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LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA HISTORIA CULTURAL DEL ARTE EN CANARIAS I LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA Antonio Tejera Gaspar José Juan Jiménez González Jonathan Allen GOBIERNO DE CANARIAS Presidente del Gobierno Paulino Rivero Baute Consejera de Educación, Universidades, Cultura y Deportes Milagros Luis Brito Viceconsejero de Cultura y Deportes Alberto Delgado Prieto Directores de la Colección Jonathan Allen Hernández Fernando Castro Borrego Autores Tomo I Antonio Tejera Gaspar José Juan Jiménez González Jonathan Allen Documentación Atala Nebot Álvarez Diseño gráfico editorial Jaime H. Vera Fotografías Archivo del Gobierno de Canarias Archivo Canarias Cultura en Red, S. A. Archivo Cabildo Insular de El Hierro Archivo Cabildo Insular de Lanzarote Archivo Cabildo Insular de Fuerteventura Archivo Cabildo Insular de La Gomera Museo Canario Archivo Antonio Tejera Archivo Manuel García-Núñez (pp. 219-242) Ilustración de la sobrecubierta “Ídolo femenino”. La Aldea de San Nicolás, Gran Canaria. Museo Canario Preimpresión digital, impresión y encuadernación Litografía Á. Romero, S. L. © de los textos: sus autores © de las imágenes: sus propietarios Dep. legal: TF. 943-2008 ISBN: 978-84-7947-469-0 ISBN: 978-84-7947-470-6 Agradecimientos Cabildo Insular de El Hierro Cabildo Insular de Fuerteventura Cabildo Insular de La Gomera Cabildo Insular de Lanzarote Cabildo Insular de Tenerife Cabildo Insular de La Palma Cabildo Insular de Gran Canaria Museo Canario Museo Arqueológico de Tenerife La colección que ahora presentamos, con el título de HISTORIA CULTURAL DEL ARTE EN CANARIAS, y que constará de al menos diez tomos, coordinada por los profesores Fernando Castro y Jonathan Allen, se enmarca en el objetivo trazado por el Gobierno de Canarias de poner la cultura como un referente de especial relevancia en la agenda política para los próximos años. En ese contexto, la investigación y la difusión de nuestro patrimo-nio cultural, es una tarea básica, en la que la creación artística tiene un protagonismo vital. La puesta al día de esa creación, por quienes han habitado a lo largo de los siglos nuestras islas, desde la etapa pre-hispánica hasta la actualidad, supone un enorme reto dada nuestra singular posición geográfica, puente de ida y vuelta constante entre Europa, África y América, unida a la lejanía de los espacios centrales de toma de decisiones y por ende, de los lugares donde emergen los gustos y las líneas maestras que marcan las corrientes artísticas de nuestra historia. A esta importante tarea, tal como expresan los coordinadores científicos de esta colección, se han puesto, además de ellos mismos, un elenco de profesores de nuestras dos universidades, así como pro-fesores canarios en universidades peninsulares, expertos y críticos. El objetivo es hacernos llegar la importancia del conocimiento y la difu-sión de los valores creativos producidos en Canarias, unido a la im-portancia de las singulares obras artísticas que hoy se acumulan por toda la geografía del Archipiélago. Esta colección, por tanto, pretende acercar a todos los canarios, especialmente a las nuevas generaciones, con un lenguaje claro y di-vulgativo, sin prescindir de la necesaria base científica, la historia del arte de Canarias, de la creación propia y de la que nos ha venido de fuera, enmarcada en su contexto cultural y social. Sólo nos resta agradecer y felicitar por el trabajo realizado, a los coordinadores de la colección, a sus colaboradores científicos y a to-dos aquellos que de alguna manera la han hecho realidad. PAULINO RIVERO BAUTE Presidente del Gobierno de Canarias PRESENTACIÓN 7 Cuando el Gobieno de Canarias nos expuso la idea de este gran proyecto editorial no sabíamos muy bien qué modelo de historia artísti-ca sería el más apropiado. Era evidente que el orden cronológico no se podía obviar y que además, las manifestaciones artísticas en Canarias se debían tratar del modo más plural y sintético posible, considerando co-rrientes principales y derivaciones locales. El énfasis en los aspectos so-ciales y culturales histórico-artísticos nos pareció la mejor estrategia dis-ponible para aglutinar criterios. Así se evitarían los peligros de una historia del arte marcada por los autores más sobresalientes de la tradi-ción, y los hitos y eventos estéticos no aparecerían desligados de contex-tos más amplios y genéricos. Cada volumen de esta nueva historia del arte en las islas engrana con el precedente, de tal modo que las épocas y las culturas artísticas de esta región se puedan aprehender linealmente, sin obviar los rasgos propios y peculiares que han marcado la temporali-dad de las artes en Canarias: el comercio con Flandes y con el Nuevo Mundo, el influjo de los estilos continentales y sus arcaísmos insulares, y el gradual realineamiento cronológico de movimientos y culturas a raíz del boom económico a finales del siglo diecinueve. En el siglo XX los hechos artísticos responden también a los cambios operados en la sociedad. Desde las vanguardias insulares hasta finales del siglo XX los artistas y arquitectos canarios han reflejado en sus obras di-chos cambios de mentalidad. Y en la era posmoderna las nuevas tecnolo-gías se ponen al servicio de las nuevas tareas que se le brindan a los artis-tas en el seno de la cultura de masas. De todo esto pretendemos dar cuenta en esta obra colectiva. Asimismo hemos querido proyectar e inda-gar en determinados iconos que jalonan esta historia, y que ocupan un espacio visual de consulta directa, y que esperemos actúen como símbolos que estructuran la dialéctica artística de Canarias. En la redacción de este proyecto intervienen profesores de ambas universidades canarias, y profe-sores canarios en universidades peninsulares, además de expertos y críti-cos. Así pretendemos ofrecer la versión más avanzada y plural de nuestra historia artística y contribuir al desarrollo de la conciencia artística de este territorio único y atlántico, entre continentes, pueblos y culturas. FERNANDO CASTRO BORREGO Catedrático de Historia del Arte de la ULL JONATHAN ALLEN HERNÁNDEZ Profesor de la ULPGC PRESENTACIÓN 9 LA HISTORIA CULTURAL DEL ARTE EN CANARIAS PROPÓSITO E INTENCIÓN ÍNDICE INTRODUCCIÓN .................................................................................................................... 17 ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA .. 25 Antonio Tejera Gaspar y José Juan Jiménez González PRIMERA PARTE EL ARTE RUPESTRE DE LAS ISLAS CANARIAS LA TEORÍA Y EL MÉTODO EN EL ÁMBITO RUPESTRE .......................................... 35 LAS EXPRESIONES RUPESTRES: UBICACIÓN Y LOCALIZACIÓN........................ 39 LAS TÉCNICAS DE EJECUCIÓN ........................................................................................ 41 LA TÉCNICA DE INCISIÓN ................................................................................................ 41 LA TÉCNICA DE PICADO O PIQUETEADO...................................................................... 43 LA TÉCNICA DE ABRASIÓN .............................................................................................. 43 LA TEMÁTICA REPRESENTADA................................................................................................ 44 LA TEMÁTICA ESQUEMÁTICA .......................................................................................... 44 La temática esquemática-geométrica.................................................................... 44 La temática esquemática-figurativa .................................................................... 44 LA TEMÁTICA FIGURATIVA................................................................................................ 45 LA TEMÁTICA ALFABÉTICA................................................................................................ 45 LA DATACIÓN CRONOLÓGICA ........................................................................................ 46 LA PÁTINA Y SUS ATRIBUTOS............................................................................................ 47 SISTEMATIZAR Y SERIAR LAS EXPRESIONES RUPESTRES .................................... 49 LA ADSCRIPCIÓN SOCIOCULTURAL Y TEMPORAL ................................................ 49 LA ÉPOCA PREEUROPEA .................................................................................................... 49 LA ÉPOCA HISTÓRICA........................................................................................................ 50 LAS ANALOGÍAS COMPARATIVAS: PERSPECTIVA Y PROBLEMÁTICA .............. 51 LAS ANALOGÍAS INTRAINSULARES .................................................................................. 51 LAS ANALOGÍAS INTERINSULARES .................................................................................. 52 LAS ANALOGÍAS EXTRAINSULARES .................................................................................. 52 LA CONSERVACIÓN, LA PROTECCIÓN, LA PUESTA EN USO Y DISFRUTE .... 52 LAS PROPUESTAS DE INTERPRETACIÓN...................................................................... 53 ASENTAMIENTOS Y EXPRESIONES RUPESTRES .............................................................. 53 LA POBLACIÓN, LOS RECURSOS Y LA ADAPTACIÓN CULTURAL................................ 55 INDÍGENAS, EUROPEOS, CANARIAS Y EL MAR .............................................................. 56 LAS INSCRIPCIONES ALFABÉTICAS DE LAS ISLAS CANARIAS ............................ 60 CANARIAS RUPESTRE ISLA A ISLA.................................................................................... 69 LANZAROTE ........................................................................................................................ 70 FUERTEVENTURA................................................................................................................ 72 GRAN CANARIA .................................................................................................................. 83 TENERIFE............................................................................................................................. 85 ÍNDICE 13 LA PALMA ............................................................................................................................ 89 LAGOMERA......................................................................................................................... 93 EL HIERRO .......................................................................................................................... 96 YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS SINGULARES DE LAS ISLAS CANARIAS.............................................................................................................. 102 LA CUEVA PINTADA DE GÁLDAR (GRAN CANARIA) ................................................ 102 LA CUEVA DE BELMACO (LA PALMA) .......................................................................... 104 EL JULAN (EL HIERRO) .................................................................................................... 106 ESTACIÓN SOLAR DE MASCA (TENERIFE).................................................................... 108 MONTAÑA DE TINDAYA (FUERTEVENTURA) ...................................................................... 110 LA FORTALEZA DE CHIPUDE (LA GOMERA)................................................................ 112 ZONZAMAS (LANZAROTE)................................................................................................ 114 SEGUNDA PARTE ÍDOLOS CLASIFICACIÓN Y TIPOLOGÍA ........................................................................................ 123 GRUPO I Antropomorfos............................................................................................................................. 125 ANTROPOMORFOS FEMENINOS ...................................................................................... 125 ANTROPOMORFOS MASCULINOS .................................................................................... 126 ANTROPOMORFOS BISEXUADOS...................................................................................... 127 ANTROPOMORFOS ASEXUADOS ...................................................................................... 127 MIEMBROS HUMANOS ...................................................................................................... 129 GRUPO II Ídolos zoomorfos .......................................................................................................................... 130 ORNITOMORFOS ................................................................................................................ 131 CÁNIDOS .............................................................................................................................. 131 SUIDOS................................................................................................................................. 132 GRUPO III Objetos anicónicos ...................................................................................................................... 132 GRUPO IV Estelas ........................................................................................................................................... 134 EL ORIGEN Y LA FUNCIÓN DE LOS ÍDOLOS EN LAS CULTURAS CANARIAS.. 136 LAS PINTADERAS .................................................................................................................... 147 ADORNOS, CUENTAS Y COLGANTES ............................................................................ 148 LA CERÁMICA .......................................................................................................................... 151 TERCERA PARTE ARQUITECTURA ARQUITECTURA DE ALMACENAMIENTO: SILOS Y GRANEROS ........................ 163 ARQUITECTURA DEFENSIVA ............................................................................................ 168 ARQUITECTURA DOMÉSTICA .......................................................................................... 171 CUEVAS ARTIFICIALES............................................................................................................ 171 POBLADOS DE CASAS Y CABAÑAS........................................................................................ 176 ARQUITECTURA FUNERARIA............................................................................................ 186 CISTAS Y TÚMULOS................................................................................................................ 186 ARQUITECTURA RELIGIOSA.............................................................................................. 191 LOS EFEQUENES .................................................................................................................... 191 LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA 14 PIRÁMIDES Y TORRETAS ...................................................................................................... 195 LAS ARAS DE SACRIFICIO...................................................................................................... 198 ARQUITECTURA CULTUAL ................................................................................................ 200 EL ALMOGARÉN .................................................................................................................... 200 LAS QUESERAS ........................................................................................................................ 205 LOS LITÓFONOS .................................................................................................................... 208 ARTE Y NATURALEZA DE LOS ESPACIOS SAGRADOS ............................................ 211 LA IMAGEN PREHISPÁNICA EN LA CULTURA ESTÉTICA MODERNA ................................................ 219 Jonathan Allen VESTIGIOS REALES E ICONOS IMAGINARIOS: 1400-1700...................................... 221 LA ILUSTRACIÓN Y EL PRIMER ROMANTICISMO: 1700-1850 .............................. 225 MODERNISMO, NUEVO REALISMO Y VANGUARDIA: 1900-1950........................ 232 INFORMALISMO, ABSTRACCIÓN Y NEOFIGURACIÓN: 1950-2000 .................... 236 LA ESCULTURA FINISECULAR: ABSTRACCIÓN, NEOFIGURACIÓN Y OBJETO 242 BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................... 245 ÍNDICE 15 INTRODUCCIÓN Las sociedades preeuropeas de Canarias se hallaban en un mismo ámbito geográfico pero no formaban un grupo unificado y homogéneo que permita explicar de manera conjunta la cultura pretérita de las siete islas del archipiélago. Además de su procedencia norteafricana todas pueden ser emparentadas originariamente con los antiguos libios actual-mente denominados con el término genérico de beréberes o amazigh. Su genérica diversidad se explica por las distintas adaptaciones so-cioculturales de estas etnias, mientras sus semejanzas son consecuencia de su pertenencia al contexto histórico de la protohistoria norteafricana como se hace fehaciente en los datos arqueológicos, así como en mu-chas de sus formas de vida recogidas por los escritores grecolatinos y, en las islas, por los navegantes y conquistadores europeos entre los siglos XIV y XVI. Pero tampoco podemos olvidar los cambios que se produje-ron en cada una de las islas como consecuencia de los procesos de adap-tación a un medio geográfico distinto en el que fueron relevantes el ais-lamiento y la falta de comunicación, lo que sin duda coadyuvó aún más a las divergencias que se perciben en cada comunidad insular, ya sea en los materiales arqueológicos relacionados con la subsistencia, con la muerte o con las manifestaciones artísticas. Esta diversidad cultural fue ya puesta de manifiesto por los redactores de Le Canarien, cuando ob-servaron sus diferencias, diciendo que eran gentes de diversas creencias y distintas lenguas 1. Apreciación que coincide con otra similar sobre las poblaciones libias norteafricanas recogida por el historiador griego He-ródoto a mediados del siglo V a.C., cuando dice que en dicho país [Li-bia] hay muchos y muy diversos pueblos 2. Hecho de gran interés, sin duda, por cuanto nos permite contrastarlo con la documentación escri-ta y los estudios arqueológicos realizados en los últimos cien años. Las Islas Canarias fueron redescubiertas por los romanos a fines del siglo I a.C. a juzgar por lo que sobre ellas ha quedado recogido en el li-bro VI de la Historia Natural de Plinio el Viejo (23-79 d.C.), en donde figuran los primeros rasgos descriptivos de un conjunto de islas atlánti-cas que con toda seguridad se pueden identificar con este archipiélago. Hoy podemos afirmar que sus primitivos pobladores procedían del Noroeste de África, aunque el mayor desafío lo constituye asociar las di-ferentes tribus que vivían en el momento de la ocupación romana en esa zona del Magreb —área geocultural que comprende Tunicia, Argelia y Marruecos— con las que poblaron cada una de las siete islas del ar- INTRODUCCIÓN 19 i Le Canarien, T.G.1r. Citaremos en adelante las referencias a la crónica francesa Le Cana-rien, del siguiente modo: La crónica la for-man dos textos, el denominado G, alusivo a Gadifer de la Salle, y el B, a Juan de Béthen-court, de modo que la T se refiere al texto y las iniciales a las correspondientes de ambas crónicas. Las letras minúsculas r y v aluden a texto recto y la v a texto vuelto. Le Canarien. Manuscritos, transcripción y traducción por Berta Pico, Eduardo Aznar, Dolores Corbella, Instituto de Estudios Canarios, 2003. 2 Heródoto, IV, 167, 3. chipiélago canario. Para ello se han desarrollado diversas teorías y pro-puestas estableciendo comparaciones analógicas con denominaciones bastante similares de ambas zonas en trabajos de investigación de carác-ter histórico, arqueológico, antropológico y etnolingüístico, entre los que destacan los realizados por Sabino Berthelot, Georges Marcy, José Juan Jiménez González y Antonio Tejera Gaspar. A partir de entonces pueden enunciarse los argumentos planteados siguiendo los trabajos de los autores citados sobre la relación de las distintas tribus africanas y sus equivalencias con las de las Islas Canarias: los Canarii (Marruecos) con Canaria-Gran Canaria; los Maxues-Maxies (Tunicia) con Maoh-Lanza-rote; los Abanni (Argelia) con Erbania-Fuerteventura; los Cinithi (Tuni-cia) con Chinet-Tenerife; los Ghmara-Gomara (Marruecos) con Gomera-La Gomera; los Ben-Hawara (Marruecos) con Benahoare-La Palma; y los Caprarienses (Argelia) con Capraria-El Hierro. Se trata de una amplia teoría que es necesario sistematizar con estudios profundos de carácter arqueológico, etnológico, etnográfico, antropológico y lin-güístico en los que concurren múltiples factores. Porque en la actuali-dad cabe establecer esas comparaciones con una gran fiabilidad en lo re-ferido a las lenguas líbicas antiguas habladas en el archipiélago que se hallan entroncadas con el grupo lingüístico camítico-beréber. Origen y parentesco que explica el número abundante de palabras, especialmente topónimos, de esa procedencia existentes en las islas. Otras manifesta-ciones igualmente reveladoras del origen norteafricano de los primitivos habitantes de Canarias son los testimonios epigráficos de escritura líbi-co- beréber, documentados en este archipiélago desde el último tercio del siglo XIX con una factura semejante a los conocidos en el Magreb, así como la de otro alfabeto identificado hasta la fecha sólo en las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Se trata de caracteres similares a los em-plazados en el yacimiento de Bu Njem, en Libia, vinculados con la gra-fía líbica antigua por René Rebuffat. Una cuestión, sin duda del máximo interés, que ha generado múlti-ples controversias, ha sido saber —además de la fecha en la que se des-cubrieron estas islas en la Antigüedad— cuándo y porqué se poblaron. Como hecho previo para argumentar esta propuesta, consideramos im-prescindible hacer una referencia a algunos acontecimientos históricos suscitados en el Norte de África después de que las legiones romanas conquistasen Cartago el año 146 a.C. Existe una tradición historiográfica en la investigación canaria que defiende un poblamiento de estas islas con gentes de origen libio-beré-ber trasladadas al archipiélago por los romanos en una fecha fijada entre fines del siglo I a.C. y el I, basándose en un acontecimiento histórico al que desde época muy temprana se habían referido los cronistas e histo-riadores de los siglos XV y XVI, como el azoreano Gaspar Frutuoso, el in-geniero italiano originario de Cremona Leonardo Torriani, o los caste-llanos Alonso Espinosa y Abreu Galindo, entre otros, y cuyo precedente más antiguo se encuentra en la crónica francesa Le Canarien 3 y en la de Alvar García de Santa María. Todos estos autores, al referirse al pobla-miento antiguo del archipiélago, lo emparentan con los hechos acaeci- LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA 20 3 Le Canarien, T.G. 33v. 2003, p. 133. dos en la provincia de Africa cuando los romanos comenzaron gradual-mente a ocupar el Magreb, después de la destrucción de Cartago en la fecha señalada. Los cronistas recogen una tradición que, con distintas variantes, viene a coincidir en la misma idea: las islas fueron pobladas con gentes castigadas por los romanos a causa de las revueltas y de la te-naz resistencia que sostuvieron ante el sometimiento a Roma, debido a una serie de acontecimientos que habían tenido lugar en los primeros años del siglo I en los territorios que a partir de la división jurídico-polí-tica y administrativa realizada en tiempos del emperador Claudio (41- 54), formarían parte de las dos provincias africanas, la Mauretania Cesa-riense y la Mauretania Tingitana. Ahora no entraremos en la valoración y el análisis de los diferentes textos alusivos a este problema, del que presentamos como ejemplifica-ción el relato recogido en la obra de Abreu Galindo, donde se halla una síntesis de las ideas fundamentales que figuran en los otros autores: Teniendo Roma sujeta la provincia de África, y puestos en ella sus legados y presi-dios, se rebelaron los africanos y mataron los legados y los presidios, que estaban en la provincia de Mauritania; y que, sabida la nueva de la rebelión y muerte de los legados y presidio en Roma, pretendiendo el senado romano vengar y castigar el delito e injuria cometida, enviaron contra los delincuentes grande y poderoso ejército, y tornáronla a sujetar y reducir a la obediencia. Y, porque el delito come-tido no quedase sin castigo, y para escarmiento de los venideros, tomaron todos los que habían sido caudillos principales de la rebelión y cortáronles las cabezas, y otros crueles castigos; y a los demás, que no se les hallaba culpa más de haber se-guido el común, por no ser destruidos, por extirpar en todo aquella generación, y que no fuesen por ventura causa de otro motín, les cortaron las lenguas, porque do quiera que aportasen, no supiesen referir ni jactarse que en algún tiempo fue-ron contra el pueblo romano. Y así, cortadas las lenguas, hombres y mujeres y hi-jos los metieron en navíos con algún proveimiento y, pasándolos a estas islas, los dejaron con algunas cabras y ovejas para su sustentación. Y así quedaron estos gentiles africanos en estas siete islas, que se hallaron pobladas 4. De los cronistas e historiadores citados, Leonardo Torriani es el que con mayor precisión se refiere al poblamiento antiguo de las islas, yen-do un poco más allá al atribuirle a Juba II de Mauretania la responsabi-lidad de este hecho: volvió a descubrir Juba [las islas] y las pobló con nú-midas 5. Los textos recogidos en los fragmentos citados fueron valorados, ini-cialmente, por Juan Álvarez Delgado, quien defendió la hipótesis de que el poblamiento insular fue consecuencia de la deportación de etnias africanas traídas a Canarias en un momento cercano al cambio de Nuestra Era, según lo expresa de la siguiente manera: Juba II de Mauri-tania, por mandato y con consentimiento de Augusto, a cuyo imperio perte-necían, las pobló y colonizó con gétulos del África cercana en el último cuarto del siglo I a.C. 6. En un sentido semejante se han manifestado Agustín Pallarés Padilla, José Juan Jiménez González, Antonio Tejera Gaspar y Antonio Chausa Sáez, haciendo también una serie de aporta-ciones —específicas en cada caso— para contrastarlas con los hechos históricos acaecidos en el continente en las fechas a las que se refieren INTRODUCCIÓN 21 4 Abreu Galindo, Historia de la Conquista de las siete islas de Canaria, Tenerife. Edición crí-tica con introducción, notas e índice por Ale-jandro Cioranescu. Goya Ediciones. Cap.V, 5, 1977, p. 31. 5 L. Torriani, Descripción e Historia del reino de las Islas Canarias antes afortunadas con el parecer de sus fortificaciones, Goya Ediciones. 1978, Cap. IV, p. 20. 6 J. Álvarez Delgado «Leyenda erudita sobre la población de Canarias con africanos de lenguas cortadas», Anuario de Estudios Atlán-ticos, 23, 1977, p. 51. dichos acontecimientos. Se trata de las insurrecciones de los beréberes, las etnias que habitaban el extenso territorio que iba desde el Atlas ma-rroquí hasta Túnez y que se alzarían contra el poder de Roma después de que les usurparan sus territorios. De todas ellas destaca la protagoni-zada por tribus gétulas a inicios del siglo I, sofocada por Cossus Corne-lius Lentulus, conocido por esta acción con el sobrenombre de Gaetulico. Con posterioridad, otras etnias formarían parte de la gran confederación de los Musulames coaligados contra la presencia romana en la provincia de África. Del mismo modo, todo lo relativo a las insu-rrecciones de los beréberes contra Roma y las subsiguientes deportacio-nes hacia distintos lugares del continente e islas se plasmaron en uno de los episodios más cruentos acontecidos durante el mandato del empera-dor Tiberio (14-37), quien finalmente lograría sofocar las revueltas del númida Tacfarinas entre los años 17 y 24, victoria celebrada por el Se-nado con la concesión de las insignias del triunfo 7. Estos hechos y los acaecidos durante el reinado de Juba II de Mauretania, pueden servir de explicación para entender que algunos de estos episodios estuvo re-lacionado con el poblamiento antiguo de las Islas Canarias con libio-beréberes deportados de la Numidia, como ya aseveraba Leonardo To-rriani o de otros sitios de la Mauretania Tingitana y de la Cesariense, aunque —como sabemos— estos enfrentamientos no terminaron sino que continuaron durante varios siglos hasta el Bajo Imperio con perio-dos muy cruentos, como ha sido muy bien estudiado por M. Rachet y M. Benabou, entre otros historiadores 8. El testimonio de los primeros historiadores de Canarias sobre el cas-tigo infligido por los romanos a las poblaciones norteafricanas y su pos-terior destierro a estas islas tiene, asimismo, su confirmación en las pe-nas a que eran sometidos quienes cometían un acto de alta traición al poder de Roma, según se recoge en su jurisprudencia compilada en tiempos del emperador bizantino Justiniano (527-565) en el Digesta Iustiniani Augusti. Nos referimos al destierro y a las deportaciones a is-las, castigo que se conoce como Deportatio in insulam, una de las penas comúnmente infligidas a quienes fueran considerados culpables de un crimen. La deportación se contemplaba para ser aplicada a los cabecillas o insurgentes de una sedición o revuelta, tal como se recoge en el si-guiente precepto: Los autores de una sedición o tumulto popular, según su rango, son ahorcados o lanzados a las fieras o deportados a una isla (D. 48, 19, 38, 2), ya que entre las penas catalogadas como severísimas se halla-ban la muerte o el destierro a zonas desérticas o a islas que estuvieran bajo la jurisdicción de los gobernadores de las provincias del Imperio cuando se cometían actos considerados de alta traición, como se recoge en el título XIX Sobre las penas, pero sobre todo en el XXII Sobre los reos condenados a interdicción, relegación y deportación, en donde se establece la categoría de los castigos, cuándo y a quiénes debían ser aplicados, ha-ciendo las diferenciaciones oportunas entre la relegación y la deporta-ción, figura jurídica que conllevaba un mayor castigo. Las deportaciones a islas las ejecutaban los gobernadores siempre que tuvieran alguna en su demarcación jurídico-administrativa. Y cuan- LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA 22 7 Tácito, Anales, II, 52, 5. 8 Vallejo Girvés, M. «In insulam deportatio en el siglo IV d. C. Aproximación a su com-prensión a través de causas, personas y luga-res », Polis, Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica, 3, 1991, pp. 153-157. do esto acontecía podían relegar al castigado a aquellas zonas de su pro-vincia que estuvieran más desiertas. Para este caso, tenemos la seguridad de que algunas de las Islas Canarias lo estaban en la fecha en la que se hace la exploración mandada por Juba pues en el texto de Plinio no existen evidencias claras de que se hallaran habitadas. Sobre el precepto de la ley conviene tener en cuenta que las Islas Canarias debieron ser consideradas un territorio adscrito al Imperio Ro-mano redescubierto a inicios del siglo I a.C., concretamente entre los años 82-81, si tomamos en consideración el relato de la vida de Sertorio transmitido por el historiador griego Plutarco. De hecho, podemos es-tar seguros de que fueron exploradas entre fines del siglo I a.C. y co-mienzos del I por mandato de Juba II de Mauretania, como lo recoge Plinio en su Naturalis Historia. Y, además, según la legislación romana cualquier lugar ocupado por sus súbditos se entendía como una toma de posesión del lugar. Si se trataba de zonas desiertas se aplicaba la nor-ma de que al ser tierras de nadie o terra nullius, pertenecían por derecho a quienes las descubrieran. Los hechos históricos que tuvieron lugar en el Norte de África tras la victoria romana sobre Cartago el año 146 a.C. supusieron un hito cronológico que, a nuestro juicio, puede ser establecido como un punto de partida para el poblamiento antiguo de las Islas Canarias, como lo confirman los datos aportados mediante la aplicación de técnicas de da-tación como el carbono-14 y el paleomagnetismo. Cronologías que —en su inmensa mayoría— indican una colonización humana a partir de aquella fecha. Desde que las islas se poblaron hasta que fueron totalmente incor-poradas a la Corona de Castilla a fines del siglo XV transcurrieron unos 1.500 años, reflejados de forma sucesiva en las dataciones cronológicas disponibles. Sin embargo, también hay que considerar que existen algu-nas fechaciones que muestran una horquilla más amplia anterior a Nuestra Era, como han sido documentadas en yacimientos arqueológi-cos de Tenerife, que ejemplificamos en el de las Estacas I, en Buenavista del Norte, datado entre los siglos IV y II a.C. INTRODUCCIÓN 23 ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA Antonio Tejera Gaspar José Juan Jiménez González PRIMERA PARTE EL ARTE RUPESTRE DE LAS ISLAS CANARIAS Los grabados rupestres poseen un enorme interés como documenta-ción histórica y como testimonio de un tiempo pasado. Entre ellos, cier-tos elementos, sobre todo los de marcado carácter convencional, permi-ten establecer estudios de comparación cultural al haber estado vigentes y en uso durante largo tiempo en las sociedades donde se originaron, mostrando de esta manera el vínculo sociocultural existente entre ellas. Los caracteres y los textos alfabéticos, sin duda los aspectos más des-tacados del panorama arqueológico parietal de Canarias, son signos que responden a un código cerrado, utilizado y aprendido por los miembros de las sociedades prehispánicas que los hacen una herramienta y una forma de comunicación perdurable y transmisible a lo largo del tiempo. Quizás en la misma medida, otras manifestaciones rupestres pueden mostrar también muchas de las expresiones que relacionaban, vincula-ban y unían a los miembros de la comunidad a través de formas expre-sas y concretas de representación artística. En ellas hay que incluir mo-tivos y símbolos de diverso tipo, tanto figurativos como geométricos, representados con un tamaño, técnica, temática y estilo determinados. Los símbolos y los motivos que observamos en el arte rupestre cana-rio obedecen, asimismo, a diferentes necesidades sociales y sintetizan de alguna manera sus concepciones y valores más esenciales, pudiendo ha-ber variado con el transcurso del tiempo en relación a los contenidos y expresiones vigentes en coyunturas más o menos prolongadas, contin-gencias y cambios adaptativos, mantenerse como representaciones per-sistentes aún cuando se hubiese perdido toda noción de su significado original o dejar de ser reproducidos tras un lapso temporal más o me-nos prolongado en función de su propia utilidad para la comunidad. El conocimiento de las expresiones rupestres preeuropeas de Cana-rias se inicia en el siglo XVIII, cuando se producen las primeras referen-cias sobre los hallazgos documentados en la Cueva de Belmaco, en Mazo (La Palma), citados por el historiador José de Viera y Clavijo 9. Paulatinamente, a partir de los siglos XIX y XX, comienzan a destacarse notables y sucesivos descubrimientos de motivos y manifestaciones ar-tísticas de estas sociedades relacionadas con hallazgos arqueológicos, an-tropológicos y de un buen número de inscripciones, grabados y pintu-ras rupestres. Estas representaciones parietales poseen algunas características co-munes en todas las islas aunque también se aprecian llamativas diver- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 29 9 J. Viera y Clavijo, Noticias de la Historia Ge-neral de las islas Canarias, Goya ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 1982. gencias y especificidades de alcance netamente insular. En este sentido resulta muy llamativo que pueda afirmarse que en todo el archipiélago se hayan producido hallazgos bien contrastados de signos alfabéticos de escritura líbico-beréber, mientras por el momento los signos de la escri-tura denominada latino-canaria sólo han sido testimoniados en Lanza-rote y Fuerteventura. De la misma forma se observa cómo los motivos geométricos y figurativos son también abundantes en casi todas las islas porque las representaciones y expresiones de series lineales paralelas, trasversales, inclinadas, haces de líneas, motivos reticulados o enrejados son frecuentes en la mayoría de los yacimientos rupestres del conjunto del archipiélago. Y, aunque no aparezcan siempre en los mismos y exac-tos emplazamientos es frecuente encontrarlas en zonas alejadas, eleva-das, particularizadas o segregadas del entorno habitual inmediato, como es el caso de las cuevas, diques, roques, pitones, crestas, sierras y monta-ñas; o formando parte de los accidentes topográficos del terreno y el paisaje como los márgenes de los barrancos. Los hitos rupestres de Canarias debieron tener algún valor singular en función de su significación religiosa, como indicadores del territorio de cada una de las comunidades tribales, como referencias de términos y subdivisiones internas, como elementos para la conmemoración de hechos singulares acaecidos en la comunidad o como recuerdo de haza-ñas de personajes memorables. Por estas y otras razones, en algunos lu-gares donde existen emplazamientos como los citados se representan fi-guras de pies humanos, como los podomorfos de la montaña de Tindaya (Fuerteventura) y los del Roque de Bento (Tenerife), lo que posibilita plantear que estos lugares pudieron haber tenido algún valor cultual y simbólico, sagrado o relevante a niveles mentales, conductua-les y socioculturales. De la misma forma, en otros yacimientos arqueo-lógicos, como la Cueva de los Candiles en Artenara (Gran Canaria), donde las paredes de esta cámara artificial están cubiertas con triángulos púbicos y cúpulas, o las figuras itifálicas del Lomo de los Letreros en el Barranco de Balos (Agüimes), podrían haber estado relacionadas con prácticas sexuales de fertilidad, fecundidad, iniciación, tránsito o cere-monias piaculares vinculadas con el nacimiento, las relaciones sexuales indígenas o su exaltación colectiva. Las pinturas rupestres geométricas y figurativas encontradas en Ca-narias sólo están documentadas en la isla de Gran Canaria en un buen número de yacimientos bastante conocidos como la Cueva Pintada (Gáldar) o Majada Alta (Tejeda) y pueden relacionarse con alguna fina-lidad ornamental, sociopolítica, religiosa o sexual, poniendo de mani-fiesto un simbolismo de estatus jerárquico y estratificación socioeconó-mica en razón de los emblemas y motivos iconográficos que fueron reproducidos en sus paredes. De entre todos los hallazgos y descubrimientos registrados hasta la actualidad, las manifestaciones rupestres que demuestran de forma ab-solutamente clara que los primigenios pobladores de las Islas Canarias procedían del ámbito protohistórico norteafricano, son los signos alfa-béticos líbico-beréberes conocidos por primera vez a fines del siglo XIX ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 30 en la isla de El Hierro. En lo que respecta a este tipo de escritura alfa-bética, esta isla contiene un buen elenco de inscripciones en yaci-mientos como la Cueva del Agua (Isora), en barrancos como El Cuer-vo, Tejeleita y La Candia (Valverde), en prismas basálticos ubicados junto al mar, como La Caleta (Valverde), en un área arqueológica como El Julan (El Pinar) donde coexisten los signos escriturarios con cuevas funerarias, aras de sacrificio y concheros, y en la superficie de un tablón de madera procedente de una cueva funeraria de Guarazoca (Valverde). En las demás islas del archipiélago es frecuente que esta escritura aparezca en afloramientos rocosos asociados con otro tipo de inscripcio-nes e improntas arqueológicas. En Gran Canaria, por ejemplo, se han documentado en un granero colectivo de la Caldera de Bandama; en La Gomera en las paredes interiores de una cueva o grabadas en una pe-queña rama de sabina, en Lanzarote y Fuerteventura en la cima de las montañas o en la superficie de roques y pitones, mientras en La Palma y Tenerife son tan escasas que —por el momento— pueden ser consi-deradas prácticamente testimoniales. La mayoría de los registros arqueológicos de esta escritura son pe-queños textos cuyo significado y trascripción no ha podido ser desen-trañado, a pesar de lo cual todos los indicios conducen a plantear la po-sibilidad de que una mayoría de ellos respondiesen a fórmulas nominales o rituales, al estar asociados con emplazamientos destinados a la celebración de ritos y festividades propias de sus manifestaciones socio-religiosas que, en algunos casos, estaban relacionados de una u otra manera con la existencia de agua, ya fuera en fuentes, nacientes, manantiales, cuevas o eres. Si repasamos, aunque sea brevemente, el panorama de las expresio-nes rupestres del archipiélago Canario podríamos concretar una serie de aspectos específicos y generales para buena parte de las islas que, a título meramente referencial, informan de manera sucinta al lector interesado por esta temática. Estos testimonios epigráficos fueron además grabados en el citado tablón de madera procedente de una cueva de Guarazoca que ha sido interpretado como parte de un lecho funerario o chajasco aunque tam-bién podría tratarse de una estela funeraria, como sucede en otras co-munidades protohistóricas del Norte de África y del ámbito circunme-diterráneo. La interpretación de estas inscripciones rupestres se puede vincular con filiaciones de parentesco alusivas a grupos familiares, al nombre de algunas deidades, o como forma de perpetuar un aconteci-miento singular relacionado con una persona o con su clan o linaje. Pero, aparte de las inscripciones alfabéticas, en El Julan son caracterís-ticos y abundantes los grabados geométricos, predominando los círculos simples y combinados, siendo frecuentes los de forma ovalada que algu-nos investigadores como José M. Luzón, han asimilado a formas evolu-cionadas de siluetas de pies humanos —denominadas podomorfos— que se repiten con mucha frecuencia en otras estaciones de la isla asocia-das a paneles con fragmentos de escrituras con caracteres líbico-beréberes, A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 31 en este caso interpretados como fórmulas relacionadas con la celebra-ción de rituales. La relación entre podomorfos e inscripciones alfabéti-cas podría ayudar a conocer algunas de sus funciones, sobre todo cuan-do se encuentran en lugares con agua o en puntos que aparentan haber estado destinados a las celebraciones festivas comunales o a rituales fu-nerarios ligados al culto de los antepasados. Esto explicaría también la presencia de elementos arqueológicos como círculos de piedras, aras de sacrificio y pireos. El hecho de que algunas de estas zonas fuesen en tiempos pretéritos dehesas de tierra comunal y de ganado de suelta, don-de acudían los pastores a correr cabras según Manuel J. Lorenzo, permite suponer también que fueran puntos de reunión de pastores prehispáni-cos en donde se establecerían las pautas de la distribución de los pastos, los puntos de aguada en nacientes y manantiales, el intercambio de re-ses, los límites y las rutas de los ganados, quedando como lugares en los que se celebrarían las juntas para llevar a cabo las grandes fiestas colecti-vas, como las guatativoas, a las que se refieren las fuentes etnohistóricas relativas a esta isla. En Gran Canaria destacan los yacimientos con pinturas rupestres en cuevas naturales y artificiales, siendo la más conocida la Cueva Pintada de Gáldar, decorada con motivos geométricos que configuran cuadra-dos, triángulos y círculos en colores rojizos, ocres, blancos y negros. La decoración de esta cueva es semejante a la de los motivos que encontra-mos en las cerámicas y las pintaderas, mientras las expresiones rupestres antropomorfas y zoomorfas del Barranco de Balos y otros emplaza-mientos arqueológicos encuentran su correlato en los idolillos de terra-cota descubiertos en múltiples yacimientos arqueológicos de la isla. Las estaciones rupestres con grabados alfabéticos se reparten mayormente por el sector Sureste y Suroeste en enclaves y zonas arqueológicas como Hoya de Toledo, Guayadeque y Balos. Las manifestaciones rupestres de La Palma se caracterizan por la abundante presencia de motivos geométricos, como espirales, círculos y círculos concéntricos, que en la mayoría de las ocasiones llegan a for-mar conjuntos complejos que cubren espacios rocosos de grandes di-mensiones. En algunos yacimientos rupestres como La Zarza y La Zar-cita, en Garafía, y la Cueva de Belmaco, en Mazo, se hallan algunas de las más importantes estaciones rupestres de la isla, cuyos motivos más frecuentes fueron también reproducidos en la decoración de las cerámi-cas globulares prehispánicas. Los temas que caracterizan los grabados de Fuerteventura y Lanza-rote se definen por los motivos geométricos, en los que predominan las líneas paralelas, haces y reticulados, destacando también los podo-morfos y las insculturas alfabetiformes líbico-beréberes y las alfabéti-cas denominadas latino-canarias. Estas últimas sólo han sido descu-biertas —de momento— en las dos islas más orientales del archipiélago canario, hasta el punto que pueden respaldar y hacer verosímil que el poblamiento en época prehispánica hubiese sido afrontado por un mis-mo grupo étnico del periodo protohistórico norteafricano 10 que cono-cía y utilizaba ambos alfabetos. En este caso, también parece hacerse ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 32 10 J.J. Jiménez González, CANARII. La génesis de los Canarios desde el Mundo Antiguo, Co-lección Taller de Historia, 32, Centro de la Cultura Popular Canaria, La Laguna, 2005. evidente la vinculación existente en los emplazamientos rupestres entre los podomorfos y las muestras alfabéticas plasmadas en la roca. Los grabados rupestres de Tenerife se caracterizan por la representa-ción de motivos geométricos y figurativos. En algunas estaciones desta-can las figuras humanas, como en Aripe (Guía de Isora), los podomor-fos en Roque de Bento (Arona) y las inscripciones líbico-beréberes en Aldea Blanca (San Miguel de Abona). En aquellos yacimientos en los que se documentan símbolos astrales aparecen también recintos con hoyos pequeños excavados en la roca que se unen por medio de canali-llos. Esta asociación permite explicarlos como lugares donde se celebra-rían rituales para verter líquidos destinados a los cultos al sol y la luna, que formaban el principio de sus creencias cosmogónicas. Las estacio-nes rupestres del Pico de Yeje en Masca (Buenavista del Norte) y en el Roque de la Abejera, en Buzanada, en el Valle de San Lorenzo (Arona), pueden ser interpretadas en este sentido. Los grabados rupestres de La Gomera están representados por los motivos geométricos lineales y rayados, acompañados por la abundante presencia de cazoletas excavadas en el entorno inmediato, elementos fi-gurativos detectados por la existencia de antropomorfos e inscripciones reticuladas y haces de líneas 11, así como insculturas alfabetiformes líbi-co- beréberes como las descubiertas en el interior de una cueva de las Toscas del Guirre 12. A pesar de la existencia de algunas especificidades insulares, llama poderosamente la atención la gran similitud estilística existente entre los geometrismos lineales de todas las islas, aunque durante mucho tiempo no fueron considerados exponentes del arte rupestre de Cana-rias, como sucedió con otros tantos motivos esquemáticos y figurativos. La explicación de esta tendencia segregadora que afectó a algunos de los exponentes y manifestaciones artísticas preeuropeas de Canarias la tra-taremos a continuación. El arte rupestre de las Islas Canarias ha estado sujeto desde hace mucho tiempo a diversas incertidumbres. Por lo tanto, no parece ocioso que este trabajo haya tendido a esclarecer su presencia y ubicación en el ámbito del archipiélago canario. Por esta razón, la superación de los en-foques tradicionales y la articulación de nuevas estrategias de investiga-ción en el ámbito rupestre, se ofrecen como una solución idónea para resaltar las circunstancias que han contribuido a desdibujar o alterar la conceptuación y la naturaleza de sus elementos integrantes. A nivel metodológico se ha tendido a responder diversas materias. La primera de ellas reside, sin duda, en dónde se han realizado las ma-nifestaciones rupestres. Para plantear esta cuestión hemos tomado como referencia la estrecha relación existente entre la naturaleza de los sopor-tes pétreos y el ambiente sociocultural en que se inscriben. A partir de esta ecuación puede observarse que la elección del lugar o lugares no parece responder a caprichos y arbitrariedades primitivas guiadas por actitudes inconscientes. Muy al contrario, hemos contrastado que, si bien la caracterización de la roca soporte condiciona la realización de los paneles rupestres, dependiendo de las técnicas y artefactos empleados en A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 33 11 J.F. Navarro Mederos «Las manifestaciones rupestres de La Gomera», en Manifestaciones rupestres de Canarias, Dirección General de Patrimonio Histórico, Gobierno de Canarias, 1996, pp. 253-297. 12 Id. et al. «Inscriptions libyco-berbères à La Gomera (Îles Canaries): Las Toscas del Gui-rre », Sahara, 17, 2006, pp. 191-196. su configuración, también debieron haber intervenido otros parámetros conductuales y socioculturales relevantes. Porque, si en las superficies pé-treas óptimas para su ejecución a veces no existen inscripciones o pintu-ras, en otros casos la inexistencia de soportes adecuados dificulta su rea-lización. En esta segunda circunstancia pueden aparecer casos en los que se realizaron exponentes artísticos, como otros en los que no. O lo que es lo mismo, existe una interdependencia entre la materia prima disponible sobre la que situar los grabados y el contexto sociocultural en el que se insertan aquellos. La segunda cuestión ha sido saber cómo se realizaron los motivos rupestres. A tal efecto hemos configurado una clasificación de las técni-cas de ejecución, cuya finalidad no sólo consiste en articular y esclarecer el panorama, sino en discernir su potencialidad técnica, tecnológica, es-tilística y de contenido. Todos estos componentes nos llevan a desesti-mar el viejo tópico de la utilización de metales para la configuración de las inscripciones preeuropeas canarias, así como el resto de las elucubra-ciones generadas a partir de esos viejos enfoques. Una tercera cuestión ha intentado responder a cuáles son los moti-vos tecno-estilísticos y estéticos presentes en las islas. En esta ocasión, realizamos una propuesta general sobre la temática rupestre, que se en-cuentra abierta a nuevas y futuras aportaciones merced a un mayor re-gistro de datos. Esta clasificación ha logrado disipar las dudas existentes sobre la adscripción del tantas veces omitido panorama esquemático-ge-ométrico, abundante en los yacimientos canarios, y del esquemático-fi-gurativo, que llegó a despertar algunas desconfianzas en otros momen-tos. Igualmente, introduce diversas categorías que en ocasiones se entrelazan a nivel compositivo, aportando una interpretación en con-junción con el entorno circundante. De otra parte, discierne con clari-dad la conformación figurativa conocida hasta ahora y la muy escasa prodigalidad de yacimientos arqueológicos con inscripciones alfabéticas en algunas islas. Aunque aún es pronto para confirmar ciertas hipótesis de trabajo, esta parca presencia del alfabeto en el ámbito rupestre po-dría indicar una procedencia de los primeros pobladores desde emplaza-mientos más cercanos al Noroeste africano que a la zona oriental, más rica en este tipo de expresiones. O tal vez, su frágil tradición escritura-ria, como sucede con otros tantos grupos paleoberéberes, algunos de los cuales fueron incluso ágrafos. La cuarta cuestión planteada es cuándo pudieron realizarse los pe-troglifos. Este aspecto, uno de los más problemáticos hasta el momen-to, ha tendido a clarificar las virtudes y dificultades ocasionadas por la liquenología y, consustancialmente, por la pátina, en lo que respecta a sus posibilidades cronológicas. En cualquier caso, hemos podido con-trastar la evaluación de su incidencia en los yacimientos y, en ocasiones, en cada panel y motivo particular. Se trata, en suma, de perfilar los fac-tores macroclimáticos y microclimáticos que inciden en su mayor o me-nor presencia, para lo cual podremos aplicar métodos magnéticos y po-sicionales sobre el terreno 13. Estos métodos aportan un registro progresivo de datos, abriendo una puerta potencial a las técnicas futuras ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 34 13 J.J. Jiménez González, «Nuevas perspectivas metodológicas en el arte rupestre de Teneri-fe », I Simposio Internacional de manifestaciones rupestres Canarias-Norte de África, Las Palmas de Gran Canaria, 1995, FAYKAG, número ex-traordinario, Otoño 2002, pp. 155-164. de datación cronológica sobre restos vegetales, atendiendo a la variabili-dad de su deposición espontánea, pero controlable, similar a lo que su-cede en el caso de la dendrocronología. Por ello hemos recomendado que, cuando sea posible, esta costra natural no sea retirada de la superfi-cie de los paneles. Sin embargo, las posibilidades de los métodos de campo desarrollados en las estaciones rupestres tendrían otras aplicacio-nes, concretamente en el campo de la conservación y preservación ana-lítica de los motivos y sus correspondientes enclaves. No obstante, basándonos en la trilogía representada por la técnica, la temática y la superposición, vinculada con un encuadre cronológico extenso, hemos establecido las épocas que denotan la filiación y ads-cripción de los petroglifos. Este esquema debe entenderse como un punto de partida, dado que la experiencia nos lleva a ser prudentes en este tipo de apreciaciones, hasta que podamos disponer de una seriación evolutiva temporal o artefactual más extensa de las culturas preeuropeas insulares y, en su caso, de sus correspondientes fases evolutivas de forma más exhaustiva. Otro apartado que hemos expuesto es el de la naturaleza del méto-do analógico, estableciendo tres niveles diferentes de comparación. El primero, sitúa el problema en el estricto ámbito de cada isla; el segun-do, en el interinsular canario; y el tercero, en relación al exterior del ar-chipiélago. En cada caso, se esbozan las posibilidades y el alcance de la analogía como método de contrastación sociocultural aplicado al mun-do del arte rupestre. En el contexto de la interpretación general de las estaciones rupes-tres, nuestra propuesta se ha basado en tres aspectos concretos: la apli-cación de la teoría de los modelos de asentamiento, los problemas inhe-rentes a la adaptación en relación a la ecuación población/recursos, y el desarrollo de un ejemplo concreto vinculado al horizonte del contacto interétnico con las poblaciones europeas. En ellos se sintetizan los ele-mentos enunciados al comienzo de este trabajo, referidos a la necesidad de reenfocar las estrategias de investigación en el ámbito de la conducta y la cultura. LA TEORÍA Y EL MÉTODO EN EL ÁMBITO RUPESTRE La perspectiva teórica y metodológica de la investigación sobre la prehistoria de las Islas Canarias ha estado amparada tradicionalmente en diversos enfoques. De ellos resaltan, esencialmente, los encuadrados en la corriente de la Escuela Histórico-Cultural: el difusionismo y el evolucionismo unilineal, bajo la cobertura de un empirismo arqueológi-co de campo que se ha visto acompañado por la participación de la concepción raciológica procedente de la antropología física tradicional. Todos estos enfoques coincidieron en determinar la existencia de diver-sas culturas insulares encerradas en sí mismas, signadas por un carácter atemporal, arcaizante, reiterativo y frugal en sus manifestaciones socio-culturales, salvando algunas particularidades concretas que otorgaban A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 35 personalidad propia a unas islas respecto a otras. No extraña, pues, la propuesta de que las culturas indígenas canarias carecían de las variables evolutivas secuenciales que entrañarían su desarrollo, al considerarse el estatismo y el anquilosamiento de su trayectoria sociohistórica y, por consiguiente, la carencia de dinamismo. Además, la escasez de secuen-cias estratigráficas en muchos de los yacimientos arqueológicos apoyaba y reforzaba por entonces las opiniones dominantes. Las culturas preeuropeas de Canarias se contemplaban material-mente fosilizadas, a tenor de las escasas innovaciones de un registro er-gológico repetitivo, poco sustancioso y, a la par, carente de la monu-mentalidad claramente perceptible en otros ámbitos. Esta consideración exclusivamente lineal tiene mucho que ver con la desconfianza procla-mada hacia algunas de sus expresiones rupestres. Tal vez por estos motivos la arqueología prehistórica de las Islas Ca-narias continuaba orbitando en un espectro cronocultural plano y sin perspectivas para el estudio adaptativo-evolutivo del mundo insular. Las limitadas series estratigráficas de los yacimientos excavados y la sospe-chosa modernidad de sus registros cronológicos, colaboraron también en la configuración de los planteamientos explicativos anotados. La articulación del marco teórico enunciado influenció, de forma muy particular, en los criterios dominantes sobre las manifestaciones rupestres que, en ocasiones, fueron obviadas y desestimadas por consi-derar que unas culturas con un grado de desarrollo semejante sólo podí-an contar con este tipo de representaciones en casos muy concretos y sobre los que no cabían dudas por resultar evidente. Por lo tanto, en buena medida, no existía la necesidad de buscar lo que se suponía no podía existir. Es un hecho palpable que, con la excepción de los petro-glifos de La Palma, los caracteres alfabéticos de El Hierro, así como las pinturas geométricas y los grabados antropomorfos y zoomorfos de Gran Canaria, poco más sustancioso se encuentra en la bibliografía ar-queológica del archipiélago canario hasta bien entrado el siglo XX 14. No deja de ser significativo que el establecimiento de comparacio-nes con las culturas de las tres islas citadas reafirmase la correspondencia existente entre la aparente ausencia e irrelevancia de los yacimientos ru-pestres en Tenerife, La Gomera, Lanzarote y Fuerteventura, y el preten-dido bagaje cultural de sus antiguos habitantes. Lo que no parecía ob-vio para las primeras islas mencionadas, cuyo ambiente rupestre era relativamente más conocido y a las que, en cierta medida, se atribuía un grado más avanzado de desarrollo sociocultural refrendado —incluso— por la vertiente arqueológica divulgada de sus manifestaciones rupes-tres. Además, las analogías etnográficas planteadas por los evolucionistas unilineales entre la sociedad rural tradicional y el mundo indígena pre-hispánico, determinaron pervivencias culturales en el pasado arqueoló-gico y en el presente etnográfico e histórico. En este marco de referencia teórico, metodológico y conceptual, puede articularse y resumirse tanto el armazón crono-contextual here-dado por los investigadores como sus explicaciones e interpretaciones ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 36 14 Id., «Canarias rupestre. Figuras, caracteres, imágenes y signos», Revista de Arqueología del siglo XXI, 289, 2005, pp.14-23. sustanciales. De esta forma, las representaciones rupestres indígenas po-dían trasladarse a un ambiente subactual tildadas de bailaderos de las brujas, queseras (lugares presumiblemente utilizados para realizar que-sos), garabatos de niños y mayores, juegos, pasatiempos y marcas de pastores practicadas con cuchillos que se afilarían utilizando las rocas próximas a los supuestos paraderos pastoriles, cuya utilización habría pervivido desde época preeuropea en las islas de Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura, añadiéndole el eventual arcaísmo tradicional otorgado a La Gomera. La descontextualización de la arqueología de Canarias, carente —por entonces— de bases científicas innovadoras en la teoría general del co-nocimiento humano, promovió la visión de muchos de los petroglifos como inscripciones etnográficas o de la posconquista europea, descar-tándose su validación prehistórica. Y —con posterioridad— deteniendo el reloj extenso de la cultura en un único segmento de su devenir: el prehispánico. Con ello se soslayaba y descartaba aplicar un criterio y una perspectiva histórica de análisis más amplia —cronológica, cultural y estilísticamente extensible— de todas las expresiones e inscripciones descubiertas. Por ejemplo, tal y como sucedió con los motivos navifor-mes, siempre ubicados tras la conquista 15, y con los esquematismos geométricos, tan genéricos y sencillos 16. Sin embargo, desde una visión histórica extensa, esta es una buena razón para afrontar y establecer la periodización y jerarquización de las manifestaciones rupestres de las Islas Canarias y su ámbito geocultural. Por todo ello, no fue hasta fines de la pasada centuria cuando algu-nos aficionados y arqueólogos profesionales comunicaron, publicaron y divulgaron el descubrimiento de yacimientos rupestres en lugares con-cretos de algunas de las islas enunciadas. No obstante, a tenor de los criterios teóricos y metodológicos heredados y reiterados, así como ra-zones de localización y accesibilidad, fueron los motivos más llamativos los que merecieron la atención de las publicaciones en revistas especiali-zadas o en las páginas de los periódicos, revistas y monografías locales. Se trataba de motivos relevantes como pinturas geométricas y figu-rativas, representaciones humanas y animales, signos alfabéticos, graba-dos esquemáticos e inscripciones geométricas, como las espirales y los meandros, que permitían el establecimiento de analogías cognoscibles vinculables con el heterogéneo horizonte cultural norteafricano o con las culturas europeas atlánticas y mediterráneas, gracias a una concep-ción sobre la comparación cultural aplicada con un carácter arqueográ-fico lineal en relación a los ambientes arqueológicos más conocidos en la bibliografía al uso. Pero la peculiaridad de estos hallazgos provocó discrepancias respec-to a su adscripción sociocultural y a la explicación de su desigual pre-sencia en las islas, justificando su autoría con el advenimiento de oleadas de población en distintos momentos que habrían afectado o no a las diferentes unidades insulares. Por contra, la amplia temática geométrica de los grabados represen-tados con técnica incisa en muchas de las estaciones rupestres, no mere- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 37 15 M.C. Jiménez Gómez / A. Tejera Gaspar, «Grabados rupestres con representaciones de barcos en las islas de El Hierro y Tenerife», V Coloquio de Historia Canario-Americana (1980), Cabildo Insular de Gran Canaria, 1982, pp. 91-122. 16 R. Balbín Behrman, «Arte rupestre de las Islas Canarias», Revista de Arqueología (Arte Rupestre en España), 1987, pp. 114-119. ció la atención debida por la persistencia de un marco teórico y meto-dológico obsoleto, heredado del evolucionismo unidireccional y por la imposibilidad de establecer comparaciones interculturales con motivos tan universales y sencillos, como es el caso de los cruciformes, los trazos lineales, los reticulares y tantos otros. Además, el mimetismo interinsular, sobre todo en comparación con La Palma hacía posible la aceptación o patente antigüedad de las técni-cas de piqueteado frente a las incisiones, consideradas más modernas 17. Se sobrentendía así el criterio de antigüedad/modernidad en función de las técnicas de realización, dada la imposibilidad de datar con cronolo-gía absoluta los paneles objeto de curiosidad. En cualquier caso, el pi-queteado no solía prodigarse más que en los sitios arqueológicos de al-gunas islas como La Palma, El Hierro y Gran Canaria, lo que reforzaba las opiniones académicas dominantes. Para los más entusiastas, el rescate específico mencionado posibilitó el advenimiento de motivos hasta entonces desconocidos para la mayo-ría del mundo arqueológico, celebrándose la incorporación de elemen-tos culturales como la escritura líbica o la figuración zoomorfa, antro-pomorfa y de embarcaciones, en consonancia con lo ocurrido en buena parte de los yacimientos arqueológicos rupestres de las islas del archi-piélago canario que hasta ese momento constituían una excepción por la falta de descubrimientos. Si los signos alfabéticos indígenas y las representaciones humanas y animales dejaron de permanecer tras una perceptible cortina de olvido, el hallazgo de lugares rupestres asociados al culto religioso prehispánico se consideraba mayormente privativo de la cultura de Gran Canaria, objeto de una complejidad sociocultural más tangible en sus repertorios ergológicos y monumentales. O lo que es igual, el primitivismo prehis-tórico del resto de las Islas Canarias, difícilmente podría acceder a la elaboración de recintos cultuales tallados en la roca acompañados de insculturas rupestres de distinto tipo para unas actividades que el empi-rismo al uso no le concedía ni reconocía a través del registro de su cul-tura material. El tiempo y los hallazgos se han encargado de desmentir tal aserto y, actualmente, pueden observarse en la mayoría de las cultu-ras insulares yacimientos arqueológicos rupestres fácilmente tipificables como santuarios, asociados de diversas maneras a su propio entono ar-queológico. Teniendo en cuenta estos antecedentes, la tendencia subsiguiente por nuestra parte consiste, como ya hemos señalado en otro lugar 18, en la articulación de explicaciones e interpretaciones socioculturales rele-vantes partiendo de las estaciones rupestres, desde una perspectiva con-ductual, más allá del simbolismo estético y enunciativo al uso. Pues es evidente que las manifestaciones rupestres deben reinterpretarse en la órbita del comportamiento, más que desde posicionamientos exclusiva-mente simbólicos y mentales que dificultan su conocimiento o sólo ex-plican algunas variables. Esto puede considerarse extensible atendiendo a su ambiente territorial, ecológico, cultural e histórico en conexión con ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 38 17 M.S. Hernández Pérez, «Pinturas y graba-dos rupestres en el Archipiélago Canario», Historia General de las Islas Canarias de Agus-tín Millares Torres, I., Santa Cruz de Teneri-fe, 1975, pp. 325-330. 18 J.J. Jiménez González, «Elementos astrales en la arqueología prehistórica de las Islas Ca-narias », Investigaciones Arqueológicas en Cana-rias, 2, 1990a, pp. 93-112. los modelos organizativos indígenas, procurándonos una lectura con-trastable infiriendo un cuerpo de explicaciones causales convincentes. Dados los condicionantes esbozados y la necesidad de reenfocar los principios teóricos y metodológicos, entendemos que el paso ineludible consiste en una perspectiva sistemática referida a la localización, des-cripción, inventario, registro y selección para conseguir un corpus rupes-tre de Canarias. Condición sine qua non para afrontar una actuación in-terpretativa de las expresiones rupestres que posibilite la articulación de inferencias arqueológicas significativas científicamente fundamentadas. A continuación pasaremos a enumerar los aspectos relativos a las ac-tividades arqueológicas de campo y, con posterioridad, a afrontar un breve ensayo-propuesta de interpretación antropológica. En el primer grupo trataremos los grabados y pinturas rupestres, de-teniéndonos en la problemática de los soportes y su localización, las téc-nicas de ejecución, la temática representada, la delimitación cronológi-ca, la pátina y la liquenología, la sistematización y seriación, la adscripción sociocultural y las analogías comparadas en diferentes con-textos geoculturales. En un segundo orden, plantearemos una vertiente interpretativa partiendo de la teoría de los modelos de asentamiento y las variables poblacionales, subsistenciales y adaptativas de las sociedades insulares, esbozando un ejemplo apoyado en el momento del contacto interétnico acontecido a partir de los siglos XIV-XV, gracias a la coincidencia de da-tos contrastados y enfoques arqueológicos, etnohistóricos y antropoló-gicos. En tercer lugar trataremos, por su carácter y su protagonismo espe-cífico, las inscripciones alfabéticas, tanto las conocidas líbico-beréberes como las más recientes descritas como latino-canarias. Aunque creemos que en este último caso tal vez sería más apropiado considerarlas como pertenecientes a un contexto lingüístico latino-líbico, en tanto en cuan-to parece reflejarse el hecho de que mediante un pretendido alfabeto la-tino se está queriendo expresar una lengua líbica antigua como la que parece haber sido expresada mediante las inscripciones líbico-beréberes. En cuarto lugar, afrontaremos un apartado referido a cada una de las Islas Canarias para exponer las manifestaciones e inscripciones ru-pestres más destacadas de cada una de las culturas insulares, observando —de paso— las diferencias y semejanzas entre ellas. LAS EXPRESIONES RUPESTRES: UBICACIÓN Y LOCALIZACIÓN Los soportes donde se encuentran las expresiones rupestres de Ca-narias son fundamentalmente pétreos, a excepción de dos casos que fueron detectados sobre una pequeña rama de madera y en la superficie de un chajasco o tablón funerario. Por lo común, los receptáculos rupes-tres están ubicados en el interior y en el exterior de cuevas naturales, en las paredes de cámaras artificiales relacionadas con entornos habitacio- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 39 nales o funerarios, así como en las proximidades de emplazamientos prominentes, elevados y dotados de cierto aislamiento y segregación es-pacial, como montañas, crestas, roques y pitones. En algunas ocasiones, pueden estar situados sobre coladas volcánicas superficiales de diversa extensión, mientras en otros casos existen rocas individualizadas de va-riado volumen, cantiles situados en los márgenes de los barrancos o en piedras extraídas de sus emplazamientos originarios que actualmente forman parte de muros y estructuras rústicas. Estas estructuras fueron elaboradas mediante la reutilización de piedras provenientes de estacio-nes rupestres, hoy desaparecidas, recibiendo estos enclaves ejemplifica-dos en la toponimia tradicional de diversas zonas de las islas la denomi-nación de pedreras o canteras. Los primeros son yacimientos o bienes arqueológicos agrupados o contextualizados y resultan idóneos para promover la investigación; los otros carecen del contexto arqueológico original y, por tanto, pueden significarse como testimonios específicos de un yacimiento pretérito in-completo o destruido. Atendiendo a su relevancia científica contrasta-da, trataremos los grupos y entidades originales y no los hallazgos sin referencia probada por su dudosa solvencia. En cuanto a su naturaleza geológica, a un nivel más concreto, pode-mos hablar de soportes basálticos en los que destacan los materiales fo-nolíticos, augítico-olivínicos y los paquetes de toba volcánica. A veces, en estos contextos geológicos de tobas coinciden las manifestaciones de grabados o pinturas rupestres con canalillos, cazoletas y orificios talla-dos en la roca, recintos que en Gran Canaria han recibido la denomina-ción genérica de almogarén, aunque este tipo de enclaves artificiosa-mente labrados, asociados a la presencia de grabados también han sido descubiertos en las otras islas. En el ámbito de las formaciones tobáceas que albergan insculturas rupestres labradas en su superficie hay que considerar también su coloración blanca, roja o amarillenta, tal y como se nos muestran debido a los procesos de formación geológica, oxida-ción ambiental, colonización rupícola y actuación de agentes meteóri-cos externos. Porque es más que probable que el cromatismo de estos emplazamientos combinado con los efectos lumínicos naturales que les resaltan a lo largo del día tuviesen relevancia para su visualización y va-lidación por parte de las comunidades preeuropeas del archipiélago. Y, a su vez, hay que considerar la mayor o menor receptividad de estos pa-quetes tobáceos a la presencia o ausencia de agua en estos puntos pues muchos de los yacimientos tipificados por esta caracterización tuvieron manantiales o fuentes anexas que en la actualidad se encuentran agosta-das y sólo rebrotan tras las lluvias copiosas que en ocasiones tienen lu-gar en las islas. Por lo tanto, la caracterización física de los soportes condiciona, en cierta medida, la configuración de los paneles y las superficies que con-tienen los elementos rupestres. De esta forma, estos espacios pudieron ser más o menos receptivos a su realización, independientemente de las técnicas y artefactos empleados en su configuración. Pero, sin duda, in-tervienen otros elementos socioculturales destacados, dada la ocasional ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 40 presencia o ausencia de expresiones rupestres en superficies potencial-mente óptimas, mientras en la mayor parte de las ocasiones podemos observar que la inexistencia de soportes adecuados dificulta o impide su trazado. LAS TÉCNICAS DE EJECUCIÓN Las técnicas de ejecución definen las improntas físicas mediante las cuales se configuraron las manifestaciones rupestres grabadas y las que fueron pintadas, pudiendo dictaminarse mediante el análisis de los tra-zos producidos por los instrumentos que hicieron factible su realiza-ción, por lo cual, podemos afirmar que de entrada aportan una infor-mación técnica y tecnológica y, con posterioridad, estilística y de contenido. Por tanto, podemos estimar que los elementos y aspectos enumerados nos permiten dilucidar la forma de realización, las herra-mientas que fueron empleadas en esta actividad, la morfología y la tipo-logía de las diferentes expresiones representadas. En el caso de las Islas Canarias la configuración técnica, tipológica y morfológica resultante fue posible gracias a la ejecución de técnicas di-versas, empleando artefactos con los cuales se incidió sobre los soportes mayormente de piedra. Entre estas técnicas podemos citar: 1) La práctica de incisiones finas y gruesas con abrasión o sin ella. 2) La práctica de piqueteados densos y alternos, también denomina-dos continuos y discontinuos. 3) La práctica de abrasiones superficiales y profundas. 4) La práctica de rayados más o menos superficiales, semejantes a incisiones muy finas. 5) Para el caso de las pinturas parietales puede citarse la utilización de brochas de tallos vegetales, pinceles de pelo animal y el em-pleo de los dedos humanos. Este quinto caso ha sido planteado, de momento, sólo para Gran Canaria, la única isla del archipiélago canario en donde se han descu-bierto pinturas rupestres en diversos yacimientos arqueológicos y para la que se dispone de un registro importante de datos y de información contrastada 19. LA TÉCNICA DE INCISIÓN Hasta el momento, en Canarias se conocen grabados practicados con técnica incisa, fina y gruesa, refrendados en buena parte de los yaci-mientos rupestres que cuentan con paralelos reiterados y certeros. Si bien, tradicionalmente, se ha dudado de su adscripción sociocultural prehispánica o histórica, en la actualidad existe un registro cuantitativo de estaciones lo suficientemente grande como para disipar las dudas suscitadas en otra etapa de la investigación. A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 41 19 C. Martín de Guzmán, «Arte prehistórico», Historia del Arte en Canarias, 1984, pp. 15- 46. La técnica de ejecución incisa, fina y gruesa, remarca una sección en V cuya profundidad está en relación con la intensidad de su aplicación. En algunos casos, dicha sección resulta menos apreciable por el fino tra-zado de la impronta de los grabados, siendo poco significativo el regis-tro de su profundidad que puede quedar oculta por la meteorización, la colonización de especies rupícolas u otros agentes externos. La abrasión que aparece en las incisiones más gruesas no sólo con-tribuyó a su ensanchamiento sino a remarcar una sección en forma de U —más o menos amplia— fácilmente apreciable. Esta peculiaridad se vio resaltada por una reiterada frotación que, en algunos casos contri-buyó al alisamiento progresivo de la superficie grabada de los paneles, sin relación aparente con acciones expoliadoras modernas. Estimamos, entonces, la existencia de prácticas y actividades prehis-pánicas tendentes a incidir de forma reiterada sobre algunos paneles de este tipo o sobre las incisiones individualizadas, siguiendo el mecanismo expresado. Por tanto, esta particularidad es también visualmente esti-mable. La probable génesis tecnofuncional y la caracterización de los motivos representados hacen bastante plausible la utilización de ins-trumentos pétreos duros, con filos aguzados e incisivos, del tipo fo-nolitas y vidrios obsidiánicos. En algunas ocasiones, pequeñas esquir-las de obsidiana han sido encontradas en las estaciones rupestres o en sus proximidades, haciendo factible su utilización pretérita para con-figurar los motivos rupestres, aunque sus lugares de extracción pare-cen ajenos —en principio— a los yacimientos rupestres donde han sido localizadas. Esto reflejaría la clara intencionalidad de trasladar los instrumentos líticos hasta los lugares donde se practicaron las ins-culturas rupestres, sobre todo cuando la materia prima que los cons-tituye no se encontraba en el emplazamiento en donde se practicaron los grabados. En el caso de las abrasiones pudieron emplearse materiales basálti-cos cavernosos o pumitas volcánicas ligeras, igualmente porosas. La morfología de esta actividad abrasiva sugiere el empleo de instrumen-tos de pequeño tamaño con extremos aguzados, con los cuales se logra-ba remarcar el alisamiento y abrasión de los motivos. En el caso de abrasiones más amplias y anchas, puede estimarse el mayor tamaño y amplitud del perímetro de tales instrumentos, por demás abundantes en la geografía del archipiélago canario. Por esta razón, en este caso, re-sulta más problemático plantear el traslado ex profeso de dichos instru-mentos líticos, desde las áreas de captación o extracción hasta las de utilización. En lo que se refiere a la técnica incisa, podemos proponer su com-paración y contrastación con la decoración de muchos vasos cerámicos prehispánicos descubiertos en Canarias, combinándose líneas finas y gruesas situadas en la pared externa, en el labio, los bordes o en los mis-mos apéndices de estos recipientes. Estos motivos decorativos guardan un claro paralelismo formal con los que aparecen en las estaciones ru-pestres. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 42 LA TÉCNICA DE PICADO O PIQUETEADO La técnica de piqueteado fue constatada en islas como La Palma, El Hierro y Gran Canaria desde que comenzaron a conocerse sus primeros yacimientos rupestres. Pero, con posterioridad, las islas de Fuerteventu-ra, Tenerife y La Gomera, nos ofrecieron varios ejemplos muy ilustrati-vos centrados en motivos de tipo geométrico, figurativo y alfabético. La técnica de picado parece haberse realizado mediante la utilización de herramientas o percutores duros, posiblemente basálticos, con extremos apuntados, romos o aguzados, empleados directa o indirectamente so-bre la superficie donde se pretendía grabar. Esta técnica puede clasificarse en dos tipos. Por una parte, encontra-mos un picado denso o continuo cuando ocupa ininterrumpidamente todo el trazado del motivo representado; y, por otra, un piqueteado al-terno o discontinuo, si se halla salpicado intermitentemente en el trazo reproducido en el panel. También es habitual encontrar una incisión primigenia que esbozaba o indicaba el trazado inicial sobre el cual se procedía a un piqueteado ulterior de cualquiera de los tipos citados. Es bastante probable que podamos ver incrementadas progresivamente es-tas expresiones a pesar de su relativa prodigalidad en algunas islas del archipiélago, como Tenerife, Lanzarote y La Gomera. A nivel de contrastación, podemos ejemplificar la existencia de pun-tillados discontinuos ubicados en la pared interna de algunos vasos ce-rámicos de tendencia de casquete esférico, localizados en escondrijos de Las Cañadas del Teide (Tenerife) y en algunos ejemplares de Gran Ca-naria y La Palma. Estos motivos guardan, al menos, cierta correspon-dencia formal con los piqueteados alternos citados ut supra. LA TÉCNICA DE ABRASIÓN La abrasión, ajena a las incisiones mencionadas, puede ser externa e interna, aporta altos y bajos relieves en varios ejemplos notables, aun-que no excesivamente numerosos por el momento. Los instrumentos lí-ticos que produjeron estas manifestaciones parecen reflejar procesos más amplios y complejos que los precedentes, combinando la percu-sión, la incisión, el desbastado, el rebaje y la abrasión de las superficies donde se realizaron los motivos. Suele practicarse en relación a los conjuntos de orificios, canalillos, pocetas y cazoletas, o significando antropomorfos, zoomorfos, embarca-ciones y símbolos geométricos catalogados como astrales, (soliformes, esteliformes, seleniformes), o faunísticos, (pisciformes, tortugas). Estos elementos con vinculación astronómica tienen también su refrendo en la decoración de molinos circulares de basalto poroso depositados en el Museo Arqueológico de Tenerife, en algunos vasos cerámicos pintados, en pintaderas de Gran Canaria, en cerámicas de tipo globular de La Palma y en buena parte del arte rupestre. A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 43 LA TEMÁTICA REPRESENTADA La temática engloba los elementos formales representados desde va-rias perspectivas tecno-estilísticas y estéticas. Distinguimos en este apar-tado tres categorías esenciales que, a su vez, pueden subdividirse en otros tantos grupos temáticos. La primera de ellas engloba las represen-taciones esquemáticas, la segunda abarca las de tipo figurativo y, la últi-ma, enuncia los caracteres de tipo alfabético. LA TEMÁTICA ESQUEMÁTICA En este apartado podemos diferenciar dos modalidades concretas: a) esquemática-geométrica. b) esquemática-figurativa. Veamos a continuación la caracterización de cada una de ellas, aten-diendo a los motivos más frecuentes y a sus peculiaridades principales. La temática esquemática-geométrica Está representada por trazados geométricos de líneas individuales, paralelas, verticales, horizontales, diagonales, transversales, cruciformes, reticulares, cuadrangulares, rectangulares, triangulares, curvilíneas, tra-pezoidales, circulares, radiales, romboidales, ovales, angulares y segmen-tos, que configuran haces de líneas y trazados geométricos de la misma caracterización, así como rectangulares y cuadrangulares con y sin aspas inscritas, espiraliformes, meandriformes, grecas, círculos con ejes radia-les y círculos concéntricos, entre otros tantos. La temática esquemática-figurativa Se corresponde con motivos que ofrecen una gama de figuras antro-pomorfas, zoomorfas, podomorfas y embarcaciones de diferente grado de adscripción sociocultural. En el caso de las pinturas rupestres, sólo descubiertas en Gran Canaria, podemos citar las representaciones an-tropomorfas y algunos motivos geométricos como trazados curvilíneos, líneas en zig-zag, triángulos, cuadrados, rectángulos, círculos, círculos concéntricos, puntillados, etc. Tanto estos elementos antropomorfos y zoomorfos como los geométricos se encuentran representados en los idolillos de terracota, en los vasos cerámicos y otros objetos del arte mo-biliar de los antiguos habitantes de Gran Canaria, de la misma forma que en los grabados e insculturas rupestres descubiertos en distintos ya-cimientos arqueológicos de esta isla. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 44 LA TEMÁTICA FIGURATIVA En este apartado englobamos una temática figurativa no esquemáti-ca caracterizada por la presencia de antropomorfos, zoomorfos y embar-caciones con diferente grado de adscripción sociocultural, como men-cionamos en el caso precedente. En lo que se refiere a las pinturas rupestres, podemos citar las repre-sentaciones geométricas constituidas por triángulos, círculos concéntri-cos, cuadrados, trazados en zigzag y frisos coloreados, verticales y hori-zontales. Los colores más frecuentes son el rojo, el negro y el blanco, utilizados individual o conjuntamente, según las características de la com-posición. Estos elementos guardan un evidente parentesco con la decora-ción de muchos de los vasos cerámicos descubiertos en Gran Canaria. LA TEMÁTICA ALFABÉTICA Un caso bastante específico por su propia naturaleza viene dado por la representación de signos alfabéticos porque no pueden ser considera-dos como una expresión exclusivamente artística. Hasta el momento se tiene constancia de la presencia generalizada de estos signos en todo el archipiélago, aunque con una desigual presencia y significación entre unas islas y otras. En cualquier caso, se ha constatado que estamos ante caracteres alfabéticos diferentes. De una parte, signos escriturarios rela-cionados con el mundo líbico-beréber; de otra, inscripciones que han sido denominadas latino-canarias. Los primeros, detectados en toda Ca-narias, ofrecen una variedad que dificulta —por el momento— su exac-ta adscripción a uno o varios alfabetos concretos del Norte de África. A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 45 Inscripción líbico beréber de la Peña de Luis Cabrera (Lanzarote). No obstante, los estudios realizados 20 muestran la presencia de seis grupos alfabéticos en el archipiélago canario que ofrecen una gran di-versidad según las islas y en particular dentro de alguna de ellas. Los se-gundos, descubiertos, por ahora, sólo en Fuerteventura y Lanzarote, plantean problemas que —de entrada— atañen a su propia denomina-ción. Sin embargo, parece haber cierto quorum en considerarlos signos pertenecientes a un alfabeto de raigambre latina que reproduce una len-gua de origen líbico antiguo. En cualquier caso, como veremos poste-riormente, este alfabeto también ha sido denominado cursivo pompe-yano, prelíbico y líbico-canario. Por tanto, el debate permanece abierto en espera de nuevas y más amplias aportaciones, así como de una ma-yor precisión y de comparación con otros ambientes culturales. LA DATACIÓN CRONOLÓGICA Existe coincidencia unánime entre los arqueólogos en lo que se refie-re a la imposibilidad que implica la obtención de dataciones absolutas a partir del arte rupestre por sí mismo, en correspondencia con la ausencia de restos asociados susceptibles de análisis físico-químicos. Por esta ra-zón, se contempló durante algunos años la datación relativa de los moti-vos representados en las estaciones rupestres. Esta unanimidad se estable-ció con los grabados en relación a la liquenología, a las características de la pátina, a su cromatismo, intensidad, densidad, volumen y extensión, atendiendo a la superposición de los motivos rupestres, y a las analogías crono-culturales. Estos dos últimos aspectos también han sido contem-plados y empleados en el caso específico de las pinturas rupestres. Sin embargo, dada la incidencia microambiental de aspectos relati-vos a la exposición, orientación e inclinación diferencial de las diversas ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 46 Inscripción líbico-latina de Zonzamas (Lanzarote). 20 R. Springer Bunk, «Las inscripciones alfa-béticas líbico-beréberes del Archipiélago ca-nario », en Las manifestaciones rupestres de las Islas Canarias, Dirección General de Patrimo-nio Histórico, Gobierno de Canarias, 1996 pp. 393-417. estaciones, de los soportes y también de cada panel en particular, la li-quenología ha sido matizada hasta cierto punto, allí donde es posible con el concurso de la relación secuencial existente entre la temática re-presentada y la técnica de ejecución. Sin olvidar que la superposición de los motivos rupestres sujetos a análisis temporal, sincrónico o diacróni-co, podría facilitarnos el ante quem o post quem de las expresiones carac-terizadas en cada caso. Pero el cuestionamiento de la utilización intensiva y sistemática de la datación relativa se hizo evidente desde la confirmada certeza de que la deposición de los líquenes sobre los soportes pétreos dependía de as-pectos geográficos y ambientales específicos y microespecíficos que ha-cían bastante improbable discernir con total claridad enfoques diacróni-cos más allá de la recurrida dualidad antigüedad-modernidad. Dado que estos criterios tuvieron como elemento destacado la alteración su-perficial espontánea de los soportes y de los paneles con representacio-nes rupestres, nos detendremos a continuación en algunos aspectos es-pecíficos relativos a la pátina. LA PÁTINA Y SUS ATRIBUTOS Las insculturas de Canarias pueden presentar una pátina oscura si-milar o diferente a la roca soporte, producida por la microcolonización y deposición de líquenes de cromatismo ocre-rojizo, marrón, gris-ne-gruzco y verde-parduzco, entre otros. En algunos ejemplos podemos añadir la presencia de especies rupícolas, como la orchilla. Aunque frecuentemente se ha procedido a la limpieza de esta cu-bierta natural, dado que ofrecía dificultad para realizar el calco y foto-grafía de los motivos, pensamos que con el fin de continuar preserván-dolos en lo posible de la actuación diferencial de los agentes meteóricos externos (pluviosidad, acción eólica, humedad relativa, insolación, dese-cación, inversión térmica, etcétera) y hurtarlos a las miradas de los des-aprensivos que pudieran proceder a su alteración, expolio y destrucción total o parcial, tal vez sería conveniente evitar este lavado de la costra que supone la pátina. Como hemos adelantado más arriba, las características de la pátina hacen suponer una relativa antigüedad a los motivos rupestres, de forma individual o en relación con otros, dependiendo de las condiciones enun-ciadas. Por esta razón, estas condiciones microambientales deben ser obje-to de un examen particular en cada caso, con el fin de registrar los facto-res concretos que las producen, dado que no siempre obedecen a las mismas causas. Como por ahora no existe la posibilidad de su datación, estimamos que conservar la pátina y su continuada deposición puede ayudar en el futuro a los métodos analíticos cronológicos y temporales. Diferentes autores han considerado las limitaciones inherentes a la utilización de la liquenología en la datación del arte rupestre, dado que todo lo más que puede ofrecernos es su relativa mayor o menor antigüe- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 47 dad, dependiendo además de la presencia de factores específicos que in-cluso pueden afectar a motivos situados sobre un mismo soporte y presu-miblemente realizados en idéntico momento. Esta es la razón por la que serán otros aspectos técnicos, temáticos y de superposición los que —de momento— nos ayuden a situar su contexto crono-cultural aproximado. A nivel cronológico, el criterio y la problemática de la utilización de la pátina como instrumento para la datación de los motivos rupestres ya han sido enunciados, dependiendo en cada caso de múltiples razones. Si bien no se han realizado experimentaciones con las pinturas rupes-tres, los grabados en alguna ocasión parecen revelar una aparente mayor antigüedad de las técnicas de piqueteado frente a las incisas, ya se trate de motivos esquemático-geométricos o de los figurativos y alfabéticos, mientras en otras sucede exactamente lo contrario. Esta complejidad para su exacto dictamen parece atribuirse en lo concerniente a la pátina que cubre los grabados a los siguientes fenómenos: 1) Exposición, orientación e inclinación diferencial, afectadas por gradientes de insolación, temperatura, humedad, viento y salini-dad divergentes. 2) Se ha comprobado que si existe un predominio de orientación Sur/Sureste, por lo general se acentuará el efecto desecante sobre las superficies ocupables por los líquenes. Pero con orientaciones favorables a los vientos alisios, Norte/Noreste, la microcoloniza-ción será mayor. De la misma forma que ocurrirá si el sitio se en-cuentra vinculado a elementos humídicos específicos, como la presencia de un naciente, especies vegetales hidrófilas asociadas, lluvia horizontal, humedad relativa del aire, etcétera. 3) Los factores de altitud (costa-medianía-cumbre), localización ge-ográfica (Norte-Sur), ubicación y deposición arqueológica especí-ficas, influyen también en dicha microcolonización. 4) Los efectos de la meteorización ambiental por los factores anota-dos y por los contextos arqueológicos de deposición ya sean res-guardados, sepultados o a la intemperie. 5) La actuación humana en diferentes momentos, que ocasionaría improntas con diverso grado de receptividad de microorganismos vegetales o su supresión interesada. 6) La propia naturaleza y las características de la roca soporte como la dureza, textura, composición, meteorización, grado de altera-ción y conservación. Aunque no podemos discernir de forma tajante la prioridad o poste-rioridad específica de la temática y las técnicas de ejecución, ni su recí-proca mayor o menor antigüedad, tampoco contamos con argumentos de peso para descartar una sincronía y coincidencia más o menos laxa de ambas, a pesar de su seriación —aparente e independiente— partiendo de los motivos y las técnicas reproducidas en los agrupamientos conside-rados, que podrían explicarse en función del propio dimorfismo de los elementos representados o de su hipotética funcionalidad pretérita. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 48 SISTEMATIZAR Y SERIAR LAS EXPRESIONES RUPESTRES Dada la tradicional ausencia de una sistematización tecno-estilística, parece obvio que la perspectiva analítica que contempla como elemen-tos relevantes la trilogía de la técnica, la temática y la superposición de los motivos, resulta válida aunque está condicionada por un mayor aporte y contrastación de descubrimientos. Y, en su caso, por las posibi-lidades potenciales y los procedimientos que en este sentido se estimen oportunos y puedan desarrollarse en el futuro. Hasta qué punto puede proponerse una seriación crono-estilística del arte rupestre de Canarias constituye un elemento para la discusión científica ya que sólo un mayor número de descubrimientos estudiados con rigor profesional permitirá discernir y estructurar la prioridad, pos-terioridad o contemporaneidad de los tipos enunciados, con su corres-pondiente adscripción sociocultural. Con un mayor registro de datos, el panorama esquemático, geomé-trico y figurativo, el figurativo no-esquemático, el alfabético y el picto-gráfico, podría ser periodizado y diferenciado jerárquicamente mediante criterios cronológicos, técnicos e iconográficos diáfanos. El problema y su solución radican en la posibilidad de contar con futuras técnicas de campo y laboratorio para su datación cronológica más precisa. A fin de concretar la secuencia de su realización, la técnica emplea-da, los motivos de las diversas expresiones rupestres y sus posibles su-perposiciones o contrastaciones, permiten apreciar la aparente caracteri-zación de los motivos a lo largo del tiempo, proporcionando su datación relativa, en algunos casos presumiblemente sincrónica. LA ADSCRIPCIÓN SOCIOCULTURAL Y TEMPORAL Si la estimación cronológica constituye una ardua tarea, la autoría o adscripción sociocultural no lo es menos. No obstante, por el momen-to, podemos clasificarla atendiendo a los criterios citados. De esta for-ma, hemos determinado una seriación provisional que podrá alterarse e incrementarse a medida que los descubrimientos aporten nuevos datos relevantes. En consonancia con estos tres argumentos (técnica de ejecución, te-mática representada y superposición) podemos adscribir las representa-ciones atendiendo a sus posibles autorías. Esta adscripción sociocultural puede adjudicarse inicialmente, y en síntesis, a dos momentos concretos: a) época preeuropea, b) época histórica. LA ÉPOCA PREEUROPEA Aplicamos esta denominación a las expresiones rupestres incluidas en lo que constituye el mundo prehispánico de las Islas Canarias, guar- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 49 dando una similitud evidente con la decoración de vasos cerámicos, molinos circulares, restos de pieles, pintaderas o sellos de propiedad, cuentas de collar y otros elementos arqueológicos. No obstante, este descriptor podrá en el futuro subdividirse en diversas fases, a medida que la sistematización evolutiva y la periodización seriada de los graba-dos o de otros elementos de la cultura material (como, por ejemplo, la cerámica) contribuyan al establecimiento de clasificaciones crono-cul-turales extensas, por ahora sólo propuestas para las islas de La Palma21 y Gran Canaria22. Si con las pinturas no existe dificultad alguna para adjudicarles una autoría prehispánica, las manifestaciones y expresiones grabadas están representadas por un predominio de la técnica incisa gruesa y fina, con y sin abrasión, por el piqueteado y la abrasión. Muchos de estos casos ofrecen la presencia de pátina cuando no se encuentran afectados por factores adversos. Los motivos dominantes se refieren a inscripciones es-quemático- geométricas, esquemático-figurativas, figurativas y, también, alfabéticas. A tenor de las características topográficas y geomorfológicas de los diferentes microambientes de las Islas Canarias, podemos proponer la plasmación en la roca de inscripciones lineales que parecen coincidir con el trazado de las montañas y los barrancos claramente visibles desde los emplazamientos rupestres. Esta ubicación parece responder a divi-siones intertribales, áreas de pastoreo, zonas de paso de personas y gana-dos, puntos de agua, marcas de parentesco y recintos cultuales, entre otras caracterizaciones. La filiación preeuropea parece indudable para ellas, como lo refren-dan muchos yacimientos descubiertos en las islas y su parentesco con la decoración de los vasos cerámicos u otros elementos arqueológicos como los ya citados. LA ÉPOCA HISTÓRICA Entendemos este apartado en conexión con el proceso iniciado tras el contacto de las poblaciones indígenas con los navegantes y conquista-dores europeos. Así, podríamos establecer la siguiente subdivisión: 1) momento del contacto e intercambio interétnico (siglos XIV-XV), 2) proceso de conquista y posconquista (siglo XV e inicios del XVI), 3) colonización y poscolonización (siglos XVI al XVIII). Las inscripciones históricas presentan una técnica incisa aunque más fina, menos profunda y sin abrasión. Se trata de incisiones que, en algunos casos, revelan la presencia de pátina. Los motivos dominantes son figurativos (barcos), con un menor predominio geométrico, funda-mentalmente representado por cruciformes que pueden dictaminarse gracias a la superposición o a su propia individualización. El apelativo históricas puede entenderse laxo, pues si algún caso apa-renta ser de autoría indígena en otros esta atribución debe desestimarse. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 50 21 F.J. Pais Pais, La economía de producción en la prehistoria de La Palma: la ganadería, Estu-dios Prehispánicos, Dirección General de Pa-trimonio Histórico del Gobierno de Cana-rias, Las Palmas de Gran Canaria, 1996. 22 J.J. Jiménez González, Gran Canaria prehis-tórica. Un modelo desde la arqueología antropo-lógica, colección Taller de Historia, Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1999. Se aprecian motivos ejecutados en el momento del contacto con los na-vegantes europeos o en tiempos históricos próximos o contemporáneos a la conquista de las islas. Esto puede afectar a la representación de algunas embarcaciones y a los cruciformes en diferente grado de adscripción. No obstante, la recurrencia en la presencia de embarcaciones a tra-vés del tiempo, a tenor de sus características formales, sigue constitu-yendo un problema cultural a desvelar en función de un mayor registro de descubrimientos. En este sentido, descartarlas argumentando su no pertenencia al mundo indígena contribuye a un reduccionismo en la interpretación del arte rupestre canario. O, si se prefiere, un estudio in-tegral de estas manifestaciones debe incluirlas en su conjunto, desde tiempos pretéritos vinculados a los grupos prehispánicos hasta épocas históricas, determinándolas en cada caso por diversos caminos. LAS ANALOGÍAS COMPARATIVAS: PERSPECTIVA Y PROBLEMÁTICA Las analogías comparativas en el ámbito rupestre preeuropeo del ar-chipiélago canario pueden atender tres vertientes geográficas y sociocul-turales concretas: 1) intrainsular, 2) interinsular, 3) extrainsular. En todas ellas puede aplicarse el procedimiento de la analogía histó-rica directa propuesto por Th. Charlton atendiendo a diferentes finali-dades, de las que destacaremos las específicas al presente caso. LAS ANALOGÍAS INTRAINSULARES Estas analogías pueden constituir —entre otros tantos aspectos— un refrendo cuantitativo y cualitativo de las estaciones rupestres, posibili-tando un grado de contrastación y verificabilidad empíricamente demos-trable. En otras palabras, lo que por cualquier motivo pudiera constituir una rareza podría ser evaluado en lo que se refiere a su autenticidad pa-trimonial arqueológica a niveles estilísticos, técnicos, culturales e históri-cos, delimitando el alcance de la comparación cultural y analógica para su validación prehistórica e histórica. Así, por ejemplo, empleando estos procedimientos puede estimarse que los argumentos que adjudicaban algunos motivos rupestres a capri-chos de niños o pasatiempos etnográficos de mayores carecen de senti-do, tanto por su etnocentrismo como por los postulados epistemológi-cos y metodológicos de donde proceden. Lo mismo ocurre con el argumento de su pretendida adscripción a un momento atemporal de la posconquista europea de Canarias empleando utensilios metálicos, como luego veremos. A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 51 LAS ANALOGÍAS INTERINSULARES El marco analógico interinsular ayuda a dictaminar y situar parale-lismos étnicos más amplios que el estricto ámbito de una isla, abarcan-do el conjunto o grupos de islas. Sus implicaciones comparativas resul-tan relevantes en los más variados aspectos, relativos a las adaptaciones concernientes a sociedades pastoriles, aunque puede estar limitado por los condicionantes que citaremos a continuación para el ámbito ex-trainsular. En cualquier caso, podemos destacar con bastante certeza las correspondencias y similitudes existentes, a nivel rupestre, entre Lanza-rote y Fuerteventura y, por otro lado, entre La Gomera y Tenerife. Sin embargo, como es bastante obvio, este método analógico tam-bién pone de manifiesto la inexistencia de analogías entre algunas de las Islas Canarias, como podría ser el caso de las manifestaciones rupestres existentes en Gran Canaria y La Palma, por citar una ejemplificación totalmente ilustrativa. LAS ANALOGÍAS EXTRAINSULARES Por último, las analogías socioculturales con la cercana zona nortea-fricana y sahariana ya han sido propuestas por algunos autores, dada la abundante bibliografía especializada de apoyo. Sin embargo, habrá que tener en cuenta que, por el momento, como también ocurre en el caso anterior, las analogías comparativas resultan viables para referenciar conjuntos iconográficos de forma aproximada, genérica e ilustrativa, pues no están exentas de divergencias adaptativas, atemporalidad crono-lógica y dispersión geocultural. De todas formas, sí podemos continuar aceptando al menos la pre-sencia de elementos semejantes en zonas extrainsulares como el Norte de África, a la espera de que las comparaciones étnicas, cronológicas y territoriales puedan ser más precisas y menos puntuales, episódicas o anecdóticas. En suma, la técnica empleada, los tipos representados, sus corres-pondencias insulares, interinsulares, extrainsulares, cronológicas, analó-gicas y comparativas abren un campo de estudio que continuará posibi-litando fructíferas perspectivas en un futuro no muy lejano. LA CONSERVACIÓN, LA PROTECCIÓN, LA PUESTA EN USO Y DISFRUTE No podrá entenderse la realidad rupestre sin la investigación cientí-fica, pero tampoco ésta será socialmente viable sin la ejecución de la normativa de actuaciones legales sobre el patrimonio arqueológico, con todas las consecuencias funcionales estimables. Deberá ser, si se quiere, un modelo de refuerzo mutuo, un compromiso recíproco de actuacio-nes entre los ciudadanos, los investigadores y las instancias públicas competentes. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 52 Por todo ello, dada la consideración que tienen las manifestaciones de arte rupestre como Bienes de Interés Cultural, por su especialísima relevancia y la incertidumbre a que están sometidas, habrían de ser pro-gresivamente incorporadas en el Inventario General de Bienes de Inte-rés Cultural, de cara a su adecuada protección, conservación, estudio, investigación y a su futura puesta en uso y disfrute público. Estos aspec-tos podrían contribuir a la interrelación del ocio y la cultura, promocio-nando una oferta patrimonial que redundaría en la concienciación pro-gresiva de la población escolar o adulta, tanto canaria como foránea e, igualmente, en el turismo que nos visita cada año. LAS PROPUESTAS DE INTERPRETACIÓN Las propuestas de interpretación arqueológica en el ámbito rupestre las hemos articulado en torno a tres apartados: en primer lugar, la apli-cación de los modelos de asentamiento; en segundo lugar, la problemá-tica de la adaptación en virtud de la ecuación población-recursos; y, en tercer lugar, una ejemplificación relacionada con el contacto interétnico entre los grupos indígenas y las poblaciones europeas. ASENTAMIENTOS Y EXPRESIONES RUPESTRES El panorama rupestre actual es un retazo relicto, incompleto y par-cial, de lo que fue en su día, de ahí las limitaciones distributivas e inter-pretativas que pueden suscitarse en su estudio. Hay un aspecto consustancial con la ocupación y reocupación hu-mana de las islas que puede ayudarnos a entender tanto el análisis de la distribución de los yacimientos rupestres como la milagrosa persistencia de algunos de sus elementos representativos y la desaparición de otros exponentes pretéritos. Según este planteamiento, los enclaves rupestres y su sustitución en el espacio y en el tiempo deben entenderse en relación con los modelos de asentamiento vigentes en dos etapas concretas: la del mundo preeu-ropeo y la de la colonización posterior a la conquista europea. Es evi-dente que estas dos fases no entienden de una excesiva pluralidad de fe-nómenos subyacentes, ni mucho menos de fenómenos minimizados de ocupación del hábitat, pero constituyen un primer paso para establecer un análisis dinámico e integrador de los sitios rupestres y de las secuelas arqueológicas que hoy detectamos sobre el territorio, expresadas en la alteración de una parte importante de los enclaves prehispánicos e his-tóricos. Los asentamientos preeuropeos de las Islas Canarias se hallaban, preferentemente, en lugares con presencia de agua, recursos alimenta-rios, energéticos y de enclaves que servían de hábitat a la población. En las islas que contaban con masas boscosas importantes los emplaza-mientos se distribuían en la zona termófila, bajo los límites de los bos- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 53 ques de laurisilva o de pinar, conformando agrupaciones de asenta-mientos relativamente cercanos a la costa, provistos de recursos acuífe-ros, botánicos y edafológicos de elevada prodigalidad potencial. Todas estas razones justifican el hecho de que estas zonas fuesen objeto de la ocupación humana preferencial acontecida con la colonización poste-rior a la conquista militar europea, con las consiguientes implicaciones conductuales de los nuevos colectivos humanos sobre el territorio y so-bre las huellas de sus antiguos ocupantes. Esto ayudaría a explicar, en buena parte, la menor prodigalidad de los hallazgos registrables en estos sectores. Los asentamientos fuera de esas áreas también se encontraban condi-cionados por la presencia de agua y el resto de los recursos productivos propicios para el desarrollo de las actividades humanas. Se hallaban, pues, distantes de las llanadas de un litoral entrecortado, con playas rocosas o arenosas y fuertes vientos en algunos sectores, baja pluviometría, tempe-raturas elevadas, poco munificente, erosionado y por tanto desértico, des-mereciendo la continua presencia humana en buena parte de la zona baja, excepcionalmente dotada en algunos puntos óptimos relacionados con la desembocadura de algunos barrancos muy concretos de las islas. La reocupación progresiva tradicional de estos ámbitos tras la con-quista europea también siguió en buena medida el modelo de asenta-miento preexistente. Con posterioridad, fue extendiéndose hacia zonas costeras y litorales, cuando fue posible trasladar el agua desde los pun-tos de emisión hasta las nuevas explotaciones agrícolas, residenciales y turísticas, con incidencias patrimoniales más retardatarias que en los ca-sos anteriores. De ahí su mayor proclividad a la supervivencia y perdu-rabilidad de yacimientos arqueológicos de distinto tipo. El aprovechamiento ganadero, base del sistema adaptativo del mundo preeuropeo en la mayor parte de las Islas Canarias, el limitado desarrollo tecnológico y agropecuario y la presencia de las actividades recolectoras, rentabilizaron mayores garantías para la subsistencia organizando una dis-tribución de territorios tribales, subdivididos por los interfluvios de los barrancos. Y así, a grandes rasgos, el panorama ecológico general, en lo que se refiere a espacios húmedos y áridos, ocasionó que algunos nichos ambientales muy favorecidos capitalizaran la mayor concentración de re-cursos y el prestigio de sus jefes tribales, haciéndoles con un ascendiente sobre el resto de las demarcaciones adoptando un sistema sociopolítico denominado segmentario o igualitario que, en algunas islas como Gran Canaria, evolucionó hacia formas más complejas de organización y desarrollo en el contexto de las jefaturas centralizadas y estratificadas. Por estas razones, la fragmentación de los territorios isleños en di-versas demarcaciones tribales coincidentes con una distribución vertical y horizontal de los recursos, siguiendo un esquema costa-cumbre y una pauta entre los interfluvios de los barrancos a tenor de las diferentes co-tas altitudinales, nos brinda un protagonismo de dos secciones reticen-tes en la mayoría de los casos, subdivididas en unidades más pequeñas, que con bastante frecuencia entraban en conflicto armado. La compe-tencia por los recursos, afrontada mayormente por las demarcaciones ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 54 peor dotadas y la consiguiente desventaja subsistencial, llevó a distintas respuestas de competición, rivalidad o cooperación. En el momento de la conquista en algunos casos les hizo augurar la posibilidad de colabo-rar con los nuevos visitantes frente a la manifiesta y compartida hostili-dad interna, mientras en momentos anteriores los segmentos de paren-tesco se confederaban y pugnaban contra sus adversarios, arrebatándose dominios territoriales vinculados a puntos de agua, áreas de pasto y ga-nado. Esto explica el discontinuo número de demarcaciones tribales que ofrece la documentación etnohistórica de las Islas Canarias en di-versos momentos de los siglos XIV y XV. Dada la vigencia de unas estrategias ganaderas en los modelos de or-ganización productiva y reproductiva de las diferentes unidades insula-res, los conflictos territoriales relacionados con la disponibilidad de re-cursos se circunscribían a las divisiones físicas ubicadas entre diferentes interfluvios. En estas divisorias es donde muchas veces aparecen los gra-bados e inscripciones rupestres, mientras en otros casos se encuentran sobre coladas que descienden inclinadas hacia la costa, en los márgenes de algunos barrancos, o en hitos destacados en el paisaje, afectando a diferentes elementos y aspectos reconocibles como roques, morros, montañas, lomos y crestas. A nivel económico, podemos vincular las manifestaciones rupestres con fuentes de agua, zonas de pasto extra e intraterritorial, lugares de apañada, paraderos pastoriles, atalayas y zonas de vigilancia del ganado, asociadas o no a la presencia de litófonos, rocas que suenan, como los de la Peña de Luis Cabrera (Teguise, Lanzarote) y el Roque de Malpaso (Tenerife), entre otros, como se estudia en otro apartado. En cuanto a los aspectos sociales, se podría reconocer el registro del cómputo del tiempo y el calendario astronómico luni-solar prehispáni-co, ritos de paso, puntos de segregación e integración tribal de grupos de edad y género, señales y marcas de grupos de parentesco, linajes y clanes. En el ámbito político, dejarían constancia de la división tribal e in-tratribal de cada isla, así como del testimonio gráfico de pactos y con-tingencias. Y, a nivel ideológico, estarían relacionados con los lugares cultuales religiosos asociados a veces al mundo funerario o con las antiguas prác-ticas de suicidio ritual, revitalización y fertilidad, como fueron las orda-lías, los ritos piaculares acuíferos y sexuales, así como con áreas, zonas y puntos de culto astral y espacios sacralizados señalados con motivos ru-pestres en cuevas, cámaras artificiales, árboles, bosques, troncos, fuen-tes, nacientes, manantiales, eres, lagunas, piedras, roques, pitones, mon-tañas, lomos, morros y márgenes de barrancos, entre otros tantos hitos significativos habituales en el panorama arqueológico rupestre del ar-chipiélago canario. LA POBLACIÓN, LOS RECURSOS Y LA ADAPTACIÓN CULTURAL El frágil equilibrio entre la población y los recursos que afectaba en distinta medida al mundo preeuropeo de Canarias, propició respuestas A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 55 adaptativas específicas de diversa índole en cada una de las islas. Si en unos casos, como en La Palma y Fuerteventura, esto supuso el abando-no de la agricultura a cambio de una actividad marcadamente ganadera o el predominio progresivo del pastoreo sobre la agricultura en Tenerife, La Gomera y El Hierro; en otros casos —como en Gran Canaria y Lan-zarote— ambas actividades pudieron complementarse en diverso grado y amplitud, fundamentalmente en lo que se refiere a la persistencia del cultivo de cereales como la cebada, conjuntamente con el cuidado y atención de las reses. Las transformaciones productivas que incumbían a la subsistencia, acabaron incidiendo sobre los modelos reproductivos y éstos en las co-tas demográficas de los diferentes grupos. De ahí la belicosidad recu-rrente por los medios de subsistencia y las prácticas de infanticidio cita-das por las fuentes etnohistóricas y a través de restos arqueológicos, para Gran Canaria, Tenerife y La Palma, donde también se llevó a cabo el gerontocidio, pues todo coeficiente demográfico que sobrepasara el ca-rácter predecible de los recursos disponibles conllevó la asunción de medidas drásticas que afectaban a la población infantil y a los ancianos. Ante esta situación de incertidumbre cíclica, ocasionada por los fac-tores endógenos de estos ecosistemas insulares, como volcanismo y mo-vimientos sísmicos, sequías, aguaceros, plagas de langostas, dependencia tecnoambiental y tecnoeconómica, la opción más habitual en último extremo se vio conminada a rituales y ceremonias de carácter piacular, sacrificial y adivinatorio, en que los agüeros tendían a suplir lo que el medio, la tecnología y sus sistemas productivos y reproductivos no posi-bilitaban o impedían. La llegada de poblaciones europeas en los siglos XIV y XV, constituyó un nuevo elemento añadido, implicando el contacto intercultural con las poblaciones indígenas. Si, inicialmente, se asistió a un proceso pací-fico de integración caracterizado por intercambios comerciales, pactos de alianza y proselitismo religioso, con posterioridad asistimos a una transculturación compulsiva de carácter traumático cuyos exponentes más habituales fueron la esclavitud, las razias, saqueos, expolios, gue-rras, alteraciones ecológicas y extensión de factores bióticos desconoci-dos. Los grupos supervivientes del choque interétnico conformaron las nuevas sociedades insulares fusionándose con los nuevos pobladores y luego con los posteriores caudales humanos que continuaron llegando a las islas en un largo periodo cronológico, conformando nuevas señas de identidad sociocultural. INDÍGENAS, EUROPEOS, CANARIAS Y EL MAR La llegada de las gentes del mar que las tradiciones orales indígenas transmitieron a viajeros, cronistas e historiadores de los siglos XV y XVI fue recubierta con un prisma premonitorio, mítico o legendario por los habitantes prehispánicos, pero interpretado desde el etnocentrismo y la propia concepción de los europeos23. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 56 23 Id., «Sistemas calendáricos, mitos astrales y prácticas adivinatorias en las Islas Canarias prehispánicas», International Symposium “Time and astronomy at the meeting of two worlds”, Instytut Archeologii, Uniwersytetu Warszawskiego. Warszawa, 1992b, pp. 402- 418. Como ocurrió en otros lugares del Nuevo Mundo, las poblaciones preeuropeas de Canarias acogieron la llegada de los grupos humanos fo-ráneos de forma diversa en sus relatos, en relación a prácticas adivinato-rias, mitos de revitalización, mitos de origen, culto u observación astral, ideología religiosa y rituales de paso, a través de los cuales se deja entre-ver el deseo de sobreponerse al estrés de la subsistencia o pretendiendo meramente la supervivencia de las poblaciones insulares y sus sistemas socioculturales. Mientras en algunas islas los viajeros fueron vistos como dioses que se trasladaban en casas o pájaros que volaban por el mar, o representa-ban a los espíritus y antepasados indígenas, en otras son navegantes ex-tranjeros con claras intenciones de dominio sobre los que practicar una atenta vigilancia por el peligro que suponían para la supervivencia y continuidad sociocultural autóctona. Ambos comportamientos expli-can, en conjunción con factores endógenos, las actitudes de amistad o resistencia que encontraron los europeos a su llegada a las Islas Cana-rias. En este sentido, Fr. Alonso de Espinosa señala un comportamiento cultural de los indígenas en un momento próximo a la conquista de Te-nerife (1493-96): Y entre otras condiciones y leyes que tenían puestas, y ellos prometidas, era una que le avisasen de las cosas memorables que en sus reinos aconteciesen. Y la razón de mandar aquesto era recelarse de gente extranjera. Porque había en este tiempo entre los gentiles un profeta o adivino, que también decían ser zahorí, al cual lla-maban Guañameñe, que profetizaba las cosas venideras, y éste les había dicho que habían de venir dentro de unos pájaros grandes (que eran los navíos) unas gentes blancas por el mar, y habían de enseñorear la isla. El texto atribuido a Pedro Gomes Scudero recoge también un men-saje análogo al anterior con leves variantes: Traheron poco ganado de cabras i vna muxer de buena apariençia, que daba mu-cha rasón de la gente enemiga, de quantos i onde andaban, era pastora de las ca-bras, traía un niño en los braços i a las spaldas vn zurrón con su alimento; deçía de las profecías que en ellos hauía de acabarse su dominio y que assi lo dexó dicho un Guañame o brujo, que eran jentes de onde nasce el sol vendrian en pájaros ne-gros sobre las aguas con alas blancas i otras cosas a su modo. En El Hierro Fr. J. Abreu Galindo narra una tradición oral de sus habitantes transmitida por el adivino local Yone: Como los naturales vieron venir los navíos blanqueando con las velas, acordáron-se del pronóstico que tenían de un adivino, que había muchos años era muerto, que les había dicho que su Dios había de venir por el mar, en unas casas blancas; que lo recibiesen, que les había de hacer bien. Dicen que, muchos años antes que esta isla se convirtiese, hubo en ella un adivino que se decía Yone; y, al tiempo de su muerte, llamó a todos los naturales y les dijo cómo el se moría, y les avisaba que, después de él muerto y su carne consumida y hechos cenizas sus huesos, ha-bía de venir por el mar Eraoranzan, que era el que ellos habían de adorar; que ha-bía de venir en una casa blanca; que no peleasen ni huyesen, porque Dios los ve- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 57 nía a ver. Y, como daban crédito a sus palabras, quedó esto entre los naturales muy en memoria, con gran deseo siempre de verificar este caso; y, porque los huesos de Yone no se trocasen y se conociesen cuáles eran los huesos de Yone, los tenían aparte en una cueva, con mucho recato. Pues, como los naturales vinieron al puerto y vieron venir los navíos blan-queando con las velas, teniendo en memoria el pronóstico que Yone les había he-cho, creyendo que en aquellas casas blancas venía su Dios Eraoranzan, acudieron a ver la cueva adonde habían puesto a Yone, y lo hallaron todo hecho polvo y ce-niza. Visto el pronóstico de Yone cumplido, volvieron a la costa de la mar, con mucho contento, a recibir tanto bien como les había de traer Eraoranzan, su Dios. Para Fuerteventura, el mismo Abreu Galindo transmite una tradi-ción oral indígena sobre predicciones en este mismo sentido: Cuentan antiguos naturales de esta isla de Fuerteventura, que haberse ganado tan fácilmente esta isla fué por las amonestaciones de estas dos mujeres, Tamonante y Tibiabin, a las cuales tenían por cosa venida del cielo, y que decían lo que les ha-bía de suceder, y aconsejaban y persuadían tuviesen paz y quietud. Decían que por la mar había de venir cierta manera de gente: que la recogiesen, que aquéllos les habían de decir lo que habían de hacer. Pero, también Gomes Scudero apunta otra tradición oral recogida en las islas orientales: Tenían los de Lançarote y Fuerte Ventura unos lugares o cuebas a modo de tem-plos, onde hacían sacrificios o agüeros según Juan de Leberriel, onde haciendo humo de ciertas cosas de comer, que eran los diesmos, quemándolos tomaban agüero en lo que hauían de emprender mirando a el jumo, i dicen que llamaban a los Majos que eran los spíritus de sus antepasados que andaban por los mares i uenían allí a darles auiso quando los llamaban, i éstos i todos los isleños llamaban encantados, i dicen que los veían en forma de nuuecitas a las orillas del mar, los días maiores de el año, quando hacían grandes fiestas, aunque fuesen entre ene-migos, veíanlos a la madrugada el día de el maior apartamento de el sol en el sig-no de Cáncer, que a nosotros corresponde el día de San Juan Bautista. Además de estos relatos etnohistóricos, en algunas estaciones rupes-tres pueden contemplarse navíos y embarcaciones europeas realizadas con técnica y estilo indígena, síntoma inequívoco del impacto ocasiona-do por la arribada de los navegantes. El continuo trasiego de embarca-ciones por aguas canarias y los sucesos que después tuvieron lugar con-formaron, desde la visión de los nativos, las tradiciones orales sobre las gentes del mar formando parte indisociable de sus últimos siglos de existencia, cuando el proceso de conquista resultaba inminente. Los pri-mitivos habitantes de Canarias detectaron a sus futuros conquistadores en el horizonte marino, antes de que éstos pisaran sus playas, realizando con posterioridad premoniciones adivinatorias sobre ellos que anuncia-ban lo evidente, el ocaso de su mundo y de su cultura que se produciría con la llegada por el mar de unos pájaros negros con alas blancas. La técnica de ejecución y la temática representada con algunas em-barcaciones posibilita enunciar un caso particular sujeto a generalización interpretativa, respecto a otras estaciones rupestres del archipiélago. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 58 Las islas estuvieron expuestas desde el bajo medievo, y con posterio-ridad, a diversas situaciones relacionadas con el medio insular y marino. Pero esto significa algo más: la presencia de fenómenos recurrentes du-rante una dilatada secuencia temporal que afectaron a poblaciones de distinta categorización sociocultural: sociedades indígenas versus grupos conquistadores y sociedades posteriores a la colonización europea. La expresión de algunos de esos fenómenos podemos encontrarla en las rocas mediante un lenguaje ideográfico. Esto hace necesario, como ya adelantamos24, un cambio de enfoque hacia la interpretación en la órbita conductual, más que desde posturas netamente simbólicas que dificultan su conocimiento exhaustivo o sólo explican ciertas variables. Así pues, estimamos la recurrencia de algunas representaciones (geo-métricas y figurativas) a tenor de diferentes sucesos que tenían el mar como trasfondo común, cuyos elementos consustanciales extensos pue-den ser razias esclavistas, proselitismo religioso, intercambios, conflictos en el momento de la pre-conquista, guerra y ocupación europea, actos posteriores de piratería, emigración, comercio y, que pudieron dar lugar en unos ecosistemas frágiles y circunscritos a movimientos de revitaliza-ción en diferentes momentos históricos. Desde esta nueva perspectiva, las expresiones rupestres deben abar-carse en una secuencia temporal extensa, sin descartar aquellas cuya diagnosis aparente no las considere incluidas en el ámbito indígena. Pues es muy posible, en el caso de los cruciformes, que estemos ante la esquematización de los palos mayores de embarcaciones europeas con las velas plegadas o desplegadas, mientras en otros casos asistimos a una representación minuciosa del símbolo cristiano25. Otros tipos esquemá-ticos encuentran un refrendo en diferentes estaciones de las islas y debe-rán ser evaluados en un contexto mucho más amplio en directa cone-xión con los asentamientos y su entorno más próximo, tal y como ya mencionamos. Si bien la autoría indígena directa para el caso de alguna de las na-ves puede ser propuesta para el debate, el argumento historicista que la descarta no parece adecuado, teniendo en cuenta que los nativos man-tuvieron relaciones de diverso tipo en los siglos XIV-XV, en tiempos
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Calificación | |
Título y subtítulo | Las manifestaciones artísticas prehispánicas y su huella |
Autor principal | Tejera Gaspar, Antonio |
Autores secundarios | Jiménez González, José Juan ; Allen, Jonathan |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Islas Canarias |
Editorial | Gobierno de Canarias, Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes |
Fecha | 2008 |
Páginas | 238 p. |
Datos serie | Historia cultural del arte en Canarias ; 1 |
Materias |
Arte prehistórico Arquitectura moderna Siglo 19º Canarias Historia Época prehistórica |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 7218632 Bytes |
Texto | LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA HISTORIA CULTURAL DEL ARTE EN CANARIAS I LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA Antonio Tejera Gaspar José Juan Jiménez González Jonathan Allen GOBIERNO DE CANARIAS Presidente del Gobierno Paulino Rivero Baute Consejera de Educación, Universidades, Cultura y Deportes Milagros Luis Brito Viceconsejero de Cultura y Deportes Alberto Delgado Prieto Directores de la Colección Jonathan Allen Hernández Fernando Castro Borrego Autores Tomo I Antonio Tejera Gaspar José Juan Jiménez González Jonathan Allen Documentación Atala Nebot Álvarez Diseño gráfico editorial Jaime H. Vera Fotografías Archivo del Gobierno de Canarias Archivo Canarias Cultura en Red, S. A. Archivo Cabildo Insular de El Hierro Archivo Cabildo Insular de Lanzarote Archivo Cabildo Insular de Fuerteventura Archivo Cabildo Insular de La Gomera Museo Canario Archivo Antonio Tejera Archivo Manuel García-Núñez (pp. 219-242) Ilustración de la sobrecubierta “Ídolo femenino”. La Aldea de San Nicolás, Gran Canaria. Museo Canario Preimpresión digital, impresión y encuadernación Litografía Á. Romero, S. L. © de los textos: sus autores © de las imágenes: sus propietarios Dep. legal: TF. 943-2008 ISBN: 978-84-7947-469-0 ISBN: 978-84-7947-470-6 Agradecimientos Cabildo Insular de El Hierro Cabildo Insular de Fuerteventura Cabildo Insular de La Gomera Cabildo Insular de Lanzarote Cabildo Insular de Tenerife Cabildo Insular de La Palma Cabildo Insular de Gran Canaria Museo Canario Museo Arqueológico de Tenerife La colección que ahora presentamos, con el título de HISTORIA CULTURAL DEL ARTE EN CANARIAS, y que constará de al menos diez tomos, coordinada por los profesores Fernando Castro y Jonathan Allen, se enmarca en el objetivo trazado por el Gobierno de Canarias de poner la cultura como un referente de especial relevancia en la agenda política para los próximos años. En ese contexto, la investigación y la difusión de nuestro patrimo-nio cultural, es una tarea básica, en la que la creación artística tiene un protagonismo vital. La puesta al día de esa creación, por quienes han habitado a lo largo de los siglos nuestras islas, desde la etapa pre-hispánica hasta la actualidad, supone un enorme reto dada nuestra singular posición geográfica, puente de ida y vuelta constante entre Europa, África y América, unida a la lejanía de los espacios centrales de toma de decisiones y por ende, de los lugares donde emergen los gustos y las líneas maestras que marcan las corrientes artísticas de nuestra historia. A esta importante tarea, tal como expresan los coordinadores científicos de esta colección, se han puesto, además de ellos mismos, un elenco de profesores de nuestras dos universidades, así como pro-fesores canarios en universidades peninsulares, expertos y críticos. El objetivo es hacernos llegar la importancia del conocimiento y la difu-sión de los valores creativos producidos en Canarias, unido a la im-portancia de las singulares obras artísticas que hoy se acumulan por toda la geografía del Archipiélago. Esta colección, por tanto, pretende acercar a todos los canarios, especialmente a las nuevas generaciones, con un lenguaje claro y di-vulgativo, sin prescindir de la necesaria base científica, la historia del arte de Canarias, de la creación propia y de la que nos ha venido de fuera, enmarcada en su contexto cultural y social. Sólo nos resta agradecer y felicitar por el trabajo realizado, a los coordinadores de la colección, a sus colaboradores científicos y a to-dos aquellos que de alguna manera la han hecho realidad. PAULINO RIVERO BAUTE Presidente del Gobierno de Canarias PRESENTACIÓN 7 Cuando el Gobieno de Canarias nos expuso la idea de este gran proyecto editorial no sabíamos muy bien qué modelo de historia artísti-ca sería el más apropiado. Era evidente que el orden cronológico no se podía obviar y que además, las manifestaciones artísticas en Canarias se debían tratar del modo más plural y sintético posible, considerando co-rrientes principales y derivaciones locales. El énfasis en los aspectos so-ciales y culturales histórico-artísticos nos pareció la mejor estrategia dis-ponible para aglutinar criterios. Así se evitarían los peligros de una historia del arte marcada por los autores más sobresalientes de la tradi-ción, y los hitos y eventos estéticos no aparecerían desligados de contex-tos más amplios y genéricos. Cada volumen de esta nueva historia del arte en las islas engrana con el precedente, de tal modo que las épocas y las culturas artísticas de esta región se puedan aprehender linealmente, sin obviar los rasgos propios y peculiares que han marcado la temporali-dad de las artes en Canarias: el comercio con Flandes y con el Nuevo Mundo, el influjo de los estilos continentales y sus arcaísmos insulares, y el gradual realineamiento cronológico de movimientos y culturas a raíz del boom económico a finales del siglo diecinueve. En el siglo XX los hechos artísticos responden también a los cambios operados en la sociedad. Desde las vanguardias insulares hasta finales del siglo XX los artistas y arquitectos canarios han reflejado en sus obras di-chos cambios de mentalidad. Y en la era posmoderna las nuevas tecnolo-gías se ponen al servicio de las nuevas tareas que se le brindan a los artis-tas en el seno de la cultura de masas. De todo esto pretendemos dar cuenta en esta obra colectiva. Asimismo hemos querido proyectar e inda-gar en determinados iconos que jalonan esta historia, y que ocupan un espacio visual de consulta directa, y que esperemos actúen como símbolos que estructuran la dialéctica artística de Canarias. En la redacción de este proyecto intervienen profesores de ambas universidades canarias, y profe-sores canarios en universidades peninsulares, además de expertos y críti-cos. Así pretendemos ofrecer la versión más avanzada y plural de nuestra historia artística y contribuir al desarrollo de la conciencia artística de este territorio único y atlántico, entre continentes, pueblos y culturas. FERNANDO CASTRO BORREGO Catedrático de Historia del Arte de la ULL JONATHAN ALLEN HERNÁNDEZ Profesor de la ULPGC PRESENTACIÓN 9 LA HISTORIA CULTURAL DEL ARTE EN CANARIAS PROPÓSITO E INTENCIÓN ÍNDICE INTRODUCCIÓN .................................................................................................................... 17 ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA .. 25 Antonio Tejera Gaspar y José Juan Jiménez González PRIMERA PARTE EL ARTE RUPESTRE DE LAS ISLAS CANARIAS LA TEORÍA Y EL MÉTODO EN EL ÁMBITO RUPESTRE .......................................... 35 LAS EXPRESIONES RUPESTRES: UBICACIÓN Y LOCALIZACIÓN........................ 39 LAS TÉCNICAS DE EJECUCIÓN ........................................................................................ 41 LA TÉCNICA DE INCISIÓN ................................................................................................ 41 LA TÉCNICA DE PICADO O PIQUETEADO...................................................................... 43 LA TÉCNICA DE ABRASIÓN .............................................................................................. 43 LA TEMÁTICA REPRESENTADA................................................................................................ 44 LA TEMÁTICA ESQUEMÁTICA .......................................................................................... 44 La temática esquemática-geométrica.................................................................... 44 La temática esquemática-figurativa .................................................................... 44 LA TEMÁTICA FIGURATIVA................................................................................................ 45 LA TEMÁTICA ALFABÉTICA................................................................................................ 45 LA DATACIÓN CRONOLÓGICA ........................................................................................ 46 LA PÁTINA Y SUS ATRIBUTOS............................................................................................ 47 SISTEMATIZAR Y SERIAR LAS EXPRESIONES RUPESTRES .................................... 49 LA ADSCRIPCIÓN SOCIOCULTURAL Y TEMPORAL ................................................ 49 LA ÉPOCA PREEUROPEA .................................................................................................... 49 LA ÉPOCA HISTÓRICA........................................................................................................ 50 LAS ANALOGÍAS COMPARATIVAS: PERSPECTIVA Y PROBLEMÁTICA .............. 51 LAS ANALOGÍAS INTRAINSULARES .................................................................................. 51 LAS ANALOGÍAS INTERINSULARES .................................................................................. 52 LAS ANALOGÍAS EXTRAINSULARES .................................................................................. 52 LA CONSERVACIÓN, LA PROTECCIÓN, LA PUESTA EN USO Y DISFRUTE .... 52 LAS PROPUESTAS DE INTERPRETACIÓN...................................................................... 53 ASENTAMIENTOS Y EXPRESIONES RUPESTRES .............................................................. 53 LA POBLACIÓN, LOS RECURSOS Y LA ADAPTACIÓN CULTURAL................................ 55 INDÍGENAS, EUROPEOS, CANARIAS Y EL MAR .............................................................. 56 LAS INSCRIPCIONES ALFABÉTICAS DE LAS ISLAS CANARIAS ............................ 60 CANARIAS RUPESTRE ISLA A ISLA.................................................................................... 69 LANZAROTE ........................................................................................................................ 70 FUERTEVENTURA................................................................................................................ 72 GRAN CANARIA .................................................................................................................. 83 TENERIFE............................................................................................................................. 85 ÍNDICE 13 LA PALMA ............................................................................................................................ 89 LAGOMERA......................................................................................................................... 93 EL HIERRO .......................................................................................................................... 96 YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS SINGULARES DE LAS ISLAS CANARIAS.............................................................................................................. 102 LA CUEVA PINTADA DE GÁLDAR (GRAN CANARIA) ................................................ 102 LA CUEVA DE BELMACO (LA PALMA) .......................................................................... 104 EL JULAN (EL HIERRO) .................................................................................................... 106 ESTACIÓN SOLAR DE MASCA (TENERIFE).................................................................... 108 MONTAÑA DE TINDAYA (FUERTEVENTURA) ...................................................................... 110 LA FORTALEZA DE CHIPUDE (LA GOMERA)................................................................ 112 ZONZAMAS (LANZAROTE)................................................................................................ 114 SEGUNDA PARTE ÍDOLOS CLASIFICACIÓN Y TIPOLOGÍA ........................................................................................ 123 GRUPO I Antropomorfos............................................................................................................................. 125 ANTROPOMORFOS FEMENINOS ...................................................................................... 125 ANTROPOMORFOS MASCULINOS .................................................................................... 126 ANTROPOMORFOS BISEXUADOS...................................................................................... 127 ANTROPOMORFOS ASEXUADOS ...................................................................................... 127 MIEMBROS HUMANOS ...................................................................................................... 129 GRUPO II Ídolos zoomorfos .......................................................................................................................... 130 ORNITOMORFOS ................................................................................................................ 131 CÁNIDOS .............................................................................................................................. 131 SUIDOS................................................................................................................................. 132 GRUPO III Objetos anicónicos ...................................................................................................................... 132 GRUPO IV Estelas ........................................................................................................................................... 134 EL ORIGEN Y LA FUNCIÓN DE LOS ÍDOLOS EN LAS CULTURAS CANARIAS.. 136 LAS PINTADERAS .................................................................................................................... 147 ADORNOS, CUENTAS Y COLGANTES ............................................................................ 148 LA CERÁMICA .......................................................................................................................... 151 TERCERA PARTE ARQUITECTURA ARQUITECTURA DE ALMACENAMIENTO: SILOS Y GRANEROS ........................ 163 ARQUITECTURA DEFENSIVA ............................................................................................ 168 ARQUITECTURA DOMÉSTICA .......................................................................................... 171 CUEVAS ARTIFICIALES............................................................................................................ 171 POBLADOS DE CASAS Y CABAÑAS........................................................................................ 176 ARQUITECTURA FUNERARIA............................................................................................ 186 CISTAS Y TÚMULOS................................................................................................................ 186 ARQUITECTURA RELIGIOSA.............................................................................................. 191 LOS EFEQUENES .................................................................................................................... 191 LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA 14 PIRÁMIDES Y TORRETAS ...................................................................................................... 195 LAS ARAS DE SACRIFICIO...................................................................................................... 198 ARQUITECTURA CULTUAL ................................................................................................ 200 EL ALMOGARÉN .................................................................................................................... 200 LAS QUESERAS ........................................................................................................................ 205 LOS LITÓFONOS .................................................................................................................... 208 ARTE Y NATURALEZA DE LOS ESPACIOS SAGRADOS ............................................ 211 LA IMAGEN PREHISPÁNICA EN LA CULTURA ESTÉTICA MODERNA ................................................ 219 Jonathan Allen VESTIGIOS REALES E ICONOS IMAGINARIOS: 1400-1700...................................... 221 LA ILUSTRACIÓN Y EL PRIMER ROMANTICISMO: 1700-1850 .............................. 225 MODERNISMO, NUEVO REALISMO Y VANGUARDIA: 1900-1950........................ 232 INFORMALISMO, ABSTRACCIÓN Y NEOFIGURACIÓN: 1950-2000 .................... 236 LA ESCULTURA FINISECULAR: ABSTRACCIÓN, NEOFIGURACIÓN Y OBJETO 242 BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................... 245 ÍNDICE 15 INTRODUCCIÓN Las sociedades preeuropeas de Canarias se hallaban en un mismo ámbito geográfico pero no formaban un grupo unificado y homogéneo que permita explicar de manera conjunta la cultura pretérita de las siete islas del archipiélago. Además de su procedencia norteafricana todas pueden ser emparentadas originariamente con los antiguos libios actual-mente denominados con el término genérico de beréberes o amazigh. Su genérica diversidad se explica por las distintas adaptaciones so-cioculturales de estas etnias, mientras sus semejanzas son consecuencia de su pertenencia al contexto histórico de la protohistoria norteafricana como se hace fehaciente en los datos arqueológicos, así como en mu-chas de sus formas de vida recogidas por los escritores grecolatinos y, en las islas, por los navegantes y conquistadores europeos entre los siglos XIV y XVI. Pero tampoco podemos olvidar los cambios que se produje-ron en cada una de las islas como consecuencia de los procesos de adap-tación a un medio geográfico distinto en el que fueron relevantes el ais-lamiento y la falta de comunicación, lo que sin duda coadyuvó aún más a las divergencias que se perciben en cada comunidad insular, ya sea en los materiales arqueológicos relacionados con la subsistencia, con la muerte o con las manifestaciones artísticas. Esta diversidad cultural fue ya puesta de manifiesto por los redactores de Le Canarien, cuando ob-servaron sus diferencias, diciendo que eran gentes de diversas creencias y distintas lenguas 1. Apreciación que coincide con otra similar sobre las poblaciones libias norteafricanas recogida por el historiador griego He-ródoto a mediados del siglo V a.C., cuando dice que en dicho país [Li-bia] hay muchos y muy diversos pueblos 2. Hecho de gran interés, sin duda, por cuanto nos permite contrastarlo con la documentación escri-ta y los estudios arqueológicos realizados en los últimos cien años. Las Islas Canarias fueron redescubiertas por los romanos a fines del siglo I a.C. a juzgar por lo que sobre ellas ha quedado recogido en el li-bro VI de la Historia Natural de Plinio el Viejo (23-79 d.C.), en donde figuran los primeros rasgos descriptivos de un conjunto de islas atlánti-cas que con toda seguridad se pueden identificar con este archipiélago. Hoy podemos afirmar que sus primitivos pobladores procedían del Noroeste de África, aunque el mayor desafío lo constituye asociar las di-ferentes tribus que vivían en el momento de la ocupación romana en esa zona del Magreb —área geocultural que comprende Tunicia, Argelia y Marruecos— con las que poblaron cada una de las siete islas del ar- INTRODUCCIÓN 19 i Le Canarien, T.G.1r. Citaremos en adelante las referencias a la crónica francesa Le Cana-rien, del siguiente modo: La crónica la for-man dos textos, el denominado G, alusivo a Gadifer de la Salle, y el B, a Juan de Béthen-court, de modo que la T se refiere al texto y las iniciales a las correspondientes de ambas crónicas. Las letras minúsculas r y v aluden a texto recto y la v a texto vuelto. Le Canarien. Manuscritos, transcripción y traducción por Berta Pico, Eduardo Aznar, Dolores Corbella, Instituto de Estudios Canarios, 2003. 2 Heródoto, IV, 167, 3. chipiélago canario. Para ello se han desarrollado diversas teorías y pro-puestas estableciendo comparaciones analógicas con denominaciones bastante similares de ambas zonas en trabajos de investigación de carác-ter histórico, arqueológico, antropológico y etnolingüístico, entre los que destacan los realizados por Sabino Berthelot, Georges Marcy, José Juan Jiménez González y Antonio Tejera Gaspar. A partir de entonces pueden enunciarse los argumentos planteados siguiendo los trabajos de los autores citados sobre la relación de las distintas tribus africanas y sus equivalencias con las de las Islas Canarias: los Canarii (Marruecos) con Canaria-Gran Canaria; los Maxues-Maxies (Tunicia) con Maoh-Lanza-rote; los Abanni (Argelia) con Erbania-Fuerteventura; los Cinithi (Tuni-cia) con Chinet-Tenerife; los Ghmara-Gomara (Marruecos) con Gomera-La Gomera; los Ben-Hawara (Marruecos) con Benahoare-La Palma; y los Caprarienses (Argelia) con Capraria-El Hierro. Se trata de una amplia teoría que es necesario sistematizar con estudios profundos de carácter arqueológico, etnológico, etnográfico, antropológico y lin-güístico en los que concurren múltiples factores. Porque en la actuali-dad cabe establecer esas comparaciones con una gran fiabilidad en lo re-ferido a las lenguas líbicas antiguas habladas en el archipiélago que se hallan entroncadas con el grupo lingüístico camítico-beréber. Origen y parentesco que explica el número abundante de palabras, especialmente topónimos, de esa procedencia existentes en las islas. Otras manifesta-ciones igualmente reveladoras del origen norteafricano de los primitivos habitantes de Canarias son los testimonios epigráficos de escritura líbi-co- beréber, documentados en este archipiélago desde el último tercio del siglo XIX con una factura semejante a los conocidos en el Magreb, así como la de otro alfabeto identificado hasta la fecha sólo en las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Se trata de caracteres similares a los em-plazados en el yacimiento de Bu Njem, en Libia, vinculados con la gra-fía líbica antigua por René Rebuffat. Una cuestión, sin duda del máximo interés, que ha generado múlti-ples controversias, ha sido saber —además de la fecha en la que se des-cubrieron estas islas en la Antigüedad— cuándo y porqué se poblaron. Como hecho previo para argumentar esta propuesta, consideramos im-prescindible hacer una referencia a algunos acontecimientos históricos suscitados en el Norte de África después de que las legiones romanas conquistasen Cartago el año 146 a.C. Existe una tradición historiográfica en la investigación canaria que defiende un poblamiento de estas islas con gentes de origen libio-beré-ber trasladadas al archipiélago por los romanos en una fecha fijada entre fines del siglo I a.C. y el I, basándose en un acontecimiento histórico al que desde época muy temprana se habían referido los cronistas e histo-riadores de los siglos XV y XVI, como el azoreano Gaspar Frutuoso, el in-geniero italiano originario de Cremona Leonardo Torriani, o los caste-llanos Alonso Espinosa y Abreu Galindo, entre otros, y cuyo precedente más antiguo se encuentra en la crónica francesa Le Canarien 3 y en la de Alvar García de Santa María. Todos estos autores, al referirse al pobla-miento antiguo del archipiélago, lo emparentan con los hechos acaeci- LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA 20 3 Le Canarien, T.G. 33v. 2003, p. 133. dos en la provincia de Africa cuando los romanos comenzaron gradual-mente a ocupar el Magreb, después de la destrucción de Cartago en la fecha señalada. Los cronistas recogen una tradición que, con distintas variantes, viene a coincidir en la misma idea: las islas fueron pobladas con gentes castigadas por los romanos a causa de las revueltas y de la te-naz resistencia que sostuvieron ante el sometimiento a Roma, debido a una serie de acontecimientos que habían tenido lugar en los primeros años del siglo I en los territorios que a partir de la división jurídico-polí-tica y administrativa realizada en tiempos del emperador Claudio (41- 54), formarían parte de las dos provincias africanas, la Mauretania Cesa-riense y la Mauretania Tingitana. Ahora no entraremos en la valoración y el análisis de los diferentes textos alusivos a este problema, del que presentamos como ejemplifica-ción el relato recogido en la obra de Abreu Galindo, donde se halla una síntesis de las ideas fundamentales que figuran en los otros autores: Teniendo Roma sujeta la provincia de África, y puestos en ella sus legados y presi-dios, se rebelaron los africanos y mataron los legados y los presidios, que estaban en la provincia de Mauritania; y que, sabida la nueva de la rebelión y muerte de los legados y presidio en Roma, pretendiendo el senado romano vengar y castigar el delito e injuria cometida, enviaron contra los delincuentes grande y poderoso ejército, y tornáronla a sujetar y reducir a la obediencia. Y, porque el delito come-tido no quedase sin castigo, y para escarmiento de los venideros, tomaron todos los que habían sido caudillos principales de la rebelión y cortáronles las cabezas, y otros crueles castigos; y a los demás, que no se les hallaba culpa más de haber se-guido el común, por no ser destruidos, por extirpar en todo aquella generación, y que no fuesen por ventura causa de otro motín, les cortaron las lenguas, porque do quiera que aportasen, no supiesen referir ni jactarse que en algún tiempo fue-ron contra el pueblo romano. Y así, cortadas las lenguas, hombres y mujeres y hi-jos los metieron en navíos con algún proveimiento y, pasándolos a estas islas, los dejaron con algunas cabras y ovejas para su sustentación. Y así quedaron estos gentiles africanos en estas siete islas, que se hallaron pobladas 4. De los cronistas e historiadores citados, Leonardo Torriani es el que con mayor precisión se refiere al poblamiento antiguo de las islas, yen-do un poco más allá al atribuirle a Juba II de Mauretania la responsabi-lidad de este hecho: volvió a descubrir Juba [las islas] y las pobló con nú-midas 5. Los textos recogidos en los fragmentos citados fueron valorados, ini-cialmente, por Juan Álvarez Delgado, quien defendió la hipótesis de que el poblamiento insular fue consecuencia de la deportación de etnias africanas traídas a Canarias en un momento cercano al cambio de Nuestra Era, según lo expresa de la siguiente manera: Juba II de Mauri-tania, por mandato y con consentimiento de Augusto, a cuyo imperio perte-necían, las pobló y colonizó con gétulos del África cercana en el último cuarto del siglo I a.C. 6. En un sentido semejante se han manifestado Agustín Pallarés Padilla, José Juan Jiménez González, Antonio Tejera Gaspar y Antonio Chausa Sáez, haciendo también una serie de aporta-ciones —específicas en cada caso— para contrastarlas con los hechos históricos acaecidos en el continente en las fechas a las que se refieren INTRODUCCIÓN 21 4 Abreu Galindo, Historia de la Conquista de las siete islas de Canaria, Tenerife. Edición crí-tica con introducción, notas e índice por Ale-jandro Cioranescu. Goya Ediciones. Cap.V, 5, 1977, p. 31. 5 L. Torriani, Descripción e Historia del reino de las Islas Canarias antes afortunadas con el parecer de sus fortificaciones, Goya Ediciones. 1978, Cap. IV, p. 20. 6 J. Álvarez Delgado «Leyenda erudita sobre la población de Canarias con africanos de lenguas cortadas», Anuario de Estudios Atlán-ticos, 23, 1977, p. 51. dichos acontecimientos. Se trata de las insurrecciones de los beréberes, las etnias que habitaban el extenso territorio que iba desde el Atlas ma-rroquí hasta Túnez y que se alzarían contra el poder de Roma después de que les usurparan sus territorios. De todas ellas destaca la protagoni-zada por tribus gétulas a inicios del siglo I, sofocada por Cossus Corne-lius Lentulus, conocido por esta acción con el sobrenombre de Gaetulico. Con posterioridad, otras etnias formarían parte de la gran confederación de los Musulames coaligados contra la presencia romana en la provincia de África. Del mismo modo, todo lo relativo a las insu-rrecciones de los beréberes contra Roma y las subsiguientes deportacio-nes hacia distintos lugares del continente e islas se plasmaron en uno de los episodios más cruentos acontecidos durante el mandato del empera-dor Tiberio (14-37), quien finalmente lograría sofocar las revueltas del númida Tacfarinas entre los años 17 y 24, victoria celebrada por el Se-nado con la concesión de las insignias del triunfo 7. Estos hechos y los acaecidos durante el reinado de Juba II de Mauretania, pueden servir de explicación para entender que algunos de estos episodios estuvo re-lacionado con el poblamiento antiguo de las Islas Canarias con libio-beréberes deportados de la Numidia, como ya aseveraba Leonardo To-rriani o de otros sitios de la Mauretania Tingitana y de la Cesariense, aunque —como sabemos— estos enfrentamientos no terminaron sino que continuaron durante varios siglos hasta el Bajo Imperio con perio-dos muy cruentos, como ha sido muy bien estudiado por M. Rachet y M. Benabou, entre otros historiadores 8. El testimonio de los primeros historiadores de Canarias sobre el cas-tigo infligido por los romanos a las poblaciones norteafricanas y su pos-terior destierro a estas islas tiene, asimismo, su confirmación en las pe-nas a que eran sometidos quienes cometían un acto de alta traición al poder de Roma, según se recoge en su jurisprudencia compilada en tiempos del emperador bizantino Justiniano (527-565) en el Digesta Iustiniani Augusti. Nos referimos al destierro y a las deportaciones a is-las, castigo que se conoce como Deportatio in insulam, una de las penas comúnmente infligidas a quienes fueran considerados culpables de un crimen. La deportación se contemplaba para ser aplicada a los cabecillas o insurgentes de una sedición o revuelta, tal como se recoge en el si-guiente precepto: Los autores de una sedición o tumulto popular, según su rango, son ahorcados o lanzados a las fieras o deportados a una isla (D. 48, 19, 38, 2), ya que entre las penas catalogadas como severísimas se halla-ban la muerte o el destierro a zonas desérticas o a islas que estuvieran bajo la jurisdicción de los gobernadores de las provincias del Imperio cuando se cometían actos considerados de alta traición, como se recoge en el título XIX Sobre las penas, pero sobre todo en el XXII Sobre los reos condenados a interdicción, relegación y deportación, en donde se establece la categoría de los castigos, cuándo y a quiénes debían ser aplicados, ha-ciendo las diferenciaciones oportunas entre la relegación y la deporta-ción, figura jurídica que conllevaba un mayor castigo. Las deportaciones a islas las ejecutaban los gobernadores siempre que tuvieran alguna en su demarcación jurídico-administrativa. Y cuan- LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS PREHISPÁNICAS Y SU HUELLA 22 7 Tácito, Anales, II, 52, 5. 8 Vallejo Girvés, M. «In insulam deportatio en el siglo IV d. C. Aproximación a su com-prensión a través de causas, personas y luga-res », Polis, Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica, 3, 1991, pp. 153-157. do esto acontecía podían relegar al castigado a aquellas zonas de su pro-vincia que estuvieran más desiertas. Para este caso, tenemos la seguridad de que algunas de las Islas Canarias lo estaban en la fecha en la que se hace la exploración mandada por Juba pues en el texto de Plinio no existen evidencias claras de que se hallaran habitadas. Sobre el precepto de la ley conviene tener en cuenta que las Islas Canarias debieron ser consideradas un territorio adscrito al Imperio Ro-mano redescubierto a inicios del siglo I a.C., concretamente entre los años 82-81, si tomamos en consideración el relato de la vida de Sertorio transmitido por el historiador griego Plutarco. De hecho, podemos es-tar seguros de que fueron exploradas entre fines del siglo I a.C. y co-mienzos del I por mandato de Juba II de Mauretania, como lo recoge Plinio en su Naturalis Historia. Y, además, según la legislación romana cualquier lugar ocupado por sus súbditos se entendía como una toma de posesión del lugar. Si se trataba de zonas desiertas se aplicaba la nor-ma de que al ser tierras de nadie o terra nullius, pertenecían por derecho a quienes las descubrieran. Los hechos históricos que tuvieron lugar en el Norte de África tras la victoria romana sobre Cartago el año 146 a.C. supusieron un hito cronológico que, a nuestro juicio, puede ser establecido como un punto de partida para el poblamiento antiguo de las Islas Canarias, como lo confirman los datos aportados mediante la aplicación de técnicas de da-tación como el carbono-14 y el paleomagnetismo. Cronologías que —en su inmensa mayoría— indican una colonización humana a partir de aquella fecha. Desde que las islas se poblaron hasta que fueron totalmente incor-poradas a la Corona de Castilla a fines del siglo XV transcurrieron unos 1.500 años, reflejados de forma sucesiva en las dataciones cronológicas disponibles. Sin embargo, también hay que considerar que existen algu-nas fechaciones que muestran una horquilla más amplia anterior a Nuestra Era, como han sido documentadas en yacimientos arqueológi-cos de Tenerife, que ejemplificamos en el de las Estacas I, en Buenavista del Norte, datado entre los siglos IV y II a.C. INTRODUCCIÓN 23 ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA Antonio Tejera Gaspar José Juan Jiménez González PRIMERA PARTE EL ARTE RUPESTRE DE LAS ISLAS CANARIAS Los grabados rupestres poseen un enorme interés como documenta-ción histórica y como testimonio de un tiempo pasado. Entre ellos, cier-tos elementos, sobre todo los de marcado carácter convencional, permi-ten establecer estudios de comparación cultural al haber estado vigentes y en uso durante largo tiempo en las sociedades donde se originaron, mostrando de esta manera el vínculo sociocultural existente entre ellas. Los caracteres y los textos alfabéticos, sin duda los aspectos más des-tacados del panorama arqueológico parietal de Canarias, son signos que responden a un código cerrado, utilizado y aprendido por los miembros de las sociedades prehispánicas que los hacen una herramienta y una forma de comunicación perdurable y transmisible a lo largo del tiempo. Quizás en la misma medida, otras manifestaciones rupestres pueden mostrar también muchas de las expresiones que relacionaban, vincula-ban y unían a los miembros de la comunidad a través de formas expre-sas y concretas de representación artística. En ellas hay que incluir mo-tivos y símbolos de diverso tipo, tanto figurativos como geométricos, representados con un tamaño, técnica, temática y estilo determinados. Los símbolos y los motivos que observamos en el arte rupestre cana-rio obedecen, asimismo, a diferentes necesidades sociales y sintetizan de alguna manera sus concepciones y valores más esenciales, pudiendo ha-ber variado con el transcurso del tiempo en relación a los contenidos y expresiones vigentes en coyunturas más o menos prolongadas, contin-gencias y cambios adaptativos, mantenerse como representaciones per-sistentes aún cuando se hubiese perdido toda noción de su significado original o dejar de ser reproducidos tras un lapso temporal más o me-nos prolongado en función de su propia utilidad para la comunidad. El conocimiento de las expresiones rupestres preeuropeas de Cana-rias se inicia en el siglo XVIII, cuando se producen las primeras referen-cias sobre los hallazgos documentados en la Cueva de Belmaco, en Mazo (La Palma), citados por el historiador José de Viera y Clavijo 9. Paulatinamente, a partir de los siglos XIX y XX, comienzan a destacarse notables y sucesivos descubrimientos de motivos y manifestaciones ar-tísticas de estas sociedades relacionadas con hallazgos arqueológicos, an-tropológicos y de un buen número de inscripciones, grabados y pintu-ras rupestres. Estas representaciones parietales poseen algunas características co-munes en todas las islas aunque también se aprecian llamativas diver- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 29 9 J. Viera y Clavijo, Noticias de la Historia Ge-neral de las islas Canarias, Goya ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 1982. gencias y especificidades de alcance netamente insular. En este sentido resulta muy llamativo que pueda afirmarse que en todo el archipiélago se hayan producido hallazgos bien contrastados de signos alfabéticos de escritura líbico-beréber, mientras por el momento los signos de la escri-tura denominada latino-canaria sólo han sido testimoniados en Lanza-rote y Fuerteventura. De la misma forma se observa cómo los motivos geométricos y figurativos son también abundantes en casi todas las islas porque las representaciones y expresiones de series lineales paralelas, trasversales, inclinadas, haces de líneas, motivos reticulados o enrejados son frecuentes en la mayoría de los yacimientos rupestres del conjunto del archipiélago. Y, aunque no aparezcan siempre en los mismos y exac-tos emplazamientos es frecuente encontrarlas en zonas alejadas, eleva-das, particularizadas o segregadas del entorno habitual inmediato, como es el caso de las cuevas, diques, roques, pitones, crestas, sierras y monta-ñas; o formando parte de los accidentes topográficos del terreno y el paisaje como los márgenes de los barrancos. Los hitos rupestres de Canarias debieron tener algún valor singular en función de su significación religiosa, como indicadores del territorio de cada una de las comunidades tribales, como referencias de términos y subdivisiones internas, como elementos para la conmemoración de hechos singulares acaecidos en la comunidad o como recuerdo de haza-ñas de personajes memorables. Por estas y otras razones, en algunos lu-gares donde existen emplazamientos como los citados se representan fi-guras de pies humanos, como los podomorfos de la montaña de Tindaya (Fuerteventura) y los del Roque de Bento (Tenerife), lo que posibilita plantear que estos lugares pudieron haber tenido algún valor cultual y simbólico, sagrado o relevante a niveles mentales, conductua-les y socioculturales. De la misma forma, en otros yacimientos arqueo-lógicos, como la Cueva de los Candiles en Artenara (Gran Canaria), donde las paredes de esta cámara artificial están cubiertas con triángulos púbicos y cúpulas, o las figuras itifálicas del Lomo de los Letreros en el Barranco de Balos (Agüimes), podrían haber estado relacionadas con prácticas sexuales de fertilidad, fecundidad, iniciación, tránsito o cere-monias piaculares vinculadas con el nacimiento, las relaciones sexuales indígenas o su exaltación colectiva. Las pinturas rupestres geométricas y figurativas encontradas en Ca-narias sólo están documentadas en la isla de Gran Canaria en un buen número de yacimientos bastante conocidos como la Cueva Pintada (Gáldar) o Majada Alta (Tejeda) y pueden relacionarse con alguna fina-lidad ornamental, sociopolítica, religiosa o sexual, poniendo de mani-fiesto un simbolismo de estatus jerárquico y estratificación socioeconó-mica en razón de los emblemas y motivos iconográficos que fueron reproducidos en sus paredes. De entre todos los hallazgos y descubrimientos registrados hasta la actualidad, las manifestaciones rupestres que demuestran de forma ab-solutamente clara que los primigenios pobladores de las Islas Canarias procedían del ámbito protohistórico norteafricano, son los signos alfa-béticos líbico-beréberes conocidos por primera vez a fines del siglo XIX ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 30 en la isla de El Hierro. En lo que respecta a este tipo de escritura alfa-bética, esta isla contiene un buen elenco de inscripciones en yaci-mientos como la Cueva del Agua (Isora), en barrancos como El Cuer-vo, Tejeleita y La Candia (Valverde), en prismas basálticos ubicados junto al mar, como La Caleta (Valverde), en un área arqueológica como El Julan (El Pinar) donde coexisten los signos escriturarios con cuevas funerarias, aras de sacrificio y concheros, y en la superficie de un tablón de madera procedente de una cueva funeraria de Guarazoca (Valverde). En las demás islas del archipiélago es frecuente que esta escritura aparezca en afloramientos rocosos asociados con otro tipo de inscripcio-nes e improntas arqueológicas. En Gran Canaria, por ejemplo, se han documentado en un granero colectivo de la Caldera de Bandama; en La Gomera en las paredes interiores de una cueva o grabadas en una pe-queña rama de sabina, en Lanzarote y Fuerteventura en la cima de las montañas o en la superficie de roques y pitones, mientras en La Palma y Tenerife son tan escasas que —por el momento— pueden ser consi-deradas prácticamente testimoniales. La mayoría de los registros arqueológicos de esta escritura son pe-queños textos cuyo significado y trascripción no ha podido ser desen-trañado, a pesar de lo cual todos los indicios conducen a plantear la po-sibilidad de que una mayoría de ellos respondiesen a fórmulas nominales o rituales, al estar asociados con emplazamientos destinados a la celebración de ritos y festividades propias de sus manifestaciones socio-religiosas que, en algunos casos, estaban relacionados de una u otra manera con la existencia de agua, ya fuera en fuentes, nacientes, manantiales, cuevas o eres. Si repasamos, aunque sea brevemente, el panorama de las expresio-nes rupestres del archipiélago Canario podríamos concretar una serie de aspectos específicos y generales para buena parte de las islas que, a título meramente referencial, informan de manera sucinta al lector interesado por esta temática. Estos testimonios epigráficos fueron además grabados en el citado tablón de madera procedente de una cueva de Guarazoca que ha sido interpretado como parte de un lecho funerario o chajasco aunque tam-bién podría tratarse de una estela funeraria, como sucede en otras co-munidades protohistóricas del Norte de África y del ámbito circunme-diterráneo. La interpretación de estas inscripciones rupestres se puede vincular con filiaciones de parentesco alusivas a grupos familiares, al nombre de algunas deidades, o como forma de perpetuar un aconteci-miento singular relacionado con una persona o con su clan o linaje. Pero, aparte de las inscripciones alfabéticas, en El Julan son caracterís-ticos y abundantes los grabados geométricos, predominando los círculos simples y combinados, siendo frecuentes los de forma ovalada que algu-nos investigadores como José M. Luzón, han asimilado a formas evolu-cionadas de siluetas de pies humanos —denominadas podomorfos— que se repiten con mucha frecuencia en otras estaciones de la isla asocia-das a paneles con fragmentos de escrituras con caracteres líbico-beréberes, A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 31 en este caso interpretados como fórmulas relacionadas con la celebra-ción de rituales. La relación entre podomorfos e inscripciones alfabéti-cas podría ayudar a conocer algunas de sus funciones, sobre todo cuan-do se encuentran en lugares con agua o en puntos que aparentan haber estado destinados a las celebraciones festivas comunales o a rituales fu-nerarios ligados al culto de los antepasados. Esto explicaría también la presencia de elementos arqueológicos como círculos de piedras, aras de sacrificio y pireos. El hecho de que algunas de estas zonas fuesen en tiempos pretéritos dehesas de tierra comunal y de ganado de suelta, don-de acudían los pastores a correr cabras según Manuel J. Lorenzo, permite suponer también que fueran puntos de reunión de pastores prehispáni-cos en donde se establecerían las pautas de la distribución de los pastos, los puntos de aguada en nacientes y manantiales, el intercambio de re-ses, los límites y las rutas de los ganados, quedando como lugares en los que se celebrarían las juntas para llevar a cabo las grandes fiestas colecti-vas, como las guatativoas, a las que se refieren las fuentes etnohistóricas relativas a esta isla. En Gran Canaria destacan los yacimientos con pinturas rupestres en cuevas naturales y artificiales, siendo la más conocida la Cueva Pintada de Gáldar, decorada con motivos geométricos que configuran cuadra-dos, triángulos y círculos en colores rojizos, ocres, blancos y negros. La decoración de esta cueva es semejante a la de los motivos que encontra-mos en las cerámicas y las pintaderas, mientras las expresiones rupestres antropomorfas y zoomorfas del Barranco de Balos y otros emplaza-mientos arqueológicos encuentran su correlato en los idolillos de terra-cota descubiertos en múltiples yacimientos arqueológicos de la isla. Las estaciones rupestres con grabados alfabéticos se reparten mayormente por el sector Sureste y Suroeste en enclaves y zonas arqueológicas como Hoya de Toledo, Guayadeque y Balos. Las manifestaciones rupestres de La Palma se caracterizan por la abundante presencia de motivos geométricos, como espirales, círculos y círculos concéntricos, que en la mayoría de las ocasiones llegan a for-mar conjuntos complejos que cubren espacios rocosos de grandes di-mensiones. En algunos yacimientos rupestres como La Zarza y La Zar-cita, en Garafía, y la Cueva de Belmaco, en Mazo, se hallan algunas de las más importantes estaciones rupestres de la isla, cuyos motivos más frecuentes fueron también reproducidos en la decoración de las cerámi-cas globulares prehispánicas. Los temas que caracterizan los grabados de Fuerteventura y Lanza-rote se definen por los motivos geométricos, en los que predominan las líneas paralelas, haces y reticulados, destacando también los podo-morfos y las insculturas alfabetiformes líbico-beréberes y las alfabéti-cas denominadas latino-canarias. Estas últimas sólo han sido descu-biertas —de momento— en las dos islas más orientales del archipiélago canario, hasta el punto que pueden respaldar y hacer verosímil que el poblamiento en época prehispánica hubiese sido afrontado por un mis-mo grupo étnico del periodo protohistórico norteafricano 10 que cono-cía y utilizaba ambos alfabetos. En este caso, también parece hacerse ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 32 10 J.J. Jiménez González, CANARII. La génesis de los Canarios desde el Mundo Antiguo, Co-lección Taller de Historia, 32, Centro de la Cultura Popular Canaria, La Laguna, 2005. evidente la vinculación existente en los emplazamientos rupestres entre los podomorfos y las muestras alfabéticas plasmadas en la roca. Los grabados rupestres de Tenerife se caracterizan por la representa-ción de motivos geométricos y figurativos. En algunas estaciones desta-can las figuras humanas, como en Aripe (Guía de Isora), los podomor-fos en Roque de Bento (Arona) y las inscripciones líbico-beréberes en Aldea Blanca (San Miguel de Abona). En aquellos yacimientos en los que se documentan símbolos astrales aparecen también recintos con hoyos pequeños excavados en la roca que se unen por medio de canali-llos. Esta asociación permite explicarlos como lugares donde se celebra-rían rituales para verter líquidos destinados a los cultos al sol y la luna, que formaban el principio de sus creencias cosmogónicas. Las estacio-nes rupestres del Pico de Yeje en Masca (Buenavista del Norte) y en el Roque de la Abejera, en Buzanada, en el Valle de San Lorenzo (Arona), pueden ser interpretadas en este sentido. Los grabados rupestres de La Gomera están representados por los motivos geométricos lineales y rayados, acompañados por la abundante presencia de cazoletas excavadas en el entorno inmediato, elementos fi-gurativos detectados por la existencia de antropomorfos e inscripciones reticuladas y haces de líneas 11, así como insculturas alfabetiformes líbi-co- beréberes como las descubiertas en el interior de una cueva de las Toscas del Guirre 12. A pesar de la existencia de algunas especificidades insulares, llama poderosamente la atención la gran similitud estilística existente entre los geometrismos lineales de todas las islas, aunque durante mucho tiempo no fueron considerados exponentes del arte rupestre de Cana-rias, como sucedió con otros tantos motivos esquemáticos y figurativos. La explicación de esta tendencia segregadora que afectó a algunos de los exponentes y manifestaciones artísticas preeuropeas de Canarias la tra-taremos a continuación. El arte rupestre de las Islas Canarias ha estado sujeto desde hace mucho tiempo a diversas incertidumbres. Por lo tanto, no parece ocioso que este trabajo haya tendido a esclarecer su presencia y ubicación en el ámbito del archipiélago canario. Por esta razón, la superación de los en-foques tradicionales y la articulación de nuevas estrategias de investiga-ción en el ámbito rupestre, se ofrecen como una solución idónea para resaltar las circunstancias que han contribuido a desdibujar o alterar la conceptuación y la naturaleza de sus elementos integrantes. A nivel metodológico se ha tendido a responder diversas materias. La primera de ellas reside, sin duda, en dónde se han realizado las ma-nifestaciones rupestres. Para plantear esta cuestión hemos tomado como referencia la estrecha relación existente entre la naturaleza de los sopor-tes pétreos y el ambiente sociocultural en que se inscriben. A partir de esta ecuación puede observarse que la elección del lugar o lugares no parece responder a caprichos y arbitrariedades primitivas guiadas por actitudes inconscientes. Muy al contrario, hemos contrastado que, si bien la caracterización de la roca soporte condiciona la realización de los paneles rupestres, dependiendo de las técnicas y artefactos empleados en A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 33 11 J.F. Navarro Mederos «Las manifestaciones rupestres de La Gomera», en Manifestaciones rupestres de Canarias, Dirección General de Patrimonio Histórico, Gobierno de Canarias, 1996, pp. 253-297. 12 Id. et al. «Inscriptions libyco-berbères à La Gomera (Îles Canaries): Las Toscas del Gui-rre », Sahara, 17, 2006, pp. 191-196. su configuración, también debieron haber intervenido otros parámetros conductuales y socioculturales relevantes. Porque, si en las superficies pé-treas óptimas para su ejecución a veces no existen inscripciones o pintu-ras, en otros casos la inexistencia de soportes adecuados dificulta su rea-lización. En esta segunda circunstancia pueden aparecer casos en los que se realizaron exponentes artísticos, como otros en los que no. O lo que es lo mismo, existe una interdependencia entre la materia prima disponible sobre la que situar los grabados y el contexto sociocultural en el que se insertan aquellos. La segunda cuestión ha sido saber cómo se realizaron los motivos rupestres. A tal efecto hemos configurado una clasificación de las técni-cas de ejecución, cuya finalidad no sólo consiste en articular y esclarecer el panorama, sino en discernir su potencialidad técnica, tecnológica, es-tilística y de contenido. Todos estos componentes nos llevan a desesti-mar el viejo tópico de la utilización de metales para la configuración de las inscripciones preeuropeas canarias, así como el resto de las elucubra-ciones generadas a partir de esos viejos enfoques. Una tercera cuestión ha intentado responder a cuáles son los moti-vos tecno-estilísticos y estéticos presentes en las islas. En esta ocasión, realizamos una propuesta general sobre la temática rupestre, que se en-cuentra abierta a nuevas y futuras aportaciones merced a un mayor re-gistro de datos. Esta clasificación ha logrado disipar las dudas existentes sobre la adscripción del tantas veces omitido panorama esquemático-ge-ométrico, abundante en los yacimientos canarios, y del esquemático-fi-gurativo, que llegó a despertar algunas desconfianzas en otros momen-tos. Igualmente, introduce diversas categorías que en ocasiones se entrelazan a nivel compositivo, aportando una interpretación en con-junción con el entorno circundante. De otra parte, discierne con clari-dad la conformación figurativa conocida hasta ahora y la muy escasa prodigalidad de yacimientos arqueológicos con inscripciones alfabéticas en algunas islas. Aunque aún es pronto para confirmar ciertas hipótesis de trabajo, esta parca presencia del alfabeto en el ámbito rupestre po-dría indicar una procedencia de los primeros pobladores desde emplaza-mientos más cercanos al Noroeste africano que a la zona oriental, más rica en este tipo de expresiones. O tal vez, su frágil tradición escritura-ria, como sucede con otros tantos grupos paleoberéberes, algunos de los cuales fueron incluso ágrafos. La cuarta cuestión planteada es cuándo pudieron realizarse los pe-troglifos. Este aspecto, uno de los más problemáticos hasta el momen-to, ha tendido a clarificar las virtudes y dificultades ocasionadas por la liquenología y, consustancialmente, por la pátina, en lo que respecta a sus posibilidades cronológicas. En cualquier caso, hemos podido con-trastar la evaluación de su incidencia en los yacimientos y, en ocasiones, en cada panel y motivo particular. Se trata, en suma, de perfilar los fac-tores macroclimáticos y microclimáticos que inciden en su mayor o me-nor presencia, para lo cual podremos aplicar métodos magnéticos y po-sicionales sobre el terreno 13. Estos métodos aportan un registro progresivo de datos, abriendo una puerta potencial a las técnicas futuras ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 34 13 J.J. Jiménez González, «Nuevas perspectivas metodológicas en el arte rupestre de Teneri-fe », I Simposio Internacional de manifestaciones rupestres Canarias-Norte de África, Las Palmas de Gran Canaria, 1995, FAYKAG, número ex-traordinario, Otoño 2002, pp. 155-164. de datación cronológica sobre restos vegetales, atendiendo a la variabili-dad de su deposición espontánea, pero controlable, similar a lo que su-cede en el caso de la dendrocronología. Por ello hemos recomendado que, cuando sea posible, esta costra natural no sea retirada de la superfi-cie de los paneles. Sin embargo, las posibilidades de los métodos de campo desarrollados en las estaciones rupestres tendrían otras aplicacio-nes, concretamente en el campo de la conservación y preservación ana-lítica de los motivos y sus correspondientes enclaves. No obstante, basándonos en la trilogía representada por la técnica, la temática y la superposición, vinculada con un encuadre cronológico extenso, hemos establecido las épocas que denotan la filiación y ads-cripción de los petroglifos. Este esquema debe entenderse como un punto de partida, dado que la experiencia nos lleva a ser prudentes en este tipo de apreciaciones, hasta que podamos disponer de una seriación evolutiva temporal o artefactual más extensa de las culturas preeuropeas insulares y, en su caso, de sus correspondientes fases evolutivas de forma más exhaustiva. Otro apartado que hemos expuesto es el de la naturaleza del méto-do analógico, estableciendo tres niveles diferentes de comparación. El primero, sitúa el problema en el estricto ámbito de cada isla; el segun-do, en el interinsular canario; y el tercero, en relación al exterior del ar-chipiélago. En cada caso, se esbozan las posibilidades y el alcance de la analogía como método de contrastación sociocultural aplicado al mun-do del arte rupestre. En el contexto de la interpretación general de las estaciones rupes-tres, nuestra propuesta se ha basado en tres aspectos concretos: la apli-cación de la teoría de los modelos de asentamiento, los problemas inhe-rentes a la adaptación en relación a la ecuación población/recursos, y el desarrollo de un ejemplo concreto vinculado al horizonte del contacto interétnico con las poblaciones europeas. En ellos se sintetizan los ele-mentos enunciados al comienzo de este trabajo, referidos a la necesidad de reenfocar las estrategias de investigación en el ámbito de la conducta y la cultura. LA TEORÍA Y EL MÉTODO EN EL ÁMBITO RUPESTRE La perspectiva teórica y metodológica de la investigación sobre la prehistoria de las Islas Canarias ha estado amparada tradicionalmente en diversos enfoques. De ellos resaltan, esencialmente, los encuadrados en la corriente de la Escuela Histórico-Cultural: el difusionismo y el evolucionismo unilineal, bajo la cobertura de un empirismo arqueológi-co de campo que se ha visto acompañado por la participación de la concepción raciológica procedente de la antropología física tradicional. Todos estos enfoques coincidieron en determinar la existencia de diver-sas culturas insulares encerradas en sí mismas, signadas por un carácter atemporal, arcaizante, reiterativo y frugal en sus manifestaciones socio-culturales, salvando algunas particularidades concretas que otorgaban A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 35 personalidad propia a unas islas respecto a otras. No extraña, pues, la propuesta de que las culturas indígenas canarias carecían de las variables evolutivas secuenciales que entrañarían su desarrollo, al considerarse el estatismo y el anquilosamiento de su trayectoria sociohistórica y, por consiguiente, la carencia de dinamismo. Además, la escasez de secuen-cias estratigráficas en muchos de los yacimientos arqueológicos apoyaba y reforzaba por entonces las opiniones dominantes. Las culturas preeuropeas de Canarias se contemplaban material-mente fosilizadas, a tenor de las escasas innovaciones de un registro er-gológico repetitivo, poco sustancioso y, a la par, carente de la monu-mentalidad claramente perceptible en otros ámbitos. Esta consideración exclusivamente lineal tiene mucho que ver con la desconfianza procla-mada hacia algunas de sus expresiones rupestres. Tal vez por estos motivos la arqueología prehistórica de las Islas Ca-narias continuaba orbitando en un espectro cronocultural plano y sin perspectivas para el estudio adaptativo-evolutivo del mundo insular. Las limitadas series estratigráficas de los yacimientos excavados y la sospe-chosa modernidad de sus registros cronológicos, colaboraron también en la configuración de los planteamientos explicativos anotados. La articulación del marco teórico enunciado influenció, de forma muy particular, en los criterios dominantes sobre las manifestaciones rupestres que, en ocasiones, fueron obviadas y desestimadas por consi-derar que unas culturas con un grado de desarrollo semejante sólo podí-an contar con este tipo de representaciones en casos muy concretos y sobre los que no cabían dudas por resultar evidente. Por lo tanto, en buena medida, no existía la necesidad de buscar lo que se suponía no podía existir. Es un hecho palpable que, con la excepción de los petro-glifos de La Palma, los caracteres alfabéticos de El Hierro, así como las pinturas geométricas y los grabados antropomorfos y zoomorfos de Gran Canaria, poco más sustancioso se encuentra en la bibliografía ar-queológica del archipiélago canario hasta bien entrado el siglo XX 14. No deja de ser significativo que el establecimiento de comparacio-nes con las culturas de las tres islas citadas reafirmase la correspondencia existente entre la aparente ausencia e irrelevancia de los yacimientos ru-pestres en Tenerife, La Gomera, Lanzarote y Fuerteventura, y el preten-dido bagaje cultural de sus antiguos habitantes. Lo que no parecía ob-vio para las primeras islas mencionadas, cuyo ambiente rupestre era relativamente más conocido y a las que, en cierta medida, se atribuía un grado más avanzado de desarrollo sociocultural refrendado —incluso— por la vertiente arqueológica divulgada de sus manifestaciones rupes-tres. Además, las analogías etnográficas planteadas por los evolucionistas unilineales entre la sociedad rural tradicional y el mundo indígena pre-hispánico, determinaron pervivencias culturales en el pasado arqueoló-gico y en el presente etnográfico e histórico. En este marco de referencia teórico, metodológico y conceptual, puede articularse y resumirse tanto el armazón crono-contextual here-dado por los investigadores como sus explicaciones e interpretaciones ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 36 14 Id., «Canarias rupestre. Figuras, caracteres, imágenes y signos», Revista de Arqueología del siglo XXI, 289, 2005, pp.14-23. sustanciales. De esta forma, las representaciones rupestres indígenas po-dían trasladarse a un ambiente subactual tildadas de bailaderos de las brujas, queseras (lugares presumiblemente utilizados para realizar que-sos), garabatos de niños y mayores, juegos, pasatiempos y marcas de pastores practicadas con cuchillos que se afilarían utilizando las rocas próximas a los supuestos paraderos pastoriles, cuya utilización habría pervivido desde época preeuropea en las islas de Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura, añadiéndole el eventual arcaísmo tradicional otorgado a La Gomera. La descontextualización de la arqueología de Canarias, carente —por entonces— de bases científicas innovadoras en la teoría general del co-nocimiento humano, promovió la visión de muchos de los petroglifos como inscripciones etnográficas o de la posconquista europea, descar-tándose su validación prehistórica. Y —con posterioridad— deteniendo el reloj extenso de la cultura en un único segmento de su devenir: el prehispánico. Con ello se soslayaba y descartaba aplicar un criterio y una perspectiva histórica de análisis más amplia —cronológica, cultural y estilísticamente extensible— de todas las expresiones e inscripciones descubiertas. Por ejemplo, tal y como sucedió con los motivos navifor-mes, siempre ubicados tras la conquista 15, y con los esquematismos geométricos, tan genéricos y sencillos 16. Sin embargo, desde una visión histórica extensa, esta es una buena razón para afrontar y establecer la periodización y jerarquización de las manifestaciones rupestres de las Islas Canarias y su ámbito geocultural. Por todo ello, no fue hasta fines de la pasada centuria cuando algu-nos aficionados y arqueólogos profesionales comunicaron, publicaron y divulgaron el descubrimiento de yacimientos rupestres en lugares con-cretos de algunas de las islas enunciadas. No obstante, a tenor de los criterios teóricos y metodológicos heredados y reiterados, así como ra-zones de localización y accesibilidad, fueron los motivos más llamativos los que merecieron la atención de las publicaciones en revistas especiali-zadas o en las páginas de los periódicos, revistas y monografías locales. Se trataba de motivos relevantes como pinturas geométricas y figu-rativas, representaciones humanas y animales, signos alfabéticos, graba-dos esquemáticos e inscripciones geométricas, como las espirales y los meandros, que permitían el establecimiento de analogías cognoscibles vinculables con el heterogéneo horizonte cultural norteafricano o con las culturas europeas atlánticas y mediterráneas, gracias a una concep-ción sobre la comparación cultural aplicada con un carácter arqueográ-fico lineal en relación a los ambientes arqueológicos más conocidos en la bibliografía al uso. Pero la peculiaridad de estos hallazgos provocó discrepancias respec-to a su adscripción sociocultural y a la explicación de su desigual pre-sencia en las islas, justificando su autoría con el advenimiento de oleadas de población en distintos momentos que habrían afectado o no a las diferentes unidades insulares. Por contra, la amplia temática geométrica de los grabados represen-tados con técnica incisa en muchas de las estaciones rupestres, no mere- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 37 15 M.C. Jiménez Gómez / A. Tejera Gaspar, «Grabados rupestres con representaciones de barcos en las islas de El Hierro y Tenerife», V Coloquio de Historia Canario-Americana (1980), Cabildo Insular de Gran Canaria, 1982, pp. 91-122. 16 R. Balbín Behrman, «Arte rupestre de las Islas Canarias», Revista de Arqueología (Arte Rupestre en España), 1987, pp. 114-119. ció la atención debida por la persistencia de un marco teórico y meto-dológico obsoleto, heredado del evolucionismo unidireccional y por la imposibilidad de establecer comparaciones interculturales con motivos tan universales y sencillos, como es el caso de los cruciformes, los trazos lineales, los reticulares y tantos otros. Además, el mimetismo interinsular, sobre todo en comparación con La Palma hacía posible la aceptación o patente antigüedad de las técni-cas de piqueteado frente a las incisiones, consideradas más modernas 17. Se sobrentendía así el criterio de antigüedad/modernidad en función de las técnicas de realización, dada la imposibilidad de datar con cronolo-gía absoluta los paneles objeto de curiosidad. En cualquier caso, el pi-queteado no solía prodigarse más que en los sitios arqueológicos de al-gunas islas como La Palma, El Hierro y Gran Canaria, lo que reforzaba las opiniones académicas dominantes. Para los más entusiastas, el rescate específico mencionado posibilitó el advenimiento de motivos hasta entonces desconocidos para la mayo-ría del mundo arqueológico, celebrándose la incorporación de elemen-tos culturales como la escritura líbica o la figuración zoomorfa, antro-pomorfa y de embarcaciones, en consonancia con lo ocurrido en buena parte de los yacimientos arqueológicos rupestres de las islas del archi-piélago canario que hasta ese momento constituían una excepción por la falta de descubrimientos. Si los signos alfabéticos indígenas y las representaciones humanas y animales dejaron de permanecer tras una perceptible cortina de olvido, el hallazgo de lugares rupestres asociados al culto religioso prehispánico se consideraba mayormente privativo de la cultura de Gran Canaria, objeto de una complejidad sociocultural más tangible en sus repertorios ergológicos y monumentales. O lo que es igual, el primitivismo prehis-tórico del resto de las Islas Canarias, difícilmente podría acceder a la elaboración de recintos cultuales tallados en la roca acompañados de insculturas rupestres de distinto tipo para unas actividades que el empi-rismo al uso no le concedía ni reconocía a través del registro de su cul-tura material. El tiempo y los hallazgos se han encargado de desmentir tal aserto y, actualmente, pueden observarse en la mayoría de las cultu-ras insulares yacimientos arqueológicos rupestres fácilmente tipificables como santuarios, asociados de diversas maneras a su propio entono ar-queológico. Teniendo en cuenta estos antecedentes, la tendencia subsiguiente por nuestra parte consiste, como ya hemos señalado en otro lugar 18, en la articulación de explicaciones e interpretaciones socioculturales rele-vantes partiendo de las estaciones rupestres, desde una perspectiva con-ductual, más allá del simbolismo estético y enunciativo al uso. Pues es evidente que las manifestaciones rupestres deben reinterpretarse en la órbita del comportamiento, más que desde posicionamientos exclusiva-mente simbólicos y mentales que dificultan su conocimiento o sólo ex-plican algunas variables. Esto puede considerarse extensible atendiendo a su ambiente territorial, ecológico, cultural e histórico en conexión con ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 38 17 M.S. Hernández Pérez, «Pinturas y graba-dos rupestres en el Archipiélago Canario», Historia General de las Islas Canarias de Agus-tín Millares Torres, I., Santa Cruz de Teneri-fe, 1975, pp. 325-330. 18 J.J. Jiménez González, «Elementos astrales en la arqueología prehistórica de las Islas Ca-narias », Investigaciones Arqueológicas en Cana-rias, 2, 1990a, pp. 93-112. los modelos organizativos indígenas, procurándonos una lectura con-trastable infiriendo un cuerpo de explicaciones causales convincentes. Dados los condicionantes esbozados y la necesidad de reenfocar los principios teóricos y metodológicos, entendemos que el paso ineludible consiste en una perspectiva sistemática referida a la localización, des-cripción, inventario, registro y selección para conseguir un corpus rupes-tre de Canarias. Condición sine qua non para afrontar una actuación in-terpretativa de las expresiones rupestres que posibilite la articulación de inferencias arqueológicas significativas científicamente fundamentadas. A continuación pasaremos a enumerar los aspectos relativos a las ac-tividades arqueológicas de campo y, con posterioridad, a afrontar un breve ensayo-propuesta de interpretación antropológica. En el primer grupo trataremos los grabados y pinturas rupestres, de-teniéndonos en la problemática de los soportes y su localización, las téc-nicas de ejecución, la temática representada, la delimitación cronológi-ca, la pátina y la liquenología, la sistematización y seriación, la adscripción sociocultural y las analogías comparadas en diferentes con-textos geoculturales. En un segundo orden, plantearemos una vertiente interpretativa partiendo de la teoría de los modelos de asentamiento y las variables poblacionales, subsistenciales y adaptativas de las sociedades insulares, esbozando un ejemplo apoyado en el momento del contacto interétnico acontecido a partir de los siglos XIV-XV, gracias a la coincidencia de da-tos contrastados y enfoques arqueológicos, etnohistóricos y antropoló-gicos. En tercer lugar trataremos, por su carácter y su protagonismo espe-cífico, las inscripciones alfabéticas, tanto las conocidas líbico-beréberes como las más recientes descritas como latino-canarias. Aunque creemos que en este último caso tal vez sería más apropiado considerarlas como pertenecientes a un contexto lingüístico latino-líbico, en tanto en cuan-to parece reflejarse el hecho de que mediante un pretendido alfabeto la-tino se está queriendo expresar una lengua líbica antigua como la que parece haber sido expresada mediante las inscripciones líbico-beréberes. En cuarto lugar, afrontaremos un apartado referido a cada una de las Islas Canarias para exponer las manifestaciones e inscripciones ru-pestres más destacadas de cada una de las culturas insulares, observando —de paso— las diferencias y semejanzas entre ellas. LAS EXPRESIONES RUPESTRES: UBICACIÓN Y LOCALIZACIÓN Los soportes donde se encuentran las expresiones rupestres de Ca-narias son fundamentalmente pétreos, a excepción de dos casos que fueron detectados sobre una pequeña rama de madera y en la superficie de un chajasco o tablón funerario. Por lo común, los receptáculos rupes-tres están ubicados en el interior y en el exterior de cuevas naturales, en las paredes de cámaras artificiales relacionadas con entornos habitacio- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 39 nales o funerarios, así como en las proximidades de emplazamientos prominentes, elevados y dotados de cierto aislamiento y segregación es-pacial, como montañas, crestas, roques y pitones. En algunas ocasiones, pueden estar situados sobre coladas volcánicas superficiales de diversa extensión, mientras en otros casos existen rocas individualizadas de va-riado volumen, cantiles situados en los márgenes de los barrancos o en piedras extraídas de sus emplazamientos originarios que actualmente forman parte de muros y estructuras rústicas. Estas estructuras fueron elaboradas mediante la reutilización de piedras provenientes de estacio-nes rupestres, hoy desaparecidas, recibiendo estos enclaves ejemplifica-dos en la toponimia tradicional de diversas zonas de las islas la denomi-nación de pedreras o canteras. Los primeros son yacimientos o bienes arqueológicos agrupados o contextualizados y resultan idóneos para promover la investigación; los otros carecen del contexto arqueológico original y, por tanto, pueden significarse como testimonios específicos de un yacimiento pretérito in-completo o destruido. Atendiendo a su relevancia científica contrasta-da, trataremos los grupos y entidades originales y no los hallazgos sin referencia probada por su dudosa solvencia. En cuanto a su naturaleza geológica, a un nivel más concreto, pode-mos hablar de soportes basálticos en los que destacan los materiales fo-nolíticos, augítico-olivínicos y los paquetes de toba volcánica. A veces, en estos contextos geológicos de tobas coinciden las manifestaciones de grabados o pinturas rupestres con canalillos, cazoletas y orificios talla-dos en la roca, recintos que en Gran Canaria han recibido la denomina-ción genérica de almogarén, aunque este tipo de enclaves artificiosa-mente labrados, asociados a la presencia de grabados también han sido descubiertos en las otras islas. En el ámbito de las formaciones tobáceas que albergan insculturas rupestres labradas en su superficie hay que considerar también su coloración blanca, roja o amarillenta, tal y como se nos muestran debido a los procesos de formación geológica, oxida-ción ambiental, colonización rupícola y actuación de agentes meteóri-cos externos. Porque es más que probable que el cromatismo de estos emplazamientos combinado con los efectos lumínicos naturales que les resaltan a lo largo del día tuviesen relevancia para su visualización y va-lidación por parte de las comunidades preeuropeas del archipiélago. Y, a su vez, hay que considerar la mayor o menor receptividad de estos pa-quetes tobáceos a la presencia o ausencia de agua en estos puntos pues muchos de los yacimientos tipificados por esta caracterización tuvieron manantiales o fuentes anexas que en la actualidad se encuentran agosta-das y sólo rebrotan tras las lluvias copiosas que en ocasiones tienen lu-gar en las islas. Por lo tanto, la caracterización física de los soportes condiciona, en cierta medida, la configuración de los paneles y las superficies que con-tienen los elementos rupestres. De esta forma, estos espacios pudieron ser más o menos receptivos a su realización, independientemente de las técnicas y artefactos empleados en su configuración. Pero, sin duda, in-tervienen otros elementos socioculturales destacados, dada la ocasional ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 40 presencia o ausencia de expresiones rupestres en superficies potencial-mente óptimas, mientras en la mayor parte de las ocasiones podemos observar que la inexistencia de soportes adecuados dificulta o impide su trazado. LAS TÉCNICAS DE EJECUCIÓN Las técnicas de ejecución definen las improntas físicas mediante las cuales se configuraron las manifestaciones rupestres grabadas y las que fueron pintadas, pudiendo dictaminarse mediante el análisis de los tra-zos producidos por los instrumentos que hicieron factible su realiza-ción, por lo cual, podemos afirmar que de entrada aportan una infor-mación técnica y tecnológica y, con posterioridad, estilística y de contenido. Por tanto, podemos estimar que los elementos y aspectos enumerados nos permiten dilucidar la forma de realización, las herra-mientas que fueron empleadas en esta actividad, la morfología y la tipo-logía de las diferentes expresiones representadas. En el caso de las Islas Canarias la configuración técnica, tipológica y morfológica resultante fue posible gracias a la ejecución de técnicas di-versas, empleando artefactos con los cuales se incidió sobre los soportes mayormente de piedra. Entre estas técnicas podemos citar: 1) La práctica de incisiones finas y gruesas con abrasión o sin ella. 2) La práctica de piqueteados densos y alternos, también denomina-dos continuos y discontinuos. 3) La práctica de abrasiones superficiales y profundas. 4) La práctica de rayados más o menos superficiales, semejantes a incisiones muy finas. 5) Para el caso de las pinturas parietales puede citarse la utilización de brochas de tallos vegetales, pinceles de pelo animal y el em-pleo de los dedos humanos. Este quinto caso ha sido planteado, de momento, sólo para Gran Canaria, la única isla del archipiélago canario en donde se han descu-bierto pinturas rupestres en diversos yacimientos arqueológicos y para la que se dispone de un registro importante de datos y de información contrastada 19. LA TÉCNICA DE INCISIÓN Hasta el momento, en Canarias se conocen grabados practicados con técnica incisa, fina y gruesa, refrendados en buena parte de los yaci-mientos rupestres que cuentan con paralelos reiterados y certeros. Si bien, tradicionalmente, se ha dudado de su adscripción sociocultural prehispánica o histórica, en la actualidad existe un registro cuantitativo de estaciones lo suficientemente grande como para disipar las dudas suscitadas en otra etapa de la investigación. A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 41 19 C. Martín de Guzmán, «Arte prehistórico», Historia del Arte en Canarias, 1984, pp. 15- 46. La técnica de ejecución incisa, fina y gruesa, remarca una sección en V cuya profundidad está en relación con la intensidad de su aplicación. En algunos casos, dicha sección resulta menos apreciable por el fino tra-zado de la impronta de los grabados, siendo poco significativo el regis-tro de su profundidad que puede quedar oculta por la meteorización, la colonización de especies rupícolas u otros agentes externos. La abrasión que aparece en las incisiones más gruesas no sólo con-tribuyó a su ensanchamiento sino a remarcar una sección en forma de U —más o menos amplia— fácilmente apreciable. Esta peculiaridad se vio resaltada por una reiterada frotación que, en algunos casos contri-buyó al alisamiento progresivo de la superficie grabada de los paneles, sin relación aparente con acciones expoliadoras modernas. Estimamos, entonces, la existencia de prácticas y actividades prehis-pánicas tendentes a incidir de forma reiterada sobre algunos paneles de este tipo o sobre las incisiones individualizadas, siguiendo el mecanismo expresado. Por tanto, esta particularidad es también visualmente esti-mable. La probable génesis tecnofuncional y la caracterización de los motivos representados hacen bastante plausible la utilización de ins-trumentos pétreos duros, con filos aguzados e incisivos, del tipo fo-nolitas y vidrios obsidiánicos. En algunas ocasiones, pequeñas esquir-las de obsidiana han sido encontradas en las estaciones rupestres o en sus proximidades, haciendo factible su utilización pretérita para con-figurar los motivos rupestres, aunque sus lugares de extracción pare-cen ajenos —en principio— a los yacimientos rupestres donde han sido localizadas. Esto reflejaría la clara intencionalidad de trasladar los instrumentos líticos hasta los lugares donde se practicaron las ins-culturas rupestres, sobre todo cuando la materia prima que los cons-tituye no se encontraba en el emplazamiento en donde se practicaron los grabados. En el caso de las abrasiones pudieron emplearse materiales basálti-cos cavernosos o pumitas volcánicas ligeras, igualmente porosas. La morfología de esta actividad abrasiva sugiere el empleo de instrumen-tos de pequeño tamaño con extremos aguzados, con los cuales se logra-ba remarcar el alisamiento y abrasión de los motivos. En el caso de abrasiones más amplias y anchas, puede estimarse el mayor tamaño y amplitud del perímetro de tales instrumentos, por demás abundantes en la geografía del archipiélago canario. Por esta razón, en este caso, re-sulta más problemático plantear el traslado ex profeso de dichos instru-mentos líticos, desde las áreas de captación o extracción hasta las de utilización. En lo que se refiere a la técnica incisa, podemos proponer su com-paración y contrastación con la decoración de muchos vasos cerámicos prehispánicos descubiertos en Canarias, combinándose líneas finas y gruesas situadas en la pared externa, en el labio, los bordes o en los mis-mos apéndices de estos recipientes. Estos motivos decorativos guardan un claro paralelismo formal con los que aparecen en las estaciones ru-pestres. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 42 LA TÉCNICA DE PICADO O PIQUETEADO La técnica de piqueteado fue constatada en islas como La Palma, El Hierro y Gran Canaria desde que comenzaron a conocerse sus primeros yacimientos rupestres. Pero, con posterioridad, las islas de Fuerteventu-ra, Tenerife y La Gomera, nos ofrecieron varios ejemplos muy ilustrati-vos centrados en motivos de tipo geométrico, figurativo y alfabético. La técnica de picado parece haberse realizado mediante la utilización de herramientas o percutores duros, posiblemente basálticos, con extremos apuntados, romos o aguzados, empleados directa o indirectamente so-bre la superficie donde se pretendía grabar. Esta técnica puede clasificarse en dos tipos. Por una parte, encontra-mos un picado denso o continuo cuando ocupa ininterrumpidamente todo el trazado del motivo representado; y, por otra, un piqueteado al-terno o discontinuo, si se halla salpicado intermitentemente en el trazo reproducido en el panel. También es habitual encontrar una incisión primigenia que esbozaba o indicaba el trazado inicial sobre el cual se procedía a un piqueteado ulterior de cualquiera de los tipos citados. Es bastante probable que podamos ver incrementadas progresivamente es-tas expresiones a pesar de su relativa prodigalidad en algunas islas del archipiélago, como Tenerife, Lanzarote y La Gomera. A nivel de contrastación, podemos ejemplificar la existencia de pun-tillados discontinuos ubicados en la pared interna de algunos vasos ce-rámicos de tendencia de casquete esférico, localizados en escondrijos de Las Cañadas del Teide (Tenerife) y en algunos ejemplares de Gran Ca-naria y La Palma. Estos motivos guardan, al menos, cierta correspon-dencia formal con los piqueteados alternos citados ut supra. LA TÉCNICA DE ABRASIÓN La abrasión, ajena a las incisiones mencionadas, puede ser externa e interna, aporta altos y bajos relieves en varios ejemplos notables, aun-que no excesivamente numerosos por el momento. Los instrumentos lí-ticos que produjeron estas manifestaciones parecen reflejar procesos más amplios y complejos que los precedentes, combinando la percu-sión, la incisión, el desbastado, el rebaje y la abrasión de las superficies donde se realizaron los motivos. Suele practicarse en relación a los conjuntos de orificios, canalillos, pocetas y cazoletas, o significando antropomorfos, zoomorfos, embarca-ciones y símbolos geométricos catalogados como astrales, (soliformes, esteliformes, seleniformes), o faunísticos, (pisciformes, tortugas). Estos elementos con vinculación astronómica tienen también su refrendo en la decoración de molinos circulares de basalto poroso depositados en el Museo Arqueológico de Tenerife, en algunos vasos cerámicos pintados, en pintaderas de Gran Canaria, en cerámicas de tipo globular de La Palma y en buena parte del arte rupestre. A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 43 LA TEMÁTICA REPRESENTADA La temática engloba los elementos formales representados desde va-rias perspectivas tecno-estilísticas y estéticas. Distinguimos en este apar-tado tres categorías esenciales que, a su vez, pueden subdividirse en otros tantos grupos temáticos. La primera de ellas engloba las represen-taciones esquemáticas, la segunda abarca las de tipo figurativo y, la últi-ma, enuncia los caracteres de tipo alfabético. LA TEMÁTICA ESQUEMÁTICA En este apartado podemos diferenciar dos modalidades concretas: a) esquemática-geométrica. b) esquemática-figurativa. Veamos a continuación la caracterización de cada una de ellas, aten-diendo a los motivos más frecuentes y a sus peculiaridades principales. La temática esquemática-geométrica Está representada por trazados geométricos de líneas individuales, paralelas, verticales, horizontales, diagonales, transversales, cruciformes, reticulares, cuadrangulares, rectangulares, triangulares, curvilíneas, tra-pezoidales, circulares, radiales, romboidales, ovales, angulares y segmen-tos, que configuran haces de líneas y trazados geométricos de la misma caracterización, así como rectangulares y cuadrangulares con y sin aspas inscritas, espiraliformes, meandriformes, grecas, círculos con ejes radia-les y círculos concéntricos, entre otros tantos. La temática esquemática-figurativa Se corresponde con motivos que ofrecen una gama de figuras antro-pomorfas, zoomorfas, podomorfas y embarcaciones de diferente grado de adscripción sociocultural. En el caso de las pinturas rupestres, sólo descubiertas en Gran Canaria, podemos citar las representaciones an-tropomorfas y algunos motivos geométricos como trazados curvilíneos, líneas en zig-zag, triángulos, cuadrados, rectángulos, círculos, círculos concéntricos, puntillados, etc. Tanto estos elementos antropomorfos y zoomorfos como los geométricos se encuentran representados en los idolillos de terracota, en los vasos cerámicos y otros objetos del arte mo-biliar de los antiguos habitantes de Gran Canaria, de la misma forma que en los grabados e insculturas rupestres descubiertos en distintos ya-cimientos arqueológicos de esta isla. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 44 LA TEMÁTICA FIGURATIVA En este apartado englobamos una temática figurativa no esquemáti-ca caracterizada por la presencia de antropomorfos, zoomorfos y embar-caciones con diferente grado de adscripción sociocultural, como men-cionamos en el caso precedente. En lo que se refiere a las pinturas rupestres, podemos citar las repre-sentaciones geométricas constituidas por triángulos, círculos concéntri-cos, cuadrados, trazados en zigzag y frisos coloreados, verticales y hori-zontales. Los colores más frecuentes son el rojo, el negro y el blanco, utilizados individual o conjuntamente, según las características de la com-posición. Estos elementos guardan un evidente parentesco con la decora-ción de muchos de los vasos cerámicos descubiertos en Gran Canaria. LA TEMÁTICA ALFABÉTICA Un caso bastante específico por su propia naturaleza viene dado por la representación de signos alfabéticos porque no pueden ser considera-dos como una expresión exclusivamente artística. Hasta el momento se tiene constancia de la presencia generalizada de estos signos en todo el archipiélago, aunque con una desigual presencia y significación entre unas islas y otras. En cualquier caso, se ha constatado que estamos ante caracteres alfabéticos diferentes. De una parte, signos escriturarios rela-cionados con el mundo líbico-beréber; de otra, inscripciones que han sido denominadas latino-canarias. Los primeros, detectados en toda Ca-narias, ofrecen una variedad que dificulta —por el momento— su exac-ta adscripción a uno o varios alfabetos concretos del Norte de África. A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 45 Inscripción líbico beréber de la Peña de Luis Cabrera (Lanzarote). No obstante, los estudios realizados 20 muestran la presencia de seis grupos alfabéticos en el archipiélago canario que ofrecen una gran di-versidad según las islas y en particular dentro de alguna de ellas. Los se-gundos, descubiertos, por ahora, sólo en Fuerteventura y Lanzarote, plantean problemas que —de entrada— atañen a su propia denomina-ción. Sin embargo, parece haber cierto quorum en considerarlos signos pertenecientes a un alfabeto de raigambre latina que reproduce una len-gua de origen líbico antiguo. En cualquier caso, como veremos poste-riormente, este alfabeto también ha sido denominado cursivo pompe-yano, prelíbico y líbico-canario. Por tanto, el debate permanece abierto en espera de nuevas y más amplias aportaciones, así como de una ma-yor precisión y de comparación con otros ambientes culturales. LA DATACIÓN CRONOLÓGICA Existe coincidencia unánime entre los arqueólogos en lo que se refie-re a la imposibilidad que implica la obtención de dataciones absolutas a partir del arte rupestre por sí mismo, en correspondencia con la ausencia de restos asociados susceptibles de análisis físico-químicos. Por esta ra-zón, se contempló durante algunos años la datación relativa de los moti-vos representados en las estaciones rupestres. Esta unanimidad se estable-ció con los grabados en relación a la liquenología, a las características de la pátina, a su cromatismo, intensidad, densidad, volumen y extensión, atendiendo a la superposición de los motivos rupestres, y a las analogías crono-culturales. Estos dos últimos aspectos también han sido contem-plados y empleados en el caso específico de las pinturas rupestres. Sin embargo, dada la incidencia microambiental de aspectos relati-vos a la exposición, orientación e inclinación diferencial de las diversas ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 46 Inscripción líbico-latina de Zonzamas (Lanzarote). 20 R. Springer Bunk, «Las inscripciones alfa-béticas líbico-beréberes del Archipiélago ca-nario », en Las manifestaciones rupestres de las Islas Canarias, Dirección General de Patrimo-nio Histórico, Gobierno de Canarias, 1996 pp. 393-417. estaciones, de los soportes y también de cada panel en particular, la li-quenología ha sido matizada hasta cierto punto, allí donde es posible con el concurso de la relación secuencial existente entre la temática re-presentada y la técnica de ejecución. Sin olvidar que la superposición de los motivos rupestres sujetos a análisis temporal, sincrónico o diacróni-co, podría facilitarnos el ante quem o post quem de las expresiones carac-terizadas en cada caso. Pero el cuestionamiento de la utilización intensiva y sistemática de la datación relativa se hizo evidente desde la confirmada certeza de que la deposición de los líquenes sobre los soportes pétreos dependía de as-pectos geográficos y ambientales específicos y microespecíficos que ha-cían bastante improbable discernir con total claridad enfoques diacróni-cos más allá de la recurrida dualidad antigüedad-modernidad. Dado que estos criterios tuvieron como elemento destacado la alteración su-perficial espontánea de los soportes y de los paneles con representacio-nes rupestres, nos detendremos a continuación en algunos aspectos es-pecíficos relativos a la pátina. LA PÁTINA Y SUS ATRIBUTOS Las insculturas de Canarias pueden presentar una pátina oscura si-milar o diferente a la roca soporte, producida por la microcolonización y deposición de líquenes de cromatismo ocre-rojizo, marrón, gris-ne-gruzco y verde-parduzco, entre otros. En algunos ejemplos podemos añadir la presencia de especies rupícolas, como la orchilla. Aunque frecuentemente se ha procedido a la limpieza de esta cu-bierta natural, dado que ofrecía dificultad para realizar el calco y foto-grafía de los motivos, pensamos que con el fin de continuar preserván-dolos en lo posible de la actuación diferencial de los agentes meteóricos externos (pluviosidad, acción eólica, humedad relativa, insolación, dese-cación, inversión térmica, etcétera) y hurtarlos a las miradas de los des-aprensivos que pudieran proceder a su alteración, expolio y destrucción total o parcial, tal vez sería conveniente evitar este lavado de la costra que supone la pátina. Como hemos adelantado más arriba, las características de la pátina hacen suponer una relativa antigüedad a los motivos rupestres, de forma individual o en relación con otros, dependiendo de las condiciones enun-ciadas. Por esta razón, estas condiciones microambientales deben ser obje-to de un examen particular en cada caso, con el fin de registrar los facto-res concretos que las producen, dado que no siempre obedecen a las mismas causas. Como por ahora no existe la posibilidad de su datación, estimamos que conservar la pátina y su continuada deposición puede ayudar en el futuro a los métodos analíticos cronológicos y temporales. Diferentes autores han considerado las limitaciones inherentes a la utilización de la liquenología en la datación del arte rupestre, dado que todo lo más que puede ofrecernos es su relativa mayor o menor antigüe- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 47 dad, dependiendo además de la presencia de factores específicos que in-cluso pueden afectar a motivos situados sobre un mismo soporte y presu-miblemente realizados en idéntico momento. Esta es la razón por la que serán otros aspectos técnicos, temáticos y de superposición los que —de momento— nos ayuden a situar su contexto crono-cultural aproximado. A nivel cronológico, el criterio y la problemática de la utilización de la pátina como instrumento para la datación de los motivos rupestres ya han sido enunciados, dependiendo en cada caso de múltiples razones. Si bien no se han realizado experimentaciones con las pinturas rupes-tres, los grabados en alguna ocasión parecen revelar una aparente mayor antigüedad de las técnicas de piqueteado frente a las incisas, ya se trate de motivos esquemático-geométricos o de los figurativos y alfabéticos, mientras en otras sucede exactamente lo contrario. Esta complejidad para su exacto dictamen parece atribuirse en lo concerniente a la pátina que cubre los grabados a los siguientes fenómenos: 1) Exposición, orientación e inclinación diferencial, afectadas por gradientes de insolación, temperatura, humedad, viento y salini-dad divergentes. 2) Se ha comprobado que si existe un predominio de orientación Sur/Sureste, por lo general se acentuará el efecto desecante sobre las superficies ocupables por los líquenes. Pero con orientaciones favorables a los vientos alisios, Norte/Noreste, la microcoloniza-ción será mayor. De la misma forma que ocurrirá si el sitio se en-cuentra vinculado a elementos humídicos específicos, como la presencia de un naciente, especies vegetales hidrófilas asociadas, lluvia horizontal, humedad relativa del aire, etcétera. 3) Los factores de altitud (costa-medianía-cumbre), localización ge-ográfica (Norte-Sur), ubicación y deposición arqueológica especí-ficas, influyen también en dicha microcolonización. 4) Los efectos de la meteorización ambiental por los factores anota-dos y por los contextos arqueológicos de deposición ya sean res-guardados, sepultados o a la intemperie. 5) La actuación humana en diferentes momentos, que ocasionaría improntas con diverso grado de receptividad de microorganismos vegetales o su supresión interesada. 6) La propia naturaleza y las características de la roca soporte como la dureza, textura, composición, meteorización, grado de altera-ción y conservación. Aunque no podemos discernir de forma tajante la prioridad o poste-rioridad específica de la temática y las técnicas de ejecución, ni su recí-proca mayor o menor antigüedad, tampoco contamos con argumentos de peso para descartar una sincronía y coincidencia más o menos laxa de ambas, a pesar de su seriación —aparente e independiente— partiendo de los motivos y las técnicas reproducidas en los agrupamientos conside-rados, que podrían explicarse en función del propio dimorfismo de los elementos representados o de su hipotética funcionalidad pretérita. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 48 SISTEMATIZAR Y SERIAR LAS EXPRESIONES RUPESTRES Dada la tradicional ausencia de una sistematización tecno-estilística, parece obvio que la perspectiva analítica que contempla como elemen-tos relevantes la trilogía de la técnica, la temática y la superposición de los motivos, resulta válida aunque está condicionada por un mayor aporte y contrastación de descubrimientos. Y, en su caso, por las posibi-lidades potenciales y los procedimientos que en este sentido se estimen oportunos y puedan desarrollarse en el futuro. Hasta qué punto puede proponerse una seriación crono-estilística del arte rupestre de Canarias constituye un elemento para la discusión científica ya que sólo un mayor número de descubrimientos estudiados con rigor profesional permitirá discernir y estructurar la prioridad, pos-terioridad o contemporaneidad de los tipos enunciados, con su corres-pondiente adscripción sociocultural. Con un mayor registro de datos, el panorama esquemático, geomé-trico y figurativo, el figurativo no-esquemático, el alfabético y el picto-gráfico, podría ser periodizado y diferenciado jerárquicamente mediante criterios cronológicos, técnicos e iconográficos diáfanos. El problema y su solución radican en la posibilidad de contar con futuras técnicas de campo y laboratorio para su datación cronológica más precisa. A fin de concretar la secuencia de su realización, la técnica emplea-da, los motivos de las diversas expresiones rupestres y sus posibles su-perposiciones o contrastaciones, permiten apreciar la aparente caracteri-zación de los motivos a lo largo del tiempo, proporcionando su datación relativa, en algunos casos presumiblemente sincrónica. LA ADSCRIPCIÓN SOCIOCULTURAL Y TEMPORAL Si la estimación cronológica constituye una ardua tarea, la autoría o adscripción sociocultural no lo es menos. No obstante, por el momen-to, podemos clasificarla atendiendo a los criterios citados. De esta for-ma, hemos determinado una seriación provisional que podrá alterarse e incrementarse a medida que los descubrimientos aporten nuevos datos relevantes. En consonancia con estos tres argumentos (técnica de ejecución, te-mática representada y superposición) podemos adscribir las representa-ciones atendiendo a sus posibles autorías. Esta adscripción sociocultural puede adjudicarse inicialmente, y en síntesis, a dos momentos concretos: a) época preeuropea, b) época histórica. LA ÉPOCA PREEUROPEA Aplicamos esta denominación a las expresiones rupestres incluidas en lo que constituye el mundo prehispánico de las Islas Canarias, guar- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 49 dando una similitud evidente con la decoración de vasos cerámicos, molinos circulares, restos de pieles, pintaderas o sellos de propiedad, cuentas de collar y otros elementos arqueológicos. No obstante, este descriptor podrá en el futuro subdividirse en diversas fases, a medida que la sistematización evolutiva y la periodización seriada de los graba-dos o de otros elementos de la cultura material (como, por ejemplo, la cerámica) contribuyan al establecimiento de clasificaciones crono-cul-turales extensas, por ahora sólo propuestas para las islas de La Palma21 y Gran Canaria22. Si con las pinturas no existe dificultad alguna para adjudicarles una autoría prehispánica, las manifestaciones y expresiones grabadas están representadas por un predominio de la técnica incisa gruesa y fina, con y sin abrasión, por el piqueteado y la abrasión. Muchos de estos casos ofrecen la presencia de pátina cuando no se encuentran afectados por factores adversos. Los motivos dominantes se refieren a inscripciones es-quemático- geométricas, esquemático-figurativas, figurativas y, también, alfabéticas. A tenor de las características topográficas y geomorfológicas de los diferentes microambientes de las Islas Canarias, podemos proponer la plasmación en la roca de inscripciones lineales que parecen coincidir con el trazado de las montañas y los barrancos claramente visibles desde los emplazamientos rupestres. Esta ubicación parece responder a divi-siones intertribales, áreas de pastoreo, zonas de paso de personas y gana-dos, puntos de agua, marcas de parentesco y recintos cultuales, entre otras caracterizaciones. La filiación preeuropea parece indudable para ellas, como lo refren-dan muchos yacimientos descubiertos en las islas y su parentesco con la decoración de los vasos cerámicos u otros elementos arqueológicos como los ya citados. LA ÉPOCA HISTÓRICA Entendemos este apartado en conexión con el proceso iniciado tras el contacto de las poblaciones indígenas con los navegantes y conquista-dores europeos. Así, podríamos establecer la siguiente subdivisión: 1) momento del contacto e intercambio interétnico (siglos XIV-XV), 2) proceso de conquista y posconquista (siglo XV e inicios del XVI), 3) colonización y poscolonización (siglos XVI al XVIII). Las inscripciones históricas presentan una técnica incisa aunque más fina, menos profunda y sin abrasión. Se trata de incisiones que, en algunos casos, revelan la presencia de pátina. Los motivos dominantes son figurativos (barcos), con un menor predominio geométrico, funda-mentalmente representado por cruciformes que pueden dictaminarse gracias a la superposición o a su propia individualización. El apelativo históricas puede entenderse laxo, pues si algún caso apa-renta ser de autoría indígena en otros esta atribución debe desestimarse. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 50 21 F.J. Pais Pais, La economía de producción en la prehistoria de La Palma: la ganadería, Estu-dios Prehispánicos, Dirección General de Pa-trimonio Histórico del Gobierno de Cana-rias, Las Palmas de Gran Canaria, 1996. 22 J.J. Jiménez González, Gran Canaria prehis-tórica. Un modelo desde la arqueología antropo-lógica, colección Taller de Historia, Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1999. Se aprecian motivos ejecutados en el momento del contacto con los na-vegantes europeos o en tiempos históricos próximos o contemporáneos a la conquista de las islas. Esto puede afectar a la representación de algunas embarcaciones y a los cruciformes en diferente grado de adscripción. No obstante, la recurrencia en la presencia de embarcaciones a tra-vés del tiempo, a tenor de sus características formales, sigue constitu-yendo un problema cultural a desvelar en función de un mayor registro de descubrimientos. En este sentido, descartarlas argumentando su no pertenencia al mundo indígena contribuye a un reduccionismo en la interpretación del arte rupestre canario. O, si se prefiere, un estudio in-tegral de estas manifestaciones debe incluirlas en su conjunto, desde tiempos pretéritos vinculados a los grupos prehispánicos hasta épocas históricas, determinándolas en cada caso por diversos caminos. LAS ANALOGÍAS COMPARATIVAS: PERSPECTIVA Y PROBLEMÁTICA Las analogías comparativas en el ámbito rupestre preeuropeo del ar-chipiélago canario pueden atender tres vertientes geográficas y sociocul-turales concretas: 1) intrainsular, 2) interinsular, 3) extrainsular. En todas ellas puede aplicarse el procedimiento de la analogía histó-rica directa propuesto por Th. Charlton atendiendo a diferentes finali-dades, de las que destacaremos las específicas al presente caso. LAS ANALOGÍAS INTRAINSULARES Estas analogías pueden constituir —entre otros tantos aspectos— un refrendo cuantitativo y cualitativo de las estaciones rupestres, posibili-tando un grado de contrastación y verificabilidad empíricamente demos-trable. En otras palabras, lo que por cualquier motivo pudiera constituir una rareza podría ser evaluado en lo que se refiere a su autenticidad pa-trimonial arqueológica a niveles estilísticos, técnicos, culturales e históri-cos, delimitando el alcance de la comparación cultural y analógica para su validación prehistórica e histórica. Así, por ejemplo, empleando estos procedimientos puede estimarse que los argumentos que adjudicaban algunos motivos rupestres a capri-chos de niños o pasatiempos etnográficos de mayores carecen de senti-do, tanto por su etnocentrismo como por los postulados epistemológi-cos y metodológicos de donde proceden. Lo mismo ocurre con el argumento de su pretendida adscripción a un momento atemporal de la posconquista europea de Canarias empleando utensilios metálicos, como luego veremos. A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 51 LAS ANALOGÍAS INTERINSULARES El marco analógico interinsular ayuda a dictaminar y situar parale-lismos étnicos más amplios que el estricto ámbito de una isla, abarcan-do el conjunto o grupos de islas. Sus implicaciones comparativas resul-tan relevantes en los más variados aspectos, relativos a las adaptaciones concernientes a sociedades pastoriles, aunque puede estar limitado por los condicionantes que citaremos a continuación para el ámbito ex-trainsular. En cualquier caso, podemos destacar con bastante certeza las correspondencias y similitudes existentes, a nivel rupestre, entre Lanza-rote y Fuerteventura y, por otro lado, entre La Gomera y Tenerife. Sin embargo, como es bastante obvio, este método analógico tam-bién pone de manifiesto la inexistencia de analogías entre algunas de las Islas Canarias, como podría ser el caso de las manifestaciones rupestres existentes en Gran Canaria y La Palma, por citar una ejemplificación totalmente ilustrativa. LAS ANALOGÍAS EXTRAINSULARES Por último, las analogías socioculturales con la cercana zona nortea-fricana y sahariana ya han sido propuestas por algunos autores, dada la abundante bibliografía especializada de apoyo. Sin embargo, habrá que tener en cuenta que, por el momento, como también ocurre en el caso anterior, las analogías comparativas resultan viables para referenciar conjuntos iconográficos de forma aproximada, genérica e ilustrativa, pues no están exentas de divergencias adaptativas, atemporalidad crono-lógica y dispersión geocultural. De todas formas, sí podemos continuar aceptando al menos la pre-sencia de elementos semejantes en zonas extrainsulares como el Norte de África, a la espera de que las comparaciones étnicas, cronológicas y territoriales puedan ser más precisas y menos puntuales, episódicas o anecdóticas. En suma, la técnica empleada, los tipos representados, sus corres-pondencias insulares, interinsulares, extrainsulares, cronológicas, analó-gicas y comparativas abren un campo de estudio que continuará posibi-litando fructíferas perspectivas en un futuro no muy lejano. LA CONSERVACIÓN, LA PROTECCIÓN, LA PUESTA EN USO Y DISFRUTE No podrá entenderse la realidad rupestre sin la investigación cientí-fica, pero tampoco ésta será socialmente viable sin la ejecución de la normativa de actuaciones legales sobre el patrimonio arqueológico, con todas las consecuencias funcionales estimables. Deberá ser, si se quiere, un modelo de refuerzo mutuo, un compromiso recíproco de actuacio-nes entre los ciudadanos, los investigadores y las instancias públicas competentes. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 52 Por todo ello, dada la consideración que tienen las manifestaciones de arte rupestre como Bienes de Interés Cultural, por su especialísima relevancia y la incertidumbre a que están sometidas, habrían de ser pro-gresivamente incorporadas en el Inventario General de Bienes de Inte-rés Cultural, de cara a su adecuada protección, conservación, estudio, investigación y a su futura puesta en uso y disfrute público. Estos aspec-tos podrían contribuir a la interrelación del ocio y la cultura, promocio-nando una oferta patrimonial que redundaría en la concienciación pro-gresiva de la población escolar o adulta, tanto canaria como foránea e, igualmente, en el turismo que nos visita cada año. LAS PROPUESTAS DE INTERPRETACIÓN Las propuestas de interpretación arqueológica en el ámbito rupestre las hemos articulado en torno a tres apartados: en primer lugar, la apli-cación de los modelos de asentamiento; en segundo lugar, la problemá-tica de la adaptación en virtud de la ecuación población-recursos; y, en tercer lugar, una ejemplificación relacionada con el contacto interétnico entre los grupos indígenas y las poblaciones europeas. ASENTAMIENTOS Y EXPRESIONES RUPESTRES El panorama rupestre actual es un retazo relicto, incompleto y par-cial, de lo que fue en su día, de ahí las limitaciones distributivas e inter-pretativas que pueden suscitarse en su estudio. Hay un aspecto consustancial con la ocupación y reocupación hu-mana de las islas que puede ayudarnos a entender tanto el análisis de la distribución de los yacimientos rupestres como la milagrosa persistencia de algunos de sus elementos representativos y la desaparición de otros exponentes pretéritos. Según este planteamiento, los enclaves rupestres y su sustitución en el espacio y en el tiempo deben entenderse en relación con los modelos de asentamiento vigentes en dos etapas concretas: la del mundo preeu-ropeo y la de la colonización posterior a la conquista europea. Es evi-dente que estas dos fases no entienden de una excesiva pluralidad de fe-nómenos subyacentes, ni mucho menos de fenómenos minimizados de ocupación del hábitat, pero constituyen un primer paso para establecer un análisis dinámico e integrador de los sitios rupestres y de las secuelas arqueológicas que hoy detectamos sobre el territorio, expresadas en la alteración de una parte importante de los enclaves prehispánicos e his-tóricos. Los asentamientos preeuropeos de las Islas Canarias se hallaban, preferentemente, en lugares con presencia de agua, recursos alimenta-rios, energéticos y de enclaves que servían de hábitat a la población. En las islas que contaban con masas boscosas importantes los emplaza-mientos se distribuían en la zona termófila, bajo los límites de los bos- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 53 ques de laurisilva o de pinar, conformando agrupaciones de asenta-mientos relativamente cercanos a la costa, provistos de recursos acuífe-ros, botánicos y edafológicos de elevada prodigalidad potencial. Todas estas razones justifican el hecho de que estas zonas fuesen objeto de la ocupación humana preferencial acontecida con la colonización poste-rior a la conquista militar europea, con las consiguientes implicaciones conductuales de los nuevos colectivos humanos sobre el territorio y so-bre las huellas de sus antiguos ocupantes. Esto ayudaría a explicar, en buena parte, la menor prodigalidad de los hallazgos registrables en estos sectores. Los asentamientos fuera de esas áreas también se encontraban condi-cionados por la presencia de agua y el resto de los recursos productivos propicios para el desarrollo de las actividades humanas. Se hallaban, pues, distantes de las llanadas de un litoral entrecortado, con playas rocosas o arenosas y fuertes vientos en algunos sectores, baja pluviometría, tempe-raturas elevadas, poco munificente, erosionado y por tanto desértico, des-mereciendo la continua presencia humana en buena parte de la zona baja, excepcionalmente dotada en algunos puntos óptimos relacionados con la desembocadura de algunos barrancos muy concretos de las islas. La reocupación progresiva tradicional de estos ámbitos tras la con-quista europea también siguió en buena medida el modelo de asenta-miento preexistente. Con posterioridad, fue extendiéndose hacia zonas costeras y litorales, cuando fue posible trasladar el agua desde los pun-tos de emisión hasta las nuevas explotaciones agrícolas, residenciales y turísticas, con incidencias patrimoniales más retardatarias que en los ca-sos anteriores. De ahí su mayor proclividad a la supervivencia y perdu-rabilidad de yacimientos arqueológicos de distinto tipo. El aprovechamiento ganadero, base del sistema adaptativo del mundo preeuropeo en la mayor parte de las Islas Canarias, el limitado desarrollo tecnológico y agropecuario y la presencia de las actividades recolectoras, rentabilizaron mayores garantías para la subsistencia organizando una dis-tribución de territorios tribales, subdivididos por los interfluvios de los barrancos. Y así, a grandes rasgos, el panorama ecológico general, en lo que se refiere a espacios húmedos y áridos, ocasionó que algunos nichos ambientales muy favorecidos capitalizaran la mayor concentración de re-cursos y el prestigio de sus jefes tribales, haciéndoles con un ascendiente sobre el resto de las demarcaciones adoptando un sistema sociopolítico denominado segmentario o igualitario que, en algunas islas como Gran Canaria, evolucionó hacia formas más complejas de organización y desarrollo en el contexto de las jefaturas centralizadas y estratificadas. Por estas razones, la fragmentación de los territorios isleños en di-versas demarcaciones tribales coincidentes con una distribución vertical y horizontal de los recursos, siguiendo un esquema costa-cumbre y una pauta entre los interfluvios de los barrancos a tenor de las diferentes co-tas altitudinales, nos brinda un protagonismo de dos secciones reticen-tes en la mayoría de los casos, subdivididas en unidades más pequeñas, que con bastante frecuencia entraban en conflicto armado. La compe-tencia por los recursos, afrontada mayormente por las demarcaciones ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 54 peor dotadas y la consiguiente desventaja subsistencial, llevó a distintas respuestas de competición, rivalidad o cooperación. En el momento de la conquista en algunos casos les hizo augurar la posibilidad de colabo-rar con los nuevos visitantes frente a la manifiesta y compartida hostili-dad interna, mientras en momentos anteriores los segmentos de paren-tesco se confederaban y pugnaban contra sus adversarios, arrebatándose dominios territoriales vinculados a puntos de agua, áreas de pasto y ga-nado. Esto explica el discontinuo número de demarcaciones tribales que ofrece la documentación etnohistórica de las Islas Canarias en di-versos momentos de los siglos XIV y XV. Dada la vigencia de unas estrategias ganaderas en los modelos de or-ganización productiva y reproductiva de las diferentes unidades insula-res, los conflictos territoriales relacionados con la disponibilidad de re-cursos se circunscribían a las divisiones físicas ubicadas entre diferentes interfluvios. En estas divisorias es donde muchas veces aparecen los gra-bados e inscripciones rupestres, mientras en otros casos se encuentran sobre coladas que descienden inclinadas hacia la costa, en los márgenes de algunos barrancos, o en hitos destacados en el paisaje, afectando a diferentes elementos y aspectos reconocibles como roques, morros, montañas, lomos y crestas. A nivel económico, podemos vincular las manifestaciones rupestres con fuentes de agua, zonas de pasto extra e intraterritorial, lugares de apañada, paraderos pastoriles, atalayas y zonas de vigilancia del ganado, asociadas o no a la presencia de litófonos, rocas que suenan, como los de la Peña de Luis Cabrera (Teguise, Lanzarote) y el Roque de Malpaso (Tenerife), entre otros, como se estudia en otro apartado. En cuanto a los aspectos sociales, se podría reconocer el registro del cómputo del tiempo y el calendario astronómico luni-solar prehispáni-co, ritos de paso, puntos de segregación e integración tribal de grupos de edad y género, señales y marcas de grupos de parentesco, linajes y clanes. En el ámbito político, dejarían constancia de la división tribal e in-tratribal de cada isla, así como del testimonio gráfico de pactos y con-tingencias. Y, a nivel ideológico, estarían relacionados con los lugares cultuales religiosos asociados a veces al mundo funerario o con las antiguas prác-ticas de suicidio ritual, revitalización y fertilidad, como fueron las orda-lías, los ritos piaculares acuíferos y sexuales, así como con áreas, zonas y puntos de culto astral y espacios sacralizados señalados con motivos ru-pestres en cuevas, cámaras artificiales, árboles, bosques, troncos, fuen-tes, nacientes, manantiales, eres, lagunas, piedras, roques, pitones, mon-tañas, lomos, morros y márgenes de barrancos, entre otros tantos hitos significativos habituales en el panorama arqueológico rupestre del ar-chipiélago canario. LA POBLACIÓN, LOS RECURSOS Y LA ADAPTACIÓN CULTURAL El frágil equilibrio entre la población y los recursos que afectaba en distinta medida al mundo preeuropeo de Canarias, propició respuestas A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 55 adaptativas específicas de diversa índole en cada una de las islas. Si en unos casos, como en La Palma y Fuerteventura, esto supuso el abando-no de la agricultura a cambio de una actividad marcadamente ganadera o el predominio progresivo del pastoreo sobre la agricultura en Tenerife, La Gomera y El Hierro; en otros casos —como en Gran Canaria y Lan-zarote— ambas actividades pudieron complementarse en diverso grado y amplitud, fundamentalmente en lo que se refiere a la persistencia del cultivo de cereales como la cebada, conjuntamente con el cuidado y atención de las reses. Las transformaciones productivas que incumbían a la subsistencia, acabaron incidiendo sobre los modelos reproductivos y éstos en las co-tas demográficas de los diferentes grupos. De ahí la belicosidad recu-rrente por los medios de subsistencia y las prácticas de infanticidio cita-das por las fuentes etnohistóricas y a través de restos arqueológicos, para Gran Canaria, Tenerife y La Palma, donde también se llevó a cabo el gerontocidio, pues todo coeficiente demográfico que sobrepasara el ca-rácter predecible de los recursos disponibles conllevó la asunción de medidas drásticas que afectaban a la población infantil y a los ancianos. Ante esta situación de incertidumbre cíclica, ocasionada por los fac-tores endógenos de estos ecosistemas insulares, como volcanismo y mo-vimientos sísmicos, sequías, aguaceros, plagas de langostas, dependencia tecnoambiental y tecnoeconómica, la opción más habitual en último extremo se vio conminada a rituales y ceremonias de carácter piacular, sacrificial y adivinatorio, en que los agüeros tendían a suplir lo que el medio, la tecnología y sus sistemas productivos y reproductivos no posi-bilitaban o impedían. La llegada de poblaciones europeas en los siglos XIV y XV, constituyó un nuevo elemento añadido, implicando el contacto intercultural con las poblaciones indígenas. Si, inicialmente, se asistió a un proceso pací-fico de integración caracterizado por intercambios comerciales, pactos de alianza y proselitismo religioso, con posterioridad asistimos a una transculturación compulsiva de carácter traumático cuyos exponentes más habituales fueron la esclavitud, las razias, saqueos, expolios, gue-rras, alteraciones ecológicas y extensión de factores bióticos desconoci-dos. Los grupos supervivientes del choque interétnico conformaron las nuevas sociedades insulares fusionándose con los nuevos pobladores y luego con los posteriores caudales humanos que continuaron llegando a las islas en un largo periodo cronológico, conformando nuevas señas de identidad sociocultural. INDÍGENAS, EUROPEOS, CANARIAS Y EL MAR La llegada de las gentes del mar que las tradiciones orales indígenas transmitieron a viajeros, cronistas e historiadores de los siglos XV y XVI fue recubierta con un prisma premonitorio, mítico o legendario por los habitantes prehispánicos, pero interpretado desde el etnocentrismo y la propia concepción de los europeos23. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 56 23 Id., «Sistemas calendáricos, mitos astrales y prácticas adivinatorias en las Islas Canarias prehispánicas», International Symposium “Time and astronomy at the meeting of two worlds”, Instytut Archeologii, Uniwersytetu Warszawskiego. Warszawa, 1992b, pp. 402- 418. Como ocurrió en otros lugares del Nuevo Mundo, las poblaciones preeuropeas de Canarias acogieron la llegada de los grupos humanos fo-ráneos de forma diversa en sus relatos, en relación a prácticas adivinato-rias, mitos de revitalización, mitos de origen, culto u observación astral, ideología religiosa y rituales de paso, a través de los cuales se deja entre-ver el deseo de sobreponerse al estrés de la subsistencia o pretendiendo meramente la supervivencia de las poblaciones insulares y sus sistemas socioculturales. Mientras en algunas islas los viajeros fueron vistos como dioses que se trasladaban en casas o pájaros que volaban por el mar, o representa-ban a los espíritus y antepasados indígenas, en otras son navegantes ex-tranjeros con claras intenciones de dominio sobre los que practicar una atenta vigilancia por el peligro que suponían para la supervivencia y continuidad sociocultural autóctona. Ambos comportamientos expli-can, en conjunción con factores endógenos, las actitudes de amistad o resistencia que encontraron los europeos a su llegada a las Islas Cana-rias. En este sentido, Fr. Alonso de Espinosa señala un comportamiento cultural de los indígenas en un momento próximo a la conquista de Te-nerife (1493-96): Y entre otras condiciones y leyes que tenían puestas, y ellos prometidas, era una que le avisasen de las cosas memorables que en sus reinos aconteciesen. Y la razón de mandar aquesto era recelarse de gente extranjera. Porque había en este tiempo entre los gentiles un profeta o adivino, que también decían ser zahorí, al cual lla-maban Guañameñe, que profetizaba las cosas venideras, y éste les había dicho que habían de venir dentro de unos pájaros grandes (que eran los navíos) unas gentes blancas por el mar, y habían de enseñorear la isla. El texto atribuido a Pedro Gomes Scudero recoge también un men-saje análogo al anterior con leves variantes: Traheron poco ganado de cabras i vna muxer de buena apariençia, que daba mu-cha rasón de la gente enemiga, de quantos i onde andaban, era pastora de las ca-bras, traía un niño en los braços i a las spaldas vn zurrón con su alimento; deçía de las profecías que en ellos hauía de acabarse su dominio y que assi lo dexó dicho un Guañame o brujo, que eran jentes de onde nasce el sol vendrian en pájaros ne-gros sobre las aguas con alas blancas i otras cosas a su modo. En El Hierro Fr. J. Abreu Galindo narra una tradición oral de sus habitantes transmitida por el adivino local Yone: Como los naturales vieron venir los navíos blanqueando con las velas, acordáron-se del pronóstico que tenían de un adivino, que había muchos años era muerto, que les había dicho que su Dios había de venir por el mar, en unas casas blancas; que lo recibiesen, que les había de hacer bien. Dicen que, muchos años antes que esta isla se convirtiese, hubo en ella un adivino que se decía Yone; y, al tiempo de su muerte, llamó a todos los naturales y les dijo cómo el se moría, y les avisaba que, después de él muerto y su carne consumida y hechos cenizas sus huesos, ha-bía de venir por el mar Eraoranzan, que era el que ellos habían de adorar; que ha-bía de venir en una casa blanca; que no peleasen ni huyesen, porque Dios los ve- A. TEJERA GASPAR / J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ 57 nía a ver. Y, como daban crédito a sus palabras, quedó esto entre los naturales muy en memoria, con gran deseo siempre de verificar este caso; y, porque los huesos de Yone no se trocasen y se conociesen cuáles eran los huesos de Yone, los tenían aparte en una cueva, con mucho recato. Pues, como los naturales vinieron al puerto y vieron venir los navíos blan-queando con las velas, teniendo en memoria el pronóstico que Yone les había he-cho, creyendo que en aquellas casas blancas venía su Dios Eraoranzan, acudieron a ver la cueva adonde habían puesto a Yone, y lo hallaron todo hecho polvo y ce-niza. Visto el pronóstico de Yone cumplido, volvieron a la costa de la mar, con mucho contento, a recibir tanto bien como les había de traer Eraoranzan, su Dios. Para Fuerteventura, el mismo Abreu Galindo transmite una tradi-ción oral indígena sobre predicciones en este mismo sentido: Cuentan antiguos naturales de esta isla de Fuerteventura, que haberse ganado tan fácilmente esta isla fué por las amonestaciones de estas dos mujeres, Tamonante y Tibiabin, a las cuales tenían por cosa venida del cielo, y que decían lo que les ha-bía de suceder, y aconsejaban y persuadían tuviesen paz y quietud. Decían que por la mar había de venir cierta manera de gente: que la recogiesen, que aquéllos les habían de decir lo que habían de hacer. Pero, también Gomes Scudero apunta otra tradición oral recogida en las islas orientales: Tenían los de Lançarote y Fuerte Ventura unos lugares o cuebas a modo de tem-plos, onde hacían sacrificios o agüeros según Juan de Leberriel, onde haciendo humo de ciertas cosas de comer, que eran los diesmos, quemándolos tomaban agüero en lo que hauían de emprender mirando a el jumo, i dicen que llamaban a los Majos que eran los spíritus de sus antepasados que andaban por los mares i uenían allí a darles auiso quando los llamaban, i éstos i todos los isleños llamaban encantados, i dicen que los veían en forma de nuuecitas a las orillas del mar, los días maiores de el año, quando hacían grandes fiestas, aunque fuesen entre ene-migos, veíanlos a la madrugada el día de el maior apartamento de el sol en el sig-no de Cáncer, que a nosotros corresponde el día de San Juan Bautista. Además de estos relatos etnohistóricos, en algunas estaciones rupes-tres pueden contemplarse navíos y embarcaciones europeas realizadas con técnica y estilo indígena, síntoma inequívoco del impacto ocasiona-do por la arribada de los navegantes. El continuo trasiego de embarca-ciones por aguas canarias y los sucesos que después tuvieron lugar con-formaron, desde la visión de los nativos, las tradiciones orales sobre las gentes del mar formando parte indisociable de sus últimos siglos de existencia, cuando el proceso de conquista resultaba inminente. Los pri-mitivos habitantes de Canarias detectaron a sus futuros conquistadores en el horizonte marino, antes de que éstos pisaran sus playas, realizando con posterioridad premoniciones adivinatorias sobre ellos que anuncia-ban lo evidente, el ocaso de su mundo y de su cultura que se produciría con la llegada por el mar de unos pájaros negros con alas blancas. La técnica de ejecución y la temática representada con algunas em-barcaciones posibilita enunciar un caso particular sujeto a generalización interpretativa, respecto a otras estaciones rupestres del archipiélago. ARTE, RELIGIÓN Y MITOLOGÍA EN LA ERA PREHISPÁNICA 58 Las islas estuvieron expuestas desde el bajo medievo, y con posterio-ridad, a diversas situaciones relacionadas con el medio insular y marino. Pero esto significa algo más: la presencia de fenómenos recurrentes du-rante una dilatada secuencia temporal que afectaron a poblaciones de distinta categorización sociocultural: sociedades indígenas versus grupos conquistadores y sociedades posteriores a la colonización europea. La expresión de algunos de esos fenómenos podemos encontrarla en las rocas mediante un lenguaje ideográfico. Esto hace necesario, como ya adelantamos24, un cambio de enfoque hacia la interpretación en la órbita conductual, más que desde posturas netamente simbólicas que dificultan su conocimiento exhaustivo o sólo explican ciertas variables. Así pues, estimamos la recurrencia de algunas representaciones (geo-métricas y figurativas) a tenor de diferentes sucesos que tenían el mar como trasfondo común, cuyos elementos consustanciales extensos pue-den ser razias esclavistas, proselitismo religioso, intercambios, conflictos en el momento de la pre-conquista, guerra y ocupación europea, actos posteriores de piratería, emigración, comercio y, que pudieron dar lugar en unos ecosistemas frágiles y circunscritos a movimientos de revitaliza-ción en diferentes momentos históricos. Desde esta nueva perspectiva, las expresiones rupestres deben abar-carse en una secuencia temporal extensa, sin descartar aquellas cuya diagnosis aparente no las considere incluidas en el ámbito indígena. Pues es muy posible, en el caso de los cruciformes, que estemos ante la esquematización de los palos mayores de embarcaciones europeas con las velas plegadas o desplegadas, mientras en otros casos asistimos a una representación minuciosa del símbolo cristiano25. Otros tipos esquemá-ticos encuentran un refrendo en diferentes estaciones de las islas y debe-rán ser evaluados en un contexto mucho más amplio en directa cone-xión con los asentamientos y su entorno más próximo, tal y como ya mencionamos. Si bien la autoría indígena directa para el caso de alguna de las na-ves puede ser propuesta para el debate, el argumento historicista que la descarta no parece adecuado, teniendo en cuenta que los nativos man-tuvieron relaciones de diverso tipo en los siglos XIV-XV, en tiempos |
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