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Monografías de la Dirección General del Medio Ambiente Ecopkn para la isla \ de La Gomera AVOPU Ministeiio de Obras Públicas y Uibanismo -^ íy Mf %, ... tí i= i ^ ^ y 0* 1 . 1 S t> '^^ ía Crux ^^ ^ « o BÍBLfOTEGA UUWEñSrímiA LAS PAL. MAS D£ G. CANARIA N. » Copia IG5.1^ 1 Monografías de la Dirección General del Medio Ambiente Ecoplán para la Isla de La Gomera MOPU Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo Este estudio ha sido realizado por: Fundación para la Ecología y la Protección del Medio Ambiente ( FEPMA). Dirección del Estudio: — ANTONIO GÓMEZ SAL — CIPRIANO MARÍN CABRERA — CEFERINO MENDARO CERVERA Equipo redactor de los informes Básicos del Ecoplán: — ANTONIO GÓMEZ SAL Enfoque metodológico. Medio Natural y Agrario. Áreas de actuación y propuestas. Discusión y crítica. Seminario MAB. — CIPRIANO MARÍN CABRERA Energía y materiales. Actividades singulares. Agricultura. — CEFERINO MENDARO CERVERA Enfoque metodológico. Población y Análisis sociológico. Turismo y Actividad agraria. Áreas de actuación y propuestas. — ALBERTO LUENGO BARRETO Planeamiento y Vivienda. — FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ LLARENA Ganadería. — JOSÉ MANUEL NAREDO Informe sobre « Enfoque metodológico en un Proyecto de Ecoplan » ( véase anexo). Fotografías: Antonio Gómez Sal. Diseño de portada: Antonio Lenguas Gómez de Segura. Edita: Centro de Publicaciones - Secretaría General Técnica Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo ( MOPU) ÑIPO: 151- 88- 041- 2 ISBN: 84- 7433- 540- X Depósito Legal: M- 14661- 1988 Imprime: VALERO Y GONZÁLEZ, S. L. Santa Leonor, 27 - 28037 MADRID Presentación La introducción de los valores ambientales en los procesos de toma de decisiones y en las soluciones de las políticas sectoriales puede considerarse hoy un hecho indiscutible, al menos desde un punto de vista conceptual. El fracaso de la planificación puramente tecnocrática y desarroUista, sobre todo en sus resultados cualitativos, cristalizó a finales de los años sesenta en la eclosión de todo un nuevo planteamiento: planificación física, ordenación del territorio con bases ecológicas, planeamiento ambiental, etc. Es en este caldo de cultivo donde nace y se vigoriza el concepto de ecodesarrollo, y a nivel de instrumentación, los ecoplanes. Podría resumirse que todo este giro se concreta en aquel enunciado del principio. No se trata de no desarrollar, sino de desarrollar de un modo más ajustado a la realidad ambiental, a los modos y mecanismos de los sistemas naturales, a las limitaciones de la lenta renovación de recursos casi no renovables a la escala humana. « Small is beautiful » fue un slogan bien representativo. Mas, como con todo nuevo paradigma, no ha faltado la necesidad de su revisión crítica y ya ha transcurrido tiempo suficiente, si no para una aproximación histórica, sí para una descripción valorada de su aplicación práctica en estos años. El resultado de este examen, globalmente, es quizá un exceso de utopía o candidez en los planteamientos, y una poca concreción de los sistemas de gestión que hubieran posibilitado de una forma más rea-hsta su puesta en práctica. Y de ahí viene, tal vez, el reflejo, que hoy vivimos, hacia soluciones menos totalizadoras, más pegadas a la práctica de cada día y a las aspiraciones de las comunidades, grandes y pequeñas, de alcanzar cotas más elevadas de bienestar a corto plazo: buscar esa congruencia ambiental en cada proyecto y cada actuación. ¿ Quiere decir que fracasó, como una utopía más de la tan manida « década prodigiosa » , el intento de planificación ambiental? Rotundamente no, pues secuelas suyas directas son esos nuevos planteamientos en lo concreto. Evaluaciones de impacto ambiental, programas de acción en materia de medio ambiente, planes de gestión de residuos y de aprovechamiento de los recursos, etc., son aspectos ya incluso integrados en la normativa de numerosos países desarrollados y en las directrices de organismos supranacionales. Y un efecto de enorme trascendencia fue asimismo el impulso a la captación de conocimientos sobre nuestro medio ambiente que aquellos planteamientos supusieron. Inventarios, cartografía, descripciones en las diferentes áreas temáticas ambientales forman parte hoy día, sin aspavientos, de cualquier plan o proyecto de desarrollo que se precie auténticamente de tal. Si no existe ese conocimiento previo, claramente se intenta su búsqueda como imprescindible. En este contexto es en el que la Dirección General del Medio Ambiente consideró sumamente interesante la financiación del Proyecto Ecoplán para la Isla de La Gomera, y hoy la pubhcación de sus resultados, como ejemplo piloto de captación de datos, elaboración de los mismos y concreción de sus conocimientos en la proyección de actuaciones integradas y sujetas, como condición imprescindible ( « no matar la gallina de los huevos de oro » ) para su ejecución, al respeto de unas circunstancias naturales y culturales relevantes a nivel mundial. Por último, no quiero dejar de expresar mi felicitación a FEPMA y sus colaboradores, tanto privados como institucionales, por el entusiasmo aphcado en el trabajo, y por los resultados obtenidos. Madrid, julio de 1988 FERNANDO MARTÍNEZ SALCEDO, Director General del Medio Ambiente índice Pags. Prólogo •" 9 1. INTRODUCCIÓN 15 2. ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN 25 2.1. El Medio Natural 27 2.1.1. Estudios Previos 27 2.1.2. Caracteres Generales j 28 2.1.3. Análisis y Valoración de los prin- "*> cipales condicionantes físicos . . . . * 31 2.2. Poblamiento y Población 1 54 2.2.1. El Poblamiento y la Dinámica demográfica ¿ 54 2.2.2. Algunos aspectos cualitativos de la población 72 2.3. Actividad agraria 86 2.3.1. Dinámica y producción agraria . . . 86 2.3.2. Características de los principales cultivos 99 2.3.3. La Ganadería 103 2.3.4. La Cultura de La Palma 122 2.3.5. La Gestión del agua 127 2.4. Núcleos de población. La Vivienda 137 2.4.1. La Vivienda, Análisis sociológico 137 2.4.2. Aspectos formales 144 2.4.3. Elementos singulares del habitat gomero 163 2.4.4. Descripción y Valoración de los núcleos poblacionales con mayor interés paisajístico jK 168 Págs. 2.5. Planeamiento 2.5.1. La planificación en la Isla de La Gomera 2.5.2. Turismo 2.6. Energía y Materiales 2.6.1. Gestión de Residuos y Reciclaje . 2.6.2. Energía y participación de Renovables 2.7. Espacios Naturales Protegidos 3. RESULTADOS 3.1. Sectorización del territorio 3.2. Directrices generales 3.3. - Áreas de actuación y propuestas 4. DISCUSIÓN Y CRITICA: EL SEMINARIO MAB- UNESCO LA GOMERA 1987 4.1. Antecedentes y organización 4.2. Resultados del trabajo en grupos 4.2.1. Objetivos del desarrollo 4.2.2. Planeamiento y Turismo 4.2.3. Agricultura y Comercio 4.2.4. Conservación y uso de Recursos . 4.3. Acuerdos 4.3.1. Líneas estratégicas 4.3.2. Actuaciones restringidas en un área piloto: La Laja 5. CONTINUACIÓN DEL ECOPLAN 6. BIBLIOGRAFÍA ESPECIFICA DE LA GOMERA ANEXO I. Metodología que debe informar un proyecto de Ecoplán ( J. M. Naredo) ANEXO II. Personas que han participado en diferentes fases del Proceso de Realización del Ecoplán ANEXO III. Organismos colaboradores 178 178 186 211 211 223 232 241 243 244 248 271 273 278 279 282 288 289 291 291 293 297 301 307 319 321 Prólogo Una de las líneas fundamentales de actuación de la Fundación para la Ecología y la Protección del Medio Ambiente ( FEPMA) ha sido fomentar iniciativas que permitan armonizar los intereses de conservación de los recursos naturales de un territorio con la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes, en otros términos lo que se conoce bajo la expresión de « ecodesarroUo » , evitando la dicotomía entre los enfoques puramente económicos y los ecológicos. Para lograr un diagnóstico riguroso y científico de un área, es necesario un anáhsis selectivo, una definición metodológica y la consolidación de un equipo de trabajo interdisciplinar que asuma, a través de una constante discusión, la adecuación de los objetivos en función de la experiencia. Los miembros del Comité Científico de FEPMA consideran la posi-bihdad de una actuación de este tipo en diversas áreas de la geografía nacional. La isla de La Gomera reúne una serie de condiciones idóneas para iniciar una experiencia de ecodesarroUo, por su carácter de sistema relativamente cerrado, singular y todavía bien conservado. Varias visitas de expertos a la isla en las que se estudió el territorio y se establecieron contactos con el Cabildo Insular, Ayuntamientos, responsables del ICÓN A y otras autoridades y especialistas, sirvieron para afianzar la idea de una posible intervención de FEPMA abordando una serie de estudios preparatorios de un futuro Ecoplán. La exposición de los datos recogidos y de las líneas generales de un anteproyecto encontraron una favorable acogida por parte de destacados miembros del Gobierno de Canarias, así como del Gobierno Central y la ilusionada participación de las autoridades y población gomera. 11 La Dirección General del Medio Ambiente del MOPU mostró un gran interés por esta iniciativa y prestó todo su apoyo a la misma, firmando, a finales de 1984, un convenio con FEPMA para la realización del Ecoplán, y ahora la Dirección General de Medio Ambiente brinda la oportunidad de dar a conocer el trabajo realizado en esta primera fase. FEPMA agradece la amplia y generosa colaboración y participación de toda clase de instituciones y expertos, nacionales e internacionales, que han colaborado desinteresadamente con nuestro Equipo Redactor y que demuestran la receptividad hacia planteamientos como el nuestro. Las reuniones de especiahstas, celebradas en La Gomera y promovidas por el ICONA, la Secretaría de Estado para la Planificación del Ministerio de Economía y el Comité MAB Español, han servido para perfeccionar nuestra metodología y contrastar el nivel de nuestra aportación en el terreno de los planteamientos de desarrollo equilibrado. Asimismo, las exposiciones del trabajo realizado en los distintos sectores del Ecoplán se expusieron en las reuniones sobre « Medio Ambiente y Desarrollo en Islas » en Formentera, Kerkenah ( Túnez) y Puerto Rico, gracias al apoyo del Comité Español del Proyecto MAB. La Gomera se encuentra en estos momentos en un punto de inflexión histórico. El mantenimiento de sus condiciones originales, así como los extraordinarios valores naturales y culturales que atesora, son la causa de una creciente demanda turística. Esta demanda puede provocar la construcción a corto plazo de infraestructuras turísticas, hoteleras, viarias, etc., que en muy poco tiempo, y dada la vulnerabi-hdad de la isla, pequeña y frágil, determinarían su rápida e irreversible degradación, que a su vez aparejaría la destrucción de los elementos que ahora la hacen atractiva y demandada. Los objetivos de conservación ecológica resultan un tanto palmarios, con el fin de no esquilmar un territorio entre cuyos méritos cabe resaltar el Parque Nacional de Garajonay, declarado recientemente por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, la última mancha extensa del bosque de laurisilva, reliquia del terciario; la existencia de los monumentos colombinos, que atestiguan el paso y estancia de Colón camino del descubrimiento; paisajes de importancia excepcional, así como recursos culturales de primer orden: tradición costumbres, utensilios, folklore, artesanías, etc. Sin embargo, la imprescindible conservación de los valores de la isla no debe operar en detrimento del hombre, del habitante de ella, que reclama una ahneación con las cotas de bienestar alcanzadas en otras áreas del país. La solución más fácil apunta hacia un tipo de desarro- 12 lio convencional que pasando por alto las necesidades de conservación propusiera la masificación del turismo, la construcción de hoteles y de nuevas vías de comunicación y acceso, la inadecuada transformación agraria e industrial, etc. Este planteamiento, además de muy costoso, conllevaría las secuelas anteriormente apuntadas, además de provocar graves estrangulamientos a la larga en el propio sistema de desarrollo puesto en marcha. La alternativa, la solución idónea para conjugar ambos objetivos de conservación y desarrollo es, como ya se ha señalado, el eco-desarrollo. Esta aportación que hoy presentamos es uno de los primeros ensayos en esta Hnea que se realiza en España y se basa en el análisis de los distintos sectores que pueden impulsar un modelo de estas características, bajo una perspectiva de ordenación integral. Se propugna, por tanto, una actuación generadora de un proceso de recuperación que garantice un equilibrio ecológico y unas estructuras económicas y sociales « sanas » interdependientes, que haga compatible el desarrollo económico y social con la conservación de la naturaleza, enriquecida por la herencia de siglos de interacción humana. Fundación para la Ecología y la Protección del Medio Ambiente ( FEPMA). Abril 1987 13 1. Introducción Cuando se nos planteó la posibilidad de realizar un trabajo relacionado con el análisis territorial y denominado « Ecoplán para la isla de La Gomera » , parecía que el concepto ecoplán era suficientemente claro como para articular las líneas maestras del trabajo; es decir, implicaba unos objetivos y una metodología suficientemente definidos. Con este sobreentendido apenas se dio una discusión previa de los supuestos teóricos en los que debería apoyarse tal tipo de enfoque. Contábamos, sin embargo, como fundamento metodológico expresamente concebido para este trabajo con un documento conceptual de J. M. Naredo ^ que representa una toma de postura respecto a lo que el autor denominaba una formulación económica de ecoplán por referencia a una formulación económica corriente. No estamos seguros de que un ecoplán conforme en estos momentos una metodología definida — y, mucho menos, definitiva—, sino que más bien se trata de un intento de formulación de tal metodología, dependiente de la experiencia adquirida a través de estudios y planteamientos concretos. En publicaciones del PNUMA se alude a esta situación: « El término ( ecodesarroUo) se aplica a las más diversas experiencias de desarrollo rural, de asentamientos humanos, de desarrollo regional, de desarrollo de una comunidad, y no siempre es definido al usarse... Tampoco se definen y utilizan en forma inequívoca los conceptos de ecosistema, medioambiente, desarrollo, que en definitiva constituyen las bases de una conceptualización correcta del ecodesarroUo » ^. En esta línea, los trabajos realizados sobre La Gomera han dado lugar a una reflexión simultánea y posterior que hemos reflejado en la ^ Ver Anexo. Metodología que debe informar un proyecto de Ecoplán.. J. Manuel Naredo. ^ Primer Simposio sobre EcodesarroUo. México. 1976. 17 presente publicación. Las conclusiones ( directrices y propuestas) y algunos aspectos de la información fueron discutidas en un seminario organizado por el Comité Español del Programa MAB de la UNESCO, realizado con tal fin en La Gomera en el mes de marzo de 1987. Este seminario supuso la culminación de la primera fase de estudios y en él se establecieron los requisitos y directrices que deberían seguirse para hacer posible el tipo de desarrollo sugerido por el Eco-plán. Las aportaciones del seminario se exponen en el cuarto capítulo de esta publicación. No entraremos en la consideración de la multitud de factores que influyen en la habitualmente indiscutida necesidad de un ordenamiento territorial. Pero parece como si tal ordenamiento fuera enfocado sobre todo hacia objetivos más de desarrollo que de racionalización. De esta forma y generalizando quizá en exceso, en áreas congestivas las previsiones se han visto superadas por la reahdad ( fundamentalmente en los años sesenta), mientras que en áreas recesivas o de crecimiento más limitado nos encontramos con que estas previsiones se han centrado en objetivos de desarrollo frecuentemente sobredimen-sionados, en dudosas y contraproducentes inversiones infraestructu-rales, o bien en desquiciadas clasificaciones de suelo. Los intentos globales y parciales de reforma o cambio estructural a partir del planeamiento como instrumento, y de presupuestos económicos contra corriente, han sido por lo general inoperantes. De hecho, en la inmensa mayoría de los casos han supuesto directamente el fracaso del plan o su no entrada en vigor. En la actualidad se viene dando una reacción, aiín entre los profesionales más conscientes de esta problemática, contra los planteamientos de índole voluntarista o idealista porque, como hemos dicho, normalmente han dado lugar a documentos de nula viabiHdad. Asistimos así a una confrontación — sin posibles ganadores— entre dos tipos de tendencias o concepciones: el planeamiento como propulsor o motor de un cambio socioeconómico ( sea cual sea su contenido), pero sin medios ni fuerzas para trascender el campo de las puras intenciones, o el planeamiento como simple ordenamiento de la realidad, es decir, concebido como una postura técnica y neutral, en la que el principio de pacto con esa realidad se convierte, en el fondo, en el acuerdo con los objetivos y tendencias ya existentes. Ello supone que, salvo en aspectos muy específicos, el planeamiento nada tiene que ver con la definición de los problemas socioeconómicos, sino que simplemente los asume, no correspondiéndole ni la realización de juicios de valor sobre ellos, ni mucho menos una toma de postura, especialmente si ésta conduce a enfrentamientos estructurales: políticos o económicos. La segunda postura, consistente en asumir la realidad tal cual es, llevará a soluciones esencialmente técnicas, en 18 absoluto despreciables, pero insuficientes, que en el mejor de los casos suponen un reconocimiento más o menos implícito de la impotencia del planeamiento territorial. En todo caso, el planeamiento no será modificador de tendencias e, incluso, el proceso racionalizador que se atribuye al ordenamiento se verá sistemáticamente puesto en duda por la inatacable irracionalidad presente. El planeamiento será de encargo, los objetivos y las propuestas no surgirán de un análisis amplio multidisciplinar, sino que estarán políticamente prefijados. Estos análisis irán más bien dirigidos a justificar y viabilizar técnicamente programas políticos y muy raramente a discutirlos o transformarlos. Difícilmente se considerarán en este esquema planteamientos puntuales de carácter estratégico que favorezcan cambios progresivos. Los objetivos a cualquier plazo serán forzosamente vagos, en todo caso acordes con la inercia de una realidad dominante. Sin embargo, lo cierto es que no existe racionalización ( al menos desde ángulos socioeconómicos) sin enfrentamientos y que, si bien es intítil por lo general un cuestionamiento a determinados niveles con estructuras o intereses poderosos, es posible hacerlo de forma parcial, mediante objetivos de formalización inmediata, con carácter restringido y largo alcance. Pero, por el momento, aunque el contenido que puedan tener los planes de ordenación territorial venga dado por los estudios complementarios de carácter multidisciplinar — cuya importancia ha aumentado últimamente—, éstos carecen de capacidad para hacer propuestas y se centran exclusivamente en un atento examen de la realidad y sus perspectivas, frecuentemente con carácter sectorial. No obstante, al no entrar en el fondo de la cuestión se producen efectos que alcanzan a la propia formalización de un plan, entendido como adscripción de usos del suelo. El caso es particularmente grave en áreas de escasa dinámica económica. Por poner un ejemplo, la de- Umitación de suelo agrícola sin entrar en un examen atento de los componentes concretos de este suelo o, más bien, de su tratamiento particular, puede llevar a distorsiones e incongruencias a corto plazo. En el caso de La Gomera, comprobaremos en el anáhsis de los niícleos rurales de las medianías y alturas que su futuro más previsible es la extinción, si no se adoptan medidas económicas y organizativas de carácter agrícola. Podremos asistir a importantes movimientos poblacionales generados por esta situación hacia zonas costeras determinadas, mientras que paralelamente veríamos cómo se construyen carreteras que no conducen a ninguna parte o cómo se instalan cabinas telefónicas en pueblos fantasmas. Este tipo de problemas ha dado lugar a otras directrices de planeamiento, denominadas genéricamente « Planes Integrales » ( en el sentido de integración multifactorial), que funcionan en el mejor de los 19 casos paralelamente y casi siempre divergentemente con respecto a los Planes de Ordenación del Territorio de carácter formal. De hecho parece que esta denominación de « integral » lleva aparejada la idea de que el planeamiento convencional es absolutamente inadecuado para los territorios en los que se proponen planes integrales. La característica común a estas áreas parece ser una crisis permanente que impide su normal inserción en el proceso económico y social dominante. Es por ello que los planes integrales se proponen para comarcas deprimidas o para cascos históricos en procesos de degradación, cuya correspondencia formal serían los PERI ( Planes Especiales de Reforma Interior). Estos planes integrales ven reducido frecuentemente su papel a la recopilación documental y a la investigación de campo. En el mejor de los casos han llegado a fundamentar peticiones de créditos o subvenciones por parte de las administraciones locales. Es decir, pasan a convertirse en una fuente de información más o menos completa sobre un determinado territorio, con escasa o nula proyección efectiva. Al no tener fuerza legal ( en cualquier caso, difícil de imaginar), y por su escasa relevancia pública, los planes integrales han debido adaptarse a las normas de planeamiento vigentes, pues en caso contrario, su ya pequeña eficacia se convierte en imposibilidad absoluta. De ahí que, frecuentemente, tales planes den como resultado, bien enfoques y propuestas extraterrestres, o por contra, acciones puntuales escasamente coordinadas y difícilmente deducibles de las bases de partida. En el mejor de los casos se llega a situaciones de dirigismo paternalista, tipo granja modelo con funcionarios lecheros. Si los planes integrales no se conectan con el planeamiento formal, más vale dedicarse a cultivar el viejo concepto de Plan de Desarrollo, pero ahora microterritorial y sectorial que, así planteado, es competencia de organismos específicos desligados del planeamiento territorial propiamente dicho. Pues bien, dentro de este marco de « planes de contenido » o « planes integrales » se ubica la formulación de un ecoplán. Adoptaremos a un nivel muy general la definición de J. M. Naredo •': « El término ecoplán se emplea para designar un programa de gestión de los recursos de un territorio que evite la usual disociación entre los enfoques económicos y los ecológicos, tratando de reconcihar la utilidad propugnada por aquellos con la estabilidad perseguida por éstos y, en cualquier caso, precisando con claridad el contenido y el alcance de las posibles contradicciones existentes entre ambos niveles » . Obviaremos aquí las críticas que, ya desde los planteamientos ecosociológicos de Op. cit. J. M. Naredo. 20 la Escuela de Chicago, se han dirigido al intento de ecosistematizar la actividad social y, en general, la ciencia social. Únicamente nos quedaremos con el hecho de que una visión ecosistémica mal entendida de la sociedad puede quedarse en la localización y el reconocimiento de unidades de funcionamiento autónomo, prescindiendo de una gran diversidad de influencias de tipo económico y político. Como se comprenderá, dicho planteamiento es insuficiente estrictamente aplicado al campo humano, pero ha permitido la incorporación de algunos aspectos metodológicos que, a nivel de interpretación de fenómenos ( pero no de propuestas) resultaron útiles. Conceptos como capacidad de carga, estabilidad, flujos de energía y materiales o contabilidad de recursos en términos energéticos, son en cualquier caso operativos para enfocar un problema que, en definitiva, consiste en determinar cuál debe ser el uso más adecuado de los recursos de un territorio, se tengan en cuenta o no las relaciones exteriores de la unidad en estudio. Obviamente, a través de estos instrumentos conceptuales no se logra la objetividad absoluta de una realidad, aunque sí una aproximación a su problemática, en la que siempre nos vamos a tropezar con el difícil escollo de las valoraciones ( en términos absolutos o relativos). Así pues, dado el interés de estos planteamientos de ecodesarroUo por diferenciar unidades con cierta autonomía ( internamente homogéneas), los intentos de formalizar una metodología y un tratamiento de este tipo se han centrado esencialmente en territorios aislados o muy delimitados. Así pues, estos programas de estudio, con sus correspondientes intentos de formalización, se han desarrollado preferentemente para islas y sistemas montañosos. Hay otra característica importante que se ha buscado por razones evidentes: las áreas elegidas tienen como denominador común un escaso desarrollo o, al menos, una posición fuertemente dependiente del exterior. Los motivos parecen claros: el concepto de unidad funcional se cumple mucho más exactamente en áreas deprimidas, con escaso desarrollo infraestructura!, escasa intervención territorial e inputs y outputs muy concretos y definidos si se elude todo lo referido a fenómenos iloca-les ( sistemas políticos y económicos globales). Enfocando el tema de otra manera, la exposición puede ser la siguiente: « ... mientras que en el ecoplán las decisiones adoptadas han de ser fruto del análisis de las características específicas de los recursos concretos existentes en el territorio y de sus posibles usos, a las que se tratan de ajusfar las dimensiones monetarias, en los enfoques económicos corrientes son los objetivos expresados en términos monetarios los que ejercen un papel condicionante. Es decir, mientras en el primer caso las dotaciones de recursos y el diseño de sus posibles usos juegan el papel de variable independiente que condiciona lo monetario en tanto que variable dependiente, en el segundo se in- 21 vierten los papeles, erigiéndose las variables monetarias en independientes a las que se somete implícitamente el resto » "*. Precisamente por el carácter inicialmente no monetario de los enfoques de ecodesarroUo, tal concepción sólo puede plantearse con alguna posibilidad en áreas en las que no funciona una economía fuertemente monetarizada o, por decirlo de otro modo, donde las leyes del mercado y de la competitividad no se imponen de forma brutal, condicionando absolutamente las acciones a unos determinados beneficios sin los que tales acciones se tornarían absurdas. Es decir, únicamente en áreas en las que no funciona la economía corriente —^ y su recesión demográfica, más o menos espectacular, suele ser la prueba—, el sistema y el conjunto de intereses que lo forman podrá apoyar en mayor o menor medida un enfoque de ecoplán o, al menos, será permisivo con él. La crisis de los años setenta ha tenido mucha influencia en esta actitud, puesto que las áreas deprimidas ya no son vistas como campos de una expansión más o menos inmediata, o como almacenes de una innecesaria mano de obra, y, por lo tanto, condenadas a despoblarse mediante una aplicación estricta de una economía de escala, sino más bien como espacios gravosos cuya extinción no se puede proponer desde ángulos políticos, pero que implican elevados gastos de carácter eminentemente social, por lo que se agradece cualquier intento de solución autónoma. Otro aspecto del problemma, es la fragilidad del entramado económico y social que sustenta la conservación de una diversidad de paisajes y rasgos culturales, cada vez más valorada socialmente, que por su singularidad es riqueza añadida en este tipo de territorios. La destrucción o la modificación profunda de dicha trama ( sistemas de producción y organizativos) conlleva la pérdida irreversible, o la conversión en piezas de museo, de los « productos » vaUosos que se pretende conservar. Precisamente otra de las diferencias importantes entre los planteamientos del Ecoplán y los del desarrollo económico corriente radica en el carácter reversible o no de las actuaciones que ambos propugnan. En el segundo caso, el impacto — ambiental, cultural y demográfico— de las realizaciones, generalmente decididas de forma bastante improvisada y desde un prisma parcial, desencadena procesos sin posibilidad de retorno. La aplicación a sistemas tan vulnerables como La Gomera donde, por poner un ejemplo, se conoce muy poco sobre la estructura, aspectos funcionales y métodos más idóneos de conservación de un ecosistema tan valioso como la laurisil-va, puede tener consecuencias catastróficas. En el enfoque de Ecoplán es consustancial la evaluación continua y en consecuencia, la regulación ( ajuste a las circunstancias cambiantes y según la experien- Op. cit. J. M. Naredo. 22 cia) de las actuaciones; para ello es preciso tener en cuenta el grado de reversibilidad. Es evidente que la confrontación entre ambos modelos es una lucha desigual e imposible. Sólo una decidida voluntad política, respaldada por una población informada, capaz de gestionar su propio y original esquema de desarrollo, conservando en todo su valor el patrimonio, podría abrir espacios en los que tendrían cabida planteamientos de Ecoplán. Ambos requisitos son difíciles de alcanzar, máxime en épocas de expansión turística en áreas próximas. La naturaleza sostenida cíclica de este mercado, su carácter de expoliador y modificador profundo de rasgos culturales y paisaje, deberían ser argumentos suficientes para apoyar, en lugares donde además de necesario es aún posible, planteamientos de desarrollo equilibrado. El presente trabajo no es un proyecto acabado; lagunas metodológicas y de información que no ha sido posible obtener y elaborar, se han superado con un notable esfuerzo de discusión e interpretativo. No obstante, pensamos que los objetivos, en la Knea de lo expuesto en párrafos anteriores, se han logrado suficientemente. Las líneas básicas del esquema de desarrollo están trazadas; ahora, para la puesta en práctica son necesarios estudios específicos y un grupo estable de trabajo y seguimiento, con actuaciones sobre el terreno. El análisis e interpretación de los distintos componentes del sistema constituido por la realidad actual de La Gomera se exponen en el segundo capítulo y los resultados y propuestas en el tercero y cuarto. En primer lugar, los que fueron consecuencia de los estudios, referidos a las distintas áreas de actuación; en segundo, las recomendaciones ( líneas estratégicas) que se adoptaron en el Seminario Internacional organizado por el Comité Español del Programa MAB de la UNESCO para someter a discusión y crítica los resultados del Ecoplán de La Gomera. 23 2. Análisis e interpretación • f#^ íi^ B& ¡ a& c-'-' mmm^^^ mfm'^ ^ á f c " ^ . - *^ í^: • i! mi- • • V * » . * . ! yShwSi'gjl^ - ' í^< -• 2.1. EL MEDIO NATURAL 2.1.1. ESTUDIOS PREVIOS La información existente sobre aspectos geóticos permite conocer suficientemente el ambiente geológico estructural de la isla, gracias a los estudios de Bravo ( 1964), Cendrero ( 1971) y Cubas ( 1978 a y b). Especialmente el primero de los trabajos citados es útil para conocer ( al nivel de detalle requerido en este estudio) la historia geológica de La Gomera y en relación con ella, su morfología actual: tipos de rocas, fases de las emisiones volcánicas, formas de relieve, etc. Los otros autores estudian fenómenos más locales, si bien muchas de sus observaciones son también de utilidad para nosotros, Cendrero se centra en el complejo de las rocas básales que afloran al noroeste, mientras que los trabajos de Cubas ( 1978) se refieren a la naturaleza petroquímica de las formaciones de rocas sálicas ( roques, fortalezas) tan características del paisaje de La Gomera. Los informes posteriores que aportan cartografía sobre aspectos geológicos ( EDES, 1970; ICONA, 1983) están basados en gran medida en el trabajo de Bravo ( 1964). Un mapa de pendientes ( escala 1: 50.000) complementa algunos aspectos geomorfológicos. En contraste con dichos estudios, la información referente al clima es bastante defidente. Ello se debe al escaso número de estaciones meteorológicas que cuenten con una serie suficiente de años de observación, o la situación de las mismas, sobre todo en cotas más bajas y localidades próximas a la costa. La información climática suele hacer referencia a las situaciones que se producen en la cercana isla 27 de Tenerife ( EDES, 1970), extrapolando áreas climáticas que no son del todo equivalentes. No conocemos dato alguno sobre la cuantía de la precipitación en la zona de laurisilva en la Gomera, ni existe tampoco información promediada sobre la regularidad de las precipitaciones entre distintos años, factor que consideramos de capital importancia. Sobre la climatología general de Canarias resulta muy útil la obra de Font Tu- Uot ( 1983). Respecto a la vegetación, los trabajos con que se cuenta ( Ceballos y Ortuño, 1951; Fernández Galván, 1977; ICONA, 1983), constituyen una buena información en lo referente a la distribución de los principales tipos de vegetación potencial que se ha completado con fo-tointerpretación. El trabajo de Santos ( 1983) sobre la vegetación de La Palma representa un complemento de gran interés por las equivalencias entre ambas islas. Si bien la vegetación no está tan estudiada en La Gomera como los aspectos geológicos, por lo menos en cuanto a trabajos publicados, la base existente resulta muy valiosa por la diversidad que aporta su carácter integrador del clima, cuya carencia ya se ha apuntado. En fases posteriores de este estudio será necesario profundizar en aspectos tales como la composición florística de las principales formaciones herbáceas y arbustivas, vegetación arvense, y aspectos dinámicos de las principales comunidades vegetales de La Gomera. Los suelos de La Gomera han sido estudiados por Fernández Caldas y col. ( 1974), que suministran datos sobre los andosuelos de la laurisilva y los vertisuelos de las lomadas del sur. 2.1.2. CARACTERES GENERALES La isla de La Gomera está situada a 28° de latitud norte y 17° de longitud Oeste. Forma parte del grupo más occidental de islas del archipiélago canario y ocupa una posición central respecto a las islas de Tenerife, La Palma y El Hierro ( Fig. 1). La superficie es de 380 kilómetros cuadrados y presenta una forma redondeada, ligeramente ovalada en sentido Este- Oeste. El diámetro en esta dirección es de unos 25 kilómetros siendo de 22 kilómetros en la dirección Norte- Sur. A pesar de su relativamente pequeña superficie, la isla de La Gomera presenta grandes contrastes en lo referente a las características del medio físico y biológico, ello se debe fundamentalmente a dos razones de índole geofísico general: 28 — Su gran altitud media y relieve abrupto. — Su situación en la zona de influencia de los alisios del noreste. Ambas circunstancias contribuyen a que La Gomera pueda considerarse como un variado complejo de situaciones ecológicas, a veces a escala muy detallada, dependientes del relieve ( pendiente, orientación), de la naturaleza litológica del sustrato y del clima interactuan-do con la vegetación. El papel de la cubierta vegetal en la captación de agua en las zonas de influencia directa del alisio tiene en La Gomera particular importancia. Además de estos condicionantes generales, el paisaje gomero está fuertemente influenciado por las actividades humanas. La necesidad de vencer las pendientes para aumentar la superñcie del suelo agrícola, oponiéndose a la intensa erosión, ha dado lugar a una impresionante arquitectura de aterrazamientos y bancales que permiten ganar la horizontal incluso en zonas de muy difícil acceso. En otras áreas, el aprovechamiento ganadero tradicional, ha convertido en formaciones abiertas de matorral o eriales, lo que antes fueron comunidades arbóreas densas. Estas actuaciones imprimen fuerte carácter al paisaje y contribuyen a explicar el mosaico actual de comunidades vegetales. 29 FIGURA 1 MADEIRA o Porto Santo La Palma El Hierro Localización geográfica < ^ ISLAS SALVAGES La Gomera I / ISLAS CANARIAS Tenerife O Gran Canaria 30 2.1.3. ANÁLISIS DE LA VALORACIÓN DE LOS PRINCIPALES CONDICIONANTES FÍSICOS Relieve y lítología La Gomera se presenta en la actualidad como un antiguo edificio volcánico semidestruido y afectado por una intensa erosión remontante llevada a cabo por profundos barrancos que se disponen radialmen-te. Todos los materiales excepto el cuaternario del fondo y desembocaduras de los barrancos, son antiguos. La última efusión basáltica de importancia se produjo a finales del terciario durante el Plio-ceno medio o superior, no existiendo por tanto « malpaíses » , ni corrientes de lava recientes ( Bravo, 1964). La acción erosiva ha desmontado la periferia de la isla y únicamente queda, como resto de una antigua superficie de mayor extensión, la pequeña meseta central relativamente llana, de unos 40 kilómetros cuadrados, que está situada a una altitud media de unos 1.000 metros y ocupa el centro de la isla. Las prolongaciones de esta meseta por las divisorias entre barrancos llegan a veces a las proximidades del mar, como es el caso del Risco de la América y la Montaña de la Caldera. En la Fig. 2, puede verse el relieve de la isla y la situación de las principales entidades de población. Algunos barrancos tienen una gran longitud y desarrollan redes de pequeños barrancos afluentes en la cabecera, siendo además bastante profundos en su tramo medio: son los de la Villa, Hermigua y de Santiago. Otros tienen menor recorrido pero una enorme profundidad, tal es el caso del Valle Gran Rey, con paredes de más de 700 metros, y el de Majona al Noroeste de la Isla. El barranco de Valleher-moso forma más bien una « caldera » abierta y constituida por una red de torrentes de corto recorrido. Entre los barrancos de menor desarrollo podemos distinguir dos tipologías: • Barrancos largos, estrechos y con desarrollo de una « caldera » ( red de torrentes abierta en abanico) en la cabecera, como es el caso del Barranco de Erque en el Sur y del de Meriga en el Norte. • Barrancos de escasa longitud. Se trata de barrancos estrechos que se originan en las zonas de medianías o en zonas próximas a la costa, desembocando directamente en el mar. A veces estos barrancos, muy abundantes en las zonas Sur, Este y Noroeste, y menos 31 MAPA 1 DETALLE DEL RELIEVE Y NÚCLEOS DE POBLACIÓN EN LAS DIFERENTES ÁREAS 32 Vall « h « rmoso Son S « ba$ tian FIGURA 2 abundantes del Norte, llegan a tener también profundas paredes de hasta 500 metros de desnivel, como es el caso del barranco de Gerian y del de Chinguarime. En la Fig. 3 se presentan un corte altimétrico realizado a lo largo del cauce de los barrancos más representativos de las situaciones que hemos comentado. Otro aspecto de la acción erosiva, es la llevada a cabo directamente por el oleaje. Las costas de La Gomera son prácticamente un continuo acantilado cuya altitud varía de 50 a 800 metros. Son frecuentes los desplomes de grandes bloques como los de la Playa del Inglés en Valle Gran Rey, el de Agulo o el más reciente de Cuevas Blancas en el barranco de Majona, que según Bravo ( 1964) data del año 1949. Las playas son muy escasas, siempre pedregosas y de extensión muy reducida, con la única excepción de la del Inglés en Valle Gran Rey. El retroceso de la costa por la erosión marina ha acortado la red fluvial, dejando colgados en algunos casos los cauces de pequeños barrancos secundarios. En relación con este retroceso cabe destacar la existencia de una plataforma litoral insular relativamente ancha, al contrario de lo que sucede en las islas que han tenido actividad volcánica cuaternaria ( Tenerife, La Palma, El Hierro). Este dato refleja la inactividad volcánica de La Gomera en períodos recientes, con escasos aportes y por lo tanto pérdida de terreno en beneficio del mar. Historia geológica y principales tipos de materiales Las estructuras litológicas que componen la isla pueden considerarse de abajo a arriba como una sucesión de materiales que corresponden a tres grandes tipologías. La primera es un bloque basal de rocas ho-locristalinas de gran antigüedad geológica. Sobre este basamento se acumulan los materiales efusivos ( aglomerados volcánicos y basaltos), que representan con mucha diferencia la mayor proporción en volumen del actual bloque insular. En tercer lugar hay que mencionar los domos sálicos y los sistemas de diques verticales, formaciones reía- 33 33 o > m 1400 1000 500 100 •• TIPOLOGÍAS DE BARRANCOS 9 10 11 12 Km cionadas con los basaltos pero que por su carácter más local y por su distinta influencia en la morfología actual de la isla, consideramos como un grupo diferente. En La Gomera, al igual que en las otras islas del archipiélago, las efusiones basálticas no se han producido por una chimenea central dominante, sino por el contrario han tenido lugar por conos de emisión pequeños que actuaron simultáneamente o en el transcurso de cortos períodos de tiempo. Estos cráteres, situados también muy próximos en el espacio, representan los lugares en los que la fisura ( dique), por la que surge el material basáltico, alcanza la superficie. Las erupciones de basaltos se han producido en La Gomera en tres ocasiones durante el terciario. En el transcurso del largo período comprendido entre unas y otras fases de actividad, los materiales preexistentes se ven fuertemente afectados por la erosión, hasta que un nuevo ciclo efusivo viene a tapar en algunas zonas los antiguos relieves, revitali-zando de nuevo el proceso erosivo. Al contrario de los basaltos, las erupciones de rocas sálicas se han efectuado por anchos y cortos diques de sección más redondeada y que atraviesan los materiales basálticos suprayacentes. La influencia de los tres períodos de efusión basáltica que hemos mencionado es muy patente en la geomorfología actual de la isla. Nuestro objetivo en este capítulo es definir una serie de sectores homo- 35 géneos que reflejen la relación entre el relieve y la litología. Para ello describiremos brevemente las características más sobresalientes de cada uno de los tipos de rocas qué pueden distinguirse, teniendo en cuenta el carácter que imprimen a los territorios donde están presentes en superficie. Complejo de rocas básales Ocupa un gran volumen en el subsuelo de la isla, su extensión superficial visible es de unos 45 kilómetros cuadrados, aproximadamente la octava parte del territorio insular, especialmente en la zona norte desde los roques de Arguamul hasta la playa de Hermigua, ocupando hacia el interior la práctica totahdad del barranco de las Rosas y el fondo del barranco de Hermigua. Está formado por un conjunto denso de paquetes de diques que se entrecruzan en muchas direcciones y que engloban a rocas de distinta naturaleza, anteriores a los diques que las atraviesan. La composición química de estas rocas plu-tónicas es fundamentalmente de carácter básico o alcalino. La petrología de este complejo basal ha sido estudiada con detalle por Cen-drero ( 1971). Según Bravo ( 1964) la meteorización de este complejo basal es muy rápida, debido a la impregnación de pirita cuya alteración descompone las rocas, disgregándolas hasta gran profundidad. De hecho, en este bloque es donde se ha excavado el más amplio barranco ( casi una gran caldera) de la isla, el de Vallehermoso. DIQUE FIGURA 4 Cráteres alineados a lo largo de un dique de emisión ( según Bravo, 1964). La presión hidrodinámica de la lava disminuye con la altura, el volumen emitido va siendo menor. Los diques pueden quedar visibles por la erosión posterior. 36 Basaltos Entre las rocas básales y los materiales que se les superponen existe una gran laguna estratigráfica. El contacto entre ambos tipos de rocas es brusco, quedando cortados los paquetes de diques del complejo basal al nivel de estos contactos. La cobertura inmediata a las rocas básales está formada en primer lugar pot un aglomerado poligé-nico de pasta volcánica. Forma una roca monolítica donde aparecen englobados en una pasta vitrea un gran número de xenolitos o cantos de distinta naturaleza. En las zonas superiores aparecen intercalaciones de basaltos que van siendo cada vez más frecuentes, de forma que la transición entre los aglomerados y los basaltos se efectúa gradualmente sin existir una separación neta entre ambos. El primer gran grupo de basaltos son los llamados « basaltos antiguos » . Forman una gran masa en la estratigrafía volcánica de la isla y su extensión debió ser mucho mayor que la actual, debido a que la erosión ha abierto grandes valles en su masa. En la zona de contacto con los aglomerados estos basaltos están muy alterados, fracturados y comprimidos por el peso que han tenido que resistir. El aspecto de estos basaltos es escoriáceo, de coladas de poco espesor, con escorias intercaladas entre las coladas; a veces amigdaloides, con las amígdalas rellenas de calcita. El buzamiento es bastante pronunciado y siempre periclinal a partir de un difuso centro de la isla por donde se realizaría su emisión, a través de diques con cráteres relativamente pequeños. Una importante malla de diques corta esta masa basáltica, si bien pueden pertenecer a este grupo basáltico o no, ya que los materiales efusivos que se les superponen debieron pasar a través la masa de los basaltos antiguos. AGLOMERADOS VOLCÁNICOS BASALTOS / HORIZONTALES COMPLEJO ROCAS - ^ BÁSALES PITONES PIQUES, BASALTOS ^ O.^ AS \ (. ANTIGUOS ^^^^ f ( ROQUES Y FORTALEZAS) BASALTOS / SUBRECIENTES 1,500 22 Km. FIGURA 5 Corte esquemático de la estructura geológica de La Gomera. Disposición de los distintos tipos de materiales ( basado en Bravo, 1964). La emisión de los basaltos horizontales y los subrecientes data de una misma época ( Cendreros com. pers.) únicamente se diferencian en la inclinación de las capas. 37 Cuando cesó la actividad efusiva, la altura que alcanzaron estos basaltos debió ser muy grande. Hoy el alto de Enchereda ( 1.063 metros) al oeste de la isla, punto más elevado de esta, serie, es un simple testigo de estructuras mucho más elevadas y más extensas. Durante el largo período de quietud que siguió a la emisión de estos basaltos, la erosión practicó anchos y profundos valles, y elevados acantilados en la costa. Los barrancos debieron ser unos mil metros más largos y el mar destruyó todas las señales de desembocadura. En las costas actuales aparecen muchos valles colgados, que son reliquias de aquella etapa erosiva. Sobre estos basaltos se han excavado grandes calderas de erosión con paredes verticales muy acusadas. La estructura fundamental de la mayor parte de los grandes barrancos ( Santiago, Erque, San Sebastián) se ha formado a expensas de la masa de los basaltos. La segunda serie basáltica, que se superpone a la anterior, son los « basaltos horizontales » , llamados así por su escaso o nulo buzamiento. Ello se debe a una gran fluidez en el momento de erupción y a que rellenaron una depresión calderiforme con sus desagües hacia el mar. Al parecer, se trataba de una doble caldera con dos puntos de sahda. Hoy, estos basaltos, ocupan los lugares centrales y las cuerdas más elevadas de la isla, prolongándose por el risco de la América y por el Sobreagulo hacia el mar. En ambos casos terminan en un gran acantillado costero, y posiblemente estos serían los grandes valles de salida de la doble caldera. La existencia de estos basaltos horizontales en las máximas alturas indica también que la isla debió tener una extensión mucho mayor que la actual. El papel de estos basaltos en la morfología actual es muy importante, pues prácticamente en toda su periferia existe un pronunciado escalón o desnivel casi vertical que contornea la meseta central más llana, aunque como hemos indicado, ésta se prolonga a veces hacia las proximidades del mar. Su composición es de basaltos normales, dominando la plagioclasa sobre cualquier otro material. La última emisión basáltica son los basaltos subrecientes, que ocupan una gran extensión en la vertiente sur de la isla, donde alcanzan el mar en muchas ocasiones. La erosión ha formado acantilados de 50 a 150 metros, no tan altos como cuando el mar afecta a las otras formaciones. La morfología de las lomadas de la zona sur ( Arguayoda, Los Almacigos, Seima, etc.), con un descenso más suave hacia la costa, es producto de la consolidación de estos basaltos. Las coladas que parecen más recientes alcanzaron el mar en la punta de La Gaviota, donde los acantilados marinos tienen una mínima altura. 38 Formaciones de rocas sálicas y sistemas de diques verticales En diferentes lugares de la superficie de la isla afloran una serie de . roques y pitones que llegan a elevarse a cientos de metros sobre el suelo que los rodea. Se trata de chimeneas por donde salieron empujadas, lavas pastosas de composición mucho más acida ( rocas sáh-cas) que los basaltos. Estas formaciones al quedar desnudas por la erosión de los materiales que las cubrían y las rodeaban, sobresalen destacando claramente en el paisaje. Los roques tienen forma más bien apuntada; las « fortalezas » , nombre local que designa una pequeña meseta plana, son también manifestaciones sálicas en las que junto a la chimenea ha quedado una gruesa expansión de lavas. La isla está también atravesada por una red de diques de espesor variable ( desde pocos centímetros hasta diez metros), que representan las fisuras por donde fueron emitidos los basaltos. Algunos tienen gran longitud pudiéndose seguir a lo largo de varios kilómetros. Cuando han sido puestos al descubierto por la acción erosiva se les puede ver claramente en las laderas verticales de los barrancos y volviendo a resurgir de nuevo, una vez atravesada la divisoria, en la siguiente cuenca. Sectorización en función de los aspectos geóticos En el mapa n.' Z puede verse la división del territorio insular ( sectorización) en función del relieve y litología. Hemos tenido en cuenta las siguientes clases: I . Rocas básales. II . Aglomerados y basaltos antiguos. III. Basaltos horizontales. IV. Basaltos subrecientes. Las diferencias no se deben, tanto a la naturaleza química de las rocas, sino a su influencia en el relieve dependiendo de la edad y del grado de erosión. Las manifestaciones de rocas sálicas se reseñan también en el mapa por su interés desde el punto de vista paisajístico, si bien por su carácter disyunto y excesivamente puntual no las hemos considerado como un sector que determine de alguna forma los usos del territorio. Algo muy distinto sucede con las áreas de depósitos cuaternarios ( lecho de barrancos y piedemontes), cuya influencia en la ubicación territorial de las actividades agrícolas es esencial. Sin embargo, estos 39 > '- a > \ ] Complejo de rocas básales ^ ^ ^ ^ ^ Basaltos antiguos y aglomerados \ — ^ Basaltos horizontales Basaltos subrrecientes Pitones y coladas sálicas Principales cuerdas y divisorias entre barrancos materiales tienen en La Gomera una distribución también muy local, encontrándose muy relacionados con las actuaciones humanas dirigidas a aumentar la superficie de suelo agrícola ( terrazas, obras de riego). El tipo de representación territorial de estos depósitos cuaternarios ( área disyunta, situación muy localizada) es muy diferente a los grandes grupos de rocas basálticas; por ello tampoco las hemos considerado en esta sectorización. Clima y vegetación La considerable altitud media de La Gomera es responsable de una enorme asimetría norte- sur en cuanto a clima y vegetación. La vertiente Norte está sometida a la influencia directa del alisio, mientras que en las zonas bajas y en las medianías del sur, la escasez de precipitación es el factor climático más limitativo. La información cuantitativa sobre los aspectos climáticos es bastante deficiente. Ello se debe al escaso número de estaciones meteorológicas que cuenten con número suficiente de años de observación. Las estaciones con algún período útil de datos meteorológicos se localizan además en las zonas bajas o en localidades muy próximas a la costa, por lo que el conocimiento de la cantidad de lluvia y de la temperatura en las mayores alturas es prácticamente inexistente. No obstante, la estrecha relación que se produce en La Gomera entre clima 41 y vegetación potencial, con límites bastante definidos, nos permite abordar conjuntamente el estudio de ambos factores con vistas a la delimitación de sectores homogéneos. Antes de entrar en la delimitación de sectores homogéneos en cuanto a la influencia del clima y la vegetación, expondremos brevemente cuáles son los principales condicionantes climáticos que influyen en la aparición de los numerosos topoclimas y cumas locales de La Gomera. Los alisios Estos vientos son producto de la circulación de capas de aire en torno al anticiclón atlántico o de las Azores. Según la situación de este anticiclón, la influencia del alisio será más o menos constante. En verano tiene un carácter casi permanente, en invierno suelen alternar con otros vientos muy distintos relacionados con perturbaciones en zonas situadas más al norte del archipiélago. La influencia del alisio está muy relacionada con la corriente fría marina de Canarias que se desplaza hacia el Sur bordeando la costa del continente africano. Gracias a esta corriente, y también a los fenómenos de afloramiento de aguas profundas más frías que se produ- 42 cen en las proximidades del continente, la temperatura del mar ( especialmente en verano) es notablemente baja con respecto a la latitud a la que se encuentra. Al desplazarse el alisio sobre esta superficie isoterma a lo largo de la costa africana, alcanza las Canarias con una temperatura poco diferente a la que tenía en el lugar de origen. El alisio puede considerarse entonces como un viento relativamente fresco y muy húmedo debido al continuo contacto con el mar. La capa de aire del alisio tiene un espesor que varía de unos 1.250 metros en verano a unos 1.650 en invierno. Sobre esta capa se presenta una circulación normal de vientos del NW que son mucho más secos que el alisio y notablemente más calientes. En el contacto entre unos y otros se produce un notable efecto de inversión térmica con disminución de la humedad y subida de la temperatura. Este hecho tiene enorme influencia en el clima de las islas, cuando el alisio encuentra una barrera de suficiente altitud, como es el caso de La Gomera. Mar de nubes y la niebla goteante La estratificación de la atmósfera antes descrita, da lugar a la formación en la vertiente norte de la isla de una característica capa de es-tratocúmulos, cuyo límite superior queda justo debajo de la inversión de temperatura, y que actúa de tapadera para el desarrollo vertical de las nubes. Visto desde abajo, este cúmulo presenta un aspecto gris y sombrío recibiendo el nombre de « panza de burro » que se sitúa sobre los 400 ó 500 metros. En las zonas costeras, la niebla es un fenómeno casi inexistente. La condensación de la humedad en las zonas de influencia del aUsio supone un aporte complementario de agua que condiciona de una manera definitiva la existencia del monte verde ( laurisilva y fayal- bre-zal). La importancia de esta niebla goteante ha sido estimada por Ce-ballos y Ortuño ( 1951) como de aproximadamente el triple de la precipitación normal que reciben estos ecosistemas. Ello depende mucho de la densidad de la vegetación y del índice foUar ( superficie de hojas por unidad superficial de suelo). La influencia del alisio no se reduce a la vertiente Norte, sino que debido a la no excesiva altitud de la isla, rebasa las zonas superiores y se deja sentir en las áreas más elevadas de la vertiente Sur, afectando casi en su totalidad a la meseta central. A la diferencia de temperaturas se deben los fuertes y constantes vientos en algunas zonas del sur y el oeste. 43 ^ Vientos fuertes ^ ( en las zonas sureste y noroeste FIGURA 6 Esquema de la formación del mar de nieblas entré los 500 y los 1.500 m. Por encima de esta cota el aire es más seco, pero en La Gomera no alcanza la altura suficiente para que exista el piso de pinar canario. Precipitación directa La precipitación anual media es muy variable de una a otra vertiente ( Sur y Norte) de la isla. Desde los 100 milímetros que se reciben en Playa de Santiago hasta los más de 800 en las áreas de Laurisilva. Dos características importantes hacen este factor especialmente limitativo en las zonas bajas del Sur, donde la influencia de la niebla goteante es inexistente. La primera es el carácter chubascoso de las lluvias. Muy frecuentemente, la precipitación se concentra en pocos días; en las zonas secas suele llover menos de veinte días de media anual. Ello tiene graves repercusiones sobre la erosión y sobre las posibilidades de regulación del agua. La segunda es la irregularidad interanual de las precipitaciones; pueden transcurrir varios años sin lluvia en las zonas más áridas, y la precipitación total de los años lluviosos es muy superior a la media. Años « buenos » y « malos » para el secano se suceden de forma poco previsible. Puede decirse en general que las zonas expuestas a los vientos del sector NW- NE son relativamente lluviosas, mientras que en las zonas resguardadas de estos vientos las lluvias son muy escasas. En igualdad de exposición, las zonas más lluviosas se encuentran a niveles entre 750 y 1.500 metros, donde además se recibe ( en el caso de la vertiente norte) el muy importante suplemento de la humedad debido a la niebla goteante ( precipitación horizontal). La mayor frecuencia de temporales de lluvia tiene lugar en el otoño tardío y a principios de invierno, y suelen producirse cuando se des- 44 hace la situación normal del alisio, permitiendo la llegada de borrascas o de frentes de aire frío del Atlántico Norte. El viento El régimen de vientos está muy en relación con la existencia de los alisios. En lugares del Archipiélago en los que el relieve no actúa como barrera, la frecuenica de estos vientos es mínima en enero ( del orden del 50 % de los días) y máxima en junio ( del 90 al 95 %). La influencia del relieve insular da lugar a importantes modificaciones locales, con fenómenos de encajamiento en los barrancos del Sur, donde se produce un aumento de velocidad del viento ( especialmente en cabeceras y medianías), con efectos de succión del aUsio cuando éste rebasa las zonas altas hacia las áreas retalentadas del sur, donde no llega a producir lluvia. En las áreas solanas, el aire al elevarse deja un vacío que tiende a ser ocupado por las masas más pesadas y frías de la vertiente norte. Estos efectos son particularmente notables en zonas como el barranco de San Sebastián o la comarca de Alojera, donde los relieves que las delimitan permiten fácilmente, por su altitud no excesiva, el paso del viento. La frecuencia e intensidad de estos vientos da muchas posibilidades para la utihzación de la energía cólica, pero a su vez representa un factor muy limitativo para la productividad de los cultivos y la vegetación natural, no sólo por su acción mecánica directa sino también por el aumento que provoca en la evapotranspiración. En muchas zonas existen vientos locales ( brisas y vientos de montaña- valle) que soplan en distinta dirección a lo largo del día. Influencia del continente africano El llamado « tiempo Sur » se produce cuando la masa de aire del alisio, que normalmente envuelve las Canarias, es sustituida por otra masa de aire caliente y seco procedente del continente africano. La diferencia de temperatura entre ambas situaciones puede ser del orden de los 15 ° C. Los efectos son muy perjudiciales para los cultivos, no sólo por las temperaturas, sino también por los vientos fuertes de que suele ir acompañado. Afortunadamente, este tipo de influencia es poco frecuente y suele afectar más a ciertas alturas ( 500- 1.500 m.) que a zonas bajas donde el frescor de las masas de aire en contacto con el mar amortigua la brusca elevación de temperatura. 45 Vegetación potencial Unidades de ambiente fitoclimático Teniendo en cuenta que las diferencias en cuanto a productividad potencial de los ecosistemas de la isla de La Gomera son debidas sobre todo al clima y al accidentado relieve, hemos examinado la variación de ambos factores en los apartados precedentes. El neto predomimio de materiales basálticos determina una cierta homogeneidad litológica en comparación con otras islas del archipiélago; por ello la naturaleza de los suelos y su grado de evolución dependen estrechamente de los climas locales. Estos están a su vez muy relacionados con la pendiente y la orientación, factores que condicionan el grado de insolación que reciben las distintas parcelas del territorio dentro de un determinado ambiente fitoclimático. A continuación expondremos las características más sobresalientes de cada una de las grandes unidades de ambiente fitoclimático que pueden distinguirse en la isla. Para ello describiremos las comunidades vegetales más representativas de ellas haciendo énfasis en los factores que las condicionan, habida cuenta de que estas limitaciones o ambientes favorables son el marco donde se organizan las actividades productivas. Zonas áridas Desde el punto de vista fitogeográfico corresponden al ambiente bio-climático de vegetación termocanaria árida, semiárida y seca, es decir, vegetación potencial de tabaibales, cardonales, matorral y bosque termófilo ( durisilva canaria). En el trabajo de Fernández Galván ( 1977) se considera a ésta última formación vegetal como característica del piso montano subhúmedo, que en la Isla de La Gomera estaría bien representado por el área potencial del sabinar, especialmente en la vertiente Norte. Tabaibales y cardonales En el sur de la isla, la escasa precipitación determina la existencia de comunidades xerofíticas, tratándose de un área cuya vegetación está muy alterada en la actualidad. Cabe distinguir una franja superior en la que la climatología tendría un cierto carácter mediterráneo sobre todo en función de la distribución de las precipitaciones ( véase Informe EDES, 1970); a menor altitud, las condiciones de aridez se hacen más extremas, aunque la distinción entre ambas zonas es difícil debido a la escasez actual de la cubierta vegetal. 46 Esquema de la vegetación de La Gomera ( basado en Fernández Galván, 1977). Se reseñan los grandes tipos de vegetación potencial explicados en el texto. 1] 2] 3] 4] O c > Comunidades halófilas 2.1 Tabaibales halófilos ( Euphorbia aphylla 2.2 Tabaibales y cardonales 3.1 Sabinares 3.2 Comunidades termófilas de transición 3.3 Jarales 4.1 Laurisilva 4.2 Fayal- brezal climácico 4.3 Fayal- brezal serial 4.4 Codesares matorral y bosque termófilo zonas áridas fayal - brezal so montano húmedo aurisilva tabaiba y cardón INFLUENCIA DEL ALISIO Además de la escasa precipitación anual media y de la fuerte insolación, otro importante factor climático a tener en cuenta, por su influencia sobre la productividad de los ecosistemas en estas zonas áridas, es la irregularidad de las precipitaciones, pudiendo durar varios años los periodos de sequía. A este factor se debe el carácter suculento de las plantas dominantes. En toda esta zona, los factores relacionados con la topografía ( pendiente, exposición, pedregosidad) son los que más influyen sobre la distribución de la vegetación. Los suelos presentan muy poco desarrollo y en la mayoría de los casos están decapitados, habiendo perdido por erosión ( deforestación, arado, sobrepastoreo) su ya exiguo horizonte orgánico. No obstante, la riqueza en elementos finos de los horizontes actualmente superficiales en los suelos de las lomadas hace que resulten muy aptos para el cultivo, especialmente en regadío. Como hemos indicado, la vegetación se caracteriza por un predominio de plantas suculentas entre las que abundan las especies del género Euphorbia. Su área potencial primitiva podría corresponder según Fernández Galván ( 1977) a la franja costera inferior a los 300- 400 metros y es en ella donde aún se encuentran las comunidades más representativas, si bien los cardonales ( Euphorbia canariensis), considerados como la etapa de máxima madurez de esta vegetación, se encuentran relegados por acción antrópica a lugares de topografía accidentada, hallándose también muy aclarados y empobrecidos en es- 48 pedes. Buena parte de su área potencial está en la actualidad invadida por tabaibales de Euphorbia berthelotii, matorral de balos ( Plo-cama péndula) y aulaga ( Launaea arjjorescens), como ocurre en las terrazas abandonadas del área próxima a San Sebastián y en las lomadas del Sur. Siendo también frecuentes en el área de Alojera- Tazo. Esta vegetación parece tener un cierto carácter colonizador ocupando suelos removidos de antiguos cultivos, ricos en arcilla y escasamente compactados ( pertenecientes al grupo de los vertisuelos). En la costa nororiental y hasta alturas de 200- 300 metros están bien representados los tabaibales de Euphorbia balsamifera ( tabaiba dulce), siendo su presencia más escasa en el sur, si bien se encuentra esporádicamente en laderas de barrancos próximos a la costa ( área de Quise, Los Almacigos e Iguala) en zonas pedregosas con suelos escasamente desarrollados. Las comunidades de Euphorbia aphilla están relegadas a la vertiente norte, en zonas cercanas al mar, condicionadas por la influencia hti-meda costera y cierta salinidad, en la zona de Arguamul, Punta de las Salinas, Puntallana, presentando un área muy disyunta. Matorral y bosque termófilo ( durisilva canaria) Un carácter más mediterráneo del clima ( precipitaciones entre los 300 y los 600 milímetros anuales) y mayor regularidad interanual en los aportes de humedad ( debidos en parte a la influencia del alisio) determina la aparición en La Gomera de comunidades arbustivas o arborescentes, muy semejantes por su fisonomía al matorral termófilo mediterráneo en las zonas más áridas de la Península, matorral con el que comparten también algunas especies. Este ambiente fitoclimático, representado por sabinares de Juniperus phoenicea muy aclarados, ocupa una considerable extensión en la vertiente norte. Su límite superior se sitúa en zonas donde comienza a hacerse más persistente la acumulación de nieblas ( mar de nubes). Por encontrarse fuera de la principal zona de influencia directa de los aUsios, la estacionaUdad respecto a la distribución de la lluvia es más acusada que en las comunidades de monteverde, existiendo un verano claramente seco. La sabina suele aparecer ocupando fuertes pendientes y suelos- pedregosos ( donde ha quedado relegada), siendo los ejemplares bastante grandes y de porte arbóreo en comparación con los de la misma especie en la Península. En general no forma comunidad densa, sino más bien se trata de ejemplares aislados entre ribazos y zonas aterr azadas. 49 Los suelos de esta zona responden a una topografía muy abrupta, presentando escaso desarrollo y acusada pedregosidad, aunque debido al relieve abarrancado, son apreciables grandes diferencias según la exposición y según se trate de convexidades y concavidades en la ladera. Estas últimas suelen estar transformadas en terrazas, ubicadas a veces en zonas de muy difícil acceso. En el límite inferior, los sabinares llegan a mezclarse con comunidades de Euphorbia aphylla, llegando casi hasta el nivel del mar en algunas zonas. En el límite superior ( 500 m. aproximadamente) se mezclan con especies típicas de la laurisüva o fayal- brezal. Las formaciones mejor conservadas de bosque termófilo presentan además de la sabina: Olea europea subsp. cerasiformis ( acebnche), Maytenus canariensis ( peralillo). Sideroxilón marmulano ( marmo-lán), Visnea mocanera ( mocan), entre otras. La diversidad florística del matorral termófilo es, según Santos ( 1983), la más alta de las comunidades que componen la vegetación canaria. Pero también según el mismo autor han sido estas formaciones vegetales las más afectadas por la acción antropozoica ( fuego, pastoreo, aterrazamientos para cultivos), debido a las buenas características de los suelos en los que se encontraban. La palmera ( Phoenix canariensis) sería también una especie típica de este tipo de vegetación, aunque quizás ocupando las situaciones más térmicas. En la actualidad, la mayor densidad de palmerales se encuentra precisamente en las áreas correspondientes a la vegetación potencial de matorral termófilo. En la vertiente sur, los sabinares ocupan un área más disyunta y se sitúan a mayores altitudes ( entre 600 y 900 m.) en las zonas superiores de las cabeceras de barrancos y en algunos puntos de las divisorias, aunque en general se encuentran en estado de degradación muy avanzado, faltando muchas de sus especies características y siendo sólo reconocibles por algunas especies típicas como la misma sabina ( muy escasa), el acebnche o el almacigo ( Pistacia atlántica). La mayor extensión de su área potencial está ocupada por jarales de Cistus monspeliensis, que sin embargo son bastante escasos en la zona norte. Ocupan una amplia franja entre los 800 y los 1.100 metros según exposición, desde el barranco de Majona hasta el área de Arure. En la zona superior del barranco de Valle Gran Rey y otros puntos dispersos del sur encontramos, junto con los jarales, matorrales densos de escobón ( Spartocytisus filipes). Piso montano húmedo. Laurisilva y fayal- brezal Se localiza en las mayores alturas de la isla, a partir de los 500- 550 metros en la vertiente norte y a partir de los 850- 900 en la sur. La 50 condensación de humedad, debida a la influencia húmeda de las nieblas aportadas por el alisio, provoca una captación de agua suplementaria que es a la vez causa y consecuencia de la existencia de comunidades arbóreas densas. Ello es debido a la elevada superficie foliar ( índice foliar alto) que estas comunidades exponen para la condensación del agua y la formación de gotas. El bosque laurifolio de La Gomera es un ecosistema probablemente muy antiguo ( los cambios climáticos han sido poco acusados en este ambiente subtropical), y su importancia radica no sólo en su carácter singular, sino también en las numerosas repercusiones favorables que tiene sobre los ecosistemas situados a menor altitud, sobre todo en relación con la regulación del ciclo hídrico. El minino estival en cuanto a la entrada de agua al bosque es probablemente muy poco pronunciado, pues en esta época es cuando más constantemente se producen las nieblas goteantes, pudiéndose decir que la precipitación está casi homogéneamente repartida a lo largo del año. En su estado óptimo, la laurisilva es una comunidad arbórea compleja en la que distintas especies de hoja lauroide comparten la dominancia: Laurus azorica ( loro), Ocotea foetens ( til). Persea indica ( vi-ñátigo). El estrato arbóreo supera los 25 metros formando un dosel denso en cuyo ambiente umbrío abundan los heléchos de diferentes especies y algunas plantas herbáceas. Este tipo de bosque presenta su aspecto más umbrío y característico en los fondos húmedos de las cabeceras de los barrancos orientados al Norte ( El Cedro, Los Ace-viños, Meriga, La Meseta en el Barranco de Macayo). Cuando el suelo es menos profundo y con menos retención hídrica, en los escarpes y peñascos de las laderas de la vertiente norte, son más frecuentes Picconia excelsa ( paloblanco) y Apolonias barbujana ( barbusano) que indicarían la transición hacia la vegetación termófila. Hacia la zona de la meseta Central de la isla, y en los linderos de la masa forestal de la zona norte, dominan los loros ( Lauras azorica) junto con Ilex canariensis ( aceviño) y Myrica faya ( faya), desapareciendo el viñátigo y el til, que por ser más exigentes en humedad edá-fica quedan relegados a los fondos de barrancos más húmedos y resguardados. La mayor parte de la meseta está ocupada por comunidades de fa-yal- brezal ( Myrica faya y Erica arbórea) que se prolongan hacia el norte por las partes altas de las divisorias entre barrancos. En algunos puntos existen brezales casi puros de parte arbóreo, con una cubierta herbácea muy constante. Las comunidades de fayal- brezal se presentan como orla periférica, y seguramente etapa sustitutiva, de la laurisilva. La transición entre ambas comunidades se realiza de hecho con numerosas introgresio-nes. La presencia de formaciones de brezal muy abiertas en ciertas 51 > Tabaibales y cardonales. Piso basal I I Árido Matorral y — Sabinar de zonas l|||||{||||{||||||||||| Semi-bosque termófilo secas y jarales imiíHHillllllli árido Piso de transición — Sabinar montano ^ ^ ^ ^ ^ L,^ ' . ^ ^ ^ ^ ^ 3 húmedo Codesares y brezal soleado | | Í I Í I i ¡ | húmedo Piso montano. Laurisilva y tayai- brezal ^:;::: Í;;!;:;:;! Í!| Húmedo zonas de la isla, probablemente tenga relación con una antigua utilización ganadera. El brezo arbóreo y la faya parecen asociarse a la perfección y actúan como especies complementarias. El brezo se comporta como una eficaz especie colonizadora después del abandono de pastizales o de la degradación del bosque lauroide ( puede comprobarse en desmontes y márgenes de caminos forestales y en las zonas afectadas por antiguos incendios en el sur de la meseta) formando una comunidad densa en la que posteriormente se instala la faya. La dinámica entre ambas especies y su relación con los pastos y con la evolución del suelo, es un tema que requeriría un conocimiento más detallado. En principio parece que el brezo en formaciones densas acumula en el suelo materia orgánica de lenta descomposición, que provoca una escasa aireación del suelo y la aparición de condiciones que impiden la evolución de los pastos en un sentido favorable. La faya es capaz, en dichas condiciones, de fijar nitrógeno atmosférico mediante su simbiosis con actinomicetos, con lo que las condiciones nutricionales del suelo se verían favorecidas, facilitando el crecimiento de especies herbáceas de interés forrajero. El fayal- brezal se encuentra en toda la periferia de laurisilva ( aunque ocupando mayor extensión en el Norte y Nordeste de la isla) y en la zona llana superior donde aparecen ciertas localidades con síntomas de hidromorfía temporal ( área de Laguna Grande). Se extiende también por las crestas que hmitan los barrancos hacia la zona norte. Al igual que la laurisilva típica, el índice foUar del fayal- brezal es alto, exponiendo amplia superficie para la condensación del agua. En ambas comunidades el perfil edáfico parece corresponder a una génesis muy antigua ( predominan los andosuelos, ranker ándi-co y tierras pardas ándicas), consecuencia de unas condiciones cKmá-ticas muy reguladas por la humedad y poco distintas a las actuales. La existencia de perfiles edáficos representativos de la laurisilva en zonas hoy ocupadas por el fayal- brezal puede servir para conocer el área que antiguamente ocupaba el bosque lauroide y su posible área potencial. En las partes más elevadas de la vertiente meridional, el brezal ha sido sustituido por repoblaciones de Pinus radiata y Pinus canarien-sis. En esta comarca, escasamente influida por las nieblas debido al efecto barrera de la divisoria central y con notable insolación, las condiciones ecológicas sugieren ya la existencia incipiente del piso de vegetación montano seco, que en otras islas está representado por los pinares y codesares de cumbres. En La Gomera no se alcanza una altitud suficiente para el desarrollo de este tipo de vegetación, y sólo aparecen mínimamente representados Pinus canariensis, Chamaecy-tisus proliferus, Cistus symphytifolius en locaKdades rupícolas: parte alta del barranco de Imada y roque de Agulo, donde también se en- 53 cuentra muy acantonado el cedro canario ( Juniperus cedras). En la parte alta de Igualero y áreas próximas al monte de Garajonay es bastante frecuente el matorral de codesos ( Adenocarpus foliosus). 2.2. POBLAMIENTO Y POBLACIÓN 2.2.1. EL POBLAMIENTO Y LA DINÁMICA DEMOGRÁFICA Diversos factores han influido de manera determinante en la distribución de los asentamientos poblacionales dentro de la Isla. Una topografía extremadamente abrupta, la delimitación de dos áreas climáticas ( más húmeda a barlovento y seca a sotavento) con gradientes altimétricos, la disponibilidad de agua y la existencia de suelo apto para cultivos, se han ido combinando para dibujar a principios del siglo XX una ocupación del suelo muy adaptada a posibilidades y limitaciones. A estos factores se sobreimpuso la organización política de la isla basada en el régimen de señorío hasta principios del siglo XIX lo que limitó de forma muy clara las posibiUdades de expansión económica, sobre todo de la capital insular. A todo esto hay que añadir que La Gomera constituye un micromun-do insular de 378 kilómetros cuadrados con una población de 14.000 habitantes a finales del siglo XIX, con lo que sus limitaciones pueden parecer bastante obvias. La evolución histórica del poblamiento se ha basado en estos elementos fundamentalmente. Los asentamientos iniciales, tanto en la época guanche como en los primeros tiempos de la Conquista, se acogieron, por lo que sabemos, a las cabeceras de los barrancos, a las zonas más llanas de las alturas del Oeste y del Suroeste y, mucho más tímidamente, a las zonas medias de los barrancos más desarrollados. La única excepción clara fue San Sebastián por su condición de puerto estratégico, cabeza de puente de la colonización y nexo fundamental con el exterior. A partir del siglo XV, otro elemento que influyó en la ubicación interior de los asentamientos fue la inseguridad ante la frecuente presencia de piratas y corsarios. Las únicas fortificaciones existentes en la Isla, aunque débiles y, según Torriany inadecuadas, fueron precisamente las del solitario enclave costero. 54 ^ fl^^^^^^^^ l , ' , - • - * ' - - pppP^ BI ?- y^" jtagy- ^• 1 .-^""' S^ » '^., ^^^-- 8 - ' • - • _ Es difícil precisar la evolución del poblamiento a causa de las carencias documentales. No obstante, en función de los elementos arriba citados vamos a intentar ofrecer un bosquejo de tal evolución. Durante los años que separan el momento de la conquista y el comienzo del siglo XX, la autarquía alimentaria, normal en el medio agrario de esta amplia época, se verá agudizada en La Gomera por las grandes dificultades del comercio interior a causa del quebrado relieve. Ello impidió la creación de mercados de carácter insular, fragmentándose el comercio en multitud de puntos de intercambio determinados por la topografía. De igual manera, excepción hecha de los años inmediatamente posteriores al descubrimiento de América en los que San Sebastián se convirtió en un punto clave para el avituallamiento, las condiciones tampoco eran muy favorables para el comercio exterior, habida cuenta del peso que sobre Is transacciones comerciales ejercían los derechos señoriales de entrada y salida, de la inseguridad del mar ( téngase en cuenta que La Gomera se hallaba en la ruta habitual hacia las Indias) y del escaso desarrollo de una navegación comercial, sobre todo si se considera que su único punto claro de destino era un villorrio de 600 habitantes a finales del siglo xvi. Estos hechos tienen que relacionarse estrechamente, como hemos dicho más arriba, con las mejores condiciones cümáticas y topográficas de la zona meridional de la meseta y de las cabeceras altas de los 55 barrancos, lo que permitía, al margen de producciones típicas de exportación, una diversificación alimentaria en base a pequeñas huertas familiares y una actividad comercial más intensa. De tal manera que el poblamiento básico de la isla será interior, mientras que las zonas medias y bajas de los barrancos del Norte y el Oeste serán colonizadas lentamente desde aquel poblamiento inicial, a medida que la presión demográfica aumente las necesidades alimentarias. Indudablemente, las alternancias de auge y crisis de la producción de exportación marcarán fases de aceleración o recesión de esta ocupación de suelo, determinando precisamente su lento ritmo. En cualquier caso, este carácter interior de poblamimento es un claro exponente del escaso atractivo que para los pobladores tenía el mar tanto como sistema de comunicación interlocal como exterior. La lentitud con que se colonizan las zonas bajas de la Isla conoce su origen en la escasa dinámica poblacional de La Gomera durante los cuatro siglos considerados. A mediados del siglo XVI la población de la Isla se cifraba en unos 1.500 habitantes, de los que aproximadamente la mitad vivían en la capital insular. En 1877 la población había aumentado hasta 12.000 habitantes; es decir, en 325 años se había multiplicado por ocho. Entre 1877 y 1940 — 63 años— la población pasará de 12.000 habitantes a 28.500. Aun teniendo en cuenta que el régimen demográfico antiguo permitía expansiones poblacionales muy pequeñas a causa de la fuerte incidencia de la mortalidad, hay que pensar en otros factores sobreimpuestos que justifiquen el moderado crecimiento. Creemos que la combinación de dos tipos de factores, derechos señoriales y crisis económica, son la clave de la interpretación del fenómeno. Por poner un ejemplo, en la primerai; mitad del siglo xvi La Gomera tiene unos 2.000 habitantes que se habían reducido a unos 1.250 a finales del siglo. Este descenso tien0 su origen en la crisis azucarera del último tercio del siglo XVI. El retroceso de la producción azucarera, a causa de la excesiva competencia exterior, repercute en un doble sentido: directamente, inhibiendo la expansión del cultivo de caña o, más aún, restringiéndolo, con los previsibles efectos demográficos, dado el carácter permanente de la crisis; e indirectamente aumentando la presión impositiva de los señores en un medio de rentas pobres, lo que determina una huida de la población hacia las islas de realengo e, incluso, como polizones, hacia las Indias. Crisis de cultivos de exportación y autarquía agraria serán las constantes de la dinámica poblacional hasta bien entrado el siglo XX. Por otra parte, la irregularidad climática en amplias zonas de la Isla la sometía a periódicas sangrías migratorias, situación que se mantendrá también durante el siglo XX, incluso en épocas de expansión. Así pues, las condiciones de relativa pobreza en que se desarrolla la 56 actividad económica gomera durante la época considerada presentan, como hemos dicho, una doble vertiente: los productos de exportación controlados por los señores ( azúcar, seda, Uno, orchilla) y una actividad agraria de autoabastecimiento con pequeña proyección exterior. Sin descartar la existencia de un pequeñísimo comercio marítimo entre puntos de la Isla, la evacuación de aquellos productos hacia San Sebastián se debía hacer básicamente mediante rutas terrestres interiores por lo que tales productos eran, por así decirlo, de larga duración no permitiendo este sistema la comercialización de manera generalizada de artículos perecederos ni en la ida ni en la vuelta. Ello abona la teoría de una gran autarquía local de productos alimenticios frescos. No obstante, debía existir un pequeño comercio interlocal en base a productos de media duración y de utensilios ( grano, patatas, queso, alfarería...) En todos estos procesos de comercialización e intercambio los asentamientos ubicados en la meseta central y en las cabeceras más altas de barrancos jugaron sin duda un papel muy importante. Algunos datos apoyan esta hipótesis. Las difíciles comunicaciones, aun interiores, por el Norte de barranco a barranco y con la capital insular debían hacer mucho más asequible el tránsito por las alturas del Sur y del Oeste, por lo que la comarca de Chipude se convierte en una importante encrucijada dentro de una ruta comercial de entrada- salida que conectaba con los grandes barrancos del Norte a través de la zona de Arure- Las Hayas, con Valle Gran Rey directamente y con las alturas y las escasamente pobladas medianías del Sur en el camino hacia San Sebastián. Queremos señalar que el relativo desprecio con el que hasta tiempos muy recientes trataron a los habitantes de Chipude los pobladores del resto de la Isla, con carácter unánime, puede tener que ver con el papel mixto ( pastores- arrieros y, quizá, fundamentalmente proveedores de cerámica) que jugaron en la economía de la Isla. Este rechazo ha sido muy común hacia etnias con un papel económico similar ( maragatos, pasie-gos...). En cualquier caso, el carácter terrestre de las comunicaciones y la diferencia entre productos de autoabastecimiento, incluyendo el pequeño comercio interlocal, y de exportación parecen aspectos bastante claros. Únicamente quedan por hacer un par de observaciones para completar un esbozo de las líneas fundamentales de poblamiento y de sus condicionantes. En primer lugar hay que señalar que, de forma esporádica, La Gomera exportó también grano y ganado en vivo, basando tales excedentes en la potencia de las lomadas del Sur y en lo exiguo de la población de esta zona, puesto que su crecimiento se hallaba limitado por el carácter seco e irregular del chma y sujeto a imprevistas y largas sequías; ello da lugar a un poblamiento más o menos estable en las medianías del Sur cuya importancia fluctúa mucho y que determina la aparición de algunos núcleos muy distantes entre 57 sí. En segundo lugar, aunque ya nos hemos referido a ello, hay que recalcar el hecho de que, siempre teniendo en cuenta las alternancias económicas, algunas zonas medias de barrancos del Norte y del Oeste ( Monteforte, Cuesta del Ingenio, Guada...) fueron colonizadas de antiguo merced a ese juego de avance y retroceso de algunos cultivos de exportación de los que los señores extraían los mayores beneficios. En función de estos factores, a finales del siglo XIX, la situación es la siguiente: la población se ha ido expandiendo en zonas medias de los grandes barrancos en dirección hacia la costa. Las alturas seguirán teniendo cierta importancia, mientras que las costas permanecerán muy poco pobladas. El poblamiento fundamental será el que ocupa los cauces de los barrancos. Fuera de ellos únicamente encontraremos población en los pequeños barrancos de alturas y medianías altas del Norte, el poblamiento de las lomadas del Noroeste y las alturas del Oeste y del Sur. La población ubicada por encima de 700 metros supondrá en 1900 el 18 % del total insular, correspondiendo la mitad de este porcentaje a la zona de Chipude- Arure. La población netamente costera no supondrá ni el 3 % del total, excluyendo a San Sebastián. En los cauces de los grandes barrancos ( Agua Jil-va- La Laja, Monteforte, Valle, Valle Gran Rey y Santiago- Benchi-jigua) se agrupará el 68 % de la población. Esta ubicación en grandes barrancos y el desarrollo del poblamiento en dirección a la costa en torno al eje del barranco, creará unidades productivas y comerciales con una fuerte autonomía. Las relaciones entre estas unidades serán bastante débiles, persistiendo el predominio de las relaciones terrestres efectuadas a través de la Meseta central y por las cabeceras de barrancos. De todas maneras, las diferencias climáticas y algunas pecuUaridades topográficas crean sistemas de ocupación característicos según vertientes. La descripción que hemos realizado conviene de forma básica a la Vertiente Norte de la Isla. En el Oeste, Sur y el Este, se dan variaciones aunque, en líneas generales, la evolución se atenga a las tendencias analizadas. En el Oeste, la ocupación de la Cuenca del Barranco de Valle Gran Rey se verá limitada por las enormes dificultades de tránsito a causa del escalón que le separa de las zonas altas. La capital municipal seguirá siendo Arure hasta finales del siglo XIX y esta entidad dará nombre al municipio hasta 1940. La zona costera estará despoblada hasta bien avanzado el siglo XX. En el Sur, el poblamiento seguirá siendo de alturas hasta la aparición de los enclaves plataneros de la costa en el primer tercio del siglo XX. Las zonas de medianías estarán escasamente pobladas, con fluctuaciones debidas a las variaciones pluviométricas. El barranco de Erque carecerá de población en sus zonas media y baja. El Barran- 58 co de Benchijigua, sin embargo, conocerá cierta intensidad de pobla-miento en su parte media alta. No obstante, en el Sur el poblamien-to se centrará en las lomadas altas y en las cabeceras de barranco. La costa permanecerá prácticamente vacía. En el Este la presencia de San Sebastián condicionará la evolución poblacional de su área de influencia, constituida sobre todo por el Barranco de Agua Jilva- La Laja. El hecho de encontrarse hasta hace poco aquí la teórica capital de la Isla nos empuja a un análisis más detenido. El establecimiento de San Sebastián en el lugar que actualmente ocupa se debió a consideraciones de carácter geopolítico. El lugar poseía la rada más abrigada de toda la isla, lo que garantizaba una comunicación regular con el exterior; por otra parte, la desembocadura del barranco era bastante ampha, lo que facilitó el asentamiento poblacional sobre el mismo puerto. Evidentemente la elección del lugar se hizo más bien mirando hacia el exterior y este hecho condicionó su evolución posterior. Hacia el interior, San Sebastián fue el centro de una actividad recaudatoria de impuestos y tributos y de salida de productos de exportación controlados por la aduana señorial. Nunca llegó a constituirse en centro comercial o de equipamiento insular. Porque a las características geopolíticas citadas se reducirían las ventajas del emplazamiento. El barranco de Agua Jilva- La Laja constituye un ámbito muy aislado por tierra. Además, la distribución de los asentamientos en el resto de la Isla creó hacia el Sur un gran vacío poblacional, condicionado por las dificultades topográficas y climáticas; este hecho propició escasamente las comunicaciones terrestres. Hacia el Norte el muro era aún más eficaz, pues no sólo existía también un amplio vacío de población, sino que la salida del Barranco era dificultosa en extremo. El fracaso comercial de San Sebastián con el exterior, con la única excepción de la primera mitad del siglo XVI, conoce su causa de forma primordial en el fuerte control impuesto por el régimen señorial y, en menor medida, por el aislamiento antedicho respecto al resto de la isla y por lo limitado del territorio accesible desde San Sebastián. De tal manera que hasta muy entrado el siglo XX San Sebastián fue capital efectiva únicamente de los escasos núcleos ubicados en el barranco propio. Salvo por su preponderancia política, la importancia de San Sebastián en la evolución gomera de estos siglos fue muy escasa. A mediados del siglo XVI la población de San Sebastián se cifraba en unos 600 habitantes, que se habían convertido en 1.400 en 1900. Es decir que, mientras la isla multiplicaba por diez su población, San Sebastián ni siquiera lograba triplicarla. Sus posibiUdades de expansión eran ciertamente muy escasas, dependiendo en buena medida de recursos y de la débil relación con el exterior. 59 Así pues, a finales del siglo XIX nos encontramos con una isla sin una capitalidad efectiva clara y dividida en algo más de media docena de comarcas de carácter marcadamente autárquico, con un comercio intercomarcal esporádico y una producción de exportación fluctuante dependiendo de la competencia exterior. La evolución poblacíonal durante el siglo xx En primer lugar, los elementos históricos analizados seguirán funcionando prácticamente igual, al menos hasta el primer tercio del siglo XX. La abolición de los señoríos a principios del siglo XIX, apenas introducirá cambio alguno en el panorama descrito. La consolidación durante los siglos de señorío de una estructura económica agraria muy definida hace que apenas varíe la relación comercial de La Gomera con el exterior. En segundo lugar, las fluctuaciones poblacionales de La Gomera, según hemos visto, han estado en relación directa con la actividad agraria y únicamente a partir de 1950 comienzan a aparecer de forma clara núcleos de población —^ precisamente los más dinámicos— no ligados al sector primario. Ahora bien, dentro de una economía de acusado carácter autárquico, las grandes expansiones poblacionales no han estado sujetas sobre todo a una producción de autoabastecimiento, cuyas limitaciones como soporte poblacional están bastante definidas, sino al auge de los productos de exportación. Sus fluctuaciones marcan bastante bien las variaciones poblacionales. De todas maneras, por el carácter cerrado de su economía y por la importancia habitual del autoabastecimiento, las recesiones demográficas derivadas de las crisis exportadoras serán hasta mediados del siglo XX más suaves en La Gomera que en la mayor parte de las restantes islas del archipiélago. Después de la crisis de la cochinilla a finales del siglo xix, general en las Islas Canarias y moderada en La Gomera por los mecanismos antedichos, las posibilidades de expansión poblacional son sin embargo escasas hasta la introducción masiva de plátano y del tomate, hecho que ocurre durante la primera década del siglo XX. Crecimiento vegetativo, expansión de los cultivos de exportación, dificultades de comunicación interior y atraso de las comunicaciones exteriores, serán los factores internos claves de la evolución. Externamente, las dos guerras mundiales, la guerra civil, sobre todo la posguerra, y, posteriormente, la expansión de Tenerife a partir de los años cincuenta, serán los hechos más influyentes que determinarán las vicisitudes poblaciones a lo largo del siglo. Durante el siglo XX, la evolución poblacional tiene dos períodos muy definidos, siendo la década de los 60 cuarenta la que en conjunto marca un cambio de signo. Hasta 1940 tiene lugar un notable incremento poblacional, pasando la isla de 15.358 habitantes en 1900 a 28.571 en el año citado. Por el contrario, a partir de esa fecha, la recesión poblacional se hará sistemática y acusada. De la población de 1940 se pasa a un censo de 18.237 habitantes en 1981 y, aun así, hay fundadas sospechas de que esta última cifra está artificialmente hinchada en 600 habitantes por lo menos. La fase de expansión poblacional no acontece de forma lineal, sino con las siguientes alternativas: — Entre 1900 y 1910 se da un acusado incremento poblacional por el efecto del afianzamiento y expansión de los nuevos cultivos de exportación, apoyados por una favorable coyuntura internacional. La población pasa de 15.358 habitantes a 18.480, con un crecimiento medio anual que supera el 1,85 %. — El crecimiento se modera entre 1910 y 1920 por las dificultades que para las exportaciones supone la primera guerra mundial. Pese a todo. La Gomera crece poblacionalmente pasando de 18.480 habitantes a 20.485, con un incremento medio anual del 1,03 %. — Entre 1920 y 1930 la población crece de forma espectacular a consecuencia del relanzamiento económico europeo, con lo que los cultivos de exportación conocen un nuevo auge. La población es en 1930 de 25.405 habitantes, con un crecimiento medio del 2,14 %. — La década que cierra el período de expansión ( 1930- 1940) es el comienzo de una larga depresión que aún subsiste. La crisis se desencadena a consecuencia de la guerra civil, prolongándose posteriormente a través de la segunda guerra mundial, la crisis posbélica y el aislamiento español de los años cuarenta y de parte de los cincuenta. La población es en 1940 de 28.571 habitantes, suponiendo un crecimiento medio anual de 1,17 % para el conjunto de la década. A partir de 1940 ya no volverá a darse ningún periodo de recuperación. La población de la isla desciende a 28.383 habitantes en 1950 y a 27.790 en 1960. La década de los sesenta es catastrófica. En 1970 la población se ha reducido a 19.339 habitantes. La tendencia al descenso poblacional continúa en los últimos años, arrojando el censo de 1981 la cifra de 18.237 habitantes. Actualmente, en 1984, la cifra debe rondar los 17.000 habitantes, o incluso algo menos. Para entender esta situación sin precedentes en los últimos cien años de la historia de La Gomera hay que tener en cuenta varios hechos. 61 Algunos de ellos son comunes a las islas menores del Archipiélago, pero otros son específicamente gomeros o, al menos, repercuten más en La Gomera que en las otras islas. Todos ellos están estrechamente relacionados, lo que a veces impide una deseable claridad expositiva. Durante los treinta o cuarenta primeros años del siglo, las Canarias seguirán gozando de su posición geográficamente privilegiada en relación a la exportación de los productos tropicales hacia los mercados europeos. Es más, el hecho de que los nuevos productos de exportación ( plátano y tomate) sean perecederos dará una nueva importancia a la ubicación del Archipiélago. La Ley de Puertos Francos de 1852 ya había ido consolidando esta relación comercial europea. La Gomera participa también en estas ventajas. Los nuevos cultivos, especialmente el plátano, tienen dos exigencias muy acusadas: ciñen sus áreas de implantación a las zonas costeras ( no hay que olvidar que la producción de tomates es de fuera de temporada) y requieren agua abundante y regular. Estos dos aspectos influirán de forma determinante en el poblamiento de la Isla, fundamentalmente en lo que se refiere a la intensificación del poblamiento costero y a la colonización de la costa Sur. Los datos fundamentales de la evolución po-blacional según zonas amplias se recogen en la Tabla 1. A través de la tabla 2 se observa que la distribución por vertientes fluctúa poco entre 1900 y 1930. La Meseta Central pierde compara- TABLA 1 DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ZONAS ESPACIALES „ Porcentajes ^"" « ^ 1900- 1930 Norte 45,2 - 44,5 Oeste 14,2 - 15,1 Sur .' 16,1 - 17,5 Meseta central 9,3 - 6,8 Comarca de San Sebastián 15,2 - 16,1 Costa 56,1 - 62,2 Interior 45,9 - 37,8 Total 100,0 - 100,0 62 tivamente bastante peso y el Sur afianza su presencia moderadamente. Las principales variaciones se observan en cuanto a la distribución altimétrica en la que la costa aumenta enormemente su presencia. Este fenómeno, aunque aparezca de forma general en toda la costa insular, adquiere un particular relieve en el Sur. En esta zona la influencia preponderante de la agricultura de exportación, explicable por sus mayores rendimientos, se combinará con la creciente presencia de la actividad pesquera conectada con industrias derivadas. Este fenómeno de concentración poblacional en la costa tiene por su magnitud una importancia insular. La costa Sur pasa de suponer el 2 % de la población total en 1900 al 7,5 % en 1930, siendo en buena medida la responsable del aumento de población costera. Las limitaciones del Sur en cuanto a la disponibilidad de agua en una isla en la que era y es ptíblica se ven paliadas o contrapesadas con tres factores: — La apertura de pozos que se rentabilizan por el alto valor del producto. — La estructura concentrada de la propiedad con un creciente desvío de recursos hídricos hacia la costa. — La implantación de empresas con medios de comercialización a través de barcos propios. Por otra parte el carácter público del agua y por tanto su escasa incidencia en costos, alentará precisamente el desarrollo de la agricultura de regadío en la costa Sur. TABLA 2 DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN EN LA VERTIENTE SUR ( porcentajes) 1900 1930 Costa Interior Total Fuente: Censos y elaboración propia. 63 12,2 87,8 100,0 42,7 57,3 100,0 Estos factores determinarán que La Gomera conozca un desarrollo sureño de la agricultura de exportación comparativamente superior al de las restantes islas, en un momento en que en todas las islas occidentales las comunicaciones terrestres con el sur de sus respectivos territorios eran muy dificultosas o simplemente no existían. Así pues, el carácter marginal de La Gomera no afectó en este caso a la prosperidad de la producción exportadora, pudiendo decirse que tanto a niveles estructurales como infraestructurales la costa sur de la Isla ofrecía mejores condiciones de explotación que la de Tenerife. La expansión de los cultivos de exportación determinó, pues, un crecimiento poblacional acelerado, y al mismo tiempo repercutió en otros sistemas coexistentes. Existió una fuerte relación entre las nuevas implantaciones costeras de plátanos y tomate de fuera de temporada y la agricultura de autoabastecimiento. Pero esta relación no fue exclusivamente de dependencia ( traslados poblacionales permanentes hacia zonas costeras dada la dificultad de los traslados diarios) sino de complementariedad. Las necesidades alimentarias de la población costera, agudizadas por el gran aumento poblacional, son cubiertas en buena medida por la producción interior dentro de cada sistema de barranco como reflejo de la pervivencia de una acusada autarquía alimentaria de carácter local, consecuencia de las dificultades de comunicación interior y exterior. Sin duda alguna, la población crece mucho más fuertemente en la costa a causa de la gran con- 64 centración poblacional de las épocas expansivas ( 1900- 1910 y 1920- 1930), pero los crecimientos del interior también son acusados en estos momentos de expansión. Ello denota una ampliación de los cultivos de autoabastecimiento en las épocas de auge costero. En las épocas de depresión costera el interior también se ve afectado por la recesión, creciendo con tasas sensiblemente inferiores a las de los momentos expansivos. Ahora bien, el repliegue sobre los recursos propios de autoconsumo hace que en las depresiones ( 1910- 1920 y 1930- 1940) las crisis demográficas del interior sean menos notorias que en la costa en la que la proletarización y los recursos alimentarios más escasos son determinantes de una fuerte emigración. Esta complementariedad viene además sugerida por el hecho de que a mayor proporción de población costera dentro de un marco territorial autónomo mayor será también, por regla general, el crecimiento del interior. La única excepción de esta regla la constituye San Sebastián capital y su comarca, y se debe precisamente a su fácil conexión ah-mentaria con el exterior y al hecho de la gran preponderancia de los cultivos de autoabastecimiento en el mismo San Sebastián. Sobre este panorama de relaciones entre el auge de la agricultura de exportación y la expansión poblacional, gravitan como elementos básicos los factores biolóegicos de la población. Basta una simple tabla 3 para dejar constancia de la particular problemática gomera. La alta tasa de crecimiento natural de La Gomera, producto de una altísima natahdad ( fluctuante en torno al 40 % para el período), queda patente en estos datos. Hasta tal punto semejante tasa de crecimiento era insoportable que La Gomera tiene un saldo migratorio negativo aun en los momentos de mayor auge agrícola. Pese a ello sus crecimientos brutos serán muy elevados. TABLA 3 TASAS DE CRECIMIENTO DE CANARIAS OCCIDENTALES (%) Tenerife La Palma La Gomera El Hierro Total prov. 1901- 1910 14,6 1911- 1920 12,5 1921- 1930 16,9 1931- 1940 17,8 13,3 11,3 13,7 12,4 22,4 20,6 22,9 24,4 8,7 12,6 15,7 15,1 14,7 12,9 16,8 17,4 Fuente: E. Burriel. Canarias. Población y agricultura en una sociedad dependiente. 65 TABLA 4 TASAS MEDIAS ANUALES DE CRECIMIENTO BRUTO (%) 1901- 1910 1911- 1920 1921- 1930 1931- 1940 Prom. Peri. . . . Tenerife 2,71 .. . ... 0,19 2,15 1,81 1,62 La Palma 0,86 0,18 1,06 1,57 0,95 La Gomera 1,87 1,04 2,18 1,18 1,55 El Hierro 0,48 0,57 1,11 0,92 0,78 Total prov. 2,22 0,01 1,93 1,69 1,47 España 0,69 0,67 1,01 0,94 — Fuente: E. Burriel. Op. cit. Factores de la recesión demográfíca Hemos aludido ya a las crisis bélicas como factor desencadenante de la recesión. Pérdida de mercados europeos y aislamiento español conducirán a una difícil situación. Sin embargo, aunque los factores exteriores serán inicialmente los indudables protagonistas de la crisis, la escasísima resistencia opuesta por La Gomera y, sobre todo, la creciente incapacidad para la más ligera recuperación conocerán causas internas. La evolución del poblamiento presentará diversas características se-giin las zonas espaciales. Las costas, por regla general, perderán menos población que el interior, y el Norte, en conjunto, sufrirá una crisis más aguda que el resto de la isla. De todas maneras, comparando las cifras dentro de cada sistema de poblamiento hasta 1950 y, en ocasiones, hasta 1960 el interior reaccionará mejor que la costa a la crisis por efecto del repliegue sobre una agricultura progresivamente de autoconsumo. Sólo hay una excepción clara a esta regla. En el Sur el crecimiento costero será bastante acusado hasta 1950. Esta situación, aun teniendo en cuenta el factor amortiguador, constituidos por la pesca y las industrias derivadas, tiene mucho que ver con las diferentes estructuras agrarias del Norte y del Sur. Merece la pena hacer una exposición más detallada mediante la tabla 5 resumen que a continuación reseñamos: 66 TABLA 5 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ZONAS ESPECIALES Y ALTIMETRIAS EN PORCENTAJES ACUMULADOS 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1950 1960 1970 1981 Vertiente Norte Costa 100 104 94 88 59 55 100 93 63 58 Resto 100 119 122 115 74 54 100 95 61 44 Vert. Noroeste Costa 100 112 105 108 79 79 100 103 76 75 Resto 100 122 150 123 64 54 100 82 43 36 B. V. Gran Rey Costa 100 111 97 98 91 104 100 101 93 107 Resto 100 113 113 102 81 74 100 90 72 66 Vertiente Sur Costa 100 137 158 152 114 99 100 96 72 63 Resto 100 111 126 104 65 35 100 83 52 28 Meseta Central 100 128 97 120 69 77 100 98 57 63 B. Aguajilva- La Laja S. S. El Molinito 100 106 104 138 114 149 100 132 109 143 Resto 100 109 107 112 57 41 100 105 54 38 COSTA 100 109 105 108 81 86 100 103 78 82 INTERIOR 100 117 121 112 70 54 100 92 58 44 TOTAL ISLA 100 113 112 110 76 72 100 98 68 64 Fuente: Censos y elaboración propia. El crecimiento de La Gomera es, en conjunto, similar al de Tenerife, con la diferencia de que en el caso gomero las tasas surgen exclusivamente de su potencial vegetativo. La capacidad de absorción poblacional de La Gomera será pues muy grande debido a la conjunción de la agricultura de exportación y de la autarquía alimentaria a nivel agrario. Esta gran absorción tendrá dos efectos peculiares: 67 — La ocupación exhaustiva de todo el suelo con una mínima capacidad agrícola, e incluso la utilización de suelo abiertamente marginal. — La progresiva fragmentación de la propiedad a consecuencia de la gran fecundidad. El promedio de hijos por mujer casada fértil será en la primera década de siglo de seis y medio. En los años veinte descenderá a algo más de cinco hijos, manteniendo esta proporción en la tercera y cuarta décadas. Teniendo en cuenta que en el momento de máxima expansión pobla-cional se ocupó en conjunto el 15 % del territorio insular ( en torno a 56 Km^), las densidades medias de población en la superficie utilizada eran altísimas. En 1940 la densidad media de población por kilómetro cuadrado de suelo utilizado era de 510 habitantes. Si además consideramos el hecho de la escasa población del Sur y la gran importancia territorial de los cultivos extensivos en esa vertiente, las densidades del Norte de la Isla, y en general de los barrancos habitados, debían ser auténticamente agobiantes. Las cifras presentan una aceptable fiabilidad salvo para la Meseta Central y para la Vertiente Noroeste. En ambos casos existe la justificada sospecha de que las cifras de población - de 1981 están hinchadas. No obstante las líneas generales parecen bastante claras. Las pérdidas poblacionales son mayores en la costa, como hemos dicho, entre 1930 y 1950. Por el contrario, durante los treinta últimos años el interior perderá mucha más población. Por otra parte, la costa del Norte perderá población abundantemente desde 1940, mientras que la zona homónima del Sur crecerá bastante hasta 1950. En conjunto, el peso relativo de la costa descenderá desde 1930 a 1950 para ir creciendo en importancia a partir de este año. Sin embargo, esta superioridad costera, salvo en el caso de San Sebastián, no se deberá como en los años anteriores, a un mayor crecimiento pobla-cional, sino a menores pérdidas. El gran descenso poblacional de la costa Norte señala una incapacidad para fijar la población derivada fundamentalmente de tres factores: — Sobrepoblación en la época de expansión platanera. — Disminución de las rentabilidades por excesiva fragmentación de , la propiedad. — Gran extensión de la fórmula de cultivo a partes, derivada en buena medida del mismo hecho migratorio. La distinta evolución de los enclaves del Sur, al menos hasta la década de los cincuenta, se basa en los mismos factores que determi- 68 naron su aparición en los primeros treinta años del siglo como dinámicos focos poblacionales: propiedad concentrada, medios de comercialización propios y sobreimposición de las actividades relacionadas con la pesca. El hecho de que, en buena medida, los cultivos del Sur fueran tomateros palió también los efectos de una crisis esencialmente ligada al plátano. No obstante, a partir fundamentalmente de 1960, los enclaves de la costa del Sur entran también en un acelerado y sistemático proceso de despoblación. Esta situación se debe a la combinación de una serie de factores. En primer lugar, la morfología acantilada de la costa Sur Hmita mucho las posibilidades de expansión del plátano. Si a ello añadimos el carácter público del agua en La Gomera ( por lo que hay dificultades de desvío hacia los puntos de mayor rentabilidad) y, quizá, deficiencias de gestión por parte de los grandes propietarios, podremos comprender por qué el Sur de la Isla no conoce una expansión de cultivos de exportación semejante a la que ocurre en las restantes islas de la provincia durante los años sesenta y setenta. Además, está el hecho de la progresiva decadencia de la pesca, con el paulatino cierre de las factorías de enlatado ( actualmente todas están cerradas y los efectos del cierre de La Rajita aún no están recogidos en el censo de 1981). En lo que se refiere a las zonas interiores de la Isla, la gran crisis se desencadena en 1960, aunque en la década anterior ya habían perdido bastante población. Repetimos que la gran crisis poblacional del período analizado se debe sin duda a la crisis exportadora, pero se ve fomentada por factores internos. Como hemos dicho, los inicios de la crisis están ligados a la Guerra Civil Española y a la Segunda Guerra Mundial, así como a los períodos posbélicos y al aislamiento español. A partir de 1936 hasta bien avanzados los años cincuenta, Canarias estará prácticamente ausente del mercado europeo. El mercado peninsular paliará la situación, pero sólo en parte. Cuando van regularizándose las relaciones con Europa, las mejoras tecnológicas en transportes marítimos e industria del frío han permitido la aparición en los mercados europeos de una competencia americana y africana con mejores precios de producción, lo cual, unido al descenso de los costos de fletes, repercute en mejores precios de venta que el plátano canario. Además, las grandes transnacionales fruteras establecen políticas que en general, perjudican los intereses canarios. La carencia de canales y medios de comercialización colocará al Archipiélago en una situación muy desventajosa que le impedirá una apreciable recuperación del mercado europeo. La caída del plátano en los inicios de la crisis y la falta de plena recuperación posterior hace que se vaya perdiendo la función de com- 69 plementariedad con la agricultura del interior, derivándose hacia funciones de autoconsumo exclusivamente. Incluso en las zonas plataneras del Norte, las necesidades alimentarias conducen al cultivo asociado del plátano, con lo que los rendimientos se hacen aún más bajos. En esta situación, varios factores incidirán en la total desorganización del antiguo sistema agrario. a) Las altas densidades en el Norte y su influencia en los pequeños tamaños de las explotaciones. En el Sur, pese a las densidades de población mucho más bajas, de hecho existió en las zonas interiores un problema similar al tratarse de áreas cerealistas de secano con un régimen de lluvias muy irregular. b) La peculiaridad migratoria gomera. Aun cuando la emigración a Venezuela tuvo importancia, predominó de antiguo la tendencia migratoria a Tenerife. Este hecho creó una baja moviUdad de la propiedad. El pequeño campesino, dejando aparte la mano de obra peonal, emigraba pero no vendía sus propiedades, que en último término constituían cierta seguridad ante un posible fracaso, sino que las dejaba en cultivo a partes o simplemente las abandonaba. Si a ello unimos la ocupación exhaustiva del suelo con posibilidades agrícolas se comprenderá que a mayor emigración, mayor proporción de suelo abandonado o subexplota-do, lo que conduce a un nuevo reciclaje migratorio. c) La mejora de comunicaciones de San Sebastián con el resto de la isla, durante los años cincuenta y sesenta, rompió el tradicional aislamiento en el que se había apoyado la acusada autarquía agraria. Ello ocasionó la irrupción progresiva en el mercado gomero de productos agrarios exteriores a través de San Sebastián, que significativamente hace efectiva su capitalidad por estos años. Dada la escasa rentabilidad de la producción gomera, su carácter irregular y su valoración autárquica, no pudo hacer frente competitivo, por lo que los mercados costeros, perdido cualquier resto de autarquía, pasaron a depender en buena medida de la producción agraria exterior. Este proceso se ve agudizado con la mejora de las comunicaciones exteriores de la Isla. d) Durante los años cincuenta, pero sobre todo a partir de los sesenta, el proceso de consohdación urbana de Santa Cruz de Tenerife creó un área de intensa atracción poblacional. A esto hay que añadir la expansión agrícola del Sur de Tenerife y el auge turístico a partir de 1965. Por primera vez se creará un mercado de mano de obra de cierta importancia y próximo. Esta situación se combina con la extrema crisis del campo gomero, incapaz de proporcionar un sistema de vida estable a una población que, aunque descendente, era excesiva a causa del nivel de de- 70 terioro general del sistema agrario. En estas circunstancias no puede extrañar la gran oleada migratoria que reduce la población de La Gomera casi a los niveles que tenía en 1900 y deja a la Isla sin capacidad de respuesta ni adaptación. Así pues, todos estos elementos combinados dieron lugar a la persistente crisis. Mientras que las zonas costeras se estabilizaron o retrocedieron moderadamente, excepción hecha de los crecimientos de San Sebastián y últimamente de las entidades costeras de Valle Gran Rey, el interior de la Isla se sigue despoblando aceleradamente pese a las crecientes dificultades migratorias. La apertura de un mercado de mano de obra y la situación estructural de la antigua agricultura de autoabastecimiento ( pequeña propiedad, congelación de suelo cultivado y pérdida del mercado interior de autoabastecimiento), conectadas a la falta de alternativas claras en cuanto a productos de exportación y en cuanto a un desarrollo económico, colocan a la agricultura gomera de autoabastecimiento en una dificilísima situación, perfectamente reflejada en la imparable decadencia poblacional y en la creciente dependencia exterior. La organización agraria ha cambiado totalmente. Si con anterioridad a 1950 existía una acusada complementariedad entre la agricultura de autoabastecimiento y la de exportación, en el momento presente cualquier expansión costera ( sea agrícola o terciaria) acelerará la despoblación del interior por atracción masiva de mano de obra. Por tanto, la estabihzación de la población de medianías y alturas pasa por la recuperación del mercado interno de abastecimiento con carácter competitivo, sea cual sea la opción económica adoptada para la costa. En resumen, el hecho claro es que La Gomera ha mantenido sistemáticamente productos de exportación como medio de equihbrar su relación con el exterior. Ahora bien, tal sistema funcionó de forma más o menos estable o, mejor, con crisis controladas mientras predominó un aislamiento exterior e intercomarcal que facilitó el mantenimiento de una producción de autoabastecimiento. Esto es válido incluso para los cuarenta primeros años del siglo XX. Es difícil calcular cuál es la población tolerable en un marco territorial, dada la variabilidad de exigencias vitales y los condicionantes estructurales sobre el uso de recursos. Lo que parece claro es que en 1940 la población gomera era excesiva para una economía de base esencialmente agraria, es decir, directamente hgada a los recursos derivados del suelo. Indudablemente, la abundancia relativa de agua en La Gomera permitió una continua expansión agrícola y posiblemente, en lo que a este recurso se refiere, en 1940 no se habría llegado a un tope de explotación. Pero el carácter público del agua, siendo en principio beneficioso para la agricultura de autoabastecimiento, 71 impidió la utilización preferencial. De todas maneras, mucho más importante que la sobreexplotación de recursos fue la desestructuración de un sistema agrario en el que la carencia o no de agua no fue un factor determinante. Más problemática fue la carencia de suelo que, conectada con la disponibilidad de agua, explica las increíbles ocupaciones agrícolas mediante bancales en zonas regables. Solamente en el Sur la escasez de precipitaciones y de obras de captación hizo valorar el factor agua por encima de la disponibilidad de suelo. Así pues, la introducción masiva de una agricultura industriaUzada de carácter intensivo, orientada hacia la exportación, supone una ar-tificiahzación de la actividad económica — tanto más cuanto que no está ligada a procesos agrícolas complementarios dentro del propio territorio— y permite notables crecimientos poblacionales en base a tal cambio. El problema es que este planteamiento conlleva un gran aumento de la dependencia exterior sin contrapartida. En el actual momento de transición de La Gomera hacia un enfoque más acusadamente terciario de la actividad económica, la artificiaU-dad se agudiza, convirtiéndose la base territorial en un campo de operaciones más abstracto, menos limitativo. Este hecho permite teóricamente crecimientos poblacionales más amplios que cualquier otro enfoque a corto y, como mucho, medio plazo, pues la doble dependencia exterior — agricultura de exportación y turismo—, sin consolidación alguna de las actividades que se inician y terminan dentro del propio territorio, no garantiza una aceptable estabilidad. Este aumento de la dependencia exterior exige un detenido estudio de las bases de comercialización de los nuevos productos y medidas de reforzamiento de los mercados interiores. En caso contrario, la acumulación poblacional conseguida de esta manera llevará a una desestructuración aún más profunda del sistema, por lo que las próximas e inevitables crisis — dado el aumento de la dependencia exterior— conducirán a nuevas y más intensas oleadas migratorias y a la búsqueda de una nueva artificialización económica o, en el caso límite, a la financiación por perentorias necesidades sociales de actividades de carácter netamente irrentable, cuyo origen se encuentra precisamente en el descrito proceso de inversiones a corto plazo. 2.2.2. ALGUNOS ASPECTOS CUALITATIVOS DE LA POBLACIÓN Hasta 1930 la composición sectorial de la población activa se mantiene prácticamente invariable respecto de las últimas décadas del si- 72 glo XIX. El predominio del sector primario y, dentro de él, de la agricultura es abrumador. La presencia dentro del subsector agrario de aparceros tiene una enorme importancia. En este sentido hay que decir que las clasificaciones censales no son demasiado cuidadosas, apareciendo recogidos los sistemas de cultivo a partes como peonales. No obstante, con toda seguridad, al menos en el norte y el oeste de la Isla, este peonaje representa fórmulas de medianería, heredadas, en ocasiones al menos, de la época señorial. La ausencia de una agricultura fuertemente capitalizada, salvo en los enclaves del sur de la Isla y en algunas propiedades de cierta extensión en el norte, impedirá precisamente un desarrollo masivo del sistema peonal, debiendo, por tanto, entenderse que las cifras de peonaje se refieren en buena medida a sistemas de medianería más o menos reconocidos. Estas afirmaciones hay que matizarlas sin embargo a través de una consideración: posiblemente la pequeña propiedad daba lugar, como ocurre actualmente, a un doble empleo de agrícola ( medianeros- peones o propietarios- peones). Así pues, en las tres primeras décadas del siglo se da una escasa evolución de las relaciones de propiedad. Únicamente es observable un ligero descenso del peonaje agrícola, unido a un apreciable aumento — al menos en el norte-— del número de propietarios por herencia o, simplemente, a un cambio en los sistemas clasificatorios. Entre 1930 y 1950 se confirma la tendencia anteriormente descrita con un apreciable aumento del número de propietarios y una gran disminución del peonaje agrícola. A partir de los cincuenta los descensos serán sistemáticos tanto entre propietarios como entre peones, aunque más acusados entre estos últimos. En definitiva, como veremos más adelante, la emigración gomera tiene un carácter profesional selectivo, centrándose sobre todo en los niveles menos estables de la agricultura ( peones y aparceros, en primer lugar, y pequeños propietarios en segundo). En cuanto al resto de las actividades, las cifras se mantienen también hasta 1930, comenzando una lenta evolución a partir de ese año. En 1950 se ha elevado algo el peso del sector terciario y del sector iii-dustrial ( por efecto de las industrias conserveras fundamentalmente). Esta evolución se confirma en los treinta años posteriores, aumentando enormemente el peso del sector terciario. La construcción, desde su modestísima representación en 1950, pasa a tener una gran importancia en 1981. La industria se estancará a consecuencia de los cierres de las factorías del sur. La tabla 6 permite comprender mejor los procesos descritos. 73 TABLA 6 DIST
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Calificación | |
Título y subtítulo | Ecoplán para la isla de La Gomera |
Entidad | Fundación para la Ecología y la Protección del Medio Ambiente |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Madrid |
Editorial | Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo |
Fecha | 1988 |
Páginas | 312 p. |
Datos serie | Monografías de la Dirección General de Medio Ambiente |
Materias |
Ecología Conservación de los recursos naturales Medio ambiente Protección Canarias La Gomera |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 5185344 Bytes |
Texto | Monografías de la Dirección General del Medio Ambiente Ecopkn para la isla \ de La Gomera AVOPU Ministeiio de Obras Públicas y Uibanismo -^ íy Mf %, ... tí i= i ^ ^ y 0* 1 . 1 S t> '^^ ía Crux ^^ ^ « o BÍBLfOTEGA UUWEñSrímiA LAS PAL. MAS D£ G. CANARIA N. » Copia IG5.1^ 1 Monografías de la Dirección General del Medio Ambiente Ecoplán para la Isla de La Gomera MOPU Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo Este estudio ha sido realizado por: Fundación para la Ecología y la Protección del Medio Ambiente ( FEPMA). Dirección del Estudio: — ANTONIO GÓMEZ SAL — CIPRIANO MARÍN CABRERA — CEFERINO MENDARO CERVERA Equipo redactor de los informes Básicos del Ecoplán: — ANTONIO GÓMEZ SAL Enfoque metodológico. Medio Natural y Agrario. Áreas de actuación y propuestas. Discusión y crítica. Seminario MAB. — CIPRIANO MARÍN CABRERA Energía y materiales. Actividades singulares. Agricultura. — CEFERINO MENDARO CERVERA Enfoque metodológico. Población y Análisis sociológico. Turismo y Actividad agraria. Áreas de actuación y propuestas. — ALBERTO LUENGO BARRETO Planeamiento y Vivienda. — FRANCISCO JAVIER GUTIÉRREZ LLARENA Ganadería. — JOSÉ MANUEL NAREDO Informe sobre « Enfoque metodológico en un Proyecto de Ecoplan » ( véase anexo). Fotografías: Antonio Gómez Sal. Diseño de portada: Antonio Lenguas Gómez de Segura. Edita: Centro de Publicaciones - Secretaría General Técnica Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo ( MOPU) ÑIPO: 151- 88- 041- 2 ISBN: 84- 7433- 540- X Depósito Legal: M- 14661- 1988 Imprime: VALERO Y GONZÁLEZ, S. L. Santa Leonor, 27 - 28037 MADRID Presentación La introducción de los valores ambientales en los procesos de toma de decisiones y en las soluciones de las políticas sectoriales puede considerarse hoy un hecho indiscutible, al menos desde un punto de vista conceptual. El fracaso de la planificación puramente tecnocrática y desarroUista, sobre todo en sus resultados cualitativos, cristalizó a finales de los años sesenta en la eclosión de todo un nuevo planteamiento: planificación física, ordenación del territorio con bases ecológicas, planeamiento ambiental, etc. Es en este caldo de cultivo donde nace y se vigoriza el concepto de ecodesarrollo, y a nivel de instrumentación, los ecoplanes. Podría resumirse que todo este giro se concreta en aquel enunciado del principio. No se trata de no desarrollar, sino de desarrollar de un modo más ajustado a la realidad ambiental, a los modos y mecanismos de los sistemas naturales, a las limitaciones de la lenta renovación de recursos casi no renovables a la escala humana. « Small is beautiful » fue un slogan bien representativo. Mas, como con todo nuevo paradigma, no ha faltado la necesidad de su revisión crítica y ya ha transcurrido tiempo suficiente, si no para una aproximación histórica, sí para una descripción valorada de su aplicación práctica en estos años. El resultado de este examen, globalmente, es quizá un exceso de utopía o candidez en los planteamientos, y una poca concreción de los sistemas de gestión que hubieran posibilitado de una forma más rea-hsta su puesta en práctica. Y de ahí viene, tal vez, el reflejo, que hoy vivimos, hacia soluciones menos totalizadoras, más pegadas a la práctica de cada día y a las aspiraciones de las comunidades, grandes y pequeñas, de alcanzar cotas más elevadas de bienestar a corto plazo: buscar esa congruencia ambiental en cada proyecto y cada actuación. ¿ Quiere decir que fracasó, como una utopía más de la tan manida « década prodigiosa » , el intento de planificación ambiental? Rotundamente no, pues secuelas suyas directas son esos nuevos planteamientos en lo concreto. Evaluaciones de impacto ambiental, programas de acción en materia de medio ambiente, planes de gestión de residuos y de aprovechamiento de los recursos, etc., son aspectos ya incluso integrados en la normativa de numerosos países desarrollados y en las directrices de organismos supranacionales. Y un efecto de enorme trascendencia fue asimismo el impulso a la captación de conocimientos sobre nuestro medio ambiente que aquellos planteamientos supusieron. Inventarios, cartografía, descripciones en las diferentes áreas temáticas ambientales forman parte hoy día, sin aspavientos, de cualquier plan o proyecto de desarrollo que se precie auténticamente de tal. Si no existe ese conocimiento previo, claramente se intenta su búsqueda como imprescindible. En este contexto es en el que la Dirección General del Medio Ambiente consideró sumamente interesante la financiación del Proyecto Ecoplán para la Isla de La Gomera, y hoy la pubhcación de sus resultados, como ejemplo piloto de captación de datos, elaboración de los mismos y concreción de sus conocimientos en la proyección de actuaciones integradas y sujetas, como condición imprescindible ( « no matar la gallina de los huevos de oro » ) para su ejecución, al respeto de unas circunstancias naturales y culturales relevantes a nivel mundial. Por último, no quiero dejar de expresar mi felicitación a FEPMA y sus colaboradores, tanto privados como institucionales, por el entusiasmo aphcado en el trabajo, y por los resultados obtenidos. Madrid, julio de 1988 FERNANDO MARTÍNEZ SALCEDO, Director General del Medio Ambiente índice Pags. Prólogo •" 9 1. INTRODUCCIÓN 15 2. ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN 25 2.1. El Medio Natural 27 2.1.1. Estudios Previos 27 2.1.2. Caracteres Generales j 28 2.1.3. Análisis y Valoración de los prin- "*> cipales condicionantes físicos . . . . * 31 2.2. Poblamiento y Población 1 54 2.2.1. El Poblamiento y la Dinámica demográfica ¿ 54 2.2.2. Algunos aspectos cualitativos de la población 72 2.3. Actividad agraria 86 2.3.1. Dinámica y producción agraria . . . 86 2.3.2. Características de los principales cultivos 99 2.3.3. La Ganadería 103 2.3.4. La Cultura de La Palma 122 2.3.5. La Gestión del agua 127 2.4. Núcleos de población. La Vivienda 137 2.4.1. La Vivienda, Análisis sociológico 137 2.4.2. Aspectos formales 144 2.4.3. Elementos singulares del habitat gomero 163 2.4.4. Descripción y Valoración de los núcleos poblacionales con mayor interés paisajístico jK 168 Págs. 2.5. Planeamiento 2.5.1. La planificación en la Isla de La Gomera 2.5.2. Turismo 2.6. Energía y Materiales 2.6.1. Gestión de Residuos y Reciclaje . 2.6.2. Energía y participación de Renovables 2.7. Espacios Naturales Protegidos 3. RESULTADOS 3.1. Sectorización del territorio 3.2. Directrices generales 3.3. - Áreas de actuación y propuestas 4. DISCUSIÓN Y CRITICA: EL SEMINARIO MAB- UNESCO LA GOMERA 1987 4.1. Antecedentes y organización 4.2. Resultados del trabajo en grupos 4.2.1. Objetivos del desarrollo 4.2.2. Planeamiento y Turismo 4.2.3. Agricultura y Comercio 4.2.4. Conservación y uso de Recursos . 4.3. Acuerdos 4.3.1. Líneas estratégicas 4.3.2. Actuaciones restringidas en un área piloto: La Laja 5. CONTINUACIÓN DEL ECOPLAN 6. BIBLIOGRAFÍA ESPECIFICA DE LA GOMERA ANEXO I. Metodología que debe informar un proyecto de Ecoplán ( J. M. Naredo) ANEXO II. Personas que han participado en diferentes fases del Proceso de Realización del Ecoplán ANEXO III. Organismos colaboradores 178 178 186 211 211 223 232 241 243 244 248 271 273 278 279 282 288 289 291 291 293 297 301 307 319 321 Prólogo Una de las líneas fundamentales de actuación de la Fundación para la Ecología y la Protección del Medio Ambiente ( FEPMA) ha sido fomentar iniciativas que permitan armonizar los intereses de conservación de los recursos naturales de un territorio con la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes, en otros términos lo que se conoce bajo la expresión de « ecodesarroUo » , evitando la dicotomía entre los enfoques puramente económicos y los ecológicos. Para lograr un diagnóstico riguroso y científico de un área, es necesario un anáhsis selectivo, una definición metodológica y la consolidación de un equipo de trabajo interdisciplinar que asuma, a través de una constante discusión, la adecuación de los objetivos en función de la experiencia. Los miembros del Comité Científico de FEPMA consideran la posi-bihdad de una actuación de este tipo en diversas áreas de la geografía nacional. La isla de La Gomera reúne una serie de condiciones idóneas para iniciar una experiencia de ecodesarroUo, por su carácter de sistema relativamente cerrado, singular y todavía bien conservado. Varias visitas de expertos a la isla en las que se estudió el territorio y se establecieron contactos con el Cabildo Insular, Ayuntamientos, responsables del ICÓN A y otras autoridades y especialistas, sirvieron para afianzar la idea de una posible intervención de FEPMA abordando una serie de estudios preparatorios de un futuro Ecoplán. La exposición de los datos recogidos y de las líneas generales de un anteproyecto encontraron una favorable acogida por parte de destacados miembros del Gobierno de Canarias, así como del Gobierno Central y la ilusionada participación de las autoridades y población gomera. 11 La Dirección General del Medio Ambiente del MOPU mostró un gran interés por esta iniciativa y prestó todo su apoyo a la misma, firmando, a finales de 1984, un convenio con FEPMA para la realización del Ecoplán, y ahora la Dirección General de Medio Ambiente brinda la oportunidad de dar a conocer el trabajo realizado en esta primera fase. FEPMA agradece la amplia y generosa colaboración y participación de toda clase de instituciones y expertos, nacionales e internacionales, que han colaborado desinteresadamente con nuestro Equipo Redactor y que demuestran la receptividad hacia planteamientos como el nuestro. Las reuniones de especiahstas, celebradas en La Gomera y promovidas por el ICONA, la Secretaría de Estado para la Planificación del Ministerio de Economía y el Comité MAB Español, han servido para perfeccionar nuestra metodología y contrastar el nivel de nuestra aportación en el terreno de los planteamientos de desarrollo equilibrado. Asimismo, las exposiciones del trabajo realizado en los distintos sectores del Ecoplán se expusieron en las reuniones sobre « Medio Ambiente y Desarrollo en Islas » en Formentera, Kerkenah ( Túnez) y Puerto Rico, gracias al apoyo del Comité Español del Proyecto MAB. La Gomera se encuentra en estos momentos en un punto de inflexión histórico. El mantenimiento de sus condiciones originales, así como los extraordinarios valores naturales y culturales que atesora, son la causa de una creciente demanda turística. Esta demanda puede provocar la construcción a corto plazo de infraestructuras turísticas, hoteleras, viarias, etc., que en muy poco tiempo, y dada la vulnerabi-hdad de la isla, pequeña y frágil, determinarían su rápida e irreversible degradación, que a su vez aparejaría la destrucción de los elementos que ahora la hacen atractiva y demandada. Los objetivos de conservación ecológica resultan un tanto palmarios, con el fin de no esquilmar un territorio entre cuyos méritos cabe resaltar el Parque Nacional de Garajonay, declarado recientemente por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, la última mancha extensa del bosque de laurisilva, reliquia del terciario; la existencia de los monumentos colombinos, que atestiguan el paso y estancia de Colón camino del descubrimiento; paisajes de importancia excepcional, así como recursos culturales de primer orden: tradición costumbres, utensilios, folklore, artesanías, etc. Sin embargo, la imprescindible conservación de los valores de la isla no debe operar en detrimento del hombre, del habitante de ella, que reclama una ahneación con las cotas de bienestar alcanzadas en otras áreas del país. La solución más fácil apunta hacia un tipo de desarro- 12 lio convencional que pasando por alto las necesidades de conservación propusiera la masificación del turismo, la construcción de hoteles y de nuevas vías de comunicación y acceso, la inadecuada transformación agraria e industrial, etc. Este planteamiento, además de muy costoso, conllevaría las secuelas anteriormente apuntadas, además de provocar graves estrangulamientos a la larga en el propio sistema de desarrollo puesto en marcha. La alternativa, la solución idónea para conjugar ambos objetivos de conservación y desarrollo es, como ya se ha señalado, el eco-desarrollo. Esta aportación que hoy presentamos es uno de los primeros ensayos en esta Hnea que se realiza en España y se basa en el análisis de los distintos sectores que pueden impulsar un modelo de estas características, bajo una perspectiva de ordenación integral. Se propugna, por tanto, una actuación generadora de un proceso de recuperación que garantice un equilibrio ecológico y unas estructuras económicas y sociales « sanas » interdependientes, que haga compatible el desarrollo económico y social con la conservación de la naturaleza, enriquecida por la herencia de siglos de interacción humana. Fundación para la Ecología y la Protección del Medio Ambiente ( FEPMA). Abril 1987 13 1. Introducción Cuando se nos planteó la posibilidad de realizar un trabajo relacionado con el análisis territorial y denominado « Ecoplán para la isla de La Gomera » , parecía que el concepto ecoplán era suficientemente claro como para articular las líneas maestras del trabajo; es decir, implicaba unos objetivos y una metodología suficientemente definidos. Con este sobreentendido apenas se dio una discusión previa de los supuestos teóricos en los que debería apoyarse tal tipo de enfoque. Contábamos, sin embargo, como fundamento metodológico expresamente concebido para este trabajo con un documento conceptual de J. M. Naredo ^ que representa una toma de postura respecto a lo que el autor denominaba una formulación económica de ecoplán por referencia a una formulación económica corriente. No estamos seguros de que un ecoplán conforme en estos momentos una metodología definida — y, mucho menos, definitiva—, sino que más bien se trata de un intento de formulación de tal metodología, dependiente de la experiencia adquirida a través de estudios y planteamientos concretos. En publicaciones del PNUMA se alude a esta situación: « El término ( ecodesarroUo) se aplica a las más diversas experiencias de desarrollo rural, de asentamientos humanos, de desarrollo regional, de desarrollo de una comunidad, y no siempre es definido al usarse... Tampoco se definen y utilizan en forma inequívoca los conceptos de ecosistema, medioambiente, desarrollo, que en definitiva constituyen las bases de una conceptualización correcta del ecodesarroUo » ^. En esta línea, los trabajos realizados sobre La Gomera han dado lugar a una reflexión simultánea y posterior que hemos reflejado en la ^ Ver Anexo. Metodología que debe informar un proyecto de Ecoplán.. J. Manuel Naredo. ^ Primer Simposio sobre EcodesarroUo. México. 1976. 17 presente publicación. Las conclusiones ( directrices y propuestas) y algunos aspectos de la información fueron discutidas en un seminario organizado por el Comité Español del Programa MAB de la UNESCO, realizado con tal fin en La Gomera en el mes de marzo de 1987. Este seminario supuso la culminación de la primera fase de estudios y en él se establecieron los requisitos y directrices que deberían seguirse para hacer posible el tipo de desarrollo sugerido por el Eco-plán. Las aportaciones del seminario se exponen en el cuarto capítulo de esta publicación. No entraremos en la consideración de la multitud de factores que influyen en la habitualmente indiscutida necesidad de un ordenamiento territorial. Pero parece como si tal ordenamiento fuera enfocado sobre todo hacia objetivos más de desarrollo que de racionalización. De esta forma y generalizando quizá en exceso, en áreas congestivas las previsiones se han visto superadas por la reahdad ( fundamentalmente en los años sesenta), mientras que en áreas recesivas o de crecimiento más limitado nos encontramos con que estas previsiones se han centrado en objetivos de desarrollo frecuentemente sobredimen-sionados, en dudosas y contraproducentes inversiones infraestructu-rales, o bien en desquiciadas clasificaciones de suelo. Los intentos globales y parciales de reforma o cambio estructural a partir del planeamiento como instrumento, y de presupuestos económicos contra corriente, han sido por lo general inoperantes. De hecho, en la inmensa mayoría de los casos han supuesto directamente el fracaso del plan o su no entrada en vigor. En la actualidad se viene dando una reacción, aiín entre los profesionales más conscientes de esta problemática, contra los planteamientos de índole voluntarista o idealista porque, como hemos dicho, normalmente han dado lugar a documentos de nula viabiHdad. Asistimos así a una confrontación — sin posibles ganadores— entre dos tipos de tendencias o concepciones: el planeamiento como propulsor o motor de un cambio socioeconómico ( sea cual sea su contenido), pero sin medios ni fuerzas para trascender el campo de las puras intenciones, o el planeamiento como simple ordenamiento de la realidad, es decir, concebido como una postura técnica y neutral, en la que el principio de pacto con esa realidad se convierte, en el fondo, en el acuerdo con los objetivos y tendencias ya existentes. Ello supone que, salvo en aspectos muy específicos, el planeamiento nada tiene que ver con la definición de los problemas socioeconómicos, sino que simplemente los asume, no correspondiéndole ni la realización de juicios de valor sobre ellos, ni mucho menos una toma de postura, especialmente si ésta conduce a enfrentamientos estructurales: políticos o económicos. La segunda postura, consistente en asumir la realidad tal cual es, llevará a soluciones esencialmente técnicas, en 18 absoluto despreciables, pero insuficientes, que en el mejor de los casos suponen un reconocimiento más o menos implícito de la impotencia del planeamiento territorial. En todo caso, el planeamiento no será modificador de tendencias e, incluso, el proceso racionalizador que se atribuye al ordenamiento se verá sistemáticamente puesto en duda por la inatacable irracionalidad presente. El planeamiento será de encargo, los objetivos y las propuestas no surgirán de un análisis amplio multidisciplinar, sino que estarán políticamente prefijados. Estos análisis irán más bien dirigidos a justificar y viabilizar técnicamente programas políticos y muy raramente a discutirlos o transformarlos. Difícilmente se considerarán en este esquema planteamientos puntuales de carácter estratégico que favorezcan cambios progresivos. Los objetivos a cualquier plazo serán forzosamente vagos, en todo caso acordes con la inercia de una realidad dominante. Sin embargo, lo cierto es que no existe racionalización ( al menos desde ángulos socioeconómicos) sin enfrentamientos y que, si bien es intítil por lo general un cuestionamiento a determinados niveles con estructuras o intereses poderosos, es posible hacerlo de forma parcial, mediante objetivos de formalización inmediata, con carácter restringido y largo alcance. Pero, por el momento, aunque el contenido que puedan tener los planes de ordenación territorial venga dado por los estudios complementarios de carácter multidisciplinar — cuya importancia ha aumentado últimamente—, éstos carecen de capacidad para hacer propuestas y se centran exclusivamente en un atento examen de la realidad y sus perspectivas, frecuentemente con carácter sectorial. No obstante, al no entrar en el fondo de la cuestión se producen efectos que alcanzan a la propia formalización de un plan, entendido como adscripción de usos del suelo. El caso es particularmente grave en áreas de escasa dinámica económica. Por poner un ejemplo, la de- Umitación de suelo agrícola sin entrar en un examen atento de los componentes concretos de este suelo o, más bien, de su tratamiento particular, puede llevar a distorsiones e incongruencias a corto plazo. En el caso de La Gomera, comprobaremos en el anáhsis de los niícleos rurales de las medianías y alturas que su futuro más previsible es la extinción, si no se adoptan medidas económicas y organizativas de carácter agrícola. Podremos asistir a importantes movimientos poblacionales generados por esta situación hacia zonas costeras determinadas, mientras que paralelamente veríamos cómo se construyen carreteras que no conducen a ninguna parte o cómo se instalan cabinas telefónicas en pueblos fantasmas. Este tipo de problemas ha dado lugar a otras directrices de planeamiento, denominadas genéricamente « Planes Integrales » ( en el sentido de integración multifactorial), que funcionan en el mejor de los 19 casos paralelamente y casi siempre divergentemente con respecto a los Planes de Ordenación del Territorio de carácter formal. De hecho parece que esta denominación de « integral » lleva aparejada la idea de que el planeamiento convencional es absolutamente inadecuado para los territorios en los que se proponen planes integrales. La característica común a estas áreas parece ser una crisis permanente que impide su normal inserción en el proceso económico y social dominante. Es por ello que los planes integrales se proponen para comarcas deprimidas o para cascos históricos en procesos de degradación, cuya correspondencia formal serían los PERI ( Planes Especiales de Reforma Interior). Estos planes integrales ven reducido frecuentemente su papel a la recopilación documental y a la investigación de campo. En el mejor de los casos han llegado a fundamentar peticiones de créditos o subvenciones por parte de las administraciones locales. Es decir, pasan a convertirse en una fuente de información más o menos completa sobre un determinado territorio, con escasa o nula proyección efectiva. Al no tener fuerza legal ( en cualquier caso, difícil de imaginar), y por su escasa relevancia pública, los planes integrales han debido adaptarse a las normas de planeamiento vigentes, pues en caso contrario, su ya pequeña eficacia se convierte en imposibilidad absoluta. De ahí que, frecuentemente, tales planes den como resultado, bien enfoques y propuestas extraterrestres, o por contra, acciones puntuales escasamente coordinadas y difícilmente deducibles de las bases de partida. En el mejor de los casos se llega a situaciones de dirigismo paternalista, tipo granja modelo con funcionarios lecheros. Si los planes integrales no se conectan con el planeamiento formal, más vale dedicarse a cultivar el viejo concepto de Plan de Desarrollo, pero ahora microterritorial y sectorial que, así planteado, es competencia de organismos específicos desligados del planeamiento territorial propiamente dicho. Pues bien, dentro de este marco de « planes de contenido » o « planes integrales » se ubica la formulación de un ecoplán. Adoptaremos a un nivel muy general la definición de J. M. Naredo •': « El término ecoplán se emplea para designar un programa de gestión de los recursos de un territorio que evite la usual disociación entre los enfoques económicos y los ecológicos, tratando de reconcihar la utilidad propugnada por aquellos con la estabilidad perseguida por éstos y, en cualquier caso, precisando con claridad el contenido y el alcance de las posibles contradicciones existentes entre ambos niveles » . Obviaremos aquí las críticas que, ya desde los planteamientos ecosociológicos de Op. cit. J. M. Naredo. 20 la Escuela de Chicago, se han dirigido al intento de ecosistematizar la actividad social y, en general, la ciencia social. Únicamente nos quedaremos con el hecho de que una visión ecosistémica mal entendida de la sociedad puede quedarse en la localización y el reconocimiento de unidades de funcionamiento autónomo, prescindiendo de una gran diversidad de influencias de tipo económico y político. Como se comprenderá, dicho planteamiento es insuficiente estrictamente aplicado al campo humano, pero ha permitido la incorporación de algunos aspectos metodológicos que, a nivel de interpretación de fenómenos ( pero no de propuestas) resultaron útiles. Conceptos como capacidad de carga, estabilidad, flujos de energía y materiales o contabilidad de recursos en términos energéticos, son en cualquier caso operativos para enfocar un problema que, en definitiva, consiste en determinar cuál debe ser el uso más adecuado de los recursos de un territorio, se tengan en cuenta o no las relaciones exteriores de la unidad en estudio. Obviamente, a través de estos instrumentos conceptuales no se logra la objetividad absoluta de una realidad, aunque sí una aproximación a su problemática, en la que siempre nos vamos a tropezar con el difícil escollo de las valoraciones ( en términos absolutos o relativos). Así pues, dado el interés de estos planteamientos de ecodesarroUo por diferenciar unidades con cierta autonomía ( internamente homogéneas), los intentos de formalizar una metodología y un tratamiento de este tipo se han centrado esencialmente en territorios aislados o muy delimitados. Así pues, estos programas de estudio, con sus correspondientes intentos de formalización, se han desarrollado preferentemente para islas y sistemas montañosos. Hay otra característica importante que se ha buscado por razones evidentes: las áreas elegidas tienen como denominador común un escaso desarrollo o, al menos, una posición fuertemente dependiente del exterior. Los motivos parecen claros: el concepto de unidad funcional se cumple mucho más exactamente en áreas deprimidas, con escaso desarrollo infraestructura!, escasa intervención territorial e inputs y outputs muy concretos y definidos si se elude todo lo referido a fenómenos iloca-les ( sistemas políticos y económicos globales). Enfocando el tema de otra manera, la exposición puede ser la siguiente: « ... mientras que en el ecoplán las decisiones adoptadas han de ser fruto del análisis de las características específicas de los recursos concretos existentes en el territorio y de sus posibles usos, a las que se tratan de ajusfar las dimensiones monetarias, en los enfoques económicos corrientes son los objetivos expresados en términos monetarios los que ejercen un papel condicionante. Es decir, mientras en el primer caso las dotaciones de recursos y el diseño de sus posibles usos juegan el papel de variable independiente que condiciona lo monetario en tanto que variable dependiente, en el segundo se in- 21 vierten los papeles, erigiéndose las variables monetarias en independientes a las que se somete implícitamente el resto » "*. Precisamente por el carácter inicialmente no monetario de los enfoques de ecodesarroUo, tal concepción sólo puede plantearse con alguna posibilidad en áreas en las que no funciona una economía fuertemente monetarizada o, por decirlo de otro modo, donde las leyes del mercado y de la competitividad no se imponen de forma brutal, condicionando absolutamente las acciones a unos determinados beneficios sin los que tales acciones se tornarían absurdas. Es decir, únicamente en áreas en las que no funciona la economía corriente —^ y su recesión demográfica, más o menos espectacular, suele ser la prueba—, el sistema y el conjunto de intereses que lo forman podrá apoyar en mayor o menor medida un enfoque de ecoplán o, al menos, será permisivo con él. La crisis de los años setenta ha tenido mucha influencia en esta actitud, puesto que las áreas deprimidas ya no son vistas como campos de una expansión más o menos inmediata, o como almacenes de una innecesaria mano de obra, y, por lo tanto, condenadas a despoblarse mediante una aplicación estricta de una economía de escala, sino más bien como espacios gravosos cuya extinción no se puede proponer desde ángulos políticos, pero que implican elevados gastos de carácter eminentemente social, por lo que se agradece cualquier intento de solución autónoma. Otro aspecto del problemma, es la fragilidad del entramado económico y social que sustenta la conservación de una diversidad de paisajes y rasgos culturales, cada vez más valorada socialmente, que por su singularidad es riqueza añadida en este tipo de territorios. La destrucción o la modificación profunda de dicha trama ( sistemas de producción y organizativos) conlleva la pérdida irreversible, o la conversión en piezas de museo, de los « productos » vaUosos que se pretende conservar. Precisamente otra de las diferencias importantes entre los planteamientos del Ecoplán y los del desarrollo económico corriente radica en el carácter reversible o no de las actuaciones que ambos propugnan. En el segundo caso, el impacto — ambiental, cultural y demográfico— de las realizaciones, generalmente decididas de forma bastante improvisada y desde un prisma parcial, desencadena procesos sin posibilidad de retorno. La aplicación a sistemas tan vulnerables como La Gomera donde, por poner un ejemplo, se conoce muy poco sobre la estructura, aspectos funcionales y métodos más idóneos de conservación de un ecosistema tan valioso como la laurisil-va, puede tener consecuencias catastróficas. En el enfoque de Ecoplán es consustancial la evaluación continua y en consecuencia, la regulación ( ajuste a las circunstancias cambiantes y según la experien- Op. cit. J. M. Naredo. 22 cia) de las actuaciones; para ello es preciso tener en cuenta el grado de reversibilidad. Es evidente que la confrontación entre ambos modelos es una lucha desigual e imposible. Sólo una decidida voluntad política, respaldada por una población informada, capaz de gestionar su propio y original esquema de desarrollo, conservando en todo su valor el patrimonio, podría abrir espacios en los que tendrían cabida planteamientos de Ecoplán. Ambos requisitos son difíciles de alcanzar, máxime en épocas de expansión turística en áreas próximas. La naturaleza sostenida cíclica de este mercado, su carácter de expoliador y modificador profundo de rasgos culturales y paisaje, deberían ser argumentos suficientes para apoyar, en lugares donde además de necesario es aún posible, planteamientos de desarrollo equilibrado. El presente trabajo no es un proyecto acabado; lagunas metodológicas y de información que no ha sido posible obtener y elaborar, se han superado con un notable esfuerzo de discusión e interpretativo. No obstante, pensamos que los objetivos, en la Knea de lo expuesto en párrafos anteriores, se han logrado suficientemente. Las líneas básicas del esquema de desarrollo están trazadas; ahora, para la puesta en práctica son necesarios estudios específicos y un grupo estable de trabajo y seguimiento, con actuaciones sobre el terreno. El análisis e interpretación de los distintos componentes del sistema constituido por la realidad actual de La Gomera se exponen en el segundo capítulo y los resultados y propuestas en el tercero y cuarto. En primer lugar, los que fueron consecuencia de los estudios, referidos a las distintas áreas de actuación; en segundo, las recomendaciones ( líneas estratégicas) que se adoptaron en el Seminario Internacional organizado por el Comité Español del Programa MAB de la UNESCO para someter a discusión y crítica los resultados del Ecoplán de La Gomera. 23 2. Análisis e interpretación • f#^ íi^ B& ¡ a& c-'-' mmm^^^ mfm'^ ^ á f c " ^ . - *^ í^: • i! mi- • • V * » . * . ! yShwSi'gjl^ - ' í^< -• 2.1. EL MEDIO NATURAL 2.1.1. ESTUDIOS PREVIOS La información existente sobre aspectos geóticos permite conocer suficientemente el ambiente geológico estructural de la isla, gracias a los estudios de Bravo ( 1964), Cendrero ( 1971) y Cubas ( 1978 a y b). Especialmente el primero de los trabajos citados es útil para conocer ( al nivel de detalle requerido en este estudio) la historia geológica de La Gomera y en relación con ella, su morfología actual: tipos de rocas, fases de las emisiones volcánicas, formas de relieve, etc. Los otros autores estudian fenómenos más locales, si bien muchas de sus observaciones son también de utilidad para nosotros, Cendrero se centra en el complejo de las rocas básales que afloran al noroeste, mientras que los trabajos de Cubas ( 1978) se refieren a la naturaleza petroquímica de las formaciones de rocas sálicas ( roques, fortalezas) tan características del paisaje de La Gomera. Los informes posteriores que aportan cartografía sobre aspectos geológicos ( EDES, 1970; ICONA, 1983) están basados en gran medida en el trabajo de Bravo ( 1964). Un mapa de pendientes ( escala 1: 50.000) complementa algunos aspectos geomorfológicos. En contraste con dichos estudios, la información referente al clima es bastante defidente. Ello se debe al escaso número de estaciones meteorológicas que cuenten con una serie suficiente de años de observación, o la situación de las mismas, sobre todo en cotas más bajas y localidades próximas a la costa. La información climática suele hacer referencia a las situaciones que se producen en la cercana isla 27 de Tenerife ( EDES, 1970), extrapolando áreas climáticas que no son del todo equivalentes. No conocemos dato alguno sobre la cuantía de la precipitación en la zona de laurisilva en la Gomera, ni existe tampoco información promediada sobre la regularidad de las precipitaciones entre distintos años, factor que consideramos de capital importancia. Sobre la climatología general de Canarias resulta muy útil la obra de Font Tu- Uot ( 1983). Respecto a la vegetación, los trabajos con que se cuenta ( Ceballos y Ortuño, 1951; Fernández Galván, 1977; ICONA, 1983), constituyen una buena información en lo referente a la distribución de los principales tipos de vegetación potencial que se ha completado con fo-tointerpretación. El trabajo de Santos ( 1983) sobre la vegetación de La Palma representa un complemento de gran interés por las equivalencias entre ambas islas. Si bien la vegetación no está tan estudiada en La Gomera como los aspectos geológicos, por lo menos en cuanto a trabajos publicados, la base existente resulta muy valiosa por la diversidad que aporta su carácter integrador del clima, cuya carencia ya se ha apuntado. En fases posteriores de este estudio será necesario profundizar en aspectos tales como la composición florística de las principales formaciones herbáceas y arbustivas, vegetación arvense, y aspectos dinámicos de las principales comunidades vegetales de La Gomera. Los suelos de La Gomera han sido estudiados por Fernández Caldas y col. ( 1974), que suministran datos sobre los andosuelos de la laurisilva y los vertisuelos de las lomadas del sur. 2.1.2. CARACTERES GENERALES La isla de La Gomera está situada a 28° de latitud norte y 17° de longitud Oeste. Forma parte del grupo más occidental de islas del archipiélago canario y ocupa una posición central respecto a las islas de Tenerife, La Palma y El Hierro ( Fig. 1). La superficie es de 380 kilómetros cuadrados y presenta una forma redondeada, ligeramente ovalada en sentido Este- Oeste. El diámetro en esta dirección es de unos 25 kilómetros siendo de 22 kilómetros en la dirección Norte- Sur. A pesar de su relativamente pequeña superficie, la isla de La Gomera presenta grandes contrastes en lo referente a las características del medio físico y biológico, ello se debe fundamentalmente a dos razones de índole geofísico general: 28 — Su gran altitud media y relieve abrupto. — Su situación en la zona de influencia de los alisios del noreste. Ambas circunstancias contribuyen a que La Gomera pueda considerarse como un variado complejo de situaciones ecológicas, a veces a escala muy detallada, dependientes del relieve ( pendiente, orientación), de la naturaleza litológica del sustrato y del clima interactuan-do con la vegetación. El papel de la cubierta vegetal en la captación de agua en las zonas de influencia directa del alisio tiene en La Gomera particular importancia. Además de estos condicionantes generales, el paisaje gomero está fuertemente influenciado por las actividades humanas. La necesidad de vencer las pendientes para aumentar la superñcie del suelo agrícola, oponiéndose a la intensa erosión, ha dado lugar a una impresionante arquitectura de aterrazamientos y bancales que permiten ganar la horizontal incluso en zonas de muy difícil acceso. En otras áreas, el aprovechamiento ganadero tradicional, ha convertido en formaciones abiertas de matorral o eriales, lo que antes fueron comunidades arbóreas densas. Estas actuaciones imprimen fuerte carácter al paisaje y contribuyen a explicar el mosaico actual de comunidades vegetales. 29 FIGURA 1 MADEIRA o Porto Santo La Palma El Hierro Localización geográfica < ^ ISLAS SALVAGES La Gomera I / ISLAS CANARIAS Tenerife O Gran Canaria 30 2.1.3. ANÁLISIS DE LA VALORACIÓN DE LOS PRINCIPALES CONDICIONANTES FÍSICOS Relieve y lítología La Gomera se presenta en la actualidad como un antiguo edificio volcánico semidestruido y afectado por una intensa erosión remontante llevada a cabo por profundos barrancos que se disponen radialmen-te. Todos los materiales excepto el cuaternario del fondo y desembocaduras de los barrancos, son antiguos. La última efusión basáltica de importancia se produjo a finales del terciario durante el Plio-ceno medio o superior, no existiendo por tanto « malpaíses » , ni corrientes de lava recientes ( Bravo, 1964). La acción erosiva ha desmontado la periferia de la isla y únicamente queda, como resto de una antigua superficie de mayor extensión, la pequeña meseta central relativamente llana, de unos 40 kilómetros cuadrados, que está situada a una altitud media de unos 1.000 metros y ocupa el centro de la isla. Las prolongaciones de esta meseta por las divisorias entre barrancos llegan a veces a las proximidades del mar, como es el caso del Risco de la América y la Montaña de la Caldera. En la Fig. 2, puede verse el relieve de la isla y la situación de las principales entidades de población. Algunos barrancos tienen una gran longitud y desarrollan redes de pequeños barrancos afluentes en la cabecera, siendo además bastante profundos en su tramo medio: son los de la Villa, Hermigua y de Santiago. Otros tienen menor recorrido pero una enorme profundidad, tal es el caso del Valle Gran Rey, con paredes de más de 700 metros, y el de Majona al Noroeste de la Isla. El barranco de Valleher-moso forma más bien una « caldera » abierta y constituida por una red de torrentes de corto recorrido. Entre los barrancos de menor desarrollo podemos distinguir dos tipologías: • Barrancos largos, estrechos y con desarrollo de una « caldera » ( red de torrentes abierta en abanico) en la cabecera, como es el caso del Barranco de Erque en el Sur y del de Meriga en el Norte. • Barrancos de escasa longitud. Se trata de barrancos estrechos que se originan en las zonas de medianías o en zonas próximas a la costa, desembocando directamente en el mar. A veces estos barrancos, muy abundantes en las zonas Sur, Este y Noroeste, y menos 31 MAPA 1 DETALLE DEL RELIEVE Y NÚCLEOS DE POBLACIÓN EN LAS DIFERENTES ÁREAS 32 Vall « h « rmoso Son S « ba$ tian FIGURA 2 abundantes del Norte, llegan a tener también profundas paredes de hasta 500 metros de desnivel, como es el caso del barranco de Gerian y del de Chinguarime. En la Fig. 3 se presentan un corte altimétrico realizado a lo largo del cauce de los barrancos más representativos de las situaciones que hemos comentado. Otro aspecto de la acción erosiva, es la llevada a cabo directamente por el oleaje. Las costas de La Gomera son prácticamente un continuo acantilado cuya altitud varía de 50 a 800 metros. Son frecuentes los desplomes de grandes bloques como los de la Playa del Inglés en Valle Gran Rey, el de Agulo o el más reciente de Cuevas Blancas en el barranco de Majona, que según Bravo ( 1964) data del año 1949. Las playas son muy escasas, siempre pedregosas y de extensión muy reducida, con la única excepción de la del Inglés en Valle Gran Rey. El retroceso de la costa por la erosión marina ha acortado la red fluvial, dejando colgados en algunos casos los cauces de pequeños barrancos secundarios. En relación con este retroceso cabe destacar la existencia de una plataforma litoral insular relativamente ancha, al contrario de lo que sucede en las islas que han tenido actividad volcánica cuaternaria ( Tenerife, La Palma, El Hierro). Este dato refleja la inactividad volcánica de La Gomera en períodos recientes, con escasos aportes y por lo tanto pérdida de terreno en beneficio del mar. Historia geológica y principales tipos de materiales Las estructuras litológicas que componen la isla pueden considerarse de abajo a arriba como una sucesión de materiales que corresponden a tres grandes tipologías. La primera es un bloque basal de rocas ho-locristalinas de gran antigüedad geológica. Sobre este basamento se acumulan los materiales efusivos ( aglomerados volcánicos y basaltos), que representan con mucha diferencia la mayor proporción en volumen del actual bloque insular. En tercer lugar hay que mencionar los domos sálicos y los sistemas de diques verticales, formaciones reía- 33 33 o > m 1400 1000 500 100 •• TIPOLOGÍAS DE BARRANCOS 9 10 11 12 Km cionadas con los basaltos pero que por su carácter más local y por su distinta influencia en la morfología actual de la isla, consideramos como un grupo diferente. En La Gomera, al igual que en las otras islas del archipiélago, las efusiones basálticas no se han producido por una chimenea central dominante, sino por el contrario han tenido lugar por conos de emisión pequeños que actuaron simultáneamente o en el transcurso de cortos períodos de tiempo. Estos cráteres, situados también muy próximos en el espacio, representan los lugares en los que la fisura ( dique), por la que surge el material basáltico, alcanza la superficie. Las erupciones de basaltos se han producido en La Gomera en tres ocasiones durante el terciario. En el transcurso del largo período comprendido entre unas y otras fases de actividad, los materiales preexistentes se ven fuertemente afectados por la erosión, hasta que un nuevo ciclo efusivo viene a tapar en algunas zonas los antiguos relieves, revitali-zando de nuevo el proceso erosivo. Al contrario de los basaltos, las erupciones de rocas sálicas se han efectuado por anchos y cortos diques de sección más redondeada y que atraviesan los materiales basálticos suprayacentes. La influencia de los tres períodos de efusión basáltica que hemos mencionado es muy patente en la geomorfología actual de la isla. Nuestro objetivo en este capítulo es definir una serie de sectores homo- 35 géneos que reflejen la relación entre el relieve y la litología. Para ello describiremos brevemente las características más sobresalientes de cada uno de los tipos de rocas qué pueden distinguirse, teniendo en cuenta el carácter que imprimen a los territorios donde están presentes en superficie. Complejo de rocas básales Ocupa un gran volumen en el subsuelo de la isla, su extensión superficial visible es de unos 45 kilómetros cuadrados, aproximadamente la octava parte del territorio insular, especialmente en la zona norte desde los roques de Arguamul hasta la playa de Hermigua, ocupando hacia el interior la práctica totahdad del barranco de las Rosas y el fondo del barranco de Hermigua. Está formado por un conjunto denso de paquetes de diques que se entrecruzan en muchas direcciones y que engloban a rocas de distinta naturaleza, anteriores a los diques que las atraviesan. La composición química de estas rocas plu-tónicas es fundamentalmente de carácter básico o alcalino. La petrología de este complejo basal ha sido estudiada con detalle por Cen-drero ( 1971). Según Bravo ( 1964) la meteorización de este complejo basal es muy rápida, debido a la impregnación de pirita cuya alteración descompone las rocas, disgregándolas hasta gran profundidad. De hecho, en este bloque es donde se ha excavado el más amplio barranco ( casi una gran caldera) de la isla, el de Vallehermoso. DIQUE FIGURA 4 Cráteres alineados a lo largo de un dique de emisión ( según Bravo, 1964). La presión hidrodinámica de la lava disminuye con la altura, el volumen emitido va siendo menor. Los diques pueden quedar visibles por la erosión posterior. 36 Basaltos Entre las rocas básales y los materiales que se les superponen existe una gran laguna estratigráfica. El contacto entre ambos tipos de rocas es brusco, quedando cortados los paquetes de diques del complejo basal al nivel de estos contactos. La cobertura inmediata a las rocas básales está formada en primer lugar pot un aglomerado poligé-nico de pasta volcánica. Forma una roca monolítica donde aparecen englobados en una pasta vitrea un gran número de xenolitos o cantos de distinta naturaleza. En las zonas superiores aparecen intercalaciones de basaltos que van siendo cada vez más frecuentes, de forma que la transición entre los aglomerados y los basaltos se efectúa gradualmente sin existir una separación neta entre ambos. El primer gran grupo de basaltos son los llamados « basaltos antiguos » . Forman una gran masa en la estratigrafía volcánica de la isla y su extensión debió ser mucho mayor que la actual, debido a que la erosión ha abierto grandes valles en su masa. En la zona de contacto con los aglomerados estos basaltos están muy alterados, fracturados y comprimidos por el peso que han tenido que resistir. El aspecto de estos basaltos es escoriáceo, de coladas de poco espesor, con escorias intercaladas entre las coladas; a veces amigdaloides, con las amígdalas rellenas de calcita. El buzamiento es bastante pronunciado y siempre periclinal a partir de un difuso centro de la isla por donde se realizaría su emisión, a través de diques con cráteres relativamente pequeños. Una importante malla de diques corta esta masa basáltica, si bien pueden pertenecer a este grupo basáltico o no, ya que los materiales efusivos que se les superponen debieron pasar a través la masa de los basaltos antiguos. AGLOMERADOS VOLCÁNICOS BASALTOS / HORIZONTALES COMPLEJO ROCAS - ^ BÁSALES PITONES PIQUES, BASALTOS ^ O.^ AS \ (. ANTIGUOS ^^^^ f ( ROQUES Y FORTALEZAS) BASALTOS / SUBRECIENTES 1,500 22 Km. FIGURA 5 Corte esquemático de la estructura geológica de La Gomera. Disposición de los distintos tipos de materiales ( basado en Bravo, 1964). La emisión de los basaltos horizontales y los subrecientes data de una misma época ( Cendreros com. pers.) únicamente se diferencian en la inclinación de las capas. 37 Cuando cesó la actividad efusiva, la altura que alcanzaron estos basaltos debió ser muy grande. Hoy el alto de Enchereda ( 1.063 metros) al oeste de la isla, punto más elevado de esta, serie, es un simple testigo de estructuras mucho más elevadas y más extensas. Durante el largo período de quietud que siguió a la emisión de estos basaltos, la erosión practicó anchos y profundos valles, y elevados acantilados en la costa. Los barrancos debieron ser unos mil metros más largos y el mar destruyó todas las señales de desembocadura. En las costas actuales aparecen muchos valles colgados, que son reliquias de aquella etapa erosiva. Sobre estos basaltos se han excavado grandes calderas de erosión con paredes verticales muy acusadas. La estructura fundamental de la mayor parte de los grandes barrancos ( Santiago, Erque, San Sebastián) se ha formado a expensas de la masa de los basaltos. La segunda serie basáltica, que se superpone a la anterior, son los « basaltos horizontales » , llamados así por su escaso o nulo buzamiento. Ello se debe a una gran fluidez en el momento de erupción y a que rellenaron una depresión calderiforme con sus desagües hacia el mar. Al parecer, se trataba de una doble caldera con dos puntos de sahda. Hoy, estos basaltos, ocupan los lugares centrales y las cuerdas más elevadas de la isla, prolongándose por el risco de la América y por el Sobreagulo hacia el mar. En ambos casos terminan en un gran acantillado costero, y posiblemente estos serían los grandes valles de salida de la doble caldera. La existencia de estos basaltos horizontales en las máximas alturas indica también que la isla debió tener una extensión mucho mayor que la actual. El papel de estos basaltos en la morfología actual es muy importante, pues prácticamente en toda su periferia existe un pronunciado escalón o desnivel casi vertical que contornea la meseta central más llana, aunque como hemos indicado, ésta se prolonga a veces hacia las proximidades del mar. Su composición es de basaltos normales, dominando la plagioclasa sobre cualquier otro material. La última emisión basáltica son los basaltos subrecientes, que ocupan una gran extensión en la vertiente sur de la isla, donde alcanzan el mar en muchas ocasiones. La erosión ha formado acantilados de 50 a 150 metros, no tan altos como cuando el mar afecta a las otras formaciones. La morfología de las lomadas de la zona sur ( Arguayoda, Los Almacigos, Seima, etc.), con un descenso más suave hacia la costa, es producto de la consolidación de estos basaltos. Las coladas que parecen más recientes alcanzaron el mar en la punta de La Gaviota, donde los acantilados marinos tienen una mínima altura. 38 Formaciones de rocas sálicas y sistemas de diques verticales En diferentes lugares de la superficie de la isla afloran una serie de . roques y pitones que llegan a elevarse a cientos de metros sobre el suelo que los rodea. Se trata de chimeneas por donde salieron empujadas, lavas pastosas de composición mucho más acida ( rocas sáh-cas) que los basaltos. Estas formaciones al quedar desnudas por la erosión de los materiales que las cubrían y las rodeaban, sobresalen destacando claramente en el paisaje. Los roques tienen forma más bien apuntada; las « fortalezas » , nombre local que designa una pequeña meseta plana, son también manifestaciones sálicas en las que junto a la chimenea ha quedado una gruesa expansión de lavas. La isla está también atravesada por una red de diques de espesor variable ( desde pocos centímetros hasta diez metros), que representan las fisuras por donde fueron emitidos los basaltos. Algunos tienen gran longitud pudiéndose seguir a lo largo de varios kilómetros. Cuando han sido puestos al descubierto por la acción erosiva se les puede ver claramente en las laderas verticales de los barrancos y volviendo a resurgir de nuevo, una vez atravesada la divisoria, en la siguiente cuenca. Sectorización en función de los aspectos geóticos En el mapa n.' Z puede verse la división del territorio insular ( sectorización) en función del relieve y litología. Hemos tenido en cuenta las siguientes clases: I . Rocas básales. II . Aglomerados y basaltos antiguos. III. Basaltos horizontales. IV. Basaltos subrecientes. Las diferencias no se deben, tanto a la naturaleza química de las rocas, sino a su influencia en el relieve dependiendo de la edad y del grado de erosión. Las manifestaciones de rocas sálicas se reseñan también en el mapa por su interés desde el punto de vista paisajístico, si bien por su carácter disyunto y excesivamente puntual no las hemos considerado como un sector que determine de alguna forma los usos del territorio. Algo muy distinto sucede con las áreas de depósitos cuaternarios ( lecho de barrancos y piedemontes), cuya influencia en la ubicación territorial de las actividades agrícolas es esencial. Sin embargo, estos 39 > '- a > \ ] Complejo de rocas básales ^ ^ ^ ^ ^ Basaltos antiguos y aglomerados \ — ^ Basaltos horizontales Basaltos subrrecientes Pitones y coladas sálicas Principales cuerdas y divisorias entre barrancos materiales tienen en La Gomera una distribución también muy local, encontrándose muy relacionados con las actuaciones humanas dirigidas a aumentar la superficie de suelo agrícola ( terrazas, obras de riego). El tipo de representación territorial de estos depósitos cuaternarios ( área disyunta, situación muy localizada) es muy diferente a los grandes grupos de rocas basálticas; por ello tampoco las hemos considerado en esta sectorización. Clima y vegetación La considerable altitud media de La Gomera es responsable de una enorme asimetría norte- sur en cuanto a clima y vegetación. La vertiente Norte está sometida a la influencia directa del alisio, mientras que en las zonas bajas y en las medianías del sur, la escasez de precipitación es el factor climático más limitativo. La información cuantitativa sobre los aspectos climáticos es bastante deficiente. Ello se debe al escaso número de estaciones meteorológicas que cuenten con número suficiente de años de observación. Las estaciones con algún período útil de datos meteorológicos se localizan además en las zonas bajas o en localidades muy próximas a la costa, por lo que el conocimiento de la cantidad de lluvia y de la temperatura en las mayores alturas es prácticamente inexistente. No obstante, la estrecha relación que se produce en La Gomera entre clima 41 y vegetación potencial, con límites bastante definidos, nos permite abordar conjuntamente el estudio de ambos factores con vistas a la delimitación de sectores homogéneos. Antes de entrar en la delimitación de sectores homogéneos en cuanto a la influencia del clima y la vegetación, expondremos brevemente cuáles son los principales condicionantes climáticos que influyen en la aparición de los numerosos topoclimas y cumas locales de La Gomera. Los alisios Estos vientos son producto de la circulación de capas de aire en torno al anticiclón atlántico o de las Azores. Según la situación de este anticiclón, la influencia del alisio será más o menos constante. En verano tiene un carácter casi permanente, en invierno suelen alternar con otros vientos muy distintos relacionados con perturbaciones en zonas situadas más al norte del archipiélago. La influencia del alisio está muy relacionada con la corriente fría marina de Canarias que se desplaza hacia el Sur bordeando la costa del continente africano. Gracias a esta corriente, y también a los fenómenos de afloramiento de aguas profundas más frías que se produ- 42 cen en las proximidades del continente, la temperatura del mar ( especialmente en verano) es notablemente baja con respecto a la latitud a la que se encuentra. Al desplazarse el alisio sobre esta superficie isoterma a lo largo de la costa africana, alcanza las Canarias con una temperatura poco diferente a la que tenía en el lugar de origen. El alisio puede considerarse entonces como un viento relativamente fresco y muy húmedo debido al continuo contacto con el mar. La capa de aire del alisio tiene un espesor que varía de unos 1.250 metros en verano a unos 1.650 en invierno. Sobre esta capa se presenta una circulación normal de vientos del NW que son mucho más secos que el alisio y notablemente más calientes. En el contacto entre unos y otros se produce un notable efecto de inversión térmica con disminución de la humedad y subida de la temperatura. Este hecho tiene enorme influencia en el clima de las islas, cuando el alisio encuentra una barrera de suficiente altitud, como es el caso de La Gomera. Mar de nubes y la niebla goteante La estratificación de la atmósfera antes descrita, da lugar a la formación en la vertiente norte de la isla de una característica capa de es-tratocúmulos, cuyo límite superior queda justo debajo de la inversión de temperatura, y que actúa de tapadera para el desarrollo vertical de las nubes. Visto desde abajo, este cúmulo presenta un aspecto gris y sombrío recibiendo el nombre de « panza de burro » que se sitúa sobre los 400 ó 500 metros. En las zonas costeras, la niebla es un fenómeno casi inexistente. La condensación de la humedad en las zonas de influencia del aUsio supone un aporte complementario de agua que condiciona de una manera definitiva la existencia del monte verde ( laurisilva y fayal- bre-zal). La importancia de esta niebla goteante ha sido estimada por Ce-ballos y Ortuño ( 1951) como de aproximadamente el triple de la precipitación normal que reciben estos ecosistemas. Ello depende mucho de la densidad de la vegetación y del índice foUar ( superficie de hojas por unidad superficial de suelo). La influencia del alisio no se reduce a la vertiente Norte, sino que debido a la no excesiva altitud de la isla, rebasa las zonas superiores y se deja sentir en las áreas más elevadas de la vertiente Sur, afectando casi en su totalidad a la meseta central. A la diferencia de temperaturas se deben los fuertes y constantes vientos en algunas zonas del sur y el oeste. 43 ^ Vientos fuertes ^ ( en las zonas sureste y noroeste FIGURA 6 Esquema de la formación del mar de nieblas entré los 500 y los 1.500 m. Por encima de esta cota el aire es más seco, pero en La Gomera no alcanza la altura suficiente para que exista el piso de pinar canario. Precipitación directa La precipitación anual media es muy variable de una a otra vertiente ( Sur y Norte) de la isla. Desde los 100 milímetros que se reciben en Playa de Santiago hasta los más de 800 en las áreas de Laurisilva. Dos características importantes hacen este factor especialmente limitativo en las zonas bajas del Sur, donde la influencia de la niebla goteante es inexistente. La primera es el carácter chubascoso de las lluvias. Muy frecuentemente, la precipitación se concentra en pocos días; en las zonas secas suele llover menos de veinte días de media anual. Ello tiene graves repercusiones sobre la erosión y sobre las posibilidades de regulación del agua. La segunda es la irregularidad interanual de las precipitaciones; pueden transcurrir varios años sin lluvia en las zonas más áridas, y la precipitación total de los años lluviosos es muy superior a la media. Años « buenos » y « malos » para el secano se suceden de forma poco previsible. Puede decirse en general que las zonas expuestas a los vientos del sector NW- NE son relativamente lluviosas, mientras que en las zonas resguardadas de estos vientos las lluvias son muy escasas. En igualdad de exposición, las zonas más lluviosas se encuentran a niveles entre 750 y 1.500 metros, donde además se recibe ( en el caso de la vertiente norte) el muy importante suplemento de la humedad debido a la niebla goteante ( precipitación horizontal). La mayor frecuencia de temporales de lluvia tiene lugar en el otoño tardío y a principios de invierno, y suelen producirse cuando se des- 44 hace la situación normal del alisio, permitiendo la llegada de borrascas o de frentes de aire frío del Atlántico Norte. El viento El régimen de vientos está muy en relación con la existencia de los alisios. En lugares del Archipiélago en los que el relieve no actúa como barrera, la frecuenica de estos vientos es mínima en enero ( del orden del 50 % de los días) y máxima en junio ( del 90 al 95 %). La influencia del relieve insular da lugar a importantes modificaciones locales, con fenómenos de encajamiento en los barrancos del Sur, donde se produce un aumento de velocidad del viento ( especialmente en cabeceras y medianías), con efectos de succión del aUsio cuando éste rebasa las zonas altas hacia las áreas retalentadas del sur, donde no llega a producir lluvia. En las áreas solanas, el aire al elevarse deja un vacío que tiende a ser ocupado por las masas más pesadas y frías de la vertiente norte. Estos efectos son particularmente notables en zonas como el barranco de San Sebastián o la comarca de Alojera, donde los relieves que las delimitan permiten fácilmente, por su altitud no excesiva, el paso del viento. La frecuencia e intensidad de estos vientos da muchas posibilidades para la utihzación de la energía cólica, pero a su vez representa un factor muy limitativo para la productividad de los cultivos y la vegetación natural, no sólo por su acción mecánica directa sino también por el aumento que provoca en la evapotranspiración. En muchas zonas existen vientos locales ( brisas y vientos de montaña- valle) que soplan en distinta dirección a lo largo del día. Influencia del continente africano El llamado « tiempo Sur » se produce cuando la masa de aire del alisio, que normalmente envuelve las Canarias, es sustituida por otra masa de aire caliente y seco procedente del continente africano. La diferencia de temperatura entre ambas situaciones puede ser del orden de los 15 ° C. Los efectos son muy perjudiciales para los cultivos, no sólo por las temperaturas, sino también por los vientos fuertes de que suele ir acompañado. Afortunadamente, este tipo de influencia es poco frecuente y suele afectar más a ciertas alturas ( 500- 1.500 m.) que a zonas bajas donde el frescor de las masas de aire en contacto con el mar amortigua la brusca elevación de temperatura. 45 Vegetación potencial Unidades de ambiente fitoclimático Teniendo en cuenta que las diferencias en cuanto a productividad potencial de los ecosistemas de la isla de La Gomera son debidas sobre todo al clima y al accidentado relieve, hemos examinado la variación de ambos factores en los apartados precedentes. El neto predomimio de materiales basálticos determina una cierta homogeneidad litológica en comparación con otras islas del archipiélago; por ello la naturaleza de los suelos y su grado de evolución dependen estrechamente de los climas locales. Estos están a su vez muy relacionados con la pendiente y la orientación, factores que condicionan el grado de insolación que reciben las distintas parcelas del territorio dentro de un determinado ambiente fitoclimático. A continuación expondremos las características más sobresalientes de cada una de las grandes unidades de ambiente fitoclimático que pueden distinguirse en la isla. Para ello describiremos las comunidades vegetales más representativas de ellas haciendo énfasis en los factores que las condicionan, habida cuenta de que estas limitaciones o ambientes favorables son el marco donde se organizan las actividades productivas. Zonas áridas Desde el punto de vista fitogeográfico corresponden al ambiente bio-climático de vegetación termocanaria árida, semiárida y seca, es decir, vegetación potencial de tabaibales, cardonales, matorral y bosque termófilo ( durisilva canaria). En el trabajo de Fernández Galván ( 1977) se considera a ésta última formación vegetal como característica del piso montano subhúmedo, que en la Isla de La Gomera estaría bien representado por el área potencial del sabinar, especialmente en la vertiente Norte. Tabaibales y cardonales En el sur de la isla, la escasa precipitación determina la existencia de comunidades xerofíticas, tratándose de un área cuya vegetación está muy alterada en la actualidad. Cabe distinguir una franja superior en la que la climatología tendría un cierto carácter mediterráneo sobre todo en función de la distribución de las precipitaciones ( véase Informe EDES, 1970); a menor altitud, las condiciones de aridez se hacen más extremas, aunque la distinción entre ambas zonas es difícil debido a la escasez actual de la cubierta vegetal. 46 Esquema de la vegetación de La Gomera ( basado en Fernández Galván, 1977). Se reseñan los grandes tipos de vegetación potencial explicados en el texto. 1] 2] 3] 4] O c > Comunidades halófilas 2.1 Tabaibales halófilos ( Euphorbia aphylla 2.2 Tabaibales y cardonales 3.1 Sabinares 3.2 Comunidades termófilas de transición 3.3 Jarales 4.1 Laurisilva 4.2 Fayal- brezal climácico 4.3 Fayal- brezal serial 4.4 Codesares matorral y bosque termófilo zonas áridas fayal - brezal so montano húmedo aurisilva tabaiba y cardón INFLUENCIA DEL ALISIO Además de la escasa precipitación anual media y de la fuerte insolación, otro importante factor climático a tener en cuenta, por su influencia sobre la productividad de los ecosistemas en estas zonas áridas, es la irregularidad de las precipitaciones, pudiendo durar varios años los periodos de sequía. A este factor se debe el carácter suculento de las plantas dominantes. En toda esta zona, los factores relacionados con la topografía ( pendiente, exposición, pedregosidad) son los que más influyen sobre la distribución de la vegetación. Los suelos presentan muy poco desarrollo y en la mayoría de los casos están decapitados, habiendo perdido por erosión ( deforestación, arado, sobrepastoreo) su ya exiguo horizonte orgánico. No obstante, la riqueza en elementos finos de los horizontes actualmente superficiales en los suelos de las lomadas hace que resulten muy aptos para el cultivo, especialmente en regadío. Como hemos indicado, la vegetación se caracteriza por un predominio de plantas suculentas entre las que abundan las especies del género Euphorbia. Su área potencial primitiva podría corresponder según Fernández Galván ( 1977) a la franja costera inferior a los 300- 400 metros y es en ella donde aún se encuentran las comunidades más representativas, si bien los cardonales ( Euphorbia canariensis), considerados como la etapa de máxima madurez de esta vegetación, se encuentran relegados por acción antrópica a lugares de topografía accidentada, hallándose también muy aclarados y empobrecidos en es- 48 pedes. Buena parte de su área potencial está en la actualidad invadida por tabaibales de Euphorbia berthelotii, matorral de balos ( Plo-cama péndula) y aulaga ( Launaea arjjorescens), como ocurre en las terrazas abandonadas del área próxima a San Sebastián y en las lomadas del Sur. Siendo también frecuentes en el área de Alojera- Tazo. Esta vegetación parece tener un cierto carácter colonizador ocupando suelos removidos de antiguos cultivos, ricos en arcilla y escasamente compactados ( pertenecientes al grupo de los vertisuelos). En la costa nororiental y hasta alturas de 200- 300 metros están bien representados los tabaibales de Euphorbia balsamifera ( tabaiba dulce), siendo su presencia más escasa en el sur, si bien se encuentra esporádicamente en laderas de barrancos próximos a la costa ( área de Quise, Los Almacigos e Iguala) en zonas pedregosas con suelos escasamente desarrollados. Las comunidades de Euphorbia aphilla están relegadas a la vertiente norte, en zonas cercanas al mar, condicionadas por la influencia hti-meda costera y cierta salinidad, en la zona de Arguamul, Punta de las Salinas, Puntallana, presentando un área muy disyunta. Matorral y bosque termófilo ( durisilva canaria) Un carácter más mediterráneo del clima ( precipitaciones entre los 300 y los 600 milímetros anuales) y mayor regularidad interanual en los aportes de humedad ( debidos en parte a la influencia del alisio) determina la aparición en La Gomera de comunidades arbustivas o arborescentes, muy semejantes por su fisonomía al matorral termófilo mediterráneo en las zonas más áridas de la Península, matorral con el que comparten también algunas especies. Este ambiente fitoclimático, representado por sabinares de Juniperus phoenicea muy aclarados, ocupa una considerable extensión en la vertiente norte. Su límite superior se sitúa en zonas donde comienza a hacerse más persistente la acumulación de nieblas ( mar de nubes). Por encontrarse fuera de la principal zona de influencia directa de los aUsios, la estacionaUdad respecto a la distribución de la lluvia es más acusada que en las comunidades de monteverde, existiendo un verano claramente seco. La sabina suele aparecer ocupando fuertes pendientes y suelos- pedregosos ( donde ha quedado relegada), siendo los ejemplares bastante grandes y de porte arbóreo en comparación con los de la misma especie en la Península. En general no forma comunidad densa, sino más bien se trata de ejemplares aislados entre ribazos y zonas aterr azadas. 49 Los suelos de esta zona responden a una topografía muy abrupta, presentando escaso desarrollo y acusada pedregosidad, aunque debido al relieve abarrancado, son apreciables grandes diferencias según la exposición y según se trate de convexidades y concavidades en la ladera. Estas últimas suelen estar transformadas en terrazas, ubicadas a veces en zonas de muy difícil acceso. En el límite inferior, los sabinares llegan a mezclarse con comunidades de Euphorbia aphylla, llegando casi hasta el nivel del mar en algunas zonas. En el límite superior ( 500 m. aproximadamente) se mezclan con especies típicas de la laurisüva o fayal- brezal. Las formaciones mejor conservadas de bosque termófilo presentan además de la sabina: Olea europea subsp. cerasiformis ( acebnche), Maytenus canariensis ( peralillo). Sideroxilón marmulano ( marmo-lán), Visnea mocanera ( mocan), entre otras. La diversidad florística del matorral termófilo es, según Santos ( 1983), la más alta de las comunidades que componen la vegetación canaria. Pero también según el mismo autor han sido estas formaciones vegetales las más afectadas por la acción antropozoica ( fuego, pastoreo, aterrazamientos para cultivos), debido a las buenas características de los suelos en los que se encontraban. La palmera ( Phoenix canariensis) sería también una especie típica de este tipo de vegetación, aunque quizás ocupando las situaciones más térmicas. En la actualidad, la mayor densidad de palmerales se encuentra precisamente en las áreas correspondientes a la vegetación potencial de matorral termófilo. En la vertiente sur, los sabinares ocupan un área más disyunta y se sitúan a mayores altitudes ( entre 600 y 900 m.) en las zonas superiores de las cabeceras de barrancos y en algunos puntos de las divisorias, aunque en general se encuentran en estado de degradación muy avanzado, faltando muchas de sus especies características y siendo sólo reconocibles por algunas especies típicas como la misma sabina ( muy escasa), el acebnche o el almacigo ( Pistacia atlántica). La mayor extensión de su área potencial está ocupada por jarales de Cistus monspeliensis, que sin embargo son bastante escasos en la zona norte. Ocupan una amplia franja entre los 800 y los 1.100 metros según exposición, desde el barranco de Majona hasta el área de Arure. En la zona superior del barranco de Valle Gran Rey y otros puntos dispersos del sur encontramos, junto con los jarales, matorrales densos de escobón ( Spartocytisus filipes). Piso montano húmedo. Laurisilva y fayal- brezal Se localiza en las mayores alturas de la isla, a partir de los 500- 550 metros en la vertiente norte y a partir de los 850- 900 en la sur. La 50 condensación de humedad, debida a la influencia húmeda de las nieblas aportadas por el alisio, provoca una captación de agua suplementaria que es a la vez causa y consecuencia de la existencia de comunidades arbóreas densas. Ello es debido a la elevada superficie foliar ( índice foliar alto) que estas comunidades exponen para la condensación del agua y la formación de gotas. El bosque laurifolio de La Gomera es un ecosistema probablemente muy antiguo ( los cambios climáticos han sido poco acusados en este ambiente subtropical), y su importancia radica no sólo en su carácter singular, sino también en las numerosas repercusiones favorables que tiene sobre los ecosistemas situados a menor altitud, sobre todo en relación con la regulación del ciclo hídrico. El minino estival en cuanto a la entrada de agua al bosque es probablemente muy poco pronunciado, pues en esta época es cuando más constantemente se producen las nieblas goteantes, pudiéndose decir que la precipitación está casi homogéneamente repartida a lo largo del año. En su estado óptimo, la laurisilva es una comunidad arbórea compleja en la que distintas especies de hoja lauroide comparten la dominancia: Laurus azorica ( loro), Ocotea foetens ( til). Persea indica ( vi-ñátigo). El estrato arbóreo supera los 25 metros formando un dosel denso en cuyo ambiente umbrío abundan los heléchos de diferentes especies y algunas plantas herbáceas. Este tipo de bosque presenta su aspecto más umbrío y característico en los fondos húmedos de las cabeceras de los barrancos orientados al Norte ( El Cedro, Los Ace-viños, Meriga, La Meseta en el Barranco de Macayo). Cuando el suelo es menos profundo y con menos retención hídrica, en los escarpes y peñascos de las laderas de la vertiente norte, son más frecuentes Picconia excelsa ( paloblanco) y Apolonias barbujana ( barbusano) que indicarían la transición hacia la vegetación termófila. Hacia la zona de la meseta Central de la isla, y en los linderos de la masa forestal de la zona norte, dominan los loros ( Lauras azorica) junto con Ilex canariensis ( aceviño) y Myrica faya ( faya), desapareciendo el viñátigo y el til, que por ser más exigentes en humedad edá-fica quedan relegados a los fondos de barrancos más húmedos y resguardados. La mayor parte de la meseta está ocupada por comunidades de fa-yal- brezal ( Myrica faya y Erica arbórea) que se prolongan hacia el norte por las partes altas de las divisorias entre barrancos. En algunos puntos existen brezales casi puros de parte arbóreo, con una cubierta herbácea muy constante. Las comunidades de fayal- brezal se presentan como orla periférica, y seguramente etapa sustitutiva, de la laurisilva. La transición entre ambas comunidades se realiza de hecho con numerosas introgresio-nes. La presencia de formaciones de brezal muy abiertas en ciertas 51 > Tabaibales y cardonales. Piso basal I I Árido Matorral y — Sabinar de zonas l|||||{||||{||||||||||| Semi-bosque termófilo secas y jarales imiíHHillllllli árido Piso de transición — Sabinar montano ^ ^ ^ ^ ^ L,^ ' . ^ ^ ^ ^ ^ 3 húmedo Codesares y brezal soleado | | Í I Í I i ¡ | húmedo Piso montano. Laurisilva y tayai- brezal ^:;::: Í;;!;:;:;! Í!| Húmedo zonas de la isla, probablemente tenga relación con una antigua utilización ganadera. El brezo arbóreo y la faya parecen asociarse a la perfección y actúan como especies complementarias. El brezo se comporta como una eficaz especie colonizadora después del abandono de pastizales o de la degradación del bosque lauroide ( puede comprobarse en desmontes y márgenes de caminos forestales y en las zonas afectadas por antiguos incendios en el sur de la meseta) formando una comunidad densa en la que posteriormente se instala la faya. La dinámica entre ambas especies y su relación con los pastos y con la evolución del suelo, es un tema que requeriría un conocimiento más detallado. En principio parece que el brezo en formaciones densas acumula en el suelo materia orgánica de lenta descomposición, que provoca una escasa aireación del suelo y la aparición de condiciones que impiden la evolución de los pastos en un sentido favorable. La faya es capaz, en dichas condiciones, de fijar nitrógeno atmosférico mediante su simbiosis con actinomicetos, con lo que las condiciones nutricionales del suelo se verían favorecidas, facilitando el crecimiento de especies herbáceas de interés forrajero. El fayal- brezal se encuentra en toda la periferia de laurisilva ( aunque ocupando mayor extensión en el Norte y Nordeste de la isla) y en la zona llana superior donde aparecen ciertas localidades con síntomas de hidromorfía temporal ( área de Laguna Grande). Se extiende también por las crestas que hmitan los barrancos hacia la zona norte. Al igual que la laurisilva típica, el índice foUar del fayal- brezal es alto, exponiendo amplia superficie para la condensación del agua. En ambas comunidades el perfil edáfico parece corresponder a una génesis muy antigua ( predominan los andosuelos, ranker ándi-co y tierras pardas ándicas), consecuencia de unas condiciones cKmá-ticas muy reguladas por la humedad y poco distintas a las actuales. La existencia de perfiles edáficos representativos de la laurisilva en zonas hoy ocupadas por el fayal- brezal puede servir para conocer el área que antiguamente ocupaba el bosque lauroide y su posible área potencial. En las partes más elevadas de la vertiente meridional, el brezal ha sido sustituido por repoblaciones de Pinus radiata y Pinus canarien-sis. En esta comarca, escasamente influida por las nieblas debido al efecto barrera de la divisoria central y con notable insolación, las condiciones ecológicas sugieren ya la existencia incipiente del piso de vegetación montano seco, que en otras islas está representado por los pinares y codesares de cumbres. En La Gomera no se alcanza una altitud suficiente para el desarrollo de este tipo de vegetación, y sólo aparecen mínimamente representados Pinus canariensis, Chamaecy-tisus proliferus, Cistus symphytifolius en locaKdades rupícolas: parte alta del barranco de Imada y roque de Agulo, donde también se en- 53 cuentra muy acantonado el cedro canario ( Juniperus cedras). En la parte alta de Igualero y áreas próximas al monte de Garajonay es bastante frecuente el matorral de codesos ( Adenocarpus foliosus). 2.2. POBLAMIENTO Y POBLACIÓN 2.2.1. EL POBLAMIENTO Y LA DINÁMICA DEMOGRÁFICA Diversos factores han influido de manera determinante en la distribución de los asentamientos poblacionales dentro de la Isla. Una topografía extremadamente abrupta, la delimitación de dos áreas climáticas ( más húmeda a barlovento y seca a sotavento) con gradientes altimétricos, la disponibilidad de agua y la existencia de suelo apto para cultivos, se han ido combinando para dibujar a principios del siglo XX una ocupación del suelo muy adaptada a posibilidades y limitaciones. A estos factores se sobreimpuso la organización política de la isla basada en el régimen de señorío hasta principios del siglo XIX lo que limitó de forma muy clara las posibiUdades de expansión económica, sobre todo de la capital insular. A todo esto hay que añadir que La Gomera constituye un micromun-do insular de 378 kilómetros cuadrados con una población de 14.000 habitantes a finales del siglo XIX, con lo que sus limitaciones pueden parecer bastante obvias. La evolución histórica del poblamiento se ha basado en estos elementos fundamentalmente. Los asentamientos iniciales, tanto en la época guanche como en los primeros tiempos de la Conquista, se acogieron, por lo que sabemos, a las cabeceras de los barrancos, a las zonas más llanas de las alturas del Oeste y del Suroeste y, mucho más tímidamente, a las zonas medias de los barrancos más desarrollados. La única excepción clara fue San Sebastián por su condición de puerto estratégico, cabeza de puente de la colonización y nexo fundamental con el exterior. A partir del siglo XV, otro elemento que influyó en la ubicación interior de los asentamientos fue la inseguridad ante la frecuente presencia de piratas y corsarios. Las únicas fortificaciones existentes en la Isla, aunque débiles y, según Torriany inadecuadas, fueron precisamente las del solitario enclave costero. 54 ^ fl^^^^^^^^ l , ' , - • - * ' - - pppP^ BI ?- y^" jtagy- ^• 1 .-^""' S^ » '^., ^^^-- 8 - ' • - • _ Es difícil precisar la evolución del poblamiento a causa de las carencias documentales. No obstante, en función de los elementos arriba citados vamos a intentar ofrecer un bosquejo de tal evolución. Durante los años que separan el momento de la conquista y el comienzo del siglo XX, la autarquía alimentaria, normal en el medio agrario de esta amplia época, se verá agudizada en La Gomera por las grandes dificultades del comercio interior a causa del quebrado relieve. Ello impidió la creación de mercados de carácter insular, fragmentándose el comercio en multitud de puntos de intercambio determinados por la topografía. De igual manera, excepción hecha de los años inmediatamente posteriores al descubrimiento de América en los que San Sebastián se convirtió en un punto clave para el avituallamiento, las condiciones tampoco eran muy favorables para el comercio exterior, habida cuenta del peso que sobre Is transacciones comerciales ejercían los derechos señoriales de entrada y salida, de la inseguridad del mar ( téngase en cuenta que La Gomera se hallaba en la ruta habitual hacia las Indias) y del escaso desarrollo de una navegación comercial, sobre todo si se considera que su único punto claro de destino era un villorrio de 600 habitantes a finales del siglo xvi. Estos hechos tienen que relacionarse estrechamente, como hemos dicho más arriba, con las mejores condiciones cümáticas y topográficas de la zona meridional de la meseta y de las cabeceras altas de los 55 barrancos, lo que permitía, al margen de producciones típicas de exportación, una diversificación alimentaria en base a pequeñas huertas familiares y una actividad comercial más intensa. De tal manera que el poblamiento básico de la isla será interior, mientras que las zonas medias y bajas de los barrancos del Norte y el Oeste serán colonizadas lentamente desde aquel poblamiento inicial, a medida que la presión demográfica aumente las necesidades alimentarias. Indudablemente, las alternancias de auge y crisis de la producción de exportación marcarán fases de aceleración o recesión de esta ocupación de suelo, determinando precisamente su lento ritmo. En cualquier caso, este carácter interior de poblamimento es un claro exponente del escaso atractivo que para los pobladores tenía el mar tanto como sistema de comunicación interlocal como exterior. La lentitud con que se colonizan las zonas bajas de la Isla conoce su origen en la escasa dinámica poblacional de La Gomera durante los cuatro siglos considerados. A mediados del siglo XVI la población de la Isla se cifraba en unos 1.500 habitantes, de los que aproximadamente la mitad vivían en la capital insular. En 1877 la población había aumentado hasta 12.000 habitantes; es decir, en 325 años se había multiplicado por ocho. Entre 1877 y 1940 — 63 años— la población pasará de 12.000 habitantes a 28.500. Aun teniendo en cuenta que el régimen demográfico antiguo permitía expansiones poblacionales muy pequeñas a causa de la fuerte incidencia de la mortalidad, hay que pensar en otros factores sobreimpuestos que justifiquen el moderado crecimiento. Creemos que la combinación de dos tipos de factores, derechos señoriales y crisis económica, son la clave de la interpretación del fenómeno. Por poner un ejemplo, en la primerai; mitad del siglo xvi La Gomera tiene unos 2.000 habitantes que se habían reducido a unos 1.250 a finales del siglo. Este descenso tien0 su origen en la crisis azucarera del último tercio del siglo XVI. El retroceso de la producción azucarera, a causa de la excesiva competencia exterior, repercute en un doble sentido: directamente, inhibiendo la expansión del cultivo de caña o, más aún, restringiéndolo, con los previsibles efectos demográficos, dado el carácter permanente de la crisis; e indirectamente aumentando la presión impositiva de los señores en un medio de rentas pobres, lo que determina una huida de la población hacia las islas de realengo e, incluso, como polizones, hacia las Indias. Crisis de cultivos de exportación y autarquía agraria serán las constantes de la dinámica poblacional hasta bien entrado el siglo XX. Por otra parte, la irregularidad climática en amplias zonas de la Isla la sometía a periódicas sangrías migratorias, situación que se mantendrá también durante el siglo XX, incluso en épocas de expansión. Así pues, las condiciones de relativa pobreza en que se desarrolla la 56 actividad económica gomera durante la época considerada presentan, como hemos dicho, una doble vertiente: los productos de exportación controlados por los señores ( azúcar, seda, Uno, orchilla) y una actividad agraria de autoabastecimiento con pequeña proyección exterior. Sin descartar la existencia de un pequeñísimo comercio marítimo entre puntos de la Isla, la evacuación de aquellos productos hacia San Sebastián se debía hacer básicamente mediante rutas terrestres interiores por lo que tales productos eran, por así decirlo, de larga duración no permitiendo este sistema la comercialización de manera generalizada de artículos perecederos ni en la ida ni en la vuelta. Ello abona la teoría de una gran autarquía local de productos alimenticios frescos. No obstante, debía existir un pequeño comercio interlocal en base a productos de media duración y de utensilios ( grano, patatas, queso, alfarería...) En todos estos procesos de comercialización e intercambio los asentamientos ubicados en la meseta central y en las cabeceras más altas de barrancos jugaron sin duda un papel muy importante. Algunos datos apoyan esta hipótesis. Las difíciles comunicaciones, aun interiores, por el Norte de barranco a barranco y con la capital insular debían hacer mucho más asequible el tránsito por las alturas del Sur y del Oeste, por lo que la comarca de Chipude se convierte en una importante encrucijada dentro de una ruta comercial de entrada- salida que conectaba con los grandes barrancos del Norte a través de la zona de Arure- Las Hayas, con Valle Gran Rey directamente y con las alturas y las escasamente pobladas medianías del Sur en el camino hacia San Sebastián. Queremos señalar que el relativo desprecio con el que hasta tiempos muy recientes trataron a los habitantes de Chipude los pobladores del resto de la Isla, con carácter unánime, puede tener que ver con el papel mixto ( pastores- arrieros y, quizá, fundamentalmente proveedores de cerámica) que jugaron en la economía de la Isla. Este rechazo ha sido muy común hacia etnias con un papel económico similar ( maragatos, pasie-gos...). En cualquier caso, el carácter terrestre de las comunicaciones y la diferencia entre productos de autoabastecimiento, incluyendo el pequeño comercio interlocal, y de exportación parecen aspectos bastante claros. Únicamente quedan por hacer un par de observaciones para completar un esbozo de las líneas fundamentales de poblamiento y de sus condicionantes. En primer lugar hay que señalar que, de forma esporádica, La Gomera exportó también grano y ganado en vivo, basando tales excedentes en la potencia de las lomadas del Sur y en lo exiguo de la población de esta zona, puesto que su crecimiento se hallaba limitado por el carácter seco e irregular del chma y sujeto a imprevistas y largas sequías; ello da lugar a un poblamiento más o menos estable en las medianías del Sur cuya importancia fluctúa mucho y que determina la aparición de algunos núcleos muy distantes entre 57 sí. En segundo lugar, aunque ya nos hemos referido a ello, hay que recalcar el hecho de que, siempre teniendo en cuenta las alternancias económicas, algunas zonas medias de barrancos del Norte y del Oeste ( Monteforte, Cuesta del Ingenio, Guada...) fueron colonizadas de antiguo merced a ese juego de avance y retroceso de algunos cultivos de exportación de los que los señores extraían los mayores beneficios. En función de estos factores, a finales del siglo XIX, la situación es la siguiente: la población se ha ido expandiendo en zonas medias de los grandes barrancos en dirección hacia la costa. Las alturas seguirán teniendo cierta importancia, mientras que las costas permanecerán muy poco pobladas. El poblamiento fundamental será el que ocupa los cauces de los barrancos. Fuera de ellos únicamente encontraremos población en los pequeños barrancos de alturas y medianías altas del Norte, el poblamiento de las lomadas del Noroeste y las alturas del Oeste y del Sur. La población ubicada por encima de 700 metros supondrá en 1900 el 18 % del total insular, correspondiendo la mitad de este porcentaje a la zona de Chipude- Arure. La población netamente costera no supondrá ni el 3 % del total, excluyendo a San Sebastián. En los cauces de los grandes barrancos ( Agua Jil-va- La Laja, Monteforte, Valle, Valle Gran Rey y Santiago- Benchi-jigua) se agrupará el 68 % de la población. Esta ubicación en grandes barrancos y el desarrollo del poblamiento en dirección a la costa en torno al eje del barranco, creará unidades productivas y comerciales con una fuerte autonomía. Las relaciones entre estas unidades serán bastante débiles, persistiendo el predominio de las relaciones terrestres efectuadas a través de la Meseta central y por las cabeceras de barrancos. De todas maneras, las diferencias climáticas y algunas pecuUaridades topográficas crean sistemas de ocupación característicos según vertientes. La descripción que hemos realizado conviene de forma básica a la Vertiente Norte de la Isla. En el Oeste, Sur y el Este, se dan variaciones aunque, en líneas generales, la evolución se atenga a las tendencias analizadas. En el Oeste, la ocupación de la Cuenca del Barranco de Valle Gran Rey se verá limitada por las enormes dificultades de tránsito a causa del escalón que le separa de las zonas altas. La capital municipal seguirá siendo Arure hasta finales del siglo XIX y esta entidad dará nombre al municipio hasta 1940. La zona costera estará despoblada hasta bien avanzado el siglo XX. En el Sur, el poblamiento seguirá siendo de alturas hasta la aparición de los enclaves plataneros de la costa en el primer tercio del siglo XX. Las zonas de medianías estarán escasamente pobladas, con fluctuaciones debidas a las variaciones pluviométricas. El barranco de Erque carecerá de población en sus zonas media y baja. El Barran- 58 co de Benchijigua, sin embargo, conocerá cierta intensidad de pobla-miento en su parte media alta. No obstante, en el Sur el poblamien-to se centrará en las lomadas altas y en las cabeceras de barranco. La costa permanecerá prácticamente vacía. En el Este la presencia de San Sebastián condicionará la evolución poblacional de su área de influencia, constituida sobre todo por el Barranco de Agua Jilva- La Laja. El hecho de encontrarse hasta hace poco aquí la teórica capital de la Isla nos empuja a un análisis más detenido. El establecimiento de San Sebastián en el lugar que actualmente ocupa se debió a consideraciones de carácter geopolítico. El lugar poseía la rada más abrigada de toda la isla, lo que garantizaba una comunicación regular con el exterior; por otra parte, la desembocadura del barranco era bastante ampha, lo que facilitó el asentamiento poblacional sobre el mismo puerto. Evidentemente la elección del lugar se hizo más bien mirando hacia el exterior y este hecho condicionó su evolución posterior. Hacia el interior, San Sebastián fue el centro de una actividad recaudatoria de impuestos y tributos y de salida de productos de exportación controlados por la aduana señorial. Nunca llegó a constituirse en centro comercial o de equipamiento insular. Porque a las características geopolíticas citadas se reducirían las ventajas del emplazamiento. El barranco de Agua Jilva- La Laja constituye un ámbito muy aislado por tierra. Además, la distribución de los asentamientos en el resto de la Isla creó hacia el Sur un gran vacío poblacional, condicionado por las dificultades topográficas y climáticas; este hecho propició escasamente las comunicaciones terrestres. Hacia el Norte el muro era aún más eficaz, pues no sólo existía también un amplio vacío de población, sino que la salida del Barranco era dificultosa en extremo. El fracaso comercial de San Sebastián con el exterior, con la única excepción de la primera mitad del siglo XVI, conoce su causa de forma primordial en el fuerte control impuesto por el régimen señorial y, en menor medida, por el aislamiento antedicho respecto al resto de la isla y por lo limitado del territorio accesible desde San Sebastián. De tal manera que hasta muy entrado el siglo XX San Sebastián fue capital efectiva únicamente de los escasos núcleos ubicados en el barranco propio. Salvo por su preponderancia política, la importancia de San Sebastián en la evolución gomera de estos siglos fue muy escasa. A mediados del siglo XVI la población de San Sebastián se cifraba en unos 600 habitantes, que se habían convertido en 1.400 en 1900. Es decir que, mientras la isla multiplicaba por diez su población, San Sebastián ni siquiera lograba triplicarla. Sus posibiUdades de expansión eran ciertamente muy escasas, dependiendo en buena medida de recursos y de la débil relación con el exterior. 59 Así pues, a finales del siglo XIX nos encontramos con una isla sin una capitalidad efectiva clara y dividida en algo más de media docena de comarcas de carácter marcadamente autárquico, con un comercio intercomarcal esporádico y una producción de exportación fluctuante dependiendo de la competencia exterior. La evolución poblacíonal durante el siglo xx En primer lugar, los elementos históricos analizados seguirán funcionando prácticamente igual, al menos hasta el primer tercio del siglo XX. La abolición de los señoríos a principios del siglo XIX, apenas introducirá cambio alguno en el panorama descrito. La consolidación durante los siglos de señorío de una estructura económica agraria muy definida hace que apenas varíe la relación comercial de La Gomera con el exterior. En segundo lugar, las fluctuaciones poblacionales de La Gomera, según hemos visto, han estado en relación directa con la actividad agraria y únicamente a partir de 1950 comienzan a aparecer de forma clara núcleos de población —^ precisamente los más dinámicos— no ligados al sector primario. Ahora bien, dentro de una economía de acusado carácter autárquico, las grandes expansiones poblacionales no han estado sujetas sobre todo a una producción de autoabastecimiento, cuyas limitaciones como soporte poblacional están bastante definidas, sino al auge de los productos de exportación. Sus fluctuaciones marcan bastante bien las variaciones poblacionales. De todas maneras, por el carácter cerrado de su economía y por la importancia habitual del autoabastecimiento, las recesiones demográficas derivadas de las crisis exportadoras serán hasta mediados del siglo XX más suaves en La Gomera que en la mayor parte de las restantes islas del archipiélago. Después de la crisis de la cochinilla a finales del siglo xix, general en las Islas Canarias y moderada en La Gomera por los mecanismos antedichos, las posibilidades de expansión poblacional son sin embargo escasas hasta la introducción masiva de plátano y del tomate, hecho que ocurre durante la primera década del siglo XX. Crecimiento vegetativo, expansión de los cultivos de exportación, dificultades de comunicación interior y atraso de las comunicaciones exteriores, serán los factores internos claves de la evolución. Externamente, las dos guerras mundiales, la guerra civil, sobre todo la posguerra, y, posteriormente, la expansión de Tenerife a partir de los años cincuenta, serán los hechos más influyentes que determinarán las vicisitudes poblaciones a lo largo del siglo. Durante el siglo XX, la evolución poblacional tiene dos períodos muy definidos, siendo la década de los 60 cuarenta la que en conjunto marca un cambio de signo. Hasta 1940 tiene lugar un notable incremento poblacional, pasando la isla de 15.358 habitantes en 1900 a 28.571 en el año citado. Por el contrario, a partir de esa fecha, la recesión poblacional se hará sistemática y acusada. De la población de 1940 se pasa a un censo de 18.237 habitantes en 1981 y, aun así, hay fundadas sospechas de que esta última cifra está artificialmente hinchada en 600 habitantes por lo menos. La fase de expansión poblacional no acontece de forma lineal, sino con las siguientes alternativas: — Entre 1900 y 1910 se da un acusado incremento poblacional por el efecto del afianzamiento y expansión de los nuevos cultivos de exportación, apoyados por una favorable coyuntura internacional. La población pasa de 15.358 habitantes a 18.480, con un crecimiento medio anual que supera el 1,85 %. — El crecimiento se modera entre 1910 y 1920 por las dificultades que para las exportaciones supone la primera guerra mundial. Pese a todo. La Gomera crece poblacionalmente pasando de 18.480 habitantes a 20.485, con un incremento medio anual del 1,03 %. — Entre 1920 y 1930 la población crece de forma espectacular a consecuencia del relanzamiento económico europeo, con lo que los cultivos de exportación conocen un nuevo auge. La población es en 1930 de 25.405 habitantes, con un crecimiento medio del 2,14 %. — La década que cierra el período de expansión ( 1930- 1940) es el comienzo de una larga depresión que aún subsiste. La crisis se desencadena a consecuencia de la guerra civil, prolongándose posteriormente a través de la segunda guerra mundial, la crisis posbélica y el aislamiento español de los años cuarenta y de parte de los cincuenta. La población es en 1940 de 28.571 habitantes, suponiendo un crecimiento medio anual de 1,17 % para el conjunto de la década. A partir de 1940 ya no volverá a darse ningún periodo de recuperación. La población de la isla desciende a 28.383 habitantes en 1950 y a 27.790 en 1960. La década de los sesenta es catastrófica. En 1970 la población se ha reducido a 19.339 habitantes. La tendencia al descenso poblacional continúa en los últimos años, arrojando el censo de 1981 la cifra de 18.237 habitantes. Actualmente, en 1984, la cifra debe rondar los 17.000 habitantes, o incluso algo menos. Para entender esta situación sin precedentes en los últimos cien años de la historia de La Gomera hay que tener en cuenta varios hechos. 61 Algunos de ellos son comunes a las islas menores del Archipiélago, pero otros son específicamente gomeros o, al menos, repercuten más en La Gomera que en las otras islas. Todos ellos están estrechamente relacionados, lo que a veces impide una deseable claridad expositiva. Durante los treinta o cuarenta primeros años del siglo, las Canarias seguirán gozando de su posición geográficamente privilegiada en relación a la exportación de los productos tropicales hacia los mercados europeos. Es más, el hecho de que los nuevos productos de exportación ( plátano y tomate) sean perecederos dará una nueva importancia a la ubicación del Archipiélago. La Ley de Puertos Francos de 1852 ya había ido consolidando esta relación comercial europea. La Gomera participa también en estas ventajas. Los nuevos cultivos, especialmente el plátano, tienen dos exigencias muy acusadas: ciñen sus áreas de implantación a las zonas costeras ( no hay que olvidar que la producción de tomates es de fuera de temporada) y requieren agua abundante y regular. Estos dos aspectos influirán de forma determinante en el poblamiento de la Isla, fundamentalmente en lo que se refiere a la intensificación del poblamiento costero y a la colonización de la costa Sur. Los datos fundamentales de la evolución po-blacional según zonas amplias se recogen en la Tabla 1. A través de la tabla 2 se observa que la distribución por vertientes fluctúa poco entre 1900 y 1930. La Meseta Central pierde compara- TABLA 1 DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ZONAS ESPACIALES „ Porcentajes ^"" « ^ 1900- 1930 Norte 45,2 - 44,5 Oeste 14,2 - 15,1 Sur .' 16,1 - 17,5 Meseta central 9,3 - 6,8 Comarca de San Sebastián 15,2 - 16,1 Costa 56,1 - 62,2 Interior 45,9 - 37,8 Total 100,0 - 100,0 62 tivamente bastante peso y el Sur afianza su presencia moderadamente. Las principales variaciones se observan en cuanto a la distribución altimétrica en la que la costa aumenta enormemente su presencia. Este fenómeno, aunque aparezca de forma general en toda la costa insular, adquiere un particular relieve en el Sur. En esta zona la influencia preponderante de la agricultura de exportación, explicable por sus mayores rendimientos, se combinará con la creciente presencia de la actividad pesquera conectada con industrias derivadas. Este fenómeno de concentración poblacional en la costa tiene por su magnitud una importancia insular. La costa Sur pasa de suponer el 2 % de la población total en 1900 al 7,5 % en 1930, siendo en buena medida la responsable del aumento de población costera. Las limitaciones del Sur en cuanto a la disponibilidad de agua en una isla en la que era y es ptíblica se ven paliadas o contrapesadas con tres factores: — La apertura de pozos que se rentabilizan por el alto valor del producto. — La estructura concentrada de la propiedad con un creciente desvío de recursos hídricos hacia la costa. — La implantación de empresas con medios de comercialización a través de barcos propios. Por otra parte el carácter público del agua y por tanto su escasa incidencia en costos, alentará precisamente el desarrollo de la agricultura de regadío en la costa Sur. TABLA 2 DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN EN LA VERTIENTE SUR ( porcentajes) 1900 1930 Costa Interior Total Fuente: Censos y elaboración propia. 63 12,2 87,8 100,0 42,7 57,3 100,0 Estos factores determinarán que La Gomera conozca un desarrollo sureño de la agricultura de exportación comparativamente superior al de las restantes islas, en un momento en que en todas las islas occidentales las comunicaciones terrestres con el sur de sus respectivos territorios eran muy dificultosas o simplemente no existían. Así pues, el carácter marginal de La Gomera no afectó en este caso a la prosperidad de la producción exportadora, pudiendo decirse que tanto a niveles estructurales como infraestructurales la costa sur de la Isla ofrecía mejores condiciones de explotación que la de Tenerife. La expansión de los cultivos de exportación determinó, pues, un crecimiento poblacional acelerado, y al mismo tiempo repercutió en otros sistemas coexistentes. Existió una fuerte relación entre las nuevas implantaciones costeras de plátanos y tomate de fuera de temporada y la agricultura de autoabastecimiento. Pero esta relación no fue exclusivamente de dependencia ( traslados poblacionales permanentes hacia zonas costeras dada la dificultad de los traslados diarios) sino de complementariedad. Las necesidades alimentarias de la población costera, agudizadas por el gran aumento poblacional, son cubiertas en buena medida por la producción interior dentro de cada sistema de barranco como reflejo de la pervivencia de una acusada autarquía alimentaria de carácter local, consecuencia de las dificultades de comunicación interior y exterior. Sin duda alguna, la población crece mucho más fuertemente en la costa a causa de la gran con- 64 centración poblacional de las épocas expansivas ( 1900- 1910 y 1920- 1930), pero los crecimientos del interior también son acusados en estos momentos de expansión. Ello denota una ampliación de los cultivos de autoabastecimiento en las épocas de auge costero. En las épocas de depresión costera el interior también se ve afectado por la recesión, creciendo con tasas sensiblemente inferiores a las de los momentos expansivos. Ahora bien, el repliegue sobre los recursos propios de autoconsumo hace que en las depresiones ( 1910- 1920 y 1930- 1940) las crisis demográficas del interior sean menos notorias que en la costa en la que la proletarización y los recursos alimentarios más escasos son determinantes de una fuerte emigración. Esta complementariedad viene además sugerida por el hecho de que a mayor proporción de población costera dentro de un marco territorial autónomo mayor será también, por regla general, el crecimiento del interior. La única excepción de esta regla la constituye San Sebastián capital y su comarca, y se debe precisamente a su fácil conexión ah-mentaria con el exterior y al hecho de la gran preponderancia de los cultivos de autoabastecimiento en el mismo San Sebastián. Sobre este panorama de relaciones entre el auge de la agricultura de exportación y la expansión poblacional, gravitan como elementos básicos los factores biolóegicos de la población. Basta una simple tabla 3 para dejar constancia de la particular problemática gomera. La alta tasa de crecimiento natural de La Gomera, producto de una altísima natahdad ( fluctuante en torno al 40 % para el período), queda patente en estos datos. Hasta tal punto semejante tasa de crecimiento era insoportable que La Gomera tiene un saldo migratorio negativo aun en los momentos de mayor auge agrícola. Pese a ello sus crecimientos brutos serán muy elevados. TABLA 3 TASAS DE CRECIMIENTO DE CANARIAS OCCIDENTALES (%) Tenerife La Palma La Gomera El Hierro Total prov. 1901- 1910 14,6 1911- 1920 12,5 1921- 1930 16,9 1931- 1940 17,8 13,3 11,3 13,7 12,4 22,4 20,6 22,9 24,4 8,7 12,6 15,7 15,1 14,7 12,9 16,8 17,4 Fuente: E. Burriel. Canarias. Población y agricultura en una sociedad dependiente. 65 TABLA 4 TASAS MEDIAS ANUALES DE CRECIMIENTO BRUTO (%) 1901- 1910 1911- 1920 1921- 1930 1931- 1940 Prom. Peri. . . . Tenerife 2,71 .. . ... 0,19 2,15 1,81 1,62 La Palma 0,86 0,18 1,06 1,57 0,95 La Gomera 1,87 1,04 2,18 1,18 1,55 El Hierro 0,48 0,57 1,11 0,92 0,78 Total prov. 2,22 0,01 1,93 1,69 1,47 España 0,69 0,67 1,01 0,94 — Fuente: E. Burriel. Op. cit. Factores de la recesión demográfíca Hemos aludido ya a las crisis bélicas como factor desencadenante de la recesión. Pérdida de mercados europeos y aislamiento español conducirán a una difícil situación. Sin embargo, aunque los factores exteriores serán inicialmente los indudables protagonistas de la crisis, la escasísima resistencia opuesta por La Gomera y, sobre todo, la creciente incapacidad para la más ligera recuperación conocerán causas internas. La evolución del poblamiento presentará diversas características se-giin las zonas espaciales. Las costas, por regla general, perderán menos población que el interior, y el Norte, en conjunto, sufrirá una crisis más aguda que el resto de la isla. De todas maneras, comparando las cifras dentro de cada sistema de poblamiento hasta 1950 y, en ocasiones, hasta 1960 el interior reaccionará mejor que la costa a la crisis por efecto del repliegue sobre una agricultura progresivamente de autoconsumo. Sólo hay una excepción clara a esta regla. En el Sur el crecimiento costero será bastante acusado hasta 1950. Esta situación, aun teniendo en cuenta el factor amortiguador, constituidos por la pesca y las industrias derivadas, tiene mucho que ver con las diferentes estructuras agrarias del Norte y del Sur. Merece la pena hacer una exposición más detallada mediante la tabla 5 resumen que a continuación reseñamos: 66 TABLA 5 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN POR ZONAS ESPECIALES Y ALTIMETRIAS EN PORCENTAJES ACUMULADOS 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1950 1960 1970 1981 Vertiente Norte Costa 100 104 94 88 59 55 100 93 63 58 Resto 100 119 122 115 74 54 100 95 61 44 Vert. Noroeste Costa 100 112 105 108 79 79 100 103 76 75 Resto 100 122 150 123 64 54 100 82 43 36 B. V. Gran Rey Costa 100 111 97 98 91 104 100 101 93 107 Resto 100 113 113 102 81 74 100 90 72 66 Vertiente Sur Costa 100 137 158 152 114 99 100 96 72 63 Resto 100 111 126 104 65 35 100 83 52 28 Meseta Central 100 128 97 120 69 77 100 98 57 63 B. Aguajilva- La Laja S. S. El Molinito 100 106 104 138 114 149 100 132 109 143 Resto 100 109 107 112 57 41 100 105 54 38 COSTA 100 109 105 108 81 86 100 103 78 82 INTERIOR 100 117 121 112 70 54 100 92 58 44 TOTAL ISLA 100 113 112 110 76 72 100 98 68 64 Fuente: Censos y elaboración propia. El crecimiento de La Gomera es, en conjunto, similar al de Tenerife, con la diferencia de que en el caso gomero las tasas surgen exclusivamente de su potencial vegetativo. La capacidad de absorción poblacional de La Gomera será pues muy grande debido a la conjunción de la agricultura de exportación y de la autarquía alimentaria a nivel agrario. Esta gran absorción tendrá dos efectos peculiares: 67 — La ocupación exhaustiva de todo el suelo con una mínima capacidad agrícola, e incluso la utilización de suelo abiertamente marginal. — La progresiva fragmentación de la propiedad a consecuencia de la gran fecundidad. El promedio de hijos por mujer casada fértil será en la primera década de siglo de seis y medio. En los años veinte descenderá a algo más de cinco hijos, manteniendo esta proporción en la tercera y cuarta décadas. Teniendo en cuenta que en el momento de máxima expansión pobla-cional se ocupó en conjunto el 15 % del territorio insular ( en torno a 56 Km^), las densidades medias de población en la superficie utilizada eran altísimas. En 1940 la densidad media de población por kilómetro cuadrado de suelo utilizado era de 510 habitantes. Si además consideramos el hecho de la escasa población del Sur y la gran importancia territorial de los cultivos extensivos en esa vertiente, las densidades del Norte de la Isla, y en general de los barrancos habitados, debían ser auténticamente agobiantes. Las cifras presentan una aceptable fiabilidad salvo para la Meseta Central y para la Vertiente Noroeste. En ambos casos existe la justificada sospecha de que las cifras de población - de 1981 están hinchadas. No obstante las líneas generales parecen bastante claras. Las pérdidas poblacionales son mayores en la costa, como hemos dicho, entre 1930 y 1950. Por el contrario, durante los treinta últimos años el interior perderá mucha más población. Por otra parte, la costa del Norte perderá población abundantemente desde 1940, mientras que la zona homónima del Sur crecerá bastante hasta 1950. En conjunto, el peso relativo de la costa descenderá desde 1930 a 1950 para ir creciendo en importancia a partir de este año. Sin embargo, esta superioridad costera, salvo en el caso de San Sebastián, no se deberá como en los años anteriores, a un mayor crecimiento pobla-cional, sino a menores pérdidas. El gran descenso poblacional de la costa Norte señala una incapacidad para fijar la población derivada fundamentalmente de tres factores: — Sobrepoblación en la época de expansión platanera. — Disminución de las rentabilidades por excesiva fragmentación de , la propiedad. — Gran extensión de la fórmula de cultivo a partes, derivada en buena medida del mismo hecho migratorio. La distinta evolución de los enclaves del Sur, al menos hasta la década de los cincuenta, se basa en los mismos factores que determi- 68 naron su aparición en los primeros treinta años del siglo como dinámicos focos poblacionales: propiedad concentrada, medios de comercialización propios y sobreimposición de las actividades relacionadas con la pesca. El hecho de que, en buena medida, los cultivos del Sur fueran tomateros palió también los efectos de una crisis esencialmente ligada al plátano. No obstante, a partir fundamentalmente de 1960, los enclaves de la costa del Sur entran también en un acelerado y sistemático proceso de despoblación. Esta situación se debe a la combinación de una serie de factores. En primer lugar, la morfología acantilada de la costa Sur Hmita mucho las posibilidades de expansión del plátano. Si a ello añadimos el carácter público del agua en La Gomera ( por lo que hay dificultades de desvío hacia los puntos de mayor rentabilidad) y, quizá, deficiencias de gestión por parte de los grandes propietarios, podremos comprender por qué el Sur de la Isla no conoce una expansión de cultivos de exportación semejante a la que ocurre en las restantes islas de la provincia durante los años sesenta y setenta. Además, está el hecho de la progresiva decadencia de la pesca, con el paulatino cierre de las factorías de enlatado ( actualmente todas están cerradas y los efectos del cierre de La Rajita aún no están recogidos en el censo de 1981). En lo que se refiere a las zonas interiores de la Isla, la gran crisis se desencadena en 1960, aunque en la década anterior ya habían perdido bastante población. Repetimos que la gran crisis poblacional del período analizado se debe sin duda a la crisis exportadora, pero se ve fomentada por factores internos. Como hemos dicho, los inicios de la crisis están ligados a la Guerra Civil Española y a la Segunda Guerra Mundial, así como a los períodos posbélicos y al aislamiento español. A partir de 1936 hasta bien avanzados los años cincuenta, Canarias estará prácticamente ausente del mercado europeo. El mercado peninsular paliará la situación, pero sólo en parte. Cuando van regularizándose las relaciones con Europa, las mejoras tecnológicas en transportes marítimos e industria del frío han permitido la aparición en los mercados europeos de una competencia americana y africana con mejores precios de producción, lo cual, unido al descenso de los costos de fletes, repercute en mejores precios de venta que el plátano canario. Además, las grandes transnacionales fruteras establecen políticas que en general, perjudican los intereses canarios. La carencia de canales y medios de comercialización colocará al Archipiélago en una situación muy desventajosa que le impedirá una apreciable recuperación del mercado europeo. La caída del plátano en los inicios de la crisis y la falta de plena recuperación posterior hace que se vaya perdiendo la función de com- 69 plementariedad con la agricultura del interior, derivándose hacia funciones de autoconsumo exclusivamente. Incluso en las zonas plataneras del Norte, las necesidades alimentarias conducen al cultivo asociado del plátano, con lo que los rendimientos se hacen aún más bajos. En esta situación, varios factores incidirán en la total desorganización del antiguo sistema agrario. a) Las altas densidades en el Norte y su influencia en los pequeños tamaños de las explotaciones. En el Sur, pese a las densidades de población mucho más bajas, de hecho existió en las zonas interiores un problema similar al tratarse de áreas cerealistas de secano con un régimen de lluvias muy irregular. b) La peculiaridad migratoria gomera. Aun cuando la emigración a Venezuela tuvo importancia, predominó de antiguo la tendencia migratoria a Tenerife. Este hecho creó una baja moviUdad de la propiedad. El pequeño campesino, dejando aparte la mano de obra peonal, emigraba pero no vendía sus propiedades, que en último término constituían cierta seguridad ante un posible fracaso, sino que las dejaba en cultivo a partes o simplemente las abandonaba. Si a ello unimos la ocupación exhaustiva del suelo con posibilidades agrícolas se comprenderá que a mayor emigración, mayor proporción de suelo abandonado o subexplota-do, lo que conduce a un nuevo reciclaje migratorio. c) La mejora de comunicaciones de San Sebastián con el resto de la isla, durante los años cincuenta y sesenta, rompió el tradicional aislamiento en el que se había apoyado la acusada autarquía agraria. Ello ocasionó la irrupción progresiva en el mercado gomero de productos agrarios exteriores a través de San Sebastián, que significativamente hace efectiva su capitalidad por estos años. Dada la escasa rentabilidad de la producción gomera, su carácter irregular y su valoración autárquica, no pudo hacer frente competitivo, por lo que los mercados costeros, perdido cualquier resto de autarquía, pasaron a depender en buena medida de la producción agraria exterior. Este proceso se ve agudizado con la mejora de las comunicaciones exteriores de la Isla. d) Durante los años cincuenta, pero sobre todo a partir de los sesenta, el proceso de consohdación urbana de Santa Cruz de Tenerife creó un área de intensa atracción poblacional. A esto hay que añadir la expansión agrícola del Sur de Tenerife y el auge turístico a partir de 1965. Por primera vez se creará un mercado de mano de obra de cierta importancia y próximo. Esta situación se combina con la extrema crisis del campo gomero, incapaz de proporcionar un sistema de vida estable a una población que, aunque descendente, era excesiva a causa del nivel de de- 70 terioro general del sistema agrario. En estas circunstancias no puede extrañar la gran oleada migratoria que reduce la población de La Gomera casi a los niveles que tenía en 1900 y deja a la Isla sin capacidad de respuesta ni adaptación. Así pues, todos estos elementos combinados dieron lugar a la persistente crisis. Mientras que las zonas costeras se estabilizaron o retrocedieron moderadamente, excepción hecha de los crecimientos de San Sebastián y últimamente de las entidades costeras de Valle Gran Rey, el interior de la Isla se sigue despoblando aceleradamente pese a las crecientes dificultades migratorias. La apertura de un mercado de mano de obra y la situación estructural de la antigua agricultura de autoabastecimiento ( pequeña propiedad, congelación de suelo cultivado y pérdida del mercado interior de autoabastecimiento), conectadas a la falta de alternativas claras en cuanto a productos de exportación y en cuanto a un desarrollo económico, colocan a la agricultura gomera de autoabastecimiento en una dificilísima situación, perfectamente reflejada en la imparable decadencia poblacional y en la creciente dependencia exterior. La organización agraria ha cambiado totalmente. Si con anterioridad a 1950 existía una acusada complementariedad entre la agricultura de autoabastecimiento y la de exportación, en el momento presente cualquier expansión costera ( sea agrícola o terciaria) acelerará la despoblación del interior por atracción masiva de mano de obra. Por tanto, la estabihzación de la población de medianías y alturas pasa por la recuperación del mercado interno de abastecimiento con carácter competitivo, sea cual sea la opción económica adoptada para la costa. En resumen, el hecho claro es que La Gomera ha mantenido sistemáticamente productos de exportación como medio de equihbrar su relación con el exterior. Ahora bien, tal sistema funcionó de forma más o menos estable o, mejor, con crisis controladas mientras predominó un aislamiento exterior e intercomarcal que facilitó el mantenimiento de una producción de autoabastecimiento. Esto es válido incluso para los cuarenta primeros años del siglo XX. Es difícil calcular cuál es la población tolerable en un marco territorial, dada la variabilidad de exigencias vitales y los condicionantes estructurales sobre el uso de recursos. Lo que parece claro es que en 1940 la población gomera era excesiva para una economía de base esencialmente agraria, es decir, directamente hgada a los recursos derivados del suelo. Indudablemente, la abundancia relativa de agua en La Gomera permitió una continua expansión agrícola y posiblemente, en lo que a este recurso se refiere, en 1940 no se habría llegado a un tope de explotación. Pero el carácter público del agua, siendo en principio beneficioso para la agricultura de autoabastecimiento, 71 impidió la utilización preferencial. De todas maneras, mucho más importante que la sobreexplotación de recursos fue la desestructuración de un sistema agrario en el que la carencia o no de agua no fue un factor determinante. Más problemática fue la carencia de suelo que, conectada con la disponibilidad de agua, explica las increíbles ocupaciones agrícolas mediante bancales en zonas regables. Solamente en el Sur la escasez de precipitaciones y de obras de captación hizo valorar el factor agua por encima de la disponibilidad de suelo. Así pues, la introducción masiva de una agricultura industriaUzada de carácter intensivo, orientada hacia la exportación, supone una ar-tificiahzación de la actividad económica — tanto más cuanto que no está ligada a procesos agrícolas complementarios dentro del propio territorio— y permite notables crecimientos poblacionales en base a tal cambio. El problema es que este planteamiento conlleva un gran aumento de la dependencia exterior sin contrapartida. En el actual momento de transición de La Gomera hacia un enfoque más acusadamente terciario de la actividad económica, la artificiaU-dad se agudiza, convirtiéndose la base territorial en un campo de operaciones más abstracto, menos limitativo. Este hecho permite teóricamente crecimientos poblacionales más amplios que cualquier otro enfoque a corto y, como mucho, medio plazo, pues la doble dependencia exterior — agricultura de exportación y turismo—, sin consolidación alguna de las actividades que se inician y terminan dentro del propio territorio, no garantiza una aceptable estabilidad. Este aumento de la dependencia exterior exige un detenido estudio de las bases de comercialización de los nuevos productos y medidas de reforzamiento de los mercados interiores. En caso contrario, la acumulación poblacional conseguida de esta manera llevará a una desestructuración aún más profunda del sistema, por lo que las próximas e inevitables crisis — dado el aumento de la dependencia exterior— conducirán a nuevas y más intensas oleadas migratorias y a la búsqueda de una nueva artificialización económica o, en el caso límite, a la financiación por perentorias necesidades sociales de actividades de carácter netamente irrentable, cuyo origen se encuentra precisamente en el descrito proceso de inversiones a corto plazo. 2.2.2. ALGUNOS ASPECTOS CUALITATIVOS DE LA POBLACIÓN Hasta 1930 la composición sectorial de la población activa se mantiene prácticamente invariable respecto de las últimas décadas del si- 72 glo XIX. El predominio del sector primario y, dentro de él, de la agricultura es abrumador. La presencia dentro del subsector agrario de aparceros tiene una enorme importancia. En este sentido hay que decir que las clasificaciones censales no son demasiado cuidadosas, apareciendo recogidos los sistemas de cultivo a partes como peonales. No obstante, con toda seguridad, al menos en el norte y el oeste de la Isla, este peonaje representa fórmulas de medianería, heredadas, en ocasiones al menos, de la época señorial. La ausencia de una agricultura fuertemente capitalizada, salvo en los enclaves del sur de la Isla y en algunas propiedades de cierta extensión en el norte, impedirá precisamente un desarrollo masivo del sistema peonal, debiendo, por tanto, entenderse que las cifras de peonaje se refieren en buena medida a sistemas de medianería más o menos reconocidos. Estas afirmaciones hay que matizarlas sin embargo a través de una consideración: posiblemente la pequeña propiedad daba lugar, como ocurre actualmente, a un doble empleo de agrícola ( medianeros- peones o propietarios- peones). Así pues, en las tres primeras décadas del siglo se da una escasa evolución de las relaciones de propiedad. Únicamente es observable un ligero descenso del peonaje agrícola, unido a un apreciable aumento — al menos en el norte-— del número de propietarios por herencia o, simplemente, a un cambio en los sistemas clasificatorios. Entre 1930 y 1950 se confirma la tendencia anteriormente descrita con un apreciable aumento del número de propietarios y una gran disminución del peonaje agrícola. A partir de los cincuenta los descensos serán sistemáticos tanto entre propietarios como entre peones, aunque más acusados entre estos últimos. En definitiva, como veremos más adelante, la emigración gomera tiene un carácter profesional selectivo, centrándose sobre todo en los niveles menos estables de la agricultura ( peones y aparceros, en primer lugar, y pequeños propietarios en segundo). En cuanto al resto de las actividades, las cifras se mantienen también hasta 1930, comenzando una lenta evolución a partir de ese año. En 1950 se ha elevado algo el peso del sector terciario y del sector iii-dustrial ( por efecto de las industrias conserveras fundamentalmente). Esta evolución se confirma en los treinta años posteriores, aumentando enormemente el peso del sector terciario. La construcción, desde su modestísima representación en 1950, pasa a tener una gran importancia en 1981. La industria se estancará a consecuencia de los cierres de las factorías del sur. La tabla 6 permite comprender mejor los procesos descritos. 73 TABLA 6 DIST |
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C |
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F |
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M |
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N |
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P |
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R |
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T |
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V |
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X |
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