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JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO Sacerdote y Arcediano JOSÉ DE OSSAVARRY Y ACOSTA: RETRATO DE JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. CATEDRAL DE CANARIAS Julio Sánchez Rodríguez JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO Sacerdote y Arcediano Las Palmas de Gran Canaria MMVII COLECCIÓN In diebus illis VOLÚMEN I DIRECTOR Julio Sánchez Rodríguez AL CUIDADO DE Carlos Gaviño de Franchy DISEÑO Y MAQUETACIÓN Lope de Clavijo Amador Luis COLABORADOR EN INFORMATIZACIÓN David Crespo Martínez CORRECCIÓN DE PRUEBAS Eliseo G. Izquierdo FOTOGRAFÍA Mathius de Felipe CON EL PATROCINIO DE JOSÉ SÁNCHEZ PEÑATE, S. A. FOTOMECÁNICA E IMPRESIÓN Negami S. L. ENCUADERNACIÓN Depósito Legal: TF- ¿?/07 ISBN: ¿? SUMARIO INTRODUCCIÓN [9] LA ILUSTRACIÓN EN LA IGLESIA DE CANARIAS [11] RAÍCES CATÓLICAS DE JOSÉ ANTONIO DEL ÁLAMO VIERA Y CLAVIJO [21] ESTUDIOS DEL JOVEN VIERA [27] CAPELLANÍA Y ÓRDENES SAGRADAS [31] SACERDOTE EN LA CIUDAD DE LA LAGUNA 1756-1770 SECRETARIO DE LAS CONFERENCIAS MORALES: 1766-1767 [39] VIERA ESCRITOR ECLESIÁSTICO Y PREDICADOR EN MADRID, 1770-1784 [49] VIERA EN EL ARCHIVO VATICANO: 1780 [51] EL CABILDO DE LA CATEDRAL DE CANARIAS Y SUS ESTATUTOS [55] LOS ARCEDIANOS [59] TOMA DE POSESIÓN DEL ARCEDIANATO DE FUERTEVENTURA: 1782 [65] EL CANÓNIGO NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO [67] EL ARCEDIANO VIERA EN LA CATEDRAL DE SANTA ANA: 1784-1813 [71] ARCHIVERO DE LA CATEDRAL [77] COLEGIO DE SAN MARCIAL. VIERA PEDAGOGO Y LITURGO [79] DON JOSÉ VIERA, GOBERNADOR DEL OBISPADO [83] LEGADO CULTURAL DEL ARCEDIANO DE FUERTEVENTURA [87] VIERA EPISCOPABLE [91] MUERTE Y SEPULTURAS DE VIERA Y CLAVIJO [93] ESTANCIA Y TESTAMENTO DE VIERA EN TELDE [99] APÉNDICE I PROPUESTA DE D. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO Y D. MIGUEL MARIANO DE TOLEDO PARA LA FUNDACIÓN DEL COLEGIO DE SAN MARCIAL. LAS PALMAS, 29 DE OCTUBRE DE 1785 [131] APÉNDICE II CARTA DEL GOBERNADOR ECLESIÁSTICO D. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO AL CLERO DE LA DIÓCESIS. CANARIA, 28 DE MARZO DE 1797 [137] APÉNDICE III TESTAMENTO DE DON NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO [145] APÉNDICE IV ELOGIO DE FELIPE V. REY DE ESPAÑA. MADRID, 1779 [157] APÉNDICE V ORACIÓN FÚNEBRE POR EL REY CARLOS III... LAS PALMAS, 17 DE MAYO DE 1789 [211] INTRODUCCIÓN Con acierto, la exposición 4 faces de Viera 2006, se propuso estudiar y difundir la rica personalidad del polígrafo don José de Viera y Clavijo en su conjunto y totalidad, a la vez que se resaltaban los cuatro caracteres más sobresalientes de su vida y obra, pero no aisladamente, sino entrecruzados e interdependientes. Con el mismo propósito la Consejería de Educación, Cul-tura y Deportes y la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas orga-nizaron un ciclo de conferencias, que se impartieron en el mes de noviembre del referido año en las Bibliotecas Públicas del Estado de Las Palmas de Gran Canaria y de Santa Cruz de Tenerife. A mí me encargaron disertar sobre la faceta eclesiástica de Viera, con el título «Viera y Clavijo, sacerdote y arce-diano ». Posteriormente, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria me invitó a participar en el ciclo de conferencias organizado para conmemorar el 275 aniversario del nacimiento del que había sido su director desde 1790 a 1783, el arcediano don José de Viera y Clavijo. Mi con-ferencia tuvo lugar en febrero de 2007 con el título «Viera y Clavijo, arcedia-no de Fuerteventura y archivero de la Catedral de Canarias. Su memoria en el cabildo y sus sepulturas». Estos trabajos, recopilados y ampliados, han sido el origen de este libro que se incorpora a la extensa bibliografía publicada sobre el polígrafo canario. Es también el primero de la colección In diebus illis, «En aquellos días», que nace con el objetivo de recordar y estudiar per-sonajes, obras y acontecimientos del pasado, principalmente de la Iglesia. Viera literato, historiador y científico no se entiende sin Viera ilustrado católico. Minimizar su carácter religioso, relegándolo a segundo plano y con-siderándolo como un accidente producido por el ambiente familiar y social, es mutilar su personalidad. El carisma cristiano y sacerdotal de Viera y Clavijo es consustancial y determinante en su vida y obra. El movimiento de la Ilustración, promovido por Carlos III, del que fue seguidor entusiasta nuestro personaje, fue asumido como tarea doctrinal y pastoral por la Iglesia Católica en muchas de las diócesis de España. A lo largo de este trabajo iremos des-tacando el carácter sacerdotal de Viera y Clavijo, que él supo armonizar admi-rablemente con las letras y las ciencias. El diálogo Fe y Cultura, del que tanto se ha hablado en los últimos años, lo promovió y ejercitó con naturalidad y sin complejos en la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX el clé-rigo arcediano. Y para no extenderme en consideraciones propias, me remi-to al poeta don Manuel Verdugo, que supo retratar y cantar como nadie al hombre cristiano José de Viera y Clavijo en un olvidado y genial soneto, trans-crito aquí como prólogo y síntesis de este libro: VIERA Y CLAVIJO A Jesús M. Perdigón Este clérigo inquieto y cortesano que traduce a Voltaire y a Cristo reza, tiene en su enjuto rostro la firmeza y la astucia de un viejo castellano. No aspira a ser obispo, sí arcediano; cimenta en el estudio su grandeza buscando la verdad y la belleza... Es poeta, filósofo y cristiano. Espíritu insaciable y luminoso, sondea en el pasado, y victorioso nos lega de Canarias la alta Historia; en ella, cada página admirable es un recio sillar, firme, inmutable, para el gran monumento de su gloria. Manuel Verdugo La Prensa, 30 de agosto de 1927 10 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ LA ILUSTRACIÓN EN LA IGLESIA DE CANARIAS En Canarias, tuvimos hasta cinco obispos consecutivos pertenecientes a esta corriente que tenía como objetivo acabar con la ignorancia y ociosi-dad del pueblo. Entre 1769 y 1816, ocuparon la sede canariense los obispos Cervera, Herrera, De la Plaza, Tavira y Verdugo, todos activos militantes de la Ilustración. Delgado y Venegas [1761-1768] puede considerarse también como afín a la misma en sus inicios. Este prelado sevillano fue el promotor de las conferencias morales del clero celebradas en La Laguna en los años 1766 y 1767, de las que fue secretario y mantenedor el joven sacerdote don José Viera, al mismo tiempo que participaba activamente en la Tertulia de Nava. Fray Juan Bautista Cervera y Viera coincidieron en Canarias el primer año de pontificado efectivo de aquél, 1769-1770. A finales de este año, Viera marchó a la Corte al servicio del marqués del Viso. El obispo Cervera funda-ría en 1776 la Real Sociedad Económica de Amigos del País de la ciudad de Las Palmas, de la que luego sería socio y director el arcediano Viera, desde 1784 hasta su muerte. La de Tenerife se fundó en La Laguna en 1777. Un año después, el cortesano Viera se hizo socio honorario de la misma1. De Cervera, nuestro historiador hizo una elogiosa memoria por su actuación en favor de 1 SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos y clérigos en las Sociedades Económicas de Amigos del País de Gran Canaria y Tenerife. Las Palmas de Gran Canaria, 2003; pp. 37, 64 y 68. FRAY JUAN, OBISPO DE CANARIAS JOSÉ RODRÍGUEZ DE LA OLIVA: RETRATO DE FRAY JUAN BAUTISTA CERVERA, OBISPO DE CANARIAS. 1776 CASA MUSEO DE COLÓN. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA los habitantes de Fuerteventura que sufrieron los horrores del hambre y la desolación a causa de la sequía que asoló la isla en aquellos años: «Ningún canario olvidará cuánto hizo en tan lamentable estrecho el ilustrísimo señor don fray Juan Bautista Cervera, obispo de nuestras Canarias, seguido de mu-chos canónigos y racioneros de su cabildo y de los próceres de la ciudad de Las Palmas... Hemos hecho honrosa memoria de su caritativa liberalidad con los necesitados, especialmente durante la escasez de granos que hubo de a-solar a las islas menores, habiendo hallado en su cabildo los inmortales ejem-plos de compasión y humanidad para con los vecinos expatriados a quienes socorrió largamente»2. Su sintonía con la mentalidad renovadora e ilustrada de Cervera lo explicitó Viera al final del capítulo que le dedica en su episco-pologio: «Pero los monstruos que más aborrecía eran la ignorancia y la laxitud. Celoso del decoro del púlpito y de la elocuencia sagrada, promovió los buenos estudios y puso silencio a los que profanaban tan santo ministerio»3. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 13 2 VIERA Y CLAVIJO, Joseph de: Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria. Madrid, 1776- 1783. Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 1982. Volumen I, tomo II, libro XI, nº 27, p. 836- 837 y volumen II, tomo IV, libro XVI, nº 67, p. 598. 3 Ídem: p. 599. ARMAS DEL OBISPO CERVERA Fray Joaquín de Herrera, obispo de Canarias de 1779 a 1783, y Viera y Clavijo no coincidieron en las islas. Pero, seguramente, nuestro historiador estaría informado y se congratularía de las audaces iniciativas del obispo cis-terciense con el apoyo de su secretario don Antonio Torres, para instruir en todas las artes y ciencias al clero y a los seminaristas. Para ello, había funda-do la Academia y la Biblioteca del Seminario, y reformado su plan de estu-dios, proyectos que alarmaron al Santo Oficio.4 Herrera es el último de la nómina de obispos que estudia Viera en su episcopologio, dentro de la His-toria General de Canarias. Resalta, sobre todo, la Visita pastoral que hizo por toda la diócesis y el impulso que dio a las obras de la catedral, donando 20.000 pesos. El obispo falleció en su palacio el 4 de diciembre de 1783, noti-cia que no recoge Viera, pues entonces ya había acabado su trabajo. Este últi-mo capítulo del episcopologio termina diciendo que Herrera «concluyó en poco más de un año su santa y general visita, y se restituyó a su palacio de Canaria en julio de 1782»5. En este año, precisamente, Viera fue promovido a la dignidad de Arcediano de Fuerteventura en la catedral de Canarias. 14 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 4 CAZORLA LEÓN, Santiago y SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos de Canarias y Rubicón. Eypasa, Madrid, 1997, p. 330. 4 ––SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos y Clérigos en las Sociedades... o. c., p. 31. 5 Ídem: pp. 599-600. ARMAS DEL OBISPO HERRERA Con los obispos Antonio de la Plaza, Antonio Tavira y Manuel Verdugo sintonizó y trabajó estrechamente el arcediano Viera. El primero fue director de la Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria en el trienio 1786-1789. Le sustituyó Viera en 1790. En octubre de 1785, a los dos meses de la llegada de Plaza a la sede, Viera y Clavijo y Mariano de Toledo funda-ron el colegio de San Marcial para la formación de los mozos de coro. En 1787, De la Plaza fundó la Escuela de Dibujo, que pasó a depender de la Económica. En ese mismo año, fue director de la Sociedad Económica de Tenerife. Antonio Tavira fue el gran reformador de la Iglesia de Canarias6. Hizo Visita pastoral a todas las islas, de la que se conserva sus interesantes y sin-gulares Mandatos7. Purificó el culto de supersticiones y costumbres abusivas e instituyó en muchas parroquias la Hermandad de la Caridad, con la obli-gación de crear escuelas para los pobres y hospitales para los enfermos. Viera recibió con aplauso y plena satisfacción la empresa renovadora del obispo. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 15 ARMAS DEL OBISPO TAVIRA 6 INFANTES FLORIDO, José Antonio: Tavira ¿Una alternativa de Iglesia? Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Cajasur. Córdoba, 1989. 7 Ídem: Diario de Tavira. Publicaciones de la Obra Social y Cultural Cajasur. Córdoba, 1998. ANÓNIMO: RETRATO DE ANTONIO MARTÍNEZ DE LA PLAZA, OBISPO DE CANARIAS. CA. 1790 MUSEO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Finalmente, en el largo pontificado del canario Manuel Verdugo, Viera llegó a ser persona de su confianza e, incluso, tuvo responsabilidades de gobierno al ser nombrado temporalmente Gobernador Eclesiástico. Ambos se definie-ron abiertamente hostiles al Santo Oficio de la Inquisición y ambos eran lec-tores de los enciclopedistas franceses, cuyas obras estaban en sus bibliotecas. En los últimos años de Verdugo se planteó oficialmente el establecimiento de un obispado en La Laguna, desmembrado del de Canarias, a cuyo proyecto se opuso Viera y Clavijo. Viera encontró en el cabildo catedralicio y en la ciudad de Las Palmas un clima receptivo y favorable a sus inquietudes intelectuales y renovadoras. Nada menos que 14 canónigos habían sido socios fundadores de la Sociedad Económica de Amigos del País, junto al obispo Cervera. Si sumamos, ade-más, otros sacerdotes, la cifra se eleva a 41 eclesiásticos, el 40,59 % del total de socios, que eran 101. Y entre 1776 y 1808, fueron socios de la Económica de Gran Canaria, seis obispos, cuarenta y siete canónigos, treinta presbíteros y cinco religiosos. En total, ochenta y ocho eclesiásticos de doscientos veinti-dós socios (39,64 %). Los seis obispos fueron los cinco de Canarias reseña-dos y el arcediano de Canarias Luis de la Encina, nombrado obispo de Are-quipa (Perú) en 1805. Junto a Viera, trabajaron en la Sociedad eminentes fi- JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 17 ARMAS DEL OBISPO VERDUGO LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DE DIEGO NICOLÁS EDUARDO. CA. 1798-1799 MUSEO DIOCESANO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA guras como don Diego Nicolás Eduardo, canónigo tesorero y arquitecto de la catedral, don Graciliano Afonso, doctoral y humanista, don Pedro Gordillo, párroco del Sagrario y diputado en la Cortes de Cádiz, y don Enrique Her-nández Rosado, rector del Seminario.8 Viera y Clavijo fue, por tanto, un hijo adelantado y preclaro de la Iglesia de su tiempo, encarnada en el Siglo de las Luces. Comulgaba con ella en la tarea de armonizar la fe y la razón, en combatir la ignorancia y la supersti-ción con la instrucción y el verdadero culto, en cooperar estrechamente con la sociedad civil para el desarrollo del pueblo. Expresamente manifiesta su pensamiento en sus escritos. Un claro ejemplo es su comentario a los hechos acontecidos en La Laguna durante las fiestas del Corpus de 1749 que coin-cidieron con las rogativas a la Virgen de la Candelaria, cuya imagen había sido trasladada a la ciudad. El obispo Guillén había prohibido que en la pro-cesión del Santísimo se sacase la imagen de la Virgen «porque el pueblo inconsiderado no desairase el principal culto», lo que dio origen a grandes altercados protagonizados por instituciones religiosas y civiles. Apostilla Viera: «Corremos aquí el velo sobre las resultas de esta providencia, para sepultar, si es posible, en un olvido eterno, acontecimientos que otros tiempos más ilustrados detestan con razón»9. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 19 8 SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos y Clérigos... o. c., pp. 45-51. 9 VIERA Y CLAVIJO, José: o. c., p. 589. GRACILIANO AFONSO ANÓNIMO: RETRATO DE JUAN FRANCISCO GUILLÉN ISSO, OBISPO DE CANARIAS. 1749 CONVENTO DE LAS CONCEPCIONISTAS. GARACHICO. TENERIFE RAÍCES CATÓLICAS DE JOSÉ ANTONIO DEL ÁLAMO VIERA Y CLAVIJO José Antonio Viera y Clavijo nació el 28 de diciembre de 1731 en una familia de raíces católicas y se educó en un ambiente religioso. En el entorno fami-liar había varios sacerdotes. Fue bautizado en su casa «por necesidad», por el presbítero Lucas Fernández de Chaves. Este dato sugiere que el recién nacido estuvo en peligro de muerte, circunstancia frecuente en aquella época en la que la mortandad infantil era muy elevada. Alejandro Cioranescu percibe en ello un indicio o presagio de la frágil salud que acompañaría al personaje durante su vida. En todo caso, el hecho de que aquel niño naciera en el día de los Santos Inocentes y «engañara» a todos con su inminente muerte, no deja de ser un presagio de la fina ironía que le caracterizó y de la «filosofía» con que se tomó la vida. No sólo sobrevivió a aquella amenaza de muerte, sino que tuvo una lar-ga y fecunda existencia, muriendo a los ochenta y dos años. Las bendiciones solemnes y los óleos le fueron dados por su tío el también presbítero don Do-mingo Francisco del Álamo y Viera, en la iglesia de Santiago de Realejo Alto (Tenerife), haciendo de padrino el ya mencionado Lucas Fernández. La partida de bautismo, incluida en el expediente de Órdenes, dice tex-tualmente: En cinco de Enero de mil setecientos treinta y dos años yo Don Domingo Fco. del Álamo y Viera Presbítero con licencia del Br. Dn. Juan Matheo de la Guardia Vble. Beneficiado Rector de la Parroquia del Sr. Santiago del Realejo de Arriba dí las bendiciones bautismales (por aver-le echado agua en caso de necesidad Dn. Lucas Fernández de Chaves Presbítero) a Joseph Antonio, hijo legítimo de Dn. Gabriel Viera del Álamo, Alcalde de dicho lugar, y de Doña Antonia María Clavijo su mujer, vecinos de este dicho lugar, y naturales de la villa de La Orotava, fue su padrino el dicho Dn. Lucas Fernández de Chaves, vecino asimismo de este dicho lugar, quien save del parentesco que se contrae con las más obligaciones = Nació en veinte y ocho de Diciembre del año pasado de mil septecientos treinta y uno: tiene óleo, chrisma y lo firmé = Domingo Francisco del Álamo y Viera = Ignacio Lorenzo y Oramas, Not. Púb10. 10 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Expediente de Órdenes de Don José Viera y Clavijo. Presbiterado. La Orotava. Nº 6220, carpeta 84. 7 de febrero de 1756. VISTAS DE LOS REALEJOS. PRINCIPIOS DEL SIGLO XX JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 23 Además de Domingo Francisco, otros dos tíos de José, hermanos de su padre, fueron sacerdotes: José Antonio del Álamo y Viera, cura de Santa Úrsula [1743-1751] y luego beneficiado de La Orotava, y el licenciado Antonio Francisco del Álamo y Viera, abogado de los Reales Consejos y cura teniente del Sagrario de Cádiz. Gabriel, padre de José Antonio, fue el cuarto de los her-manos, hijos todos de Gabriel Rodríguez del Álamo y de Magdalena Viera Barrios. Casó en primeras nupcias con Lucía García de Estrada en 1716, de cuyo matrimonio nació la niña Gabriela Josefa Antonia. Lucía falleció en 1722 y a los pocos meses Gabriel contrajo nuevo matrimonio con Antonia María de Clavijo Álvarez. Ésta era hermana de Nicolás Clavijo Fajardo, padre del célebre escritor José Clavijo Fajardo. Los hijos de Gabriel y Antonia María fue-ron diez por este orden: Josefa Jacinta, Antonio José Domingo, Nicolás Antonio, Gabriela, nacidos en La Orotava; Antonio Francisco José y José Antonio, nacidos en El Realejo Alto; Antonia Florentina de la Trinidad, Felipe Nicolás Domingo, María Joaquina y Andrés Domingo, nacidos en el Puerto de ARMAS DE ÁLAMO ARMAS DE VIERA ARMAS DE LA FAMILIA CLAVIJO. EL MUSEO CANARIO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 25 la Cruz. Josefa casó con Antonio Cabeza, cuyo hijo Luis fue cura de Santa Úr-sula. Un tío y un sobrino de José Viera, fueron, por tanto, curas de esta parro-quia del norte de Tenerife. Tres varones hijos de Gabriel y Antonia fueron dados a la Iglesia. En efecto, Andrés Domingo, profesó como religioso dominico, Nicolás, fue del clero secular y prebendado de la catedral de Canarias, y José Antonio, arcediano de Fuerteventura en la misma catedral. Nicolás y José fue-ron, pues, compañeros capitulares. El primero falleció el 6 de octubre de 180211. 11 Archivo de la Catedral de Canarias: Libro de Prebendados. 11 ––HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, A. Sebastián: José Viera y Clavijo. Biografías de Científicos Canarios. La Orotava, 2006; pp.34-35. 11 ––Cf. CIORANESCU, Alejandro en la Introducción de Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, de José de Viera y Clavijo, editada por Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife, 1982. FIRMAS DE ANTONIA MARÍA CLAVIJO Y GABRIEL DEL ÁLAMO Y VIERA J. CAMARÓN Y ESTEBAN BOIX: RETRATO DE MELCHOR CANO. GRABADO, SIGLO XVIII COLECCIÓN PARTICULAR ESTUDIOS DEL JOVEN VIERA Como vimos en la partida, don Gabriel era alcalde del Realejo de Arriba en 1731. Al año siguiente pasó a ocupar la escribanía del Puerto de la Cruz. Allí vivió los primeros años su hijo José. Estudió José en el convento de San Benito de la villa de La Orotava, regentado por los dominicos. Después de las fundaciones de San Pedro Mártir en Las Palmas y de Santo Domingo en La Laguna, ambas en 1522, y de las de San Miguel en Santa Cruz de La Palma y de Nuestra Señora de la Candelaria en Tenerife, ambas en 1530, la quinta realizada en Canarias fue esta de La Orotava en 1592, con el patroci-nio de la familia de los Mesas. El mismo Viera en la Historia General dice que fue este convento «uno de los principales de la provincia, por su bello templo con capillas, su alegre claustro, su agradable situación, su amena huerta, sus vi-ñas, sus aguas, sus estudios con cátedras de gramática, filosofía y teología y sus hijos esclarecidos en letras, celebridad y representación». Estas imágenes y recuerdos que con tanto detalle y viveza describe el antiguo alumno, evidencian la profunda huella que dejó en su espíritu el centro dominicano. Dedica Viera, además, un capítulo al «sistema de esta provincia domi-nica y de sus estudios, con el patronato general de ella». Del colegio de La Orotava dice que había «cuatro o cinco lectores y un regente». Acerca de las exigencias al profesorado, afirma que «para obtener las cátedras de vísperas en las casas de estudios, deben preceder dos oposiciones de teología y dos de filosofía... y los que han de obtener las jubilaciones y grados honoríficos de la provincia han de haber leído tres cursos (cada curso es de tres años) de filosofía y nueve de teología escolástica, dogmática, moral y expositiva, defen-diendo doce conclusiones públicas, que se sostienen antes en presencia de la comunidad, para que se vea si conviene su publicación». Añade el historia-dor que en 1761 se instituyó la cátedra de teología «de los Lugares Teológicos de nuestro obispo Cano, de manera que, debiendo tener los estudiantes teó-logos seis años de curso, se les explicasen en el primero los dichos Lugares Teológicos y en los cinco restantes toda la suma del Angélico Doctor». Fi-naliza Viera y Clavijo haciendo una loa de los discípulos eminentes y de los ilustres profesores de los colegios de la Orden de Santo Domingo: «El catálo- VISTA DE LA OROTAVA, TENERIFE INTERIOR DE LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA PEÑA DE FRANCIA. PUERTO DE LA OROTAVA, TENERIFE go de discípulos aprovechados que de estos claustros han salido para ocupar los más distinguidos empleos en la Iglesia y en la república es tan numeroso co-mo honorífico para la provincia, la que no se debe gloriar menos de los acredi-tados varones que han vestido su hábito en las Canarias que de todos los demás blasones que han ilustrado la orden de predicadores en varios tiempos»12. Por supuesto, que uno de los mejores discípulos aprovechados fue el autor de estas líneas, que al escribirlas estaba dando público reconocimiento y agradecimien-to. Aunque, al parecer, su asignatura preferida fue la Filosofía, podemos intuir por sus aficiones posteriores, que también la Gramática, los idiomas y la Moral fueron de su simpatía. Uno de los misterios que envuelve la vida de Viera y nos llena a todos de perplejidad, es la carrera y plan de estudios que tuvo, una vez finalizados los cur-sos del colegio de los dominicos. Sabemos que no acudió a ninguna Universidad ni obtuvo título alguno. El obispo Verdugo así lo declarará en un informe del que hablaremos más tarde: «No tengo entendido que haya seguido carrera en Universidad, ni que esté graduado, pero es de los sugetos de mejor talento y más instruidos que hay en estas Islas... además tiene una instrucción bastante exten-sa en materias eclesiásticas...». Nos extraña que sus padres no lo enviasen a alguna de las Universidades españolas, como sí lo hicieron con Nicolás, que se doctoró en Cánones, igual que otras familias canarias con sus hijos. En la de Sevilla, por ejemplo, estudia-ron en los años de juventud de Viera, entre 1745 y 1760, Lorenzo de Lugo y Viña, Marcos Arévalo y Luis Fernández de Armas, los tres de La Orotava, graduados en Teología, Cánones y Medicina, respectivamente; Antonio Vizcaíno, del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, licenciado en Teología; Manuel Antonio Ramos, de Tacoronte, licenciado en Cánones; Diego Miguel Acosta y Quintero, Carlos Yánez Barrios y Rafael José Ramos, naturales de La Laguna, doctor en Teología, bachi-ller en Medicina y doctor en Cánones, respectivamente. Y como natural de Cana-rias se cita a Baltasar Martínez Alarcón, licenciado en Cánones13. No sería, pues, JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 29 12 VIERA Y CLAVIJO, Joseph: o. c. , volumen II, cuarto tomo, libro XVIII, capítulos 28 y 36, pp. 755- 756 y 763-765. Melchor Cano fue nombrado obispo de Canarias en 1552, pero no vino a su Sede y renunció. Fue uno de los grande teólogos de Salamanca y en cuanto tal fue enviado por Carlos V al concilio de Trento (1551-1552). Murió en Toledo en 1560. 13 GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Adolfo Luis: «Los estudiantes canarios en la Universidad de Sevilla (1756- 1769)». IV Coloquio de Historia Canario-Americana (1980). Cabildo Insular de Gran Canaria, 1982, pp. 332-334. por falta de medios económicos, ni por falta de capacidad y amor al estudio del joven Viera. Hemos de pensar, más bien, que sería su precaria salud la que le impediría entonces desplazarse a la Península y establecerse durante varios años en alguna ciudad universitaria con las carencias a que estaban sujetos los alumnos en aquella época. Viera y Clavijo fue, pues, un autodidac-ta, que tuvo como universidad los libros, las tertulias y los viajes. 30 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ CAPELLANÍA Y ÓRDENES SAGRADAS Orientado al estado clerical, fue tonsurado y ordenado de Menores por el obispo Juan Francisco Guillén en la ciudad de La Laguna, en 1750. Tenía entonces dieciocho años. Este dato lo recoge Cioranescu sin citar la fuente. No es posible documentarlo porque los Libros de Órdenes del pontificado de Guillén se perdieron. Las Órdenes Mayores, por el contrario, sí están perfec-tamente documentadas, por lo que nos extraña que Cioranescu ignorase las fechas exactas de las tres Órdenes. Además, hay una contradicción, al pare-cer involuntaria, en lo relativo a la ordenación de sacerdote. Escribe don Ale-jandro: «En 1753 era clérigo subdiácono y capellán de una de las capellaní-as fundadas por miembros de su familia, que debía servirle de congrua para poder recibir las órdenes mayores, como de hecho las recibió, en Las Palmas de Gran Canaria, en fecha desconocida, pero poco posterior... Obtuvo la licen-cia para predicar cuando tenía treinta y dos años y aun no había sido orde-nado de presbítero...»14. Pensamos que este número [32] es una errata manual del propio autor o de imprenta y no afirmación consciente de Cioranescu, pues, como dije, se contradice con la expresión «poco posterior». Debe leer-se, por tanto, veintitres años, edad que tenía Viera cuando fue ordenado de diácono. Interesa detenernos en la capellanía patrimonial que su tío cura don José del Álamo y Viera, párroco de La Orotava, otorgó en su favor «para ayu-darle a la congrua que para sagradas órdenes se necesita...». Esta fundación se fundamentaba «en tres fanegadas de tierra sembradía que entre otras más tengo y poseo por mías propias, compradas a doña Ana Machado en lo alto de esta dicha villa donde nombran Los Frontones y pasada del monte real, libre de todos tributos, pensiones y cargas, tierra que linda por el naciente con camino que dicen de Chimoche y en poniente huerta de los religiosos agustinos de la misma villa, digo por abajo tierras de don Domingo Viera presbítero también mi hermano, por dicho poniente otras que me quedan, las 14 CIORANESCU, Alejandro: o. c., pp. XXIV y XXV. quales tres fanegadas desde luego le consigno al expresado mi sobrino para que sean suyas propias y disfrute enteraamente por los días de su vida en fuerza de este patrimonio y ayuda de congrua...». El padrinazgo de don José Antonio a favor de su sobrino y homónimo se pone claramente de manifies-to cuando expresa que «deseando como deseo el asenso a órdenes mayores de don Joseph Antonio Viera y Clavijo mi sobrino... que se halla de menores hábil y suficiente para dicho ascenso por haber fenecido sus estudios de Theología y cumplido la edad de veintiún años se me hace preciso el ayudar-lo... ». Este instrumento se formalizó en La Orotava ante el escribano público Cayetano Lorenzo Núñez el 13 de enero de 1753, compareciendo como tes-tigos don Domingo Viera presbítero, don [....] clérigo de menores y don Do-mingo Ginory Andueza vecinos de la dicha villa y del lugar de Santa Úrsula15. Viera fue ordenado de sacerdote a los veinticuatro años, la edad míni-ma exigida por el derecho canónico. No obstante, el obispo le concedió la licencia para predicar una vez ordenado de diácono, facultad propia de la dia-conía. A nuestro apreciado investigador y prolífero escritor Cioranescu le hubiese bastado con visitar el Archivo Diocesano de Las Palmas de Gran Ca-naria para conocer y publicar todos los datos de las ordenaciones de Mayores de Viera. En efecto, las tres las recibió en Las Palmas de manos del obispo 32 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 15 Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife: P. N. 3168, f. 213r-215r. Cayetano Suárez. DON JOSÉ ANTONIO DEL ÁLAMO Y VIERA fray Valentín Morán, en el oratorio del Palacio Episcopal. El 22 de diciembre de 1753 fue ordenado de Subdiácono «a título de capellán y patrimonio» de coro en la iglesia de Nuestra Señora de La Peña del Puerto de la Cruz, donde vivía con su familia. El diaconado lo recibió el 20 de septiembre de 1755 y el presbiterado o sacerdocio el 3 de abril de 1756, a los veinticuatro años de edad. Veamos todos los detalles en los expedientes y Libro de Órdenes: * Ordenación de Subdiácono (Epístola): 22 de diciembre de 1753, veintidós años. El expediente canónico se formalizó el 12 de octubre de 175316. Este expediente consta del decreto del obispo, una copia literal de la partida de bautismo, deposición de testigos e informe del párroco. El objetivo del mismo era asegurar la idoneidad del candidato y demostrar la buena fama y «limpie-za de sangre» de la familia. El obispo fray Valentín Morán convocó Órdenes Generales para los días 21 y 22 de diciembre de 1753, Témporas de Santo Thomás Apóstol17. Como era su costumbre, se celebraron en el Oratorio del Palacio, en la ciudad de Las Palmas. El día 22 fueron ordenados los subdiáconos, 31 en total: diez seculares, cinco dominicos, ocho franciscanos y ocho agustinos. Entre los pri-meros se menciona a: DN. JOSEPH DEL ÁLAMO Y VIERA, A TÍTULO DE CAPELLÁN Y PATRIMONIO, NATURAL DEL PUERTO DE LA OROTAVA (FOLIO 25 V.). Anota el secretario los apellidos del padre del ordenado y su lugar de residencia, el Puerto de la Orotava o de La Cruz, no el de su nacimiento que fue «Realejo de Arriba». * Ordenación de Diácono (Evangelio): Sábado, 20 de septiembre de 1755, veintitrés años. En las Témporas de septiembre de 1755 fray Valentín Morán confirió Órdenes en la Capilla de su Palacio: el día 19, viernes, Órdenes Menores y el JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 33 16 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Expedientes de Órdenes. Nº 6155; consta de diez hojas. 17 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Libro de Asentamientos de las Órdenes que se han de celebrar en el tiempo del Pontificado del Ilmo. y Rvmo. Sor. Dn. Fray Valentín Morán, obpo. de estas Islas, que se irán apuntando sucesivamente como se celebrasen. Folios 24 a 27. día 20, sábado por la mañana, Órdenes Mayores18. De diácono ordenó a trein-taiún candidatos: once seculares, tres dominicos, dieciséis franciscanos y un agustino. Los tres primeros de la lista son éstos: ––Don Dámaso Quesada, Realexo de Arriba ––Don Miguel Joseph Camacho, Palma ––Don Joseph del Álamo y Viera, Pto. de La Orotava Los libros y documentos de los archivos, a veces, nos revelan datos y noticias sorprendentes. Así en el citado Libro de Órdenes del Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas, vemos que don Dámaso Quesada y don José Antonio del Álamo Viera recibieron juntos el subdiaconado y diaconado. Ambos habían nacido en Los Realejos, fueron ordenados de Epístola y Evangelio en la misma ceremonia, tenían la misma afición por los estudios de historia, viajaron a Roma años más tarde, pero, al parecer, no mantuvieron buenas relaciones. Don Dámaso de Quesada y Chaves fue autor de una Historia de Canarias inédita, que Viera desconoció o ignoró, pues no la cita en su obra. El manuscrito de Quesada, que se con-serva en la Biblioteca Nacional y está datado hacia 1765, se titula Canaria Ilustrada y Puente Americhano situado en las Afortunadas 7 yslas de Canaria... Compuesta por D. Dámaso de Quezada y Chaves Diácono natu-ral de la de Tenerife que la dedica y consagra. Existe una copia amplia-da y mejorada en el archivo de la iglesia de Santiago y Monserrat de Roma. La escribió don Dámaso en 1770, siendo sacerdote. Además, es autor de un episcopologio canario y del mapa titulado Plan de las Afor-tunadas Islas del Reyno de Canarias y la isla de San Borondón. Quesada ha sido considerado por algunos críticos como cronista y no como histo-riador19. Una vez ordenado de diácono, el Obispo le dio licencias para predicar en su parroquia «Nuestra Señora de la Peña» del Puerto de la Cruz. Durante 34 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 18 Ídem: folio 37 v. 19 En el otoño de 2005, los investigadores don José Antonio Cebrián Latasa y doña María Rosa Alonso polemizaron en la prensa sobre este asunto. El Día, 18 de septiembre de 2005, 2 de octubre de 2005, 9 de octubre de 2005. Diario de Avisos, 19 y 20 de octubre de 2005. Recientemente ha estudiado la vida y obra de Quesada y Chaves el investigador don Juan Tous Meliá en un expléndido artículo publicado en El Día con el título «Dámaso Quesada y Chaves. Plan de las Afortunadas Islas del Reino de Canarias», el 7 de abril de 2007. los seis meses y veintitrés días que ejerció la diaconía, Viera demostró ser un buen predicador. Así lo declarará el cura párroco, don Diego Nicolás Rocha y Rivas, en el informe del expediente para la ordenación sacerdotal, con estas escuetas palabras: «...en virtud de lo bien que se ha portado en los sermones...». * Ordenación de Presbítero (Misa): sábado, 3 de abril de 1756, 24 años. El expediente de ordenación sacerdotal se tramitó a finales de febrero y principios de marzo de 1756. Este expediente es más sencillo que el anterior, pues sólo se informa del comportamiento del clérigo aspirante al sacerdocio. Los testigos fueron cuatro sacerdotes que ejercían el ministerio en el Puerto de la Cruz, a saber, José Alejandro Oropesa, Tomás Álvarez del Pino, José Manuel Oramas y Lucas Martínez Ravelo. Estos dos últimos manifiestan conocer a José Viera «desde su infancia». Todos coinciden en señalar «que el susodicho había ejercitado las Órdenes que tiene en la Parroquia de este expresado lugar y en ella ha acudido con gran puntualidad a las Horas, Oficios Divinos, Procesiones y demás festividades que han ocurrido, y que también ha frecuentado los Santos Sacramentos... que también les consta cómo el mencionado ordenante es virtuoso, honesto, recogido, de buena vida, fama y costumbres, no tablajero, jugador, pendenciero ni amancebado, ni tampoco se halla excomulgado, sus-penso, irregular, ni padece defecto ni deformidad alguna en miembros, ni se ha reconocido tenga alguna falta que le impida las Órdenes que pretende, y es muy cierto que en la referida Iglesia de donde es parroquiano hay gravísima necesidad de clérigos para el servicio del Culto Divino... el dicho así de día como de noche, ha traído y anda con hábito modesto, decente y compuesto, y que no pasea armado de noche, ni en músicas ni otras cosas ha dado escándalo en su modo de proceder». (Da fe de estos testimonios el notario Jerónimo Nicolás Sánchez de la Torre)20. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 35 20 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Expedientes de Órdenes. Nº 6220. Año de 1756, 7 de febrero. José de Viera y Clavijo. Presbiterado. FRAY VALENTÍN, OBISPO DE CANARIAS Por su parte, el párroco don Nicolás Rocha y Rivas certifica «que el pre-tendiente don Joseph Viera y Clavijo Diácono, es sujeto idóneo para obtener el Sagrado Orden del Presbiterado... por constarme su ciencia, prudencia y buenas costumbres; y por la gran falta que hay de Confesores seculares en esta Parroquia me parecía podría Su Sría. Ilma. precediendo el examen correspondiente conferirle jurisdicción para administrar el Santo Sacramento de la Penitencia en esta próxima Pascua, como también la licencia de predi-car la Doctrina a el Pueblo en virtud de lo bien que se ha portado en los ser-mones que ha predicado de licencia de Su Sría. Ilma... Puerto, Marzo 8 de 1756». Es evidente que el cura párroco tenía en muy buena consideración y estima al joven diácono, de tal modo que ya cuenta con él para el tiempo pascual como confesor y predicador, una vez ordenado de presbítero. Poco tiempo duraría la colaboración de Viera con el cura del Puerto de La Cruz, pues al año de ser ordenado de sacerdote, se trasladó con su familia a la ciu-dad de La Laguna, para desconsuelo de aquél. En los primeros días del mes de abril de 1756, fray Valentín Morán cele-bró «Ordenes de Lázaro» en la capilla de su Palacio de Las Palmas21. El vier-nes día 2, por la tarde de prima y grados y el sábado día 3, por la mañana, de presbíteros. Entre los ocho seculares ordenados de Misa, estaba José Viera. Esta es la lista, tal como aparece en el Libro de Órdenes: Don Joseph Toledo, vecino de Palma. Don Mathías Clavesana, vecino de Santa Cruz. Don Joseph Viera, vecino del Pto. de La Orotava. Don Francisco de la Santa Ariza, vecino de La Laguna. Don Francisco de la Cruz Martínez, vecino de Daute. Don Pedro Ojeda Martel, vecino de Vega (Santa Brígida). Don Miguel Camacho, vecino de Palma. Don Domingo Muñoz, vecino de La Laguna. 36 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 21 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Libro de asentamiento de las órdenes que se han de celebrar en el tiempo del Pontificado del Ilmo. y Rvmo. Sor. Dn. Fray Valentín Morán, obpo. de estas Islas...; folios 40 r. y v. En esta ocasión se cita a nuestro personaje con el segundo apellido de su padre, que será el habitual a partir de entonces. El día de la ordenación tenía José Viera veinticuatro años, tres meses y siete días. Veinte años más tarde, cuando editaba su Historia General de las Islas de Canaria, Viera dedi-ca un capítulo extraordinariamente elogioso al obispo fray Valentín Morán, que le había impuesto las manos y consagrado como subdiácono, diácono y sacerdote, del que extraemos algunas frases: «...amantísimo de la paz, todo lo sacrificaba a esta virtud, que por eso no tuvo ningún pleito en todo el tiem-po de su largo pontificado, manteniendo la más ejemplar armonía con su cabildo y demás cuerpos de la magistratura... Arregló su familia con la mayor edificación. Su mesa fue siempre frugal, pues no quería que se sirviesen en ella». manjares delicados, diciendo que con lo que en día gastaba un regalón se podría mantener ocho o diez pobres... Dejó por herederos a los pobres de su Obispado de Canarias, de quienes había sido padre; y esta misericordia con los necesitados, que fue su principal virtud, su pasión y distintivo, será también su elogio». En el Puerto de La Orotava, donde había iniciado el ministerio de la predicación como díácono y sacerdote, tuvo el joven Viera el primer disgusto con el Tribunal de la Inquisición. Había sido invitado a predicar en el conven-to de San Francisco con motivo de la fiesta de San Antonio de Padua, el 13 de junio de 1756. Una expresión laudatoria al santo fue considerada indiscre-ta por el padre dominico fray Antonio Peraza, quien le delató al Santo Oficio. La Inquisición, previo informe del calificador don Alonso Falcón de Alarcón, dictó fallo por el que se le reprendía privadamente y se le apercibía de priva-ción de licencia de predicador en el caso de reincidencia. Viera no se resig-nó a que su honor y relación de méritos quedasen manchadas, y elevó al Tribunal un escrito de defensa donde pone de manifiesto su autoestima, su inteligencia y su argucia dialéctica. Por ello, lo transcribimos íntegramente: El prurito que ha producido en el público la delatación al Santo Tribunal de un sermón que dixe a S. Antonio de Padua el día 13 del últi-mo Junio, hecha por padre dominicano, de la qual él mismo no se ha embarazado en manifestarse autor, me hace tomar la libertad de poner mi dolor en las manos de V. S. lisonjeándome que no enojará a V. S. una representación que se me figura justa. Yo no puedo pensar sino que la vehemente melancolía que muchos años há padece el que suena ser delator, o bien algún linage de desafección azia mi persona, es quien lo ha inducido a hacerme passar por el desayre más sensible para un cathó- JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 37 lico. No estoy yo tan essento de que mi ignorancia o inadvertencia me pudiera precipitar a alguna expressión mal sonante, o no bien explicada; pero en la proposición que el delator abiertamente me ha atildado, por más que la reflexiono no hallo el lutheranismo que él dice que le ha hallado. La proposición es ésta: «que San Antonio excedió las comunes medidas que para formar los Santos tuvo la Santísima Trinidad, porque S. Antonio es un santo de más de marca». Ya ve V. S. quanto más tiene de anti-luterana que de luterana. Yo no miro aquí vulnerado ni nuestro libre alvedrío, ni la ciencia de Dios, ni la razón de causa primera, ni nin-gún otro atributo divino pues, en sustancia, sólo es una devota pondera-ción que hace a San Antonio de más estatura que el común de los demás Santos: concepto tan trivial como el non est inventus similis illi. Yo no me puedo hacer más concisa ni más viva apología que decir a V. S. la fuen-te de donde bebí el motivo de aquella especie. Entre unos apuntes hechos por el Dr. D. Joseph Viera, beneficiado que fue de la villa de La Orotava, en que solía compilar las mejores especies que había oído en el púlpito a hombres doctos, está un apunte de un Sermón de la Concep-ción predicado por el P. Mr. Déniz, dominicano, sugeto de mucho carác-ter en la república literaria. Este grande hombre vertió la proposición que se me nota aún con visos de más delicada; y fue: que la Concepción de María, siendo idea de la Trinidad Ssma. salió obra tal, que excedió a la divina idea. Assí, Señor, yo no puedo tener mayor gusto que oponer a un dominicano otro dominicano mayor. Pero todos estos abonos de mi con-ducta son ociosos, quando ya considero mi cartapacio en manos del Santo Tribunal, que con el juicio y madurez que practica, o declarará libre de sospecha mi sermón, o me dará la correspondiente corrección, que sabré abrazar como fiel hijo de la Sta. Iglesia Romana; aunque sea ociosa esta representación a la justificación de S. Sª., passe a lo menos por desahogo de quien se siente herido por la más delicada parte de su corazón. Con todo el cual ruego a nuestro Señor guarde a V. S. muchos años. = Puerto de La Orotava de Tenerife y Agosto 7 de 1756 = Joseph Antonio Viera y Clavijo. 38 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ SACERDOTE Y PREDICADOR EN LA CIUDAD DE LA LAGUNA: 1756-1770. SECRETARIO DE LAS CONFERENCIAS MORALES: 1766-1767 Afinales de 1756, Viera pasó a vivir con su familia a la ciudad de La Laguna. Destacó en estos primeros años de sacerdote como gran predi-cador y buen moralista, al mismo tiempo que frecuentaba la Tertulia de Nava, lugar de encuentro y debate de los intelectuales de la isla. El vicario de la ciu-dad informó al obispo de sus prendas oratorias en estos términos: «En quan-to a sus sermones debo decirle que le oído algunos, y me han parecido edi-ficantes y de una moral sana y limpia: Él se propone unos asuntos llanos, sobre los que discurre por puntos con erudición, y en un estilo y méthodo natural y agradable. En efecto, él predica con general aprobación de los hom-bres inteligentes, y el resto del auditorio le oye con admiración y provecho ¡Ojalá en las islas se estableciera su método de predicación!». En sus «Memorias» reconoce la evolución que él mismo realizó en el género de la oratoria, pasando del estilo meramente retórico y vacío al impor-tado de los púlpitos franceses, más culto y con contenido. Su declaración en tercera persona es, a la vez, sincera en la autocrítica y autocomplaciente con sus innovaciones. Dice así: Aunque cuando la empezó [la carrera de predicador] se acomodó por desgracia a aquel género de oratoria estulta que dominaba a la sazón en las islas, y aun en toda España, fue luego el mismo D. José de Viera el primero a quien en Tenerife debió el púlpito su reforma, su decoro y su dignidad; porque versado ya en la lectura de los más célebres orado-res franceses, se empeñó en imitarlos y en desterrar aquel abuso, hijo de una autorizada ignorancia, no sin aceptación y edificación general, como lo certificaron después bajo juramento los párrocos de La Laguna... Des-de entonces, adquirió en Tenerife los créditos de predicador sobresalien-te, a quien se encomendaban los sermones de las festividades más ruido-sas: cuaresmas, octavarios, novenarios, pláticas, etc., y esto por el dilatado espacio de dieciséis años, en diferentes iglesias de aquellos pueblos, pa-sando de ciento cuarenta los sermones que pronunció... Desconocemos a qué parroquia estaba adscrito y si ejerció algún minis-terio sacerdotal con nombramiento del obispo, además de su capellanía. Lo cierto es que fue nombrado secretario de las conferencias morales para el clero, conservándose en el Archivo Diocesano de Las Palmas los «Extractos de las Conferencias Morales del Clero de La Laguna sobre casos de concien-cia y ritos desde el mes de septiembre de 1766 hasta diciembre de 1767 cele-bradas en la sacristía de la iglesia de Los Remedios...». Las Actas, que se com-ponen de dieciséis hojas, están firmadas así: «Secretario, doy fe (rúbrica) José Antonio Viera y Clavijo»22. Viera recogió con precisión los contenidos, deba-tes y conclusiones de dichas conferencias. Tenía entonces treinta y seis años de edad. No obstante, estos Extractos corresponden al segundo ciclo de dichas conferencias, pues en los años sesenta y cuatro y sesenta y cinco debió celebrarse el primero. Lo sabemos por el informe anteriormente reseñado que el Vicario de La Laguna envió al obispo el 1 de septiembre de 1765. En dicho informe se elogia su actuación como Secretario de las Congregaciones Morales del clero, «cuyo encargo desempeña con acierto, como V. I. habrá visto por las copias de las Actas que él ha trabajado, y puesto en marcha». 40 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 22 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Conferencias Morales en Statu clericorum, caja 4. ERNEST GOUPIL Y EMILE LASSALLE: VISTA DE LA LAGUNA. LITOGRAFÍA. 1833 Las Conferencias fueron instituidas por el obispo don Francisco Del-gado y Venegas (1761-1768) el 8 de diciembre de 1763, cuyas materias serían los «casos de conciencia, sagrados ritos, y ceremonias». Comienza el prelado elogiando las cualidades intelectuales de los diocesanos y eclesiásticos cana-rios para a continuación insinuar que son inclinados a la pereza, todo dicho con suma delicadeza, muy propio de sus modales cortesanos: Luego que la Divina Providencia, por sus incomprehensibles dispo-siciones, nos destinó tan sin méritos propios, al Gobierno Pastoral de esta escogida porcion del revaño de Jesucristo, Pastor eterno de toda la Cathó-lica Iglesia, tuvimos la complacencia de empezar a tratar algunos de nues-tros amados diocesanos, observando en ellos un ingenio y disposición, que los hacen capaces de adquirir con facilidad la erudición que requieren los estados o empleos que les cupieren en suerte. En este primer dictamen nos confirmó la mayor experiencia, que después de nuestra llegada a las islas hicimos, especialmente de los eclesiásticos; pero al mismo tiempo nos condolió, que siendo tan fértil el campo, dejase de producir por falta de cultivo, aquellos frutos, que nos prometimos desde lejos. Bien conocemos, que es inclinación general de nuestra flaca y devil naturaleza, huir del tra-bajo y tener el ocio por felicidad, y que como nuestros isleños son hom-bres, no es extraño que participen de esta común flaqueza. El objetivo de las Conferencias era claro: la instrucción del clero para que puedan ejercer el misterio con la debida preparación y competencia. «Quien se ordena, afirma el obispo, contrae obligación de servir a la Iglesia como ministro interior de ella, de asistir y hacer las funciones sagradas, de ejer-cer los actos propios del Orden que recibe, y si es el de el Sacerdocio, de cele-brar arregladamente el Sacro sancto sacrificio de la Missa, con ciencia bastan-te para saber lo que haze, cómo lo ha de hazer, y cómo se ha de portar en tanta variedad de casos y defectos como pueden ocurrir y se experimentan cada día, no sin grave irreverencia de tan altos misterios y ofensión de los fie-les por la ignorancia y atrevimiento de los Ministros». Y sobre la necesaria ins-trucción de los Confesores, apostilla, «se necesita de mucho estudio, y que para conservarla es preciso no dejar los libros de las manos; es tanto lo que hay que saber de Moral, que solo se conoce cuando más se estudia». Delgado y Venegas se extiende después en argumentar estos principios con innumerables citas bíblicas, conciliares, de los Sumos Pontífices y de los obispos españoles, para luego dar las normas detalladas y concretas para la JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 41 FRANCISCO CASAS: RETRATO DE FRANCISCO DELGADO VENEGAS, OBISPO DE CANARIAS. SIGLO XVIII. CATEDRAL DE CANARIAS celebración de las Juntas en las islas. Primeramente señala los lugares en los que se darían las conferencias. Para facilitar las mismas propone varias alter-nativas: En esta capital se tendrían las Juntas en la hermita de S. Antonio Abad. En las demás ciudades o lugares en que huviere dos o más parro-chias se tendrán alternativamente, una en la sacristía, o en una capilla de una de las parrochias, y otra en la de otra, empezándose el turno por la que tuviere el Beneficiado más antiguo del pueblo. Y donde huviere una parrochia sola, se tendrán las Juntas en la sacristía o capilla de ella, o en casa del Vicario si le hay en el pueblo, o del Beneficiado o Cura más anti-guo, habiendo comodidad para ello y no teniendo reparo los concurren-tes. Lo dicho se entiende de los lugares en que haya por lo menos cua-tro eclesiásticos... Luego habla del presidente y del secretario de las Juntas. En la capital (ciudad de Las Palmas, sede del obispado) el presidente será el provisor y en los demás lugares el vicario si lo hay o el beneficiado más antiguo. Pero, sin duda, recaerá sobre el secretario el mayor trabajo y responsabilidad de las congregaciones. Mientras que para la capital y sede episcopal (Las Palmas), el obispo designa a una persona determinada, don Felipe Alfaro, en los de-más lugares correrá a cargo del presidente o prefecto su nombramiento «en nuestro nombre, ínterin que Nos, o nuestro provisor no hagamos otro nom-bramiento ». Para que nos percatemos de la tarea que el vicario de La Laguna en cuanto presidente, encomendó al sacerdote Viera y Clavijo al nombrarle secretario, es preciso conocer las funciones señaladas al secretario en el decreto del obispo: Medio quarto de hora antes de empezar la conferencia, será del cargo del Secretario cuydar que se haga señal con la campana de la parrochia respectiva, y al punto fixo de la hora señalada se juntarán todos en el sitio dispuesto para la congregación. A un lado de la mesa se sentará el Secretario, que tendrá consigo la lista de todos los que componen aquella junta, tintero con todo recado de escribir y papel, y un libro o cuaderno grande cosido, en el que se es-crivirán los casos de la conferencia, y lo que se resolviere sobre ellos. Y este libro o cuaderno lo costearán los congregantes, a lo que ninguno se po-drá escusar por pobreza, pues su costo se reduce a una docena de plie-gos de papel, que quando más le podrá corresponder a cada uno al año. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 43 Antes de empezar tendrá el Secretario preparadas cédulas, con los nombres de todos los componentes a ella, inmediatamente que se acabe el capítulo del Concilio o Sínodo, las leerá una a una, y delante de todos las meterá en una urna o bazo, las meneará bien y se sacará una de ella por suerte, y al que le tocare, propondrá el punto primero, le explicará y fundará la respuesta y solución... Será obligación del Secretario escrivir en el libro el día, hora y lugar de cada conferencia, los que asistieron a ella, los puntos que se trataron, y la última resolución que dictare el Presidente o el que se encargare de ella todo brevemente, y lo firmará de su nombre. Y en la lista de los con-currentes notará el Secretario, con aprobación del Presidente los que han faltado a aquella conferencia, quiénes con causa legítima y quiénes sin ella, y lo firmarán ambos. El Presidente tendrá gran cuidado con que el Secretario sea mui puntual y fiel en su oficio, y de los defectos o faltas en que incurriere, remediándolas por si se puede, y dando cuenta a nuestro Vicario o a Nos en derechura hasta que se consiga el remedio. El oficio de Secretario pide una gran fidelidad, porque a los libros que corren por su mano y ha de guardar, y a las certificaciones que diere de lo que constará en ellos, por mandato nuestro o de nuestro Provisor, de los que han asistido, su frecuencia, aplicación y aprovechamiento, se les ha de dar fe y servir de mucho para los informes, que en las vacantes de piezas Eclesiásticas hiciéremos al Rey nuestro señor y a la Real Cámara para facilitar o dificultar las pretensiones de los que deseen orde-narse, para las propuestas a los Beneficios vacantes o que vacaren, para el nombramiento de Curas, para las licencias de decir Misa y Confesar, y para todo lo que tengamos arbitrio; pues atenderemos y preferiremos a los que se distingan en la asistencia y aprovechamiento, y para lo contra-rio tendremos presentes a los ociosos y omisos. Por tanto, el Secretario, luego que se le nombre, jurará en toda forma ante el Presidente hacer bien y fielmente su oficio, y este juramento se escrivirá en el libro de las conferencias, y lo firmará el Presidente y Secretario. Cada quatro meses se dará cuenta puntual firmada del Presidente o Secretario a nuestro Vicario del partido respectivo de todo lo que se ha obrado en las juntas, y de los que han asistido o faltado, y por qué cau-sas, como también de los que más se esmeren en la aplicación y trabajo y más adelanten en las materias, y el Vicario sin pérdida de tiempo nos remitirá originales estos documentos, o a nuestro Provisor para nuestro gobierno. 44 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Este cúmulo de tareas y responsabilidades exigidas al secretario, eviden-cian que el buen funcionamiento y los buenos resultados de las conferencias dependían en gran medida del buen hacer del mismo. Sobre él recaía el peso de la organización y desarrollo. La lectura que hacemos del nombramiento de Viera como secretario de las conferencias celebradas en la parroquia de Los Remedios de La Laguna, nos lleva a la conclusión de que era muy estimado por las autoridades eclesiásticas y por el clero, en cuyo presbiterio estaba ple-namente integrado. Su pertenencia y dedicación a la Tertulia de Nava no ha de suponer que estaba alejado o ajeno a su estado clerical. Todo lo contrario, en aquellos tiempos ilustrados era bien visto por la mayoría de sus compañeros y por la jerarquía. No faltaron, con todo, críticas y acusaciones por su trato asi-duo y afectuoso con los seglares y modales espontáneos e informales, como sus burlas y carcajadas. Se le acusó, sobre todo, de haber promovido o contribuido en el libelo contra fray Juan de Ocampo, regente dominico. Pero el vicario se encargó de deshacer todas las imputaciones, después de escuchar al interesa-do. Sobre el famoso libelo Viera declaró rotundamente que era una calumnia y el vicario en sus propias indagaciones así lo constató, pues el verdadero autor había sido el Marqués de San Andrés, uno de los nobles promotores y mante-nedores de la Tertulia. Precisamente, al hablar de ésta, el vicario aprueba la asis-tencia y participación de Viera en la misma, apostillando «ser uno de las muchas personas distinguidas que concurren algunos ratos de noche en las casas de los Marqueses de Villanueva del Prado y de la Villa de San Andrés...». Finalmente, para conocer mejor la faceta humana de nuestro personaje, nos sirve este enjundioso párrafo del vicario23: Sobre sentarse en las iglesias con seglares, registrar con anteojito, dar risadas y disfrazarse de seglar, me remito a sus respuestas porque todo me consta; y añado que también me consta tan corto de vista que algunas veces ha pasado cerca de mí y no me ha saludado porque no me ha conocido; y que la configuración de su semblante lo hace despierto y festivo, de modo que a todos habla con aire de risa, y de aquí habrán tomado motivo para acusarle de demasiado risible. Viera en su Historia de Canarias hace buena memoria del obispo Delgado y Venegas y de las Conferencias por él instituidas, de las que tenía cabal conocimiento y experiencia: JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 45 23 Agradezco a don Juan Carlos Arencibia Suárez la deferencia de facilitarme el texto de este informe. LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DEL MARQUÉS DE VILLANUEVA DEL PRADO Y SUS HIJOS DON ANTONIO Y DOÑA FRANCISCA. 1798. COLECCIÓN PARTICULAR, TENERIFE Visitó con admirable diligencia la diócesis, fomentó el estudio de la sana moral, disciplina y ritos eclesiásticos, estableciendo en las parro-quias las conferencias entre los respectivos cleros, señalando en una docta pastoral el método, el lugar, el tiempo y aun los asuntos, y hacién-dose dar cuenta cada tres meses de las resoluciones, del número de asis-tentes y de aprovechados. Examinó la suficiencia de los sacerdotes y con-fesores y les intimó la asistencia a los oficios divinos y coro en los domin-gos y festividades más solemnes. Ejerció con magnificencia sus funciones episcopales, aunque casi no predicó. Contribuyó a la fábrica y adorno de los templos. Repartió abundantes limosnas, amó la paz... anuncios todos de la futura grandeza y altas dignidades a que la providencia le iba des-tinando en el silencio de nuestras islas y a que ellas con suma compla-cencia le vieron elevado, siendo el primero de sus obispos que pasó a ser su metropolitano y a resplandecer en la iglesia con la púrpura de carde-nal y otros singulares honores. Viera acierta cuando afirma que Delgado fue el primer obispo de Cana-rias que pasó a ser metropolitano o arzobispo de Sevilla, pero se equivoca en lo referente a que fue el primer cardenal de la nómina de nuestros prelados, pues el primer obispo de Canarias revestido de la púrpura cardenalicia fue don Pedro Fernández de Manrique en 1538, siendo obispo de Córdoba, como demostró Rumeu de Armas y nosotros recogimos en nuestro episcopologio con nuevos datos y documentos24. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 47 24 RUMEU DE ARMAS, Antonio: Mar y Tierra. Artículos de prensa 1946-1999. Gobierno de Canarias, 2003, pp. 495-496. 23 ––CAZORLA LEÓN, Santiago Y SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos de Canarias y Rubicón. Eypasa. Madrid, 1997, pp. 93-95 y 313. ISIDRO CARNICERO: RETRATO DE DON JOSE VIERA Y CLAVIJO CON EL SEUDÓNIMO DE DON DIEGO DÍAZ MONASTERIO. GRABADO. 1780 BIBLIOTECA MUNICIPAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE VIERA, ESCRITOR ECLESIÁSTICO Y PREDICADOR EN MADRID 1770-1784 Pocos datos hay de su vida religiosa durante su estancia en Madrid y sus viajes por Europa. Una época que abarca desde 1770 a 1784. En su apo-geo literario, afirma Francisco Rodríguez Batllori, «no olvidó Viera su condición sacerdotal. Escribe un tratado sobre materia eclesiástica, el Hieroteo, con-sagrado a los antiguos honores y derechos del presbiterado. Destaca, sobre todo, en ese trabajo, su erudición canónica, y no faltan cierto espíritu galica-no y un mal disimulado desprecio de los grados académicos, extremo éste que algún crítico ha querido atribuir a despechos e insatisfacciones del autor. La obra es, en todo caso, una muestra del respeto que a Viera le merecían la litur-gia católica y el estado sacerdotal». El mismo autor habla de los sermones predicados por el escritor en la Corte: Cuatro sermones importantes predicó Viera durante su permanen-cia en Madrid. Dos de ellos alcanzaron una singular resonancia por las fechas litúrgicas y los lugares en que fueron pronunciadas. A instancias del Real Consejo de Hacienda y con asistencia de este alto organismo, predicó en la iglesia de San Cayetano, el viernes de Pasión del año 1783. Como consecuencia del general elogio que mereció esta oración religio-sa, unos meses más tarde, el domingo de infraoctava del Corpus, ocupó de nuevo la sagrada cátedra en la iglesia del Real Convento de la Encarnación, donde el 27 de julio de cada año el pueblo de Madrid con-templa el renovado prodigio de licuación de la sangre de San Pantaleón. Su bien cimentado prestigio había convertido a Viera en una de las más relevantes figuras intelectuales de la Corte de Carlos III. Su oratoria había logrado ya definitivamente ese tono personal que la legitima y solidifica, como un saldo final de anteriores experiencias, y conquistando la matriz tradicional española heredada de los Ávilas y los Granadas, adaptada a las fermentaciones dialécticas y a los hábitos mentales de la época25. 25 RODRÍGUEZ BATLLORI, Francisco: Viera y Clavijo periodista y orador. Las Palmas de Gran Canaria, 1991, pp. 85 y 87. CLAUDIO ROY Y JUAN MARÍA DELLE PIANE: RETRATO DE CARLOS III. GRABADO. SIGLO XVIII COLECCIÓN PARTICULAR VIERA EN EL ARCHIVO VATICANO 1780 Sabemos que en su viaje a Roma de 1780, Viera visitó el Archivo Secreto Vaticano y consiguió copias autentificadas de las principales bulas funda-cionales de la diócesis de Canarias [1404-1496]. El cuaderno que se conser-va en el Archivo de la catedral de Canarias está sin encuadernar y tiene este epígrafe: «Quince Monumentos sacados del Archivo Secreto Vaticano y del de la dataría Apostólica, pertenecientes a la santa Iglesia Rubicense y Canariense, desde los años 1404 hasta el de 1496: copiados los unos por el Sr. Abate Mari-no Zampini y el Sr. Pedro Conoscenti y los otros por el Sr. Felipe Lanzón, sus archiveros; de orden del Eminentísimo Cardenal Palavicini, Secretario de Estado de Ntro. Santo Padre Pío VI; a instancias del Excelentísimo Sr. Duque de Grimaldy, Embajador de Su Majestad Católica en Roma; y a súplicas y expensas de Dn. Joseph de Viera y Clavijo, residente en aquella Corte año de 1780»26. Es evidente que Viera puso especial interés en conseguir copias de estos importantes documentos, procurando incluso la influencia del embaja-dor de España ante la Santa Sede. En ese año, nuestro historiador estaba trabajando en el tomo IV de su Historia que trataba casi exclusivamente de la historia de la Iglesia de Canarias, por lo que aquellos «monumentos» del Vaticano eran imprescindibles. Tan imprescindibles que gracias a ellas pudo corregir anteriores errores sobre la fundación del obispado del Rubicón. Así lo expresa él mismo en el apartado 8 del libro XVI titulado «Bula de erección del obispado del Rubicón», lo que pone de manifiesto su constancia en la investigación y su capacidad de autocrítica. Estas son sus palabras textuales: Hasta ahora sólo teníamos algunas noticias confusas de estas cosas, las cuales nos habían inducido a error; pues, aunque es cierto que se decía que en un libro intitulado de Recibimientos de la catedral de Canaria se hacía mención de aquella bula, nadie la había encontrado, ni era fácil apear las dudas que parecían opuestas a su autenticidad. Éstas cesaron ya. Debo por fortuna una copia de dicha bula del antipapa Benedicto que empieza: Romanus Pontifex, a la diligencia del señor 26 Archivo secreto de la Catedral de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria. QUINCE MONUMENTOS... ARCHIVO DE LA CATEDRAL DE CANARIAS JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 53 abate Zampinri, quien, de orden del eminentísimo cardenal Palavicini, secretario de estado de nuestro Santo Padre Pío VI, y a súplica mía en Roma, donde me hallaba el año pasado de 1780, la sacó del archivo secreto del Vaticano. De este mismo archivo y de la dataría Apostólica se han trasuntado otras diversas bulas, breves y noticias pertenecientes a las antigüedades eclesiásticas de Canarias, durante el siglo XV, monumentos casi todos desconocidos, todos curiosos y todos dignos del mayor aprecio para los verdaderos amantes de la historia»27. De los otros documentos sacados del archivo Vaticano, Viera habla en los capítulos siguientes. El tomo IV de la Historia de Canarias lo acabó Viera en 1783, un año después de la obtención de la prebenda de Arcediano de Fuerteventura en la catedral de Santa Ana. 27 VIERA Y CLAVIJO, José: o. c. , tomo II, pp. 463-464 CATEDRAL DE SEVILLA TESORO DE LA CATEDRAL DE SEVILLA EL CABILDO DE LA CATEDRAL DE CANARIAS Y SUS ESTATUTOS Para que situemos adecuadamente a Viera en su Dignidad de Arcediano de Fuerteventura, conviene que hablemos aunque sea someramente del cabil-do catedralicio de Canarias,la segunda institución más antigua de las Islas Canarias, tras la diócesis Canariense-Rubicense. Ésta fue erigida el 7 de julio de 1404 por el papa Benedicto XIII. El cabildo eclesiástico el 13 de febrero de 1431 por el papa Eugenio IV28. No obstante, antes de esta fecha ya exis-tían en la catedral de San Marcial del Rubicón un deán y un arcediano. El obispo era entonces el jerónimo fray Fernando Calvetos. Aunque el traslado de la catedral al Real de Las Palmas, en la isla de Gran Canaria, había sido ordenado por el referido Eugenio IV el 25 de agosto de 1435, no se hizo efec-tivo hasta 1483, siendo obispo Juan de Frías. Este prelado hizo los estatutos del cabildo en Sevilla el 22 de mayo de dicho año, tomando como modelo los de aquella catedral metropolitana29. Las constituciones de los referidos estatutos recogen con claridad la composición del cabildo. Los artículos ter-cero y cuarto dicen: 3. [al margen: treynta prevendas] Primeramente acerca de el número de las Prevendas, que sean treynta entrando en ellas estas Dignidades siguientes: Deán, Arcediano, Chantre, Thesorero, Maestro escuela y Prior; que sean seis Prevendas y diez y ocho Canonjías y las seis Prevendas que restan sean repatidas en doze Racioneros a media canonjía cada uno = 4. [al margen: Dos Dignidades más] Iten que aya más dos Dignidades, una de Fuerteventura y la otra de Te-nerife. Porque plega a Dios deladar a los cristianos = Iten que las Dignida- 28 NIETO CUMPLIDO, José: «Aportaciones a la biografía de Francisco de Moya». IV Coloquio de Historia Canario-Americana. Casa-Museo Colón. Las Palmas de Gran Canaria, 1980; tomo I, pp. 210-215. 29 CAZORLA LEÓN, Santiago: Historia de la Catedral de Canarias. Real Sociedad Económica de Amigos del País. Las Palmas de Gran Canaria, 1992, p. 26. 56 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ AGUSTÍN FRANCISCO LEMAITRE: VISTA DEL BARRANCO DE GUINIGUADA Y LA CATEDRAL DE CANARIAS. GRABADO. 1843. COLECCIÓN PARTICULAR AGUSTÍN FRANCISCO LEMAITRE: LA CATEDRAL DE CANARIAS. GRABADO. 1843. COLECCIÓN PARTICULAR JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 57 des tengan sus cargos y oficios como los tienen en la Santa Iglesia de Se-villa y estarán en los choros como en la ordenación de ellos se contiene = Entre uno y otro artículo hubo una modificación sustanciosa, pues si en el tercero se contemplaba un arcediano (el de Canaria) y, por tanto, seis Dignidades, en el cuarto se añade dos arcedianatos más (los de Fuerteven-tura y Tenerife), pasando las Dignidades a ser ocho. Esta corrección se hizo para igualar el cabildo de Canarias al de Sevilla, que tenía tres arcedianos con jurisdicción territorial. LORENZO MIQUIÑAQUE: RETRATO DE ANTONIO TAVIRA Y ALMAZÁN, OBISPO DE CANARIAS. 1860 MUSEO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LOS ARCEDIANOS Conviene que ahora nos detengamos en la naturaleza, prerrogativas y fun-ciones de los arcedianos, pues cuando hemos hablado del arcediano Viera, se nos pregunta frecuentemente sobre el significado del término y sus faculta-des. También muchos oyentes o lectores se interrogan sobre el sentido de las dignidades eclesiásticas. Previamente, digamos que los equivalentes arcipreste y arcediano tienen la misma raíz etimológica: archi-presbyter y archi-diaconus, esto es, el prime-ro de los presbíteros y el primero de los diáconos, respectivamente. Desde los tiempos apostólicos los presbíteros y diáconos formaban colegio con el obis-po, quien nombraba un arcipreste y un arcediano como superiores de aque-llos. El arcipreste presidía al clero en ausencia del obispo y en su nombre da-ba la bendición. Más tarde, al incorporarse a los cabildos, el arcipreste ocu-pará unos de sus primeros cargos o dignidades, haciendo de vicario del obis-po para presidir al presbiterio y para la celebración de las funciones sacerdo-tales que no exigían la presencia episcopal. Cuando se crea la figura del deán o presidente (decanus, «que preside a diez»), en muchas catedrales el arcipres-te se identificará con ella. A los arciprestes, como cargo o dignidad del cabil-do, se les llamó arciprestes «titulares» o «urbanos» (civitatenses), en contrapo-sición de los llamados «rurales» o «plebanos». Aquellos inspeccionaban el arciprestazgo de las ciudades-sedes y éstos los de los pueblos. A finales del siglo XVIII, en un borrador de nuevos estatutos para la catedral, mandado hacer probablemente por el obispo Antonio Tavira, con-temporáneo de Viera y Clavijo, se definían así las dignidades: De las Dignidades en común. La Dignidad, en rigor de jurispruden-cia, es una distinción eminente o qualidad honorífica que realza el esta-do de una persona, haciéndola en su línea digna de consideración públi-ca: así el que está revestido de ella puede tomar el título y usarlo unido a su nombre. La Dignidad Eclesiástica es un Beneficio perpetuo, erigido en título, y que coloca al poseedor en cierto grado de distinción y de pre-rrogativas en la Iglesia por constitución o costumbre; y hace coro con las personas ilustres el constituido en ella. –Las Dignidades, a diferencia de los Personados, que son simples oficios, tienen anexa preeminencia y jurisdicción, aunque sólo sea correccional y de policía: Dignitas dicitur qaedam praeminentia cum jurisdictione. Para obtenerlas es necesario te-ner veinte y dos años de edad. El arcerdianato es estudiado históricamente en dicho proyecto con detalle y precisión, lo que demuestra su importancia: Entre las Dignidades establecidas en las catedrales, son los Arce-dianos y Arciprestes los que con mayor propiedad deben reputarse por tales, porque las demás, en rigor, no fueron sino nombres de oficios y de particulares encargos. Por derecho el Arcediano es la primera Dignidad después de la Pontifical, aunque por costumbre lo suele ser el Deán en algunas Iglesias. En su origen era el primero de los Diáconos, y como tes-tifica San Isidoro, la persona más inmediata al Obispo, que nunca falta-ba de su lado y que ejercía la jurisdicción pastoral como un Vicario General de la Diócesis. Asistía al Obispo en el ministerio del Altar, y distribuía el cáliz a los que comulgaban. Predicaba por él, entregaba los instrumentos al tiempo que confería las sagradas órdenes, concedía letras dimisoriales en su ausencia y aún tenía a su cargo el convocar y juntar dos veces al año los Sínodos. Cuidaba de la decencia y regularidad de los Oficios Divinos. Anunciaba al pueblo los ayunos y las festividades. Hacía reparar las igle-sias, y las proveía de ornamentos. Administraba las oblaciones de los fie-les y demás rentas eclesiásticas, repartiéndolas con los Ministros, sobre quienes tenía autoridad hasta para castigarlos con penas canónicas. Tenía toda la dirección de las limosnas de los pobres, que era como el censor de las costumbres, el componedor de las querellas; funciones todas por las quales le llamaban con razón «la mano, el corazón y el ojo del Obispo», epíteto que no dudó darle últimamente el Concilio de Trento. Quando a principios del siglo décimo se consideró el Arcedianato como Beneficio y Dignidad, aquella autoridad y jurisdicción que hasta allí era delegada y dependiente de la voluntad de los Obispos, se fue hacien-do poco a poco ordinaria, propia e irrevocable con facultad de delegar y comisionar dentro del territorio a que se hallaba cada Arcediano circuns-crito; pero después del siglo XIII ya los obispos empezaron juntos en los Concilios y separados a trabajar en los medios de disminuir esta potes-tad, siendo uno de los más eficaces el nombramiento de los Vicarios Generales y Provisores, por lo que en muchas Santas Iglesias hicieron fuerte oposición los Arcedianos al decreto del Concilio Tridentino, en la parte que derogaba sus facultades. Sin embargo, todavía pertenece a los 60 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 61 Arcedianos por derecho común el presentar a los Obispos los clérigos para las Sacras Ordenaciones y como, según el Pontifical Romano, han de dar público testimonio de su idoneidad y aptitud, nunca podrán darlo mejor que interviniendo en los exámenes de su suficiencia30. En la catedral de Canarias, cuando Viera accedió al arcedianato, se con-servaban los honores propios de esta dignidad, la jurisdicción territorial y las facultades de examinar a los que pidiesen dimisorias y de dar testimonio de la idoneidad de los ordenandos. En el proyecto de reforma de los Estatutos que el cabildo encomendó a Viera, se proponen estos cinco artículos, que res-peta y ratifica la antigua costumbre y práctica: JOSÉ MASÍ DEL CASTILLO: RETRATO DE DON JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO. XILOGRAFÍA. 1882 30 Archivo de la Catedral de Canarias: Estatutos y constituciones de la Santa Iglesia de Canaria. Nuevamente ordenados, ilustrados, corregidos, añadidos y dispuestos con mayor y más útil método.... en Sínodo con el Cabildo. 29 ––Diccionario de Historia Eclesiástica de España. Instituto Enrique Flórez. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1972, tomo II, pp. 758-759. 62 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Capítulo II: De los Arcedianos de Canaria, de Tenerife y Fuerteventura. El Arcediano de Canaria es la segunda silla de Nuestra Santa Iglesia y el primero del Coro Siniestro, en que recaen a falta del Deán los honores y preeminencias propias de la presidencia del cabildo. Los Arcedianos de Tenerife y de Fuerteventura tienen las dos pri-meras sillas entre las Dignidades por haber sido arcedianatos en nuestra Iglesia después de erigidas las Dignidades de Chantre, Tesorero, Maes-trescuela y Prior. Como en el Estatuto primordial se estableció que las Dignidades de nuestra Santa Iglesia de Canaria tuviesen los mismos cargos y oficios que en la de Sevilla y en la qual los tres arcedianos tenían señalados los límites de sus respectivos territorios para ejercer su antigua jurisdicción ordinaria, en memoria y reconocimiento de esa disciplina, queremos que el Cabildo en Sede Vacante pusiere por Visitador de la isla de Canaria, Hierro y Gomera al Arcediano de Canaria, y de las islas de Tenerife y La Palma al Arcediano de Tenerife y para Lanzarote y Fuerteventura al Ar-cediano de esta isla. INTERIOR DE LA CATEDRAL DE CANARIAS. XILOGRAFÍA. 1877 Asimismo queremos que en Sede Vacante, sean los Arcedianos de nuestra Santa Iglesia los que hayan de examinar y aprobar (o hacer exa-minar y aprobar) a los que pretendieren las correspondientes Dimisorias para pasar a recibir las Órdenes a una diócesis. Siendo los Arcedianos los que conforme al Pontífice Romano deben dar público testimonio al Obispo de la idoneidad y suficiencia de los que han de ser promovidos a las Sagradas Órdenes; es regular de nuestros Pre-lados quieran elegir entre los examinadores de su Mesa Sinodal en asun-to de ordenaciones a alguno de los arcedianos de nuestra Santa Iglesia31. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 63 31 Archivo de la Catedral de Canarias: Borrador de un nuevo plan de los Estatutos de la Santa Iglesia de Canaria, por don José Viera y Clavijo, arcediano de Fuerteventura. Las Palmas de Gran Canaria. SELLO DE LA CATEDRAL DE CANARIAS ISIDRO CARNICERO Y JOAQUÍN FABREGAT: RETRATO DE DON JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. GRABADO. 1784 TOMA DE POSESIÓN DEL ARCEDIANATO DE FUERTEVENTURA 1782 Como hemos dicho, a don José Viera y Clavijo le fue concedida la preben-da de Arcediano de Fuerteventura de la catedral de Canarias en 1782, en sustitución de don Eduardo Sall, que la había gozado desde el 11 de junio de 1769 al 12 de marzo de 1780, fecha de su muerte32. El historiador residía entonces en Madrid, ocupado en la impresión de la última parte de su Historia. En su nombre, tomó posesión de la prebenda su hermano Nicolás, el 16 de septiembre de 1782, como leemos en el Libro de Asientos: Reciviose en esta Dignidad de Arcediano de Fuerteventura el Señor Dn. José Viera y Clavijo ausente en España; por cuya razón tomó la posesión el Señor Canónigo Dn. Nicolás Viera su hermano, en virtud de su poder de 9 de septiembre de 1782, y se presentó en el Coro el día 15 de noviembre de 1784 a la hora de Tercia, desde cuya hora empezó su residencia y a ganar los frutos y demás anexos a su Dignidad. Falleció dicho Sr. Arcediano Viera y Clavijo el 21 de febrero de 1813 a las dos de la madrugada. En el libro de Actas Capitulares, se añade que no se le concede perci-bir los frutos de la canongía hasta tanto que venga a residir su Arcedianato. Esta disposición era estatutaria y, por tanto, no podía ser objeto de dispensa o excepción. Pero conociendo el Cabildo las penurias del historiador, se acor-dó ayudarle «a la impresión de su 4º tomo de su obra con cien doblones». 32 Archivo de la Catedral de Canarias: Pandectas (Libro III de Asientos), folio 17. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO JOSÉ RODRÍGUEZ DE LA OLIVA: RETRATO DE NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO. CA. 1763 CATEDRAL DE CANARIAS EL CANÓNIGO NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO Abramos un breve paréntesis para trazar unas pinceladas del canónigo Nicolás Viera, hermano y compañero de José Viera. Una vez que se doctoró en Derecho, consiguió una prebenda en la catedral. En el Libro de Prebendados leemos las siguientes noticias de sus ascensos: SS. Racioneros. Ración 8ª de Antigüedad = 1773. Dr. Dn. Nicolás de Viera y Clavijo, natural de Tenerife, se recibió en 4 de Febrero de 1773. En 30 de Enero de 1780 ascendió a la Canonjía vacante por muer-te del Sr. Canónigo Dn. José Victoria. SS. Canónigos. Canonjía 6ª de Antigüedad = 1780. Dr. Dn. Nicolás Viera y Clavijo (Rac.), natural del Puerto de la Orotava en Tenerife, se reci-bió en 30 de Enero de 1780. Murió en 6 de Octubre de 1802 a las 4 ? de la tarde. Por su parte, en el Libro III de Asientos [Pandectas] se lee: El Sr. Dr. Dn. Nicolás Viera se recibió de Racionero en la vacante del Sr. Dr. Dn. Agustín Madan en el día Jueves 4 de Febrero de 1773 después de Prima. Ascendió a la Canonjía vacante por muerte del Sr. Canónigo Victoria. Don Nicolás fue también secretario del Cabildo y subcolector de expolios y vacantes. En el Museo Diocesano de Arte Sacro se conserva un elocuente retrato suyo de medio cuerpo, pintado al óleo sobre lienzo por José Rodríguez de la Oliva. Vestido con traje clerical negro y alzacuello gris, su rostro es de buen parecer y agradable. Pensativo, con la mirada al-go perdida, insinúa una tenue sonrisa en los labios. En su mano izquier-da muestra un reloj de bolsillo o colgante, que marca las 9,30 horas, con cintas que llevan en sus extremos nudos y unos pequeños adornos dora-dos. En el dedo meñique tiene un ostentoso anillo con diamante. En su mano derecha sostiene un pequeño libro devocional en lengua latina, se-miabierto con el dedo pulgar, cuyas primeras palabras en rojo dicen: Pre-cationes. Oratio dicenda... En la parte delantera vemos una mesa cubier-ta con un paño rojo en la que se asientan un bonete negro, el libro De-cretales, desgastado por el uso, de cuyas páginas asoman dos marcado-res, y un cuadernillo con estas palabras: «Al Dr. Dn. Nicolás Viera y Cla- vijo». Decoran la habitación una copiosa biblioteca a la izquierda del per-sonaje y un pequeño cuadro de la advocación de la Virgen de los Reme-dios con el Niño, a su derecha, en lo alto. La lectura de este magnífico cuadro del artista José Rodríguez de la Oliva ha dado lugar a diversas interpretaciones y especulaciones sobre la personalidad de don Nicolás. Se dice que vivió atormentado por la muer-te, lo que explica la presencia del reloj. No es lo que expresa precisamen-te su retrato. Sus rostro no es el de una persona atormentada, sino sere-na y reflexiva. Recuerda más bien al salmista de la Biblia cuando suplica: «enséñanos a calcular nuestros días para que lleguemos a tener un cora-zón sensato» (Salmo 89, 12). Desde una perspectiva creyente y transcen-dente, el reloj como instrumento que mide el paso del tiempo, tiene un significado diferente. Nos advierte constantemente que nuestra vida en este mundo es limitada y caduca, por lo que debemos poner nuestro cora-zón en lo eterno. Es lo que manifiesta don Nicolás en el inicio de su tes-tamento otorgado el 1 de mayo de 1786: «Sepan cómo yo el Dr. Dn. Nico-lás Viera y Clavijo, abogado de los Reales Consejos, canónigo en la Santa Iglesia Catedral y Subcolector de expolios y vacante en ellas, digo que quanto me hallo rodeado de habituales accidentes, y por lo mismo teme-roso de la muerte, como cosa natural a toda viviente criatura; por tanto deseoso de que quando llegue aquel tremendo lance mi espíritu se halle desocupado de todas las cosas perecederas, y se emplee sólo en las eter-nas, creyendo como real y verdaderamente creo en el sacro santo miste-rio de la Sma. Trinidad....»34. Una mirada detenida del retrato nos hace ver las cuatro facetas del personaje: la intelectual representada en la biblioteca y en el libro Decre-tales, una obra clásica de los canonistas; la religiosa reflejada en el devo-cionario y en el cuadro de la Virgen de los Remedios; la clerical expresa-da en el hábito y bonete; y la humana que se vislumbra en la sortija y el reloj. 68 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 34 Archivo de la Catedral de Canarias: Testamentos. Tomo III, ff. 1346-1351. Es copia original con-servado en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Se otorgó ante el escribano público Juan Reyes de Cabrera. La copia se convalidó ante el escribano Francisco Reyes y Guerra el 29 de marzo de 1805. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 69 DOCTOR DON NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO En el testamento se revela don Nicolás como un alma noble y agra-decida, que quería profundamente a su hermana María Joaquina de tal modo que la constituye en su única heredera: «...instituyo y nombro por mi única y universal heredera a la dicha Dña. María Joaquina Viera y Clavijo mi hermana, para que lo haya y gose como suyos propios, y qui-siera tener muchos más (bienes) con que poderle remunerar el amor y cariño con que desde su tierna edad me a acompañado y asistido en todas las muchas y graves enfermedades que he padecido, y le pido que me encomiende a Dios...». Don Nicolás falleció el 6 de octubre de 1802. CATEDRAL DE SANTA ANA. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. FOTOGRAFÍA. SIGLO XIX EL ARCEDIANO VIERA EN LA CATEDRAL DE SANTA ANA 1784-1813 Como hemos visto, el arcediano Viera se incorporó al Cabildo eclesiástico en noviembre de 1784, empezando la que sería la última etapa de su vida. Contaba entonces con cincuenta y tres años de edad. Los autores espe-culan acerca de las razones que motivaron la decisión de Viera de dejar la Corte y trasladarse a Las Palmas. Cioranescu sugiere que, frustrado por el escaso éxito de su Historia de Canarias, «prefirió la modorra canaria y la muy relativa tranquilidad de su retiro». Pero, podemos considerar que el motivo profundo de este cambio de vida, fue la añoranza del ministerio sacerdotal y del estado eclesiástico. Los hechos confirman esta aseveración. Viera tuvo en Las Palmas una vida ejemplar, como ciudadano y sacerdote, y se sintió en la catedral plenamente realizado. Mantuvo con los compañeros capitulares una perfecta armonía y se integró plenamente en la sociedad canaria. En este sen-tido, trabajó con entusiasmo en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de la que fue director, y trajo la primera imprenta a la isla. Fue, además, un periodo fecundo de producción literaria y científica que se prolongó hasta sus últimos días. Se pueden catalogar hasta treinta obras entre memorias, tra-ducciones y obras publicadas de diversas materias. EMBLEMA DE LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA DE AMIGOS DEL PAÍS DE LAS PALMAS 72 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ LA CASA DE LOS VIERA Instalado en una casa propiedad del cabildo en la plaza de Santa Ana, vivió José con sus hermanos Nicolás y María Joaquina. Ésta compartía con su hermano José inquietudes literarias y escribió hermosas poesías. La vieja casa del siglo XVI había sido propiedad del deán don Zoilo Ramírez, fundador de una Manda Pía para dote de jóvenes doncellas. Cedida al cabildo, su renta iba destinada a esa piadosa obra. Los Viera reedificaron totalmente la man-sión por encontrarse en ruina. Todos estos datos se recogen en el testamen-to de don Nicolás: «Item declaro que dichos señores Deán y Cabildo por escri-tura que de mi comisión otorgó el licenciado don Domingo de León y Rojas prebendado en dicha Santa Iglesia, y su Contador Mayor, por ante Josef Agustín de Alvarado escribano público en 14 de marzo del año próximo pasa-do, me alquiló unas casa de alto y bajo, situadas en la plaza Principal de dicha CASA DE LOS VIERA, EN LA ACTUALIDAD SEDE DEL ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE LAS PALMAS JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 73 santa Iglesia pertenecientes a la Manda Pía del señor Deán Ramírez, cuya admi-nistración toca a dichos señores Deán y Cabildo, la misma que desocupó últi-mamente el coronel Dn. Josef de la Rocha, cuyo alquiler se me hizo por tres vidas, reducidas a la mía, a la del Dr. Dn. Josef Viera mi hermano dignidad de arcediano de Fuerteventura en la misma Santa Iglesia, y a la de doña María Joaquina Viera también mi hermana por el precio anual de ochenta pesos, con las declaraciones en dicha escritura contenidas; y en atención a que haviendo principiado algunas redificaciones en dicha casa, se reconoció el deplorable estado a que estaban reducidos todos los materiales, así de alvañilería, como de carpintería, según el juicio de peritos de uno y otro oficio, de forma que fue indispensable fabricarla de nuevo desde los cimientos, como actualmente lo estoy haciendo con mi propio caudal y de dicho mi hermano... como que llevo gastado tres mil pesos con corta diferencia, y no se perfeccionará la obra con otros mil pesos más, por lo que mando que si yo en mi vida no instruyere dicha acción, lo hagan mis hermanos si lo hubieren por conveniente y por medio que más haya lugar de derecho»34. 34 Archivo de la Catedral de Canarias: Testamentos, o.c. 33 ––MARTÍN RODRÍGUEZ, Fernando Gabriel: Arquitectura doméstica canaria. Aula de Cultura del Cabildo Insular de Tenerife. Editorial Interinsular Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1978 (2ª edición), pp. 271-272. 33 ––BEAUTELL STROUD, Fernando: «El arquitecto Eduardo. 1733-1798», en 5 siglos La Laguna, 1496-1996. Asociación Pro-homenaje de Gran Canaria a La Laguna. Ediciones Canarias, 1997, pp. 128-129. PLACA CONMEMORATIVA 74 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ VIERA PREDICADOR El arcediano era fiel al coro y a la Misa conventual. Predicó los sermo-nes de las grandes festividades, como el de San Marcial el 7 de julio de 1795. Lo llamativo de este sermón es que recoge el relato más tradicional con sus hermosas leyendas. Observamos en ello un cambio o evolución en su pen-samiento, o una adaptación a un público diferente y sencillo. En su Historia, en el papel de escritor que narra los hechos verídicos, critica la difusión de estas leyendas de los santos, como en los casos de San Bartolomé, San Avito, San Maclovio y San Brandón, cuyos relatos sobre su estancia en las islas, son tachados por el hitoriador como “miserable falta de crítica”, “carente de toda sombra de realidad” o apariencia de novela.35 Ahora, asumiendo el papel de panegirista y dirigiéndose a un público devoto y tradicional, no tiene reparo en exaltar los mitos religiosos del santo patrono San Marcial, siguiendo fiel-mente la hagiografía que le enviaron de Francia.36 Volviendo a sus Memorias, el autocomplaciente Viera recuerda así su predicación en Las Palmas: Por lo que mira al ministerio del púlpito es bien notoria la aceptación general que se consiguió en Canaria, desempeñando los sermones panegíricos de las festividades más célebres. En el primer año de su residencia, predicó el de San Agustín, en su convento, cuya predicación tuvo la fortuna de hacer la más viva y extraordinaria impresión en el audito-rio, resonando por todas las demás islas el eco, quizás porque se notó no sé qué nuevo género de elocuencia... Añade el citado Rodríguez Battlori que “este sermón, predicado el año 1785, cuando a Viera ––según observa Rodrí-guez Moure–– ya se le hacía pesado subir las escaleras del púlpito, alcanzó una gran resonancia en el archipiélago y mereció honores de imprenta. Posteriormente le fueron encargados los panegíricos de San Ildefonso, San Bernardo, Santa Clara, San Pedro, Nombre de Jesús, Octava del Corpus, Natividad de la Virgen (en Teror), la Asunción, Santa Teresa...en fechas y lugares generalmente reservados a los oradores más sobresalientes, por tra-tarse de solemnidades religiosas a las que eran invitadas las corporaciones y representaciones oficiales de la isla. 35 VIERA Y CLAVIJO, José: o. c. , tomo I, libro III, pp. 257-259 36 CAZORLA LEÓN, Santiago: La iglesia de San Marcial de Rubicón. Ayuntamiento de Yaiza, 2000. pp. 15-16 y 19. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 75 «La Sociedad Económica de Amigos del País le encarga la oración fúne-bre de Carlos III, en la exequias celebradas en la iglesia del seminario el 17 de mayo de 1789. Viera exalta la memoria del monarca por quien había sen-tido siempre una sincera y apasionada admiración. Fue el broche de oro de su carrera de predicador. Recordará siempre la solemnidad de este acto, sin omitir el detalle de que subió al púlpito revestido con aparato de capa de oro y falda suelta»37. Los trabajos que el cabildo le encomendó los ejecutó con eficacia y per-fección. Como Archivero de la catedral escribió los Extractos de las actas capitulares desde el siglo XVI al XVIII, redactó el proyecto de Nuevos Estatu-tos del Cabildo Catedral e hizo el Índice completo del Archivo Secreto Capi-tular. Fue, además, cofundador del Colegio de San Marcial para formar a los niños y jóvenes que participaban en el coro de la catedral, los llamados Mozos de Coro. Hemos recogido en síntesis los oficios y trabajos que ejerció el arcediano Viera en la catedral y en la ciudad. Veamos ahora, por partes, cada uno de ellos. 37 RODRÍGUEZ BATLLORI, Francisco: o. c. , p. 96. PLAZA DE SANTA ANA, A LA IZQUIERDA CASA DE LOS VIERA INTERIOR DE LA CATEDRAL DE SANTA ANA. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ARCHIVERO DE LA CATEDRAL Algunos autores se han empeñado en hacer de Viera un perseguido por personas e instituciones. Así, Cioranescu dice que «fue obligado a meter-se en los archivos de la catedral», afirmación que le vale para apoyar su opi-nión de que el historiador canario «no apreciaba la búsqueda de papeles antiguos y el descifrar la letra de siglos pasados». Una y otra nos parecen gra-tuitas. Los hechos demuestran lo contrario, al menos durante los años de estancia en Las Palmas. En primer lugar, los trabajos de archivo que realizó el arcediano en la catedral no hubiesen sido posibles sin una auténtica voca-ción de investigador, principalmente los Extractos y el Índice. En segundo lugar, el cabildo no podía obligar al archivero a otras tareas que no fuesen las definidas por constitución. Con voluntaria y libre dedicación, Viera llevó a cabo en el archivo de la catedral una grandiosa obra que asombra a los inves-tigadores de nuestro tiempo. Con los Extractos salvó el archivero gran parte de nuestra historia, pues encontrándose algunos libros de las viejas actas del siglo XVI deteriorados, supo recomponer los folios y leerlos pacientemente hasta recuperar el texto, al menos en lo sustancial. El epígrafe de esta obra dice así: Extracto de las Actas Capitulares por Dn. José de Viera y Clavijo, Arcediano de Fuerteventura, Dignidad de esta Santa Iglesia Catedral. Prime-ramente hizo un borrador en siete cuadernos. Luego pasó el texto definitivo a dos grandes volúmenes. Con buena tinta y letra, los Extractos recogen tres siglos de historia de la Iglesia y de la sociedad de nuestras islas. El primero de los tomos [de 45 x 30 x 4,5 cm] tiene doscientos ochenta y seis folios y abarca desde el 14 de octubre de 1514 hasta el 16 de octubre de 1702, esto es, ciento ochenta y ocho años de vida capitular. No sin intención y compla-cencia, Viera inicia este tomo con esta noticia: Posesión del Arcediano de Fuerteventura por Bula Apostólica. El segundo volumen es más pequeño [39 x 24,5 x 5 cm] y comprende ochenta y ocho años, desde el 8 de enero de 1703 al 6 de abril de 1791, con doscientos treinta y nueve folios escritos38. 38 En 1856, don Blas Manuel Troncoso, secretario capitular, intentó continuar los Extractos de Viera, pero sólo recogió nueve meses, desde el 12 de abril de 1791 al 7 de enero de 1792. 78 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Mientras Viera hacía este minucioso trabajo, fue conociendo noticias que él ignoraba cuando escribió su Historia General de las Islas. Esto mismo le ocurrió cuando empezó a ordenar y catalogar el archivo en el Índice com-pleto del Archivo Secreto Capitular. De sorpresa en sorpresa, tocaba con sus manos y leía bulas del siglo XIV, rescriptos papales, cédulas reales, innume-rables cartas y documentos, libros de registro y de administración, etc. Mate-rial de sobra para hacer otro tomo de la Historia de Canarias y corregir algu-nos errores de su primera edición, pero decidió continuar y acabar el traba-jo de recopilación y catalogación del rico archivo que se le había encomenda-do cuidar. Lo hizo con tal precisión y profesionalidad, que los archiveros suce-sores hasta nuestros días, han respetado el Índice tal como él lo dejó. El enca-bezamiento de este trabajo lo tituló el propio Viera en estos términos: Catá-logo de los papeles, que se custodian en el Archivo secreto de la Aula Capi-tular de esta Santa Iglesia de Canaria, dispuesto en legajos y números por or-den de materias. Año de 1799. Con Índice alfabético de las materias conte-nidas en ellos. Por Dn. Joseph Viera y Clavijo, Arcediano de Fuerteventura39. 39 El texto original del Índice del Archivo Secreto Capitular, hecho por don José Viera y Clavijo, se conserva en El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria. En el Archivo de la Catedral hay una copia del mismo. VISTA DE LAS PALMAS. GRABADO ANÓNIMO. SIGLO XIX COLEGIO DE SAN MARCIAL. VIERA PEDAGOGO Y LITURGO Fue una de las grandes iniciativas del arcediano Viera, compartida con el deán don Miguel Mariano de Toledo. Dos fueron las razones que motiva-ron la ejecución de esta empresa: la formación de los jóvenes mozos de coro y la dignidad del culto. El Memorial firmado el 29 de octubre de 178540, retra-ta al pedagogo y al liturgista, dos facetas no debidamente reconocidas en su amplio y variado currículum. Primeramente, don José y don Miguel priorizan el proyecto hasta tal punto que lo consideran como «de primera necesidad, el que más urge, y por el qual se debe sacrificar todo con el mayor tesón, para ceder en servicio de Dios, pureza de su culto, honor del cabildo, crédito de la Iglesia y provecho de la República». Luego, pasan a exaltar el oficio de los mozos de coro en cuanto servidores del coro y del altar, auténticos sucesores de los antiguos ministros y clérigos inferiores, y primer seminario de donde salieron los buenos obispos, los presbíteros y los diáconos. Finalmente, tra-zan las cualidades y virtudes de aquellos jóvenes: ... hijos de padres virtuosos y honrados, educados en el santo temor de Dios, instruidos en la doctrina christiana, criados en las escuelas pro-pias de las Iglesias, y, por consiguiente, aseados, recogidos, modestos, bien inclinados, atentos, llenos de respeto a los sacerdotes y sagradas ceremo-nias en que estaban impuestos, y de las quales se les confiaban muchas. En contraposición, los ponentes hacen una descripción muy negativa del estado y comportamiento de los mozos de coro de la catedral de Santa Ana. El panorama que presentan es desolador: Destinados igualmente a ellas nuestros mozos de Coro, vemos con dolor, que son muy al contrario de lo que debieran ser; porque parece que de algún tiempo a esta parte no se le ha gurdado en la elección de sus personas toda la conveniente escrupulosidad; ni se les da la educa-ción christiana y política que se requiere, para que sean útiles algun día; ni se procura que se apliquen a los estudios propios de su edad e insti-tuto, aprovechando la enseñanza de los maestros que esta Santa Yglesia 40 Archivo de la Catedral de Canarias: Plan para establecer el colegio de San Marcial. 1785 JUAN DE MIRANDA: SAN MARCIAL. 1787. CATEDRAL DE CANARIAS JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 81 tuvo siempre cuidado de ponerles, ni se presentan con el aseo y la decen-cia necesaria, antes bien andan ordinariamente rotos, sucios, inmundos, fétidos, y con unos sobrepellices tan desgarradas y puercas que están muy lejos de de indicar aquella pureza, libre de toda mancha que San Carlos Borromeo proponía en el concilio quinto de Milán...Tampoco hallamos que se les críe con la menor sombra de recogimiento, sino que se les vé vaguear por toda la ciudad con las vestiduras corales, que vili-pendian, jugando, enredando, embistiéndose, haciendo las travesuras más disonantes, mendigando con los pordioseros el pan de la limosna, expuestos a los robos, y acostumbrándose a los vicios y a todos los hábi-tos perversos de una vida sin regla; de modo que no sólo es injurioso el nombre de monaguillo, sino que cuando llegan a una edad más adelan-tada, no salen de la Iglesia sino para quedar desamparados y llenos de desdichas. Esta, pues, es la ignominia o para mejor decir, la abominación del santuario que V. S. I. no quiere ni debe de ningún modo tolerar por más largo tiempo, considerando con razón que la catedral se halla en esta parte más mal servida que las más pobres parroquias de toda la Diócesis; y aún peor que las casas de los particulares que no sufrirían estos mozos, todo sin escándalo de cuantos han sido testigos en otros países del deco-ro y buen régimen que hay en los mozos de coro, seises y monaguillos. Alude, sin duda, Viera, a sus viajes por Europa, que tanto le ilustraron y ejemplarizaron. Los «seises» lo formaban seis niños del coro que bailaban en la catedral en fechas señaladas, como el Corpus o la Inmaculada. Esta her-mosa tradición se conserva en la catedral de Sevilla. Las propuestas de los promotores se concretaban en once puntos, con algunos detalles y curiosidades que se pueden leer íntegramente en el Apén-dice I41. 41 Ídem: Propuestas de becarios para el colegio de San Marcial. = Facultad dada por el obispo de Canarias al Cabildo Catedral para examinar la idoneidad de los alumnos del colegio de San Marcial. DON MIGUEL MARIANO DE TOLEDO LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DE MANUEL VERDUGO Y ALVITURRÍA, OBISPO DE CANARIAS. 1806 IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN. LA LAGUNA DON JOSÉ VIERA, GOBERNADOR DEL OBISPADO Viera ejerció la máxima responsabilidad del obispado desde el 17 de mar-zo de 1797 hasta el 5 de junio de 1798. Ha habido confusión acerca de los motivos y circunstancias de este nombramiento, así como del tiempo de permanencia en dicho cargo. El canario don Manuel José Verdugo y Albiturría fue nombrado obispo de Canarias el 27 de junio de 1796, en sustitución de don Antonio Tavira, trasladado a la diócesis de Osma. El 19 de agosto, dos días antes de su consagración, firmó en Madrid un instrumento de poderes a favor de una terna de canónigos para que tomasen posesión y gobernasen la diócesis hasta su llegada. Los tres elegidos eran, por este orden de prefe-rencia, el arcediano de Tenerife don Domingo Bignoni y Logman, el arcedia-no de Fuerteventura don José Viera y Clavijo y el doctoral don Marcos Arbelo. El 18 de septiembre, Bignoni tomó posesión del obispado en nombre del obispo Verdugo y empezó a ejercer como gobernador eclesiástico, pero tuvo que renunciar al cargo por enfermedad. Como estaba previsto en los poderes del prelado, recayó el gobierno en Viera y Clavijo, segundo de la terna. El 17 de marzo de 1797 empezó el arcediano de Fuerteventura a ejercer el cargo en el que se mantuvo hasta la llegada del obispo a su sede, que tuvo lugar el 5 de junio de 1798. A las ocho de la tarde de dicho día, Verdugo hizo el juramento previsto por el derecho y los estatutos del cabildo, cesando desde ese momento en el cargo de gobernador don José Viera. Por tanto, un año, dos meses y veinte días duró su gobierno. Un periodo muy corto para definir su actuación y hacer un juicio de valor, sobre todo, porque no tenemos elemen-tos suficientes de análisis. No obstante, contamos con un testimonio excepcio-nal del propio Verdugo referido a la capacidad de gobierno del arcediano: «Fue Gobernador del Obispado manifestando inteligencia, acierto y amor a la paz». De los escritos firmados por el gobernador Viera, me parece de especial importancia por su valor histórico e interés social, la carta dirigida a todos los párrocos comunicándoles la providencia de Carlos IV sobre promoción del pueblo en la labranza, artes e industria. Insta el Gobernador a que asuman esta tarea de instrucción como parte de su ministerio pastoral y considera un honor para el estado eclesiástico la decisión del Monarca de acudir preferen- 84 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ temente a los párrocos para su realización, con predilección a las otras cla-ses sociales. Concretamente se pedía a las parroquias se suscribiesen al Se-manario de Agricultura, como instrumento útil para la enseñanza, desarrollo y modernización de la misma en el ámbito rural. Para dar énfasis a su man-dato, enumera Viera en el encabezamiento, los títulos y cargos que le asisten, armonizando admirablemente los civiles con los eclesiásticos. Un irrefutable ejemplo de que no había contradicción alguna entre el hombre ilustrado y el religioso, conjugando y complementando perfectamente ambas facetas. Nos Don Joseph de Viera y Clavijo, Arcediano de Fuerteventura Dignidad de esta Santa Yglesia Catedral de Canaria, Examinador Sinodal, Comisario Real Revisor de libros e impresos extrangeros, Yndividuo de la AGUSTÍN Y RAFAEL ESTEVE: RETRATOS DE CARLOS IV Y MARÍA LUISA. GRABADO. 1799 Real Academia de la Historia de Madrid, Director de la Real Sociedad Económica de esta Ysla por su Magestad, Gobernador del Obispado por el Ylustrísimo Sr. Don Manuel Verdugo y Albiturría, Dignísimo Obispo de Canaria del Consejo de su Magestad. El texto íntegro de esta carta puede verse en el Apéndice III. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 85 DOCTOR DON MANUEL BERDUGO Y ALVITURRÍA PEDRO DE HORTIGOSA: RETRATO DE JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO. GRABADO AL ACERO. 1866 LEGADO CULTURAL DEL ARCEDIANO DE FUERTEVENTURA Desde 1790 hasta su muerte fue Viera director de la Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Fue, sin duda, el consolidador de esta institución. El fuerte y decisivo componente clerical de la misma desde su fundación, facilitó que la Sociedad depositase la confianza en el sacerdo-te más destacado y prototipo de los ilustrados. A él le precedieron en el cargo de la dirección el arcediano de Canaria don José Marcos Verdugo y Albiturría, primer director [1777-1782] y el obispo Antonio Martínez de la Plaza, que lo ejerció desde 1786 a 1789. Hay que recordar también que en la primera época de la Económica, de 1776 a 1808, fueron socios de la misma seis obis-pos, cuarenta y siete canónigos, treinta presbíteros y cinco religiosos. En total, ochenta y ocho eclesiásticos, lo que suponía el 40 % de los socios43. Durante el mandato de Viera, la Económica adquirió la primera imprenta de la isla, un instrumento valiosísimo que sirvió al escritor para publicar varias obras suyas. Luxán Meléndez las cita por orden cronológico y son las siguientes: ––Necrología del Marqués de Santa Cruz, 1802. ––Himnos en las festividades de Nuestra Señora de los Dolores. Traduc-ción del latín, 1803. ––Los cuentos de Bergnin, 1804. ––Librito de la doctrina rural, 1907. ––Octavas compuestas con motivo de la función de los desagravios que celebró el Cabildo de Gran Canaria, 1808. ––Noticias del cielo o Astronomía para niños, 1811. ––Los Cometas. Poema, 1812. Casi la mitad de los libros publicados por la imprenta de la Económica fueron de tema religioso, cuarenta y uno en total, de los que veinte fueron tesis doctorales del Seminario Conciliar. 43 SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos y clérigos en las Sociedades Económicas de Amigos del País de Gran Canaria y Tenerife. Las Palmas de Gran Canaria, 2003, pág. 49. JOSÉ RODRÍGUEZ DE LA OLIVA: RETRATO DE JOSÉ MARCOS VERDUGO Y ALVITURRÍA. 1760 MUSEO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 89 Recoge también Luxán el legado que el arcediano dejó al cabildo, prue-ba del aprecio que sentía por la institución: ––Diccionario de Historia Natural. Esta obra manuscrita de trece volúme-nes fue editada por el cabildo en Madrid en 1815, con seiscientos ejem-plares. ––Siete cuadernos borradores de extractos de las Actas del Cabildo. ––Cien ejemplares del Descubrimiento de Canarias, impresos en Madrid. ––Un ejemplar de las Sinodales del obispo Cámara y Murga. ––Treinta y nueve volúmenes de la Enciclopedia Francesa en rústica. ––Seis volúmenes de la Historia Eclesiástica en francés. ––Obras de Erasmo ––Dos medallas de oro para un ostensorio del Santísimo Sacramento41. 44 LUXÁN MELÉNDEZ, Santiago de: «La introducción de la imprenta en Canarias (1750-1833). Viera y Clavijo y la imprenta de la Real Sociedad Económica de Amigos del País», en Estudios y ponencias sobre la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 2001, pp. 46-48. LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DE MANUEL VERDUGO Y ALVITURRÍA. PALACIO EPISCOPAL. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA VIERA EPISCOPABLE Los obispos diocesanos tenían la obligación de presentar periódicamente al Rey nombres de los posibles candidatos a la dignidad episcopal con el informe correspondiente. Don Manuel Verdugo presentó varias listas durante su largo pontificado. En la de 1803 incluyó a don José Viera y Clavijo. En el borrador de su carta aparece el arcediano de Fuerteventura en el puesto segundo, detrás de don Luis de la Encina, arcediano de Canaria. Éste, como sabemos, fue nombrado obispo de Arequipa en 1805. Otros tres nombres vie-nen a continuación: Don Andrés Arbelo, canónigo doctoral, don Antonio María de Lugo, canónigo y fray José Escobar, provincial de los franciscanos. Tiene fecha de 2 de julio del citado año y en el inicio se dice que se propo-ne a «sujetos tantos seculares como regulares que por su talento, ciencia y virtud puedan ser nombrados obispos de las Iglesias de España e Indias». Lo interesante de este escrito es la breve pero magnífica semblanza que hace de Viera, que dice así: No tengo entendido haya seguido carrera en Universidad, ni que esté graduado, pero es de los sugetos de mejor talento y más instruidos que hay en estas Islas. Es Director de la Sociedad Económica de Amigos del País de esta de Canaria; individuo de la Real Academia de la Historia de Madrid y mereció varios premios de eloquencia por la Real Academia Española. Historiógrafo de las Islas Canarias, además tiene una instruc- LICENCIADO DON ANDRÉS ARBELOS 92 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ ción bastante extensa en materias eclesiásticas. Se ha excercitado en ser-vicios útiles a la Iglesia que le hacen honor. Fue Gobernador del obispa-do manifestando inteligencia, acierto y amor a la paz; y finalmente es eclesiástico de muy buena conducta y entregado al retiro y a una cons-tante lectura42. 44 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Statu clericorum. Caja 1ª. MUERTE Y SEPULTURA DE VIERA Y CLAVIJO Don José Viera y Clavijo falleció el domingo 21 de febrero de 1813, a las dos de la madrugada. Su muerte y no por inesperada, ocasionó un tenso debate en el cabildo. ¿Dónde se ha de sepultar al arcediano difunto? Por un lado, una reciente legislación prohibía los enterramientos en las iglesias y catedrales. Por otro, el Ayuntamiento no había concluido las obras del cemen-terio público, encontrándose además en un estado de abandono e indecen-cia. Don José había manifestado el deseo de ser sepultado en la capilla de San José de la catedral y así lo dejó escrito en su testamento, aunque tam-bién era sabedor de las leyes contrarias. Todos estas circunstancias incidieron en el debate del cabildo, que el acta recoge con minuciosidad y crudeza: Murió el Sor. Arcediano de Fuerteventura Don José Viera y Clavijo. Cabildo extraordinario Domingo 21 de Febrero de 1813 por la mañana antes del coro. En este cabildo citado por el Sr. Presidente se juntaron en esta Aula capitular los SS. Dignidades Arcediano titular Lugo y Prior Ruiz = Los SS. Canónigos Borbujo y presente secretario = SS. Racioneros Álvarez, Suárez, Castillo, Cabral y Cueva. El Sr. Presidente titular Lugo dijo haber llamado este Cabildo con motivo del fallecimiento del Sr. Arcediano de Fuerteventura Dn. José Viera y Clavijo, acaeciendo en la noche inmediata, a fin de que se dieren las disposiciones para su entie-rro y demás de estilo de esta casa. Y habiéndose conferenciado sobre el estado e indecencia en que se halla el Cementario público de esta ciu-dad sin haberse acabado de cercar y con entrada franca para animales y otros usos profanos, a pesar de las reconvenciones que ha hecho el Cabildo al Ayuntamiento de palabra y por escrito para que se construya esta obra y no se tenga parada como está de muchos meses a esta parte; por lo que algunos SS. fueron de dictamen que no se llevase a tal sitio el cadáver del expresado Sr. Arcediano, sino que se enterrase en el Panteón de esta Sta. Iglesia, puesto que el mal llamado Cementerio esta-ba tan indecente para entierros de fieles cristianos, y más de sacerdotes, por negligencia por quien debe cuidar de esta obra para la que el Cabildo ha dado aún más de lo que le correspondía en cantidad de cerca de qua-tro mil pesos, fuera de haber avisado en tiempo oportuno que se conti-nuase su prosecución para que no llegara un caso como el presente; ni 94 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ se estuvieren enterrando los fieles como si fueran bestias; se acordó por Bolillas por la M. P. que sin embargo de las justas razones que ven apun-tando y reservándose el cabildo promover inmediatamente quanto esté de su parte la conclusión del Cementario en términos que sea lugar decente para el entierro de los fieles; por otras consideraciones no de poco peso, se tenga el enterramiento del expresado Sr. Arcediano en el cementerio público de esta ciudad en la tarde de este día, abriéndose la sepultura en lugar contiguo al paraje en donde ha de construir el cabil-do el del enterramiento de sus individuos, para que no se embarace esta obra, y cubriéndose con una loza para que tenga la decencia componi-ble con el mal estado de dicho Cementerio, y puedan a su tiempo trasla-darse los huesos al lugar del enterramiento del Cabildo, que forzadamen-te para evitar inconvenientes entierra a este individuo suyo en semejan- ANTONIO PEREIRA PACHECO: RETRATO DE JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. 1805 JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 95 te sitio; en cuyo acto se hará lo mismo que se hizo en el entierro del Sr. Deán Toledo, a excepción de ir acompañando éste todo el Cabildo hasta el mismo Cementerio continuando hasta allí la procesión en el modo y forma que salga de la Iglesia y volviendo después a ella de la propia manera; lo que se hará saber al Maestro de Ceremonias, Sacristán Mayor, y demás para que cada uno cumpla con lo que le toca en esta función que se ejecutará con la pompa y aparato de estilo. A continuación se celebrarán en esta Sta. Iglesia los oficios mayo-res y los menores según la oportunidad. Escríbase la vacante a la Regen-cia del Reyno, a los SS. ausentes y al Sr. Ilmo. Obispo de Arequipa para que aplique al Sr. difunto las tres Misas de confraternidad, y a todos los Hacedores para que se retengan y pongan en arcas todo lo correspon-diente al post mortem, y sobreviviente al dicho Sr., cuyo testamento se leerá en el primer Cabildo por no haberse podido leer en éste sino las cláusulas más indispensables a causa de no diferir mucho la entrada en el coro. Y a Cabildo para tomar quantas providencias están de parte del Cabildo a fin de que el cementerio de esta ciudad se concluya y ponga en estado decente, para que en él puedan enterrarse los fieles. Dr. Ramírez, secretario45. El deán don Miguel Mariano de Toledo había fallecido el 31 de julio de 1811. El cabildo acompañó hasta la ermita de Nuestra Señora de los Reyes donde se rezó un responso. Su cadáver se enterró en el cementario provisio-nal que se había habilitado junto a la ermita de San Cristóbal. Leemos en el acta de dicho día «que el entierro sea esta tarde por no poder el cadáver a-guantar a más tiempo, según juicio de los médicos... Mas por quanto no pue-de darse a este señor la sepultura que señala en su testamento y le tenía con-cedida el Cabildo en esta catedral y capilla de Ntra. Sra. de los Dolores, me-diante la actual disposición del Gobierno para que no se hagan entierros en las iglesias, sino en los cementerios públicos extramuros de los pueblos como el que se está construyendo para esta ciudad, por lo que mientras éste se construye, se ha señalado el provisional de San Christóval». En el Libro de Prebendados, leemos esta memoria-epitafio, que nos sirve de epílogo: Escribió la Historia civil y eclesiástica de las Islas Canarias y la natural de ellas mismas, y otros varios tratados sueltos que hacen muy 45 Archivo de la Catedral de Canarias: Libro de Actas Capitulares, nº 64 96 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ recomendable su memoria, por cuyos méritos el Ilmo. Cabildo hizo sacar su retrato y colocar entre otros que por semejantes motivos conserva a la entrada de su Aula Capitular. Falleció el 21 de Febrero de 1813 a las dos de la mañana en su casa situada en la plaza de Santa Ana, nº 7, de edad de 82 años. Su cadáver fue sepultado en la cripta capitular del cemente-rio de esta capital, y en 20 de Febrero de 1913 fue exhumado y sepulta-do en la capilla de San José de esta S. I. Catedral Basílica de Canarias, celebrándose al día siguiente en la misma iglesia, con motivo del primer centenario de su defunción, un funeral solemne con oración fúnebre, al cual asistieron las autoridades y numeroso público». [En realidad, el fina-do tenía 81 años y 55 días]. LÁPIDA SEPULCRAL DE DON JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. CATEDRAL DE SANTA ANA. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 97 Los restos mortales de Viera y Clavijo habían sido exhumados con ante-rioridad el 19 de diciembre de 1860 para ser trasladados a un nicho nuevo dentro del cementerio de Las Palmas. El acta notarial explica las razones de dicho traslado: «...Su Señoría manifestó que mediante haberse expresado por parte de la Comisión que estaba presente el deseo que tenía el Ilmo. Cabildo Catedral de exhumar los restos mortales del Sor. D. José Viera y Clavijo arcediano que fue de Fuerteventura e individuo de dicha Corporación, del monumento ruinoso donde se hallan para trasladarlos a uno de los nichos del Sepulcro que la misma posee en el propio cementerio, ínterin se escogitan los medios para costear un monumento digno de su memo-ria y que atestigue a las generaciones venideras la estimación en que la presente tiene sus obras históricas y literarias que tanto honran a estas Islas...»46. Por consiguiente, el acuerdo del cabildo en la fecha de la muerte de Viera [21 de febrero de 1813] de trasladar sus restos al proyectado panteón de los capitulares, tardó cuarenta y siete años en cumplirse. La decisión de trasladar en 1913 los restos de Viera a la capilla de San José de la catedral, no pudo ser más acertada. Primero, porque así se daba cumplimiento a su voluntad testamentaria y segundo, porque el arcediano había sido uno de los tres José que habían costeado la imagen del Santo Patriarca, junto al canónigo don José Borbujo y al escultor de la misma don José Luján. A éstos se añadieron luego los canónigos Briñes y Bencomo, quie-nes contribuyeron con una cuarta parte. La inscripción de la lápida de már-mol que cubre el sepulcro del sacerdote e ilustre polígrafo reza así: Don José de Viera y Clavijo Arcediano de Fuertev-entura. Ecce nunc in pulvere dormis. Murió el 21 de Febrero de 1813. Depositado en esta capilla de San José el día 21 de Febrero de 1913, festividad del Corpus Christi47. 46 Archivo Histórico Provincial de Las Palmas: Acta de exhumación de las cenizas del Sor. Dn. José Viera y Clavijo. Edición facsimilar, 2006. 47 CAZORLA LEÓN, Santiago: Historia de la catedral de Canarias. Real Sociedad Económica de Amigos del País. Las Palmas de Gran Canaria, 1992, pp. 147-153. ANTONIO PEREIRA PACHECO: RETRATO DE JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. 1806-1809 BIBLIOTECA MUNICIPAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE ESTANCIA Y TESTAMENTO DE VIERA Y CLAVIJO EN TELDE ESTANCIA EN TELDE En el verano de 1811 algunos capitulares se habían trasladado a Telde y a otros pueblos a causa de la epidemia de fiebre amarilla que había invadi-do la capital procedente de Tenerife. En el acta capitular de 26 de octubre de 1810 se dice que la Junta de Sanidad, en la que está presente el racionero Reyes, acordó tomar precauciones «a fin de que no llegue a esta isla la epide-mia contagiosa que ha prendido en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife». Inicialmente se consiguió preservar a Gran Canaria de la epidemia, de tal mo-do que el 3 de agosto de 1811 el Ayuntamiento envió un oficio al cabildo «soli-citando que se traiga a la ciudad la imagen de Nuestra Señora del Pino en acción de gracias por haber liberado esta isla y todas las demás del contagio que asoló a Santa Cruz en fines del año pasado y principios del presente, por las victorias recientes de nuestras armas en la Península contra los franceses, y para que no se despierten en el presente estío y próximo otoño ningunas en-fermedades como el año pasado, mayormente en la que empieza a manifestar-se en el barrio de Triana desta ciudad, cuyos vecinos por la mayor parte dese-an la traída de dicha Santa Imagen». El traslado se hizo el día 24 de agosto, después de que la Junta de Sanidad lo autorizara bajo ciertas medidas precau-torias, y permaneció en la catedral hasta el 5 de marzo de 1812. A pesar de las precauciones sanitarias y las rogativas, el foco de fiebre amarilla detectado en el barrio de Triana se propagó por la ciudad y la isla. El 29 de agosto el provisor del obispado envió un oficio para que se destinen dos eclesiásticos para la administración del sacramento a los enfermos en los dos hospitales destinados a los epidemiados. El ayuntamiento, por su parte, pide al cabildo «alguna contribución para el socorro de los enfermos». Se des-tinaron a este fin mil pesos. El 11 de septiembre el obispo Verdugo envía un oficio sobre la ausencia de los señores capitulares y otros ministros «que se han salido al campo con motivo de la enfermedad; y de las providencias tomadas por el cabildo a fin de que no falte el culto divino ni el socorro espi-ritual así de todos los enfermos epidemiados como a los sanos». En este ejer-cicio ministerial se contagió el mencionado racionero Leonardo Reyes que 100 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ falleció el 18 de noviembre de dicho año «a causa de la enfermedad pestilen-cial que se experimenta». El anciano Viera se trasladó a la ciudad de Telde, sin duda, temeroso de ser infectado por la fiebre amarilla. En las actas capitulares se le mencio-na como presente en los cabildos del 13 y 28 de mayo y 3 de junio. A partir de esta fecha ya no es citado, por lo que pensamos que sería en este mes de junio o lo más tardar en julio cuando decidió dejar la ciudad y establecerse en Telde. El 31 de julio de 1811, como hemos dicho, falleció su amigo y con-fundador del colegio de San Marcial, el deán Miguel Mariano de Toledo. Sin duda, que este hecho influyó en su ánimo a la hora de tomar la resolución de formalizar su testamento. No por ello cejó en su labor de estudio e inves-tigación. Todo lo contrario, aprovechó su estancia en la ciudad de los faica-nes y primera sede episcopal de las islas, para conocer el rico archivo parro-quial de San Juan, donde se conserva como principal joya las constituciones sinodales del obispo Diego de Muros [1497 y 1506]. Su amigo don Jose María de Zuaznávar y Francia, fiscal de la Audiencia y autor de Diario de mi estancia en Telde, le había hablado de la importan-cia del archivo y de las excelencias de la ciudad. [Datos facilitados por don Antonio González Padrón]. A finales de agosto todas las dignidades y la mayoría de los canónigos y racioneros habían abandonado la ciudad. El canónigo Pedro Bencomo, como presidente, y los racioneros Alberto y Cabral permanecieron en Las Palmas manteniendo el culto de la catedral y las reuniones capitulares. La mayoría insistía en trasladar el cabildo y, por tanto la catedral, a otro lugar del interior. Estas dos posturas derivaron en un agrio conflicto. En agosto de 1811 el racionero Cabral en nombre de Bencomo envió un oficio a los capi-tulares ausentes instándoles a reincorporarse a la catedral. La respuesta del arcediano Viera fue escueta y cortés en la forma, aunque en el fondo displi-cente: «Sr. Racionero Dn. Agustín Cabral. Muy Sr. mío: Enterado por el oficio de V. S. de lo acordado por nuestro Cabildo el día 21 del corriente, espero que V. S. se sirva hacerle presente que yo sería el primero que accedería a su respetable solicitud si mi edad, mi salud y otras circunstancias me lo permi-tieran en el día, mayormente quando mi ausencia de la Iglesia y de la ciudad no ha sido para disfrutar recles ni diversiones. Telde, 25 de agosto de 1811. José Viera y Clavijo». [Recle es el tiempo que se permite a los prebendados ausentarse del coro]. LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DE MANUEL VERDUGO Y ALVITURRÍA. CA. 1805 MUSEO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA 102 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Para tratar este delicado asunto convocó el arcediano Antonio María de Lugo un cabildo en Telde para el martes 4 de febrero de 1812. A ello se opuso don Pedro Bencomo, como se lee en el acta del día 31 de enero: «El Sr. Pre-sidente canónigo Bencomo en este cabildo llamado ante diem hizo presente haber dirigido desde el lugar de Telde al señor arcediano don Antonio María de Lugo una carta con fecha 28 del corriente reducida a convocar un cabil-do pleno extraordinario en el citado lugar y consulta y aprobación al Ilmo. Sr. Obispo nuestro Prelado, a fin de tomar las medidas previas y convenientes para trasladar la catedral con sus oficinas anexas a algún pueblo interior de la isla en el caso de renovarse la epidemia que ha padecido esta ciudad...». Los pocos capitulares presentes acuerdan recurrir al Sr. Obispo «por los gra-vísimos inconvenientes y funestas consecuencias que van a resultar de una novedad tan extraña como es la celebración de un cabildo fuera de su Iglesia PEDRO BENCOMO. MUSEO MUNICIPAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE y aula capitular...». En los primeros días de febrero se cruzaron las cartas que iban y venían de Telde y Teror, don
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Calificación | |
Título y subtítulo | José de Viera y Clavijo : sacerdote y arcediano |
Autor principal | Sánchez Rodríguez, Julio |
Tipo de documento | Libro |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Fecha | 2007 |
Páginas | 263 p. |
Datos serie | Colección In diebus illis |
Materias |
Viera y Clavijo, José de (1731-1813) Biografía |
Formato Digital | |
Tamaño de archivo | 14284747 Bytes |
Texto | JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO Sacerdote y Arcediano JOSÉ DE OSSAVARRY Y ACOSTA: RETRATO DE JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. CATEDRAL DE CANARIAS Julio Sánchez Rodríguez JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO Sacerdote y Arcediano Las Palmas de Gran Canaria MMVII COLECCIÓN In diebus illis VOLÚMEN I DIRECTOR Julio Sánchez Rodríguez AL CUIDADO DE Carlos Gaviño de Franchy DISEÑO Y MAQUETACIÓN Lope de Clavijo Amador Luis COLABORADOR EN INFORMATIZACIÓN David Crespo Martínez CORRECCIÓN DE PRUEBAS Eliseo G. Izquierdo FOTOGRAFÍA Mathius de Felipe CON EL PATROCINIO DE JOSÉ SÁNCHEZ PEÑATE, S. A. FOTOMECÁNICA E IMPRESIÓN Negami S. L. ENCUADERNACIÓN Depósito Legal: TF- ¿?/07 ISBN: ¿? SUMARIO INTRODUCCIÓN [9] LA ILUSTRACIÓN EN LA IGLESIA DE CANARIAS [11] RAÍCES CATÓLICAS DE JOSÉ ANTONIO DEL ÁLAMO VIERA Y CLAVIJO [21] ESTUDIOS DEL JOVEN VIERA [27] CAPELLANÍA Y ÓRDENES SAGRADAS [31] SACERDOTE EN LA CIUDAD DE LA LAGUNA 1756-1770 SECRETARIO DE LAS CONFERENCIAS MORALES: 1766-1767 [39] VIERA ESCRITOR ECLESIÁSTICO Y PREDICADOR EN MADRID, 1770-1784 [49] VIERA EN EL ARCHIVO VATICANO: 1780 [51] EL CABILDO DE LA CATEDRAL DE CANARIAS Y SUS ESTATUTOS [55] LOS ARCEDIANOS [59] TOMA DE POSESIÓN DEL ARCEDIANATO DE FUERTEVENTURA: 1782 [65] EL CANÓNIGO NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO [67] EL ARCEDIANO VIERA EN LA CATEDRAL DE SANTA ANA: 1784-1813 [71] ARCHIVERO DE LA CATEDRAL [77] COLEGIO DE SAN MARCIAL. VIERA PEDAGOGO Y LITURGO [79] DON JOSÉ VIERA, GOBERNADOR DEL OBISPADO [83] LEGADO CULTURAL DEL ARCEDIANO DE FUERTEVENTURA [87] VIERA EPISCOPABLE [91] MUERTE Y SEPULTURAS DE VIERA Y CLAVIJO [93] ESTANCIA Y TESTAMENTO DE VIERA EN TELDE [99] APÉNDICE I PROPUESTA DE D. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO Y D. MIGUEL MARIANO DE TOLEDO PARA LA FUNDACIÓN DEL COLEGIO DE SAN MARCIAL. LAS PALMAS, 29 DE OCTUBRE DE 1785 [131] APÉNDICE II CARTA DEL GOBERNADOR ECLESIÁSTICO D. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO AL CLERO DE LA DIÓCESIS. CANARIA, 28 DE MARZO DE 1797 [137] APÉNDICE III TESTAMENTO DE DON NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO [145] APÉNDICE IV ELOGIO DE FELIPE V. REY DE ESPAÑA. MADRID, 1779 [157] APÉNDICE V ORACIÓN FÚNEBRE POR EL REY CARLOS III... LAS PALMAS, 17 DE MAYO DE 1789 [211] INTRODUCCIÓN Con acierto, la exposición 4 faces de Viera 2006, se propuso estudiar y difundir la rica personalidad del polígrafo don José de Viera y Clavijo en su conjunto y totalidad, a la vez que se resaltaban los cuatro caracteres más sobresalientes de su vida y obra, pero no aisladamente, sino entrecruzados e interdependientes. Con el mismo propósito la Consejería de Educación, Cul-tura y Deportes y la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas orga-nizaron un ciclo de conferencias, que se impartieron en el mes de noviembre del referido año en las Bibliotecas Públicas del Estado de Las Palmas de Gran Canaria y de Santa Cruz de Tenerife. A mí me encargaron disertar sobre la faceta eclesiástica de Viera, con el título «Viera y Clavijo, sacerdote y arce-diano ». Posteriormente, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria me invitó a participar en el ciclo de conferencias organizado para conmemorar el 275 aniversario del nacimiento del que había sido su director desde 1790 a 1783, el arcediano don José de Viera y Clavijo. Mi con-ferencia tuvo lugar en febrero de 2007 con el título «Viera y Clavijo, arcedia-no de Fuerteventura y archivero de la Catedral de Canarias. Su memoria en el cabildo y sus sepulturas». Estos trabajos, recopilados y ampliados, han sido el origen de este libro que se incorpora a la extensa bibliografía publicada sobre el polígrafo canario. Es también el primero de la colección In diebus illis, «En aquellos días», que nace con el objetivo de recordar y estudiar per-sonajes, obras y acontecimientos del pasado, principalmente de la Iglesia. Viera literato, historiador y científico no se entiende sin Viera ilustrado católico. Minimizar su carácter religioso, relegándolo a segundo plano y con-siderándolo como un accidente producido por el ambiente familiar y social, es mutilar su personalidad. El carisma cristiano y sacerdotal de Viera y Clavijo es consustancial y determinante en su vida y obra. El movimiento de la Ilustración, promovido por Carlos III, del que fue seguidor entusiasta nuestro personaje, fue asumido como tarea doctrinal y pastoral por la Iglesia Católica en muchas de las diócesis de España. A lo largo de este trabajo iremos des-tacando el carácter sacerdotal de Viera y Clavijo, que él supo armonizar admi-rablemente con las letras y las ciencias. El diálogo Fe y Cultura, del que tanto se ha hablado en los últimos años, lo promovió y ejercitó con naturalidad y sin complejos en la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX el clé-rigo arcediano. Y para no extenderme en consideraciones propias, me remi-to al poeta don Manuel Verdugo, que supo retratar y cantar como nadie al hombre cristiano José de Viera y Clavijo en un olvidado y genial soneto, trans-crito aquí como prólogo y síntesis de este libro: VIERA Y CLAVIJO A Jesús M. Perdigón Este clérigo inquieto y cortesano que traduce a Voltaire y a Cristo reza, tiene en su enjuto rostro la firmeza y la astucia de un viejo castellano. No aspira a ser obispo, sí arcediano; cimenta en el estudio su grandeza buscando la verdad y la belleza... Es poeta, filósofo y cristiano. Espíritu insaciable y luminoso, sondea en el pasado, y victorioso nos lega de Canarias la alta Historia; en ella, cada página admirable es un recio sillar, firme, inmutable, para el gran monumento de su gloria. Manuel Verdugo La Prensa, 30 de agosto de 1927 10 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ LA ILUSTRACIÓN EN LA IGLESIA DE CANARIAS En Canarias, tuvimos hasta cinco obispos consecutivos pertenecientes a esta corriente que tenía como objetivo acabar con la ignorancia y ociosi-dad del pueblo. Entre 1769 y 1816, ocuparon la sede canariense los obispos Cervera, Herrera, De la Plaza, Tavira y Verdugo, todos activos militantes de la Ilustración. Delgado y Venegas [1761-1768] puede considerarse también como afín a la misma en sus inicios. Este prelado sevillano fue el promotor de las conferencias morales del clero celebradas en La Laguna en los años 1766 y 1767, de las que fue secretario y mantenedor el joven sacerdote don José Viera, al mismo tiempo que participaba activamente en la Tertulia de Nava. Fray Juan Bautista Cervera y Viera coincidieron en Canarias el primer año de pontificado efectivo de aquél, 1769-1770. A finales de este año, Viera marchó a la Corte al servicio del marqués del Viso. El obispo Cervera funda-ría en 1776 la Real Sociedad Económica de Amigos del País de la ciudad de Las Palmas, de la que luego sería socio y director el arcediano Viera, desde 1784 hasta su muerte. La de Tenerife se fundó en La Laguna en 1777. Un año después, el cortesano Viera se hizo socio honorario de la misma1. De Cervera, nuestro historiador hizo una elogiosa memoria por su actuación en favor de 1 SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos y clérigos en las Sociedades Económicas de Amigos del País de Gran Canaria y Tenerife. Las Palmas de Gran Canaria, 2003; pp. 37, 64 y 68. FRAY JUAN, OBISPO DE CANARIAS JOSÉ RODRÍGUEZ DE LA OLIVA: RETRATO DE FRAY JUAN BAUTISTA CERVERA, OBISPO DE CANARIAS. 1776 CASA MUSEO DE COLÓN. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA los habitantes de Fuerteventura que sufrieron los horrores del hambre y la desolación a causa de la sequía que asoló la isla en aquellos años: «Ningún canario olvidará cuánto hizo en tan lamentable estrecho el ilustrísimo señor don fray Juan Bautista Cervera, obispo de nuestras Canarias, seguido de mu-chos canónigos y racioneros de su cabildo y de los próceres de la ciudad de Las Palmas... Hemos hecho honrosa memoria de su caritativa liberalidad con los necesitados, especialmente durante la escasez de granos que hubo de a-solar a las islas menores, habiendo hallado en su cabildo los inmortales ejem-plos de compasión y humanidad para con los vecinos expatriados a quienes socorrió largamente»2. Su sintonía con la mentalidad renovadora e ilustrada de Cervera lo explicitó Viera al final del capítulo que le dedica en su episco-pologio: «Pero los monstruos que más aborrecía eran la ignorancia y la laxitud. Celoso del decoro del púlpito y de la elocuencia sagrada, promovió los buenos estudios y puso silencio a los que profanaban tan santo ministerio»3. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 13 2 VIERA Y CLAVIJO, Joseph de: Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria. Madrid, 1776- 1783. Goya Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 1982. Volumen I, tomo II, libro XI, nº 27, p. 836- 837 y volumen II, tomo IV, libro XVI, nº 67, p. 598. 3 Ídem: p. 599. ARMAS DEL OBISPO CERVERA Fray Joaquín de Herrera, obispo de Canarias de 1779 a 1783, y Viera y Clavijo no coincidieron en las islas. Pero, seguramente, nuestro historiador estaría informado y se congratularía de las audaces iniciativas del obispo cis-terciense con el apoyo de su secretario don Antonio Torres, para instruir en todas las artes y ciencias al clero y a los seminaristas. Para ello, había funda-do la Academia y la Biblioteca del Seminario, y reformado su plan de estu-dios, proyectos que alarmaron al Santo Oficio.4 Herrera es el último de la nómina de obispos que estudia Viera en su episcopologio, dentro de la His-toria General de Canarias. Resalta, sobre todo, la Visita pastoral que hizo por toda la diócesis y el impulso que dio a las obras de la catedral, donando 20.000 pesos. El obispo falleció en su palacio el 4 de diciembre de 1783, noti-cia que no recoge Viera, pues entonces ya había acabado su trabajo. Este últi-mo capítulo del episcopologio termina diciendo que Herrera «concluyó en poco más de un año su santa y general visita, y se restituyó a su palacio de Canaria en julio de 1782»5. En este año, precisamente, Viera fue promovido a la dignidad de Arcediano de Fuerteventura en la catedral de Canarias. 14 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 4 CAZORLA LEÓN, Santiago y SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos de Canarias y Rubicón. Eypasa, Madrid, 1997, p. 330. 4 ––SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos y Clérigos en las Sociedades... o. c., p. 31. 5 Ídem: pp. 599-600. ARMAS DEL OBISPO HERRERA Con los obispos Antonio de la Plaza, Antonio Tavira y Manuel Verdugo sintonizó y trabajó estrechamente el arcediano Viera. El primero fue director de la Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria en el trienio 1786-1789. Le sustituyó Viera en 1790. En octubre de 1785, a los dos meses de la llegada de Plaza a la sede, Viera y Clavijo y Mariano de Toledo funda-ron el colegio de San Marcial para la formación de los mozos de coro. En 1787, De la Plaza fundó la Escuela de Dibujo, que pasó a depender de la Económica. En ese mismo año, fue director de la Sociedad Económica de Tenerife. Antonio Tavira fue el gran reformador de la Iglesia de Canarias6. Hizo Visita pastoral a todas las islas, de la que se conserva sus interesantes y sin-gulares Mandatos7. Purificó el culto de supersticiones y costumbres abusivas e instituyó en muchas parroquias la Hermandad de la Caridad, con la obli-gación de crear escuelas para los pobres y hospitales para los enfermos. Viera recibió con aplauso y plena satisfacción la empresa renovadora del obispo. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 15 ARMAS DEL OBISPO TAVIRA 6 INFANTES FLORIDO, José Antonio: Tavira ¿Una alternativa de Iglesia? Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Cajasur. Córdoba, 1989. 7 Ídem: Diario de Tavira. Publicaciones de la Obra Social y Cultural Cajasur. Córdoba, 1998. ANÓNIMO: RETRATO DE ANTONIO MARTÍNEZ DE LA PLAZA, OBISPO DE CANARIAS. CA. 1790 MUSEO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Finalmente, en el largo pontificado del canario Manuel Verdugo, Viera llegó a ser persona de su confianza e, incluso, tuvo responsabilidades de gobierno al ser nombrado temporalmente Gobernador Eclesiástico. Ambos se definie-ron abiertamente hostiles al Santo Oficio de la Inquisición y ambos eran lec-tores de los enciclopedistas franceses, cuyas obras estaban en sus bibliotecas. En los últimos años de Verdugo se planteó oficialmente el establecimiento de un obispado en La Laguna, desmembrado del de Canarias, a cuyo proyecto se opuso Viera y Clavijo. Viera encontró en el cabildo catedralicio y en la ciudad de Las Palmas un clima receptivo y favorable a sus inquietudes intelectuales y renovadoras. Nada menos que 14 canónigos habían sido socios fundadores de la Sociedad Económica de Amigos del País, junto al obispo Cervera. Si sumamos, ade-más, otros sacerdotes, la cifra se eleva a 41 eclesiásticos, el 40,59 % del total de socios, que eran 101. Y entre 1776 y 1808, fueron socios de la Económica de Gran Canaria, seis obispos, cuarenta y siete canónigos, treinta presbíteros y cinco religiosos. En total, ochenta y ocho eclesiásticos de doscientos veinti-dós socios (39,64 %). Los seis obispos fueron los cinco de Canarias reseña-dos y el arcediano de Canarias Luis de la Encina, nombrado obispo de Are-quipa (Perú) en 1805. Junto a Viera, trabajaron en la Sociedad eminentes fi- JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 17 ARMAS DEL OBISPO VERDUGO LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DE DIEGO NICOLÁS EDUARDO. CA. 1798-1799 MUSEO DIOCESANO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA guras como don Diego Nicolás Eduardo, canónigo tesorero y arquitecto de la catedral, don Graciliano Afonso, doctoral y humanista, don Pedro Gordillo, párroco del Sagrario y diputado en la Cortes de Cádiz, y don Enrique Her-nández Rosado, rector del Seminario.8 Viera y Clavijo fue, por tanto, un hijo adelantado y preclaro de la Iglesia de su tiempo, encarnada en el Siglo de las Luces. Comulgaba con ella en la tarea de armonizar la fe y la razón, en combatir la ignorancia y la supersti-ción con la instrucción y el verdadero culto, en cooperar estrechamente con la sociedad civil para el desarrollo del pueblo. Expresamente manifiesta su pensamiento en sus escritos. Un claro ejemplo es su comentario a los hechos acontecidos en La Laguna durante las fiestas del Corpus de 1749 que coin-cidieron con las rogativas a la Virgen de la Candelaria, cuya imagen había sido trasladada a la ciudad. El obispo Guillén había prohibido que en la pro-cesión del Santísimo se sacase la imagen de la Virgen «porque el pueblo inconsiderado no desairase el principal culto», lo que dio origen a grandes altercados protagonizados por instituciones religiosas y civiles. Apostilla Viera: «Corremos aquí el velo sobre las resultas de esta providencia, para sepultar, si es posible, en un olvido eterno, acontecimientos que otros tiempos más ilustrados detestan con razón»9. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 19 8 SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos y Clérigos... o. c., pp. 45-51. 9 VIERA Y CLAVIJO, José: o. c., p. 589. GRACILIANO AFONSO ANÓNIMO: RETRATO DE JUAN FRANCISCO GUILLÉN ISSO, OBISPO DE CANARIAS. 1749 CONVENTO DE LAS CONCEPCIONISTAS. GARACHICO. TENERIFE RAÍCES CATÓLICAS DE JOSÉ ANTONIO DEL ÁLAMO VIERA Y CLAVIJO José Antonio Viera y Clavijo nació el 28 de diciembre de 1731 en una familia de raíces católicas y se educó en un ambiente religioso. En el entorno fami-liar había varios sacerdotes. Fue bautizado en su casa «por necesidad», por el presbítero Lucas Fernández de Chaves. Este dato sugiere que el recién nacido estuvo en peligro de muerte, circunstancia frecuente en aquella época en la que la mortandad infantil era muy elevada. Alejandro Cioranescu percibe en ello un indicio o presagio de la frágil salud que acompañaría al personaje durante su vida. En todo caso, el hecho de que aquel niño naciera en el día de los Santos Inocentes y «engañara» a todos con su inminente muerte, no deja de ser un presagio de la fina ironía que le caracterizó y de la «filosofía» con que se tomó la vida. No sólo sobrevivió a aquella amenaza de muerte, sino que tuvo una lar-ga y fecunda existencia, muriendo a los ochenta y dos años. Las bendiciones solemnes y los óleos le fueron dados por su tío el también presbítero don Do-mingo Francisco del Álamo y Viera, en la iglesia de Santiago de Realejo Alto (Tenerife), haciendo de padrino el ya mencionado Lucas Fernández. La partida de bautismo, incluida en el expediente de Órdenes, dice tex-tualmente: En cinco de Enero de mil setecientos treinta y dos años yo Don Domingo Fco. del Álamo y Viera Presbítero con licencia del Br. Dn. Juan Matheo de la Guardia Vble. Beneficiado Rector de la Parroquia del Sr. Santiago del Realejo de Arriba dí las bendiciones bautismales (por aver-le echado agua en caso de necesidad Dn. Lucas Fernández de Chaves Presbítero) a Joseph Antonio, hijo legítimo de Dn. Gabriel Viera del Álamo, Alcalde de dicho lugar, y de Doña Antonia María Clavijo su mujer, vecinos de este dicho lugar, y naturales de la villa de La Orotava, fue su padrino el dicho Dn. Lucas Fernández de Chaves, vecino asimismo de este dicho lugar, quien save del parentesco que se contrae con las más obligaciones = Nació en veinte y ocho de Diciembre del año pasado de mil septecientos treinta y uno: tiene óleo, chrisma y lo firmé = Domingo Francisco del Álamo y Viera = Ignacio Lorenzo y Oramas, Not. Púb10. 10 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Expediente de Órdenes de Don José Viera y Clavijo. Presbiterado. La Orotava. Nº 6220, carpeta 84. 7 de febrero de 1756. VISTAS DE LOS REALEJOS. PRINCIPIOS DEL SIGLO XX JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 23 Además de Domingo Francisco, otros dos tíos de José, hermanos de su padre, fueron sacerdotes: José Antonio del Álamo y Viera, cura de Santa Úrsula [1743-1751] y luego beneficiado de La Orotava, y el licenciado Antonio Francisco del Álamo y Viera, abogado de los Reales Consejos y cura teniente del Sagrario de Cádiz. Gabriel, padre de José Antonio, fue el cuarto de los her-manos, hijos todos de Gabriel Rodríguez del Álamo y de Magdalena Viera Barrios. Casó en primeras nupcias con Lucía García de Estrada en 1716, de cuyo matrimonio nació la niña Gabriela Josefa Antonia. Lucía falleció en 1722 y a los pocos meses Gabriel contrajo nuevo matrimonio con Antonia María de Clavijo Álvarez. Ésta era hermana de Nicolás Clavijo Fajardo, padre del célebre escritor José Clavijo Fajardo. Los hijos de Gabriel y Antonia María fue-ron diez por este orden: Josefa Jacinta, Antonio José Domingo, Nicolás Antonio, Gabriela, nacidos en La Orotava; Antonio Francisco José y José Antonio, nacidos en El Realejo Alto; Antonia Florentina de la Trinidad, Felipe Nicolás Domingo, María Joaquina y Andrés Domingo, nacidos en el Puerto de ARMAS DE ÁLAMO ARMAS DE VIERA ARMAS DE LA FAMILIA CLAVIJO. EL MUSEO CANARIO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 25 la Cruz. Josefa casó con Antonio Cabeza, cuyo hijo Luis fue cura de Santa Úr-sula. Un tío y un sobrino de José Viera, fueron, por tanto, curas de esta parro-quia del norte de Tenerife. Tres varones hijos de Gabriel y Antonia fueron dados a la Iglesia. En efecto, Andrés Domingo, profesó como religioso dominico, Nicolás, fue del clero secular y prebendado de la catedral de Canarias, y José Antonio, arcediano de Fuerteventura en la misma catedral. Nicolás y José fue-ron, pues, compañeros capitulares. El primero falleció el 6 de octubre de 180211. 11 Archivo de la Catedral de Canarias: Libro de Prebendados. 11 ––HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, A. Sebastián: José Viera y Clavijo. Biografías de Científicos Canarios. La Orotava, 2006; pp.34-35. 11 ––Cf. CIORANESCU, Alejandro en la Introducción de Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, de José de Viera y Clavijo, editada por Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife, 1982. FIRMAS DE ANTONIA MARÍA CLAVIJO Y GABRIEL DEL ÁLAMO Y VIERA J. CAMARÓN Y ESTEBAN BOIX: RETRATO DE MELCHOR CANO. GRABADO, SIGLO XVIII COLECCIÓN PARTICULAR ESTUDIOS DEL JOVEN VIERA Como vimos en la partida, don Gabriel era alcalde del Realejo de Arriba en 1731. Al año siguiente pasó a ocupar la escribanía del Puerto de la Cruz. Allí vivió los primeros años su hijo José. Estudió José en el convento de San Benito de la villa de La Orotava, regentado por los dominicos. Después de las fundaciones de San Pedro Mártir en Las Palmas y de Santo Domingo en La Laguna, ambas en 1522, y de las de San Miguel en Santa Cruz de La Palma y de Nuestra Señora de la Candelaria en Tenerife, ambas en 1530, la quinta realizada en Canarias fue esta de La Orotava en 1592, con el patroci-nio de la familia de los Mesas. El mismo Viera en la Historia General dice que fue este convento «uno de los principales de la provincia, por su bello templo con capillas, su alegre claustro, su agradable situación, su amena huerta, sus vi-ñas, sus aguas, sus estudios con cátedras de gramática, filosofía y teología y sus hijos esclarecidos en letras, celebridad y representación». Estas imágenes y recuerdos que con tanto detalle y viveza describe el antiguo alumno, evidencian la profunda huella que dejó en su espíritu el centro dominicano. Dedica Viera, además, un capítulo al «sistema de esta provincia domi-nica y de sus estudios, con el patronato general de ella». Del colegio de La Orotava dice que había «cuatro o cinco lectores y un regente». Acerca de las exigencias al profesorado, afirma que «para obtener las cátedras de vísperas en las casas de estudios, deben preceder dos oposiciones de teología y dos de filosofía... y los que han de obtener las jubilaciones y grados honoríficos de la provincia han de haber leído tres cursos (cada curso es de tres años) de filosofía y nueve de teología escolástica, dogmática, moral y expositiva, defen-diendo doce conclusiones públicas, que se sostienen antes en presencia de la comunidad, para que se vea si conviene su publicación». Añade el historia-dor que en 1761 se instituyó la cátedra de teología «de los Lugares Teológicos de nuestro obispo Cano, de manera que, debiendo tener los estudiantes teó-logos seis años de curso, se les explicasen en el primero los dichos Lugares Teológicos y en los cinco restantes toda la suma del Angélico Doctor». Fi-naliza Viera y Clavijo haciendo una loa de los discípulos eminentes y de los ilustres profesores de los colegios de la Orden de Santo Domingo: «El catálo- VISTA DE LA OROTAVA, TENERIFE INTERIOR DE LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA PEÑA DE FRANCIA. PUERTO DE LA OROTAVA, TENERIFE go de discípulos aprovechados que de estos claustros han salido para ocupar los más distinguidos empleos en la Iglesia y en la república es tan numeroso co-mo honorífico para la provincia, la que no se debe gloriar menos de los acredi-tados varones que han vestido su hábito en las Canarias que de todos los demás blasones que han ilustrado la orden de predicadores en varios tiempos»12. Por supuesto, que uno de los mejores discípulos aprovechados fue el autor de estas líneas, que al escribirlas estaba dando público reconocimiento y agradecimien-to. Aunque, al parecer, su asignatura preferida fue la Filosofía, podemos intuir por sus aficiones posteriores, que también la Gramática, los idiomas y la Moral fueron de su simpatía. Uno de los misterios que envuelve la vida de Viera y nos llena a todos de perplejidad, es la carrera y plan de estudios que tuvo, una vez finalizados los cur-sos del colegio de los dominicos. Sabemos que no acudió a ninguna Universidad ni obtuvo título alguno. El obispo Verdugo así lo declarará en un informe del que hablaremos más tarde: «No tengo entendido que haya seguido carrera en Universidad, ni que esté graduado, pero es de los sugetos de mejor talento y más instruidos que hay en estas Islas... además tiene una instrucción bastante exten-sa en materias eclesiásticas...». Nos extraña que sus padres no lo enviasen a alguna de las Universidades españolas, como sí lo hicieron con Nicolás, que se doctoró en Cánones, igual que otras familias canarias con sus hijos. En la de Sevilla, por ejemplo, estudia-ron en los años de juventud de Viera, entre 1745 y 1760, Lorenzo de Lugo y Viña, Marcos Arévalo y Luis Fernández de Armas, los tres de La Orotava, graduados en Teología, Cánones y Medicina, respectivamente; Antonio Vizcaíno, del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, licenciado en Teología; Manuel Antonio Ramos, de Tacoronte, licenciado en Cánones; Diego Miguel Acosta y Quintero, Carlos Yánez Barrios y Rafael José Ramos, naturales de La Laguna, doctor en Teología, bachi-ller en Medicina y doctor en Cánones, respectivamente. Y como natural de Cana-rias se cita a Baltasar Martínez Alarcón, licenciado en Cánones13. No sería, pues, JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 29 12 VIERA Y CLAVIJO, Joseph: o. c. , volumen II, cuarto tomo, libro XVIII, capítulos 28 y 36, pp. 755- 756 y 763-765. Melchor Cano fue nombrado obispo de Canarias en 1552, pero no vino a su Sede y renunció. Fue uno de los grande teólogos de Salamanca y en cuanto tal fue enviado por Carlos V al concilio de Trento (1551-1552). Murió en Toledo en 1560. 13 GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Adolfo Luis: «Los estudiantes canarios en la Universidad de Sevilla (1756- 1769)». IV Coloquio de Historia Canario-Americana (1980). Cabildo Insular de Gran Canaria, 1982, pp. 332-334. por falta de medios económicos, ni por falta de capacidad y amor al estudio del joven Viera. Hemos de pensar, más bien, que sería su precaria salud la que le impediría entonces desplazarse a la Península y establecerse durante varios años en alguna ciudad universitaria con las carencias a que estaban sujetos los alumnos en aquella época. Viera y Clavijo fue, pues, un autodidac-ta, que tuvo como universidad los libros, las tertulias y los viajes. 30 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ CAPELLANÍA Y ÓRDENES SAGRADAS Orientado al estado clerical, fue tonsurado y ordenado de Menores por el obispo Juan Francisco Guillén en la ciudad de La Laguna, en 1750. Tenía entonces dieciocho años. Este dato lo recoge Cioranescu sin citar la fuente. No es posible documentarlo porque los Libros de Órdenes del pontificado de Guillén se perdieron. Las Órdenes Mayores, por el contrario, sí están perfec-tamente documentadas, por lo que nos extraña que Cioranescu ignorase las fechas exactas de las tres Órdenes. Además, hay una contradicción, al pare-cer involuntaria, en lo relativo a la ordenación de sacerdote. Escribe don Ale-jandro: «En 1753 era clérigo subdiácono y capellán de una de las capellaní-as fundadas por miembros de su familia, que debía servirle de congrua para poder recibir las órdenes mayores, como de hecho las recibió, en Las Palmas de Gran Canaria, en fecha desconocida, pero poco posterior... Obtuvo la licen-cia para predicar cuando tenía treinta y dos años y aun no había sido orde-nado de presbítero...»14. Pensamos que este número [32] es una errata manual del propio autor o de imprenta y no afirmación consciente de Cioranescu, pues, como dije, se contradice con la expresión «poco posterior». Debe leer-se, por tanto, veintitres años, edad que tenía Viera cuando fue ordenado de diácono. Interesa detenernos en la capellanía patrimonial que su tío cura don José del Álamo y Viera, párroco de La Orotava, otorgó en su favor «para ayu-darle a la congrua que para sagradas órdenes se necesita...». Esta fundación se fundamentaba «en tres fanegadas de tierra sembradía que entre otras más tengo y poseo por mías propias, compradas a doña Ana Machado en lo alto de esta dicha villa donde nombran Los Frontones y pasada del monte real, libre de todos tributos, pensiones y cargas, tierra que linda por el naciente con camino que dicen de Chimoche y en poniente huerta de los religiosos agustinos de la misma villa, digo por abajo tierras de don Domingo Viera presbítero también mi hermano, por dicho poniente otras que me quedan, las 14 CIORANESCU, Alejandro: o. c., pp. XXIV y XXV. quales tres fanegadas desde luego le consigno al expresado mi sobrino para que sean suyas propias y disfrute enteraamente por los días de su vida en fuerza de este patrimonio y ayuda de congrua...». El padrinazgo de don José Antonio a favor de su sobrino y homónimo se pone claramente de manifies-to cuando expresa que «deseando como deseo el asenso a órdenes mayores de don Joseph Antonio Viera y Clavijo mi sobrino... que se halla de menores hábil y suficiente para dicho ascenso por haber fenecido sus estudios de Theología y cumplido la edad de veintiún años se me hace preciso el ayudar-lo... ». Este instrumento se formalizó en La Orotava ante el escribano público Cayetano Lorenzo Núñez el 13 de enero de 1753, compareciendo como tes-tigos don Domingo Viera presbítero, don [....] clérigo de menores y don Do-mingo Ginory Andueza vecinos de la dicha villa y del lugar de Santa Úrsula15. Viera fue ordenado de sacerdote a los veinticuatro años, la edad míni-ma exigida por el derecho canónico. No obstante, el obispo le concedió la licencia para predicar una vez ordenado de diácono, facultad propia de la dia-conía. A nuestro apreciado investigador y prolífero escritor Cioranescu le hubiese bastado con visitar el Archivo Diocesano de Las Palmas de Gran Ca-naria para conocer y publicar todos los datos de las ordenaciones de Mayores de Viera. En efecto, las tres las recibió en Las Palmas de manos del obispo 32 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 15 Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife: P. N. 3168, f. 213r-215r. Cayetano Suárez. DON JOSÉ ANTONIO DEL ÁLAMO Y VIERA fray Valentín Morán, en el oratorio del Palacio Episcopal. El 22 de diciembre de 1753 fue ordenado de Subdiácono «a título de capellán y patrimonio» de coro en la iglesia de Nuestra Señora de La Peña del Puerto de la Cruz, donde vivía con su familia. El diaconado lo recibió el 20 de septiembre de 1755 y el presbiterado o sacerdocio el 3 de abril de 1756, a los veinticuatro años de edad. Veamos todos los detalles en los expedientes y Libro de Órdenes: * Ordenación de Subdiácono (Epístola): 22 de diciembre de 1753, veintidós años. El expediente canónico se formalizó el 12 de octubre de 175316. Este expediente consta del decreto del obispo, una copia literal de la partida de bautismo, deposición de testigos e informe del párroco. El objetivo del mismo era asegurar la idoneidad del candidato y demostrar la buena fama y «limpie-za de sangre» de la familia. El obispo fray Valentín Morán convocó Órdenes Generales para los días 21 y 22 de diciembre de 1753, Témporas de Santo Thomás Apóstol17. Como era su costumbre, se celebraron en el Oratorio del Palacio, en la ciudad de Las Palmas. El día 22 fueron ordenados los subdiáconos, 31 en total: diez seculares, cinco dominicos, ocho franciscanos y ocho agustinos. Entre los pri-meros se menciona a: DN. JOSEPH DEL ÁLAMO Y VIERA, A TÍTULO DE CAPELLÁN Y PATRIMONIO, NATURAL DEL PUERTO DE LA OROTAVA (FOLIO 25 V.). Anota el secretario los apellidos del padre del ordenado y su lugar de residencia, el Puerto de la Orotava o de La Cruz, no el de su nacimiento que fue «Realejo de Arriba». * Ordenación de Diácono (Evangelio): Sábado, 20 de septiembre de 1755, veintitrés años. En las Témporas de septiembre de 1755 fray Valentín Morán confirió Órdenes en la Capilla de su Palacio: el día 19, viernes, Órdenes Menores y el JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 33 16 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Expedientes de Órdenes. Nº 6155; consta de diez hojas. 17 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Libro de Asentamientos de las Órdenes que se han de celebrar en el tiempo del Pontificado del Ilmo. y Rvmo. Sor. Dn. Fray Valentín Morán, obpo. de estas Islas, que se irán apuntando sucesivamente como se celebrasen. Folios 24 a 27. día 20, sábado por la mañana, Órdenes Mayores18. De diácono ordenó a trein-taiún candidatos: once seculares, tres dominicos, dieciséis franciscanos y un agustino. Los tres primeros de la lista son éstos: ––Don Dámaso Quesada, Realexo de Arriba ––Don Miguel Joseph Camacho, Palma ––Don Joseph del Álamo y Viera, Pto. de La Orotava Los libros y documentos de los archivos, a veces, nos revelan datos y noticias sorprendentes. Así en el citado Libro de Órdenes del Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas, vemos que don Dámaso Quesada y don José Antonio del Álamo Viera recibieron juntos el subdiaconado y diaconado. Ambos habían nacido en Los Realejos, fueron ordenados de Epístola y Evangelio en la misma ceremonia, tenían la misma afición por los estudios de historia, viajaron a Roma años más tarde, pero, al parecer, no mantuvieron buenas relaciones. Don Dámaso de Quesada y Chaves fue autor de una Historia de Canarias inédita, que Viera desconoció o ignoró, pues no la cita en su obra. El manuscrito de Quesada, que se con-serva en la Biblioteca Nacional y está datado hacia 1765, se titula Canaria Ilustrada y Puente Americhano situado en las Afortunadas 7 yslas de Canaria... Compuesta por D. Dámaso de Quezada y Chaves Diácono natu-ral de la de Tenerife que la dedica y consagra. Existe una copia amplia-da y mejorada en el archivo de la iglesia de Santiago y Monserrat de Roma. La escribió don Dámaso en 1770, siendo sacerdote. Además, es autor de un episcopologio canario y del mapa titulado Plan de las Afor-tunadas Islas del Reyno de Canarias y la isla de San Borondón. Quesada ha sido considerado por algunos críticos como cronista y no como histo-riador19. Una vez ordenado de diácono, el Obispo le dio licencias para predicar en su parroquia «Nuestra Señora de la Peña» del Puerto de la Cruz. Durante 34 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 18 Ídem: folio 37 v. 19 En el otoño de 2005, los investigadores don José Antonio Cebrián Latasa y doña María Rosa Alonso polemizaron en la prensa sobre este asunto. El Día, 18 de septiembre de 2005, 2 de octubre de 2005, 9 de octubre de 2005. Diario de Avisos, 19 y 20 de octubre de 2005. Recientemente ha estudiado la vida y obra de Quesada y Chaves el investigador don Juan Tous Meliá en un expléndido artículo publicado en El Día con el título «Dámaso Quesada y Chaves. Plan de las Afortunadas Islas del Reino de Canarias», el 7 de abril de 2007. los seis meses y veintitrés días que ejerció la diaconía, Viera demostró ser un buen predicador. Así lo declarará el cura párroco, don Diego Nicolás Rocha y Rivas, en el informe del expediente para la ordenación sacerdotal, con estas escuetas palabras: «...en virtud de lo bien que se ha portado en los sermones...». * Ordenación de Presbítero (Misa): sábado, 3 de abril de 1756, 24 años. El expediente de ordenación sacerdotal se tramitó a finales de febrero y principios de marzo de 1756. Este expediente es más sencillo que el anterior, pues sólo se informa del comportamiento del clérigo aspirante al sacerdocio. Los testigos fueron cuatro sacerdotes que ejercían el ministerio en el Puerto de la Cruz, a saber, José Alejandro Oropesa, Tomás Álvarez del Pino, José Manuel Oramas y Lucas Martínez Ravelo. Estos dos últimos manifiestan conocer a José Viera «desde su infancia». Todos coinciden en señalar «que el susodicho había ejercitado las Órdenes que tiene en la Parroquia de este expresado lugar y en ella ha acudido con gran puntualidad a las Horas, Oficios Divinos, Procesiones y demás festividades que han ocurrido, y que también ha frecuentado los Santos Sacramentos... que también les consta cómo el mencionado ordenante es virtuoso, honesto, recogido, de buena vida, fama y costumbres, no tablajero, jugador, pendenciero ni amancebado, ni tampoco se halla excomulgado, sus-penso, irregular, ni padece defecto ni deformidad alguna en miembros, ni se ha reconocido tenga alguna falta que le impida las Órdenes que pretende, y es muy cierto que en la referida Iglesia de donde es parroquiano hay gravísima necesidad de clérigos para el servicio del Culto Divino... el dicho así de día como de noche, ha traído y anda con hábito modesto, decente y compuesto, y que no pasea armado de noche, ni en músicas ni otras cosas ha dado escándalo en su modo de proceder». (Da fe de estos testimonios el notario Jerónimo Nicolás Sánchez de la Torre)20. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 35 20 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Expedientes de Órdenes. Nº 6220. Año de 1756, 7 de febrero. José de Viera y Clavijo. Presbiterado. FRAY VALENTÍN, OBISPO DE CANARIAS Por su parte, el párroco don Nicolás Rocha y Rivas certifica «que el pre-tendiente don Joseph Viera y Clavijo Diácono, es sujeto idóneo para obtener el Sagrado Orden del Presbiterado... por constarme su ciencia, prudencia y buenas costumbres; y por la gran falta que hay de Confesores seculares en esta Parroquia me parecía podría Su Sría. Ilma. precediendo el examen correspondiente conferirle jurisdicción para administrar el Santo Sacramento de la Penitencia en esta próxima Pascua, como también la licencia de predi-car la Doctrina a el Pueblo en virtud de lo bien que se ha portado en los ser-mones que ha predicado de licencia de Su Sría. Ilma... Puerto, Marzo 8 de 1756». Es evidente que el cura párroco tenía en muy buena consideración y estima al joven diácono, de tal modo que ya cuenta con él para el tiempo pascual como confesor y predicador, una vez ordenado de presbítero. Poco tiempo duraría la colaboración de Viera con el cura del Puerto de La Cruz, pues al año de ser ordenado de sacerdote, se trasladó con su familia a la ciu-dad de La Laguna, para desconsuelo de aquél. En los primeros días del mes de abril de 1756, fray Valentín Morán cele-bró «Ordenes de Lázaro» en la capilla de su Palacio de Las Palmas21. El vier-nes día 2, por la tarde de prima y grados y el sábado día 3, por la mañana, de presbíteros. Entre los ocho seculares ordenados de Misa, estaba José Viera. Esta es la lista, tal como aparece en el Libro de Órdenes: Don Joseph Toledo, vecino de Palma. Don Mathías Clavesana, vecino de Santa Cruz. Don Joseph Viera, vecino del Pto. de La Orotava. Don Francisco de la Santa Ariza, vecino de La Laguna. Don Francisco de la Cruz Martínez, vecino de Daute. Don Pedro Ojeda Martel, vecino de Vega (Santa Brígida). Don Miguel Camacho, vecino de Palma. Don Domingo Muñoz, vecino de La Laguna. 36 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 21 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Libro de asentamiento de las órdenes que se han de celebrar en el tiempo del Pontificado del Ilmo. y Rvmo. Sor. Dn. Fray Valentín Morán, obpo. de estas Islas...; folios 40 r. y v. En esta ocasión se cita a nuestro personaje con el segundo apellido de su padre, que será el habitual a partir de entonces. El día de la ordenación tenía José Viera veinticuatro años, tres meses y siete días. Veinte años más tarde, cuando editaba su Historia General de las Islas de Canaria, Viera dedi-ca un capítulo extraordinariamente elogioso al obispo fray Valentín Morán, que le había impuesto las manos y consagrado como subdiácono, diácono y sacerdote, del que extraemos algunas frases: «...amantísimo de la paz, todo lo sacrificaba a esta virtud, que por eso no tuvo ningún pleito en todo el tiem-po de su largo pontificado, manteniendo la más ejemplar armonía con su cabildo y demás cuerpos de la magistratura... Arregló su familia con la mayor edificación. Su mesa fue siempre frugal, pues no quería que se sirviesen en ella». manjares delicados, diciendo que con lo que en día gastaba un regalón se podría mantener ocho o diez pobres... Dejó por herederos a los pobres de su Obispado de Canarias, de quienes había sido padre; y esta misericordia con los necesitados, que fue su principal virtud, su pasión y distintivo, será también su elogio». En el Puerto de La Orotava, donde había iniciado el ministerio de la predicación como díácono y sacerdote, tuvo el joven Viera el primer disgusto con el Tribunal de la Inquisición. Había sido invitado a predicar en el conven-to de San Francisco con motivo de la fiesta de San Antonio de Padua, el 13 de junio de 1756. Una expresión laudatoria al santo fue considerada indiscre-ta por el padre dominico fray Antonio Peraza, quien le delató al Santo Oficio. La Inquisición, previo informe del calificador don Alonso Falcón de Alarcón, dictó fallo por el que se le reprendía privadamente y se le apercibía de priva-ción de licencia de predicador en el caso de reincidencia. Viera no se resig-nó a que su honor y relación de méritos quedasen manchadas, y elevó al Tribunal un escrito de defensa donde pone de manifiesto su autoestima, su inteligencia y su argucia dialéctica. Por ello, lo transcribimos íntegramente: El prurito que ha producido en el público la delatación al Santo Tribunal de un sermón que dixe a S. Antonio de Padua el día 13 del últi-mo Junio, hecha por padre dominicano, de la qual él mismo no se ha embarazado en manifestarse autor, me hace tomar la libertad de poner mi dolor en las manos de V. S. lisonjeándome que no enojará a V. S. una representación que se me figura justa. Yo no puedo pensar sino que la vehemente melancolía que muchos años há padece el que suena ser delator, o bien algún linage de desafección azia mi persona, es quien lo ha inducido a hacerme passar por el desayre más sensible para un cathó- JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 37 lico. No estoy yo tan essento de que mi ignorancia o inadvertencia me pudiera precipitar a alguna expressión mal sonante, o no bien explicada; pero en la proposición que el delator abiertamente me ha atildado, por más que la reflexiono no hallo el lutheranismo que él dice que le ha hallado. La proposición es ésta: «que San Antonio excedió las comunes medidas que para formar los Santos tuvo la Santísima Trinidad, porque S. Antonio es un santo de más de marca». Ya ve V. S. quanto más tiene de anti-luterana que de luterana. Yo no miro aquí vulnerado ni nuestro libre alvedrío, ni la ciencia de Dios, ni la razón de causa primera, ni nin-gún otro atributo divino pues, en sustancia, sólo es una devota pondera-ción que hace a San Antonio de más estatura que el común de los demás Santos: concepto tan trivial como el non est inventus similis illi. Yo no me puedo hacer más concisa ni más viva apología que decir a V. S. la fuen-te de donde bebí el motivo de aquella especie. Entre unos apuntes hechos por el Dr. D. Joseph Viera, beneficiado que fue de la villa de La Orotava, en que solía compilar las mejores especies que había oído en el púlpito a hombres doctos, está un apunte de un Sermón de la Concep-ción predicado por el P. Mr. Déniz, dominicano, sugeto de mucho carác-ter en la república literaria. Este grande hombre vertió la proposición que se me nota aún con visos de más delicada; y fue: que la Concepción de María, siendo idea de la Trinidad Ssma. salió obra tal, que excedió a la divina idea. Assí, Señor, yo no puedo tener mayor gusto que oponer a un dominicano otro dominicano mayor. Pero todos estos abonos de mi con-ducta son ociosos, quando ya considero mi cartapacio en manos del Santo Tribunal, que con el juicio y madurez que practica, o declarará libre de sospecha mi sermón, o me dará la correspondiente corrección, que sabré abrazar como fiel hijo de la Sta. Iglesia Romana; aunque sea ociosa esta representación a la justificación de S. Sª., passe a lo menos por desahogo de quien se siente herido por la más delicada parte de su corazón. Con todo el cual ruego a nuestro Señor guarde a V. S. muchos años. = Puerto de La Orotava de Tenerife y Agosto 7 de 1756 = Joseph Antonio Viera y Clavijo. 38 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ SACERDOTE Y PREDICADOR EN LA CIUDAD DE LA LAGUNA: 1756-1770. SECRETARIO DE LAS CONFERENCIAS MORALES: 1766-1767 Afinales de 1756, Viera pasó a vivir con su familia a la ciudad de La Laguna. Destacó en estos primeros años de sacerdote como gran predi-cador y buen moralista, al mismo tiempo que frecuentaba la Tertulia de Nava, lugar de encuentro y debate de los intelectuales de la isla. El vicario de la ciu-dad informó al obispo de sus prendas oratorias en estos términos: «En quan-to a sus sermones debo decirle que le oído algunos, y me han parecido edi-ficantes y de una moral sana y limpia: Él se propone unos asuntos llanos, sobre los que discurre por puntos con erudición, y en un estilo y méthodo natural y agradable. En efecto, él predica con general aprobación de los hom-bres inteligentes, y el resto del auditorio le oye con admiración y provecho ¡Ojalá en las islas se estableciera su método de predicación!». En sus «Memorias» reconoce la evolución que él mismo realizó en el género de la oratoria, pasando del estilo meramente retórico y vacío al impor-tado de los púlpitos franceses, más culto y con contenido. Su declaración en tercera persona es, a la vez, sincera en la autocrítica y autocomplaciente con sus innovaciones. Dice así: Aunque cuando la empezó [la carrera de predicador] se acomodó por desgracia a aquel género de oratoria estulta que dominaba a la sazón en las islas, y aun en toda España, fue luego el mismo D. José de Viera el primero a quien en Tenerife debió el púlpito su reforma, su decoro y su dignidad; porque versado ya en la lectura de los más célebres orado-res franceses, se empeñó en imitarlos y en desterrar aquel abuso, hijo de una autorizada ignorancia, no sin aceptación y edificación general, como lo certificaron después bajo juramento los párrocos de La Laguna... Des-de entonces, adquirió en Tenerife los créditos de predicador sobresalien-te, a quien se encomendaban los sermones de las festividades más ruido-sas: cuaresmas, octavarios, novenarios, pláticas, etc., y esto por el dilatado espacio de dieciséis años, en diferentes iglesias de aquellos pueblos, pa-sando de ciento cuarenta los sermones que pronunció... Desconocemos a qué parroquia estaba adscrito y si ejerció algún minis-terio sacerdotal con nombramiento del obispo, además de su capellanía. Lo cierto es que fue nombrado secretario de las conferencias morales para el clero, conservándose en el Archivo Diocesano de Las Palmas los «Extractos de las Conferencias Morales del Clero de La Laguna sobre casos de concien-cia y ritos desde el mes de septiembre de 1766 hasta diciembre de 1767 cele-bradas en la sacristía de la iglesia de Los Remedios...». Las Actas, que se com-ponen de dieciséis hojas, están firmadas así: «Secretario, doy fe (rúbrica) José Antonio Viera y Clavijo»22. Viera recogió con precisión los contenidos, deba-tes y conclusiones de dichas conferencias. Tenía entonces treinta y seis años de edad. No obstante, estos Extractos corresponden al segundo ciclo de dichas conferencias, pues en los años sesenta y cuatro y sesenta y cinco debió celebrarse el primero. Lo sabemos por el informe anteriormente reseñado que el Vicario de La Laguna envió al obispo el 1 de septiembre de 1765. En dicho informe se elogia su actuación como Secretario de las Congregaciones Morales del clero, «cuyo encargo desempeña con acierto, como V. I. habrá visto por las copias de las Actas que él ha trabajado, y puesto en marcha». 40 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 22 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Conferencias Morales en Statu clericorum, caja 4. ERNEST GOUPIL Y EMILE LASSALLE: VISTA DE LA LAGUNA. LITOGRAFÍA. 1833 Las Conferencias fueron instituidas por el obispo don Francisco Del-gado y Venegas (1761-1768) el 8 de diciembre de 1763, cuyas materias serían los «casos de conciencia, sagrados ritos, y ceremonias». Comienza el prelado elogiando las cualidades intelectuales de los diocesanos y eclesiásticos cana-rios para a continuación insinuar que son inclinados a la pereza, todo dicho con suma delicadeza, muy propio de sus modales cortesanos: Luego que la Divina Providencia, por sus incomprehensibles dispo-siciones, nos destinó tan sin méritos propios, al Gobierno Pastoral de esta escogida porcion del revaño de Jesucristo, Pastor eterno de toda la Cathó-lica Iglesia, tuvimos la complacencia de empezar a tratar algunos de nues-tros amados diocesanos, observando en ellos un ingenio y disposición, que los hacen capaces de adquirir con facilidad la erudición que requieren los estados o empleos que les cupieren en suerte. En este primer dictamen nos confirmó la mayor experiencia, que después de nuestra llegada a las islas hicimos, especialmente de los eclesiásticos; pero al mismo tiempo nos condolió, que siendo tan fértil el campo, dejase de producir por falta de cultivo, aquellos frutos, que nos prometimos desde lejos. Bien conocemos, que es inclinación general de nuestra flaca y devil naturaleza, huir del tra-bajo y tener el ocio por felicidad, y que como nuestros isleños son hom-bres, no es extraño que participen de esta común flaqueza. El objetivo de las Conferencias era claro: la instrucción del clero para que puedan ejercer el misterio con la debida preparación y competencia. «Quien se ordena, afirma el obispo, contrae obligación de servir a la Iglesia como ministro interior de ella, de asistir y hacer las funciones sagradas, de ejer-cer los actos propios del Orden que recibe, y si es el de el Sacerdocio, de cele-brar arregladamente el Sacro sancto sacrificio de la Missa, con ciencia bastan-te para saber lo que haze, cómo lo ha de hazer, y cómo se ha de portar en tanta variedad de casos y defectos como pueden ocurrir y se experimentan cada día, no sin grave irreverencia de tan altos misterios y ofensión de los fie-les por la ignorancia y atrevimiento de los Ministros». Y sobre la necesaria ins-trucción de los Confesores, apostilla, «se necesita de mucho estudio, y que para conservarla es preciso no dejar los libros de las manos; es tanto lo que hay que saber de Moral, que solo se conoce cuando más se estudia». Delgado y Venegas se extiende después en argumentar estos principios con innumerables citas bíblicas, conciliares, de los Sumos Pontífices y de los obispos españoles, para luego dar las normas detalladas y concretas para la JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 41 FRANCISCO CASAS: RETRATO DE FRANCISCO DELGADO VENEGAS, OBISPO DE CANARIAS. SIGLO XVIII. CATEDRAL DE CANARIAS celebración de las Juntas en las islas. Primeramente señala los lugares en los que se darían las conferencias. Para facilitar las mismas propone varias alter-nativas: En esta capital se tendrían las Juntas en la hermita de S. Antonio Abad. En las demás ciudades o lugares en que huviere dos o más parro-chias se tendrán alternativamente, una en la sacristía, o en una capilla de una de las parrochias, y otra en la de otra, empezándose el turno por la que tuviere el Beneficiado más antiguo del pueblo. Y donde huviere una parrochia sola, se tendrán las Juntas en la sacristía o capilla de ella, o en casa del Vicario si le hay en el pueblo, o del Beneficiado o Cura más anti-guo, habiendo comodidad para ello y no teniendo reparo los concurren-tes. Lo dicho se entiende de los lugares en que haya por lo menos cua-tro eclesiásticos... Luego habla del presidente y del secretario de las Juntas. En la capital (ciudad de Las Palmas, sede del obispado) el presidente será el provisor y en los demás lugares el vicario si lo hay o el beneficiado más antiguo. Pero, sin duda, recaerá sobre el secretario el mayor trabajo y responsabilidad de las congregaciones. Mientras que para la capital y sede episcopal (Las Palmas), el obispo designa a una persona determinada, don Felipe Alfaro, en los de-más lugares correrá a cargo del presidente o prefecto su nombramiento «en nuestro nombre, ínterin que Nos, o nuestro provisor no hagamos otro nom-bramiento ». Para que nos percatemos de la tarea que el vicario de La Laguna en cuanto presidente, encomendó al sacerdote Viera y Clavijo al nombrarle secretario, es preciso conocer las funciones señaladas al secretario en el decreto del obispo: Medio quarto de hora antes de empezar la conferencia, será del cargo del Secretario cuydar que se haga señal con la campana de la parrochia respectiva, y al punto fixo de la hora señalada se juntarán todos en el sitio dispuesto para la congregación. A un lado de la mesa se sentará el Secretario, que tendrá consigo la lista de todos los que componen aquella junta, tintero con todo recado de escribir y papel, y un libro o cuaderno grande cosido, en el que se es-crivirán los casos de la conferencia, y lo que se resolviere sobre ellos. Y este libro o cuaderno lo costearán los congregantes, a lo que ninguno se po-drá escusar por pobreza, pues su costo se reduce a una docena de plie-gos de papel, que quando más le podrá corresponder a cada uno al año. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 43 Antes de empezar tendrá el Secretario preparadas cédulas, con los nombres de todos los componentes a ella, inmediatamente que se acabe el capítulo del Concilio o Sínodo, las leerá una a una, y delante de todos las meterá en una urna o bazo, las meneará bien y se sacará una de ella por suerte, y al que le tocare, propondrá el punto primero, le explicará y fundará la respuesta y solución... Será obligación del Secretario escrivir en el libro el día, hora y lugar de cada conferencia, los que asistieron a ella, los puntos que se trataron, y la última resolución que dictare el Presidente o el que se encargare de ella todo brevemente, y lo firmará de su nombre. Y en la lista de los con-currentes notará el Secretario, con aprobación del Presidente los que han faltado a aquella conferencia, quiénes con causa legítima y quiénes sin ella, y lo firmarán ambos. El Presidente tendrá gran cuidado con que el Secretario sea mui puntual y fiel en su oficio, y de los defectos o faltas en que incurriere, remediándolas por si se puede, y dando cuenta a nuestro Vicario o a Nos en derechura hasta que se consiga el remedio. El oficio de Secretario pide una gran fidelidad, porque a los libros que corren por su mano y ha de guardar, y a las certificaciones que diere de lo que constará en ellos, por mandato nuestro o de nuestro Provisor, de los que han asistido, su frecuencia, aplicación y aprovechamiento, se les ha de dar fe y servir de mucho para los informes, que en las vacantes de piezas Eclesiásticas hiciéremos al Rey nuestro señor y a la Real Cámara para facilitar o dificultar las pretensiones de los que deseen orde-narse, para las propuestas a los Beneficios vacantes o que vacaren, para el nombramiento de Curas, para las licencias de decir Misa y Confesar, y para todo lo que tengamos arbitrio; pues atenderemos y preferiremos a los que se distingan en la asistencia y aprovechamiento, y para lo contra-rio tendremos presentes a los ociosos y omisos. Por tanto, el Secretario, luego que se le nombre, jurará en toda forma ante el Presidente hacer bien y fielmente su oficio, y este juramento se escrivirá en el libro de las conferencias, y lo firmará el Presidente y Secretario. Cada quatro meses se dará cuenta puntual firmada del Presidente o Secretario a nuestro Vicario del partido respectivo de todo lo que se ha obrado en las juntas, y de los que han asistido o faltado, y por qué cau-sas, como también de los que más se esmeren en la aplicación y trabajo y más adelanten en las materias, y el Vicario sin pérdida de tiempo nos remitirá originales estos documentos, o a nuestro Provisor para nuestro gobierno. 44 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Este cúmulo de tareas y responsabilidades exigidas al secretario, eviden-cian que el buen funcionamiento y los buenos resultados de las conferencias dependían en gran medida del buen hacer del mismo. Sobre él recaía el peso de la organización y desarrollo. La lectura que hacemos del nombramiento de Viera como secretario de las conferencias celebradas en la parroquia de Los Remedios de La Laguna, nos lleva a la conclusión de que era muy estimado por las autoridades eclesiásticas y por el clero, en cuyo presbiterio estaba ple-namente integrado. Su pertenencia y dedicación a la Tertulia de Nava no ha de suponer que estaba alejado o ajeno a su estado clerical. Todo lo contrario, en aquellos tiempos ilustrados era bien visto por la mayoría de sus compañeros y por la jerarquía. No faltaron, con todo, críticas y acusaciones por su trato asi-duo y afectuoso con los seglares y modales espontáneos e informales, como sus burlas y carcajadas. Se le acusó, sobre todo, de haber promovido o contribuido en el libelo contra fray Juan de Ocampo, regente dominico. Pero el vicario se encargó de deshacer todas las imputaciones, después de escuchar al interesa-do. Sobre el famoso libelo Viera declaró rotundamente que era una calumnia y el vicario en sus propias indagaciones así lo constató, pues el verdadero autor había sido el Marqués de San Andrés, uno de los nobles promotores y mante-nedores de la Tertulia. Precisamente, al hablar de ésta, el vicario aprueba la asis-tencia y participación de Viera en la misma, apostillando «ser uno de las muchas personas distinguidas que concurren algunos ratos de noche en las casas de los Marqueses de Villanueva del Prado y de la Villa de San Andrés...». Finalmente, para conocer mejor la faceta humana de nuestro personaje, nos sirve este enjundioso párrafo del vicario23: Sobre sentarse en las iglesias con seglares, registrar con anteojito, dar risadas y disfrazarse de seglar, me remito a sus respuestas porque todo me consta; y añado que también me consta tan corto de vista que algunas veces ha pasado cerca de mí y no me ha saludado porque no me ha conocido; y que la configuración de su semblante lo hace despierto y festivo, de modo que a todos habla con aire de risa, y de aquí habrán tomado motivo para acusarle de demasiado risible. Viera en su Historia de Canarias hace buena memoria del obispo Delgado y Venegas y de las Conferencias por él instituidas, de las que tenía cabal conocimiento y experiencia: JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 45 23 Agradezco a don Juan Carlos Arencibia Suárez la deferencia de facilitarme el texto de este informe. LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DEL MARQUÉS DE VILLANUEVA DEL PRADO Y SUS HIJOS DON ANTONIO Y DOÑA FRANCISCA. 1798. COLECCIÓN PARTICULAR, TENERIFE Visitó con admirable diligencia la diócesis, fomentó el estudio de la sana moral, disciplina y ritos eclesiásticos, estableciendo en las parro-quias las conferencias entre los respectivos cleros, señalando en una docta pastoral el método, el lugar, el tiempo y aun los asuntos, y hacién-dose dar cuenta cada tres meses de las resoluciones, del número de asis-tentes y de aprovechados. Examinó la suficiencia de los sacerdotes y con-fesores y les intimó la asistencia a los oficios divinos y coro en los domin-gos y festividades más solemnes. Ejerció con magnificencia sus funciones episcopales, aunque casi no predicó. Contribuyó a la fábrica y adorno de los templos. Repartió abundantes limosnas, amó la paz... anuncios todos de la futura grandeza y altas dignidades a que la providencia le iba des-tinando en el silencio de nuestras islas y a que ellas con suma compla-cencia le vieron elevado, siendo el primero de sus obispos que pasó a ser su metropolitano y a resplandecer en la iglesia con la púrpura de carde-nal y otros singulares honores. Viera acierta cuando afirma que Delgado fue el primer obispo de Cana-rias que pasó a ser metropolitano o arzobispo de Sevilla, pero se equivoca en lo referente a que fue el primer cardenal de la nómina de nuestros prelados, pues el primer obispo de Canarias revestido de la púrpura cardenalicia fue don Pedro Fernández de Manrique en 1538, siendo obispo de Córdoba, como demostró Rumeu de Armas y nosotros recogimos en nuestro episcopologio con nuevos datos y documentos24. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 47 24 RUMEU DE ARMAS, Antonio: Mar y Tierra. Artículos de prensa 1946-1999. Gobierno de Canarias, 2003, pp. 495-496. 23 ––CAZORLA LEÓN, Santiago Y SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos de Canarias y Rubicón. Eypasa. Madrid, 1997, pp. 93-95 y 313. ISIDRO CARNICERO: RETRATO DE DON JOSE VIERA Y CLAVIJO CON EL SEUDÓNIMO DE DON DIEGO DÍAZ MONASTERIO. GRABADO. 1780 BIBLIOTECA MUNICIPAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE VIERA, ESCRITOR ECLESIÁSTICO Y PREDICADOR EN MADRID 1770-1784 Pocos datos hay de su vida religiosa durante su estancia en Madrid y sus viajes por Europa. Una época que abarca desde 1770 a 1784. En su apo-geo literario, afirma Francisco Rodríguez Batllori, «no olvidó Viera su condición sacerdotal. Escribe un tratado sobre materia eclesiástica, el Hieroteo, con-sagrado a los antiguos honores y derechos del presbiterado. Destaca, sobre todo, en ese trabajo, su erudición canónica, y no faltan cierto espíritu galica-no y un mal disimulado desprecio de los grados académicos, extremo éste que algún crítico ha querido atribuir a despechos e insatisfacciones del autor. La obra es, en todo caso, una muestra del respeto que a Viera le merecían la litur-gia católica y el estado sacerdotal». El mismo autor habla de los sermones predicados por el escritor en la Corte: Cuatro sermones importantes predicó Viera durante su permanen-cia en Madrid. Dos de ellos alcanzaron una singular resonancia por las fechas litúrgicas y los lugares en que fueron pronunciadas. A instancias del Real Consejo de Hacienda y con asistencia de este alto organismo, predicó en la iglesia de San Cayetano, el viernes de Pasión del año 1783. Como consecuencia del general elogio que mereció esta oración religio-sa, unos meses más tarde, el domingo de infraoctava del Corpus, ocupó de nuevo la sagrada cátedra en la iglesia del Real Convento de la Encarnación, donde el 27 de julio de cada año el pueblo de Madrid con-templa el renovado prodigio de licuación de la sangre de San Pantaleón. Su bien cimentado prestigio había convertido a Viera en una de las más relevantes figuras intelectuales de la Corte de Carlos III. Su oratoria había logrado ya definitivamente ese tono personal que la legitima y solidifica, como un saldo final de anteriores experiencias, y conquistando la matriz tradicional española heredada de los Ávilas y los Granadas, adaptada a las fermentaciones dialécticas y a los hábitos mentales de la época25. 25 RODRÍGUEZ BATLLORI, Francisco: Viera y Clavijo periodista y orador. Las Palmas de Gran Canaria, 1991, pp. 85 y 87. CLAUDIO ROY Y JUAN MARÍA DELLE PIANE: RETRATO DE CARLOS III. GRABADO. SIGLO XVIII COLECCIÓN PARTICULAR VIERA EN EL ARCHIVO VATICANO 1780 Sabemos que en su viaje a Roma de 1780, Viera visitó el Archivo Secreto Vaticano y consiguió copias autentificadas de las principales bulas funda-cionales de la diócesis de Canarias [1404-1496]. El cuaderno que se conser-va en el Archivo de la catedral de Canarias está sin encuadernar y tiene este epígrafe: «Quince Monumentos sacados del Archivo Secreto Vaticano y del de la dataría Apostólica, pertenecientes a la santa Iglesia Rubicense y Canariense, desde los años 1404 hasta el de 1496: copiados los unos por el Sr. Abate Mari-no Zampini y el Sr. Pedro Conoscenti y los otros por el Sr. Felipe Lanzón, sus archiveros; de orden del Eminentísimo Cardenal Palavicini, Secretario de Estado de Ntro. Santo Padre Pío VI; a instancias del Excelentísimo Sr. Duque de Grimaldy, Embajador de Su Majestad Católica en Roma; y a súplicas y expensas de Dn. Joseph de Viera y Clavijo, residente en aquella Corte año de 1780»26. Es evidente que Viera puso especial interés en conseguir copias de estos importantes documentos, procurando incluso la influencia del embaja-dor de España ante la Santa Sede. En ese año, nuestro historiador estaba trabajando en el tomo IV de su Historia que trataba casi exclusivamente de la historia de la Iglesia de Canarias, por lo que aquellos «monumentos» del Vaticano eran imprescindibles. Tan imprescindibles que gracias a ellas pudo corregir anteriores errores sobre la fundación del obispado del Rubicón. Así lo expresa él mismo en el apartado 8 del libro XVI titulado «Bula de erección del obispado del Rubicón», lo que pone de manifiesto su constancia en la investigación y su capacidad de autocrítica. Estas son sus palabras textuales: Hasta ahora sólo teníamos algunas noticias confusas de estas cosas, las cuales nos habían inducido a error; pues, aunque es cierto que se decía que en un libro intitulado de Recibimientos de la catedral de Canaria se hacía mención de aquella bula, nadie la había encontrado, ni era fácil apear las dudas que parecían opuestas a su autenticidad. Éstas cesaron ya. Debo por fortuna una copia de dicha bula del antipapa Benedicto que empieza: Romanus Pontifex, a la diligencia del señor 26 Archivo secreto de la Catedral de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria. QUINCE MONUMENTOS... ARCHIVO DE LA CATEDRAL DE CANARIAS JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 53 abate Zampinri, quien, de orden del eminentísimo cardenal Palavicini, secretario de estado de nuestro Santo Padre Pío VI, y a súplica mía en Roma, donde me hallaba el año pasado de 1780, la sacó del archivo secreto del Vaticano. De este mismo archivo y de la dataría Apostólica se han trasuntado otras diversas bulas, breves y noticias pertenecientes a las antigüedades eclesiásticas de Canarias, durante el siglo XV, monumentos casi todos desconocidos, todos curiosos y todos dignos del mayor aprecio para los verdaderos amantes de la historia»27. De los otros documentos sacados del archivo Vaticano, Viera habla en los capítulos siguientes. El tomo IV de la Historia de Canarias lo acabó Viera en 1783, un año después de la obtención de la prebenda de Arcediano de Fuerteventura en la catedral de Santa Ana. 27 VIERA Y CLAVIJO, José: o. c. , tomo II, pp. 463-464 CATEDRAL DE SEVILLA TESORO DE LA CATEDRAL DE SEVILLA EL CABILDO DE LA CATEDRAL DE CANARIAS Y SUS ESTATUTOS Para que situemos adecuadamente a Viera en su Dignidad de Arcediano de Fuerteventura, conviene que hablemos aunque sea someramente del cabil-do catedralicio de Canarias,la segunda institución más antigua de las Islas Canarias, tras la diócesis Canariense-Rubicense. Ésta fue erigida el 7 de julio de 1404 por el papa Benedicto XIII. El cabildo eclesiástico el 13 de febrero de 1431 por el papa Eugenio IV28. No obstante, antes de esta fecha ya exis-tían en la catedral de San Marcial del Rubicón un deán y un arcediano. El obispo era entonces el jerónimo fray Fernando Calvetos. Aunque el traslado de la catedral al Real de Las Palmas, en la isla de Gran Canaria, había sido ordenado por el referido Eugenio IV el 25 de agosto de 1435, no se hizo efec-tivo hasta 1483, siendo obispo Juan de Frías. Este prelado hizo los estatutos del cabildo en Sevilla el 22 de mayo de dicho año, tomando como modelo los de aquella catedral metropolitana29. Las constituciones de los referidos estatutos recogen con claridad la composición del cabildo. Los artículos ter-cero y cuarto dicen: 3. [al margen: treynta prevendas] Primeramente acerca de el número de las Prevendas, que sean treynta entrando en ellas estas Dignidades siguientes: Deán, Arcediano, Chantre, Thesorero, Maestro escuela y Prior; que sean seis Prevendas y diez y ocho Canonjías y las seis Prevendas que restan sean repatidas en doze Racioneros a media canonjía cada uno = 4. [al margen: Dos Dignidades más] Iten que aya más dos Dignidades, una de Fuerteventura y la otra de Te-nerife. Porque plega a Dios deladar a los cristianos = Iten que las Dignida- 28 NIETO CUMPLIDO, José: «Aportaciones a la biografía de Francisco de Moya». IV Coloquio de Historia Canario-Americana. Casa-Museo Colón. Las Palmas de Gran Canaria, 1980; tomo I, pp. 210-215. 29 CAZORLA LEÓN, Santiago: Historia de la Catedral de Canarias. Real Sociedad Económica de Amigos del País. Las Palmas de Gran Canaria, 1992, p. 26. 56 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ AGUSTÍN FRANCISCO LEMAITRE: VISTA DEL BARRANCO DE GUINIGUADA Y LA CATEDRAL DE CANARIAS. GRABADO. 1843. COLECCIÓN PARTICULAR AGUSTÍN FRANCISCO LEMAITRE: LA CATEDRAL DE CANARIAS. GRABADO. 1843. COLECCIÓN PARTICULAR JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 57 des tengan sus cargos y oficios como los tienen en la Santa Iglesia de Se-villa y estarán en los choros como en la ordenación de ellos se contiene = Entre uno y otro artículo hubo una modificación sustanciosa, pues si en el tercero se contemplaba un arcediano (el de Canaria) y, por tanto, seis Dignidades, en el cuarto se añade dos arcedianatos más (los de Fuerteven-tura y Tenerife), pasando las Dignidades a ser ocho. Esta corrección se hizo para igualar el cabildo de Canarias al de Sevilla, que tenía tres arcedianos con jurisdicción territorial. LORENZO MIQUIÑAQUE: RETRATO DE ANTONIO TAVIRA Y ALMAZÁN, OBISPO DE CANARIAS. 1860 MUSEO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA LOS ARCEDIANOS Conviene que ahora nos detengamos en la naturaleza, prerrogativas y fun-ciones de los arcedianos, pues cuando hemos hablado del arcediano Viera, se nos pregunta frecuentemente sobre el significado del término y sus faculta-des. También muchos oyentes o lectores se interrogan sobre el sentido de las dignidades eclesiásticas. Previamente, digamos que los equivalentes arcipreste y arcediano tienen la misma raíz etimológica: archi-presbyter y archi-diaconus, esto es, el prime-ro de los presbíteros y el primero de los diáconos, respectivamente. Desde los tiempos apostólicos los presbíteros y diáconos formaban colegio con el obis-po, quien nombraba un arcipreste y un arcediano como superiores de aque-llos. El arcipreste presidía al clero en ausencia del obispo y en su nombre da-ba la bendición. Más tarde, al incorporarse a los cabildos, el arcipreste ocu-pará unos de sus primeros cargos o dignidades, haciendo de vicario del obis-po para presidir al presbiterio y para la celebración de las funciones sacerdo-tales que no exigían la presencia episcopal. Cuando se crea la figura del deán o presidente (decanus, «que preside a diez»), en muchas catedrales el arcipres-te se identificará con ella. A los arciprestes, como cargo o dignidad del cabil-do, se les llamó arciprestes «titulares» o «urbanos» (civitatenses), en contrapo-sición de los llamados «rurales» o «plebanos». Aquellos inspeccionaban el arciprestazgo de las ciudades-sedes y éstos los de los pueblos. A finales del siglo XVIII, en un borrador de nuevos estatutos para la catedral, mandado hacer probablemente por el obispo Antonio Tavira, con-temporáneo de Viera y Clavijo, se definían así las dignidades: De las Dignidades en común. La Dignidad, en rigor de jurispruden-cia, es una distinción eminente o qualidad honorífica que realza el esta-do de una persona, haciéndola en su línea digna de consideración públi-ca: así el que está revestido de ella puede tomar el título y usarlo unido a su nombre. La Dignidad Eclesiástica es un Beneficio perpetuo, erigido en título, y que coloca al poseedor en cierto grado de distinción y de pre-rrogativas en la Iglesia por constitución o costumbre; y hace coro con las personas ilustres el constituido en ella. –Las Dignidades, a diferencia de los Personados, que son simples oficios, tienen anexa preeminencia y jurisdicción, aunque sólo sea correccional y de policía: Dignitas dicitur qaedam praeminentia cum jurisdictione. Para obtenerlas es necesario te-ner veinte y dos años de edad. El arcerdianato es estudiado históricamente en dicho proyecto con detalle y precisión, lo que demuestra su importancia: Entre las Dignidades establecidas en las catedrales, son los Arce-dianos y Arciprestes los que con mayor propiedad deben reputarse por tales, porque las demás, en rigor, no fueron sino nombres de oficios y de particulares encargos. Por derecho el Arcediano es la primera Dignidad después de la Pontifical, aunque por costumbre lo suele ser el Deán en algunas Iglesias. En su origen era el primero de los Diáconos, y como tes-tifica San Isidoro, la persona más inmediata al Obispo, que nunca falta-ba de su lado y que ejercía la jurisdicción pastoral como un Vicario General de la Diócesis. Asistía al Obispo en el ministerio del Altar, y distribuía el cáliz a los que comulgaban. Predicaba por él, entregaba los instrumentos al tiempo que confería las sagradas órdenes, concedía letras dimisoriales en su ausencia y aún tenía a su cargo el convocar y juntar dos veces al año los Sínodos. Cuidaba de la decencia y regularidad de los Oficios Divinos. Anunciaba al pueblo los ayunos y las festividades. Hacía reparar las igle-sias, y las proveía de ornamentos. Administraba las oblaciones de los fie-les y demás rentas eclesiásticas, repartiéndolas con los Ministros, sobre quienes tenía autoridad hasta para castigarlos con penas canónicas. Tenía toda la dirección de las limosnas de los pobres, que era como el censor de las costumbres, el componedor de las querellas; funciones todas por las quales le llamaban con razón «la mano, el corazón y el ojo del Obispo», epíteto que no dudó darle últimamente el Concilio de Trento. Quando a principios del siglo décimo se consideró el Arcedianato como Beneficio y Dignidad, aquella autoridad y jurisdicción que hasta allí era delegada y dependiente de la voluntad de los Obispos, se fue hacien-do poco a poco ordinaria, propia e irrevocable con facultad de delegar y comisionar dentro del territorio a que se hallaba cada Arcediano circuns-crito; pero después del siglo XIII ya los obispos empezaron juntos en los Concilios y separados a trabajar en los medios de disminuir esta potes-tad, siendo uno de los más eficaces el nombramiento de los Vicarios Generales y Provisores, por lo que en muchas Santas Iglesias hicieron fuerte oposición los Arcedianos al decreto del Concilio Tridentino, en la parte que derogaba sus facultades. Sin embargo, todavía pertenece a los 60 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 61 Arcedianos por derecho común el presentar a los Obispos los clérigos para las Sacras Ordenaciones y como, según el Pontifical Romano, han de dar público testimonio de su idoneidad y aptitud, nunca podrán darlo mejor que interviniendo en los exámenes de su suficiencia30. En la catedral de Canarias, cuando Viera accedió al arcedianato, se con-servaban los honores propios de esta dignidad, la jurisdicción territorial y las facultades de examinar a los que pidiesen dimisorias y de dar testimonio de la idoneidad de los ordenandos. En el proyecto de reforma de los Estatutos que el cabildo encomendó a Viera, se proponen estos cinco artículos, que res-peta y ratifica la antigua costumbre y práctica: JOSÉ MASÍ DEL CASTILLO: RETRATO DE DON JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO. XILOGRAFÍA. 1882 30 Archivo de la Catedral de Canarias: Estatutos y constituciones de la Santa Iglesia de Canaria. Nuevamente ordenados, ilustrados, corregidos, añadidos y dispuestos con mayor y más útil método.... en Sínodo con el Cabildo. 29 ––Diccionario de Historia Eclesiástica de España. Instituto Enrique Flórez. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1972, tomo II, pp. 758-759. 62 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Capítulo II: De los Arcedianos de Canaria, de Tenerife y Fuerteventura. El Arcediano de Canaria es la segunda silla de Nuestra Santa Iglesia y el primero del Coro Siniestro, en que recaen a falta del Deán los honores y preeminencias propias de la presidencia del cabildo. Los Arcedianos de Tenerife y de Fuerteventura tienen las dos pri-meras sillas entre las Dignidades por haber sido arcedianatos en nuestra Iglesia después de erigidas las Dignidades de Chantre, Tesorero, Maes-trescuela y Prior. Como en el Estatuto primordial se estableció que las Dignidades de nuestra Santa Iglesia de Canaria tuviesen los mismos cargos y oficios que en la de Sevilla y en la qual los tres arcedianos tenían señalados los límites de sus respectivos territorios para ejercer su antigua jurisdicción ordinaria, en memoria y reconocimiento de esa disciplina, queremos que el Cabildo en Sede Vacante pusiere por Visitador de la isla de Canaria, Hierro y Gomera al Arcediano de Canaria, y de las islas de Tenerife y La Palma al Arcediano de Tenerife y para Lanzarote y Fuerteventura al Ar-cediano de esta isla. INTERIOR DE LA CATEDRAL DE CANARIAS. XILOGRAFÍA. 1877 Asimismo queremos que en Sede Vacante, sean los Arcedianos de nuestra Santa Iglesia los que hayan de examinar y aprobar (o hacer exa-minar y aprobar) a los que pretendieren las correspondientes Dimisorias para pasar a recibir las Órdenes a una diócesis. Siendo los Arcedianos los que conforme al Pontífice Romano deben dar público testimonio al Obispo de la idoneidad y suficiencia de los que han de ser promovidos a las Sagradas Órdenes; es regular de nuestros Pre-lados quieran elegir entre los examinadores de su Mesa Sinodal en asun-to de ordenaciones a alguno de los arcedianos de nuestra Santa Iglesia31. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 63 31 Archivo de la Catedral de Canarias: Borrador de un nuevo plan de los Estatutos de la Santa Iglesia de Canaria, por don José Viera y Clavijo, arcediano de Fuerteventura. Las Palmas de Gran Canaria. SELLO DE LA CATEDRAL DE CANARIAS ISIDRO CARNICERO Y JOAQUÍN FABREGAT: RETRATO DE DON JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. GRABADO. 1784 TOMA DE POSESIÓN DEL ARCEDIANATO DE FUERTEVENTURA 1782 Como hemos dicho, a don José Viera y Clavijo le fue concedida la preben-da de Arcediano de Fuerteventura de la catedral de Canarias en 1782, en sustitución de don Eduardo Sall, que la había gozado desde el 11 de junio de 1769 al 12 de marzo de 1780, fecha de su muerte32. El historiador residía entonces en Madrid, ocupado en la impresión de la última parte de su Historia. En su nombre, tomó posesión de la prebenda su hermano Nicolás, el 16 de septiembre de 1782, como leemos en el Libro de Asientos: Reciviose en esta Dignidad de Arcediano de Fuerteventura el Señor Dn. José Viera y Clavijo ausente en España; por cuya razón tomó la posesión el Señor Canónigo Dn. Nicolás Viera su hermano, en virtud de su poder de 9 de septiembre de 1782, y se presentó en el Coro el día 15 de noviembre de 1784 a la hora de Tercia, desde cuya hora empezó su residencia y a ganar los frutos y demás anexos a su Dignidad. Falleció dicho Sr. Arcediano Viera y Clavijo el 21 de febrero de 1813 a las dos de la madrugada. En el libro de Actas Capitulares, se añade que no se le concede perci-bir los frutos de la canongía hasta tanto que venga a residir su Arcedianato. Esta disposición era estatutaria y, por tanto, no podía ser objeto de dispensa o excepción. Pero conociendo el Cabildo las penurias del historiador, se acor-dó ayudarle «a la impresión de su 4º tomo de su obra con cien doblones». 32 Archivo de la Catedral de Canarias: Pandectas (Libro III de Asientos), folio 17. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO JOSÉ RODRÍGUEZ DE LA OLIVA: RETRATO DE NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO. CA. 1763 CATEDRAL DE CANARIAS EL CANÓNIGO NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO Abramos un breve paréntesis para trazar unas pinceladas del canónigo Nicolás Viera, hermano y compañero de José Viera. Una vez que se doctoró en Derecho, consiguió una prebenda en la catedral. En el Libro de Prebendados leemos las siguientes noticias de sus ascensos: SS. Racioneros. Ración 8ª de Antigüedad = 1773. Dr. Dn. Nicolás de Viera y Clavijo, natural de Tenerife, se recibió en 4 de Febrero de 1773. En 30 de Enero de 1780 ascendió a la Canonjía vacante por muer-te del Sr. Canónigo Dn. José Victoria. SS. Canónigos. Canonjía 6ª de Antigüedad = 1780. Dr. Dn. Nicolás Viera y Clavijo (Rac.), natural del Puerto de la Orotava en Tenerife, se reci-bió en 30 de Enero de 1780. Murió en 6 de Octubre de 1802 a las 4 ? de la tarde. Por su parte, en el Libro III de Asientos [Pandectas] se lee: El Sr. Dr. Dn. Nicolás Viera se recibió de Racionero en la vacante del Sr. Dr. Dn. Agustín Madan en el día Jueves 4 de Febrero de 1773 después de Prima. Ascendió a la Canonjía vacante por muerte del Sr. Canónigo Victoria. Don Nicolás fue también secretario del Cabildo y subcolector de expolios y vacantes. En el Museo Diocesano de Arte Sacro se conserva un elocuente retrato suyo de medio cuerpo, pintado al óleo sobre lienzo por José Rodríguez de la Oliva. Vestido con traje clerical negro y alzacuello gris, su rostro es de buen parecer y agradable. Pensativo, con la mirada al-go perdida, insinúa una tenue sonrisa en los labios. En su mano izquier-da muestra un reloj de bolsillo o colgante, que marca las 9,30 horas, con cintas que llevan en sus extremos nudos y unos pequeños adornos dora-dos. En el dedo meñique tiene un ostentoso anillo con diamante. En su mano derecha sostiene un pequeño libro devocional en lengua latina, se-miabierto con el dedo pulgar, cuyas primeras palabras en rojo dicen: Pre-cationes. Oratio dicenda... En la parte delantera vemos una mesa cubier-ta con un paño rojo en la que se asientan un bonete negro, el libro De-cretales, desgastado por el uso, de cuyas páginas asoman dos marcado-res, y un cuadernillo con estas palabras: «Al Dr. Dn. Nicolás Viera y Cla- vijo». Decoran la habitación una copiosa biblioteca a la izquierda del per-sonaje y un pequeño cuadro de la advocación de la Virgen de los Reme-dios con el Niño, a su derecha, en lo alto. La lectura de este magnífico cuadro del artista José Rodríguez de la Oliva ha dado lugar a diversas interpretaciones y especulaciones sobre la personalidad de don Nicolás. Se dice que vivió atormentado por la muer-te, lo que explica la presencia del reloj. No es lo que expresa precisamen-te su retrato. Sus rostro no es el de una persona atormentada, sino sere-na y reflexiva. Recuerda más bien al salmista de la Biblia cuando suplica: «enséñanos a calcular nuestros días para que lleguemos a tener un cora-zón sensato» (Salmo 89, 12). Desde una perspectiva creyente y transcen-dente, el reloj como instrumento que mide el paso del tiempo, tiene un significado diferente. Nos advierte constantemente que nuestra vida en este mundo es limitada y caduca, por lo que debemos poner nuestro cora-zón en lo eterno. Es lo que manifiesta don Nicolás en el inicio de su tes-tamento otorgado el 1 de mayo de 1786: «Sepan cómo yo el Dr. Dn. Nico-lás Viera y Clavijo, abogado de los Reales Consejos, canónigo en la Santa Iglesia Catedral y Subcolector de expolios y vacante en ellas, digo que quanto me hallo rodeado de habituales accidentes, y por lo mismo teme-roso de la muerte, como cosa natural a toda viviente criatura; por tanto deseoso de que quando llegue aquel tremendo lance mi espíritu se halle desocupado de todas las cosas perecederas, y se emplee sólo en las eter-nas, creyendo como real y verdaderamente creo en el sacro santo miste-rio de la Sma. Trinidad....»34. Una mirada detenida del retrato nos hace ver las cuatro facetas del personaje: la intelectual representada en la biblioteca y en el libro Decre-tales, una obra clásica de los canonistas; la religiosa reflejada en el devo-cionario y en el cuadro de la Virgen de los Remedios; la clerical expresa-da en el hábito y bonete; y la humana que se vislumbra en la sortija y el reloj. 68 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ 34 Archivo de la Catedral de Canarias: Testamentos. Tomo III, ff. 1346-1351. Es copia original con-servado en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Se otorgó ante el escribano público Juan Reyes de Cabrera. La copia se convalidó ante el escribano Francisco Reyes y Guerra el 29 de marzo de 1805. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 69 DOCTOR DON NICOLÁS VIERA Y CLAVIJO En el testamento se revela don Nicolás como un alma noble y agra-decida, que quería profundamente a su hermana María Joaquina de tal modo que la constituye en su única heredera: «...instituyo y nombro por mi única y universal heredera a la dicha Dña. María Joaquina Viera y Clavijo mi hermana, para que lo haya y gose como suyos propios, y qui-siera tener muchos más (bienes) con que poderle remunerar el amor y cariño con que desde su tierna edad me a acompañado y asistido en todas las muchas y graves enfermedades que he padecido, y le pido que me encomiende a Dios...». Don Nicolás falleció el 6 de octubre de 1802. CATEDRAL DE SANTA ANA. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. FOTOGRAFÍA. SIGLO XIX EL ARCEDIANO VIERA EN LA CATEDRAL DE SANTA ANA 1784-1813 Como hemos visto, el arcediano Viera se incorporó al Cabildo eclesiástico en noviembre de 1784, empezando la que sería la última etapa de su vida. Contaba entonces con cincuenta y tres años de edad. Los autores espe-culan acerca de las razones que motivaron la decisión de Viera de dejar la Corte y trasladarse a Las Palmas. Cioranescu sugiere que, frustrado por el escaso éxito de su Historia de Canarias, «prefirió la modorra canaria y la muy relativa tranquilidad de su retiro». Pero, podemos considerar que el motivo profundo de este cambio de vida, fue la añoranza del ministerio sacerdotal y del estado eclesiástico. Los hechos confirman esta aseveración. Viera tuvo en Las Palmas una vida ejemplar, como ciudadano y sacerdote, y se sintió en la catedral plenamente realizado. Mantuvo con los compañeros capitulares una perfecta armonía y se integró plenamente en la sociedad canaria. En este sen-tido, trabajó con entusiasmo en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de la que fue director, y trajo la primera imprenta a la isla. Fue, además, un periodo fecundo de producción literaria y científica que se prolongó hasta sus últimos días. Se pueden catalogar hasta treinta obras entre memorias, tra-ducciones y obras publicadas de diversas materias. EMBLEMA DE LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA DE AMIGOS DEL PAÍS DE LAS PALMAS 72 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ LA CASA DE LOS VIERA Instalado en una casa propiedad del cabildo en la plaza de Santa Ana, vivió José con sus hermanos Nicolás y María Joaquina. Ésta compartía con su hermano José inquietudes literarias y escribió hermosas poesías. La vieja casa del siglo XVI había sido propiedad del deán don Zoilo Ramírez, fundador de una Manda Pía para dote de jóvenes doncellas. Cedida al cabildo, su renta iba destinada a esa piadosa obra. Los Viera reedificaron totalmente la man-sión por encontrarse en ruina. Todos estos datos se recogen en el testamen-to de don Nicolás: «Item declaro que dichos señores Deán y Cabildo por escri-tura que de mi comisión otorgó el licenciado don Domingo de León y Rojas prebendado en dicha Santa Iglesia, y su Contador Mayor, por ante Josef Agustín de Alvarado escribano público en 14 de marzo del año próximo pasa-do, me alquiló unas casa de alto y bajo, situadas en la plaza Principal de dicha CASA DE LOS VIERA, EN LA ACTUALIDAD SEDE DEL ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE LAS PALMAS JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 73 santa Iglesia pertenecientes a la Manda Pía del señor Deán Ramírez, cuya admi-nistración toca a dichos señores Deán y Cabildo, la misma que desocupó últi-mamente el coronel Dn. Josef de la Rocha, cuyo alquiler se me hizo por tres vidas, reducidas a la mía, a la del Dr. Dn. Josef Viera mi hermano dignidad de arcediano de Fuerteventura en la misma Santa Iglesia, y a la de doña María Joaquina Viera también mi hermana por el precio anual de ochenta pesos, con las declaraciones en dicha escritura contenidas; y en atención a que haviendo principiado algunas redificaciones en dicha casa, se reconoció el deplorable estado a que estaban reducidos todos los materiales, así de alvañilería, como de carpintería, según el juicio de peritos de uno y otro oficio, de forma que fue indispensable fabricarla de nuevo desde los cimientos, como actualmente lo estoy haciendo con mi propio caudal y de dicho mi hermano... como que llevo gastado tres mil pesos con corta diferencia, y no se perfeccionará la obra con otros mil pesos más, por lo que mando que si yo en mi vida no instruyere dicha acción, lo hagan mis hermanos si lo hubieren por conveniente y por medio que más haya lugar de derecho»34. 34 Archivo de la Catedral de Canarias: Testamentos, o.c. 33 ––MARTÍN RODRÍGUEZ, Fernando Gabriel: Arquitectura doméstica canaria. Aula de Cultura del Cabildo Insular de Tenerife. Editorial Interinsular Canaria. Santa Cruz de Tenerife, 1978 (2ª edición), pp. 271-272. 33 ––BEAUTELL STROUD, Fernando: «El arquitecto Eduardo. 1733-1798», en 5 siglos La Laguna, 1496-1996. Asociación Pro-homenaje de Gran Canaria a La Laguna. Ediciones Canarias, 1997, pp. 128-129. PLACA CONMEMORATIVA 74 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ VIERA PREDICADOR El arcediano era fiel al coro y a la Misa conventual. Predicó los sermo-nes de las grandes festividades, como el de San Marcial el 7 de julio de 1795. Lo llamativo de este sermón es que recoge el relato más tradicional con sus hermosas leyendas. Observamos en ello un cambio o evolución en su pen-samiento, o una adaptación a un público diferente y sencillo. En su Historia, en el papel de escritor que narra los hechos verídicos, critica la difusión de estas leyendas de los santos, como en los casos de San Bartolomé, San Avito, San Maclovio y San Brandón, cuyos relatos sobre su estancia en las islas, son tachados por el hitoriador como “miserable falta de crítica”, “carente de toda sombra de realidad” o apariencia de novela.35 Ahora, asumiendo el papel de panegirista y dirigiéndose a un público devoto y tradicional, no tiene reparo en exaltar los mitos religiosos del santo patrono San Marcial, siguiendo fiel-mente la hagiografía que le enviaron de Francia.36 Volviendo a sus Memorias, el autocomplaciente Viera recuerda así su predicación en Las Palmas: Por lo que mira al ministerio del púlpito es bien notoria la aceptación general que se consiguió en Canaria, desempeñando los sermones panegíricos de las festividades más célebres. En el primer año de su residencia, predicó el de San Agustín, en su convento, cuya predicación tuvo la fortuna de hacer la más viva y extraordinaria impresión en el audito-rio, resonando por todas las demás islas el eco, quizás porque se notó no sé qué nuevo género de elocuencia... Añade el citado Rodríguez Battlori que “este sermón, predicado el año 1785, cuando a Viera ––según observa Rodrí-guez Moure–– ya se le hacía pesado subir las escaleras del púlpito, alcanzó una gran resonancia en el archipiélago y mereció honores de imprenta. Posteriormente le fueron encargados los panegíricos de San Ildefonso, San Bernardo, Santa Clara, San Pedro, Nombre de Jesús, Octava del Corpus, Natividad de la Virgen (en Teror), la Asunción, Santa Teresa...en fechas y lugares generalmente reservados a los oradores más sobresalientes, por tra-tarse de solemnidades religiosas a las que eran invitadas las corporaciones y representaciones oficiales de la isla. 35 VIERA Y CLAVIJO, José: o. c. , tomo I, libro III, pp. 257-259 36 CAZORLA LEÓN, Santiago: La iglesia de San Marcial de Rubicón. Ayuntamiento de Yaiza, 2000. pp. 15-16 y 19. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 75 «La Sociedad Económica de Amigos del País le encarga la oración fúne-bre de Carlos III, en la exequias celebradas en la iglesia del seminario el 17 de mayo de 1789. Viera exalta la memoria del monarca por quien había sen-tido siempre una sincera y apasionada admiración. Fue el broche de oro de su carrera de predicador. Recordará siempre la solemnidad de este acto, sin omitir el detalle de que subió al púlpito revestido con aparato de capa de oro y falda suelta»37. Los trabajos que el cabildo le encomendó los ejecutó con eficacia y per-fección. Como Archivero de la catedral escribió los Extractos de las actas capitulares desde el siglo XVI al XVIII, redactó el proyecto de Nuevos Estatu-tos del Cabildo Catedral e hizo el Índice completo del Archivo Secreto Capi-tular. Fue, además, cofundador del Colegio de San Marcial para formar a los niños y jóvenes que participaban en el coro de la catedral, los llamados Mozos de Coro. Hemos recogido en síntesis los oficios y trabajos que ejerció el arcediano Viera en la catedral y en la ciudad. Veamos ahora, por partes, cada uno de ellos. 37 RODRÍGUEZ BATLLORI, Francisco: o. c. , p. 96. PLAZA DE SANTA ANA, A LA IZQUIERDA CASA DE LOS VIERA INTERIOR DE LA CATEDRAL DE SANTA ANA. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA ARCHIVERO DE LA CATEDRAL Algunos autores se han empeñado en hacer de Viera un perseguido por personas e instituciones. Así, Cioranescu dice que «fue obligado a meter-se en los archivos de la catedral», afirmación que le vale para apoyar su opi-nión de que el historiador canario «no apreciaba la búsqueda de papeles antiguos y el descifrar la letra de siglos pasados». Una y otra nos parecen gra-tuitas. Los hechos demuestran lo contrario, al menos durante los años de estancia en Las Palmas. En primer lugar, los trabajos de archivo que realizó el arcediano en la catedral no hubiesen sido posibles sin una auténtica voca-ción de investigador, principalmente los Extractos y el Índice. En segundo lugar, el cabildo no podía obligar al archivero a otras tareas que no fuesen las definidas por constitución. Con voluntaria y libre dedicación, Viera llevó a cabo en el archivo de la catedral una grandiosa obra que asombra a los inves-tigadores de nuestro tiempo. Con los Extractos salvó el archivero gran parte de nuestra historia, pues encontrándose algunos libros de las viejas actas del siglo XVI deteriorados, supo recomponer los folios y leerlos pacientemente hasta recuperar el texto, al menos en lo sustancial. El epígrafe de esta obra dice así: Extracto de las Actas Capitulares por Dn. José de Viera y Clavijo, Arcediano de Fuerteventura, Dignidad de esta Santa Iglesia Catedral. Prime-ramente hizo un borrador en siete cuadernos. Luego pasó el texto definitivo a dos grandes volúmenes. Con buena tinta y letra, los Extractos recogen tres siglos de historia de la Iglesia y de la sociedad de nuestras islas. El primero de los tomos [de 45 x 30 x 4,5 cm] tiene doscientos ochenta y seis folios y abarca desde el 14 de octubre de 1514 hasta el 16 de octubre de 1702, esto es, ciento ochenta y ocho años de vida capitular. No sin intención y compla-cencia, Viera inicia este tomo con esta noticia: Posesión del Arcediano de Fuerteventura por Bula Apostólica. El segundo volumen es más pequeño [39 x 24,5 x 5 cm] y comprende ochenta y ocho años, desde el 8 de enero de 1703 al 6 de abril de 1791, con doscientos treinta y nueve folios escritos38. 38 En 1856, don Blas Manuel Troncoso, secretario capitular, intentó continuar los Extractos de Viera, pero sólo recogió nueve meses, desde el 12 de abril de 1791 al 7 de enero de 1792. 78 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Mientras Viera hacía este minucioso trabajo, fue conociendo noticias que él ignoraba cuando escribió su Historia General de las Islas. Esto mismo le ocurrió cuando empezó a ordenar y catalogar el archivo en el Índice com-pleto del Archivo Secreto Capitular. De sorpresa en sorpresa, tocaba con sus manos y leía bulas del siglo XIV, rescriptos papales, cédulas reales, innume-rables cartas y documentos, libros de registro y de administración, etc. Mate-rial de sobra para hacer otro tomo de la Historia de Canarias y corregir algu-nos errores de su primera edición, pero decidió continuar y acabar el traba-jo de recopilación y catalogación del rico archivo que se le había encomenda-do cuidar. Lo hizo con tal precisión y profesionalidad, que los archiveros suce-sores hasta nuestros días, han respetado el Índice tal como él lo dejó. El enca-bezamiento de este trabajo lo tituló el propio Viera en estos términos: Catá-logo de los papeles, que se custodian en el Archivo secreto de la Aula Capi-tular de esta Santa Iglesia de Canaria, dispuesto en legajos y números por or-den de materias. Año de 1799. Con Índice alfabético de las materias conte-nidas en ellos. Por Dn. Joseph Viera y Clavijo, Arcediano de Fuerteventura39. 39 El texto original del Índice del Archivo Secreto Capitular, hecho por don José Viera y Clavijo, se conserva en El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria. En el Archivo de la Catedral hay una copia del mismo. VISTA DE LAS PALMAS. GRABADO ANÓNIMO. SIGLO XIX COLEGIO DE SAN MARCIAL. VIERA PEDAGOGO Y LITURGO Fue una de las grandes iniciativas del arcediano Viera, compartida con el deán don Miguel Mariano de Toledo. Dos fueron las razones que motiva-ron la ejecución de esta empresa: la formación de los jóvenes mozos de coro y la dignidad del culto. El Memorial firmado el 29 de octubre de 178540, retra-ta al pedagogo y al liturgista, dos facetas no debidamente reconocidas en su amplio y variado currículum. Primeramente, don José y don Miguel priorizan el proyecto hasta tal punto que lo consideran como «de primera necesidad, el que más urge, y por el qual se debe sacrificar todo con el mayor tesón, para ceder en servicio de Dios, pureza de su culto, honor del cabildo, crédito de la Iglesia y provecho de la República». Luego, pasan a exaltar el oficio de los mozos de coro en cuanto servidores del coro y del altar, auténticos sucesores de los antiguos ministros y clérigos inferiores, y primer seminario de donde salieron los buenos obispos, los presbíteros y los diáconos. Finalmente, tra-zan las cualidades y virtudes de aquellos jóvenes: ... hijos de padres virtuosos y honrados, educados en el santo temor de Dios, instruidos en la doctrina christiana, criados en las escuelas pro-pias de las Iglesias, y, por consiguiente, aseados, recogidos, modestos, bien inclinados, atentos, llenos de respeto a los sacerdotes y sagradas ceremo-nias en que estaban impuestos, y de las quales se les confiaban muchas. En contraposición, los ponentes hacen una descripción muy negativa del estado y comportamiento de los mozos de coro de la catedral de Santa Ana. El panorama que presentan es desolador: Destinados igualmente a ellas nuestros mozos de Coro, vemos con dolor, que son muy al contrario de lo que debieran ser; porque parece que de algún tiempo a esta parte no se le ha gurdado en la elección de sus personas toda la conveniente escrupulosidad; ni se les da la educa-ción christiana y política que se requiere, para que sean útiles algun día; ni se procura que se apliquen a los estudios propios de su edad e insti-tuto, aprovechando la enseñanza de los maestros que esta Santa Yglesia 40 Archivo de la Catedral de Canarias: Plan para establecer el colegio de San Marcial. 1785 JUAN DE MIRANDA: SAN MARCIAL. 1787. CATEDRAL DE CANARIAS JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 81 tuvo siempre cuidado de ponerles, ni se presentan con el aseo y la decen-cia necesaria, antes bien andan ordinariamente rotos, sucios, inmundos, fétidos, y con unos sobrepellices tan desgarradas y puercas que están muy lejos de de indicar aquella pureza, libre de toda mancha que San Carlos Borromeo proponía en el concilio quinto de Milán...Tampoco hallamos que se les críe con la menor sombra de recogimiento, sino que se les vé vaguear por toda la ciudad con las vestiduras corales, que vili-pendian, jugando, enredando, embistiéndose, haciendo las travesuras más disonantes, mendigando con los pordioseros el pan de la limosna, expuestos a los robos, y acostumbrándose a los vicios y a todos los hábi-tos perversos de una vida sin regla; de modo que no sólo es injurioso el nombre de monaguillo, sino que cuando llegan a una edad más adelan-tada, no salen de la Iglesia sino para quedar desamparados y llenos de desdichas. Esta, pues, es la ignominia o para mejor decir, la abominación del santuario que V. S. I. no quiere ni debe de ningún modo tolerar por más largo tiempo, considerando con razón que la catedral se halla en esta parte más mal servida que las más pobres parroquias de toda la Diócesis; y aún peor que las casas de los particulares que no sufrirían estos mozos, todo sin escándalo de cuantos han sido testigos en otros países del deco-ro y buen régimen que hay en los mozos de coro, seises y monaguillos. Alude, sin duda, Viera, a sus viajes por Europa, que tanto le ilustraron y ejemplarizaron. Los «seises» lo formaban seis niños del coro que bailaban en la catedral en fechas señaladas, como el Corpus o la Inmaculada. Esta her-mosa tradición se conserva en la catedral de Sevilla. Las propuestas de los promotores se concretaban en once puntos, con algunos detalles y curiosidades que se pueden leer íntegramente en el Apén-dice I41. 41 Ídem: Propuestas de becarios para el colegio de San Marcial. = Facultad dada por el obispo de Canarias al Cabildo Catedral para examinar la idoneidad de los alumnos del colegio de San Marcial. DON MIGUEL MARIANO DE TOLEDO LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DE MANUEL VERDUGO Y ALVITURRÍA, OBISPO DE CANARIAS. 1806 IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN. LA LAGUNA DON JOSÉ VIERA, GOBERNADOR DEL OBISPADO Viera ejerció la máxima responsabilidad del obispado desde el 17 de mar-zo de 1797 hasta el 5 de junio de 1798. Ha habido confusión acerca de los motivos y circunstancias de este nombramiento, así como del tiempo de permanencia en dicho cargo. El canario don Manuel José Verdugo y Albiturría fue nombrado obispo de Canarias el 27 de junio de 1796, en sustitución de don Antonio Tavira, trasladado a la diócesis de Osma. El 19 de agosto, dos días antes de su consagración, firmó en Madrid un instrumento de poderes a favor de una terna de canónigos para que tomasen posesión y gobernasen la diócesis hasta su llegada. Los tres elegidos eran, por este orden de prefe-rencia, el arcediano de Tenerife don Domingo Bignoni y Logman, el arcedia-no de Fuerteventura don José Viera y Clavijo y el doctoral don Marcos Arbelo. El 18 de septiembre, Bignoni tomó posesión del obispado en nombre del obispo Verdugo y empezó a ejercer como gobernador eclesiástico, pero tuvo que renunciar al cargo por enfermedad. Como estaba previsto en los poderes del prelado, recayó el gobierno en Viera y Clavijo, segundo de la terna. El 17 de marzo de 1797 empezó el arcediano de Fuerteventura a ejercer el cargo en el que se mantuvo hasta la llegada del obispo a su sede, que tuvo lugar el 5 de junio de 1798. A las ocho de la tarde de dicho día, Verdugo hizo el juramento previsto por el derecho y los estatutos del cabildo, cesando desde ese momento en el cargo de gobernador don José Viera. Por tanto, un año, dos meses y veinte días duró su gobierno. Un periodo muy corto para definir su actuación y hacer un juicio de valor, sobre todo, porque no tenemos elemen-tos suficientes de análisis. No obstante, contamos con un testimonio excepcio-nal del propio Verdugo referido a la capacidad de gobierno del arcediano: «Fue Gobernador del Obispado manifestando inteligencia, acierto y amor a la paz». De los escritos firmados por el gobernador Viera, me parece de especial importancia por su valor histórico e interés social, la carta dirigida a todos los párrocos comunicándoles la providencia de Carlos IV sobre promoción del pueblo en la labranza, artes e industria. Insta el Gobernador a que asuman esta tarea de instrucción como parte de su ministerio pastoral y considera un honor para el estado eclesiástico la decisión del Monarca de acudir preferen- 84 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ temente a los párrocos para su realización, con predilección a las otras cla-ses sociales. Concretamente se pedía a las parroquias se suscribiesen al Se-manario de Agricultura, como instrumento útil para la enseñanza, desarrollo y modernización de la misma en el ámbito rural. Para dar énfasis a su man-dato, enumera Viera en el encabezamiento, los títulos y cargos que le asisten, armonizando admirablemente los civiles con los eclesiásticos. Un irrefutable ejemplo de que no había contradicción alguna entre el hombre ilustrado y el religioso, conjugando y complementando perfectamente ambas facetas. Nos Don Joseph de Viera y Clavijo, Arcediano de Fuerteventura Dignidad de esta Santa Yglesia Catedral de Canaria, Examinador Sinodal, Comisario Real Revisor de libros e impresos extrangeros, Yndividuo de la AGUSTÍN Y RAFAEL ESTEVE: RETRATOS DE CARLOS IV Y MARÍA LUISA. GRABADO. 1799 Real Academia de la Historia de Madrid, Director de la Real Sociedad Económica de esta Ysla por su Magestad, Gobernador del Obispado por el Ylustrísimo Sr. Don Manuel Verdugo y Albiturría, Dignísimo Obispo de Canaria del Consejo de su Magestad. El texto íntegro de esta carta puede verse en el Apéndice III. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 85 DOCTOR DON MANUEL BERDUGO Y ALVITURRÍA PEDRO DE HORTIGOSA: RETRATO DE JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO. GRABADO AL ACERO. 1866 LEGADO CULTURAL DEL ARCEDIANO DE FUERTEVENTURA Desde 1790 hasta su muerte fue Viera director de la Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Fue, sin duda, el consolidador de esta institución. El fuerte y decisivo componente clerical de la misma desde su fundación, facilitó que la Sociedad depositase la confianza en el sacerdo-te más destacado y prototipo de los ilustrados. A él le precedieron en el cargo de la dirección el arcediano de Canaria don José Marcos Verdugo y Albiturría, primer director [1777-1782] y el obispo Antonio Martínez de la Plaza, que lo ejerció desde 1786 a 1789. Hay que recordar también que en la primera época de la Económica, de 1776 a 1808, fueron socios de la misma seis obis-pos, cuarenta y siete canónigos, treinta presbíteros y cinco religiosos. En total, ochenta y ocho eclesiásticos, lo que suponía el 40 % de los socios43. Durante el mandato de Viera, la Económica adquirió la primera imprenta de la isla, un instrumento valiosísimo que sirvió al escritor para publicar varias obras suyas. Luxán Meléndez las cita por orden cronológico y son las siguientes: ––Necrología del Marqués de Santa Cruz, 1802. ––Himnos en las festividades de Nuestra Señora de los Dolores. Traduc-ción del latín, 1803. ––Los cuentos de Bergnin, 1804. ––Librito de la doctrina rural, 1907. ––Octavas compuestas con motivo de la función de los desagravios que celebró el Cabildo de Gran Canaria, 1808. ––Noticias del cielo o Astronomía para niños, 1811. ––Los Cometas. Poema, 1812. Casi la mitad de los libros publicados por la imprenta de la Económica fueron de tema religioso, cuarenta y uno en total, de los que veinte fueron tesis doctorales del Seminario Conciliar. 43 SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos y clérigos en las Sociedades Económicas de Amigos del País de Gran Canaria y Tenerife. Las Palmas de Gran Canaria, 2003, pág. 49. JOSÉ RODRÍGUEZ DE LA OLIVA: RETRATO DE JOSÉ MARCOS VERDUGO Y ALVITURRÍA. 1760 MUSEO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 89 Recoge también Luxán el legado que el arcediano dejó al cabildo, prue-ba del aprecio que sentía por la institución: ––Diccionario de Historia Natural. Esta obra manuscrita de trece volúme-nes fue editada por el cabildo en Madrid en 1815, con seiscientos ejem-plares. ––Siete cuadernos borradores de extractos de las Actas del Cabildo. ––Cien ejemplares del Descubrimiento de Canarias, impresos en Madrid. ––Un ejemplar de las Sinodales del obispo Cámara y Murga. ––Treinta y nueve volúmenes de la Enciclopedia Francesa en rústica. ––Seis volúmenes de la Historia Eclesiástica en francés. ––Obras de Erasmo ––Dos medallas de oro para un ostensorio del Santísimo Sacramento41. 44 LUXÁN MELÉNDEZ, Santiago de: «La introducción de la imprenta en Canarias (1750-1833). Viera y Clavijo y la imprenta de la Real Sociedad Económica de Amigos del País», en Estudios y ponencias sobre la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 2001, pp. 46-48. LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DE MANUEL VERDUGO Y ALVITURRÍA. PALACIO EPISCOPAL. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA VIERA EPISCOPABLE Los obispos diocesanos tenían la obligación de presentar periódicamente al Rey nombres de los posibles candidatos a la dignidad episcopal con el informe correspondiente. Don Manuel Verdugo presentó varias listas durante su largo pontificado. En la de 1803 incluyó a don José Viera y Clavijo. En el borrador de su carta aparece el arcediano de Fuerteventura en el puesto segundo, detrás de don Luis de la Encina, arcediano de Canaria. Éste, como sabemos, fue nombrado obispo de Arequipa en 1805. Otros tres nombres vie-nen a continuación: Don Andrés Arbelo, canónigo doctoral, don Antonio María de Lugo, canónigo y fray José Escobar, provincial de los franciscanos. Tiene fecha de 2 de julio del citado año y en el inicio se dice que se propo-ne a «sujetos tantos seculares como regulares que por su talento, ciencia y virtud puedan ser nombrados obispos de las Iglesias de España e Indias». Lo interesante de este escrito es la breve pero magnífica semblanza que hace de Viera, que dice así: No tengo entendido haya seguido carrera en Universidad, ni que esté graduado, pero es de los sugetos de mejor talento y más instruidos que hay en estas Islas. Es Director de la Sociedad Económica de Amigos del País de esta de Canaria; individuo de la Real Academia de la Historia de Madrid y mereció varios premios de eloquencia por la Real Academia Española. Historiógrafo de las Islas Canarias, además tiene una instruc- LICENCIADO DON ANDRÉS ARBELOS 92 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ ción bastante extensa en materias eclesiásticas. Se ha excercitado en ser-vicios útiles a la Iglesia que le hacen honor. Fue Gobernador del obispa-do manifestando inteligencia, acierto y amor a la paz; y finalmente es eclesiástico de muy buena conducta y entregado al retiro y a una cons-tante lectura42. 44 Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas: Statu clericorum. Caja 1ª. MUERTE Y SEPULTURA DE VIERA Y CLAVIJO Don José Viera y Clavijo falleció el domingo 21 de febrero de 1813, a las dos de la madrugada. Su muerte y no por inesperada, ocasionó un tenso debate en el cabildo. ¿Dónde se ha de sepultar al arcediano difunto? Por un lado, una reciente legislación prohibía los enterramientos en las iglesias y catedrales. Por otro, el Ayuntamiento no había concluido las obras del cemen-terio público, encontrándose además en un estado de abandono e indecen-cia. Don José había manifestado el deseo de ser sepultado en la capilla de San José de la catedral y así lo dejó escrito en su testamento, aunque tam-bién era sabedor de las leyes contrarias. Todos estas circunstancias incidieron en el debate del cabildo, que el acta recoge con minuciosidad y crudeza: Murió el Sor. Arcediano de Fuerteventura Don José Viera y Clavijo. Cabildo extraordinario Domingo 21 de Febrero de 1813 por la mañana antes del coro. En este cabildo citado por el Sr. Presidente se juntaron en esta Aula capitular los SS. Dignidades Arcediano titular Lugo y Prior Ruiz = Los SS. Canónigos Borbujo y presente secretario = SS. Racioneros Álvarez, Suárez, Castillo, Cabral y Cueva. El Sr. Presidente titular Lugo dijo haber llamado este Cabildo con motivo del fallecimiento del Sr. Arcediano de Fuerteventura Dn. José Viera y Clavijo, acaeciendo en la noche inmediata, a fin de que se dieren las disposiciones para su entie-rro y demás de estilo de esta casa. Y habiéndose conferenciado sobre el estado e indecencia en que se halla el Cementario público de esta ciu-dad sin haberse acabado de cercar y con entrada franca para animales y otros usos profanos, a pesar de las reconvenciones que ha hecho el Cabildo al Ayuntamiento de palabra y por escrito para que se construya esta obra y no se tenga parada como está de muchos meses a esta parte; por lo que algunos SS. fueron de dictamen que no se llevase a tal sitio el cadáver del expresado Sr. Arcediano, sino que se enterrase en el Panteón de esta Sta. Iglesia, puesto que el mal llamado Cementerio esta-ba tan indecente para entierros de fieles cristianos, y más de sacerdotes, por negligencia por quien debe cuidar de esta obra para la que el Cabildo ha dado aún más de lo que le correspondía en cantidad de cerca de qua-tro mil pesos, fuera de haber avisado en tiempo oportuno que se conti-nuase su prosecución para que no llegara un caso como el presente; ni 94 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ se estuvieren enterrando los fieles como si fueran bestias; se acordó por Bolillas por la M. P. que sin embargo de las justas razones que ven apun-tando y reservándose el cabildo promover inmediatamente quanto esté de su parte la conclusión del Cementario en términos que sea lugar decente para el entierro de los fieles; por otras consideraciones no de poco peso, se tenga el enterramiento del expresado Sr. Arcediano en el cementerio público de esta ciudad en la tarde de este día, abriéndose la sepultura en lugar contiguo al paraje en donde ha de construir el cabil-do el del enterramiento de sus individuos, para que no se embarace esta obra, y cubriéndose con una loza para que tenga la decencia componi-ble con el mal estado de dicho Cementerio, y puedan a su tiempo trasla-darse los huesos al lugar del enterramiento del Cabildo, que forzadamen-te para evitar inconvenientes entierra a este individuo suyo en semejan- ANTONIO PEREIRA PACHECO: RETRATO DE JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. 1805 JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 95 te sitio; en cuyo acto se hará lo mismo que se hizo en el entierro del Sr. Deán Toledo, a excepción de ir acompañando éste todo el Cabildo hasta el mismo Cementerio continuando hasta allí la procesión en el modo y forma que salga de la Iglesia y volviendo después a ella de la propia manera; lo que se hará saber al Maestro de Ceremonias, Sacristán Mayor, y demás para que cada uno cumpla con lo que le toca en esta función que se ejecutará con la pompa y aparato de estilo. A continuación se celebrarán en esta Sta. Iglesia los oficios mayo-res y los menores según la oportunidad. Escríbase la vacante a la Regen-cia del Reyno, a los SS. ausentes y al Sr. Ilmo. Obispo de Arequipa para que aplique al Sr. difunto las tres Misas de confraternidad, y a todos los Hacedores para que se retengan y pongan en arcas todo lo correspon-diente al post mortem, y sobreviviente al dicho Sr., cuyo testamento se leerá en el primer Cabildo por no haberse podido leer en éste sino las cláusulas más indispensables a causa de no diferir mucho la entrada en el coro. Y a Cabildo para tomar quantas providencias están de parte del Cabildo a fin de que el cementerio de esta ciudad se concluya y ponga en estado decente, para que en él puedan enterrarse los fieles. Dr. Ramírez, secretario45. El deán don Miguel Mariano de Toledo había fallecido el 31 de julio de 1811. El cabildo acompañó hasta la ermita de Nuestra Señora de los Reyes donde se rezó un responso. Su cadáver se enterró en el cementario provisio-nal que se había habilitado junto a la ermita de San Cristóbal. Leemos en el acta de dicho día «que el entierro sea esta tarde por no poder el cadáver a-guantar a más tiempo, según juicio de los médicos... Mas por quanto no pue-de darse a este señor la sepultura que señala en su testamento y le tenía con-cedida el Cabildo en esta catedral y capilla de Ntra. Sra. de los Dolores, me-diante la actual disposición del Gobierno para que no se hagan entierros en las iglesias, sino en los cementerios públicos extramuros de los pueblos como el que se está construyendo para esta ciudad, por lo que mientras éste se construye, se ha señalado el provisional de San Christóval». En el Libro de Prebendados, leemos esta memoria-epitafio, que nos sirve de epílogo: Escribió la Historia civil y eclesiástica de las Islas Canarias y la natural de ellas mismas, y otros varios tratados sueltos que hacen muy 45 Archivo de la Catedral de Canarias: Libro de Actas Capitulares, nº 64 96 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ recomendable su memoria, por cuyos méritos el Ilmo. Cabildo hizo sacar su retrato y colocar entre otros que por semejantes motivos conserva a la entrada de su Aula Capitular. Falleció el 21 de Febrero de 1813 a las dos de la mañana en su casa situada en la plaza de Santa Ana, nº 7, de edad de 82 años. Su cadáver fue sepultado en la cripta capitular del cemente-rio de esta capital, y en 20 de Febrero de 1913 fue exhumado y sepulta-do en la capilla de San José de esta S. I. Catedral Basílica de Canarias, celebrándose al día siguiente en la misma iglesia, con motivo del primer centenario de su defunción, un funeral solemne con oración fúnebre, al cual asistieron las autoridades y numeroso público». [En realidad, el fina-do tenía 81 años y 55 días]. LÁPIDA SEPULCRAL DE DON JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. CATEDRAL DE SANTA ANA. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, SACERDOTE Y ARCEDIANO 97 Los restos mortales de Viera y Clavijo habían sido exhumados con ante-rioridad el 19 de diciembre de 1860 para ser trasladados a un nicho nuevo dentro del cementerio de Las Palmas. El acta notarial explica las razones de dicho traslado: «...Su Señoría manifestó que mediante haberse expresado por parte de la Comisión que estaba presente el deseo que tenía el Ilmo. Cabildo Catedral de exhumar los restos mortales del Sor. D. José Viera y Clavijo arcediano que fue de Fuerteventura e individuo de dicha Corporación, del monumento ruinoso donde se hallan para trasladarlos a uno de los nichos del Sepulcro que la misma posee en el propio cementerio, ínterin se escogitan los medios para costear un monumento digno de su memo-ria y que atestigue a las generaciones venideras la estimación en que la presente tiene sus obras históricas y literarias que tanto honran a estas Islas...»46. Por consiguiente, el acuerdo del cabildo en la fecha de la muerte de Viera [21 de febrero de 1813] de trasladar sus restos al proyectado panteón de los capitulares, tardó cuarenta y siete años en cumplirse. La decisión de trasladar en 1913 los restos de Viera a la capilla de San José de la catedral, no pudo ser más acertada. Primero, porque así se daba cumplimiento a su voluntad testamentaria y segundo, porque el arcediano había sido uno de los tres José que habían costeado la imagen del Santo Patriarca, junto al canónigo don José Borbujo y al escultor de la misma don José Luján. A éstos se añadieron luego los canónigos Briñes y Bencomo, quie-nes contribuyeron con una cuarta parte. La inscripción de la lápida de már-mol que cubre el sepulcro del sacerdote e ilustre polígrafo reza así: Don José de Viera y Clavijo Arcediano de Fuertev-entura. Ecce nunc in pulvere dormis. Murió el 21 de Febrero de 1813. Depositado en esta capilla de San José el día 21 de Febrero de 1913, festividad del Corpus Christi47. 46 Archivo Histórico Provincial de Las Palmas: Acta de exhumación de las cenizas del Sor. Dn. José Viera y Clavijo. Edición facsimilar, 2006. 47 CAZORLA LEÓN, Santiago: Historia de la catedral de Canarias. Real Sociedad Económica de Amigos del País. Las Palmas de Gran Canaria, 1992, pp. 147-153. ANTONIO PEREIRA PACHECO: RETRATO DE JOSÉ VIERA Y CLAVIJO. 1806-1809 BIBLIOTECA MUNICIPAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE ESTANCIA Y TESTAMENTO DE VIERA Y CLAVIJO EN TELDE ESTANCIA EN TELDE En el verano de 1811 algunos capitulares se habían trasladado a Telde y a otros pueblos a causa de la epidemia de fiebre amarilla que había invadi-do la capital procedente de Tenerife. En el acta capitular de 26 de octubre de 1810 se dice que la Junta de Sanidad, en la que está presente el racionero Reyes, acordó tomar precauciones «a fin de que no llegue a esta isla la epide-mia contagiosa que ha prendido en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife». Inicialmente se consiguió preservar a Gran Canaria de la epidemia, de tal mo-do que el 3 de agosto de 1811 el Ayuntamiento envió un oficio al cabildo «soli-citando que se traiga a la ciudad la imagen de Nuestra Señora del Pino en acción de gracias por haber liberado esta isla y todas las demás del contagio que asoló a Santa Cruz en fines del año pasado y principios del presente, por las victorias recientes de nuestras armas en la Península contra los franceses, y para que no se despierten en el presente estío y próximo otoño ningunas en-fermedades como el año pasado, mayormente en la que empieza a manifestar-se en el barrio de Triana desta ciudad, cuyos vecinos por la mayor parte dese-an la traída de dicha Santa Imagen». El traslado se hizo el día 24 de agosto, después de que la Junta de Sanidad lo autorizara bajo ciertas medidas precau-torias, y permaneció en la catedral hasta el 5 de marzo de 1812. A pesar de las precauciones sanitarias y las rogativas, el foco de fiebre amarilla detectado en el barrio de Triana se propagó por la ciudad y la isla. El 29 de agosto el provisor del obispado envió un oficio para que se destinen dos eclesiásticos para la administración del sacramento a los enfermos en los dos hospitales destinados a los epidemiados. El ayuntamiento, por su parte, pide al cabildo «alguna contribución para el socorro de los enfermos». Se des-tinaron a este fin mil pesos. El 11 de septiembre el obispo Verdugo envía un oficio sobre la ausencia de los señores capitulares y otros ministros «que se han salido al campo con motivo de la enfermedad; y de las providencias tomadas por el cabildo a fin de que no falte el culto divino ni el socorro espi-ritual así de todos los enfermos epidemiados como a los sanos». En este ejer-cicio ministerial se contagió el mencionado racionero Leonardo Reyes que 100 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ falleció el 18 de noviembre de dicho año «a causa de la enfermedad pestilen-cial que se experimenta». El anciano Viera se trasladó a la ciudad de Telde, sin duda, temeroso de ser infectado por la fiebre amarilla. En las actas capitulares se le mencio-na como presente en los cabildos del 13 y 28 de mayo y 3 de junio. A partir de esta fecha ya no es citado, por lo que pensamos que sería en este mes de junio o lo más tardar en julio cuando decidió dejar la ciudad y establecerse en Telde. El 31 de julio de 1811, como hemos dicho, falleció su amigo y con-fundador del colegio de San Marcial, el deán Miguel Mariano de Toledo. Sin duda, que este hecho influyó en su ánimo a la hora de tomar la resolución de formalizar su testamento. No por ello cejó en su labor de estudio e inves-tigación. Todo lo contrario, aprovechó su estancia en la ciudad de los faica-nes y primera sede episcopal de las islas, para conocer el rico archivo parro-quial de San Juan, donde se conserva como principal joya las constituciones sinodales del obispo Diego de Muros [1497 y 1506]. Su amigo don Jose María de Zuaznávar y Francia, fiscal de la Audiencia y autor de Diario de mi estancia en Telde, le había hablado de la importan-cia del archivo y de las excelencias de la ciudad. [Datos facilitados por don Antonio González Padrón]. A finales de agosto todas las dignidades y la mayoría de los canónigos y racioneros habían abandonado la ciudad. El canónigo Pedro Bencomo, como presidente, y los racioneros Alberto y Cabral permanecieron en Las Palmas manteniendo el culto de la catedral y las reuniones capitulares. La mayoría insistía en trasladar el cabildo y, por tanto la catedral, a otro lugar del interior. Estas dos posturas derivaron en un agrio conflicto. En agosto de 1811 el racionero Cabral en nombre de Bencomo envió un oficio a los capi-tulares ausentes instándoles a reincorporarse a la catedral. La respuesta del arcediano Viera fue escueta y cortés en la forma, aunque en el fondo displi-cente: «Sr. Racionero Dn. Agustín Cabral. Muy Sr. mío: Enterado por el oficio de V. S. de lo acordado por nuestro Cabildo el día 21 del corriente, espero que V. S. se sirva hacerle presente que yo sería el primero que accedería a su respetable solicitud si mi edad, mi salud y otras circunstancias me lo permi-tieran en el día, mayormente quando mi ausencia de la Iglesia y de la ciudad no ha sido para disfrutar recles ni diversiones. Telde, 25 de agosto de 1811. José Viera y Clavijo». [Recle es el tiempo que se permite a los prebendados ausentarse del coro]. LUIS DE LA CRUZ Y RÍOS: RETRATO DE MANUEL VERDUGO Y ALVITURRÍA. CA. 1805 MUSEO DE ARTE SACRO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA 102 JULIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Para tratar este delicado asunto convocó el arcediano Antonio María de Lugo un cabildo en Telde para el martes 4 de febrero de 1812. A ello se opuso don Pedro Bencomo, como se lee en el acta del día 31 de enero: «El Sr. Pre-sidente canónigo Bencomo en este cabildo llamado ante diem hizo presente haber dirigido desde el lugar de Telde al señor arcediano don Antonio María de Lugo una carta con fecha 28 del corriente reducida a convocar un cabil-do pleno extraordinario en el citado lugar y consulta y aprobación al Ilmo. Sr. Obispo nuestro Prelado, a fin de tomar las medidas previas y convenientes para trasladar la catedral con sus oficinas anexas a algún pueblo interior de la isla en el caso de renovarse la epidemia que ha padecido esta ciudad...». Los pocos capitulares presentes acuerdan recurrir al Sr. Obispo «por los gra-vísimos inconvenientes y funestas consecuencias que van a resultar de una novedad tan extraña como es la celebración de un cabildo fuera de su Iglesia PEDRO BENCOMO. MUSEO MUNICIPAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE y aula capitular...». En los primeros días de febrero se cruzaron las cartas que iban y venían de Telde y Teror, don |
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