PREHISTORIA - ARQUEOLOGÍA
¿Es el poblamiento de Lanzarote
y Fuerteventur a tan antig uo
como se está proponiendo?
Una reflexión desd e la Geoarqueologí a
CONSTANTINO CRIADO HERNÁNDEZ
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1. Introducción
En los últimos años parece existir una tendencia creciente, aun-que
aún minoritaria, a considerar que los primeros habitantes de las
Islas Canarias llegaron a éstas en fechas anteriores a las hasta ahora
admitidas. Parte del gran público ve un cierto demérito en el hecho
de que las poblaciones aborígenes de las islas arribaran en fechas
relativamente cercanas al inicio de la Era Cristiana, sin planterse
que los hechos históricos se producen cuando se producen y no
cuando pensamos que deberían haberse producido.
Las incognitas que aún rodean el primer poblamiento de Cana-rias,
unidas a posicionamientos de carácter político, generan que
sea éste un tema polémico sin que por ello la controversia produzca
el ambiente intelectual y científico favorable para la resolución de
aquellas. En este sentido, creemos que la comunidad científica debe
ser la primera en intentar establecer un ambiente de sosiego en
el que seguir aportando nuevos datos al conocimiento de nuestro
pasado.
En esta breve nota vamos a realizar un repaso por una serie de
trabajos recientes realizados por diferentes autores; los datos que
ellos aportan han llevado a considerar, que existen pruebas sufi-cientes
para retrotraer la fecha de la primera arribada del hombre
a las islas orientales. Sin embargo, tal y como expondremos a lo
largo de esta nota, las pruebas de tales arribadas –al menos por el
momento– no son concluyentes. Por ello no nos parece convenien-te
que se publicite -tanto en medios de comunicación como en
exposiciones científicas– como seguro y probado un poblamiento
antiguo para las islas, lo que en justicia no es sino una hipótesis
pendiente de comprobación.
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Constantino Criado Hernández
2. El poblamiento seguro de Lanzarote y Fuerte-ventur
a
La dataciones disponibles para la isla de Lanzarote han sido obte-nidas
en el yacimiento de El Bebedero, siendo la más antigua de 30
a.C. En este yacimiento se ha datado una ocupación continuada desde
el siglo I a.C. hasta el XIV d.C. (Atoche et al., 1995; Criado y Atoche,
2003).
La isla de Fuerteventura cuenta con más yacimientos prehistóricos
datados. La más conocida es la cueva de Villaverde, que ha dado un
registro que abarca desde el 220 d.C. hasta el 1350 d.C. (Cabrera, 1993;
Hernández & Sánchez, 1990). Además, Onrubia et al., (1997) apor-tan
una datación más antigua para el yacimiento arqueológico de Agua
Oveja (1830 ± 70 B.P.; Gif-9068). Así pues las dataciones de 14C más
antiguas para la prehistoria majorera nos sitúan un inicio del pobla-miento
retrasado entre 200 y 250 años respecto a la fecha más antigua
obtenida en la vecina isla de Lanzarote.
3. ¿Pudieron poblarse estas islas durante o a fina-les
de la última glaciación?
En 1997 F. García-Talavera publicó un artículo en la revista Eres
con el título de “Las Canarias Orientales y vecina costa africana en el
Holoceno”. En él se planteaba la posibilidad de al menos dos arribadas
poblacionales: la primera acaecida durante el último máximo glacial y el
Tardiglaciar (18.000-11.000 B.P.), y la segunda en torno al 4.500 B.P.
No vamos a adentrarnos en cuestiones de carácter prehistórico, dado
que no es nuestra especialidad; nos limitaremos a analizar los datos que
justifican una primera arribada desde una perspectiva geoarqueológica.
La primera cuestión a plantear es el desfase cronológico entre el
máximo glaciar –que genera la mayor amplitud de la regresión marina-y
la posible llegada de contingentes humanos a las islas orientales. Así,
todos los autores señalan que el mínimo nivel marino se produjo hace
unos 18.000 B.P. cuando el nivel del mar se situó a cotas que oscilaban
entre –100 y –152 m (Pirazzoli,1996). Con un nivel marino regresivo,
las plataformas continentales –tanto la del Sáhara como las insulares–
¿Es el poblamiento de Lanzarote y Fuerteventura tan antiguo como se está proponiendo?
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quedarían emergidas; las consecuencias geomorfológicas evidentemente
favorecerían un poblamiento temprano ya que el canal entre la costa
del Sáhara y las islas de Lanzarote y Fuerteventura se reduciría a unos
60 km, al tiempo que éstas constituirían una única isla de alrededor
de 5.000 km2; pero, claro ésta, esta situación se produce a finales del
Pleistoceno y no en el Holoceno. De esta manera, para las fechas que
se proponen para este poblamiento precoz, la distancia a salvar entre
África y las islas se habría incrementado considerablemente y si damos
por válidas las curvas de ascenso del nivel del mar aportadas por varios
autores (Goudie, 1995), muy probablemente la Bocaina –el canal que
separa el sur de Lanzarote del norte de Fuerteventura– habría sido in-vadida
por el mar y la gran isla oriental habría devenido en dos islas de
menor tamaño.
Sin embargo, la pregunta clave es: ¿existen pruebas de este pobla-miento
precoz? Creemos que por el momento no existe ninguna evi-dencia
contundente de estas arribadas. García-Talavera afirma haber
encontrado útiles líticos en la zona del Istmo de La Pared en Fuerte-ventura,
descansando sobre un nivel arenoso rico en restos de molus-cos
terrestres y nidos de Antóphora; para él dicho nivel fosilífero sería
equiparable al datado en 9.500 B.P. por otros autores (Petit-Maire et
al., 1987), aunque niveles similares con idéntica fauna han sido data-dos
por la técnica de 14C en > 30 ka, 26 ka, 17 ka, 14 ka, y 9,8 ka, y 9,3
ka. (Criado y Hansen, 1994 y 2000). Es decir, la única presencia de
este nivel fosilífero no nos parece un argumento válido para asignarle
una cronología precisa.
En cualquier caso, el que los útiles líticos aparezcan encima de di-cho
nivel no presupone para nada que tengan su misma antigüedad o
que hayan sido depositados inmediatamente después. El hecho de que
no aparezca ninguna capa en posición intermedia entre los fragmentos
líticos –localizados en superficie– y el nivel con fósiles, puede deberse
a que ésta nunca haya existido o, lo que es más probable, a que haya
desaparecido como consecuencia de la importante acción eólica que
se registra en esa zona. De forma general, en las regiones desérticas
es bastante común la mezcla de componentes arqueólogicos debida a
los procesos eólicos. En este sentido Rapp & Hill (1998) realizan la
siguiente afirmación:
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Constantino Criado Hernández
Where stratified sequences of artifacts bearing sediments exist initially, ero-sion
can remove the matrix a process that permits the collapse of the sequences
and the mixing of archaeological components (p. 54).
In addition to these depositional features, erosional features caused by de-flation
can remove fine material and leave lag deposits, including artifacts.
While finer particles are deflated away, deflation-lag concentration of coarser
particles can form on the surface (p. 55).
Es decir en determinadas condiciones de clima árido, bajo fuertes
condiciones de erosión eólica, el transporte selectivo de material fino
produce la concentración de material grosero que puede quedar mezcla-do
con fragmentos gruesos de niveles más profundos. Es este un pro-ceso
bien conocido en geomorfología de zonas áridas y es uno de los
caminos que puede conducir a la formación de un pavimento pedregoso
(también conocido con el nombre de reg o stone pavement). Es también
el problema fundamental que tienen los arqueólogos en el Sáhara, don-de
toda la seriación arqueológica está en un mismo plano.
Si analizamos las condiciones morfogenéticas del área del Istmo de
La Pared concluiremos que no son éstas las más idóneas para la conser-vación
de las secuencias arqueológicas; el índice de aridez de la UNEP
–calculado sobre los datos del aeropuerto del Matorral– da un valor de
0,07 encuadrable dentro la zona árida (Criado, 2005), constituyendo,
por tanto, un área proclive al desarrollo de las acciones eólicas. Los re-gistros
del ITC para los años 87 y 88 dan una velocidad media del vien-to
de 7,7 m/s en la zona del Istmo de La Pared (Torres, 1995). Lettau &
Lettau (1978), en su estudio acerca de los umbrales de velocidad nece-sarios
para el movimiento de arenas con diámetros comprendidos entre
125 y 177 μm, llegan a una serie de conclusiones; así, las mediciones de
viento realizadas a 0,63 m sobre el suelo muestran que el movimiento
era muy escaso con valores inferiores a 4 m/s, entre 4 y 5 m/s comenzaba
a haber reptación, por encima de 5 m/s había algún salto y por encima
de 5,5 m/s el movimiento era uniformemente fuerte. Por otra parte,
conociendo la altura a la que se han efectuado las mediciones de viento
estamos en condiciones de calcular la velocidad a la altura que estamos
considerando (0,63 m) a partir de la ecuación:
¿Es el poblamiento de Lanzarote y Fuerteventura tan antiguo como se está proponiendo?
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V=Vo ( h/ho )
Siendo V la velocidad que queremos calcular, Vo la velocidad medida
a altura standart (en nuestro caso era 7,7 m/s tomada en anemómetro
situado a 10 m), h la altura para la que estamos haciendo el cálculo (0,63
m) y ho la altura a la que se tomó la velocidad. es el factor de rugosidad
que para sustrato arenoso vale 0,13.
Luego:
V= 7,7 (0,63/10)0,13
V= 5,3 m.s-1
Es decir, utilizando el dato de velocidad media, estamos en condicio-nes
de afirmar que las velocidades del aire en las cercanías del suelo son
ya suficientes para provocar el desplazamiento de la arena, máxime si te-nemos
en cuenta que los análisis granulométricos que hemos efectuado
sobre las arenas de nebkhas del jable del Istmo de La Pared muestran un
claro predominio del calibre 177 μm.
La conclusión a la que podemos llegar es que no existen pruebas
suficientes para afirmar que haya habido una arribada muy temprana de
pobladores a la isla de Fuerteventura. La valoración del contexto morfo-genético
apunta a que puede haber sido la intensa deflación eólica, ha-ciendo
desaparecer los materiales arenosos del primitivo sustrato, la que
ha puesto en contacto niveles fosilíferos no datados, pero presumible-mente
antiguos, con artefactos líticos de posible adscripción aborigen.
4. ¿Llegaron los ovicápridos a Lanzarote entre el
10000 a.C. y el 5000 a.C.?
Tal afirmación aparece en un artículo publicado recientemente y ti-tulado:
Geoarchaeological and chronometrical evidence of early occupation on
Lanzarote (Canary Islands (Zöller et al., 2003). El trabajo esencialmente
es un intento de datación de secuencias de paleosuelos y sedimentos a
partir del uso de la termoluminiscencia (IRSL).
Dado los objetivos de la revista donde publico esta nota obviaré los
contenidos de la primera parte del artículo y me centraré exclusivamente
en los resultados extraídos del estudio de los cortes Guatiza I y Guatiza
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Constantino Criado Hernández
II. El corte Guatiza I, con una potencia de 3,20 m, muestra una capa
de tephra basáltica de 15 cm de espesor, a una profundidad entre 2,15
y 2,30 m. Este nivel piroclástico descansa sobre un depósito fechado en
5,12 ± 0,57 ka, al tiempo que a techo aparece otra capa similar datada
en 4,33 ± 0,48 ka. Si damos por buenas estas fechas, la capa de tephra
tendría una edad Holoceno Superior y asumiéndola como un depósito
de ash-fall (piroclastos de caída) se correspondería con una erupción
próxima, sugiriendo los autores su posible pertenencia al grupo de la Co-rona.
El corte Guatiza II, de 11,30 m de potencia ha dado una edad de
10,2 ± 1,37 ka para una capa situada entre 6,65 y 7,70 m de profundidad;
más cerca de la superficie, entre 4,9 y 5,10 m se ha encontrado el hueso de
ovicáprido –que no ha podido ser datado dado su bajo contenido en colá-geno–
y el atípico contenido 13 C de los huesos de ovicáprido. Las capas
suprayacentes al resto óseo no han sido datadas, pero se ha supuesto que una
capa de tephra que aparece a una profundidad de 2,30 m –la misma que en
el corte de Guatiza I– es equiparable a la anterior, por lo que los restos serían
anteriores a 5,12 ka y posteriores a 10,2 ka. Es decir, los ovicápridos habrían
arribado a Lanzarote en un momento acaecido entre el 8000 a.C. y 3000
a.C., luego siendo difícil que llegaran por sus propios medios, su presencia
equivaldría a una evidencia del poblamiento humano.
Este artículo ha sido replicado por un equipo formado por investi-gadores
del archipiélago (Carracedo et al., 2004). Una de las principales
objeciones es que, según dataciones de Ar40/Ar39, la erupción de La Co-rona
acaeció en 20,7 ± 6,5 ka (Carracedo et al., 2003), lo que encajaría
con el desarrollo de los amplios tubos volcánicos, hoy sumergidos, pero
desarrollados en un ambiente subaéreo coincidente con la amplia regre-sión
marina derivada del último máximo glaciar; con respecto a la capa
de tephra usada como nivel guía, el equipo canario considera que no es
una capa de ash- fall (piroclastos de caída) sino que ésta se ha formado
por el arrastre torrencial de materiales piroclásticos desde unos relieves
próximos. Otra objeción viene dada por la consideración del material
datado por Zöller et al., como un loess, siendo más bien el resultado de
una alteración de piroclastos basálticos de granulometría fina. Sin em-bargo,
la principal crítica al trabajo de Zöller et al., deriva de la presen-cia
de restos de cerámica popular (histórica) en el mismo nivel (fBvC)
donde ha aparecido el hueso de ovicáprido que ha servido para retraer el
¿Es el poblamiento de Lanzarote y Fuerteventura tan antiguo como se está proponiendo?
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poblamiento de la isla en varios miles de años, y que, obviamente, pone
en cuestión la validez del método de datación aplicado a las estratigra-fías
recientes de nuestras islas.
A la réplica le ha seguido una contrarréplica sobre la que no vamos a
entrar en detalles (Zöller et al., 2004), pero en cualquier caso las preten-didas
evidencias sobre el poblamiento temprano de la isla, no parecen
reposar en datos sólidos sino en argumentos claramente rebatibles desde
el plano geoarqueológico y arqueológico.
5. ¿Se pobló Fuerteventura en el segundo milenio
ant es de Cristo?
Esta posibilidad es planteada por Onrubia et al. (1997) en su interesante
trabajo titulado Paleoclimatología y presencia humana holocena en Fuerteven-tura.
Una aproximación geoarqueológica. En él analizan y datan la estratigra-fía
de varios yacimientos arqueológicos de la isla de Fuerteventura.
Dichos autores efectuaron un detallado análisis geocronológico de
una secuencia situada en la desembocadura del Barranco de la Monja.
Ésta comprende una capa inferior de limos arcillosos; sobre ella se sitúa
un beach-rock del Erbanense1 antiguo cuya base ha sido fechada en 4350
± 50 B.P. (Gif-9058) y la parte superior en 3960 ± 70 B.P. (Gif-5346);
encima se encuentra un estrato aluvial con cantos basálticos y de almagre
conteniendo un resto óseo de ovicáprido y, por último, aparece un con-glomerado
marino con grandes clastos jandíenses y clastos del aluvión,
adscrito al Erbanense final y datado en 1420 ± 40 B.P. (Gif-9061).
Según los autores el estrato aluvial puede tener relación causal con
episodios de escorrentía fechados en el interior de la isla, al suroeste de
Lajares en 3300 ± 100 B.P., que pueden vincularse al deterioro de la frágil
cubierta vegetal debido al impacto antrópico (Rognon & Coudé-Gaussen,
1987). Es decir, con mucha prudencia se sugiere la posibilidad de un po-
1 El nivel Erbanense ha sido definido por el Dr. J. Meco et al., (1997) a partir de un
exhaustivo estudio desarrollado en la isla de Fuerteventura y Lanzarote y que ha con-tado
con un elevado número de dataciones de 14C. De los datos obtenidos concluye
que durante el Holoceno se han producido dos pulsaciones transgresivas: el Erbanense
antiguo alrededor de 4 ka B.P. y el Erbanense final después de 2 ka B.P.
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Constantino Criado Hernández
blamiento de la isla en fechas anteriores al 1300 a.C. Serían estas primeras
poblaciones, que traerían consigo los ovicápridos responsables del deterioro
de la vegetación, las favorecedoras de la formación de bolsadas aluviales in-tercaladas
entre ambos episodios de la pulsación marina Erbanense.
Sin embargo, es necesario preguntarse: ¿existen realmente pruebas de
este poblamiento en el segundo milenio antes de Cristo? a nuestro jui-cio,
la contestación es que no las hay. El hecho de que la bolsada aluvial,
en la que se incluye el fragmento óseo de ovicaprino, no haya podido ser
datada por métodos isotópicos sólo permite configurar una cronología
relativa de la misma. Así, sabemos que dicha capa aluvial descansa sobre
un depósito marino del Erbanense antiguo– fechado entre 4350 ± 50
B.P. y 3960 ± 70 B.P– y que está coronada por otro depósito marino
del Erbanense final datado en 1420 ± 40 B.P., pero ello no demuestra
que las acciones fluviotorrenciales responsables de la deposición aluvial
sean inmediatamente posteriores al depósito del Erbanense antiguo,
sino que simplemente son más modernas. Es decir, si bien el hallazgo
es interesante, no deben alcanzarse conclusiones precipitadas, ya que los
riguroros datos aportados sólo demuestran que la isla sufrió un episodio
de torrencialidad una vez ya había sido poblada en un momento no
precisable pero, sin duda, acaecido después del 3960 B.P. (1960 a.C.) y
antes del 1400 B.P. (600 d.C.).
6. Conclusiones
Así pues los trabajos aquí reseñados, si bien aportan puntos de vista
interesantes y novedosos, pese a utilizar algunos de ellos técnicas de aná-lisis
rigurosas, no proporcionan las evidencias necesarias para modificar
las fechas admitidas para el poblamiento de Lanzarote y Fuerteventura.
No quiere ello decir que la arribada de las poblaciones pre-europeas de
Canarias no haya podido producirse con anterioridad, sino que, por el
momento, no hay pruebas concluyentes que permitan confirmarlo.
Los contextos geoarqueológicos no son nada claros y tal y como hemos
expuesto no resisten una crítica razonada. Es obvio que la investigación
arqueológica debe continuar; particularmente se hace necesario estudiar
exhaustivamente aquellos yacimientos que presenten estratigrafía -utili-zando
técnicas de datación absoluta- y que, muy posiblemente, sean los
¿Es el poblamiento de Lanzarote y Fuerteventura tan antiguo como se está proponiendo?
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que permitan ahondar en la cuestión de cuando se produjo el primer po-blamiento
y si éste estuvo relacionado con pueblos navegantes del ámbito
mediterráneo. Mientras tanto debemos conformarnos con las evidencias
seguras debiendo volcar nuestros esfuerzos en encontrar otras que las cer-tifiquen
o modifiquen. Además se debe ser muy prudente con las con-clusiones
que se pueden alcanzar y evitar lanzar mensajes que generan
confusión en una sociedad que desea conocer más acerca de su pasado.
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