculiaridades de la flora y fa una que habitan las islas, remarcando determinadas tendencias
insulares han llamado la atención de los científicos, natu ralis- evolutivas que tienden a repetirse.
tas o, simplemente, de los curiosos. Ello es así porque las islas
consituyen un unive rso mucho más homogéneo que los
continentes, de forma que pueden evidenciar fenómenos biológicos
con una claridad que sólo se obtiene en tubos de ensayo.
De hecho. cada biota insular constituye un experimento
en sí misma, en la medida que es la respuesta a una serie de
características físicas e histó ricas inherentes a la isla en la que
se encuentra. Es como si la naturaleza hubiera diseñado toda
una serie de experimentos y nuestra labor se limitara a analizar
dichos res ultados (Mayr 1967).
Esta atención de los científicos por las islas se plasma ya
tempranamente en 1825 cuando el alemán Leopold ,·on Buch,
inspirándose en la flora de las Islas Canarias, postula una primera
teoría de especiación geográfica. A mediados del siglo
XlX, el británico Joseph Hooker, describe algunas características
de la flora de las islas Galápagos, como su empobrecimiento,
disarmonía y endemicidad, resaltando la importancia
de las islas en los estudios evolutivos. Estas mismas islas inspirarían
a su colega y amigo Charles Dan,,in en su obra magna
<<Ün the origin of the species)), en el que se aboga por primera
vez por la evolución basada en la selección del más apto. A la
misma conclusión llega su colega y competidor Alfred Russel
Wallace, bajo el influjo del archipiélago indonesio, que compendia
en su magnífica obra <( Island Life ►1 todo el conocimiento,
geológico y biológico, que se poseía de las islas en aquel
entonces, proponiendo una división de las islas aún no superada.
Tras una primera mitad de siglo no tan fru ctífera, la década
de los sesenta devuelve a las islas su papel protagonista en
los estudios biológicos. Por un lado, por la aportación de los
norteamericanos Robert McArthur y Edward O. \Vilson, con
su clás ico «The Theory of Island Biogeography» (l 967) que
supone un nuevo paradigma y que protagonizará durante casi
Con el paso del tiempo, lejos de disminuir, la 1<nesofilia»
se acrecienta entre los científicos, dando lugar un último cuarto
de siglo tremendamente prolífico en trabajos relativos a islas.
Aun cuando la mayor parte de los conocimie ntos en ecología
insular quedan reflejados en artícu los de rev istas científicas,
algunos autores plasman estos avances en libros, entre los
cuales podríamos destacar algunos ya clásicos pese a su .iuventud,
como «lsland Biology» de Lack ( 1976), «Plants and
lslands» de Bramwell ( l 979), «Island Ecology» de Gorman
( 1979), «lsland Ecosystems» de ~-lueller-Dombois et al.
(198 1) o «lsland Populations, d e \\'illiamson (1981 ),a los que
se han sumado otros en esta últ ima década como iiOceanic
lslands» de Nunn (1994), «lsla nds. Bio logical Divers ity and
Ecosystems function» de Vitousek etnl. (1995 ),(( Island E\'olution>,
de Grant (l 998), 11Evolution and specia tion of island
plants» de Stuessy y Ono 11998) o «lsland Biogeography.
Ecology, Evolution a nd Con servation » de \\"hittaker
( 1998), que han acabado por dotar a l estudio de las islas deun
cuerpo literario muy sólido
CARACTERÍSTICAS QUE HACEN DE LAS ISLAS
ESPLÉNDIDOS LABORATORIOS NAnJRALES
1: ;u;:~~s~~n}~e;¡:
0n;::!: ~r~~~;::::: ¿~un~:~~:~::7s;a;t~
más concretamente ¿cuáles son las características que dife rencian
a las islas de los contin entes para hacerlas verdaderos
laboratorios ecológico s}' e voluth·os?; ¿qué determina que los
ecosistemas insulares sean más simples que los contine ntales,
poniendo en evidencia procesos de difícil an ális is en continentes?
► o ¿qué condicionantes biót icos o abióticos disparan
los procesos de formación de nuevas espec ies exclusivas de
estas islas? Trataremos brevemente, en los s iguie ntes párrafos,
de contestar a estas preguntas
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
En primer lugar, las islas constituyen espacios cuyos límites
-la línea costera- están perfectamente defin idos, trasciendiendo
a subjetividades habituales en los continentes. Además,
su tamaño, es muy limitado en comparación con los continentes,
especialmente si atendemos sólo a las islas oceánicas,
como las Canarias, objeto de este libro. Finalmente, el aislamiento
característico de las islas, ya sea transitorio o permanente, ha
posibilitado que ocurran en ellas a corto plazo una serie de fenómenos
basados en la simplicidad de sus comunidades, al participar
menos elementos en ellas que en áreas continentales comparables
(efectos ecológicos) y otros, a largo plazo, fundamentados
en la imposibilidad que tienen algunas especies, que por eventos
azarosos colonizaron las islas, en intercambiar material genético
con las poblaciones de origen (efectos evolutivos).
Entre las características propias de las especies insulares
cabría considerar la endemicidad, el relictualismo, la radiación
adaptativa, la pérdida del poder de dispersión, la dioecia,
el gigantismo, el enanismo, la leñosidad, la pérdida de la capacidad
defensiva y la extinción. Por su parte, entre las características
propias de las comunidades insulares podríamos
inlcuir la sucesión primaria recurrente, el empobrecimiento,
la disarmonía, la relajación ecológica, y la invasibilidad de la
comunidad. Un desarrollo breve de estos aspectos generales a
todas las islas, requiere de una introducción a la tipología de
las islas y a sus procesos de poblamiento.
TIPOS DE ISLAS
ejando al margen las pseudoislas, o zonas que sin ser islas
(cimas de montañas separadas por valles, conjunto
de lagos en un continente, fragmentos de bosques separados
por cultivos, etc.) presentan atributos propios de éstas y por
ello también son objeto de estudio de la biogeografia insular,
ya en el siglo XIX Wallace propone una división de las islas
reales, desde un punto de vista biogeográfico, aún plenamente
vigente. Así, divide las islas en oceánicas, aquéllas que surgen
del mar producto de la actividad volcánica de los fondos
marinos, generalmente situadas lejos de los continentes y separadas
por grandes profundidades y que poseen una biota
caracterizada básicamente por la ausencia de mamíferos ~xcepto
murciélagos-, y en islas continentales, aquéllas de materiales
graníticos, que se caracterizan por poseer mamíferos
en su biota. A su vez, las islas continentales pueden dividirse
en recientes, que incluirían aquellas islas incluidas en la plataforma
continental, pero separadas en la actualidad de éstos
por brazos de mar poco profundos y estrechos y que presentan
una fauna prácticamente idéntica a la de su continente
más cercano, lo que avalaría una separación reciente de éste, y
antiguas, también llamadas fragmentos continentales, caracterizadas
por estar situadas lejos de los continentes pese a su
litología granítica, debido a la formación de una dorsal centrooceánica,
y con la particularidad de la singularidad de su
fauna.
Mientras que las islas continentales recientes han estado
separándose y uniéndose consecutivamente a sus respectivos
continentes en función de los cambios eustát icos en el nivel
del mar debido a las glaciaciones, los fragmentos y las islas
oceánicas sí poseen un aislamiento sec ular, del que deriva la
singularidad de los seres vivos que las habitan. Las superficies
y las edades geológicas de los fragmentos continentales son
mayores que la de las is las oceánicas, por lo que los procesos
de aislamiento pueden durar muchas decenas de millones de
años más, lo que se traduce en tasas muy altas de endemicidad
(superiores al 90 % para la flora Nueva Caledonia, ~1adagascar
o Nueva Zelanda). Las islas oceánicas, por su parte,
contrarrestan su menor edad, pues éstas surgen y desaparecen
en lapsos de tiempo muy breves tal vez del orden de 10 a
20 millones de años, con un aislamiento mayor que estos fragmentos.
Las Islas Canarias, como tendremos ocasión de ver en capítulos
posteriores, son un excelente ejemplo de islas oceánicas,
al igual que Islandia, Azores, Madeira y Cabo Verde en el
Atlántico Norte, Ascensión, Santa Helena y Tristán da Cunha
en el Atlántico Sur, las Masca reñas en el Indico o Hawai y Galápagos
en el Pacífico. De islas continentales recientes son
buenos ejemplos las Islas Británicas, Tasmania, Terranova,
Tierra del Fuego, Sry Lanka, Sumatra, Java o Borneo, mientras
que Madagascar, Nueva Zelanda, Nueva Caledonia o Cuba
lo son de fragmentos continentales.
EL POBLAMIENTO DE LAS ISLAS
ientras que las islas continentales, a ntiguas o modernas,
ya poseen una biota propia en el momento de separarse
de sus respectivos continentes, la bíota de las islas oceánicas
es necesa riamente el p roducto de diferentes colonizaciones,
bien de los continentes más cercanos o de otras islas
emergidas previamente. La capacidad de poblamiento o colonización
de una isla o un arc hipiélago oceánico, va a ser función
de determinadas caracte ríst icas i) geográficas, propias de
las islas y del entorno en el que éstas se encuentran, ii) biológicas,
inherentes a los individuos y especies que las han colonizado
y iii) ecológicas, relativas a las comunidades insulares
que han de ser colonizadas.
En primer lugar, los regímenes cólicos y co rrientes marinas
existentes en la zona van a condicionar el ritmo de llegada
de las diásporas y, casi siempre, su lugar de procedencia. En el
caso canario, los vientos Alisios y la corriente fría de Canarias,
ambos con componente Noreste, han motivado que nuestra
biota nativa comparta muchas especies con la zona mediterránea
y sahariana. Además, esta capacidad de poblamiento
crece con la superficie, altitud y ed ad geológica de las islas, al
aumentar la probabilidad de llegada de las diásporas, mientras
que decrece con la distancia a l continente. Ha de tenerse
así mismo en cuenta el papel determinante que han podido
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2021
jugar en el poblamiento bancos submarinos actualmente sumergidos,
pero que constituian puntos de paso -steppi11g stones-
en el proceso colonizador. No obstante, es preciso tener
en cuenta que la edad geológica de las islas no condiciona necesariamente
la antigüedad de la biota endémica que las habita,
puesto que éstas han podido sen·ir de último refugio a seres
antaño más extensamente distribuidos, denominados paleoendemismos
o especies relíct icas, como es el caso de los
árboles de la laurisilva canaria, o ésta se ha originado en islas
actualmente desaparecidas, pero colonizó sucesivamente islas
de más reciente formación, como parece ser el caso de parte
de la biota hawaiana.
Los determinantes biológicos del poblamiento se centran
fundamentalmente en el poder de dispersión de los organismos
existentes en el pool continental y en el poder de coloni zación
de los que logran arribar a las islas. En primer lugar,
únicamente organismos con poder de dispersión a larga distancia,
van a ser capaces de at ravesar una barrera como la que
constituye un brazo de mar. También juegan un papel de primera
magnitud el tipo de reproducción del individuo recien
llegado, ya que aquellos que posean una reproducción sexual
habrán de aguardar la llegada del sexo opuesto, la existencia
de mecanismos de reproducción asexual que les permita
aguardar esa llegada -como la reproducción vegetativa de las
plantas o la partenogénesis de algunos grupos de animales-,
una tasa de natalidad adecuada que les posibilite superar rápidamente
los efectos de la depresión por endogamia, una estrategia
de supervivencia suficientemente amplia como para
poder susbsistir sin exigir grandes requisitos ambientales, o,
finalmente, un importante poder competidor que le permita
hacerse un hueco en la comunidad a invadir.
Este poder de colonización por el cual una especie llegada
a una isla va a ser capaz de establecer una población autosufi ciente
va a depender así mismo de una serie de condicionantes
ecológicos del lugar de arribada, como serían la existencia
de condiciones ambientales adecuadas para sus requerimientos,
la presencia, en el caso de las plantas, de vectores de polinización
adecuados, la disponibilidad de recursos alimenticios
o el grado de saturación o invasibilidad de las comunidades,
por citar los más importantes.
CARACTERÍSTICAS DE
LAS ESPECIES INSULARES
odríamos dividir a las especies continentales que <(esperan
» la aparición de una nueva isla que colonizar en tres
grupos en función de su poder de dispersión. En primer lugar
estarían aquéllas que carecen de mecanismos de dispersión a
larga distancia y consecuentemente, nunca llegarán por sus
propios medios a las islas, como ocurre por ejemplo casi todos
los grandes mamíferos, a no ser que ya formarán parte de
ella en el momento en que ésta se separó en el caso de las islas
lAS lSlAS COMO EXPERIMENTO DE lABORATORIO 1
continentales. En segundo lugar, estarían aquéllas cuyo poder
de dispersión a larga di stancia les permite llegar, y eventualmente
establecerse, sin dificu ltad, por lo que el resultado habitual,
habida cuenta de que se mantendrá el flujo genético
entre la población original y la insular, será el de una misma
especie con distribución en el continente y en la isla. Este es
generalmente el caso de los hongos, musgos, helechos, insectos
voladores, aves, muchas plantas vasculares, etc.
A veces ocurre que aún cuando la especie en cuest ión gozó
en el pasado de una distribución mucho más amplia, por diferentes
circunstancias históricas éstas ven en la actualidad
restringida su distribución a una o pocas islas. Hablamos entonces
de especies relícticas o paleoendemisrnos. El relictualismo
suele ser una ca racterística de muchas especies insulares
debido fundamentalmente al efecto atemperador que ejerce
el océano sobre el clima, suavizando los cambios derivados de
las glaciaciones, y también por la posibilidad que encuentran
en las islas de desplaza rse altitudinalmcnte hac ia la costa o
hacia la cumbre, evitando los rigores de cond iciones climáticas
inadecuadas. Ello requiere que las islas alcancen una altitud
determinada, pero en general los archipiélagos volcánicos
suelen contar con islas altas que actuarían de refugio climáti-
Finalmente, el tercer grupo de especies, el más interesante
desde el punto de vista evolutivo, sería aquél que bien
por haber estado ya en las islas en el momento de su formación,
- islas continentales- o por haberlas alcanzado por su
poder de dispersión gracias a algún evento azaroso-islas oceánicas-,
sean incapaces de intercambiar material genético con
su población de origen. En este último caso, se va a promover
con el paso del tiempo la aparición de una se rie de procesos
evolutivos tendentes a la creación de nuevas especies derivadas
de los ancestros que pudieron llegar a la isla. Estaríamos
ante especies recientes o neoendemismos, pues éstas son producto
de procesos de especiación ocurridos in situ, de manera
que se trata de especies exclusivas de un lugar que nunca
tuvieron una distribución más amplia en el pasado, y que casi
nunca van a tenerla en un futuro.
Un resultado habitual, aunque no el único, de estos procesos
de especiación tendente a la creación de neoendemismos
es la radiación adaptativa, fenómeno por el cu al un ancestro
original de carácter gen eralista que logra colonizar una o varias
islas, da lugar a la formación de nuevas especies, de marcado
carácter especialista, que explotan nichos ecológicos diferentes
en simpatría. Ejemplos espectac ulares de rad iación
pueden ser los pinzones de Darwin de Galápagos, los mieleros
de Hawai, o los peces cíclidos del Lago Malawi.
Además, las esp ecies insulares se caracterizan por presentar
una serie de atributos produ cto de tenden cias e\'Olutivas
que se repiten de forma constante e n las diferentes islas del
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Planeta, independientemente de su origen o ubicación física.
Cn primer atributo muy aparente es el cambio de tamaño que
adquieren los organismos insulares frente a sus parientes continentales.
Este cambio puede observarse como una tendencia
al gigantismo en reptiles ( tortugas gigantes de Galápagos
y Aldabra, lisa gigante de Cabo Verde, lagartos gigantes de
Canarias), aves (moas de Nueva Zelanda, ave elefante de Madagascar,
<lodos de Mascareñas) y roedores (ratas gigantes de
Galápagos y Canarias), o hacia el enanismo en grandes mamíferos
(elefantes enanos del Mediteráneo, hipopótamo pigmeo
de Madagascar, reno enano de Spitzbergen, mamut enano
de Wrangel, etc. ). Los insectos sufren ambos tipos de metamorfosis.
La causa última de estos cambios de tamaño sigue
siendo controvertida, pero se debe a un compromiso entre la
relajación ecológica que se experimenta en las islas por un lado
y su falta de recursos por otro.
Otro atributo conspicuo de las especies insulares es la pérdida
del poder de dispersión, que curiosamente en muchos
casos posibilitó a sus ancestros llegar a las islas. Esta pérdida
del poder de dispersión se traduce generalmente en aves ( cormorán
de Galápagos, <lodos de Mascareñas, kiwi de Nueva
Zelanda) e insectos (coleópteros, etc.) ápteros, o en plantas
vasculares con reducción o desaparición total de estructuras
dispersoras de semillas (Bidens en Polinesia). Tradicionalmente
se ha atribuido esta tendencia evolutiva al ahorro energético
en estructuras, una vez en las islas, innecesarias, aunque también
a un subproducto del gigantismo en los animales alados.
Por último, también ha sido motivo de estudio y discusión
el carácter basal o derivado de la tendencia a la lignificación
observada en algunas especies vegetales en islas (taginastes
y serrajas de Canarias, girasoles arbóreos de Santa Helena).
Hoy en día, las evidencias moleculares han dejado claro
que este carácter es derivado y por lo tanto otro atributo de las
especies insulares. En este caso Carlquist (1974) atribuye esta
tendencia al carácter benigno del clima insular, sin estaciones
desfavorables para el crecimiento de las plantas.
Finalmente, el destino ineludible de todas especies hacia
la extinción, se hace especialmente patente en las insulares.
De hecho, hoy sabemos que un 80 % de las extinciones conocidas
desde la expansión europea (aprox. desde el año 1600
hasta la actualidad), ha sido de especies insulares, valor que
llega a alcanzar el 90 % si sólo se consideran las aves, pese a
que las aves insulares sólo constituyen el 20 o/o del total. Dicho
de otra forma, la probabilidad de que una especie insular se
extinga es unas 40 veces superior a que lo haga una continental
(Quammen 1996). El factor responsable de esta altísima
vulnerabilidad es el escaso número y tamaño de las poblaciones
de las especies endémicas, generalmente circunscritas a
una única isla, cuando no a un único barranco o risco. En estas
condiciones cualquier alteración del hábitat, ya sea natural
o inducida por la actividad humana, se vuelve insuperable.
CARACTERÍSTICAS DE
LAS COMUNIDADES INSULARES
1 origen volcánico de muchas islas es el primer factor que
condiciona la naturaleza de sus comunidades. Por un
lado, éstas serán el resultado de un proceso de poblamiento
progresivo que se dispara en el momento de la llegada de la
primera diáspora. En este sentido, la destrucción parcial y esterilización
de islas ya existentes, como el caso de Krakatoa en
1883, o la emergencia de nuevas islas como producto de la
actividad volcánica submarina, caso de Surtsey en 1963, ha
permitido abordar seguimientos rigurosos, aún en curso, de
cuál es el orden y medio de llegada de las diásporas, así como
su procedencia, o de cuáles son la naturaleza y la velocidad de
los procesos ecológicos que dan lugar al poblamiento de las
nuevas islas, ofreciendo elementos que están permitiendo
construir una teoría ecológica al respecto (Fridrikson, l 975,
Whittaker et al. 1989, Thornton 1995). Por otro lado, la a