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PASEOS NOCTURNOS POR LA VIEJA CIUDAD La Periferia de la Vieja Ciudad EXCMO. AYUNTAMIENTO DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Fiestas Fundacionales de la Ciudad. 2004. © por los textos: los autores. © de la presente edición: Excmo. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Colaboran: Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Fundación Mapfre Guanarteme. Diseño editorial: PREMÓN. Asociación Cultural de Ediciones y Periodismo. Depósito Legal: G. C. 409 - 2004. Imprime: TEGRARTE, s.1. - Textos, Gráficos & Arte de Telde. Tfn. 928 69 55 51 -La Herradura - Telde - Gran Canaria. SALUTACiÓN Los "Paseos Nocturnos por la Vieja Ciudad", se han consolidado como una de las actividades más propias, características y esperadas de las que cada año componen el programa de las Fiestas Fundacionales de Las Palmas de Gran Canaria. Tras recoger el testigo una etapa anterior en la misma década de los noventa, y teniendo siempre presente el recuerdo y testimonio de los primeros paseos, celebrado uno con motivo de las celebraciones del 500 Aniversario de la ciudad, en 1978, y otros entre las actividades culturales de Semana Santa en algunos años de la década de los años ochenta, en 1996 comenzamos una larga etapa de ocho años, en la que procuramos introducir algunas pautas, como la edición de las intervenciones, que se reparten al final de cada Paseo, o la colocación de una placa relativa a la temática de cada año, que han contribuido a dar a esta actividad un carácter propio y estable; me atrevería a decir que se ha constituido una nueva tradición, un nuevo uso, que ya es una costumbre casi obligada cada mes de junio para muchos de nuestros conveCinos en los viejos barrios de Vegueta y Triana. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD También, por el estilo introducido tanto en la elección de temas y recorridos, en los que pesa mucho las efemérides que concurren y los recorridos que se establecen con este propósito, como el estilo que se ha impuesto en las alocuciones de cada uno de los cuatro o cinco intervinientes en cada edición, podemos afirmar que estos "Paseos por la Vieja Ciudad" se han convertido en una auténtica crónica viva y muy participativa de nuestra ciudad, de su historia, de sus costumbres y tradiciones, que todo vecino interesado puede compartir a pie mismo del lugar donde acaecieron los hechos que se rememoran, imbuyéndose de la esencia de ese espíritu que conforma el carácter y la idiosincrasia de esta urbe de 526 años de vida. Creo, sin temor a equivocarme, que estos paseos y quienes en ellos participan, constituyen en la actualidad una auténtica crónica del ayer y del presente de Las Palmas de Gran Canaria. En esta etapa de ocho largos años hemos contado con la presencia multitudinaria y constante de los muchos vecinos de esta ciudad, quienes son los auténticos protagonistas de este acto; a todos ellos quiero darles las gracias por el interés y el profundo cariño que de esta forma manifiestan por su ciudad, por su propia historia. También en estos años hemos tenido con la colaboración permanente de dos instituciones señeras, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria y de la Fundación Canaria Mapfre - Guanarteme, a las que desde aquí agradezco su comprensión y su desinteresada aportación a estos "Pa- 6 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD seos"; no puedo tampoco olvidar el trabajo de quién ha estado como coordinador de los mismos, el profesor y escritor Juan José Laforet, que ha puesto toda su alma y su ilusión en cada uno de ellos, por lo que así mismo le hago llegar nuestro público reconocimiento a su labor. Ahora, culminado el año de conmemoración del 525 Aniversario de la fundación de la ciudad, se impone continuar dinamizando esta actividad, introduciendo algunos nuevos modos y ampliando su cobertura. Así, y con la experiencia del año pasado, cuando comenzamos el paseo en uno de los lugares fundacionales, más señeros y emblemáticos de la ciudad, como es el Castillo de la Luz y su entorno en La Isleta y el Puerto, para trasladarnos luego, en nuestra "Guaguas Turísticas" a Triana y Vegueta, que fue enormemente satisfactoria para las cientos de personas que disfrutaron del mismo, en el presente hemos creído conveniente convertir el paseo a pie en un paseo en guagua por lugares enormemente significativos en la periferia de la vieja ciudad, lo que ofrecerá una nueva dimensión de la imagen histórica de Las Palmas de Gran Canaria. A todos, una vez más, muchas gracias por su participación en este acto con el que nos felicitamos por un nuevo cumpleaños de nuestra querida ciudad, del viejo Real de Las Tres Palmas, la hoy Muy Noble y Muy Leal Ciudad del Real de Las Palmas de Gran Canaria. Josefa Luzardo Romano. Alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria. 7 PROPÓSITO El Paseo Nocturno es una ocasión para recordar, para compartir el legado que nos han dejado los siglos, para discutir las influencias históricas y sociales, para conversar, para reencontramos con el mar, con el barranco, con las palmeras, con las luces de la noche, para hacemos confidencias sobre nuestra cultura y nuestra diversidad. Este acto nos invita a reencontramos con algunos de los lugares que más saben de la historia de la ciudad. En esta ocasión y por primera vez, vamos a salir del perímetro inicial de la ciudad, Vegueta y Triana, para saber, cómo Las Palmas de Gran Canaria encontró su expansión en medio de las colinas y los arenales fuera de esas dos murallas, una al norte y otra al sur, que durante siglos la limitaron. Los escenarios del Paseo Nocturno 2004 evocan murallas y fortificaciones de defensa, pero también entrada de personas y con ellas, de ideas y culturas. La puerta de Triana en la muralla norte, el castillo de San Francisco y su inmejorable vista al horizonte, la ermita de San Nicolás, que fue el paso de miles de personas procedentes del interior de la isla, el castillo de Santa Isabel en el límite sur de la ciudad PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD y la iglesia de San José desde donde divisaremos el torreón de San Cristóbal, los restos del antiguo castillo de San Pedro. Quiero agradecer de manera muy especial la participación de las personas que se convertirán esta noche en nuestros guías. Alfredo Herrera Piqué, Juan Sebastián López García, María del Pino Marrero Henning, Miguel Rodríguez Díaz de Quintana y Encarna Galván González. Iniciamos nuestro recorrido en el Parque San Telmo junto a la muralla y la puerta de Triana, la entrada a la ciudad para aquellos que arribaban al puerto de la isleta. Una placa recordará desde hoy este lugar que el lenguaje popular señaló como dentro y fuera de la portada. Domingo J. Navarro, en el siglo XIX, describía de manera irónica el trayecto a través de los arenales que se encontraban fuera de la portada como una legua de desierto de arena con sus movibles montañas, sus llanuras y sus depresiones ... sin camino no vereda sufriendo constantes caídas, unas veces encima y otras debajo de tu lacerado burro, tardarás una hora en llegar a las murallas de la vieja ciudad. Sin duda, el denominador común y testigo permanente de nuestra historia es el mar, cuyo horizonte describió Manolo Padomo para recordarnos que siempre ha sido parte de nuestro camino y no un límite: 10 LA PER IFERIA DE LA VIEJA CIUDAD El mar es una larga carretera. Comienza aquí, debajo de mi casa Arranca desde aquí, sobre la orilla y va, como una larga cinta echada Desde mi puerta al infinito, afuera. Espero que este recorrido sea enriquecedor y que sobre todo despierte nuestra curiosidad y nos invite a reflexionar sobre el legado que nos han dejado estos 525 años de historia de Las Palmas de Gran Canaria. María Isabel García Bolta. Concejala de Cultura. 11 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD i La d l. afue de la iudad Ol m a 1 4 . 12 PRESENTACiÓN Durante varios años estos "Paseos Nocturnos por la Vieja Ciudad" se han dirigido al corazón de los viejos barrios de Triana y Vegueta. A través de ellos nos hemos reencontrado no sólo con elementos y personajes que conforman la historia grande de Las Palmas de Gran Canaria, sino que nos hemos acercado al espíritu mismo de la idiosincrasia de estos barrios fundacionales, a las costumbres y tradiciones trianeras y veguetenses, a la poesía y el misterio que brotan de sus patios y zaguanes solariegos, de sus piedra talladas por el artista y por el tiempo que les da el molde definitivo, a las voces de todas las generaciones de laspalmeños que aún permanecen impregnadas en el ámbito de las viejas plazas, plazuelas y callejones. Pero todo corazón tiene también su periferia, y tanto monta, monta tanto, que no hay corazón sin periferia, ni periferia sin corazón, por lo que, tras varios años, se hacía imprescindible un acercamiento a estos lugares enormemente significativos de la imagen y la historia de los viejos barrios de Las Palmas de Gran Canaria. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Por ello se decidió que era oportuno visitar cinco puntos que compendian gran parte de lo que fue la imagen de la ciudad en sus primeros siglos de vida; cinco puntos en los que valorar la presencia de las antiguas murallas norte y sur, su vieja portada a los arenales , el sistema de fortificaciones defensivas, las ermitas que salpicaban el entorno urbano, los riscos y casas cuevas, las huertas, auténticas despensas de las cocinas de la vieja ciudad, o el histórico "Cementerio de Vegueta", aparecido ya al comienzo del siglo XIX, verdadero mausoleo y panteón de grancanarios ilustres. Para alumbrarnos con su palabra este histórico, y diría que ineludible, recorrido por la periferia de la vieja ciudad, contamos este año con la partición en primer lugar del escritor e investigador D. Alfredo Herrera Piqué, que nos hablará de la antigua muralla norte y el torreón de Santa Ana, así como de la popular "portada de Triana". Luego tras un paseo en la "guagua turística", desde lo alto del "Castillo de Mata", con el castillo de San Francisco, o del Rey, a nuestras espaldas y la ciudad a nuestros pies, en una panorámica bellísima, única, el profesor y doctor en historia del arte D. Juan Sebastián López García nos hablará del antiguo sistema defensivo de la ciudad. Tras descender del histórico risco y ante la ermita de San Nicolás la profesora y doctora Dña. María del Pino Marrero Henning se referirá a este edificio y al antiguo camino real de mar a cumbre, que partía junto al mismo, testigo de las primeras venidas de Nuestra Señora del Pino. Desde allí nos trasladaremos al Cementerio de Vegueta, ante el cual el investigador, 14 · LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD heraldista y genealogista D. Miguel Rodríguez Díaz de Quintana versará acerca de este camposanto y sobre la muralla sur, que partía del viejo torreón de Santa Isabel y llegaba hasta el actual Risco de San Juan. Tras una última etapa en guagua llegaremos ante la Iglesia de san José, donde la profesora y doctora en historia Dña. Encarna Galván González culminará el paseo con unas referencias a este templo parroquial, a la antigua Vega de San José y al Torreón de San Pedro Mártir, popularmente conocido como "Castillo de San Cristóbal", que se puede desde allí observar en la línea del litoral. Sin más preámbulos, y deseándoles disfruten del Paseo por la periferia de la vieja ciudad, dispongámonos a comenzar este recorrido en su edición del año 2004. Juan José Laforet. 15 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD El Barrio de Triana en el plano de Pedro Agustín del Castillo, 1686, donde se aprecia la Muralla Norte, entre el Castillo de Santa Ana en el mar y el Castillo de Mata en la montaña, así como la antigua Puerta de Triana. 16 LA PUERTA DE TRIANA, Y EL PORVENIR DE LA VIEJA CIUDAD Evocar la periferia de la ciudad histórica nos lleva a recordar las antiguas ermitas de Las Palmas y a recorrer, en la memoria, las históricas fortificaciones. Es decir, a introducirnos en la historia de las arquitecturas religiosa y militar de esta villa. El haber elegido la perspectiva de la periferia para el recorrido histórico de este año nos ofrece un nuevo punto de vista, que antes no se había seguido en estos paseos dedicados a rememorar las edades urbanas que nos han precedido. Ya en el primer cuarto del siglo XVI, las ermitas marcaban la periferia de la Ciudad Real de Las Palmas, porque, como era habitual en todas partes, fue común erigirlas en los aledaños del casco urbano. Estos hitos eran los oratorios de San Pedro Mártir -junto al cual se edificó el convento dominicano- y San Marcos, que señalaban los confines meridionales; la Vera Cruz, en el naciente; la ermita de San Roque y la de los santos Justo y Pastor, en el poniente; Nuestra Señora de la Concepción, al norte, como también, pero más alejadas, las de San Telmo, Espíritu Santo y San Sebastián, modestos lugares de oración que se alzaban en la periferia septentrional. Además, estaban los primeros y más antiguos santuarios dispersos en los arenales y el istmo: Santa Catalina, fundación anterior a la conquista de la isla, y Nuestra Señora de la Luz, erigida por PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Juan Rejón al desembarcar en las playas de la Isleta. Aquí, en el Parque de San Telmo, la ermita de este nombre es fiel testimonio de aquellos primeros tiempos de la formación de nuestra ciudad. Fue el pequeño templo del gremio de mareantes, que lo enriqueció con los bellísimos retablos barrocos que ornamentan sus altares. Fuera del recinto amurallado quedaron las ermitas de San Sebastián y del Espíritu Santo, destruidas por los soldados holandeses en 1599. Por consiguiente, el contorno norteño de la villa lo dibujaban estas tres ermitas que se correspondían con la primera fase de construcción de esta capital. En los finales del siglo XVI y en las dos centurias siguientes, el horizonte de la villa estaba iconografiado por sus baluartes y su sistema de fortificaciones, así como por lo caracoles, las dos torres góticas de la Catedral, que ya se habían levantado hacia el año 1520. Precisamente, nos hallamos en el sitio por el que discurría la muralla que protegía a la ciudad por el norte. Su construcción está unida a la esclavización y venta de mil africanos en las plazas esclavistas de América. Vamos a permitirnos un pequeño viaje en el tiempo. Estamos en la segunda mitad del siglo XVI. Un ingeniero militar que había enviado Felipe TI para diseñar las defensas de la población, proyecta la edificación de dos murallas paralelas en ambos flancos de la villa, así como en la construcción de una fortaleza en la loma de San Francisco. Para poder costear las fortificaciones, el monarca concede licencia para la trata y comercio de mil esclavos en las Indias, fijando el precio de cada uno en veintiséis ducados. En aquel tiempo, las comunidades africanas estaban estructuradas en tribus, pero también había reinos impor- 18 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD tan tes en el golfo de Guinea. Entonces eran los portugueses los que dominaban la trata afroatlántica. La tarea de capturar, comprar y embarcar esclavos en las costas africanas era sumamente complicada. Los barcos de la trata tenían que anclar en los estuarios de los ríos de las comarcas esclavistas, con sus tripulantes agobiados por el calor de los trópicos, por las fiebres y por las enfermedades. Los negreros tenían que negociar con los traficantes europeos allí establecidos o con los reyezuelos africanos, hasta conseguir un precio de compra favorable, a cambio de armas, clavos, trozos de hierro, baratijas y prendas de vestir. En las costas permanecían meses acumulando, poco a poco, hombres, mujeres y niños, despositándolos en las factorías y en los fuertes costeros, hasta completar la capacidad del barco. Una nave de la época podría transportar entre cien y doscientos africanos, encadenados apretadamente en sus tétricas bodegas. Una parte de ellos moriría durante un trayecto de terribles sufrimientos, viaje a lo desconocido que eran incapaces de comprender. Pues bien, el atroz destierro de aquellos mil africanos sirvió para levantar las fortificaciones de Las Palmas. Esta muralla del norte debió de construirse por los años 1577 y 1578. Se extendía paralelamente al barranquillo de Mata, en la línea que más tarde formó el Paseo de los Castillos. Tenía seis metros de altura y una banqueta interior para la circulación de soldados y arcabuceros. Por el naciente la defendía el baluarte de Santa Ana, levantado en 1581 sobre un marisco costero, por lo que quedaba aislado en la pleamar. Y por el poniente, la muralla estaba protegida por una casamata de planta circular, desde la que discurría 19 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD un lienzo hasta la plataforma de San Francisco. La muralla sólo tenía una puerta, con rastrillo, para la entrada y salida hacia el camino de las Isletas. Era la portada de Triana, que marcó el espacio urbano durante siglos. Más allá de la portada se desplegaba el paradisíaco sistema dunar que adornaba el istmo, lengua de tierra que dividía el Atlántico hasta la Isleta. Allí desembarcó el gran ejército de tierra holandés en el ocaso del siglo. Era un gran contingente militar que triplicaba el número de habitantes de la villa. Los holandeses asediaron la ciudad y trataron de expugnarla situándose ante la muralla. La defensa fue heroica y el alcaide del fortín de Santa Ana, carente ya de munición, les disparó las mismas llaves del baluarte antes que acceder a rendirse. Finalmente, a la una de la tarde del 28 de junio los atacantes entraron en las calles de Triana. Las Palmas acababa de cumplir 121 años de vida. Fue el hecho histórico que cerró el primer gran capítulo de la historia de nuestra población. Como decimos, la muralla definió el límite septentrional durante casi tres siglos. Después de cerca de dos centurias de ensimismamiento y de letargo, Las Palmas quiso abrir una nueva puerta al mundo atlántico. Estamos ya en el tiempo de la Ilustración, periodo que se distinguió, en lo que se refiere a la esfera de lo urbano, por el fomento de la higiene, el confort, el equipamiento y el ornato público de las ciudades. Leves brisas de aquel periodo se percibieron también en Las Palmas. Para recibir a los viajeros y navegantes que entraban en la ciudad por la puerta de Triana, aquí se emplazó una pequeña alameda que les ofrecería umbría y frescor tras su recorrido por los arenales. Este fue el precedente del parque de Cervantes, antecesor de 20 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD nuestro Parque de San Telmo. Pero lo más importante fue un acuerdo municipal en el año 1775, proponiendo la construcción del primer muelle que tuvo Las Palmas, precisamente al naciente de la muralla. Su construcción se inició en 1811, aquel annus horribilis en el que la población sufrió la epidemia de fiebre amarilla. Durante largos años se tallaron pesados bloques de piedra sillar, que se iban colocando, como en un rompecabezas, hasta ir construyendo los diques de aquella prolongada obra que nunca llegó a terminarse. Pasado más de un siglo, en 1928, el abandonado dique fue realzado por la majestuosa escultura que Victorio Macho dedicó a Galdós, quien en 1864 había partido para la península desde este desembarcadero, con el estómago encogido ante la peripecia del viaje. Hoy el primer puerto que tuvo la villa yace sepultado bajo la urbanización de la Ciudad del Mar. La muralla comenzó a demolerse comenzada ya la segunda mitad del siglo XIX. Pero el baluarte de Santa Ana le sobrevivió varios decenios. Al desaparecer la muralla se abrió el primer proceso de expansión urbana, porque ello coincidió con la desamortización de baldíos del Estado y bienes realengos que se produjo en el año 1855. Unos pocos propietarios se hicieron entonces con grandes extensiones de tierra en los Arenales y en Santa Catalina. Para la edificación de los terrenos más cercanos a la urbe, el Ayuntamiento diseñó una sencilla ordenación compuesta de modestas vías inaugurales (Venegas, Alonso Alvarado, etc.), en las que se parcelaban solares dispuestos para levantar las nuevas casas de los Arenales. A partir de 1857, las sesiones plenarias municipales van aprobando centenares de peticio- 21 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD nes de concesión de terrenos y, sobre todo, de licencias de edificación. Se trataba de pequeñas casas terreras que se fueron alineando hasta formar, en dos décadas, un pequeño barrio, situado fuera de la portada. Muchos de los sucintos planos -simplemente escuetos alzados de fachadas- que acompañaban a las solicitudes estaban firmados por el maestro Francisco de la Torre, quien desarrolló una gran actividad constructora en esta segunda mitad de la centuria, especialmente en la edificación neoclásica del casco antiguo. Pero más que este primer suburbio, lo que tuvo trascendencia para el futuro de la urbe fue el trazado y construcción del camino del Puerto (1854) y, más tarde, el comienzo de la construcción del Puerto de la Luz (1862, 1883). En esta vieja periferia del norte estaba, sin duda, el porvenir de la población. La carretera del Puerto marcó el eje de la futura ciudad lineal de Las Palmas. En la nueva periferia de la bahía de las Isletas, los muelles aportarían la comunicación, el comercio, la riqueza y la modernización. El crecimierito económico y el surgimiento de una nueva clase mercantil propició que la Vieja Ciudad se adornara con edificaciones del nuevo estilo, el modernista, especialmente en el barrio de Triana. El Parque de San Telmo se diseñaba y se ampliaba en aquellos principios del siglo XX y aquí se alzó en 1923 una de nuestras pequeñas joyas del modernismo, el hermoso kiosco-café que proyectó el arquitecto Fernando Navarro. Durante varias centurias, la Puerta de Triana había definido el tamaño de la villa histórica por el norte. Enton- 22 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD ces se podía saber con certeza en donde empezaba y en donde terminaba la ciudad. Hace siglo y medio que desapareció la vieja portada, junto con la muralla y, después, el castillete de Santa Ana. Hoy se coloca aquí una placa que trata de reencontrar su memoria. Tampoco existe ya el muelle de San Telmo, perdido hace justamente cincuenta años, pero aquí permanece la vieja ermita y está también el neoclásico Palacio Militar de finales del XIX, y estamos ahora en este parque, heredero de la primitiva alameda del XVIII. Y pervive, e.ntre la generación más antigua, la expresión "fuera de la portada" que, de alguna manera, entonces quería significar lo que era y lo que no era la ciudad. En este lugar, el entorno de la población ha cambiado totalmente. Este espacio era aquí de azul y oro, de naturaleza y de horizontes, de aires marinos y de remotos arenales. Todavía podemos recordar, con Isaac Viera, las carretas de la romería de la Luz que cruzaban el istmo, dirigiéndose hacia el primitivo santuario. Podemos escuchar el eco de los collares de campanillas de los bueyes y las mulas que arrastraban la fila de innumerables carruajes, exornados con exuberante follaje. y sentir la alegría y el jolgorio de las jovencitas y damas ataviadas con las blancas mantillas, y de los caballeros de antaño, tocando timples y guitarras, y entonando nuestros aires típicos. Porque la ciudad no es solamente el tejido de sus plazas, calles y edificaciones, sino que es sobre todo el sentir de sus gentes, una urdimbre de generaciones, de mentalidades, de sentimientos, de estructuras sociales, un espacio heterogéneo de convivencia, de procesos de cambio y de nuevas metas e ideales. Pero, además, es un conjunto de símbolos sobre los que se asienta nuestra personalidad como ciudadanos. Hasta hace un siglo, Las Palmas de 23 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Gran Canaria permitía una interpretación clara e inteligible como entidad urbana. Hoy ya no es así. Esta población de cuatrocientos mil habitantes es mucho más complicada, y más contradictoria, en su comprensión. Conservar la memoria histórica de nuestra capital es la única manera de entenderla, de asumirla y de respetarla. De ahí nuestra dedicación a la defensa y difusión de nuestro patrimonio histórico y monumental. De ahí, nuestro empeño en proyectar un Museo Histórico de la Ciudad, que he presentado hace años al Ayuntamiento. De ahí, también, nuestra propuesta de instar la petición de declaración del Centro Histórico de Las Palmas de Gran Canaria como Patrimonio Mundial de la UNESCO. La memoria y el estudio que sirve de fundamento a esta petición, que me fue encargado por la Corporación Municipal, han sido concluidos. Ahora toca al Ayuntamiento de nuestra capital implicarse intensamente en la consecución de una distinción y un reconocimiento para los que el casco antiguo posee los suficientes valores históricos y patrimoniales. Alfredo Herrera Piqué. 24 LAS PALMAS DE GRAN CANARIA: CASTILLOS y MURALLA. PATRIMONIO CULTURAL Y RECURSOS SOCIAl. Las Palmas de Gran Canaria estuvo delimitada hasta el siglo XIX por la muralla, la cual definía claramente lo que era urbano. Esta característica de la ciudad no la compartió con todas las capitales insulares, ni tan siquiera con otras importantes como San Cristóbal de La Laguna, ya que su justificación no fue de carácter administrativo sino defensivo. Los atacantes llegaban por mar y los emplazamientos costeros fueron los escogidos para la defensa, aunque también se cuente con algún ejemplo aislado de fortaleza en tierra adentro. C anarias estuvo a lo largo de los siglos en el punto de vista de las potencias enemigas de cada momento y así, una buena parte de la historia urbana de varias localidades, se ha hecho a fuerza de destrucciones y reconstrucciones. Santa Cruz de La Palma, Santa María de Betancuria, San Miguel de Teguise y Las Palmas de Gran Canaria, posiblemente sean los ejemplos más trágicos, aparte de otras localidades que sufrieron ataques de menor entidad. Siempre el valor de los isleños supo vencer al intruso y gracias a su voluntad se levantaron de nuevo las iglesias, conventos, casas y otros edificios que a su paso destruyeron los invasores. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Desaparecidos los peligros externos y evolucionadas las estrategias bélicas, los avances en las artes militares dejaron obsoleto el sistema defensivo heredado y muchas de las viejas instalaciones fueron abandonadas, mientras otras fueron destruidas para favorecer el crecimiento de las ciudades o dar paso a nuevas infraestructuras. Así, entre otros, cayeron los muros defensivos de Las Pahpas y en Santa Cruz de Tenerife se demolió el Castillo de San Cristóbal, considerado el principal de la isla, para dejar el solar a lo que actuahnente es la Plaza de España santacrucera. Por ley, los castillos canarios quedaron protegidos de forma general, junto al resto de los españoles, por el Decreto de 22 de abril de 1949, del Ministerio de Educación Nacional (BOE de 5 de mayo de 1949). En cuanto a declaraciones particulares, en Gran Canaria se tienen la del Castillo de La Luz (D. 12 de julio de 1941, BOE 26 de julio de 1941) y la Antigua Muralla de Las Palmas (D. 60/1997, de 30 de abril, BOC n° 62, de 26 de mayo de 1997); mientras los restantes (Castillo de Mata, Castillo del Rey o de San Francisco y el de San Pedro Mártir en San Cristóbal) se les considera declarados Bien de Interés Cultural por el referido decreto genérico. Contrastando estas referencias con las declaraciones de los bienes de todas las categorías, llama la atención que de los que obtuvieron protección legal en el archipiélago, el pionero de todo Canarias fuera precisamente el Castillo de La Luz (1941), apareciendo más tarde en esa relación el Castillo de Santa Catalina de Santa Cruz de La Palma (1951). En consecuencia, el primer edificio que se consideró digno de ser declarado monumento en 26 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD la comunidad autónoma fue un ejemplo de arquitectura militar y, además, grancanario de la ciudad de Las Palmas. A pesar de esa temprana declaración a su favor, el valioso legado de la arquitectura militar ha tenido una desigual suerte, especialmente por la pérdida generalizada de su primitiva función y la falta de una tradición política en patrimonio histórico. La tendencia actual es valorar y recuperar lo que ha quedado de esa herencia y, en este sentido, la ciudad de Las Palmas destaca por el interés y esfuerzo en salvaguardar la totalidad de este acervo. En el resto de las islas, en Fuerteventura y Lanzarote se construyeron un reducido número de fortalezas costeras, con la particularidad de tener una con emplazamiento interior en la Villa de Teguise. La situación actual es variada y se aprecia que la mejor suerte se la han llevado las que están situadas más cerca de una población, como sucede con los dos castillos de Arrecife y el de Teguise. Estos ejemplos lanzaroteños se convirtieron en museos, de tal manera que el Castillo de San Gabriel, ahora en restauración, ha albergado el Museo Arqueológico y el de San José es el MIAC (Museo Internacional de Arte Contemporáneo), según idea del artista César Manrique. Por su parte, el teguiseño de Santa Bárbara de Guanapay es el Museo del Emigrante. Menos afortunados han sido los que, levantados en parajes solitarios, fueron atrapados por las nuevas urbanizaciones turísticas, como el torreón de San Buenaventura, más conocido como el Castillo de Caleta de Fustes (Antigua) que quedó dentro de un complejo de ocio, a manera de decora- 27 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD do del mismo. Este antecedente se debería tener en cuenta para que no le suceda lo misma al del Tostón (Torre de Nuestra Señora del Pilar y San Miguel) en El Cotillo (La Oliva). También hasta la que fuera solitaria Torre del Águila en Las Coloradas (Yaiza), cerca de las tierras del Rubicón, se prolongaron las urbanizaciones de Playa Blanca sin conciliarse muy bien con el pequeño castillo. Existen más ejemplos en otras islas, destacando el carácter de símbolo insular que ha adquirido la Torre del Conde para La Gomera o el temprano uso cultural que tuvo el Castillo de San Miguel de Garachico, en Tenerife. La isla del Teide conserva algunos otros, como los santacruceros de San Andrés, Santo Cristo de Paso Alto, San Joaquín y San Juan Bautista, éste último también conocido por "Castillo Negro" e integrado en el conjunto del Parque Marítimo César Manrique, o el de San Felipe en el Puerto de la Cruz, que de restaurante ha pasado a ser centro de actividades culturales (exposiciones, conciertos, etc.). En San Miguel de La Palma, el que fue su castillo principal de Santa Catalina -"el Castillete"-, fue adquirido por un grupo de empresarios y finalmente, tras diversas peripecias, llegó a ser considerado uno de los monumentos más importantes de Santa Cruz de La Palma. Esta fortaleza palmera pasaba en 1979 por uno de sus momentos más críticos y en su defensa se escribió: "El castillo de Santa Catalina es el único ejemplar digno de la arquitectura militar benahoarita. Su fábrica parece desbocada hacia la pérdida total, dentro de la incultura y el progreso mal entendido que lo arrasan todo. El peligro es grande porque Santa Cruz de La Palma puede perder un monumento muy importante de su historia y paso a paso quedarse sin ese algo especial que la define y le da carácter". 28 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD Con respecto a Las Palmas, plaza fuerte de Gran Canaria, hay que lamentar la desaparición de buena parte de sus fortalezas y baluartes. De lo conservado, los más alejados del centro histórico (Vegueta-Triana) son el castillo de La Luz, el más antiguo de la isla (en la periferia norte), y la torre de San Pedro Mártir, más conocida por Castillo de San Cristóbal, por ubicarse en ese popular barrio del sur de la ciudad. Mucho más moderna, pero muy interesante, es la Batería de San Juan, levantada en el siglo XIX en relación con la defensa de las islas ante la guerra con Estados Unidos; también debe ser favorecida con actuaciones de preservación. De todo el viejo sistema defensivo, el núcleo más compacto que se conserva es el conjunto de la Casamata ("Castillo de Mata"), el tramo de muralla, la plataforma o punta de diamante y el Castillo de San Francisco o del Rey. Como puede apreciarse, a pesar de las pérdidas, Las Palmas es la ciudad que cuenta con un mayor número de edificios históricos de este carácter (popularmente conocidos por "castillos") de todo Canarias. La preocupación por rescatar la arquitectura militar de la ciudad no es nueva. Actualmente están finalizando las obras del Castillo de la Luz para destinarlo a uso cultural y museístico. Al respecto hay que señalar que en 1989 se pensó instalar allí el "Museo Naval de Canarias", según un proyecto de la Zona Marítima de Canarias (Ministerio de Defensa). La inauguración estaba prevista para 1992, como una aportación a la efemérides del Quinto Centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América, con el siguiente objetivo: "Se trata de acondicionar el CASTILLO DE 'LA LUZ' , 29 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD propiedad del Ayuntamiento de Las Palmas, para su utilización como Museo Naval de Canarias, en beneficio de toda la población del Archipiélago, mediante la actualización del Proyecto de carácter técnico que fue elaborado en Diciembre de 1979 por los servicios de Arquitectura del propio Ayuntamiento. Una vez acondicionado, el Castillo sería puesto en manos del patronato del Museo para su equipamiento". Otro bien destacado es la muralla, que se puede considerar única en Canarias. De la misma, en el informe de 16 de julio de 1985 de la Inspección Territorial de Patrimonio Histórico-Artístico de la provincia de Las Palmas se puede leer: "La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, como principal población de Canarias, mereció un especial tratamiento en los planes de la Corona a la hora de su defensa. De los inmuebles conservados en la actualidad, sufre inminente peligro de desaparición, por el estado de conservación, el lienzo de muralla que asciende por la ladera trasera del Castillo de Mata, con tramos donde casi ha desaparecido la cimentación. Consideramos que por su extraordinario valor histórico, este legado debe recibir protección por parte del Gobierno de las Islas". Años más tarde, en 1988, la situación no había cambiado y la Asociación de Vecinos "Unión del Risco" es la que presenta un escrito ante la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias solicitando que "Sea urgentemente promocionada su corrservación y monumentación, 30 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD por ser Patrimonio Histórico y Cultural de nuestra isla de Gran Canaria" (Viceconsejería de Cultura y Deportes, Registro de Entrada, 16 de agosto de 1988, folio 84, n° 2154). En otro informe de ese mismo año, se puede leer: "La muralla constituyó durante siglos, aparte de su función militar, el límite entre la zona urbana y la rural de la ciudad de Las Palmas, delimitando el perímetro interior, que prácticamente quedó inalterado desde el siglo XVI hasta el XIX englobando lo que eran los dos barrios centrales de la ciudad -Vegueta y Triana- y algunos arrabales que ascendían por las lomas de las montañas cercanas y que se conocen por el nombre genérico de "Riscos", particularizado cada uno de ellos por el santo de la ermita correspondiente. La pérdida de valor del sistema defensivo antiguo y el empuje que suponía el primer ensanche moderno de Las Palmas motivaron la desaparición de la muralla. En la actualidad pervive un lienzo de muralla que se ha salvado por la ubicación marginal que ocupa, en un lugar donde la topografía no hace adecuado el suelo para la urbanización. Este tramo conservado formaba parte de la antigua 'muralla norte' de la ciudad que partía de la costa, en el castillo de Santa Ana, situado en la cercanía de la ermita de San Pedro González Telmo y Charco de los Abades y se unía a la 'Casamata' ('castillo de Mata'), para ascender por el escarpe hasta el Castillo de San Francisco del Rey. El valor histórico de este lienzo de muralla es muy alto por su significación en la historia de la ciudad y de la isla, con el valor añadido de ser un ejemplar realmente raro al haber 31 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD desaparecido las demás murallas de las ciudades canarias que las poseyeron. Por su ubicación, la muralla también posee un alto valor paisajístico y ambiental. Su incontestable valor histórico para la comunidad canaria, al ser testimonio de un largo ciclo de la historia de las islas, el ser exponente de unas técnicas constructivas desaparecidas, su tipología, rareza, etc., a lo que además hay que unir su precario estado de conservación, aconsejan su inclusión entre los bienes de interés cultural para Canarias." Como quedó referido, la muralla fue declarada Bien de Interés Cultural en 1997. Formando parte de este conjunto está el Castillo de Mata, actualmente objeto de trabajos arqueológicos, estudio y documentación para ser recuperado como espacio museístico para la ciudad (Museo de Historia de la Ciudad). Esta "casamata" defensiva era un baluarte en la muralla y ha estado sometida a sucesivas remodelaciones y ampliaciones a lo largo de los siglos, incluso algunas recientes ya que prolongó su vida activa como cuartel hasta hace unas cuantas décadas. Por su ubicación es uno de los referentes más conocidos de la ciudad, especialmente por haber constituido el arranque de la carretera general que en el siglo XIX sustituyó al antiguo Carnina Real de Gáldar, y que fue principal vía del norte hasta que en el último tercio de la centuria pasada se abriera la variante del Rincón. Así y todo, el Castillo de Mata, sigue siendo una imagen integrada en el paisaje urbano de la ciudad, final del eje de la calle Bravo Murillo -por donde corriera la vieja 32 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD muralla-, y telón de la Plaza de Nuestra señora del Pino, lugar de recuerdo de las bajadas de la patrona de la diócesis canariense y rubicense a la capital El Castillo del Rey, actualmente en total abandono, completa la secuencia del viejo sistema defensivo. Se trata de una interesante ciudadela que ofrece las mejores posibilidades para ser salvaguardada como uno de los lugares más interesantes de la ciudad. Por los problemas administrativos de propiedad, será el último bien a recuperar, pero si se actúa con inteligencia podrá ser el broche de la serie completa de actuaciones en la arquitectura militar de la ciudad. El Castillo de San Francisco o del Rey se edificó en el primer cuarto del siglo XVII según proyecto de Tiburcio Spanochi. Su construcción supuso la culminación de un programa que se estaba gestando desde la llegada del ingeniero italiano Agustín Amodeo, continuado por otros técnicos enviados por el rey Felipe I1, como Juan Alonso Rubián, quien aportó propuestas que serían fundamentales para el futuro defensivo de la ciudad, como la referida muralla (norte y sur) o el propio castillo del Rey. En todo este proceso, no hay que olvidar la figura del ingeniero cremonés Leonardo Torriani, con sus completos estudios teóricos y gráficos, quien residió en Las Palmas entre 1588 y 1593, además del emiliano Próspero Casola. Para finalizar, el valor de estas piezas queda reflejado con claridad en el siguiente texto de Alfredo Herrera Piqué (2002: 166-167): "El tratarse de uno de los más antiguos sistemas de fortificaciones del Imperio español en el 33 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA C IUDAD Atlántico demanda una contemplación histórica y una atención patrimonial que aquí queremos poner de relieve. El sistema de fortificaciones de Las Palmas fue el más relevante de las islas Canarias en los siglos XVI y XVII, Y de los primeros construidos por el Imperio español en ultramar, aunque no fuera cómparable en importancia con los de otras ciudades marítimas, como La Habana y San Juan de Puerto Rico. A los efectos de considerar el orden cronológico entre aquéllos, téngase en cuenta, por citar un ejemplo, que las murallas de La Habana, que tuvo el sistema defensivo más notable de la América hispana, sólo comenzaron a levantarse ya muy avanzada la segunda mitad del siglo XVII, casi un siglo después que las de Las Palmas, y no se concluyeron hasta pasados otros setenta años". Debidamente recuperada, el conjunto de bienes de arquitectura militar de Las Palmas de Gran Canaria pueden constituir uno de los aspectos más destacados de su patrimonio cultural, además de un importante recurso social si se le orienta adecuadamente, conciliando sus valores históricos con unos usos que no afecten a su salvaguarda, porque ante todo son documentos para la Historia. Juan Sebastián López García. 34 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD BIBLIOGRAFÍA HERRERA PIQUÉ, Alfredo (2002): Las Palmas de Gran Canaria. Patrimonio Histórico y Cultural de una Ciudad Atlántica, Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. INSTITUTO DE HISTORIA y CULTURA NAVAL DE LA ZONA MARÍTIMA DE CANARIAS: "Proyecto de creación de un Museo Naval en Canarias", expediente mecanografiado, Las Palmas de Gran Canaria, junio de 1989. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián :"Informe sobre la antigua muralla de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria", 1 folio mecanografiado, Gáldar, 16 de julio de 1985. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián: "Informe histórico y delimitación de la antigua muralla de Las Palmas de Gran Canaria", 4 folios mecanografiados más plano de delimitación, Gáldar, 7 de noviembre de 1988. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1979): "Defensa de la arquitectura militar", en La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 30 de noviembre de 1979. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1996): "Monumentos y Conjuntos Históricos. Estado de la cuestión". XI Coloquio de Historia Canario-Americana (1994), tomo 11, Casa de Colón, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, pp.283-303. 35 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (en prensa): "El arte olvidado: Lanzarote y Fuerteventura. Patrimonio inmueble". X Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura, cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, Arrecife, pp. 14-40. MARTÍN HERNÁNDEZ, Manuel y ALEMÁN HERNÁNDEZ, Saro (1998): 25 edificios históricos. Las Palmas de Gran Canaria, Colegio de Arquitectos de Canarias, demarcación de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria. MILLARES CANTERO, Sergio y DÍAZ REIXA suÁREz, Javier (1987): "Un análisis histórico-jurídico sobre el Castillo de Caleta de Fustes" . 1 Jornadas de Historia de Fuerteventura y Lanzarote. Homenaje a Francisco Navarro Artiles, tomo I, Cabildo Insular de Fuerteventura, Puerto del Rosario, pp. 392-415. 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XIX. 37 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Fachada principal del Castillo de San Francisco, ° «del Rey.» 38 LA FUNDACiÓN DE LA ERMITA DE SAN NiCOLÁS DE BARI. Hasta el siglo XVII Las Palmas de O.e., entonces Las Palmas o Canarias a secas, va creciendo dentro de las murallas norte y sur que la envolvían. En la ciudad, edificios religiosos importantes como: la Catedral, Conventos de Dominicos, Franciscanos y el de las monjas Bemardas y salpicando su perímetro se contabilizaban once ermitas. Esta noche contemplamos una de ellas, la de San Nicolás de Bari. Los fundadores de la ermita son Juan de Matos y María Oonzález, quienes fundan Mayorazgo de la totalidad de sus bienes en 1680. El origen de la gran fortuna de esta familia está en el comercio de vinos y aguardientes con América, que realizaba con embarcaciones propias, poseía también grandes inversiones en censos. Las explotaciones vitícolas las realizaba en la Vega, donde tenía una finca de 26 fanegadas. Además, dos cercados de seis fanegadas de huertas en Vegueta y varias casas. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD El seis de Julio de 1697, solicita Juan de Matos del Obispo Bernardo de Vicuña le permitiese: fundar, eregir, labrar y edificar una ermita bajo la advocación de San Nicolás de Bari y sirviese también como lugar de descanso a Nuestra Señora del Pino para cuando bajara desde Teror a nuestra ciudad. La razón que adujo para que le concediese la creación de la ermita era importante: los vecinos que vivían en la falda del Risco, sobre la acequia de Las Negreras, en el barrio de San Justo, donde llamaban el camino de Teror, eran pobres de solemnidad, no tenían ropas adecuadas para bajar a la parroquia del Sagrario en la Catedral o a los conventos de la ciudad a cumplir con el precepto de oír misa los domingos y fiestas de guardar. El protocolo de fundación de la ermita es del 31 de Julio de 1699 ante el escribano Francisco Ortega. La ermita constaba de capilla y sacristía, gradillas, lámpara de plata y campanario, dos puertas con sus marcos de piedra, una a los pies y otra en un costado. La ermita estaba enladrillada, enmaderada y encalada. Cubierta por 5.000 tejas hechas en Arucas por Agustín Trujillo, el albañil y cantero fue, Cristobal González, también de Arucas. Estando presupuestada la ermita y la imagen del santo en un total de 6.113 reales de plata. Presidiendo la ermita en la cabecera, un nicho de cantería con una columna a cada lado, su concha con sus comisas y remates para colocar en él a San Nicolás de Bari. 40 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD El maestro escultor sería Miguel Gil, vecino de Guía. La imagen mediría seis cuartas de alto, sin peana y mitra dorada, parecida a la que se encontraba en el altar de Nuestro Señor Jesucristo, en la capilla de Nuestra Señora del Rosario en el Convento de San Pedro Mártir. Se compromete además, tanto él como sus herederos, a financiar las obras que fueran necesarias en caso de ampliación de la ermita o arreglos a la misma. Por otra parte también sería el responsable de pagar los ornamentos sacerdotales así como piedra de ara en el altar, cáliz, vinagreras, patena y todo lo que necesitase para el culto divino. El primer patrono de la ermita fue el hijo de Juan de Matos, Francisco y a la muerte de éste serían sus sucesores los poseedores del Mayorazgo. Los capellanes, los hijos y descendientes de su hermana Gregoria. En una de las cláusulas del testamento que otorgó Juan de Matos el 11 de Mayo de 1717, ante el escribano Francisco Mendoza Guerra, fundó a perpetuidad una Capellanía de 25 misas rezadas a decir en un año, financiada cada una con seis reales de vellón. Las restantes misas, complemento a los demás días festivos, serían a cargo de su Patronato. Se celebrarían entre las 11 y 12 horas de la mañana repicando las campanas media hora antes para que vecinos y caminantes cumplieran con el precepto. Años más tarde, por conveniencia de los vecinos, se celebraban al alba entre las cuatro y cinco de la madrugada. 41 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Junto a la imagen de San Nicolás de Bari encontramos a Nuestra Señora de Loreto. El culto a la Virgen en la Ermita se remonta al siglo XVIII. Antonia Ossorio, vecina del barrio, deja en testamentaría 34 pesos en efectivo y varias casas con todo lo que contenían para que sus rentas o ventas se invirtiesen en el culto a la Virgen. A finales del siglo XVIII, el exterior de la ermita estaba en ruinas: el tejado en pedazos y cuando llovía se mojaba, las maderas de las puertas podridas, además la puerta del lateral estaba rota, sin cerrojo ni pestillo, las paredes se deshacían. Respecto al interior faltaba el ara, la lámpara de plata y los manteles. Por todo ello desde el Obispado se le comunica al Capellán el cierre de la misma y que las misas las celebrase en otra ermita muy cercana, la de los Santos Justo y Pastor. La ermita de estos Santos ya existía en 1558. Según la tradición, fue construida cuando una plaga de pulgón asoló los ingenios azucareros Arreglada la ermita, se abre nuevamente al culto pero posteriormente en 1776 por nuevos problemas de edificación, mantenimiento y falta de objetos para la liturgia vuelve a clausurarse. No sabemos exacto la fecha de su arreglo definitivo, pero si podría afirmar que la que hoy tenemos ante nosotros no es la primitiva ermita de San Nicolás de Bari eregida por el Capitán Don Juan de Matos. Aparte de lo comentado anteriormente, existieron al menos desde 1832 a 1847 problemas de financiación, los 42 LA PERIFERIA DE LA VIE JA CIUDAD patronos no se responsabilizan de reponer los ornamentos litúrgicos, ni de suministrar la cera y el vino para el culto; inclusive el Capellán no celebró la misa de Pascua, por no haber recibido los reales de vellón correspondientes a más de 25 misas. Los problemas económicos y arquitectónicos debieron solucionarse, pues de nuevo se abre al culto. Nuestra ermita de San Nicolás fue eregida Parroquia el dos de Mayo de 1939 por el Excelentísimo y Reverendísimo, Señor Obispo Antonio Pildaín Zapiain, siendo nombrado Cura Ecónomo el Reverendo Manuel Romero Sánchez. La Fiesta en honor del Santo, el seis de Diciembre, se celebra al menos desde 1716 cuando Juan de Matos nombra patrono de la misma a su nieto, el capitán de caballos Juan Manuel Matos, a quién los albaceas entregarían cada año 400 reales de las rentas de propiedades de tributos, tierras yaguas de su finca de Aguímes para organizar con toda pompa y lujo la festividad. No sabemos la organización de las mismas en el siglo XVIII, pero sí como se hizo al menos en un año del siglo XX. Por un lado, fiesta religiosa con un triduo en honor del Santo con procesión por las calles del barrio y por otro, fiestas populares .durante esos días. A las seis de la madrugada, diana floreada a cargo de una banda de cometas y tambores que recorría las calles del Risco para recordar a los vecinos día tan señalado. A lo largo de la mañana, la chiquillería se divertía con juegos de cucaña, de sartén, concurso de pesca, carreras de sacos y 43 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD chocolatada. Al medio día, bailes típicos y a eso de las siete de la tarde, paseo y música. También, como no, gran partido de fútbol entre dos equipos rivales: Unión Deportiva San Nicolás y Club Deportivo Polonia, como colofón a los actos populares, gran luchada canaria por dos equipos emblemáticos Adargoma y Rumbo. Este enclave, fue lugar de parada y testigo desde 1601 hasta 1815 de las bajadas de la Virgen del Pino desde Teror hasta nuestra ciudad por los caminos tan usados por nuestra gente: El camino Costa-Cumbre, llamado también de Mar y Cumbre. Yo, personalmente, me identifico con Costa-Cumbre, pues este Risco de San Nicolás fue habitado a partir del siglo XVI entre otros grupos por los marineros: roncotes, pescadores de litoral y costeros, marineros a la pesca del salado en la costa africana. Desde la época prehispánica hasta el siglo XIX este camino a través del barranco de Guiniguada y la degollada de La Cruz de Tejeda fue lugar de comunicación entre la Costa y la Cumbre. Durante la época de la conquista fue utilizado, por los castellanos como ruta para llegar allí donde los aborígenes mostraban resistencia. En 1483 Pedro de Vera realiza una incursión desde el Real de Las Palmas por el barranco del Guiniguada a las cuencas de Tejeda y Tirajana, cercando en Bentayga durante 15 días a los aborígenes. 44 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD Pero no sólo sirvió para estas incursiones, pues una vez pacificado el territorio, se utilizó habitualmente como enlace de nuestras gentes de las medianías y las cumbres para acceder a la ciudad. Hoy siglo XXI, con otros accesos más fáciles a los pueblos de nuestra querida Gran Canaria, es grato recordar con nostalgia este enclave: Ermita, Risco de San Nicolás y el transitado camino de la Costa a la Cumbre. M3 Pino Marrero Henning. 45 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD La ermita de San Nicolás de Bari y su entorno a comienzo del s. XX. 46 LA MURALLA SUR Y EL VIEJO CEMENTERIO DE LA CIUDAD. No era exactamente este lugar el límite de la puerta del sur de la primitiva ciudad, ya que según vemos en los planos antiguos, la muralla que en 1577 edificó el gobernador Diego de Melgarejo iba en línea recta desde la orilla del mar hasta la plazoleta de los Reyes, en las inmediaciones de la emita de este nombre. Casi un siglo después, la fortificación se tuvo que reconstruir en vista de la amenaza de una posible invasión de los moros de la localidad africana de Salé. En esta nueva oportunidad se pertrechó con buenos materiales y se prolongó desde la ribera del mar hasta el llamado Calvario de San Juan, en la falda de la montaña de Santo Domingo. La puerta de entrada a la ciudad por el Sur se siguió llamando de los Reyes y estaba flanqueada por tres baluartes, estando el último de ellos en el remate conocido con el nombre de Reducto del Cristo, onomástica que la tradición asegura que se tomó porque fue el lugar en que encalló el barco que transportaba el primitivo Cristo de la Vera Cruz, patrono, andando el tiempo, de nuestra ciudad. Hubo nuevas reedificaciones. En 1740 la muralla se hizo de sillería y cal, y fue el año que se sustituyó el viejo reducto del Cristo por el de Santa Isabel, que era más capaz para la imprescindible defensa de la isla. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Estas fortificaciones estaban en 1780 muy deterioradas. El reducto fue desartillado, y en vista de su estado ruinoso, en 1885 se ordenó su entrega a la administración militar. Años después, el rector de la Compañía de Jesús solicitó la adquisición del castillo para la instalación del Colegio de San Ignacio de Loyola. Hasta hace unos años se podía contemplar en una de las esquinas del anterior edificio una lápida original del reducto de Santa Isabel, con un anagrama y unas letras en relieve que los nostálgicos amantes de nuestras viejas piedras nos empeñábamos infructuosamente en conservar. Pero si de estas viejas reliquias, lamentablemente ya no existen vestigios que admirar, nos detendremos ahora en bosquejar brevemente la historia de este cementerio centenario que hoy nos convoca. Desde la Edad Media los enterramientos se realizaban en los recintos sagrados: catedrales, monasterios yermitas servían de última morada a nuestros antepasados. Carlos 111 fue ~l monarca que, amparándose en medidas higiénicas, decidió construir en 1785 un cementerio en la Granja de San Ildefonso. La acertada medida del soberano se convirtió en Real Cédula, estableciendo que se realizaran fuera de las puertas de las ciudades estos camposantos, prohibiendo a partir de la Real Orden los enterramientos en el interior de los templos. Sin embargo, 48 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD la construcción de estos recintos fue Qbstaculizada por la oposición del clero. Esto motivó que lo ordenado por el Rey no tuviera una rápida aplicación, por lo que a lo largo de la primera mitad el siglo XIX se emitieron nuevos mandatos reiterando la obligación. La causa fundamental de la desobediencia residía en los problemas jurídicos sostenidos entre la Iglesia y el municipio por cuestiones de competencias jurisdiccionales. En nuestra ciudad, que seguía la misma línea de rebeldía del resto de las capitales españolas, una terrible epidemia de fiebre amarilla desatada a principios de 1811 logró que sin excusa de ningún género se instalara en este lugar un improvisado cementerio. Seguidamente se adqui- · rió el terreno en 12.000 reales de vellón, y el gran Luján Pérez se encargará de proyectar la fachada porticada, con pilastras toscanas que forman el sencillo atrio rematado con el clásico frontón triangular. Su costo ascendió a 209.311 reales, cantidad que sufragaron el obispo don Manuel Verdugo y el Cabildo Catedral. El cementerio, que tendrá que denominarse católico, era propiedad de la Iglesia, aunque en todo momento será administrado por los regidores del consistorio municipal. El primer difunto que aquí recibió cristiana sepultura fue Juana Calderín, de 33 años de edad, enterrada el 2 de marzo de aquel 1811. Su viudo, Luis Troya, zapatero, contagiado de la fiebre, será la octava víctima en bajar al sepulcro diez días más tarde. También queremos recordar a la primera persona notable que de igual modo fue inhumada 49 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD en este lugar. Se trata del Deán de la Catedral don Miguel Mariano Toledo, que recibió sepultura el 30 de julio el mismo año. Inicialmente era un camposanto carente de importancia. Será en 1859 cuando el excelente alcalde, don Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara (1856-1860), aborda seriamente el proyecto de ampliarlo y adecentarlo, iniciativas que en principio fueron desestimadas, tanto desde el punto de vista higiénico-sanitario, como religioso. El rechazo surgido por haberse frenado esas mejoras originará una airada polémica ciudadana, en la que interviene de mediadora la Real Sociedad Económica de Amigos del País. El magnífico proyectista Manuel de León y Falcón va a ser el artífice que embellecerá el recinto al construir la esbelta cruz gótica central de cantería y varios panteones particulares. Otros constructores también se comprometen a levantar oratorios, criptas y capillas, destacando, entre ellos, el maestro de obras Antonio Eduardo Santana, que ha de ser el verdadero alarife que en organizará, trazará y fabricará la parcela del antiguo primer patio. En esta reforma se ampliaron las secciones del cementerio protestante y el de los ingleses, y se proyectó, además, la construcción de otro emplazamiento para depositar los restos de los que pertenecían a otras religiones. En los 193 años transcurridos desde aquella primera sepultura de 1811, muchas historias conmovedoras se han desarrollado dentro de estos centenarios muros. Relatos trágicos y de gran emotividad. Como referencia 50 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD anecdótica, si se me permite recordarla, señalaremos el enterramiento de la primera esposa del doctor Chil, doña Alejandra Jaques de Mesa, estando aun viva. Parece que a la ilustre dama le acometió un fuerte ataque epiléptico y que la inmovilidad que le produjo la conmoción hizo que la dieran por muerta. También trajeron viva al cementerio a otra señora isleña, doña Ana Navarro de Martinón, siendo aun una niña. Ocurrió con motivo de la epidemia de cólera que padecimos en 1851. Fue tan virulenta, que para evitar el contagio apenas se certificaba con detenimiento la defunción. A la párvula la transportaron moribunda en un carro y, sin enterrar, la dejaron entre el resto de cadáveres traídos en aquel viaje. Y fue una suerte para ella, porque poco a poco se fue recuperando, logrando levantarse y cogiendo norte pudo dirigirse a su casa de la entonces calle del Colegio, frente a la iglesia del Seminario. De igual modo resultó sorprendente cuando un día del año 1876 un vecino, de nombre José González, elevó instancia al Ayuntamiento expresando que por un motivo piadoso deseaba conservar en su domicilio el cráneo de su difunta madre. Era tanto el amor materno profesado, que el alcalde, don Juan María de León y Joven de Salas (1869- 1871 Y 1975-1881), dio las órdenes oportunas para que fuese extraído del nicho y se le concediera la custodia. Pero lo que realmente conmocionó a la población durante largo tiempo fue el conocerse públicamente que en 51 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD el bello sarcófago de mármol que acoge los restos del patricio antes nombrado, don Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara, había una secreta historia. El ilustre difunto, alcalde, como dijimos, diputado, caballero de Calatrava y secretario honorario de la reina doña Isabel 11, que fue uno de los hombres más sobresalientes del siglo XIX, dejó su gran fortuna a la ciudad mediante una disposición testamentaria. El motivo de este desprendimiento a favor del municipio, cuyos bienes estaban preferentemente destinados a la Iglesia, fue el conocer que su padre no había sido un miembro notable de la mayorazga familia de Castillo, como figuraba en su filiación onomástica, sino el Arcediano de Canarias don Juan Casañas de Frías, un herreño que entonces disfrutaba la prebenda de canónigo magistral y que llegó a ostentar el deanato de nuestra Catedral en 1829. Don Cristóbal, lejos de avergonzarse, quiso reposar junto al sacerdote, y además hacerlo por todo lo alto. Para ello mandó que viniese de Italia el espléndido monumento funerario, que depositado provisionalmente en este cementerio, iba a emplazarse definitivamente en la iglesia parroquial de San Bernardo que ordenó construir en el parque de San Telmo, detrás de la actual ermita, y aunque el templo no llegó al final a levantarse y aquí sigue estando el artístico mausoleo, el nombre del capitular de Santa Ana Casañas de Frías figura en mármol en destacado lugar. Q uiero terminar recordando el emotivo verso que corona la fachada de nuestro camposanto. Nunca se había conocido con exactitud quién fue el autor de tan sentido poema. La voz popular lo había asignado, sin fundamento, 52 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD al recordado vate isleño Roque Morera. Pero la estrofa tiene otra paternidad y también una curiosidad histórica. Fue escrita por el periodista, poeta y político madrileño Mariano José de Larra, el introductor de la estética romántica en la literatura española. En su obra El día de difuntos, creada en 1836, cuando el lírico era un jovencito de veinticinco años de edad, compuso este pensamiento: "templo de la verdad es el que miras. No desoigas la voz con que te advierte, que todo es ilusión menos la muerte". Meses después de escribirlo, amargado por sus experiencias políticas, problemas personales y, sobre todo, por el rechazo de su amante a la que adoraba, el poeta acabó suicidándose. Hace unos meses, el malogrado escritor y periodista madrileño alcanzó un notorio relieve nacional al ser elegida su novela El doncel de don Enrique el Doliente como regalo de compromiso por la hoy Princesa de Asturias, la nieta de Menchu Álvarez del Valle, también periodista. Miguel Rodríguez Díaz de Quintana. 53 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD El Barrio de Vegueta y la Muralla Sur que se extendía entre el Castillo de Santa Isabel y la ladera de San Juan, fuera de esta muralla se levantó el primer cementerio de la ciudad a principios del s. XIX. 54 SAN JOSÉ: ENTRE LA PORTADILLA Y EL MAR. En nuestro mundo actual, que presumimos moderno y globalizado, las fronteras físicas y geográficas resultan cada vez menos tangibles, pues van siendo sustituidas por otras, económicas y culturales, quizás más difícilmente salvables. En las ciudades, el cambio facilitado por el desarrollo ha hecho desaparecer de su interior las grandes diferencias que hasta no hace muchos años marcaban la vida de quienes habitaban los núcleos urbanos y las zonas periféricas; integrándose barrios y centros en un conjunto física y estructuralmente homogéneo, donde sólo la permanencia de las diferencias socioeconómicas recuerda el origen de aquellas zonas y mantiene el espíritu de lucha de sus vecinos por un derecho a la igualdad en recursos y condiciones de vida que las grandes ciudades se resisten a facilitar. Ese origen y ese devenir histórico de los barrios y sus habitantes conforman, no obstante, unas señas de identidad que se traducen en un sentimiento de apego extendido al conjunto de la ciudad, que enriquece con ello su legado cultural. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD El barrio de san José sirve como ejemplo de los barrios que surgidos extramuros de la ciudad antigua terminan integrándose en ella, conservando en el recuerdo la imagen primitiva, yen el espíritu de sus vecinos el carácter marcado por el origen y los muchos años de historia compartida. * * * * * Al abrigo de la ermita de su nombre, entre los siglos XVII y xvrn, una población inmigrante -procedente tanto del interior de la isla como de Lanzarote y Fuerteventura y, en algunos casos, también de la Península- eligió esta zona fértil próxima al núcleo fundacional para asentarse y desarrollar su vida. En la actualidad, resulta difícil pero reconfortante imaginar el paisaje de huerta y campiña que disfrutaban aquellos antiguos moradores. Quizás la descripción de Romero y Ceballos sea la que de manera más breve nos ofrezca el mejor retrato de aquel lugar: "Hallase con sus divertidos paseos y salidas. A el poniente tiene huertas y arboledas de frutales y con mucho agua ( ... ) a el sud cercados espaciosos de riego que casi continuamente están cubiertos de verdura que causan un recreo grande a la vista" Una hermosa campiña terminada, a lo lejos, por el mar. Así era el paisaje de la Vega de san José, hoy palpitante de vida, del que podían disfrutar no sólo los habitantes del barrio, sino todos los vecinos de la ciudad. No en vano, su 56 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD vía principal, el Paseo de san José fue -hasta la construcción de la Alameda, con la que rivalizó a partir de 1842-el mejor paseo de la ciudad de Las Palmas, al que acudían por solaz y divertimento sus gentes, cruzando la Portadilla para complacerse con la dulzura de la brisa marina y el fresco y verde paisaje sobre fondo azul, infinito ... El barrio de san José, del que se ha dicho fue desde sus comienzos una puerta abierta en las murallas de la ciudad, "una portada por donde llegó a la ciudad todo lo bueno y también lo malo, que arribaba a la isla desde la mar año tras año", tiene entre las páginas de su historia el haber sido testigo del episodio más luctuoso sufrido por la ciudad de Las Palmas, y también, como suele suceder cuando sus protagonistas son personajes anónimos o personas humildes, ha sido objeto de errores aceptados por la historiografía sobre los que quizás sea este momento oportuno para reflexionar. Por san José, se ha dicho, entró a la ciudad la terrible epidemia de cólera morbo que en el verano de 1851 diezmó a sus habitantes, extendiéndose desde este barrio al resto de la población. Se cita a María de la Luz Guzmán, como la primera víctima mortal, fallecida el 25 de mayo de aquel año. Sin embargo, el estudio de los libros de registro de defunciones de las parroquias de la ciudad arroja otros datos sobre la aparición de esta enfermedad. El 26 de mayo fallecía la vecina de san José, María de la Luz Asiego, de 25 57 PASEO NOCTURNO POR LA VI EJA CIUDAD años, soltera e hija de Miguel Asiego y de Rosalía Caraballo. Primera confusión, por tanto, motivada quizás porque en este mismo barrio falleció días más tarde, el l3 de junio, José Guzmán de Asiego, y la coincidencia en apellido tan poco común en las islas pudo dar lugar a ella. Pero más importante resulta aún destacar que no fue este el único núcleo originario de aquella epidemia. Antes que María de la Luz Asiego fallecían, también por "andancio", como se conocía a aquel mal de estómago antes de que se identificara como cólera, el joven Manuel Cabrera, vecino de la calle Terrero, y Domingo Moreno, de 60 años, vecino de San Nicolás. Por tanto, la afirmación común de establecer el barrio de san José como foco desde donde posteriormente se extendió al resto de la población, merece ser matizada. Los datos ponen en evidencia que la enfermedad no tuvo un único punto desde el que contagió al resto, sino que se dio en varios lugares a la vez. El agua fue, sin duda, el agente conductor de los bacilos del cólera, y que infectada posiblemente en la acequia que la conducía hasta la ciudad, desplegó el mal simultáneamente por varios puntos de la misma a través de las fuentes públicas entonces existentes para el abastecimiento, y de ahí su voracidad entre la población. Estas conclusiones, no obstante, deben ser tomadas con precaución ya que, si bien los registrbs parroquiales sirven como fuentes documentales fidedignas en situacio- 58 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD nes normales, no sucede lo mismo cuando se trata de un momento tan excepcional como el que nos referimos, donde todo se trastoca. Pero los momentos difíciles no mermaron el dinamismo de los vecinos de este barrio. Quizás como consecuencia de la tragedia antes citada, los habitantes de esta zona supieron ver antes que los de otra la necesidad de contar con un eficaz servicio de abastecimiento de agua potable y pusieron todo su empeño en convertirse en el primer barrio de la ciudad en contar con una fuente propia para su suministro. Los vecinos de san José, en una de sus primeras manifestaciones del espíritu de colectividad y asociacionismo que les caracteriza, siendo conscientes de las delicada situación económica que atravesaba la Hacienda municipal, propusieron y llevaron a cabo una suscripción voluntaria entre ellos para la construcción de la fuente pública que en 1876 se terminó de construir junto a la ermita, viéndose a partir de entonces librados de tener que desplazarse hasta las fuentes más cercanas de Vegueta. Hoy, de aquella fuente proyectada por López Echegarreta solo queda, como testigo, su tazón en piedra de cantería; quizás merecería reconstruirse como homenaje al tesón de los vecinos de este barrio. y como no todo eran dificultades en san José, sus habitantes se revelan también como uno de los más alegres de la ciudad. Antes de que el carnaval tuviera su refugio en La Isleta, ya desde el siglo XIX, habitantes de todos los puntos de la ciudad acudían a san José para disfrutar de los 59 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD bailes más populares y bulliciosos de esta fiesta; y en los bailes de taifas, los vecinos abrían las puertas de sus casas para dar cobijo a las parrandas y a las visitas que hasta allí acudían buscando la espontaneidad y la frescura que marcaban aquellos acontecimientos festivos , donde entre música, bailes y abundante comida, se desarrollaba una de las principales citas de la vida social en nuestra capital. Todo lo expuesto no son más que notas, pinceladas en la vida de un barrio del que quedaría todo por contar, y en el que la intensidad de su vida actual, marcada por una intensa actividad cultural, recreativa y deportiva - recuérdese el significado del Sporting san José para el fútbol grancanario, o el del -Poeta Tomás Morales para la vela latina, por solo citar unos ejemplos-, guarda, en su esencia, los recuerdos de una trayectoria vivida con tesón y laboriosidad por la que se han incorporado al siglo XXI reflejando en su identidad el recuerdo de una vida que tuvo su momento entre la Portadilla y el mar. Encarna Galván González. 60 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD PLANTA DE ELrVERTE DESAN PEDRDA-iAR'TIR DELAISLA DE A,vARl.A ti ' la. .1" lo ""4 .lg 3' P J'ti.S. Planta del Torreón de San Pedro Mártir, realizada por Pedro Agu tín del Castill o. 61 íNDICE Salutación. Josefa Luzardo Romano . ... ..... ....... .... ... .......... ...... .............. 5 Propósito. Josefa Luzardo Romano . ...... .. .... ...... .. ........................... .. ... 9 Presentación. Juan José Laforet .. .. .... .. .... .. ......... ... .... .. .... .. .... ....... .. .... .... 13 La Puerta de Triana y el porvemir de la Vieja Ciudad. Alfredo Herrera Piqué ................ .. .................. .. ...... .. .... .. .. 17 Las Palmas de Gran Canaria: Castillos y Muralla. Patrimonio cultural y recurso social. Juan Sebastián López GarGÍa . .. .. ..................................... 25 La Fundación de la Ermita de San Nicolás de Bari. Ma • Pino Marrero Henning . .......... .. .. .... .. .. .... .. .. .. .. .. .. .. .. ... 39 La Muralla Sur y el ciejo cementerio de la ciudad. Miguel Rodríguez Díaz de Quintana . .... .. .... .. ............ ...... 47 San José: entre la Portadilla y el mar. Encarna Galván González . .... .. .. .. ........ .. .. .. ...... .. .... .. ........ 55 Este libro se terminó de imprimir el día 21 de junio de 2004, para el «Paseo Nocturno por la Vieja Ciudad», dentro del programa de las Fiestas Fundacionales de Las Palmas de Gran Canaria. San Juan, 2004. COLABORAN: REAL SOCIEDAD ECONÚMICA DE AMIGOS DEL pAlS DE GRAN CANARIA FUNDACIÓN MAPFRE GUANARTEME
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Calificación | |
Título y subtítulo | Paseo nocturno por la vieja ciudad : la periferia de la vieja ciudad |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria |
Fecha | 2004 |
Páginas | 62 p. |
Datos serie | Paseo Nocturno por la vieja ciudad - Fiestas Fundacionales de Las Palmas de Gran Canaria |
Materias |
Centros históricos Arquitectura Barrio de Triana Barrio de Vegueta (Las Palmas de Gran Canaria) Canarias |
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Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 14225334 Bytes |
Notas | Fiestas Fundacionales de la Ciudad San Juan, 2004 |
Texto | PASEOS NOCTURNOS POR LA VIEJA CIUDAD La Periferia de la Vieja Ciudad EXCMO. AYUNTAMIENTO DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Fiestas Fundacionales de la Ciudad. 2004. © por los textos: los autores. © de la presente edición: Excmo. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Colaboran: Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Fundación Mapfre Guanarteme. Diseño editorial: PREMÓN. Asociación Cultural de Ediciones y Periodismo. Depósito Legal: G. C. 409 - 2004. Imprime: TEGRARTE, s.1. - Textos, Gráficos & Arte de Telde. Tfn. 928 69 55 51 -La Herradura - Telde - Gran Canaria. SALUTACiÓN Los "Paseos Nocturnos por la Vieja Ciudad", se han consolidado como una de las actividades más propias, características y esperadas de las que cada año componen el programa de las Fiestas Fundacionales de Las Palmas de Gran Canaria. Tras recoger el testigo una etapa anterior en la misma década de los noventa, y teniendo siempre presente el recuerdo y testimonio de los primeros paseos, celebrado uno con motivo de las celebraciones del 500 Aniversario de la ciudad, en 1978, y otros entre las actividades culturales de Semana Santa en algunos años de la década de los años ochenta, en 1996 comenzamos una larga etapa de ocho años, en la que procuramos introducir algunas pautas, como la edición de las intervenciones, que se reparten al final de cada Paseo, o la colocación de una placa relativa a la temática de cada año, que han contribuido a dar a esta actividad un carácter propio y estable; me atrevería a decir que se ha constituido una nueva tradición, un nuevo uso, que ya es una costumbre casi obligada cada mes de junio para muchos de nuestros conveCinos en los viejos barrios de Vegueta y Triana. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD También, por el estilo introducido tanto en la elección de temas y recorridos, en los que pesa mucho las efemérides que concurren y los recorridos que se establecen con este propósito, como el estilo que se ha impuesto en las alocuciones de cada uno de los cuatro o cinco intervinientes en cada edición, podemos afirmar que estos "Paseos por la Vieja Ciudad" se han convertido en una auténtica crónica viva y muy participativa de nuestra ciudad, de su historia, de sus costumbres y tradiciones, que todo vecino interesado puede compartir a pie mismo del lugar donde acaecieron los hechos que se rememoran, imbuyéndose de la esencia de ese espíritu que conforma el carácter y la idiosincrasia de esta urbe de 526 años de vida. Creo, sin temor a equivocarme, que estos paseos y quienes en ellos participan, constituyen en la actualidad una auténtica crónica del ayer y del presente de Las Palmas de Gran Canaria. En esta etapa de ocho largos años hemos contado con la presencia multitudinaria y constante de los muchos vecinos de esta ciudad, quienes son los auténticos protagonistas de este acto; a todos ellos quiero darles las gracias por el interés y el profundo cariño que de esta forma manifiestan por su ciudad, por su propia historia. También en estos años hemos tenido con la colaboración permanente de dos instituciones señeras, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria y de la Fundación Canaria Mapfre - Guanarteme, a las que desde aquí agradezco su comprensión y su desinteresada aportación a estos "Pa- 6 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD seos"; no puedo tampoco olvidar el trabajo de quién ha estado como coordinador de los mismos, el profesor y escritor Juan José Laforet, que ha puesto toda su alma y su ilusión en cada uno de ellos, por lo que así mismo le hago llegar nuestro público reconocimiento a su labor. Ahora, culminado el año de conmemoración del 525 Aniversario de la fundación de la ciudad, se impone continuar dinamizando esta actividad, introduciendo algunos nuevos modos y ampliando su cobertura. Así, y con la experiencia del año pasado, cuando comenzamos el paseo en uno de los lugares fundacionales, más señeros y emblemáticos de la ciudad, como es el Castillo de la Luz y su entorno en La Isleta y el Puerto, para trasladarnos luego, en nuestra "Guaguas Turísticas" a Triana y Vegueta, que fue enormemente satisfactoria para las cientos de personas que disfrutaron del mismo, en el presente hemos creído conveniente convertir el paseo a pie en un paseo en guagua por lugares enormemente significativos en la periferia de la vieja ciudad, lo que ofrecerá una nueva dimensión de la imagen histórica de Las Palmas de Gran Canaria. A todos, una vez más, muchas gracias por su participación en este acto con el que nos felicitamos por un nuevo cumpleaños de nuestra querida ciudad, del viejo Real de Las Tres Palmas, la hoy Muy Noble y Muy Leal Ciudad del Real de Las Palmas de Gran Canaria. Josefa Luzardo Romano. Alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria. 7 PROPÓSITO El Paseo Nocturno es una ocasión para recordar, para compartir el legado que nos han dejado los siglos, para discutir las influencias históricas y sociales, para conversar, para reencontramos con el mar, con el barranco, con las palmeras, con las luces de la noche, para hacemos confidencias sobre nuestra cultura y nuestra diversidad. Este acto nos invita a reencontramos con algunos de los lugares que más saben de la historia de la ciudad. En esta ocasión y por primera vez, vamos a salir del perímetro inicial de la ciudad, Vegueta y Triana, para saber, cómo Las Palmas de Gran Canaria encontró su expansión en medio de las colinas y los arenales fuera de esas dos murallas, una al norte y otra al sur, que durante siglos la limitaron. Los escenarios del Paseo Nocturno 2004 evocan murallas y fortificaciones de defensa, pero también entrada de personas y con ellas, de ideas y culturas. La puerta de Triana en la muralla norte, el castillo de San Francisco y su inmejorable vista al horizonte, la ermita de San Nicolás, que fue el paso de miles de personas procedentes del interior de la isla, el castillo de Santa Isabel en el límite sur de la ciudad PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD y la iglesia de San José desde donde divisaremos el torreón de San Cristóbal, los restos del antiguo castillo de San Pedro. Quiero agradecer de manera muy especial la participación de las personas que se convertirán esta noche en nuestros guías. Alfredo Herrera Piqué, Juan Sebastián López García, María del Pino Marrero Henning, Miguel Rodríguez Díaz de Quintana y Encarna Galván González. Iniciamos nuestro recorrido en el Parque San Telmo junto a la muralla y la puerta de Triana, la entrada a la ciudad para aquellos que arribaban al puerto de la isleta. Una placa recordará desde hoy este lugar que el lenguaje popular señaló como dentro y fuera de la portada. Domingo J. Navarro, en el siglo XIX, describía de manera irónica el trayecto a través de los arenales que se encontraban fuera de la portada como una legua de desierto de arena con sus movibles montañas, sus llanuras y sus depresiones ... sin camino no vereda sufriendo constantes caídas, unas veces encima y otras debajo de tu lacerado burro, tardarás una hora en llegar a las murallas de la vieja ciudad. Sin duda, el denominador común y testigo permanente de nuestra historia es el mar, cuyo horizonte describió Manolo Padomo para recordarnos que siempre ha sido parte de nuestro camino y no un límite: 10 LA PER IFERIA DE LA VIEJA CIUDAD El mar es una larga carretera. Comienza aquí, debajo de mi casa Arranca desde aquí, sobre la orilla y va, como una larga cinta echada Desde mi puerta al infinito, afuera. Espero que este recorrido sea enriquecedor y que sobre todo despierte nuestra curiosidad y nos invite a reflexionar sobre el legado que nos han dejado estos 525 años de historia de Las Palmas de Gran Canaria. María Isabel García Bolta. Concejala de Cultura. 11 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD i La d l. afue de la iudad Ol m a 1 4 . 12 PRESENTACiÓN Durante varios años estos "Paseos Nocturnos por la Vieja Ciudad" se han dirigido al corazón de los viejos barrios de Triana y Vegueta. A través de ellos nos hemos reencontrado no sólo con elementos y personajes que conforman la historia grande de Las Palmas de Gran Canaria, sino que nos hemos acercado al espíritu mismo de la idiosincrasia de estos barrios fundacionales, a las costumbres y tradiciones trianeras y veguetenses, a la poesía y el misterio que brotan de sus patios y zaguanes solariegos, de sus piedra talladas por el artista y por el tiempo que les da el molde definitivo, a las voces de todas las generaciones de laspalmeños que aún permanecen impregnadas en el ámbito de las viejas plazas, plazuelas y callejones. Pero todo corazón tiene también su periferia, y tanto monta, monta tanto, que no hay corazón sin periferia, ni periferia sin corazón, por lo que, tras varios años, se hacía imprescindible un acercamiento a estos lugares enormemente significativos de la imagen y la historia de los viejos barrios de Las Palmas de Gran Canaria. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Por ello se decidió que era oportuno visitar cinco puntos que compendian gran parte de lo que fue la imagen de la ciudad en sus primeros siglos de vida; cinco puntos en los que valorar la presencia de las antiguas murallas norte y sur, su vieja portada a los arenales , el sistema de fortificaciones defensivas, las ermitas que salpicaban el entorno urbano, los riscos y casas cuevas, las huertas, auténticas despensas de las cocinas de la vieja ciudad, o el histórico "Cementerio de Vegueta", aparecido ya al comienzo del siglo XIX, verdadero mausoleo y panteón de grancanarios ilustres. Para alumbrarnos con su palabra este histórico, y diría que ineludible, recorrido por la periferia de la vieja ciudad, contamos este año con la partición en primer lugar del escritor e investigador D. Alfredo Herrera Piqué, que nos hablará de la antigua muralla norte y el torreón de Santa Ana, así como de la popular "portada de Triana". Luego tras un paseo en la "guagua turística", desde lo alto del "Castillo de Mata", con el castillo de San Francisco, o del Rey, a nuestras espaldas y la ciudad a nuestros pies, en una panorámica bellísima, única, el profesor y doctor en historia del arte D. Juan Sebastián López García nos hablará del antiguo sistema defensivo de la ciudad. Tras descender del histórico risco y ante la ermita de San Nicolás la profesora y doctora Dña. María del Pino Marrero Henning se referirá a este edificio y al antiguo camino real de mar a cumbre, que partía junto al mismo, testigo de las primeras venidas de Nuestra Señora del Pino. Desde allí nos trasladaremos al Cementerio de Vegueta, ante el cual el investigador, 14 · LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD heraldista y genealogista D. Miguel Rodríguez Díaz de Quintana versará acerca de este camposanto y sobre la muralla sur, que partía del viejo torreón de Santa Isabel y llegaba hasta el actual Risco de San Juan. Tras una última etapa en guagua llegaremos ante la Iglesia de san José, donde la profesora y doctora en historia Dña. Encarna Galván González culminará el paseo con unas referencias a este templo parroquial, a la antigua Vega de San José y al Torreón de San Pedro Mártir, popularmente conocido como "Castillo de San Cristóbal", que se puede desde allí observar en la línea del litoral. Sin más preámbulos, y deseándoles disfruten del Paseo por la periferia de la vieja ciudad, dispongámonos a comenzar este recorrido en su edición del año 2004. Juan José Laforet. 15 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD El Barrio de Triana en el plano de Pedro Agustín del Castillo, 1686, donde se aprecia la Muralla Norte, entre el Castillo de Santa Ana en el mar y el Castillo de Mata en la montaña, así como la antigua Puerta de Triana. 16 LA PUERTA DE TRIANA, Y EL PORVENIR DE LA VIEJA CIUDAD Evocar la periferia de la ciudad histórica nos lleva a recordar las antiguas ermitas de Las Palmas y a recorrer, en la memoria, las históricas fortificaciones. Es decir, a introducirnos en la historia de las arquitecturas religiosa y militar de esta villa. El haber elegido la perspectiva de la periferia para el recorrido histórico de este año nos ofrece un nuevo punto de vista, que antes no se había seguido en estos paseos dedicados a rememorar las edades urbanas que nos han precedido. Ya en el primer cuarto del siglo XVI, las ermitas marcaban la periferia de la Ciudad Real de Las Palmas, porque, como era habitual en todas partes, fue común erigirlas en los aledaños del casco urbano. Estos hitos eran los oratorios de San Pedro Mártir -junto al cual se edificó el convento dominicano- y San Marcos, que señalaban los confines meridionales; la Vera Cruz, en el naciente; la ermita de San Roque y la de los santos Justo y Pastor, en el poniente; Nuestra Señora de la Concepción, al norte, como también, pero más alejadas, las de San Telmo, Espíritu Santo y San Sebastián, modestos lugares de oración que se alzaban en la periferia septentrional. Además, estaban los primeros y más antiguos santuarios dispersos en los arenales y el istmo: Santa Catalina, fundación anterior a la conquista de la isla, y Nuestra Señora de la Luz, erigida por PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Juan Rejón al desembarcar en las playas de la Isleta. Aquí, en el Parque de San Telmo, la ermita de este nombre es fiel testimonio de aquellos primeros tiempos de la formación de nuestra ciudad. Fue el pequeño templo del gremio de mareantes, que lo enriqueció con los bellísimos retablos barrocos que ornamentan sus altares. Fuera del recinto amurallado quedaron las ermitas de San Sebastián y del Espíritu Santo, destruidas por los soldados holandeses en 1599. Por consiguiente, el contorno norteño de la villa lo dibujaban estas tres ermitas que se correspondían con la primera fase de construcción de esta capital. En los finales del siglo XVI y en las dos centurias siguientes, el horizonte de la villa estaba iconografiado por sus baluartes y su sistema de fortificaciones, así como por lo caracoles, las dos torres góticas de la Catedral, que ya se habían levantado hacia el año 1520. Precisamente, nos hallamos en el sitio por el que discurría la muralla que protegía a la ciudad por el norte. Su construcción está unida a la esclavización y venta de mil africanos en las plazas esclavistas de América. Vamos a permitirnos un pequeño viaje en el tiempo. Estamos en la segunda mitad del siglo XVI. Un ingeniero militar que había enviado Felipe TI para diseñar las defensas de la población, proyecta la edificación de dos murallas paralelas en ambos flancos de la villa, así como en la construcción de una fortaleza en la loma de San Francisco. Para poder costear las fortificaciones, el monarca concede licencia para la trata y comercio de mil esclavos en las Indias, fijando el precio de cada uno en veintiséis ducados. En aquel tiempo, las comunidades africanas estaban estructuradas en tribus, pero también había reinos impor- 18 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD tan tes en el golfo de Guinea. Entonces eran los portugueses los que dominaban la trata afroatlántica. La tarea de capturar, comprar y embarcar esclavos en las costas africanas era sumamente complicada. Los barcos de la trata tenían que anclar en los estuarios de los ríos de las comarcas esclavistas, con sus tripulantes agobiados por el calor de los trópicos, por las fiebres y por las enfermedades. Los negreros tenían que negociar con los traficantes europeos allí establecidos o con los reyezuelos africanos, hasta conseguir un precio de compra favorable, a cambio de armas, clavos, trozos de hierro, baratijas y prendas de vestir. En las costas permanecían meses acumulando, poco a poco, hombres, mujeres y niños, despositándolos en las factorías y en los fuertes costeros, hasta completar la capacidad del barco. Una nave de la época podría transportar entre cien y doscientos africanos, encadenados apretadamente en sus tétricas bodegas. Una parte de ellos moriría durante un trayecto de terribles sufrimientos, viaje a lo desconocido que eran incapaces de comprender. Pues bien, el atroz destierro de aquellos mil africanos sirvió para levantar las fortificaciones de Las Palmas. Esta muralla del norte debió de construirse por los años 1577 y 1578. Se extendía paralelamente al barranquillo de Mata, en la línea que más tarde formó el Paseo de los Castillos. Tenía seis metros de altura y una banqueta interior para la circulación de soldados y arcabuceros. Por el naciente la defendía el baluarte de Santa Ana, levantado en 1581 sobre un marisco costero, por lo que quedaba aislado en la pleamar. Y por el poniente, la muralla estaba protegida por una casamata de planta circular, desde la que discurría 19 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD un lienzo hasta la plataforma de San Francisco. La muralla sólo tenía una puerta, con rastrillo, para la entrada y salida hacia el camino de las Isletas. Era la portada de Triana, que marcó el espacio urbano durante siglos. Más allá de la portada se desplegaba el paradisíaco sistema dunar que adornaba el istmo, lengua de tierra que dividía el Atlántico hasta la Isleta. Allí desembarcó el gran ejército de tierra holandés en el ocaso del siglo. Era un gran contingente militar que triplicaba el número de habitantes de la villa. Los holandeses asediaron la ciudad y trataron de expugnarla situándose ante la muralla. La defensa fue heroica y el alcaide del fortín de Santa Ana, carente ya de munición, les disparó las mismas llaves del baluarte antes que acceder a rendirse. Finalmente, a la una de la tarde del 28 de junio los atacantes entraron en las calles de Triana. Las Palmas acababa de cumplir 121 años de vida. Fue el hecho histórico que cerró el primer gran capítulo de la historia de nuestra población. Como decimos, la muralla definió el límite septentrional durante casi tres siglos. Después de cerca de dos centurias de ensimismamiento y de letargo, Las Palmas quiso abrir una nueva puerta al mundo atlántico. Estamos ya en el tiempo de la Ilustración, periodo que se distinguió, en lo que se refiere a la esfera de lo urbano, por el fomento de la higiene, el confort, el equipamiento y el ornato público de las ciudades. Leves brisas de aquel periodo se percibieron también en Las Palmas. Para recibir a los viajeros y navegantes que entraban en la ciudad por la puerta de Triana, aquí se emplazó una pequeña alameda que les ofrecería umbría y frescor tras su recorrido por los arenales. Este fue el precedente del parque de Cervantes, antecesor de 20 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD nuestro Parque de San Telmo. Pero lo más importante fue un acuerdo municipal en el año 1775, proponiendo la construcción del primer muelle que tuvo Las Palmas, precisamente al naciente de la muralla. Su construcción se inició en 1811, aquel annus horribilis en el que la población sufrió la epidemia de fiebre amarilla. Durante largos años se tallaron pesados bloques de piedra sillar, que se iban colocando, como en un rompecabezas, hasta ir construyendo los diques de aquella prolongada obra que nunca llegó a terminarse. Pasado más de un siglo, en 1928, el abandonado dique fue realzado por la majestuosa escultura que Victorio Macho dedicó a Galdós, quien en 1864 había partido para la península desde este desembarcadero, con el estómago encogido ante la peripecia del viaje. Hoy el primer puerto que tuvo la villa yace sepultado bajo la urbanización de la Ciudad del Mar. La muralla comenzó a demolerse comenzada ya la segunda mitad del siglo XIX. Pero el baluarte de Santa Ana le sobrevivió varios decenios. Al desaparecer la muralla se abrió el primer proceso de expansión urbana, porque ello coincidió con la desamortización de baldíos del Estado y bienes realengos que se produjo en el año 1855. Unos pocos propietarios se hicieron entonces con grandes extensiones de tierra en los Arenales y en Santa Catalina. Para la edificación de los terrenos más cercanos a la urbe, el Ayuntamiento diseñó una sencilla ordenación compuesta de modestas vías inaugurales (Venegas, Alonso Alvarado, etc.), en las que se parcelaban solares dispuestos para levantar las nuevas casas de los Arenales. A partir de 1857, las sesiones plenarias municipales van aprobando centenares de peticio- 21 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD nes de concesión de terrenos y, sobre todo, de licencias de edificación. Se trataba de pequeñas casas terreras que se fueron alineando hasta formar, en dos décadas, un pequeño barrio, situado fuera de la portada. Muchos de los sucintos planos -simplemente escuetos alzados de fachadas- que acompañaban a las solicitudes estaban firmados por el maestro Francisco de la Torre, quien desarrolló una gran actividad constructora en esta segunda mitad de la centuria, especialmente en la edificación neoclásica del casco antiguo. Pero más que este primer suburbio, lo que tuvo trascendencia para el futuro de la urbe fue el trazado y construcción del camino del Puerto (1854) y, más tarde, el comienzo de la construcción del Puerto de la Luz (1862, 1883). En esta vieja periferia del norte estaba, sin duda, el porvenir de la población. La carretera del Puerto marcó el eje de la futura ciudad lineal de Las Palmas. En la nueva periferia de la bahía de las Isletas, los muelles aportarían la comunicación, el comercio, la riqueza y la modernización. El crecimierito económico y el surgimiento de una nueva clase mercantil propició que la Vieja Ciudad se adornara con edificaciones del nuevo estilo, el modernista, especialmente en el barrio de Triana. El Parque de San Telmo se diseñaba y se ampliaba en aquellos principios del siglo XX y aquí se alzó en 1923 una de nuestras pequeñas joyas del modernismo, el hermoso kiosco-café que proyectó el arquitecto Fernando Navarro. Durante varias centurias, la Puerta de Triana había definido el tamaño de la villa histórica por el norte. Enton- 22 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD ces se podía saber con certeza en donde empezaba y en donde terminaba la ciudad. Hace siglo y medio que desapareció la vieja portada, junto con la muralla y, después, el castillete de Santa Ana. Hoy se coloca aquí una placa que trata de reencontrar su memoria. Tampoco existe ya el muelle de San Telmo, perdido hace justamente cincuenta años, pero aquí permanece la vieja ermita y está también el neoclásico Palacio Militar de finales del XIX, y estamos ahora en este parque, heredero de la primitiva alameda del XVIII. Y pervive, e.ntre la generación más antigua, la expresión "fuera de la portada" que, de alguna manera, entonces quería significar lo que era y lo que no era la ciudad. En este lugar, el entorno de la población ha cambiado totalmente. Este espacio era aquí de azul y oro, de naturaleza y de horizontes, de aires marinos y de remotos arenales. Todavía podemos recordar, con Isaac Viera, las carretas de la romería de la Luz que cruzaban el istmo, dirigiéndose hacia el primitivo santuario. Podemos escuchar el eco de los collares de campanillas de los bueyes y las mulas que arrastraban la fila de innumerables carruajes, exornados con exuberante follaje. y sentir la alegría y el jolgorio de las jovencitas y damas ataviadas con las blancas mantillas, y de los caballeros de antaño, tocando timples y guitarras, y entonando nuestros aires típicos. Porque la ciudad no es solamente el tejido de sus plazas, calles y edificaciones, sino que es sobre todo el sentir de sus gentes, una urdimbre de generaciones, de mentalidades, de sentimientos, de estructuras sociales, un espacio heterogéneo de convivencia, de procesos de cambio y de nuevas metas e ideales. Pero, además, es un conjunto de símbolos sobre los que se asienta nuestra personalidad como ciudadanos. Hasta hace un siglo, Las Palmas de 23 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Gran Canaria permitía una interpretación clara e inteligible como entidad urbana. Hoy ya no es así. Esta población de cuatrocientos mil habitantes es mucho más complicada, y más contradictoria, en su comprensión. Conservar la memoria histórica de nuestra capital es la única manera de entenderla, de asumirla y de respetarla. De ahí nuestra dedicación a la defensa y difusión de nuestro patrimonio histórico y monumental. De ahí, nuestro empeño en proyectar un Museo Histórico de la Ciudad, que he presentado hace años al Ayuntamiento. De ahí, también, nuestra propuesta de instar la petición de declaración del Centro Histórico de Las Palmas de Gran Canaria como Patrimonio Mundial de la UNESCO. La memoria y el estudio que sirve de fundamento a esta petición, que me fue encargado por la Corporación Municipal, han sido concluidos. Ahora toca al Ayuntamiento de nuestra capital implicarse intensamente en la consecución de una distinción y un reconocimiento para los que el casco antiguo posee los suficientes valores históricos y patrimoniales. Alfredo Herrera Piqué. 24 LAS PALMAS DE GRAN CANARIA: CASTILLOS y MURALLA. PATRIMONIO CULTURAL Y RECURSOS SOCIAl. Las Palmas de Gran Canaria estuvo delimitada hasta el siglo XIX por la muralla, la cual definía claramente lo que era urbano. Esta característica de la ciudad no la compartió con todas las capitales insulares, ni tan siquiera con otras importantes como San Cristóbal de La Laguna, ya que su justificación no fue de carácter administrativo sino defensivo. Los atacantes llegaban por mar y los emplazamientos costeros fueron los escogidos para la defensa, aunque también se cuente con algún ejemplo aislado de fortaleza en tierra adentro. C anarias estuvo a lo largo de los siglos en el punto de vista de las potencias enemigas de cada momento y así, una buena parte de la historia urbana de varias localidades, se ha hecho a fuerza de destrucciones y reconstrucciones. Santa Cruz de La Palma, Santa María de Betancuria, San Miguel de Teguise y Las Palmas de Gran Canaria, posiblemente sean los ejemplos más trágicos, aparte de otras localidades que sufrieron ataques de menor entidad. Siempre el valor de los isleños supo vencer al intruso y gracias a su voluntad se levantaron de nuevo las iglesias, conventos, casas y otros edificios que a su paso destruyeron los invasores. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Desaparecidos los peligros externos y evolucionadas las estrategias bélicas, los avances en las artes militares dejaron obsoleto el sistema defensivo heredado y muchas de las viejas instalaciones fueron abandonadas, mientras otras fueron destruidas para favorecer el crecimiento de las ciudades o dar paso a nuevas infraestructuras. Así, entre otros, cayeron los muros defensivos de Las Pahpas y en Santa Cruz de Tenerife se demolió el Castillo de San Cristóbal, considerado el principal de la isla, para dejar el solar a lo que actuahnente es la Plaza de España santacrucera. Por ley, los castillos canarios quedaron protegidos de forma general, junto al resto de los españoles, por el Decreto de 22 de abril de 1949, del Ministerio de Educación Nacional (BOE de 5 de mayo de 1949). En cuanto a declaraciones particulares, en Gran Canaria se tienen la del Castillo de La Luz (D. 12 de julio de 1941, BOE 26 de julio de 1941) y la Antigua Muralla de Las Palmas (D. 60/1997, de 30 de abril, BOC n° 62, de 26 de mayo de 1997); mientras los restantes (Castillo de Mata, Castillo del Rey o de San Francisco y el de San Pedro Mártir en San Cristóbal) se les considera declarados Bien de Interés Cultural por el referido decreto genérico. Contrastando estas referencias con las declaraciones de los bienes de todas las categorías, llama la atención que de los que obtuvieron protección legal en el archipiélago, el pionero de todo Canarias fuera precisamente el Castillo de La Luz (1941), apareciendo más tarde en esa relación el Castillo de Santa Catalina de Santa Cruz de La Palma (1951). En consecuencia, el primer edificio que se consideró digno de ser declarado monumento en 26 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD la comunidad autónoma fue un ejemplo de arquitectura militar y, además, grancanario de la ciudad de Las Palmas. A pesar de esa temprana declaración a su favor, el valioso legado de la arquitectura militar ha tenido una desigual suerte, especialmente por la pérdida generalizada de su primitiva función y la falta de una tradición política en patrimonio histórico. La tendencia actual es valorar y recuperar lo que ha quedado de esa herencia y, en este sentido, la ciudad de Las Palmas destaca por el interés y esfuerzo en salvaguardar la totalidad de este acervo. En el resto de las islas, en Fuerteventura y Lanzarote se construyeron un reducido número de fortalezas costeras, con la particularidad de tener una con emplazamiento interior en la Villa de Teguise. La situación actual es variada y se aprecia que la mejor suerte se la han llevado las que están situadas más cerca de una población, como sucede con los dos castillos de Arrecife y el de Teguise. Estos ejemplos lanzaroteños se convirtieron en museos, de tal manera que el Castillo de San Gabriel, ahora en restauración, ha albergado el Museo Arqueológico y el de San José es el MIAC (Museo Internacional de Arte Contemporáneo), según idea del artista César Manrique. Por su parte, el teguiseño de Santa Bárbara de Guanapay es el Museo del Emigrante. Menos afortunados han sido los que, levantados en parajes solitarios, fueron atrapados por las nuevas urbanizaciones turísticas, como el torreón de San Buenaventura, más conocido como el Castillo de Caleta de Fustes (Antigua) que quedó dentro de un complejo de ocio, a manera de decora- 27 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD do del mismo. Este antecedente se debería tener en cuenta para que no le suceda lo misma al del Tostón (Torre de Nuestra Señora del Pilar y San Miguel) en El Cotillo (La Oliva). También hasta la que fuera solitaria Torre del Águila en Las Coloradas (Yaiza), cerca de las tierras del Rubicón, se prolongaron las urbanizaciones de Playa Blanca sin conciliarse muy bien con el pequeño castillo. Existen más ejemplos en otras islas, destacando el carácter de símbolo insular que ha adquirido la Torre del Conde para La Gomera o el temprano uso cultural que tuvo el Castillo de San Miguel de Garachico, en Tenerife. La isla del Teide conserva algunos otros, como los santacruceros de San Andrés, Santo Cristo de Paso Alto, San Joaquín y San Juan Bautista, éste último también conocido por "Castillo Negro" e integrado en el conjunto del Parque Marítimo César Manrique, o el de San Felipe en el Puerto de la Cruz, que de restaurante ha pasado a ser centro de actividades culturales (exposiciones, conciertos, etc.). En San Miguel de La Palma, el que fue su castillo principal de Santa Catalina -"el Castillete"-, fue adquirido por un grupo de empresarios y finalmente, tras diversas peripecias, llegó a ser considerado uno de los monumentos más importantes de Santa Cruz de La Palma. Esta fortaleza palmera pasaba en 1979 por uno de sus momentos más críticos y en su defensa se escribió: "El castillo de Santa Catalina es el único ejemplar digno de la arquitectura militar benahoarita. Su fábrica parece desbocada hacia la pérdida total, dentro de la incultura y el progreso mal entendido que lo arrasan todo. El peligro es grande porque Santa Cruz de La Palma puede perder un monumento muy importante de su historia y paso a paso quedarse sin ese algo especial que la define y le da carácter". 28 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD Con respecto a Las Palmas, plaza fuerte de Gran Canaria, hay que lamentar la desaparición de buena parte de sus fortalezas y baluartes. De lo conservado, los más alejados del centro histórico (Vegueta-Triana) son el castillo de La Luz, el más antiguo de la isla (en la periferia norte), y la torre de San Pedro Mártir, más conocida por Castillo de San Cristóbal, por ubicarse en ese popular barrio del sur de la ciudad. Mucho más moderna, pero muy interesante, es la Batería de San Juan, levantada en el siglo XIX en relación con la defensa de las islas ante la guerra con Estados Unidos; también debe ser favorecida con actuaciones de preservación. De todo el viejo sistema defensivo, el núcleo más compacto que se conserva es el conjunto de la Casamata ("Castillo de Mata"), el tramo de muralla, la plataforma o punta de diamante y el Castillo de San Francisco o del Rey. Como puede apreciarse, a pesar de las pérdidas, Las Palmas es la ciudad que cuenta con un mayor número de edificios históricos de este carácter (popularmente conocidos por "castillos") de todo Canarias. La preocupación por rescatar la arquitectura militar de la ciudad no es nueva. Actualmente están finalizando las obras del Castillo de la Luz para destinarlo a uso cultural y museístico. Al respecto hay que señalar que en 1989 se pensó instalar allí el "Museo Naval de Canarias", según un proyecto de la Zona Marítima de Canarias (Ministerio de Defensa). La inauguración estaba prevista para 1992, como una aportación a la efemérides del Quinto Centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América, con el siguiente objetivo: "Se trata de acondicionar el CASTILLO DE 'LA LUZ' , 29 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD propiedad del Ayuntamiento de Las Palmas, para su utilización como Museo Naval de Canarias, en beneficio de toda la población del Archipiélago, mediante la actualización del Proyecto de carácter técnico que fue elaborado en Diciembre de 1979 por los servicios de Arquitectura del propio Ayuntamiento. Una vez acondicionado, el Castillo sería puesto en manos del patronato del Museo para su equipamiento". Otro bien destacado es la muralla, que se puede considerar única en Canarias. De la misma, en el informe de 16 de julio de 1985 de la Inspección Territorial de Patrimonio Histórico-Artístico de la provincia de Las Palmas se puede leer: "La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, como principal población de Canarias, mereció un especial tratamiento en los planes de la Corona a la hora de su defensa. De los inmuebles conservados en la actualidad, sufre inminente peligro de desaparición, por el estado de conservación, el lienzo de muralla que asciende por la ladera trasera del Castillo de Mata, con tramos donde casi ha desaparecido la cimentación. Consideramos que por su extraordinario valor histórico, este legado debe recibir protección por parte del Gobierno de las Islas". Años más tarde, en 1988, la situación no había cambiado y la Asociación de Vecinos "Unión del Risco" es la que presenta un escrito ante la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias solicitando que "Sea urgentemente promocionada su corrservación y monumentación, 30 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD por ser Patrimonio Histórico y Cultural de nuestra isla de Gran Canaria" (Viceconsejería de Cultura y Deportes, Registro de Entrada, 16 de agosto de 1988, folio 84, n° 2154). En otro informe de ese mismo año, se puede leer: "La muralla constituyó durante siglos, aparte de su función militar, el límite entre la zona urbana y la rural de la ciudad de Las Palmas, delimitando el perímetro interior, que prácticamente quedó inalterado desde el siglo XVI hasta el XIX englobando lo que eran los dos barrios centrales de la ciudad -Vegueta y Triana- y algunos arrabales que ascendían por las lomas de las montañas cercanas y que se conocen por el nombre genérico de "Riscos", particularizado cada uno de ellos por el santo de la ermita correspondiente. La pérdida de valor del sistema defensivo antiguo y el empuje que suponía el primer ensanche moderno de Las Palmas motivaron la desaparición de la muralla. En la actualidad pervive un lienzo de muralla que se ha salvado por la ubicación marginal que ocupa, en un lugar donde la topografía no hace adecuado el suelo para la urbanización. Este tramo conservado formaba parte de la antigua 'muralla norte' de la ciudad que partía de la costa, en el castillo de Santa Ana, situado en la cercanía de la ermita de San Pedro González Telmo y Charco de los Abades y se unía a la 'Casamata' ('castillo de Mata'), para ascender por el escarpe hasta el Castillo de San Francisco del Rey. El valor histórico de este lienzo de muralla es muy alto por su significación en la historia de la ciudad y de la isla, con el valor añadido de ser un ejemplar realmente raro al haber 31 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD desaparecido las demás murallas de las ciudades canarias que las poseyeron. Por su ubicación, la muralla también posee un alto valor paisajístico y ambiental. Su incontestable valor histórico para la comunidad canaria, al ser testimonio de un largo ciclo de la historia de las islas, el ser exponente de unas técnicas constructivas desaparecidas, su tipología, rareza, etc., a lo que además hay que unir su precario estado de conservación, aconsejan su inclusión entre los bienes de interés cultural para Canarias." Como quedó referido, la muralla fue declarada Bien de Interés Cultural en 1997. Formando parte de este conjunto está el Castillo de Mata, actualmente objeto de trabajos arqueológicos, estudio y documentación para ser recuperado como espacio museístico para la ciudad (Museo de Historia de la Ciudad). Esta "casamata" defensiva era un baluarte en la muralla y ha estado sometida a sucesivas remodelaciones y ampliaciones a lo largo de los siglos, incluso algunas recientes ya que prolongó su vida activa como cuartel hasta hace unas cuantas décadas. Por su ubicación es uno de los referentes más conocidos de la ciudad, especialmente por haber constituido el arranque de la carretera general que en el siglo XIX sustituyó al antiguo Carnina Real de Gáldar, y que fue principal vía del norte hasta que en el último tercio de la centuria pasada se abriera la variante del Rincón. Así y todo, el Castillo de Mata, sigue siendo una imagen integrada en el paisaje urbano de la ciudad, final del eje de la calle Bravo Murillo -por donde corriera la vieja 32 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD muralla-, y telón de la Plaza de Nuestra señora del Pino, lugar de recuerdo de las bajadas de la patrona de la diócesis canariense y rubicense a la capital El Castillo del Rey, actualmente en total abandono, completa la secuencia del viejo sistema defensivo. Se trata de una interesante ciudadela que ofrece las mejores posibilidades para ser salvaguardada como uno de los lugares más interesantes de la ciudad. Por los problemas administrativos de propiedad, será el último bien a recuperar, pero si se actúa con inteligencia podrá ser el broche de la serie completa de actuaciones en la arquitectura militar de la ciudad. El Castillo de San Francisco o del Rey se edificó en el primer cuarto del siglo XVII según proyecto de Tiburcio Spanochi. Su construcción supuso la culminación de un programa que se estaba gestando desde la llegada del ingeniero italiano Agustín Amodeo, continuado por otros técnicos enviados por el rey Felipe I1, como Juan Alonso Rubián, quien aportó propuestas que serían fundamentales para el futuro defensivo de la ciudad, como la referida muralla (norte y sur) o el propio castillo del Rey. En todo este proceso, no hay que olvidar la figura del ingeniero cremonés Leonardo Torriani, con sus completos estudios teóricos y gráficos, quien residió en Las Palmas entre 1588 y 1593, además del emiliano Próspero Casola. Para finalizar, el valor de estas piezas queda reflejado con claridad en el siguiente texto de Alfredo Herrera Piqué (2002: 166-167): "El tratarse de uno de los más antiguos sistemas de fortificaciones del Imperio español en el 33 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA C IUDAD Atlántico demanda una contemplación histórica y una atención patrimonial que aquí queremos poner de relieve. El sistema de fortificaciones de Las Palmas fue el más relevante de las islas Canarias en los siglos XVI y XVII, Y de los primeros construidos por el Imperio español en ultramar, aunque no fuera cómparable en importancia con los de otras ciudades marítimas, como La Habana y San Juan de Puerto Rico. A los efectos de considerar el orden cronológico entre aquéllos, téngase en cuenta, por citar un ejemplo, que las murallas de La Habana, que tuvo el sistema defensivo más notable de la América hispana, sólo comenzaron a levantarse ya muy avanzada la segunda mitad del siglo XVII, casi un siglo después que las de Las Palmas, y no se concluyeron hasta pasados otros setenta años". Debidamente recuperada, el conjunto de bienes de arquitectura militar de Las Palmas de Gran Canaria pueden constituir uno de los aspectos más destacados de su patrimonio cultural, además de un importante recurso social si se le orienta adecuadamente, conciliando sus valores históricos con unos usos que no afecten a su salvaguarda, porque ante todo son documentos para la Historia. Juan Sebastián López García. 34 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD BIBLIOGRAFÍA HERRERA PIQUÉ, Alfredo (2002): Las Palmas de Gran Canaria. Patrimonio Histórico y Cultural de una Ciudad Atlántica, Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. INSTITUTO DE HISTORIA y CULTURA NAVAL DE LA ZONA MARÍTIMA DE CANARIAS: "Proyecto de creación de un Museo Naval en Canarias", expediente mecanografiado, Las Palmas de Gran Canaria, junio de 1989. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián :"Informe sobre la antigua muralla de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria", 1 folio mecanografiado, Gáldar, 16 de julio de 1985. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián: "Informe histórico y delimitación de la antigua muralla de Las Palmas de Gran Canaria", 4 folios mecanografiados más plano de delimitación, Gáldar, 7 de noviembre de 1988. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1979): "Defensa de la arquitectura militar", en La Provincia, Las Palmas de Gran Canaria, 30 de noviembre de 1979. LÓPEZ GARCÍA, Juan Sebastián (1996): "Monumentos y Conjuntos Históricos. Estado de la cuestión". 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XIX. 37 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Fachada principal del Castillo de San Francisco, ° «del Rey.» 38 LA FUNDACiÓN DE LA ERMITA DE SAN NiCOLÁS DE BARI. Hasta el siglo XVII Las Palmas de O.e., entonces Las Palmas o Canarias a secas, va creciendo dentro de las murallas norte y sur que la envolvían. En la ciudad, edificios religiosos importantes como: la Catedral, Conventos de Dominicos, Franciscanos y el de las monjas Bemardas y salpicando su perímetro se contabilizaban once ermitas. Esta noche contemplamos una de ellas, la de San Nicolás de Bari. Los fundadores de la ermita son Juan de Matos y María Oonzález, quienes fundan Mayorazgo de la totalidad de sus bienes en 1680. El origen de la gran fortuna de esta familia está en el comercio de vinos y aguardientes con América, que realizaba con embarcaciones propias, poseía también grandes inversiones en censos. Las explotaciones vitícolas las realizaba en la Vega, donde tenía una finca de 26 fanegadas. Además, dos cercados de seis fanegadas de huertas en Vegueta y varias casas. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD El seis de Julio de 1697, solicita Juan de Matos del Obispo Bernardo de Vicuña le permitiese: fundar, eregir, labrar y edificar una ermita bajo la advocación de San Nicolás de Bari y sirviese también como lugar de descanso a Nuestra Señora del Pino para cuando bajara desde Teror a nuestra ciudad. La razón que adujo para que le concediese la creación de la ermita era importante: los vecinos que vivían en la falda del Risco, sobre la acequia de Las Negreras, en el barrio de San Justo, donde llamaban el camino de Teror, eran pobres de solemnidad, no tenían ropas adecuadas para bajar a la parroquia del Sagrario en la Catedral o a los conventos de la ciudad a cumplir con el precepto de oír misa los domingos y fiestas de guardar. El protocolo de fundación de la ermita es del 31 de Julio de 1699 ante el escribano Francisco Ortega. La ermita constaba de capilla y sacristía, gradillas, lámpara de plata y campanario, dos puertas con sus marcos de piedra, una a los pies y otra en un costado. La ermita estaba enladrillada, enmaderada y encalada. Cubierta por 5.000 tejas hechas en Arucas por Agustín Trujillo, el albañil y cantero fue, Cristobal González, también de Arucas. Estando presupuestada la ermita y la imagen del santo en un total de 6.113 reales de plata. Presidiendo la ermita en la cabecera, un nicho de cantería con una columna a cada lado, su concha con sus comisas y remates para colocar en él a San Nicolás de Bari. 40 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD El maestro escultor sería Miguel Gil, vecino de Guía. La imagen mediría seis cuartas de alto, sin peana y mitra dorada, parecida a la que se encontraba en el altar de Nuestro Señor Jesucristo, en la capilla de Nuestra Señora del Rosario en el Convento de San Pedro Mártir. Se compromete además, tanto él como sus herederos, a financiar las obras que fueran necesarias en caso de ampliación de la ermita o arreglos a la misma. Por otra parte también sería el responsable de pagar los ornamentos sacerdotales así como piedra de ara en el altar, cáliz, vinagreras, patena y todo lo que necesitase para el culto divino. El primer patrono de la ermita fue el hijo de Juan de Matos, Francisco y a la muerte de éste serían sus sucesores los poseedores del Mayorazgo. Los capellanes, los hijos y descendientes de su hermana Gregoria. En una de las cláusulas del testamento que otorgó Juan de Matos el 11 de Mayo de 1717, ante el escribano Francisco Mendoza Guerra, fundó a perpetuidad una Capellanía de 25 misas rezadas a decir en un año, financiada cada una con seis reales de vellón. Las restantes misas, complemento a los demás días festivos, serían a cargo de su Patronato. Se celebrarían entre las 11 y 12 horas de la mañana repicando las campanas media hora antes para que vecinos y caminantes cumplieran con el precepto. Años más tarde, por conveniencia de los vecinos, se celebraban al alba entre las cuatro y cinco de la madrugada. 41 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Junto a la imagen de San Nicolás de Bari encontramos a Nuestra Señora de Loreto. El culto a la Virgen en la Ermita se remonta al siglo XVIII. Antonia Ossorio, vecina del barrio, deja en testamentaría 34 pesos en efectivo y varias casas con todo lo que contenían para que sus rentas o ventas se invirtiesen en el culto a la Virgen. A finales del siglo XVIII, el exterior de la ermita estaba en ruinas: el tejado en pedazos y cuando llovía se mojaba, las maderas de las puertas podridas, además la puerta del lateral estaba rota, sin cerrojo ni pestillo, las paredes se deshacían. Respecto al interior faltaba el ara, la lámpara de plata y los manteles. Por todo ello desde el Obispado se le comunica al Capellán el cierre de la misma y que las misas las celebrase en otra ermita muy cercana, la de los Santos Justo y Pastor. La ermita de estos Santos ya existía en 1558. Según la tradición, fue construida cuando una plaga de pulgón asoló los ingenios azucareros Arreglada la ermita, se abre nuevamente al culto pero posteriormente en 1776 por nuevos problemas de edificación, mantenimiento y falta de objetos para la liturgia vuelve a clausurarse. No sabemos exacto la fecha de su arreglo definitivo, pero si podría afirmar que la que hoy tenemos ante nosotros no es la primitiva ermita de San Nicolás de Bari eregida por el Capitán Don Juan de Matos. Aparte de lo comentado anteriormente, existieron al menos desde 1832 a 1847 problemas de financiación, los 42 LA PERIFERIA DE LA VIE JA CIUDAD patronos no se responsabilizan de reponer los ornamentos litúrgicos, ni de suministrar la cera y el vino para el culto; inclusive el Capellán no celebró la misa de Pascua, por no haber recibido los reales de vellón correspondientes a más de 25 misas. Los problemas económicos y arquitectónicos debieron solucionarse, pues de nuevo se abre al culto. Nuestra ermita de San Nicolás fue eregida Parroquia el dos de Mayo de 1939 por el Excelentísimo y Reverendísimo, Señor Obispo Antonio Pildaín Zapiain, siendo nombrado Cura Ecónomo el Reverendo Manuel Romero Sánchez. La Fiesta en honor del Santo, el seis de Diciembre, se celebra al menos desde 1716 cuando Juan de Matos nombra patrono de la misma a su nieto, el capitán de caballos Juan Manuel Matos, a quién los albaceas entregarían cada año 400 reales de las rentas de propiedades de tributos, tierras yaguas de su finca de Aguímes para organizar con toda pompa y lujo la festividad. No sabemos la organización de las mismas en el siglo XVIII, pero sí como se hizo al menos en un año del siglo XX. Por un lado, fiesta religiosa con un triduo en honor del Santo con procesión por las calles del barrio y por otro, fiestas populares .durante esos días. A las seis de la madrugada, diana floreada a cargo de una banda de cometas y tambores que recorría las calles del Risco para recordar a los vecinos día tan señalado. A lo largo de la mañana, la chiquillería se divertía con juegos de cucaña, de sartén, concurso de pesca, carreras de sacos y 43 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD chocolatada. Al medio día, bailes típicos y a eso de las siete de la tarde, paseo y música. También, como no, gran partido de fútbol entre dos equipos rivales: Unión Deportiva San Nicolás y Club Deportivo Polonia, como colofón a los actos populares, gran luchada canaria por dos equipos emblemáticos Adargoma y Rumbo. Este enclave, fue lugar de parada y testigo desde 1601 hasta 1815 de las bajadas de la Virgen del Pino desde Teror hasta nuestra ciudad por los caminos tan usados por nuestra gente: El camino Costa-Cumbre, llamado también de Mar y Cumbre. Yo, personalmente, me identifico con Costa-Cumbre, pues este Risco de San Nicolás fue habitado a partir del siglo XVI entre otros grupos por los marineros: roncotes, pescadores de litoral y costeros, marineros a la pesca del salado en la costa africana. Desde la época prehispánica hasta el siglo XIX este camino a través del barranco de Guiniguada y la degollada de La Cruz de Tejeda fue lugar de comunicación entre la Costa y la Cumbre. Durante la época de la conquista fue utilizado, por los castellanos como ruta para llegar allí donde los aborígenes mostraban resistencia. En 1483 Pedro de Vera realiza una incursión desde el Real de Las Palmas por el barranco del Guiniguada a las cuencas de Tejeda y Tirajana, cercando en Bentayga durante 15 días a los aborígenes. 44 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD Pero no sólo sirvió para estas incursiones, pues una vez pacificado el territorio, se utilizó habitualmente como enlace de nuestras gentes de las medianías y las cumbres para acceder a la ciudad. Hoy siglo XXI, con otros accesos más fáciles a los pueblos de nuestra querida Gran Canaria, es grato recordar con nostalgia este enclave: Ermita, Risco de San Nicolás y el transitado camino de la Costa a la Cumbre. M3 Pino Marrero Henning. 45 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD La ermita de San Nicolás de Bari y su entorno a comienzo del s. XX. 46 LA MURALLA SUR Y EL VIEJO CEMENTERIO DE LA CIUDAD. No era exactamente este lugar el límite de la puerta del sur de la primitiva ciudad, ya que según vemos en los planos antiguos, la muralla que en 1577 edificó el gobernador Diego de Melgarejo iba en línea recta desde la orilla del mar hasta la plazoleta de los Reyes, en las inmediaciones de la emita de este nombre. Casi un siglo después, la fortificación se tuvo que reconstruir en vista de la amenaza de una posible invasión de los moros de la localidad africana de Salé. En esta nueva oportunidad se pertrechó con buenos materiales y se prolongó desde la ribera del mar hasta el llamado Calvario de San Juan, en la falda de la montaña de Santo Domingo. La puerta de entrada a la ciudad por el Sur se siguió llamando de los Reyes y estaba flanqueada por tres baluartes, estando el último de ellos en el remate conocido con el nombre de Reducto del Cristo, onomástica que la tradición asegura que se tomó porque fue el lugar en que encalló el barco que transportaba el primitivo Cristo de la Vera Cruz, patrono, andando el tiempo, de nuestra ciudad. Hubo nuevas reedificaciones. En 1740 la muralla se hizo de sillería y cal, y fue el año que se sustituyó el viejo reducto del Cristo por el de Santa Isabel, que era más capaz para la imprescindible defensa de la isla. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD Estas fortificaciones estaban en 1780 muy deterioradas. El reducto fue desartillado, y en vista de su estado ruinoso, en 1885 se ordenó su entrega a la administración militar. Años después, el rector de la Compañía de Jesús solicitó la adquisición del castillo para la instalación del Colegio de San Ignacio de Loyola. Hasta hace unos años se podía contemplar en una de las esquinas del anterior edificio una lápida original del reducto de Santa Isabel, con un anagrama y unas letras en relieve que los nostálgicos amantes de nuestras viejas piedras nos empeñábamos infructuosamente en conservar. Pero si de estas viejas reliquias, lamentablemente ya no existen vestigios que admirar, nos detendremos ahora en bosquejar brevemente la historia de este cementerio centenario que hoy nos convoca. Desde la Edad Media los enterramientos se realizaban en los recintos sagrados: catedrales, monasterios yermitas servían de última morada a nuestros antepasados. Carlos 111 fue ~l monarca que, amparándose en medidas higiénicas, decidió construir en 1785 un cementerio en la Granja de San Ildefonso. La acertada medida del soberano se convirtió en Real Cédula, estableciendo que se realizaran fuera de las puertas de las ciudades estos camposantos, prohibiendo a partir de la Real Orden los enterramientos en el interior de los templos. Sin embargo, 48 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD la construcción de estos recintos fue Qbstaculizada por la oposición del clero. Esto motivó que lo ordenado por el Rey no tuviera una rápida aplicación, por lo que a lo largo de la primera mitad el siglo XIX se emitieron nuevos mandatos reiterando la obligación. La causa fundamental de la desobediencia residía en los problemas jurídicos sostenidos entre la Iglesia y el municipio por cuestiones de competencias jurisdiccionales. En nuestra ciudad, que seguía la misma línea de rebeldía del resto de las capitales españolas, una terrible epidemia de fiebre amarilla desatada a principios de 1811 logró que sin excusa de ningún género se instalara en este lugar un improvisado cementerio. Seguidamente se adqui- · rió el terreno en 12.000 reales de vellón, y el gran Luján Pérez se encargará de proyectar la fachada porticada, con pilastras toscanas que forman el sencillo atrio rematado con el clásico frontón triangular. Su costo ascendió a 209.311 reales, cantidad que sufragaron el obispo don Manuel Verdugo y el Cabildo Catedral. El cementerio, que tendrá que denominarse católico, era propiedad de la Iglesia, aunque en todo momento será administrado por los regidores del consistorio municipal. El primer difunto que aquí recibió cristiana sepultura fue Juana Calderín, de 33 años de edad, enterrada el 2 de marzo de aquel 1811. Su viudo, Luis Troya, zapatero, contagiado de la fiebre, será la octava víctima en bajar al sepulcro diez días más tarde. También queremos recordar a la primera persona notable que de igual modo fue inhumada 49 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD en este lugar. Se trata del Deán de la Catedral don Miguel Mariano Toledo, que recibió sepultura el 30 de julio el mismo año. Inicialmente era un camposanto carente de importancia. Será en 1859 cuando el excelente alcalde, don Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara (1856-1860), aborda seriamente el proyecto de ampliarlo y adecentarlo, iniciativas que en principio fueron desestimadas, tanto desde el punto de vista higiénico-sanitario, como religioso. El rechazo surgido por haberse frenado esas mejoras originará una airada polémica ciudadana, en la que interviene de mediadora la Real Sociedad Económica de Amigos del País. El magnífico proyectista Manuel de León y Falcón va a ser el artífice que embellecerá el recinto al construir la esbelta cruz gótica central de cantería y varios panteones particulares. Otros constructores también se comprometen a levantar oratorios, criptas y capillas, destacando, entre ellos, el maestro de obras Antonio Eduardo Santana, que ha de ser el verdadero alarife que en organizará, trazará y fabricará la parcela del antiguo primer patio. En esta reforma se ampliaron las secciones del cementerio protestante y el de los ingleses, y se proyectó, además, la construcción de otro emplazamiento para depositar los restos de los que pertenecían a otras religiones. En los 193 años transcurridos desde aquella primera sepultura de 1811, muchas historias conmovedoras se han desarrollado dentro de estos centenarios muros. Relatos trágicos y de gran emotividad. Como referencia 50 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD anecdótica, si se me permite recordarla, señalaremos el enterramiento de la primera esposa del doctor Chil, doña Alejandra Jaques de Mesa, estando aun viva. Parece que a la ilustre dama le acometió un fuerte ataque epiléptico y que la inmovilidad que le produjo la conmoción hizo que la dieran por muerta. También trajeron viva al cementerio a otra señora isleña, doña Ana Navarro de Martinón, siendo aun una niña. Ocurrió con motivo de la epidemia de cólera que padecimos en 1851. Fue tan virulenta, que para evitar el contagio apenas se certificaba con detenimiento la defunción. A la párvula la transportaron moribunda en un carro y, sin enterrar, la dejaron entre el resto de cadáveres traídos en aquel viaje. Y fue una suerte para ella, porque poco a poco se fue recuperando, logrando levantarse y cogiendo norte pudo dirigirse a su casa de la entonces calle del Colegio, frente a la iglesia del Seminario. De igual modo resultó sorprendente cuando un día del año 1876 un vecino, de nombre José González, elevó instancia al Ayuntamiento expresando que por un motivo piadoso deseaba conservar en su domicilio el cráneo de su difunta madre. Era tanto el amor materno profesado, que el alcalde, don Juan María de León y Joven de Salas (1869- 1871 Y 1975-1881), dio las órdenes oportunas para que fuese extraído del nicho y se le concediera la custodia. Pero lo que realmente conmocionó a la población durante largo tiempo fue el conocerse públicamente que en 51 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD el bello sarcófago de mármol que acoge los restos del patricio antes nombrado, don Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara, había una secreta historia. El ilustre difunto, alcalde, como dijimos, diputado, caballero de Calatrava y secretario honorario de la reina doña Isabel 11, que fue uno de los hombres más sobresalientes del siglo XIX, dejó su gran fortuna a la ciudad mediante una disposición testamentaria. El motivo de este desprendimiento a favor del municipio, cuyos bienes estaban preferentemente destinados a la Iglesia, fue el conocer que su padre no había sido un miembro notable de la mayorazga familia de Castillo, como figuraba en su filiación onomástica, sino el Arcediano de Canarias don Juan Casañas de Frías, un herreño que entonces disfrutaba la prebenda de canónigo magistral y que llegó a ostentar el deanato de nuestra Catedral en 1829. Don Cristóbal, lejos de avergonzarse, quiso reposar junto al sacerdote, y además hacerlo por todo lo alto. Para ello mandó que viniese de Italia el espléndido monumento funerario, que depositado provisionalmente en este cementerio, iba a emplazarse definitivamente en la iglesia parroquial de San Bernardo que ordenó construir en el parque de San Telmo, detrás de la actual ermita, y aunque el templo no llegó al final a levantarse y aquí sigue estando el artístico mausoleo, el nombre del capitular de Santa Ana Casañas de Frías figura en mármol en destacado lugar. Q uiero terminar recordando el emotivo verso que corona la fachada de nuestro camposanto. Nunca se había conocido con exactitud quién fue el autor de tan sentido poema. La voz popular lo había asignado, sin fundamento, 52 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD al recordado vate isleño Roque Morera. Pero la estrofa tiene otra paternidad y también una curiosidad histórica. Fue escrita por el periodista, poeta y político madrileño Mariano José de Larra, el introductor de la estética romántica en la literatura española. En su obra El día de difuntos, creada en 1836, cuando el lírico era un jovencito de veinticinco años de edad, compuso este pensamiento: "templo de la verdad es el que miras. No desoigas la voz con que te advierte, que todo es ilusión menos la muerte". Meses después de escribirlo, amargado por sus experiencias políticas, problemas personales y, sobre todo, por el rechazo de su amante a la que adoraba, el poeta acabó suicidándose. Hace unos meses, el malogrado escritor y periodista madrileño alcanzó un notorio relieve nacional al ser elegida su novela El doncel de don Enrique el Doliente como regalo de compromiso por la hoy Princesa de Asturias, la nieta de Menchu Álvarez del Valle, también periodista. Miguel Rodríguez Díaz de Quintana. 53 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD El Barrio de Vegueta y la Muralla Sur que se extendía entre el Castillo de Santa Isabel y la ladera de San Juan, fuera de esta muralla se levantó el primer cementerio de la ciudad a principios del s. XIX. 54 SAN JOSÉ: ENTRE LA PORTADILLA Y EL MAR. En nuestro mundo actual, que presumimos moderno y globalizado, las fronteras físicas y geográficas resultan cada vez menos tangibles, pues van siendo sustituidas por otras, económicas y culturales, quizás más difícilmente salvables. En las ciudades, el cambio facilitado por el desarrollo ha hecho desaparecer de su interior las grandes diferencias que hasta no hace muchos años marcaban la vida de quienes habitaban los núcleos urbanos y las zonas periféricas; integrándose barrios y centros en un conjunto física y estructuralmente homogéneo, donde sólo la permanencia de las diferencias socioeconómicas recuerda el origen de aquellas zonas y mantiene el espíritu de lucha de sus vecinos por un derecho a la igualdad en recursos y condiciones de vida que las grandes ciudades se resisten a facilitar. Ese origen y ese devenir histórico de los barrios y sus habitantes conforman, no obstante, unas señas de identidad que se traducen en un sentimiento de apego extendido al conjunto de la ciudad, que enriquece con ello su legado cultural. PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD El barrio de san José sirve como ejemplo de los barrios que surgidos extramuros de la ciudad antigua terminan integrándose en ella, conservando en el recuerdo la imagen primitiva, yen el espíritu de sus vecinos el carácter marcado por el origen y los muchos años de historia compartida. * * * * * Al abrigo de la ermita de su nombre, entre los siglos XVII y xvrn, una población inmigrante -procedente tanto del interior de la isla como de Lanzarote y Fuerteventura y, en algunos casos, también de la Península- eligió esta zona fértil próxima al núcleo fundacional para asentarse y desarrollar su vida. En la actualidad, resulta difícil pero reconfortante imaginar el paisaje de huerta y campiña que disfrutaban aquellos antiguos moradores. Quizás la descripción de Romero y Ceballos sea la que de manera más breve nos ofrezca el mejor retrato de aquel lugar: "Hallase con sus divertidos paseos y salidas. A el poniente tiene huertas y arboledas de frutales y con mucho agua ( ... ) a el sud cercados espaciosos de riego que casi continuamente están cubiertos de verdura que causan un recreo grande a la vista" Una hermosa campiña terminada, a lo lejos, por el mar. Así era el paisaje de la Vega de san José, hoy palpitante de vida, del que podían disfrutar no sólo los habitantes del barrio, sino todos los vecinos de la ciudad. No en vano, su 56 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD vía principal, el Paseo de san José fue -hasta la construcción de la Alameda, con la que rivalizó a partir de 1842-el mejor paseo de la ciudad de Las Palmas, al que acudían por solaz y divertimento sus gentes, cruzando la Portadilla para complacerse con la dulzura de la brisa marina y el fresco y verde paisaje sobre fondo azul, infinito ... El barrio de san José, del que se ha dicho fue desde sus comienzos una puerta abierta en las murallas de la ciudad, "una portada por donde llegó a la ciudad todo lo bueno y también lo malo, que arribaba a la isla desde la mar año tras año", tiene entre las páginas de su historia el haber sido testigo del episodio más luctuoso sufrido por la ciudad de Las Palmas, y también, como suele suceder cuando sus protagonistas son personajes anónimos o personas humildes, ha sido objeto de errores aceptados por la historiografía sobre los que quizás sea este momento oportuno para reflexionar. Por san José, se ha dicho, entró a la ciudad la terrible epidemia de cólera morbo que en el verano de 1851 diezmó a sus habitantes, extendiéndose desde este barrio al resto de la población. Se cita a María de la Luz Guzmán, como la primera víctima mortal, fallecida el 25 de mayo de aquel año. Sin embargo, el estudio de los libros de registro de defunciones de las parroquias de la ciudad arroja otros datos sobre la aparición de esta enfermedad. El 26 de mayo fallecía la vecina de san José, María de la Luz Asiego, de 25 57 PASEO NOCTURNO POR LA VI EJA CIUDAD años, soltera e hija de Miguel Asiego y de Rosalía Caraballo. Primera confusión, por tanto, motivada quizás porque en este mismo barrio falleció días más tarde, el l3 de junio, José Guzmán de Asiego, y la coincidencia en apellido tan poco común en las islas pudo dar lugar a ella. Pero más importante resulta aún destacar que no fue este el único núcleo originario de aquella epidemia. Antes que María de la Luz Asiego fallecían, también por "andancio", como se conocía a aquel mal de estómago antes de que se identificara como cólera, el joven Manuel Cabrera, vecino de la calle Terrero, y Domingo Moreno, de 60 años, vecino de San Nicolás. Por tanto, la afirmación común de establecer el barrio de san José como foco desde donde posteriormente se extendió al resto de la población, merece ser matizada. Los datos ponen en evidencia que la enfermedad no tuvo un único punto desde el que contagió al resto, sino que se dio en varios lugares a la vez. El agua fue, sin duda, el agente conductor de los bacilos del cólera, y que infectada posiblemente en la acequia que la conducía hasta la ciudad, desplegó el mal simultáneamente por varios puntos de la misma a través de las fuentes públicas entonces existentes para el abastecimiento, y de ahí su voracidad entre la población. Estas conclusiones, no obstante, deben ser tomadas con precaución ya que, si bien los registrbs parroquiales sirven como fuentes documentales fidedignas en situacio- 58 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD nes normales, no sucede lo mismo cuando se trata de un momento tan excepcional como el que nos referimos, donde todo se trastoca. Pero los momentos difíciles no mermaron el dinamismo de los vecinos de este barrio. Quizás como consecuencia de la tragedia antes citada, los habitantes de esta zona supieron ver antes que los de otra la necesidad de contar con un eficaz servicio de abastecimiento de agua potable y pusieron todo su empeño en convertirse en el primer barrio de la ciudad en contar con una fuente propia para su suministro. Los vecinos de san José, en una de sus primeras manifestaciones del espíritu de colectividad y asociacionismo que les caracteriza, siendo conscientes de las delicada situación económica que atravesaba la Hacienda municipal, propusieron y llevaron a cabo una suscripción voluntaria entre ellos para la construcción de la fuente pública que en 1876 se terminó de construir junto a la ermita, viéndose a partir de entonces librados de tener que desplazarse hasta las fuentes más cercanas de Vegueta. Hoy, de aquella fuente proyectada por López Echegarreta solo queda, como testigo, su tazón en piedra de cantería; quizás merecería reconstruirse como homenaje al tesón de los vecinos de este barrio. y como no todo eran dificultades en san José, sus habitantes se revelan también como uno de los más alegres de la ciudad. Antes de que el carnaval tuviera su refugio en La Isleta, ya desde el siglo XIX, habitantes de todos los puntos de la ciudad acudían a san José para disfrutar de los 59 PASEO NOCTURNO POR LA VIEJA CIUDAD bailes más populares y bulliciosos de esta fiesta; y en los bailes de taifas, los vecinos abrían las puertas de sus casas para dar cobijo a las parrandas y a las visitas que hasta allí acudían buscando la espontaneidad y la frescura que marcaban aquellos acontecimientos festivos , donde entre música, bailes y abundante comida, se desarrollaba una de las principales citas de la vida social en nuestra capital. Todo lo expuesto no son más que notas, pinceladas en la vida de un barrio del que quedaría todo por contar, y en el que la intensidad de su vida actual, marcada por una intensa actividad cultural, recreativa y deportiva - recuérdese el significado del Sporting san José para el fútbol grancanario, o el del -Poeta Tomás Morales para la vela latina, por solo citar unos ejemplos-, guarda, en su esencia, los recuerdos de una trayectoria vivida con tesón y laboriosidad por la que se han incorporado al siglo XXI reflejando en su identidad el recuerdo de una vida que tuvo su momento entre la Portadilla y el mar. Encarna Galván González. 60 LA PERIFERIA DE LA VIEJA CIUDAD PLANTA DE ELrVERTE DESAN PEDRDA-iAR'TIR DELAISLA DE A,vARl.A ti ' la. .1" lo ""4 .lg 3' P J'ti.S. Planta del Torreón de San Pedro Mártir, realizada por Pedro Agu tín del Castill o. 61 íNDICE Salutación. Josefa Luzardo Romano . ... ..... ....... .... ... .......... ...... .............. 5 Propósito. Josefa Luzardo Romano . ...... .. .... ...... .. ........................... .. ... 9 Presentación. Juan José Laforet .. .. .... .. .... .. ......... ... .... .. .... .. .... ....... .. .... .... 13 La Puerta de Triana y el porvemir de la Vieja Ciudad. Alfredo Herrera Piqué ................ .. .................. .. ...... .. .... .. .. 17 Las Palmas de Gran Canaria: Castillos y Muralla. Patrimonio cultural y recurso social. Juan Sebastián López GarGÍa . .. .. ..................................... 25 La Fundación de la Ermita de San Nicolás de Bari. Ma • Pino Marrero Henning . .......... .. .. .... .. .. .... .. .. .. .. .. .. .. .. ... 39 La Muralla Sur y el ciejo cementerio de la ciudad. Miguel Rodríguez Díaz de Quintana . .... .. .... .. ............ ...... 47 San José: entre la Portadilla y el mar. Encarna Galván González . .... .. .. .. ........ .. .. .. ...... .. .... .. ........ 55 Este libro se terminó de imprimir el día 21 de junio de 2004, para el «Paseo Nocturno por la Vieja Ciudad», dentro del programa de las Fiestas Fundacionales de Las Palmas de Gran Canaria. San Juan, 2004. COLABORAN: REAL SOCIEDAD ECONÚMICA DE AMIGOS DEL pAlS DE GRAN CANARIA FUNDACIÓN MAPFRE GUANARTEME |
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