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JUAN FRANCISCO RODRÍGUEZ PÉREZ ( 1980 )
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EPÍLOGO
Esta pequeña historia, nació como argumento para una
posible ó imposible película, dada mi gran afición por el
séptimo arte. Al mismo tiempo he querido hacer un homenaje,
a la figura del maestro y el reconocimiento a su gran labor
docente.
Paco Juan
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En la ciudad de Rextir viven cinco amigos: Peter, Henry, Albert, George y Tom,
todos rondando los 23 años, amigos de pandilla y excompañeros de clase, pues acaban
de finalizar sus estudios de Magisterio. Todos tienen novia y ansían tener una escuela
para poder casarse, pero el caso es que hay muchos maestros y pocas escuelas, por lo
que les esperan varios años de inactividad profesional.
Estos cinco amigos, con sus novias respectivas, suelen reunirse casi todas las noches
en un bar, y como de costumbre el tema escolar sale siempre a la palestra. Normalmente
todo comienza cuando Sara, la novia de Peter, pregunta irónicamente:
- Bueno, bueno, hablando de todo un poco ¿ quién es el primero que va a cambiar su
estado civil en su documento de identidad?
- ¡ Otra vez! – exclama Peter- ¡ todos los días nos preguntas lo mismo!. Ya sabes que
sin un trabajo fijo no nos podemos casar y pensar en una escuela, por ahora, es pensar
en vano.
Sara vuelve a insistir:
- Yo pregunto siempre lo mismo porque veo que todas las chicas se están casando
menos las aquí presentes; esto a veces me hace reflexionar sobre la causa principal de
esta desdicha y, al final de dichas reflexiones, siempre termino con la misma pregunta
en la mente: ¿ Por qué habiendo tantos maestros se os antojó a todos estudiar la misma
carrera. Habiendo tantas otras, con salidas más rápidas?.
- ¿ Y la vocación qué? – pregunta Tom-
- ¿ Tú crees que con la vocación comerás durante todo el tiempo, que dicho sea de
paso: son años, que tienes que estar parado – pregunta Mary, la novia de Henry-
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Así comienza una de las tantas discusiones sobre lo que es trabajar a gusto, por
vocación, y trabajar a disgusto, por intereses económicos o por salida más rápida, y así
continúan hasta que Laura, la novia de Tom se levanta, pues a las diez tiene que estar en
casa; entonces se disuelve la reunión y al día siguiente comenzará de nuevo con otros
temas similares.
De esta manera se van pasando los días y ninguno de ellos consigue poner rumbo a
su vida. La verdad es que Rextir es una ciudad pequeña, con pocas posibilidades para la
juventud que busca su primer trabajo y con menos posibilidades aún en el campo de la
enseñanza.
Como cada mañana Oliver ( hermano de Peter, de unos 11 años) entra en su casa
portando el diario. Apenas lo ve Peter, se lo arrebata y se arma la de siempre.
-¡ Mamá! Peter me ha quitado el diario y si no se lo quitas, no voy más al kiosco a
buscarlo.
Desde la cocina su madre grita:
-¡ Será posible Peter, que con lo mal que estoy de los nervios me hagas esta escena a
diario!
Mientras tanto Peter, indiferente a lo que oye, comienza a hojear el diario. Su mirada
se detiene súbitamente entre los anuncios, pues hay uno que merece su atención; se trata
de una oferta de trabajo en la que se piden maestros para dar clase en otro país, Rhadtar,
y además cobrando muy buen sueldo. Peter apenas termina de leerlo y casi sin creérselo,
sale corriendo de su casa en busca de su pandilla de amigos, justo en el momento en que
su madre y Oliver se acercan con la intención de quitarle el diario.
- ¡ Te has fijado mamá! – exclama asombrado Oliver- casi no puedo creer que Peter te
tenga tanto miedo que saliera corriendo al verte y dejara el diario tirado.
- Si, sí – responde ésta- si acaso me iba a tener miedo, cuando no le teme ni al mismo
Conde Drácula.
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Peter tras muchos contratiempos, logra reunir a su pandilla y les comunica la noticia
del diario. De primera intención se queda atónito al ver que sus amigos no reaccionan
como él lo espera. Tras unos minutos de silencio Henry y Ton se interesan por el
asunto, mientras tanto Albert y George siguen sin hacer comentario alguno; en vista de
esto Peter les pregunta:
- ¿ Qué piensas Albert y tú George de la idea de irnos a Rhadtar, aunque sólo sea por
dos años? Piensa que con el dinero que cobremos, que no es poco, podemos casarnos e
ir tirando hasta que nos den una escuela aquí.
Albert, ante esta propuesta, contestó.
- Yo, mucho lo siento, pero Rahdtar está muy lejos de aquí, y dos años es mucho
tiempo para estar fuera, sin ver a nadie de nuestra familia, ni a las chicas... Además, allí
no existen las comodidades a que estamos acostumbrados, ni hay luz, ni cines, ni salas
de fiesta, ni calefacción, ni ...
Apoyando el comentario de Albert, George se apresura a añadir:
- También hay que ver, que en Rhadtar hay otro clima diferente al nuestro, y tal vez
no nos siente bien ese cambio. Por otro lado, tampoco sabemos como nos van a recibir
las gentes de Rhadtar, pues allí son todos negros, salvo alguna excepción.
- ¡ No seas racista! – le increpa Peter- ¿ pero será posible que no tengáis espíritus de
aventureros?
Peter con el consabido malhumor, da por finalizada la reunión y se va de nuevo para
su casa; allí piensa en los argumentos de Albert y George para no ir a Rhadtar, y a pesar
de dichos argumentos, no le faltan ánimos para seguir adelante.
Durante varios días Peter no puede conciliar el sueño. En su cabeza no gira otra idea
que la de ir a Rhadtar. Medita, sobre la forma de convencer a sus compañeros para que
se animen y les acompañen. Por fin, se decide a hablar con los padres de éstos y con sus
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novias, y aunque éstas se oponen a esa aventura, ya están metidos en ella y no piensan
volverse atrás.
En el muelle, tras algunas lágrimas y besos, suben al barco. Invadidos por la pena y
con la esperanza de volver pronto, se van alejando lentamente de Rextir.
El viaje es amenizado por el buen humor de Peter y por las alegres canciones que
George ejecuta en su guitarra y que el resto de los compañeros corean. Solamente les
incomoda las miradas asiduas de un individuo que subió con ellos al barco, portando
una máquina fotográfica colgada del hombro. A medida que pasan los días se enteran de
que es un reportero y que se llama Alex.
Tras quince días en barco, por fin llegan a Rhadtar; allí, sus habitantes y sobre todo
la chiquillería, les reciben con gran alegría. Durante el recibimiento, Alex no deja
descansar su máquina fotográfica, recogiendo fotos de todo lo que acontece.
El padre misionero, el doctor y las dos monjas enfermeras ( únicos habitantes blanco
de Rhadtar) también se unen a dar la bienvenida a los maestros.
- ¡ Hola! Soy el Padre Samuel, quiero darles junto con las hermanas Sor Angeli y Sor
Mary y con el Doctor Moore nuestra más cordial bienvenida. La verdad es que hacéis
mucha falta aquí; que Dios os bendiga en vuestra labor docente. Si en algo podemos
serles útiles, cuenten con nosotros.
Peter, a este saludo, contestó:
-¡ Hola, yo soy Peter, estamos muy agradecidos por este recibimiento que no
merecemos....... como la emoción no me deja hablar, les presentaré a mis compañeros y
así les conocereis: este es George, ese es Tom, ese es Albert y aquél es Henry.
Tras los saludos les enseñan la escuela y la casa de los maestros ( especie de
barracones de madera). La casa consta de un dormitorio con varias camas, cocina y
aseo; están dispuestas estas habitaciones de tal forma que teniendo la puerta del
dormitorio abierta, se ve al fondo la puerta de la calle y a ambos lados las de la cocina y
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aseo. Cuando entraron en la casa les presentaron a Lea ( una señora de color, viuda y sin
hijos, que vive con sus padres cerca de la escuela).
- Señores – dijo el Padre Samuel, refiriéndose a los maestros- esta es Lea. Ella se
encargará de limpiar la escuela y esta casa, además será quien les haga de comer, les
lavará vuestras ropas, les hará las camas, etc., etc. ¡ Trátenla bien! porque es muy buena
persona y se lo merece.
Lea un poco avergonzada, por lo que ha dicho últimamente el padre Samuel, baja la
cabeza mientras los maestros sonríen levemente.
Todos están contentos con la llegada de los maestros, pero hay alguien a quien no le
es grata esa llegada: este es Mongomo, el cuñado de Lea. Mongomo ama a Lea en
secreto y espera que en un futuro más o menos próximo sea su esposa, pero ahora con la
llegada de los maestros sabe que ésta apenas dispondrá de tiempo libre, para él poderla
ir enamorando.
Las clases comienzan y es tanta la cantidad de niños que acuden a ellas, que hay
que ampliar las aulas para dar cabida a todos.
Un día, cuando Peter sale de la escuela, una niña se agarra de su mano; al notarlo
Peter la estrecha fuertemente hasta que ella gritó:
- ¡ Ay!, más fuerte no, que me duele.
- ¡ Hola! ¿ Cómo te llamas? – preguntó Peter-
- Noemí, ¿ y tú?
- Yo me llamo Peter. Dime Noemí ¿ cuántos años tienes?
- Diez años.
- Y... ¿ quién es tu maestro?
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- Es Henry. Sabes, es muy serio, pero muy bueno.
- ¿ Te gusta la escuela?
- Si, me gusta mucho. Pero dime ¿ de dónde eres tú?
- Yo soy de un país que está muy lejos de aquí.
- ¿ Allende los mares?
- Ja ja ja ja ja ja. Sí, Noemí, allende los mares; pero ¿ quién te ha dicho esa palabra?
“ allende”.
- Me la dijo Sor Angeli; ella me enseñó a leer y a escribir, también me dijo que todos
en esta tierra debemos ser amigos. Peter.. ¿ Tú quieres ser mi amigo?
- Sí, claro que si quiero ser tu amigo.
- Entonces me tienes que contar muchas cosas de ese país que está tan lejos de aquí...
Y juntos, mano con mano, siguen el camino hablando, como dos buenos amigos.
Peter, poco a poco, se van encariñando con Noemí y a menudo se les ve hablando.
Noemí constantemente lo asedia a preguntas sobre Rextir; Peter también le pregunta
sobre la vida de las gentes de Rhadtar, pero en menor medida.
Peter, Albert, George, Tom y Henry se ponen de acuerdo en hacer excursiones los
fines de semana, acompañados por los alumnos mayores, a los lugares más pintorescos
de Rhadtar.
Poco a poco van descubriendo muchos paisajes exóticos, que en su vida jamás
habían imaginado, tan extraordinariamente bellos.
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Conocen en el transcurso de cada excursión a muchas personas y, la mayor parte de
las veces, comparten con ellos su mesa.
Peter que guarda todo esto en su corazón, se siente atraído enormemente por Rhadtar
y sus gentes, así lo transmite en cada urna de las cartas que le escribe a sus padres y a su
novia Sara.
Alex, el reportero, asiduamente aparece por los alrededores de la escuela, con su
máquina fotográfica colgada del hombro, y con un block de notas, como si estuviese
esperando algún acontecimiento. A veces, se pone a conversar con los niños, cuando
éstos salen de la escuela. Se interesa mucho por las clases y por los maestros. A veces
les saca algunas fotos, en grupos, que él mismo revela. Otras veces, con la intención de
divertirse, les regala dichas fotos, pero lo hace de una manera muy peculiar; cuando hay
un grupo numeroso de niños les dice:
- Voy a darles estas fotos, a los que las cojan.
Y dicho esto, las tira al áire. Luego hay que ver como se tiran unos encima de otros,
para ser ellos los poseedores de dichas fotos. Al final casi no se ven ni fotos, ni nada
que se parezca; quedan solamente unos papeles muy arrugados, como un acordeón, a los
que le faltan muchos pedazos. Esta escena le hace mucha gracia a Alex, que cada vez
que quiere divertirse la repite.
Una noche calurosa, Alex sale de su casa y se sienta bajo una palmera a tomar un
poco de áire fresco. De pronto ve que alguien se acerca y se sienta a su lado; es
Mongomo, el cuñado de Lea, que está un poco bebido y por ello habla demasiado.
Mongomo, como si se tratase de un amigo íntimo, le confiesa a Alex que está
enamorado de Lea, que ella es su amor secreto y que odia a los maestros, porque desde
su llegada a Rhadtar, le han hecho un desgraciado. Alex trata de calmarlo un poco y
luego lo acompaña a su casa; allí lo deja y vuelve al sitio de partida, pues el suave
fresquito que hace bajo la palmera, no se puede despreciar en una noche tan calurosa.
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Una tarde en que Peter estaba muy ocupado, corrigiendo los ejercicios de los
alumnos, llega Noemí para asediarle a preguntas. Peter que no puede atenderla, le
pregunta al mismo tiempo en que saca una foto de su cartera:
- Mira, Noemí, ¿ sabes quén es éste?
- No tengo ni la menor idea – responde Noemí-
- Este es mi hermano Oliver, tiene 11 años, uno más que tú. ¿ Te gustaría escribirle?,
así por medio de la correspondencia harías un amigo más. Además como es de tu edad,
te podrá contar muchas cosas que te interesan, y practicarás un poco la redacción...
¿ Qué me dices?.
¿ Qué te voy a decir?, que me des la dirección, que ahora mismo le escribiré.
Y muy contenta se marcha Noemí, para su casa, con la intención de escribirle a
Oliver. Así comienza el intercambio de cartas entre Oliver y Noemí. Hay que suponer la
alegría tan grande de Noemí, cuando recibió la primera carta de Oliver; toda la escuela
se enteró, y por supuesto Peter y sus compañeros.
Cierto día, después de la clase de la tarde, los maestros echaron de menos a su
compañero Tom. Lo buscaron por todas partes y no lo encontraron. Al anochecer
regresó a la casa y en su rostro se le notaba que había estado llorando. Albert al verlo así
le preguntó:
- Tom ¿ te encuentras mal?
- No, estoy bien, gracias – respondió éste-.
Peter, para evitar que se produjese alguna escena, invitó a Tom a dar un paseo y éste
aceptó; juntos caminaron en silencio, durante mucho tiempo. Apenas Tom estuvo
calmado, se rompió el silencio por la voz de Peter:
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Tom, se que la distancia nos deprime, pero por la hermosa labor que estamos
haciendo, por esa labor tienes que salvar la distancia. Ahí tienes un ejemplo en el Padre
Samuel, en Sor Angeli, en Sor Mary y en el Doctor Moore, todos tienen sus familias,
todos tienen corazón, pero el deber es más fuerte que ese impulso que a veces nos
acobarda y nos tienta a abandonarlo todo. No tienes que acobardarte, ante ese impulso,
sino seguir adelante como los hombres valientes.
Cuando Peter terminó, Tom le abrazó en señal de agradecimiento por esas frases de
apoyo que tanta falta le hacían, en ese momento.
Una vez acabado el paseo, entran a cenar y todos notan, en el rostro de Tom, que su
expresión no es la misma que antes de salir.
Peter, en cierto modo, es como el alma de la escuela; lleva sobre sí, casi todos los
problemas que surgen en la escuela. Alegra a sus compañeros cuando éstos lo necesitan
y los alienta si están deprimidos.
Una mañana Peter, no se levanta de la cama, tiene la cara roja debido a una fiebre
alta que le ha dado. Albert y Tom llaman al Doctor Moore; cuando éste llega, lo observa
detenidamente y a solas habla con Lea:
- Está bastante mal, la fiebre le ha atacado de duro; te mandaré en cuanto pueda, los
medicamentos y una nota para que sepas como tienes que administrárselos.
Y dicho esto, el Doctor Moore, se va para su pequeña enfermería y Lea para la
cocina, donde les dice a los compañeros de Peter, lo que el doctor acaba de comunicarle.
Estos al ver que nada pueden hacer por Peter, cuando terminan de desayunar, se van
para la escuela.
Lea atiende a Peter como si fuese un hijo suyo, lo que no pasa desapercibido para
Mongomo, que se pone más celoso aún al saber hasta donde llega la estimación que ésta
les tiene a los maestros.
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Una tarde en que Lea ha ido a llevarle a Peter un comprimido, para que se lo tome,
entra en la cocina ( sin se visto) Mongomo, y se va derecho a la cacerola, donde está la
leche que forma parte de la cena de los maestros, y cuidándose de no hacer ruido vierte
unos polvos en ella, cerrándola luego con el mismo cuidado.
Lea ya ha terminado con Peter y va a salir de la alcoba cuando logra ver de espaldas
a su cuñado Mongomo, que sale de la cocina y se dirige a la calle. Lea de primera
intención se queda extraña, no obstante entra en la cocina y ve que todo está en orden,
por lo que no le da mucha importancia.
Por la noche, a excepción de Peter, todos cenan e incluso Lea, que a petición de los
maestros los acompaña. Henry después de cenar se acerca a Peter para preguntarle:
- ¿ Quiéres tomarte un poco de café y leche?
- No, – responde Peter- esta noche no cenaré, pues me siento peor que nunca. Lea me
puso el termómetro y vio que la fiebre me ha vuelto a subir, Lea avisó al Doctor y me ha
cambiado algunos medicamentos. La verdad es que no tengo ganas de tomar nada,
gracias de todas formas, y no te preocupes por mí, ya todo pasará y volveremos a ir
juntos a la escuela.
Después de recoger la cocina, Lea da las buenas noches y se va para la casa de sus
padres. Los maestros, en cuanto terminan de preparar las lecciones del día siguiente, se
acuestan.
Aquella noche, a las tres de la madrugada, Peter se despierta al oir ruidos en la
habitación; enciende la vela y ve revolcándose en sus camas, a sus compañeros, entre
sudores agonizantes. Peter, haciendo un gran esfuerzo, se levanta de la cama y sale para
llamar al doctor, pero es inútil, su fiebre alta y su debilidad son los encargados de no
dejarle llegar muy lejos, y tirado se quedó en medio de la calle.
Al amanecer, los madrugadores se encuentran, a Peter inconsciente y lo llevan a la
enfermería. Uno de ellos informa al Doctor:
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- Yo vi un bulto en el suelo y pensé que era un borracho, pero cuando me acerqué
comprobé que se trataba del maestro Peter, entonces pedí ayuda, toda la posible, y lo
trajimos aquí.
El Doctor Moore no sale de su asombro:
- ¡ Santo Cielo!, ¿ qué habrá pasado?, ¡ vayan corriendo a la casa de los maestros a ver
que ha ocurrido!. Mientras tanto yo trataré de reanimarle.
Cuando, los madrugadores de Rhadtar, llegan a la casa de los maestros, se
encuentran en medio de un horroroso panorama, los cadáveres de éstos. Una hora más
tarde, se extiende la noticia de que Lea ha muerto.
Es una jornada de luto para Rhadtar, donde nunca se había visto nada parecido. El
Doctor Moore, tras las autopsias, diagnostica que han sido envenenados. Entonces, el
padre de Lea, muy consternado por la muerte de su hija, declara:
- Mi hija Lea me contó anoche, que ayer por la tarde mientras cuidaba de Peter, entró
en la cocina su cuñado Mongomo. Ella, cuando regresaba a la cocina, lo vio salir sin ser
vista por éste; al entrar allí, comprobó que todo estaba en orden, por lo que no le dio
mucha importancia, aunque si se preguntaba el motivo que le llevó allí.
- Y... ¿ ella cenó con los maestros? – le pregunta Doctor-.
- Si, ella cenó con ellos, no suele hacerlo, pero anoche quiso acompañarles en la
cena.
Entonces se forma una expedición para buscar a Mongomo, pero éste no aparece, es
como si a Mongomo se lo hubiese tragado la tierra.
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Apenas conocen la noticia del suceso, los padres de Peter piden el regreso de su hijo
lo antes posible.
Ya ha pasado un mes desde que Peter regresó a Rextir con sus padres y aún no se ha
levantado de la cama, pero el doctor le ha dicho que puede ir saliendo todos los días a
coger un poco de sol, que mucha falta le hace.
Una mañana, Peter se levanta dispuesto a recorrer como antes lo hacía, las calles de
su ciudad.
- Hasta pronto mamá, voy a dar una pequeña vuelta.
- Hasta pronto hijo, que te diviertas. – responde su madre-.
Peter sale de su casa, cada paso que da es un recuerdo del ayer, de las vivencias que
tuvo con sus compañeros ya desaparecidos. Por una calle se encuentra con la madre de
Henry vestida de luto, la cuál al verle esquiva su mirada mientras sus ojos se nublan.
Más adelante se encuentra con Laura, la novia de Tom. Quien con una mirada severa y
sin decir ni una palabra, parece reprocharle el haber metido a Tom en esa aventura.
Peter al ver todo esto, da marcha atrás y vuelve a su casa. En la puerta de su casa se
encuentra con el cartero que le entrega una carta.
- ¡ Pero si es para mí! – exclama asombrado Peter- ¿ De quién será?
Mira el remite y ve que es de Noemí. Un frío estremecimiento recorre su cuerpo y
una mezcla de tristeza y alegría le asedia.
Entonces guarda la carta en el bolsillo y entra en su casa.
- ¿ Ya estás de vuelta Peter? – pregunta su madre-.
- Si, ya he llegado, estoy un poco cansado y voy a tenderme un rato. – respondió éste-
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Peter se va para su alcoba y la cierra con llave, luego se tiende en la cama y se
dispone a leer la carta de Noemí. Rompe el sobre, abre la carta y lee:
Hola Peter:
Espero que te encuentres bien cuando recibas estas líneas. Todos sentimos lo que ha
pasado, pero eso ya no tiene remedio. Mongomo ya se entregó a la justicia, después de
darle muerte a Alex, el reportero, el cuál le había pagado para que envenenase a los
maestros, con la única finalidad de hacer un ambicioso reportaje; como era conocedor
de los sentimientos de Mongomo hacia Lea y de los celos por los que éste atravesaba,
aprovechó la oportunidad que se le presentaba para convencerle; Mongomo ciego por
sus palabras aceptó el trato. Pero Mongomo no contaba con la muerte de Lea y al
saberlo se enfureció tanto que lleno de ira buscó al reportero, con el que acabó
inmediatamente.
Estos fueron los hechos, pero ahora todo está aquí tan triste sin vosotros. ¿ Porqué no
vuelves Peter?, nosotros no te hemos hecho nada, o ¿ Ya no nos quieres?, ¿ ya no eres mi
amigo?. Vuelve Peter, que todos deseamos tu vuelta, pues la escuela está, sin ti, vacía.
Noemí
Peter apenas termina de leer la carta se queda asombrado por las noticias que trae y
que sus padres le han ocultado; sobre todo le ha impresionado el tipo de muerte que
tuvieron sus compañeros y la pobre Lea. Tendido en la cama, piensa en su culpabilidad
en la muerte de sus compañeros por haberlos animado a ir a Rhadtar, luego piensa en
los sufrimientos que tuvieron que haber pasado antes de morir, y en las amarguras de
sus familiares y novias, que nunca lo podrán perdonar. Recuerda a Lea, que tanto cariño
le dio y a la que tanto quiso. ( Mientras va pensando estas cosas, en su mente revive las
escenas). Por unos momentos, vuelve a recordar la carta de Noemí; algunos fragmentos
le hacen reflexionar profundamente: “ Nosotros no te hemos hecho nada��, “ Todos te
queremos”, “ ¿ Porqué no vuelves?”.
Todos estos pensamientos van dando vueltas, una y otra vez por la mente de Peter, el
cuál por momentos va desvariando.
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Unos días más tarde, Peter ingresa en un hospital psiquiátrico, donde pasará el resto
de su vida.
No obstante, los padres de Peter llegaron a conocer los móviles de la tragedia que
había surgido en la mente de su hijo, antes de ser ingresado en el Hospital Psiquiátrico,
primero porque en la papelera de su habitación se encontraron rota, la carta de Noemí, y
al reconstruirla se enteraron de su contenido; por otro lado, porque Rextir es un pueblo
pequeño, y todo lo que acontece se propaga rápidamente; y por comentarios de los
vecinos llegaron a saber la falta de consideración que habían tenido con Peter la madre
de Henry y la novia de Tom.
A pesar de lo ocurrido a estos cinco amigos, la madre de Peter hizo un llamamiento
por el diario ( por el mismo en que su hijo había visto la demanda de maestros para
trabajar en Rhadtar) pidiéndole a los maestros que no tuviesen trabajo, que se animasen
a ir a Rhadtar para continuar la obra que Peter, Albert, Henry, George y Tom habían
empezado; que olvidaran lo pasado, que ya no volvería a ocurrir, que todo lo que había
pasado fue por culpa de una mente enferma; pero que por favor, que no dejasen morir
esa semilla de cultura que apenas había germinado.
Este llamamiento surge efecto y, tras unos meses, otros cinco compañeros se
encuentran en el muelle. Tras algunas lágrimas y besos suben al barco. Van invadidos
por la pena de dejar su ciudad, sus familias y sus amigos, pero también van con la
alegría de saberse los continuadores de una gran obra. Y con la esperanza de volver
pronto, se van alejando lentamente de Rextir.