RESUMEN ^
DE LA
HISTORIA
DE
LANZAROTE
FUERTEVENTURA
POB
ANTONIO MARÍA MANRIQUE.
Edición facsimil Á
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c?a'^0
BRAVO MURILLO. 15
TELF.; 37 05 03
I 35003 - LAS PALMAS
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RESUMEN
DE LA
HISTORIA
DE
LANZAROTE
FUERTE VENTURA
POK
ANTONIO MARÍA MANRIQUE.
ARRECIFE DE LANZAROTE
(CANARIAS)
Tip. de FBANCISCO MARTÍN GONZÁLEZ.
1 8 8 9
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E K propiedad.
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pm^&<m^m
La historia de Las Canarias principia en las
islas de Lanzarote y Fuerteventura, porque en
estas islas tuvieron lugar los primeros acontecimientos
relativos á la conquista del país. Muy
justo es, pues, que de ambas islas se escriba un
tratado histórico especia], como el que tenemos
la honia de publicar con el más vivo interés de
que,particularmente nuestros paisanos,tengan conocimiento
exacto de la relación de curiosísimos
hechos y de verdadera importancia, que por desgracia
son ignorados de todos aquellos que no se
toman el trabajo de leer obras extensas como las
del historiador D. José de Viera y Clavijo.
Considerando, pues, que la afición al estudio
de nuestra historia se desaroUe más y más conociendo
primeramente el resumen de la misma,
hemos resuelto escribir esta obrita, para lo
cual han sido consultados varios autores, sobre
todo el insigne canario Viera y Clavijo, á quien
en muchos puntos ha sido preciso seguir literalmente.
Si de nuestro trabajo redundase algo bueno
para la juventud canaria; si cosiguiésemos el fin
que nos hemos propuesto, nuestra satisfacción sería
inmensa.
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RESUMEN DE LA HISTORIA
DE
LANZAROTE Y FUERTEVENTURA
^W\ X'W'WVVX'X Wfc^^'^'WV*»^ W * .
I
VIAJE DE JUAN DE BETHENCOURT Á LAS CANARIAS
Animado el normando Juan de Bethencourt
por las noticias que había adquirido de las Islaa
Canarias,y queriendo alcanzar renombre y aumentar
su fortuna, se propuso conquistarlas con la
ayuda de Enrique III de Castilla, á quien pidió
protección, auxilio y provisiones para la empresa,
rindiéndole homenaje.
Este caballero francés, provisto de todo, ee
dirigió á las Canarias, arribando primeramente
á la Graciosa, y luego á la playa de Rubicón, parte
sur de Lanza rote, á principios del año 1404.
Los acontecimientos más culminantes de tal
empresa se reducen á la sumisión de Guadarfrá
ó Guadaríia, rey de Lanzarote, como amigo y
no como subdito; á los disgustos que surgieron
entre Gadifer de la Salle y Juan de Bethencourt,
á consecuencia de solicitar aquel para si, comi>
remuneración de servicios, a l o menos las islas
de Fuerteveutura, la de Tenerife y la Gomera, y
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HISTORIA DE LANZAROTE
á otras exigencias y pretensiones no menos peregrinas;
la nueva invasión de Fuerteventura, y
construcción del fuerte de Rico-Roque, la del cas-tille]
o de Val-Tara)al; otra expedición á Canaria;
el rompimiento entre Bethcncourt y Gadi-fer,
con cuyo motivo se dirigieron ambos á España
en defensa de sus respectivos derechos; la
vuelta á Canaiias de Bethencour o provisto de nuevos
privi]egios,y las operaciones de la última campaña
en Fuerteventura, en la que pereció aquel
jigante majorero tan célebre en la historia. Después
de estos acontecimientos, un tal Aníbal,
bastardo de Gadifer, trató de sostener la facción
opuesta á Bethencourt; los dos reyes de
Fuerteventura se rindieron, y después de hacer un
viajo á Francia el conquistador, retornó á Lan-zarote,
donde fué recibido con magnificencia por
los naturales.
II
REGRESO A EUROPA Y MUERTE DE JUAN
DE BETHENCOURT
Bethencourt pasó á Canaria, donde tuvo que
sufrir grandes reveses, y se dice que á causa de
una sangrienta refriega con los naturales (1405)
dio á la isla el renombre de grande.
Después de reducir las islas de la Gomera y
el Hierro, Bethencourt confió á su pariente Ma-ciot
el gobierno de las islas, convocó en Lanza-i'ote
una especie de Cortes generales, y se retiró
á la Europa, creyéndose que hubiese vuelto
á Canarias, si no le hubieía atacado una enfermedad
de que murió en 1425.
III
PRIMER OBISPADO.-MACIOT
Las Canarias fueron erigidas en obispado por
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Y FUERTEVENTVRA.
Inocencio VII, bajo el título de San Marcial de
liiibicón. Como Bethencourt falleció sin dejar sucesión,
le heredó su hei-mano Reinaldos de Bethencourt,
y creía contar con el afortunado reino,
sin saber que su pariente Maciot le había
enagenado ya por tres ocasiones á diferentes
compradores.
Después de estos acontecimientos, ese mismo
Maciot sucedió en el g(jbierno de las Canarias,
y ganándose los ánimos, logró armarse de caballero.
Por este tiempo se fabricaron á competencia
los templos de San Marcial de Rubicón,
en Lanzarote, que luego fué catedral, y el de Santa
Mxri.a do Betancuria en la isla de Fuerteven-tura,
siendo Maciot entre tanto, como ha dicho
el historiador Viera y Clavijo, el genio que presidia
y animaba todos estos trabajos.
Bien pronto vino á Canarias el primer obispo
do Rubicón D. Albeito de las Casas, virtuoso
varón que evitó cuanto pudo que el inhumano
Maciot tiranizase á los pueblos," y entre tanto el
pariente de Bethencourt, rendido por el incentivo
de las gracias naturales de la iafanta Teguisc,
se casa con ella, desde cuyo tiempo tomó grande
incremento la villa principal de la isla, tomando
también el nombre de la princesa canaria.
IV
DESPOTISMO DE MACIOT.-HERNÁN PERAZA.-TRASPASO
DE LAS CANARIAS.-DIEGO G. DE HERRERA
Estamos por el año de 1414. El memorable
prela.lo Si\ las Casas falleció, viniendo á suce-dorle
Fr. Alonso de Barrameda, que mientras
no llegase á Lanzarote no había quien contuviese
el funesto despotismo de Maciot de Bethencourt,
pues tiranizaba cada vez más á los
pueblos. Peio nombrado obispo por Martino V.
Fr. Mondo de Viedma, pariente de los conquis-
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^ 0 Ml.íTORIA DE L/VNZAKÜTK
tadores,no tardó este prelado en reconocer la
guerra que Maciot hacía á su rebaño, y entonces,
devorado de un celo justo, declamó repetidas
veces contra los atropellos é iniquidades
-del bárbaro Maciot.
Tal era el origen délas disputas que se suscitaron
entre el obispo y el pariente de Bethen-court,
disputas que dieron por resultado que la
i-eina D.'' Catalina cometiese á D. Enrique de
Guzuián, conde de Niebla, el expediente de este
negocio.
Al efecto salió de la Peninsulaima escuadra al
mando de Pedro Barba de Campos. Entretanto
Hernán Peraza se liabia dirigido al rey (D.
Juan II) representándole que en 1390 se habia
hecho merced á su padre de estos países, y Maciot,
por su parte, intentó disputar el desembarco
de las tropas del arbitro de la empresa, saliendo
á la cabeza de un numeroso cuerpo de
milicias. Mas. halagado Maciot per las proposiciones
de Pedro Barba, aceptó un ti atado de
cesión y de renuncia, que puso en manos
de su rival, cosa mas preferible que tener que
pasar á España para satisfacer á los cargos que
convenia hacerle.
Pero, Maciot, á pesar de este traspaso, no
tuvo escrúpulo alguno en volver á venderlas Ca-^
narias al ipfante de Portugal, y luego al mismo
conde de Niebla.
Pedro Barba las vende después también á
D. Fernán Pérez, de Sevilla. Éste, al pro])io conde
de Niebla, y este conde á Guillen de las Casas,
quien á su vez las vendió también á Guillen
Peraza. Pero ¡qué embrollo!, al mismo tiempo
que se verificaban estos traspasos, el legítimo
dueño y propietario de las Canarias, Juan
de Bethencourt, las dejaba por su testamento
á Reinaldos su hermano, por cuya razón se intituló
rey v señor de estas islas, durante el si-g
b X V .
Mas, la liistoria no debía tea-minar en esto:
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Y FLKKTEVBUTÜBA. 11-
D. Enrique IV de Castilla donó la conquista de
las Canarias á los condes D. Martín de Ataide-
González de Castro y á D. Pedro de Castro Me-neses,
sólo por el mérito de liaber acompañado-desde
Portugal á Córdoba a l a infanta D. Juana,
que iba á ceñirse la corona. .
Por todos estos embrollos tuvo q^ue seguir Diego
Garcia de Herrera un difícil proceso 6n,la
corte de Lisboa, á fin de conservar la pacífica
posesión en que estaba de las Canarias.
Por este tiempo falleció el obispo Fr. Mendo,.
que lué sepultado en Rubicón, ó sea en el punto
en que se había construido aquella pequeña
catedral. Sucedióle D. Fernando Calvetes, notable
obispo por aquel decreto con que se opuso
a la venta de los iníelices isleños.
Maciot no podía permanecer más tiempo en
las Canarias con honor. De todas partes se le lia^
cían cargos y reclamaciones, teniendo que buscar
en la Madera refugio en sus tribulaciones, y
dejando al marcharse á una de sus hijas, D.
Leonor, casada con Alisto Preud'home (Arrieta
Perdomo).
Ya en la Madera, Maciot ajusto con el infante
D. Enrique una especie de tratado, por
el cual le vendía ó traspasaba la propiedad y
dominio de todas las Cananas, en cambio de al-gún
dinero, tributos y heredamientos en la Madera
misma. De esta suerte se engendraron las-primeras
chispas de las guerras entre portugueses
y canarios.
RECLAMACIONES DE PORTUGAL.-EXPEDICIONES
¡L LAS CANARIAS
D. Enrique de Portugal, creyéndope con so
brados motivos con títulos suficientes, reclamó
del rey de Castilla la investidura de las Cana-
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12 HiSTOBIA I E LANZABOTE
lias; pero éste se la negaba siempre. Entonces
íué cuando el principo D. Enrique envió ó Canarias
2600 soldados de infantería y Í2W do á
caballo, al mando deD. Fernando de Castro. Pedro
Barba se hallaba aún en Lanzarote. A^i
que éste distinguió la escuadia portuguesa,pus-o
en anuas á toda la isla; pero los poitugueses,
confiados en sus tuerzas, corrieron hasta Canaria
con el propósito de conquistar esta isla, teniendo
que tocar la retirada masque de prisa,
ante aquella valerosa raza.
Una nueva escuadra portuguesa, mandada
por Antonio González, con el titulo de gobernador
de Lanzarote, íué enviada á estos m.aves,
expedición que rechazó Canaria con denuedo,
suelte que cupo también á otias expediciones
posteriores en/iadas por Portugal.
VI
DECISIÓN DE LA CORTE DE RO\rA
D. Juan II no se había quedado quieto. Defendía
entre tanto su dominio directo en bis Canarias,
y el derecho de Pedro Barba, queiándo-se
en la Corte de Portugal de las hostilidades
cometidas. Escudábase D. Eniique con la adquisición
hecha á Maciot, y además oponía al Ministerio
de Castilla otra escritura de venta otorgada
por el mismo Maciot a Pedro Barba, de
techa anterior. Cuestión fué esta que hubo que
someter al Papa. Disputaban dos monarcas cuál
de ellos tenía el derecho de arrojar de su país
á los canarics primitivos. Su Santidad tuvo á
bien declararse por el rey de Castilla. Si bien
el agraviado infante po tugues no llegó á olvi-dai-
jamás aquella pérdida, íué sin embargo señor
de una parte de la Gomera, y aún el mismo
Maciot, por habérsele cedido por su hermano
la renta y dominio de la Madera.
Después del año 1430 falleció Maciot de
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Y FUERTEVENTUBA 13
Bctliencout, horedántlole D. En'iqne y D. Gaspar
del misino apellido. He aquí de donde descienden
los Bethcnconrts de la Madera é islas Azores.
Los del piopio apellido en Canarias, siendo
legítimos, proceden de aquella D.*^ Leonor fu
hija, casada con Airieta Perdonio, que había dejado
en Lanzarote cuando pasó á la Madera,
pues,coüio se ha dicho, Juan de Bethencourt el
grande no tuvo sucesión.
Habiendo dejado estas ií-las Pedro Barba, murió
en el Puerto de Santa María (España), después
de vender ó traspasar sus derechos á las
Canarias á Fernán Péi-cz, cuarto rey feudatario
de este paísj quien á su vez traspasó la propiedad
de las Canarias á D. Enrique de Guzmán,
conde de Niebla.
Vil
SEXTO Y SÉPTIMO REYES DE LAS CANARIAS.—SU
DESCENDENCIA.-DOÑA INÉS DE LAS CASAS. -
ESCARAMUZA CON LOS PORTUGUESES.
Ahora van á entiar las Islas Cananas en el
dominio de la casa de los Guzmams Buenos. Su
quinto rey titular fue el conde de Niebla. Pero
como estos derechos no podían permanecer
mucho tiempo en manos del adquirento, era preciso
que este conde vendiese también (1430),
por precio de 5.000 doblas moriscas, estos mismos
derechos á Guillen de las Casas,casado con
una sobrina de Bethencourt el Grande. Ta] íué
el sexto roy de las Canarias, quien vino á visitarlas
en persona.
Guillen de las Casas dejó al morir dos hijos:
D. Guillen y L).°'Inés. Esta casó con D. Fernán
Peraza, y fué el séptimo re}' de las Canarias, cu-
3^0 señorío fué transferido (1443) á la D."'Inés de
las Casas, asi como el derecho de la conquista
de las mismas islas.
Cuando Fernán Peraza arribó á Lanzarote,
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J4 HISTOBIA DE LANZABOTÍT
trajo consigo á su ioven hijo Guillen Perazade
las Casas, de cuya isla pasó inmediatamente a
la de Fueiteventura, al Hierro y á la Gomera,
Guillen, simpático joven, adornado de brío,
valor y gentileza, quiso buscar hazañas que diesen
lustre á su nombre, y puesto a la cabeza
de las tropas, dirigió una expedición desde la
Gomera á la isla de la Palma; pero apenas día
comienzo á sus operaciones multares, una pedrada
le quitó la vida. i ^,„
Habiéndose quejado Fernán su padre al rey
D. Juan H,de que los portugueses se habían
usurpado á Lanzarote, el soberano expidió cartas
patentes dirigidas á los lanzarotenos para
que examinasen los titules de Fernán,y le pusiesen
en posesión del señorío, si aquellos eran justos
y legítimos. Mas, los isleños contestaron a
S M "Nosotros no somos letrados. A su Alteza
es á quien corresponde señalar pei>onasinstrui.
das que pesen los derechos de Fernán Perazay
los del Infante de Portugal, después de lo cual
cumpliremos como buenos vasallos loque Haya
de eíecutarse". Remitido por el rey el expedien^
te á su Gonseio, éste determinó que se pusieran
en secuestro los estados de Lanzarote, entre tanto
que Fernán exhibiese en forma los títulos originales
relativos á sus posesiones. Adeinás se djs-puso
pasase á Lisboa un embajaaor, Juan Jni-guez
de Atabe; pero es lo cierto que nada consiguió
arreglarse.
Iñíguez pasó también á Lanzarote para tomar
posesión de esta isla, en calidad de secuestrario
de su renta y jurisdicción. Acompañóle
en su viaje el nuevo Obispo de Cananas
D. Juan Cid; pero habiendo encontrado en eJ
viaje á unos portugueses, éstos les tomaron loa
víveres, quitaron las armas, y robaron á iñíguez,
que estuvo expuesto á ser arrojado al
mar.
Llegando por íin á Lanzarote este embajar
dor, es sorprendido allí por las tuerzas del infan-
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Y FUERTEVENTüBA 16
te, q\ie corrían por la isla al grito de Portugal!
Portugal] Pero Tñíguez no se acobardó, y ala.cabeza
de 70 hombres armados, hizo retirar á los
portugueses, con ser su múmero inmensamente
mayoi-, pues contaban con 300 hombres de desembarco
distribuidos en cinco carabelas,que cayendo
sobre las otras islas robaron las naves, fueron resistidos
en la Gomera, y apresaron una carabela
que conducía paraiñíguez varios géneros y eíec-tos.
Demasiado hostigado estaba este famoso andaluz
poi' los portugueses, para que pudiera es
tarse quieto. Dejando en Lanzarote al íVente del
gobierno á Alonso de Cabrera, pariente de Diego
GrJircía de Herrera, pasó á la Corte de Castilla,
desde la cual se dirigió á Portugal con otra
embajada, en unión del bachiller Fernán Gome"',,
donde íueron insultados y sus vidas corrieron
peligro.
VIII
DOÑA INÉS PERAZA.-DON DIEGO GARCÍA DE HERRERA.
ARRIBADA DE ESTOS SEÑORES Á FUERTEVENTL'RX.
Fern.án Peraza falleció en la Gomera. Su hij
a D.'^ Inés Peraza de las Casas her3dó el Señorío,
la cual se había casado con el famoso D. Diego
García de Herrera, cujeas bodas se celebraron
por el año de 1445.
Trasladáronse á Fuerteventura los nuevos señores,
llegando allí á tiempo de haber estallado
una sublevación casi general en la, isla, á causa
de las ligerezas cometidas por el famoso Ma-ciot.
No sonaba bien en Fuerteventura el nombre
de lo'sucesores de Guillen de las Casas.
García de Herrera tuvo la suerte de apaciguar
á los majoreros, cuyo acontecimiento tuvo
lugar el día 14 do Julio,en que la iglesia celebra
á San Buenavciitnra.
Fabricóse por este mismo tiempo un peque-fío
convento en Fuerteventura, siendo probable
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16 msToniA DE LANZABOTE
que poco después llegasen á esta isla Fr. Diego
de Alcalá y Fr. Juan de San-Torcaz, en cuyo
tiempo coloca la tradición la maravillosa aparición
de la imagen de la virgen de la Peña, dejando
S. Diego estas islas y su guardianía del
convento de Betancuria, por el año 1449.
En este lugar consignaremos que á D. Juaa
Cid sucedió D. Diego López de lUescas, obispo
de Rubicón, nombrado por el Papa Nicolao V.
IX
CADAMOSTO.-SE HACE MERCED DE LA
CONQUISTA DE TRES ISLAS
Cuando Herrera y su mujer habían llegado á
la isladeFuerteventura, permanecían aún secuestrados
los estados de Lanzarote en Iñíguez de
Atabe, de orden de la corte de Castilla. La Gomera
fué prontamente evacuada por los portugueses,
que la ocupaban en parte, á quienes se
previno que no se entrometiesen en la isla de
Lanzarote.
En 1445 se hallaba en esta última isla Diego
de Herrera, porque en esa época recibió allí
al viajeru italiano Cadamosto, que permaneció
algún tiempo en Lanzarote estudiando el país.
Foresta misma época hacían las Canarias con
Sevilla y Cádiz un comercio de exportación de
orchilla, pieles, quesos y sebo. De la relación
del célebre viajero consta que entonces el Teide,
elevada montaña de Tenerife, ardía continuamente.
Dicho viajero navegaba al servicio de
Portugal.
Por este mismo tiempo también. D. Enrique
IV de Castilla concedía la merced de la conquista
de Canaria, la Palma y Tenerife, á D. Martín
de Atayde y á D. Pedro Meneses, que, couio antes
se dijo, habían conducido de Lisboa á Córdoba
á la princesa D.* Juana, hennana de D.
Alonso V (1455).
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Y FUKRTEVEN'TURX
INVASIÓN DE LOS PORTUGUESES.-CASAMIENTO DE
DIEGO DE SILVA.-EXPEDICIÓN Á CANARIA
Prescindiendo de la ceremonia con que Herrera
pretendió tomar posesión de Canaria
(1461), posesión que sólo quedó en los certificados
del Esci'ibano y en la fantasía de los europeos,
y prescindiendo también de hacer una
reseña de la otra expedición que á instancias
del obispo Illescas se envió á Canaria al mando
de Alonso de Cabrei-a, pai'a atraer á su rebaño
las almas de aquellos gentiles, de cuya
expedición nada bueno resultó, y prescindiendo
asi mismo del tratado de paz que tanto Herrera
como este mismo obispo intentaron celebrar
con los guanches de Tenerife (1464), sin fruto
alguno, y haciendo caso omiso de aquel fuerte
ó torreón construido en Añazaquelos naturales
demolieron, citaré la invasión que en 1466 lle-
V aron á cabo los portugueses sobre Canaria, bajo
las ordenes de Diego de Silva, expedición
tan desgraciada como las anteriores; y citaré
igualmente las reclamaciones que Diego García
de Herrera hizo á la Corte de Castilla, signi-licándole
los agravios recibidos en la donación
de la conquista de las referidas islas de Canaria,
la Palma y Tenerife á favor de los portugueses,
cuyas reclamaciones dieron por resultado
aquella real Cédula expedida en Plasencia á 6 de
Abril de 1468, en la que se disponía que Diego
García de Herrera, ni sus legítimos sucesores,
fuesen perturbados en lo sucesivo en la posesión
de las Canarias y del Mar-Menor de Berbería
(Mar-Pequeña), de que eran señores indisputablemente.
Por fin, estas discordias concluyeron
con el casamiento de Diego de Silva
con uua hija de García de Herrera, llamada D.*
María de Áyala, la cual llevó en dote cuatro dozavas
partes, ó sea el tercio de las rentas de Lan-
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Jg HISTOBIA DE LAXZABOTE
zarote y Fuerteventura. Aquí vemos un arre-
'glo diplomático muy usual en los países de E\i-ropa-
. . 1. 1 .
De esta alianza venia a resultar ademas que
las tropas de Herrera quedaban reforzadas con
unos 800 portugueses, y halagado de esta suerte
el intrépido -D. Diego García, resolvió, con tales
fuerzas, dar un nuevo asalto á los canarios,
á cuyo fin ejecutó en Gando un desembarco, eu
donde Silva, su yerno, contaba con un fuerte que
habia tomado al mismo García. Ambos jefes penetraron
hasta Agüiraes, al frente de 600 hombres
íonnados en columnas; pero ataoado súbitamente
por los n=atura,les, .apelaron á la retirada,
con pérdida de 25 muertos.y más de 30 heridos.
Mas, ganando los europeos un sitio ventajoso
para ellos, tuvieron una escaramuza con los canarios,
de la que salieron victoriosos.
Los europeos creían que al haberse concentrado
en la parte del sur de la isla las fuerzas canarias,
quedasen sin defensa los puntos del norte,
y suponían qué no fuese difícil sorprender
por Gáldará los naturales. En esta hipótesis,
Diego de Silva salió una noche con tres carabelas,
acompañado de Juan Mayor y Guillen Castellanos,
experimentados oficiales que poseían
la lengua canaria, con dirección al norte de la
isla, llevando además 200 hombres de desembarco.
Dos días después,-y con todo el silencio posible,
se hizo este desembarco al raj-av de la au-rora,
por la playa de los Bañaderos. Pero á pesar
de tanto sigilo, habiendo divisado las naves los
canarios, dieron aviso ásu rey Tenesor-Semidán,
y éste determinó cerrar la subida de la cuesta
á los invasores con 800 de sus vasallos. No obs
tante esto, parecióle preferiljle apostar un cuerpo
de canaiios en las alturas, y loajar con otro
acortarles la retirada, prendiendo á la vez fuego
al bosque por la parte del mar. Nc» tardó Silva
en coiui)icnder la astuta táctica del rey, y dis-
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Y FfERTEVENTUHA 1^
paso una contramarcha para salir al llano, des-pues
de atravesar el cerro, donde fue acometido
por los canarios. Silva conoció al instante su
comprometida situación: ganó un sitio amurallado
que habla por allí, y durante dos ciías se
defendió en él valerosamente con su gente; pero
el número de enemigos crecía y la situación
de los europeos era cada vez más desesperada.
Entonces Silva tomó la resolución de enviar ak
Guanarteme sus intérpretes, proponiéndole varias
capitulaciones; mas la cierto es que, a no
ser el prudente príncipe, los emisarios hubiesen
perecido á manos de la turba desenfrenada que
pedía á voces venganza.
Preténdese que una princesa canana, compadecida
de los europeos, hubo de interesarse por
ellos. Acercóse el rey á la trinchera, y Silva le
pidió evacuar el país, embarcándose con sus soldados-
mas el noble Guanarteme no creyó encontrar
otro medio de substraer a aquellos m-felices
de la cólera, de sus vasallos, sino proponiendo
en silencio que so apoderasen de el, proposición
admirable y digna de aplausos, que solo
volveremos á ver en un ilustre rey mexicano,
el gran Motezuma. Al comprenderlos canarios
que su amado Guanarteme había caído pri-sionero,
atronaron el aire con voces y silbos de
indignación, obscureciéndole con piedras y blam
diendo sus lanzas y garrotes. Después de aque-
Has demostraciones en que podía traducirse el
profundo amor y la consideración de un pueblo
á su monarca, la voz de éste logró sosegarles,
y Silva y loa suyos pudieron bajar sm cuidado
por aquel cerro, para embarcarse en sus naves.
Mas, sospechando el caudillo q,ue los canarios les
habían conducido á aquel peligroso desfaladero
para precipitar á los europeos en el abismo, no
pudo menos de indicar al rey sus temores, pero
Tenesor, riendo, al ver á Silva lleno de miedo,
y burlándose de su desconfianza, le olroce
su propio brazo para que se apoyase al bajai-,ac-
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2 0 mSTOHIA I)E LANZAROTET
ción generosa y pocas veces vista en cl niando^
que imitaron PUS vasallos con los demás europeos.
Antes de embarcarse, reconocido Silva á tanta
generosidad, regaló al Guanarteme una espada
sobredorada y una caperuza de grana fina,-
También dio á cada uno de los gnaires,ó personas
nobles, una espada y alguna ropa, en reco-nocimianto
de su generoso proceder.
Pero no paró en esto un acontecimiento tan
extraño. Deduciendo loscanaiios que tu ley fuese
cristiano, en vista de la afabilidad con que
tratara á los enemigos del país, en lugar de castigar
tan atrevida osadía, se rebelaron contra
él, y dispusieron darle mueite. Avisado el Te-nesor
de esta terrible conjuración, anticipándcae
á los guaires que iban llegando á la Asamblea
que debía juzgarlo, les iba preguntando: ¿En
donde has escondido tu mugado'^ Levántale del suela
y dá la muerte á tu principe. Tanta grandeza y
bondad desarmó la rebeldía popular, al extrein(j-de
echarse á los pies del nionarca avergonzados,
para pedirle perdón,
XI
NUEVA ESCARAMUZA CON LOS CANARIOS. -TRATADO
DE PAZ.-DEMOLICIÓN DEL FUERTE DE GANDO
Contra las advertencias de Silva, quiso Herrera
hacer una nueva correría pc)r Telde. El
rey Bentaguaire no tardó en salirleal encuentro
con sus tropas, y depués de una escaramuza
sangrienta, no tuvieron los europeos otro remedio
que el de retirarse. Hay que advertir que
á no ser Silva, en esta refriega hubiese quedado
Erisionero el Guanarteme de Gáldar, pues éste
abia acudido en defensa de su hermano, así
como el Guaire Maninidra.
Por fin, la expedición retornó á Lanzarote
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Y FCERTEVENTl'HA 21
|)ara no volver más á pensar en aventuras.
Pero Diego García de Herrera^ que siempre
tenía su pensamiento en la conquista de la Gran
Canaria, sin poder resistir la tentación, resolvía
vol ^er á Gando, donde ajustó con los canarios
un tratado de paz, accediendo és-tos á los deseos
del prelado Sr Illescas,quien les había manifestado
que se proponía levantar en aquel sitio un oratorio
ó casa fuerte. Concedieron los canarios el
permiso, á condición de que quedaran entre
ellos 30 cristianos de menos de doce años de
edad, permaneciendo al mando de la guarnición
del fuerte de Gando Pedro Chemida,
La conducta de este hombre fué fatal, en consonancia
con las disposiciones de sus superiores,
pues se atrevió á cometer muchas vejaciones para
los canarios, y hasta robó sus mujeres de primera
calidad. Era natural que estas desvergüenzas
de los extranjeros sublevasen á los canai'ios,
y éstos trataron de vengarse, á más de defenderse.
Después de armar una astuta emboscada
á los de Gando, acabaron con los cristianos, pusieron
fuego á la fortaleza, y la demolieron hasta
los cimientos. Tan triste nueva llegó á Lan-zarote,
dejando desconcertado á Herrera, á quien
acompañó en el dolor el obispo López de Ules-cas,
que, lleno de años, ialleció poco después de
este desastre, y fué entenado en Hubicón. Sucedióle,
por el año 1471, Fr, Tomás Serrano.
XII
HERRERA Y SU MUJER PASAN Á LA CORTE.—
MATRIMONIO DE PEDRO FERNÁNDEZ DE SAAVEDRA
Tampoco mencionaré el cautiverio de Pedro
Chemida en Canaria, de los rehenes y de parte
de la guarnición.
Muerto Bentaguaire, dejó dos hijos de tierna
edad, época en que el valeroso Doranias u-
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22 HISTOHIA DE LANZAHOTHT
surpó la corona de aquella isla.
Descontentos en Lanzarote los vasallos de
Herrera, por su conducta, resolvieron quejarse
á la Corte, para lo cual partieron á España tocando
por la Madera, entre otras personas importantes,
Pedro deAdayyLuis Casañas. Míen*
tras esto sucedía, recibía Herrera una embajada
de los canarios, que produjo la ratificación de
los antiguos tratados (1476).
Reinaban los Reyes Católicos cuando se prestó
oído á los agraviados por Herrera que habían
llevado sus quejas á la Córte,y se expidió una
R. Cédudafl476) dirigida al obispo de Mondoñe-do,
D. Iñigo Maniique, y á Esteban Pérez de
Cabitos, confiriéndoles comisión para practicar
las pesquisas y averiguaciones convenientes
en contra de Herrera, incidente que terminiV
por la vinculación de todas las Canarias, para
lo que fueron facultados Herrera y su mujer,,
quienes, por otra cédula.debían ser defendidos y
amparados en el dominio de Lanzarote, &.
Herrera y su mujer marcharon á la Corte,
Canaria.la Palma y Tenerife lueron puestas bajo
la leal protección, adelantándose la empresa
de la conquista á costa del eraiio, y á aquellos
señores se les concedió,por idemnización de
gastos, 5.000,000 de maravedises, el titulo de Condes
déla Gomera, y el dominio útil de las isJas-de
Lanzarote, Fuerteventura y el Hierro, con
las despobladas, á trueque de renunciar Herrera
y su mujer cuantos derechos y pretensiones
tuviesen sobre las tres islas mayores. Celebróse
este ajuste en Sevilla en 1477.
Herrera casó su hija D.^ Constanza Sarmiento
con Pedro Fernández de Saavedra, llevando
en dote tres dezavas partes,ó sea la cuarta, en
las islas de Lanzarote y Fuerteventura, cuyas
bodas se celebraron en esta isla con grandes festejos
eu 1478,
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Y PUEETEVENTURA 23
xm
ANTECEDENTES.-FERNÁN PERA2A
Pero el espíritu intrépido de Herrera no se
conformaba con los pasados acontecimientos, y
resolvió dirigir sus armas sobre la costa africana,
donde aquel señor había fortificado el puerto de
Mar-Pequeña., de cuya torre fué primer alcaide
Alonso de Cabrera.
Son muy interesantes algunos, párrafos que
se refieren á las correrías por el Arrica, por los
señores de estas islas, para que no deba omitirlos
en este resumen. Tampoco debo pasar por alto
aquella donación que en 1418 había hecho Ma-ciot
al conde de Niebla, por la cual éste fué reputado
poi legítimo señor de las Canarias; ni
aquel retorno que hizo á Canarias el propio Ma-ciot
en calidad de mero gobernador, cuya época
se señala tristemente por su i ihumanidad,
pues ejecutó varias entradas con su armadilla
para llevar canarios que vender á los mercados
de Europa. En una ocasión sacó de la Palma
veinte y cinco de esos desgraciados. Y ahora
que de Maciot de Bethencourt se trata, diremos
que en 1418 íué autorizado por su pariente
el Conquistador, en unión de Mons. de Sando-mille,
para enagenar estas islas, con reserva
tan sólo de la isla de Fuerteventura, y del titulo
del señorío de todas las Canarias, con homenaje
al rey de Castilla.
Poco nos detendremos en aquella renuncia
que hizo el conde de Niebla en Guillen de las Casas,
délas islas ya conquistadas, mediante 5.000
doblas moriscas; en las reclamaciones del descontento
Maciot, que dieron por resultado que el
Guillen le abandonase la isla de Lanzarote (1432)
con ciertas condiciones, pues era visto que Maciot
ni quería salir de las Canarias, ni quedarse
en ellas sin algún carácter distinguido.
Habiendo heredado D. Guillen y D.* Inés (por
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24 insToniA DE LANZAKOTE
muerte de su padre Guillen de las Casas) elSeñO'
río de las Canarias, hicieron diferentes viajes á
este país, y se repartieron sus rentas. Por permuta
que hizo con su cuñado Fernán Peraza, de
unos bienes de su mujer, quedó éste con el derecho
de las Canarias, tomando posesión de las
mismas en 1445. Créese que verificó en la Gomera
su primer desembarco, donde el mismo Fernán
Peraza había construido una torre (que aún
existe en la playa del puerto de San Sebastián)
pai'a presidio, cuj'a torre decía haberle costado
más de 10000 doblas. Producto de las correrías
de Peraza por la Palma.era muy común ver llegar
á Cádiz y Sevilla buques cargados de isleños
cautivos que se vendían en los mercados como
animales. Pod emos recordar cuan caro costaron
estas correrías á Fernán Peraza, cuando
perdió á su hijo Guillen en la Palma (1447). De
tan triste mercadería cobraba el quinto.
XIV
SALE MÁCIOT DE LAS CANARIAS. ODIO CONTRA LOS
PORTUGUESES
Escapado Maciot con su mujer Teguise, buscó
refugió en Portugal, desde donde pasó luego
á Sevilla para dar cuenta al conde de Niebla
de los atentados de Fernán Peraza. Entonces
lué cuando Alaciot no tuvo reparo en vender
al infante la isla de Lanzarote, por una renta
de 20.000 reis anuales.
Fernán Peraza, descontento de la conducta
de los gomeros, ocurrió en queja á la Corte de
Castilla (D. Juan II), mandando el rey en 1449 á
los vecinos de Lanzarote, la Gomera, Fuerteven»
tura y el Hierro, procurasen prestarle todo su
favor y ayuda contra los perturbadores, y que
examináadose el derecho de Fernán sobre la isla
de Lanzarote, le diesen posesión del señorío..
Hay que advertir que en esta isla habían llega-
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Y FUEKTEVENTCBA 5S&
(lo á hacerse odiosos los portugueses, con su
ina'a política, quienes hasta dispusieion que en
la isla no corriese la moneda de Castilla, sino
la de Portugal solamente. Lo mismo resolvieron
en cuanto á pesos, medidas y ordenanzas. Pero
en vi^ta de semejantes pretensiones, no pudo
menos de estallar entre los isleños ima conspiración,
deponiendo alas autoridades lusitanas y cometiéndose
crueles atentados en la isla, siendo
embarcados á la fuerza los portugueses, y alzando
por Gobernador en nombre del rey de
Castilla á Alonso de Cabrera. Hacía dos años
que los lusitanos se habían enseñoreado en Lan-zarote.
XV
JUAN IÑÍGUEZ DE ATABE. -ALONSO DE CABRERA
Los Lanzaroteños pusieron en conocimiento
de la Corte todos estos sucesos, pero en cuanto
á las pretensiones de Peraza, sólo respondieron
que ellos no eran letrados para iuzgarlas, por lo
cual no podían darle posesión de la isla.
Por este tiempo (1450) pasó á Lanzarote el
Juan Iñiguez como secuestrario. Entonces los
vecinos no dudaron dar la posesión del señorío
do esta isla y del secuestro á Alonso de Cabré*
ra, apodeíado de Iñiguez, y la per.sona que go-
' zaba en Lanzarote de grandes consideraciones;
pero rehusaron dársela de ciertos derechos comerciales.
No obstante esta resistencia, insistió
la Corte en que se entregase todo al secuestrario;
y como se tuviese noticias de que el infante
D. Enrique aprestaba algunos buques con objeto
de recuperar el dominio de Lanzarote, dispuso
el monarca (1451)que ni Maciot, ni otra pericona
sospechosa, fuesen admitidos por aquellas
costáis, y sü tratase expelerlos á mano armada.
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26 HISTORIA DE LAXZAROTK
XVI
¡MUERTE DE FERNÁN PERAZA.-SAQUEAN
LOS PORTUGUESES Á LANZAROTE.-CRUELDADES DE
DOÑA INÉS PERAZA.
Mientras Iñíguez ae entendía con estos negocios,
murió Fernán Peraza (1452), dejando heredera
á su hija D.^ Inés, casada con D. Diego
García de Herrera, el señorío de las Canarias
j sus pretensiones á aquella isla secuestrada,
que consideraban los lanzaroteños como conquist
a suya propia, hecha sobre los portugueses.
Cometióse la decisión de los derechos alegados
respecto de Lanzarote, y Maciot fué citado
y emplazado. Presentóse Diego García de Herrera
acusándole la rebeldía, demandándole por
el señorío de dicha isla.
Sentencióse la instancia (1454) en favor de
García de Herreíay de D.* Inés Peraza, como herédelos
y sucesores de Guillen de las Casas y
se condenó á Maciót al pago de 3361 maravedises,
por las costas del proceso.
Ya hemos dicho que los lanzaroteños miraban
á la isla como una conquista suya propia,
y por esta circunstancia retardaron el cumplimiento
del fallo, con varios pretextos, hasta que
en 1455 tuvieron que verificarlo, recibiendo Herrera
y su mujer el juramento de fidelidad de
los vecinos, y estableciéndose pacíficamente de
esta suerte en las Canarias.
Es de advertir aquí que cuando los portugueses
conducidos por Diego de Silva habían
invadido las Canarias, entraron en Lanzarote
con tal denuedo que Herrera tuvo que refugiarse
con su familia en la cueva de los Verdes.
Otros dicen en el Risco de Famara. El nom-bie
portugués llegó á ser en Lanzarote tan terrible
ó más que el de los moros, porque con
ser infieles, éstos no perseguían tanto á los pobres
isleños.
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Y FTERTEVENTÜHA 27
En aquella entrada q,uecló prisionero el gobernador
Alonso de Cabrera. Los portugueses
saqueai'on la isla, robaron á Herrera más de dos-millones
de maravedises, y pasando luego á
Fuerteventura se apoderaron allí de una casa
de Herrera que contenía ciertos objetos de estimación;
y derramándose por el interior del país,
hicieron en el ganado una espantosa carnicería,
llevándose un pingué botín. Después de devastar
á Fuerteventura, cayeron los portugueses
sobre Canaria é hicieron la guerra á los naturales
y á los castellanos, rindieron la torre de
Gando y cautivaron á muchas personas de la
isla..
Convendrá recordar aquí aquella sublevación
de los lanzaroteños cuando se percibieron.
del desgraciado suceso de la to-rre de Gando^
y la pérdida de tantos hombres. Entonces co»
rrieron en tropel por las calles de Teguise, capitaneados
por Juan Mayor y Pedro de Aday^
en cuvo alboroto hubo que lamentar muchas muertes.
Por fin, Juan Mayor y Juan de Armas resolvieron
pasar á la Corte para represeí itar al
rey sus querellas, en nombre de los malcontentos;
pero cerca de Córdoba les armó una celada
el primogénito de Herrera (Pedro García)
y les arrebató los documentos de los fueros
y privilegios de Lanzarote, y otros títulos
de importancia.
Después de estar detenidos algún tiempo,
esos comisionados llegaron á la Corte con sus
peticiones y sus quejas, implorando remedio seguro,
y compadecidos los Reyes Católicos al oir
la relación de los representantes, la reina man
dó dar á Lanzarote su cai'ta de amparo y salvaguardia,
poniendo la isla bajo su protección
Dispúsose además se despachase á Esteban Pérez
de Cabitos la comisión de examinar en forma
de pesquisa los derechos que ostentaban
Herrera y su mujer (1476).
Entre tanto D." Inés Peraza llenaba á Lan-
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2 8 HISTORIA KE T.AVZAliOTK
zarote de tribulación y do sangTe. Sfiltiíiidc/l;s
riendas de su venganza, hizo prisiones, embargos,
y despojo de los títulos papeles y efrcii-turas
á quien le pa-eció. Por último, esta mujer
cruel hizo ahorcar seis individuo?, no corri( n-do
igual suerte otros tantos vecinos por haber
logrado escapar de la cárcel. Estos habían llevado
consigo algún caudal del real Eraiio, pero
cayeron en manos de una carabela portuguesa
que los robó, y siendo rendida esta carabela
por otra nave vizcaína, lograron los iifelices fugitivos
que se les restituyese su libertad.
De la pesquisa de Pérez Cabitos residtó, así
como de una descarga general de pruebas instrumentales
y de testigos, que Iiabian quedado
unidas á la corona de Castilla las islas de Canaria,
Teneiife y la Palma, para adelantar las
conquistas por cuenta del Erario, indemnizándose
áDiego García de Heriera y sn mujer, con
5.000,000 de maravedises, el título de condes de
la Gomera &.^ como antes se refirió (1477).
Por este tiempo resolvieitn les itycs Católicos
emprender la conquista de la Ginn Cana-ria,
no sin expedir una cédula en 1478, para poner
los estados de D.* Inés Peraza al abrigo d(;
toda vejación de paite de la armada que había
de enviarse á estas islas.
XVII
JUAN REJÓN
Entre las personas que habían acudido ala
conquista de Canaria se encontraban algunris
descontentos que fastidiados del gobierno de D.
Diego García de Herrera, se quejaron á la Corte.
Deseaban, pues, restituirse á sus casas, y creyendo
que el general Juan Rejón podía servirles
de padrino, le prometieron que si les introducía
pacificamente en L^nzarote, le suministrarían
las provisiones de boca para sostener sus
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V nKrnKYK'.NTrKA 29
tropns mientras no llegasen los socorros de la Península.
Rejón convino en ello, y determinando pasar
á Langarote,confió el mando de las armas al Dean
Bermúdez,su enemigo. Cuando Herrera supo que
Rejón había llegado al puerto de Arrecife, tra-j'ondo
consigo á Pedro de Aday y los demás vasallos
lebelados contra él, envió á su hijo Hernán
Peraza con gente aimada para que se opu-síe.''
e á su desenibaico. Peio por más que Rejón
trató de dar explicaciones respecto de su arribada,
y saliese por fiador de los rebeldes, que se
mostraron arrepentidos, nada valió contra la in-flexibilidad
de Hernán Peraza, pues dio órdenes
para despedir el buque á mano armada
Exasperado Rejón, ante semejante atropello,
resolvió hacer fuego sóbrelos lanzaroteños, con
los dos canoi ei que tenía á bordo, dejando muerto
á un escudero de Diego García de Herrera,
y mal heridos á otros dos hombres. Aún conserva
el nombre de Jitan Jlcjón un gran charco que
hay al naciente del castillo de San Gabriel, y según
Viera y Clavijo, pudiera decirse que las piezas
de artillería que mandó disparar Rejón, ínerón
las mismas que en la Gomera causíiran más
tarde la muerte á este general, cosa que á mi
juicio ofrece dudas.
xvni
TENESOYA VIDINA.-MACIOT PERDOMO
Cuando Juan Rejón fué enviado preso á Sevilla,
una de las cosas que se le imputaban, al
tramarse un furioso proceso contra él, era la
de contravenir las reales ói'denes pasando armado
a l a isla de Lanzarote contra D. Diego García
de Herrera, sólo por vengar agravios personales,
con cuj^a conducta distraía las tropas tan
necesarias para llevar adelante la guerra contra
los canarios.
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3 0 HISTOKIA DE tAÑZAKOTE
En este lugar haremos mención de un notable
acontecimiento histórico ocurrido á causa
del rapto de una princesa canaria. Cuentan, pues,
las crónicas, que al tiempo de enviar Diego García
de Herrera á Canaria sus armadores, con el
objeto de verificar correrlas, consiguieron éstos
sorprender sobre la costa de los Bañaderos (al N.
de la isla) tres isleñas jóvenes y hermosas que
se bañaban en el mar. Una de estasjovenes tendría
18años, y era hija de Aymedeyacoán (el hijo
de un Guaire), sobrina del Guanarteme de Gál-dar,
llamada Tenesoya Fidína. Lleváronla á Lan-zarote,
donde fué bien recibida por D.* Inés Pe-raza,
y se desposó poco después con Maciot Per-domo,
de la casa de los Bethencourt tomando el
nombre de D.* Luisa, en el bautismo.
Para mitigar la profunda pena de su familia,
Tenesoya fué restituida á Canaria, en cambio de
113 cautivos cristianos que se hallaban en esta
misma isla. Ya en Gáldar la joven, acompañada
de su criada Tazirga, logró que su padre se
bautizase también, escapándose luego de la casa
paterna para ir al lado de su marido que le
esperaba en Lanzarote.
XIX
JURAMENTO DE PEDRO DE VERA.
-SU QUEBRANTAMIENTO
Cuando Juan Rejón íué arrestado y conducido
á España, tomó el mando de las tropas el general
Pedro de Vera, cuya conducta desaprobó
la tropa, con quien simpatizaba aquel. Pedro de
Vera, irritado, intentó deshacerse entonces de
los malcontentos, trasladándolos á Europa; i)e-ro
no pudiendo usar abiertamente de la violencia,
apeló á realizar sus deseos por medio de un
fraude. Este astuto general señaló á los canarios,
casi con el dedo, la bella isla de Tenerife, cuya
conquista les propujo como empreia de las más
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Y FXJERTE\T;NTUKA 31
fáciles, que podía proporcionarles gloria y riquezas.
Agrégase que los canarios desconfiados de
las palabras del general, le exigieron juramento
de cumplir su promesa sobre una hostia consagrada,
como lo más que los cristianos podían venerar,
asegurando que no serían conducidos á
otra tierra que á la deTeneiífe; pero Pedro de
Vera, ganando á su capellán, logró que sustituyese
la sagradatorma por otra profana. Lo cierto
es que los 200 canai-ios que se embarcaron
bajo las promesas del general, observando que
la nave se alejaba del Teide, elevado monte de
Tenerife, sospecharon la estratagema, y se amotinaron
contra el jefe y la tripulación, dándoles
á entender que si no les dejaba en Lanzai'ote,
que era la tierra más próxima, perderían la vida
á sus manos. Por esta razón, así que el buque
llegó al puerto de Arrecife, los canarios se arrojaron
al mar y nadaron hasta tierra, donde Diego
García de Herrei-a les recibió con toda consideración,
así como los vecinos de la misma
isla. Asegúrase que por este tiempo se hallaba
en Lanzarote Diego de Silva, quien llevó á Portugal
algunos de aquellos canarios, donde pudo
conseguir que el rey D. Alonso les señalase cierto
sitio paia vivir en él, en el punto llamado
ISar/res, junto al cabo de San Vicente. Los canarios
restantes que quedaron en Lanzarote, sirvieron
luego para prestar socoiro á los asaltoá
que dieron los moros á la torre de Santa Cruz
de Mar Pequeña, donde perecieron unos, y otros
quedaron cautivos entre los moros.
XX
VUELTA DE JUAN REJÓN. SU MUERTE.-TRASLACIÓN
DE LA CATEDRAL
Después de estos sucesos volvió Juan Rejón
con una armadilla á conquistar la isla de la
Palma. Ya había sido tres veces expulsado de
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32 HI-STOniA DE LANZAROTE
Canaria. Presentóse en esta isla en compafíia
de su mujer D.* Elvira de Sotomayor, y de dos
hijos jóvenes. Mas, Pedro de Vera que no liabia
olvidado la sangiienta catástrofe de Pedro de
Algaba, infeliz gobernador que había sido victima
de la iracundia de Rejón al hacerle pere'
cer en un cadalso, quiso guardar su propia cá-beza,
y al efecto despacho á Alonso Jaimez de
Sotomayor para que persuadiese á Rejón de
que no debía saltar á tierra. Entonces se dirigió
Rejón á la Palhia, pero, por su desgracia,
los malos tiempos le obligaron á arribar á la
Gomera, surgiendo en la playa de Hermigua.doU'
de desembarcó con su familia y otras ocho personas,
con ánimo de tomar descanso. Pero ai tener
noticia de Í-U arribada Heiuán Peraza, dio orden
á sus vasallos paia que se apodeíasen del infeliz
general, que era un enemigo de su padre, y le
condujesen á su presencia.
Rejón, más valiente que todos los gomeíos
juntos, prefiriendo la muerte á una humillación,
se defendió heroicamente de los esbirros de Pe-raza.
que atravesándole de una lanzada le dejaron
muerto. Al ocurrir semejante escena, Hernán
Peraza protestaba de su inocencia, diciendo que
no había causado aquella muerte, y hasta fingió
compadecerse de la viuda é hijos del difunto,dan
do sepultura á éste con pomposas exequias en la
capiha mayor de la iglesia parroquial de la Gomera.
Llena de lágrimas y cubierta de luto, la desconsolada
D."^ Elvira,se encaminó á la Corte llevando
de la mano á sus dos hijos, para echarse
á los pies de la soberana y pedirle justicia contra
el que habia mandado asesinará su marido,
el alevoso Hernán Peraza.
Isabel se compadeció, y otorgó á la viuda una
pmsión de 20 mil maravedises por juro de heredad,
dándole además dos casas en Sevilla, donde
habitar. También ordenó que pasase á la Gomera
un comi.sionado en averiguación de las circunstancias
del crimen com3tido en la persona
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Y FLKRTEVENTUBA 33
do Rejón, y de resultar culpable Peraza, fuese
conducido á la real presencia, comisión que trató
de i-etardar toda lo posible el duque de Medina
Sidonia, protector de la casa de Herrera,
tanto que fué preciso confiarla á otro comisionado,
recluitando al fin que Peraza tuvo que ir
preso á Castilla. Pero la reina, en lugar de dar
al asesino de Rejón el castigo merecido, le pareció
mejor perdonarle, bajo condición de servir en
la conquista de Canaria, con algunas compañías
de gomeros, hasta que la guerra terminase. He
aquí, en el sentir del historiador Viera, uno de
esos guerreros piadosos, que como ellos decían,
solo venían jjor el servicio de Dios á sojuzgar nues'
tras Canarias, quitando á los isleños la tierra para
asegurarles el cielo. Pero no se impuso á Hernán
Peraza esa sola condición. No era bastante
que prestase su brazo y sus huestes para hacer la
guerra á un pueblo, que, cuando menos, tenía
tanto derecho A morar en las Canarias, como lo
tenía Isabela ceñirse su corona. Peraza tenía,
pues, que casarse con D.^ Beatriz de Bobadilla,
dama de la reina y heimana de la marquesa de
Moya, su camarera mayor y confidente suya. Isabel
no quería hacer feliz á aquella dama casándola
con un señor de las Canarias,pretendía ahuyentarla
por este medio de la Corte, porque
había observado que el rey Fernando so aficionaba
demasia(^o d é l a hermosura de aquella mujer.
Hernán Peíaza consintió al fin desposarse
con la rival de la reina, á trueque de un perdón
y de colmarse de gloria despojando de su paisa
nn pueblo heroico y geneíoso.
La suerte de Hernán tenía en espectativa á
sus padres Diego García de Herrera y D.* Inés
Peraza. que al fin le vieron aparecer p('r Langarote
con su quoii la compañera. Restituidos és
tog á la Gomera, hizo Hernán una leva de 80
hombres, que con 70 lanzaroteños q'ie su padre
le enviara, formó un cuerpo de 150 .«moldados de
infantería, y 12 de á caballo (1482), á cuya cabeza
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34 HISTOEIA DE LAJiZAHOTE
marchó Peraza á Canaria, desembarcando por
A^aete, donde se juntó con Alonso de Lugo,
Pasai-emos aquí por alto el acontecimiento notable
de la prisión del Guanarteuie de Gáldar,
Tenesor-Semidán, á qtiien recibió en sus brazos
Pedro de Vera, el cual, en nnión del valiente Ma-ninidra
y de otros guaires, fueron enviados á la
Corte de Castilla, donde Tenesor recibió el bautismo,
llamándose D. Fernando Ouanarteme, el
•cual volvió á Canarias á servir en la conquista,
5' recibió como merced de los Católicos rej'es
una ladera de montañas y riscos escarpados, donde
llaman Gruayedra. Pasando también el reclutamiento
de COO hombres hecho en Vizcaya y en
las montañas de Burgos para ser transportados
á la Gran-Canaria, con destino á la conquista, y
no ocupándonos tampoco del sitio de Bentaiga,
de quince días de bloqueo, ni del ataque de otros
sitios inexpugnables, donde D. Feniando Guanar-teme,
se halló á la cabeza de 500 canarios cristianos,
y el valeroso Tazarte se precipitó; ni el
ataque del fuerte deAjódar, en que la sangre corrió
como arroyos por las laderas, pereciendo alli
la fuerza de vizcaínos; ni deteniéndonos tampoco
•en ese grande acontecimiento de la rendición de
la Gran Canaria (1483), cuyas guerras duraron 79
años; ni en los repartimientos de las tierras y a-
^uas que luego se hicieron entre los oficiales, los
soldados y los pobladores, volveremos á ocuparnos
de un suceso (pie corresponde en gran parte á la
isla de Lanzarote; estoes, la traslación de su catedral.
Ocupaba entonces la silla episcopal D.Juan
de Frias. Este prelado, con informes favorables de
Pedro de Vera, y déla nobleza, pasó á España en
compañía de algunos individuos del cabildo. Impuestos
los líoyes Católicos de tales pretensiones
escribieron al Papa Inocencio VIJI para que faciji*
tase la traslación á Canaiia de esta Catedral, y
previo nn congj eso reunido en Roma, se dispuso
iatraslaciónsolicitada, que llevó á efecto el mis-mo
D.Juan de Frias, después de haber subsistido
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T FXTETITEVENTUEA. 36
aquella on Lanzarote durante 79 años. LadecTica-ción
de la nueva iglesia á Ntia. Sra. de Santa Ana,
tuvo efecto en 1485. ,
Dos años después, estoes, en 1487 y por R. Cédula
de 2C^ de Enero, quedó incorporado á la corona
de Castilla el reino de las Islas Afortunadas, de
que era capital la Gran Canaria.
XXI
QUEJAS DE DIEGO DE HERRERA.-SUS DIFERENCIAS
CON EL OBISPO
La traslación de esta catedral fué causa de qwe-transmigrasen
muchos lanzaroteñosy majorero»
á la Gran-Canaria. Dispuesto Diego García de He-iTcra
á evitar la despoblación de ambas islas, j a-
?rovecbándose de la permanencia de su esposa D.*
nés en Sevilla, dirigieron ambos á los Reyes Católicos
un memorial exponiendo que los emigrantes
á Canaria llevaban consigo los ganados que eran
necesarios á la subsistencia délos habitantes de
esas dos islas, cuyos ganados se les había repartido-para
que permaneciesen en ellas, y que la traslación
de esos ganados redundaba en notorio perj uic
CÍO de sus pueblos y rentas.
Entonces mandaron los reyes (1483) que no se-exportase
ese ganado, sino que se vendiese antes
en la isla en que se encontraba. Y cuando Pedro^
de Vera llegó á mezclarse en los negocios de las
islas del Señorío, después de una queja de Herrera,
sobre sus usurpaciones y despotismos ó arbitrariedades,
obtuvieron en 1483 déla Corte una disposición,
por la cual ni el Conquistador, ni sus sucesores,
se entrometiesen en las cosas de las cuatro
islas del Señorío, bajo pena de privación de oficio.
Pero, oprimidos los vecinos de estas islas de
la rigidez de las exaccione=( en el ramo de quintos,
cuyos derechos consideraban exorbitantes,
comenzaron á sublevarse, y en Fuerteventura se
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36 HISTORIA DE LANZAROTE
(lió el caso de que asesinasen á un ciiadu del
conde dePortalegre, yeino de Herrei-a, que entendía
en aquella recaudación, cuyo delincuente
hizo ahorcar el misino Herrera. Entonces lo»
hermanos del difunto obtuvieron déla Corte provisión
para que los señores de las islas deiíios-trasen
sobre que títulos fundaban su decantado
derecho de quintar, la cual dio por resultado que
los derechos fuesen rebajados.
Por este mismo tiempo hubo ciertas diferencias
entre Heriera y su Obispo, teniendo que intervenir
en ello las Cortes de Casilla y la de
Roma. Había ordenado Bu^onio IV que los habitantes
del Obispado Rnbicense (Canarias) pagasen
á la Iglesia los diezmos y priinicias; poro
como en estas islas se producían con abundancia
algunos frutos singulares, tales como laorchilla,
la sangre de drago, ciertas conchas niaiinas &,
hubo la duda si se debía ó no contiibuir con la
décima paite de estos productosá la Iglesia. Declaróse,
pues, lo grave é inexcusable que era no
pagar aquellos diezmos. No obstante, H ( r e r a y
los vecinos contiibuyentes,sfenipre que pedan re
husaban pagarlos, persuadido^ de que no siendo
aquellas especies efectos de la industria, se de
bia tratar de introducir la prescripción. Pero el
clero sufrió otra nueva noti'i.-ación con quena
contaba: üiego García de Herrera, que de esta
suerte le disputábalos derechos más sólidos, resolvió
manifestaise sumamente celoso de los suyos,
no vacilando en precisar al Obispo, al Cc-bildo
de la iglesia de Rubicón y á todos los eclesiásticos,
seculares y regulares,á que le contribuyesen
con la quinta parte de los frutos que
exportasen ó vendiesen: á que pagasen los herbajes
de los prados comunes en donde pastaban
sus ganados, y áque en nada se distinguiesen ÍO^
bre esta materia de los demás vasallos del Seño- -
río. Como era natui-al, esto produjo un descontento
general por parte del clero, que siempre ha
creído poder ejercer ciertas prenogativasen los
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T FUEKTEVENTl'RA '-4J7'
pueblos, y el Obispo Sr. Frias. piodnjo una quej
a á Roma, puesto que se trataba de oprimirá
los ministros del altar, con vilipendio de su dignidad
y de la libertad eclesiástica, recurso que
elevó además el Dean y Cabildo de Rubicon, y
el convento de los regulares tranciscanos d e l uer- .
teventura. Sixto V, que habla sido franciscano,
preocupado de tantas súplicas y reclamaciones,
(l4a)), dio orden para que se formase un breve,
por el cual se confirmaba y aprobaba para siempre
la sentencia del ordinario de Sevilla, acerca
de los diezmos sobre la orchilla, la sangre de
drago, las conchas y algunas semillas especiales,
declarando que ni el Obispo de Rubicón ni los demás
recurrentes, estcécin obligados al pago del derecho
de quintos. Pero, Y>or fortuna, este breve no
se llegó á autorizar, poi- haber tallecido Su Santidad
(14S4).
Entre tanto, el Obispo y Herrera no cejaban.
Herrera determinó secuestrarle las temporalidades,
y el obispo lo coninica-ba con los rayos de
la excomunión y entredicho. Aqui recordamos
que la primera glosa que el eminente juriscon»
sulto Gregorio López puso á las Part-das, decía
asi:" La excomunión es la espada de los Obispos"
(Ley Vil tít.° IX, Part. 1.^).
Herrera, para poner coto á tantos escándalos,
tuvo por conveniente ocurrir á los Reyes ^'^^o-lieos,
representándoles el contenido de la bula de
Eugenio IV, y otras cosa^^ más, en cuya virtud
se expidió una cédula (1484) mandando los reyes
al Obispo que observase á la letra el tenor de la
propia bula, y no percibiese diezmos de aquellas
mismas cosas que había dispuesto el breve
que no llegó á ser autorizado, y que contribuj'e-se
con loa derechos de quintos y herbaies, debidos
á los señorea del tenitorio,so pena de pen ella
naturaleza y temporalidades que tuviese en
s»u3 reinos, &.". Pocos reyes de España habrán sido
tan enérgicos en materia de esta naturaleza.
Pero ¡Cosa extraña! mientras los monarcas
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ilb HISTOBIA DE LANZAROTE
tlict',\ban una resolución tan vigorosa, Roma de-terminalia
todo lo contrario.
XXII
MUERTE DE HERRERA.-SUS SUCESORES
Enfermo Herrera de gravedad, falleció en la
isla do Fuorteventura en 1485, casi á los 70 años
de edad, siendo sepultado en el convento de San
Buenaventura, en cuya tumba gi'abó sobre una
losa, el célebre poeta D. Gonzalo Argote de Molina
(1591), la pomposa inscripcióu en que se enumeraban
las glorias del difunto, cuya, losa ha
desaparecido ya de aquel templo al restaurarse
el pavimento.
Quedaron á su fallecimiento tres hijos y dos
hijas, á saber: Pedro García de Herrera, Fernán
Peraza, Sancho deHeriera, D.** María de Ayala
(mujer de Diego de Silva) y D.^ Constanza Sarmiento
(mujer de Pedro Fernández de Saave-dra).
Pedro García de Herrera, aunque primogénito,
quedó desheredado, á causa de su distraimiento.
A Sancho de Herrera (el viejo) se adjudicaron
cinco dozava» partos sobre la renta y jurisdicción
do las dos islas de Fuorteventura y Lanza-rote,,
y las cuatro pequeñas, esto es, Alegranza,
Graciosa, Lobos y Montaña-Clara.
A D."' María de Ayala, otras cuatro dozavas.
A D.^ Constanza Sarmiento, las tres dozavas
restantes.
Y á Fernán Peraza, que era el predilecto y
mejorado de su madre, se le asignaron las islas
de la Gomera y el Hierro.
En este lugar haremos mención de una noticia
aislada que no tiene colocación más adelante,
esto es, el robo que Sancho de Herrera hizo
en 14G4, de la imagen de Candelaria, que de-
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Y FÜESTEVENTURA 3"
pósito en Fucrtevontura, y luego restituyó á Te-nerife,
á cambio de volver á su Casa cargado
de ganado, queso y gofio.
Per este mismo tiempo debió tener lugar aquella
que el ilustre Viera llama maravillosa inven-ción
de la Virgen de la Peña, en la referida isla
de Fuorteventura.
XXIII
MUERTE DE FERNÁN PERAZA.-CONDUCTA DEL OBISPO
D. JUAN DE FRÍAS
Desde 147G, habían concedido los reyes ó D.*
Inés Peraza, licencia pura que ésta fundase un
mayorazgo en Feínán Peraza, á cuyo fin recibió
autorización de su marido, en Lauzarote en
1480, cuya íundación no debió llegar á verificar
hasta 1488, después del fallecimiento de su marido,
y cuando ella residía en Sevilla; pero esta
fundación fué revocada en 1503.
Fernán Peraza no debió ser muy feliz en su
gobierno. Demasiado tirano con los gomeros, éstos
se sublevaron en 1488, tres años después do
la muerte de su padre, obligándole cá cucerrar-se
con su mujer la D.* Beatriz de Bobadilla y
con sus criados, en la pequeña torre que aún
subsiste en San Sebastián.
Súpose en Lanzarotc esta nueva conmoción,
cuya isla gobernaba Sancho de Herrera,
quien despachó al instante un aviso á Canana
pidiendo socorro á Pedro de Vera. Transportóse
éste con su gente á la Gomera, en dos carabelas,
y logró ahuyentar á los sitiadores de
la torre, y persiguiéndoles hasta el interior do
la isla, les desarmó, ejerciendo ejemplares cas-tii^
os entre los principales fautores, retornando
victorioso á Canaria, con más de 200 prisioneros,
entre hombres muieres y niños. Las justicias
de Pedro de Vera pueden deducirse de los des-
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40 H:STOHIA PE LANZAKOTE
graciados inocentes que trajo consigo, no pareciendo
sino que un hombre como Fernán Ptaa-za
eia impecable. Pero, no bien se habia retirado
de la Gomera el general Vera, Hernán se entregó
á sus exceóos de tiranía, más que nunca, y
enredado enamores con cierta isleña llamada ií^ct-lia,
recibió la muerte en una sublevación, dé
jnanos de Huntacvperche^ pereciendo de esta
suerte el homicida de Juan Rejón. Nosotros
mismos hemos podido recoger, entre las personas
ancianas de la Gomera, una tradición ¡lue
refiere la muerte de otia suerte: Hernán había
entrado casa de su favorita,y un amigo del novio
de ésta le hirió con un asta de afilada punta,
yendo chorreando sangre, desde la cueva de
A[iu(tjechan, donde tuvo lugar el hecho, hasta la
torre del .Conde, en que espiró en los bj-azos do
D.* Beatriz su mujer.
La inconsolable viuda hizo retirar el cadáver
de su marido (según la historia), y luego le
sepultaron, encerrándose ella en aquella torre
con sus hijos Guillen é Inés, 3' con vaiios fieles
compañeros y domésticos, donde sostuvo un a-taque
furibundo céntralos rebeldes, que deseaban
apoderarse de D.* Beatriz. En este sitio pereció
el ase.sino del Conde.
Omitiremos aquí las inauditas crueldades del
vengativo Pedro de Vera, cuando pasó á la Gomera
á castigar los delincuente^, á consecuencia
del asesinato de Heinán, así como la atroz
acción de aquel Alonso de Cota que villanament
e anojó al mar unos infelices gomeros que en su
nave iban destenados á la isla de Lanzarote.
Pero no dejaremos de decir dos palabras respecto
del Obispo D. Juan de Fjias. P^ste prelado
reprendió y censuró agriamente los báibaros a-tentados
que ejerció en la Gomera Pedro de Ve-i-
a; aun se ^e una cruz sobre un cerro que hay
cerca déla playa, desde cuyas alturas mandó ese
hombre feroz á arrojar al mar y sobre las rocas,
á muchos inocentes; pero étte contestó al Obispo,
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Y FUEBTEVENTÜRA 41
con insolente altanería, que callase, porque de
lo contrario, le haría clavar un casco ardiendo
sobre la cabeza. Esto obligó al prelado á presentarse
en la Corte quejándose á los reyes; pero
no volvió más á Canarias. Otro ocupó la plaza
de Pedro de Vera, siendo nombrado éste Proveedor
general de los ejércitos, y más tarde destinado
de nuevo á estas islas en calidad de
gobernador y capitán general, sin que sus achaques
le permitiesen realizar el viaje en desempeño
de sus funciones-xxiv'
FERNANDO OE VERA FUGITIVO.-DESGRACIADA
EXPEDICIÓN Á TENERIFE
Pedro de Vera tenía un hijo en España, Fernando.
Este compuso unas coplas satíricas que
publicó contra el Gobierno. Habiendo sido condenado
á muerte, huj'ó á Portugal, y de aquí á
la Gomera, contando con la protección de D.*
Beatriz de Bobadilla, Pero como ésta tuviese
noticia de los premios pregonados para el que entregase
á Fernando de Vera, se trasladó con el
prisionero á España. Mas, viéndose la nave precisada
á hacer escala en la Madera, consiguió escaparse
Vera, y D.'' Beatriz, llena de vergüenza,
tuvo que retirarse á la Gomera. Por último. Ve-va
fué arrestado en Andalucía y perdonado por
los reyes, en consideración á los méritos y servicios
de su padre, si bien fué confinado al presidio
de MeliUa.
Por este tiempo sucedió al Obispo Frías, Fr.
Miguel de la Cerda, y tuvo lugar aquella desgraciada
expedición del gobei'nador Maldonado, á Tenerife,
en unión de Pedro Fernández de Saave-dra,
marido de D.°' Constanza Sarmiento, que residía
en í'uerteventura, pues en la cuesta de Sant
a Cruz se dio aquella sangrienta batalla en que
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4 2 HISTORIA DE LANZAEOTE
perecieron 4íX) hombres por ambas partes, sin qvte
por los europeos se obtuviese fruto alguno.
XXV
CRISTÓBAL COLÓN
Poro dejando ahora á Alonso Fernández de
Lugo con sus victorias en Tenerife y Ja Palma,
al cual se mandó despachar por S. M. patente de
Capitán Oeneral de las conquistas de Canarias desde
el cabo de Gher hasta el de Bojador, en el
continente africano, bajo los pactos y condiciones
insertos en el asiento de la Capitulación concluida
en 1491, y dejando también la rendición de la Palma,
en su mayor parte, y aquella obstinada defen-
Isa del valiente Tcmaitsu, hasta que en 3 de Mayo
de 1492 se vio la isla obligada ásucumbii-, después
de unos siete meses de resistencia, hagamos un
paréntesis para consagrar un recuerdo al célebre
navegante 1). Cristóbal Colón, que pocos meses
después de este acontecimiento pasó por las Canarias,
prosiguiendo su glorioso viaje al Nuevo-Mun-do,
en cuyo descubrimiento deben representar, sin
dudaalguna, nuestras islas un gran papel. Colón
llegó á Canaria y á la Gomera en la primera quin-
>cenade Agosto (1492), y salió de esta última para
emprender su peligroso viaje.
XXVI
SANTA CRUZ DE MAR-PEQUERA.
Ya era fallecido el Obispo la Cerda (1491), á
quien sucedió (1493) D. Diego de Muros, cuyas
bulas le confirió Alejandro VI.—Hacíanse entonces,
estoes en 1491, grandes preparativos para
conquistar á Tenerife.
Por esta misma época había sido unida á la corona
de Castilla la célebre torre de Santa Cruz do
Mar-Poqueüa, coustraida y defendida con tanta
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Y FUKIITEVENTURA 4í3
reputación por D. Diego García de Herrera,plaza
que reedificó y defendió valerosamente Alonso
Fajardo del sitio que le puso una partida de tropas
de] rey de Fez, hasta precisarlas á retirarse.
Los derechos de la Corona de Castilla sobro
las costas de la Berbería occidental, habían sido
sostenidos por los primeros conquistadores de las
Canarias, y la torre que Diego García de Herrera
construyó en el puerto del Rio ó de ^Nüd, hoy
Puerto Cansado de los geógrafos, y la Boca del Rio
de los pescadores canarios, no solamente fué un
presidio ó dique para refrenarlos asaltos de los
moros, por estas islas, sino también un abrigo par
a las armas cristianas, como ha dicho Viera, á cuya
sombra se ejecutaron aquellas frecuentes CO'
rrerías en el país, que produjeron á los invasores
c<msiderables partidas de camellos, caballos, vacas,
ovejas y cautivos.
Preciso es hacer aquí una descripción, aunque
breve, del puerto de Mar-Pequeña. Sitúase
éste á los 28.° 6' de latitud Norte, y 6.° longitud
del meridiano de S. Fernando. Deboca estrecha,
tiene la forma de una hcrraduia, ó mejor
dicho, es ovalada. La torre de »S«?ií« t')í.'^, cuyos
vestigios hemos reconocido en Octubre do
1882.se situaba hacia la parte oriental, sobre la
orilla déla inmensa bahía. Por el sur hay un cerro
escarpado que se levanta desde el mais y esta
torre medía una superficie absoluta de 70 5G metros.
Suponiendo que no fuese más elevada que
la del Conde, en la Gomera (15'8ra.), ni tuviese mayor
número de pisos, podría contener cosa de /OO
personas, que son las mismas que la historia refiere
fueron alojadas en Mar-Pequeña. La torra
del Conde debió construirse cosa de 21 anos primero
que la de Santa-Cruz, en África.
Decíamos que esta torre debió contruirse pov
los años de 1467. Algunos fijan esta fecha en 14^0.
No debemos omitir que Bethencouit el Grande
babia hecho también al junas corre) ias por las
costas africanas fronterizas á las Cananas, y cles^
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4 4 HISTOBIA I>£ LANZABOTE
de aquel tiempo se había tenido noti< ia en Fuer-teventura
de que el rey deFpz, celoso do los ])io-gresosde
estas incursiones, disponía una armada
para echarse sobre estas islas. Por esta la
zón los canarios esperaban de día en día recibir
una sorpresa; pero afortunadamente se disipó el
teriible nublado.
Podremos recordar queelSheriff Aoiaba puso
sitio á la torre de Santa Cruz de Mar-Pequeña,
con 10.000 hombres de infantería y 2.000 de
caíjallería. Esto debió acontecer por los años de
1478 á 1484. Entonces ac idieron pronto en socorro
de la torre Diego García de Heneía y
su yerno Pedro Fernández de Saavedra, logian-do
levantar el sitio.
XXVII
ALONSO DE LUGO PASA AL ÁFRICA.-ESCARAIVIJZXS
CON LOS MOROS
Por bula de Aleiandro VI (1494) se ;'oncedía
al reino de Castilla las conquistas del África, y
hasta se enviaron personas inteligentes para practicar
la demarcación del país, nombrando los Reyes
Cotólicos al electo á Antonio di-Toi-res, go-beniador
de Canai ía, con quien se u ,ió en Te^
nerife el Comisionado de Portugal, pues con esta
corona se hablan suscitado oiei tas dudas.
Por el año 1497 pasó al África el Adelantado
Alonso de Lugo. Surgió en el puerto del rio
Nul ó Num, hoy la desembocadura del Xihika, hacia
el territorio de Mar Pequeña, que dista cosa
de 20 leguas de Tagaost, paraje donde pastan los
ganados de una kabíla. Este río Xibika es el que
los canarios llaman Boca f/rande, por el cual en
otro tiempo subían en sus botes á traficar con los
moros, barranco que hoy se halla obstiuído por
las arenas. El Adelantado desembarcó allí un castillo
de madera que rodeó de un foso. Desde
Tagaost, que no debe confundirse con la antigua
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Y FUEBTEVENTrRA *"
población del misino nombre allá por ^^ ] ^ ^ ' ^ ^ *
yeronlos moros sobre este fuei'te, con 400 lanceros
y 80 de caballería, logrando bloquear aquel
durantelódias, y trabando algunas escaramuzas
en que pereció
D. Fernando de Lugo, hijo mayor
del Adelantado, Pedro Benitez el Tuerto, regidor
de Tenerife, y Francisco de Lugo, sus sobrinos.
También corrió la misma suerte una niia de
Jerónimo Valdés, doncella hermosa que había seguido
á su hermano á Berbería. En estos reencuentros
perdió Alonso de Lugo la vajilla ore-cámara
del Cid Hernán Peraza (como entonces
le decían), que su viuda D.^ Beatriz de Bobadilla
le había regalado al propio Lugo, con más altos
designios.
Viera y Clavijo coloca á D. Alonso Fernán-dez
de Lugo en el catálogo de los gobernadores,
corrogidores y capitanes á guerra de '^^^^'-^j^rX
de 11 Palma, desde J^yb
_^ __ _ __ 1625
Tenerife se conquistó en el mismo año ^e 1496
Fernando de Torres estaba en Canana en 14J^
y, según Castillo, en esta techa tuvo lugar la referida
demarcación.
XXVIII
CORRERÍAS POR EL ÁFRICA. -DEMOLICIÓN DE LA
TORRE DE SANTA CRUZ
Desplomóse sobie Berbería un nublado de canarios
y otras personas que vivían en el país, no
para conquistar el territorio, sino para cautivar
moros y traer camellos v otros animales a estas
islas, tales como aquellos ciervos que existieron
en los bosques de la Gomera, monumento de las
correrías de los primeros condes de esta isla, thn
tal virtud, los" moros creyeron que sus primeros
cuidados debían dirigirse á rechazar del con^
tinente á los cristianos, comenzando por demolerles
la torre de Sa7ita Cruz de MarPeque-,
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4G HISTOBIA DE LANZAKOTE
fia, por cnya razón todos lósanosla ponían sitio
con firme tesón, tanto que los alcaides de a-quella,
Alonso de Cabrera,JofreTenorio,Diego de
Cabrera^Diego'Mellan de Bethencourty otros,sos-tuvieron
varias refriegas contra los infieles, en
lasque perdieron mucha gente, hasta que al fin,
en 1524 fueron batidas las murallas de esta to-.
rre, sin intermisión, por las tropas del rey de Fez,
sucumbiendo los cristianos por falta de socorro
que no les envió Gran Canaria, á causa de la
epidemia llamada modorra que afligió á toda la
isla.
Entonces, aquella torre, qa& había sido inexpugnable,
quedó arrasada, y los moros sin freno
alguno, cayeron sobre las islas de Lanzarote,
Fuerte ventura, la Gomera y algunas otras, ejer
ciendo crueles represalias, é invadiendo todo, no
sin llevar á Argel y otros puntos muchos cautivos,
por los cuales exigieron crecidos rescates;
otros fueron redimidos por la piedad del rey Felipe
III.
Herrera había muerto cosa de 39 años antes de
que demoliesen la torre que él construyó,
XXIX
JORGE GLAS
El ilustrado marino escocés Mr. Jorge Glag
pensó establecer, en 1764, una factoría en Mar-
Pequeña, único puerto que existe en toda esa
larga costa continental próxima á las Canarias,
cuyo nombre de Santa Cruz de Mar-Pequeña, trocó
por el de ffi/s6cri<í//í, en consideración a u n procer
de Inglaterra que favorecía sus designios,
encontrando en este puerto las ruinas déla torre
construida por Herrera. Un moro le aseguró que
desde Krguüa, nombre aplicado á dicha Mar-
Pequeña, hasta la desembocadura del WCÍC/ Xi-bika,
no se encontraban ruinas de establecimiento
alguno. Viera trae estos nombres mal escritos.
Añadía aquel moro que en cierto punto se
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Y Í-ÜEKTEVENTÜEA *••
veían todavía (1764) reliquias de un ca^t^llo F?-^;
de, fábrica de cristianos. El mismo l"sto ?^f «^
trae una nota referente á unas rumas descubier-tas
que contenían vigas de tea quemadas. JNo
deben confundirse con los restos de la toi re que
están sobre la playa; pero es lo cierto q^^e Por
más indagaciones que llevamos hecbas, no no
mos podido encontrar razones para poder üeau-cir
que hubiera otra torre ó fortaleza en ese largo
litoral,á más de la de García de Herrera. C u i tas
ruinas han citado algunos, no pasan de ser,
ó invenciones ó suposiciones. Ademas, si ^la exis-tido
la de Santa Cruz, ha sido porque Jabia un
puerto que deíender, y en la costa no iiay ninguno
otro en que pudiese levantai-se un íuerta
^ Cuando en Madnd se supo que Glas pensaba
establecerse en Mar-Pequeña, creyendo el Iro-bierno
que con ello se perjudicaría a la corona,
dispuso que se observasen todos los planes aei
escocés, el cual por último fué ari-ostado en Canaria,
como defraudador de barcal Hactetidaytia^s
ladado al castillo principal de Santa Cruz de ie
nerife. Era entonces comandante general úe es
tas islas D. Domingo Bernardi.
El infeliz Glas estuvo prisionero cerca de un
año, y amotinados los moros en Puerto Cansado
mataron á algunos ingleses ¿ ^ ^ ^ . ^ f °^l^' J.
quemaron aquel bergantín que desde Lanzaio
te había llevado el inteligente n^^rmo para ser^
vir de pontón en Mar-Pequeña P^^d endo ^^^^^
parse de este puerto madama G}^%^'^X¡tI^sl
^ n o s individuos más, que en dos lanerías pasa
Fon á Canaria y luego á Tenerife P^'^ to^^f ^^
to Glas como su iamilia perecieron a manos ae
unos asesinos en el viaje a su país. ,
Pero ¡cuánto celo el de nuestro g«biemo ha
ciendo encarcelar á un hombre que iba a ense
ñarnos el camino de las grandes ^f^o^'^'"'^^^^,
con^erciales que jamás hemos q^^^^^o conoce^.
¡Cuánto empeño en arrojar de la costa a un ex
plorador, si¿ tener aun conocimiento de que
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AS HISTXJEIA 0E LANZAEOTK
Puerto Cansado fuese la verdadera Mar-Pequeña,
que desde el año 1524 no ha vuelto España á
utilizar en manera alguna!
XXX
RECUERDOS DE LA CONQUISTA DE TENERIFE
Dejando de narrar aquellos acontecimientos
relativos á los preparativos para emprender la
conquista de Tenerife, donde D. Alonso Fernández
de Lugo se prometía despojar bien pronto
á los guanches del reducido país que la naturaleza
les concediera; omitiendo asimismo aquel
memorable desembarco (1494) de 1.000 soldados
de infantería y 120 de caballería transportados al
puerto de Añaza (hoy Santa Cnia de Tenerife)
en quince naves, y aquellas conferencias que mediaron
entre europeos y canarios en las cercanías
de la Laguna, en las cuales resalta la contestación
que el rey Bencomo dio, esto es, **(jue
los menceyes de Tenerife no habían conocido
jamás la vileza de sujetarse ni obedecer á otros
hombres como ellos"; dejando también de citar
aquella discordia suscitada entre los príncipes
guanches que no se avenían á resignar el mando
de sus tropas en mano del rey Bencomo, por-.
3ue le temían más que á los eui'opeos, y dejan-o'
de narrar aquella alianza que el bárbaro
Añaterve, rey de Güímar, hizo con los ciistianos;
apuntando apenas la memorable batalla de Acen-tejo
(1494), en cuyo barranco, el famoso Tingua-ro
y los suyos, saliendo de tropel, cayeron como
bestias salvajes sobre las tropas de Lugo, haciendo
en ellas un horroroso estrago, citaré el nombre
de la Matanza, célebre lüonumento de ta
victoria de los guanches, donde Pedro Mayor libró
á Lugo, presentando su pecho á la muerte;
citaremos á Bencomo, hermano de Tinguaro,
que acudiendo en auxilio completó la espantosa
carnicería con sus soldados, donde perdió aigu-
© Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2011.
y FUERTEVENTURA ^•
nos dientes el imprudente Lugo, y perecieron
muchos europeos, no sin que en v'ariHS ocasiones
diesen pruebas los guanches de su natuial
clemencia y su piedad. iSo criticaremos en este
lugar el atentado infame de Alonso ae Lugo ae
haber hecho pasar artificiosamente a bordo ae
ujia de sus naves á los güimareses para ser vendidos
en España, cuyos infelices mandaron ios
Reyes Católicos poner en libertad, y prescmai-reinos
así mismo de narrar otros sucesos, como
el atciquede los 400 guanches del rey de Anaga
álatorre"deAñaza;la retirada délos conquistadores
á Canaria; el segundo desembarco de estos
en Tenerite, para el cual se habían alistado,
baio las banderas de Lugo, algunas compamas
de canarios, de gomeros, de majoreros y de lan-zaroteños,
con beneplácito de D." Lies Pereza,
viuda de Herrera; la reunión de mas de i i w^
guanches en la Laguna de Agüere, sin contar
los vasallos de los otros cinco reyes, que vime-i-
on á las manos con el ejército de Lugo, iré-ro
nos ocuparemos de la horrible carnicería que
allí se consumó, quedando el campo cubierto ae
cadáveres, cuya victoria se mantuvo indecisa
por espacio de dos horas, cuando aquel L. ^ ei
nando de Cuanarteme, aquel Tenesor Semidan
tan valiente, que había quedado en la torre con
una guarnición de 40 caaaiios, ^7^^?,^^\.f^'^'"
lio de Lugo. Al huir Tinguarc h-^^'^do, fue al
canzado por un bárbaro español que « ^"^t^
con fiereza, á pesar de las ^^P^^^f f f^^^^^,
do príncipe, y como si esto no bastara mando
Lugo á cortarle la cabeza para levanta la en
trofeo sobre una pica. ¡Infelices canarios! Poco
después se cantó un Te Veum que entono elca^
nónigo «amarinas con otros eclesiásticos y religiosos
en Santa María de Gracia, sitio en q e
hizo voto el general de edificar una ermita que
llevara el mitino titulo que hoy lleva.
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50 m^ToniA PE LANZAROTE
xx;xi
RENDICIÓN DE TENERIPE
No deteniéndonos tampoco en mencionar los
'estragos que á fines de 1494 produjo aquella horrorosa
epidemia llamada modorra entre los guanches,
que hizo caer á estos desgraciados en la más
profunda melancolía; ni en el chcique del paso de
las Pcñuelas, en que el rey de Tegueste peleó cont
r a los europeos sin fruto alguno, después de una
espantosa carnicería, diremos que por es ce tiempo
parece que Gonzalo García del Castillo, perseguidor
deZebensuí ó Zebensayas, príncipe de
la punta del Hidalgo pobre, y á quien no logró
alcanzar en la anterior batalla, este Gonzalo García,
deciuios, se enamoró de la princesa Dácil,
hija do Bencomo, con la que casó después. Citaremos
igualmente, de paso, los efectos del hambre
y la deserción entre los conquistadores, pues
liabicndo corrido por las islas las victorias obtenidas
sobre los guanches, acudieron de todas partes
á Tenerife muchos voluntarioc para recoger
ios despojos de la guerra. Era el principal motor
de este entusiasmo Diego de Cablera, persona
que gozaba de gran consideración en las islas
do L.'inzarote y Fuerteventura, y á cuyo influjo
debió la conquista un socorro de casi dos
mil aventureros; pero al eiitrar sin TÍVCICS tanta
gente en un país coinpletamente desolado, cometió
una verdadera imprudencia, pues detrás
del hambre vino el abatimiento do los ánimos,
luego la iiiurniuración, y comenzaron á desertar
los soldados en gruesas cuadrillas, embaicándo-se
furtivamente, como si huyesen de la peste.
Entonces es cuando so cita aquella heroica acción
de Lope Hernández de la Gueria, el héroe
del poeta canario Viana, el cual icsolvió poner
á (1 ¡oposición de Lugo los dos ingenios de
azúcar que porcia en Canaria, para que ccnPUS
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Y yUEBTEVKNTVHA Oi
productos continuase la Conquista. Esta acción
que los historiado ves reputan de heroica y de
gloriosa, hoy, con las luces de nuestro siglo, no
pasaría de sor una ocurrencia extravagante. ¿Qué
hubiera, dicho Lope Hernández si hubiesen hecho
un donativo á Lugo para arrancarle sus propiedades?
xxxn
BATALLA DE LA VICTORIA.-NUEVOS SOCORROS.-
PRESENTACIÓN DE LOS REYES Á LA CORTE
Poco después presentaron los guanches á los
españoles una batalla, en que hubo cinco horas
de refriega. Bencomo herido en un brazo,y Acai-mo
en un muslo, mandaron retirar sus tropas. Victoriosos
los españoles, se hincaron de rodillas en
el campo de batalla y entonaron el Te Deuin, y
como los soldados repitiesen la voz victoria^ otre-ció
Lugo erigir en aquel paraje una iglesia, dedicada
á la madre do Dios, con el titulo de "Victoria".
Cosa de 2000 guanches perecieron en esa
batalla, por sesenta y cuatro españoles y canarios.
El general, después de tan completo triunfo,
acampó sus tropas en el fuerte do Santa Cruz,
el 4 de Enero de 149G.
Por este tiempo tuvieron lugar aquellas contestaciones
con los armadores de la conquista,
quienes considerándola interminable y poco pro-
Techosa,no creyeron conveniente suministrar máS'
socorros para ella, y en su vista hubo que enviar
á España un diputado, logrando obtener del
duque de Medina Sidonia se despachasen prontos
socorros para proseguir la propia conquista.
La epidemia hacia aún sus estragos en Teneri-íe,
y los cadáveres insepultos de los intortuna-dos
guanches eran devorados por los perros. Laa
tropas españolas lograron penetrar fácilmente
hasta el delicioso valle de Orotava, fijando su
campamento en el gran cerro de Taoro. Benco-
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¡jí¿ HISTOBIA r^E LANZAKOTE
mo se liabía refugiado con sus alíadfjs en la cttm-bre
de Tigaiga, donde permaneció Iia?ta qnc on
l e Realejos se rindió la principal parte de Irv^
guanche", rendición que bien pronto se hizo por
completo, siendo proclamados en Tenerife los
Eeyes Católicos (1496). Desde los Realejos puso
Lngo á establecerse en la hermosa Vega en
que está hoy situada la ciudad de La Laguna (1497)
Créese que por este tiempo presentó el general
y gobernador D. Alonso Fernández de Lugo ú
los Reyes Católicos los nuevo leyes guanches
que se hablan rendido, á quienes los monarcas
recibieron con extraordina'io placer, y se Fnpo-ne
que tal vez no fueion lestituídos á su adorada
patiia.
xxxiir
SEGUNDO CASAMIENTO DEL ADELANTADO.-
VENGANZAS DE DOÑA BEATRIZ DE BOBACILLA.-
D. GUILLEN FERAZA
Lugo, de vuelta de PU viaje á la Corte, pasó
al África, al frente de una expedición, para
construir ciertas fortalezas en el litoral fionte-rizo
a l a s Canarias. En los campos de Tagaozsn-cumbii
ron á manos de los moros varios españoles
de los principales. Esto debió acontecer pollos
años de 1500 á 160L y no sabemos si estaos
la misma expedición antes nombrada, en que
arribó el Adelantado al puerto de Nul.
A estos sucesos siguió el repaitimíento de
tierras en Tenerife. Muere la reina D.* Isabel
(1504). Muere el hijo mayor del adelantado (D.
Femando de Lugo^ á manos de unos a.^esinos en
La Laguna, según se asegura; pero lo más cierto
parece ser que sucumbiese cerca del cabo
Gher (África), en un combate con los moros, y
no en Tagaoz.
El mismo Adelantado D. Al<jnso Fenández
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Y FUERTEVENTUBA OB
de Lugo, qno habiendo pasado á la Gomera, se
habia piendado de la vinda de HernánPeraza,
D.* Beatriz de Bobadilla. convino en casarse con
ella. D."" Beatriz diópiuebas de ser una mujer vengativa,
mandando ahorcar en su propia casa al
imprudente Francisco Rniz de Castañeda, que
había censurado las relaciones secretas de esta
dama con el Adelantado, tragedia que no pudo
menos de escandalizar á todas las Canarias.
Los espoR(>s se trasladaron á Tenerife, quedando
al frente del gobierno de la Gomera Fernán
Muñoz. Mas, Sancho de Herrera, tío del conde
D. Guillen, y señor de Lanzarote, comprendiendo
que su parentesco le daba derecho áeier-cer
la tutela sobre su sobrino, conspiró en la Gomera
para conseguirlo; pero, descubiertos sus designios
por la D.'^ Beatiiz, ésta se trasladó prontamente
á la Gomera, ahorcó al pobre Fernán
Muñoz en la plaza pública, y retornó en seguidas
á Te-erife. Con los dos infelices que esta mujer
llevó á la horca, está hecho el retrato de semejante
hiena.
Este nuevo escándalo dio lugar á que las viudas
de los infelices ahorcados se presentasen en
la Corte, exhalando amargas quejas, y á que la
D.'' Beatriz compareciera ante los Soberanos. Dí-cese
que pocos días después de haber llegado est
a señora á Medina del Campo, amaneció muerta
en su propio lecho.
Guando esa muier feroz paPó á la Corte, ha,-
bía dejado la administración de los estados del
Hierro y la Gomera al Adelantado, con la tutela
de D Guillen su hijo. Pero éste, considerándose
apto para manejar sus estados hereditarios,
suplicó á su padrastro le hiciese entrega c'e ellos,
cosa que Fernández de Lugo procuró rehusar cuanto
pudo. Mas, hallándose éste en la Gomera, le
obligó Alonso de Ücampo, amigo del Conde, á
embarcarse en una chalupa, bajo pena de muerte,
con dirección á la isla de Tencriíe, de cuya
Btiei-te quedó en posesión de sus estados el jo-
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lA HISTOBIA DK LANZAEOTE
ven D. OuiUén.
XXXIV
UN PIRATA FRANCÉS
Dejemos á D. Alonso Fernández de Lugo con
riu triste desaire, el cual, no teniendo descendencia
de D."" Beatriz, resolvió casarse en terceras
nupcias con D^ Juana Masiers, dama de la reina
Germana de Foix, mujer de Fernando el Católico;
dejando también de narrar varios sucesos
que poco importan á nuestro objeto, viene
el año 1522 en que apareció por estos mares por
primera vez el pirata francés Juan Florín,á quien
dieron caza cinco buques canarios, en Gando,obligándole
á soltar una presa de siete embarcaciones
procedentes de Cádiz, que conducían á estas
islas varias familias. Este es aquel mismo corsario
que, haciendo luego rumbo á las Azores, se
apoderó allí de dos buques que, retornando de
América, tiaían la recámara de Motezuma que
Hernán Cortés enviaba á Carlos V, con más de
88000 castellanos en barras de oro y plata, pie
dras preciosas, perlas &".
XXXV
D. PEDRO DE LUGO
El Adelantado Fernández de Lugo (D.Alonso)
murió en 1525, en la ciudad de La Laguna
(Tenerife), siendo sepultado en el convento de
San Francisco, que había fundado.
Fué fu sucesor el Adelantado D. Pedro do
Lugo, habido en su matrimonio con D.^ Leonor
de Fonseca, hermana de aquel infeliz Pedro de
Algaba, gobernador de Canaria, que i'ué victima
de Ja iracundia de Juan Rejón, pereciendo degollado
en un cadalso.
D. Pedro se condujo muy mal en el desem-
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Y TlTÍUTEVKNTrRA no
•peño de su cargo, y condenó en la Orotava á
perder la cabeza á Pedro Hernández de Allaro,
valiente capitán (1527?) y esposo de D.'' Leonor
Pereira, cuñada y sobiina de aquel.
Esta infeliz mujer empapó ?us tocas en la
sangre aun caliente de su marido, marchó á la
Corte y pidió venganza contra el D. Fcdro d
Cruel de Tenerife.
Tal fué el mismo que, creyéndose con las manos
limpias, edificó la iglesia de Candelaria y la
ermita do la Magdalena, de las cuales hizo donación
á los frailes dominicos.
XXXVI.
GENEALOGÍAS
Los señores de Lanzarote y Fuerteventura procedían
de D. Sancho do Herrera y de su hermana
DJ^ Constanza Sarmiento, hijos de D. Diego
Garcia de Herrera.
El progenitor de los marqueses do Lanzarot
e fué D."^ Constanza Sarmiento (hija do Sancho
de Herrera) que casó con Pedro Fernández de
Saavedra, su primo hermano.
De este matrimonio nació el primer conde y
marqués de Lanzarote, D. Agustín de Herrera
y R()jas, jurado por sus vasallos en 1545.
Este D. Agustín hizo 14 entradas en la costa
de Átrica; rindió al Xeque Alhomar, y cautivó
más de 1000 moros sin haber perdido un sólo
cristiano. De estos berberiscos proceden aquellas
lamosas milicias de naturales que hubo en
estas islas. El mismo marqués murió en Tcgui-se
en 1598.
xxxvn
INVASIONES MORISCAS
En 1593 se echó sobre Fuerteventura una ar-
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hfi niSTOrtlA PE LANZAKOTE
inadilla <lc corsarios berberiscos, mandada por el
tamoso Xabán Arráez. Desembarcó este ieíeOUO
hombres armados, que se dirigieron á Betancu-ria,
donde quemaron varios edificios, saqueando
el país con el más atjoz atrevimiento.
Ocurrió esta irrrupción en tiempos de D. Gonzalo
de Saavedra, cuya sobrina, D.* María de
Mojica Arias de Saavedra, pudo encontrar refugio
contra los bárbaros en una gruta del ])ara-je
llamado Maninubre, en la cual la guardaron
cuidadosamente Juan de Palomares y Marcos de
Armas, célebre el primero por haber vivido 109
años.
Entonces, herido en el corazón con tamaño
insulto el Señor deFuerteventura, se conviitióen
\m nuevo Agatocles, echándose sobre las costas
del África para vindicarse del ultraje de los moros.
La situación topográfica de algunos pueblos
de Fuerteventura, tales como la villa de Betan-curia,
está revelando cuanto se procuiaba ocultarlos
en lo posible de la vista dolos moros, estableciéndolos
en barrancos j desfiladeros,, donde
podían sus habitantes atender mejora su defensa.
La histoi-iaestá llena de valerosos ejemplos,en
los que pudieran llamarse tiempos heroicos de las Ca*
narias. Hubo hombre que después de sucumbir
combatiendo como una ñora, quedó con la espada
entre sus manos, sin que se le pudiese arrancar
de entre los dedos.
Las irrupciones moriscas terminaron por el
año de 1749.
Uaa ten-ible calamidad tenia que llenar de
amargura á toda Lanzarotc.
En 1569, es decir, 24 años antes de los acontecimientos
que vamos narrando, había parecido
^obre Lanzarote el corsario Calafat, del rey do
Fez, al frente de nueve galeras que conducían
000 tiradores.
Ese mismo marqués que ya conocemos, y que
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Y FCILUTEVENTI-E-V 67
dio pruebas do gran valor en la costa africana,
iú cual iiamaremos el marqués I, para distinguirlo
de sus sucesores, niatóá 50 moros, ganándoles
algunas banderas.
Durante diez y ocho días saqueó la isla el
enemigo, llevándo.'e cautivas 90 personas. Ante
aflicción tan grande no permaneció indiferente la
Gran-Canaria, pues se apresuró á enviar á Langarote
un socorro de BOO hombres.
Pero esta clase de calamidades se repetían
cada poco tiempo. No pasaron, pues, dos años
sin que el corsario Dogíili ejecutase una nueva
correría (1571).
Quince años más tarde, esto es, en Julio de
1586, Amurath, gran corsario argelino, invadió
también áLauzarote con siete galeras, conduciendo
800 hombies de armas y 400 turcos. El enemigo
so precipitó como un torrente sóbrela isla y
batió el castillo de Guanapay (hoy Santa Bárbara)
que domina por el este la villa de Tcgui-se,
en una loma pendiente, cuyo asalto montó
por dos ocasiones, hasta desmantelar el fuerte.
Aun subsistía el primer marqués de la isla.
Sobre las murallas de aquel castillo perdió la
vida el gobernador Diego de Cabrera Leme.
Los invasores redujeron á cenizas diez ó dcce
mil fanegas de trigo y cebada, y quemaron también
el palacio principal do Teguise, con los archivos
públicos y oficios de Escribanos.
El conde había hecho al Cabrera Leme la merced
de ser castellano de Guanapay y goberna-doi'
de la isla.
Viose muy comprometida en este sitio la gente
que so había refugiado en el castillo, porque
habiendo puesto fuego á la puerta los moros, hu
bicscn perecido todos los cristianos que habia cu
él, ó quedado cautivos, á no ser la intrepidez de
unas moriscas.
Lhvmábanse éstas Ana de Cabrera y Francisca
Pérez, que cu unión do otras de su raza,
viendo muerto en la rciiicga al capitán y muchos
8
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r>8 HlSTOniA T>E XANZAllOTK
soldado?, denibaion con admirable intrepidez las
garitas del castillo, y con su material taparon el
iiueco de la puerta qne el fuego habla consumido,
consiguiendo librar de esta suerte esas animosas
mujeres á más do 500 personas que habia
en dicha fortaleza, pues aprovechando luego la
oscuridad de la noche, todos pudieron eecapar-se.
Entro las personas que habia en el castillo se
encontraban el marqués I, su mujer é hijos.
En esta irrupción quedaron caitivas de los moros
la marquesa ]).^ Inés Benítez de las Cuevas,
primera mujer del D. Agustín, y D.°Constanza de
Herrera, hija natural de éste, y si su otra 'bastarda.
D."" Juana de Herrera, no corrió 'gual suerte,
fué porque huyó precipitadamente embarcándose
á Canana,
Los moros se retiranm por fin abordo de sus
galeras (2G Agosto), pero llevándose cautivos co-
^a de 2C0 isleños, cuyo número hacen subir algunos
autores á. 408.
Enarbolada bandera de rescate, el maiqués
redimió á su miijcj- y á su hija, por piecio de
15.000 ducados, entregando en el acto ñ.lCO, y dando
en lelunes hasta satisfacer el resto, á D. Diego
(ó D. Fiancisco) Sarmiento,su hcimano na-tuial.
y á Marros de t a n Juan Pcj; za. que per
tal lazón peimaneciejon cautivos en j\lariuecos
hasta el ai'o 15C0.
xxxvni
INV.ASiÓN DE LOS INGLESES
Lanzarcíc tenía que fufrir aúnlas consecuencias
de otra nueva inva.-icu, á fines del .siglo XVL
Los ingleses, que habían 3mprendido correría.s, en
el reinado de Isabel, contra las colonias, cayeron
sobre esta isla para ser trofeo de aquel valiente
marqués.
Hallábanse abrigados en el canal de -'El Río",
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Y FCERTEVICNTURA ^^
junto ú la. Graciosa, cuatro buques ^^S^'^^^'^X
ile que lo supo D. Agastín. de Herré a a .uho a
aquel punto con un grueso cuerpo de ^^'ili*:;^^;^^ >^ ^
j ; dio tal arte este manques, / ^^^'«^.^7^^^^'.
suerte, que logró apoderarse ^^« "^^^/.f J^,í, J^^
miga de catorce remos, quedando en l^i^^^^^-;'
nurertos y prisioneros muchos ^ " S ^ f ; ' ' • / ; :^^^;
tera fué enviada á «. M por medio <i<^ P ¿^^^.^
capitán general de las Cananas, D. Luí. de la
Cueva V Benavides. i i,;,i.,
Con posterioridad surgió en las costas de la isla
etro galeón inglés, el cual, cargado de niunicio-nes?
iba on segíumier.to de una escuadra que pasaba
á la India. Mas el mismo >^arques, D Agus
fin df. Herrera, puesto a la cabeza de s.i-, vanaos
acó miuó al galeén con admir.üde intrepidez,
consflniendo rendirle, en cu3-a reínega perccie-vnn
muchos inglese?.
Poco tiempo después se tuvo nohcia de que
dos cosarios, también ingleses, se hallaban abrí-
^S^^-^:;ltí^r^e^¿tre:doeXLo-b¿^^^-^^^o^i^a^íy^q ueJ^
bianap esa J construir algunas embarcacio-islote
tintaban ae-cü -^-..^ penetral- en
nes de P f « ?^!^^°'Vero^D Aiu.tin de Herró-los
nos de ^-^^.^^^f^^'/^^anie^^te cmcuenta isleños
.ean. dP<e^i-^-^Pe-e<u'tc\i>onn dee ees.J o -mt a s . Atac.^a ^d^o^^s . ^^^p.^o^^r
planes que hablan formado.
XXXIX
DERECHOS DEL PRIMER MARQUÉS DE LANZAROTL,
-SUS ASPIRACIONES
Antes de proseguir, será conveniente decir
Anreb 11 F _ respecto de niismo primer mar-
?K0. Ya sabinos ci«o so habuicasado .un l->.
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60 HurnuíA DÉ LANZAISOTÉT
Inés Benítez do las Cuevas y Ponto, Iiija de IV-dro
de Ponte Veigara, alcaide del í-astillo y casu-fnerte
de Adeje (Teneiitej.
El rey D. Felipe II hizo n^erced al D. Agustín
de titulo de Castilla,con la dcnouiinaeión de
conde de Lanzarote, cosa que no debió parecer
bien á los Señores de FHerteventura, sn primo
Uerinano D. Gonzalo de Saaredra, y su sobrina
D.'^ Sancha de Herrera, puesto cjue siguieron pleitos
contra las glorias de su piopía taniilia.
Sentencióse este pleito en favor del conde D,
Agustín de Hoiieiarque íué lo bastante para que
se encendiere más la rivalidad que nvediaba entre
ambas casas.
El mismo conde había comprad» la renta de
cuatro dozavos (un tercio) onLar.zarotey Fuer-tevcntma
á un cesionario del conde de Poitalc-gre,
y otros dos dozavos (un sexto) á^ D.'' Sancha
cíe Herrera, De esta saerte, con cinco doza-ros
que le coirespondían á él por su familia,,
ge encontraba el marqués y conde dneiio de once
dozavos, y entonces, -como dice Viera, le pareció
conveniente aspirar á la mcmaiquía uni-versal,
entrando en cierto trr.tado con Gonzalo
de Saavedra. Poro, á pcs«ii- de todo, es lo cierto
que los Señores de Fueitoventura Kostnvieion
¡siempre entero su imperio territorial en el pais,
XL
SERVICIOS DEL MARQUÉS DE LANZAFUDTE,
-OTRA INVASIÓN INGLESA
:1526 '16Q6J
Hemos llegado al tiempo en que D. Alvaro
de Bazán (primer marqués de Santa Ci uz), celebre
marino y guerrero granadino (152G) qne quitó
á los franceses las Azoies, venció cerca do la
isla de San Miguel, del mismo archipiélago, á D.
"Antonio Prior de Grate, el cual pretendía sttce-
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V FX'BniTEVlíNTlUA f)l
iUesQ en la corona do Portugal su tío el cardenal
D. Enrique. Pues bien, entonces, el marqués
de Lanza)-ote, D. Agustín de Herrera, recibió orden
de la Corte de Madrid para que acudiese con
sus tropas á la Madera y la redujese al servicio
de Felipe IL
Sin pérdida de tiempo se puso en marcha el
marqué* á la cabeza de 303 de sus vasallos, armados
á sus expensas^,y apoderándose de las primeras
fortalezas de aquella isla, souietió al país^
mandando dai- garrote á cierto fraile que se esforzaba
en fomentar la rebelión, 3' ahorcó dos ofi*
cíales vevoitosos. En recompensa de sus servicios
fué nombrado por el rey capitáií general de las
islas de la Madera,con el titulo de marqués, Sids'
más del de conde que ya tenía (1584).
Dos años desen>peñó D. Agustín el mando de
la Madera, hasta que fué relevado por Juan de
Aranda,
Debemos fijarnos en que la acción del D. Agus
tin era tanto más meritoria, cuanto qne en los
momentos de su marcha á la^SIadera, dejaba abandonada
por completo á la isla de Lanzaroteque
estaba amenazada precisamente en unión de las
demás islas, por una invasión de parte de Prior
de Grato.
Pero tenemos que reseñar una irrupción más
que cayó sobre Lanzarote. En 159G corría por
estos mares una escuadra inglesa destinadaá atacar
las colonias españolas de América. El 13 de
Abril se presentó esta escuadra sobre los islotes
situados al norte de esta isla. Dejándose correr
al sur, vino á surgir enfrente de Puerto-Naos, y
acto continuo, el conde Jorge de Cumberlantl destacó
un cuerpo de 500 á GOO hombres, al anando
de Juan Berkley, para que sin pérdila detiem-
{)o atacase la villa do Teguise, cuyos habitantes
myeron desde que tuvieron noticia del peligro.
Pero los ingleses dieron orden de perseguirá
los fugitivos, y el destacamento que se encargó
de ello, tuvo ocasión deieconoccrá media milla
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( 3 HISTOBIA PR r,ANZAB®TE
(le Tegnísc un castillo de niamposterí'a (qnc de-he
ser el de Guanapayj, bien íoilificadii, con 100
hombres de guarnición. Habiendo pen>ítrado el
enemigo en enta fortaleza, encontró en ella doce
piezas de artillería desmontadas y algunos
montones considerables de piedras y guijarros.
Por este tiempo comenzabaá edificai-se (1596)-
laantigua iglesia parroquial que había sido abrasada
en 158(3 por los argelinos y turcos del arráez-
Maro'o, templo que, como más adelante veremos,
volvió á ser quemado por los moros en 1G18,-
esto es, en la irrupción de Xabán y Soliuián.
Estos ingleses habían sabido que el marqués
poseía una renta de 100.000 libras esterlinas, y
su principal objeto fué llevarse este dinero; pero,
no encontrando ninguno, debilitados por el
vino, resolvieron embarcarse.
Réstanos reseñar ahora otro acontecimiento-ocurrido
también en Lanzaroter súpose en ciert
a ocasión que un armador inglés se había abrigado
en la playa de la Bufona, próxima á Arrecife,
con una presa cargada de azúcar. Atacado
el enemigo por mar y tierra, obtuvieron nuestros
paisanos la victoria, apoderándose de ambas
embarcaciones, y aprisionando al valeroso eoman-dan
te.
XLI
AMORES DEL MARQUÉS DE LANZAROTE
Antes de proseguir, debemos hace- un paréntesis
con referencia á la vida del famoso marqués,
porque este paréntesis está relacionado con
los asuntos históricos que son objeto de este libro.
Vivía, pues, en Lanzarote una D.* Bernardina
de Cabrera, desposada con un geno vés llamado
Teodoro Espelta. No tenia el marqués I
.sucesión de su mujer D."" Inés Benítez, y conside-
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Y FUEHTEVENTTKA C3
ro do frus cuidados á la D.° Beniardina, hacia la
cual concibió una viva é impetuosa pasión, al ex-
•remo de tenor que salvarse un dia de la casa de
<jsta dama por un estrecho agujero que pi-acti-
Cü en una pared, para escapar de las iras de D,
Luis de León, padre de aquella. ,,.,.n\
Vivía en Testcina la D.'' Bernardina (lobO)
Un dia que regicsó de Tcguise su marido, le salió
al encuentro, preguntándole si le traía frutas,
pues sabía que un buque de la isla (la Madera)
había llegado. Espelta contestó que las íru-tas
no habían llegado, lo que produjo en su
esposa un accidente, verdadero ó fingido, que obligó
al pobre marido amontar á caballo en aquel
momento en busca de las golosinas. Parece que
estos antojos nacían del estado en que se hallaba
ia D.'^ Bernardina. Pero Espelta amaneció
muerto en su propia, casa, detrás de una pared
y sin heridas visibles. ^., , • . _ . _^
Tres metes después dio a luz su viuda a D.
Juana que tomó el apellido del marqués, y al
cabo de dos años tuvo también otra niña llamada
D ^ Constanza, que, con ^u hermana D.-'^ Juana,
alimentó y educó el D. Agustín de Herrera,
en su propia casa. i i . •
Entre tanto la D."^ Bernardina, que había vivido
como una verdadera marquesa en las moradas
de la fortaleza principal de la jsla,resolvió ter-minar
sus días en un monasterio de la isla ae la,
Madera, á donde ]a acompañó el propio marqués.
Lueo-o que aquellas dos niñas tuvieron diez
ó doce "años de edad, las recibió D. Agustín en
su palacio, consiguiendo que su esposa, la D.*"
Inés, las tratase comoá hijas de su mando, siendo
educadas con el pensamiento de que sucedieran
en la casa de Lanzarote.
El marques prefirió siempre á la D.^ Constan-xa,
por ser como decía el, hija más cierta, y lo
liizo donación, según se croe, do la jurisdicción
alta y baja, re ':tas y territorio del estado, con el
titulo de condesa do Lanzarote; poro esta poso-
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C4; HISTOBIA DE LAJÍZABOTE
sión parece que no fué muy paeiffca porque la
•coatradijo eu Fuerteventura JJ.^ María de AIo-jica,
jnadre de D. Fernando y de D. Gonzalo de
•JSaavedra, señores de esta isla.
Casó la D.*^ Constanza d« HeiTera con Gonzalo
Argote de Molina, caballero ilustre por su
nacimiento y por sus escritos, cuyas bodas se celebraron
enLanzaiote con grandes regocijos. Pero
el ambicioso Argote no tardó mucho en ti'
tularse Conde de Luvzarote^ repitiendo sustenta*
tivas de apoderarse del gobieino de Fuerteventura.
Después de haber tenido tres hijos en este matrimonio,
marchó á Sevilla, 3' allí se dedicó á escribir
una obi-a sobre noblezas, que publicó ou
1588.
La otra bastarda, D.* Juana ,s€ desix)sóenla
Madera con DFjancisco Achicli de Vasconcelos,
celebrándose unas bodas muy clásicas. El mismo
marqués, acompañado de Diego Cabrera Leme,
su gobernador, condujo la novia á Funchal.
XLII
AMBICIOSAS TENDENCIAS DE ARGOTE DE MOLINA
D. Agustín de Herrera y Rojas, primer marqués
de Lanzarote, enviudó en8de Mayodcl5S8-
Habiéndose trasladado á la Corte, contrajo allí
nuevas nupcias, en Noviembre del mismo año,
con D.''Mariana Enríquez Manrique de la Vega.
Mas, Argote de Molina, que había vuelto á
Lanzarote, y con este matrimonio se veía amenazado
de un sucesor legitimo del estado, aprovechando
la au.sencia del marques, trató de apoderarse
del gobierno civil y militar de Fuerte-ventura.
Para eilo buscó el apoyo del capitán
general de las Canarias D. Luis de la Cueva y
Henavides, consiguiendo obtener el gobierno de
las armas de esta isla, á pretexto de temerle una
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V FÜKHTEVEXTrEA ®
iuvaáióa de los enemigos de la corona.
Revestido Argote de tal carácter, se presentó
en Botancuria, donde convocó á la gente de
armas de la isla; soltó presos, abolió regidores,
impuso tributos y eiecutó notables vejaciones.re-ro
cuando creyó más seguras sus pretensiones,
la suerte no le amparó. Un tal Miguel Hernández
Negrin, afecto á sus amos, los Señores de
Saavedra, y Alcalde mayor de la isla, produjo un
motín en contra de Argote que conmovió toda
la isla, tanto que el mismo capitán general tuvo
que acudir en persona á Fuerteventuraá sofocar
la rebelión, llevándose preso á Canaria á
D. Gonzalo de Saavedra; pero sin que el Sr. Be-iiavides
consiguiese realizar sus propósitos, que
no eran otros que proteger á todo trance las violencias
de Argote; pues por el contrario, lo que
sacó fué irritar más los ánimos, y como dice Vie-ra,
excitar el universal sentimiento de los pue-Ño
se quedaron quietos los Señores de Fuer-teventura,
en vista de semejante proceder, y
llevaron al trono sus agravios consiguiendo que
Felipe II despachase una real pravisión, por la
que se disponía queD. Luis de la Cueva se abstuviese
de apoyar las ambiciosas miras de Argo;
te, c hiciese "retirar á éste de la isla, dejando a
la casa de Saavedra en la pacifica posesión de
que gozaba.
XLIII
RECLAMACIONES DE ARGOTE DE MOLINA.
- S U MUERTE
Hemos llegado al año 1694. Mientras la suert
e de Aro-ote era tan adversa que le hizo perder
el jiucio, pocoá poco, la esposa del marqués
ÍD.'^ Mariana Enríquez) dio á luz en Lanzarote
un niño, que se llamó como su padre.
Éste había prometido á su hija D.* Constan
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OT) HISTORIA D E LANZAKOTE
za 10.000 ducados, lo que bastó para queArgo-te
einprendieí^e contra su suegro algunos litigios
en rcclaniación do aquolla suma. Poco después
falleció en Lanzarote la D.* Constanza, dejando
tres hijos an edad pupilar, que se llamaron D.
Agustín de Herrera, D. Alonso de Saavedra .y
D." Isabel de IVJendoza, apellidos que cada cual
elegía á discreción (según la costumbre de la época)
entre los de la familia, si bien se echa de
•menos en ellos el de Cabrera.
Argote murió en Las Palmas, y allí está sepultado.
Sus hijos, eligiendo por apoderado á
Juan Gopar, contradijeron la posesión que la
nueva marquesa aprehendió del cortijo de Tna-guadcn
(no conocemos esta localidad), 3' de los
términos de Yé y de Órsola, luego que se quedó
viuda, como madre y tutoradeUegundo marqués
D. Agustín. Pero huérfanos y desheredados
los pobies jóvenes marcharon á Sevilla, donde
perecieron de la peste.
Al capiculo LXXX de este libro tendremos
ocasión de volvernos á ocupar de ciertos acontecimientos
del infortunado Argote.
XLIV
LIBERALIDADES DEL MARQUÉS DE LANZAROTE
D. Agustín de Herrera y Rojas, primer marqués
de la isla, considerado como el Alejandro
de las Canarios, fué excesivamente dadivoso, cometiendo
infinitas disipaciones, con la prodigalidad
que le ha hecho tan célebre.
Entre las f|ne pudieran llamai-se >ne7-cef7es En-riqueñas,
se cuenta la del islote de Montaña Clara,
al norte de la Graciosa, hecha á J u an de León
Monguía (hermano de aquella D.* Bernardina de
Cabrera); la Alegranza, ásu gobernador Diego
de Cabrera Leme, y la Graciosa, al Cabildo de
Lanzarote, para propios, &. Esto debió tener lu-"
gar antes del año 1598. La vega de Tahicbe fué
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y FUERTEVENTURA ^''
cedida á un tal Gutiérrez, que habiendo encontrado
en las riberas del mar una gran pella de
áoabar gris, y quisiera usurpársela el marques
(de lo cual se quejó el Gutiérrez en Madrid), obtuvo
despacho en su favor, y por esto D. Agus-t
in hubo de cederle aquella vega en. pago de
la referida droga, con más una parte de la dehesa
de Yó y del cortijo de Inaguadén, con otros,
territorios.
XLV
MUERTE DEL. PRIMER MARQUÉS
Los isleños solían quejarse por este tiempo
de la tirantez del impuesto de quintos, y se aseguraba
que Pedro de Ponte, suegro del marqués
(fundador del mayorazgo de Adeje, en Tenerife),
había enviado á decir con un criado a su yerno
el D Ao'ustín que procurase tomar la contrilmcton
de quintos, dando á éstos la posible extensión, para no
dejar criar demasiado pelo á sus vasallos. Poro tanto
los de Lanzarote, como los de i uerteventura,
se sublevaron contra tales impuestos, cuyas quejas,
sofocadas por de pronto, hicreron algún rui-do
más adelante. , TT r i i
Ahora volvamos al marques.Una enfermedad
crónica acabó su vida en Tcgmse, a b de Febrero
de 1598. Su vida fue una sene de hechos
valerosos que ha elogiado la historia desapasio-nadamente.
, .. j
D Agustín dejó un hijo, de su mismo nombre,
como antes dijimos, que contaba cuatro
años de edad, legítimo y único sucesor habido
en su matrimonio con D.^ Mariana Enriquez,
quien por este tiempo vivía en la Corto a pretexto
de dar educación á su hijo, pues en realidad
loque so proponía esta señora era evitar su
destierro en Lanzarote.
Tan pronto como D.* Mariana supo la muer»
te de su marido (1598), pasó ú Lanza rot(í y to
mó posesión del estado, en calidad de tutoradel
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6 8 HISTOBIA DE LANZABOTK
nuevo marqués.
XLVI
DISPÚTASE EL DERECHO DE SUCEDER
AL PRIIVER MARQUÉS
Mienti-Eis tenían lugar estas ceremonias, gestionábase
en la Madera por D.'' Juana de Herrera y
gu marido sus pretensiones al estado. Trasladáronse
á Lanza-ote y pidieron á Canaiia un juez
ejecutor para inventariar los bienes y constiuir-los
en depósito.
D.* Marrana, la marquesa twtora, había propuesto
de«de 1604 cierta transacciór>que al interr-tarse
produjo terribles di-^cnsiones. Llegó el caso
en que esta señora probó con un- i'uiioso número
de testigos qtíe la D.* Juama de Henei-a era hija
legítima de Teodoro Espelta, y no del marqués
íai marido; y la D,* Juana á su vez,, hizo en la?
Madera la indecorosa informacrón en la que se
pi-etendía demostrari-, con ocho toh-tigos contestes,
no haber sido nunca repu-tado hijo del difunto
marqués el niña de D.*"^Marrana Eniíquez, sino
de otra persona diferente. Declararon en esta
probanza, segútt escribe un eclesiástico, alguna»
monjas y beatas.
Él marquesito adelantaba en años, pero no en
virtudes. La mala educación y falta de experiencia
en los negocios, unido esto ala circunstancia
de vivir en un país cuyo clima predispone álas^
discusiones litigiosas, hizo turbulento en Lanza-rote
el período de tiempo- durante su vida, dando
principio con la cuestión de los quintos que el
pueblo juzgaba arbitrarios, cuestión que terminó
por fa7orable sentencia, declarando no haber lugar
al cobro exigido.
De esta suerte las disputas calmaron un tan*
to, entre ellas esa especie de guerras civiles que
hacia un siglo subsistían en las dos lineas Saave-d/
a de Faerteventura y Lanzarote, como otra»
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Y FXJEETBVENTÜHA ()í)
rasas de York y de Lancáster: nuestras rosas-blanca
y roja.
En 1611, la marquesa D.^ Mariana concluyó,,
como tutora de su hijo, con D. AiKlrés Lorenzo-
Arias de Saavedra (marido de DJ" María Moiica)
un armisticio ó escritura de transacción en que
se exceptuaba tan sólo el litigio sobre la jurisdicción
de Fuerteventura y su capitaniageneral,
Pero acto continuo, los Señores de Fuerteventura,
por derectroderepresalia, pensaron apoderar'
»e del gobierno délas armas de Lanzarote, ácausa
de la minoridad del marqués II.
Para roiuperse las hostilidades bastó un frivolo
incidente. Había comprado D. Andrés Lorenzo-el
islote Alegranza, y al pioponerse tomar posesión
de éste, se le opuso vigorosamente la D.'^
Mariana Enriquez. No fué preciso más.
Pero esto na afectaba tanto á Lanzarote como
el concurso de acreedores (|ue se había der.pobla-do
sobre el es-tado, pues el primer marqués había
dejado más de oO.doO pesos de deudas, y estas
deudas habían sido aumentadas por el segundo.
XLVII
SE FRAGUA UNA SOLEMNE FUNDACIÓN
Eran tales las exigencias de los acreedores,
que la I).* Mariana Enriquez habla tenido que
hacer varios suplementos de su misma dote y pa-trimonio
para cubrir aquellas deudas; sin embargo,
ella se dio tales trazas que logró eludir la acción
de los acreedores: aparentó que su marido
le había hecho una vinculación.
Para esta maniobra política supo aprovecharse
la astuta D.^' Mariana de la habilidad de un
tal Francisco Amado, criado suyo. Pasaba éste
por su primer ministro, y eiercia el oficio de Escribano
de guerra y del Ayuntamiento de la isla.
Entonces, parece que abusando de la facultad
real que había obtenido el primer marqués pa-
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7 0 HISTOEIA DE LANZAHOTE
ra erigir en mayorazgo los bienes del estado^ facultad
de que no se había querido hacer uso en
tiempo, Amado fingió una solemne fundación^ con
fecha 7 de Octubre de 1576, que autorizó con lo&
nombres de Rodrigo dt- Barrios, un criado mayor
del joven marqués (que siendo nombrado Eá-cribanOr
nunca había ejercido este cargo) y de
Juan Saavedra, labrador y pescador de Haría.
D.*MarianaEnríquezenvió a l a Corte áFrancisco
Amado flGll) con sus instrnceione& para
obtener nuevas facultades, á fin de vincular el
estado, cuyas pretensiones iban recomendadas de
quince cajones de azúcar y varias confituras para
el duque de Lerma, famoso primer ministro de
Felipe n i , y pariente de la casa de Lanzarote.
Pero después de una larga estancia en la Córte„
volvió Amado á Canarias con las manos vacias.
El favorito de la marquesa que le había prestado
servicios á trueque de quebrantar su fé, tuvo
más tarde la desgracia de ser arrestado bajo pretexto
de haber desmantelado el castillo de Gua-napaij,
y usurpado cierta porción de madera de -
positada en él, pues se había vuelto demasiado
altanero, creyéndose hombre muy necesario. Sus
quejas contra los Señores escandalizaban la isla,
y al fin murió lleno de miseria.
XLVIII
DESIGNIOS D£ DOÑA MARIANA ENRÍQUEZ
Hallándose en Canaria el marquesito, cayó
giavemente enfermo, al extremo de ser desahuciado
de los médicos. Con su muerte iba á resultar
que su madre sería la heredera legitima
del estado de Lanzarote, por componerse éste de
bienes libres, lo que consoló un tanto á la pobre
señora. Pero,como mujer ambiciosa,no pudo ocul*
tar cuanto le lisonjeaba su próxima suerte. Hasta
hubo de persuadir en secreto a su hijo, que
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Y FUERTEVENTUEA 7«1 ' -
entonces tenía doce años, para que toniase el
hábito (le San Francisco. Mas aunque el joven
D. Agustín era imbécil, devoto y pusilánime,
por carcáctery educación, no era a la verclaütan
supersticioso, ni tan falto de sentido común, que
dejase de comprender el absurdo; asi es que tuvo
bastante presencia de ánimo para resistii a
las sugestiones de una madre imperiosa, y para
preferir el Señorío de su tierra,que Dios le liabia
conñadc, a l a austeridad de la capucha, parala
que no se hallaba con vocación.
Mas, la marquesa, sin desistir de sus agradables
ilusiones, procuró con cuantas razones
pudo convencer á su hijo, si a obtener íruto alguno,
no sin cometer la imprudencia de revelar
la verdadera libertad de que gozaban los bienes
del Señorío de Lanzarote.
Esta Señora dejó en el país recuerdos mu>
poco gratos. Se atrevió á desmantelar el casti-lio
de Guanapay, y enagcno parte ¿^ ^u ai i-
Hería al Ayuntamiento de Canana; a cuya isla
fué transportada, dejando de esta «^J^e ¿ in de
fensa á Lanzarote; é hizo ^^^^'^^^ P^^ ^^^Xant
de la vara de alguacil mayor ^^^ ^f . f ^^^^¿^^^^ig
tan Diego de Brito y Lugo, dándole tamb en
otras facultades y preiTOgativas. Ademas xendio
terrenos é hizo cuantiosas donaciones er la mi^-
ma isla de Lanzarote y en la deFueiteventma
distinguiéndose su lamentable gobierno como
flaco y ruinoso.
XLIX
NUEVA IRRUPCIÓN DE LOS BERBERISCOS
Quedaba que experimentar á la isla de Lanzarote
un nuevo golpe que le tenían preparado
sus enemigos. Una armadilla de berberiscos y
de turcos, compuesta de GO velas, al mando de
Jabáu Arráez y Solimán, hizo un desembarco
do 5000 hombres en esta isla. Esto tuvo lugar
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7 í mSTORIA DE I.ANZAROTE
él día í." de Mayo de 1618.
Los enemigos se dirigieron en el acto hacia Te-guise,
á cuj'a villa tuibistieron furiosamente ei
día 2, entregándose al más horrible saqueo, pues
sus habitantes habían huido en masa ante aquel
imponente ejército. Algunos de esos infelices no
pararon hasta transportarse á la inmediata isla da
Fuerteventura. Los marqueses de Lanzarote, después
de confiar al arcediano Brito un baúl lleno
•de papeles que constituían su archivo y todo su
tesoro, que se reducía á tres talegos de dinero,
buscaron seguro leíugio en el cortijo de Inigua-den.
Los demás habitaiites corrieron despavoridos
á ocultarse en grutas, }• principalmente en la ancha
caverna de las Verdes, cerca de Haría.
Mientras todos huían escapando la vida, los
argelinos robaban lo más precioso que encontraron,
y luego pusieron fuego á los principales edificios
de aquella villa, pereciendo los templos en
el incendio, los conventos, casas particulares y
los archivos. Y cuando dejaron reducida á cenizas
aquella trií^te capital, sabiendo que una gran
parte de los habitantes se hallaba refugiada hacia
la banda de Haría, se dirigieron á este valle ei
•dia 3, en su persecución.
Reconocieron la boca ó entrada de la cueva de
los Verdes, peio no se atrevieron á penetrar eu
ella, por lo cual convinieron bloquearla, en la
creencia de que la falta de víveres haría salir
de allí á los desgraciados paisanos. Pero no sabían
los argelinos que los refugiados recibían todo
género de socorros por una especie de salida
secreta que existe hacia la orilla del mar. Cuéntase,
pues, que ese tal Francisco Amado, dueño
de las casas y archivos de la escribanía pública
que los enemigos incendiai-on, había caido en manos
de éstos, y que amenazado de muerte, hubo
de revelarles el sitio en que se encontraba
la salida secreta de aquella caverna.
Semejante fragilidad de tan infame traidor,
I
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Y FUERTEVEXTVIIA 73
fuó causa do q