MATERIALES PROCEDENTES DE FUERTEVENTURA
DEPOSITADOS EN EL MUSEO CANARIO.
APROXIMACIÓN A SU ESTUDIO, RELACIONES
Y PARALELISMOS.
CARMELO ACOSTA SOSA
MARGARITA CEJUDO BETANCORT
J. JORGE MIRANDA VALERÓN
Ha sido nuestro propósito realizar un ensayo de aproximación sobre
la Prehistoria de Fuerteventura, tomando como referencia los
materiales depositados en El Museo Canario, estudios que a nuestro juicio
se han encontrado estancados hasta tiempos recientes. Las investigaciones
sobre el particular se han centrado, principalmente, en las islas
centrales, dada la conocida espectacularidad arqueológica de éstas, quedando
relegadas las llamadas «islas menores» a un segundo plano, en
donde el predominio del exotismo arqueológico ha marcado la pauta de
hipótesis y estudios sobre el pasado aborigen.
Analizando las diferentes etapas por los que ha atravesado la arqueología
del archipiélago podemos observar que las investigaciones sobre
el pasado majorero siguen, aunque con algunas aportaciones nuevas,
siendo escasas y no variando mucho el cuadro ofrecido por los cronistas
e investigadores decimonónicos. A las etapas propuestas por el
profesor Pellicer' y a otros autores para la arqueología canaria, nosotros
proponemos tres para la isla de Fuerteventura:
La primera etapa estaría marcada por las exploraciones de S. Bert-helot,
R. Vemeau y Ramón F. Castañeyra, que supuso para ésta el descubrimiento
de valiosos yacimientos y su entrada en la historia de las
investigaciones prehistóricas.
Una segunda surge a raíz de la creación de las Comisarías Provinciales
de Excavaciones Arqueológicas, que en definitiva viene a significar
el arranque de estos estudios y el hallazgo de numerosas estaciones
arqueológicas.
Finalmente, la tercera etapa estaría presidida por la realización de
la carta arqueológica de la isla y las primeras excavaciones con cierto
rigor científico, a la sombra del recién aparecido Departamento de Pre-
1. PELLICER, Manuel. Panorama y perspectivas de la arqueología canaria. Revista
de Historia de Canarias. Tomo XXII, 1968-69, n.° 157-164.
205
historia y Arqueología de la Universidad de La Laguna. No obstante,
destacaremos en este período dos fases; caracterizadas, la una por estudios
parcelados y descriptivistas, y la otra, actual, en la que se intenta
que la arqueología sea un medio más que un fin, apoyada además en
otras disciplinas con las que poder reconstruir mejor el pasado aborigen
majorero.
BREVE DESCRIPCIÓN DE LOS MATERIALES.
Antes de pasar al estudio de los materiales, actualmente depositados
en El Museo Canario, conviene precisar algunos aspectos relativos
a la procedencia de los mismos. Por un lado, como consecuencia de las
exploraciones llevadas a cabo durante la segunda etapa antes citada,
nos encontramos con que casi la mitad o más de los materiales expuestos
y depositados no hacen referencia al contexto cultural del cual fueron
extraídos, lo que viene a agravar el panorama de la investigación, y
por otra parte, los estudios que de los mismos se hicieron contribuyen a
descontextualizarlos y, literalmente, secuestrarlos de la propia realidad
histórica de la isla; entendiendo en todo caso que esa separación responde
a tratamientos ideológicos interesados ^
Constan los objetos cerámicos depositados en El Museo Canario de
32 piezas enteras y numerosos fragmentos de diversa procedencia: Bco.
Janey, Tuineje, Bco. de La Torre, Pozo Negro, Jandía, El Concejo, La
Oliva, Tisajoyre, Lomo Gordo, Rosita del Vicario, La Antigua, etc.,
destacando los tipos globulares, semicirculares, ovoides y troncocóni-cos;
con decoración a base de incisiones paralelas, verticales, puntillados,
geométricos, etc., acanalada de tipo vertical fundamentalmente y
ungulada, cubriendo normalmente la zona del borde y parte de la panza,
ocasionalmente alcanzando el fondo y rara vez el interior de la pieza.
El tipo de cocción observado es la oxidante, en mayor proporción
que la cocción reductora, contrariamente a lo afirmado en otro lugar^.
En cuanto al material lítico está representado por un molino circular
completo y el moliente de otro, ambos con decoración. Junto a estos
existen numerosas lascas y «tafiagues» procedentes del Bco. de La Torre
y Cueva de los ídolos.
2. JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Sebastián, Cerámica neolítica de las islas de Lanzarote y
Fuerteventura. Revista El Museo Canario, año VII, n." 20, p.p. 47-77.
3. GONZÁLEZ ANTÓN, Rafael. Las Cerámicas aborígenes canarias. Colección La
Guagua, n." 17, Las Palmas.
206
o
—J
«Tabajoste decorado con incisiones» (Fuerteventura).
[Foto; Guillermo Rivera. Archivo Fotográfico Museo Canario.]
La presencia de restos óseos es prácticamente nula, existiendo, entre
otros, solamente una espátula realizada sobre hueso de cabra, un
punzón bastante tosco obtenido de una tibia de cabra, con pulido realizado
solamente en el extremo aguzante de la pieza. Por último, un fragmento
de cuerno perteneciente a un cáprido, con una ranura practicada
longitudinalmente en donde posiblemente irían insertados lascas de
piedra, a modo de dientes de hoz (halladas estas piezas en la Cueva de
Punta Goma, La Antigua) y un collar con cuentas de huesos y restos
marinos.
Finalmente, el material malacológico está constituido por cuentas
y colgantes de formas cuadradas y rectangulares, con perforaciones unas
y acanaladuras otras.
CARÁCTER SOCIAL DE LOS MATERIALES.
Al margen de los estudios tipológicos ya tradicionales sobre el tratamiento
de los materiales nuestra intención está fundamentalmente
encaminada a averiguar el carácter social de los mismos, es decir, no
considerar al material como un «sujeto» sino como parte de un contexto
socio-cultural. Así la cerámica se debe considerar como un objeto
indispensable para las necesidades y tareas cotidianas de los antiguos
aborígenes ya que éstas servían como recipientes para agua, leche, almacenamiento
de manteca, tanto para la alimentación como para remedios
medicinales'', y finalmente, como apunta Demetrio Castro,
servirían para guardar el grano ^.
Relacionado con esta función hay que destacar el papel jugado por
la mujer aborigen en la economía. «Ante todo, tiene a su cargo el cuidado
de los niños. Menguada así su libertad de movimiento, está más ligada
al campamento u hogar; en consecuencia, tiene que preparar los alimentos,
mantener vivo el fuego e incluso construir la vivienda. Por lo
general coopera también en la obtención de la comida dedicándose a la
caza de animales pequeños y principalmente a la recolección de vegetales
en las cercanías del hogar..., la manufactura de vestidos y de instrumentos,
tejidos, alfarería, etc., que principalmente ella misma va a utili-
4. ABREU GALINDO, Fr. J. Historia de la conquista de las siete islas de Canaria.
Goya Ediciones, 1977, p. 57.
5. CASTRO ALFIN, Demetrio. Historia de las Islas Canarias (Del descubrimiento a
la conquista). Editora Nacional, 1983, p. 94.
208
o
[Foto:
«Molino circular labrado» (Fuerteventura).
Guillermo Rivera. Archivo Fotográfico Museo Canario].
zar»*. Este tipo de actividad implica en principio una división
del trabajo entre ambos sexos, permitiendo que el hombre se dedique a
otro tipo de tareas, que en el caso de Fuerteventura es básicamente la
ganadería, lo que no excluye que también existiera algún tipo de agricultura,
faena ésta que pudo estar compartida con la mujer; hipótesis
perfectamente aplicable, con sus variantes insulares, al conjunto del Archipiélago.
Ahora bien, esta división rudimentaria del trabajo técnico
no implica el ejercicio de un oficio determinado con exclusión de los
otros, sino en el desarrollo de una capacidad especial en este oficio'.
La piedra, primera materia inagotable, en principio servía exclusivamente
para confeccionar desde tiempos inmemoriables los útiles y las
armas de las cuales tenía necesidad el hombre; que en el caso de Fuerteventura
está representado fundamentalmente por lascas y «tafiagues»,
junto a los molinos antes citados, planteándose iterrogantes referidos a
su función, y en este sentido la utilización de los molinos circulares
para molturar granos es determinante, aunque la actividad agrícola es
negada o silenciada por la mayoría de los autores cuando hacen referencia
a la isla de Fuerteventura.
No señalan los cronistas nada acerca de la obtención de los pedernales,
«tafiagues» y lascas, sin embargo en un trabajo publicado en la
prensa local se apunta la posibilidad de tareas mineras para la extracción
de piezas líticas*, actividad que la podemos encuadrar dentro de la
división del trabajo, en las que participarían adultos y niños realizando
labores complementarias; sirviendo estos útiles para labrar molinos,
cortarse el pelo, para prácticas curativas (escarificaciones principalmente),
como armas, etc.
Aunque existen escasos útiles sobre material óseo, cabe suponer
que en futuras excavaciones aparezcan más objetos realizados en esta
materia prima y de mayor variedad que la actualmente existente —sólo
se poseen tres tipos—dada la gran facilidad técnica que la fabricación
de útiles de hueso requeire a lo que se une la gran riqueza caprina, principal
fuente de obtención de los mismos, a la llegada de los normados''.
Dadas las limitaciones inherentes a la propia materia o sea, como
es su relativa dureza, debemos suponer que estos tipos de útiles fuesen
6. DITTMER, K. Etnología General. F.C.E., 1975, p. 56.
7. MANDEL, Emst. Tratado de Economía Marxista, Tomo I. Era Ediciones, 1976,
p. 25.
8. VARIOS. La Provincia, 14 Julio de 1984.
9. LE CANARIEN, Crónicas francesas de la conquista. ACT, 1980, p. 65 y 168.
Según la versión G. habrían 30.000 cabras, mientras que para la versión B serían
60.000, cifras que nos parecen del todo exageradas.
210
«Cuerno de Caprido. Probablemente utilizado como mango de hoz.
(Punta Goma-Antigua, Fuerteventura).
[Foto: Guillermo Rivera. Archivo Fotográfico Museo Canario].
empleados en tareas domésticas como por ejemplo la manufactura de
cerámica, el trabajo de las pieles, etc., aunque no hay que descartar
otras actividades. A este respecto Torriani dice:
«Se vestían con pieles de ovejas cosidas con hilos muy delgados, hechos
con el mismo cuero, a modo de cuerdas de laúd. En lugar de agujas
tenían ciertos huesos de cabras y espinas muy agudas, que trabajaban
con suma industria»'".
referencia muy significativa en el sentido de que no sólo se deja constancia
en la utilización específica de estos objetos, sino que además nos
revela el grado de aprovechamiento de los derivados animales, hecho
este que no sólo se da en dicha isla, estando también constatado para
Gran Canaria y que por extensión puede aplicarse al resto del Archipiélago,
ya que sus recursos económicos son similares.
Quizás el más problemático de los útiles sobre hueso sea el ya referido
cuerpo de hoz. Se trata de un fragmento de cornamenta de cáprido,
con 17,5 cms. de largo, que lleva longitudinalmente una ranura de línea
mixta, dejando pequeños huecos en los que probablemente irían ubicados
pequeñas lascas a modo de dientes de sierra.
La cuestión central, en este caso, radica en la posible función que
pudo tener esta pieza y que nosotros estimamos como posiblemente
agrícola; aunque en el momento de la conquista no parece existir esta
actividad, lo que no excluye una práctica anterior. En este sentido, algunos
autores sostienen que los majoreros no practicaban la agricultura,
reduciéndose las evidencias arqueológicas de los molinos a la moltura-ción
del «cosco» o «cofe-cofe»". En cualquier caso la alimentación de
los naturales aborígenes estaba determinada por los productos agrícola-ganaderos
y también marinos'^, lo que nos parece más verosímil dados
los ya citados hechos arqueológicos.
Este problema tendría posible solución si se llevaran a cabo excavaciones
con el rigor científico que ello requiere, en las que se tuvieran
en cuenta las posibilidades de la palinología, y otras técnicas de análisis
que ayuden a conocer mejor los recursos con los que contaba el indígena
majorero. En este sentido, los trabajos realizados en la cueva de Vi10.
TORRIANI, Leonardo. Descripción de las islas Canarias. Goya Ediciones, 1978,
p.72.
11. GONZÁLEZ ANTÓN, Rafael; y TEJERA GASPAR, Antonio. Historia de los
pueblos de España. Andalucía-Canarias. Argos Vergara, 1983.
12. MARTIN SOCAS, Dimas. Etnografía aborigen de Lanzarote y Fuerteventura. H.
General de las Islas Canarias, Tomo I. Edirca, 1977, p. 294.
212
«Collar realizado sobre restos óseos y malacológicos».
(Barranco Bajamanga. Fuerteventura).
[Foto: Guillermo Rivera. Archivo Fotográfico Museo Canario].
llaverde (La Oliva) y el posterior análisis mastológico han permitido la
identificación de 946 piezas que pertenecen a un centenar de cabras,
cinco cerdos y un lobo marino'^
Documentado arqueológicamente el aprovechamiento de los recursos
marinos por los majoreros antiguos, como lo atestiguan los numerosos
concheros en la isla o las placas de conus y cuentas de collar o el
lobo marino antes citado; las referencias históricas contrariamente, son
parcas:
«En lugar de aguja tenían ciertos huesos de cabras y espinas muy agudas,
que trabajaban con suma industria».
Eran también grandes nadadores, y pescaban matando los peces con
golpes de palos»"*.
«Eran grandes nadadores, y a palos mataban los peces. Tienen gran |
abundancia de marisco en la costa, y muy bueno, de húrgaos, percebes f
y clacas, marisco sabroso y delicado»''. |
i
Además de uso alimenticio, los recursos marinos eran empleados |
como piezas ornamentales o decorativas, confirmado por la existencia g
de un collar, sin origen conocido, formado por algunas cuentas óseas y i
restos marinos '*, o las placas de conus labradas. I
RELACIONES Y PARALELISMOS.
Aún cuando el poblamiento indígena del Archipiélago sigue planteando
interrogantes, el problema principal gira en tomo a las relaciones
y paralelismo que entre Canarias y el Norte de África existen con
respecto a su cultura material, ya que hay autores que cuestionan una u
otra procedencia, sea africana, mediterránea o atlántica. Sin embargo
cabe preguntarse si estos problemas se derivan del excesivo eurocentris-mo
de algunos investigadores, o bien, como ya acertadamente señaló
Serra Ráfols, se trata de un desconocimiento del contexto norteafricano.
13. MECO CABRERA, J.; HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F.; SÁNCHEZ VELAS-QUEZ,
D.
La Cueva de Vi llaverde (Fuerteventura) y su mastología (nota preliminar), en Homenaje
a Jesús Arencibia, p. 187, 194. Ser. Pub. de la E.U.F.P. de EGB. Las Palmas, 1982.
14. TORRIANI, Leonardo. Obra citada, p. 72 y 74.
15. ABREU GALINDO, Fr. J. Obra citada, p. 56.
16. VERNEAU, Rene. Cinco años de estancia en las Islas Canarias. Tenerife, 1982,
p. 156 y 157.
214
«Placas de conus perforadas, utilizadas como colgantes» (Fuerteventura).
[Foto: Guillermo Rivera. Archivo Fotográfico Museo Canario],
No obstante, esto no ha sido óbice para que se aborde el tema de los paralelismos
y relaciones de Canarias con el próximo área Norteafricana.
En el plano antropológico, las relaciones son evidentes, encontrándonos
con dos grupos étnicos bien diferenciados: los cromañoides, relacionados
culturalmente con el iberomauritano y emparentados con los
tipos Metchoides; y los mediterranoides, vinculados al capsiense.
Para Fuerteventura son escasos los datos, aunque parece haber un
predominio del tipo mediterranoide:
«Los habitantes son en poco número,... y son de gran talla, hombres y
mujeres, y muy firmes en su fe»".
«El país no se halla muy poblado, pero los que lo habitan son de gran
talla y difícilmente pueden ser cogidos vivos»'*.
Aún cuando los estudios sobre el aspecto físico de los mahos hechos
hasta ahora han sido sobre escasos restos que han determinado su
parentesco con los tipos mediterranoides", estas referencias acerca de
la gran talla de los hombres y mujeres indígenas no podemos considerarla
privativa de este grupo humano; debiéndose admitir la relación étnica
con los mediterranoides con ciertas reservas.
En el terreno paletnológico no se observan rasgos comunes entre
las islas y el Norte de África. Esta ausencia de datos niega un posible
poblamiento durante el Neolítico. Así la avulsión dentaria presente entre
los iberomauritanos y los capsienses, que alcanza hasta la protohis-toria,
no se conoce en Canarias; si exceptuamos la mutilación dentaria
que presenta un cráneo procedente del Andén del Tabacalete y depositado
en El Museo Canario, el cual observaría cierta dificultad en una
diagnosis como tal avulsión.
Las prácticas funerarias en las islas son de cubito supino, mientras
que en el Mogreb son de cubito lateral flexionado hasta la protohisto-ria,
a excepción de La Gomera y Fuerteventura (cueva de Villaverde)
que cuentan, en ambos casos, con un enterramiento de este tipo. En
cuanto a la momificación, práctica muy común entre los aborígenes canarios,
parece no estar muy difundida en el norte del continente.
Finalmente, la existencia de concheros en el Archipiélago no tiene
paralelismo inmediato en la zona del Mogreb sino con las del Marrue-
17. TORRIANI, Leonardo. Obra citada, p. 72.
18. ABREU GALINDO, Fr J. Obra citada, p. 59.
19. SCHWIDETZKY, Use. La Población prehispánica de las Islas Canarias. Pu. Museo
Arqueológico, Sta. Cruz Tenerife, 4, 1963.
216
eos atlántico, donde cronológicamente son más recientes según afirma
Balout. Este mismo autor asevera que «las afinidades antropológicas indiscutibles
entre los mogrebíes y canarios no se hallan confirmados por
datos étnicos anteriores al Neolítico».
En efecto, no sólo estos datos corroboran un poblamiento tardío, sino
que además los arqueológicos reafirman esta hipótesis. Así, la industria
lítica isleña es, en palabras del mismo profesor, «decadente y heterogénea,
comparable con facies más protohistóricas que Neolíticas».
En cuanto a los molinos, normalmente utilizados en tareas de mol-turación
de productos agrícolas u hortofrutícolas, se hallan en todas las
islas, excepción hecha de los naviformes o abarquillados, debemos señalar
que su introducción en el Sahara parece ser, si no púnica, sí al
menos de época romana, por lo que su introducción en Canarias sería
en tiempos protohistóricos o históricos.
La industria ósea está básicamente representada en Canarias por
punzones y cinceles o espátulas encuadrables en el capsiense superior y
en el Neolítico africano del norte.
Aunque primitivamente se quiso relacionar las cerámicas majoreras
con tipos aparecidos en Oued Mellah, luego fueron relacionados
con formas originarias en el litoral marroquí, en el Sahara y en Mauri-tania^°,
aunque también las cerámicas de tendencia tronco-cónica de
fondo plano tendría su origen en el Norte de África y Sahara dentro de
la cerámica beréber protohistórica (Tejera Gaspar-González Antón,
1985).
Las placas de conus labradas y los collares realizados en material
óseo y restos marinos podrían recordarnos la utilización, en el África
Menor, de amuletos hechos con conchas, entre los vivos y como elemento
reconfortante entre los muertos (Desanges, 1982: 446).
A MODO DE CONCLUSIÓN
La celebración de las primeras (en las que se presentó este trabajo)
y segundas Jomadas de Historia de Fuerteventura y Lanzarote debieran
abrir una nueva etapa en la investigación arqueológica de estas islas con
un replanteamiento general de los intereses a corto y medio plazo sobre
la necesidad de una interpretación teórica de la realidad aborigen por
medio de métodos novedosos de trabajo que permitan no sólo resolver
20. PELLICER CATALÁN, Manuel. Elementos Culturales de la prehistoria Canaria.
Revistas de h. Canarias, Tomo XXXIV, 1971 y 72, p. 47-72.
217
de una nueva manera los problemas ya conocidos, básicamente los empíricos,
sino además plantear nuevos problemas a resolver, ofreciendo
otros marcos de investigación en el campo de la prehistoria y la arqueología
canaria, atendiendo a cuestiones más globales y dejando de cover-tir
la Historia en un cuerpo de técnicas y métodos carentes, por
sí solos, de los contenidos que nos permitan explicar el hombre y las sociedades
dentro del devenir histórico de la Humanidad.
En ese sentido la complementación entre las fuentes arqueológicas
propiamente dichas y las que proporcionan los documentos escritos y
etnográficos o el fomento de las investigaciones encaminadas a un mejor
conocimiento de nuestro entorno inmediato, las culturas norteafri-canas,
señalándolos como punto de referencia para la comprensión de
la Prehistoria del Archipiélago y la resolución de los numerosos interrogantes
que tiene planteados hoy.
De este modo la población indígena majorera se nos presenta con
una serie de cuestiones irresolubles, tanto más en cuanto las noticias legadas
por los cronistas resultan algo enmarañadas y confusas; donde la
similitud cultural entre las dos islas orientales queda patentizada. Así,
la no mención de la práctica agrícola o las vagas referencias a la existencia
de cerdos y el silencio en el aprovechamiento del lobo marino,
resultarían ser de una primordial importancia, aunque la agricultura
parece no ser practicada en el momento de la conquista; lo que no excluye
un conocimiento anterior, siquiera fuese a niveles hortofrutícolas
en el aprovechamiento de las palmeras. Ahora bien, esa ausencia
pudo estar motivada por la pérdida de las cosechas, por la escasez
de las lluvias o también debido al incontrolado ganado caprino o por
pérdida de simientes, consecuencia de las plagas.
En cualquier caso no se nos escapa la dificultad que entraña resolver
estos problemas. No obstante, sabemos de una organización predominantemente
pastoril que en lo político se refleja en un sistema dualista
y donde la existencia de dos reinos o cantones están sujetos al poder
y ascendencia de dos mujeres, Tamonante y Tibiabin, que parecen controlar
los «asuntos de estado», quedando reducido los jefes de cantones
a simples caudillos militares^'. En lo económico-social, se nos plantean
dudas referidas a su propia estructura, por cuanto los cronistas se contradicen
en la existencia o no del diezmo, que nos pudiera revelar un
estamento social o casta superior, con la aparición de villanos o trasquilados.
El nombre de Altahay, entendido como «valiente» vendría a
21. PÉREZ SAAVEDRA, Feo. La mujer en la Sociedad Indígena de Canarias. Tenerife,
1982, p. 51.
218
significar o representar ese estrato noble del cual procederían Guise y
Ayose, Tamonante y Tibiabin, receptores finales de ese tributo o diezmo.
Junto a ello debe plantearse la propiedad del ganado, los terrenos
de pastos, y el control de las fiíentes de agua. Dado el carácter guanil
del ganado caprino existente en Fuerteventura es de suponer que la
propiedad fiíese comunal, sin embargo, las referencias a las apañadas de
ganado (gambuesas), para el reconocimiento de las propias pertenencias,
hace pensar en otro tipo de propiedad; donde los capitanes o nobles
serían los propietarios de los mejores y mayores ganados, aunque
no sabemos si su intervención en el cuidado del rebaño era directa o tenían
«villanos» destinados a tal fin. Estos mismos hechos como quedan
reflejados en las crónicas^^, eran motivos de fiíertes discordias y
luchas, surgiendo aquí la no resuelta duda del papel desempeñado por
Jandía y su muralla. ¿Era este verdaderamente el cantón de Ayose o por
el contrario sería una reserva de pasto, estando la línea divisoria de los
dos reinos en el centro de la isla? Como bien supone E. Serra Ráfols,
nosotros creemos un carácter divisorio para reserva de pastos hacia el
sur de La Pared. La línea fi-onteriza entre los dos cantones iría desde el
Bco. de La Torre hasta el Puerto de La Peña, como se refleja en un
acuerdo del Cabildo de la isla de Fuerteventura ^l
Estas y otras cuestiones tendrían posible solución con la realización
de fijturas investigaciones que tengan en consideración la comple-mentación
de los estudios arqueológicos, etnohistóricos y etnográficos
que logren desvelar la realidad histórica de Fuerteventura.
22. ABREU GALINDO, Fr. J. Obra citada, p. 59-60.
23. ROLDAN VERDEJO. Roberto. Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura,
1605-1668. Fontes. R. C. La Laguna.
219
OTRAS OBRAS CONSULTADAS
BERTHELOT, S.; BARKER-WEBB. Etnografía y anales de la conquista de las islas
Canarias, Tomo II. El Museo Canario, 1978.
DIEGO CUSCOY, Luis. Los Guanches (Vida y cultura del primitivo habitante de
Tfe. Publicaciones del Museo Arqueológico de Tfe. n.° 7 Tfe. 1968.
GLUCKMAN, MAX. Política, derecho y ritual en la sociedad tribal. Akal Ediciones,
Madrid. 1978.
GONZÁLEZ ANTÓN, R.; TEJERA GASPAR, A. Los aborígenes canarios. Colección
Minor I. Universidad de La Laguna. Tenerife, 1983.
HERNANDEZ-RUBIO CISNEROS, J.M. Fuerteventura en la Naturaleza y la Historia
de Canarias. Tomo I. Excmo. Cabildo Insular de Fuerteventura, 1983.
BALOUT, L. Canarias y África en los tiempos prehistóricos y protohistóricos. Anuario
de Estudios Atlánticos 17. Madrid-Las Palmas, 1971.
TEJERA GASPAR, A; GONZÁLEZ ANTÓN, R. Relaciones culturales Mediterrá-neao
Atlántico entre el IV y el II milenios. XVIIl Congreso Nacional de Arqueología.
1985.
220
REINO DE GUISE
REINO DE AYOSE
Demarcación aborigen entre los «bandos» de Guise y Ayose, siguiendo la línea que va
desde el Bco. de La Torre al Puerto de La Peña.
221