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ANTONIO GONZÁLEZ GONZÁLEZ © Álvaro Díaz Torres © Francisco Martínez Navarro Emigdia Repetto Jiménez © Oficina de Ciencia, Tecnología e Innovación. Gobierno de Canarias © De las cubiertas: Cam-PDS Edita: Dykinson S.L. 915 44 28 46, Fax: 915 44 60 40. info@dykinson.com / www.dykinson.com Producción, diseño y realización Cam-PDS. PUBLICACIONES DIDÁCTICAS Y SERVICIOS EDUCATIVOS Las Palmas de Gran Canaria - 35002 LPGC · Tfno: 928 38 05 60 editorial@cam-pds.com | www.cam-pds.com I.S.B.N.: Depósito Legal: Álvaro Díaz Torres Biografías de Científicos Canarios ANTONIO GONZÁLEZ GONZÁLEZ Coordinadores de la Colección: Francisco Martínez Navarro Emigdia Repetto Jiménez D. ANTONIO GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ Y EL INSTITUTO UNIVERSITARIO DE BIO-ORGÁNICA «ANTONIO GONZÁLEZ» Hablar de investigación en Canarias y asociar la idea a la figura de D. Antonio resulta prácticamente indisoluble. La presente Biografía presenta admirablemente la faceta personal y científica de una figura de nuestra tierra que debería constituir un ejemplo de pasión, com-promiso y dedicación para las jóvenes generaciones de canarios. D. Antonio fundó el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» hace más de 40 años con un puñado de jóvenes voluntariosos en condiciones, que hoy en día, podríamos considerar como heroicas. Su buen hacer en la universidad Española y su intensa actividad en todos los foros nacionales propició estrechos lazos de amistad y cooperación científica con los mejores centros de investiga-ción nacionales siendo, sin lugar a dudas, el mejor embajador de nues-tro Universidad en tierras peninsulares. Pero además D. Antonio tuyo siempre una profunda vocación inter-nacional. Inspirados en su celebre frase «hay que salir al mundo» y siguiendo su propios pasos, las generaciones de científicos que se for-maron bajo su tutela realizaron estancias posdoctorales en diferentes países extranjeros (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, etc.). La vuel-ta de estos investigadores, con nuevos conocimientos y nuevas pers-pectivas de la Química Orgánica, propició la implantación de líneas novedosas de investigación en el campo de la Química de los Productos Naturales. Crecimiento físico del centro, mejor dotación instrumental y nuevas políticas nacionales para la financiación de Proyectos de Investigación, impulsaron el establecimiento de un Instituto dedicado a la investigación de la química de los productos aislados de fuentes naturales en todas las perspectivas posibles: estu-dio de especies terrestres y marinas, evaluación de actividades bioló-gicas (farmacológica, agrícola, ecológica, etc.), síntesis total de las sus-tancias de mayor interés, estudios de biogénesis en especies con posi-bilidad de cultivo, etc. A lo largo de su vida, junto con una intensa actividad científica plas-mada en más de 700 trabajos de investigación, varios libros y la direc-ción de más de 130 Tesis Doctorales, creó una escuela realmente amplia con alumnos actualmente ubicados en Canarias, la Península e innumerables países extranjeros y, dentro de estos, fundamentalmen-te ibero-americanos. La proyección internacional alcanzada por el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González», gracias al incansable tesón de D. Antonio y a la calidad de los proyectos de investigación desarrollados han situado al centro como un punto de referencia mundial en la química de los Productos Naturales. Hablar de investigación relacionada con este campo obliga a referenciar algún trabajo de investigación desarrollado en el IUBO-AG. Esta incidencia internacional es también especialmente notable con países de Ibero América. Desde los comienzos de la actividad investigadora de D. Antonio la relación con Universidades y Centros de investigación de esta parte del planeta fueron constantes. Sus continuos viajes a estos países ha propiciado la formación de gran número de investigadores americanos en el Instituto. Los mismos que hoy ocupan importantes puestos de responsabilidad en sus instituciones y que mantienen un continuo flujo de intercambio científico. Esta actividad ha fructificado en proyectos conjuntos y un flujo de ideas y personas en ambas direc-ciones altamente enriquecedor. Glosar la figura de D. Antonio es casi equivalente a hablar del Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González». Cualquiera que tuvo el privilegio y la oportunidad de dialogar con él entenderá que su mayor pasión era su Instituto. Lo fundó, lo vio cre-cer. Vivía como propias todas las deficiencias que el tiempo iban pro-duciendo en el edificio, y al mismo tiempo también vivía intensamen-te las alegrías, las mejoras estructurales, los logros dentro de los dife-rentes programas de investigación, los muchísimos intercambios con figuras científicas de renombre mundial, el contacto con las últimas generaciones de alumnos, profesores visitantes, doctorandos de aquí y de allá, y sobretodo alumnos de los ex-alumnos de sus queridas tie-rras ibero-americanas. No en vano, a pesar de las limitaciones físicas de sus últimos años de vida, y ya como profesor-emérito de nuestra universidad, nunca de dejó de venir a su despacho en el que con mucho esfuerzo realizaba su trabajo, la escritura de sus memorias, sus libros sobre fitoquímica, etc. Para los que actualmente realizamos nuestra labor investigadora en el IUBO-AG es un honor y una enorme responsabilidad intentar seguir su camino. D. Antonio creó un centro que ha alcanzado renom-bre internacional a partir de una situación muy difícil, lo hizo crecer, formó muchas generaciones de científicos reconocidos mundialmente y ha sembrado una semilla cuya total germinación y crecimiento es responsabilidad de los que hemos tomado el relevo en el difícil cami-no de dirigir a buen puerto el desarrollo de la química de los produc-tos naturales. No tengo ninguna duda de que por parte los que actualmente esta-mos en activo y formamos parte del Instituto Universitario de Bio- Orgánica «Antonio González» el mejor homenaje que podemos tribu-tar a su persona es el esfuerzo diario, el intento de superación, la inno-vación investigadora, la potenciación como futuros investigadores de las nuevas generaciones y, como no, el no decaimiento del esfuerzo diario ante las continuas dificultades que el desarrollo de la investiga-ción conlleva. Víctor S. Martín Director del Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» ÍNDICE PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13 PRIMERA PARTE: BIOGRAFÍA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 I. UNA NIÑEZ DIFÍCIL Y UNA SALUD DELICADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 II. UNA JUVENTUD MARCADA POR LAS CONTRARIEDADES Y EL ESFUERZO DE SUPERACIÓN . . . . . . . . . 29 Estudiante universitario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 La guerra Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 El Doctorado en Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 III. REGRESO A LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Primeras impresiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 En busca de un proyecto de investigación. Don Antonio, «el conseguidor» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Boda con Maruxa y marcha a la Universidad de Cambridge . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 Regreso a la Universidad de La Laguna: existen graves problemas . . . . . . . . . . . . . . . 54 Los primeros pasos para la creación de un Instituto de Investigacón . . . . . . . . . . . . . 58 IV. ANTONIO GONZÁLEZ, RECTOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Nombramiento y toma de posesión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 La construcción de la nueva Universidad de La Laguna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Notable impulso a las Enseñanzas Medias en el Archipiélago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Dimisión como Rector . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 V. SU LEGADO CIENTÍFICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Del Instituto de Investigaciones Químicas al Instituo de Productos Naturales Orgánicos (IPNO) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 El trabajo en el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» . . . . . . 81 Algunas aportaciones científicas del Instituto Universitario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 Cooperación científica con Iberoamérica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 VI. RECONOCIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 El Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica . . . . . . . . . . . . . 99 Llega el momento de su jubilación. El Instituto toma el nombre de su creador . . . . 101 El Científico canario más galardonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102 ¿El futuro del IUBO-A6? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Hasta el último día trabajando por la Ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 SEGUNDA PARTE: DOCUMENTOS DUCTORES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .111 VII. TEXTOS ORIGINALES DE ANTONIO GONZÁLEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 Eric Sventenius, primer Director del Jardín Canario Viera y Clavijo . . . . . . . . . . . . . 115 Nota del Rectorado de la Universidad de La Laguna el 5 de marzo de 1968 sobre la enseñanza superior en el Archipiélago, especialmente en la isla de Gran Canaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 VIII. LA QUÍMICA DE LOS PRODUCTOS NATURALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 El cultivo de la cochinilla en Canarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 En Cambridge, en los extraordinarios años cincuenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124 El Instituto de Canarias de La Laguna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Unidades de investigación que conforman el actual IUBO «Antonio González» . . . 130 12º Simposio Internacional sobre la Química de los Productos Naturales . . . . . . . . 133 La Naturaleza: una farmacia viva. Las plantas medicinales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137 La investigación sobre productos de origen marino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140 IX. LA CROMATOGRAFÍA Y SUS APLICACIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 ¿Qué es la cromatografía? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 Separación de los pigmentos de las espinacas por cromatografía en columna . . . . . 146 Separación de los componentes coloreados de una tinta por cromatografía en papel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148 Análisis de las espinacas mediante cromatografía en papel . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 BIBLIOGRAFÍA I Y II PARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 ANEXO: CÓMO APRENDER CON LA HISTORIA DE LA CIENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155 INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .157 1. OBJETIVOS DE LA HISTORIA DE LA CIENCIA EN LA ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 2. APLICACIONES DE LA HISTORIA DE LA CIENCIA EN EL AULA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 Como disciplina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169 Integrada en las diferentes disciplinas: Enfoque histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170 Cómo recurso didáctico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170 Como medio de determinar obstáculos epistemológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172 Como estudio de la evolución histórica de determinados conceptos . . . . . . . . . . 173 Como forma de analizar, elegir y secuenciar los contenidos de un curso . . . . . . . 173 Como ayuda para la comprensión de los distintos procesos del quehacer científico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174 3. UTILIZACIÓN DIDÁCTICA DE LA HISTORIA DE LA CIENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 Biografías de científicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177 Entrevistas realizadas a científicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 Documentos originales de los científicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184 Comentarios de textos científicos e históricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 Actualización científica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188 Experimentos históricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190 Videos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192 Exposiciones temáticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193 Exposiciones hechas por el alumnado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197 Congresos del alumnado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 Las simulaciones o juego de rol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200 El puzle como estrategia de trabajo cooperativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202 BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205 PRESENTACIÓN La ciencia consiste en dirigir una mirada alrededor, sentir la sorpresa, preguntarse y ver Fernández Rañada La Ciencia es profundamente humana, porque incide en lo más definitorio de nuestra condición de animales curiosos en el mundo. Por otra parte, vivimos en una época en que nuestras vidas están influenciadas directamente por la ciencia y la tecnología, por ello, sería deseable lograr tener ciudadanos científicamente cultos que sean capaces de seguir los mensajes científicos y tecnológicos que transmi-ten los distintos medios de comunicación y que después de pasar la enseñanza obligatoria puedan integrar nuevos conocimientos de forma autónoma. A ello quiere contribuir el proyecto Biografías de Científicos Canarios y que propone un recorrido por la ciencia a través de sus pro-tagonistas. Nos acompañan en este apasionante viaje varios científicos Antonio González González 13 canarios que consideramos representativos de diferentes épocas: Del siglo XVIII, D. José Viera y Clavijo y D. Agustín de Betancourt; del siglo XIX, Gregorio Chil y Naranjo y Juan León y Castillo; por el siglo XX, presentamos a Juan Negrín López, Blas Cabrera y Felipe, Telesforo Bravo Expósito y Antonio González González, todos ellos personajes ilustres cuya memoria queremos contribuir a recuperar en la tierra que los vio nacer para las generaciones actuales y futuras. Esta obra, formada por ocho biografías, pretende dar a conocer parte de la historia de la ciencia en Canarias y divulgarla a las nuevas generaciones para que nos permita comprender mejor nuestro presen-te y abordar los problemas de nuestro futuro. Por otra parte, queremos resaltar el lado humano de los científicos, sus grandezas y debilidades, es decir, mostrar una ciencia con rostro humano y poner de manifiesto que la ciencia es parte de la cultura, que es otra mirada a la realidad y que nos da nuevos matices de la misma, mostrando que un científico es también un humanista. Igualmente, queremos dejar patente que detrás de cada investigación o descubri-miento existen además de ideas, seres humanos que las generan y que no suelen ser héroes inaccesibles sino que viven como la mayoría de la gente. En este sentido, Aarón Ciechanover que compartió el Premio Nobel de Química con Avram Hershko, en el 2004, se expresaba así ante los estudiantes que participaron en el Campus de Excelencia de la ULPGC, en junio del 2005: «...Un Premio Nobel no es Dios, es una per-sona normal, que tiene brazos, piernas y ojos, a la que un día le cambia la vida, se le produce una mutación genética al ganar este galardón pero lo importante no es ganar el premio sino trabajar con entusiasmo e ir hacia la búsqueda de la verdad a través de la ciencia.» Entre los objetivos de este proyecto está también dar a conocer las profundas relaciones Ciencia, Tecnología, Sociedad y medio Ambiente. 14 Biografías de Científicos Canarios Presentación Cada tomo consta de tres partes bien diferenciadas: la primera se refiere a la biografía del autor estudiado en la que hemos de resaltar su carácter didáctico y educativo que permite su fácil lectura y com-prensión; para ello, también se incluyen cuadros resumen y gráficos La segunda parte, está formada por una serie de documentos seleccio-nados de textos originales del autor estudiado, a veces extractados por nosotros, con el fin de facilitar su lectura por estudiantes de diferen-tes niveles educativos especialmente en el 2º ciclo de la ESO, Bachillerato y Universidad, y por el público en general. Se incluyen también otros documentos complementarios, atractivos para el estu-dioso en los que aparecen, una serie de cuestiones ductoras cuya misión es guiar la lectura y el aprendizaje. Estas cuestiones son única-mente orientativas de las que pueden utilizarse teniendo siempre en cuenta los objetivos que nos hemos fijado. Esta es una característica diferenciadora de esta colección, que la justifica y le confiere un carác-ter inédito. En la tercera parte, exponemos diferentes maneras de utilizar la Historia de la Ciencia para que constituya una nueva forma de aprender. La estructura de cada libro de la colección permite diferentes lectu-ras y quiere responder a intereses muy variados. Su lectura puede empezar por las partes y capítulos que a cada lector más le interese por tener una cierta independencia cada sección y, por tanto, podrá ser utilizado como si de un hipertexto se tratase, navegando a través del mismo y saltando a aquellos aspectos que sean más interesantes para cada usuario. El libro puede ser también leído linealmente. Finalmente, queremos resaltar el carácter unitario de la colección. Las biografías de los científicos canarios presentan una misma estruc-tura y un mismo hilo conductor, teniendo cada una de ellas una inde-pendencia, pero el conjunto de las mismas le dan a la colección un Antonio González González 15 Presentación de la Colección cierto carácter enciclopédico, abarcando en sus aproximadamente mil doscientas páginas una visión de conjunto de la historia de la ciencia en Canarias y de sus científicos y mostrando una Ciencia con rostro humano, con sus aplicaciones y sus implicaciones sociales. El trata-miento divulgativo y didáctico garantiza que sean libros para ser releídos, interpretados y trabajados, principalmente por nuestros jóvenes, a través de los materiales, recursos y orientaciones didácticas incluidas en los mismos. Los coordinadores de la colección Francisco Martínez Navarro Emigdia Repetto Jiménez 16 Biografías de Científicos Canarios Presentación El profesor don Antonio González González, en la década de los 90. PRIMERA PARTE Biografía I. UNA NIÑEZ DIFÍCIL Y UNA SALUD DELICADA Nace en Realejo Alto. El municipio de Los Realejos, situado en la vertiente norte de la isla de Tenerife, como otros muchos de la isla, se extiende desde Las Cañadas hasta el nivel del mar. Pero no siempre fue así, habría que esperar al año 1955, concretamente al día 13 de febrero, fecha en que se constituye el nuevo Ayuntamiento por fusión de los de Realejo Alto y Realejo Bajo. A principios del siglo XX, Realejo Alto y Realejo Bajo, eran dos pue-blos bastante aislados de su entorno unidos entre sí y con La Orotava por estrechas y accidentadas rutas de tránsito que, sin embargo, eran Antonio González González 21 Realejo Alto a principio del siglo XX. las únicas que permitían el trasiego de gente y mercancías a lomos de burros y otros animales entre los pueblos de la Isla. Pero, en el año 1910, se inaugura una nueva carretera que hace posible la utilización de otros medios de transporte que, con el tiempo, ayudaron a incremen-tar y modernizar el comercio, los servicios educativos y sanitarios y las conexiones con otras localidades vecinas. Es, a través de esta nueva carretera, por la que empiezan a llegar los primeros turistas, que apro-vechan las excursiones organizadas por el Hotel Camacho de Tacoronte para visitar la Rambla de Castro y otras zonas del norte de Tenerife. La Primera Guerra Mundial, que se inicia en 1914 y se prolonga hasta 1918, trajo consigo el colapso del desarrollo de los años siguien-tes. Hay que tener en cuenta que los países beligerantes eran los prin-cipales consumidores de los plátanos y tomates que en la zona se pro-ducían. La recesión se extendió a todos los sectores económicos. El paro superó el 80% de la población útil y, como consecuencia, apare-ció el hambre y la desesperación. Por si fuera poco, en torno a marzo de 1914, la comarca sufrió una de las peores plagas de langos-ta que se recuerdan y dejó a los ya de por sí maltrechos campos en estado de desierto. Otros dos hechos vienen a agravar de tal forma la situación que pro-vocan la muerte de bastantes habitantes de las islas: por una parte, la pertinaz sequía que venía asolando las islas desde muchos años atrás y, por otra, una terrible epidemia de gripe causada por un virus resistente 22 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Antonio González González, hijo y nieto de labra-dores, nació en el año 1917. Arriba, su casa natal, en Realejo Alto, donde vivió hasta los cinco años, situada entre la calle del Sol y la travesía que unía esta con la calle del Medio. a los remedios habituales de la época. Para muchos la emigración a América fue la única solución. Los Realejos, prácticamente, se queda desierto. En este contexto nada alentador, Antonio González González, hijo y nieto de labradores, nace el 27 de octubre de 1917 en Realejo Alto, y fue bautizado muy cerca de la casa que le vio nacer, en la iglesia parro-quial de Santiago Apóstol, donde muchos años antes, también había recibido las aguas bautismales otro ilustre personaje, José Viera y Clavijo. Su padre, Antonio González Reyes, era natural de la Cruz Santa y su familia, unos modestos agricultores, sufrieron en sus pro-pias carnes la falta de perspectivas vitales y de trabajo. Cuatro varones de su familia se vieron obligados que emigrar y «hacer las Américas», cosa que, como se ha indicado, era frecuente en muchas familias de la época. Su madre, Doña Úrsula González y González, del Realejo Alto, nace en el seno de una familia de acomodados terratenientes. Desde temprana edad, Antonio siempre tuvo una delicada salud, lo que le va a condicionar toda su trayectoria vital, sin embargo, pocos podían prever la larga y fructífera vida de la que iba a disfrutar. Superada la crisis bélica de la Primera Guerra Mundial, sobrevie-nen los «felices años 20». Desaparece la epidemia de gripe en toda Canarias y la agricultura vivió un vertiginoso aumento en las produc-ciones. En el pueblo se establecieron varios médicos y boticas, como antes se denominaba a las farmacias, e incluso la utilización de las guaguas y de la electricidad empieza a hacerse habitual. El carburo, combustible ordinario hasta ese momento, se vio relegado al olvido. A la edad de cinco años, su familia toma la decisión de dejar el Realejo Alto. La causa no es otra que el clima húmedo y frío que nor-malmente presentaba la zona, que no era recomendable para el asma que padecía su padre, ya que en muchas ocasiones no podía ni siquie-ra trabajar y, para una familia que dependía económicamente del cul- Antonio González González 23 Una niñez difícil y una salud delicada tivo de sus tierras, era una situación insostenible. El sitio elegido no es otro que la zona de Valle de Guerra, en la costa norte de Tenerife y muy cerca de La Laguna. Lo benigno de su clima segura-mente haría que su salud mejo-rase. Además, al estar cerca de La Laguna, sus hijos podrían estudiar. Decidido el traslado, arriendan la llamada Finca de Carta, que poco más tarde comprarían y es en ella donde el pequeño Antonio pasaría una de las épocas más felices de su vida. Desde la finca, que estaba situada en la zona más húmeda y de clima más regular, en las medianías del término de Valle de Guerra, se disfrutaba de una espléndida vista que alcanzaba hasta Bajamar y Punta del Hidalgo. Tenía sin embargo, un inconveniente que afectaba a todo el valle: la falta de agua. En aquella época, Valle de Guerra no era, ni mucho menos, parecido al que actualmente podemos contem-plar. La falta de agua de riego y de infraestructuras para trasladarla hasta dicha zona, lo mantenían seco, casi desértico y con una agricul-tura muy pobre. La mayoría del agua que consumían sus escasos habi-tantes procedía de los aljibes particulares, que llenaban en épocas de lluvia. Cuando se terminaba, cosa bastante frecuente, había que traer-la desde unas fuentes que había en la finca de los Olivera, cerca de El Pris, en la costa de Tacoronte. 24 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía El pequeño Antonio, a la izquierda, con su madre, doña Úrsula González González, y con Tomás, su hermano mayor. En las zonas de medianías, más frescas, se cultivaban papas, viñas, trigo, millo y algunas legumbres como lentejas, garbanzos o chícharos, y los pocos propietarios del Valle que disponían de charcas llegaban, incluso, a cultivar tomates, que luego exportaban. Sin embargo, la pre-ocupación de los agricultores era permanente. Unas veces porque llo-vía en exceso, otras porque no llovía suficiente o por las plagas de lan-gosta, lo cierto es que siempre ocurría algo. Pero no paraban aquí las zozobras de los agricultores, ya que también se veían influidos por la situación social de los países de destino: una huelga inoportuna o una fluctuación negativa de los mercados, podían dar al traste con todas las previsiones e ilusiones. El agricultor se llevaba la peor parte y el «intermediario», sin realizar grandes esfuerzos, era el que cobraba las mejores comisiones. Esa era una estampa típica del estado de subde-sarrollo de la sociedad canaria de la época. Ante las dificultades para conseguir agua, el padre de Antonio y otros propietarios de El Realejo, conocedores de la problemática, hacia el año 1926, formaron una Comunidad con el fin de abrir una galería, casi al nivel del mar, cerca de Mesa del Mar, en Tacoronte, y llevar el agua hasta Valle de Guerra, cosa que lograron, aunque con bastantes dificultades. Así comenzó la transformación de Valle de Guerra que, con el paso de los años, se ha ido convirtiendo en el actual vergel que es. El primer maestro del pequeño Antonio fue el señor Mesa, que impartía clases de primaria no muy lejos de su casa. Con él, Antonio y su hermano Tomás, estuvieron dos cursos, ya que el señor Mesa fue sustituido por otro maestro, Don Fernando Romero. Seguramente, aprovechando el cambio del profesor, las autoridades educativas tras-ladaron la Escuela Primaria desde su anterior ubicación hasta un esta-blecimiento situado en un lugar más próximo al núcleo de mayor den-sidad de población en Valle de Guerra, concretamente en la calle de La Antonio González González 25 Una niñez difícil y una salud delicada Palma. A Don Fernando, el nuevo maestro, lo recuerda Antonio como un buen profesor, cercano, paciente y siempre interesado por sus alumnos, y que, cuando no estaba seguro de alguna respuesta, les decía «no lo sé, pero trataré de enterarme y si lo consigo, el lunes les contestaré». Normalmente, los lunes, todos los alumnos iban a espe-rar, en la parada de Correos, la guagua que traía a su maestro de La Laguna. Fuera de las horas de clase, el acompañar a su padre a las zonas de cultivo y al empaquetado de tomates eran actividades que le resulta-ban apasionantes. Por las tardes solía acompañar al boyero cuando sacaba a pastar las cabras y las vacas; eran momentos en que le expli-caba lo que los curanderos hacían de muchas de las yerbas que encon-traban a su paso, para combatir algunas enfermedades y males, como el «mal de ojo» o «el buche virado». Incluso, aunque ya había dejado de ser rentable hacía varios decenios, aún se podía ver a personas, sobre todo mujeres, secando en los patios grandes capas de cochinilla para su exportación. La cochinilla es un insecto que se llegó a cultivar en gran cantidad en Canarias utilizando para ello la tunera o chumbe-ra, y cuya venta en los mercados textiles europeos representó un cier-to desahogo para muchas familias canarias. El insecto, estrujado, pro-duce todos los colores derivados del rojo (rojo, carmín, escarlata o vio-lado) según el mordiente utilizado para fijar los colores y se empleaba para teñir sedas y lanas. Fue a partir de 1870 cuando el uso cada vez más generalizado en las fábricas textiles europeas de sustancias tintó-reas sintéticas, que tenían como base la anilina, produjo el hundi-miento de los precios de la cochinilla y el consecuente declive del negocio exportador canario. Sin duda, estos contactos que en su niñez tuvo con la Naturaleza fueron decisivos cuando, ya mayor, tuvo que decidir sobre su orienta-ción profesional. 26 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía En este entorno, donde el tiempo transcurría con otra cadencia, entre el canto armonioso de los capirotes, pintados y canarios, las tira-deras, los lagartos, los guirres y los cernícalos, tan abundantes en aquella época, las meriendas en las largas y cálidas tardes de verano, los juegos del trompo, las cometas, los boliches y los camiones de alambre y madera y, en verano, los baños en El Pris y en la Barranquera, a donde iba en camello, o las visitas a su familia en Realejo Alto y la Cruz Santa, el pequeño Antonio ve pasar esta feliz etapa de su vida. En 1927, con 10 años de edad, Antonio ingresa en el Instituto de La Laguna, donde antes que él, grandes figuras de fama mundial habían cursado sus estudios, entre las que cabría destacar a Benito Pérez Galdós y a Blas Cabrera Felipe, por no citar sino dos ejemplos señeros, en letras y ciencias, respectivamente. Durante esos años, su familia habitaba una casa en la calle San Agustín, situada frente al Obispado, a unos 200 ó 300 metros del Instituto. Eso le permitía pasar gran parte de su tiempo libre con los internos de la Residencia, donde pernoctaba la mayoría del alumnado Antonio González González 27 Una niñez difícil y una salud delicada A la edad de 10 años Antonio González ingresó en el Instituto de La Laguna, donde realizó los estudios de segunda enseñanza. que, procedente de otras islas y del interior de Tenerife, cursaba estu-dios en el Instituto, y con ellos disfrutaba del ambiente de bromas y juegos que allí se respiraba. Muchos son los recuerdos que le quedan a don Antonio del tiempo que permaneció en el Instituto. En aquella época, como nos cuenta1 «imperaba la organización social caciquil en todo el archipiélago, pre-sente también en el Instituto en La Laguna; el profesorado, durante los tres primeros años, fue en general local e interino, y su nivel y métodos, aún con mis pocos años, me pareció flojo y malo, agravado por una falta de criterio a la hora de dar la calificación, lo que desmo-ralizaba a los alumnos. La incorporación de profesores cursillistas de la Península hizo que el nivel docente se elevara notablemente». Durante los últimos cursos de bachillerato tuvo la suerte de tener «un plantel de profesores de lujo, de los que dan prestigio a la ense-ñanza y deja en el alumnado el regusto por aprender más». Algunos de estos profesores fueron D. Emiliano Jos, de Geografía e Historia, D. Basilio Francés, de Agricultura, D. Fulgencio Egea, de Filosofía y Ética y D. Agustín Cabrera, de Historia Natural. Especial recuerdo guarda de su profesor de Física y Química, don Ramón Trujillo, un «magnífi-co profesor» que despertó su vocación por la física y la química, pero sobre todo por esta última. Cuando en el curso 1934/5, con un expediente donde destacaban los sobresalientes y las matrículas, el joven bachiller ingresa en la Universidad de La Laguna, ya su vocación está decidida. Los consejos y el buen hacer pedagógico de Ramón Trujillo harán que el joven uni-versitario siga los estudios de Química. 28 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía 1 Todas estas citas, corresponden a diferentes entrevistas realizadas a Don Antonio por el autor entre los años 2001 y 2002. II. UNA JUVENTUD MARCADA POR LAS CONTRARIEDADES Y EL ESFUERZO DE SUPERACIÓN II.1. Estudiante universitario En octubre de 1934, con prácticamente 17 años de edad, despista-do, temeroso y sin tener una idea muy clara de lo que era la vida uni-versitaria, el joven Antonio llegó a la Universidad. En esa época la Universidad se hallaba instalada en dos ruinosos edificios de la calle San Agustín de La Laguna. En uno de ellos, el Palacio Lercaro, se impartían las clases de la Facultad de Filosofía. En el otro edificio, que hacía esquina con la calle Tabares de Cala, se encontraban «en el piso superior el Rectorado, la Secretaría General, una pequeña Biblioteca de Derecho, con muchas novelas rosa y dos aulas. La Facultad de Ciencias ocupaba la planta baja. A la izquierda del zaguán de entrada había un ancho pasillo que se dirigía a la zona de aulas». Para los alumnos del primer curso, posiblemente pensando que su juventud podría resistirlo todo, estaba reservada «una sala lóbrega y húmeda, situada al fondo del patio interior de la casa, detrás Antonio González González 29 del jardín, atravesada por un grueso tubo cubierto de verodes y culan-trillos ». Mientras que la cátedra de Química Inorgánica y Analítica tenía asignada una habitación en la que había una mesa de mampos-tería para la realización de experimentos, a la de Química Orgánica le correspondía un gran salón, situado a la izquierda del pasillo, con un laboratorio de experimentación para alumnos y un pequeño despacho con una mesa y una silla de pino. Buena parte del material que cons-tituía el laboratorio, que más bien parecía una cocina doméstica, esta-ba formado por «coladeras, calderos e infiernillos». La Facultad se completaba con otro salón, en el que había unas mesas en torno a las que se impartía clases de Física y, en ocasiones, también se hacían prácticas. En general, la impresión que daba la Facultad «no podía ser peor». En este primer curso en la Universidad, 1934-5, tuvo como profeso-res a Ramón Trujillo, que ya había sido su profesor en el Instituto, Luis Brú, Juan Sancho, Jesús Maynar Dupla y Francisco García 30 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Edificio de la Universidad de San Fernando en la calle de San Agustín. Hoy en día acoge las instalaciones del Colegio de Doctores y Licenciados de Santa Cruz de Tenerife-La Laguna y de la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Antonio González González 31 Una juventud marcada por las contrariedades... González. Precisamente éste último, que fue su profesor de Química General, es quien intuye que aquel estudioso alumno poseía unas con-diciones excepcionales para la docencia y le aconseja que siga el cami-no de la enseñanza. El Doctor Francisco García fue un eminente químico orgánico espe-cializado en sacáridos y, durante los dos años que estuvo en la Universidad de La Laguna, inició un trabajo sobre los hidratos de car-bono del caparazón de los cangrejos. «Cuando los futuros químicos pasaban por delante de la única puerta de su laboratorio, miraban con curiosidad a través de ella, y preguntaban, intrigados por la presencia de los cangrejos sobre la mesa, qué estaban haciendo, les contestaban: ‘Están investigando’. Con admiración y asombro, los alumnos comen-taban entre sí que ‘estaban investigando’, sin saber con certeza el sig-nificado de tal respuesta». También el segundo curso de la carrera lo realiza y concluye brillan-temente en junio de 1936. Pocos días más tarde estalló la Guerra Civil. Todas las instituciones del país, y la Universidad de La Laguna entre ellas, cesaron sus activi-dades. II.2. La Guerra Civil Los acontecimientos van a marcar dramáticamente la vida del joven Antonio y de su familia. Su familia, desde el principio de la guerra, fue tildada de «roja», con todo lo que, en esa época, ello significaba. Incluso un sacerdote, un día que impartía misa en la Catedral y en la que se encontraba la madre de Antonio, se atrevió a ponerles como ejemplo de familia que vivía del «socorro rojo y del oro de Moscú». Su madre, a pesar de haber sido siempre muy religiosa y cumplidora de las normas de la Iglesia, se levantó, se marchó a su casa y jamás volvió a entrar en una iglesia hasta su muerte. A su hermano Tomás lo detuvieron desde los primeros días de la contienda. Unos meses después su padre siguió el mismo camino. Ambos quedaron retenidos en unos almacenes que, dedicados al empaquetamiento de plátanos y tomates para la exporta-ción, habían sido incautados al comienzo de la Guerra para recluir a los denominados «prisioneros de guerra». Estos salones constaban de cinco naves montadas sobre armazón de hierro, con paredes frágiles de ladrillo, cubiertas de techo de «Uralita» y piso de cemento, y de un solar anexo, cercado por una alambrada. Su solo nombre, los salones de Fyffes o de Faife, como se le conocía, aún produce temor y rabia a muchos canarios. A su padre, después de varios meses encarcelado, y tras un Consejo de Guerra que no pudo encontrarle motivo delictivo alguno, lo dejaron en libertad. Posteriormente, unos comentarios sobre lo injusto que era enviar a tantos jóvenes a la guerra cuando se movilizó la quinta de su hijo Antonio, le llevó de nuevo a la cárcel. Después de un segundo Consejo de Guerra, fue de nuevo absuelto. Consecuencia de todo ello fueron los dos infartos que sufrió de los que, aunque se repuso, nunca logró recuperarse del todo. La situación creada en torno a su familia fue bien aprovechada por algunas personas para arrebatarles la mayoría de las propiedades, entre ellas la Casa de Carta, de Valle de Guerra, que tanto esfuerzo les había costado conseguir. Hizo saber a sus amistades que daría clases particulares de Matemáticas. De esta forma consiguió algunos alumnos de Bachillerato a los que atendía en su dormitorio donde había colocado una pizarra, lo que le permitió ganar algo de dinero y ayudar a su familia. 32 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Fue un período aterrador el que se vivió en Tenerife en los primeros meses de la Guerra. Las pescaderas de Candelaria, del Pris y de otros lugares cos-teros, cuando pasaban por las casas vendiendo pescado, con-taban que las olas arrojaban miembros de cuerpos huma-nos a la playa. Antonio González, próxi-mo a cumplir 20 años, fue movilizado en el otoño de 1937. Junto con otros muchachos de su edad, fue instalado en los almacenes de la Viuda de Yánez, cerca del Hospital Militar. Allí inten-taron, sin gran éxito, enseñarle la instrucción militar. Ya desde la pri-mera marcha, como era incapaz de mantener el paso, le colocaron en el «pelotón de los torpes». Lo cierto era que le resultaba muy difícil mantener el ritmo de una marcha y no podía realizar ejercicios que exigieran una coordinación de los diferentes músculos del cuerpo y, si se esforzaba, podía sufrir una lipotimia. Él aún no lo sabía, pero sufría una afección de tipo epiléptico, que le fue diagnosticada muchos años más tarde. Por esta causa, ya durante el período de instrucción, tuvo el primer tropiezo personal de los muchos que iba a tener en su vida con el Ejército. Por lo mal que lo hacía, un sargento lo sacó del pelotón Antonio González González 33 Una juventud marcada por las contrariedades... Antonio González, próximo a cumplir 20 años, fue movilizado en el otoño de 1937, siendo enviado a los peores frentes de la guerra. diciéndole: «eres una calamidad, ¿cómo quieres servir a España de esta forma?», y tuvo la desgracia de replicarle: «¡hay otras formas de servirla!» Unos días después, estando en formación para pasar lista, el sargento se dirigió a él diciéndole, «Antonio González, desde este momento tienes prohibida la asistencia a la enfermería». Era sólo el comienzo de una persecución que iba a durar años. Tras unos meses de instrucción, embarcaron en las bodegas de un carguero que los llevó hasta Vigo y, desde allí, tras un larguísimo reco-rrido, hasta Tauste, un pueblo próximo a Zaragoza, integrándose en una unidad de Sanidad de Montaña. Llegó el invierno y, desde el pri-mer momento, fue nombrado «especialista en pelar papas heladas y limpiar perolas». Después vinieron nombres de pueblos tan sonoros como Fuentes Claras, San Blas, la Muela de Teruel y otros. En la batalla de Teruel, su misión era transportar a los heridos en mulo hasta un botiquín insta-lado bajo un puente, a los que después de la primera cura, se llevaban en ambulancias hasta el hospital más próximo disponible. Más tarde fue destinado a una División de choque, mucho más dura que la ante-rior, que estaba formada por compañías de legionarios y tiradores de Ifni y a la que siempre llevaban a las batallas más cruentas. Con este traslado, ¿le querrían premiar por algo? Entre tiros de fusil y de ametralladora, explosiones de bombas de mano y de cañones, y mientras que no le avisaran de que tenía que transportar otro herido, detrás de alguna piedra u obstáculo, se ponía a leer algún libro que casi siempre llevaba con él. Esta costumbre le permitió, en ocasiones, abstraerse y sosegar su siste-ma nervioso. Una tarde en Gandesa, donde, de madera con unos tabiques tan delgados que se oía perfectamente de una habitación a otra, reunie-ron a los sanitarios de su división; Antonio, que estaba descansan- 34 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía do, no pudo evitar escuchar una conversación entre el capitán y el sargento; estaban elaborando una lista de permisos para que algu-nos sanitarios los disfrutaran con sus familias, en sus casas, y habla-ban de él: «Yo pienso que a Antonio González se le debería dar per-miso », dijo el sargento, «pero es rojo», le contestó el capitán, «ha sido uno de los mejores, ha salvado muchas vidas y si dieran conde-coraciones yo le propondría en primer lugar», volvió a decir el sar-gento; pero el capitán habló con rotundidad: «Este rojo no puede ir a Tenerife por orden de la Capitanía General de Canarias». Así quedó zanjada una de sus mayores ilusiones: pasar con su familia unos días en Tenerife. Un nuevo arresto de doce días le costó a Antonio el equivocarse de mano a la hora de saludar a un superior. A falta de un lugar más ade-cuado, lo cumple en un gallinero hecho de tela metálica que, al estar lleno de gallinaza, tuvo que limpiar antes de poder entrar en él. La guerra terminó para Antonio y sus compañeros, sanitarios de Montaña, en la Villa Cardone, provincia de Lérida. Después de unos días de descanso, su Compañía fue trasladada a un pequeño puebleci-to a las afueras de Cuenca, y hacia allí se fue con su mulo, del que no se separaba nunca. El último traslado fue a un acuartelamiento en Diego de León, en Madrid. Fue aquí donde, entre los soldados, corrió el rumor de que se darían prórrogas por estudio a aquellos estudiantes universitarios que se hallaran prestando servicio militar, para que pudieran reiniciarlos en octubre, lo que Antonio pudo confirmar en la Universidad Complutense. Rápidamente, con una alegría inmensa, se puso en con-tacto con su familia para que le enviara la documentación necesaria para solicitar dicha prórroga y así poder realizar terminar la Licenciatura, y, en cuanto la recibió, la presentó a las autoridades competentes. Antonio González González 35 Una juventud marcada por las contrariedades... Durante el verano de 1939, en la Unidad fueron recibiéndose todos los permisos solicitados, excepto el suyo. Avanzado octubre, lo que se recibió fue un escrito de la Capitanía de Canarias en el que se le nega-ba la autorización para poder proseguir sus estudios en la Universidad, advirtiendo a la Unidad que no se le permitiera, bajo ningún concepto, obtener ninguna clase de permiso para viajar a Tenerife. A finales de octubre, cuando estaba resignado a no regresar a Tenerife hasta que le desmovilizaran definitivamente, se recibió un escrito de la Capitanía de Canarias en el que se le autorizaba a viajar a Canarias para realizar estudios en la Universidad. «No supe nunca cuántas humillaciones, decepciones y ofensas tuvo que sufrir mi padre, salido del campo de concentración de Fyffes y después de un Consejo de Guerra, para conseguir aquel escrito». ¡Por fin podía marchar a Tenerife! ¡Y con qué alegría recibió la noticia! Arregló rápidamente los papeles y sin perder ni un minuto tomó el primer tren que se dirigía a Cádiz. Una vez allí, embarcó en un cargue-ro que, en su bodega, le llevó a los muelles del puerto de Santa Cruz de Tenerife. Después de dos años de calamidades físicas y psíquicas, y sin creér-selo del todo, estaba de nuevo en casa. Sus padres ya no vivían en la calle Marqués de Zelada, sino en otra casa, de alquiler más modesto, 36 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Después de dos años de calamidades físicas y psíquicas, pudo volver a casa. en la calle de La Higuera, donde gracias a la ayuda y comprensión de unos buenos vecinos, pudieron vivir algún tiempo en un ambiente dis-tendido, lo que sin duda les ayudó a mitigar y a sobreponerse de la angustia pasada. A comienzos de diciembre, después de sólo un par de días de des-canso, Antonio marchó a la Universidad para, ya que el curso había empezado en octubre, enterarse de si aún tenía posibilidades de estu-diar el tercer curso de Ciencias Químicas. En la Universidad le dieron la posibilidad de incorporarse como alumno libre, pero que si asistía a las clases prácticas y realizaba los ejercicios parciales le considerarían, extraoficialmente, como alumno oficial. En aquellos años, para recuperar en lo posible el tiempo perdido y facilitarles el trabajo a los estudiantes, se establecieron los que termi-naron por llamarse «cursos patrióticos», que consistían en cursos semestrales. Pese a todas las dificultades, ya que los dos años de guerra le habían producido un tipo de amnesia parcial que borró de su mente casi todos los conocimientos adquiridos durante los años de Bachiller y los dos cursos de la Universidad, y a pesar de incorporarse con más de dos meses de retraso, obtuvo las máximas calificaciones en las asignaturas de Química Orgánica, Química Inorgánica, Química Analítica y Física Teórica y Experimental, aunque, como él mismo confiesa, «nunca me atreví a indagar si las había obtenido por lo que había dicho en los exá-menes orales o porque los profesores todavía recordaban que había sido un estudiante brillante que había pasado unas pruebas muy duras». Fueron sus profesores durante este curso D. Enrique Rodríguez Báster, de Química Orgánica, D. Antonio González Reyes, de Química Inorgánica, D. Pablo Perera Marrero, de Química Analítica y el Catedrático de Física D. Luis Bru Vilaseca, de Física Teórica y Experimental. Antonio González González 37 Una juventud marcada por las contrariedades... El cuarto y último curso de la Licenciatura, que se desarrolló entre marzo y julio, lo pudo realizar como alumno oficial. El 12 de julio de 1940 Antonio González obtuvo la Licenciatura con un expediente lleno de Sobresalientes y Matrículas de Honor, y con la cabeza llena de recetas y fórmulas químicas que tanto esfuerzo le costó retener «sin prácticamente formación científica y después de apren-der de memoria horrorosos textos de Orgánica, Analítica e Inorgánica». ¡Ya era licenciado en Químicas! sin embargo, y a pesar de ello, no tenía nada claro lo que podía hacer con aquellos conocimientos adqui-ridos con tanto esfuerzo pero, que tan poco significaban para él. Sin embargo, continuaba soñando con ser profesor de la Universidad, pero no veía cómo podría hacer realidad su deseo dada la absoluta desnudez científica de la que se sentía dotado. Pero estas reflexiones no le ocuparon demasiado tiempo, porque pronto el Ejército se volvió a acordar de él. Prácticamente el mismo día en que celebraba su Licenciatura, recibió en su casa una notifica-ción en que se le citaba para que al día siguiente se presentara en el Cuartel de Almeida: había empezado la II Guerra Mundial y el Ejército «lo necesitaba de nuevo». Al día siguiente, 13 de julio, aún con los pro-blemas estomacales que le provocó la cerveza con la que celebró el fin de la carrera, se presentó en la explanada del cuartel de Almeyda. Allí le comunican que era destinado a la batería de costa de Paso Alto, cerca de Santa Cruz de Tenerife. Después de unos meses en Paso Alto, sin esperarlo, se recibió una orden por la que se le trasladaba a la batería de la Plaza del Cristo de La Laguna, para que prestara servicios en la Universidad, en calidad de Ayudante de Prácticas de Laboratorio y, además, podría dormir en casa. Luego se enteró de que fueron sus profesores, Jesús Maynar y Ramón Trujillo, quienes, por iniciativa propia, habían enviado la soli- 38 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía citud con el nombramiento a Capitanía. Seguramente «alguien se había despistado» al aprobar la solicitud, ya que, cuando más feliz se encontraba preparando las prácticas de Química Orgánica, se recibió un escrito en el que se le ordenaba su reincorporación con la máxima urgencia a Paso Alto y, como para compensar el despiste, «sin derecho a disfrutar de ningún tipo de permiso especial». A comienzos de 1940, y con el propósito de ir cubriendo las Cátedras de la Universidad con personal de las islas, el Excmo. Cabildo Insular de Tenerife convocó dos becas para que dos licencia-dos canarios pudieran hacer el doctorado en Madrid, único lugar donde, en esa época, era posible realizarlo. Las dos becas sacadas a concurso les fueron concedidas a Antonio González y a su compañero de curso, Marcos Martín. Inmediatamente, los dos pidieron al Ejército prórrogas por estudios para trasladarse a Madrid durante el curso 1941-42. Mientras que a Marcos se la concedieron, a Antonio, como se temía, se la denegaron. Mientras tanto, por las tardes consigue dar algunas clases particu-lares y, para no hacerse «visible» por las calles de La Laguna, como se le había recomendado, empezó a frecuentar Bajamar, barrio pesquero en la costa lagunera. Este hecho le permitió conocer a Maruxa, una muchacha que, pasados los años, iba a representar algo muy impor-tante en la vida de Antonio González. Pero el temor a perder la beca llegó a representar casi una obsesión para él y su familia. ¿Cómo encontrar la forma de conseguir la prórro-ga y trasladarse a Madrid? La solución se la dio a su padre un soldado que prestaba servicio en las oficinas de Capitanía: En Tenerife, le dijo, «hay muchos González y si usted matricula a su hijo para estudiar una licenciatura que tenga que hacerse en Madrid, estoy seguro de que pasará sin dificultad; lo del doctorado es muy ostentoso y lo identifi-carían rápidamente». Antonio González González 39 Una juventud marcada por las contrariedades... La sugerencia tuvo éxito, ya que, aquella instancia, cursada por un estudiante de apellido González que quería cursar la carrera de Farmacia en la Universidad de Madrid, mezclada entre otras solicitu-des, pudo conseguir algo que las gestiones normales no habían logra-do. Y Antonio González obtuvo el deseado permiso militar para tras-ladarse a Madrid «a estudiar el primer curso de Farmacia». Superada la desagradable situación, procuró pensar en el futu-ro y no volverse a preocupar por las cosas del Ejército. Parecía que, por fin, había terminado la pesadilla. Sin embargo, aunque él sí lo olvidó, el Ejército, por desgracia para Antonio, no hizo lo mismo, lo que pudo comprobar años más tarde, en la toma de posesión de su Cátedra en la Universidad de La Laguna, recibiendo uno de los mayores sustos de su vida. II.3. El Doctorado en Madrid En los primeros días de septiembre de 1942 llega a Madrid, donde se encuentra con su compañero de estudios Marcos Martín con quien comparte una habitación en un piso situado en el Paseo del Prado, frente al Jardín Botánico. Una vez resuelto el asunto del alo-jamiento, empezó a hacer gestiones para encontrar al Doctor Julio Palacios, de Química Física, para quien traía una carta de recomen-dación firmada por D. Luis Brú. Antonio quería trabajar con él por considerar que la Química Física era la asignatura en la que se sen-tía mejor preparado. Sus primeros pasos lo llevan, casualmente, a presentarse a Lora Tamayo, recien incorporado a la Universidad Central procedente de Sevilla. Pero como el Doctor Palacios se encontraba de visita en Portugal, Lora Tamayo le sugirió que podría quedarse en su laboratorio, en el 40 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Instituto de Química «Alonso Barba» del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, hasta que Don Julio regresara. Como el Doctor Palacios se retrasaba, un día, Lora Tamayo le preguntó, «¿por qué no hace el doctorado en Química Orgánica?», a lo que el joven Antonio le respon-dió, «porque sé muy poca Química Orgánica». Lora Tamayo, sin inmutarse, le dijo «si a uno le interesa una cosa y no la sabe, siempre tiene tiempo de aprenderla; comience con-migo y si las cosas le van mal y no progresa, yo me encargo de presen-tarle al profesor Palacios, cuando vuelva». Y Antonio González, sin ni siquiera imaginarse la trascendencia que esa decisión iba a tener en su vida, aceptó la propuesta de Lora Tamayo. Lo primero que se le encomendó, para que fuera adquiriendo cier-ta experiencia en el trabajo de laboratorio, fue que hiciera una relación del material indispensable para hacer algunas prácticas sencillas del libro de Gatterman, de Química Orgánica, vigente en esa época. Como él mismo confiesa «si no hubiera sido por la ayuda que me prestaron dos colaboradores más veteranos, no hubiera sabido hacerla jamás ya que en la Universidad de La Laguna, no había trabajado la Química Antonio González González 41 Una juventud marcada por las contrariedades... En los años 1942 y 1943, haciendo el doc-torado en Madrid. Son años de muchas penurias, pero también de esperanzas. Orgánica en el laboratorio». Él es el primer sorprendido cuando com-prueba que se encuentra a gusto trabajando en Química Orgánica y se entusiasma con el método pedagógico de su maestro. Al mismo tiem-po, asiste a las clases de Doctorado en la Facultad de Ciencias, que todavía estaba en la calle de San Bernardo. Su tesis doctoral se concre-tó en el estudio y síntesis de los derivados del hidrindeno. Al mismo tiempo, sucesos paralelos se van sucediendo en la vida de Antonio González. Dos meses después de su llegada a Madrid, aprove-chando una visita que por motivos de salud realiza la familia de Maruxa a la capital, Maruxa y Antonio se ven de nuevo. Y fue allí, en Madrid, bastante lejos de su querida ciudad de La Laguna, en el bar «El Gato Negro», donde deciden formalizar su relación. A partir de ese momento se establece una relación regular, con intercambio de cartas entre ambos, las de ella «en papel de color y perfumado» y las de él «en papel de filtro», muy probablemente con un cierto olor a disolventes orgánicos. «Y lo mejor de todo era que Maruxa me decía que me esperaría en Tenerife el tiempo que hiciera falta». 42 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Consejo Superior de Investigaciones Científicas, antes Instituto Rockefeller Transcurridos unos meses del año 1943, un día, el profesor Lora Tamayo le llamó a su despacho, le hizo sentarse y, a continua-ción, le mostró unas cartas anó-nimas que había recibido de Tenerife para que las leyera. Todas decían aproximadamente lo mismo, que tuviese cuidado con la persona a la que había per-mitido entrar en su laboratorio porque, entre otras cosas, era «un rojo peligroso». Como Antonio sabía que Lora Tamayo era católico y muy cercano al régimen del General Franco, se quedó demudado y sin capacidad de reacción, y esperando lo peor. Cuando Lora Tamayo le habló fue para decirle «quería que viera estas cartas para que viese con el tipo de gente con la que tiene que enfren-tarse si vuelve a La Laguna. Yo he observado su comportamiento per-sonal y su forma inteligente y apasionada de trabajar. Me gusta, y si usted continúa en esa línea no tiene por qué preocuparse de nada y tendrá mi respaldo total». Desde ese momento, su apoyo, aún en situaciones comprometidas, jamás le faltó. Había nacido una amistad que fue creciendo y afirmándose con el tiempo. Pero en Madrid, según pasan los meses, el frío y la falta de alimen-to van minando su delicada salud. Sólo gracias de nuevo a Lora Tamayo que arregló el que pudiera alojarse en la Residencia del CSIC e impartir algunas clases en «Armas Navales», en Chamartín, pudo aguantar hasta el final. Antonio González González 43 Una juventud marcada por las contrariedades... Doña María Izquierdo Álvarez, Maruxa, lagune-ra, con la que contrae matrimonio en 1948. Mientras tanto, tiene la oportunidad de asistir a la celebración de varias oposiciones a Cátedra, incluso a las primeras oposiciones que de Química Orgánica se hacían después de la guerra. Las seguía con gran interés, pensando en la posibilidad de que algún día tuviera que pasar por dicho trance. A principios del año 1946, tras la lectura de su Tesis Doctoral sobre el «Estudio y síntesis de derivados del hidrindeno», consigue el doctorado con Premio Extraordinario por la Universidad de Madrid. Además, había conseguido una beca post-doctoral del Ministerio para ir a Suiza, a trabajar en Zurich con el Profesor Rusicka, y así conti-nuar y completar su formación. Por fin la vida le sonreía. Convocan dos cátedras de Química Orgánica, una para la Universidad de Valladolid y otra para la de La Laguna. Antonio no puede presentarse porque no ha leído la tesis y porque ha conseguido la beca para ir a Suiza. Además, está convencido de que serán muchos los que, con más experiencia que él, se presentarán. Fue otra vez Lora Tamayo quien interviene para decirle «usted está becado por el Cabildo de Tenerife y se encuentra moralmente obligado a presentarse a la cátedra de La Laguna». El mismo día que leyó la tesis doctoral, y no sin antes haber pasado ciertas dificultades relacionadas con su historial político, firmó las Oposiciones a la Cátedra de Química Orgánica y Bioquímica de la Universidad de La Laguna. En esa época, para poder firmar las oposi-ciones a la Universidad, era necesario disponer de un certificado de adhesión al Movimiento Nacional, y Antonio, obviamente, no dispo-nía de él. Solicitado a Tenerife, remiten uno que sólo sirve para optar a una plaza a la carrera de Magisterio. Fue Lora Tamayo quien con-vence al Ministro de Educación de que se trata de una equivocación puramente administrativa de oficinistas despistados. Gracias a él, Don Antonio pudo firmarlas. 44 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Las oposiciones se celebraron en mayo de 1946 y la plaza de La Laguna la ganó Antonio González. Ese mismo año, con un regusto extraño causado por la gran responsabilidad que había asumido y por la inseguridad al no sentirse lo formado que hubiera deseado para su nuevo cargo, se traslada a La Laguna para tomar posesión, requisito imprescindible, de la Cátedra recién ganada. Era normativo que la toma de posesión de la Cátedra se produjera dentro de un plazo determinado, transcurrido éste sin haberlo hecho, aunque fuera en un solo día, se perdía la Cátedra. Al presentarse al Secretario General de la Universidad de La Laguna, D. Eulogio Villaverde, éste le dijo «¿Dónde están los documentos que acreditan su situación militar?» Y lo peor del caso es que Don Antonio no tenía papel alguno de su situación militar, ni tenía la menor idea de lo que le estaba pidiendo. Los días pasaban y se acercaba la fecha fatídica y no había posibilidad de prorrogarla. Afortunadamente, el último día, D. Antonio Izquierdo, amigo y pariente, le hizo entrega de «un mon-tón de papeles con muchas firmas y sellos». ¡Menos mal que eran los que le pedían! Antonio González fue el primer catedrático canario que ocupó plaza en la Universidad de La Laguna, como Catedrático de Química Orgánica y Bioquímica, y su primer sueldo iba a ser de doce mil pesetas anuales. Antonio González González 45 Una juventud marcada por las contrariedades... Lora Tamayo, maestro y amigo de Antonio González. Su apoyo, aun en las situaciones más comprometidas, jamás le faltó. En esos días, el recordado Don Carmelo García Cabrera escribía en la prensa lo siguiente «Y porque es el camino a seguir y porque así piensa el Doctor González, ha renunciado al orgullo y comodidad de ejercer su profesión en magníficos laboratorios de la Península para entregarse en cuerpo y alma a laborar por el progreso científico y material de nuestro querido Archipiélago [...]». El verano de 1946 fue muy duro para Antonio. De la comodidad del que trabaja exclusivamente para sí mismo y sin la experiencia adicio-nal de unos estudios postdoctorales, asume la responsabilidad de una cátedra. Esta situación que hoy se nos hace incomprensible por impo-sible, tenía su lógica en aquellos tiempos. 46 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía III. REGRESO A LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA III.1. Primeras impresiones Comenzó con la presentación al Decano, el Doctor Jesús Maynar Dupla y, después, la obligada visita a la Facultad situada en el viejo edificio de la calle San Agustín. La encontró «aún más cochambrosa que en su época de estudiante». Don Jesús le hizo entrega de los loca-les y equipos. Se trataba de un salón de unos 40 m2, dividido por una mampara, una parte era su despacho y la otra el laboratorio de alum-nos ». Su despacho contenía exclusivamente «una mesa de pino y una silla» y en el laboratorio de alumnos había «una mesa de experimen-tación y una vitrina con reactivos», ambas cosas importadas de Alemania por el Doctor Cerezo, uno de sus antecesores en la Cátedra. «El laboratorio carecía de grifos de agua, de tomas de luz y de gas, y el agua se tenía que calentar con unas cocinillas de petróleo a las que lla-maban infiernillos». La biblioteca de la Facultad consistía «en un pequeño armario con un par de libros viejos e incompletos». El tesoro de la Facultad de Química era una balanza eléctrica, protegida por una mampara acris-talada. Estaba prohibido tocarla y, por supuesto, no se podía usar. Los Antonio González González 47 profesores y alumnos sólo podían verla y admirarla, pero de lejos. Pese a todo, el Departamento de Química Orgánica era «de lo más decentito si se comparaba con los otros». Sólo era capaz de ver un futuro lleno de nubarrones negros. A pesar de todo, ya desde el primer curso, montó prácticas de laboratorio y los alumnos, aunque fuera en torno a la única mesa existente, las realiza-ron. Su mantenimiento a lo largo del curso, sin recursos, se convirtió en una lucha que sólo se puede calificar de heroica. Un comercio situa-do frente a la Universidad quiso colaborar en el desarrollo científico de Canarias donando unos cajones de madera de desecho, que se uti-lizaron como mesas. Algo es algo. Más tarde, fue nombrado Administrador de la Universidad, aun-que, en realidad, como él mismo nos dice, «poco había que adminis-trar ». Por ejemplo, «el presupuesto de la Facultad de Ciencias no lle-gaba a las cien mil pesetas anuales, y era el más abultado». Por la falta de espacio en el antiguo edificio de la Universidad, se acondicionó una oficina en una habitación del palacio Lercaro donde ya funcionaba la Facultad de Filosofía y Letras. Dicha habitación daba a una huerta y como sus ventanas no podían cerrarse «las gallinas entraban y salían a su voluntad». Esta era la universidad subdesarrollada y pintoresca que el joven catedrático se encuentra en sus primeros años de docencia. El vacío científico era desolador. Y habrían de transcurrir unos cuantos años más sin que las condi-ciones mejorasen. 48 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía III.2. En busca de un proyecto de investigación. Don Antonio, «el conseguidor» Pero ¿en qué campo de la Química Orgánica se iba a desenvolver su futuro como investigador? Además, ¿qué tipo de enseñanza universi-taria iba a impartir si estas no iban acompañadas de una investigación de calidad? Pero, si en el viejo caserón de la calle San Agustín ni siquiera disponía de espacio para las clases teóricas y prácticas, ¿cómo podía pensar en la instalación de un laboratorio de investigación, por modesto que fuera? Dadas las circunstancias, fuera cual fuera el futuro proyecto de investigación tenía que nacer con muchos condicionamientos y difi-cultades. En cualquier caso, el haber pertenecido a una vieja familia de agricultores en contacto per-manente con el campo y con la interesante flora endémica, ori-ginal y extraña de la isla de Tenerife, y el poder disponer de ella con cierta facilidad, unido a la imposibilidad material de conseguir recursos económicos para adquirir los reactivos indispensables para proseguir las investigaciones que sobre síntesis orgánica inició con el Antonio González González 49 Regreso a la Universidad de La Laguna Antonio González en el Jardín Botánico del Puerto de la Cruz. Doctor Lora Tamayo en Madrid, dieron como resultado el que se deci-diera por un proyecto de investigación sobre los metabolitos secunda-rios de la flora canaria. En un principio, el objetivo sería el descubrir nuevas moléculas, determinar sus estructuras y, si el proyecto se conso-lidaba, abordar los procesos biosintéticos en que intervenían dichas sus-tancias. Incluso, pensaba, el proyecto podía asentarse en la región y hasta repercutir en su desarrollo. No cabe duda de que, teniendo en cuenta las etapas de penurias económicas por las que estaba pasando la Universidad de La Laguna en plena postguerra, lo planeado por Antonio González en aquellos años parecía poco menos que soñar despierto. Al iniciarse el curso 1946-47, después de poner en marcha unas prácticas rudimentarias para los alumnos, decidió la forma de iniciar el proyecto sobre productos naturales que tenía pensado. Para ello, iba a contar con la colaboración de un grupo de jóvenes licenciados en química ansiosos de participar en aquella aventura que para ellos resultaba novedosa. El asesoramiento botánico le llevó a E.R. Sventenius, un enamora-do de la botánica canaria, que había llegado a Tenerife pocos años antes, con el que, a pesar de tener fama de ser una persona de trato poco cordial, siempre congenió. De su primera entrevista con Sventenius nos cuenta que aunque «ninguno de los dos éramos muy comunicativos, en esta primera entrevista, posiblemente por la ten-sión nerviosa de ambos, hablamos los dos sin limitación. Encontré a Sventenius muy comunicativo, deseoso de desahogarse con alguien que comprendiera sus problemas y sus inquietudes. Me mostró los bocetos que había hecho sobre su idea obsesiva de crear un Jardín Botánico monográfico con las plantas autóctonas de las Islas Macaronésicas en el Puerto de la Cruz». Aunque esta idea nunca se 50 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía llegó a concretar en Tenerife, sí se logró años más tarde en Gran Canaria con el magnífico Jardín Canario de Tafira, del que fue nom-brado director. La amistad entre ambos siempre fue entrañable y sin fisuras hasta su trágica muerte, acaecida en 1973, en un accidente de tráfico en la carretera de Tafira justo frente a la entrada superior del Jardín. Para conseguir los disolventes y reactivos que iba a necesitar, siem-pre contó con la colaboración del Centro Farmacéutico de Tenerife y de su Director Cecilio Fernández, que apoyó incondicionalmente a Antonio en su empeño. Para el pago de las facturas, en la mayoría de las ocasiones, tuvo que recurrir a su escaso patrimonio particular y a la ayuda de su familia. No sería justo ignorar el importante papel que jugaron algunos de sus amigos, exportadores de tomates al Reino Unido, que le traían el material que Antonio, en ocasiones, solicitaba a laboratorios en Inglaterra, y todo ello, sin disponer de las necesarias licencias de importación. Esta faceta como «conseguidor» de ayudas y de «vías alternativas» para solucionar los problemas, como podemos comprobar, siempre absorbió un elevado porcentaje de su capacidad de trabajo y de su tiempo. Curiosamente, sobre lo que no tenía duda alguna era por qué espe-cies de la flora canaria quería empezar la investigación: ¡Había que empezar por los tres más emblemáticos: el cardón, las tabaibas y el drago! Luego vendrían los senecios, las isoplexis... Así pues, inició su proyecto sobre productos naturales en el curso 1946-47 estudiando los componentes del látex de las Euphorbias Canarias (cardón y tabaibas) y los primeros resultados se publicaron en 1949. La primera Tesis Doctoral monográfica sobre el tema se leyó en 1950 en la Universidad Complutense de Madrid. A ésta, le siguie- Antonio González González 51 Regreso a la Universidad de La Laguna ron otras cuatro, leídas en dicha Universidad en 1950, 1952 y dos en 1953. Al año siguiente, el Ministerio de Educación, sin duda influido por la gran labor que realizaba Antonio González y su grupo de inves-tigación, concede a la Universidad de La Laguna autorización para impartir los títulos de Doctor. Es entonces cuando el Patronato Juan de la Cierva del CSIC mues-tra interés en apoyar su proyecto, y toma la decisión de crear en la Universidad de La Laguna una Sección de Química Orgánica, integra-da en la Cátedra universitaria, a la que dota con cinco mil pesetas anuales. Con esta subvención, que se mantuvo durante muchos años, Don Antonio pudo incluso colaborar con otros Departamentos de la Facultad de Química con muchas más necesidades que el suyo. Aunque los primeros frutos del trabajo del incipiente Instituto eran un tanto ingenuos si se contemplan desde la perspectiva actual, fue-ron, sin embargo, de gran valor, no sólo por ser precursores de los actuales sino por lo que de ilusión personal y de esfuerzos de toda índole había en ellos. Es consciente, sin embargo, de sus limitaciones para la investiga-ción y decide que, en cuanto tuviera ocasión, completaría su forma-ción en algún laboratorio puntero sobre el tema. III.3. Boda con Maruxa y marcha a la Universidad de Cambridge El día 22 de octubre de 1948, cuatro años después de que se hubie-ran comprometido, Maruxa y Antonio contraen matrimonio en la parroquia de La Concepción de La Laguna. La ceremonia fue oficiada por el popular Obispo Domingo Pérez Cáceres. 52 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Antonio González González 53 Regreso a la Universidad de La Laguna Deciden pasar el viaje de novios en Madrid, coincidiendo con la celebración del Primer Congreso Internacional que se celebraba en España después de la Guerra Civil que, concretamente, fue de Química. En este inesperado congreso tuvo la oportunidad de conocer al químico Alexander Todd, que dirigía un departamento en la Universidad de Cambridge donde se investigaba sobre productos naturales. Sin dudarlo un momento, aprovechó la oportunidad y plan-teó a Todd la posibilidad de trabajar en su laboratorio. Todd acepta y concierta con él una estancia de un año. A pesar de la oposición del Rector, Ignacio Alcorta, el año 1949 se marcha al Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Cambridge. Allí trabaja sobre la síntesis de la vitamina B12, cuya estructura desentrañaría Todd poco tiempo después. Sin embargo, su principal trabajo se centró en el estudio de los nuevos triterpenos que llevó de La Laguna, utilizando para ello el instrumental que Todd puso a su disposición. En aquella época coincidieron, en el citado departamento, investi-gadores de diferentes países, algunos de los cuales llegaron a ser famosos en el campo de la Química Orgánica. Habría que mencionar, por ejemplo, al australiano A.J. Birch, descubridor de la reducción que Enlace matrimonial de Maruxa y Antonio en la iglesia de La Concepción de la Laguna en 1948. El obispo Domingo Pérez Cáceres oficia la ceremonia. lleva su nombre, y a los ingleses A. Johnson y a D.H.R. Barton, que sería Premio Nobel de Química por sus trabajos sobre con-formación de las moléculas orgánicas, iniciados enton-ces. También tuvo la oca-sión de sentir el interés que despertaba una de las líneas de trabajo punteras en el Cambridge científico de la época: la elucidación estructural del ADN por parte de J. Watson y F. Crick. El propio A. Todd, en 1957, recibiría el Premio Nobel de Química por sus investigaciones en la estructura y síntesis de nucleó-tidos, nucleósidos y coenzimas nucleótidicos. La estancia de un año en una de las más importantes Universidades de la época le proporcionó, sin duda, nueva vitalidad y energía para continuar con su proyecto. Pero no le iba a resultar nada fácil. Durante su permanencia en Cambridge recibió la preocupante noticia de que el techo del laborato-rio de Química Orgánica, de la Universidad lagunera, se había desplo-mado, rompiendo gran parte del material de vidrio que tanto le había costado conseguir. III.4. Regreso a la Universidad de La Laguna. Al regresar de Inglaterra tiene noticias de las vicisitudes ocurridas durante la breve visita que el Jefe del Estado, Francisco Franco, había 54 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Antonio en el patio del King College de Cambridge. realizado a la Universidad el día 23 de octubre de 1950. Se entera así de que el Rector y el Claustro universitario no lo recibieron en el viejo edificio de la calle San Agustín, quizá para que no viera el estado en que se encontraba la Universidad, sino que lo hicieron en las obras del nuevo edificio en construcción. Sobre estos hechos, Antonio González, escribió «Como canario y como universitario me produjo cierta sensa-ción de vergüenza leer en los diarios que el Rector y el Claustro uni-versitario recibieron al Jefe del Estado, al Ministro de Educación y al numeroso cortejo en lo alto de la escalinata de entrada a las obras de la Universidad. No fueron capaces de recibirlos en el ruinoso edificio en el que se hallaba instalada la Universidad desde su última recrea-ción. Con unas instalaciones y una pobreza del más profundo tercer-mundismo ». Inesperadamente, al cabo de unos meses, el Doctor Alcorta fue cesado como Rector. Después de todo, es posible que al Jefe del Estado no le gustara demasiado la recepción que se le hizo en medio de unas obras a las que aún les faltaban una década para dejar de serlo. Antonio González González 55 Regreso a la Universidad de La Laguna La nueva Universidad de La Laguna en 1956, aún en obras, desde la Cruz de Piedra. Habría que esperar varios años para que las obras finali-zasen. Al Profesor Alcorta le sustituye en el cargo, en octubre de 1951, el Doctor Alberto Navarro, catedrático de Lengua y Literatura, y en ese puesto permanecería hasta el año 1963. Su labor se centró, fundamen-talmente, en la terminación de las obras del Edificio Central de la Universidad, que incluía las facultades de Derecho, Filosofía y Letras y Ciencias, y del Colegio Mayor San Fernando. Al año siguiente Antonio González es nombrado Decano de la Facultad de Ciencias. Cansado de esperar la construcción de una Facultad de Ciencias, el día 10 de noviembre de 1953 aprovecha una invitación que el Rector y la Junta de Gobierno hace al Ministro de Educación Nacional, Don Joaquín Ruiz-Jiménez y al Director General de Universidades, Profesor Pérez Villanueva, a visitar a las facultades de Derecho y de Filosofía y Letras para, como Decano, mostrarle el estado en que se encontraba la Facultad de Ciencias de la calle San Agustín, que había quedado excluida de la visita ministerial. Casualmente, en el momen-to de la visita estaba en pleno funcionamiento y «quedaron impresio-nados al ver tantos alumnos juntos, haciendo las prácticas en torno a una única mesa de laboratorio, con infiernillos de petróleo encendidos y humeantes. Al mismo tiempo, otros alumnos, de pie, en torno a las 56 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Facultad de Químicas, inaugurada en 1960. Desde el principio resultó inadecuada e insuficiente. mesas del gabinete de Física, recibían clases, mientras trozos de cielo raso amenazaban con desplomarse y sepultarlos para siempre». Al despedirse, agradecidos por haberles mostrado la verdadera realidad de la Universidad canaria, le prometen que tan pronto llegasen a Madrid darían carácter de urgencia a las obras de la Facultad de Ciencias de La Laguna. Esta iniciativa de Antonio González, como ya había previsto, no gustó demasiado al Rector y despertó su ira y la de algunos de sus compañeros del Claustro. A pesar de las promesas tuvo que realizar varios viajes a Madrid e incluso presentar, en dos ocasiones, su dimisión como Decano para conseguir unos laboratorios dignos. Finalmente, el 14 de diciembre de 1953, sale publicado en el BOE el Decreto por el que se aprobaba el proyecto de obras de instalación de los laboratorios de la Facultad de Ciencias de la Universidad. Como en España, en aquella época, no había expertos en la planifi-cación y montaje de laboratorios, invita a venir a La Laguna a Mr. Gilson, superintendente de la Universidad de Cambridge, especializa-do en montaje de laboratorios, y al Sr. Torres, Químico e industrial de Barcelona, para que intentasen sacar el máximo partido de los inapro-piados locales que el arquitecto Don Domingo Pisaca, con su mejor voluntad, pudo obtener de un edificio que iba para hospital y en el que «los pasillos eran más anchos que los laboratorios». La nueva Facultad, aunque infinitamente mejor que la de la calle San Agustín, desde el principio resultó insuficiente e inadecuada. Antonio González González 57 Regreso a la Universidad de La Laguna III.5. Los primeros pasos para la creación de un Instituto de Investigación Cuando regresa de Cambridge lo hace con todas las ilusiones de quien pretende iniciar la obra de su vida, sin embargo, es consciente de que el trabajo empieza en ese momento y de que aún le queda prác-ticamente todo por hacer. El trabajo que realiza Antonio González y su grupo de investigado-res de Química Orgánica en los años cincuenta viene caracterizado por tres líneas de actuación: el estudio de los triterpenos del látex de Euphorbias canarias, de los alcaloides de plantas canarias y de los gli-cósidos de las Isoplexis. Se publican, primero en los Anales de la Real Sociedad de Física y Química y luego en revistas tan prestigiosas inter-nacionalmente como Journal Chemical Education, Tetrahedron Letters, Chem. Industry, Nature y Liebigs Ann. Chem., más cuarenta trabajos de investigación y, poco a poco, el grupo de investigación diri-gido por Antonio González va ganando una merecida reputación en los principales centros de investigación de productos naturales de Europa y América. 58 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Laboratorio de alumnos de la nueva Facultad de Químicas. Se continuaba, sin embargo, con la pequeña subvención concedida por el Patronato Juan de la Cierva y sin perspectivas para que aumen-tase. Una de las condiciones imprescindibles para poder optar a un aumento en el presupuesto recibido del citado patronato era el dispo-ner de instalaciones mayores e independientes. Decide recurrir a Don Antonio Lecuona Hardisson, Presidente del Cabildo Insular de Tenerife. A falta del dinero y local necesarios, este le prometió el acondicionamiento como laboratorios de unos locales situados en los sótanos del edificio del Cabildo. No es lo que necesita, pero acepta la proposición y se empiezan las obras de adaptación y de compra del material indispensable. Sin embargo, en 1958, poco antes de su inauguración, se produce un cambio en la Presidencia del Cabildo. El nuevo Presidente, Heliodoro González Rodríguez, de forma inesperada y sorprendente, Antonio González González 59 Regreso a la Universidad de La Laguna De la Isoplexis canaria se aisló la Canarigenina, sus-tancia con actividad cardiotónica. Fue muy importante, ya que en esa época se disponía de pocos medicamen-tos para las enfermedades cardiacas. toma la decisión de destinar aquellos laboratorios, montados con tanto esfuerzo e ilusión, al departamento de Edafología, dirigido, casualmente, por su yerno el Doctor Fernández Caldas. Y lo hace «por el sencillo procedimiento de cambiar las cerraduras, método habitual de la época». Esta decisión, que solo exigía un simple cambio de cerraduras, fue la causa de que el desarrollo del tan deseado Instituto de Investigación se retrasara más de una década. Hay que destacar que del 12 al 19 de julio de 1961 se celebró en Canarias la X Reunión Bienal de la Real Sociedad Española de Física y Química. Las Conferencias Plenarias y las sesiones científicas se celebraron en las islas de Gran Canaria y Tenerife y el número de cien-tíficos asistentes fue muy superior al que había asistido a las anterio-res Bienales. Fue un éxito científico y social, tanto para el grupo de investigadores de Productos Naturales, como para la Escuela de Peritos Industriales de Las Palmas y para la Universidad de La Laguna. 60 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía IV. ANTONIO GONZÁLEZ, RECTOR IV.1. Nombramiento y toma de posesión En los años sesenta poco era lo que la Universidad de La Laguna ofre-cía. En ella sólo se podía estudiar Derecho, Filosofía y Letras (Románicas) y Química. Además, estaban los estudios de Agrícolas, Náutica y la Escuela de Comercio. Fue por aquella época cuando se llegó a acuñar el término de «catedrático golondrina» en clara referencia al rápido traslado hacia universidades peninsulares de la mayor parte del profesorado de la universi-dad canaria. Consecuencia directa de ello es que en la Universidad de La Laguna casi no se realizan activida-des de investigación al no existir personal docente comprometido ni medios económicos suficientes. Por otro lado, práctica-mente no existe conexión Antonio González González 61 Edificio central de la Universidad de La Laguna. alguna entre la Universidad y el resto de las enseñanzas en las islas y la tasa de analfabetismo de Canarias seguía siendo la más alta del país, con escasos centros de enseñanzas primaria y media. Esa es la situación que se encuentra Antonio González cuando el 6 de septiembre de 1963 es nombrado por el Consejo de Ministros Rector Magnífico de la Universidad de La Laguna. El 8 de agosto, el periódico El Día comenta acerca del nombra-miento: «Sabemos la natural y profunda satisfacción, dentro y fuera del ámbito universitario, con que todo el país acogerá hoy esta noticia… Estamos seguros de que su presencia en el Rectorado de la Universidad será fructífera y fecunda». La responsabilidad que recae en sus hombros es muy grande, pero la acepta con gusto. Prueba de ello es que en su discurso de toma de posesión comenta: «Pero el Rectorado no abarca solamente la Universidad; lleva consigo otras preocupaciones: Extensión Universitaria, Enseñanza Técnica, Enseñanza Media, Primaria, etc. Ante estos problemas, ¿tendré fuerzas y ayuda para resolverlos? Bien sabe Dios que hice lo posible por que este nombramiento recayese sobre otro compañero con mejores condiciones, pero el Sr. Ministro de Educación Nacional decidió que fuese yo el Rector. Ante esta deci-sión sólo tengo el recurso de poner toda mi buena voluntad a su dis-posición y a la del Gobierno». 62 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Toma de posesión, en 1963, de Don Antonio González como Rector de la Universidad de La Laguna. IV.2. La construcción de la nueva Universidad de La Laguna El reto es tremendo: obtener fondos económicos, aumentar y esta-bilizar las plantillas de profesorado y crear nuevas secciones y faculta-des universitarias en las que, además de docencia, se realicen proyec-tos de investigación con calidad suficiente para permitir que, poco a poco, se oyese hablar de nuestra Universidad en el exterior como una institución consolidada. Y más urgente aún, si cabe, era la creación y puesta en marcha de nuevas Escuelas de Primaria e Institutos de Bachillerato para extender al mayor número posible de jóvenes del archipiélago una formación básica e integral. Así, Antonio González propuso y obtuvo, dentro de la Facultad de Filosofía y Letras, la creación de las Secciones de Filología Moderna, con la Subsección de Inglés, y la de Geografía e Historia. Por lo que a la Facultad de Ciencias se refiere, se establecieron los primeros cursos de Física y Matemáticas, que constituirían el germen de dichas Facultades. Antonio González González 63 Antonio González, Rector Consejo de Rectores celebrado en la Universidad de La Laguna en 1966. En él se planificó el desarrollo docente de Canarias para muchos años. No menos importante fue, en ese su primer año al frente del Rectorado, la creación de la Sección de Periodismo, en un principio con las reticencias tanto del Ministro de Educación Nacional, el Señor Lora Tamayo, como del de Información y Turismo, Don Manuel Fraga Iribarne, debido a que consideraban peligroso para el Régimen la des-centralización de dichos estudios desde Madrid a provincias. El caso es que, como casi siempre, Antonio González fue capaz de convencer, primero a su maestro Lora Tamayo y luego al peculiar Fraga Iribarne, de la necesidad de crear dicha Sección, pero, eso sí, a condición de no solicitar apoyos económicos a los citados ministerios. Así, el Rectorado de la Universidad de La Laguna se encontró con la primera Sección de Periodismo en una universidad oficial y pública española, creada con la aceptación de los carismáticos ministros, pero sin local para poderla instalar ni dinero para sus gastos de mantenimiento ni para pagar al profesorado. Para los gastos mínimos de la sección recién creada y para entregar unas cantidades simbólicas al profesorado, el rector González recu-rrió, como tantas veces a lo largo de sus muchas responsabilidades, al Cabildo Insular de Tenerife, que le concedió una pequeña subvención con la que la Sección de Periodismo cubrió los primeros gastos de ins-talación y profesorado. Sin duda, un acontecimiento que habría que destacar de su Rectorado sería la semana en que consiguió reunir en la Universidad de La Laguna, de forma insólita, al Consejo de Rectores, presidido por el Ministro de Educación y con la asistencia de la cúpula del Ministerio y de todos los rectores de las doce universidades españolas. Entre los rectores asistentes habría que destacar la presencia del Doctor Juan Cabrera Felipe, Rector de la Universidad de Zaragoza y hermano del gran físico canario Blas Cabrera. Las reuniones se suce-dieron desde el día 13 de septiembre de 1966 hasta el día 16, y en ellas 64 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía «se planificó todo el desarrollo docente de Canarias para muchos años, con el propósito de que saliera del subdesarrollo profundo en el que vivía. Se acuerda la creación de Grupos escolares, Institutos, Secciones Delegadas, Facultades y nuevos estudios universitarios a ejecutar con la mayor celeridad posible». En el año 1967 se creó la sección de Biológicas, que incluía Biología General, Biología Agrícola y Oceanografía, esta última relacionada con el Instituto Español de Oceanografía. Por si fuera poco, a finales del año 1967, el doctor Lora Tamayo, titular del denominado Ministerio de Educación y Ciencia, que recien-temente había cambiado su nombre, durante un discurso pronuncia-do en la Facultad de Medicina de Cádiz, con motivo de la inauguración del nuevo Instituto Politécnico de dicha facultad, anunció oficialmen-te la creación de la Facultad de Medicina en la Universidad de La Laguna. La creación de la Facultad de Medicina conmovió al país. En la sede central del Ministerio de Educación y Ciencia en Madrid se recibieron infinidad de telegramas de agradecimiento, lo mismo que en el Rectorado de la Universidad. En el pleno de las Cortes españolas del 24 de julio de 1968 se aprobó el proyecto de ley que creaba las facultades de Medicina en La Laguna, Murcia y Oviedo. Evidentemente, la nueva Facultad de Medicina, recién creada, debía ir complementada con un Hospital Universitario en consonancia con tales estudios. Merced a estrechos contactos con el Cabildo Insular de Tenerife, cuyo presidente era Don José Miguel Galván Bello, logró dotar a la Universidad de una Facultad de Medicina, y a Tenerife de un Hospital Universitario equipado con los medios más modernos tanto en atención a los pacientes como para la investigación que se iba a desarrollar en él. También, durante su Rectorado, consiguió que el Ministerio de Educación y Ciencias encargara al arquitecto del Ministerio, Señor Antonio González González 65 Antonio González, Rector Labrada, un edificio para la ampliación de la Facultad de Ciencias, que se construiría, por no disponer de otros solares, en una zona ajardina-da que estaba situada entre la nueva Universidad y la Avenida de la Trinidad. La ampliación de la Facultad contaría con una torre de seis plantas para la investigación, salón de actos y un amplio aulario que ocuparía las tres primeras plantas, lo cual permitiría atender los nue-vos estudios de Biológicas, Farmacia, Física, Matemáticas e incluso el primer curso de Medicina. Estas obras, iniciadas en 1967, se termina-ron en 1969. El citado edificio fue conocido popularmente como la Torre de Química. Para la Enseñanza Profesional, denominada Técnica en aquella época, durante el rectorado de Antonio González se construyó la nueva Escuela de Ingenieros Industriales, de Las Palmas y el antiguo colegio Politécnico se convirtió en dos Escuelas Técnicas de Grado Medio: la de Arquitectos Técnicos y la de Ingenieros Agrícolas. La labor modernizadora del Doctor González al frente del Rectorado de la Universidad de La Laguna desde el año 1963, en que toma posesión, hasta el año 1968, en que dimite, no sólo se centró en la creación y desarrollo de nuevas secciones y facultades en La Laguna 66 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía La creación, en 1968 de la Facultad de Medicina fue un hecho que conmovió, por su trascendencia, a toda Canarias. y Enseñanzas Superiores Técnicas en Las Palmas, sino que también sirvió para ampliar el edificio de la Facultad de Filosofía y Letras, crear el edificio de la Facultad de Ciencias, con sus diferentes departa-mentos, construir el complejo polideportivo universitario y crear sen-das residencias para alumnos y alumnas y un edificio de viviendas para el profesorado. Sin lugar a dudas, Don Antonio es «el conseguidor» y difícilmente podrá ser superado en su tenacidad y empeño por dotar a la Sociedad Canaria de los medios necesarios para estar a la altura de cualquier otra de nuestro país. IV.3. Notable impulso a las Enseñanzas Medias en el Archipiélago Pero la fructífera labor que Antonio González realiza desde el Rectorado no se concreta exclusivamente en el desarrollo de la propia Universidad. Aunque normalmente los Rectores no solían intervenir en cuestiones relacionadas con las enseñanzas medias, él es conscien-te de que los estudios universitarios no son sino la continuación de los que se inician en la enseñanza primaria, y continúan en la media o secundaria. «No se puede hablar de una enseñanza universitaria de calidad si, previamente, no se consigue esa misma calidad en las ense-ñanzas anteriores». Es por ello por lo que, cuando Lora Tamayo le propone ser Rector, una de las condiciones que pone para aceptarlo es que, desde el Ministerio, se diera un gran impulso a las enseñanzas primaria, secundaria y de adultos en Canarias. Y es que la situación de la enseñanza secundaria en Canarias no podía ser más lamentable. El Instituto de La Laguna, creado en 1846, fue el único establecimiento oficial de este nivel en todo el Antonio González González 67 Antonio González, Rector Archipiélago hasta 1916, año en que se crea un nuevo instituto en Las Palmas. Posteriormente se crearían dos más, uno, en 1930, en Santa Cruz de La Palma y otro, en 1935, en Santa Cruz de Tenerife. Cuando treinta años después, en 1963, Antonio González llega al Rectorado, la situación prácticamente no había cambiado. Con la colaboración de las autoridades competentes, tanto educati-vas como de la administración local, la trascendental gestión de Antonio González, desde la Universidad, logra, en apenas cinco años, una mejora de la escasa red de centros que hasta ese momento existía, ampliándola de forma sustancial. Muchos de los centros que se crea-ron se pudieron terminar y entraron en funcionamiento durante el tiempo de su gestión en el Rectorado, mientras que otros, en fase de construcción, se inauguraron poco después. Entre los logros más rele-vantes conseguidos enumeramos los siguientes: nuevo edificio para el Instituto de Santa Cruz de Tenerife, inaugurado en 1964, con capaci-dad para 1.500 alumnos, que poco después se desdoblaría en los cen-tros actuales Andrés Bello y Teobaldo Power; Sección Delegada anexa al anterior, que, poco tiempo después se transformaría en el instituto Poeta Viana; nuevo edificio para el Instituto femenino «Isabel de España», de Las Palmas de Gran Canaria, con capacidad para 1.200 68 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Una de sus grandes pre-ocupaciones fue el des-arrollo de las enseñan-zas medias: «No se puede hablar de una enseñanza universitaria de calidad si, previa-mente, no se consigue esa misma calidad en las enseñanzas medias» Antonio González González 69 Antonio González, Rector alumnas, en servicio desde 1967; obras de ampliación para el Instituto Masculino «Pérez Galdós» de Las Palmas, con una Sección Delegada anexa; ampliación en el instituto de Arrecife de Lanzarote, Agustín de Bethencourt que dobla su primitiva capacidad; nuevo edifico para el Instituto de La Laguna, Canarias Cabrera Pinto, que entró en funcio-namiento poco después; construcción de una Sección Delegada del Instituto Femenino de Las Palmas de Gran Canaria; Sección Delegada Mixta en Escaleritas, en Las Palmas de Gran Canaria; Sección Delegada Mixta en Agüimes (Gran Canaria), que entró en funciona-miento poco después; Sección Delegada de Puerto del Rosario, en Fuerteventura, que también estaba en fase de construcción; Sección Delegada Mixta en Icod de Los Vinos; Sección Delegada Mixta de La Orotava; Sección Delegada de Güímar; Sección Delegada Mixta en Tejina, que estaba en fase de construcción; Sección Delegada en Los Realejos, que también estaba en construcción; inicio de las obras de la Sección Delegada Mixta en San Sebastián de La Gomera y la Sección Delegada en Arucas; los institutos técnicos de EEMM en el Puerto de la Cruz y los Llanos de Aridane quedan pendientes de subasta y, el ins-tituto técnico de Granadilla de Abona queda en fase de aprobación. IV.4. Dimisión como Rector Como nada es eterno, Antonio González, después de profunda y sosegada reflexión, tal vez alimentada por la cada vez mayor represión que el Ministerio de la Gobernación, a través de los Gobernadores Civiles, ejercía tanto sobre los alumnos como sobre los profesores, además de la sustitución del Doctor Lora Tamayo en el Ministerio de Educación y Ciencia por el Señor Villar Palasí, decidió presentar su dimisión al nuevo Ministro. Sin embargo, en aquella época no era habitual dimitir. Lo política-mente correcto hubiera sido esperar a que la Autoridad correspondiente le destituyera, agradeciéndole, o no, los servicios prestados, pero él no actúo de esa forma. El 4 de marzo, estando en Las Palmas de Gran Canaria, con moti-vo del acto informativo sobre los Estudios Superiores Técnicos, reci-be una llamada telefónica del Ministerio. El nuevo Ministro le pide que viaje a Madrid ya que que-ría hablar con él. En Madrid, después de una larga entrevista con el Ministro, en que dejó claro que su dimisión era irrevocable, al salir del despacho, le dijo: «¡Llame a la Universidad de La Laguna para que se reúna el Claustro y me presente una terna para nombrar al nuevo Rector!» Y eso hizo. Fue el Doctor González Vicens, Decano de la Facultad de Derecho quien, telefónicamente, le informó de lo sucedido en la reunión del Claustro. Textualmente le dijo: «Esta mañana se reunió el Claustro de Profesores de la Universidad y acordaron, por unanimidad, enviar al Ministro una terna para designar al Rector, la cual estaba encabezada con su nombre. Por otra parte, los alumnos de la Universidad, reuni-dos en asamblea, acordaron por unanimidad enviar un telegrama al Ministro para que usted fuese nombrado de nuevo Rector de la Universidad». Hecho insólito que, sin duda, avalaba la política univer-sitaria que don Antonio había desarrollado durante el tiempo que había ocupado el Rectorado. 70 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Antonio González en 1966, siendo Rector de la Universidad de La Laguna. Emocionado y agradecido, envió el siguiente telegrama al Claustro y a los alumnos de la Universidad: «En otras circunstancias estaría muy orgu-lloso representar Claustro y alumnos de nuestra Universidad lagunera. Reciban todos mi emocionada gratitud. Saludos. Antonio González». A la mañana siguiente le telefoneó el Doctor Federico González, Director General de Universidades e Investigación, y le pidió que, lo más urgentemente posible, se trasladara al Ministerio, donde le espe-raba en su despacho. Los Doctores Rodríguez y González tuvieron una larga entrevista en la cual el Director General le explicó lo ocurrido en el Claustro y en la asamblea de estudiantes de la Universidad, conclu-yendo, «tanto el Ministro como yo estamos convencidos de que la Universidad de La Laguna le quiere a usted de Rector. Nosotros le pedimos que acepte y que se olvide de todo lo pasado». Pero de nuevo se negó a aceptar el Rectorado. A fin de suavizar las posiciones, Antonio González le habló de problemas personales para justificar el rechazo al nuevo nombramiento, le contó que era diabético y necesi-taba una vida más tranquila. Por fin el Ministro aceptó su dimisión y le pidió que volviera a llamar a La Laguna para que el Claustro le pro-pusiera otra terna. Antonio González González 71 Antonio González, Rector Antonio González, en 1968, en Madrid, en los momentos previos a su dimisión como Rector, con su esposa Maruxa, su sobrina Margarita, el Doctor González Vicens y su esposa. A la mañana siguiente, los diarios de Madrid difundieron una nota del Ministerio que, poco más o menos, decía que «el Doctor Antonio González González, Rector de la Universidad de La Laguna, ha cesado en el Rectorado porque sufre una fuerte diabetes que le imposibilita para ejercer el cargo». Esa mañana le comunicaron que el Claustro, en segunda reunión, había propuesto una terna encabezada por el Vicerrector, Doctor Jesús Hernández Perera. El 11 de junio de 1968, en un emotivo acto, se produce el relevo en el Rectorado de La Laguna. El Doctor Jesús Hernández Perera sería el nuevo Rector. Fue un acto que atravesó los gruesos muros de la Universidad. La población canaria vivió unos momentos de gran ten-sión. Por todas partes se recogía el inmenso agradecimiento al que tanto había hecho por las Islas. Antonio González, después de tantos elogios y agradecimientos, profundamente emocionado, resume todos sus pensamientos del momento en unas palabras reveladoras de su modestia: «Un acto de lealtad me obligó a aceptar el cargo de rector, cuyo puesto procuré servir con todas las fuerzas a mi alcance. Y hoy, dando crédito a cuanto se dice de mí harto generosamente, tengo que creer que no lo hice del todo mal». Con Antonio González se cerraba un paréntesis donde los rectores eran designados por el Ministro de Educación, que se había abierto después del cese de Maynar, último de los elegidos democráticamen-te por el Claustro. Antonio González, en su despedida como rector, termina diciendo: «Democracia, autenticidad, diálogo, palabras mágicas de siempre que tanto y tanto se vienen repitiendo en España, en estos últimos tiem-pos [...] De tanto repetirlas van perdiendo su auténtico significado y quedando como vasijas más o menos vacías [...] Actuar democrática-mente, con autenticidad, practicar el diálogo, no son tareas fáciles, 72 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía necesitan mucha práctica y tener una gran dosis de humildad [...]. Creo que es hora de empezar a practicar estas virtudes». Antonio González González 73 D Antonio, Rector 74 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía V. SU LEGADO CIENTÍFICO V.1. Del Instituto de Investigaciones Químicas al Instituto de Productos Naturales Orgánicos (IPNO) Durante la celebración, en 1961, de la X Reunión Bienal de la Real Sociedad de Física y Química a la que asistieron los Doctores Lora Tamayo y Pascual Vila hablando «como quien no quiere la cosa» con Don Juan Ravina, Presidente del Cabildo Insular de Tenerife, le hacen el siguiente comentario: «Es lamentable que un grupo de investigadores como el que trabaja con Antonio González, capaz de causar conmoción entre los Químicos Orgánicos europeos, tenga que Antonio González González 75 Instituto de Investi-gaciones Químicas inaugurado en junio de 1963. esperar en los pasillos de la Universidad hasta que salgan los alum-nos de sus prácticas, para ocupar ellos los laboratorios que dejan libres». Posteriormente, en un aparte, Juan Ravina aprovechó para preguntarle a Antonio González: «¿Cómo no me habías hablado sobre la penosa situación en la que trabajan?». Tuvo que explicarle lo que había ocurrido con el anterior Presidente del Cabildo, Heliodoro González Rodríguez y que, por ese motivo «no me sentía con fuerzas para resistir una disputa igual». El Presidente le replicó «¡Todos no somos iguales!». A consecuencia de estos comentarios y como quiera que, tanto en dimensiones como en equipamiento, los laboratorios de la nueva facultad de Ciencias eran insuficientes para acoger al cada vez mayor número de investigadores que deseaban trabajar con él, el Cabildo Insular de Tenerife, presidido por Juan Ravina, construyó el primer pabellón del Instituto en unos solares cedidos por el Ayuntamiento lagunero a la salida de La Laguna, en dirección a La Esperanza. Fue inaugurado el 6 de junio de 1963, tomando el nombre provisional de Instituto de Investigaciones Químicas del Patronato Juan de la Cierva, y a ella asistieron el Doctor Lora Tamayo, Ministro de Educación Nacional, y otros miem-bros del Ministerio y del CSIC. 76 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Estatua del Padre Anchieta en La Laguna y al fondo, el Instituto de Investigaciones Químicas cerca de la antigua carretera de La Esperanza. Nombres propios en el panorama político insular de la época que influyeron en la construcción y ampliación del citado pabellón fueron, además del mencionado Sr. Ravina, sus sucesores en el cargo, Isidro Luz Cárpenter y José Miguel Galván Bello, así como el alcalde de La Laguna, Ángel Benítez de Lugo. Poco después, presidiendo el Cabildo José Miguel Galván Bello, se levantó una segunda planta. Con el funcionamiento de las dos plantas del Instituto se pudo trabajar con más holgura. Sin embargo, por falta de espacio no fue posible trasladar «uno de los grupos de investiga-ción más numeroso e interesante» que trabajaba sobre productos naturales de origen marino y que tuvo que permanecer instalado en los laboratorios asignados a la Cátedra de Química Orgánica en la planta 5ª de la Torre de Químicas. El año 1977 marca un antes y un después, ya que finaliza la, por hoy, penúltima ampliación de las instalaciones, dotándolas de un nuevo pabellón adosado al primero que permitió triplicar su capacidad. Fue una vez más el Cabildo Insular de Tenerife, bajo la presidencia de Rafael Clavijo, quien realiza las obras. A la inauguración del nuevo pabellón asiste el presidente de la Real Academia Española de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Doctor Lora Tamayo y el presi-dente del CSIC, Doctor Sánchez del Río, sin embargo, el invitado de Antonio González González 77 Con Manuel Lora Tamayo, Ministro de Educación y Ciencia, durante la inauguración del Instituto de Investigaciones Químicas. Su legado científico honor fue el Doctor J.W. Cornforth, Premio Nobel de Química en 1975 y uno de los más eminentes especialistas en la investigación de los productos naturales orgánicos. Con las posteriores ampliaciones, inauguradas entre 1999 y 2000, el Instituto quedó configurado tal como se le conoce hoy en día. Pero volvamos a sus comienzos. Teníamos al Instituto de Investigaciones Químicas funcionando como centro subvencionado por el Patronato Juan de La Cierva con 200.000 pesetas anuales. Al finalizar la década de los años 60, con la todavía escasa dotación eco-nómica de organismos oficiales, y gracias a la ayuda proporcionada por fundaciones y patronatos privados, el volumen de trabajo realiza-do por el Instituto va en aumento cada día y es capaz de producir y publicar artículos en revistas especializadas de todo el mundo. Durante esta década fueron publicados unos 75 trabajos de investiga-ción y se leyeron 137 Tesis Doctorales. Los años sesenta para el Instituto, sin duda, marcan un hito. Por la repercusión que tuvo para el proyecto de Antonio González, conviene hacer referencia a la estancia en Tenerife, en 1961, de los profesores de la Universidad de Glasgow, el Doctor Eglinton y el Licenciado Hamilton, enviados por el Ministerio de Agricultura de su 78 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía El Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» en la actuali-dad. país con el fin realizar un trabajo de carácter taxonómico. Para ello, se incorporaron a la Cátedra de Química Orgánica y eligieron el estudio de la composición de la cutícula de los Aeonium, comúnmente cono-cidos por bejeques, verodes o yerba pastelera. Como para la investiga-ción se necesitaba un aparato de cromatografía gas-líquido y otro de infrarrojo, y el Instituto carecía de ambos y tampoco podía adquirir-los, la Universidad de Glasgow los envió de Inglaterra. Cuando los investigadores británicos, finalizada la investigación, retornaron a Escocia, Antonio González «se encargó» de que los citados aparatos no siguiesen el mismo camino, logrando que se quedaran en el Instituto por un precio simbólico. El uso de la cromatografía gas-líqui-do y del aparato de infrarrojo, sin duda, aceleró y elevó el nivel de los trabajos del grupo de investigación. En la década de los 70, la desaparición del antiguo régimen trae consigo cambios e introduce nuevas fórmulas en el manejo de fondos destinados a la investigación por parte del Gobierno Central. Un momento decisivo en la historia del Instituto fue, sin duda, el nombra-miento como presidente del CSIC, en 1975, del Doctor Primo Yufera, que se apresuró a firmar un convenio con el Cabildo de Tenerife para mancomunar los destinos del Instituto. A partir de ese momento, pasó a llamarse Instituto de Productos Naturales Orgánicos (IPNO), nom-bre más acorde con las investigaciones que en él se desarrollaban y fue dotado, no sólo de mayores partidas presupuestarias sino, por prime-ra vez, de plazas de colaboradores científicos y de ayudantes de inves-tigación. El Instituto terminó la década de los setenta saturado de investiga-dores y equipos. Acoge a más de cincuenta investigadores, de los cua-les unos veinte proceden de otros países, venidos, fundamentalmente, a través de los programas de la Asociación para la Investigación y Estudios de Temas Iberoamericanos, AIETI. Antonio González González 79 Su legado científico A finales de los años 70 y principios de los 80, Antonio González logra la implicación en el Instituto de un organismo de tanto presti-gio como la UNESCO cuando recibe el encargo de la creación y des-arrollo de un Centro de Investigación de la Química de los Productos Naturales Bioactivos de la Flora Medicinal Paraguaya en la Universidad Nacional de Asunción en Paraguay. A comienzos de la década de los ochenta, el Instituto organiza el IUPAC-12th International Symposium on The Chemistry of Natural Products, bajo los auspicios de la Unión of Pure and Applied Chemistry, Division of Organic Chemistry. Sin lugar a dudas, el más relevante acontecimiento científico acaecido hasta estos momentos en el Archipiélago Canario. Se celebró en el Puerto de la Cruz del 21 al 27 de septiembre de 1980 con la asistencia de cerca de un millar de per-sonas, entre científicos y acompañantes, procedentes de los cinco con-tinentes. Gracias a su perseverancia, Antonio González logra que la Fundación Juan March, la Fundación Aguilar y sobre todo la AIETI aporten partidas presupuestarias en cantidad suficiente para permitir el lento pero constante crecimiento del prestigio nacional e interna-cional del Instituto, sobre todo en los países iberoamericanos. Fue esta una época en la que Antonio González realiza continuos viajes a Iberoamérica y, debido a ello, se inicia un incesante flujo de doctoran-dos iberoamericanos hacia el Instituto. Los óptimos resultados obtenidos por el grupo de investigación de productos naturales de origen marino, el estudio de nuevas moléculas naturales, las transformaciones y síntesis de tipo biogenética, así como el indudable éxito del 12th-International Symposium on The Chemistry of Natural Products, animan a la UNESCO a patrocinar una Reunión en La Laguna de los grupos más importantes del mundo que trabajaban sobre los Productos Naturales de origen marino. El IV 80 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía International Symposium on Marine Natural Products se celebró en La Laguna del 26 al 30 de Julio de 1982, y alcanzó un alto nivel cien-tífico y de participación. De las cincuenta comunicaciones sobre traba-jos originales, siete correspondieron a investigadores del Instituto. La década de los años 80 fue testigo de un incesante movimiento de doctorandos iberoamericanos hacia el Instituto de Productos Naturales Orgánicos que, en su gran mayoría, han desempeñado puestos docentes de relevancia en sus universidades de origen, lo cual ha potenciado, a su vez, las relaciones científicas y humanas entre sus universidades y la de La Laguna. A pesar de los innegables éxitos científicos obtenidos por el IPNO de La Laguna, tanto en su conjunto como a título personal de muchos de sus investigadores, la convivencia entre determinados investigado-res pertenecientes al IPNO y los miembros de la Universidad se hace difícil, problema posiblemente alentado por miembros de la cúpula del CSIC en Madrid que, entre otras cosas buscaban conseguir la pro-piedad del edificio, construido, como se ha dicho, por el Cabildo Insular de Tenerife. La transferencia definitiva del edificio del Instituto a la Universidad de La Laguna se produce en 1998, siendo Presidente del Cabildo Insular de Tenerife Adán Martín Menis. V.2. El trabajo en el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» Desde tiempo inmemorial la humanidad se ha fijado en la Naturaleza como un modelo en múltiples aspectos. En el tema que nos ocupa, el uso de plantas con ciertas propiedades medicinales se remonta a la aparición del hombre sobre la faz de la Tierra. Antonio González González 81 Su legado científico El hombre, observando en primera instancia el comportamiento de los animales que vivían en su entorno y, en segunda, experimen-tando por sí mismo, aprendió que ciertas especies vegetales poseí-an propiedades que las hacían útiles para curar o, en todo caso, ali-viar un amplio rango de dolencias que le afectaban. De esta forma, llegó a la selección de plantas que en el transcurso de los siglos han configurado las medicinas tradicionales características de cada región. La variedad y cantidad de plantas con propiedades terapéuticas es bastante asombrosa, estimándose en unas 70.000 especies vegetales, desde líquenes a árboles, las que en uno u otro momento han sido uti-lizadas con fines medicinales. En occidente, aún hoy en día, se siguen utilizando al menos 1.000 plantas autóctonas europeas, así como de miles de especies procedentes de América, África, Asia y Australia. En la actualidad, la medicina convencional emplea todavía unas 500 especies de plantas. En general, se utilizan para obtener la materia prima para aislar o sintetizar los fármacos. Por ejemplo, la quinina, obtenida de la corteza del árbol de la Quina (Cinchona spp.), se utiliza como medicamento eficaz para prevenir la malaria desde antes de que los europeos llegaran a América; la digoxina, utilizada para la insufi-ciencia cardiaca, fue aislada de la dedalera (Digitalis purpurea); la emetina, aislada de las plantas sudamericanas Cephaellis ipecacuana y Caphaellis acuminata, utilizada por los nativos de Brasil, Colombia y zonas próximas para tratar con éxito las diarreas, se sigue utilizando hoy en día para el tratamiento de la disentería amebiana y, la píldora anticonceptiva se obtuvo por síntesis de los componentes hallados en el ñame silvestre (Dioscorea villosa). Cada vez que se comienza una investigación fitoquímica en el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González», salvan-do ligeros matices, siempre incluye las siguientes fases: 82 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Consideremos que se trata de un material de origen vegetal. Dicho material se suele recibir clasificado y catalogado botánica-mente, indicando si se trata de plantas de hábitat terrestre, de qué parte del vegetal procede (planta entera, parte aérea, raíces, etc.) y cualquier otra característica relevante. Si no lo estuviese ya, hay que secarlo al aire libre y una vez seco, se procede a su molido cuidadoso. Hecho esto, se pasa al estudio fitoquímico propiamente dicho. Para extraer las sustancias químicas contenidas en el vegetal, se le sumerge molido en el interior de algún disolvente orgánico como la acetona, el etanol o éter de petróleo, que posea la propie-dad de extraer el mayor número posible de sustancias naturales y usualmente a temperatura ambiente (extracción por macera-ción). Hay ocasiones en que es necesario forzar las condiciones de extracción, debiendo realizarse en caliente, haciendo hervir el disolvente, y condensándolo a continuación en circuito cerrado para evitar su pérdida a la atmósfera. Este proceso se realiza en un Soxhlet. Finalizada la extracción, se procede a filtrar el extracto disuelto en el disolvente para separarlo del resto del material molido, ya agotado. El último paso de esta primera fase consiste en eliminar, evapo-rando, el disolvente mediante una destilación «a vacío», lo que se realiza mediante un Rotaevaporador o rotavapor. Así, se obtiene un material de aspecto sólido y oleoso, de color oscuro y un olor fuertemente penetrante. En este extracto sólido se encuentran reunidas la totalidad de las sustancias químicas naturales que el vegetal ha metabolizado (metabolitos) y que suelen ser el objeto de estudio de los investigadores fitoquími-cos. El Rotavapor al vacío es la «piedra angular» en los moder-nos laboratorios de investigación fitoquímica: consta de un baño Antonio González González 83 Su legado científico de agua con termostato y un sis-tema clásico de destilación, pero apoyado por una bomba de vacío, que facilita la evapora-ción de líquidos a presión redu-cida, quedando en el fondo de los matraces los residuos sóli-dos para posterior tratamiento. A continuación se pasa a aislar una a una la totalidad de las sus-tancias contenidas en el extrac-to obtenido anteriormente y para ello se utilizan las diferen-tes técnicas cromatográficas. La cromatografía es una técnica de aislamiento y purificación de sustancias muy importante en cualquier laboratorio de química orgánica del mundo. Consiste, de forma muy general y simplificada, en aprovechar el diferente grado de adsorción que poseen las distintas sustancias cuando se hacen pasar, disueltas en diversos disolventes con diferente poder eluyente, a través de un soporte en el más común de los casos, sólido. Existen diferentes tipos de cromatografía depen-diendo del objetivo perseguido: sobre papel, en capa fina (un soporte rígido de vidrio, plástico o metal, sobre el que se encuen-tra cuidadosamente depositado el soporte sólido, normalmente gel de sílice o Sephadex) y en columna. La cromatografía en columna, que suele ser la que más se emplea, consiste en una columna hueca de vidrio, con una llave de paso en uno de sus extremos, dentro de la cual se le coloca el soporte sólido, como hemos dicho, normalmente gel de sílice, arena de mar lavada y moli- 84 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía El rotavapor a vacío es un instrumen-to de importancia primordial en los modernos laboratorios de investiga-ción fitoquímica. Antonio González González 85 Su legado científico da o bien Sephadex. En la parte supe-rior de la columna se deposita, con mucho cuidado, el extracto con la mez-cla de sustancias que se desean aislar y, a continuación, se le va pasando tam-bién por la parte superior el líquido elu-yente seleccionado, que es el encargado de hacer avanzar de forma gradual hacia el extremo inferior de la columna las diferentes sustancias disueltas, según su grado de adsorción en el soporte sólido. Finalmente las dife-rentes sustancias, por orden, gotearán a través de la llave de paso. El proceso de aislamiento se completa con sucesivas y reiteradas croma-tografías que al final suelen llevar a la obtención de un número discre-tamente elevado de sustancias naturales, todas provenientes del pri-mitivo extracto. Como complemento a la purificación de alguna de las sustancias obtenidas, se intenta cristalizarlas (las que lo permitan), disol-viéndolas en uno o más disolventes adecuados y dejando que se evaporen lentamente. De esta forma se consigue aislar y purifi-car las distintas sustancias naturales (metabolitos) provenientes del extracto vegetal inicial. Pero, ¿de qué sustancia se trata?, ¿cuál es su estructura? La res-puesta a estos interrogantes se consigue mediante el cálculo de su datos físicos (punto de fusión, actividad óptica…), técnicas espectrométricas de masas (E.M.) y espectroscópicas (resonan- Columna cromatográfica de vidrio en pleno funciona-miento. Se observa la diferente coloración que presenta algunas de las diferentes sustancias eluídas. cia magnética nuclear (RMN), infrarrojo (IR), ultravioleta (UV), difracción de rayos X…). Una vez que el químico de productos naturales dispone de todo el conjunto de datos obtenidos a través del análisis instrumental, es cuando está en condiciones de «traducirlos» y «ponerlos en sintonía». En esta fase, su trabajo se parece bastante al de un muchacho que trata de armar un rompecabezas un poco compli-cado. Al final del proceso logra descubrir la estructura química exacta e inequívoca para la sustancia natural que previamente se había aislado y purificado. Averiguada la estructura de determinada sustancia aislada, se entra en la fase de evaluación de su actividad biológica, funda-mentalmente del tipo antibacteriana, antivírica, incluyendo el virus del SIDA y antifúngica (anti-hongos). Para ello se ensayan frente a diversos sistemas para determinar su actividad biológi-ca (in vitro) y aquellos que resultan de interés pasan a ensayos farmacológicos en modelos animales (in vivo). Tras numerosas pruebas se pasa a realizar ensayos clínicos en seres humanos. La última fase en el proceso de investigación fitoquímica es el de tratar de acometer la síntesis total de la sustancia descubierta, prin-cipalmente de las que han resultado con prometedora actividad biológica, partiendo, para ello, de productos químicos comerciales. V.3. Algunas aportaciones científicas del Instituto Universitario A lo largo del dilatado período de tiempo que el Instituto lleva en fun-cionamiento, muchas son las aportaciones científicas que se han realiza-do. Sin ánimo de ser exhaustivos, mencionemos algunas de ellas: 86 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Durante los primeros años de actividad se hizo especial hincapié en el estudio de plantas canarias debido, en primer lugar, a su facilidad de localización en la geografía de las islas y, en segundo lugar, por la importancia que para la ciencia en Canarias tenía el acometer proyectos de investigación que tuvieran como objetivo el estudio de la flora canaria. De estos primeros tiempos hay que destacar que del látex de la «tabaiba dulce» (Euphorbia balsamífera) se aisló, por primera vez en una planta superior, el lanoste-rol. Esta sustancia natural tuvo bastante relevancia en las décadas de los 50 y 60, porque sólo se había podido obtener de la lanolina, grasa de la lana de las ovejas y porque se consideraba un eslabón rele-vante en la ruta biogenética del Colesterol en el que trabajaban intensamente, durante aquellos años, los eminentes científicos K. Bloch, J.W. Cornforth (ambos premios Nobel) y Popjak, tra-tando de verificar, experimentalmente, la hipótesis lanzada por Antonio González González 87 Su legado científico De la Euphorbia balsamífera (tabaiba dulce) se aisló, por primera vez en una planta supe-rior, el Lanosterol. El Lanosterol fue famoso en los 50 y 60 porque se consideraba un eslabón singu-lar en la ruta biogenética del Colesterol. el premio Nobel Ruzicka en los años 50, sobre el origen de los esteroles, las hormonas sexuales y los corticoides. El producto fue propuesto por el equipo de trabajo que lo aisló, des-pués de un exhaustivo estudio, como un intermedio «clave» en la biosín-tesis de los esteroles. Posteriormente también fue encontrado en otras Euforbiáceas canarias como lo son la E. atropurpurea y la E. regis-jubae. Además del Lanosterol, también se aislaron el Handianol, obtenido del Cardón de Jandía (E. handiensis) y el Obtusifoliol, encontrado en la tabaiba amarga (E. obtusifolia). El Handianol, al perder un grupo metileno (-CH2-), se transforma en otro de los eslabones esenciales de la ruta biogenética del Colesterol. Analizado con la perspectiva del tiempo, este hecho resultó ser de vital importancia para el Instituto ya que despertó el interés y le pro-porcionó prestigio entre los químicos orgánicos europeos. Despertó también gran interés la Canarigenina, descubierta en las Isoplexis canarias, y sus glicósidos por sus actividades cardio-tónicas y el nuevo azúcar Canarosa, porque en aquella época se disponía de muy pocos medicamentos para las enfermedades cardiacas. De otra planta canaria, la llamada popularmente Norsa o Zarzaparrilla sin espinas (Tamus edulis Lowe), se estudió la estructura de tres sustancias naturales a las que se les dio los nombres de Tamusgenina, Eduligenina y Afurigenina (hay que destacar el hecho curioso de que el nombre de esta últi-ma sustancia viene dado en honor a la zona de los montes de Anaga, en Tenerife, denominada Afur). Dichas sustancias tuvieron una importancia impresionante constituyendo en su momento una alternativa muy eficaz a la hora de sintetizar de forma simple y económica anticonceptivos de los llamados esteroidales. Antes del aislamiento de esas sustancias, la 88 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía mayor parte de los anticonceptivos esteroidales se sintetiza-ban principalmente por unas pocas compañías de química farmacéutica, tal como la Syntex, a partir de la materia prima Diosgenina, un producto natural que se aísla del árbol del Curare (Chendodendrum tometosum), además de varias Dioscoreas mexicanas, lo que significó en su momento la casi extinción de dichos árboles. En la investigación de las Rudas endémicas de Canarias y algunas Rudas exóticas asilvestradas en las islas macaronésicas, sobre todo por el creciente interés que a principios de los años 70 empe-zaban a despertar los fármacos fotoactivos, se logró aislar algunos compuestos de gran importancia, como los aislados de la Ruta pinnata (Ruda salvaje), recolectada
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Calificación | |
Título y subtítulo | Antonio González González |
Autor principal | Díaz Torres, Álvaro |
Autores secundarios | Martínez Navarro, Francisco ; Repetto Jiménez, Emigdia |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Madrid ; Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Dykinson ; |
Fecha | 2006 |
Páginas | 195 p. |
Datos serie | Biografías de Científicos Canarios ; 8 |
Materias |
González González, Antonio (1917-2002) Biografía |
Enlaces relacionados | Más biografías de científicos canarios: http://mdc.ulpgc.es/cdm/search/collection/MDC/searchterm/Biograf%C3%ADas%20de%20Cient%C3%ADficos%20Canarios/field/serie/mode/all/conn/and/order/nosort |
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Tamaño de archivo | 2988785 Bytes |
Texto | ANTONIO GONZÁLEZ GONZÁLEZ © Álvaro Díaz Torres © Francisco Martínez Navarro Emigdia Repetto Jiménez © Oficina de Ciencia, Tecnología e Innovación. Gobierno de Canarias © De las cubiertas: Cam-PDS Edita: Dykinson S.L. 915 44 28 46, Fax: 915 44 60 40. info@dykinson.com / www.dykinson.com Producción, diseño y realización Cam-PDS. PUBLICACIONES DIDÁCTICAS Y SERVICIOS EDUCATIVOS Las Palmas de Gran Canaria - 35002 LPGC · Tfno: 928 38 05 60 editorial@cam-pds.com | www.cam-pds.com I.S.B.N.: Depósito Legal: Álvaro Díaz Torres Biografías de Científicos Canarios ANTONIO GONZÁLEZ GONZÁLEZ Coordinadores de la Colección: Francisco Martínez Navarro Emigdia Repetto Jiménez D. ANTONIO GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ Y EL INSTITUTO UNIVERSITARIO DE BIO-ORGÁNICA «ANTONIO GONZÁLEZ» Hablar de investigación en Canarias y asociar la idea a la figura de D. Antonio resulta prácticamente indisoluble. La presente Biografía presenta admirablemente la faceta personal y científica de una figura de nuestra tierra que debería constituir un ejemplo de pasión, com-promiso y dedicación para las jóvenes generaciones de canarios. D. Antonio fundó el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» hace más de 40 años con un puñado de jóvenes voluntariosos en condiciones, que hoy en día, podríamos considerar como heroicas. Su buen hacer en la universidad Española y su intensa actividad en todos los foros nacionales propició estrechos lazos de amistad y cooperación científica con los mejores centros de investiga-ción nacionales siendo, sin lugar a dudas, el mejor embajador de nues-tro Universidad en tierras peninsulares. Pero además D. Antonio tuyo siempre una profunda vocación inter-nacional. Inspirados en su celebre frase «hay que salir al mundo» y siguiendo su propios pasos, las generaciones de científicos que se for-maron bajo su tutela realizaron estancias posdoctorales en diferentes países extranjeros (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, etc.). La vuel-ta de estos investigadores, con nuevos conocimientos y nuevas pers-pectivas de la Química Orgánica, propició la implantación de líneas novedosas de investigación en el campo de la Química de los Productos Naturales. Crecimiento físico del centro, mejor dotación instrumental y nuevas políticas nacionales para la financiación de Proyectos de Investigación, impulsaron el establecimiento de un Instituto dedicado a la investigación de la química de los productos aislados de fuentes naturales en todas las perspectivas posibles: estu-dio de especies terrestres y marinas, evaluación de actividades bioló-gicas (farmacológica, agrícola, ecológica, etc.), síntesis total de las sus-tancias de mayor interés, estudios de biogénesis en especies con posi-bilidad de cultivo, etc. A lo largo de su vida, junto con una intensa actividad científica plas-mada en más de 700 trabajos de investigación, varios libros y la direc-ción de más de 130 Tesis Doctorales, creó una escuela realmente amplia con alumnos actualmente ubicados en Canarias, la Península e innumerables países extranjeros y, dentro de estos, fundamentalmen-te ibero-americanos. La proyección internacional alcanzada por el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González», gracias al incansable tesón de D. Antonio y a la calidad de los proyectos de investigación desarrollados han situado al centro como un punto de referencia mundial en la química de los Productos Naturales. Hablar de investigación relacionada con este campo obliga a referenciar algún trabajo de investigación desarrollado en el IUBO-AG. Esta incidencia internacional es también especialmente notable con países de Ibero América. Desde los comienzos de la actividad investigadora de D. Antonio la relación con Universidades y Centros de investigación de esta parte del planeta fueron constantes. Sus continuos viajes a estos países ha propiciado la formación de gran número de investigadores americanos en el Instituto. Los mismos que hoy ocupan importantes puestos de responsabilidad en sus instituciones y que mantienen un continuo flujo de intercambio científico. Esta actividad ha fructificado en proyectos conjuntos y un flujo de ideas y personas en ambas direc-ciones altamente enriquecedor. Glosar la figura de D. Antonio es casi equivalente a hablar del Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González». Cualquiera que tuvo el privilegio y la oportunidad de dialogar con él entenderá que su mayor pasión era su Instituto. Lo fundó, lo vio cre-cer. Vivía como propias todas las deficiencias que el tiempo iban pro-duciendo en el edificio, y al mismo tiempo también vivía intensamen-te las alegrías, las mejoras estructurales, los logros dentro de los dife-rentes programas de investigación, los muchísimos intercambios con figuras científicas de renombre mundial, el contacto con las últimas generaciones de alumnos, profesores visitantes, doctorandos de aquí y de allá, y sobretodo alumnos de los ex-alumnos de sus queridas tie-rras ibero-americanas. No en vano, a pesar de las limitaciones físicas de sus últimos años de vida, y ya como profesor-emérito de nuestra universidad, nunca de dejó de venir a su despacho en el que con mucho esfuerzo realizaba su trabajo, la escritura de sus memorias, sus libros sobre fitoquímica, etc. Para los que actualmente realizamos nuestra labor investigadora en el IUBO-AG es un honor y una enorme responsabilidad intentar seguir su camino. D. Antonio creó un centro que ha alcanzado renom-bre internacional a partir de una situación muy difícil, lo hizo crecer, formó muchas generaciones de científicos reconocidos mundialmente y ha sembrado una semilla cuya total germinación y crecimiento es responsabilidad de los que hemos tomado el relevo en el difícil cami-no de dirigir a buen puerto el desarrollo de la química de los produc-tos naturales. No tengo ninguna duda de que por parte los que actualmente esta-mos en activo y formamos parte del Instituto Universitario de Bio- Orgánica «Antonio González» el mejor homenaje que podemos tribu-tar a su persona es el esfuerzo diario, el intento de superación, la inno-vación investigadora, la potenciación como futuros investigadores de las nuevas generaciones y, como no, el no decaimiento del esfuerzo diario ante las continuas dificultades que el desarrollo de la investiga-ción conlleva. Víctor S. Martín Director del Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» ÍNDICE PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13 PRIMERA PARTE: BIOGRAFÍA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 I. UNA NIÑEZ DIFÍCIL Y UNA SALUD DELICADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 II. UNA JUVENTUD MARCADA POR LAS CONTRARIEDADES Y EL ESFUERZO DE SUPERACIÓN . . . . . . . . . 29 Estudiante universitario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 La guerra Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 El Doctorado en Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 III. REGRESO A LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Primeras impresiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 En busca de un proyecto de investigación. Don Antonio, «el conseguidor» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Boda con Maruxa y marcha a la Universidad de Cambridge . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 Regreso a la Universidad de La Laguna: existen graves problemas . . . . . . . . . . . . . . . 54 Los primeros pasos para la creación de un Instituto de Investigacón . . . . . . . . . . . . . 58 IV. ANTONIO GONZÁLEZ, RECTOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Nombramiento y toma de posesión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 La construcción de la nueva Universidad de La Laguna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Notable impulso a las Enseñanzas Medias en el Archipiélago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Dimisión como Rector . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 V. SU LEGADO CIENTÍFICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Del Instituto de Investigaciones Químicas al Instituo de Productos Naturales Orgánicos (IPNO) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 El trabajo en el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» . . . . . . 81 Algunas aportaciones científicas del Instituto Universitario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 Cooperación científica con Iberoamérica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 VI. RECONOCIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 El Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica . . . . . . . . . . . . . 99 Llega el momento de su jubilación. El Instituto toma el nombre de su creador . . . . 101 El Científico canario más galardonado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102 ¿El futuro del IUBO-A6? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105 Hasta el último día trabajando por la Ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 SEGUNDA PARTE: DOCUMENTOS DUCTORES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .111 VII. TEXTOS ORIGINALES DE ANTONIO GONZÁLEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 Eric Sventenius, primer Director del Jardín Canario Viera y Clavijo . . . . . . . . . . . . . 115 Nota del Rectorado de la Universidad de La Laguna el 5 de marzo de 1968 sobre la enseñanza superior en el Archipiélago, especialmente en la isla de Gran Canaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 VIII. LA QUÍMICA DE LOS PRODUCTOS NATURALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 El cultivo de la cochinilla en Canarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121 En Cambridge, en los extraordinarios años cincuenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124 El Instituto de Canarias de La Laguna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Unidades de investigación que conforman el actual IUBO «Antonio González» . . . 130 12º Simposio Internacional sobre la Química de los Productos Naturales . . . . . . . . 133 La Naturaleza: una farmacia viva. Las plantas medicinales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137 La investigación sobre productos de origen marino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140 IX. LA CROMATOGRAFÍA Y SUS APLICACIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 ¿Qué es la cromatografía? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 Separación de los pigmentos de las espinacas por cromatografía en columna . . . . . 146 Separación de los componentes coloreados de una tinta por cromatografía en papel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148 Análisis de las espinacas mediante cromatografía en papel . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149 BIBLIOGRAFÍA I Y II PARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 ANEXO: CÓMO APRENDER CON LA HISTORIA DE LA CIENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155 INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .157 1. OBJETIVOS DE LA HISTORIA DE LA CIENCIA EN LA ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 2. APLICACIONES DE LA HISTORIA DE LA CIENCIA EN EL AULA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 Como disciplina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169 Integrada en las diferentes disciplinas: Enfoque histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170 Cómo recurso didáctico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170 Como medio de determinar obstáculos epistemológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172 Como estudio de la evolución histórica de determinados conceptos . . . . . . . . . . 173 Como forma de analizar, elegir y secuenciar los contenidos de un curso . . . . . . . 173 Como ayuda para la comprensión de los distintos procesos del quehacer científico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174 3. UTILIZACIÓN DIDÁCTICA DE LA HISTORIA DE LA CIENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 Biografías de científicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177 Entrevistas realizadas a científicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 Documentos originales de los científicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184 Comentarios de textos científicos e históricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185 Actualización científica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188 Experimentos históricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190 Videos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192 Exposiciones temáticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193 Exposiciones hechas por el alumnado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197 Congresos del alumnado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 Las simulaciones o juego de rol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 200 El puzle como estrategia de trabajo cooperativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202 BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205 PRESENTACIÓN La ciencia consiste en dirigir una mirada alrededor, sentir la sorpresa, preguntarse y ver Fernández Rañada La Ciencia es profundamente humana, porque incide en lo más definitorio de nuestra condición de animales curiosos en el mundo. Por otra parte, vivimos en una época en que nuestras vidas están influenciadas directamente por la ciencia y la tecnología, por ello, sería deseable lograr tener ciudadanos científicamente cultos que sean capaces de seguir los mensajes científicos y tecnológicos que transmi-ten los distintos medios de comunicación y que después de pasar la enseñanza obligatoria puedan integrar nuevos conocimientos de forma autónoma. A ello quiere contribuir el proyecto Biografías de Científicos Canarios y que propone un recorrido por la ciencia a través de sus pro-tagonistas. Nos acompañan en este apasionante viaje varios científicos Antonio González González 13 canarios que consideramos representativos de diferentes épocas: Del siglo XVIII, D. José Viera y Clavijo y D. Agustín de Betancourt; del siglo XIX, Gregorio Chil y Naranjo y Juan León y Castillo; por el siglo XX, presentamos a Juan Negrín López, Blas Cabrera y Felipe, Telesforo Bravo Expósito y Antonio González González, todos ellos personajes ilustres cuya memoria queremos contribuir a recuperar en la tierra que los vio nacer para las generaciones actuales y futuras. Esta obra, formada por ocho biografías, pretende dar a conocer parte de la historia de la ciencia en Canarias y divulgarla a las nuevas generaciones para que nos permita comprender mejor nuestro presen-te y abordar los problemas de nuestro futuro. Por otra parte, queremos resaltar el lado humano de los científicos, sus grandezas y debilidades, es decir, mostrar una ciencia con rostro humano y poner de manifiesto que la ciencia es parte de la cultura, que es otra mirada a la realidad y que nos da nuevos matices de la misma, mostrando que un científico es también un humanista. Igualmente, queremos dejar patente que detrás de cada investigación o descubri-miento existen además de ideas, seres humanos que las generan y que no suelen ser héroes inaccesibles sino que viven como la mayoría de la gente. En este sentido, Aarón Ciechanover que compartió el Premio Nobel de Química con Avram Hershko, en el 2004, se expresaba así ante los estudiantes que participaron en el Campus de Excelencia de la ULPGC, en junio del 2005: «...Un Premio Nobel no es Dios, es una per-sona normal, que tiene brazos, piernas y ojos, a la que un día le cambia la vida, se le produce una mutación genética al ganar este galardón pero lo importante no es ganar el premio sino trabajar con entusiasmo e ir hacia la búsqueda de la verdad a través de la ciencia.» Entre los objetivos de este proyecto está también dar a conocer las profundas relaciones Ciencia, Tecnología, Sociedad y medio Ambiente. 14 Biografías de Científicos Canarios Presentación Cada tomo consta de tres partes bien diferenciadas: la primera se refiere a la biografía del autor estudiado en la que hemos de resaltar su carácter didáctico y educativo que permite su fácil lectura y com-prensión; para ello, también se incluyen cuadros resumen y gráficos La segunda parte, está formada por una serie de documentos seleccio-nados de textos originales del autor estudiado, a veces extractados por nosotros, con el fin de facilitar su lectura por estudiantes de diferen-tes niveles educativos especialmente en el 2º ciclo de la ESO, Bachillerato y Universidad, y por el público en general. Se incluyen también otros documentos complementarios, atractivos para el estu-dioso en los que aparecen, una serie de cuestiones ductoras cuya misión es guiar la lectura y el aprendizaje. Estas cuestiones son única-mente orientativas de las que pueden utilizarse teniendo siempre en cuenta los objetivos que nos hemos fijado. Esta es una característica diferenciadora de esta colección, que la justifica y le confiere un carác-ter inédito. En la tercera parte, exponemos diferentes maneras de utilizar la Historia de la Ciencia para que constituya una nueva forma de aprender. La estructura de cada libro de la colección permite diferentes lectu-ras y quiere responder a intereses muy variados. Su lectura puede empezar por las partes y capítulos que a cada lector más le interese por tener una cierta independencia cada sección y, por tanto, podrá ser utilizado como si de un hipertexto se tratase, navegando a través del mismo y saltando a aquellos aspectos que sean más interesantes para cada usuario. El libro puede ser también leído linealmente. Finalmente, queremos resaltar el carácter unitario de la colección. Las biografías de los científicos canarios presentan una misma estruc-tura y un mismo hilo conductor, teniendo cada una de ellas una inde-pendencia, pero el conjunto de las mismas le dan a la colección un Antonio González González 15 Presentación de la Colección cierto carácter enciclopédico, abarcando en sus aproximadamente mil doscientas páginas una visión de conjunto de la historia de la ciencia en Canarias y de sus científicos y mostrando una Ciencia con rostro humano, con sus aplicaciones y sus implicaciones sociales. El trata-miento divulgativo y didáctico garantiza que sean libros para ser releídos, interpretados y trabajados, principalmente por nuestros jóvenes, a través de los materiales, recursos y orientaciones didácticas incluidas en los mismos. Los coordinadores de la colección Francisco Martínez Navarro Emigdia Repetto Jiménez 16 Biografías de Científicos Canarios Presentación El profesor don Antonio González González, en la década de los 90. PRIMERA PARTE Biografía I. UNA NIÑEZ DIFÍCIL Y UNA SALUD DELICADA Nace en Realejo Alto. El municipio de Los Realejos, situado en la vertiente norte de la isla de Tenerife, como otros muchos de la isla, se extiende desde Las Cañadas hasta el nivel del mar. Pero no siempre fue así, habría que esperar al año 1955, concretamente al día 13 de febrero, fecha en que se constituye el nuevo Ayuntamiento por fusión de los de Realejo Alto y Realejo Bajo. A principios del siglo XX, Realejo Alto y Realejo Bajo, eran dos pue-blos bastante aislados de su entorno unidos entre sí y con La Orotava por estrechas y accidentadas rutas de tránsito que, sin embargo, eran Antonio González González 21 Realejo Alto a principio del siglo XX. las únicas que permitían el trasiego de gente y mercancías a lomos de burros y otros animales entre los pueblos de la Isla. Pero, en el año 1910, se inaugura una nueva carretera que hace posible la utilización de otros medios de transporte que, con el tiempo, ayudaron a incremen-tar y modernizar el comercio, los servicios educativos y sanitarios y las conexiones con otras localidades vecinas. Es, a través de esta nueva carretera, por la que empiezan a llegar los primeros turistas, que apro-vechan las excursiones organizadas por el Hotel Camacho de Tacoronte para visitar la Rambla de Castro y otras zonas del norte de Tenerife. La Primera Guerra Mundial, que se inicia en 1914 y se prolonga hasta 1918, trajo consigo el colapso del desarrollo de los años siguien-tes. Hay que tener en cuenta que los países beligerantes eran los prin-cipales consumidores de los plátanos y tomates que en la zona se pro-ducían. La recesión se extendió a todos los sectores económicos. El paro superó el 80% de la población útil y, como consecuencia, apare-ció el hambre y la desesperación. Por si fuera poco, en torno a marzo de 1914, la comarca sufrió una de las peores plagas de langos-ta que se recuerdan y dejó a los ya de por sí maltrechos campos en estado de desierto. Otros dos hechos vienen a agravar de tal forma la situación que pro-vocan la muerte de bastantes habitantes de las islas: por una parte, la pertinaz sequía que venía asolando las islas desde muchos años atrás y, por otra, una terrible epidemia de gripe causada por un virus resistente 22 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Antonio González González, hijo y nieto de labra-dores, nació en el año 1917. Arriba, su casa natal, en Realejo Alto, donde vivió hasta los cinco años, situada entre la calle del Sol y la travesía que unía esta con la calle del Medio. a los remedios habituales de la época. Para muchos la emigración a América fue la única solución. Los Realejos, prácticamente, se queda desierto. En este contexto nada alentador, Antonio González González, hijo y nieto de labradores, nace el 27 de octubre de 1917 en Realejo Alto, y fue bautizado muy cerca de la casa que le vio nacer, en la iglesia parro-quial de Santiago Apóstol, donde muchos años antes, también había recibido las aguas bautismales otro ilustre personaje, José Viera y Clavijo. Su padre, Antonio González Reyes, era natural de la Cruz Santa y su familia, unos modestos agricultores, sufrieron en sus pro-pias carnes la falta de perspectivas vitales y de trabajo. Cuatro varones de su familia se vieron obligados que emigrar y «hacer las Américas», cosa que, como se ha indicado, era frecuente en muchas familias de la época. Su madre, Doña Úrsula González y González, del Realejo Alto, nace en el seno de una familia de acomodados terratenientes. Desde temprana edad, Antonio siempre tuvo una delicada salud, lo que le va a condicionar toda su trayectoria vital, sin embargo, pocos podían prever la larga y fructífera vida de la que iba a disfrutar. Superada la crisis bélica de la Primera Guerra Mundial, sobrevie-nen los «felices años 20». Desaparece la epidemia de gripe en toda Canarias y la agricultura vivió un vertiginoso aumento en las produc-ciones. En el pueblo se establecieron varios médicos y boticas, como antes se denominaba a las farmacias, e incluso la utilización de las guaguas y de la electricidad empieza a hacerse habitual. El carburo, combustible ordinario hasta ese momento, se vio relegado al olvido. A la edad de cinco años, su familia toma la decisión de dejar el Realejo Alto. La causa no es otra que el clima húmedo y frío que nor-malmente presentaba la zona, que no era recomendable para el asma que padecía su padre, ya que en muchas ocasiones no podía ni siquie-ra trabajar y, para una familia que dependía económicamente del cul- Antonio González González 23 Una niñez difícil y una salud delicada tivo de sus tierras, era una situación insostenible. El sitio elegido no es otro que la zona de Valle de Guerra, en la costa norte de Tenerife y muy cerca de La Laguna. Lo benigno de su clima segura-mente haría que su salud mejo-rase. Además, al estar cerca de La Laguna, sus hijos podrían estudiar. Decidido el traslado, arriendan la llamada Finca de Carta, que poco más tarde comprarían y es en ella donde el pequeño Antonio pasaría una de las épocas más felices de su vida. Desde la finca, que estaba situada en la zona más húmeda y de clima más regular, en las medianías del término de Valle de Guerra, se disfrutaba de una espléndida vista que alcanzaba hasta Bajamar y Punta del Hidalgo. Tenía sin embargo, un inconveniente que afectaba a todo el valle: la falta de agua. En aquella época, Valle de Guerra no era, ni mucho menos, parecido al que actualmente podemos contem-plar. La falta de agua de riego y de infraestructuras para trasladarla hasta dicha zona, lo mantenían seco, casi desértico y con una agricul-tura muy pobre. La mayoría del agua que consumían sus escasos habi-tantes procedía de los aljibes particulares, que llenaban en épocas de lluvia. Cuando se terminaba, cosa bastante frecuente, había que traer-la desde unas fuentes que había en la finca de los Olivera, cerca de El Pris, en la costa de Tacoronte. 24 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía El pequeño Antonio, a la izquierda, con su madre, doña Úrsula González González, y con Tomás, su hermano mayor. En las zonas de medianías, más frescas, se cultivaban papas, viñas, trigo, millo y algunas legumbres como lentejas, garbanzos o chícharos, y los pocos propietarios del Valle que disponían de charcas llegaban, incluso, a cultivar tomates, que luego exportaban. Sin embargo, la pre-ocupación de los agricultores era permanente. Unas veces porque llo-vía en exceso, otras porque no llovía suficiente o por las plagas de lan-gosta, lo cierto es que siempre ocurría algo. Pero no paraban aquí las zozobras de los agricultores, ya que también se veían influidos por la situación social de los países de destino: una huelga inoportuna o una fluctuación negativa de los mercados, podían dar al traste con todas las previsiones e ilusiones. El agricultor se llevaba la peor parte y el «intermediario», sin realizar grandes esfuerzos, era el que cobraba las mejores comisiones. Esa era una estampa típica del estado de subde-sarrollo de la sociedad canaria de la época. Ante las dificultades para conseguir agua, el padre de Antonio y otros propietarios de El Realejo, conocedores de la problemática, hacia el año 1926, formaron una Comunidad con el fin de abrir una galería, casi al nivel del mar, cerca de Mesa del Mar, en Tacoronte, y llevar el agua hasta Valle de Guerra, cosa que lograron, aunque con bastantes dificultades. Así comenzó la transformación de Valle de Guerra que, con el paso de los años, se ha ido convirtiendo en el actual vergel que es. El primer maestro del pequeño Antonio fue el señor Mesa, que impartía clases de primaria no muy lejos de su casa. Con él, Antonio y su hermano Tomás, estuvieron dos cursos, ya que el señor Mesa fue sustituido por otro maestro, Don Fernando Romero. Seguramente, aprovechando el cambio del profesor, las autoridades educativas tras-ladaron la Escuela Primaria desde su anterior ubicación hasta un esta-blecimiento situado en un lugar más próximo al núcleo de mayor den-sidad de población en Valle de Guerra, concretamente en la calle de La Antonio González González 25 Una niñez difícil y una salud delicada Palma. A Don Fernando, el nuevo maestro, lo recuerda Antonio como un buen profesor, cercano, paciente y siempre interesado por sus alumnos, y que, cuando no estaba seguro de alguna respuesta, les decía «no lo sé, pero trataré de enterarme y si lo consigo, el lunes les contestaré». Normalmente, los lunes, todos los alumnos iban a espe-rar, en la parada de Correos, la guagua que traía a su maestro de La Laguna. Fuera de las horas de clase, el acompañar a su padre a las zonas de cultivo y al empaquetado de tomates eran actividades que le resulta-ban apasionantes. Por las tardes solía acompañar al boyero cuando sacaba a pastar las cabras y las vacas; eran momentos en que le expli-caba lo que los curanderos hacían de muchas de las yerbas que encon-traban a su paso, para combatir algunas enfermedades y males, como el «mal de ojo» o «el buche virado». Incluso, aunque ya había dejado de ser rentable hacía varios decenios, aún se podía ver a personas, sobre todo mujeres, secando en los patios grandes capas de cochinilla para su exportación. La cochinilla es un insecto que se llegó a cultivar en gran cantidad en Canarias utilizando para ello la tunera o chumbe-ra, y cuya venta en los mercados textiles europeos representó un cier-to desahogo para muchas familias canarias. El insecto, estrujado, pro-duce todos los colores derivados del rojo (rojo, carmín, escarlata o vio-lado) según el mordiente utilizado para fijar los colores y se empleaba para teñir sedas y lanas. Fue a partir de 1870 cuando el uso cada vez más generalizado en las fábricas textiles europeas de sustancias tintó-reas sintéticas, que tenían como base la anilina, produjo el hundi-miento de los precios de la cochinilla y el consecuente declive del negocio exportador canario. Sin duda, estos contactos que en su niñez tuvo con la Naturaleza fueron decisivos cuando, ya mayor, tuvo que decidir sobre su orienta-ción profesional. 26 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía En este entorno, donde el tiempo transcurría con otra cadencia, entre el canto armonioso de los capirotes, pintados y canarios, las tira-deras, los lagartos, los guirres y los cernícalos, tan abundantes en aquella época, las meriendas en las largas y cálidas tardes de verano, los juegos del trompo, las cometas, los boliches y los camiones de alambre y madera y, en verano, los baños en El Pris y en la Barranquera, a donde iba en camello, o las visitas a su familia en Realejo Alto y la Cruz Santa, el pequeño Antonio ve pasar esta feliz etapa de su vida. En 1927, con 10 años de edad, Antonio ingresa en el Instituto de La Laguna, donde antes que él, grandes figuras de fama mundial habían cursado sus estudios, entre las que cabría destacar a Benito Pérez Galdós y a Blas Cabrera Felipe, por no citar sino dos ejemplos señeros, en letras y ciencias, respectivamente. Durante esos años, su familia habitaba una casa en la calle San Agustín, situada frente al Obispado, a unos 200 ó 300 metros del Instituto. Eso le permitía pasar gran parte de su tiempo libre con los internos de la Residencia, donde pernoctaba la mayoría del alumnado Antonio González González 27 Una niñez difícil y una salud delicada A la edad de 10 años Antonio González ingresó en el Instituto de La Laguna, donde realizó los estudios de segunda enseñanza. que, procedente de otras islas y del interior de Tenerife, cursaba estu-dios en el Instituto, y con ellos disfrutaba del ambiente de bromas y juegos que allí se respiraba. Muchos son los recuerdos que le quedan a don Antonio del tiempo que permaneció en el Instituto. En aquella época, como nos cuenta1 «imperaba la organización social caciquil en todo el archipiélago, pre-sente también en el Instituto en La Laguna; el profesorado, durante los tres primeros años, fue en general local e interino, y su nivel y métodos, aún con mis pocos años, me pareció flojo y malo, agravado por una falta de criterio a la hora de dar la calificación, lo que desmo-ralizaba a los alumnos. La incorporación de profesores cursillistas de la Península hizo que el nivel docente se elevara notablemente». Durante los últimos cursos de bachillerato tuvo la suerte de tener «un plantel de profesores de lujo, de los que dan prestigio a la ense-ñanza y deja en el alumnado el regusto por aprender más». Algunos de estos profesores fueron D. Emiliano Jos, de Geografía e Historia, D. Basilio Francés, de Agricultura, D. Fulgencio Egea, de Filosofía y Ética y D. Agustín Cabrera, de Historia Natural. Especial recuerdo guarda de su profesor de Física y Química, don Ramón Trujillo, un «magnífi-co profesor» que despertó su vocación por la física y la química, pero sobre todo por esta última. Cuando en el curso 1934/5, con un expediente donde destacaban los sobresalientes y las matrículas, el joven bachiller ingresa en la Universidad de La Laguna, ya su vocación está decidida. Los consejos y el buen hacer pedagógico de Ramón Trujillo harán que el joven uni-versitario siga los estudios de Química. 28 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía 1 Todas estas citas, corresponden a diferentes entrevistas realizadas a Don Antonio por el autor entre los años 2001 y 2002. II. UNA JUVENTUD MARCADA POR LAS CONTRARIEDADES Y EL ESFUERZO DE SUPERACIÓN II.1. Estudiante universitario En octubre de 1934, con prácticamente 17 años de edad, despista-do, temeroso y sin tener una idea muy clara de lo que era la vida uni-versitaria, el joven Antonio llegó a la Universidad. En esa época la Universidad se hallaba instalada en dos ruinosos edificios de la calle San Agustín de La Laguna. En uno de ellos, el Palacio Lercaro, se impartían las clases de la Facultad de Filosofía. En el otro edificio, que hacía esquina con la calle Tabares de Cala, se encontraban «en el piso superior el Rectorado, la Secretaría General, una pequeña Biblioteca de Derecho, con muchas novelas rosa y dos aulas. La Facultad de Ciencias ocupaba la planta baja. A la izquierda del zaguán de entrada había un ancho pasillo que se dirigía a la zona de aulas». Para los alumnos del primer curso, posiblemente pensando que su juventud podría resistirlo todo, estaba reservada «una sala lóbrega y húmeda, situada al fondo del patio interior de la casa, detrás Antonio González González 29 del jardín, atravesada por un grueso tubo cubierto de verodes y culan-trillos ». Mientras que la cátedra de Química Inorgánica y Analítica tenía asignada una habitación en la que había una mesa de mampos-tería para la realización de experimentos, a la de Química Orgánica le correspondía un gran salón, situado a la izquierda del pasillo, con un laboratorio de experimentación para alumnos y un pequeño despacho con una mesa y una silla de pino. Buena parte del material que cons-tituía el laboratorio, que más bien parecía una cocina doméstica, esta-ba formado por «coladeras, calderos e infiernillos». La Facultad se completaba con otro salón, en el que había unas mesas en torno a las que se impartía clases de Física y, en ocasiones, también se hacían prácticas. En general, la impresión que daba la Facultad «no podía ser peor». En este primer curso en la Universidad, 1934-5, tuvo como profeso-res a Ramón Trujillo, que ya había sido su profesor en el Instituto, Luis Brú, Juan Sancho, Jesús Maynar Dupla y Francisco García 30 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Edificio de la Universidad de San Fernando en la calle de San Agustín. Hoy en día acoge las instalaciones del Colegio de Doctores y Licenciados de Santa Cruz de Tenerife-La Laguna y de la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Antonio González González 31 Una juventud marcada por las contrariedades... González. Precisamente éste último, que fue su profesor de Química General, es quien intuye que aquel estudioso alumno poseía unas con-diciones excepcionales para la docencia y le aconseja que siga el cami-no de la enseñanza. El Doctor Francisco García fue un eminente químico orgánico espe-cializado en sacáridos y, durante los dos años que estuvo en la Universidad de La Laguna, inició un trabajo sobre los hidratos de car-bono del caparazón de los cangrejos. «Cuando los futuros químicos pasaban por delante de la única puerta de su laboratorio, miraban con curiosidad a través de ella, y preguntaban, intrigados por la presencia de los cangrejos sobre la mesa, qué estaban haciendo, les contestaban: ‘Están investigando’. Con admiración y asombro, los alumnos comen-taban entre sí que ‘estaban investigando’, sin saber con certeza el sig-nificado de tal respuesta». También el segundo curso de la carrera lo realiza y concluye brillan-temente en junio de 1936. Pocos días más tarde estalló la Guerra Civil. Todas las instituciones del país, y la Universidad de La Laguna entre ellas, cesaron sus activi-dades. II.2. La Guerra Civil Los acontecimientos van a marcar dramáticamente la vida del joven Antonio y de su familia. Su familia, desde el principio de la guerra, fue tildada de «roja», con todo lo que, en esa época, ello significaba. Incluso un sacerdote, un día que impartía misa en la Catedral y en la que se encontraba la madre de Antonio, se atrevió a ponerles como ejemplo de familia que vivía del «socorro rojo y del oro de Moscú». Su madre, a pesar de haber sido siempre muy religiosa y cumplidora de las normas de la Iglesia, se levantó, se marchó a su casa y jamás volvió a entrar en una iglesia hasta su muerte. A su hermano Tomás lo detuvieron desde los primeros días de la contienda. Unos meses después su padre siguió el mismo camino. Ambos quedaron retenidos en unos almacenes que, dedicados al empaquetamiento de plátanos y tomates para la exporta-ción, habían sido incautados al comienzo de la Guerra para recluir a los denominados «prisioneros de guerra». Estos salones constaban de cinco naves montadas sobre armazón de hierro, con paredes frágiles de ladrillo, cubiertas de techo de «Uralita» y piso de cemento, y de un solar anexo, cercado por una alambrada. Su solo nombre, los salones de Fyffes o de Faife, como se le conocía, aún produce temor y rabia a muchos canarios. A su padre, después de varios meses encarcelado, y tras un Consejo de Guerra que no pudo encontrarle motivo delictivo alguno, lo dejaron en libertad. Posteriormente, unos comentarios sobre lo injusto que era enviar a tantos jóvenes a la guerra cuando se movilizó la quinta de su hijo Antonio, le llevó de nuevo a la cárcel. Después de un segundo Consejo de Guerra, fue de nuevo absuelto. Consecuencia de todo ello fueron los dos infartos que sufrió de los que, aunque se repuso, nunca logró recuperarse del todo. La situación creada en torno a su familia fue bien aprovechada por algunas personas para arrebatarles la mayoría de las propiedades, entre ellas la Casa de Carta, de Valle de Guerra, que tanto esfuerzo les había costado conseguir. Hizo saber a sus amistades que daría clases particulares de Matemáticas. De esta forma consiguió algunos alumnos de Bachillerato a los que atendía en su dormitorio donde había colocado una pizarra, lo que le permitió ganar algo de dinero y ayudar a su familia. 32 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Fue un período aterrador el que se vivió en Tenerife en los primeros meses de la Guerra. Las pescaderas de Candelaria, del Pris y de otros lugares cos-teros, cuando pasaban por las casas vendiendo pescado, con-taban que las olas arrojaban miembros de cuerpos huma-nos a la playa. Antonio González, próxi-mo a cumplir 20 años, fue movilizado en el otoño de 1937. Junto con otros muchachos de su edad, fue instalado en los almacenes de la Viuda de Yánez, cerca del Hospital Militar. Allí inten-taron, sin gran éxito, enseñarle la instrucción militar. Ya desde la pri-mera marcha, como era incapaz de mantener el paso, le colocaron en el «pelotón de los torpes». Lo cierto era que le resultaba muy difícil mantener el ritmo de una marcha y no podía realizar ejercicios que exigieran una coordinación de los diferentes músculos del cuerpo y, si se esforzaba, podía sufrir una lipotimia. Él aún no lo sabía, pero sufría una afección de tipo epiléptico, que le fue diagnosticada muchos años más tarde. Por esta causa, ya durante el período de instrucción, tuvo el primer tropiezo personal de los muchos que iba a tener en su vida con el Ejército. Por lo mal que lo hacía, un sargento lo sacó del pelotón Antonio González González 33 Una juventud marcada por las contrariedades... Antonio González, próximo a cumplir 20 años, fue movilizado en el otoño de 1937, siendo enviado a los peores frentes de la guerra. diciéndole: «eres una calamidad, ¿cómo quieres servir a España de esta forma?», y tuvo la desgracia de replicarle: «¡hay otras formas de servirla!» Unos días después, estando en formación para pasar lista, el sargento se dirigió a él diciéndole, «Antonio González, desde este momento tienes prohibida la asistencia a la enfermería». Era sólo el comienzo de una persecución que iba a durar años. Tras unos meses de instrucción, embarcaron en las bodegas de un carguero que los llevó hasta Vigo y, desde allí, tras un larguísimo reco-rrido, hasta Tauste, un pueblo próximo a Zaragoza, integrándose en una unidad de Sanidad de Montaña. Llegó el invierno y, desde el pri-mer momento, fue nombrado «especialista en pelar papas heladas y limpiar perolas». Después vinieron nombres de pueblos tan sonoros como Fuentes Claras, San Blas, la Muela de Teruel y otros. En la batalla de Teruel, su misión era transportar a los heridos en mulo hasta un botiquín insta-lado bajo un puente, a los que después de la primera cura, se llevaban en ambulancias hasta el hospital más próximo disponible. Más tarde fue destinado a una División de choque, mucho más dura que la ante-rior, que estaba formada por compañías de legionarios y tiradores de Ifni y a la que siempre llevaban a las batallas más cruentas. Con este traslado, ¿le querrían premiar por algo? Entre tiros de fusil y de ametralladora, explosiones de bombas de mano y de cañones, y mientras que no le avisaran de que tenía que transportar otro herido, detrás de alguna piedra u obstáculo, se ponía a leer algún libro que casi siempre llevaba con él. Esta costumbre le permitió, en ocasiones, abstraerse y sosegar su siste-ma nervioso. Una tarde en Gandesa, donde, de madera con unos tabiques tan delgados que se oía perfectamente de una habitación a otra, reunie-ron a los sanitarios de su división; Antonio, que estaba descansan- 34 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía do, no pudo evitar escuchar una conversación entre el capitán y el sargento; estaban elaborando una lista de permisos para que algu-nos sanitarios los disfrutaran con sus familias, en sus casas, y habla-ban de él: «Yo pienso que a Antonio González se le debería dar per-miso », dijo el sargento, «pero es rojo», le contestó el capitán, «ha sido uno de los mejores, ha salvado muchas vidas y si dieran conde-coraciones yo le propondría en primer lugar», volvió a decir el sar-gento; pero el capitán habló con rotundidad: «Este rojo no puede ir a Tenerife por orden de la Capitanía General de Canarias». Así quedó zanjada una de sus mayores ilusiones: pasar con su familia unos días en Tenerife. Un nuevo arresto de doce días le costó a Antonio el equivocarse de mano a la hora de saludar a un superior. A falta de un lugar más ade-cuado, lo cumple en un gallinero hecho de tela metálica que, al estar lleno de gallinaza, tuvo que limpiar antes de poder entrar en él. La guerra terminó para Antonio y sus compañeros, sanitarios de Montaña, en la Villa Cardone, provincia de Lérida. Después de unos días de descanso, su Compañía fue trasladada a un pequeño puebleci-to a las afueras de Cuenca, y hacia allí se fue con su mulo, del que no se separaba nunca. El último traslado fue a un acuartelamiento en Diego de León, en Madrid. Fue aquí donde, entre los soldados, corrió el rumor de que se darían prórrogas por estudio a aquellos estudiantes universitarios que se hallaran prestando servicio militar, para que pudieran reiniciarlos en octubre, lo que Antonio pudo confirmar en la Universidad Complutense. Rápidamente, con una alegría inmensa, se puso en con-tacto con su familia para que le enviara la documentación necesaria para solicitar dicha prórroga y así poder realizar terminar la Licenciatura, y, en cuanto la recibió, la presentó a las autoridades competentes. Antonio González González 35 Una juventud marcada por las contrariedades... Durante el verano de 1939, en la Unidad fueron recibiéndose todos los permisos solicitados, excepto el suyo. Avanzado octubre, lo que se recibió fue un escrito de la Capitanía de Canarias en el que se le nega-ba la autorización para poder proseguir sus estudios en la Universidad, advirtiendo a la Unidad que no se le permitiera, bajo ningún concepto, obtener ninguna clase de permiso para viajar a Tenerife. A finales de octubre, cuando estaba resignado a no regresar a Tenerife hasta que le desmovilizaran definitivamente, se recibió un escrito de la Capitanía de Canarias en el que se le autorizaba a viajar a Canarias para realizar estudios en la Universidad. «No supe nunca cuántas humillaciones, decepciones y ofensas tuvo que sufrir mi padre, salido del campo de concentración de Fyffes y después de un Consejo de Guerra, para conseguir aquel escrito». ¡Por fin podía marchar a Tenerife! ¡Y con qué alegría recibió la noticia! Arregló rápidamente los papeles y sin perder ni un minuto tomó el primer tren que se dirigía a Cádiz. Una vez allí, embarcó en un cargue-ro que, en su bodega, le llevó a los muelles del puerto de Santa Cruz de Tenerife. Después de dos años de calamidades físicas y psíquicas, y sin creér-selo del todo, estaba de nuevo en casa. Sus padres ya no vivían en la calle Marqués de Zelada, sino en otra casa, de alquiler más modesto, 36 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Después de dos años de calamidades físicas y psíquicas, pudo volver a casa. en la calle de La Higuera, donde gracias a la ayuda y comprensión de unos buenos vecinos, pudieron vivir algún tiempo en un ambiente dis-tendido, lo que sin duda les ayudó a mitigar y a sobreponerse de la angustia pasada. A comienzos de diciembre, después de sólo un par de días de des-canso, Antonio marchó a la Universidad para, ya que el curso había empezado en octubre, enterarse de si aún tenía posibilidades de estu-diar el tercer curso de Ciencias Químicas. En la Universidad le dieron la posibilidad de incorporarse como alumno libre, pero que si asistía a las clases prácticas y realizaba los ejercicios parciales le considerarían, extraoficialmente, como alumno oficial. En aquellos años, para recuperar en lo posible el tiempo perdido y facilitarles el trabajo a los estudiantes, se establecieron los que termi-naron por llamarse «cursos patrióticos», que consistían en cursos semestrales. Pese a todas las dificultades, ya que los dos años de guerra le habían producido un tipo de amnesia parcial que borró de su mente casi todos los conocimientos adquiridos durante los años de Bachiller y los dos cursos de la Universidad, y a pesar de incorporarse con más de dos meses de retraso, obtuvo las máximas calificaciones en las asignaturas de Química Orgánica, Química Inorgánica, Química Analítica y Física Teórica y Experimental, aunque, como él mismo confiesa, «nunca me atreví a indagar si las había obtenido por lo que había dicho en los exá-menes orales o porque los profesores todavía recordaban que había sido un estudiante brillante que había pasado unas pruebas muy duras». Fueron sus profesores durante este curso D. Enrique Rodríguez Báster, de Química Orgánica, D. Antonio González Reyes, de Química Inorgánica, D. Pablo Perera Marrero, de Química Analítica y el Catedrático de Física D. Luis Bru Vilaseca, de Física Teórica y Experimental. Antonio González González 37 Una juventud marcada por las contrariedades... El cuarto y último curso de la Licenciatura, que se desarrolló entre marzo y julio, lo pudo realizar como alumno oficial. El 12 de julio de 1940 Antonio González obtuvo la Licenciatura con un expediente lleno de Sobresalientes y Matrículas de Honor, y con la cabeza llena de recetas y fórmulas químicas que tanto esfuerzo le costó retener «sin prácticamente formación científica y después de apren-der de memoria horrorosos textos de Orgánica, Analítica e Inorgánica». ¡Ya era licenciado en Químicas! sin embargo, y a pesar de ello, no tenía nada claro lo que podía hacer con aquellos conocimientos adqui-ridos con tanto esfuerzo pero, que tan poco significaban para él. Sin embargo, continuaba soñando con ser profesor de la Universidad, pero no veía cómo podría hacer realidad su deseo dada la absoluta desnudez científica de la que se sentía dotado. Pero estas reflexiones no le ocuparon demasiado tiempo, porque pronto el Ejército se volvió a acordar de él. Prácticamente el mismo día en que celebraba su Licenciatura, recibió en su casa una notifica-ción en que se le citaba para que al día siguiente se presentara en el Cuartel de Almeida: había empezado la II Guerra Mundial y el Ejército «lo necesitaba de nuevo». Al día siguiente, 13 de julio, aún con los pro-blemas estomacales que le provocó la cerveza con la que celebró el fin de la carrera, se presentó en la explanada del cuartel de Almeyda. Allí le comunican que era destinado a la batería de costa de Paso Alto, cerca de Santa Cruz de Tenerife. Después de unos meses en Paso Alto, sin esperarlo, se recibió una orden por la que se le trasladaba a la batería de la Plaza del Cristo de La Laguna, para que prestara servicios en la Universidad, en calidad de Ayudante de Prácticas de Laboratorio y, además, podría dormir en casa. Luego se enteró de que fueron sus profesores, Jesús Maynar y Ramón Trujillo, quienes, por iniciativa propia, habían enviado la soli- 38 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía citud con el nombramiento a Capitanía. Seguramente «alguien se había despistado» al aprobar la solicitud, ya que, cuando más feliz se encontraba preparando las prácticas de Química Orgánica, se recibió un escrito en el que se le ordenaba su reincorporación con la máxima urgencia a Paso Alto y, como para compensar el despiste, «sin derecho a disfrutar de ningún tipo de permiso especial». A comienzos de 1940, y con el propósito de ir cubriendo las Cátedras de la Universidad con personal de las islas, el Excmo. Cabildo Insular de Tenerife convocó dos becas para que dos licencia-dos canarios pudieran hacer el doctorado en Madrid, único lugar donde, en esa época, era posible realizarlo. Las dos becas sacadas a concurso les fueron concedidas a Antonio González y a su compañero de curso, Marcos Martín. Inmediatamente, los dos pidieron al Ejército prórrogas por estudios para trasladarse a Madrid durante el curso 1941-42. Mientras que a Marcos se la concedieron, a Antonio, como se temía, se la denegaron. Mientras tanto, por las tardes consigue dar algunas clases particu-lares y, para no hacerse «visible» por las calles de La Laguna, como se le había recomendado, empezó a frecuentar Bajamar, barrio pesquero en la costa lagunera. Este hecho le permitió conocer a Maruxa, una muchacha que, pasados los años, iba a representar algo muy impor-tante en la vida de Antonio González. Pero el temor a perder la beca llegó a representar casi una obsesión para él y su familia. ¿Cómo encontrar la forma de conseguir la prórro-ga y trasladarse a Madrid? La solución se la dio a su padre un soldado que prestaba servicio en las oficinas de Capitanía: En Tenerife, le dijo, «hay muchos González y si usted matricula a su hijo para estudiar una licenciatura que tenga que hacerse en Madrid, estoy seguro de que pasará sin dificultad; lo del doctorado es muy ostentoso y lo identifi-carían rápidamente». Antonio González González 39 Una juventud marcada por las contrariedades... La sugerencia tuvo éxito, ya que, aquella instancia, cursada por un estudiante de apellido González que quería cursar la carrera de Farmacia en la Universidad de Madrid, mezclada entre otras solicitu-des, pudo conseguir algo que las gestiones normales no habían logra-do. Y Antonio González obtuvo el deseado permiso militar para tras-ladarse a Madrid «a estudiar el primer curso de Farmacia». Superada la desagradable situación, procuró pensar en el futu-ro y no volverse a preocupar por las cosas del Ejército. Parecía que, por fin, había terminado la pesadilla. Sin embargo, aunque él sí lo olvidó, el Ejército, por desgracia para Antonio, no hizo lo mismo, lo que pudo comprobar años más tarde, en la toma de posesión de su Cátedra en la Universidad de La Laguna, recibiendo uno de los mayores sustos de su vida. II.3. El Doctorado en Madrid En los primeros días de septiembre de 1942 llega a Madrid, donde se encuentra con su compañero de estudios Marcos Martín con quien comparte una habitación en un piso situado en el Paseo del Prado, frente al Jardín Botánico. Una vez resuelto el asunto del alo-jamiento, empezó a hacer gestiones para encontrar al Doctor Julio Palacios, de Química Física, para quien traía una carta de recomen-dación firmada por D. Luis Brú. Antonio quería trabajar con él por considerar que la Química Física era la asignatura en la que se sen-tía mejor preparado. Sus primeros pasos lo llevan, casualmente, a presentarse a Lora Tamayo, recien incorporado a la Universidad Central procedente de Sevilla. Pero como el Doctor Palacios se encontraba de visita en Portugal, Lora Tamayo le sugirió que podría quedarse en su laboratorio, en el 40 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Instituto de Química «Alonso Barba» del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, hasta que Don Julio regresara. Como el Doctor Palacios se retrasaba, un día, Lora Tamayo le preguntó, «¿por qué no hace el doctorado en Química Orgánica?», a lo que el joven Antonio le respon-dió, «porque sé muy poca Química Orgánica». Lora Tamayo, sin inmutarse, le dijo «si a uno le interesa una cosa y no la sabe, siempre tiene tiempo de aprenderla; comience con-migo y si las cosas le van mal y no progresa, yo me encargo de presen-tarle al profesor Palacios, cuando vuelva». Y Antonio González, sin ni siquiera imaginarse la trascendencia que esa decisión iba a tener en su vida, aceptó la propuesta de Lora Tamayo. Lo primero que se le encomendó, para que fuera adquiriendo cier-ta experiencia en el trabajo de laboratorio, fue que hiciera una relación del material indispensable para hacer algunas prácticas sencillas del libro de Gatterman, de Química Orgánica, vigente en esa época. Como él mismo confiesa «si no hubiera sido por la ayuda que me prestaron dos colaboradores más veteranos, no hubiera sabido hacerla jamás ya que en la Universidad de La Laguna, no había trabajado la Química Antonio González González 41 Una juventud marcada por las contrariedades... En los años 1942 y 1943, haciendo el doc-torado en Madrid. Son años de muchas penurias, pero también de esperanzas. Orgánica en el laboratorio». Él es el primer sorprendido cuando com-prueba que se encuentra a gusto trabajando en Química Orgánica y se entusiasma con el método pedagógico de su maestro. Al mismo tiem-po, asiste a las clases de Doctorado en la Facultad de Ciencias, que todavía estaba en la calle de San Bernardo. Su tesis doctoral se concre-tó en el estudio y síntesis de los derivados del hidrindeno. Al mismo tiempo, sucesos paralelos se van sucediendo en la vida de Antonio González. Dos meses después de su llegada a Madrid, aprove-chando una visita que por motivos de salud realiza la familia de Maruxa a la capital, Maruxa y Antonio se ven de nuevo. Y fue allí, en Madrid, bastante lejos de su querida ciudad de La Laguna, en el bar «El Gato Negro», donde deciden formalizar su relación. A partir de ese momento se establece una relación regular, con intercambio de cartas entre ambos, las de ella «en papel de color y perfumado» y las de él «en papel de filtro», muy probablemente con un cierto olor a disolventes orgánicos. «Y lo mejor de todo era que Maruxa me decía que me esperaría en Tenerife el tiempo que hiciera falta». 42 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Consejo Superior de Investigaciones Científicas, antes Instituto Rockefeller Transcurridos unos meses del año 1943, un día, el profesor Lora Tamayo le llamó a su despacho, le hizo sentarse y, a continua-ción, le mostró unas cartas anó-nimas que había recibido de Tenerife para que las leyera. Todas decían aproximadamente lo mismo, que tuviese cuidado con la persona a la que había per-mitido entrar en su laboratorio porque, entre otras cosas, era «un rojo peligroso». Como Antonio sabía que Lora Tamayo era católico y muy cercano al régimen del General Franco, se quedó demudado y sin capacidad de reacción, y esperando lo peor. Cuando Lora Tamayo le habló fue para decirle «quería que viera estas cartas para que viese con el tipo de gente con la que tiene que enfren-tarse si vuelve a La Laguna. Yo he observado su comportamiento per-sonal y su forma inteligente y apasionada de trabajar. Me gusta, y si usted continúa en esa línea no tiene por qué preocuparse de nada y tendrá mi respaldo total». Desde ese momento, su apoyo, aún en situaciones comprometidas, jamás le faltó. Había nacido una amistad que fue creciendo y afirmándose con el tiempo. Pero en Madrid, según pasan los meses, el frío y la falta de alimen-to van minando su delicada salud. Sólo gracias de nuevo a Lora Tamayo que arregló el que pudiera alojarse en la Residencia del CSIC e impartir algunas clases en «Armas Navales», en Chamartín, pudo aguantar hasta el final. Antonio González González 43 Una juventud marcada por las contrariedades... Doña María Izquierdo Álvarez, Maruxa, lagune-ra, con la que contrae matrimonio en 1948. Mientras tanto, tiene la oportunidad de asistir a la celebración de varias oposiciones a Cátedra, incluso a las primeras oposiciones que de Química Orgánica se hacían después de la guerra. Las seguía con gran interés, pensando en la posibilidad de que algún día tuviera que pasar por dicho trance. A principios del año 1946, tras la lectura de su Tesis Doctoral sobre el «Estudio y síntesis de derivados del hidrindeno», consigue el doctorado con Premio Extraordinario por la Universidad de Madrid. Además, había conseguido una beca post-doctoral del Ministerio para ir a Suiza, a trabajar en Zurich con el Profesor Rusicka, y así conti-nuar y completar su formación. Por fin la vida le sonreía. Convocan dos cátedras de Química Orgánica, una para la Universidad de Valladolid y otra para la de La Laguna. Antonio no puede presentarse porque no ha leído la tesis y porque ha conseguido la beca para ir a Suiza. Además, está convencido de que serán muchos los que, con más experiencia que él, se presentarán. Fue otra vez Lora Tamayo quien interviene para decirle «usted está becado por el Cabildo de Tenerife y se encuentra moralmente obligado a presentarse a la cátedra de La Laguna». El mismo día que leyó la tesis doctoral, y no sin antes haber pasado ciertas dificultades relacionadas con su historial político, firmó las Oposiciones a la Cátedra de Química Orgánica y Bioquímica de la Universidad de La Laguna. En esa época, para poder firmar las oposi-ciones a la Universidad, era necesario disponer de un certificado de adhesión al Movimiento Nacional, y Antonio, obviamente, no dispo-nía de él. Solicitado a Tenerife, remiten uno que sólo sirve para optar a una plaza a la carrera de Magisterio. Fue Lora Tamayo quien con-vence al Ministro de Educación de que se trata de una equivocación puramente administrativa de oficinistas despistados. Gracias a él, Don Antonio pudo firmarlas. 44 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Las oposiciones se celebraron en mayo de 1946 y la plaza de La Laguna la ganó Antonio González. Ese mismo año, con un regusto extraño causado por la gran responsabilidad que había asumido y por la inseguridad al no sentirse lo formado que hubiera deseado para su nuevo cargo, se traslada a La Laguna para tomar posesión, requisito imprescindible, de la Cátedra recién ganada. Era normativo que la toma de posesión de la Cátedra se produjera dentro de un plazo determinado, transcurrido éste sin haberlo hecho, aunque fuera en un solo día, se perdía la Cátedra. Al presentarse al Secretario General de la Universidad de La Laguna, D. Eulogio Villaverde, éste le dijo «¿Dónde están los documentos que acreditan su situación militar?» Y lo peor del caso es que Don Antonio no tenía papel alguno de su situación militar, ni tenía la menor idea de lo que le estaba pidiendo. Los días pasaban y se acercaba la fecha fatídica y no había posibilidad de prorrogarla. Afortunadamente, el último día, D. Antonio Izquierdo, amigo y pariente, le hizo entrega de «un mon-tón de papeles con muchas firmas y sellos». ¡Menos mal que eran los que le pedían! Antonio González fue el primer catedrático canario que ocupó plaza en la Universidad de La Laguna, como Catedrático de Química Orgánica y Bioquímica, y su primer sueldo iba a ser de doce mil pesetas anuales. Antonio González González 45 Una juventud marcada por las contrariedades... Lora Tamayo, maestro y amigo de Antonio González. Su apoyo, aun en las situaciones más comprometidas, jamás le faltó. En esos días, el recordado Don Carmelo García Cabrera escribía en la prensa lo siguiente «Y porque es el camino a seguir y porque así piensa el Doctor González, ha renunciado al orgullo y comodidad de ejercer su profesión en magníficos laboratorios de la Península para entregarse en cuerpo y alma a laborar por el progreso científico y material de nuestro querido Archipiélago [...]». El verano de 1946 fue muy duro para Antonio. De la comodidad del que trabaja exclusivamente para sí mismo y sin la experiencia adicio-nal de unos estudios postdoctorales, asume la responsabilidad de una cátedra. Esta situación que hoy se nos hace incomprensible por impo-sible, tenía su lógica en aquellos tiempos. 46 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía III. REGRESO A LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA III.1. Primeras impresiones Comenzó con la presentación al Decano, el Doctor Jesús Maynar Dupla y, después, la obligada visita a la Facultad situada en el viejo edificio de la calle San Agustín. La encontró «aún más cochambrosa que en su época de estudiante». Don Jesús le hizo entrega de los loca-les y equipos. Se trataba de un salón de unos 40 m2, dividido por una mampara, una parte era su despacho y la otra el laboratorio de alum-nos ». Su despacho contenía exclusivamente «una mesa de pino y una silla» y en el laboratorio de alumnos había «una mesa de experimen-tación y una vitrina con reactivos», ambas cosas importadas de Alemania por el Doctor Cerezo, uno de sus antecesores en la Cátedra. «El laboratorio carecía de grifos de agua, de tomas de luz y de gas, y el agua se tenía que calentar con unas cocinillas de petróleo a las que lla-maban infiernillos». La biblioteca de la Facultad consistía «en un pequeño armario con un par de libros viejos e incompletos». El tesoro de la Facultad de Química era una balanza eléctrica, protegida por una mampara acris-talada. Estaba prohibido tocarla y, por supuesto, no se podía usar. Los Antonio González González 47 profesores y alumnos sólo podían verla y admirarla, pero de lejos. Pese a todo, el Departamento de Química Orgánica era «de lo más decentito si se comparaba con los otros». Sólo era capaz de ver un futuro lleno de nubarrones negros. A pesar de todo, ya desde el primer curso, montó prácticas de laboratorio y los alumnos, aunque fuera en torno a la única mesa existente, las realiza-ron. Su mantenimiento a lo largo del curso, sin recursos, se convirtió en una lucha que sólo se puede calificar de heroica. Un comercio situa-do frente a la Universidad quiso colaborar en el desarrollo científico de Canarias donando unos cajones de madera de desecho, que se uti-lizaron como mesas. Algo es algo. Más tarde, fue nombrado Administrador de la Universidad, aun-que, en realidad, como él mismo nos dice, «poco había que adminis-trar ». Por ejemplo, «el presupuesto de la Facultad de Ciencias no lle-gaba a las cien mil pesetas anuales, y era el más abultado». Por la falta de espacio en el antiguo edificio de la Universidad, se acondicionó una oficina en una habitación del palacio Lercaro donde ya funcionaba la Facultad de Filosofía y Letras. Dicha habitación daba a una huerta y como sus ventanas no podían cerrarse «las gallinas entraban y salían a su voluntad». Esta era la universidad subdesarrollada y pintoresca que el joven catedrático se encuentra en sus primeros años de docencia. El vacío científico era desolador. Y habrían de transcurrir unos cuantos años más sin que las condi-ciones mejorasen. 48 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía III.2. En busca de un proyecto de investigación. Don Antonio, «el conseguidor» Pero ¿en qué campo de la Química Orgánica se iba a desenvolver su futuro como investigador? Además, ¿qué tipo de enseñanza universi-taria iba a impartir si estas no iban acompañadas de una investigación de calidad? Pero, si en el viejo caserón de la calle San Agustín ni siquiera disponía de espacio para las clases teóricas y prácticas, ¿cómo podía pensar en la instalación de un laboratorio de investigación, por modesto que fuera? Dadas las circunstancias, fuera cual fuera el futuro proyecto de investigación tenía que nacer con muchos condicionamientos y difi-cultades. En cualquier caso, el haber pertenecido a una vieja familia de agricultores en contacto per-manente con el campo y con la interesante flora endémica, ori-ginal y extraña de la isla de Tenerife, y el poder disponer de ella con cierta facilidad, unido a la imposibilidad material de conseguir recursos económicos para adquirir los reactivos indispensables para proseguir las investigaciones que sobre síntesis orgánica inició con el Antonio González González 49 Regreso a la Universidad de La Laguna Antonio González en el Jardín Botánico del Puerto de la Cruz. Doctor Lora Tamayo en Madrid, dieron como resultado el que se deci-diera por un proyecto de investigación sobre los metabolitos secunda-rios de la flora canaria. En un principio, el objetivo sería el descubrir nuevas moléculas, determinar sus estructuras y, si el proyecto se conso-lidaba, abordar los procesos biosintéticos en que intervenían dichas sus-tancias. Incluso, pensaba, el proyecto podía asentarse en la región y hasta repercutir en su desarrollo. No cabe duda de que, teniendo en cuenta las etapas de penurias económicas por las que estaba pasando la Universidad de La Laguna en plena postguerra, lo planeado por Antonio González en aquellos años parecía poco menos que soñar despierto. Al iniciarse el curso 1946-47, después de poner en marcha unas prácticas rudimentarias para los alumnos, decidió la forma de iniciar el proyecto sobre productos naturales que tenía pensado. Para ello, iba a contar con la colaboración de un grupo de jóvenes licenciados en química ansiosos de participar en aquella aventura que para ellos resultaba novedosa. El asesoramiento botánico le llevó a E.R. Sventenius, un enamora-do de la botánica canaria, que había llegado a Tenerife pocos años antes, con el que, a pesar de tener fama de ser una persona de trato poco cordial, siempre congenió. De su primera entrevista con Sventenius nos cuenta que aunque «ninguno de los dos éramos muy comunicativos, en esta primera entrevista, posiblemente por la ten-sión nerviosa de ambos, hablamos los dos sin limitación. Encontré a Sventenius muy comunicativo, deseoso de desahogarse con alguien que comprendiera sus problemas y sus inquietudes. Me mostró los bocetos que había hecho sobre su idea obsesiva de crear un Jardín Botánico monográfico con las plantas autóctonas de las Islas Macaronésicas en el Puerto de la Cruz». Aunque esta idea nunca se 50 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía llegó a concretar en Tenerife, sí se logró años más tarde en Gran Canaria con el magnífico Jardín Canario de Tafira, del que fue nom-brado director. La amistad entre ambos siempre fue entrañable y sin fisuras hasta su trágica muerte, acaecida en 1973, en un accidente de tráfico en la carretera de Tafira justo frente a la entrada superior del Jardín. Para conseguir los disolventes y reactivos que iba a necesitar, siem-pre contó con la colaboración del Centro Farmacéutico de Tenerife y de su Director Cecilio Fernández, que apoyó incondicionalmente a Antonio en su empeño. Para el pago de las facturas, en la mayoría de las ocasiones, tuvo que recurrir a su escaso patrimonio particular y a la ayuda de su familia. No sería justo ignorar el importante papel que jugaron algunos de sus amigos, exportadores de tomates al Reino Unido, que le traían el material que Antonio, en ocasiones, solicitaba a laboratorios en Inglaterra, y todo ello, sin disponer de las necesarias licencias de importación. Esta faceta como «conseguidor» de ayudas y de «vías alternativas» para solucionar los problemas, como podemos comprobar, siempre absorbió un elevado porcentaje de su capacidad de trabajo y de su tiempo. Curiosamente, sobre lo que no tenía duda alguna era por qué espe-cies de la flora canaria quería empezar la investigación: ¡Había que empezar por los tres más emblemáticos: el cardón, las tabaibas y el drago! Luego vendrían los senecios, las isoplexis... Así pues, inició su proyecto sobre productos naturales en el curso 1946-47 estudiando los componentes del látex de las Euphorbias Canarias (cardón y tabaibas) y los primeros resultados se publicaron en 1949. La primera Tesis Doctoral monográfica sobre el tema se leyó en 1950 en la Universidad Complutense de Madrid. A ésta, le siguie- Antonio González González 51 Regreso a la Universidad de La Laguna ron otras cuatro, leídas en dicha Universidad en 1950, 1952 y dos en 1953. Al año siguiente, el Ministerio de Educación, sin duda influido por la gran labor que realizaba Antonio González y su grupo de inves-tigación, concede a la Universidad de La Laguna autorización para impartir los títulos de Doctor. Es entonces cuando el Patronato Juan de la Cierva del CSIC mues-tra interés en apoyar su proyecto, y toma la decisión de crear en la Universidad de La Laguna una Sección de Química Orgánica, integra-da en la Cátedra universitaria, a la que dota con cinco mil pesetas anuales. Con esta subvención, que se mantuvo durante muchos años, Don Antonio pudo incluso colaborar con otros Departamentos de la Facultad de Química con muchas más necesidades que el suyo. Aunque los primeros frutos del trabajo del incipiente Instituto eran un tanto ingenuos si se contemplan desde la perspectiva actual, fue-ron, sin embargo, de gran valor, no sólo por ser precursores de los actuales sino por lo que de ilusión personal y de esfuerzos de toda índole había en ellos. Es consciente, sin embargo, de sus limitaciones para la investiga-ción y decide que, en cuanto tuviera ocasión, completaría su forma-ción en algún laboratorio puntero sobre el tema. III.3. Boda con Maruxa y marcha a la Universidad de Cambridge El día 22 de octubre de 1948, cuatro años después de que se hubie-ran comprometido, Maruxa y Antonio contraen matrimonio en la parroquia de La Concepción de La Laguna. La ceremonia fue oficiada por el popular Obispo Domingo Pérez Cáceres. 52 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Antonio González González 53 Regreso a la Universidad de La Laguna Deciden pasar el viaje de novios en Madrid, coincidiendo con la celebración del Primer Congreso Internacional que se celebraba en España después de la Guerra Civil que, concretamente, fue de Química. En este inesperado congreso tuvo la oportunidad de conocer al químico Alexander Todd, que dirigía un departamento en la Universidad de Cambridge donde se investigaba sobre productos naturales. Sin dudarlo un momento, aprovechó la oportunidad y plan-teó a Todd la posibilidad de trabajar en su laboratorio. Todd acepta y concierta con él una estancia de un año. A pesar de la oposición del Rector, Ignacio Alcorta, el año 1949 se marcha al Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Cambridge. Allí trabaja sobre la síntesis de la vitamina B12, cuya estructura desentrañaría Todd poco tiempo después. Sin embargo, su principal trabajo se centró en el estudio de los nuevos triterpenos que llevó de La Laguna, utilizando para ello el instrumental que Todd puso a su disposición. En aquella época coincidieron, en el citado departamento, investi-gadores de diferentes países, algunos de los cuales llegaron a ser famosos en el campo de la Química Orgánica. Habría que mencionar, por ejemplo, al australiano A.J. Birch, descubridor de la reducción que Enlace matrimonial de Maruxa y Antonio en la iglesia de La Concepción de la Laguna en 1948. El obispo Domingo Pérez Cáceres oficia la ceremonia. lleva su nombre, y a los ingleses A. Johnson y a D.H.R. Barton, que sería Premio Nobel de Química por sus trabajos sobre con-formación de las moléculas orgánicas, iniciados enton-ces. También tuvo la oca-sión de sentir el interés que despertaba una de las líneas de trabajo punteras en el Cambridge científico de la época: la elucidación estructural del ADN por parte de J. Watson y F. Crick. El propio A. Todd, en 1957, recibiría el Premio Nobel de Química por sus investigaciones en la estructura y síntesis de nucleó-tidos, nucleósidos y coenzimas nucleótidicos. La estancia de un año en una de las más importantes Universidades de la época le proporcionó, sin duda, nueva vitalidad y energía para continuar con su proyecto. Pero no le iba a resultar nada fácil. Durante su permanencia en Cambridge recibió la preocupante noticia de que el techo del laborato-rio de Química Orgánica, de la Universidad lagunera, se había desplo-mado, rompiendo gran parte del material de vidrio que tanto le había costado conseguir. III.4. Regreso a la Universidad de La Laguna. Al regresar de Inglaterra tiene noticias de las vicisitudes ocurridas durante la breve visita que el Jefe del Estado, Francisco Franco, había 54 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Antonio en el patio del King College de Cambridge. realizado a la Universidad el día 23 de octubre de 1950. Se entera así de que el Rector y el Claustro universitario no lo recibieron en el viejo edificio de la calle San Agustín, quizá para que no viera el estado en que se encontraba la Universidad, sino que lo hicieron en las obras del nuevo edificio en construcción. Sobre estos hechos, Antonio González, escribió «Como canario y como universitario me produjo cierta sensa-ción de vergüenza leer en los diarios que el Rector y el Claustro uni-versitario recibieron al Jefe del Estado, al Ministro de Educación y al numeroso cortejo en lo alto de la escalinata de entrada a las obras de la Universidad. No fueron capaces de recibirlos en el ruinoso edificio en el que se hallaba instalada la Universidad desde su última recrea-ción. Con unas instalaciones y una pobreza del más profundo tercer-mundismo ». Inesperadamente, al cabo de unos meses, el Doctor Alcorta fue cesado como Rector. Después de todo, es posible que al Jefe del Estado no le gustara demasiado la recepción que se le hizo en medio de unas obras a las que aún les faltaban una década para dejar de serlo. Antonio González González 55 Regreso a la Universidad de La Laguna La nueva Universidad de La Laguna en 1956, aún en obras, desde la Cruz de Piedra. Habría que esperar varios años para que las obras finali-zasen. Al Profesor Alcorta le sustituye en el cargo, en octubre de 1951, el Doctor Alberto Navarro, catedrático de Lengua y Literatura, y en ese puesto permanecería hasta el año 1963. Su labor se centró, fundamen-talmente, en la terminación de las obras del Edificio Central de la Universidad, que incluía las facultades de Derecho, Filosofía y Letras y Ciencias, y del Colegio Mayor San Fernando. Al año siguiente Antonio González es nombrado Decano de la Facultad de Ciencias. Cansado de esperar la construcción de una Facultad de Ciencias, el día 10 de noviembre de 1953 aprovecha una invitación que el Rector y la Junta de Gobierno hace al Ministro de Educación Nacional, Don Joaquín Ruiz-Jiménez y al Director General de Universidades, Profesor Pérez Villanueva, a visitar a las facultades de Derecho y de Filosofía y Letras para, como Decano, mostrarle el estado en que se encontraba la Facultad de Ciencias de la calle San Agustín, que había quedado excluida de la visita ministerial. Casualmente, en el momen-to de la visita estaba en pleno funcionamiento y «quedaron impresio-nados al ver tantos alumnos juntos, haciendo las prácticas en torno a una única mesa de laboratorio, con infiernillos de petróleo encendidos y humeantes. Al mismo tiempo, otros alumnos, de pie, en torno a las 56 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Facultad de Químicas, inaugurada en 1960. Desde el principio resultó inadecuada e insuficiente. mesas del gabinete de Física, recibían clases, mientras trozos de cielo raso amenazaban con desplomarse y sepultarlos para siempre». Al despedirse, agradecidos por haberles mostrado la verdadera realidad de la Universidad canaria, le prometen que tan pronto llegasen a Madrid darían carácter de urgencia a las obras de la Facultad de Ciencias de La Laguna. Esta iniciativa de Antonio González, como ya había previsto, no gustó demasiado al Rector y despertó su ira y la de algunos de sus compañeros del Claustro. A pesar de las promesas tuvo que realizar varios viajes a Madrid e incluso presentar, en dos ocasiones, su dimisión como Decano para conseguir unos laboratorios dignos. Finalmente, el 14 de diciembre de 1953, sale publicado en el BOE el Decreto por el que se aprobaba el proyecto de obras de instalación de los laboratorios de la Facultad de Ciencias de la Universidad. Como en España, en aquella época, no había expertos en la planifi-cación y montaje de laboratorios, invita a venir a La Laguna a Mr. Gilson, superintendente de la Universidad de Cambridge, especializa-do en montaje de laboratorios, y al Sr. Torres, Químico e industrial de Barcelona, para que intentasen sacar el máximo partido de los inapro-piados locales que el arquitecto Don Domingo Pisaca, con su mejor voluntad, pudo obtener de un edificio que iba para hospital y en el que «los pasillos eran más anchos que los laboratorios». La nueva Facultad, aunque infinitamente mejor que la de la calle San Agustín, desde el principio resultó insuficiente e inadecuada. Antonio González González 57 Regreso a la Universidad de La Laguna III.5. Los primeros pasos para la creación de un Instituto de Investigación Cuando regresa de Cambridge lo hace con todas las ilusiones de quien pretende iniciar la obra de su vida, sin embargo, es consciente de que el trabajo empieza en ese momento y de que aún le queda prác-ticamente todo por hacer. El trabajo que realiza Antonio González y su grupo de investigado-res de Química Orgánica en los años cincuenta viene caracterizado por tres líneas de actuación: el estudio de los triterpenos del látex de Euphorbias canarias, de los alcaloides de plantas canarias y de los gli-cósidos de las Isoplexis. Se publican, primero en los Anales de la Real Sociedad de Física y Química y luego en revistas tan prestigiosas inter-nacionalmente como Journal Chemical Education, Tetrahedron Letters, Chem. Industry, Nature y Liebigs Ann. Chem., más cuarenta trabajos de investigación y, poco a poco, el grupo de investigación diri-gido por Antonio González va ganando una merecida reputación en los principales centros de investigación de productos naturales de Europa y América. 58 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Laboratorio de alumnos de la nueva Facultad de Químicas. Se continuaba, sin embargo, con la pequeña subvención concedida por el Patronato Juan de la Cierva y sin perspectivas para que aumen-tase. Una de las condiciones imprescindibles para poder optar a un aumento en el presupuesto recibido del citado patronato era el dispo-ner de instalaciones mayores e independientes. Decide recurrir a Don Antonio Lecuona Hardisson, Presidente del Cabildo Insular de Tenerife. A falta del dinero y local necesarios, este le prometió el acondicionamiento como laboratorios de unos locales situados en los sótanos del edificio del Cabildo. No es lo que necesita, pero acepta la proposición y se empiezan las obras de adaptación y de compra del material indispensable. Sin embargo, en 1958, poco antes de su inauguración, se produce un cambio en la Presidencia del Cabildo. El nuevo Presidente, Heliodoro González Rodríguez, de forma inesperada y sorprendente, Antonio González González 59 Regreso a la Universidad de La Laguna De la Isoplexis canaria se aisló la Canarigenina, sus-tancia con actividad cardiotónica. Fue muy importante, ya que en esa época se disponía de pocos medicamen-tos para las enfermedades cardiacas. toma la decisión de destinar aquellos laboratorios, montados con tanto esfuerzo e ilusión, al departamento de Edafología, dirigido, casualmente, por su yerno el Doctor Fernández Caldas. Y lo hace «por el sencillo procedimiento de cambiar las cerraduras, método habitual de la época». Esta decisión, que solo exigía un simple cambio de cerraduras, fue la causa de que el desarrollo del tan deseado Instituto de Investigación se retrasara más de una década. Hay que destacar que del 12 al 19 de julio de 1961 se celebró en Canarias la X Reunión Bienal de la Real Sociedad Española de Física y Química. Las Conferencias Plenarias y las sesiones científicas se celebraron en las islas de Gran Canaria y Tenerife y el número de cien-tíficos asistentes fue muy superior al que había asistido a las anterio-res Bienales. Fue un éxito científico y social, tanto para el grupo de investigadores de Productos Naturales, como para la Escuela de Peritos Industriales de Las Palmas y para la Universidad de La Laguna. 60 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía IV. ANTONIO GONZÁLEZ, RECTOR IV.1. Nombramiento y toma de posesión En los años sesenta poco era lo que la Universidad de La Laguna ofre-cía. En ella sólo se podía estudiar Derecho, Filosofía y Letras (Románicas) y Química. Además, estaban los estudios de Agrícolas, Náutica y la Escuela de Comercio. Fue por aquella época cuando se llegó a acuñar el término de «catedrático golondrina» en clara referencia al rápido traslado hacia universidades peninsulares de la mayor parte del profesorado de la universi-dad canaria. Consecuencia directa de ello es que en la Universidad de La Laguna casi no se realizan activida-des de investigación al no existir personal docente comprometido ni medios económicos suficientes. Por otro lado, práctica-mente no existe conexión Antonio González González 61 Edificio central de la Universidad de La Laguna. alguna entre la Universidad y el resto de las enseñanzas en las islas y la tasa de analfabetismo de Canarias seguía siendo la más alta del país, con escasos centros de enseñanzas primaria y media. Esa es la situación que se encuentra Antonio González cuando el 6 de septiembre de 1963 es nombrado por el Consejo de Ministros Rector Magnífico de la Universidad de La Laguna. El 8 de agosto, el periódico El Día comenta acerca del nombra-miento: «Sabemos la natural y profunda satisfacción, dentro y fuera del ámbito universitario, con que todo el país acogerá hoy esta noticia… Estamos seguros de que su presencia en el Rectorado de la Universidad será fructífera y fecunda». La responsabilidad que recae en sus hombros es muy grande, pero la acepta con gusto. Prueba de ello es que en su discurso de toma de posesión comenta: «Pero el Rectorado no abarca solamente la Universidad; lleva consigo otras preocupaciones: Extensión Universitaria, Enseñanza Técnica, Enseñanza Media, Primaria, etc. Ante estos problemas, ¿tendré fuerzas y ayuda para resolverlos? Bien sabe Dios que hice lo posible por que este nombramiento recayese sobre otro compañero con mejores condiciones, pero el Sr. Ministro de Educación Nacional decidió que fuese yo el Rector. Ante esta deci-sión sólo tengo el recurso de poner toda mi buena voluntad a su dis-posición y a la del Gobierno». 62 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Toma de posesión, en 1963, de Don Antonio González como Rector de la Universidad de La Laguna. IV.2. La construcción de la nueva Universidad de La Laguna El reto es tremendo: obtener fondos económicos, aumentar y esta-bilizar las plantillas de profesorado y crear nuevas secciones y faculta-des universitarias en las que, además de docencia, se realicen proyec-tos de investigación con calidad suficiente para permitir que, poco a poco, se oyese hablar de nuestra Universidad en el exterior como una institución consolidada. Y más urgente aún, si cabe, era la creación y puesta en marcha de nuevas Escuelas de Primaria e Institutos de Bachillerato para extender al mayor número posible de jóvenes del archipiélago una formación básica e integral. Así, Antonio González propuso y obtuvo, dentro de la Facultad de Filosofía y Letras, la creación de las Secciones de Filología Moderna, con la Subsección de Inglés, y la de Geografía e Historia. Por lo que a la Facultad de Ciencias se refiere, se establecieron los primeros cursos de Física y Matemáticas, que constituirían el germen de dichas Facultades. Antonio González González 63 Antonio González, Rector Consejo de Rectores celebrado en la Universidad de La Laguna en 1966. En él se planificó el desarrollo docente de Canarias para muchos años. No menos importante fue, en ese su primer año al frente del Rectorado, la creación de la Sección de Periodismo, en un principio con las reticencias tanto del Ministro de Educación Nacional, el Señor Lora Tamayo, como del de Información y Turismo, Don Manuel Fraga Iribarne, debido a que consideraban peligroso para el Régimen la des-centralización de dichos estudios desde Madrid a provincias. El caso es que, como casi siempre, Antonio González fue capaz de convencer, primero a su maestro Lora Tamayo y luego al peculiar Fraga Iribarne, de la necesidad de crear dicha Sección, pero, eso sí, a condición de no solicitar apoyos económicos a los citados ministerios. Así, el Rectorado de la Universidad de La Laguna se encontró con la primera Sección de Periodismo en una universidad oficial y pública española, creada con la aceptación de los carismáticos ministros, pero sin local para poderla instalar ni dinero para sus gastos de mantenimiento ni para pagar al profesorado. Para los gastos mínimos de la sección recién creada y para entregar unas cantidades simbólicas al profesorado, el rector González recu-rrió, como tantas veces a lo largo de sus muchas responsabilidades, al Cabildo Insular de Tenerife, que le concedió una pequeña subvención con la que la Sección de Periodismo cubrió los primeros gastos de ins-talación y profesorado. Sin duda, un acontecimiento que habría que destacar de su Rectorado sería la semana en que consiguió reunir en la Universidad de La Laguna, de forma insólita, al Consejo de Rectores, presidido por el Ministro de Educación y con la asistencia de la cúpula del Ministerio y de todos los rectores de las doce universidades españolas. Entre los rectores asistentes habría que destacar la presencia del Doctor Juan Cabrera Felipe, Rector de la Universidad de Zaragoza y hermano del gran físico canario Blas Cabrera. Las reuniones se suce-dieron desde el día 13 de septiembre de 1966 hasta el día 16, y en ellas 64 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía «se planificó todo el desarrollo docente de Canarias para muchos años, con el propósito de que saliera del subdesarrollo profundo en el que vivía. Se acuerda la creación de Grupos escolares, Institutos, Secciones Delegadas, Facultades y nuevos estudios universitarios a ejecutar con la mayor celeridad posible». En el año 1967 se creó la sección de Biológicas, que incluía Biología General, Biología Agrícola y Oceanografía, esta última relacionada con el Instituto Español de Oceanografía. Por si fuera poco, a finales del año 1967, el doctor Lora Tamayo, titular del denominado Ministerio de Educación y Ciencia, que recien-temente había cambiado su nombre, durante un discurso pronuncia-do en la Facultad de Medicina de Cádiz, con motivo de la inauguración del nuevo Instituto Politécnico de dicha facultad, anunció oficialmen-te la creación de la Facultad de Medicina en la Universidad de La Laguna. La creación de la Facultad de Medicina conmovió al país. En la sede central del Ministerio de Educación y Ciencia en Madrid se recibieron infinidad de telegramas de agradecimiento, lo mismo que en el Rectorado de la Universidad. En el pleno de las Cortes españolas del 24 de julio de 1968 se aprobó el proyecto de ley que creaba las facultades de Medicina en La Laguna, Murcia y Oviedo. Evidentemente, la nueva Facultad de Medicina, recién creada, debía ir complementada con un Hospital Universitario en consonancia con tales estudios. Merced a estrechos contactos con el Cabildo Insular de Tenerife, cuyo presidente era Don José Miguel Galván Bello, logró dotar a la Universidad de una Facultad de Medicina, y a Tenerife de un Hospital Universitario equipado con los medios más modernos tanto en atención a los pacientes como para la investigación que se iba a desarrollar en él. También, durante su Rectorado, consiguió que el Ministerio de Educación y Ciencias encargara al arquitecto del Ministerio, Señor Antonio González González 65 Antonio González, Rector Labrada, un edificio para la ampliación de la Facultad de Ciencias, que se construiría, por no disponer de otros solares, en una zona ajardina-da que estaba situada entre la nueva Universidad y la Avenida de la Trinidad. La ampliación de la Facultad contaría con una torre de seis plantas para la investigación, salón de actos y un amplio aulario que ocuparía las tres primeras plantas, lo cual permitiría atender los nue-vos estudios de Biológicas, Farmacia, Física, Matemáticas e incluso el primer curso de Medicina. Estas obras, iniciadas en 1967, se termina-ron en 1969. El citado edificio fue conocido popularmente como la Torre de Química. Para la Enseñanza Profesional, denominada Técnica en aquella época, durante el rectorado de Antonio González se construyó la nueva Escuela de Ingenieros Industriales, de Las Palmas y el antiguo colegio Politécnico se convirtió en dos Escuelas Técnicas de Grado Medio: la de Arquitectos Técnicos y la de Ingenieros Agrícolas. La labor modernizadora del Doctor González al frente del Rectorado de la Universidad de La Laguna desde el año 1963, en que toma posesión, hasta el año 1968, en que dimite, no sólo se centró en la creación y desarrollo de nuevas secciones y facultades en La Laguna 66 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía La creación, en 1968 de la Facultad de Medicina fue un hecho que conmovió, por su trascendencia, a toda Canarias. y Enseñanzas Superiores Técnicas en Las Palmas, sino que también sirvió para ampliar el edificio de la Facultad de Filosofía y Letras, crear el edificio de la Facultad de Ciencias, con sus diferentes departa-mentos, construir el complejo polideportivo universitario y crear sen-das residencias para alumnos y alumnas y un edificio de viviendas para el profesorado. Sin lugar a dudas, Don Antonio es «el conseguidor» y difícilmente podrá ser superado en su tenacidad y empeño por dotar a la Sociedad Canaria de los medios necesarios para estar a la altura de cualquier otra de nuestro país. IV.3. Notable impulso a las Enseñanzas Medias en el Archipiélago Pero la fructífera labor que Antonio González realiza desde el Rectorado no se concreta exclusivamente en el desarrollo de la propia Universidad. Aunque normalmente los Rectores no solían intervenir en cuestiones relacionadas con las enseñanzas medias, él es conscien-te de que los estudios universitarios no son sino la continuación de los que se inician en la enseñanza primaria, y continúan en la media o secundaria. «No se puede hablar de una enseñanza universitaria de calidad si, previamente, no se consigue esa misma calidad en las ense-ñanzas anteriores». Es por ello por lo que, cuando Lora Tamayo le propone ser Rector, una de las condiciones que pone para aceptarlo es que, desde el Ministerio, se diera un gran impulso a las enseñanzas primaria, secundaria y de adultos en Canarias. Y es que la situación de la enseñanza secundaria en Canarias no podía ser más lamentable. El Instituto de La Laguna, creado en 1846, fue el único establecimiento oficial de este nivel en todo el Antonio González González 67 Antonio González, Rector Archipiélago hasta 1916, año en que se crea un nuevo instituto en Las Palmas. Posteriormente se crearían dos más, uno, en 1930, en Santa Cruz de La Palma y otro, en 1935, en Santa Cruz de Tenerife. Cuando treinta años después, en 1963, Antonio González llega al Rectorado, la situación prácticamente no había cambiado. Con la colaboración de las autoridades competentes, tanto educati-vas como de la administración local, la trascendental gestión de Antonio González, desde la Universidad, logra, en apenas cinco años, una mejora de la escasa red de centros que hasta ese momento existía, ampliándola de forma sustancial. Muchos de los centros que se crea-ron se pudieron terminar y entraron en funcionamiento durante el tiempo de su gestión en el Rectorado, mientras que otros, en fase de construcción, se inauguraron poco después. Entre los logros más rele-vantes conseguidos enumeramos los siguientes: nuevo edificio para el Instituto de Santa Cruz de Tenerife, inaugurado en 1964, con capaci-dad para 1.500 alumnos, que poco después se desdoblaría en los cen-tros actuales Andrés Bello y Teobaldo Power; Sección Delegada anexa al anterior, que, poco tiempo después se transformaría en el instituto Poeta Viana; nuevo edificio para el Instituto femenino «Isabel de España», de Las Palmas de Gran Canaria, con capacidad para 1.200 68 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Una de sus grandes pre-ocupaciones fue el des-arrollo de las enseñan-zas medias: «No se puede hablar de una enseñanza universitaria de calidad si, previa-mente, no se consigue esa misma calidad en las enseñanzas medias» Antonio González González 69 Antonio González, Rector alumnas, en servicio desde 1967; obras de ampliación para el Instituto Masculino «Pérez Galdós» de Las Palmas, con una Sección Delegada anexa; ampliación en el instituto de Arrecife de Lanzarote, Agustín de Bethencourt que dobla su primitiva capacidad; nuevo edifico para el Instituto de La Laguna, Canarias Cabrera Pinto, que entró en funcio-namiento poco después; construcción de una Sección Delegada del Instituto Femenino de Las Palmas de Gran Canaria; Sección Delegada Mixta en Escaleritas, en Las Palmas de Gran Canaria; Sección Delegada Mixta en Agüimes (Gran Canaria), que entró en funciona-miento poco después; Sección Delegada de Puerto del Rosario, en Fuerteventura, que también estaba en fase de construcción; Sección Delegada Mixta en Icod de Los Vinos; Sección Delegada Mixta de La Orotava; Sección Delegada de Güímar; Sección Delegada Mixta en Tejina, que estaba en fase de construcción; Sección Delegada en Los Realejos, que también estaba en construcción; inicio de las obras de la Sección Delegada Mixta en San Sebastián de La Gomera y la Sección Delegada en Arucas; los institutos técnicos de EEMM en el Puerto de la Cruz y los Llanos de Aridane quedan pendientes de subasta y, el ins-tituto técnico de Granadilla de Abona queda en fase de aprobación. IV.4. Dimisión como Rector Como nada es eterno, Antonio González, después de profunda y sosegada reflexión, tal vez alimentada por la cada vez mayor represión que el Ministerio de la Gobernación, a través de los Gobernadores Civiles, ejercía tanto sobre los alumnos como sobre los profesores, además de la sustitución del Doctor Lora Tamayo en el Ministerio de Educación y Ciencia por el Señor Villar Palasí, decidió presentar su dimisión al nuevo Ministro. Sin embargo, en aquella época no era habitual dimitir. Lo política-mente correcto hubiera sido esperar a que la Autoridad correspondiente le destituyera, agradeciéndole, o no, los servicios prestados, pero él no actúo de esa forma. El 4 de marzo, estando en Las Palmas de Gran Canaria, con moti-vo del acto informativo sobre los Estudios Superiores Técnicos, reci-be una llamada telefónica del Ministerio. El nuevo Ministro le pide que viaje a Madrid ya que que-ría hablar con él. En Madrid, después de una larga entrevista con el Ministro, en que dejó claro que su dimisión era irrevocable, al salir del despacho, le dijo: «¡Llame a la Universidad de La Laguna para que se reúna el Claustro y me presente una terna para nombrar al nuevo Rector!» Y eso hizo. Fue el Doctor González Vicens, Decano de la Facultad de Derecho quien, telefónicamente, le informó de lo sucedido en la reunión del Claustro. Textualmente le dijo: «Esta mañana se reunió el Claustro de Profesores de la Universidad y acordaron, por unanimidad, enviar al Ministro una terna para designar al Rector, la cual estaba encabezada con su nombre. Por otra parte, los alumnos de la Universidad, reuni-dos en asamblea, acordaron por unanimidad enviar un telegrama al Ministro para que usted fuese nombrado de nuevo Rector de la Universidad». Hecho insólito que, sin duda, avalaba la política univer-sitaria que don Antonio había desarrollado durante el tiempo que había ocupado el Rectorado. 70 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Antonio González en 1966, siendo Rector de la Universidad de La Laguna. Emocionado y agradecido, envió el siguiente telegrama al Claustro y a los alumnos de la Universidad: «En otras circunstancias estaría muy orgu-lloso representar Claustro y alumnos de nuestra Universidad lagunera. Reciban todos mi emocionada gratitud. Saludos. Antonio González». A la mañana siguiente le telefoneó el Doctor Federico González, Director General de Universidades e Investigación, y le pidió que, lo más urgentemente posible, se trasladara al Ministerio, donde le espe-raba en su despacho. Los Doctores Rodríguez y González tuvieron una larga entrevista en la cual el Director General le explicó lo ocurrido en el Claustro y en la asamblea de estudiantes de la Universidad, conclu-yendo, «tanto el Ministro como yo estamos convencidos de que la Universidad de La Laguna le quiere a usted de Rector. Nosotros le pedimos que acepte y que se olvide de todo lo pasado». Pero de nuevo se negó a aceptar el Rectorado. A fin de suavizar las posiciones, Antonio González le habló de problemas personales para justificar el rechazo al nuevo nombramiento, le contó que era diabético y necesi-taba una vida más tranquila. Por fin el Ministro aceptó su dimisión y le pidió que volviera a llamar a La Laguna para que el Claustro le pro-pusiera otra terna. Antonio González González 71 Antonio González, Rector Antonio González, en 1968, en Madrid, en los momentos previos a su dimisión como Rector, con su esposa Maruxa, su sobrina Margarita, el Doctor González Vicens y su esposa. A la mañana siguiente, los diarios de Madrid difundieron una nota del Ministerio que, poco más o menos, decía que «el Doctor Antonio González González, Rector de la Universidad de La Laguna, ha cesado en el Rectorado porque sufre una fuerte diabetes que le imposibilita para ejercer el cargo». Esa mañana le comunicaron que el Claustro, en segunda reunión, había propuesto una terna encabezada por el Vicerrector, Doctor Jesús Hernández Perera. El 11 de junio de 1968, en un emotivo acto, se produce el relevo en el Rectorado de La Laguna. El Doctor Jesús Hernández Perera sería el nuevo Rector. Fue un acto que atravesó los gruesos muros de la Universidad. La población canaria vivió unos momentos de gran ten-sión. Por todas partes se recogía el inmenso agradecimiento al que tanto había hecho por las Islas. Antonio González, después de tantos elogios y agradecimientos, profundamente emocionado, resume todos sus pensamientos del momento en unas palabras reveladoras de su modestia: «Un acto de lealtad me obligó a aceptar el cargo de rector, cuyo puesto procuré servir con todas las fuerzas a mi alcance. Y hoy, dando crédito a cuanto se dice de mí harto generosamente, tengo que creer que no lo hice del todo mal». Con Antonio González se cerraba un paréntesis donde los rectores eran designados por el Ministro de Educación, que se había abierto después del cese de Maynar, último de los elegidos democráticamen-te por el Claustro. Antonio González, en su despedida como rector, termina diciendo: «Democracia, autenticidad, diálogo, palabras mágicas de siempre que tanto y tanto se vienen repitiendo en España, en estos últimos tiem-pos [...] De tanto repetirlas van perdiendo su auténtico significado y quedando como vasijas más o menos vacías [...] Actuar democrática-mente, con autenticidad, practicar el diálogo, no son tareas fáciles, 72 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía necesitan mucha práctica y tener una gran dosis de humildad [...]. Creo que es hora de empezar a practicar estas virtudes». Antonio González González 73 D Antonio, Rector 74 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía V. SU LEGADO CIENTÍFICO V.1. Del Instituto de Investigaciones Químicas al Instituto de Productos Naturales Orgánicos (IPNO) Durante la celebración, en 1961, de la X Reunión Bienal de la Real Sociedad de Física y Química a la que asistieron los Doctores Lora Tamayo y Pascual Vila hablando «como quien no quiere la cosa» con Don Juan Ravina, Presidente del Cabildo Insular de Tenerife, le hacen el siguiente comentario: «Es lamentable que un grupo de investigadores como el que trabaja con Antonio González, capaz de causar conmoción entre los Químicos Orgánicos europeos, tenga que Antonio González González 75 Instituto de Investi-gaciones Químicas inaugurado en junio de 1963. esperar en los pasillos de la Universidad hasta que salgan los alum-nos de sus prácticas, para ocupar ellos los laboratorios que dejan libres». Posteriormente, en un aparte, Juan Ravina aprovechó para preguntarle a Antonio González: «¿Cómo no me habías hablado sobre la penosa situación en la que trabajan?». Tuvo que explicarle lo que había ocurrido con el anterior Presidente del Cabildo, Heliodoro González Rodríguez y que, por ese motivo «no me sentía con fuerzas para resistir una disputa igual». El Presidente le replicó «¡Todos no somos iguales!». A consecuencia de estos comentarios y como quiera que, tanto en dimensiones como en equipamiento, los laboratorios de la nueva facultad de Ciencias eran insuficientes para acoger al cada vez mayor número de investigadores que deseaban trabajar con él, el Cabildo Insular de Tenerife, presidido por Juan Ravina, construyó el primer pabellón del Instituto en unos solares cedidos por el Ayuntamiento lagunero a la salida de La Laguna, en dirección a La Esperanza. Fue inaugurado el 6 de junio de 1963, tomando el nombre provisional de Instituto de Investigaciones Químicas del Patronato Juan de la Cierva, y a ella asistieron el Doctor Lora Tamayo, Ministro de Educación Nacional, y otros miem-bros del Ministerio y del CSIC. 76 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Estatua del Padre Anchieta en La Laguna y al fondo, el Instituto de Investigaciones Químicas cerca de la antigua carretera de La Esperanza. Nombres propios en el panorama político insular de la época que influyeron en la construcción y ampliación del citado pabellón fueron, además del mencionado Sr. Ravina, sus sucesores en el cargo, Isidro Luz Cárpenter y José Miguel Galván Bello, así como el alcalde de La Laguna, Ángel Benítez de Lugo. Poco después, presidiendo el Cabildo José Miguel Galván Bello, se levantó una segunda planta. Con el funcionamiento de las dos plantas del Instituto se pudo trabajar con más holgura. Sin embargo, por falta de espacio no fue posible trasladar «uno de los grupos de investiga-ción más numeroso e interesante» que trabajaba sobre productos naturales de origen marino y que tuvo que permanecer instalado en los laboratorios asignados a la Cátedra de Química Orgánica en la planta 5ª de la Torre de Químicas. El año 1977 marca un antes y un después, ya que finaliza la, por hoy, penúltima ampliación de las instalaciones, dotándolas de un nuevo pabellón adosado al primero que permitió triplicar su capacidad. Fue una vez más el Cabildo Insular de Tenerife, bajo la presidencia de Rafael Clavijo, quien realiza las obras. A la inauguración del nuevo pabellón asiste el presidente de la Real Academia Española de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Doctor Lora Tamayo y el presi-dente del CSIC, Doctor Sánchez del Río, sin embargo, el invitado de Antonio González González 77 Con Manuel Lora Tamayo, Ministro de Educación y Ciencia, durante la inauguración del Instituto de Investigaciones Químicas. Su legado científico honor fue el Doctor J.W. Cornforth, Premio Nobel de Química en 1975 y uno de los más eminentes especialistas en la investigación de los productos naturales orgánicos. Con las posteriores ampliaciones, inauguradas entre 1999 y 2000, el Instituto quedó configurado tal como se le conoce hoy en día. Pero volvamos a sus comienzos. Teníamos al Instituto de Investigaciones Químicas funcionando como centro subvencionado por el Patronato Juan de La Cierva con 200.000 pesetas anuales. Al finalizar la década de los años 60, con la todavía escasa dotación eco-nómica de organismos oficiales, y gracias a la ayuda proporcionada por fundaciones y patronatos privados, el volumen de trabajo realiza-do por el Instituto va en aumento cada día y es capaz de producir y publicar artículos en revistas especializadas de todo el mundo. Durante esta década fueron publicados unos 75 trabajos de investiga-ción y se leyeron 137 Tesis Doctorales. Los años sesenta para el Instituto, sin duda, marcan un hito. Por la repercusión que tuvo para el proyecto de Antonio González, conviene hacer referencia a la estancia en Tenerife, en 1961, de los profesores de la Universidad de Glasgow, el Doctor Eglinton y el Licenciado Hamilton, enviados por el Ministerio de Agricultura de su 78 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía El Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» en la actuali-dad. país con el fin realizar un trabajo de carácter taxonómico. Para ello, se incorporaron a la Cátedra de Química Orgánica y eligieron el estudio de la composición de la cutícula de los Aeonium, comúnmente cono-cidos por bejeques, verodes o yerba pastelera. Como para la investiga-ción se necesitaba un aparato de cromatografía gas-líquido y otro de infrarrojo, y el Instituto carecía de ambos y tampoco podía adquirir-los, la Universidad de Glasgow los envió de Inglaterra. Cuando los investigadores británicos, finalizada la investigación, retornaron a Escocia, Antonio González «se encargó» de que los citados aparatos no siguiesen el mismo camino, logrando que se quedaran en el Instituto por un precio simbólico. El uso de la cromatografía gas-líqui-do y del aparato de infrarrojo, sin duda, aceleró y elevó el nivel de los trabajos del grupo de investigación. En la década de los 70, la desaparición del antiguo régimen trae consigo cambios e introduce nuevas fórmulas en el manejo de fondos destinados a la investigación por parte del Gobierno Central. Un momento decisivo en la historia del Instituto fue, sin duda, el nombra-miento como presidente del CSIC, en 1975, del Doctor Primo Yufera, que se apresuró a firmar un convenio con el Cabildo de Tenerife para mancomunar los destinos del Instituto. A partir de ese momento, pasó a llamarse Instituto de Productos Naturales Orgánicos (IPNO), nom-bre más acorde con las investigaciones que en él se desarrollaban y fue dotado, no sólo de mayores partidas presupuestarias sino, por prime-ra vez, de plazas de colaboradores científicos y de ayudantes de inves-tigación. El Instituto terminó la década de los setenta saturado de investiga-dores y equipos. Acoge a más de cincuenta investigadores, de los cua-les unos veinte proceden de otros países, venidos, fundamentalmente, a través de los programas de la Asociación para la Investigación y Estudios de Temas Iberoamericanos, AIETI. Antonio González González 79 Su legado científico A finales de los años 70 y principios de los 80, Antonio González logra la implicación en el Instituto de un organismo de tanto presti-gio como la UNESCO cuando recibe el encargo de la creación y des-arrollo de un Centro de Investigación de la Química de los Productos Naturales Bioactivos de la Flora Medicinal Paraguaya en la Universidad Nacional de Asunción en Paraguay. A comienzos de la década de los ochenta, el Instituto organiza el IUPAC-12th International Symposium on The Chemistry of Natural Products, bajo los auspicios de la Unión of Pure and Applied Chemistry, Division of Organic Chemistry. Sin lugar a dudas, el más relevante acontecimiento científico acaecido hasta estos momentos en el Archipiélago Canario. Se celebró en el Puerto de la Cruz del 21 al 27 de septiembre de 1980 con la asistencia de cerca de un millar de per-sonas, entre científicos y acompañantes, procedentes de los cinco con-tinentes. Gracias a su perseverancia, Antonio González logra que la Fundación Juan March, la Fundación Aguilar y sobre todo la AIETI aporten partidas presupuestarias en cantidad suficiente para permitir el lento pero constante crecimiento del prestigio nacional e interna-cional del Instituto, sobre todo en los países iberoamericanos. Fue esta una época en la que Antonio González realiza continuos viajes a Iberoamérica y, debido a ello, se inicia un incesante flujo de doctoran-dos iberoamericanos hacia el Instituto. Los óptimos resultados obtenidos por el grupo de investigación de productos naturales de origen marino, el estudio de nuevas moléculas naturales, las transformaciones y síntesis de tipo biogenética, así como el indudable éxito del 12th-International Symposium on The Chemistry of Natural Products, animan a la UNESCO a patrocinar una Reunión en La Laguna de los grupos más importantes del mundo que trabajaban sobre los Productos Naturales de origen marino. El IV 80 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía International Symposium on Marine Natural Products se celebró en La Laguna del 26 al 30 de Julio de 1982, y alcanzó un alto nivel cien-tífico y de participación. De las cincuenta comunicaciones sobre traba-jos originales, siete correspondieron a investigadores del Instituto. La década de los años 80 fue testigo de un incesante movimiento de doctorandos iberoamericanos hacia el Instituto de Productos Naturales Orgánicos que, en su gran mayoría, han desempeñado puestos docentes de relevancia en sus universidades de origen, lo cual ha potenciado, a su vez, las relaciones científicas y humanas entre sus universidades y la de La Laguna. A pesar de los innegables éxitos científicos obtenidos por el IPNO de La Laguna, tanto en su conjunto como a título personal de muchos de sus investigadores, la convivencia entre determinados investigado-res pertenecientes al IPNO y los miembros de la Universidad se hace difícil, problema posiblemente alentado por miembros de la cúpula del CSIC en Madrid que, entre otras cosas buscaban conseguir la pro-piedad del edificio, construido, como se ha dicho, por el Cabildo Insular de Tenerife. La transferencia definitiva del edificio del Instituto a la Universidad de La Laguna se produce en 1998, siendo Presidente del Cabildo Insular de Tenerife Adán Martín Menis. V.2. El trabajo en el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González» Desde tiempo inmemorial la humanidad se ha fijado en la Naturaleza como un modelo en múltiples aspectos. En el tema que nos ocupa, el uso de plantas con ciertas propiedades medicinales se remonta a la aparición del hombre sobre la faz de la Tierra. Antonio González González 81 Su legado científico El hombre, observando en primera instancia el comportamiento de los animales que vivían en su entorno y, en segunda, experimen-tando por sí mismo, aprendió que ciertas especies vegetales poseí-an propiedades que las hacían útiles para curar o, en todo caso, ali-viar un amplio rango de dolencias que le afectaban. De esta forma, llegó a la selección de plantas que en el transcurso de los siglos han configurado las medicinas tradicionales características de cada región. La variedad y cantidad de plantas con propiedades terapéuticas es bastante asombrosa, estimándose en unas 70.000 especies vegetales, desde líquenes a árboles, las que en uno u otro momento han sido uti-lizadas con fines medicinales. En occidente, aún hoy en día, se siguen utilizando al menos 1.000 plantas autóctonas europeas, así como de miles de especies procedentes de América, África, Asia y Australia. En la actualidad, la medicina convencional emplea todavía unas 500 especies de plantas. En general, se utilizan para obtener la materia prima para aislar o sintetizar los fármacos. Por ejemplo, la quinina, obtenida de la corteza del árbol de la Quina (Cinchona spp.), se utiliza como medicamento eficaz para prevenir la malaria desde antes de que los europeos llegaran a América; la digoxina, utilizada para la insufi-ciencia cardiaca, fue aislada de la dedalera (Digitalis purpurea); la emetina, aislada de las plantas sudamericanas Cephaellis ipecacuana y Caphaellis acuminata, utilizada por los nativos de Brasil, Colombia y zonas próximas para tratar con éxito las diarreas, se sigue utilizando hoy en día para el tratamiento de la disentería amebiana y, la píldora anticonceptiva se obtuvo por síntesis de los componentes hallados en el ñame silvestre (Dioscorea villosa). Cada vez que se comienza una investigación fitoquímica en el Instituto Universitario de Bio-Orgánica «Antonio González», salvan-do ligeros matices, siempre incluye las siguientes fases: 82 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Consideremos que se trata de un material de origen vegetal. Dicho material se suele recibir clasificado y catalogado botánica-mente, indicando si se trata de plantas de hábitat terrestre, de qué parte del vegetal procede (planta entera, parte aérea, raíces, etc.) y cualquier otra característica relevante. Si no lo estuviese ya, hay que secarlo al aire libre y una vez seco, se procede a su molido cuidadoso. Hecho esto, se pasa al estudio fitoquímico propiamente dicho. Para extraer las sustancias químicas contenidas en el vegetal, se le sumerge molido en el interior de algún disolvente orgánico como la acetona, el etanol o éter de petróleo, que posea la propie-dad de extraer el mayor número posible de sustancias naturales y usualmente a temperatura ambiente (extracción por macera-ción). Hay ocasiones en que es necesario forzar las condiciones de extracción, debiendo realizarse en caliente, haciendo hervir el disolvente, y condensándolo a continuación en circuito cerrado para evitar su pérdida a la atmósfera. Este proceso se realiza en un Soxhlet. Finalizada la extracción, se procede a filtrar el extracto disuelto en el disolvente para separarlo del resto del material molido, ya agotado. El último paso de esta primera fase consiste en eliminar, evapo-rando, el disolvente mediante una destilación «a vacío», lo que se realiza mediante un Rotaevaporador o rotavapor. Así, se obtiene un material de aspecto sólido y oleoso, de color oscuro y un olor fuertemente penetrante. En este extracto sólido se encuentran reunidas la totalidad de las sustancias químicas naturales que el vegetal ha metabolizado (metabolitos) y que suelen ser el objeto de estudio de los investigadores fitoquími-cos. El Rotavapor al vacío es la «piedra angular» en los moder-nos laboratorios de investigación fitoquímica: consta de un baño Antonio González González 83 Su legado científico de agua con termostato y un sis-tema clásico de destilación, pero apoyado por una bomba de vacío, que facilita la evapora-ción de líquidos a presión redu-cida, quedando en el fondo de los matraces los residuos sóli-dos para posterior tratamiento. A continuación se pasa a aislar una a una la totalidad de las sus-tancias contenidas en el extrac-to obtenido anteriormente y para ello se utilizan las diferen-tes técnicas cromatográficas. La cromatografía es una técnica de aislamiento y purificación de sustancias muy importante en cualquier laboratorio de química orgánica del mundo. Consiste, de forma muy general y simplificada, en aprovechar el diferente grado de adsorción que poseen las distintas sustancias cuando se hacen pasar, disueltas en diversos disolventes con diferente poder eluyente, a través de un soporte en el más común de los casos, sólido. Existen diferentes tipos de cromatografía depen-diendo del objetivo perseguido: sobre papel, en capa fina (un soporte rígido de vidrio, plástico o metal, sobre el que se encuen-tra cuidadosamente depositado el soporte sólido, normalmente gel de sílice o Sephadex) y en columna. La cromatografía en columna, que suele ser la que más se emplea, consiste en una columna hueca de vidrio, con una llave de paso en uno de sus extremos, dentro de la cual se le coloca el soporte sólido, como hemos dicho, normalmente gel de sílice, arena de mar lavada y moli- 84 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía El rotavapor a vacío es un instrumen-to de importancia primordial en los modernos laboratorios de investiga-ción fitoquímica. Antonio González González 85 Su legado científico da o bien Sephadex. En la parte supe-rior de la columna se deposita, con mucho cuidado, el extracto con la mez-cla de sustancias que se desean aislar y, a continuación, se le va pasando tam-bién por la parte superior el líquido elu-yente seleccionado, que es el encargado de hacer avanzar de forma gradual hacia el extremo inferior de la columna las diferentes sustancias disueltas, según su grado de adsorción en el soporte sólido. Finalmente las dife-rentes sustancias, por orden, gotearán a través de la llave de paso. El proceso de aislamiento se completa con sucesivas y reiteradas croma-tografías que al final suelen llevar a la obtención de un número discre-tamente elevado de sustancias naturales, todas provenientes del pri-mitivo extracto. Como complemento a la purificación de alguna de las sustancias obtenidas, se intenta cristalizarlas (las que lo permitan), disol-viéndolas en uno o más disolventes adecuados y dejando que se evaporen lentamente. De esta forma se consigue aislar y purifi-car las distintas sustancias naturales (metabolitos) provenientes del extracto vegetal inicial. Pero, ¿de qué sustancia se trata?, ¿cuál es su estructura? La res-puesta a estos interrogantes se consigue mediante el cálculo de su datos físicos (punto de fusión, actividad óptica…), técnicas espectrométricas de masas (E.M.) y espectroscópicas (resonan- Columna cromatográfica de vidrio en pleno funciona-miento. Se observa la diferente coloración que presenta algunas de las diferentes sustancias eluídas. cia magnética nuclear (RMN), infrarrojo (IR), ultravioleta (UV), difracción de rayos X…). Una vez que el químico de productos naturales dispone de todo el conjunto de datos obtenidos a través del análisis instrumental, es cuando está en condiciones de «traducirlos» y «ponerlos en sintonía». En esta fase, su trabajo se parece bastante al de un muchacho que trata de armar un rompecabezas un poco compli-cado. Al final del proceso logra descubrir la estructura química exacta e inequívoca para la sustancia natural que previamente se había aislado y purificado. Averiguada la estructura de determinada sustancia aislada, se entra en la fase de evaluación de su actividad biológica, funda-mentalmente del tipo antibacteriana, antivírica, incluyendo el virus del SIDA y antifúngica (anti-hongos). Para ello se ensayan frente a diversos sistemas para determinar su actividad biológi-ca (in vitro) y aquellos que resultan de interés pasan a ensayos farmacológicos en modelos animales (in vivo). Tras numerosas pruebas se pasa a realizar ensayos clínicos en seres humanos. La última fase en el proceso de investigación fitoquímica es el de tratar de acometer la síntesis total de la sustancia descubierta, prin-cipalmente de las que han resultado con prometedora actividad biológica, partiendo, para ello, de productos químicos comerciales. V.3. Algunas aportaciones científicas del Instituto Universitario A lo largo del dilatado período de tiempo que el Instituto lleva en fun-cionamiento, muchas son las aportaciones científicas que se han realiza-do. Sin ánimo de ser exhaustivos, mencionemos algunas de ellas: 86 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía Durante los primeros años de actividad se hizo especial hincapié en el estudio de plantas canarias debido, en primer lugar, a su facilidad de localización en la geografía de las islas y, en segundo lugar, por la importancia que para la ciencia en Canarias tenía el acometer proyectos de investigación que tuvieran como objetivo el estudio de la flora canaria. De estos primeros tiempos hay que destacar que del látex de la «tabaiba dulce» (Euphorbia balsamífera) se aisló, por primera vez en una planta superior, el lanoste-rol. Esta sustancia natural tuvo bastante relevancia en las décadas de los 50 y 60, porque sólo se había podido obtener de la lanolina, grasa de la lana de las ovejas y porque se consideraba un eslabón rele-vante en la ruta biogenética del Colesterol en el que trabajaban intensamente, durante aquellos años, los eminentes científicos K. Bloch, J.W. Cornforth (ambos premios Nobel) y Popjak, tra-tando de verificar, experimentalmente, la hipótesis lanzada por Antonio González González 87 Su legado científico De la Euphorbia balsamífera (tabaiba dulce) se aisló, por primera vez en una planta supe-rior, el Lanosterol. El Lanosterol fue famoso en los 50 y 60 porque se consideraba un eslabón singu-lar en la ruta biogenética del Colesterol. el premio Nobel Ruzicka en los años 50, sobre el origen de los esteroles, las hormonas sexuales y los corticoides. El producto fue propuesto por el equipo de trabajo que lo aisló, des-pués de un exhaustivo estudio, como un intermedio «clave» en la biosín-tesis de los esteroles. Posteriormente también fue encontrado en otras Euforbiáceas canarias como lo son la E. atropurpurea y la E. regis-jubae. Además del Lanosterol, también se aislaron el Handianol, obtenido del Cardón de Jandía (E. handiensis) y el Obtusifoliol, encontrado en la tabaiba amarga (E. obtusifolia). El Handianol, al perder un grupo metileno (-CH2-), se transforma en otro de los eslabones esenciales de la ruta biogenética del Colesterol. Analizado con la perspectiva del tiempo, este hecho resultó ser de vital importancia para el Instituto ya que despertó el interés y le pro-porcionó prestigio entre los químicos orgánicos europeos. Despertó también gran interés la Canarigenina, descubierta en las Isoplexis canarias, y sus glicósidos por sus actividades cardio-tónicas y el nuevo azúcar Canarosa, porque en aquella época se disponía de muy pocos medicamentos para las enfermedades cardiacas. De otra planta canaria, la llamada popularmente Norsa o Zarzaparrilla sin espinas (Tamus edulis Lowe), se estudió la estructura de tres sustancias naturales a las que se les dio los nombres de Tamusgenina, Eduligenina y Afurigenina (hay que destacar el hecho curioso de que el nombre de esta últi-ma sustancia viene dado en honor a la zona de los montes de Anaga, en Tenerife, denominada Afur). Dichas sustancias tuvieron una importancia impresionante constituyendo en su momento una alternativa muy eficaz a la hora de sintetizar de forma simple y económica anticonceptivos de los llamados esteroidales. Antes del aislamiento de esas sustancias, la 88 Biografías de Científicos Canarios Primera parte: Biografía mayor parte de los anticonceptivos esteroidales se sintetiza-ban principalmente por unas pocas compañías de química farmacéutica, tal como la Syntex, a partir de la materia prima Diosgenina, un producto natural que se aísla del árbol del Curare (Chendodendrum tometosum), además de varias Dioscoreas mexicanas, lo que significó en su momento la casi extinción de dichos árboles. En la investigación de las Rudas endémicas de Canarias y algunas Rudas exóticas asilvestradas en las islas macaronésicas, sobre todo por el creciente interés que a principios de los años 70 empe-zaban a despertar los fármacos fotoactivos, se logró aislar algunos compuestos de gran importancia, como los aislados de la Ruta pinnata (Ruda salvaje), recolectada |
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